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7 ENSAYOS DE INTERPRETACIÓN DE LA REALIDAD PERUANA

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7 ENSAYOS DE INTERPRETACIÓN DE LA REALIDAD PERUANA
DE JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI
5 ENSAYO EL FACTOR RELIGIOSO (ANÁLISIS)
La Religión En El Tawantinsuyo
José Carlos Mariategui aborda el problema de la religión en el Perú, realizando
un estudio en retrospectiva, buscando, hurgando, en las profundas arenas del
tiempo la razón de la crisis de la religión, en un Estado que siendo laico, y
católico se diferenciaba en su estructura de otros estados cuya influencia no fue
ibérica, sino anglosajona como los Estados Unidos de Norteamérica.
El autor cita, en su quinto ensayo a destacados sociólogos y filósofos, que han
analizado a través de innumerables estudios la realidad y la fluencia de la
religión primigenia en las primeras estructuras sociales, y posteriormente la
fusión originada por las conquistas en el continente americano.
Debemos entender entonces que Mariategui busca la problemática social, en la
influencia de la religión en el Estado y su eterna simbiosis con la política, la que
afirma fue así desde siempre.
En efecto, la religión en los pueblos indígenas de América Latina, mezclaban
en una suerte de fuerte amalgama la política con la religión, ya que eran sus
monarcas una suerte de dioses con aspecto humano, seres cuya divinidad no se
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ponía en tela de juicio, ciertamente el Inka era no solo el hijo del Inti, del Sol era
el Sol mismo reencarnado en hombre.
Esta concepción de la divinidad de sus gobernantes se ve reflejada en la
idolatría y culto a los Inkas muertos (procesión de las momias durante la fiesta
del Inti Raymi)
y se refleja como un patrón en todas las culturas
indoamericanas. Un ejemplo claro de este hecho lo encontramos en la cultura
Mejicana, en la que su gobernante era la representación de su dios, un dios sin
forma humana que descendía a la tierra, para poner orden y gobernar a través
de esa envoltura.
El Estado y la religión eran un solo ente, un solo cuerpo, una estructura sólida
en la que una no puede sobrevivir sin la otra, los Inkas a diferencia de la cultura
Greco Roma, divinizaban a sus líderes, igual similitud la hallamos en Mejico,
quedando
demostrado en el juramento que realizaba el nuevo monarca
Mejicano al ascender al trono quien prometía hacer brillar el Sol, caer la lluvia
de las nubes, correr los ríos y producir a la tierra frutos en abundancia, es decir
que este sentimiento de divinidad se encontraba profundamente enraizado,
interiorizado tanto en sus gobernantes como en el vulgo, los que no osaban
siquiera mirarles a los ojos.
A diferencia de los pueblos que habitaban América del Norte, según el cronista
Waldo Frank, pensador (filósofo y artista moderno) contemporáneo de
Mariategui
cuando
explica
el
fenómeno
norteamericano
descifrando,
atentamente, su origen y factores religiosos. El pioneer, el puritano y el judío,
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han sido, según la luminosa versión de Frank, los creadores de los Estados
Unidos. El pioneer desciende del puritano: más aún, lo realiza. Porque en la raíz
de la protesta puritana, Frank distingue principalmente voluntad de potencia.
“El puritano- escribe- había comenzado por desear el poder de Inglaterra: Este deseo lo
había impulsado hacia la austeridad, de la cual había pronto descubierto las dulzuras.
He aquí que descubría luego un poder sobre sí mismo, sobre los otros, sobre el mundo
tangible. Una tierra virgen y hostil demandaba todas las fuerzas que podía aportarle; y,
mejor que ninguna otra, la vida frugal, la vida de renunciamiento, le permitía disponer
de esas fuerzas”.
He ahí donde radica nuestra mayor diferencia, en la influencia externa, de los
conquistadores, los anglos a diferencia de los ibericos, buscaban su libertad,
autogobernarse formar una nación libre, independiente de la élite externa, de
sus reyes, de la monarquía y el sometimiento. Los ibericos, en cambio veían en
las nuevas tierras una extensión del imperio, de España, no buscaban libertad,
no existían sentimientos de libertad, independencia por el contrario el total
sojuzgamiento a la corona, les hacia tener ansias de retornar a la tierra española
pero veían en América, un forma de sustento, de comodidad de sentirse señores
y no vulgo.
Retomando la problemática de la religión en el Imperio, nos muestra que no
existía diferencia entre esta y el estado, la religión incaica no buscaba dogmas
que lograran que el alma alcanzara el cielo, no existía un infierno, era religión
que más que dogmatismo, reflejaba la clara voluntad del Inka de consolidar su
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poder absoluto, bajo está no se adapto una sola deidad, el Inti por el contrario
se conservaron muchas más de los pueblos sometidos a su poder, he ahí el
origen de la existencia de una innumerable existencia de dioses.
La religión obedecía a fines estrictamente políticos para afianzar su poderío y
normar en todo el Imperio era necesario endiosar a sus gobernantes, no se
discute la voluntad de un dios, pero si la de un hombre; en la época del
incanato, ningún súbdito podía o tan solo pensaba en dañar al inka o algún
miembro de la realeza, estos pensamientos se encontraban proscritos
desterrados, era tal la sumisión y la idolatría que su veneración les llevaba a
creer que estos sucumbirían sin su dios.
A pesar que no se tienen documentos escritos de tales hechos, la actividad de
los indios hasta la actualidad, nos pueden dar un indicio del porque Mariategui
en su quinto ensayo afirmaba tales hechos, este se baso primordialmente en los
escritos del Inca Gracilazo de la Vega, pues debemos recordar que los pueblos
incaicos, al parecer carecían de escritura, algo también ciertamente discutible,
ya que talvez existió una forma de escritura, que probablemente se fue
perdiendo en el tiempo o estaba proscrita, por lo que sus tradiciones fueron
transmitidas en forma oral.
Mariategui, trata de demostrar simplemente el porque al ser conquistado el
Imperio Incaico, sucumbió el Estado y con el la religión, sin su dios, el Inka, no
había razón para mantener un culto, no estaba enraizada como una idea
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teológica, no se pretendía salvar el alma, no existía un paraíso, para los indios
era su mundo terrenal el que debían preservar.
Esta fue otra razón por la cual, el choque entre estas culturas la indígena y la
iberica, sufrieron un choque tan brutal.
Sin embargo a pesar de ello sobrevivieron algunos ritos, que se han preservado
a través del tiempo, como los ritos agrarios del pago a la tierra.
Por último Mariategui, profundiza aún más la concepción que tenían estos
sobre la muerte misma, nos dice: los inkas no veían en la enfermedad un mal,
por el contrario, para ellos era una mensajera de su padre el Sol, que los llamaba
a reposar cerca de él en el Cielo.
A diferencia de la cultura occidental, que ve en ella una prueba divina, un
castigo, algo que se debe tomar con resignación.
LA CONQUISTA CATÓLICA
En la segunda parte de su ensayo y análisis, nos hace referencia cronológica de
la conquista católica, en el Perú.
En esta etapa, se pueden distinguir dos fases, la primera fase se analiza que
significo la conquista, para Mariategui la conquista fue una suerte de cruzada,
en la que los conquistadores no fueron sino hidalgos, cruzados que
acompañados del clero, buscaban extender la corona española en el Nuevo
Mundo, lejos del colonizador anglosajón el puritano, que no buscaba extender
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los dominios de Inglaterra sino como lo indica su nombre colonizar, tomar
como suya la nueva tierra.
Así define a la conquista española como una suerte de empresa esencialmente
militar y religiosa, principio básico de toda cruzada. Ya que la realizaron en
comandita soldados y misioneros.
Nos dice que el triunvirato de la conquista del Perú, habría estado incompleto
sin Hernando de Luque, ya que tocaba a un clérigo el papel de letrado y mentor
(recordemos que Francisco Pizarro era analfabeto, al igual que muchos de los
conquistadores), de la compañía. Luque representaba la Iglesia y el Evangelio.
Su presencia resguardaba los fueros del dogma y daba una doctrina a la
aventura. En Cajamarca, el verbo de la Conquista fue el padre Valverde. Si
retomamos la concepción que existía en el incanato de religión y estado
podemos comprender porque era de vital importancia la ejecución de
Atahualpa.
Su ejecución nos dice, obedecía al rudimentarismo del Maquiavelismo político
de Pizarro, sin embargo era necesario su revestimiento religioso. Virtualmente
afirma Mariategui, está aparece como la primera condena de la Inquisición en el
Perú, recordemos que para la inquisición era un grave delito, que llevaba al
patíbulo la idolatría y la practica de aquello que se consideraba pagano.
Como vemos el rol de la iglesia católica, en la primera etapa de la conquista fue
de índole esencial, porque esta fue la base de la conquista.
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Sin embargo Mariategui, afirma que en su segunda etapa, cuando ya no hubo
hidalgos que enviar a los nuevos territorios, se enviaron a los nuevos caballeros,
agotados, de una España en decadencia, a diferencia de los anglos, quienes
continuaron enviando a las nuevas tierras colonos, mientras que España ya no
podía enviar caballeros, conquistadores porque esta suerte de cruzados se había
extinguido o se encontraba en decadencia los ingleses podían continuar
enviando gente con el ánimo de colonizar palabra cuya esencia encierra una
gran diferencia con el término conquistar. Al terminar la conquista se inicia la
colonia, el coloniaje con una España en decadencia, para Mariategui, la colonia
constituía una empresa política y eclesiástica. Como vemos menciona a otro
sacerdote el padre don Pedro de la Gasca, afirma que el eclesiástico reemplaza
al evangelizador. El Virreinato, molice y ocio sensual (refiriéndose a la nueva
estirpe de colonos) traería después al Perú nobles letrados y doctores
escolásticos, gente ya toda de otra España, la de la inquisición y de la
decadencia. En esta etapa surgen dos ordenes religiosas la dominica y la jesuita,
gracias a su adaptación a las nuevas tierras, conocimiento y experiencia en
adaptar el paganismo al catolicismo, profundizaron las relaciones existentes
entre estos y los indios, fueron los sacerdotes y no los nobles los que
impartieron una educación escolástica, estudiaron las costumbres de los
indígenas y las adaptaron a su tarea evangelizadora, crearon los primeros
obrajes y cultivaron la tierra con productos traídos de España, poco a poco los
indios vieron en ellos una suerte de defensores, hallaron la similitud de
antiguos recuerdos de costumbres paganas en la fastuosidad mágico religiosa
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de la religión católica compararon en las borlas, y casullas de los frailes y
sacerdotes dominicos, al mismo sol, en la imagen del Señor de los temblores, la
presencia de sus Apus, y del Inti, fue así que poco a poco se fueron mezclando
sus costumbre paganas con el catolicismo. Ellos danzaban ante las imágenes de
cristos y santos, pero no lo hacían para ellos, eran los vestigios de antiguas
costumbres paganas que aún se guardaban en sus memorias y mentes, bailaban
para adorar a sus dioses, recordándolos con nostalgia venerando su pasado,
estos fenómenos jamás fueron comprendidos ni por los conquistadores ni por
los religiosos, quienes confundían los ayes de sus cánticos, con gritos de
lamentación y arrepentimiento muy lejos de su verdadero significado.
Revistiéndose de esta forma el paganismo aborigen con el culto católico, he ahí
la clave de su subsistencia.
De otro lado la pasividad con que los indios se dejaron convertir al catolicismo,
es decir su catequización, enflaquecieron en el Perú su esencia. El misionero no
tuvo que velar por la pureza del dogma; su misión se redujo a servir de guía
moral, de pastor eclesiástico a una grey rustica y sencilla, sin inquietud
espiritual alguna.
Como en lo político y religioso al periodo de la conquista, siguió el periodo
virreinal, nos afirma Mariategui basándose en el estudio de otros pensadores de
la época que siendo el Perú como lo es una suerte de collage, es decir mezcla de
diversas culturas, a esta etapa contribuyo también la raza negra traída desde el
África por los españoles como esclavos, afirma que fue el negro el que le dio
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una suerte de fetichismo y superstición a la religión católica, inclusive la califica
de inmoral, ya que fueron estos los que embriagados con licor, excitados por
estímulos de sensualidad y libertinaje propios de su raza, danzaban con
movimientos obscenos y gritos salvajes, en las populares fiestas de diablos
gigantes, moros y cristianos, con las que, frecuentemente, con aplauso general,
acompañaban a las procesiones. Afirma también que si el suntuoso culto y la
majestuosa liturgia disponían de un singular poder de sugestión para
superponerse al paganismo indígena, el catolicismo español como concepción
de la vida y disciplina del espíritu carecía de aptitud para crear en sus colonias
elementos de trabajo y de riqueza, este es uno de los tantos puntos de la
debilidad en la economía del Perú, ya que no se permitió la llegada del
capitalismo a estas tierras, ya que la nobleza española despreciaba el trabajo y el
comercio; la burguesía muy retardada en su proceso, estaba contagiada de
principios aristocráticos. En paralelo, podemos afirmar que el protestantismo,
(colonos ingleses) es la levadura del capitalismo, en contrario sensum el
catolicismo es la base del feudalismo. Una demostración clara la observamos en
el desarrollo del capitalismo en países protestantes como Inglaterra, Alemania,
y los Estados Unidos de Norteamérica, a diferencia de otros países como Italia,
Francia, y la misma España en la que se mantuvo como base de su economía la
agricultura y no la industria, una deficiencia clara en el desarrollo de algunas
potencias y el atraso de otras. El autor pretende esclarecer y puntualizar estos
hechos en el fracaso económico de estos países como élite y por ende el de sus
colonias, para ello se vale de algunos juicios como los de Marx y Engels, padres
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del comunismo, quienes como debemos recordar atacaron a los estamentos
religiosos nombrándolos el opio del pueblo y mas tarde también procederían
atacar al capitalismo. Pero que dice Marx, cuyo pensamiento es recogido, y
adaptado por Mariategui como dogma, este afirma lo siguiente; “El sistema de la
moneda es esencialmente católico, el del crédito eminentemente protestante. Lo que salva
es la fe: la fe en el valor monetario considerado como el alma de la mercadería, la fe en el
sistema de producción y su ordenamiento predestinado, la fe en los agentes de la
producción que personifica el capital, el cual tiene el poder de aumentar por sí mismo el
valor. Pero así como el protestantismo no se emancipa casi de los fundamentos del
catolicismo, así el sistema del crédito no se eleva sobre la base del sistema de la
moneda…. ”; Este sentimiento lo comparte Maeztu escritor español, quien al
realizar un análisis de la moral del capitalismo yanqui afirmando
que su
sentido de poder lo deben, en efecto, los norteamericanos a la tesis calvinista de
que Dios, desde toda eternidad, ha destinado unos hombres a la salvación y
otros a la muerte eterna; …….., que esa salvación es la manera de gastar el
dinero….”.
Para explicar el fenómeno del progreso norteamericano recoge el postulado de
Waldo Frank (economista) quien afirma que la clave del surgimiento
económico, de esta nación se debe entre otras cosas a la disciplina de la Iglesia
que organizó e hizo marchar a los hombres contra las dificultades materiales de
una América indómita, renunciando a los placeres de los sentidos volcando por
ende la máxima energía disponible para la caza del poder y de la riqueza. Estos
sentimientos se ven remarcados en las universidades norteamericanas, bajo
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estos principios religiosos, que proporcionan a los jóvenes una cultura cuyo
sentido era la santidad de la propiedad, y la moralidad del éxito.
El
catolicismo, por otra parte siempre a presentado la ambigüedad entre la
posesión y la renuncia, y al contrario de América del Norte, en
la que el
protestantismo hallo tierra fértil, nunca existió en esta parte del continente,
ascetismo, por el contrario siempre predomino, el goce, lasitud y molice. Otra
clara diferencia fue la conquista misma, el colono ingles no necesitaba
conquistar un pueblo una cultura, sino un territorio agreste, los anglosajones no
necesitaron enviar una comitiva de religioso ni construir templos, ellos no
necesitaban de pastores, puesto que cada uno de ellos era para si mismo su guía
y pastor, y se bastaban con el uso de una Biblia para ello.
Si en el inicio en la Nueva España, como así se le llamo a estas tierras, el inicio
de la conquista, el impulso de este deseo fue el de una inspiración en las
cruzadas y el deseo exorbitante de los religiosos de preservar no solo la iglesia,
la religión sino también su dogmatismo, poco a poco este sentimiento fue
decayendo lentamente en una decadencia total, en la que no preservaba, el
sentimiento primigenio, por el contrario este se fue degenerando, tal es así que
en la época de la colonia una buena profesión era el sacerdocio, el segundo hijo
de toda buena familia optaba por abrazar esta como profesión, ya que no solo
era amados y venerados, temidos y respetados por indios y españoles, también
recibían grandes bonificaciones de aquellos a quienes impartían sus
enseñanzas, ya que les nombraban como sus herederos.
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La suerte de España y sus colonias, siempre ha permanecido ligada, algunos
historiadores a quienes utiliza Mariategui para su análisis de la realidad
peruana, como fuente afirman que en España el Tribunal de la Santa
Inquisición, obedecía a fines políticos y no religiosos, que jamás hecho simiente
alguna en estas tierras y que tanto en el Perú como en Méjico, fue utilizado
como sistema de represión de cualquier levantamiento que fuera en contra de
los intereses de la aristocracia, más que como herramienta de lucha contra la
herejía.
Sin embargo luego de estas dos largas y extenuantes etapas históricas,
observamos que la Iglesia Católica, mantuvo un rol preponderante en el
desarrollo de la historia del Perú, ya que fue entre los sacerdotes donde la
simiente de la Independencia echaría raíces, descubriéndose así que donde
había religiosidad esto es misticismo, pasión, era en los curas criollos e indios,
entre los cuales, en el Perú como en Méjico se iniciaría la revolución liberal.
LA INDEPENDENCIA Y LA IGLESIA
Como hemos afirmado anteriormente, José Carlos Mariategui, aborda el tema
de la religión y su influencia en el desarrollo del Perú, en tres etapas históricas
la última etapa que es analizada para su ensayo, es la etapa comprendida en la
independencia.
Para comprender esta etapa debemos partir de dos premisas, la primera, la
Iglesia Católica en el Perú si bien conservaba propiedades también fue una de
las principales precursoras de la Independencia, a diferencia de Méjico en la
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que la propiedad privada estaba en manos de los clérigos, y estos entraron en
serias confrontaciones al ver afectados sus intereses económicos con la
revolución.
Mientras en otros lugares del mundo la iglesia católica perdía importancia
lentamente, como en Francia, con la llegada de las revoluciones y el jacobismo.
En el Perú existió siempre una suerte de complacencia, puesto que jamás se
perdieron los privilegios de la aristocracia y burguesía española, nunca fueron
tocados directamente, en nuestro país afirma Mariategui, la posible reforma, la
Independencia hallo un feudalismo intacto, los choques entre el poder civil y el
poder eclesiástico no tenían ningún fondo doctrinal. En nuestro país siempre ha
prevalecido el poder eclesiástico sobre el poder laico. Tal es así que en la
primera Carta Magna, promulgada se toma como religión nacional a la católica,
manteniendo de esta forma el feudalismo español.
La iglesia católica y la monarquía siempre han permanecido unidas, la
monarquía protegía a la iglesia y esta mantenía la subordinación a la corona,
esta suerte de simbiosis, le ha permitido mantenerse con vida, a diferencia de
los estados con influencia anglosajona en su pensamiento teológico, en la que
existencia del estado como tal, ha permanecido separado de la religión en forma
independiente y autónoma un poder del otro, a diferencia de los países
latinoamericanos.
La ideología y dogmatismo católico según el autor, han entorpecido
soberanamente el desarrollo económico de los países latinoamericanos entre los
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cuales se encuentra el nuestro. Afirma que la religión católica a penetrado de tal
forma en la mente de nuestros pueblos que ven en el capitalismo y en toda
forma de manifestación anglosajona, una manifestación clara no de laconismo,
sino más bien de herejía, herejía que va en contra de todos los preceptos tan
bien enraizados en nuestros pueblos y conciencias.
Se ve al capitalismo como una forma egoísta de surgir, lejos de las enseñanzas y
prácticas cristianas de desprendimiento y sacrificio, en la que no se respeta el
individualismo y el pragmatismo, ya que se ve en estas prácticas una
manifestación del egoísmo humano, que busca lucrar con el sacrificio de otros.
Es por esta razón que nunca ha calado hondo en ningún país de Latinoamérica
el sentido del capitalismo como único medio, para lograr un progreso
económico y salir del subdesarrollo.
Debemos recordar que Mariategui, atravesaba por una etapa de autocrítica, en
la que busco comprender porque otros países que evolucionaron en conjunto,
presentaban extremas diferencias en su evolución y desarrollo en todos los
niveles, tanto económico, social, cultural y político. Por ello realizo en este
quinto ensayo un paralelismo entre la cultura mejicana tan parecida a la nuestra
y la cultura anglosajona que se estableció en Norteamérica, trato por lo tanto de
analizar
cuales
fueron
los
principales
factores
que
diferenciaron
el
subdesarrollo y la miseria de los países latinos y el desarrollo y opulencia, en
otras palabras el éxito logrado en todos los niveles por los norteamericanos,
descubriendo que fue un sentimiento de sobrevivencia en tierras que
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consideraron como propias a diferencia de los conquistadores españoles, el
anglosajón apartado de la religión como dogma vio en las nuevas tierras que
fue a colonizar no a conquistar un hogar, lejos de lo que hallo en ellas el
sentimiento del conquistador español.
El anglosajón estaba solo, y deseaba libertad lejos de una monarquía, del
autoritarismo que esta significaba, el conquistador español era una suerte de
romántico caballero que empleaba su fuerza y destreza para conquistar nuevas
tierras a favor de sus reyes y la iglesia católica, una suerte de inspiración para
una nueva cruzada.
Lo cierto es que lejos de un suerte de historias caballerescas o de una suerte de
pionero intrépido que lucha en un territorio inhóspito, que le obliga a dejar de
lado todo tipo de misticismo, la voluntad de cada pueblo y su educación, son
los elementos esenciales para impulsar su desarrollo. No existen formulas
mágicas, no es precisamente en el capitalismo donde encontraremos nuestro
bastión para el desarrollo, como años más tarde lo comprendería Mariategui,
quien también abrazo el comunismo de Hengels y de Marx como una
posibilidad para sobrevivir.
La religión sin lugar a dudas a jugado y juega aún en nuestros tiempos mucho
más allá de la época en la que vivió Mariategui, un rol importante en la historia
de la humanidad algunas veces como factor desencadenante otras veces como
un patrón que mueve masas, porque no debemos olvidar que la base del
cristianismo no solo fue el sacrificio también fue la igualdad entre los hombres.
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