UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN Facultad de Psicología Etiología del Daño Cerebral Maestra: Dehisy Marisol Juárez García Mariana Guadalupe García Montfort Matricula: 1824314 Grupo: 004 San Nicolás de los Garza, Nuevo León. 17 de Octubre del 2022 Etiología del daño cerebral Indudablemente, una de las variables más importantes que inciden en los resultados en una prueba de evolución neuropsicológica se refiere a la etiología del daño. Los déficits en la actividad cognitiva de un paciente, producidos por un accidente cerebrovascular, un tumor cerebral o una enfermedad degenerativa, no son equivalentes. El primero de estos factores (daño cerebral) es más duradero, en tanto que el efecto de diasquisis y el edema tienden a retroceder rápidamente con el transcurso del tiempo. El cuadro inicial que observamos luego del accidente, con componentes no sólo focales, sino también globales, en el curso de días o de semanas será reemplazado por un cuadro mucho más focal, por un defecto mucho más específico. En este sentido, determinar la etiología a partir de la historia del paciente, se convierte en un factor decisivo para la interpretación de la deficiencia observada: desarrollo de la sintomatología, sintomatología neurológica asociada, forma de inicio y curso del trastorno. Accidentes cerebrovasculares Los accidentes cerebrovasculares se refieren a alteraciones en la irrigación sanguínea del cerebro. Tales trastornos adoptan básicamente dos modalidades: obstrucción del flujo sanguíneo y hemorragia, cada uno de los cuales pueden presentar características relativamente específicas. La correcta evaluación de los síntomas y signos neuropsicológicos reviste suma importancia en el caso de accidentes cerebrovasculares de diferentes orígenes. Una exploración y severidad del accidente en cuestión. En la mayoría de las ocasiones un accidente cerebrovascular se manifiesta exclusivamente por cambios en la memoria, en la orientación espacial, el reconocimiento de figuras, etc., aspectos que pueden pasar inadvertidos en un examen médico de rutina. Arteria cerebral media Estadísticamente, uno de los territorios en el que existe mayor frecuencia de accidentes cerebrovasculares es entre la zona cortical, cuya disfunción lleva a alteraciones afásicas del lenguaje, y el territorio irrigado por la arteria cerebral media izquierda. Los accidentes en la división superior de la arteria cerebral media propician la aparición de trastorno afásicos, especialmente si se afectan las arterias orbitofrontal y prerrolándica; en el primer caso existe una mayor recuperación de los componentes de afasia de Broca, y mayor perduración de los componentes de afasia dinámica, mientras que el segundo predomina el componente disártrico. Si el accidente afecta la arteria parietal anterior, más frecuentemente se detectarán trastornos en el lenguaje repetitivo (afasia de conducción) y apraxia verbal, para una relativa, conservación del lenguaje espontáneo y la comprensión. Arteria cerebral anterior Además de la hemiparesia contralateral con predominio en miembros inferiores y los cambios conductuales generales observados en estos pacientes (desinhibición, confusión, compulsividad, etc.), se presenta un trastorno particular en el lenguaje, resultante del daño en el área motora suplementaria, que se distingue por la enorme dificultad que el individuo tiene para la iniciación del acto verbal, con una conservación fonológica, léxica y gramatical casi completa. Arteria cerebral posterior Si se tiene en cuenta que el territorio irrigado por la arteria cerebral posterior incluye el polo occipital, el tercio posterior medial del hemisferio y la porción temporal inferior, la oclusión de su tronco principal implica no sólo hemianopsia homónima contralateral, sino también, dificultades para revisualizar el referente de una palabra y agnosia al color, en caso de accidentes en el hemisferio izquierdo; y agnosias menos verbales, como es el caso del reconocimiento de rostros, en ocasión de accidentes en la zona posterior del hemisferio derecho. Este trastorno incluye, además, dificultades en la memoria. Hemisferio derecho Por lo regular, la sintomatología de los accidentes cerebrovasculares en el hemisferio izquierdo es más evidente dada la afección del lenguaje con que tales problemas se asocian. Hay multiplicidad de defectos en el conocimiento especial, en el conocimiento de sí mismo, en la realización de tareas constructivas, etc., que se relacionan con daño en el hemisferio derecho y que sepan pasar completamente inadvertidos en un examen de rutina. Los accidentes cerebrovasculares en la región parietooccipital derecho (arteria angular, arteria cerebral posterior) conlleva agnosia espacial unilateral (que junto con la hemiasomatognosia representa los dos componentes básicos del síndrome de hemiinatención), además de agnosias visuales en las que predominan componentes no verbales, como es el caso de agnosia para los rostros. Traumatismos craneoencefálicos Uno de los problemas que más frecuentemente se encuentra en la práctica neuropsicológica es de la evaluación, pronóstico y rehabilitación de pacientes que han sufrido alguna forma de traumatismo craneoencefálico. Lo primero que salta a la vista cuando se trata de pacientes con TCE, es la similitud que existe entre los cuadros consecutivos de traumatismos cerebrales. Debido a la configuración del cráneo, el impacto del golpe generalmente tiende a transmitirse hacia las estructuras de la base del lóbulo frontal y hacia la parte anterior y medial del lóbulo temporal. Es decir, el síndrome postraumático por lo común es similar al que aparece en caso de daño en la base de los lóbulos frontales y hacia la parte anterior y la cara interna de los lóbulos temporales. De este modo, a pesar de las diferencias que aparentemente existen, no obstante las disimilitudes respecto de los traumatismos que una persona puede sufrir, en la práctica los TCE, salvo cuando hay hematomas, tiende a asemejarse, más de lo que parece a primera vista. Por lo general, la secuencia que se sigue en un TCA es similar: el paciente sufre el traumatismo, pierde la conciencia, entra en estado de coma; posteriormente va saliendo de este estado y se muestra más alerta. Cuando examinamos al paciente lo hallamos confuso, con amnesia retrógrada, una amnesia para los sucesos anteriores al TCE; además, representa una amnesia anterógrada severa: va olvidando todo lo que ocurre. Nos enfrentamos entonces a un paciente desorientado, que ignora lo que le sucedió, y que se encuentra en un estado confusional al que ulteriormente no recordará. Los criterios que se utilizan para juzgar la severidad de un TCE son los siguientes: la puntuación inicial que se obtiene en la Escala de Glasgow, la duración del coma y del estado confusional posterior, y las características de la amnesia. Todos estos criterios se utilizan simultáneamente para juzgar si se trata de un traumatismo leve, moderado o severo, y para hacer una primera predicción acerca de la posible evolución del paciente. Las secuelas neuropsicológicas de pacientes que han sufrido TCE usualmente se clasifican en tres categorías: 1. Lo que podríamos denominar déficits cognitivo-intelectuales. Cuando afirmamos que un paciente con un TCE, presenta una deficiencia ulterior de naturaleza cognitivo-intelectual, que queremos decir que si antes y después del traumatismo a este individuo se le hubiese sometido a una evaluación estándar de inteligencia, la puntuación estaría incrementada, la capacidad de conceptuación disminuida. 2. Otro aspecto importante es el relativo a la amnesia anterógrada -es decir, la imposibilidad de retener nueva información-, que es siverísima durante el estado confusional. Existe una amnesia anterógrada importante y una amnesia retrógrada que sigue un gradiente temporal borrados. Así, los 10 minutos, la hora, las horas que antecedieron al traumatismo han desaparecido por completo de la memoria del paciente, y los recuerdos anteriores a esta amnesia retrógrada total están comprometidos diferencialmente: mientras más cercanos sean al momento del traumatismo, más afectados estará más en el tiempo, menos alterados los hallaremos. 3. El tercer aspecto es lo que podríamos denominar cambios de personalidad, que se sumen diferentes modalidades: puerilidad (comportamiento infantil), desinhibición, agresividad, etc., o por lo contrario, bastante importante que en ocasiones se pasa por alto en casos de TCE. Por otra parte, se incluyen los que podríamos llamar componentes de tipo neurótico, como irritabilidad , ansiedad, fatiga, sensibilidad excesiva a los estímulos, especialmente al ruido. En conjunto, este cuadro podría denominarse neurosis postraumática. Actualmente tenemos un amplio conocimiento acerca del manejo del paciente durante los momentos subsiguientes a un TCE, pero ignoramos casi por completo cómo debemos tratar al sujeto que ha sufrido un TCE de largo plazo. Sabemos cómo manejarlo a corto plazo; pero a un plazo mayor disponemos de escasos procedimientos de rehabilitación, de contadas instituciones especializadas y de pocas técnicas de manejo. Y esto ha provocado que tendamos a pasar por alto muchos defectos residuales que es posible detectar aun en pacientes que han sufrido traumatismos leves. Tumores cerebrales Una proporción importante de los tumores cerebrales, se derivan del tejido glial y se conocen como gliomas; en conjunto, representan aproximadamente el 50% de los tumores del sistema nervioso central. Sin embargo, la velocidad de su crecimiento y su malignidad son muy variables. Como se practica un examen neuropsicológico de un paciente que tienen un tumor cerebral, es importante considerar por lo menos cuatro factores que influyen en su sintomatología actual: 1. la localización específica del tumor, debido al daño local que provoca en el tejido cerebral; 2. el tamaño del tumor, que se correlaciona con la cantidad de tejido afectada, con el desplazamiento general de estructuras cerebrales y con la presencia de hipertensión endocraneana; 3. invasión del tejido cerebral, puesto que el tumor puede hallarse dentro del parénquima cerebral (intracerebral), o simplemente estar ejerciendo un efecto de presión sobre la mesa encefálica, como típicamente sucede de los meningiomas (extracerebral); 4. velocidad de crecimiento, ya que los tumores que crecen rápidamente presentan una sintomatología mucho más rica, en tanto que los de crecimiento lento propician la existencia de procesos permanentes de readaptación y reaprendizaje. Las demencias La demencia es un síndrome debido a la disfunción de los hemisferios cerebrales, que producen desintegración de la conducta en los planos intelectuales y emocionales, alterando significativamente la función social y laboral; contrario a la opinión clásica, puede ser reversible o irreversible, según la causa del daño y la oportunidad del tratamiento. El diagnóstico de demencia requiere criterios se quiere establecer un diagnóstico diferente con un cuadro depresivo o con un proceso normal de envejecimiento. Debemos destacar que muchos de los cambios intelectuales que se observan durante la senilidad normal son consecuencia de un tiempo de reacción aumentado. El anciano comienza a lentificar en la toma de decisiones, se le dificulta responder ante nuevas situaciones que impliquen el paso rápido de una estrategia a otra, y la evocación de nombres, y detalles se torna difícil. Esta lentificación general, que implica cambios conductuales y cognoscitivos, se incremente en situaciones de estrés, fatiga y enfermedades; sin embargo , constituye un signo benigno del envejecimiento normal, que no exige tratamiento alguno, ya que si se le da la oportunidad, el individuo puede llevar una vida independiente desde los puntos de vista personal, familiar y laboral. Por otro lado, el término pseudodemencia depresiva se utiliza para describir un síndrome que se asemeja mucho a la demencia en lo que toca al paciente deterioro intelectual, pero que se debe a un trastorno depresivo del efecto. Este cuadro depresivo puede convertirse a largo plazo de una verdadera demencia, ya que en términos prácticos el paciente presenta un decremento en su función intelectual. Más aún, la depresión suele ser una característica de los estadios iniciales de la demencia, por lo que en la práctica clínica pueden encontrarse los dos fenómenos superpuestos: demencial y depresivo. Clasificación de las demencias} Las clasificación de las demencias depende del criterio que se utilice. Así la edad de inicio puede dividirlas en preseniles y seniles; la efectividad del tratamiento en tratables e intratables y el compromiso cerebral más importante al inicio de la enfermedad las distingue en corticales y subcorticales. Cuando se habla de demencias tratables se alude a aquellas que son susceptibles de tratamiento médico o quirúrgico. Se estima que los trastornos potencialmente irreversibles pueden encontrarse en un 10 a 30% de los pacientes dementes; y en una proporción que oscila entre el 20 y el 40% el tratamiento puede efectuar significativamente el curso del deterioro neuropsicológico. Las demencias debidas a la lesión cerebral irreversible, para las cuales no hay tratamiento conocido, constituyen el grupo de las demencias notables. La demencia de Alzheimer, la enfermedad de Huntington y la demencia multi infartos se incluirían en este grupo, aun cuando esta última puede beneficiarse con un tratamiento preventivo. En general, la minimización en el uso de drogas terapéuticas del deterioro mental en cualquier cuadro demencial. Esto llevaría a proponer que además de la gran división en demencias tratables y demencias no tratables, podría establecerse una categoría intermedia que cabría denominar demencias parcialmente notables. En esta categoría se incluirían aquellas demencias en las que un tratamiento oportuno podría detener el proceso demencial, pero no revertirlo completamente. Las demencias subcorticales ocurre en enfermedades que afectan principal, pero no exclusivamente, las estructuras profundas de la sustancia gris, incluyendo tálamo, ganglios basales y núcleos del tronco cerebral. Una de las críticas al concepto de demencia subcortical se basa en la observación de que algunas enfermedades que producen el síndrome subcortical presentan un compromiso patológico que se exhibe más allá de los límites subcorticales. El análisis clínico demuestra, sin embargo, que aquellas entidades que presentan mayor afectación subcortical tiene manifestaciones clínicas definidas y diferentes aquellas cuyo compromiso es predominante cortical. El concepto de demencia subcortical resulta discutible, ya que en ocasiones llevaría a interpretaciones equívocas. Es necesario destacar que las estructuras subcorticales no desempeñan una función primaria en la actividad subcortical no desempeñan una función primaria en la actividad cognoscitiva. Las cuadros demenciales hallados por lesión subcortical podrían quizá interpretarse por afección secundaria de la corteza cerebral. En otras palabras: podría en principio plantearse que toda la demencia son corticales, bien sea que se trate de un compromiso primario de la corteza cerebral, o de un compromiso secundario derivado de un daño cortical. Aunque en la práctica a veces observamos cuadros demencial evidentes, el compromiso cortical implica necesariamente un cuadro demencial. Otras etiologías Aunque las etiologías señaladas (accidentes cerebrovasculares, traumatismos craneoencefálicos, tumores cerebrales y demencias) representan la gran mayoría de los antecedentes causales en los pacientes que acuden a un servicio de neuropsicología para su evaluación, manejo, pronóstico y rehabilitación, hay otros factores que pueden afectar la actividad psicológica de un individuo, y merece ser mencionado. Los pacientes con crisis convulsivas mal controladas, que en ocasiones pueden llegar al estatus epiléptico, muestran una tendencia progresiva al deterioro intelectual, resultante del efecto acumulativo de la hipoxia cerebral. Con el paso del tiempo, tal paciente mostrará un desempeño intelectual cada vez más pobre y deterioro conductual progresivo. Los cuadros de hidrocefalia de diverso origen suponen un aumento en el tamaño de los ventrículos y la consecuente disminución del espacio en el cual se encuentra la corteza cerebral. Aunque el síndrome mental orgánico que acompaña a tales cuadros de hidrocefalia (confusión, dificultades de la memoria, cambio emocionales, etc.) implica un trastorno conjunto de las funciones corticales, todo aquello que depende de la inteligencia en el estilo de conducta, etc., lo cual hace que tales pacientes en algo se asemejan a los que tienen lesiones en los lóbulos frontales. Entre los agentes tóxicos que actúan sobre el sistema nervioso central, el que por razones obvias ha llamado más la atención y ha merecido mayores esfuerzos es el alcohol. Aunque el caso extremo está representado por el síndrome de Korsakoff, el cual probablemente no resulte directamente la acción del alcohol en el sistema nervioso, sino de la desnutrición y, más específicamente, de la insuficiencia vitamínica que por lo general acompaña a la adicción. Se ha observado que formas más moderadas y menos crónicas de alcoholismo producen un decremento importante en pruebas estándar de evaluación neuropsicológica. Tal decrecimiento tiende a ser especialmente notorio en tareas de memoria y en las que requieren de altos niveles de conceptualización y abstracción. Curva de evolución Como se ha señalado, hay 10 posibles etiologías en el padecimiento detectado en el sistema nervioso. Cada una de ellas tiene tiempos de instalación y evolución característicos. Dependiendo de la etiología y la velocidad de instalación de proceso patológico, la sintomatología neuropsicológica (y neurológica) hallada será más o menos florida. Neoplasias Los tumores ejercen simultáneamente varios efectos en el cerebro: uno mecánico, que consiste en la deformación de la masa encefálica, y un efecto de edematización de las estructuras adyacentes. También producen daño local en el cerebro, un posible cambio en la dinámica del flujo sanguíneo o causa de la deformación vascular que puede originar hipertensión endocraneana debido a la presencia de una fuerza general ejercida en la totalidad del cerebro, que puede ocasionar el desplazamiento de estructuras lejanas a la neoplasia. En consecuencia, la clínica del paciente será la resultante de la presencia simultánea de estos efectos (que pueden ser más locales o más globales). El efecto de hipertensión suele ser más tardío que los efectos focales, y resulta más o menos notable según el tipo particular de neoplasia. La hipertensión endocraneana asociada provoca que el defecto focal se una un cuadro general de confusión, dificultades en la atención, amnesia anterógrada, etc., además de cefalea, náuseas y visión borrosa. Por otra parte, un tumor puede descompensarse y producir una deficiencia súbita que induce a sospechar un accidente vascular, y un cuadro agudo y no simplemente crónico. Sin embargo, la curva general de evolución tiende a parecerse más a un defecto progesivo, el cual, dependiendo del tipo de tumor, puede insumir desde meses hasta años. Accidentes vasculares Un accidente vascular produce una deficiencia abrupta. El cuadro clínico particular depende del área vascular afectada y, en consecuencia, permite determinar a qué nivel se produjo la oclusión (o la hemorragia). Un cuadro clínico del paciente evoluciona rápidamente durante las primeras semanas, pero a dedica que transcurre el tiempo, las ganancias se tornan cada vez más lentas y la curva de recuperación va desacelerándose hasta convertirse en una asíntota (quizá al cabo de un par de años); queda entonces un defecto residual permanente. La suma de pequeños infartos puede ir creando un defecto multifocal tan amplio que se considere un cuadro demencial (demencia a causa de infartos múltiples). Después de cada accidente aparece una discreta recuperación (como suele suceder luego de accidentes vasculares). Entre un accidente vascular y otro pueden mediar lapsos muy variables. La demencia provocada por infartos múltiples puede considerarse entonces como una demencia escalonada. Traumatismos craneoencefálicos Los traumatismos craneoencefálicos presentan una curva de evolución en el cual es posible distinguir por lo menos tres etapas: 1. coma; 2. estado confusional; y 3. déficit residual. La duración de cada etapa varía según la gravedad del traumatismo. Como se ha señalado, los traumatismos pueden clasificarse de acuerdo con diversos criterios. La presencia de hematomas se reconoce por un deterioro progresivo en el estado del paciente; de los contrario, se espera que el sujeto evoluciona hacia la mejoría. Enfermedades degenerativas Las enfermedades desmielinizantes muestran curvas de evolución fluctuantes, con aparición y desaparición de la sintomatología del paciente, pero un defecto residual cada vez más importante. Las enfermedades degenerativas unidas a atrofia cortical (como la enfermedad de Alzheimer) presentan una curva de deterioro lenta, pero continua, que se prolonga durante años. Cuando se reconoce la enfermedad, por lo general se observa retrospectivamente que su instalación se inició desde tiempo atrás, y que el defecto inicial pasó inadvertido. Enfermedades psicógenas Los trastornos psicógenos que mimetizan alteraciones del sistema nervioso (parálisis concesivas, seudo pérdidas sensoriales, amnesias disociativas, crisis seudo epilépticas, etc.) Se caracterizan por presentar una instalación súbita y una desaparición que es también más o menos abrupta. Dichos trastornos pueden relacionarse con factores emocionales (por ejemplo, la mujer que se paraliza porque el esposo le habla duramente o el niño que sufre un ataque cada vez que su mamá lo reprende). Las amnesias disociativas pueden constituir aparentes lagunas de memoria que tienen límites relativamente precisos, y que probablemente apunten a contenidos emocionales (por ejemplo, la paciente recuerda todo lo que le sucedió durante el pasado, pero olvida las ocasiones en que tuvo con su amigo). Crisis epilépticas Las crisis epilépticas se reconocen por cuanto constituyen cambios paroxísticos de corta duración (de segundos a minutos), aunque el ictus puede tener un desarrollo (por ejemplo, se inicia como una crisis motora del brazo derecho, luego de todo el hemicuerpo derecho, y posteriormente se generaliza). Se presentan como episodios aislados recurrentes, aunque en ocasiones pueden aparecer de forma continua (ante de que haya una recuperación completa de la crisis anterior, aparece una nueva crisis a estatus epilépticos); y existe un periodo posictal cuya duración oscila de minutos a horas (cefalea, somnolencia, etc.).