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Ensayo final

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Departamento de Letras, Humanidades e Historia del
Arte
Argumentación Académica ESP0012-10
La imposición de la maternidad tradicional como
forma de ejercer poder sobre la mujer
Ana Belén Espinosa Espinosa 170382 (8)
ana.espinosaea@udlap.mx
Profra. Liliana Hernández Ramos
Cholula, Pue. a: 11 de mayo de 2021
La imposición de la maternidad tradicional como forma de ejercer poder
sobre la mujer
En la actualidad la maternidad tradicional ha comenzado a ser cuestionada,
teniendo como resultado la desconstrucción de la misma buscando que esta
ponga en primer lugar la salud y vida de las mujeres en lugar del mandato de ser
madre a cualquier precio. No obstante, este ideal clásico todavía tiene un papel
hegemónico en la sociedad, por lo que en este ensayo nos centraremos en él.
La maternidad se ha construido a lo largo de la historia a través de narrativas
sociales, culturales y religiosas las cuales dicen que la mujer debe de tener como
principal objetivo ser madre, y cuando lo sea debe de cumplir con las siguientes
características: estar casada en un matrimonio heterosexual, tener entre 25 y 33
años, ser la encargada de la educación de sus hijos, tanto académica como
personal, lo que justifica la ausencia del padre en la crianza, además no tiene
permiso mostrar otra emoción que sea amor o compasión, entre otras cosas. De
esta forma los intereses y metas personales de la madre que no tienen que ver
con la crianza, son descuidados por ella misma, y en el peor de los casos son
ignorados cuando la mujer que no busca el camino de la maternidad.
Por otro lado, tenemos que dejar claro que esta imposición es exclusiva del
sexo femenino ya que la sociedad no obliga a los padres a cumplir con las
características antes mencionadas, tampoco enfrentan las consecuencias de
abandonar a sus hijos y si ellos deciden no tener hijos no sufren de la
desaprobación social que se hace presente en el caso de las mujeres. También
debemos de puntualizar que a pesar de contar con una pareja todo el peso de el
cuidado de los hijos cae sobre la mujer, ya que cuando ella tiene algún
contratiempo o no puede realizar alguna tarea, en respuesta recibe una ausencia
de ayuda e incluso reclamos debido a que todo el aspecto doméstico se ve como
responsabilidad únicamente del sexo femenino.
La carrera de Relaciones Internacionales se enlaza directamente con este
tema ya que con la reciente ampliación de los actores que estudia, se han
incorporado algunos movimientos sociales como el feminista. De esta forma las
demandas y acciones que realizan, entre ellas la lucha por dejar los roles
tradicionales de género, comienzan a tener incidencia en el escenario
internacional que es el campo de estudio de esta disciplina. No podemos
excusarnos en la falta de una teoría que se encargue de analizar estos problemas
porque sí existe, es la teoría feminista de las relaciones internacionales. El
problema es que durante mucho tiempo la mayoría de internacionalistas la ha
relegado a un segundo plano, sin embargo esto debe de cambiar ya que no puede
crearse el sistema de justicia, igualdad y cooperación mundial que anhelan los
académicos de la teoría liberal si no se consigue ejercer de manera completa el
derecho de decisión acerca de un aspecto tan básico en la vida: ser madre o no.
De este modo, la hipótesis que se pretende demostrar en este ensayo
argumentativo es que las principales evidencias de la imposición de la maternidad
tradicional como forma de ejercer poder sobre la mujer, son las siguientes: a) la
privación del derecho a decidir sobre sus cuerpos, que comienza desde la
exigencia, generalmente de los padres, por tener hijos, impedimento que también
se hace presente durante el embarazo, y finalmente a lo largo de toda la crianza,
b) la señalización de aquellas mujeres que deciden dar en adopción o abortar, ya
que no se sienten listas o no quieren ejercer el papel materno y c) la obligación de
equilibrar el trabajo profesional y los cuidados del hogar para cumplir con el rol de
una “buena” madre.
Como siguiente aspecto, presentamos una panorámica de las principales
aportaciones teóricas en relación con el tema. Para comenzar, en relación con
este tema, en “Maternidad: opción de vida o imposición social”, Laury Katherine
Julio Muñoz dice que este conjunto de comportamientos y deberes construidos en
torno a la maternidad da lugar a una obligación que tiene la mujer de dejar sus
intereses y voluntad en segundo plano para cumplir con su rol tradicional. La
autora pone como ejemplo, ya que es en lo que se centra mayoritariamente el
artículo, la esterilización, que a pesar de ser legal una parte de la sociedad sigue
teniendo una posición en contra de esta práctica, la cual está basada en
fundamentos éticos y religiosos. Según la teórica, lo que hace este discurso es
perpetuar la narrativa en la que las mujeres debido a su anatomía tienen la
obligación de procrear, por esta razón es que es muy probable que los médicos se
nieguen a realizar dicho procedimiento en mujeres que no tengan hijos, lo cual
violenta sus derechos.
Además, afirma que esta violencia también se hace presente en el
momento del parto cuando se le impone a la mujer la cesárea como forma en la
que debe de dar a luz sin importar que esta no sea la mejor opción para ella,
debido a que se busca el camino que proporcione mayor facilidad y ahorro de
tiempo al personal médico.
Por último, concluye que las mujeres realmente no pueden ejercer sus
derechos de forma libre y plena a pesar de los avances en esta materia en años
recientes, y la razón de esta situación es que en la práctica y ejercicio estos
siempre se verán sometidos por el sistema patriarcal formado por el Estado, las
instituciones religiosas y la sociedad (54-69).
Ahora bien, un aspecto interesante que debemos analizar respecto a las
relaciones familiares, es cuanto interviene este entorno en la construcción de
conceptos como la maternidad o la paternidad. En “Madres e hijas: ¿Se hereda el
modelo de maternidad?” se plantea una hipótesis afirmativa para esta influencia
centrándose en la cuestión de lograr un equilibrio entre la vida profesional de las
mujeres y el cuidado de los hijos. Para esto se distingue entre dos tipos de
influencia: una implícita a través del ejemplo y una explícita en la que se aconseja
a las hijas.
Después de esto se señala que, si bien las relaciones no son el único
aspecto que interviene en la decisión de una madre en cómo ejercer su
maternidad, sí juegan un papel fundamental a la hora de tomar dicha decisión.
Para los fines de este artículo, esto se confirma mediante el uso de la técnica del
grupo de discusión, ya que esta provee un ambiente de conexión entre las
mujeres, lo que provoca una mayor apertura para contar sus experiencias,
logrando así resultados más completos. Lo obtenido a través de este método,
basándose en la tipología de González y Jurado, muestra dos tipos maternidad,
que a su vez influencian el modelo adoptado por las hijas de la siguiente manera:
madre cuidadora convencida (más tradicional) que genera el de madre cuidadora
corresponsable, y madre cuidadora principal ambivalente (más moderno) que
produce el de madre cuidadora conciliadora.
Se concluye que efectivamente, la madre tiene un rol predominante en la
maternidad de la hija, y se heredará el modelo siempre que se cumplan los
siguientes factores: cuando el asumido por la madre no se encuentre muy alejado
de las expectativas contemporáneas y la experiencia de esta estrategia haya sido
vivida de manera satisfactoria por la hija (De Linos Escario 173-197).
Por otro lado, las mujeres desde que están embarazadas, comienzan a
experimentar un gran control por parte de las instituciones de salud, acompañado
de la idea de que disminuirá su desempeño laboral debido a su condición. En
relación con este tema, en “Desenmascarando la tecnociencia desde mi
embarazo. En búsqueda de la reapropiación de nuestros procesos y cuerpos en
nuestros términos”, Aguirre Calleja, a partir de su propia experiencia y haciendo
uso de un diario de campo, demuestra que la mayor parte de la sociedad tiende a
catalogar el embarazo como perteneciente al ámbito privado e incluso es visto
como un impedimento.
Según la teórica, estas ideas erróneas surgen debido a la existencia de un
concepto llamado “cabeza de embarazada”, el cual dice que el cerebro de la mujer
embarazada sufre una serie de transformaciones que provocan una pérdida de
memoria, lo cual es totalmente falso ya que esta hipótesis se encuentra basada
solamente en los estereotipos de género. La autora pone como ejemplo su propio
proceso, en el que de hecho se volvió más organizada y puntual para evitar que
sus jefes la despidieran bajo una excusa de carácter “biológico”. Por esta razón
afirma que, debido a la presión social, las mujeres embarazadas se ven obligadas
a someterse a unos estándares más estrictos para evitar cualquier duda acerca de
su desempeño.
Finalmente, desde su punto de vista cree que las mujeres durante el
embarazo son víctimas de una gran violencia, debido a la forma en la que se trata
a su cuerpo día tras día. Desde concebir su condición como un impedimento hasta
la total deshumanización de su cuerpo por parte de los centros de salud, en los
cuales se deja en un segundo plano el bienestar de ellas. Lo que la lleva a concluir
que la ciencia y la sociedad están gobernadas por un discurso biológico-sexista
(193-212).
Con base en la revisión anterior, podemos ver que las tres autoras
coinciden en el concepto de la maternidad como un constructo social. Respecto a
este punto nos parece pertinente señalar que, no importa el espacio geográfico ni
el contexto histórico, político o cultural, en la mayoría de sociedades este aspecto
es considerado como el rol que define a la mujer, y en el cual deberían basarse
todas las relaciones con su entorno y con ella misma. Por otra parte, en base a los
textos consultados, podemos concluir que tanto el Estado como la Iglesia tienen
un papel importante en cuanto a la imposición de este ideal patriarcal, no obstante,
nos gustaría agregar a un actor más: los medios de comunicación, ya que estos
últimos se encargan de reforzar y expandir la narrativa legitimada por los sistemas
e instituciones de los dos primeros actores, y es a través de este mecanismo que
se impide a las mujeres ejercer sus derechos libremente.
Para continuar este análisis, se expone un bloque argumentativo con base
en el modelo de Toulmin. Se reconoce que una primera evidencia de la imposición
de la maternidad tradicional como forma de ejercer poder sobre la mujer es la
privación del derecho a decidir sobre sus cuerpos. En relación a esto, podemos
cotejar el caso registrado por Aguirre, quien mediante su propia experiencia
reporta que: “Me di cuenta de que mi cuerpo ya no era mío, de que era tutelada
por un estado […] que decidía administrar los cuerpos y decisiones de las
mujeres, y que yo ya estaba dentro del juego” (209). Gracias a esta evidencia,
demostramos la existencia de un Estado que hace uso del biopoder para controlar
los cuerpos de las mujeres en contra de su propia voluntad, y que
constantemente justifica estos actos con la excusa de proteger al bebé que la
mujer lleva dentro, lo cual incluso nos demuestra que la prioridad de el sistema de
salud no es salvar a la madre en caso de peligro, si no a la vida que ni siquiera ha
nacido.
Este tipo de comportamientos que impiden a la mujer tomar una decisión
propia sobre como ejercer su maternidad, son inaceptables, ya que incluso violan
sus derechos humanos. Como garantía que valida este hecho se encuentra el
Artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el cual
establece que: “Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre,
responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de sus hijos”
(25). Como podemos ver, este derecho se vuelve muy relevante en el caso de las
mujeres, dado que al llevarlo a cabo, al mismo tiempo ejercen su independencia,
lo que hace que ellas se sientan escuchadas y respetadas; esto es de suma
importancia puesto que de esta forma se rompe un medio de control sobre su
cuerpo.
Podemos comprobar teóricamente la afirmación anterior con Heflick y
Goldenberg, estos autores establecen que: “…cuando las mujeres perciben que
están siendo objetivadas, actúan todavía más como objetos: se mueven y hablan
menos” (227). De este modo podemos decir que seguramente no es coincidencia
que las instituciones del Estado tengan esta actitud frente a las mujeres con el fin
de lograr su sumisión mediante la resignación frente a la situación en la cual su
opinión es ignorada.
Ahora bien, como contrargumento, constantemente encontramos la
postura religiosa promovida por el Vaticano: “…los seres humanos somos
solamente instrumentos de Dios, y es él el que quita o da la vida” (Lamas 111).
Esta idea hace referencia a la oposición del control de natalidad y aborto; no
obstante no podemos dejar que concepciones morales que no son universales y
por ende, no son compartidas por todos, bloqueen el camino para que las mujeres
tengan plena libertad de decisión sobre ellas mismas.
Por otro lado, es posible afirmar que una segunda evidencia de la
imposición de la maternidad tradicional como forma de ejercer poder sobre la
mujer es la señalización de aquellas mujeres que deciden dar en adopción o
abortar. Con base en lo anterior, este punto se ejemplifica con el hecho registrado
por Savage en una nota periodística:
E. Scott Lloyd, el director de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados de
Estados Unidos, decidió que Jane Doe, una inmigrante que había sido violada y se
encontraba embarazada, no debía abortar ya que llevar a cabo este procedimiento
no era lo mejor para ella (¶3).
En los párrafos siguientes Lloyd justifica su decisión diciendo que no es
correcto cometer violencia en contra de una vida inocente, refiriéndose al feto.
Debido a esto es necesario que planteemos una pregunta ¿no también se estará
cometiendo violencia en contra de una vida inocente al impedirle a la niña realizar
un aborto? Porque Doe no tuvo la culpa de ser violada, y si el Estado fracasó en
su obligación de proporcionar seguridad a sus ciudadanos, típicamente lo mínimo
que puede hacer es darles a las víctimas la libertad de decidir que hacer con las
consecuencias de dichos actos y al no hacerlo se estaría incurriendo incluso en
maltrato.
La norma que valida esto es el pronunciamiento en 2009 por parte del
Comité Contra la Tortura (CAT) el cual dice que:
…la negación de los servicios reales, sanciones o represalias a mujeres por un
aborto legal es equivalente a la tortura. Los Estados cuya legislación nacional
autorice los abortos en diversas circunstancias deberán velar por la disponibilidad
real de los servicios sin consecuencias adversas para la mujer o el profesional de
la salud” (Méndez ¶1).
De esta forma podemos decir que la penalización del aborto seguramente
es otra forma de imponer la maternidad como un destino inevitable para las
mujeres, a pesar de que esto represente una violación a sus derechos.
Como dato teórico que respalda esto, Lagarde expone que: “…vale más
tener un hijo indeseado […] que asumir el valor negativo que tiene en el mundo
patriarcal la dirección de cada mujer sobre la propia sexualidad” (321). Con base
en lo anterior, podemos dar cuenta del gran castigo que impone la sociedad a
aquellas mujeres que deciden abortar o dar en adopción, debido a que por
distintas cuestiones no se encontraba entre sus planes la labor de la crianza. Esta
penitencia la mayoría de veces llega al punto de orillar a las mujeres a tener un
hijo en condiciones socioeconómicas inadecuadas para su pleno desarrollo, se
prefiere tener un infante que viva situaciones de violencia doméstica o de pobreza,
a ser señalada como la mujer que “asesinó” a su descendencia.
Sin embargo, la contraparte argumenta que:
…los discursos de los(as) expertos(as) en el campo de la salud mental […]
sostienen que la maternidad para las mujeres significa un deseo natural y
universal, un estado de maduración o un estado de desarrollo psicosexual "normal"
[…] típicamente desde una visión dominante se considera que las mujeres tienen
mayor oportunidad de lograr su madurez psíquica y emocional cuando aceptan la
maternidad que cuando la rechazan (Ávila ¶ 69).
En otras palabras, si eres mujer y quieres lograr tu desarrollo personal
tienes que ser madre. Esto además de ser falso, pues varios estudios psicológicos
lo han desmentido, también causa un grave daño en la percepción que tienen de
sí mismas algunas mujeres, dado que se sienten incompletas si no cumplen con
el rol materno, a pesar del éxito alcanzado en los demás ámbitos de sus vidas.
Se sugiere que, una tercera evidencia de la imposición de la maternidad
tradicional como forma de ejercer poder sobre la mujer es la obligación de
equilibrar el trabajo profesional y los cuidados del hogar para cumplir con el rol de
una “buena” madre. Respecto a esto una investigación llevada a cabo por la
socióloga Arias-Palomeque plantea el caso de Diana M: “…las tensiones que
surgían al buscar compatibilizar sus responsabilidades maternas con sus
aspiraciones personales y las críticas que recibía cuando no lograba armonizar
todo. Estas críticas le hacían cuestionarse sobre lo que realmente ella debía
priorizar” (162). Partiendo de esta evidencia podemos ser testigos de cómo, con la
entrada de las mujeres al mercado laboral, se dio paso a una doble exigencia,
tener un excelente desempeño en el trabajo sin descuidar el hogar, lo cual es
injusto, ya que usualmente a las mujeres se les responsabiliza por todas las
tareas domésticas, sin dejarle ninguna de estas a su pareja.
Esta situación tiene un gran impacto para ellas, como dato duro que lo
confirma, Chemaly dice que: “Un meta análisis […] en más de 15 países demostró
que las mujeres están física y emocionalmente más cansadas que los hombres
[…] el tiempo de descanso para ellas se reduce al 19%” (90). Ciertamente la
obligación de tener que cumplir con los estándares para ser una “madre perfecta”
afectan profundamente a las mujeres.
Además de esto, las madres que realizan estos esfuerzos reciben poca o
nula visibilidad. Esta situación es explicada teóricamente por Lamas, quien plantea
que:
La familia es el lugar de trabajo no reconocido de las mujeres, en su mayoría
madres. El mito privilegia el ámbito de la familia, y oculta que la responsabilidad de
las madres por este espacio privado limita su participación pública […] La
mistificación de la maternidad sirve para ocultar la poca importancia real que la
sociedad otorga al laborioso, complejo y determinante trabajo doméstico. Como
ser madre es algo "natural" tampoco se reconoce el alto costo personal que la
maternidad supone para las mujeres (¶ 9).
La cita anterior es importante ya que la autora encuentra la razón por la cual
el trabajo doméstico usualmente es visto como una tarea poco productiva y
exclusiva del sexo femenino, lo que además tiene consecuencias en la
participación de la mujer en cuestiones públicas.
No obstante, se advierte que:
A pesar de que actualmente no existe un modelo único de maternidad posible,
para la mayoría de las madres, el principal supuesto instalado sigue siendo que, lo
más importante son sus hijos. Lo han reiterado durante generaciones: “dejé todo
por mis hijos” fue la muletilla repetida en buena parte de las mujeres que
antecedieron a las madres actuales, incluso aquellas que décadas atrás habían
comenzado a integrarse en el mundo laboral (Zicavo 77).
Gracias a esto podemos darnos cuenta de que la mistificación de la
maternidad planteada por Lamas, se ha instalado tan profundamente en el tejido
social que, muchas mujeres todavía creen que su máxima obligación es cuidar de
sus hijos y del hogar. En este punto es importante tomar en cuenta que esta visión
que tienen es mucha veces impuesta por el constructo social de la maternidad, y
por lo tanto no es un aspecto el cual ellas hayan decidido libremente sin ninguna
influencia externa.
Como pudimos observar, en este ensayo hemos logrado demostrar que la
maternidad tradicional es una forma de ejercer poder sobre la mujer, esto lo
hicimos mediante la presentación de tres evidencias; en primer lugar, la toma de
decisiones sobre el cuerpo de la mujer sin su consentimiento, a continuación, la
señalización de mujeres que se practican un aborto o dan en adopción, y por
último, la exigencia de cumplir de forma adecuada con las tareas del hogar a la
vez que se da un desarrollo profesional.
De este modo, la consulta de diversas fuentes documentales reportó que el
modelo de maternidad actual, a pesar de las reivindicaciones hechas por el
feminismo a lo largo de los años, puede seguir siendo considerado como
hegemónico, ya que pese a nuevos modelos que comienzan a surgir, son muy
pocas las mujeres que tienen conocimiento de ellos y los llevan a la práctica. De
esta forma, la maternidad tradicional, como pudimos observar, las afecta
profundamente, tanto física como mentalmente.
Asimismo, fue destacable encontrar que, a pesar de las garantías que
protegen los derechos de las mujeres, como la Constitución o la ONU, en la
práctica estos no se llevan a cabo. Lo que nos lleva a concluir que debe vigilarse
la aplicación de lo escrito en papel para asegurarse de su correcto uso.
Con base en lo anterior, proponemos que para erradicar el problema
detectado, se implemente una legislación con perspectiva de género en las
diferentes instituciones que componen una sociedad, esto es, instancias
gubernamentales, centros de salud, empresas, etc., lo que daría como resultado
una nueva forma de ejercer la maternidad que no ponga en riesgo la salud o las
aspiraciones de las mujeres que quieran llevarla a cabo.
Bibliografía
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maternidad:
historias
de
vida
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mujeres
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Calquín, Claudia y Herminia Gonzálvez. Comp. Epistemologías feministas desde
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Chemaly, Soraya. Rabia somos todas: El poder del enojo femenino para cambiar
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Katherine, Laury y Muñoz Julio. “Maternidad: opción de vida o imposición social”.
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Lagarde, Marcela. Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas,
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Lamas,
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Lamas, Marta. “Maternidad voluntaria y aborto”. Géneros, febrero 2010: 109-122.
Méndez, Juan. “Negar servicios por aborto legal equivalen a tortura”. Disponible: 6
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Savage, David. “Trump Official Sought to Block Abortion for a 17-year-old Rape
Victim” (Oficial de Trump busca bloquear el aborto de una víctima de
violación de 17 años), Los Angeles Times, 21 de diciembre de 2017.
Disponible: 6 de abril de 2021 https://www.latimes.com/politics/la-na-polabortion-trump-migrant-20171221-story.html
Zicavo, Eugenia. “Dilemas de la maternidad en la actualidad: Antiguos y nuevos
mandatos en mujeres profesionales de la ciudad de Buenos Aires”. La
ventana. Revista de estudios de género, vol. 4, jul-dic. 2013: 50-87, ISSN
1405-9436.
Cuadro de Toulmin
Categoría
Características
Aserción
Afirmación que se va a
defender, debatir o analizar.
Evidencias
Casos
concretos
observables en la realidad
que
proceden
de
la
experiencia y que han sido
registrados
en
una
referencia documental
Garantías
Leyes, normas de carácter
social o números duros que
buscan validar la evidencia.
Datos
Probablemente las principales evidencias de la imposición de la maternidad
tradicional como forma de ejercer poder sobre la mujer, son las siguientes:
a) la privación del derecho a decidir sobre sus cuerpos,
b) la señalización de aquellas mujeres que deciden dar en adopción o
abortar, y
c) la obligación de equilibrar el trabajo profesional y los cuidados del hogar
para cumplir con el rol de una “buena” madre.
a) Me di cuenta de que mi cuerpo ya no era mío, de que era tutelada por un
estado aterrado de las estadísticas de muerte materna, y que decidía administrar
los cuerpos y decisiones de las mujeres (Aguirre 209).
b) El director de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados de Estados Unidos,
decidió que Jane Doe, que había sido violada y se encontraba embarazada, no
debía abortar ya que llevar a cabo un aborto no era lo mejor para ella (Savage
¶3).
c) Diana M. expresa las tensiones que surgían al buscar compatibilizar sus
responsabilidades maternas con sus aspiraciones personales y las críticas que
recibía cuando no lograba armonizar todo. Estas críticas le hacían cuestionarse
sobre lo que realmente ella debía priorizar (Arias-Palomeque 162).
a) Según el Artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos: “Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre,
responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de sus hijos”
(25).
b) En 2009, el Comité encargado de registrar y denunciar los actos de tortura en
la ONU ha hecho un pronunciamiento que vincula la prohibición del aborto
terapéutico con la tortura (Méndez ¶1).
c) Un análisis en 15 países demostró que las mujeres están más cansadas
físicamente y emocionalmente que los hombres. El tiempo de descanso para ellas
se reduce al 19% (Chemaly 90).
a) Cuando las mujeres perciben que están siendo objetivadas, actúan todavía
más como objetos: se mueven y hablan menos (Heflick y Goldenberg 227).
Respaldos
Limitaciones
Conocimiento
exclusivamente teórico (de
expertos) que sustenta la
aserción.
Refutaciones,
contraargumentos
que
tratan de invalidar
o
cuestionar la aserción y las
conclusiones.
b) Vale más tener un hijo indeseado … que asumir el valor negativo que tiene en
el mundo patriarcal la dirección de cada mujer sobre la propia sexualidad
(Lagarde 321).
c) La mistificación de la maternidad sirve para ocultar la poca importancia real que
la sociedad otorga al laborioso, complejo y determinante trabajo doméstico. Como
ser madre es algo "natural" tampoco se reconoce el alto costo personal que la
maternidad supone para las mujeres (Lamas ¶ 9).
a) Constantemente la oposición del Vaticano al control de natalidad y aborto, se
desprende de la idea de que los seres humanos somos solamente instrumentos
de Dios, y es él el que quita o da la vida (Lamas 111).
b) Típicamente desde una visión dominante se considera que "las mujeres tienen
mayor oportunidad de lograr su madurez psíquica y emocional cuando aceptan la
maternidad que cuando la rechazan" (Ávila ¶ 69).
c) Para la mayoría de las madres, el principal supuesto instalado sigue siendo
que, lo más importante son sus hijos (Zicavo 77).
Cualificadores
modales
Frases que determinan el
grado
de
certeza,
probabilidad o concesión
que se concede a los
interlocutores.
Constantemente, típicamente, la mayoría.
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