Med Clin (Barc). 2012;138(Supl 1):23-27 ISSN: 0025-7753 MEDICINA CLINICA www.elsevier.es/medicinaclinica Incluida en: Science Citation Index • Journal Citation Reports • Index Medicus/MEDLINE • Current Contents/Clinical Medicine • Índice Médico Español • Excerpta Medica/EMBASE • PascaI • SCOPUS Volumen 138 - Extraordinario 1 - Abril 2012 Artritis por cristales Editores invitados: Eliseo Pascual y Francisca Sivera Introducción E. Pascual y F. Sivera El diagnóstico de la gota 1 E. Pascual Gómez* 3 F. Sivera Epidemiología de la gota L. Carmona www.elsevier.es/medicinaclinica M. Jiménez Palop y E. Pascual Gómez 19 Tratamiento de la gota Gota: los depósitos de cristales de urato y la inflamación asociada 23 La enfermedad por depósito de cristales de pirofosfato cálcico 8 M. Andrés y F. Sivera 28 Consecuencias de la gota F. Pérez Ruiz 14 Tratamiento de la gota Francisca Sivera* Servicio de Reumatología, Hospital General de Elda, Alicante, España RESUMEN Palabras clave: Gota Hiperuricemia Tratamiento Alopurinol Febuxostat Benzbromarona Pegloticasa Colchicina AINE Corticoides Aunque el umbral preciso bajo el que se debe situar la uricemia está en discusión, el objetivo primordial del tratamiento de la gota es reducir la uricemia para revertir el depósito de cristales de urato monosódico. El alopurinol es el hipouricemiante de uso más extendido; sin embargo, actualmente existen fármacos alternativos —como el febuxostat, la benzbromarona o, en casos seleccionados, la pegloticasa— de especial relevancia en pacientes refractarios o intolerantes al alopurinol. La profilaxis de nuevos episodios de gota es trascendente los primeros meses tras el inicio del tratamiento hipouricemiante; la colchicina es el fármaco de elección, mientras que los AINE a dosis bajas son una alternativa, y los corticoides se reservan, también a dosis bajas, para pacientes con inflamación recurrente o persistente pese a tratamientos convencionales. Los episodios agudos de gota ocasionan un importante dolor y discapacidad, por lo que su tratamiento antiinflamatorio debe planearse adecuadamente. Al igual que en la profilaxis, la colchicina, los AINE y los corticoides constituyen las alternativas más habituales. Independientemente del fármaco elegido, este se debe administrar precozmente y a dosis suficientes. © 2012 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Treatment of gout ABSTRACT Keywords: Gout Hyperuricemia Treatment Allopurinol Febuxostat Benzobromaron Pegloticase Colchicine NSAID Corticosteroids Although there is no clear threshold below which uric acid blood levels should be maintained, the main objective of the treatment of gout is to reduce uric acid blood levels to reverse monosodium urate crystals. The most widely used uric acid lowering agent is allopurinol; however, alternative drugs are currently available –such as febuxostat, benzbromaron or, in selected patients, pegloticase– which are especially useful in patients refractory or intolerant to allopurinol. Prophylaxis of new episodes of gout is especially important in the first few months after the start of uric acid lowering therapy. Colchicine is the drug of choice, with low-dose non-steroidal anti-inflammatory drugs (NSAIDs) being an alternative. Low-dose corticosteroids should be reserved for patients with recurrent or persistent inflammation despite conventional treatment. Acute attacks of gout cause severe pain and disability and consequently anti-inflammatory therapy should be adequately planned. As with prophylaxis, colchicine, NSAIDs and corticosteroids are the most commonly used alternatives. Irrespective of the drug chosen, treatment should be administered early and at sufficient doses. © 2012 Elsevier España, S.L. All rights reserved. Objetivos en el tratamiento de la gota La gota es una enfermedad por depósito de urato monosódico (UMS). Este depósito viene condicionado por la presencia de una hiperuricemia mantenida, así como de factores locales diversos poco esclarecidos. A mayor nivel de uricemia, mayor es el riesgo de presentar gota1. La presencia de cristales dentro y alrededor de las articulaciones condiciona, además de los característicos ataques agudos *Autor para correspondencia. Correo electrónico: fransimas@yahoo.es 0025/7753$ - see front matter © 2012 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados de artritis, una inflamación subclínica persistente2. Sin tratamiento, los depósitos aumentan y pueden condicionar la aparición de tofos. A diferencia de otras enfermedades por cristales, el depósito es reversible. En pacientes en los que se reducen las uricemias, los cristales se vuelven indetectables en muestras de líquido sinovial3 y los tofos disminuyen de tamaño hasta desaparecer4. Sin depósito de cristales, no existe la gota, por lo que esta se puede considerar curada. El objetivo fundamental en la gota es, por tanto, revertir el depósito de cristales de UMS mediante la reducción de la uricemia hasta disolver por completo los cristales. Los fármacos hipouricemiantes son el pilar básico en el tratamiento. Dado que los episodios de artritis aguda ocasionan un importante dolor e incapacidad, es además 24 F. Sivera / Med Clin (Barc). 2012;138(Supl 1):23-27 Tabla 1 Objetivos en el tratamiento de la gota Objetivo primario Disminuir los niveles séricos de ácido úrico Objetivos secundarios 1. Tratamiento de los ataques de artritis aguda 2. Profilaxis de los ataques de artritis aguda 3. Detección y tratamiento de las comorbilidades cardiovasculares asociadas Tabla 2 Resumen de tratamientos en la gota por objetivos Reducir la uricemia Inhibidores de la xantina oxidasa Alopurinol Febuxostat Uricosúricos Tratamiento y profilaxis de los episodios agudos AINE (tradicionales e inhibidores de la COX-2) Colchicina Corticoides (intraarticulares o sistémicos) Inhibidores de la interleucina-1 Benzbromarona Uricasas importante realizar una adecuada profilaxis de los ataques de inflamación aguda y planear su tratamiento precoz en caso de que aparezcan (tabla 1). Rasburicasa Pegloticasa Reducir la uricemia Actualmente existen numerosas alternativas farmacológicas para reducir la uricemia (alopurinol, febuxostat, benzbromarona, pegloticasa, etc.) gracias a la aparición en los últimos años de diversos medicamentos que se han añadido al arsenal previo (tabla 2). El alopurinol es el tratamiento hipouricemiante más utilizado5 por la experiencia acumulada, su fácil dosificación y su perfil coste-beneficio. Sin embargo, ya existen alternativas eficaces, especialmente útiles en pacientes refractarios o intolerantes al alopurinol, o en los que este está contraindicado. No queda claro cuál es el límite bajo el que se debe disminuir la uricemia. La mayoría de guías —entre ellas, la europea— recomiendan una disminución de la uricemia por debajo de 6 mg/dl6,7, aunque algunas preconizan un control más estricto (< 5 mg/dl)8. Tampoco existe un consenso claro sobre cuándo se debe iniciar el tratamiento hipouricemiante. Las recomendaciones europeas indican tratamiento reductor de la uricemia en pacientes con episodios agudos recurrentes, tofos o artropatía. Sin embargo, la magnitud de los depósitos se relaciona con el tiempo de evolución de la gota; así, el tratamiento precoz resuelve antes los depósitos, permitiendo una curación más rápida3. Además, si la gota y/o la presencia de cristales con su inflamación asociada demuestran ser un factor de riesgo independiente para eventos y mortalidad cardio-vascular, su tratamiento precoz sería recomendable. Alopurinol El alopurinol es un inhibidor de la xantina oxidasa que se utiliza desde hace más de cuatro décadas. Dada la antigüedad del fármaco, existe una paucidad de estudios controlados. En varios estudios recientes se utiliza como comparador del febuxostat9-11; a dosis fijas de 300 mg (100-200 mg en pacientes con insuficiencia renal leve-moderada) resulta en un control de la uricemia (uricemia < 6 mg/dl) en solamente alrededor del 20-40% de los pacientes. Todos los pacientes en estos estudios presentaban uricemias superiores a 8 mg/dl antes de recibir tratamiento hipouricemiante. Sin embargo, el uso de una dosis fija y relativamente baja de alopurinol dificulta la interpretación de estos datos en la práctica clínica habitual. En España el alopurinol está autorizado a dosis máximas de 900 mg diarios con función renal normal. En un estudio en pacientes que no obtenían un adecuado control de la uricemia con 300 mg diarios de alopurinol, el aumento de dosis a 600 mg diarios fue eficaz12. Dosis superiores a 600 mg diarios no han recibido ninguna atención crítica. La pauta recomendada con el alopurinol es comenzar a dosis bajas-moderadas y aumentarlas progresivamente hasta alcanzar el objetivo terapéutico13. Pese a estas recomendaciones, la mayoría de pacientes nunca reciben dosis mayores de 300 mg diarios, especialmente en el ámbito de atención primaria14. Una de las principales limitaciones con el alopurinol es la aparición de efectos adversos, la mayoría de ellos leves y reversibles (como la elevación de las transaminasas), pero ocasionalmente severos e incluso con desenlace fatal (como algunas reacciones de hipersensibilidad). Hande et al. generó una tabla de dosis máximas de alopurinol ajustadas para la función renal a raíz de parámetros farmacocinéticos15. Sin embargo, varios estudios han refutado el concepto de dosis máxima, demostrando que los aumentos paulatinos de dosis con monitorización frecuente de los efectos adversos son seguros16,17. Se han probado pautas de desensibilización en pacientes con reacciones alérgicas al alopurinol18, pero dada la proliferación de alternativas, su uso es limitado. Febuxostat El febuxostat es un nuevo inhibidor de la xantina oxidasa que se administra entre 40-120 mg en dosis única diaria. En sus estudios pivotales —donde se incluyen pacientes gotosos con uricemias por encima de 8 mg/dl— consigue un control de la uricemia en alrededor del 45-70% de pacientes9-11, un porcentaje mayor al que se obtiene con alopurinol. Sin embargo, dada la utilización de dosis fijas de alopurinol en estos estudios, es difícil precisar una posible superioridad del febuxostat y su magnitud. Se suele comenzar por una dosis de 80 mg (la dosis de 40 mg no está comercializada en Europa) y aumentar a 120 mg tras cuatro semanas, en caso de no lograr un control adecuado de la uricemia. Así mismo, el febuxostat se ha mostrado eficaz en pacientes con insuficiencia renal leve y moderada en ensayos aleatorizados, sin precisar ajuste de dosis; no existen datos en insuficiencia renal severa (aclaramiento de creatinina < 30 ml/min). En estos momentos, el febuxostat se perfila como una alternativa eficaz en pacientes con intolerancia o refractarios al alopurinol. El perfil de seguridad aparece similar al del alopurinol, con diarrea como principal efecto adverso en los estudios controlados publicados19. La elevación de transaminasas parece ocurrir en algo más del 10% de los pacientes, y puede precisar un ajuste de dosis. En un estudio retrospectivo de trece pacientes con reacciones adversas severas a alopurinol tratados con febuxostat, un paciente presentó una reacción vasculítica por hipersensibilidad20. Son necesarios más datos para fundamentar la seguridad del tratamiento posterior con febuxostat tras reacción severa a alopurinol. No se recomienda el tratamiento con febuxostat en pacientes con cardiopatía isquémica o insuficiencia cardíaca congestiva. Uricosúricos La mayoría de los pacientes con gota presentan hiperuricemia secundaria a la disminución de la excreción renal, por lo que aumentar el aclaramiento del ácido úrico es conceptualmente atractivo. Los uricosúricos incluyen benzbromarona, probenecid y sulfinpirazona, con diferente accesibilidad en cada país. En España, el único uricosúrico autorizado es la benzbromarona, con indicación restringida a F. Sivera / Med Clin (Barc). 2012;138(Supl 1):23-27 pacientes sin respuesta o intolerantes al tratamiento con alopurinol con gota poliarticular o tofácea, y solo tras prescripción por un reumatólogo o nefrólogo. La benzbromarona inhibe la reabsorción tubular del ácido úrico por el transportador URAT-1, y produce una reducción marcada de la uricemia, mayor que la obtenida con probenecid21 y al menos tan importante como la conseguida con alopurinol12,22. Aunque existe riesgo de hepatotoxicidad —en algunos casos, grave—, este parece muy limitado en pacientes de ascendencia europea23. El efecto adverso más frecuente es la intolerancia gastrointestinal. Dado que se trata de un medicamento que facilita la excreción renal de ácido úrico al mejorar su aclaramiento, se debe evitar la benzbromarona en caso de litiasis renal úrica previa o excreción renal excesiva de ácido úrico (> 700 mg/dl). Como con otros fármacos hipouricemiantes potentes, es recomendable empezar a dosis bajas (i.e. 50 mg diarios) y, posteriormente, aumentar la dosis paulatinamente hasta alcanzar el objetivo terapéutico, pudiendo alcanzar los 200 mg diarios. Debido a su mecanismo de acción muy diferente —y en cierto modo complementario—, añadir dosis moderadas de benzbromarona a dosis estándar de alopurinol ha demostrado un efecto aditivo en la reducción de la uricemia4. Esta combinación ni se contempla ni se restringe en la ficha técnica de la Agencia Española del Medicamento; sin embargo, fármacos que contenían ambos principios activos fueron retirados por efectos adversos. No hay datos que avalen la combinación entre febuxostat y benzbromarona. Existen una serie de fármacos utilizados en otras enfermedades que presentan propiedades uricosúricas de magnitud pequeña o moderada (fenofibrato, losartan, atorvastatina, leflunomida). Aunque no indicados en la gota, pueden ayudar a controlar la uricemia siempre que el paciente presente la comorbilidad para la que están aprobados. Uricasas La uricasa (o urato oxidasa) es una enzima que cataliza la degradación de ácido úrico hacia la formación de alantoína, molécula de fácil excreción renal. Como consecuencia de sendas mutaciones, los humanos y algunos primates no presentan uricasa activa, por lo que la acumulación de ácido úrico condiciona una uricemia mucho mayor que en el resto de mamíferos. El desarrollo de las técnicas recombinantes ha posibilitado la producción de las uricasas para tratamiento en humanos (rasburicasa, pegloticasa). La rasburicasa se comercializa para la prevención del síndrome de lisis tumoral y se ha utilizado —fuera de indicación— para el tratamiento de casos aislados de gota refractaria24. La pegloticasa (una uricasa pegilada para aumentar su vida media y disminuir la inmunogenicidad) está aprobada por la FDA (Food and Drug Administration) —aunque todavía no por la EMEA (Agencia Europea de Medicamentos)— para el tratamiento de la gota refractaria. La reducción de la uricemia es marcada y rápida con infusiones intravenosas de 8 mg cada 2-4 semanas, y condiciona una resolución de los tofos y una mejoría clínica a medio plazo25. Sin embargo, esta reducción de la uricemia desencadena numerosos e intensos episodios agudos de inflamación articular, aun con la profilaxis con corticoides intravenosos previos a la infusión. Pese a la pegilación, la pegloticasa todavía presenta importante inmunogenicidad y numerosos pacientes desarrollan anticuerpos antipegloticasa. Esto se asocia no solo con un aumento del riesgo de reacción infusional, sino con una pérdida de la eficacia hipouricemiante; el aumento de los niveles de ácido úrico séricos puede ser un marcador de riesgo de presentar un efecto adverso y se recomienda la suspensión del tratamiento con pegloticasa ante una pérdida de eficacia terapéutica. Se desaconseja el uso concomitante de otros tratamientos hipouricemiantes para evitar enmascarar esta señal de alarma. Actualmente no disponemos de datos de seguridad a largo plazo de la pegloticasa. Aunque todavía está por dilucidar el papel que las uricasas van a desempeñar en el arsenal terapéutico, su perfil 25 sugiere una especial relevancia en pacientes refractarios a otros hipouricemiantes o como tratamiento inicial (“tratamiento puente”) en pacientes con importante volumen de depósito de cristales con consecuencias graves26. Prevenir los episodios de inflamación aguda Incluso después de que se alcance el objetivo terapéutico de uricemias < 6 mg/dl, los depósitos de cristales de UMS tardan meses, o incluso años, en disolverse, y existe riesgo de episodios de inflamación aguda mientras estos persistan. El riesgo de episodios agudos es mayor en las etapas iniciales, especialmente al iniciar el tratamiento hipouricemiante. Es importante advertir al paciente de este hecho antes de iniciar tratamiento, así como prever un tratamiento en caso de episodio agudo y plantear un tratamiento profiláctico para los episodios de artritis aguda con el fin de disminuir el sufrimiento de los pacientes y de aumentar la adherencia al tratamiento. La prevención de nuevos episodios inflamatorios agudos se suele realizar con dosis bajas de colchicina; los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) a dosis bajas son una alternativa en caso de intolerancia, y los corticoides orales se suelen reservar para pacientes con episodios inflamatorios repetidos o mantenidos pese a tratamiento convencional. Colchicina La colchicina —un alcaloide derivado de la planta Colchicum autumnale— es capaz de inhibir la polimerización de la β-tubulina y la formación de microtúbulos, interfiriendo con numerosas funciones del citoesqueleto y de los neutrófilos. En la práctica clínica, la colchicina (0,5-1,2 mg/día) se suele iniciar una o dos semanas antes del tratamiento hipouricemiante. La duración óptima de la profilaxis es controvertida. Mientras los depósitos de UMS persistan, el paciente tiene riesgo de presentar un ataque agudo de artritis; sin embargo, el riesgo es mayor en los primeros meses. En estudios aleatorizados de febuxostat, la discontinuación de la profilaxis (con colchicina o con AINE a dosis bajas) a las ocho semanas provocó un aumento en la frecuencia de episodios de artritis aguda9, lo que desaconseja una suspensión precoz. Basándose en un pequeño estudio, se recomienda continuar la profilaxis al menos seis meses tras el inicio del tratamiento hipouricemiante27. Sin embargo, en pacientes con tofos o gota no tratada de larga evolución, se debe individualizar el beneficio-riesgo de duraciones más prolongadas (de uno a dos años). Aunque son dosis bajas, algunos pacientes presentarán efectos adversos, especialmente intolerancia gastrointestinal. AINE y corticoides No existen estudios que avalen el uso de los AINE o de los corticoides a dosis bajas como profilaxis de los ataques de gota. Aunque cualquier AINE puede utilizarse, las pautas habituales incluyen naproxeno 250 mg dos veces al día, o indometacina 25 mg una vez al día. Ambos grupos terapéuticos tienen efectos adversos y contraindicaciones ampliamente conocidas que aconsejan precaución en su utilización prolongada. Tratamiento del ataque agudo Los ataques agudos de gota se caracterizan por episodios de artritis aguda. El objetivo es la resolución rápida y segura del dolor y de la inflamación. Sin medicación y en las etapas iniciales de la gota, los episodios agudos suelen resolverse de manera espontánea en alrededor de una semana28. Sin embargo, a medida que aumentan los años de evolución de la gota, los episodios suelen ser más frecuentes y prolongados. 26 F. Sivera / Med Clin (Barc). 2012;138(Supl 1):23-27 Para resolver un episodio agudo de inflamación, el tratamiento farmacológico debe iniciarse de manera precoz, por lo que la actitud suele ser la de “pastillas en el bolsillo”, lo que permite iniciar la medicación antiinflamatoria en cuanto los síntomas premonitorios o iniciales aparezcan. Las opciones principales de tratamiento son los AINE, la colchicina y los corticoides sistémicos o intraarticulares. La elección de uno u otro dependerá sobre todo del perfil de seguridad, la respuesta previa a los tratamientos y de la preferencia del paciente. AINE Los AINE son el grupo de medicamentos más empleado en España para el tratamiento del episodio de gota aguda. Las recomendaciones europeas6 incorporan los AINE y la colchicina como los agentes de primera elección ante una ataque agudo. Numerosos AINE e inhibidores de la COX-2 han demostrado ser eficaces, sin diferencias en las comparaciones directas. El factor determinante de su eficacia no es el tipo de AINE sino su administración a dosis plenas, su inicio precoz y su continuación durante un período adecuado (varios días tras la resolución del ataque). La limitación principal para la utilización de los AINE son sus efectos secundarios, ampliamente reconocidos, y que incluyen episodios gastrointestinales, cardíacos, hepáticos y renales. Colchicina Un reciente estudio randomizado ha comparado el uso de dosis bajas de colchicina (1,2 mg seguidos de 0,6 mg una hora después; total, 1,8 mg de colchicina) con dosis altas de colchicina (1,2 mg seguidos de 0,6 mg una hora después y cada 6 horas; total, 4,8 mg) y con placebo en pacientes con un episodio agudo de gota29. Aunque la eficacia de ambas dosis era comparable, la tasa de efectos secundarios (especialmente gastrointestinales) fue significativamente superior con las dosis altas. La suspensión precoz de la colchicina frecuentemente lleva a un aumento de la inflamación (“efecto rebote”), por lo que es recomendable continuar el tratamiento del ataque agudo con colchicina durante unos días, e incluso continuar a dosis de profilaxis. Cabe destacar que la colchicina parece mucho más eficaz cuando se administra de manera precoz (primeras horas de un ataque o durante la fase prodrómica). Corticoides sistémicos e intraarticulares Aunque no existe ningún estudio controlado sobre el uso de corticoides intraarticulares, es un tratamiento que se emplea con frecuencia, basado tanto en una amplia experiencia como en la analogía con otras artritis tanto agudas como persistentes30. Cabe destacar la rapidez de acción, así como la escasez de efectos sistémicos indeseables. Es importante descartar previamente la presencia de una artritis séptica. Se puede combinar la aplicación de un corticoide intraarticular de larga acción con un anestésico local, en un intento de acortar el intervalo hasta la mejoría clínica. El preparado y la dosis de corticoide es variable. Un estudio reflejó que una inyección de dosis bajas de acetónido de triamcinolona (10 mg) resultaba en una mejoría del dolor en 48 horas en todos los pacientes, con resolución completa en la mayoría31. El fármaco puede difundir a otras articulaciones inflamadas, pero su efecto se reduce; por eso, en casos de oligo o poliartritis, dado el número de articulaciones a inyectar, la técnica se convierte en impracticable. Los corticoides sistémicos se pueden administrar por vía oral (i.e. prednisona 20-30 mg diarios durante dos días con descenso progresivo a lo largo de una semana), intravenosa (especialmente útil en ataques severos poliarticulares en pacientes hospitalizados) o intramuscular (i.e acetónido de triamcinolona 40-80 mg). Un estudio aleatorizado mostró una eficacia similar de la prednisolona oral (35 mg) comparada con naproxeno (500 mg dos veces al día) administrados durante cinco días32. Bloqueadores de la interleucina-1 La interleucina-1 es una citocina fundamental en la cascada inflamatoria de la artritis aguda gotosa. Los tratamientos biológicos bloqueadores de la función de la interleucina-1 —sobre todo el canakinumab— han demostrado una mejoría rápida y marcada de la inflamación articular33. También han mostrado eficacia en la prevención de ataques de gota al iniciar un tratamiento hipouricemiante34,35. Sin embargo, siguen existiendo dudas sobre su seguridad en la práctica clínica diaria —razón por la que la FDA recientemente rechazó su aprobación— y, en especial, sobre la relación coste-eficacia, dado el elevado precio y la alta eficacia de los tratamientos convencionales en la mayoría de pacientes. Tratamientos no farmacológicos En un estudio prospectivo randomizado, la adición de hielo tópico (30 minutos, 4 veces al día) a un tratamiento antiinflamatorio farmacológico produjo una mejoría mayor del dolor y de la inflamación36. Tratamiento de comorbilidades cardiovasculares No se han establecido pautas diferentes de actuación en pacientes con gota y con comorbilidad cardiovascular. Dada la asociación entre la gota y algunas de estas comorbilidades parece recomendable evaluar la presencia de estas patologías, incluyendo los elementos del síndrome metabólico. Algunos fármacos deben evitarse en la medida de lo posible por aumentar los niveles de ácido úrico sérico (i.e. diuréticos); otros en cambio pueden ofrecer un cierto efecto uricosúrico (i.e. losartan, fenofibrato). Conclusión Aunque el punto de corte exacto bajo el que se debe disminuir el ácido úrico está en discusión (5-6 mg/dl), la reducción de la uricemia es el pilar fundamental en el tratamiento de la gota. Alternativas eficaces y razonablemente seguras incluyen el alopurinol, el febuxostat y la benzbromarona. Cualquier fármaco hipouricemiante exige el inicio a dosis bajas y el aumento progresivo de dosis con monitorización de la aparición de efectos adversos. Además, se debe combinar con una estrategia de profilaxis de episodios agudos de inflamación durante los primeros meses de tratamiento (colchicina, AINE o corticoides a dosis bajas) y un tratamiento de los ataques agudos intercurrentes precoz y adecuado. Conflicto de intereses La autora declara no tener ninguna relación financiera con ninguno de los productos que se mencionan en el artículo. Bibliografía 1. Campion EW, Glynn RJ, DeLabry LO. Asymptomatic hyperuricemia. Risks and consequences in the normative aging study. Am J Med. 1987;82:421-6. 2. Pascual E. Persistence of monosodium urate crystals and low-grade inflammation in synovial fluid of patients with untreated gout. Arthritis Rheum. 1991;34:141-5. 3. Pascual E, Sivera F. Time required for disappearance of urate crystals from synovial fluid after successful hypouricaemic treatment relates to the duration of gout. Ann Rheum Dis. 2007;66:1056-8. 4. Perez-Ruiz F, Calabozo M, Pijoan JI, Herrero-Beites AM, Ruibal A. Effect of uratelowering therapy on the velocity of size reduction of tophi in chronic gout. Arthritis Rheum. 2002;47:356-60. 5. Perez-Ruiz F, Carmona L, Yebenes MJ, et al. 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