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Los siete secretos de 2020 by Yanis Varoufakis - Project Syndicate

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Los siete secretos de 2020
Dec 28, 2020 | YANIS VAROUFAKIS
ATENAS – Una casa de naipes. Un conjunto de mentiras que hemos aceptado inconscientemente. Así es
como se ven nuestras certezas durante las crisis profundas. Esos episodios nos sacuden y nos hacen
reconocer lo inseguras que son nuestras presunciones. Es por eso que este año se ha parecido a una
marea que se retira rápidamente, obligándonos a enfrentar las verdades sumergidas.
Solíamos pensar, y con buenos motivos, que la globalización había debilitado a los gobiernos nacionales.
Los presidentes se acobardaban ante los mercados de bonos. Los primeros ministros ignoraban a los
pobres de su país, pero nunca a Standard & Poor´s. Los ministros de Finanzas se comportaban como
bribones de Goldman Sachs y sátrapas del Fondo Monetario Internacional. Los magnates de los medios,
los petroleros y los financistas, no menos que los críticos de izquierda del capitalismo globalizado,
coincidían en que los gobiernos ya no estaban al mando.
Luego azotó la pandemia. De la noche a la mañana, a los gobiernos les crecieron garras y mostraron
dientes afilados. Cerraron fronteras y dejaron aviones estacionados en tierra, impusieron toques de
queda draconianos a nuestras ciudades, cerraron nuestros teatros y museos y nos prohibieron darles
consuelo a nuestros padres moribundos. Hasta hicieron lo que nadie creía posible antes del Apocalipsis:
cancelaron los eventos deportivos.
El primer secreto quedó así expuesto: los gobiernos retienen un poder inexorable. Lo que descubrimos
en 2020 es que los gobiernos venían optando por no ejercer sus enormes poderes para que aquellos a
quienes la globalización había enriquecido pudieran ejercer los propios.
Muchos sospechaban la segunda verdad, pero eran demasiado tímidos para exponerla: el árbol del
dinero es real. Los gobiernos que proclamaban su insolvencia cuando se les exigía pagar por un hospital
aquí o una escuela allá de repente descubrieron montones de efectivo para pagar cesantías, nacionalizar
trenes, tomar el control de aerolíneas, apoyar a automotrices y hasta apuntalar a gimnasios y
peluquerías.
Aquellos que normalmente protestan porque el dinero no crece en los árboles, y exigen que los
gobiernos dejen que las cosas sucedan más allá de las consecuencias, tuvieron que morderse la lengua.
Los mercados financieros celebraron, en lugar de ponerse histéricos por la juerga de gastos del estado.
Grecia es un ejemplo perfecto de la tercera verdad revelada este año: la solvencia es una decisión
política, al menos en el Occidente rico. En 2015, la deuda pública de Grecia de 320.000 millones de euros
(392.000 millones de dólares) se alzaba sobre un ingreso nacional de apenas 176.000 millones de euros.
Los problemas del país ocupaban los titulares en todo el mundo y los líderes de Europa lamentaban
nuestra insolvencia.
Hoy, en medio de una pandemia que ha empeorado una economía ya mala, Grecia dejó de ser un
problema, a pesar de que nuestra deuda pública es 33.000 millones de euros más alta y nuestro ingreso
es 13.000 millones de euros más bajo que en 2015. Las potencias de Europa decidieron que una década
de lidiar con la quiebra de Grecia era suficiente y optaron por declarar a Grecia solvente. Mientras los
griegos elijan gobiernos que transfieran constantemente a la oligarquía sin fronteras la riqueza (pública
o privada) que quede, el Banco Central Europeo hará lo que sea necesario –comprar tantos bonos del
gobierno griego como haga falta- para que la insolvencia del país caiga en el olvido.
El cuarto secreto que 2020 dejó al descubierto fue que las montañas de riqueza privada concentrada que
observamos tienen muy poco que ver con la iniciativa empresarial. No tengo dudas de que Jeff Bezos,
Elon Musk o Warren Buffett tienen una gran habilidad para ganar dinero y arrinconar a los mercados.
Pero sólo un pequeño porcentaje de su botín acumulado es el resultado de la creación de valor.
Consideremos el extraordinario aumento desde mediados de marzo de la riqueza de 614
multimillonarios de Estados Unidos. Los 931.000 millones de dólares que amasaron no fueron producto
de una innovación o genialidad que generara ganancias adicionales. Se volvieron más ricos mientras
dormían, por así decirlo, en tanto los bancos centrales inundaban el sistema financiero con dinero
fabricado que hacía que los precios de los activos, y por ende la riqueza de los multimillonarios, se
disparasen.
Con el desarrollo, ensayos, aprobación y distribución insólitamente acelerados de las vacunas contra el
COVID-19 se reveló un quinto secreto: la ciencia depende de la ayuda del estado y su efectividad es
indiferente a su imagen pública. Muchos analistas se deshicieron en elogios ante la capacidad de los
mercados para responder rápidamente a las necesidades de la humanidad. Pero a nadie debería
escapársele la ironía: la administración del presidente más anti-ciencia de Estados Unidos en la historia –
un presidente que ignoró, intimidó y se burló de los expertos inclusive durante la peor pandemia en un
siglo- asignó 10.000 millones de dólares para garantizar que los científicos tuvieran los recursos que
necesitaban.
Pero hay un secreto mayor: mientras que 2020 fue un año destacado para los capitalistas, el capitalismo
ha pasado a la historia. ¿Cómo es posible? ¿Cómo los capitalistas pueden florecer incluso cuando el
capitalismo se convierte en otra cosa?
Muy fácil. Los mayores apósteles del capitalismo, como Adam Smith, destacaron sus consecuencias no
intencionadas: precisamente porque a los individuos que buscan generar ganancias no les interesan en
lo más mínimo los demás, terminan beneficiando a la sociedad. La clave para convertir el vicio privado
en virtud pública es la competencia, que incita a los capitalistas a perseguir actividades que maximicen
sus ganancias. En un mercado competitivo, eso sirve al bien común ya que impulsa el rango y la calidad
de los bienes y servicios disponibles reduciendo constantemente los precios.
No es difícil entender que a los capitalistas les pueda ir mucho mejor con menos competencia. Ése es el
sexto secreto que expuso 2020. Liberadas de la competencia, a las colosales empresas de plataformas
como Amazon les fue sorprendentemente bien con la muerte del capitalismo y su reemplazo por algo
que se parece a un tecno-feudalismo.
Pero el séptimo secreto que reveló este año tiene un lado esperanzador. Si bien generar un cambio
radical nunca es fácil, hoy resulta sobradamente evidente que todo podría ser diferente. Ya no hay
motivos para que debamos aceptar las cosas tal cual son. Por el contrario, la verdad más importante de
2020 está plasmada en al aforismo acertado y elegante de Bertolt Brecht: “Porque las cosas son como
son, las cosas no seguirán siendo como son”.
No se me ocurre una mayor fuente de esperanza que esta revelación, pronunciada en un año que la
mayoría preferiría olvidar.
YANIS VAROUFAKIS
Yanis Varoufakis, a former finance minister of Greece, is leader of the MeRA25 party and Professor of
Economics at the University of Athens.
https://prosyn.org/CJoedYBes
© Project Syndicate - 2021
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