Uploaded by Martn Lavoria

Conflicto Rusia-Ucrania gas-agua-y-realpolitik

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EL CONFLICTO RUSO-UCRANIANO BAJO LA LUPA
Gas, agua y realpolitik
La actual crisis en Ucrania responde a una serie de motivantes que poco se discuten
adecuadamente en los medios masivos de comunicación, simplificando el asunto a
niveles preocupantes, incluso llegando a visualizarlo en términos de una dicotomía
clásica de “buenos versus malos” que poco aporta a comprender lo que está puesto en
juego, y menos aun contribuye a concebir como resolverlo. En este asunto se entrecruzan
varias cuestiones: energéticas, hídricas, geopolíticas e históricas, que vale la pena
analizar para visualizar de mejor modo esta situación y comprender como puede
desarrollarse o en el mejor caso mitigarse así como visualizar los potenciales focos
conflictivos que pueden desencadenarse como resultado.
EL ASUNTO DEL GAS NATURAL
En 2015 John McCain declaró: Russia is a 'gas station masquerading as a country'
En efecto, si uno observa el PBI del estado de mayor extensión territorial del mundo,
aprecia que no es más importante que el de España siquiera. Económicamente es una
nación que, en ese sentido, deja mucho que desear. No obstante ello, Rusia sí es una
superpotencia a nivel militar, y sobre todo a nivel energético. De hecho, Rusia es el
segundo productor mundial de petróleo, incluso por delante de Arabia Saudita.
Además, posee la mayor reserva mundial de gas natural sobre todo en Siberia,
convirtiéndolo en el exportador número uno de gas natural del mundo. Se puede decir,
sin miedo a equivocarnos, que las ganancias obtenidas de las ventas de hidrocarburos al
exterior constituyen un aspecto fundacional del poder del estado ruso moderno. Se
aprecia fácilmente si se considera que representan el 50% del presupuesto del gobierno
ruso y aproximadamente el 30% del PBI ruso. El capital que ingresa de estas ventas ha
sido empleado para ampliar y/o reforzar las fuerzas militares, pagar deudas, acumular
reservas y financiar su restitución como potencia mundial tan dañada luego de la caída
del muro. Rusia es, esencialmente, un petro-estado; el único con pie en Europa. Al
menos, por ahora…
Ahora bien: ¿quién es acaso su principal cliente? Esto lo saben contestar actualmente
prácticamente todos: la Unión Europea, sobre todo Alemania (la cuarta potencia
económica mundial) que importa el 50% de su demanda de gas natural desde Rusia, y
los países de Europa del Este que presentan porcentajes que exponen aún mayor
dependencia. De hecho, el 35% del gas natural que se consume en Europa proviene
solamente de Rusia. Estos ingresos provenientes de Europa son por tanto de importancia
capital para que funcione adecuadamente el gobierno ruso. Para la UE resulta
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indispensable disponer de gas tanto para calefaccionar a su población en invierno como
para suplir la generación de energía eléctrica, principalmente luego de haber realizado
un ataque sostenido sobre la energía nuclear en los últimos años producto de los
movimientos “verdes”, lo cual aumentó la vulnerabilidad de su matriz energética ante
una falta de provisión de gas natural. Ahora bien: ¿qué tiene que ver Ucrania con esta
simbiosis tan explosiva entre Rusia y la UE?
Sencillamente, Ucrania representa un potencial foco disruptivo -quizás el único- a este
poder que Rusia ostenta y sostiene sobre los países europeos. Existen dos cuestiones
asociadas a este tema:
i.
ii.
La cuestión de los gasoductos
Las reservas de gas ucranianas
Respecto al punto (i) durante la época soviética, cuando todavía Ucrania era parte de
Rusia, se construyeron dos gasoductos que transitan el territorio ucraniano,
constituyéndose en un puente que transportaba en forma directa el gas desde Siberia a
Europa. Con la independencia ucraniana, inmediatamente este país pasó de ahí en más
a cobrar tarifas sobre el transporte de gas desde Rusia hacia Europa. A Rusia no le quedó
otra que aceptar estos términos, dado que simplemente no existían otros gasoductos que
pudieran reemplazarlo. Ya en 2005, el 80% del gas ruso exportado a Europa pasaba
necesariamente por Ucrania.
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Para resolver este asunto Rusia construyo nuevos gasoductos como Yamal-Europa que
transita por la fiel Bielorrusia y Nord Stream 1 y 2 (este último aún pendiente de la
aprobación alemana) por el mar báltico. También en juego está el South Stream, Blue
Stream, y Turk Stream por el Mar Negro de modo que el objetivo ruso era prácticamente
dejar de depender de los gasoductos ucranianos para el 2024.
Atacado este asunto, entra en juego el punto (ii). Sucede que alrededor del 2012 pareció
comenzar a existir la posibilidad concreta de que la zona económica exclusiva (ZEE) de
Ucrania en el Mar Negro (considerando Crimea en ese entonces parte de Ucrania)
disponga potencialmente de mas de 2 trillones de m3 de gas natural concentrado
principalmente en la península de Crimea.
Además, los avances tecnológicos de los últimos tiempos permitían ya poder aprovechar
las zonas con reservas de shale gas, curiosamente localizados en Donetsk y Jarkov en el
este y una tremendamente importante en los Cárpatos, al oeste.
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Dicho de otro modo, a partir de 2012 existía de repente la posibilidad de que Ucrania se
convirtiese en la décimo cuarta reserva mundial de gas natural. Ucrania, sin embargo,
carecía de las finanzas, el equipamiento y la tecnología para poder explotar debidamente
estos recursos. Naturalmente lo que hizo Ucrania es empezar a brindar derechos de
exploración, perforación y explotación a compañías como Royal Dutch Shell y Exxon
Mobile. Era entonces factible pensar que Ucrania se convirtiese en el segundo petroestado de Europa, capaz de reducir la participación rusa en las ventas a Europa de gas,
lo cual lo convertiría no solo en un competidor serio del estado ruso, sino tal cual dijimos
antes, implicaba un serio daño al presupuesto de la Federación Rusa, tan dependiente
de las ventas de gas a Europa. Además, este hecho haría más sencilla la integración de
Ucrania a la UE y a la OTAN.
Cuando se realizaron estos descubrimientos en el poder se encontraba Yanukovich, que
era un dirigente ucraniano pro-ruso. Mientras eso así se mantuviese, no había mayor
riesgo con este asunto. Pero cuando en febrero de 2014 lo volteó la revuelta pro-UE
conocida como Euromaidán, Rusia sin perder tiempo pasó a anexionar Crimea como
todos sabemos. Pero si volvemos al mapa que veníamos observando, queda claro que al
anexionar Crimea también se anexionó 2/3 de la costa Ucraniana y, por consiguiente, la
mayor parte de la ZEE marítima; en ella de paso se quedó con el 80% de las reservas
potenciales de gas y crudo off-shore. Por otro lado, también se apropió de activos
valuados en miles de millones de dólares como ser equipamiento de perforación y otros.
Con ello, se aseguraron de arruinar la posibilidad de que Ucrania ponga en riesgo la
supremacía global rusa en la provisión de gas natural a Europa.
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Para terminar de hacer el jaque mate sobre Ucrania en este asunto, también resulta que
las zonas conflictivas se desarrollan bastante cerca de las reservas en cuestión. Esto es
visible sobre todo en el este, en el conflicto de Donbass, y en el Oeste en Transnistria.
¿Coincidencia? Difícil, más teniendo en cuenta que al desarrollarse estos conflictos
rápidamente Exxon y Shell se bajaron de los contratos que tenían con el gobierno
ucraniano.
Todo este asunto da a entender que para Rusia evitar que una Ucrania pro-occidente
empiece a suministrar gas a Europa era algo de carácter mandatorio e innegociable.
Permitir que Crimea vuelva bajo control ucraniano es imposible de aceptar para Rusia
dado que además de renunciar a la ZEE, también implicaría renunciar a Sebastopol, que
es el único puerto del que dispone actualmente Rusia libre de hielo a lo largo de todo el
año (i.e. el único puerto que se asemeja a uno de “aguas cálidas”, algo que anhela Rusia
desde tiempos históricos); puerto que además es indispensable para que la flota rusa
pueda operar en el Mar Negro y en el Mediterráneo.
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A sabiendas de esto, Ucrania como miembro de la OTAN dispondría de toda la
capacidad para amenazar a Rusia como fuente primaria de energía a Europa y pondría
en jaque al puerto de la armada rusa de mayor valor geoestratégico.
EL RECURSO HÍDRICO EN CRIMEA
Respecto a Crimea hay otro asunto que poco se comenta en general. Crimea actúa
básicamente como una isla de una geografía tal que posee prácticamente nulas reservas
de agua dulce apta para consumo humano o agricultura. Previo a 2014, alrededor del
85% del suministro de agua a Crimea se realizaba a través de un canal que data de la era
soviética.
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Luego de la invasión, los ucranianos llenaron de cemento la zona del canal marcada con
la X en la imagen. Por tanto, de ahí en más Crimea sufrió una sequía tremenda que,
empeorada por la dinámica climática, en 2020 marcó un récord histórico (de 150 años de
registros). La capital Simferopol hoy dispone de un reservorio de agua dulce al 7% de su
capacidad, y la población vive racionamientos constantes de agua. Con la importancia
que tiene el agua en el día a día el lector puede imaginarse que no es una situación
socialmente sostenible. Ante esto el gobierno ruso enfrenta un déficit tremendo tratando
de sostener a Crimea, de hecho se vio obligado a construir un puente increíblemente
costoso para conectar la península a la plataforma continental rusa. Todo este gasto
anual solo tiene una solución: resolver el bloqueo ucraniano del canal. Como se aprecia,
también hay un conflicto relativo al recurso hídrico.
Claro está que Ucrania no puede recuperar Crimea por sí sola. Pero como parte de la
OTAN, cualquier chispa podría desarrollarse en forma “inesperada” y confusa en las
regiones de Donbass o Crimea, y hacer que de repente se active el artículo 5 de la OTAN
que en esencia reza que un ataque armado contra una de las partes o varias, acaecido en Europa
o en América del Norte, se considerará como un ataque dirigido contra todas, y en consecuencia
todas las partes deberán responder con las medidas que se juzguen necesarias, incluso el empleo
de la fuerza militar. Ante ese evento Rusia sabe que no podría ganar, nunca.
Rusia además presenta un serio problema demográfico, de hecho posee una de las tasas
de crecimiento demográfico más preocupantes del mundo, con lo cual entiende que si
no actúa hoy luego no dispondrá quizás del capital humano para imponer sus intereses
en el tablero geopolítico.
LA OTAN Y LA CUESTIÓN GEOGRÁFICA
Otro asunto relevante bastante evidente es que la geografía Rusa en su lado occidental
es tal que sino se expande hacia el oeste y desarrolla una zona “buffer”, entonces su
territorio queda muy expuesto a una invasión dado que hasta los Urales estamos en
presencia de una inmensa llanura, muy fácil de invadir en cuanto a obstáculos
geográficos se refiere. Esto ha sido en cualquier época histórica una preocupación central
de Rusia, sea soviética, zarista o Putinista, y por eso siempre han presionado de ser
posiblehasta la frontera alemana. En el marco actual, la posición es bastante endeble,
pero el problema está únicamente en la frontera de Bielorrusia con Polonia. Los estados
bálticos están al lado, cierto, pero son muy fáciles de atrapar en una maniobra circular
sobre el corredor de Suwalsky. El corazón del asunto yace sin dudas en la cuestión
ucraniana. Básicamente, Ucrania dispone de una gran barrera geográfica a nivel
occidental que son los montes Cárpatos. Pero pasada esa barrera no existe ninguna
oposición para marchar hacia Moscú. Obsérvese el mapa debajo que asume una
hipotética incorporación de Ucrania a la OTAN. En ese caso la línea defensiva expone a
Moscú a menos de 1000 km de distancia del enemigo, mediando entre ambos un terreno
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plano y prácticamente imposible de defender adecuadamente. Pero, sobre todo, esta
línea defensiva quedaría a 300 km de Volgogrado. Si alguien tomase esta ciudad, corta
absolutamente el río Volga, que es la arteria principal de la Federación Rusa, por la cual
viajan los suministros hidrocarburíferos del Cáucaso y el Mar Caspio hacia el resto del
país. De hecho, esto fue lo que los alemanes quisieron lograr y por lo cual pusieron “toda
la carne al asador” en los tiempos que esta ciudad se denominaba Stalingrado. Otra
cuestión que se vislumbra observando el mapa es que Bielorrusia se vuelve indefendible,
quedando rodeada por todos lados, razón por la cual también es un estado que siendo
aliado incondicional de Rusia, se encuentra preocupado por el asunto ucraniano.
Para la óptica rusa, si la OTAN es considerado una alianza agresiva hacia Rusia, para
esta última entregar Ucrania es básicamente resignarse a entregar su autonomía como
nación y la independencia de sus decisiones a futuro a la alianza transatlántica. En
esencia, si admite quedar en jaque mate geopolítico pierde entonces todas las cartas y
pasa a ser un país sometido a la OTAN; y los dirigentes estiman que eso no augura nada
positivo para una nación tan grande, importante y orgullosa como Rusia. Para Putin, el
costo-beneficio está bien medido: es preferible el aislamiento internacional con todo lo
que ello implica a entregar su soberanía a las potencias occidentales – esencialmente a
EEUU.
LOS CONFLICTOS SEPARATISTAS
Por último, no se puede desconocer el hecho de que previo a esta invasión ha habido en
la región de Donetsk y Lugansk alrededor de 14.000 muertos en el conflicto separatista
que estas repúblicas autoproclamadas sostienen con Ucrania y que sin duda no ha sido
bien manejado por este último. Por consiguiente, era de esperar que Rusia aprovechase
la situación que ellos mimos instigaron. Recordemos que el empleo de esta estrategia ya
sucedió en 2008 en la invasión rusa a Georgia donde finalmente se culminó el asunto con
la “separación” de dos regiones que hoy en día son prácticamente provincias rusas:
Osetia del Sur y Abjasia. Además, si bien la población de Georgia no los quiere ni ver en
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figurita a los rusos, el gobierno es todo lo pro-ruso que se puede ser en ese marco social.
Esencialmente, no es “pro-ruso” al estilo bieloruso, pero tampoco se comporta en contra
de los intereses de Rusia. Sería esperable que ese sea uno de los objetivos de esta
operación militar actual: cuanto menos lograr la neutralidad de Ucrania y su
desmilitarización en términos efectivos.
También sería esperable que el avance sea tal que no solo garantice la independencia de
las repúblicas orientales separatistas, sino también que ocupe un territorio tal que se
evite un potencial bloqueo de agua que nuevamente desestabilice el suministro hídrico
a Crimea. Por último, podría ser también un objetivo ruso tomar toda la costa ucrania y
finalmente bloquear el acceso a los recursos gasíferos off-shore.
EL PRECIO DEL BARRIL COMO CLAVE
Es fundamental comprender que existe una relación unívoca entre el precio de los
hidrocarburos y la propensión rusa a actuar en forma decisiva. En esencia, dado
que el precio de los hidrocarburos es tan determinante en los ingresos de las arcas
rusas, en momento de un alza importante del mismo o un período sostenido de
precios elevados, Rusia se siente más confiada para actuar dado que dispone de
mayor capital para afrontar las consecuencias resultantes. Es fácil ver las
correlaciones de lo susodicho en el gráfico siguiente:
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Queda evidenciado que, ante la amenaza de una agresión rusa, la herramienta
fundamental de occidente consiste en el slogan: “Drill, drill, and drill!”. De la OPEC no se
puede esperar ningún tipo de aporte a este asunto, dado que ellos se preocupan por la
“salud” del mercado petrolero a largo plazo, y si el mismo no esta sub-atendido, no
tienen motivos para atender a los intereses del atlantismo (por llamarlo de algún modo).
Por otro lado, las potencias occidentales bajo lo que exige la agenda del cambio climático
han estado recorriendo un sendero en detrimento de la producción de gas y petróleo que
se encuentra bajo su control. De modo que las políticas de los últimos tiempos han
actuado en contra del interés estratégico de poder reaccionar ante este tipo de situación,
cuestión que ha quedado evidenciada en el presente conflicto de Ucrania.
DAÑOS COLATERALES
Para cerrar, es dable realizar un pronóstico de lo que puede ocurrir en el corto plazo
debido a este conflicto. Nadie puede realmente hablar con certeza del futuro pero sí
podemos señalar algunos elementos que podrían constituir un problema serio. Por un
lado, se encuentra la inflación evidente en el precio de muchas commodities, agravado
este asunto por las sanciones impuestas a Rusia y su remoción del sistema SWIFT. Sería
esperable que no solo los recursos energéticos, sino también metales como aluminio,
cobre, níquel y cobalto entre otros sufrieran disrupciones de oferta (sumadas a las ya
existentes debido a la pandemia) dado que los mismos son producidos en gran escala
por Rusia. También se ven afectados enormemente metales como el paladio, de
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importancia capital para los catalizadores de los vehículos. La población de Occidente
debe saber que tendrá que absorber el impacto inflacionario que estas medidas y este
conflicto acarrean, y que se harán sentir en poco tiempo.
Otro asunto muy conocido es el relativo al mercado de granos. En particular tanto Rusia
como Ucrania representan en conjunto aproximadamente un cuarto de la producción
mundial de trigo. Podemos ver (mirando por ejemplo el precio de los futuros de trigo
estadounidense) el tremendo incremento en el precio del mismo a medida que el
conflicto se fue desarrollando. Estas mismas disrupciones debido a las tensiones en la
zona del Mar Negro alcanzan también al maíz y el aceite vegetal. A esto se añade que
Rusia es un exportador de alto peso en fertilizantes de fósforo, nitrógeno y potasio. Los
precios de, por ejemplo, la urea han aumentado más del 30% en consecuencia.
Además del evidente aumento en los precios de los alimentos a escala global (considerar
que China importa un tercio de su consumo de maíz desde Ucrania, principalmente
destinado a alimentar su inmensa población porcina), es dable reseñar que los países
más dependientes de las exportaciones de trigo son los de medio oriente y el norte de
áfrica. Naciones como Egipto alimentan a sus mas de 100 millones de habitantes
importando el 85% del trigo que consumen desde Rusia y Ucrania. En otra escala, pero
igualmente importante, son los daños a la industria turística en países como Turquía y
Egipto, que suelen recibir enormes cantidades de turistas rusos anualmente. Por
consiguiente, no sería descabellado pensar que de no poder sostenerse el evidente
conflicto social que esto puede desencadenar podríamos estar en las vísperas de una
nueva suerte de primavera árabe. Como se aprecia, la dinámica actual puede
desencadenar en una cantidad considerable de nuevos focos conflictivos que afecten al
tejido social de muchos países, sobre todo aquellos más vulnerables.
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