ÍNDICE Presentación.............................................................................................................................................9 Los tarascos antes de la Conquista. Nuevas Interpretaciones................................................13 Fuentes históricas sobre los tarascos prehispánicos..............................................................15 El gentilicio de los habitantes del Michoacán Antiguo........................................................19 Los señoríos prototarascos...........................................................................................................25 El esplendor del Tzintzuntzan Irechequa y las guerras tarasco-mexicas.........................31 La cosmovisión tarasco-uacúsecha.............................................................................................35 El Estado y sociedad tarascas antes de la Conquista............................................................41 A manera de conclusión...............................................................................................................40 490 años de la muerte del último rey de Michoacán, Zinzicha Tangaxoan Agradecimientos y bienvenida....................................................................................................53 Proemio............................................................................................................................................53 Breve biografía de Tzinzicha Tangaxoan II, ultimo Irecha................................................55 El legado de Tangaxoan: Una cultura indígena viva............................................................59 Vasco de Quiroga conceptos para comprender su vida y obra...............................................63 El humanismo quiroguiano........................................................................................................65 Una idea de la justicia en vasco de Quiroga............................................................................71 El indio en otras visiones contemporáneas a Quiroga.........................................................77 El abogado Quiroga en su tiempo............................................................................................85 Bibliografía......................................................................................................................................89 Pátzcuaro, donde suben y bajan los dioses del cielo. La fundación de la ciudad y proyecto catedralicio de Vasco de Quiroga Introducción...................................................................................................................................91 El obispado de Michoacán y su primera catedral.................................................................93 La elección de Vasco de Quiroga para su catedral: Pátzcuaro, junto a las peñas por donde suben y bajan los dioses del cielo....................................................................................................95 La nueva ciudad de Pátzcuaro...................................................................................................103 La catedral de San Salvador.......................................................................................................109 Conclusiones.................................................................................................................................129 Noticias sobre los inicios de la construcción de la catedral de don Vasco A manera de introducción.........................................................................................................131 Métodos y Criterios Paleográficos...........................................................................................133 Transcripción del Expediente...................................................................................................139 Manuscrito sobre la construcción de la Catedral de don Vasco......................................149 Semblanza sucinta de autores.........................................................................................................161 PRESENTACIÓN El presente texto constituye la materialización de un trabajo colectivo realizado gracias a la iniciativa del gobierno municipal de la ciudad de Pátzcuaro, encabezado por el Lic. Víctor Manuel Baéz Ceja y un grupo de investigadores de la Facultad de Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, agrupados en un denominado Cuerpo Académico conformado por investigadores e investigadoras de reconocida trayectoria, dedicados entre otras cosas, a estudiar los procesos históricos comparados de carácter cultural y político en distintas temporalidades. A partir de ello, se reconoció mutuamente la necesidad de generar relaciones de colaboración para que el conocimiento histórico generado abandonara las aulas y los espacios estrictamente académicos para a devolver a la sociedad los productos de la investigación y apoyarla para dotarla de elementos que fortalezcan aspectos como la identidad y, sobre todo, expandir o posibilitar el acceso a la cultura. El acuerdo fue fácil, toda vez que la ciudad de Pátzcuaro es en sí misma es una ventana para asomarse a distintas expresiones humanas de ayer y hoy, la historia que la rodea y su gente. Ese fue, por tanto, el punto común de llegada que nos hizo explorar la posibilidad de generar una relación que permitiera vincular el conocimiento y experiencias desde la disciplina histórica con la sociedad en general a través de comunicaciones que se dirigieran a público más amplio sin por eso perder el rigor científico y académico. Desafortunadamente para la sociedad michoacana, y especialmente para la patzcuarense, la pandemia de SARS-CoV-2 o la COVID-19 que asoló al mundo desde finales de 2019 y a lo largo de este año 2020, las actividades que planeábamos realizar, el Ayuntamiento de Pátzcuaro y los académicos de la Universidad Michoacana debieron transformarse de manera radical, y así, las actividades programadas que contemplaban una cátedra de periodicidad mensual, publicaciones varias y ciclos de conferencias, entre otras actividades más ligadas a la investigación y la participación activa en Pátzcuaro, debieron suspenderse en aras de lograr la contención de la enfermedad. No obstante los obstáculos que se presentaron, se logró cristalizar la edición de este libro que lleva en su espíritu dos elementos centrales: la existencia y significado de la ciudad de Pátzcuaro y asociada a ella, la figura de Vasco de Quiroga, omnipresente en cada rincón de la ciudad. Creemos que los elementos aquí aportados generarán nuevos datos y perspectivas para el conocimiento de la ciudad desde sus orígenes precolombinos hasta la perspectiva que le dio origen en el pensamiento quiroguiano y su manifestación material en 9 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana suciudad episcopal y su catedral de San Salvador. Queda, pues, a juicio del lector, la valoración de la historia de esta ciudad, de su origen mítico, de su realidad constructiva, de su catedral y de la vida de la persona del extraordinario Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán. Desde tiempos antiguos, diversos autores han dicho que la Historia es maestra de la vida. No solo lo afirmamos, también creemos que Nescire autem quid antequam natus sis acciderit, id est semper esse puerum1. Víctor Manuel Báez Ceja Oriel Gómez Mendoza Igor Cerda Farías 1 Frase atribuida al famoso jurista y orador romano Marco Tulio Cicerón, que puede traducirse como “Ser ignorante de lo que ocurrió antes de nuestro nacimiento es permanecer como un niño para siempre”. 10 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana “Árbol Genealógico”, imagen extraída del libro La relación de Michoacán. 12 Los tarascos antes de la Conquista. Nuevas interpretaciones. Ricardo Carvajal Medina Antes de que los españoles llegaran al territorio del actual México, éste se encontraba habitado por una gran variedad de pueblos, que conformaban diversas entidades políticas multiétnicas de diferentes tamaños y poderío, que guerrearon entre sí principalmente para apropiarse del territorio, mano de obra y tributos de sus enemigos. Estas entidades políticas surgieron a partir de la caída o decadencia de los centros de poder del Epiclásico (600/650 al 1000 de n. e.), tales como Monte Albán, Tula Chico, Teotenango, Xochicalco, Cholula, Cacaxtla, El Tajín, Chichén Itzá, las grandes ciudades mayas como Calakmul o Palenque, y las culturas del Occidente, como la tradición Aztatlán y la cultura Chalchihuites, dando paso a un período de inestabilidad política, migraciones, guerras, cambios económicos y culturales. Durante el siguiente período conocido como Posclásico (900-1521 de n. e.), se perfilarían las sociedades militaristas que se desarrollaron hasta la conquista. Así, al momento de la llegada de las huestes de Hernán Cortés a las costas veracruzanas en 1519, en el mundo mesoamericano había dos potencias que estaban en confrontación total por lo menos desde hacía cuarenta años atrás: una fue el Tzintzuntzan Irechequa o “Reino de Tzintzuntzan” de los tarascos en el Occidente de Mesoamérica, cuyo centro de poder se encontró en la cuenca de Pátzcuaro; la otra fue la Excan Tlatoloyan o Triple Alianza mexica en el Centro de México, cuya ciudad capital México-Tenochtitlan estuvo en el lago de Texcoco. Los mexicas han sido prolijamente investigados gracias a la cantidad de fuentes sobre ellos, pero también en gran medida por la historiografía, arqueología y antropología centralistas posrevolucionarias, que ha preponderado el estudio de las culturas indígenas “nacionales” del centro de México y área maya, ignorando sistemáticamente las historias de otras regiones culturales indígenas del país; una de estas regiones es precisamente Michoacán, en el Occidente mesoamericano. Los pueblos indígenas que habitan Michoacán tienen una milenaria historia, que se remonta a su llegada a las tierras del continente americano; pero el período mejor conocido y del que tenemos más información corresponde al último par de centurias antes de la Conquista. En el presente texto se presenta una síntesis histórica del pueblo tarasco prehispánico, conocida 13 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana gracias a las fuentes históricas, arqueológicas, y lingüísticas, con las cuales podemos tener una idea del pasado de este pueblo, que permiten estudiar su devenir histórico dentro de su unicidad temporal y espacial. Se ha procurando sintetizar la información sobre las fuentes históricas y documentos pictográficos indígenas michoacanos conocidos, los diferentes gentilicios que han recibido en distintas lenguas, sobre los señoríos anteriores a la formación del Estado tarasco, la historia de cómo los uacúsecha conquistaron Michoacán, las guerras tarasco-mexicas, la cosmovisión tarasco-uacúsecha, y la sociedad tarasca con la que se toparon los conquistadores españoles. 14 Fuentes históricas sobre los tarascos prehispánicos La mayor parte de la información que conocemos sobre los tarascos prehispánicos, proviene de las fuentes históricas escritas por los europeos después de la Conquista. Entre éstas se encuentra la documentación producida por los conquistadores, funcionarios de la Corona y el clero secular a lo largo del siglo XVI; actualmente ésta documentación se encuentra dispersa en diferentes repositorios alrededor del mundo, e inédita en su mayor parte, con una naturaleza fragmentaria, siendo una tarea laboriosa encontrar las breves referencias al pasado prehispánico.1 Otro gran caudal de información se encuentra en la documentación y en las crónicas elaboradas por los frailes de las órdenes religiosas durante la época virreinal, tales como franciscanos, agustinos, y jesuitas, que rescataron la memoria de sus hermanos de fe, quienes evangelizaron a los pueblos indígenas de Michoacán y registraron algunos datos etnohistóricos.2 Además de las crónicas, los frailes también redactaron artes, diccionarios y tratados en lengua tarasca, que se usaron en la labor evangelizadora, y dónde quedó valiosa información sobre el mundo indígena. Entre las obras más importantes de este tipo se encuentran las elaboradas por Maturino Gilberti, Juan Baptista de Lagunas, Juan de Medina Plaza, Diego de Basalenque y el anónimo el Diccionario Grande de la Lengua de Michoacán, testimonios indispensables para la investigación lingüística del idioma purépecha.3 1 Para un panorama general de esta documentación, véanse los siguientes trabajos: Escobar Olmedo, Armando Mauricio. Catalogo de documentos michoacanos en archivos españoles. Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de HidalgoSecretaría de Difusión Cultural, II tomos, 1989.; Paredes Martínez, Carlos (editor); Cárdenas Morares, Víctor; Piñón Flores, Iraís; Pulido Solís, Trinidad. Y por mi visto…Mandamientos, ordenanzas, licencias y otras disposiciones virreinales sobre Michoacán en el siglo XVI. México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social- Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1994; Martínez Baracs, Rodrigo; Espinosa Morales, Lydia. La vida michoacana en el siglo XVI. Catálogo de documentos del siglo XVI del Archivo Histórico de la Ciudad de Pátzcuaro. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, (Colección fuentes, Serie Catálogos), 1999. 2 Gonzáles Gonzáles, Luis. “Viaje a las crónicas monásticas de Michoacán en busca de los purépeoechas”, en: Miranda, Francisco (editor). La cultura purhé. II Coloquio de antropología e historia regionales. Fuentes e historia. México, Colegio de Michoacán-Fondo para Actividades Sociales y Culturales de Michoacán (FONAPAS Michoacán), 1981, Pp. 49-70; León Alanís, Ricardo. “Crónicas y cronistas religiosos de las Provincia de Michoacán”, en: Sánchez Díaz, Gerardo; León Alanís, Ricardo (coordinadores). Historiografía Michoacana: acercamientos y balances. México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo-Instituto de Investigaciones Históricas, 2000, Pp. 105-124. 3 Warren Benedict J., “Fuentes de la lengua de Michoacán de los siglos XVI a XVIII”, en: Warren Benedict J. Estudios sobre el Michoacán colonial. Los lingüistas y la lengua. Presentación de Gerardo Sánchez Díaz. México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo-Instituto de Investigaciones Históricas-Fimax Publicistas, (Colección “Nuestra Historia” núm. 24), 2007, Pp. 1-17. 15 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana La principal fuente de todas las mencionadas sin duda es la Relación de Michoacán, compilada por el franciscano fray Jerónimo de Alcalá en 1541, primera crónica de su tipo a nivel continental que permaneció inédita por más de trescientos años, y que actualmente se resguarda en el monasterio de El Escorial, España. Originalmente este documento se componía de tres partes: la primera explicaba el origen de los dioses y las fiestas que les hacían, pero se encuentra perdida y solo se conserva una foja que describe la fiesta de Sicuindiro; la segunda parte trata sobre la historia del linaje “chichimeca” uacúsecha (“águilas”) y cómo inició la conquista de Michoacán a inicios del siglo XIII; y la tercera parte sobre cómo era la sociedad, gobierno y costumbres prehispánicas tarascas, así como la conquista española y los primeros años del dominio colonial, finalizando con la muerte del último cazonci Tangáxoan Tzintzincha en 1530. Fray Jerónimo de Alcalá compiló y tradujo parte de las historias que los sacerdotes tarascos resguardaron de forma oral, especialmente la narración que se relataba en la fiesta de Equata cónsquaro, aunque también registró testimonios de otros personajes, especialmente de don Pedro Cuiniarángari, que quedó como gobernador de los indios de Michoacán después de la muerte del cazonci. El manuscrito cuenta con cuarenta y cuatro láminas que ilustran el texto, y proporcionan muchísima información sobre el tiempo prehispánico y momento en que se redactó la Relación de Michoacán.4 Un segundo corpus de fuentes históricas que describen el mundo indígena michoacano del siglo XVI, se encuentra en los documentos que la Corona Española bajo el reinado de Felipe II, mandó realizar en 1577 para conocer mejor los territorios ultramarinos y poder administrarlos mejor. Se les conocen como “Relaciones Geográficas”, y fueron elaboradas a partir de una instrucción compuesta por cincuenta preguntas, cuyos tópicos giraban en torno a poblaciones, clima, relieve, número de habitantes, topónimos, información etnográfica de los indígenas, los ríos, lagos, volcanes, flora, fauna, minas, jurisdicciones religiosas, costas y puertos; para contestar estas preguntas, los funcionarios españoles interrogaron por medio de intérpretes a los indígenas de mayor edad, gracias a lo cual se registró información referente al pasado prehispánico. Las “Relaciones Geográficas” sobrevivientes que corresponden a la antigua provincia de Michoacán han sido publicadas.5 Sí bien se menciona de forma indirecta el uso de códices en Michoacán para la época prehispánica, lo cierto es que todos los documentos pictográficos de origen indígena conocidos hasta ahora, son coloniales. Los pueblos indígenas de Michoacán adaptaron sus discursos dentro del nuevo orden virreinal, elaborando sus propios documentos que fueron usados como 4 Alcalá, Jerónimo de. Relación de Michoacán. Estudio introductorio del Premio Nobel de Literatura, Jean Marie G. Le Clézio. Zamora, El Colegio de Michoacán, 2008. En adelante citada como RM. 5 Acuña, René (editor). Relaciones geográficas del siglo XVI: Michoacán. México, Universidad Nacional Autónoma de México, núm. 9, 1987. 16 Los Tarascos antes de la conquista. Nuevas interpretaciones. instrumentos jurídicos para reivindicar reclamos, por lo que la información contenida debe contrastarse con otras fuentes.6 En estos documentos pictográficos los indígenas registraron parte de su memoria sobre el pasado prehispánico. Para los siglos XVII-XVIII aparecieron otro género de textos con caracteres escritos, que hoy son conocidos como “títulos primordiales”, algunos acompañados con pinturas. Estos documentos contenían la historia fundacional o refundacional del pueblo, pero dado el carácter no occidental de la memoria indígena, estos documentos no tienen coherencia cronológica y suelen mezclarse acontecimientos de distintas épocas. También se mencionan las genealogías de caciques, anales históricos y la demarcación de límites territoriales, que servían para reivindicar los derechos políticos de los caciques o sobre la tierra ante la Corona.7 Se conocen más de una veintena de documentos pictográficos de tradición indígena, elaborados en Michoacán durante los siglos XVI, XVII y XVIII, y han recibido distinta nomenclatura por parte de los estudiosos. Varios se encuentran resguardados en archivos y museos, otros más han terminado en el extranjero o colecciones privadas, muchos se han perdido con el paso del tiempo, y algunos aún permanecen inéditos en varias comunidades indígenas. Fueron elaborados con diferentes materiales, como amate, maguey, papel europeo o tela, con una compleja iconografía y la mayoría glosados con caracteres latinos.8 Entre los documentos del siglo XVI se pueden mencionar la Relación de Michoacán (también conocida como Códice Escurialense), 1541 (Tzintzuntzan-Pátzcuaro); la Memoria de don Melchor Caltzin, 1543 (Tzintzuntzan), el Códice de Huetamo y Códice de Cutzio, 1539-1542; Lienzo de Jicalán (anteriormente Lienzo de Jucucataco), 1566; los Códices del grupo “Hueapan” elaborados en 1567, entre los que se encuentran el Códice de Valladolid, el Códice de Axacuario, el Códice de Zinapecuaro, el Códice de Querendaro, el Mapa pictográfico de Querendaro, el Códice de Irapeo I, el Códice de Irapeo II y el Códice de Irapeo III; y el escudo de Armas de la Ciudad de Zintzuntzan Vitzitzilan de la provincia de Michoacán, 1595. Del siglo XVII se conocen el Códice de Jarácuaro, los Títulos de Tócuaro, y el Lienzo de Aranza (anteriormente Lienzo de Sevina). Un documento muy importante de la misma centuria, pero solo de caracteres latinos, es el conocido como Anales de Tarecuato, que registró varios acontecimientos muy importantes desde 1519 hasta el año de 1666. Entre los siglos XVII-XVIII se elaboraron varios documentos indígenas que rescataron parte de la memoria prehispánica, 6 Roskamp, Hans. La historiografía indígena de Michoacán. El lienzo de Jucutácato y los títulos de Carapan. Leiden, Países Bajos, Research School CNWS-Leiden University, (CNWS Publications vol. 72), 1998. 7 Florescano, Enrique. Memoria mexicana. 2ª reimpresión, México, Fondo de Cultura Económica, (Selección de Obras de Historia), 2010, Pp. 321-395. 8 La siguiente relación de documentos indígenas pictográficos michoacanos, su nomenclatura y fecha, se ha tomado de las investigaciones de Hans Roskamp, aunque hay muchos otros documentos que no se han investigado. Se coloca entre paréntesis el nombre anterior con el que era conocido para evitar confusiones con los más mencionados, el año de su elaboración. El lugar de elaboración corresponde con su nombre, a menos que se indique lo contrario. 17 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana entre los que se encuentran el Códice de Chilchota, el Lienzo de Puacuaro, o el Lienzo de Nahuatzen. De esta época los documentos más ricos en información son los conocidos como el “Corpus de los títulos de Carapan”, conformado por el Códice de Carapan, Códice Plancarte, Genealogía de los caciques de Carapan, Lienzo de Carapan, Lienzo de Pátzcuaro y el Documento de Tulane. Del siglo XVIII se conocen el Códice Tzintzuntzan, Lienzo de Comachuén y el Códice Cuara (Pátzcuaro). 18 El gentilicio de los habitantes del Michoacán Antiguo Ríos de tinta han corrido sobre uno de los enigmas más concurridos del pasado prehispánico michoacano: el gentilicio del grupo étnico mayoritario en Michoacán al momento de la llegada de los españoles. A esto hay que agregar que el Michoacán antiguo fue un territorio de una gran diversidad étnica y cultural, donde coexistieron pueblos de diferente parcialidad y lengua, por lo que en cada pueblo, etnia, e incluso linajes de la misma filiación lingüística, fueron nombrados y nombraron con diferentes vocablos a otros grupos humanos. Aquí no entraremos en la discusión bizantina sobre cuál es el gentilicio “correcto”, ya que la nomenclatura de cada grupo humano o territorio, está determinado por quien y a quien o que se nombra, en otras palabras, los gentilicios son históricos, estos cambian con el tiempo, y dependen de varios factores propios de las sociedades que los usan. Aquí mencionaremos algunos vocablos en lengua nahua, mazahua, matlatzinca, otomí y tarasca, que se registraron en las fuentes coloniales referentes a los antiguos habitantes de Michoacán, y cuando nuestro conocimiento lo permita, realizar algunas inferencias sobre su significado. El principal nombre con el que se conoció el país de los tarascos y sus pobladores en lengua nahua, fue Michhuacan, “Lugar de los dueños de pescado”, nombre con el que se le conoce en la actualidad. Bernandino de Sahagún registró que los nahuas “a las provincias donde están los tarascos llámanla Michoacatlalli”;9 y dos gentilicios con los que los habitantes del centro de México se referían a sus enemigos del Poniente, en un apartado de su gran obra titulado “de los de Michoacan, y por otro nombre quaochpanme”: “Michoacaque cuando son muchos, y cuando uno, michoa, y quiere decir, hombre, u hombres abundantes de peces, porque en la provincia de ellos allí es la madre de los pescados, que es Michoacan; llámanse también quaochpanme, que quiere decir hombres de cabeza rapada, o raída, porque antiguamente estos tales no traían cabellos largos, antes se rapaban todos 9 Sahagún, Bernardino de. Historia general de las cosas de Nueva España. Edición de Ángel María Garibay K. 6ª edición, México, Editorial Porrúa, (Sepan cuántos…núm. 300), 1985, Lib. XI, Cap. XII, 31, P. 702. 19 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana la cabeza, así los hombres como las mujeres, aunque fuesen ya viejas, sino eran tal y cual que traían cabellos largos.”10 El gentilicio michoacaque puede comprenderse gracias a la riqueza hidrológica que existió en el antiguo país de los tarascos, con cuencas lacustres como Pátzcuaro, Zacapu, Cuitzeo, Chapala, y Sayula, y ríos como el Lerma-Santiago, Balsas y Tepalcatepec, entre muchos otros, donde los pobladores obtenían abundante pesca gracias a la diversidad de ictiofauna en estos cuerpos de agua. El otro mote de quaochpanme, “hombres de cabeza rapada, o raída”, genera un poco más de dificultad para su análisis. Casi todos los investigadores han tomado como una verdad inamovible lo dicho por Sahagún, de que los tarascos tanto hombres como mujeres se rapaban los cabellos de la cabeza. Este dato es inexacto, ya que todas las fuentes históricas michoacanas, mencionan que los tarascos prehispánicos acostumbraban a traer el cabello largo; solo algunos sacerdotes tarascos se rapaban parte de la cabeza, aunque tenían trenza en la nuca, y en la fiesta de Sicuíndiro estos cortaban el cabello a las personas para una ceremonia a la diosa Cueráuaperi.11 Es probable que el mote quaochpanme esté relacionado más bien con cierto rango militar mexica. Nos referimos a los valerosos guerreros cuachic o rapados, rango que se adquiría después de haber capturado dos o tres enemigos, estos guerreros tenían prohibido retirarse del campo de batalla, razón por la cual murieron como moscas al enfrentarse al ejército tarasco en 1466/1477. Alvarado Tezozómoc mencionó que los guerreros más valientes: “…eran señalados cuachic tanto como qualquiera de los otros, que por su alto balor y balentía traían trençada [en] la cabeça con un cuero colorado un manoxo de cauello detrás del colodrillo y a los lados de la cabeça tresquilado, con un caxcabel de oro en un pie, señal que como loco atreuido y baliente era de los primeros al [en]trar [en] las batallas con los enemigos.”12 10 Ibíd., Lib. X, Cap. XXIX, 11, P. 609. 11 Carvajal Medina, Ricardo. La guerra en el Michoacán prehispánico en el Posclásico Tardío. Economía política, Estado y sociedad tarasca. Tesis para obtener el grado de Licenciado en Historia. Asesor: Igor Cerda Farías, Morelia, Facultad de Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2019, P. 474-476; RM, Primera Parte, ff. 10-10v, Pp. 11-12 12 Alvarado Tezozómoc, Hernando de. Crónica mexicana [Manuscrito núm. 117 de la H. P. Kraus Collection]. Edición de Gonzalo Díaz Migoyo y Germán Vázquez Chamorro. México, (Cronistas de América, México en tres tiempos: Prehispánico, núm. 13), s/f., Cap. XXXVIII, P. 171. 20 Los Tarascos antes de la conquista. Nuevas interpretaciones. Quizás entonces los informantes de Sahagún se refirieron a los tarascos como quaochpanme no por traer la cabeza rapada, sino por ser valientes guerreros, cuya insignia de los señores uacúsecha era precisamente traer el cabello largo y trenzado. Para el caso de la lengua mazahua, sólo hemos encontrado el nombre con que este grupo étnico denominaba al país de los tarascos. Este topónimo quedó registrado por el párroco secular de Jocotitlán, Diego de Nájera Yanguas (¿1570?-1635), quien redactó la Doctrina y enseñanza en la lengua mazahua, publicado póstumamente en 1637, constituyendo el registro escrito más antiguo de este idioma hasta donde se sabe. En un apartado titulado “nombres de pveblos qve ordinariamente se nombran” quedaron registrados muchos topónimos; uno de ellos es “Mechuacan”, que en mazahua antiguo se registró como Animaxe. Michael H. Knapp analizó este vocablo, y con duda debido a los cambios de la lengua mazahua, propuso que Animaxe podría entenderse como “lugar de águila”.13 Este nombre sin duda estaría relacionado con el linaje gobernante de los señores uacúsecha. En 1642 el agustino fray Diego Basalenque, escribió un arte y vocabulario de la lengua pirinda-matlatzinca en Charo, dónde registró dos gentilicios en dicha lengua para referirse a los tarascos: “ho hohuí. El tarasco de nación también se llama hueninche” (otras grafías son “tarasco, huehohuí” y “hue ninche, es tarasco de nación”).14 Estos vocablos ya fueron comentados por Hans Roskamp, y parecen estar relacionados con el significado de otros gentilicios de los tarascos en otras lenguas.15 El gentilicio ho hohuí o huehohuí estaría relacionado con la entrada “guerreador, huebehohui”, mientras que hueninche o hue ninche está relacionado con “águila, ninchiní” o “ninchiní, el águila”;16 Basalenque mencionó que “hue, es una partícula que se pone a los racionales […] vale como él…”.17 Los pirinda-matlatzinca nombraron al tarasco entonces como “el guerrero”, dado que fue uno de pueblos conquistadores más poderosos, y también como “el águila”, gentilicio que podría estar relacionado con los uacúsecha.18 13 Knapp, Michael H. Doctrina y enseñanza en la lengua mazahua. Estudio filológico y edición interlineal del texto bilingüe de Nájera Yanguas. México, Instituto Nacional de Lenguas Indígenas-Secretaría de Educación Pública, 2013, P. 237. 14 Basalenque, Diego. Arte y vocabulario de la lengua matlaltzinga vuelto a la castellana. Versión paleográfica de María Elena Bribiesca S., con estudio preliminar de Leonardo Manrique C. México, (Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, vol. XXXIII), 1975, P. 200 y 228; Basalenque, Diego. Vocabulario de la lengua castellana vuelto a la matlaltzinga. Revisión paleográfica, nota introductoria y apéndice por Leonardo Manrique C. México, (Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, vol. XXXIV), 1975., P. 265. 15 Roskamp, Hans. Los Códices de Cutzio y Huetamo: encomienda y tributo en la tierra caliente de Michoacán, siglo XVI. Zamora, Colegio de Michoacán-El Colegio Mexiquense, 2003., nota núm. 56, P. 74. 16 Basalenque, Diego. Vocabulario de la lengua castellana vuelto a la matlaltzinga, Óp. Cit., Pp. 154 y 17; Basalenque, Diego. Arte y vocabulario de la lengua matlaltzinga vuelto a la castellana, Óp. Cit., P. 228. 17 Ibíd., P. 203. 18 Roskamp, Hans. Los Códices de Cutzio y Huetamo, Óp. Cit., nota núm. 56, P. 74. 21 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Sobre las fuentes etnolingüísticas del idioma otomí, solo hemos encontrado un par de referencias que se relacionan con el gentilicio de los tarascos. En el Códice de Huichapan de origen otomí, elaborado en Jilotepec en la primera mitad del siglo XVII, se mencionaron las pugnas y migraciones de varios pueblos otopames con los tarascos durante la época prehispánica. En dicho documento se usa la voz otomí amanthâhi o amandâhŷ para referirse a los tarascos.19 En una fuente posterior, en las Reglas de orthographia, diccionario, y arte del idioma othomi, breve instruccion para los principiantes, publicadas por el franciscano Luis de Neve y Molina en 1767, se registraron los nombres de los idiomas otomí, castellano, mexicano, mazahua, meco, así como el “Idioma Tarasco – Na nhiâmândáhi”.20 Nuestro desconocimiento de la lengua otomí nos impide analizar el significado del gentilicio amandhâhi; aunque podemos anotar que podría estar relacionado con “Ayre – Na ndâhi”.21 En el Códice de Huichapan registró que en el año “1480 (2 pedernal) “Aquí murió el Rapado [de la] tierra tarasca, señor del gran enemigo”;22 este misterioso personaje se ha tratado de identificar con el cazonci Tzitzíspandácuare. Es probable que el nombre de “el Rapado de la tierra tarasca” se relacione más bien al reconocimiento al prestigio militar tarasco, como se infiere del gentilicio nahua de quaochpanme o el gentilicio pirinda-matlatzinca de huehohuí. En la lengua tarasca se mencionan por lo menos dos gentilicios registrados en la época colonial, sin que haya certeza del significado, uso y connotación para la época anterior a la conquista. El primero fue tarasco, cuya explicación más antigua sobre su origen fue registrada por fray Jerónimo de Alcalá, al mencionar la expedición de Antonio Caicedo a Tzintzuntzan en otoño de 1521. El cazonci casó a sus parientas con los españoles y en “el camino juntábanse con ellas y llamaban los indios que iban con ellos a los españoles, tarascue, que quiere decir en su lengua yernos. Y de allí ellos después empezáronles a poner este nombre a los indios y en lugarde llamarles tarascue, llamáronlos tarascos, el cual nombre tienen agora y las mujeres tarascas.”23 A partir de este testimonio el gentilicio se asoció con la palabra “tarascue. yerno, o suegro, o suegra”.24 19 El Códice de Huichapam. Comentado por Alfonso Caso. Introducción de Óscar Reyes Retana M. México, Telecomunicaciones de México, 1992; láms. 30 y 50. 20 Neve y Molina, Luis de. Reglas de orthographia, diccionario, y arte del idioma othomi, breve instruccion para los principiantes. México, Imprenta de la Biblioteca Mexicana en el Puente del Espíritu Santo, 1767, P. 56. 21 Ibíd., P. 16. 22 Lastra, Yolanda; Bartholomew, Doris (editoras). Códice de Huichapan. Paleografía y edición de Lawrence Ecker. 1ª reimpresión, México, Universidad Nacional Autónoma de México- Instituto de Investigaciones Antropológicas, 2003, P. 77. 23 RM, Tercera Parte, Cap. XXIII, f.44, P. 249. 24 Gilberti, Maturino. Vocabulario en lengua de Mechuacan. Transcripción paleográfica de Agustín Jacinto Zavala, revisión paleográfica de Clotilde Martínez y J. Benedict Warren. Zamora, Mich., El Colegio de Michoacán-Fideicomiso Teixidor, (Colección Cultura Purépecha), 1997, P. 152. En adelante citado como VLM. 22 Los Tarascos antes de la conquista. Nuevas interpretaciones. El otro gentilicio en lengua tarasca que se menciona en las fuentes, es purépecha, vocablo que fue traducido como “macegual”, “plebeyo” y “gente común”,25 por lo que la palabra estaría designando más a un estamento social que a un grupo étnico. Así, en la sociedad prehispánica estaba el irecha, los angámencha, los acháecha, los caracha capacha, los cúritiecha, los quangáriecha, los ocámbecha, etcétera, y el estamento más bajo los conformaron entonces los purépecha. En la “Relación de Cuiseo de la laguna” de 1579 se mencionó que: “La lengua questos naturales hablan dicen que, en su gentilidad, la nombraban PUREPECHA, que es como si dijésemos “lengua de hombres trabajadores”. Y este nombre se les daba, a causa de q[ue] su rey, ordinariam[en]te, los llevaba cargados a las guerras, y los hallaba más fuertes, ansí p[ar]a esto como p[ar]a sus sementeras.”26 La palabra purépecha también puede traducirse como “gente” o “persona”, en el sentido amplio de la palabra, y es la raíz de muchas palabras relacionadas con la idea de muchas personas.27 25 Ibíd., Pp. 137 y 439. 26 Gutiérrez De Cuevas, Pero. “Relación de Cuiseo de la laguna” [28 de agosto de 1579], en: Acuña, René (editor). Relaciones geográficas del siglo XVI: Michoacán, Óp. Cit., P. 81. 27 Para ahondar en el debate sobre los gentilicios que han recibido los p’urhépecha a lo largo de la hisotira, recomendamos encarecidamente revisar los trabajos incluidos en: Márquez Joaquín, Pedro (editor). ¿Tarascos o P’urhépecha? Voces sobre antiguas y nuevas discusiones en torno al gentilicio michoacano. México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo-Instituto de Investigaciones Históricas, El Colegio de Michoacán, Gobierno del 23 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana “De los que morían en la guerra”, imagen extraída del libro La Relación de Michoacán 24 Los señoríos prototarascos A pesar de que las noticias históricas no son tan abundantes, las fuentes mencionan que el territorio del Michoacán antiguo estuvo habitado por distintos pueblos organizados en pequeños señoríos, conformados por un pueblo cabecera con otros asentamientos sujetos de menor tamaño, llamados “barrios” en las fuentes españolas. Uno de los comentarios más importantes que realizó fray Jerónimo de Alcalá sobre la historia que contaba el petámuti (sacerdote mayor), y al que se le ha prestado poca atención, hace referencia a la situación política antes de la expansión iniciada por los antepasados del cazonci: “También es de [borrado] saber que los que van aquí contando en todo su razonamiento este papa, todas las guerras y hechos, atribuía a su dios Curícaueri que lo hacía y no va contando mas de los señores, y casi las más veces nombra los señores qué decían o hacían, y no nombra la gente ni los lugares dónde hacían su asiento y vivienda; y lo que se colige desta historia es que los antecesores del caçonçi vinieron a la postre a conquistar esta tierra y fueron señores della. Extendieron su señorío y conquistaron esta Provincia que estaba primero poblada de gente mexicana, naguatatos, y de su misma lengua; que parece que otros señores vinieron primero y había en cada pueblo su cacique con su gente y sus dioses por sí. Y como la conquistaron hicieron un reino de todo, desde el bisagüelo del caçonzi pasado que fué señor en Michuacan, como se dirá en otra parte.”28 Estado de Michoacán, Universidad Intercultural Indígena de Michoacán, Grupo Kw’anískuyarhani de Estudiosos del Pueblo Purépecha, Fondo Editorial Morevallado, (Colección Kw’anískuyarhani, núm. 2), 2007. 28 RM, Tercera Parte, Cap. II, f. 63, P. 17. Cursivas nuestras. 25 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Para la época protohistórica, antes del surgimiento del Estado tarasco, la Relación de Michoacán menciona más de ciento cuarenta pueblos que fueron conquistados por los antepasados del cazonci, y por otras fuentes se enumeran veinticinco señoríos donde habitaban distintos grupos culturales y lingüísticos, autónomos políticamente, con cabecera, linaje gobernante, caciques, símbolos y rituales específicos, así como dioses propios, aunque la información es incompleta y sesgada. Sobre la “gente mexicana” que pobló el Michoacán antiguo, se pueden recordar las distintas historias de la migración mexica desde Aztlán hasta México-Tenochtitlán, en las cuales se menciona que pasaron por Tzintzuntzan o Pátzcuaro, y después siguieron viajando hasta que encontraron el águila devorando una serpiente sobre un nopal. Quizás algunos grupos nahuas contaban diversas versiones de esta historia como mito fundacional.29 Otros pueblos de los “naguatatos”, es decir, nahuahablantes, fueron Uacapu (en o cerca de San Ángel Surumucapio), Chonengo, Acahuato, Santa Ana Tetlaman y Zizupan ( Jicalán el Viejo), en este último lugar el dios patrono fue Tezcatlipoca y el linaje gobernante se reivindicó como tolteca, registrando su historia fundacional en el Lienzo de Jicalán.30 Se mencionan por lo menos dos señoríos otomíes, uno en Hetuquaro (actual Tarímbaro, al norte de Morelia) y otro en Taximaroa (actual Ciudad Hidalgo); en los siglos siguientes migrarían más pueblos otopames al territorio tarasco. En Ajuchitlán, en el actual Estado de Guerrero, se menciona que era un señorío cuitlateco de nombre Tlitichu Umo (“agua florida”). En el Poniente desde la Cuenca de Chapala hasta Colima, y de ahí por la costa hasta Zacatula (hoy Lázaro Cárdenas), los tarascos se enfrentaron y conquistaron algunos señoríos de diferentes lenguas, aunque mayoritariamente de filiación yutonahua.31 Entre los señoríos que se mencionan que fueron los que “vinieron primero” y “de su misma lengua”, es decir, la lengua tarasca o purépecha, se encontraban varios de diverso poderío. Uno de ellos fue Zacapu tacanendan, dónde tenían por dioses patronos a Querénda Angápeti (“Peña enhiesta”), y su esposa la diosa Péuame (“Parturienta”), donde probablemente gobernaba el linaje zacapu ireti (“Habitante de la piedra”); hacía el sur se encontraba otro pueblo, Naranjan o Zizanban, cuyo dios patrono era Uazóricuare y el linaje gobernante fue el zizánuanachan o zizánbanecha; Comachuén (actual Comanja) donde fue patrono el “gran dios” Taresupeme o Tares Upeme; en Mechuacan (es decir Tzintzuntzan), se adoraba a la diosa 29 Roskamp, Hans. “Los nahuas de Tzintzuntzan-Huitzitzilan, Michoacán. Historia, mito y legitimación de un señorío prehispánico”, en: Journal de la Société des Américanistes, 2010, vol. 96, núm., 1, p. 75-106. 30 RM Segunda Parte, Cap. XXXI, f. 131, P. 153; Roskamp, Hans. La historiografía indígena de Michoacán…., Óp. Cit., Pp. 81-195. 31 Sobre los otomíes véase RM, Segunda Parte, ff. 110 y 132v, Pp. 111 y 156. Sobre los cuitlatecas y los nahuahablantes de la costa véase las “Relaciones Geográficas” de esos lugares editadas por René Acuña. 26 Los Tarascos antes de la conquista. Nuevas interpretaciones. Xarátanga y los sacerdotes del lugar eran del linaje uatarecha. Otros pueblos que al parecer fueron poblaciones de los que “vinieron primero” estaban Urecho, Cacángueo, Huacana y Cuiripan, así como Araró, Huaniqueo, y otros pueblos de la cuenca de Cuitzeo.32 Pero fueron los “isleños” de la cuenca de Pátzcuaro, los que al parecer tuvieron mayor influencia y prestigio en la región, logrando establecer distintas alianzas. El más importante fue el señorío de la isla de Jarácuaro, que también recibió los nombres de Uarúcaten hazícurin o Uárutaten házicurin, donde estaba el templo llamado Purúaten, cuyo dios principal fue Acuitze catapeme y su hermana Pauíripe cuxáreti, junto con otros dioses llamados Caróen o Caro onchaga, Nurite o Uriti, Xareni o Xarenaue, Uarichu uquare, Tangáchurani, y otros muchos dioses que no se nombran, donde gobernaron los señores hurendetiecha (“Los sabios”), quienes estaban emparentados con los linajes hapáricha y uinturopatin. Otra señorío isleño muy importante fue Pacandan, que también se nombraba Tirípiti honto y Uanguipen házicurin, dónde adoraban a los dioses Chupi tiripeme, Unazi irecha y su hermana Camáuaperi, y otros muchos dioses que no son nombrados.33 Por lo menos para inicios del Posclásico Tardío (1200), diferentes pueblos que son descritos en las fuentes como de ascendencia “chichimeca”, procedentes o influenciados por los pueblos norteños, empezaron a establecerse en lugares cada vez más cercanos a la cuenca de Pátzcuaro, y por medio de alianzas, traiciones y guerras, fundaron sus propios señoríos en sus alrededores. Entre los que son referidos como “chichimecas” se encontraban los pueblos de Pungácuran, Sevina, Aranza y Capácuero, y varios lugares de la Meseta dónde la cultura tarasca serrana estuvo muy arraigada, como Pichátaro y Cherán. Otros pueblos relacionados con los “chichimecas” pero que no quedó claro sí lo eran o el emparentamiento era político, fueron Comachuén San Ángel Zurumucapio, Erongarícuaro, Uricho, Zirahuén, Condembaro (al Sureste de Pátzcuaro), Zipiajo, Matugeo, Chahueto, Timban, y Hucáriquaro (lugares cerca del Noroeste de Morelia). Pero del linaje chichimeca del que más tenemos información es el de los señores uacúsecha, cuyo dios patrono fue Tirípeme Curícaueri, y al que pertenecía el cazonci y sus antepasados, ya que su epopeya quedó registrada en la Relación de Michoacán y otras fuentes.34 En la primera parte de la Relación de Michoacán, hoy perdida, se narraba la “historia del dios Curícaueri” y sus hermanos los dioses Tiripemencha o Tiripimencha (“los dorados” o “los hermosos”). Por referencias a otras partes del texto, se sabe que se mencionaba como Curícaueri fue altamente engendrado, que sus padres del cielo le dijeron que había de ser rey y conquistar toda la tierra, y que debía estar uno en su lugar, el cazonci, para mandar traer leña a 32 RM, Segunda Parte, ff. 111v, 62v, 63v, 65v, 67, 67v, Pp. 114, 16, 18, 22, 25, 26. 33 RM, Segunda Parte, Cap., V. 34 RM, Segunda Parte, ff. 113, 113v, 129v, 101v, 80, 87v, 102, Pp. 117, 118, 150, 94, 51, 65, 96. 27 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana los templos. También se menciona que sus padres del cielo le dieron una argolla de oro y una soga para atar a los prisioneros de la guerra, le mandaron que el no empezara las guerras, sino que se anticipara a defenderse, y que le quitase las piedras preciosas, mantas y plumas a sus enemigos, para que las tuviera él solo.35 La segunda parte de la Relación de Michoacán, inicia precisamente con la migración del linaje uacúsecha guiados por Ireti Ticáteme o Uacústicateme, cuyo dios tutelar era Curícaueri. Lo único que se sabe son las palabras que pronunciaba el petámuti en la fiesta de Equata Cónsquaro, con que iniciaba la historia de cómo el linaje uacúsecha y los antepasados del cazonci, habían iniciado la conquista de la Provincia: “…ya nos habemos juntado aquí en uno, donde nuestro dios Tirépenie Curícaueri se quiere quejar de vosotros y ha lástima de sí. El empenzó su señorío donde llegó al monte llamado Virúguarapexo, monte cerca del pueblo de Çacapo tacánendan.”36 No se mencionan los detalles sobre lo que ocurrió entre que Curícaueri fue altamente engendrado y los mandamientos que le dieron sus padres, los dioses del cielo; es probable que los tarascos también tuvieran entre sus historias fundacionales, la creencia similar a las Siete Cuevas o Chicomóztoc, cómo se desprende de uno de los cuadrantes del escudo de Armas de la Ciudad de Zintzuntzan Vitzitzilan de la provincia de Michoacán, 1595, donde se aprecia una cueva de siete piedras, de la que sale un camino cortado por río;37 justamente Zacapu quiere decir “piedra” en lengua tarasca. La narración menciona que al llegar al monte Uirúnguarapexo, el señor de Naranjan llamado Ziránziráncamaro, casó a una de sus hijas con Ireti Ticáteme con la intención de quitarle al dios Curícaueri; de esta unión nacería Sicuírancha. Debido a un pleito por un venado muerto, Ireti Ticáteme flechó a sus cuñados, y se movió a un lugar llamado Zichaxuquaro (cerca de Comanja), donde finalmente fue asesinado por sus cuñados pasados los años. Su hijo Sicuírancha llevó a los uacúsecha a Uayameo (actual Santa Fe de la Laguna), donde gobernaron sus descendientes Pauácume I, Uápeani I y Curátame I, este último engendró a Pauácume II y Uápeani II. Durante este tiempo los uacúsecha aprovecharon para 35 RM, ff. 63, 67, 72, 82v y 131v, Pp. 17, 25, 35, 56, 154. 36 RM, f. 62v, P. 16. 37 Roskamp, Hans. “La heráldica novohispana del siglo XVI: un escudo de de armas de Tzintzuntzan, Michoacán”, en: Pérez Martínez, Herón; Skinfill Nogal, Bárbara (editores). Esplendor y ocaso de una cultura simbólica. Zamora, El Colegio de Michoacán-Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, (Colección Emblemática, Estudios de literatura emblemática, 2002, P. 245. 28 Los Tarascos antes de la conquista. Nuevas interpretaciones. explorar los alrededores de la cuenca de Pátzcuaro, y entablar relaciones con los pobladores de la región. Uno de los señoríos con los que entraron en contacto fue Mechuacan (en el actual Tzintzuntzan), donde era señor Tariyaran. Los sacerdotes y sus hermanas se burlaron de la diosa Xarátanga, así que los castigó convirtiéndolos es serpientes negras que entraron en el lago de Pátzcuaro en dirección a Uayameo, pero los chichimecas del linaje hiyocan les gritaron, dieron la vuelta y entraron en tierra en el cerro Taríaqueri.38 Esto fue tomado como agüero, y los uacúsecha asentados en Uayameo decidieron separarse y fundar cada uno su señorío a parte, lo que modificaría el equilibrio de poder. Se menciona que los dioses Tiripemencha son separados por los señores chichimecas para ocupar la parte Sur de la Cuenca de Pátzcuaro; así el señor Tarépecha Chánshori tomó al dios Urendecuauécara y con su gente se fueron a Curínguaro áchurin (cerca del actual San Simón Quirínguaro); Ypínchuani se fue con su dios Tiripeme xungápeti y su gente a vivir a Pichátaro; Tarépupanguaran tomó al dios Tiripeme turupten y lo llevó a Irámuco, mientras que Máhicuri agarró a su dios Tiripeme caheri y se fue a vivir a Paréo.39 Los hermanos Pauácume II y Uápeani II tomaron a Tiripeme Curícaueri y fueron a vivir a varios lugares, hasta que encontraron el lugar designado por sus dioses para su morada en Pátzcuaro, desde dónde sus descendientes conquistarían gran parte del antiguo Michoacán. Los uacúsecha establecerían una alianza matrimonial con los isleños de Jarácuaro del linaje hurendetiecha, con lo cual los sucesores reivindicaron su origen chichimeca y el derecho a las tierras de la cuenca de Pátzcuaro. Entre los personajes más importantes resalta la figura de Tarícuri, hijo de Pauácume II y una isleña; la segunda parte de la Relación de Michoacán narra en gran parte sus hazañas y de sus sucesores, sus sobrinos Hirepan, Tangáxoan y su hijo Hiquíngaje. Estos serían señores del Triunvirato Ihuatzio-Pátzcuaro-Tzintzuntzan, entidad política que se transformaría en el Tzintzuntzan Irechequa hacía 1450, cuando por causas que no se aclaran en las fuentes, el hijo de Tangáxoan llamado Tzitzíspandácuare (“Guirnalda de Flores”), centralizó el poder en Tzintzunan, relegando a segundo plano los asentamientos de Pátzcuaro e Ihuatzio. 38 RM, Segunda Parte, Caps. II-IV. 39 RM, Segunda Parte, Cap. IV, ff. 68-68v, Pp. 27-28. 29 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Lienzo de Pátzcuaro 1588 Resguardado en la parroquia de la Basílica de Nuestra Señora de la Salud. 30 El esplendor del Tzintzuntzan Irechequa y las guerras tarasco-mexicas El Tzintzuntzan Irechequa fue gobernado por los cazoncis o irechaecha, iniciando con el reinado de Tzitzíspandácuare (aproximadamente 1450-1486), luego su hijo Zuangua (1486-1520), y al final su nieto Tangáxoan Tzintzincha o Tangáxoan II (1520-1530); ochenta años en que la rama del linaje uacúsecha asentada en Tzintzuntzan, impuso su hegemonía sobre los señores que vinieron primero, los de su misma lengua, los isleños, los chichimecas, los nahuatlatos e incluso sus parientes más inmediatos de Pátzcuaro e Ihuatzio. Durante éste período los tarascos pasaron a convertirse en una potencia militar, que logró movilizar a miles de guerreros para emprender campañas de conquista y defensa del territorio. Durante el reinado del cazonci Tzitzíspandácuare se inició una nueva fase de expansión territorial tarasca, que llevaría a los tarascos conquistar Zacatula, Colima y parte de Jalisco. Además se hace alusión brevemente a los movimientos de tropas tarascas hacía el Este: “Zizíspandáquare hizo algunas entradas hacia Tuluca y Xocotitlan y le mataron en dos veces, diez e seis mil hombres. Otras veces traía cativos”, y en 1462 “tuvieron una batalla los de Mechuacan y Xiquipilco, que es en el valle de Matalcingo”,40 incluso se mencionan expediciones a lugares lejanos como Xichú en Guanajuato. Esto manifiesta los intentos que tuvieron los tarascos de conquistar los territorios localizados al Oriente. Sin embargo, otra potencia mesoamericana estaba naciendo en la cuenca del lago de Texcoco con capital en México-Tenochtitlan, desde donde los mexicas empezaron a realizar las conquistas de los señoríos vecinos en nombre de su dios Zinzúvquixo (tzintzuni es “colibrí”, y uquixo es “izquierda, zurdo”, “Colibrí Zurdo”), nombre tarasco de Huitzilopochtli.41 Precisamente los pueblos otomíes, matlatzincas y mazahuas que habitaban los valles intermontanos entre las cuencas de Pátzcuaro y Texcoco, se verían afectados durante las décadas siguientes debido a la expansión tarasca y mexica. 40 RM, Segunda Parte, Cap. XXV, f. 138v, P. 168; Codex Telleriano-Remensis. 1562. Bibliothèque nationale de France, Département des Manuscrits, Mexicain 385, f. 33v. 41 RM, Tercera Parte, Cap. XXVI, f. 50, P. 261. 31 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Estás guerras provocaron movimientos de población importantes, que repercutieron profundamente en la historia, pues pueblos otomíes y mazahuas empezaron a refugiarse en Michoacán, huyendo de las guerras. A inicios de la década de 1470, los mexicas reunieron la fuerza suficiente para conquistar el Valle de Toluca, ya que por temor de entrar en guerra con los tarascos, no lo habían intentado en tiempos de Moctezuma I (que reinó entre 1440-1469). Estos pueblos se encontraban debilitados tras haber guerreado contra los tarascos, por lo que su conquista fue fácil para los tenochcas; ésta tarea recayó en Axayácatl, quien realizó varias incursiones que culminaron con la conquista de los matlatzincas. En 1475 los matlatzincas se rebelaron contra los mexicas por los maltratos y pesados tributos, por lo que se enviaron guerreros para terminar la insurrección; después de que se sofocó la rebelión a sangre y fuego, los matlatzincas de Zinacantepec se fueron a refugiar con los tarascos. Para este punto, la confrontación entre las dos potencias mesoamericanas era inevitable. El primer enfrentamiento militar que dio inicio a las guerras tarasco-mexicas, fue una gran campaña donde participaron miles de guerreros de ambas potencias. En 1476 o 1477, Axayácatl reunió un ejército de entre 24000 o 32000 guerreros e intentó conquistar el Tzintzuntzan Irechequa; durante la campaña destruyó Taximaroa, avanzó por Zinapécuaro hasta Charo, pero fue derrotado arrolladoramente por el ejército de 40000 u 80000 guerreros de Tzitzíspandácuare, sufriendo más de 20000 bajas durante su humillante huida. La derrota de Axayácatl hizo tambalear el mito de la invencibilidad mexica, mientras que el prestigio tarasco y de Tzitzíspandácuare aumentó notablemente. Ante el menoscabo mexica, varios pueblos del Valle de Toluca migraron en masa al Tzintzuntzan Irechequa, (migraciones que ya existían desde décadas anteriores pero que ahora se intensificaron tras la victoria tarasca), huyendo del yugo mexica y volviéndose vasallos del cazonci Tzitzíspandácuare, quien les dio tierras en distintas partes. Los matlatzincas poblaron lugares como Guayangareo, Charo y Huetamo; un grupo de otomíes cuyo señor se llamaba Timax recibió tierras en Taimeo, mientras que otro grupo de otomíes señoreados por Ucelo Apanze se asentaron en Santiago Undameo; otros pueblos como los mazahuas poblaron el Oriente de Michoacán.42 42 Carvajal Medina, Ricardo. La guerra en el Michoacán prehispánico en el Posclásico Tardío, Óp. Cit., Pp. 538-567. 32 Los Tarascos antes de la conquista. Nuevas interpretaciones. Otra de las consecuencias de esta gran batalla, fue el inicio del establecimiento de una frontera de guerra entre tarascos y mexicas en las décadas siguientes, aprovechando el terreno montañoso entre las cuencas de Pátzcuaro y Texcoco, para la erección de una cadena de baluartes y fortalezas que se extendió más de 270 km en ambos lados de la frontera. Del lado tarasco, los asentamientos principales con guarniciones o fortificaciones fueron, de Norte a Sur: Yuririapúndaro, Acámbaro, Maravatío, Taximaroa (que Tzitzíspandácuare mandó repoblar y fortificar), Zitácuaro, Jungapeo, Susupuato, Tuzantla, Tiquicheo, Huetamo, Cutzamala, Pungarabato, Tlalchapa, y Ajuchitlán. Del lado mexica y de Norte a Sur, las guarniciones y fortificaciones más importantes se establecieron en Jilotepec, Timilpan, Jocotitlán, Ixtlahuaca, Villa Victoria, Valle de Bravo, Santo Tomás, Zacazonapan, Temascaltepec, Tejupilco, Amatepepec, Tlatlaya, Alahuixtlán, Ixcateopan, Teloloapan, Oztuma y Tetela del Río.43 Tanto tarascos y mexicas reforzaron las fronteras con pueblos vasallos de distinto origen étnico, como los guamares, pames, otomís, mazahuas, pirinda-matlatzincas, chontales, cuitlatecos, chumbias, tolimecas y pantecas, para que las resguardaran y tuvieran la función de señoríos colchón. En 1481 murió Axayácatl, y subió al trono de México-Tenochtitlan su hermano Tízoc, quien evitó enfrentarse a gran escala con los tarascos, y emprendió guerras hacía otras direcciones, además fue considerado como un gobernante débil. En 1484 se volvieron a rebelar los matlatzincas, algunos se refugiaron en el Tzintzuntzan Irechequa, lo cual fue un golpe más a los intereses mexicas en la región de Toluca, y significó el reforzamiento de la frontera tarasca. En los siguientes años hay menciones de batallas y escaramuzas entre los tarascos y los pueblos otopames sujetos a los mexicas, algunos de ellos optaron por migrar a Michoacán. Para 1486 murió Tizoc, y subió al trono su hermano Ahuízotl. Para su coronación, se prepararon grandes festejos, y se enviaron embajadores a los señores de los señoríos enemigos más importantes, pero Tzitzíspandácuare se mofó de los mensajeros y se negó a ir. Esta es la referencia cronológica más tardía sobre este cazonci, por lo que probablemente también fue el año de su muerte; le sucedió en el trono su hijo Zuangua, quien se encargó de mantener las fortalezas y guarniciones en la frontera tarasco-mexica, y continuó con la expansión tarasca hacía Jalisco.44 43 Herrejón Peredo, Carlos. “La pugna entre mexicas y tarascos”, en: Paredes Martínez, Carlos; Martínez Ayala, Jorge Amós (coordinadores). …Alzaban banderas de papel. Los pueblos originarios del Oriente y la Tierra Caliente de Michoacán. México, Comisión nacional para el Desarrollo de los pueblos Indígenas, 2012. Pp. 120-151; Hernández Rivero, José. “La arqueología de la frontera tarasco mexica: arquitectura bélica”, en: Contribuciones a la arqueología y etnohistoria del Occidente de México. Zamora, El Colegio de Michoacán, (Colección Memorias), 2004, Pp. 115-155. 44 Carvajal Medina, Ricardo. La guerra en el Michoacán prehispánico en el Posclásico Tardío, Óp. Cit., Pp. 538-557. 33 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana En 1490 los mexicas prosiguieron sus campañas en la costa, logrando conquistar el señorío de Zacatula, en un intento cercar la frontera tarasca. Los tarascos por su parte intensificaron los ataques a la fortaleza de Oztuma, que estuvo constantemente sitiada. Para 1502 murió Ahuízotl y subió al trono Moctezuma II, quien también preparo grandes festejos para su coronación, he hizo llamar embajadores de los señoríos enemigos más importantes, en esta ocasión, el cazonci Zuangua sí envió embajadores tarascos con presentes a MéxicoTenochtitlan a la ceremonia. Más de una década más tarde, Moctezuma II emprendió en 1517 la última gran campaña en contra del Tzintzuntzan Irechequa que duró seis meses, cuyo objetivo era conquistar a los tarascos y obtener plata y cobre, al mando del tlaxcalteca Tlahuicole, atacando las poblaciones de Taximaroa, Maravatío, Acámbaro, Ucareo y Tzinapécuaro, pero no pudieron derrotar a los tarascos. De nueva cuenta los tarascos tomaron la iniciativa, colocaron una guarnición cerca de Toluca e intensificaron el asedio a la fortaleza mexica de Oztuma, en Tierra Caliente, logrando capturarla 1520, con la Conquista española ya en ciernes.45 45 Ibíd., Pp. 538-567. 34 La cosmovisión tarasco-uacúsecha La religión de los tarascos es uno de los grandes huecos en la historiografía de Mesoamérica. Su estudio nos enfrenta a varios problemas al intentar analizarla, tales como la falta de fuentes sobre la misma, la existencia de los cultos locales existentes en los diversos señoríos antes de la aparición del Estado tarasco, y que quedaron ocultos con la religión y discurso oficial de los uacúsecha. Haciendo una analogía con ejemplos mejor conocidos, intentar explicar los cultos locales prototarascos con la religión tarasco-uacúsecha, es como intentar explicar el judaísmo desde el catolicismo. Además entran en juego la visión occidental con que fueron redactadas las pocas fuentes escritas, y finalmente, los castillos en el aire establecidos a lo largo de las décadas por los diversos investigadores que han tratado el tema. En los documentos coloniales se encuentran fragmentos que versan sobre la antigua religión de los tarascos-uacúsecha; estos permiten esbozar algunos de sus componentes y tratar de coadyuvar a entender -aunque sea hipotéticamente- los huecos de información. Los tarascos al parecer creían en el principio creador dual masculino-femenino, los Dioses celestes engendradores. Sabemos que los tarascos debieron tener la idea de un dios engendrador masculino, hemos propuesto que probablemente haya sido Tucúpacha,46 mientras que la madre de los dioses fue Cueráuaperi; ambos vivían en el cielo, daban la vida y la muerte, mandaban los temporales de lluvia a la tierra, y eran temidos por los castigos que mandaban. Por designio de esta pareja primigenia, los Dioses engendradores del cielo, nacería del caos el orden divino en el universo. El cosmos tarasco estaba dividido en tres niveles, el Auandaro (“Cielo”), el Paraquahpeni o superficie el mundo, y el Uarichao (“Lugar de los muertos”), llamado por los europeos como “infierno”, así como cuatro direcciones correspondientes a los puntos cardinales, asociados a los colores negro, blanco, amarillo y rojo.47 El único documento donde se esbozó el origen de la cosmogonía tarasca, considerado como la parte perdida de la Relación de Michoacán, lo escribió 46 Carvajal Medina, Ricardo. La guerra en el Michoacán prehispánico en el Posclásico Tardío, Óp. Cit., Pp. 330-331. 47 Gilberti, Maturino. VLM, Pp. 52, 509 y 468; Carvajal Medina, Ricardo. La guerra en el Michoacán prehispánico en el Posclásico Tardío, Óp. Cit., Pp. 572. 35 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana el jesuita Francisco Ramírez (1552-1630) en 1585, y es conocido como Relación sobre la residencia de Michoacán [Pátzcuaro],48 ahí tenemos noticias sobre el origen del universo y la creación del mundo, los dioses y los hombres. Nuestra interpretación del mito propone que los Dioses del cielo Tucúpacha y Cueráuaperi fueron la génesis del cosmos, dieron traza y orden al universo, y engendraron a todos los demás dioses y entes en diferentes intentos de creación, que culminaron con la existencia del mundo como lo percibieron los indígenas antes de la conquista, regido por una gran familia divina. El Auandaro correspondería a la bóveda celeste, donde vivían los Dioses celestes engendradores Tucúpacha y Cueráuaperi, el Sol, la Luna, las Estrellas, el Dios del Lucero (el Planeta Venus), la Nube Negra, la Nube Roja, la Nube Amarilla, la Nube Blanca, Curita caheri y su hermano Tiripamecuarencha, y la diosa Auicamine, una de las tías de los dioses del cielo. Se menciona que entre los dioses del cielo se encontraban las águilas reales eran los dioses mayores, y que las águilas menores, gavilanes, halcones y unas aves ligeras de rapiña llamadas tíntiuápeme, de la que Matutino Gilberto escribió “Tindi vapame. vna aue que corta la cabaça de las otras aues con las alas.” En una ocasión se menciona a los “Dioses del quinto cielo”, lo que probablemente indicaría que el cielo estuviera dividido en varios niveles.49 Entre el Auandaro y el Uarichao se encontraba una Diosa recostada boca abajo, en cuya espalda estaba la superficie de la Tierra; para que esta Diosa recostada no se cayese, era sostenida de los pies por la diosa Cueráuaperi en el Oriente, de la cabeza por el Dios del Mar en el Poniente, y dos diosas de las cuales no se mencionan sus nombres, la sujetaban de la mano derecha en el Septentrión, y de la mano izquierda en el Meridión, indicando los puntos cardinales y las cuatro partes del mundo, cuyo centro sería la cuenca de Pátzcuaro.50 Este nivel correspondería a la superficie de la tierra o Paraquahpeni, donde habitaban muchos dioses, las plantas, animales, entes sobrenaturales y los humanos. Entre los dioses importantes de la tierra se encontraban el Dios del fuego, los Angamucuranchan o dioses de los montes, los dioses de las cuatro partes del mundo, entre los que debieron encontrarse los dioses de la mano derecha o “dioses primogénitos”, que correspondería al Norte, y los dioses de la mano izquierda o Uiranbanecha, en el Sur. Como ya mencionamos, había muchos dioses de los pueblos que estaban 48 Ramírez, Francisco. “Relación sobre la residencia de Michoacán (Pátzcuaro) hecha por el padre Francisco Ramírez [4 de abril de 1585]”, en: Zubillaga, Félix (compilador). Monumenta Mexicana, Óp. Cit., vol. II, documento 173, Pp. 474-538. La sección del documento que contiene la información mitológica se encuentra entre Pp. 492-496. Una versión actualizada y comentada de este fragmento, que podríamos considerar como la teogonía de los tarascos, se puede encontrar en: Carvajal Medina, Ricardo. La guerra en el Michoacán prehispánico en el Posclásico Tardío, Óp. Cit., Apéndice J, Pp. 782-786. 49 Carvajal Medina, Ricardo. La guerra en el Michoacán prehispánico en el Posclásico Tardío, Óp. Cit., Pp. 323-331; RM, Segunda Parte, ff. 14v y 17, P. 190 y 195; Gilberti, Maturino. VLM, P. 164. 50 Ramírez, Francisco. “Relación sobre la residencia de Michoacán (Pátzcuaro)…”, Óp. Cit., Pp. 494; Carvajal Medina, Ricardo. La guerra en el Michoacán prehispánico en el Posclásico Tardío, Óp. Cit., Pp. 568-573. 36 Los Tarascos antes de la conquista. Nuevas interpretaciones. jerarquizados en dioses mayores y dioses menores; entre los primeros se encontraba el dios principal del pueblo, que era el dios patrono del linaje del gobernante, mientras que el resto de las familias tenía dioses comunes. Francisco Ramírez mencionó que los tarascos “Tenían muchos dioses, que se entiende eran hombres principales entre ellos, que se habían señalado mucho; a los cuales les hacía el demonio adorar, después de muertos, apareciéndoseles en muchas figuras. Y de cada oficio tenían su dios, y su lugar señalado en los montes, donde le sacrificaban; de lo cual hay el día de hoy grandes rastros.”51 Debajo de la superficie del mundo se encontraba el Uarichao, un lugar telúrico, oscuro, húmedo y acuático, al que se podía acceder por las oquedades de la superficie como cuevas, grutas, o cuerpos de agua, de los cuales se tenía la creencia que se conectaban entre sí por debajo de la tierra, como lagos, ríos y ojos de agua. En el Uarichao habitaban varios dioses, los muertos descarnados y otros entes sobrenaturales. Es probable que el Uarichao también estuviera dividido en diferentes niveles, pues Gilberti mencionó que el Cumiehchuquaro era “lo hondo del infierno”, pero la palabra significa “Lugar sombrío”.52 Al parecer entre los dioses más antiguos después de Tucupacha y Cueráuaperi, se encontraban el Dios del Infierno y su mujer, la Diosa del Infierno, quienes criaron las cosas de abajo por mandato de los Dioses engendradores del cielo. Del Dios del Infierno se menciona que era él que mandaba las peñas llamadas petazequa para que construyeran los templos a los dioses más principales, y su mensajero era una tuza; mientras que la Diosa del Infierno parió las sierras, plantas y animales. Los tarascos creían que el Auandaro y el Uarichao se conectaban más allá del horizonte, donde el cielo se junta con el mar, una región incógnita que solo conocían los dioses.53 Fue en este universo donde los antiguos tarascos también explicaron el mito de creación de la humanidad. Los Dioses celestes engendradores enviaron a Curiti Caheri que hiciera a la humanidad, así se sacrificó las orejas y con su sangre roció ocho pelotillas de ceniza que guardó en un bacín, y después de varios días salieron cuatro hombres y cuatro mujeres, pero sin articulaciones, por lo que no se podían mover, y fueron destruidos por los Dioses 51 Ramírez, Francisco. “Relación sobre la residencia de Michoacán (Pátzcuaro)…”, Óp. Cit., Pp. 495. 52 Rea, Alonso de La. Crónica de la orden de N. Seráfico P. S. Francisco, Provincia de S. Pedro y S. Pablo de Mechoacan en la Nueva España. Edición y estudio introductorio de Patricia Escandón. Zamora, El Colegio de Michoacán-Fideicomiso Teixidor, (Colección Clásicos), 1996, Lib. I, Lib. II, P. 67; Gilberti, Maturino. VLM, Pp. 71 y 594. 53 RM, Segunda Parte, ff. 72v, 79v y 41, Pp. 36 y 50; Ramírez, Francisco. “Relación sobre la residencia de Michoacán (Pátzcuaro)…”, Óp. Cit., Pp. 493-494. 37 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana del cielo. Un segundo intento de creación también fracasó, y fueron destruidos. Un tercer intento de creación de la humanidad se efectuó, pero los humanos no tenían como engendrar, por lo que los Dioses del cielo mandaron un diluvio que duró cinco días en que se abrieron las fuentes y ríos, consumiendo todas las cosas de la tierra. En esta ocasión se escaparon un hombre y una mujer al subirse a un monte muy alto, y esperaron a que bajara el nivel del agua. Algunos días después bajaron a un llano y encontraron muchos venados muertos, hicieron fuego con el instrumento paratacuqua para asarlos, y el humo fue visto por la diosa Cueráuaperi, quien mandó a Curiti Caheri a destruirlos, pero finalmente les pegó con una calabaza en la cabeza y se transformaron en perros. Los dioses del cielo enviaron por cuarta ocasión al dios Curiti Caheri, quien volvió a rociar ocho pelotillas de ceniza con la sangre de sus orejas, y la humanidad finalmente fue creada, adoptando oficios y deidades tutelarles y “tornó otra vez a salir el sol, por mandado de los dioses del cielo”.54 Los tarascos creían en la vida después de la muerte, Francisco Ramírez mencionó “Cuanto a la inmortalidad del ánima, y los lugares donde iban, tenían también grandes desatinos; aunque conocían haber cielo, donde iban los dioses y los demás que lo merecían haber sido; y infierno, donde iban la demás gente. Y tenían que vivían allá como acá. Y así, procuraban llevar muchas cosas para poder trabajar y vivir; y los hombres principales, matar muchos que les acompañasen allá; aunque el ver que se quedaban acá los huesos, les hacía reparar mucho, y andar alucinando, como lo andaban en todo.”55 Otra narración prehispánica tarasca que debió formar parte de los mitos de creación mitológica, es mencionada en la ocasión en que se juntaron los señores tarascos antes de la conquista, para tratar de discernir quiénes eran los españoles y el origen de los caballos. El relato está emparentado con otros mitos mesoamericanos, por ejemplo la historia de Hunahpú e Ixbalanqué del Popol Vuh. Se puede leer en la Relación de Michoacán lo siguiente: 54 Ibíd., Pp. 494. 55 Ramírez, Francisco. “Relación sobre la residencia de Michoacán (Pátzcuaro)…”, Óp. Cit., Pp. 495. 38 Los Tarascos antes de la conquista. Nuevas interpretaciones. “dijéronle los navatlatos [al cazonci]: “señor, aquellos venados deben ser, según lo que sabemos nosotros por una historia, y es que el dios llamado Cúpanzieeri jugó con otro dios a la pelota, llamado Achuri hirepe, y ganóle y sacrificóle en un pueblo llamado Xacona y dejó su mujer preñada de Sirátatápezi, su hijo, y nació y tomáronle a criar en un pueblo, como que se le habían hallado. Y después de mancebo fuese a tirar aves con un arco y topó con una ivana [iguana] y díjole: ‘no me fleches y direte una cosa: el padre que tienes agora no es tu padre, porque tu padre fué a la casa del dios llamado Achu hirepe, a conquistar, y allí le sacrificaron’. Como oyó aquéllo, fuése allá para probarse con el que había muerto a su padre, y vencióle y sacrificó al que había muerto a su padre y cavó donde estaba enterrado y sacóle y echósele a cuestas y veníase con él. En el camino estaba en un herbazal una manada de codornices, y levantáronse todas en vuelo, y dejó allí su padre por tirar a las codornices, y tornóse venado el padre y tenía crines en la cerviz, como dicen que tienen esos que traen esas gentes, y su cola larga. Y fuese hacia laman[o] derecha, quizá con los que vienen a estas tierras”.”56 Entre las acciones litúrgicas más importantes de los tarascos en los templos (llamados en lengua tarasca como yácatas), fueron el mantenimiento de fuego encendido con la leña de los montes, el sacrificio humano, el desollamiento, danzas, música, y cantos, borracheras, convites, baños en temazcales, combates gladiatorios o el ritual del palo del volador. Tanto por las fuentes coloniales que describen los rituales, como por las entradas en los diccionarios tarascos, se encontraban entre las prácticas mágicas la medicina, adivinación, hechizos, conjuros, brujería, interpretación de sueños y nahualismo. 56 RM, Tercera Parte, Cap. XXI, f. 41, P. 243. 39 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana “Encuentro del rey Tangahxuan II con el conquistador Cristóbal de Olid en las cercanías de Pátzcuaro en el año de 1522” Roberto Cueva del Río 1938, mural al fresco. Teatro Emperador Caltzontzi. Pátzcuaro, Michoacán. 40 El Estado y sociedad tarascas antes de la Conquista Durante la época en que reinaron los tres cazoncis, los cambios profundos que se produjeron en el centro de Michoacán y los territorios circundantes, formaron al Estado Tarasco, cuya caracterización en su unicidad, temporal y cultural, son haber dominado un territorio de más de 75000 km2 (abarcado territorios en los actuales Michoacán, Colima, Jalisco, Guanajuato, Estado de México y Guerrero); su legitimidad divina fue reconocida tanto interiormente por la población tarasca y otras etnias, así como su poderío exteriormente por otras entidades políticas vecinas hostiles; reguló la producción, distribución y circulación de bienes a través de una economía política; retuvo el monopolio sobre la violencia al interior a través del aparato represivo del Estado (gobierno, justicia, burocracia), y al exterior por medio del ejército; e impuso su hegemonía con la implantación de los aparatos ideológicos del Estado, sobre una enorme población heterogénea cultural y étnicamente que oscilaba, según las diferentes formas de calcular las fuentes, entre 700,000 y 1,300,000 habitantes.57 El Estado tarasco estuvo conformado por una compleja sociedad hierocrática, preindustrial y tradicional, dividida en dos grandes clases sociales: la nobleza gobernante de los angámecha (“portadores de bezote”), que ejerció el poder político, impuso su sistema de creencias y mantuvo el control del sistema tributario; y una inmensa clase gobernada de los purépecha (“gente común”), encargada de realizar el trabajo, producir los bienes materiales y pagar tributo. Dentro de estas clases existían diversos grupos étnicos, lingüísticos y familiares, que ocuparon un determinado cargo y posición en la compleja jerarquía social, con poca movilidad social entre las clases sociales. Desde la economía política se ha caracterizado que Tzintzuntzan Irechequa estaba organizado en un Modo de Producción Tributario.58 57 Aguilar González, José Ricardo. Tzintzuntzan Irechequa. Política y sociedad en el Estado tarasco. Tesis para obtener el grado de Licenciado en Historia. Asesores: Gerardo Sánchez Díaz; Igor Cerda Farías, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2005, Pp. 260-289; Carvajal Medina, Ricardo. La guerra en el Michoacán prehispánico en el Posclásico Tardío, Óp. Cit., P. 190. 58 Ibíd., Pp. 190-195. 41 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana El gobernante supremo del Tzintzuntzan Irechequa era el cazonci o irecha, miembro del linaje noble de los uacúsecha. El cazonci era el representante de los dioses, estaba en lugar de Curícaueri, y como este dios era el dueño de toda la tierra, el cazonci tenía autoridad para repartirla para su cultivo y usufructo. El cargo tenía una fuerte investidura guerrera y militar, pues era el comandante de los ejércitos de Curícaueri y juez supremo impartidor de justicia, además de comerciante. La Relación de Michoacán menciona que “todo su ejercicio era entender en las fiestas de los dioses y de mandar traer leña para los qúes y de inviar a las guerras”, por lo que tenía el control del calendario (llamado Huriyata Miyuqua que quiere decir “Cuenta del tiempo o de los días”, compuesto de 18 meses de 20 días, más 5 días adicionales), con lo que se regulaban y fijaban las fechas de las fiestas, ceremonias y ritos. Dentro de la casa del cazonci había un sequito de sólo mujeres que le servían resguardadas por un viejo. La principal era la ireri, esposa principal que mandaba a las demás mujeres, por lo menos dieciséis que estaban a cargo de otras mujeres, ocupadas en preparar alimentos, servir la comida, guardar y cuidar la ropa y joyas del cazonci. También dentro del sequito del cazonci había gente para su entretenimiento, como bufones y cuenta historias.59 En la corte del cazonci, había nobles principales y “cuatro eran los más importantes y que usaban la máxima prudencia.”60 Estos cuatro eran los funcionarios que menciona la Relación de Michoacán que estaban por debajo del cazonci y que conformaban un consejo supremo: se menciona que el cazonci tenía un gobernador o angátacuri, aunque el cargo no es explicado ni se mencionan sus obligaciones. También estaba el capitán general de las guerras, quien “componíase [se vestía] como el mismo caçonçi”,61 e incluso, a veces el cargo de angátecuri y capitán general eran ocupados por la misma persona. La principal tarea del capitán general era la de organizar los ejércitos del cazonci en las guerras.62 Otro cargo que debió haber tenido una gran importancia jerárquica en la corte fue la del sacerdote mayor o petámuti al cual le tenían mucha reverencia. Un último cargo muy importante era el diputado sobre los ocanbecha, que “era después del cazonçi”,63 y se encargaba de dirigir a los principales ocanbecha, que eran los cobradores de tributo. Otros cargos eran ocupados por cuatro funcionarios muy importantes, ya que “tenía puestos [el cazonci] cuatro señores muy principales en cuatro fronteras de la provincia 59 RM, Tercera Parte, Cap. III. 60 Veracruz, Alonso de la. Sobre la conquista y los derechos de los indígenas. Traducción de Rubén Azuela; prólogo de Prometeo Cerezo de Diego, introducción y edición de Roberto Jaramillo Escutia. México, Organización de Agustinos de Latinoamérica, (Colección “Cronistas y escritores agustinos de América Latina”, núm. 1), 1994, P. 77. 61 RM, Segunda Parte, Cap. I, f. 62, P. 15 y Tercera Parte, Cap. I, f. 6, P. 175. 62 RM, Tercera Parte, Caps., IV-VI. 63 RM, Tercera Parte, Cap. I, f. 6v, P. 176. 42 Los Tarascos antes de la conquista. Nuevas interpretaciones. y estaba dividido su reino en cuatro partes.”64 Vemos pues, como esta burocracia se ocupaba de las distintas ramas que necesitaba el Estado tarasco para su funcionamiento: el gobierno, la milicia, la religión, recaudación de tributos y la defensa del territorio. Los nobles de los linajes gobernantes eran los “señores”, achá en singular y achaéecha en plural; la estructura social mencionada para el caso del cazonci en Tzintzuntzan, se reproducía en menor escala a nivel local. Muchos de estos eran caciques de los pueblos llamados caráchacapacha, de los cuales había alrededor de treinta en las unidades administrativas del Tzintzuntzan irechequa, que el cazonci los “tenía puestos por todos los pueblos caciques que ponía él de su mano y entendían en hacer traer leña para los qúes, con la gente que tenía cada uno en su pueblo, y de ir con su gente de guerra a las conquistas.”65 Es probable que casi todos estos nobles tuvieran el rango de quangáriecha, “valientes hombres”, que eran los “caballeros” del cazonci, los guerreros del ejército semi-profesional, y cuando éste era herido en combate, ellos lo traían a cuestas, además capitaneaban a los escuadrones en la guerra.66 Los miembros de ésta orden militar tarasca constituían un consejo, que se reunía para ocasiones importantes como las fiestas o para parlamentar. En la fiesta de Equata cónscuaro se reunían para que el cazonci hiciera justicia y el petámuti los sermoneara; cuando un cazonci se encontraba agonizante, iban a visitarlo, y cuando fallecía, parlamentaban sobre quién iba a tomar el cargo; cuando el cazonci los convocaba para la guerra, iban a la cuenca de Pátzcuaro con su gente de guerra y sus dioses; y antes de la llegada de los españoles, se reunieron para echar juicios de quien era la gente que venía.67 Los intermediarios entre los dioses y los seres humanos fueron los sacerdotes, que realizaron una serie de ceremonias y ritos que permitieron explicar el mundo y dar cohesión social. Estos estuvieron divididos en clases sociales: existió un alto clero profesional al servicio del Estado, conformado por el petámuti y los cúritiecha, encargado de reafirmar la legitimidad divina de sus gobernantes, preservar la memoria histórica de los señores uacúsecha, contar los días y reproducir la ideología de la clase gobernante; y un clero bajo, elegido de entre la nobleza para las distintas acciones litúrgicas realizadas en los templos y en las fiestas. Entre estos últimos se encontraban los sacerdotes curíçitacha o curípecha, que estaban encargados de poner incienso en los braseros de los templos; los thiuímecha que llevaban a los dioses a cuestas, los paçáriecha que eran los sacristanes y guardas de sus dioses, los púngacucha que tocaban instrumentos musicales, 64 RM, Tercera Parte, Cap. I, f. 6, P. 175. 65 Ídem. 66 Para más información véase Carvajal Medina, Ricardo. “Los quangáriecha. Órdenes militares, guerra y religión entre los antiguos tarascos”, en: Callicanto. Estudios históricos y patrimonio cultural. Guadalajara, Jalisco, editada por Xalixco. Estudios históricos y Patrimonio Cultural, edición especial núm. I, [El antiguo Occidente mexicano. Investigaciones recientes sobre arqueología y etnohistoria de Jalisco y Michoacán], año 3, vol. III, Octubre 2017-Febrero 2018, Pp. 78-92. Sobre este rango dedicamos un apartado en el capítulo III. 67 RM, Segunda Parte, Caps. I, XXXII; Tercera Parte, Caps. IV-VI, VIII, XVI-XXI. 43 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana los hirípacha que hacían oraciones y conjuros, los hatápatiecha que eran pregoneros y cantores, los sacerdotes sacrificadores eran los axámencha (este cargo sacerdotal lo ejercían los señores incluido el cazonci), los opítiecha sujetaban a los sacrificados de las extremidades, y los quíquiecha que arrastraban a los sacrificados.68 Por debajo de la alta nobleza, se encontraba la burocracia intermedia y los funcionarios especializados con diversas tareas, mencionados como “diputados” o “mayordomos mayores”. Entre los más importantes se encontraban los ocánbecha, que tenían la función de contar a la gente, de organizarlos para las obras públicas y recoger los tributos. Se mencionan más de treinta “diputados” o “mayordomos mayores” que desempeñaban varias actividades de la transformación de los objetos de trabajo o materia prima, o que recolectaban la producción, tales como maíz, chile, frijol, miel, vino de maguey, mantas, pescadería y caza, y oficios como carpinteros, pintores, curtidores, escultores, artesanos, ceramistas, plumajeros, canteros, zapateros, plateros, navajeros; armeros que hacían arcos, flechas, jubones, rodelas y banderas; barqueros y otros que hacían guirnaldas, guardamontes, etcétera. Incluso había encargados que mantenían en cautiverio águilas, pájaros, felinos silvestres, coyotes, y lobos del cazonci. La Relación de Michoacán menciona que “todos estos oficios tenían por subcesión y herencia los que los tenían, que muerto uno quedaba en su lugar algún hijo suyo o hermano puestos por mano del caçonçi.”69 Los encargados de la producción y reproducción material de la sociedad tarasca eran miembros de la clase dominada, los purépecha o “gente común”, conformada por campesinos, esclavos, trabajadores y artesanos; sobre sus hombros recaía la producción de bienes y servicios, que eran apropiados por los angámecha mediante el cobro de tributo; además estaban obligados a participar en el ejército o huestes en el tiempo que se requiriera, pero no de forma permanente. 68 RM, Tercera Parte, Cap. II. 69 La información citada en estos párrafos se encuentra en RM, Tercera Parte, Cap. I. 44 Los Tarascos antes de la conquista. Nuevas interpretaciones. Dentro de la producción agrícola hubo diferentes formas de organizar el trabajo, las fuentes mencionan de forma general a los terrazgueros, es decir, campesinos que sembraban tierras que no eran de ellos a cambio de pagar tributo. El cazonci y la nobleza tenían mayordomos llamados mimiecha que estaban a cargo de los açípecha, campesinos adscritos personalmente a los señores o achaéecha, vasallos que sembraban las tierras patrimoniales de los linajes gobernantes. La clase dominante también era dueña de esclavos llamados terúparaquaebaecha o hapingata, que podían trabajar en el campo o servicio doméstico; cuando eran desobedientes, los mandaban sacrificar. Otro tipo trabajadores agrícolas fueron los “campesinos libres”, purépecha que estuvieron adscritos territorialmente a sus lugares de origen donde tenían derechos de posesión de sus tierras, pero que sembraban las tierras realengas para pagar el tributo al cazonci, además de pagar tributo en mano de obra. 45 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Guerrero tarasco de la orden militar de los quangáriecha. Ilustración de Luis Armando de la Luz Alarcón y Vladimir Gómez Gutiérrez. Cortesía de los autores 46 A manera de conclusión Los tarascos conformaron una de las entidades políticas más complejas y poderosas de Mesoamérica en el Posclásico Tardío (1200-1522). La oscuridad historiográfica en la que habían permanecido, empieza a ser iluminada gracias a las investigaciones de los últimos años sobre el mundo prehispánico michoacano, que nos muestran un panorama más rico y fascinante del que tradicionalmente se había tenido, y que ha dejado claro que el pasado de los antiguos habitantes de Michoacán debe entenderse dentro de su unicidad histórica. Los tarascos son más que el reino inconquistable que destacó por el uso de la metalurgia para la elaboración de herramientas, objetos suntuarios y armas; fueron uno más de los pueblos que ha vivido sobre la faz de la tierra y que ha dejado una profunda huella en la historia humana, su cultura tuvo una cosmovisión profunda sobre el mundo y la forma de vivir en el, la cual sus herederos los p’urhepecha ha tratado de reivindicar y reinventar. Los antepasados de los p’urhepecha actuales han recibido distintos nombres por parte de los diferentes pueblos con los que han interactuado. Los nahuas llamaron al Purepecherio como Michhuacan, “Lugar de los dueños de pescado” o Michoacatlalli, “Tierra de los pescadores”, y a sus pobladores como michoa en singular y michoacaque en plural, que significan “hombre, u hombres abundantes de peces”, así como quaochpanme, “hombres de cabeza rapada, o raída”, probablemente por el rango militar de los valerosos cuachic, reconociendo el valor guerrero. Los mazahuas llamaron a “Mechuacan como Animaxe, que puede interpretarse como “lugar de águila”, justo el nombre del linaje gobernante de los uacúsecha (“águilas”). Los pirindasmatlatzincas los llamaron ho hohuí o huehohuí, “el guerrero”, y hueninche o hue ninche, “el águila”. Los otomíes los llamaron amanthâhi o amandâhŷ, palabra relacionada con “viento”. En el idioma p’urhepecha se registraron los gentilitos tarasco, relacionado con “suegro”, “yerno”, una deidad y los ídolos; el gentilicio actual parece provenir de la palabra purépecha, que fue traducida como “macegual”, “plebeyo”, “gente común”, o “persona”. Antes de la formación del Triunvirato Ihuatzio-Pátzcuaro-Tzintzuntzan y del Tzintzuntzan Irechequa (“Reino de Tzintzuntzan”), existió una gran diversidad cultural y lingüística, donde se mencionan más de ciento cuarenta pueblos y alrededor de veinticinco señoríos independientes, con su linaje y dios patrono propios. Se menciona que entre estos pueblos se encontraban los “mexicanos”, nahuahablantes, así como prototarascos conformados 47 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana por los que “vinieron primero”, los isleños y chichimecas. A esos últimos pertenecieron los uacúsecha, quienes lograron convertirse en el linaje más poderoso del antiguo Michoacán, fundado su principal ciudad en Pátzcuaro, lugar designado por dios Curícaueri. Los tarascos lograron mantener una organización estatal, con la cual lograron defenderse del ataque de entidades políticas rivales, y con la que también lograrían extender su influencia sobre bastos territorios, sustentados por la ideología surgida a partir de una compleja cosmovisión reproducida por la casta sacerdotal, para dotar de cohesión a la sociedad multiétnica. En 1522 empezaría el pesado dominio hispano sobre los antiguos habitantes del Tzintzuntzan Irechequa, lo cual dotó de particularidades específicas el desarrollo histórico michoacano en las primeras décadas del dominio español, y que marcaría para siempre su devenir histórico, con consecuencias hasta nuestros días. 48 Los Tarascos antes de la conquista. Nuevas interpretaciones. Fuentes Acuña, René (editor). 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Proemio Hoy estamos reunidos para conmemorar la muerte de quien fuera el último gran Señor del Reino de Michoacán, el Irecha, el Cazonci Zinzicha Tangaxoan II, hijo de Zuangua, padre de don Antonio Huitziméngari, personajes todos de gran importancia para la historia de Michoacán, y especialmente, de Pátzcuaro. Hace 490 años, un día como hoy, en un acto de crueldad producto de la avaricia y el deseo de obtener tributos y oro, el presidente de la Real Audiencia, Nuño de Guzmán, dio muerte a Zinzincha Tangaxoan, señor legítimo de las tierras michoacanas, de las tierras del poderoso estado tarasco. Zinzicha Tangaxoan es un personaje del que en ocasiones se habla mucho, pero lo cierto, es que sabemos poco, pero lo que es peor, se desconoce aún más su papel en los años del contacto con los españoles y su importante papel en la defensa de lo que era por derecho suyo, pero más aún, en la defensa por la supervivencia de su pueblo y de su cultura. Por ello, permítanmen hacer un breve recuento de su vida, para que así podamos tener claridad en lo importante que es para entender nuestro presente. 53 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana “Tanganxhuan” fotografía de Zavala, Fototeca del CREFAL. 54 Breve biografía de Tzinzicha Tangaxoan II, último Irecha Zinzicha Tangaxoan nació en las últimas dos décadas del siglo XV, y aunque no existen registros acerca de sus primeros años, debió transcurrir su juventud educándose bajo el rígido método para los príncipes tarascos: ejercitándose para la guerra, adiestrándose en la caza y llevando ofrendas de sangre y leña a los templos de sus dioses, especialmente del dios tutelar de su pueblo, Curicaueri. La terrible viruela traída por los españoles sería la causa de la muerte de su padre, el Irecha Zuangua, lo que ocasionó que Tangaxoan subiera al trono en medio del desconcierto que producían las noticias de la llegada de unos raros hombres que poseían armas que tronaban como el rayo, montaban unos venados cubiertos de metal y que, además, habían logrado la hazaña de destruir la ciudad de Tenochtitlan y derrotar a los poderosos mexicanos de la Triple Alianza. Cuando el rey michoacano tuvo la certeza de que el tiempo de sus dioses había terminado y que esos hombres no podrían ser derrotados, decidió que no podía permitir que a su reino, a su ciudad, a su pueblo, les ocurriera los mismo. Por ello tomó una dolorosa, pero inteligente decisión: no habría que enfrentarlos, sino aliarse con ellos. Por ello, aceptó la invitación que Hernán Cortés le hizo para que visitara México, donde fue acogido con regalos y muestras de amistad. Ahí, en esa visita, pudo ver con sus propios ojos el destino que le había deparado a os otrora poderosos mexicas: su ciudad destruida, el pueblo muerto y humillado, los templos y sus dioses arrasados y su rey, preso, torturado y tratado como delincuente por motivos de lesa majestad. Ante esta realidad, el Irecha Tangaxoan decidió aceptar el ofrecimiento que Cortés le hizo: incorporar el Señorío tarasco al imperio español a cambio de no llevar la guerra a Michoacán, no atacar a la población y reconocer el legítimo derecho de Tangaxoan a seguir gobernando las tierras de Michoacán; a cambio, se comprometió a enviar importantes cantidaes de oro y plata y dejar de percibir tributos de los pueblos, que serían encomendados a los españoles. Esta medida obligaba a Tangaxoan a convertirse en un rey vasallo del emperador, pero ello garantizaba, en un principio, los derechos que le otorgaban las leyes hispanas pues al no ser sus tierras ganadas por la guerra sino incorporadas por vasallaje, todos los pobladores de Michoacán pasaban a convertirse en vasallos directos del emperador, con los mismos derechos 55 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana y obligaciones que cualquier español. ¿Por qué se comprometió a esto el Irecha? Muy sencillo: él sabía perfectamente que su pueblo sobreviviría y él continuaría gozando del reconocimiento de su pueblo, en lo político y en lo referente a los tributos. El rey Zinzicha Tangaxoan regresó a Michoacán y comenzó a colaborar en la expansión hispana por las tierras de la antigua Mesoamérica, tanto hacia el norte como hacia la región de la costa. Esa colaboración evidentemente tuvo sus altibajos, pues los encomenderos comenzaron a acusarlo de interferir en el cobro de los tributos. Para 1524, Tangaxoan volvió a México para entrevistarse una vez más con Cortés, situación que aprovechó para pedir a los frailes franciscanos que enviaran una misión a Michoacán para comenzar a evangelizar a la población. También, aceptó el bautismo y se hizo llamar Don Francisco, contrajo nupcias con doña Guatique Uacujane de la cual nacieron al menos tres hijos: don Francisco Tariácuri, don Antonio Huiztiméngari y posblemente, doña María Cuhtaqua. Las cosas marchaban relativamente bien para Tangaxoan pero cuando el poder de Hernán Cortés comenzó a decaer, su suerte cambió de manera radical. Los funcionarios reales a quienes Cortés había dejado al mando decidieron extraer más tesoros del rey michoacano, por lo que fue capturado y llevado a México, donde fue encarcelado entre septiembre de 1524 y febrero de 1525, exigiéndole mucho oro y plata y que revelara los sitios donde estaban las supuestas ricas minas de plata de Michoacán. En este momento, el antiguo Irecha, don Francisco o comúnmente llamado por los españoles como “Cazonci”, comprendió que los demás españoles, cuando pudieran, no iban a honrar la palabra de mantenerle en el señorío de su tierra, que legítimamente le correspondía. Entre 1526 y 1528, la situación en el reino de Michoacán se deterioraba cada vez más ya que los Alcaldes Mayores permitieron que los mineros y encomenderos cometieran grandes abusos sobre la población indígena so pretexto de extraer minerales y cobrar tributos. Comenzando el año de 1529, la situación empeoró aún más: poco tiempo atrás se había creado la primera Real Audiencia para, supuestamente, impartir justicia y administrar la Nueva España. Al frente, el emperador Carlos V nombró a Nuño Beltrán de Guzmán, quien de inmediato revocó muchos de los acuerdos, mercedes y encomiendas que había hecho Cortés en los años anteriores. En este momento, diversos encomenderos de Michoacán elevaron sus quejas contra don Francisco, el Irecha, por seguir recibiendo tributos de algunos pueblos encomendados y por haber matado a algunos españoles. 56 490 años de la muerte del último rey de Michoacán, Zinzicha Tangaxoan. Al principio, Nuño de Guzmán no quiso actuar contra Tangaxoan porque necesitaba la ayuda de los guerreros tarascos para expandir las conquistas hacia el norte del río grande, y prefirió llamarlo a México donde una vez que se presentó, fue apresado y obligado a solicitar a los pueblos y caciques de Michoacán que enviaran más oro y plata. Como los tesoros enviados no satisfacían la avaricia de Nuño de Guzmán y los encomenderos entendían que mientras Tangaxoan viviera, no podrían recibir íntegros los tributos de los indios. Así, el rey de Michoacán entendió que su suerte estaba decidida, que Nuño de Guzmán nunca lo liberaría y se despidió de su familia y sus hijos, sabiendo que no sobreviviría mucho tiempo. De esta manera, de manera justificada o inventada, Guzmán acusó al Irecha Tangaxoan de planear una rebelión, organizó un ominoso juicio sumario, en el que la injusticia y la mentira se vieron favorecidas por testimonios arrancados por la fuerza de la tortura. El juicio, que Guzmán trató de que en apariencia se ajustara al derecho hispano, comenzó un 26 de enero de 1530 en la ciudad de Michoacán (Tzintzuntzan) bajo los cargos de impedir el cobro de tributos, asesinar españoles, sodomía y por seguir practicando su antigua religión. Ante la posibilidad de que el pueblo tarasco se rebelara al enterarse del maltrato de su señor natural, Guzmán decidió abandonar Michoacán y poner rumbo al actual estado de Guanajuato, en un sitio llamado “Paso del Río de Nuestra Señora de la Purificación”, continuó el juicio el día 5 de febrero. Los cargos contra el Irecha Tangaxoan él fueron ratificados y dado que los cargos eran del todo difíciles de probar, negó todos y por el contrario, recriminó a Guzmán por el trato que estaba recibiendo. Ante la negativa de escuchar lo que quería, el presidente de la Audiencia se valió del hecho que la justicia y el derecho hispanos contemplaban la tortura como medio parta obtener declaraciones judiciales válidas, y por ello, que Tangaxoan fuera sometido a tomento, el cual pasaba por varias etapas, comenzando por el garrote, la asfixia por agua y por último, se le quemaban los pies al acusado. De esta forma, el Irecha Zinzicha Tangaxoan recibió el garrote en sus brazos en dos ocasiones y terminó por declarar justo lo que querían sus acusadores. De esta forma, el 14 de febrero de 1530, el último rey de Michoacán fue condenado a recibir el garrote en la garganta hasta que muriera y su cadáver incinerado, arrojando sus cenizas al río para evitar que fueran recogidas y reverenciadas por el pueblo tarasco. 57 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Zinzicha Tangaxoan, Señor del reino de Michoacán, representante en la tierra del dios Curicaueri, bautizado como don Francisco y también conocido como el Cazonci, recibió el injusto castigo. Sin embargo, no obstante la prohibición expresa que había dictado Nuño de Guzmán, algunos fieles a Tangaxoan recogieron parte de sus cenizas del río y las regresaron a Michoacán y las enterraron en dos partes: unas en un lugar secreto mientras que las otras serían llevadas a Pátzcuaro para ser reverenciadas. La enterraron acompañándolas de las insignias reales así como diversas cosas propias del ceremonial que se hacían a los reyes en la antigüedad. La muerte de Tangaxoan aumentó las tensiones entre el pueblo tarasco y los españoles y sólo pudo comenzar a estabilizarse después de que la Segunda Audiencia tomara posesión de su cargo en 1531 y comenzara a impartir justicia. La paz, sin embargo, llegaría a Michoacán hasta 1533 de la mano de uno de los oidores, el licenciado Vasco de Quiroga. 58 El legado de Tangaxoan: Una cultura indígena viva Hace más de dos mil años, el gran Orador Cicerón dijo que la Historia era “Maestra de la Vida”, y tenía mucha razón. Hoy, a 490 años de la muerte del último rey de Michoacán, es momento propicio para recuperar la memoria de un hombre que tuvo la visión de reconocer el tiempo que le tocaba vivir y tomar las decisiones que, aunque fueran duras y tuviera que pagar por ellas, garantizaran un bien mayor. Tangaxoan decidió asumir la corona del reino de Michoacán porque entendió que era su responsabilidad, ante él y ante su pueblo, y que no podía doblegarse por más incierto que pareciera el futuro. ¿Pudo Tangaxoan haber tomado la inicitaiva y emprender una guerra contra los españoles? Evidentemente que sí, pues era lo más fácil ya que contaba con los medios para presentar batalla en mejores condiciones que los mexicas. Sin embargo, tuvo la altura de miras para comprender que una guerra, a largo plazo, sería insostenible y que su pueblo pagaría las consecuencias: destrucción, pobreza, guerra y esclavitud. Tangaxoan jamás permitiría que su pueblo sufriera lo que vio que sufrían sus antiguos enemigos mexicanos. Por ello, aceptó incorporar el reino de Michoacán al imperio español, lo que aseguraba que su pueblo, no importando si eran de la etnia tarasca, otomí, nahua, mazahua, cuitalteca o matlatzinca, pudieran sobrevivir y les respetaran los derechos que como nuevos vasallos del rey de España, al menos legalmente, adquirían. La incorporación del reino de Michoacán al imperio español es importante matizarla en esos términos: incorporación, no conquista. Michoacán no fue conquistado, pues nunca ocurrió un conflicto bélico entre ambas culturas. La guerra que Tangaxoan evitó fue un factor fundamental, pues permitió que la cultura local no fuera exterminada. Es evidente, como en todo contacto entre culturas, que hubiera situaciones de ganacia y pérdida, de imposición y adopción, de transformaciones en la alimentación, el vestido, la política, el gobierno y muchas cosas más. Sin embargo, el tiempo nos permite ver con claridad la altura de miras de Tangaxoan al no exponer a su pueblo a los horrores de la guerra y la destrucción. 59 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana “Noticia de la llegada de los conquistadores europeos” imagen extraída del libro La Relación de Michoacán 60 490 años de la muerte del último rey de Michoacán, Zinzicha Tangaxoan. Hoy, 490 años después de su muerte, Tangaxoan estaría feliz de saber que los pueblos indígenas son culturas vivas que se renuevan día a día con alegría, trabajo y esfuerzo, que se sienten orgullas de su pasado y que miran al futuro con esperanza, reconociéndose como un gran árbol cuyas firmes y profundas raíces nos aseguran que sus frutos serán el orgullo de todos los michoacanos. Por lo anterior, hoy que conmemoramos la muerte del Irecha Tangaxoan, en Pátzcuaro lo hacemos con alegría, festejando la vida y viviendo la cultura de los pueblos indígenas que recordándolo, permiten que su legado continúe vigente. Muchas gracias. 61 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Kiosco del Estribo Grande, fotografía de Daniel Aguilera. 2017 62 Vasco de Quiroga: Conceptos para comprender su vida y obra. Oriel Gómez Mendoza ¡Oh, no eres tú mi cantar! ¡No puedo cantar, ni quiero, a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en la mar! Antonio Machado La guerra contra los indios es injustificada, pues para evitar rebeliones debería cumplirse con el requisito de que acompañen al evangelio obras de misericordia Vasco de Quiroga Acaso la mayor dificultad que tenemos los historiadores para comprender a un personaje en ocasiones no es la complejidad misma del sujeto en cuestión, asunto ya de suyo difícil, sino la valoración de dicho actor en su propio tiempo, es decir, la reconstrucción del mundo a través de los ojos de ese a quien queremos aludir y no necesariamente el de nuestras opiniones y pasiones contemporáneas. Cuando no logramos vencer esa tentación de enjuiciar y calibrar a los personajes desde nuestro propio horizonte cultural decimos que se cometen anacronismos, es decir, la mala práctica de insertar en un tiempo anterior valores presentes. Cierto es que la voz e intención del historiador en el tiempo presente resignifica constantemente al pasado, en permanente construcción, pero una cosa es comprender que los muertos hablan por nuestro interés reciente y otra muy distinta, obligarlos, o en el peor de los casos reñirlos, por pensar y actuar de forma “incomprensible” desde nuestro punto de vista. Creo firmemente que la reconstrucción de la circunstancia -también llamado horizonte cultural- de nuestros actores en el tiempo, nos permite un más rico conocimiento de las formas por las que alguien actuó de tal o cual manera y por supuesto, genera relaciones entre obra y pensamiento, que se pueden discernir con mayor facilidad también. 63 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Vale la pena la acotación, puesto que el personaje que nos ocupa en estas líneas, Vasco de Quiroga, ha sido profusamente aludido en múltiples trabajos de distinta índole, algunos de los cuales tratan de manera terrena su vida y obra, alcances y limitaciones, otros más tratan de elevar sus acciones a un nivel beatífico y otros, que se debaten entre ataques fundados o infundados, dirigidos a veces más por filias y fobias personales que por el rigor necesario en cualquier trabajo de Historia seria; como en el epígrafe al inicio, del gran poeta Antonio Machado, podríamos hablar de “ese Jesús del madero”, pero prefiero hablar del que anduvo en la mar… me explico: dejaré de lado casi cualquier biografía alrededor de Quiroga y me enfocaré en tratar de hacer comprensibles algunos elementos alrededor suyo, es decir, valores sociales, jurídicos y culturales que sin duda formaron parte de su capital intelectual, su circunstancia. Hablaré del mundo que pisó y en el que vivió, para que cada quien concluya desde su perspectiva personal lo que sea menester. Me parece entonces que será más útil definir en su propia historicidad, es decir en su momento propio, algunos conceptos que el célebre obispo conoció y utilizó en su actuar cotidiano, de tal manera que puntualizo desde ahora la intencionalidad de estas líneas: no es reconstruir la vida de Quiroga, sino su contexto histórico a través de una selección de conceptos que eventualmente han sido entendidos de manera un tanto cuanto equívoca porque hemos insistido en utilizarlos como lo hacemos desde la perspectiva contemporánea. 64 El Humanismo Quiroguiano De manera recurrente se le confiere a Vasco de Quiroga un carácter humanista en tanto que defensor de los pueblos indios; de ahí que se considere uno de los primeros paladines de los derechos humanos y así ha trascendido los tiempos, justamente como un benefactor o protector de los indios frente a los españoles. Me gustaría lanzar la primera acotación a esta imagen: la noción de los “derechos humanos” como principio social seguramente es posterior a la revolución francesa y viene aparejado a la idea de individuo como sujeto de derecho, lo cual en tiempos quiroguianos era imposible, puesto que la sociedad española y por ende la novohispana eran conglomerados formados en cuerpos o corporaciones, con derechos propios; es decir, por definición era una sociedad desigual y basada en múltiples formas normativas de carácter colectivo, lo cual no quiere decir, por cierto, que fuera desordenada, sólo que el principio de orden tenía poco o nada que ver con nuestra idea moderna del mismo. Volvamos entonces a lo humano o a los presuntos derechos humanos; no podía existir tal cosa porque los derechos y las obligaciones eran de carácter diverso y no había una idea universal del sujeto como base social. Más aún, lo humano se entendía como todo aquello contrapuesto a lo divino, es decir, la naturaleza del hombre, que en realidad podía entenderse como la “propensión a los halagos de la carne y a dejarse vencer fácilmente por ella”1. Bajo esta perspectiva, dudo mucho que se pudiera pensar en un abogado que defendiera inexistentes derechos humanos, incluso en una concepción más amable de la humanidad aludida en ese momento, es decir, la idea de ser “apacible, acariciador o benigno y manso”. Sin embargo, en las acepciones de ese momento ser humano también se entendía como la capacidad de ser “cortés con todos y afable, aunque sea un gran señor”, de tal manera que se pensaba más bien como una virtud y no como un derecho; se semejaba a una idea de humildad. 1 Covarrubias Orozco, Sebastián, Tesoro de la Lengua Castellana o Española Compvesto Por El Licenciado Don Sebastián de Cobarruvias Orozco, Capellán de su Magestad, Mastrescuela y Canónigo de la Santa Yglesia de Cuenca, y Consultor del Santo Oficio de la Inquisición. Dirigido A La Magestad Católica del Rey Don Felipe III. nuestro señor. Con Privilegio. En Madrid, por Luis Sánchez, impressor del Rey N S. —Año del Señor MDCXV. Versión digital en https://archive.org/details/ tesorodelalengua00covauoft/page/125/mode/2up. Consultada en enero de 2020. 65 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Vale la pena la acotación porque en múltiples discusiones posteriores o contemporáneas a ese marco histórico, se debatió profusamente la humanidad o no de los conquistados, pero eso será otro tópico. En todo caso, la defensa de los pueblos indios a cargo de Vasco de Quiroga es algo innegable, pero esa se hizo a través de los marcos normativos y la tradición jurídica existente, -castellana primero e indiana después por cierto- cosa que retomaremos más adelante; ¿carecía entonces el abogado Quiroga de valores humanistas? Para comprender esa variable me parece necesario entonces dilucidar qué era o se entendía por humanismo en el siglo XVI y entonces, sólo entonces, esclarecer ese carácter. Existe una convención occidental acerca del tiempo histórico o el devenir de la humanidad, que establece valores clásicos -griegos y romanos- como base de la civilización; posterior a la caída de Roma y hasta el quattrocento (1400) se entiende como mundo medieval y de ahí en adelante el mundo moderno, de tal suerte que el mundo de en medio entre lo clásico y lo nuevo, se define justamente como medioevo2 sólo porque se ubica entre los valores clásicos originales y la aspiración a retornar románticamente a ellos, es decir, el neoclásico. El medioevo se define entonces por una posición imaginaria entre tiempos deseables y no por sus contenidos culturales y epistemológicos, aunque en realidad si existen elementos que permiten calificar ese cambio radical entre paradigmas. La generación de conocimiento a través de la escolástica y la fe católica como fuente de la verdad, dominaron ese enorme periodo de tiempo y generaron todo un mundo que trataba de construir a semejanza de lo divino un orden social. El auge y decadencia del mundo medieval no puede entenderse como un proceso lineal y no es, ni mucho menos, nítido; la existencia del mundo, el arte, la Historia y el poder político, eran una representación de dios en todos los ámbitos, de tal manera que se puede entender justamente que el universo se encontraba organizado en torno a lo divino, a lo contenido en las sagradas escrituras y a un plan salvífico, es decir, ligado a la salvación. La iglesia católica y el Estado eran uno solo, en tanto que representaban al poder, el intemporal uno y al temporal el otro. Coexistían en torno a un mismo propósito y basaban su supervivencia en el dogma católico de una voluntad divina y superior. La idea de dios como centro de todo. Sin embargo, la aparición de refutaciones hacia la infalibilidad divina, los excesos del poder absolutista, la emergencia de la razón como contraparte a la fe, fueron algunos de los elementos que comenzaron a socavar lenta pero inexorablemente ese modelo. 2 LeGoff, Jacques, Pensar la Historia, Taurus, Madrid, España, 2010. 66 Vasco de Quiroga: Conseptospara entender su vida y obra. La salida que se encontró a la crisis de las relaciones feudales fue un retorno un tanto romántico a los viejos valores clásicos, de tal suerte que se le llamó a esa demarcación consciente “el renacimiento”3, toda vez que trataba de revivir o retomar el mundo clásico, para a la vez dejar atrás el que se situaba en medio, al que se le atribuía ignorancia, oscurantismo y falta de desarrollo del espíritu humano. En contraparte, se ubicaría a la razón como principal instrumento de generación del conocimiento y la voluntad humana, de tal suerte que ese ejercicio racional se convirtiera en una luz para alejarse justamente del mundo antecesor; se entiende de alguna manera que ello supuso el génesis remoto del mundo moderno, aunque, como ya había apuntado, la crisis medieval y el desarrollo de lo moderno generaron un momento de transición y convivencia de viejas prácticas con la enunciación de nuevas ideas4, sin que ello haya generado un cambio radical, rápido o nítido. Todo esto viene a colación sin duda porque nos retorna a la discusión inicial acerca del humanismo en términos de esa lenta transición en Europa: si bien el modelo medieval colocaba lo divino al centro de todas las cosas, la crítica y nuevos valores comenzaron a reubicar ese foco en el ser humano, sus pasiones, el dolor, la razón y todo lo que conllevaba la naturaleza humana precisamente, de ahí que se comenzara a aludir a ese proceso como humanismo. En el arte, por ejemplo, donde es más visible este cambio, se puede referenciar de manera muy clara el cambio de patrones estéticos: la imagen de Cristo de los primeros siglos, por ejemplo, enfatizaba la divinidad y la armonía, a la vez que mostraba una actitud hierática, es decir, inexpresiva. La representación era plana y carente de perspectiva; eventualmente los significados tenían que ver con los colores, capacidad de leer y comprender, por cierto, que hemos perdido en el mundo actual. (Imagen 1) En contraparte, la pintura renacentista ponía énfasis en la humanidad de Cristo, a veces ensangrentado, sufriendo dolor, a la vez que rodeado de elementos simbólicos que hacían referencia a elementos bíblicos, pero a diferencia de las primeras representaciones medievales, la pintura renacentista hacía gala de un gran conocimiento del cuerpo humano, los huesos, los músculos y las infinitas formas de expresar las pasiones enteramente humanas, sin por ello renunciar a lo divino. (Imagen 2) El alcance del humanismo no consistía en renegar de la religión católica, sino en la comprensión y engrandecimiento del espíritu humano, es decir, el abandono de un universo teocéntrico en aras de uno antropocéntrico. 3 De hecho la idea del renacimiento tuvo como principal motor -o encarnación más propiamente dicho- al arte, que recobra en efecto valores estéticos grecoromanos y los aplica como un nuevo patrón que se contrapone por ejemplo a lo gótico o lo bizantino, de tal suerte que renacimiento, en el arte, supone también un neoclásico. Ver Georges Duby, Arte y Sociedad en la edad Media, Taurus, Madrid, España, 2011. 4 Hespanha, Antonio Manuel, Vísperas del Leviatán: Instituciones y poder político, Portugal, siglo XVII, Madrid, Taurus Humanidades,1989. 67 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana “Cristo bendiciendo” de San Apolinar Nuovo, 525 a. de C. Mosaico bizantino. Rávena, Italia. 68 Vasco de Quiroga: Conseptospara entender su vida y obra. “The Crucifixion” de Peter Paul Rubens, 1618-1620. Óleo sobre tabla. Musée des Beaux-Arts (Boston) 69 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Bajo estas perspectivas, creo que la enorme controversia aquí, respecto del humanismo de Vasco de Quiroga, supone la confusión no de el actuar como hombre de leyes o de su conciencia, incluso su religiosidad, sino del concepto mismo de humanismo que en la época seguramente profesaba. El problema comienza cuando desde el tiempo presente queremos asociar valores que eventualmente él no tenía o no tuvo nunca en mente. Para zanjar de alguna manera esta discusión podemos afirmar que el humanismo como una propuesta antropocéntrica no debe ser confundido con la filantropía. Esa es una asociación realmente contemporánea. Me gustaría ir un poco más allá: la formación de Vasco de Quiroga en Salamanca5, fue la de un abogado y hombre de letras educado en torno a lecturas clásicas; su acercamiento a la Utopía de Tomás Moro y por ende a los valores humanistas, fueron un poco más tardíos, pero en esencia Quiroga era en muchos de sus principios éticos y morales un hombre medieval, dada, insisto, su formación, su concepto del poder, de las leyes y de la religión católica como rectora de la vida civil. Eventualmente su acercamiento a posturas nuevas haya tenido lugar en términos de un enunciado contenido en el antedicho texto de Tomás Moro que representaba una “obra provechosa, agradable e ingeniosa sobre la mejor organización de una república”. A partir de ello, creo que, en efecto, posturas de orden humanista pasaron por la mente del hombre medieval que era y le instaron a ensayar nuevas formas de generar orden civil y social, cosa que intentó poner en práctica en sus hospitales pueblo y en proyectos más amplios de construcción social. Lo cierto es que ese capital intelectual, su práctica y conocimiento impregnado de valores medievales y humanistas, lo utilizó profusamente para generar un posicionamiento respecto de su proyecto civil en Michoacán. 5 Hay quienes sostienen también que fue la de Valladolid su alma mater. Véase María Mercedes Delgado Pérez, “De Granada a Michoacán: Vasco de Quiroga y la génesis de un códice fronterizo”, en Actas de los IX Estudios de Frontera. Economía, derecho y sociedad en la frontera. Congreso homenaje a Emilio Molina López, Alcalá la Real 2014, pp. 174-177. 70 Una idea de la justicia en Vasco De Quiroga Los indígenas no existían para Vasco de Quiroga; parece una grave provocación pero en realidad es una llamada retórica que explicaré ya mismo, pero antes debo aclarar que seguimos insertos en la idea de no caer en el error común del anacronismo. Con esa advertencia, que hace más amable la sentencia inicial, podemos entonces generar una discusión provechosa. Los viajes europeos previos al contacto con América buscaban simbólicamente una ruta a la India para el establecimiento de nuevos recorridos comerciales menos azarosos que los existentes; digo simbólicamente porque la idea de encontrar nuevos territorios era una cuestión subyacente en cada expedición. La ya legendaria confusión de Colón -en estos días ya no tan creíble- le ubicaban como el descubridor de las “otras indias”, denominadas en lo sucesivo Indias Occidentales, situación que en términos de las representaciones, significados y significantes a la postre desencadenaron toda una nueva realidad denominada indiana. Hacia 1605 Sebastián de Covarrubias comenzó a escribir su tesoro de la lengua castellana o española, lo que nos dota de una herramienta excepcional a la cual acudir para buscar un acercamiento confiable de los usos y prácticas de ese momento; daba ahí cuenta de lo siguiente: INDIA: Región oriental, término de la Asia, contiene casi gran tierra, y población. Oy día se tiene mas noticia de las Indias que en tiempos antiguos. Ay Indias Orientales y Ocidentales, de la mayor parte de ambas y de lo descubierto en ellas es señor la Magestad del Rey Filipo Tercero. Ay libros escritos del descubrimiento de ellas, y crónicas: y así no tengo que detenerme en esto. Indio, el natural de la India: Indiano el que ha ido a las Indias, que de ordinario estos buelven ricos.6 6 Covarrubias, Sebastian, Op. Cit. La negrilla es nuestra. 71 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana La denominación de Indias y su diferenciación era nítida desde ese momento; hoy día se entiende que cuando referimos a los habitantes de la India Oriental les aludimos como hindúes; a los de las occidentales indígenas. De ahí me gustaría justamente hacer un apunte interesante: no es mi intención clarificar el asunto de cuándo se comenzó a utilizar el término hindú, pero en definitiva, Covarrubias entiende que los naturales de esos territorios aludidos se denominaban Indios. Para terminar pronto con esta discusión entonces, es menester aclarar que indígena es un eufemismo para referirse a los indios, probablemente generado en la segunda mitad del siglo XIX, muy lejos de la realidad colonial. No existe en los documentos de la época ninguna mención a algo cercano siquiera a lo “indígena”. Lo cierto es que en algún momento de nuestro devenir histórico, ese eufemismo se convirtió en la forma políticamente correcta para la designación de raza y cultura originaria; a contrapelo, la mención o enunciación del indio se convirtió paulatina pero deliberadamente en una forma peyorativa y racista, por lo que se le ha expulsado selectivamente de los usos actuales. Ello es ciertamente muy arbitrario, porque los conceptos históricos contienen cargas de experiencia y expectativa, es decir, son legibles como piezas de su momento y a través suyo podemos penetrar en las sociedades pasadas. De ahí que haya iniciado con la enunciación de que para Vasco de Quiroga no existían los indígenas: jurídica y formalmente se denominaban indios, con derechos y obligaciones bastante claras en los distintos ordenamientos existentes y el obispo seguramente así los entendía. Bajo esas premisas, la idea de justicia y el concepto de derecho para Vasco de Quiroga tenían presente la figura del indio, pero en realidad esa acotación jurídica de calidad racial contenía productos de la tradición romano-canónica de corte medieval7, con algunos elementos de un humanismo de muy reciente confección y algunas prácticas propias de la organización de los indios de Michoacán. La idea de justicia quiroguiana tenía elementos del llamado derecho común, aludido así porque estaba vigente en toda la Europa bajo medieval. Contrario a nuestros tiempos, los componentes de esa tradición jurídica estaban subordinados a la religión católica: el corpus iuris civilis8 y el corpus iuris canonici9 como cuerpos normativos eran complementarios, no se podían entender separados10; la aplicación de la justicia dependía de la interpretación que se hacía de 7 Hespanha, Antonio M., “Para una teoria da historia institucional do Antigo Regime”, en Poder e intituçoes na Europa do Antigo Regime, Colectánea de textos, Lisboa, 1984. 8 Provenientes de la Compilación Justinianae 9 Provenientes de los Cánones de la Iglesia 10 Garriga, Carlos, “Orden jurídico y poder político en el Antiguo Régimen”, en Dossier Historia y Derecho, en Istor, CIDE, 72 Vasco de Quiroga: Conseptospara entender su vida y obra. esos marcos jurídicos a través de estudios de casos acumulados, es decir, casuísticos que se generaban en distintas instancias jurisdiccionales, por ejemplo el derecho municipal, el derecho Real, entre otros, con sus múltiples bandos y ordenanzas. Por tanto, la aplicación del derecho y el concepto de justicia dependían fuertemente de un proceso hermenéutico que descansaba en el conocimiento de los textos jurídicos, pero terminaba en las prácticas cotidianas y en la manera de conciliar distintos ordenes, espacios y derechos que confluían de manera simultánea en el mundo colonial. La llegada de Quiroga Nueva España suponía una encomienda particular, además de la evangelizadora: el orden y la justicia, ya lo hemos mencionado, pero bajo estas consideraciones: desde la antigüedad clásica se entendía que la justicia (iustitia) significaba dar a cada quien lo que era suyo, como parte esencial de un ejercicio de poder, en el que la equidad (aequitas) no era el tema principal. No podría serlo porque la sociedad novohispana -y la europea medievalera por definición un conglomerado jerárquico y desigual, razón por la cual el ejercicio de la justicia suponía armonizar criterios diversos de estratificación social, confrontarlos cuando era necesario y encontrar equilibrio entre esos cuerpos con poder político y capacidad de autogobierno; nuestra idea contemporánea de justicia va aparejada al de equidad porque nace de la imagen de que ante la ley “todos somos iguales”, como herencia de la revolución francesa y el triunfo del individuo como base del derecho. Seamos claros entonces, la intención de Vasco de Quiroga frente al indio, sus derechos, jurisdicción como espacio y el respeto a su estatus, tenía que ver con la defensa de sus diferencias naturales, con reconocerles un espacio propio dentro de un supra ordenamiento social dominado por la desigualdad regulada y ponderada como imagen y reproducción de un orden divino, en el que cada cuerpo cumplía una función específica; quiero llegar a lo siguiente: Quiroga venía de una tradición de identidades múltiples, de respeto a la diversidad y diferencia de formas de gobierno, lenguas y normatividades, que permitían la convivencia de reinos con elementos desiguales y formas cohesivas simultáneas. Así, Castilla, Navarra y Aragón, por ejemplo, tenían sus estructuras propias y eran respetadas11, pero a la vez formaban parte de un conglomerado más amplio considerado como Imperio Español. Para el caso de las corporaciones era similar, cada gremio tenía derechos y obligaciones propias, por tanto, lo justo o injusto para un cuerpo no lo era para otro. núm.16,México D.F., 2004. 11 Altuve Febres, Fernán, Los reinos del Perú: apuntes sobre la monarquía peruana, Dupla editores, Lima, Perú, 2001. De manera interesante el autor retoma justamente la tradición de esa diversidad política que se retomó en el siglo XVIII ,en varias instancias de América, cuando se trató de rescatar la figura de Reino, para aplicarla a las jurisdicciones americanas por parte de los criollos. 73 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Calle Dr. Coss, Pátzcuro. Fotografía de Daniel Aguilera. 2017 74 Bajo estas perspectivas, quisiera introducir en ese horizonte una acotación, debido a que un debate contemporáneo niega que la visión de Quiroga tuviera alcance alguno y que en realidad se trataba de un “explotador” que aprovechó la mano de obra de los indios y sus estructuras para beneficio personal. Pero nuevamente esa es una consideración contemporánea y el objeto de estas líneas, como se ha dicho, es reconstruir ese espacio y tiempo para comprenderlo a cabalidad; un juicio o enjuiciamiento desde la óptica moderna realmente no permiten conocer al actor y sus motivaciones y convierten el discurso histórico en un guion de buenos y malos, -la historia maniquea se le ha llamado- lo cual a estas alturas es ciertamente limitado en el mejor de los casos, o poco profesional en el peor de los mismos. La comprensión de Vasco de Quiroga no puede solucionarse a través de dilucidar si era un hombre bueno o un hombre malo, era sólo un hombre en su tiempo. Pero entonces no nos equivoquemos; aún cuando las posibilidades jurídicas de enaltecer el orden y la justicia para Vasco de Quiroga eran algo seguramente muy importante, no podemos desconocer que los contenidos semánticos de esos dos términos significaban cosas diferentes respecto a los valores de la actualidad; Quiroga no buscaba la justicia para los indios a través de una idea moderna de equidad, todo lo contrario, su aporte real fue generar elementos para el reconocimiento de la desigualdad en términos del denominado antiguo régimen, donde se ponderaba la diferencia como base del derecho de las corporaciones, sus formas propias de administrarse y autogobernarse. La justicia quiroguiana consistió en reconocer los elementos provenientes del derecho castellano, transformarlos -así como mezclarlos- con ciertas prácticas de administración y de poder autóctonas e insertarlos en una sociedad que aceptaba, insisto, las particularidades o las diferencias. Ayudó entonces a dotar de personalidad jurídica al indio, a reconocer formas de organización propias, un espacio delimitado política y territorialmente para su coexistencia, por tanto, en la esencia de su raíz etimológica, de una justicia propia para los indios: la voluntad pues de dar a cada quien lo que es suyo. Dicho en otras palabras, el orden en ese momento sólo era posible a través del respeto del diverso estatus jurídico de cada quien. 75 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Vista lateral del Templo del Sagrario, fotografía de Daniel Aguilera.2019 76 Vasco de Quiroga: Conseptospara entender su vida y obra. El Indio en otras visiones contemporaneas a Quiroga El derecho castellano que Vasco de Quiroga conocía -y del que se nutrió en su actuar cotidianomutó o se tropicalizó porque tuvo que atender una serie de condicionantes en el ejercicio de la administración y el poder desde la metrópoli, de hecho, el Nuevo Mundo puso a prueba el paradigma bajo-medieval e inauguró una serie de elementos que bien se podrían considerar disruptores. Se tuvieron que adaptar estructuras viejas para atender la nueva realidad y mantener el control, así como adoptar formas preexistentes que garantizaran cierta gobernabilidad. Bajo esa premisa, el indio emergió como un nuevo sujeto de derecho que atrajo discusiones a favor y otras en contra. En ese trayecto el derecho castellano se transformó nominal y estructuralmente en un neologismo llamado en lo sucesivo derecho indiano,12 no porque el indio fuese el centro de esa estructura de orden, sino por la delimitación geográfica como Indias Occidentales. Par comprender mejor la posición del Vasco de Quiroga respecto de los indios, conviene señalar a otros que como él discutieron acerca de la naturaleza de los mismos ante la presencia hispana. En el caso de Juan Ginés de Sepúlveda, teólogo hispano, en 1550 escribió un Tratado sobre las causas justas de la guerra contra los indios13; en esencia el texto escrito al modo de los tratadistas es una exposición ordenada y de carácter didáctico sobre un tópico que tiene como hilo conductor la discusión acerca de la naturaleza de los indios ante el poder hispánico: puedo anticipar, sin embargo, que la de Ginés de Sepúlveda es una obra que pondera la superioridad del español y su mundo frente a lo que Miguel León Portilla caracterizó histórica e historiográficamente como “los vencidos”. 12 Pérez Fernández, Isacio, El Derecho Hispano-Indiano. Dinámica social de su proceso histórico constituyente, Ed. San Esteban, Salamanca. España, 2001. 13 Sepúlveda, Juan Ginés de, Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios, Fondo de Cultura Económica, México, 1979. 77 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana En primer lugar, la propagación hispánica tuvo como marco general -pero de manera simultánea también- al proyecto evangelizador, es decir, la expansión territorial y la consolidación de la fe católica como parte de una identidad y una encomienda divina que acompañaban de manera indisoluble y servían como marco normativo a los procesos de conquista derivados de ese proyecto expansionista. La pregunta retórica de Ginés de Sepúlveda tenía que ver con la argumentación, precisamente, del momento en que una conquista suponía el carácter -o no- de justa, es decir, si había razones de alguna índole para ser considerada como tal. No cualquier conflicto bélico era justo, hay que señalarlo, sino que debía cumplir con ciertos cánones. Teniendo en cuenta que detrás de la conquista había un proyecto evangelizador, la guerra contra los indios era justa debido a la condición natural de estos últimos; desglosemos qué se entendía por condición natural bajo el razonamiento de Ginés de Sepúlveda; se podía argumentar que la condición natural del indio era de inferioridad respecto del hispano porque tenía costumbres de bárbaro, sin leyes, escritura ni instituciones. Era consabida su propensión, por ejemplo, a comer la carne de los enemigos capturados durante la guerra y se mostraban incapaces de sostener al modo europeo la paz entre ellos. Su actitud denotaba servilismo y cobardía. De ahí se desprende que el sometimiento por las armas a los indios era un asunto casi civilizatorio, obligado por la superioridad manifiesta del hispano y si a ello resistían, el uso de las armas estaba justificado, es decir, era precisamente “justo” como la raíz etimológica lo refiere. Teniendo ese fundamento de orden legal a favor, era comprensible también que los bienes y personas quitados a los indios pasaran a manos de los vencedores. Los vencidos por otro lado, a cambio de respetarles la vida, debían transformarse en siervos bajo el concepto medieval del mismo. Había, eso si, una leve pero significativa diferencia con aquéllos bárbaros que no hubiesen resistido la conquista y que por prudencia hubiesen decidido aceptar el imperio (superioridad) del hispano y la religión católica: no se les debía someter a la servidumbre , aunque si al vasallaje, a cambio de tributos. Con todo y eso, reconocida su inferior naturaleza, debían ser reducidos al gobierno de los mejores, es decir bajo la tutela hispánica, sin poder gozar jamás los mismos derechos que tenía cualquier ciudadano cristiano, ni derecho a ser tratado como igual. Evidentemente, al ser sujetos sometidos por las armas y la guerra justa, perdían, si alguna vez las hubiesen tenido, sus formas de gobierno, jurisdicciones e instituciones y las tierras de conquista pasarían a ser propiedad del rey, bajo el modelo romano de provincia como territorio conquistado. Era esta, obviamente, una postura radical que daba sustento moral, teológico así como legal a la conquista y desdibujaba cualquier forma de organización previa a la hispánica, incluso establecía las bases para relaciones que se asemejaban a las estructuras medievales de 78 Vasco de Quiroga: Conseptospara entender su vida y obra. servidumbre y por supuesto a la esclavitud; sirve como una referencia para calibrar el actuar de Vasco de Quiroga frente a las múltiples discusiones sobre el indio y la relación con el mundo hispánico. Bajo un razonamiento contrario a los de Ginés de Sepúlveda, por ejemplo, encontramos a Fray Alonso de la Veracruz quien llegó a Nueva España en 1536 y se hizo a la regla de los Agustinos; es menester aclararlo porque recordemos que existía clero de dos tipos entonces: el regular, es decir que obedecía “las reglas” de alguna orden bajo preceptos específicos como los franciscanos o los carmelitas y por otro lado el clero secular o “separado” que no estaba en esa naturaleza de pertenecer a orden alguna, sólo a la estructura de la iglesia. Se sabe que tuvo contacto con los pueblos originarios de Michoacán y ahí observó una serie de desequilibrios que le llevaron a generar una contra-argumentación a Ginés de Sepúlveda más o menos en los mismos términos que el primero, pero con resultados diferentes. De la Veracruz, -quien por cierto adoptó ese apellido al pisar el puerto por primera vez-, leyó el texto14 De dominio infidelium et iusto bello durante una Relectio, es decir una especie de conferencia que tenía que ver con su encargo como catedrático en la Universidad de México entre 1553-1554, en particular de la materia Cátedra de Prima Teología, y con ello podemos conocer una postura, como había mencionado, contraria a la apología eurocentrista de Ginés de Sepúlveda. El sustento más general de Fray Alonso descansaba en la definición de los llamados derechos naturales o iusnaturalismo, que en esencia postulaba que todos los seres vivos al nacer poseen por derecho divino el respeto a la vida, la propiedad y la libertad, por supuesto, bajo ciertos parámetros ligados al derecho canónico y al derecho de gentes, que eran los más socorridos entonces. Lo primero que cuestiona es el derecho de los encomenderos-conquistadores para ocupar por la fuerza los territorios de los naturales y someterlos al tributo en el entendido de que para ello debía haber ciertas condiciones para que en efecto fuese legal tal acto; decia que los naturales o indios tenían el dominio justo de sus tierras aún siendo infieles por lo que era ilegal quitárselos aduciendo que eran infieles. En todo caso, el que estaría facultado para hacer la guerra a los infieles sería únicamente el Rey como señor, en cuyo caso, los territorios serían hipotéticamente suyos, pero, siempre y cuando ese poder temporal del Rey tuviese como respaldo el aval del poder intemporal proveniente de Dios, cuyo representante en la tierra era sólo el Papa. Para esa condición, la guerra debía ser con causa justa y razonable. 14 Fray Alonso de la Vera Cruz, De dominio infidelium et iusto bello, I-II, introducción, traducción y notas de Roberto Heredia Correa, México, UNAM, Bibliotheca Humanistica Mexicana, 13, 2000. 79 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Vista aérea de la Plaza Vasco de Quiroga. Fotografía de Daniel Aguilera. 2017 80 Vasco de Quiroga: Conseptospara entender su vida y obra. ¿Qué era justo y razonable al respecto? Primero, que fuese un encargo del Papa al Rey para tener nuevos reinos o provincias en el entendido de que era de “manera directa” un mandato de Dios extender el cristianismo; la potestad suprema de los infieles, entonces, no recaía en el rey, sino en el Papa y sus subordinados, Obispos y su diócesis, por ejemplo. De hecho, la potestad del Papa no se ejercía sólo en aquéllos que ya habían recibido la fe sino incluso en los que aún no lo habían hecho, de ahí que a los conquistadores no se les entregasen mayorazgos como en Europa sino “encomiendas”, es decir, espacios para disfrute temporal con el compromiso o encomienda, de ahí el apelativo, para convertir a los indios en cristianos. La potestad espiritual del Papa se transformaría en un asunto de poder temporal si los infieles rehusaran recibir a los evangelizadores y sobre todo si estos últimos corriesen riesgo de ser asesinados; si fuese el caso, el Papa podría entonces si, de manera justa, convocar a la guerra a través de solicitar al Rey guerreros para defender a los evangelizadores, podría también tomar venganza e incluso disponer de los bienes propiedad de los infieles. El argumento de De las Casas sin embargo, era que no por ello, sin desconocer las probables causas justas, el Rey pudiera enviar por su libre y real gana a ocupar tierras de los naturales y privarlos de su justa posesión y dominio. En suma, la infidelidad de los indios o naturales del Nuevo Mundo no era causa justa para arrebatarles, a través de la guerra, su dominio y jurisdicción.15 Por tanto, el Rey no podía entregar a los conquistadores nada como retribución a la conquista porque las tierras de los naturales no eran de él; todo aquél que por la fuerza hubiése ocupado un pueblo o incluso que lo hubiese hecho sin violencia alguna, no era verdadero señor si no se hubiese señalado jurídicamente una causa justa para la guerra. Por tanto, no podrían someter a los naturales al pago del tributo y si lo hubiesen hecho, debían restituírlo a su legítimo señor, es decir, los verdaderos señores del Nuevo Mundo, en otras palabras, a los indios principales. Estas dos posturas antagonizaban en sus contenidos y eran el reflejo de ciertas prácticas que los españoles conquistadores mantenían frente a los indios o naturales; sirvan de marco referencial para entender a mayor cabalidad la postura de Vasco de Quiroga al respecto. 15 Aunque adoraran ídolos, tuvieran muchos dioses, fueran adúlteros, cometieran fornicaciones y embriaguez. 16 Filosóficamente hablando, la verdad como tal resulta de eso llamado la realidad objetiva, es decir, de todo aquello que existe independientemente de la percepción lograda por el equipamiento sensorial humano, de tal manera que pretender conocerla en su totalidad o reconstruirla en esas circunstancias resultaría imposible. En la Historia como disciplina, la objetividad ha referido a describir las cosas “tal cual sucedieron” sin contaminarlas por ideas personales o intereses del propio historiador; como es imposible que el que el historiador no opine, de hecho su trabajo es una opinión, se ha encontrado con que no podemos hablar de lo verdadero, per sí a cambio de lo verosímil, lo creíble, lo posible, basados en los elementos que se tuvieron a mano para reconstruir un contexto histórico. Dejar de correr tras la verdad, por tanto, no quiere decir tener licencia para mentir, sino entender que es una visión personal de lo acontecido, no mejor o peor que otras. 81 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana “Historia de Michoacán” Juan O’Gorman 1941-1942, mural al fresco Biblioteca Pública Gertrudis Bocanegra. Pátzcuaro, Michoacán. 82 Insistiré en que el tratamiento histórico del proceso o contexto, así como del personaje central de estas líneas, no debe ser apologético, pero tampoco debe ir al otro extremo, que denoste gratuitamente. Se entiende actualmente, en el trabajo del historiador, que la objetividad como tal es una quimera inalcanzable, imposible, toda vez que la posición del observador de un proceso histórico, así como sus intereses y su formación definen por necesidad el resultado de las conclusiones a las que arribará; por tal razón, se deben encontrar elementos que reconstruyan de manera verosímil, es decir creíble, al contexto aludido y se dejen de lado tanto el apasionamiento inútil como la búsqueda frenética de una verdad16 que podría, irónicamente, conducirnos penosamente al error. 83 Vasco de Quiroga: Conseptospara entender su vida y obra. El abogado Quiroga en su tiempo Las párrafos anteriores trataron de hacer explícitos algunos valores circundantes a la España y Nueva España del siglo XVI, que podemos encontrar, además, en muchas otras manifestaciones sociales, instituciones, actitudes y prácticas. Escogimos sólo algunas porque apoyan el hilo argumental y permiten, como se apuntó desde un inicio, generar elementos para una mejor comprensión del actuar de Vasco de Quiroga y entonces, sólo entonces, cada quien que genere sus conclusiones para entenderlo primero como hombre, como abogado, como obispo y por supuesto desde cierta posición de poder, sin la cual, por cierto, jamás hubiese podido emprender su proyecto de pueblos-hospital. Pero no nos adelantemos. Su formación como abogado, la experiencia previa en la administración y el descollante impulso del humanismo en Europa se convirtieron en las cartas credenciales con las que apareció en América. El nombramiento como obispo le confería de manera automática un poder que serviría de contrapeso a los primeros conquistadores y a la Real Audiencia, que trataban sin duda de transferir hacia América ciertos elementos de resabio medieval que ya no eran bien vistos desde la metrópoli. Muy probablemente, la encomienda de Quiroga tenía que ver con no permitir que el reciente poder logrado tras la conquista se saliera de control, como de hecho estaba sucediendo. Si se trata de encontrar la justa apreciación de Quiroga respecto del indio podemos apuntar lo siguiente: estaba en desacuerdo con la postura de Juan Ginés de Sepúlveda, pero tampoco compartía totalmente, en todo caso, el extremo contrario de Bartolomé de las Casas. Sería una consideración intermedia y eso es lo que hace interesante su proyecto. El tema sale a relucir en términos de la Provisión Real del 20 de febrero de 1534, sustentada en los preceptos de la guerra justa contra los indios, que a la postre permitía la esclavitud de los mismos17como queda descrito aquí: 17 Konetzke, Richard, Colección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoamérica, 1493-1810, Volumen I, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1953, pp. 153-159. 85 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana “Primeramente ordenamos y mandamos que cada y cuando acaeciere que algunos de vos, los nuestros gobernadores y capitanes y otros nuestros súbditos españoles, hiciérdes guerra justa conforme a las ordenanzas e instrucciones por nos dadas y acaeciere que en la tal guerra justa fecha por nuestro mandato o por las personas que nuestro poder especial para ello tuvieren, prendierdes algunos de los dichos indios, los podáis tener por esclavos y contratarlos como habidos en la guerra justa…” Para fortuna nuestra, Quiroga escribió en un texto de réplica al respecto, que si bien era un documento de carácter privado en su momento, nos permite hoy conocer los elementos de la idea acerca del deber ser en el nuevo mundo; se trata de un escrito que denominó Información en Derecho18, cuyo contenido podemos entenderlo como una impugnación justamente jurídica, no sólo una opinión personal, hacia la Real Provisión antes mencionada. Decía que la implementación de la esclavitud era una cuestión que descansaba en “información torcida y siniestra”, por lo que su intención era generar, a contrapelo, información correcta acerca del tópico de los indios y la esclavitud. En primera instancia la emprende contra los españoles, -a quienes comparó con hienas que se aprovechaban de los despojos- y lo que consideraba una guerra injusta en sus fundamentos jurídicos, toda vez que el famoso “requerimiento” que se les leía a los naturales antes de utilizar la violencia, era incomprensible para ellos, por tanto, no se les hacía justicia (dar lo que es de cada quien),es decir, no se les reconocían sus derechos propios. Por tanto, una guerra injusta que tenía como fundamento la rapiña y el cautiverio forzado, asi como la esclavitud, hacía lícito que los naturales tendieran a resistir, sobre todo si se les trataba “como bestias” porque no había límites legales que acotaran ese trato y consideración, que lo único que denotaban era un cierto aborrecimiento de los españoles hacia los indios. Probablemente, la única objeción de Quiroga respecto de los naturales era su condición de bárbaros y esa notoria falta de reglas para el buen convivir, sin que ello llegase a convertirse, insisto, en una razón por la cual debían ser “esquilmados ni agraviados”. 18 Quiroga, Vasco de, Información en Derecho. Introducción y notas de Carlos Herrejón, México, Consejo Nacional de Fomento Educativo/SEP, 1985. 86 Vasco de Quiroga: Conseptospara entender su vida y obra. Si hablamos antes de la idea de justicia en tiempos de Quiroga, acaso la solución a estas condiciones de los naturales fuera un nuevo ordenamiento, así expresado en su Información en Derecho; veámoslo por partes, para entender de qué manera su contexto y valores influyeron en la argumentación ahí vertida: el fundamento y solución a esa relación perversa sería precisamente “una buena administración de justicia”, entendida de la siguiente manera: “Es necesario otro estado de república para los naturales en que se basten para si y para nosotros, quitándoles lo malo, guardando lo bueno, juntándolos en ciudades, quitándoles ociosidad y no dándoles malos ejemplos.” Ello significaría entonces dotar a los indios o naturales de normativas diferentes a las de los españoles, comenzando por formar una república con cabildo, ordenanzas y espacio jurisdiccional, por ejemplo, para generar límites entre lo español y lo indio, sujetos, eso si, a un poder ordenativo por parte de los caballeros españoles, pero que reconociera las buenas costumbres y formas del indio, agregando la buena disposición y “policía19” del español. Propuso entonces, atrayéndo las muy mencionadas ideas de Tomás Moro, la creación de pueblos de mixta policía para congregar a los indios bajo el régimen de dos poderes complementarios, a saber, una policía temporal, es decir estructuras de gobierno con normatividades y territorialidad propias y del otro lado una policía intemporal que garantizara la transformación hacia el cristianismo y sus preceptos. Sólo de esa manera, adujo, los naturales permanecerán fieles al rey y a los españoles, guardando la tierra sin levantamientos. Los dos proyectos de pueblo-hospital, Santa Fé de México y Santa Fé de la Laguna parecen ser los sujetos de esa aspiración quiroguiana; de hecho, bien haríamos en identificar a la isla Utopía de Moro como una idealización, pero en contraparte, a los asentamientos de Santa Fé como un Topos, un lugar real y así serán más comprensibles. No abundaré en eso porque no es el fin de estas líneas, sólo quisiera apuntar que a final de cuentas si hemos de hablar de la materialización de las ideas de Vasco de Quiroga, tenemos un referente inobjetable tallado en las canteras de la majestuosa ciudad de Pátzcuaro, en la línea de sus calles a la usanza castellana que a la vez es herencia romana20, en la conformación de un espacio propio como república de indios, con su gobernador y ordenanzas propias. A final de cuentas, una ciudad es también un ideal (no necesariamente una utopía) de ordenamiento, tal como lo concebía el abogado 19 El uso del vocablo policía en ese momento se refería exclusivamente al orden u ordenamiento; no tiene nada que ver con nuestra idea actual de policía como institución a la que se le reconoce el uso legítimo de la fuerza cuando se infringe la ley. 20 Bairoch, Paul, De Jericó a México. Historia de la urbanización, México, Editorial Trillas, 1990. 87 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Quiroga y por ello un modelo civilizatorio a la vez que fenómeno urbano. Pero va más allá, la ciudad y sus límites permitieron espacio a negociaciones de poder en cuyo seno el sujeto de derecho era el indio mismo, que no había sido conquistado porque se había ofrecido motu propio como vasallo del Rey, por lo tanto, tenía derecho a conservar ciertas estructuras. Ese me parece es el principal aporte de Vasco de Quiroga, como abogado y hombre de derecho generó elementos a la discusión sobre la posibilidad o no de que los indios fueran sujetos de un derecho propio, dimanado del derecho castellano y mezclado con prácticas y formas de gobierno propias de los naturales. Nada más y nada menos. Después, si es o no consistente con la figura paternal que se reproduce de manera constante, es otro asunto; era partidario si del escarmiento a los indios, pero no por ser “bestias paganas”, sino por resistir a la evangelización. Escarmiento de hecho a los indios principales que habían aceptado voluntariamente el vasallaje cuando se apartaban de los preceptos cristianos, pero no esclavizando por ello a cualquier indio. Seamos claros, la congregación de los indios más allá de las bondades y alcances del pueblo-hospital o de la ciudad de Pátzcuaro, fue un proceso que se realizó a la fuerza como todo proceso de coloniaje a lo largo de la historia y no sólo en el espacio de influencia de Quiroga. Sirvió, en efecto, para reunir fuerza de trabajo y generar una división social del trabajo más semejante al modo occidental pero no por ello podemos simplemente argüir que el abogado Quiroga capacitó de la nada en las artes mecánicas o vulgares a los naturales. ¿Bueno o malo? La vida de los actores en el tiempo no puede ser reducida a esos extremos, quiero insistir en ello, solo y tan sólo reconstruir a los actores, sus actitudes y sobre todo su tiempo para ser justos con ellos en el tratamiento desde el presente. Tal vez para concluír podemos calibrar el alcance y aporte de sus ideas: en 1542, finalmente, se decretó la abolición formal de esclavitud de los indios y con ello el fin de las consecuencias de una “guerra justa” como proceso civilizatorio y evangelizador para dar paso a una realidad colonial compleja, pero que sin duda sirvió para acrisolar la posterior nación mexicana. La ciudad de Pátzcuaro, insisto, es un monumento vivo de ese proceso histórico, en muchos sentidos. 88 Bibliografía Altuve Febres, Fernán, Los reinos del Perú: apuntes sobre la monarquía peruana, Lima Perú, Dupla editores, 2001. Bairoch, Paul, De Jericó a México. Historia de la urbanización, México, Editorial Trillas, 1990. 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La fundación de la ciudad y el proyecto catedralicio de Vasco de Quiroga1 Igor Cerda Farías Introducción La sede del obispo de Michoacán es parte de la historia de tres ciudades (Tzintzuntzan, Pátzcuaro y Valladolid), de luchas entre poderes civiles y religiosos, del sueño y empecinamiento de Vasco de Quiroga, de enfrentamientos y querencias entre el obispo y su grey, pero sobre todo, de un magno proyecto que comprendía una nueva ciudad episcopal a imagen de la Baja Edad Media y un fantástico proyecto arquitectónico que, de haberse logrado, habría sido uno de los mejores edificios religiosos de la Nueva España y del Nuevo Mundo. Las razones que llevaron al obispo Quiroga para trasladar la sede episcopal de la Ciudad de Michoacán (Tzintzuntzan) al barrio de Pátzcuaro fue en principio una salida legal a una decisión que, sin duda, estaba tomada incluso antes de tomar posesión del obispado y que muy seguramente estaba vinculada a su conocimiento de Michoacán desde que había visitado esta provincia en el año de 1533. La necesidad de fundar una ciudad a la medida respondía a criterios políticos mezclados con religiosos ya que el centro del poder político debía estar unido al religioso, como había ocurrido en Pátzcuaro en tiempos de Tariacuri y lo debía estar en los nuevos tiempos del cristianismo. 1 Una primera versión de este trabajo puede encontrarse en Cerda Farías Igor, “La catedral de San Salvador de Michoacán: orígenes, ideales y realidades en su construcción 1538-1565” en El mundo de las catedrales (España e Hispanoamérica) [Campos y Fernández de Sevilla Francisco Javier, Coord], San Lorenzo de El Escorial, Instituto Escurialense de Investigaciones Históricas y Artísticas, 2019, pp. 751-774. 91 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Sobre el proyecto de la catedral y las intenciones de Quiroga 2 se han escrito numerosos trabajos que han logrado establecer algunas líneas discursivas, siempre en torno a la magnificencia del proyecto3 y los altos ideales que lo animaban4. Otros trabajos han intentado establecer el proceso histórico y constructivo de este proyecto catedralicio, incluso con propuestas reconstructivas5, con ello, en la actualidad, las ideas aceptadas popularmente y mayoritarias en el mundo académico acerca del obispo y su catedral simplemente siguen las líneas marcadas por los trabajos existentes. Es nuestra intención, por tanto, repensar lo escrito, ordenarlo para más claridad y aportar nuevos elementos acerca de la construcción de la catedral de San Salvador. 2 Warren Benedict. J., Vasco de Quiroga y sus hospitales de Santa Fe, Morelia 2015, Universidad Michoacan de San Nicolás de Hidalgo (en adelante, UMSNH). 3 Chanfón Olmos Carlos, «La catedral de San Salvador el gran proyecto de don Vasco de Quiroga» en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, México 1986, Universidad Nacional Autónoma de México (en adelante, UNAM), pp. 41-62. 4 Escobar Olmedo Armando, La catedral perdida de don Vasco. Basílica de Pátzcuaro, Michoacán, Morelia 2017. 5 Ramírez Montes Mina., La catedral de Vasco de Quiroga, Zamora 1986, El Colegio de Michoacán. Este trabajo es, uno de los con mayor profundidad ha tratado el tema. 92 El obispado de Michoacán y su primera catedral En 1536, mediante la Bula Illius fulciti praesidio, el papa Paulo III creó el Obispado de Michoacán, siendo presentado para obispo a fray Luis de Fuensalida (OFM), quien rechazó el nombramiento6. Ante ello, el nombramiento recayó en el entonces oidor de la Audiencia de México, Vasco de Quiroga, quien se presentaría a tomar posesión de su obispado el 6 de agosto de 1538, en Tzintzuntzan, la antigua capital del reino de Michoacán y que ya ostentaba el título de Ciudad de Michoacán otorgado por el Emperador Carlos I7, en un pequeño y modesto edificio que había sido construido por los franciscanos en la parte media del cerro Yarahuato, sobre una enorme plataforma prehispánica8 en la que posiblemente se encontraban los palacios de los antiguos reyes michoacanos9 y que a la sazón se encontraba abandonada pero que desde ese momento sería la catedral de Michoacán, bajo la advocación de San Francisco, como señalaba la bula de erección.10 La presencia que hizo Quiroga al frente de algunos clérigos y en presencia del cabildo español de la Ciudad de Michoacán en el sitio fue meramente para dar legalidad al acto relacionado con la erección del obispado. Al día siguiente, Quiroga trasladaría la sede catedralicia a otro sitio, Pátzcuaro, un poblado que se encontraba a poco más de 12 kilómetros al sur de Tzintzuntzan argumentando que no se violentaba la bula de erección del obispado pues sólo estaba moviendo la sede de la iglesia catedral a un barrio de la misma Ciudad de 6 Ramírez Montes, La catedral, o. c., pp. 45-46 7 Por una real cédula del 28 de septiembre de 1534, se otorgó a tzintzuntzan el título de ciudad y se le concedió escudo de armas. 8 Nosotros recorrimos el espacio donde se ubicó la primera catedral de Michoacán, y en la parte centro-sur de la plataforma aún pueden verse los cimientos de esa pequeña iglesia, orientado el altar hacia el este y con dimensiones aproximadas de 19.5 por 14.5 metros. Se trata de una cimentación hecha con piedra basáltica unida con argamasa de lodo y seguramente sus muros eran de barro y cubierta de madera y paja. 9 Pollard Helen, Tariacuri´s Legacy. The Prehispanic Tarascan State, Oklahoma 1993, The University of Oklahoma Press, p. 38. 10 Moreno Juan José, Fragmentos de la vida y virtudes de don Vasco de Quiroga, Morelia 1998, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (en adelante, UMSNH), pp. 37-40. 93 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Michoacán. Quiroga alegaría, además, que Tzintzuntzan tenía un aire destemplado, que el sitio era malo para la vida organizada y que no había condiciones dignas para el asiento de la iglesia catedral11, lo que nos deja ver que ya tenía en mente un edificio de enormes dimensiones. 11 Archivo General de Indias (AGI), Justicia, 173. N. 1 en Escobar Olmedo Armando, Vasco de Quiroga y la fundación de la Ciudad de Michoacán. (Tzintzuntzan, Pátzcuaro y la actual Morelia), Morelia 2016, pp. 50-51. 94 Pátzcuaro, donde suben y bajan Los Dioses del cielo. La elección de Vasco de Quiroga para su catedral: Pátzcuaro, junto a las peñas por donde suben y bajan los dioses del cielo. La decisión de mudar la silla episcopal al barrio de Pátzcuaro no fue al azar. Vasco de Quiroga, siendo oidor, había estado en Michoacán en los años 1533 y 1534 y conocía perfectamente la Ciudad de Michoacán y algunos de sus pueblos más importantes, que seguramente en esas fechas nada o muy poco habrían cambiado desde tiempos prehispánicos: las poblaciones mantenían su estructura urbana, la evangelización apenas se manifestaba en algunos puntos alrededor de la cueca del lago de Pátzcuaro y otros sitios cercanos debido escasa presencia de clérigos enviados desde México12 y de frailes franciscanos y se mantenían los significados sociales sobre el espacio natural y construido, y por consecuencia, muchas de las prácticas culturales del grueso de la población, incluidas las religiosas. El espacio elegido por Vasco de Quiroga no era fruto de la casualidad ni una elección debido a una “sorpresa” por el tipo de catedral que recibía en Tzintzuntzan, sino una acción preparada por el obispo y sus clérigos tiempo antes de presentarse a tomar posesión del obispado. Él sabía perfectamente que debería formalizar la posesión de su obispado en una humilde capilla, pero también que el sitio de Pátzcuaro estaba en una mejor posición para fundar una ciudad, y fundamentalmente, sabía lo que representaba histórica y simbólicamente ese nuevo emplazamiento para los indios michoacanos. Quiroga había sido toda su vida una persona al servicio de la monarquía, y por ello, no debe extrañar su intención de hacer manifiestos los símbolos del poder hispano, colocando sobre los templos tarascos los edificios cristianos, lo que casaba muy bien con su ideario de fortalecer la presencia real en los nuevos dominios como oidor que había sido. Por ello, no es de extrañar que en su visita a Michoacán como oidor, donde además de los asuntos que su cargo y comisión le imponían, hubiera destinado tiempo a la destrucción de ídolos y otras cosas relativas a la enseñanza de la doctrina cristiana13. 12 No se conoce que se hayan enviado desde el obispado de México (que había sido creado por el papa Clemente VII mediante la bula Sacri Apostolatus el 2 de septiembre de 1530), que por entonces estaba a cargo de los territorios de la Nueva España, clérigos que auxiliaran a los franciscanos que desde 1525 estaban presentes en la ciudad de Michoacán más allá de los cuatro clérigos nombrados en el traslado de la sede episcopal de la ciudad de Michoacán al barrio de Pátzcuaro. (ver notas __) 13 Escobar Olmedo Armando, Don Vasco de Quiroga, el oidor, Morelia 2016, Secretaría de Cultura-Gobierno del Estado de Michoacán, p. 250. (Esta obra contiene la el juicio de Residencia que se les practicó a los oidores de la segunda audiencia de 95 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Entre 1533 y 1534, el oidor había conocido bien Michoacán y su realidad, lo que le permitió estar al tanto de la religión y sus símbolos. En ese tiempo fundó entre los tarascos su segundo Hospital-Pueblo14, y organizó a los españoles residentes en la Ciudad de Michoacán y a los principales encomenderos de Michoacán para que se establecieran de manera organizada en la misma ciudad, que sería rebautizada como “Nueva Granada”15. Si bien la ciudad no prosperó y no recibió el nombre propuesto, la presencia de Quiroga y el influjo que sobre él sentía la ciudad de Granada, comenzaba a permear sobre el territorio del Michoacán central. No es de extrañar que el sitio elegido por Vasco de Quiroga para establecer su catedral fuera, entonces, el mismo en donde se levantaban los templos de los indios. Sin embargo, no sólo era reemplazar un templo indígena por uno cristiano: se trataba de establecer con claridad la primacía de este último sobre los tarascos, y para ello, pocos lugares en Michoacán con las características de Pátzcuaro. Este asentamiento había sido, de acuerdo con la Relación de Michoacán, uno de los más importantes pues en él se encontraban los templos donde estuvieron enterrados varios reyes, entre ellos Tariacuri, personaje central en la epopeya de la construcción del estado tarasco. De acuerdo con la Relación de Michoacán, el sitio de Pátzcuaro había estado vinculado a los ancestros de Tariacuri, Uapeame y Pauacume, quienes después de sufrir a causa de los de Curinguaro graves afrentas, se asentaron en un paraje en la parte sur de la cuenca del lago y señoreando sobre él, hicieron un gran descubrimiento16: “Como tuviesen su asiento en el barrio de Pázquaro llamado Tarímichúndiro, hallaron el asiento de sus cúes llamado Petázequa, que eran unas peñas sobre alto, encima las cuales edificaron sus cúes, que decían esta gente en sus fábulas quel dios del infierno les envía aquellos asientos para sus cúes a los dioses más principales. Pues síguese más adelante, yendo andando un agua arriba, dijeron unos a otros: “vení acá, aquí es donde dicen nuestros dioses que se llama Çacapu hamúcutin Pázquaro. Veamos qué lugar es” (…) Andaban mirando las aguas que habían en el dicho lugar, y como México, en 1536. AGI, Justicia 222, N.1) 14 Warren Benedict. J., Vasco de Quiroga, o. c., p. 101. “El propósito y naturaleza de Santa Fe de la Laguna, como llegó a llamarse la fundación de Michoacán, fueron (…) que ahí pudieran encontrar refugio los que anduvieran errantes; a donde pudiera ir el pobre; donde los huérfanos recibieran protección y donde se practicaran los oficios divinos.” 15 Warren Benedict. J., “Vasco de Quiroga y la fundación de Pátzcuaro colonial” en Estudios sobre el Michoacán colonial. Los inicios, Morelia 2005, UMSNH, p. 84. 16 Alcalá Jerónimo, Relación de Michoacán, México 2000, El Colegio de Michoacán-Gobierno del Estado de Michoacán, p. 357-364. 96 Pátzcuaro, donde suben y bajan Los Dioses del cielo. las viesen todas, dijeron: “aquí es, sin duda Pázquaro: vamos a ver los asientos que habemos hallado de los cúes”. Y fueron aquel lugar, donde ha de ser la iglesia catedral y hallaron allí los dichos peñascos llamados petázequa que quiere decir asiento de cu. Y está allí un alto, y subieron allí y llegaron aquel lugar y estaban allí encima unas piedras alzadas como ídolos, por labrar y dijeron. “ciertamente, aquí es, aquí dicen los dioses que estos son los dioses de los chichimecas, y aquí se llama Pázquaro donde está este asiento. Mirad que esta piedra es la que se debe llamar zirita cherengue y esta üacúsecha, que es su hermano mayor, y esta Tingarata y esta Miguequa ajueua. Pues mirad que son cuatro estos dioses. Y fueron a otro lugar, donde hay otros peñascos, y conoscieron que era el lugar que decían sus dioses y dijeron: “escombremos este lugar”. Y así cortaron las encinas y árboles que estaban por allí, diciendo que habían hallado el lugar que sus dioses les habían señalado. En este susodicho lugar, tuvieron sus antepasados, en mucha veneración y dijeron que aquí fué el asiento de su dios Curícaueri. Y decía el caçonzi pasado, que en este lugar, y no en otro ninguno, estaba la puerta del cielo por donde descendían y subían sus dioses. Y de contino trujeron aquí sus ofrendas. Aunque se mudó la cabecera a otras partes, aquí había tres cúes y tres fogones, con tres casas de papas, en un patio que hicieron después a mano, de tierra, sacando por algunas partes las paredes de piedra para igualarle y allanarle. Como se desprende del texto de la Relación de Michoacán, Pátzcuaro era quizá el sitio con mayor carga simbólica del reino de Michoacán, ello a pesar de que la capitalidad residía en Tzintzuntzan17 e incluso, es posible que para finales de la década de los treinta, Pátzcuaro hubiera estado reducido a un pequeño poblado18 que aún soñaba cuando había sido cabecera de una parte del reino de Michoacán19. Esta situación no debió pasar desapercibida a los curiosos ojos del oidor y ya como obispo debió entender que si quería convertir a los indios al cristianismo bajo sus parámetros, debía construir la condiciones para hacerlo. Y así como había hecho con los ídolos en su primera visita a Michoacán, destruyéndolos, debía hacer lo mismo con el principal santuario indígena ahora en calidad de obispo. En estos primeros 17 Sobre la situación política del Michoacán prehispánico, cfr. Pollard Helen, Tariacuri´s, o. c. pp. 29-62; Beltrán Ulises, «Organización política y población de los tarascos» en El Michoacán Antiguo, México 1994, Gobierno del Estado de Michoacán-El Colegio de Michoacán, pp. 109-122. 18 Cfr. Warren Benedict, «Fray Jerónimo de Alcalá, autor de la Relación de Michoacán» en Estudios, o. c., p. 179. 19 Alcalá Jerónimo, Relación de Michoacán, o. c. pp. 459-468. 97 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana momentos20, es posible ver en la figura de Vasco de Quiroga a un hombre comprometido con los indios, tratando de elaborar un proyecto que los atrajese de manera pacífica al cristianismo apoyándose en las órdenes mendicantes, confiando en la naturaleza y virtudes pacífica de los indios michoacanos los cuales, al ver el buen ejemplo de sus pastores, paulatinamente se acercarían a la nueva religión. Los años que había pasado Quiroga en el entorno de fray Hernando de Talavera, primer arzobispo de Granada lo acercaba a una postura cercana al modelo de evangelización de la población musulmana 21 y por el otro, del funcionamiento del hospital de Santa Fe de México donde la orden de San Agustín había desplegado un gran ejemplo de evangelización entre los indios mexicanos22 . El traslado del asiento de la catedral no debió ser fácil ya que la nobleza indígena de la Ciudad de Michoacán se opuso23 y quizá los franciscanos que administraban allí los sacramentos desde 1525 tampoco vieran con buenos ojos esta acción, que los descolocaba del centro político que a su vez, era el punto nodal del control social del territorio. Sin embargo, Quiroga contaba con el apoyo del gobernador, don Pedro Cuinierángari y otros prominentes nobles de Pátzcuaro24, que veían en ese cambio la posibilidad de mantener al poder político entre los indios de la provincia al vincularse de manera más estrecha al religioso. El acta de toma de posesión del sitio para el establecimiento de la catedral en Pátzcuaro es muy elocuente acerca del alcance en las intenciones de Quiroga respecto a la totalidad del asentamiento, no solo sobre el sitio de su nueva sede. Una lectura cuidadosa del documento permite establecer que para el obispo, no había posibilidad de que su ciudad estuviera adaptada a la ciudad indígena como sucedería si se quedaba en Tzintzuntzan y era necesario mudarla a otro sitio “…para que merezca ser e sea ciudad cabeza de obispado y merezca tener Iglesia Catedral, y donde no este como al presente esta por su mala orden y derramamiento y falta de policía, a manera de pobre y miserables tugurios, cortijos e aldeas, invilizada en ella la dignidad 20 Y así se mantendría hasta su viaje a España en 1547. 21 Delgado Pérez María Mercedes, “De Granada a Michoacán: Vasco de Quiroga y la génesis de un códice fronterizo” en Actas de los IX Estudios de Frontera. Economía, derecho y sociedad en la frontera. Congreso homenaje a Emilio Molina López, Alcalá la Real 2014, Ayuntamiento de Alcalá la Real, pp. 174-177. 22 González de Paz Manuel, Domicilio primera y solariega casa del Santísimo Dulscimo Nombre de Jesus. Historia de la Imperial Augusta religiosa casa de la Orden de los Ermitaños Augustinos de la Ciudad de Mexico. Chronica de su establecimiento, Ereccion y Continuacion Vidas y echos de sus Religiosissimos Prelados; y de muchos de sus mas singulares Hijos. Su extension Por las dos Americas Septentrional y Meridional. Su dilatacion por las islas de el Poniente, Imperio de el japon y de la China, T. I, fs. 72-79v. 23 Ramírez Montes Mina, La catedral, o. c., pp. 49-50. 24 Es lógico pensar en el malestar que el traslado de la silla episcopal causó en la nobleza de Tzintzuntzan, quienes sabían que con este acto se despojaba de simbolismo a la capital de los tarascos; y el mismo Vasco de Quiroga actuaba sabiendo que su acto deslegitimaba el asiento de los reyes y principal nobleza indígena a favor de los indios principales de Pátzcuaro. 98 Pátzcuaro, donde suben y bajan Los Dioses del cielo. episcopal como el derecho lo prohíbe...25”. Por tanto, eran los indios los que debían transformar sus estructuras urbanas y su arquitectura para adaptarla a una traza que diera a la ciudad una forma más cercana al ideal hispano y que inhibiera la reproducción del orden social antiguo, y ello era posible en el sitio de Pátzcuaro, pues su ubicación era un sitio más llano, con menos elevaciones y en donde era posible extender la ciudad sobre terrenos relativamente más planos. Al momento del traslado, en Pátzcuaro ya existía un templo administrado por un cura diocesano26 e incluso ya se estaban realizando algunos trabajos para construir la catedral, las casas de los canónigos, el palacio episcopal y otros inmuebles para la nobleza indígena patzcuarense, lo que indica que los meses transcurridos entre la presentación como obispo y su llegada a Michoacán, Quiroga ya tenía claro que no se quedaría en Tzintzuntzan, que fundaría una nueva ciudad y los métodos con los cuales su proyecto podría volverse realidad: “…luego otro día siguiente adelante, en el dicho sitio de Pázcuaro (…) aprehendió e fue metido en la posesión donde el dicho sitio de Pázcuaro esta señalado que se a de fundar e trasladar la dicha Iglesia Catedral e se han de edificar las casas e palacios e audiencia episcopales del dicho obispado, como está comenzado a edificar juntamente con la dicha Iglesia Catedral, so la invocación de San Salvador, que el todo lo uno y lo otro en la dicha ciudad de Mechuacán e barrio de Pázcuaro27 ” Como puede observarse, el obispo Quiroga era partidario de acercar el cristianismo a los indios mediante prácticas pacíficas y respetuosas de los indios en sus derechos, sin embargo, era particularmente intolerante (como todos los religiosos y autoridades hispanas) a permitir que los indios continuaran con su forma de vida, quizá porque ello podría ser aprovechado por los indios para volver a sus antiguas costumbres religiosas. Por otro lado, no se debe olvidar la perspectiva que Quiroga tenía de los indios novohispanos poco tiempo antes de ser 25 AGI, Justicia 130, f. 125v. 26 Archivo de los Duques del Infantado, Manuscritos de América, Libro X, fs. 194v-195, en Escobar Olmedo A. M., La catedral perdida, o. c. pp. 184-185. Este mismo parecer se extrae de Warren B., “Vasco de Quiroga”, o. c. p. 86 27 AGI, Justicia 130, f. 127-127v. En este punto es muy importante señalar que, para ese momento, se entendñia por Ciudad de Michoacán no sólo la capital Tzintzuntzan sino además, todos los poblados que encontraban en derredor de la cuenca de Pátzcuaro, y así, Pátzcuaro, pero también Erongarícuaro, Cocupao, Uricho, Uayameo, Purenchécuaro, Pareo, Ihuatzio, por citar solo a algunos, eran simplemente barrios, no pueblos exentos. 99 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana electo obispo, al escribir su célebre “Información en Derecho” en 1535, en donde señalaba la ilegitimidad de la guerra contra los infieles, la limitaba a aquellos que no habían sido súbditos del imperio romano y que habitaban tierras desconocidas28: “Las autoridades de esos lugares, aunque infieles, son legítimas autoridades, sea que se gobiernen de acuerdo al sistema regio, sea que se ajusten al régimen de participación ciudadana. En virtud de su infidelidad no están privados de dominio sobre los suyos, toda vez que el dominio sea por derecho positivo, y la infidelidad se refiere al derecho divino, el cual no hace desaparecer el derecho positivo […] Pero a mi ver esto se ha de entender en infieles políticos que a lo menos saben y guardan la ley natural y no honran a muchos dioses, y tienen rey y Ley, y vida política y ordenada […] y no, en gente bárbara que carece de todo esto y viven como animales derramados por los campos sin buena policía, y se crían a esta causa malos, fieros, bestiales y crueles, perjudiciales, inhumanos, ignorantes e tiranos entre sí mismos, aunque no nos molesten a nosotros ni nos impidan el paso ni nos tengan tomada cosa nuestra ni que nos pertenezca ni sean enemigos del nombre cristiano. Pues que basta vivir en notoria ofensa de Dios su criador, y en culto de muchos y diversos dioses, y contra ley natural y en tiranía de sí mismos, como gente bárbara y cruel, y en ignorancia de las cosas y del buen vivir político, y sin ley ni rey, como son estos naturales29, que además y allende de su infidelidad, eran entre sí mesmos crueles, bárbaros, feroces, y aún son bárbaras naciones…30” Así, es fácil observar que el obispo pretendía dejar muy clara la nueva situación para Michoacán, enviando un mensaje de una conquista total que proclamaba la alianza entre Dios y los monarcas hispanos, de la primacía del cristianismo sobre la religión prehispánica; tal y como había ocurrido en Granada 31. Es difícil precisar actualmente dónde estaban pensadas, fuera de la catedral, el colegio, el hospital y los edificios del cabildo, sin embargo, queda claro que se 28 Quiroga Vasco de, Información en Derecho, biografía e ideario, Morelia, UMSNH-Gobierno del Estado de Michoacán, 1992; Aguayo Spencer Rafael [Ed.], Don Vasco de Quiroga. Pensamiento jurídico, México, UNAM-Porrúa, 1986, p. 106. 29 El énfasis es nuestro. 30 Quiroga, o. c., p. 108. Nótese cómo, entre esta concepción acerca del vivir y orden de los indios de 1535 poco cambio existe en las justificaciones para mudar la catedral a Patzcuaro en 1538. 31 García-Arenal Mercedes, “Granada as a New Jerusalem: The Conversion of a City” en Space and Conversion in Global Perspective, Leiden 2014, Brill, p. 30. 100 trababa de ocupar por completo la gran plataforma prehispánica 32 en la que se encontraban, entre otros elementos, tres yácatas con sus templos, las casas de los sacerdotes y otras para poderse efectuar los rituales. Estas plataformas, cuyas dimensiones hoy son reconocibles en Tzintzuntzan33 e Ihuatzio34 eran construidas35 por los tarascos como soporte para los templos y palacios de la clase gobernante. El espacio por donde subían y bajaban los dioses quedó cristianizado: “…que es parte de ella, como esta dicho, allí, en la parte e lugar donde solían ser el asiento y ciudad principal de los dichos naturales y la cabecera de la dicha provincia de Mechuacán, donde solían morar e residir los que gobernaban e servían a sus cues mayores primeros e principales de toda la provincia y ser sus sacrificios mayores como en lugar principal de toda la provincia, e donde están e parecen hoy los edificios y señal de ello, y ansi mismo, en la posesión de otro sitio contiguo (…) que es toda la plaza donde estaban los dichos cues principales (…) que es todo donde solían morar los que servían y tenían cargo de los cues y estaban dedicado a ellos con parte del aposento donde solían morar los caciques que estaban, y esta todo desamparado e derrocado36.” 32 Esta plataforma es claramente visible, pues es en donde se levantan algunos de los edificios más representativos de Pátzcuaro como la basílica de Nuestra Señora de la Salud, el Museo de Artes Populares y el Colegio Jesuita. 33 En este sitio alcanzan los 400 metros de largo por 200 de ancho y altura de 14 metros en promedio. 34 La gran plataforma de este sitio supera los 1000 metros de largo y los 250 de ancho y más de 12 de altura, con numerosas plazas internas, templos, el muelle, murallas y caminos. 35 El sistema constructivo de una plataforma, o yácata, consiste en el acumulamiento de piedras y tierra sobre una ladera hasta formar una plataforma cuya altura se ajusta a la topografía, la cual se termina con una hilada de lajas a presión y se recubre con losetas de basalto. 36 AGI, Justicia 130, f. 127v-128v 101 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Caratula del cuaderno en que consta la erección de La Iglesia Catedral de Michoacán, Archivo Capitular de Morelia. 102 Pátzcuaro, donde suben y bajan Los Dioses del cielo. La nueva ciudad de Pátzcuaro. Al momento de escribir estas líneas, no existen todos los elementos que nos permitan reconstruir la disposición urbana que el obispo Quiroga 37 tenía para su ciudad episcopal, donde tenía la intención de congregar miles de indios de todos los pueblos comarcanos y al parecer, de aún más lejos, como chichimecas38 . Es evidente que en la traza de la ciudad actual aún podemos reconocer algunos elementos de la original, sobre todo la que se encuentra en torno a la plaza mayor, hacia el este, norte y noreste, sin embargo, la zona donde se asentaría la mayoría de la población indígena estaría sobre el eje que señala el antiguo camino real. Respecto a la ciudad nueva del obispo, creemos que hay dos posibilidades: una, que Quiroga mantuviera la idea de una congregación pero bajo el orden urbano de los asentamientos tarascos, en donde el tramado ortogonal o reticular no existía y la forma de vida estaba en función de la existencia de una a varias casas juntas con tierras alrededor para sementeras, y en otro sitio, otra casa o grupo de casas39 sin un orden aparente, o al menos, no visible para los españoles; y dos, que se hubiera quedado solamente planeado un orden urbano hispano también para los indios. Por nuestra parte, creemos que el obispo se preocupó más por la congregación de la vivienda de los indios que por su disposición urbana (un urbanismo no ortogonal, característico de los pueblos tarascos era también frecuente en las ciudades castelllanas), y ello se desprende de lo dicho por varios testigos que a petición del segundo obispo, declararon sobre la calidad del sitio de Pátzcuaro40. 37 Quiroga Vasco, Información en Derecho, biografía e Ideario, Morelia 1992, UMSNH, pp. 113-130. En el apartado “Es lícita cierta compulsión para ordenar”, Quiroga manifiesta sus ideas acerca de cómo congregar y ordenas poblaciones, así como sus fines. 38 AGI, Justicia 173, N.2, R.1 en Escobar Olmedo A. M., La catedral perdida, o. c. p. 153. 39 AGI, Justicia 130, f. 474. 40 AGI, Patronato 182, R. 33, fs. 13, 18. Fray Juan de San Román, fundador del pueblo y doctrina de San Juan Bautista Tiripetío en 1537 y quien conocía el sitio de Patzcuaro por sus años en la provincia y por haber estado presente al momento de la traslación episcopal en 1538, decía que: “… y es verdad que mui de ordinario ay alli nyeblas es barrancoso que en el no se puede hazer plaça ni juntarse ennparte llana congregaçion de diez casas de españoles y asi si al presente ay algunos poblados son pocos y pobres y se fueron alli por rrespeto que el obispo pasado les hazia dar algunos corregimos y a visto que estan alli tan apretadosy sin exidos ni comodidad para poder hazer una lavor o una huerta o para pastos pa los cavallos y animales de servo de los españoles porque mas de ser barrancoso y montañas esta todo poblado de yndios y lo tienen ocupado con sus casas y sementeras que en saliendo el cavallo de el español de su casa entra en las casas y lavores de los yndios y les hazen daño y lo mismo otro qualquier animal del servo y sustento de los onbres…”. Por su partre, el bachiller Alonso Martínez, 103 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Para que los españoles establecieran sus casas, Quiroga señaló un paraje de difícil ubicación en una zona denominada “Chapultepec”, la cual quedaría a aproximadamente dos leguas de Pátzcuaro, es decir, en términos también de la Ciudad de Michoacán, y al ser éste un paraje llano tendría salidas francas, de fácil maniobra para los caballos y carretas, cerca del camino real a México, trazado a la manera hispana bajo un esquema si no reticular, al menos ortogonal, quizá teniendo en mente lo que más tarde plasmaría para su propuesta de ciudades costeras en su Summa (sobre) como seran compellidos los yndios que quedan por allanar e subiectar de 155341. El cambio de sede generó molestias ya que muchos españoles tenían sus casas cerca del corazón de la cabecera política y ahora se esperaba que lo hicieran en un espacio alejado tanto de Pátzcuaro como de Tzintzuntzan en un intento que mucho se parecía al de la fracasada Nueva Granada. Así pues, a mediados de septiembre de 1538 el obispo se vio obligado a preparar una defensa del hecho de haber movido la sede episcopal42 sin haber notificado al virrey ya que la decisión de mudar la sede episcopal no solo competía al obispo sino también del virrey en su calidad de vicepatrono de la Iglesia43. Quiroga debió escribir al rey para que se autorizara el movimiento de la sede catedralicia, mismo que logró en junio de 153944, saltando la autoridad del virrey, quien pronto devolvería a Quiroga su golpe. Creemos que a Vasco de Quiroga lo que más le interesaba en un primer momento era el espacio donde se desplantarían los edificios para el servicio de la catedral y por ello, se apropió de todo el antiguo centro ceremonial45, en el cual se encontraban también los montes pequeños donde estaban las piedras por donde subían y bajaban los dioses del cielo prehispánicos. Para ubicarnos en el espacio actual, puede observarse la figura número 1 en donde se observa la plataforma prehispánica que comparte, en lo general, las dimensiones de Tzintzuntzan, con alrededor de 400 metros de largo, siendo lo ancho variable pues se ajusta a la vecino de Pátzcuaro y quien había ejercido el cargo de Alcalde Mayor de Michoacán, decía que esta ciudad “…no tiene salidas ni entradas y tiene tan poco sitio y suelo para asentar y hazer casas de españoles que si no es quitando las casas de los yndios no ay donde poderse hazer una casa de españoles el dia de oy e las mas de las que al presente están ffhas de españoles estan donde solian estar otras de yndios q por dineros o por fuerça se las an quitado e no ay comodidad para poderse hazer otras nyngunas si no es con agravio notable de los yndios naturales ny lugar ni parte donde hazer exidos ni donde se tengan ganados ningun genero dellos mayores ni menores ni donde pueda pacer un cavallo aunque lo quieran e usar al canpo si no es entre los maiçales y sementeras de los naturales ni dio pusiçion de tierra para poder andar carretas ni tener nyngun genero de eredades ni huertas en toda la rredonda del dho sitio…”. 41 Delgado Pérez María Mercedes, “Granada en el horizonte civilizatorio mexicano: la instrucción del obispo Vasco de Quiroga (Ca. 1553)” en El quinto centenario de la fundación de Veracruz y el proceso civilizatorio hispano en Mesoamérica, México 2019, Editorial Notas Universitarias S. A. de C. V., pp. 50-52. Véase también: Delgado Pérez, “De Granada a Michoacán”, o. c., pp. 168. 42 AGI, Justicia 155 en Escobar Olmedo, La catedral perdida, o. c. pp. 143-144. 43 AGI, Justicia 140 en Escobar Olmedo, La catedral perdida, o. c. pp. 136-137. 44 AGI, Justicia 173 N.1, R.2, en Escobar Olmedo, La catedral perdida, o. c. pp. 152-153. 45 Ramírez Montes M., La catedral, o. c., p .174. La autora cita el testimonio de Diego Hurtado, un personaje muy importante para la historia michoacana del siglo XVI, quien en 1566 declaraba: “…que le parece a este testigo que cuando el dicho señor obispo fundó la dicha iglesia, todo el circuito como está ahora cuadrado, según que estaba en el tiempo de los cúes…” 104 Pátzcuaro, donde suben y bajan Los Dioses del cielo. topografía existente. La parte más relevante de esta plataforma se encontraba en la zona donde hoy se levanta la basílica de Nuestra Señora de la Salud, ya que debajo de ella se han localizado restos de los templos prehispánicos conocidos como yácatas, quizá similares a las que hoy se pueden observar en Tzintzuntzan e Ihuatzio. En este espacio se ubican ahora la basílica de Nuestra Señora de la Salud, el Museo de Artes Populares (dice la tradición que ahí estuvo el Colegio de San Nicolás, aunque hay investigadores que dudan de eso) y, a juzgar por la forma que adoptan los edificios a la topografía y el perfil urbano, al menos una parte del colegio de la Compañía de Jesús, es decir, los límites que forman las calles Enseñanza y Arciga por el oeste, la calle Jardín de la Basílica por el norte y por el sur como máximo la calle Madrigal de las Altas Torres. No obstante que para Quiroga lo importante de su nueva ciudad radicaba en el espacio para los edificios religiosos y de sus servicios, no debió olvidar que algunos vecinos españoles deberían estar cerca del núcleo urbano, en torno a la catedral, debido a las funciones inherentes a la vida en ciudad. Por ello, la zona llana que se extendía al poniente del antiguo centro ceremonial fue trazado a la manera hispana, teniendo como elemento articulador un espacio abierto (hoy plaza don Vasco) alrededor de la cual estarían los edificios del poder civil y de los españoles. En esta zona es aún factible reconocer un trazo ortogonal que se extiende por pocas cuadras, las cuales son vestigios de esta parte de la antigua ciudad, como se aprecia en la imagen 2. Aún restan por realizar más estudios a detalle acerca de la traza original de la ciudad colonial de Pátzcuaro, y por supuesto, trabajos arqueológicos que nos ayuden a entender la ciudad prehispánica. 105 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Imagen 1. Fotografía aérea de la zona que comprendía la plataforma donde se desplantaba el centro ceremonial prehispánico de Pátzcuaro. 106 Imagen 2. Plano del centro de Pátzcuaro 107 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Replica de La Virgen del Pópulo, óleo sobre lienzo. Antigua Iglesia de la Compañía de Jesús. Pátzcuaro, Michoacán. 108 La catedral de San Salvador46 Ya con el permiso real para asentar su catedral y congregar indios, Quiroga pudo dedicarse a la tarea de hacer realidad el proyecto constructivo de la sede episcopal del que, lamentablemente, nunca dejó noticias claras. Para la catedral, se dispuso el terreno donde se levantaban las tres yácatas para lo cual el obispo dio la instrucción para que se destruyeran, se hicieran zanjas y se retiraran los huesos que había en el sitio “enterrados”, pues no era correcto que el sitio donde se levantaría la catedral conviviera con restos de la idolatría indígena47. Estamos de acuerdo con Mina Ramírez respecto a que fue Vasco de Quiroga el responsable del proyecto catedralicio48 , el cual es conocido por el escudo de armas (imágenes 3 y 4) contenido en la real cédula de fecha 21 de julio de 1553 por la cual el emperador Carlos I concedió a instancias del obispo y no de la población, como era la costumbre49. Este hecho elevaba al rango de ciudad al hasta antes barrio de Pátzcuaro para adquirir el título de Ciudad de Michoacán, despojando de la capitalidad provincial a Tzintzuntzan y dando un severo golpe a los españoles radicados en Guayangareo, a quienes impedía que nombraran a su asentamiento con el título de Nueva Ciudad de Michoacán que les había otorgado el virrey Antonio de Mendoza 50. 46 Cuando Vasco de Quiroga decidió mudar la sede episcopal, cambió también la advocación a San Salvador. Las razones que existen nunca fueron dadas por Quiroga. ¿Quizá una nueva evocación de Granada? Recuérdese que fray Hernando de Talavera, Arzobispo de Granada, había transformado la advocación de la mezquita del Albaicín en la Colegiata del Salvador o de San Salvador, y que ese lugar había sido el epicentro del proyecto evangelizador de Talavera, que podría haber inspirado las políticas de Vasco de Quiroga. 47 Ramírez Montes, La catedral, o. c., p .173. Evidentemente, los huesos ahí “enterrados” no eran tales, sino muy posiblemente, producto de sacrificios rituales similares a los que se realizaban en Tzintzuntzan, donde a un costado de la plataforma principal del sitio custodiado por el INAH se han localizado cientos de huesos que se identificaron como parte de un gran osario. También la Relación de Michoacán (o. c., pp. 426-427) señalan la costumbre de colocar huesos de los sacrificados en varas. 48 Ramírez Montes, La catedral, o. c., p. 70, 132. 49 Rojas Beatriz, Las ciudades novohispanas. Siete ensayos. Historia y Territorio, México 2016, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora-El Colegio de Michoacán-CONACyT, pp. 30-57. 50 Rubial García Antonio, “Los escudos urbanos de las patrias novohispanas” en Estudios de Historia Novohispana 45, México 2011, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pp. 28-30, 35-37 109 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Imagen 3. Escudo de Armas de la Ciudad de Mechuacán-Pátzcuaro, 1553. Imagen 4. Escudo Armas de Pátzcuaro 110 Pátzcuaro, donde suben y bajan Los Dioses del cielo. Como se puede ver, el escudo de armas solicitado por Vasco de Quiroga dejaba ver los aspectos más importantes para él y que seguramente creía que debían sustentar el poder episcopal: la cuenca del lago de Pátzcuaro (corazón político de Michoacán) y su catedral, manifestada en la planta arquitectónica. No obstante, es factible suponer que Quiroga no pudiera imaginar la forma de su catedral en una forma tridimensional 51, ya que apenas había dejado abiertos los cimientos antes de partir a España y en su formación académica y experiencia profesional nunca había estado cercano a la actividad constructiva y por no ello no pudiera aportar nada excepto la planta 52 , de ahí lo inusual del escudo de armas de Pátzcuaro como nueva Ciudad de Michoacán. En ese escudo se puede ver la base del diseño de una catedral con cinco naves exentas, dos perpendiculares y dos adyacentes o casi perpendiculares a la central, todas convergentes una capilla una central donde estaría al altar y detrás de éste, el testero, recto, de menores dimensiones. Todo el conjunto contaba con cuatro espacios ajardinados al interior entre las naves y estaba rodeado de un muro perimetral. El acceso a la catedral se realizaría por las naves adyacentes53, y por supuesto, por la principal, la cual presentaba un cuerpo de planta cuadrada al frente. De esta obra se han realizado algunos ejercicios reconstructivos, tratando de mostrar cómo podría haber lucido la catedral que, aunque difieren en detalles, se ajustan a la guía que representa la planta arquitectónica. 51 También existe la posibilidad de que Quiroga fuera consciente de que los proyectos arquitectónicos de esta envergadura casi nunca se terminaban ni en los tiempos ni de acuerdo al diseño original. 52 Si se analizan los escudos de armas de diversas ciudades españolas o americanas otorgados en la época o anteriores, es fácil observar que cuando incorporan alguna edificación, siempres e hace ésta en forma de un alzado (Puebla de los Ángeles o Tlaxcala) o incluso se intenta representarlos en perspectiva (Ciudad Real o Málaga). Lo extraño es que se representen en planta. 53 Esto, de acuerdo al escudo de armas. Seguramente que el proyecto presentado y más aún, el constructivo, contemplaba accesos todas las naves e incluso portadas laterales para acceder a las áreas jardinadas y comunicar las naves. 111 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Imagen 5. Reconstrucción catedral Imagen 6. Reconstrucción 112 Pátzcuaro, donde suben y bajan Los Dioses del cielo. Imagen 7. Reconstrucción 113 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Cuando se profundiza en la biografía de Vasco de Quiroga, se comprenden de buena manera sus intenciones del obispo Quiroga por tener una catedral digna de su proyecto político y pastoral, pero el paso entre el pensar una obra a partir de una idea representada en una planta arquitectónica de una abra tan enorme y el que lleva a hacerla realidad, es, por decir lo mínimo, enorme. Y cualquier persona ligeramente versada en la práctica constructiva sabe (y sabía en ese entonces) que entre lo proyectado y lo edificado siempre debe existir una correlación en términos de espacio disponible, naturaleza del terreno, materiales constructivos, recursos financieros y humanos, cálculos estructurales y disponibilidad tecnológica, por lo menos. Y por supuesto, de manera casi íntegra, el proyecto ejecutivo de la obra. Con la información anterior, podemos ir creando una imagen del derrotero con el cual arrancó el proyecto quiroguiano. Sabemos entre 1538 y 1545, las obras se ejecutaron bajo la dirección del propio obispo y con el concurso de los indios de la ciudad de Pátzcuaro y de algunos de los pueblos comarcanos54, por tanto, no existió mano de obra hispana especializada en la construcción y tampoco en el diseño de la catedral. Esta decisión, que tiene implicaciones netamente técnicas, tuvo consecuencias que seguramente pesaron en el obispo años después, aunque nunca lo haya reconocido. Las primeras noticias escritas acerca de la traza de este edificio las tenemos para el año de 1545 gracias a la visita que el alcalde mayor de Jalisco, Baltasar Gallegos, realizó al sitio de la ciudad de Pátzcuaro y de la traza y calidad de la iglesia catedral por encargo del virrey Antonio de Mendoza. Los testigos, casi todos ellos vecinos de la Nueva Ciudad de Michoacán de Guayangareo, opinarían acerca de la obra de la catedral con la clara parcialidad que ello implicaba. De esta manera, el encomendero Juan Infante, señalaba que “…no se le entiende nada a lo que toca al edificio y traza de ella, y que nunca ha visto otra traza como ella…”; por su parte, Juan Pantoja dijo “…que ha visto muchas iglesias de España y que ha no visto ninguna como ella y que no la entiende y dijo que para iglesia catedral no le parece que es buena. Otros testigos, como el mismo Baltasar Gallegos señaló que “…en lo de la traza y edificio de ella, digo que yo no he visto otra semejante”; y por su parte, el Maestro en Geometría Juan Ponce declaraba que “…la ha visto tres o cuatro veces, porque la llevaron como maestre a que la viese, y que le parece a este testigo que la traza de ella nunca la ha visto ni oído decir, mas que la entiende, y que para el propósito de los indios para que quepa gente mucha más que en otras iglesias y vean todos una misa sola, que le parece bien. Fuele preguntado si le parece edificio y obra perpetua y durable, dijo que le parece como hombre que la entiende que la obra va mucho 54 AGI, Audiencia de México 374, f. 11 en Ramírez Montes, La catedral, o. c., p. 158 (Así lo declaró en 1560 Hernando Toribio de Alcaraz, quien era el maestro de obras “…yo le allané así en lo por mi edificado, como en lo antiguo hecho antes de que viniese, ni estuviese a mi cargo, antes de lo cual está edificado por el reverendísimo señor don Vasco de Quiroga primer obispo de este obispado, lo cual se había edificado de voluntad de los vecinos de esta ciudad y en limosna y así como dicho tengo.) 114 Pátzcuaro, donde suben y bajan Los Dioses del cielo. demasiada en grosura y que para los cimientos lo vio este testigo con sus ojos y que no llevan cal ninguna, sino barro y piedra, y que el señor obispo no quiere tomar consejo de ningún oficial y que por eso va la obra tan gruesa y tan grosa…55” En este mismo sentido irían las opiniones vertidas por personas tan importantes en el Michoacán de este momento como Hernán Pérez de Bocanegra, encomendero de Acámbaro o el alguacil mayor, Antonio de Godoy, así como vecinos de muchos años en la provincia como Domingo de Medina, Alonso Rengel, Gaspar de Villadiego o Juan Borrallo. De los testimonios ofrecidos se observa que, al menos en los primeros meses de 1545, casi nadie entendía la planta arquitectónica del obispo, y que Juan Ponce, como especialista en trazos que era, vio que el diseño giraba en torno a una idea de un panóptico, aunque no mencionó características específicas del proyecto que nos ayudaran a saber más acerca del estado real de la construcción. Sin embargo, hizo mención a dos aspectos que fueron ser determinantes en el futuro de la obra: el obispo no hacía caso a nadie y la obra, aunque presumía de muros gruesos y aparentemente sólidos, tenía una muy mala cimentación, y si esta última era observable en 1545, podemos imaginar que la obra no había avanzado mucho más allá de la apertura de las cepas y eran aún visibles los fundamentos de la futura catedral. Después de la segunda mitad del año de 1545, es muy posible que el obispo Quiroga decidiera contratar a un maestro de obras español para que dirigiera la obra, recayendo la decisión en el maestro cantero Hernando Toribio de Alcaraz56. Su llegada a Michoacán pudo haber sido el resultado de la conjugación de varias circunstancias: 1) que la obra hubiera llegado al máximo posible con el saber técnico constructivo de los indios, que era muy diferente al español y al necesario para levantar una obra como la planeada, 2) que los deberes del obispo le impidieran estar al frente de la obra y/o que por sus viajes a México para atender los pleitos que mantenía en la Real Audiencia le ocuparan en demasía 57 como para estar permanentemente en la obra, 3) que ante el escaso avance, el obispo reconociera la incapacidad técnica que llevaba el proyecto y que se requería el conocimiento europeo. De esta forma, con la llegada del saber constructivo español a la obra de la catedral, es de esperar que ésta comenzara a tomar forma, 55 AGI, Justicia 155 en Escobar Olmedo, La catedral perdida, o. c. pp. 159-165. Juan Ponce realizaba las obras urbanas de la Nueva Ciudad de Michoacán en Guayangareo, por órdenes del virrey. 56 Cfr. Ramírez Montes, La catedral, o. c., pp. 41, 137. Esta fecha se desprende de un acuerdo de trabajos entre el gobernador de Michoacán y otros nobles con Toribio de Alcaraz para la realización de algunas obras. 57 Algunos autores (Cfr. Ramírez Montes, La catedral, o. c., pp. 75) mencionan que los indios de Tiripetío, donde desde 1538 habían logrado constituir al pueblo como el principal centro artesanal de Michoacán podrían haber ayudado en las obras, sin embargo y a pesar de las buenas relaciones en ese entonces con los agustinos pero dado el enfrentamiento que debió existir entre Alvarado (uno de los tres comisionados por el virrey para la fundación de Guayangareo y quien pagaba a los maestros españoles) y Quiroga, creemos difícil que Alvarado hubiera apoyado el proyecto quiroguiano. Cfr. Cerda Farías Igor, Relación Geográfica de Tiripetío 1580, Morelia 2002, pp. 66-70, 80-81. 115 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana sin embargo, el viaje del obispo a España en 1547 debió detener la construcción excepto en lo básico ya que el maestro de obras acompañaría al obispo, no existiendo al presente ninguna evidencia que deje en claro las razones de este acto58 . Entre 1547 y 1550 la obra de la catedral regresó a un estado de semiparálisis ya que la ausencia del obispo dejaba sin oportunidad al cabildo catedralicio ante el empuje de las órdenes mendicantes y los vecinos de la Nueva Ciudad de Michoacán en Guayangareo apoyados por el virrey y la Audiencia. Aunque el obispo había dejado instrucciones a los indios de Pátzcuaro de seguir avanzando conforme a lo señalado por Hernando Toribio de Alcaraz, los trabajos se limitaron a llevar materiales para el edificio59, lo que indica que desconocían la manera de seguir construyendo ese edificio y refuerza la idea de que los indios eran incapaces -por su propia tradición constructiva- de realizar una obra de este tipo y estas dimensiones sin la guía adecuada. De la estancia de Toribio de Alcaraz en España, sus actividades y labores hechas allá, no se ha localizado ninguna información, aunque se ha especulado acerca de que Quiroga lo llevara para que sustentara ante las autoridades reales el proyecto de la catedral60. Por nuestra parte, creemos que Quiroga llevó a Alcaraz para que ante la evidente dificultad técnica que implicaba, consultara con otros maestros de obras que ayudaran a crear la planimetría completa del proyecto catedralicio61. Hernando Toribio de Alcaraz regresó a la Nueva España con cuatro criados (pudieron ser ayudantes o aprendices) a finales de 1549 o principios de 1550 62 , aunque se presume su presencia en Michoacán de nuevo hacia 155263 dos años antes que el obispo, por lo que es de creer que comenzarían a reorganizarse los trabajos constructivos que tendrían su auge con el regreso de Quiroga. 58 Ramírez Montes, La catedral, o. c., p. 57 59 Las cartas que en enero y marzo de 1549 envió al obispo Quiroga el provisor de la catedral son claras en que las obra de la catedral no avanzaban pues los indios de la ciudad eran obligados a trabajar en Guayangareo. Y en este tenor son las cartas que enviaron a Quiroga tanto el arcediano como los indios de Pátzcuaro. Cfr. AGI, Justicia 173-1 en Escobar Olmedo, Vasco de Quiroga, o. c., pp. 103-142. 60 Ramírez Montes, La catedral, o. c., p. 57. 61 A partir de este momento, debe considerarse que comprender la construcción de una obra como esta implica necesariamente estar familiarizado con la práctica constructiva, aunque sea de manera general. Por ello, la idea de solicitar el auxilio de otros constructores ante un problema complejo, antes y ahora, no extrañar en lo absoluto. 62 AGI, Indiferente General, L. 11, f. 279. Real cédula (extracto) del 24 de agosto de 1549. 63 Ramírez Montes, La catedral, o. c., p. 80. 116 Pátzcuaro, donde suben y bajan Los Dioses del cielo. El proyecto catedralicio del obispo Quiroga ha generado a lo largo de los años, especialmente durante la segunda mitad del siglo XX, interesantes debates y propuestas debido a la propia esencia del proyecto y a su autor, tratando de vincularlo a los ideales de la utopía que inspiró sus hospitales pueblos y la policía mixta que pretendía para su ciudad de Pátzcuaro. Otros autores, como Carlos Chanfón, señalaron que su origen podría abrevar de la planta de la catedral de Granada o de otros modelos italianos64 mezclados los ideales que habían impulsado la creación de los hospitales pueblos de Santa Fe65; George Kubler relacionó el proyecto en Pátzcuaro con el proyecto que fra Giocondo realizó para la nueva basílica de San Pedro, del cual sugiere se inspiró la catedral de Granada66; Esperanza Ramírez sugiere que el diseño esta inspirado en una supuesta imagen radial de la ciudad prehispánica67 en tanto que Pedro Navascués indica que este diseño se debía a la originalidad del pensamiento de Quiroga y que su traza era única sin ningún referente en España o el resto de Europa68 . Por nuestra parte, creemos que Quiroga, como el resto de los españoles que llegaban a las tierras americanas, volcaban su experiencia, tradición, formación e incluso su historia personal en las acciones que emprendían69. Nada fuera de lo normal. Y en este acto de traer España a la Nueva España, Quiroga da muestras más que evidentes al evocar en diferentes aspectos de su vida el mundo que había dejado atrás y que representaba un acto decisivo en su vida. De esta manera, para acercarnos al ideal detrás del proyecto catedralicio, apuntamos a una inspiración más cercana a la vida de don Vasco y el contexto social en el cual se formó: los hospitales y la ciudad de Granada. De esta manera, consideramos que: 64 Chanfon Olmos Carlos, “La catedral..” o. c., pp. 46-52. 65 En este punto, no concordamos con Chanfón ya que los edificios de Santa Fe no se correspondían con la realidad constructiva que derivaría del trazado de la planta, pues cinco naves separadas no aportarían a un sentido de unidad entre las comunidades ni tienen un referente a los espacios habitacionales descritos en la obra de Moro y que estaban construidos en los hospitales de México y Santa Fe. 66 Kubler george, Arquitectura mexicana del siglo XVI, México 1992, Fondo de Cultura Económica, pp. 353-354. 67 Ramírez Romero Esperanza, Catálogo de Monumentos y sitios de la región lacustre. Tomo I. Pátzcuaro, Morelia 1986, UMSNH-Gobierno del Estado de Michoacán, p. 62. 68 Navascués Palacio Pedro, “Las catedrales de España y México en el siglo XVI” en Manuel Toussaint: su proyección en la historia del arte mexicano. Coloquio Internacional Extraordinario, Madrid 1992, Universidad Politécnica de Madrid, pp. 92-93. 69 Para entender este fenómeno social, remitimos al lector a: Weckman Luis, La herencia medieval de México, México 1994, Fondo de Cultura Económica, y ahí podrá aclararse el trasfondo del actuar y pensamiento de Quiroga. 117 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Imagen 8. Hospital Real de Santiago Imagen 9. Plano del hospital real de granada 118 Pátzcuaro, donde suben y bajan Los Dioses del cielo. 1) Es posible que en el pensamiento de Quiroga se amalgamaran el concepto arquitectónico hospitalario de los hospitales reales de Granada y el de Santiago de Compostela70. (Figuras 7 y 871) Estos edificios, inspirados en el Ospedale Maggiore de Milán72 , repiten el modelo de una planta de cruz latina con un altar central en donde convergen las crujías desde donde todos los enfermos podían participar de la misa73. De esta forma, la catedral de Quiroga se habría inspirado en este esquema hospitalario donde todos podían acceder a la misa, juntos pero a la vez separados por crujías o naves y en donde las áreas internas ajardinadas de la catedral harían las veces de los patios de aquellos. En el diseño de Quiroga, acorde con los ejemplos de los hospitales hispanos, también estaría presente un zaguán o espacio intermedio entra la nave principal y la calle, del cual algunos investigadores han querido ver restos en la portada de la actual basílica74. En la figura 9 puede verse cómo si sobreponemos a los planos de los hospitales de Santiago y Granada las naves radiales que contemplaba la catedral quiroguiana, el paralelismo entre los proyectos arquitectónicos es más que evidente, destacando entonces la inspiración de Quiroga unida a su originalidad de crear naves diagonales para establecer un modelo que, tal y como mencionaban los testigos de la época, no lo entendían para una catedral, acostumbrados a modelos góticos, románicos o incluso, adaptados a partir de las mezquitas. 70 No debe perderse de vista el origen gallego de la familia Quiroga. 71 Imágenes tomadas de Grande Nieto Víctor, “Métrica y arquitectura del Hospital de los Reyes Católicos en Santiago de Compostela” en Cuadernos de Estudios Gallegos, 63, Nº 129, 2016, p. 289 y https://www.viajejet.com/hospital-real%E2%80%93-granada/plano-del-hospital-real-de-granada/ 72 Perria Roberta, El hospital cruciforme: formación y transformación. Estudios tipológicos para la reconversión patrimonial, Granada 2013, Editorial Universidad de Granada, pp. 11-20, 36-40, 439-445. Esta autora, al hablar del hospital de Milán (p. 441), señala “…sería demasiado limitativo pensar que una superposición semántica pueda haber sido añadida a posteriori, sin un programa pensado orgánicamente según cuestiones arquitectónicas y compositivas. Tampoco se puede creer que la trascendencia del valor comunicativo del nuevo hospital fuese el mero ejercicio estilístico de un artista instruido ni el producto de la voluntad mecanicista de un técnico genial. Más bien es el resultado de una dirección política sagaz que pretende la máxima eficiencia para una obra que supone una inversión ingente y un retorno promocional inmediato. Señor y arquitecto colaboran activamente; uno no puede separarse del otro, sino que ambos participan en la misma medida, si bien con aportaciones diferentes, para realizar el doble objetivo del señor.” 73 Grande Nieto Víctor, “Métrica y arquitectura…”, o. c., pp. 290-293. El autor señala que aunque dentro de la misma política hospiatalria real, el de la Santa Cruz de Toledo no llegó a construirse completamente durante el periodo de vida de Quiroga en España, por lo que enfatizamos solo dos. 74 Ramírez Montes, La catedral, o. c., pp. 101-118. 119 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Imagen 10. Superposición Planos de los hospitales de Santigo y Granada con catedral quiroguiana 120 Pátzcuaro, donde suben y bajan Los Dioses del cielo. 1) Respecto a los vínculos con los hospitales más allá de la arquitectura, debemos recordar que la familia Quiroga tenía una larga tradición de vínculos con la Orden de San Juan de Jerusalén, también conocida como Orden de Malta. Esta orden, de larga tradición hospitalaria y de la que Quiroga hacía ostentación en los escudos que usaba75, puede ser el origen del espíritu que lo llevó a la idea de sus hospitales (junto a sus conocidas preocupaciones de evangelizar a los indios, organizarlos al modo de vida español y el cuidado de los enfermos, a los que dio forma americana con la utopía de Tomás Moro76), en los cuales la enfermería contaría con salas separadas pero con una capilla central donde se encontraría el altar77 para la celebración de las misas. Si se analiza a detalle esta idea, se podrá ver en ella su inspiración en los grandes hospitales españoles y por supuesto, del proyecto de la catedral. Una vez señalado los antecedentes constructivos y el origen de la traza de la catedral, es posible continuar con la historia de esta construcción. Vasco de Quiroga regresó a la Nueva España a mediados de 1554 con varias reales cédulas bajo el brazo, con lo cual su posición se reforzó notablemente ante el claro avance que habían registrados sus opositores, tanto laicos como religiosos. Todos estos documentos no sólo garantizaban el financiamiento real a la obra, sino que aseguraba que, por tercios, los encomenderos y los indios de la provincia participaran en los gastos y en la mano de obra necesaria. En adición, se humillaba a los españoles de Guayangareo ordenándoles que regresaran a Chapultepec78 , lo que, por supuesto, no fue atendido y nunca se realizó. Las instrucciones reales que mostró Quiroga al virrey Luis de Velasco se obedecieron, y en octubre de 1554, se libraron mandamientos a los oficiales de la Real Hacienda para pagar al obispo lo mandado por el rey y para el alcalde mayor de Michoacán para que procediera a cobrar lo correspondiente a indios y españoles79. En marzo de 1555 se efectuó la relación de pueblos y encomenderos que aportarían dinero para la construcción de la catedral, además del 75 Escobar Olmedo Armando, Los Escudos de don Vasco de Quiroga, Morelia 1999, Edición del autor, pp. 30-42 76 Delgado Pérez, “De Granada a..”, o. c. p. 173-175. 77 Warren Benedict, Vasco de quiroga y sus… o. c., p. 50. 78 AGI, México, L. 4, f. 156v.; AGI, México,1089, L.4, f. 216v, 217r.; AGI, Patronato, 275, R. 51, fs. 1-2. 79 Archivo General de la Nación (AGN), Mercedes, Vol. 4, f. 73v.; AGN, Mercedes, Vol. 4, f. 74. 121 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana número de obreros que cada pueblo aportaría80. Ante este escenario, las quejas contra la obra de la catedral aumentaron tanto por los indios de Tzintzuntzan como de los españoles. Este y otros asuntos complejos obligaron al virrey a realizar una visita a Michoacán a fines de 1554 y estando en Pátzcuaro, acompañado por el maestro cantero García de la Fuente y del maestro en carpintería Alonso Lucero, vieron las obras de la catedral y posteriormente le manifestaron una opinión quizá no muy favorable, ya que escribiría al rey meses después que: “Vista la obra de la iglesia y llevé oficiales para que me diesen su parecer sobre si iba bien fundamentada la cual va con ésta. Y visto el mal fundamento que llevaba y que para cubrirse de bóveda era necesario derribar mucha parte de lo edificado y tornarse a hacer, y la gran costa que se recrecía en la Real Hacienda y a los encomenderos que contribuyen y a los naturales, y el continuo y perpetuo trabajo, me pareció moderar la obra, y lo traté con el obispo; a los principios se le hizo mal porque pretendía que se prosiguiese y acabase conforme a su traza y se cubriesen todas sus cinco naves, que es la mayor de sesenta pies de hueco y ciento veinte de largo, y las cuatro de cuarenta y cinco y cuarenta pies de hueco y los ciento veinte de largo, además de esto tenía trazada una sobre puerta y torre81 de mucha costa, moderé la obra en que las naves se cubriesen de maderamiento, así porque se erigieron las paredes de pilares para esto como porque hay a legua y media de la obra, la mejor madera del mundo, de cedro y pino, de más de cien pies de largo, del ancho, como lo quisieran. La capilla de bóveda tendrá cien pies de hueco en cuadro, quitáronsele cuarenta, será el mejor templo en Indias acabado, y para los naturales no era necesaria obra tan grande ni suntuosa82 .” 80 AGI, Justicia, 155, fs. 28-30. 81 Un elemento como una torre, que incluso ocultaba la portada, quizá buscara dotar a la iglesia, junto con los muros perimetrales, de un aspecto de fortaleza, más simbólica que efectiva. Cfr. VÁZQUEZ CASTRO J., « La fortaleza del Apóstol Santiago. Imagen real e imaginario colectivo de la catedral de Santiago de Compostela en la Edad Media» en Codex Aquilarensis. Revista de arte medieval 31, Aguilar de Campoo 2015, Fundación de Santa María la Real del Patrimonio Histórico, pp. 156-162. 82 Archivo de los Duques del Infantado, Manuscritos de América, Libro X, fs. 194v-195, en Escobar Olmedo, La catedral perdida, o. c. p. 184. 122 Pátzcuaro, donde suben y bajan Los Dioses del cielo. Es nuestra opinión y en contra de lo que mayormente se ha escrito, que en este momento la obra no solo mostraba carencias constructivas sino que además, los avances no eran tan relevantes como para poder modificar incluso la traza, con excepción de la sobre puerta y torre al frente de la nave principal. Creemos que algunos elementos seguían a nivel de cimentación y acaso alguna altura en los muros de algunas naves y la capilla central. Este tipo de modificaciones es factible de hacer cuando el avance de la construcción no es significativo83 y por ello fue aceptado –muy a su pesar- por el obispo. Por lo anterior, el parecer de los maestros de obra llevados por el virrey y del maestro de obras de la catedral debe entenderse en este contexto: “Decimos nos García de la Fuente y Hernando Toribio de Alcaraz maestro del arte de la cantería y Alonso Luzero maestro del arte de carpintería, que vimos la iglesia catedral que está hecha y se hace en esta ciudad de Michoacán por mandado del ilustrísimo señor don Luis de Velasco visorrey de esta Nueva España. La cual, vista por nos como dicho es, por lo que Dios nos da a entender en nuestro oficio y arte y habiendo medido por nuestros propios pies los huecos de toda ella y entendido los gruesos que para la fortaleza de ella se requiere, declaramos que las cinco naves cubriéndose de madera, es bastante la fortaleza para sustentarla y que perfectamente se pueden cubrir y cubría sin sospecha alguna, y en cuanto a la capilla mayor que es cabeza de todas las naves, decimos y declaramos que se puede cerrar de piedra de cantería, según las bastantes fuerzas que para ello tiene según el hueco que son cien pies en cuadrado, para el cual dicho hueco tiene doblado estribo y fuerza de lo que es menester (…) y así mismo decimos que la torre de la dicha iglesia se haga de piedra de cantería con su bóveda, que no se compadece de otra manera.84” 83 De nuevo, insistimos en que debe tenerse presentes conocimientos mínimos de lo que implica un proceso constructivo, más allá de la sola lectura de documentos. 84 AGI, México, 374 en Ramirez Montes, La catedral, o. c., pp. 147-148. En este mismo expediente del AGI está el testimonio individual de García Lucero, que señalaba que los pilares eran suficientes para cargar la bóveda y que el esviaje que mostraban los pilares no afectaban la obra por el espesor que mostraban. 123 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Con el cumplimiento de las cédulas que el obispo había ganado en España para su causa y la rectificación que hiciera el virrey, la obra debió avanzar de manera importante entre los años 1555 a 1560. Sin embargo, las quejas contra la construcción debieron ser constantes debido al enfrentamiento que mantenía al obispo con los indios de la provincia, los vecinos de Guayangareo85, y con los franciscanos86 y agustinos87. El virrey, por su parte, quien seguía la política real de protección a los indios y abiertamente había favorecido los intereses de los españoles de Guayangareo y de las órdenes mendicantes, decidió enviar al maestro mayor de obras de la Nueva España a revisar el estado de la construcción de la catedral y determinar si se habían seguido las instrucciones por él dejadas en 1555. De este modo, en febrero de 1560, se presentó en Pátzcuaro el maestro Claudio de Arciniega, para ver si las obras habían seguido la traza acordada. La visita de Arciniega generó un gran malestar tanto en el obispo como en el maestro Hernando Toribio de Alcaraz ya que el parecer de su visita que entregó al virrey88 no dejaba dudas acerca de los problemas constructivos que presentaba la catedral. El parecer de Arciniega, después de revisar, medir y calcular cada uno de los elementos constructivos existentes, señalaba los siguientes errores en la construcción: “Primeramente digo, que la obra de los cimientos y paredes y estribos de mampostería que caen a la parte de adentro de las canales de la iglesia, es obra falsa porque tienen ruines fundamentos, los cuales no están en lo fijo sino sobre tierra muerta y las mezclas con que se sacaron los dicho cimientos y se labraron los estribos y paredes de toda la obra de mampostería de toda esta dicha iglesia es tierra, que a causa de no tener la cal que requiere y ser poca se ha convertido toda la mezcla en tierra, además que los cimientos están huecos y atronados y mal sacados89 por donde parece bien claro 85 AGI, Justicia, 204, N. 3, R. 2.; AGI, Justicia, 173, N. 1, R. 2 86 En 1563, fray Maturino Gilberti (OFM), el gran lingüista michoacano, lo mismo que el comisario provincial de su orden, se quejaron del maltrato que sufrían los indios en las obras de la catedral. Cf. Ramirez Montes, La catedral, o. c., pp. 82-8387 La relación de Quiorga con los agustinos había pasado de abierta colaboración (fueron los agustinos quienes echaron a andar el hospital de Santa Fe, y en fray Alonso de la Vera Cruz confió el obispado cuando en 1543 intentó viajara a España) a abierto enfrentamiento debido a la ocupación de curatos como Cuitzeo y Yuririapúndaro y el poder acumulado e independencia del diocesano con la que actuaban algunos religiosos como fray Diego de Chávez. Cf. Cerda Farías Igor, “Fray Alonso de la Veracruz y Michoacán, una influencia mutua” en Fray Alonso de la Veracruz: universitario, humanista, científico y republicano (Ambrosio Velasco, Coord.), México 2009, UNAM, pp. 247-268. 88 Completo, el parecer de Arciniega, en Ramirez Montes La catedral, o. c., pp. 153-157 y en Escobar Olmedo, La catedral perdida, o. c. pp. 68-72. 89 Recuérdese el testimonio (vid supra, nota 62) de Juan Ponce, quien declaró en 1545 que los cimientos no llevaban cal sino barro y piedra, y que el señor obispo no pedía consejo a ningún especialista. 124 Pátzcuaro, donde suben y bajan Los Dioses del cielo. estar falsos y así mismo donde se juntan las paredes con los estribos están despegados lo uno de lo otro, cada cosa por sí y de industria atapados con barro para que no se vea, demás de estar mal labrados y ruin mezcla y la faección y elegimiento de los dichos estribos son, por la una parte viaje y por la otra cuadrado…90” Además de sus comentarios sobre lo que estaba mal en la obra, Arciniega dejó por escrito, en planos y debidamente tratado con el responsable de la fábrica catedralicia, lo que a su juicio se debía hacer para terminar los trabajos. Lo anterior molestó a Toribio de Alcaraz, quien se inconformó ante el escribano de la ciudad de Michoacán dado que él tenía un parecer completamente diferente. En México, el virrey dio fe al informe de Arciniega, y mandó interrumpir las obras de la catedral, lo que motivó que el obispo iniciara un nuevo pleito ante la Real Audiencia para defender su obra, denostando el parecer de Arciniega y manifestando su molestia por el hecho de ser él quien costeara las reparaciones que se señalaban, (sin que en ello aportaran recursos adicionales la corona o los indios) y argumentaba que si la capilla mayor no se terminaba conforme a la traza y no cerraba de bóveda la iglesia en su conjunto ésta carecería de las condiciones para lo que estaba proyectada, que los indios de la ciudad de Michoacán se entristecerían mucho si la obra hecha parcialmente se demoliese y espacialmente enfatizaba que hacía cinco años que especialistas llevados por el propio virrey habían declarado que la fábrica era suficientemente robusta para la proseguir como iban91. Esta vez el obispo no tuvo la misma suerte que años anteriores, pues la Audiencia no dictaminó en su favor y el fiscal le informó que siguiese el asunto ante el Consejo de Indias. En 1561, Quiroga escribió al rey acerca de la necesidad de proseguir con las obras aunque para entonces, el doctor Luis de Anguis, provisor del arzobispado de México y agente secreto de Felipe II, había también enviado una larga carta acerca de las cosas de la Nueva España en la que recriminaba que el obispo de Michoacán en más de veinte años apenas había residido tres en su diócesis por estar siempre en México en diversos pleitos y que la obra de la catedral estaba “…con otra imaginación que no lleva pies ni cabeza y que nunca en la vida de los hombres 90 Ramirez Montes, La catedral, o. c., pp. 153-157. 91 AGI, México, 374. Entiéndanse los momentos constructivos. Quiroga pretendía continuar su obra con los criterios de una revisión hecha cinco años atrás, cuando el avance era mucho menor y al tiempo, los errores de la fábrica material estaban quedando a la vista. El hecho de que los muros estuvieran separados de los contrafuertes (o estribos) señalaba un claro defecto estructural y el que se hubiera tapado con lodo tal grieta habla de un intento vano pero a todas luves intencional, por ocultar los problemas constructivos. 125 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana se acabará, ni al cabo sirve de cosa, ni hay para que V. M. le gasten cada un año en ella tanta millarada de pesos para efectos de tres o cuatro vecinos españoles que allí hay y para indios que cualquiera cosa humilde les está mejor.92” Al parecer, la fábrica de la catedral volvió a recibir algún tipo de impulso, aunque no parece que al nivel que había gozado en los años 1555-1560. Entre 1563 y 1564, seguían acudiendo a la obra algunos indios de Tzirosto, se construía el testeto, los indios de Tarímbaro y Tuxpan conmutaban el trabajo por dinero y el virrey ordenaba que se librasen apenas 980 pesos anuales para las obras93, poca cosa para una obra como la catedral. Vasco de Quiroga, el combativo obispo, moriría el 14 de marzo de 1565 sin haber podido ver terminada su catedral, acaso sin haber celebrado allí una misa con la dignidad y solemnidad que pretendía94. Poco después de la muerte del obispo, desaparecen las noticias acerca de las obras. En 1566 fue nombrado obispo de Michoacán don Antonio Ruiz de Morales y Molina (O.S), quien se presentó en Pátzcuaro dos años después. Diferente en muchos aspectos a Quiroga, rápidamente valoró la situación de la Ciudad de Michoacán y el estado de la fábrica de la catedral, que al parecer, no presentaba grandes avances ni un aspecto digno; así como la posición de Guayangareo donde residía la mayoría de los españoles. De esta forma, a finales de 1568, el obispo presentó ante el virrey don Martín Enriquez una relación donde le informaba que en “…el dicho obispado ay una yglesia catedral en que se dicen los diuinos oficios de paja y tan pequeña y mal adereçada que pareçe que no a avido en ella yglesia (...) y en la otra yglesia que se haze es una cosa tan estraordinaria y tan diferente de todas las traças que ha visto, tanto, que no lo sabrá dar a entender y que no tiene manera pa hazerla aunque la quisiera cubrir de madera alguna parte della no lo sufriran las paredes y que con averse gastado gran cantidad de dinero en ella se están cayendo de suyo todas y que qualquiera estribo que se obiese de hazer en ella y acabarlo que falta hasta la cubrirla parecería muy mal y costaría mas que dos yglesias…95” Para probar la información, el obispo Ruiz de Morales solicitó el testimonio de diversos personajes relacionados con la vida michoacana, y, como era común, en todos los casos, el testigo ratificaba lo que la pregunta decía, y así sólo citaremos a algunos de los que estuvieron plenamente enterados de la construcción de la catedral. Así, leemos que Rodrigo Maldonado, alcalde mayor de Michoacán entre 1551 y 1554 dice de la catedral: “…que se avía 92 Cuevas Mariano, Documentos inéditos del Siglo XVI para la historia de México, (Carta del Doctor Luis de Anguis a Felipe II, fechada en México el 20 de febrero de 1561) México 1975, Editorial Porrúa, S. A., p. 262. 93 AGN, Mercedes, Vol.6, f. 473.; Ramirez Montes, La catedral, o. c., p. 183.; AGN, Mercedes, Vol.7, fs. 117v-118; AGN, Mercedes, Vol.7, fs. 322-322v.; AGN, Mercedes, Vol.7, fs. 328. 94 El obispo argumentaba en 1561 (AGI, Justicia, 374, en Escobar Olmedo, La catedral perdida, o. c. p. 63) que desde hacía más de 20 años, las misas se decían en la iglesia del hospital. Quizá debería repensarse la idea que corre, que el actual templo del excolegio jesuita de Pátzcuaro, fue la sede del obispo. 95 AGI, Patronato, 182, R. 33, fs. 5, 9. 126 Pátzcuaro, donde suben y bajan Los Dioses del cielo. traçado e hazía de cantería a este testigo nunca paresçió bien la traça della y vio que aunque estavan acabadas las paredes llevavan tan ruines fundamentos que este testigo vio a fulano alcaraz maestro de la dicha obra que en mucha parte della reformava los çimyentos de cuya causa cree que tiene por çierto este testigo que no aprovecharían las dichas fortificaciones e que caerán porque las paredes son gruesas y de piedra pesada y los fundamentos ruines y la traça de las naves della tan abiertas y tan mala traça que no sabe este testigo como la vian de cubrir pa que se estuviese fixa y perpetua y a esta causa no tiene este to paresçer que alli se acabe de hazer la dha yglesia porque todo lo que en ella se gastare en rreparos y acabarla sera mucha cantidad y en rriesgo q no sea de efeto por el mal fundamento y traça que tiene…”; el encomendero de Uruapan, Pedro de Villegas, quien dijo que “…este testigo ha visto la yglesia nueva de la dha çibdad de pazcaro y el edifiçio della la qual es una obra mala y sin fundamento y de mala traça y le paresçe contramida por debajo y que entiende este testigo que ni de madera ni de otra obra no se podrá cubrir la dha yglesia e se acuerda este testigo que el virrey don luis de velasco fue a ver el sitio de la dicha çibdad de pazquaro e la yglesia del e llevó maestros que la viesen y este testigo fue con el dicho virrey e vio y entendio como los dichos maestros vieron por paresçer que no fundase ni acabase la obra de la dha yglesia por ser la obra falsa y que como dicho tiene sobre ella no se podia cavar…”; y finalmente, Claudio de Arciniega declaró que “…este testigo fue a visitar e ver la obra de la yglesia que allí se hazía de cantería por mandado del visorrei don luis de velasco y halló que el fundamento della estava sobre un qu de piedra movediza que es edifiçio antiguo de yndios como quien haze un çerro de piedra y tierra movediza y mal fundada por no tener firmeza el suelo e como a la sazón no se tratava de mudar la yglesia sino de dar algunos remedios se quedo así y este testigo dio paresçer por escripto sobre ello al qual se remite y en lo que al presente se le pregunta en lo de la traça es de una forma estraña de cinco naves ynusada y la nave de en medio tiene mas de sesenta y quatro pies de largo y que para averla de çerrar de madera era menester mui grande estribos y paresçe las quales ello no tiene y quedaría en condiçion por causa de los ruines çimientos y se ofreçe mucha costa en ello para acabarla de la forma que va e que si se propone de hazer una yglesia moderada de tres naves se podrá hazer porque en toda ella se ofreçe mucha costa…”96 Otros testigos de calidad, como el agustino fray Juan de San Román señalaba que “… este testigo a visto la iglesia de mechuacan donde se celebran los divinos offiçios e tiene della noticia de mas de treynta años a esta parte e sabe que es pequeña y cubierta de paja y la a visto estar pobremente adornada y questo ansi mismo muchas vezes la iglesia grande que mando començar y edificar el obispo don vasco de quiroga y la traça della a visto que esa escrivano rretifico echar mala y mui diferente de otras traças de yglesias y q lo que están alçadas las paredes esta mal traçada que le parece no se podria cubrir de madera e puesto que aya algun 96 AGI, Patronato, 182, R. 33, fs. 10, 15, 19, 24, 25, 27. 127 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana medio sera de muchos gasto…”. Otro agustino que testificó fue fray Diego de Vertabillo, provincial de la orden en el periodo de 1554 a 1557 y prior de Tiripetío entre 1566 y 1569 señaló que “…la otra yglesia de canteria que mando fundar el obispo pasado sabe e a visto este to que es de una traça e forma que paresçe no se puede entender el motivo de quien tal traço e tiene el fundamento mui malo y ansi lo a oydo q lo que toca al mal fundamento a quien lo a mirado con mas espacio y segun la traça y manera que tiene paresçe ser cosa mui dificultosa poderse acabar y cubrir de madera porque tiene muchas naves y de tal traça que no se podra acabar sin mui grandisimos gastos e que con mucho menos de lo que en acabarla se gastara se podrá hazer otra yglesia comoda y mui bastante para que sea cathedral en aquel obispado…” De acuerdo con el parecer de los testigos arriba señalados, la imagen descrita de la catedral, apenas cinco años después de la muerte de Quiroga, no era, de ninguna manera, la mejor posible. Consideramos que la muerte del obispo Quiroga significó la muerte del enorme proyecto catedralicio. El manifiesto desdén del segundo obispo de Michoacán, Antonio Ruiz de Molina, por continuar la obra fue patente, más aún si se considera que prefería residir con los españoles de Guayangareo. Sin el apoyo del obispo, la obra debió quedar prácticamente parada y se debió deteriorar bastante, considerando los materiales que se habían empleado. Esto es notorio ya en 1579, cuando se les ofreció a los agustinos el edificio de la catedral para que la utilizaran para fundar un convento97, pero éstos finalmente no aceptaron y edificaron en la parte baja de la ciudad, en el sitio donde ahora aún están su iglesia y los restos de su convento. Al final, la catedral se trasladó en 1580 a la ciudad de Valladolid, y con ello, se evaporó toda posibilidad de construcción. 97 AGI, México 1090, Libro 9 de Oficio y Partes, fs. 109-109v. 128 Conclusiones La catedral de Michoacán surgida de la mente de Vasco de Quiroga debió abrevar de ciertos modelos que habían tenido un gran nivel de significado para el futuro obispo. Su larga carrera al servicio de la Corona le dio oportunidades de conocer y aplicar su filosofía de vida, como se manifestó en España, en Orán y en la Nueva España. Su visión de obispado, a caballo entre el humanismo con el que se identificaba y una concepción aún medieval de una ciudad donde el centro del poder giraba en torno al diocesano, lo llevó a idealizar una ciudad donde la organización de la sociedad giraría en torno a las instituciones por él ideadas, con la catedral como epicentro de todo el nuevo orden. La creación de una nueva sociedad era la esperanza de un nuevo comienzo, la posibilidad de empezar con un modelo cristiano desde sus orígenes, un modelo que tendría su realidad más cercana en la ciudad de Granada. De esta ciudad debió tomar las ideas para nombrar a sus hospitales pueblo como “Santa Fe”; la idea de crear, cerca de ese Santa Fe una ciudad que se llamaría “Nueva Granada”; de cambiar la advocación de la catedral a “San Salvador” y la idea de una iglesia catedral con un modelo panóptico como los hospitales reales de Santiago y Granada, donde todos los asistentes, debidamente separados por naves, podían presenciar una misma misa. La elección del sitio para la nueva catedral respondió más a cuestiones de simbolismo que a cuestiones técnicas. Esta mala elección del terreno, producto de su inexperiencia como constructor, sería el primer error cometido por el obispo de cara al futuro de su catedral; aún así, decidió iniciar los trabajos que, en algún punto, debieron detenerse cuando la obra comenzó a requerir de un saber técnico-constructivo más allá del que pudieran aportar los indígenas. Será después de 1555 cuando las obras de la catedral tendrían cinco años muy afortunados, fluyendo recursos humanos y materiales. No obstante estos apoyos, en las obras existen factores –además de las dimensiones de la obra- que determinan la viabilidad en el largo plazo de los edificios, y una de esas es, sin duda, la cimentación, que desde los primeros años acusaba defectos importantes como el emplear métodos de construcción más cercanos a los prehispánicos (útiles para esa arquitectura) que los que requería una obra europea. Por ello, es posible que el maestro Toribio de Alcaraz no haya podido corregir los errores iniciales en 129 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana la cimentación o bien, no por falta de pericia pero sí acusando algunas malas decisiones98 , los avances no siempre fueron de la mejor calidad y no eran sostenibles en el largo plazo. Por ello, el dictamen de Claudio de Arciniega de 1560 reflejó, más allá de la posible “mala fe” hacia el proyecto catedralicio, los errores técnicos de la obra, mientras que las recomendaciones hechas, esas quizá sí, manifestaban cierto interés, sabiendo de antemano la imposibilidad de efectuarse debido a que implicaba destruir buena parte de lo hecho y hacerlo de nuevo. Si la obra de la catedral diseñada por Vasco de Quiroga se hubiera asentado en un mejor sitio, si hubiera existido mejores ánimos entre todos los diferentes actores, estamos ciertos que los recursos hubieran fluido y con ello, quizá existiría un templo que sería un referente de la arquitectura novohispana y uno de los mejores ejemplos de la arquitectura religiosa en América. 98 Los maestros de obras en ocasiones, incluso los más avezados, tomaban decisiones equivocadoas. La mejor prueba de ellas es la del Hospital Real de Santiago de Compostela, donde “Frente a la inmensa originalidad de la obra de Egas hay que reseñar una puesta en obra desastrosa: la total impericia de las obras de cimentación y el desacierto en la elección de los materiales y en el cálculo estructural amenazaban ya a partir de la segunda mitad del siglo XVI la estabilidad del edificio. Por ello, el inmueble sufrió una masiva obra de consolidación estructural y rehabilitación general…” Cfr. Perria Roberta, El hospital cruciforme… o. c., p. 337. 130 Noticias sobre la construcción de la Catedral de don Vasco Fernando Mendoza Molina A manera de introducción La búsqueda de las fuentes históricas de primera mano es el primer paso que se da rumbo a contar con una ventana que permite una visión certera del pasado. Para ello son especialmente importantes las fuentes que cuentan con un carácter jurídico o contractual, cuando se trata de saber sobre procesos o procedimientos sobre un individuo o una institución. Para el historiador son especialmente atractivos los documentos que se encuentran en acervos resguardados en archivos, bibliotecas o museos. Al historiador o amante de la historia no solo le interesa la información en el propio documento ya que, echando mano de herramientas como la paleografía, la lingüística o la diplomacia se puede detectar la procedencia del documento, si es original o copia o aún si es falso. El documento del cual se presenta a continuación la paleografía, se trata de un importante testimonio sobre el inicio de la construcción de la monumental catedral que pretendía construir don Vasco de Quiroga en Pátzcuaro, dicho proyecto arquitectónico no tenía precedentes en América, lo cual provocó que incluso contemporáneos de don Vasco no entendieran la magnificencia del proyecto; a través del documento aquí presentado, amén de otros datos se insinúa la problemática que se tuvo desde un primer momento para desplantar los muros de dicho edificio. El expediente que se conserva en el Archivo Histórico del Municipio de Pátzcuaro, Michoacán, México, bajo la referencia: AHMP 131.3. Serie Pátzcuaro 114. Es un claro ejemplo de un instrumento jurídico el cual es tratado entre partes, de un lado el Deán y Cabildo de la Iglesia del Obispado de Michoacán, como parte demandante, y de la otra Hernando Toribio de Alcaraz, que es la parte demandada. Dentro de la materia del expediente se refiere la querella que presentó Don Pedro de Yepes, Canónigo de la Iglesia y Obispado de Michoacán, a finales de 1565, pocos meses después del fallecimiento de Don Vasco de Quiroga (14 de marzo de 1565), contra Hernando 131 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Toribio de Alcaraz, maestro y cantero mayor de la obra de la Iglesia Catedral de la Ciudad de Pátzcuaro, donde se le acusa de haber desviado materiales de la dicha obra para la construcción de dos casas de su propiedad. La disputa fue presentada ante la Real Audiencia de México, donde se dio un mandamiento para que se tomase información sobre el caso, fechado en marzo de 1566, y en abril de ese año fue presentado por Don Pedro de Yepes ante Pedro Gomes de Cáceres, Alcalde Mayor en la Ciudad y Provincia de Michoacán, quien ejecutó el respectivo mandamiento. Así mismo se inició una averiguación de testigos, algunos de los cuales declaran sobre la construcción de la Catedral haciendo menciones de cuando Don Vasco de Quiroga inició la obra. 132 Métodos y Criterios Paleográficos Con el fin de facilitar la lectura del expediente se realizó una versión paleográfica modernizada, fundada en normas internacionales de trascripción, señaladas a continuación: 1.- El inicio de cada página se indica con un número entre corchetes, precedido de letra f, esto corresponde al número de foja, y la v cuando corresponde a la vuelta de la foja: [f 01], [f 01v], [f 02], [f 02v] etcétera; 2.- La trascripción del manuscrito se realiza a línea corrida o tirada, no renglón por renglón; 3.- Cuando aparece el crismón, se representa como en el manuscrito, una cruz +; 4.- Al momento de realizarse la transcripción se moderniza y corrige la ortografía; 5.- Los nombres onomásticos y topográficos se trascribirán literalmente, y cuando aparecen abreviados se completan para mayor claridad. Además se acentúan conforme a la ortografía actual; 6.- Cuando una palabra aparece incompleta en una página y continuó en la otra, se une la palabra con el corchete que indica la página, por ejemplo: par[f101v]te, al[102v]guno, etcétera; 7.- En cuanto a las rúbricas, se consignan en el orden que aparecen en el documento original; 8.- Las abreviaturas y contracciones al completarse se hace con ortografía actual para evitar confusión en su interpretación. Ejemplo: Alo. Alonso, V. Mg+. Vuestra Majestad, etcétera o en caso de las contracciones en desuso de palabras como: deste, quel, etcétera que pertenecen a: de este, que el o que él, según corresponda se separaron; 133 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Exterior de la antigua Catedral de don Vasco, actualmente Basílica de Nuestra Señora de la Salud. Pátzcuaro. Fotografía de Daniel Aguilera. 2017 134 Noticias sobre la construcción de la Catedral de don Vasco 9.- Se separan o unen palabras, silabas y letras que aparecen incorrectamente como: a quel por aquel, Innominedomine lo correcto es In Nomine Domine; 10.- Cuando aparecen palabras o frases con errores evidentes, repeticiones inútiles o poco claras, que muestran ser distracción u omisión se agrega el termino (sic) que indica: “así de origen”; 11.- Las adiciones en los manuscritos se consignan con la aclaración: (Al margen); cuando existían interlineados se aclara con: (entre renglones); y el interlineado aparece con la aclaración entre corchetes [] por ejemplo: de [(Entre renglones) México] a ocho… En caso que la adición está escrita con otro tipo de letra se escribe: (Al margen, de otra letra) 12.- Cuando existan palabras o frases testadas o tachadas se consigna la aclaración: (testado), y cuando fue necesario se hace la aclaración entre corchetes, por ejemplo: en este [(Testado) lugar] día…, puede existir el caso que la palabra que va a sustituir a la “testada” se encuentre “entre renglones” se apunta: en este [(Testado) lugar, (entre renglones) día] quince… 13.- Si hay manchas en el texto que impiden la lectura o transcripción del texto se consigna con la aclaración (ilegible) si es posible en la misma aclaración se escribe la cantidad de renglones o palabras que no se pudieron transcribir. 14.- En el caso que la hoja del manuscrito aparece incompleta y/o cortada, se consigna con la aclaración: (mutilado) 15.- Cuando en el texto existen lagunas u omisiones, se agrega entre paréntesis la palabra o textos faltantes que tenga un sentido lógico. Por ejemplo: en la (catedral) de Pátzcuaro. 16.- La puntuación se coloca la actual en su forma indispensable para la adecuada intelección. 17.- Se usan comillas para destacar las frases atribuidas a una persona o cita; 135 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Interior del Palacio Municipal de Pátzcuaro, Michoacán. Fotografía de Daniel Aguilera 2019 136 Noticias sobre la construcción de la Catedral de don Vasco 18.- Las palabras o frases que surgen en latín o en alguna lengua autóctona se destacan con letra cursiva, exceptuando los nombres onomásticos y/o topográficos. 19.- Los números romanos y arábigos se transcriben tal y como se encuentren en el original. 20.- Cuando en el documento no está la tilde de la ñ, se agrega; 21.- El signo copulativo & se transcribirá como: “e” o como: “y”, según la forma más usada en el documento. 137 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Capilla del Humilladero Pátzcuaro, Michoacán. Fotografía de Daniel Aguilera. 2017 138 Noticias sobre la construcción de la Catedral de don Vasco Transcripción del Expediente [f.01] + En la Ciudad de México, en once días del mes de marzo de mil y quinientos y sesenta y seis años, yo el escribano yuso escrito doy fe que de pedimento de Don Pedro de Yepes, clérigo presbítero tesorero de la Santa Iglesia de Mechuacan, sede vacante, etcétera, con esta carta y provisión real receptoría a Cristóbal Pérez como apoderado de Toribio de Alcaraz y persona que tiene su poder para que en el término en ella contenido vaya a se hallar presente por el dicho Hernando Toribio de Alcaraz al ver, presentar, jurar y conocer de los testigos que por virtud de ella se hubieren de examinar so los apercibimientos en ella contenidos, el cual dijo que lo oía. Testigo Pedro Gutiérrez Candelero, vecino de esta dicha Ciudad de México. Ante mí, Antonio del Águila, escribano de su majestad. (Rúbrica). Derechos: XVIII reales, registro: LXXX, secretario: XC. En la Ciudad Receptoría en forma para las justicias en persona, a pedimento del Deán y Cabildo de Mechoacan en el pleito con(tra) Hernando Toribio de Alcaraz. Gordían Casasano. Corregida. [f.01v.] + 139 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Don Phelipe por la Gracia de Dios Rey, de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Cecilias, de Jerusalén, de Navarra, de Grana(da), de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorcas, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algezira, Gibraltar, de las Islas de Canaria, de las Indias Islas y Tierra Firme del Mar Océano, Conde de Flandes y de Tirol, etcétera. A todos los corregidores, alcaldes mayores y ordinarios y otros jueces y justicias cualesquier de todas las ciudades, villas y lugares de estos nuestros reinos y señoríos y a cada uno y cualquier de vos en vuestras jurisdicciones ante quién esta nuestra carta fuere presentada salud y gracia. Sépades qué pleito está pendiente en la nuestra Audiencia Corte y Chancillería que reside en la Ciudad de México de la Nueva España ante el Presidente y Oidores de ella, entre partes de la una el Deán y Cabildo de la Santa Iglesia de Mechoacan, sede vacante y su parte en su nombre y de la otra Hernando Toribio de Alcaraz y su parte en el suyo, sobre razón de ciertas casas que la dicha iglesia le pide y sobre las demás causas y razones en el proceso del dicho pleito contenidas, en el cual por los dichos nuestro Presidente y Oidores las dichas partes fueron recibidas a prueba en forma y con cierto término y ahora la parte de la dicha santa iglesia nos pidió y suplicó que porque algunos de los testigos de que en la causa se entendía aprovechar estaban fuera de la dicha nuestra corte, le mandásemos dar nuestra carta receptoría para que vos les tomásedes sus juramentos dichos y depusiciones, o que sobre ello proveyésemos como la nuestra merced fuese, lo cual por los dichos nuestro Presidente y Oidores visto fue acordado que debíamos mandar dar esta nuestra carta para vos en la dicha razón y nos tuvímoslo por bien. Por la cual vos mandamos que si ante vos pareciere la parte de la dicha Santa Iglesia de Mechoacan con esta nuestra carta dentro de ciento y setenta días primeros siguientes que corran y se cuenten desde diez y seis días del mes de noviembre del año pasado de mil y quinientos y sesenta y cinco y de ella vos pidiere cumplimiento, haced parecer ante vos a todas las personas que por su parte vos fueren nombradas y presentadas por testigos en la dicha causa y así parecidos, vos las dichas justicias en persona sin lo cometer a otra alguna por ante escribano, toméis y recibáis de ellos y de cada uno de ellos y de cada uno de ellos (sic) juramento en forma debida de derecho y sus dichos y depusiciones de cada uno por sí y sobre sí, secreta y apartadamente, preguntándoles en principio de sus dichos 140 Noticias sobre la construcción de la Catedral de don Vasco por las preguntas generales de la ley y luego por las del interrogatorio o interrogatorios que por su parte ante vos serán presentados, firmados del nuestro escribano de cámara yuso escrito, con tanto que no examinéis de treinta testigos arriba por cada pregunta del dicho interrogatorio y al testigo que dijere que sabe alguna cosa de lo contenido en la pregunta preguntadle cómo lo sabe; y al que dijere que lo cree que cómo y porqué lo cree; y al que lo oyó decir que a quién y cuándo por manera que cada uno de los dichos testigos dé razón suficiente de su dicho y depusición y encargadles el secreto de ello hasta la publicación y lo que los dichos testigos dijeren y depusieren con los autos que sobre ello pasaren escrito en limpio, firmado de vuestro nombre y del escribano ante quien pasare y signado, cerrado y sellado en pública forma y manera que haga fe lo haced dar y entregar a la parte de la dicha Santa Iglesia para que lo pueda traer y presentar ante los dichos nuestro Presidente y Oidores para guarda de su derecho, pagando al dicho escribano los derechos que por razón de ello hubiere de haber, los cuales asiente y firme al pie de ello y antes y primero que por virtud de esta nuestra carta hagáis probanza alguna, os conste cómo fue notificado a la parte del dicho Hernando Toribio de Alcaraz para que si quisiere vaya o envíe persona que se halle presente a ver, pre[f.02]sentar, jurar y conocer los testigos que en este negocio se hubieren de presentar por parte de la dicha santa iglesia con apercibimiento que la probanza que de otra manera se hiciere sea en sí ninguno y de ningún valor y efecto y no hágades en deal por alguna manera so pena de la nuestra merced y de cien pesos de oro para la nuestra cámara. Dada en la Ciudad de México, a once días del mes de marzo de mil y quinientos y sesenta y seis años. Yo Gordían Casasano, escribano de Cámara y de la Audiencia y Chancillería Real de la Nueva (España). (En el resto del manuscrito de esta página un sello puesto en papel sobre cera). [f.02v.] En la Ciudad de Mechuacan de la Nueva España, en veinte y dos días del mes de abril año del señor de mil y quinientos y sesenta y seis, ante el magnífico señor Pedro Gomes de Cáceres, alcalde mayor en la Ciudad y Provincia de Mechuacan por su Majestad por presencia de mí, el presente escribano Alonso de Cáceres en nombre de la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad presentó la provisión real de su Majestad de esta otra, entregada con un interrogatorio de preguntas, el tenor del cual está en esta causa y pido que se examinen los testigos que presentare, y hecha la dicha probanza se le dé en pública forma, y por el dicho 141 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana señor alcalde mayor visto, la tomó en sus manos y besó y puso sobre su cabeza, y dijo que la obedece y obedeció con todo acatamiento debido como carta y mando de su Rey y natural señor, y que mandaba y mandó que se tomen y examinen los testigos que presentare por el tenor del dicho interrogatorio, y que de la del dicho Alcaraz por pusiciones conforme a la ley y así lo mandó y firmólo. Ante mí Juan Fernández Madaleno, escribano público. (Rúbrica). [f.03] Por las preguntas siguientes se examinen y pregunten los testigos que son o fueren presentados por parte del Deán y Cabildo de la Santa Iglesia de Mechuacan, sede vacante, en el pleito que tratan con(tra) Hernando Toribio de Alcaraz, obrero mayor que ha sido de la obra de la dicha Santa Iglesia y Regidor que es de la dicha ciudad, en razón de lo que se le pide por dicha Santa Iglesia sobre lo que tomó y en qué se ha entrado y edificado con los materiales y obreros de la dicha Santa Iglesia, no se obligando a prueba demasiada. I. Primeramente, se pregunten si conocen a los susodichos y de qué tiempo a esta parte, y si tienen noticia de la causa y razón sobre qué es este pleito. II. Iten, si saben, etcétera, que el dicho Hernando Toribio de Alcaraz fue elegido y nombrado por obrero mayor de la dicha obra de la dicha iglesia, y lo fue muchos años llevando salario de la dicha iglesia, digan los testigos lo que saben. III. Iten, si saben, etcétera, que teniendo la dicha santa iglesia por suyo y como suyo por justos y derechos títulos el sitio de ella con más todo lo a ello anexo y perteneciente el dicho Hernando Toribio de Alcaraz por su propia autoridad y sin haber causa ni razón para ello que justa fuese, so color que era obrero mayor de la obra de la dicha iglesia se entró en el dicho sitio y ha edificado con los materiales y obreros de la dicha santa iglesia dos pares de casas en la Ciudad de Mechuacan Páscuaro en él y al presente las tiene y posee indebidamente, digan los testigos lo que saben. IV. Iten, si saben etcétera, que todo lo susodicho sea pública voz y fama, las cuales preguntas se ponen por pusiciones al dicho Hernando Toribio de Alcaraz para que las jure y aclare conforme a la ley y so la pena de ella. El Licenciado Caballero. Gordían Casasano. (Rúbrica). Corregido. 142 Noticias sobre la construcción de la Catedral de don Vasco [f.03v] (Testado) E así p. Yo Juan Fernández Madaleno, escribano público de esta Ciudad de Mechuacan doy fe y testimonio de verdad a todos los señores que la presente vieren cómo Alonso de Cáceres, tiene poder de la Santa Iglesia Catedral para sus pleitos y causas y otro poder sustituido de Álbaro Gutiérrez, mayordomo de la dicha santa iglesia el cual está presentando ante mí y está un traslado de él en la otra probanza que se hizo ante el señor alcalde mayor y ante mí sobre este dicho pleito y causa cuyo traslado [(Testado) avia] está en la probanza autorizada que fue a la Real Audiencia de esta Nueva España y que por estar allá y su prolijidad no van aquí insertos en fe de lo cual lo firmé de mi nombre. Que es hecho en once días del mes de mayo, año del señor de mil y quinientos y sesenta y seis años. (Testado) Avia. Ante mí, Juan Fernández Madaleno, escribano público. (Rúbrica). [f.04] Y luego, este dicho día ante el dicho señor Alcalde Mayor mandó [(testado) el] dicho Hernando Toribio de Alcaraz que declare las dichas pusiciones conforme a la ley y para ello le tomó y recibió juramento en forma debida de derecho por Dios y por Santa María y por las palabras de los Santos Evangelios, y por la señal de la cruz + en que puso en que puso (sic) su mano derecha so cargo del cual prometió de decir verdad y siéndole leídas las dichas preguntas dijo lo siguiente: I. Al primer capítulo y o pusición, dijo que este testigo es Hernando Toribio de Alcaraz contenido en esta pregunta y con quien se trata este pleito. Al segundo capítulo y o pusición, dijo que por el señor Obispo de la Santa Iglesia Catedral fue recibido por maestro de la dicha obra no habiendo ningún prebendado ni después desde ha muchos años no los hubo. III. Al tercero capítulo y o pusición, dijo que la niega y no pasa tal como la pregunta dice y que lo que dicho tiene es la verdad y así para el juramento que hizo y firmólo. 143 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Hernando Toribio. (Rúbrica). Ante mí, Juan Fernández Madaleno, escribano público. (Rúbrica). Y después de lo suso dicho en la dicha Ciudad, este dicho día el dicho Alonso de Cáceres presentó por testigo en esta [(testado) ciud] razón a Diego Hurtado, vecino de esta dicha ciudad del cual fue tomado y recibido juramento en forma debida de derecho por Dios y por Santa María y por Santa María (sic) y por las palabras de los Santos Evangelios y por la señal de la [f.04v] cruz + en que puso su mano derecha so cargo del cual prometió de decir verdad y siendo preguntado por el tenor del dicho interrogatorio de las siguientes: I. A la primera pregunta, dijo que conoce a los en la dicha pregunta contenidos de más de veinte años a esta parte. Generales. Fue preguntado por las preguntas generales de la ley, dijo que es de edad de más de cuarenta y seis años y que no le tocan las generales y desea que esta causa desea (sic) (favorezca a) quien tuviere justicia. II. A la segunda pregunta, dijo que sabe la pregunta como en ella se contiene, porque este testigo así lo ha visto ser y pasar y es público y notorio en esta provincia. III. A la tercera pregunta, dijo que este testigo sabe y vio, al tiempo que el reverendísimo Obispo de Mechuacan, abrían los cimientos de la dicha Iglesia y que en el sitio y comarca de ella solía haber unos cues muy grandes de idolatrías de los naturales del tiempo de su infidelidad y en el dicho sitio y comarca el dicho señor Obispo con los naturales de esta ciudad hizo abrir muchas zanjas y sacar los huesos de lo(s) que allí estaban enterrados, diciendo que no podían estar por ser infieles y que donde Dios Nuestro Señor había sido deservido quería fundar su Iglesia para que se sirviese y allí fuese adorado y reverenciado, porque había decreto que así lo decía, y así se fue prosiguiendo la obra de la dicha iglesia, en aquella sazón los naturales gobernador y principales hicieron y fundaron una casa pequeña, que es a la entrada de las casas de Alcaraz y en ella asistían de día los dichos principales y trataban [f.05] los negocios de la dicha obra y allí se juntaban ordinariamente hasta tanto que el dicho Hernando Toribio de 144 Noticias sobre la construcción de la Catedral de don Vasco Alcaras se concertó con el dicho señor Obispo y concertado se pasó a vivir a las dichas casillas y vivió en ellas mucho tiempo sin hacer innovación de lo que estaba hecho en ellas y después se fue a España con el dicho señor Obispo y estando allá vivió en ellas don Antonio, gobernador de esta Ciudad, estando enfermo y para estar más cerca del medio y después vio vivir en ellas a Martín de Garibay y a su mujer e hijos, y venido que vino el dicho Alacaras de Castilla se las desembarazaron y se entró en ellas y después acá ha ido edificando en ellas, hasta en el punto que ahora están que son principales casas para las que en esta Ciudad hay. Y que le parece a este testigo que cuando el dicho señor Obispo fundó la dicha iglesia todo el circuito como ahora está cuadrado según que estaba en el tiempo de los cues era término y sitio para la dicha iglesia y lo en ella anexo y perteneciente y que en esta dicha cuadra tiene el dicho Hernando Toribio de Alcaras edificadas sus casas, y que es público y notorio que el dicho Hernando Toribio de Alcaras las ha hecho y edificado con los materiales e indios de la obra de San Salvador, y que el dicho Alcaras ha dicho a este testigo: ‘que esta ciudad, si algunos indios le dio para el dicho efecto era por concierto hecho’, y que en recompensa de ello el dicho Alcaras hizo la puente que está en el camino real y el humilladero; y que este testigo se remite al concierto que sobre ello estará hecho si alguno hay que sea bastante, y que cuando este testigo por comisión de la Real Audiencia vino a suspender la obra de la Iglesia fueron abiertos los autos conforme a la que se mandaba (a) este testigo y Juan Fernández Madaleno, escribano público y hallaron dentro, dentro de la dicha casa del dicho Hernando Toribio de Alcaras algunos indios que decían ser de Guango y de otras partes que habían venido al repartimiento de la iglesia, los [f.5v.] cuales vio este testigo y el dicho Juan Fernández Madaleno, cómo mandaban ocuparlos a amanera de hombres que trabajaban dentro de la dicha casa del dicho Hernando Toribio de Alcaras y edificio de ellas, los cuales entendido lo que su majestad mandaba dejaron [(Testado) en] lo que traían entre manos, que eran varias bateas y varias cosas y se fueron a sus casas luego con grandísimo contento y alegría, y que todo lo que dicho tiene es la verdad (y) pasa así por el juramento que tiene hecho, siendo leído este su dicho ratificóse en él y firmólo. 145 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Diego Hurtado. (Rúbrica). Pasó ante mí, Juan Fernández Madaleno, escribano público. (Rúbrica). En la Ciudad de Mechuacán, veinte y seis días del mes de abril año del señor de mil y quinientos y sesenta y seis años, ante el dicho señor alcalde mayor y en presencia de mí el presente escribano, el dicho Alonso de Cáceres presentó por testigo en esta razón a Andrés de Chaves, vecino de esta Ciudad del cual fue tomado y recibido juramento en forma debida de derecho por Dios y por Santa María y por la señal de la cruz + en que puso su mano derecha, so cargo del cual prometió de decir verdad y siendo preguntado por el tenor del dicho interrogatorio dijo lo siguiente: I. A la primera pregunta, dijo que conoce a todos los en la pregunta contenidos y a cada uno de ellos de más de ocho años a esta parte. Fue preguntado por las preguntas generales, dijo que es de edad de más de treinta años y que no le tocan las preguntas generales y que desea que esta causa venza quien tuviere justicia. [f.06] II. A la segunda pregunta, dijo que este testigo sabe la pregunta como en ella se contiene, porque este testigo vio al dicho Hernando Toribio de Alcaras tener cargo de la dicha obra de san Salvador y le vio pagarse de su trabajo por ello, porque tenía salario señalado por razón de la dicha obra. III. A la tercera pregunta, dijo que este testigo no sabe si el dicho sitio donde el dicho Alcaras tiene edificadas sus casas si es de la iglesia o no, más de preguntado este testigo al dicho Alcaras si las dichas casas estaban en el dicho sitio de la iglesia y le dijo que no porque eran suyas, excepto una casa que está pegada con las dichas sus casa que el dicho Alcaras le llamaba las casas de la traza eran de la iglesia y las demás no y que este testigo fue mayordomo del dicho obispo mucho tiempo y como persona que tenía a su cargo la casa le dan a esta Ciudad y sus barrios treinta indios de servicio por mandado de su majestad para reparo de su casa y colegio y vio que [(Testado) muchas] de estos llevaba ordinariamente el dicho Alcaras para la obra de su casa, la mitad o tercera parte de ellos y los vio andan trabajando en las dichas sus casas y vio así mismo cómo el dicho Alcaras se servía de 146 los indios de la obra de san Salvador cómo eran canteros y carpinteros de los que venían para el servicio de la dicha obra de San Salvador y asimismo vio cómo llevaba piedra y cal de la dicha obra para el edificio de su casa, porque la traían de Ystapa y los indios la metían en su casa y este testigo vio cómo se aprovechaba de ella en su casa porque vio estar encalando las paredes y portales y paredes, porque entraba algunas veces a su casa y que esto es lo que sabe y pasa por el juramento que tiene hecho y siéndole leído este su dicho ratificóse en él, y firmólo y así mismo los indios de la dicha obra decían a este testigo cómo se ocupaban en casas del dicho Alcaras en la obra de sus casas y que este testigo se halló presente a las pagas de la dicha obra como [f.06v.] persona que tenía una llave de la caja vio [(testado) com] cómo a los tiempos de las pagas se pagaban muchos carpinteros del dinero de la dicha obra y no vio que en la dicha iglesia se hubiese puesto ninguna obra de madera y carpintería, salvo las carretas para traer la piedra que le parece a este testigo que no eran muchas y que así mismo se pagaban a los canteros y que se remite a las pagas que de ello se hizo y que esta es la verdad y firmólo. Andrés de Chaves. Ante mí, Juan Fernández Madaleno, escribano público. (Rúbrica). 147 Noticias sobre la construcción de la Catedral de don Vasco Manuscrito sobre la construcción de la Catedral de don Vasco 149 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana 150 Noticias sobre la construcción de la Catedral de don Vasco 151 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana 152 Noticias sobre la construcción de la Catedral de don Vasco 153 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana 154 Noticias sobre la construcción de la Catedral de don Vasco 155 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana 156 Noticias sobre la construcción de la Catedral de don Vasco 157 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana 158 159 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana 160 Semblanza sucinta de autores Ricardo Carvajal Medina1 Historiador moreliano nacido en 1990. Se ha especializado en la línea de investigación sobre el pasado prehispánico michoacano, poniendo el acento en la cultura tarasca y la guerra en Mesoamérica en el Posclásico Tardío. Es licenciado en historia por parte de la Facultad de Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, con la tesis titulada La guerra en el Michoacán prehispánico en el Posclásico Tardío. Economía política, Estado y sociedad tarasca, presentada en febrero de 2019. Ha publicado un par de textos: un ensayo titulado “Algunos paralelismos entre Cervantes y Tolkien” en 2014, y un artículo sobre “Los quangáriecha. Órdenes militares, guerra y religión entre los antiguos tarascos” en 2018. Actualmente tiene pendiente en prensa un texto titulado “Las guerras en la frontera poniente del Estado tarasco, 1450-1520. Ha organizado diversos eventos académicos, y presentado ponencias en encuentros, seminarios, coloquios y congresos. Ha impartido varios talleres, entre los que se encuentran “Desde la Arqueología y la Historia. Fuentes y métodos para estudiar pueblos indígenas del posclásico tardío y del S. XVI” e “Introducción al estudio de la guerra en Mesoamérica”. Actualmente forma parte del Proyecto “Mechoacan Tarascorum”, grupo de jóvenes investigadores sobre el Michoacán Antiguo y la Provincia de Michoacán en el siglo XVI. Víctor Manuel Báez Ceja2 Politico, actual presidente constitucional del municipio de Pátzcuaro, donde ha impulsado la transformación de los espacios públicos y generado productos turisticos de destacable trasendencia. Estudió en la Facultad de Leyes de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Ha desempeñado cargos en el gobierno del Estado de Michoacán, además de haber sido Diputado Federal por el distrito XI con cabecera en Pátzcuaro. Condecorado con el Doctor Honoris causa por el IMELE. 1 Ricardo Carbajal Medina, Historiador. Investigador independiente arespon@gmail.com 2 Víctor Manuel Báez Ceja, Faculta de Derecho y Ciencias Sociales UMSNH. 161 Pátzcuaro: corazón de la utopía Quiroguiana Oriel Gómez Mendoza3 Doctor y Maestro en Historia por el Colegio de Michoacán, así como Licenciado en Historia por la Facultad de Historia UMSNH. Es Profesor e Investigador Titular A de Tiempo Completo en la Facultad de Historia, de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Ha sido Secretario Administrativo de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Director de la Facultad de Historia y Secretario Académico de la misma. Entre sus publicaciones destacadas se encuentran el libro Ensayos sobre reconstrucción histórica del 2019, Cianuración Argentífera en Guanajuato. Construyendo modernizaciones de 2013, La cultura en tiempos modernos: Peter Burke y la Historia Cultural en 2011, Estudios comparados de los procesos de secularización y normatividad en las regiones de México y Latinoamérica en 2010, además de varios artículos en revistas especializadas de Historia. Ha sido distinguido como Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel I hasta el año de 2019, mantenido el Perfil Deseable PROMEP en varias oportunidades y es Miembro activo del Consejo Acreditador Para las Humanidades (COAPEHUM). Las líneas de investigación que cultiva tiene que ver con Estudios comparados, Estudios Culturales y Teoría de la Historia; en docencia ha impartido principalmente Teoría de la Historia e Historiografía, Seminario de Investigación y Tesis así como Estudios sobre tecnología e imagen. Pertenece al Cuerpo Académico 284, Procesos Históricos, Políticos y Culturales comparados, del cual además es responsable. Igor Cerda Farías4 Profesor-investigador de tiempo completo en la Facultad de Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Realizó estudios de Arqueología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, de Maestría en Arquitectura en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y de Doctorado en la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha realizado diversos proyectos de investigación arqueológicos, arquitectónicos e históricos, ejercido la docencia en universidades de Michoacán y la Ciudad de México, conferencista en diversos eventos nacionales y extranjeros, asesor responsable de la conservación y restauración 3 Oriel Gómez Mendoza, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Facultad de Historia. Oriel.gomez@umich. mx Igor Cerda Farías, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Facultad de Historia. igor.cerda@ umich.mx 4 162 del sitio arqueológico de Magdala, Israel y colaborador en varios proyectos generados por la Universidad Rey Juan Carlos. También ha publicado diversos libros, artículos y capítulos relacionados con la historia prehispánica de México, arquitectura novohispana, grafitos históricos y sobre la Orden de San Agustín en la Nueva España. Ha sido invitado a formar parte del Institutum Historicum Augustinianum, de Roma. Fernando Mendoza Molina5 Es originario de Pátzcuaro, estudió Historia en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Colaboró para el Arzobispado de Morelia en la transcripción paleográfica para integrar el expediente histórico de la Causa de Canonización de Vasco de Quiroga, trabajó para el Instituto Nacional de Antropología e Historia, ha sido Director del Archivo Histórico de Pátzcuaro, colabora en medios de comunicación, es coautor del libro “Pátzcuaro en Breve – Historia, personajes y efemérides”, tiene diversos artículos publicados sobre historia de la región. Cronista de Pátzcuaro. Daniel Aguilera Palomino Fotógrafo, comienza su carrera como fotógrafo en el ayuntamiento de Pátzcuaro, esto durante la administración del 2015. Es en al ámbito de la fotografía de paisaje, desde donde desarrolla su trabajo principal. Sus imágenes nos transportan a un Pátzcuaro de espacios solitarios, paisajes de naturalezas atemporales, nos muestran un pueblo, que no cambia, como si Pátzcuaro a través de los años no modificara su esencia. Es de su particular interés retratar esa esencia. 5 Fernando Mendoza Moliana, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Facultad de Historia. ferpatzcuaro@ hotmail.com 163