Tomar una posición: Estar en contra o estar a favor Hoy en día en nuestro México se nos impone en toda conversación y en cada momento, que tomemos una posición con respecto a los temas de masa deforme en que está sumida la política nacional o los temas sociales como la inseguridad, la actitud en redes, o la educación: temas que sacuden al país. Aun más, nos piden que tengamos una idea o posición clara sobre los temas que están en la opinión pública sobre cualquier evento de la política mundial. Hay que tomar una posición clara: a favor o en contra. Bajo el lema de “todo está clarísimo de acuerdo con…”, no se acepta la costumbre de pensar uno mismo y poder generar una idea personal. El tratar de discernir sobre los temas para contrarrestar posturas radicales genera una incertidumbre, el matiz de la incertidumbre lleva a la duda y ésta, con frecuencia, en este mundo agitado puede ser fatal o por lo menos a la descalificación. Les doy un ejemplo. Hace algunos días durante una cena entre varios exalumnos del ITAM, uno de ellos con ideas radicales, dijo: “…los mejor que le puede pasar a México es que AMLO muera…” Al yo cuestionarlo por su posición, no solo radical sino de violencia, me dijo “…es que prefiero tener a un Bolsonaro o a un Pinochet que a este loco.” Posición más radical creo que no había oído antes y era obvio que el resto de la mesa (ex-ITAM) deseaba que yo apoyara su postura. La discusión fue bastante desagradable con posiciones radicales e ambas partes, la mía en apoyo a las políticas de AMLO y él con su teoría del dictador bueno. Eso si pensamos que Pinochet fue un buen tirano y que AMLO si está revirtiendo todos los problemas que nos dejaron años de malos gobiernos. El punto es que lo que se pide de los participantes es que se debe optar ya, sin muchos remilgos, por unos o por otros. De manera urgente. A favor o en contra de Maduro, de la estrategia para detener el huachicoleo y lo relacionado con el robo de hidrocarburos, del manejo de PEMEX, de la respuesta a TRUMP, de la legalización de la marihuana, de los expresidentes, de los inmigrantes, de los independistas catalanes, de lo que sea pero eso sí: a favor o en contra; con la Ley o con los corruptos; con los que protestan o a favor de los que guardan silencio de manera aprobatoria. Todos los días, a cada momento nos enfrentamos a la posibilidad de realizar este tipo de elecciones. Las personas, que los medios consideran informadas, se reconocen al instante por eso: siempre que se les pide (y cuando no, también) tienen su opinión de inmediato, no piensan la respuesta, más bien esta ya está preparada para dársela a la audiencia a favor o en contra de lo que sea. La comunicación digital hace que ahora comunidades y países enteros estén informados de los acontecimientos en la casa del vecino o de un poblado a miles de kilómetros de distancia y de esa vorágine ya no hemos podido salir en ningún momento. El curso de la historia y sus catástrofes junto con la sociedad globalizada se han visto aceleradas de forma inédita por distintos factores y eso hace que tomar partido ya no es solo una posibilidad sino una obligación. Por eso, deberíamos defender nuestra libertad de pensar nuestras posturas respecto a las continuas preguntas e inquisiciones diarias, más aun cuando las circunstancias del tema de la pregunta no pueden ser analizadas. Se debe poder impugnar los términos en los que se plantea la pregunta para que nuestra opinión de este trucada. Muchas veces carecemos de voluntad para la satisfacer muchas de nuestras necesidades básicas y sin embargo se nos acumulan montones de cuestiones banales de actualidad sobre las que nos piden o debemos pronunciarnos, muchas veces cayendo en la trampa y dedicándoles a menudo tiempo y discusión con quien lo ignora casi todo. La atención que le dedicamos a esos temas bajo la influencia de aparatos complejos pero sencillos de operar que nos señalan con claridad la medida en que nuestra opinión a favor o en contra opera minimiza el tiempo de aquellos que nos incumben más directamente. He aquí un grupo de temas sobre los que nuestra vida diaria en México nos piden tomar partido. Lo haremos con la advertencia de que en cada uno se desarrolla la debida costumbre de pensar y de esta forma tomar una posición. Espero contribuir con estas notas a fomentar esa actitud de pensar antes de escupir el palabras sin haber sido razonadas de manera consiente. Yo también soy hijo de este tiempo. La pregunta ¿entonces, qué hacemos? O ¿si tú fueras el personaje central como habrías actuado? Es una forma de iniciar el razonamiento de tomar una posición. Peor por supuesto, no hay respuesta a esa pregunta; por lo menos planteada de ese modo. Pues ese es el problema: que nos vemos abocados a la inacción cuando pensamos qué hacer y consideramos que quienes tienen el poder de actuar no saben lo que hacen.