La novela nos sitúa en una aldea en el Amazonas, El Idilio. Un dentista hace su trabajo. Trabaja en vivo, sin más anestesia que el aguardiente; mientras, habla mal del Gobierno e insulta a los clientes para que dejen de quejarse.. Después nos mencionan a los mal llamados “jíbaros”, había una enorme diferencia entre un shuar altivo y orgulloso, conocedor de las secretas regiones amazónicas, y un jíbaro ambicioso en busca de oro. Acabado su trabajo, el dentista, se ve obligado a esperar ya que unos indígenas llegan con el cadáver de un gringo. Para hacer tiempo se sienta junto a un viejo, nuestro protagonista Antonio José Bolívar Proaño. Presentan a El alcalde, apodado la Babosa por los lugareños gracias a su exceso de sudor. Se trata de la autoridad del pueblito; el maltrata a la indígena quien se parece ser su esposa, además tiene la manía de cobrar impuestos y de mentir o aprovecharse de los demás. El alcalde interroga a los indígenas del muelle y deduce que ellos mismos lo asesinaron para robarle. Cuando se dispone a arrestarlos, toma la palabra el viejo Antonio José Bolívar. Con tranquilidad, hace reflexionar al alcalde sobre las heridas, de cuatro cortes, y sobre el fuerte olor a orina. Concluye que ha sido una tigrilla. De hecho, en la mochila del muerto aparecen las pieles de las crías de la tigrilla junto a las pertenencias del fallecido. Esto descarta el robo y confirma lo que dijo el viejo. El viejo comienza a decir que piensa que la tigrilla sale a cazar y cuando regresa encuentra a su macho y a los cachorros muertos. El problema es que ahora su venganza es que una vez que ha cazado al hombre, todos los hombres pasan a ser sus enemigos. Los shuar huyen rápidamente, el viejo los entiende ya que tienen que avisar a la tribu del peligro del asesino animal. El alcalde los deja ir y se va. De un momento a otro el dentista entrega al viejo dos libros que le ha traído. Este se emociona al recibirlos, son libros de amor. La historia nos lleva hasta el momento en que el viejo pidió al dentista que le trajera novelas, en cómo el dentista consiguió el encargo gracias a Josefina, una prostituta negra, una aficionada con estas lecturas. Luego se relata la historia de su esposa con él; de su boda a corta edad, de su dificultad económica por un tiempo y de los inconvenientes que tuvieron en el intento de poder tener un hijo ya que Dolores Encarnación del Santísimo Sacramento Estupiñán Otavalo no se pudo embarazar. La mujer muere de fiebres al segundo año. El viejo se queda solo. Comienza a convivir con los shuar, a hablar y a cazar con ellos. Conoce a su mejor amigo, Nushiño, un shuar que llega a la tribu herido de bala. Allí, como es uno de los suyos, es acogido y curado. Desde entonces cazarán juntos. Él cazaba con frecuencia serpientes, les sacaba el veneno y lo vendía a las farmacéuticas. A veces fallaba al tratar de atraparlas por la cabeza, le mordían, pero ya estaba inmunizado. Un día por un cura descubre que existían novelas de amor y decide ir a buscarlas. Para conseguir libros, tiene que ir a El Dorado, pero no tiene dinero; y sale a la selva a cazar para pagarse el viaje. Lo consigue y aceptan llevarlo y traerlo a cambio de una pareja de loros. En ese viaje coincide con el dentista que se ofrece a conseguirle más libros y hacérselos llegar. Después nos ubica en donde el viejo va por camarón para comer mientras lee, nos describe su lectura hasta que escucha un griterío. Llega una canoa con un buscador de oro a bordo, tenía la garganta destrozada; el alcalde se queda callado y entonces habla el viejo el cual dice que es obra de la tigrilla, que el problema es que puede estar cerca del río que fue de donde lo trajeron, ahí termina el silencio del alcalde quien contradice al viejo de cierta forma burlándose. Entonces se preparan para cazar a la tigrilla. Sigue lloviendo de manera constante. El alcalde con una pésima vestimenta de lo menos apropiada para caza causa muchos inconvenientes además de su inexperiencia con la selva. Entonces se aleja un poco y después de unas charlas se escucha el grito de la babosa diciendo que vio a la tigrilla y por uerer protegerse le dispara al animal desperdiciando cargas en un animal inofensivo. Despues se encuentran con otra victima de la tigrilla. Se crea una pausa mientra entierran a los muertos. Y ahí es entonces cuando el animal nuevamente se acerca y el alcalde dispara hacia la selva perdiendo otra oportunidad. La babosa mejor propone, a Antonio José Bolívar que continúe solo la caza a cambio de un pago. El viejo sensato, acepta. El viejo entiende que el animal se mueve en una suerte de venganza justa. La caza es un acto de piedad y ese animal se lo merece. Era algo que ninguno de los demás podía ofrecer a la tigrilla. Ya a solas, regresa a su lectura. Duda si el animal habrá seguido al grupo o lo estará acechando a él. Entonces en lo que el viejo perdido en sus pensamientos haciendo memorias de su mejor amigo, el animal vuelve a aparecer en la distancia. La tigrilla empieza a dejarse ver. El animal y el viejo se miran. La tigrilla se pone en la posición y el viejo corre desesperadamente buscando la protección del río, pero la gata se le anticipa, lo ataca, lo derriba. No quería matarlo de momento, sino llevarlo junto al macho herido, agonizante. El viejo logra llegar hasta el puesto abandonado de los buscadores de oro y se acuesta extenuado debajo de una canoa. Sitúa el arma y el machete a los costados. Despues de un largo rato come, fuma y logra dormir . El ruido de los pasos de la hembra sobre la canoa lo despierta. El animal mea la barca, lo está marcando como presa, pero sin haberlo cazado. Se arma de paciencia y espera. La tigrilla acaba por intentar entrar cavando por un lateral. Es lo que él estaba esperando: dispara a la pata, hiere al animal pero algunos perdigones se le clavan en el pie. La escucha alejarse. Recarga el arma y voltea la canoa. La vio correr hacia él y esperó hasta el salto final para disparar. La tigrilla cae muerta con el pecho abierto. “Era el amor puro sin más fin que el amor mismo, sin posesión, sin celos”. Era más grande de lo que había pensado al verla por primera vez. Flaca y todo, era un animal soberbio, hermoso, una obra maestra de gallardía imposible de reproducir ni con el pensamiento. Es difícil comprender palabras y sensaciones cuando nos falta la experiencia. Decía el viejo