Uploaded by Martin Guallan

Bompa3

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Diseño de
programas de
entrenamiento.
Texto tomado del libro: Bompa, T. O. (2007). Periodización. Teoría y metodología del entrenamiento.
Barcelona. Hispano Europea (pp. 299-318).
PUESTA EN FORMA PARA LA COMPETICIÓN
El entrenador debe diseñar un programa que conduzca a la puesta en forma del
rendimiento en el momento de la competición, tomando en consideración las
características individuales de cada deportista, las condiciones del entrenamiento y
otros factores.
CONDICIONES DEL ENTRENAMIENTO PARA LA PUESTA EN FORMA
El logro de un nivel de rendimiento deportivo superior es el resultado directo de las
adaptaciones del deportista a varios tipos y métodos de entrenamiento. El
entrenamiento es un proceso complejo, organizado y planificado en diferentes fases
y puesto en práctica de forma secuencial. A lo largo de estas fases del
entrenamiento, y especialmente durante el período de competición, el deportista
alcanza distintos estados de entrenamiento. La puesta en forma para una
competición es compleja, y el deportista no puede lograrla en poco tiempo, sino
que lo conseguirá de una manera secuencial y acumulativa. El deportista debe
superar diversos estados de entrenamiento antes de alcanzar el estado de puesta en
forma.
La figura 10.1 muestra la evolución de la puesta en forma durante un plan anual de
tipo monocíclico. Para una mejor comprensión del concepto de estado de
entrenamiento, a continuación se realiza una descripción detallada de cada término.
El nivel de entrenamiento (véase la figura 10.1) representa los fundamentos sobre
los que se basan los demás estados de entrenamiento. Como resultado de un
entrenamiento organizado y sistemático, tanto la capacidad de trabajo del
deportista, como la adquisición de destrezas y maniobras tácticas alcanzan niveles
elevados. Éstas se reflejan mediante resultados superiores a la media y en la
obtención de valores elevados en los tests hacia el final del período de preparación.
Un deportista que haya alcanzado un alto nivel de entrenamiento es, por tanto, una
persona que ha logrado un alto nivel de preparación física y que ha perfeccionado
todas las habilidades motoras requeridas en el deporte o prueba deportiva. Cuanto
mayor sea el nivel de entrenamiento, mayor será la eficacia del deportista. Cuando
el grado de entrenamiento es bajo, los demás estados de entrenamiento pueden
verse afectados negativamente, lo cual reducirá la forma física y, por tanto,
implícitamente, dificultará la puesta en forma. El grado de entrenamiento puede ser
general, lo que significa una elevada adaptación a diferentes formas de
entrenamiento, o puede ser específico, lo que indica que el deportista se ha
adaptado a los requerimientos propios del deporte. Es con esta sólida base o grado
de entrenamiento durante el período de competición cómo el deportista consigue el
estado de forma deportiva.
Durante la fase de competición, a menudo los deportistas explican que se
encuentran en buena o mala condición física. El estado de condición física
deportiva es una prolongación del grado de entrenamiento durante el cual los
deportistas pueden efectuar y conseguir resultados próximos a los de su máxima
capacidad. Este elevado estado de entrenamiento, que se consigue como resultado
de un programa de entrenamiento especializado, puede preceder o incorporar el
proceso de puesta en forma para la principal competición del año. El estado de
condición física deportiva es la base a partir del cual se inicia el proceso de puesta
en forma.
La puesta en forma, como momento culminante de la condición física deportiva, da
lugar a los mejores niveles de rendimiento del año. Es un estado de entrenamiento
transitorio en el cual la eficacia fisiológica y psicológica se encuentra en su punto
máximo y los niveles de preparación técnica y táctica son óptimos. Durante dicho
estado de entrenamiento, la adaptación de las capacidades fisiológicas y anatómicas
también es máxima, y la coordinación neuromuscular es perfecta. La puesta en
forma es un estado biológico superior y especial, caracterizado por una salud
perfecta, un estado fisiológico óptimo expresado a partir de la rápida adaptación a
los estímulos de entrenamiento y al buen ritmo de recuperación después del
entrenamiento ola competición. El cuerpo del deportista refleja un alto estado de
sinergismo funcional (acción conjunta) en el cual los órganos y sistemas canalizan
sus esfuerzos hacia el logro de una eficiencia óptima y del máximo nivel de
rendimiento. Con respecto a las características biológicas de la puesta en forma,
éstas varían según las características específicas del deporte (tabla 10.1).
Desde un punto de vista psicológico, la puesta en forma es el estado de
disponibilidad para la acción, junto con un estado de alerta emocional intenso
(Oxendine, 1968). También es un estado de análisis subjetivo y objetivo de todos
los niveles de integración y adaptación para la competición principal (Serban,
1979). Los aspectos objetivos de la puesta en forma hacen referencia a la capacidad
del sistema nervioso para adaptarse rápida y eficazmente a la tensión de la
competición. Por otro lado, los aspectos subjetivos hacen referencia a la
autoconfianza, desde el punto de vista de la motivación y la percepción del
sinergismo motor y biológico del deportista. Parece que la capacidad del deportista
para tolerar los distintos niveles de frustración que aparecen antes, durante y
después de la competición es un atributo importante de la puesta en forma. Para
facilitar este proceso, el entrenador puede programar distintas sesiones de
entrenamiento para crear circunstancias psicológicas específicas de la competición
principal. Del mismo modo, la participación en varias competiciones durante las
fases de precompetición y competición favorece que el deportista sea capaz de
enfrentarse a la frustración. Como sugiere la figura 10.2, la puesta en forma es un
estado de entrenamiento especial que se caracteriza por una alta adaptación del
sistema nervioso central, armonía motora y biológica, alta motivación, capacidad
para enfrentarse a la frustración, aceptación del riesgo implícito de la competición y
un alto nivel de autoconfianza.
FACTORES QUE FACILITAN LA PUESTA EN FORMA
La gran cantidad de complejos factores de entrenamiento que intervienen hacen que
la puesta en forma sea un concepto complicado y una tarea final de entrenamiento.
No es posible aislar un aspecto único que pueda por si solo conducir a la puesta en
forma. Se deben considerar distintos factores, que se explican más adelante, y
manipularlos adecuadamente para la competición de mayor interés. Es importante
especificar que no se puede sustituir un factor por otro. Todos los factores son
esenciales para optimizar las cualidades físicas, técnicas, tácticas y
neuropsicológicas.
Alto potencial de trabajo y ritmo de recuperación rápido son dos atributos
esenciales para cualquier deportista que logre su máximo nivel de entrenamiento.
La incapacidad para realizar un elevado volumen de trabajo indica que las
expectativas de un alto rendimiento no tienen fundamento. De forma similar, la
capacidad del deportista para recuperarse rápidamente después del entrenamiento
representa una capacidad óptima de adaptación a los aspectos específicos del
esfuerzo y de los estímulos del entrenamiento y de la competición.
Coordinación neuromuscular casi perfecta se refiere estrictamente a la capacidad
de ejecutar destrezas y maniobras tácticas sin bloqueo, de manera que nada
dificulte la ejecución de una rutina o una destreza. La imperfección técnica
significa que la destreza aún no ha sido adquirida o automatizada correctamente;
por tanto, la probabilidad de realizar un ejercicio, técnica y tácticamente correcto,
es baja, lo cual perjudica la ejecución global.
La supercompensación se refiere a los efectos del trabajo y la regeneración sobre el
sujeto, como fundamentos biológicos del estado de alerta fisiológico y psicológico
para la principal competición del año.
Uno de los factores más importantes que facilitan la puesta en forma es realizar una
correcta fase de descarga antes de la competencia principal. La manipulación del
volumen y de la intensidad del entrenamiento es un concepto importante que el
entrenador debe considerar cuidadosamente.
Una correcta fase de descarga es un factor relevante para lograr la
supercompensación antes de la competición principal (figura 10.3). Esta figura
muestra los últimos cinco microciclos previas a la competición principal. En los
tres primeros ciclos, la carga de entrenamiento se incrementa progresiva y
cuidadosamente; mientras que en los dos últimos, el entrenador reduce la carga del
programa para facilitar la supercompensación.
La recuperación y una regeneración del cuerpo correcta después de un
entrenamiento y una competición es un factor importante que estimula la puesta en
forma. Si los deportistas no aplican técnicas de recuperación de forma regular,
acumularán fatiga que puede evolucionar hacia el agotamiento físico y
neuropsicológico. En estas circunstancias, las expectativas de rendimiento se
deberían modificar radicalmente.
La motivación, el estado de alerta y la relajación psicológica también son
instrumentos de la puesta en forma. Sugiero que el lector se remita a los temas
relacionados con información psicológica especializada.
En relación a la capacidad de trabajo de las células nerviosas, un deportista, cuyos
factores de entrenamiento son desarrollados correctamente para la competición, no
podrá maximizar sus habilidades si el sistema nervioso central no se encuentra en
un estado excelente, y en consecuencia posee una elevada capacidad de trabajo. En
condiciones óptimas, las células nerviosas no pueden mantener una elevada
capacidad de trabajo durante mucho tiempo. Puede aumentar considerablemente en
los últimos 7 a 10 días previos a la competición principal como resultado de la
recuperación, relajación y haber alcanzado la supercompensación. Es importante
mencionar que las actividades del deportista, la ejecución de las destrezas, son el
resultado de la actividad muscular, a su vez controlada por los impulsos nerviosos.
Como Gandelsman y Smirnov (1970) describieron, la fuerza, la velocidad y el
número máximo de contracciones musculares dependen de la capacidad de trabajo
de las células del sistema nervioso. Esta capacidad depende del estado de
entrenamiento del deportista y del nivel de excitabilidad de las células, el cual varía
espectacularmente incluso en un plazo de 24 horas (figura 10.4).
Una célula nerviosa no puede mantener una elevada capacidad de trabajo durante
un tiempo prolongado sin saturarse o fatigarse. Cuando las demandas de
entrenamiento alcanzan los límites de las células nerviosas, o cuando el deportista
se fuerza hasta estos límites, la reacción de las células frente a los estímulos de
entrenamiento o competición es alterada. La capacidad de trabajo desciende
bruscamente a causa de la fatiga celular. Para protegerse de nuevos estímulos, la
célula nerviosa asume un estado de inhibición (Pavlov, 1927), restringiendo sus
procesos. El deportista puede continuar entrenando recurriendo a su fuerza de
voluntad, pero puede evolucionar progresivamente hacia un estado de agotamiento
completo. En estas circunstancias, su nivel de rendimiento se encontrará muy por
debajo de los niveles normales. Por eso son tan importantes los microciclos y las
sesiones de regeneración.
La dinámica de la excitabilidad de las células nerviosas varía según el tiempo de la
competición. Aumenta progresivamente los días anteriores, alcanza su pico durante
los días de la contienda y se reduce después de la misma (figura 10.5). En la
mayoría de los casos, los niveles de excitabilidad se reducen hasta niveles
normales, o incluso pueden descender más todavía, indicando un alto grado de
agotamiento. Cuando ocurre esto, el programa de entrenamiento debería ser suave
para favorecer la regeneración total antes de iniciar una carga normal.
La puesta en forma deportiva, así como la dinámica del nivel de excitabilidad,
pueden verse afectadas por la dinámica de las cargas de entrenamiento y por el
proceso de supercompensación. La figura 10.6a muestra la situación en la que un
deportista consiguió el pico de puesta en forma demasiado pronto a consecuencia
de un entrenamiento exageradamente intensivo, por un calendario de competiciones
exigente durante las fases de precompetición y de competición, o por un
entrenamiento específico aplicado demasiado pronto en el período de preparación
(demasiada especificidad en los ejercicios y métodos de entrenamiento). En estas
circunstancias, la competición principal del año se situó en la fase de decrecimiento
del rendimiento.
La figura 10.6b muestra un caso, en el cual un deportista alcanzó su mejor
rendimiento después de la fecha de la competición principal (puesta en forma
tardía). Como ocurre a menudo, después de una competición importante se realizan
varios días de relajación y de entrenamiento suave, que favorecen la
supercompensación. El deportista probablemente no alcanzó la puesta en forma en
el momento de la principal competición porque el entrenador no previó una
descarga correcta, o no tuvo lugar el proceso de supercompensación.
El calendario de competición es un factor importante a tener en cuenta en la
periodización, y por tanto, en la puesta en forma. Al final de este capítulo se
describen algunos métodos para seleccionar y planificar las competiciones.
El número de picos por período de competición también determina la puesta en
forma. El resultado de todos los factores favorecedores o que afectan a la puesta en
forma no es una línea estable y horizontal. En consecuencia, la curva de la
condición física, que es una meseta en la que se construye la puesta en forma, es
ondulante. Las subidas y bajadas de la curva dependen de cada factor por separado.
La puesta en forma, o el pico de rendimiento del año, tiene lugar cuando el
entrenador integra todos los factores correctamente. Durante el período de
competición puede haber dos o cuatro competiciones importantes que no se
distribuyen regularmente o por orden de importancia. La curva de la puesta en
forma (figura 10.7) puede, por tanto, alterarse de acuerdo con este calendario. Sin
embargo, a partir de esta figura se puede concluir que se favoreció la puesta en
forma solamente en tres competiciones importantes, y todas las restantes se
consideraron como secundarias. Aunque el deportista realizó una corta fase de
descarga para facilitar la supercompensación, la integración de todos los factores
que favorecen la puesta en forma solamente se efectuó en las tres principales
competiciones. Desde el punto de vista de la capacidad de trabajo de las células
nerviosas y de la excitabilidad, sería imposible realizar una puesta en forma para la
mayoría de las competiciones. Este tipo de planteamiento podría conducir al
agotamiento; Pavlov (1927) describe que existe una inhibición con finalidad
protectora. En estas circunstancias, las células se autoprotegen de un agotamiento
completo al no reaccionar frente a los estímulos externos o a la competición. En
consecuencia, sería poco realista tener expectativas de un nivel de rendimiento
superior hacia el final de la fase de competición.
Los estudios sobre los medios y técnicas de entrenamiento a largo plazo (Bompa,
1968a; Ghibu, 1978) desvelaron algunos datos precisos sobre la puesta en forma.
Los investigadores creen que son suficientes de 7 a 10 competiciones para
conseguir un alto nivel de disponibilidad frente a las competiciones importantes u
oficiales. Asimismo, en el plan anual de entrenamiento (monocíclico), la mayoría
de los deportistas de elite requieren entre 32 y 36 microciclos para alcanzar el
máximo nivel de rendimiento del año. Se puede emplear esta estimación, aunque
solamente como una pauta general, cuando se planifica para la principal
competición del año. Del mismo modo, asumiendo que un deportista participe en
un programa de entrenamiento con sesiones diarias, Ghibu propone que el
deportista podría alcanzar la puesta en forma después de efectuar entre un 65 y un
80% de los días totales de entrenamiento. Los deportistas podrían no alcanzar la
puesta en forma rápidamente sino después de un esfuerzo duro y prolongado. Estas
afirmaciones indicarían que, por término medio, el deportista requiere
aproximadamente 200 días de entrenamiento antes de conseguir una capacidad
física y psicológica para la puesta en forma. Cuanto mayor sea el número de
competiciones o picos importantes durante el año, menos numerosos serán los días
de entrenamiento. Sin embargo, si a lo largo del año se planifican correctamente de
dos a cuatro picos, esto no debería representar un obstáculo, porque los deportistas
podrían alcanzar la puesta en forma secuencialmente.
Para conseguir cada año altos niveles de rendimiento, también se deberá aumentar
el nivel de entrenamiento. Esto puede realizarse elevando los aspectos físicos del
entrenamiento de año en año. Con esta sólida base, el deportista podría alcanzar
una meseta de condición física a partir de la cual se obtuvieran altos niveles de
rendimiento. Si se ignora este planteamiento, los resultados deportivos del atleta
evolucionarán por debajo del nivel de meseta, en lugar de mejorar continuamente.
Métodos para detectar la puesta en forma
Conocer el momento de la puesta en forma es difícil y genera controversias. Uno de
los criterios más objetivos parece ser el estudio de la dinámica del rendimiento del
deportista (Matveyev, Kalinin y Ozolin, 1974). Estos investigadores realizaron un
estudio longitudinal con deportistas de pruebas de velocidad y medio fondo (N =
2300), en los que establecieron zonas para el cálculo de la puesta en forma.
Consideraron la mejor marca deportiva personal del año anterior como punto de
referencia (o el 100%); la primera zona, o zona del alto rendimiento, comprendía
resultados con marcas no inferiores al 2% por debajo del punto de referencia. Los
resultados medios eran los que se encontraban entre 2 y 3.5% desviados del punto
de referencia. El bajo rendimiento comprendía los resultados incluidos entre el 3.5
y el 5% de desviación y conformaban la tercera zona. Finalmente, la cuarta zona
consistía en malos resultados, o rendimientos con una desviación superior al 5%
con respecto a la mejor marca del año anterior. Los autores concluyeron que
cuando un deportista alcanzaba rendimientos dentro del 2% de la mejor marca
(zona 1), entonces él o ella se encontraba en una alta condición física, cerca del
pico de rendimiento. A partir de este punto, los deportistas favorecen la puesta en
forma con facilidad y logran rendimientos superiores.
Cuando los resultados obtenidos por los deportistas se sitúan en la primera zona,
entonces la adaptación al entrenamiento es completa. La reacción frente a los
estímulos de entrenamiento será regular y, en consecuencia, la frecuencia cardiaca
basal registrada por la mañana mostrará niveles bajos regulares. Se pueden
considerar datos objetivos adicionales para efectuar estimaciones más precisas de
los estados de entrenamiento. Ghibu et al. (1978) sugieren aplicar los siguientes
tests: bioquímica de la orina, tonometría (estimación indirecta de la presión
intraocular para determinar la resistencia del globo ocular a la indentación mediante
la aplicación de fuerza); dinamometría manual; electrocardiograma en reposo;
pruebas de potencia aeróbica y anaeróbica, y el intervalo de la tensión sistólica.
Naturalmente, estos tests deben ser realizados por personal especializado. En los
distintos estados de entrenamiento, especialmente durante el período de
competición, se recogen y comparan los datos de los tests. Cuando todas las
puntuaciones son superiores, el entrenador conocerá que el deportista se encuentra
en un buen estado de entrenamiento.
También puede identificarse la puesta en forma mediante la interpretación de datos
subjetivos, es decir, de las sensaciones del deportista. Esto comprende aspectos
como el estado de alerta y de optimismo, el buen apetito, un patrón de sueño
profundo y reparador, los deseos de entrenar y competir y la facilidad de hacer
cualquier cosa fácilmente.
Es importante que el entrenador también esté en buena condición física. El
comportamiento del entrenador, su optimismo, confianza, entusiasmo, ánimos y
aprecio son prerrequisitos importantes para la puesta en forma de un deportista,
especialmente cuando entre ambos existen estrechas relaciones. El papel del
entrenador no se limita a la actividad del entrenamiento, sino que también es
responsabilidad suya conducir al deportista hacia un alto estado de forma
psicológico. El entrenador debe ser psicológicamente bien equilibrado y tranquilo,
con la capacidad de no manifestar sus emociones antes de la competición. Un
comportamiento bien controlado tiene un impacto tremendo sobre el deportista. Del
mismo modo, el entrenador debe intentar neutralizar todos los agentes estresantes
que pueden afectar al rendimiento del deportista, como los compañeros, familia,
trabajo y conflictos intragrupales.
Mantener la puesta en forma
Existe una gran diversidad de opiniones entre los entrenadores y deportistas
respecto a este importante aspecto del entrenamiento, porque son escasos los datos
precisos procedentes de investigaciones. Creencias falsas como que “el deportista
sólo puede presentar un pico de puesta en forma una vez al año”, o que “el pico de
puesta en forma sólo dura un día”, aún permanecen ancladas en la mente de algunas
personas. Puesto que tanto las fases de la condición física, como las de la puesta en
forma dependen de muchos factores fisiológicos, psicológicos y sociológicos, es
difícil hacer afirmaciones precisas respecto a su duración. Por tanto, es más seguro
considerar que la duración de la puesta en forma es individual. EI programa de
entrenamiento individualizado que realiza el deportista, y la duración y el tipo de
entrenamiento del período de preparación, tienen una notable influencia sobre la
duración de la puesta en forma. Cuanto más larga y sólida sea la fase de
preparación, mayor será la probabilidad de prolongar la condición física y la puesta
en forma.
Cuando se discute sobre este tema, es difícil separar el proceso de puesta en forma
de la condición física. Como ya se ha explicado, la condición física es la elevada
meseta durante la cual el deportista presenta elevadas capacidades de trabajo y
psicológicas. El punto principal de esta meseta es la zona 1, en la que los resultados
deportivos del sujeto se sitúan dentro del 2% de desviación respecto al mejor
rendimiento del año anterior. Asumiendo que el entrenador conduce y organiza un
programa de entrenamiento adecuado, la duración de la zona puede mantenerse
entre uno y dos meses y medio. Durante este tiempo, el deportista puede presentar
dos o tres picos en los que alcanza el alto rendimiento o incluso plusmarcas. Los
investigadores sugieren que el pico de puesta en forma puede durar de 7 a 10 días,
porque las células nerviosas pueden mantener una capacidad de trabajo óptima
durante este tiempo (Ozolin, 1971). Después del pico de puesta en forma para cada
competición, es aconsejable realizar una corta fase de regeneración seguida de
entrenamiento. Si no se realiza esto, probablemente se reducirá la duración de la
zona 1. Esta aproximación recuerda que existe una necesidad de alternar la tensión
con la regeneración, y que su interrelación es de mucha importancia.
La duración de la puesta en forma, así como la de la zona 1, pueden verse afectadas
por el número de pruebas o de competiciones a las que se somete el deportista.
Cuanto más larga es la fase con competiciones semanales, menor es la probabilidad
de repetir resultados de alto nivel. La participación en muchas competiciones no
siempre conduce a un buen y progresivo alto rendimiento. A menudo, se produce el
efecto contrario, que conduce a una disminución de los resultados hacia el final de
la fase de competición, momento en el que habitualmente se planifican las
competiciones de los campeonatos. Una fase crítica a menudo se inicia en el octavo
microciclo con competiciones. Esto no indica necesariamente que el rendimiento
esté comprometido hacia el final del período de competición. Por el contrario,
debería captar la atención del entrenador hacia la necesidad de alternar mejor los
ejercicios exigentes con las actividades de regeneración. Además, el entrenador
debería prestar atención a los métodos y medios para la selección y la planificación
de las competiciones durante las fases de precompetición y competición. Este
proceso debería ser importante para algunos entrenadores de institutos,
especialmente en los deportes de equipo, en los que el calendario de competiciones
está saturado de partidos, incluso en el período de preparación.
Un método importante para asegurarse un pico de puesta en forma adecuado es
alargar la zona 1 y, en consecuencia, la habilidad para la puesta en forma. Se puede
emplear el índice de puesta en forma (por favor, remítase al capítulo 6) para reducir
la tensión sobre los deportistas. La alternancia de competiciones importantes con
competiciones secundarias favorece la forma ondulada de la curva de puesta en
forma, que sustituye la tensión con la regeneración. Del mismo modo, una
aproximación racional a la planificación de las competiciones es finalizar un
microciclo competitivo con una competición importante que asegure una
progresión en la distribución de las competiciones. Para la planificación de las
competiciones, el planteamiento agrupado permite alternar fases de entrenamiento
con períodos de competición y alarga la duración de la forma física del deportista.
El tiempo requerido para alcanzar la zona 1 es un factor importante de la puesta en
forma. Aunque esto puede diferir según las habilidades del deportista, el tiempo
medio que se necesita para incrementar la capacidad desde el nivel precompetitivo
hasta la zona de aptitud 1 es de cuatro a seis microciclos. Es posible no observar
incrementos espectaculares durante los tres o cuatro primeros microciclos, porque
el duro trabajo que exige la intensidad produce altos niveles de fatiga que limitan el
logro de buenos resultados. Sin embargo, después del último o los dos últimos
microciclos, cuando el deportista se ha adaptado a la carga de entrenamiento y se
permite la supercompensación reduciendo ligeramente las exigencias del
entrenamiento, es posible conseguir altos niveles de rendimiento. Aunque la
duración de esta fase transitoria desde resultados bajos hasta la zona 1 varía a causa
de muchos factores, depende también de la especificidad de cada deporte y de la
aproximación de entrenamiento por parte del entrenador. Así, Ghibu et al., (1978)
sugieren las siguientes duraciones: gimnasia artística y Waterpolo, seis microciclos;
atletismo, remo, natación y lucha, aproximadamente cuatro microciclos.
Obstáculos a la puesta en forma
La puesta en forma es el desenlace natural y deseado después de varios meses de
trabajo duro de un programa de entrenamiento correctamente trazado. Como ya se
ha descrito, muchos factores facilitan los estados de entrenamiento; sin embargo,
existen varios factores que pueden afectar adversamente el proceso de puesta en
forma. El entrenador tiene la responsabilidad de estar atento a estos factores y de
poderlos controlar, eliminando así los obstáculos y facilitando la puesta en forma.
Organizar las competiciones
Antes de participar en las competiciones, tanto los deportistas como el entrenador
esperan encontrar condiciones normales estandarizadas. A menudo puede ocurrir
que un deportista lo idealice todo en su mente y espere que las circunstancias sean
perfectas. En consecuencia, cualquier cambio no previsto modificará la situación
que el deportista experimente en la competición, lo cual puede modificar su puesta
en forma y sus resultados. Factores naturales como un fuerte viento o una lluvia
intensa pueden molestar los deportistas que no están familiarizados con ello. En
deportes como el ciclismo, piragüismo o remo, los vientos fuertes pueden dificultar
su rendimiento. Las olas producidas por los vientos afectan considerablemente el
rendimiento en piragüistas y remeros, especialmente aquellos cuya técnica no es
correcta. Las fuertes lluvias afectan al rendimiento de ciclistas y marchadores, así
como a los deportistas de deportes de equipo, que encuentran que el control del
balón se dificulta cuando juegan en campos encharcados o embarrados.
La calidad de la nieve afecta considerablemente al rendimiento final del esquiador.
En el esquí de fondo, el pico de rendimiento depende de la calidad de la nieve y, en
consecuencia, de la pericia y experiencia en el encerado de los esquíes según el
terreno y el estado de la nieve. De modo similar, todos los deportistas son sensibles
a factores ambientales extremos, tales como la temperatura, el clima o la altitud.
La respuesta a estos problemas es la modelación del entrenamiento preparando y
entrenando al deportista en circunstancias de este tipo para que no modifiquen
sustancialmente la puesta en forma. También tienen un impacto similar los cambios
en el diseño previsto, el arbitraje sesgado y un público hostil. La participación de
los deportistas en pruebas con un clima social parecido al de las principales
competiciones es un prerrequisito para conseguir el máximo rendimiento, si éstas
difieren significativamente de las condiciones que se experimentan normalmente.
Estados de entrenamiento del deportista
El entrenador puede observar y, por tanto, tener un control directo sobre un
deportista, solamente durante las horas de entrenamiento. Aunque el entrenador
tenga la responsabilidad de influir positivamente sobre el entrenamiento invisible
del deportista, o sobre el tiempo libre del mismo, no es infrecuente observar
comportamientos y estilos de vida que contradicen las pautas de la ética deportiva.
Un comportamiento negativo afecta a la capacidad de trabajo individual y, por
tanto, también a la puesta en forma. Cosas como un patrón de sueño inadecuado,
abuso de alcohol, tabaco y una mala alimentación reducen el ritmo de recuperación
del deportista, que afectará negativamente a los estados de entrenamiento. Del
mismo modo, la insatisfacción social con la familia, el entrenador, los compañeros
y la escuela o el trabajo se reflejan negativamente en la actitud de la persona
durante el entrenamiento y las competiciones, y da lugar a resultados deportivos
inadecuados. En deportes que requieren cierto riesgo o una fuerte iniciativa, el
miedo a las competiciones o a los accidentes reduce el autocontrol y da lugar a un
complejo de inferioridad. Esto a menudo puede limitar la capacidad de rendimiento
del deportista. El entrenador debería, por tanto, observar al deportista y recoger
información de sus compañeros más íntimos para llevar a cabo todos los intentos
posibles para corregir estas actitudes y comportamientos negativos.
El entrenamiento y el entrenador
Los programas de entrenamiento que están planificados incorrectamente con
intensidades demasiado elevadas, incrementos rápidos de intensidad o demasiadas
competiciones concertadas, son demasiado exigentes y, además, dificultan un
proceso de puesta en forma correcto. Este efecto se hace más obvio cuando el
período de competición es largo. En estas circunstancias es casi imposible
mantener la condición física en la zona 1 y conseguir una correcta puesta en forma
para la competición principal, la cual suele tener lugar al final del período. El hecho
de no tener en consideración la necesidad de alternar el trabajo con fases de
regeneración, no solamente podría reducir la capacidad de conseguir un pico de
forma física, sino que también puede dar lugar a lesiones. Si un deportista se
encuentra expuesto continuamente a este tipo de estímulos estresantes, aumentará
la probabilidad de sufrir un estado de sobreentrenamiento.
Los conocimientos del entrenador, su actitud y comportamiento, así como su
habilidad para disimular sus emociones y frustraciones personales, también
afectarán al rendimiento del deportista. La falta de confianza en las habilidades y
los conocimientos del entrenador, especialmente si se produce antes de la
competición principal, también pueden afectar adversamente al rendimiento del
deportista y, por tanto, a la puesta en forma para esa contienda. La solución a estos
problemas es sencilla: mejorar los conocimientos personales sobre el
entrenamiento, mejorar el autocontrol o ser honesto y aconsejar a los deportistas
que se busquen un entrenador mejor.
COMPETENCIA DEPORTIVA
Es evidente que la finalidad principal del entrenamiento es participar en
competiciones, desafiar a otros deportistas para conseguir un puesto entre los
mejores y conseguir un alto nivel de rendimiento. Sin embargo, la importancia de
las competiciones va más allá de estos fines, porque representan el medio más
importante y específico para valorar los progresos personales. Muchos entrenadores
mantienen que la participación en las competiciones aumenta el nivel de
preparación deportiva. Aunque esto puede ser verdadero hasta cierto punto, el
entrenador no debe esperar conseguir un nivel de entrenamiento y una correcta
puesta en forma solamente a partir de las competiciones, como algunos intentan
hacer a menudo en algunos deportes profesionales. La participación en
competiciones, especialmente durante el período de preparación cuando se
planifican partidos amistosos, ayuda a los deportistas a conseguir un alto estado de
rendimiento disponible para la competición más importante del año. Durante estas
competiciones, tendrán la oportunidad de valorar todos los factores del
entrenamiento de la forma más específica. Sin embargo, considerar que las
competiciones son el único medio para progresar reduce la filosofía del
entrenamiento y, en consecuencia, altera el principal ciclo de actividad, que incluye
entrenamiento, descarga, competición y regeneración (figura 10.8).
A menudo, los entrenadores se dejan cautivar por la participación en muchas
competiciones amistosas y no se concentran en entrenar adecuadamente. Hacen
hincapié en la intensidad a expensas del volumen, y en consecuencia los deportistas
alcanzan la puesta en forma antes de lo que estaba planificado al principio. Como
es natural en esta situación, al final de la fase de competición, en la cual se habrán
previsto las principales competiciones, los resultados serán bajos. Recuerde que la
acumulación de entrenamiento durante la fase de preparación no es un saco sin
fondo, sino que tiene límites. Por el contrario, el saco debe rellenarse sin descanso
para que las bases físicas y psicológicas se mantengan hasta el final de la fase de
competición.
Una consecuencia importante de la participación en las competiciones,
especialmente en jóvenes deportistas, es la adquisición de experiencia competitiva.
Todas las competiciones incluidas en el plan anual están subordinadas a la
competición principal, y por tanto deben favorecer que se consigan los principales
objetivos de rendimiento del año, lo cual habitualmente se alcanza en la
competición principal. Por tanto, la selección y planificación de las competiciones
son artes por mérito propio.
La competición es el terreno real para la valoración de la preparación de los
deportistas. Durante un encuentro, los deportistas pueden evaluar el nivel de mejora
conseguido en un momento particular, consolidar una técnica y comprobar una
táctica contra adversarios directos. Al mismo tiempo, pueden aprender cómo gastar
energía de forma eficaz y cómo incrementar sus recursos psicológicos, cómo la
fuerza de voluntad y la perseverancia. Sin embargo, es importante, que el
entrenador planifique los objetivos específicos que los deportistas deberán alcanzar
antes de participar en cualquier competición. Los objetivos se orientan y
determinan de acuerdo con el tipo y las características de la competición en la que
toman parte los deportistas.
Clasificación y características de la competición
Podemos clasificar la mayoría de las competiciones en dos grupos: oficiales o
principales, y de preparación o amistosas. Las competiciones oficiales o principales
se consideran como calificaciones determinantes o que definen los puestos finales
de un campeonato. Son de gran importancia y habitualmente los deportistas
intentan conseguir en ellas un alto nivel de rendimiento. En las series o pruebas de
calificación, no siempre es necesario un alto nivel de rendimiento para clasificarse
para las siguientes competiciones. Las competiciones principales pueden servir de
pauta para separar el plan anual en los macrociclos, especialmente en los deportes
individuales.
Las competiciones de preparación o amistosas habitualmente se planifican para
evaluar y proporcionar información al deportista o a los equipos en relación a
ciertos aspectos del entrenamiento. Este tipo de competiciones forman parte
integral de un microciclo y, por tanto, el entrenador debería alterar o descargar su
plan de entrenamiento habitual. Aunque la victoria no debería ser el único objetivo,
este tipo de competiciones pueden ayudar a los deportistas a alcanzar un estado de
preparación adecuado antes de las competiciones oficiales. Esto es posible porque
durante estas competiciones pueden desarrollar una intensidad máxima, agotar las
reservas de energía, superar las capacidades física y psicológica, superar la
emoción y adquirir experiencia contra adversarios tanto conocidos como
desconocidos.
En consecuencia, todas las competiciones deportivas presentan las siguientes
características y orientaciones.
La victoria en una competición atrae a cualquier deportista desde los niveles
iniciales de participación en el entrenamiento. Ser victorioso en una competición
requiere muchas horas de trabajo duro. En el deporte, el talento es un recurso
importante, pero el trabajo duro es un requisito indispensable. No existen atajos
para evitar el trabajo duro en el proceso de búsqueda de ser un ganador.
Los récords, que pueden relacionarse estrechamente con la victoria, son el sueño de
muchos deportistas. Cuando los deportistas superan sus propias marcas o las
marcas establecidas previamente por otros deportistas, esto significa que en
condiciones ideales han derrotado sus debilidades tanto fisiológicas como
psicológicas. Aunque algunos récords no se producen tal como había previsto el
entrenador, estas competiciones habitualmente se planifican en la mitad de la fase
de competición. Este tipo de pruebas no deben situarse en las dos a tres semanas
previas a la principal competición del año, porque agotan las capacidades física y
psicológica de los deportistas.
Las competiciones de evaluación se organizan con la finalidad de verificar el
potencial y la calidad del deportista en un momento particular. Los objetivos de
este tipo de competiciones es evaluar al sujeto desde un punto de vista físico y
psicológico, y validar sus maniobras técnicas y tácticas. En deportes de equipo,
puesto que estas competiciones son informales, el entrenador puede decidir parar el
juego de vez en cuando para sugerir alguna táctica contra los adversarios.
La adaptación a las condiciones específicas de las futuras competiciones tiene un
importante papel en la correcta ejecución de las habilidades del deportista. Por ello,
el entrenador podría escoger una competición en un lugar que familiarice a los
deportistas con las instalaciones y la calidad de los equipamientos con los que se
encontrarán durante las futuras competiciones importantes. Estas competiciones
pueden ser amistosas; así, el entrenador debe resaltar la adaptación a la tensión y el
ajuste a las características específicas de las instalaciones por encima de la victoria.
Planificar las competiciones
Habitualmente, el calendario de competiciones lo establecen los organismos de
gobierno del deporte, y sus decisiones afectan solamente a los campeonatos y
competiciones oficiales. No obstante, el entrenador puede decidir participar
también en ciertas competiciones de preparación o amistosas según el tiempo
disponible y los objetivos específicos. La selección y planificación de las
competiciones son procesos muy importantes en el entrenamiento, pues pueden
facilitar o dificultar el proceso de puesta en forma para las competiciones
principales.
A menudo se producen malentendidos en los procedimientos de selección y en
relación al papel del entrenador en el proceso de toma de decisiones. Algunos de
ellos tienen el convencimiento de que los deportistas deberían participar en todas
las competiciones disponibles y con el mayor esfuerzo posible. Evidentemente, en
estos casos los deportistas están constantemente experimentando actividades
exigentes que podrían impedir el camino hacia un punto culminante óptimo en esa
temporada. Del mismo modo, un calendario de competiciones o partidos tan
exigente requiere que se disponga de fases de regeneración, los cuales alterarán la
evolución normal del entrenamiento. También debe preocupar la intensa tensión
psicológica que requieren los deportistas para lograr un nivel de alerta suficiente
para cada competición. Si no se tienen en cuenta estos aspectos, se puede facilitar
la aparición de consecuencias no deseadas que se reflejarán mediante una baja
puesta en forma para la principal competición del año.
Otro procedimiento poco habitual para la selección de competiciones es cuando el
entrenador pide a los deportistas que tomen ellos la decisión. En la mayoría de los
casos, los deportistas evidentemente no tienen suficientes conocimientos para
emplear pautas metodológicas adecuadas en la selección y planificación de una
competición. Por tanto, el líder debería ser el entrenador, que puede decidir emplear
uno de los dos métodos para la planificación del calendario de competiciones del
plan anual: los planteamientos por agrupamiento o el cíclico.
El planteamiento por agrupamiento hace referencia al método en el cual se
planifican dos o tres semanas seguidas durante las cuales el deportista toma parte
en torneos y campeonatos, participando en varias pruebas o carreras el fin de
semana. Como se muestra en la figura 10.9, posteriormente a esta fase se planifica
habitualmente un macrociclo solamente de entrenamiento, permitiendo al deportista
entrenar de cara a dos o tres semanas de competiciones agrupadas.
En el ejemplo hipotético de la figura 10.9, se sugiere que al final del mes de mayo
el deportista o el equipo participen en un grupo de competiciones distribuidas en
dos semanas. En cada caso podría ser el entrenador el que organice carreras o
partidos en dos o tres días durante cada fin de semana. El primer microciclo que
sigue al de las competiciones es un ciclo de menor intensidad con un pico en su
extremo final. La primera parte del ciclo (2-3 días) se dedica a la regeneración con
sesiones de entrenamiento poco exigentes. En los dos microciclos y medio
siguientes se planifica un entrenamiento duro, seguido de una corta fase de
descarga de dos a tres días, y de nuevo siguen tres semanas de competición. El 21
de agosto tiene lugar la competición de selección (regional) para el principal
campeonato del año, que se llevará a cabo durante la semana del 25 de setiembre.
Para su entrenamiento, los macrociclos que preceden a los campeonatos de
selección y al campeonato final siguen el mismo patrón que en los anteriores.
El planteamiento agrupado es más adecuado para los deportes individuales, en los
que las dos únicas competiciones oficiales están planificadas de forma similar al
ejemplo anterior. En deportes de equipo, esta aproximación solamente puede
aplicarse para los campeonatos nacionales o competiciones internacionales, en las
que el concepto de agrupamiento es un modelo de entrenamiento típico para un
torneo oficial internacional. La aproximación cíclica puede emplearse en deportes
individuales y de equipo. El término hace referencia a las competiciones que son
planificadas de forma cíclica (figura 10.10).
Durante los macrociclos 8 y 9, las competiciones previstas son partidos de liga que
tienen lugar cada fin de semana. Luego, al final de los macrociclos 10 y 11 se han
planificado los campeonatos regionales y finales. Puesto que cada microciclo
finaliza con un partido, se pueden estructurar con un solo pico, el cual
habitualmente se producirá el martes o miércoles. Uno o dos días antes del partido
existe una fase de descarga progresiva para facilitar el proceso de
supercompensación para el día del partido. En deportes individuales en los que no
existen partidos de liga, tenga en cuenta la aproximación cíclica solamente para las
competiciones de selección y finales (principal competición del año) como se
muestra en la figura 10.11. En estos casos, el entrenador puede decidir tomar parte
en otras competiciones, organizadas por varios clubes. Asumiendo que existan
varias competiciones entre las cuales se pueda escoger, el entrenador podría
planificar tomar parte solamente en aquellas que faciliten una aproximación cíclica.
En consecuencia, los deportistas competirán cada dos semanas dejando tiempo para
entrenar entre las competiciones. Este planteamiento presenta ventajas, porque el
entrenador puede modificar los programas de entrenamiento según la información
recibida durante las competiciones. Naturalmente, así se facilitará una preparación
ideal para la competición principal.
En relación a la estructura de los microciclos para el planteamiento cíclico, el
microciclo posterior a la competición debe ser de baja intensidad en su primera
mitad para facilitar la recuperación, y de mayor intensidad en su segunda mitad. El
microciclo que precede a la competición se estructura al revés, los deportistas
entrenarán duramente en la primera mitad (pico más alto el martes o miércoles) y
en la segunda mitad de la semana se realizará la descarga (figura 10.12).
Se puede asumir correctamente que un entrenador pragmático puede emplear una
combinación de ambos métodos de selección y planificación para las
competiciones. Puede ocurrir que en algún momento de la fase de competición
predomine un cierto método, mientras que la otra permanecerá para equilibrar el
resto del año.
La planificación de la competición principal que se realiza habitualmente por la
federación o asociación nacional debería tener lugar en las fechas de los futuros
juegos olímpicos, de manera que los entrenadores prueben varios ciclos anuales
antes de los juegos. Estas experimentaciones darán lugar óptimamente a un plan
anual ideal que posteriormente se puede repetir durante el año olímpico. Éste es un
concepto importante que la federación nacional debería valorar para su ejecución.
Cuando existe un largo periodo entre la última competición y la competición
principal, por ejemplo campeonatos nacionales, juegos olímpicos, campeonatos del
mundo u otros, se puede organizar un macrociclo especial (tabla 10.2). Los fines
que se asignan a cada microciclo son importantes, porque una buena planificación
facilita la ejecución de un entrenamiento adecuado y el seguimiento de una buena
estrategia de puesta en forma para conseguir los mejores resultados.
La tabla 10.2 muestra un macrociclo normal, que en este ejemplo consiste en 5
microciclos y un microciclo condensado, y en el que el tiempo entre dos
competiciones es solamente de 3 semanas. En el ciclo condensado, cada objetivo de
entrenamiento se asigna a un número de días en lugar de a las semanas.
Frecuencia de las pruebas
Algunos de los factores determinantes en el momento de decidir la frecuencia y el
número de competiciones que se incluyen en el plan anual son las características
individuales, la experiencia, la edad y las características del deporte. Otros factores
importantes y que deben considerarse son la duración de la fase de competición:
cuanto más larga sea esta fase, mayor será el número de competiciones. Las
características del deporte deben considerarse como las pautas más importantes al
tomar las decisiones sobre el número y la frecuencia de las competiciones. Los
deportistas que participan en deportes de corta duración (es decir, velocidad, saltos,
saltos de trampolín), en los cuales las demandas físicas son bajas, se recuperan a un
ritmo elevado. En consecuencia, la frecuencia e implícitamente el número de
salidas (carreras, pruebas) podría ser elevado. Ozolin (1971) sugiere que, en este
tipo de deportes, los deportistas de elite podrían tomar parte en 40 o 50 salidas al
año. Por otro lado, los deportes que requieren un elevado consumo de energía y
solicitación nerviosa, en los que la resistencia, la fuerza y la resistencia muscular
son dominantes o componentes importantes del entrenamiento (es decir natación,
carreras de media y larga distancia, esquí de fondo, remo, ciclismo, boxeo, lucha,
etc.), el número de competiciones debería ser menor, entre 15 y 25 (tabla 10.3). Los
deportistas que participan en deportes de equipo a menudo toman parte en más de
30 partidos al año. En relación a la frecuencia, considere el tiempo que los
deportistas requieren para la recuperación, la cual, en el caso del último grupo, será
larga.
Durante la fase de competición, los deportistas pueden participar en dos a cuatro
competiciones que en su mayor parte son pruebas de selección para la contienda y
la competición más importante del año. Además, en el calendario de competición
se pueden incluir competiciones de menor importancia. Sin embargo, como se
sugiere en la tabla 10.4, se debe planificar un corto periodo de entrenamiento entre
las competiciones de preparación (amistosas) para la fase de precompetición y las
competiciones principales.
No es necesario organizar solamente competiciones específicas del deporte o
prueba. A menudo, especialmente durante la fase de preparación, se pueden
organizar otros tipos de competiciones para mejorar el desarrollo físico general.
Este tipo de competiciones se deben planificar sobre todo para los principiantes y
los deportistas con proyección que aún no han adquirido una técnica correcta. A
menudo, los entrenadores también organizan este tipo de competiciones para los
deportistas de elite. En el Este de Europa es frecuente ver a gimnastas y halterófilos
compitiendo en los 30 metros lisos y el salto de altura, y a remeros, ciclistas y
piragüistas compitiendo en pruebas de esquí de fondo y otros deportes de
resistencia. Estas competiciones presentan ventajas psicológicas así como físicas.
Cuando los deportistas compiten en actividades que forman parte de su
entrenamiento o que son semejantes a su prueba, están más motivados para trabajar
duramente con el fin de mejorar su preparación física general y específica.
En relación a la participación en los periodos de tiempo entre dos competiciones,
Bompa (1970) y Harre (1982) recomiendan que el entrenador considere los
siguientes aspectos:
 El deportista debería tomar parte en competiciones solamente cuando él o ella
sean capaces de conseguir los objetivos para cada factor de entrenamiento:
físico, técnico, táctico y psicológico.
 El entrenador debería seleccionar cuidadosamente cada competición, siguiendo
un orden que aumente la dificultad progresivamente.
 Las competiciones no desafiantes no motivan a los deportistas.
 No deben evitarse los adversarios con capacidades superiores.
 Demasiadas competencias, especialmente con largos viajes por carretera,
reducen la posibilidad del entrenador de dosificar correctamente las
competiciones y el entrenamiento. Los resultados serán una reducción en el
potencial físico y especialmente psicológico del deportista.
 Una planificación correcta del calendario de competiciones asegurará la mejor
puesta en forma para la competición principal.
 La principal competición del año es la única que establece la jerarquía del
deportista en un deporte. Las demás (con la excepción de los partidos de liga)
solamente son etapas progresivas que deben conducirle hasta ese nivel.
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