Uploaded by Tatiana Baum

Resumen completo - Filosofía y Ética

advertisement
1
Unidad I – Filosofía y Ética
Caracterización de la filosofía y su relación con otros tipos de conocimiento
El filósofo es considerado un “ingeniero de conceptos” ya que estudia la estructura del
pensamiento del mismo modo que el ingeniero estudia la estructura de los materiales.
Estudiar una estructura implica conocer cómo funcionan sus partes, cómo se relacionan entre
sí y qué sucedería si se introdujesen cambios.
La filosofía (“amor a la sabiduría” en griego) nace en Grecia en el Siglo VI como un
replanteamiento de las creencias. Estudia la estructura de la visión humana, compuesta por
conceptos e ideas que vamos adquiriendo a lo largo de la vida. Nuestras ideas y conceptos se
pueden comparar con la lente a través de la cual vemos el mundo. En la filosofía el objeto de
estudio es el lente en sí mismo.
La filosofía, a su vez, se relaciona con diferentes ciencias:
• Sociología: en la filosofía se tiene una visión profunda sobre cuestiones infinitas, se
busca establecer los principios generales que rigen el conocimiento en general.
Muchas de estas cuestiones surgen del contacto con la sociedad.
• Psicología: la psicología es la primer hija de la filosofía, etimológicamente significa
“ciencia que estudia el alma”. La mente es tanto el medio para interpretar, analizar y
explicar el mundo así como un medio para que la filosofía alcance sus fines.
• Historia: representa la praxis de la filosofía, agrupa acciones que realiza el hombre
para hacerse de la verdad. Sin filosofía no hay historia.
• Religión: la filosofía busca a través de razonamientos e ideas, explicar las creencias y
conceptos que se manejan en las religiones.
Filosofía y ciencia
A lo largo de nuestra vida nos formulamos preguntas tales como: ¿Qué soy? ¿Qué es la
conciencia? ¿Puedo sobrevivir a la muerte temporal? ¿Por qué existe algo? ¿Cuál es la
diferencia entre pasado y presente? A diferencia de preguntas tales como ¿cuándo sube la
marea?, las cuales pueden ser respondidas mediante la experiencia o el conocimiento
empírico, las preguntas anteriores requieren un mayor grado de reflexión o lo que se
denomina auto-reflexión o capacidad de reflexionar sobre sí mismos, sobre la posición
tomada, sobre la compresión de lo que decimos, preguntarnos si lo que decimos es
“objetivamente” cierto. De esta manera observamos el andamiaje de nuestro pensamiento,
hacemos ingeniería de conceptos.
La reflexión es importante porque forma un continuo con la práctica. Lo que pensamos sobre
las cosas que hacemos influye en nuestra manera de hacerlas. Puede influir en nuestras
investigaciones, en nuestras actitudes.
Así mismo, la reflexión puede ser vista como algo peligroso, ya que no hay forma de saber por
adelantado adónde nos puede llevar. Mucha gente se siente incómoda o se indigna ante
ciertas preguntas filosóficas. Algunos temen que sus ideas puedan salir peor paradas de lo que
desearían si se pusieran a pensar en ellas.
El error filosófico se presenta cuando se interpretan motivaciones humanas desde un conjunto
equivocado de categorías, sin comprender su naturaleza. Por ejemplo, no siempre el hombre
actúa de manera egoísta, puede que la gente esté dispuesta a preocuparse por los demás o
aunque sea poner algo de su parte.
2
Filosofía y ética
En la formación de una persona, se cruzan diferentes aspectos cognitivos (manejo y aplicación
de información), actitudinales (relación con los demás), y ciertas destrezas vinculadas a la
toma de decisiones. En la ética se ponen en juego todos estos factores.
Cuando hablamos de ética, erróneamente la vinculamos sólo con la idea del bien o el mal.
Más bien debe relacionársela con el hombre. La ética es lo referente a la bondad o maldad
vinculadas al hombre y su manera de pensar, decidir, actuar y sostener las consecuencias de
esa acción.
La ética fundamentalmente consiste en el esfuerzo de guiar nuestras acciones de manera
arbitraria e imparcial mediante acciones.
Diferencias entre ética y moral
A la hora de diferenciar la moral de la ética, hay que aclarar ciertos aspectos. Ética
etimológicamente proviene de “ethos” que inicialmente significaba “morada” y luego pasó a
ser “carácter o modo de ser”, al igual que moral, que inicialmente significada “costumbre” y
luego pasó a ser “carácter o modo de ser”.
La moral prescribe normas y leyes, a diferencia de la teoría que únicamente describe una
situación. Por ejemplo, “Juan asesinó a su tía”, es una acción que sin dudas está sujeta a algún
tipo de juicio moral, y nos despierta inmediatamente juicio valorativo. Para determinar si un
acto es moral o inmoral es necesario un código de referencia, mientras que lo moral-amoral
señala el alcance de la moralidad de la humanidad. Si una obra es amoral, está desprovista de
sentido moral.
Adela Cortina define la moral como aquellos principios, normas y valores que determinan si un
acto es bueno o malo. La ética por su parte, se encarga de reflexionar sobre los problemas
morales e intenta justificar códigos de la comunidad. Mientras la moral se pregunta qué
debemos hacer, la ética se cuestiona por qué lo debemos hacer.
ÉTICA —- MORAL —- ACCIONES
La ética cumple con tres funciones: define qué es la moral, principios, normas, fundamenta la
moral, y aplica a los diferentes ámbitos los resultados anteriores.
Paul Ricouer concibe la ética vinculada a la decisión de vivir juntos. Se trata de comprender
que con las decisiones tomadas respecto al bien y el mal, estamos decidiendo la comunidad
que formamos, cómo es nuestro vínculo con los otros y cómo nos cuidamos mutuamente.
De acuerdo a este filósofo, la concreción personal se logra llevada a cabo en amistad, en una
comunidad medida por instituciones.
Michael Foucault concibe la ética como el uso reflexivo de la libertad. “Uso” supone aquello
que se realiza se incorpora, se apropia tanto a nivel conceptual como de acción. De este modo,
se entiende que sea reflexivo desde el punto de vista gramatical. Finalmente, no hay ética sin
libertad.
La ética como praxis
La ética es considerada una praxis (unión de la teoría con la práctica), ya que no es un
conocimiento teórico que nos interesa poseer por el sólo gusto de saber. Muchas de nuestras
acciones conllevan una decisión ética.
Como praxis, la ética supone que la teoría, mediante conceptos, juicios y proposiciones,
orienta la acción para que esta no sea ciega. Permite que el hombre no actúe
automáticamente, sino que sea fruto de una decisión medida en su realidad humana, que lo
transformen y lo comprometan en la construcción de su propia identidad.
3
En lo que remite a la praxis, es necesario diferenciar la ética personal de la ética profesional. La
ética personal es aquel conjunto de normas que nacen en el seno de una sociedad y ejercen
influencia en la conducta de cada individuo, mientras que la ética profesional refiere a
situaciones específicas que viven ciertos profesionales. Cada profesión tiene su propio código
ético.
Dilemas morales
Un dilema consiste en una situación problemática en la cual hay sólo dos instancias posibles,
pero ninguna de ellas es completamente viable o satisfactoria. Cuando el dilema es moral,
genera un conflicto de valores en donde cualquier decisión nos provocará “problemas de
conciencia”. Ej.: un padre que le comunica al médico que no quiere donarle un riñón a su hija,
aquí el médico debe guiarse por la sinceridad o la pasión a la hora de comunicárselo a la niña.
En este caso, primero se debe pensar la situación, luego considerar normas o principios éticos,
luego tomar la decisión, luego llevar a cabo la acción y finalmente aceptar el retorno.
Relación de la ética con otros saberes
Primero es importante determinar que la ética es una rama de la filosofía, ocupada de la
moralidad de los actos humanos.
• Se vincula con la política, ya que el hombre y su práctica son parte del bien común
• Se relaciona con la antropología, ya que recién luego de definir qué es el hombre y
cómo define su humanidad, podemos avanzar en sus actos y la moralidad de estos.
• Se vincula con la psicología en el punto que decidir, actuar y recibir retornos suponen
cuestiones cognitivas, afectivas.
• Se relación con la sociología, ya que se ocupa de estudiar las relaciones de los
hombres entre sí, sus reglas y modos de funcionamiento.
El problema del relativismo
Las distintas culturas tienen códigos morales diferentes, por lo cual no hay una verdad objetiva
en moral. Sin embargo, hay un problema con esta argumentación. En primer lugar, las
creencias, cada cultura cree que la moral verdadera es la suya.
De todas maneras, puede presentarse el denominado “relativismo cultural”, y que lo correcto
e incorrecto no sea algo universal, sino que dependa de tradiciones heredadas. Dicho concepto
nos permite darnos cuenta que nuestras prácticas son sólo productos culturales, y que no
pueden ser juzgadas como buenas o malas desde la moral. Ej.: topless, así como también nos
permite mantenernos abiertos sobre ciertas costumbres.
Clasificación de las teorías éticas
En primer lugar se encuentran las éticas cognitivistas, aquellas que sostienen que la ética es
un área del conocimiento al igual que la ciencia. Por el contrario, las éticas no cognitivistas
sostienen que los juicios éticos no tienen nada que ver con el conocimiento, sino que son sólo
expresiones subjetivas de nuestras emociones (ej.: emotivismo).
Dentro de las cognitivistas se encuentran las teleológicas, cuyo origen proviene del griego
“telos” o finalidad. Definen las acciones morales buenas como aquellas que responden a un
fin. La otra rama son las deontológicas,(“deon” significa deber) impulsadas por Kant, y que
ponen el acento en que hay que hacer el bien sólo por cumplir con el deber.
Dentro de las teleológicas se encuentran las naturalistas y las intuicionalistas (Moore).
4
Dentro de las naturalistas, las éticas de las virtudes y las consecuencialistas. El utilitarismo es
una teoría ética consecuencialista representada por Bentham-Stuart Mill y determina que los
fines pueden variar según las consecuencias, siendo bueno aquello justamente que tenga
óptimas consecuencias (“el fin justifica los medios”). Las éticas de las virtudes se dividen en
eudaimonismo, representada por Sócrates, Platón y Artistóteles, proveniente del griego
“eudaimon” o felicidad y justamente se basa en que hay que hacer lo mejor para lograr
felicidad. Por otro lado se encuentra el hedonismo, representada por Epicuro, proveniente del
griego “hedone” o placer, y se basa en que hay que hacer lo mejor para obtener placer.
Unidad II – Los Filósofos Presocráticos
El origen de la filosofía
Milesios e itálicos
La filosofía antiguamente se definía como la búsqueda de la verdad sobre la naturaleza del
universo y del hombre.
El origen de la filosofía occidental se produjo primero entre los jonios, alrededor del año 600
a.C. Aristóteles la reconoció como el origen de toda filosofía: la maravilla, la curiosidad por la
naturaleza de las cosas. Los jonios se preguntaban ¿por qué las cosas son como son y
acontecen cómo acontecen? A su vez reflejaban una actitud de desapego y notable
indiferencia por la religión tradicional, impulsada por los poemas homéricos.
Los principales representantes de la filosofía jónica eran Tales, Anaximandro y Anaxímenes,
todo de Mileto, la ciudad más rica y poderosa de Jonia. Fueron astrónomos, agrimensores y
geógrafos. Tales predijo eclipses, Anaximandro inventó el reloj de sol. Todos se sentían
atraídos por los meteoras, o fenómenos atmosféricos y por los movimientos de los cuerpos
celestes. Ellos consideraban que el origen de los cuerpos celestes estaba en los meteoras. Se
oponían totalmente a la manera de pensar de lo eterno, trascendente mundo de las estrellas
que se hizo dominante en la filosofía griega posterior.
Tales explicó la cosmología o el origen del universo a través de una materia primordial viviente
y única, indefinida en su extensión, llamada “humedad” (“hyron” en griego). Anaximandro la
llamó “indefinido-ilimitado” (“apeiron” en griego), concebido como una figura esférica.
Anaxímenes la llamó “aire” (“halito” en griego), asemejando la vida del universo a la del
hombre, cuyo principio es justamente el aire. Los tres autores coincidieron en llamar a dicha
materia “divina”, haciendo referencia a que era viviente y eterna. Concibieron el proceso de
origen del universo como una separación y nueva combinación de los opuestos (“caliente” y
“frío”, “húmedo” y “seco”). Estos opuestos son cosas “lo calor”, “lo húmedo”. Todo este
proceso se hallaba gobernado por una ley o ritmo de equilibrio llamada “justicia” o “dike” en
griego.
El método de los milesios no se apoyaba en una argumentación razonada, ya que tiene como
base unos pocos hechos observados de manera no sistemática. En realidad se aproxima más al
forjador de mitos que al auténtico hombre de ciencia. Apelaban a las técnicas sin mostrar una
verdadera inclinación científica.
El segundo origen se produjo entre los itálicos, que surgieron luego de la caída de Jonia en la
zona de Italia Meridional y Sicilia. Aquí llegó Pitágoras, emigrado de Samoa, y fundó la
confraternidad pitagórica o también llamada escuela itálica. Detrás de ella se encontraba el
movimiento religioso conocido como “orfismo”, basado en rituales de purificación y una
extensa literatura de Orfeo, adoptado como profeta. Su doctrina determinaba que el hombre
5
es una mezcla divina y terrenal, y la purificación y liberación del elemento divino es el fin al
cual apuntan los órficos. El alma era un dios inmortal encarcelado en el cuerpo condenado.
En la escuela itálica la búsqueda de la verdad era diferente a los milesios. Adoptaron de los
órficos la doctrina que proclamaba que el alma era divina e inmortal, y estaba encarcelada en
el cuerpo y condenada a reencarnaciones hasta que se purifique y retorne al mundo divino.
Los itálicos se preguntaba ¿cómo puedo librar el cuerpo de esta muerte y volver a ser un Dios?
Según Pitágoras lo que hace que el alma sea divina es el intelecto, el poder de conocer la
verdad eterna. Esa verdad estaba expresada como un elemento de forma, límite y armonía y
por el orden de los cuerpos celestes. Este orden se vincula con la principal ideología de
Pitágoras, quien sostenía que la realidad de las cosas podía ser expresada en términos
numéricos. Esta fue la raíz que luego dio origen a la física y matemática. Según los pitagóricos
el orden, límite, contorno son todos elementos del bien, mientras que la oscuridad, el
desorden y el movimiento son todos elementos del mal.
Los presocráticos posteriores
Heráclito tenía un pensamiento basado en la primitiva cosmología milesia. Sentía absoluto
despareció por las ideas populares y opiniones de otros filósofos. Despreciaba la “polimatía”,
que implicaba las matemáticas y la astronomía pitagórica como fuente de estudio del universo.
Creía apasionadamente en el cambio como ley de todos los seres “No es posible entrar dos
veces en el mismo río”. Según él, todas las cosas se hallan en perpetuo cambio, ya que en
ninguna parte se puede hallar el reposo eterno. Como buen admirador de los milesios,
consideraba que el origen del universo se produjo gracias al choque de los opuestos (malobueno, caliente-frío). Estaba en contra de la idea de “opción” de un elemento sobre otro tal
cual exponían los pitagóricos (luz sobre oscuridad, orden sobre desorden), ya que para él era
imposible concebir un elemento sin el otro.
Ese mundo de cambio y conflicto expuesto por Heráclito se encontraba regulado por un
principio de orden y medida. La justicia y sus ministros (“furias”) se encargaban de conservar
los cuerpos celestes dentro de los límites. De todas maneras, en un nivel más alto, Heráclito
definió al principio gobernante como “Logos”, que se basaba en la “universal proporción de la
mezcla”, la ley o principio de medida-orden-proporción-equilibrio de los cuerpos celestes u
opuestos. Heráclito consideraba al Logos como un Dios, una inteligencia eternamente viva al
igual que el fuego.
Parménides perteneció a los itálicos y fue un joven contemporáneo de Heráclito. Se
caracterizó por ser el primer filósofo griego que razona o acude al razonamiento lógico.
Sostenía la idea de que el camino de la verdad se fundaba en “lo que es, es, y es imposible que
no sea”. Rechazaba fervientemente e incluso consideraba una ilusión la idea de que las cosas
cambian o “son y no son”, tal cual fundamentaban los filósofos anteriores.
Su “uno primordial” es considerado divino y permanece inalterado e inmutable, no puede
disminuir, dividirse. No nace ni muere, no se mueve ni cambia, está limitado y tiene la forma
de una esfera que ocupa la totalidad del espacio. Su clara ideología por la unidad, el reposo y
el límite mediante un proceso de razonamiento lógico lo llevó al polo opuesto de Heráclito.
La teoría de Parménides fue mutando con el tiempo y los filósofos posteriores consideraron
más que una única materia vigente la combinación de diferentes cuerpos, cada uno inmutable,
eterno y dotado de características del “uno parménideo”.
El primer pluralista contemporáneo de Parménides fue Empédocles de Acrágas, figura dentro
de la filosofía órfica. El elemento pasivo se encuentra representado por las cuatro raíces:
fuego, agua, tierra y aire. Hay dos causas movientes: el principio unificador, Amor o Afrodita
así como el principio separativo, Discordia o Ares. El proceso cósmico es un ciclo donde cada
una de esas causas prevalece alternativamente. Sólo en las etapas intermedias, donde no hay
6
ni completa separación ni fusión de elementos, pueden existir entes particulares tal como los
conocemos.
Contrapesando a Empédocles, se encuentra el frío y despojado jonio Anaxágoras de
Clazómenes. En su ideología surge el sentido común como actitud intelectual y la indiferencia
religiosa propia de los milesios. Consideraba que todas las sustancias naturales (carne, hueso),
las sustancias orgánicas (animales, vegetales) así como las sustancias meteorológicas (calor,
frío) y los opuestos referidos a la nutrición (dulce, amargo) son elementales, es decir nunca
podrá resolverlos en elementos aún más últimos.
Su causa moviente es el “nous” o “inteligencia”. Es esencialmente móvil y constituye el origen
del movimiento ordenado de todo lo demás. Este movimiento es un proceso gradual de
separación y distinción a partir de una mezcla original, surgiendo así la existencia del universo
y de las cosas particulares tal como las conocemos.
Anaxágoras explicaba la sensación afirmando que experimentamos calor, frío por la presencia
en nosotros de los correspondientes opuestos. Lo caliente en nosotros es enfriado, lo frío
calentado.
Empédocles, en cambio, sostenía que conocemos lo semejante por lo semejante. El fuego por
la presencia del fuego, el aire por el aire.
Esta discusión llevó luego a Aristóteles a desarrollar la doctrina de la percepción sensible.
Por último, dentro de los pluralistas se encontraban los atomistas, representados por Leucipo
de Mileto, quien superaba las dificultades de la teoría de Parménides simplemente
ignorándolas. Su postura era mucho más materialista y mecanicista que la de Empédocles y
Anaxágoras. Sus cuerpos elementales son los átomos, consideradas pequeñas masas de
materia primordial, imposibles de analizar en partes desde el punto de vista físico, pero sí
desde el punto de vista lógico. Las únicas realidades fundamentales eran los átomos y el vacío.
Las cosas que se encuentran en los mundos se forman gracias al encuentro casual de los
átomos en su infinito vacío.
Mito y logos
El “paso del mito al logos” es una expresión que hace referencia al origen de la filosofía como
superación de las formas míticas, religiosas y sagradas del pensamiento (jonios-itálicos) a un
pensamiento posterior filosófico-racional que incluye además de la filosofía a la ciencia
(presocráticos posteriores).
Unidad II – Los Sofistas y Sócrates
Los Sofistas
Los sofistas eran considerados profesores viajeros que buscaban obtener éxito en la vía
pública. Viajaban de ciudad en ciudad, impartiendo sus enseñanzas a los jóvenes de familias
ricas de la ciudad, a cambio de escasos honorarios. El tema principal de sus cursos era la
retórica, el arte de persuadir mediante elocuentes discursos. Buscaban que sus discípulos
tengan las herramientas para poder desde defender un litigio judicial hasta sostener
argumentos opuestos. También se enseñaba la gramática y el estudio del significado de las
palabras, así como artes elegantes.
Los sofistas no pretendían ser considerados filósofos ni nada similar. No valoraban a la filosofía
como se la reconocía en ese momento: una especulación naturalista y cosmológica. Su
principal preocupación radicaba en lograr una vida humana próspera y civilizada, sin existir
7
normas referidas a la realidad inmutable, la religión y la moral a las que la mente humana
debiera conformarse. Para los sofistas la religión y la moral eran una cuestión de costumbres
creadas por el hombre. Su actitud frente a la vida era un agnosticismo humanista.
Sócrates
Sócrates surgió en medio de una Atenas devastada por la guerra, desplazada como primera
potencia mundial, golpeada por dos epidemias de peste pero fortalecida por una democracia
sólida, negocios que recuperan su ritmo.
En una esquina, rodeado por un grupo pequeño de jóvenes bien vestidos y de físicos cuidados,
se encontraba Sócrates, un individuo de baja estatura, nariz chata, ojos separados, túnica en
mal estado, descalzo. Nació en Atenas, hijo de Sofronisco, tallador de piedra y una partera
llamada Fenarete, ambos atenienses de pura cepa, lo cual les permitía portar con ciertos
derechos políticos: votar y ocupar cargos públicos (ocupó una magistratura durante un año).
Se lo podía encontrar en la calle, en el mercado, conversando con políticos. Su principal interés
no eran los paisajes, sino los hombres.
Sócrates sostenía que la tarea principal del hombre era cuidar su alma o pshyke, a fin de
mejorarla todo lo posible. Esta actuaba como personalidad intelectual y moral, como agente
responsable del buen y mal obrar. Era fundamental el cuidado de ella como objetivo
primordial en la vida. Consideraba que la salud y bondad del alma se lograba en el momento
que el alma conoce la virtud y obra bien. Toda maldad es involuntaria y se debe a la propia
ignorancia. Sócrates definía al conocimiento como una comprensión, visión e intuición plena,
un “ojo del alma”.
De aquí surge la ética intelectualista de Sócrates, donde se identifica al conocimiento como la
principal virtud del ser humano. De acuerdo a esta doctrina, las malas acciones son producto
del propio desconocimiento y no son voluntarias. La conducta moral sólo será posible si se
basa en el conocimiento del bien y la justicia.
Para otros filósofos como Heráclito, el alma era parte del fuego divino o Logos, mientras que
para los órficos-pitagóricos era un Dios aprisionado en el cuerpo.
¿Por qué condenaron a Sócrates?
Sócrates se caracterizaba por hablar si escribir una sola línea. Había hablado de todo, de la
verdad, de la ciencia, de la justicia, de la belleza. Y más que hablar, había preguntado. Quería
saber qué pensaban sus vecinos para ver qué argumentos podían sostenerse con firmeza y
cuáles debían descartarse. Aquí está una de las claves del problema: Sócrates se había
planteado demostrarle a los atenienses que sus opiniones y juicios estaban basados en la
costumbre y no en la razón, de modo que eran incapaces de defender lo que era bueno, justo
y verdadero. Más allá que enredaba a sus interlocutores con propias palabras y los alentaba a
reformular el concepto, sostenía con humildad una frase: “Sólo sé que no sé nada”.
Con el correr del tiempo, las ideas impuestas por los filósofos tales como Sócrates se habían
extendido y radicalizado. Atenas se había visto invadida y revolucionada por los sofistas
considerados nuevos maestros de la moral y de retórica. Las nuevas ideas atrajeron mucha
gente culta y en especial hijos de aristócratas. Estos empezaban a burlarse de las creencias
tradicionales compartidas y a despreciar a sus antecesores. Preferían utilizar el dinero de sus
padres para retribuir a un sofista en lugar de comprarse un caballo o un equipo de guerra.
Los nuevos intelectuales habían contaminado a los jóvenes con “ideas estrafalarias” y ahora
los jóvenes se lanzaban contra las instituciones políticas, la familia y la religión. No
consideraban locos a los sofistas sino a los que les pagaban, es decir, los jóvenes.
La derrota en la Guerra del Peloponeso fue otro factor que impulsó el descalabro de la
sociedad ateniense, sumado a dos epidemias de peste que cayeron sobre la cuidad matando a
8
un tercio de la población. La juventud se caracterizaba por estar fuera de control, e incluso
mutilar estatuas sagradas. Esta sucesión de calamidades demandaba alguna explicación.
Los aristócratas de Atenas consideraban que todos estos males eran provocados por la
contaminación ideológica que había sufrido la juventud desatando así la furia de los dioses.
Sostenían que los nuevos intelectuales habían convertido la desmesura (“hybris” en griego) en
moneda corriente.
A principios de la Guerra de Esparta, los atenienses incorporaron el delito de impiedad, para
aquellos que pusieran en duda la existencia de los dioses. Se buscaba así atacar a los
intelectuales más visibles de la nueva mentalidad.
• Primero se condenó a muerte a Anaxágoras, por enseñar que el Sol, la Luna y los
cometas eran piedras. De todas maneras, logró huir de la cuidad.
• Otro acusado fue Fidias por divinizarse a sí mismo, quien no pudo escapar a una
condena a muerte.
• Sócrates cumplía todos los requisitos para ser condenado por este delito: criticaba
duramente la moral tradicional, demolía antiguas ideas de lo justo y lo bueno, criticaba
la democracia, mostraba indiferencia por las instituciones.
El primer cargo anunciado por Meleto contra Sócrates fue el delito de impiedad, al no creer en
los dioses que cree la cuidad e introducir divinidades nuevas. El segundo, el delito de
corromper a los jóvenes argumentando que estos eran apartados de la sabiduría convencional
y así se debilitaban los lazos con la ciudad, alejándolos de la moral transmitida de generación
en generación.. El castigo propuesto era la muerte.
Sócrates luego de aceptar la condena propuso una condena alternativa: que se le diera el
mismo trato que a los vencedores de los Juegos Olímpicos, alojándolo de por vida en un
edificio público y alimentándolo a costas del pueblo. Esto fue rechazado.
Sócrates tampoco aceptó la multa que ofrecieron pagar varios de sus discípulos hijos de
aristócratas.
Después de la condena estuvo encerrado un mes entero, ya que la ejecución no podía ser de
inmediato por cuestiones religiosas. Sus amigos le propusieron fugarse, pero él no aceptó.
Finalmente un día de primavera, envuelto en su túnica y luego de beber la cicuta, falleció.
Mayéutica
La mayéutica fue un método inductivo y dialéctico utilizado por Sócrates, donde mediante el
diálogo un maestro efectuaba a un individuo un conjunto de preguntas acerca de un
determinado tema, en forma correlativa y ordenada, con el único objetivo de guiarlo hacia una
respuesta, para que pudiera reflexionar con las propias ideas que yacían en su interior.
A través de esto, se lograba llegar a la esencia de las cosas, entendiendo “qué es lo que hace,
que una cosa sea lo que es, y no otra cosa diferente”.
El maestro actuaba como un intermediario entre el individuo y la verdad, buscaba que el
interlocutor mediante la deducción lógica pueda alcanzar el verdadero conocimiento que
hasta ese momento era desconocido.
Unidad IV – Las Ideas de Platón
Platón nació en Atenas y murió en la misma ciudad. A los 20 años entró en contacto con
Sócrates, quien determinaría decisivamente su pensamiento, y en cuya boca puso la mayor
parte de sus doctrinas.
Al igual que Sócrates defendía una ética eudaimonista basada en las virtudes. “Eu” singnifica
bueno y “daimon” divinidad o espíritu. Sostiene que las normas morales tienen por objetivo
alcanzar la felicidad, la cual no es un estado pasajero de euforia sino que es un estado
9
permanente que se va ganando a lo largo de la vida. Su concepción de felicidad abarca un
aspecto austero, ya que está distanciada de los placeres corporales así como abgneado, ya que
superpone la vida en comunidad por sobre la individual.
Su campo de especialidad no fue sólo la filosofía, también estudió matemática, astronomía,
física, política y sociología. Pero si se debiera señalar otra actividad donde alcanzó idéntica
genialidad que en la filosofía hay que mencionar el arte, Platón fue uno de los más grandes
artistas de palabra, uno de los escritores más grandes de todos los tiempos. Sus textos logran
la perfecta armonía de broma con seriedad, parodia o sátira con alegoría.
Planteo del problema
Al igual que la doctrina socrática, Platón consideraba que el verdadero saber no se relaciona a
lo cambiante, sino a algo permanente, no a lo múltiple sino a lo uno.
Platón se comprometió a determinar la índole o el modo de ser de las cosas (“ideas”), e
investigar todo su dominio, no sólo los conceptos éticos, sino también matemáticos,
metafísicos, etc.
Considera el conocimiento sensible o que se alcanza por medio de los sentidos como una
opinión, vacilante y contradictoria. Determina que el verdadero conocimiento es riguroso,
permanente y constante “2+2=4”. Así como la ciencia se refiere a lo que realmente es, su
objeto no puede ser sensible, vacilante y cambiante. Platón busca lo inmutable y absoluto, el
conocimiento objetivo, basado en conceptos, definiciones.
El modo de ser de lo sensible, y el de las ideas. Los dos mundos.
Como lo permanente e inmutable no se encuentra en el mundo sensible, Platón postula el
mundo inteligible o de las “ideas”. En Platón la palabra idea hace referencia al aspecto
intelectual o conceptual con que algo se presenta: el aspecto de la silla no se mide en sí es
cómoda, incómoda, roja o verde sino en el aspecto de ser silla. No es algo que se detecta con
los sentidos sino con la propia inteligencia. De ahí el término inteligible, proveniente de la
“esencia”.
Las cosas iguales y las cosas sensibles son cambiantes, contradictorias e imperfectas, se las
conoce mediante los sentidos (cosas sensibles), en tanto que la propia igualdad y todas las
ideas son inmutables, idénticas y perfectas, se la conoce mediante la inteligencia y la razón
(entes inteligibles). La belleza es siempre belleza, en tanto que las cosas o personas bellas,
llega un momento que dejan de serlo.
Según Platón, antes de nacer el hombre habitó en el mundo de las ideas o inteligible, donde las
contempló y conocido su totalidad y pureza. Al venir al mundo fue cuando el cuerpo atravesó
un río o Leteo y allí se olvida el saber de las ideas. Contemplando las cosas sensibles que ve, va
recordando más o menos los entes inteligibles. Ej.: al ver dos personas bellas recordamos la
belleza, al ver leños iguales recordamos la igualdad.
El conocimiento a priori
El conocimiento a priori hace referencia a aquel conocimiento independiente de la
experiencia, que la experiencia no puede cambiarlo, ni fundamentarlo. Ej.: dos más dos es
igual a cuatro. Más allá que lo aprendimos por medio de la experiencia, como por ejemplo con
un ábaco o los dedos de la mano, esto no ha sido más que una ayuda para pensar algo que no
es empírico. Todo conocimiento empírico se limita a un número de casos, por ejemplo decir
que “todos los cisnes son negros”.
El conocimiento a priori se refiere a una afirmación universal y necesaria, que vale para todos
los casos y que tiene que ser así. Podemos decir que dos más dos es cuatro, así como que dos
10
marcianos más dos marcianos son cuatro marcianos, más allá que no existan. Este
conocimiento no se refiere a hechos (de facto) sino que es un conocimiento de derecho (de
jure) o necesario.
Los dos mundos: doxa y episteme
Así como existen dos tipos de mundos: el sensible y el inteligible, también existen dos tipos de
conocimiento: la doxa u opinión y el episteme o el conocimiento científico.
Doxa
Episteme
Saber superficial, parcial y limitado,
vinculado a los sentidos.
Versa sobre las apariencias.
Saber explicativo, metódico, sistemático y
crítico.
Versa sobre las causas y fundamentos de
cosas, objetos y situaciones reales.
Saber basado en pruebas y datos de la
realidad.
Conocido como “saber científico”.
Basado en parámetros lógicos y racionales.
Saber sobre lo que otros dicen, y por eso
es engañoso.
Conocido como “saber vulgar”.
Basado en parámetros ilógicos e
irracionales.
La postura de Parménides era bastante más extrema que Platón, ya que separaba al mundo
sensible de un ente único, inmutable, inmóvil mediante la razón. Según él, el mundo sensible
equivalía a nada, y como tal no se podía extraer ningún tipo de conocimiento, sólo ignorancia.
Platón tenía una visión más flexible, ya que consideraba que el mundo sensible actuaba como
un ser intermedio, imperfecto, una mezcla de ser y no-ser. Allí todo era imperfecto y estaba
sometido al devenir, y lo que tiene de ser lo tiene en la medida que copa o imita a las ideas.
• Ideas: únicas, inmutables, idénticas, necesarias, independientes, perfectas.
• Cosas sensibles: múltiples, mutables, temporales, contradictorias, dependientes,
imperfectas.
Grados del ser y del conocer
A efectos de subdividir los mundos y los diferentes tipos de conocimiento se efectúa el
diagrama de la línea, donde se exponen los diferentes grados del ser, desde la nada hasta el
ser en toda su plenitud, así como
también los grados del
conocimiento, desde la ignorancia
hasta el pleno conocimiento.
Por encima de E se encuentra lo
que Platón llama la idea suprema,
o la idea del bien. Por debajo de A
se encuentra el “no-ente”, que
representa lo opuesto, es decir, el
mal.
El segmento AC representa lo
visible o lo opinable, el mundo de
la opinión (doxa), mientras que el
segmento CE representa el
mundo inteligible, la verdadera realidad, lo cual se conoce mediante la episteme o el
conocimiento científico.
11
•
•
•
•
En el segmento AB se encuentran los entes más débiles, como las sombras, imágenes
que se proyectan en espejos. En este caso el estado del espíritu es la eikasia o
imaginación. Ej: el cine nos provoca un estado de eikasia ya que se exhiben sombras
en la pantalla, que en la medida que la película nos interesa nos harán reír o llorar.
En el segmento BC se encuentran las cosas sensibles propiamente dichas: las casas, los
caballos, las montañas. Estas cosas puede ser captadas mediante la pistis o creencia.
Son imperfectas, inseguras, como toda cosa sensible.
En el segmento CD ya se ingresa al mundo inteligible. Dicho pasaje está explicado en
detalle en “La Alegoría de la Caverna”. Aquí se hace referencia a las ideas
matemáticas, y a todos los conceptos fundamentales de las ciencias. El modo típico de
captar estos entes se llama diánoia o entendimiento.
La diánoia se vale de diagramas o dibujos para explicar los entes a los cuales se refiere.
Esas ilustraciones permiten pasar de lo sensible a lo inteligible. Otra característica de la
diánoia es que consiste en un conocimiento científico que parte de una “hipótesis”. La
hipótesis se refiere a “supuestos” de los cuales parte este conocimiento, por ejemplo
la aritmética parte de un número, la geometría del espacio. Estos supuestos o puntos
de partida son indiscutibles, simplemente las ideas parten de ellos.
En el segmento DE se encuentran ya las ideas morales y metafísicas, captadas por la
noésis o inteligencia, un modo de conocimiento puramente intelectual, sin ningún
método sensible, imágenes o ejemplos, como es el caso de la diánoia. Es un
conocimiento absoluto, no-hipotético. El método de la noésis es la dialéctica, que
consiste en el arte de la conversación para dar razón de alguna idea. También
representa un tránsito o proceso desde lo fragmentario hasta el mundo de las ideas
presidido por el Bien.
La Justicia
Según Platón la Justicia es el mayor de todos los bienes o fines, siendo incluso deseado por
aquellos que se amparan en la injusticia.
El filósofo sostiene que existe un isomorfismo entre la polis y los individuos. Es decir, las
estructuras que se encuentren en la polis serán análogas a análogas a las que existan en el
hombre, y por lo tanto lo que sea justo en un lado también lo será en otro.
La polis ideal debe estar conformada por tres estamentos
• Gobernantes: su función es gobernar, administrar y gestionar la polis a fin de que esta
alcance el bien propio. Virtud: prudencia o sabiduría para alcanzar el bien general.
Alma: racional o aquella que aporta conocimiento inteligente/racional para adquirir
conocimientos y tomar decisiones.
• Guardianes: su función es defender la polis de amenazas externas. Virtud: valentía o
firmeza en la defensa de la polis y el cumplimiento de las órdenes. Alma: irascible o
aquella que se vincula a nuestra decisión y corazón para llevar a cabo las acciones.
• Productores/campesinos: su función es desarrollar las actividades económicas. Virtud:
moderados o templados para someterse voluntariamente a la autoridad de los
gobernantes. Alma: concupiscible o aquella vinculada a los deseos e instintos.
La justicia actúa como una virtud no asociada a ninguno de los estamentos anteriores, sino que
lo hace como la perfecta armonía o coordinación con que cada estamento o parte del alma
cumple con la función que le corresponda según la virtud. Posibilita que tanto los estamentos
como las almas se subordinen a los gobernantes y al alma racional.
12
La idea del Bien
Platón propone que el Bien es una idea suprema y como tal es difícil de alcanzar. Por esto, no
se debe tratar al Bien en sí mismo, sino compararlo con el Sol. Para observar algo no basta con
el ojo sino que se precisa la luz que el Sol otorga.
No basta con el “ojo del alma” sino que se precisa el Bien para otorgarle inteligibilidad a las
ideas (gnoseológico). Además el Bien hace ser a las ideas, les da vida a las cosas (ontológico).
Por último, se dice que el bien es teleológico porque es el fin último hacia lo cual todo se
dirige, la meta suprema.
La Alegoría de la Caverna
Platón utilizó la Alegoría de la Caverna para dar forma plástica a las teorías esbozadas, así
como para expresar dramáticamente la condición y el destino del hombre.
Dentro de una caverna se encuentran al fondo hombres sentados y encadenados, de tal
manera que no pueden ni siquiera girar la cabeza o inclinarla. Se ven obligados a mirar la pared
que tienen enfrente y las sombras que allí se exponen.
A su espalda, subiendo la pendiente se encuentra una pared baja y detrás de ella hombres
portando cajas u objetos similares a sus hombros. Esto permite reflejar la luz por encima de
esos objetos y reproducir sombras al fondo de la caverna.
Aún más arriba de la pendiente, en la hoguera se termina por salir al mundo exterior donde
están los árboles, los animales, los cuerpos celestes, y en definitiva, el Sol.
La caverna representa nuestro mundo, el mundo sensible, mientras que el exterior representa
el mundo real o el mundo de las ideas, y cuya forma más alta es el Bien, simbolizado por el Sol.
El mundo sensible consiste en un mundo de sombras, apariencias, y los hombres que habitan
en la caverna son prisioneros de este mundo. Sólo el conocimiento propiamente dicho, basado
en la ciencia y en definitiva la filosofía nos podrá liberar.
La Alegoría narra el proceso de des animalización del hombre, de realización o educación hasta
llegar a su realización completa o alcanzar el Bien.
Unidad V – El Realismo de Aristóteles
Aristóteles fue el discípulo de Platón por excelencia y se destacó por desarrollar su propio
sistema filosófico. Además de filosofía se destacó en otros campos de la ciencia: física,
biología, psicología, sociología, política.
Ambos filósofos exponían grandes diferencias. Platón representaba al idealista, al hombre que
tiene su pensamiento dirigido a otro mundo, que no es el sensible, sino un mundo perfecto.
Aristóteles, en cambio representa al “realismo”, porque para él, el verdadero ser no se halla en
aquel mundo platónico, sino en este mundo que habitamos diariamente.
13
Crítica a la Teoría de las Ideas
Aristóteles coincide con la teoría de Platón en afirmar la “idea”, lo universal, lo racional, y
sostiene que el único objeto del conocimiento es la esencia, el ente inmutable que nuestra
razón capta.
Por otro lado, critica la idea de los dos mundos expuesta por Platón. A modo de detalle, se
pueden exponer sus críticas en los siguientes puntos:
• La primera crítica se refiere a que la filosofía platónica supone la innecesaria
duplicación de las cosas. Platón supone que hay dos mundos (sensible e inteligible), y
en este caso en vez de resolver el problema metafísico (determinar el fundamento de
todos los entes), lo complica duplicando las cosas. Aristóteles sostiene que si se puede
resolver un problema o explicar un fenómeno con un principio, no hay por qué hacerlo
con dos o tres.
• La segunda crítica se basa en la vinculación que hace de los mundos Platón. Según él,
las cosas sensibles son copias de una idea, que es como su modelo. De acuerdo a
Aristóteles, expresiones como “copia” o “‘modelo” no son verdaderas explicaciones
sino más bien inclinaciones a imágenes literarias o mitos, algo anterior a pensamiento
racional y científico.
• La tercera crítica se pregunta por qué es necesario existiendo las ideas estáticas e
inmutables tengan que surgir cosas sensibles, que son esencialmente cambiantes.
Tampoco entiende la noción de la idea como “causa” u “origen” para la generación de
cosas sensibles. La idea de “casa” por sí sola no hará surgir una “casa real”, se
necesitarán albañiles, materiales, etc.
Las categorías
De acuerdo a Aristóteles, el término “ente” como la palabra “ser” tienen distintos significados.
No es lo mismo decir “esto es una silla” que “esta silla es blanca”.
Tales maneras se reducen a dos fundamentos: el modo de ser “en sí” “in se” (substancia) o el
modo de ser “en otro” “in alio” (accidente). El ser de esta mesa es “in se”, en sí por sí mismo,
es un ser independiente. Por otro lado, el color, la longitud de la mesa, son modos en cuanto
están presentes en otro ente. No existe un color por sí solo, sino cuando está presente en otra
cosa. Los accidentes son nueve: cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo, posición, posesión,
acción y pasión.
Si se habla de Sócrates, la substancia es el individuo llamado Sócrates, mientras que los
accidentes son: mide un metro sesenta (cantidad), es calvo (cualidad), marido de Jantipa
(relación), está en la plaza (lugar), esta mañana (tiempo), de pie (posición), calzado (posesión),
comiendo (acción) y siendo interrogado (pasión). A todas estas expresiones que indican las
formas fundamentales de ser, Aristóteles las denominó categorías.
La substancia es el ente individual y concreto, la cosa sensible, a diferencia de las ideas
platónicas, que eran abstractas, universales e inteligibles (no sensibles).
Estructura de la substancia. Forma/materia. Acto/potencia
La forma determina ¿qué es una cosa? Podría ser una mesa. No hace referencia a la forma de
una cosa, lo cual sería un accidente, sino a la “esencia” y corresponde a lo que Platón
considera “idea”. La materia responde a la pregunta ¿de qué es una cosa?, su material. En el
caso de una mesa, sería “madera”. Hace referencia a lo indeterminado, lo pasivo, el contenido
o material de algo. No tiene nada que ver con el material desde el punto de vista materialista,
sino más bien al contenido de una cosa.
Así como Platón colocaba las cosas en un mundo trascendente, para Aristóteles las formas son
inmanentes a las cosas sensibles. Materia y forma coexisten como dos elementos inseparables.
14
Todas las cosas sensibles devienen, cambian, se mueven, son dinámicas. Producto de esto es
necesario introducir dos nuevos conceptos. La potencia es la materia considerada
dinámicamente en sus posibilidades. Por ejemplo, el árbol es una mesa, en posibilidad, ya que
si es talado y manufacturado puede convertirse en una mesa. Se dice que el “árbol es mesa en
potencia”. Por otro lado se encuentra el acto, que es la forma dinámicamente consumada o
establecida, realizada. Por ejemplo, el árbol que observamos en la calle es un “árbol en acto”.
Acto se opone a potencia como realidad se opone a posibilidad.
El cambio y las cuatro causas
El término movimiento tiene un sentido más amplio para Aristóteles que nuestro lenguaje, y
es sinónimo de cambio general. Así, el filósofo distingue cuatro tipos de cambio:
• Cambio o movimiento substancial: aquí la substancia viene al ser, aparece, nace o se
destruye, corrompe o muere. Ej.: el nacimiento de un niño, la muerte de un anciano.
• Cambios accidentales:
o Cambio cuantitativo: refleja aumento o disminución. Ej.: e
crecimiento de una planta.
o Cambio cualitativo: refleja una alteración. Ej.: el cambio de
color del cabello.
o Cambio local o de lugar: refleja lo que corrientemente
llamamos “movimiento”.
Todo cambio lleva consigo una causa, de otro modo sería ininteligible. Para Aristóteles, el
conocimiento inteligible es siempre conocimiento por las causas.
Así, distingue cuatro causas:
• Causa formal: constituye la forma específica o propia de la especie, del ente que se
trate, esté o no plenamente realizada. Ej.: se dice que el niño Fernández es un hombre,
y con esto no se quiere decir que sea hombre hecho y derecho, sino que pertenece a la
especie humana. Se lo determina en función de la forma que todavía no está
plenamente realizada, en función del adulto.
• Causa final: la forma es considerada causa final, ya que constituye el “fin”, aquello
hacia lo cual el individuo se orienta. Consiste en la perfección a que la cosa tiende. Se
trata de una concepción teleológica de la realidad. En el ejemplo anterior, determina
el objetivo o ideal que el individuo trata de alcanzar.
• Causa eficiente: consiste en el motor o estímulo que desencadena el proceso de
desarrollo. No se encuentra en el individuo en cuestión, sino en otro diferente: por
ejemplo en el caso del niño, la causa eficiente será el padre, en el caso de una mesa la
causa eficiente será el carpintero. Mientras que la causa final opera como meta, la
causa eficiente opera “desde atrás”, y es exterior a la cosa en desarrollo.
• Causa material: es una condición pasiva, pero necesaria para el substrato que recibe la
forma y se mantiene a través del cambio. La materia permite que el mundo no sea un
mundo de puras formas, sino uno sensible y cambiante.
Siempre que toda substancia está constituida por materia, y materia signifique
potencia, y esto algo no realizado, imperfecto, resultará que todas las cosas del mundo
sean imperfectas, en mayor o menor medida, debido a que ninguna llega a adecuarse
a la forma consumada o acto.
En el fondo, las causas se reducen a dos: forma y materia. La materia como substrato
indeterminado, y la forma como principio de todas las determinaciones.
15
La escala de la naturaleza
Se ha visto que para Aristóteles, la realidad está constituida por las cosas individuales y
concretas, y que a su vez estas al momento predominante, lo que las hacer ser o les da
realidad es la forma, o el acto.
En el primer peldaño de la realidad, se encuentran los cuatro elementos sublunares: tierra,
agua, aire y fuego. Constituyen la materia existente más elemental posible, las cosas sensibles
más simples. A su vez cada uno está formado por materia (materia pura) así como forma
(característica propia de cada elemento, caliente y frío, seco y húmedo).
El segundo peldaño lo constituyen las substancias homeoméricas, es decir aquellas cuyas
partes son homogéneas, como los minerales o tejidos. Son divisibles, ya que si se corta un
pedazo de madera, obtenemos dos trozos de madera. Ej.: madera, mármol, hierro.
El tercer grado lo constituyen los cuerpos anoneoméricos, es decir, los órganos, como por
ejemplo el corazón. Son indivisibles, ya que si se corta un corazón en dos, no hay dos
corazones. Su materia la constituyen los tejidos y su forma la función que cumple cada órgano.
En cuarto lugar se encuentra el reino vegetal. La materia es los órganos, mientras que su
forma la constituye la vida vegetal o el alma vegetativa (función de nutrición, crecimiento y
reproducción).
En quinto lugar se encuentra el reino animal, cuya materia es la vida y la forma el alma o vida
sensitiva (tiene la función de percibir, sentir placer, dolor, deseo).
Por último, el sexto grado lo conforma el hombre, cuya materia próxima es la vida sensitiva, y
su forma el alma racional. Es considerado el ente más complejo y rico de la escala natural,
además contiene a todos los estratos anteriores.
Por encima del hombre se encuentra Dios, ente considerado puro acto, sin un gramo de
potencia. Es algo considerado plenamente, de manera perfecta. Aristóteles considera que es
necesaria la existencia de tal ente, para explicar el hecho del movimiento. Según el filósofo es
un ente impersonal, no creador del mundo, sino indiferente respecto al curso de este,
tendiendo muy poco que ver con el Dios cristiano.
La ética: medios y fines
De acuerdo a Aristóteles, la naturaleza es teleológica, es decir está orientada a un “fin”.
Cuando un cuerpo cae, se debe a que tiene como fin el “lugar natural” hacia donde se dirige.
El hombre constantemente obra, realiza acciones. Y lo que hace, lo hace porque lo considera
un “bien”. Pero ocurre que hay bienes que no son sólo “medios” para lograr otros. Por
ejemplo, trabajar puede ser un medio para obtener dinero, mientras que otros son
considerados “fines”, como por ejemplo la diversión o entretenimiento que el dinero nos
brinde.
Aristóteles considera que ese fin al cual apuntamos debe ser final, algo último que deseemos
por sí mismo y no por otra cosa. En segundo lugar, tiene que ser algo que se baste a sí mismo,
que sea autárquico. Tal bien supremo es llamado “felicidad”.
De todas maneras, Aristóteles critica las teorías hedonistas, que consideran que la felicidad
consiste en el placer, ya que estas suponen que hay tres almas: vegetativa, sensitiva, racional,
y el placer, según el filósofo, se vincula con el alma sensitiva, propia de los animales. Según
platón, una vida de placeres es puramente animal. Aristóteles tampoco sostiene que la
felicidad se logra mediante los honores, ya que estos no dependen de nosotros, sino del
reconocimiento de los demás.
Virtudes éticas y dianoéticas
Aristóteles supone que la felicidad puede encontrarse en la “virtud”. Virtud supone
“excelencia”, la perfección de la función propia de algo o alguien. La virtud del hombre
16
consiste en la perfección en el uso de su función propia, la razón y en el desarrollo completo
de su alma racional. Sucede también que hay una parte irracional del alma: sus apetitos y
deseos. De esta manera habrán dos tipos de virtudes: las de la razón considerada en si misma
(virtudes dianoéticas) y las de la razón aplicada a la facultad desear (virtudes éticas).
Las virtudes éticas o morales son consideradas virtudes del carácter.
Las virtudes dianoéticas o intelectuales se relacionan al conocimiento. Las de la “razón
práctica” se refieren a cosas contingentes, aquellas que cuando caen bajo el poder del
hombre, pueden ser de una u otra manera. Son dos: el arte y la prudencia. Las de la “razón
teórica”, se vinculan al puro conocimiento contemplativo, y se refieren a la realidad y sus
principios, a lo que es y no puede ser de otro modo. Son: ciencia, intuición e intelecto.
Grados del conocimiento
En su obra Metafísica, Aristóteles sostiene que el conocimiento humano no puede reducirse
sólo a los sentidos, sino que deben considerarse cinco grados de conocimiento:
• Sensación: consiste en el grado más bajo de conocimiento. Aristóteles considera que
es el origen que da forma a los restantes grados del conocimiento. Es el modo más
simple y elemental de conocer. El fenómeno de “sentir” puede considerarse como
potencia, captando una forma sin su materia o bien como acto, haciendo uso de los
sentidos humanos: visión, tacto, gusto, visión y oído.
• Memoria: consiste en un grado que surge gracias a la sensación. Los sujetos pueden
traducir experiencias vividas mediante recuerdos. La memoria justamente actúa como
medio a través del cual el hombre puede reproducir dichas sensaciones vividas.
• Experiencia: de acuerdo a Aristóteles no es más que una construcción de muchos
recuerdos. No es considerada una sensación, sino un estado luego del paso del tiempo.
Es una “huella en el alma”, que la memoria sabe buscar y ejecutar cuando es
necesario.
• Arte: consiste en un grado de conocimiento al cual se llega gracias a la experiencia.
Nace cuando a partir de una serie de observaciones experimentales surge una idea
universal que se puede aplicar a casos singulares. Este puede existir a fuerza de
práctica (hábito práctico) o bien como dote natural (hábito poético).
• Sabiduría: consiste en el elemento cúlmine del conocimiento. Se construye a partir de
conocer las causas y los “por qué”. El sabio es quien conoce la teoría y es capaz de
transmitir sus conocimientos, mientras que él no lo es, solo tiene como herramienta la
experiencia y lleva adelante sus acciones por impulso, por costumbre.
Unidad VI – Edad Media y Modernidad
Importancia del tomismo en la actualidad
La filosofía antigua representada por Aristóteles, aún hoy persiste en nuestra época, en gran
parte textual gracias a la filosofía de Santo Tomás de Aquino.
El pensamiento tomista fue siempre influyente, especialmente dentro de la Iglesia o en los
medios a ella vinculados. Luego de diferentes intervenciones papales recomendando estudiar
dicha filosofía, se convirtió en el pensamiento oficial de la Iglesia Católica. De acuerdo a
Aquino el interés filosófico es el “medio que permite elaborar y fundamentar el sistema
didáctico de la teología”.
17
La religión griega y el cristianismo
La religión griega careció de todo texto sagrado (Biblia o Corán). Fueron sus artistas y poetas
los encargados de forjar las imágenes de lo divino, pero con la espontaneidad propia del
artista, sin que se convierta en dogma. Sus dioses no expresan nada trascendente, sino que
son vistos como “figuras” o “aspectos”.
El cristianismo, por el contrario, es una religión revelada. La Biblia no es para la creyente obra
humana, sino Palabra Divina, porque allí Dios habla y revela al hombre su existencia, sus
propósitos. Las sagradas escrituras de la Biblia no contienen otra cosa que la propia Verdad. En
este caso, Dios es trascendente respecto al mundo, está más allá de este, totalmente separado
de él, es quien ha creado todos los entes. De todas maneras, lo más característico del
cristianismo, es que instaura un momento de mediación, de puente, entre Dios y el hombre, a
través de Jesús, el hijo de Dios hecho hombre, encargado de redimir al hombre del pecado con
amor y misericordia.
La filosofía cristiana
El cristianismo es religión, no filosofía. Pero encierra una concepción del hombre, de su vida y
su destino, del mundo y la divinidad, que amerita integrar un sistema de pensamiento. Para
esto, tuvo que enfrentarse con los paganos, que criticaban al cristianismo por no someterse a
obligaciones rituales y militares del Estado romano y por no encerrarse en su propio círculo
(como los judíos), así como con los herejes, que representaban desviaciones ortodoxas dentro
de la doctrina cristiana.
La filosofía griega expresa un ideal “teorético”, donde la vida humana más perfecta y feliz se
dedica a la contemplación de la pura verdad y para la cual el mundo se ofrece como puro
espectáculo. El pensamiento griego expresa una metafísica de las cosas, impersonalista, en el
sentido que el hombre es una cosa entre las cosas. Por otro lado, la filosofía cristiana, en
cambio, es esencialmente “personalista”, porque en su doctrina el hombre asume una
jerarquía, un carácter que lo separan de las demás criaturas. El mundo no es un espectáculo,
sino un drama del que el hombre es protagonista y donde dirime su propio destino: el interés
en su salvación o en la condena eterna. El saber sólo puede tener valor para el cristiano en
función de la salvación.
Para la filosofía cristiana, todo comienza y gira en torno a la caída, el mal, el pecado original, y
la vida es una terrible realidad producto del accionar humano. En cambio, para los griegos, el
mal era en definitiva apariencia, o bien equivalente al error. Sócrates sostenía que sólo podía
obrarse mal por propia ignorancia.
La razón y la fe
El principal problema del pensamiento cristiano consistía en incorporar a su mundo espiritual
la filosofía griega y la racionalidad.
1. Lo primero que hizo el cristianismo fue rechazar la razón, considerarla inadecuada
para captar los contenidos de la fe. Consideraban que la razón no podía penetrar en la
Revelación, y era algo demoníaco, que llenaba al hombre de soberbia.
2. En segundo lugar, se aplicó lo inverso, eliminando la fe y no dejando subsistir más
que la razón. Si la Revelación se opone a la razón, no puede ser verdadera. De alguna
manera se rechazaba al cristianismo, siempre que este no pudiera demostrarse
racionalmente.
3. La tercera posibilidad consistía en separar la razón de la fe y considerarlas dos zonas
incomunicables entre sí y heterogéneas. Algo podría ser verdadero en materia
18
religiosa y falso para la filosofía. El pensamiento griego de un lado, la tradición
cristiana del otro.
4. La cuarta posibilidad estaba representada por San Agustín, para que la fe era el
presupuesto de la razón, la ayuda a partir de la cual puede llegarse a alguna
comprensión de la vida última.
Todas estas posibilidades dieron lugar al pensamiento de Santo Tomás de Aquino, cuya
posición es la que más relaciona ambas facultades, la razón y la fe.
Santo Tomás de Aquino
Santo Tomás de Aquino es quien representa la filosofía cristiana en su forma más perfecta. Se
lo ha llamado “El genio del orden”, ya que comienza por plantear el problema que le
preocupa, pone de relieve las dificultades, presenta las opiniones divergentes, y por último
formula su propia teoría.
Según su propia definición, Santo Tomás de Aquino era considerado a sí mismo como teólogo y
no filósofo. Debido a la semejanza de su teoría con los aspectos vertidos por Aristóteles, su
teoría era considerada un aristotelismo cristiano.
El planteo de Santo Tomás de Aquino está plenamente representado por la doctrina de la
doble verdad. El filósofo reconoce que la fe y el conocimiento racional son diferentes, pero
no admite que sean opuestos, sino perfectamente armónicos. La razón y la revelación
proceden de Dios, que es la verdad misma. Filosofía y teología tienen un mismo objetivo: Dios.
Esta armonía entre ambos conceptos, Santo Tomás lo prueba en el hecho de que la filosofía
haya podido alcanzar verdades coincidentes con las de la fe, como por ejemplo, la existencia
de Dios.
Aquellas verdades que la fe enseña y que pueden alcanzarse también mediante la razón son
llamadas “preámbulos de la fe”: que Dios existe, que es uno, etc.
De todas maneras, la razón no puede alcanzar plenamente a Dios. Para la salvación son
precisas verdades que superan el poder de la razón, que sólo pueden conocerse mediante la
nivelación. Son misterios o verdades sobrenaturales: la encarnación, la resurrección. Estos no
son antirracionales, sino suprarracionales, ya que no son opuestos a la razón, sino que la
superan.
Las Cinco Vías
Para Santo Tomás de Aquino, Dios ocupa un lugar central, y no meramente periférico. En la
suma teológica: se estudia primero a Dios en sí mismo, luego como creador y gobernante de
todas las cosas, y finalmente se lo considera como fin supremo de todas las criaturas
racionales.
En lo que refiere a la existencia de Dios, Santo Tomás propone cinco vías o demostraciones:
1. “Movimiento”.
▪ Todos tenemos experiencia del movimiento, es decir, del cambio. No de que
“todo cambie”, sino algunas cosas. Lo que se mueve, lo llamamos “móvil”. Ej.:
un vehículo se mueve por la calle, mis estados psíquicos no son los mismos de
ayer.
▪ “Todo lo que se mueve es movido por otro”. El movimiento es el pasaje del
ser-en-potencia al ser-en-acto. Ej.: el agua cambia cuando se caliente.
Llamamos “motor”, a lo que mueve, lo que lleva a lo anterior a lograr el
pasaje de un estado a otro.
19
▪
2.
3.
4.
5.
“Es preciso que el motor sea movido por otro, y este por otro”. Para no
desembocar en el infinito, es necesario que exista un primer motor inmóvil
que mueva al resto.
▪ Un “primer motor que no sea movido por nada” es lo que todos entienden
por Dios, puesto que es “todo en acto y nada en potencia”.
“Causa eficiente”.
▪ Las cosas sensibles están sujetas a una ordenación de las causas eficientes.
Por ejemplo, la calle está mojada por el efecto de la lluvia, que a su vez es el
desprendimiento del agua de las nubes. Hay una serie de efectos
subordinados a sus causas.
▪ En caso que el efecto no dependa de la causa eficiente que lo produce, ese
hecho sería causa eficiente a sí mismo, lo cual es absurdo y equivaldría a decir
que algo “es” antes de “serlo”.
▪ Siempre hay que admitir una causa eficiente primera, ya que si se procede al
infinito de las causas eficientes, no habría una causa eficiente primera, y así
no habría causas eficientes intermedias, lo cual también es considerado
absurdo.
▪ Esa causa eficiente primera es lo que todos llaman Dios.
“Contingencia”.
▪ Se conoce como contingente todo ente que es, pero podría no ser. Es decir,
todo ente que llega a ser (generación) y deja de ser (corrupción). De estos
entes se dice que son “contingentemente” o no necesarios.
▪ Encontramos cosas contingentes. Por ejemplo, un árbol hubo un tiempo que
no fue, y luego sí fue generado, pero llegará un momento que dejará ser
serlo.
▪ No es posible que el universo fuese contingente, es decir, no es posible un
momento de nada absoluta. Para que algo comience a ser se precisa un ente,
ya existente que lo haga ser. Es falso que todo es contingente, por lo cual
tiene que existir un ente necesario para explicar la existencia de los entes
contingentes.
▪ Tal ente necesario, que existe por virtud de su propia naturaleza, es Dios.
“Los grados de perfección”.
▪ Se encuentran cosas más o menos buenas, cosas mejores y peores que otras.
La realidad se nos ofrece como un sistema de grados de perfección, como
jerarquía.
▪ Toda jerarquía supone un grado o término supremo, que se aproxime a algo
máximo. Ej.: lo más caliente es lo que más se aproxima a lo máximamente
caliente, que es el fuego. Es por esto, que tiene que haber un ente
absolutamente perfecto, óptimo y nobilísimo.
▪ Dicho ente perfecto y supremo es lo que conocemos como Dios.
“El orden o gobierno del mundo”.
▪ En la naturaleza se observa orden y finalidad. Algunas cosas carecen de
conocimiento pero obran con un fin. Ej.: la raíz de una planta se orienta hacia
la tierra como si la “buscara”. Esto no ocurre por casualidad, sino que es
siempre así.
20
▪
▪
De todas maneras, todo orden supone un ordenador, ya que no puede ser
fruto del azar. Todo orden debe tener una causa final.
Hay algo inteligente que ordena las cosas hacia su fin. Hay una inteligencia
suprema, y a esto lo llamamos Dios.
La filosofía de la modernidad
Antes del Renacimiento, durante la Edad Media, el cosmos y la sociedad humana se
presentaban bajo la figura de un orden finito, donde cada cosa tenía su sitio determinado
según relaciones fijadas en referencia a un centro.
El mundo físico tiene un límite preciso, es como una caja, o como esas muñecas rusas donde
al abrir una, se encuentra otra exactamente igual, hasta llegar a una muy pequeña, que es el
centro o núcleo de toda la muñeca. Análogamente, el mundo está conformado por una última
esfera, donde no hay absolutamente nada y dentro de la cual se encuentran otras esferas
hasta llegar al núcleo de todo, la Tierra.
Dentro del mundo cada cosa tiene asignado un sitio, cada ente tiende a ocupar su lugar
natural. A diferencia del mundo celeste, donde en el cielo habitan cuerpos de inteligencia sutil,
en el mundo sublunar rige la generación y la corrupción, allí nada es eterno, todo dura un
lapso finito. La Tierra es vista como una superficie limitada, en cuyo centro existe un lugar
privilegiado (Ej.: Jerusalén, por ser donde el Dios hecho hombre redimió a la humanidad, Roma
por ser el centro de la cristiandad y el imperio). El hombre no puede asomarse fuera de ese
centro, porque caería al vació. Al igual que el espacio humano tiene un centro y una periferia
determinada, sucede lo mismo con la historia, que tiene un comienzo y tendrá un fin preciso.
La sociedad humana es una sociedad jerarquizada donde cada estamento ocupa su lugar.
Existe una relación clara entre los siervos y los señores, los señores y sus superiores feudales,
los superiores feudales con el rey, y el rey con el emperador. Cada uno deberá correctamente
su rol para ser premiado por Dios. Cada función social tiene sus propias virtudes, por lo cual
sería inadecuado que el labrado quisiera imitar las funciones del señor.
El Renacimiento determina la ruptura de esa filosofía respecto al mundo ordenado por un
centro y una periferia.
Nicolás de Cusa, por ejemplo, sostiene que la separación entre el mundo sublunar y el celeste
es ficticia. No hay razón para suponer que el cambio y la corrupción sólo se den en la Tierra.
Para él, el universo es una explicación de Dios (explicatio) imperfecta e inadecuada, porque
desarrolla una multitud de formas donde Dios se encuentra en una unidad indisoluble
(complicatio). De acuerdo a este filósofo, de ningún lugar (tampoco de la Tierra) puede decirse
que ocupe un puesto central, ya que el mundo no tiene centro.
Copérnico determinó que la tierra deja de ocupar un puesto central, ya que en su lugar se
encuentra la masa incandescente del Sol. Los planetas son otros tantos cuerpos que vagan en
el vació en torno a la hoguera central.
Giordano Bruno más adelante defendía la idea de un mundo infinito sin centro ni periferia.
Según él no tenía por qué haber un solo mundo, una sola tierra, un solo sol. Podía haber tantos
como estrellas luminosas vemos en torno nuestro.
Poco a poco fue instalándose la figura de un mundo abierto, espacio que se extiende al
infinito, uniforme y homogéneo, sin límites ni centro. Y aquí se desplazan cuerpos minúsculos,
flotando en el vacío, encontrándonos nosotros en uno de ellos.
En un universo infinito, cualquier parte puede ser centro o periferia, por lo cual no hay
órdenes ni puestos exclusivos, todo queda fijado por las relaciones que unos cuerpos guardan
con otros. En el Renacimiento la Tierra deja de tener un centro geográfico.
No sólo los lugares que cada quien ocupa en la superficie se relativizan, también lo hacen las
culturas. Nuestra civilización cristiana pasa a ser una civilización posible y no el centro de la
historia humana. Todas las religiones son válidas y tienen derechos semejantes. Al mismo
21
tiempo se fortalecen las burguesías, los banqueros y comerciantes constituyen un nuevo
poder, ya ligado a su propia capacidad de empresa y no a la jerarquía social. Aparece así un
nuevo tipo de hombre, cuyo poder no está sujeto a las regulaciones y rangos de la sociedad
antigua, sino que depende de su función en la sociedad. Son hombres que no sienten
determinado su destino por el lugar o la posición social que ocupan, sino que están
empeñados en labrárselo mediante su acción.
En resumen, el Renacimiento empieza a agrietarse, tanto la arquitectura física del mundo
como su fábrica social. La vida del hombre ya no está marcada de antemano por el autor de la
farsa (obra que exponía la jerarquización de la sociedad), sino que cada uno tiene que
escribirla mientras actúa, gracias a sus propias virtudes. El individuo emprende para ser, su
acción libre le da un sitio en el mundo, no la naturaleza.
Unidad VII – El Racionalismo de Descartes
La nueva época y la crítica al pensamiento medieval
El Renacimiento marcó el momento en el cual el hombre occidental comenzó a desconfiar de
las creencias fundamentales sobre las que había vivido en el mundo medieval. Esa concepción
medieval se basaba en la constante referencia al más allá, en su interés por la salvación del
hombre, despreciando de alguna manera el mundo terrenal.
En resumen, en el mundo medieval predominaba concepción religiosa del mundo y la vida,
dirigida a la divinidad (teocentrismo), a diferencia del Renacimiento, que impulsó su mirada al
mundo, al cuerpo humano, a la naturaleza (naturalismo).
El problema del método
El método que dominaba en la antigüedad era inútil, ineficaz e impedía cualquier progreso
científico.
• Reconocía como verdadero el criterio de autoridad, se respetaba a rajatabla lo que
afirmaban la Biblia, la Iglesia, Aristóteles.
• Era verbalista, se enredada en discusiones de palabras, cuando se podía resolver la
cuestión mediante la observación.
La filosofía de la desconfianza
La filosofía, a pesar de haber acudido a los más grandes espíritus de la humanidad, no había
conseguido solucionar ninguno de sus problemas.
Descartes no soportaba lo dudoso, lo verosímil. El conocimiento o ha de ser seguro o
abandonado. Es por esto, que su pensamiento puede caracterizarse como “filosofía de la
desconfianza”, comenzando desde cero, como si no hubiera antecedentes filosóficos.
Descartes era el primer hombre moderno, un hombre con nuevas ideas.
La duda metódica
El pasado deja una enseñanza: debemos cuidarnos de no caer en el error, ser críticos respecto
a nosotros mismos.
El radicalismo cartesiano se presenta como una preocupación para evitar el error. Lleva a la
construcción de la duda metódica, con el fin de convertir la duda en un método.
22
Descartes pretendía alcanzar un saber absolutamente cierto, cuya verdad sea tan firme que
esté por encima de cualquier duda. Busca un conocimiento absolutamente cierto.
Se debe dudar de todo, para ver si dudando de todo, y forzando la duda hasta sus últimos
límites, queda algo que se resista a ella, y sea absolutamente cierto.
Esta duda tiene diferentes características:
• Metódica: se emplea como un instrumento.
• Universal: se aplica sin excepción.
• Hiperbólica: es llevada hasta el extremo.
Crítica del saber sensible
Debemos dudar del saber sensible ya que no es seguro que los sentidos no nos engañen, y
como son dudosos, se deberá descartar dicho saber.
Crítica del conocimiento racional
Al haber en la matemática (la ciencia más racional), posibilidades de equivocarse, cabe la
posibilidad de que todo conocimiento o argumento racional sea falso.
El cogito cartesiano
Cogito ergo sum (“Pienso, luego existo”) consiste en un planteamiento filosófico expuesto por
Descartes, convirtiéndose en un elemento esencial del racionalismo occidental.
Nos encontramos aquí frente a una verdad absoluta, absolutamente cierta, indubitable.
Constituye el principio de la filosofía desde el punto de vista gnoseológico/metodológico,
siendo el primer conocimiento seguro, fundamento de cualquier otra verdad, y punto de
partida para construir todo el edificio de la filosofía. También es la base desde el punto de vista
ontológico, porque me pone en presencial del primer ente indudablemente existente (yo, en
tanto piense)
No se trata de un silogismo ni un conocimiento discursivo referido a “todos los entes que
piensan, son”, ya que en este caso debería conocerse de antemano la premisa que “hay otros
entes aparte de mí”.
El cógito es, en cambio, un conocimiento intuitivo, es decir, se lo conoce de modo inmediato,
directo y no a merced de una premisa mayor. Con sólo reflexionar sobre el cogito,
descubrimos su verdad. Es por esto que Descartes prefiere formularlo como “pienso, soy”, sin
el “luego”, acentuando la inmediatez del principio.
Existencia y veracidad de Dios
La idea de Dios debe ser producida por alguien, porque no sale de la nada. Esa causa no puedo
ser yo, porque soy imperfecto (dudo), y lo imperfecto nunca puede ser causa de lo perfecto. Es
preciso que esa idea me la haya inculcado alguien más perfecto que yo, a saber, Dios. Por lo
tanto, Dios existe.
Según el “argumento mitológico” al ente perfecto no le puede faltar nada, porque si no sería
imperfecto, por lo tanto tiene que existir, porque si no le faltaría la existencia, y eso sería una
imperfección.
Si Dios nos hizo con razón e ideas innatas, quiere decir que estas son instrumentos válidos para
el conocimiento. Si nos equivocamos, esto no viene de Dios, que nos hizo tan perfectos, sino
23
por nuestra propia culpa, porque nos apresuramos a juzgar antes de haber llegado al
conocimiento claro y distinto.
El Racionalismo
El empirismo se caracterizaba por ser la crítica y lucha del racionalismo. Su principal elemento
era la experiencia.
Según el racionalismo, el verdadero conocimiento es el necesario y universal, el que se logra
con la sola y exclusiva ayuda de la razón, sin acudir a los sentidos.
Aquello en lo que debe fijarse la atención no son las figuras ni las imágenes, sino los conceptos
(ideas innatas), tal como ocurre con las matemáticas, modelo ideal de todo conocimiento para
el racionalismo. Estas ideas son claras y distintas, y se las concibe en función de ellas mismas,
de su definición, de su esencia.
El racionalismo sostiene que, así como en las matemáticas, partiendo de puros conceptos se
llegan a conocimientos más complejos universales y necesarios, en la filosofía se podría
conocer toda la realidad, deduciéndola.
La verdadera estructura de las cosas es racional, tiene un fondo inteligible. La razón es
considerada una facultad de conocer innata.
Estas ideas innatas tienen dos conceptos fundamentales:
• Substancia: modo de ser fundamental y primario. Todo lo que es, o es cosa, o es
propiedad de alguna cosa. Se la considera permanente e inmutable a los cambios.
• Causalidad: relación necesaria de nuestro pensamiento y las cosas, considerada una
verdad eterna para Descartes.
Unidad VIII – El Empirismo de Hume
El empirismo y Hume
•
•
•
Así como el racionalismo afirmaba que la razón conoce sin ayuda de la experiencia, el
empirismo sostiene que todo conocimiento deriva en última instancia de la
experiencia sensible. Esta es la única fuente de conocimiento. El espíritu es
comparable a una hoja de papel, que sólo la experiencia va llenando.
El racionalismo afirmaba que para alcanzar el racionalismo el ideal del conocimiento se
hallaba en las matemáticas, constituidas por juicios universales y necesarios (a priori),
mientras que el empirismo lo encuentra en las ciencias naturales o tácticas,
constituidas por juicios particulares o contingentes (a posteriori).
Otra diferencia radica en que el racionalismo expresaba una tendencia filosófica
claramente metafísica, afirmando que el conocimiento de lo real trasciende los límites
de la experiencia, mientras que el empirismo negaba la metafísica sosteniendo que el
conocimiento de las cosas se logra mediante la sensibilidad, cumpliendo la razón la
función de ordenar los materiales que los sentidos ofrecen.
El empirismo y Hume
David Hume fue un filósofo considerado excelente escritor y ensayista. Se destacó por llevar al
empirismo a sus últimas consecuencias que una gran sutileza. Sus profundas críticas a los
conceptos de causalidad y substancia fueron el puntapié inicial a la filosofía kantiana.
24
Hume sostiene que todo conocimiento procede de la experiencia, sea experiencia externa
(proveniente de los sentidos, como la visa, el oído, etc.) o de la experiencia íntima, la
denominada auto experiencia.
A su vez, Hume decide estudiar los hechos que conforman la propia experiencia, conocidos
como hechos psíquicos y percepciones del espíritu (percepción=estado de conciencia).
A las percepciones recibidas de modo directo, Hume las define “impresiones”, y las divide en
“impresiones de la sensación”, provenientes del oído, el tacto, la vista (referidas al mundo
exterior) e “impresiones de la reflexión”, provenientes de nuestro interior. A modo de
ejemplificación, la impresión de sensación podría ser un color, un sabor, una sensación,
mientras que una impresión de la reflexión podría ser el estado de ansiedad en que ahora me
encuentro.
Estas impresiones o representaciones originarias se diferencian de las percepciones
derivadas, definidas por Hume como “ideas”, por ejemplo los fenómenos de la memoria o de
la fantasía. El recuerdo no es un estado originario, sino una derivación de una impresión. Ej.:
hay una considerable diferencia cuando una persona siente dolor por el calor excesivo y
cuando luego recuerda en su memoria esa sensación.
Según Hume, la principal diferencia entre “impresiones” e “ideas” radica en la intensidad o
vivacidad. A su vez esas ideas e impresiones pueden ser complejas o simples según se las
pueda descomponer o no (ej.: el color y el sabor que están dentro de una manzana son
distinguibles).
El espíritu no tiene otra posibilidad más que mezclar, componer, dividir y unir los materiales
que suministran las impresiones. El espíritu se basa en las leyes de asociación de ideas:
asociación por semejanza, asociación por contigüidad en el tiempo y espacio, y asociación por
causa y efecto.
El principio fundamental del empirismo
Hume sostiene que todos los materiales del pensar se derivan de nuestras sensaciones
internas y externas. Sólo la mezcla y composición de ellas pertenece al espíritu. Todas
nuestras ideas y percepciones débiles son copia de nuestras impresiones o percepciones más
vivaces.
A modo de probar la teoría empirista, propone dos argumentos:
• Si nos ponemos a analizar nuestras ideas, por más complicadas o sublimes que sean,
por más alejadas de la realidad que estén, se reducirán siempre a impresiones. Ej.: la
idea de Dios, con el significado de un Ser infinitamente sabio y bueno, surge al
reflexionar sobre las características de nuestro propio espíritu y al aumentar
exponencialmente las cualidades de bondad y sabiduría.
• Toda idea deriva de una impresión, pero para que dicha idea tenga valor objetivo,
necesita copiar o representar exactamente una impresión. Si se tratase de una idea
compleja, deberá corresponderle una impresión a cada uno de sus elementos. Si la
impresión faltase, por ejemplo al hablar de una “montaña de oro”, por no tener
impresión de montaña y oro a la vez, la idea no sería válida, ni objetiva, sino carente
de significado real, producto de la imaginación.
25
Crítica de la idea de causalidad
La idea de causalidad tiene una enorme significación para Hume. Se trata de una noción que
se nos impone y empleamos constantemente. Ej.: al oír una voz, suponemos que esta proviene
de una persona. Ahí establecemos un enlace causal entre la voz (efecto) y la fuente productora
(causa).
Se trata de una idea compleja, compuesta por cuatro componentes:
• Causa: encargada de iniciar el proceso.
• Efecto: como término del proceso causal.
• Relación temporal entre a) y b). Una sucesión, primero la causa, luego el efecto.
• Para que pueda hablarse de relación causal, el primer hecho tiene que producir el
segundo.
Cada elemento mencionado tiene su correspondiente impresión (ej.: billar):
✓ En el primer caso, hay impresión porque veo la bola en movimiento.
✓ En el caso del efecto también lo hay, ya que percibo el movimiento de la segunda bola.
✓ En el tercer término, también se percibe la sucesión, se observa un movimiento y
luego el otro.
✓ El cuarto término, es aquel que tiene mayor peso o importancia, ya que constituye la
esencia de la causalidad. Como conexión causal requiere además de la sucesión, que
el segundo hecho sea necesariamente producido por el primero. ¿Hay impresión en
dicha conexión? No, no hay absolutamente ninguna impresión de que el movimiento
de la segunda bola resulte del movimiento de la primera. La experiencia nos enseña
sucesiones, que después del movimiento de la primera bola ocurra el segundo, pero
nada más.
De todas maneras, según Hume esta conexión no podría estar explicada por la razón o
el conocimiento “a priori”, ya que la razón se guía siempre por la contradicción, y no es
contradictorio que la segunda bola no se mueva.
En resumen, esa noción de conexión necesaria no la proporciona ni la razón ni la
impresión. No es más que el resultado del hábito, como algo constante, ej.: cada vez
que se acerca la mano al fuego, se siente calor. En términos filosóficos, la impresión
que proviene de la conexión es el sentimiento que el espíritu experimenta, del tránsito
usual de una ida a otra asociada con ella.
Unidad IX – La Síntesis de Kant
“La Revolución Copernicana”
Immanuel Kant es considerado uno de los filósofos más importantes de todos los tiempos. La
extraordinaria profundidad de sus ideas y el cambio que introdujo en el pensamiento filosófico
y humano en general fueron los puntos claves.
El realismo planteaba que el sujeto es meramente contemplativo en el acto de conocer. Por el
contrario, Kant suponía que, no es un espejo sino que el conocimiento se convierte en una
especie de acción o praxis.
Según Kant, conocer no es reflejar los objetos, sino que es trazar el horizonte dentro del cual
los objetos son objetos, construir el ámbito de la objetividad.
26
A modo de ejemplificación, supóngase que todos los seres humanos naciesen con gafas de
cristales azules, que esos órganos formaran parte de nuestro órgano visual, y supóngase que
tampoco nos diésemos cuenta que teníamos puestos esos anteojos. De esta manera, todo lo
que vemos nos llevaría a suponer, no que “vemos” las cosas azules, sino que realmente “son”
azules. Aunque la verdad diga que no son azules, al observarlas con nuestra óptica visual
estaríamos contribuyendo a otorgarles un cierto carácter, las estamos “azulando”.
En resumen, según Kant, conocer no sería sólo reflejar las cosas, sino operar sobre ellas,
transformándolas. Conocer es ante todo elaborar las cosas para que constituyan objetos.
Volviendo al ejemplo anterior, para que la persona pueda ver/conocer se necesitan los
anteojos y las cosas visibles. En términos kantianos, esto envuelve dos factores: la razón, y a su
vez el elemento necesario para “modelar” los objetos, que sería el material moldeable o las
impresiones.
La razón kantiana está compuesta, de un lado por formas puras de la sensibilidad o
intuiciones puras (espacio y tiempo), mientras que por el otro categorías o conceptos puros
del entendimiento (substancia, causalidad, unidad, pluralidad).
Resulta entonces, que el espacio y tiempo no son propiedades de las cosas en sí mismas, sino
“instrumentos” a través de los cuales el hombre elabora el mundo de los objetos, y el
“material” a que se aplican esos moldes son las impresiones o sensaciones.
Se dice que Kant introduce una “revolución copernicana”, haciendo referencia a la hipótesis
de los cuerpos celestes de Copérnico opuesta a la que se aceptaba en su época, ya que enfocó
la cuestión del conocimiento a la inversa del realismo, la teoría dominante en ese momento.
Juicios analíticos, y juicios sintéticos a posteriori
Los juicios son afirmaciones o negaciones. Por ejemplo: “la mesa es negra”, “los polos iguales
no se atraen”. Son estructuras lógicas que pueden ser verdaderas o falsas. Por ejemplo, “azul”
no es ni verdadero ni falso. En cambio, si se afirma algo de él, se dará verdad o falsedad.
Pueden distinguirse varios tipos de juicios.
En los juicios analíticos, como por ejemplo “todo triangulo es una figura”, el predicado está
contenido en el sujeto. No hay que hacer más que desplegar el sujeto para encontrar el
predicado. El principio que sirve de fundamento en los juicios analíticos es el principio de
identidad entre sujeto y predicado. Es como si se estuviese diciendo “esas figuras que son
triángulos, son figuras”. También se puede aplicar el principio de la contradicción, porque es
contradictorio decir “los triángulos no son figuras”.
Los juicios analíticos son todos “a priori”, en el sentido que son independientes de la
experiencia. El juicio “todo triángulo es una figura”, no puede ser desmentido por lo empírico.
Es “necesario”, en el sentido que lo afirmado no puede ser de otra manera, y “universal”, en el
sentido que vale para todos los casos, sin excepciones.
Según Kant, los juicios analíticos no amplían nuestro saber, sino que son meramente
aclaratorios.
Los juicios sintéticos son aquellos donde el predicado no está contenido en el sujeto. Por
ejemplo “la mesa está en el salón de la clase”. Al analizar el concepto de “mesa” jamás se va a
saber si está en el salón. El juicio “la mesa no está en el salón de la clase” no es contradictorio.
Para saber si es verdad lo afirmado, se necesita ver la mesa, recurrir a la experiencia.
Estos juicios son “a posteriori”, ya que dependen de la experiencia. Son contingentes y
particulares. Por ejemplo, la afirmación “todos los cisnes son negros”, es sintético, no
necesario ni universal, ya que puede contradecirse al descubrir un cisne blanco.
27
Los juicios sintéticos amplían nuestro conocimiento, porque dicen algo que antes, con el sólo
concepto del sujeto, desconocíamos.
Juicios sintéticos a priori
Kant se propone demostrar que en todas las ciencias teóricas de la razón (matemáticas, física,
metafísica), hay juicios sintéticos a priori.
El primer ejemplo está tomado de la artimética. “7+5=12”. No hay duda que es un juicio a
priori, necesario y universal, como toda verdad matemática. Kant sostiene que no es analítico,
ya que la suma no contiene el resultado doce, sino que expone que a sietehay que sumarle
cinco. Resulta evidente que no se pueden llegar a saber cuál es el resultado por análisis, sino
mediante la síntesis, mediante una operación de agregación. Nunca se podrá encontrar el
resultado por el mero análisis de los componentes.
El segundo ejemplo se refiere a la geometría. “La línea recta es la más corta entre los puntos”.
Es un juicio a priori. Además es sintético, porque si fuera analítico, el concepto “ser la más
corta”, tendría que estar contenido en la “recta” o el sujeto. El concepto “línea recta” no
contiene nada relativo a la magnitud. Es sintético, porque el predicado se añade
sintéticamente al sujeto.
Las ideas de Dios, Alma y Mundo
De acuerdo a Kant, el razonamiento consiste en enlazar juicios mediante la formulación de
silogismos (dos premisas y una conclusión). Mediante estos silogismos se busca construir
juicios cada vez más generales, en busca de principios o leyes que abarquen el mayor número
de fenómenos.
Esta búsqueda de los principios últimos para comprender toda la realidad es llamada por Kant,
la “búsqueda de lo incondicionado”.
A estos conceptos puros de la razón, se los llama “Ideas trascendentales”:
• Mediante el alma, unificamos todos los fenómenos del psiquismo.
• Mediante el mundo, unificamos todos los fenómenos de la experiencia, es decir todos
los fenómenos de la experiencia tienen lugar en el mundo.
• Mediante la idea de Dios, unificados la totalidad de los fenómenos psíquicos y de
experiencia en una única causa de la que dependen y son explicados. Dios es la causa
última.
Las ideas transcendentales no nos ofrecen ningún conocimiento, pero si tienen un uso
regulativo. Señalan los límites que el conocimiento no puede traspasar e impulsan al ser
humano a seguir investigando para encontrar una mayor unificación y coherencia entre sus
conocimientos.
Unidad X – Éticas Deontológicas y Utilitaristas
Ética Deontológica de Kant
La ética kantiana es una teoría ética deontológica, cuya base sostiene que las normas morales
deben orientarse al el deber. Se diferencia de las éticas teleológicas, cuyo fin es orientarse
hacia una determinada finalidad o fin.
En lugar de centrarse en las consecuencias, las éticas de deberes se centran en el deber.
Consideran que hay principio y normas que deben respetarse. De ahí que se las conozca como
“éticas de principios”.
28
Kant consideraba que la felicidad no era siempre algo bueno porque muchas veces conducía a
la arrogancia y porque un espectador razonable e imparcial no sentirá nunca satisfacción al
contemplar otra persona que siempre goce de felicidad inmerecida, sin manifestar rasgos de
bondad.
Según Kant, lo único absolutamente bueno siempre es a buena voluntad. Y decir que una
persona actúa por buena voluntad equivale a decir que actúa por respeto al deber puro y no
sólo conforme a él. Se puede actuar conforme al deber, pero por motivos interesados
(inclinaciones, deseos).
El deber es un imperativo sin condiciones, lo que se conoce como imperativo absoluto o
categórico. De todas maneras, no nos lo impone ni Dios, ni la sociedad. Nos lo imponemos
nosotros mismos en tanto seamos racionales. Actuar por deber es actuar obedeciendo la
razón que hay en nosotros. La voz de la razón se nos impone como un deber porque somos
seres racionales imperfectos, sufrimos deseos e instintos que nos impulsan en sentido distinto
a la razón. Si fuésemos perfectos, la seguiríamos espontáneamente.
Según Kant, la razón prescribe la ley según la cual viven los seres racionales: la ley moral. Dicha
ley moral se descompone en diferentes normas morales que constituyen nuestras obligaciones
y deberes. Para determinar si esas normas son compatibles con la ley moral, es necesario
comprobar su universalidad, es decir que todos la cumplan.
Los deberes que emanan de las normas morales se dividen en:
• Deberes estrictos o perfectos: no admiten ser limitados por otros deberes.
• Deberes meritorios o imperfectos: admiten ser limitados por otros deberes.
A su vez, estos se subdividen en:
✓ Deberes perfectos hacia uno mismo (ej.: conservar la propia vida)
✓ Deberes perfectos hacia los demás (ej.: no mentir, cumplir promesas)
✓ Deberes imperfectos hacia uno mismo (ej.: cultivar talentos propios)
Deberes imperfectos hacia los demás (contribuir a la felicidad de otro, ser generoso)
Download