UNIVERSIDAD DE MONTEMORELOS MAESTRÍA EN EDUCACIÓN GESTIÓN DOCENTE METODO DE EVALUACION DOCENTES UNIVERSITARIOS JOEL ANTONIO GONZÁLEZ MARTÍNEZ JUAN ADOLFO RUÍZ DYCK JORGE TRISCA Resumen Introducción La presente investigación se focalizó en analizar las formas de evaluar que utilizan un grupo de docentes de nivel universitario. Se trató de determinar en qué medida dichas metodologías de evaluación se apegan a las nuevas tendencias evaluativas o si por el contrario, están enraizadas en las clásicas maneras de evaluar de la práctica educativa tradicional. Se parte del supuesto teórico que la tendencia educativa actual se enfoca primordialmente en el aprendizaje por competencias, en la cual el alumno juega un rol fundamental, por lo tanto, interesa saber si la evaluación usual acompaña dicho proceso. En otras palabras, se exploraron cuáles son las modalidades de evaluación más frecuentemente utilizadas por los maestros y en qué grado las mismas se alinean o no, con las tendencias evaluativas contemporáneas. De acuerdo al marco teórico trabajado, se agruparon los modos de evaluación en dos categorías globalizadoras. Metodologías centradas en la enseñanza donde el actor principal es el maestro (evaluación tradicional) y metodologías centradas en el aprendizaje del alumno (evaluación auténtica o por competencias). Marco teórico La raza humana se caracteriza por su capacidad de adaptación a las diferentes situaciones que el mundo presenta. Dicha conducta es posible gracias a la habilidad que todos los seres humanos poseen: la habilidad de aprender. Las conductas que se aprenden son las que finalmente constituye la educación de una persona. Ahora bien, la única manera de corroborar que la educación se está ocurriendo es a través del empleo correcto de un proceso que forma parte ineludible de la estructura íntima de la educación y que se denomina evaluación. Al intentar definir el concepto evaluación la primera dificultad que se percibe es la diversidad de perspectivas (Pérez y Valdés, 2014). Si evaluar significa otorgar un juicio de valor a un objeto, una idea, un bien o un comportamiento (Bixio, 2006), entonces el verdadero problema de la evaluación es establecer dónde se aplicarán los juicios de valor. Desde esta óptica más global podría argumentarse que existen dos categorías bien definidas de evaluación: Aquella que establece como juicio de valor el conocimiento intelectual expresado en forma de contenidos referidos a conceptos, hechos, principios, etc. adquiridos por ellos en los procesos de enseñanza (Videla, 2014) o por otra parte, la que aplica un juicio de valor a la totalidad del proceso de aprendizaje (Raposo y Martínez, 2014). Desde otro punto de vista se puede afirmar que las perspectivas de la evaluación se focalizan en la enseñanza o en el aprendizaje, correspondiendo a la evaluación tradicional el énfasis en la enseñanza, mientras que en la evaluación actual se remarca la importancia del aprendizaje. De hecho, en las actualidad las teorías del aprendizaje están más centradas en el aprendizaje del alumno que en la enseñanza del profesor (Hernández Pina, Rosário, Cuesta, Martínez y Ruiz, 2006; Pozo y Pérez Echevarría, 2009; Samuelowicz y Bain, 2001 y 2002). Otro enfoque posible es categorizar a los esquemas de evaluación a partir de las creencias y convicciones de los profesores con respecto a la enseñanza y el aprendizaje. En efecto, diversas investigaciones muestran que la forma de enseñanza de los profesores pueden dividirse en dos grandes modelos: “el modelo de transmisión del conocimiento o modelo centrado en la enseñanza, también denominado modelo centrado en el profesor, y el modelo de facilitación del aprendizaje, o modelo centrado en el aprendizaje, que también se denomina modelo centrado en el alumno” (Gargallo, Suárez, Garfella y Fernández, 2011) estos modelos son los extremos, algunos profesores se ubican en términos intermedios. De la misma manera, los métodos para evaluar pueden agruparse en dos categorías categorías denominadas a) evaluación tradicional y b) evaluación por competencias (Videla, 2014). Seguidamente se describe más detalladamente las características de los dos modelos de evaluación, que se utilizarán en el análisis de las respuestas de los profesores encuestados, con el propósito de diferenciarlos claramente desde lo conceptual. En primer lugar se presenta el modelo de evaluación tradicional y luego el modelo contemporáneo de evaluación que se ha denominado también como evaluación auténtica (Ahumada,2010; Brown, 2015) y que además, tiene estrecha relación con el aprendizaje por competencias (Brown, 2015). EVALUACIÓN TRADICIONAL En la postura tradicional, según Reategui, Arakaki y Flores (2001), la evaluación como un proceso básico de valoración en el que se obtiene información sobre las necesidades y los logros del alumno, para formarse un juicio de calificación razonado que posibilite una posterior toma de decisiones en la actividad educativa. Sin embargo, en la práctica áulica tradicional, rara vez un docente desarrolla un modelo educativo basado en un diagnóstico de la situación previa al arranque de la enseñanza de determinada materia, ni se controlan los momentos del proceso. De manera que la evaluación toma la característica de una actividad o proceso sistemático de identificación, recogida o tratamiento de datos sobre elementos o hechos educativos, con el objetivo de valorarlos primero y, sobre dicha valoración, tomar decisiones (García Ramos, 1989). Es decir, no se considera la necesidad de fundamentar la enseñanza a partir de los conocimientos previos. Por lo tanto, aunque hubiera algunas experiencias más formativas que otras el docente sigue utilizando lo que considera útil, incluso, algunas estrategias escolares utilizadas en su labor docente confunden y deforman ciertos conceptos y valores que se han transformado con el tiempo. El docente usualmente continúa su forma de enseñar curso tras curso, porque la evaluación que él realiza está basada en el aprendizaje de conceptos, valores, teorías, mecanismos, que supuestamente se ven reflejadas en una calificación aprobatoria del examen en curso. El docente tradicional no toma en cuenta que no todo merece enseñarse y mucho menos, evaluarse. (Flórez, 1999). Si bien es cierto que la evaluación tradicional es un acto que parte de un examen no es la única vía- para hacer constar que el alumno domina su disciplina, no deja de ser una acción de poder ejercida por el docente, donde es reconocido como una autoridad para preguntar, inspeccionar, examinar, valuar, calificar, jerarquizar personas y cosas; Evaluar en un plano tradicional es una facultad del docente que puede desempeñar por su vasta preparación y experiencia, y que por falta de trayectoria los estudiantes no pueden formar parte activa en dicho proceso. El docente evalúa en diferentes momentos (él es el evaluador) por ejemplo puede estar evaluando cuando conserva un recreo a un grupo, también cuando el docente dialoga con un alumno, incluso un directivo que toma una prueba oral o escrita está evaluando, el docente ve la evaluación como una prerrogativa suya sin percatarse que él es constantemente evaluado por sus estudiantes, y que ellos analizan consciente e inconscientemente su labor desde ámbitos actitudinales, espirituales, conductuales, etc, el estudiante es capaz como él profesor de aprender las bases para realizar evaluación y hasta autoevaluación de su proceder educativo. (Gvirtz y Palamidessi, 2006). En un modelo tradicional el juicio de valor emitido por el docente a sus estudiantes carece de confiabilidad y eficacia. Ya que los instrumentos de evaluación empleados muestran en gran manera los preconceptos de sus diseñadores, de forma que las interpretaciones de los docentes se imponen de forma implícita a los individuos evaluados, mediante los ítems ofrecidos. De esta forma, los resultados terminan reflejando a los participantes asuntos que son más consecuencia del instrumento aplicado que una representación fiel de las propias. Además reflejan una percepción inmaculada, que presupone que el profesor y la persona participante perciben y comprenden el texto de un cuestionario de la misma manera. De tal forma que el acuerdo o discrepancia con una frase siempre obedece a las mismas razones imaginadas por los diseñadores del instrumento. (Alonso, Díaz, Mas y Romero, 2006). La gran mayoría de las instituciones educativas en México mantienen la rendición de exámenes como mecanismo para determinar la acreditación estudiantil (Backhoff, Sánchez, Peón, Monroy y Lourdes, 2006), en medio de una creciente importancia por determinar el nivel de aprendizaje por metodologías de evaluación que se centren en competencias (el individuo demuestra un dominio de las habilidades que se requieren e indican en su perfil de egreso que construyen a la competencia, y que seguramente le fue enseñado en clase centrada en procesos y experiencias de aprendizaje integral). Sin embargo, a pesar de que existen más formas para evaluar a los estudiantes que sólo exámenes, los docentes mantienen una postura indecisa entre evaluación tradicional o por competencias. En un estudio Mera, Miranda y García (2015) obtuvieron que el 86% de los participantes prefieren actividades voluntarias y que no reaccionan igual cuando se ven forzados que cuando ven libertad para hacer su labor estudiantil. Esto es un indicador de que las instituciones educativas deben dar un salto contundente a metodologías de enseñanza, aprendizaje y evaluación por competencias. EVALUACIÓN AUTÉNTICA ¿Qué es la evaluación auténtica? Uno de los objetivos primordiales de la evaluación ya sea auténtica o la evaluación tradicional es ayudar a los estudiantes a aprender. A pesar de la gran importancia reconocida por varios autores tradicionalistas y/o constructivistas acerca de la evaluación y sus objetivos, se acepta que es difícil de resolver. Razones éstas por las que se desarrollan intensos debates en el tema. (Brown, 2015). Si la evaluación va a ser un vehículo importante para el aprendizaje, entonces tiene que ser auténtica; es decir que las actividades, el contexto y el alcance de cualquier tarea deben estar alineados con escenarios realistas similares a los que los estudiantes se encontrarán después de la universidad en el empleo, la investigación o en otros entornos en los que se va a desarrollar su vida. (Brown, 2015). Hay diversidad de formas e instrumentos de evaluación auténtica y en la mayoría coincide en el auge que se le da al proceso de evaluación de todos o de algún estudiante o grupo de estudiantes. Puede ser en modalidad intragrupo, entre iguales y autoevaluación. (Raposo y Martínez, 2014). La evaluación auténtica, también llamada, método de enseñanza centrado en el aprendizaje o centrada en el alumno ( Alonso y Méndez, 1999;Biggs, 2005;García Valcárcel, 1993; Kember, 1997; Monereo; Pozo, 2003 y Samuelowicz y Bain, 2001), es un proceso científico que utiliza instrumentos cuantitativos y cualitativos, además, toma en cuenta registros, observaciones de conducta y trabajo del alumno (López, 1992). Algunas características de este tipo de evaluación están cimentadas en los principios constructivistas, tales como, la necesidad de un conocimiento previo para vincular con el conocimiento nuevo; la comprensión de los diferentes ritmos de avance de los estudiantes, la estipulación de metas y la motivación generada al obtener dichas metas, finalmente, también son necesarias la crítica y la creatividad para el logro del aprendizaje(Ahumada Acevedo,2010). La aplicación de todos estos principios supone un cambio en el papel del profesor, que debe actuar como diseñador de entornos de aprendizaje, como propiciador del aprendizaje autónomo de los alumnos. Trisca (2014), sugiere una forma práctica para lograr la evaluación por competencias en la educación. Primordialmente se debe definir qué competencias formarán parte del proceso educativo, de igual forma las habilidades que han de dominarse deben ser claras y relacionadas con las competencias. finalmente, de acuerdo con cada competencia y habilidad, debe establecerse los indicadores que se utilizarán para su evaluación. Algunos autores (García y Pueyo, 2015; Rodríguez y García, 1992). Calvo y Mingorance (2010) sugieren que los alumnos se encuentran satisfechos cuando son evaluados no solo en el conocimiento, sino también en otras áreas, actividades y actitudes. En esta investigación se compararon los dos modelos de evaluación a partir de la frecuencia de utilización de los mismos por parte de los profesores encuestados. Descripción de variables La variable estudiada fue el método de evaluación empleado por los docentes al evaluar el proceso educativo. Dicha variable puede tomar diferentes características de acuerdo al marco teórico adoptado y que indica que la evaluación puede realizarse a partir de uno de los dos modelos utilizados por los profesores encuestados. En este caso, evaluación de los alumnos basada en el modelo de evaluación tradicional o bien, evaluación de los alumnos basados en el modelo de evaluación auténtica Instrumento El cuestionario CEMEDEPU (Cuestionario de Evaluación de la Metodología Docente y Evaluativa de los Profesores Universitarios), es un instrumento con datos sólidos de validez de constructo y de consistencia interna, que está conformado por 51 ítems, de los cuales, en la presente investigación tomamos solo los 10 últimos ítem para aplicarlos. Esto se debe, a que estos últimos son los encargados de medir la metodología de evaluación. Resultados Es importante notar algunos datos y cifras generados al encuestar a 85 docentes de nivel universitario con cuestionario CEMEDEPU y los insumos del instrumento fueron analizados por diversos análisis estadísticos como ANOVA de un factor y prueba de muestras independientes (prueba de Levene para la igualdad de varianzas). El 40% de la población encuestada fueron mujeres y 60% hombres. En una comparación entre categorías de edad de los docentes encontramos que 21.8% de este personal registran edades de 51-55 años. De forma general si agrupamos las edades menores a 40 años presentan un 40% contra 51.7% de los docentes que tienen más de 50 años. (Véase en la Tabla 1). En el plantel universitario se registran que 62.2% de los docentes cuentan con menos de 15 años de experiencia laboral. Por otra parte el 38% de los docentes cuenta con una amplia trayectoria de labor docente, para ser más precisos: más de 15 años. (Ver en la Tabla 2). Tabla 1. ‘’Edad de los docentes’’ Tabla 2. Años de experiencia docente En otros aspectos a considerar están la cantidad de alumnos matriculados que atienden los diferentes docentes por asignatura en el plantel. Se presenta una alta frecuencia (6, 5, 4, 3) en materias con grupos entre 2-24 alumnos matriculados. Sin embargo, las materias con grupos mayores de 25-148 alumnos matriculados tienen una frecuencia menor a 2. (Ver en Tabla 3). Tabla 3. ‘’Número de alumnos matriculados’’ Válidos 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 28 29 30 32 35 37 40 42 57 59 94 110 111 NumAlu Nº Alumnos matriculados: Frecuenci Porcentaje Porcentaje Porcentaje acumulado a válido 5 5.2 5.8 5.8 4 4.1 4.7 10.5 3 3.1 3.5 14.0 3 3.1 3.5 17.4 4 4.1 4.7 22.1 3 3.1 3.5 25.6 3 3.1 3.5 29.1 3 3.1 3.5 32.6 5 5.2 5.8 38.4 5 5.2 5.8 44.2 6 6.2 7.0 51.2 2 2.1 2.3 53.5 2 2.1 2.3 55.8 3 3.1 3.5 59.3 3 3.1 3.5 62.8 1 1.0 1.2 64.0 1 1.0 1.2 65.1 2 2.1 2.3 67.4 2 2.1 2.3 69.8 2 2.1 2.3 72.1 2 2.1 2.3 74.4 3 3.1 3.5 77.9 1 1.0 1.2 79.1 1 1.0 1.2 80.2 1 1.0 1.2 81.4 1 1.0 1.2 82.6 2 2.1 2.3 84.9 1 1.0 1.2 86.0 1 1.0 1.2 87.2 1 1.0 1.2 88.4 1 1.0 1.2 89.5 1 1.0 1.2 90.7 1 1.0 1.2 91.9 1 1.0 1.2 93.0 1 1.0 1.2 94.2 1 1.0 1.2 95.3 1 1.0 1.2 96.5 Perdidos Total 120 130 148 Total Sistema 1 1 1 86 11 97 1.0 1.0 1.0 88.7 11.3 100.0 1.2 1.2 1.2 100.0 97.7 98.8 100.0 De acuerdo a la relación edad y experiencia docente solamente cabe resaltar dos aspectos. Respecto a la edad, únicamente hay diferencia significativa en la Metodología de Enseñanza Tradicional (MET), obteniendo mayor puntaje las personas mayores a 45 años (ver Tabla 4). Además respecto a los años de experiencia no hay diferencia significativa en ninguna de las variables (ver Tabla 5). Tabla 4. ‘’Relación con la edad docente’’ Prueba de muestras independientes Prueba de Levene Prueba T para la igualdad de medias para la igualdad de varianzas F Sig. t gl Sig. Diferencia (bilateral) de medias Se han asumido 2.235 .140 .754 60 .454 .095 varianzas iguales MEN Metodología No se han de Enseñanza asumido varianzas .759 57.215 .451 .095 iguales Se han asumido .016 .899 .098 67 .922 .012 varianzas iguales MEV Metodología No se han de Evaluación asumido varianzas .098 57.923 .922 .012 iguales Se han asumido 2.132 .148 2.372 85 .020 .22997 varianzas iguales MET No se han asumido varianzas 2.295 67.685 .025 .22997 iguales Tabla 5 ‘’Relación con los años de experiencia docente´´ Prueba de muestras independientes Prueba de Levene Prueba T para la igualdad de medias para la igualdad de varianzas F Sig. t gl Sig. Diferencia (bilateral) de medias Se han asumido .191 .664 .231 62 .818 .030 varianzas iguales MEN Metodología No se han de Enseñanza asumido varianzas .231 50.686 .819 .030 iguales Se han asumido .133 .716 -.284 69 .778 -.035 varianzas iguales MEV Metodología No se han de Evaluación asumido varianzas -.283 57.474 .778 -.035 iguales Se han asumido 1.881 .174 1.135 88 .259 .11472 varianzas iguales MET No se han asumido varianzas 1.170 76.486 .246 .11472 iguales Un elemento básico de las experiencias de enseñanza son las modalidades de las asignaturas que sigue el docente. A partir de los análisis estadísticos del CEMEDEPU se reportó que el 40% de las asignaturas son de tipo teórico-práctico, una característica que se alinea con la tendencia actual (ver Tabla 6). Tabla 6 ‘’ Tipo de asignaturas’’ Válidos Perdidos Total TipoAsig Tipo de asignatura Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Obligatoria 15 15.5 19.2 Optativa 2 2.1 2.6 Práctica 2 2.1 2.6 Teórica 4 4.1 5.1 Teórico-práctica 39 40.2 50.0 Troncal 16 16.5 20.5 Total 78 80.4 100.0 Sistema 19 19.6 97 100.0 Porcentaje acumulado 19.2 21.8 24.4 29.5 79.5 100.0 Conclusiones, recomendaciones e implicaciones (o discusión). No se ha encontrado una relación significativa entre las estrategias de enseñanza utilizadas y las estrategias de evaluación utilizadas. No existe una una relación entre la enseñanza y la evaluación, esto indica una falta de planeación en la metodología de enseñanza. Hay un porcentaje importante (35%) de docentes que enseñan y evalúan de forma tradicional en un contexto que prioriza una enseñanza y evaluación basada en competencias. En el cuerpo de profesores del plantel hay dos grupos, los que trabajan evaluando por competencias y los que siguen implementando evaluación tradicional. Examinando el grupo de docentes que evalúan de forma tradicional podemos encontrar que son mayores de 50 años y la metodología implementada más utilizada no corresponde a la sugerida por la teoría actual, porque probablemente han sido formados en una postura tradicional y resulta difícil que dichos docentes replanteen las estrategias que utilizan en su labor educativa. Mientras que en el grupo de docentes que evalúan de forma constructivista podemos observar que la mayoría son recién egresados de las universidades donde prolifera la enseñanza, aprendizaje y evaluación por competencias así que su práctica real corresponde con la tendencia actual educativa. Una forma en la que se podría mejorar la presente investigación es: a parte de triangular las respuestas de los docentes universitarios de la primera sección con la segunda sección, pasar a triangular desde el punto de vista del alumnado. Referencias bibliográficas Ahumada Acevedo, P. (2010). Hacia una evaluación auténtica del aprendizaje. México: Paidós Ibérica. Alcalá, D. H., García, V. A. y Pueyo, Á. P. (2015). Percepciones del alumnado sobre la evaluación formativa: contraste de grupos de inicio y final de carrera. Revista De Docencia Universitaria, 13(3), 13-32. Alonso, Á. a., Díaz, J. j., Mas, M. m. y Romero, P. p. (2006). Actitudes del alumnado sobre ciencia, tecnología y sociedad, evaluadas con un modelo de respuesta múltiple. Revista Electrónica De Investigación Educativa, 8(2), 1-37. Alonso, F. y Méndez, R.Mª.(1999).Modelos de enseñanza de los profesores y enfoques de aprendizaje de los estudiantes: Un estudio sobre su relación en la Universidad de Santiago de Compostela. 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