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DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011)
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RESEÑAS
Ignacio de Luzán. Obras raras y desconocidas
IV. Memorias literarias de París. Epístola
dedicatoria de “La razón contra la moda.”
Edición, estudio preliminar y notas de
Guillermo
Carnero.
Zaragoza:
Prensas
Universitarias de Zaragoza, 2009.
Jesús Pérez Magallón
McGill University
Hace ya casi veinte años que Guillermo Carnero
inició la recuperación de lo que dio en titular Obras raras y desconocidas de
Ignacio de Luzán, a no dudar uno de los intelectuales reformistas más
destacados de la primera mitad del siglo XVIII. El primer volumen
(Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 1990) incluyó la Traducción de
los Epigramas latinos de C. Weigel, la Carta latina de Ignacio Philalethes, el
Plan para una Academia de Ciencias y Artes, el Informe sobre Casas de
Moneda y el Informe sobre las Cartas de Van Hoey; el segundo volumen,
publicado en 2003 en el mismo lugar e institución, dio a la luz el Discurso
apologético de Don Íñigo de Lanuza; el tercero cambió de sello y fue impreso en
2007 en Zaragoza por las Prensas Universitarias de Zaragoza, incluyendo lo
que el editor—con la colaboración de Joaquín Álvarez Barrientos, Giovanni
Battista de Cesare, Álvaro Soler del Campo y Margarita Vallejo Girvés—
agrupó bajo las rúbricas “Luzán y las Academias” y “Obra historiográfica,
lingüística y varia.” Ahora nos ofrece Guillermo Carnero una muy cuidada
edición de las Memorias literarias de París, acompañadas de la “Epístola
dedicatoria de La razón contra la moda,” comedia de Pierre-Claude Nivelle de
La Chaussée.
Como no es nuestra misión comentar el texto de Luzán, detengámonos
por un momento en el “Estudio preliminar” que antecede ese texto y los
preliminares que lo acompañaron. En ese estudio Guillermo Carnero pasa
una revista concentrada y minuciosa sobre la estancia de Luzán en París y
sobre el sentido que la misma pudo tener en la vida del intelectual aragonés.
Señala Carnero que la muerte de Felipe V y el ascenso al poder del ministro
José de Carvajal y Lancaster abrió perspectivas halagüeñas a las esperanzas
cortesanas de Luzán. Habiendo sido nombrado embajador extraordinario
en París el duque de Huéscar (futuro de Alba), Fernando de Silva Álvarez
de Toledo, en febrero de 1746, Luzán recibiría el puesto de secretario del
embajador en marzo de 1747. Pero, como constata y documenta Carnero,
“Luzán carecía de aptitud para la política” (XIII), por lo que Huéscar trató
de “sustituir a Luzán, negligente y olvidadizo en el manejo de la
documentación que se le encomendaba” (XIV), hasta el punto de que el
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Reseñas
embajador le pide a Carvajal que lo libere de Luzán. En consecuencia,
Carnero supone que un hombre inteligente como Luzán es difícil que no se
hubiera dado cuenta “de hasta qué punto había defraudado a Carvajal y
revelado su incompetencia para la gestión política” (XV). La muerte del
escritor, que antecedió la del ministro, le ahorró probablemente sinsabores
imprevisibles.
El resto del “Estudio introductorio” va haciendo calas en aspectos
diversos de las Memorias literarias de París: la fecha de redacción del
manuscrito luzanesco, el espíritu del texto, la educación tal y como la
observa y representa Luzán, la modernidad científica en la que la química
ocupa un lugar central, el teatro, la comedia sentimental—donde las
Memorias se suman a la Epístola introductoria a la obra de Nivelle de La
Chaussée—la novela, presencia ausente en las Memorias que Carnero achaca
a un Luzán que “encaja en la ceguera crítica de los que ignoran la novela,
son incapaces de comprender su significado y su actualidad al intentar
considerarla una variedad del poema épico, o la desprecian como género
populachero o inmoral” (XL), algunas otras ausencias—tertulias, salones,
cafés literarios, bibliotecas privadas, teatro de los colegios, obras de estética
y preceptiva poética, pintura y arquitectura, una “voluntad de ocultación de
lo que pudiéramos considerar ideológicamente sospechoso o heterodoxo”
(XLVI) y, por último, algunos errores.
La obra que aquí reseñamos se caracteriza por una anotación amplia y
generosa. Guillermo Carnero justifica su plan al afirmar que ante todo ha
tratado de verificar las referencias de Luzán “para identificar las ambiguas,
detectar las erróneas y justificar las correcciones” (LIV), que en alguna
ocasión ha incorporado. Asimismo, ha tratado de “reconstruir las fuentes y
lecturas de Luzán” (LIV) y, por último, ha querido poner ante el lector “la
variedad y el detalle de la vida cultural del París de Luis XV . . . supliendo la
sequedad, la sobriedad y la cortedad de la mirada de Luzán” (LIV). Y, como
lectores, tenemos que agradecerle el esfuerzo y la rica y abundante
información que sus notas nos aportan y que nos ayudan, sin la menor
duda, a situar mucho mejor lo que cuenta y sobre lo que reflexiona Luzán.
El editor menciona el “trabajo abrumador . . . la fatiga y la excesiva
implicación personal” (LVI n47) en una edición como esta. El lector/la
lectora solo puede expresar su admiración y alabar sin límites el trabajo bien
hecho.
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José Miguel Delgado Barrado, Quimeras de la Ilustración (17011808). Estudios en torno a proyectos de hacienda y comercio colonial.
Castelló de la Plana: Publicacions de la Universitat Jaume I, 2009.
Gabriel Paquette
The Johns Hopkins University
The seventeen essays collected in this volume, the vast majority of
which have been published previously in edited volumes over the past two
decades, shed light on a number of subjects of interest to students of the
eighteenth-century Spanish Atlantic World. Taken collectively, Delgado
Barrado’s essays suggest the need to re-evaluate the intellectual ferment,
and reforming fervor, that marked Ferdinand VI’s reign and to recognize its
importance as a hinge between the longer, better known, and usually more
highly-esteemed reigns of Philip V and Charles III. The essays prod the
reader toward the conclusion that the efflorescence of reforming initiatives
of the Caroline period had a long, distinguished pedigree and that the
sustained, fruitful interaction between high-ranking political administrators
and political-economic writers was well-established in the first half of the
eighteenth century. A third general insight which may be gleaned from the
essays is the importance of American affairs, particularly commercial
matters, for the political-economic writers whose contributions to the
Spanish Enlightenment are only now being appreciated fully.
The vast majority of the essays treat rather narrow themes and shy away
from drawing larger conclusions, though Delgado Barrado, the author of
pioneering monographs on José de Carvajal, ties together this unwieldy
bundle of case studies in a useful introduction and conclusion. This defect
aside, this reader is impressed by the originality and subtlety of the essays
contained in Quimeras de la Ilustración, many of which fill in notable gaps in
the historiography and, when taken together, offer suggestions about the
shape, texture, and chronology of the Spanish Enlightenment. Delgado
Barrado demonstrates that it is impossible, for example, to relegate
Ferdinand VI’s reign to the periphery of discussions about enlightened
reform. The essays are divided into four parts: general essays on the genesis
and transmission of (political-economic) ideas in Spain; a series of case
studies of proyectos concerning the Real Hacienda; a clutch of valuable essays
on debates concerning privileged trading companies; and a final set of
essays offer a fascinating insight into political economic ideas about ports
(e.g. free ports, tariff structure, the flota).
Given the range of the essays, it is possible only to discuss the most
innovative in this review. The first essay that deserved to be highlighted is
entitled “Ensenada versus Carvajal: Un Tópico a Debate”. Delgado Barrado
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Reseñas
leaves behind the tired discussion of whether or not the conflicts between
these two leading ministers hindered the Bourbon reforms and whether or
not Ensenada eclipsed Carvajal, preferring to suggest how many of
Carvajal’s proyectos were later taken up during the reigns of Charles III and
Charles IV. The second essay whose importance deserves mention is
“Pensamiento Político y Reforma Fiscal. Reflexiones sobre el Catastro de
Ensenada”. Though short, it makes a persuasive argument for competing
influences at the origin of the famous Catastro, not only earlier reform
initiatives from Philip V’s reign and the political economy of the arbitristas,
but also the emulation of other European states (principally France, along
with several Italian states). He makes a good argument for the
heterogeneous origins of the Catrastro and the dangers of searching for a
single “source”. The third essay whose merits must be mentioned is “De
Fiscal a Escrito Político. El Caso de Francisco Carrasco de la Torre,
Marqués de la Corona, Fiscal del Consejo de Hacienda (1715-1791)”.
Arguably the most interesting essay in the collection, it is a case study of a
rarely-discussed, but absolutely crucial, figure (Carrasco), whose career and
ideas reveal the tensions and paradoxes of the enlightenment in Spain, as
well as the pitfalls of deploying the concept of “enlightened absolutism” in
a Spanish context. A close associate of Esquilache, a staunch regalist, he
also was a whistle-blower of government corruption and unrepentant critic
of the venality of his colleagues. His denunciations, predictably, damaged
his career. In some ways (i.e. his career trajectory, reforming sensibility, and
regalism), he is the “pequeño ilustrado” par excellence. Yet, as Delgado
Barrado points out, he was opposed to many of the initiatives that
contemporary scholars consider to be emblematic of the Ilustración,
including the Nuevas Poblaciones, new fábricas reales, and scientific-military
expeditions to America. The fourth, and final, essay whose importance
should be underscored is the previously unpublished “La Era de las
Compañias Privilegiadas en la España del Siglo Ilustrado”. It offers a
synthetic, nuanced overview of the political thought as well as policy
concerning privileged trading companies before 1765, suggesting the
diversity of opinions concerning the utility of such companies, even among
the ranks of their proponents.
While mainly a collection of previously published essays, it is useful to
have all of them in one place. Delgado Barrado’s book offers useful insights
for reconceptualizing the chronology and intellectual origins the Bourbon
reforms.
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Ann L. MacKenzie and Jeremy Robbins, eds. Bulletin of Spanish
Studies. Hesitancy and Experimentation in Enlightenment Spain and
Spanish America. Studies on Culture and Theater in M emory of I.L.
M cClelland 86.7-8 (November-December 2009).
Ana Hontanilla
University of North Carolina, Greensboro
En 2009, la Universidad de Glasgow en Inglaterra celebró el centenario
del nacimiento de la hispanista Ivy McClelland con la publicación del
volumen 86.7-8 de Bulletin of Spanish Studies. Este número se compone de
tres partes además de incluir un índice de términos. En la primera sección,
Ann McKenzie y Ceri Byrne celebran la memoria de Ivy McClelland, que
dedicó sus más de setenta años de vida académica a la investigación y la
enseñanza de la literatura y cultura hispana. El merecido tributo a
McClelland destaca la decisiva influencia en su vida y obra de educadores
como Edgar Allison Peers y el trabajo pionero de esta académica. En una
época en que la mujer todavía no había consolidado su presencia en las
aulas, Ivy McClelland era digna candidata del apoyo y el respecto de
profesores y colegas. Nueve poemas inéditos titulados “Rimas sin sentido”
(“Nonsense Rhymes”) y catorce páginas de bibliografía dan testimonio de la
sensibilidad humana e intelectual de esta hispanista de nombre
internacional. Dos ensayos inéditos de McClelland inician la segunda y
tercera parte de este volumen, seguidos por contribuciones de
investigadores asociados a su memoria y herederos de su generosidad.
Además de su nota introductoria, Ann MacKenzie edita dos de los
ensayos encontrados entre los papeles de McClelland tras su muerte en
2006, “ ‘Impugnador de preocupaciones.’ El Correo de los ciegos de Madrid
1787 and Public Opinion in Spain on the Eve of European Revolution” y
“A Propaganda Play of 1808: F. Enciso Castrillón’s La defensa de Valencia y
castigo de traidores.” El artículo sobre El Correo de los ciegos de Madrid encabeza
la segunda parte dedicada a estudios culturales. La autora destaca cómo la
reflexión crítica del ensayista español del dieciocho sirve para señalar las
preocupantes discrepancias que percibe entre una realidad llena de
contradicciones y el ideal racional ilustrado. Al analizar la contribución de
El Correo de los ciegos a la formación de espacios de opinión, McClelland
participa con fino entendimiento en el debate actual sobre la mentalidad y
los valores que estructuran la critica social del dieciocho español.
Fernando Huerta Viñas edita “The London Merchant y sus relaciones con
la experimentación dramática en la España del siglo XVIII.” Este ensayo
encabeza la tercera sección del volumen, la cual se integra de otras seis
contribuciones dedicadas al teatro. En 1970, McClelland ya había estudiado
las conexiones entre los dramas franceses y españoles en Spanish Drama of
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Reseñas
Pathos 1750-1808. “The London Merchant” examina la recepción del
dramaturgo inglés George Lillo en el teatro español, teniendo en cuenta que
su huella pasa primero por el filtro de la dramaturgia Francesa. McClelland
reivindica a autores como Comella, Valladares y Zavala por su habilidad
para discernir, transformar y divulgar en España temas, gustos y tradiciones
relevantes en la Europa de fin de siglo. El segundo ensayo editado por
MacKenzie “A Propaganda Play” cierra la tercera sección y el volumen con
un elogio a la fecunda receptividad de los escritores dramáticos españoles.
El análisis de La defensa de Valencia muestra cómo la asimilación de las
influencias extranjeras en la dramaturgia española promueve, además del
entusiasmo patriótico durante la Guerra de Independencia, una ruptura con
la tradición y la censura. Aunque, por la general, la crítica considera que la
literatura de guerra y propaganda política no produjo creaciones artísticas de
valor, la profesora McClelland enfatiza que la relevancia de estas obras
reside en su habilidad para representar héroes y temas de forma menos
anacrónica y más en conexión con la realidad del momento.
El lector disfrutará igualmente de los estudios culturales incluidos en la
segunda sección. El ensayo de Ciara O’Hagan sobre la poesía épica del
dieciocho, el análisis del prisma ideológico con que Marcelino Menéndez
Pelayo construye la figura de José Marchena escrito por Joaquín Alvarez
Barrientos, los comentarios sobre la representación visual de la población
negra en Trujillo (Perú) de Mariselle Meléndez, el examen de los textos de
Eugenio de Espejo donde Ruth Hill encuentra las raíces de las revueltas de
finales de siglo en Quito y la exploración de la posible autoría del “Retrato
de una mujer joven con una rosa” de Nigel Glendinning traen a colación
temas conectados al estudio de la cultura española y latinoamericana. La
revisión de Donald Shaw del Pelayo de Quintana, los estudios de Rally-Ann
Kitts y Philip Deacon sobre El sí de las niñas y el análisis de la representación
de la Ilustración en el teatro del siglo XIX de David T. Gies completan la
sección sobre el teatro español. Los trabajos póstumos de la profesora
McClelland así como los ensayos incluidos en su memoria confeccionan un
volumen original que merece un espacio de honor entre los estudios de la
cultura y la literatura del siglo XVIII español e hispanoamericano.
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Victoria López. El cepo y el torno: La reclusión femenina en el
M adrid del siglo XV III. Madrid: Fundamentos, 2009.
Rebecca Haidt
The Ohio State University
Discussions about “la ociosidad” were constant in Enlightenment
circles during the second half of the eighteenth century in Madrid.
Questions concerning productive work, the value of labor, the prevention
of idleness, all entwined with the many meanings of "la ociosidad." Which
persons ought to apply themselves to productive, useful work; and where
might they find the work necessary to justify their presence in the villa y
corte, and serve the public good? The responses given by a range of
statesmen, administrators and bureaucrats targeted the impoverished
majority of the court city's working population. Whether ociosos were the
needy, the “vagrant,” immigrants, the poor; those who worked
independently of guild-administered networks of training, hiring,
contracting and production; or those who worked in contingent, seasonal,
precarious occupations such as street vending, domestic service, hauling,
etc., they constituted a labor pool whose man- and woman-power must be
harnessed for the benefit of private and government-approved interests.
“La alegada ‘ociosidad’ de las clases menesterosas es un artificio retórico de
marcado sesgo ideológico en el discurso de los ilustrados,” notes López, “ya
que eran esas clases las únicas que producían bienes y servicios tanto en el
campo como en la ciudad” (11). Indeed, Campomanes himself admitted
that “el trabajo del pueblo” fed the rentas and diezmos supporting the court
city’s privileged bureaucrats, aristocrats, clergy, and prosperous gremio-linked
merchants.
López sets herself to exploring the ways in which state and municipal
authorities colluded to codify and expand the scope of laws and
institutional mechanisms by which the labor power of that very “pueblo”
might be captured for ends deemed “productive” or “useful.” The result is
a fine study, written with both a steely composure grounded in extensive
archival research, and a deep compassion for the lives whose travails were a
by-product of Enlightenment reforms targeting the (supposedly)
widespread idleness of Madrid’s pueblo. The second half of the century saw
an increase in poverty in the capital, and thus a stepped-up effort to
criminalize “la ociosidad,” including newly aggressive measures permitting
arbitrary removal from the streets, incarceration, and forced labor targeting
marginal and impoverished populations in Madrid (24). El cepo y el torno
argues that it is particularly important to examine the ways in which the
incarceration and forced labor of women figured into these new policies,
practices and programs. Not only does eighteenth-century Madrid provide
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an excellent case study of the fact that “las mujeres inauguran la carcel
moderna,” notes Lopez (23); but the testimonials, information and petitions
comprising the memorias de súplica submitted by the women forcibly
incarcerated in the prison of the Galera and the reformatory of San
Fernando prove invaluable sources of information about the lives and
voices of poor madrileñas who, though a majority of the eighteenth-century
pueblo, were so often silenced within official discourses. El cepo y el torno
should be added to the must-read list for anyone interested in Madrid’s
social history, particularly with regard to the labor, class, and gender issues
conditioning the lives of the working poor, the “unsettled” (to borrow the
concept formulated by Patricia Fumerton in her 2006 study Unsettled
[Chicago]) whose labor turned the wheels of urban economies, and whose
precarious lives fed municipal authorities’ and guild merchants’ shared, and
increasingly insatiable, desire to use incarceration and forced work to meet
demands for productivity and/or cheap labor.
Through the study of case histories drawn from painstaking
investigation in (among others) the Archivo Histórico Nacional, the
Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Madrid, and the Archivo
General de Simancas, López illuminates the experiences of the
impoverished, struggling women identified as miscreants or arrested during
the course of levas de vagos. Some women were simply hungry and without
family or support systems: for example, Francisca Velasco, the seamstress
widow of a criado of the Convento de San Francisco, was seized one January
night in 1783 for ociosidad as she huddled against the wall of the printing
office of the Gaceta de Madrid; she pleaded for mercy on grounds that “se
mantiene de coser” and that she had only been driven to begging by
hunger: “no se ha desayunado” (85). Others were taken prisoner when
suspected of inappropriate behavior. The seamstress Maria Manuela,
arrested when authorities entered her room and accused her of prostitution,
is representative of the plight of thousands of poor working women
incarcerated during the second half of the century and put to work in the
Galera and San Fernando. Claiming innocence, Manuela pleaded that the
man with her at time of arrest was a client come to “recoger su ropa” (119);
but (as López points out), despite full knowledge of the “duras condiciones
de vida” that affected “la mayoría de la población trabajadora de la
capital”— of whom great numbers were women who, like Manuela, worked
for pennies in garment and textile trades--- authorities were little disposed
to legitimate “prácticas de supervivencia y sociabilidad que a menudo se
desvia[ba]n de las normas establecidas” (115). Numerous cases cited by
López constitute moving evidence of the perverse extent to which
authorities could take restrictive logics of gender and class, and their impact
on both men and women. For example, in 1780, María Santos, a poor 60
year-old woman, had been imprisoned for several months on charges of
beggary when her husband, a 54 year-old jornalero working as a “peón de
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albañil,” made one of repeated attempts to seek her release. The alcalde for
the case, ignoring the husband’s pleas, commented that it made little sense
to grant Santos’s freedom. Seeing as her husband’s employment was not
secure (he works “cuando tiene en qué emplearse”) and that his earnings
were insufficient, Santos (presaged the alcalde) would no doubt take to the
streets and beg again (rather than staying within the home): “no podrá
evitarse que ella, viéndose libre, continúe la mendicidad” (94-95). Indeed,
poor working women like Santos were effectively in a catch-22 situation: if
they did not seek work and remained at home (in accordance with
authorities' advocacy of feminine domesticity), they would starve; and if
they took to the streets to beg, they would be arrested (115).
Thus, the title of López's Chapter 1, "Una corte envidiable," fairly drips
with irony: after all, for the unsettled working women forced to choose
among poverty, "pecado y delito" (115), life in the court city was anything
but enviable. The book's first chapter provides a brief overview of Madrid's
repressive underside during the age of Enlightenment. In particular, López
traces the development of policies and institutions addressing poverty and
unemployment, situating them in a wider context of social unrest incited by
poverty, hunger and suffering among the working classes, and restrictive
and punitive municipal and guild policies around labor.
Chapter 2, "Los ilegalismos populares," sets the stage for the growth of
a private-state collaboration in the use of workhouse imprisonment to serve
the interests of both business (capital accumulation, cheaper production
costs) and municipal administrations. One of Lopez's most important
arguments is that the persons subject to policies of forced labor and
business-targeted imprisonment should not be considered "marginal" in
that, despite their poverty and dire circumstances, they were essential to the
economic life of the city. The real problem underlying the rise in
populations of reclusas during the second half of the century, argues López,
is that women's "fuerza de trabajo e[ra] una mercancía demasiado
devalorizada como para cubrir las necesidades básicas y de díficil salida en el
mercado de trabajo de la capital" (73) Within the competitive, restrictive,
highly policed marketplaces of the city, the labor capacity of a large chunk
of the city's population was increasingly marginalized within the law, and
channeled toward workhouse and prison productivity in the name of
combating "la ociosidad".
The third chapter takes the reader inside the walls of the reformatories
and prisons, and examines "La vida en la reclusión." Reading closely into
court records, López pulls out information that reveals the penalties and
daily injustices visited upon incarcerated women. For example, those who
incurred debts in prison were sometimes required to give up some or all of
their clothing in lieu of payment upon release. In 1771, Tomás Anzano,
director of the Hospicio de San Fernando, criticized the release of
numerous poor detainees "sin camisa ni calzones.....[e] indecentísimos"
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(172), denouncing the creation of a vicious cycle in which ex-reclusas were
returned to society even more likely to face arrest for indigence and
indecency. In Chapter 4, "El repertorio de la resistencia," López surveys
the connections between popular uprisings and collective strategies of
survival both within prison walls and in the neighborhoods of the capital.
López's historical study is valuable for scholars of eighteenth-century
literature. After all, sainetes and tonadillas abound in depictions of the
conflicts between authorities and populace around work and community
survival strategies. But López wants the reader to think about the real
women whose predicaments were symptomatic of larger economic
problems: the fact is, "las reclusas de la Galera y de los hospicios de Corte
y San Fernando no hallan en el encierro correccional ninguna oportunidad
para salir de la pobreza mejorando su formación laboral" (179). Ultimately,
argues López, one of the great contradictions of "el reformismo borbónico"
lay in its conceptualization of "la policía de pobres" as a way of combating
the twin ills, social and economic, implicated in "la ociosidad", even as
authorities neglected to put in motion "los medios económicos necesarios"
for the eradication of poverty and the facilitation of work (179). And
without work, poor women like Francisca Velasco and María Santos would
continue to take to the streets. Indeed, it is hard to finish López's study
without thinking of later ideas for the policing of female populations, such
as the combating of prostitution through "social hygiene", and the "ángel
del hogar." It is a credit to López's handling of the material that her study
of Madrid's eighteenth-century reclusas might suggest connections with
nineteenth-century restrictions on women's public behavior, and stimulate
further research into the eighteenth-century roots of Spanish modernity.
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Félix María de Samaniego. Medicina fantástica del espíritu. Ed.
Emilio Palacios Fernández. Madrid: Biblioteca Nueva, 2010.
Dale J. Pratt
Brigham Young University
Félix María de Samaniego (1745–1801), famous for his collections of
Fábulas en verso castellano para el uso del Real Seminario Bascongado (1781, 1784)
and his polemics in print against Vicente García de la Huerta, Fray Diego
González, and his former friend Tomás de Iriarte, actively participated in
the Sociedad Bascongada de Amigos del País, organized by his uncle the Count of
Peñaflorida. For Samaniego’s bicentennial, Emilio Palacios Fernández
published the ilustrado’s complete works (Madrid: Fundación Castro, 2001),
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yet did not include Medicina fantástica del espíritu, a folleto poético published in
Madrid in 1786 under the name of D. Damián de Cosme. The work had
been attributed to Forner and García de la Huerta as well as to Samaniego,
but in this edition’s lengthy introduction Palacios Fernández meticulously
describes the scholarly sleuthing that led him in 2003 to include the text in
the Biblioteca Virtual Cervantes with the rest of Samaniego’s works. In
2008, Jesús Fernando Cáseda Teresa published the text under the second
part of its title, Espejo teórico-práctico en que se miran las enfermedades reinantes desde
la niñez, hasta la decrepitud con recetas y aforismos, que suministra la Moral
(Logroño: Instituto de Estudios Riojanos). In his introduction to Medicina
fantástica del espíritu, Palacios Fernández savages Cáseda’s edition, claiming it
was lifted verbatim from his own digitized work. He also repeatedly
denigrates Cáseda’s study of Samaniego as amateurish. It is not this
reviewer’s place to resolve this quarrel, and Cáseda’s edition has become
difficult to find. However, despite the negative tone Palacios Fernández
projects while discussing Cáseda’s (possibly pirated) edition, the rest of his
critical introduction to Samaniego, his career and his poetry proves
interesting, even entertaining.
The dedication of Samaniego’s Medicina fantástica del espíritu to Saints
Cosmas and Damian, patrons of physicians and pharmacists (whose relics
happen to reside in Madrid), allows a satirical attack on the matasanos in
general, and sets the tone for the dry humor of the prologue, written for “el
vulgo muy ignorante” in “estilo agridulce / [con] el dulce predominante”
(154-55). The title declares the work to be written “en metro joco-serio y
prosa,” a bow to chapter XX of Ignacio de Luzán’s La Poética (1737). The
author divides the text into three books treating illnesses of childhood,
youth and old age (young adulthood or maturity is left out). Each chapter
begins with an aphorism, followed by a poetic description of the illness, an
additional aphorism related to the remedy, and the remedy in verse. Thus in
book I, chapter 1 “Enfermedad: La mala crianza,” the first aphorism
metaphorically introduces the topic: “Edificio mal fundado se arruina”; the first
poem outlines the prospects of the child whose parents fail to correct his
mistakes, and the unhappy results: “llega a ser grande, hace mil locuras: /
sus padres lloran. ¡Oh, qué tarde ha sido! ” (163). The second aphorism, “La
política más fina, y moral más acendrada, es la virtud” encapsulates the
remedy, which counsels the parents to discipline the child, and affirms “La
educación no más le hará dichoso / . . . . y llegando por fin a ser virtuoso, /
será lo que hay que ser en este mundo” (164). With one exception, every
chapter in the three books follows this structure. Interestingly, there is no
remedy nor associated aphorism listed for “Enfermedad, que padecen los hijos, es
la violencia de los padres para que se casen contra su gusto”—the chapter is
incomplete in the original. The following chapter, which treats “la violencia de
los padres para que [sus hijos] entren en religión,” affirms that its remedy
(disobeying the parents) cures the previous malady as well. One of the most
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interesting chapters describes the maladies of the petimetres––“ser
presumidos y afectados” (191)––and the treatment: “Sáqueles la razón del
hospital de su locura, y pasen a la convalecencia del entendimiento, donde
se restablezcan” (195).
Palacios Fernández’s introduction, timeline, notes and twenty pages of
bibiliography supplement his already extensive scholarship on Samaniego.
However, there are a few oddities in this edition, perhaps symptoms of
anxiety over the aforementioned Cáseda Teresa version. For instance, in the
introduction Palacios Fernández explicates every malady in Samaniego’s
text, an unnecessary step given the clarity of the poetry. The lengthy
discussion of 19th-century admirers of Samaniego diverts attention at the
end of the introduction from the actual primary text that follows. Strangely,
Palacios Fernández unnecessarily glosses a great many vocabulary words,
citing definitions from the Diccionario de Autoridades for terms like
“eternidad,” “vicios,” “aforismos,” “mantillas,” “vituperar,” etc. While
some semantic shifts have occurred over the years, most of these words,
such as “mitra” and “terca,” hold precisely the same meanings as they did
for Samaniego. These excesses, however, do not negate the value of this
edition. Coupled with a few of Samaniego’s fables and perhaps a poem or
two from his erotic El jardín de Venus, Medicina fantástica del espíritu would
provide a good dose of the Basque ilustrado’s writings for, say, a seminar on
18th-century literature, and the scholarly apparatus will serve the specialist
equally well.
∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂
Guy Mercadier. Diego de Torres V illarroel. M áscaras y espejos.
Salamanca: Edifsa, 2010.
Emilio Martínez Mata
Universidad de Oviedo
La serie “Estudios” de la loable “Biblioteca de Torres” no podía
iniciarse de mejor manera al publicar la traducción española de Masques et
miroirs, de Guy Mercadier, la monografía de mayor relieve sobre Torres
Villarroel. En su forma inicial, había sido presentada por su autor en 1976
como tesis doctoral. Publicada primeramente en reproducción
mimeográfica, con una difusión muy restringida, Editions Hispaniques la
había editado en 1981 (sin el corpus autobiográfico ni el repertorio de obras
de Torres, publicados por la Cátedra Feijoo de Oviedo). Gracias a la
abnegada tarea del editor y director de la colección, Manuel María Pérez
DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011)
399
López, podemos leer ahora en español la monumental obra de Mercadier,
sólido fundamento de los estudios posteriores sobre el escritor salmantino.
Por fortuna, la tarea del editor ha ido bastante más allá de lo que cabía
esperar. No solo ha incorporado, con buen criterio, el corpus
autobiográfico, suprimido en 1981, sino que también ha revisado la
traducción, puesto al día la bibliografía e incorporado notas actualizadoras.
Los estudios sobre autobiografía no han hecho más que crecer desde la
fecha de 1976, entonces en sus primeros pasos (Philippe Lejeune y Jean
Starobinski eran casi las únicas referencias teóricas disponibles en aquel
momento), pero el libro de Mercadier sigue siendo una obra maestra, una
referencia ineludible para los amantes y estudiosos de Torres y, también,
para los interesados en las distintas formas de la escritura autobiográfica. El
estudio en sí consta de dos partes, con dos enfoques bien diferenciados, por
un lado, el boceto biográfico (los espejos en los que se refleja el escurridizo
yo de Torres) y, por otro, el desmenuzamiento de los caminos de la
creación del yo (las máscaras utilizadas por Torres).
Juan Marichal, Eugenio Suárez Galbán, Russell P. Sebold, Juan Luis
Alborg, entre otros, habían analizado la Vida en lo que tiene de
autobiografía moderna, diferenciada de la picaresca. Mercadier no se limitó
a contrastar la Vida con la documentación disponible sobre su autor o, en
su mayoría, la descubierta por él, sino que percibió que la
autorreferencialidad impregnaba casi toda la obra de Torres y que, en
consecuencia, era preciso examinar la Vida en el conjunto de sus textos
autobiográficos.
Prólogos, dedicatorias y almanaques se convierten en los escenarios
preferidos por Torres para mostrarse a sus lectores. Hasta el punto de que,
como sugiere Mercadier, la relación anual con un público que espera con
impaciencia el almanaque haya reforzado el proyecto de escribir una
autobiografía propiamente dicha, la Vida.
Pese a la actualidad del constante escribirse de Torres, y pese a su actitud
crítica con convenciones solidamente establecidas en su tiempo (la
escolástica, la práctica de la justicia, la medicina...), no debemos caer en el
error de considerarlo próximo a la Ilustración, ni siquiera como una especie
de precursor en la península, porque su actitud y su punto de partida
difieren en gran medida del de los reformistas. Su escepticismo no es el de
los novatores, y su individualismo es de raíz barroca. Solo en la Carta del
ermitaño, un texto que Mercadier no pudo conocer cuando redactaba
Masques et miroirs, Torres transparenta una conciencia de encontrarse
alineado con la reacción tradicionalista frente a las nuevas corrientes. Pero
estaba ya demasiado comprometido (se había construido en seguida una
figura pública) como para poder cambiar de bando. Es obvio que no tuvo la
formación ni la información adecuada. En cambio, podríamos especular,
como en un juego, con lo que hubiera ocurrido si hubiera tenido la
experiencia de Meléndez Valdés (frecuentar en los años de estudiante en
400
Reseñas
Salamanca a un Cadalso que le descubre a Montesquieu, Vattel y tantos
otros).
Reseñar la monumental obra de Guy Mercadier, maestro indiscutido de
villarroelistas, constituye para mí una tarea con gran carga emocional, que
me hace volver a mis primeros pasos como investigador. La lectura de la
edición de Sebold de Visiones y visitas (y, más tarde, la de La barca de
Aqueronte, editada por Mercadier) me llevó a proponer a mi maestro, José
Miguel Caso González, a Diego de Torres Villarroel como tema de mi
tesina y, después, de tesis doctoral, lo que provocó una feliz coincidencia
porque, al poco, Caso fue invitado como parte del tribunal de la tesis de
Mercadier. Esa circunstancia me permitió leer en la biblioteca de la Cátedra
Feijoo en fecha muy temprana, antes de 1981, Masques et miroirs. Por
fortuna, yo había elegido un tema, los sueños, bien diferente del enfoque
autobiográfico, lo que me evitaba tener que abandonar mi investigación.
Con todo, en mi rastreo de obras de Torres por bibliotecas españolas y
extranjeras me resultaba inevitable la sensación de que Mercadier y yo –sin
conocernos, sin el menor contacto– éramos compañeros de exploración,
que compartíamos una misma tarea formando equipo. Han pasado unos
cuantos años desde entonces, pero las páginas de Masques et miroirs sobre un
escritor paradójico y escurridizo, anacrónico en sus predilecciones
estilísticas e ideológicas, moderno en su actitud como escritor, siguen
plenamente vigentes.
∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂
José Nicolás de Azara. Epistolario (1784-1804). Ed. María Dolores
Gimeno Puyol. Madrid: Castalia, 2010.
Clorinda Donato
California State University, Long Beach
This magnificent volume of José Nicolás de Azara’s epistolary activity
1784-1804 reflects the enduring, twenty-year apex of the diplomatic career
of one of Spain’s most cosmopolitan ambassadors. Composed against the
backdrop of Madrid, Paris, and Rome during one of the most dramatic twodecade spans of European history, Azara’s epistolary production
documents the build-up of the French Revolution, the aftermath of the
terror, and the rise of Napoleon Bonapart from an intercultural perspective.
Yet the true value of this volume resides in its presentation of the Spaniard
on the Enlightenment stage, fully engaging with the intellectual,
ecclesiastical, and cultural power elite in late-Enlightenment Europe.
Making this case through such an impressive quantity of letters was no
DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011)
401
small feat, for not only was the task of editing such a massive corpus
onerous, the sheer patience and energy needed to track these letters in the
archives and libraries of Madrid, Toledo, London, Paris, Parma and
Bologna was equally arduous. Guided by the insight of a scholar who
knows her subject intimately, this massive corpus is a testament to the value
of such collections for establishing the parameters of eighteenth-century
communication and Spain’s role therein. Thanks to the editor’s microscopic
effort of collecting and presenting, the reader of these letters comes away
with a macrocosmic view of Spanish eighteenth-century culture and
diplomacy.
The 737 letters comprising this volume are preceded by a scholarly
biography that outlines Azara’s intellectual and political background,
underscoring how pursuits of the pen and sword merged in Azara to forge
the well-respected man of letters and political acumen that he would
become for a wide circle of European notables. Insightful annotations for
each letter included in a separate compendium can be read through as a
document of erudition in their own right, greatly augmenting our
understanding of the rich web of relations witnessed throughout the letters.
Gimeno Puyol situates Azara among the lower nobility that acquired
positions of importance in ecclesiastical, civic, and military life in Spain
through education, forming an enlightened minority that worked with
Carlos III to modernize ancien régime Spain. The correspondences
demonstrate Azara’s fluency in the enlightened discourse uniting the
Republic of Letters across Europe. This language of ideas established a
bridge of access for Azara who would become a long-term resident first in
Rome and later in Paris. Azara went to Rome for the first time in 1765 as
Spanish agent (1765-1784) and later, minister plenipotentiary, (1784-1798).
His 19-year role as the agent who handled petitions to the Church such as
dispensations and papal bulls resulted in the exchange of large sums of
money and an extensive network of associates. This widened sphere of
contacts fills the pages of this volume, which collects Azara’s epistolary
activity from the onset of his new role as minister plenipotentiary in 1784.
Indeed, the letters written and received in this period chart a career on the
rise. He exchanges missives with Aranda, ambassador to France, the
secretaries of state, Floridablanca and Godoy, as well as his friend,
Bernardo de Iriarte, his favorite nephew, Eusedio Bardajì, and his close
Italian associate and editorial collaborator in Parma, Giambattista Bodoni.
Correspondences with Tallyrand and Napoleon attest to his reach. Secure in
tone, whether in French, Italian or Spanish, the letters of this period are
punctuated by a Voltairian brio in their anti-Jesuitic stance, teeming with
the names comprising his vast social network. These contacts resulted in an
assiduous social and cultural life in Rome.
Azara frequented the most important conversazioni (salons), where he
was romantically linked with the Princess of Santacroce, whose presence in
402
Reseñas
this volume is documented in some 40 letters. The eternal city exploded
during this period in a frenzy of sociability as the ecclesiastical culture
sought to accommodate increasing numbers of grand tourists and foreign
dignitaries into a hierarchically structured system of conversazioni, where
Azara was well placed. Azara fully embraced the role of the foreign
dignitary who prided himself on his erudition and ability to mobilize
cultural capital that would shed a positive light on Spain as the patria of
such an erudite minister. Azara frequented excavations, amassing an
impressive collection of antique sculpture; his 20,000-volume library
reflected a preference for Greek and Roman classics, as did his sponsorship
of editions of Horace, Virgil. During his Roman tour, he became a
purveyor of the arts and culture, publishing an edition of Garcilaso de la
Vega, as well as the writings of his friend, the painter Anton Ralph Mengs
(1728-1779), who immortalized Azara in a memorable portrait of his friend
in informal dress and pose. The friendship linking the two, palpable in the
painting, is mirrored in the tender memories of Mengs’ artistic genius and
free-wheeling nature recorded in the letters.
These cosmopolitan
friendships, such as the one linking Mengs, Winkelmann and the Court of
Madrid, flourished in Rome, which had become a hub where culture was
negotiated by Azara who succeeded in pulling together talent for the glory
of Spain, such as the commission Mengs received from Carlos III. Once
promoted to Ambassador, 1796-1798, Azara would occupy the Spanish
Palace in Rome. During this period he assumed a heroic role in the eyes of
the Romans, negotiating in Bologna with the French who had invaded Italy
and had their sights set on Rome. Through concessions, Rome avoided
invasion, but not the sacking of its artwork and riches, carried away by the
cartfuls. In 1798, Azara left his beloved Rome for a post in Paris under the
Diretory. His ambivalence over entering the ensuing post-Revolutionary
chaos is echoed in the correspondence in which Paris is often referred to as
“Babilonia”: “preveo que me apareceré en aquella Babilonia como un
aventurero.”
Though Azara’s role in brokering and maintaining peaceful relations
among different regional and national constituencies remained unchanged,
the conditions under which he carried out his duties had shifted
dramatically. No longer an insider in the closed world of personal favors
and exchanges that was Rome, in Paris Azara must conform to the new
rules of engagement with power now distributed among the five
proponents of the Directory. His success in adapting to this new political
paradigm on the international stage is best exemplified by the solemn
funeral offered by Napoleon Bonapart to honor the Azara’s passing in
1804. As the study of epistolary networks moves eighteenth-century studies
into a new era of understanding about how knowledge moved, this volume
of correspondences is a prime example of what Charles Withers in Placing
the Enlightenment refers to as those epistolary practices that “reveal the
DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011)
403
Enlightenment’s constitutive geographies by highlighting the where and the
who as well as the how and the why sustaining the cosmopolitanism of the
[Enlightenment] communities.” Spain is prominently featured on this map
through the correspondences of José Nicolás de Azara.
∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂
Eterio Pajares Infante. La traducción de la novela inglesa del siglo
XV III. Vitoria: Portal Editions, 2010.
Francisco Lafarga
Universitat de Barcelona
De un tiempo a esta parte se han prodigado las recopilaciones de
estudios anteriores breves de un mismo autor (artículos de revista o
capítulos de obras colectivas), ya sea preparadas por el propio autor, ya
dispuestas -a modo de homenaje- por algún amigo o colaborador. Por lo
general, se trata de simple acumulación de materiales, dispuestos en torno a
ejes temáticos que, de alguna manera, vertebran el volumen. En el caso que
nos ocupa, y aunque aparece la figura de un “editor” (Fernando Galván),
quien ha organizado el volumen es el propio autor, quien ha hecho mucho
más que armar un libro con piezas sueltas. En efecto, a partir de diecinueve
trabajos (uno de ellos todavía inédito) E. Pajares ha construido un libro
coherente, en un itinerario que va de la teoría a la práctica; sin agotar el
tema, presenta un amplio panorama de la recepción de la novela inglesa en
la España del siglo XVIII. Porque, de hecho, esa “traducción de la novela
inglesa del siglo XVIII” a la que alude el título es una traducción de la
novela inglesa “en” el siglo XVIII, y -aunque no se indique- sólo en España.
Los trabajos de E. Pajares (iniciados hace más de veinticinco años) se
inscriben en una línea que está dando numerosos frutos en los últimos
tiempos, en el intento de “rescatar” o recomponer la presencia de la cultura
inglesa en la España dieciochesca, para, de este modo, matizar la imagen de
una España únicamente vinculada a la cultura francesa, con lo cual -qué
duda cabe- se enriquece el conocimiento que podemos tener de la situación
en aquel periodo.
Los materiales se han dispuesto en torno a dos grandes capítulos: el
denominado “Planteamiento teórico” y el que lleva por título “De la teoría
a la práctica”. Van precedidos de una introducción y seguidos de una
conclusión, así como de una bibliografía. La introducción, en sus dieciséis
páginas, no puede abarcar, como anuncia, “La novela inglesa desde sus
orígenes hasta 1800 y sus traducciones al español”, aunque ofrece un
panorama que permite situarse al lector poco familiarizado con la
404
Reseñas
trayectoria de la narrativa inglesa de la época; para su composición el autor
ha utilizado parte de la introducción a su repertorio de traducciones de
novelas inglesas (La novela inglesa en traducción al español durante los siglos XVIII
y XIX: aproximación bibliográfica, Barcelona, PPU, 2006), aunque no lo
menciona, ni siquiera en la bibliografía.
El capítulo dedicado a los planteamientos teóricos incluye varios
apartados, procedentes de otros tantos acercamientos del autor a la
cuestión. La mayoría se refieren, como es natural, al siglo XVIII (sobre la
teoría de la traducción, la manipulación, el problema de la identidad
nacional, la cuestión de la censura); con todo, el primero y el último son
atemporales, y tratan, respectivamente, de la relación entre el proceso lector
y la traducción, y de la metodología de análisis de la traducción literaria. En
particular el segundo, en el que lleva a cabo una revisión de los métodos
que le parecen más productivos, justifica los análisis que, en el siguiente
capítulo de la obra, aplica a la mayor parte de los traducciones que forman
su corpus.
La segunda parte -la más extensa del libro- se ocupa, como he señalado,
de la descripción y análisis de las traducciones dieciochescas de narrativa
inglesa. Se articula en torno a seis autores: Samuel Richardson, Henry
Fielding, Jonathan Swift, John Arbuthnot, Samuel Johnson y Daniel Defoe,
con tratamiento desigual. La parte del león (casi 200 páginas) se la lleva
Richardson, lo cual no resulta sorprendente si tenemos en cuenta que es el
más representado en cuanto al número de obras (Pamela, Clarissa y Sir
Charles Grandison) y que ha sido el más estudiado por el propio Pajares, a
partir de su tesis doctoral. De Fielding se toman en consideración las
traducciones de dos obra solamente, Tom Jones y Amelia: esta la única que el
autor no ha estudiado directamente; indica que se ha basado en el trabajo de
Philip Deacon “La historia de la traducción española de Amelia de H.
Fielding” (en F. Lafarga, La traducción en España (1750-1830): lengua, literatura,
cultura, Lleida, Universitat de Lleida, 1999, 335-344). Y con una obra
aparecen a continuación Swift (Los viajes de Gulliver), Arbuthnot (El pleito sin
fin o Historia de Juan Bull), Johnson (El príncipe de Abisinia, o sea, Rasselas) y
Defoe (Robinsón Crusoe).
Para cada traducción (salvo para la de Amelia, por la razón indicada)
sigue el autor parecido esquema: descripción de la obra original, situación
histórica y descripción de la traducción, perfil del traductor y análisis de los
procedimientos de traducción. Este último aspecto está desarrollado
ampliamente, y es lícito que así sea según los planteamientos del autor. Con
todo, la recapitulación del mismo al final de cada análisis, retomando
prácticamente los mismos ejemplos aducidos en el texto, aunque en esta
ocasión en forma de tablas (que en algunos casos superan las veinte
páginas) resulta a mi entender farragosa e interrumpe la lectura continuada
de la obra. Sin contar con que la comparación entre el original inglés y la
versión española resulta desvirtuada por la existencia (en la mayoría de los
DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011)
405
casos) de traducciones francesas intermedias. Tal vez hubiese sido
preferible relegar todos esos ejemplos a un apéndice, incluso con un cuerpo
menor.
El trabajo de revisión que, innegablemente, ha realizado E. Pajares
presenta ciertas lagunas que hubiesen podido salvarse mediante un más
cuidadoso proceso de corrección, tanto por parte del autor como de la
editorial. No son inusuales los errores en la transcripción de nombres
propios o palabras extranjeras: belles infidéles (11), Berguinzas (por
Berguizas: 38, 40), Dúchesne (48), Jean Françoise Prévost (49), Jean Piérre
(49), condesa de Génlis (170), Le Torneur y Le Tourner (por Le Tourneur:
ambas en 250), etc. Hay, asimismo, vacilaciones en la grafía de algunos
apellidos (La Place - Laplace), y convendría revisar las citas en francés, que
presentan alguna errata, no necesariamente imputable a la grafía de la época.
El respeto a dicha grafía, procedimiento bastante inusual entre los
dieciochistas, salvo para textos que tengan un valor filológico, le lleva al
autor a conservar formas trasnochadas hasta en los nombres propios
(Joseph, Josef). Se aprecian, también, errores de transcripción en nombres
propios y títulos en la bibliografía, desajustes entre las menciones
bibliográficas en el cuerpo de la obra y la lista final, o referencias
incompletas, incluso en las propias obras del autor. Se trata, obviamente, de
defectos que pueden enmendarse con facilidad. Y, dejando a un lado estos
detalles, nos queda un gran estudio de conjunto, aunque no cubra la
totalidad de la cuestión, pues se sostiene en algunos nombres y títulos de la
narrativa inglesa dieciochesca, De hecho, el autor proporciona en apéndice
la lista de obras de ficción inglesas traducidas a lo largo del siglo y de las que
queda constancia textual: son veintiocho, y entre ellas se hallan -además- la
Nueva Ciropedia de Andrew M. Ramsey, El viajador sensible (o sea, A
Sentimental Journey) de L. Sterne, las Memorias para la historia de la virtud
(Memoirs of Miss Sidney Bidulph) de Frances Sheridan, El subterráneo (The Recess
or a Tale of Other Times) de Sophia Lee o David Simple de Sarah Fielding. No
obstante, el corpus establecido, por su variedad y la relevancia de las obras
que lo componen, es más que suficiente para proporcionar al lector
interesado una visión general de la circulación y recepción de los textos y de
la problemática de su traducción, al tiempo que constituye una notable
contribución al mejor conocimiento del interés por Inglaterra y su cultura
en la España del siglo XVIII.
406
Reseñas
∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂
Ivonne Del Valle. Escribiendo desde los márgenes. Colonialismo y
jesuitas en el siglo XV III. México: Siglo Veintiuno, 2009.
Karen Stolley
Emory University
Ivonne del Valle's Escribiendo desde los márgenes. Colonialismo y jesuitas en el
siglo XVIII focuses on the frontier regions of New Spain -- El Nayar,
Sonora, and Baja California -- that, except for a highly vulnerable chain of
forts and missions, remained largely outside of Spanish control in the
eighteenth century. Del Valle views Jesuit missionaries sent to these farflung regions as the vanguard of the Spanish imperial project. Through a
close reading of the public and private documents they produced -- texts
marked by the contradictions between their exemplary intent and the
representation of hardship and martyrdom – del Valle maps Jesuit writing
as an indeterminate space between the lettered city and the frontier. She
shows how the daily activities that provided the missions’ economic and
material foundation – livestock herding, farming, participation in local
indigenous communities -- eventually came to supplant the evangelization
process they were meant to support. Thus, del Valle concludes, indigenous
practices ultimately imposed significant limits on Jesuit colonialism, leading
not only to a failure of the evangelical project but to an interruption in
Bourbon Spain’s imperial project itself.
Del Valle emphasizes that her account of the Jesuits in New Spain is
not an apology for evangelical conquest. She uses José Rabassa's Writing
Violence on the Northern Frontier as a theoretical model to read the violence
implicit in the missionary endeavor and the ways in which missionaries took
pains to differentiate themselves from that violence. She examines how the
missionary body mediates cultural contact, becoming the site of an
inevitable transculturation perhaps most strikingly represented by a portrait
of a Jesuit missionary in which the physical deterioration of his formerly
virile body makes explicit the consequences of Jesuit adaptability to life on
the frontier.
Chapter 2, "El Nayar. Vida más allá del Requerimiento,” takes as its
point of departure José Ortega’s Maravillosa reducción… (1754), in which the
author describes two separate occasions when Nayar delegations travelled
to Mexico City. Del Valle views these entradas as examples of Taussig’s
mimetic decolonizing exercise. The first occurs in 1721, when a tonati (or
chief) presents a petition regarding Nayar engagement in commercial
activity. The second example is a 1723 auto da fe in which the corpse of a
long-dead Nayar king is used to stage the triumphs of the conquest. In
both cases, del Valle argues, the Nayar saw themselves not as submitting to
Spanish authority but rather as proposing alternative forms of participation
DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011)
407
in colonial structures. But she also cautions that in Jesuit accounts of the
Nayar, the mountainous region exists only through these sporadic and
spectacular incursions into the colonial world.
Del Valle turns in Chapter 3 to a discussion of "Haciendas y
hechiceros" in three ethno-historical works written by Jesuits working in
Sonora: Juan Nentuig's Descripción geográfica, natural, y curiosa de la Provincia de
Sonora (1764); Joseph Och's Travel Reports (1754-1768); and Ignaz
Pfefferkorn's Sonora, A Description of the Province (1794-95). Because of its
mining industry, Sonora attracted a heterogeneous settler population that
integrated itself with a diverse local indigenous population. In this context
Jesuit missions gradually became spaces for the development of commercial
activities rather than sites for evangelization. Del Valle includes a detailed
description of the mission-hacienda -- a closed economy entirely controlled
by the Jesuits. But although the Jesuits controlled resources, they could not
control the surrounding cultural disorder, as reflected in chaotic Jesuit
account books and in the proliferation of ordinances that sought
unsuccessfully to govern Jesuit behavior.
Increasingly, missionary energies become diverted and, finally,
subverted. Del Valle uses Mario Cesareo's notion of martyrdom as both
spectacle and vocation to show how in Jesuit accounts institutionalized
martyrdom is redefined as a rhetorical operation intended to convert the
historical violence generated by European mercantilism into a sublime
spectacle. Jesuit documents also reflect increasing concern about hechiceros
who encouraged open rebellion and covert acts of idolatry by the Sonorans.
Missionaries attempted to subvert the hechiceros’ authority by domesticating
and writing about local medicinal plants. Del Valle proposes that the furor
over the hechiceros gave witness to a failed enterprise, exemplified by the
1751 Pima revolt which resulted in widespread destruction and led to a
power struggle among military, civil and Jesuit authorities in Sonora.
In the fourth chapter, "Baja California o el fin de Occidente," del Valle
examines three Jesuit accounts of California: Venegas-Burriel's Noticia de la
California y de su conquista temporal y espiritual... (1757); Miguel del Barco's
Historia natural y crónica de la Antigua California (1773-1780); and Jacobo
Baegert's Noticias de la península americana de California (Alemania, 1772).
California ‘s hostile environment, impoverished indigenous settlements, and
strategic (albeit remote) location presented both opportunities and risks for
colonial expansion. The failure of the evangelizing project in California
drove missionaries to concentrate their efforts on ethnography and
scientific writing for export to the metropolis. Baegert offers a particularly
pessimistic rendering of the gap between the myth of California and its
reality, chronicling the inverse process of apprenticeship he and his
companions must undergo as they abandon all they had learned prior to
their arrival in California. He laments that as he is learning the Guaycura
language, he is losing his native tongue: "para poder expresarse en lengua
408
Reseñas
tan salvaje y tan pobre, tan inhumana y torpe, el europeo tiene casi que
fundirse de nuevo y hacerse medio californio" (266). The concern with
language acquisition as a key element in the colonial agenda is a thread the
reader can follow throughout del Valle's argument.
Escribiendo desde los márgenes contains a wealth of information about
Jesuits in eighteenth-century New Spain. It will be of interest to historians,
anthropologists, and literary scholars working on colonial Mexico and the
borderlands, and on eighteenth-century Spanish America more generally.
Del Valle's larger arguments about the failure of the Jesuit project are
grounded in finely honed and persuasive close readings of a fascinating
range of Jesuit documents. Moreover, the inclusion of institutional
historical accounts as well as private correspondence opens up new
possibilities for considering the ways in which public and private epistolary
narrative can be read alongside and against each other.
∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂
Josep Maria Sala Valldaura. Caminos del teatro breve del siglo XV III.
Lleida: Pagès Editors, 2010.
María Jesús García Garrosa
Universidad de Valladolid
Al redactar en 1992 la “Nota Preliminar” al libro que vería la luz dos
años después, El sainete en la segunda mitad del siglo XVIII. La mueca de Talía
(Lleida, 1994), Josep Maria Sala-Valldaura señalaba: “No hay punto final
para estas páginas, […] porque se trata no tanto de un silencio final como
de unos puntos suspensivos para todo aquel que desee verificar lo expuesto,
proseguir en lo apuntado o sacar, por fin, con la ayuda de otras tentativas
similares, unas fundamentadas conclusiones sobre el teatro sainetesco de la
segunda mitad del XVIII” (6). Por suerte, no han sido pocos los que desde
entonces han continuado estudiando las manifestaciones del teatro breve
dieciochesco, desde Mireille Coulon (Le sainete à Madrid à l’époque de Don
Ramón de la Cruz, 1993) a Jerónimo Herrera (Petimetres y majos. Saineteros
madrileños del siglo XVIII, 2009), por sólo citar dos trabajos que enmarcan
estas casi dos décadas de investigaciones. Y parece lógico que quien así
dejaba abierto un camino de investigaciones fuera el primero en seguir
discurriendo por él. A la monografía de Sala-Valldaura sobre Los sainetes de
González del Castillo en el Cádiz de finales del siglo XVIII (1996), debemos
DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011)
409
añadir sendas ediciones de textos de Ramón de la Cruz (1996, con la
colaboración de Nathalie Bittoun-Debruyne) y Juan Ignacio González del
Castillo (2008, junto a Alberto Romero), y numerosas publicaciones que
desembocan ahora en estos Caminos del teatro breve del siglo XVIII.
La presente monografía recoge y actualiza doce trabajos publicados
entre 1994 y 2009, a los que se ha añadido uno inédito (“El Entremés de
Trullo”), una breve introducción y unas páginas de conclusiones. Pero este
libro es más que la suma de sus partes. Y no sólo porque el autor, al reeditar
los textos, haya logrado un permanente diálogo entre esas unidades antes
autónomas. El mayor factor de cohesión es una cuidada ordenación de los
trabajos, que, renunciando a la presentación cronológica, busca dotar al
conjunto de una estructura que combine la propia historia del género con el
estudio de los aspectos teatrales que han determinado su evolución. Se
extiende así este trabajo en un arco que va de la risa carnavalesca de Torres
Villarroel a la crítica social y moral de Ramón de la Cruz y González del
Castillo, de la Talía juguetona del salmantino a la mueca de Talía que se
percibe en la segunda mitad del XVIII. En ese paso del “reírse de” al “reírse
con” estaría resumida la evolución de la comicidad del teatro breve que nos
presenta Sala-Valldaura.
Lo que busca el autor con esta visión abarcadora del género es mostrar
la deuda de la producción dieciochesca con la tradición entremesil y el
punto de inflexión en el que los estereotipos y recursos dramáticos de una
comicidad festiva sin más objeto que la risa dejan paso a una comicidad
crítica, determinada por los cambios sociales y unas pautas político-morales
que afectaron a todo el teatro de la segunda mitad del siglo XVIII y que
también se dejaron notar en el teatro breve. La diversidad de enfoques y
aproximaciones metodológicas, lógica en trabajos autónomos, sirve
perfectamente a estos objetivos. Así, si los tres primeros capítulos analizan
preferentemente los rasgos cómicos de la obra de Torres y Agramont y
Toledo, y el Entremés de Trullo, ligados a una tradición literaria “con muchos
años de risa a sus espaldas” (16), a partir del capítulo IV, los trabajos
tenderán a subrayar cómo el sainete se constituye en una fórmula cada vez
más deseosa de reflejar la realidad, que toma sus objetos de burla de esa
misma realidad y cuya comicidad establece nuevas complicidades con el
público.
Los capítulos IV a VI están dedicados a Ramón de la Cruz. El estudio
de las innovaciones en sus estructuras dramáticas y en sus tipos permite a la
siempre ponderada mirada crítica de Sala-Valldaura una valoración de la
obra del sainetero madrileño que no quiere exagerar ni su casticismo ni sus
rasgos ilustrados. En la misma línea de lectura propia frente a quienes han
privilegiado la visión de Cruz como iniciador del costumbrismo
madrileñista, Sala-Valldaura defiende en el capítulo V la sinceridad de su
acercamiento teórico a los principios del neoclasicismo en los últimos años
de su vida, algo que refleja no sólo el prólogo a la edición de sus obras en
410
Reseñas
1786, sino la “Advertencia” al Manolo en 1784. Y el fino análisis de SalaValldaura lo confirma en el capítulo VI. Los apuntes de 1769 que ha
revisado apoyan su interpretación de que el objeto de la parodia del
conocido sainete no eran “las buenas tragedias”, sino la moda de la
declamación a la francesa, extendida sobre todo en los melodramas
italianos.
El capítulo VII atiende a las relaciones entre tonadilla y sainete a través
del ejemplo de Pablo Esteve, un músico que, como otros, fue
ocasionalmente autor de las letras de sus tonadillas. El rigor de su análisis de
El calderero y la vecindad y su cotejo con Despedido quien despide, inclinan a SalaValldaura a la atribución de este sainete, que otros adjudican a Cruz, al
músico catalán.
El capítulo VIII es, a mi juicio, el eje de este libro, porque a partir de
los espacios de la ficción y su teatralización en la obra de González del
Castillo se explica el cambio que se opera en el género en el último tercio
del XVIII y que Sala-Valldaura atribuye en buena medida a las reformas
escenográficas patrocinadas por Aranda y a la actualización de figuras y
caracteres que la nueva escenografía hizo posible. Sala-Valldaura muestra
cómo la ruptura con los espacios de la ficción tradicionales contribuye a
marcar para el espectador la diferencia con los antecesores en el entremés
barroco, a la vez que constata la aspiración del teatro breve a plasmar la
realidad, a hacer la pintura de la vida civil. De ahí el acierto de relacionar el
interés creciente del sainetero gaditano por los conflictos y los espacios
domésticos con el dominio cada vez más generalizado del “realismo
burgués” en el teatro de finales del XVIII, y la idea –que los capítulos
siguientes irán desarrollando- de que el sainete comparte algo más que
cartelera con la comedia de caracteres o el drama sentimental.
Pero como la práctica teatral es más compleja, los capítulos siguientes
han de explicar por qué “la mueca de Talía afea la realidad” (190), esto es,
cuáles son los objetos de la burla, y los métodos por los que los saineteros
distorsionan la realidad para mover a risa. El enfoque sociológico se impone
en la última parte del libro, para mostrar que son la propia dinámica social y
las preocupaciones gubernamentales en lo relativo al matrimonio y al orden
de las familias las que determinan el cambio en los objetos de la burla. Los
cinco últimos capítulos repasan la evolución de la tipología de las figuras del
sainete (del sacristán al abate, del gurrumino al petimetre, etc.), se ocupan
de los majos, los payos, se abren, en definitiva, a toda esa galería de
personajes que reflejan los nuevos usos sociales de la España finisecular: los
que representan “la transgresión de la normalidad sociomoral” (229) al
tiempo que materializan los signos socioeconómicos del espíritu burgués:
“el consumo de modas, la cultura del ocio, los nuevos espacios públicos de
la mujer” (230), y los que encarnan un casticismo que reacciona contra los
usos y modas extranjerizantes y que critican las nuevas costumbres urbanas.
Nuevos personajes, nuevas formas de relación entre los distintos grupos
DIECIOCHO 34.2 (Fall 2011)
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sociales, nuevos ambientes y escenarios, que permiten a su vez mostrar la
paulatina aproximación del género breve al ya cercano costumbrismo
decimonónico. Con la sonrisa tomando el lugar de la risa, el género breve
de Cruz y Castillo, a través de los nuevos valores sociales que sube a la
escena, no sólo está renovando la tradición entremesil, sino que “refuerza la
cohesión del pueblo llano de la ciudad a la par que la comedia de caracteres
empieza a hacer lo propio con la clase media” (336).
Escribe Sala-Valldaura en la “Introducción” a Caminos del teatro breve del
siglo XVIII, que “El presente libro prueba una vez más las deudas
intertextuales que el teatro contrae siempre con su tradición y, asimismo, su
estrecha relación con los gustos, preocupaciones, ideas y creencias de la
sociedad que lo aplaude” (9). Por ello, decir que este conjunto de estudios
muestra la evolución que experimenta el teatro breve en el siglo XVIII,
desde la tradición entremesil hasta el sainete, es hacerle poca justicia a la
riqueza de este libro. Su gran aportación es, a mi juicio, mostrar que el
camino que recorrió el teatro breve en el siglo XVIII discurre en paralelo al
que siguieron otros géneros, la comedia, el drama, la novela, todos ellos
afectados por una tendencia al realismo que el nuevo concepto de imitación
había ido imponiendo en la creación literaria y que había de concretarse en
obras destinadas a reflejar la vida civil. Por eso, uno de los hilos
conductores de este conjunto de estudios es mostrar cómo a medida que el
sainete se aleja del entremés y de su comicidad farsesca se produce su
acercamiento paulatino a la comedia de costumbres. Sala-Valldaura nos dice
que los signos de la modernidad del sainete a finales del siglo estarán no
sólo en su realismo formal sino en el recurso a unos temas y unos
personajes que generan conflictos dramáticos similares a los de la comedia
de caracteres neoclásica o el drama sentimental, géneros con los que acabará
compartiendo el fin crítico y un sentido moral que busca la reforma de las
costumbres sociales.
Con una extraordinaria riqueza bibliográfica actualizada en los lugares
pertinentes, con la variedad de enfoques ya señalada, y con un análisis
riguroso siempre atento a la contextualización literaria y sociológica, SalaValldaura muestra que la esencia del género breve está en su capacidad para
evolucionar, en cambiar con la sociedad y con su forma de reír en el teatro.
Quien quiera recorrer los caminos del teatro breve español del siglo XVIII
no puede tener mejor guía que este libro.
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Reseñas
∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂∂
Mónica Bolufer Peruga. La vida y la escritura en el siglo XV III.
Inés Joyes: Apología de las mujeres. Valencia: Universitat de
València, 2008.
David T. Gies
University of Virginia
Con su acostumbrada elegancia, perspicacia y profundidad, Mónica
Bolufer ha dedicado tiempo y espacio a la recuperación de una voz
importante pero, por lo general, olvidada del siglo XVIII español. A partir
del análisis de documentos y de la Apología de las mujeres, publicada por Inés
Joyes en Madrid en 1798, Bolufer reconstruye toda una época. Pero Joyes
no se revela fácilmente. Misteriosa, esquiva y oscura, la autora dieciochesca
(autora también de una traducción de la novela inglesa Rasselas. El Príncipe de
Abisinia, de Samuel Johnson) se esconde detrás de un biombo de semirevelaciones, anonimia y confusión.
Bolufer plantea preguntas fundamentales y nada fáciles de contestar:
"¿Quién era Inés Joyes? ¿Cuál fue su vida, y en qué medida ésta nos
permite comprender mejor su texto? ¿Cuál era su posición con respecto a
los valores morales e intelectuales de su época?", etc. (14). Como ha
indicado ya en otros estudios (especialmente en el magistral Mujeres e
Ilustración. La construcción de la feminidad en la España del siglo XVIII [1998]), la
investigadora subraya el íntimo vínculo que existe entre política y género en
el siglo ilustrado, entre sociedad y naturaleza (masculina o femenina). Si
ahora comprendemos mucho mejor que hace décadas los detalles de la
transformación social que tuvo lugar en el siglo XVIII, también
comprendemos mejor el papel que tuvo la mujer en esa transformación:
"hoy sabemos mucho más acerca de los modelos culturales de feminidad y
las vidas de las mujeres de esa época" (18). Si antes se vio a la mujer
dieciochesca como víctima de una opresión patriarcal, como silenciada,
como ciudadana de segunda clase, hoy en día tenemos una idea mucho más
matizada y rica de su participación en el diálogo ilustrado.
La información que aporta Bolufer sobre la vida de Inés Joyes, sacada
de fuentes primarias, indica que nació en Madrid en 1731, hija de una
familia de inmigrados irlandeses (de las muchas familias —Wall, Hickey,
O'Neill— que salieron de la Isla Esmeralda después del fracaso de la
revolución jacobina en 1715). Su padre, Patricio Joyes, que se dedicó al
mundo bancario y del comercio internacional, murió en 1745, dejando a la
madre (también llamada Inés) con la responsibilidad de cuidar de la familia
y los negocios. "Todo ello hace suponer que, aunque, en tanto que mujer,
no figurase oficialmente más que de forma transitoria como miembro de la
compañía, Inés Joyes madre sintió siempre el negocio familiar como algo
propio, que implicaba, también para ella, ciertos derechos y obligaciones, y
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actuó en consecuencia" (46). De tal palo, tal astilla. La familia se queda en
Madrid hasta 1752, cuando se traslada a Málaga, donde Inés hija contrae
matrimonio con un pariente, Agustín Blake, doce años mayor que ella. De
esta relación que, según la suposición de Bolufer, no fue del todo armónica
(78), nacen 9 hijos. Al morir el marido en 1782, después de 30 años de
casados, su viuda se encarga de las casas que tenían en Málaga y VélezMálaga, entregada al cuidado de los hijos y a la sociabilidad normal de una
señora de su edad (tiene 51 años) y situación económica. Bolufer extrae
una información interesante y valiosa de los (pocos) documetos que existen,
y a partir de ellos construye una amplia discusión de los hábitos culturales
de la época (lo que puede declarar e inferir de la lectura de su testamento,
por ejemplo, es fascinante).
¿Qué sabemos de la educación o de las lecturas de nuestra autora? A
decir verdad, poco, pero su Apología nos ofrece pistas que Bolufer sigue
metódicamente. "La Apología revela también que su autora fue una lectora
asidua y bien informada de las novedades de su tiempo" (108). Aunque no
hay pruebas de que Joyes leyera el Semanario erudito y curioso de Málaga, es
probable, y sus páginas "constituyen un buen indicador de los temas que los
periodistas consideraban de interés para su público" (111). Su traducción
de la novela de Johnson revela asimismo coincidencias temáticas con lo que
elabora en su "vehemente" Apología (215). Aunque las dos obras son
diferentes en estilo y tono, Joyes las publica en el mismo volumen y Bolufer
confirma que ambas dialogan con los grandes temas y valores de esa época
ilustrada: "la búsqueda de la felicidad, la defensa del saber útil y práctico
frente al meramente especulativo, el gobierno de un príncipe sabio y
filántropo, que tiene como objetivo principal el bienestar de sus súbditos, la
insistencia en el mérito individual frente al nacimiento y el linaje, la
importancia acordada a la educación como formación en valores y una idea
de la virtud identificada con el ejercicio de la razón para discernir lo
moralmente correcto" (179). Son temas compartidos por otras mujeres de
la época como Margarita Hickey, María Gertrudis Hore, María Rosa
Gálvez, Josefa Amar o Mary Wollstoncraft, cuya obra (e incluso a veces
persona) conoce Joyes.
Inés Joyes muere en 1808 a los 77 años de edad. Mónica Bolufer
escribe que Inés Joyes madre "emerge discretamente de las sombras" (51), y
así la hija también, ahora recuperada del "silencio" (252) por la cuidadosa y
generosa atención que le otorga la investigadora valenciana. Este libro
contiene una edición anotada de la Apología más dos documentos (una carta
y el testamento).
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Reseñas
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