UNIVERSIDAD CATÓLICA DE SANTA MARÍA FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS Y EMPRESARIALES PROGRAMA PROFESIONAL DE INGENIERIA COMERCIAL FILOSOFÍA RESUMEN DE LA BIOETICA EN LA EDUCACIÓN ALUMNO: REYES BUSTAMANTE FERNANDO GONZALO AREQUIPA - PERÚ 2020 Resumen Sobre la necesidad de adoptar una concepción flexible de la bioética La bioética es una disciplina joven. No obstante, la construcción de una bioética, es necesaria para este nuevo milenio; requiriendo así, una nueva remodelación y clasificación en las distintas áreas, como el pluralismo y/o diversificación ideológica. El pluralismo fáctico, político y social, en el que hoy nos hallamos inmersos, se opone a la idea de que exista un único proyecto válido. Es entonces, que la idea de que exista un único modelo legítimo en la convivencia, sigue estando presente en la bioética. La historia nos ha mostrado, además, que después de elaborar un “modelo” suele darse un paso más: Tratar de imponerlo a los demás. Por eso, este nuevo planteamiento, busca darle una pluralidad útil a la bioética. Las sociedades pluralistas actuales asignan a la Constitución la tarea de realizar las condiciones de posibilidad de un proyecto de vida en común, y no ya el de establecer directamente un proyecto concreto, buscando así, encontrar ideas cerradas que den respuesta a esta tarea. Esta consideración abierta de los problemas bioéticos asume el pluralismo, de la misma manera que lo hacen las constituciones democráticas, que se conciben como un “compromiso de posibilidades” para la coexistencia de las posibles soluciones y no como un proyecto apriorístico que se deba asumir rígidamente. Es decir, que no impone ninguna ideología, por el contrario, admite la diversidad de esta misma. La existencia de valores éticos y principios que actúan en la sociedad democrática debe ser también en el terreno de la argumentación ético-jurídica acerca de las biotecnologías y sus aplicaciones biomédicas. Para esto, cada uno de los valores, no deben de abarcar un todo, sin que deben de llevar relación con los principios, pues estos deberán de convivir. En este sentido G. Zagrebelsky propugna el establecimiento de un modelo de convivencia dúctil construida sobre el pluralismo y la interdependencia. Este es el modelo enemigo de imposición forzada y se configuraría a un modelo político ya existente. Ahora, si bien la bioética nació como una reflexión sobre los problemas de la biomedicina y biotecnología, pronto el término empezó a convertirse en presupuestos dogmáticos. La primera repercusión de este hecho ha sido dejar como insuficiente la concepción de las democracias como un conjunto de reglas procedimentales, ya que a las reglas relativas a la forma de tomar decisiones se añaden criterios que condicionan el contenido de estas decisiones. Sobre la necesidad de la educación en la bioética. Se toma en cuenta el artículo 23 de la Declaración de Universal sobre la Bioética y Derechos Humanos. El artículo mencionado, atribuye a los Estados la promoción sobre la enseñanza, programas de educación e información sobre la bioética quedando comprometidos en el establecimiento de políticas públicas para el fomento y la difusión de programas bioéticos. Informar y formar. Conocimiento y valores. Lo común y lo distinto El principal objetivo de la educación debe ser capacitar a los ciudadanos para tener una opinión propia que les permita participar en el debate social informado y en la promoción de políticas públicas que enmarquen las nuevas cuestiones en juego. Importa distinguir entre la educación-formación y la información. Ante las biotecnologías y los dilemas biomédicos, el conocimiento fáctico es el punto de partida y el pilar básico que permitirá, tras un correcto análisis, hacer una buena evaluación y, a partir de ella, una adecuada toma de decisiones. Aceptar la existencia de los Derechos Humanos que se sustentan en universales éticos, son un mínimo ético y jurídico común, implica aceptar una concepción de la humanidad en la que existen mayores y más importantes semejanzas entre sus miembros que diferencias. No obstante, nuestra “modernidad-civilización” se basa en buena parte en la idea opuesta: es decir, en recalcar el valor del individuo como aislado y distinto, el creerse único y deslizarse sobre esa idea, dejando de lado el desarrollo social y democrático. Promover una concepción flexible de la bioética –y del mundo El proceso de educación en Bioética debe tender a proponer pautas educativas que fomenten el pensamiento propio y que ayuden a perder miedos. Esto, se logra gracias a los principios de igualdad, no discriminación y el respeto; los cuales nombran y ejemplifican perfectamente las políticas acerca de la enseñanza de la Bioética. Otro factor importante en este proceso de educación, es el reconocimiento de que existen distintos modelos morales posibles de vida buena. No obstante, hay que tener presente que, aunque puede haber diferentes maneras de entender qué sea la “vida buena”, eso no implica que todas esas maneras sean en efecto “buenas”. Es decir, si bien puede haber distintas vías de tratamiento de problemas eso no implica que todas ellas sean buenas. Aceptar el pluralismo moral no quiere decir adoptar posturas nihilistas ni escépticas; ese paso se da con frecuencia, pero es falaz. No se trata de que cualquier propuesta sea aceptable, hay que evaluarla. Tampoco todas las opiniones son válidas, sino que debemos ver bajo qué argumentos están sustentadas, los cuales deben estar dotados de razonamiento, para que así, puedan ser debatidos en público, donde los estigmas y prejuicios deben ser erradicados. Es necesario, aunque aparenta ser políticamente incorrecto, rebatir el lugar común de que “todas las opiniones son respetables”, pues esta afirmación resulta ser perjudicial al momento de educar en la bioética. Aclarar que, son las personas las que deben ser respetadas, no sus opiniones, pues hay algunas que pueden llegar a ser muy dañinas para el público. Lamentablemente esta postura es hoy la más habitual en nuestro medio y bien puede constatarse que los participantes en los debates no se escuchan entre sí; en el mejor de los casos, la mera cortesía permite que cada uno hable por turnos expresando opiniones a las que los demás son inherentes, puesto que no consideran correcto algunos pensamientos o ideas que estas puedan llegar a compartir o expresar. Hay que aceptar el ensayo-error como parte del aprendizaje y entender que hay más modos que el propio de afrontar y resolver las cosas. Es preciso enseñar que las verdades científicas están siempre sometidas a la posibilidad de ser refutadas por nuevos conocimientos y que esta actitud de modestia hacia la aceptación de la realidad, es realmente inherente a la actitud científica, pues los conocimientos antiguos, junto con los actuales, lograrán formar (y quizás ayudar) a los conocimientos futuros que puedan haber. El conocimiento es, ineludiblemente, evolutivo pues está en constantes avances y, en definitiva, es impreciso saber qué descubrimientos habrá en el futuro. Otro factor impreciso, es el tiempo y ritmo de progresión en los avances de la ciencia. Por esto, la formación en bioética debe enseñar a convivir con la incertidumbre y a abordarla de forma prudente, manejando con flexibilidad los principios comunes, sin pensar en haberlo solucionado “todo para siempre”, sino que el conocimiento alcanzado en cada momento y su regulación serán igualmente revisables y superables en el futuro. A los problemas complejos, no le puedes dar soluciones binarias, o es blanco o es negro, el gris no existe. ya que los problemas bioéticos generalmente se desarrollan en la escala de grises y por ello es necesario que el proceso educativo enseñe a distinguir y comprender los matices y a pensar en términos posibilistas. Tampoco valen las posturas nostálgicas, que basan su solución en métodos antiguos considerándolos mejores por este mismo hecho y menos por el miedo de los nuevos avances. Las nuevas realidades tecnocientíficas que son el objeto de la reflexión bioética, requieren una actitud activa en la ciudadanía para encauzarlas en beneficio de los seres humanos. Por esto, la educación en la bioética, es la educación en el respeto, reflexión y tolerancia; que propone una actitud actual, crítica y racional sobre ciertos aspectos debatibles, para así, sumar a la ciudadanía democrática.