Uploaded by Agustin Alberto AHUMADA

TRABAJO FINAL DESARROLLO 2

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Trabajo práctico de Psicología del Desarrollo II
Universidad del Salvador
2023
“El despertar de la primavera” es una obra del año 1891 del autor Frank Wedekind. Se sitúa en un
pueblo de Alemania en la época contemporánea a su escritura. Trata sobre un grupo de adolescentes
que están experimentando los cambios propios de la etapa de la vida en la que se encuentran,
especialmente el crecimiento físico y el despertar sexual. La obra muestra las distintas maneras en las
que los adolescentes conviven con estas transformaciones propias de la edad: su búsqueda de
información, sus fantasías, sus pensamientos, las relaciones entre ellos, el peso de la escuela y la
educación, el vínculo con sus padres, entre otras cuestiones que se ponen en jaque junto con estos
cambios. La Psicología trae grandes aportes que resultan útiles a la hora de analizar la obra más en
profundidad. Debido a su particular tratamiento de la sexualidad, la corriente psicoanalítica propone
una perspectiva interesante. Por eso, decimos basar nuestro análisis de la obra en “La dirección a la
adolescencia” de Jacques Alain Miller, “El acting out en el proceso psicoanalítico” de Jorge Lobov, “La
hora de clase, por una erótica de la enseñanza” de Máximo Recalcati y “La adolescencia normal” de
Arminda Aberastury y Mauricio Knobel.
Teniendo en cuenta a “La dirección a la adolescencia” de Jacques Alain Miller, es posible ver en la obra
a la adolescencia como construcción. Tanto los chicos como las chicas tienen una serie de reales a los
cuales les hacen frente con sus significantes de época. El real más significativo que se plantea es la
sexualidad. Se denota la gran falta de información que se tiene por parte de los adolescentes. A
diferencia del autoerotismo del saber de la actualidad, los chicos deben pasar por un otro para aprender,
especialmente sobre el tema de la sexualidad. Esto se ve claramente en la escena en la que, a raíz del
nacimiento de su sobrina, Wendla le pregunta a su mamá cómo se crean los bebés. Se observa que los
hijos consideran que son los adultos, los que saben, a quienes tienen que acudir para conocer las
respuestas a estas preguntas. Anteriormente a la pregunta, sale la analogía de la cigüeña como respuesta,
pero esta parece ser insuficiente ya para la adolescente. El tema de la sexualidad en esta época, sin
embargo, es demasiado tabú y la Señora Bergmann no hace sino darle una respuesta parcial. No le
explica realmente cómo se da la reproducción y Wendla, a pesar de su ignorancia, lo sospecha, aunque
parece quedar satisfecha con la respuesta. Se abre otro significante ante el real de la sexualidad, el amor
entre el hombre y la mujer para explicar la reproducción.
De la misma manera, en la conversación entre Mauricio y Melchor sale el tema sobre el florecimiento
de la sexualidad en los varones. Llevan una conversación sobre los sueños húmedos, la excitación
sexual, el pudor y la vergüenza sobre el propio cuerpo y la reproducción. Acá también se denota el tabú
de la sexualidad por la poca información aportada por los padres, es más un conocimiento que se pasan
entre pares, y por lo novedosos y un poco extraños que les parecen estas sensaciones a los chicos. Esto
es especialmente cierto para Mauricio. Se remite a los huevos de las gallinas, a los perros persiguiéndose
entre sí, a las panzas de las embarazadas. Dice haber buscado acaloradamente en libros sin éxito y es
por eso que recurre a Melchor para que le done sus saberes. Se denota nuevamente el necesario esfuerzo
y pasaje por el otro para acceder al saber.
Debido al periodo histórico en el que acontece la obra, se puede observar que la realidad inmoral, la
socialización sintomática y la procrastinación todavía no se dan tal como son descritas en el texto. De
hecho, se denota una tradición fuerte y para nada desinstitucionalizada, en la que los adultos son
respetados e idealizados. El trato de los maestros en el colegio es un claro ejemplo de la autoridad que
ejercían los adultos por sobre los adolescentes. En la escena en la que Mauricio relata cómo entró en la
sala de profesores se ve la importancia de la norma y la fortaleza de su inscripción, cómo ese lugar de
los adultos no era un lugar para los alumnos y lo que significaba entrar y transgredir esa ley. El respeto
en la palabra de los adultos es tal, que Mauricio cree realmente que sus padres se quitarían la vida si él
reprueba y no pasa de año, no concibe que es una manera de decir que estarían decepcionados de él. De
la misma forma, Wendla cree en las palabras de su madre cuando le cuenta sobre la reproducción,
incluso cuando parece sospechar que no le está diciendo toda la verdad, confía en que lo que dice es
verídico.
Por su parte, se comienzan a ver ciertos tintes de un Otro tiránico. Se ven disputas con los padres, como
cuando Wendla enfrenta a su madre para que la deje usar su trajecito de princesa un verano más; aunque
las demandas de los adultos son acatadas y tomadas al pie de la letra. Existe cierta resistencia, por
ejemplo el cansancio de los chicos ante la gran cantidad de tarea. Hay pistas de que ven en el Otro cierta
tiranía que les impone qué es lo que deben o no hacer. El ejemplo más claro seguramente sea el poco
cuestionamiento que Marta hace sobre que su padre le pegue y su madre lo avale. Wendla y Thea se
horrorizan, pero para Marta es una realidad. Tanto ella y las chicas sobre los golpes, como los chicos
sobre el pudor del cuerpo, creen que la manera de revertir lo que cuestionan sobre sus padres es con sus
propios futuros hijos. Existen ciertas expresiones de rebeldía, como cuando Wendla le dice a Marta que
en su lugar se escaparía o cuando Melchor se va a caminar en vez de hacer su tarea. Estas son señales
de la existencia de una lucha entre generaciones. Si existe dicha lucha es porque el Otro tiene peso, pero
no todas las tradiciones son tomadas como valores que deben persistir, como buenos orientadores que
vale la pena que pasen de generación en generación. Aunque no hay presencia de un enfrentamiento
claro con esa ley impuesta, los adolescentes consideran que tendrán su revancha con sus propios hijos,
a los que no piensan someter de tales formas Tal vez, con el diario del lunes, esto podría considerarse
como la semilla para el déficit del respeto actual, por el cual los adultos y su palabra se ven destituidos
y los adolescentes comienzan una demanda de respeto no direccionada.
En cuanto a la socialización, se ve que no se da a partir de los síntomas que tienen como observa Miller
que sí sucede en la actualidad. En la obra, los lazos sociales se dan más dependiendo del sexo, sin
importar la edad incluso. En ese sentido se ve una diferenciación marcada. Los varones se juntan entre
ellos, mientras que las mujeres entre ellas.
Asimismo, la procrastinación tampoco aparece en la obra. Si bien no se da cuenta de las opciones que
los chicos tienen y, por lo tanto, tampoco de un repetitivo ciclo de prueba y error de todas ellas, sí se ve
que la adolescencia tiene un final claro. Esto se ve bien en el personaje de Ilse, una amiga de Mauricio
que, según se da a entender, terminó el colegio y sigue una vida como modelo de artistas. En la infancia,
los dos jugaban, pero ahora que ella ya no es más adolescente, su relación se degradó por la distancia
tanto física como psicológica por lo que significa estar en dos etapas del desarrollo distintas. Y es que,
incluso cuando no parece haber tanta diferencia de edad entre ellos, es claro que Ilse es adulta y
Mauricio adolescente, la diferencia en su vida cotidiana y maneras de ser es marcada.
El texto “El acting out en el proceso psicoanalítico” de Jorge Lobov permite un mejor entendimiento
del sucidio de Mauricio. Si bien él nunca expresa directamente sus razones, se sabe que previamente
leyó la explicación de Melchor sobre la reproducción y la carta de la Señora Gabor en respuesta a su
pedido de dinero para escaparse a América. Esto da a entender que la posición de Mauricio no era la
mejor: estaba peleando su aprobación con uno de sus compañeros en el colegio sabiendo que sus padres
se decepcionarían, hasta el punto de creer que se matarían si no conseguía pasar de año; piensa en la
opción de escaparse a América, vale la pena suponer, para empezar una nueva vida, alternativa que se
ve denegada por la falta de dinero; por último descubre el misterio sobre la reproducción, lo cual termina
por ser la gota que rebalsa el vaso.
Hay razones para considerar que su muerte fue un pasaje al acto más que un acting out. No hay pistas
claves que den cuenta de que se trata de un llamado, de un mensaje que no se puede poner en palabras
y por eso se actúa. No hay un objeto al cual se dirija esa acción. Podría pensarse en los padres, por la
presión que le ponían; en los maestros, por exigirle tanto y no ver su verdadero esfuerzo; o en Melchor,
por ser quien escribió lo que él no estaba listo para procesar. Sin embargo, todo indica a pensar que lo
que se desmorona en ese acto suicida es la escena de Mauricio, su vida entera. Quiere borrarse de la
escena, se identifica con lo que Lacan llama el objeto a, el significante de la falta, el vacío, lo perdido,
la nada: quiere ser la nada. Porque no puede soportar no ser aprobado, que sus padres se decepcionen y
se maten por él, que no pueda escapar de ese escenario y, para rematar, que el misterio de la
reproducción sea el coito. Mauricio no parece pensar en otro, alguien con quien tiene una transferencia
salvaje, alguien de quien requiere atención y palabras para elaborar lo que sucede en su inconsciente.
Al contrario, se siente solo, sin nadie a quien dirigirse. Su última opción es Ilse, a la cual encuentra de
casualidad, la cual expresa creer que con una palabra pudo haberlo salvado de tal destino; pero no fue
así y las cosas dan a entender que no importa lo que ella le hubiera dicho Mauricio se hubiera terminado
de la misma manera, ya sea en ese momento o al día siguiente. Por eso el otro sale de la escena, es él
frente al objeto a y él es el objeto a; Mauricio se siente vacío, una falta, la nada.
El texto “La hora de clase” de Massimo Recalcati habla de la escuela Edipo, una escuela tradicional
que se basa en el poder de la tradición y en la autoridad del padre. Esta es la escuela que aparece en la
obra, en donde el profesor ocupa el lugar de la autoridad. El maestro es el sustituto del padre, se
proyectan en la figura del docente los rasgos ideales y autoritarios de la figura paterna. Los padres saben
que él continúa su manera de instruir y educar a sus hijos, sus alumnos. Un claro ejemplo de esto se
observa en la escena en donde citan a Melchor a la sala de profesores y cada vez que él quiere opinar el
profesor lo calla, le dice que guarde su compostura y que responda sólo con sí y no.
Además, jóvenes le dan mucha importancia a quién tiene las mejores calificaciones o quién es el
primero de la clase. Por ejemplo, cuando Marta, Wendla y Thea, al pasar Melchor y saludarlas,
comentan que él era hermoso y hacen hincapié en que era el tercero de su clase pero que su profesor
dice que si quisiera podría ser el primero. En otra escena, Mauricio le comenta a sus amigos
(Lammermeier, Roberto, Otto, Hans y a Jorge) muy entusiasmado que aprobó y más adelante le
preguntan si Ernesto Robel fue aprobado y al el decir que si, Roberto se mostró preocupado ya que si
Robel aprobaba eso significaba que había uno que no iba poder entrar ya que en el aula cabían setenta
y con él eran setenta y uno. Más adelante, cuando Mauricio habla con Melchor, le dice “Robel no tiene
unos padres que necesiten sacrificarlo todo por él. Puede ser lo que quiera, ¡soldado, cowboy, o marino!
Pero a mí sí me suspenden, le da a mi padre un ataque y mi madre tendría que ir a un manicomio”. Esto
también es un reflejo de la presión que sienten los jóvenes y la rivalidad que se genera entre ellos con
tal de conseguir un lugar en la institución.
El conflicto dentro de la escuela Edipo se da porque la estructura que propone es fuertemente vertical.
Hay una oposición entre viejas y nuevas generaciones, pero los adolescentes no se enfrentan a los padres
sino que proyectan en un futuro educar diferente a sus hijos. Esto se ve cuando Marta le cuenta a las
amigas que en la casa le pegaban y dice que ella va a dejar que sus hijos crezcan libremente o cuando
Mauricio comenta que cuando tenga hijos va a dejarlos dormir juntos, varones y mujeres a tal punto de
ayudarse a vestirse mutuamente. Este comentario es un claro ejemplo que, tanto en sus casas como en
la escuela, no le brindan charlas sobre la sexualidad y el saber que se trasmite en la escuela expresa su
lealtad ciega hacia la autoridad.
A partir de la lectura de la obra El despertar de primavera, resulta interesante su análisis en relación a
los conceptos desarrollados por Aberastury en su texto La adolescencia normal. En particular, el
concepto del Síndrome Normal de la Adolescencia que plantea el autor, articulado con la obra, da lugar
a ricas reflexiones. Mediante este concepto, Aberastury explica que para lograr la estabilización de la
personalidad, el adolescente debe atravesar un cierto grado de conducta “patológica” que debe
considerarse inherente y propia de la evolución normal de la adolescencia. Desarrolla esta idea mediante
el despliegue de diez síntomas que constituyen su sintomatología. En esta misma línea, el autor comenta
también la postura de Anna Freud con respecto a lo normal y lo patológico en la adolescencia, quien
opina que toda conmoción que se de en la adolescencia debe considerarse normal, y que lo anormal
sería que el proceso adolescente acontezca de manera equilibrada y estable. Por otro lado, Aberastury
plantea la elaboración de distintos duelos durante la adolescencia que vale la pena mencionar, ya que
serán determinantes para los procesos de identificación del adolescente para la formación de su
identidad. Estos son: 1) el duelo por el cuerpo infantil; 2) el duelo por la identidad y el rol infantil; 3)
el duelo por los padres de la infancia; y 4) el duelo por la bisexualidad.
Para empezar, podemos identificar el primer síntoma que introduce Aberastury, “La búsqueda de sí
mismo y de la identidad”, en ciertas situaciones de la obra. Este se refiere a la individuación que se da
en la adolescencia para que el niño con dificultades, conflictos e incertidumbres pase a tener - al salir
de la adolescencia - una madurez estabilizada con cierto carácter y personalidad adultos. En este
proceso, el cuerpo y el esquema corporal toman vital importancia, ya que, en este proceso, los
individuos atraviesan importantes cambios físicos que el autor divide en tres niveles: la activación de
las hormonas productoras de las modificaciones sexuales, la producción de óvulos y espermatozoides
maduros y el desarrollo de las características sexuales primarias, sexuales secundarias y de
modificaciones fisiológicas. En El despertar de primavera, podemos ver esta situación en intrínseca
relación con el duelo por el cuerpo infantil. En la Primera Escena, por ejemplo, se nos presenta una
situación en la que Wendia no quiere ponerse el vestido que le da su madre por ser muy largo. Su madre
el largo del vestido se debe al constante crecimiento de la muchacha. Sin embargo, Wendia insiste en
seguir usando su trajecito princesa, y que el vestido lo podrá guardar hasta su próximo cumpleaños.
Podemos interpretar esta situación como el proceso de duelo por el cuerpo infantil por el que está
pasando Wendia, que ante sus cambios físicos tendrá que ir acomodándose para lograr exitosamente su
proceso de individuación e ir formando su identidad.
Por otro lado, “La tendencia grupal”, otro síntoma del Síndrome Normal de la Adolescencia, también
se ve ejemplificado en la obra. Notamos que, tanto las mujeres como los varones, tienen su grupo de
pares con el cual se identifican.
Otro síntoma que se hace notorio en esta obra es la “Necesidad de intelectualizar y fantasear”. En
particular, lo vemos en el personaje de Melchor. En la quinta escena del Primer Acto, se da una charla
entre Melchor y Wendia, en la que Melchor trata de buscarle sentido a las visitas frecuentes de Wendia
a gente pobre. Melchor le pregunta a Wendia el por qué de sus visitas, pero, a pesar de recibir una
respuesta, sigue repreguntando y repreguntando, buscando comprender, teorizar, intelectualizar, sentir
que tiene el control (ante el descontrol que está atravesando en lo pulsional). En el personaje de Melchor
podemos identificar, además, el síntoma de “Las crisis religiosas”, cuando Wendia comenta en una
conversación con sus amigas: “Figúrate que Melchi Gabor me declaró hace algún tiempo que él no creía
en nada, ni en Dios, ni en otra vida, ni en nada…”
Por último, es interesante analizar el síntoma de “La evolución sexual desde el autoerotismo hasta la
heterosexualidad” en relación a la obra. En la Segunda Escena del Primer Acto, Mauricio y Melchor
tienen una conversación acerca de haber experimentado sus primeras excitaciones y sueños sexuales.
Podemos ubicar en Mauricio un gran sentimiento de culpa, remordimientos y angustia. Por otro lado,
Melchor comenta que estaba más o menos preparado, por lo que sólo se avergonzó un poco. También
podemos ver en esta interacción la curiosidad sexual de la que se habla en relación a este síntoma,
cuando Mauricio expresa su duda con respecto a la concepción, a la reproducción, y le pide a Melchor
que le explique detalladamente por escrito todo lo que él sepa. Se ve en Mauricio un gran conflicto en
torno a este tema.
A la luz de los textos, se puede concluir que existen fuertes similitudes al igual que diferencias entre los
adolescentes de la obra y los actuales. Por un lado, se nota el cambio de época en base a un nuevo
discurso de tinte neoliberal y al avance de la ciencia, la tecnología y las comunicaciones que hicieron a
una nueva concepción de la escuela, una nueva forma del lazo social entre pares y con los adultos y una
nueva manera en la que se da la adolescencia. Por otro lado, es identificable la edad que tienen los
personajes, incluso cuando no se nos la menciona implícitamente. Se nota la etapa de la vida que
transitan por los cambios fisiológicos y psicológicos que atraviesan como el despertar de su sexualidad
y la curiosidad en torno a ella, el crecimiento de su cuerpo, la sensaciones alrededor del amor y el
cambio en los sentimientos hacia los padres y la religión. En conclusión, si bien la obra muestra
diferencias de época con la actualidad, parecen existir conceptos que son comunes a la adolescencia
más allá de su contexto histórico cultural.
Bibliografía
Aberastury, A Knobel, M. (1990) La adolescencia normal. Capítulo II y V
Lobov, J.G. El acting out en el proceso psicoanalítico. Revista de la sociedad porteña de psicoanálisis
Miller, J.A. (2015) En dirección a la adolescencia. Intervención de clausura de la 3° Jornada del
Institut de l´Enfant “Interpretar al niño”
Recalcati, M (2016) La hora de clase, por una erótica de la enseñanza Editorial Anagrama,
Barcelona, Capítulo 1: La escuela perdida
Wedekind, F. (1891) El despertar de la primavera
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