Cuento científico Ángel Adrián Herrera Martínez 3° "A" Hace mucho tiempo, en un tranquilo pueblo llamado Ecovalle, vivían dos amigos inseparables: Luna y Mateo. Desde pequeños, compartían una profunda conexión con la naturaleza que los rodeaba. Los dos eran apasionados por explorar el bosque que se extendía detrás de sus casas y por cuidar los ríos y montañas que rodeaban su hogar. Un día, mientras exploraban el bosque, Luna y Mateo notaron algo inusual. Los árboles parecían más secos, y el arroyo que solía fluir con claridad estaba casi seco. Al investigar, descubrieron que la causa de estos cambios era el calentamiento global, un problema que afectaba a todo el planeta. Dibujo por Santiago Diaz Gonzales Preocupados por la salud de su hogar y la vida silvestre que lo habitaba, Luna y Mateo decidieron tomar medidas. Se dieron cuenta de que la educación era el primer paso para enfrentar este desafío, así que organizaron una presentación en la escuela para hablar sobre el calentamiento global y sus efectos. Durante la charla, compartieron información sobre la emisión de gases de efecto invernadero y cómo contribuían al aumento de la temperatura en la Tierra. También explicaron cómo esto estaba causando fenómenos climáticos extremos, como sequías y tormentas más intensas. La comunidad de Ecovalle estaba sorprendida y alarmada por la magnitud del problema. Todos querían hacer algo al respecto, pero no sabían por dónde empezar. Luna y Mateo, junto con otros jóvenes del pueblo, formaron un grupo llamado "Guardianes del Ecovalle". Su objetivo era aprender más sobre el cambio climático y encontrar formas de reducir su impacto en el entorno. Dibujo por Santiago Diaz Gonzales Comenzaron a investigar prácticas más sostenibles, como la energía solar y la agricultura orgánica. Plantaron árboles para restaurar áreas deforestadas y participaron en campañas de limpieza para mantener limpios los ríos y arroyos de la región. Cada acción que tomaban estaba impulsada por su amor compartido por la naturaleza y su deseo de protegerla. Luna y Mateo también llevaron su mensaje fuera de Ecovalle. Organizaron talleres educativos en otras comunidades cercanas y se unieron a una red global de jóvenes preocupados por el cambio climático. Compartieron historias de éxito y estrategias para enfrentar el problema a nivel mundial. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, Luna y Mateo enfrentaron desafíos. Algunas personas en su comunidad no estaban dispuestas a cambiar sus hábitos y adoptar prácticas más sostenibles. Esto los desanimó, pero no se rindieron. Sabían que para abordar el calentamiento global, debían ser persistentes y compasivos. Un día, mientras realizaban una caminata por el bosque, Luna y Mateo encontraron un árbol antiguo y majestuoso. Este árbol, llamado "El Sabio", había estado allí durante siglos y había visto muchas generaciones de personas vivir en Ecovalle. Inspirados por su fortaleza, decidieron organizar un evento comunitario alrededor de él. Invitaron a la comunidad a unirse a ellos para cuidar de El Sabio y celebrar la belleza de la naturaleza. Al ver a tantas personas unidas en un objetivo común, aquellos que antes habían resistido el cambio comenzaron a comprender la importancia de cuidar el medio ambiente. Dibujo por Santiago Diaz Gonzales Con el tiempo, Ecovalle se convirtió en un ejemplo de comunidad sostenible. Se instalaron paneles solares en muchas casas, se promovió el uso de transporte público y se establecieron áreas de reciclaje en todo el pueblo. La flora y fauna del bosque comenzaron a recuperarse, y los ríos volvieron a fluir con fuerza. Luna y Mateo, con el apoyo de su comunidad, demostraron que el cambio era posible cuando las personas se unían para proteger el planeta. A medida que crecían, se dieron cuenta de que su amor por la naturaleza y su dedicación a combatir el calentamiento global eran una fuerza poderosa para el bien. El ejemplo de Ecovalle se extendió por todo el mundo, inspirando a otras comunidades a tomar medidas para enfrentar el calentamiento global. Luna y Mateo, los guardianes de su amado Ecovalle, habían demostrado que cada uno de nosotros tenía un papel que desempeñar en la protección de nuestro hogar compartido: la Tierra. Su historia nos recordaba que, juntos, podíamos superar cualquier desafío y crear un futuro más sostenible para las generaciones venideras. Dibujo por Santiago Diaz Gonzales