3 Anatomofisiología del sistema musculoesquelético Juan J. Canoso, Cristina Hernández-Díaz, José Eduardo Navarro-Zarza, Miguel A. Saavedra-Salinas, Pablo Villaseñor-Ovies Introducción Los pacientes reumáticos consultan por dolor localizado, regional o generalizado, síntomas articulares periféricos o axiales, o manifestaciones multisistémicas que generalmente incluyen síntomas musculoesqueléticos. De ahí la importancia del conocimiento de la anatomofisiología musculoesquelética para el clínico. En este capítulo se revisan algunos conceptos de anatomofisiología ósea, muscular, tendinosa, ligamentosa, enteseal, articular y bursal, en donde residen la mayoría de las manifestaciones de las enfermedades reumáticas. El sistema musculoesquelético tiene dos funciones fundamentales. Por un lado, protege órganos y sistemas, como el sistema nervioso central, los órganos de los sentidos, los sistemas cardiopulmonar y digestivo en la caja toracoabdominal, y el sistema urogenital en el retroperitoneo y la pelvis. Por el otro está su función primaria, que es el mantenimiento de la postura erecta, el uso de la mano y la marcha bípeda. Hombro, brazo y muñeca colaboran para colocar la mano en el campo de visión estereoscópica. Columna, musculatura abdominal y paravertebral, cadera, muslo, rodilla, pierna, tobillo y pie, conjuntan sus acciones para la bipedestación vertical, la marcha, la carrera y el salto. Es importante apreciar algunos elementos del desarrollo embriológico y filogenético que determinan o facilitan ciertas patologías. Las curvaturas cervical y lumbar son claras violaciones a la forma primordial, un arco o xifosis universal. El hombro, que nos permitió trepar hace millones de años, está también mal adaptado para su uso habitual. Como consecuencia, ciertas áreas del sistema musculoesquelético son particularmente vulnerables al deterioro: en el hombro, el manguito rotador; en las columna cervical y lumbar, los discos intervertebrales y las articulaciones facetarias. Estructuras vulnerables a la sobrecarga incluyen las caderas y las rodillas, donde la artrosis es frecuente, y los pies donde se afectan arcos y estructuras tendinosas y ligamentosas. Sistema óseo 21 Entre los tejidos conectivos, el hueso se distingue por su rigidez, elasticidad y capacidad para resistir cargas estáticas y dinámicas de varias veces el peso corporal. El hueso está compuesto por células y una matriz intercelular en la cual la gran mayoría de las células están incluidas. El hueso posee dos estirpes celulares que le son propias, los osteoblastos y los osteoclastos, cuya acción coordinada, que se describe en el Capítulo 41 Osteoporosis, mantiene el tejido óseo. Hay dos tipos de hueso, el cortical que es denso como el marfil, y el trabecular cuyas cavidades flanqueadas por 22 Introducción a la Reumatología barras y placas óseas lo asemejan a un panal de abejas. El hueso cortical es extremadamente resistente a las cargas axiales y predomina en la diáfisis de los huesos largos. Cerca de la epífisis la diáfisis se ensancha. Esta zona, activa durante el crecimiento, es la metáfisis. El hueso trabecular, de por sí débil ante la compresión, aumenta su resistencia a la carga por la organización espacial de sus trabéculas. En el fémur, por ejemplo, las trabéculas se orientan en arcadas, de gran belleza, que transmiten la carga a la cortical diafisiaria. En las vértebras, reflejando la carga habitual de la columna, la organización trabecular es predominantemente vertical. Los huesos están ricamente vascularizados. En huesos largos, una o más arterias nutricias perforan la cortical y se dividen longitudinalmente alcanzando las metáfisis. Los vasos epifisiarios y metafisiarios provienen de la articulación. Ambos sistemas, interconectados en el adulto, están separados por el cartílago epifisiario durante el crecimiento. El flujo sanguíneo óseo es centrípeto, progresando de vasos medulares a capilares corticales y de éstos al periostio. Los huesos son densamente inervados cerca de las superficies articulares, las vértebras, los huesos planos y el periostio. Las lesiones del hueso subcutáneo causan dolor local, mientras que en los huesos profundos el dolor tiende a ser percibido distalmente, por ejemplo, un tumor de fémur causará dolor difuso de muslo anterior o de la rodilla, semejante a la irradiación de dolor coxofemoral. Músculo El músculo estriado, el órgano del movimiento, es un tejido altamente estructurado. Desde sus elementos más simples a los más complejos, está compuesto por fibras musculares –largas células multinucleares– rodeadas por el endomisio, que es el sitio de intercambio metabólico entre la fibra muscular y el medio interno. El perimisio, tejido conjuntivo por donde transcurren vasos sanguíneos y nervios y contiene los husos neuromusculares, rodea grupos de fibras musculares llamadas fascículos. Finalmente, el epimisio, que es parte de la fascia profunda, rodea los grupos de fascículos musculares que constituyen el músculo. Epimisio, perimisio y endomisio coalescen donde el músculo conecta con tendón, fascia o aponeurosis. Hay tres tipos de fibras musculares: rojas o tipo I de contracción lenta, ricas en mioglobina y enzimas oxidativas, y blancas o tipo II de contracción rápida. Éstas, a su vez, se clasifican en tipo IIA que son resistentes a la fatiga y poseen un grado variable de metabolismo oxidativo y glicólisis anaerobia, y tipo IIX que se fatigan rápidamente, tienen un bajo metabolismo oxidativo y una alta glicólisis anaerobia. Algunas características de los distintos tipos de fibras musculares se muestran en el Cuadro 3.1. La unidad motora es el grupo de fibras musculares, todas del mismo tipo, inervadas por una neurona del asta anterior de la médula espinal. La razón por la cual en una biopsia de músculo se ve un mosaico de tipos celulares (patrón en tablero de ajedrez) es que las fibras musculares dependientes de distintas neuronas se entremezclan. Las unidades motoras (relación axón/fibras musculares) varía de acuerdo con la especialización del movimiento; por ejemplo, en los músculos extrínsecos del ojo la relación es de 1/10 y en el músculo gemelo es de 1/1 800. La unión entre las fibras musculares y los haces de colágena tipo 1 del tendón es directa, actuando como amarres moléculas de tenascina C, y por continuidad del tejido conjuntivo del músculo con el tejido conjuntivo del tendón. Existen dos tipos principales de patología muscular: neuropáticos y miopáticos. Los primeros resultan de la falta de Anatomofisiología del sistema musculoesquelético 23 Cuadro 3.1. Tipos principales de fibras musculares Fibras Tipo I Tipo IIA Tipo IIX Contracciones Sostenidas (posturales) Fuertes y rápidas Fuertes y rápidas Unidad motora* Pequeña Grande Grande Velocidad de acortamiento Lenta Rápida Rápida Fatigabilidad Resistente Resistente Susceptible Fuerza de acortamiento Baja Intermedia Alta Volumen mitocondrial Alto Intermedio Bajo ATP-asa de la miosina Baja Intermedia Alta Metabolismo oxidativo Alto Intermedio Bajo Glicólisis anaerobia Intermedia Alta, rápida Baja * Número de fibras musculares inervadas por una neurona estimulación nerviosa, como sucede en la esclerosis lateral amiotrófica o en neuropatías de cualquier etiología. En estos casos se observa atrofia agrupada con mayor afección de fibras de tipo 2 además de fibras anguladas y núcleos agrupados. El estado de denervación crónica activa mecanismos de reinervación donde axones de células vecinas a las dañadas recanalizan los canales vacantes y esto causa agrupamiento de fibras musculares del mismo tipo. Las enfermedades propias del músculo incluyen distrofias musculares, miopatías inflamatorias, miopatías congénitas y miopatías metabólicas. Los cambios centrales de la patología miopática son: variación en el tamaño de las fibras musculares, fenómenos de degeneración y regeneración, núcleos centrales, inflamación, fibrosis y cambios en la arquitectura del tejido. En la dermatomiositis, el ataque inmunológico está dirigido hacia la vasculatura muscular que asienta en el perimisio. El infiltrado inflamatorio tiene, por tanto, una distribución perifascicular. La característica atrofia perifascicular probablemente es consecuencia de la isque- mia. En la polimiositis la lesión primaria es en el endomisio y en consecuencia los infiltrados linfocíticos, las fibras necróticas y las fibras de regeneración son intrafasciculares. Desde el punto de vista fisiológico, llegado el potencial de acción del axón al área presináptica, la despolarización libera acetilcolina, ésta se une a receptores específicos postsinápticos, se abren canales de sodio y potasio, y se genera el potencial de acción en las fibras musculares dependientes de este axón. Como consecuencia mediata los filamentos de actina se desplazan a lo largo de la miosina, acortando la fibra. Un fenómeno inverso, desencadenado por flujos de calcio intracelular, lleva a la relajación. Intuitivamente uno asocia la contracción de un músculo a la aproximación de sus extremos (contracción concéntrica). Sin embargo, durante la contracción los extremos no sólo pueden mantenerse incambiados (contracción isométrica) sino separarse (contracción excéntrica). Por ejemplo, al levantar una mancuerna la contracción del bíceps es concéntrica y 24 Introducción a la Reumatología al bajarla es excéntrica. El riesgo de rotura muscular es mayor en las contracciones excéntricas. A pesar de los grandes avances tecnológicos, los elementos más importantes en la evaluación de un individuo con sospecha de enfermedad muscular son la historia clínica y un examen físico completo. Los signos y síntomas de la enfermedad muscular pueden dividirse en “positivos” como mialgia, contracturas, miotonía y mioglobulinuria; y “negativos” como debilidad, fatiga y atrofia. Kellgren investigó el dolor muscular inducido experimentalmente en sujetos sanos por inyección de soluciones hipertónicas. El dolor es difuso, profundo y segmentario, percibiéndose a lo largo de estructuras inervadas por el mismo segmento motor. Por ejemplo, el dolor por inyección del supraespinoso (C5) se experimenta en la cara lateral o externa del hombro. Otros elementos de máxima importancia en la evaluación de enfermedad muscular son: historia familiar, distribución de la afección (distal, proximal, axial, bulbar, etc.), precipitantes de los síntomas (drogas, fiebre, frío, etc.), y temporalidad (edad de inicio, duración y evolución). Tendones y ligamentos Los tendones son estructuras flexibles de gran resistencia y complejidad anatómica. Su estructura altamente organizada les confiere la capacidad de transmitir la contracción muscular al hueso móvil. Los ligamentos, estructuralmente similares a los tendones, son bandas fibrosas conectadas al hueso por sus dos extremos. Un tendón típico está formado por haces de colágena tipo I linealmente dispuestos en una matriz de proteoglicanos (sustancia amorfa) y en menor proporción elastina. Las fibras colágenas (dispuestas en tripletes helicoidales) se disponen en unidades que de menor a mayor diámetro se denominan microfibrillas, subfibrillas, fibrillas, fascículos (distinguibles por microscopia óptica) y por último, el tendón. Hay además células de estirpe fibroblástica llamados tenocitos, vasos sanguíneos y linfáticos dispuestos linealmente en el tejido conjuntivo intersticial con comunicaciones transversales, nervios y terminaciones nerviosas encapsuladas y libres. Esta disposición de las fibras constituye la configuración final del tendón. La vascularización tendinosa proviene del músculo, del tejido conjuntivo circundante y del periostio. En inserciones sin cartílago interpuesto hay vasos que provienen del hueso. Donde hay cartílago interpuesto, como en la inserción del manguito rotador (Figura 3.1), tales vasos están mínimamente representados. La inserción del tendón de Aquiles es una excepción a esta regla. La vascularización del tendón, por lo tanto, no es uniforme. Existen áreas hipovasculares en el tendón supraespinoso cerca de su inserción humeral, en el tendón largo del bíceps a 2 cm de su inserción proximal y en varios niveles del tendón de Aquiles. Las roturas tendinosas por fatiga y la tendinosis por fluoroquinolonas ocurren en la porción media del tendón de Aquiles. En los túneles fibrosos de los dedos, la muñeca y el tobillo, vainas tenosinoviales lubricadas por un líquido viscoso rico en hialuronato facilitan el deslizamiento tendinoso. En los sitios donde los tendones cambian de dirección es común la metaplasia fibrocartilaginosa. Se considera que la presión generada entre tendón y eminencia ósea, o entre tendón y polea, causa el cambio de fenotipo. Adicionalmente puede haber hiperplasia fibrocartilaginosa, como ocurre en la tenosinovitis estenosante digital o dedo en gatillo. Las propiedades biomecánicas de tendones y ligamentos resultan en la clásica curva de tensión-alargamiento (Figura 3.2). Las pequeñas tensiones resultan en proporcionalmente grandes elongaciones, volvien- Anatomofisiología del sistema musculoesquelético 25 Bursa retrocalcánea Fibrocartílago sobre calcáneo Fibrocartílago en tendón Calcáneo Fibrocartílago en la entesis Tendón de Aquiles Figura 3.1. Diagrama de la entesis del tendón de Aquiles. Se observa la inserción del tendón de Aquiles en la porción inferior de la superficie posterior del calcáneo. Existen 3 formaciones fibrocartilaginosas en esta entesis: en el tendón, en el hueso y en la inserción tendinosa. La bursa retrocalcánea tiene como paredes a las dos primeras. La pared superior o proximal es sinovial (no se muestra). Fuente: modificado de Benjamin y Ralphs. Histol Histopathol; 1997. Entesis La entesis es la unión de un tendón, cápsula articular, ligamento o fascia muscular a la superficie ósea. El término ente- 5 Tensión (kg/mm2) do el tendón a su longitud original cuando la tensión cesa. Tensiones progresivamente mayores hacen la curva cada vez más empinada y al liberarse el tendón de elongaciones mayores a 6% ya no regresa a la longitud inicial. Pasado ese punto el tendón cede y se rompe. Los tendones tienen una baja tasa metabólica y vascularización, ya que su función es que transmita contracciones fásicas y tónicas sin riesgo de daño hipóxico. Por ello, los tendones muestran una baja capacidad para recuperarse después de una gran deformación o después de cualquier daño. El dolor de origen tendinoso fue también investigado por Kellgren. En general, es agudamente localizado al tendón afectado, aunque el dolor en la tenosinovitis digital flexora puede percibirse en la interfalángica proximal y simular sinovitis. 4 3 2 1 B Máxima Tensión segura A 2 4 6 8 10 Porcentaje de elongación Figura 3.2. Curva de tensión-alargamiento obtenida en la fascia lata. Las curvas obtenidas en tendón y ligamentos son similares. En A, al pie de la curva, una determinada tensión obtiene máxima elongación. B, indica la tensión máxima que todavía es segura. Tensiones mayores resultan en menor elasticidad, aplanamiento de la curva, y eventual rotura. (Fuente: modificado de Gratz. J Bone Joint Surg; 1931.) 26 Introducción a la Reumatología sopatía se utiliza para designar cualquier cambio patológico en la entesis. Desde el punto de vista anatómico y estructural existen dos tipos de entesis; la entesis fibrosa se une directamente al hueso por tejido conectivo denso y está presente en la unión a las metáfisis y diáfisis de los huesos largos. La entesis fibrocartilaginosa que se encuentra presente en la unión a las apófisis y epífisis de huesos largos, huesos cortos de manos, pies y varios ligamentos de la columna, tiene una estructura compleja que se divide en cuatro zonas con la siguiente secuencia: tejido conectivo fibroso denso similar a un tendón; fibrocartílago no calcificado compuesto por condrocitos y una matriz extracelular rica en proteoglicanos; fibrocartílago calcificado y hueso subcondral. El anclaje del tendón a hueso es por interdigitación del fibrocartílago calcificado con el hueso insercional. A su vez, la inserción ósea en las entesis está reforzada por trabéculas óseas divergentes que disipan la fuerza de la tracción a la que está sometida. El concepto anatomofuncional de órgano enteseal supone que la entesis no está representada simplemente por la unión al hueso, sino que son fundamentales en su función determinadas estructuras adyacentes especializadas, como el fibrocartílago sesamoideo y perióstico, tejido adiposo, tejido sinovial, líquido sinovial, y las trabéculas óseas subinsercionales. La entesis del tendón de Aquiles es particularmente compleja. Este tendón se inserta en la mitad inferior de la superficie posterior del calcáneo pero algunas fibras contornean el calcáneo y se continúan como fibras superficiales de la fascia plantar. La bursa retrocalcánea se interpone como cuña entre tendón de Aquiles y calcáneo. Las paredes anterior y posterior de esta bursa son fibrocartilaginosas y la pared superior es membrana sinovial dispuesta sobre un pelotón adiposo. Esta compleja estructura, que se encuentra también en la bursa infrapatelar profunda, ha sido denominada “órgano enteseal”. La inflamación del órgano enteseal es una característica fundamental de las espondiloartritis. En las espondiloartritis las erosiones calcáneas no ocurren en el sitio de inserción del tendón de Aquiles sino más proximalmente, donde el hueso está cubierto por fibrocartílago (ver Figura 3.1). Fibrocartílago Es un tejido blanco opaco, denso y fasciculado de gran elasticidad y fuerza tensil. Se encuentra en discos intervertebrales, meniscos, rodetes glenoideo y acetabular, la porción preinsercional de ciertos tendones, y los cambios condroides en tendón en los sitios de inflexión. Su organización se presenta como células más grandes y redondeadas que los fibroblastos, dispuestas en capas entre los haces paralelos de colágena tipos I y II. Esta variedad de cartílago se caracteriza por presentar una transición entre tejido conjuntivo compacto y cartílago hialino. No posee pericondrio ya que tiene vasos sanguíneos aportados por el tejido conectivo que lo estructura. En general la matriz extracelular del fibrocartílago es semejante a la del cartílago hialino. Fascia Fascia es un término derivado del latín que significa banda o venda. Tradicionalmente se distinguen la fascia superficial y la profunda, pero con un concepto de continuidad entre las regiones. Aunque las fascias tienen diferentes formas histológicas, todas son de tejido conectivo blando. La fascia superficial transporta vasos sanguíneos a y desde la piel y frecuentemente promueve los movimientos entre las estructuras tegumentarias y las subyacentes, como es el Anatomofisiología del sistema musculoesquelético 27 caso de las articulaciones con mayor movimiento o el dorso de las manos a través de múltiples vainas de fibras de colágena acopladas con elastina. En determinadas regiones del organismo hay acumulación de grasa en la fascia superficial, como en las regiones abdominal y glútea. En contraste, la fascia profunda en las extremidades está constituida típicamente por tejido conectivo denso. Las funciones de la fascia son complejas, y entre ellas se encuentran: servir como un medio para contener y separar grupos musculares en espacios relativamente bien definidos llamados “compartimentos”. Estos espacios, en conjunción con huesos asociados y septos intermusculares forman compartimentos osteofasciales, los cuales favorecen el retorno venoso en los miembros inferiores. Adicionalmente, disipan la concentración del estrés en las entesis, participan en la propiocepción, actúan como una envoltura a los músculos profundos a ella, y en ciertas regiones tiene una función protectora. Una función primordial de la fascia profunda es coordinar la acción muscular de regiones contiguas. Entre las fascias con un significado clínico considerable se encuentran la fascia palmar, la fascia plantar, la fascia iliolumbar, y el tracto iliotibial. Articulaciones Hay varias maneras de clasificar las articulaciones. Por el tipo de tejido interpuesto: articulaciones fibrosas, cartilaginosas y sinoviales. Por su movimiento: articulaciones fijas o inmóviles (sinartrosis), articulaciones con ligero movimiento (anfiartrosis), y articulaciones móviles (diartrosis). Tres características definen a las articulaciones sinoviales o diartrosis (Figura 3.3): Cápsula Membrana sinovial Hueso Disco articular incompleto Cavidad sinovial a Cartílago articular b Bursa profunda Cartílago articular c d Figura 3.3. Articulaciones sinoviales. (a) Componentes esenciales. (b) Articulación con disco fibrocartilaginoso incompleto. (c) Articulación con disco cartilaginoso completo. (d) Bursa profunda comunicante (p. ej., la bursa poplítea o la bursa iliopsoas). 28 Introducción a la Reumatología • los extremos óseos están cubiertos por cartílago hialino la cavidad articular está tapizada por membrana sinovial la cavidad articular contiene líquido sinovial, cuya alta viscosidad refleja su alto contenido de ácido hialurónico. • • Cartílago hialino El cartílago hialino del adulto es un tejido avascular y aneural compuesto por una matriz especializada de colágenas, proteoglicanos y proteínas no colágenas, en el cual los condrocitos constituyen el único elemento celular. Su función es proveer una superficie articular resistente y virtualmente carente de fricción. Su coeficiente de fricción es de 0.013, lo cual es casi tres veces más resbaladizo que deslizar un cubo de hielo sobre otro. Las propiedades del cartílago provienen del contenido proteoglicano en la matriz; el agrecán, formado por una cadena proteica central y cadenas altamente hidrofílicas de sulfato de condroitina y sulfato de keratán. Las macromoléculas de agrecán están unidas a macromoléculas de hialuronán, a su vez entretejidas en la trama colágena. La trama colágena, preponderantemente colágena tipo II, pero también XI, IX y más recientemente XXVII, da fuerza tensil al cartílago al tiempo que resiste la presión generada por la ávida hidratación del agrecán. Un gran número de otras moléculas no colágenas, como biglicán, decorín, fibromodulina, matrilinas, y la proteína de matriz oligomérica del cartílago, también están presentes y son esenciales para la adecuada formación y mantenimiento de la matriz del cartílago articular. Los condrocitos encargados de mantener la homeostasis en la matriz extracelular difieren en su morfología de acuerdo con la zona donde se encuentren, lo que parece depen- der de la composición de la matriz y las condiciones del ambiente mecánico. Membrana sinovial La membrana sinovial es un delicado manto de tejido conectivo que tapiza internamente la cápsula articular. Está formada por sinoviocitos, de los cuales dos tercios son de estirpe macrofágica (tipo A) y un tercio de estirpe fibroblástica (tipo B). Estas células están dispuestas en una capa monocelular sin membrana basal que las soporte, pero están tendidas sobre tejido conectivo suelto que consiste de grasa, colágena y vasos sanguíneos. Los sinoviocitos tipo B se encargan de la producción del hialuronán presente en el líquido sinovial. Por debajo de la íntima se encuentra el tejido conjuntivo subíntimo cuya composición varía dependiendo del sitio anatómico: hay áreas areolares aptas para el deslizamiento, otras fibrosas y otras adiposas. Estas últimas pueden ser constantes e importantes biomecánicamente, como el pelotón adiposo infrapatelar de la rodilla (grasa de Hoffa). En las grandes articulaciones que tienen pliegues de sinovial, hay típicamente una red vascular bien desarrollada y tejido adiposo maduro relativamente abundante. La capa profunda del tejido conectivo es denso para soportar la cápsula articular fibrosa. En las vainas tendinosas, la red de soporte del tejido conectivo es escaso, y las células sinoviales yacen en estrecha aposición a la capa fibrosa de la vaina tendinosa o del tendón. El sinovio normal expresa niveles bajos de citocinas proinflamatorias y algunas citocinas antiinflamatorias. Además, la baja expresión de RANKL con altos niveles de expresión de osteoprotegerina (OPG), resulta en una relación diminuida de RANKL:OPG que suprime la formación de osteoclastos. Este balance es probablemente importante para mantener la homeostasis en el sinovio normal no inflamado. Anatomofisiología del sistema musculoesquelético 29 El dolor articular sigue patrones característicos, en articulaciones superficiales como la muñeca, la acromioclavicular y la esternoclavicular el dolor es local. El dolor glenohumeral se percibe en la cara lateral o externa del hombro. El dolor coxofemoral se percibe en la parte anterointerna de la ingle y del muslo, pudiendo haber irradiación trocantérica o a la rodilla. estructura relativamente simple que le confiere propiedades viscoelásticas basadas en sus características poliméricas y polielectrolíticas. Además, el ácido hialurónico también está involucrado en varios procesos clave, que incluyen señalización celular, reparación y regeneración de heridas, morfogenia (morfogénesis), organización y patobiología de la matriz. Discos intraarticulares Cápsula articular Son formaciones fibrocartilaginosas que funcionan conciliando la incongruencia de las superficies óseas que se articulan, disminuyendo la carga articular. En hombro y cadera un rodete cartilaginoso aumenta la profundidad glenoidea y acetabular, respectivamente. En la rodilla, la incongruencia entre la superficie tibial plana y la convexidad de los cóndilos femorales se reduce con la presencia de los meniscos. La cápsula articular es una estructura fibrosa que rodea a las articulaciones compuesta predominantemente de colágena tipo I. En algunas articulaciones, como la glenohumeral, existen refuerzos ligamentosos incorporados a la estructura de la cápsula. En otras, como la rodilla y el tobillo, los ligamentos articulares están separados de la cápsula por una delicada capa de tejido areolar, aunque el ligamento colateral medial o tibial de la rodilla es adherente al menisco medial. Lubricación La lubricación articular depende de tres mecanismos complementarios: • el cartílago hialino sometido a compresión, exuda agua; la delgadísima capa acuosa entre las superficies cartilaginosas opuestas en articulaciones de carga provee la lubricación hidrostática • en movimientos sin carga la lubricación depende de la lubricina, adherente a las superficies cartilaginosas • la exquisita lubricación de las frondas sinoviales y el libre deslizamiento de la membrana sinovial sobre el cartílago están aseguradas por el ácido hialurónico presente en el líquido sinovial El líquido sinovial es claro y viscoso, consiste en un dializado del plasma sanguíneo rico en proteínas que contiene alrededor de 0.3% de ácido hialurónico derivado de las células sinoviales. El ácido hialurónico es un polisacárido de Bursas Las bursas son sacos sinoviales que facilitan el deslizamiento tisular. Hay bursas subcutáneas (superficiales en relación con la fascia profunda), como la olecraneana y la prepatelar; y bursas profundas adyacentes a articulaciones (como son la bursa iliopsoas y la bursa gemelo-semimebranosa la cual da origen al quiste de Baker) y en la proximidad de ciertas entesis (como la bursa retrocalcánea). Lectura recomendada Benjamin M. The fascia of the limbs and back –a review. J Anatomy. 2009;214:1-18. Benjamin M, Moriggl B, Brenner E, Emery P, McGonagle D, Redman S. The “enthesis organ” concept: why enthesopathies may not present as focal insertional disorders. Arthritis Rheum. 2004;50:3306-13. 6 Inflamación Luis Llorente-Peters, Yemil Atisha-Fregoso Introducción Clínicamente, la inflamación da lugar a manifestaciones locales y sistémicas. Las manifestaciones locales de inflamación incluyen enrojecimiento, calor, dolor, hinchazón y limitación o pérdida funcional transitoria. Las manifestaciones generalizadas abarcan leucocitosis, fatiga, náusea, anorexia, fiebre y relacionada con esta última, incremento de la frecuencia cardiaca. La inflamación se puede dividir en dos grandes etapas, la vascular y la celular. El evento vascular inicial es la vasoconstricción que tiene como objetivo principal delimitar el área de daño. Posteriormente, comienzan a ser liberadas numerosas sustancias con propiedades vasoactivas que derivan en la dilatación y aumento de la permeabilidad de los vasos sanguíneos. Durante la fase vascular el fibrinógeno se transforma en fibrina para formar, literalmente, un “tapón” en la lesión. Paralelamente, la respuesta inflamatoria celular incluye el traslado de neutrófilos y monocitos al lugar del daño. Los neutrófilos tienen como función primaria la fagocitosis de bacterias y restos celulares. Los monocitos, una vez que arriban al foco inflamatorio, se transforman en macrófagos, encargados de limpiar y depurar el área de daño para, finalmente, restaurar la integridad del tejido. Durante el proceso inflamatorio son liberadas secuencialmente las señales que 55 reclutan células al foco inflamatorio, las que aniquilan a los microorganismos invasores y a las células infectadas por éstos. Posteriormente, contribuyen a licuefacción del tejido adyacente para prevenir la diseminación de microorganismos o toxinas y por último, la reparación integral y la cicatrización del tejido dañado ya sea por el agente lesivo o por la propia respuesta del huésped. Si, por una u otra razón, alguna de estas señales se ve interrumpida, el proceso inflamatorio puede quedar sin resolución dando lugar a un infiltrado leucocitario tisular (granulomas), o a la proliferación de fibroblastos (pannus) o quizá una alteración en la arquitectura del tejido por depósito de colágena (fibrosis). Más aún, la inflamación persistente es capaz de llegar a oxidar al DNA al grado de promover transformaciones malignas que a la postre podrían conducir a neoplasia. Por eso en ocasiones, cuando se desconoce el origen patogénico primario de una enfermedad, el control de la inflamación puede ser la mejor opción terapéutica. Desde un punto de vista didáctico, la inflamación se clasifica en aguda o crónica. La inflamación aguda es una reacción bien definida, independiente del agente que la desencadena, que se presenta con un cuadro clínico aparatoso. Una vez eliminado el agente causal, en la mayor parte de los casos, el proceso evoluciona favorablemente con una respuesta reparadora que no deja secuelas. A su vez, la inflamación 56 Introducción a la Reumatología crónica se caracteriza clínicamente por un curso más larvado, que aparenta ser menos dañino, que puede cursar sin fiebre ni dolor por lo que, con frecuencia, el paciente no sabe precisar cuándo inició el cuadro. En general, la inflamación crónica es una respuesta permanente o sostenida, específica y coordinada por el sistema inmunitario adaptativo frente al estímulo agresor; por ello, el infiltrado que se produce es predominantemente mononuclear (macrófagos, linfocitos, células plasmáticas) y son escasos los leucocitos polimorfonucleares. Es común la aparición de secuelas, consecuencia de la perpetuación de la reacción inmunitaria que, a la postre, produce destrucción tisular y fibrosis. Mediadores que aumentan la permeabilidad vascular Mediadores vasoactivos derivados de células Histamina y serotonina La histamina, al ser liberada de las células cebadas y basófilos permite la dilatación local de capilares, la dilatación arteriolar generalizada, el incremento de la permeabilidad vascular local al inducir contracción de las células endoteliales, la contracción del músculo liso no vascularizado, quimiotaxis de eosinófilos y el bloqueo de las funciones de los linfocitos T. La serotonina también es capaz de incrementar la permeabilidad vascular, dilatar los capilares y producir contracción del músculo liso no vascularizado. Metabolitos del ácido araquidónico Existen múltiples sistemas de oxidación del ácido araquidónico (AA) en las células, pero los más importantes en la síntesis de mediadores son tres: 1. El de las ciclooxigenasas (COX), responsables de la síntesis de los prostanoides (prostaglandinas [PG] y tromboxanos [TX]) 2. El de la 15-lipooxigenasa, que da lugar a las lipoxinas 3. El de la 5-lipooxigenasa, que da lugar a los leucotrienos (LT) La presencia de una concentración elevada de diferentes PG es una constante en diferentes modelos de inflamación, ya sea aguda o crónica. El producto más importante es la PGE2, pero también están presentes en concentraciones decrecientes las PGI2, TXA2, PGF2 y PGD2. La PGE2 como agente vasodilatador, pirógeno, permeabilizador vascular y estimulante nociceptivo indirecto, se adapta bien a las características de la respuesta inflamatoria. El avance más importante en los últimos años en este campo deriva de la identificación de dos isoenzimas de la COX. La estructura proteínica de ambas isoenzimas, COX-1 y COX-2, es muy similar y comparten 90% de homología en la secuencia de aminoácidos. La COX-1 es la isoenzima responsable de la síntesis de PG necesaria para realizar funciones fisiológicas, como la protección de la mucosa gástrica o como inhibidora de la agregación plaquetaria, mientras que la COX-2 es responsable del aumento de PG durante la inflamación. Existen pequeñas diferencias estructurales entre la COX-1 y la COX-2, y en función de estas diferencias, ha sido posible el diseño de moléculas que interactúan específicamente con residuos de la COX-2 sin afectar la actividad de la COX-1. Factor activador de plaquetas El factor activador de plaquetas (PAF) es uno de los más potentes mediadores lipídicos. En las plaquetas causa su activación, agregación, desgranulación y liberación de moléculas como serotonina Inflamación y tromboxano. En los neutrófilos induce agregación, desgranulación, quimiotaxis, aumento en la adherencia celular, aumento del estallido respiratorio, producción de superóxidos, así como producción de metabolitos del AA por la vía de la lipooxigenasa. Actúa también sobre linfocitos, en particular los T y directa o indirectamente, el PAF aumenta la permeabilidad vascular, induce la constricción del músculo liso del intestino y pulmón, estimula la glucogenólisis en el hígado, causa hipertensión, induce neutropenia y trombocitopenia y tiene actividad inotrópica negativa y un efecto arritmogénico sobre el miocardio. Óxido nítrico El óxido nítrico (ON) es un compuesto gaseoso de vida media muy corta que se sintetiza por las enzimas sintasas de ON (SON), a partir de la L-arginina. Tiene gran reactividad como radical libre de oxígeno, e interacciona con numerosas moléculas intracelulares. Su importancia en varias funciones fisiológicas, clásicamente en el tono vascular, lo convierte en el mediador gaseoso más importante en fisiopatología humana. El ON tiene efectos vasodilatadores, antiagregantes y miorrelajantes similares a los de las prostaglandinas y tromboxanos. El ON puede actuar sobre la COX, reaccionando directamente con la proteína y modulando su actividad enzimática o modificando su expresión. Además de los efectos vasculares y sus interacciones con el sistema de las PG, el ON ejerce otros efectos sobre la migración y activación de múltiples tipos celulares implicados en la defensa e inflamación, como linfocitos, macrófagos y células cebadas, generalmente de signo inhibidor, aunque también puede activar algunas funciones leucocitarias con efecto inflamatorio. 57 Mediadores vasoactivos derivados del plasma Cininas La bradicinina y la lisilbradicinina son mediadores importantes en las respuestas inflamatorias. Las cininas son el producto de los cininógenos; éstos se sintetizan en el hígado y son excretados al plasma en donde, además de liberar cininas, funcionan como cofactores en la vía de la coagulación, inhibidores de las enzimas cisteína-proteasas y como parte de la respuesta de fase aguda. Las cininas son proteínas básicas con potente acción vasoactiva con amplias propiedades biológicas que van desde el aumento de la permeabilidad vascular, la vasodilatación, la contracción del músculo liso hasta causar dolor y estimular el metabolismo del AA. El sistema del complemento Las proteínas del complemento se encuentran en estado inactivo en el plasma. El complemento se puede activar por complejos inmunitarios (vía clásica), mediante carbohidratos (vía de las lectinas) o por otras sustancias, principalmente de origen bacteriano (vía alterna). Las tres vías tienen un final común en sus fases tardías de activación, de C5 a C9, conocido como complejo de ataque a la membrana (MAC, membrana attack complex) [Figura 6.1]. La activación de cada uno de los componentes del complemento ocurre tras la acción de enzimas proteolíticas que resulta en dos fragmentos de cada molécula nativa. Las proteínas del complemento se encuentran en altas concentraciones en sangre y tejidos por lo que cualquier microorganismo que tenga expuestos grupos amino o hidroxilo o bien complejos inmunitarios, será inmediatamente 58 Introducción a la Reumatología Vía clásica Vía de la lectina Vía alterna Complejos inmunes Activadores no inmunes Carbohidratos microbianos Superficies activadoras C1 (C1q, C1r, C1s) C4 C1-INH C4bp fl C2 MBL C3b (MASP-1, 2) fB fD CD55 (DAF), C41, MCP, fl C3 C4b2a3b C3bBbC3b C3a C3a C5 C5a C5b CD59 fH fl C3 C6 C7 C8 C9 Vitronectina Proteína S C5b-C9 (Complejo de ataque a la membrana) Ingreso de líquidos LISIS OSMÓTICA Figura 6.1. El sistema del complemento y sus inhibidores. La cascada del complemento puede ser activada por tres vías diferentes: la clásica, la de las lectinas y la alterna. La vía clásica generalmente se activa por complejos inmunitarios aunque el C1q puede interactuar con moléculas no inmunes. La vía de las lectinas se activa por la unión de éstas con la manosa presente en los microorganismos patógenos. La vía alterna es independiente de complejos inmunitarios y casi siempre la cascada del complemento como C1-INH, CD55, CD59 vitronectina, proteína S, fH y fl. Estas proteínas actúan en diferentes pasos de las tres vías para inhibir una sobreactivación de la cascada del complemento. (C1q, factor de complemento 1q; C5b-C9 [C, factor de complemento]); C1-INH, inhibidor del C1; fH, fi, factores H e i del complemento.) detectado; aunque también toda superficie celular –y aquí se incluyen las células del huésped– que no se encuentre protegida puede potencialmente ser “atacada” por el complemento. En este sentido, es importante resaltar que todas las células humanas normales son resistentes a la lisis mediada por el complemento por un mecanismo especial que emplea un sistema de reconocimiento propio. Este sistema está compuesto por proteínas específicas ancladas a las membranas celulares como el factor acelerador del consumo (DAF, decay accelerator factor, o CD55), la pro- teína cofactor de membrana (MCP o CD46) y la protectina o CD59. El receptor tipo 1 del complemento (CR1 o CD35) también se encuentra involucrado en la regulación del fragmento C3b. Un ejemplo de la importancia de estos inhibidores de la cascada del complemento es la ausencia congénita de CD55 y CD59 que se traduce clínicamente en hemoglobinuria paroxística nocturna. Algunos fragmentos derivados de los componentes del complemento durante la activación del sistema ejercen mecanismos no citolíticos a través de recep- Inflamación tores específicos presentes en diferentes grupos celulares. El sistema del complemento es un vigoroso mecanismo capaz de iniciar y amplificar la inflamación. Las anafilotoxinas son los fragmentos más conocidos en este sentido y son, en esencia, C3a, C4a y C5a. El efecto más importante de las anafilotoxinas es sobre los vasos sanguíneos, sobre todo en la contracción del músculo liso y el incremento en la permeabilidad vascular. Los otros fragmentos formados por el desdoblamiento de C3 y C4, es decir C3b y C4b, actúan como opsoninas. Factores de la coagulación La vía de la coagulación, al igual que el sistema del complemento, es una cascada proteolítica. Cada enzima de esta vía se ubica en el plasma inactiva como zimógeno. La activación consiste en la proteólisis de una molécula precursora para liberar el factor activo. El punto final de esta vía es la producción de trombina que, a su vez, convierte al fibrinógeno soluble en fibrina. La formación de la trombina se puede originar por dos caminos distintos –las vías intrínseca y extrínseca– que derivan en una vía común. La vía intrínseca se activa cuando la sangre entra en contacto con tejido conectivo subendotelial o con la superficie con carga negativa expuesta como resultado de daño tisular. La vía extrínseca es una ruta alterna para la activación de la cascada de la coagulación. Proporciona una respuesta casi instantánea a la lesión, comparada con los segundos o incluso minutos que requiere la vía intrínseca. La principal función de la vía extrínseca es aumentar la actividad de la vía intrínseca. Los agregados insolubles de fibrina (coágulo) junto con la agregación plaquetaria (trombo) bloquean los vasos sanguíneos dañados con lo que se detiene el sangrado. 59 Fibrinólisis Ya resuelta la hemostasia y la reparación tisular, el coágulo y el trombo deben ser removidos del tejido lesionado. Esto se logra por la vía fibrinolítica cuyo producto final es la plasmina, una potente enzima con amplio campo de actividad. La plasmina se forma por la activación del plasminógeno o por activadores tisulares. Los cuatro sistemas anteriormente mencionados, el de las cininas, complemento, coagulación y el de la fibrinólisis se encuentran estrechamente relacionados entre sí en el proceso inflamatorio (Figura 6.2). Proteínas de fase aguda Las reacciones sistémicas secundarias a la inflamación aguda comprenden dos respuestas fisiológicas asociadas. La primera involucra el cambio de la temperatura corporal regulada por el hipotálamo con la consecuente generación de una respuesta febril. La segunda incluye cambios en el metabolismo por inducción de la síntesis de numerosas moléculas por el hígado. Se considera que la IL-1, el TNF y la IL-6 –citocinas que se liberan en el sitio de lesión tisular– son las responsables de provocar la respuesta febril posiblemente como un mecanismo protector de alarma. Estas citocinas son mediadoras de la fiebre a través de la inducción de PGE2. Al mismo tiempo generan la producción de la hormona adrenocorticotrópica y, por ende, inducen la producción de cortisol, creando así una retroalimentación negativa puesto que los glucocorticoides inhiben la expresión genética de citocinas. El segundo aspecto en la respuesta de fase aguda es la modificación radical del perfil biosintético del hígado, lo que ocasiona la producción de grandes cantidades de proteínas de fase aguda (PFA). Entre 60 Introducción a la Reumatología Liberación de histamina Opsonina C3a Vía alterna C5a C3b C3 COMPLEMENTO Quimiotaxina Activación de fagocitos Liberación de histamina C3b C56789 Vía clásica Lisis Proteasas de fagocitos Vasodilatación Permeabilidad vascular Dolor Quimiotaxinas Fibrinopéptidos Cininas Fibrina α-globulina Fibrinógeno Trombina Plasmina Calicreína COAGULACIÓN VÍA FIBRINOLÍTICA VÍA de las CININAS XIIa Figura 6.2. Interacción de las cascadas de coagulación, complemento, fibrinólisis y cininas durante el proceso inflamatorio. Algunos de los mediadores derivados del plasma que se observan en el esquema actúan como convertasas de C3, incluyendo proteasas neutrales derivadas de fagocitos y neutrófilos. El factor de la coagulación XIIa (factor Hageman activado) es capaz de iniciar tres grandes sistemas enzimáticos. A su vez, al formarse la plasmina se incrementa la síntesis de cininas que regulan la cascada de la coagulación. las PFA se incluyen el amiloide sérico A (SAA, seric amyloid A), la proteína C reactiva (PCR) y el componente P del amiloide sérico (SAP). Las PFA presentan una gran diversidad de funciones que contribuyen a la defensa del huésped, que pueden direc- tamente neutralizar a agentes inflamatorios, ayudan a minimizar la extensión del tejido dañado y participan en su reparación y regeneración. La PCR cuenta con una gran cantidad de especificidades de unión a diver- Inflamación sos compuestos y actividades biológicas –todas ellas dependientes de calcio– relacionadas con la respuesta inmune innata. La exquisita respuesta de la PCR a los estímulos de fase aguda aunada a su concentración en plasma, ha colocado a esta proteína como el monitor más fiel para valorar la gravedad de un proceso inflamatorio o la eficacia terapéutica durante infecciones, aunque algunas enfermedades inflamatorias crónicas como el lupus eritematoso sistémico (LES) cursan con niveles bajos de PCR. El SAA durante la inflamación facilita la fagocitosis del colesterol por los macrófagos en el sitio de inflamación, y éste puede utilizarse para la reparación tisular. Otro papel protector del SAA es la inhibición de la activación plaquetaria inducida por trombina, así como la inhibición del estallido respiratorio en neutrófilos, previniendo así la destrucción tisular por oxidación. Así, el SAA y el SAP representan el más claro ejemplo de proteínas plasmáticas que pueden ser benéficas durante la respuesta de fase aguda, pero con mayores efectos nocivos en la inflamación crónica; como ocurre en la amiloidosis secundaria o reactiva que se distingue por depósitos insolubles de fibrillas –generalmente de consecuencias fatales– en órganos como el bazo, el hígado y el riñón. Mediadores involucrados en el reclutamiento celular Citocinas Las citocinas son un numeroso grupo de proteínas o glicoproteínas solubles de bajo peso molecular (< 30 kDa) producidas transitoriamente por células nucleadas, aunque su principal origen son las células del sistema inmunitario como linfocitos T, monocitos y linfocitos B. Actúan como mensajeros u hormonas, cruciales en la respuesta inmune innata 61 y adaptativa, así como también en una amplia gama de procesos celulares como crecimiento, desarrollo, diferenciación, muerte, activación, angiogénesis y procesos de reparación dirigidos a restaurar la homeostasis. Ocasionalmente son sintetizadas de manera constitutiva, aunque por lo regular son producidas en respuesta a un estímulo por lo que su vida media suele ser corta. Estas moléculas ejercen sus funciones al unirse con gran afinidad a receptores complementarios expresados en las células blanco. Las citocinas modulan múltiples procesos biológicos entre los que destacan las respuestas inflamatorias, mecanismos de inmunidad innata, control de infecciones, hematopoyesis, expansión clonal de células T, proliferación y diferenciación de células B, activación de células NK (natural killer), células T citotóxicas, linfocitos B, neutrófilos, eosinófilos y células cebadas, entre otros. Quimiocinas Las quimiocinas conforman una gran familia de pequeñas citocinas cuyo peso molecular oscila entre 7 y 15 kDa. Se dividen en subfamilias de acuerdo con la posición de los residuos de cisteína localizados hacia el extremo amino terminal; según su localización, se les clasifica como homeostásicas o inflamatorias. Las quimiocinas homeostásicas son producidas constitutivamente y se encargan de mantener el tráfico fisiológico de leucocitos. Las quimiocinas inflamatorias son sintetizadas virtualmente por todos los tipos celulares en respuesta a un estímulo apropiado. Las quimiocinas-α (CXCL, cisteínaaminoácido-cisteína-ligando) muestran predilección para atraer neutrófilos, células endoteliales y linfocitos. Las quimiocinas-β (CCL, cisteína-cisteína-ligando) suelen atraer monocitos, eosinófilos, basófilos y, con selectividad variable, linfocitos. 62 Introducción a la Reumatología Una característica importante de las quimiocinas es la “promiscuidad” que exhiben; por ejemplo, una quimiocina puede unirse a varios receptores, cambiando así el efecto biológico final. La interacción de la quimiocina con el receptor expresado en la célula blanco deriva en la activación de las vías de señalización y, por lo tanto, en la expresión de genes involucrados no sólo en la migración leucocitaria, sino también de algunos involucrados en la síntesis de otras quimiocinas, proteínas que participan en apoptosis, liberación de enzimas, angiogénesis o angiostasis, en señales que transforman las interacciones mediadas por integrinas y selectinas de baja a alta afinidad para permitir la extravasación leucocitaria, entre otros. Las quimiocinas están íntimamente relacionadas con la circulación homeostásica de las células y, claramente, sin su participación sería imposible el traslado de subpoblaciones específicas de leucocitos hacia el lugar donde son requeridas. Sin embargo, el reclutamiento de leucocitos hacia diferentes tejidos no depende exclusivamente de las quimiocinas. Éstas deben interactuar en armonía con una gran diversidad de moléculas como interleucinas, moléculas de adhesión e integrinas. Células involucradas en el proceso inflamatorio Leucocitos polimorfonucleares La función principal de los granulocitos, en particular los neutrófilos, es fagocitar y destruir agentes extraños. Una vez que los neutrófilos entran en contacto con una partícula, su membrana se invagina en dicho punto formando un fagosoma que se internaliza. A esta vacuola se fusionan los gránulos azurófilos y específicos que contienen diversas proteasas con el fin de destruir la partícula. Otro medio que utilizan los neutrófilos para realizar esta función es la generación de peróxido de hidrógeno y radicales libres de oxígeno. Sin embargo, los mecanismos de los que disponen los neutrófilos para destruir microorganismos también son los responsables de las lesiones que se producen durante las respuestas inflamatorias patológicas agudas, y ocasionalmente en las crónicas. En contraste con los neutrófilos, los eosinófilos presentan muy poca fagocitosis, pero constituyen la principal defensa frente a parásitos (sobre todo helmintos), a los que destruyen mediante la liberación de sus gránulos al interior de aquéllos. Los eosinófilos participan, además, en la fase tardía de la respuesta inflamatoria que se produce en el asma y en procesos respiratorios alérgicos. Las células cebadas y los basófilos juegan un papel central en las reacciones inflamatorias y alérgicas. Las células cebadas residen en los tejidos conectivos y generalmente no circulan en sangre periférica. Los basófilos, por el contrario, son los granulocitos circulantes más pequeños y de los que menos se conoce su función. Ambas células contienen gránulos citoplásmicos particulares que almacenan mediadores potentes de la inflamación. La desgranulación de estas células puede ser inducida por agentes físicos (temperatura, trauma), químicos (toxinas, venenos), mediadores endógenos (proteasas tisulares, proteínas catiónicas de eosinofilos y neutrófilos), pero más comúnmente por mecanismos inmunológicos que pueden ser dependientes o independientes de la IgE. El reclutamiento de las células cebadas y basófilos ocurre, al igual que los demás leucocitos, mediante las moléculas de adhesión. El incremento de estas células, aunado a su desgranulación en los sitios de inflamación pueden acelerar la eliminación del agente causal de la lesión tisular o, paradójicamente, conducir a una respuesta inflamatoria crónica. Inflamación Macrófagos/monocitos Los macrófagos son células típicamente residentes en tejidos que se diferencian a partir de los monocitos de sangre periférica derivados de la médula ósea. Los macrófagos son responsables de múltiples funciones complejas que van desde la actividad antimicrobiana hasta la inmunorregulación. Participan en la remodelación y cicatrización de los tejidos, eliminan células muertas o degeneradas, colaboran en la defensa frente a bacterias, virus y células neoplásicas, intervienen en el metabolismo de lípidos y proteínas, y su acción es crítica en la inducción, regulación y expresión de los componentes humorales y celulares de la respuesta inmune. La lisozima, que hidroliza las paredes bacterianas, es el principal producto secretor del macrófago. Otras enzimas proteolíticas incluyen metaloproteasas (colagenasa, elastasa, estromelisina) con un importante potencial lesivo en las enfermedades articulares, y el activador del plasminógeno que conduce a la degradación de fibrina y activa los componentes C1 y C3 del complemento. La síntesis de fibronectina y otras proteínas de la matriz extracelular como proteoglicanos, estimulada en los macrófagos activados, contribuye a la quimiotaxis y al anclaje de otras células en los tejidos inflamados y puede estimular la fibrogénesis. La activación de macrófagos por productos bacterianos como liposacáridos (LPS), o citocinas como interferón (IFN-γ) , factor estimulante de colonias de granulocitos/ monocitos (GM-CSF) y factor de necrosis tumoral (TNF-α), conduce a la producción de mediadores lipídicos, radicales libres de oxígeno y óxido nítrico, que aumentan la fagocitosis y la capacidad citotóxica sobre bacterias y células tumorales. Colateralmente, estos mediadores contribuyen a la destrucción del tejido circundante. Por úl- 63 timo, los macrófagos participan en la respuesta inmune adaptativa, procesando y presentando el antígeno a los linfocitos T junto a las moléculas del complejo principal de histocompatibilidad clases I y II. Plaquetas La principal función de las plaquetas es participar en la hemostasia y reparación de las lesiones, aunque desempeñan cierto papel en el establecimiento de respuestas inflamatorias. Cuando las plaquetas se activan sufren un proceso de desgranulación en el que se liberan diferentes moléculas, la mayoría de las cuales tiene propiedades proinflamatorias o quimiotácticas. Células endoteliales El endotelio vascular desempeña un papel fundamental en la respuesta inflamatoria. La combinación de la expresión de moléculas de adhesión específicas en la superficie del endotelio con la producción de las quimiocinas adecuadas, bien sea por las propias células endoteliales o por el tejido inflamado subyacente, permite la llegada al foco inflamatorio de las subpoblaciones leucocitarias que se requieren. Otra función importante de las células endoteliales es la angiogénesis, la formación de nuevos vasos capilares a partir de otros capilares o vénulas preexistentes. Este es un proceso imprescindible para el crecimiento y la reparación de heridas, aunque también puede estar involucrado en procesos patológicos, como la vascularización de tumores sólidos o la hiperplasia sinovial de la artritis reumatoide. Linfocitos T Los linfocitos T de ayuda (CD4+) maduros producen citocinas en respuesta a la estimulación antigénica. Este proceso depende de las señales que reciben del 64 Introducción a la Reumatología microambiente en el cual existen células presentadoras de antígeno profesionales (macrófagos y células dendríticas), así como también células accesorias de la respuesta inmunitaria. Los estudios realizados en linfocitos T CD4+ han demostrado la existencia de por lo menos tres subpoblaciones que se distinguen entre sí por el patrón de citocinas que secretan. La subpoblación Th0 comprende aquellos linfocitos T vírgenes (naive) que aún no han establecido contacto con la célula presentadora de antígeno. Al llevarse a cabo la presentación antigénica, el linfocito T virgen madura y se diferencia hacia Th1, Th2, o Th3. La subpoblación Th1 se caracteriza por la síntesis de IL-2, IFN-γ y TNF-α, los que favorecen las respuestas inmunológicas de tipo celular y las reacciones inflamatorias. El perfil de citocinas producido por la subpoblación Th2 incluye a la IL-4, IL-5, IL-10 e IL-13 que, en conjunto, promueven la inmunidad mediada por anticuerpos o humoral. Las células Th3 sintetizan principalmente TGF-β (transforming growth factor) actividad antiinflamatoria y profibrótica. Las células Th1 y Th2 regulan mutuamente sus actividades por medio de la producción de citocinas que inhiben la proliferación de una u otra subpoblación. Así, el IFN-γ es antagónico para la IL-4 y la IL-10 en la diferenciación de células Th2 y viceversa (Figura 6.3). Recientemente se ha postulado la existencia de una subpoblación de linfocitos T con propiedades reguladoras. Estas células expresan constitutivamente los antígenos de superficie CD4 y CD25, producen IL-10 y TGF-β, por lo que destaca su función antiinflamatoria. Moléculas de adhesión. Reclutamiento de leucocitos a focos inflamatorios Las moléculas de adhesión no sólo son capaces de poner en contacto células entre sí o con la matriz extracelular, sino que la unión con sus ligandos puede transmitir señales al interior de las células. Las moléculas de adhesión implicadas en la respuesta inflamatoria pertenecen principalmente a tres grandes familias: selectinas, integrinas y la superfamilia de las inmunoglobulinas. La secuencia de eventos que concluye en la extravasación de los leucocitos se ha clasificado en cuatro fases: 1) fase de rodamiento; 2) activación de integrinas; 3) adhesión firme, y 4) migración transendotelial. Conclusión Lo que describió Aurelio Cornelio Celso (14 a.C. - 37 d.C.) como “rubor et tumor cum calor et dolor” es, actualmente, un difícil crucigrama que abarca desde señales de transducción hasta intrincados sistemas biológicos. Esto incluye el mercado multimillonario de la industria farmacéutica (no por grande menos codiciosa), puesto que cuando se desconoce el origen patogénico primario de una enfermedad, el control de la inflamación puede ser, en ocasiones, la mejor opción terapéutica. Sin embargo, el número de padecimientos con importante compromiso inflamatorio necesariamente debe disminuir a medida que se descubren los agentes infecciosos que dan origen a ellos. Un ejemplo es el caso de la gastritis crónica dependiente de Helicobacter pylori que evoluciona a la formación de úlceras. No obstante, tanto en esta última como en otras enfermedades infecciosas, la respuesta inflamatoria del huésped pareciera ser más deletérea que el agente causal. Si bien es cierto que la búsqueda sobre la posible etiología infecciosa de numerosas enfermedades como la esclerosis múltiple o la artritis reumatoide no ha sido abandonada, el control de la inflamación per se es, ac- Inflamación IL-12 IL-23 IL-18 IL-27 65 ThO IFN-γ IL-4 IL-25 Th1 Th2 Th3 Treg IL-2 IFN-γ IL-4 IL-6 IL-10 IL-13 TGF-β TGF-β IL-10 Figura 6.3. Diferenciación de células T CD4+ a subpoblaciones efectoras. De acuerdo con las citocinas que producen y secretan los linfocitos T CD4+ se dividen en tres subpoblaciones principales denominadas Th1, Th2 y Th3. Las citocinas IL-12, IL-18, IL-23, e IL-27 inducen la producción de IFN-γ, el cual favorece la diferenciación hacia células Th1. En cambio, la IL-4 y la IL-25 favorecen la diferenciación hacia células Th2. Las citocinas producidas por las células Th1 (IL-2 e IFN-γ) inhiben la diferenciación hacia células Th2 y promueven la respuesta inmune celular. En contraste, las citocinas producidas por células Th2 (IL-4, IL-6, IL-10 e IL-13, entre otras) promueven la respuesta inmune humoral e inhiben la diferenciación de las células Th1. Por último, los linfocitos Th3 producen TGF-β el cual tiene un potente efecto inmunosupresor. tualmente, el blanco terapéutico principal, si no es que el más importante. Lectura recomendada Akira S, Takeda K, Kaisho T. Toll like receptors: critical proteins linking innate and acquired immunity. Nat Immunol. 2001;2:675-80. Bartfai T, Conti B, Fever. Scientific World J. 2010;10:490-503. Bogdan C. Nitric oxide and the immune response. Nature Immunol. 2001;2:907-16. Dinarello CA. Anti-inflammatory agents: Present and future. Cell. 2010;140:935-50. Drennam MB, Aspelagh S, Elewaut D. Invariant natural killer T cells in rheumatic diseases: a joint dilemma. Nat Rev Rheumatol. 2010;6: 90-8. Gadina M, Ferguson PR, Johnson JA. New interleukins: are there any more? Curr Opin Infect Dis. 2003;16:211-7. Haringman JJ, Ludikhuize J, Tak PP. Chemokines in joint disease: the key to inflammation? Ann Rheum Dis. 2004;63:1186-94. Janeway CA Jr, Medzhitov R. Introduction: the role of innate immunity in the adaptive immune response. Semin Immunol. 1998;10:349-50. Kaplan AP, Joseph K, Silverberg M. Pathways for bradikinin formation and inflammatory 10 Exámenes de laboratorio en Reumatología Enrique Cuevas-Orta, Carlos Abud-Mendoza Introducción El diagnóstico de cualquier enfermedad y en particular de las enfermedades reumáticas se sustenta en el conocimiento de la incidencia, prevalencia y características clínicas de los diversos padecimientos en una población determinada. El interrogatorio intencionado y el examen físico son herramientas invaluables e insustituibles para el diagnóstico. Las pruebas de laboratorio utilizadas de forma correcta y razonada son de gran ayuda para orientar, ratificar o excluir un diagnóstico e incluso pueden utilizarse para cuantificar la respuesta a tratamiento o con fines de pronóstico. Las pruebas de laboratorio deben ser interpretadas en el contexto clínico específico del paciente, una prueba positiva sin un contexto clínico adecuado no es suficiente para el diagnóstico, lo contrario también es cierto, una prueba negativa en un contexto clínico apropiado no excluye el padecimiento. Conocer la sensibilidad y especificidad de pruebas clínicas relevantes como el factor reumatoide (FR), anticuerpos a péptidos citrulinados (anti-CCP), anticuerpos antinucleares (ANA Hep-2), etc., es fundamental para una interpretación adecuada de los resultados. Reconocer el valor predictivo positivo o negativo de algunas pruebas para sustentar la presencia actual o futura de un evento, como ocurre con los anticuerpos anti-MDA5, 103 anti-TIF1 y anticuerpos anti-aminoacilRNAt con daño pulmonar, neoplasias y síndrome antisintetasa, respectivamente, es de gran ayuda en la práctica clínica. Solicitar un panel extenso de pruebas de laboratorio sin un sustento clínico correcto sólo incrementa el costo de la atención a la salud y no incrementa la posibilidad de un diagnóstico acertado, no existe un mínimo necesario de pruebas de laboratorio a solicitar, se deben obtener las pruebas que se consideren pertinentes y más aún el clínico bien informado debe ser capaz de anticipar y explicar un resultado positivo esperado o negativo inesperado. De manera arbitraria podemos señalar que existen en el campo de la Reumatología pruebas de laboratorio no específicas y específicas (Cuadro 10.1), las primeras nos dan información general, aunque no menos importante y se utilizan comúnmente en la evaluación inicial de pacientes con sospecha de enfermedades reumáticas con o sin afección sistémica e incluyen a los reactantes de fase aguda (PCR y VSG), citología hemática, creatinina sérica, ácido úrico, análisis general de orina, sedimento urinario, pruebas de funcionamiento hepático, ferritina, enzimas musculares, tiempos de coagulación, etc., que frecuentemente dan información de la intensidad de la respuesta inflamatoria y del compromiso de algún órgano o sistema en particular. Los exámenes 104 Introducción a la Reumatología Cuadro 10.1. Pruebas de laboratorio en Reumatología No específicas Específicas Citología hemática Factor reumatoide Creatinina sérica Anti-CCP Análisis de orina Complemento Sedimento urinario Crioglobulinas Enzimas musculares Anticuerpos antinucleares Pruebas de función hepática ANCA Reactantes de fase aguda Anticuerpos antifosfolípidos AELO (antiestreptolisina O) HLA (Human Leucocyte Antigen) Ácido úrico Análisis de líquido sinovial Otras específicos se utilizan encaminados a sustentar la existencia de una entidad reumática definida como lupus eritematoso sistémico (LES), artritis reumatoide (AR), síndrome de Sjögren (SS), granulomatosis con poliangeítis (PAG), etc., e incluyen entre otros a los anticuerpos antinucleares (AAN), anticuerpos antifosfolípidos (aPL), anticuerpos anticitoplasma de neutrófilo (ANCA), etc., que deben ser requeridos en un contexto clínico específico y considerando la probabilidad de que la prueba resulte positiva. Pruebas de laboratorio inespecíficas Citología hemática La anemia es un hallazgo común en las enfermedades reumáticas (Cuadro 10.2), su mecanismo de producción es variable y en muchas ocasiones multifactorial. Algunas enfermedades reumáticas de comportamiento crónico como la AR, el LES, la artritis idiopática juvenil (AIJ) y la espondilitis anquilosante (EA) se caracterizan por la presencia de anemia habitualmente de tipo normocítica normocrómica (deno- minada como anemia de enfermedad crónica) que con frecuencia correlaciona con actividad de la enfermedad y con respuesta a tratamiento. La presencia de anemia hemolítica, en particular la mediada por anticuerpos (Coombs positiva) acompañada o no de síntomas articulares o sistémicos debe de alertar al médico a considerar la posibilidad de LES o de síndrome de anticuerpos antifosfolípidos (SAAF). La anemia microcítica hipocrómica (deficiencia de hierro) puede asociarse con pérdida sanguínea gastrointestinal, no rara vez asociada con el empleo de antiinflamatorios no esteroides (AINE). El valor de glóbulos blancos puede ser de ayuda para el diagnóstico de algunas enfermedades reumáticas (Cuadro 10.3) y aunque la leucocitosis (> 10.0 K/μL) es un dato comúnmente relacionado por el médico a infección, en Reumatología es un dato poco específico y comúnmente asociado con la respuesta inflamatoria, sin embargo la persistencia de leucocitosis habitualmente > 15.0 K/μL es un dato característico en algunas enfermedades reumáticas entre las que destacan la AIJ de inicio sistémico y la enfermedad de Still del adulto. La leucopenia (< 4.5 K/μL) Exámenes de laboratorio en Reumatología 105 Cuadro 10.2. Diversos tipos de anemia en enfermedades reumáticas Anemia de enfermedad crónica (normocítica-normocrómica) Artritis idiopática juvenil Artritis reumatoide Enfermedad mixta del tejido conectivo Lupus eritematoso sistémico (LES) Espondilitis anquilosante Anemia hemolítica autoinmune (prueba de Coombs directa +) LES SAAF Enfermedad mixta del tejido conectivo Anemia microcítica-hipocrómica Hemorragia GI asociada con AINE Cuadro 10.3. Alteraciones en la cuenta de leucocitos Leucocitosis Artritis séptica AIJ (inicio sistémico) Enfermedad de Still del adulto Vasculitis sistémica AR muy activa Artropatía por cristales Leucopenia LES Síndrome de Felty Síndrome de Sjögren Síndrome de activación macrofágico Enfermedad mixta del tejido conectivo Empleo de inmunosupresores Eosinofilia Síndrome de Churg-Strauss Otras es un dato sobresaliente del LES, se presenta hasta en 70% de los pacientes y suele correlacionar con actividad de la enfermedad; en pacientes con AR la presencia de leucopenia se relaciona más comúnmente al efecto mielotóxico de los inmunosupresores y menos frecuente al síndrome de Felty, entidad poco frecuente, que se caracteriza por neutropenia, esplenomegalia, trombocitopenia, úlceras en las extremidades inferiores e infecciones recurrentes en pacientes con AR deformante, títulos altos de FR y nódulos reumatoides. La presencia de eosinofilia mayor a 10% en un paciente con manifestaciones sistémicas, historia de rinitis alérgica y asma bronquial debe hacer considerar al clínico la posibilidad de PAGE (polian- geítis granulomatosa con eosinofilia), entidad previamente conocida como síndrome de Churg-Strauss, una vasculitis sistémica que se presenta en pacientes con historia de asma y que afecta característicamente al pulmón con vasculitis de pequeño y mediano calibres. Otras causas poco frecuentes de eosinofilia incluyen: artritis reumatoide, empleo de metotrexato y otros medicamentos, síndromes hipereosinofílicos, tuberculosis, enfermedades linfoproliferativas, etc. El incremento en el número de plaquetas (trombocitosis) puede acompañar a las enfermedades inflamatorias sistémicas (vasculitis, AIJ inicio sistémico, enfermedad de Still del adulto, AR, etc.). La trombocitopenia con o sin otras 106 Introducción a la Reumatología manifestaciones clínicas es un hallazgo relevante que debe incrementar la sospecha particularmente de LES y SAAF, aunque se ha descrito su presencia en otras enfermedades difusas del tejido conectivo, un descenso de plaquetas significativo incluso sin alcanzar rangos de trombocitopenia puede ser heraldo de síndrome de activación macrofágico en pacientes con AIJ de inicio sistémico activa. La asociación de trombocitopenia con hemólisis y esquistocitos debe alertar a la posibilidad de microangiopatías trombóticas. Pruebas de función renal La evaluación de cualquier padecimiento sistémico sin contemplar la función renal y el examen de orina pueden generar omisiones graves de diagnóstico y retraso en el tratamiento. La presencia de proteinuria significativa en una mujer joven debe alertar al médico y considerar la posibilidad de LES. La presencia de eritrocitos, leucocitos y cilindros granulares o hemáticos en la orina en un paciente con manifestaciones sistémicas o articulares debe incrementar la sospecha de algunas enfermedades que en forma temprana comprometen al riñón como el LES y las vasculitis sistémicas. El deterioro rápido de la función renal con elevación de azoados y caída de la depuración de creatinina en un paciente previamente sano con o sin manifestaciones sistémicas es característico de la glomerulonefritis rápidamente progresiva (GMNRP) cuya etiología más común incluye LES, vasculitis sistémicas, en particular la PAG (anteriormente denominada granulomatosis de Wegener) y poliangeítis microscópica (PAM). El sedimento activo en un paciente con manifestaciones pulmonares (disnea, hemoptisis y/o imágenes pulmonares difusas) orienta al diagnóstico de síndrome neumorrenal, expresión de vasculitis sistémicas (PAG y PAM, principalmente), LES, GMN posinfecciosa (estreptocócica) y síndrome de Goodpasture, entre otras (Cuadro 10.4). Enzimas musculares La determinación de enzimas musculares, en particular de creatinfosfocinasa (CPK), deshidrogenasa láctica (DHL) y transaminasas (TGO y TGP) son rele- Cuadro 10.4. Alteraciones de las pruebas de función renal en enfermedades reumáticas Proteinuria LES, EMTC Vasculitis sistémicas Síndrome de Sjögren primario (SSP) SAAF Espondilitis anquilosante (con amiloidosis) Sedimento activo LES Vasculitis sistémicas (PAG, PAM) EMTC SSP Glomerulonefritis pauciinmune Síndrome neumorrenal LES Vasculitis sistémicas (PAG, PAM) Púrpura de Schönlein-Henoch Síndrome de Goodpasture Exámenes de laboratorio en Reumatología vantes en la evaluación de pacientes con debilidad muscular, síntoma cardinal de las miopatías inflamatorias; 80 a 90% de los pacientes con estas enfermedades muestran elevación de CPK. En caso de sospecha de miopatía inflamatoria con enzimas normales (CPK, TGO, TGP, DHL) que ocurre en 10 a 20% de los pacientes se puede solicitar aldolasa cuyos valores elevados ratifican la impresión diagnóstica. Pruebas de funcionamiento hepático (PFH) El incremento en las enzimas hepáticas (TGP, fosfatasa alcalina) obedece frecuentemente al efecto indeseable de algunos medicamentos empleados en el manejo de enfermedades reumáticas (AINE, metotrexato, azatioprina, leflunomida, sulfazalacina). Sin embargo, en algunas entidades como la enfermedad de Still y AIJ de inicio sistémico, estas alteraciones ocurren como característica de la enfermedad en 70% de los pacientes. Las infecciones por virus B y C de hepatitis cursan con manifestaciones extrahepáticas que incluyen poliartritis, púrpura vascular y daño renal, las que pueden estar asociadas con la presencia de crioglobulinas, aun en ausencia de alteraciones en las PFH. La afección hepática en LES ocurre en 10 a 15% de los pacientes y contribuye a mayor morbilidad. Reactantes de fase aguda Los denominados reactantes de fase aguda son proteínas que por definición incrementan su concentración al menos un 25% en presencia de un estímulo inflamatorio. Estas proteínas son sintetizadas principalmente en el hígado bajo el efecto de diversas citocinas proinflamatorias, en particular la interleucina 6 (IL-6). El 107 incremento de reactantes de fase aguda no es exclusivo de las enfermedades reumáticas inflamatorias o autoinmunes, padecimientos de diversas etiologías, entre ellas infecciones, neoplasias, alergias o traumatismos pueden condicionar elevación de estas proteínas. Existen diversas proteínas de fase aguda entre las que se incluyen a la proteína C reactiva, proteína amiloide del suero (SAA), ceruloplasmina, ferritina, transferrina, prealbúmina, B2-microglobulina, haptoglobina, fibrinógeno, alfa 1-antitripsina y proteína que une retinol, entre otras. El incremento en los valores de estas proteínas varía de dos a tres veces su valor normal como ocurre con el fibrinógeno y haptoglobina, hasta varios cientos de veces como sucede con la PCR, ferritina y SAA. La velocidad de eritrosedimentación globular (VSG) es una prueba utilizada a menudo como medida de la respuesta inflamatoria, la prueba determina la velocidad en que sedimentan o se precipitan los glóbulos rojos en una muestra de sangre anticoagulada, la velocidad de precipitación es una medida indirecta del contenido de proteínas en el plasma, en particular del fibrinógeno. El método preferido para la determinación de la VSG es el Westergren, cuyos límites superiores aceptados para los hombres es 15 mm/h y para mujeres 20 mm/h, aunque la VSG incrementa con la edad y valores > 40 mm/h pueden observarse en personas sanas de edad avanzada En la práctica clínica las pruebas utilizadas con mayor frecuencia para medir la respuesta inflamatoria son la VSG y la PCR. En términos generales se considera que la PCR tiene mayor sensibilidad para evaluar la respuesta inflamatoria y mayor capacidad para detectar cambios tempranos de la misma. Los niveles de PCR se incrementan rápidamente después de un estíulo inflamatorio, tiene una vida media de 18 h, pero ante la persistencia 108 Introducción a la Reumatología del estímulo se mantiene crónicamente elevada, hecho que ocurre en muchas enfermedades que cursan con inflamación crónica como la AR, en la que además predice daño o progresión de la enfermedad de manera independiente. En el Cuadro 10.5 se anotan algunas ventajas y desventajas de la PCR y VSG. Antiestreptolisinas O (AELO) La determinación de anticuerpos contra componentes del estreptococo beta hemolítico del grupo A, en particular las AELO se utilizan de manera cotidiana y poco razonada en la evaluación de pacientes con síntomas reumáticos. Su indicación precisa ocurre en padecimientos donde pudieran participar como disparadores del padecimiento infecciones por estreptococos del grupo mencionado, la determinación seriada en el contexto adecuado con incremento en los títulos de AELO es de mayor relevancia que la determinación aislada positiva o negativa. Las indicaciones para determinación de AELO incluyen la sospecha de glomerulonefritis posinfecciosa, artritis reactiva poliarticular y la presencia de uno o más de los criterios mayores de Jones para fiebre reumática. Ante paciente en edad pediátrica con oligoartritis o poliartritis se deberá considerar primero la posibilidad de artritis idiopática juvenil, entidad mucho más prevalente en la actualidad que la fiebre reumática. La determinación de AELO como evidencia de infección estreptocócica es de cierta utilidad ante la sospecha de glomerulonefritis posestreptocócica, con presentación en niños más que en adultos y que se manifiesta con hematuria micro- o macroscópica aparente 2 a 3 semanas después de una infección cutánea por estreptococo B hemolítico del grupo A de las cepas nefritogénicas y también con incremento en los títulos de AELO. Uricemia El ácido úrico es un ácido débil con propiedades antioxidantes, su forma principal como urato es soluble a concentraciones menores a 6.7 mg/dL, por encima de este valor se pierde su capacidad de solubilidad, ocurre sobresaturación del plasma y líquidos corporales y se generan depósitos tisulares. Se reconoce que las concentraciones de ácido úrico se incrementan con la edad, los varones desde el segundo decenio de la vida muestran Cuadro 10.5. Ventajas y desventajas del empleo de VSG y PCR Ventajas Desventajas VSG < Costo > Rapidez de la prueba Información adecuada Medida indirecta Se modifica por edad y género Se modifica por anemia, insuficiencia cardiaca, embarazo, insuficiencia renal Afectada por otras proteínas del plasma PCR Cuantificación precisa Reproducible Respuesta rápida al cambio del estado inflamatorio No afectada por edad y género Límite amplio de valores > Costo Incrementa en obesidad, diabetes mellitus y tabaquismo Exámenes de laboratorio en Reumatología concentraciones más altas de ácido úrico. Hiperuricemia se define como niveles de ácido úrico por encima del punto de saturación, es decir por arriba de 6.7 mg/dL. Aproximadamente 5 a 10% de la población general tiene hiperuricemia. En Reumatología la principal indicación para determinación de ácido úrico es la sospecha de artropatía por cristales de urato monosódico (gota), el principal factor de riesgo para desarrollar gota es la presencia de hipeuricemia persistente, sin embargo la mayoría de los pacientes con hiperuricemia no desarrollan gota. La presencia de monoartritis en extremidades inferiores de inicio agudo, en un varón de 30 a 50 años es sugerente de gota, es importante reconocer que 20 a 30% de los pacientes con episodio agudo de gota tienen en ese momento niveles normales de ácido úrico. Análisis de líquido sinovial El análisis de líquido sinovial (Cuadro 10.6) es de gran utilidad en la evaluación de pacientes con monoartritis aguda, en particular ante la sospecha de artropatía por cristales (gota, seudogota, etc.) y artritis séptica. De acuerdo con las características macroscópicas del líquido articular se puede considerar como normal (transparente), turbio, purulento y hemá- 109 tico. Ante un líquido hemático se debe considerar la posibilidad de hemartrosis postraumática, empleo de anticoagulantes, deficiencia de factores de la coagulación o neoplasia. Un líquido sinovial de aspecto purulento es característico aunque no exclusivo de artritis infecciosa ya que puede ocurrir como manifestación de artritis gotosa aguda. El análisis citoquímico del líquido sinovial nos permite clasificar la patología articular como inflamatoria y no inflamatoria. El ejemplo más apropiado de patología no inflamatoria es la osteoartritis que en ocasiones puede condicionar dolor y derrame articular en particular a nivel de la rodilla. Múltiples patologías en Reumatología concursan con derrame articular inflamatorio como AR, artritis psoriásica, EA, LES, etc., no obstante por su presentación clínica característica en raras ocasiones es necesario la punción articular diagnóstica. Por el contrario, patologías con presentación monoarticular como artritis séptica, artropatía por cristales, en particular gota y seudogota, y artritis reactiva requieren para un diagnóstico de certeza la evaluación del líquido articular. La cuenta de leucocitos en líquido sinovial superior a 50 000 y en particular el predominio de polimorfonucleares (PMN) > 90% son característicos de Cuadro 10.6. Análisis del líquido sinovial Característica Normal No inflamatorio Inflamatorio Purulento Viscosidad 3-6 cm 3-6 cm < 3 cm < 3 cm Color Paja Amarillo Amarillo Verdoso Aspecto Transparente Transparente Opaco Lechoso Celularidad < 200 200-2 000 > 2 000 > 100 000 PMN < 25% < 25% 25-75% > 75% Tinción de Gram Negativa Negativa Negativa -/+ Cultivo Negativo Negativo Negativo -/+ 110 Introducción a la Reumatología artritis séptica; sin embargo no es raro que pacientes con artropatía por cristales de urato monosódico puedan presentar valores similares o superiores de leucocitos y PMN. El diagnóstico definitivo de artritis séptica descansa en la tinción de Gram y cultivo de líquido sinovial ya que la presencia de formas bacterianas o crecimiento de un agente infeccioso ratifica el diagnóstico; una tinción de Gram sin formas bacterianas y cultivo negativo no descarta en su totalidad el diagnóstico de artritis séptica pero lo hace menos probable. El estándar de oro para el diagnóstico de artropatía por cristales es la revisión de líquido sinovial mediante microscopia de luz polarizada, la presencia de cristales en forma de aguja birrefringentes negativos son característicos de artropatía por cristales de urato monosódico (gota), la presencia de cristales de urato monosódico puede ocurrir en articulaciones asintomáticas sin inflamación aguda, la presencia de cristales fagocitados por leucocitos PMN en lo que se ha denominado el signo de la “aceituna en el palillo de dientes” ratifica la existencia de un ataque agudo de gota. Por el contrario, Cuadro 10.7. Indicaciones para la determinación de crioglobulinas Púrpura palpable Úlceras cutáneas Isquemia digital Livedo reticular intenso Fenómeno de Raynaud grave Neuropatía periférica Glomerulonefritis por complejos inmunes Hemorragia alveolar Síndrome de hiperviscosidad Poliartralgias con síntomas constitucionales los cristales de aspecto romboidal y birrefringentes positivos son característicos de artropatía por cristales de pirofosfato de calcio (seudogota). Es importante reconocer que los cristales de hidroxiapatita implicados en la fisiopatogenia del hombro de Milwaukee no muestran birrefringencia a la luz polarizada y requieren una tinción especial de rojo alizarina para su reconocimiento. Pruebas de laboratorio específicas Crioglobulinas Las crioglobulinas son inmunoglobulinas que de forma característica se precipitan al reducir la temperatura del suero por debajo de 37° y se vuelven a resolubilizar al incrementar nuevamente la temperatura a 37°. Crioglobulinas en pequeñas concentraciones pueden ocurrir en sujetos sanos, o pueden aparecer de forma transitoria durante procesos infecciosos. El incremento en las concentraciones circulantes de crioglobulinas se reconoce clínicamente como crioglobulinemia. Es importante reconocer que no todos los pacientes con crioglobulinemia tienen síntomas, las manifestaciones clínicas asociadas con crioglobulinemia se deben principalmente a dos mecanismos de daño ya sea por hiperviscosidad debido al incremento en las concentraciones de proteínas en el suero o bien por la formación y depósito de complejos inmunes con activación de complemento en las paredes de vasos sanguíneos, en particular de pequeño calibre como vénulas, capilares y arteriolas (vasculitis crioglobulinémica). Las indicaciones para la determinación de crioglobulinas se indican en el Cuadro 10.7, la crioglobulinemia puede ser causada por diversas patologías incluyendo neoplasias, infecciones, enfermedades autoinmunes o Exámenes de laboratorio en Reumatología de causa desconocida en la denominada crioglobulinemia esencial. El punto crítico más importante para la determinación de crioglobulinas es la toma y manejo adecuado de la muestra ya que un buen porcentaje de resultados falsos negativos se debe al manejo incorrecto de la misma. De manera ideal los tubos para colección de la muestra deben ser precalentados a 37°, mantenidos a esta temperatura durante la obtención y durante su transporte, la muestra debe ser centrifugada a 37° y el suero separado debe ser colocado en 2 tubos y almacenados a 4 °C durante al menos 7 días. Al cabo de este lapso se puede verificar la formación del crioprecipitado en los casos positivos, se puede calcular de forma cualitativa el porcentaje de criocrito tomando en cuenta el tamaño del precipitado en relación al suero total. En los casos con resultado positivo el paso siguiente es conocer cuál es el componente inmunoquímico del crioprecipitado mediante inmunofijación, inmunoelectroforesis o inmunobloting. Con base en el origen y contenido de inmunoglobulinas la crioglobulinemia puede ser clasificada como sigue: Tipo I: inmunoglobulina habitualmente isotipo IgM (puede también ser IgG o IgA) de origen monoclonal por lo general asociado con trastorno neoplásico de células B Tipo II: compuesta por inmunoglobulina isotipo IgM de origen monoclonal con actividad de factor reumatoide contra inmunoglobulina isotipo IgG de origen policlonal Tipo III: compuesta por inmunoglobulina isotipo IgM de origen policlonal con actividad de factor reumatoide contra inmunoglobulina isotipo IgG de origen policlonal 111 Las crioglobulinemias tipos II y III se conocen genéricamente como mixtas, la causa más común es la infección por virus C de hepatitis, otras causas importantes incluyen a las enfermedades autoinmunes como LES, SSP y EMTC, entre otras. Factor reumatoide (FR) y anticuerpos a péptidos cíclicos citrulinados (anti-CCP) El FR es una inmunoglobulina habitualmente de clase IgM (también existe IgA e IgG) dirigida contra una inmunoglobulina de isotipo IgG. La principal indicación para esta prueba es la sospecha clínica de AR, el FR puede preceder por años al inicio de síntomas de AR; en pacientes con AR temprana el FR puede ser negativo y posteriormente aparecer positivo. En pacientes con AR establecida el FR es positivo en 70 a 80% de los pacientes, se reconoce que 20 a 30% de los pacientes con AR son seronegativos a la determinación de FR. Es importante reconocer que sólo 50% de los pacientes con AR de inicio tardío (inicio > 60 años) tiene FR positivo. Los títulos elevados de FR correlacionan con agresividad o gravedad del padecimiento articular y con manifestaciones extraarticulares como nódulos reumatoides, afección pulmonar grave y vasculitis (incluye la asociada con mononeuritis múltiple). Los títulos de FR se pueden modificar y disminuir como respuesta a tratamiento, incluso en casos excepcionales pueden desaparecer, sin embargo en la práctica clínica diaria no es indispensable la determinación seriada de los títulos de FR. La determinación de FR se puede realizar por la prueba de aglutinación y diluciones por látex (se considera positiva a títulos ≥ 1:80); actualmente se reconoce de mayor utilidad y sensibilidad a la nefelometría con positividad a títulos ≥ 14 UI. El FR no es especifico de AR, puede aparecer 112 Introducción a la Reumatología positivo en otras enfermedades de origen autoinmune, incluso en algunos padecimientos como EMTC (80%) y SSP (60 a 70%) la frecuencia de positividad puede ser similar a la AR. La asociación con otros padecimientos es menos frecuente, se observa en 30% de los pacientes con escleroderma, 25 a 30% de pacientes con LES, 20% en miopatías inflamatorias y 30 a 40% en vasculitis sistémicas. Como consecuencia de estimulación policlonal de células B el factor reumatoide puede aparecer positivo en diversos padecimientos infecciosos como en vasculitis crioglobulinémica asociada con virus C de hepatitis (50%), endocarditis bacteriana subaguda (30 a 40%), tuberculosis (20 a 30%), etc. El FR puede aparecer positivo en 10 a 15% de la población sana. Los anti-CCP son autoanticuerpos dirigidos a diversas proteínas que han sido citrulinadas mediante modificación postraslacional por la enzima desaminasa de arginina, entre estas proteínas se incluyen a filagrina, vimentina, colágena tipo 2 y fibrinógeno. En los primeros informes se consideró a los anti-CCP con mayor sensibilidad y especificidad para el diagnóstico de AR en relación con el FR, hoy en día se reconoce una sensibilidad similar y discreta mayor especificidad. Al igual que el FR los anti-CCP pueden preceder por años al diagnóstico de AR y se asocian con mayor riesgo de erosiones, progresión de la enfermedad y afección pulmonar intersticial. Los anti-CCP no son exclusivos de la AR y pueden aparecer en otras enfermedades autoinmunes como LES, SSP, escleroderma, hepatitis autoinmune, CBP, enfermedad inflamatoria intestinal, etc., así como en padecimientos infecciosos como tuberculosis. La determinación de ambas pruebas al mismo tiempo puede mejorar la especificidad para el diagnóstico de AR, el resultado negativo en ambas pruebas no excluye el diagnóstico de AR. Otro grupo de autoanticuerpos de reciente descripción en pacientes con AR son los anticuerpos dirigidos a proteínas carbamiladas (anti-CarbP) que de forma similar al FR y anti-CCP parecen preceder por años al inicio de síntomas de AR, la sensibilidad y especificidad de estos autoanticuerpos en pacientes con AR establecida es de 40 a 45% y 95 a 97%, respectivamente. Estos anticuerpos anti-CarbP parecen predecir mayor riesgo de erosiones y al parecer participan en la fisiopatogenia de la enfermedad. En el Cuadro 10.8 se describen algunas características relevantes del FR, anti-CCP y anti-CarbP. Complemento Las proteínas del complemento se incluyen dentro de las proteínas de fase aguda y pueden incrementar su producción en Cuadro 10.8. Pruebas serológicas en AR Prueba Sensibilidad Especificidad Previo al inicio de síntomas Asociación clínica Positivo población sana FR 60-70% 80-90% Años Manifestaciones extraarticulares, daño pulmonar, artritis agresiva 10% Anti-CCP 60-70% 90-95% Años AR agresiva, daño pulmonar 5% Anti-CarbP 40-45% 95-97% Años Erosiones < 5% Exámenes de laboratorio en Reumatología varios padecimientos reumáticos inflamatorios como la AR, AIJ de inicio sistémico, enfermedad de Still del adulto, vasculitis sistémicas, etc., su determinación en este grupo de padecimientos no tiene mayor relevancia y no existe una indicación precisa para ello. La determinación de componentes del complemento es de suma relevancia en aquellos padecimientos que forman complejos inmunes, activan y consumen complemento, de tal forma que la presencia de hipocomplementemia (C3, C4 o CH50) puede apoyar la existencia de entidades como LES, SSP, glomerulonefritis por complejos inmunes, vasculitis crioglobulinémica, etc. Anticuerpos antinucleares (AAN) Los AAN son inmunoglobulinas dirigidas contra diversos constituyentes del núcleo y en ocasiones del citoplasma de las células entre los que destacan el DNA, cromatina, nucleosoma, histonas, RNA, ribonucleoproteínas, RNA de transferencia, helicasas, mitocondrias, etc. La presencia de AAN no es sinónimo de enfermedad ya que pueden ocurrir en individuos sanos, habitualmente a título bajo y con característica de baja afinidad por su antígeno. Los AAN se consideran el marcador serológico característico de LES ya que suelen ser positivos en > 95% de los pacientes, los AAN al igual que el FR y los anti-CCP pueden preceder por años el diagnóstico de lupus, sin embargo la especificidad de los AAN para el diagnóstico de lupus es baja ya que pueden ser positivos en otros padecimientos incluyendo otras enfermedades difusas del tejido conectivo como SSP, EMTC, AR, etc., padecimientos autoinmunes órgano-específicos como hepatitis autoinmune, enfermedad tiroidea autoinmune, etc., padecimientos infecciosos crónicos como tuberculosis, endocarditis bacteriana, infecciones virales, y otras, incluso 113 los AAN pueden ocurrir asociados al empleo de drogas como agentes biológicos, hidralazina, procainamida, etc., con o sin manifestaciones parecidas a lupus. La determinación de AAN se recomienda para pacientes con manifestaciones sistémicas sugerentes de entidades específicas como LES, EMTC, SSP y escleroderma, entre otras; en los Cuadros 10.9 y 10.10 se señalan algunas indicaciones para determinación de AAN y la sensibilidad de la prueba en diferentes padecimientos autoinmunes. La prueba inicial para escrutinio de AAN se debe realizar mediante inmunofluorescencia indirecta (IFI), utilizando como sustrato células Hep-2, una línea celular humana procedente de carcinoma laríngeo y células HeLa. Por IFI los laboratorios entrenados y certificados en la determinación de AAN deben informar, independiente de su relevancia clínica, si existe positividad Cuadro 10.9. Indicaciones para determinaciones de AAN-Hep-2 Poliartritis simétrica Síndrome seco Síntomas constitucionales sin otra causa aparente Fiebre de causa desconocida Fenómeno de Raynaud Síndrome nefrótico Glomerulonefritis rápidamente progresiva Hemorragia alveolar Síndrome pulmón-riñón Derrame pleural/pericárdico Púrpura palpable Debilidad muscular proximal y simétrica Daño hepático de causa desconocida Otras 114 Introducción a la Reumatología Cuadro 10.10. Sensibilidad de los AAN mediante Hep-2 en diversos padecimientos Enfermedad Porcentaje de positivos LES 95 EMTC 95-100 SSP (Sjögren primario) 60-80 Miopatías inflamatorias 60-80 Escleroderma 60-70 AR 20-30 AIJ 20-25 Enfermedad tiroidea 40-60 Hepatitis autoinmune 95-100 Endocarditis infecciosa 40 Sanos 10 de anticuerpos dirigidos al núcleo o citoplasma de la célula; una tercera positividad de inmunofluorescencia puede ocurrir a nivel del aparato mitótico, aun- que este reporte se reserva para laboratorios expertos en AAN (Figura 10.1). La IFI positiva a nivel del núcleo puede generar uno o más de seis patrones de inmunofluorescencia que deben ser reportados por el laboratorio de inmunología, de manera adicional se debe informar si existe positividad de la IFI a nivel del citoplasma en donde se reconocen cinco patrones que deben ser informados por el laboratorio. Clínicamente se reconoce que cada uno de estos patrones correlaciona con la presencia de anticuerpos dirigidos contra antígenos específicos y de manera aún más relevante con padecimientos autoinmunes específicos, sin embargo es importante resaltar que la determinación de AAN por IFI es sólo la prueba inicial y en caso de resultar positiva es aconsejable solicitar pruebas específicas en fases sólidas como ELISA para corroborar la presencia de anticuerpos específicos como Anti Ro, Anti Sm, Anti U1RNP, etc. IFI positiva en células Hep-2 Patrón nuclear Homogéneo Nucleolar Centromérico Patrón citoplásmico Moteado fino Moteado grueso Moteado fino denso Patrón mitótico Fibrilar Moteado mitocondrial Polar Varas y anillos Puntos nucleares discretos Figura 10.1. Patrones relevantes clínicamente por IFI en células Hep-2. Diagrama modificado y simplificado de Report of the First international consensus on standardized nomenclature of antinuclear antibody HEp-2 cell pattern 2014-2015. Frontiers of Immunology. Aug 2015, vol 6. Exámenes de laboratorio en Reumatología 115 Cuadro 10.11. Diferentes patrones de inmunofluorescencia indirecta (IFI) en el núcleo Patrón Antígeno Asociación Homogéneo DNAdc, nucleosomas, histonas LES, lupus inducido por drogas, AIJ Patrón periférico DNAdc, nucleosomas, cromatina LES Moteado denso fino DFS70 Su presencia puede excluir LES, SSP, escleroderma Moteado fino Ro/SSA, La/SSB, Ku, Scl70, RNAp, Mi-2, TIF1, RNA helicasa LES, SSP, Sd. sobre posición, escleroderma, dermatomiositis Moteado grueso Sm, U1RNP, RNA polimerasa III LES, EMTC, escleroderma Nucleolar Scl70, RNAp, fibrilarina, Th/to, Pm/Scl Escleroderma y sd. sobreposición Centromérico CENP-AB(C) Escleroderma, CBP Puntos nucleares discretos Sp100, MJ/NXP-2 CBP, PM/DM Cuadro 10.12. Diferentes patrones de IFI en el citoplasma Patrón citoplásmico Antígenos Asociación clínica Fibrilar, moteado, reticular, polar y varas y anillos Actina, vimentina, PL-7, PL-12, proteínas P-ribosomal, Jo-1(histidil RNAt sintetasa), otras Hepatitis crónica activa, CBP, síndrome antisintetasa, lupus neuropsiquiátrico, etc. En los Cuadros 10.11 y 10.12 se describen los diferentes patrones reconocidos por IFI en células Hep-2, sus blancos antigénicos y la posible asociación clínica. Los patrones homogéneo y periférico se describen como característicos de lupus, son positivos en 95% de los pacientes y correlacionan con la presencia de anticuerpos dirigidos contra DNA, cromatina, nucleosomas e histonas. Ambos patrones, moteado fino y grueso, también pueden aparecer positivos en pacientes con lupus, en particular el patrón moteado grueso correlaciona con la presencia de anticuerpos anti-Smith (Sm), estos autoanticuerpos son altamente específicos de lupus aunque su sensibilidad es tan sólo de 30 a 40%. El patrón moteado grueso correlaciona con la presencia de anticuerpos a ribonucleoproteínas, este patrón es característico de la EMTC, en esta enfermedad los anticuerpos están dirigidos a U1RNP; la presencia de anticuerpos a U1RNP confirma el diagnóstico de EMTC. El patrón moteado fino correlaciona con diversas especificidades de autoantígenos incluyendo Ro/SSA, La/ SSB, Mi-2, TIF1, etc., los dos primeros son característicos del SSP; 90 a 95% de los pacientes con esta patología cursan con AAN positivos, 50 a 60% de los pacientes con SSP tienen anti-Ro positivos, y sólo 30 a 35% anti-La positivos. Los anticuerpos anti Ro se han asociado con lupus neonatal, bloqueo cardiaco congénito y lupus cutáneo subagudo. 116 Introducción a la Reumatología El patrón moteado fino denso es de suma relevancia y debe ser informado por laboratorios con experiencia en análisis de AAN, se debe diferenciar del patrón homogéneo y de otros patrones moteados, su relevancia clínica estriba en que su presencia desfavorece el diagnóstico de LES, SSP o escleroderma. El patrón centromérico corresponde al subgrupo denominado de puntos nucleares, este patrón corresponde con la presencia de autoanticuerpos dirigidos a proteínas del centrómero A, B o C y se asocia clínicamente con el diagnóstico de escleroderma variedad limitada o síndrome de CREST. Otro patrón clínicamente relevante es el nucleolar, los autoantígenos específicos en este patrón incluyen PM/Scl, Th/To, fibrilarina, RNAPI y se asocian con manifestaciones clínicas de escleroderma o síndromes de sobreposición. Finalmente la positividad o negatividad de anticuerpos dirigidos contra el citoplasma de las células Hep-2 debe ser informada por los laboratorios que realizan determinación de AAN por método de IFI, estos autoanticuerpos tienen diferentes especificidades antigénicas entre los que destacan PL7, PL12, Anti Jo-1, anti P ribosomal, diversos antígenos mitocondriales, etc., el patrón citoplásmico puede asociarse con miopatías inflamatorias con daño pulmonar, síndrome antisintetasa y lupus neuropsiquiátrico, entre otras. Como se mencionó previamente, la positividad de cualquier patrón nuclear o citoplásmico debe ser verificado en la medida de lo posible con la determinación mediante ensayos de fases sólidas como ELISA, inmunoblot, inmunofijación, etc., de la determinación de autoanticuerpos contra antígenos específicos. La determinación de autoanticuerpos contra antígenos específicos es importante ya que pueden ser asociados con manifestaciones específicas de la enfermedad o predecir el riesgo de fu- turas manifestaciones, por ejemplo los pacientes con LES y títulos altos de anticuerpos anti-DNA tiene mayor riesgo de compromiso renal (glomerulonefritis), los pacientes con anticuerpos antiRo con o sin lupus tienen mayor riesgo de bloqueo cardiaco congénito durante sus embarazos y deben ser vigiladas para esta eventualidad. En el grupo de las miopatías inflamatorias se han descrito dos grupos de autoanticuerpos denominados asociados con miositis y específicos de miositis, estos últimos son relevantes ya que parecen describir subgrupos específicos de pacientes con miositis con un fenotipo clínico particular, como ejemplo los pacientes con anticuerpos anti-MDA5 habitualmente se presentan con la variante clínica de dermatomiositis amiopática y enfermedad pulmonar intersticial de la variante rápidamente progresiva; de forma similar los pacientes con miopatía inflamatoria y autoanticuerpos anti-ARNAt (anti-aminoacil RNA de trasferencia) presentan manifestaciones clínicas características incluyendo fenómeno de Raynaud, artritis, manos de mecánico y daño pulmonar que en forma conjunta se denomina como síndrome antisintetasa. En el Cuadro 10.13 se citan otros autoanticuerpos descritos de miopatías inflamatorias y sus manifestaciones clínicas asociadas. Anticuerpos anticitoplasma del neutrófilo (ANCA) Los ANCA son anticuerpos dirigidos contra constituyentes de los gránulos intracitoplásmicos de neutrófilos y monocitos, entre los que se incluyen proteinasa 3 (PR3), mieloperoxidasa (MPO), elastasa, lisozima, catepsina G, lactoferrina, proteína que incrementa la permeabilidad bactericida, etc.; los antígenos de mayor relevancia clínica son PR3 y MPO. Los ANCA pueden ser determinados Exámenes de laboratorio en Reumatología 117 Cuadro 10.13. Autoanticuerpos específicos de miositis Autoanticuerpos Manifestaciones clínicas asociadas Anticuerpos antiARNAt) (Jo-1, OJ, EJ, PL7, PL12, KS, Zo, Ha) Síndrome antisintetasa (artritis, fenómeno de Raynaud, manos de mecánico) y mayor riesgo de EPI Anti-MDA5 Dermatomiositis amiopática, EPI rápidamente progresiva Anti-Mi-2 Dermatomiositis clásica con signos cutáneos exantemáticos en heliotropo, pápulas y signo de Gottron, signo de la V del cuello, signo del Chal, etc. Buena respuesta a tratamiento Anti-SRP Inicio agudo, miopatía necrosante, daño miocárdico Anti-SAE Dermatomiositis al inicio amiopática y posterior síntomas sistémicos, disfagia Anti-TIF1 Dermatomiositis juvenil con manifestaciones cutáneas severas, DM del adulto con riesgo elevado de cáncer Anti-NXP2 DM juvenil, mayor prevalencia de calcinosis, en DM adulto riesgo de neoplasia Anti-HMGCR Miopatía necrosante autoinmune inducida o no por estatinas Anti-ARNAt, antiaminoacil RNA de transferencia; Anti-MDA5, antígeno 5 de diferenciación del melanoma; Anti-SRP, antipartícula de reconocimiento de la señal; Anti-SAE, enzima modificadora activadora parecida a ubiquitina; Anti-TIF1, factor 1 intermediario de la transcripción; Anti-NXP2, proteína 2 de la matriz nuclear; Anti-HMGCR, antihidroximetlglutaril CoA reductasa. mediante varios métodos incluyendo IFI, ensayos inmunoenzimáticos, etc. La indicación principal para la determinación de ANCA es la sospecha de vasculitis sistémicas, en particular las de vasos pequeños denominadas vasculitis asociadas con ANCA que a menudo concursan con afecciones pulmonar, renal y cutánea; otras condiciones médicas asociadas con ANCA se incluyen en el Cuadro 10.14. Como prueba inicial se recomienda la determinación de ANCA mediante IFI, en caso de positividad se debe ratificar la especificidad de los anticuerpos mediante ensayos específicos como ELISA. Existen tres patrones positivos mediante IFI, citoplásmico, perinuclear y atípico. El patrón citoplásmico denominado cANCA correlaciona con la presencia de anticuerpos a PR3, el patrón cANCA se observa en 90% de los pacientes con PAG en su fase activa o generalizada, en su forma limitada o en remisión sólo 50% de los pacientes son positivos para cANCA. El patrón perinuclear denominado pANCA correlaciona con la presencia de anticuerpos a MPO, el patrón pANCA es característico de la PAM y PAGE y se observa en 60 y 40% de los casos, respectivamente; también puede correlacionar Cuadro 10.14. Padecimientos asociados con ANCA Poliangeítis microscópica Granulomatosis con poliangeítis Granulomatosis eosinófilica con poliangeítis Otitis media crónica refractaria Capilaritis pulmonar aislada Glomerulonefritis pauciinmune Vasculitis cutánea leucocitoclástica 118 Introducción a la Reumatología Cuadro 10.15. Indicaciones para la Anticuerpos antifosfolípidos (anti-aFL) determinación de ANCA Otitis media crónica refractaria Pérdida auditiva neurosensorial Sinusitis crónica Lesiones destructivas de la línea media Nódulos pulmonares cavitados Infiltrados pulmonares cambiantes Hemorragia alveolar difusa GMNRP Síndrome pulmón-riñón Púrpura palpable Escleritis-episcleritis Úlceras cutáneas Neuropatía periférica/mononeuritis múltiple Isquemia digital con otras especificidades incluyendo elastasa, catepsina G, etc. El patrón atípico denominado aANCA correlaciona con anticuerpos contra antígenos como elastasa, catepsina G, lactoferrina, lisozima, etc., no es un patrón característico de las vasculitis sistémicas y puede aparecer como expresión de procesos infecciosos, inflamatorios o asociados con drogas. No es habitual la presencia de varias especificidades en un mismo paciente, la presencia de ANCA a varios antígenos y en particular a títulos altos es un dato que favorece vasculitis sistémica asociada con drogas como cocaína contaminada con levamizol. En el Cuadro 10.15 se enlistan las indicaciones clínicas para la determinación de ANCA. Los títulos de ANCA pueden llegar a ser negativos durante la remisión de la enfermedad, incremento en los títulos mediante determinaciones seriadas puede indicar posible recaída. Los anticuerpos antifosfolípidos son inmunoglobulinas principalmente de isotipo IgG e IgM dirigidos contra proteínas del plasma, fosfolípidos cargados negativamente y/o complejos fosfolípidos-proteínas; entre los blancos antigénicos más importantes se incluyen protrombina, B2-glicoproteína 1, anexina 5, fosfatidilserina y fosfatidiletanolamina. La presencia de estos autoanticuerpos han sido asociados con manifestaciones trombóticas, sin embargo de manera paradójica la presencia de anticuerpos antifosfolípidos en suero prolongan las pruebas de coagulación in vitro (prolongación del tiempo de protrombina [TP] y tromboplastina parcial [TPT]) al interferir con fosfolípidos necesarios para la coagulación in vitro. La prolongación de TP y TPT sin una explicación etiológica aparente y que no corrigen al añadir plasma sugieren la existencia de un inhibidor circulante como los anticuerpos antifosfolípidos. Los anti-aFL oficialmente recomendados para su determinación ante la sospecha de SAF incluyen anticuerpos anticardiolipina (aCL) isotipo IgG e IgM, anti-B2GPI isotipo IgG e IgM y anticoagulante lúpico. La determinación de anticuerpos anticardiolipina y anti-B2GPI se realiza mediante métodos comerciales de ELISA, los resultados se informan en unidades de fosfolípidos, se consideran positivos por encima de dos desviaciones estándar. La determinación de anticoagulante lúpico se puede realizar mediante cualquiera de tres métodos recomendados que incluyen la prueba del veneno de víbora diluido de Rusell, el tiempo de Kaolín y la determinación del tiempo de tromboplastina parcial activado; algunos expertos recomiendan la determinación de al menos dos de las pruebas. La prueba de anticoagulante lúpico mediante la determinación del tiempo de tromboplastina parcial ac- Exámenes de laboratorio en Reumatología 119 Cuadro 10.16. Indicaciones para la determinación de anti-aFL Abortos recurrentes durante el primer trimestre del embarazo Pérdida fetal Trombosis venosa o arterial recurrente Evento vascular cerebral en menores de 40 años Trombocitopenia autoinmune Anemia hemolítica autoinmune Síndrome EVANS Microangiopatía trombótica multisistémica Microangiopatía trombótica renal Prolongación de TP y TTP sin corrección con plasma tivado se realiza mediante los tres pasos siguientes: 1) determinación de la prolongación del TTPa en el suero del paciente; 2) la no corrección de la prolongación del TTPa al añadir plasma, y 3) la corrección de la prolongación del TTPa al añadir exceso de fosfolípidos. En los diversos estudios clínicos se reconoce que la presencia de anticoagulante lúpico y anti-B2GPI, en particular isotipo IgG, correlaciona más fuertemente con el riesgo de trombosis y eventos obstétricos. También se reconoce que la triple positividad, es decir el paciente que es positivo para la tres pruebas que incluyen anticardiolipinas, anti-B2GPI y anticoagulante lúpico, conlleva mayor riesgo de presentar manifestaciones trombóticas u obstétricas del síndrome o de su recurrencia. En el Cuadro 10.16 se destaca las manifestaciones clínicas como indicación para la determinación de anticuerpos antifosfolípidos. De acuerdo con los criterios de clasificación para el síndrome se debe de contar con dos determinaciones positivas con un lapso entre ellas de al menos 12 semanas en adición a las manifestaciones trombóticas venosas o arteriales recurrentes u obstétricas. Estudios recientes señalan la posible utilidad de la determinación de varias especificidades de autoanticuerpos en una sola prueba, donde la positividad simultánea de varios anticuerpos pudiera ser suficiente para el diagnóstico sin la espera del tiempo recomendado para la repetición de la prueba, algo que puede ser muy útil en la evaluación de pacientes con sospecha del síndrome antifosfolípido catastrófico, un subtipo grave de síndrome antifosfolípido que conlleva un riesgo de 50% de mortalidad y en donde la espera del tiempo para la repetición de la prueba no es una opción. Lectura recomendada Aggarwal R, Liao K, Nair R, Ringold S, Costenbader KH. Anti-citrullinated peptide antibody assays and their role in the diagnosis of rheumatoid arthritis. Arthritis Rheum. 2009 Nov 15;61(11):1472-83. Ballow S, Kushner I. Laboratory evaluation of inflammation. En: Kelley´s Textbook I Rheumatology. 6th ed. 2001;45:697-704. Chan EKL, et al. Report of the First international consensus of standardized nomenclature of antinuclear antibody HEp-2 cell patterns 2014-2015. Frontiers in Immunology. 2015;6:1-13. Cornec D, Cornec-Le Gall E, Fervenza FC, et al. ANCA-associated vasculitis-clinical utility 11 Evaluación por imagen de las enfermedades reumáticas Carlos Pineda, Carlos Lozada, Marwin Gutiérrez, Chiara Bertolazzi Introducción ricamente vascularizado, que produce el líquido sinovial contenido dentro de la cavidad articular. Los extremos terminales de los huesos están cubiertos por cartílago articular, con excepción de las llamadas “áreas marginales”, en estas áreas desprovistas de cartílago, la membrana sinovial se encuentra directamente adosada al La evaluación mediante técnicas de imagen forma parte del proceso de diagnóstico, seguimiento y decisión terapéutica en los pacientes con enfermedades reumáticas y otros padecimientos del sistema musculoesquelético. El presente capítulo enfatiza los aspectos más relevantes de las aplicaciones e indicaciones de las técnicas de imagen en el manejo de los principales padecimientos reumáticos. Anatomía de las articulaciones sinoviales El tipo de articulaciones más a menudo afectadas por los diferentes padecimientos reumáticos son las articulaciones sinoviales, localizadas principalmente en el esqueleto apendicular. En una articulación sinovial (Figura 11.1), dos extremos óseos se encuentran acoplados por una cápsula articular, misma que está reforzada por ligamentos y tendones; la cápsula articular está constituida por tejido fibroso poco vascularizado que rodea a la articulación, conforma los límites de la cavidad articular y se encuentra firmemente adherida al periostio de los huesos articulados, a una distancia variable de la interlínea articular. La cara interna de la cápsula articular se encuentra recubierta por la membrana sinovial, una delgada capa de tejido especializado, MS MS CA FC C MS Figura 11.1. Anatomía de una articulación sinovial normal. Cápsula articular (CA), membrana sinovial (MS), cartílago articular (C). Las flechas señalan las áreas desprovistas de cartílago, donde la membrana sinovial se adosa directamente al periostio. 121 122 Introducción a la Reumatología periostio; siendo más vulnerables al efecto deletéreo de un padecimiento inflamatorio desde sus etapas iniciales, dando lugar a cambios erosivos tempranos en los márgenes de la articulación. Radiología convencional Las estructuras articulares reaccionan en un número limitado de formas ante los diferentes procesos patológicos, sean éstos de tipo inflamatorio, degenerativo, metabólico, infeccioso o neoplásico, por lo que en la radiología del sistema musculoesquelético existen pocas alteraciones morfoestructurales patognomónicas. Al conjunto de anormalidades o lesiones elementales observadas en la radiografía convencional o simple de una articulación individual se le conoce como patrón radiográfico, el cual es distinto en cada padecimiento reumático y permite efectuar su diagnóstico diferencial. Por otro lado, es bien conocida la predilección de los diferentes padecimientos reumáticos por afectar ciertos grupos articulares y respetar otros. Por lo que el conocimiento tanto del patrón radiográfico característico de cada enfermedad como de la distribución típica de las anormalidades, nos permitirá hacer una aproximación diagnóstica certera a través de la radiología convencional. Adicionalmente, el conocimiento de los mecanismos patogénicos es importante para comprender los signos radiográficos y sus características particulares, por lo que en el análisis de entidades específicas, se debe hacer una correlación entre las principales alteraciones fisiopatogénicas y su traducción radiográfica (patrón y distribución radiográfica de las anormalidades) [Cuadros 11.1 y 11.2]. Semiología radiográfica Signos radiográficos en el esqueleto apendicular Inflamación de los tejidos blandos periarticulares La tumefacción de las partes blandas que rodean a una articulación sinovial se reconoce en los estudios radiográficos simples como un abultamiento periarticular y/o como un incremento de la densidad radiográfica normal de los tejidos blandos. También se identifican desplazamiento u obliteración de estructuras Cuadro 11.1. Correlación de la imagenología con los hallazgos anatomopatológicos en artritis reumatoide Imagen radiográfica Imagen fusiforme de los tejidos blandos Anatomopatología Inflamación e hiperplasia sinovial Osteopenia yuxtaarticular o generalizada Hiperemia Disminución simétrica del espacio articular Deterioro generalizado del cartílago articular Erosiones óseas marginales Degradación ósea en las zonas no cubiertas por cartílago Quistes subcondrales Destrucción del hueso subcondral Anquilosis fibrosa / ósea Fusión articular Deformidades y subluxaciones Afección de ligamentos, tendones y cápsula articular Evaluación por imagen de las enfermedades reumáticas 123 Cuadro 11.2. Correlación de la imagenología con los hallazgos anatomopatológicos en osteoartritis Imagen radiográfica Anatomopatología Disminución asimétrica del espacio articular Fisuras, ulceraciones y erosiones del cartílago articular Esclerosis del hueso subcondral Celularidad y vasculatura incrementadas en el hueso subcondral Quistes subcondrales Intrusión de líquido sinovial o contusión ósea Osteofitos Revascularización de los remanentes cartilaginosos, osificación endocondral y tracción de la cápsula articular Signo del reforzamiento y osteofitosis Estimulación de la membrana sinovial y del periostio Colapso de hueso subcondral Trabéculas óseas comprimidas, debilitadas y deformadas Fragmentos intraarticulares libres Superficie osteocartilaginosa fragmentada Alteración de la alineación y deformidades Desorganización de ligamentos, tendones y cápsula articular Figura 11.2. Inflamación fusiforme de los tejidos blandos de articulaciones interfalángicas proximales en un caso de AR. anatómicas secundario al acúmulo de líquido sinovial intraarticular, distensión de la cápsula articular y edema o infiltración de los tejidos periarticulares o intraarticulares. La morfología que adopta esta tumefacción de los tejidos blandos representa una clave diagnóstica; una tumefacción fusiforme (forma de huso) de los tejidos blandos (Figura 11.2) en la que el abultamiento se distribuye por igual alrededor de la interlínea articular, es sugestiva de padecimientos inflamatorios como la artritis reumatoide, espondiloartropatías, infecciones articulares o hemorragias intraarticulares. Si el abultamiento de los tejidos blandos adopta una configuración lobulada o nodular y produce una sombra radioopaca o de mayor densidad que los tejidos blandos normales, sugiere que su origen es sinovitis villonodular pigmentada, gota, xantomatosis, o amiloidosis. En la artritis gotosa las masas nodulares pudieran contener zonas calcificadas, son un reflejo de la presencia de tofos y muestran una conformación y localización excéntrica. Los xantomas suelen presentarse como una prominencia localizada habitualmente en estructuras tendinosas como los extensores de la mano o el tendón de Aquiles. 124 Introducción a la Reumatología Osteopenia La disminución de la densidad ósea observada en las radiografías convencionales se denomina osteopenia. Su distribución y características radiográficas son útiles en el diagnóstico diferencial de las artropatías. La osteopenia localizada en las regiones yuxtaarticulares se observa en las artropatías inflamatorias (Figura 11.3). La osteopenia en parches se distingue por la presencia de imágenes “apolilladas” y es indicativa de una pérdida rápida de matriz mineral; ocurre en dos contextos: como resultado de inmovilización prolongada (evento vascular cerebral o inmovilización de extremidades por férulas), o asociada al síndrome de dolor regional complejo. La osteopenia generalizada se observa en padecimientos articulares degenerativos como la osteoartritis (OA) e inflamatorios como la artritis reumatoide (AR), asociada con sarcopenia, o bien como manifestación de desuso prolongado y también como complicación del tratamiento esteroide. El grosor de la corteza ósea (hueso cortical) evidencia alteraciones en el contenido óseo; a medida que el hueso se torna osteopénico, la corteza se va adelgazando y la densidad trabecular de la zona medular disminuye hasta desaparecer las trabéculas, dando al hueso una imagen de vidrio sin pulir. Figura 11.3. Osteopenia yuxtaarticular. La radiología convencional no es un método adecuado para evaluar alteraciones en la masa ósea, ya que la densidad radiológica del tejido óseo puede estar influenciada por diferentes factores técnicos; estudios sobreexpuestos pueden hacer que los huesos aparezcan osteopénicos; por el contrario, una técnica radiográfica “blanda” hace aparecer los huesos densos. El diagnóstico por imágenes de la osteoporosis se realiza mediante la densitometría ósea. Reducción del espacio articular El espacio articular está ocupado por el cartílago articular, estructura anatómica que no es visible a los rayos X, por lo que la disminución o estrechamiento del espacio articular es indicativo de anormalidades en la integridad y el grosor del cartílago. El cartílago puede ser de dos tipos estructuralmente diferentes: cartílago hialino, que es el más común en las articulaciones diartrodiales, tiene un grosor que va de 1 a 7 mm (promedio 2 a 3 mm) y está desprovisto de vasos sanguíneos, linfáticos e inervación; y el fibrocartílago, localizado principalmente en las sínfisis y otras articulaciones del plano mediosagital, constituye los meniscos de algunas articulaciones como las rodillas y las esternoclaviculares. La disminución del espacio articular representa un hallazgo comúnmente observado en diferentes artropatías y puede ser de tipo concéntrico, con pérdida uniforme y difusa del espacio articular, o bien de tipo excéntrico o asimétrico, en donde sólo un segmento articular presenta disminución del espacio interóseo. Los padecimientos de tipo inflamatorio dan lugar a reducción del espacio articular concéntrico y los de tipo degenerativo, excéntrico o asimétrico. En la AR es característica la destrucción amplia y temprana del cartílago Evaluación por imagen de las enfermedades reumáticas articular, que conduce a pérdida concéntrica o difusa del espacio articular, más evidente en las pequeñas articulaciones de los dedos de manos y pies, así como en las rodillas y coxofemorales. En las espondiloartropatías, es común la disminución difusa y concéntrica del espacio articular. La artritis bacteriana presenta una pérdida temprana y rápida del espacio interóseo mientras que en las artritis tuberculosas y fúngicas, la disminución del espacio articular es una manifestación radiográfica tardía. La alteración del espacio articular constituye una manifestación tardía y menos constante en la artritis gotosa, por lo que un patrón de erosión ósea con espacio articular normal es sugestivo de gota. La pérdida del espacio articular es un hallazgo predominante en la OA, pero tiene una distribución segmentaria y afecta sólo una zona de la articulación; en las radiografías aparece como una disminución asimétrica del espacio articular, ya que éste se estrecha sólo en la zona cartilaginosa dañada (Figura 11.4). La pérdida del espacio articular de la articulación coxofemoral suele ser máxima en el aspecto superolateral de la articulación, mientras que en la rodilla los espacios femorotibial interno y patelofemoral son los que sufren mayor disminución del espacio, preservándose el espacio femorotibial externo. La necrosis ósea avascular se asocia con alteraciones en la región subcondral como esclerosis, colapso y formación de quistes en presencia de un espacio articular normal; esta combinación de anormalidades refleja la integridad del cartílago articular, el cual no se ve afectado por la interrupción del flujo sanguíneo al hueso subcondral. Por otro lado, la atrofia del cartílago se debe también a la falta de uso o la inmovilización prolongada, ya que el líquido sinovial no nutre adecuadamente al 125 Figura 11.4. Reducción asimétrica del espacio articular. En este caso, reducción del compartimiento medial de la rodilla en un paciente con osteoartritis. cartílago y se hace aparente en estas condiciones como un estrechamiento difuso del espacio interóseo. Anquilosis En algunas enfermedades reumáticas se desarrolla fusión ósea intraarticular, definida como anquilosis, y se presenta radiográficamente como pérdida de los espacios entre los huesos. Existen dos variedades de anquilosis, la ósea y la fibrosa; en la primera, además de la pérdida del espacio articular se observan bandas o puentes trabeculares que cruzan de un extremo a otro las superficies óseas; en la segunda, las radiografías sólo mostrarán la ausencia del espacio articular. En la AR, la anquilosis suele limitarse al carpo (Figura 11.5) y al tarso y es de tipo fibroso, con excepción de la artritis idiopática juvenil. En las espondiloartropatías la anquilosis puede ser más extensa; en la artritis psoriásica, la anquilosis afecta las articulaciones interfalángicas de las manos y los pies; en la espondilitis 126 Introducción a la Reumatología Figura 11.5. Anquilosis ósea. Ausencia de espacios articulares en el carpo en una paciente adulta con artritis idiopática juvenil. anquilosante, además de las articulaciones sacroiliacas puede presentarse anquilosis de las articulaciones coxofemorales y es particularmente frecuente en la región del mediopie en la forma juvenil (tarsitis anquilosante). La anquilosis se presenta también en la variedad erosiva o inflamatoria de la OA y afecta predominantemente a las interfalángicas distales. La anquilosis ósea es infrecuente en la gota, las neuroartropatías, tuberculosis, sinovitis villonodular pigmentada y condromatosis sinovial, aunque ocurre como secuela en la artritis bacteriana. 1. La presencia de depósitos cálcicos en los tejidos blandos pudiera indicar existencia de padecimientos sistémicos como esclerosis sistémica progresiva, síndrome de CREST, lupus eritematoso sistémico, dermatomiositis (Figura 11.6), hiperparatiroidismo, hipoparatiroidismo, hipervitaminosis D, seudohipoparatiroidismo, etc. También ocurre en asociación con padecimientos que causan elasticidad anormal de los tejidos subcutáneos como en el síndrome de Ehlers-Danlos. En otras ocasiones la presencia de calcificaciones de los tejidos blandos puede ser secundaria a trauma, necrosis grasa o lesiones por agentes físicos como quemaduras, congelamiento o radiación 2. Las calcificaciones intraarticulares podrían estar representadas por depósitos cálcicos amorfos o bien, estar localizadas dentro del cartílago articular, en cuyo caso se denominan Calcificaciones Además del estudio de la inflamación de los tejidos blandos, la presencia, localización y características de los depósitos cálcicos ofrece importante información para el diagnóstico de ciertas condiciones reumatológicas. Figura 11.6. Calcificaciones en los teji- dos blandos. Se observan extensos depósitos de cristales de hidroxiapatita de calcio en diversos planos tisulares en un paciente con dermatomiositis. Evaluación por imagen de las enfermedades reumáticas condrocalcinosis. Las calcificaciones masivas o tumorales son intra- o extrarticulares y pudieran ser secundarios al depósito de tres sustancias principales: hidroxiapatita de calcio, urato monosódico y pirofosfato de calcio. Las calcificaciones del cartílago hialino o del fibrocartílago representan un signo radiográfico fundamental en la enfermedad por depósito de cristales de pirofosfato cálcico dihidratado. Los depósitos cálcicos del fibrocartílago son irregulares, de aspecto punteado y se localizan con mayor frecuencia en los meniscos de la rodilla, en el cartílago triangular del carpo y en la sínfisis del pubis. La calcificación del cartílago hialino produce líneas delgadas, radioopacas y paralelas al hueso subcondral; este tipo de calcificaciones ocurre en cualquier articulación, aunque afecta principalmente las rodillas y las muñecas. En el hiperparatiroidismo primario y en la hemocromatosis se observan depósitos intraarticulares de pirofosfato cálcico dihidratado con condrocalcinosis. Los depósitos son casi idénticos a los observados en la enfermedad idiopática por cristales de pirofosfato cálcico dihidratado. En forma muy ocasional existen calcificaciones cartilaginosas en la gota, los depósitos son menos extensos y se limitan a una o dos articulaciones 3. Las calcificaciones localizadas en los tendones son frecuentemente secundarias al depósito de cristales de hidroxiapatita de calcio. La tendinitis cálcica suele afectar al hombro, aunque también se ve en los aparatos tendinosos de las articulaciones del carpo, cadera y codo. La radiografía convencional en estos casos mostrará líneas o agregados radioopacos localizados en el cuerpo tendinoso. La enfermedad por depósito de crista- 127 les de hidroxiapatita también se presenta en pacientes en hemodiálisis, se ha relacionado con los cambios súbitos del pH tisular posteriores al procedimiento dialítico Erosiones óseas Las erosiones óseas suelen presentarse en las zonas marginales que, como se mencionó, están desprovistas de cartílago articular. En algunos padecimientos se presentan en la zona central de las articulaciones y en otros en las zonas marginales. Las erosiones marginales son típicas de padecimientos inflamatorios como AR y artritis psoriásica. Inicialmente aparece una disminución en la definición de la zona periférica del hueso y pequeños defectos corticales, los que se van haciendo más evidentes a medida que se destruyen zonas más extensas del hueso. Con el avance de la enfermedad, la proliferación sinovial y la liberación de componentes proinflamatorios conducen también a destrucción de mayores porciones de hueso subcondral, creando una superficie ósea irregular. La extensión transcondral del tejido sinovial inflamado (pannus) se presenta a veces como lesiones de apariencia quística cerradas pero que suelen comunicarse con la cavidad articular en el estudio anatomopatológico. Las erosiones óseas que acompañan a las espondiloartropatías como la espondilitis anquilosante, la artritis reactiva, la artritis psoriásica y las artropatías enteropáticas suelen tener bordes mal definidos y en su interior se observan algunas trabéculas óseas que dan el aspecto de “deshilachamiento”. La variedad inflamatoria o erosiva de la OA se presenta con erosiones centrales de las articulaciones interfalángicas de las manos; la localización central característica de estas lesiones óseas 128 Introducción a la Reumatología Figura 11.7. Erosiones óseas de bordes bien definidos con espículas óseas en “borde sobrecolgante”, en un paciente con gota. colgante” o “borde sobresaliente” (Figura 11.7); además, los procesos erosivos usualmente no se asocian con disminución del espacio articular, pero sí a tumefacción de los tejidos blandos de tipo lobulado. Cuando el proceso erosivo afecta el segmento articular, las erosiones son centrales o marginales, pero pueden presentarse en cualquier lugar, incluso a distancia de las articulaciones, cuando se localizan en segmentos extraarticulares. La sinovitis villonodular pigmentada y la condromatosis sinovial idiopática también se asocian con erosiones óseas intraarticulares; en el primer caso, las erosiones afectan articulaciones grandes como rodilla y coxofemorales y morfológicamente se distinguen por erosiones en ambos lados del segmento óseo, dando la apariencia de una “manzana mordida”. En la condromatosis sinovial las erosiones se asocian con múltiples calcificaciones y osificaciones intraarticulares. Quistes subcondrales puede deberse a un colapso del hueso subcondral debilitado y no a un intenso padecimiento inflamatorio, de manera similar a las lesiones observadas ocasionalmente en el hiperparatiroidismo, donde es patente el debilitamiento óseo. En la OA inflamatoria las erosiones centrales se acompañan de osteofitos de localización periférica, dando un aspecto a los bordes articulares de “alas de pájaro” o de “gaviota en vuelo”. Las erosiones óseas en la gota pueden tener localización tanto intraarticular como extraarticular y están en estrecha relación con los depósitos tofáceos de urato monosódico; se caracterizan por tener sus bordes muy bien definidos, ser de tamaño variable, tener márgenes escleróticos y presentar una espícula ósea que se proyecta hacia afuera de la lesión erosiva, conocido como “borde sobre- Son lesiones radiolúcidas únicas o múltiples localizadas en las porciones subcondrales de las articulaciones, rodeadas por hueso de apariencia normal y debidas a una invaginación sinovial dentro del hueso; pudieran tener un tamaño tal que simulan neoplasias y en algunos casos conducir a fracturas espontáneas. Los quistes subcondrales no representan un hallazgo patognomónico en ningún caso. En la artritis reumatoide y otras artropatías inflamatorias se deben a extensión transcondral del pannus; rara vez los quistes intraóseos se desarrollan antes de la destrucción cartilaginosa, dando entonces la apariencia de una enfermedad metabólica. La artritis reumatoide del hombre robusto se caracteriza por la presencia de múltiples formaciones quísticas Evaluación por imagen de las enfermedades reumáticas en los huesos del carpo y en general se desarrollan en pacientes que realizan actividades manuales muy pesadas. En la OA es frecuente la formación de quistes que aparecen por debajo de la zona de mayor desgaste del cartílago articular; suelen ser múltiples, afectan a ambos lados de la articulación y se acompañan de esclerosis ósea y disminución del espacio articular. En la necrosis ósea avascular, la interrupción del flujo sanguíneo a la médula ósea es seguida por resorción osteoclástica de las trabéculas con la consecuente formación de quistes; a diferencia de lo que ocurre en la OA, estos quistes no se acompañan de disminución del espacio articular, ya que el cartílago articular carece de irrigación sanguínea propia. La formación de quistes acompaña también a la enfermedad por depósito de cristales de pirofosfato de calcio dihidratado; los cambios estructurales que sufren tanto los huesos como el cartílago articular se denominan artropatía por pirofosfatos e incluyen, además de la formación de quistes subcondrales, esclerosis, fragmentación ósea y osteofitosis, dando así la apariencia de tratarse de OA; sin embargo, la calcificación del cartílago articular y la afección de zonas articulares poco frecuentes o atípicas para OA, como el carpo y el codo, permiten un diagnóstico preciso en la mayoría de los casos. En la hemofilia, la amiloidosis y la sinovitis villonodular pigmentada se observan también quistes subcondrales múltiples. Esclerosis ósea y osteofitosis La esclerosis o eburnación del hueso subcondral es una lesión elemental presente en la OA (Figura 11.8). Aparece en la zona de mayor desgaste de la articulación afectada, junto con la disminución del espacio articular y la formación de 129 Figura 11.8. Esclerosis del hueso subcon- dral a nivel de interfalángicas proximales y distales en una paciente con osteoartritis. quistes óseos. Es especialmente evidente en la artrosis de la articulación coxofemoral y de la rodilla, en donde la zona de incremento de la densidad ósea radiológica se extiende a distancia de la interlínea articular. En la artrosis interfalángica de las manos, la zona de esclerosis no es tan extensa y se limita a una delgada banda radioopaca en la zona de daño cartilaginoso. La esclerosis intensa es característica de la enfermedad articular neuropática (en particular la secundaria a sífilis y siringomielia). Los osteofitos son un hallazgo característico de la osteoartritis. Generalmente comienzan como un pequeño borde de hueso que sobresale del margen articular; en general, surgen a unos milímetros por afuera del borde articular, tienen trayectoria horizontal y forma triangulares con base interna y vértice externo. Los osteofitos son resultado de un fenómeno reparativo de osificación endocondral, característicamente se presentan en la cara interna de la articulación coxofemoral y en la cara medial de la rodilla. La OA de las interfalángicas de las manos (nódulos de Heberden o de Bouchard) se acompaña de osteofitos capsulares, que aparecen en la inserción ósea de la cápsula articular. 130 Introducción a la Reumatología Esqueleto axial Elementos anatómicos fundamentales El disco intervertebral es una estructura cartilaginosa formada por una porción central o núcleo pulposo y una periférica denominada anillo fibroso. La porción central del disco intervertebral está ocupada por el núcleo pulposo, estructura de consistencia suave y gelatinosa al nacimiento, compuesta por material mucoide; gradualmente al paso de los años, la sustancia mucoide es reemplazada por fibrocartílago. El anillo fibroso rodea al núcleo pulposo, contiene una zona externa de fibras colágenas y la parte interna está constituida por fibrocartílago; en su cara anterior el anillo fibroso se encuentra adherido a las placas terminales vertebrales, al anillo vertebral y al periostio del cuerpo vertebral por medio de un tejido fibroso especializado denominado fibras de Sharpey. El espacio entre dos vértebras contiguas está normalmente ocupado por el disco intervertebral, estructura no visible a los rayos X convencionales, aunque su integridad podría inferirse por la altura del espacio intervertebral. Las articulaciones apofisiarias se localizan entre las facetas articulares de dos vértebras adyacentes; poseen membrana sinovial, menisco y una delgada cápsula articular. El ligamento longitudinal se extiende a través de la superficie anterior de la columna vertebral y se adhiere al borde de los cuerpos vertebrales cerca de la unión disco-vertebral. El ligamento longitudinal posterior se extiende a través de la cara interna de la columna vertebral y está adherido a la cara posterior de los cuerpos vertebrales y los discos intervertebrales. Otros ligamentos son: el amarillo (que conecta las láminas de vértebras adyacentes), el supraespinoso (conecta los vértices de las apófisis espinosas), los interespinosos (conectan apófisis espinosas contiguas) y los intertransversos (conectan las apófisis transversas). Signos radiográficos Disminución del espacio intervertebral La OA afecta al anillo fibroso, al núcleo pulposo o ambos. En la osteocondrosis intervertebral los fenómenos degenerativos se localizan preponderantemente a nivel del núcleo pulposo, donde se producen fisuras e irregularidades en la superficie cartilaginosa que conducen al estrechamiento progresivo del espacio ocupado por el disco intervertebral; este signo radiográfico se puede acompañar de una colección de gas nitrógeno (fenómeno de vacío) en la zona central (núcleo pulposo) del disco intervertebral. La osteocondrosis intervertebral también se asocia con esclerosis de segmentos contiguos de vértebras adyacentes y pequeños osteofitos en los márgenes de los cuerpos vertebrales. En la AR, el segmento cervical es el más afectado, aquí se presenta disminución en la altura del disco intervertebral asociado con irregularidades en las superficies de contacto de los cuerpos vertebrales o placas terminales. Aunque la artritis reumatoide no se vincula primariamente con osteofitos, éstos pueden aparecer en casos de larga evolución como manifestación de una biomecánica anormal y fenómenos degenerativos secundarios. La subluxación atlanto-axial (C1-C2) y las subluxaciones subaxiales son frecuentes en esta enfermedad; las alteraciones son mejor demostradas en las radiografías laterales de columna cervical o con el empleo de proyecciones especiales. Las articulaciones interapofisiarias presentan a menudo disminución de su espacio articular asociado con procesos Evaluación por imagen de las enfermedades reumáticas erosivos. La afección de los segmentos vertebrales dorsales y lumbares son excepcionales en la artritis reumatoide. Los procesos infecciosos de la columna vertebral suelen comenzar en el cuerpo vertebral, extendiéndose posteriormente al disco intervertebral y al cuerpo vertebral adyacente. En las radiografías convencionales se observa osteólisis de un segmento vertebral asociado con esclerosis de los cuerpos vertebrales y a una disminución de la altura del disco intervertebral; a menudo dos cuerpos vertebrales contiguos se ven afectados, los bordes vertebrales suelen estar mal definidos o presentar deshilachamiento y no existe fenómeno de vacío; estos hallazgos radiográficos suelen facilitar el diagnóstico diferencial entre osteomielitis vertebral y OA (Figura 11.9). Otra causa de pérdida del espacio intervertebral con esclerosis e irregularidades de los cuerpos vertebrales es la artropatía neuropática o columna de Charcot, en donde la clave diagnóstica es la pre- 131 sencia de acentuados y extensos cambios degenerativos asociados con marcadas alteraciones de la alineación, que simulan una pared de ladrillos cayendo. La ocronosis (alcaptonuria), la enfermedad por depósito de cristales de pirofosfato de calcio y algunos casos de espondilitis anquilosante se vinculan a calcificaciones de los discos intervertebrales a varios niveles. La calcificación discal limitada a un solo nivel en general no está asociada con una enfermedad metabólica o historia de trauma local. Los tumores óseos primarios (que rara vez se presentan en el esqueleto axial) y los metastásicos (más frecuentes), se distinguen por la presencia de lesiones destructivas que afectan tanto al cuerpo vertebral como a los elementos posteriores y que característicamente no afectan las placas terminales ni al disco intervertebral, datos radiográficos que distinguen una patología neoplásica de una infecciosa. La disminución del espacio intervertebral asociada con calcificaciones discales o ligamentarias ocurre tanto en condiciones traumáticas, hernias discales intraesponjosas (nódulos de Schmorl) como en la enfermedad por depósito de cristales de pirofosfato de calcio. Osteofitosis y otras excrecencias óseas Figura 11.9. Tomografía convencional de la columna vertebral en un paciente con síndrome de destrucción vertebral secundario a endocarditis bacteriana. La tomografía lateral de L4-L5 muestra un área osteolítica intervertebral. Los osteofitos se caracterizan radiográficamente por poseer una configuración triangular, estar bien definidos, surgir a escasos milímetros de la unión discovertebral e inicialmente tener una trayectoria horizontal y después vertical. Los cambios degenerativos del anillo fibroso de los discos intervertebrales conducen a la formación de una amplia osteofitosis vertebral conocida como espondilosis deformante (Figura 11.10), entidad que se asocia con discos intervertebrales de altura normal y ausencia de fenómeno de vacío; estas dos últimas alteraciones 132 Introducción a la Reumatología tos vertebrales afectados, en ausencia de marcados fenómenos degenerativos del disco intervertebral como son el fenómeno de vacío y la esclerosis de los márgenes de los cuerpos vertebrales 3. La ausencia de anquilosis ósea de las articulaciones apofisiarias y de erosiones, esclerosis y fusión ósea de las articulaciones sacroiliacas Figura 11.10. Osteofitos. Excrecencias óseas de forma triangular ubicadas en los márgenes de los cuerpos vertebrales en osteoartritis. radiográficas distinguen la espondilosis deformante de la osteocondrosis intervertebral y ambas entidades son variantes de la OA de la columna vertebral. La hiperostosis idiopática esquelética difusa (DISH) presenta excrecencias vertebrales múltiples con predilección por los segmentos dorsales bajos y lumbares altos; las radiografías muestran un patrón de osificación ondulante a lo largo de la porción anterolateral de la columna vertebral, contornos vertebrales irregulares y preservación de la altura de los discos intervertebrales; aunque a cualquier nivel los cambios semejan a los de la espondilosis deformante, el diagnóstico preciso de DISH se hace por la presencia de los tres criterios siguientes. 1. La presencia de calcificación u osificación ondulante a lo largo de la cara anterolateral en al menos cuatro cuerpos vertebrales contiguos 2. La preservación relativa de la altura del disco intervertebral en los segmen- Estos tres criterios radiográficos deben existir para establecer el diagnóstico definitivo de DISH (Figura 11.11). Cada uno de los criterios ha sido elegido para eliminar otros padecimientos de la columna vertebral que potencialmente pueden confundirse con este padecimiento. El primer criterio es de ayuda para diferenciar DISH de la espondilosis deformante, el segundo criterio distingue DISH de la osteocondrosis intervertebral y el tercer criterio elimina a los pacientes con espondilitis anquilosante. Figura 11.11. Hiperostosis esquelética idiopática difusa (DISH). Excrecencias óseas que unen cuerpos vertebrales contiguos por osificación de los ligamentos vertebrales. Evaluación por imagen de las enfermedades reumáticas La espondilitis anquilosante cursa con excrecencias óseas denominadas sindesmofitos (Figura 11.12), definidos como una espícula ósea delgada, de trayectoria vertical, que tiene su origen en el vértice o arista de un cuerpo vertebral y se extiende de un cuerpo vertebral a otro contiguo; los sindesmofitos predominan en la unión dorsolumbares, pero se pueden presentar a lo largo de toda la columna vertebral. Otros hallazgos radiográficos característicos de la espondilitis anquilosante son la esclerosis reactiva que se presenta en los ángulos anteriores de los cuerpos vertebrales (osteítis) y se denominan “esquinas brillantes”; el aplanamiento o cuadratura de los márgenes anteriores de las vértebras (pérdida de la concavidad normalmente presente en la cara anterior del cuerpo vertebral) y la anquilosis de las articulaciones costovertebrales e interapofisiarias. En ocasiones estos cambios se vinculan a calcificación u osificación de los ligamentos interespinosos y supraespinosos conformando el signo radiográfico denominado “riel de tranvía”, caracterizado por la presencia de tres bandas radioopacas verticales a nivel lumbar, las dos exteriores constituidas por la anquilosis de las articulaciones apofisiarias y la intermedia por la calcificación u osificación de los ligamentos interespinosos y supraespinosos. La intensa formación de hueso que caracteriza a la espondilitis anquilosante produce la “columna en caña de bambú”, con un contorno vertebral ondulante. Muchos de estos hallazgos se presentan también en la espondilitis de las enfermedades inflamatorias intestinales (Cuadro 11.3). Las osificaciones paravertebrales, también llamadas sindesmofitos atípicos, se ven en la artritis psoriásica y en la artritis reactiva y su apariencia difiere considerablemente de los sindesmofitos típicos (Figura 11.13). Inicialmente la osificación 133 Figura 11.12. Sindesmofitos típicos. Ex- crecencias óseas delgadas que nacen en la unión discovertebral, siguen una trayectoria vertical, sus bordes son bien definidos y unen cuerpos vertebrales contiguos. aparece como una zona radiodensa curvilínea, gruesa, localizada a un lado de la columna vertebral cuya trayectoria es paralela a la superficie lateral de los cuerpos vertebrales y del disco intervertebral; eventualmente puede conducir a la formación de una excrecencia ósea grande y gruesa que une dos cuerpos vertebrales contiguos; su mayor tamaño, distribución asimétrica y localización a un lado de la columna vertebral son los hallazgos radiográficos que distinguen las osificaciones paravertebrales de los sindesmofitos. No todos los pacientes con artritis psoriásica o artritis reactiva cursan con osificaciones paravertebrales; algunos pueden presentar sindesmofitos idénticos a los comúnmente observados en la espondilitis anquilosante. La fluorosis, la acromegalia, el hipoparatiroidismo, la ocronosis y en raros casos la osteomielitis tuberculosa pueden cursar con excrecencias óseas de la columna vertebral. 134 Introducción a la Reumatología Cuadro 11.3. Términos aplicados a las alteraciones radiográficas de columna en espondilitis anquilosante Osteítis Erosiones óseas en las esquinas de los cuerpos vertebrales producidas por la entesopatía que ocurre en las uniones discovertebrales Signo de las “esquinas brillantes” Zonas de radiodensidad incrementada en las esquinas de los cuerpos vertebrales; se produce por la esclerosis reactiva asociada con la reparación de las erosiones de la osteítis y se acentúa por la osteopenia adyacente Cuadramiento vertebral Pérdida de la concavidad normal de la superficie vertebral anterior que crea un contorno cuadrado del cuerpo vertebral; es secundario a la combinación de erosiones y formación reactiva de hueso nuevo Sindesmofitos Son excrecencias óseas verticales, delgadas, que surgen del margen del disco intervertebral y que representan osificación de la zona periférica del anillo fibroso (fibras de Sharpey). Los sindesmofitos predominan en los aspectos anterior y lateral de los cuerpos vertebrales, especialmente en la unión toracolumbar. Eventualmente forman un “puente” sobre el espacio del disco intervertebral, conectando un cuerpo vertebral con otro Columna en “bambú” En etapas avanzadas, los extensos sindesmofitos contactantes producen un contorno vertebral ondulante que semeja una caña de bambú Discitis Anormalidades erosivas en la unión discovertebral asociadas con osteoporosis, cambios inflamatorios intraóseos, entesopatía, fractura o anquilosis Abalonamiento discal Conformación biconvexa de los discos intervertebrales relacionada con deformidades osteoporósicas de los cuerpos vertebrales (“vértebras de pescado”) Signo de “riel de tranvía” Presencia de tres líneas verticales radiodensas en las radiografías frontales, donde las líneas externas representan la osificación intracapsular y extracapsular de las articulaciones apofisiarias, y la línea central representa la osificación de los ligamentos supraespinosos e interespinosos Signo de la “daga” Línea radiodensa central aislada en la proyección frontal que representa la osificación de los ligamentos supraespinosos e interespinosos sin afección grave de las articulaciones apofisiarias Calcificación de los discos intervertebrales La presencia de calcificaciones laminares extensas de varios discos intervertebrales es muy sugerente de ocronosis. La calcificación globular de uno o varios discos intervertebrales representa un cambio distrófico que aparece después de una lesión o infección. En los niños, la calcificación de uno o más discos a nivel cervical se puede vincular con hallazgos clínicos importantes (discitis) que son autolimitados y desaparecen en semanas o meses. En la enfermedad por depósito de cristales de pirofosfato de calcio dihidratado puede aparecer calcificación de las fibras externas del anillo fibroso que simulan la forma de los sindesmofitos. En las espondiloartropatías puede haber Evaluación por imagen de las enfermedades reumáticas A 135 B Figura 11.13. Osteomielitis vertebral. Imágenes sagitales de RM en T1 y densidad de protones que muestran anormalidades consistentes con infección vertebral a nivel L4-L5. En A existen imágenes hipointensas dentro de los cuerpos vertebrales. En B, la intensidad de la señal intervertebral es mayor que la de la médula ósea adyacente. calcificaciones centrales o excéntricas, circulares o lineales, en uno o varios niveles; estos depósitos cálcicos suelen estar asociados con sindesmofitos y anquilosis de las articulaciones apofisiarias. Las calcificaciones discales se acentúan por la presencia de osteopenia de los cuerpos vertebrales. Depósitos similares pueden acompañar otros trastornos de la columna vertebral que están caracterizados por anquilosis, como el DISH y la artritis idiopática juvenil, sugiriendo que la inmovilización de un segmento de la columna puede interferir con la nutrición del disco, dando por resultado cambios degenerativos y calcificaciones. Subluxación atlanto-axial La inflamación de la membrana sinovial que existe entre el ligamento transverso de la primera vértebra cervical (atlas) y la superficie posterior de la apófisis odontoides de la segunda vértebra cervical (axis) puede producir una subluxación atlanto-axial, que se observa en las radiografías laterales de la columna cervi- cal por un aumento en la distancia que hay entre el arco anterior del atlas y la apófisis odontoides de C-2 (normalmente en el adulto no excede 3 mm); este hallazgo puede acentuarse en la imagen realizando radiografías en flexión del cuello. La subluxación atlanto-axial se observa en la artritis reumatoide, la artritis psoriásica, la artritis reactiva, la artritis idiopática juvenil y la espondilitis anquilosante; esta alteración en la alineación de los cuerpos vertebrales cervicales puede asociarse con erosiones de la superficie anterior, posterior o del vértice del proceso odontoides. La artritis reumatoide afecta predominantemente el segmento vertebral cervical. Además de la subluxación C1C2 pudieran producirse luxaciones a niveles inferiores, denominadas luxaciones subaxiales; otros hallazgos son erosiones, esclerosis y fusión en las articulaciones apofisiarias, disminución del espacio intervertebral, erosiones y esclerosis de los márgenes de los cuerpos vertebrales, erosiones de los procesos espinosos y osteopenia. 136 Introducción a la Reumatología Otros métodos de imagen En la mayoría de ocasiones los estudios de radiología convencional son suficientes para corroborar un diagnóstico clínico, efectuar diagnóstico diferencial, evaluar y cuantificar el daño morfoestructural y valorar la progresión del daño. Sin embargo, en algunas ocasiones se requieren estudios avanzados de imagen como métodos complementarios. Debe tenerse presente que algunas técnicas avanzadas de imagen son generalmente de costo elevado, en algunos casos no están exentas de riesgos y su principal utilidad es resolver preguntas muy específicas acerca del estado de una articulación, de un órgano específico o de los tejidos blandos, por lo que no se recomienda su uso como recurso de diagnóstico general ni como método de evaluación inicial. A continuación de manera breve y resumida describiremos las principales técnicas de imagen usadas en el diagnóstico, seguimiento y evaluación de la respuesta terapéutica de las enfermedades reumáticas. El lector interesado en conocer con más detalle estas técnicas, deberá remitirse a literatura especializada. Tomografía computada La tomografía computada (TC) se ha constituido en un valioso recurso diagnóstico para la evaluación tanto de alteraciones óseas como de los tejidos blandos del sistema musculoesquelético. La TC también tiene un importante papel en el diagnóstico de las manifestaciones sistémicas de las enfermedades reumáticas, por ejemplo fibrosis pulmonar, eventos vasculares cerebrales, etc. El modo de adquisición de las imágenes es complejo y requiere conocimientos avanzados de física; no obstante, la TC consiste simplemente en un tubo emisor de rayos X en rotación y un receptor- detector opuesto que permite captar las variaciones energéticas al atravesar un volumen determinado. La imagen de TC está compuesta por una matriz de elementos denominados pixeles que corresponden a un volumen de tejido o voxel. Los cortes se realizan casi siempre en plano transversal (transaxial) y el grosor y espaciamiento entre ellos es variable (oscilan entre 1 y 10 mm); por lo general dependen del tipo, tamaño y localización de la patología a explorar. Mediante el uso de diferentes algoritmos se pueden generar imágenes en dos o tres dimensiones. Las imágenes obtenidas en el plano transaxial con esta técnica pueden ser reconstruidas satisfactoriamente en cualquier plano (sagital y coronal). La reconstrucción tridimensional se utiliza para el estudio de áreas con anatomía compleja como la columna vertebral. La TC es a menudo considerada como el patrón oro para la detección de erosiones óseas, ya que combina las ventajas de radiología convencional para la evaluación de la estructura ósea con las fortalezas de las técnicas tomográficas tales como su alta resolución y su carácter tridimensional. Debido a que diversas enfermedades reumáticas afectan el parénquima pulmonar, la TC de alta resolución de esta zona anatómica provee detalles no vistos en cortes tomográficos más gruesos. La técnica juega un papel preponderante en la evaluación de la fibrosis pulmonar asociada con diferentes condiciones reumáticas. La demostración de infiltrados en vidrio despulido denota un proceso activo que potencialmente responde a tratamiento. La TC helicoidal permite exámenes más rápidos y elimina muchos artefactos (que son factor de error para la interpretación), como el artefacto de movimiento provocado por la respiración. En recientes avances tecnológicos se permite vi- Evaluación por imagen de las enfermedades reumáticas sualizar en tiempo real la imagen, permitiendo su uso en intervencionismo. La micro-TC es una técnica de alta resolución que permite estudiar la arquitectura del hueso y detectar la presencia de pequeñas erosiones óseas, así como cuantificar su volumen. La angio-TC se utiliza para obtener tanto una visión panorámica como selectiva del árbol arterial sin todos los riesgos que implica la angiografía. Permite diferenciar entre enfermedad aterosclerosa y vasculitis por su capacidad de identificar placas de ateroma calcificadas. La resolución de la angio-TC es menor que la de la ultrasonografía (US) y requiere administración de medio de contraste y exposición a radiación ionizante, aunque permite evaluar adecuadamente las estructuras anatómicas circundantes a los vasos estudiados. La artro-TC es una técnica de estudio de las estructuras internas que conforman la articulación; constituye una técnica invasiva y requiere de la administración intraarticular de medio de contraste. Permite diferenciar claramente el cartílago articular, la membrana sinovial y los meniscos. Ventajas Las principales ventajas de la TC sobre la radiología convencional son: 1. Tiene mayor resolución espacial 2. Muestra la anatomía en diferentes planos, además de tener la capacidad de reconstruir las imágenes en tres dimensiones 3. Posee mayor sensibilidad para detectar cambios patológicos en las etapas iniciales o tempranas de algunas artropatías 4. Es la mejor técnica para evaluar la estructura ósea, ya que proporciona una excelente definición de la cortical y la médula 137 5. Tiene mayor sensibilidad para detectar y diferenciar calcificaciones, aire y grasa 6. Amplia disponibilidad 7. Guía para punciones-aspiraciones Desventajas 1. La presencia de objetos metálicos en el campo exploratorio, por ejemplo los materiales de oseosíntesis, produce artefactos que disminuyen la calidad de la imagen 2. Emplea radiación ionizante 3. El campo de visión es limitado, ya que se requiere focalización de la zona a explorar 4. La angio-TC y artro-TC requieren la administración parenteral de medio de contraste 5. Dosis de radiación elevadas Resonancia magnética Los principios físicos de las imágenes por resonancia magnética (RM) se basan en el hecho de que los núcleos de hidrógeno (los más abundantes en los tejidos) con número impar de protones situados en un campo magnético externo, tienen un momento magnético y se pueden alinear con el campo externo. Cuando se aplican señales o pulsos de radiofrecuencia a los protones alineados, se desplaza el momento magnético que poseen con respecto al del campo magnético externo. Al cesar la señal de radiofrecuencia, los protones regresan a su posición inicial y vuelven a alinearse con el campo magnético externo generando una energía que es detectada, amplificada y procesada para crear una imagen. Para la adquisición de imágenes por RM, se dispone de varios tipos de secuencias de pulso. La secuencia básica o estándar es la eco de espín (spin-eco) que se genera con un pulso inicial de radiofrecuencia de 90° seguido de otro de 180°. En la secuencia 138 Introducción a la Reumatología eco de espín se obtienen imágenes potenciadas en T1, T2 y densidad de protones. La intensidad de la señal de las imágenes en RM se debe a diferencias en los tiempos de relajación, de los que el tiempo de relajación T1 representa el tiempo que necesitan los protones para realinearse con el campo magnético externo después de ser desplazados por un pulso de radiofrecuencia. Y el tiempo de relajación T2 representa el tiempo necesario para que los protones se desfasen unos de otros al cesar la señal de radiofrecuencia. La equivalencia en IRM de la densidad en radiología convencional y en TC es la intensidad de señal: cuando la imagen es oscura (negra) es de baja intensidad (hipointensa), si es gris su señal es intermedia (isointensa) y si es brillante (blanca) es de alta intensidad (hiperintensa). De acuerdo con estas tres intensidades, la correspondiente a cada elemento es la siguiente: Agua = T1 señal hipointensa y T2 señal hiperintensa Grasa = T1 señal hiperintensa y T2 señal hipointensa Hueso = tendones y ligamentos: T1 y T2 hipointensos Músculo = T1 señal isointensa y T2 señal isointensa Cartílago = T1 señal isointensa y T2 señal hiperintensa Las imágenes en T1 brindan mayor detalle anatómico y las imágenes en T2 ofrecen mayor información fisiológica. La IRM es la única modalidad de imagen que permite el despliegue de los componentes óseo (cortical y medular), cartilaginoso y de tejidos blandos intra- y extraarticulares (ligamentos, tendones, músculos, tejido celular subcutáneo) de forma nítida y simultáneamente. Esto es debido a su excelente contraste de tejidos blandos. La RM tiene la capacidad de visualizar de forma multiplanar al cartílago articular, por lo cual constituye el método más adecuado para su evaluación. Ventajas 1. Permite el estudio en varios planos (multiplanar) 2. Permite el estudio de áreas anatómicas amplias (campo extendido) 3. Tiene una excelente resolución de contraste entre las diferentes estructuras de los tejidos blandos 4. Tiene la capacidad de detectar lesiones óseas en fases iniciales, no visibles por radiología convencional; es el caso de erosiones o fracturas por estrés 5. Provee una excelente resolución entre el hueso y los tejidos blandos 6. No utiliza radiación ionizante 7. Permite la visualización vascular sin medio de contraste endovenoso 8. Las imágenes obtenidas tienen una relación estrecha con la anatomía real 9. No presenta efectos biológicos indeseables o secundarios. Desventajas 1. Tiene limitaciones en el estudio de estructuras con aire, hueso y calcio 2. En enfermedades óseas muestra alta sensibilidad a expensas de una baja especificidad 3. Los equipos cerrados podrían provocar claustrofobia 4. Está contraindicada en pacientes con implantes ferromagnéticos como marcapasos o implantes cocleares 5. Costo elevado 6. Insuficiente disponibilidad 7. Tiempos de espera prolongados Aplicaciones de tomografía computada y resonancia magnética en Reumatología Estos métodos de imagen pueden emplearse como guía para procedimientos intervencionistas percutáneos como biopsias, aspiraciones o drenaje de abscesos. Además, son de gran utilidad para Evaluación por imagen de las enfermedades reumáticas el diagnóstico y seguimiento de algunas enfermedades. Condromatosis sinovial. Hiperplasia sinovial con nódulos de metaplasia cartilaginosa frecuentemente calcificados; aunque la radiología convencional la demuestra en la mayoría de los casos, la TC y la IRM dan una mejor definicióncuando los nódulos tienen escasa o nula calcificación. Depósito de sustancia amiloide en la sinovial. Ocurre secundariamente a enfermedades inflamatorias crónicas y se visualiza como un engrosamiento difuso de la membrana sinovial. En la TC, el amiloide presenta una densidad similar a la del músculo, mientras que en IRM aparece como zonas de hipointensidad. Complicaciones de la artritis reumatoide. La TC es de particular utilidad para detectar el grado exacto de desplazamiento de la cabeza femoral en casos de protrusión acetabular, así como para identificar la necrosis avascular de la cabeza femoral en etapas tempranas que no ha sido detectada por la radiología convencional. La IRM y la gammagrafía articular pueden detectar osteonecrosis aun en etapas más tempranas que la TC. En los pacientes con artritis reumatoide existe una predilección por presentar un infiltrado inflamatorio crónico y formación de pannus entre C1-C2. La TC con reconstrucción multiplanar nos permite hacer una evaluación ósea detallada (visualización de la anatomía, erosiones, presencia de anquilosis y seudoartrosis) por lo cual es importante para realizar una planeación quirúrgica, sin embargo al momento de realizar una evaluación detallada de los tejidos blandos, médula espinal y raíces nerviosas su resolución es subóptima. Por su parte la IRM es el estándar de oro para la evaluación en tejidos blandos y medula ósea, además de ser más sensible y específico en la evaluación de 139 la inestabilidad cervical y evaluación de déficit neurológico. En pacientes con alteraciones estructurales de la columna cervical, la IRM muestra el grado de proliferación sinovial así como la presencia y el grado de compresión de la médula espinal, por lo que constituye un método ideal para la valoración de subluxaciones atlantoaxiales y subaxiales. Hernias discales y estenosis del canal medular. Ante la sospecha de hernia de disco a nivel cervical o torácico, se indica preferentemente la realización de IRM, ya que la TC tiene baja sensibilidad en estos casos. A nivel de la columna lumbar se indica estudio de TC por su equivalencia en sensibilidad con la IRM y su menor costo (Figura 11.14). Tenosinovitis nodular. Forma localizada de sinovitis villonodular pigmentada; los quistes sinoviales y los gangliones pueden ser detectados tanto por TC como por IRM (Figura 11.15). Quistes sinoviales. Aparecen en diversas localizaciones anatómicas; la más común es en el hueco poplíteo (quiste de Baker), su evaluación completa (tamaño, extensión y compresión de estructuras vecinas se logra por ultrasonografía (US) o IRM. Los quistes sinoviales localizados Figura 11.14. Sinovitis villonodular pigmentada de la cabeza femoral (TC). Lesiones líticas bien definidas de la superficie anterior y posterior de la cabeza y cuello femorales en dos pacientes. 140 Introducción a la Reumatología Figura 11.15. Imágenes sagitales de la rodilla con tiempo de relajación T2 (A) y T1 (B) que muestran un fragmento osteocartilaginoso alojado en un quiste poplíteo, además de osteofitosis patelar y derrame sinovial. (1, Derrame sinovial; 2, Osteofito patelar; 3, Quiste poplíteo; 4 Fragmento osteocartilaginoso.) Figura 11.16. RM de rodilla en un paciente con AR y osteomielitis. Imagen sagital (A) y coronal (B). Observe las áreas heterogéneas hiperintensas e hipointensas en la zona medular de la tibia y el fémur que representan un absceso de Brodie (flecha), que comunica a través de una cloaca con los tejidos blandos adyacentes (flecha curva). en sitios más profundos, por ejemplo en la columna vertebral, las coxofemorales, son detectados adecuadamente por IRM o por artro-TC. Discriminación de formaciones cavitadas. Entre quistes, abscesos y focos de necrosis, tanto la TC como la IRM son útiles por su mayor resolución y alto contraste (Figura 11.16). Enfermedades que involucran articulaciones axiales. La TC es de utilidad para valorar cambios degenerativos (Figuras 11.17 y 11.18), destrucción de hueso cortical, reacción perióstica y cambios en los tejidos blandos aledaños. Procesos erosivos tempranos. En la artritis reumatoide la TC es capaz de valorar la membrana sinovial, cartílago, hueso, ligamento, tendones y vainas tendinosas. Más aún, con IRM es posible detectar edema óseo, considerado un predecesor de erosiones. Enfermedades de la región del carpo. La RM es más sensible que la radiología simple y más específica que la gammagrafía para detectar necrosis del polo proximal en las secuelas de fracturas del escafoides y la necrosis del semilunar en la enfermedad de Kienböck (osteocondrosis del semilunar). Vasculitis sistémicas. La RM permite evaluar de forma no invasiva el estado de la pared arterial, teniendo la ventaja de valorar a las arterias en múltiples Evaluación por imagen de las enfermedades reumáticas 141 Figura 11.17. IRM con técnica de supresión de grasa; imagen axial que muestra claramente el cartílago femororrotuliano además de osteofitosis en un paciente con gonartrosis. Figura 11.18. IRM en secuencia T1 que muestra engrosamiento e irregularidades de las paredes de la aorta ascendente, arco aórtico y aorta descendente en un paciente con arteritis de Takayasu. planos: axial, sagital y coronal. Además, identifica el engrosamiento vascular y la formación de aneurismas de vasos grandes (Figura 11.19). Permite estudiar, con gran detalle, distintos aspectos de las manifestaciones de la vasculitis, prácticamente en cualquier territorio anatómico. Es la mejor técnica para detectar y monitorear el edema vascular en vasos de gran calibre. Permite realizar estudios angiográficos de alta resolución espacial o temporal con contraste, estudiar la pared vascular y cuantificar el flujo. Es de elección en el estudio de las alteraciones del sistema nervioso central secundarias a vasculitis. Sus principales limitaciones son: a) la visualización de afectaciones de la pared vascular submilimétricas, donde es superada por la resolución del US en casos de vasos superficiales; b) la detección de calcificaciones vasculares, y c) el uso de medio de contraste (gadolinio, que puede inducir fibrosis sistémica nefrogénica en pacientes con insuficiencia renal). Las enfermedades sistémicas autoinmunes son un grupo heterogéneo de trastornos inflamatorios sistémicos que se caracterizan por la presencia de autoanticuerpos circulantes que ocasionan daño a diferentes órganos y sistemas. Entre los principales sitios dañados se encuentra la vía aérea, el parénquima pulmonar, la vasculatura pulmonar, la pleura y el pericardio. De tal manera que la TC de alta resolución juega un papel importante en la detección de alteraciones principalmente a nivel pulmonar. Algunos de los hallazgos principales que 142 Introducción a la Reumatología A B fp m Figura 11.19. A. Ecografía de la articulación metacarpofalángica en un paciente con artritis reumatoide. Presencia de señal power doppler en el área intraarticular indicando actividad del proceso inflamatorio. B. El examen ecográfico en escala de grises muestra la presencia de una marcada erosión a nivel del cuello del metacarpo (flecha) que indica la severidad del proceso inflamatorio. (fp, falange proximal; m, cabeza del metacarpo.) se pueden localizar en la TC de alta resolución son los siguientes. a. Neumonía intersticial no específica (NINE): opacidades en vidrio despulido de predominio basal bilateral con distribución peribroncovascular con o sin reducción subpleural. Reticulación y bronquiectasias por tracción pueden observarse en la NINE no fibrótica b. Neumonía intersticial usual: reticulación y bronquiectasias por retracción/bronquioloectasis de predominio basal y periférico. Distorsión de la arquitectura, panal de abejas y disminución de volumen en la enfermedad avanzada c. Neumonía organizada (NO): áreas de vidrio despulido o consolidación con distribución basal con predominio peribroncovascular o periférico. Se puede apreciar el signo del “halo invertido” d. Neumonía intersticial linfoide: opacidades en vidrio despulido con quistes pulmonares de pared delgada diseminados con distribución perivascular principalmente. Tericulación y nódulos pueden presentarse Actualmente la IRM ha tomado gran relevancia en el diagnóstico, monitoreo de la actividad, monitoreo de cambios estructurales, predictor de desenlace y gravedad y predictor del efecto del tratamiento de las espondiloartritis. En 2009 se publicaron los criterios de ASAS para realizar el diagnóstico de espondiloartritis, tanto criterios clínicos como radiológicos, en estos últimos se debe de demostrar sacroileítis mediante radiografía simple o mediante IRM. Con el fin de establecer unos criterios comunes para diagnosticar la sacroileítis mediante IRM, el grupo ASAS/Outcome Measures in Rheumatology Network (OMERACT) agrupó los signos de las espondiloartritis descritos en los estudios de IRM y estableció cuáles eran necesarios para diagnosticar una sacroileítis asociada con espondiloartritis. Las lesiones detectadas en las articulaciones SI con la IRM se clasificaron en dos grupos: lesiones inflamatorias activas (o agudas) y lesiones estructurales. Existen cuatro tipos de lesiones inflamatorias en la sacroileítis asociada con espondiloartritis: edema óseo y osteítis, sinovitis, entesitis y capsulitis. Sólo el edema óseo y la osteítis son indispensables para el diagnóstico de sacroileítis activa. El edema se definió como una hiperintensidad de señal en STIR, y frecuentemente es hipointenso en secuencias potenciadas en T1. El realce en secuencias T1 con supresión grasa tras inyectar contraste paramagnéti- Evaluación por imagen de las enfermedades reumáticas co (gadolinio) intravenoso (T1-SG-Gd) refleja un aumento de la vascularización y la perfusión reactiva a la inflamación, y se denominó osteítis. Existen cuatro tipos de lesiones estructurales previa afectación inflamatoria de las articulaciones sacroiliacas: esclerosis subcondral, erosión, depósito de médula ósea grasa periarticular y puentes óseos/anquilosis. La esclerosis subcondral se definió como focos o áreas con baja intensidad o vacío de señal en todas las secuencias, sin captación en las secuencias con gadolinio. Las erosiones aparecen como defectos óseos de la superficie articular, hipointensos en T1 e hiperintensos en STIR si están activas; al confluir pueden producir un “seudoensanchamiento” articular. El depósito de médula ósea grasa se observa característicamente en zonas donde se localizan las lesiones inflamatorias activas. Se caracteriza como un aumento de la intensidad de señal en secuencias T1. Puentes óseos y anquilosis son lesiones hipointensas en todas las se- fp 143 cuencias, en ocasiones rodeadas de depósitos de médula ósea grasa. Inicialmente aparecen “brotes óseos” que se enfrentan uno al otro y, finalmente confluyen formando puentes que atraviesan la articulación y, en casos graves, borran el espacio articular (anquilosis). El protocolo de estudio de las sacroiliacas debe incluir: una secuencia STIR (TR/TE/TI 4 000/60/150 ms), secuencia T1 (TR/TE 500/10 ms) y secuencia T2 TSE (turbo eco de espín) (TR/TE 4 000/60 ms) o T2 EG (eco gradiente) [TR/TE 180/7.15 ms]. Posteriormente puede añadirse una secuencia T1-SG-Gd (TR/TE 660/16 ms) para detectar lesiones inflamatorias activas y aclarar signos sospechosos vistos en el estudio sin medio de contraste. Ultrasonido La aplicación del ultrasonido (US) en la imagenología médica se basa en el despliegue de las propiedades acústicas de los tejidos. Un transductor (transmisor m Figura 11.20. Ecografía de la articulación metacarpofalángica en paciente con artritis temprana. Notar la presencia de intensa señal power doppler al interior de la almohadilla grasa sin otra alteración aparente. No existe presencia de sinovitis en particular. El cuadro pertenece a un paciente con 3 meses de dolor. (fp, falange proximal; m, cabeza del metacarpo.) 144 Introducción a la Reumatología p pa Figura 11.21. Infiltración bajo guía ecográfica en paciente con bursitis séptica. Notar la hiperecogenicidad de la aguja (flecha) que permite una clara visión de su posicionamiento en la bursa prepatelar, evitando tocar el tendón patelar (p). [pa, patela.] y receptor de pulsos de US) envía ondas de sonido hacia los tejidos, las diferentes interfases tisulares reflejan el haz ultrasónico enviando los ecos de regreso al transductor o sonda y convirtiendo las amplitudes de los ecos en imágenes digitalizadas. La resolución de la imagen y la atenuación de la energía del ultrasonido dependen de la longitud de onda y frecuencia. En los últimos 15 a 20 años, el US se ha ido empleando en el manejo de los pacientes reumáticos y afecciones musculoesqueléticas. Hoy en día representa una técnica esencial en la práctica clínica de cualquier consulta de Reumatología debido a la evidencia demostrada en relación con su potencial diagnóstico y pronóstico, además de su capacidad para detectar alteraciones inflamatorias tempranas (inclusive en fases subclínicas) y brindar un adecuado seguimiento de la evolución del paciente y de la enfermedad, tanto a nivel diagnóstico como de seguimiento en las enfermedades reumáticas. En la actualidad el reumatólogo debe adquirir nociones básicas de US para su aplicación en la investigación o en la consulta, como instrumento cotidiano para detectar y cuantificar actividad y severidad de una proceso inflamatorio a nivel articular (ver Figura 11.19), en especial en fases tempranas (Figura 11.20). Adicionalmente el US encuentra aplicación en la evaluación detallada del proceso patológico a nivel de tejidos blandos, en evaluar la respuesta al tratamiento y en la guía de procedimientos invasivos (Figura 11.21). Cabe señalar que el US no encuentra una particular utilidad en determinadas zonas anatómicas, especialmente a nivel del esqueleto axial, en donde otros métodos de imagen como la RM y la TC son el estándar de oro. Evaluación por imagen de las enfermedades reumáticas 145 * tp Figura 11.22. Examen ecográfico del tobillo en paciente con espondiloartritis. Notar la presencia de una importante distensión de la vaina tendinosa (asterisco) del tibial posterior con presencia de intensa señal power doppler. (tp, tibial posterior.) Ventajas 1. 2. 3. 4. 5. 6. Estudio no invasivo Portátil Accesible De bajo costo No utiliza radiación ionizante Se puede repetir el examen tan frecuentemente como se requiera, sin mayor riesgo Desventajas 1. Dependencia de un operador entrenado y con experiencia 2. Curva de aprendizaje prolongada Tejidos blandos periarticulares La patología de las partes blandas que rodean a una articulación diartrodial es muy frecuente. Debido a su proximidad o cercanía anatómica (tendones, bursas, vainas tendinosas), estas estructuras producen signos y síntomas tan parecidos que en ocasiones resulta difícil discernir cuál es la fuente de las manifestaciones dolorosas. En otros casos, el problema es el diagnóstico diferencial entre afección intraarticular o extraarticular, sobre todo en aquellos casos en los que existe una artropatía crónica de base. El tejido celular subcutáneo puede evaluarse por US en los casos de duda diagnóstica entre celulitis, absceso, edema, hematoma y tumoraciones de los tejidos blandos. Las imágenes por US dan precisión en la evaluación de tendones y vaina tendinosa, pudiendo diagnosticar procesos inflamatorios, degenerativos, subluxaciones y roturas tendinosas (Figura 11.22). El dolor producido por bursitis es en ocasiones difícil de distinguir sobre bases puramente clínicas del producido por patología tendinosa adyacente. El US ofrece la posibilidad de visualizar patología en las bursas (Figura 11.23), que puede tener un origen mecánico (fricción), inflamatorio (artritis reumatoide, espondiloartropatías), infeccioso o microcristalino (urato monosódico). El US es útil para detectar neuromas y otras tumoraciones benignas de los nervios periféricos que aparecen como pequeñas masas hipoecoicas conectadas con 146 Introducción a la Reumatología * t Figura 11.23. Marcada bursitis olecraneana (asterisco) con presencia de proliferación sinovial. (t, tríceps; o, olécranon.) los nervios. Un buen ejemplo es el neuroma de Morton (nervios plantares interno y externo). En algunos síndromes de atrapamiento, el US sirve como prueba diagnóstica y puede sugerir la etiología si se logra identificar la estructura anatómica o patológica que comprime al nervio. En el caso del síndrome de túnel del carpo, el US es de gran utilidad, ya que el nervio mediano se visualiza fácilmente. Una rotura completa y reciente de un tendón se manifiesta en el US como una interrupción del patrón fibrilar. Los desgarros tendinosos parciales son también adecuadamente evaluados por esta técnica de imagen (Figura 11.24). Una aplicación valiosa del US es en la detección del derrame sinovial. Su sensibilidad es muy alta, llegándose a apreciar volúmenes tan pequeños como 1 mL en una articulación profunda y de no fácil acceso como es la coxofemoral. Además, es capaz de detectar erosiones óseas en articulaciones pequeñas antes de ser visibles por radiología convencional. Así, es un método útil para el diagnóstico y seguimiento en pacientes con AR. El uso de este método y de la RM se recomienda en casos de sospecha de enfermedad inflamatoria articular no bien definida, para determinar la presencia o ausencia de sinovitis, tenosinovitis, entesitis y/o erosiones óseas; así como en casos de enfermedad inflamatoria articular temprana no clasificada, para apoyar en el proceso de diagnóstico diferencial. Su utilidad en osteomielitis es limitada ya que tan sólo se logra visualizar de forma adecuada el periostio. El US de alta resolución posee una alta sensibilidad y especificidad para lesiones estenóticas de los vasos carotídeos y temporales en casos de vasculitis. La adición de doppler de color permite además una evaluación del flujo intravascular. Se han comentado estos ejemplos por ilustrar el papel del US en el estudio de Evaluación por imagen de las enfermedades reumáticas 147 < t h cb Figura 11.24. Ecografía del hombro. Notar la presencia de una marcada discontinuidad de las fibras del tendón supraespinoso (círculo). Es igualmente apreciable la presencia de fibras residuales (cabeza de flecha) lo que indica una ruptura parcial del tendón, y el reforzamiento de margen del cartílago que indica el signo del “cartílago desnudo” (cabeza de flecha llena). [h, húmero; t, tendón supraespinoso; cb, cabeza del bíceps.] los tejidos del sistema musculoesquelético, siendo una importante ayuda para el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de diversos padecimientos reumáticos. Angiografía El abordaje radiológico para el diagnóstico de las vasculitis se ha sustentado tradicionalmente en la angiografía; incluso, esta técnica permanece como el estándar de oro para el diagnóstico de algunos tipos de vasculitis. La enfermedad inflamatoria de los vasos de mediano y gran calibre es evaluada de manera adecuada mediante esta técnica de imagen; la extensión del daño vascular en algunas vasculitis, como en la arteritis de Takayasu, también es apropiadamente estimada mediante panaortografía; los largos segmentos arteriales estenosados y la abundante circulación colateral son características que pueden confirmar la impresión clínica; adicionalmente, los estudios angiográficos permiten la medición de presiones a través de las lesiones estenóticas. Se ha desarrollado un refinamiento de la angiografía convencional mediante la técnica de sustracción digital, con la que se eliminan los tejidos blandos y se atenúan los óseos; se logra así minimizar el riesgo y los efectos adversos de la técnica convencional al permitir el uso de catéteres de menor calibre y utilizar menor cantidad de medio de contraste. 148 Introducción a la Reumatología sirve como marcador de actividad tisular extravascular para ayudar a diferenciar osteomielitis de infecciones de tejidos blandos. Las articulaciones afectadas por procesos degenerativos o inflamatorios muestran un incremento en la captación del radiotrazador y pueden presentar un mapa de la extensión y distribución del daño anatómico en un solo examen. La principal ventaja de la gammagrafía es que las imágenes se pueden obtener sin señal de fondo, lo que significa que los tejidos que no captan el radiotrazador no contribuyen a la generación de la imagen. La principal desventaja es que las imágenes obtenidas tienen menor detalle y resolución que otras técnicas (TC o IRM). Figura 11.25. Angiografía por RM en la que se observa ausencia del flujo en la arteria subclavia derecha (flechas curvas), así como estenosis de la subclavia izquierda (flechas) en un paciente con arteritis de Takayasu. Ningún método no invasivo permite la evaluación de las arterias de pequeño calibre de manera siquiera cercana a la angiografía. La arteriografía, como la angio-IRM (Figura 11.25) y angio-TC, son de gran utilidad en algunas vasculitis sistémicas ya que aportan información valiosa para confirmar el diagnóstico, distinguir entre sus variedades y definir la extensión de la afección vascular. Gammagrafía La gammagrafía es una modalidad única que provee no sólo información morfológica sino también fisiológica con respecto al estado metabólico de los tejidos. Pueden utilizarse diferentes tipos de radiotrazadores y agentes de acuerdo con la patología que se estudie. Puede ser particularmente de utilidad en la evaluación de osteomielitis, donde Figura 11.26. Gammagrafía ósea que muestra hipercaptación del radiofármaco (Tc99) en las extremidades inferiores de un paciente con metástasis óseas de carcinoma de próstata. Evaluación por imagen de las enfermedades reumáticas 149 La capilaroscopia es un método no invasivo que permite la visualización directa de los capilares. El estudio capilaroscópico in vivo de la microcirculación es uno de los más útiles y eficaces métodos para el diagnóstico precoz de la escleroderma y las afecciones relacionadas. El patrón patológico principal es el “patrón esclerodérmico” (PE; scleroderma pattern) [Figura 11.27], que representa un conjunto de anormalidades de la microcirculación que caracteriza a las enfermedades del tejido conectivo, entre ellas, esclerosis sistémica (ES), dermatomiositis, síndrome de Sjögren, enfermedad mixta del tejido conectivo. Si bien en cada una de estas patologías pueden ser detectadas anormalidades de la mi- crocirculación, es en la ES donde se han concentrado mayormente las investigaciones, contando en la actualidad con datos que permiten establecer y demostrar una correlación entre las alteraciones capilaroscópicas y el diagnóstico y pronóstico de la enfermedad. La capilaroscopia, además, se ha demostrado de eficaz valor en el estudio del fenómeno de Raynaud, permitiendo distinguir la forma primaria de la forma secundaria. Una de sus principales indicaciones es el estudio del fenómeno de Raynaud (muchas veces aislado), para la diferenciación entre el Raynaud primario y el secundario y en el seguimiento de pacientes con Raynaud primario, ya que de 10 a 13% de los pacientes con fenómeno de Raynaud primario pueden evolucionar hacia una forma secundaria. El 15 a 20% de los enfermos con fenómeno de Raynaud y autoanticuerpos o anomalías capilaroscópicas terminan por desarrollar una enfermedad del tejido conectivo dentro de los siguientes dos años. La detección precoz de expresiones de microangiopatía esclerodérmica o de A B La gammagrafía ósea tiene gran sensibilidad para una variedad de alteraciones óseas, como trauma, infección, isquemia, neoplasias (Figura 11.26) y artritis; aunque no tiene ninguna especificidad diagnóstica. Capilaroscopia Figura 11.27. Examen capilaroscópico. A. Sujeto sano. Notar el número normal de capilares (densidad capilar) con la morfología homogénea de los capilares que están distribuidos en forma de horquilla (cabezas de flecha). Son visibles también las papilas ungueales (flechas). B. Paciente con escleroderma. Notar la presencia de un desorden arquitectónico, agrandamiento de los capilares (capilares gigantes) y la reducción de la densidad capilar que indican un cuadro de patrón esclerodérmico. 150 Introducción a la Reumatología alteraciones de la microcirculación en sujetos con fenómeno de Raynaud clínicamente aislado juega un papel fundamental en el diagnóstico, evolución y pronóstico de las enfermedades reumáticas del tejido conectivo. En la actualidad un amplio número de trabajos científicos refuerza el hecho de que la capilaroscopia no debe continuar siendo considerada como un instrumento de rara aplicación; al contrario, las ventajosas cualidades que la caracterizan permiten proponerla como un método de imprescindible valor en la práctica clínica reumatológica. Otros estudios La TC por emisión de fotón único (SPECT) detecta diversas lesiones con imágenes en tres planos y separa la actividad sobrepuesta o debajo del área de interés, desplegando la lesión en toda su extensión. A nivel de hueso sirve como complemento a otras modalidades de imagen dando información funcional acerca de la lesión. La tomografía por emisión de positrones (PET) se basa en la detección y análisis de la distribución de un radioisótopo, 18FDG, que se depositaría selectivamente en zonas de alta actividad metabólica. Las imágenes adolecen de una baja resolución espacial; para resolver esta limitación, se puede complementar con una TC realizando un corregistro simultáneo, y posteriormente superponiendo ambas imágenes, la metabólica del PET con la morfológica del TC en la denominada PET-CT. Sus principales aplicaciones han sido en oncología, cardiología y neurología, aunque recientemente también ha demostrado su utilidad en el estudio de las vasculitis de grandes vasos. Lectura recomendada Ahuja J, Arora D, Kanne JP, Henry TS, Godwin JD. Imaging of pulmonary manifestations of connective tissue diseases. Radiol Clin N Am. 2016 Nov;54(6):1015-31. doi: 10.1016/j.rcl.2016.05.005. Alparslan L, Yu JS, Weissman BN. Imaging. En: Harris ED, et al (ed). Kelley’s Textbook of Rheumatology. 7th ed. Philadelphia: Elsevier-Saunders; 2005;51:739-97. Amezcua-Guerra LM, Pineda C. El papel de los estudios de imagen en las vasculitis sistémicas. En: Vera-Lastra OL, Halabe-Cherem J. Vasculitis. 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Primer on the metabolic bone diseases and disorders of mineral metabolism. 4th ed. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins, 1999. Joaquim AF, Ghizoni E, Tedeschi H, et al. Radiological evaluation of cervical spine involvement in rheumatoid arthritis. Neurosurg Focus. 2015;38:E4. 12 Antiinflamatorios no esteroides Lilia Andrade-Ortega Introducción Los AINE (antiinflamatorios no esteroides) constituyen un grupo de medicamentos con efecto analgésico, antiinflamatorio y antipirético. Aunque sus estructuras químicas son heterogéneas, comparten un mecanismo común de acción. En conjunto, son uno de los grupos de fármacos más empleados en todo el mundo (con o sin prescripción médica) para el tratamiento sintomático del dolor nociceptivo y de la inflamación tanto en afecciones musculoesqueléticas como de otros órganos y sistemas. Tienen indudable beneficio clínico, aunque por sus interacciones medicamentosas y por la posibilidad de que causen efectos adversos es de suma importancia conocer a fondo su mecanismo de acción, indicaciones y perfil de seguridad. Desde el principio de la historia, médicos como Hipócrates, Celsus y Galeno conocieron que algunas cortezas vegetales, como la del sauce y el álamo, tenían la capacidad de paliar el dolor. El tratamiento medicamentoso del dolor y la inflamación inició a finales del siglo xix con la síntesis del ácido acetilsalicílico y poco después el paracetamol; a partir de entonces aparecieron en el mercado distintos grupos de fármacos que se conocen en forma global como AINE: salicilatos, pirazolonas, indometacina, ibuprofeno, diclofenaco, naproxeno y muchos más. En 1971 Sir John Vane describió que los AINE actúan al bloquear la acción de la enzima ciclooxigenasa (COX), responsable de la producción de prostaglandinas mediadoras del dolor y la inflamación. Posteriormente se conoció que existen varias isoformas de esta enzima ciclooxigenasa, lo que permitió el desarrollo de un nuevo grupo de fármacos antiinflamatorios, los inhibidores específicos de la ciclooxigenasa 2 (COX-2 o COXIB) [ver adelante]. Mecanismos de acción 153 Las propiedades farmacológicas de los AINE se explican principalmente por su capacidad para disminuir la producción de prostaglandinas (PG) a través de la inhibición de la enzima ciclooxigenasa. Como parte del proceso inflamatorio (ver Capítulo 6 Inflamación), el ácido araquidónico, que es un constituyente de las membranas celulares, es liberado por la enzima fosfolipasa A2. El ácido araquidónico libre, por acción de la ciclooxigenasa se transforma en diversos endoperóxidos cíclicos de vida media muy corta, como las prostaglandinas G2 y H2, que a su vez se convierten en PGE2, PGF2 y PGI2. Estas son prostaglandinas más estables que tienen diversos efectos proinflamatorios, como eritema, vasodilatación y dolor y que actúan sobre los receptores periféricos del dolor, aunque 154 Introducción a la Reumatología también existen evidencias recientes de su efecto sobre receptores del sistema nervioso central (SNC) [Figura 12.1]. Los AINE inhiben a la ciclooxigenasa, con lo que evitan la formación de las prostaglandinas dependientes de esa acción enzimática. Como se mencionó previamente, existen por lo menos tres isoformas de ciclooxigenasa. La COX-1 es una isoforma principalmente constitutiva, se expresa en cantidad relativamente constante en la mayoría de los tejidos y parece tener un papel primordial en la homeostasis tisular. Por ejemplo, media la producción de prostaglandinas que, a nivel del tubo digestivo participan en la integridad de la mucosa gastroduodenal, en la conservación de la capa protectora de moco, en la producción de ácido clorhídrico y en la adecuada circulación regional; en el riñón actúan manteniendo la circulación renal y presión de perfusión, y en las plaquetas parti- cipan en la formación de tromboxano A2, necesario para la función hemostática. La COX-2 es una isoenzima principalmente inducible, su expresión aumenta en casos de inflamación y es liberada por fibroblastos y monocitos-macrófagos. Esta isoenzima parece ser la principal responsable de los efectos proinflamatorios mediados por las prostaglandinas. Sin embargo, en algunos tejidos, como el riñón y el SNC, parece tener cierta función constitutiva. Se ha descrito una tercera isoforma, la COX-3, y se sugiere que esta es la isoenzima que pudiera mediar la acción del paracetamol. Existen otros mecanismos de acción, al parecer secundarios en importancia, que pueden explicar también el efecto benéfico de los AINE. Se ha descrito que inhiben factores de transcripción de crecimiento celular y otras moléculas que regulan la apoptosis, inhiben en Dolor e inflamación: cascada del ácido araquidónico Fosfolípidos de membrana Fosfolipasa A2 Ácido araquidónico AINE ICOX-2 Prostaglandina G2 COX-1 y COX-2 COX-2 Prostaglandina H2 Isomerasas tisulares específicas Prostaciclina TXA2 PGD2 PGE2 PGF2α Figura 12.1. Mecanismo de acción de los AINE. Los AINE tradicionales actúan sobre ambas isoenzimas de la ciclooxigenasa (COX-1 y COX-2), los inhibidores COX-2, específicamente sobre esta isoenzima. (Adaptado de Fitzgerald GA, et al. N Engl J Med. 2001;345:433-42.) Antiinflamatorios no esteroides 155 forma parcial la cascada de leucotrienos, así como la migración, agregación y desgranulación de neutrófilos. Al parecer modifican la transcripción del óxido nítrico al actuar sobre el factor NF-κB. En forma experimental se ha demostrado que los AINE pueden inhibir a los linfocitos T. Todos estos efectos influyen, probablemente de modo aditivo, en el efecto analgésico y antiinflamatorio de este grupo de fármacos. Clasificación En principio, los AINE pueden clasificarse en tres grupos: salicilatos, AINE no específicos e inhibidores específicos de COX-2, esta clasificación deriva del grado relativo en el que inhiben las isoformas de COX: COX-1 y COX-2. Los salicilatos (ácido acetilsalicílico, salicilato, diflunisal) se consideran inhibidores específicos de la COX-1, sin efecto sobre la COX-2. Actualmente el ácido acetilsalicílico no se usa como antiinflamatorio porque la dosis requerida se asocia con efectos tóxicos muy importantes. El grupo de los AINE no específicos o tradicionales se caracteriza porque inhibe ambas isoenzimas. Se divide por su estructura química en los siguientes subgrupos: ácidos enólicos (fenilbutazona, piroxicam, meloxicam, lornoxicam); ácidos acéticos (diclofenaco, etodolaco, ketorolaco, aceclofenaco); ácidos propiónicos (ibuprofeno, naproxeno, ketoprofeno, loxoprofeno); indoles (indometacina, sulindaco, acemetacina, tolmetín); fenamatos (ácido mefenámico, meclofenamato), y AINE no ácidos (nabumetone) (Cuadro 12.1). Los inhibidores COX-2 específicos actúan sólo a través de la inhibición de la COX-2, sin inhibir la COX-1 incluso a dosis terapéuticas máximas. A este grupo pertenecen el celecoxib, etoricoxib, parecoxib y lumiracoxib. Inhibidores de COX-2 Los inhibidores COX-2 representan un avance en el manejo del dolor y la inflamación; la inhibición específica de la isoenzima principalmente inducible y proinflamatoria (COX-2) con conservación relativa de la isoenzima constitutiva (COX-1) confiere, al menos en teoría, una gran ventaja en términos de eficacia y seguridad. Sin embargo, al usarse los inhibidores COX-2 en forma generalizada, han surgido algunas consideraciones prácticas importantes de seguridad que se analizan más adelante (ver Efectos adversos). Estos medicamentos comenzaron a comercializarse en el año 1999. El primer fármaco en aparecer en el mercado fue el celecoxib, seguido pronto por el rofecoxib (que fue retirado del mercado en 2004 por su perfil de toxicidad cardiovascular) y posteriormente aparecieron el valdecoxib (retirado del mercado por efectos adversos cutáneos serios), parecoxib (prodroga parenteral del valdecoxib), etoricoxib y lumiracoxib. Son múltiples los estudios clínicos controlados que han demostrado la eficacia de los inhibidores COX-2 para el manejo del dolor nociceptivo y la inflamación tanto para uso agudo como crónico. La mayoría de los estudios sobre dolor crónico se han realizado en pacientes con osteoartritis, artritis reumatoide y espondilitis anquilosante; los modelos de dolor agudo incluyen pacientes con dolor dental, dismenorrea y dolor posoperatorio. En los pacientes con problemas reumatológicos la eficacia de los inhibidores COX-2 ha sido semejante a la de los AINE tradicionales que se usan como prototipo de comparación, estos son el diclofenaco y el naproxeno. En relación al dolor agudo, los inhibidores de COX2 han demostrado una potencia similar a la combinación paracetamol-hidrocodona, muy empleada en Estados Unidos, 156 Introducción a la Reumatología Cuadro 12.1. Clasificación de los AINE según su estructura química Grupo químico Fármaco Dosis diaria en adultos (mg) Vida media en plasma (h) Salicilatos o ácidos carboxílicos Ácido acetilsalicílico Salicilato de colina-Mg 1 300 a 1 500 1 500 a 3 000 15 a 30 min 4 a 15 h Diflunisal 500 a 1 500 7 a 15 Ibuprofeno 1 600 a 3 200 2a4 Naproxeno 500 a 1 000 10 a 20 Ketoprofeno 150 a 300 2 Indometacina 75 a 200 3 a 11 Sulindaco 300 a 400 8 a 16 Tolmetín 800 a 1 600 1 Acemetacina 60 a 90 4.5 Diclofenaco 100 a 200 1a2 Etodolaco 600 a 1 200 6a7 Ketorolaco 20 a 40 2a6 Aceclofenaco 100 a 200 4 Ácido mefenámico 500 a 1 000 2 Meclofenamato 200 a 400 2a3 Fenilbutazona 200 a 600 40 a 80 Piroxicam 10 a 20 30 a 86 Meloxicam 7.5 a 15 15 a 30 No ácidos Nabumetona 500 a 1 000 19 a 30 Inhibidores de COX-2 Celecoxib 200 a 400 11 Etoricoxib 60 a 90 22 Lumiracoxib 100 a 200 4a6 Parecoxib 20 a 40 8 Ácidos propiónicos Ácidos indolacéticos Ácidos fenilacéticos Ácidos mefenámicos Ácidos enólicos permitiendo disminuir los requerimientos de opioides. Además de su eficacia clínica, los COX-2 tienen como gran ventaja un mejor perfil de seguridad gastrointestinal, aunque existe cierta preocupación sobre su seguridad cardiovascular (ver adelante Efectos adversos). Farmacocinética y farmacodinámica de los AINE Los AINE pueden administrarse por vía oral, parenteral, mucosa o tópica. Después de su administración oral o rectal, Antiinflamatorios no esteroides 157 todos los AINE se absorben en forma completa; sin embargo, la velocidad de absorción puede modificarse en algunos casos ante la presencia de alimento o en casos de alteración en la motilidad gastrointestinal o reducción del flujo sanguíneo regional. Los AINE con cubierta entérica pueden tener también menor velocidad de absorción, sin que eso signifique mejor tolerabilidad como originalmente se pensó, ya que la inhibición de la ciclooxigenasa es sistémica. Casi todos los AINE son ácidos orgánicos débiles que circulan en el torrente sanguíneo unidos a proteínas (específicamente a albúmina sérica en 90%). Debido a que su efecto se debe principalmente a su concentración tisular y no sérica, cualquier condición que disminuya en forma relativa la concentración de albúmina (edad avanzada, desnutrición, padecimientos crónicos), aumentará su fracción libre y, por tanto, el riesgo de efectos adversos. Este grado de unión a proteínas parece constituir una ventaja porque en los sitios de inflamación aumenta la permeabilidad a las proteínas plasmáticas, lo que permite niveles aumentados de AINE en las áreas de lesión. Es también la unión a proteínas lo que limita su libre difusión al SNC. Incluso dentro del mismo grupo químico, los AINE pueden tener vidas medias en plasma muy diversas (ver Cuadro 12.1) y de la vida media depende tanto el efecto clínico, como la dosificación y la posible toxicidad. Los AINE de vida media más breve tienen un efecto más rápido, mientras que la respuesta clínica de los AINE con vida media prolongada puede ser más lenta por el mayor tiempo en que se alcanza la concentración plasmática máxima. También la toxicidad puede ser mayor con los fármacos de mayor vida media (ver Efectos adversos). La liposolubilidad de los diferentes AINE influye tanto en su acumulación en el organismo, sobre todo en pacientes ancianos o con sobrepeso que tienen menor proporción de peso corporal magro, como en su difusión al SNC. Algunos de los efectos adversos de la indometacina, como cefalea, mareo o alucinaciones, se explican por la mayor liposolubilidad de este fármaco. Los AINE son metabolizados principalmente en el hígado, en donde se transforman a metabolitos inactivos. Algunos AINE, como la indometacina, el piroxicam y el sulindaco, tienen circulación enterohepática, lo que prolonga su vida media en forma significativa. Aunque algunos AINE se excretan en parte en forma directa en la bilis, la excreción de los AINE es básicamente renal. Los AINE que tienen cierta eliminación directa por la bilis pueden ser de elección en los casos en que la función renal está disminuida. El sulindaco constituye un caso especial porque en el riñón se convierte a su metabolito inactivo. Indicaciones Recientemente el American Colllege of Rheumatology ha emitido recomendaciones para el uso de los fármacos antiinflamatorios no esteroides, selectivos y no selectivos (ver Lectura recomendada). Es importante hacer algunas consideraciones respecto al uso de los AINE en la práctica clínica. Son medicamentos que actúan sobre la expresión final del proceso inflamatorio y por ello deben considerarse sintomáticos. Esto significa que su uso debe ser parte del manejo integral de la enfermedad que esté causando el proceso de dolor y/o inflamación. Las propiedades antiinflamatorias de un AINE se relacionan en forma directa con su capacidad para inhibir la síntesis de prostaglandinas. El efecto analgésico de este grupo de medicamentos se explica por la inhibición del proceso inflamatorio 158 Introducción a la Reumatología en el sitio de lesión, pero también por efecto sobre la COX que se expresa en los sistemas nervioso central y periférico. De ahí el efecto benéfico que se atribuye a los AINE sobre el dolor de tipo nociceptivo. El efecto antipirético se explica también por la inhibición de la producción de prostaglandinas, que son las responsables de la respuesta febril en el SNC. La elección de un AINE depende de varios factores: el tipo de dolor o inflamación de que se trate (agudo o crónico), la gravedad del proceso, la vida media, la liposolubilidad, el metabolismo y la excreción del fármaco, la experiencia previa del individuo con otros AINE (antecedente de ineficacia, intolerancia o toxicidad), la comorbilidad del paciente y, por supuesto, la experiencia del médico. Al final, esta elección debe siempre individualizarse considerando la indicación, la dosis adecuada para cada paciente, la duración probable del tratamiento, el empleo simultáneo de otros medicamentos, los riesgos del medicamento y los riesgos inherentes al paciente mismo. Al elegir un AINE debe prescribirse una dosis en rango terapéutico (emplear una dosis menor sólo crea resultados falsos de ineficacia y una dosis mayor incrementa la toxicidad) (ver el Cuadro 12.1) y el tratamiento debe mantenerse durante el tiempo necesario para alcanzar concentraciones plasmáticas estables (en promedio cinco vidas medias) antes de juzgar sobre su eficacia o decidir modificar la terapéutica. Es importante no combinar diferentes AINE, está bien demostrado que esto sólo incrementa la toxicidad y no tiene efecto sobre la eficacia clínica. Tampoco debe combinarse el uso de AINE con esteroides o anticoagulantes (ver el apartado Interacciones medicamentosas). Por último, idealmente todo AINE debe ser prescrito por un médico, indicando el fármaco, dosis y tiempo de uso del mismo. Es muy frecuente el uso indiscriminado de este grupo de medicamentos por parte de la población general debido a que muchos se adquieren sin necesidad de prescripción médica. Un gran porcentaje de las reacciones adversas asociadas con el uso de AINE puede relacionarse con el empleo no justificado o adecuado de estos medicamentos, que son de indudable eficacia clínica. Interacciones medicamentosas Los AINE interactúan con muchos otros fármacos. Es importante conocer estas interacciones para evitar combinaciones que pueden inducir eventos adversos o, en todo caso, ajustar de modo adecuado las dosis cuando así sea necesario, con una vigilancia cuidadosa. En el Cuadro 12.2 se describen las interacciones medicamentosas más importantes entre AINE y otros grupos de fármacos de uso común. Efectos adversos Los efectos adversos de los AINE pueden depender de su inhibición sobre prostaglandinas o ser de tipo idiosincrásico. Alrededor de la tercera parte de los pacientes que reciben un AINE presentarán un efecto adverso que, cuando es grave, puede aumentar el riesgo de hospitalización y muerte. Existen algunos factores que claramente aumentan el riesgo de toxicidad por AINE. La edad avanzada es uno de ellos, por la menor proporción de peso corporal magro en los ancianos, por las modificaciones que ocurren en el metabolismo y porque con frecuencia existen tanto comorbilidad como uso de varios fármacos que pudieran interactuar con los AINE. La historia de enfermedad acidopéptica, úlcera gástrica o duodenal aislada o asociada con infección por Helicobacter pylori, así como de hemorragia gastrointestinal, son todos factores que incrementan en mucho el riesgo de Antiinflamatorios no esteroides 159 Cuadro 12.2. Principales interacciones medicamentosas de los AINE Fármaco Efecto > 1 AINE Aumentan toxicidad y eventos adversos Anticoagulantes orales Aumenta su efecto Antihipertensivos Disminuye su efecto Hipoglucemiantes Aumenta su efecto Aminoglucósidos Aumenta la toxicidad Probenecid Aumenta la toxicidad de los AINE Metotrexato, ciclosporina y litio Aumenta la toxicidad del medicamento Antiácidos Disminuye la absorción de los AINE Digoxina Aumenta la toxicidad. Diuréticos Disminuye el efecto Anfotericina B, ganciclovir Aumenta la toxicidad renal Fenitoína Aumenta su efecto Colestiramina Reduce la absorción intestinal de los AINE efectos adversos gastrointestinales. El tabaquismo, el alcoholismo, los hábitos alimentarios y las enfermedades serias también parecen influir en la toxicidad gastrointestinal. El uso concomitante de fármacos como los glucocorticoides y los anticoagulantes incrementa el riesgo de sangrado del tubo digestivo. Los pacientes con hábitos alimentarios inadecuados, hipertensión arterial sistémica, enfermedades cardiovasculares y eventos trombóticos previos pueden también constituir una población de mayor riesgo para sufrir toxicidad por AINE. Ya se mencionó que la combinación de dos o más AINE o la administración de dosis excesivas incrementa los efectos adversos. El perfil de efectos adversos abarca las áreas gastrointestinal y hepática, renal, cardiovascular, hematológica, neurológica y cutánea. Toxicidad gastrointestinal Sin duda el efecto adverso más significativo asociado al uso de los AINE es la afección al tubo digestivo. Éste se explica tanto por la inhibición sistémica de prostaglandinas, que tienen un efecto homeostásico en la citoprotección de la mucosa gástrica, la conservación de la capa de moco, el gradiente de pH y la circulación regional, como por un efecto directo del fármaco al penetrar la capa de bicarbonato y causar daño local y muerte celular en la mucosa. A nivel local, la mayoría de los AINE son ácidos débiles que lesionan el epitelio y aumentan la permeabilidad de la mucosa; sin embargo, se considera que el factor más importante que causa la formación de úlceras lo constituye el efecto sistémico de los AINE. Los AINE pueden ocasionar alteraciones a todo lo largo del tubo digestivo. Se han observado esofagitis, estenosis esofágica, gastritis, úlcera gástrica y duodenal, en ocasiones con hemorragia y perforación; lesiones en el intestino delgado y aun en el colon. La incidencia de estas complicaciones depende mucho de la población estudiada, el método de diagnóstico y la búsqueda intencionada de lesiones subclínicas. La molestia más común sin duda 160 Introducción a la Reumatología es la dispepsia, aunque la ulceración gastroduodenal es la más importante. Ya se mencionaron los factores que incrementan el riesgo de toxicidad gastrointestinal en pacientes que reciben AINE. Asimismo, entre los pacientes que reciben AINE se ha informado un riesgo general de 4 a 6% de úlcera gástrica y sus complicaciones y de 1 a 2% de úlcera duodenal. No siempre estas complicaciones están relacionadas con el uso crónico y pueden ocurrir desde las primeras semanas de administración del AINE e incluso en ausencia de síntomas acidopépticos previos. Se calcula que la incidencia de efectos adversos en el tubo digestivo bajo puede ser de 0.9 a 4% por año de tratamiento. Se ha descrito que los pacientes que reciben AINE podrían tener un riesgo siete a diez veces mayor de hospitalización por efectos gastrointestinales adversos serios en comparación con la población general. La mortalidad anual por complicaciones gastrointestinales se ha calculado en 0.22% en algún estudio a largo plazo. El efecto gastrointestinal adverso de los diferentes AINE no es idéntico, aunque parece existir cierta susceptibilidad individual, los AINE con circulación enterohepática y vida media larga se vinculan con mayor riesgo. Por otra parte, una de las ventajas claras de los inhibidores específicos de COX-2 es su menor toxicidad gastrointestinal. Desde los primeros estudios de eficacia clínica y seguridad de los inhibidores COX2, ha sido evidente la mejor tolerabilidad de los mismos a nivel gastrointestinal, tanto por sintomatología clínica como por estudios endoscópicos. En general, todos los estudios publicados han demostrado que el empleo de inhibidores específicos COX-2 se asocia con un riesgo significativamente menor de complicaciones gastrointestinales que el uso de AINE tradicionales, tanto en el caso de los esquemas terapéuticos breves como en los tratamientos crónicos. A pesar de que no existe un consenso sobre prevención, parece claro que en los pacientes con factores de riesgo para toxicidad gastrointestinal o con historia de una complicación previa deben evitarse los AINE hasta donde sea posible y, en caso necesario, deberá preferirse un inhibidor COX-2. Aunque la presencia de una complicación gastrointestinal justifica el tratamiento adecuado con inhibidores de la bomba de protones, misoprostol y/o sucralfato, existe controversia sobre la utilidad real del tratamiento profiláctico con estos fármacos con el fin de proteger la mucosa gástrica. Algunos estudios sugieren que en realidad no se previenen los eventos graves y que incluso el empleo de inhibidores H2 (ranitidina y otros) no es conveniente, porque da una falsa sensación de seguridad al disminuir la sintomatología acidopéptica sin evitar en realidad las complicaciones ulcerosas gástricas. También es controversial el papel que pudiera tener la infección por H. pylori sobre la incidencia de úlceras gastroduodenales vinculadas con AINE; de cualquier modo, en el caso de una úlcera con presencia demostrada de H. pylori deberá darse tratamiento de erradicación antes de decidir el reinicio de la terapia con AINE. Como ya se mencionó, el uso de inhibidores específicos COX-2 constituye una mejor alternativa al uso de AINE tradicionales en el paciente con mayor riesgo de toxicidad gastrointestinal. Toxicidad hepática El daño hepático grave por AINE es muy poco frecuente. Se ha informado con el uso de fenilbutazona, por lo que no se recomienda ya el uso de este medicamento. En forma ocasional se observa elevación subclínica de aminotransferasas, en especial con el uso de diclofenaco. También se ha informado que el sulindaco puede causar lesión colestásica o mixta. Reciente- Antiinflamatorios no esteroides 161 mente ha surgido preocupación por la posible toxicidad hepática del lumiracoxib. Toxicidad renal Las prostaglandinas tienen un efecto homeostásico a nivel renal al regular la presión de filtración glomerular, el tono vascular y el equilibrio de sodio y agua. En el riñón se expresan tanto COX-1 como COX-2, la primera en el túbulo colector, las células intersticiales, el endotelio y las células del músculo liso vascular, y la COX-2 en las células endoteliales, las células del músculo liso vascular y los podocitos del glomérulo. Hasta 5% de los pacientes que reciben un AINE pueden desarrollar efectos adversos de tipo renal. Tanto los AINE tradicionales como los inhibidores específicos de COX-2 parecen tener efectos similares sobre el riñón. Los AINE, al interferir con la producción de prostaglandinas, pueden disminuir la filtración glomerular e inducir retención de agua, sodio y potasio, provocando un estado de hipoaldosteronismo hiporreninémico con incremento de la presión arterial, edema e hiperpotasiemia. Las alteraciones renales por AINE pueden tener consecuencias clínicas significativas, en especial en pacientes de edad avanzada, hipertensos, aquellos que sufren insuficiencia cardiaca o con daño renal previo, hepatópatas y cuando se combina el uso de AINE con diuréticos. Al parecer los AINE también incrementan la acción de la hormona antidiurética. En los pacientes con depleción intravascular importante o hipoperfusión renal los AINE pueden causar reducción aguda de la función renal, que suele ser reversible. Además de la toxicidad renal mediada por la inhibición de prostaglandinas, los AINE pueden causar nefritis intersticial y necrosis papilar. Los AINE que se asocian con más frecuencia a nefritis intersticial son los derivados del ácido fenilpropiónico y los indolacéticos. La nefritis se manifiesta típicamente por proteinuria, hematuria y piuria, y el cuadro se resuelve al suspender el agente agresor. La necrosis papilar aguda es una complicación rara e irreversible que suele ocurrir cuando se administran dosis altas de un AINE en un paciente con deshidratación intensa. La necrosis papilar crónica ocurre con el uso por tiempo muy prolongado de AINE, en especial cuando se combinan ácido acetilsalicílico y fenacetina con AINE del tipo de las pirazolonas. Toxicidad cardiovascular Ya se mencionó el efecto que tienen los AINE sobre la homeostasis cardiovascular, lo que puede provocar descompensación del paciente previamente hipertenso, que sufre insuficiencia cardiaca o con aterosclerosis grave. Todos los AINE inducen elevaciones pequeñas en la presión arterial y este cambio es más marcado entre los pacientes hipertensos y/o de edad avanzada, aunque la incidencia de hipertensión parece similar en pacientes que toman AINE no específicos o inhibidores COX-2. Sin embargo, algunos fármacos parecen tener un mayor efecto hipertensivo, como la indometacina, el piroxicam, el naproxeno y el etoricoxib (este último está contraindicado por las autoridades europeas para emplearse en pacientes hipertensos). Por lo tanto, todos los pacientes que inicien un tratamiento con AINE por tiempo prolongado requieren vigilancia periódica de la presión arterial. Los AINE pueden precipitar insuficiencia cardiaca congestiva en pacientes con cardiopatía ya conocida y menor función del ventrículo izquierdo. Además, ciertos AINE pueden incrementar el riesgo de trombosis vasculares e infarto de miocardio. Es ya bien conocido el efecto benéfico 162 Introducción a la Reumatología del ácido acetilsalicílico en dosis bajas para prevenir síndromes coronarios agudos y eventos cerebrovasculares. Con la aparición de los inhibidores COX-2 ha surgido una preocupación significativa por su posible asociación con eventos cardiovasculares; esta vinculación se detectó por vez primera en el estudio VIGOR ya citado, en el que rofecoxib se asoció con mayor riesgo de eventos vasculares, lo que determinó la salida de este medicamento del mercado. No existe una explicación definitiva para esta asociación, que parece ser multifactorial; sin embargo, se ha propuesto que la inhibición específica de COX-2 (con escasa o ninguna acción sobre COX-1) produce un desequilibrio entre la menor síntesis de prostaciclina (que evita la agregación plaquetaria y causa vasodilatación) y mayor de tromboxano (que induce agregación plaquetaria), lo que podría explicar este mayor riesgo trombótico. Aunque no se ha demostrado del todo, existe la hipótesis de que el grado de inhibición selectiva de COX-2 en relación con COX-1 puede definir en parte el perfil de riesgo cardiovascular. La mayoría de los estudios clínicos controlados, estudios poblacionales y metaanálisis reportados en la literatura han encontrado que los COX-2 disponibles en la actualidad no comparten el excesivo riesgo trombótico del rofecoxib y que tanto AINE tradicionales como COX-2 tienen cierto riesgo cardiovascular, exceptuando quizá el naproxeno, que parece tener un mejor perfil de seguridad en este sentido. Por ello, es necesario usarlos con precaución en los pacientes con mayor riesgo cardiovascular (hipertensión, cardiopatía isquémica, etc.). Debido a la controversia que aún prevalece sobre la seguridad cardiovascular de AINE y COX-2, se encuentran en curso estudios multicéntricos y a largo plazo en los que el objetivo principal es definir con objetividad y en forma prospectiva la seguridad cardiovascular de este grupo de fármacos. Toxicidad hematológica Los AINE favorecen los trastornos hemorragíparos al bloquear la síntesis de tromboxano A2 en las plaquetas. Esta inhibición es reversible en el caso de los AINE e irreversible en el caso del ácido acetilsalicílico. El efecto plaquetario de los AINE puede tener importancia clínica en pacientes con hepatopatía, en pacientes con alcoholismo intenso y en personas que reciben anticoagulantes. Rara vez ocurren otros trastornos hematológicos, que en especial se asociaron con el uso de fenilbutazona, como anemia hemolítica, anemia aplásica, trombocitopenia y neutropenia. Por eso casi se ha abandonado ya el uso de fenilbutazona. Toxicidad neurológica Aunque por su unión a la albúmina en el torrente circulatorio los AINE difunden poco hacia el SNC, pueden llegar a ocasionar efectos adversos. Es principalmente su capacidad lipofílica lo que determina el grado en que atraviesan la barrera hematoencefálica. Los salicilatos pueden causar hipoacusia, acúfenos, mareo, confusión e incluso, en dosis altas, alucinaciones, crisis convulsivas y estado de coma. Es relativamente frecuente que la indometacina produzca mareo, cefalea y somnolencia; éste y otros AINE pueden causar también fosfenos, insomnio y trastornos psiquiátricos (disfunción cognitiva). Se han descrito casos de meningitis aséptica principalmente con ibuprofeno, aunque también con indometacina, tolmetín y sulindaco. Reacciones alérgicas Las reacciones alérgicas causadas por los AINE son de tipo idiosincrásico y pueden ser muy diversas. La mayoría de las veces se limitan a un grupo químico específico (p. ej., indoles, propiónicos, etc.) pero en Antiinflamatorios no esteroides 163 ocasiones ocurren con todos los AINE. Se han descrito fotosensibilidad, urticaria, eritema multiforme, lesiones vesicobulosas, dermatitis exfoliativa, vasculitis e incluso necrólisis epidérmica tóxica y síndrome de Stevens-Johnson. Algunos pacientes presentan, además de las lesiones cutáneas, rinitis, pólipos nasales, asma, laringoespasmo y broncoespasmo; esto último es más frecuente en asmáticos y pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Estos pacientes tienen mayor riesgo de angioedema y anafilaxia al recibir un AINE. Algunos pacientes alérgicos a sulfas pueden tener reacciones adversas al recibir celecoxib. Cuando un paciente refiere una reacción alérgica al emplear un AINE debe suspenderse el medicamento y posteriormente podrá prescribirse otro de un grupo químico diferente con vigilancia estrecha. Los pacientes con alergia al ácido acetilsalicílico suelen tener alergia también a casi todos los AINE y en ellos el manejo del dolor y la inflamación constituye un verdadero reto. Uso durante el embarazo Aunque los estudios en animales han demostrado que algunos AINE pueden disminuir el implante exitoso de embriones por interferir con las prostaglandinas, no existen datos que indiquen que los AINE modifican la fertilidad en los seres humanos. En modelos animales el uso de AINE se ha asociado con distocia y retraso en el parto; sin embargo, estudios con ácido acetilsalicílico, naproxeno e ibuprofeno no han demostrado efectos teratogénicos. Algunos informes vinculan menor peso al nacer con el uso de AINE y se prefiere no emplear estos medicamentos hacia el final del embarazo por la posibilidad de cierre prematuro del conducto arterioso o hipertensión pulmonar neonatal. Los AINE se excretan en la leche materna en muchos casos, por lo que no se recomienda su uso en mujeres lactando. Nuevos compuestos Recientemente están en desarrollo fármacos antiinflamatorios que donan moléculas de óxido nítrico (ON). Estos compuestos, denominados CINOD (en inglés; inhibidores de la ciclooxigenasa donadores de ON) han demostrado, en estudios animales, tener propiedades antiinflamatorias y además disminuir la disfunción endotelial. Se sabe que la disfunción endotelial es una característica importante en las artropatías inflamatorias y el efecto que tienen los CINOD sobre la disfunción endotelial se traduce en vasodilatación, reducción de la hipertensión y el daño isquémico cardiaco. A la fecha se han desarrollado CINOD derivados de ácido acetilsalicílico, flurbiprofeno, naproxeno, diclofenaco e ibuprofeno. Aún existen pocos datos sobre sus efectos benéficos y seguridad en humanos, pero estos agentes pudieran ser promisorios para el manejo del dolor y la inflamación con un mejor perfil de seguridad. Lectura recomendada American College of Rheumatology. Recommendations for use of selective and non selective nonsteroidal anti-inflammatory drugs: an American College of Rheumatology white paper. Arthritis Rheum. 2008;59:1058-73. Bombardier C, Laine L, Reicin A, et al. Comparison of upper gastrointestinal toxicity of rofecoxib and naproxen in patients with rheumatoid arthritis. NEJM. 2000;343:1520-8. Castellsague J, Holick CN, Hoffman CC, Gimeno V, Stang MR, Perez-Gutthann S. Risk of upper gastrointestinal complications associated with cyclooxygenase-2 selective and nonselective nonsteroidal antiinflammatory drugs. Pharmacotherapy. 2009;29:1397-407. 164 Introducción a la Reumatología Chan CC, Reid CM, Aw TJ, Liew D, Haas SJ, Krum H. Do COX-2 inhibitors raise blood pressure more than nonselective NSAIDs and placebo? An updated meta-analysis. J Hypertens. 2009;27:2332-41. FitzGerald GA, Patrono C. Coxibs and cardiovascular disease. N Engl J Med. 2004;351:1709-11. Mackenzie IS, Rutherford D, Mac Donald TM. Nitric oxide and cardiovascular effects: new insights in the role of nitric oxide for the management of osteoarthritis. Arthritis Research & Therapy. 2008;10:S3 (doi:10.1186/ar2464). Silverstein FE, Faich G, et al. Gastrointestinal toxicity with celecoxib vs. nonsteroidal anti-inflammatory drugs for osteoarthritis and rheumatoid arthritis. The CLASS Study: A randomized controlled trial. JAMA. 2000;284(10):1247-55. Simon LS. Nonsteroidal anti-inflammatory drugs. En: Kippel JH (ed). Primer on the rheumatic diseases. Atlanta: Arthritis Foundation; 2001:583-91. Risser A, Donovan D, Heintzman J, Page T. NSAID prescribing precautions. Am Fam Physician. 2009;80:1371-8. Sundy JS. Nonsteroidal anti-inflammatory drugs. En: Koopman WJ, Moreland LW (ed). Arthritis and allied conditions. 15th ed. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins; 2005:679-704. Vane JR. Inhibition of prostaglandin synthesis as a mechanism of action for aspirin-like drugs. Nature New Biol. 1971;231:232-5. Xie W, Chipman JG, Robertson DL, et al. Expresión of a mitogen-responsive gene encoding prostaglandin synthase is regulated by mRNA splicing. Proc Natl Acad Sci (USA). 1991;88:2692-96. 13 Glucocorticoides Luis Manuel Amezcua-Guerra, Diana Castillo-Martínez Introducción El descubrimiento, caracterización química y descripción de los efectos biológicos de las hormonas de la corteza suprarrenal tuvo lugar durante la primera mitad del siglo xx, culminando en 1949 con la publicación sobre la utilidad clínica de la cortisona y la hormona adrenocorticotrópica (ACTH) en pacientes con artritis reumatoide. Tal fue el impacto de la llegada de los glucocorticoides (GC) en la terapéutica médica, que los profesores Edward Kendall y Tadeusz Reichstein junto con el doctor Philip Hench fueron laureados con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1950. El uso de GC se extendió rápidamente a diferentes ramas de la medicina, demostrando sus efectos benéficos en una gran cantidad de patologías. De manera paralela, también se fueron perfilando los diferentes efectos adversos asociados con el uso de estos esteroides. A más de 60 años de su introducción en el mundo de la terapéutica, los GC representan la clase de fármacos antiinflamatorios más utilizados alrededor del mundo. Se estima que 0.5% de la población general consume GC orales de manera regular, y esta cifra aumenta a 1.75% en mujeres mayores de 55 años; entre 56 y 68% de los pacientes con artritis reumatoide son tratados de manera continua con esta clase de fármacos. La razón de su uso generalizado es simple, los GC son los fármacos inmunomoduladores y antiinflamatorios más efectivos (y baratos) que existen. Por convención, la hidrocortisona se toma como el referente cuando se realizan comparaciones entre diferentes GC; sin embargo, en la práctica clínica reumatológica es más frecuente el uso de la prednisona, por lo que la terminología habitual se ha estandarizado alrededor de este compuesto (Cuadro 13.1). Eje hipotálamo-hipófisissuprarrenal 165 El eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HHS) forma un intrincado sistema que regula la liberación de GC, tanto en su producción basal como en la inducida por estrés. El hipotálamo produce la hormona liberadora de corticotropina en pequeños pulsos circadianos liberados directamente hacia la circulación portal hipofisiaria, donde estimula la liberación de ACTH por la adenohipófisis; esta hormona llega finalmente a la corteza suprarrenal donde regula la producción de cortisol. Los GC suprarrenales corticales no son almacenados, por lo que se requiere de síntesis y liberación continuada para mantener su secreción basal y para incrementar los niveles circulantes durante los periodos de estrés. La secreción basal de cortisol es de 10 a 20 mg/ día, con un pico de producción temprano 166 Introducción a la Reumatología Cuadro 13.1. Nomenclatura estandarizada para las dosis y regímenes de tratamiento con glucocorticoides Terminología Dosis* Aplicación clínica Acciones genómicas Acciones no genómicas Efectos adversos Dosis baja ≤ 7.5 Dosis de mantenimiento en enfermedades reumáticas < 50% ? Relativamente pocos Dosis media 7.5 a 30 Dosis de inicio en enfermedades reumáticas crónicas 50 a 100% (+) Dependientes de dosis, en especial usado por periodos prolongados Dosis alta 30 a 100 Dosis de inicio en enfermedades reumáticas subagudas ~100% + Uso sólo en el corto plazo por efectos adversos Dosis muy alta > 100 Dosis usada en exacerbaciones agudas graves ~100% ++ Uso sólo en muy corto plazo por efectos adversos graves Terapia en pulsos > 250 Manifestaciones graves que ponen en riesgo la vida 100% +++ Baja incidencia en uso por uno a unos pocos días (3 a 5) * Las dosis están expresadas en miligramos de prednisona por día. por la mañana. Este eje HHS tiene un asa de retroalimentación negativa, donde los niveles plasmáticos incrementados de cortisol o de GC sintéticos inhiben la síntesis y liberación tanto de hormona liberadora de corticotropina como de ACTH. Así, al mantener suprimido el eje por periodos prolongados se produce atrofia de las glándulas suprarrenales y bloqueo del eje HHS. Farmacocinética Los GC son bien absorbidos por vía oral, con una biodisponibilidad de 60 a 100%. Una vez en el plasma, 80% se une de manera reversible a la transcortina y 10% a albúmina, mientras el 10% restante perma- nece como cortisol libre, el cual es el GC biológicamente activo. La transcortina se satura con relativa facilidad, por lo que a mayor dosis de GC, mayores serán las fracciones libres y las unidas a albúmina. Algunos GC sintéticos son profármacos que requieren activación hepática para transformarse en productos activos; tal es el caso de la prednisona que se transforma en su producto activo, la prednisolona. La eliminación se lleva a cabo por hidroxilación y conjugación hepáticas, con excreción urinaria de los metabolitos. La excreción biliar y fecal es mínima. El principal GC endógeno en el humano es el cortisol, pero la mayor parte de fármacos para uso clínico son esteroides sintéticos. Al comparar los GC Glucocorticoides 167 Cuadro 13.2. Mecanismos moleculares de los glucocorticoides Mecanismos Efectos moleculares Efectos celulares Interacción de los receptores de glucocorticoides con sus elementos de respuesta Producción de citocinas antiinflamatorias Genómicos Transcripcional Supresión de citocinas proinflamatorias Inducción de factores proapoptósicos Supresión de quimiocinas y moléculas de adhesión Supresión de metaloproteasas Postranscripcional Modificación de la estabilidad Inhibición de la ciclooxigenasa 2 del RNA mensajero y proteínas Inhibición de la sintasa de óxido ribosomales nítrico inducible No genómicos Mediados por receptores Interacción citosólica de glucocorticoides del complejo clásicos Receptor-Glucocorticoide con complejos multiproteínicos Inhibición de la fosfolipasa 2 Liberación de lipocortina Mediados por receptores Interacción con otros no clásicos receptores Inducción de apoptosis se deben hacer algunas consideraciones farmacológicas importantes, ya que cada uno es diferente con respecto a vida media plasmática, potencia glucocorticoide/ mineralocorticoide, y duración de la actividad biológica (Cuadro 13.2). En pacientes con insuficiencia hepática puede observarse una disminución discreta en la conversión de profármacos a productos activos (p. ej., prednisona a prednisolona); sin embargo, al estar también disminuido el catabolismo de los GC, el efecto neto es una mayor actividad biológica; la hipoalbuminemia casi no altera las concentraciones de cortisol libre. Aunque la excreción renal de GC activos es de poca importancia, en pacientes con insuficiencia renal es posible encontrar niveles elevados, especialmente en aquellos con síndrome nefrótico e hipoalbuminemia. Existe una relación inversa entre la edad y la depuración renal y hepática de esteroides, con una mayor concentración de GC libres en sujetos ancianos. En el hipertiroidismo se encuentran concentraciones menores de GC tanto libres como unidos a proteínas, secundario a absorción disminuida y a depuración hepática incrementada; lo contrario es cierto en el hipotiroidismo. Aunque los GC pueden causar retardo en el crecimiento fetal, no parecieran tener efectos teratógenos. La placenta es capaz de metabolizar la prednisolona a prednisona, mientras que la dexametasona cruza bien la barrera placentaria. Así, si la meta terapéutica es la madre y no el feto, es recomendable administrar 168 Introducción a la Reumatología prednisona o prednisolona; por el contrario, si la meta es el feto, la elección debería ser dexametasona. Mecanismos de acción Los efectos celulares de los GC son complejos, están regulados de manera específica para cada tejido y son dependientes del ciclo celular. En general, los GC inhiben eventos inflamatorios e inmunológicos tanto por mecanismos genómicos como no genómicos (Figura 13.1). Mecanismos genómicos Los efectos antiinflamatorios de los GC están mediados predominantemente por mecanismos genómicos. Los GC ingresan a las células por difusión pasiva a través de la membrana. En el citosol existen receptores α de GC (GRα), complejos proteicos conformados por un dominio de unión a GC, un dominio de unión al DNA y dos dominios de activación funcional. El GRα inactivo se encuentra retenido en el citoplasma dentro de un complejo que contiene dos proteínas de choque térmico (HSP90). Al unirse el GC con su receptor, las proteínas de choque térmico se disocian y el nuevo complejo GC-GRα migra al núcleo, donde forma dímeros y se une a ciertos sitios del DNA llamados elementos de respuesta a GC, Glucocorticoide Receptor de citocinas Membrana celular GRα HSP90 1 κβ Efectos específicos no genómicos NFκB GRα 1 κβ Membrana nuclear Bloque factores de transcripción TransGRα activación NFκB Aumenta IL-4, IL-10, lipocortina GRα Genes de respuesta Efectos metabólicos GRα Trans-represión Inhibe IL-1 IL-β, IL-6 y TNF sustancias inflamatorias Figura 13.1. Mecanismos generales de acción de los glucocorticoides. Los glucocorticoides difunden a través de la membrana celular y disocian al complejo GRα/HSP90 citosólico. El nuevo complejo GRα/glucocorticoide migra hacia el núcleo donde se une a genes diana, induciendo mecanismos de trans-activación o trans-represión. Glucocorticoides activando o reprimiendo la transcripción de diferentes genes. Aun cuando únicamente 10 a 100 genes por célula son directamente regulados por GC, muchos otros son regulados indirectamente mediante la interacción de diferentes factores de transcripción y se estima que los GC pueden modular aproximadamente a 1% del genoma entero. Según repriman o activen elementos de respuesta a GC, se pueden distinguir dos mecanismos genómicos de acción: A) Mecanismo de trans-represión: los GRα regulan cambios específicos en la transcripción del DNA y, por tanto, regulan la producción de proteínas. El complejo GC-GRα interactúa con factores de transcripción como NFκΒ y AP-1, “silenciando” la transcripción de los genes que codifican para citocinas inflamatorias (IL-6, IL-1β, TNF, IL-2, IL-8, IL-12), enzimas (ciclooxigenasas, sintasa de óxido nítrico, metaloproteinasas) y moléculas de adhesión (ICAM-1, VCAM, selectina-E) B) Mecanismo de trans-activación: los complejos GC-GRα pueden activar la transcripción de genes para proteínas antiinflamatorias. En este sentido, los GC disminuyen la actividad del factor de transcripción NF-κΒ a través de la transcripción de su inhibidor (IκΒ), así como estimulando la transcripción de citocinas antiinflamatorias como IL-4 e IL-10. Los complejos GC-GRα también activan genes para proteínas involucradas en el metabolismo de carbohidratos y grasas (6-fosfatasa de glucosa y carboxicinasa de fosfoenolpiruvato), proteínas (aminotransferasa de tirosina) y tejido muscular (sintasa de glutamina) Más recientemente se ha descrito la capacidad de los GC para desestabilizar el mRNA de proteínas proinflamatorias 169 y suprimir su acoplamiento a nivel de ribosomas. Esto es, también tienen efectos de regulación a nivel postranscripcional. Existen variantes del receptor de GC generadas por religación alternativa. La variante GRβ es un receptor truncado incapaz de unir ligandos o inducir transcripción génica, aunque su producción es estimulada por citocinas inflamatorias como TNF. La variante GRγ incluye en su secuencia de aminoácidos un residuo adicional de arginina en el dominio de unión al DNA, lo que disminuye su potencial transcripcional en comparación con el GR nativo. La función de estas variantes del GR no está bien definida, pero es posible que estén involucradas en la sensibilidad y resistencia a los GC. Mecanismos no genómicos Aunque las acciones de los GC son efectuadas predominantemente por cambios en la transcripción génica, algunas ocurren demasiado rápido (segundos a minutos) como para ser explicadas por esta vía. Por ejemplo, el cortisol polariza las neuronas del hipocampo dentro de los dos minutos posteriores al contacto, deprimiendo la liberación de ACTH de la adenohipófisis en un periodo de tiempo similar. Si bien los mecanismos subyacentes son desconocidos, es evidente que ellos reflejan perturbaciones en la membrana, comprometiendo funciones celulares dependientes de energía, alteraciones en los flujos de Ca++ e interacciones con receptores específicos de membrana asociados con proteínas G. En general, los GC inhiben rápidamente la producción de eicosanoides (mediadores inflamatorios como prostaglandinas y leucotrienos) al activar a la lipocortina-1; adicionalmente, son inhibidores selectivos de la enzima ciclooxigenasa 2. Los GC pueden ser incorporados a los lípidos de las membranas celulares, 170 Introducción a la Reumatología modificando sus propiedades fisicoquímicas y estabilizando las membranas de los lisosomas (partículas intracelulares que contienen muchos mediadores inflamatorios). Otros efectos comprenden la inhibición en la expresión endotelial de moléculas de adhesión, disminución en la permeabilidad vascular y el exudado inflamatorio, inhibición de la sintasa del óxido nítrico inducible (iNOS) y de metaloproteinasas, así como aumento en la producción de endopeptidasas neutras y de enzima convertidora de angiotensina, ambas involucradas en la degradación de bradicininas. Efectos sobre células del sistema inmune A través de mecanismos genómicos y no genómicos, los GC ejercen un amplio rango de efectos antiinflamatorios e inmunomoduladores, y la función de virtualmente cualquier célula del sistema inmune es modulada en alguna medida por esta clase de fármacos (Cuadro 13.3). Efectos adversos Comparado con otros agentes antiinflamatorios empleados en Reumatología, los GC tienen una baja incidencia de toxicidad a corto plazo y rara vez los pacientes descontinúan su uso por esta ra- zón. Sus efectos adversos resultan principalmente de la exposición prolongada aun a dosis bajas, tanto como 5 mg de prednisona o su equivalente por cuatro a seis semanas. La vigilancia de las concentraciones plasmáticas no parece ser útil en pacientes individuales para minimizar los efectos adversos. Osteoporosis La osteoporosis es la complicación potencial más importante en pacientes con uso prolongado de GC, y su prevalencia alcanza 50%. Los GC disminuyen la absorción de calcio, la producción de hormonas sexuales y de crecimiento e incrementa las pérdidas renales de calcio. Además, induce debilidad muscular y modula la señalización ósea de RANKL/ osteoprotegerina y otros factores de transcripción, incrementando la capacidad osteolítica de los osteoclastos. La osteoporosis inducida por GC afecta inicialmente al hueso trabecular; sin embargo, el hueso cortical es también afectado durante la exposición crónica. La mayor pérdida de hueso se da en los primeros seis a 12 meses de administración (1.5 hasta 20% de pérdida de densidad mineral ósea), seguida de una pérdida posterior de 1 a 3% anual. El riesgo de fractura se empieza a incrementar desde Cuadro 13.3. Efectos antiinflamatorios sobre diferentes células Estirpe celular Efectos Neutrófilos Incrementa el número de neutrófilos circulantes, aunque disminuye su tráfico. Casi no se modifica su función Macrófagos Disminuye el número y su tráfico. Disminuye la fagocitosis, la presentación antigénica y la secreción de citocinas y eicosanoides Linfocitos Disminuye el número y su tráfico. Disminuye la producción de citocinas, la proliferación y activación. No tiene efectos sobre la producción de inmunoglobulinas Eosinófilos Disminuye su número e incrementa su apoptosis Basófilos Disminuye su número y la liberación de mediadores inflamatorios Glucocorticoides el tercer mes de administración de GC, confiriendo un riesgo de 1.6 para fractura de cadera y de 2.6 para fractura vertebral. Con el uso oral crónico de tan sólo 8.6 mg/día en promedio de prednisona, 34% de los pacientes presentarán al menos una fractura en los siguientes cinco años. La suspensión de los GC puede revertir parcialmente la pérdida de masa ósea en el largo plazo. Las principales estrategias para minimizar la osteoporosis inducida por GC comprenden el uso de la menor dosis efectiva (aunque no existe un umbral, parece ser que las dosis menores de 5 mg/día de prednisona no se asocian con pérdida de masa ósea o esta es mínima), eliminar otros factores de riesgo para osteoporosis (consumo de alcohol o tabaco, sedentarismo) y asegurar una adecuada dosis diaria de calcio (1 000 a 1 500 mg) y de vitamina D (400 a 800 UI). Para el tratamiento de osteoporosis establecida, la elección será el tratamiento con fármacos antirresortivos o con inductores osteogénicos. La terapia de reemplazo hormonal ha demostrado utilidad en pacientes posmenopáusicas; sin embargo, los riesgos cardiovasculares y neoplásicos asociados pueden limitar su uso si la única indicación es la osteoporosis. Los derivados de la hormona paratiroidea han mostrado ser útiles en osteoporosis inducida por GC, tanto como terapia primaria como en pacientes con falla a bisfosfonatos. Osteonecrosis La patogenia es desconocida, aunque varios mecanismos como la embolia grasa y la compresión de vasos sanguíneos intramedulares por adipocitos hipertróficos han sido propuestos. La necrosis avascular del hueso es más consecuencia del uso de altas dosis diarias que de la dosis acumulada, y hasta 171 35% de los casos de necrosis avascular de cadera están asociados con el uso de GC. Cuando se administran los GC en dosis bajas, la osteonecrosis ocurre en menos de 3% de pacientes. Los pacientes con lupus eritematoso sistémico tienen una predisposición alta de sufrir osteonecrosis cuando son expuestos a GC en comparación con pacientes con artritis reumatoide, aunque ésta ocurre rara vez con dosis de prednisona menores a 20 mg/día. Miopatía De manera análoga a la osteonecrosis, la ocurrencia de miopatía en pacientes que reciben dosis bajas de GC es rara. Habitualmente se presenta como debilidad muscular gradual de predominio proximal, pero sin elevación de enzimas de lisis muscular. Los GC fluorados como la triamcinolona se han asociado con mayor frecuencia de miopatía, aun en dosis de 8 mg/día durante sólo tres meses. La miopatía atribuible a la prednisona requiere mayores dosis (> 30 mg/día) por periodos prolongados. Hipertensión arterial Aunque los GC sintéticos tienen poca potencia mineralocorticoide, algunos estudios sugieren que la terapia en altas dosis puede favorecer la retención de líquidos; sin embargo, otros sugieren que dosis menores de 40 mg de prednisona no incrementan la retención de líquidos en pacientes con edema por otras causas. A pesar de esto, la inducción de hipertensión en pacientes que reciben GC es un efecto adverso bien reconocido (20% de los pacientes expuestos). La hipertensión inducida por GC está en directa relación con la dosis administrada, aunque factores individuales como la función renal basal, la ingesta de sal, enfermedades 172 Introducción a la Reumatología asociadas y la administración de fármacos también juegan un papel importante. En pacientes con hipertensión arterial previa la vigilancia debe ser mucho más estrecha, requiriendo ajustes en el tratamiento antihipertensivo. Dado que los GC inducen liberación de la enzima convertidora de angiotensina, los inhibidores de ésta no son la terapia de elección; hay una menor interacción farmacológica con los bloqueadores de los canales de calcio o con agentes bloqueadores de receptores beta adrenérgicos. neos es de aproximadamente 5% anual cuando se administran dosis ≥ 5 mg/día de prednisona, y la facies de “luna llena” se presenta en 13% de los pacientes recibiendo triamcinolona 4 a 12 mg/día durante 60 días. Otros efectos adversos dermatológicos son hirsutismo, acné y estrías, aun con dosis bajas de GC. Es probable que la administración de GC en días alternos disminuya la incidencia de efectos dermatológicos. Aterosclerosis Los GC por sí solos son menos gastrotóxicos que los antiinflamatorios no esteroides, con un incremento del riesgo relativo para desarrollar eventos adversos gastrointestinales (gastritis, ulceración o sangrado) de 1.8; sin embargo, la administración concomitante de ambos fármacos produce efectos sinérgicos, incrementando el riesgo hasta en doce veces. No hay datos fiables de la combinación con inhibidores selectivos de ciclooxigenasa 2. Los GC pueden enmascarar los síntomas y signos asociados a complicaciones abdominales, produciendo retraso en el diagnóstico. El desarrollo de aterosclerosis prematura en enfermedades autoinmunes es una constante, por lo que evaluar la contribución de los GC a su desarrollo es difícil. En estudios observacionales realizados en pacientes con asma y en individuos trasplantados, se ha demostrado elevación en los niveles séricos de colesterol total, lipoproteínas tanto de baja como de alta densidad y de triglicéridos. En contraste, la administración de GC a pacientes con artritis reumatoide puede revertir perfiles de lípidos desfavorables. El efecto de los GC sobre el perfil de lípidos es dependiente de la dosis, observándose cambios significativos sólo cuando se administran dosis diarias mayores de 10 mg de prednisona. En este momento, la evidencia existente no muestra una fuerte asociación entre la administración de dosis bajas de GC y enfermedad cardiovascular en pacientes reumáticos. Dermatológicos El adelgazamiento de la piel y las equimosis se presentan a menudo, aun con dosis bajas de GC. Los efectos catabólicos sobre la piel son generados por atrofia cutánea y alteraciones en la integridad de la vascularización con fragilidad capilar excesiva. La incidencia de cambios cutá- Úlcera péptica Infecciones La administración de GC en dosis medias a altas por periodos prolongados incrementa el riesgo de infecciones, tanto leves como graves; sin embargo, no se ha encontrado incremento significativo de infecciones cuando la dosis promedio de prednisona es < 10 mg al día. El uso de GC incrementa el riesgo de algunas infecciones como herpes zóster o Pneumocystis jiroveci aun con dosis de prednisona de 16 mg/día durante 8 semanas. Neuropsiquiátricos Muchos pacientes con artritis reumatoide que reciben GC informan un incre- Glucocorticoides mento en su sensación de bienestar, de manera independiente a la mejoría de la actividad inflamatoria. Acatisia, insomnio, depresión, alteraciones en el estado de ánimo y la memoria se presentan aun con dosis bajas, especialmente en ancianos. La frecuencia de verdadera psicosis es dependiente de la dosis, presentándose en 1.3% de pacientes que reciben dosis menores de 40 mg/día, 4.6% en aquellos recibiendo entre 40 y 80 mg/día, y 18.4% cuando la dosis es mayor de 80 mg. En pacientes con actividad lúpica grave, es difícil distinguir entre manifestaciones neuropsiquiátricas de la enfermedad y psicosis inducida por GC. Oftalmológicos La catarata subcapsular es un efecto bien descrito y aparentemente no existe ninguna dosis segura, habiendo informes de su desarrollo posterior al uso de GC inhalados. Cuando se administra prednisona en dosis de 15 mg o más al día por más de un año, hasta 80% de los pacientes pueden desarrollar catarata. Los GC incrementan la presión intraocular, produciendo un cuadro de franco glaucoma, aunque parece haber predisposición genética y asociación familiar. Dosis mayores de 20 mg al día de prednisona incrementan el riesgo de glaucoma de 1.4 a 3.5. Metabólicos Los pacientes con diabetes mellitus a menudo sufren elevación de la glucosa plasmática mientras reciben GC. En dosis diarias de 1 a 7.9 mg de prednisona, el riesgo de hiperglucemia se incrementa a 1.8; esta cifra aumenta a 7 cuando la dosis es > 25 mg. La cetoacidosis diabética es extremadamente rara en pacientes con diabetes asociada con GC debido a los efectos gluconeogénicos y glucogénicos 173 de éstos. Adicionalmente, los GC inducen redistribución de la grasa corporal, con depósito predominante en la cara, tronco y giba, conformando parte del fenotipo del síndrome de Cushing. El desarrollo de novo de diabetes mellitus es poco frecuente y habitualmente es reversible después de la suspensión del fármaco. Supresión del eje HHS La supresión del eje HHS es dependiente tanto de la dosis como del tiempo de administración de GC. La terapia en altas dosis suprime el eje en tan sólo cinco días, mientras que dosis subfisiológicas (< 7.5 mg/día de prednisona) requieren cuatro a seis semanas para bloquearlo. De manera análoga, la recuperación de la función normal del eje es inversamente proporcional a la duración e intensidad de la terapia, pudiendo requerir hasta un año para su funcionamiento normal. Cuando el eje HHS está suprimido, la discontinuación súbita de los GC resulta en insuficiencia suprarrenal aguda manifestada con hiponatriemia, hiperpotasiemia, hipoglucemia, eosinofilia, hipertensión arterial, náusea, vómito, diarrea, confusión y fiebre; en casos extremos, choque circulatorio y muerte. Nuevos desarrollos en la terapéutica con glucocorticoides Como ya se ha mencionado, la mayor parte de los mecanismos moleculares descritos para los GC involucran mecanismos genómicos. Recientemente se ha encontrado que la mayoría de los efectos antiinflamatorios radican en mecanismos dependientes de trans-represión, mientras que muchos de los efectos indeseables suceden a través de trans-activación génica. Se están explorando diferentes estrategias encaminadas a disminuir los 174 Introducción a la Reumatología efectos adversos y complicaciones de los GC. Aún faltan ensayos clínicos para definir los perfiles de seguridad y eficacia de estos nuevos compuestos y, por el momento, no existe ninguno de estos fármacos en uso clínico con fines diferentes a la investigación. Los principales acercamientos en investigación se citan en seguida. Agonistas selectivos del receptor de glucocorticoides (SEGRA) En el entendido que la trans-activación requiere de la homodimerización de 2 GRα para unirse a los elementos de respuesta a GC, el diseño de moléculas que no se unan entre sí puede potencialmente suprimir los mecanismos de transactivación, dejando inalterados los de trans-represión con la consecuente baja en la síntesis de mediadores inflamatorios resultado de la represión de los factores NFκΒ y AP-1. Varias moléculas han sido diseñadas. AL-438 es un ligando selectivo que presenta una eficacia antiinflamatoria similar a la de los GC, pero con un reducido efecto negativo sobre el metabolismo del hueso y el control de la glucosa. ZK216348 es un agonista del GRα que muestra la misma actividad antiinflamatoria que la prednisolona, pero con mínimos efectos sobre la atrofia cutánea y el metabolismo de la glucosa. A276575 suprime la producción de IL-6 dependiente de IL-1β de una manera similar a la dexametasona; sin embargo, a diferencia de ese GC induce baja actividad de aromatasas. Desafortunadamente, algunos estudios recientes en modelos múridos sugieren que estos agonistas selectivos del receptor de GC pueden suprimir sólo algunos procesos inflamatorios y otros no, mientras que los animales sí pueden desarrollar efectos adversos clásicos asociados con GC como la osteoporosis. Modificaciones en la bioactividad La asociación de GC con óxido nítrico (nitroesteroides) de liberación lenta ha demostrado efectos antiinflamatorios sinérgicos, lo que los hace más potentes que el GC solo, pero sin inducir activación de osteoclastos, lo que conlleva a la preservación del hueso. El primer nitroesteroide que actualmente está ya en evaluación clínica es la 21-NO-prednisolona (NCX1015). Estos nitroesteroides son más potentes que la prednisolona en reducir tanto inflamación aguda como crónica, sin inducir la actividad osteoclástica in vitro. Más aún, los nitroesteroides facilitan la producción de IL-10 vía linfocitos T reguladores. Aún no se tiene evidencia de utilidad en la práctica clínica. Modificaciones en la formulación Una vez administrados, los GC alcanzan un volumen de distribución muy amplio, impidiendo que su efecto sea localizado a los sitios de inflamación. En la actualidad se está probando la administración de GC contenidos dentro de liposomas de larga duración. Estos liposomas impiden la liberación de GC a nivel sistémico; sin embargo, son capturados por macrófagos activados en los sitios de inflamación, donde liberan su contenido de manera selectiva. Esta liberación selectiva de GC lleva a concentraciones muy elevadas del fármaco en sitios inflamados, contrastando con niveles plasmáticos bajos y consecuentemente pocos efectos adversos. Estos efectos han sido mostrados en modelos múridos de artritis inducida por adyuvantes y falta demostrar su eficacia en la práctica clínica. Combinación de glucocorticoides con dipiridamol Recientemente, la combinación de prednisolona y dipiridamol, un fármaco an- Glucocorticoides titrombótico, ha mostrado suprimir de manera sinérgica la liberación de citocinas inflamatorias, produciendo efectos antiinflamatorios aditivos en modelos de enfermedades agudas y crónicas, incluyendo artritis. Aunque los mecanismos exactos que subyacen a esta sinergia antiinflamatoria no están identificados, la combinación de ambos fármacos parece permitir el uso de dosis mucho más bajas de prednisolona mediante la amplificación selectiva de señales antiinflamatorias mediadas por GC. 175 Lectura recomendada Barnes PJ. Molecular mechanisms and cellular effects of glucocorticoids. Immunol Allergy Clin N Am. 2005;25:451-68. Bijlsma JWJ, Saag KG, Buttgereit F, Da Silva JAP. Developments in glucocorticoid therapy. Rheum Dis Clin N Am. 2005;31:1-17. Buttgereit F, Burmester GR, Straub RH, et al. Exogenous and endogenous glucocorticoids in rheumatic diseases. Arthritis Rheum. 2011;63:1-9. De Bosscher K, Haegeman G. Minireview: Latest perspectives on anti-inflammatory actions of glucocorticoids. Mol Endocrinol. 2009;23:281-91. Van de Goes M, Jacobs J, Boers M, et al. Monitoring adverse events of low-dose glucocorticoid therapy: EULAR recommendations for clinical trials and daily practice. Ann Rheum Dis. 2010;69:1913.9. antirreumáticos modificadores 14 Fármacos de enfermedad Andrea Hinojosa-Azaola, Jorge Sánchez-Guerrero Introducción Diversos fármacos con estructuras químicas distintivas han demostrado capacidad para suprimir la actividad inflamatoria en artritis reumatoide (AR), por lo que se les ha denominado fármacos antirreumáticos modificadores de enfermedad (FARME). Estos compuestos difieren entre sí en cuanto a sus propiedades modificadoras de la enfermedad, perfil de toxicidad, vida media y eficacia.1 Los FARME tienen la capacidad de suprimir la respuesta inflamatoria de fase aguda, disminuir los niveles de autoanticuerpos, reducir la progresión radiológica del daño articular, mejorar la funcionalidad, supervivencia y calidad de vida a largo plazo. La nomenclatura más reciente clasifica a los FARME en las siguientes categorías:2,3 a) FARME sintéticos: los primeros en conformar el armamentario de tratamiento para AR. Sus propiedades modificadoras de la enfermedad fueron descubiertas de forma fortuita o empírica a.1 Sintéticos convencionales: incluyen metotrexato (MTX), sulfasalazina, sales de oro, antimaláricos y leflunomida a.2 Sintéticos dirigidos: desarrollados para modular un blanco particular previamente identificado e implicado en la generación de inflamación. Incluyen los inhibidores de Janus cinasa (tofacitinib). b) FARME biológicos: dirigidos específicamente contra moléculas definidas expresadas en las células o secretadas al espacio extracelular b.1 Biológicos originales: incluyen inhibidores de TNF (adalimumab, certolizumab pegol, etanercept, golimumab, infliximab), anticélulas B (rituximab), anticélulas T (abatacept) y anti-IL-6R (tocilizumab) b.2 Biológicos biosimilares: son biológicos que copian la estructura primaria, secundaria y terciaria de un compuesto original, incluyen sus modificaciones post-translacionales y poseen eficacia y seguridad semejante al compuesto original 177 Los FARME están indicados en diversas artropatías inflamatorias y sus manifestaciones extraarticulares, así como en el tratamiento de enfermedades reumatológicas sistémicas. En este sentido, deben considerarse de acuerdo a si poseen efecto inmunosupresor (p. ej., azatioprina, ciclofosfamida, ciclosporina A, micofenolato de mofetilo), o si sólo poseen propiedades modificadoras de la enfermedad sin inmunosupresión (p. ej., sales de oro, Dpenicilamina, sulfasalazina, antipalúdicos y tetraciclinas). El presente capítulo se enfoca a los FARME sintéticos en AR, y se menciona también su aplicación en otras enfermedades reumáticas. 178 Introducción a la Reumatología Sales de oro Son los FARME más antiguos, fueron utilizados por vez primera en 1928 por Forestier, quien especuló que las propiedades antituberculosas de estos compuestos podrían ser útiles en el tratamiento de las artropatías crónicas.4 Desde entonces constituyeron la base del manejo de la AR, hasta el advenimiento del MTX y de otros FARME. Existen dos presentaciones: parenteral y oral, ambas con efecto modificador de la enfermedad pero con distinta potencia (mayor en la forma parenteral). El oro parenteral puede detectarse en el organismo hasta 25 años posterior a la suspensión del tratamiento, mientras que la forma oral tiene una vida media aproximada de 67 días. Interactúan con aminoácidos que contienen sulfuro en plasma o proteínas intracelulares. Inhiben la transducción de señales y la presentación antigénica.5 Además, interfieren con la función in vitro de linfocitos y monocitos, y reducen los niveles de complejos inmunes y del factor reumatoide.6 Entre los efectos terapéuticos de las sales de oro destacan la prolongación de la apoptosis de neutrófilos; la inhibición de la activación de linfocitos B y de la resorción osteoclástica; el incremento en la producción del receptor de IL-1; la inhibición de caspasa-1 y de la liberación de TNF-α por monocitos.7 La forma parenteral se administra de forma semanal a dosis progresiva de 10 a 50 mg hasta una dosis acumulada de 1 g y posteriormente 50 mg cada 2 a 4 semanas hasta efecto o toxicidad; mientras que la presentación oral se administra a una dosis de 3 mg cada 12 h.6 En la actualidad el uso de sales de oro es limitado debido a su toxicidad. Los efectos secundarios más comunes incluyen reacciones en el sitio de inyección; mucocutáneos (dermatitis, estomatitis, prurito); depósito de oro en córnea y piel; disgeusia. Con menor frecuencia se presentan síndrome nefrótico, diarrea, citopenias (leucopenia, trombocitopenia y aplasia medular), enfermedad pulmonar intersticial, síndrome nitritoide (hipotensión, diaforesis, en ocasiones lipotimia) y neuropatía periférica. Por lo anterior es importante vigilar el tratamiento con biometría hemática y examen general de orina en búsqueda de proteinuria.8 Glucocorticoides El uso de estos fármacos en el tratamiento de AR ha sido controvertido. Si bien se reconoce su eficacia a corto plazo para mejorar los síntomas de la enfermedad, los beneficios antiinflamatorios a largo plazo son motivo de cuestionamiento.9 Entre los mecanismos de acción de los glucocorticoides destacan la inhibición de la transcripción de citocinas, moléculas de adhesión y metaloproteasas; la señalización a través de receptores de membrana y segundos mensajeros; y el efecto directo sobre linfocitos, al reducir la función y cantidad de células T circulantes.10 El principal efecto antiinflamatorio se produce mediante la inhibición de la enzima fosfolipasa A2 y de la expresión de COX-2.6 Algunos estudios aleatorizados controlados con placebo han demostrado que los glucocorticoides a dosis bajas (prednisona < 10 mg/d) son capaces de prevenir la destrucción articular radiológica en AR.11,12 Sin embargo, es importante considerar los efectos adversos, que incluyen osteoporosis, incremento en el riesgo de enfermedad cardiovascular, dislipidemia, trastornos electrolíticos, hiperglucemia y diabetes, miopatía, hipertensión, cambios cutáneos, enfermedad acidopéptica, susceptibilidad a infecciones, síntomas neuropsiquiátricos y catarata, entre otros.13 El uso de glucocorticoides en AR se reserva para los casos que persisten con actividad de la enfermedad a pesar de otros FARME, y se recomienda una dosis baja (≤ 10 mg/día) de prednisona o equivalente. También pueden usarse como “terapia puente” mientras Fármacos antirreumáticos modificadores de enfermedad 179 se ven los efectos de otros FARME, durante exacerbaciones de la enfermedad a la menor dosis posible y por periodos < 3 meses,14 así como para las manifestaciones extraarticulares graves (vasculitis reumatoide, neumonitis aguda).6,15 Los glucocorticoides tienen un amplio uso en las enfermedades reumáticas, incluidos el lupus eritematoso sistémico (LES), síndrome de Sjögren, miopatías inflamatorias, enfermedad mixta del tejido conjuntivo (EMTC), y vasculitis sistémicas, entre otras. La dosis inicial es de 150 mg/día, con incremento hasta una dosis máxima de 900 a 1 200 mg/día.6 Los efectos adversos de este fármaco son comunes y limitan en la actualidad su uso. Incluyen reacciones mucocutáneas; toxicidad medular (trombocitopenia, leucopenia y anemia aplásica); glomerulonefritis membranosa con proteinuria; disgeusia; intolerancia gastrointestinal y desarrollo de síndromes autoinmunes como miastenia grave, polimiositis, pénfigo, lupus farmacológico y anticuerpos contra insulina.6 D-penicilamina Antipalúdicos Es un producto de degradación de la penicilina con propiedades quelantes del cobre. Su uso en AR se ha documentado desde hace más de 40 años, demostrando mejoría en los parámetros clínicos y serológicos de la enfermedad. Tiene una vida media en suero de 2 a 4 horas, con incremento hasta 4 a 6 días en el tratamiento a largo plazo.16 El mecanismo por el cual tiene propiedades modificadoras de la enfermedad se desconoce, aunque se ha observado que inhibe la angiogénesis y la proliferación de fibroblastos sinoviales, previniendo la formación de panus. La reducción de las globulinas posiblemente se deba a la acción inhibitoria sobre la expansión y activación de células B mediada por células T cooperadoras.6 Estudios que han comparado D-penicilamina a dosis moderadas contra placebo en pacientes con AR han demostrado una reducción significativa de la inflamación articular y de la velocidad de sedimentación globular. Sin embargo, al compararla con otros FARME, no ha mostrado una diferencia significativa en cuanto a eficacia, salvo la comparación contra sales de oro oral y cloroquina.17 No se han observado ventajas de su uso combinado con otros FARME, y la mayoría de los estudios no muestra un beneficio claro en la progresión radiológica de la enfermedad. El uso de fosfato de cloroquina (CLQ) y sulfato de hidroxicloroquina (HCQ) en el tratamiento de AR data de la década de los años 1950 cuando se documentaron sus propiedades antiinflamatorias, inmunomoduladoras y modificadoras de la enfermedad. El mecanismo preciso de acción de estos fármacos no es del todo entendido, aunque se ha postulado que depende del incremento del pH de las vesículas lisosomales con la consiguiente disrupción del procesamiento antigénico e interferencia con la citotoxicidad mediada por células. Asimismo, han demostrado capacidad para disminuir los complejos inmunes circulantes y un efecto inhibitorio sobre la producción de citocinas proinflamatorias (IL-1, IL-6 e IFN-γ), con lo que dificultan la quimiotaxis y la fagocitosis.18 Además, impiden la actividad de las células asesinas naturales, bloquean la respuesta mediada por anticuerpos e inhiben las fosfolipasas A y C.19 Se han reconocido otras propiedades benéficas de los antipalúdicos (antimaláricos), dentro de las cuales destacan la reducción en la incidencia de diabetes en pacientes con AR; disminución de la glucosa plasmática; mejoría en los niveles de lípidos, efecto en la expresión de moléculas de adhesión vascular; atenuación de la progresión de aterosclerosis, y efectos antitrombóticos.18,20 180 Introducción a la Reumatología Los antipalúdicos tienen un moderado efecto modificador de la enfermedad y un inicio tardío de acción respecto a otros FARME (máxima eficacia a los 3 a 6 meses). Son efectivos para controlar los signos y síntomas de la enfermedad, aunque no han demostrado eficacia significativa como monoterapia en la prevención de la progresión radiográfica en AR.21 Sin embargo, muestran un efecto sinérgico al combinarse con otros FARME (MTX y sulfasalazina).18 La dosis de HCQ es de 200 a 400 mg/día (6.5 mg/kg/día), y la de CLQ es de 150 a 300 mg/día (3.5 mg/kg/día). La HCQ es menos potente que la CLQ, pero también menos tóxica. Entre los efectos adversos de estos fármacos destacan la erupción cutánea y cambios en la pigmentación, intolerancia gastrointestinal, miocardiopatía, cefalea y afección neuromuscular. El efecto adverso más temido es la toxicidad retiniana (manifestada por visión borrosa y déficit en la acomodación); los factores de riesgo asociados incluyen disfunción hepática o renal, edad > 60 años, duración de la terapia > 5 años y dosis elevadas. Si se detecta oportunamente es reversible al discontinuar el fármaco. Se recomienda la evaluación oftalmológica basal y cada 6 a 12 meses si el tratamiento ha tenido una duración de 2 años.6,18,22 Los antipalúdicos también se emplean en LES y en dermatomiositis (DM). Metotrexato (MTX) Desde 1980 se ha convertido en la piedra angular de las terapias antirreumáticas debido principalmente a su perfil de seguridad, a las propiedades modificadoras de la enfermedad y a la capacidad para incrementar el efecto de otros fármacos. Con frecuencia es el primer medicamento prescrito en AR y constituye el punto de referencia para comparar la eficacia de otros FARME.23 Es un antimetabolito que inhibe competitivamente la enzima dehidrofolato re- ductasa. Sin embargo, los mecanismos antirreumáticos no se limitan al antagonismo de folatos, sino que afectan también la inflamación a través del incremento en la expresión de adenosina extracelular (una molécula antiinflamatoria potente). Asimismo, disminuye la acumulación de leucocitos en modelos in vivo, inhibe la angiogénesis, induce apoptosis, suprime la expresión de moléculas de activación y adhesión, modula la expresión de citocinas, disminuye la producción de inmunoglobulinas e inhibe a las enzimas ciclooxigenasa y lipooxigenasa. También inhibe a la enzima 5-aminoimidazol-4-carboxamida ribonucleótido transformilasa (AICAR), involucrada en la síntesis de purinas y con un papel crucial en la inflamación.6,24 Diversos estudios han demostrado la eficacia de MTX a corto y largo plazos, con superioridad respecto de otros FARME en cuanto a inicio de acción más rápido, efecto sostenido, mejoría clínica y radiográfica (potencial para evitar la formación de erosiones).6,18 A pesar de tener un perfil de toxicidad favorable, un tercio de los pacientes suspende el tratamiento por los eventos adversos. Éstos incluyen intolerancia gastrointestinal (náusea, dispepsia, anorexia), estomatitis ulcerativa, hepáticos (elevación de transaminasas, esteatosis, cirrosis, fibrosis), pulmonares (neumonitis intersticial, fibrosis, nódulos), hematológicos (citopenias, macrocitosis), cutáneos (alopecia, erupción, nodulosis), riesgo de síndromes linfoproliferativos y teratogénesis.6 El tratamiento con MTX debe monitorearse con biometría hemática, pruebas de función hepática y renal cada 2 a 4 semanas durante los primeros 3 meses, cada 8 a 12 semanas entre los 3 a 6 meses y cada 12 semanas después de los 6 meses de tratamiento.14 Es importante descartar hepatitis viral al inicio del tratamiento y evitar el consumo de alcohol y medicamentos como TMP/SMX ya que incrementan el riesgo de toxicidad.25 Fármacos antirreumáticos modificadores de enfermedad La dosis inicial de MTX es de 10 mg semanales, y se escala a 25 mg semanales en el transcurso de 4 a 8 semanas, ya sea en presentación oral o parenteral (subcutáneo o intramuscular). La biodisponibilidad y tolerancia gastrointestinal es mayor para la administración subcutánea respecto de la oral a la misma dosis, por lo que se considera que la adminsitración subcutánea es más efectiva que la oral.26 Es necesaria la suplementación con ácido fólico (1 mg/día) para prevenir los efectos adversos. De no ser efectivo el ácido fólico y persistir efectos tóxicos, se recomienda el ácido folínico. El MTX también se emplea en las espondiloartropatías seronegativas, en LES, miopatías inflamatorias y vasculitis sistémicas. Sulfasalazina Es otro de los FARME de uso más antiguo (1930), desde que Nana Svartz en colaboración con Willseadt y Askelof formuló la combinación de sulfapiridina y ácido 5-aminosalicílico con la idea de que la AR tenía etiología infecciosa, y por tanto, el tratamiento debía incluir un antibiótico y un antiinflamatorio.27 De forma semejante a otros FARME, el mecanismo de acción exacto es desconocido, aunque se ha demostrado que es un inhibidor débil de la cascada del ácido araquidónico y un regulador a la baja de la quimiotaxis y desgranulación de neutrófilos, así como de la producción de enzimas proteolíticas. También modula la inflamación a través del incremento en la liberación de adenosina y la inhibición de la proliferación de células T (a través del factor de transcripción nuclear κB), de la actividad de células asesinas naturales y activación de células B. Al igual que MTX, inhibe la enzima dependiente de folatos AICAR transformilasa. Otros efectos son la supresión de IL-1 y TNF-α, reducción de reactantes de fase aguda e inhibición de la proliferación de fibroblastos.6,18 181 La eficacia de la sulfasalazina se observa a partir de las 6 a 10 semanas de tratamiento, con efecto sostenido hasta 5 a 10 años. Diversos estudios han demostrado la superioridad de sulfasalazina respecto a HCQ y placebo, e igual eficacia en parámetros clínicos, radiográficos y de laboratorio al compararla con sales de oro parenterales, D-penicilamina y leflunomida.28 Los efectos adversos de este FARME incluyen la toxicidad gastrointestinal (náusea, vómito, anorexia, dolor abdominal), neurológicos (cefalea, mareo), erupción cutánea, elevación de enzimas hepáticas, hematológicos (leucopenia, trombocitopenia, agranulocitosis) e infertilidad masculina reversible (oligospermia). Su uso debe evitarse en personas con deficiencia de deshidrogenasa de 6-fosfato de glucosa y en alérgicos a ácido acetilsalicílico o sulfas.6,18 La dosis de sulfasalazina es de 1 a 3 g/día y requiere vigilancia periódica con biometría hemática y pruebas de función hepática, con la misma periodicidad que para MTX. La sulfasalazina también se usa en el manejo de las artropatías seronegativas. Leflunomida Es un derivado de isoxazol con propiedades inmunomoduladoras y modificadoras de la enfermedad. El metabolito activo es la malononitrilamida (A77 1726), un inhibidor reversible de la enzima dehidro-orotato deshidrogenasa, involucrada en la proliferación de células B y en la síntesis de inmunoglobulinas.18 El mecanismo de acción consiste en la inhibición de la síntesis de novo de pirimidina y de la proliferación de las células T activadas. También inhibe la adhesión leucocitaria al endotelio vascular y altera los niveles del factor transformador de crecimiento β (TGF-β) y de IL-2. Otros mecanismos son la inhibición de cinasas de tirosina y de la quimiotaxis de neutrófilos en sangre 182 Introducción a la Reumatología periférica, así como la reducción de macrófagos sinoviales.29 El inicio de acción es a la cuarta semana del tratamiento y la vida media de eliminación es de 2 semanas. Estudios que han comparado leflunomida contra placebo han demostrado superioridad de ésta en cuanto a la mejoría clínica y radiográfica, e igual eficacia que sulfasalazina y MTX a dosis moderadas en prevenir la progresión radiográfica.30,31 Por lo anterior, leflunomida constituye una alternativa viable y efectiva para aquellos pacientes que no toleran MTX o en quienes está contraindicada su administración.18 Los efectos adversos incluyen síntomas gastrointestinales (diarrea, dispepsia, náusea, vómito, dolor abdominal), neurológicos (cefalea, mareo, parestesias), descontrol hipertensivo, cutáneos (erupción, prurito, alopecia), hepatotoxicidad (elevación de transaminasas), leucopenia, pulmonares (bronquitis, tos), pérdida de peso, entre otros. En caso de eventos adversos severos o deseo de embarazo es necesaria la administración de colestiramina para depurar el metabolito activo.18,29 La dosis inicial de leflunomida es de 100 mg/día durante 3 días, posteriormente la dosis de mantenimiento es de 10 a 20 mg/día. Es importante vigilar el tratamiento (especialmente si es combinado con MTX) mediante biometría hemática y pruebas de función hepática a los mismos intervalos que para MTX, y evitarlo en casos de falla renal o hepática. Tofacitinib Es el primer FARME sintético dirigido aceptado para el tratamiento de AR. Es una molécula pequeña con alta afinidad y actividad inhibitoria hacia Jak3 y Jak1, y en menor grado Jak2. El bloqueo de Jak3 interfiere con los efectos de IL-2, IL-4, IL-15 e IL-21; el bloqueo de Jak1 inhibe la señalización por interferón α, interferón β, interferón γ e IL-6, mientras que el bloqueo de Jak2 disminuye la señalización de IL-3, IL-5, interferón γ y los factores de crecimiento hematopoyéticos.32 Los principales efectos secundarios de tofacitinib son gastrointestinales, cefalea, nasofaringitis y náusea,33 así como alteraciones de laboratorio (elevación de transaminasas y citopenias). Tiene efecto sobre la elevación de las concentraciones de LDL circulantes, sin afectar las concentraciones de HDL.20 Se ha observado una mayor incidencia de infecciones por herpes zóster con tofacitinib. Está indicado en pacientes con AR establecida y activa a pesar de tratamiento con otros FARME.14 La eficacia de tofacitinib en combinación con MTX es similar a la de los FARME biológicos. La dosis es de 5 mg vía oral cada 12 horas, en monoterapia o combinado con MTX.3 Debe monitorearse biometría hemática, lípidos y pruebas de función hepática basales y posteriormente cada 4 a 12 semanas. Azatioprina (AZA) Es un agente citotóxico utilizado desde la década de los años 1960 para el tratamiento de AR y otras enfermedades autoinmunes. El mecanismo de acción es a través de la interferencia con ribonucleótidos de adenina y guanina vía supresión de la síntesis de ácido inosínico. Su principal metabolito activo es la 6-tioguanina, a su vez metabolito del producto 6-mercaptopurina. La metilación de 6-mercaptopurina en sus metabolitos activos es catalizada por la enzima metiltransferasa de tiopurina (TPMT), la cual presenta variación interindividual debido a los polimorfismos genéticos. Entre los efectos de AZA destacan la inhibición de la actividad y proliferación de células B y T, de la síntesis de inmunoglobulinas (IgG e IgM) y de la secreción de IL-2.6 Diversos estudios han demostrado mayor eficacia de AZA respecto de place- Fármacos antirreumáticos modificadores de enfermedad bo en AR y eficacia similar a otros FARME (D-penicilamina, sales de oro, CLQ). Sin embargo, la toxicidad limita su uso a los casos refractarios a otros FARME y a las manifestaciones extraarticulares de AR.34 Las principales indicaciones para su uso se encuentran en el tratamiento de LES, miopatías inflamatorias y vasculitis sistémicas. Los efectos adversos incluyen toxicidad medular, intolerancia gastrointestinal (náusea y diarrea), erupción cutánea, pancreatitis, estomatitis, hepatitis colestásica, riesgo de infecciones virales y carcinogénesis. La toxicidad (especialmente hematológica) se relaciona con los niveles bajos de la enzima TPMT.6 El uso concomitante de alopurinol, ciclofosfamida (CFM) y bloqueadores neuromusculares requiere una reducción en la dosis de AZA. La dosis inicial de AZA es de 25 a 50 mg/ día, con incremento paulatino hasta una dosis máxima de 2 a 3 mg/kg/día. Es importante monitorear la toxicidad mediante biometría hemática y pruebas de función hepática a las 2 semanas de iniciar el tratamiento y posteriormente cada 4 a 12 semanas. Ciclofosfamida (CFM) Es un agente citotóxico que impide la replicación de DNA tanto en linfocitos en reposo como en células en división, a través de sus metabolitos activos (principalmente mostaza fosforamida). Suprime las funciones de las células T cooperadoras, disminuye las células T activadas en 30 a 40% y las células B durante meses. Tiene efecto supresor sobre las respuestas inmunes celulares y humorales, sobre todo si se administra inmediatamente después del reto antigénico. Estudios que comparan CFM con placebo en AR han demostrado eficacia clínica, en reactantes de fase aguda y en la formación de erosiones similar a AZA y sales de oro intramusculares.35 Sin embargo, debido a la toxi- 183 cidad y a la existencia de otros FARME más seguros, su uso en AR se reserva a los casos refractarios a otros medicamentos y a las manifestaciones extraarticulares (vasculitis y neumonitis intersticial). La CFM es utilizada principalmente en el tratamiento de LES, escleroderma y vasculitis sistémicas. Los efectos adversos incluyen carcinogénesis (principalmente linfoma no Hodgkin y cáncer vesical), gastrointestinales, riesgo de infecciones, infertilidad (azoospermia y falla ovárica prematura), toxicidad medular y cistitis hemorrágica causada por el metabolito urinario acroleína. La toxicidad urológica se reduce si se administra de forma intravenosa e intermitente, así como con la administración concomitante de sulfonato de 2-mercaptoetano (MESNA).36 La dosis de CFM oral es de 1.5 a 2 mg/kg/ día (75 a 125 mg/día) y existen diversos esquemas para su uso intravenoso, principalmente en manifestaciones graves de LES (0.5 a 0.75 g/m2). La dosis requiere ajuste en caso de insuficiencia renal. El tratamiento debe monitorearse principalmente con biometría hemática y examen general de orina con sedimento a los 7 a 14 días de inicio de tratamiento y posteriormente cada 2 a 4 semanas. Micofenolato de mofetilo (MMF) Es un inmunosupresor derivado de especies de Penicillium y la forma activa es el ácido micofenólico, que inhibe potentemente a la enzima deshidrogenasa de monofosfato de inosina, bloqueando la síntesis de novo de nucleótidos de guanosina e inhibiendo la función endotelial y de células T.37 Existe evidencia limitada sobre el uso de MMF en el tratamiento de AR. Sin embrago, en otras enfermedades como LES, vasculitis sistémicas y escleroderma se utiliza ampliamente. Los efectos adversos son similares a los observados con AZA, e incluyen toxicidad gastrointestinal (diarrea, náusea), 184 Introducción a la Reumatología hematológica (leucopenia, anemia, trombocitopenia), hepática y riesgo de infecciones virales. La dosis de MMF varía entre 1 a 3 g/día, el incremento debe ser gradual para evitar intolerancia gastrointestinal, y el tratamiento debe monitorearse con biometría hemática, creatinina y pruebas de función hepática cada 1 a 3 meses. Otros fármacos Existen otros fármacos que poseen propiedades modificadoras de la enfermedad y que se usan en el tratamiento de AR y de otras enfermedades reumáticas. Sus principales indicaciones se resumen en el Cuadro 14.1. Tratamiento dirigido a un objetivo La estrategia terapéutica dirigida a un objetivo (treat to target) es la recomendada en AR, independientemente de la actividad de la enfermedad, o de si es o no temprana. El objetivo ideal es alcanzar la remisión o la menor actividad de la enfermedad. En los pacientes con AR temprana se sugiere iniciar un FARME en monoterapia si la actividad de la enfermedad es leve, de preferencia MTX. Si la actividad de la enfermedad es moderada o alta a pesar de un FARME con o sin glucocorticoides, se recomienda la combinación de FARME sintéticos, o biológicos con o sin MTX.14 En pacientes con AR establecida y vírgenes a tratamiento, se sugiere monoterapia con FARME sintético. En casos de actividad moderada a alta a pesar de monoterapia con FARME incluyendo MTX, se recomienda combinar FARME sintéticos o agregar FARME biológico o tofacitinib. De persistir con actividad moderada a alta o presentarse recaída a pesar del tratamiento con FARME pueden agregarse glucocorticoides por un periodo < 3 meses.14 Cuadro 14.1. Otros FARME Fármaco Mecanismo de acción Usos Ciclosporina A Bloqueador de calcineurina Suprime la síntesis y liberación de IL-2 Suprime la respuesta e interacción de células T Disminuyen la actividad de metaloproteasas de matriz (colagenasa y gelatinasa). Interfieren con la función celular y la proliferación de linfocitos Inhibe la producción de TNF-α y otras citocinas proinflamatorias Reduce la expresión de moléculas de adhesión intracelular y vascular Eficacia en AR y LES Uso limitado por nefrotoxicidad e hipertensión Tetraciclinas Talidomida Dapsona Mejoran parámetros clínicos y reactantes de fase aguda en AR, pero no previenen la progresión radiográfica En AR, LES y afecciones cutáneas (vasculitis, eritema nodoso, pioderma gangrenoso) Uso limitado por sus efectos adversos (neuropatía periférica, teratogenicidad) Propiedad antiinfecciosa y antiinfla- En AR mejora síntomas y reactantes matoria de fase aguda Modula actividad de neutrófilos, inhi- Uso en vasculitis cutánea biendo la formación y liberación de productos inflamatorios Fármacos antirreumáticos modificadores de enfermedad Conclusiones • • • • • • • Existen diversos fármacos con propiedades modificadoras de la enfermedad que han demostrado utilidad en los parámetros clínicos, serológicos y radiológicos en AR. Asimismo, suprimen la inflamación y mejoran la supervivencia y calidad de vida en otras enfermedades reumáticas El metotrexato constituye la piedra angular en el tratamiento de AR debido a su eficacia y perfil de seguridad Otros fármacos, con efectos inmunosupresores y propiedades modificadoras de la enfermedad, pueden considerarse como segunda línea en casos refractarios o en las manifestaciones extraarticulares de AR La estrategia terapéutica en AR es dirigida a un objetivo: la remisión En la prescripción de los FARME es importante tener en mente el equilibrio entre eficacia y toxicidad, individualizando cada caso, así como la vigilancia que debe mantenerse durante su administración El advenimiento de FARME sintéticos dirigidos y biológicos ha expandido el espectro terapéutico en diversas afecciones reumatológicas No existe evidencia clara del momento en que debe suspenderse el tratamiento modificador de la enfermedad en AR, por lo que en la actualidad su duración es indefinida Referencias 1. 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Se trata de medicamentos que se fabrican utilizando sustratos biológicos específicos, que tienen una estructura química compleja y un efecto sobre procesos biológicos específicos de una enfermedad, al tiempo que preservan las funciones inmunológicas normales. Esto ha permitido disponer de tratamiento más preciso dirigido a protagonistas responsables tanto del proceso inflamatorio como de los cambios estructurales, permitiendo así modificar, retrasar o detener la evolución agresiva natural de la enfermedad. De acuerdo con el conocimiento de las bases inmunopatogénicas de las enfermedades reumáticas con fondo autoinmune, se reconocen ciertos protagonistas celulares y solubles como el factor de necrosis tumoral (TNF), la interleucina 6 (IL-6), y la interleucina 1 (IL-1), dando lugar a la producción de anticuerpos monoclonales y proteínas de fusión como los agentes anti-TNF (infliximab, etanercept, adalimumab, golimumab y certolizumab) y anti-IL-6 (tocilizumab). También se han desa- 187 rrollado anticuerpos monoclonales que impiden la estimulación secundaria del linfocito T (CD28) y su interacción con la célula dendrítica presentadora de antígeno (CD80/86) como abatacept (anti-CTLA4), además de la terapia depletora de linfocitos B (rituximab, ocrelizumab, tabalumab) que condiciona disminución de los autoanticuerpos. Los inhibidores de cinasas son medicamentos modificadores de la enfermedad con estructura química muy sencilla pero efectos, eficacia y tolerancia similares a los biológicos. Entre éstos, tofacitinib y baricitinib son ejemplos de moléculas pequeñas que recientemente se han denominado medicamentos sintéticos dirigidos (por lo pronto para AR), han escalado rápidamente y tienen un lugar merecido en el armamentario terapéutico. La experiencia mundial con inhibidores del TNF (iTNF) es vasta y comprende su aplicación terapéutica principal en millones de pacientes con AR, EA, APs, artritis idiopática juvenil, vasculitis y escleroderma, entre otras. Inicialmente, los anti-TNF se limitaban a pacientes en quienes no había habido respuesta a dos o más MARME [o FARME] (medicamentos antirreumáticos modificadores de enfermedad, DMARD en inglés). Esto ocurría en un 11% de los pacientes, en la actualidad se ha elevado a 35% y se calcula mayor, dada su eficacia y seguridad. Actualmente la tendencia es utilizar los productos biológicos en etapas más tempranas de la enfermedad. 188 Introducción a la Reumatología Aunque inicialmente se sospechó que la tuberculosis y otros procesos infecciosos eran frecuentes en pacientes que reciben iTNF y otros biológicos, la selección cuidadosa de los pacientes ha resultado en que no se asocian comúnmente con biológicos –incluyendo iTNF. Sin embargo, es imperativa la realización de pruebas de tamizaje que incluyen la intradermorreacción o PPD (derivado proteico purificado de micobacterias) y telerradiografía del tórax, así como serología para hepatitis B y C y VIH. El PPD debe considerarse positivo si la induración es ≥ 5 mm, en pacientes con inmunosupresión. Si el PPD es positivo o si hay evidencia radiológica de infección, el paciente deberá ser tratado con antifímicos durante por lo menos 6 meses. En caso de decidir tratamiento con iTNF, éste podrá iniciarse al cabo de 1 a 2 meses con antifímicos y, según el caso, continuará quimioprofilaxis con isoniazida. La AR es la enfermedad inflamatoria poliarticular, simétrica, persistente y crónica por excelencia, que condiciona daño irreversible con discapacidad funcional e incapacidad; ha sido calificada como catastrófica. Lo anterior se asocia con impacto personal, social y eco- nómico sustancial. El pronóstico vinculado a esta enfermedad es pobre ya que sin tratamiento adecuado, 80% de las personas afectadas están discapacitadas luego de 20 años y la esperanza de vida se reduce por 3 a 18 años en la población que la padece. Es en la AR donde se tiene mayor experiencia en el empleo de los medicamentos biológicos. Asimismo, en las EA y APs (y la psoriasis cutánea misma) se ha acumulado experiencia con resultados favorables. En general, los medicamentos o agentes biológicos se emplean en casos refractarios a los tratamientos convencionales, en particular cuando los pacientes persisten con datos de actividad de la enfermedad a pesar de FARME sintéticos convencionales, como metotrexato, hidroxicloroquina, cloroquina, azulfidina, leflunomida, azatioprina, de manera aislada o en combinación, además del uso de dosis bajas de esteroides y antiinflamatorios no esteroides (AINE). Para evaluar la respuesta terapéutica se han diseñado medidas cuantitativas validadas como la puntuación de la actividad de la enfermedad (DAS, Disease Activity Score) y la respuesta clínica, de laboratorio y del cuestionario de calidad de vida (HAQ, Health Assessment Questionnaire) por el American College of Rheumatology (ACR20, ACR50 y ACR70). En ellas se incluyen el número de articulaciones con dolor y con inflamación, además de la cuantificación de reactantes de fase aguda, como la proteína C reactiva. Para la EA, se utilizan el índice de actividad de la enfermedad (BASDAI, Bath Ankylosing Spondylitis Disease Activity Index) y el índice funcional de la enfermedad (BASFI, Bath Ankylosing Spondylitis Functional Index). Para el empleo de estos instrumentos de clinimetría se requiere la evaluación por médicos experimentados en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades reumáticas. Estos médicos necesitarán definir a corto y a largo plazos la eficacia y la toxicidad de la terapia empleada. El paciente debe recibir toda la información sobre riesgos y ventajas potenciales. Agentes bloqueadores o inhibidores del tnf-α (anti-tnf-α, iTNF) El TNF-α es una proteína soluble de 17 kDa compuesta de tres subunidades idénticas. La producen los monocitos y los macrófagos fundamentalmente, aunque también los linfocitos B, los linfocitos T y los fibroblastos. El papel mejor estudiado del TNF es como promotor de la inflamación. Es un estimulador autocrino que también actúa como inductor paracrino de otras citocinas inflamatorias como IL-1, IL-6, IL-8 y el factor estimulador de granulocitos–monocitos (GM-CSF); promueve además la inflamación al estimular Medicamentos biológicos y otras terapias dirigidas en Reumatología a los fibroblastos para que expresen moléculas de adhesión como la molécula de adhesión intercelular 1 (ICAM-1). Al bloquear el TNF-α con anticuerpos específicos o monoclonales y proteínas de fusión, disminuyen significativamente los niveles de IL-1, IL-6 e IL-8, entre otras. En animales transgénicos experimentalmente se ha disregulado el gen para TNF-α lo que condiciona artritis erosiva–destructiva, semejante a la que ocurre en los seres humanos con AR y al bloquear con proteína de fusión para el receptor para TNF-α o con anticuerpos monoclonales disminuye la enfermedad, tanto en ratones como en humanos. El TNF-α contrarregula la inflamación a través de la liberación de la hormona adrenocorticotrópica que estimula la liberación del cortisol por las glándulas suprarrenales. El TNF-α tiene efecto pleiotrópico en diversas células y citocinas, en la expresión de algunos genes que interrelacionan con el proceso inflamatorio, por lo que su inhibición a través de anticuerpos monoclonales ya sea dirigidos contra el receptor (infliximab, monoclonal quimérico) o a la proteína de fusión del receptor Ig-G1 (etanercept, ETN), o con el monoclonal humano (adalimumab) ha dado resultados muy satisfactorios tanto clínicos como de laboratorio y en la expresión de cambios articulares o erosiones radiológicas, con disminución o hasta remodelación y reparación estructural. A éstos se han sumado golimumab y certolizumab con vidas medias más largas. Los iTNF son los biológicos más utilizados en Reumatología y mientras más niveles de TNF tenga el paciente, mejor es la respuesta a ellos y a otros biológicos. Los iTNF se recomiendan para el tratamiento de la AR activa, con factores de mal pronóstico o agresiva, habitualmente seropositiva (factor reumatoide y anticuerpos contra péptidos citrulinados cíclicos o ACPA) por lo general después de respuesta inadecuada a metotrexato (MTX) o algún o algunos otros FARME. 189 Hay evidencia de que los iTNF son eficaces para el tratamiento de la AR en los pacientes vírgenes a tratamiento con MTX y pueden ser parte del manejo inicial. La combinación de iTNF con MTX resulta en mayor eficacia. Adicionalmente, reconocemos que algunos iTNF deben de emplearse asociados con MTX para mantener eficacia y evitar el desarrollo de anticuerpos neutralizantes ante los que se puede requerir mayor dosis o menor tiempo entre administraciones, como ocurre con infliximab y menos comúnmente con adalimumab. Adalimumab es un iTNF totalmente humanizado con eficacia y tolerabilidad muy adecuadas, lo que representa también una excelente alternativa para el tratamiento de AR, EA, APs, psoriasis, y uveítis. Una ventaja adicional es la administración quincenal por vía subcutánea. Golimumab es muy semejante y su ventaja es la administración mensual. Certolizumab iTNF está pegilado lo que otorga también la ventaja de administración mensual. En general, lo aprendido con el empleo de estos iTNF por más de 15 años de experiencia es que además de que la mayoría de los pacientes obtienen respuesta satisfacto90 70 ACR20 ACR50 ACR70 85 80 76 75 69 60 50 40 48 43 43 30 20 19 24 10 0 Figura 15.1. Respuesta terapéutica a metotrexato, a etanercept y a la combinación de ambos en pacientes con artritis reumatoide agresiva. Este estudio es a 12 meses, continuado posteriormente el periodo de observación a 3 años, con resultados similares. (Klareskog L, et al. Lancet. 2004;363:675-81.) 190 Introducción a la Reumatología Infliximab + MTX vs. sólo MTX en AR refractaria Número de erosiones 4 3 MTX 2 IFX 3/8 IFX 3/4 1 0 IFX 10/8 p < 0.001 IFX 10/4 -1 54 semanas Figura 15.2. Disminución, retraso o no progresión radiológica en pacientes con artritis reumatoide agresiva bajo tratamiento con infliximab (IFX). Las dosis empleadas del medicamento son de 3 y 10 mg cada ocho y cuatro semanas. (Lipsky PE, et al. N Engl J Med. 2000;343:1594-602.) ria, 40% de los pacientes con AR alcanza la remisión (Figura 15.1). Adicional a lo anterior, no hay progresión en los cambios estructurales (radiológicos) como son erosiones óseas y reducción del espacio articular (índice de Sharp), además de que hay mejoría ostensible en la calidad de vida. La falla terapéutica a uno de estos agentes no es limitante para lograr respuesta con otro, pero actualmente se reconoce que es mejor utilizar otro producto no iTNF con un mecanismo de acción diferente. Hay diversos informes en la literatura sobre la eficacia de los iTNF para tratar manifestaciones mucocutáneas de la enfermedad de Behçet, uveítis primaria o idiopática o secundaria a alguna enfermedad reumática como EA, AR, vasculitis sistémica, etc. Aunque los iTNF se han utilizado con base en argumentos científicos en el síndrome de Sjögren primario y en vasculitis como en poliangeítis granulomatosa, no parecen ser eficaces. En general, se suelen observar respuestas desde los primeros días de inicio del tratamiento, aunque en AR se habla de respuesta desde la segunda semana con efecto mucho mayor a los tres meses y la eficacia suele mantenerse o incrementar al paso de meses o años. Si los pacientes no muestran respuesta alguna a estos agentes, la continuación del tratamiento debe ser reevaluada. Ciertas observaciones sugieren que el aumento de la dosis o la reducción de los intervalos de dosificación pudiera proporcionar beneficio adicional en AR, al igual que la adición o la sustitución por otros FARME. Como mencionamos, una ventaja innegable de los iTNF es que evitan o retrasan los cambios estructurales, más aún en pacientes con pobre respuesta clínica, estos medicamentos suelen dar casi las mismas ventajas de no progresión radiográfica (Figura 15.2). Eventos adversos asociados con itnf Cualquier proceso infeccioso pudiera asociarse con mayor frecuencia al empleo de inmunosupresión. La susceptibilidad incrementada a tuberculosis o reactivación de tuberculosis latente debe considerarse como característica del empleo de iTNF Medicamentos biológicos y otras terapias dirigidas en Reumatología y es característico también el que la Tb es más frecuente, incluso extrapulmonar y diseminada (40 a 50% para cada forma); esto se observa más comúnmente con infliximab y certolizumab, y menos con etanercept. Otras infecciones que pueden observarse en quienes reciben agentes iTNF son aquellas por gérmenes oportunistas, micosis y listeriosis; esta última en particular en pacientes de edad avanzada que reciben infliximab. Se han descrito como eventos adversos característicamente asociados con esta terapia biológica algunos fenómenos y enfermedades autoinmunes que incluyen al lupus eritematoso sistémico, morbimortalidad cardiovascular (más con infliximab), presentación más temprano de enfermedades desmielinizantes que incluyen a la esclerosis múltiple y aplasia medular, pero no neoplasias malignas. Excepcionalmente pueden ocurrir neumonitis intersticial, psoriasis y uveítis, así como hepatitis granulomatosa. Ante la posibilidad de ser portador de tuberculosis latente, todo paciente debe ser evaluado mediante interrogatorio intencionado sobre factores de riesgo (antecedentes familiares, zona endémica, HIV, etc.), exploración física y exámenes de tamizaje (intradermorreacción –PPD con 5 U– y telerradiografía del tórax). En caso de tuberculosis latente, por lo menos habrá que iniciar tratamiento profiláctico, habitualmente con 300 mg de isoniazida durante 6 a 9 meses y es posible que en nuestro medio a pesar de PPD negativo y tele de tórax normal, se deba de dar profilaxis; el iTNF puede iniciarse después del primer mes de terapia con isoniazida. Aunque suelen ser comunes las molestias en el sitio de la administración por lo general son banales, transitorias y autolimitadas. La incidencia de linfoma es mayor en pacientes con AR que en la población general y esto se aplica también a los pacientes que reciben terapia con iTNF aunque su empleo no parece incrementar tal riesgo. Estos medicamentos no se recomiendan en pacientes cardiópatas en clase funcional 191 III y IV y en particular con infliximab se duplica el riesgo de eventos cardiovasculares en este grupo de pacientes. Por otro lado, se reconoce que la morbimortalidad cardiovascular de la población con AR disminuye importantemente con el empleo de los iTNF y parece que este beneficio también se observa con otros biológicos y moléculas pequeñas. Aunque es relativamente frecuente la asociación con fenómenos autoinmunes como la presencia de anticuerpos antinucleares, es rara la enfermedad autoinmune como el lupus eritematoso sistémico y la psoriasis. Con etanercept no parece incrementarse el riesgo en el caso de que el paciente sea portador de virus B o C de hepatitis, hecho contrario pudiera relacionarse con el empleo de infliximab o golimumab. No hay estudios al respecto para adalimumab. Con los iTNF puede observarse neutropenia y elevación de transaminasas. Los iTNF no parecen condicionar riesgo adicional en mujeres embarazadas. Hace años se reportó la potencial asociación con malformaciones congénitas múltiples (VACTERL, siglas en inglés de alteraciones vertebrales, atresia esofágica, cardiacas, traqueales, esofágicas, renales y de extremidades); no hay tal relación ni riesgo. El empleo de iTNF aumenta el riesgo de infecciones en pacientes diabéticos que se someten a cirugía y en particular a cirugía ortopédica de los pies, pero no para otras intervenciones quirúrgicas. Agentes bloqueadores de il-1 Sólo el bloqueador del receptor de IL-1 anakinra ha sido aprobado y hay, por ende, referencias a este producto, aunque en México y otros países americanos no está aún disponible. Anakinra puede emplearse en casos seleccionados para el tratamiento de AR, solo o con MTX, con particular aceptación para artritis idiopática juvenil y síndrome de activación macrofágica, lugar que comparte con tocilizumab. 192 Introducción a la Reumatología Cuadro 15.1. Información sobre eficacia por respuesta ACR50 Estudio Moreland 2002 (3 m) Genovese 2005 (6 m) Kremer 2003 (6 m) Kremer 2006 (6 m) Schiff 2008 (6 m) Weinblatt 2007 (6 m) Kremer 2003 (12 m) Kremer 2006 (12 m) Weinblatt (12 m) Abatacept Placebo RR 95% CI 32 256 115 424 156 85 115 424 85 32 133 119 214 110 36 119 214 36 2.50 5.40 3.10 2.37 2.02 1.33 2.07 2.37 1.69 2 5 Probabilidad de alcanzar ACR50 con abatacept vs. placebo a 3, 6 y 12 meses. (Maxwell LJ, Singh JA. J Rheum. 2010; Jan 15.) No hay, al parecer, experiencia amplia para recomendar este medicamento en AR temprana, aunque puede ser el de elección para la enfermedad de Still del adulto, para la enfermedad inflamatoria multisistémica neonatal, para el síndrome de MuckleWells (amiloidosis renal, urticaria febril y afección musculoarticular) y para el síndrome periódico asociado con iTNF, así como para gota refractaria. Anakinra se ha utilizado en: EA, artritis idiopática juvenil; PAPA (artritis piógena, pioderma gangrenoso y acné), síndrome de Schnitzler (urticaria, fiebre, artritis y gammapatía monoclonal) y lupus eritematoso sistémico. Las reacciones en el sitio de la inyección del medicamento son comunes (70%), habitualmente no importantes y se han informado infecciones graves, aunque no tuberculosis. No hay experiencia en el embarazo. El empleo de manera conjunta con iTNF debe de considerarse proscrito por la elevada tasa de eventos adversos graves infecciosos. Agentes biológicos que inhiben la coestimulación linfocitaria Abatacept (ABA) es hasta ahora el único agente bloqueador de la coestimulación secundaria del linfocito T que ha sido apro- bado para su empleo en AR, solo o en combinación con FARME como MTX en AR activa refractaria. Se administra IV mensual (10 mg/kg) o subcutáneo semanal. La respuesta clínica es similar en tiempo de inicio y eficacia a los iTNF, incluidos el retraso o inhibición de la progresión radiológica. A largo plazo con 5 o más años, la remisión suele ser mayor de 40% y se mantiene, como se ha destacado también para iTNF. Abatacept es excelente opción terapéutica para los pacientes con AR y artritis idiopática juvenil, en particular en respuesta inadecuada a iTNF. Asimismo, algunos reportes aislados indican cierta utilidad en síndrome de Sjögren primario refractario. La tasa de infecciones suele ser similar a la del placebo y no aumenta la ocurrencia o asociación con tuberculosis. Al igual que con otros biológicos o inhibidores de cinasas, no se recomienda el empleo simultáneo de vacunas con virus vivos atenuados. En el Cuadro 15.1 se anotan algunos de los estudios realizados con abatacept y su eficacia consistente en todos ellos para alcanzar respuesta ACR50 (50% de parámetros clínicos y por cuestionario de salud, de acuerdo con el American College of Rheumatology). Medicamentos biológicos y otras terapias dirigidas en Reumatología Tratamiento con anti-il-6 La respuesta de pacientes con AR refractaria a FARME para el bloqueo de la IL-6 también ha sido por demás satisfactoria, tanto en estudios no controlados como en aquellos controlados, para adultos y niños, con tasas de respuesta por lo menos equiparables a las observadas con iTNF y abatacept. Tocilizumab (TCZ) es un anticuerpo anti-IL-6 que puede asociarse con elevaciones reversibles de enzimas hepáticas; en la tercera parte de los que la reciben hay elevaciones de colesterol y en pocos pacientes hay neutropenia. Debido a su acción inhibitoria de la producción de PCR, los niveles de este reactante, que es marcador de actividad y de mal pronóstico en la AR, disminuyen desde la primera administración. La dosis es de 8 mg/kg cada cuatro semanas o puede administrarse cada semana por vía subcutánea. En la Figura 15.3 se enfatiza la eficacia sostenida de tocilizumab a través de los 193 años en puntaje de actividad de la enfermedad y respuesta moderada y buena de acuerdo con la European League Against Rheumatism (EULAR). Agentes contra receptores de linfocitos b Rituximab (RTX) es un anticuerpo monoclonal anti-CD20 quimérico, aprobado en 1997 para tratamiento de linfoma no Hodgkin de células B con CD20. Alrededor de un millón de pacientes han sido tratados. Este producto ha sido aprobado en México y por la FDA como tratamiento para pacientes con AR quienes tienen respuesta inadecuada a iTNF. Rituximab se administra IV en dos infusiones, de 1 g cada una, precedidas por premedicación con 100 mg de metilprednisona o equivalente, con intervalo de dos semanas. Recientemente se acepta que con 50% de la dosis mencionada, pueden alcanzarse las mismas medidas de desenlace. 601 pts. (2 188 pts/año), tratamiento con TCZ 3.8 años 100% 90% 80% 70% 60% DAS 28 > 2.6 VSG 50% EULAR buena 40% EULAR moderada 30% 20% 10% 0 < 2 años > 2 a 5 años > 5 años a < 10 años > 10 años Duración de la enfermedad Figura 15.3. Eficacia de tocilizumab (TCZ). [Nishimoto N, et al. Mod Rheumatol. 2010;20:222-32.] 194 Introducción a la Reumatología Artritis reumatoide activa a pesar de MTX 60 Placebo (122) RTX 0.5 × 2 (123) 50 RTX 1 g × 2 (122) 40 30 20 10 0 Figura 15.4. Eficacia terapéutica de rituximab, anticuerpo monoclonal anti-CD20 (depletor de linfocitos B). Como se observa, el rituximab es superior a placebo y las dosis de 1 g son más eficaces que las de 500 mg. (Emer y P, et al. Arthritis Rheum. 2006;54:1390-400.) Figura 15.5. Representación esquemática de algunas de las bases inmunopatogénicas y terapéuticas de la artritis reumatoide. Ante antígeno no conocido se activan las células presentadoras de antígeno que junto con los macrófagos expresan receptores de activación en su membrana, producen citocinas de importancia trascendente en el proceso inflamatorio que pueden condicionar alteraciones estructurales, como IL-1 y el TNF. Los linfocitos T se diferencian a Th1 y Th2 con sus productos celulares que interactúan con los linfocitos B para madurar y producir autoanticuerpos como el factor reumatoide. Los agentes biológicos interactúan en los sitios característicos, modificando o bloqueando los diversos protagonistas del daño en la enfermedad. Medicamentos biológicos y otras terapias dirigidas en Reumatología 80 195 ACR20 ACR50 ACR70 70 60 50 40 30 20 10 0 ETC IFX AD A RT X ABA TCZ Figura 15.6. Eficacia de diversos agentes biológicos en la artritis reumatoide. En un estudio doble ciego, controlado con placebo en pacientes con AR activa con falla a un iTNF, se incluyeron 209 con rituximab y 311 con placebo junto con MTX. Se observó mejoría en la semana 24 en ACR20 y el rituximab fue mejor que placebo (51 vs. 18%), ACR50 (27 vs. 5%), y ACR70 (12 vs. 1%), respectivamente (Figura 15.4). Además de la mejoría del estado articular, se obtuvo también reducción de la fatiga, mejoría en el cuestionario de salud y calidad de vida (HAQ), y se observó menor progresión radiográfica. La frecuencia de infecciones graves fue baja (5.2/100 pacientes/año). Este monoclonal suele acompañarse de reacciones alérgicas, sobre todo en la primera administración. Suele ser útil también en lupus eritematoso sistémico incluso en pacientes con afección grave (salvo en hemorragia pulmonar dada su acción tardía), miopatías inflamatorias autoinmunes, vasculitis y púrpura trombocitopénica autoinmune, entre otras. En la Figura 15.5 se anotan los mecanismos inmunopatogénicos de la artritis reumatoide y el sitio de acción de diferentes productos biológicos e inhibidores de cina- sas, con su potencial interacción con protagonistas responsables del proceso inflamatorio y daño estructural. La Figura 15.6 resume la eficacia de los diversos productos biológicos, lo que aparentemente es similar entre ellos y extrapolable a tofacitinib. Agentes que interfieren con la activación de cinasas de tirosina De interés ha resultado el bloqueo de estas cinasas, en particular las cinasas de Jano (Janus), que participan en la señalización intracelular desencadenada por diversas citocinas proinflamatorias. La inhibición de las cinasas de Jano (Jak) es un mecanismo de acción diferente al de los biológicos, pero permite un efecto semejante con moléculas químicamente más sencillas. Por ejemplo, la inhibición del complejo Jak1/ Jak3 o Jak1/Jak2 que se traduce en efectos variables en la activación tanto de linfocitos T como B, en la producción de inmunoglobulinas y de varias citocinas (TNF, IL-1, IL-6, GM-CSF) con eficacia importante tanto en animales de experimentación a los 196 Introducción a la Reumatología que se les produce artritis inducida por colágena, como en el ser humano en artritis reumatoide, aunque en estos últimos la enfermedad recurre posterior a la suspensión del tratamiento. Otros “Jakinib” y moléculas inhibidoras de la cinasa de Bruton (BTK) están en estudio para enriquecer el armamentario terapéutico para la artritis reumatoide. Un anticuerpo monoclonal contra la IL17 no fue tan eficaz en AR pero parece tener lugar en EA, así como los monoclonales contra IL-12 e IL-23. Belimumab es un anticuerpo monoclonal IgG1 contra activador de linfocitos B, disminuye anti-dsDNA, aumenta complemento, disminuye proteinuria y tasa de recaídas en lupus eritematoso sistémico; ya ha sido aprobado por la FDA y en nuestro país. Lectura recomendada Baraliakos X, Davis J, Tsuji W, Braun J. Magnetic resonance imaging examinations of the spine in patients with ankylosing spondylitis before and after therapy with the tumor necrosis factor alpha receptor fusion protein etanercept. Arthritis Rheum. 2005;52:1216. Bergman GJ, Hochberg MC, Boers M, Wintfeld N, Kielhorn A, Jansen JP. Indirect comparison of tocilizumab and other biologic agents in patients with rheumatoid arthritis and inadequate response to disease-modifying antirheumatic drugs. Seminars Arthritis Rheum. 2010;39:425-41 Bongartz T, Sutton AJ, Sweeting MJ, Buchan I, Matteson EL, Montori V. 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Se define la artritis reumatoide (AR) como una enfermedad inflamatoria, sistémica, de etiología desconocida, crónica, usualmente progresiva, caracterizada por afección y proliferación de la membrana sinovial, bilateral, simétrica que produce daño irreversible de las estructuras articulares y periarticulares y también manifestaciones extraarticulares. La AR es de curso variable en donde el objetivo del tratamiento está encaminado a la reducción de la inflamación, aliviar la intensidad de los síntomas y evitar la destrucción articular que por sí es irreversible y como consecuencia evitar la discapacidad. La AR se clasifica de acuerdo con la edad, el tiempo de evolución, la presencia del Epidemiología Se estima que la artritis reumatoide afecta entre 0.5 y 2% de la población general mundial. La prevalencia en México es de 0.3% (0.1 a 0.6). No hay evidencias que indiquen la influencia de factores como la etnicidad o el área geográfica en la frecuencia de la artritis reumatoide en la población general; sin embargo, la enfermedad es más frecuente en ciertas familias y en individuos portadores del HLA-DR4. La AR predomina en el sexo femenino (3 a 4 mujeres por cada hombre) y aunque Cuadro 18.1. Criterios actualizados para la clasificación del estado funcional en la artritis reumatoide (American College of Rheumatology)* Clase I El paciente es absolutamente capaz de realizar todas las actividades habituales de la vida diaria (cuidado personal, profesión, entretenimiento) Clase II El paciente es capaz de realizar las actividades habituales de su cuidado personal y profesionales, pero está limitado en las actividades de entretenimiento Clase III El paciente es capaz de realizar las actividades usuales de su cuidado personal, pero está limitado en las actividades profesionales y de entretenimiento Clase IV El paciente tiene limitada su capacidad para realizar las actividades usuales de su cuidado personal, profesionales y de entretenimiento * Hochberg MC, Chang RW, Dwosh I, et al. Artritis Rheum. 1992;498-502. 221 222 Introducción a la Reumatología Cuadro 18.2. Aspectos radiográficos de la artritis reumatoide* Aumento del volumen y la densidad de las partes blandas periarticulares Osteopenia yuxtaarticular Disminución del espacio articular Erosiones en los márgenes de la superficie articular Erosiones en la superficie articular Quistes y erosiones subcondrales Destrucción y anquilosis ósea. * Aunque la mayoría de estas alteraciones se presenta en forma secuencial, el estadio radiográfico final de las articulaciones afectadas varía de región a región. la edad de presentación más frecuente se encuentra entre los 25 y 45 años, la enfermedad puede iniciar en la infancia o en la tercera edad. Etiopatogenia La AR es de etiología hasta ahora no conocida y de patogenia multifactorial puesto que están involucrados fenómenos autoinmunes, genéticos y ambientales. En relación con los factores genéticos se ha asociado con el antígeno de histocompatibilidad DR4 (HLA-DR4) especialmente al epítopo DRB01*04. Con respecto a los factores ambientales se ha implicado a diversos tipos de virus en la patogenia de la enfermedad. La asociación de la AR con el HLADRB1 parece tener interacción de esta molécula con el receptor de células T. La interacción de linfocitos T CD4 y células del endotelio venular está relacionada con la producción de citocinas y moléculas de adhesión entre las que se encuentran selectinas, las integrinas b1 y b, ICAM y CD44. Adicionalmente, moléculas como las prostaglandinas, el interferón gamma (IFN-γ), la interleucina 2 (IL-2) y el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α) intervienen en la aparición y perpetuación de la inflamación en la membrana sinovial. La presencia de fac- tor reumatoide y otros anticuerpos refleja un fenómeno paralelo de activación policlonal de células B. La destrucción de las articulaciones parece estar mediada por sustancias proinflamatorias, principalmente las producidas por neutrófilos, fibroblastos sinoviales y fagocitos. Las enzimas más importantes son metaloproteinasas y otras proteinasas que degradan la colágena y los proteoglicanos del cartílago articular. Patología En las etapas iníciales se observa edema en la pared de los vasos sanguíneos, oclusión de la luz de los mismos, proliferación de las células sinoviales superficiales, específicamente sinoviocitos tipos A y B, edema intersticial y exudado de fibrina. La infiltración celular inicial está constituida por linfocitos T que tienden a formar nódulos e inclusive folículos linfoides con centros germinales en los que también se encuentran células plasmáticas y células gigantes en la etapa tardía. Tanto los vasos sanguíneos como los fibroblastos y las células sinoviales proliferan en forma intensa y la membrana sinovial se hipertrofia y prolifera invadiendo y destruyendo los tejidos vecinos. El aspecto de los nódulos reumatoides en cualquiera de los sitios estudiados muestra un aspecto granulomatoso con necrosis fibrinoide multicéntrica rodeada por células en empalizada. En algunos sitios se puede encontrar vasculitis de mediano o pequeño calibre. Cuadro clínico El cuadro clínico varía de acuerdo con el tiempo de evolución. En etapas tempranas ocurren las manifestaciones provocadas por la inflamación y en etapas tardías no sólo a la inflamación (Figura 18.1), sino que se agregan los síntomas relacionados con las secuelas (Figura 18.2). Artritis reumatoide del adulto La inflamación de la sinovia en la fase aguda es responsable del dolor, la rigidez y la disminución de la capacidad funcional al igual que el aumento de la cantidad de líquido sinovial dentro de la articulación, añadiendo aumento de volumen por hidrartrosis. La fase crónica se caracteriza por la recurrencia de episodios similares y especialmente por síntomas y signos que resultan de las alteraciones estructurales de la articulación por afección del cartílago, el hueso, los ligamentos, los tendones, las bursas y la cápsula articular. 223 Figura 18.1. Artritis reumatoide (AR) de inicio temprano, menos de 6 meses. Síntomas y signos Comprenden aquellos que reflejan la actividad inflamatoria, predominantemente dolor y el daño articular y sus secuelas. El proceso inflamatorio es de curso variable, se caracteriza por exacerbaciones y remisiones. El inicio de la inflamación puede ser muy agudo con afectación poliarticular en 75% o subagudo con presentación que puede ir de monoarticular a oligoarticular y de curso aditivo e insidioso con un número creciente de articulaciones afectadas hasta llegar a la forma clásica conocida como bilateral y simétrica en un periodo que puede ir de algunas semanas a meses. Un síntoma importante que acompaña al conjunto de signos y síntomas es la rigidez articular matutina subjetiva (que percibe el paciente) de duración variable, generalmente fugaz y hasta de varias horas. La AR puede afectar cualquier articulación sinovial. Al inicio, las articulaciones más frecuentemente afectadas son las interfalángicas proximales (IFP) de las manos, las metacarpofalángicas (MCF), las muñecas (Figura 18.3) y de las extremidades pélvicas las metatarsofalángicas (MTF) y con menor frecuencia los hombros y las rodillas. La exploración física revela hipersensibilidad al presionar las articulaciones afectadas con dolor al moverlas, aumento de volumen fluctuante acompañado de au- Figura 18.2. AR tardía, cambios estructurales irreversibles. Figura 18.3. Inflamación carpiana metacarpofalángica e interfalángica proximal. mento de la temperatura, disminución de la movilidad articular, hipotrofia muscular y disminución de la fuerza muscular. En las vainas tendinosas y otras estructuras periarticulares se pueden detectar nódulos de tamaño y duración variables. 224 Introducción a la Reumatología Figura 18.4. Cambios estructurales que condicionaron los dedos en cuello de cisne. Figura 18.5. Cambios estructurales que condicionan los dedos en botonero. La inflamación crónica acompañada de proliferación de la membrana sinovial produce alteraciones estructurales que contribuyen a la persistencia del dolor, al aumento de volumen e incapacidad funcional. La afección de las estructuras articulares produce diversos grados de inmovilidad articular. La afección de ligamentos y tendones afecta la alineación y la movilidad articular. Las deformaciones más características están constituidas por contracturas en los codos por flexión, desviación cubital del eje de los metacarpianos y en las IFP de las manos: dedos en cuello de cisne (Figura 18.4) o en botonero (Figura 18.5) debido a la afección de los ligamentos y tendones de las falanges; las coxofemorales, las rodillas condicionando geno valgo; en los pies hallux valgus, imbricación y contractura en flexión de los dedos y caída de los arcos tanto el longitudinal como el transverso (Figura 18.6). Además del dolor e inflamación, el aspecto de mayor trascendencia en la AR se refiere a la reducción progresiva de la capacidad funcional (ver el Cuadro 18.1). Las repercusiones psicológicas, familiares, educativas, laborales y sociales de la AR son de suma importancia. Las repercusiones alcanzan el ámbito social y económico dando como consecuencia que el enfermo tiene que depender en mayor o menor grado de otras personas. Manifestaciones extraarticulares Como ya se mencionó, la AR es una enfermedad sistémica, por lo tanto, diversos órganos y sistemas sufren de las consecuencias del proceso inflamatorio y proliferativo vascular y perivascular que la caracteriza. Generales Figura 18.6. Daños en los pies con cambios en la alineación, provocando entre otros hallazgos hallux valgus. Las manifestaciones generales más frecuentes son la fatiga, pérdida de peso y ocasionalmente fiebre. En la mayoría de los casos estas alteraciones se asocian con episodios Artritis reumatoide del adulto 225 de actividad inflamatoria articular o en las manifestaciones extraarticulares. otros, sólo produce sequedad de las mucosas conjuntival, oral, respiratoria alta y vaginal. Musculoesqueléticas Hematológicas y linfáticas Además de la artropatía, la afección musculoesquelética en pacientes con AR incluye osteoporosis regional (yuxtaarticular) y generalizada, tenosinovitis, mialgias, debilidad muscular y en raras ocasiones miositis. La anemia, especialmente normocítica normocrómica (de las enfermedades crónicas) o hipocrómica es un hallazgo frecuente de origen central al que se le atribuye la deficiencia de hierro o por pérdida sanguínea. La trombocitosis (reactiva) es un hallazgo frecuente en las etapas de actividad. En casos con afección generalizada importante se puede encontrar crecimiento ganglionar y esplenomegalia. Cutáneas La piel se torna frágil y seca y en los sitios de presión o fricción constante aparecen nódulos subcutáneos de duración y tamaño variables (Figura 18.7). Puede haber vasculitis cutánea tipo púrpura o úlceras necróticas en las extremidades inferiores, esta vasculitis involucra vasos de pequeño y mediano calibre. Glándulas exocrinas y mucosas En las glándulas exocrinas, principalmente las parótidas, las lagrimales y las glándulas mucosas y serosas de las vías respiratorias altas y del cuello uterino ocurre un proceso inflamatorio crónico que da lugar a fibrosis glandular y en consecuencia una reducción marcada de la cantidad y calidad de sus secreciones. En algunos casos la inflamación produce dolor y aumento de volumen de la glándula afectada, por ejemplo parotiditis; en Figura 18.7. Nódulo reumatoide. Oftalmológicas El enrojecimiento de la capa más superficial del ojo (escleritis) [Figura 18.8] y el adelgazamiento de la esclera (escleromalacia) constituyen las manifestaciones oculares más graves en la artritis reumatoide. En casos extremos, la esclera se perfora (queratomalacia perforante) de tal forma que la función ocular se pone en grave peligro. La sequedad de la mucosa conjuntival por queratoconjuntivitis seca induce úlceras corneales. Pulmonares El pulmón de los enfermos con AR se puede afectar de diversas formas. La fibrosis pulmonar, que en muchos pacientes es Figura 18.8. Escleritis, una de las manifestaciones oculares más frecuentes. 226 Introducción a la Reumatología una alteración de tipo subclínico, es una de las manifestaciones más importantes de la AR ya que constituye uno de los factores que contribuyen a la mortalidad por esta enfermedad. Uno de los datos característicos en enfermos con fibrosis pulmonar de larga evolución es la imagen radiográfica en panal de abeja, igualmente importantes pero menos frecuentes son la bronquiolitis reumatoide y la neumonitis intersticial. En algunos enfermos se pueden encontrar nódulos reumatoides en el parénquima y en la pleura; los primeros aparecen como nódulos solitarios o múltiples y los segundos como parte de pleuritis. Con respecto a la afección de la pleura, es posible observar el engrosamiento progresivo de esta estructura en forma independiente a la aparición de derrame con reducción progresiva de la capacidad vital pulmonar. Cardiacas Las alteraciones cardiacas de mayor importancia, aunque poco frecuentes, son valvulares y vasculares. Con respecto a las primeras, las válvulas que se afectan con mayor frecuencia son la mitral y la aórtica en donde además de nódulos reumatoides se puede desarrollar un proceso inflamatorio y fibrosante crónico que produce alteraciones funcionales subclínicas y clínicas de intensidad variable. La vasculitis coronaria es un evento raro en la artritis reumatoide pero la afección por aterosclerosis es frecuente. Al igual que la afección pulmonar, la cardiaca acorta la supervivencia del paciente con artritis reumatoide. Neurológicas La afección del sistema nervioso tiene dos modalidades principales: la compresiva y la no compresiva. Los síndromes que resultan de la compresión de estructuras que forman el sistema nervioso central o periférico encontradas con mayor frecuencia son la com- presión medular cervical por subluxación o luxación atlantoaxoidea y la compresión del nervio mediano en el túnel del carpo. La primera suele ocurrir en forma silenciosa a lo largo de años antes de producir síntomas y signos de compresión o sección medular y en algunos casos la muerte por daño directo al bulbo raquídeo. El síndrome de túnel del carpo puede ser una manifestación altamente incapacitante en una o ambas manos. La neuropatía periférica no compresiva se presenta como polineuritis, mononeuritis simple o mononeuritis múltiple y resulta de procesos vasculares y neurológicos periféricos. Las manifestaciones clínicas de la mayoría de este tipo de manifestaciones son sensitivas, motoras o mixtas. Renales La afección renal por AR es rara aunque en algunos casos se puede encontrar microalbuminuria y/o microhematuria en forma intermitente. En general, la afección del riñón en estos pacientes indica la posibilidad de eventos adversos por medicamentos. Síndromes específicos en pacientes con artritis reumatoide La combinación de artritis reumatoide con algunas de las manifestaciones extraarticulares mencionadas conforma una serie de síndromes caracterizados por datos clínicos y/o de laboratorio. Los más importantes son el síndrome de Sjögren, el síndrome de Felty y el síndrome de Caplan. En la AR, el síndrome de Sjögren se considera una condición secundaria caracterizada por la coincidencia de la propia artritis reumatoide, queratoconjuntivitis seca y xerostomía. El síndrome de Felty consiste en la coincidencia de AR, esplenomegalia y leucopenia a expensas de los neutrófilos. Es raro y casi siempre ocurre en enfermos con AR grave complicada con vasculitis y úlceras vasculares en las extremidades inferiores. Artritis reumatoide del adulto El síndrome de Caplan es extremadamente raro en la actualidad; es la coincidencia de AR, nódulos reumatoides pulmonares y neumoconiosis descritas originalmente en trabajadores en minas de carbón. La amiloidosis es una situación rara que puede producir alteraciones principalmente renales aunque puede afectar a otros sistemas. Está relacionada con la actividad y la cronicidad de la enfermedad. Los pacientes con AR y amiloidosis tienen proteinuria de intensidad variable y frecuentemente insuficiencia renal. Radiología e imagenología El daño articular secundario por la inflamación crónica de la AR puede valorarse con la medición del deterioro radiográfico que se asocia con el grado de actividad de la inflamación y la gravedad en un periodo específico durante su curso. El deterioro radiográfico se asocia con discapacidad y reducción de la calidad de vida en la mayoría de los pacientes (Figuras 18.9 y 18.10). El estudio radiográfico de las articulaciones afectadas en pacientes con artritis reumatoide es fundamental en los procesos no sólo para confirmación del diagnóstico y clasificación sino especialmente para la evaluación del curso de la enfermedad. Figura 18-9. Cambios radiográficos en AR de inicio reciente. 227 Los estudios radiográficos de mayor utilidad diagnóstica son los de las manos y los pies; los estudios radiográficos subsecuentes tienen por objeto la evaluación detallada de algunas articulaciones. Para la valoración radiográfica del daño articular en la AR se han diseñado diferentes métodos de medición. Los más empleados son: el método de Sharp modificado por Van der Heidje, Steinbrocker, Larsen y Larsen modificado. El método de Sharp modificado por Van der Heidje (SHS) es considerado el estándar de oro. Evalúa 16 áreas en forma politómica de 0 a 5 las erosiones, obteniendo puntaje máximo de 160 en las manos y 120 en los pies, y además, de 0 a 4, la disminución del espacio articular (incluidas subluxación y anquilosis) en 15 áreas, con puntaje máximo en las manos de 120 y 48 en los pies. Existe otro método simplificado, del SHS, el SENS (Simplified Erosion Narrowing Score). El método SENS requiere menos tiempo (7 min) en contraste con SHS (20 min) y es más fácil al calificar en forma dicotómica la ausencia o presencia de erosiones y disminución del espacio articular en las mismas articulaciones que el SHS. Evalúa erosiones en 32 áreas de las manos y 12 en los pies (total de 44), además de la disminución del espacio articular en 30 áreas de las manos y 12 en los pies (total de 42). Figura 18-10. Cambios radiográficos avanzados. 228 Introducción a la Reumatología La presencia de erosiones, independientemente de su número o tamaño, se puntea 1 por zona, igual que la disminución del espacio articular por cada zona, dando un puntaje máximo de 86. Estos métodos han sido validados comparativamente y su confiabilidad es similar para la detección del deterioro radiográfico por encima del cambio mínimo detectable. El método SHS muestra 4.98 (1.1% posible máximo) y el método SENS 2.28 (3.5% posible máximo). El método de SHS muestra una sensibilidad de 88.7% y especificidad de 97.3%. En el SENS la sensibilidad es de 45% y la especificidad de 81.5%. La validación del coeficiente kappa entre métodos, ha sido informada ser de 0.58 a 0.66 lo que indica que el mejor de estos métodos es el SHS. Ambos métodos presentan como debilidades el requerir evaluadores entrenados y fiables. El sistema de consensos con base en la experiencia adquirida facilita los esfuerzos empleados para definir y medir cada vez mejor y de forma sencilla los resultados para estadificar objetivamente el estado lesional de la artritis reumatoide y así permitir la aplicación de medidas oportunas evitándose el daño irreversible y la discapacidad. El aspecto radiográfico de la AR depende del tiempo de evolución y de la gravedad de la enfermedad (ver el Cuadro 18.2). En las etapas tempranas, el aumento de volumen por sinovitis y líquido sinovial confiere un aspecto fusiforme a las articulaciones lo que a menudo se acompaña de osteopenia yuxtaarticular. En estas etapas las radiografías simples tienen baja sensibilidad, lo que se ha usado con mejor éxito de detección de la inflamación son técnicas de imagen como la ultrasonografía y la resonancia magnética. La persistencia de la inflamación y la proliferación sinovial producen erosiones marginales que se extienden a la superficie articular, quistes y erosiones subcondrales y en algunas articulaciones proliferación osteocartilaginosa por osteoartrosis secundaria. En algunos casos se pueden observar imágenes que corresponden a quistes sinoviales periarticulares y tendinosos. Las imágenes de otra naturaleza están indicadas con fundamento clínico en casos específicos. Tomografía computada o resonancia magnética nuclear tienen también indicaciones particulares. Otros procedimientos de imagenología son artrografía, ultrasonografía, tomografía y resonancia magnética. Lo mismo ocurre con la artroscopia. Estudios de laboratorio En la evaluación inicial es recomendable solicitar estudios para confirmar y clasificar el caso, por otro lado evaluar la existencia y cuantificar la actividad inflamatoria, además el estado general para el conocimiento integral del problema de salud y como apoyo a la administración de medicamentos. En ciertos casos se pueden necesitar estudios para descartar enfermedades con manifestaciones parecidas a la AR en su etapa inicial, por ejemplo lupus eritematoso sistémico y otras enfermedades del tejido conectivo, enfermedades infecciosas y neoplásicas. Las alteraciones más frecuentes en las pruebas de laboratorio relacionadas con la actividad de la enfermedad son anemia normocítica normocrómica o hipocrómica, trombocitosis y aumento de la concentración de proteína C reactiva y de la velocidad de sedimentación globular, el factor reumatoide y los anticuerpos antipéptidos cíclicos citrulinados (anti-CCP). Estos anticuerpos son altamente específicos para la AR y poseen valor de predicción para ésta según se ha informado sobre su detección algunos años antes del inicio de la enfermedad, además están asociados con erosión ósea, una evolución agresiva de la enfermedad. La AR se puede dividir en anti-CCP negativos y anti-CCP positivos; este último se ha asociado a tabaquismo y con el HLA-DRB1. Estos alelos han sido descritos como factores de riesgo para el desarrollo de la AR. Artritis reumatoide del adulto De igual forma algunos exámenes de laboratorio ayudan para monitorear los efectos de los medicamentos; son causa, por ejemplo, de anemia megaloblástica por deficiencia de folatos por metotrexato; leucopenia, granulocitopenia y trombocitopenia, especialmente por citotóxicos; elevación transitoria o permanente de enzimas hepáticas y retención de azoados o disminución de la función renal; hiperglucemia y trastornos hidroelectrolíticos (en particular por glucocorticoides) y sangre oculta o macroscópica en las heces por lesión del tubo digestivo inducidos por los antiinflamatorios no esteroides. Se debe tener en cuenta, como evento adverso, la formación de autoanticuerpos como los antinucleares con algunos productos biológicos, principalmente los anti TNF-α y en esos casos es recomendable este estudio. Diagnóstico El reconocimiento de la AR y su diagnóstico definitivo pueden representar un problema importante en pacientes cuyos signos y síntomas tienen una evolución menor de seis meses (AR temprana) y en pacientes con manifestaciones extraarticulares más notorias que la artropatía. En estos casos, el diagnóstico diferencial incluye una gran variedad de situaciones clínicas y la observación del enfermo por periodos de duración variable. El elemento fundamental para el reconocimiento de la AR está constituido por poliartritis persistente a lo largo de varias semanas de evolución, sobre todo si afecta las articulaciones pequeñas de las manos con distribución bilateral y si se acompaña de rigidez articular matutina. La clasificación correcta del caso se fundamenta en la presencia de una serie de parámetros que abarcan aspectos clínicos, radiográficos y de laboratorio (Cuadro 18.3). Recientemente se han añadido los anti-CCP en los 229 criterios ACR 2010 (Cuadro 18.4). Fueron desarrollados para aplicarse en pacientes nuevos con enfermedad indiferenciada incluso, ayudan a identificar a los pacientes con riesgo de enfermedad erosiva, además sirven como base para iniciar el tratamiento modificador de la enfermedad en etapas tempranas y no excluyen a los pacientes tardíos en el curso de la enfermedad. El único parámetro de laboratorio que se incluye en los criterios hasta ahora vigentes es el factor reumatoide (FR). Sin embargo, vale la pena aclarar que el FR es un parámetro que puede apoyar el diagnóstico pero no es una prueba definitiva. Alrededor de 80% de los pacientes como auxiliar, su presencia implica un parámetro más de diagnóstico: 70 a 80% de los pacientes con artritis reumatoide tiene factor reumatoide, 20% no lo posee; por otro lado 5% de la población general tiene esta prueba positiva sin tener la enfermedad. Diagnóstico diferencial El diagnóstico de AR en los primeros meses de evolución puede ser muy difícil, en especial porque la inflamación no es característica y no se cuenta con otros parámetros. En esta etapa resulta difícil diferenciar la enfermedad de cuadros transitorios de dolor y/o inflamación articular como los que ocurren en pacientes con infecciones virales (p. ej., infección por parvovirus) o en pacientes con neoplasias en su etapa inicial (p. ej., mieloma múltiple, leucemia, cáncer de mama). En estos casos es necesario dar seguimiento a lo largo de varias semanas o meses antes de establecer el diagnóstico definitivo. Un segundo problema es la presentación mono- u oligoartritis o en su defecto la poliartritis asimétrica ya que el patrón puede sugerir gota, artritis séptica, y la artropatía de las espondiloartritis (artritis reactiva, las asociadas con enfermedad inflamatoria intestinal crónica, artritis psoriásica y la espondilitis anquilosante). La artritis séptica 230 Introducción a la Reumatología Cuadro 18.3. Criterios revisados en 1987 para la clasificación de la artritis reumatoide* Criterio Definición 1. Rigidez matutina Rigidez matutina y en las articulaciones y alrededor de ellas por lo menos de una hora de duración antes de la mejoría máxima 2. Artritis de tres o más articulaciones Al menos tres áreas articulares deben tener simultáneamente hinchazón de tejidos blandos o derrame (no sólo crecimiento óseo), observado por un médico. Las 14 áreas articulares posibles son: interfalángicas proximales (IFP), metacarpofalángicas (MCF), muñecas, codos, rodillas, tobillos, y metatarsofalángicas (MTF), derechas e izquierdas 3. Artritis de las articulaciones de las manos Al menos un área articular inflamada, según se describe antes de la muñeca, MCF o IFP proximal 4. Artritis simétrica Afección simultánea de las mismas áreas articulares (como en el criterio 2) en ambos lados del cuerpo (el trastorno bilateral de IFP, MCF y MTF es aceptable sin absoluta simetría) 5. Nódulos reumatoides Nódulos subcutáneos sobre las prominencias óseas, superficies extensoras o regiones yuxtaarticulares, observadas por un médico 6. Factor reumatoide en el suero Demostración de cantidades anormales de “factor reumatoide” en el suero por un método que sea positivo en menos de 5% de la población de controles normales 7. Cambios radiológicos Cambios radiológicos típicos de artritis reumatoide en la radiografía PA de manos y muñecas, los cuales deben de incluir erosiones u osteopenia inequívoca localizada o más acentuada en zonas adyacentes a las articulaciones afectadas (los cambios de osteoartritis no califican) Para clasificar a un enfermo es necesario que satisfaga por lo menos cuatro de los siete parámetros y, por otro lado, que la duración de los criterios 1 al 4 (“rigidez matutina”, “artritis de tres o más áreas articulares”, “artritis de las articulaciones de las manos” y “artritis simétrica”) sea de por lo menos seis semanas. * Arnett FC, Edworthy SM, Bloch DA, et al. Arthritis Rheum. 1988;31:315-24. produce alteraciones clínicas y radiográficas significativas en un tiempo muy corto. La artritis psoriásica y las espondiloartritis se suelen acompañar de manifestaciones extraarticulares como psoriasis cutánea o ungueal, entesopatía, lumbalgia y dactilitis. El tercer problema son las manifestaciones extraarticulares. El uso de medicamentos, por ejemplo antidepresivos y antihipertensivos puede producir sequedad de las mucosas; los antiinflamatorios/analgésicos y ciertos medicamentos modificadores del curso de la enfermedad pueden producir eritema fijo, alteraciones hepáticas y en el examen general de orina y las pruebas de función renal; los glucocorticoides generan osteoporosis; el MTX puede producir neumonitis intersticial. El síndrome de Sjögren primario, el lupus eritematoso sistémico y la enfermedad mixta del tejido conjuntivo pueden inducir cualquiera de las manifestaciones extraarticulares vistas en la AR y además una artropatía con características parecidas a ésta en las etapas recientes de la enfermedad. Diagnóstico temprano La AR temprana es considerada cuando tiene menos de 6 meses y la AR establecida cuando tiene ≥ 6 meses. Algunos decenios atrás se ha investigado la importancia del Artritis reumatoide del adulto 231 Cuadro 18.4. Criterios de clasificación de artritis reumatoide 2010 Población objetivo 1) Tengan al menos una articulación con sinovitis definida (inflamación) 2) Con sinovitis que no se explique mejor por otra enfermedad Criterios de clasificación para la AR (algoritmo basado en puntuación: sumar las puntuaciones de las categorías A a D: se necesita una puntuación de > 6/10 para clasificar a un paciente como persona con AR definida A. Afección articular 1 articulación grande 0 2 a 10 articulaciones grandes 1 1 a 3 articulaciones pequeñas (con o sin afección de articulaciones grandes) 2 4 a 10 articulaciones pequeñas (con o sin afección de articulaciones grandes) 3 > 10 articulaciones (al menos una articulación pequeña) 5 B. Serología (se necesita al menos un resultado para la clasificación) FR negativo y anti-CCP negativos 0 FR positivo bajo o anti-CCP bajo 2 FR positivo alto o anti-CCP alto 3 C. Reactantes de fase aguda (se necesita al menos un resultado para la clasificación PCR normal y VSG normal 0 PCR anormal o VSG anormal 1 D. Duración de los síntomas < 6 semanas 0 ≥ 6 semanas 1 FR, factor reumatoide; anti-CCP, antipéptido cíclico citrulinado; PCR, proteína C reactiva; VSG, velocidad de sedimentación globular. Fuente: Arthritis Rheum. 2010;62:2569–81. diagnóstico temprano de la AR que permite iniciar tratamiento inmediato al diagnóstico y conduce al mejor pronóstico. Los enfermos tratados con medicamentos modificadores de la enfermedad desde los primeros seis meses de evolución de la AR ofrecen un riesgo menor de desarrollo de erosiones y alteraciones radiográficas representativas de daño articular irreversible y la discapacidad consecuente. En la actualidad es válida la recomendación de iniciar tratamiento no sólo sintomático sino modificador de la enfermedad en el momento mismo de la certeza del diagnóstico de la AR. Es tal la trascendencia de identificar y tratar temprano la AR desde su inicio, que se ha incluido el Capítulo 19 sobre este particular problema. Evaluación de la actividad de la enfermedad La actividad y evolución de la enfermedad son fluctuantes y por eso es importante el monitoreo obligatoriamente continuo empleando instrumentos apropiados y validados que permitan la aplicación de conductas terapéuticas eficientes y seguras. 232 Introducción a la Reumatología Existen diversos instrumentos de medición que permiten establecer el estado de actividad y lesional de la AR y monitorear también la respuesta al esquema terapéutico instituido. Los criterios de mejoría del American College of Rheumatology (ACR) están basados en un grupo de siete rubros de evaluación: número de articulaciones dolorosas e inflamadas, evaluaciónes globales por parte de paciente y médico, de la capacidad funcional por parte del paciente y del médico, del dolor y estado global también por parte del paciente y del médico, y DAS (Disease Activity Score) que son los instrumentos más empleados. El método del ACR es manejado por el porcentaje que se modifica con la intervención terapéutica. Y así, ACR 20 = mejoría de al menos 20% en la cuenta articular, dolorosa e inflamada y al menos tres de cinco de la medidas adicionales; ACR 50/70 = lo mencionado pero la mejoría debiera ser de 50 y 70%, respectivamente (Cuadro 18.5). Existen otros índices menos utilizados pero no menos importantes pues al igual que los otros han seguido el protocolo de validación como el RADAI que utiliza 5 rubros y se mide con una escala de 0 a 10; SDAI y CDAI que manejan escalas de medición de ≤ 3.3 a ≥ 7 y de ≤ 2.8 a ≥ 6.5, respectivamente. El índice DAS combina la información relacionada con el número de articulaciones dolorosas e inflamadas, además de la medición del estado general de salud y los reactantes de fase aguda. El DAS 28 está basado en la cuenta de 28 articulaciones dolorosas e inflamadas, con un marcador (score) de 0 a 94 y es usado para evaluar objetivamente la respuesta al tratamiento del paciente con AR. Un nivel absoluto de buena respuesta para la actividad de la enfermedad es de ≤ 3.2 definido como el umbral de baja actividad y < 2.6 el umbral para la remisión. Alternativamente la European League Against Rheumatism (EULAR) combina los criterios de respuesta de DAS 28 con el tiempo de evaluación con el cambio en DAS 28 entre dos puntos del tiempo y habilita su uso para definir mejoría o respuesta al tratamiento. El DAS 28 combinado con la velocidad de sedimentación globular (DAS 28 VSG) ha sido ampliamente validado para su uso en los estudios clínicos en combinación con los criterios EULAR. Recientemente se ha propuesto, desarrollado y validado una fórmula alternativa combinando DAS 28 con proteína C reactiva contra progresión radiográfica y función física, demostrando tener mejor respuesta que el DAS 28 VSG. Es de suma importancia hacer contraste con los reactantes de fase aguda, los más utilizados son la velocidad de sedimentación globular y la proteína C reactiva, aunque también existen otros parámetros, menos específicos, relacionados con la actividad de la enfermedad. Cuadro 18.5. Criterios de respuesta de la Organización Mundial de la Salud y de la Liga Internacional contra el Reumatismo (WHO/ILAR) 1. > 20% de mejoría de las articulaciones hinchadas 2. > 20% de mejoría de las articulaciones dolorosas a la presión > 5 si la cuenta es entre 16 y 20. I. > 20% de mejoría por lo menos en dos de los tres parámetros siguientes: II. evaluación global de la actividad de la enfermedad por el paciente o por el médico III. dolor IV. velocidad de sedimentación globular Artritis reumatoide del adulto Tratamiento La meta del tratamiento de los diversos medios medicamentosos y no farmacológicos bien puede resumirse indicando que descansa en la AR en tres pilares: la terapéutica sintomática (inflamación, dolor, contractura muscular, esfera afectiva), los medios especiales e incluso especializados (información al paciente, fisioterapia, rehabilitación, adaptación ocupacional, ortopedia, cirugía) y los específicos orientados a la etiología o la patogenia o bien con indicaciones y objetivos particulares dependientes de la enfermedad en cada paciente. Cuántas veces ocurre mutua frustración cuando el médico supone que en la entrevista él es quien sabe cómo abordar el problema de salud cuando en realidad hay dos expertos: sin duda el médico, que conoce la enfermedad y además el paciente, puesto que vive con el problema; esto se menciona a propósito de la conveniencia de individualizar el tratamiento, siempre aplicable. La intercomunicación médico-paciente es esencial; el enfermo bien informado e identificado con el médico contribuye al apego y logro de objetivos del tratamiento, sobre todo cuando es a largo plazo. El manejo de la AR ha tenido avances muy importantes en los últimos años. Recientemente se han publicado diversas guías internacinales incluyendo las guías mexicanas, adaptando las nuevas terapias 233 con avanzado desarrollo de metodología para su evolución. En la AR, el tratamiento sintomático se hace mientras se tiene la certeza del diagnóstico pero una vez logrado, se añade tratamiento tan agresivo como la enfermedad que bien ha sido calificada como grave porque, aunque se conoce la posible evolución y los factores de riesgo, difícilmente puede definirse de forma individual el futuro de un paciente en particular. Lograr la inactividad o la remisión de la AR (puesto que pocas veces desaparece la enfermedad) es el ideal para mantener la estructura articular en las mejores condiciones sin mayor afección estructural, lo cual está demostrado que ocurre con los farmacos antirreumáticos modificadores de enfermedad (FARME), demostrado con su empleo temprano. El tratamiento temprano y agresivo reduce e impide el progreso sintomático y del daño estructural articular y funcional culpables del deterioro físico y funcional. Los criterios de remisión clínica se anotan en el Cuadro 18.6 y su objetivo es uniformar el concepto de remisión. Éstos tienen la intención de definir tanto la remisión espontánea como la inducida por el tratamiento medicamentoso y no medicamentoso. Se les califica como clínicos porque no pretenden definir la ausencia total de inflamación articular o extraarticular y de la actividad inmunológica. Cuadro 18.6. Debe cumplirse con 5 o más de los criterios y deben ser persistentes durante por lo menos dos meses consecutivos 1. Rigidez subjetiva matutina: no debe existir o durar más de 15 min 2. Ausencia de astenia y fatiga 3. Ausencia de artralgias 4. Ausencia de dolorimiento o dolor articular al movimiento 5. Ausencia de inflamación en tejidos blandos articulares o vainas tendinosas 6. VSG y PCR normales Fuente: adaptado de Pinals RS, et al. Arthritis Rheum. 1981;24:1308-15. 234 Introducción a la Reumatología Tratamiento sintomático Habrá de utilizarse en todos los casos con las variantes propias de cada paciente. El beneficio es dar bienestar y capacidad funcional al paciente mientras se logra influir sobre la actividad de la enfermedad; en ocasiones se requieren a largo plazo y en una u otra circunstancias, mejorar la calidad de vida del paciente. Tanto el médico como el paciente deben saber que no es la única solución para el control de la enfermedad, que el tratamiento sintomático tiene limitaciones. Antiinflamatorios no esteroides Son los medicamentos más empleados para suprimir inflamación y dolor. Aunque la historia se inicia siglos atrás, fue en la segunda mitad del siglo xx cuando se hizo la investigación y desarrollo del mayor número de compuestos. Su efecto principal es suprimir la síntesis de prostaglandinas al inhibir la ciclooxigenasa que tiene dos isoformas: COX-1 y COX-2. La primera es constitutiva, se expresa en muchos tejidos y su función principal está relacionada con la producción de prostaglandinas con efectos homeostásicos y citoprotectores del tubo digestivo, adhesividad plaquetaria, perfusión glomerular, y endotelio vascular, entre otros. La COX-2 es inducida, en contraste con COX-1 no se encuentra en muchos tejidos y su expresión se induce por estímulos desarrollados por inflamación y procesos proinflamatorios celulares. En relación con sustancias antiinflamatorias, los AINE convencionales tienen ese efecto mediante inhibición de COX-2 (inducible, relacionada con inflamación) y también inhiben COX-1 (constitutiva, con capacidad citoprotectora e influencia homeostásica). En contraste, los inhibidores específicos de COX-2 lo son en menor proporción sobre COX-1, lo que se traduce en disminución evidente de los eventos adversos resultantes de los cambios homeos- tásicos y citoprotectores relacionados con esa isoforma de la COX (tubo digestivo, cardiovasculares, hidroelectrolíticos, plaquetarios). El conocimiento comentado añade, a la eficacia semejante a los AINE tradicionales, un grado mayor de seguridad por eventos adversos de menor proporción e intensidad. Es oportuno mencionar que la selección del antiinflamatorio-analgésico de estos grupos farmacológicos está en manos del médico quien habrá de individualizar el tratamiento sintomático evaluando los factores de riesgo inherentes a cada paciente. Analgésicos La mayoría es un componente obligado del tratamiento sintomático. El manejo farmacológico es esencial. Aunque fueron diseñados para el dolor oncológico, es recomendable seguir las normas de la Organización Mundial de la Salud: el dolor leve habrá de manejarse con analgésicos no opiáceos (p. ej., AINE, parecoxib, ketorolaco, paracetamol); el dolor moderado requiere opiáceos débiles (tramadol, anticonvulsivantes, codeína, dextropropoxifeno, y añadir los ya anotados para el dolor leve); y para el dolor grave se emplean los opiáceos potentes (morfina, hidromorfona, metadona) e incluso añadir adyuvantes (antidepresivos, inhibidores selectivos de serotonina y/o norepinefrina, analgésicos para dolor neuropático). Glucocorticoides Los preparados sintéticos en uso actual son esencialmente antiinflamatorios y su efecto analgésico deriva de esa propiedad. Su efecto es sintomático aunque hay algunas evidencias de que parecería ser modificador de enfermedad (FARME). Administrados en dosis bajas y a largo plazo. No se recomiendan como monoterapia y algunos sugieren su uso añadido a los FARME como apoyo sintomático puesto Artritis reumatoide del adulto que con estos últimos su efecto modificador ocurre generalmente después de algunas semanas. Sin embargo, debe considerarse que es común que la reducción y suspensión del glucocorticoide no es un problema fácil. Por su parte, la aplicación intramuscular e intraarticular tiene su lugar para el control temporal de eventos agudos y problemas locales de sinovitis rebelde Fármacos antirreumáticos modificadores de enfermedad (FARME) Como se ve en los siguientes párrafos, la puerta de entrada de los FARME a la terapéutica ha sido la AR. Por esa razón se da aquí información global que incluye los agentes biológicos, además de la AR. También se les identifica como MARME y otros sinónimos poco empleados (DMARD, disease modifying antirheumatic drugs). Son inductores de remisión, medicamentos antirreumáticos de acción lenta o modificadores de síntomas; son medios terapéuticos que deberán ser manejados por el médico que conozca sus ventajas e inconvenientes para evitar que el beneficio se convierta en daño. Sus indicaciones son la AR, para artritis crónica juvenil, espondilitis anquilosante, artritis psoriásica, lupus eritematoso sistémico, miopatías inflamatorias, nefropatía lúpica, síndrome de Sjögren, vasculitis, granulomatosis de Wegener, escleroderma y en otras entidades en menor proporción. El primero de este grupo terapéutico fue el oro (1929) que en la actualidad está casi en desuso, seguido de los antipalúdicos de los que aún se emplean los sintéticos (fosfato de cloroquina y sulfato de hidroxicloroquina). En 1942 aparece la sulfasalazina (conformada por dos moléculas: sulfapiridina + ácido 5-aminosalicílico). Más tarde aparecieron los glucocorticoides de los que aunque hay evidencias, todavía no hay consenso sobre su propiedad modificadora de enfermedad. Los inmunosupresores se iniciaron en 1950 235 y hasta la fecha se emplean azatioprina y su metabolito activo (6-mercaptopurina), ciclofosfamida, ciclosporina A y el micofenolato de mofetilo (este último se limita a la nefropatía lúpica y al escleroderma). Aparece años después el metotrexato para su empleo en la AR en donde es actualmente el FARME más empleado, se ha convertido en el “estándar de oro” y se aplica también al tratamiento de otras enfermedades reumáticas como las miopatías inflamatorias, la esclerosis sistémica, el lupus eritematoso sistémico, la enfermedad mixta del tejido conjuntivo y algunas vasculitis. Su mecanismo de acción hoy se considera que es la regulación negativa de los trayectos proinflamatorios intracelulares mediante la inhibición de la enzima 5-aminoimidazol4-carboxamidorribonucleico transformilasa. Así como se conoce su utilidad terapéutica, que le ha convertido en el FARME más utilizado, también se han identificado sus eventos adversos: intolerancia gastrointestinal, ulceración bucal, alopecia, anemia megaloblástica y hepatotoxicidad, toxicidad que el médico atiende con el mayor celo y es controlable; un miligramo diario de ácido fólico oral es el preventivo obligado. Son de mencionarse la D-penicilamina oral que poco se emplea en AR y algo más en la esclerosis sistémica, también minociclina y otros derivados de las tetraciclinas que no han merecido la confianza de la mayoría de los reumatólogos. Por su parte, la leflunomida, inhibidor de la síntesis de dehidroorotato deshidrogenasa, bloqueando así la producción de novo de pirimidinas necesarias para la síntesis de DNA en linfocitos activados, es un medicamento diseñado específicamente para la AR, aunque su empleo se ha extendido, entre otras enfermedades, al LES, la granulomatosis de Wegener y la artritis psoriásica. Los agentes biológicos ingresan en el siglo xxi a la terapéutica de AR y las espondiloartritis y casi de inmediato a otras enfermedades reumáticas. Son opciones 236 Introducción a la Reumatología terapéuticas más específicas y potencialmente más efectivas, denominadas así porque tienen una acción particular sobre procesos biológicos participantes en el inicio o perpetuación de la respuesta inflamatoria autoinmune bloqueando la síntesis, expresión o acción de citocinas proinflamatorias y/o sus receptores (TNF-α, IL-6 e IL-1). Y también la acción o activación de ciertas células participantes en el fenómeno autoinmune (linfocitos B y T, células presentadoras de antígenos, señales coestimuladoras que activan linfocitos B y T). Los agentes biológicos se desarrollaron para la AR, se han ampliado a la artritis psoriásica y otras espondiloartritis, lupus eritematoso sistémico y vasculitis sistémicas y están probándose en otros procesos autoinmunes reumáticos y de otra índole como la enfermedad inflamatoria intestinal y la esclerosis múltiple, entre otras Se reservan, en general, para pacientes que no hubieran respondido al metotrexato o a las combinaciones con otros FARME. Sin embargo, la respuesta clínica y estructural, la rapidez de acción, la mejoría funcional y anatómica y la influencia sobre la calidad de vida, ha estimulado la investigación para fundamentar el empleo de estos recursos desde las etapas tempranas de las enfermedades. Las desventajas del empleo de biológicos son el costo derivado de la investigación y desarrollo por ingeniería molecular, algunos eventos adversos por gérmenes oportunistas y la infección tuberculosa. Ese riesgo se ha reducido con el desarrollo de técnicas y conductas preventivas. Los agentes biológicos disponibles y algunas opciones significativas (Cuadro 18.7) son: Anti-TNF-α: infliximab, etarnecept, adalimumab, certolizumab pegol, golimumab. Antirreceptor de IL-1: anakinra (virtualmente en desuso). Anti-IL-6: tocilizumab. Anti-celular T/presentadoras de antígeno: abatacept. Moleculas utilizadas por vía oral antiJak (tofacitinib), éste inhibe preferencialmente la señalización por receptores heterodiméricos asociados con Jak 3 y Jak 1, con selectividad funcional sobre los receptores que la señal a través de pares de Jak 2. Agentes biológicos en desarrollo e investigación en AR y otras enfermedades: antiIL-17, anti-IL-22, anti-CSF-1, y otros más. Casi todos los pacientes con AR son candidatos al tratamiento con FARME. El paciente debe saber que estos medicamentos no tienen efecto analgésico sino que son moderadores de la actividad de la enfermedad, que su efecto sintomático no es inmediato sino que se hace aparente después de semanas y en ocasiones después de dos o más meses, que deben administrarse por un largo plazo, que en ocasiones se requiere más de un medicamento y que existen riesgos que deben vigilarse continuamente. Además del seguimiento clínico, se requieren estudios de laboratorio y radiológicos para cuantificar la actividad de la AR y la tolerancia al o los medicamentos, así como los logros del tratamiento y en cierta forma el pronóstico. Tratamiento quirúrgico El objetivo del tratamiento es reducir e idealmente suprimir la actividad de la AR siguiendo la norma de que mientras haya enfermedad debe haber tratamiento y así lograr que los pacientes evolucionen en condiciones orgánicas y funcionales satisfactorias. Esto depende, claro está, del tratamiento farmacológico y no medicamentoso (medicina física y rehabilitación). Sin embargo, esto no siempre se logra como es deseable y ocurren estados lesionales articulares que requieren cirugía que comprende tres tipos: preventivos (sinovectomía, limpieza articular quirúrgica, cirugía de tendones y ligamentos, osteotomías); correctivos (prótesis parcial o total), y de último recurso (artrodesis como ejemplo típico). Artritis reumatoide del adulto 237 Cuadro 18.7. Nuevos medicamentos para la artritis reumatoide: terapia biológica y molécula oral Agente biológico Acción primaria Ruta de administración Dosis Infliximab Bloquea la acción del TNF-α (aC quimérico) IV 3 mg/kg de peso a las 0, 2 y 6 semanas cada 8 semanas Etanercept Se une al receptor de TNF-α SC 25 mg dos veces a la semana o 50 mg cada semana Adalimumab Bloquea la acción del TNF-α (aC totalmente humanizado) SC 40 mg cada 2 semanas Anakinra Antagonista del receptor de la IL-1 SC 100 mg/día Rituximab Bloqueo de la acción de las células B IV 1 000 mg cada 3 semanas Abatacept Inhibición selectiva de la activación de la células T con una Ig (CTLA4Ig) IV 10 mg/kg de peso Golimumab Bloqueo de TNF-α SC 100 mg cada 4 semanas Certulizumab pegol Bloqueo de TNF-α SC 200 mg cada 2 semanas o 400 mg cada 4 semanas Tocilizumab Inhibidor del receptor de IL-6 IV 8 mg/kg cada 4 semanas Tofacitinib Inhibidor de Jak 1 y Jak 3 VO 5 o 10 mg dos veces al día SC, subcutáneo; IV, intravenoso; VO, vía oral; aC, anticuerpo. La decisión del tratamiento quirúrgico debe ser multidisciplinaria: reumatólogo, cirujano ortopedista, consejo rehabilitador, social y ocupacional. El paciente y la familia deben siempre intervenir en tal decisión. Lectura recomendada Aletaha D, Neogi T, Silman AJ, Funovists J, Felson DT, Bingham CO III, et al. 2010 Rheumatoid arthritis classification criteria: an American College of Rheumatology/European League Against Rheumatism collaborative initiative. Arthritis Rheum. 2010;62:2569-81. Arnett F, Edworthy S, Bloch D, McShane DJ, Fries JF, Cooper NS, et al. The American Rheumatism Association revised criteria for the classification of rheumatoid arthritis. Arthritis Rheum. 1988;31:315-24. Burmester GR, Blanco R, Charles-Schoeman C, Wollenhaupt J, Zerbini C, Benda B, et al. Tofacitinib (CP-690,550) in combination with methotrexate in patients with active rheumatoid arthritis with an inadequate response to tumour necrosis factor inhibitors: a randomized phase 3 trial. Lancet. 2013;381:451-60. Cardiel MH, Diaz-Borjón A, Vazquez del MercadoEspinosa M, et al. Update of the Mexican Col- 19 Artritis reumatoide temprana César F. Pacheco-Tena, Greta Cristina Reyes-Cordero Introducción La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad sistémica, autoinmune, inflamatoria, crónica, y que de no ser controlada puede tener un curso incapacitante por la destrucción articular. La enfermedad afecta de 1 a 2% de la población mundial. Puede causar deformidad articular, disminuir la capacidad funcional y laboral de los pacientes, además de reducir su expectativa de vida entre 8 y 18 años debido principalmente a aterosclerosis acelerada. En los últimos años los conceptos del tratamiento de la AR se han modificado radicalmente. Han evolucionado desde un paradigma centrado en una visión paliativa, sintomática y cauta ante eventos adversos, a una postura de iniciar tratamiento en las etapas más tempranas con escalonamientos de niveles de tratamiento en periodos más cortos. Además, hoy en día se plantea lograr metas específicas a corto plazo en el control de la enfermedad; incluso, dado que punto intermedio exacto no existe, se prefiere tratar de más (bajo vigilancia cercana) que tratar de menos. Los elementos que han modificado los conceptos en el tratamiento de la artritis reumatoide incluyen el reconocimiento de la gravedad de la enfermedad y la afortunada invención y producción de nuevos medicamentos; también a la optimización en el uso de fármacos modificadores de la enfermedad (FARME), a la aparición de la terapia 241 biológica y a la posibilidad real de lograr la remisión de la enfermedad o por lo menos reducir su actividad a un nivel mínimo. Como se ha demostrado en varios estudios, la gravedad de la AR puede mejorarse a largo plazo de manera significativa si se induce el control de la actividad de la enfermedad y este beneficio es más acentuado cuanto más temprano se inicie el tratamiento. De hecho, los primeros tres meses de la enfermedad influyen en el desenlace a 5 años. La excelente respuesta observada a las combinaciones de los FARME sintéticos convencionales (metotrexato, leflunomida, sulfasalazina, hidroxicloroquina, cloroquina) con FARME biológicos (abatacept, adalimumab, certolizumab, etanercept, golimumab, infliximab, rituximab, tocilizumab) o FARME sintéticos dirigidos (tofacitinib, baricitinib), ha generado la inquietud entre algunos investigadores de si un tratamiento en etapas muy tempranas, francamente incipientes, pudiera lograr una remisión más profunda o incluso una modificación más definitiva en el curso de la enfermedad. Esta visión justifica tratar a los pacientes con FARME inmediatamente después del inicio de los síntomas, incluso antes del diagnóstico de certeza. El término que resume esta nueva hipótesis de iniciar tratamiento en etapas tempranas es la llamada “ventana terapéutica” o “ventana de oportunidad”, la cual se refiere a que en etapa muy temprana (y sólo en ésta) la AR despliega un fenotipo particular 242 Introducción a la Reumatología en el cual las alteraciones inmunorregulatorias pueden ser bloqueadas o corregidas definitivamente con tratamiento adecuado. Esta “ventana de oportunidad” existe en varios modelos animales experimentales en donde se induce alguna enfermedad inflamatoria crónica de forma controlada (incluidos distintos tipos de artritis); para ellos es posible abortar la presentación clínica en etapas muy incipientes con maniobras terapéuticas. La detección de este grupo de pacientes es complicada en el contexto de las clínicas tradicionales de Reumatología, al ser la AR una enfermedad crónica, su prevalencia es veinte veces mayor a su incidencia, lo cual dispersa a estos pacientes entre la mayoría y dificulta su seguimiento. Por lo tanto, la búsqueda de pacientes incipientes requiere de estrategias específicas para su detección, la cual es generalmente oportunidad de los médicos de primer contacto mediante estrategias claras de referencia, protocolos de evaluación, tratamiento y seguimiento. Además de la “ventana de oportunidad” algunos otros elementos de curiosidad científica han llevado a los autores a justificar el estudio aislado y selectivo de pacientes con artritis incipiente. Desde el punto de vista etiológico, las asociaciones genéticas descritas se enfocan a la persistencia y la gravedad del curso clínico, más que a la susceptibilidad, la búsqueda de factores ambientales precipitantes será más sencilla en casos incipientes, en especial de agentes infecciosos. Definición El concepto de artritis temprana (AT) se define por la presencia de inflamación articular en un periodo tan corto como su detección sea posible, esto sin embargo es variable entre paciente y paciente. El lapso debe medirse en semanas o si acaso pocos meses después del inicio de los síntomas. Un punto de referencia útil suele ser el periodo que transcurre desde el inicio de los síntomas hasta la referencia al reumatólogo, en el entendido que esto ocurra en los primeros seis meses de la enfermedad. Los pacientes con artritis temprana no necesariamente desarrollarán artritis reumatoide (o alguna otra artritis crónica); por lo tanto, artritis temprana y artritis reumatoide temprana no son sinónimos, la diferencia entre ambos la establece el hecho de que el paciente cumpla con los criterios de clasificación para artritis reumatoide (Cuadro 19.1). En general, los pacientes que no cumplen con estos criterios tienen un riesgo menor de cronicidad y la posibilidad de otros diagnósticos (espondiloartritis u otras enfermedades del tejido conjuntivo) deben ser consideradas. La detección positiva de factor reumatoide y de anticuerpos antipéptido cíclico citrulinado es un factor pronóstico para el desarrollo eventual de artritis reumatoide. Los pacientes con artritis que no son clasificables por los criterios de alguna enfermedad reumática bien definida se les conoce como artritis indiferenciadas y en general su pronóstico es favorable. La artritis reumatoide temprana se convirtió en un relevante motivo de interés al lograr en varias cohortes internacionales la referencia casi inmediata de pacientes con artritis de muy reciente aparición. La definición en duración para la artritis temprana es aún un tema de debate y depende en parte del tipo de enfoque en la investigación, para estudios básicos se prefieren lapsos de unos cuantos meses, para estudios de repuesta terapeútica o pronóstico la duración puede ser un poco mayor. Si bien no existe una definición universal o propuesta por sociedades internacionales como ACR o EULAR, se estima que una duración de 6 meses o menos es un lapso aceptable. Algunos ensayos clínicos dan un rango más amplio que considera menos de un año desde el inicio de la sinovitis y después de este año ya se considera el término “artritis reumatoide establecida”. La insistencia en la detección y captación de pacientes en esta etapa debutante Artritis reumatoide temprana 243 Cuadro 19.1. Criteros EULAR/ACR para artritis reumatoide Los pacientes serán diagnosticados si tienen una calificación mayor a 6 puntos Dominio Afección articular (artritis) • 1 articulación mediana-grande (cero puntos) • 2-10 articulaciones medianas-grandes (1 punto) • 1-3 articulaciones pequeñas (2 puntos) • 4-10 articulaciones pequeñas (3 puntos) • Más de 10 articulaciones pequeñas (5 puntos) Dominio Serología • Negativo a factor reumatoide o a anticuerpos antipéptido cíclico citrulinado (0 puntos) • Positivo al menos a uno de ambos pero a títulos bajos, definidos como un valor superior al límite pero no mayor de tres veces el valor de punto de corte (2 puntos) • Positivo al menos a uno de ambos a títulos altos, mayores a tres veces el valor máximo de referencia (3 puntos) Dominio Duración de la artritis • Menos de 6 semanas (0 puntos) • Seis semanas o más (1 punto) Dominio Reactantes de fase aguda • Velocidad de sedimentación globular o proteína C reactiva (cero puntos) • Velocidad de sedimentación globular o proteína C reactiva anormales (1 punto) de la enfermedad tiene como objetivo el disminuir o detener el daño articular y con ello permitir que el paciente tenga la mayor integración posible en los ámbitos laboral, funcional y social. Esta necesidad de contar con un diagnóstico más temprano es crucial para determinar el inicio de tratamientos con FARME y biológicos. Con base en esos objetivos surgió la modificación de los criterios de clasificación para artritis reumatoide del ACR y la aparición de los criterios ACR-EULAR del 2010 (ver el Cuadro 19.1). Factores pronósticos en la artritis temprana Un porcentaje de pacientes con artritis temprana se clasificará eventualmente como artritis reumatoide; algunos desarrollarán otra forma de artritis crónica (espondiloartritis, enfermedades del tejido conjuntivo), sin embargo la mayoría remitirá de manera espontánea. Se ha logrado identificar factores que permitan discernir a los pacientes con riesgo de cronicidad. La proporción de pacientes con AT que desarrollarán AR oscila entre 25 y 40%, siendo 30% un estimado aceptable. Los factores pronósticos incluyen aspectos clínicos, genéticos y exámenes de laboratorio. La presentación del cuadro clínico es relevante, la edad al inicio de la artritis ha sido señalada tanto como factor protector o de riesgo en diferentes series por lo que no hay una conclusión al respecto. En cuanto al género, los hombres tienen menor riesgo de progresión. El número de articulaciones afectadas (> 3 grupos) y que la artritis sea simétrica es factor de mal pronóstico y no así la afección de las manos tomado como criterio aislado. La rigidez matinal prolongada (> 30 min) se asocia también con el desarrollo de artritis erosiva. La afección de rodillas predice daño radiográfico en pequeñas articulaciones, y la persistencia de los síntomas por 6 semanas o más es predictor de cronicidad. Los estudios de laboratorio se han revisado extensivamente, en particular el factor 244 Introducción a la Reumatología reumatoide y los anticuerpos antipéptido cíclico citrulinado (APC) al igual que los reactantes de fase aguda (velocidad de sedimentación globular y proteína C reactiva). La detección positiva de FR o APC, así como títulos más elevados son marcadores de cronicidad y progresión altamente específicos, pero lamentablemente poco sensibles, ya que de sólo 15 a 40% de pacientes con AT son positivos para alguno de los dos en el primer año de la enfermedad y la frecuencia así como los títulos suelen incrementarse en etapas más avanzadas. Los reactantes de fase aguda, en especial los de proteína C reactiva, son predictores de progresión y cronicidad. Finalmente, la evidencia de daño radiográfico en etapas incipientes de la enfermedad, medido por índices como el de Sharp (y modificaciones), son marcadores de cronicidad y avance. Criterios de referencia para médicos de primer contacto Como se mencionó previamente, la detección oportuna de pacientes con AT requiere la participación de médicos de primer contacto. Para facilitar la toma de decisión, se generaron guías simplificadas, inicialmente inglesas y después extendidas a la comunidad europea que simplifican el juicio clínico y unifican el proceso de referencia. Si bien es cierto que una evaluación temprana es crucial para los pacientes por los motivos antes expuestos, es necesario considerar que el flujo de dichos pacientes (que sería adicional de los actualmente referidos) Cuadro 19.2. Criterios para referencia de pacientes con artritis temprana al reumatólogo Artritis en ≥ 3 articulaciones Afección en metarcapofalángicas y/o metatarsofalángicas Rigidez matinal ≥ 30 min. representará un reto adicional a los servicios actuales de atención en Reumatología, por lo que un ejercicio de planeación en salud es requerido para fortalecerlos y desarrollarlos. Un punto importante a destacar es que se debe de reeducar a los médicos de primer contacto en los puntos clave para determinar si ha habido o hay inflamación articular, y no sólo por referencia del paciente, específicamente se le debe mostrar cómo explorar las articulaciones y con ello discernir entre presencia de aumento de volumen por inflamación o por otra causa. Los criterios de referencia al reumatólogo (Cuadro 19.2) son extremadamente simples e incluyen: artritis en ≥ 3 articulaciones, afección en metarcapofalángicas y/o metatarsofalángicas y rigidez matinal ≥ 30 min. La detección de la afección de metacarpofalángicas o metatarsofalángicas puede evaluarse por la maniobra de “apretón”. Tratamiento de la artritis temprana La finalidad de la detección de los pacientes con artritis temprana es el seguimiento y el tratamiento oportuno, con una tendencia a un manejo integral y de escalonamiento farmacológico rápido. Con la finalidad de homologar conductas basadas en evidencia sustentable, un grupo de expertos europeos propuso guías de tratamiento para AT (Cuadro 19.3). Algunos aspectos son evidentes en estas guías, a diferencia de lo planteado en la pirámide terapéutica de la AR, los AINE juegan un papel sintomático y no son la base del tratamiento. Se debe iniciar con FARME en cuanto se obtengan marcadores de cronicidad (serológicos, clínicos o radiográficos) y dentro de ellos el metotrexato tiene un papel preponderante. El uso de glucocorticoides (GC) ha sido controversial y desestimado. Se recomienda dar dosis bajas para lograr un control de la enfermedad más cercano a los niveles Artritis reumatoide temprana 245 Cuadro 19.3. Guías de manejo para artritis temprana (EULAR) 2016 Principios generales A. El manejo de la artritis temprana debe tener como objetivo la mejor atención del paciente y debe basarse en una decisión compartida entre el paciente y el reumatólogo B. Los reumatólogos son los especialistas encargados de la atención a los pacientes con artritis temprana C. Un diagnóstico definitivo en un paciente con artritis temprana sólo debe hacerse después de una cuidadosa historia clínica, exploración física, y el apoyo con pruebas de laboratorio y procedimientos adicionales Recomendaciones 1. Los pacientes que presenten artritis (cualquier inflamación articular, asociada con dolor o rigidez) deben ser referidos y vistos por el reumatólogo dentro de las 6 semanas posteriores a la aparición de los síntomas 2. La exploración física es el método de elección para la detección de la artritis, la ultrasonografía es un recurso para su confirmación en casos poco claros 3. Si no se puede llegar a un diagnóstico definitivo y el paciente tiene artritis indiferenciada temprana, se deben evaluar la presencia de factores de riesgo para el desarrollo de una enfermedad persistente y/o erosiva. Estos factores incluyen el número de articulaciones inflamadas, reactantes de fase aguda, factor reumatoide, y los anticuerpos antipéptido cíclico citrulinado 4. Los pacientes con riesgo de artritis persistente deben iniciarse tan pronto como sea posible (idealmente dentro de los 3 meses) con FARME, incluso si no cumplen los criterios de clasificación para una enfermedad reumática inflamatoria 5. Entre los FARME, se considera que el metotrexato es el fármaco de elección inicial y, a menos que esté contraindicado, debe formar parte de la primera estrategia de tratamiento en pacientes con riesgo de enfermedad persistente 6. Los AINE son tratamientos sintomáticos eficaces pero deben utilizarse a la dosis mínima efectiva durante el menor tiempo posible, después de la evaluación de los riesgos gastrointestinales, renales y cardiovasculares 7. Los glucocorticoides sistémicos reducen el dolor, la inflamación y la progresión estructural, pero en vista de sus efectos secundarios acumulados, deben ser utilizados en la dosis más baja útil como tratamiento auxiliar temporal (< 6 meses). Las inyecciones intraarticulares de glucocorticoides deben considerarse para aliviar los síntomas locales de inflamación 8. El principal objetivo del tratamiento con FARME es lograr la remisión clínica; las decisiones en su elección y en los ajustes en el tratamiento deben basarse en el monitoreo regular de la actividad de la enfermedad, la aparición de eventos adversos y en las comorbilidades 9. El monitoreo de la actividad de la enfermedad debe incluir conteos de articulaciones dolorosas e inflamadas, evaluaciones globales de la enfermedad por parte de los pacientes y los médicos, mediciones de la velocidad de sedimentación globular y proteína C reactiva; lo ideal es condensar estas mediciones en índices compuestos. La actividad de la enfermedad debe evaluarse a intervalos de 1 a 3 meses hasta que la remisión clínica se logre. Las radiografías y las mediciones de la enfermedad derivada de los pacientes (tales como índices funcionales) deben usarse para complementar el monitoreo de la actividad de la enfermedad (Continúa) 246 Introducción a la Reumatología Cuadro 19.3. Guías de manejo para artritis temprana (EULAR) 2016 (continuación) 10. Las intervenciones no farmacológicas, como los ejercicios dinámicos y la terapia ocupacional, son consideradas como complementos del tratamiento farmacológico en pacientes con artritis temprana 11. En los pacientes con artritis temprana, el abandono del hábito de fumar, el cuidado dental, el control del peso, la evaluación del estado de vacunación y de las comorbilidades son parte de la atención general del paciente 12. Informar al paciente en relación con su enfermedad, sus consecuencias (incluidas las comorbilidades) y su tratamiento es muy importante. Los programas de educación destinados al manejo del dolor y la discapacidad, al mantenimiento de la capacidad de trabajo y de la participación social pueden utilizarse como elementos adicionales al tratamiento. de remisión, y de ser posible continuar la reducción y suspensión cuando sea posible. Este cambio en la recomendación del uso de los GC deriva de estudios recientes que muestran que el uso crónico de los mismos tienen un impacto acumulativo menor a lo previamente pensado en la disminución de la masa ósea, descontrol metabólico (dislipidemia, diabetes) y riesgo coronario; en contraparte su impacto a mediano y largo plazos sobre la mejoría de la actividad de la enfermedad y la reducción de la progresión del daño radiográfico. El uso de tratamientos biológicos (antiTNF, anti-CD20, abatacept, etc.) se limita a pacientes con marcadores de progresión presentes, es decir, a pacientes en quienes se pronostique un curso muy agresivo, y debe iniciarse sólo después de que el tratamiento con dosis óptimas de metotrexato (en combinación con GC u otros FARME) no logre la inducción de remisión; el alto costo de la terapia biológica impide su aplicación indiscriminada y exige un esfuerzo crítico de optimización. Conclusión La Reumatología se encuentra en una etapa de dinamismo sin precedente, la posibilidad de incidir en la historia natural de algunas enfermedades inflamatorias se ha modificado gracias al conocimiento de los mecanismos de desregulación inmune y de las vías efectoras que conducen al daño estructural. Sin embargo, somos casi incapaces de corregir las alteraciones estructurales una vez que se establecen más allá de cierta progresión. La suma de las dos premisas previas nos coloca en un dilema poco grato, por una parte, somos capaces de ofertar tratamientos promisorios a los pacientes incipientes y por la otra, a una proporción significativa de nuestros pacientes (avanzados en la cronicidad) podemos entregarles sólo un mayor nivel de alivio sintomático y una disminución en el ritmo de aparición de sus complicaciones. La Reumatología actual, por lo tanto, continúa sus esfuerzos investigando mecanismos potenciales de reparación para el daño estructural a la vez que realiza un esfuerzo cada vez mayor para detectar oportunamente a los pacientes en “ventana de oportunidad”. La segunda de estas misiones nos rebasa desde cualquier perspectiva y, para cumplirla, se requiere reforzar las políticas en salud pública que logren incidir y actualizar a la comunidad médica. En general un paciente reumático en etapas debutantes de la enfermedad repre- Artritis reumatoide temprana senta en nuestra época actual una oportunidad y no una sentencia de minusvalía, una exigencia a nuestros diversos sistemas de salud nacional para lograr que la atención médica y dirección oportuna a un especialista, sea garantizada. Lectura recomendada Bosello S, Fedele AL, et al. Very early rheumatoid arthritis is the major predictor of major outcomes: clinical ACR remission and radiographic non-progression. Ann Rheum Dis. 2011;70:1292-5. Breedveld FC, Emery P, et al. Infliximab in active early rheumatoid arthritis. Ann Rheum Dis. 2004;63:149-55. 247 Combe B, et al. 2016 update of the EULAR recommendations for the management of early arthritis. Ann Rheum Dis. 2016;0:1–12. Fleischmann RM, Huizinga TW, et al. Efficacy of tofacitinib monotherapy in methotrexate-naive patients with early or established rheumatoid arthritis. RMD Open. 2016 Jul 26;2:e000262. Huizinga TW, Machold KP. Criteria for early rheumatoid arthritis: from Bayes’ law revisited to new thoughts on pathogenesis. Arthritis Rheum. 2002;46:1155-9. Mouterde G, Lukas C, et al. Predictors of radiographic progression in the ESPOIR cohort: the season of first symptoms may influence the short-term outcome in early arthritis. Ann Rheum Dis. 2011 Jul;70:1251-6. 22 Osteoartritis Horacio Lom-Orta Introducción Definición La osteoartritis (del griego osteo, hueso; arthro, articulación; itis, inflamación) es la enfermedad reumática más frecuente y antigua del ser humano, a través del tiempo ha sido reconocida con diferentes nombres, que generalmente hacen referencia sobre ciertos datos clínicos o de conceptos que se tenían de su patogenia, algunas de estas denominaciones continúan utilizándose siendo las más comunes: enfermedad articular degenerativa, osteoartropatía degenerativa, artritis degenerativa, artrosis deformante, artritis hipertrófica, osteoartrosis o simplemente artrosis. En ediciones previas de Introducción a la Reumatología se empleaba el de Osteoartrosis, más conocido en la Reumatología mexicana y europea, el término encierra el concepto que la enfermedad es consecuencia principalmente de los cambios articulares degenerativos que acompañan el proceso natural del envejecimiento, y porque tradicionalmente se consideraba una enfermedad reumática no inflamatoria; sin embargo, evidencias recientes a nivel experimental y de estudios de imágenes han revelado que es mucho más que un proceso degenerativo. El título Osteoartritis (OA) describe más cabalmente los conocimientos actuales que se tienen sobre su patogenia, que incluyen varios mecanismos e involucran todos los componentes de la articulación como órgano. En 1995 la American Academy of Orthopaedic Surgeons y los National Institutes of Health de Estados Unidos definen a la OA como el resultado de la sobreposición de un grupo de enfermedades distintas, pero con similares efectos biológicos, morfológicos y clínicos. El proceso patológico no sólo afecta el cartílago articular sino la articulación entera, incluyendo el hueso subcondral, membrana sinovial, ligamentos, cápsula articular y músculos periarticulares. Característicamente se observa pérdida gradual del cartílago articular, acompañada de engrosamiento del hueso subcondral y formación de hueso nuevo en el margen articular (osteofitos), todo ello producto tanto de eventos mecánicos como biológicos que alteran el equilibrio normal entre la síntesis y degradación del cartílago articular, condrocitos, matriz extracelular y el hueso subcondral. El proceso se puede desarrollar en cualquier articulación diartrodial del cuerpo e iniciar por deficiencias o fallas de múltiples factores, incluyendo genéticos, del desarrollo, metabólicos y traumáticos, de cualquiera de los tejidos que constituyen la articulación. El concepto establece que la OA representa el deterioro de la articulación en su conjunto, en donde el daño al cartílago articular es uno de los rasgos característicos, pero el inicio puede ocurrir en cualquiera de los tejidos que forman la articulación como 285 286 Introducción a la Reumatología órgano, por lo tanto, puede haber muchas causas de OA. En otras palabras la OA es el punto final de varias vías fisiopatogénicas. A pesar de que la definición es la más ampliamente aceptada, no cubre todos los aspectos que se observan en la clínica, sobre todo aquellos que ocurren en articulaciones no diartrodiales como las de la columna vertebral. Los hallazgos radiográficos de estrechamiento del espacio intervertebral, esclerosis subcondral y formación de osteofitos, son similares a otras articulaciones, sin embargo la anatomía y patología son diferentes, debido principalmente a que carecen de cartílago articular y membrana sinovial, lo que ha llevado a clasificar no como OA sino como espondilosis, o enfermedad discal degenerativa. Epidemiología La osteoartritis es el padecimiento reumático más frecuente en la práctica clínica cotidiana y es también la principal causa de morbilidad y de incapacidad en personas mayores de 65 años de edad. La OA es un padecimiento universal que acompaña al hombre desde que éste hizo su aparición en la faz de la tierra, pero su prevalencia varía según grupos de población. A pesar de ser la más común de las enfermedades reumáticas, raramente afecta personas menores de 40 años de edad y cuando esto ocurre, coexiste con otros procesos mórbidos primarios o precipitantes. En Estados Unidos se estima que 40 millones de personas de todas las edades presentan OA, cifra que se calcula aumentará, por la mayor expectativa de vida esperada, a 60 millones en el año 2020. La OA está presente en 70 a 90% de las personas por arriba de los 75 años, en al menos una articulación. Mediante estudios radiológicos de rodillas y utilizando criterios previamente establecidos para ello por el American College of Rheumatology (ACR), se han detectado evidencias de OA en cerca de 50% de las personas de 65 años de edad, aunque menos de la mitad tienen síntomas de la enfermedad. En examen post mortem se documentan datos de OA de rodillas en 70% de las personas mayores de 60 años de edad sin conocerse si fueron sintomáticos. Estudios comparando la sensibilidad de la radiografía con la resonancia magnética (RM) han demostrado que los rayos X tienen sólo una sensibilidad de 25% para la pérdida del cartílago articular observada en la resonancia. Por otra parte, es evidente que existen discrepancias entre la frecuencia de OA demostrada por hallazgos de la RM, radiológicos e histopatológicos y la OA sintomática, que se incrementan conforme mayor es la edad del grupo poblacional estudiado, lo que obliga a ser cauto en la evaluación de los informes publicados y su aplicación en un paciente en particular. La OA afecta por igual al hombre y la mujer, pero al parecer los síntomas se presentan más temprano y con mayor intensidad en la mujer, en particular después de la menopausia. Antes de los 50 años, la prevalencia de OA en la totalidad de las articulaciones es mayor en el hombre; sin embargo, después de esa edad, la mujer es más frecuentemente afectada sobre todo a nivel de las manos, los pies y las rodillas. La edad es sin duda la determinante más importante para el desarrollo de la OA y su prevalencia para todas las articulaciones diartrodiales aumenta con ella, por lo tanto al ser mayor la expectativa de vida de la población, que se espera sea de 85 años para el año 2050, el número de pacientes con OA se incrementará significativamente lo que se traduce en mayor necesidad de recursos económicos, médicos, ortopédicos, de rehabilitación y de otro tipo, convirtiéndose en un problema grave tanto de salud como de impacto económico y social para países de medianos ingresos como México. Osteoartritis El Instituto Mexicano del Seguro Social reporta que la OA ocupa el tercer lugar como causa de incapacidad laboral. En Estados Unidos se estima que los costos por los problemas articulares incluyendo la OA, supera 2% del producto interno bruto. En Inglaterra, la OA es motivo de 97% de los 137 000 casos de reemplazos articulares que se efectuaron en el 2007, correspondiendo a prótesis de cadera y rodilla. Clasificación El American College of Rheumatology clasifica la OA de acuerdo con lo que se conoce sobre su patogenia, en dos grupos: primaria o idiopática y secundaria (Cuadro 22.1). Asimismo, ha establecido criterios de clasificación para la OA de manos, cadera y rodillas, lo cuales son empleados más con fines epidemiológicos y de investigación clínica que para la evaluación de pacientes en lo individual. 287 Factores predisponentes Se han identificado claramente diversos factores que actuando solos o en conjunto conducen al desarrollo de la OA (Cuadro 22.2) y en los que cada uno tendrá una participación diferente en grupos específicos de individuos o en un paciente en particular. Los factores predisponentes mejor conocidos y que más a menudo se observan son: la edad, la susceptibilidad genética, la raza, el sexo, la obesidad y las alteraciones biomecánicas ocasionadas por factores ambientales o por defectos locales de las articulaciones. Edad Aunque la OA no es una consecuencia inevitable del envejecimiento, la edad es el factor de riesgo más importante para su desarrollo. Estudios recientes indican que en el proceso del envejecimiento hay acumulación de Cuadro 22.1. Clasificación de la osteoartritis I. PRIMARIA o IDIOPÁTICA A. Localizada 1. Manos: nódulos de Heberden y de Bouchard, rizartrosis del pulgar 2. Pies: hallux valgus, hallux rigidus, otros 3. Rodilla: compartimiento medial, lateral, patelofemoral 4. Cadera: excéntrica, concéntrica, difusa 5. Columna vertebral: apofisiaria, intervertebral y otras localizaciones B. Generalizada. Incluye tres o más áreas de las mencionadas II. SECUNDARIA A. Postraumática B. Enfermedades congénitas o del crecimiento 1. Localizada: luxación congénita de cadera, geno-varo, geno-valgo, desbalance pélvico, escoliosis y otras 2. Generalizada: displasias óseas, enfermedades metabólicas C. Enfermedades por depósito de calcio D. Otras enfermedades articulares y óseas: necrosis avascular, artritis reumatoide, artritis gotosa, otras E. Otros padecimientos: enfermedades endocrinas, artropatía neuropática y misceláneos 288 Introducción a la Reumatología Cuadro 22.2. Factores predisponentes para osteoartritis Factores genéticos Alteraciones hereditarias de la colágena tipo II (síndrome de Stickler) Mutación del gen de la colágena tipo II, cromosoma 2q, polimorfismo en varios: FRZB, GDF5 Otras enfermedades óseas y articulares hereditarias Sexo Raza Factores personales Envejecimiento Obesidad Menopausia Alteraciones del crecimiento: mal alineamiento articular, desbalance pélvico, otros Enfermedades óseas y articulares adquiridas Cirugía articular previa Factores ambientales Uso excesivo articular por actividades laborales Traumatismos y lesiones articulares Actividades deportivas Desuso articular productos terminales de la glicosilación de las proteínas (PTGP) en todos los tejidos, lo que es más notable en aquellos con proteínas de larga duración y recambio metabólico relativamente bajo como ocurre en el cartílago articular. Esto trae como consecuencia una disminución en la síntesis y contenido de los proteoglicanos y de la cantidad de agua intersticial, lo que ocasiona que el cartílago envejecido se reduzca en espesor y tenga menor capacidad de deformación y resistencia que el de los sujetos jóvenes. Asimismo, la edad es un factor independiente que predispone a los condrocitos articulares a la apoptosis, se ha demostrado altos niveles de genes proapoptósicos en el cartílago envejecido. Por otra parte, el estrés mecánico de la articulación relacionado con la edad y ocasionado por diversos factores como alteraciones en la marcha por mala alineación articular, hipotrofia muscular, alteración propioceptiva y cambios en el peso corporal, se correlacionan con el desarrollo de la OA. Factores genéticos influyen en la incidencia de la OA y esto es particularmente evidente en la forma primaria de las manos con nódulos de Heberden, en donde la herencia se informa que ocurre hasta en 65% de los casos. Estudios en otras formas de OA familiar han demostrado que la enfermedad es de tipo poligenético con participación de varios genes, sobre todo los implicados en la síntesis de la colágena, siendo el más estudiado la mutación del gen COL2A1 que altera la estructura de la colágena tipo II. El análisis genómico ha reportado la participación de múltiples genes individuales o su polimorfismo en la expresión fenotípica de la OA, lo que explicaría la afectación y severidad en articulaciones específicas (mano, cadera, rodilla, columna, etc.). Se ha reportado la relación de OA de rodilla con genes localizados en el cromosoma 2q, particularmente en la región del gen de familia de IL-1, asimismo, se ha señalado la asociación de polimorfismo en el gen denominado FRZB con el riesgo de OA de cadera en la mujer, y del GDF5 con OA de cadera y rodilla, ambos genes regulan la diferenciación y función de los Osteoartritis condrocitos. Otros genes relacionados con formas específicas de OA están bajo estudio. A pesar de que la OA se presenta en todas las razas, existen variaciones étnicas en la prevalencia de qué articulación es afectada. La OA de cadera es más frecuente en europeos que en chinos, la de manos ocurre en mujeres europeas más que en afrocaribeños, la OA de rodillas más frecuente en afroamericanos que en anglosajones. La alta incidencia de OA en la mujer después de la menopausia sugiere que la deficiencia de estrógenos tiene un papel causal en el desarrollo de la enfermedad, estudios a nivel básico han encontrado que los condrocitos tienen receptores para estrógenos y que éstos incrementan la síntesis de proteoglicanos. Este hallazgo puede explicar los resultados de algunos estudios en pacientes que reciben tratamiento hormonal de reemplazo, que aunque no son concluyentes, sí sugieren un efecto protector de los estrógenos a nivel del cartílago articular. Por otra parte, hay evidencias de una relación inversa entre la OA y la osteoporosis pues se ha informado que cuando la densidad ósea es mayor, se incrementa la prevalencia de OA de cadera, manos y rodillas. El sobrepeso está íntimamente relacionado con la OA. Las personas obesas tienen cuatro a cinco veces más posibilidades de desarrollar OA de rodillas que las personas con peso normal, también existe mayor riesgo en otras articulaciones que soportan carga como las caderas y la columna vertebral. En la actualidad se considera a la obesidad como un proceso inflamatorio, de tal manera que algunas hipótesis indican que la obesidad predispone a la OA no sólo por el factor mecánico, sino también por la multitud de alteraciones metabólicas que ocasiona, entre ellas la resistencia a la insulina y la producción de diversas adipocinas y citocinas, ocasionando un estado inflamatorio crónico de bajo grado, que podría explicar la mayor frecuencia de OA particularmente de manos en los obesos. 289 Las alteraciones biomecánicas se refiere principalmente a la mala alineación articular, que puede ser de tipo congénito o primario o bien de tipo secundario. Las alteraciones biomecánicas primarias, que son factor de riesgo para OA, son de índole muy diverso y ejemplo de ello son la hipermovilidad articular, genu varo, genu valgo, la subluxación de cadera, la displasia acetabular y el desbalance pélvico, entre los más comunes. Una articulación normal puede presentar alteración secundaria debido a cambios producidos por lesiones y traumatismos articulares y extraarticulares (de tejidos blandos), que modifican la geometría articular normal. El daño primario puede presentarse a nivel de meniscos, ligamentos, cápsula articular, tendones y músculos, a través de diversos mecanismos como ocurre en las actividades deportivas y ocupacionales, por el uso repetitivo y exagerado de las articulaciones, traumatismos, sobrecarga y otros. Es común observar OA de rodillas en deportistas (fútbol, levantamiento de pesas, maratón, etc.). Ejemplos de actividades ocupacionales que se relacionan con OA incluyen a los trabajadores del campo con OA de cadera, los mineros con OA de rodillas y columna, personas dedicadas al hilado y tejidos y mecanógrafos o trabajadores de computación con OA de manos. Por último, enfermedades reumáticas previas o coexistentes (artritis reumatoide, artritis infecciosa y otros procesos articulares), padecimientos endocrinológicos (acromegalia, hiperparatiroidismo) y metabólicos (gota, condrocalcinosis), pueden dañar el cartílago u otras estructuras articulares, alterando la biomecánica articular que dará lugar a OA. Patología En la mayoría de los casos y sobre todo en la OA primaria, al parecer la lesión inicial ocurre a nivel del cartílago articular y los cambios que se observan en el hueso 290 Introducción a la Reumatología subcondral y otras estructuras de la articulación son secundarios a ese evento. El cartílago hialino tiene funciones muy importantes en la biomecánica de las articulaciones, absorbe el estrés producido por el choque de fuerzas a través de su capacidad de deformación y resistencia, distribuyendo el impacto en toda su extensión, y además proporciona una superficie blanda y lubricada de poca fricción a los movimientos. El cartílago articular es un tejido avascular y aneural compuesto de una matriz especializada de colágena, proteoglicanos y otras proteínas no colágena, en los cuales el condrocito constituye el único componente celular. El condrocito es una célula terminalmente diferenciada que por lo regular no se divide y que produce de forma constante la matriz extracelular en respuesta a estímulos del medio ambiente a través de receptores sensibles a cambios osmóticos, bioquímicos y mecánicos. Así, el cartílago no es un tejido inerte, se encuentra en permanente recambio metabólico de bajo grado de actividad de síntesis y degradación de proteínas. Recientemente se ha demostrado que el condrocito posee una gran variedad de receptores entre los que se encuentran: los receptores tipo Toll (TLR), los receptores a patrones moleculares asociados con patógenos (DAMPS), con productos terminales de la glicolización (PTGP), y probablemente otros, además de los receptores mecanosensibles ya señalados. La matriz extracelular está formada por fibras altamente entrelazadas de colágena tipo II y de pequeñas cantidades de colágena tipos IX y XI, además de proteoglicanos y de agua. El componente más grande de los proteoglicanos es el agrecano, que está formado por una proteína central unida a cadenas de sulfato de condroitina y sulfato de keratán. La red de fibras de colágena junto con el agrecano que tiene carga altamente negativa, atrapan el agua y todo en conjunto confiere al cartílago articular la fuerza tensil y la rigidez compresiva que le caracteriza. El primer signo, histológico, de OA en el cartílago es el edema de la matriz extracelular, acompañado de reblandecimiento y microfracturas, con pérdida focal de condrocitos alternando con otras de proliferación. Conforme avanza el proceso, las microfracturas se profundizan perpendicularmente a la fuerza de corte tangencial y a lo largo de las fibras de colágena, formándose grietas verticales en el cartílago hacia el hueso subcondral; en el estadio final, las fisuras causan fragmentación del cartílago que se desprende dentro de la cavidad articular produciendo los cuerpos libres osteocartilaginosos y dejando al descubierto el hueso subcondral. En este sitio hay formación de esclerosis ocasionada por la aposición de bandas de hueso nuevo, además de formación de quistes subcondrales y de osteofitos en los márgenes por entesitis crónica e incremento del recambio óseo. El proceso patológico no sólo afecta al cartílago y hueso subcondral, sino a la estructura articular completa incluyendo a la membrana sinovial, ligamentos, entesis, tendones, cápsula y músculos periarticulares. La membrana sinovial en la OA presenta grados variables de inflamación que persisten durante todos los estadios de la enfermedad, encontrándose desde la inflamación focal inespecífica hasta, en los casos graves, una inflamación sinovial semejante a la que ocurre en la artritis reumatoide. En etapas tardías se puede observar ruptura de ligamentos y meniscos, entesitis, aumento de la cápsula articular y atrofia muscular. Patogenia A pesar de que se desconoce la etiología de la OA primaria, las evidencias sugieren que se desarrolla en una o por la combinación de las siguientes situaciones: los biomateriales que constituyen los tejidos de la articulación son normales pero el estrés que se ejerce sobre ellos es excesivo y/o la car- Osteoartritis ga sobre la articulación es normal, pero los biomateriales son defectuosos. De los datos obtenidos in vitro, in vivo y en modelos animales, se puede concluir que los factores predisponentes previamente señalados actuando solos o en combinación y seguramente de manera crónica, modifican el microambiente del cartílago y estimulan los receptores del condrocito, sensibles al estrés mecánico, a los cambios bioquímicos y osmóticos, que terminan por alterar su función normal. Recientemente, se ha involucrado la participación de la inmunidad innata en la patogenia de la OA, el condrocito a través de los receptores tipo Toll, de los productos terminales de la glicolización y otros de la inmunidad inespecífica, son activados por moléculas de degradación de glucosaminoglicanos, pirofosfato de calcio, cristales de urato sódico y fragmentos de la matriz extracelular de tejido envejecido. En respuesta a estos estímulos, el condrocito promueve dos mecanismos fundamentales en la degradación del cartílago: activa genes de numerosas enzimas proteolíticas que degradan la matriz e induce la producción de citocinas proinflamatorias. De las enzimas proteolíticas o proteinasas que degradan el cartílago, las que han demostrado tener mayor participación son las denominadas metaloproteinasas de la matriz (MMP), que corresponden a una familia formada por más de 20 enzimas; se dividen en cuatro categorías: gelatinasas, estromelisinas, enzimas unidas a membrana y colagenasas. La actividad de las MMP está regulada por inhibidores específicos (TIMP, tisular inhibitor of matrix metaloproteinase), cuya capacidad inhibitoria es superada por la gran cantidad de MMP producidas por el condrocito y la célula sinovial que degradan progresivamente la fibras de colágena y los proteoglicanos. Las MMP más directamente implicadas en la OA son las colagenasas (MMP-1, MMP8 y MMP-13), las gelatinasas (MMP-2, y MMP-9), la estromelisina-1 (MMP-3) y la 291 de membrana tipo I (MMP-14), así como otras enzimas estrechamente relacionadas denominadas agrecanasas, miembros de la familia desintegrina y metaloproteinasas (ADAM, a desintegrin and metaloproteinase) y especialmente la variedad ADAMTS-4 (agrecanasa-1) y ADAMTS-5 (ADAM con trombospondina-1 dominio 4 o 5), que actualmente son identificadas como las responsables de la degradación del agrecano. Una vez que el metabolismo del cartílago se altera, trae como resultado la producción anormal de matriz extracelular, cambiando radicalmente su contenido y de ser la colágena tipo II la predominante, existe mayor cantidad de colágena tipos I, III, VI y X así como de agua, lo que ocasiona que el cartílago tenga menor capacidad de resistencia y elasticidad; esta situación se torna más grave en el cartílago que ha sufrido cambios estructurales por el envejecimiento que lo hace más vulnerable a la degradación. Otra consecuencia de la activación de los receptores del condrocito es la producción de citocinas asociadas con la inflamación, principalmente interleucina 1 (IL-1) y factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α). La IL-1 y el TNF-α a través de actividad autocrina y paracrina estimulan su propia elaboración e inducen al condrocito a la producción de proteinasas, quimiocinas, óxido nítrico, prostaglandinas y leucotrienos, así como la activación de otras células como el fibroblasto, macrófago y la célula sinovial. La acción final de todos estos elementos dentro del cartílago es incrementar las vías catabólicas, inhibir la síntesis de la matriz y promover la apoptosis celular. Todas estas evidencias de la participación de la inflamación en la degradación del cartílago han cambiado el concepto de la OA considerada antes, como una enfermedad reumática no inflamatoria, ahora se reconoce que la inflamación generalmente de bajo grado de actividad interviene de manera importante en el inicio y progresión del padecimiento. 292 Introducción a la Reumatología Otras citocinas liberadas durante la reacción inflamatoria tienen un papel regulador (IL-6, IL-8, factor inhibidor de linfocitos [FIL]) o bien, inhibitorio (IL-4, IL-10, IL13, antagonista del receptor de IL-1); de tal manera que la intensidad de la inflamación en la OA dependerá del balance de fuerzas entre las diversas citocinas producidas. En los casos de OA en articulaciones que soportan peso, en la mala alineación articular o la relacionada con trauma repetido, el evento inicial es la carga excesiva y la distribución anormal de la fuerza y presión sobre el cartílago, que estimula los receptores del estrés mecánico del condrocito, llevando a su activación y a los eventos en cascada anteriormente descritos, que conduce al desarrollo de la lesión; otros investigadores han sugerido que el microtraumatismo sobre el hueso subcondral per se es capaz de alterar de modo secundario la función del condrocito. Por otra parte, se ha demostrado que factores secundarios pueden ocasionar brotes intermitentes de inflamación aguda en articulaciones previamente dañadas, como ocurre cuando se desprenden fragmentos osteocartilaginosos; en el depósito concomitante de cristales de pirofosfato de calcio (condrocalcinosis) o de otro tipo de cristales, por estrés traumático, etc., que activan células y mediadores de la inmunidad innata exacerbando la inflamación. Estos procesos secundarios explican los cuadros de inflamación aguda que se observan en el curso de la OA. Aparte del proceso destructivo articular es evidente que existen intentos de reparación, tanto por parte del cartílago como del hueso subcondral (este último tiene mayor actividad metabólica), que se manifiesta en la liberación de diversos factores de crecimiento (factor de crecimiento plaquetario, factor de crecimiento semejante a la insulina, factor transformador del crecimiento beta), lo que trae como consecuencia producción de hueso nuevo en forma de osteosclerosis y osteofitos. Manifestaciones clínicas El inicio de la OA primaria sintomática es generalmente después de los 50 años de edad; en la OA secundaria dependerá de la enfermedad que la origina, pero habitualmente también ocurre en personas de más de 40 años. Se puede presentar en una, dos o varias articulaciones a la vez, pero la gravedad de la enfermedad no es igual en todas ellas. Independiente del número y articulaciones comprometidas, las manifestaciones clínicas son casi las mismas con ciertas características que dependen del segmento articular afectado. Los síntomas y signos clínicos del paciente con OA son: dolor, rigidez, aumento de volumen articular, deformidad, crepitación y diversos grados de incapacidad funcional. El dolor es el síntoma principal, por lo general es de instalación insidiosa y lentamente progresiva a través de meses y años, de leve a moderada intensidad que se presenta con el uso de la articulación afectada y disminuye o desaparece con el reposo, aunque con frecuencia se describe aumento en la intensidad al iniciar el movimiento o marcha después de un periodo de inactividad. Además de la actividad física, la intensidad del dolor está influenciada por diversos factores entre los que destacan las variaciones en el clima, la humedad, el frío, los cambios bruscos de temperatura, las alteraciones psicológicas (depresión, ansiedad), el nivel sociocultural y el sexo. Al principio, el dolor puede ser intermitente con intervalos variables de días y semanas, pero con el paso del tiempo el dolor puede ser constante, aun en reposo y nocturno, lo que se correlaciona con el avance de la enfermedad o con proceso inflamatorio agregado. Dado que el cartílago hialino no tiene inervación, el dolor en la OA se origina en otras estructuras: distensión de la cápsula articular por osteofitos, periostitis en los sitios de remodelación ósea, microfracturas Osteoartritis subcondrales, ligamentos, músculos y bursas periarticulares, inflamación sinovial, hipertensión intraósea y edema de la medula ósea. La rigidez articular, sobre todo matutina y después de periodos de reposo, es bastante común en la OA, casi siempre de corta duración (5 a 30 min); puede ocurrir en cualquier articulación y semejante al dolor, su presencia se relaciona con la gravedad de la enfermedad, la inflamación sinovial agregada, y con factores ambientales y psicológicos. A la exploración física casi siempre se encuentra al paciente en buen estado general, sin manifestaciones de compromiso sistémico, con excepción de que tenga otra enfermedad concomitante y cuya sintomatología está localizada a una o pocas articulaciones o regiones corporales. Los hallazgos más frecuentes al examen físico son aumento del volumen articular, deformidad, crepitación y limitación a los movimientos por dolor incluso a la movilización pasiva. Las maniobras realizadas para la exploración pueden o no provocar dolor, el cual si está presente es de intensidad variable y en ocasiones no correlaciona con los hallazgos clínicos. El aumento de volumen articular se relaciona con el engrosamiento de la cápsula articular a consecuencia de osteofitos marginales y del tejido fibroso para mantener la articulación estable; con el crecimiento de la masa ósea (formación de hueso nuevo) como ocurre en las articulaciones interfalángicas (nódulos de Heberden y Bouchard), aumento del líquido sinovial, bursitis, tendonitis y aumento de otras estructuras paraarticulares. Las deformidades ocurren cuando existen alteraciones estructurales importantes productoras de cambios en la alineación de la articulación, lo que es favorecido por el desequilibrio de las fuerzas musculares, la carga y la pérdida irregular del cartílago articular. Entre las deformidades más a menudo observadas están los nódulos 293 óseos en las articulaciones interfalángicas distales de las manos, genu varo, genu valgo, hallux valgus, hiperlordosis, cifosis y cifoescoliosis. La crepitación es el ruido que se detecta al realizar el movimiento pasivo de la articulación y es producido principalmente por las irregularidades de la superficie del cartílago, fragmentación del mismo, cuerpos libres intraarticulares y condromatosis; a menudo se acompaña de inestabilidad y deformidad articular, comúnmente encontrado en la OA de rodillas. La limitación de los movimientos de la articulación afectada se debe a varios factores, entre los que destacan el dolor, la incongruencia de las superficies articulares y el espasmo o contractura de los músculos periarticulares. El sitio y el número de las articulaciones comprometidas en la OA es muy variable, el compromiso puede ser axial y/o periférico y se considera localizada si sólo afecta una articulación o grupo articular y generalizada si se encuentra en tres o más grupos articulares. Algunas formas de OA tienen características peculiares, a continuación se describen las más frecuentemente observadas en la práctica clínica. El compromiso de las manos se observa casi siempre en la OA primaria; a menudo hay antecedentes familiares y se hereda con carácter autosómico dominante, predomina en la mujer y su inicio ocurre en los años de la perimenopausia, se caracteriza por la presencia de osteofitos marginales en las articulaciones interfalángicas distales y proximales (IFD e IFP), lo que produce deformidad nodular, denominada nódulo de Heberden y nódulo de Bouchard para la localización IFD o IFP, respectivamente (Figura 22.1). Recientemente, se ha reportado que la entesitis es una característica común en el inicio de los nódulos y se ha sugerido que la lesión primaria en este tipo de OA es la 294 Introducción a la Reumatología Figura 22.1. Osteoartritis primaria de manos. Se aprecian nódulos de Heberden y de Bouchard en ambas manos. inflamación en la inserción ósea (entesitis) de los ligamentos colaterales. Los nódulos llegan a ser duros, de consistencia ósea; crecen lentamente y durante una etapa de su desarrollo pueden presentar fenómenos inflamatorios, sobre todo postraumáticos, lo que produce dolor intenso aun con traumatismos leves de las labores cotidianas; en ocasiones evolucionan a formación de quistes gelatinosos. En una entidad diferente denominada OA erosiva, la inflamación en los nódulos de Heberden y de Bouchard es constante e intensa, con sinovitis agregada y ocasionando cambios erosivos subcondrales con tendencia a la anquilosis. Otros sitios de la mano que se afecta en la OA son las primeras articulaciones carpometacarpianas así como de la metacarpofalángica del pulgar (rizartrosis). Es una de las formas más frecuentes de presentación clínica y causa de discapacidad e invalidez en gran parte de los pacientes. El dolor se presenta o exacerba generalmente al inicio de la deambulación posreposo, y al bajar y subir escaleras. Es más común la afección del cartílago a nivel del compartimiento medial y patelofemoral que dan como resultado genu varo y condromalacia, respectivamente. Los pacientes describen inflamación de las rodillas, pero el examen físico habitualmente revela sólo aumento de volumen de la cápsula articular y de los tejidos blandos periarticulares, sin datos propiamente inflamatorios. Otra alteración en la alineación observada es el genu valgo y la inestabilidad articular. En la OA de rodillas también se ha sugerido que en un grupo de pacientes la lesión inicial ocurre por entesitis del ligamento cruzado posterior y anterior, observado por imagen de resonancia magnética (IRM), y en otros casos por lesión de menisco. Similar a la OA de rodilla, es causa frecuente de discapacidad e invalidez, el dolor lo pueden referir a la ingle, glúteo, muslo e inclusive rodilla y la exploración física es determinante para localizar el compromiso coxofemoral puesto que revela limitación de la rotación interna. Los cambios destructivos del cartílago ocurren con más frecuencia en el polo superior de la articulación y se considera que la mayoría de los pacientes tienen anormalidades leves en el desarrollo articular, como displasia acetabular, luxación congénita de cadera y otras. La articulación intervertebral pertenece al grupo de la anfiartrosis, que se caracteriza por estar desprovista de cartílago articular y membrana sinovial, en esta situación la lesión inicial puede ocurrir en el disco intervertebral y ser secundario a microtraumatismo repetido ocasionando desgarro del anillo fibrocartilaginoso que protege el núcleo pulposo, alterando su integridad y produciendo degeneración, fibrosis y estrechamiento articular, por tal motivo algunos autores la han denominado enfermedad degenerativa discal. Igualmente se han reportado entesitis como daño previa al desarrollo de los osteofitos de los cuerpos vertebrales. La espondilosis en la columna se presenta en varias regiones y de diferente forma, siendo los segmentos más móviles el lumbar y el cervical los más comúnmente afectados, sobre todo a nivel de las articulaciones interapofisiarias, el disco intervertebral y los cuerpos vertebrales. La formación de osteofitos prominentes es un rasgo característico de la afectación de la columna Osteoartritis y contribuyen de manera importante en la sintomatología por compresión de los tejidos vecinos, sobre todo músculos, ligamentos y raíces nerviosas, ocasionando dolor, rigidez, limitación a los movimientos y a veces síndromes radiculares o de canal estrecho. Se presenta principalmente en la primera articulación metatarsofalángica, produciendo la deformación característica denominada hallux valgus. Esta alteración tiene factores hereditarios pero también ocurre por traumatismos constantes. Los síntomas son dolor y rigidez articular. Cuando se añaden brotes inflamatorios, deberá diferenciarse de la gota. Hombros, codos, muñecas y tobillos pueden desarrollar cambios de OA pero con menor frecuencia y por lo general en la forma secundaria a otras entidades como son las enfermedades reumáticas sistémicas, las inducidas por depósitos de cristales, las endocrinológicas y otras. Datos de laboratorio e imagenología Hasta el momento no se cuenta con algún dato de laboratorio que sea específico para el diagnóstico o seguimiento de los pacientes con OA. Están en investigación diversas sustancias denominadas biomarcadores entre los que se encuentran la proteína oligomérica del cartílago, el telepéptido de colágena tipo II, el ácido hialurónico, la pentosidina y los productos terminales de la glicosilación de las proteínas, cuya concentración en el líquido sinovial, suero y orina, podrían ayudar a identificar a las personas en alto riesgo para el desarrollo o avance de la enfermedad, pero aún no se ha encontrado plenamente la sustancia de mayor utilidad diagnóstica. Los exámenes clínicos habituales en Reumatología son normales y su utilidad se limita a problemas concurrentes y probablemente como orientadores en la selección de medicamentos a utilizar. 295 Como la mayoría de los pacientes tienen más de 50 años, el factor reumatoide puede ser positivo a títulos bajos y la velocidad de sedimentación globular reportarse moderadamente elevada, como alteraciones que acompañan al envejecimiento mas no relacionados con la OA, ya que si bien existe inflamación articular, esta es de bajo grado, localizada y sin repercusión sistémica. El análisis del líquido sinovial revela características arbitrariamente consideradas no inflamatorias por cuenta baja de leucocitos (< 2 000 cel/mm3) y viscosidad normal. Los estudios de imagenología más útiles son las radiografías simples de la o las articulaciones afectadas y siempre comparativa. Los hallazgos más característicos son: disminución asimétrica del espacio articular, esclerosis o eburnación del hueso subcondral, proliferación ósea en los márgenes articulares (osteofitos), quistes subcondrales y en casos avanzados, colapso cortical (Figura 22.2). La resonancia magnética ofrece mayores datos que las radiografías ya que permite tener una imagen anatómica del cartílago articular y de otras estructuras como meniscos, entesis y ligamentos, y puede servir como parámetro pronóstico; sin embargo, las radiografías continúan siendo las más recomendadas debido a la información valiosa, su disponibilidad en cualquier sitio y el bajo costo. Es conveniente hacer hincapié que en muchos pacientes no hay correlación clínico-radiológica, de tal manera que no es raro encontrar pacientes con síntomas intensos y datos radiológicos mínimos y en contraste, sujetos asintomáticos y con evidencia radiológica de OA grave. Otros estudios como el ultrasonido y el gammagrama no ofrecen mayores ventajas sobre las radiografías. Diagnóstico El diagnóstico es esencialmente clínico, siempre clínico, lo que recomienda con amplitud 296 Introducción a la Reumatología sí son útiles para establecer las diferencias entre la OA y otras entidades (ver la Lectura recomendada). Tratamiento Figura 22.2. Radiografía de mano en osteoartrosis primaria. Se aprecia disminución del espacio articular, esclerosis del hueso subcondral y osteofitos marginales. La tríada clásica para el diagnóstico radiológico. el buen interrogatorio y la exploración física cuidadosa e intencionada. El estudio radiológico no debe siempre considerarse como determinante e infalible y una vez más, la interpretación basada en la clínica tiene la última palabra pues podría no existir correlación entre síntomas y signos e imagen radiológica. Es importante establecer el diagnóstico diferencial con otras enfermedades reumáticas (un buen ejemplo es la OA erosiva versus artritis reumatoide) así como tratar de identificar algunas entidades susceptibles de tratamiento que condicionan OA secundarias como las que producen alteraciones metabólicas y endocrinológicas. El American College of Rheumatology ha establecido criterios de clasificación de OA de manos, cadera y rodillas, que si bien no fueron creadas con el propósito de diagnóstico de un paciente en lo individual, No hay tratamiento etiológico para la OA. El manejo terapéutico está reservado a la OA sintomática cuya expresión clínica es muy variable en intensidad, desde leve a grave; por lo tanto, el tratamiento deberá ser estrictamente individualizado para tratar de lograr los siguientes objetivos: aliviar los síntomas al máximo posible, mantener y aumentar la capacidad funcional y la autosuficiencia, corrigiendo las alteraciones mecánicas; evitar producir daño por efecto secundario de los medicamentos y lograr mejor calidad de vida. El manejo integral de la OA está compuesto por: medidas generales no farmacológicas, tratamiento farmacológico sistémico y localizado, y tratamiento quirúrgico. Estas medidas comprenden desde la información que siempre se debe proporcionar al paciente sobre la posible causa de su enfermedad, factores precipitantes, pronóstico y cuidados de las articulaciones afectadas, así como las recomendaciones sobre ejercicios, control del peso y otras medidas que eviten mayor daño articular incluyendo el uso de aparato de apoyo mecánico, plantillas, evitar posiciones viciosas y en ocasiones indicar modificaciones y adaptación laboral. Un aspecto importante que nunca deberá de omitirse es el referente a las medidas de medicina física, la aplicación de compresas húmedo-calientes, rayos infrarrojos, para reducir el dolor y la contractura muscular a menudo presente en estos pacientes, y por otra parte la aplicación de frío, de utilidad cuando existe proceso inflamatorio agregado. Algunos pacientes pueden tener una leve mejoría de corta duración con el empleo de acupuntura, en particular en la OA de rodillas. Osteoartritis El empleo de medicamentos, dada la edad de los pacientes y problemas de salud propios de esa edad, requieren atención especial en la selección y empleo a largo plazo. Hasta el momento no se cuenta con un medicamento específico o que modifique el curso de la OA. Los agentes terapéuticos empleados tienen como único fin aliviar el dolor sin provocar daño. Hasta muy recientemente el medicamento más recomendado era el paracetamol (o acetaminofén), por sus propiedades analgésicas y excelente tolerancia; sin embargo, el análisis de los estudios comparativos entre el paracetamol y los antiinflamatorios no esteroides (AINE) en pacientes con OA y dolor moderado, han demostrado superioridad de estos últimos en el alivio del dolor, por lo que la tendencia actual es considerar a los AINE como medicamentos de primera elección solos o acompañados de paracetamol en pacientes con OA moderadamente sintomática. Para tratar de evitar la toxicidad de los AINE a nivel del aparato digestivo es conveniente la adición de misoprostol o de inhibidores de la bomba de protones. Con la disponibilidad de los antiinflamatorios que inhiben específicamente la enzima COX 2, de los que están demostradas su buena tolerancia y eficacia, su papel en el manejo de la OA parece estar bien definido y únicamente deberá cuidarse, como con los AINE, dosis y tiempo de administración, para evitar sus efectos colaterales a nivel cardiovascular. Asimismo, se ha informado que la combinación de paracetamol y tramadol (derivado opiáceo) tiene efecto sinérgico para mejor control del dolor. Recientemente se ha propuesto el uso de colchicina 1 mg al día como opción terapéutica a largo plazo, por su efecto sobre la inmunidad innata. Por último, las expectativas que se habían hecho con el empleo de medicamentos como la glucosamina y el sulfato de condroitina, la doxiciclina, la diacerina y derivados del ácido hialurónico, no se han 297 comprobado plenamente y no son recomendables hasta tener evidencias de su eficacia y seguridad. En aquellos casos en donde el tratamiento sintomático, la fisioterapia y otras medidas resultan insuficientes o existen limitaciones, puede estar indicado el empleo de otros recursos terapéuticos como la infiltración local o intraarticular (anestésicos locales y/o glucocorticoides, sobre todo en brotes inflamatorios articulares), considerando siempre las posibles contraindicaciones. No perder de vista los inconvenientes del uso repetido y demasiado frecuente de estos procedimientos, en particular de los glucocorticoides intraarticulares, así como de su aplicación sin contar con la debida instrucción y experiencia. Otras medidas como la aplicación de AINE en forma tópica son de utilidad no consistente; la viscosuplementación aún no tiene un papel plenamente definido en el tratamiento de la OA y se requiere acumular experiencia. El tratamiento quirúrgico está reservado para aquellos pacientes que no se controlan adecuadamente con el manejo médico y se consideran tres categorías: cirugía preventiva (sinovectomía, limpieza quirúrgica, osteotomías), correctiva (prótesis parciales o totales) y recursos quirúrgicos de último recurso (artrodesis). La decisión del empleo de estos procedimientos debe ser siempre multidisciplinaria con participación del reumatólogo, el cirujano ortopedista especializado en esta disciplina, fisioterapia, rehabilitación, evaluación psicológica del paciente e información a la familia del paciente, así como valorar el factor ocupacional y laboral. Pronóstico La OA es una enfermedad reumática crónica con periodos de remisión y exacerbación, causa importante de morbilidad y discapacidad, que deteriora la calidad de vida y cuya prevalencia aumentará en los años por venir conforme se incremente el promedio 298 Introducción a la Reumatología de vida de la población mundial. A pesar de que no se cuenta con un tratamiento específico, los avances recientes en la investigación básica han establecido posibles blancos terapéuticos como la inhibición de las metaloproteinasas, de citocinas proinflamatorias, de la producción de óxido nítrico y de otras sustancias que participan en la degradación del cartílago, aspectos muy interesantes que deberán valorarse cuidadosamente en relación con riesgo-beneficio. Por otra parte, se abre la posibilidad aún en el terreno experimental, de poder emplear el trasplante de cartílago y la terapia génica en los próximos años. Asimismo, los avances en las técnicas quirúrgicas y en las prótesis articulares hace esperar que la calidad de vida de los pacientes con OA ya es y será mucho mejor en un futuro próximo. Lectura recomendada Berenbaum F. Osteoarthritis as an inflammatory disease (osteoarthritis is not osteoarthrosis!) Osteoarthritis Cartilage. 2013;21:16-21. Felson DT. Developments in clinical understanding of osteoarthritis. Arthritis Res Ther. 2009;11:203. Goldring MB, Marcu Kb. Cartilage homeostasis in health and rheumatic diseases. Arthritis Res Ther. 2009;11:224. Glyn-Jones S, Palmer AJR, Agricola R, et al. Osteoarthritis. Lancet. 2015;386:376-87. Leung YY, Yao Hui LL, Kraus VB. Colchicine-Update on mechanisms of action and therapeutic uses. Semin Arthritis Rheum. 2015;45: 341-50. Martel-Pelletier J, Barr AJ, Cicuttini FM, et al. Osteoarthritis. Nature Rev Dis Primers. Published online 13 Oct 2016. Doi:10.1038/nrdp. 2016.72 McGonagle D, Tan AL, Grainger AJ, Benjamin N. Heberden’s nodes and what Heberden could not see: the pivotal role of ligaments in the pathogenesis of early nodal osteoarthritis and beyond. Rheumatology. 2008;47:1278-85. Middleton K, Fish DE. Lumbar spondilosis: clinical presentation and treatment approaches. Curr Rev Musculoskelet Med. 2009;2:94-104. Pottie P, Presle N, Terlain B, et al. Obesity and osteoarthritis: more complex than predicted! Ann Rheum Dis. 2006;65:1403-05. Robinson WH, Lepus CM, Wang Q, et al. Low-grade inflammation as a key mediator of the pathogenesis of osteoarthritis. Nature Rev Rheum. Published on line 19 Aug 2016. Doi:10.1038/ nrrheum.2016.136 Criterios para clasificación de osteoartritis Altman R, Alarcon G, Appelrouth D, et al. The American College of Rheumatology criteria for the classification and reporting of osteoarthritis of the hand. Arthritis Rheum. 1990;33:1601-10. Altman R, Alarcon G, Appelrouth D, et al. The American College of Rheumatology criteria for the classification and reporting of osteoarthritis of the hip. Arthritis Rheum. 1991;34:505-14. Altman R, Asch E, Bloch G, et al. Development of criteria for classification and reporting of osteoarthritis: classification of osteoarthritis of the knee. Arthritis Rheum. 1986;29: 1039-49. 33 Lupus eritematoso sistémico Alina Hernández-Bedolla, Leonor A. Barile-Fabris “El lupus eritematoso es un padecimiento que cautiva a los médicos, los vuelve adeptos, les crea devoción y dedicación de por vida… que podría parecer un ejercicio en el realismo fantástico de García Márquez.” Dr. Donato Alarcón Segovia † Introducción La enfermedad es más grave en pacientes afroamericanos, hispanos y asiáticos. Aunque el LES es una enfermedad crónica que puede llegar a poner en peligro la vida, la mayoría de los pacientes evolucionan hacia enfermedad crónica, con afección sistémica leve a moderada. Actualmente la supervivencia global a 5 años es 98%, y el pronóstico depende del daño orgánico, siendo peor a nivel renal, sistema nervioso central o cardiovascular. Las principales causas de morbimortalidad en pacientes con LES son: las infecciones secundarias al uso de fármacos inmunosupresores, las neoplasias y la cardiopatía isquémica prematura. Al principio del siglo xx, las causas principales de mortalidad en lupus eran la actividad grave de la enfermedad y los procesos infecciosos; en la actualidad se agregan causas de comorbilidad y mortalidad como nefropatía crónica, cardiopatía isquémica prematura y acelerada, y complicaciones derivadas de los tratamientos. El lupus eritematoso sistémico (LES) es la enfermedad autoinmune prototipo, está asociada con la producción de autoanticuerpos y con el depósito de complejos inmunes. Es una enfermedad inflamatoria crónica multisistémica y, por lo tanto, presenta un espectro muy amplio de manifestaciones clínicas, con un curso y presentación heterogéneo caracterizado por remisiones y exacerbaciones. Epidemiología La epidemiología varía a través del mundo. Se estima que afecta a más de 5 millones de personas en el mundo; sin embargo, en México no existen indicadores epidemiológicos. En Estados Unidos los estudios han informado una incidencia (casos nuevos) de 3.3 a 4.8 por cada 100 000 habitantes por año y una prevalencia de 122 por cada 100 000 habitantes. Ocurre predominantemente en mujeres jóvenes, en edad reproductiva. La edad de inicio más frecuente es entre 20 y 40 años de edad; la relación mujer:hombre es 9:1; y en niños y adultos mayores 2:1. Los pacientes del género masculino y los niños tienen un curso más agresivo y mayor incidencia de manifestaciones graves de la enfermedad; en contraste, estas últimas dos características se reducen cuando el LES ocurre después de los 50 años (también denominado LES tardío). Patogenia 445 El LES es una enfermedad que hasta el momento es multifactorial, con base autoinmune caracterizada principalmente por la producción de diversos autoanticuerpos, la mayoría dirigidos contra componentes del núcleo celular. La producción de dichos anticuerpos involucra múltiples facetas de la respuesta inmune. 446 Introducción a la Reumatología La base fisiopatológica de la enfermedad es compleja, en general se presenta en individuos con cierta predisposición por medio de desencadenantes o triggers (ambientales, químicos, hormonales) que actúan directamente o mediante cambios epigenéticos que favorecen una reacción autoinmune aberrante. Desencadenantes Factores ambientales: parecen ser los más importantes, incluida la luz ultravioleta (UV-B). Procesos infecciosos (virales y bacterianos, principalmente): el mayormente descrito es el virus Epstein-Barr. Factores químicos: algunas aminas aromáticas, fármacos (hidralazina, procainamida, clorpromazina, isoniazida), el humo de tabaco. El consumo de grandes cantidades de grasas saturadas o de alfalfa se asocian con el desarrollo de LES. En algunos casos posterior a la presentación de diversas enfermedades autoinmunes órgano-específicas como anemia hemolítica, púrpura trombocitopénica y tiroiditis autoinmune. Predisposición genética: la concordancia entre gemelos monocigóticos es de 25% y menos de 5% en gemelos dicigóticos, la alta incidencia en familiares de primera y segunda línea, la diferente frecuencia en grupos étnicos (mayor en hispanos, afroamericanos y asiáticos) lo cual demuestra la predisposición genética para su desarrollo. Se conocen múltiples genes de susceptibilidad para desarrollar la enfermedad, los más importantes relacionados con el complejo principal de histocompatibilidad (HLA), así como cerca de 80 polimorfismos que codifican diferentes proteínas que forman parte del sistema inmune, entre los cuales destacan: las que intervienen en la degradación del DNA, depuración de dendritos celulares, en la señalización de linfocitos B y T, en la tolerancia inmunológica, en el sistema fagocítico y en el procesamiento de complejos inmunes. Componentes hormonales: en relación con la predominancia del género femenino en edad reproductiva, hay múltiples informes que destacan la importancia de las hormonas y el eje hipotálamo-hipófisissuprarrenal (HHS); el LES rara vez se presenta antes de la pubertad o después de la menopausia. • Niveles de estrógenos: se ha evidenciado que las bajas concentraciones de estrógenos ofrecen protección contra el desarrollo de la enfermedad, mientras que los títulos bajos de andrógenos aumentan el riesgo. Los niveles de estrógenos y de sus metabolitos muestran una mayor correlación con la actividad clínica de la enfermedad tanto en hombres como en mujeres, ya que los estrógenos disminuyen la apoptosis de linfocitos autorreactivos que contribuyen en el proceso autoinmune. Los niveles de andrógenos se correlacionan de forma inversa a la actividad de la enfermedad en mujeres y en hombres con niveles bajos de andrógenos • Neuroendrocrinos: algunos pacientes con la enfermedad tienen hiperprolactinemia, que se correlaciona con la actividad de la enfermedad, de ahí que la bromocriptina pudiera ser potencialmente de utilidad en casos particulares. Otros pacientes tienen defectos en el eje HHS. Se ha demostrado que durante el ciclo menstrual presentan una fluctuación cíclica de la actividad del LES, así como en el embarazo y el parto. Posterior a la menopausia las pacientes que desarrollan LES muestran menor actividad clínica y tienen un mejor pronóstico Aunque las hormonas no tuvieran un papel patogénico directo, la asociación con anormalidades o fluctuaciones de hormonas hipotálamo-hipofisiarias y gonadales Lupus eritematoso sistémico pueden crear un ambiente endógeno propicio para que individuos genéticamente susceptibles desarrollen la enfermedad. Alteraciones histopatológicas Las características básicas del LES son: inflamación y anormalidades en los vasos sanguíneos, lo cual incluye vasculopatía oclusiva, vasculitis y depósito de complejos inmunes. Estos fenómenos han sido caracterizados extensamente en el tejido renal en donde se observa inflamación, proliferación de células mesangiales y depósito de complejos inmunes. En otros órganos como el SNC es posible observar microinfartos y vasculopatía con o sin inflamación. La vasculopatía oclusiva se ha relacionado con la presencia de anticuerpos antifosfolípidos. Otro hallazgo muy común es la aterosclerosis asociada tanto con la actividad inflamatoria propia de la enfermedad como con el efecto adverso de los fármacos. Alteraciones inmunológicas Sobreproducción de inmunoglobulinas y generación de autoanticuerpos: son la principal alteración autoinmune, éstos se encuentran dirigidos en contra de diversos autoantígenos presentes en el núcleo celular y se presentan en 95% de los pacientes. El más característico se dirige contra el DNA, mientras que otros autoanticuerpos se dirigen contra antígenos nucleares, en el citoplasma y en la superficie celular, así como algunas moléculas solubles (inmunoglobulinas y factores de la coagulación). La característica más notable de los anticuerpos anti-DNAds es su asociación con la glomerulonefrítis lúpica. Se ha descrito la detección de autoanticuerpos años antes de la expresión clínica de la enfermedad. Aumento de la activación del linfocito B: evidenciada por un aumento en el número de linfocitos productores de inmunoglobu- 447 linas, los cuales son más propensos a la activación policlonal, además de un incremento en la secreción de citocinas como IL-6 e IL10; asimismo, la respuesta de estas células tiende a ser anormal, por autotolerancia inmunológica. Se han descrito anormalidades en células pro-B y pre-B y en el microambiente medular. Hiperactividad, alteraciones en la señalización y función del linfocito T: el número de células activadas en sangre periférica es mayor y la activación de estas células es anormal, con menor producción de IL-2 (como una aparente preactivación) y de ser autorreactivos. La regulación de la actividad supresora de los linfocitos T y las células NK es inadecuada, mientras que existe una falta en la regulación de la red anti-idiotípica. Hay una disminución en la capacidad para remoción de los complejos inmunes a través de los receptores CR1 (para C3) en los eritrocitos, lo que puede ser congénito o adquirido Alteraciones en los macrófagos: tienen una menor capacidad para unirse a complejos inmunes, removerlos de la circulación general y se generan defectos en la remoción de células apoptósicas y, por lo tanto, citocinas proinflamatorias. Defectos en la apoptosis: el material apoptósico debe eliminarse y generalmente produce diversas citocinas antiinflamatorias, cuando es defectuoso pueden enviarse señales de daño (HMGB-1), liberación de autoantígenos (DNA, RNA y cromatina) que culminan en la producción de citocinas proinflamatorias por parte del macrófago (IL-1, IL-6 y TNF-α) y en la perpetuación de la respuesta autoinmune. Defectos en el sistema del complemento: otro de los mecanismos que impiden la adecuada remoción de complejos inmunes, ya sea por defectos cualitativos o cuantitativos en los receptores para factores del complemento. Puede ser la deficiencia (C4 y C2), o los autoanticuerpos en contra del receptor. Por ejemplo, 448 Introducción a la Reumatología contra C1q se asocia un mayor depósito de complejos inmunes a nivel renal y, por ende, a glomerulonefritis. Rol del interferón (IFN a/b): potencia la proliferación de linfocitos T y B autorreactivos, además libera la llamada trampa de neutrófilos extracelulares (NETosis), la cual produce la liberación de más autoantígenos que interactúan con autoanticuerpos y complejos inmunes que pueden por medio de receptores amplificar el proceso autoinmune. Considerada “la firma del LES”, ya que ha demostrado que los productos de la inducción de los genes intervienen también en la patogenia de LES. Criterios de clasificación Los criterios son útiles para definir a un grupo homogéneo de pacientes para la realización de estudios clínicos, que en ocasiones se utilizan como orientación clínica, pero no como criterios diagnósticos ya que tienen limitantes debido a la heterogenei- dad de las manifestaciones de LES. Existen pacientes que no cumplen con los criterios requeridos para la clasificación, pero que sí tienen el diagnóstico de LES, o bien, pacientes con otros padecimientos sistémicos que presenten criterios suficientes para clasificarlos como portadores de LES sin tener la enfermedad (p. ej., procesos neoplásicos e infecciosos como tuberculosis y endocarditis bacteriana, entre otros). Los primeros criterios fueron informados en 1971 por la American Rheumatism Association (ARA), posteriormente revisados en 1982 y 1997 por el American College of Rheumatology (ACR). En el 2012 el grupo SLICC (Systemic Lupus Collaborating Clinics) revisaron los criterios para incorporar los nuevos conocimientos sobre la inmunología del lupus eritematoso sistémico, éstos comprenden 17 criterios clínicos e inmunológicos con una sensibilidad de 94% y una especificidad de 92% (Cuadro 33.1). Cuadro 33.1. Criterios de Clasificación de Lupus Eritematoso Sistémico SLICC 2012 Clínicos Inmunológicos 1. Lupus agudo o subagudo 1. Anticuerpos antinucleares (+) 2. Lupus cutáneo crónico 2. Anti-DNA 3. Úlceras orales o nasales 3. Anti-Sm 4. Alopecia no cicatricial 4. Antifosfolípidos 5. Sinovitis anticoagulante lúpico, anticardiolipinas, B2-glicoproteína 1 6. Serositis 5. Hipocomplementemia 7. Renal: proteinuria o cilindros 6. Coombs directo + 8. Neurológico; convulsiones, psicosis, mielitis, NM, neuropatía, SOC 9. Anemia hemolítica 10. Leucopenia o linfopenia 11. Trombocitopenia Clasificación con: ≥ 4 criterios: con al menos 1 clínico y 1 inmunológico. O Nefritis lúpica por biopsia + Anticuerpos antinucleares o Anti-DNA Lupus eritematoso sistémico Manifestaciones clínicas La presentación clásica de mujer joven con eritema malar en “alas de mariposa” y artritis periférica no es tan común como se piensa. La enfermedad suele manifestarse e iniciar con síntomas inespecíficos como fatiga, malestar general, úlceras orales, artralgias, artritis, dermatosis fotosensible, fiebre, linfadenopatía, pérdida de peso, derrame pleural por serositis, cefalea, parestesias, ojo seco, fenómeno de Raynaud y caída del cabello. Puede afectar virtualmente a cualquier célula, tejido, órgano o sistema, por lo que es todo un reto para el clínico por el gran espectro de manifestaciones que abarca la enfermedad. La historia clínica completa, el interrogatorio por aparatos y sistemas y la exploración física minuciosa guiarán el estudio posterior del paciente mediante estudios auxiliares diagnósticos como el examen general de orina (para buscar proteinuria o hematuria asociada con nefritis), la biometría hemática (anemia, leucolinfopenia, trombocitopenia), pruebas de función renal y hepática, reactantes de fase aguda (es común que la velocidad de eritrosedimentación esté elevada y que la proteína C reactiva sea a menudo normal) y la presencia y título de los autoanticuerpos asociados con la enfermedad (anticuerpos antinucleares, anti-DNAds, anticuerpos anticardiolipina, anticoagulante lúpico, factor reumatoide, etcétera). ¿Cuándo pensar en lupus? 449 do descartado en la medida de lo posible infecciones, problemas linfoproliferativos u oncológicos. Manifestaciones generales Los síntomas constitucionales, aunque muy frecuentes, son inespecíficos. La fiebre puede presentarse en cualquier momento durante el curso de la enfermedad, aunque casi siempre como manifestación inicial en 36%, en 50 a 80% de los casos en ausencia de infección y se asocia con actividad de la enfermedad. La fiebre por actividad del LES característicamente es poco elevada y ocurre por lo común sin calosfríos, leucocitosis ni neutrofilia y la proteína C reactiva es normal o a títulos bajos. La pérdida ponderal ocurre en 17 a 51% y habitualmente no es mayor que 10% del peso total, por lo general precede al diagnóstico. La fatiga es un síntoma común hasta en 80% de los pacientes, acompaña a otros síntomas e influye negativamente sobre la calidad de vida de los pacientes; se asocia con depresión, dolor musculoesquelético generalizado, trastornos del sueño y actividad de la enfermedad. Puede presentarse incluso en periodos de remisión de la enfermedad y ser la manifestación de enfermedades concomitantes como anemia o hipotiroidismo. El ejercicio, así como el uso de antipalúdicos como cloroquina o hidroxicloroquina se vinculan comúnmente con una mejoría general y disminución de la fatiga. Manifestaciones musculoesqueléticas Artritis/artralgias En pacientes previamente sanos, principalmente mujeres, con afectación a diferentes aparatos y sistemas, casi siempre con ataque al estado general, fiebre, artritis, fotosensibilidad, evidencia de alteraciones en el sedimento urinario, hipertensión arterial sistémica o citopenias en pacientes jóvenes; ante manifestaciones sistémicas en personas jóvenes, sin otra causa definida, y habien- Son las manifestaciones iniciales más comunes (frecuencia 76 a 91%), pueden asociarse con rigidez matutina. Aunque puede afectar cualquier articulación, las más frecuentes son las manos y las rodillas. La afección articular puede ser simétrica y erosiva en un porcentaje de los casos, por lo cual puede confundirse con artritis reumatoide (AR). 450 Introducción a la Reumatología La sinovitis es menos frecuente en LES que en AR, habitualmente la artritis no es deformante y pudiera provocar desviación cubital y deformidades; la afectación de estructuras periarticulares (ligamentos y tendones) suele conformar la “artropatía de Jaccoud”, observada hasta en 35% de los casos, característicamente artropatía reductible. Miopatía Mialgias aisladas en 50 a 80% de los casos, hasta dolor musculoesquelético difuso o fibromialgia secundaria se han reportado en el LES (asociación 11.7%). En sólo 8% de casos puede observarse miositis indistinguible de la polimiositis, con debilidad muscular proximal, elevación de enzimas musculares, cambios electromiográficos compatibles con patrón miopático y alteraciones histopatológicas con diversos grados de inflamación y necrosis del tejido muscular. Osteonecrosis Ocurre hasta en 20% en niños y 7% en adultos, siendo los sitios más a menudo afectados las epífisis de fémur y húmero, los huesos del carpo y los cóndilos femorales. El uso de glucocorticoides es un factor de riesgo importante para su desarrollo; otros factores son el fenómeno de Raynaud, la vasculitis y la presencia de anticuerpos antifosfolípidos, con o sin síndrome de anticuerpos antifosfolípidos asociado. Para la osteonecrosis además del tratamiento sintomático puede requerirse la descompresión quirúrgica o el reemplazo protésico del sitio afectado. Osteoporosis Su prevalencia en premenopáusicas es de 12 a 25%. La densitometría ósea es el método diagnóstico de elección. En cuanto al tratamiento, es importante incidir sobre los fac- tores de riesgo antes descritos. En pacientes que requieren del uso de glucocorticoides se recomienda la profilaxis con bisfosfonatos, además de calcio y vitamina D. En casos muy específicos o seleccionados podrían emplearse estrógenos. El tratamiento de las manifestaciones musculoesqueléticas es generalmente sencillo y en la mayoría de los pacientes se requiere sólo de la administración de AINE en etapas agudas y antipalúdicos en caso de persistencia de las mismas; cuando es grave y refractaria a lo anterior, es útil la utilización de metotrexato semanal. Manifestaciones mucocutáneas Las manifestaciones dermatológicas son frecuentes (65 a 85%) y diversas. La denominada “banda lúpica” representa los depósitos de complejos DNA-antiDNA in situ que suelen ratificarse mediante inmunofluorescencia con patrones granulares en la unión dermoepidérmica. La gran variedad de manifestaciones cutáneas se clasifican en específicas (agudas, subagudas y crónicas) e inespecíficas. Las lesiones inespecíficas incluyen: fotosensibilidad, definida como eritema cutáneo ocasionado por exposición a la luz solar, específicamente a la luz utravioleta B, su presencia se asocia con anticuerpos anti-Ro en 30 a 60%; lesiones vasculares como telangiectasias, vasculitis y nódulos reumatoides; livedo reticularis (a menudo vinculado con anticuerpos anticardiolipina); alopecia, urticaria, úlceras orales y hemorragia subungueal, entre otras. Debe sugerirse para todos los pacientes el empleo de filtro solar y evitar la exposición prolongada a la luz solar. Son de utilidad para la manifestaciones cutáneas: cloroquina, hidroxicloroquina, glucocorticoides tópicos y sistémicos por lo general a dosis bajas. Sólo 15% de los pacientes con lupus discoide desarrollan la enfermedad sistémica. Lupus eritematoso sistémico Las manifestaciones en mucosas (úlceras orales y genitales) y otras (alopecia) suelen responder de manera adecuada a antipalúdicos. Cabe recordar que éstos tienen beneficios adicionales: un discreto efecto antitrombótico, hipolipemiante e hipoglucemiante, y aunque rara vez se asocian con maculopatía, se recomienda evaluación periódica por oftalmología. Manifestaciones hematológicas Son extraordinariamente comunes, se presentan en más de 80% de los pacientes y algunas están incluidas dentro de los criterios de clasificación y en los índices de actividad del LES. Anemia Puede ser de causa inmunológica o no inmunológica, puede acompañar a la mayoría de los pacientes con actividad de la enfermedad. No inmunológicas: por enfermedad crónica, anemia ferropénica, nefropatía y en algunas ocasiones anemia inducida por fármacos. Inmunológicas: la hemolítica autoinmune (AHAI), la hemolítica microangiopática, la inducida por fármacos, anemia aplásica, la aplasia pura de células rojas y la anemia perniciosa. La más frecuente es la anemia de la enfermedad crónica, la cual es normocítica normocrómica y de causa multifactorial. Anemia hemolítica autoinmune (AHAI) Se presenta en 7 a 15% de los pacientes con LES, como manifestación inicial de LES en 2 a 6% de los casos, y se asocia con actividad de la enfermedad. De 15 a 40% de los pacientes con LES tienen prueba de Coombs directa positiva sin tener hemólisis. La AHAI puede acompañarse de trombocitopenia autoinmune, a lo cual se denomina síndrome de Evans. Aunque puede asociarse con fiebre y 451 rara vez con dolor abdominal, se caracteriza por disminución de hemoglobina, ictericia, aumento de bilirrubina indirecta y deshidrogenasa láctica (DHL) y muy a menudo prueba de Coombs directa positiva. Se ha documentado la presencia de anticuerpos antieritrocito como responsables de la hemólisis y pueden ser de tipo “caliente o frío”; los más frecuentes son los calientes de isotipo IgG con predominio de IgG1 que fijan complemento in vivo pero no in vitro y los principales antígenos son los de grupo Rh y glicoproteínas. La hemólisis se determina por tres tipos: el 1 es el de mayor frecuencia (45%) y se caracteriza porque el eritrocito está cubierto por inmunoglobulinas; en el 2 (36%) el eritrocito se encuentra recubierto por inmunoglobulinas y complemento, y en el 3 por las fracciones C3 y C4 del complemento (18%). Se ha encontrado una fuerte asociación entre AHAI y presencia de anticuerpos anticardiolipina (aCL) por lo que se piensa que estos anticuerpos pueden dirigirse contra el eritrocito. Una vez que los eritrocitos han sido recubiertos por inmunoglobulinas o complemento, son depurados mediante fagocitosis por macrófagos localizados principalmente en los sinusoides esplénicos. Trombocitopenia La trombocitopenia en LES se define como una cuenta plaquetaria menor de 100 000/ mL y tiene prevalencia de 15 a 30%. La trombocitopenia grave (< 10 000/mL) se presenta en 10% de los pacientes y suele asociarse con síndrome purpúrico con petequias, equimosis o hemorragias espontáneas. En algunos casos la trombocitopenia puede ser la manifestación inicial de LES e incluso preceder por varios años al diagnóstico. Se ha calculado que cerca de 30% de pacientes con PTI presentan anticuerpos antinucleares (AAN) positivos y 10% 452 Introducción a la Reumatología desarrollan otras manifestaciones de LES de manera subsecuente. Puede presentarse de forma aguda, lo cual se asocia con actividad de la enfermedad, o secundaria a algún fármaco; la trombocitopenia de forma crónica es la presentación más frecuente en LES. Se ha demostrado que con frecuencia los anticuerpos responsables son de tipo IgG, en particular IgG 3 y, a diferencia de la púrpura trombocitopénica idiopática (PTI), estos anticuerpos son fijadores de complemento. Se ha demostrado también la existencia de inmunocomplejos de tipo DNAantiDNA en la superficie de las plaquetas y se han identificado diferentes determinantes antigénicos, tanto en la superficie como en el citoplasma de las mismas. La presencia de aCL se asocia fuertemente con trombocitopenia en pacientes con y sin LES; se ha sugerido que los anticuerpos aCL pueden tener una reacción cruzada con fosfolípidos de la membrana plaquetaria provocando activación y secuestro plaquetario a través del sistema fagocítico mononuclear. Leucopenia La cuenta de leucocitos totales se encuentra disminuida en más de 50% de pacientes con LES (< 4 000/mm3) y se asocia con actividad de la enfermedad. La linfopenia es uno de los hallazgos más frecuentes en pacientes con LES, se calcula que 95% de los pacientes presenta linfocitopenia en algún momento durante el curso de la enfermedad. La cuenta absoluta de linfocitos por lo general es menor a 1 500 y es más común en enfermedad activa. La neutropenia se presenta de 20 a 47%, la causa más común es la asociada con fármacos, en un menor porcentaje se debe a anticuerpos antineutrófilo o disminución en la producción de neutrófilos en médula ósea. La pancitopenia también puede presentarse en LES, puede asociarse con actividad o con mielofibrosis reversible, o como consecuencia de fármacos, poco frecuente por lo que deben descartarse otras causas hematológicas de forma inicial Tratamiento La base del tratamiento de la AHAI y de la trombocitopenia grave son los glucocorticoides a dosis altas, así como pulsos de metilprednisolona en etapas agudas, posteriormente dosis bajas de glucocorticoides en combinación con azatioprina; se ha utilizado con éxito danazol y dapsona; existen algunas series que informan buena respuesta a ciclosporina A. En pacientes refractarios suele ser de utilidad la inmunoglobulina IV, la plasmaféresis y el rituximab, en casos refractarios aun controversial la esplenectomía. El tratamiento de la neutropenia grave incluye la eliminación de los probables fármacos mielotóxicos, glucocorticoides y de factores estimuladores de colonias de granulocitos-macrófagos como el filgastrim. Nefropatía El riñón es uno de los órganos que generan mayor morbimortalidad. La nefropatía puede ser la manifestación inicial hasta en 35% de los pacientes, se desarrolla en 50 a 75% durante los primeros años del padecimiento y es común encontrarla en el estudio histopatológico con técnicas de inmunofluorescencia y microscopia electrónica. Alrededor de 25% de las biopsias presentan depósitos de complejos inmunes a nivel glomerular y tubular, sólo un pequeño porcentaje de los anticuerpos que reaccionan contra DNA parecen ser nefritogénicos. Los complejos inmunes son derivados de la circulación o formados in situ, puede haber reacción cruzada de anticuerpos anti-DNA con antígenos de célu- Lupus eritematoso sistémico las glomerulares y con componentes normales de la membrana basal glomerular y de la matriz mesangial, lo cual promueve la formación in situ y favorece su localización dentro del glomérulo. Existe participación de diversas moléculas de adhesión y citocinas, como la IL-6 y el TNF, así como infiltrados intersticiales de células T activadas que expresan HLA-DR en su superficie. También la interacción del endotelio con linfocinas y linfocitos citotóxicos en el desarrollo de daño renal. Además de la nefritis lúpica, también puede presentarse nefritis intersticial, vasculopatía renal (ya sea microangiopatía trombótica, vasculopatía lúpica) o nefropatía asociada con las comorbilidades acompañantes. La nefritis lúpica puede tener una gran diversidad de manifestaciones clínicas dependiendo de la clasificación por parte de la International Society of Nephrology y la Renal Pathology Society (ISN/RPS) Independiente del tipo de afección histológica es importante conocer la gravedad de la lesión traducida en términos de inflamación o fibrosis, para este propósito se ha creado lo que se conoce como índices de actividad y cronicidad que pueden ayudar a definir tratamiento y pronóstico. Es indispensable el análisis del sedimento urinario en busca de hematuria y cilindros granulosos, leucocitarios o eritrocitarios. La piuria microscópica y la hematuria aisladas o en combinación pueden ser marcadores de la lesión glomerular de grado variable. Son de utilidad la determinación periódica de depuración de creatinina y la cuantificación de proteínas en orina de 24 h. Para evaluación y pronóstico de la enfermedad son importantes: creatinina sérica, proteinuria de 24 h, índice proteinuria/ creatinuria, hematuria, complemento sérico e hipertensión arterial. Los glucocorticoides mejoraron sustancialmente la gravedad de la nefropatía desde que empezaron a emplearse hace más de 453 tres decenios; se sabe que agregar inmunosupresores mejora notablemente la supervivencia de los pacientes. Los National Institutes of Health (NIH) habían propuesto a la ciclofosfamida vía IV mensual asociada con glucocorticoides como el tratamiento de elección, la utilización de azatioprina, ciclosporina A y más reciente el micofenolato de mofetilo, son tan eficaces en algunos casos y probablemente menos tóxicos. En casos refractarios el uso de rituximab, inmunoglobulina IV y plasmaféresis pueden ser útiles. A pesar de los avances la nefritis lúpica puede progresar, pese a tratamiento, a enfermedad renal crónica en 10% de los pacientes. Afección gastrointestinal A pesar de que las manifestaciones gastrointestinales (GI) son frecuentes en pacientes con LES, este tipo de afección ha sido poco estudiado. Como otras manifestaciones, pueden ser la expresión de la actividad de la enfermedad, de complicaciones infecciosas o de toxicidad por fármacos. Cavidad oral Las úlceras orales se presentan hasta en 66% de los pacientes, con frecuencia se exacerban durante los periodos de actividad de la enfermedad, por lo general en paladar duro y en carrillos. Esófago Afecta hasta 25% de los pacientes con LES. Puede presentarse a disfagia frecuencia variable 1 a 13% de los pacientes, suele ser episódica, multifactorial ya que puede ser asociada con: infecciones, disminución del peristaltismo esofágico, síndrome de Sjögren secundario, reflujo secundario por hipotonía del esfínter esofágico inferior, miopatía del músculo estriado esofágico, vasculitis con daño del plexo mientérico, 454 Introducción a la Reumatología espasmo esofágico y como efectos secundarios de medicamentos. Otra sintomatología: pirosis, esofagitis química, estenosis esofágica. Entre los estudios recomendados se encuentran endoscopia, manometría y radiología contrastada. El tratamiento depende de la etiología y es sintomático. Estómago Ocurren tanto complicaciones secundarias a la enfermedad como secundarias a tratamiento, estas últimas son las más frecuentes y casi siempre se trata de enfermedad acidopéptica secundaria a AINE y otros medicamentos. Se puede presentar mucositis farmacológica (por ciclofosfamida y metotrexato). Dentro de las manifestaciones propias de la enfermedad se encuentra la atrofia gástrica asociada con la presencia de anticuerpos contra células parietales y/o factor intrínseco (anemia perniciosa), vasculitis, paresia gástrica secundaria a neuropatía visceral y otras como ectasia vascular antral que puede aparecer como sangrado de tubo digestivo alto (estómago en sandía). El tratamiento depende de la etiología, generalmente es sintomático; en caso de enfermedad acidopéptica, deberá descartarse y en su caso tratarse el Helicobacter pylori. Las manifestaciones secundarias a la enfermedad responden parcialmente a glucocorticoides. Intestinos delgado y grueso Son manifestaciones poco frecuentes, incluyen serositis, vasculitis, absorción intestinal deficiente y alteraciones en la motilidad. La seudooclusión intestinal secundaria a compromiso de músculo liso o plexopatía visceral ocurre en 0.2 a 3% de los pacientes, se asocia con hidronefrosis. La enteropatía perdedora de proteínas es una manifestación poco frecuente, menos de 30 casos en la literatura, histológicamente hay aplanamiento de las vellosidades intestinales con infiltrado inflamatorio, casi siempre se manifiesta con complicaciones asociadas a hipoalbuminemia y compromiso multiorgánico. La vasculitis mesentérica es poco frecuente (va de 0.2 a 9%), se presenta como abdomen agudo, tiene una elevada mortalidad de más de 50%. La oclusión venosa o arterial suele estar asociada con anticuerpos anticardiolipinas. Otra manifestación rara es la enfermedad inflamatoria intestinal. Hígado La alteración en las pruebas de función hepática (PFH) es un hallazgo relativamente común de 39 a 50% de pacienes con LES. Las causas más frecuentes son: toxicidad por fármacos (AINE, azatioprina, danazol, ciclofosfamida y glucocorticoides), infecciones y alteraciones autoinmunes. Hay informes de infección por hepatitis B y C, hecho que puede representar reto diagnóstico. Hepatitis lupoide El término se ha referido a hepatopatía crónica autoinmune no necesariamente asociada con LES, condición que puede acompañarse de expresión extrahepática, por lo común púrpura hipergammaglobulinémica, con afección articular y anticuerpos antinucleares. La hepatitis por lupus se presenta hasta en 12% de los pacientes, generalmente es de tipo lobular y se asocia con ciertos autoanticuerpos como anti-DNA nativo y anti P-ribosomal, en tanto que la hepatitis autoinmune tiende a ser periportal (hepatitis crónica activa) con formación de “rosetas” de hepatocitos e infiltrados linfoides extensos; casi siempre se encuentran autoanticuerpos específicos contra células hepáticas, contra proteínas o contra microsomas hepáticos y renales. Lupus eritematoso sistémico Cirrosis biliar primaria Es una alteración hepática a menudo asociada con enfermedades autoinmunes, 10% en LES. En ella predomina la afectación al epitelio biliar manifestada por ictericia, prurito, hiperbilirrubinemia y elevación de fosfatasa alcalina y gammaglutamiltranspeptidasa. Se asocia a menudo con la presencia de anticuerpos antimitocondriales. Afección vascular hepática Es una manifestación poco frecuente, con oclusión de venas suprahepáticas (síndrome de Budd-Chiari) asociado con síndrome de anticuerpos antifosfolípidos (SAAF); menos común es la oclusión de vena porta y los microtrombos intrahepáticos. La vasculitis rara vez se presenta en la vasculatura intrahepática (suele vincularse con vasculitis de mediano calibre como la observada en la poliarteritis nodosa), y con mayor frecuencia en la vesícula biliar. Páncreas Al igual que todas las manifestaciones digestivas, la pancreatitis puede deberse a actividad de la enfermedad o a reacción adversa a medicamentos (azatioprina, glucocorticoides). La pancreatitis por LES pudiera presentarse en 8 a 23%, puede ser la primera manifestación de la enfermedad y los síntomas son los característicos de pancreatitis por otras causas, aunque en un 2.7% puede ser subclínica. Puede asociarse con actividad de la enfermedad, si bien puede ocurrir en forma no relacionada y presentarse incluso en pacientes inactivos. Recientemente se analizó el curso clínico y comportamiento de la pancreatitis aguda en LES y se encontró que tanto la elevación de enzimas pancreáticas como la sintomatología son más prolongadas en los pacientes con LES que en controles (4.2 vs. 6.8 días). 455 Los hallazgos histológicos en necropsias incluyen fibrosis, infiltración linfocítica, ectasia de los acinos y cambios inflamatorios agudos y crónicos en la vasculatura con necrosis fibrinoide. Bazo La esplenomegalia asintomática se presenta hasta en 60% de los pacientes. La afección esplénica puede deberse a trombosis de la arteria esplénica y “secuestro esplénico” con hipoesplenismo funcional secundario. Los hallazgos histopatológicos incluyen infiltrados inflamatorios, engrosamiento arteriolar en “capas de cebolla” e infartos esplénicos. Abdomen agudo A lo largo de la evolución del lupus, 8 a 40% de los pacientes pueden presentar abdomen agudo, complicación grave que requiere de diagnóstico oportuno y tratamiento urgente. Se ha informado una serie de pacientes con LES y abdomen agudo en la cual se encontró que aquellos con poca actividad de la enfermedad (SLEDAI < 5) tenían abdomen agudo no por LES sino secundario a apendicitis o pancreatitis aguda, colecistitis litiásica y úlcera gástrica perforada, entre otras causas; en esos pacientes la evolución satisfactoria estuvo directamente relacionada con una laparotomía temprana y tratamiento quirúrgico adecuado. Los pacientes con SLEDAI > 8 y dolor abdominal pueden tener a la vasculitis mesentérica en 6% de los pacientes como causa del abdomen agudo. Neurológico La frecuencia real de las alteraciones neuropsiquiátricas (NPs) se desconoce; se ha informado prevalencia entre 25 a 75%, y son causa de disminución en la calidad de vida de los pacientes. La afección del SNC debida a LES se ha identificado como un espectro de por lo menos 19 síndromes neuropsiquiátricos 456 Introducción a la Reumatología bien definidos. Es necesario determinar cuáles manifestaciones se deben a la inflamación del SNC y cuáles a trombosis. Estas últimas habitualmente son manifestaciones del SAAF, el cual se puede presentar de forma secundaria al LES. Entre las manifestaciones neuropsiquiátricas de ambas enfermedades se ubican: la enfermedad cerebrovascular, las convulsiones, los trastornos del movimiento, la mielopatía transversa, los síndromes de desmielinización, los ataques de isquemia transitoria, la disfunción cognitiva, la pérdida de la agudeza visual y la cefalea (incluida la migraña). En ocasiones el diagnóstico diferencial de ambas enfermedades depende de estudios de imagen. La trombosis a nivel de SNC tiende a ser más prevalente que la vasculitis cerebral. La afección neurológica en el lupus representa una de las complicaciones más graves, de mayor morbimortalidad (segundo o tercer lugar), con mayor repercusión y secuelas de daño orgánico. Las manifestaciones neurológicas se pueden presentar en cualquier etapa de la evolución del LES; sin embargo, en la mayoría ocurren meses o años después del diagnóstico y aunque pocas veces, pueden ser la primera y única manifestación del padecimiento. Los principales mecanismos etiopatogénicos son primarios, mediados por anticuerpos antineuronales, oclusión vascular (vasculitis, daño vascular o coagulopatía por anticuerpos antifosfolípido), efectos de citocinas o alteraciones en el metabolismo de carbohidratos en el cerebro. También son secundarios a medicamentos, hipoxia, uremia, depresión reactiva y alteraciones electrolíticas, entre otras causas. El cuadro clínico es tan variable como lo son las diversas manifestaciones ya que se han descrito casi todas las alteraciones neurológicas y psiquiátricas, desde cefalea hasta pseudotumor cerebri y siempre habrá de recurrirse al especialista. Habitualmente el tratamiento de LES neurológico es complejo y multidisciplinario. Síndrome anticuerpos antifosfolípido Se caracteriza por la asociación entre trombosis arteriales o venosas, pérdidas fetales recurrentes, morbilidad obstétrica y la determinación sérica de anticuerpos anticardiolipinas, anti-beta2 GP-I o anticoagulante lúpico. Aunque en algunas ocasiones el SAF primario progresa a lupus, es más común ver pacientes con LES que presenten SAF asociado durante el curso de la enfermedad, lo cual incrementa la morbimortalidad. Aproximadamente un tercio de los pacientes con LES tienen anticuerpos antifosfolípidos circulantes, y de éstos, un tercio desarrollarán el síndrome. Manifestaciones cardiovasculares El LES puede afectar cualquier estructura del corazón incluyendo pericardio, miocardio, endocardio, válvulas, arterias coronarias y sistema de conducción. La prevalencia de afección cardiovascular en LES es mayor a 50%. Miocarditis Es una manifestación poco frecuente (10%) aunque en series de autopsia es común (40 a 50%). Se manifiesta clínicamente con taquicardia, disnea, palpitaciones, arritmias, soplos, insuficiencia cardiaca y diversas alteraciones electrocardiográficas. Existen numerosos factores que pueden contribuir a la disfunción miocárdica que deben ser considerados antes de atribuir ésta a la actividad de LES; entre estos factores destacan la anemia, hipertensión arterial, desequilibrio hidroelectrolítico, afección valvular y fármacos como glucocorticoides o antipalúdicos. Lupus eritematoso sistémico Como parte de los mecanismos de lesión miocárdica por LES destaca la mediada por depósito de complejos inmunes, también se han identificado anticuerpos antimiocardio y en ocasiones se ha observado su asociación con miopatía y anticuerpos del complejo anti-RNP, anti-Ro. En biopsias endomiocárdicas se ha demostrado la presencia de infiltrado inflamatorio de células plasmáticas y linfocitos y depósito de complejos inmunes. La disfunción diastólica puede observarse con mayor frecuencia en los pacientes con LES. El tratamiento debe enfocarse a las manifestaciones cardiacas predominantes, cuando éstas son graves el tratamiento consiste en la administración de prednisona a dosis altas e inmunosupresores como azatioprina o ciclofosfamida. Endocarditis y afección valvular La endocarditis de Libman-Sacks es la lesión cardiaca más característica del LES, su frecuencia va de 13 a 74%. Morfológicamente son vegetaciones de 1 a 4 mm de diámetro, en ambas superficies valvulares y con menor frecuencia en las cuerdas tendinosas, músculos papilares y endocardio auricular o ventricular. Hay depósitos de inmunocomplejos y aCL en el centro de las vegetaciones y con frecuencia se acompaña de inflamación valvular y necrosis fibrinoide. Se asocian a menudo con aCL. La válvula mitral, habitualmente asintomática y aun cuando no es la única, sí es la más frecuentemente afectada; aunque el diagnóstico es histopatológico, es detectable por ecocardiografía. Las complicaciones más comúnmente informadas son ruptura de cuerdas tendinosas, estenosis aórtica y fenómenos tromboembólicos. Puede encontrarse disfunción valvular en ausencia de endocarditis, la prevalencia de afección valvular con traducción clínica es alrededor de 4% y cerca de 2% de los pacientes requieren prótesis valvulares. La 457 insuficiencia aórtica es la más frecuente de las disfunciones, seguida por insuficiencia mitral, estenosis aórtica y mitral o afección multivalvular. El tratamiento de la endocarditis y la disfunción valvular se orienta a prevenir complicaciones (sobre todo tromboembólicas) con antiagregantes plaquetarios, en algunos casos anticoagulación oral y en caso de disfunción valvular grave, tratamiento quirúrgico. Enfermedad arterial coronaria Con prevalencia muy variable (2 a 45%) porque las manifestaciones clínicas de la enfermedad arterial coronaria son el resultado de múltiples mecanismos fisiopatológicos que incluyen aterosclerosis, arteritis, trombosis, vasoespasmo, trastornos de la coagulación y presencia de aCL o AAF. La aterosclerosis es la variedad más frecuente de enfermedad coronaria por LES, y suele ser prematura y acelerada. La arteritis de las coronarias es rara y suele asociarse con otras manifestaciones de actividad. Disfunción del sistema de conducción En 10% de los pacientes existen alteraciones en el sistema de conducción. El ECG detecta bloqueos de rama, bloqueos A-V (asociado con anti-Ro), aumento del automatismo auricular, ventricular y extrasístoles. Rara vez condicionan muerte súbita. Hay degeneración y fibrosis del sistema de conducción secundario a miocarditis, vasculitis e isquemia. Manifestaciones pulmonares Son muy variadas, van desde pleuritis asintomática hasta complicaciones devastadoras como hemorragia pulmonar o tromboembolia pulmonar masiva. Las manifestaciones agudas casi siempre se asocian con actividad de la enfermedad, mientras que las crónicas pueden cursar en forma independiente. 458 Introducción a la Reumatología Las manifestaciones agudas más importantes son hipoxemia reversible, neumonitis lúpica, tromboembolia y hemorragia pulmonar; entre las crónicas destacan la neumopatía intersticial, la hipertensión arterial pulmonar y la disfunción diafragmática (síndrome del pulmón encogido). Neumonitis lúpica aguda Se presenta en 1 a 4% de pacientes con LES. Se manifiesta por disnea, dolor pleurítico, hipoxemia y fiebre. La radiografía de tórax muestra infiltrado alveolar difuso bilateral de predominio en los lóbulos inferiores del pulmón, puede asociarse con la presencia de anti-Ro. Las manifestaciones clínicas y radiológicas son inespecíficas y debe hacerse diagnóstico diferencial con neumonía, hemorragia pulmonar, tromboembolia y uremia, entre otras. Hemorragia alveolar difusa La frecuencia de esta grave complicación del LES es baja (promedio de 2% de los casos), pero la mortalidad es alta, entre 50 y 90%. En 20% de los pacientes puede presentarse como la manifestación inicial de la enfermedad. Se caracteriza por insuficiencia respiratoria aguda y descenso brusco de hemoglobina (> 3 g/día) con o sin hemoptisis, con capacidad de difusión de monóxido de carbono aumentada (DLCO) por la presencia hemática. En la radiografía de tórax se observan infiltrados nodulares homogéneos de predominio basal bilateral 2/3 de ambos hemitórax, a menudo coexiste con manifestaciones a otros niveles. Histológicamente suele haber hemorragia y macrófagos con hemosiderina y rara vez hay datos de inflamación. El tratamiento debe iniciarse de inmediato, se recomiendan antibióticos de amplio espectro asociados con la terapia inmunorreguladora con pulsos de metilprednisolona IV a dosis altas 1 g/día (3 a 6 g), añadiendo ciclofosfamida IV si la res- puesta al glucocorticoide no fuera satisfactoria. Se cita incluso el empleo de plasmaféresis en casos refractarios. Tromboembolia pulmonar Es una complicación aguda que puede evolucionar a la cronicidad. Es frecuente en pacientes con LES y síndrome de anticuerpos antifosfolípido (SAF o SAAF) secundario. La presencia de tiempo de protrombina prolongado, trombocitopenia, anticoagulante lúpico (AL) y aCL positivos significa un riesgo importante para el desarrollo de tromboembolia pulmonar (TEP). En menos de la mitad de los casos es posible identificar trombosis venosa profunda como fuente embolígena; clínicamente se manifiesta igual a la TEP no asociada con LES. En los casos crónicos se ha demostrado la formación de trombos in situ en los capilares pulmonares. El tratamiento inicial consiste en anticoagulación con heparina seguido de anticoagulación oral por tiempo indefinido. Neumopatía pulmonar intersticial (fibrosis pulmonar) Su frecuencia en pacientes con LES es 3 a 13%, consecuencia de evento agudo de neumonitis o manifestación independiente del LES, se asocia con LES tardío. Por radiología se detecta en 6 a 24% de los pacientes y puede presentarse como imagen de infiltrado reticular bilateral. Cursa con alteración en la difusión de gases (DLCO bajo) y patrón restrictivo en la espirometría. Histológicamente se ha reportado infiltrado inflamatorio crónico, hiperplasia linfoide peribronquial, fibrosis intersticial e hiperplasia de neumocitos tipo II. En la patogenia se han implicado factores semejantes a los descritos en esclerosis sistémica con participación de IL-1, TNF, endotelina, factor de crecimiento transformante, radicales libres, proliferación de fibroblastos y aumento en Lupus eritematoso sistémico la producción de colágena. No hay tratamiento específico. En algunos casos se ha demostrado utilidad con la utilización de pulsos de ciclofosfamida. Disfunción diafragmática Provoca un cuadro conocido como “pulmón encogido” caracterizado por disnea progresiva y disminución de la expansión torácica; es consecuencia de trastorno muscular diafragmático. Por radiología se observa elevación diafragmática y atelectasias lineales paradiafragmáticas. El pronóstico es bueno y no existe un tratamiento específico. Serositis Pleuritis Se presenta en 17 a 60% de los pacientes, se considera dato de actividad, es la manifestación torácica más común del LES. Se presenta como dolor pleurítico en 45 a 60% de los pacientes con derrame pleural clínicamente evidente en 50%; pero en series de autopsia se ha informado frecuencia > 90%. El derrame casi siempre es bilateral, es un exudado caracterizado por elevación de los niveles de proteínas y deshidrogenasa láctica, con glucosa normal o baja y complemento bajo, la cuenta de leucocitos es de 230 a 15 000 con predominio de neutrófilos en la etapa aguda y linfocitos en etapas crónicas, evidentes después de 1 a 2 semanas. Las pruebas sensibles para diagnóstico diferencial (con uremia, infección, insuficiencia cardiaca o TEP como causales) son AAN, anti-DNA, células LE e inmunocomplejos. Pericarditis Es la manifestación cardiaca más común (10 a 50%). Asintomática hasta en 50% de los casos y asociada con derrame pleural en 75%. El líquido pericárdico es similar al descrito para el derrame pleural. 459 Peritonitis Es la serositis menos frecuente en el LES (11% de los casos), puede cursar con ascitis, dolor abdominal y vómito, por lo cual el diagnóstico diferencial con otras causas de abdomen agudo es obligado. Es una manifestación de actividad lúpica. El tratamiento indicado para las serositis es con AINE, dosis bajas de glucocorticoides, y en casos graves, se agrega algún inmunosupresor. Se requiere, en algunos casos, la evacuación por punción para el derrame pericárdico, pleural o peritoneal. Riesgo cardiovascular Los pacientes con LES presentan un riesgo aumentado de aterosclerosis prematura y acelerada. En la actualidad el LES es considerado como factor de riesgo cardiovascular independiente. El LES tiene un patrón de mortalidad bimodal: al inicio de su diagnóstico generalmente es por infecciones, y de forma tardía por enfermedad cardiovascular secundaria a aterosclerosis durante la evolución de la enfermedad, asociado con la actividad inflamatoria, después de 10 a 15 años de evolución debido a la aterosclerosis como efecto adverso de fármacos como los glucocorticoides. Éstos se vinculan con otros factores de riesgo cardiovascular Valoración de la actividad y cronicidad del LES Debido al amplio espectro de manifestaciones clínicas resultaba muy difícil evaluar cuando un paciente cursaba con un periodo agudo de actividad de la enfermedad vs. cuando se encuentra con secuelas de la misma; resultaba igualmente difícil atribuir determinados síntomas relacionados con la inflamación aguda a la actividad de la enfermedad per se, en presencia de otras causas como procesos infecciosos secundarios, lo 460 Introducción a la Reumatología cual continúa siendo un reto. Esta decisión es un punto medular en el tratamiento ya que define la duración e intensidad del tratamiento del LES. Se han validado instrumentos que permiten hacer una aproximación de la actividad y cronicidad de la enfermedad. En México los más comúnmente empleados son el SLEDAI y su versión en español MEX-SLEDAI en lo que respecta a actividad, y el SLICC para evaluar cronicidad. (Ver Referencias específicas en Lectura recomendada.) Embarazo y LES Hasta el momento se sabe que 80% de las pacientes con LES presentan actividad de la enfermedad en mayor o menor grado durante el embarazo o el puerperio. En presencia de nefritis lúpica activa, hipertensión o afección sistémica aguda al momento de la concepción, las complicaciones durante el embarazo y la actividad persistente son más comunes, motivo por el que no se recomienda el embarazo en mujeres con actividad grave de la enfermedad. Se recomienda al menos un periodo de 6 a 12 meses de inactividad de la enfermedad antes del embarazo. Entre las complicaciones obstétricas más frecuentes en pacientes con LES se sitúan la pérdida fetal, la muerte fetal, la preeclampsia, el retraso en el crecimiento intrauterino y el parto pretérmino; las mujeres tienen mayor riesgo de trombosis en el puerperio. Debido a lo anterior, es importante que la mujer lúpica embarazada conozca los riesgos y sea monitoreada y tratada por un equipo multidisciplinario. Anticoncepción y terapia hormonal de reemplazo El papel que juegan los anticonceptivos orales y la terapia hormonal de reemplazo (THR) en la activación del LES es controversial. Los estrógenos parecerían aumentar el riesgo de mayor actividad del LES, aunque algunos estudios revelan que tras un año de seguimiento con dosis bajas de estrógenos, no hay diferencia significativa en los episodios de actividad de la enfermedad en mujeres que los recibieron, aunque controversial aún. Estudios controlados muestran que aunque hay más actividad en quienes reciben THR, esa actividad tiende a ser de leve a moderada. Todos los estudios mencionan el riesgo de trombosis que implica el uso de hormonas exógenas en pacientes con LES, por lo tanto no se recomienda en pacientes con LES con actividad, estados de hipercoagulabilidad ya sea por anticuerpos antifosfolípido, síndrome nefrótico, antecedentes de trombosis. Se tiene un rango mayor de seguridad con anticonceptivos del tipo de progestágenos, aunque un uso no mayor a un año por el riesgo de osteoporosis, o la utilización de dispositivo intrauterino ya sea de aleación metálica o con liberación controlada de levonorgestrel debido que su acción es local. Manejo del paciente con LES En las secciones previas se han incluido las medidas terapéuticas en los diversos apartados y van desde AINE, antipalúdicos (cloroquina e hidroxicloroquina) y glucocorticoides, hasta inmunosupresores y algunas medidas específicas para afectaciones orgánicas como la renal (ciclofosfamida, azatioprina, micofenolato de mofetilo), e incluso terapias biológicas relativamente nuevas como el rituximab y el belimumab. La decisión del inmunosupresor o ahorrador de esteroide depende de la manifestación orgánica predominante. En el caso de SAF secundario, se recomienda la utilización de anticoagulantes orales cuando hay antecedente de trombosis; si no existe este antecedente pero sí se encuentran los anticuerpos anticardiolipinas positivos, se recomienda al menos profilaxis con antiagregantes plaquetarios. Lupus eritematoso sistémico Los glucocorticoides siguen siendo la piedra angular en el tratamiento de la mayor parte de las manifestaciones de actividad lúpica, las dosis y la vía de administración dependerán del tipo de manifestación. Debe considerarse como dosis baja de prednisona aquella que va de 5 a 15 mg/día, las dosis moderadas se consideran de 17.5 a 30 mg/día, y las dosis mayores a 30 mg/día son consideradas altas. Se sugiere administrar prednisona 1 a 2 mg/kg de peso corporal por día o su equivalente IV en manifestaciones graves de la enfermedad. En casos graves se emplean pulsos de metilprednisolona a dosis promedio de 0.5 a 1 g/día por 3 a 5 días consecutivos. Los pacientes con LES deben ser evaluados periódicamente por un reumatólogo, y dependiendo de la gravedad del caso, su seguimiento lo lleva a cabo el especialista. La frecuencia depende de las manifestaciones o el médico de atención primaria (en casos leves a moderados). En las visitas de seguimiento siempre es útil contar con auxiliares diagnósticos como la biometría hemática, la química sanguínea, el examen general de orina y las pruebas de funcionamiento hepático y renal. Lectura recomendada Arbuckle MR, McClain MT, et al. Development of autoantibodies before the clinical onset of systemic lupus erythematosus. N Engl J Med. 2003;349:1526-33. Bennett L, Palucka A. Interferon and granulopoiesis signatures in systemic lupus erythematosus. Blood Journal Experimental Medicine. 2013;(6):711–23. Boumpas DT, Austin HA, Fessler BJ, Ballow JE, Klippel JH, Lockshin MD. Systemic lupus erythematosus: Emerging concepts Part I: renal, neuropsychiatric, cardiovascular, pulmonary and hematologic disease. Ann Intern Med. 1995;122:940-50. Boumpas DT, Fessler BJ, Austin HA, Ballow JE, Klippel JH, Lockshin MD. 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