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Trabajo Infantil

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Trabajo Infantil
¿Qué es el trabajo infantil?
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) lo define como todo trabajo que priva a los
niños y niñas de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo
físico y psicológico. Hablamos, por tanto, de una vulneración de los derechos de los niños y
niñas.
El término “trabajo infantil” se refiere a cualquier trabajo que es físico, mental, social o
moralmente perjudicial o dañino para el niño o la niña; e interfiere en su escolarización,
privándole de la oportunidad de ir a la escuela, obligándole a abandonar prematuramente las
aulas o exigiendo que intente combinar la asistencia a la escuela con largas jornadas de trabajo
pesado.
Según las normas internacionales, varios baremos muestran qué es el trabajo infantil: la edad,
la peligrosidad del trabajo y el número de horas trabajadas. La edad a partir de la cual niños y
niñas deberían empezar a trabajar es variable según la OIT. En ningún caso deben hacerlo si
son menores de 12 años, y a partir de ese límite depende de varias variables: si el trabajo
supone o no peligros para su salud y el nivel de desarrollo del país.
En el lenguaje común el término “trabajo infantil” suele definirse como todo trabajo que priva a
los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y
psicológico.
Así pues, se alude al trabajo que:
es peligroso y prejudicial para el bienestar físico, mental o moral del niño; y/o
interfiere con su escolarización puesto que: les priva de la posibilidad de asistir a clases; les
obliga a abandonar la escuela de forma prematura, o les exige combinar el estudio con un
trabajo pesado y que insume mucho tiempo.
Cuándo calificar o no de “trabajo infantil” a una actividad específica dependerá de la edad del
niño o la niña, el tipo de trabajo en cuestión y la cantidad de horas que le dedica, las
condiciones en que lo realiza, y los objetivos que persigue cada país. La respuesta varía de un
país a otro y entre uno y otro sector.
No todas las tareas realizadas por los niños deben clasificarse como trabajo infantil que se ha
de eliminar. Por lo general, la participación de los niños o los adolescentes, por encima de la
edad miínima de admisión al empleo, en trabajos que no atentan contra su salud y su
desarrollo personal ni interfieren con su escolarización se considera positiva. Entre otras
actividades, cabe citar la colaboración en un negocio familiar o las tareas que realizan fuera del
horario escolar o durante las vacaciones para ganar dinero de bolsillo. Este tipo de actividades
son provechosas para el desarrollo de los pequeños y el bienestar de la familia; les
proporcionan calificaciones y experiencia, y les ayuda a prepararse para ser miembros
productivos de la sociedad en la edad adulta.
Por lo tanto, cuando se habla de trabajo infantil no se incluyen actividades como la
colaboración en las tareas del hogar, en el negocio familiar fuera del horario escolar o
vacaciones. De hecho, se considera que este tipo de actividades pueden ser positivas para su
desarrollo personal, siempre que sean adecuadas a su edad y madurez, no afecten de manera
negativa a su salud y no interfieran en su educación y desarrollo personal.
¿Cuántos niños son víctimas del trabajo infantil?
Según las últimas estimaciones de la OIT y Unicef, con datos del año 2020, en todo el mundo
hay 160 millones de niños y niñas víctimas de trabajo infantil. 79 millones -casi la mitad- sufren
alguna de las peores formas de trabajo infantil como la esclavitud, la trata o el reclutamiento
forzoso para conflictos armados.
No hay que perder de vista que las cifras pueden ser mayores, puesto que hay trabajos difíciles
de contabilizar como, por ejemplo, el trabajo doméstico.
En las dos últimas décadas se había dado una disminución progresiva e ininterrumpida del
trabajo infantil en todo el mundo. Sin embargo, esta tendencia se ha frenado y en los últimos
cuatro años las cifras han aumentado. En este periodo, el trabajo infantil ha crecido de 152 a
160 millones. Es decir, hoy hay 8 millones de niños y niñas más trabajando que en 2016. Una
tendencia y unos datos que nos deberían preocupar.
Un total de 97 millones de niños y 63 millones de niñas que cada mañana no agarran sus
carteras y se van a la escuela: ellos acuden a las fábricas, a las minas, a los campos, a los
mercados, a los talleres textiles, a los prostíbulos… A veces, ni se desplazan. Viven en ellos.
Menores de edad, entre 5 y 17 años, con oficio; sin nombre, muchas veces. Sin infancia
siempre. Es uno de cada diez en el mundo.
Las causas de trabajo infantil
La pandemia ha aumentado significativamente el riesgo de trabajo infantil. Esto es atribuible en
particular al fuerte aumento de la pobreza, que puede acentuar la dependencia de las familias
de los ingresos de sus hijos, y al cierre de escuelas, que suelen representar la única alternativa
al trabajo.
Si no se toman medidas para contenerla, la crisis vinculada al Covid-19 amenaza con deshacer
los avances logrados en el mundo en la lucha contra el trabajo infantil. Nuevos análisis
muestran que, de aquí a finales de 2022, la pandemia podría aumentar el número de niños
obligados a trabajar en otros 8,9 millones, y en el peor de los casos hasta 46 millones.
La escuela es esencial: alrededor de un tercio de los niños que trabajan en todo el mundo no
asisten a la escuela, mientras que millones sí van a clase, pero tienen que trabajar duro en el
tiempo restante. Esta doble carga es a menudo insoportable: muchos abandonan la escuela o
no se mantienen al día con otros estudiantes, lo que reduce sus posibilidades de un futuro
mejor y un salario justo.
Debido al cierre de escuelas en respuesta a la pandemia, millones de niños no han podido
asistir a clases. Muchos no pueden volver a los puestos incluso después de la reapertura.
La pobreza es la principal causa del trabajo infantil. Muchos padres a menudo no tienen más
remedio que enviar a sus hijos a trabajar en plantaciones, vertederos, fábricas y minas para
ayudar a mantener a la familia: a menudo es una cuestión de mera supervivencia que eclipsa la
educación. Mientras haya pobreza, el trabajo infantil no dejará de existir.
¿Donde trabajan los niños?
El trabajo infantil existe en casi todos los sectores. Sin embargo, 7 de cada 10 niños y niñas
trabajan en la agricultura, ganadería y pesca, según la OIT. Le siguen el sector servicios (31,4
millones) y el sector industrial (16,5 millones).
En 2017 Amnistía Internacional denunció cómo grandes marcas de aparatos electrónicos,
como teléfonos móviles u ordenadores, y empresas de automóviles eléctricos no hacían
comprobaciones para asegurar que no se utiliza cobalto extraído con mano de obra infantil en
sus productos.
En la República Democrática del Congo alrededor de 40.000 niños y niñas trabajan en minas
en el sur del país, muchas de ellas de cobalto, según datos de UNICEF. Llegan a trabajar hasta
24 horas en la mina y su salario no supera los 2 dólares al día.
Hablando de las peores formas de trabajo infantil, seguramente son la esclavitud, el
reclutamiento forzoso para conflictos armados, la trata de niños y niñas, la servidumbre, la
prostitución y la pornografía, la obligación de realizar actividades ilegales, en particular la
producción y el tráfico de estupefacientes, o actividades que supongan cualquier tipo de
peligro, dañen su seguridad o su salud.
La situación en Italia
En nuestro país el trabajo infantil está prohibido desde 1967, pero es un fenómeno que no solo
nunca ha desaparecido, sino que la pandemia, el cierre de escuelas y la ampliación de las
zonas de pobreza por ello, probablemente se agrave. También hay pocos datos sobre la
explotación laboral de menores, y sobre todo no hay un seguimiento continuo. Hay datos de la
Inspección Nacional del Trabajo, relativos a sanciones por infringir la ley (en 2019 fueron 243,
pero pronto saldrá la actualización de 2020), pero claro que son la punta del iceberg que queda
para la gran parte sumergida.
Los últimos datos fiables datan de 2013 y son los de una investigación realizada por la
Fundación Di Vittorio y Save the Children, en colaboración con Istat, que mapeó a unos
340.000 menores de 16 años empleados ilegalmente en Italia, es decir, el 7 % de la población
en edad de trabajar. Son niñeras, ayudantes de meseros, cantineros, jornaleros jóvenes o
trabajadores no calificados, dice la encuesta tras la cual no se hizo nada más. Un vacío
estadístico que conviene llenar para dar a este fenómeno las respuestas legislativas y sociales
que merece.
Conclusión
Para concluir nuestro trabajo, podemos decir que el trabajo infantil es una de las peores llagas
de la historia de la humanidad, y tenemos que hacer algo para ayudar los pobres niños víctimas
de esta monstruosidad.
Trabajo de Ceresoli Stefano y Vailati Federico
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