DESARROLLO SOCIOAFECTIVO EN LA PRIMERA INFANCIA Lucila Andrea Ordóñez Díaz Para abordar los diversos procesos socioafectivos se deben tener en cuenta el desarrollo de la vinculación afectiva del niño con los cuidadores principales y analizar los variados factores que interviene en la formación de lazos afectivos seguros o inseguros, aspectos de la vida emocional, las primeras relaciones con los iguales y el papel de los padres y educadores en la adquisición y desarrollo temprano de la competencia social infantil. El apego, desde una vista objetiva, tiene una función adaptativa para el niño, para los padres, para el sistema familiar y para la especie; es el vínculo emocional más importante en la primera infancia ya que se establece con personas del sistema familiar que consta de tres componentes básicos: la conducta de apego, la representación mental del niño sobre las personas y los sentimientos. Los niños al nacer a pesar de estar indefensos, tienen una gran capacidad para aprender y vienen preprogramados para interesarse por los estímulos sociales. Desde un punto de vista subjetivo, su función es proporcionar seguridad emocional, el sujeto se siente aceptado incondicionalmente, protegido y con los recursos emocionales y sociales necesarios para su bienestar; la perdida de apego resulta amenazante y riesgosa. Existen cuatro manifestaciones fundamentales: buscar y mantener la proximidad, resistirse a la separación, la figura de apego como base de seguridad para explorar el mundo, y sentirse seguro buscando en esa figura bienestar y apoyo emocional. El apego juego un rol importante durante toda la vida, los vínculos de amistad van adquiriendo importancia desde los 3 o 4 años hasta la adolescencia. Los sistemas relacionales del primer año de vida van dando forma al desarrollo socioafectivo; el sistema exploratorio hace parte del niño desde el nacimiento, se encuentran en estado de alerta ante todo lo que pueden percibir. El sistema afiliativo lo hace interesarse por las personas, cuando el niño nace muestra preferencia por los de su propia especie sin establecer diferencias entre quienes interactúan con él, ponen de manifiesto preferencias dependiendo de la recurrencia del estímulo; durante este período la actividad del niño está fundamentalmente regulada por ritmos biológicos. Los otros dos sistemas relacionales se dan desde la primera mitad del año de vida, son el vínculo de apego, cuando discriminan entre unas personas y otras, deseando interactuar más con aquellos que los cuidan; y en la segunda mitad el rechazo o desconfianza hacia los desconocidos, son necesarias la presencia de figuras de apego y no se quiere su separación, es decir, que en este período el sistema del vínculo está completamente formado. En el primer año de vida el niño comienza a crear cierto grado de independencia por las nuevas capacidades mentales y la propia experiencia del retorno de las figuras de apego, mantener la disponibilidad y accesibilidad de estas en las separaciones es importante. Todas las experiencias hasta el momento dan lugar a un modelo interno de relaciones afectivas y sirve de base para las relaciones afectivas posteriores. Se realizaron estudio para ver los tipos o patrones de apego, se trataba de observar como organiza el niño su conducta en relación a la figura materna a lo largo de unos episodios más o menos estresantes en los que se identificaron tres fuentes de ansiedad: un entorno desconocido, la presencia de una persona extraña y la separación de la madre. Basado en el último criterio de ansiedad y la figura de apego como base de exploración, se identifican unos patrones de apego. Un apego seguro, en el que el niño explora mucho en presencia de la figura, ansiedad mínima en separación y fácilmente reconfortados por ella. Un apego ansioso-ambivalente, exploración mínima o nula en presencia de la figura, ansiedad intensa en separación, comportamiento de proximidad y a la vez oposición en el reencuentro. El apego ansioso-evitativo con escasa o nula ansiedad al separarse, ausencia de preferencia por la madre ante otros y evitación a esta en el reencuentro. Por último, el apego ansioso-desorganizado, en el que los niños se muestran desorientados, manifestando movimientos incompletos o no dirigidos a ninguna meta. El principal determinante de la seguridad del vínculo afectivo, es la sensibilidad de la figura de apego, entendida como la disposición a atender a las señales del niño, interpretarlas adecuadamente y responder a ellas rápida y apropiadamente, disposición estrechamente relacionada con la empatía. Algunos autores, que varios patrones observados son manifestaciones de tipos temperamentales