LA ABUELA Salvador Ortiz-Carboneres THE GRANDMOTHER Written and translated by Salvador Ortiz-Carboneres A mi abuela Elisa For my grandmother Elisa I - NACER I - THE BIRTH Algo anormal sucedía en la casa aquel frío día de diciembre. El gran zaguán estaba tenuemente iluminado por un pequeño farol que colgaba de la pared, encima de una antigua tabla, sobre la que había pintada una Virgen de rostro juvenil. Una de las cuatro puertas que daban al zaguán estaba entreabierta y unos apagados gemidos se escapaban por la abertura. El momento por todos tan deseado había llegado. Todos los habitantes de la casa, a excepción del abuelo, se encontraban en torno a la gran cama de caoba. El ligero cuerpo de Pilar yacía sobre la cama cubierto por el sudor y sus manos, que descansaban sobre su vientre, se estremecían cada vez que los dolores venían. De vez en cuando, la abuela secaba el sudor del rostro de Pilar, cuyos rasgos se habían acentuado debido a su inusitada palidez. Parecía que nadie iba a hacer nada para ayudarla. La pequeña Eliseta, que no terminaba de comprender lo que estaba sucediendo, preguntó: - Abuela, ¿por qué se queja mamá? ¿Es qué va a morirse? - No, hija mía, - contestó la abuela - ve al comedor y dile al abuelo que venga. Y tú, Marta, ve a la cocina y pon agua a hervir. Una vez la niña y la sirvienta abandonaron la sala, la abuela dirigiéndose a ama Natalia le dijo: - Natalia, trae unas toallas, algunos trozos de lienzo blanco y desinfecta unas tijeras con alcohol. Luego, la abuela se dirigió a una antigua cómoda que había en la alcoba, abrió uno de los cajones, sacó un bolso de terciopelo negro, extrajo una flor seca del bolso y la puso en un vaso lleno de agua que había encima de la mesita de noche. Había comprado esta flor en Jerusalén, en su luna de miel, y tenía la creencia de que era milagrosa y ayudaba a las mujeres parturientas. El abuelo, que acababa de entrar, miraba asustado a Pilar. Ésta, a causa de los dolores, se agitaba e intentaba acallar sus gemidos. - ¿Qué haces ahí pasmado? Corre y busca al médico; esto va muy deprisa. Something out of the ordinary was happening indoors on that cold December day. The big hall was dimly lit by a small lantern, hanging on the wall above an antique wooden panel of the Virgin, painted as a young woman. One of the four doors which led into the hall was ajar, and through the opening some faint moans were heard. The very moment they’d all waited for had come. The entire household, except for the grandfather, was clustered about the large mahogany bed. Pilar’s frail body was stretched out on the mattress, bathed in sweat, and her hands, resting on her belly, shook slightly as the pains came. From time to time, Grandmother wiped her face, whose lines were deepening with disturbing pallor. It looked as if no-one was going to do anything to help her. Eliseta, the little one, who was unable to understand what was going on, asked, “Grandma, why is Mummy moaning? Is she going to die?” “No, my love,” Grandmother answered. “Go to the dining-room and tell Grandpa to come in here. And you, Marta, go to the kitchen and put some water on to boil.” When the girl and the maid had left the room, Grandmother turned to Nanny Natalia and said to her, “Natalia, bring some towels, strips of white linen and sterilize a pair of scissors in alcohol.” Grandmother then went over to an old cupboard, opened one of its drawers and drew out a flower from a black velvet bag. She put it in a glass of water that was on the bedside table. She had bought this flower in Jerusalem on her honeymoon, believing that its magical powers would help women in labour. Grandfather, who had just come in, was almost too afraid to look at Pilar, who was writhing about from the spasms, trying to stifle her cries. “Well, why are you just standing there looking bewildered? Go and fetch the doctor. There’s not much time left.” 1 1 - Pero Elisa, es muy tarde y creo que va a nevar. - Haz lo que te digo y no vuelvas a casa sin él. El abuelo dejó la habitación y fue a la cuadra en donde enganchó un caballo. Después, a todo galope, se perdió en la oscuridad de la noche. Eliseta, que había vuelto a entrar en la alcoba, se encontraba a los pies de la cama tratando de adivinar lo que estaba ocurriendo. La abuela, temiendo que los lamentos de la parturienta pudiesen perjudicar la frágil salud de la niña, llamó a Marta y le pidió que la acostara y que preparase después un café bien cargado ya que era probable que tuvieran que velar durante toda la noche. Ama Natalia entró en la alcoba con varios trozos de lienzo blanco en las manos: - Supongo que esto servirá, - dijo - los he encontrado en el arca del granero. La abuela empezaba a inquietarse. Se asomó a la ventana varias veces tratando de ver si alguien venía. La noche parecía una boca de lobos y para terminarlo de arreglar empezaron a caer blandos copos de nieve. Los dolores eran cada vez más frecuentes y el médico no llegaba. Pilar, no pudiendo resistir más, dio un grito de dolor. La abuela le pidió a Marta que trajese el coñac y, después de verter un poco en un vaso, se lo acercó a los labios de la parturienta diciendo: - Toma, bébete esto y desea con todas sus fuerzas que tu hijo nazca. Pilar se agarró a los gruesos barrotes de la cama, que crujieron como si la cama se quejara. Ama Natalia le sujetó las piernas, que se separaban dolorosamente. La abuela fue la primera en recoger al niño que acababa de nacer; luego, asiéndolo de los pies con una mano, le dio unas palmadas en el trasero. Un llanto, que sonó a alegría en los oídos de la madre, se escapó de la garganta del niño. Mientras en la casa reinaba la alegría, poco a poco, había dejado de nevar en el exterior. La alfombra de nieve, que cubría ahora los campos, hizo que las mujeres no oyesen el galope de los caballos al acercarse. Cuando el abuelo y el médico llegaron, la madre descansaba y tenía en sus brazos un bulto de lienzo blanco del que asomaba una cabecita con unos grandes ojos negros de mirar asombrado. 2 “But Elisa, it’s very late and I think it’s going to snow.” “You do as I tell you and don’t you come back without him.” Grandfather left the room, went out to the stable, saddled up a horse and galloped out into the darkness. Eliseta had come back to the bedroom by now and settled down at the end of the bed wondering what was going on. Grandmother called Marta out from the kitchen to put Eliseta to bed, fearful that the cries of a woman in labour might harm the girl’s delicate constitution. She also asked her to make some strong coffee, as it was likely they would all be up the whole night long. Nanny Natalia came into the bedroom carrying bits and pieces of white linen in her hands “I think this will do,” she said, “I found it all in the trunk in the loft.” Grandmother was beginning to get anxious. She leaned out of the window trying to see if anyone was coming. It was pitch-black and, to make matters worse, light snow flakes had begun to fall. The contractions were becoming more frequent and still no doctor. Pilar couldn’t help it any longer and cried out in pain. Grandmother got Marta to bring some brandy and gave it to Pilar in a glass, saying, “Here now, take this, and concentrate hard on getting your child born.” Nanny Natalia gripped Pilar’s legs as they arched painfully. Pilar grabbed hold of the big bars of the bed-frame, which creaked as if they too were moaning. Grandmother was the first to pick up the new-born child. Then, holding him firmly by his feet with one hand, she slapped his bottom with the other. A cry burst from the little boy’s throat; a cry of happiness to the ears of his mother. The house was filled with joy; meanwhile outside the snow had stopped. The blanket of drifting whiteness, which covered the fields now, acted as a cushion of silence and the women couldn’t hear the approaching horses. When Grandfather and the doctor arrived, the mother was resting, with a bundle of white linen in her arms. A tiny fist-sized head was peeping out with its two big, dark eyes looking around in astonishment. . 2 II - EL PUEBLO II - THE VILLAGE Empezaba a amanecer por detrás de las montañas de Tous. Desde la casa de la abuela, encaramada en lo alto de una colina, se divisaba una amplia panorámica del pequeño pueblo. Se encontraba éste situado en un angosto valle por el que discurría el río Júcar, que bajaba desde las montañas con fuerza y alegría, sin cambiar su rumbo hasta llegar al paredón de la iglesia, en donde su gallardía se perdía, remansándose y cambiando ligeramente de curso. Una amplia gama de colores realzaba la belleza del valle: los grises pardos de las rocas, el blanco de las casas, el marrón de la iglesia, el verde de la huerta, que crecía al lado derecho del río, y ese cielo añil del Levante español. El pueblecito se alzaba junto a la orilla izquierda del río. Como el valle no era muy ancho, sus casas trepaban por la cercana ladera. La iglesia estaba junto al río, su puerta principal daba a una plaza que era el sitio de reunión para las gentes del lugar; allí estaba la única taberna del pueblo, que además era, farmacia, casa del practicante y peluquería. El campanario, que se elevaba airoso sobre todos los tejados, recibía a veces la visita de alguna cigüeña que hacía su nido junto a la veleta. No muy lejos de la iglesia, río abajo, había una vieja barcaza atada al tronco de un viejo olivo. Aquella madrugada soplaba un suave viento que refrescaba la atmósfera y un sol gallardo, que empezaba a apuntar, prometía que el día iba a ser de los que sólo se ven por estos parajes. De repente, las campanas de la iglesia, que dirigían la vida del pueblecito, comenzaron a dar las cinco; éste, como si despertara de un intenso sueño, empezó a dar signos de vida. Comenzó a oírse el chirriar de los goznes de los postigos de las puertas y las ventanas al ser abiertas. Los gallos comenzaron a romper el techo de la aurora. Se oyó también el relinchar de los caballos, el cacareo de las gallinas, el gluglutear de los pavos y los rebuznos soñolientos de los burros. En un abrir y cerrar de ojos, todo el mundo estuvo en pie. Las mujeres, después de preparar el desayuno a los hombres de la casa, se Dawn was breaking in the little town of Tous. From Grandmother’s house, high up on the hillside, you could get a clear view of the whole village nestling in the narrow valley of the Río Júcar. The river flowed cheerfully straight down from the mountains above, gushing forcefully as far as the thick wall of the church. There, its head was bowed and gently changed course slightly. The valley showed itself even more beautiful by the wide range of colours: the dark-grey rocks, the white houses and the earth-brown church, the green of the trees in the orchards on the right of the river, and the bright blue skies of south-east Spain. The village straggled up the left bank of the river. The valley was so narrow that the houses seemed to climb up the mountain side. The main door of the church opened on to the square, where the villagers used to meet each other. The only inn of the village stood there; the chemist, the doctor and the hairdresser all operated there. A belfry rose proudly above the rooftops. Sometimes a stork would build its nest near its weathervane. Not far from the church, down the river, an old barge had been tied up to the trunk of an ancient olive tree. A refreshing early morning breeze was blowing gently, and the fierce sun, beginning to filter through, was promising one of those days you can only experience in this region. Suddenly the church-bells, which ruled the life of the village, began to strike five o’clock. Slowly, as if itself awakening from sleep, life stirred in the town: the creaking sounds of doors and windows as they are being opened; the cocks in the yards piercing the dawn with their crowing; neighing of horses; clucking of chickens; gobbling of turkeys and the sleepy braying of donkeys. In a wink, everyone was up, and the women, after preparing breakfast for their men-folk, had started to sweep the street. 3 3 habían puesto a barrer la calle. - ¿Adónde vamos hoy? - le dijo una mujer vestida de negro a un joven que estaba enganchando su caballo a un carro que había dejado a la puerta de la casa la noche anterior. - Al algarrobal, a ver si terminamos de arrancar los algarrobos y así poder plantar naranjos, - le contestó el joven, que parecía un moro por el color de su piel. En la casa de la colina, como de costumbre, la abuela fue la primera en poner los pies fuera de la cama. Su vivaracha figura se movió ágilmente por la habitación mientras se vestía. Se lavó en la palangana del lavabo; después, se peinó su largo cabello, atándolo en un moño y, antes de salir, rezó ante un cuadro de la Virgen de los Desamparados que había encima de su cómoda. Del dormitorio, fue a la cocina y empezó a hacer ruido con los cacharros; ruido que despertó al abuelo, a ama Natalia y a Marta. - Ese novio te va a dar un disgusto. ¿Adónde fuisteis anoche? – le preguntó la abuela a Marta. - No piense mal señora, sólo dimos unas vueltas por el lado de la iglesia que da al río. - ¡Ojalá no me engañes! – Le contestó la abuela, - pero el río y de noche… La pequeña Eliseta, a causa de su pobre salud, siempre se quedaba unas horas más en la cama; y lo mismo, su madre con el pequeño Miguelín. Éste, aunque tenía unos pocos meses, se había convertido ya en el tirano de la casa, tal como la abuela había pronosticado. - No lo saquéis de la cuna cuando llore por la noche, - decía la abuela, ya que se apoderará de todos nosotros. Pero había demasiados brazos y el pequeño se había dado cuenta de ello. Después de darle el desayuno a Eliseta, la abuela fue al cuarto de su hija. - ¿Otra vez en la cama de tu madre? Éste se las sabe todas… Entonces comenzaban los mimos, ya que cuando Miguelín se sonreía, la abuela se volvía más tierna que el pan. 4 A woman dressed in black said to a young lad harnessing his horse to a cart, which had been left outside overnight, “Where are we going today, then?” “We’re off to the carob field today. We’re harvesting so as to plant orange trees afterwards.” Judging by his colouring, he might have been a Moor. In the house on the hill, Grandmother, as always, was the first to drag her feet out of bed. Her sprightly body moved nimbly about in the bedroom while she was getting dressed. She washed in the basin on the washstand; then she combed her long hair, tying it back into a bun. Before leaving the bedroom, she prayed before a painting of the Virgin of the Helpless, which hung above the chest of drawers. Then she went to the kitchen and began to make all sorts of noises with the pots and pans, waking up Grandfather, Nanny Natalia and Marta. “That boyfriend of yours is going to give you some heart-ache. Where did you go last night?” Grandmother said to Marta. “Oh, don’t think bad things, Señora; we only walked around a little by the church on the riverside.” “If only you weren’t deceiving me!” Grandmother retorted. “But down there, by the river… and at night…” she muttered. Young Eliseta always stayed in bed a few hours longer, on account of her poor health; just like her mother with the tiny baby Miguelín. Although he was only a few months old, he had definitely become quite a domestic tyrant, exactly as Grandmother had foretold. “Don’t take him out of his cot when he’s crying at night”, Grandmother would say, “or else he’ll take us over completely.” But there were so many willing arms and the little boy soon realised that. When she had brought Eliseta her breakfast, Grandmother went to Pilar’s room. “What then, in your mother’s bed again? This one knows how to make the most of it…” Then the cuddles would start, because when Miguelín smiled, Grandmother would become as tender as soft bread. 4 - Perillán, que vas a matar a tu madre con tanto mamar y tanto trasnochar. Luego, cogiéndolo en brazos, comenzaba a llenarle de besos. Y así trascurría el día; todo era Miguelín. Ella tenía que bañarlo, arrullarlo sentada en su mecedora, durante la hora de la siesta, y cuando lloraba decía: - Dádmelo, que soy la única que lo entiende. - Claro, - decía la madre, - si la conoce más que a mí, ya que sólo lo tengo para darle de mamar y cuando está dormido por la noche. - Tú, dale teta y no te preocupes, que cuando yo me muera, ya lo tendrás para ti sola. - ¿Qué os parece mi nieto? - decía a todos los que llegaban a la casa, ¿No es el más guapo del mundo? - De tal manera que hasta los pañales le tenía que lavar. - Pero madre, que los lave Marta. - Marta no los deja tan blancos como yo. Cuando el abuelo llegaba, al oír las disensiones de las mujeres, decía: - Dejadla estar, eso es que chochea. ¿No veis que se le ha debilitado el juicio con la edad? -Si yo chocheo, tú te has vuelto un haragán. ¡Anda! coge a tu nieto que no va a saber quién eres. Al final de la jornada todos se sentaban delante del portal de la casa, en donde la familia descansaba al fresco comentando los sucesos del día. -Hoy he visto al niño de Gloria que tiene nueve meses y es más pequeño que mi nieto, - aseguraba la abuela. Poco a poco, la vida en el pueblecito se fue apagando y después de oír las doce campanadas en el reloj de la iglesia, el abuelo dijo: - Vamos a dormir, que mañana tengo que ir a regar. Lentamente, se fueron extinguiendo las últimas luces de las casas… Sólo el maullido de los gatos rompía la paz de la noche. 5 “Little rascal! You’ll kill your mother with all the suckling and the staying awake at nights.” Then, taking him in her arms, she would cover him in kisses. This is how the day went by… everything was Miguelín. She must wash him, rock him to sleep, sitting in her rocking chair during the afternoon siesta, and when he cried she would say, “You just give him to me. I’m the only one who understands him inside out.” “Of course,” his mother would reply, “he knows you better than he knows me, because he is only with me when I feed him and when he’s asleep at night.” “Just give him your breast and don’t worry; when I die, you’ll have him all to yourself.” “How do you like my grandchild?” Grandmother used to say to all the visitors. “Isn’t he the handsomest in the world?” She even felt she had to wash his nappies. “But mother, Marta will wash them.” “Marta doesn’t get them white enough.” When Grandfather came in, hearing the squabbling of the women, he would say, “You’ll have to let her be. Can’t you see she’s becoming soft in the head?” “If I’ve become soft in the head, then you have become a good-fornothing. Come on, pick him up, or he won’t know who you are at all.” At the end of the day, they all sat round under the porch to relax in the open air and to discuss the day’s events. “I saw Gloria’s baby. He is eight months old and smaller than my grandchild.” Grandmother insisted. Little by little, the daily life of the village was drawing to a close and, when midnight struck on the church clock, Grandfather said, “Let’s go to bed. I’ve got to irrigate the land tomorrow.” The last light of the houses vanished into the darkness. Only the sounds of prowling cats would break the peace of the night. 5 III - EL OTOÑO III - AUTUMN Hacía ya unos días que Marta andaba cabizbaja y callada, como si una sombra oculta fuese siempre con ella. Los árboles habían comenzado a perder sus hojas. Al anochecer, un airecillo otoñal anunciaba la llegada del tiempo gris que hacía que las gentes olvidaran, por unos meses, su costumbre de sentarse a las puertas de las casas. La abuela, a quien no se le escapaba nada, había notado que algo traía preocupada a Marta. Un gran cambio se había producido en ella. No sólo en su carácter, tan lleno de vida y alegría durante todo el verano, sino también en su apariencia, que perdía, día a día, vitalidad y alegría. Algunas veces le preguntaba: - Marta, ¿te sucede algo? - No, no señora, - contestaba con prontitud. La abuela no queriendo inmiscuirse en su vida, no insistía más, aunque comentaba algunas veces con Pilar: - Algo le pasa a Marta. - Qué le va a pasar, – decía Pilar, - algún disgusto con el novio. A su edad eso se toma muy en serio. - Mira, Pilar, ese novio y sus continuos paseos por el río durante todo el verano… No sé, pero o me equivoco, o aquí hay gato encerrado. - ¡Por Dios madre!, no piense mal. - Estas chicas no tienen ni pies ni cabeza; el ardor de la edad se apodera pronto de ellas. Pero estas preocupaciones se olvidaban pronto cuando Miguelín estaba despierto. - Hoy va a tomarse la papilla, - pronosticó la abuela, - dejadme que se la dé yo. - Pero ¿no ves que no la quiere? Tan pronto la huele, ya no hay quien le abra la boca. -¿Por qué no probamos a darle una sopa de ajo? - dijo ama Natalia. - For some days Marta had been walking around crestfallen and quiet, as if an invisible weight was dragging her down. The trees had started to shed their leaves, and at dusk an autumn breeze announced the arrival of the grey time of the year when people would put aside, for a few months, their custom of sitting in front of their houses. Grandmother, whose watchful eye never missed a thing, had noticed that something was wrong with Marta; no-one else had. Some marked change had come over her; not only in her character, so full of life and happiness in the summer, but also in her appearance, which was losing vitality and colour day by day. Grandmother would often ask her, “Marta, is anything the matter?” “No, no, Señora, nothing at all,” she would reply quickly. Grandmother didn’t want to pry and so didn’t press her, although she sometimes talked about it with Pilar. “Something is happening to Marta.” “What could possibly be the matter with her?” Pilar would say. “It’s probably some quarrel with her boyfriend. At her age anything like that is very serious.” “Look Pilar, this boyfriend of hers and all those walks along the river all summer… I can’t see it clearly yet, but unless I’m mistaken, there’s something fishy going on here.” “Good Lord, don’t always think the worst!” “These girls can’t stand on their own two feet, and they are easily led along the wrong path.” But all these concerns soon evaporated like mist when Miguelín was awake. “Today he’s going to have his baby food,” Grandmother stated. “Let me give it to him.” “But, can’t you see he doesn’t want any? The minute he smells it, it’s just impossible to open his mouth again.” “Why don’t we try him on a little garlic soup?” Nanny Natalia suggested. 6 6 Mi madre tuvo nueve hijos y a todos los desmamó así. De este modo fue como el niño empezó a tomar una sopa de ajo todos los días a mediodía. - Ajo, ajo, - aprendió a decir Miguelín, y añadía, - ma, ma, - que significaba, ¡agua, mamá! - Abuela, abuela, eso es lo que tienes que aprender, - le enseñaba la abuela. - Bula, bula, - Miguelín intentaba decir. - No, a - bue - la, a - bue - la… - Madre, no lo canse, para su edad, habla más de lo normal. - Está bien, pero hoy vamos a ver si se tiene de pie, ¿eh? Así, mientras el campo se iba quedando desnudo, pasito a pasito, el niño aprendía las costumbres y el modo de existencia de un ser racional. La pequeña Eliseta, a quien todos habían olvidado un poco después del nacimiento del niño, se entretenía jugando con sus muñecos; en especial, uno de trapo que ama Natalia le había hecho, para que también ella tuviese un hijo. Un domingo, Eliseta, después de volver de la iglesia, le dijo a la abuela: - Abuela, Marta está encinta. - ¡Qué tonterías dices! - contestó ésta sorprendida. - No son tonterías, lo estaban diciendo unas mujeres. También han dicho que se desmayó el otro día en el paseo. - Bueno, tú no digas nada a nadie, que yo me enteraré de la verdad. La abuela decidió que de aquel día no pasaba y que iba a poner en claro lo que le pasaba a Marta. Pero no fue necesario preguntarle, ya que ella misma le habló a la mañana siguiente: - Señora, tengo que decirle algo muy grave. - Está bien, cierra la puerta y dime de qué se trata. - Señora, estoy embarazada. - Bien, y ¿quién es el padre? Es mi novio Juan. Yo no sé cómo pasó - dijo entre sollozos, - yo no quería, pero él me dijo que no me pasaría nada… - Pues hija mía, para eso hay que estar los dos muy de acuerdo, 7 “My mother had nine children and that’s how all of them were weaned off the breast.” That is how the little boy started to have garlic soup for lunch every day. “Ajo, ajo,” Miguelín learned to say, and added, “ma, ma”, which sounded like “agua, mamá.” “Abuela, abuela. That’s what you have to learn.” Grandmother tried to teach him. “Bula… Bula…” he tried to say. “No, a-bue-la, a-bue-la…” “Mother, don’t you tire him out now. He’s already more talkative than he should be for his age.” “Alright, but let’s see today if he can stand up on his own.” And so while the trees shed their leaves, the little boy was gently taking his first steps towards becoming a rational human being. Young Eliseta had been rather neglected a little since Miguelín’s birth and spent her time playing with her dolls, especially one which Nanny Natalia had made so that she too would have a baby boy. One Sunday after church, Eliseta said to Grandmother, “Grandma, Marta is going to have a baby.” “What nonsense!” the surprised Grandmother answered. “It isn’t nonsense. Some women were saying so, and they had also seen her faint while she was out on her walk the other day.” “Well, don’t say a word to anyone and I’ll find out the truth.” Grandmother had decided by now that it could not wait a single day and that she would clear up what was going on. But she didn’t have to ask, because Marta herself said to Grandmother the following day, “Señora, I have something very important to tell you.” “Then close the door and tell me what it’s all about.” “Señora, I’m going to have a baby.” “Well, well. And who is the father?” “It’s Juan, my boyfriend.” And in between her sobs, she explained: “I just don’t know how it happened. I didn’t want to, but he said nothing could go wrong…” “But my dear, you both have to agree to such a thing,” Grandmother 7 interrumpió sarcásticamente la abuela; pero cambiando pronto el tono de la voz dijo: - ¿Conoce él tu estado? - Sí, señora. - ¿Y quiere casarse? - Desde luego, señora. Pero como él nunca va a misa, dice que tiene miedo de hablar con Don Vicente. -En resumen, que quieres que sea yo quien hable con él. - Sí señora, por lo buena que es, - contestó llorando. - Bueno, hablaré, aunque no por ser buena, sino porque no quiero que ese ángel que llevas dentro nazca sin padre. La abuela llamó a Don Vicente. Después de explicarle lo sucedido, para evitar la curiosidad de la gente, arregló que los dos tortolitos se casaran en la misa de las seis y media de la mañana. Don Vicente pidió las necesarias dispensas para las amonestaciones y en una tranquila mañana de finales de otoño se casaron Marta y Juan. La abuela, que fue la madrina, hizo colocar unos ramos de flores blancas sobre el altar. También se encargó de pagar todos los gastos del casamiento; éste sería su regalo de boda. Después de darles Don Vicente la última bendición, la abuela se acercó a la novia y, besándola, le dijo: - Ahora hija mía, a cuidar de tu marido y del bebé cuando venga. Luego, mirando al novio, añadió: - Juan, sé un buen marido y un buen padre. Marta no tiene familia, pero me tiene a mí. - No se preocupe señora, yo quiero a Marta, aquello del río pasó porque nos queríamos demasiado. - Aquello pasó, y agua pasada no mueve molino; así que a ser felices. A la salida de la iglesia se habían congregado unas cuantas fisgonas que habían ido a curiosear. Marta sintió una laxitud que se apoderaba de sus piernas: - Tengo vergüenza; - dijo. - ¡Vergüenza! - interpoló la abuela. - Eso antes, cuando hiciste lo que hiciste entre las cañas del río, pero ahora adelante con la cabeza bien alta, 8 broke in sarcastically; but, changing her tone, she continued, “Is your boyfriend aware of your condition?” “Yes, he is, Señora.” “And does he want to get married?” “Yes, of course, Señora. But he never goes to church and he’s afraid to speak to Father Vicente.” “In other words, you want me to speak to him for you, do you?” “Oh yes. You’re so kind-hearted,” she answered in tears.” “Very well, then, I’ll speak to him for you; but mind, not because I’m kind-hearted. Only because I don’t want the little angel you’re carrying to be born without a father.” Grandmother called Father Vicente and, having explained it all, she arranged for the couple to get married during the early morning Mass, so that there wouldn’t be too many curious eyes. Father Vicente asked for the necessary dispensations, so as to avoid having to publish the banns, and Marta and Juan were married at six-thirty one quiet morning at the end of that autumn. Grandmother was the chief witness on the wedding day. She had taken it upon herself to pay all the expenses, even buying bunches of white flowers for the altar; that would be her present. After the final blessing Grandmother approached the bride, kissed her, and said, “Now, my dear, take care of your husband, and the baby when he comes.” Then, facing the groom, she said, “Juan, I do hope you’ll be a good husband and a good father. Marta hasn’t any family, but she has got me.” “Don’t worry, Señora. I love Marta. That business by the river only happened because we love each other too much.” “That’s over and done with. You just get on with being happy together.” Several onlookers had gathered by the exit of the church to have a nosey look. Marta felt her knees turning into jelly, “I feel embarrassed,” she said. “Embarrassed!” Grandmother butted in. “That’s what you should have been before, when you did what you did amongst the reeds of the river. But now, you lift your head up proudly and walk on. No-one can soil 8 que lo que Dios une, nadie lo puede ensuciar con una mala mirada. Empujando a los novios, salió de la iglesia con una mirada tan tenaz que puso a raya a las fisgonas que esperaban a la puerta e hizo que se sintiesen avergonzadas de su malsana curiosidad. Así que, aquellas mujeres que habían ido a criticar, terminaron por acercarse a los recién casados diciendo: -Como sabíamos que os casabais, hemos venido para desearos felicidad. Los recién casados no supieron qué contestar a causa de la sorpresa, pero la abuela explicó con soltura: - Nervios; son los nervios del día de la boda. Cuando yo me casé…, bueno, mejor será dejar eso e ir a casa en donde nos espera una calentita taza de chocolate con churros. Aunque Marta iba a vivir en una hermosa casita blanca, que la abuela le había conseguido con la ayuda de Don Vicente, no pudo evitar que las lágrimas se le escapasen de sus ojos cuando, después del pequeño banquete, cruzó el umbral para empezar una nueva etapa de su vida. 9 those joined by God, especially by disapproving looks alone.” She pushed the couple forward and came out of the church with such a determined expression, that it not only stunned the prying folk who were waiting there, but it also made them feel ashamed for their nosiness. Those women, who had come to criticise, even ended up approaching the newlyweds, saying, “As we heard you were getting married, we’ve come to wish you all the best.” The newlyweds didn’t know what to say, they were so surprised. Grandmother was quick to answer without hesitation, “Nerves; it is all nerves on one's wedding day. When I got married… Well, never mind that. Let’s all go home where a lovely cup of hot chocolate and churros will be waiting for us.” Although Marta was going to live in a pretty white house, which Grandmother had managed to find with the priest’s help, she couldn’t help crying her eyes out when, after the little feast, she had to cross the threshold to start a new stage of her life. 9 IV - LA PAELLA IV - PAELLA Había transcurrido casi un año desde que Marta atravesara el portal de la casa. Una niña había sido el fruto de su embarazo, Martita. Algunas veces solía volver a la casa para ver a sus señores, como ella los llamaba. Miguelín, que ya hablaba bastante bien, no estaba tan avanzado en el andar y continuaba andando a gatas; en gran parte debido a que estaba muy gordito. Cada vez que llegaba al umbral de las grandes puertas, que daban al patio interior de la casa, no podía saltarlo. - ¡Abuela! - solía llamar cuando esto ocurría - ¡Quiero salir! La abuela, refunfuñando, dejaba lo que estaba haciendo y corriendo iba a ayudarle. - ¿Cuándo aprenderás a andar? Si al menos estuvieses un rato quieto. ¿Dónde está Eliseta? - No lo sé abuela. - ¡Eliseta! ¡Eliseta! ¿Dónde estás? Después de llamarla varias veces, Eliseta se asomó a una de las ventanas del desván que daba al patio, diciendo: - ¿Qué quieres abuela? - ¿A ti te parece bien dejar a tu hermanito solo? Baja y juega un poco con él. - Está bien. Y cargada con su hijo de trapo bajaba diciendo para sí: - ¿Es que Miguelín no tiene madre? Yo tengo trabajo con mi hijo. ¡Estas madres modernas! La verdad es que Pilar se encontraba ahora con menos tiempo libre para ocuparse del niño, ya que desde que Marta se casó no habían encontrado quién la reemplazase. Algunas veces, cuando había algún aprieto, Marta acostumbraba a darles una mano. Siempre que ésta iba, la abuela le preguntaba: - ¿No conoces a alguien que quiera venir a ocupar el puesto que tú dejaste? - No conozco a nadie, señora. ¿Por qué no se lo pregunta a la vieja More than a year had gone by since Marta crossed the threshold of the house. She had given birth to a little girl, Martita. Sometimes, she went back to her former home to see the ‘Señores’, as she called them. Miguelín, who could now speak quite well, was not as good at walking, for he was still going around on all fours. This was mainly due to his plumpness. Each time he got to the threshold of the large doors which opened on to the patio of the house, he was unable to get over it. “Grandma!” he would shout whenever this happened, “I want to get out.” Grandmother, although grumbling, would leave what she was doing and rush to help him. “When will you learn to walk? If only you’d stay quiet for a little while. Where is Eliseta?” “I don’t know, Grandma.” “Eliseta! Eliseta! Where are you?” After calling her several times, Eliseta leant out of one of the loft windows which looked on to the patio, saying, “What do you want, Grandma?” “Do you think it’s fair to leave your little brother all by himself ? Come on, come down and play with him for a while.” “All right, then.” And carrying her rag doll, she would come down muttering to herself, “Hasn’t Miguelín got a mother? I’ve enough work with my own child; these modern mothers!” The fact was that Pilar had less free time to look after her son, because since Marta’s wedding day the Señores hadn’t found anyone to replace her. Sometimes, when they were hard-pressed, Marta would come to help them a little. Whenever she came to visit, Grandmother would ask her, “Don’t you know of anyone who might want to take your place with us now?” “No, I don’t know anyone, Señora. Why don’t you ask the old maid at 10 10 sirvienta que tiene el Señor Cura? - Ya se lo pregunté, pero todas las que me manda sólo quieren venir a trabajar por horas. Cuando más las necesitas te dejan plantada y se van a trabajar al campo; aunque yo les digo siempre que eso es cosa de hombres. En cierto modo tenía razón; pero era bello ver a las mujeres vestidas de negro y con los sombreros de paja amarillenta, por debajo de los cuales se asomaban unos pañuelos de vivos colores, perdiéndose entre las hileras de vides, mientras cogían los verdes racimos de uva. Era frecuente ver al abuelo en los viñedos bromeando con las mujeres que, según él, trabajaban mejor que los hombres, pero perdían mucho tiempo charlando. - ¿Cómo van a trabajar mejor y a tenerte respeto? - le decía la abuela, Si te pasas el día echándoles piropos. Eso es darles demasiada confianza. - ¿Pero tú no dices que a los trabajadores hay que tratarles con cariño? - Con cariño sí, pero no con demasiada familiaridad. Aquel año la vendimia prometía ser muy buena, así que el abuelo dijo que al final se harían paellas en la casa de la colina. Todos acogieron la idea con gran alborozo; bueno, todos menos la abuela. -¡Paellas y sin servicio! Este hombre se ha vuelto loco. - No te preocupes, le diremos a Marta que venga a echarnos una manita, - apaciguó ama Natalia. - ¿Pero quién se encargará de Martita?- Yo lo haré, - añadió ésta. Unos días después de esta discusión, terminó la vendimia y todos los trabajadores, vestidos de domingo, empezaron a llegar a la casa de la colina para comer las prometidas paellas. La abuela había estado preparando los ingredientes de la paella desde el despuntar del alba: había pelado la verdura, troceado los pollos y los conejos, preparado las ensaladas e incluso subido el vino del sótano. Cuando empezaron a llegar los invitados, Marta y Natalia pusieron dos grandes ‘calderos’ sobre unos hierros, debajo de los cuales ardía un fuego de leña de cepa. Tras dorar los trozos de carne, que salpicaban al freírse 11 the priest’s house?” “I have already asked her, but all the maids she sends only want parttime work; and what’s more, when you need them most, they leave you in the lurch and go off to work in the fields, though I always tell them that’s man’s work.” In a way she was right; but it was beautiful to see the women dressed in black, wearing large straw hats under which they wore coloured head scarves, disappear between the rows of vines whilst they went along gathering bunches of green grapes. You could often see Grandfather in the vineyard, joking with the women who, according to him, worked better than the men but lost lots of time chattering. “How are they going to do a stroke and have any respect for you, if you are always out there making flirtatious remarks?” Grandmother said. “You’re too familiar with them.” “But don’t you say we have to treat the workers with kindness?” “With affection, yes; but you don’t need to get too friendly.” That year the harvest was going very well and Grandfather promised that when all the work was done, paellas would be made in the house on the hill. Everybody welcomed the idea enthusiastically; well, everyone except Grandmother. “Paellas! Without any domestic help! This man has gone mad.” “Don’t worry; we’ll tell Marta to come and give us a hand,” Nanny Natalia said, trying to pacify her. “But who will look after Martita?” “I will,” she added. A few days after the conversation the harvest finished and the workers, dressed in their Sunday best, went to the house on the hill to eat the promised paellas. From early in the morning, Grandmother had been preparing the ingredients: peeling the vegetables, cutting up the pieces of chicken and rabbit, making salads, even fetching the wine from the cellar. When the guests arrived, two large pans were put on iron grates heated by a fire of dead vine wood. After browning the pieces of meat in the spluttering 11 en el aceite de oliva, se pusieron las verduras. Luego, le llegó el turno al caldo y al azafrán. Finalmente, se repartió el arroz por toda la paella. Un olorcito, que abría el apetito, se escapaba mezclado con el aroma de la leña quemada. - ¿Podemos empezar? - ¡Esperad un momento!, ya que el arroz tiene que reposar un poquito. En el centro del patio se habían puesto dos mesas de alas negras y sobre ellas las dos grandes paellas. Todos, cuchara en mano, después de sentarse a una de las mesas, empezaron a comer de las mismas. Los platos de las ensaladas estaban repartidos por la mesa, siendo todo remojado con el vino de las cubas de la vendimia casera. Una atmósfera de alegría, a la que la abuela miró complacida, reinó en la casa. No faltó, después de la comida, el alegre sonido de una canción acompañada por el rasgueo de una guitarra. Ya era muy entrada la tarde cuando todos los invitados, muy contentos por la buena comida y el buen vino, empezaron a desfilar agradeciendo la hospitalidad y pidiendo que la comida se repitiera al año siguiente. Antes de irse, algunas de las mujeres invitadas se ofrecieron a fregar los ‘calderos’. - No, gracias - decía la abuela, - los invitados nunca han fregado en esta casa. Cuando todos se habían marchado, la abuela, con la ayuda de las otras dos mujeres de la casa y Marta, se puso a limpiar el patio y a fregar los ‘calderos’. Anochecía cuando el trabajo estuvo terminado y, como todos estaban cansados, decidieron ir a la cama sin cenar. Incluso Miguelín, que había estado todo el día yendo de unos a otros, y que también había comido un poco de paella sin que la abuela lo supiese, se durmió sin su acostumbrada mamada nocturna. 12 olive oil, the vegetables were put in. Then it was the turn of the broth and a pinch of saffron. Finally, the rice was ladled into the paella dish. A lovely aroma began to whet the appetite, mixed with the smell of the burning wood. “Can we start?” “Wait a minute! The rice has to settle a little.” In the middle of the patio there were two black tables with their leaves extended. They placed the two large paellas on them; then everyone began to eat with their spoons from the nearest one. Salad dishes were put around the paellas, and all this was washed down with the wine from the casks from the cellar. A delighted Grandmother watched as a happy atmosphere took over the house. The meal gave way to songs accompanied by the strumming of a guitar. It was already late in the afternoon when all the guests, feeling very satisfied on account of the good meal and mainly because of the wine, began to take their leave, thanking the family for their hospitality and asking whether there could be a repeat the following year. Some of the women even offered to wash up the pans; but, Grandmother said, “No, thank you. Guests never wash up in this house.” Once they had all gone, Grandmother, with the help of the other two women of the house and Marta, began to clean the patio and to wash up. It was getting dark when they finished all the work and, as they were tired and still full, they decided to go to bed without having any dinner. Even Miguelín, who had spent the day going from group to group, and had eaten a little bit of the paella without Grandmother knowing, fell asleep before his usual night feed. 12 V - LOS PIOJOS V - FLEAS Una vez más la tenacidad de la abuela había tenido su recompensa; por fin, alguien iba a ocupar el puesto que dejó vacío Marta. La muchacha, que se llamaba Eustaquia, había crecido en un pueblo perdido en la inmensa planicie de la Mancha. Eustaquia tenía dieciocho años y poseía un tipo de belleza salvaje, en la que sobresalían sus grandes ojos verdes y un largo pelo azabache atado con una cinta roja. Sus movimientos, a pesar de su brusquedad, atraían por su viveza y naturalidad. Desde el principio, Miguelín sintió un gran cariño por Eustaquia y cuando no la veía se dedicaba a buscarla por toda la casa; otro tanto pasaba con Eustaquia, que se encontraba muy a gusto con el pequeño, ya que las personas mayores le producían una especie de respeto y temor. Cuando terminaba el trabajo de la casa pasaba su tiempo libre jugando con Miguelín. A los dos días de llegar Eustaquia, Don Vicente visitó a la abuela, con la intención de pedir algo, como tenía por costumbre. El invierno todavía no había finalizado y la familia se encontraba sentada en torno a la mesa camilla debajo de la cual ardía un acogedor brasero. Pilar tenía a su hijo sobre la mesa camilla y le estaba leyendo ‘Platero y yo’; la abuela estaba enseñando a leer a Eustaquia y ama Natalia cosía unos vestidos para el muñeco de Eliseta, ante la complacida mirada de ésta. - ¡Ave María Purísima! – dijo Don Vicente con ese tono de voz acostumbrado a pedir. - Sin pecado concebida, - contestó la abuela, con ese tono de voz acostumbrada a mandar. - ¡Pase, Don Vicente!, estamos aquí en la salita. Siéntese aquí, - añadió la abuela, al tiempo que acercaba una silla a la mesa. - ¡Qué bonito es ver a toda la familia reunida! - No toda; ya que mi marido, como hace siempre a estas horas está jugando su partida de dominó. Eustaquia, que se había levantado al entrar el sacerdote, estaba de pie en una esquina de la habitación sin saber qué hacer. Once again Grandmother’s persistence had been rewarded; at last, someone was going to take up Marta’s place. The girl was called Eustaquia and she had grown up in a village hidden in the great plains of La Mancha. She was eighteen years old and her green eyes and jetblack hair, tied with a red ribbon, heightened her wild beauty. She moved with the vital joy of youth, and, despite her brusqueness, it was her simplicity that drew people to her. Right from the beginning, Miguelín felt a great fondness for Eustaquia; whenever he couldn’t see her, he would set about looking for her all over the house. Eustaquia also felt very much at ease with Miguelín, as the adults made her feel a mixture of fear and respect. When she finished her housework, she would spend her free time playing with the little boy. Two days after her arrival, Father Vicente came to visit Grandmother; as usual, with a request. Winter was nearly over and they were all sitting at a round table under which there was a brazier. Pilar was showing Miguelín a book about a donkey called ‘Platero’; Grandmother was teaching Eustaquia to read and Nanny Natalia was sewing some dresses for Eliseta’s doll, under her delighted supervision. “¡Ave María Purísima! (Hail, the most blessed Virgin Mary!)” Father Vicente said in the tone of one used to making requests. “Sin pecado concebida. (Immaculate.)” Grandmother replied in the tone of one used to issuing orders. “Come in, Father! We are in the living room.” “What a pleasure it is to see the whole family together!” “Not quite all… My husband is playing his usual game of dominoes just now.” Eustaquia, who had got up when the priest came in, was standing in a corner not knowing what to do. 13 13 - Don Vicente, quiero presentarle a Eustaquia; un nuevo miembro de la casa. - ¡Ah! ¡Mucho gusto! - ¿Cómo está usted Señor Cura? - contestó Eustaquia tartamudeando. - Muy bien, gracias. ¿Cómo se llama tu pueblo? - Se llama Montealegre del Castillo. Es muy pequeño, pero a mí me gusta; además, hay muchos rebaños. -¿Qué hacías cuando vivías allí? - Mire usted Señor Cura, ayudaba a mi madre en la casa y, como era la mayor, también cuidaba de los conejos. - Muy interesante, - intervino el cura, animándola para que continuase hablando. - Sí, tenía cuatro grandes jaulas llenas de conejos y ¿sabe adónde iba a segar su pienso? - ¿Adónde, hija mía? - Pues iba al cementerio, porque allí la yerba crece más alta. En verano, cuando hacía mucho calor, dormía la siesta sobre una larga mesa de mármol blanco que hay en un pequeño cuarto, a la entrada del cementerio, a mano derecha. A veces, ponen a los muertos allí. - Pero Eustaquia, ¿no había una puerta en aquel cuarto? - Sí, Señor Cura, pero la cerradura estaba rota y, con un pequeño empujón, se abría. Así, con las preguntas de Don Vicente, Eustaquia fue describiendo su pueblo, las fiestas, sus gentes, etc… Al final de la tarde, cuando Don Vicente ya se iba, se acordó del motivo de su visita. - Doña Elisa casi se me olvidó. Hay una viejecita en la parroquia que ha caído enferma y duerme en un jergón de paja. ¿No tendría una vieja cama? Es que… Al final la abuela le dio no sólo la cama, sino también un colchón y una manta. Aquella misma tarde cuando Pilar cambiaba a Miguelín para acostarlo, le pareció ver un pequeño insecto corriendo por encima de la blanca sábana; pero pensando que sería una hormiga que el niño había recogido 14 “Don Vicente, I want to introduce Eustaquia to you, a new member of the family.” “I see… Well, how do you do?” “How are you, Father Vicente?” Eustaquia answered, stuttering. “Very well, thank you. What is the name of your village?” “It is Montealegre del Castillo. It’s quite small, but I like it and it has lots of sheep.” “And what did you do when you were living there?” “You see, Father, I helped my mother in the house and, as I was the eldest, I looked after the rabbits.” “Very interesting,” the Priest interrupted, to encourage her to go on talking. “Yes, I had four huge cages full of rabbits, and do you know where I used to go to get their fodder?” “Where, my dear child?” “Well, I went to the graveyard, because the grass grows tallest there. In the summer, when it was really hot, I used to have my midday nap on a large white marble slab in the small room to the right of the entrance gate. Sometimes they put dead people there.” “But Eustaquia, wasn’t there a door to that room?” “Oh yes, Father; but the lock was broken and it opened with a little push.” And in this way, answering Father Vicente’s questions, Eustaquia went on to describe the village, festivals, people and so on. Just at the end of the evening, when Father Vicente was taking his leave, he remembered the purpose of his visit, “Doña Elisa, I nearly forgot. There is a poor old lady of the parish who’s fallen ill and sleeps on a straw mattress. Have you got, by any chance, an old bed? Because…” In the end, Grandmother gave him not only the bed, but also a mattress and a blanket. That same evening, when Pilar was putting Miguelín to bed, she noticed a little insect running across the white sheet. Thinking it was an ant the boy had picked up playing in the patio, she didn’t pay much attention. 14 jugando en el patio, no le prestó mucha atención. A la mañana siguiente, cuando Don Vicente estaba diciendo misa estuvo todo el tiempo rascándose la cabeza; hecho que no pasó desapercibido a los ojos de la abuela. Cuando terminó la misa, el sacristán confirmó sus sospechas. - No os podéis figurar lo que ha pasado durante la misa. Me lo ha contado el sacristán. - ¿Qué ha pasado? - preguntó con interés ama Natalia. - Pues por lo visto, algún gitano de los que van a pedir comida a casa del Señor Cura, ayer le dejó un regalito en forma de piojo y hoy en la misa el sacristán lo ha visto correr por encima del altar. - ¡Un piojo! - exclamó Pilar, - entonces no era una hormiga lo que yo vi correr anoche. Pilar les explicó lo que pasó cuando desnudaba a Miguelín la noche anterior. - Así pues, no fueron los gitanos los que le dejaron uno de sus piojos, dijo la abuela, - fue aquí donde él recogió el suyo. - ¿Pero quién va a tener piojos en casa? – preguntó Pilar. - Sólo hay una persona que pueda tenerlos – contestó su madre. La abuela llamó a Eustaquia, quien por lo visto había tenido piojos toda su vida y no le molestaban demasiado. Después de comprar jabón desinfectante, con la ayuda de un fino peine, la abuela se dedicó a matar todos los piojos que saltaban de la cabeza de Eustaquia. Luego, lavó la cabeza de todos los otros miembros de la casa, incluso la del abuelo que, aunque se resistió al principio, tuvo que claudicar al final. Cuando terminó de lavar las cabezas de todos, ella hizo lo mismo con la suya. Afortunadamente, no pudo encontrar ningún incómodo visitante. - Espero que nadie vaya a decirle a Don Vicente dónde pescó él su piojo, - dijo la abuela con un tono de voz que no admitía discusión. 15 The following morning, when Father Vicente was saying Mass, he was scratching his head continuously. Grandmother’s sharp eye noticed it. The sacristan confirmed her suspicions after Mass. “You’ll never guess what happened during Mass today. The sacristan told me all about it.” “What happened, then?” asked Nanny Natalia with interest. “Well, it seems that one of the gipsies, who often beg for food at the priest’s house, yesterday left him a present in the form of a flea. And today, during Mass, the sacristan saw it hopping about on the altar.” “A flea?” Pilar cried out. “Then it wasn’t an ant I saw running about last night.” Pilar explained what had happened when she was undressing Miguelín the previous evening. “That means that the gypsies didn’t leave any fleas.” Grandmother said, “He caught his flea here, when he visited us!” “But who in this house could ever have fleas?” Pilar asked. “There’s only one person who could…” her mother answered. Grandmother called Eustaquia, who, it seemed, had had fleas all her life though they didn’t bother her much. After buying a disinfectant soap, and with the help of a fine tooth comb, Grandmother killed all the fleas which jumped from Eustaquia’s head. She also washed the head of every single member of the household, including Grandfather, who objected severely but eventually had to give in. After everyone else had been washed, Grandmother washed her own hair. Luckily, not one single unwelcome visitor was found. “I do hope nobody will tell Father Vicente where those fleas came from,” Grandmother said in a tone which didn’t allow any room for doubt. 15 VI - EL PANTANO VI - THE RESERVOIR Aunque sólo hacía unas semanas que Eustaquia estaba en la casa, había logrado que Miguelín comenzase a andar. Éste, recorría la casa andando como si fuera un patito. La abuela, que estaba muy contenta con el nuevo progreso, andaba tras él cuidando que no se cayese al suelo y, cuando no le tenía a la vista, lo llamaba para que no se escapase. - Miguelín, ¿dónde estás? Pero apenas se descuidaban, se las piraba en dirección al pueblo. - No podemos perderlo de vista, ya que el día menos pensado lo alcanzaremos en el pueblo. Con la llegada de Eustaquia, Pilar tenía más tiempo libre y pasaba más tiempo con su hijo. Algunas veces, cuando estaba en la cocina, lo solía atar por la cintura a una de las patas de la mesa diciéndole: - Si no te mueves te daré algo muy bueno que estoy preparando para después de la comida. Como Miguelín era un glotón, se estaba callado mirando cómo su madre se movía dentro de la cocina y le explicaba lo que hacía. Cuando llegaba la noche, la familia se sentaba alrededor de la gran chimenea del comedor en donde ardía la leña de un modo acogedor. Algunas veces, los ojos de Pilar se quedaban fijos en las llamas, cuyas sombras, al elevarse, formaban caprichosas figuras que se escapaban por el negro hueco de la chimenea. Era como si la fuerza hipnótica del fuego la transportase a un pasado que se añora. Miguelín se entretenía jugando con las mazorcas de maíz que, desprovistas del grano, servían para ser quemadas junto con la leña de los algarrobos. -¿Qué haces Miguelín? - le preguntaba Eustaquia. - Una torre como la de la iglesia, - y continuaba poniendo las mazorcas de maíz de dos en dos y, cambiando las posiciones, lograba que la torre fuera cada vez más alta. Pero desgraciadamente, antes de que alcanzara dos palmos de altura se le derrumbaba, y tenía que ser Eustaquia la que la construyera. Aquella noche el abuelo no había querido salir después de cenar, para Eustaquia had been at the house for only a few weeks when she managed to teach Miguelín to walk. He charged about the house as if he were a duckling. Grandmother followed him around, pleased with his new progress, careful he wouldn’t fall on hard ground and, when he couldn’t be seen, she called out to him to stop him running off, “Miguelín, where are you?” As soon as the women did relax their vigilance, he ran towards the village. “We mustn’t let him out of our sight, because one day we’ll find him in the village.” Unfortunately for him, Pilar had more free time since the arrival of Eustaquia, and hardly ever left him alone. Sometimes, when she was in the kitchen, she would tie him by the waist to a table leg saying, “If you stay still, I’ll give you something very nice that I’m getting ready for today’s pudding.” Because he was a little glutton, he would be fairly quiet watching his mother move about in the kitchen, while she explained what she was doing. When it got dark, the family sat around the big fireplace in the dining room, where a cosy fire was burning. Now and then, Pilar would stare at the fire, watching the flames curl and rise into strange shapes that were engulfed in the dark chimney flue. It was as if the hypnotic force of the fire was sending her back into a past she was longing for. Miguelín was playing with the corncobs, used for burning together with the carob logs. “What are you making, Miguelín?” Eustaquia asked him. “A tower like the one in the church.” And he went on piling them, two at a time, one on the top of the other, and by changing their positions he managed to get the tower higher and higher. But before it was ankle high it would tumble down and it was Eustaquia who had to rebuild it. That evening Grandfather hadn’t gone out after evening meal for his 16 16 tomar su acostumbrado café con los amigos. Esto inquietó mucho a la abuela, ya que una cosa así sólo pasaba cuando estaba enfermo o cuando algo le preocupaba. Una vez que todos se acostaron, la abuela le preguntó: - ¿Te encuentras bien? - ¿Por qué lo preguntas? - Hombre, como no has salido. Pienso que algo te tiene que pasar. - No es nada, sólo es que estoy un poco cansado. Anda, prepárame un café. La abuela fue a la cocina y unos minutos después volvió con una humeante taza. Luego, se sentó en su mecedora y se puso a remendar un poco de ropa vieja para dársela a los pobres. El abuelo, tras tomarse el café, se puso a liar un cigarrillo; más tarde, comenzó a darle pequeñas chupadas mientras descansaba su miraba sobre las llamas que, de vez en cuando, crepitaban. Cuando terminó de fumar el cigarrillo, se arrellenó en su sillón y se quedó como adormecido. La abuela, que había terminado de remendar la ropa, suavemente dijo: - Qué, ¿nos vamos a dormir? - No es una mala idea. Ve tú delante, que yo quiero ver si todo está en orden en la cuadra. La actitud del abuelo la desveló. Cuando él volvió, ella continuaba sin haberse dormido. - Elisa, ¿duermes? - Todavía no, ¿qué quieres? - Bueno, la verdad es que hay algo que quiero decirte. - ¡Dilo, hombre! Me tienes asustada. - He estado hablando hoy con el alcalde y me ha dicho que se va a construir un pantano utilizando las aguas del río Júcar. - ¿Es eso todo? Si tenemos que pagar más impuestos no te preocupes, que si no hay bastante con lo que saquemos de las cosechas, pediremos un préstamo al banco. - No, no es sólo eso, es que tendremos que vender algunas tierras. - ¿Vender? - Sí, ya que el pantano se va a construir muy cerca del pueblo y, una 17 usual cup of coffee with his friends. This greatly worried Grandmother, as this only happened when he was ill or if something was worrying him. Once everybody had gone to bed, Grandmother asked him, “Are you feeling all right?” “Why do you ask?” “Well, because you didn’t go out… Something must be the matter.” “No, there’s nothing wrong. I’m a bit tired. Please, make me a cup of coffee.” Grandmother went to the kitchen and a few minutes later came back with a steaming cup of coffee. Then she sat in her rocking chair and got on with mending some old clothes for the poor. Grandfather, after drinking his coffee, rolled a cigarette. Then he smoked in small puffs, while he was looking at the flames which, now and again, made a crackling sound. Later on, when he had finished his cigarette, he settled comfortably in his arm chair and it looked as if he’d gone to sleep. Grandmother had finished mending the clothes and softly said, “Are we off to bed then?” “That’s not a bad idea. You go on ahead. I want to check that every thing’s alright in the stables.” Grandmother couldn’t get to sleep. When he came back, she was still awake. “Elisa, are you asleep?” “Not yet. What is it?” “Well, there’s something I want to tell you.” “Come on then. You’re frightening me.” “I’ve been talking to the mayor today and he’s told me that a reservoir is going to be built here using the water of the Río Júcar.” “Oh, is that all? If we have to pay higher taxes, don’t worry about it, because if there’s not enough from the harvest, we’ll ask for a loan from the bank.” “No, it isn’t just that. We’ll have to sell some land.” “Sell some land?” “Yes. They are going to build very close to the town, and once it’s 17 vez se termine, el pueblo será cubierto por las aguas. La abuela, se incorporó en la cama; casi sin voz y con el rostro encendido por la cólera, dijo: - Pero eso no puede ser. ¿Cómo van a poder destruir nuestro pueblo? ¿Cómo van a poder quitarnos nuestras tierras? La tierra es parte de nuestras vidas. ¿Cómo van…? Y así continuó hablando y hablando cada vez más excitada. Ni los razonamientos de su marido, ni una gran taza de tila que ama Natalia le preparó lograron calmarla. - Iremos a ver al Gobernador… ¡Al Generalísimo si es preciso! La noticia le había producido tal efecto, que no pudo dormir durante toda la noche. Se levantó cuando las campanas tocaron para la misa del alba; aunque aquel día lo que la llevaba a la iglesia era la confianza de que después de hablar con Don Vicente se sentiría mejor. Una cosa aprendió el abuelo aquella noche; la abuela amaba la tierra más de lo que él pensaba; e incluso más de lo que ella misma pensaba. 18 finished, the town will be covered by the water.” Grandmother sat bolt upright, having almost lost her voice, and with her face flushed, she said, “But, that can’t be true. How can they destroy our town? How can they take our land away? The land is part of our lives. How can they do this…?” She went on and on talking like that, getting more and more excited. Neither her husband’s reasoning, nor a large cup of lime tea made by Nanny Natalia, calmed her down. “We’ll go to see the Governor… to General Franco, if necessary!” The news kept her awake all night. She got up when the bells began to ring for early morning Mass; although what made her go to church that day was the belief that a word with Father Vicente would make her feel better. That night Grandfather learned something: Grandmother loved the land more than he thought, and even more than she was aware. 18 VII - EL VERANO VII - SUMMER Una atmósfera inquietante había reinado en el pueblo desde que se divulgó la noticia. - Un pantano, pero ¿adónde iremos? Tal vez sea sólo un proyecto. Éste y muchos otros comentarios hacían que la gente se olvidase de los chismes locales. Todas las gestiones de la abuela habían resultado fallidas. Al principio, siguiendo los consejos del cura y las autoridades locales, se nombró una comisión para la recogida de firmas. Se mandaría una petición al Gobernador. La abuela aceptó el cargo de presidenta y, como cabeza de la misma, se encargó personalmente de que nadie se quedase sin firmar. En realidad, como no había muchos vecinos, pasados unos días, todos habían firmado. La verdad es que fueron unos pocos los que firmaron con propiedad, ya que la mayor parte no sabía escribir; los más ambiciosos trataron de aprender en unos días y consiguieron garrapatear sus nombres; los otros, dejaron la impresión de sus huellas digitales sobre una cruz y, junto a ésta, la abuela escribió sus nombres. Terminada la recogida de firmas, la petición fue mandada directamente al Gobernador. La respuesta no se hizo esperar. - Estáis perdiendo el tiempo, - solía vaticinar el abuelo. - El tiempo, si yo fuese el alcalde, ya habría ido a hablar con el Gobernador en persona. Tal vez si él fuera a verle... El alcalde no fue a ver al Gobernador, así que la abuela fue a ver al Arzobispo. Con la ayuda de Don Vicente logró que el Arzobispo le concediera una audiencia. En compañía de éste y dos señoras de la parroquia partieron hacia Valencia en el día fijado. Cuando llegaron al Palacio Arzobispal tuvieron que esperar mucho tiempo antes de que les llegase su turno. Una gran cantidad de gente, compuesta en su mayor parte por el clero, estaba esperando también. - Las cosas de Palacio van despacio, - dijo Don Vicente al ver que la abuela se impacientaba. Un joven sacerdote les anunció que había llegado su turno. Después, Since the news had spread an air of concern had ruled over the town. “A reservoir! Where will we go? It might only be at the planning stage.” Many such comments made everyone forget their own local gossip. All the efforts of Grandmother’s had failed. At first, following the advice of the priest and the local authorities, a commission was set up to collect signatures. A petition was going to be sent to the Governor. Grandmother accepted the office of president, and as she was the head of the organisation she personally ensured that everybody had signed. In fact, as there were not too many inhabitants, everybody had signed within a few days. Actually only a few were able to sign properly, as many of them couldn’t write. The most ambitious tried to learn in a couple of days and managed to scribble their names; the rest made fingerprints on a cross, next to which Grandmother wrote their names. Once the signature collection was over, the petition was sent directly to the Governor. The answer came in a flash. “You’re all wasting your time,” Grandfather would predict. “Wasting time? If I were the Mayor, I would have already gone to speak to the Governor myself. Perhaps, if he were to go to see him..." The Mayor didn’t go to see the Governor, so Grandmother went to see the Archbishop. Aided by Father Vicente she managed to get an audience with the Archbishop. Accompanied by the priest and two ladies from the parish, they left for Valencia at the agreed date. When they arrived at the Archbishop’s palace, they had to wait for a long time before their turn came. There were many people waiting there, most of them priests. “Palace business moves very slowly,” Father Vicente said, trying to calm Grandmother down. A young priest came up to them and told them it was their turn next. 19 19 les condujo a través de corredores y salones al despacho privado del Arzobispo. Como era de esperar la abuela llevó la voz cantante y al final de su disertación, el Arzobispo dijo: - Veremos lo que se puede hacer; hablaré con el Sr. Gobernador. Pongámoslo en las manos de Dios y pidámosle que nos dé calma y paciencia. Elisa no se preocupe, pero recuerde que no podemos parar el progreso. Después de cruzar el ancho vestíbulo, la abuela se sentía más esperanzada, pero acordándose de lo que había dicho el Arzobispo acerca del progreso, comentó: - Seguro que a él no le gustaría que construyeran un pantano sobre su Palacio Arzobispal. - Por Dios Doña Elisa, no sea irreverente; - le riñó Don Vicente sonriendo tímidamente. Fueron muchas las personas que pasaron por la casa de la colina para saber el resultado de la visita. - Ahora a esperar, - les decía, – rezad y no olvidéis que las cosas de Palacio van despacio. Y tan despacio, ya que habían pasado ya muchos meses y no se había oído hablar más del pantano; ni para bien, ni para mal. El verano había llegado y la gente, adormecida por el intenso calor, se fue olvidando de las aguas destructoras. Miguelín, que crecía rápidamente, había sido aceptado como compañero de juegos por Eliseta, con la que pasaba mucho tiempo jugando en el desván. Un día que el abuelo tenía que ir a Valencia para unos asuntos de las tierras, la abuela sugirió: - ¿Por qué no vamos todos a Valencia? Así compraría unas cuantas cosas que necesito y después podríamos llevar a Miguelín y a Eliseta a la playa. Dicho y hecho; después de unos cortos preparativos, la familia se dirigió a Alberique, un pueblo cercano, para coger el tren que les llevaría a Valencia. La abuela, cuando llegaron, les llevó a visitar a la Virgen de los Desamparados. Miguelín, cogido de la mano de su abuela, lo miraba todo asombrado. Los tranvías le encantaron. 20 Then, he led them along corridors and through large rooms to the private office of the Archbishop. As could be expected, Grandmother set out her points very clearly, and at the end of her dissertation the Archbishop said, “We’ll see what can be done. I’ll speak with his Excellency, the Governor. Let’s leave it in God’s hands now, and ask Him for composure and forbearance. Do not worry, but remember that we can’t stop progress.” After crossing the large hall on the way back, Grandmother felt more hopeful, but remembering the Archbishop’s remark on progress, she commented, “I’m sure he wouldn’t like it if they were to build a reservoir over his palace.” “Good Lord, Elisa don’t be so irreverent.” Father Vicente retorted, smiling timidly. Many people passed through the house on the hill to hear the result of day’s visit. “Well, we have to wait now,” she said to them all. “Go and pray, and don’t forget that Palace business moves very slowly.” In fact, so slowly that many months had passed and no-one had heard any news about the reservoir; nothing either way. Summer had arrived and people, as if drugged by the intense heat, had forgotten about the destructive waters. Miguelín was growing up fast now and had been accepted as a playmate by Eliseta, with whom he spent a lot of time in the loft. One day, when Grandfather had to go to Valencia for some business involving the land, Grandmother suggested, “Why don’t we all go to Valencia? I could get a few things I need and afterwards we could take Miguelín and Eliseta to the beach.” No sooner said than done; after a few preparations, the family trailed off to the nearby town to take the train to Valencia. When they arrived, Grandmother took them to the church of the Virgin of the Helpless. Miguelín, held by Grandmother’s hand, looked at everything in astonishment. He liked the trams most. After visiting the cathedral, they 20 Después de visitar la catedral, decidieron ir a hacer algunas compras. Delante, caminaban Pilar y Eliseta cogidas del brazo; detrás, la abuela, llevando casi a rastras a Miguelín. Al pasar por delante de una tienda, Miguelín vio un hermoso caballo de juguete, que parecía real con sus aparejos y su suave pelo alazán. Como hacía siempre, Miguelín se plantó delante de él diciendo: - Abuela, yo quiero ese caballo. - Miguelín, ese caballo es demasiado grande; ¿quieres que te compre uno más pequeño? Además, será muy caro; nosotros tenemos en casa caballos de verdad. No le valieron razones; así que entraron en la tienda para preguntar el precio. El caballo era demasiado caro. - El pequeño o nada. Miguelín, aunque no muy contento, accedió a regañadientes. La abuela pasó a pagar en caja y después de esto salieron de la tienda. No habían andado unos veinticinco metros cuando la abuela exclamó: - Mirad, que no puedo creerlo. Miguelín, que había salido de la tienda llevando el caballo pequeño cogido de las riendas, al llegar a la puerta, lo había cambiado por el grande; cosa que hizo en unos segundos y sin que nadie se diera cuenta. La abuela tuvo que volver a la tienda y, después de explicar lo ocurrido, pagar la diferencia. Tras terminar las compras, fue la hora de comer, así que fueron a coger el tranvía para ir a la playa. Cuando Miguelín vio el mar, tratando de explicar el efecto que éste le producía, dijo: -Abuela, ¡qué lavadero tan grande! No hace falta decir lo que el viaje significó para Miguelín; estuvo jugando toda la tarde con el agua y la arena, hasta que el abuelo, una vez terminado su trabajo, se reunió con ellos para volver a casa. Miguelín, con el rostro rojo a causa del sol y agarrado a las bridas de su caballo, se durmió durante el viaje de vuelta. La sombra amenazadora del pantano había desaparecido durante aquel día de las mentes de los habitantes de la casa de la colina y la abuela no había dicho ni una palabra sobre peticiones, derechos… 21 decided to do some shopping. Pilar and Eliseta walked in front, arm in arm; behind them, Grandmother, who almost had to drag Miguelín along. Passing in front of a toy shop Miguelín caught sight of a beautiful horse, which looked very real with its harness and its soft hair of a bright chestnut colour. As usual, he came to a halt in front of it and said, “Grandma, I want that horse.” “Miguelín, that one is far too big for you. Do you want me to buy a smaller one? Besides, it’ll be very expensive. We’ve got some real horses at home.” Reason would not move him, so they entered the shop to ask the price. The horse was too dear. “I’ll buy the small one or nothing at all.” Miguelín was not happy but agreed reluctantly. Grandmother paid the cashier and they left the shop. They had only walked a few yards or so, when Grandmother exclaimed, “Look! I just can’t believe it!” Miguelín, who had left the shop carrying the small horse by its reins, had swapped the small horse for the big one. He did the swapping in a few seconds, without anyone noticing it. Grandmother had to go back and, after explaining, paid the difference. Once all the shopping was done, it was time to eat, so they took a tram to the beach. When the amazed Miguelín saw the sea, trying his best to make sense of it, he said, “Grandma, what a huge washtub they’ve got!” There is no need to describe what the trip meant to Miguelín; he spent all afternoon sifting sand and padding in the water, until Grandfather met up with them again, having completed his work. Miguelín, all red in the face from the sun, fell asleep during the homeward journey, holding tight to the bridle of his horse. That day the overshadowing threat of the reservoir had completely slipped the minds of the inhabitants of the house on the hill. Grandmother had not spoken a word about petitions, rights… 21 VIII - LOS FORASTEROS VIII - STRANGERS ¿Qué estaba sucediendo en el pueblecito de Tous? Nadie podía contestar con claridad aquella pregunta. Al principio sólo fueron unos señores de la capital los que llegaron, visitaron diferentes lugares con unos extraños aparatos y se dedicaron a estimar longitudes; luego llegó otro desconocido, encargado de encontrar alojamiento para los hombres que iban a venir. Finalmente, llegaron los camiones, cargados con unas monstruosas máquinas. Nadie había visto una cosa así en toda la historia de Tous. La abuela, que trataba de justificar el descontento general, contaba: - Esto me recuerda cuando vinieron los milicianos de Alberique para pegarle fuego a nuestra iglesia. Aunque han pasado ya varios años, nunca olvidaré el resplandor de las llamas en la oscuridad de la joven noche. Recuerdo que acudí asustada para ver lo que pasaba. En la mitad de mi trayecto hacia la iglesia, me topé con ama Natalia que venía corriendo, como si la persiguiera el mismísimo diablo. - No vayas, te matarán. Ha sido espantoso, - dijo casi sin poder respirar.- Han entrado en la iglesia dando gritos y blasfemando. Nos han llamado putas fascistas. Después de golpearnos con las culatas de sus fusiles, han comenzado a rociar los altares con gasolina… ¡Dios nos proteja! Aquella tarde a la abuela le hubiera gustado ser hombre para ir a la iglesia; pero tuvo que volver a casa, ya que el estado de ama Natalia era tal que fue imposible dejarla sola. Desde la casa de la colina se pudieron ver las llamas que se escapaban a través de las ventanas: limpias, libres de humo, dando una visión fantasmagórica al reflejar con su luz el campanario en el río. Las campanas, que pregonaban los sucesos alegres y tristes del lugar, enmudecieron durante tres años. Pero ahora eran otras las llamas que ardían en Tous; unas llamas llegadas con la antorcha del progreso y que iban a ser el canto de cisne del pueblo, cuando el pantano se adueñara del valle. La gente acogió con What was going on in the little town of Tous? Nobody could give a clear answer to that question. Right at the beginning, just a few gentlemen had come down from the capital city and had gone all over the place with a compass and other unfamiliar instruments, measuring distances and alignments. Then, another stranger arrived with the job of finding lodgings for the men who were going to come. Last of all, several lorries appeared loaded with monstrosities of machines. No-one had ever seen the like in the whole history of Tous. Grandmother, trying to justify the general discontent, was heard saying, “This reminds me of the time when the militiamen came from Alberique to set our church on fire. Although that was quite a few years ago now, I’ll never forget the brightness of the flames cutting into the night. I remember being frightened and going to see what was happening. Half way to the church I came upon Nanny Natalia who was running as if the devil himself were after her.” “Don’t go there, they’ll kill you! It has been terrible,” she said, hardly able to breathe. “They’ve gone inside the church shouting and swearing. They’ve called us ‘fascist whores’ knocked us about with their rifle-butts; and they’ve sprinkled the altars with petrol. God preserve us!” Grandmother wished she had been a man that evening so as to be able to go to the church; but she went back home with Nanny Natalia who couldn’t be left alone in such a state. The flames could be seen from the house of the hill, curling out of the windows: clean, free from smoke, providing a ghostly sight as their light reflected the bell tower in the river. The bells, which announced important events, happy and sad, remained silent for three years. But other fires burnt in Tous now. The burning flames of the torch of progress were to become the swan song of the village, when the reservoir would become master of the valley. The town-folk received the 22 22 gran frialdad a los forasteros; no sólo no les quisieron recibir en sus casas, sino que incluso cerraban las puertas cuando los veían, como si trajeran la peste con ellos. La tensión fue empeorando cada vez más. Se sucedían los incidentes. Un día, uno de los jóvenes de las obras del pantano le echó un piropo a una chica que iba con su novio. Éste se sintió ofendido por el atrevimiento y comenzó a golpear al forastero. La pelea se embruteció cada vez más: golpes, maldiciones…, los cuerpos rodaron por el suelo y los rostros se llenaron de sangre. Por un momento, se dejó ver el brillo de un cuchillo que fue a clavarse en el estómago del forastero. Un grito de muerte se escapó de su garganta. Después, todo enmudeció. Parecía como si un maleficio se hubiese apoderado de todos los que presenciaron la riña. La llegada de un policía municipal rompió el encantamiento. Se agachó para recoger el cuerpo que yacía en un charco de sangre. - Tú eres la única que puedes poner fin a esta guerra, - le dijo el alcalde a la abuela, - y no olvides que tú la empezaste. - No, eso no es verdad. La empezaron ellos con las obras del pantano. Al final de muchas palabras y varias súplicas, no sólo del alcalde, sino también del cura, la abuela accedió por fin a invitar a cenar al ingeniero jefe de las obras del pantano. - Al fin y al cabo, ellos estaban haciendo su trabajo y no tenían la culpa de que esto sucediera, - se repetía la abuela para justificar la invitación. La cena tuvo el resultado esperado, ya que la abuela era bien considerada y querida por la gente. Algunas mujeres visitaron al herido; las chicas comenzaron a sonreír a los forasteros. Incluso algunos de los hombres del pueblo empezaron a trabajar en las obras del pantano. La abuela se sentía un poco mejor, ya que detrás de su fuerte carácter existía un alma noble. Pero, aunque su comportamiento con los forasteros había cambiado, su idea de lucha por la salvación de su casa y de sus tierras continuaba en pie. 23 strangers with a cold welcome. Not only they did not let them enter their houses, but they also closed their doors when they saw them, as if they were bringing the plague. The tension became worse and worse. All sorts of incidents took placed. One day, a young lad working on the dam made a flirtatious remark to a girl who was walking with her boyfriend. He was offended by his insolence and started to fight with the stranger. The struggle turned serious: hitting, swearing… bodies rolling on the ground and faces covered with blood. The glint of a knife was seen in a flash, a knife thrusting into the stranger’s belly. A death-cry escaped from his throat. Then everything fell silent. It was as if a spell had been cast over everyone who had witnessed the fight. The arrival of a local policeman broke the spell. He stooped down to pick up the body which was lying in a pool of blood. “You are the only one who can end this war,” the Mayor said to Grandmother, “and don’t forget that you started it.” “No, that’s not true. They started it with the construction of the dam.” After lots of words and some advice, not only from the Mayor but also from the priest, Grandmother finally agreed to invite the works’ chief engineer to dinner. “After all, they were only doing a job and they couldn’t be blamed,” Grandmother repeated in order to justify her invitation. The dinner worked, mainly because Grandmother was respected and much liked by all the locals. Some of the women went to see the injured man; the girls began to smile at the strangers and a few men from the village even got jobs on the reservoir. Grandmother felt somewhat relieved, for underneath that woman’s strong character lay a noble soul. Nevertheless, although her behaviour towards the strangers had changed, her crusade to save her house and her land continued as before. 23 IX - LA ESCUELA IX - SCHOOL Miguelín comenzó a ir a la escuela de Doña Rosita, una maestra cincuentona con cara de lechuza, pero más buena que el pan. - Este niño es muy inteligente, - decía refiriéndose a Miguelín,- pero, ¡qué malo! La escuela, que era la única del pueblecito, estaba en la misma casa de Doña Rosita, en un callejón a unos metros de la iglesia. El cuarto más grande había sido habilitado para clase; algunos viejos pupitres, mesas de diferentes tamaños y formas, sillas de madera y enea, una gran pizarra, un crucifijo, una reproducción de la Purísima de Murillo y una fotografía del General Franco, componían todo el mobiliario. Los alumnos eran de todas las edades, desde los cuatro años hasta los doce o trece. Se aprendía a leer, a escribir; unas rudimentarias matemáticas, e incluso algo de geografía e historia, los Reyes Católicos, Colón… Pero la asignatura favorita de Doña Rosita era la religión. A Miguelín no le gustaba mucho la escuela, prefería estar en casa y jugar con Eustaquia; por lo tanto, siempre que podía, se escapaba. - Pero, ¿qué haces aquí? ¿Otra vez hoy? - le decían al verlo llegar. Todas estas escapadas ponían a prueba la paciencia de Doña Rosita, aunque ésta se las tolerase, debido a su corta edad. Hacía ya varios días que Miguelín no había podido escaparse, a pesar de haberlo intentado repetidas veces. Un día decidió hacer algo que le facilitase la huida. Esta vez, en lugar de echar a correr como hacía normalmente, se escondió en una gran alacena que había en la cocina de Doña Rosita. Cuando ella se cansó de buscarlo sin éxito, él abandonó su escondrijo tranquilamente y, sin prisas, volvió a su casa. - Átalo a una pata del pupitre, - le dijo la abuela a la maestra. Doña Rosita cumplió lo ordenado por la abuela; ató a Miguelín a la silla de su pupitre con los cabos del cinturón de su delantal. Con el tiempo, el pequeño habitante de la casa de la colina se acostumbró a ir a la escuela todos los días e incluso llegó a gustarle. Ahora, en su segundo año, ya no se escapaba y no necesitaba que le Miguelín started to go to Doña Rosita’s school. She was a teacher in her fifties with an owl-like face, but she had a heart of gold. “This is an intelligent child,” she would say referring to Miguelín, “but very naughty.” The school, the only one in the village, was in Doña Rosita’s own house, in an alleyway near the church. The largest room had been converted into a classroom; the basic equipment consisted of a few old desks, various tables of different shapes and sizes, wooden and rush chairs, a large blackboard, a crucifix, a reproduction of Murillo’s ‘Purísima’ and a photograph of General Franco. The ages of the students ranged from four to twelve or thirteen years old. Reading and writing were taught, together with the rudiments of maths and even some geography and history – the Catholic Monarchs, Columbus… But Doña Rosita’s favourite subject was religion. Miguelín did not like school very much; he preferred to stay at home and play with Eustaquia, so, whenever he could, he ran away. “What are you doing here? Are you playing truant again?” they asked him when they saw him trailing home. All these escapes put Doña Rosita’s patience to the test, though she tolerated them on account of his young age. For a few days Miguelín had been unable to get away, even though he had tried to repeatedly. One day he decided to do something to help him in his flight. This time instead of running off as he normally did, he hid himself in a large food cupboard in Doña Rosita’s kitchen; and when she got tired of looking for him without success, he emerged easily from his hiding-place and, without hurrying, returned home. “Tie him down to a desk leg,” Grandmother said to the teacher. Doña Rosita did just that. She tied Miguelín to the chair of his desk with his apron belt. As time went by, the little inhabitant of the house on the hill got used to going to school every day and even began to like it. Now, in his second 24 24 acompañaran. Con su gran cartera, en la que llevaba un catón, papeles y lápices, iba a clase todos los días sin protestar; aunque esto se debió en parte a su nueva amiga Julieta. La figura de ésta había entrado a formar parte de su mundo de juegos, lo mismo en la escuela que en la casa de la colina. Eliseta la había aceptado también y le dejaba su muñeco de trapo para que lo llevase de paseo. - Ten cuidado, - le decía, - que no coma nada, y no lo pierdas de vista. Cada día que pasa es más malo. Eliseta se quedaba limpiando el desván y Miguelín iba a la cocina para ver si podía apoderarse de alguna golosina. Un día que Miguelín se encontraba en uno de sus servicios de exploración en busca de víveres, encontró en una alacena, que había en la despensa, un gran tarro de guindas en aguardiente. Muy contento con su hallazgo lo llevó al desván, aunque no sin pasar fatigas, ya que el tarro pesaba bastante. - Mirad lo que he encontrado, - dijo a sus compañeras que se entretenían cambiándole la ropa al muñeco. Luego, sentándose a una mesa hecha con dos cajones de naranja y un tablón de madera, los tres se pusieron a comer las guindas. El fuerte sabor del aguardiente les hizo desistir pronto de su empeño. - ¿Qué vamos a hacer ahora? - apuntó Miguelín. - Podríamos ir a darles las guindas a las gallinas, - se le ocurrió a Julieta. En un abrir y cerrar de ojos, todos los habitantes del corral se encontraron comiendo las guindas en aguardiente. No hace falta decir que el efecto del aguardiente no tardó en dejarse sentir. El cacareo de las gallinas, que al principio era ensordecedor, se fue apagando poco a poco. Una nueva sensación se iba apoderando de ellas y se fueron desplomando aquí y allá. Algunos pavos, que también habían tomado parte en el festín, resistían mejor la borrachera y glugluteaban de un modo chistoso. La abuela que había salido al corral para arrojar algo de comida a las aves, se quedó petrificada al ver el cuadro que se le ofrecía ante su vista y que no podía entender. Al ver el estado de las gallinas, llamó a Eustaquia 25 year, he no longer escaped and no-one needed to accompany him anymore. With his large schoolbag, in which he carried a first reading book, paper and pencils, he went to school every day without complaining; although it may in part had been due to his new girlfriend Julieta. Her figure had entered into his world of play, both at school and in the house on the hill. Eliseta had taken to her as well, and sometimes she let her take her ragdoll for a walk. “Be careful;” she would say, “don’t let him eat anything and don’t let him out of your sight. He gets worse and worse every day.” Eliseta would stay in the loft cleaning it and Miguelín would go to the kitchen to see if he could get hold of something sweet. One day, while Miguelín was making one of his explorations, he found, in the kitchen food cupboard, a large jar of cherries soaked in brandy. Delighted with his find, and after some strenuous work, as the jar was very heavy, he took it to the loft. “Look what I’ve found,” he said to the two girls, who were having fun changing the doll’s clothes. Then they sat at a table, made from two empty orange boxes and a plank, and started to eat the cherries. The strong taste of the brandy made them stop short in their tracks. “What are we going to do now?” Miguelín said. “We could give the cherries to the chickens,” the thoughtful Julieta proposed. In the twinkling of an eye, the whole population of the yard was eating cherries in brandy. Needless to say it; it did not take long for the brandy to begin to work. The cackling of the chicken, which at first was deafening, gradually died out; then a new sensation took hold of them, followed by a general collapse all over the yard. A few turkeys, who had also partaken of the feast, resisted drunkenness a little longer and gobbled in a peculiar way. Grandmother got the shock of her life at feeding time. She couldn’t figure out at all the spectacle before her eyes. Seeing the state the birds 25 para que fuese a buscar al veterinario. - Corre y no te detengas, tal vez sea una epidemia. Pronto llegó el veterinario. Después de un ligero examen de una de las gallinas y sin poder reprimir una carcajada, dijo: - Elisa, esta gallina está más borracha que una cuba. - ¿Borracha? ¿Cómo es posible? No fue necesaria una larga investigación para averiguar lo que había pasado. Se encontraron algunas guindas que las aves no habían podido engullir. Tras un corto interrogatorio, los miembros de la banda confesaron. Mientras tanto, la fiesta continuaba en el corral. 26 were in, she called for Eustaquia to go and find the vet, “Run and don’t waste any time; it might be an epidemic.” The vet arrived promptly. After a quick examination of one of the hens and unable to hide a peal of laughter, he said, “Elisa, this hen is drunk as a lord.” “Drunk? But how on earth…?” A lengthy investigation was not necessary. Some uneaten cherries which the birds hadn’t been able to gobble up, were found. After a short interrogation, the members of the gang confessed. Meanwhile, the rumpus in the yard continued. 26 X - EL INCENDIO X - THE FIRE No se terminaron los juegos después de la borrachera de las aves, sino todo lo contrario; lo ocurrido les unió aún más, hasta el punto que sólo se separaban cuando la madre de Julieta venía a buscarla a la hora de las comidas o para ir a la cama. Las travesuras se sucedían; un día mezclaron el arroz con el maíz en el granero; otro, derribaron un saco de harina, que al caer les cubrió con su blanco polvo; en especial a Miguelín, que fue el que más cerca estaba. Luego, les llegó el turno a los albaricoques, y así una tras otra… La llegada del verano aumentó sus horas de juegos, ya que ahora no tenían que ir a la escuela. Una sequedad persistente había sido la característica de aquel verano. Las vides aparecían con sus troncos retorcidos y resecos. Las malas hierbas se habían vuelto amarillentas y secas en los herbazales; la tierra estaba agrietada a causa del sol y la sequía. Sólo las tierras de regadío en las márgenes del río conservaban su verdor gracias a los continuos cuidados y atenciones de los labradores. La abuela se solía sentar en su mecedora en la gran entrada, buscando un lugar en donde corriera un poco de aire. Pero el único lugar fresco era el sótano, en donde se guardaba el vino, la fruta y todos los productos de la matanza del cerdo. Eliseta no parecía estar muy preocupada con la sequía y el calor: gracias a sus compañeros de juegos se encontraba mucho mejor. Sus grandes ojos de mirada apagada y triste parecían haber adquirido nueva vida, y su débil constitución se encontraba también muy mejorada. Algo que no había cambiado en ella era el gran amor por su hijo, aquel muñeco de trapo que ama Natalia le hizo hacía ya varios años. - ¿Dónde están los niños? - preguntó Pilar. - Deben estar por arriba, aunque no les he oído en toda la tarde, - contestó la abuela. - Voy a llamarles y así podremos darles de cenar y meterlos en la cama. Después de llamarles repetidas veces, consiguió hacerles bajar. The games were not over after getting the birds drunk - quite the reverse; the event had united the three even more, and Julieta only left the house on the hill when her mother came to fetch her at mealtimes or for bed. The pranks would follow one after the other. One day they mixed the rice with the maize in the granary; on another, they pulled down a sack full of flour, which covered them with its white powder, especially Miguelín who stood nearest. Then it was the apricots’ turn, and so, one escapade followed the other… The arrival of summer increased the hours for play, as they didn’t have to go to school. A persistent drought had been the feature of that summer. The vines had twisted and their stems were very dry. The weeds in the grassland had turned yellowish and withered, and the earth had cracked open because of the sun and the dry season. Only the irrigated land along the river banks kept its greenness thanks to the continual care and attention of the farm labourers. Grandmother would sit in her rocking chair in the big hall, always trying to find a place where there was a little breeze. But the only cool place was the cellar, where the wine, the fruit and all the products from the killing of the pig were kept. Eliseta didn’t seem to be bothered by the drought and the heat; thanks to her playmates she was a lot better. Her big eyes, with their dull and sad gaze, seemed to have acquired new life, and her constitution had also improved considerably. One thing that had not changed in her was her great love for her ‘son’, that rag doll which Nanny Natalia had made some years ago. “Where are the children?” Pilar asked. “They must be upstairs, although I haven’t seen them all afternoon,” Grandmother answered. “I’m going to call them so we can give them their supper and put them to bed.” After calling them several times, she managed to get them to come 27 27 - Qué ¿no queréis cenar? Vamos, ir a lavaros las manos y mañana ya jugaréis más. Una vez cenados, les acostaron, aunque como era costumbre, Miguelín se quejó diciendo que era muy temprano. El abuelo, que había salido a dar de comer a los caballos, al salir de la cuadra miró hacia el cielo en busca de alguna señal de lluvia. Con una mezcla de sorpresa y sobresalto, vio que salía humo por una de las ventanas del desván. Sin perder tiempo, empezó a correr escaleras arriba, pero cuando llegó ya era demasiado tarde. Las llamas ya habían empezado a devorarlo todo. Dando grandes voces hizo que todos abandonasen la casa. El mismo sacó de sus camas a Eliseta y a Miguelín. Ahora ya no era humo, sino llamas las que se asomaban por las ventanas. Alguien, que las vio desde el pueblo, empezó a tocar la llamada de fuego. El sonido de las campanas sobresaltó a toda la gente que descansaba tomando el fresco. Todo el mundo comenzó a correr en dirección a la colina. Las llamas ya habían pasado al primer piso. Todo el pueblo estaba ahora en torno a la casa. Algunos hombres habían subido al tejado por el ala izquierda de la casa y con picos intentaban combatir el fuego desde arriba, echando a pique el techo del desván; otros, que habían formado un cordón a lo largo de la escalera, arrojaban, sin parar, cubos de agua sobre las llamas. Un olor a quemado se había apoderado del limpio aire. De improviso, de entre los ruidos de voces y cascotes, se escuchó un grito de pánico: -¡Eliseta…! La abuela, que tenía a Miguelín en los brazos, había echado de menos a la niña que había estado junto a ella todo el tiempo. Dando el niño a su madre, echó a correr en dirección a la casa. Nadie la pudo parar. Ella sabía dónde estaba Eliseta. Pasó por delante de la fila de hombres, que casi habían extinguido el fuego. Subió por las escaleras del desván, que humeantes, crujían bajo sus pies; de vez en cuando, algunos cascotes se desprendían del dañado muro. Cuando llegó al desván, trató de encontrar a su nieta mirando ansiosamente en todas las direcciones. La única luz era la de la luna, vigilando por la abertura practicada en el techo. En algunos recovecos del desván continuaban ardiendo algunos enseres. Al avanzar unos pasos, sus pies tropezaron con una de las vigas que se había desprendido del techo; allí, debajo de la viga, encontró a Eliseta con su muñeco abrazado al pecho. Un 28 down. “So, you don’t want to have supper? Come on, wash your hands and tomorrow you can go on playing.” After supper, they put them to bed, although, as usual, Miguelín complained that it was still too early. Grandfather had gone outside to feed the horses. On leaving the stables he looked up at the sky for some sign of rain. Instead, with a sudden shock and scare, he saw smoke coming out of one of the loft windows. Without wasting any time, he ran up the stairs but arrived too late. The flames had already started to engulf everything. He shouted loudly for everybody to leave the house and he himself pulled Eliseta and Miguelín out of their beds. Now it was no longer smoke, but flames leaping from the windows. Someone who saw the flames from the village started to ring the fire-bell. The tolling of the bell alarmed all the people who were relaxing in the open-air. Everyone started to run towards the hill. The flames had already reached the first floor. The whole village was standing around the house. Some of the men had climbed on to the left gable of the roof of the loft and with pickaxes were fighting the fire from the top, trying to bring the loft roof down; others had formed a line along the stairs and were throwing buckets of water at the flames continuously. A burning smell had pervaded the clean air. Suddenly, a cry of panic was heard among the noise of the voices and falling rubble, “Eliseta…!” Grandmother, who was holding Miguelín in her arms, had just noticed the absence of the girl, who had been standing beside her all the time. Giving the boy to his mother, she ran towards the house. No-one could stop her. She knew where Eliseta was. She went past the line of men, who had nearly extinguished the fire. She climbed up the loft stairs, which were still smouldering and creaked under her feet; here and there, pieces of masonry fell off the damaged wall. When she got to the loft, trying to find her granddaughter, she looked around anxiously. The only light came from the moon, keeping watch through a hole in the roof. In odd corners some goods and chattels were still burning. As she walked a few steps, her feet bumped into one of the beams which had collapsed; and there, under that beam, she found Eliseta with her ragdoll clutched to her breast. A searing 28 punzante dolor se le clavó en el corazón e hizo que diese un grito de ciervo herido de muerte, al tiempo que se derrumbaba sobre los ennegrecidos escombros. Por un momento, el resplandor de la luna tocó, acariciándolo, el cuerpo de la niña; luego, subiendo, se perdió por los caminos del cielo, llevando con él una sombra que tenía la forma de una niña con un muñeco de trapo. El abuelo, ayudado por algunos hombres que le habían seguido, bajó el cuerpo desfallecido de la abuela y el cuerpo sin vida de la niña. La fuerza destructora del fuego había hecho que una pequeña vela encendida por Eliseta aquella tarde, no sólo destruyera el desván y parte del ala izquierda de la casa, sino también su propia vida. La noticia de la muerte fue pronto de boca en boca; todos los habitantes del pueblo y sus alrededores pasaron por el gran salón de la casa, en donde en un ataúd blanco descansaba el cuerpo de Eliseta. Su rostro conservaba su serena belleza; sólo un ligero corte en una sien y una acentuada palidez alteraban sus facciones. La abuela, que ya se había recobrado de su desmayo, aunque con el corazón destrozado, actuaba con la serenidad y fortaleza que siempre la habían caracterizado. Pilar no dejaba de llorar, abrazada a Miguelín. El abuelo era el que realmente preocupaba a las mujeres de la casa. Desde la noche anterior, en la que bajó el cuerpo sin vida de Eliseta, no había despegado los labios. Sentado en uno de los sillones del salón permanecía con la vista clavada en las cintas que colgaban del ataúd, como si estuviese hipnotizado. Todo pasó en silencio. Miguelín no podía comprender las silenciosas lágrimas que brotaban de los ojos de su madre y de los de las mujeres que entraban en el salón. La abuela, llevándolo junto a Eliseta, le dijo: - Anda Miguelín, dale un beso a tu hermana, que duerme y va a reunirse con vuestro papá en el cielo. Era la primera vez que el niño oía hablar de su padre y era demasiado pequeño para comprender. Pero a pesar de los pocos años, presintió que algo muy triste estaba pasando. Luego, su madre le llevó a su cuarto y se estuvo allí con él hasta que se llevaron a la niña. Realmente no podía hacerse a la idea de que se la llevaran. Ella no era tan fuerte como la abuela. 29 pain pierced her heart and an agonised groan, like that of a wounded deer, escaped her lips as she fell headlong on the blackened debris. For a moment, the gleam of the moon touched the young girl’s body in a caress; then, rising higher, it got lost in the heavenly paths, carrying along with it a cloud of smoke shaped like a girl with a rag doll. Grandfather, aided by a few men who had followed him, carried down the unconscious body of Grandmother and the lifeless body of the girl. The destructive power of fire, caused by a candle lit by Eliseta that afternoon, had not only destroyed the loft and part of the left wing of the house, but also her own life. The news of her death spread quickly from mouth to mouth; all the villagers and the people of the surrounding area passed through the drawing-room of the house, where the body of Eliseta lay in a white coffin. Her face retained its serene beauty; only a slight cut on one of her temples and her increased pallor had altered her appearance. Grandmother, who had recovered from her fainting, but whose heart had broken, acted with her characteristic serenity and fortitude. Pilar could not stop crying, holding Miguelín tight in her arms. Grandfather was the person whom the women of the house were really worried about. Since the previous night, when he had brought down Eliseta’s lifeless body, he had not spoken a word. Seated on one of the armchairs in the drawingroom, he stared at the ribbons which hung from the coffin, as if hypnotised. Everything happened in complete silence. Miguelín did not understand the silent tears which rolled freely from the eyes of his mother and the women who entered the drawing-room. Grandmother, taking him close to Eliseta, said to him, “Well Miguelín, give your sleeping sister a kiss. She is going to join your father in heaven.” It was the first time that the boy had heard anyone speak of his father, and he was too little to understand. But despite his young age, he had a premonition that something very sad was happening. Then his mother took him to her bedroom and she stayed there with him until her daughter had been taken away. She was not as strong as Grandmother. 29 XI - PENSAR XI - THINKING Grandes copos de nieve caían lentamente y se posaban sobre los árboles, las verjas, los tejados… La pequeña fuente, que desde la llegada del invierno no había tenido agua, se encontraba ahora cubierta por una helada capa. Desde una de las ventanas del edificio, un muchacho atisbaba, perdiéndose con su mirada en la lejanía. Habían transcurrido ya varios años desde el día del trágico incendio; tantos, que costaba trabajo reconocer en aquel muchacho, al que todos llamaban ahora Miguel, al niño de la casa de la colina. Hacía muy poco tiempo que las clases del segundo trimestre en el internado habían empezado. La verdad es que no le gustaba estar encerrado allí; pero lo aceptaba. Era sábado por la tarde, día dedicado a los deportes; pero éstos habían sido suspendidos a causa de la nevada. Tal vez influido por la morriña que le producía el estar allí encerrado y la fuerza hipnótica de la nieve, al ser contemplada fijamente, algo que pasó hacía mucho tiempo le vino a la memoria. (- Niñas, cintas blancas, coronas de flores. ¿Dónde estaba él?... Alguien lloraba calladamente, pero ¿quién? ) Era imposible llenar el vacío de tantos años. De momento, recordó haberse asomado a una reja. (- Sí, ahora veía claro. Fue el día del entierro de Eliseta. Unas niñas llevaban coronas de flores, con cintas blancas. Las cintas estaban atadas a las asas plateadas del ataúd… velos negros… llanto lastimero…) No; era en vano. Por más que se esforzaba no podía recordar. (- ¿Qué pasó después? Mujeres vestidas de negro. Mantos con los que se cubrían sus cabezas. Silencio.) No oyó hablar muchas veces de Eliseta. Ni él había preguntado nada; sabía que nunca la volvería a ver. Alguien pasó por detrás de él y dándole un amistoso cachete, dijo: - ¿Qué haces tan pensativo? A tu edad no se debe pensar demasiado. Contestó algo así: - No, si no pensaba; es que me gusta contemplar la nieve. Large snowflakes were falling softly and landing gently on the trees, the hedges, the roofs… The small fountain, which had been dry since the beginning of winter, was now covered in an icy cloak. From one of the windows of the building, a young lad was looking out into the distance as far as his eyes could see. Quite a few years had already gone by since the day of the tragic fire; so many, that it would have been difficult to recognize in that lad, whom everybody called Miguel, the child from the house on the hill. The second term in the boarding school had just begun. In truth, he didn’t enjoy being locked up there; he just accepted it. It was Saturday, sports-day, but it had been cancelled because of the snow. Perhaps because of the hypnotic power of the snow, as he stared at it, and the homesickness caused by his confinement, something which happened a long time ago came back to his mind. (Girls… white ribbons… wreaths… Where was he? Somebody was crying quietly, but who was it?) It was impossible to fill the gap after so many years. Suddenly, he remembered looking out through the grill on the window. (Yes, now he could see clearly. It was the day of Eliseta’s funeral. Some of the girls carried wreaths with white ribbons. Ribbons were tied to the coffin’s silvery handles; black veils… mournful crying…) No; it was in vain. The more he tried, the less he could remember. (What happened then? Women dressed in black… Black shawls covering their heads… Silence...) He did not often hear anybody speak of Eliseta. Nor had he asked anything; he just knew that he would never see her again. Someone walking past behind him gave him a friendly tap on the head and said, “Why are you looking so pensive? You shouldn’t think so much at your age.” He answered something like this, “No, I wasn’t thinking at all; I just like to gaze at the snow.” 30 30 (- Sí, tenía razón. No era bueno pensar. Una tarde libre; tenis de mesa, ajedrez, leer, escribir a casa...) - Escribe todas las semanas… - le dijo su madre al despedirse. (- Pero, ¡era tan bonita aquella paz! El silencio… La nieve...) Otra vez su pensamiento se perdió en el pasado. Esto lo recordaba muy bien; pasó un día que estaba jugando en la plaza con otros niños. Estaban jugando al escondite y, al ir a esconderse, tropezó con unas mujeres que iban a la iglesia. - ¿Quién es este rapaz? - preguntó enfadada una de ellas. - Es el hijo de Miguel, el joven de la casa de la colina que fue asesinado por los rojos. Sin detenerse a pensar, corrió hacia la casa. Él sabía que su padre había muerto en la guerra, pero la palabra asesinado tenía otro significado. A medida que corría se repetía a sí mismo, asesinado, asesinado… Cuando llegó a la casa estaba sofocado, sin aliento. - ¡Abuela! ¡Abuela! ¿Dónde estás? - Pero, ¿qué te pasa? - contestó la abuela saliendo de una de las habitaciones. - ¿Por qué asesinaron los rojos a papá? La abuela se quedó hecha de piedra. En realidad era de esperar la pregunta. El niño había crecido y era algo que debía saber. (- ¿Por qué lo asesinaron? No, no lo sabía. La carretera… la cuneta… los muertos… la sangre...) Todo lo tenía presente, con la misma claridad de aquella fría madrugada cuando fue a recoger el cuerpo destrozado de su hijo. Los habían muerto unas horas antes. Su hijo intentó escapar, pero no lo consiguió; su cuerpo fue aplastado por las ruedas del camión que les había llevado al lugar de la ejecución. Un sentimiento de odio se apoderó de ella; pero pronto, el recuerdo de lo que pasó al final de la guerra, hizo que su sentimiento se tornase en uno de tristeza. - Fue la guerra. Tu padre estaba en el bando nacional y por eso lo mataron. Lo mismo pasó con los padres de los niños del otro bando, muertos por los nacionales. La guerra… Unos años más tarde sabría Miguelín las circunstancias tristes de la 31 (Yes, he was right. Thinking was not good. A free afternoon; table tennis, chess, reading, writing home…) “Write every week,” his mother had said when he left. (But, that peace was so wonderful! The silence… The snow…) Once again his thoughts travelled to the past. He remembered something very clearly; it happened one day when he was in the square with some other children. They were playing hide and seek and, as he was on his way to hide, he bumped into some women who were going to church. “Who is this kid?” one of them asked, annoyed. “He’s Miguel’s son, that young man from the house on the hill who was assassinated by the commies.” Without stopping to think, he ran home. He knew his father had died in the war, but the word ‘assassinated’ had a different meaning. As he ran, he kept repeating to himself, assassinated, assassinated… When he arrived home, he was upset and out of breath. “Grandma! Grandma! Where are you?” “Goodness, whatever’s the matter with you?” Grandmother answered coming out of one of the bedrooms. “Why did the commies assassinate my dad?” Grandmother looked petrified. In fact, the question might have been expected. The child had grown up and it was something he should know. (Why did they kill him? She didn’t know. The road… the ditch… the dead… the blood…) She remembered it all, with the same clarity as of that early morning, when she went to pick up the massacred body of her son. They had killed him a few hours earlier. Her son had tried to escape, but he couldn’t; his body was crushed by the wheels of the lorry which had taken them to the place of execution.) A feeling of hatred took hold of her; but soon, the memory of what happened at the end of the war changed her hatred into sadness. “It was the war. Your father was in the Nationalist camp and that’s why they killed him. The same happened to boys’ fathers who were killed by the Nationalist for being in the Republican side. The war…” A few years later Miguel would find out the sad circumstances of his 31 muerte de su padre. Había parado de nevar. Poco a poco, comenzó a oscurecer. El gusanillo del hambre le ayudó a recordar que la hora de la cena debía estar ya cerca. A medida que se acercaba al comedor oyó el ruido de los platos y los cubiertos. Un olorcillo a hervido salía por los resquicios de una de las puertas de la cocina. (- No es bueno recordar. Incluso las cosas alegres se recuerdan con nostalgia. Es mejor vivir el presente: clases… deportes… exámenes… vacaciones…) - Sí, tengo que escribir a casa hoy mismo, - susurró a media voz, al tiempo que abría una de las puertas del comedor que daba al pasillo. 32 father’s death. It had stopped snowing. Bit by bit, it started to get dark. The little hunger-worm announced that dinner time was near. As he approached the dining-room he heard the noise of plates and cutlery. A lovely smell of stew escaped through the gaps in the kitchen doors. (Remembering is not good. We even remember happy things with nostalgia. It’s better to live in the present: lessons… sport… exams… holidays…) “Yes, I must write home before the day is over,” he whispered, as he was opening one of the doors leading from the corridor into the diningroom. 32 XII - EL INVIERNO XII - WINTER El comedor del colegio era una larga sala con dos hileras de mesas de mármol y paredes cubiertas de azulejos. Esto producía una sensación de frialdad, tal vez motivada por la sobriedad del lugar. Lo mismo los pasillos, los grandes dormitorios y las amplias aulas. Lo único que se escapaba de esta austeridad era la capilla; con sus majestuosos retablos, cuadros y lámparas. - ¿Qué te sucede? ¿Algún sermoncito del prefecto? - le preguntó uno de los compañeros. - No, no es nada. Sólo un ligero dolor de cabeza. La cena aquella noche le pareció que era peor que nunca. (- Cómo echaba de menos los guisos de su madre. ¡Qué diferente era el olor que venía de su cocina! Cuando vaya por Pascua, tengo que pasarme el día comiendo.) Miguel como muchos de sus amigos guardaba en su armario del dormitorio un bote de leche condensada y una caja con pastas. Antes de ir a la cama, solía prepararse un vaso de leche y comer unas magdalenas. Aquella noche las magdalenas le supieron a gloria. Se durmió plácidamente, pensando que el día siguiente era día de visita. El padre Lorenzo le comunicó que tenía visita. Sin detenerse a preguntar quién era, cogió su abrigo y se lanzó a correr por el pasillo. Bajó la escalera montado sobre la barandilla hasta el remate de ella, en donde había una figura de hierro fundido sosteniendo un globo de vidrio. - Un día te vas a romper un hueso, - le amonestó cariñosamente su madre. Empezaron a caminar hacia el pueblo, que estaba cerca del colegio. El campo se les ofrecía cubierto por una nieve cegadora bajo los rayos del sol. Hacía frío. Un frío sano, que como la abuela decía, ‘era bueno para el cuerpo’. Un perro sarnoso, que parecía no haber comido mucho últimamente, se les unió. Una bandada de pájaros pasó volando en busca de un clima más templado. Miguel le habló al perro, que pronto se hizo The boarding school’s dining-room was long with two rows of marble tables, and walls covered in glazed tiles. Perhaps due to this austerity the effect was one of coldness. The corridors, the large dormitories, and the spacious classrooms were just the same. Only the chapel escaped this Spartan quality, with its magnificent altarpieces, paintings and chandeliers. “What’s the matter with you? Did you have a little lecture from the prefect?” One of his schoolmates said to him. “No, no, it’s nothing. It’s only a mild headache.” That evening, dinner seemed even worse than before. (How he longed for his mother’s cooking! The lovely smells coming from her kitchen were so different! When I go back home for Easter, I’ll spend the whole time eating.) Like many of his friends, Miguel kept a tin of condensed milk and a box of cakes in his locker. Before going to bed, he would drink a glass of milk and eat a few fairy cakes. That night the cakes tasted heavenly. He fell asleep peacefully knowing that the following day was visiting day… Father Lorenzo told him that his visitors had arrived. Without bothering to ask who they were, he took his coat and ran along the corridor. He slid down the banister of the staircase as far as the newel post on which there was a cast-iron figure holding a glass globe. “One day, you’ll break a leg,” his mother admonished him affectionately. They began to walk towards the town which was near the school. The countryside lay before them covered with blinding snow as it reflected the sun’s rays. It was cold: healthy weather, which Grandmother called ‘bracing’. A stray dog, that didn’t seem to have eaten much recently, joined up with them. A flock of birds, ever in search of a warmer climate, flew over them. Miguel said something to the dog, who quickly 33 33 inseparable. Se estaban acercando al pueblo. Las casas se recortaban en el horizonte. Nubes grises de humo se desprendían de los blancos tejados. La gente había empezado a limpiar las aceras. Por fin, llegaron a un típico establecimiento donde se servían comidas. El lugar no era elegante pero tenía una atmósfera hospitalaria: mesas de madera, sillas de enea y una gran chimenea donde ardía un fuego de grandes leños. Se sentaron a una de las mesas. Pronto llegó una ensalada de col, tres grandes filetes asados a la parrilla y una botella de vino de la región. A Miguel se le hizo la boca agua al contemplar los filetes. - Todos están muy bien, - contestó Pilar a su hijo, - esperando que lleguen las vacaciones de Pascua para tenerte otra vez en casa. La abuela le preguntó por sus clases, los deportes, la comida… Pilar les contemplaba pensativa y callada; sonriendo de vez en cuando al ver lo mucho que se parecían la abuela y el nieto. (- ¡Cómo ha crecido! ¡Cuánto sabe! Se parece a mi Miguel: alto, amplia sonrisa, sensato. Si su padre viviese…) - ¿A qué viene esa cara tan larga? - le preguntó la abuela. - Me parece que estoy algo mareada. - Tal vez el vino. Mejor será que volvamos al colegio dando un paseo. Verás lo rápido que se te pasa. Cuando regresaron, los continuos comentarios de la abuela acerca del colegio y el lugar, le hicieron pensar que era muy afortunado al poder estar allí. Pero Miguel añoraba su casa, los campos, el nuevo huerto, plantado en la parte alta del río, los caballos… Verdaderamente quería a la tierra y, aunque su madre le había dicho que le gustaría que fuese médico, él quería estudiar algo que no le obligase a separarse de sus campos. Al llegar al colegio ya era bastante tarde. Miguel se despidió a regañadientes y desde la verja del colegio vio a las dos mujeres que, cogidas del brazo, desaparecían en dirección a la estación de autobuses. Había comenzado a soplar algo de viento. (- El viento… Los árboles… La nieve… Los filetes... La sonrisa de su madre... Los consejos de la abuela… Mañana lunes, literatura, matemáticas; no, no le gustaban las matemáticas, pero le gustaba la literatura: El Lazarillo de Tormes, Platero y yo. El profesor de 34 became his friend. They were approaching the village. The houses were silhouetted against the skyline. Grey clouds of smoke rose up from the white roofs. A few people had started to clean up the pavements. At last, they reached the local inn where meals were served. The place was not particularly elegant, but it had a welcoming atmosphere: wooden tables; rush seats and a large fireplace where a log fire was burning. They sat down at one of the tables. Soon a cauliflower salad, three large grilled steaks and a bottle of local wine were brought to their table. Looking at the steaks made Miguel’s mouth water. “Everybody is very well,” Pilar said, “waiting to see you back home for the Easter holiday.” Grandmother asked him about his classes, the sports, the meals… Pilar watched them quietly and thoughtfully, smiling now and then, seeing how alike Grandmother and grandson were. (How much he has grown! He knows so much! He looks like my Miguel: tall, wide smile, sensible. I wish his father could see him…) “Why do you have that pasty face?” Grandmother asked her. “I think I feel a bit sick.” “Maybe it’s the wine. It would be a good idea to go for a stroll on our way back to the school. You’ll soon feel better.” On their way back, Grandmother’s continued comments about the boarding school and the place in general, made him think that he was very fortunate to be there. But he yearned for his home, the fields, the new orchard planted on the high margins of the river, the horses… Indeed, he loved the land, and even though his mother had said that she would like him to become a doctor, he wanted to study something which would not oblige him to leave his fields. When they arrived it was quite late. Reluctantly Miguel said goodbye and, from the iron gate of the school, watched the two women, arm in arm, disappearing in the direction of the bus station. A light wind began to blow. (The wind… The trees… The snow… The steaks… His mother’s smile… Grandmother’s advice… Tomorrow Monday, literature, maths; he didn’t like maths, but he liked literature: El Lazarillo de Tormes, Platero y yo… The maths teacher! Look out, careful, let’s see… Anyway, 34 matemáticas… Ojo, precaución, ya veremos… En fin, sólo faltan unas semanas.) Se oyeron unas voces. Por una de las puertas salieron corriendo sus compañeros. Corrían de un sitio a otro lanzándose bolas de nieve. Uno de sus amigos le arrojó una que le dio en todo el cogote. Miguel se unió a la batalla. (- Estar allí también tenía sus recompensas.) 35 only a few weeks left…) He heard the sound of voices. His schoolmates appeared from one of the doorways. They began to run from one corner to the other throwing snowballs. One snowball, thrown by a friend, hit him on the back of his neck. Miguel joined the battle… (Being there also had its advantages.) 35 XIII - EL VIAJE XIII - THE JOURNEY Era el último autobús de la tarde del domingo y en la estación de autobuses había mucha gente esperando. Cuando las dos mujeres llegaron ya estaba casi lleno, listo para salir. El cobrador disponía las maletas en el maletero y el chófer aguardaba sentado frente al volante mascando la colilla apagada de un cigarro. Al subir al autobús la abuela buscó sus asientos y se encontró con que alguien se había sentado en ellos. Eran dos estudiantes que se habían acomodado allí al ver que eran los únicos que quedaban vacíos. Con su acostumbrada calma y aplomo dijo: - Jovencitos, si no me equivoco éstos son nuestros asientos. Por fin el cobrador subió y el autobús arrancó. Cruzaron la plaza que había delante de la estación y que había sido desprovista, parcialmente, de su capa de nieve. Después, dejaron atrás el puente que había a la salida del pueblo; las aguas del riachuelo bajaban turbias y era fácil ver residuos de los desperdicios de las fábricas de mantas. La gente se fue callando poco a poco. Pilar miraba el paisaje: el cielo estaba ensombrecido por unas nubes blanquecinas; la carretera se encontraba bordeada de viñedos; había algunas casas de campo cerca de la carretera y, cuando el autobús pasaba, siempre salía un perro que ladraba, sin acercarse demasiado. Más adelante comenzaron a aparecer pinos y los campos de almendros. Al llegar al puerto de montaña, el paisaje era realmente impresionante; el pinar era ahora muy denso y las copas de los árboles llevaban puestas boinas blancas. La abuela había entablado conversación con una mujer gruesa que tenía un niño sentado sobre sus rodillas. Ahora la carretera zigzagueaba continuamente. Las curvas eran muy peligrosas en este segmento de la carretera. Pilar sintió una sensación de desasosiego: (- ¿Qué pasaría si fallaba algo en el motor? Peligro… Miedo… Vueltas de campana…) - ¿Quiere una galleta? - ofrecía la mujer gruesa. Pilar respondió con un rápido, - no, gracias. It was the last Sunday afternoon bus, and many people were waiting at the bus-station. By the time the two women arrived, the bus was nearly full, ready to leave. The bus conductor was putting the suitcases in the luggage compartment and the driver waited, seated at the front by the steering wheel, chewing the end of a cigar stub. After getting on the bus, Grandmother looked for their seats and found that somebody had already occupied them. Two students had settled down in them when they saw that they were the only empty ones left. With her usual calmness and composure she said, “Young men, if I’m not mistaken those are our seats.” At last, the conductor got on and the bus drove off. They crossed the square in front of the station, parts of which had been cleared of snow. Soon they left behind them the bridge at the edge of the town; the water in the rivulet flowed down murkily and pieces of rejects from the blanket factories were clearly visible. Gradually the travellers stopped talking. Pilar looked at the countryside: the sky was obscured by some whitish clouds, the road was bordered by vineyards; there were a few farm houses along the route and, as the bus drove by, a dog would bark, without getting too close. Further on, pine trees and almond fields began to appear. On reaching the mountain pass, the landscape was impressive; the pinewood was now very dense and the treetops wore white berets. Grandmother had entered into conversation with a fat woman whose young boy was sitting on her knee. Now, the road twisted all the time. The curves were quite dangerous on this section of the pass. Pilar felt restless and uneasy: (What would happen if the engine were to fail? Danger… Fear… The bus turning over and over…) “Would you like a biscuit?” The fat woman offered. Pilar answered with a quick, “No, thanks.” 36 36 El autobús iba ahora muy despacio ya que el asfalto se había vuelto muy resbaladizo. Pilar miró hacia abajo; los viñedos, las laderas escalonadas de las cercanas montañas. La nevada había alcanzado las alturas pero no el valle, así que a medida que terminaba el descenso del puerto, la nieve iba desapareciendo. La abuela continuaba charlando con la mujer y, entre las dos, se habían comido todas las galletas del niño. Al llegar al pueblo de Canals, la mujer gruesa se apeó. El autobús arrancó de nuevo dejando tras de sí una gran humareda. La carretera aunque estaba mojada por la lluvia, había perdido cualquier residuo de nieve. Tal vez a causa del madrugón y el calorcito en el interior del autobús, Pilar se había dormido. La abuela la contemplaba callada mientras ésta esbozaba una tenue sonrisa. (- ¿En qué pensaría? Probablemente en Miguelín. Sí, se parecía mucho a su padre.) Luego, su mirada se fijó en la carretera. A través del cristal de la ventanilla podía ver cómo pasaban los sembrados, los frutales… Los postes de alta tensión se habían poblado de cuervos, que alzaban el vuelo al paso del autobús con un graznar espantado. De repente, una cruz de piedra a un lado de la carretera le hizo demudar su rostro: (- ¿Por qué estaría allí? ¿Quién habría sido fusilado en aquel lugar?) Cerró los ojos. Quería dormir. (- Estoy cansada; debo dormir. El mármol blanco de la cruz... La cuneta… Manchas rojas sobre la carretera... Alguien le había cubierto la cabeza con una chaqueta… Su reloj estaba roto.) El autobús volvió a pararse dentro de otro pueblo y luego arrancó de nuevo. Cuando llegaron a casa era ya muy tarde; habían tenido que coger el autobús local. Ama Natalia se encontraba sentada junto al hogar de la cocina pelando unas patatas. - ¿Dónde está Domingo? - le preguntó la abuela. - Le he hecho ir a la cama. Con las hogueras de mañana ha estado, todo el día, más nervioso que de costumbre. 37 The bus was going slowly now as the asphalt had become very slippery. The snowfall had reached the high ground, but not the valley, so as the descent from the pass progressed, the snow gradually disappeared. Grandmother went on chatting with the fat woman until the two, between them, had eaten all the boy’s biscuits. At the small town of Canals, the fat woman got off. The bus started to move again leaving a cloud of smoke behind. Although the road was wet from the rain, it had lost any evidence of the snow. Having got up at the crack of dawn, Pilar had dozed off in the warmth of the coach. Grandmother looked at her silently and gave a gentle smile. (What would she be thinking about? Probably, it was about Miguelín. Yes, he looked very much like his father.) Then she stared at the road. Through the window she saw the sown fields and the orchards which passed by. The crows had populated the electricity pylons, and rose up together with a frightened cry as the bus drove by. All of a sudden a stone cross on the roadside changed the expression on her face: (Why was it there? Who would have been executed on that spot?) She closed her eyes trying to sleep… (I’m tired… I must sleep… The white marble of the cross… The ditch… Red stains on the road… Someone had covered his face with a jacket… His smashed watch…) The bus halted again in another small town and then continued its journey. It was very late when they arrived home; they had to catch the local bus. Nanny Natalia was sitting by the fire in the kitchen peeling potatoes. “Where is Domingo?” Grandmother asked her. “I made him go to bed. Because of tomorrow’s bonfires, he’s been unusually on edge all day. 37 XIV - LAS HOGUERAS XIV - BONFIRES Una noche cuajada de estrellas y la luna llena, que parecía sonreír, presenciaban complacidas el arrebato de alegría popular en honor a San Antonio. Las calles habían sido adornadas con farolillos y guirnaldas. Casi todo el mundo tomaba parte en la festividad; ésta, que duraría dos días, empezaba con la misa, la bendición de los animales, las tradicionales hogueras y continuaba el día siguiente con las carreras de caballos, carreras de sacos y la cucaña. A medida que anochecía, un extraño silencio se fue adueñando de todos los rincones de la casa de la colina. La habitación de la abuela estaba iluminada por una tímida bombilla y, de cuando en cuando, se oía la respiración fatigada del abuelo que yacía en su lecho, cubierto por el sudor. Desde la muerte de E1iseta, la salud del abuelo había sufrido continuos reveses, que había podido superar gracias a los ininterrumpidos cuidados de su mujer. Aquella mañana se había levantado bastante bien; pero la excitación provocada por las hogueras de la noche, hicieron que sufriera uno de sus ataques asmático-nerviosos. En el pueblecito habían empezado a arder las hogueras. Se quemaban haces de leña, cañas, cajas de cartón, sillas viejas y todo tipo de enseres desechables. El fuego, atizado por la gente, lo consumía todo en llamas chispeantes. Alguien dijo: - ¿Sabéis que el Señor Domingo se está muriendo? Hubo un momento en que el abuelo pareció recobrarse, momento que aprovechó Don Vicente para darle los últimos auxilios. La abuela levantó la colcha al pie de la cama. Don Vicente untó su pulgar con el Santo Óleo, que llevaba en una cajita de plata, y trazó dos cruces sobre los pies del enfermo. La abuela y ama Natalia, sentadas al lado de la cama, lo miraban desconsoladas. El abuelo las miró tratando de decir algo. La abuela se le acercó y se inclinó hacia él. Un ronco estertor, inarticulado y confuso, se le escapó de la garganta y le arrebató la vida. Su cabeza A star-studded sky and a full and smiling moon looked down serenely upon the rapture of popular joy in honour of Saint Anthony. The streets had been decorated with garlands and small lanterns. Nearly everyone took part in the festivities; they would last two days, starting with Mass, the blessing of the animals and the traditional bonfires, and would continue the following day with horse-races, bag races and a greasy-pole competition. As it got dark, a strange silence took hold of every corner of the house on the hill. Grandmother’s bedroom was lit by a tiny bulb, and, now and then, Grandfather’s difficult breathing was heard. He lay on the bed, covered in sweat. Since Eliseta’s death, Grandfather’s health had suffered a series of setbacks, which he had only been able to overcome thanks to his wife’s constant care. That morning he had got up feeling quite well; but the excitement of the evening’s bonfires had brought on one of his asthmatic attacks. The bonfires had started in the village, burning bundles of firewood, reeds, cardboard boxes, old chairs and all sorts of discarded household items. Poked into a blaze, the crackling flames reduced everything to ashes. Someone said, “Do you know that el señor Domingo is dying?” There was a moment in which it seemed Grandfather was getting his strength back, which Father Vicente took advantage of to administer the last rites. Grandmother lifted the bedcover from the foot of the bed. Father Vicente, smearing his thumb with Holy Oil, which he carried in a small silver box, traced two crosses on the feet of the dying man. Grandmother and Nanny Natalia, seated close to the bed, looked at him, heartbroken. Grandfather looked back at them trying to say something. Grandmother got closer and leaned towards him. A throaty sound, confused and incomprehensible, came out of his mouth and snatched 38 38 encontró el reposo final sobre la almohada. La mano de la abuela le cerró los ojos y el silencio, que había sido el único morador de la casa durante todo el día, dio paso al desconsolado gemir sin esperanza. La abuela fue la primera en tranquilizarse. Le puso un pañuelo por debajo de la barbilla y le hizo un nudo con dos de sus extremos en la cabeza. Luego, con la ayuda de ama Natalia, lo vistió, le juntó las manos y lo preparó así para su viaje definitivo. Sobre el lamentarse silencioso de la casa se podían oír las explosiones de los cohetes y los petardos de un pueblo en fiesta. Después, mientras las cenizas de las hogueras se fueron apagando, los vecinos de Tous fueron pasando por la casa durante toda la noche; algunos se ofrecieron para velar y acompañar a la familia en estas horas amargas. Amanecía cuando el taxi, que había alquilado Miguel, después de recibir la llamada telefónica, llegó a la casa de la colina. Las gotas heladas del rocío, tras temblar, caían… Lágrimas de un nuevo día que plañía por la muerte del abuelo. 39 his life away. His head came to its final rest on the pillow. Grandmother’s hand closed his eyes, and the silence, which had been the only occupant of the house during the whole day, gave way to hopeless and sorrowful moaning. Grandmother was the first to calm down. She placed a headscarf under his chin and knotted the two ends together over his head. Then, with the help of Nanny Natalia, they dressed him and placed his two hands together, preparing him for his final journey. Beyond the quiet mourning of the house you could hear the noise of the fireworks in the feasting village. Later on, as the ashes of the bonfires were dying down, villagers came to the house all night long; some offered to stay for the wake and to be with the family at such a bitter time. It was daybreak when the taxi, which Miguel had hired after receiving a telephone call, arrived at the house on the hill. Shivering drops of frozen dew were falling… like the tears of a new day, weeping for Grandfather’s death. 39 XV - EL ENTIERRO XV - THE BURIAL Aquella mañana un sol espléndido lucía sus galas de gran fiesta. La gente, tras asistir a la misa cantada, se había reunido en la plaza a la puerta de la iglesia. Existía una antigua tradición: la bendición de los animales en el día de San Antonio. Todos los animales del pequeño pueblo, los caballos, los burros e incluso los perros, fueron desfilando ante Don Vicente que, con la ayuda de unos monaguillos, les daba algarrobas bendecidas. That morning a magnificent sun was shining with its best festive attire. After having attended Sung Mass, the villagers had all gathered on the square in front of church door. An old tradition existed: the blessing of the animals on Saint Anthony’s Day. All the animals of the little town horses, donkeys, and even dogs - filed past Father Vicente, who, with the help of some servers, gave them all a blessed carob bean. From the moment he had arrived, Miguel experienced an odd feeling. The suddenness of the news, and finding himself in the house under such circumstances had unnerved him. After spending some time with the women of the house, who were in the sitting room, he went to the drawing-room. There they had placed, on the four corners of the coffin, four large candlesticks with four thick candles which lit up the room. There was a slight gap between the window shutters, allowing in a little cold air. Two old women, dressed completely in black, were seated near the coffin. They looked at him. Then they whispered something. One of them straightened up the black cloth hanging from the bier; the other was praying with a rosary in her hand. (What was happening to him? He wanted to cry, but he couldn’t.) He looked at the women, then, at his Grandfather, made an effort to cry, but instead of the weeping, a nervous grin appeared on his face. Without being able to stop himself giggling, he left the drawing-room, wanting to get as far away from that place as possible. He crossed the corridor, ran up the stairs until reaching the loft, his favourite play room as a child. He still was unable to stop his nervous laughter. He looked around, in a corner there was a large old chest. He opened it and saw something familiar; Eliseta’s rag doll. He picked it up with a shaking hand and sat down on an antique chair which creaked under his weight. He felt a lump in his throat. Straightway, a tearing groan, like the howling of a badly hurt animal, escaped from him: (Yes, now I feel much better; but why does death exist?) Desde el momento de su llegada, Miguel había sentido una sensación extraña. Lo inesperado de la noticia y el encontrarse en la casa en tan tristes circunstancias, habían quebrantado sus nervios. Después de haber pasado algún tiempo con las mujeres, que estaban en la salita, se dirigió al salón. En las cuatro esquinas del ataúd había cuatro gruesas velas colocadas sobre pesados candeleros. Una ligera abertura en las puertas de la reja del salón dejaba entrar un poco de aire frío. Dos viejas, vestidas completamente de negro, estaban sentadas cerca del féretro. Lo miraron; luego, cuchichearon algo. Una, arregló una tela negra que colgaba del catafalco; la otra, con un rosario en la mano, rezaba. (- ¿Qué le pasaba? Quería llorar, pero no podía.) Miró a las mujeres; luego, a su abuelo. Se esforzó en llorar; pero en lugar del llanto, una risa nerviosa afloró a sus labios. Sin poderse detener, dejó el salón. Quería alejarse de aquel lugar. Cruzó el pasillo. Después, subió las escaleras; por fin, llegó al desván, su lugar favorito de juegos cuando era niño. Seguía con su risa nerviosa. Miró alrededor. En un rincón, había un viejo arcón. Lo abrió y vio algo que le era familiar; el muñeco de trapo de Eliseta. Lo cogió con mano temblorosa. Se sentó en una vieja silla que crujió bajo su peso. Se le hizo un nudo en la garganta. De repente, se le escapó un gemido desgarrador, como el aullido de un animal malherido. (- Sí, ahora me siento mucho mejor. Pero, ¿por qué existiría la muerte?) 40 40 Se levantó. Miró alrededor del desván. Ahora veía con más claridad. Por una de las pequeñas ventanas entraba un limpio rayo de sol que daba sobre una mesa en la que había algunos libros cubiertos de polvo. Había también unas garrafas vacías, unas viejas sillas y dos antiguos sillones de hierro del jardín. -¡Miguelín! ¡Miguelín! Alguien le estaba llamando. - Sí, - contestó. - Anda, baja y cómete un plato de sopa que he preparado, - le contestó ama Natalia desde el pie de la escalera del desván. (- Tal vez si como algo me sienta mejor. Tal vez…, la muerte; la vida; el abuelo…) El bullicio era la nota dominante en el pueblecito. Habían terminado las carreras de caballos. Ahora, les tocó el turno a los hombres, que metidos en sacos que les llegaban hasta más arriba de la cintura, corrían entre el jolgorio general. Alguno que otro, al caerse, provocaba risas. Al final de la carrera se había colocado una cucaña: un palo largo untado con jabón, a cuyo extremo había sido atado un gallo. Cuando llegaban los corredores, se ponían a trepar por el palo que, por ser muy resbaladizo, hacía inútiles todos sus esfuerzos. El gallo, desde lo alto del palo, miraba asustado, temiendo ser alcanzado. Por fin, uno de los jóvenes, tras llegar casi al final, alargó el brazo y se hizo con el atemorizado animal. Todo el mundo aplaudió. Las campanas habían empezado a tocar con el quejumbroso toque de los entierros. Poco a poco, el pueblo en masa, que había estado en fiesta todo el día, comenzó a desfilar en silencio en dirección a la casa de la colina. La tarde se aproximaba a su fin y un bello crepúsculo iba a acompañar al abuelo en el último trecho de su peregrinaje en la tierra. 41 He got up. He looked around the loft again, seeing more clearly now. A diaphanous ray of light entered through one of the small windows and shone on a table on which dusty books were lying. There were also some empty demijohns, a few old chairs and two wrought iron garden-chairs. “Miguelín! Miguelín!” Someone was calling him. “Yes,” he answered. “Come down and have some soup that I’ve made,” Nanny Natalia called from the bottom of the stairs.” (Perhaps if I eat something, I may feel better…Maybe…, death; life; Grandfather…) A mood of ebullience had taken hold of the village. The horse-races were over. Now, it was the turn of the men, who were inside sacks which reached above their waists, to run through the general revelry. One after the other provoked laughter as they fell down. At the end of the course there was a greasy-pole with a cockerel tied to the top. As soon as the competitors arrived, they started to clamber up the pole, which was so slippery that their efforts were of little use. The cockerel looked down from high up on the pole fearing to get caught. Finally, one of the young lads, having nearly reached the top, stretched out his hand and grabbed the frightened bird. Everyone applauded. The church bells had begun to ring with a plaintive funereal sound. Gradually, the whole village, which had been celebrating all day, started to process towards the house on the hill. The end of the evening was drawing near, and a beautiful twilight was going to accompany Grandfather on the final stretch of his earthy pilgrimage. 41 XVI - LA PESADILLA XVI - NIGHTMARE Desde la muerte de su marido, la abuela se ocupaba de que el trabajo en el campo fuese a la marcha establecida. Se la solía ver ahora, con una sombrilla morada, caminar entre los surcos frescos de la huerta y hablar con los jornaleros. - Señora, este año las alcachofas se van a vender muy bien. - Bueno, eso será si no tenemos pedrisco como el año pasado. Aquel verano había sido muy caluroso y la abuela, con la ropa negra y el gran manto, que llevaba sobre la cabeza, se sentía con frecuencia sofocada. - ¿Cuándo te vas a quitar el manto? - le decía ama Natalia, cuando la acompañaba a veces en sus paseos de inspección por los campos. - No te preocupes. Yo soy la que padece el calor. De todos modos, era mi marido, ¿sabes? Además, sólo hace siete meses que murió. - Con este calor sofocante es inhumano llevarlo - continuaba por lo bajo aquélla. A veces, la abuela, cogía un puñado de tierra húmeda y, después de olerla, la apretaba en la palma de la mano sintiendo un frescor que se le metía en el alma. - Natalia, esto me refresca más que si me quitase el manto, - dijo enseñándole la roja tierra apretada. Cerca de las tierras de la abuela se alcanzaba a ver ahora el muro de la presa, que aunque se levantaba poco a poco, no dejaba de mostrarse menos amenazador ante los ojos de ésta. - Parece que las obras van progresando, - comentaba con un tono de disgusto, - lo único que le pido a Dios, es que no me deje ver su final. En el camino de vuelta a casa encontraron a Julieta que les dijo que había recibido carta de Miguel, que estaba pasando dos semanas en un campamento juvenil. - ¿Qué dice? - preguntó la abuela. - Me escribe que la comida es muy mala; sopa hecha con el caldo de los huesos del jamón, - aclaró riendo, - pero está entusiasmado con la paz de las montañas. Cuando llegaron a la casa, Julieta besó a las dos mujeres y se despidió. - ¿Tú crees que están enamorados? - Tú nieto, no lo sé; pero lo que es ella, está loca por él. After her husband’s death, Grandmother took charge ensuring that the work on the fields would get done as before. She could be seen walking between the furrows of the fertile land, with a purple parasol, talking to the labourers. “Señora, the artichokes will sell well this year.” “Well, that’s if we don’t get hail like last year’s.” That year the summer had been very hot and Grandmother often felt stifled by the black clothes and the large veil she wore on her head. “When are you going to stop wearing the mourning veil?” Nanny Natalia said to her when she went with her on one of her inspection rounds of the fields. “Don’t worry. I’m the one who’s suffering from the heat. Don’t forget, it was my husband, and it’s only seven months since he died.” “With this unbearable heat, it’s inhuman to wear it.” Nanny Natalia whispered. Sometimes, Grandmother would take a fist full of moist soil and, after smelling it, would press it inside her hand, feeling the coolness that went into her heart, “Natalia, this refreshes me more than if I were to take off my veil,” she said, showing her the squashed red soil. Near Grandmother’s land you could just begin to see the wall of the dam. Although it was rising slowly, it looked threatening to Grandmother’s eyes. “It looks as though the work is progressing,” she commented with a concerned tone in her voice. “The only thing I ask God is that He doesn’t let me see it completed.” On their way home they met Julieta who told them that she had received a letter from Miguel, who was spending a fortnight at a youth-camp. “He writes that the food is terrible; soup made with the ham bone stock,” she clarified laughingly, “but he loves the peace of the mountains.” When they arrived home, Julieta kissed the two women and said goodbye. “Do you think they’re in love?” “I don’t know about your grandson, but as far as she’s concerned, she is madly in love with him.” 42 42 - Bueno, éstas son cosas de la juventud, - terminó diciendo. Aquella noche el calor era insoportable. La reja de la habitación de la abuela se encontraba entreabierta; pero ni una pizca de aire entraba por ella. El cuerpo de la abuela, cubierto por una sábana de hilo blanco bordado, se movía inquieto en la gran cama de caoba. Su largo pelo, que había emblanquecido con los años, estaba húmedo y una mueca de amargura ensombrecía su rostro: (- Era de noche. Llovía. La puerta de la casa de la colina era de cristal, con adornos de flores de hierro. Alguien con un gran martillo, tras romperla, entró. ¿Qué hacía? Había entrado en el salón. Estaba dando martillazos. Lo iba a destruir todo. ¿Quién era aquella mujer vestida de blanco? El pelo era largo, de finas hebras blancas. No podía verle la cara. La mujer puso sus manos alrededor del cuello del hombre. Éste, lanzó el martillo que rompió un gran jarrón de cristal con flores que había sobre una mesita; luego, se desplomó. Una mujer estaba recogiendo las flores. Rojas rosas… Una espina… Sangre… Las manos… ¡Eran sus manos! Dejó la habitación. La gran entrada estaba llena de gente. Unos, reían; otros, lloraban. Volvió al salón. Tenía que recoger los pedazos del jarrón roto. Había una gran mancha roja sobre la alfombra. Vio el rostro del hombre que la miraba con los ojos espeluznantemente abiertos. Conocía aquel rostro. Sí, era el ingeniero jefe del pantano. Dejó la casa. Corrió hacia sus tierras. Llovía. Cuando llegó a sus campos, éstos habían sido cubiertos por las aguas. Súbitamente, el grueso muro de la presa se rompió y una tromba de agua se abalanzó sobre ella.) Se despertó cubierta por el sudor. Se sentía cansada. Se levantó y se lavó la cara. Miró el reloj: eran las tres de la madrugada. Se acercó a la reja. La noche era clara y silenciosa. No llovía. Cuando volvió a la cama la almohada estaba húmeda. Le dio la vuelta: (- Sólo ha sido una pesadilla; tal vez el pantano sea otra y por la mañana, cuando me levante, el muro habrá desaparecido.) A la mañana siguiente se levantó quebrantada. El muro continuaba allí. 43 “Well, I suppose that’s the privilege of the young,” she ended up by saying. That night the heat was unbearable. The bedroom window was half open, but not even a breath of air was coming in. Grandmother’s body, covered with an embroidered sheet of white linen, moved restlessly in the large mahogany bed. Her long hair, which had turned grey, was damp, and a painful grimace cast a shadow over her face: (It was night. It was raining. The door of the house on the hill, made of glass, was decorated with flowers of iron. Someone, after breaking the door with a heavy hammer, had walked inside. What was he doing? He had entered the drawing-room. He was hammering away. He was going to destroy everything. Who was that woman dressed in white? She had long silvery hair. She couldn’t see her face. The woman’s hands were now placed around the man’s neck. He threw the hammer away, breaking a large vase of flowers that was on a little table; then he fell headlong. A woman was now picking up the flowers. Red roses… A thorn… Blood… A pair of hands… They were her hands! She left the drawing- room. The big hall was full of people. Some of them were laughing; others, crying. She went back to the drawing-room. There was a large red stain on the carpet. She saw the man’s face staring at her with wide-open and horrifying eyes. She knew that face. Yes, it was that of the chief engineer of the reservoir. She came out of the house. She began to run in the direction of her fields. It was raining. When she got there, the fields had already been flooded. Suddenly, the thick wall of the dam broke and a violent surged of water poured over her.) She woke up covered in sweat. She was feeling tired. She got up and washed her face. She looked at the clock: it was three in the morning. She walked to the grille across the window. It was a clear and silent night. It wasn’t raining. When she went back to bed, the pillow was still moist. She turned it over: (It has only been a nightmare; maybe in the morning, when I get up, the dam wall will have vanished.) She got up, shattered. The dam wall was still there. 43 XVII - EL NOVIAZGO XVII - THE COURTSHIP Habían transcurrido tres años desde el entierro del abuelo. Mayo había llegado con su luz y sus flores. Miguelín se pasaba los fines de semana en Tous estudiando. Los exámenes, para su ingreso en la Universidad, se acercaban. Uno de los lugares al que le gustaba ir a estudiar era el muro del pantano, que había sido terminado y se levantaba majestuoso sobre el valle. Las obras proseguían ahora en el otro extremo de éste. - La noche todo lo recoge; - solía decir la abuela cuando volvía a casa ya anochecido. - ¿Qué has estado leyendo? - Apuntes sobre Descartes. ¿Quién es ese Descartes? - ¡Abuela! Descartes fue un filósofo francés de la primera mitad del siglo XVII. Para mí, el más profundo pensador de los escritores de su país. - ¿Y que decía? - Decía que si dudamos de nuestra existencia, pensamos; y si pensamos, existimos: “pienso, por lo tanto existo”. - ¿Por qué darán tantas vueltas a las cosas? - criticó la abuela, - como si no fuesen bastante los problemas con que una se encuentra todos los días. Por las noches, Miguel y Julieta daban una vuelta por el río después de cenar. La amistad, que les había unido siempre, había madurado y estaba tomando un matiz que les hacía permanecer callados cuando estaban solos. Este silencio se había hecho agobiante últimamente. Se oyeron sus pisadas sobre la gravilla de las márgenes del río; el tranquilo transcurrir de las aguas; el chapotear de las ramas de los chopos; el croar de las ranas y el vuelo de algún pájaro asustado. La luna se movía lentamente, era pálida plata. A veces, las nubes grises cruzaban su enigmático rostro. Había luna llena; como un cisne que ha escondido la cabeza, se reflejaba en el río. Julieta arrojó un pequeño guijarro negro. La superficie del agua se rizó en pequeñas ondas. El graznido estridente Three years had gone by since Grandfather’s death. May had arrived with its flowers and its light. Miguel spent the weekends in Tous studying. The entrance examination for the University was drawing near. One of the places where he liked to study was by the wall of the reservoir, which had already been completed, and it was rising majestically above the valley. The building work had moved to the other end of the valley. “Nightfall gathers all in,” Grandmother used to say when he arrived back after dark. “What have you been reading?” “Annotations on Descartes.” “Who’s Descartes?” “Grandma! Descartes was a French philosopher of the early 17th century. I think he’s the most profound thinker among the writers of his country.” “And what did he say, then?” “He used to say that if we doubt our existence, we think; and if we think, we exist: ‘I think, therefore I am’.” “Why do people turn things upside down?” Grandmother criticised. “As if there weren’t enough problems we have to face every day.” At night, after supper, Miguel and Julieta usually took a stroll along the river. The friendship, which had always united them, had matured and had become the type which made them silent when they were alone together. Recently that silence had become unsustainable. You could hear their footsteps on the gravel along the riverbank; the quiet flowing of the water, the rustling of the branches of the black poplars, the croaking of frogs, and the flight of a frightened bird. The moon moved slowly; it was pale silver. Sometimes, grey clouds crossed its enigmatic face. It was a full moon. Like a large swan that had hidden its head, it was reflected in the water. Julieta threw a black pebble into the water. Its surface rippled into tiny waves. The high-pitched, hoarse 44 44 de una lechuza rompió el silencio. Julieta empezó a hablar: -¡Mira la luna! ¿Tú crees que el hombre llegará a poner sus pies en ella? - Sí. Un día el hombre la conquistará; aunque, no sé cuándo. - ¿Por qué quiere el hombre ir a la luna? - Porque quiere saber lo que hay allí. - ¿Conoces el poema de Federico García Lorca que habla de la luna? - Sí, pero no entiendo por qué la canta como mensajera de la muerte. - Tal vez, porque siempre camina en la oscuridad. - ¿Cómo hacen algunos enamorados? Julieta sintió que las piernas le flaqueaban. Nerviosa e indecisa no pudo reaccionar por unos momentos. Luego, inesperadamente, le dio un beso en la boca y salió corriendo. Desde aquella noche, Miguel y Julieta fueron novios, aunque decidieron mantenerlo en secreto. La abuela, a quien nunca se le pasaba nada por alto, se dio cuenta del nuevo cambio. Para estar completamente segura, decidió sonsacarle a su nieto. - Parece que Julieta está enamorada de ti y pienso que a ti no te desagrada la idea. - Y yo pienso que tú eres una sabelotodo. - Bueno, sea lo que sea lo que yo piense, debes ser un chico serio. Si no estás seguro, no te precipites. No estaría bien, que cuando te cansaras, la dejaras. - Abuela, si quieres que te diga la verdad, - dijo Miguel solemnemente, - creo que quiero a Julieta, pero sufro una extraña pasión por otra mujer. - ¿Quién es esa mujer? – preguntó la abuela preocupada. Tú, - le contestó al tiempo que le daba un beso y la levantaba por lo alto. Ahora la abuela sabía la verdad. La aparición del primer amor de su nieto la complacía; en particular, por ser la única que compartía su secreto. 45 hoot of a barn owl pierced the silence. Julieta began to talk, “Look at the moon! Do you think man will ever set foot on it?” “I do. One day, man will conquer it; although I don’t know when.” “Why would any man want to go there?” “Because he wants to know what there is up there.” “Do you know the poem of Federico García Lorca about the moon?” “Yes, but I don’t understand why, in his poem, the moon is a harbinger of death.” “It may be because the moon always follows her path in the darkness.” “Like people in love?” Julieta felt her legs weakening. Nervous and undecided, she couldn’t react for a few moments. Then, unexpectedly, she kissed him on his mouth and ran away. From that very night, Miguel and Julieta were sweethearts, although they decided to keep it a secret. Grandmother, who never failed to notice anything, realised that something had changed. In order to be certain, she planned to get the truth out of her grandson, “It looks as if Julieta is in love with you, and in fact, the idea doesn’t displease you.” “And I think that you are a know all.” “Well, whatever I may think, you must take this seriously, young man. If you are not sure, don’t hurry into it. It wouldn’t do for you to get tired of her after you were married.” “Grandma, if you like, I’ll tell you the truth,” Miguel answered solemnly. “I think I love Julieta, but I feel a strange passion for another woman.” “Who is that woman?” Grandmother asked, worried. “You,” he said, as he kissed her and lifted her up. Now Grandmother knew the truth. The manifestation of her grandson’s first love pleased her, particularly because she was the only one who shared their secret. 45 XVIII - CRECER XVIII - GROWING UP Desde su cuarto Miguel podía oír el traquetear de los tranvías. La habitación era grande, con un gran balcón que daba a la calle. Los muebles eran austeros: una cama negra, un ropero con una vieja luna, un escritorio con algunos estantes para libros, un gran sillón desvencijado y algunos antiguos grabados color sepia. Ya hacía varias semanas que el curso había empezado. La abuela había ido en persona a buscar el alojamiento para su nieto. Después de haber visto varios sitios, sin que ninguno le complaciera, llegó al piso de la calle Colón. Una mujer abrió la puerta: unos cincuenta años, severo rostro desprovisto de maquillaje, ojos tenaces, el pelo recogido en un moño e impecable traje negro. La pasó a una ornamentada salita y le rogó que esperase un poco ya que iba a llamar a su hermana; ésta, no se le asemejaba en nada. Debía de tener un par de años menos, pero parecía mucho más joven: provocativa, rostro cuidadosamente maquillado, pelo rubio, con una bata de vistosos colores. Se presentaron como Doña María y la Señorita Lina. - Mi marido, en paz descanse, fue médico y era muy exigente con la comida. Mi hermana es soltera; una vida dedicada a la música… - Mi nieto necesita comer bien ya que está creciendo… Siempre toma un vaso de leche por la noche… - No se preocupe, Miguel será como uno de la familia. Miguel se hizo pronto amigo de los tres otros pupilos del piso: Luis y Antonio, estudiantes de medicina, y Víctor, que quería ser arquitecto. - Mi padre dice que la Señorita Lina era una artista de revista. La vio muchas veces, y dice que estaba fenomenal, - le dijo un día Víctor. A Miguel le costaba aclimatarse a la capital. Echaba de menos los campos. Sin embargo, le gustaba la universidad. Todas las tardes las pasaba en la biblioteca embebido en la lectura de los libros. Cuando volvía a casa, trabajaba siempre después de cenar. Frecuentemente, la Señorita Lina le llevaba un vaso de leche a su habitación: - Esto te ayudará a trabajar mejor. From his room, Miguel could hear the clanking of trams. The room was sizeable, with a large balcony overlooking the street. The furniture was austere: a black bed, a wardrobe with an old glass panel, a writing desk with a few bookshelves, a large rickety armchair and some faded antique prints. Term had started a few weeks earlier. Grandmother herself had gone to look for accommodation for her grandson. After having seen various places, none of which were to her liking, she arrived at the flat on Calle Colón. A woman of about fifty opened the door: strict-looking, without any make up, obstinate eyes, her hair tied back in a bun, and wearing an impeccable black dress. She showed them into a highly ornamented sitting room and asked them to wait a moment, while she went to fetch her sister. The latter in no way resembled her. She must have been a few years her junior, but seemed a lot younger: provocative, carefully made up, blonde, and was wearing a brightly coloured dressing gown. They introduced themselves as Doña María and Señorita Lina. “My husband, may he rest in peace, was a doctor, and was very fussy about his meals. My sister is unmarried; a life dedicated to music…” “My grandson needs to eat well, as he’s growing fast. He always drinks a glass of milk at night.” “Don’t worry. Miguel will be like one of the family.” Miguel soon became friends with the other three boarders in the flat: Luis and Antonio, who studied medicine, and Victor, who wanted to be an architect. “My father says that Señorita Lina was a variety show artist. He saw her often and says she was fantastic,” Victor said to him one day. For Miguel it wasn’t easy to get used to the capital. He missed the fields. However, he enjoyed the University. He spent the afternoons working in the library, wrapped up in the reading of books. Back home, he always worked after dinner. Frequently Señorita Lina brought a glass of milk to him in his room: “That will help you to work better.” 46 46 Estas visitas provocaban los comentarios de Luis y Antonio: - ¡Qué suerte tienen algunos! Lechita en la cama… Víctor, que tenía más vivido, solía decirle: - Miguel, ten cuidado, ésa se las sabe todas. Pero Miguel no le hacía mucho caso; en cierto modo le estaba agradecido y sentía una especie de curiosidad, mezclada con el respeto, por ella. En cambio no le gustaba Doña María; su actitud fría y distante le cohibía. - Yo tengo manía que Doña María es una frustrada.- Le dijo Víctor. - ¿Por qué dices eso? - El otro día la vi que miraba por el ojo de la cerradura del cuarto de baño, cuando Antonio se estaba duchando. El cuarto de baño era una gran habitación cuadrada. Tenía una ducha, que colgaba del techo, en el centro. A veces, cuando se obstruía, los pupilos tenían que subir encima de un taburete y, con la ayuda de una fina horquilla del pelo, destapar los agujeros. - No seas mal pensado. - ¡Mal pensado! Tú es que estás en la luna. Seguro que no sabes que la Señorita Lina tiene un amiguito: un pez gordo. Cuando fue a casa por las vacaciones de Navidad, encontró divertido el modo en que la abuela solía hablar acerca de las decentes señoras que cuidaban a su nieto: - Lo tienen como uno de la familia… Come lo que quiere… Además, son muy religiosas. (- Verdaderamente la abuela se estaba volviendo vieja -) pensaba Miguel. De nuevo el pantano había vuelto a ser motivo de preocupación para la abuela: - Decirme que tendré que vender mis viñedos para construir el nuevo pueblo… Como si quisiéramos un nuevo pueblo. Los derechos de la gente; eso es lo que debían respetar. El curso académico estaba finalizando. El trabajo de Miguel había aumentado con los exámenes. Estudiaba hasta altas horas de la madrugada. Era junio y hacía un calor pegajoso. El rumor de viento 47 Those visits provoked remarks by Luis and Antonio: “Aren’t some people lucky?! Milk in bed…” Victor, who was more versed in the ways of the world, used to say to him, “Miguel, be careful, she’s cunning.” But Miguel didn’t take much notice of him; to some extent he was grateful to her, and felt a kind of curiosity mixed with respect. On the other hand, he didn’t like Doña Maria; her cold and distant attitude intimidated him. “I’ve got a feeling that Doña Maria is frustrated,” Victor said to him. “Why do you say that?” “The other day I saw her look through the key-hole in the bathroom door while Antonio was having a shower.” The bathroom was a large square room with a shower hanging from the middle of the ceiling. When the shower got blocked, the boarders had to stand on top of a stool, and, with the aid of a hairpin, unblock the holes. “Don’t think the worst.” “Think the worst! You live in a dream world. I bet that you don’t know that Señorita Lina has a boyfriend: a bigwig.” When he went back home for the Christmas holidays, he found the way Grandmother spoke about ‘the respectable ladies’ who looked after her grandson amusing. “They look after him like one of the family… He eats what he wants… And what’s more, they’re very religious people…” (Grandmother was really getting old…) Miguel thought. Once more, the reservoir had become a source of worry for Grandmother: “Telling me I have to sell my vineyards to build the new village… As if we wanted a new village. The people’s rights, that’s what they should respect.” The academic year was drawing to its end. Miguel’s workload had increased as the exams approached. He studied until the early hours of the morning. It was already June and the heat was sticky. The roaring of 47 anunciaba tormenta. Se vio un fugaz resplandor seguido por una estruendosa resonancia. La señorita Lina, que acababa de entrar con un vaso de leche en la mano, dijo: - Voy a cerrar el balcón, siempre me han dado miedo las tormentas. Estaba muy pálida. Sus ojos tenían un brillo febril. Le miró de un modo que lo asustó. - ¿Se siente mal? – preguntó con apagada voz. Ella no contestó; sino que llorando, se dejó caer sobre la cama. Miguel no sabía qué hacer. La lluvia golpeaba ahora con fuerza los cristales. Se acercó. Se sentó en la cama al lado de ella. - ¿Qué le pasa? – preguntó con voz nerviosa. - Mi amigo me ha dejado. Ya no me quiere, porque no soy joven. ¿Me encuentras vieja? - No, señorita Lina. - ¿Me encuentras atractiva? - Sí, - contestó sintiendo la boca reseca. Ella le cogió una mano y se la puso sobre su pecho derecho. El corazón de él empezó a latir rápidamente. Luego, empezó a desabrocharle el cinturón… - Señorita Lina yo no sé cómo… Sentía una sensación extraña. Su respiración se tornó rápida y entrecortada. - Apaga la luz, - le dijo ella, - no te preocupes, es muy fácil. Por la mañana, cuando se despertó, estaba desnudo y solo en la cama. Sentía una gran sed. Al ir al comedor a tomar el desayuno pensó que todos sabrían lo que había pasado con sólo mirarle. Nada pasó. Incluso la Señorita Lina le preguntó con la tranquilidad y calma acostumbrada: - ¿Dormiste bien? ¿No oíste la tormenta? Cuando salió a la calle se sentía mucho mejor; la lluvia de la noche había refrescado la mañana. Soplaba una suave brisa. 48 the wind forecast a storm. Suddenly a brief flash was followed by a clattering rumble. Señorita Lina, who had just come in with a glass of milk in her hand, said, “I’m going to close the balcony. Storms have always terrified me.” She looked very pale. Her eyes had a feverish shine. She looked at him in a way which frightened him. “Are you alright?” He asked in a quiet voice. She didn’t reply; instead she let herself fall onto the bed, crying. Miguel didn’t know what to do. The rain was beating strongly against the window panes. He went towards her. Then he sat down on the bed next to her. “My boyfriend has left me. He doesn’t love me anymore because I’m not young. Do you think I’m old?” “No, Señorita Lina.” “Do you find me attractive?” “Yes,” he answered, feeling the dryness in his mouth. She took one of his hands and placed it on her right breast. His heart began to beat faster. She began to undo his belt… “Señorita Lina, I don’t know how…” He sensed something unknown; his breathing had become fast and agitated. “Switch the lights off,” she said, “don’t worry, it’s very easy.” In the morning when he woke up, he was naked and alone in bed. He felt very thirsty. He went to the dining-room to eat his breakfast thinking that they would all know what had taken place just by looking at him. Nothing happened. Even Señorita Lina asked him, “Did you sleep well? Didn’t you hear the storm?” When he went out into the street, he felt much better. The rain had refreshed the morning. A gentle breeze was blowing. 48 XIX - MORIR XIX - DYING Un fuego de leña ardía en la gran chimenea del comedor. Las llamas, al arder, se prolongaban como tratando de escapar por el oscuro conducto que daba salida al humo. También se oía el ligero respirar de la abuela, que dormitaba en su mecedora, mezclado con el chisporrotear de los troncos. Sus continuas cabezadas le hicieron decir a Pilar: - Madre ¿por qué no se acuesta? Cuando Miguel venga, le diremos que entre a verla. - Pierdes el tiempo. No me acostaré hasta que llegue mi nieto. Con la llegada de Miguel se despabilaba y empezaba a dar órdenes para que se le diese la cena. Después, él la acompañaba a su cuarto llevándola cogida del brazo. Al llegar a la puerta, le daba un beso y su abuela 1e decía: - Dile a ama Natalia que venga a ayudarme a desnudarme. La salud de la abuela había ido empeorando últimamente, sobre todo, desde que empezaron las obras del nuevo pueblo. A raíz de éstas, se vio forzada a vender al Estado parte de sus tierras. El día que firmó la escritura de venta sufrió un ataque de corazón del que ya no se repondría. - Se tiene que hacer el ánimo Elisa, - le decía Don Vicente, - una vez terminen el nuevo pueblo, verá cómo le gusta. - Lo que es a mí ya pueden edificar palacios; yo sólo dejaré mi casa para ir a reunirme con mis muertos. Cuando me reponga tal vez podríamos escribir al General Franco. No debemos sentirnos derrotados y rendirnos… - ¿Cómo van los estudios de su nieto? - le interrumpía Don Vicente, sabiendo que el nieto era la única pasión que le quedaba a la abuela. - Ahora se ha vuelto albañil. ¿No sabe lo que ha pasado cerca de Valencia? Me lo cuenta en su última carta. ¿Quiere que se la lea?, - sin esperar una respuesta, abrió un cajón del buró y sacó una pequeña caja A wood-fire was burning in the big fireplace of the dining-room. The blazing flames grew higher, trying to escape through the chimney which let the smoke out. The cracking of the large logs and Grandmother’s light breathing could be heard whilst she dozed in her rocking-chair. Her continuous nodding, as she slept, made Pilar say, “Mother, why don’t you go to bed? When Miguel arrives, we’ll tell him to go to your bedroom.” “You’re wasting your breath. I won’t go to bed until my grandson arrives.” As soon as Miguel arrived, she woke up from her dozing and began to give orders for them to serve him his supper. Afterwards, her grandson accompanied her to her room taking her by her arm. At the bedroom door he gave her a kiss and she said, “Tell Nanny Natalia to come and help me undress.” Grandmother’s health had recently been deteriorating, especially since the day on which work on the new village had started and she had been forced to sell part of her land. On the day she signed the deeds of the sale she suffered a heart attack from which she would never recover from. “Elisa, you must keep your spirits up,” Father Vicente said to her. “Once they finish the new village you’ll see how much you like it.” “As far as I’m concerned, they can build palaces; I’ll only leave my home when my time comes and I go to join my deceased family in the graveyard… When I get better perhaps we could write to General Franco. We must not be beaten, nor surrender…” “How is your grandson getting on with his studies?” Father Vicente interrupted, knowing that her grandson was the only passion left in Grandmother’s life. “He’s become a bricklayer. Haven’t you heard what’s happened near Valencia? He told me about it in his last letter. Do you want me to read it to you?” And without waiting for an answer, she opened one of the 49 49 lacada y, de ella, la carta: … Algunas familias pobres han construido sus chabolas junto al pueblecito de Aldaya, pero se les ha mandado una notificación de evacuación, con la excusa de estar edificando en zona agrícola: ¿Qué te parece abuela? A ellos no les dejan edificar, y a nosotros nos quitan las tierras. Como protesta, algunos estudiantes nos hemos unido a estas pobres gentes y trabajamos durante la noche de albañiles. No se cree si no se ve. Esta pobre gente necesita ayuda. Las mismas piedras dejarían su estado inanimado, para intentar solucionar esta injusticia, si de ellas dependiera. Los exámenes se acercan. ¡Qué ganas tengo de terminar! Después, vuelta a mi terruño… La alegría de ver que su nieto había salido bien en los exámenes hizo que la abuela se restableciese un poco. Miguel decidió encargarse de la administración de las tierras. Se pasaba horas hablando con la abuela de las cosechas, los jornaleros, las reformas… Su madre, que sentía unos pocos celos cuando les veía juntos, se olvidaba pronto de ello, al verlos felices. - Es que son tan iguales; como dos gotas de agua, - le decía a ama Natalia. Una mañana la abuela le dijo: - ¿Cuándo vas a darme la alegría de verte casado? Entonces, yo ya podré morirme en paz. Una boda sencilla y Julieta empezó a vivir en la casa de la colina. Ya hacía varios días que la abuela no se levantaba. Sus fuerzas parecían abandonarla y sus ganas de comer fueron disminuyendo. Su mirada era lo único que mantenía la viveza de antes. - ¡Que venga mi nieto! Él es el único que me entiende. Miguel no se movía de la cabecera de la cama. Sus pies se le hincharon y su rostro adquirió una profunda palidez, ya que apenas comía o dormía. 50 drawers of her bureau and got out a small lacquered box. She opened it and, from it she took out a letter: … Several poor families have tried to build their shanty dwellings close to the small village of Aldaya, but they have been sent a notification for evacuation, on the pretext that they are building on agricultural land. What do you think, Grandma? They don’t allow them to build, and they take our land away. To lodge a protest, some students have joined these poor people, and we work as bricklayers with them, during the night. You just can’t believe it until you see it. These unfortunate people need help. Even the stones themselves would change their inanimate state so as to sort this out, if only they could. The exams are getting close. I really want to get them over and done! Then go back to my beloved land… The joy of seeing that her grandson had done well in his exams helped Grandmother to improve a little. Miguel decided to take on the responsibility for the administration of the land. He spent many hours talking with Grandmother about the harvests, the day labourers, the changes… His mother, who felt somewhat jealous when she saw them together, soon forgot about it, seeing them so happy. “They are so much alike; like two drops of water,” she said to Nanny Natalia. One morning Grandmother said to him, “When will you give me the great joy of seeing you married? Then, I’ll be able to die in peace.” After a simple wedding, Julieta began living in the house on the hill. Grandmother had not got up for a few days. All her strength seemed to be abandoning her, and she had even lost her appetite for food. Only her gaze kept the same liveliness as before, “Call my grandson! He’s the only one who understands me.” Miguel did not leave Grandmother’s bedside. His feet had swollen and his face had become very pale, as he hardly ate or had any sleep. 50 - Esto se acaba, - dijo el médico, - es sólo cosa de días. El estado de la enferma se agravaba. - Es necesario ponerle suero. El médico le introdujo una aguja en el brazo de la abuela y a través de una goma recibía el suero gota a gota. Al amanecer la abuela tuvo unos momentos de lucidez. Se llamó a Don Vicente y éste le administró la última extremaunción. La abuela, con dificultad, le dijo: - Rece por mí. El pequeño esparadrapo que sujetaba la aguja al brazo de la abuela se soltó. Unas manchas de líquido rojizo salpicaron la ropa de la cama. La abuela apretó la mano de su nieto. Después de mirarlo con ternura y tristeza, la abuela expiró. - ¡Abuela! ¡Abuela! – Miguel dijo sollozando. Su madre se le acercó. Él se abrazó a ella llorando. - Vamos, debes descansar un poco. (-Un desmayo… una agonía dulce… una cabezadita… La muerte había venido. Con unas tijeras de plata fina había cortado el frágil hilo que les unía. ¿Había visto a la muerte? No, no la había visto. La muerte tenía prisa…) 51 “This will soon end,” the doctor said. “It’s only a matter of days.” The patient’s condition had become very grave. “A drip has to be applied.” The doctor inserted a needle in Grandmother’s arm, and through a tube she was fed, drop by drop. At dawn Grandmother had a few moments of lucidity. Father Vicente was called and he gave her the last extreme unction. Grandmother said to him with difficulty, “Pray for me.” The surgical tape, which was holding the needle on to Grandmother’s arm, came loose. Some stains of reddish liquid spattered on the sheets. Grandmother squeezed her grandson’s hand, and after looking at him with a sad and tender gaze, she expired. “Grandma! Grandma!” Miguel cried with a sob. His mother came to him. He hugged her, crying. “Come with me; you must rest a little.” (A faint… a sweet agony… a little nodding… Death had come… With fine silver scissors it had cut a delicate thread which joined them… Had he seen Death? No, he had not seen it. Death came swiftly…) 51 XX - VIVIR XX - LIVING Mucho tiempo había pasado desde el día en que la tierra herida dio cobijo al perecedero cuerpo de la abuela. - Cuando yo me muera, - solía decir la abuela, - enterradme en la colina, cerca de la casa. Dejad que arranquen los viñedos. Dejad que derriben la torre de la iglesia. Dejad que las aguas lo cubran todo; pero a mí, dejadme quieta en mi tierra. Miguel, sentado en un banco de piedra, miraba intensamente la sencilla cruz que había sobre la roja tierra. Una cruz y dos fechas; la de su nacimiento y la de su muerte. Junto a la tumba crecían unos rosales. Las hojas amarillentas empezaban a liberarse y formaban una blanda alfombra alrededor del pequeño promontorio, como si quisieran darle abrigo. Aunque todas las edificaciones del pueblo habían sido parcialmente demolidas, incluyendo la iglesia, gran parte de los muros de la casa de la colina se levantaban desafiando el fantasma de la piqueta. Los habían respetado debido a que la colina no iba a ser cubierta en su totalidad por las aguas. La vista desoladora del valle le entristeció: (- Mañana las aguas te cubrirán.) Se levantó. Recorrió por última vez los rincones de la casa, que ahora se abría al cielo. Los hierbajos habían crecido en las grietas de las paredes y en las ranuras de las baldosas. El aire estaba lleno de recuerdos. Los rojos azulejos de la chimenea brillaban con la luz del sol. Le pareció ver el fuego encendido… Su abuela meciéndose dócilmente en su mecedora. Salió y caminó hacia el pueblo. El río había perdido su alegría. Los chopos doblaban sus ramas con cansancio. La torre, herida de muerte, se había desplomado formando un espigón que había unido el río al paredón de la iglesia. El agua fluía mansamente. Por unos momentos, recordó el entierro de su abuela: la gran familia del pueblecito reunida; las campanas habían sonado por última vez para dar el último adiós a la abuela con un triste tañido. Después, vio desfilar a las familias llevando A long time had gone by since the day in which the wounded earth gave shelter to the mortal remains of Grandmother. “When I die,” Grandmother used to say, “bury me on the hill, near the house. Let them pull up the vineyards. Let them tear down the church tower. Let the water cover everything; but me, do not move me from my land.” Miguel, sitting on a stone bench, was staring at the simple cross which had been planted in the red soil. A cross with two dates: the day of her birth and that of her death. Near the grave there were some rose bushes. The yellowish leaves had already started to fall and made a soft carpet around the little mound, as though sheltering it. Although the buildings in the valley had been demolished, including the church, a large part of the walls of the house on the hill rose up, defying the spectre of the pick-axe. They had been spared because the hill was not going to be covered by the water. The desolate view of the valley saddened him: (Tomorrow the water will cover you.) He got up. For the last time he went round every nook and cranny in the house, which was now open to the sky. Weeds had grown in the cracks of the walls and in the spaces between the floor tiles. The air was filled with memories. The red tiles of the fireplace were shining with the sunlight. He seemed to see the fire lit… His grandmother gently rocking in her chair… He went out and walked to the village. The river had lost its joyful flow. The black poplars were bending their branches with fatigue. The tower, mortally wounded, had collapsed forming a breakwater, so that the river was slowed by the thick church wall. The water was moving mildly. For a few minutes he remembered his grandmother’s burial: the large family of the village reunited. The bells had tolled mournfully for the last time, saying their final farewell to his Grandmother. Later on, he saw families pass by carrying their furniture 52 52 los muebles apilados en los carros, el polvo cubriéndolos. Él mismo, con su familia, tuvo que dejar la casa de la colina. Así, poco a poco, todos los hogares se quedaron fríos. Sólo unos gatos y perros esqueléticos merodeaban por las casas viejas, como vagabundos que buscan un rincón en donde morirse. Sintió como si tuviese una colmena viva en su estómago. Se alejó de la colina. Caminó entre los almendros. Los campos se abrían y se cerraban a su paso. Vio la veleta de la nueva iglesia que se movía en el aire. El pueblo se le ofrecía blanco, alegre y lleno de vida. Había algunas antenas de los televisores en los tejados. Al entrar en el pueblo una bandada de niños pasó gritando: - ¡A la carga! Algunos viejos sentados a las puertas de sus casas parecían mirar complacidos el pasar del tiempo. Continuó caminando hasta el final del pueblo, en donde había construido su casa. Vio a su madre que estaba sentada con su mujer en el pórtico de la casa. Ésta mostraba su adelantado embarazo. Estaban charlando. Pasó sin detenerse. El sol, que era como un gran disco de oro ardiente, se estaba escondiendo detrás de las montañas, acariciándolas. Una bandada de pájaros pasó volando enfrente de él. Se detuvo en uno de sus campos de viñas. Las cepas crecían fuertes, desafiando la larga sequía del verano. Cogió un puñado de tierra en su mano. (- La tierra... Su abuela le había dicho: "Si quieres ser alguien, lucha". Era necesario luchar en la vida. Las aguas del pantano le darían nueva vida a la tierra. Tendría que aceptar el progreso.) Sobre la tierra sedienta, al anochecer, sintió de nuevo el olor a tierra mojada. 53 piled onto carts, everything covered in dust. He himself, with his family, had had to leave the house on the hill. So, one after the other, all the hearths went cold. Only a few skinny cats and dogs roamed through the old houses, like tramps looking for a corner to die. He felt as if he had a beehive, with stinging bees, inside him. He turned away from the hill. He walked amongst the almond trees. The fields appeared and disappeared as he walked past. He saw the weathercock of the new church, moving with the wind. The village came into sight: white, bright, full of life. There were a few television aerials on the roofs. When he entered the village, a swarm of children ran by shouting, “Charge!” Several old people sitting in the doorways of their houses seemed quite content with looking at the time passing by. He went on walking to the end of the village where he had built his house. He saw his mother sitting with his wife, who showed her advanced state of pregnancy, under the porch of the house. He went by without stopping. The sun, like a huge burning, golden disc, was disappearing behind the mountains, caressing them. A flock of birds flew in front of him. He stopped in one of his vineyards. The vines were growing sturdily, defying the long summer drought. He grabbed a fistful of soil in his hand: (The soil… His grandmother had said to him, “If you want to be someone, fight!” It really was necessary to fight in life. The water from the reservoir would bring new life to the land. He would have to accept progress…) At nightfall, on the thirsty soil, he sensed the smell of moist earth again. 53