Marco teórico I.- Trastorno de ansiedad en adolecentes La etapa de la adolescencia es considerada en la actualidad como una época de transición y de grandes trasformaciones en el individuo a nivel biológico cognoscitivo y social. Esta una etapa del ciclo vital, que por presentar estas características de grandes trasformaciones predispone al individuo a ciertos riesgos y disfunciones. Según Oren, Provet y Jhones, citados por Sadín, los adolescentes muestran un nivel más alto de probabilidad de presentar una sicopatología que los niños. Roberts, a través de sus investigaciones durante cuatro décadas encontró que la tasa de prevalencia de enfermedades mentales en los niños era del 8%, en preadolescentes era del 12% y en adolescentes era del 15%. Según estos datos se puede afirmar que la adolescencia es una etapa en la que el sujeto es más susceptible de desarrollar una problemática en el ámbito psicológico y por este motivo es que el presente artículo tiene una orientación dirigida principalmente a este tipo de población. Los trastornos de ansiedad aunque no han sido muy estudiados en adolescentes cobran mucha importancia, puesto que es común que se dé el desarrollo de esta problemática en esta etapa del ciclo vital. Dickey, plantea a través de sus investigaciones que el trastorno de ansiedad generalizada se presenta gradualmente y afecta con mayor frecuencia a personas en su niñez o adolescencia, pero también puede comenzar en la edad adulta. Es más común en las mujeres que en los hombres y con frecuencia se puede observar en algún otro familiar de la persona afectada. De los trastornos de ansiedad que más investigación empírica se ha recopilado en adolescentes es la ansiedad social, principalmente la ansiedad ante la evaluación y el trastorno de pánico. Según Borkovec, muchos de los individuos que presentan ansiedad social han descrito que esta comenzó cuando ellos se encontraban en la adolescencia. Se tiene en cuenta principalmente el trastorno de ansiedad en los adolescentes, algo importante ya que en esta etapa se presentan ciertas preocupaciones en cuanto a aspectos de la vida cotidiana que aportan considerablemente a que se desarrolle un trastorno de ansiedad generalizada. Según Dickey , los adolescentes experimentan ansiedad en sus vidas en aspectos tales como el colegio, el grupo de pares, mudanzas o la pérdida de algún familiar y estas condiciones pueden propiciar la aparición de reacciones de ansiedad o de un desorden de ansiedad. II.-Etiología Para poder comprender en su totalidad esta problemática es necesario establecer en qué consisten los trastornos de ansiedad y que significa realmente ansiedad, a diferencia del temor, la angustia y el miedo, ya que en muchas ocasiones se suelen confundir estos términos. La palabra angustia proviene del latín ángor que hace referencia a la sensación de angustia y estrechez, es muy común que él termino angustia y ansiedad sean usados con un mismo fin al referirse a la sensación de opresión experimentada hacia una situación estresante o con características de incapacidad de control sobre ella, aunque hay que aclarar que existen variaciones dependiendo de la cultura, la lengua y la literatura profesional que se consulte; por ejemplo en lengua castellana ansiedad y angustia hacen referencia a sensaciones distintas sin embargo en alemán no existe diferencia alguna, siendo el término “Ángor “ el que agrupa los dos conceptos. Sin embargo las diferencias entre estos dos términos van más allá de lo meramente semántico: El diccionario de Molier define la angustia como la intranquilidad, con padecimiento intenso por la presencia de un peligro o amenaza de desgracia, mientras que ansiedad es considerada como la preocupación o impaciencia por algo que va a ocurrir. Es decir los diferencia respecto al momento en el tiempo del evento o situación activante. Actualmente se considera que estos dos conceptos van separados pero hacen parte de una misma clase de fenómeno, es decir que comparten características nucleares, respecto a su sintomatología y forma de experimentación. Para el psiquiatra Rojas, se podría en cierto sentido hacer una clasificación de estos fenómenos en cuanto a su grado de intensidad, en donde el miedo estaría en primer lugar seguido de la ansiedad y la angustia. La diferencia es que el miedo es considerado como un temor especifico ante algo externo al individuo, que puede estar representando algún tipo de peligro para él, este peligro o estimulo externo es algo real y que se puede identificar con facilidad y está presente. El miedo es un temor ante algo, un estímulo especifico que proviene de afuera del individuo y que en cierto sentido es percibido como algo realmente peligroso que pone en riesgo la vida de la persona. Es así como el sujeto reacciona ante este estímulo con el fin de defenderse, ya sea evitándolo, escapando o tratando de superar la intranquilidad que este le produce. Es importante señalar que el miedo tiene propiedades evolutivas y adaptativas. Es decir, el miedo ha existido desde siempre en el hombre y de hecho en los animales también se encuentra, como un mecanismo de defensa ante algún peligro que se presente en el medio y la reacción que se produce ante este es mas de tipo emocional e instintivo, el miedo es cambiante en los individuos es decir, este se ha desarrollado a través de las edades. Los miedos a lo largo de la vida y dependiendo de la etapa en la que el sujeto se encuentre, sufren ciertas trasformaciones y lo que en determinado momento puede representar un miedo, en otro puede no tener la misma relevancia en el mismo sujeto. Angelino, a través de sus investigaciones pudo clasificar los miedos más comunes entre los niños y los adolescentes en 10 categorías (seguridad, colegio, apariencia personal, fenómenos naturales, económicos-políticos, salud, animales, relaciones personales, conducta, personal y sobrenaturales); esto a su vez ha cambiado y en un estudio que realizo Miller, posteriormente, encontró que los miedos en esta misma población, adolescentes y niños, hacían referencia principalmente a daño físico, a peligros naturales y sobrenaturales y sociales–interpersonales. El miedo por tanto es una reacción a algo percibido como peligroso y la atribución que cada persona le da depende en gran medida de la etapa de desarrollo en la que se encuentre, por las características de la personalidad y por el contexto en el que este se encuentra inmerso. Después de haber comprendido el concepto de miedo, es más fácil comprender la ansiedad y su diferencia con relación a este, la ansiedad es un temor ante algo no especificado, difuso e inconcreto que en el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), no se debe a algún estimulo exterior presente es decir, no tiene un objeto determinado; lo que busca el individuo es defenderse ante algo peligroso, pero la situación no es tan sencilla, ya que es difícil escapar de algo que no está plenamente identificado, reconocido o que eventualmente no ha pasado, los individuos ansiosos por consiguiente están constantemente anticipando lo peor para situaciones futuras; creando así un estado de incertidumbre y de activación neurofisiológica que pone a funcionar mecanismos de control de la vigilancia (corticales y subcorticales). El encontrarse hipervigilante como mecanismo de defensa produce a su vez un desequilibrio fisiológico. Hay que destacar acá que si la ansiedad no es excesiva y no dura largos periodos de tiempo en los que no es necesaria, es adaptativa al igual que el miedo. La ansiedad es considerada por muchos autores como una respuesta que involucra aspectos fisiológicos, conductuales, cognoscitivos y asertivos, que producen una activación en el individuo ante una amenaza no especificada. Esta amenaza puede ser producida a su vez por desencadenantes internos que corresponden a ideas, recuerdos, fantasías, etc. y/o a desencadenantes externos. Por este motivo también es donde radica la dificultad para predecir cuándo se va a presentar la ansiedad. Este tipo de reacciones como la ansiedad y el miedo son filogenéticamente antiguas e involucran reflejos y reacciones de protección. Pero en la ansiedad juega también un papel muy importante las experiencias pasadas y la elaboración de la información que cada individuo percibe. De todos los trastornos de ansiedad, la etiología menor conocida es la del TAG ya que este trastorno de ansiedad ha sido considerado erróneamente como residual. Se puede decir que gracias a Barlow y Duran el TAG ha cobrado importancia y se cree que su origen se da a partir de la aprensión ansiosa y la sensación de incontrolabilidad. III.-Los inicios de la ansiedad en la historia A menudo se ha escrito que la historia de los trastornos de ansiedad es reciente y que apenas se conocía como un trastorno antes del siglo XIX, sin embargo, puede que no sea del todo cierto que la ansiedad sea una construcción relativamente reciente. Los trastornos del estado de ánimo (sobre todo con la que se denominó en su momento melancolía, hoy característica de los trastornos depresivos), pueden tener raíces históricas que se remontan a la antigüedad clásica. Hay indicios de que la ansiedad fue identificada claramente como un efecto negativo distinto y como un trastorno separado por los filósofos y médicos grecorromanos. Ya Hipócrates (460 a. C.-370 a. C.) y sus discípulos dejaron una colección de textos médicos denominados el Corpus Hipocrático en donde se recoge la fobia de un hombre llamado Nicanor, el cual, al acudir a fiestas nocturnas, cuando escuchaba a la flautista “se alzaban masas de terrores. Dijo que apenas podía soportarlo cuando era de noche, pero si lo escuchaba durante el día no se veía afectado. Tales síntomas persistieron durante un largo período de tiempo”. En los escritos filosóficos estoicos latinos, como los tratados de Cicerón y Séneca, figuran muchos puntos de vista modernos sobre las características clínicas e incluso tratamiento cognitivo de la ansiedad. En las Disputas de Tusculan, la serie de cinco libros escritos por Cicerón (106 a.C43 a.C), escribió que la aflicción (molestia), la preocupación (sollicitudo) y la ansiedad (angor) se denominan trastornos (aegritudo), debido a la analogía entre una mente con problemas y un cuerpo enfermo. Además, ofrece una descripción clínica de los diversos efectos anormales: el angor (ansiedad) se caracteriza clínicamente como un trastorno “constrictor” u opresivo (premens); mientras que la molestia (aflicción) se describe como permanente, y sollicitudo (preocupación) cum cogitatione (como rumiante). Con esta diferencia es posible que Cicerón hiciese una primitiva distinción (que posteriormente se atribuiría a los trabajos de Cattell y Schleier) entre dos maneras diferentes de manifestarse lo que hoy entendemos como ansiedad: una ansiedad estado, que denomina los momentos puntuales e intensos en los que se experimenta este tipo de emoción; y una ansiedad rasgo, que hace referencia a la propensión de cada persona a vivir con ansiedad, de forma más estable. IV.- La ansiedad en la historia Observando las diferencias de funcionamientos, en la filosofía y medicina antigua se desarrolló una clasificación que denominaron. La teoría de los cuatro humores que, en esencia, afirmaba que el cuerpo humano está compuesto de cuatro sustancias básicas, llamadas humores (líquidos), cuyo equilibrio indicaba el estado de salud de la persona. Así, todas las enfermedades y discapacidades resultarían de un exceso o un déficit de alguno de estos cuatro humores, siendo la manía una de estas enfermedades. Esta clasificación, tan primitiva con respecto a lo que ahora conocemos, fue la más común para explicar el funcionamiento del cuerpo humano entre los médicos europeos del momento hasta la llegada de la medicina moderna a mediados del siglo XIX. Así, el término de manía aún se manejaba en 1801 cuando Pinel la caracterizaba en su obra Tratado de la alienación mental o la manía como “una perturbación de todas las facultades, es la locura propiamente dicha”. En aquellos principios de siglo, la manía o «delirio general» era una categoría que agrupaba los estados agudos, excitatorios, eventualmente febriles, incluidos los estados de confusión tóxica o infecciosa por aquel entonces frecuentes. V.-Desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad Aun así, la primera edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales publicado en 1952 por la Asociación de Psiquiatría Americana, el DSM-I, conservaba la influencia del psicoanálisis y dedica un capítulo a los “trastornos psiconeuróticos”. Definiendo como característica principal de éstos “la ansiedad que puede percibirse directamente o ser controlada inconsciente y automáticamente empleando diversos mecanismos psicológicos de defensa”. Aparecen descritas seis categorías entre las que se encontraban la “reacción ansiosa”, la “reacción fóbica” y la reacción obsesiva-compulsiva, convirtiéndose prácticamente en un grupo de trastornos de ansiedad. A partir de 1962, el psiquiatra americano Donald Klein observó que, entre las personas con agorafobia los medicamentos psicotrópicos producían acciones diferentes: Los sedantes eran eficaces en la ansiedad leve permanente, pero no actuaban sobre las crisis de angustia, y lo contrario se cumplía con ciertos antidepresivos. De ahí concluyó que las dos variedades de ansiedad eran de naturaleza diferente, por lo que a partir de ese momento se diferenciaría ansiedad (anxiety) caracterizada por la presencia continua de una espera ansiosa, denominada hoy “trastorno de ansiedad generalizada”, de lo que terminó designando Klein como “crisis de pánico” (síntoma que en su momento Freud llamó crisis de angustia) que se definía por la aparición, con cierta frecuencia, de crisis de pánico, el “trastorno de pánico” hoy aceptado. En 1968 aparece el DSM-II, la segunda versión del Manual diagnóstico, caracterizando las neurosis de ansiedad como una preocupación ansiosa exagerada que llega hasta el pánico y va acompañada a menudo por síntomas somáticos. Recogiendo la distinción de conceptos que fueron elaborando anteriormente Freud y Klein, reflejaba que la neurosis de ansiedad (al contrario que la neurosis fóbica) puede producirse en cualquier circunstancia y no está limitada a situaciones u objetos específicos. A finales de los años sesenta, se empieza a concebir la ansiedad como un término que se refiere a un patrón de conducta caracterizado por sentimientos subjetivos de tensión y activación fisiológica, y que se da como respuesta a estímulos internos (pensamientos) y externos (ambientales). Se va perfilando, por tanto, como un constructo multidimensional compuesto por tres componentes (comportamientos, pensamientos y síntomas fisiológicos), los cuales interactúan entre sí.