FÁBULAS DEL DESARROLLO: CAPITALISMO E IMAGINARIOS SOCIALES EN ESPAÑA (1950-1975) Ana M. Fernández-Cebrián A DISSERTATION PRESENTED TO THE FACULTY OF PRINCETON UNIVERSITY IN CANDIDACY FOR THE DEGREE OF DOCTOR OF PHILOSOPHY RECOMMENDED FOR ACCEPTANCE BY THE DEPARTMENT OF SPANISH AND PORTUGUESE Advisers: Germán Labrador Méndez / Ángel G. Loureiro April 2017 Copyright by Ana M. Fernández-Cebrián 2017 Dissertation Abstract Fables of Development: Capitalism and Social Imaginaries in Spain (1950-1975) analyses the cultural logics of the Spanish developmentalism by examining literary, audiovisual and artistic practices and collective social life in the interval 1950-1975, when the Franco dictatorship turned from autarchy to industrial modernization. Global accounts of progress, modernity and economic growth entered in tension with the specificities of the Spanish cultural and material productions in the transition from the postwar imaginaries of hunger to the so-called “Spanish economic miracle.” It focuses on a basic paradox: why is it that this “economic miracle” —purportedly secular, rational, and technocratic process— is fictionally portrayed through narratives in which providential or supernatural elements are often involved? In order to answer this question, this work aims at providing a description of the cultural logics of the circulation and the distribution of capital in the process of economic liberalization in the country. Fables of Development is divided into two chapters. Chapter one studies the Spanish accounts of the USA economic and military interventions abroad during the Cold War, as portrayed in mass-media, comic books, and science-fiction novels and plays that reveal the links between technology, sovereignty, and surveillance in a split global economic order. Chapter two explores the fables of solidarity that challenged the national-catholic politics. The fantasies of access to capital in equal opportunities through games of chance are understood, in this context, as an element that pre-configured a society of potential consumers through the circulation of capital that allowed the socialization of profits through gambling. These narratives of the redistribution of capital grew parallel to the inequalities fostered by charity, as a device used by the State for the social cohesion in the management iii of the public welfare. By examining social imaginaries and practices as well as some fictions created by cultural producers linked to the regime or to the anti-Franco opposition, the dissertation explains the cultural logics that give meaning to the developmentalism in Spain. iv Agradecimientos La escritura de una tesis es un proceso de trabajo colectivo en el que decenas de personas intervienen. Este es el lugar en el que, siguiendo un proverbio popular como es aquel que dice que “lo repartido luce más”, querría que mis agradecimientos se repartieran entre todxs aquellxs que aportaron su generosidad, su trabajo, sus conocimientos y su tiempo, para que este ejercicio se escribiera y pudiera presentarse en público. Quiero dar las gracias a Ángel Loureiro y a Germán Labrador, profesores e interlocutores excepcionales. Su generosa dedicación ha hecho posible no sólo la escritura de este trabajo sino también la transmisión de una imprescindible ética comunitaria de la investigación capaz de conectar las aulas, las calles y todo tipo de espacios donde se construyen saberes compartidos. También quiero agradecer a los profesores que forman parte de este comité de defensa, Rachel Price, Arcadio DíazQuiñones y Rubén Gallo, por compartir un entusiasmo intelectual me ha ayudado enormemente a orientar mi labor como investigadora y como docente. Mi agradecimiento se extiende a todxs lxs profesorxs, compañerxs y trabajadores que forman parte de la comunidad educativa del Departament of Spanish and Portuguese y al equipo de profesionales de la biblioteca Firestone de Princeton University. Parte de las condiciones materiales de producción de esta investigación fueron posibles gracias a los fondos de “The Yan Huo *94 Graduate Fellowship” y “The Margaret Goheen Summer Travel/ Research Fellowship” de Princeton University. También querría dar las gracias a mi familia y a mis amigxs repartidos por todo el mundo. A todxs lxs amigxs de Internet que me facilitaron referencias para poder seguir investigando. A los “burgomaestres” Javier Pérez Andújar y Juan Carlos Alquézar que crearon Lady Filstrup, un maravilloso archivo digital de tebeos. A Víctor Pueyo por acompañarme siempre y a Felisa Ferraz, profesora de literatura de Bachillerato que nos leía el primer día de clase el mismo poema de Antonio Machado que le había enseñado su maestra Manolita. A v todas las profesoras y profesores que nos devolvían así a lxs niñxs y adolescentes del siglo pasado la transmisión de una memoria que nunca debía perderse, mientras una voz nos preguntaba si esa primavera, una vez más, tendrían “los viejos olmos algunas hojas nuevas”. A todxs mis compañerxs de aulas y escenarios y muy especialmente a lxs compañerxs de la Marea Verde y de la Plataforma por la Escuela Pública en España. A todas las personas que durante toda mi vida laboral me han acompañado y me han ayudado a comprender el valor de la construcción de comunidades de aprendizaje y lucha. vi Tabla de figuras Fig. 1. Placa de inauguración. Embalse del Cenajo (1963) Fig. 2. Cruz del Obrero. Embalse del Cenajo Fig. 3. Presa de Aldeadávila en los títulos de crédito de la película Doctor Zhivago Fig. 4. Central hidroeléctrica de Grandas de Salime. Relieves (1955) de Joaquín Vaquero Palacios Fig. 5. Central hidroeléctrica de Grandas de Salime. Murales (1955) de Joaquín Vaquero Turcios Fig. 6. Central hidroeléctrica de Grandas de Salime. “El Refugio” (1955), diseño de Joaquín Vaquero Turcios Fig. 7. Central de Caldes de Boí. Mosaico "El agua, la agricultura y la industria" (1960) de Santiago Padrós Fig. 8. Iglesia Parroquial de la Asunción de Pont de Suert (1953-1955). Obra del ingeniero Eduardo Torroja y del arquitecto José Rodríguez Mijares Fig. 9. Imperio: Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S., 2 de Enero de 1951 Fig. 10. Imperio: Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S., 9 de Enero de 1955 Fig. 11. ¡¡Petróleo!! Editorial Bruguera, 1950 Fig. 12. El Caso, número 200, 1952 Fig. 13. El Caso, 1952 Fig. 14. Almanaque TBO para 1953 Fig. 15. Cultos al cargo en ¡Bienvenido Mr. Marshall! (1952) Fig.16. Imperio: Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S, 6 de Abril de vii 1950 Fig. 17. Imperio. Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S. 30 de Diciembre de 1954 Fig.18. José Sales. Fotografía publicada en el fanzine Mondo Brutto, número 42, 2011 Fig. 19. Almanaque 2055, Ediciones Cid, 1955 Fig. 20. Gedeón, semanario satírico, 6 de Junio 1909 Fig. 21. España y la paz, 28 de Septiembre de 1954 Fig. 22. “Los secretos del Planeta Marte”, circa 1930 Fig. 23. Album 1, Chocolates Amatller, 1950 Fig. 24. Fotograma de El tigre de Chamberí (Ramírez, 1957) Fig. 25. El DDT contra las penas, número 21. Editorial Bruguera, 1951 Fig. 26. Grandes inventos de TBO Fig. 27. “Traje espacial” del Almanaque para 1956 (1955) Fig. 28. "Traje especial para leer este número", Número especial de DDT "¡Brrrr! ¡Qué frío!! (1961) Fig. 29. DDT contra las penas. Almanaque para 1956 Fig. 30. Portada de Manuel Vázquez para Tío Vivo Fig. 31. Portada de Manuel Vázquez para DDT Fig. 32. DDT contra las penas. Almanaque para 1956 Fig. 33. DDT contra las penas. Almanaque para 1956 Fig. 34. “Doña Tomasa, con fruición, va y alquila su mansión”. DDT contra las penas, número 537, 14 de Agosto de 1961 Fig. 35. Gedeón, seminario satírico. 23 de Mayo 1909 Fig. 36. Pulgarcito, número 169, 1950 Fig. 37. Can Can, número 93, 1959 viii Fig. 38. “Mercancías por platillos”. Almanaque del DDT para 1960 Fig. 39. Pitagorín, Pulgarcito, número 1837, 1966 Fig. 40. Las tres caras de la artista en 360 grados en torno a Marisol Fig. 41. Vistas desde la Torre de Puntales Fig. 42. Paisajes de exploración lunar en 360 grados en torno a Marisol. Fig. 43. Billete de lotería (1962) destinado a sufragar las obras en el Valle de los Caídos. Fig. 44. Cartel de promoción del Sorteo a beneficio de la reconstrucción de la Ciudad Universitaria de Madrid (1940) Fig. 45. Boleto de quiniela (1946) Fig. 46. Imágenes del Sorteo Extraordinario de Navidad Fig. 47. Anuncio cinematográfico de Jabón Florit Fig. 48. Anuncio de cursos de radio por correspondencia Fig. 49. Anuncio de cursos de radio por correspondencia Fig. 50. Anuncio de cursos de radio por correspondencia Fig. 51. Mercancías como premio de los concursos Fig. 52. Mercancías como premio de los concursos Fig. 53. Amanecer en las calles de Madrid en Esa pareja feliz Fig. 54. Timos en la prensa y en la publicidad Fig. 55. Timos en la prensa y en la publicidad. Fig. 56. El cordero como premio y parte de la familia en Felices Pascuas Fig. 57. Títulos de crédito con dibujos alegóricos de la Conquista de América Fig. 58. Periplo del cordero por instituciones y espacios urbanos en Felices Pascuas Fig. 59. Periplo del cordero por instituciones y espacios urbanos en Felices Pascuas Fig. 60. Hogar infantil gestionado por el sacerdote en Cerca de la ciudad ix Fig. 61. Anuncio en prensa del Día del Suburbio, 18 de Diciembre 1955 Fig. 62. Escena del Ángelus en Viridiana Fig. 63. Escena de la reconstrucción de la finca en Viridiana Fig. 64. Anuncio del Sorteo ¡Un millón, con casa y coche! Fig. 65. Radio Sevilla y su “Operación Clavel” Fig. 66. Radio Barcelona y la “Operación Dinero” Fig. 67. Concurso “El saber da dinero” Fig. 68. Bobby Deglané dando dinero al inventor en Historias de la radio Fig. 69. Circulación de capital en la parroquia en Historias de la radio Fig. 70. El pueblo de Horcajo de la Sierra apoya a su delegado en el concurso en Historias de la radio Fig. 71. Tómbola Valenciana de Caridad Fig. 72. Familias reubicadas en Estadio Olímpico de Montjuic Fig. 73. Tómbola Diocesana de la Vivienda de Madrid. Álbum de cromos Fig. 74. Quiniela premiada cuyo ganador es Francisco Franco Fig. 75. Viñeta que denuncian la caridad, Almanaque de Pulgarcito para 1950 Fig 76. Viñeta que denuncian la caridad, Almanaque de Pulgarcito para 1950 Fig 77. Viñeta que denuncian la caridad, Almanaque de Pulgarcito para 1950 Fig. 78. Cancionero de la película Tómbola. x Contenidos Dissertation Abstract …………………………………………………………...………… iii Agradecimientos ……………………...…………………………………..….…………… v Tabla de figuras …………………………….…………………………………………….. vii 1. Introducción ………………………………………………………………………….....1 1.1. Crisis económica y memorias del Desarrollismo en la España contemporánea……...1 1.2. Pasajes hacia una nueva temporalidad histórica: El tiempo del desarrollo…..............10 1.3. Un ejemplo de narrativas providenciales de la modernización franquista: política hidroeléctrica y redención colectiva………………………………………………….26 1.4. Fábulas del desarrollo: geopolítica y redistribución de capital ……………...............34 2. Fábulas de la Guerra Fría. Tecnología aeroespacial e imaginación política………..42 2.1. Cartografías geopolíticas de la Guerra Fría y lógicas de la intervención ……………42 2.2. Ficciones providenciales y agentes procedentes del espacio exterior ……………….53 2.2.1. Retablos de maravillas celestes y subterráneas: cornucopianismo y fantasías normalizadoras de la nación en torno a los Pactos de Madrid (1953)……………….53 2.2.2. El debate en la prensa española. Escritores e intelectuales ante los platillos volantes ……………………………………………………………….……………………….67 2.2.3. Ojos en el cielo: Visiones y apariciones milagrosas y sobrenaturales en la España de los años 50 ………………………………………………………………………………75 2.2.4. Diego Valor: una utopía espacial en el radioteatro franquista ……………………….82 2.3. Espacios de experiencia y horizontes históricos de expectativas en torno a los avistamientos en España ………………………………………………….………….85 2.4. Ficciones identitarias: El espacio exterior desde el interior de la dictadura …………96 xi 2.4.1. La nave (1959) y Marsuf, el vagabundo del espacio (1962) de Tomás Salvador: alegorías falangistas de la reconciliación nacional ………………………………..96 2.4.2. La saga de los Aznar de George H. White (Pascual Enguídanos): utopía socialista en la novela de ciencia-ficción popular …………………………………………………108 2.4.3. Máquinas y tecnologías del cuerpo en el tránsito de la autarquía al desarrollismo …………………………………………………………..……………..…...............112 2.4.4. Mito (1967) de Antonio Buero Vallejo: Quijotismo, utopía y resistencia poética en el tardofranquismo ……………………………………………………………………130 Coda: “Porompompero 2001” (1972) Tecnología aeroespacial y marketing de estado 2.5. en el tardofranquismo ………………………………………………………………138 3. Fábulas de la redistribución. Circulación de capital y lógicas culturales de la liberalización económica en España. ………………………………………...............144 3.1. Las manos invisibles de la redistribución: juegos de azar, caridad y capitalismo en la España franquista …………………………………………………………………..144 3.2. Las trampas del azar: economía política y cultura antifranquista ………………….160 3.2.1. Esa pareja feliz (Bardem y Berlanga, 1951): Suerte y sueños de consumo en tiempos de racionamiento …………………………………………………………………...165 3.2.2. Hoy es fiesta (1956) de Antonio Buero Vallejo: Confianza interpersonal en los juegos de azar y comunidad política ………………………………………………………172 3.2.3. Felices Pascuas (Bardem, 1955): Interdependecia y azar de los encuentros ………180 3.3. Gratis et amore Dei. Caridad, gobierno de la pobreza y memorias contra-hegemónicas de la beneficencia pública y privada ……………………………………………….184 3.3.1. Pastores, niños y beneficencia en el cine y la literatura de la década de los 50 ……………………………………………………………………………................194 xii 3.3.2. Caridad y memorias del subdesarrollo en Viridiana (Buñuel, 1961) ……………..208 3.3.3. Pasados y futuros del Desarrollismo: memorias del apostolado seglar en La oscura historia de la prima Montse (1970) de Juan Marsé …………………………….…223 3.4. Días de radio: capitalismo y poder pastoral (1955-1961) …………………………237 3.4.1. Narrativas providenciales en Historias de la radio (Sáenz de Heredia, 1955) ………………………………………………………………………..…………….245 3.4.2. Radio y suburbios: Publicidad, propaganda y políticas de la desposesión en Fiestas (1958) de Juan Goytisolo …………………………………………..........................254 3.4.3. El espectáculo de la caridad en Plácido (García Berlanga, 1961) ………………....263 3.5. Coda: “La vida es una tómbola de luz y de color” ………………………………...268 4. Conclusiones …………………………………………………………………………..271 5. Obras citadas …...……………………………………………………………………..280 . xiii 1. Introducción 1.1. Crisis económica y memorias del Desarrollismo en la España contemporánea El 19 de octubre de 2015, los gobiernos de España y Estados Unidos firmaban un documento sobre la limpieza de residuos nucleares en el área geográfica que rodea la localidad de Palomares (Almería). Según las investigaciones realizadas durante ese mismo año, en la zona cada vez se detectan niveles más altos de Americio 241 (Rejón), un derivado del plutonio que transportaban las cuatro bombas termonucleares que el 17 de enero de 1966 cayeron desde un avión B-52 de las Fuerzas Aéreas Estadounidenses al colisionar con otra nave, un KC-135 procedente de la Base Aérea de Morón de la Frontera (Sevilla). Unos meses después, en mayo de 2016, ocho personas eran juzgadas en la Audiencia Provincial de Zaragoza por delitos de atentado contra la autoridad a causa de su participación en una protesta pacífica en el pueblo de Artieda en 2012. Los acusados fueron detenidos en el transcurso de una manifestación que tenía como objetivo impedir que unos técnicos de la Confederación Hidrográfica del Ebro hicieran oficial la expropiación de 62 hectáreas de terreno, operación que formaba parte del plan de recrecimiento del embalse de Yesa (Civieta). Este proyecto, que se había diseñado a mediados de los años 70, proponía la construcción de una nueva presa que triplicaría la capacidad de la actual, inaugurada en 1959 como una de las más de seiscientas obras de ingeniería hidráulica realizadas por el gobierno franquista (Vallarino 67). En la década de los 50, la construcción de este embalse había afectado de manera radical a la población de esa comarca pirenaica, con el desplazamiento forzoso de más de mil quinientas personas y el abandono de otras localidades cercanas, 1 perjudicadas por las consecuencias de la emigración en la economía local de la zona1. Este proceso de expropiación forzosa de los vecinos, que el régimen franquista denominaría en otros proyectos hidráulicos –como el del cercano pantano de Jánovas en 1956– como “población sobrante” (citado en Sabio Alcutén 118), sería recordado en 2015 por organizaciones como la plataforma ciudadana llamada “Marchas de la Dignidad”. En su comunicado de apoyo a los activistas que se enfrentaban a la petición de 32 años de cárcel y 22.020 euros de multa, dicha plataforma explicaba en Internet cómo la construcción de la obra de Yesa estaría amparada por unas políticas de expropiación basadas en la legislación franquista que hizo posible el anterior desalojo de población en los años 50: Una obra destinada a favorecer el lucro de unos pocos mientras que a los habitantes de los pueblos afectados se les pide que se conformen con el expolio que supone que les roben sus mejores tierras apoyándose en una ley franquista, la de Expropiación Forzosa de 1954 (“Artieda y los 8 de Yesa”). En septiembre de 2014, Sebastián Mora, secretario general de Cáritas en España, declaraba a los medios de comunicación que la organización católica había atendido a dos millones y medio de personas en el país durante ese año y advertía al gobierno del hecho de que la pobreza “es cada vez más intensa y más crónica" (Olías). En junio de ese mismo año, Televisión Española finalizaba la emisión de su programa de tele-beneficencia “Entre todos” después de que la Fiscalía General del Estado denunciara la exposición de las necesidades El 27 de octubre de 2015 el programa de televisión titulado “Jánovas, el pantano fantasma” de la serie “Salvados”, registró elevadas tasas de audiencia durante su retransmisión de un reportaje sobre el pueblo de Jánovas (Huesca), cuyos habitantes sufrieron un desalojo forzoso por parte de la administración en connivencia con la actuación de la empresa hidroeléctrica Iberduero, desde los años 60 hasta 1984. El desahucio colectivo de un pueblo en el que nunca se construyó el pantano que iba a inundarlo aparece en el documental como un ejemplo de continuidad en dictadura y en democracia de las políticas extractivistas y de la violencia ejercida sobre los ciudadanos que se negaban a la expropiación. Una violencia que en democracia se repitió en otros episodios como el desalojo del pueblo de Riaño (León) en 1986, donde el Estado utilizó las fuerzas de seguridad para sacar a la fuerza a los vecinos que se resistían a abandonar sus casas y sus terrenos, utilizados para la construcción de un pantano. Para un relato extenso del proceso de expropiación y de las políticas de acoso utilizadas contra los vecinos del Pirineo aragonés puede consultarse el libro de María Sancho Menjón, Jánovas. Víctimas de un pantano de papel (Jaca: Pirineum Editorial, 2006). 1 2 económicas de la familia de un menor discapacitado con “fines conmiserativos y mendicantes” (Ortiz). El programa de la radiotelevisión pública presentaba en sus relatos de petición de ayuda la misma narrativa sobre la crisis económica que permeaba el discurso oficial del gobierno y de algunos representantes de la Iglesia, según el cual, todos los españoles serían culpables de la quiebra financiera pública y privada a causa de “haber vivido por encima de sus posibilidades” (Labrador “Quimera” 385-7). Así, de la misma manera que las políticas económicas puestas en marcha por el gobierno en tiempo de crisis enmascaraban las causas de la socialización de la deuda pública y sus consecuencias en forma de recortes presupuestarios en el Estado de Bienestar, los beneficiarios del programa “Entre todos” aparecían como víctimas de una desigualdad que podía solucionarse puntualmente gracias a la dádiva personal de otros ciudadanos. Según la misma economía moral de matriz católica por la que todos los españoles serían culpables de la crisis, la responsabilidad de sus consecuencias debería repartirse “entre todos”, entre aquellos espectadores movidos por una compasión que sería reconocida socialmente en los aplausos del público durante la emisión del programa en directo. Intelectuales, periodistas y comentaristas anónimos en foros de Internet reflexionaban sobre la pervivencia en el programa del modelo de la “caridad franquista” (Murillo) y la utilización de los mismos mecanismos de intervención en la esfera pública empleados por la radio-beneficencia durante la Dictadura: “Entre todos olvida a sabiendas qué es la justicia social para resucitar la España del Ustedes son formidables” (Roda). A finales de ese mismo año 2014, el anuncio televisivo del Sorteo extraordinario de la lotería de Navidad proponía un relato sobre este popular juego a partir de las relaciones entre unos vecinos que compartían un décimo en un bar de barrio. El protagonista del spot, desempleado de larga duración que ni siquiera disponía de un excedente de capital que le permitiera jugar como en años anteriores, va a felicitar a sus vecinos cuando descubre que 3 han resultado ganadores. El final del anuncio deparaba una sorpresa a los espectadores: el dueño del bar le regalaba al protagonista una participación de lotería para que él también recibiera una parte del premio correspondiente al décimo compartido. Días después de la emisión del anuncio, las parodias se volvieron virales en las redes sociales. Frente a la solidaridad de unas redes vecinales que habían sido protagonistas durante ese mismo año de las movilizaciones frente a la precariedad y motor de las luchas contra el desmantelamiento del Estado de Bienestar, las parodias creadas por esa misma ciudadanía ponían en evidencia la instrumentalización de unos afectos y unas emociones compartidas puestas al servicio de un relato publicitario, en el que la salida de la crisis se mostraba como algo posible gracias al éxito individual de los premiados en el juego de azar. En este sentido, en medio de estas luchas ciudadanas por la gestión de lo común, cabe señalar cómo el proceso de desmantelamiento de las empresas estatales también había alcanzado en ese momento a la Sociedad de Loterías y Apuestas del Estado, que había pasado a formar parte en 2011 de uno de los proyectos para la mayor privatización de la historia del país, con la que el gobierno esperaba obtener algo de crédito para hacer frente a la deuda pública. Nuevamente, las comparaciones entre el gobierno y el régimen franquista aparecieron en las redes sociales, donde los ciudadanos denunciaban la utilización de los programas informativos de la televisión pública para la promoción de un juego en el que, además de la nueva empresa propietaria, el principal beneficiado sería el Estado en su afán recaudatorio. Al igual que el régimen franquista había promocionado las imágenes utópicas de felicidad asociadas a los premiados en los sorteos de lotería en sus noticieros y documentales (NODO), los comentaristas de Internet señalaban que los medios de comunicación públicos realizarían esta misma función para otro “régimen”, en este caso el del gobierno del Partido Popular: “Como boletín oficial del régimen, al telediario le toca la fácil tarea de vender uno de los filones del Estado: la lotería” (Rivera). 4 En estas páginas, he seleccionado algunas noticias que formaron parte del tiempo de escritura de esta tesis. Desde unos acuerdos para eliminar unos residuos nucleares que permanecen en territorio español desde la década de los 60, pasando por unas expropiaciones de tierras a causa de la ampliación de unas obras de ingeniería hidráulica iniciadas en 1959, por el retorno del espectáculo de la caridad o por la apropiación del valor de las redes vecinales solidarias para vender esperanza, en este caso en una coyuntura de crisis económica. En un momento histórico en el que las propuestas sobre diferentes modelos de economía política se enfrentan en la gestión de lo colectivo, los usos sociales de la memoria del franquismo que pueden encontrarse en las resistencias cotidianas presentes en estas noticias configuran un punto de partida a partir del cual pensar cómo las memorias ciudadanas sobre el Desarrollismo construyen, en tiempo de crisis, un tipo de imaginación histórica que desafía la inserción de los logros modernizadores del régimen franquista en el posterior metarrelato historiográfico de la democratización nacional. Un relato sobre la historia reciente que, como ha señalado Germán Labrador, combina en su construcción una “dialéctica entre reconciliación, normalización y desarrollo” (“El Gobierno” 40) que impide valorar otras genealogías culturales alternativas a las del Estado, capaces de incorporar la complejidad de la vida social y cultural en una multitud de voces y experiencias. Este metarrelato se encuentra en la base de las explicaciones sobre la transición a la democracia que corresponden a lo que Álvarez Junco ha denominado un “modelo funcionalista” (“Del franquismo” 159-70). Según este paradigma, la democracia parlamentaria surgiría como una consecuencia “natural” de la previa modernización del país, reforzando en esta narración teleológica la relación inextricable entre el desarrollo económico y una democracia en la que la consecución del “milagro” político sólo sería el corolario de los éxitos del “milagro económico”. La transición a la democracia sería, por tanto, el resultado “lógico, esperado, y casi predecible del cambio social de los sesenta” (Pérez Picazo 263), 5 según las implicaciones epistemológicas de un análisis que estaría negando la contingencia histórica del proceso así como la participación colectiva y las prácticas de disenso de diferentes sujetos políticos: Las gentes no esperaron a que les regalasen la democracia, sino que hicieron democracia de modo continuo, lento, transversal, suprapartidista . . . el relato mítico y el relato negro de la Transición borran al común de las gentes: desproveen nuestros gestos cotidianos de valor, sentido e importancia. Sin embargo, un relato cívicopopular de la Transición incluirá experiencias históricas a menudo olvidadas y a sus protagonistas contraculturales, eco feministas, abortistas, sindicalistas, pacifistas, comuneras, cooperativistas, ácratas, freaks, quinquis, peligrosos sociales, amas de casa, abuelas, exiliados o migrantes. A esta multitud heterogénea se la llamó entonces la hidra democrática. Sus cabezas hicieron posible que, en el corazón de la Transición, se diesen algunas superposiciones hegemónicas entre lo político, lo social y lo cultural. Esta triple coincidencia es la clave del periodo. La acción combinada y desbordante de movimientos sociales, organizaciones políticas y gentes anónimas, junto con lenguajes y prácticas rupturistas, lograron transformaciones que todavía habitamos. (Labrador “La cultura en transición”) La tecnología nuclear, la construcción de embalses y pantanos, la solidaridad como patrimonio colectivo de la comunidad nacional en periodos de escasez o los premios de la lotería habían sido algunos de los mitos alrededor de los cuales se habían sustentado las fantasías del progreso en la España de los Planes de Estabilización y Desarrollo durante la dictadura franquista. Dichos mitos habían organizado las fantasías en torno a la circulación y redistribución de los flujos de capital en un país cuyas políticas económicas estarán condicionadas a partir del año 1950 por su incorporación a los circuitos económicos y militares del Eje Atlántico y por el propio interés del régimen en utilizar “el señuelo del progreso económico como medio necesario de mantenimiento del anacrónico esquema ideológico” (Medina 103), publicitando desde todos los soportes disponibles la imagen de crecimiento y bienestar de la población con la figura del General Franco como máximo benefactor2. 2 Desde la década de los 50, los medios de comunicación y la industria cultural habían fomentado la idea de que el acceso al capital, al crédito y al consumo no sólo era posible, sino también deseable, dentro de la expansión internacional de una ‘‘norma de consumo obrero’’ (Aglietta 130). Esta norma incluía bienes de consumo como la vivienda en propiedad –según el deseo formulado por el Ministro de Vivienda José Luis Arrese en 1957: "No queremos una España de proletarios sino de 6 El periodo histórico que abarca esta tesis comienza en 1950, momento en el que la Asamblea General de la ONU revocaba la resolución de condena del régimen franquista. Este cambio respondía al establecimiento de un nuevo marco de relaciones entre España y los Estados Unidos, que nacía en torno a los intereses geopolíticos que este país comenzaba a tener en su lucha contra el comunismo a raíz de la guerra de Corea3. En las décadas siguientes, hasta la muerte del dictador en 1975, los datos que avalaban el crecimiento se presentaron en el momento de su realización como un éxito del régimen en términos macroeconómicos. En este sentido, el economista Diego Guerrero ha comparado este crecimiento con el de la etapa democrática, que arroja unas cifras muy inferiores a las del PIB en tiempo de dictadura: La economía franquista en su conjunto creció, de hecho, a un ritmo 65% más elevado que el de la economía postfranquista hasta el día de hoy. La tasa de crecimiento anual acumulativa del PIB al coste de los factores entre 1939 (año de terminación de la guerra civil) y 1975 (año de la muerte de Franco) fue de algo más del 5.22%, mientras que, en los 33 años transcurridos desde entonces, dicha tasa fue mucho menor: algo menos del 3.15% anual. Y lo más sorprendente: esta tasa de crecimiento del postfranquismo es incluso ¡inferior a la de la etapa “autárquica”! (hasta 1959), la de menor crecimiento económico durante el franquismo (5). propietarios"–, el automóvil o los electrodomésticos y los equipamientos del hogar. En este proceso, los Estados Unidos jugaron un papel hegemónico como modelo a seguir: “Western European states were more firmly joined to the White Atlantic, and more inclined to the appropriate vocation of a second order power, namely to guarantee the material improvement of their own citizens. Henceforth competition among them was no longer measured in terms of the power of arms, size of colonial territories, or wealth of empire, but within the framework of comparative data on gross national product, inflation rates, index figures for expenditure on health and leisure, and diffusion curves for indoor plumbing, automobiles, washing machines and television sets.” (De Grazia 356). Se habría iniciado así en España la expansión de una economía del crédito en la que se impone la “fábrica del hombre endeudado” (Lazzarato), razón gubernamental de las sociedades de consumo clave para entender la producción de subjetividades y el control de las poblaciones en las formaciones sociales en el neoliberalismo. 3 Un análisis de las relaciones exteriores de España en el siglo XX, estructuradas en torno a la integración en los mercados y espacios político-militares, puede encontrarse en Soberanos e intervenidos de Joan Garcés (Madrid: Siglo XXI, 1996). Sobre las relaciones entre el gobierno de Franco y los Estados Unidos pueden consultarse los libros del historiador Ángel Viñas Los pactos secretos de Franco con los Estados Unidos: bases, ayuda económica, recortes de soberanía (Barcelona: Grijalbo, 1981) y En las garras del águila: los pactos con Estados Unidos de Francisco Franco a Felipe González, 1945-1995 (Barcelona: Crítica, 2003); así como los trabajos Spain and the Reconstruction of Western Europe, 1945-57. Challenge and Response (Londres: Palgrave Macmillan, 1998) de Fernando Guirao y La penetración americana en España (Madrid: Diez, 1974) de Manuel Vázquez Montalbán. 7 Las fantasías sobre el origen de estos procesos de desarrollo retornan durante la temporalidad de la crisis económica para ser dotadas de nuevos significados por parte de una ciudadanía cuya afiliación con la memoria de los costes sociales del Desarrollismo es posible desde una experiencia de la desposesión. Según el metarrelato histórico hegemónico de la democratización nacional, el pasaje colectivo a la construcción de un Estado de derecho y la posterior inserción política y económica de la nación en el marco de la Unión Europea habría sido posible gracias a un crecimiento y una modernización del país que se sustentaban en unas políticas económicas que, más allá de la muerte del Caudillo, fueron ratificadas durante la transición a la democracia por parte de la oposición antifranquista4. De esta manera, en el “Acuerdo sobre el programa de saneamiento y reforma de la economía” que se firmó en 1977 como parte de los llamados Pactos de la Moncloa, el Partido Comunista de España, entre otros agentes políticos, aceptaba unas condiciones que frenaron el ascenso del movimiento obrero mediante la imposición de una llamada política de rentas que dejó desprotegidas a las clases trabajadoras, “con el fin de ir recreando las condiciones necesarias para una recuperación de la tasa de ganancia por parte del capital en medio del cambio de ciclo que se anunciaba a escala internacional” (González de Andrés 8). Las memorias subalternas de la supervivencia en los tiempos de escasez en la posguerra y de las experiencias en el contexto del crecimiento económico en dictadura cuestionan, en la coyuntura de la actual crisis, los costes sociales y la desigualdad del modelo desarrollista, ocultos tras unas cifras macroeconómicas que han llevado a historiadores como Stanley Payne en fechas recientes a considerar al Caudillo como el definitivo modernizador 4 En el trabajo coordinado por Miren Etxezarreta, La reestructuración del capitalismo en España, 1970-1990 (Crítica, Barcelona, 1986), se exponen las relaciones de continuidad entre los grupos económicos dominantes y las políticas económicas adoptadas desde los últimos gobiernos franquistas hasta el segundo mandato del gobierno socialista, que apostó por un programa neoliberal que generó un mercado de trabajo progresivamente más flexible y desprotegido. Para un panorama general de los partidos políticos de izquierda en la transición a la democracia véase El PCE y el PSOE en (la) Transición. La evolución ideológica de la izquierda durante el proceso de cambio político (Madrid: Siglo XXI, 2012) de Juan Andrade Blanco. 8 de un país al que dejo un importante legado de paz y prosperidad (515). De esta manera, la memoria de una historia popular que había sido excluida del metarrelato democratizador se convierte en un campo de saberes más necesario que nunca en el contexto de la actual crisis económica en España, en su capacidad para convocar otras secuencias históricas comunitarias que permitan pensar las lógicas culturales en torno a las cuales se organizó la circulación y distribución de los flujos de capital durante el ciclo del desarrollismo franquista5. En las siguientes páginas se analizarán algunas producciones culturales y prácticas sociales que cuestionan e interpretan el desarrollismo tal y como lo vivieron sus contemporáneos en la España de Franco, desde el año 1950 hasta la muerte del dictador en 1975. Sólo bajo la luz de su tiempo histórico, a través de esas vidas del pasado, de sus voces y de su imaginación sobre un porvenir que nos incluye, podemos elaborar un relato diferente de la historia reciente a partir de otros caminos históricos que no dejan de cruzarse con los nuestros. 5 La bibliografía sobre las culturas políticas, movimientos sociales y resistencias cotidianas en la oposición antifranquista es extensa. Destacaremos algunos estudios que abordan las prácticas de diferentes colectivos ciudadanos como Disidencia y subversión. La lucha del régimen franquista por su supervivencia, 1960-1975 (Barcelona: Crítica, 2004) de Pere Ysás, Historia de la resistencia antifranquista (1939-1955) (Barcelona: Planeta, 1978) de Víctor Alba, After the civil war: making memory and re-making Spain since 1936 (Cambridge, UK: Cambridge University Press, 2013.) de Michael Richards, Cambio político y movimiento obrero bajo el franquismo (Barcelona: Icaria, 2012.) de Xavier Domènech, Making Democracy in Spain. Grass Roots Struggle in the South, 1955-1975 (Nueva York: Cambridge University Press, 1989) de Joe Foweraker y Making Democratic Citizens in Spain: Civil Society and the Popular Origins of the Transition, 1960–78 (New York: Palgrave Macmillan, 2011) de Pamela Radcliff. Sobre el campo intelectual y cultural ver Rojos y rebeldes: la cultura de la disidencia durante el franquismo (Barcelona: Anthoropos, 1987) de Shirley Mangini, Pensar bajo el franquismo: intelectuales y política en la generación de los años cincuenta (Barcelona: Ediciones Península, 1979) de Juan Francisco Marsal, Literature and inner exile: authoritarian Spain, 1939-1975 (Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1980) de Paul Ilie, Estado y cultura: el despertar de una conciencia crítica bajo el franquismo (Toulouse : Presses Universitaires du Mirail, 1996) de Jordi Gracia, The mobile nation: España cambia de piel (19541964) (Bristol: Intellect, 2011) de Tatjana Pavlovic, Letras arrebatadas: Poesía y química en la transición española (Madrid: Devenir, 2009) de Germán Labrador Méndez y el reciente libro de Gregorio Morán El cura y los mandarines. Historia no oficial del bosque de los letrados. Cultura y política en España, 1962-1996 (Madrid: Akal, 2014). 9 1.2.Pasajes hacia una nueva temporalidad histórica: El tiempo del desarrollo. “El desarrollo es el nuevo nombre de la paz” Populorum Progressio (26 de marzo de 1967), carta encíclica de Pablo VI En 1961, dos años después de la puesta en marcha del Plan de Estabilización y Liberalización económica (1959), Francisco Franco se dirigía a los españoles en su discurso de fin de año recapitulando los logros conseguidos hasta ese momento por su gobierno, en un balance que sintetizaba en la siguiente afirmación: “La sangre de los héroes y de los mártires produjo sus frutos en esto que los profanos llaman el milagro español” (“Mensaje”, 1961). Con esta declaración, el Caudillo sentaba las bases discursivas para la producción de un nuevo relato histórico en el que utilizaba el imaginario del martirio –elemento vertebrador de la imaginación política del nacional-catolicismo de la inmediata posguerra– para justificar el éxito nacional en materia de economía. La continuidad de los lazos de sangre entre los caídos en la Cruzada y los supervivientes de la Nueva España, así como la recuperación del sufrimiento como elemento de redención colectiva, habían servido tras la Guerra Civil como una fuerza unificadora y movilizadora de los distintos grupos políticos vencedores en el conflicto bélico6. El heroísmo En su libro Mater dolorosa: la idea de España en el siglo XIX (Madrid: Taurus, 2001), Álvarez Junco traza una genealogía sobre los orígenes de una idea de identidad del Estado-nación que gira en torno al sacrificio de una población capaz de redimir el cuerpo orgánico de la nación, imaginado como una madre por la que sus hijos deben dar la vida: “En el Cádiz de las Cortes los términos heredados de reino y monarquía fueron sustituidos por nación, patria y pueblo. “Patria” y “amor a la patria” eran vocablos que venían de la Antigüedad clásica, pero “patriotismo”, novedad del siglo XVIII que hacía referencia a la predisposición para sacrificarse por la colectividad, recibió un impulso decisivo de los constitucionalistas gaditanos . . . La patria es presentada como madre amorosa que nos acoge y protege, que trasciende nuestras vidas y da sentido a nuestra miserable finitud, llevaba a la exigencia de estar dispuestos a derramar por ella hasta la última gota de sangre (33)”. Para un estudio del concepto de sacrificio en la posguerra ver “Twentieth-century Catholicisms: Religion as Prison, as Haven, as Clamp” de Maria Thomas en Interrogating Francoism: History and Dictatorship in Twentieth-Century Spain (New York: Bloomsbury Academic, 2016), “Terror and Progress': Industrialization, Modernity, and the Making of Francoism" de Mike Richards en Spanish Cultural Studies: An Introduction (New York: Oxford University Press, 1995), España bajo el franquismo (Barcelona: Editorial Crítica, 1986) de Josep Fontana e Ideología e historia. Sobre la represión franquista y la Guerra Civil de Albert Reig Tapia (Madrid: Akal, 1984) y By the Grace of God: 6 10 de los mártires como eje de la identidad nacional formaba parte de una tradición de largo recorrido que tenía su origen en los relatos producidos por la historiografía del siglo XIX, construidos bajo un esquema de “caída y redención”, según argumenta Álvarez Junco: “Las restauraciones siempre se iniciaban gracias a un héroe . . . dotado del alto sentido de la nacionalidad que, en definitiva, deberían sentir todos, y que se estaba intentando imbuir a esos futuros miembros de la colectividad a quienes la fábula histórica iba destinada” (214-5). En la fábula histórica producida durante la posguerra española, los mártires caídos por la patria habían protagonizado un culto a los muertos que habría servido, entre otros propósitos, para justificar la institucionalización de la represión contra los enemigos del Estado nacional-católico. Represión que se prolongaría durante toda la dictadura como parte de ese binomio indisoluble que los historiadores Michael Richards y Antonio Cazorla han denominado como “miedo y progreso”, los dos elementos de redención biopolítica colectiva utilizados en el proyecto modernizador franquista7. A la altura de 1961, Francisco Franco utilizaba las imágenes del sacrificio redentor para realzar y justificar el éxito de los logros económicos del régimen. Desde el año anterior, se puede apreciar un giro dialéctico a través del cual el dictador justificaba las transformaciones en favor de unas políticas económicas liberalizadoras, argumentando que Francoist Spain and the Sacred Roots of Political Imagination (Toronto; Buffalo: University of Toronto Press, 2014) de William Viestenz. 7 Michel Foucault puso de manifiesto la yuxtaposición entre un régimen soberano y otro biopolítico presentes en el tardofranquismo, utilizando como ejemplo la muerte del dictador: “Muere quien ejerció el derecho soberano de vida y de muerte con el salvajismo que ustedes conocen, el más sangriento de los dictadores, que durante cuarenta años hizo reinar de manera absoluta el derecho soberano de vida y de muerte y que, en el momento en que va a morir, entra en esa especie de nuevo campo del poder sobre la vida que consiste no sólo en ordenarla, no sólo en hacer vivir sino, en definitiva, en hacer vivir al individuo aún más allá de su muerte. Y mediante un poder que no es simplemente proeza científica sino ejercicio efectivo de ese biopoder político que se introdujo en el siglo XIX, se hace vivir tan bien a la gente que se llega incluso a mantenerlos vivos en el momento mismo en que, biológicamente, deberían estar muertos desde mucho tiempo atrás. De tal modo, quien había ejercido el poder absoluto de vida y de muerte sobre centenares de miles de personas cayó bajo el peso de un poder que ordenaba tan bien la vida y miraba tan poco la muerte que ni siquiera había advertido que ya estaba muerto y se lo hacía vivir tras su deceso. Creo que el choque entre esos los sistemas de poder, el de la soberanía sobre la muerte y el de la regularización de la vida, está simbolizado en ese pequeño y gozoso acontecimiento” (Hay que defender 213). 11 éstas ya estarían presentes en sus planes desde otra “liberación” política: el inicio de la llamada “guerra de liberación” cuya culminación habría sido, según la secuencia de este relato, el llamado “milagro español”: Una de las características más salientes de toda mi vida ha sido la de no vivir al día, sino de prevenir y preparar el futuro. Esto hizo que desde los mismos días de nuestra Cruzada me inquietasen los graves problemas que, con la paz, habrían de presentársenos. La liberación que con la Victoria habría de conseguir para nuestro pueblo no sería verdaderamente efectiva mientras no hubiéramos conquistado la libertad económica que España había venido perdiendo al correr de medio siglo de abandono. (Discursos 112) A partir de 1959, el tema del crecimiento económico pasará a ocupar un lugar central en la narración de la historia reciente por parte del dictador, como muestra de su nueva fe secular en los principios del mercado libre. Según su nuevo relato, el “milagro económico” no sólo sería la culminación del éxito de las nuevas políticas económicas, sino que estaría ya inscrito en la misión providencial del régimen desde sus orígenes fundacionales: “el Desarrollo económico no es cosa nueva, viene practicándose desde la Cruzada” (“Mensaje”, 1962). En este sentido, resulta imprescindible considerar en este análisis del franquismo dentro del marco del capitalismo global el estudio que Michel Foucault realiza sobre el papel que la liberalización de la economía tuvo en la Alemania de posguerra, como elemento productor de soberanía en torno al cual girará “el consenso fundador de un Estado que la historia, la derrota o la decisión de sus fundadores . . . acababa de poner fuera de la ley” (Nacimiento 106). Para el filósofo francés, el desarrollo económico en la Alemania occidental de la llamada “economía social de mercado” –según la fórmula acuñada por Alfred MüllerArmack– producirá legitimidad para el Estado que es su garante, de manera que el mismo Estado puede recuperar “su fundamento real en la existencia y la práctica de esa libertad económica” (94). 12 Al tiempo que se construían estas nuevas relaciones entre la economía de mercado y el Estado en Europa, Francisco Franco afirmará que el éxito de sus políticas de liberalización económica se debía a una paz y a un orden social capaces de garantizar una seguridad política para los futuros inversores que “el capital investiga y detecta” (“Mensaje”, 1959). Según sus palabras, su gobierno se habría convertido en el sostén imprescindible para un crecimiento económico que legitimaba en sus logros al Estado que lo garantizaba: “la rentabilidad política refuerza la posición económica y la recuperación y la expansión económicas refuerzan la autenticidad de nuestra política” (“Mensaje”, 1959). En su estudio sobre las políticas económicas tras la Segunda Guerra Mundial, Michel Foucault analiza cómo la era del milagro económico alemán estaría marcada por una adhesión de los individuos al Estado a partir de la aceptación del “juego económico de la libertad” (Nacimiento 106-7), lo que no sólo generaría lazos políticos en torno al consenso permanente sobre las instituciones que regulan dicho sistema, sino que además, permitiría a los ciudadanos vivir la experiencia de ese tiempo histórico a partir de un nuevo paradigma temporal: “la ruptura de la historia, entonces, podrá vivirse y aceptarse como ruptura de la memoria, en la medida en que se instaure en Alemania una nueva dimensión de la temporalidad que ya no será la de la historia, sino la del crecimiento económico”(Nacimiento 108). Como en el caso alemán, la dimensión temporal del crecimiento estará en el centro de la construcción de un nuevo paradigma histórico por parte de los ideólogos y productores culturales asociados al régimen franquista. Un ejemplo de estos relatos donde el pasado es enterrado bajo las promesas de un hipotético presente y futuro bienestar material, puede encontrarse en el documental Franco, ese hombre (1964), encargo del gobierno al director José Luis Sáenz de Heredia en el marco de las conmemoraciones de los llamados “25 años de paz”. Este documental repasaba la historia reciente de la nación a través de la vida del 13 Caudillo, atendiendo a los “hechos prodigiosos” de una biografía que se mide desde esta representación cinematográfica por la inalterable “aureola de salvador que irradia de su figura”. La narración de la vida del dictador se detiene en la fecha del 18 de julio de 1936, momento en el que el montaje se interrumpe para trasladar a los espectadores a los archivos de la Filmoteca Nacional, donde el propio Sáenz de Heredia comenta que las cintas que exhibe a sus espaldas y que contienen metraje sobre la Guerra Civil no serán mostradas. A cambio, la narración sobre los acontecimientos de 1936 a 1939 se realizará en otro lugar desde el que poder “recordar este periodo haciéndolo serenamente en el ambiente más apropiado y que mejor puede sintetizar la España que ha sido posible gracias a aquella inevitable cirugía.” Este nuevo escenario, presentado en lujoso technicolor, no es otro que el pabellón español de la Feria Internacional de Nueva York, donde Manuel Aznar, embajador ante la Organización de las Naciones Unidas y autor de una Historia militar de la guerra de España, realiza una narración sin imágenes de la “epopeya” bélica, mientras los visitantes circulan de camino hacia unas exposiciones que acaparan la atención de la prensa internacional. El éxito del pabellón se presenta en el documental como la síntesis de la “España que ha sido posible” desde “esta venturosa realidad de 1964”, año de inicio del Primer Plan de Desarrollo Económico y Social. En la construcción de esta imagen de la nación, que puede competir exitosamente con otras en el escaparate de una feria internacional, la historia del país se presenta como un continuum, a través de una exhibición de productos culturales y mercancías donde convive la venta de bolsos y zapatos de cuero producto de la modernización industrial de la década de los 60, junto a la circulación de objetos como la corona y el cetro de Isabel la Católica y de obras de arte como pinturas de Dalí y de Picasso. 14 La violencia que había fundado el régimen dictatorial –“aquella inevitable cirugía” a la que aludía Sáenz de Heredia—se justificaba en 1964 desde un imparable crecimiento económico y una plena integración del país en los mercados internacionales que el documental publicitaba8. Cuatro años después, uno de los trabajadores entrevistados por Francisco Candel en su libro Ser obrero no es ninguna ganga (1968), hablará precisamente de esa “machaconería publicitaria de los órganos difusivos” (42) de los que el documental es ejemplo, desafiando en su intervención los discursos sobre el progreso que el régimen no dejaba de difundir: Esa chorrada de que antes se iba con alpargatas y ahora con zapatos ha calado incluso en las clases humildes, en ellos, que son víctimas de ese sofisma. Y todos están contentos porque ahora se ha pasado de la miseria a la pobreza, una pobreza llena de oropeles disimuladores. El fenómeno del neocapitalismo europeo ha deslumbrado. Ya tenemos la panacea. Y se unta un ungüento que no existe. Estamos ante un neocapitalismo ridículo porque el capitalismo y la burguesía española fueron y son mezquinos. No obstante, el pobre más pobre puede comprar un televisor aunque sea en 50 plazos, cinco años pagando letras. . . . Cada individuo que firma esas 60 letras es uno más perdido para la protesta social. (42) Esta temporalidad histórica basada en el crecimiento estará presente en la década de los 60 en diferentes modelos de economía política que proponen una imaginada “evolución” de las naciones según sus diferentes estadios de desarrollo. Un ejemplo de ello es la obra del economista W.W. Rostow, asesor de la administración Kennedy y autor de The Stages of Economic Growth: A non-Communist Manifesto (1960), cuyas teorías fueron ampliamente 8 Como señala Manuel Jesús González en el último capítulo de su libro La economía política del franquismo (1940-1970): dirigismo, mercado y planificación (Madrid: Editorial Tecnos, 1979), titulado “El desarrollo como mercancía política”, la propia idea de desarrollo no sólo sirvió para vender una imagen del país desde su proyección internacional, sino también para perpetuar a determinadas “familias” del régimen en el poder en su capacidad para responder a las demandas de un gobierno que dependía de la publicidad de los logros de las transformaciones económicas para obtener su propia legitimidad. Este es el caso de la obra política del tecnócrata vinculado al Opus Dei Laureano López Rodó, Ministro de Planificación y Desarrollo y Comisario de los Planes de Desarrollo Económico y Social (1964-1975): “El objetivo de López Rodó era, como en todo político, máximo poder durante el máximo tiempo. Ello dependía en última instancia para ganarse la voluntad del Caudillo, El Pardo constituía, pues, el mercado final para el que producían en un sistema sin electorado y, como es natural, trabajaron orientados por ese mercado . . . El Pardo pedía estabilidad, apariencia de crecimiento y bienestar del pueblo con la figura del General en lo alto como benefactor y esto es lo que vendieron.” (299) 15 difundidas en España en aquel momento9. En esta obra, Rostow justificaba la existencia de los programas de ayuda económica exterior de los Estados Unidos como un método de expansión de las políticas anticomunistas que se ofrecían como alternativa dentro del capitalismo a los países subdesarrollados que podían verse atraídos por el socialismo10. En su intento de homologar los niveles de desarrollo alcanzados en diferentes territorios, Rostow proponía una secuencia histórica de cinco etapas consecutivas que todos los países deberían atravesar en el camino hacia la progresiva modernización económica denominadas “la sociedad tradicional”, “las precondiciones del despegue”, “el despegue”, “la entrada a la madurez” y “la edad del alto consumo masivo”, periodo en el que “Europa occidental y Japón parecen haber entrado de lleno en el decenio de 1950” (Rostow 24). Esta nueva dimensión de la temporalidad histórica basada en estadios de crecimiento económico que miden el progreso de las naciones también será utilizada por el Caudillo en sus discursos. Desde 1960, Francisco Franco se referirá a “aquellos pueblos subdesarrollados” que necesitan una “acción sistemática de asistencia y ayuda” en su estadio de despegue, etapa que España habría dejado ya atrás en ese momento según su relato, ya que “nunca como ahora podemos contemplar con tanta seguridad y esperanza el futuro” (“Mensaje”, 1962). 9 Manuel Vázquez Montalbán describe satíricamente esta divulgación de la obra de Rostow y del discurso tecnócrata en su Crónica sentimental de España (Barcelona: Lumen, 1970):“La revolución cultural que realizaron los tecnócratas a partir de 1958 ya ha influido en la conciencia social. Las aceleraciones y los frenazos han magullado a los viajeros de metro o autobús, pero se les ha inculcado la sabiduría convencional de Rostow o Galbraith, y se intercambian miradas de inteligencia antes de musitar: Ya se sabe, pasamos una fugaz etapa de recesión. Y a continuación, el andaluz de Jaén, exaceitunero altivo, que ya sabe de quién son esos olivos, comenta: Hay que esperar de nuevo el despegue reactivador” (177). 10 Otros economistas estadounidenses cuestionaban estas teorías del crecimiento al contacto con las realidades de otros países en vías de desarrollo. En 1958, Albert O. Hirschman publicaba su The Strategy of Economic Development (New Haven: Yale University Press, 1958), libro en el que exponía su teoría del crecimiento desequilibrado desde su experiencia en Colombia, país al que llegó como experto del Banco Mundial para el Comité de Desarrollo Económico en marzo de 1952. En Colombia, Hirschman comenzó a considerar caminos alternativos a las teorías sobre el crecimiento mientras viajaba por el país visitando productores locales, hablando con banqueros y desarrollando su método de observación analítica (Adelman 8). Para una visión panorámica de los marcos teóricos dominantes acerca de los procesos de modernización y desarrollo producidos durante la Guerra Fría en Estados Unidos, ver el libro de Nils Gilman Mandarins of the Future: Modernization Theory in Cold War America (Baltimore, MD: Johns Hopkins University Press, 2007). 16 Este metarrelato histórico basado en el progreso económico será el marco en el que el gobierno franquista deberá mantener su sentido providencialista de la historia nacional como teodicea11. Un sentido histórico que será reivindicado a la altura de 1960 mediante la justificación del golpe de estado de 1936 a causa de la amenaza de expansión del marxismo, que habría traído consigo entre otros cambios ideológicos, la pérdida de un “sentido providencialista de la Historia” que fue “sustituido por la dialéctica materialista” (“Mensaje”, 1960). De esta manera, la intervención providencial del Estado en el terreno de la economía política, entendida como mecanismo de control de las relaciones entre la población, el territorio y las riquezas de la nación, se construirá a partir de una matriz ideológica católica en la que los productores culturales afines al régimen ocuparán simbólicamente los relatos sobre el desarrollo económico a través de la sacralización de un lenguaje en el que la “divina providencia” se manifiesta a través de la consecución de los logros del progreso y de la modernización capitalista12. Términos como “redención”, “milagro” o “providencia” serán 11 Pablo Sánchez León ha analizado cómo la retórica del progreso se entrelazó con matrices ideológicas y semánticas de tipo teológico en los programas políticos de “regeneración” nacional desde el siglo XVIII: “In Spain, the specific combination of geopolitical needs and inherited patterns of confessional discourse produced a singular institutional and cultural evolution. Having lost the bulk of its European strongholds, the Catholic Monarchy had to build from scratch a position as a nationstate in the emerging European setting. The accession of the new dynasty of French origin not only brought about a more centralized and coordinated political structure but also helped introduce Spain into the intellectual trends the wake of the Scientific Revolution. Emulating also Dutch, British and French imperial redesigns for its transatlantic colonies, the Bourbon authorities unleashed an ambitious programme of moral regeneration of their subjects inspired in the ideal of commercial society. By the middle of the eighteenth century, Spain championed measures aimed at the imposition of civilization over the commoners. Reforms could be implemented profiting from a long tradition of confessional uniformity and social control reoriented from religious orthodoxy into a rhetoric of progress and market exchange” (“Past” 544-5). Para una visión de largo recorrido sobre las relaciones entre catolicismo y capitalismo ver Cielo y dinero. El nacional-catolicismo en España (1881‐1975) (Madrid: Alianza Editorial, 2008) de Alfonso Botti. 12 En este trabajo parto de una definición de economía política que sigue los presupuestos de Karl Polanyi, quien estudia las transformaciones históricas que llevan al triunfo del modelo de economía de mercado en el siglo XX. Modelo que, en su opinión, debería denominarse en realidad “economía política de mercado”. En su obra La gran transformación (1944), Polanyi explica cómo el mercado ha triunfado históricamente como institución que se considera excluida del ámbito de la política. En este proceso interviene la construcción de un imaginario social que sostiene la concepción utópica del mercado autorregulado como un orden natural regido por leyes universales y necesarias. 17 utilizados para explicar procesos y prácticas económicas dentro de unas narrativas providenciales en las que la nación se concibe como una comunidad sacralizada que se constituye en clave alegórica de prodigios cuyo lugar de veridicción serían los logros del mercado libre. Esta matriz ideológica y semántica será contestada desde la prensa en el exilio, que hará una importante labor de deconstrucción de la utilización de estas narrativas providenciales por parte del régimen, como se pone de manifiesto en esta denuncia publicada en Solidaridad Obrera: A.I.T. Órgano del movimiento libertario español en Francia el 22 de enero de 1959. En ella se hacía responsable al gobierno de la rotura de una presa en Ribadelago (Zamora) a causa de un fallo de construcción de las obras que costó la vida a 144 personas, en estos términos: Es pan –amargo—de todos los días eso de soportar conceptos de infalibilidad favorables al “Movimiento” sobre la milagrosidad franquista y la fusión de la razón social Franco-MarchPla y Deniel con la Divina Providencia Sdad. en Cta. Nada malo entonces puede suceder en España gozando ésta de inmunidad política y de la protección de los cielos. ¿Qué esto es bufo, o inocente? De acuerdo. Pero la farsa político-religiosa de Franco es tan densa e inmensa, la fusión de lo inmaterial y lo físico se “hace” o propaga tan “seriamente” desde los púlpitos, los impresos y los actos oficiales, que a esa apestosa comedia hay que darle la importancia de crédito y de emblema oficiales” (3). La idea de desarrollo como referente desde el que medir la experiencia histórica generará otros mitos paralelos sobre el supuesto “retraso” y estancamiento económico que la nación debería superar. El Caudillo mencionará insistentemente en sus discursos las causas de un “atraso secular” que, según su relato, tendría su origen en la pérdida de las colonias en 1898 y se iría agravando posteriormente con los sucesivos ciclos de “depredaciones rojas” Para ello, el economista húngaro sigue a Engels en su exposición del concepto de “economía política” como “ciencia de las leyes que rigen la producción y el intercambio de los medios materiales de vida en la sociedad humana”, que debería tratar en sus análisis del devenir de “una materia histórica, lo que quiere decir una materia en constante cambio” (179). Para estos autores, la economía política, que nace como ciencia en su formulación positiva por los fisiócratas y Adam Smith, se vincula desde sus inicios al proyecto del liberalismo político. Siguiendo a Polanyi, la expansión generalizada del sistema mercantil sólo fue posible mediante el fortalecimiento de las instituciones políticas centrales, lo que en el caso del franquismo se hizo posible a través de la intervención de un Estado que, desde los años 50, se identificó en sus Planes de Desarrollo con la creación de ese espacio de autonomía que era el mercado, al tiempo que controlaba las relaciones laborales, los instrumentos de planificación y crecimiento y las condiciones de inclusión o de exclusión de la población en los procesos de redistribución de la riqueza y los recursos. Para un análisis iluminador sobre las categorías de la economía política en la primera mitad del siglo XX, ver el artículo de Jesús Izquierdo “Alteridad del pasado, indisciplina del presente Karl Polanyi, Otto Brunner y los usos de la Vieja Europa” en Áreas.Revista Internacional de Ciencias Sociales 31 (2012): 41-53. 18 que culminarían en la Guerra Civil. De este modo, a medida que las medidas del Plan de Estabilización de 1959 comiencen a ponerse en marcha, Franco justificará a posteriori cómo la política autárquica habría estado fundamentalmente motivada por la intervención de las potencias extranjeras que condenaron al aislamiento a la economía nacional13. Afirmaciones estas que contrastan con una realidad en la que el papel de la inversión extranjera en la promoción de la industrialización española durante el periodo autárquico fue muy significativo, como han puesto de manifiesto algunos historiadores de la economía como Julio Tascón. Alrededor de las causas que habrían impedido un desarrollo “normalizado” de la economía española se articularon varios mitos que todavía resuenan en el imaginario colectivo, como la pérdida del conocido como el “Oro de Moscú” –operación de traslado de las reservas de oro del Banco de España a la URSS en 1936– o la prolongación en el tiempo de unas adversas condiciones meteorológicas con las que se justificaban los problemas agrícolas resumidos en una recurrente apelación a la “pertinaz sequía”. El “atraso”, traducido como un elemento diferencial del país con respecto al tiempo del desarrollo europeo, será el eje central de un tipo de análisis en el que también un sector del Partido Comunista de España insistirá, con el objetivo de acusar directamente al régimen como responsable de dicho “atraso”14. De este modo, puede observarse cómo a mediados de los años 60 se fomentaba 13 Además de sus quejas por la exclusión de España del Plan Marshall, Franco insiste en culpar de los fracasos económicos a la consideración que otras naciones han tenido históricamente sobre el papel de España en la economía mundial: “Esto nos recuerda el pensamiento que al correr de este siglo tenían de nuestra Nación algunos Estados europeos; la pretensión de que España fuese una nación exclusivamente agrícola y un mercado propicio a sus manufacturas. Ni esto era ya posible con nuestro aumento de población, ni lo permitía tampoco la pobreza de nuestro suelo, bajo una dura y muchas veces adversa meteorología” (“Mensaje”, 1959). 14 Carles Sirera explora en el contexto español las narrativas históricas que, partiendo de una hegemónica “teoría de la modernización”, habrían ejercido un rol fundamental a la hora de articular un relato sostenido por un paradigma del retraso en torno al cual se habrían producido las narrativas sobre una modernización nacional “disfuncional”, que durante los siglos XIX y XX habría apartado al país del camino hacia una democracia liberal que se propondría como modelo en este metarrelato: “In general terms, the traditional interpretation of Spanish history, known as the paradigm of backwardness, has described an unsuccessful liberal revolution led by a weak bourgeoisie incapable 19 desde la directiva del PCE una visión catastrofista de la situación económica del país, cuyo devenir se hacía depender de las decisiones tomadas por un gobierno fascista: Pese al auge económico actual, persiste la agravación del desfase entre el desarrollo económico español – retardado por el fascismo—y el desarrollo económico europeo y mundial . . . Este desfase agudiza la contradicción entre la superestructura monopolista y la base económica del país, retardataria y anticuada (“DocumentoPlataforma” 24). En estas afirmaciones, el sector del PCE encabezado por Santiago Carrillo respondía al debate sostenido con Fernando Claudín antes de ser expulsado del partido junto a Jorge Semprún y Francesc Vicens en 196415. Frente al análisis de la cúpula del Partido, que “consideraba que el carácter de la revolución española seguía siendo el mismo que en los años 30: esencialmente antifeudal y antimonopolista” (“Documento-Plataforma” 17), Claudín en su planteamiento proponía una valoración de la nueva correlación de fuerzas que habría surgido a partir de la modificación de las estructuras económicas del país, las cuales permitirían radicalizar a la clase obrera en el nuevo escenario de una fase democrática hacia la que apuntaban las transformaciones económicas dirigidas por los nuevos sectores del capital monopolista: En la última década, particularmente en los últimos tres-cuatro años, el ritmo de crecimiento de España ha superado al de una serie de países avanzados. Si otros factores exteriores a la dinámica misma de este crecimiento económico no lo impiden, en un plazo relativamente breve España podrá considerarse un país capitalista desarrollado (citado en González de Andrés 55). of achieving significant political reforms who ultimately had to negotiate the settlement of a pseudoliberal regime with the old aristocratic elites (Burguera and Schmidt-Nowara, 2004). This negotiation represented the failure of their historical mission and was portrayed as a sterile attempt to bring modernity and economic development. As there was not a bourgeois revolution, an industrial revolution could not occur. Finally, economic backwardness made the democratization process impossible, and therefore Spain, as an underdeveloped country, could not maintain a democracy during the Second Republic. Thus, the Spanish Civil War was a historically determined failure” (53). 15 Como recuerda González de Castro, la cúpula del Partido Comunista estableció una equiparación entre las tesis de Claudín y las que defendía por aquel entonces el economista estadounidense Walter Whitman Rostow, asesor de la administración Kennedy para lograr que los años 60 llegaran a ser la década del desarrollo en el bloque de países capitalistas. 20 Las críticas del PCE se centraron desde la década de los 60 en el carácter tecnocrático de las reformas, sin adentrarse a cuestionar el propio sistema en el que, siguiendo sus análisis, debería tener lugar “un desarrollo capitalista ideal que haría las delicias del buen tecnócrata: un desarrollo ‘fuerte’, ‘equilibrado’, ‘autosostenido’, sin inflación ni problemas de balanzas de pago, sin paro y con salarios muy elevados” (Naredo 28). Como señaló el historiador de la economía José Manuel Naredo en su ensayo Por una oposición que se oponga (1975), la idea de un hipotético desarrollo equilibrado y armónico constituyó una entelequia tanto para el gobierno franquista como para la oposición, que aceptaba el mismo marco conceptual en el que se movían los gestores del sistema: Los críticos “progresistas” establecen comparaciones entre los niveles de producción o de consumo por habitante de acero, abonos químicos, Kw/H, automóviles, televisores o abrelatas eléctricos, para mostrar la “enorme distancia que nos separa” de los países capitalistas más desarrollados y el consiguiente atraso histórico secular que hay que recuperar tomando como objetivo la imagen de “modernidad” y “progreso” que ofrecen los países de capitalismo “maduro”. O bien tales críticos califican de extremadamente lento y/o desequilibrado el desarrollo económico que tiene lugar en el país, diagnosticando constantemente situaciones económicas catastróficas, que se considera que ya no admiten paliativos mientras no se acometan las reformas que las “exigencias del desarrollo histórico” venían planteando desde el siglo pasado y que se hacen sentir cada vez con más fuerza. (25) Historiadores y economistas han propuesto diferentes secuencias históricas en las que puede dividirse el periodo de la dictadura franquista según las transformaciones en sus políticas económicas, considerando en todos los casos que hay un antes y un después del Plan de Estabilización de 195916. En la clasificación de estas etapas o periodos, el año 1959 se El Plan pivotaba sobre tres ejes: “el primero radicaba en implementar la suficiente disciplina financiera que permitiera un riguroso régimen de intercambios con el exterior, por medio de subidas de impuestos, topes al crédito bancario, etc. El segundo se basaba en lograr un mercado interior más liberalizado o, lo que es lo mismo, la eliminación tanto de la intervención administrativa en ciertos precios como de algunos mecanismos interventores. Y, finalmente, el tercero respondía a conseguir una mayor liberalización con el exterior, a través de reducir los acuerdos comerciales de carácter bilateral, devaluar la peseta ostensiblemente y lograr una mayor flexibilidad respecto a las inversiones extranjeras” (González de Andrés 20). Este mismo autor señala otras claves para entender el crecimiento económico tras la implantación del Plan: “Las remesas obtenidas por la exportación de trabajadores y por la prestación de servicios turísticos sirvieron para financiar importaciones productivas muy necesarias, permitiendo, junto con técnicas y métodos de organización y explotación novedosos, significativos acrecentamientos en la productividad. A ello debemos sumar la progresiva 16 21 convierte en un parteaguas a partir del cual se puede hablar de una liberalización de la economía que, para algunos investigadores, comenzaría en torno a 1957 y finalizaría en el año 1964, con la implantación de nuevas medidas intervencionistas en los sucesivos Planes de Desarrollo17. Este intervencionismo durante la década de los 60 tendría lugar mediante múltiples vías, no sólo a través de la participación directa del Estado en el sistema productivo a través del Instituto Nacional de Industria (que además se hacía cargo de algunas actividades económicas que no resultaban rentables pero permitían el mantenimiento de algunos sectores), sino también a través del control de la legislación laboral y de la circulación del crédito: Se instrumentaba de muy diversas formas, que iban desde la concesión graciable de subvenciones, hasta la existencia de circuitos privilegiados de crédito y la garantía de adquisición estatal de ciertas producciones a precios fijados; desde el papel tutelar del Estado en las relaciones laborales, en las que no existía autonomía de las partes y eran ilegales los sindicatos, hasta la determinación administrativa de una enorme cantidad de precios, por poner sólo algunos ejemplos significativos. Además, a partir de 1964, se volvieron a intensificar las prácticas intervencionistas instrumentalizadas por medio de unos elevados aranceles, restrictivas listas de productos liberalizados y contingentación de las importaciones (Segura 38-9). Así pues, las fronteras entre el intervencionismo en el periodo de autarquía y la liberalización económica posterior se difuminan, ya que ni el intervencionismo del Estado dejó de estar presente en las políticas económicas a partir de 1959, ni la iniciativa privada – “fuente fecunda de la vida económica de la Nación” como ya reconocía el Fuero del Trabajo en 1938 –, dejó de acompañar las decisiones estatales durante la inmediata posguerra a través incorporación de la economía española al mercado mundial, sin desdeñar su cada vez mayor vinculación a los países integrantes del Mercado Común, propiciando, obviamente, una apertura del mercado nacional al capital extranjero (75). 17 Hubo tres Planes de Desarrollo: 1964-1967, 1968-1971, y 1972-1975. Como recuerda González Cuevas, el comisario del Plan, López Rodó, siguió el modelo francés de Pierre Massé, considerando que el Plan superaba “la rutinaria y tradicional antinomia liberalismo-dirigismo, haciendo coexistir ´la libertad y la orientación´ en la economía e introduciendo ´criterios de racionalidad económica en las inversiones públicas y . . . las medidas a largo plazo de política económica´” (“La derecha” 36). Esta imitación del modelo francés se completó con “la consideración de los desequilibrios regionales iniciada por la definición de ´Polos de Desarrollo´, que habrían de beneficiarse de créditos y ventajas fiscales específicas” (36). 22 de las “comisiones reguladoras de la producción, integradas por representantes de la industria y del comercio junto a otros designados por el estado” (Fontana 102). El economista Diego Guerrero ha tratado de complejizar las narrativas sobre el supuesto fracaso y el estancamiento del crecimiento industrial durante el periodo autárquico, analizando algunas variables que cuestionan la comparación entre los “perniciosos” efectos económicos del intervencionismo estatal frente al “éxito” de las medidas liberalizadoras que abundan en los análisis sobre la economía del periodo. Algunos de los datos que Guerrero aporta para cuestionar el relato del “estancamiento” del crecimiento económico en la inmediata posguerra incluyen unas tasas de crecimiento de la producción industrial del 1.5% entre 1935-45 y del 5.9% entre 1945-1950, tasa esta última que supone casi el doble del 3,00% que se da en el periodo 1975-2000 (34). Un crecimiento que permitió un proceso de acumulación de capital durante el periodo autárquico y cuyo principal beneficiario fue el sector financiero, unido al enriquecimiento súbito de capas y sectores sociales privilegiados a los que se irían sumando los llamados “nuevos ricos”, favorecidos por sus relaciones corruptas con la burocracia estatal y por las actividades vinculadas al mercado negro18. Hacia estos sectores beneficiados se produjo un trasvase de rentas por parte de las clases trabajadoras, cuyas condiciones de vida se vieron seriamente afectadas, no sólo por la contención y disminución de los salarios frente a la subida del coste de la vida, sino también por un sistema de acumulación basado en métodos extensivos de explotación de la fuerza de trabajo. Más allá de la polémica sobre si las decisiones en materia de política económica durante el periodo autárquico fueron aplicadas voluntaria o forzosamente por el gobierno franquista o si se debieron a una necesidad real o a una opción ideológica en el contexto del 18 Sobre el papel de la banca en los procesos de crédito y liberalización financiera durante el franquismo ver el libro de Sofía A. Pérez, Banking on Privilege: The Politics of Spanish Financial Reform (Ithaca, NY: Cornell University Press, 1997). 23 auge de los fascismos en Europa, lo cierto es que el ciclo de acumulación de capital había alcanzado el límite de su expansión de beneficios a finales de los años 5019. Ante la imposibilidad de inversión en la importación de tecnologías innovadoras y ante la insuficiencia de demanda interna, según Luis Ángel Rojo, uno de sus artífices, el Plan implicó el reconocimiento oficial de que “las posibilidades de desarrollo del país, dentro de los esquemas característicos de la etapa de autarquía, estaban agotadas y abrió las puertas de una fase de incorporación de nuevas formas de producción y de vida, cuyo resultado habría de ser un cambio social acelerado en los años siguientes” (citado en Estefanía). Entre las personas que participaron en la redacción del Plan se encontraba el joven economista José Luis Sampedro, quien años después recordaría la expansión del discurso tecnocrático en boca de un personaje de su novela Octubre, octubre (1981): “En todas las visitas a las que Luis le acompañó cantó el éxito del plan español de estabilización . . . Sus palabras favoritas eran ´modernizar´, ´reactivar´, ´cambiar las estructuras´” (39). A la altura de 1967, Sampedro analizaba el marco político en el que se encuadraron las reformas técnicas, dentro de un cambio estructural que se revelaba como “incompatible con los intereses de los grupos dominantes, que ocupan las posiciones administrativas de donde debería partir esta transformación” (“Le Plan” 1035). Más allá de la publicidad acerca del milagro económico, por el que España se habría convertido en el país con la segunda tasa de crecimiento del mundo por detrás de Japón, Sampedro analizaba otros cambios sociales que la liberalización habría traído consigo: El verdadero cambio es el dinamismo creciente de un pueblo entero que no se resigna más a su situación tradicional. Antes de que el gobierno descubra la Europa en marcha, las mujeres de los pueblos se colocaban en París como sirvientas y los obreros emigraban a Alemania o Suiza. Antes de que una legislación anacrónica y antifeminista lo permita, las españolas se meten cada vez más a participar en las actividades profesionales. Antes de que una administración siempre obstinada los acepte, los estudiantes reivindican libertades de expresión, normales en cualquier país 19 El libro de Jordi Catalán La economía española y la Segunda Guerra Mundial (Barcelona: Ariel, 1995) recoge y amplía el debate sobre si la autarquía fue impuesta o deseada por el franquismo. 24 moderno. Antes de que las empresas o las autoridades los ofrezcan, los obreros y empleados reclaman niveles de vida decentes y luchan por obtener ventajas a pesar de las resistencias del cuadro social. A todo este dinamismo vital viene a añadirse la inevitable y cada vez mayor comunicación con el exterior que insufla un aire nuevo en el invernadero protegido de la economía española (“Le Plan” 1040). Sin embargo, el régimen también tomaría ventaja de estos cambios en las formas de vida, al tiempo que vendía una imagen de apertura que caminaba de la mano de los logros del Desarrollismo. La lucha por las libertades que menciona Sampedro se traducirá también en beneficios económicos en forma de las remesas producidas por los trabajadores en el extranjero o en leyes que permitían un nuevo tipo de control sobre el juego de equilibrios tolerados dentro del marco de la libertad de expresión20. En materia de legislación, puede citarse la ley de Convenios Colectivos de 1958 como una iniciativa impulsada por el gobierno tecnócrata que llegó al poder en 1957. Una ley que, si bien por una parte sirvió para crear una nueva cultura reivindicativa desde los centros de trabajo, por otra contribuyó a que los empresarios pudieran llegar a acuerdos en materia salarial con el fin de evitar la creciente conflictividad laboral e intensificar el rendimiento productivo21. En el terreno de la libertad de expresión señalada por Sampedro, cabe recordar que cinco años antes de sus declaraciones a la Revue Tiers-Monde, el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, había impulsado una Ley de Prensa e Imprenta, que si bien suprimía la censura previa, al mismo 20 Sobre los procesos de transformación de la censura ver el trabajo de Jo Labanyi "Censorship or the fear of mass culture" en Spanish cultural studies: an introduction: the struggle for modernity y el libro de Georgina Cisquella, José A. Sorolla y José Luis Erviti Diez años de represión cultural: la censura de libros durante la Ley de Prensa (1966-76) (Barcelona: Editorial Anagrama, 1977). 21 José Manuel Naredo recuerda cómo el aparato represor del Estado se transforma y se refuerza a medida que se implementan las nuevas reformas económicas: “El 22 de marzo de 1957 -es decir, al mes escaso de haber sido nombrado el nuevo gobierno- aparece una ley que atribuye responsabilidades colectivas en caso de huelga al señalar que si no se encontraran los responsables de una huelga, serán considerados como tales, en cada caso, los más destacados, entre los culpados o, en igualdad de situación, los de más edad. Además, para yugular toda generalización de la agitación política, se instituye un tribunal marcial que reduce todavía más los derechos de la defensa. Se crea una ‘Jurisdicción especial para actividades extremistas’ . . . La nueva ley de Orden público que aparece en junio de 1959 limitando todavía más los ya precarios derechos de los ciudadanos, constituye el último eslabón jurídico de la cadena represiva que va a dejar manos libres a los tecnócratas para la puesta en práctica del Plan de Estabilización de julio de 1959” (56). 25 tiempo regulaba nuevas limitaciones, sanciones y multas, generando un nuevo tipo de control sobre los autores que el escritor Miguel Delibes sintetizaba de esta manera: “Antes te obligaban a escribir lo que no sentías, ahora se conforman con prohibirte que escribas lo que sientes, algo hemos ganado” (“La prensa”). 1.3. Un ejemplo de narrativas providenciales de la modernización franquista: política hidroeléctrica y redención colectiva. En 1952, Francisco Franco inauguraba el Pantano del Ebro, una de las obras de ingeniería que se convertirían en símbolo del desarrollo industrial y tecnológico durante su gobierno, fruto de una política hidráulica concebida como expresión sublimada de la economía política de la nación22. La política hidráulica en el contexto del franquismo se convirtió en un espacio que el régimen privilegiaba para la implementación de sus técnicas de gobierno, como muestra de una racionalidad instrumental destinada a la productividad que el Nuevo Estado gestionaba con el fin de operar sobre el control de la población, el territorio y el capital23. La relación entre estos elementos entra en juego en el análisis que Foucault realiza en su estudio de la genealogía de la economía política como ciencia cuyo origen se “Between 1940 and 1963, 322 dams were constructed, of which only 132 had irrigation as their principal goal (Melgarejo Moreno 2000, 302; Barciela López and López Ortiz 2003, 65). Until the late 1950s, more than 75 per cent of the energy needs of Spain were generated through hydroelectrical power. Between 1939 and 1957, installed hydro-electric capacity increased from 1400 MW to 5200 MW, generating a total production of 2844 million kWh in 1939, expanding to 18 790 million kWh in 1957. The bulk of the expansion took place after the mid-1950s, representing a total value of approximately US$458 million (in 1957 parity terms) (Garrido Moyron 1957). After 1964, the relationship between irrigation and hydraulic works was further severed in favour of hydro-electrical developments” (Swyngedouw 16). 23 Se calcula que más de 500 pueblos fueron anegados por unas obras hidroeléctricas que obligaron al traslado de entre 40.000 y 60.000 personas (Estévez Torreblanca 55). Para una panorámica general sobre los desplazamientos de entre cinco y seis millones de personas del campo a la ciudad durante el periodo, ver el libro de Fernando Collantes y Vicente Pinilla, Peaceful Surrender: The Depopulation of Rural Spain in the Twentieth Century (Newcastle, Cambridge Scholars Publishing, 2011) y Con la maleta al hombro. Cuando la España rural emigró a las ciudades (Madrid: Temas de Hoy, 2000) de Luis del Val. 22 26 encuentra en el siglo XVIII y cuya función ha de comprenderse en el proceso de transformación de un régimen dominado por la estructura de la soberanía que pasa a ser sustituido por la producción de unas técnicas de gobierno que gestionan esta “red de las relaciones continuas y múltiples existentes entre la población, el territorio, la riqueza” (Seguridad 113). En el discurso de inauguración de este pantano, el dictador retomaba la idea de redención material y moral de la nación a través de la explotación de los recursos naturales que había formado parte del aparato retórico del regeneracionismo decimonónico, para ponerla en esta ocasión al servicio de las políticas todavía autárquicas del Estado nacionalcatólico: Nos dolía España por su sequedad, por su miseria, por las necesidades de nuestros pueblos y de nuestras aldeas, y todo ese dolor de España se redime con estas grandes obras hidráulicas nacionales, con este pantano del Ebro y con los demás que en todas las cuencas de nuestros ríos van creándose, embelleciendo su paisaje y creando ese oro líquido que es la base de nuestra independencia. Si, señores, de nuestra independencia, porque no hay independencia política si no hay independencia económica, y no hay independencia económica si no hay bienestar en nuestros hogares (“Palabras”). En el relato del Caudillo, el agua se convierte en un prodigioso agente económico, una suerte de rey Midas capaz de transformar una naturaleza que se convierte en un paisaje industrializado a su paso. En numerosos relatos visuales y literarios sobre la política hidráulica en las décadas de los 50 y 60, el lenguaje religioso en clave de prodigio impregnará las descripciones de las obras inauguradas, calificadas como “milagros de mano del Caudillo” (Vigón 36) [fig. 1]. El símil de la resurrección de Lázaro (¨surget et ambula¨), que ya había sido utilizado en el pasado por Joaquín Costa, principal ideólogo del regeneracionismo hidráulico (Mairal y Bergua 30), será recuperado para la producción de nuevas fábulas que giran en torno al encantamiento de un paisaje en el que el agua es despertada de su letargo gracias a la tecnología, para multiplicar mágicamente con su presencia la producción agrícola e industrial [fig. 2]. 27 Fig. 1. Cruz del Obrero. Embalse del Cenajo. Fig. 2. Placa de inauguración. Embalse del Cenajo (1963). En su colección de artículos periodísticos titulada España cambia de piel (1954), el periodista falangista Waldo de Mier utilizará esta retórica tecno-católica para describir las transformaciones del paisaje gracias a la agencia de un “agua redentora” (179) capaz de producir a su paso la “magia de los kilovatios” con la que se materializan los “milagros de la potencia creadora española” (11) a lo largo de toda la geografía nacional: ¡Cómo emociona contemplar el paisaje español desde lo alto de una de esas presas de los Pantanos de Riego e imaginárselo totalmente cambiada su fisonomía por el agua fecundadora! Riqueza, inmensa riqueza por doquier. Al empuje industrializador de España, a sus fábricas de automóviles, a sus inmensas siderúrgicas, a sus destilerías de petróleo, a sus grandes centrales eléctricas, se debe esta transformación del campo, esta decaduplicación de su poder germinativo. (187) 28 A finales de los años 50, el franquismo había trasladado la matriz ideológica providencial de su utopía institucional autárquica hacia los procesos de transformación económica, centrados ahora en el sector industrial y de servicios. En las nuevas fábulas desarrollistas producidas por el régimen, la naturaleza domesticada y disciplinada por la tecnología se presentará como un agente que produce capitales de manera milagrosa, sin que la intervención del trabajo humano se haga visible. El franquismo, por tanto, hará suyos los objetivos de una política hidráulica que será uno de los ejes fundamentales en la construcción de Estados-nación durante el siglo XX, como pone de manifiesto Dorothy Zeisler-Vralsted en su libro Rivers, Memory, And Nation-building. La construcción de grandes obras de ingeniería hidroeléctrica estará en el centro de las políticas económicas en diferentes territorios hasta el punto de resultar intercambiable, ya que, como recuerda Eduard Callís, la presa de Aldeadávila –símbolo de los logros industriales del franquismo– estará presente en los títulos de crédito de la película Doctor Zhivago (1965), donde “la vía de coronación de la presa sobre el agua fluyendo por el aliviadero figura el acceso a una factoría soviética” (200) [fig. 3]. Fig. 3. Presa de Aldeadávila en los títulos de crédito de la película Doctor Zhivago (dir. David Lean, 1965). En numerosas ficciones literarias y cinematográficas que publicitan la labor conjunta de las empresas hidroeléctricas y del Estado durante el franquismo, la representación de los procesos de producción pivotará en torno a una idea de encantamiento de la naturaleza 29 asociada a la creación de energía por parte de los dispositivos tecnológicos24. En las imágenes de los noticieros y documentales que exhibían la producción de dicha energía, este encantamiento se traduce en una espectacularización de los paisajes naturales e industriales25. En estas obras cinematográficas, el paisaje natural transformado por la técnica es sublimado estéticamente para encarnar al propio Desarrollismo en la expresión de la abundancia de unos recursos naturales destinados a la extracción, mientras se evoca paralelamente su belleza y su capacidad de unificar el territorio a través de la circulación del agua y de la energía por las “venas” y “arterias” que conforman los ríos, en asociación con el tendido eléctrico sobre el cuerpo orgánico de la nación. Al tiempo que el paisaje se construye simbólicamente como un escenario para la modernización, estas fantasías tecno-naturales contribuyen a la desmaterialización de las condiciones de trabajo y explotación en la construcción de dichas obras y a la invisibilización de los desplazamientos forzosos de una población desposeída de sus medios económicos y de sus formas de vida bajo la promesa del progreso26. El mismo Instituto Nacional de Colonización que gestionaba los desplazamientos de población se presentaba a sí mismo dotado de una “misión redentora” de la que también participaban los miles de presos que trabajaron en las obras de construcción hidroeléctrica a 24 Sobre la relación entre empresas hidroeléctricas privadas y públicas y las políticas energéticas estatales ver Electra y el Estado: la intervención pública en la industria eléctrica bajo el franquismo (Cizur Menor: Thomson Civitas, 2007) de Antonio Gómez Mendoza, Carles Sudriá y Javier Pueyo. Para una visión panorámica del franquismo como red de intereses públicos y privados ver Los empresarios de Franco: política y economía en España, 1936-1957 (Barcelona: Crítica, 2003), de Glicerio Sánchez Recio y Julio Tascón Fernández y El poder de los empresarios. Política y economía en la España contemporánea (1875-2010) (Barcelona: RBA, 2011) de Mercedes Cabrera y Fernando del Rey. 25 Uno de los principales directores de documentales sobre obras hidroeléctricas será Fernando López Heptener, cuyas producciones para NO-DO o Iberduero, ganadoras de diversos premios en festivales internacionales, contribuyeron a publicitar la modernización industrial de la España franquista. Una síntesis de su obra se encuentra en el libro Cine documental e informativo de empresa: 50 años de producción de F. López Heptener en Iberduero y No-Do (Madrid: Síntesis, 1994) de Mariano Cebrián. 26 En el documental Por la cuenca del río Cinca (dir. López Heptener, 1960) se habla del desplazamiento de la población de Jánovas en unos términos que idealizan la experiencia de la expropiación en aras de la modernización y el progreso: “Estas gentes serán trasladadas a cómodos y fecundos emplazamientos. Desaparecerá bajo las aguas pero sus moradores mejorarán de condición cuando sean instalados en el nuevo pueblo de construcción flamante”. 30 través del “Programa de Redención de Penas por el trabajo”, un sistema de conmutación de penas de prisión por trabajos forzados que se utilizó hasta finales de los años 50, diseñado en 1941 por el jesuita José Agustín Pérez del Pulgar, ingeniero especialista en electrodinámica (Camprubí 72)27. Parafraseando al primer ministro Jawaharlal Nehru, para quien en 1948 las presas serían “los templos de la India moderna” (Roy 7), las presas y las centrales hidroeléctricas durante el franquismo se convirtieron en auténticos santuarios de la técnica, donde se invocaban los poderes míticos de los dioses de la energía y de la electricidad junto a la intervención providencial del Dios cristiano, ambos presentes en las obras de arte que decoraban estas construcciones colosales28. Como monumentos de la obra redentora del régimen, las centrales hidroeléctricas compartirán espacio y técnicas arquitectónicas junto a las iglesias de nueva construcción en los llamados “Pueblos de colonización”, de manera que el novedoso diseño de ambos “templos”, se pondrá al servicio de un poder teopolítico que buscaba permanecer a través del tiempo [fig. 4, 5, 6, 7 y 8]. 27 Sobre las condiciones de vida de los llamados “esclavos del franquismo” ver La redención de penas: la formación del sistema penitenciario franquista de Gutmaro Gómez, Esclavos por la patria: la explotación de los presos bajo el franquismo de Isaías Lafuente o Los esclavos de Franco de Rafael Torres. Para un testimonio de los presos trabajadores ver Raíces amargas, memorias de José Vicente Ortuño publicadas en Francia en 1971. 28 Tras la rotura de la presa de Vega de Tera el día 9 de enero de 1959, el pueblo de Ribadelago, en la provincia de Zamora fue arrasado por el agua y 144 de sus habitantes murieron (Remesal). La prensa anarquista en el exilio denunciará el uso de los discursos basados en la teología política del régimen para eludir su responsabilidad en este acontecimiento en el poema “Esta vez no fue Dios (a los supervivientes de la catástrofe de Puebla de Ribadelago)”: “Esta vez no fue Dios, ni la Natura/loca, quien se cebó en vuestra desgracia,/Ha sido una podrida tecnocracia,/que hizo una presa débil por usura./Basta ya de la trágica impostura/de achacar a los diablos o a la gracia/de Dios o a la "maldita democracia",/las lacras de una horrenda dictadura./Ha sido él, ese vampiro infame,/que vive del atraco y del derrame/de la sangre del pueblo. Es él quien frena/la sanción contra el corro aborrecible./ Y es él quien deberá sufrir la pena/de vuestra justa cólera invencible” (Solidaridad Obrera 1). 31 Fig. 4. Central hidroeléctrica de Grandas de Salime. Relieves (1955) de Joaquín Vaquero Palacios. Fig. 5. Central hidroeléctrica de Grandas de Salime. Murales (1955) de Joaquín Vaquero Turcios. Fig. 6. Central hidroeléctrica de Grandas de Salime. “El Refugio” (1955), diseño de Joaquín Vaquero Turcios. 32 Fig. 7. Central de Caldes de Boí. Mosaico "El agua, la agricultura y la industria" (1960) de Santiago Padrós. Fig. 8. Iglesia Parroquial de la Asunción de Pont de Suert (1953-1955). Obra del ingeniero Eduardo Torroja y del arquitecto José Rodríguez Mijares. Sin embargo, estas fábulas del desarrollo hidroeléctrico serán contestadas desde la literatura producida por escritores antifranquistas. Así, el escritor Jesús López Pacheco denunciará la explotación laboral y los costes sociales para las poblaciones “redimidas” gracias al progreso tecnológico en su novela Central eléctrica (1958). Para ello, López Pacheco utiliza las mismas narrativas providenciales en torno a la tecnología y el progreso generadas por el régimen para poner en evidencia la mistificación de las relaciones de producción que encerraban los nuevos "santuarios sin dioses" (79) que llevaban la electricidad a poblaciones donde nunca antes había llegado, gracias al poder de los ingenieros, nuevos “sacerdotes” capaces de dominar la naturaleza a través de la técnica en la 33 España desarrollista: “parecen adoradores de algo, fieles a un rito, y nosotros somos los sacerdotes... Esta caseta es la acrópolis del pueblo, el templo, el ara sagrada" (256). La escritora Ana María Matute también dedicará su novela Los hijos muertos (1958) a analizar algunas trayectorias de las vidas durante la posguerra, en este caso, a través de las relaciones entre los personajes que viven en una colonia de trabajadores durante la construcción de un pantano que utiliza a presos “redimidos” por el trabajo. López Pacheco, Matute o Miguel Signes, en su novela titulada precisamente Pantano (1966), harán visibles en sus obras los centenares de trabajadores muertos y heridos durante estas construcciones, auténticas fosas comunes de la política hidroeléctrica franquista. El trabajo de denuncia y de testimonio que ejercen estos escritores será el mismo que a medida que avance la dictadura llevarán a cabo diversos agentes en las poblaciones afectadas por las expropiaciones y la inundación de los terrenos, que en sus resistencias cotidianas no dejaron de defender sus comunidades y sus formas de vida a pesar de la represión y de la censura29. 1.4. Fábulas del desarrollo: geopolítica y redistribución de capital “No hay capital sin una fábula acreditada” Jacques Derrida, La bestia y el soberano (62) Al final de la dictadura, el novelista Miguel Espinosa escribía entre 1971 y 1976 su novela La fea burguesía, una compleja alegoría del tardofranquismo elaborada a partir de la reflexión sobre dos grupos sociales que el autor denomina “clase media” y “clase gozante”. 29 Sobre las resistencias comunitarias en relación con las políticas hidroeléctricas del régimen resultan de interés trabajos como Protesta y ciudadanía. Conflictos ambientales durante el franquismo en Zaragoza (1939-1979) (Zaragoza: Rolde de Estudios Aragoneses, 2016) de Pablo Corral Broto, Los Pirineos en/y el conflicto del agua (Donostia: Editorial Iralka, 2003) de José Ángel Bergua, el volumen colectivo de Pedro Arrojo, Lourdes Casajús y Anahí Copitzy La rebelión de la montaña. Los conflictos del agua en Aragón (Zaragoza: Nueva Cultura del Agua, 2010) o el trabajo conjunto de Ana Cabana y Daniel Lanero “Movilización social en la Galicia rural del Tardofranquismo (19601977)” en Historia agraria: Revista de agricultura e historia rural 48 (2009): 111-132. 34 Uno de los personajes, perteneciente a esta última, le cuenta a un “escritorcillo” conocido suyo el mejor sueño que ha tenido en su vida. En su relato, el personaje explica el funcionamiento del Estado franquista como una máquina omnisciente que registra los esfuerzos vitales de aquellos que se dedican a servir al Benefactor propietario de dicho dispositivo, obteniendo a cambio de su lealtad los beneficios otorgados gracias a una relación privilegiada con el poder: Esta es la máquina que contiene la relación cerrada de las criaturas que sirven al Benefactor y forman la casta gobernante -expliqué a Lanosa-; se trata de un dispositivo misterioso y perfectísimo, capaz de proporcionar, en décimas de segundo, cualesquier dato sobre los gozantes. Los pequeños casilleros guardan las papeletas donde están inscritos los títulos de los poderosos; las hay de diversos colores; las marrones, por ejemplo, designan a los ministros; ¡míralas arriba! tan aparentemente humildes, resumen cuanto es y cuanto hace un hombre que se sienta junto al Benefactor. Si alojásemos una de tales cartulinas en el buzón adecuado, el ingenio comenzaría a informarnos sobre el alto gozante: los avisos se multiplicarían, las señales amarillas se transmutarían violetas, los marcanúmeros danzarían sin término . . . Si cojo mi ficha, como adviertes que la cojo, y la hundo en el buzón, la máquina devendrá en éxtasis. (188-9) Entre la prodigiosa multiplicación y redistribución del capital imaginado por el dictador en sus discursos sobre política hidráulica y la máquina de gestión del poder soñada por el personaje de Espinosa, numerosas transformaciones ocurrieron en las políticas económicas del régimen30. En 1957, ocupaban nuevos cargos en el gobierno varios miembros 30 Un ejemplo de teorización del ideal del Estado tecno-autoritario puede encontrarse en la obra El crepúsculo de las ideologías (Madrid: Rialp, 1965) de Gonzalo Fernández de la Mora. En ella, el filósofo propone un ideal “Estado de razón”, dirigido por una élite de expertos cuya “legitimidad no descansaba en la voluntad popular, ni en la utopía social, ni en la religión, sino en la “eficacia”, o sea, en la capacidad de garantizar el orden, la justicia y el desarrollo económico” (González Cuevas “La aufklarung conservadora” 20). Por su parte, Manuel Fraga escribirá en 1971 su opúsculo El desarrollo político en contra de sus enemigos tecnócratas, González de la Mora y López Rodó, autor del ensayo Política y desarrollo (Madrid: Aguilar, 1971). El exministro de Información y Turismo, que había sido apartado del gobierno tras el “Caso Matesa”, empresa de exportación que cobró gran cantidad de subvenciones en una trama de corrupción y malversación de fondos públicos de inversión en la que se vieron implicados varios altos cargos del gobierno, escribe El desarrollo político contra la ineficacia política del discurso de la tecnocracia y el desarrollismo que “apenas servían ya como cobertura amable y tranquilizadora de la crisis política a la que se enfrentaba el régimen . . . La idea de una política como simple proceso de racionalización, mera administración, se le aparecía al nuevo teórico de la reforma como una suerte de adormidera. Desde 1971, lo tiene claro: el reto del franquismo es político, no asumirlo supone condenarlo a la extinción” (Rodríguez 84). 35 del Opus Dei: Alberto Ullastres, ministro de Comercio, Mariano Navarro Rubio, ministro de Hacienda y uno de los principales propulsores del Plan Nacional de Estabilización Económica y Laureano López Rodó, secretario general técnico de la presidencia del gobierno y comisario de los Planes de Desarrollo Económico y Social desde 1962 hasta 1973. El personaje de Espinosa que ha soñado con el franquismo como una máquina tiene muchos puntos de contacto con estas élites, ya que, como ellos, está vinculado de alguna manera con las redes clientelares de la organización Opus Dei y también como ellos, es un profundo creyente de la gestión tecnócrata31. En su máquina se conjugan diversos mecanismos de construcción de subjetividades según las tecnologías de saber-poder de las clases dominantes en las dos últimas décadas del franquismo. La finalidad de la máquina no es otra que la de reconocer como sujeto a aquellas personas consideradas como útiles para este Estado burocrático-informatizado, gestionado por tecnócratas formados en los cuadros del Opus Dei. Esta organización católica, en plena expansión durante el desarrollismo, impulsará en instituciones como sus escuelas de negocios unos dispositivos de poder y conocimiento al servicio de la racionalización y la tecnificación de unos fines inscritos en una sacralización de los medios de vida en los que sus miembros encuentran su propio camino de apostolado y de santificación. Como señala Juan Estruch, los miembros del Opus Dei harán coincidir el clientelismo de sus relaciones políticas y profesionales con una visión teológica 31 En este sentido cabe recordar que el libro más vendido del año 1971 fue Autopista, obra del dibujante y humorista Jaume Perich. El título del libro es un juego de palabras que remite a Camino (1934), principal obra divulgativa del pensamiento de Monseñor Escrivá de Balaguer, fundador y director del Opus Dei. La obra tuvo una gran relevancia en un contexto en el que dos años antes había estallado el escándalo del "Caso Matesa". Para Sánchez León, el título y la estructura del libro, compuesto de aforismos como la obra de Escrivá, servirían para aludir a la verdadera condición de las creencias de los miembros de la Obra: "El catecismo adecuado a la sociedad española heredera de los sesenta es si acaso el del desarrollismo material, no el desarrollo espiritual, y expresado además en concreto en la construcción y despliegue de autopistas, un símbolo . . . de la promoción de negocios privados a costa del erario público" (“Cuando un bosque”). Sobre la implicación de la organización en la vida económica y política durante el franquismo ver La prodigiosa aventura del Opus Dei. Génesis y desarrollo de la Santa Mafia (París Ruedo Ibérico 1970) de Jesús Ynfante, El Opus Dei en España: su evolución ideológica y política (París: Ruedo ibérico, 1968) de Daniel Artigues y Santos y pillos: el Opus Dei y sus paradojas (Barcelona: Editorial Herder, 1994) de Juan Estruch. 36 del mundo en la que despliegan su red de contactos en las más altas esferas del poder económico y político terrenal y “celestial”32: Su mundo está lleno de mediaciones y de mediadores, hasta el punto de llegar a condicionar su concepción de la relación con Dios, con la Iglesia y con los demás hombres. El miembro del Opus forma parte de una gigantesca alianza, a la cual puede apelar en cualquier momento a fin de que las fuerzas sobrenaturales le ayuden y le apoyen en la consecución de sus objetivos (410). Otro adalid del desarrollismo como Manuel Fraga, ministro de Información y Turismo de 1962 a 1969, también utilizaba retóricamente las máquinas como dispositivos que encarnarían el proyecto del tecno-catolicismo, como se pone de manifiesto en este discurso de 1964: Quizá, destruido en el solar de la España matriz el miedo al comunismo y vencida aquí la fascinación moderna del ateísmo, la Hispanidad arranque a la Historia universal una nueva edad alegre, pacífica, conquistadora de nuevos Eldorados de justicia y bienestar y en la que los hombres sepan nuevamente encontrar a Dios entre las máquinas como Santa Teresa sabía encontrarlo entre los “cacharros” domésticos. (citado en Jiménez 8) Alrededor de ambas máquinas, la máquina del Estado en el relato de Espinosa y las máquinas de la modernización industrial mencionadas por Fraga, se construye un sentido providencial que las convierte en instrumentos para la intervención divina en el mundo33. 32 Esta lógica ha estado presente en la gestión política de ministros del actual gobierno en España, miembros del Opus Dei. Este es el caso de Fátima Báñez, ministra de Empleo, que en 2012 se encomendaba a la Virgen del Rocío para la recuperación y la bajada de las tasas de desempleo: "nos ha hecho un regalo en nuestra salida de la crisis y en la búsqueda del bienestar todos los días de los ciudadanos" (Requena). El ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, afirmaba en una entrevista en diciembre de 2015 tener un ángel custodio que le ayudaba a tomar decisiones. En esa misma entrevista, el responsable de las fuerzas de seguridad del Estado también explicaba su interés por la Teología de la Historia, "una disciplina que entiende a Dios como Señor de la Cronología y de la historia"(Amela). 33 En anteriores trabajos he analizado algunas ficciones literarias y cinematográficas del tardofranquismo en las se producían episodios de lo que denomino iconoclastia desarrollista. Con este término me refiero a aquellas ceremonias de destrucción física y simbólica de mercancías (y de las imágenes de estas mercancías) en las que se produce este gesto político y estético que resulta profundamente significativo en el contexto de unas profundas desigualdades sociales y de unas limitaciones económicas en el acceso a dichas mercancías. En mi análisis me pregunto cómo se puede entender esta intervención iconoclasta de las vanguardias literarias y cinematográficas del periodo sobre las fantasmagorías de la sociedad de consumo, teniendo en cuenta que esas mercancías no proceden de la cornucopia de bienes del corazón de las sociedades de consumo fordista como la norteamericana, sino de un anhelo de bienestar material al que sólo unos pocos accederían con facilidad. A partir de los estudios sobre tradición iconoclasta en España, trato de pensar un análisis 37 Miguel Espinosa construye su alegoría con diversos “materiales de derribo” procedentes de las fábulas desarrollistas, que cristalizan en su imaginada máquina de construcción de subjetividades leales al Estado. En la puesta en marcha en su narración literaria de los diversos mitos que operaban en los relatos modernizadores que el régimen hacía de sí mismo, Miguel Espinosa consigue desactivar la potencia que esos mitos tienen, en palabras de Roland Barthes, para “fundamentar, como naturaleza, lo que es intención histórica; como eternidad, lo que es contingencia” (Mitologías 237). Como Espinosa, otros agentes culturales y otros ciudadanos en sus prácticas de resistencia cotidiana desafiarán estos relatos sobre la modernización desarrollista. El grupo de vecinos que en 1964 pintó en una pared del pueblo de Mequinenza (Zaragoza) “25 años de paz y 7 de guerra contra la EHNER” (Corral Broto “Sobreviviendo” 13), antes de ser anegado debido a la construcción de un embalse para uso hidroeléctrico, aquellos otros vecinos de Palomares que fabricaron con sus sábanas pancartas en las que denunciaban la caída de las bombas atómicas en 1966 al lado de sus casas, los dibujantes de cómics en los que los satélites de la carrera espacial se convertían en espacios para la carrera hacia la propiedad compartida de los medios de producción, los guionistas que inventaron películas contra el espectáculo de la caridad como forma de redistribución de la riqueza o contra los privilegios de ejercerla, las escritoras que, como Ana María Matute, crearon personajes de ficción capaces de decir “Yo sé lo que hacen los hombres con los vencidos. Yo perdí una guerra y usted la ganó” (Los hijos 182-183). Frente a la lógica hegemónica del régimen, que fomentaba la imagen de un súbditopropietario que consigue enriquecerse de manera individual, las producciones culturales y las estético y político que me permita interpretar el gesto de liberación –a través de la destrucción– de las fuerzas del capital acumulado en esas imágenes y en esas mercancías, auténticos tótems del desarrollismo franquista alimentados con la sangre de los costes sociales que la exaltación del progreso invisibilizaba. 38 prácticas sociales de la oposición antifranquista operan a partir de unas lógicas subalternas de tipo comunitario. Estas entienden la redistribución de la riqueza a partir de lo que E.P. Thompson llamó la “economía moral de la multitud”, un conjunto de prácticas y valores basadas en una ética de la subsistencia que, más allá del lucro individual de los actores, protegen la búsqueda de la equidad, la justicia y el mantenimiento del bien común34. Lo que en palabras de Didier Fassin, puede resumirse en estos términos: “the production, dissemination, circulation and use of emotions and values, norms and obligations in the social space: they characterize a particular historical momento and in some cases a specific group” (1257). En este trabajo se analizará la economía moral de diferentes colectivos y agentes que ponen en juego sus necesidades junto a otras lógicas comunitarias que defienden una idea de la justicia, la reciprocidad intersubjetiva y la redistribución intracomunitaria capaces de otorgar nuevos significados a las fábulas sobre el desarrollo económico, el progreso y la modernidad durante el franquismo. Ciudadanas y ciudadanos que, sin llegar a serlo de facto, anticiparon esas comunidades democráticas por venir en tiempo de dictadura, convirtiéndose en agentes de creación y de enunciación de nuevos imaginarios sociales en los que una polifonía de voces interpretaban las pérdidas colectivas a través de las fábulas en las que se sustentaba dicho desarrollo, ya que, como recuerda Derrida: “No hay capital sin una fábula acreditada” (62). El filósofo francés, que analizaba los usos sociales de las fábulas en La bestia y el soberano, consideraba cómo los discursos y acciones políticas se basan en la puesta en escena de 34 El concepto de economía moral fue desarrollado por E.P. Thompson en The Making of the English Working Class (New York: Vintage Books, 1963) y en su ensayo "The Moral Economy of the English Crowd in the Eighteenth Century", publicado originalmente en Past and Present en 1971. El concepto deriva del tratamiento de Thompson de los motines del pan en Gran Bretaña en el siglo XVIII. Posteriormente, en su ensayo "Moral Economy Reviewed", Thompson elabora una definición sobre el conjunto complejo de actitudes y normas de justicia que están en juego dentro de un grupo social presentado históricamente, las cuales entran en tensión con la moderna economía política asociada con el liberalismo y la ideología del libre mercado: "My object of analysis was the mentalité, or, as I would prefer, the political culture, the expectations, traditions, and indeed, superstitions of the working population most frequently involved in actions in the market" (260). 39 fábulas que producen un relato en el que se administra el “hacer saber” histórico y las lecciones morales que de estas modalidades narrativas pueden extraerse: La dimensión fabulosa determinaría asimismo, más allá de los dichos, escritos e imágenes, las acciones políticas, las operaciones militares, el ruido de las armas, el estruendo de las explosiones y de las matanzas, las muertes de militares y civiles, los actos denominados de guerra o de terrorismo, de guerra civil o internacional, de guerra de partisanos, etc., con condena a muerte o sin ella según la ley. (58) En los dos capítulos en los que se divide esta tesis, se analizarán dos tipos de fábulas que tienen que ver con la circulación y distribución de los flujos de capital en el periodo que va desde 1950 hasta la muerte del dictador en 1975. Dichas fábulas, siguiendo el planteamiento de Cornelius Castoriadis en su obra La institución imaginaria de la sociedad (1975), formarían parte de un conjunto de significaciones imaginarias sociales que estarían encarnadas en las instituciones a las que animan –al tiempo que las transforman–, en su doble potencia para instituir y alterar “lo instituido” en las dinámicas que impulsa su transformación. En el primero de ellos, titulado Fábulas de la Guerra Fría. Tecnología aeroespacial e imaginación política se analizan los procesos de narrativización de las alegorías políticas que giran en torno a la tecnología aeroespacial en el contexto de la Guerra Fría en España. La imaginación sobre el espacio exterior se estudiará como un dispositivo que permite pensar nuevas formas de organización biopolítica durante el franquismo, al tiempo que hace posible el acceso a nuevas interpretaciones de las coordenadas simbólicas que subyacen en las lógicas culturales en una Guerra Fría en la que España ocupa una nueva posición en el nuevo escenario geopolítico, como país intervenido económica y militarmente de manera permanente por los Estados Unidos tras los Pactos de Madrid en 1953. El espacio exterior se convierte, desde este país del Sur de Europa, en un espacio heterotópico atravesado por las lógicas del capitalismo en un mundo global dividido que habría ampliado las extensiones posibles de espacios vacíos imaginados, desplegando en ellos la posibilidad de que nuevos cuerpos circularan de la misma manera que lo hacían las mercancías y la 40 tecnología militar en un territorio aéreo global. Para ello, se examinarán producciones culturales, que abarcan la literatura, los cómics, el cine o el radioteatro y que incorporan la imaginación aeroespacial como un dispositivo que permite utilizar la ciencia-ficción como un laboratorio de propuestas para la prognosis social y política en la dictadura franquista. En el segundo capítulo, titulado Fábulas de la redistribución. Circulación de capital y lógicas culturales de la liberalización económica, se examinan los imaginarios y prácticas sociales en torno a la redistribución de capital en el contexto de una dictadura cuyo modelo de economía política elude el reparto colectivo de la riqueza y de los recursos a través de políticas sociales como las que los estados-providencia o estados del bienestar europeos implementarán tras la Segunda Guerra Mundial. Las fantasías de acceso al capital en igualdad de oportunidades a través de los juegos de azar, entendido en este contexto como un elemento que permite pre-configurar una sociedad de potenciales consumidores mediante la circulación de un capital que permitiría la socialización de beneficios a través del juego, crecían de manera paralela a las desigualdades que fomentaba la caridad como mecanismo utilizado por el Estado nacional-católico para la cohesión social, lo que permitió la extensión de la desigualdad a través de los procesos de ingeniería social que gestionaban las políticas de beneficencia pública y privada. A través de un itinerario de lecturas que incluyen el estudio de producciones literarias y cinematográficas, así como el análisis del archivo periodístico y radiofónico del periodo, se examinará cómo la redistribución de capitales a través del azar y de la caridad coincidirá, no sólo en instituciones culturales como las loterías, tómbolas y sorteos destinados a fines benéficos, sino también en el espacio de unos medios de comunicación que contribuyeron a la espectacularización de ambos. 41 2. Fábulas de la Guerra Fría. Tecnología aeroespacial e imaginación política 2.1. Cartografías geopolíticas de la Guerra Fría y lógicas de la intervención El dos de enero de 1951, el periódico zamorano Imperio abría su primera edición del año con el tradicional mensaje del general Franco a los españoles en su portada. Al lado de un discurso en el que se desgranaban los logros del régimen en el que el dictador denominaba “el año más fecundo” de su mandato, aparecía una noticia con un sorprendente titular: “Bombas atómicas a bordo de platillos volantes” [fig. 9]. Fig. 9. Imperio: Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S., 2 de enero de 1951. En su discurso, el general acusaba de las dificultades que el régimen contaba en materia de comercio exterior a la falta de asistencia de un Plan Marshall que habría estado contribuyendo a extender el desarrollo de los milagros económicos europeos, gracias a las 42 ayudas recibidas por los países beneficiados en forma de una “arbitraria lluvia de dólares” (3). Al tiempo que ponía de manifiesto los obstáculos que el aislamiento económico acarreaba, Francisco Franco expresaba su confianza en que la incorporación del país a nuevos circuitos económicos y políticos internacionales iría ampliándose, una vez que la Asamblea General de Naciones Unidas había declarado rescindidas las sanciones que desde 1946 pesaban sobre el gobierno de España en noviembre de 1950. Esta rectificación había fortalecido al régimen y al propio Franco –que habría pasado a obtener cierta legitimación en la comunidad internacional–, sin que, según sus palabras, “ningún cambio sustancial de posiciones doctrinales se haya producido en nuestra Patria, que ha continuado sirviendo al imperativo de nuestra misión histórica en el mundo” (1). En la portada de Imperio, este discurso aparecía acompañado de otras dos noticias. De un lado, una nota de prensa escrita desde Nueva York informaba de que los recientes avistamientos de platillos volantes en diferentes puntos del planeta tendrían un origen tecnológico-militar: “Son proyectiles controlados por radio. En otras palabras, aviones sin piloto que pueden llevar bombas atómicas a ultramar sin arriesgar una sola vida” (1). Otra noticia adjunta, titulada “Defensa civil yanqui”, resumía una propuesta del Congreso norteamericano acerca del diseño de un programa de preparativos de defensa civil que incluía la construcción de refugios contra bombardeos con el objetivo de “hacer frente a los horrores de posibles ataques con bombas atómicas, de gas o de otras clases” (1). En las páginas interiores del periódico, el Caudillo continuaba exponiendo su preocupación ante la posibilidad de un inminente escenario bélico global, haciendo hincapié en las ventajas estratégicas que la situación geográfica española ofrecería a los posibles aliados en el Eje Atlántico y a la propia nación en caso de un ataque exterior: No podemos eludir en esta hora ese hecho real que al mundo angustia, esa inmensa psicosis de amenazas de guerra, que sería torpe desconocer, y que sin duda hubiera desaparecido si el presunto agresor tuviese la seguridad de que había de pagar la agresión a un precio altamente costoso . . . Sería nuestro deseo que una renaciente voluntad de 43 resistencia revalorase el sistema defensivo que el Occidente pretende presentar; pero si esto no se alcanzase, hemos de agradecer a la Providencia nos haya deparado esta privilegiada situación geográfica en este espolón occidental de Europa, con sus fuertes barreras naturales (3). La yuxtaposición de las tres noticias sitúa a los lectores dentro de un marco interpretativo en el que la prensa controlada por el régimen comenzaba a ensalzar la superioridad económica, tecnológica y militar de los Estados Unidos, sostenida entre otros motivos gracias a la exclusividad de un monopolio nuclear que le permitiría ensamblar en su área de influencia los centros del sistema capitalista mundial. Estas informaciones se divulgarán en los medios de comunicación en el contexto del desarrollo de unas negociaciones diplomáticas que tendrían como objetivo la alianza militar del gobierno norteamericano con el régimen de Franco. A cambio de consolidar este acuerdo, el gobierno de España recibiría la apertura de líneas de crédito e inversiones de capital y el inicio de una nueva legitimidad en sus relaciones exteriores: As early as February 1949 Spain received a loan of US$ 25 million from the American Chase. On 18 January 1950 Dean Acheson, then American Secretary of State, urged all member nations in the United Nations to send ambassadors to Madrid. In turn the Franco government declared shortly after the beginning of the war in Korea that Spain was ready and willing to help The United States contain the spread of communism in Asia by sending military units to Korea to fight side by side with American soldiers. Within weeks, the United States Senate authorized the Export-Import Bank to issue loans to Spain and an initial loan of US$ 62.5 million was quickly approved. In november of 1950, the General Assembly of the United Nations abandoned its earlier decision not to have ambassadors of member nations in Madrid. The goverment of General Franco had obtained world-wide acceptability (Lieberman 39). Cuatro años después, el 9 de enero de 1955, las noticias que tenían que ver con los logros ecónomicos y militares de los Estados Unidos se entrelazaban nuevamente en la prensa con informaciones sobre los avistamientos de aeronaves sin identificar. En el mismo soporte textual, se multiplicaban las narraciones que destacaban la rápida expansión de la tecnología bélica y aeronáutica estadounidense con títulos como “Más aviones yankis que nunca en 44 Occidente” o “La VI Flota yanki visita España”35. Junto a ellas, aparecían esperanzadoras noticias que reseñaban el desarrollo industrial nacional y los descubrimientos de recursos minerales y energéticos como el uranio, el petróleo o la energía térmica en todo el territorio. Titulares como “Parece que darán buen resultado las explotaciones petrolíferas de Granada”, “Un coto de uranio se explota en Sierra Morena desde hace año y medio” o “Nuevas centrales térmicas para España” compartían espacio junto a noticias sobre los cada vez más frecuentes avistamientos de aeronaves: “Otros dos platillos volantes “vistos” en Orense” [fig. 10]. Fig. 10. Imperio: Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S., 9 de enero de 1955. 35 La VI Flota norteamericana se convertirá en una presencia constante en las ciudades marítimas españolas desde el 9 de enero de 1951, cuando se produjo la llegada simultánea de treinta buques a los puertos de Barcelona, Palma de Mallorca, Cartagena, Alicante, Málaga, Valencia y Tarragona (Balsebre y Fontova 426). 45 Ante esta recurrente presencia de objetos voladores sin identificar en los medios de comunicación, llama poderosamente la atención el hecho de que el régimen nunca se preocupara por censurar, sino que incluso promoviera, la representación de una sofisticada tecnología militar procedente del exterior, que aun siendo una fábula, amenazaba cualquier fantasía de independencia a propósito de la soberanía nacional aérea o terrestre. Los avistamientos de aeronaves de origen no identificado habrían irrumpido en la vida cotidiana de los españoles desde 1950 y su presencia constante en relatos periodísticos como los mencionados daría lugar a diversas interpretaciones de un fenómeno que a su vez servirá como tema central en todo tipo de producciones culturales a lo largo de las décadas siguientes36. En las siguientes páginas, se analizarán algunas ficciones literarias y audiovisuales que giran en torno a la tecnología aeroespacial como dispositivo que permite imaginar nuevas formas de organización biopolítica durante el franquismo, al tiempo que hace posible el acceso a nuevas interpretaciones de las coordenadas simbólicas que subyacen en las lógicas culturales de la Guerra Fría. A partir de unas condiciones sociales específicas que permiten cartografiar su impacto a escala nacional, se argumentará que en los imaginarios sociales y culturales sobre la Guerra Fría producidos en España se produce un desplazamiento narrativo con respecto a las alegorías políticas creadas desde el bloque capitalista occidental. En este sentido, una permanente amenaza ante la invasión política en dicho bloque habría permeado algunas lógicas de producción cultural durante la Guerra Fría, presentes en unas fábulas basadas en la existencia de presencias heterónimas que siempre estarían al otro lado, 36 En la difusión masiva de la imaginación espacial a partir del año 1950, hay que considerar el impacto limitado de los primeros avistamientos norteamericanos en 1947. Su presencia en la esfera pública aumentará exponencialmente cuando la situación geopolítica global comience a cambiar: “The chronological discrepancy between the initial phenomenon and its widespread assimilation by popular culture likely results from gradual changes in the American mindset following the ending of the US nuclear monopoly (August 1949), the founding of the People’s Republic of China (October 1949) and the Korean War (summer 1950)” (Gabilliet 6). 46 simbolizando el núcleo traumático del antagonismo en una sociedad que defiende sus valores políticos ante el temor de una invasión37. Desde la difusión en la prensa española de los primeros avistamientos de platillos volantes38 hasta la muerte del dictador en 1975, la imaginación aeroespacial se desplegará en diferentes narrativas que sostienen unas estructuras simbólicas que traducen la lógica paranoica de la Guerra Fría en el contexto de la situación geopolítica nacional. Según este nuevo escenario, en el que España se convierte en un aliado económico y militar de los Estados Unidos, la nación ocuparía dentro del bloque capitalista el lugar de un Otro interior en un sistema que se opone a su vez a una alteridad que permanecería amenazante al otro lado del Telón de Acero. En este contexto, Roland Barthes dedicará una de sus Mitologías (1957) a la que consideró una de las representaciones colectivas más significativas de esa época, como era el misterio de los platillos volantes. Las reflexiones del semiólogo francés, expuestas en su texto “Marcianos”, relatan el cambio ocurrido en su simbolización desde su concepción como un “artefacto soviético” tras los primeros avistamientos a finales de los años 40, a su categorización como dispositivo “marciano”: “la mitología occidental atribuye al mundo 37 La crítica ha profundizado en la interpretación del extraterrestre como el Otro de la Guerra Fría, como es el caso de Patrick Lucanio en Them Or Us: Archetpical Interpretations of 50s Alien Invasion Films (Bloomington: Indiana University Press, 1987) o Cynthia Hendershot en Anti-Communism and Popular Culture in Mid-Century America (Jefferson: McFarland, 2002) y I was a cold war monster: Horror films, eroticism, and the cold war imagination (Bowling Green, OH: Bowling Green State University Popular Press, 2001).Peter Biskind analiza en Seeing is believing: how Hollywood taught us to stop worrying and love the fifties (New York: Pantheon Books, 1983) las ansiedades domésticas que subyacen en la construcción de estas alteridades. Por su parte, Tom Engelhardt recuerda cómo estos relatos que permitían simbolizar la lógica de la otredad norteamericana a través de presencias alienígenas pasaron a formar parte incluso de los libros de texto escolares: “In a 1950s civics textbook of mine, I can remember a Martian landing on Main Street, USA., to be instructed in the glories of our political system. You know, our tripartite government, checks and balances, miraculous set of rights, and vibrant democracy. There was, Americans then thought, much to be proud of, and so for that generation of children, many Martians were instructed in the American way of life” (Shadow 3). 38 En este análisis se utilizará “platillo volante” como término de uso en España en la década de los 50, ya que, aunque el término O.V.N.I. –calco del acrónimo inglés UFO o Unidentified Flying Object– fue acuñado en 1952 por Edward Rupperlt, director del Project Blue Book de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF) para el estudio de los fenómenos ufológicos, la difusión popular de esta denominación será posterior en España. 47 comunista la alteridad de un planeta: la URSS es un mundo intermedio entre la Tierra y Marte” (43). Este giro narrativo por el cual un Otro “marciano” amenazaba con invadir e infiltrarse secretamente en la sociedad era el que había proliferado desde comienzos de la década en las producciones cinematográficas de un Hollywood controlado por la caza de brujas del House Un-American Activities Committee, encabezada por el senador McCarthy. Los espectadores pudieron ver en las salas españolas la abundante producción de cine de ciencia-ficción norteamericano en la década de los 5039. En estas películas se asociaría de manera recurrente la visita de los platillos volantes con el desembarco de diferentes poblaciones extraterrestres. Se trata de ficciones producidas bajo los efectos propagandísticos del Red Scare, en las que las características que servían para imaginar a los extraterrestres como seres desprovistos de emociones y capaces de controlar mentalmente a otros, coincidían con aquellas que intervenían en la construcción de los estereotipos propagandísticos sobre el Otro comunista infiltrado. De esta manera, las narrativas populares estadounidenses acerca de un holocausto nuclear, presentes en las temáticas de la ciencia-ficción y del cine y la literatura de espías, giraban en torno a la posibilidad de una inminente Tercera Guerra Mundial. En este conflicto, estaría en juego la construcción de una visión del mundo como totalidad, último horizonte de la imaginación política a la que deberá plegarse la articulación interior de un mundo bipolar (Este-Oeste), que a su vez se expandiría hacia los límites externos de un tercer mundo espacial lleno de nuevas posibles formas de vida, pero también de destrucción40. Las bombas 39 The Thing from Another World (1951), será estrenada en España 1952 como El enigma de otro mundo en 1952. Otros títulos como When Worlds Collide (1951), The Day the Earth Stood Still (1951) estarán en cartelera en 1954 con títulos como Cuando los mundos chocan y Ultimatum a la tierra. The War of the Worlds (1953) se exhibirá en 1955 como La guerra de los mundos y la producción británica The Quatermass Experiment (1955), anunciada en 1957 como El experimento del doctor Quatermass. 40 A comienzos de la década, la irrupción de un objeto de origen e intenciones desconocidas será el protagonista de la novela distópica de Pedro Salinas La bomba increíble (1950), escrita durante su 48 atómicas a bordo de platillos volantes que aparecían en la portada del diario Imperio desplegarían, por tanto, la proyección de una imaginación aeroespacial que había generado diversas inquietudes a ambos lados del océano, bajo el telón de fondo de una posible guerra nuclear cuyo campo de batalla es un cielo percibido por sus contemporáneos como escenario de diversas amenazas: “The real alien threat from the skies that made everything else seem so uncontainable was the bomb, and the popular culture of that time was well dusted with atomic fallout” (Engelhardt, The end 105). En las siguientes páginas se explorarán los procesos de re-narrativización en España de las alegorías políticas que giran en torno a presencias heterónomas en relación con la tecnología aeroespacial en el contexto de la Guerra Fría. Para ello, se partirá de la posición geopolítica que ocupa España en el nuevo escenario global, como país intervenido militarmente de manera permanente por los Estados Unidos tras los Pactos de Madrid en 1953 (calificados como acuerdos de “ayuda económica y defensa mutua”), condición sine qua non para la incorporación del país a los circuitos económicos del mercado internacional41. Desde estas condiciones sociopolíticas, el Otro procedente de un espacio exterior se construirá a partir de unas claves de interpretación que producirán diversos significantes, dependiendo de las condiciones de integración de las lógicas simbólicas de la Guerra Fría en las estructuras ideológicas segregadas por el nacional-catolicismo franquista. exilio en Estados Unidos. Ante la presencia del extraño artefacto, la pareja protagonista desafiará las instrucciones del Gobierno del Estado Técnico Científico, que ha decidido instaurar un orden necropolítico por el cual los ciudadanos deberán ser sacrificados en nombre de un nuevo culto a la tecnología. En el régimen de gobierno imaginado por Salinas, la hegemonía del discurso científico impone a toda costa crear hipótesis racionales sobre el fenómeno: “Si por cualquier razón, dentro de dos días no se ha logrado dar con una explicación científica del objeto X, opino que se impone una campaña de racionalización del suceso” (133). En el final de la novela, el origen de la bomba permanece en suspenso, aunque no así la eliminación de su amenaza mortal. Ya que el entendimiento no sirve para desactivar el horror que la bomba-Cosa provoca, la protagonista se une a la bomba “para abrazar lo que no se entendía, lo que a todos puso en pánico y ella fue a buscar, en amor: lo que sólo por abrazo se podía salvar” (236). 41 En los Pactos de Madrid (1953) se estructuraron las relaciones exteriores de España “en torno a su integración en los mercados y espacios político-militares de la Potencia hegemónica que reemplazó a la germana y británica” (Garcés 157). 49 Creaciones artísticas y culturales, que abarcan la literatura, los cómics, el cine o el radioteatro, incorporarán la imaginación aeroespacial como un dispositivo que permite utilizar la ciencia-ficción como un laboratorio de propuestas para la prognosis social y política42. La producción literaria y artística de autores que desde diferentes posiciones ideológicas y políticas se ocupan de la tecnología aeroespacial como un mecanismo ficcional capaz de impulsar fantasías colectivas permitirá la apertura de nuevos modos de enunciación sobre lo que puede ser dicho y visibilizado en el reparto de lo sensible establecido gracias al extrañamiento cognitivo desplegado en sus fábulas43. En el caso español, como se argumentará, la encrucijada política en la que se articula la ciencia-ficción del periodo resulta especialmente relevante si se tiene en cuenta su producción dentro del contexto de una dictadura que controlaba rigurosamente aquello que podía o no hacerse visible en la esfera pública. Teniendo en cuenta estas coordenadas, en este estudio se partirá del análisis de la superposición ideológica del imaginario global sobre la tecnología aeroespacial sobre otras estructuras simbólicas en la España franquista. En primer lugar, se atenderá a la producción cultural de esta tecnología como un elemento providencial que regularía las apariciones de 42 Teóricos de la ciencia-ficción como Darko Suvin definen el papel de estas fábulas de la cienciaficción como tecnologías dotadas de una capacidad poética capaz de proponer mecanismos contrafactuales que permiten el ejercicio de la especulación sobre realidades alternativas respecto a aquella formación social en la que históricamente se producen: “The aliens—utopians, monsters, or simply differing strangers—are a mirror to man just as the differing country is a mirror for his world. But the mirror is not only a reflecting one, it is also a transforming one, virgin womb and alchemical dynamo: the mirror is a crucible” (5). 43 El sociólogo español Jesús Ibáñez apunta al propósito de la ciencia-ficción como lugar de enunciación que, partiendo de la acumulación de experiencias y horizontes de expectativas históricos, propone un análisis distanciado de las coordenadas simbólicas que rigen el presente de una formación social: “la ficción-científica es una representación coherente del conjunto coherente de los mundo posibles. Los mundos posibles que explora son los que están contenidos –como pasados abolidos o futuros abortados– en el presente del mundo real. No trata del futuro: trata del presente, contemplado desde una perspectiva u-tópica y/o u-crónica –como lugares o momentos desde los que es posible la mirada crítica– (la memoria del pasado y los proyectos de futuro aparecen en cuanto dimensiones del presente)” (Por una sociología 261). 50 agentes externos procedentes del cielo, los cuales, independientemente de su origen terrestre o extraterrestre, proveen o desproveen a los habitantes terrestres de inesperados dones o catástrofes. En los materiales analizados dentro de esta sección se incluyen noticias de prensa, crónicas de sucesos aparecidas en el semanario El caso y ficciones como la serie de radio-teatro y los cómics de Diego Valor (1953-1958). También se considerará la interpretación de la tecnología aeroespacial que desde la literatura y los propios medios de comunicación del régimen realizan escritores e intelectuales del periodo como Gabriel Celaya, Camilo José Cela, Noel Clarasó y Jacinto Benavente. En una segunda sección, se partirá de la hipótesis de que la tecnología aeroespacial y sus posibles tripulantes se constituyen como una otredad pura de origen extraterrestre, y, por tanto, anterior a cualquier posibilidad de territorialización de lo simbólico44. Los platillos volantes y los extraterrestres, monstruos por excelencia de la Guerra Fría, serán capaces de revelar a partir de las fantasías sociales generadas en torno a ellos el núcleo duro de lo Real que, en el sentido lacaniano, corresponde a aquella obstrucción traumática que resiste cualquier tipo de simbolización. En esta sección, se analizarán ficciones elaboradas por sujetos políticos que viven en la dictadura franquista bajo identidades culturales que les permiten un reconocimiento fantasmático con un Otro extraterrestre. Entre ellas, se pueden distinguir aquellas ficciones en las que todavía persisten unas estructuras católicas que serán absorbidas por el relato tecnológico-espacial y aquellas en las que los extraterrestres representados son asimilados por creadores que permanecen fieles al sostenimiento de un 44 Este capítulo pivota sobre algunas de las ideas de Fredric Jameson expuestas en su libro Archaeologies of the Future. The Desire Called Utopia and Other Science Fictions (London; New York: Verso, 2005). A partir del análisis de la obra de autores como Philip K. Dick, Ursula LeGuin o Kim Stanley Robinson, Jameson estudia cómo en la literatura de ciencia-ficción una imaginación dialéctica sobre la identidad y la diferencia se pone al servicio de la construcción de una antropología de la otredad presente en la vida extraterrestre y los mundos alienígenas. Esta mediación representacional de la diferencia radical interrumpe desde el presente las ideas prefabricadas sobre el futuro, al tiempo que revela las condiciones de posibilidad histórica de las fantasías utópicas o distópicas construidas en el espacio exterior. 51 repertorio de relatos y formas estéticas procedentes de la tradición de la cultura popular de la Segunda República (1931-1936). En este segundo caso, novelistas, dibujantes y guionistas de tebeos45 se representarán a sí mismos como “extraterrestres” infiltrados en la España de Franco, creadores que continuarán los saberes de una cultura cívico-republicana a lo largo de varias décadas, renovando una imaginación política que irá construyendo una comunidad de lectores que abarcará diversas generaciones. Dentro del primer marco de interpretación propuesto, se estudiará la obra del novelista Tomás Salvador, escritor falangista y católico que había participado en la campaña bélica contra la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial como parte de la División española de voluntarios de infantería, más conocida como la División Azul. En sus novelas dedicadas a la vida humana futura en el espacio exterior como son La nave (1959) y Marsuf, vagabundo del espacio (1962), Salvador traducirá en clave alegórica el proyecto de reconciliación nacional desde el ideario falangista46. Por otra parte, se estudiará la producción cultural de los creadores del llamado “exilio interior” a través de un itinerario de lecturas que va desde la literatura de kiosko representada en la serie de novelas La Saga de los Aznar (1953-1958) de Pascual Enguídanos (George H. White), ejemplo de continuación de la tradición literaria del socialismo utópico, hasta la obra de los dibujantes de historietas gráficas que utilizarán la ciencia-ficción como un género a partir del cual producir una resistencia discursiva capaz de ofrecer una imaginación histórica nacional alternativa. Avanzada la década de los 60, el “Tebeo” es la palabra española para referirse a los cómics o publicaciones con historietas gráficas. Viene de TBO, nombre de una revista española fundada en 1917. 46 La confusión entre el discurso de la ciencia-ficción y el del dogma católico también se hará presente de manera recurrente en La caza, película de Carlos Saura estrenada en 1965. Uno de sus personajes, Luis, ofrece algunas similitudes con el escritor Tomás Salvador: ambos son antiguos combatientes de la División Azul y lectores aficionados de ciencia-ficción. Luis imagina una distopía protagonizada por una invasión de conejos que exterminaría a los seres humanos, trayendo como resultado la desaparición de “la lucha de clases” en un mundo donde habría “un lugar para todos”. En sus parlamentos distópicos, se produce la confusión entre el discurso procedente de la novela que lee a lo largo de la película, titulada El quinto planeta, con textos procedentes del Apocalipsis, que el personaje recita como si pertenecieran al género de la ciencia-ficción. 45 52 dramaturgo Antonio Buero Vallejo recogerá toda una tradición nacional e internacional de literatura ufológica y de ciencia-ficción para crear su particular lectura quijotesca del género ufológico y del fenómeno social de los platillos volantes en un libreto para ópera titulado Mito (1967). La obra de Buero apostará por imaginar la posibilidad de una comunidad democrática por venir, en la que unos supuestos extraterrestres, que viven confundidos con los terrícolas, encarnarían la esperanza utópica en la construcción de un nuevo mundo que ya habría empezado a ponerse en marcha sin ser advertido por un imaginado Estado dictatorial y represor. 2.2. Ficciones providenciales y agentes procedentes del espacio exterior 2.2.1. Retablos de maravillas celestes y subterráneas: cornucopianismo y fantasías normalizadoras de la nación en torno a los Pactos de Madrid (1953) El proyecto político y económico franquista construyó sus propias fábulas a partir de una narrativa histórica de tipo providencial, en la que se imaginaba a la nación como una comunidad elegida para llevar a cabo el cumplimiento de una misión histórica en su papel como reserva espiritual de Occidente, frente a lo que el dictador denominaba de manera recurrente el “yugo comunista”. Esta línea argumental se complementará en la agenda política del régimen desde comienzos de los años 50 con la inclusión de su alianza económica y militar con los Estados Unidos. En la Navidad de 1959, el discurso de Franco con motivo de la visita del presidente Eisenhower a Madrid recogerá toda una secuencia profética en la que la historia reciente de España cobrará un sentido trascendente. El relato mesiánico confeccionado por el dictador convierte a los norteamericanos en ángeles, mensajeros anunciadores de un nuevo tiempo de paz y prosperidad teopolítica, cuya función mediadora entre Dios y una economía-mundo capitalista estaría narrada como teodicea, en clave alegórica de prodigio: 53 Es la primera vez en la Historia que el Presidente de los Estados Unidos viene a España y la Providencia ha querido que ello ocurra en un momento en que nuestras relaciones alcanzan un punto de madurez y de comprensión y en el instante en que nuestros dos países están alineados en el mismo frente de defensa de la paz y de la libertad. Esto es un motivo de satisfacción para nosotros, que vemos en los Acuerdos de 1953 no solamente un instrumento circunstancial de cooperación política limitada, sino un paso más en el camino de la amistad de dos países que, por razones históricas evidentes, estaban llamados a juntarse, por encima de los avatares de la vida, en un encuentro de solidaridad . . . España tiene grandes esperanzas puestas en vuestra noble misión. Sabemos que a vuestra energía y generosidad y a las de vuestro pueblo debemos la paz que disfrutamos y que el Occidente de Europa haya permanecido libre, sin caer bajo el yugo comunista . . . Vuestro viaje se acaba, señor Presidente, bajo un signo cercano y alegre de paz, bajo el signo, tierno y poderoso al mismo tiempo, de la Natividad de Cristo, cuyos Ángeles prometieron hace veinte siglos Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Vos sois uno de ellos y estoy seguro de que este augurio feliz ha de premiar vuestro esfuerzo, y os ha de dar una larga y fecunda vida, como todos deseamos ardientemente (Franco Discursos 701). Dentro de este relato, los platillos volantes aparecerán en la prensa del régimen a comienzos de los años 50 como objetos perfectamente identificados, portadores de una tecnología nuclear e informática de vanguardia que se hacía corresponder con el progreso armamentístico de sus aliados estadounidenses. Según los medios de comunicación, se trataría de “proyectiles de pequeño tamaño”47, “aparatos de fabricación norteamericana”48, “fragmentos de bombas -cohetes estalladas en la estratosfera por las fuerzas aéreas”49 o de “bombas atómicas a bordo de platillos volantes”50, que surcan el espacio aéreo internacional a gran velocidad. Su presencia permite pensar en un cielo globalizado en el que se multiplican las incursiones de las oleadas de aeronaves, al tiempo que los flujos del capital internacional después de la Segunda Guerra Mundial penetrarían a través de estos circuitos, generando nuevas formas de control biopolítico entre las poblaciones que los divisan. La prensa en el “Los platillos volantes proceden de los Estados Unidos.” Imperio. Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S. 1 de abril 1950, 1. 48 “Ya no son un misterio los platillos volantes.” Imperio. Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S. 11 de abril 1950, 4. 49 “Opinión sobre los platillos volantes.” Hoja oficial de la provincia de Barcelona. 30 de enero 1950, 2. 50 “Bombas atómicas a bordo de platillos volantes.” Imperio. Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S. 2 de enero de 1951, 1. 47 54 exilio también se hará eco de los avistamientos, que relacionará con los avances de lo que denomina la “marshalización” de la ciencia51: Desde que la Unión Soviética declaró poseer el arma atómica, la inventiva yanqui no tiene fronteras. La bomba de hidrógeno, los platillos volantes, el gas destructor de los centros nerviosos, la bomba atómica de bolsillo y, según la revista “Ciencia para todos”, armas ultra secretas como la que “permite helar los mares e incendiar la atmósfera” (95). Además de estos relatos que identifican la tecnología aeroespacial con dispositivos de origen norteamericano, otras fábulas culturales se organizaban en torno a otros procesos de encantamiento que se producían simultáneamente tanto en el espacio exterior como en los espacios subterráneos nacionales. El encantamiento como mecanismo constructor de fantasías en la Modernidad (Bennett) se desplazaba progresivamente en el siglo XX hacia el espacio exterior, nueva frontera para la colonización que encubriría los costes de los procesos tecnológicos y científicos de una escalada bélica que se jugaba en el control del espacio52. En el caso español, a medida que se sucedan las negociaciones con los norteamericanos, los avistamientos de platillos volantes comenzarán a poblar las páginas de la prensa junto a noticias que destacan los importantes descubrimientos de yacimientos minerales que harían de España un bastión clave, no sólo por su posición geoestratégica, sino también por sus riquezas minerales. Tras los acuerdos con Estados Unidos, estos recursos energéticos adquirirán un profundo valor en algunas ficciones del periodo en las que la aparición “La ciencia yanki militarizada.” Cultura y democracia, Mayo-Junio 1950. Tiryakian propone un desplazamiento en la representación de lo exótico como mecanismo ideológico productor de fantasías que sostienen los procesos materiales de dominación colonial. Esta proyección sobre un otro colonizable se traslada en la segunda mitad del siglo XX hacia la búsqueda de nuevas fronteras en el espacio exterior: “If, as I contend, reenchantment is a dialectical aspect of Western modernity, are there manifestations of the exotic today after the decolonization of former empires? I would propose that this is indeed the case but that there has been a shift in the locale of the exotic. Instead of foreign parts of the globe inhabited by strange creatures (who are thought to be a mixture of goodness and barbarism), today outer space and extraterrestrial beings are the focus of the exotic . . . the exotism of outer space not only has psychological and economic functions (for example, generating important objects of consumption in a consumer society) but also may have similar political functions of legitimating enormous expenditures for space exploration, colonization, and military defense” (89). 51 52 55 prodigiosa o mágica de capitales ocultos se traducirá en una importante función simbólica en la recapitalización de la propia imagen de la nación frente a sus aliados, superiores económica y militarmente. La fantasía de un posible tesoro nacional español, que sería ambicionado por los norteamericanos, permitió la construcción de una serie de ficciones sobre la intervención económica en las que la sublimación del capital en la propia forma del tesoro trasladaba al registro de lo imaginario la medida del valor de unos potenciales capitales subterráneos que todavía no habrían sido puestos en circulación a nivel simbólico, como objetos de intercambio en forma de mercancías o de dinero53. Por parte del régimen, pero también de la prensa de izquierdas en el exilio, se estaba construyendo un tipo de relato que giraba en torno a la existencia en el suelo español de tesoros minerales subterráneos, capaces de abastecer las necesidades energéticas en el contexto de la Guerra Fría54. La idea de una aparición repentina de riquezas minerales, gracias a las cuales se solucionarían los problemas endémicos de la economía nacional de manera providencial, había estado ya presente en momentos de crisis durante la Segunda República. Así, por ejemplo, el 9 de Diciembre de 1934, Dionisio Pérez publicaba el reportaje “El milagro del oro que podría salvar a España” en el diario ABC, donde especulaba sobre esta posibilidad: He aquí la leyenda dorada de la asombrosa abundancia y riqueza de España que resurge ante nosotros, precisamente cuando el presupuesto en déficit de nuestro Estado y la cifra Autores como Jean-Joseph Goux y Slavoj Žižek, analizan los equivalentes generales de valor – como es el caso del oro–, siguiendo la lógica de la triada lacaniana de lo Imaginario, lo Simbólico y lo Real, distinguiendo tres funciones: como unidad de medida o arquetipo, que permite imaginar el valor de una mercancía (imaginario), como medio de cambio que se pone en circulación (simbólico) y como medio de pago o tesoro (real). 54 Revistas producidas en el exilio, como España y la paz, publicación dirigida por León Felipe, que contaba en su consejo de redacción con la presencia de Rafael Alberti, José Bergamín, Luis Buñuel, Alejandro Casona, Josep Renau, José Giral o Heriberto Jara, se harán cargo desde México D.F. del debate, en clave colonial, sobre las consecuencias que España arrastraría en un conflicto bélico internacional como aliada de los Estados Unidos. Sus colaboradores denunciarán la “venta” del país, a través de la explotación de unos recursos que se han depositado en “manos de los yanquis”, quienes pretenden “apoderarse de riquezas existentes y ocultas” (“La paz, salvación de España y de su cultura”, 1 de septiembre de 1952). 53 56 de casi un millón de obreros en paro forzoso piden a la Providencia que restablezca el equilibro económico de la nación. (178) Nada más finalizar la Guerra Civil, Francisco Franco retomará este tipo de relatos anunciando algunos de los emblemas de ese cornucopianismo oculto bajo el subsuelo, que permitiría mantener la autarquía energética española de manera ilimitada desde ese momento en adelante: “España posee en sus yacimientos oro en cantidades enormes . . . y pizarras bituminosas y lignitos en cantidad fabulosa, aptos para la destilación, que puede asegurar nuestro consumo” (Franco Pequeño libro, 141). Este tipo de discursos se sucederían en una posguerra en la que la independencia energética se había convertido en un objetivo prioritario para un régimen que anunciaba constantemente soluciones que salvarían de manera providencial la precaria economía autárquica nacional. Junto a las experiencias de los avistamientos, las ficciones del periodo se poblarían de ciudadanos que se lanzan a la “fiebre” de estos descubrimientos minerales y energéticos en forma de yacimientos de uranio o de petróleo55 [fig. 11]. 55 El uranio funcionó como un recurso clave para la construcción de una hegemonía norteamericana en Europa occidental y de manera particular, tuvo una especial incidencia geopolítica en España, como país extractor: “The US administration cemented its dominant influence in Spanish nuclear affairs by increasing nuclear assistance to Franco's Spain in the broader context of the 1953 military agreements between the two countries. In the next three years the number of American prospectors in Spain doubled, helping it to find two rich pitchblende veins. In 1957, a US-Spain bilateral agreement catered to the purchase of a General Electric reactor fuelled with enriched uranium” (Adamson, Camprubí y Turchetti 29). En España, el interés por el uranio sustituyó a la llamada “fiebre del wolframio”, que acaparó compradores norteamericanos entre 1948 y 1952, durante el desarrollo de la Guerra de Corea (Irujo). Por su parte, la Empresa Nacional 'Calvo Sotelo' de combustibles líquidos y lubricantes. (ENCASO) había desarrollado desde 1942 una industria de producción de carburantes y lubricantes sintéticos por medio del tratamiento de las pizarras bituminosas de Puertollano y de los lignitos de Teruel y de As Pontes de García Rodríguez (Coruña) (Sudrià 11). El Estado continuará interviniendo en las actividades relacionadas con los hidrocarburos en el Monopolio de Petróleos (1947), adjudicándose la capacidad de otorgar concesiones para las prospecciones. 57 Fig. 11. ¡¡Petróleo!!, Editorial Bruguera, 1950. El repentino hallazgo de recursos minerales estará en la base del argumento de películas dirigidas por directores afines al régimen como Todo es posible en Granada (1954) de José Luis Sáenz de Heredia o ¡Aquí hay petróleo! (1955) de Rafael J. Salvia. En el caso de la primera, la información sobre los Pactos de Madrid aparece desde el comienzo de la película a través de la exhibición de imágenes de periódicos, noticieros y fotografías que construyen cinematográficamente la difusión de la noticia: “España recibirá ayuda económica, técnica y militar de los EE.UU”. La trama principal de la película gira en torno a la negociación sobre unos terrenos por parte de la “Panamerican Mining Company”, con el motivo de extraer uranio de los campos de los alrededores de Granada. El desenlace recoge la alianza sentimental y económica entre la representante estadounidense de la compañía de extracción minera y un terrateniente andaluz, cuyas tierras se transforman en fuente de nuevas riquezas insospechadas. Riquezas que aparecen en forma de joyas depositadas en un antiguo tesoro perteneciente a Boabdil, elemento que revela una profunda nostalgia hacia una economía pre-fiduciaria ya presente en el relato original de Washington Irving en el que se basaba el guión de Sáenz de Heredia. El descubrimiento de un supuesto yacimiento será también el tema principal de ¡Aquí hay petróleo! (1955), cuya trama transcurre en el pueblo castellano de Castilviejo tras la llegada de unos norteamericanos expertos en prospecciones petrolíferas que aseguran poder 58 encontrar el codiciado líquido en unas parcelas en las que el propietario halla, de nuevo, un tesoro. En esta ocasión se trata de un cofre de sus antepasados con una divisa en la que se advierte del verdadero tesoro que encierra el subsuelo de los campos: agua para ser cultivados. Otro ejemplo de estas fantasías recreadas en la ficción del periodo puede encontrarse en Las ratas (1962), novela de Miguel Delibes cuya acción transcurre a mediados de los años 50. En su trama, el protagonista derrama un bidón de gasolina en un pozo propiedad del alcalde de pueblo, lo que hará creer a sus vecinos que viven encima de un “mar de petróleo” (123). Ante el descubrimiento de que no existe ningún yacimiento, el alcalde transformará su discurso en un canto a las virtudes del sector agrario, pilar de la economía política del primer franquismo: –Campesinos: habéis sido objeto de una broma cruel. No hay petróleo aquí. Pero no os desaniméis por ello. Tenéis el petróleo en los cascos de vuestras huebras y en las rejas de vuestros arados. Seguir trabajando y con vuestro esfuerzo aumentaréis vuestro nivel de vida y cooperaréis a la grandeza de España. ¡Arriba el campo! (125) En 1952, la conexión entre los avistamientos de platillos y una posible intervención sobre los recursos minerales y energéticos del país ocupará un lugar central en los reportajes del semanario de sucesos El Caso56. En sus tiradas de cientos de miles de ejemplares, relatos de posibles invasiones extraterrestres se insertarán entre sus habituales reportajes sobre 56 El Caso será pionero en la narración de la crónica negra en la posguerra española. Publicado desde 1952, la condición que la censura impuso para el control de las noticias fue la de incluir entre sus páginas solamente un delito cada semana. El papel del “suceso” será fundamental para entender un tipo de cultura de masas tolerada por el régimen franquista. Se trataba de relatos cuyas variaciones en la esfera pública plebeya (Habermas) construirán un relato complementario al de la prensa del régimen en clave popular, en ocasiones alternativo e incluso desafiante. El suceso, para Barthes, preservaría la noción de ambigüedad en la construcción de cualquier sistema de significación cultural, lo que permite su circulación bajo el control de la censura: “En el suceso, la dialéctica del sentido y de la significación tiene una función histórica mucho más clara que en la literatura, porque el suceso es un arte de masas: su papel es verosímilmente preservar en el seno de la sociedad contemporánea la ambigüedad de lo racional y lo irracional, de lo inteligible y de lo insondable; y esta ambigüedad es históricamente necesaria en la medida en que el hombre aún necesita signos (lo cual lo tranquiliza) pero necesita también que esos signos sean de contenido incierto (lo cual lo irresponsabiliza)” (Ensayos 271-72). 59 crímenes, mutilaciones, apariciones milagrosas y también, como ya era habitual, entre las noticias sobre supuestos descubrimientos de minas de oro y pozos de petróleo. [fig. 12]. Fig. 12. El Caso, n. 200, 1952. En uno de sus reportajes, se narra con todo lujo de detalles una misión alienígena procedente del planeta Gemide, cuya finalidad sería una invasión del planeta con fines extractivos: “Desvelado el misterio de la presencia de los gemiditas en la Tierra. Necesitan nuestros minerales” (citado en Rada 99) [fig. 13]. Fig. 13. El Caso, 1952. 60 Los verdaderos terrores de las noticias y reportajes del semanario El Caso se sostendrán sobre unas coordenadas simbólicas necesarias para ficcionalizar un extrañamiento que apunta hacia un núcleo traumático de lo Real, cuya obstrucción genera una narrativa. En este caso, la amenaza de una intervención militar extranjera cuyas consecuencias serían impredecibles en el nuevo escenario geopolítico global. Cabría imaginar a partir de este tipo de relato como el que presenta El Caso las consecuencias políticas de una invasión alienígena que tuviera como objetivo la extracción de la riqueza mineral de un país mediante el procedimiento de suprimir de la narración el elemento de horror, que se correspondería en este ejemplo con la existencia de extraterrestres que actúan como agentes colonizadores57. El resultado de esta operación sería la representación de un territorio intervenido militar y económicamente, cuyos habitantes son expuestos al riesgo de posibles ataques e invasiones exteriores, como lo fueron los españoles tras unas negociaciones militares con Estados Unidos que incluían un amplio número de cláusulas secretas: Franco tuvo que aceptar que los EE. UU. construyeran una serie de bases militares, que implicaban, de forma automática, dos potenciales y gravísimos peligros para nuestro país. El primero, el peligro de un accidente derivado de las armas nucleares que los norteamericanos transportaron e instalaron en España, como ocurrió, sin consecuencias demasiado graves, con el accidente de Palomares. El segundo peligro fue que, para la URSS, España se convirtió en un objetivo militar. En el caso de que hubiera estallado un conflicto entre las dos superpotencias, como estuvo a punto de suceder, España habría sufrido unas gravísimas consecuencias. (Barciela Dos lecciones 29) Las explicaciones sobre la naturaleza extraterrestre de los avistamientos de aeronaves sin identificar habían sido importadas desde los Estados Unidos, donde publicaciones como The Flying Saucers Are Real (1950) de Donald Keyhoe o Behind the Flying Saucers (1950) 57 La idea de la expedición extraterrestre con fines colonizadores es analizada por Barthes a partir de la proyección sobre el mundo marciano de los avances científicos y militares terrestres: “Si los platos son los vehículos de geógrafos marcianos llegados para observar la configuración de la Tierra —como lo ha dicho de viva voz no sé qué sabio norteamericano y como, sin duda, muchos lo piensan en voz baja— es porque la historia de Marte ha madurado al mismo ritmo que la de nuestro mundo y producido geógrafos en el mismo siglo en que hemos descubierto la geografía y la fotografía aérea. El único avance lo constituye el vehículo. Marte aparece como una Tierra soñada, dotado de alas perfectas, como en cualquier sueño en que se idealiza” (Mitologías 43). 61 del periodista Frank Scully, habían desplazado en el debate público internacional las posibles razones políticas y militares que se ocultaban tras los vuelos. Al mismo tiempo, estos ensayos alimentaban la hipótesis de una invasión alienígena que generalmente amenazaba, pero en ocasiones también prevenía a los humanos de los peligros de la destrucción del planeta58. En ambos casos, se trataba de ficciones producidas dentro de unas coordenadas históricas en las que el capitalismo globalizado habría ampliado las extensiones posibles de espacios vacíos imaginados, desplegando en ellos la posibilidad de que nuevos cuerpos circularan de la misma manera que lo hacían las mercancías y la tecnología militar en un territorio aéreo global, que compartía amenazas en común59. En España, como sucede en el 58 Tanto la prensa en el exilio Solidaridad Nacional (25 febrero 1950), como la prensa del régimen en ABC (28 diciembre de 1949), recogerán las declaraciones de la prensa norteamericana sobre la hipótesis extraterrestre que comienza a divulgarse: “La popular revista True dice que, según “autoridades bien informadas”, los “platillos volantes”, de los que muchos fueron vistos tiempos atrás en Escandinavia, son vehículos interplanetarios dirigidos por hombres de una civilización distinta y más avanzada que la de la Tierra” (32). Robert E. Bartholomew y George S. Howard en UFOs and Alien Contact: Two Centuries of Mystery recuerdan cómo la opinion de los estadounidenses ante el origen de los primeros avistamientos descartaba por completo la hipótesis extraterrestre en 1947: “On August 15, 1947 a Gallup poll revealed that 90 percent of Americans surveyed were aware of the flying-saucer sightings and that most believed that U.S. or foreign secret weapons, hoaxes, and balloons were responsible” (191). En este sentido, las aeronaves experimentales norteamericanas Vought V-173 y XF5U, también conocidas como "Flying Flapjack" han sido tradicionalmente señaladas como su verdadera causa. La divulgación masiva internacional de la hipótesis extraterrestre tuvo lugar en abril de 1952, cuando la popular revista LIFE, en cuya portada aparecía la no menos popular en aquel momento Marilyn Monroe, publicó un reportaje titulado “Have We Visitors From Space?” Sobre la historia cultural de la ufología en Estados Unidos resulta imprescindible la obra de Mark Pilkington, Mirage Men: A Journey into Disinformation, Paranoia and UFOs. (London: Constable & Robinson, 2010) y, en el caso español, Entre ufólogos, creyentes y contactados: una historia social de los OVNIs en España (Santander: Cuadernos de Ufología D.L. 1993) de Ignacio Cabria García. 59 Dentro de este marco de interpretación, Foucault definirá las contradicciones que se producen entre el poder soberano y la extensión del biopoder dentro del marco de un poder atómico que coloca a ambos regímenes en el límite de su propio exceso, y, por tanto, de su anulación efectiva como alternativas posibles de control y regulación de las poblaciones: “En la capacidad de fabricar y utilizar la bomba atómica tenemos la puesta en juego de un poder de soberanía que mata pero, igualmente, de un poder que es el de matar la vida misma. De modo que, en ese poder atómico, el poder que se ejerce actúa de tal manera que es capaz de suprimir la vida. Y de suprimirse, por consiguiente, como poder capaz de asegurarla. O bien es soberano y utiliza la bomba atómica -pero entonces no puede ser poder, biopoder, poder de asegurar la vida como lo es desde el siglo XIX- o bien, en el otro extremo, tenemos el exceso, al contrario, ya no del derecho soberano sobre el biopoder sino del biopoder sobre el derecho soberano. Este exceso del biopoder aparece cuando el hombre tiene técnica y políticamente la posibilidad no sólo de disponer la vida sino de hacerla proliferar, de fabricar lo vivo, lo monstruoso y, en el límite, virus incontrolables y universalmente destructores” (Foucault Defender 217). 62 reportaje de El caso, algunos relatos acerca de la presencia de posibles visitantes extraterrestres serán narrados en términos que bien podrían extrapolarse a las actuaciones norteamericanas sobre el territorio nacional, imaginado como un territorio intervenido desde la hipótesis de una invasión procedente del espacio aéreo. En el artículo “Algunas opiniones de calidad sobre lo que puede haber de realidad y de fantasía en torno a los famosos discos volantes”, publicado el 31 de marzo de 1950 en el diario ABC de Sevilla, se lanza esta hipótesis acerca de una futura colonización del planeta, que en el momento presente se encontraría ante “el preludio de una ofensiva interplanetaria en la que la Tierra, algo atrasada ciertamente en materia de estrategia sideral, no pasaría de ser territorio propicio para la ocupación, base de ulteriores operaciones militares astronómicas” (Menéndez Chacón 9). Al tiempo que se extienden estas narrativas de la invasión que estaban teniendo lugar simultáneamente en otros lugares en Europa y América, el acercamiento de España al Eje Atlántico aceleraba la construcción de una serie de fantasías normalizadoras60 sobre la nación, sustentadas en las novedades en torno a las futuras inversiones económicas y exportaciones en torno al sector energético. Estas noticias, publicadas generalmente como notas en la prensa local, son parodiadas en esta columna de opinión en la que la visión cotidiana de aeronaves es vista como una muestra palpable de la integración española en la “normalidad” geopolítica de la comunidad internacional: En multitud de naciones, de un mes a esta parte, se disfrutan visiones parecidas. Es raro el día en que los periódicos no anuncian el paso de estos artefactos sobre el cielo de diferentes países. Es más, un pueblo en donde sus vecinos no han visto un “platillo volante”, es poco menos que un pueblo atrasado61(1). 60 Tomo el término de Luisa-Elena Delgado y su estudio sobre estas fantasías que cuestionan la supuesta “normalización” del país con respecto a sus homólogas europeas en el ciclo del neoliberalismo: La nación singular. Fantasías de la normalidad democrática española (1996-2011). Madrid, España: Siglo XXI de España Editores, 2014. 61 “La moda de los platillos volantes.” Imperio. Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S., 24 de noviembre 1954. 63 Entre 1952 y 1953, las negociaciones con Estados Unidos autorizaron la construcción de doce bases e instalaciones situadas en Torrejón (Madrid), El Copero (Sevilla), Morón de la Frontera (Sevilla), Zaragoza, Reus, Los Llanos (Albacete), Los Palacios (Sevilla), Alcalá y San Pablo (Sevilla), Rota, Matagorda y San Cristóbal (Cádiz) (Viñas 228-9). Instalaciones que, hay que recordar, fueron previstas “ante todo y sobre todo como almacenes de abastecimiento y circulación aérea de armamento nuclear” (Vilarós 45). Sin embargo, tras la firma de los Pactos de Madrid (1953), se acordó la construcción y utilización definitiva de cuatro bases militares permanentes aéreas y navales en suelo español; tres aéreas, en Morón, Zaragoza y Torrejón de Ardoz y una naval, en Rota. Todo ello indica que la magnitud de las concesiones del régimen franquista a sus aliados fue extraordinariamente amplia en lo que se refiere a los recortes de soberanía, aunque los acuerdos fueron publicitados en ese momento como un pulso de resistencia del dictador, que habría defendido “palmo a palmo, pulgada a pulgada, la integridad y la independencia españolas ante el intervencionismo de los Estados Unidos” (Alfaya 142). A cambio de esta intervención militar, los créditos económicos norteamericanos concedidos en estos acuerdos estarían destinados a cubrir los costes que dieran cobertura a las necesidades militares y estratégicas norteamericanas. Como señala Ángel Viñas, “los fondos de contrapartida se destinarían básicamente a atender a la financiación de proyectos relacionados de forma directa con el desarrollo del sector bélico con la economía (incluidos los transportes) y no tanto con la potenciación del sector civil de la misma” (Pactos 271). A partir de ese momento, un nuevo régimen biopolítico convivirá sin problemas con la soberanía disciplinaria franquista y con el orden pastoral católico. Sólo dentro de esta amalgama puede comprenderse que, de manera simultánea al desembarco de los técnicos del Pentágono para elegir los emplazamientos de sus bases, el embajador James C. Dunn colocara la bandera de Puerto Rico a los pies de la Virgen del Pilar en Zaragoza. A los 64 ciudadanos españoles se les ofrecía un arsenal de armas atómicas y la posibilidad de ser convertidos en objetivos militares a cambio de donativos en forma de leche en polvo y queso, gestionados por la organización católica Cáritas. Signos biopolíticos que permanecerán asociados durante décadas a la memoria del hambre de los niños de aquella generación: Nos llegó una especie de grosera caricatura de Plan Marshall para pordioseros famélicos: leche en polvo, queso y mantequilla salada, regalo de Caritas norteamericana para los necesitados españoles (inmediatamente, en toda España surgió un pequeño mercado negro generalizado: las familias de clase media compraban por cuatro perras esos productos a sus pobres, cuyas necesidades primarias no tenían nada que ver con el concepto de ayuda de los yanquis). (Reyes) Los créditos no se destinaron a cubrir necesidades acuciantes de una población que recibía a los platillos volantes como la representación simbólica de una España que pasaría a ser “la mayor potencia aérea del mundo” en la extensión del hambre y la pobreza, tal y como afirmaba un chiste de la época recogido en la prensa del exilio: –En la tertulia de un café pregunta uno: – ¿Se han enterado ustedes de lo de los platillos volantes? – Ya lo creo, responde uno, como que España ha pasado a ser la mayor potencia aérea del mundo. – No exagere. – Pero que no le quepa la menor duda. ¿Es que no tiene Franco 28 millones de platos en el aire?62 (96) Los platillos volantes se habrían convertido desde el comienzo de la década en señales que anunciarán en la esfera pública, no sólo las catástrofes de una posible invasión extraterrestre, sino también los deseos cotidianos en clave alegórica de prodigio. Los almanaques63, formatos paraliterarios que las revistas de historietas ilustradas publicaban “El humor. Arma de lucha popular” Cultura y democracia 5, 1 de mayo 1950. Germán Labrador elabora una iluminadora genealogía de los usos sociales de la poética del Almanaque en el siglo XVIII como dispositivo textual generador de imaginarios proyectivos y constructor de nodos de sentido en una esfera pública plebeya en construcción, que continuará estando presente en la segunda mitad del siglo XX en las páginas de la presa infantil y satírica: “una escritura que pretende un acceso al futuro a través de las técnicas de la astrología, elevada a categoría de arte que cuenta las cosas no como fueron sino como podrían ser, es decir, a la categoría de poética. Se trata de textos performativos, que funcionan en la esfera popular . . . (la) colectividad interpreta, completa, rellena y cuestiona unos versos crípticos y alegóricos a los que por un pacto literario se les concede ascendencia sobre la historia del porvenir” (“El lugar” 328). 62 63 65 cada fin de año, recogerán sistemáticamente en sus pronósticos y profecías para el año entrante estas fantasías colectivas que pertenecían a la tradición de un imaginario carnavalesco en el que la abundancia bajaría a la tierra literalmente, como caída del cielo64. Junto a los usos militares de la tecnología aeroespacial, las “profecías” para el año 1951 enuncian una de las preocupaciones colectivas más acuciantes en ese momento, como es el problema del hambre en el país: “Cuando sepan en Marte que en la Tierra hay países que pasan hambre, mandarán platos volantes colmados de buenos alimentos” (citado en Guiral TBO, 103). Profecías que continuarían en el año 1952, a pesar de que el régimen hubiera retirado las cartillas de racionamiento de alimentos ese mismo año para reafirmar los supuestos éxitos de su programa de estabilización económica: “Es posible que aparezcan platillos volantes provistos de cuchillo y tenedor. Y algunos hasta con alguna chuleta y todo” (citado en Guiral TBO ,105) [fig. 14]. Fig. 14. Almanaque TBO para 1953. Mientras la mayoría de la población intentaba sobrevivir a esta escasez y pobreza cotidianas, la tecnología aeroespacial se ponía al servicio propagandístico de un régimen que justificaba su salida de la autarquía a partir de las políticas internacionales de defensa anticomunista. A pesar de no haber sido beneficiado de manera directa por las políticas Podemos encontrar muestras de este imaginario carnavalesco en el género de las “aleluyas”, que formó parte de colecciones infantiles como “Las aleluyas de Pulgarcito”, editadas por la editorial barcelonesa El Gato Negro (antigua Editorial Bruguera) en los primeros años 20. En las ilustraciones de “Aleluyas de la Tierra de Jauja” (1921), la comida deseada cae en abundancia desde el cielo en forma de una lluvia de alimentos. 64 66 económicas del Plan Marshall, el gobierno de Franco no quiso perder la oportunidad de incorporarse a los circuitos económicos del mercado internacional. Los Pactos de Madrid permitieron al régimen implementar una serie de reformas a partir de una drástica estabilización de la economía y la posterior liberalización de la misma, que se concretarían en el Plan de Estabilización de 195965. Estos serían los primeros pasos de aproximación al proceso de crecimiento de una Europa Occidental a la que el régimen pretendía acercarse mediante la asociación con el proyecto del Mercado Común europeo, idea había venido siendo anunciada desde 1949 por ideólogos vinculados a la organización Opus Dei como Pérez-Embid, resumida en la fórmula: “europeización de los medios y españolización de los fines” (Rodríguez Jiménez 63). 2.2.2. El debate en la prensa española. Escritores e intelectuales ante los platillos volantes. Algunos análisis sobre el fenómeno ufológico, como los de Roland Barthes o C.G. Jung, fueron contemporáneos a los que realizaba en los años 50 en el diario ABC Alfredo Kindelán, militar responsable de la fuerza aérea franquista durante la Guerra Civil española. En un artículo publicado en 1954, titulado “Platillos volantes”66, Kindelán resumía las explicaciones que hasta el momento se barajaban en la opinión pública para entender el motivo del avistamiento masivo de los artefactos a escala global: “Alucinación colectiva. Misterio. Confusión con globos, aerolitos y estrellas. Consecuencia de las explosiones Algunas de estas reformas incluirán “la liberalización de las importaciones, mayores facilidades para la inversión de capital extranjero, nuevos controles sobre el déficit fiscal y homologación de los tipos de cambio con el dólar, lo que en la práctica supuso una fuerte devaluación de la peseta” (Observatorio 138). La coyuntura exterior abrirá las expectativas a la inserción en la Comunidad Económica Europea y a la recepción de los excedentes de capital internacional a partir de los acuerdos de ayuda financiera suscritos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Europea para la Cooperación Económica (OECE) en 1958. 66 ABC Sevilla, 2 de diciembre 1954, 3 65 67 atómicas. Ensayos de armas secretas y visitas de seres o de artificios extraterráqueos” (3), llegando incluso a explorar la posibilidad de que “plantas superinteligentes” pudieran invadir el planeta. Argumento este último que recuerda demasiado al de la película El enigma de otro mundo (The Thing from Another World, 1951), estrenada pocos meses antes en España. El militar español se decantará finalmente en sus conclusiones por la hipótesis, extendida en ese momento de manera mayoritaria en el contexto internacional, de que pudiera tratarse de armas secretas teledirigidas. Dos años antes, en este mismo periódico, el militar español había tratado este mismo asunto en otro artículo titulado “Las preocupaciones extranjeras y las nacionales”67, en el que situaba la polémica nacional sobre los platillos volantes en relación con otros temas de “interés universal” como “el rearme, la Unión Europea, el Pacto del Atlántico, la posible tercera guerra, la paz en Corea y los experimentos atómicos” (3). Aunque las preocupaciones de Kindelán estaban concentradas en “la salvación del alma” como principal problema de “orden sobrenatural” para los españoles, su intento de situar las coordenadas de lectura de un fenómeno geopolítico global en clave nacional resulta indispensable para poder entender los sucesos que poblaron las páginas de la prensa española desde 1950 y las ficciones producidas durante ese periodo. La aparente observación desde el cielo por parte de naves tripuladas por agentes desconocidos provocará una serie de preguntas, no sólo sobre la procedencia y la intención de los artefactos voladores, sino también sobre la manera en la que los ciudadanos de los años 50 son percibidos a través de esa mirada celeste (Barthes Mitologías 43). Como señala Pierre Lagrange en un estudio comparativo sobre los primeros avistamientos de platillos en Estados Unidos en 1947 y los cohetes fantasma que fueron divisados en Noruega y Suecia en 1946, la historia social de la ufología debería considerar las explicaciones y los marcos de interpretación sobre los fenómenos que emplean los testigos y sus audiencias según el 67 ABC, 12 de diciembre 1952. 68 contexto de recepción de los relatos. Así, en el caso español, tan importante como los testimonios de los observadores será la inserción de las noticias y opiniones en una prensa controlada por el régimen, que utilizará los avistamientos como un medio de propaganda para reafirmar su propia imagen como aliado de los Estados Unidos. A lo largo de la década, se extendió en la prensa un debate sobre el origen y misión de los visitantes, en el que participaron expertos científicos y militares, pero también, escritores y literatos. Entre ellos, Noel Clarasó mostrará su fascinación y esperanza por la apertura imaginativa sobre la realidad política que la posibilidad de vida extraterrestre ofrecía. En su texto “Platillos volantes cruzan el sueño”, publicado en La Vanguardia el 8 de abril de 1950, Clarasó reivindicará la posibilidad de generar una mirada más esperanzada sobre el futuro del planeta, que se construye al imaginar la existencia de otras civilizaciones donde el progreso no sería nunca más un instrumento para la barbarie. Frente al platillo volante, todo el mundo recobraría la capacidad de mirar el mundo desde un pacifismo por venir: ¿No es una especie de juventud del alma esta aparición de los platillos que nos invitan a soñar en otros mundos, donde las velocidades supersónicas son el paso de tortuga, la palabra hablada y escrita se cita como símbolo de antiguas civilizaciones, y la energía atómica ya no se usa para fines destructivos? El hombre se está convirtiendo en un ser escéptico y ensoberbecido por exceso de confianza en su propia técnica. No está de más que otros seres raros le demuestren que es un niño recién salido del colegio (7). Continuando con esta defensa de otras posibles formas de vida, el escritor Jacinto Benavente realizaba un análisis de todas las posibles alternativas que se habían barajado ante los primeros avistamientos68. Además de la hipótesis bélica, el premio Nobel proponía un origen norteamericano para las aeronaves, convertidas de este modo en agentes que bajan del cielo para proveer a los humanos con sus dones y riquezas, de manera comparable a los donantes de las anheladas ayudas de un Plan Marshall que podría salvar la precaria economía española: 68 “El asunto del día” La Vanguardia, 14 de abril 1950. 69 Respecto a los platillos volantes, tenemos de un lado a los razonables y de otro a los imaginativos. Entre los primeros, están en primer lugar, los incrédulos, los que no creerán en tales platillos mientras no los vean, los palpen, se den cuenta de su mecanismo y sobre todo de su utilidad. ¡Ah! Para los razonables la utilidad es lo que determina el valor y la importancia de las cosas. Entre los razonables están también los que atribuyen la supuesta visión de los platillos a una psicosis de guerra, un caso de sugestión colectiva y epidémica, como lo fue el terror milenario en su tiempo y en los suyos la licantropía y los aquelarres. Los hay más razonables, a los que aun parece exceso de imaginación que sólo sea imaginaria la visión de los platillos y que imaginaciones tan distantes puedan coincidir en haberlos visto. A las explicaciones, más razonables y científicas, que se trata de aerolitos, por parte de la Naturaleza, que anda también un tanto desquiciada en estos tiempos, o por parte de los hombres, de nuevos artefactos de guerra en maniobras de ensayo, pudiera objetarse, que para ser aerolitos son demasiados, y habría que suponer en el sistema planetario un sobrante de existencias de las que no saben cómo deshacerse, como es el caso de los Estados Unidos. Y tal vez los platillos volantes procedan del plan Marshall de algún planeta tan generoso y desprendido como los Estados Unidos (5). Se trata del mismo componente imaginario que poblará otras fábulas del desarrollo del fin del periodo autárquico en una España que imagina recibir, como caídas del cielo, las ayudas de un Plan Marshall que se presenta bajo las lógicas simbólicas de lo que desde la antropología se han denominado cargo cults (Lindstrom). Los llamados “cultos al cargo” fueron dispositivos rituales especialmente populares tras la Segunda Guerra Mundial, cuando las poblaciones que habían sido intervenidas por potencias extranjeras desarrollaron falsas infraestructuras – en ocasiones dilapidando sus recursos económicos al competir con otras colectividades locales– alrededor de las cuales se originó un “culto” destinado a atraer los cargamentos, bajo la suposición de que la existencia de medios para atraer las mercancías deseadas produciría su inmediata aparición69. Se trata de relatos que traducen a un imaginario colonial las transformaciones en las estructuras sociales, como consecuencia de la injerencia de una potencia extranjera sobre las comunidades intervenidas. La esperada recepción de dones de parte de los norteamericanos puede leerse desde la lógica cultural de los cultos al cargo como una contraprestación que se espera de parte de los Estados Unidos, potencia que 69 Garry Trompf dedica un análisis de los puntos de convergencia entre los fenómenos ufológico y los cultos al cargo en su estudio "UFO Religions and Cargo Cults" en UFO Religions (221-238). 70 los españoles intuían que saldría beneficiada de alguna manera de las ayudas prometidas en la Europa del Plan Marshall70. Como afirma Marvin Harris, el cargo no sería sino la forma de captar el vínculo existente entre el reparto desigual de la riqueza de la que gozan algunas naciones, en relación con la extracción de los recursos naturales y el capital humano de otras, así como el medio de articular el derecho a la demanda de los productos de las naciones industrializadas por parte de las comunidades que no pueden pagarlos (132-152). La formulación ficcional más memorable sobre estas intervenciones en España será la recreada por Bardem y Berlanga en la película ¡Bienvenido Mr. Marshall! (1952). En la película, los norteamericanos aparecerán como agentes donantes, encarnados en figuras de la tradición popular católica española como son los tres Reyes Magos71. Desde un avión tripulado por tres Reyes Magos en traje militar, se lanzarán en paracaídas los regalosmercancías solicitados previamente por los vecinos de un pueblo español a los responsables de un Plan Marshall, que nunca fue concedido72 [fig. 15]. 70 La construcción de espacios y de comunidades donde se produce la creencia en la aparición de una repentina abundancia de bienes “caídos del cielo” será común a tres películas europeas contemporáneas como son Passport to Pimlico (Cornelius 1949), Miracolo a Milano (De Sica 1951) y ¡Bienvenido Mr. Marshall! (Berlanga 1953), fábulas de la abundancia en las que se proyectan utopías del bienestar colectivo en una Europa en la que todavía pervive el hambre y las cartillas de racionamiento. 71 La Epifanía navideña ya se había utilizado como alegoría para la representación de los norteamericanos como donantes en la economía de posguerra. En la portada del 7 de enero de 1951 de la revista satírica La Codorniz, aparecía un dibujo que representaba a los Reyes Magos como estadounidenses regalando un juego de ping-pong a un pastor. El diario ABC hablará el 31 de diciembre de 1952 de Eisenhower como “Rey Mago y el prestamista del mundo” (“La administración Eisenhower” 38). 72 Antropólogos dedicados al estudio de los cargo cult como Lindstrom han elaborado listas de peticiones de mercancías similares a las que podemos encontrar en Miracolo a Milano o Bienvenido Mr. Marshall. Las lavadoras y refrigeradores que los habitantes de Melanesia reclaman en sus prácticas se corresponden con las máquinas de coser, los abrigos o las radios de la película de De Sica y con la lista de los vecinos de Villar del Rio. Las peticiones forman parte de un circuito de producción de deuda en la que los vecinos terminan devolviendo en forma de tributos los créditos solicitados para sostener el gasto del recibimiento, lo que, en palabras del narrador de la película de Berlanga se traduce como “unas peticiones al revés”. 71 Fig. 15. Cultos al cargo en ¡Bienvenido Mr. Marshall! (1952) Frente a las proyecciones utópicas de Noel Clarasó o de Jacinto Benavente, el escritor Camilo José Cela expresará su rechazo a la imaginación desatada que la irrupción de los platillos estaba provocando, en su texto "Los platillos volantes o un mundo con astigmatismo"73: Mientras tanto los platillos volantes siguen deambulando por los aires como fieles fantasmas escoceses, y lo malo empezará cuando uno de ellos con el rumbo perdido, se estrelle contra las gentes y contra las casas de una ciudad. Será algo así como si tomaran cuerpo las “moscas volantes” de los astigmáticos y, en vez de seguir volando, se le colasen por los ojos y por los oídos con ánimo de anidarle en el cerebro. Nadie se sienta seguro ante los discos voladores. Malo, si son de duro hierro. Pero peor, mucho peor, si son de la humosa carne del fantasma. Porque los sueños de la imaginación— nadie lo olvide—engendran monstruos. (4) Resulta tremendamente significativo que Cela, que había trabajado como censor del régimen pocos años atrás, utilice el Capricho 43 de Goya como advertencia para sancionar la libertad de una imaginación social que estaba en la base del proyecto estético del pintor aragonés. Testigo con su pintura de los avistamientos colectivos de globos aerostáticos en el siglo XVIII e inventor de artefactos tecnológicos capaces de elevar utópicos hombres-pájaro en sus Proverbios (1819), la figura de Goya le servirá a Cela para atemorizar al público con su interpretación de las visiones en clave monstruosa, lo que franquea el paso a cualquier potencial emancipador posible de la imaginación estética. Los platillos volantes, enclave de la simbolización de los temores ante la posibilidad una nueva guerra nuclear, pero también de la 73 Imperio. Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S. 26 de Marzo 1950. 72 posibilidad de un contacto con un mundo exterior que se sueña más habitable, se parecen ciertamente a los monstruos en el sentido en el que pueden dar una forma aquello que no puede ser simbolizado. Camilo José Cela acierta en el diagnóstico al tiempo que realiza una interpretación puramente amenazante de su presencia. Efectivamente, los platillos se habían convertido en los nuevos “monstruos” que poblaban la esfera pública en la segunda mitad del siglo XX, como cauce de simbolización a través del cual emergerían nuevas formas de un imaginario global que desafiaba de alguna manera un tipo de poder-saber generado por unas sociedades de control, enfrentadas a la ilegible presencia de unos agentes no identificados que representaban una excepción con respecto a aquello que la ley podía regular y que, por esa misma razón, no podían ser regulados74. Las narrativas producidas en torno a los objetos voladores irán cambiando en todo el mundo desde su irrupción en 1947, cuando se producen los primeros casos de avistamiento tras la difusión de los sucesos en Estados Unidos del Monte Rainier y del Monte Roswell, situado cerca de Alamogordo, lugar de pruebas del lanzamiento de la primera bomba atómica. En la prensa y en las ficciones populares en España, será a partir de 1950 cuando se produzca la proliferación habitual de lo que se conocen como “platillos volantes”. Generalmente se señala el año 1950 como parteaguas que separa los relatos que atribuyen las causas de los avistamientos a motivos bélicos, fruto de los experimentos sobre el nuevo armamento por parte de las potencias de la Guerra Fría, de las narrativas que surgirán en la divulgación de libros, revistas y ficciones literarias y cinematográficas y que atribuían las señales en el cielo a una agencia extraterrestre que habría sido alertada ante la posibilidad de 74 La presencia de los platillos volantes es tan indescifrable políticamente como eficaz es su capacidad para desafiar los regímenes de soberanía, a pesar de ser relegados tradicionalmente como objeto de estudio: “Like Achilles, the modern sovereign is a warrior whose function is to protect—in this case, from threats to the norm. Unlike conventional threats, however, the UFO threatens humans’ capacity to decide those threats, and so cannot be acknowledged without calling modern sovereignty itself into question” (Wendt y Duvall 628). 73 un ataque nuclear. En este sentido, la presencia de los platillos volantes permitirá visibilizar las nuevas formas de aniquilación que estaban en juego en la política imperialista de la Guerra Fría. En este nuevo contexto, Camilo José Cela se pregunta por las lógicas del encuentro entre colonizadores y colonizados y comienza a empatizar con los alienígenas, preguntándose por sus emociones cuando se ponen en contacto con los terrícolas. Las comparaciones sobre las reacciones producidas por el encuentro con el Otro terrestre remiten en su artículo a las relaciones entre españoles e indígenas en la conquista de América, compositio loci elegida por el escritor para imaginar el encuentro con los extraterrestres con los habitantes de la Tierra: Con este raro cuento de los platillos volantes podemos calcular nuestro miedo, pero no debemos tampoco echar en saco roto el miedo que deben pasar los pobrecitos aviadores, o lo que sean, marcianos, venusianos, jupiterianos, saturnianos o de los mismísimos infiernos. Con el descubrimiento de América debió pasar algo por el estilo, y si los indígenas al ver desembarcar a los españoles, tenían sus reservas, los españoles al tropezarse con los primeros indios que asomaron sus plumas a la playa, tampoco debían tenerlas todas consigo75. (7) Coincidiendo con la interpretación del relato ufológico a partir de la clave de la conquista de América que realiza Cela, la prensa del exilio también se hará cargo de la potencia de la imaginación política que anticipa cualquier proyecto colonizador. Este será el punto de partida de las advertencias dirigidas a los nuevos “indios” que serían los hombres de la luna, publicadas en 1959 en el diario Solidaridad Obrera: A.I.T. Órgano del movimiento libertario español en Francia bajo el seudónimo de “Soñador libertario” en el “Poema terrestre dedicado a los habitantes de la luna”: Parece que las semilocuras e infantilismos de nuestro célebre Julio Verne van a convertirse en realidad debido al saber de los hombres y al continuo batallar de un mundo sobre otro que se tratan de aniquilar. Hoy la competencia está en llegar tal o cual bando el primero en vuestros dominios lunares, tan tranquilos, quedando el invasor dueño y señor de vuestros ensoñadores dominios para sembrar ellos la venenosa planta del egoísmo, trasplantar el deseo voraz de adquirir del vecino sus montañas de metales preciosos, oro a ser posible, a lanza y espada de ser necesario, como antaño en las Indias. Hoy de las Indias no se habla, pero indios, nuestros 75 “Tres hombrecillos de un metro” La vanguardia, 18 de mayo 1952. 74 grandes ambiciosos parecen idearlos en la Luna, y por eso os alertamos. Tendréis que velar por vuestros valores y vuestras vidas, el bien más precioso. Pero, por desdicha vuestra, parece que cuando nuestros cohetes os alcancen habréis de cederlo todo si no disponéis de máquinas infernales y arrasadoras como así son las nuestras. De tenerlas, seguro que vuestra vida no sería apacible cual lo suponemos, pues donde hay un cañón, un arma de matar, el sosiego social es imposible (2). 2.2.3. Ojos en el cielo: Visiones y apariciones milagrosas y sobrenaturales en la España de los años 50 El escritor Terenci Moix (1942-2003) recuerda en el primer volumen de sus memorias El peso de la paja. El cine de los sábados (1990) cómo las narrativas de las apariciones sobrenaturales que poblaron las ficciones y la prensa de la época se confundían en su universo infantil: Aquella semana se me antojaba ver La señora de Fátima. Reconozco que mi elección era insólita . . . Una vez más, la explicación proviene de la ignorancia. Las películas de milagros y apariciones encendían mi imaginación porque las asociaba con las historias de marcianos. Una señora que les caía del cielo a tres niños palurdos no era cosa que ocurriese todos los días, por lo menos en mi calle. Tendría algo que ver con los platillos volantes. De ahí tanto interés y empecinamiento, ambos férreos como míos (182). La relación de los avistamientos con las visiones milagrosas sería precisamente uno de los ejes del análisis que C.G. Jung realiza sobre el fenómeno de los platillos volantes en Flying Saucers: A Modern Myth of Things Seen in the Sky (1959), entendido por el autor como un mito moderno que recoge las ansiedades de un inconsciente colectivo que se construye como respuesta religiosa vernacular a los temores de la era nuclear. Como escudo frente al fantasma de la destrucción, los posibles tripulantes extraterrestres serían el equivalente de unos ángeles tecnológicos (Collected 322), portadores de unos dispositivos que podrían salvar a la humanidad de su camino hacia la destrucción atómica. Jung conecta las apariciones de platillos con otras visiones colectivas, en relación siempre con acontecimientos bélicos históricos: “la de los cruzados en el sitio de Jerusalén, la de los 75 combatientes de Mons en la primera guerra mundial, la del pueblo creyente de Fátima, la de las tropas fronterizas del interior de Suiza durante la segunda guerra mundial, etc” (20). Durante toda la década, las visiones de aeronaves en el cielo español coincidirán con las apariciones marianas en toda la Península, en un arco temporal que abarca desde el inicio de la Guerra Fría hasta el Concilio Vaticano II, convocado en 1959. Como señala William Christian, las apariciones marianas europeas tuvieron una amplia circulación en revistas religiosas en España, como es el caso de la publicación Iris de Paz, donde se recogen visiones proféticas que estaban teniendo lugar en diferentes puntos del continente (259). Desde la aparición de los primeros platillos volantes en 1947, pasando por las primeras epifanías marianas de Garabandal en España en 196176, todo un ciclo de avistamientos recorre Europa, produciendo a su paso cauces de simbolización a través de los cuales se pueden entender los cruces entre las transformaciones geopolíticas y biopolíticas del periodo. Este será el caso del testimonio de Ida Peerdeman, visionaria que traduce un mensaje de la virgen María desde Amsterdam, quien se presenta a ella como “Lady of All Nations" en un discurso que resume todos los terrores de la época: “The explosion of atom bombs on Hiroshima and Nagasaki, the V-2 rockets of Peenemunde, the possibility of germ warfare, signaled a new era in the technology of destruction in which all were vulnerable, and in which death would come from the sky” (Christian 259). España será uno de los países en los que se produzca esta confluencia entre el comienzo de las apariciones marianas en el Sur de Europa y la irrupción de los primeros Como ha estudiado Julia Montilla, “San Sebastián de Garabandal es una pequeña localidad situada en el paisaje montañoso de Peña Sagra (Santander). El 18 de junio de 1961, cuatro menores cuentan que han visto una figura envuelta en luz, que declara ser posteriormente el arcángel Miguel. El relato emula los inicios del Génesis, la aparición tiene lugar tras el robo de unas manzanas del jardín de la maestra, situado junto a la “calleja” de la Campuca. La visión es sucedida por otras, que se difunden vertiginosamente por el área geográfica próxima . . . Para el 2 de julio, momento en que se presenta por primera vez la Virgen, en Garabandal se da cita una multitud. Durante cuatro años, hasta el 13 de noviembre de 1965, los fenómenos se suceden transformándose escénicamente. Las visiones no cuentan con la aprobación de la jerarquía eclesiástica, aunque sí con el apoyo de numerosos miembros del clero.” 76 76 platillos volantes en Estados Unidos: “The months of June and July 1947, when the European wave of visiones began, were also the beginning of the great American saucer scare” (Christian 258). Como ejemplo, podemos rastrear la confluencia de estos fenómenos en el periódico Imperio: Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S., donde dos noticias que informan sobre estos fenómenos aparecen juntas en su tercera página el día 6 de abril de 1950: “Un platillo volante sobre nuestra provincia” y “Visita de la Virgen de Fátima y Santas Misiones” [fig.16]. Fig.16. Imperio: Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S, 6 de abril de 1950. El motivo de la Santa Misión en España procederá directamente del nuevo orden pastoral generado en el recién estrenado escenario de la Guerra Fría. Poco después de la Segunda Guerra Mundial, un párroco de Berlín proponía que una estatua de la Virgen de Fátima recorriese las ciudades episcopales de Europa hasta la frontera con Rusia, poniendo el punto de mira del mensaje de su advocación en la conversión de este país. Su llegada a España, por medio del devoto Pascual Arias, que suministraría copias de la Virgen enviadas en Santas Misiones peregrinas promovidas por los aparatos del régimen, provocaría oleadas de apariciones que emulaban las visiones que habían tenido lugar en el país vecino en 1917. 77 En los casos españoles documentados de apariciones marianas en la primera mitad de la década de los 50, Christian tiene en cuenta como elemento central de su análisis los antecedentes políticos de los visionarios, por lo que habría que entender estos fenómenos como dramas de conversión determinados por el contexto represivo de la posguerra, presentados como una suerte de catarsis colectiva ante una audiencia que pertenecía a comunidades donde convivían memorias en conflicto (254-5). En la noticia adyacente, “Un platillo volante sobre nuestra provincia”, se describe el avistamiento de un extraño aparato circular que viaja en dirección a Portugal por parte de unos niños y varios vecinos que trabajaban en el campo. En este caso, cualquier conexión con un fenómeno religioso como el que dio lugar a las visiones de Fátima será descartado por completo y la posible veracidad del evento, según los periodistas, descansará sobre la supuesta inocencia e ignorancia de los testigos con respecto a estos fenómenos, como sucedía en la justificación de los casos de apariciones sagradas: “La noticia es digna de todo crédito por tratarse de personas ajenas a toda sugestión periodística, pues como hemos podido comprobar estas sencillas gentes ignoraban la existencia de cuantas informaciones de la Prensa acerca de los platillos volantes” (3). Sin embargo, esta afirmación de los periodistas no tendría que en cuenta que la existencia de las aeronaves llevaba ya tiempo calando en una opinión pública que, más allá de la circulación impresa de las noticias, tenía acceso oral a los sucesos, como se apunta en otras comunicaciones periodísticas del periodo77. La fusión del imaginario aeroespacial con los símbolos del catolicismo inundará la vida cotidiana de los españoles a medida que avance la década, como sucede en la película La lupa (Lucia 1955), en la que dos detectives investigan de manera simultánea el robo en una Prueba de su popularidad será “La crónica-reportaje sobre los "platillos volantes", escrita por Pedro Suárez: “El tema preferido en las tertulias de estos días ha girado en torno a los impresionantes pormenores suministrados por nuestro corresponsal acerca de los presuntos seres caídos a la Tierra desde otros mundos” (4) en Imperio. Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S., 16 de abril 1950. 77 78 iglesia de una estatua de un niño Jesús desaparecido y un secuestro a cargo de unos extraterrestres. El tiempo de la Navidad, será especialmente propicio para este tipo de amalgama entre lo sagrado y lo secular, debido a la convivencia en el solsticio invernal de un imaginario religioso con otro de tipo carnavalesco. Junto a personajes proveedores de dones y regalos típicos de la iconografía religiosa como los Reyes Magos o Papá Noel, los extraterrestres harían su aparición pública un 28 de Diciembre de 1954, con el aterrizaje de un platillo volante en pleno centro de Madrid, como escenario de una broma publicitaria en el Día de los Inocentes78 [fig. 17]. Fig. 17. Imperio. Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S. 30 de diciembre de 1954. Otra peculiar estampa navideña que puede ayudarnos a entender la circulación de los imaginarios tecno-católicos, ya en el contexto de un incipiente desarrollismo, será una fotografía del poeta Josep Sales, fechada en 196279. En ella, el niño Sales se inclina para recibir a un niño Jesús que viaja a bordo de un artefacto aéreo, a caballo entre un cohete y un misil interplanetario. El carácter donador de la figura sagrada del niño-Dios, portador de regalos y juguetes en algunas zonas de España, adquiere de este modo una naturaleza 78 Imperio. Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S. 30 de Diciembre 1954, 3. Agradezco a Germán Labrador que hiciera saber quién era el niño que aparece en esta fotografía, imagen dialéctica que viaja a lejanas constelaciones de la historia cultural. 79 79 alienígena a bordo de esa peculiar escotilla, desde la que poder surcar unos cielos en los que la estrella de Belén, portadora de pronósticos, bien podría haber sido confundida con una aeronave atómica o extraterrestre en contexto de una posible guerra nuclear [fig. 18]. Fig.18. José Sales. Fotografía publicada en el fanzine Mondo Brutto, n.42, 2011. En el terreno de la literatura, encontraremos otras reflexiones que recogen esta encrucijada ideológica entre el imaginario teológico y la tecnología aeroespacial. Un poema de Gabriel Celaya publicado en su libro Entreacto (1957), titulado "Cuestión de nombres", plantea esta cuestión a partir de un cruce semántico que finalmente tendría que dirimirse en el terreno del lenguaje. Un piano líquido, una mujer transparente; eso, puede verse. Un golpe de luz ausente, un platillo volante; eso, todos lo advierten. Pero un ángel que se llame Gabriel y tenga dos alas, eso, ya no puede verse. Y si alguien lo ve, lo llama “Spitfire”, “Mig” o “Douglas”. Porque no puede creerse (64-5). Para Celaya, existiría una doble matriz ideológica que se resolvería en una síntesis que deja atrás el marco interpretativo religioso, subsumido en la dinámica de secularización 80 de esas mismas formas trascendentes. El poeta distingue entre las cosas que se advierten, como los platillos volantes, y aquellas que ya no pueden verse, como un ángel llamado Gabriel, nombre del mensajero portador de noticias como la anunciación a la virgen María o la revelación del Corán a Mahoma, pero también el nombre que corresponde a uno de los arcángeles, jefes de la milicia celeste. La síntesis se resolverá con una re-significación de las categorías semánticas procedentes de la tecnología aérea bélica –“Spitfire” y “Douglas” son nombres de cazas norteamericanos, “Mig” es la denominación de un avión de caza soviético– , como nuevas formas que permitirán enunciar de manera secular a ese mismo ángel, porque el hecho de que se trate de un mensajero divino ya no puede creerse en el espacio de experiencias y el horizonte de expectativas históricas del autor y de su comunidad de contemporáneos80. En ese mismo libro, escrito en 1957, año crucial en la carrera espacial en el que la URSS puso en órbita el satélite Sputnik, Celaya incluirá un poema titulado “Acróbatas”, en el que nuevamente se produce un entrelazamiento entre las referencias religiosas y las seculares. Los astronautas pueden ser vistos simultáneamente como gimnastas, turistas, físicos y también, como posibles ángeles81. Hacia el final del poema, el viaje espacial se describe en términos místicos a partir de la experiencia de la transverberación, en la que, como en el lenguaje de los místicos, un ángel traspasaría el cuerpo produciendo una herida. El “milagro” 80 En El reino y la gloria, Agamben se desmarca de la historia de los conceptos de Koselleck (quien no es citado en el texto) y propone una revisión sobre el tipo de marcación conceptual derivado de los procesos de secularización a partir de lo que denomina “signaturas”: “La secularización es, en consecuencia, no un concepto sino una signatura en el sentido de Foucault y Melandri . . . La secularización actúa, en este sentido, en el sistema conceptual de lo moderno, como una signatura que lo reenvía a la teología” (20). 81 “ACRÓBATAS/LIMBO: Focos blancos./ Los gimnastas blancos/ a la gravedad / le dan el cambiazo, / la burlan volteando. / Abanico, el iris; /apertura, el salto./ Turismo: proyectos / interplanetarios./ Muerte, abismo, canto. / Los gimnastas brincan / — es la nueva ley — ; / físicos, exploran /el mundo al revés./¿Son ángeles? Pasen./¿No son solo el pez / del aire que nunca /termina en la red? /Trapecios. Balanzas. /Sea todo amén./ Curvas en que salta / a la comba el sol. /“¡Milagro!”, se grita. / (Técnica, ¡perdón!)/ La luz a la vista / transcurre en color, / baila un vals de muerte: / ¡Transverberación! / Pongo en alto el punto / de la i, corazón” (17-8). 81 de la “técnica” no dejaría por tanto de estar marcado por una catástrofe signada por el progreso, anunciada por estos viajeros espaciales como en “un vals de muerte”. La amalgama entre significantes católicos y tecnológicos se ampliará en los sucesivos cambios ideológicos a los que se irán anudando las políticas del régimen. Si se amplían estas transformaciones al contexto de modernización tecnológica internacional, se puede constatar cómo la propia Iglesia católica participará en el debate sobre la tecnología aeroespacial y sobre sus posibles tripulantes de origen extraterrestre. En el VII Congreso de Astronáutica celebrado en Roma en 1956, el Papa Pío XII expondrá la postura de la institución ante la posibilidad de la existencia de otras formas de vida: “Que existan o no seres humanos en los demás cuerpos celestes es un motivo de discusión libre que no afecta para nada al dogma. A la ciencia le toca demostrar y a los teólogos esperar” (Cortes-Cavanillas 45). Como se explicará en las siguientes páginas, el nacional-catolicismo en la España franquista producirá sus propias ficciones en las que combatirá a los extraterrestres como amenazadores invasores que, siguiendo las lógicas hegemónicas de la Guerra Fría, encarnan a un Otro que pone en peligro los valores de un bloque occidental que representa para el régimen la salvaguarda de los valores capitalistas, pero también católicos, frente al comunismo internacional. 2.2.4. Diego Valor, una utopía espacial en el radioteatro franquista La imaginación sobre los viajes espaciales irrumpirá a través de los medios de comunicación en un tiempo doméstico dedicado al ocio, en el que los niños comienzan a ocupar un espacio cada vez más importante como público, pero también como potenciales consumidores. El piloto espacial Diego Valor82, inspirado en la serie de cómics inglesa Dan 82 La agencia de Publicidad Cid, vinculada a la Cadena SER, compró los derechos del serial original de Radio Luxembourg. En octubre de 1953 comenzó a emitirlo bajo el título de Diego Valor. 82 Dare, Pilot of the Future de la revista Eagle, hará su aparición en los hogares españoles a través de un serial radiofónico emitido por la Cadena SER desde finales de 1953 hasta junio de 1958, que sería posteriormente adaptado como cómic entre 1954 y 1958, como teatro escénico en 1956 e incluso como serie de televisión en 1958. Juguetes, cromos, disfraces y todo tipo de productos destinados a la infancia formarán parte de la transformación de una industria en la que también comenzarán a utilizarse técnicas de publicidad emplazada tanto en los cómics como en las emisiones radiofónicas. En Diego Valor tiene lugar una adaptación nacional-católica de los contenidos de la serie británica original, con resultados sorprendentes si se tiene en cuenta el rol público de la mujer en el contexto español, como es el protagonismo de la científica Beatriz Fontana (adaptación de la profesora Peabody). Sin embargo, la superioridad de los valores del régimen franquista aflorará todo el tiempo en una serie escrita por el General Enrique Jarnés Bergua, jefe del Servicio de Publicaciones del Estado Mayor del Ejército83. El mundo de Diego Valor recrea una utopía franquista en la que los niños españoles pudieron imaginar cómo los nuevos “caballeros” españoles del espacio se incorporaban cada tarde al concierto de las naciones unidas en la guerra espacial. En el serial, la ciudad de Alcalá de Henares se convierte en nada menos que en la capital mundial que alberga la base interplanetaria y sus personajes aparecerán representados en las “Notas de sociedad en Venus” del año 2055 de manera prácticamente idéntica a la que podría encontrarse en la prensa oficial del régimen [fig. 19]. 83 El himno de Diego Valor sería una nueva versión de los himnos militares y falangistas que los niños aprendían en la escuela franquista: ¡Adelante soldados de la tierra!/¡Volad hacia el espacio misterioso!/No temáis los azares de la guerra./Mostrad en otros mundos vuestro ardor,/que os guía, valiente y victorioso,/el gran Diego Valor./¡Diego Valor!/¡El piloto del espacio!/¡El guerrero sin temor!/¡Diego Valor!/¡De los cielos caballero,/de malvados el terror!/Marte y Venus conocen nuestra gloria,/que vibra en el vacío sin fronteras./Viviréis en el libro de la historia,/escritos vuestros nombres con fulgor/defendiendo con bravura las banderas del gran Diego Valor./¡Diego Valor!/¡El piloto del espacio!/¡El guerrero sin temor! ¡DIEGO VALOR!/De los cielos caballero,/de malvados el terror (Álvarez-Buylla y Jarnés 19). 83 Fig. 19. Almanaque 2055, Ediciones Cid, 1955. Si en algo van a coincidir las dos versiones internacionales de esta serie será en señalar como enemigo a un tirano venusino, llamado Mekon en los cómics británicos y el Gran Mekong o Mhee Kohng en los españoles. Su apariencia y su nombre, de reminiscencias asiáticas, remite a otros villanos relacionados con las ansiedades occidentales hacia el “peligro amarillo” anteriores a la Segunda Guerra Mundial, como Fu Manchu o Ming The Merciless, antagonista de Flash Gordon. Los temores hacia la China maoísta y la reciente guerra de Corea confluirán en la representación del enemigo como tirano al que hay que combatir84, como expone la sección de biografías del Almanaque 2055: “Toda su vida política se dedicó, apoyado en una dictadura absoluta y cruel, a la ilusión de su vida: conquistar el Universo y hacer esclavos suyos a todos los seres” (Álvarez-Buylla y Jarnés 31). Frente a la doble vida de los héroes del cómic español como el Guerrero del Antifaz o El Siguiendo los principios de la Doctrina Truman (1947) –“free peoples resisting attempted subjugation by armed minorities or by outside pressures”–, el Primer ministro de la tierra en la serie Dan Dare justificará la intervención militar para la protección de algunas de las poblaciones extraterrestres: “We are morally commited to help the Therons and Atlantines and to try and foil the Treens” (Chapman 69) 84 84 Espadachín Enmascarado85, que viven sus aventuras en el pasado en la reconquista española, Diego Valor se presenta a cara descubierta, exhibiendo su identidad como piloto, profesión que triunfará socialmente a finales de los años 50, como pone de manifiesto Ronald Barthes en su mitología dedicada al hombre-jet, héroe reificado que lleva a cabo “una suerte de compromiso antropológico entre humanos y marcianos” (Mitologías 98). 2.3. Espacios de experiencia y horizontes históricos de expectativas en torno a los avistamientos en España. Los primeros avistamientos de platillos volantes de los que se tiene testimonio en España suceden inmediatamente después de que la prensa internacional recogiera las declaraciones del aviador estadounidense Kenneth Arnold sobre los nueve objetos que había divisado sobre el cielo el 24 de junio de 1947 en Mount Rainier, Washington. Algunos testigos afirman haber visto algunos de estos platillos en las localidades de Bazalote (Albacete), Azpeitia (Guipúzcoa) y Montequinto (Sevilla) en 1947, en una sucesión ininterrumpida de visiones que alcanza su cenit en la oleada de avistamientos entre marzo y abril de 1950 (Jiménez 25-33). Desde la Ilustración, existe toda una tradición en la que tienen lugar experiencias de visiones colectivas de artefactos poblando los cielos españoles. Los avistamientos de aerostatos en el siglo XVIII se habrían convertido en un emblema de las fracturas en la temporalidad histórica en la Modernidad, experimentadas a partir de la visión de estas “tecnologías estéticas productoras de una experiencia colectiva de exposición a la Germán Labrador ha estudiado la construcción de personalidades geminadas a partir de “la recurrencia de figuras enmascaradas y estigmatizadas en la paraliteratura popular” dentro de los procesos de creación de nuevas identidades políticas en el primer franquismo. Estos procesos estarían basados en el “encriptamiento” de las identidades anteriores a la dictadura, tomando como punto de partida la teoría de Goffman sobre la identidad “como un proceso que introduce una dialéctica de fractura interior/exterior en contextos de presión social” (“El gobierno” 66). 85 85 secularización del mundo antiguo” (Labrador “Las luces”, 76). La lectura sustancialista de las visiones celestes como signaturas que traducían la presencia viva de un orden divino que se tornaría legible a partir de esos signos, dará paso en el siglo XVIII a una lectura secularizada, en la que la imaginación científica del periodo abrirá nuevas expectativas de carácter utópico sobre lo observado: “Si hasta entonces la observación colectiva de los cielos como espectáculo acontecía ante eclipses, cometas y meteoros, vinculados siempre con alteraciones de la temporalidad de tipo catastrófico, la fractura en la temporalidad que el globo en el firmamento produce es luminosa y proyectiva” (Las luces 70-1). A comienzos de ese mismo siglo XVIII, Benito Jerónimo Feijoo habría dedicado la conclusión de su discurso “Duendes y espíritus familiares” a uno de los “cuentos de viejas” que habían circulado años atrás acerca de la aparición de tres “postillones aéreos” sobre el cielo de Galicia: Los años pasados corrió por Galicia, que cerca del Cabo de Finis Terrae se vio venir volando de la parte del Norte una nube, de la cual salieron tres hombres cerca de una Venta, y después de desayunarse en ella, volvieron a meterse en la nube, y continuaron el vuelo hacia la parte Meridional. Por ser esto en aquel tiempo en que las Potencias coligadas contra nosotros solicitaban entrar en su alianza a Portugal, se discurría que aquellos tres eran Postillones aéreos de alguna Potencia del Norte, que llevaban cartas a aquel Reino. Si fuese así, podría la misma Potencia enviar también por el aire Navíos, y Ejércitos; pues al demonio tan fácil le es conducir por las nubes treinta Navíos, como tres hombres solos. Pero no es razón gastar más tinta en impugnar tan irrisible fábula (100). La imaginación poética sobre los desplazamientos espaciales aparecerá vinculada en este caso a misteriosas tecnologías bélicas que traducen, a la altura de 1729, procesos geopolíticos iniciados con la ruptura de la hegemonía española en la Guerra de sucesión (1701-1713) y reactivados en el momento en el que Feijoo escribe, en la Guerra angloespañola (1727-1729). Las especulaciones sobre enigmáticos aparatos de navegación aérea reaparecerán en Europa y Estados Unidos a lo largo del siglo XIX, coincidiendo con crisis políticas que anticipan futuros campos de batalla desde el cielo. En España, la oleada estadounidense de avistamientos que tuvo lugar entre noviembre de 1896 y mayo de 1897 (Clark 122), será leída dentro de un discurso antiamericanista, en el contexto de la guerra de 86 independencia cubana. Frente a las hipótesis que la prensa norteamericana barajaba sobre el origen de los misteriosos artefactos –armas experimentales, espionaje aéreo, bromas e incluso naves procedentes de otros planetas–, las opiniones recogidas en los diarios españoles los muestran como una invención, ya anticipada en las ficciones de Verne y Poe, de la que se servirá la prensa sensacionalista para vender ejemplares de sus periódicos, acusada de fabricar noticias como la que poco tiempo después incorporará a Estados Unidos en la guerra a causa de la explosión del Acorazado Maine: En cuanto se les agotan a los periódicos norteamericanos los temas políticos o económicos, ya se sabe, el aerostato maravilloso, el torpedero inconstrastable o la serpiente marina de cuarenta y más millas de largo, hacen su aparición en el estadio de la prensa, entreteniendo durante algunas semanas la curiosidad insaciable y algo infantil de los yankees.Ahora, cuando ya no da juego la cuestión de Cuba, ni el tratado de arbitraje anglo-americano, ni el bill Dingley, hácese sin duda, necesario, exhibir cualquiera de las prodigiosas invenciones. Por esta vez tócale el turno al interesante problema de la navegación aérea, resuelto victoriosamente por cierto misterioso personaje que, como Robur el Conquistador, de la novela de Julio Verne, paséase a bordo de su aerostato a través de todo el territorio norteamericano86 (2). Pocos años después, un nuevo fantasma recorrerá Europa en la forma de misteriosos globos que sobrevuelan Gran Bretaña87 en 1909 y que se desplazarán unas millas más para realizar incursiones en territorio español, concretamente en Vitoria88, el 2 de agosto de ese mismo año. La noticia genera todo tipo de contenidos que circularán en las revistas satíricas y en las secciones cómicas de la prensa de la época, en forma de poemas89 o caricaturas90 que narran el evento en los términos de una intervención política sobre Inglaterra por parte de “La navegación aérea y los norteamericanos.” La Época, 19 de abril 1897. Ramiro de Maeztu, redactor en Londres para La Correspondencia de España, escribirá su crónica “El globo fantasma” informando de los acontecimientos el 25 de mayo de 1909. 88 La Correspondencia de España, 3 de agosto 1909, página 5. 89 “Ahora están de moda / los globos fantasmas /era en Inglaterra,/era en Alemania,/porque en viendo globos/ si es de noche ya,/ tudescos e ingleses/ se echan a temblar./ Un globo en los aires,/ es terrible espía,/pues todo a su gusto/ lo ve desde arriba,/ y llegando el caso/ de mostrarse hostil,/ tremendo enemigo/para el porvenir” (El liberal, 25 de agosto 1909, 3). 90 “La nueva tropelía alemana. El famoso globo fantasma echó inmediatamente el ancla en el reino insular. Pero, en su furor, arrancó toda Inglaterra elevándola por los aires. El Times y el Daily Express reclaman una acción internacional contra esta violación del derecho de gentes (Jugend, de Munich).” (Gedeón, semanario satírico, 6 de junio 1909, 13). 86 87 87 Alemania. En la ilustración que el semanario satírico Gedeón ofrece a sus lectores españoles, procedente del original publicado en la revista Jugend de Munich, un mapa de Inglaterra será elevado por los aires por un globo fantasma [fig.20]. Fig. 20. Gedeón, semanario satírico, 6 de junio 1909, 13. La imagen del mapa intervenido funciona como una caja de resonancia que se repetirá en futuras articulaciones simbólicas que se activan frente a la amenaza externa de otras intervenciones geopolíticas por parte de una potencia extranjera. En 1954 en la revista España y la paz, el artista comunista Josep Renau imaginará el país como un pequeño pueblo91, que flota suspendido entre un cielo surcado por reactores y un mar en el que flota un barco anclado con sus garras a un territorio vigilado desde su quilla-calavera. La ilustración, bajo la leyenda “Haremos de España un porta-aviones insumergible (de la prensa americana)”, proyecta el terror de la muerte atómica del que hablara Roland Barthes en esas mismas fechas. En la imagen de Renau, España aparece como un territorio que ha sido transformado en una suerte de nave nodriza que ejerce la función de un inmenso buque de 91 Luis García Berlanga convierte el pueblo de Peñíscola en su película Calabuch (1956) en un territorio imaginario que servirá como alegoría del tipo de comunidad ideal que habría que preservar de la destrucción nuclear en esta utopía pacifista. En su trama, un científico norteamericano, asustado de trabajar en la construcción de bombas atómicas huye de su país y se refugia en el anonimato de un pueblo de la costa mediterránea, donde pasará los días ayudando a los vecinos y utilizando sus conocimientos para la fabricación de fuegos artificiales y cohetes para las fiestas. 88 guerra convertido en arsenal atómico del Pentágono y que permite, desde su territorio intervenido, el despegue de los reactores hacia el espacio aereo internacional [fig. 21]. Fig. 21. España y la paz, 28 de Septiembre de 1954. Los globos y los navíos espaciales que habían circulado en la prensa y en la literatura de ciencia-ficción a comienzos del siglo XX retornarán en otros avistamientos en los años 30, en los que el encantamiento del cielo coincide con sucesos decisivos para la política interior del país, como la sublevación contra la monarquía protagonizada por Ramón Franco, hermano del futuro dictador, en el aeródromo militar de Cuatro Vientos en 1930. Este suceso se relacionará con un “avión fantasma” divisado en Pontevedra en 193092 y con los misteriosos avistamientos de aeronaves sobrevolando el campo de batalla durante la Guerra “La gente, en su fantasía, relaciona la fuga del comandante Franco con la aparición del avión misterioso que solía volar de noche sobre Pontevedra. De este avión fantasma dimos cuenta a los lectores de POLÍTICA. Ahora hay quien dice que el avión y la avioneta que voló sobre Madrid esta madrugada, son el mismo aparato y que en él se ha marchado el comandante Franco al extranjero. Naturalmente, sólo a título de fantasía acogemos el rumor.” Política 68, 25 de noviembre 1930, 5. 92 89 Civil93. Ya en los años 50, la misma imagen del “barco fantasma” estará presente en el testimonio de Miguel Sevil, vecino de Lécera94, en cuyo testimonio en 1954 declara haber divisado a “dos hombres muy rubios, que hablaban un lenguaje extraño” bajando a tierra desde una aeronave como “un barco luminoso, lleno de antenas y hélices” (25) que “desapareció verticalmente, a una velocidad vertiginosa, con un ruido muy parecido al silbido de una gran serpiente”95. Una semana después, el diario ABC96 desmentirá la detallada narración de Sevil, sustituyéndola por una versión científica de los acontecimientos: “Ha resultado ser un globo de plástico, de doce metros cuadrados de esta clase de tela, con una boca para la inyección de gas. Se trata de un globo de procedencia inglesa o francesa, de los que se utilizan para observaciones meteorológicas” (19). Los relatos procedentes de la cultura popular que se activan en las voces de los testigos de los avistamientos pueden iluminar algunas claves sobre el horizonte de interpretación de una imaginación sobre el espacio a partir de una tradición de largo recorrido97. Así, Máximo Muñoz Hernáiz, pastor de catorce años que tuvo contacto con los tripulantes de una nave en 195398, describe su visión de lo sucedido en una entrevista 93 Vicente Juan Ballester Olmos recoge en su libro libro OVNIS: el fenómeno aterrizaje (1978) el testimonio de un teniente y su asistente en el llamado “pinar de los muertos” cerca de Guadalajara, el 25 de julio de 1938, coincidiendo con el inicio de la ofensiva de las tropas republicanas en la Batalla del Ebro. Los testigos dicen haber supuesto en aquel momento que se trataba de un ‘invento aeronáutico alemán o de los “rojos’” (30). 94 El pueblo de Lécera pertenece a la comarca del Campo de Belchite (Aragón), bombardeada en 1938 por el ejército franquista en colaboración con la Legión Cóndor del III Reich. En municipios como Lécera y Planas, las colectividades de trabajo y ayuda mutua constituidas durante 1936 y 1937 se encargaron de la construcción y el mantenimiento de pequeños aeródromos como el que sirve de pista de aterrizaje en este caso. 95 ABC, 10 de diciembre, 1954 (Edición de la mañana y Edición de Andalucía). 96 ABC, 17 de diciembre 1954. 97 Durante todo el primer tercio de siglo XX, novelas de ciencia-ficción como las de H.G. Wells habían aparecido como folletines en la prensa española, tradición que se prolongará desde 1952 con la publicación de nuevos relatos en el semanario de sucesos El Caso. La novela popular de cienciaficción española había producido sus propios viajes espaciales y sus propios encuentros extraterrestres en la década de los 10 y los 20, como es el caso de la obra del novelista José de Elola y Gutiérrez. 98 La descripción del evento es muy similar al encuentro que un año después tuvo lugar en Cennina, Italia, en el que Rossa Lotti Dainelli vio descender de un artefacto de forma cónica a dos pequeños seres de aspecto humanoide: “Quasi come uomini, ma delle dimensioni di bambini» que vestían un 90 concedida al periódico conquense Ofensiva en unos términos que remiten a un imaginario carnavalesco en el que la aeronave se convierte en “un globo grande de esos que se tiran en la feria” y sus tripulantes en “tietes”, descripción que remite a toda una genealogía del teatro de muñecos o “titelles”: Creí que era un “globo grande” de esos que se tiran en la feria. Luego me di cuenta de que no: relucía mucho . . . Como creí que era un globo, fui a cogerlo. No me dio tiempo a moverme. Se abrió una puerta y empezaron a salir tietes . . . Muy pequeñetes. Eran amarillos y los ojos estrechos . . . Al hablar, como no los entendí, el que estaba enfrente me dio una palmadita en la cara. Se agarraban a una cosa que llevaba el globo, daban un saltete y, ¡hala!, adentro. (Vestían) igual que los músicos en la fiesta. Con un traje muy majo, azul . . . (una gorra) chata y con una visereja por delante. (García Blanco 40-2) La imaginación ufológica presente en los testimonios llegó a materializarse en supuestas pruebas de la presencia extraterrestre como las que pudieron leer los madrileños el 8 de febrero de 1955 en el diario “El Alcázar”, que presentaba el siguiente titular “Marte coloca en Madrid su primera piedra”. Independientemente de la falsificación del objeto, su hallazgo se convirtió en el acontecimiento fundacional de la ufología crítica en España, alrededor del cual, tertulias, grupos de estudio y asociaciones como la Sociedad de Amigos de los Visitantes del Espacio o el Centro de Estudios Interplanetarios, fundado en 1958, abrieron un espacio de debate y de encuentro en una esfera pública en la que el derecho de reunión estaba severamente restringido. A lo largo del siglo XX, surgirá toda una tradición de estudios sobre la ufología, que ha interpretado los encuentros con los inquietantes tripulantes de los platillos volantes a partir de fenómenos similares presentes ya en el folklore popular y en la mitología (Vallee, Sagan). También hay una corriente en la crítica cultural que ha partido del análisis de la cienciaficción popular como mecanismo anticipador de todo un imaginario bélico en la traje gris con botones brillantes, una capa corta sobre los hombros y un casco “apparentemente di cuoio che copriva, con due dischetti, anche le orecchie.” (La Nazione Italiana, 2 noviembre 1954). 91 configuración de Estados Unidos como potencia hegemónica en el siglo XX99. En el caso español, además de los elementos de análisis procedentes del storytelling de los testigos de los avistamientos, se debe atender a la especificidad de los fenómenos aeroespaciales en la experiencia de la población civil en la España de los años 50. Por ello, habrá que considerar la percepción de las aeronaves desde una memoria de la exposición de los cuerpos a unas necropolíticas de la verticalidad100 activadas en los bombardeos aéreos sobre la población durante la Guerra Civil101. Los españoles de ese periodo sabían que del cielo podían caer tanto las bombas como el pan en forma de propaganda102 y que las máquinas eran capaces de ser instrumentos destinados para la distribución vertical de la muerte en masa, pero también medios imprescindibles para la gestión de acciones biopolíticas que permitieran acceder a recursos imprescindibles para las poblaciones aisladas o sitiadas. Los españoles de los 50 99 La hipótesis de H. Bruce Franklin en su obra War Stars: The Superweapon and the American Imaginations (New York: Oxford University Press, 1988) se basa en el potencial imaginativo de las obras de ciencia ficción popular para generar un tipo de anticipación científica a partir del tropo de las “guerras futuras” en los Estados Unidos desde finales del siglo XIX. Dichas ficciones crearán fantasías en torno a la amenaza de una potencia externa que empuja a emprender acciones preventivas, pero también devastadoras, en torno a la invención de super-armas capaces de librar la guerra definitiva, que acabaría con todas las guerras. 100 Eyal Weizman denomina políticas de la verticalidad a los procesos geopolíticos que otorgan un papel relevante a la mirada aérea como criterio de observación e intervención sobre el espacio terrestre: “Airspace is a discrete dimension absent from political maps. But it is a space of utmost importance – cluttered with civilian and military airways, allowing a vantage observational point on the terrain under it, denying that position to others.” 101 Sven Lindqvist recuerda en A history of bombing el papel fundacional de España como país impulsor y receptor de los primeros bombardeos aéreos sobre una población civil indefensa: “Both had populations of about 6,000 when they were bombed, Guernica in 1937 and Chechaouen in 1925. Both were bombed by legionnaires - Guernica by Germans serving under Franco, and Chechaouen by Americans under French command, serving the interests of the Spanish colonial power” (5). 102 En la literatura española de los 50 pueden encontrarse pasajes que recogen una memoria subalterna de los bombardeos, en la que las heridas en los cuerpos de los sujetos que los padecieron son la huella viva de las tecnologías bélicas que las produjeron. Un ejemplo de esta memoria de la violencia aérea puede encontrarse en El camino (1950), novela de Miguel Delibes en la que los niños protagonistas se interrogan sobre el motivo que causó sus cicatrices: “La herida de Roque, el Moñigo, era de una esquirla de metralla. Se la produjo una bomba al estallar en un prado cuando, una mañana de verano, huía precipitadamente al bosque con la Sara. Los más listos del pueblo decían que el percance se debió a una bomba perdida, que fue lanzada por el avión para "quitar peso". Mas Roque, el Moñigo, recelaba que el peso que había tratado de quitar el avión era el suyo propio. De todas maneras, Roque, el Moñigo, agradecía al aviador aquel medallón de carne retorcida que le había dejado en el muslo” (91). 92 habían podido ser testigos en la prensa y los noticiarios cinematográficos (NO-DO) de las noticias sobre el bloqueo de Berlín y también habrían tenido la oportunidad en algunos casos de ser espectadores de ficciones cinematográficas como ¡Bienvenido Mr. Marshall! (1952) o la británica Passport to Pimlico (1949), en las que el reparto de un anhelado cargamento imprescindible para la supervivencia o la mejora de las condiciones de vida se realizaba por vía aérea. Como en el título un artículo de Noel Clarasó publicado en La Vanguardia en 1950, “Platillos voladores cruzan el sueño”, diferentes cuerpos serán atravesados por esos objetos que alimentan la imaginación poética de la década. La memoria corporal de la guerra, junto a los efectos somáticos de una nueva relación con los cuerpos mediatizada por los mitos de la era atómica, articulará la obra en el exilio de Ramón J. Sender. En su novela La esfera (19471969), Sender propone un inventario de técnicas de exploración visionaria siguiendo la imaginación poética de autores como Henry Miller en su ensayo El ojo cosmológico (1939) o de Valle-Inclán, a quien el escritor aragonés asocia con el fenómeno de los platillos volantes, catalizadores de nuevas posibilidades imaginativas en esta época: “Lástima que Valle Inclán no hubiera conocido en su tiempo esos platívolos o "flying saucers" de nuestros tiempos. Habría creído a pies juntillas en ellos” (Ramón J. Sender, Los noventayochos 76). En esas mismas fechas y a pocas millas de distancia de Sender, el escritor Philip K. Dick publicaba su novela Eye in the sky (1957), advertencia sobre el poder de las fantasías sociales que se activan frente a la “cultura de la paranoia” (Hendershot) desatada en la posguerra. En ella, la apertura en el cielo de un ojo celeste como consecuencia de un fallo tecnológico, trae consigo la que la posibilidad de que los mundos imaginarios de los personajes se conviertan en reales para toda la comunidad, con todo su potencial devastador o emancipador. Sin embargo, no sólo los escritores explorarán las posibilidades de anticipación histórica que la ciencia-ficción ofrecía. En 1951, el presidente Truman presentaba el primer 93 diseño de la bomba de hidrógeno Teller-Uman. Seis años antes, en su vuelo hacia el encuentro en la Conferencia de Potsdam con Stalin y Churchill, el presidente había leído a sus acompañantes fragmentos del poema de Tennyson “Locksley Hall”103, guardado en su billetera desde 1910. Las visiones proféticas sobre un cielo lleno de naves fantásticas, que arrojan armas capaces de llamar al silencio al redoble de los tambores de guerra, anticiparán el teatro de la representación providencial de un futuro por venir, en el que el presidente hacía visible con la palabra poética el escenario de unos planes que ya tenía en mente al finalizar la Segunda Guerra Mundial: bombardear Hiroshima antes de que la URSS pudiera invadir Japón (Franklin 82). Desde 1947, los platillos volantes habían hecho su aparición en los cielos españoles, en los tebeos, en las novelas populares de ciencia-ficción, en los cines, en las voces de la radio, en la publicidad y hasta en los escaparates de las ciudades de provincias. Todo un despliegue de la imaginación aeroespacial en la vida cotidiana que Gloria Fuertes recogerá en su propia historia poética, Historia de Gloria, en un poema titulado “Credo”. En él, la escritora madrileña asociaba la aparición de los platillos con el papel de aluminio (también conocido en España como “papel de plata”) que recubría las tabletas de chocolate: “Creo en los platillos volantes/Creo en las platillas que envuelven el chocolate” (84). En su niñez, la escritora habría tenido la oportunidad de conocer el origen de esa combinación entre la imaginación extraterrestre y el chocolate, en un momento en el que unos platillos volantes que aún no tenían ese nombre ya se imaginaban a través de las colecciones de cromos que se regalaban con las tabletas de cacao, como las estampas de la colección “Los secretos del 103 El poema de Tennyson será también el preferido por Henry Ford, quien también llevará a lo largo de su vida una copia consigo (Wik 58): “For I dipt into the future, far as human eye could see,/Saw the Vision of the world, and all the wonder that would be;/Saw the heavens fill with commerce, argosies of magic sails,/ Pilots of the purple twilight, dropping down with costly bales;/ Heard the heavens fill with shouting, and there rain'd a ghastly dew/ From the nations' airy navies grappling in the central blue;/ Far along the world-wide whisper of the south-wind rushing warm,/With the standards of the peoples plunging thro' the thunder-storm;/ Till the war-drum throbb'd no longer, and the battle-flags were furl'd/ In the Parliament of man, the Federation of the world” (Tennyson 53-4). 94 Planeta Marte”, editada en los años 30 por la fábrica de Chocolates Bubí de la Compañía Colonial de África [fig.22]. Fig. 22. “Los secretos del Planeta Marte”, circa 1930. En estos cromos, el planeta Marte aparecía como una nueva posibilidad para la expansión colonial en ilustraciones en las que un paisaje marciano aparece lleno de plantaciones, en una suerte de prolongación de las viejas colonias terrestres en las nuevas colonias espaciales. A comienzos de los años 50, la difusión cada vez mayor de alimentos procesados de manera industrial, como la leche condensada, el cacao en polvo o las tabletas de chocolate, permitieron acompañar la insuficiente dieta de los niños españoles con un suplemento de calorías a través de las cuales circulaban nuevas colecciones de cromos con un imaginario espacial renovado104. Fantasías producidas en tiempos de escasez, que no sólo inventaban puertas que se abrían hacia un espacio exterior por donde pudiera penetrar la devastación o la conquista de nuevos territorios, sino también la capacidad de soñar con otros mundos posibles [fig.23]. 104 Es el caso de la colección de cromos Jack Larson, rey del espacio de Chocolates Pí o el Álbum 1 de Chocolates Amatller. 95 Fig. 23. Album 1, Chocolates Amatller, 1950 2.4. Ficciones identitarias: El espacio exterior desde el interior de la dictadura 2.4.1. La nave (1959) y Marsuf, el vagabundo del espacio (1962) de Tomás Salvador: alegorías falangistas de la reconciliación nacional. En marzo de 1959, Ediciones Destino publicaba La Nave, considerada por su autor una “novela de Fantasía-Científica” que proponía un ejercicio de prognosis social a partir del “proceso de experiencia humana” (11) de una comunidad de hombres y mujeres procedentes del planeta Tierra, que habría estado recorriendo el espacio durante más de setecientos años: Mi “Nave” es una Nave espacial: americanos y rusos están sembrando el espacio de satélites y exploradores. ¿Cuánto tiempo tardarán las aeronaves, con tripulación humana, en viajar por lo menos dentro de nuestro sistema solar? Muy poco: una o dos generaciones. ¡Qué mejor clima podía desear!. . . Sé perfectamente que la idea de una “Nave”, encerrando en sí un complejo filosófico, una utopía, un proceso social y humano, ha sido largamente acariciada por escritores, poetas, filósofos de todos los tiempos y latitudes . . . Dejemos que la “Nave” sea una nación, un planeta, un cosmos, con derecho a buscar su propio Renacimiento” (16-20). Tomás Salvador, ex-combatiente de la División Azul en Rusia, ejército al que había dedicado su novela División 250 (1954)105, traslada a esta alegoría espacial su particular 105 Salvador reivindicará en División 250 el heroísmo de aquellos divisionarios que no fueron recompensados o reconocidos por un régimen cuya consideración hacia ellos iba variando en función de sus intereses en la coyuntura política internacional tras el fin la Segunda Guerra Mundial: “Los hombres que apostaron una baza pueden ser olvidados o relegados hasta que un nuevo viraje de la política los saca al candelero. En este juego de oportunidades, el voluntario se desconcierta. 96 lectura de la situación política de la España de finales de los años 50. En la nave imaginada por Salvador, dos comunidades viven separadas y enfrentadas: los “kros”, élite que ocupa la parte superior de la Nave y que se enfrenta a un problema de espacio debido a la escasez cada vez mayor de iluminación artificial y los “wit”, que físicamente no han sufrido mutaciones genéticas como los “kros” y que serían los descendientes de aquella parte de la tripulación original compuesta por “los blancos primitivos, los que vivían en las cuevas, en las terrazas y cámaras interiores, trabajadores especializados, pero no sabios, colonos o técnicos para ser usados después de llegar” (146). Los “wit” habitan las cavernas subterráneas de la Nave y continúan siendo la fuerza de trabajo que la mantiene en funcionamiento y que procura el alimento para todos sus habitantes. La imagen de esta comunidad remite tanto a la tradición de los primitivos cristianos, que mantenían sus saberes y experiencias refugiados en las catacumbas, como a un motivo recurrente en las leyendas y los cuentos de hadas que se reinterpreta en los relatos míticos del nacionalsocialismo europeo como es la tradición fabulística en la que el proceso productivo sucede bajo tierra, apartado de la mirada pública. Este será el caso de la película Metrópolis de Fritz Lang y Thea Von Harbou, publicada como novela en España en los años 40106. La Nave habría sido lanzada al espacio en 2317 con una tripulación de tres mil personas —“descubridores, aventureros, colonizadores y habitantes” (83) — elegidas para alcanzar un pasillo magnético que nunca se pudo encontrar. Quince años después, tendría lugar la “Primera Revolución, llamada el Día del Desengaño” (76), cuando los habitantes de la Nave descubren que están vagando perdidos por el espacio sin posibilidad de regresar a la Tierra. En 2390, habría sucedido una nueva revolución, llamada el “Día de la Ira”, en la que Obviamente, si además de soldado fuera político, podría sacar más provecho de su aventura. Y aclaro que “La Idea” como acicate de voluntades suele ser de lo más impolítico que se conoce (18). 106 Domingo Santos recuerda en Lo mejor de la ciencia-ficción española cómo en los años 40 se publicaron en España las novelas de Thea von Harbou, entre las que se encontraba Metrópolis, fenónemo editorial, según el autor “achacable a nuestra germanofilia de la época” (8). 97 habría tenido lugar un intento fracasado de inmolación por parte de una amplia mayoría de sus habitantes. Finalmente, se habría iniciado una tercera revolución en la generación XVI, en la que una familia tomó finalmente el gobierno mediante el uso de la fuerza: “los guardianes, al mando de su capitán Henry Faro, se apoderaron del gobierno, so pretexto de contener el relajamiento de las costumbres. Al parecer, los habitantes de la Nave eran demasiados y muchos morían por falta de aire. La dinastía de los Faro continúa en el poder” (76). La historia de la Nave es conocida por el protagonista, Shim, Hombre de Letras y único Guardián del Libro donde se registran los acontecimientos del pasado a los que permanecen ajenos las sucesivas generaciones de “kros”, que han perdido cualquier memoria sobre una historia compartida que sólo conocen Mei-Lum-Faro, Señor de la Nave en ese momento, y el Hombre de Letras de cada generación. Shim toma conciencia de su posición como receptor de la memoria de la Nave y se otorga a sí mismo un papel redentor en el status quo de la dictadura espacial: “No podré cambiar el destino de la Nave, pero sí enseñar a mis hermanos el camino de la regeneración” (71). El metarrelato histórico de la Nave que realiza Tomás Salvador se inscribe dentro de la repetición de un relato mítico palingenésico por el cual se produciría una regeneración ilimitada en la historia de la Nave-nación: Tenemos una posibilidad: la de reencontrarnos, la de volver a nuestra condición humana . . . El hombre es un animal indomable. Ha renacido siempre en sus cenizas. Es la más admirable forma de vida que puebla el Universo. Es un soplo de Dios mismo. Aun cuando sólo quede una pareja humana, sobre su base se repetirá la Historia. Nosotros no moriremos” (109). Tras defender a unos embajadores “wits” ante la sentencia de muerte del caudillo, Shim reconoce al enemigo como prójimo: “Perdónalos, Señor, porque los wits son igual a nosotros y los necesitaremos” (105). Como consecuencia de esta manifestación de ruptura con la ley moral “kros”, el cronista, con sus manos amputadas, será desterrado a las cavernas situadas en la parte inferior de la Nave. A partir de ese momento, la llegada del protagonista es interpretada por las siete familias “wit” como la parusía de un enviado del Señor de los 98 Símbolos, representaciones míticas de la Tierra que los “wit” conservan en su historia oral y en las profecías: Os dejaré algunos de mis símbolos y al cabo de mucho tiempo, os enviaré otro mensajero. Será un hombre diferente a vosotros, un hombre que os dará lástima, os amará, pero al que terminaréis matando. No importa. Será necesario que muera por salvaros. Se anunciará con la gran luz y la luz se lo llevará (165). Para Tomás Salvador, la comunidad “wit” se convierte en depositaria de las prácticas y saberes sobre los que ha de fundarse la regeneración por venir de esa humanidad espacial, que desde una “degeneración” de la vida en la Nave, ha retrocedido a “casi la Edad de Piedra, o mejor un feudalismo sin raíces” (19). Siguiendo la lógica del metarrelato histórico de la modernidad española, basado en los conceptos de decadencia y regeneración (Sánchez León), tras el declive histórico de la Nave, la convivencia prolongada de un “kros” con los “wit” hará posible un “Renacimiento” a partir de los saberes y prácticas sostenidos en el tiempo por esta comunidad: “El pueblo wit, el más primitivo de los dos que pueblan “la Nave”, condenado a vivir en cámaras tenebrosas, descubre la luz, la danza, el culto a los muertos, el curanderismo y el simbolismo. Y, en la persona de Netto, la literatura” (19). Shim, que ha sido elegido Navarca de la comunidad “wit”, presentará un proyecto de reconcilización entre ambas tribus que pasa por un pacto de olvido sobre el pasado, lo que les permitiría comenzar una nueva era de paz en la que “sólo el amor puede vencer a la Ley” (154). La ley a la que Shim se refiere, es aquella que considera a los “wit” una raza maldita, por lo que propone su abolición para instaurar una nueva alianza a partir de la premisa de que “lo enemigo puede ser amigo” (51), vía imaginada por el protagonista para extirpar la violencia de la comunidad: La Nave es muy pequeña para dos enemigos;/borremos las fronteras, quememos el pasado/y empecemos ahora la nueva coyuntura . . . Queremos una tregua, queremos la unidad de todos/ En la Nave, queremos empezar una nueva y sencilla/ Victoria de los hombres, recobrar el tesoro pasado (252-4). 99 Tras una serie de profecías que vinculan el futuro de Shim con diferentes episodios de la pasión de Cristo107, el protagonista termina asesinado a manos de algunos de sus seguidores, en analogía con el asesinato de Julio César, lo que le hace preguntar a aquellos que le han traicionado: “¿También tú, Natto?”. La muerte de Shim se convierte para el autor en “el obligado tributo de sangre que los idealistas o soñadores de la “utopía” han pagado siempre al lento progresar de los mediocres” (18). La misión mesiánica del Navarca se une de esta manera al mito del renacimiento de la nación, que en el caso de la obra de Tomás Salvador, estará vinculado a un imaginario falangista en el que la comunidad nacional será redimida gracias a la sangre de los mártires y los caídos como su precursor, José Antonio Primo de Rivera, a quien el autor eleva a la categoría de mito –todavía a la altura de 1964–, cuando se inaugura un monumento a su figura en Barcelona: “José Antonio tiene una memoria segura. Murió joven y limpio y eso vale para la eternidad” (citado en Morán 371). La Nave, lejos de poder interpretarse bajo la lógica del roman à clef, incorpora en su narración alegórica algunas de las preocupaciones del autor como intérprete de la política nacional a la altura de 1959. Tomás Salvador, como agente vinculado a ciertas posiciones de un campo político en el que los cuadros vinculados a Falange tendrían cada vez menos espacio, gozará sin embargo de cierto poder en la toma de decisiones en el campo literario en la Barcelona de finales de los años 50108. De esta manera, Salvador tomará decisiones como 107 La utilización de la alegoría figural cristiana para reflexionar sobre la necropolítica en la Guerra Fría y la posibilidad de una redención para la humanidad puede encontrarse en una temprana obra de teatro de Alfonso Sastre, Uranio 235 (1946), en la que se advierte de las consecuencias de la bomba atómica sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. En la obra, que De Vicente describe como “un belén atómico” en el que “el nacido Iván será –según su Madre– "el padre de una humanidad nueva" que "vencerá al pecado y a la muerte y a nuestros fantasmas" (Sastre, 1992, p.68)” (De Vicente 27), Sastre utiliza dos textos para tejer sus referencias: de un lado El mundo se liberta (1914) novela de H. G. Wells que anticipaba el lanzamiento de la primera bomba atómica y de otro, la Biblia. 108 Tomás Salvador había acumulado en su biografía diversas experiencias políticas, desde su paso como soldado republicano por un campo de concentración hasta su posición como director desde 1955 de la revista falangista Hermandad de antiguos combatientes en Rusia. Su pasado como divisionario le permitirá ocupar un puesto como inspector de policía en la Brigada Criminal, dependiente de la Dirección General de Seguridad de Barcelona. Como recuerda Rafael Borrás en sus memorias, Salvador, aquejado de una profunda sordera a la vuelta de la guerra contra la URSS, estaba 100 editor que oscilarán entre la colaboración con escritores críticos con el régimen109 y la capacidad desde su puesto directivo en la editorial Plaza y Janés para denunciar a otros colegas por motivos políticos110. Mientras que la ciencia-ficción le permite a Salvador proyectar en el futuro la posibilidad de una reconciliación entre los miembros de ese “cuerpo autárquico llamado Nave” (27), las dos novelas publicadas al año siguiente, El atentado, Premio Planeta 1960 y el El agitador, centrarán su trama en un imaginado pasado en el que, tanto los anarquistas de los años 20 como los comunistas de los años 30, son descritos como agentes que irrumpen con su violencia contra la supuesta armonía y paz social. Todo ello contradecía la realidad de la amenaza de dichos movimientos políticos a la altura de 1960, un año en el que terminarían las actuaciones de la guerrilla urbana anarquista en Cataluña con el asesinato del último héroe popular, Quico Sabaté, a manos de la Guardia Civil. El proyecto de Salvador pasará por la recuperación del género de ciencia-ficción, en el que se inserta a sí mismo como pionero tras la guerra: Antes de 1936 teníamos al Coronel Ignotus; después algunas cosas sueltas de Cargel Blaston, Eduardo Texeira, sendas novelas de Carlos Rojas y Antonio Ribera . . . Al enfrentarme, pues, con una carencia de obras nacionales, me enfrento con una carencia de clima” (16). Por ello, se defiende de antemano en el prólogo a su obra de las posibles críticas por la utilización de un género menor, en boga en ese momento gracias a la publicación de paradójicamente a cargo de los dispositivos de escuchas en vísperas del Primero de Mayo de 1956. En ese momento, Salvador estaba diseñando el proyecto de una revista que aglutinaría escritores de diversas tendencias ideológicas y cuyo título y lema provisional era “El tranvía. Cabemos todos y vamos a cualquier parte” (Borrás 150-52). 109 Francisco Candel recuerda cómo el papel público de Salvador como policía y ex divisionario era utilizado por el escritor para ayudar a otros colegas: "Eso le dio fama de hombre del régimen . . . pero no lo era en absoluto. Al contrario, era más bien liberal e intentó abrir vías de convivencia. En algunas ocasiones intercedió por otros escritores amenazados por la policía, por mí mismo, asegurando que no se trataba de comunistas sino de católicos progresistas." (El País). 110 Es el caso de la escritora Concha Alós, ganadora del Premio Planeta en 1962 por su novela Los enanos. Tomás Salvador declaró que no pensaba publicar su novela “por considerarla de tendencias socialistas” (Rodríguez 18). 101 diferentes colecciones de novela popular, haciendo consciente al público lector de “los zoilos de turno que tratarán de amedrentarle diciéndole que es literatura de quiosco, de historietas infantiles” (13). La novela de Salvador se convierte en una fábula política sobre la reconciliación nacional a partir de la parábola del buen pastor, bajo cuya cita del Evangelio según San Juan se inscribe el prólogo “Et alias oves habeo que non sunt ex hoc ovili”. El libro entero comienza con una cita de El origen de las especies de Darwin sobre la selección natural111, a la que el autor tratará de responder en la novela tomando posición en favor de la raza más débil de la nave: “Había derrotado la más cruel de las leyes, la que dice: “Los wit son una raza maldita”. Solo el amor puede vencer a la Ley” (154). Junto a un marco de referentes procedentes del catolicismo, el narrador realizará una reivindicación de la justicia social a partir de la terminología jurídica utilizada en Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas de 1948: “El pueblo wit está escarnecido y humillado, condenado a vivir en la cuevas inmundas aplastadas por suelos y suelos de metal, sin aire casi para respirar, sin derechos humanos” (148-9). Precisamente un extracto de esta declaración sería difundido en las protestas estudiantiles de abril de 1956, ante la inminente reunión en Madrid del Comité Ejecutivo de la UNESCO. En el reverso del folleto repartido aparecía además un manifiesto redactado por Javier Pradera y Jorge Semprún, miembros del Partido Comunista de España, en el primer documento que apuntaba desde la izquierda a la idea de la reconciliación nacional: En este día, aniversario de una victoria militar que sin embargo no ha resuelto ninguno de los grandes problemas que obstaculizaban el desarrollo material y cultural de nuestra patria, los universitarios madrileños nos dirigimos nuevamente a nuestros 111 El uso de las citas en la novela produce la integración de autores y obras tan heterogéneas como la cita del Eclesiastés, que abre la primera parte, “El Libro”: “No hay memoria de los antepasados, y tampoco de los descendientes por venir habrá recuerdo entre los que existan posteriormente” (22); junto a André Malraux, que encabeza la segunda parte, “Los Wit”: “Retrouver l’homme partout où nous avons trouvé ce qui l'écrase” (113) y finalmente a Antonio Machado, ya reivindicado al finalizar la guerra por los intelectuales falangistas de Escorial, cuyo “Retrato” abre la tercera parte narrada como un canto épico titulado “El Navarca”: “Y cuando llegue el día del último viaje,/y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,/me encontraréis a bordo ligero de equipaje,/casi desnudo, como los hijos de la mar” (231). 102 compañeros de toda España y a la opinión pública. Y lo hacemos precisamente en esta fecha –nosotros, hijos de los vencedores y los vencidos− porque es el día fundacional de un régimen que no ha sido capaz de integrarnos en una tradición auténtica, de proyectarnos a un porvenir común, de reconciliarnos con España y con nosotros mismos (citado en Mesa 346). Cabe preguntarse por la importancia de elaborar un relato alegórico sobre la reconciliación a finales de los años 50, en competencia discursiva con propuestas como la del Partido Comunista recogida en junio de 1956 en el documento “Por la reconciliación nacional, por una solución democrática y pacífica del problema español”. El documento, que apelaba en su argumentación a decisiones que la comunidad internacional había adoptado en aras de fomentar la coexistencia pacífica dentro de la lógica política de la Guerra Fría112, remitía a los futuros acuerdos que diferentes fuerzas de oposición al régimen podían establecer bajo la premisa de una reconciliación entre diversos sectores políticos en los que se incluía también a posibles “falangistas disidentes”113. La estrategia del PCE tras las movilizaciones obreras y estudiantiles de 1956 y 1957 pasaría posteriormente por la convocatoria de la Jornada de Reconciliación Nacional de 1958 y la de la Huelga Nacional Pacífica en 1959, a la que se sumaron otras fuerzas emergentes de oposición como “los socialistas del Frente de Liberación Popular (FLP) y de la Agrupación Socialista Universitaria (ASU)” (Molinero e Ysás 42). A pesar de la escasa repercusión de estos “Convivimos en un mismo planeta con otros países y so pena de marchar por el camino apocalíptico de una guerra termonuclear, cosa que nuestro pueblo, como todos los pueblos, rechaza, no hay más solución que la coexistencia pacífica entre los Estados, independientemente de las diferencias de régimen social . . . El espíritu de Ginebra significa que el método de la discusión y la negociación es el que debe regular las relaciones entre Estados, independientemente de su régimen político y social . . . Las posiciones públicas del Papa a favor del desarme y de la prohibición de las armas atómicas, su cambio de tono al referirse a ciertos problemas del mundo contemporáneo, son el reflejo de las poderosas corrientes que se extienden entre los católicos de todos los países en pro de la paz y la colaboración internacional” (“Por la reconciliación nacional”). 113 “Si la represión se ceba en los comunistas, socialistas, cenetistas y nacionalistas vascos y catalanes, las persecuciones políticas alcanzan . . . bién a monárquicos, democristianos, liberales e incluso a los falangistas disidentes . . . Si las fuerzas sociales que retiran su apoyo a Franco se pronunciasen por la reconciliación nacional, el entendimiento que no pudo lograrse entre los españoles durante la guerra civil, podría hacerse hoy, tendiendo un puente entre el pasado y el presente, de cara al porvenir, en el camino de la continuidad española” (citado en Oliver, Pagès, Pagès 284). 112 103 acontecimientos, el PCE se iba a ir consolidando como la fuerza más activa de la oposición, gracias en parte a la representatividad de los cargos presentes en las estructuras sindicales oficiales elegidos por la táctica del “entrismo”, puesta en marcha tras la Ley de Convenios Colectivos de 1958. En este contexto, la nave-arca generacional de Salvador se configura como un espacio heterotópico y heterocrónico, además de ser un organismo autárquico capaz de autoabastecerse a través de una serie de dispositivos tecnológicos que le han permitido viajar a la deriva durante setecientos años. La nave es considerada como un organismo o cuerpo biológico que provee de alimentos a sus habitantes, quienes la consideran una “madre” (35) y también una “Patria”, por la que uno de los jefes “wit” estará dispuesto a morir luchando (149). Al igual que el escritor falangista Dionisio Ridruejo había realizado una transferencia simbólica de la nación española a la comunidad participante en la División Azul mediante la metáfora de “una España caminante”114 (en paralelo a la denominada “España peregrina” de los exiliados), Salvador realizará una alegoría de la nación como un eterno cuerpo social que atraviesa el tiempo y el espacio con un destino común trascendente. El protagonista, Shim, rechaza la violencia revolucionaria a la que Salvador dedica sus novelas posteriores e impide a una familia de guerreros ejercer la venganza del asesinato de hombres “wit” a manos de los “kros”. Al final de la novela, se convierte él mismo en una víctima sacrificial en el momento en el que iba a ser investido como Navarca, mártir de la Nave-nación cuyas últimas palabras reafirman su misión redentora115: “No importa, se cumplirá el destino” (288). En palabras de Ridruejo: “Para mayor pureza, ha desaparecido la trampilla geográfica. Una Patria “no es un agregado de tierras”, es un haz de gentes que caminan juntas. Caminamos. El espacio hace aquí – para la imagen – el papel de tiempo. Somos “unos” porque lo somos hacia el porvenir, en el destino más que en la procedencia. Y porque lo somos de cara a “otros”, junto a ellos o frente a ellos; en lo universal. He aquí esta unidad de destino en lo universal atravesando la Tierra hacia el combate, tal y como España – lo soñamos—va a atravesar el tiempo. Cierto: la División es una España andante, nuestra España” (citado en Saz España 364). 115 Ismael Saz recuerda algunas de las figuras que formaron parte del “santoral misionero” promocionado por Falange, del que formarían parte “José Antonio, “el primer misionero y fundador 114 104 1959, año de publicación de La nave, será clave para las políticas de legitimación del régimen en el vigésimo aniversario del final de la Guerra Civil, mediante la imposición de su propia visión de la “reconciliación nacional”. Esta concluirá simbólicamente en el acto de inauguración del Valle de los Caídos el día 1 de abril de 1959, entendida como el momento final de legitimación de una victoria “total y para todos . . . una victoria, de la unidad del pueblo español” (Franco El movimiento, 29). En este relato de la victoria, se mezclará una visión mesiánica del régimen a partir del mito fundacional de la guerra como Cruzada, en la que según las palabras del dictador “hay mucho de providencial y milagroso”, con el relato del desarrollo material de un país en el que se garantiza “la firmeza y seguridad con que viene desarrollándose nuestro progreso económico-social.” En La nave de Tomás Salvador, asistimos a una amalgama de los tiempos históricos. Como afirma uno de sus cronistas: “terminaremos siendo humanos de la Edad de Piedra en una maravilla científica” (194). El proyecto reconciliador de Shim pasa por la recuperación del pasado como comunidad católica de esa humanidad a la deriva. Esta defensa del cristianismo como meta histórica de toda la humanidad se repetirá en otros textos de Salvador, en los que el motivo de la superposición de tiempos históricos se integra en una síntesis superadora por medio de la trascendencia religiosa116. Salvador proyecta en el futuro el mito de una comunidad cuya integración pasa, como en el pasado imperial español, por una idea de redención nacional que José Antonio Primo de Rivera había establecido en los Puntos iniciales de Falange de 1933: de la salvación de España”; Ignacio de Loyola, “fundador de la Falange de Cristo”; Pizarro y Hernán Cortés, “los primeros falangistas que tuvo España” (España 219). 116 La idea central de La nave se repite en una columna de opinión sobre el África contemporánea titulada “Negritud”, publicada en La vanguardia el 22 de noviembre de 1960: “Los negros son una fuerza humana considerable y el hecho de que hayan saltado de la Edad del Bronce a la era atómica en menos de cien años, no es culpa suya. Pero está por demostrar que vayan a necesitar diez mil años, como las civilizaciones mediterráneas, para madurar, entre otras razones porque si nosotros tenemos bombas atómicas, reactores, televisión y radar, los principios morales aristotélicos, la doctrina actual es, precisamente, la de Cristo, un hombre que vivió hace dos mil años (11). 105 España contestó siempre con la afirmación católica. La interpretación católica de la vida es, en primer lugar, la verdadera; pero es además, históricamente, la española. Por su sentido de catolicidad, de universalidad, ganó España al mar y a la barbarie continentes desconocidos. Los ganó para incorporar a quiénes los habitaban a una empresa universal de salvación (citado en Saz España 141). A la altura de 1959, Falange habría perdido la influencia de algunos de sus miembros más destacados en puestos institucionales y gubernamentales, desplazados por los nuevos ministros tecnócratas del Opus Dei que habían formado el gabinete de gobierno en 1957117. Este mismo año, Franco había retirado a José Luis Arrese de su cargo de como Secretario General del Movimiento, tras el fracaso de su propuesta para la configuración de un anteproyecto de Leyes Fundamentales que pretendían hacer del Movimiento Nacional el depositario de la soberanía. También fue retirado de su cargo como ministro de trabajo José Antonio Girón, que había ocupado su cargo desde 1941, impulsando una peculiar manera de “integrar” a las masas obreras en la participación representativa a partir de los intentos de captación de dirigentes históricos de la CNT y de los sindicatos anteriores a 1939 que quisieran colaborar con el Sindicato Vertical, entre las zonas y sectores más combativos a comienzos de los años 50 (Saz Fascismo 195). La ciencia-ficción servirá a Tomás Salvador en 1959 como herramienta de imaginación política a partir de la cual poder rearticular algunos de los mitos sobre la nación del ideario falangista, en la línea de la interpretación católica del movimiento que harán algunos ideológos de la posguerra como Laín Entralgo en su obra Los valores morales del nacionalsindicalismo (1941). Salvador parte de la creación simbólica de una nación sin territorio, en la que una parte de la comunidad plantea el disenso sobre el modelo de Estado y de leyes que la regulan. El proyecto de reconciliación nacional en la novela se proyectará a El enfrentamiento entre las “familias tuvo lugar dos días después del cambio de ministros, cuando tuvieron lugar en El Escorial los solemnes funerales que todos los años se celebraban por los reyes de la monarquía española con asistencia del Generalísimo y el Gobierno en pleno, los bancos reservados al Consejo Nacional y a la Junta Política quedaron todos vacíos. Fue la última protesta de una Falange inútil contra el régimen que ella misma había sostenido durante largos años” (Lazo 364). 117 106 partir una integración orgánica de los habitantes de la Nave en el cumplimiento de un metarrelato heredado de la historiografía liberal y reactivado durante el franquismo, que configura un marco epistemológico en el que se sugiere una constitución de la nación dentro de una historia providencial que hace depender su origen de una teleología cristiana que le otorga su unidad confesional antes que política. Por ello, el espacio utópico propuesto por Salvador se inserta dentro del proyecto nacional evangelizador, que se habría iniciado en la Reconquista y que habría continuado en la conquista de América: “Calmo Berlhengui, cronista de la V generación, dice que el hombre se dividía en cuatro etapas: descubridores, aventureros, colonizadores y habitantes…Para volver a empezar otra vez, un poco más lejos. Y decía Calmo: Nosotros somos descubridores” (83). En este sentido, el navío espacial sería, como cualquier barco, un “pedazo flotante de espacio” en palabras de Foucault y, por tanto, la representación de la heterotopía por excelencia, en la que Salvador proyectará una continuación de la misión evangelizadora de España más allá de las fronteras nacionales y terrestres. El pensamiento onírico falangista prolongado en el espacio exterior de esta comunidad imaginada continuará presente en su siguiente obra de ciencia-ficción, en esta ocasión para destinada al público infantil, titulada Marsuf, el vagabundo del espacio (1962), publicada en la colección La Ballena Alegre118, de la Editorial Doncel. En ella, Natto, el poeta de La Nave, será el protagonista de varios relatos en los que se describe la expansión de una comunidad espacial en diversos territorios de la galaxia. En el relato “Marsuf y los mercaderes”, Salvador describe un escenario en el que una imaginaria Convención de Ginebra habría declarado libre el espacio, “de modo que ninguna potencia pudiera tener bases militares, derechos territoriales o colonias al viejo estilo” (30). En este contexto, el llamado Gremio de los Mercaderes, se habría independizado de sus “La ballena alegre” era el nombre del lugar donde se celebraban las tertulias literarias que los falangistas organizaban durante la Segunda República en el Café Lyon de Madrid. Este lugar será también el punto de encuentro desde 1955 de la Sociedad de Amigos de los Visitantes del Espacio. 118 107 estados-nación respectivos para expatriarse de manera voluntaria en diferentes “familias y en su representación, la Gran Familia” (33) que habitan en el espacio exterior en sus propias naves nómadas: Las naves autónomas se convirtieron en centros comerciales y exploradores . . . Varias familias formaban una tribu. Las nuevas naves, grandes como almacenes volantes, eran tierra comunal. Se nacía y moría en ellas . . . Lo curioso, era que el poder lo ejercían las mujeres. Cada nave tenía una “Madre”, como dueña benévola. Sus decisiones eran acatadas por todos, si bien se referían a la vida comunal, ya que las decisiones técnicas competían a los capitanes. El matriarcado se había revelado como fórmula muy eficaz de convivencia. (33-4) La autonomía de las naves espaciales en la obra de Salvador se articulará en torno las mismas unidades sociales orgánicas que sostenían la base del ideario falangista como eran la familia, el municipio y el gremio. El proyecto de reconciliación que había fracasado en La Nave deviene en una utopía integradora que se consigue con la autonomía funcional de diferentes matriarcados que pueblan la galaxia, en un pacto acordado por una “comunidad de intereses” (33) que resumirá sus acuerdos en cinco puntos fundamentales por los cuales se regularán las nuevas comunidades espaciales119. 2.4.2. La saga de los Aznar de George H. White (Pascual Enguídanos), utopía socialista en la novela de ciencia-ficción popular En 1953 aparecieron tres colecciones de novela popular dedicadas a la ciencia-ficción: Futuro, de Ediciones Futuro, Espacio, de Toray y Luchadores del Espacio, de Editorial Valenciana (Canalda y Uribe-Echeberría 19). Mientras las dos primeras se nutrían de las traducciones de obras norteamericanas del momento, como los relatos de la revista Resulta significativa la coincidencia de este pacto de cinco puntos con el llamado “cincopuntismo”, acuerdos que en 1965 acabarán pactando representantes de la Confederación Nacional de Sindicatos con un sector procedente de la CNT. El planteamiento de dichos acuerdos se habría ido perfilando desde comienzos de los años 60 (Herrerín 264-5). 119 108 estadounidense Weird Tales (1923-1954), incorporados a la colección de novelas Futuro (1953-1954) que dirigía José Mallorquí, Editorial Valenciana albergó la obra de autores españoles que se presentaban a los lectores bajo un seudónimo anglosajón. Escritores como “José Luis Benet (Joe Bennett), José Caballer (Larry Winters), Ramón Brotóns (Walter Carrigan), Miguel Nieto (Mike Grandson) o Fernando Ferraz (Profesor Hasley)” (Canalda y Uribe-Echeberría 23), que habían sido represaliados por el régimen franquista, fueron contratados por la editorial. Este sería el caso, por ejemplo, de Alfonso Arizmendi (Alf Regaldie) quien había llegado a comenzar su carrera literaria desde prisión. La posibilidad de habitar otros mundos se revelará en la novela de ciencia-ficción utópica de los años 50 como un dispositivo de proyección mito-poética de aquellos modelos sociales que sólo podían representarse en estos términos en una esfera pública bajo dictadura. Este será el caso de la serie de novelas La Saga de los Aznar, publicadas entre 1953 y 1958 por el escritor valenciano Pascual Enguídanos, bajo el pseudónimo de George H. White. La serie de lo que el propio autor definió posteriormente como “novelas socialistas” se inicia precisamente con una aventura en busca de platillos volantes en el Himalaya. En ella, el aviador Miguel Ángel Aznar de Soto, español de nacimiento aunque teniente de las Fuerzas Aéreas norteamericanas, trabaja en la Astral Information Office, una imaginaria agencia dependiente de la ONU que investiga la existencia de visitantes extraterrestres. La utopía socialista planteada por Enguídanos girará en torno a la creación de nuevos estados-nación que han sobrevivido a la última guerra mundial, como son los Estados Unidos y la Federación Ibérica120. Su exposición de las políticas del nuevo gobierno galáctico se justificará de cara a la censura franquista a partir de una argumentación sobre el acceso a los bienes comunes en 120 Como recuerda Enguídanos, sus intenciones políticas eran bastante claras y lograron sortear las prohibiciones de la censura: “La idea de la Saga era el desarrollo de un mundo socialista que la censura, o no se dieron cuenta, o no les pareció tan mal” (Mars 122). 109 sintonía con los presupuestos de la doctrina cristiana121, como se resume en el dialogo entre el primero de los Aznar con una coronela del siglo XXV, Miss Ina Peattie, en La horda amarilla, cuarta novela de la serie: -Hemos alcanzado el grado de civilización justo para liberarnos del castigo que el Creador arrojó sobre nuestros primeros padres: Ganarás el pan con el sudor de tu frente . . . Antes, las máquinas desplazaban a los hombres y estos se encontraban en el paro forzoso. Ahora tenemos un Servicio de Trabajo Obligatorio. […] El Estado, que es el único dueño de las fábricas, de las maquinas, de los edificios, centros de distracción y demás, atiende al sustento de sus súbditos. Les proporciona habitación, comida, ropas, muebles, distracciones y centros de cultura. Hace tiempo que desapareció el dinero. Cada cual va a los almacenes y toma más de lo que necesita . . . - ¿Comunismo? - Cristianismo -dijo la coronela sonriendo-. (26-27) En este sentido, los temores que buena parte de la ciencia-ficción estadounidense proyectaba sobre un Otro procedente del Planeta Rojo, del que había que protegerse ante la amenaza de su infiltración en la comunidad nacional, se convertirán en materia de otro tipo de imaginación poética en las ficciones de creadores españoles como Enguídanos. El escritor valenciano recreará en las sesenta novelas de esta serie más de un millón de años de historia futura, en las que aparecerán una serie de episodios que los lectores podrían conectar con la historia española reciente. Una suerte de “episodios nacionales” localizados en el futuro espacio exterior que incluyen la proclamación de la Primera y la Segunda República de Valera, autoplaneta tripulado por los protagonistas de la Saga que corresponde a una España imaginada122. 121 En otras novelas de la serie, esta misma matriz discursiva religiosa servirá para narrar los logros de la épica espacial de la familia Aznar: “La voz corrió velozmente desde la Sala de Control al vestíbulo y llegó a la plazoleta llena de gente. Se escucharon algunos gritos de alegría. Éstos fueron acallados por varias voces que entonaban un himno. Era un himno religioso. Todas las voces se unieron al coro, dentro y fuera de la Sala de Control, y el sorprendido Roerich vio lágrimas en los ojos y las mejillas de los hombres que le rodeaban. Roerich no era religioso, pero en ese momento sintió como un hálito misterioso que pasaba sobre la Sala y le acariciaba la frente. Tal vez, después de todo, fuera cierta la creencia de los valeranos de que su raza, la estirpe terrícola, iba guiada de la mano de Dios” (citado en Martínez de la Hidalga 133). 122 Para un estudio de la obra completa ver "La saga de los Aznar: una sociología de la utopía" de Pedro Alberto García Bilbao, en Memoria de la novela popular: homenaje a la colección Luchadores del espacio (Valencia: Universitat de València, 2004) y Viajes de los Aznar: Historia completa de la gran 110 La historia reciente nacional será también materia de sus argumentos, como sucede en la sexta entrega de la serie, La abominable Bestia Gris (1954), donde se describe una invasión extraterrestre tras la última de las guerras mundiales entre los países occidentales y la Unión Asiática. El enemigo procedente de Marte, conocido como la Bestia Gris, desembarca en la Península Ibérica y termina ocupando Asturias y eliminando el principal foco de insurgencia civil. El último símbolo de resistencia será la ciudad de Madrid, asediada desde la sierra de Guadarrama por el bombardeo de misiles nucleares. La alegoría de la lucha contra el fascismo durante la Guerra Civil se precipita en el desenlace de la novela, en el que se realiza una particular lectura del exilio de los supervivientes tras la caída de la capital, quienes continuarán sus vidas en otros territorios de la galaxia. Como en el relato histórico, la esperanza de la victoria se ha esfumado mientras la ciudad resiste heroicamente con la ayuda de la aviación internacional. Finalmente, los supervivientes parten para un exilio que les impedirá volver a ver el país en el que vivieron: Un millón de encorajinados madrileños y aguerridos soldados se aprestaron a la defensa, contestando al asalto thorbod con el tronar ensordecedor de sus ametralladoras atómicas. Bóvedas y edificios se venían abajo entre cascadas de escombros. Brotaban incendios aquí y allá, chorros de agua y de vapor salían de las cañerías cortadas por las explosiones. Cada edificio, cada planta, cada hogar era un baluarte. Junto a las puertas de sus casas, mujeres vestidas de hierro aguardaban con un fusil entre las manos engarriadas la llegada del invasor. Dentro yacían sus hijos retorciéndose en los espasmos de una horrible agonía producida por los gases. Madrid sería la piedra negra en la brillante campaña militar de la abominable bestia gris . . . En el cielo, a las últimas luces sanguinolentas de un moribundo atardecer, las máquinas aéreas se retorcían intercambiando dardos de fuego, girando y girando como una enorme espiral de la que salían despedidas violentamente las víctimas incendiadas . . . El Rayo daba comienzo a su aventura. En su sala de control, una muchacha llamada Lola Contreras se arrojaba sollozando entre los brazos de Miguel Ángel Aznar. Este la cercó con dulzura, mientras sus pupilas brillantes de lágrimas se clavaban en la pantalla de televisión, donde la Tierra se empequeñecía por momentos. -¡Adiós, Tierra amada! -murmuró-. ¡Jamás te volveré a ver…! saga de George H. White (Guadalajara: Silente, 2002) de Pedro Alberto García Bilbao y Carlos Sáiz Cidoncha. 111 Como había anticipado Lenin en una entrevista al escritor británico de ciencia ficción H.G. Well en 1920, el descubrimiento de otros mundos habitables sería una hipótesis política que permitiría anticipar un nuevo comienzo de los modelos sociales y políticos terrestres, en los que la violencia revolucionaria ya no sería necesaria123. Las novelas de Enguídanos permiten trasladar la utopía política a un cronotopo espacial que permite la revisión del modelo de sociedad a partir de la hipótesis de la vida en otros planetas. La saga de los Aznar desafía a la censura franquista en la exposición sobre contenidos políticos que aparecen codificados en la recreación de una memoria de la Segunda República y la Guerra Civil que no podía ser contada desde el lado de los perdedores y en la proyección utópica en el presente de un futuro que imagina otros pasados posibles. 2.4.3. Máquinas y tecnologías del cuerpo en el tránsito de la autarquía al desarrollismo En 1957, un “hombre interplanetario” con “un cerebro eléctrico” deambula todo el día por las calles de Madrid repartiendo folletos publicitarios. Bajo el traje metálico, Miguel Orégano (José Luis Ozores), apodado el Tarta por su tartamudez al hablar, se gana la vida como hombre-anuncio en la película El tigre de Chamberí (1957), dirigida por Pedro Luis Ramírez [fig. 24]. “Las ideas humanas están basadas en la balanza del planeta en que vivimos. Se basan en la suposición de que las posibilidades técnicas, a medida que se desarrollan, nunca rebasarán "el límite terrestre". Si conseguimos establecer contacto con otros planetas, todas nuestras ideas filosóficas, sociales y morales tendrán que revisarse y, en este caso, estas posibilidades no tendrán límite y pondrán fin a la violencia como un medio necesario para el progreso” (citado en Buck Morss 61). 123 112 Fig. 24. Fotograma de El tigre de Chamberí (Ramírez, 1957) En su argumento se narra la trayectoria vital de un muchacho que se ve convertido por obra y gracia del azar en estrella del boxeo, tras noquear por casualidad a un campeón durante una discusión en un partido de fútbol124. Debajo de las láminas de hojalata que sostienen la estructura del alienígena, se mueve un cuerpo “peso pluma”, en el que se hacen visibles las huellas de dos décadas en las que los cuerpos de estos nuevos “hombres interplanetarios” habían padecido la precariedad y la malnutrición en la vida “terrestre” en la España de posguerra125. 124 Las tramas cinematográficas que giran en torno a la fama imprevista de personajes que alcanzan el estrellato son recurrentes en este periodo. Formarán parte de un tipo de narrativas providenciales que operan a partir de la intervención de una suerte de Fortuna (Tyche) que hace ascender a sus personajes socialmente. Roger Caillois, en su obra Les jeux et les hommes (1958), establece un análisis de las sociedades en función de su relación con las categorías de clasificación de los tipos de juegos dominantes en una formación social en un momento determinado. A partir del análisis de cuatro categorías –la competencia (agón), el azar (alea), el simulacro (mimicry) o el vértigo (ilinx)–, divide la sociedades en primitivas o de confusión, emparentadas a los principios de mimicry (simulacro) e ilinx (vértigo) y sociedades ordenadas o de contabilidad, en las que el azar (alea) aparece como la compensación necesaria del agon, principio de la competencia y de la emulación. El filósofo francés explica el culto a las estrellas del cine y del deporte por delegación, como forma degradada y diluida de la mimicry: “Se escoge ser vencedor por terceras personas, por delegación, que es la única manera de que todos triunfen al mismo tiempo y que triunfen sin esfuerzo ni riesgo de fracaso. De ahí el culto de la sociedad moderna, de la estrella o del campeón. Con toda razón, ese culto puede considerarse inevitable en un mundo en el que el deporte y el cine ocupan un lugar tan importante . . . La estrella y el campeón proponen imágenes fascinantes de los únicos éxitos grandiosos que pueden tocar, con la ayuda de la suerte, al más oscuro y al más pobre. Una devoción sin igual saluda la apoteosis fulgurante de quien sólo tenía para triunfar sus recursos naturales: músculos, voz o encanto, armas naturales e inalienables, de hombre sin apoyo social” (202). 125 Para un completo análisis de las consecuencias biopolíticas de la distribución desigual de la alimentación en los llamados “años del hambre” en España ver Alimentación y enfermedad en tiempos de hambre: España, 1937-1947 de María Isabel del Cura y Rafael Huertas. 113 El 25 de septiembre de ese mismo año, Francisco Franco pronunciaba uno de sus discursos en la Siderúrgica de Avilés, una de las probables fuentes de fabricación del aluminio del traje espacial del “Tigre de Chamberí”. Las palabras del dictador anunciaban a los obreros el fin del proyecto autárquico y la entrada definitiva del país en los circuitos del capitalismo internacional. En la retórica del Caudillo, la fantasía desarrollista se articulaba en este discurso en torno a dos referencias que fomentaban una imaginación especulativa en materia económica. Por un lado, una alusión a Juan Antonio Suanzes, ministro de Industria apodado “Julio Verne”126 por sus contemporáneos y por otro lado, la referencia al capitalismo como una “una bendita locura que crea riquezas y las reparte”. Afirmación esta que remitía a una imaginación quijotesca que activaría las fantasías sublimadoras de una utopía productivista y mercantil en una nueva Edad de Oro de la economía capitalista en España: España se está transformando. No podemos por ello temer al futuro: el futuro está en nuestra unidad, en nuestra disciplina, en nuestra fe, en creer y ser optimistas, y así nos haremos dignos de las generaciones que nos sigan. Que digan los pesimistas que nuestra obra es una locura, que nos llamen, como a éste (señalando al Sr. Suanzes), Julio Verne. ¡Qué importa, si España se transforma! ¡Bendita la locura que crea riquezas y las reparte, que crea ideales, levanta factorías como la que contempláis y echa los cimientos de nuestra futura exportación! Los españoles de una situación reducida y raquítica tuvieron como un ideal el de la autarquía, el de llegar a bastamos a nosotros mismos, y se asustan muchas veces ante los excesos de producción. Yo digo que ésa ha quedado muy atrás. Hoy se vive en sociedades de pueblos y naciones; nosotros hemos de salir a pelear y luchar en el mercado común, hemos de salir con nuestros productos al extranjero y hemos de hacer, como otras naciones que edifican la economía exterior sobre el trabajo de sus brazos y el ingenio de sus hombres. (Franco Discursos 359). A finales de los años 50, el franquismo trasladará la matriz ideológica providencial de su utopía institucional autárquica hacia los procesos de transformación económica, centrados 126 Darko Suvin analiza el proyecto de la obra de ciencia-ficción de Jules Verne a partir de lo que denomina un utopismo liberal, que sublima los valores de la producción industrial sin tener en cuenta los modelos políticos en los que se inserta ni sus costes sociales: “In utopian and indeed folktale fashion he wants the privileges of industrial productivity without the relationships of production and the political institutions in which it came about. He accepts the tenet of the steam, iron, and coal “palaeotechnic" age, that value lies in movement; but instead of its orientation toward a future of infinitely expanding Manchesters, Pittsburghs, and Ruhrs, he inclines toward clean electricity and movement in an ultimately circular space, toward traveling rather than arriving” (107). 114 ahora en el sector industrial y de servicios. En las nuevas fábulas desarrollistas producidas por el régimen en el nuevo contexto de liberalización económica, la naturaleza y la tecnología serán considerados agentes interpasivos, capaces de producir capitales de manera milagrosa sin que la intervención del trabajo humano se haga visible. La imaginación popular recreará sus propias alegorías tecnológicas en los tebeos, haciendo hincapié en la verdadera fuerza motriz de esa transformación económica y social: el esfuerzo corporal y la capacidad subalterna de sobrevivir y de resistir, física y moralmente, a la miseria de la posguerra. Al mismo tiempo que la prensa y el NO-DO del periodo difundían todo tipo de inventos y proyectos arbitristas que podrían poner remedio a las carencias de un parque tecnológico obsoleto y una evidente falta de recursos energéticos, la tecnología que circulaba en la paraliteratura popular traducirá al lenguaje de la parodia su impacto en la vida cotidiana, codificando o distorsionando una realidad que hacía visible, siquiera por un momento, sus condiciones básicas de existencia [fig. 25]. Fig. 25. El DDT contra las penas, n.21. Editorial Bruguera, 1951. 115 Incidiendo en el reconocimiento de esta precariedad colectiva, Camilo José Cela recogerá en su colección de ensayos El Gallego y su cuadrilla, apuntes carpetovetónicos (1955) una lectura de las nuevas tecnologías de la Guerra Fría como elementos desaprovechados para el logro de aquellos bienes alimenticios y materiales que la población española demandaba, en unas claves estéticas populares que se conectan con el lenguaje discursivo y visual de los tebeos de la época: ¿Por qué emplear la mortífera bomba atómica y no mi útil “petardo transmutador iónico-protónico”, que tiene la ventaja de poder convertir a un general japonés en salchichón de Vich, por ejemplo, o en bolsos de plexiglás, o en cortes de traje de entretiempo, o en lo que se quiera? La bomba atómica es un arma anticuada, el producto de la elaboración mental de unos falsos sabios que no conocen los secretos de la unidad de la materia. (171) La inutilidad absolutamente funcional de los dispositivos tecnológicos que presentaría la revista de historietas T.B.O. en su sección de “Inventos” revelaba cómo todo el esfuerzo desplegado en el diseño de estas sofisticadas máquinas se sostenía realmente en la tracción humana y animal, única solución técnica posible al subdesarrollo. Los complicados diseños de poleas, conmutadores y correas de transmisión en estas ilustraciones solamente funcionan cuando el cuerpo de los usuarios puede mantenerlos en movimiento [fig. 26]. Fig. 26. Grandes inventos de TBO 116 Este será el mismo mecanismo que impulse los platillos y las naves espaciales de los tebeos, propulsados mediante dispositivos que necesitan ser accionados manualmente por un movimiento continuo de roscas y poleas. A comienzos de la década de los 60, el dibujante Francisco Ibáñez mostrará la versión subalterna de un “traje especial”, reinterpretación de un “traje espacial” del Almanaque DDT para 1956, apto para afrontar la vida a la intemperie en el nuevo planeta del desarrollismo económico una vez puesto en marcha el Plan de Estabilización de 1959 [fig. 27 y 28]. Fig. 27 y 28. “Traje espacial” del Almanaque para 1956 (1955) y "Traje especial para leer este número", Número especial de DDT "¡Brrrr! ¡Qué frio!! (1961). 117 El diseño maquínico de Ibáñez funciona como una somateca (Preciado), compendio de todas aquellas técnicas de producción del cuerpo del régimen soberano autárquico en su proceso de transformación hacia la producción biopolítica de unos cuerpos dóciles para el desarrollismo, máquinas orgánicas destinadas a la producción y a la reproducción nacional. Las máquinas simples (Deleuze) de la autarquía se transformarían en máquinas energéticas que funcionan como prótesis biopolíticas del cuerpo, cuya función es la de poner la vida subalterna a trabajar127. De esta manera, en este traje diseñado por Ibáñez cualquier fuente de producción energética corporal o ambiental, desde “el calor del puro del espectador de detrás”, pasando por el vapor del aliento propio o el acaloramiento de los gritos, se transformaría a través de estas máquinas simples –tubos, muelles, relojes o parches medicinales de “Sor Eulogia”, termómetros o embudos– y máquinas energéticas –estufas, pararrayos, gramófonos–, en técnicas de producción termodinámica. La proliferación de órganos de este cuerpo biopolítico franquista en las páginas de DDT se convierte en un revelado paródico de los dispositivos de poder y de las técnicas de producción del cuerpo y de la regulación de población basadas en el proyecto soberano tecno-energético del régimen128. “Las antiguas sociedades de soberanía operaban con máquinas simples, palancas, poleas, relojes; las sociedades disciplinarias posteriores se equiparon con máquinas energéticas, con el riesgo pasivo de la entropía y el riesgo activo del sabotaje . . . No es solamente una evolución tecnológica, es una profunda mutación del capitalismo" (Deleuze). 128 Los dibujantes de tebeos también parodiarán la obra hidroeléctrica del franquismo como proyecto del régimen que construía un modelo de estado-nación moderno. En 1949, a comienzos de este proceso electrificador, José Escobar publicaba una historieta del vagabundo Carpanta en el Álbum Infantil Pulgarcito 89 titulada "¡Oh, los embalses!" En ella, el propietario de una empresa constructora de pantanos halla la solución a la falta de abastecimiento de agua presentando un pollo asado ante el que los hambrientos personajes comienzan a salivar. La máquina extractivista del franquismo es imaginada por Escobar como un circuito biopolítico que conecta la producción de electricidad con los cuerpos del hambre y su explotación por parte de las empresas protegidas por las políticas económicas del régimen. El desarrollo basado en este modelo de producción se convierte en una tecnología de poder por la que poblaciones enteras se convierten en objetivo necropolítico y en instrumentos necesarios para la regularización de la vida. La producción de una geografía hidroeléctrica formará parte del proyecto de ocupación endocolonial del espacio rural a través de las políticas del régimen como el Plan de Transformación y Colonización (1952), en las que el “colonizado” es sometido a la violencia de un estado de excepción en la que se combina lo disciplinario, con lo bio/necropolítico en servicio de la “civilización” y el progreso económico. La 127 118 Esta amalgama entre el subdesarrollo tecno-energético de las prótesis del “traje” de Ibáñez y las ventajas de una imaginada tecnología atómico-ufológica aparecen de nuevo en el proyecto de una “máquina marciana” que serviría para mejorar las condiciones de los trabajadores en la redacción de la editorial Bruguera, instalada en el futuro en el planeta rojo [fig. 29]. Fig. 29. DDT contra las penas. Almanaque para 1956, 6. Los dibujantes, ataviados con sus trajes espaciales, comparten un espacio en el que descansan cómodamente, mientras un empleado extraterrestre teclea simultáneamente con sus tentáculos en cuatro máquinas de escribir. La máquina fabricará tebeos DDT exactamente igual que se hacían en el pasado, “con sus faltas de ortografía y todo”, mediante un mecanismo que fusiona las fuentes energéticas de los años del hambre como es la “tapioca” con el “helio atomizado” como combustible. El nuevo régimen tecnológico se pondrá al servicio de los trabajadores de la redacción, quienes sólo tendrían que inventar los chistes y comunicarlos por “transmisión ionizada” del pensamiento. intervención norteamericana será crucial para el desarrollo del modelo productivo industrial, puesto que los créditos económicos concedidos por los Estados Unidos servirán para impulsar el desarrollo de la industria hidroeléctrica ya que entre 1952 y 1959 el 23 por ciento de los capitales dedicados a bienes de capital se utilizaron para adquirir material eléctrico pesado. 119 Como ya se ha mencionado, estos creadores serán los auténticos “extraterrestres” infiltrados en el régimen de Franco en la España de los 50. Dos epicentros de esta cultura popular, continuadores de proyectos que habían florecido durante la Segunda República, serán el lugar de encuentro y de producción de tebeos y novelas de kiosko de los artistas que trabajarán en ellas durante su largo exilio interior: la ya mencionada Editorial Valenciana y Editorial Bruguera, en Barcelona. Su labor será fundamental para construir una esfera pública desde la que contar una historia subalterna de la posguerra, como resume Manuel Vázquez Montalbán: Fue una sorpresa enterarnos, años después, que gracias a (la editorial Bruguera) habían sobrevivido intelectuales rojos, dibujantes y escritores que por las historietas y la subliteratura de Bruguera consiguieron pagar el alquiler, el seiscientos, una edición marxista literal del universo confiado en su condición de vencidos. (“Crónica”) El hambre, la desigualdad, la explotación, las estructuras biopolíticas fascistas, la acumulación de capitales por parte de los vencedores, la represión, las huecas aspiraciones mesocráticas de unas clases medias cómplices con los valores del régimen o la crítica a las instituciones en las que el proyecto franquista se había apoyado como la familia o la educación nacional-católica, formarán parte de los relatos que los dibujantes y guionistas de Bruguera legarán a varias generaciones de lectores. La “máquina marciana” se revelará por tanto como un dispositivo capaz de generar efectos de subjetivación diferentes a los derivados de las tecno-energías utilizadas por el franquismo para el control de los cuerpos129, 129 En otras ocasiones, serán los propios protagonistas de las historietas gráficas quienes fabricarán algunas de estas máquinas de la era atómica, siempre partiendo de esta mezcla de las máquinas simples productoras de las tecnologías de la escasez autárquica y las nuevas tecnologías nucleares. Es el caso de una historieta protagonizada por “Don Pío”, personaje dibujado por Peñarroya en Pulgarcito 1521 (1960). En ella, Don Pío se ha inscrito en el curso por correspondencia “Como fabricar una bomba atómica en casa”. La receta incluye instrucciones como “ir al campo a recoger átomos. Cuando tuviera un buen puñado, ponerlos todos en una botella de gaseosa vacía y bombardearlos con rayos infrarrojos Xzbm5420ss+94532CVB”. Este imaginario se irá transformando con el tiempo, como reinterpretación de algunas de las formas ya presentes en su origen. El dibujante Jan publicará en 1980 la historieta Los alienígenas, protagonizada por Superlópez. En ella, el motivo típico de la transformación de los alienígenas invasores en objetos o en humanos, presente ya en la película La Invasión de los Ladrones de Cuerpos (1956), se reinterpreta en esta ocasión con la metamorfosis de los extraterrestres en las “máquinas energéticas” (Deleuze) más típicas de la esfera 120 ya que lo que verdaderamente produce esta máquina son nuevas técnicas al servicio de la imaginación popular como son los tebeos. A esta altura de 1956, la máquina de fabricar tebeos nos habla en realidad de la posibilidad poética de liberarse de la explotación laboral y de la alienación de los medios de producción de los dibujantes impuesta por la Editorial Bruguera a los trabajadores y a sus personajes, cuya propiedad pertenecía a la empresa y no a sus creadores. Pocos meses después de la publicación de esta viñeta, los dibujantes Escobar, Cifré, Peñarroya, Conti y Giner, fundarían la cooperativa D.E.R. (Dibujantes Españoles Reunidos) y dejarían la editorial para crear su propia revista, Tío Vivo. Desde allí, podían tener acceso a la socialización de los medios de producción y recuperar el control sobre sus propios personajes, libres al fin de la sujeción a la dictadura del monopolio empresarial130. La breve experiencia de la libertad de los dibujantes de Tío Vivo tras la creación su propia “redacción marciana” convertirá en algo real lo imaginado como posible en el espacio exterior y en el espacio emancipador que habían adelantado en sus viñetas: Aquella aventura fue un anticipo de las reclamaciones sobre los derechos de autor. Por primera vez en España y en Europa los dibujantes gestionaban su propia revista, pero Bruguera hizo todo lo posible para que Tío Vivo no funcionara y a finales de 1958 regresaron . . . Los cinco dibujantes tuvieron que competir con Bruguera, que tenía el monopolio infantil y juvenil de las distribuidoras y de los quioscos. Pero además tuvieron que competir con sus propias creaciones: los personajes que habían inventado, y que no les pertenecían, eran ya parte de la cultura popular. Nadie sabía quién era Escobar, aunque todos sabían quién era Carpanta. Cuando regresaron a Bruguera, la editorial compró la cabecera y la mantuvo como una de sus publicaciones (Barrios). La imaginación espacial y sus visitantes alienígenas se convertirán en un nuevo horizonte utópico en la España franquista. Un lugar desde el que poder inventar una vida que doméstica franquista como eran las estufas de butano. Al final de la aventura se descubre que el platillo volante en el que viajan los alienígenas funciona con carbón, ante la incredulidad de las autoridades que negarán en una rueda de prensa que el “ingenio espacial” no fuera propulsado por energía atómica ni por combustible, crítica que enlaza con el movimiento antinuclear que se extendió en España en los años 80. 130 Paco Roca dedicará a este proceso de emancipación su novela gráfica El invierno del dibujante (2010). La Historia social del cómic de Terenci Moix, trabajador de la redacción que acuñó el término “Escuela Bruguera”, así como los trabajos de Antoni Guiral, resultan indispensables para entender el campo de producción cultural en el que se insertaba el proyecto de la editorial catalana. 121 les permitiría a sus creadores hacer posible la existencia de otros mundos que pudieran sostener los pasados abolidos y los futuros abortados en las trayectorias vitales de los ciudadanos bajo la dictadura, desde un presente escaso en recursos y en oportunidades para poder llevar adelante su realización. La ciencia-ficción ilustrada española será hija de la inventiva tecnológica que nace de la propia necesidad de sobrevivir, pero también de la esperanza en el futuro. Es por ello que la mayoría de los autores de tebeos continuaron dibujando platillos volantes, extraterrestres, naves espaciales y planetas recién descubiertos durante toda su vida, lanzando botellas con mensajes al espacio, en busca de otros interlocutores, como sucederá en la sección Cartas a Marte (1957) de Josep Escobar en la revista Tío Vivo. Por ello, desde los años 50 hasta bien entrada la democracia, en los tebeos españoles siempre aparecerán personajes que deciden fabricar sus propias naves para ir a conocer a otros seres más allá de las fronteras terrestres. Muchos de ellos convertirán las aeronaves espaciales y los posibles mundos extraterrestres en heterotopías habitables para unos personajes disfrazados de lo que verdaderamente ya eran: marcianos que desde un imaginado espacio exterior sobrevivían en el exilio interior. Fig. 30 y 31. Portadas de Manuel Vázquez para Tío Vivo y DDT. Los tebeos de la época recrearan un sinnúmero de platillos, astronaves, planetas y satélites donde sus criaturas, toda suerte de inadaptados, pobres, locos, rebeldes y soñadores 122 podrán vivir de otra manera. Es el caso de la portada del Almanaque para 1956 de DDT131 del dibujante José Peñarroya, que representará a un elenco de los personajes de la revista surcando los cielos a bordo de un satélite artificial mientras saludan a un niño que pasa tripulando un cohete, símbolo del nuevo año que comienza [fig. 21]. Fig. 32. DDT contra las penas. Almanaque para 1956. La precaria construcción del asteroide fabricado con chapas de metal, con una estructura que recuerda a las chabolas que poblaban los extrarradios de las ciudades españolas en los años 50 y 60, se convierte en ejemplo clave para entender la figuración que aparecerá de manera recurrente en estas imágenes. La tecnología, dispositivo que funciona en la ciencia-ficción como motor de las novedades (novum), al hacer posible el extrañamiento de los lectores y espectadores, es producida en los tebeos españoles desde las condiciones materiales de un país donde la inventiva era fecunda a la hora de solucionar la supervivencia cotidiana. Ante la escasez de medios técnicos y de materiales, la imaginación popular pondrá en marcha todos los recursos posibles para reutilizar y hacer durar al máximo todo lo que 131 El DDT contra las penas hizo su aparición en 1951, dirigido a los "jóvenes de 15 a 117 años, y luego a los ‘grandullones’. Era evidente la intención de captar a lectores de mayor edad que los de Pulgarcito, pero lo que publicó, sin embargo, fue muy diferente. Acabó llamándose DDT, simplemente (Lara 44-74). 123 hubiera al alcance de la mano132. Los imaginarios tecnológicos que así se despliegan podrán ser leídos posteriormente en clave costumbrista, cuando los objetos volantes no identificados pasen a ser algo perfectamente discernible e identificable según unas claves estéticas inherentes a la producción cultural popular en este periodo, que no son otras sino las de la pobreza y la imaginación cotidiana ante la escasez de medios. La comunidad de personajes del DDT construirá un mundo a su medida en las imágenes de los platillos volantes y las naves espaciales, catalizadores de la imaginación poética de la década que se diseminan en el mundo de los tebeos para convertirse en un ininterrumpido sistema luminoso de señales que permite comunicar la apertura a otros mundos y otros seres a una comunidad de lectores durante décadas133. Tanto es así que en el mencionado Almanaque para 1956, los dibujantes proyectarán su propia revista como la publicación futura para una comunidad de lectores por venir, que recibiría en el año 3412 el número 20.396 de una “publicación jocosa e intergaláctica, editada en Marte” al precio de 75.000 pesetas el ejemplar, bajo el lema “El espacio será infinito, pero el destinado al humor es el más bonito” [fig. 33]. Fig. 33. DDT contra las penas. Almanaque para 1956, 5. 132 La persistencia de este imaginario tecnológico precario se prolongará en el tiempo, como sucede en la película El astronauta (Aguirre, 1970), en la que los vecinos de un pueblo de la Mancha ponen en órbita un cohete doméstico fabricado por ellos mismos desde la SANA (Sociedad Anónima de Naves Aeroespaciales). 133 Dibujantes de tebeos como Conti o Cifré fueron grandes aficionados a la literatura de cienciaficción y divulgaron sus conocimientos en la década de los 60. Series como “El Sabio Megatón” de Cifré, en la que el imaginario espacial se centra en los descubrimientos de un científico español o “Don Alirón y la ciencia-ficción”, de Conti, ahondan en las peripecias bioliterarias de su protagonistas lectores empedernidos de novelas y de literatura científica. 124 Hacia el final de la década, el imaginario espacial penetrará en la esfera doméstica como mecanismo de extrañamiento cognitivo destinado a la crítica social. Este será el caso del marcianito K3Q, inquilino realquilado que vive en una silla de enea en la pensión de Doña Tomasa, protagonista de la serie de Josep Escobar, “Doña Tomasa, con fruición, va y alquila su mansión” (1959) [fig.23]. Fig. 34. “Doña Tomasa, con fruición, va y alquila su mansión”. DDT contra las penas. Número 537 (14 de agosto de 1961). Al igual que el extranjero en la literatura costumbrista del siglo XIX, la figura del alienígena servirá para acceder a través de su mirada a la desnaturalización de las relaciones sociales. Su paso por los tebeos de los años 50 se inserta en toda una tradición anterior, en la que la figura del extraterrestre, observador de los usos y costumbres nacionales, había poblado las páginas ilustradas de prensa satírica durante el primer tercio del siglo XX134 [fig. 35]. 134 Gedeón, seminario satírico. 23 de mayo 1909. 125 Fig. 35. Gedeón, seminario satírico. 23 de mayo 1909. El “buen extraterrestre” se convertirá en un personaje clave para entender una ética de la experiencia con los otros en clave popular. En una de las primeras viñetas en las que hacen aparición con los platillos y sus tripulantes, Don Berrinche, el iracundo y violento personaje creado por Peñarroya, no cejará en su empeño de acabar con ellos135. En su obsesión por exterminar a los pacíficos alienígenas, Don Berrinche, típico fascista de la posguerra, los construye como sujeto subalterno hacia el que se dirige su violencia [fig. 36]. Fig. 36. Pulgarcito, número 169, 1950. Las expectativas colectivas sobre la posible existencia de un mundo extraterrestre cuestionarán la posición del terrícola como colonizador del espacio exterior136, desde el “Platillos volantes”, Pulgarcito 169, Septiembre de 1950. Claude Lévi-Strauss analizará en Tristes trópicos (1955) las dimensiones del encuentro con otros humanos en la conquista de América, que serían comparables a próximos encuentros con otros seres una vez que el globo terrestre ha sido explorado –y colonizado- en su totalidad: “La humanidad nunca conoció una prueba tan desgarrante y jamás conocerá otra igual, a menos que alguna vez se revele algún planeta, a millones de kilómetros de distancia, habitado por seres pensantes. Más aún: nosotros 135 136 126 mecanismo de un extrañamiento que coloca a los alienígenas como espejo desde el cual mostrar la fragilidad de esos seres, que al igual que los niños que los miraban atentamente, necesitaban ser tratados de una manera capaz de invertir el poder pedagógico de la violencia que inoculaba el franquismo en la construcción de las subjetividades infantiles [fig. 37]. Fig. 37. Can Can, número 93, 1959. Siguiendo la tradición de un imaginario carnavalesco en el que la abundancia baja a la tierra literalmente, como caída del cielo, nuevos dones serán imaginados a comienzos de los años 60 como mercancías de uso anheladas en la vida cotidiana. Así en los pronósticos para el año venidero, se afirmaba que “en lugar de platillos volantes, durante 1960 cruzarán los espacios máquinas de coser, neveras, radios, etc. Objetos mucho más prácticos”137 [fig. 38]. sabemos que esas distancias son teóricamente franqueables, mientras que los primeros navegantes temían enfrentarse con la nada” (89). 137 “¡1960 será así!” por Conti (Carlos Conti Alcántara). Almanaque del DDT para 1960. 127 Fig. 38. “Mercancías por platillos”. Almanaque del DDT para 1960. Las máquinas de coser, las neveras y las radios, que en España formaban parte de un horizonte de consumo minoritario desde el primer tercio del siglo, comenzarán a fabricarse en serie tras la Segunda Guerra Mundial. Estas mercancías llegarán con retraso a una población que habría tenido acceso a ellas antes por su experiencia como espectadores de imágenes procedentes del cine y de la publicidad, que por su presencia real en el mercado. Ante la indefinición de la función social que pudieran tener las aeronaves, se imagina su sustitución por aquellos objetos en los que los avances tecnológicos serían sin duda mucho más útiles y necesarios para la población138. Como portadores de nuevos avances tecnológicos, los alienígenas serán observados a finales de la década de los 50 desde una nueva mirada desarrollista, que percibe cómo de 138 Toda una tradición literaria y visual posterior vinculará la aparición de los platillos y de sus visitantes en España con una reflexión sobre el atraso tecnológico y sobre su remedio mediante la emulación de una pátina de modernidad. La novela más famosa sobre estos temas estará compuesta por las crónicas marcianas de Eduardo Mendoza en Sin noticias de Gurb (1991). La novela funciona como un resumen de varias décadas en las que el desarrollismo se presentó como el único proyecto modernizador nacional, que culmina en esta dramatización de la Barcelona pre-olímpica ante la atenta mirada de aquellos que habían sido testigos de los costes de dicha modernización a través de su convivencia con las vidas subalternas españolas en la cultura popular: los extraterrestres. 128 manera paralela se está produciendo una “invasión pacífica” (Pack) como fue la protagonizada por los turistas. Desde las páginas del diario falangista Imperio, Sergio Collado se preguntaba en clave de humor por el potencial turístico de los visitantes extraterrestres, a los que imagina capaces de cruzar galaxias con una nueva misión interplanetaria: llenar las plazas hoteleras de la zamorana comarca de Tierra del Pan139: Nos place esa preferencia de los marcianos, pues aunque su turismo no deja, por el momento, divisas, hay que tener en cuenta que estos primeros viajes son de prueba y que no estará lejos el día en que aterricen bonitamente en el Campo de Coreses y nos hagan frecuentes visitas. Yo creo que los hoteles zamoranos ya se hallan preparados para recibir a tan extraños visitantes (1). El hecho de convertir a los extranjeros en sujetos del nuevo turismo de masas pasaría a formar parte de las nuevas políticas de regulación biopolítica que el régimen comienza a implementar en los años 50, en las que la interdependencia de la tecnología militar, la energía atómica y las políticas turísticas formarán parte del armazón que sostendrá todo el proyecto desarrollista posterior, gestionado desde 1951 por el Ministerio de Información y Turismo140. Desde estas transformaciones en pleno desarrollismo, José Peñarroya, dibujante de precarios satélites en la década anterior, describirá las políticas tecnócratas sobre el turismo en una de las aventuras de su personaje Pitagorín, niño prodigio que viajará a la luna para “evangelizar” a los selenitas en una misión civilizatoria cuyo objetivo es convertir el satélite en un nuevo destino turístico [fig. 39]: En la Tierra todos hablan de la Luna. Eso quiere decir que cualquier día comenzarán a llegar turistas y tenéis que prepararles alojamientos. Esto es un hotel para turistas. Estos hoteles tienen que llenarse por dentro de estos aparatos llamados muebles, cortinas, alfombras, teléfonos. ¡Manos a la obra y a trabajar! Espero que ahora estos pobretones de “En la muerte de Don Dacio Crespo”. Imperio. Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S. 26 de octubre 1954. 140 Teresa Vilarós explica minuciosamente la gestión del accidente ocurrido en Palomares en 1966, en el que cuatro bombas de hidrógeno cayeron sobre la costa debido a la colisión “entre un avión B-52 de carga nuclear y el avión nodriza que lo abastecía” (42). Tres meses después, Manuel Fraga, ministro de Información y Turismo y el embajador estadounidense se bañaban en la playa de Mojácar en un “gesto de previsión capitalista en un escenario que, implicado en la economía globalizada de los sesenta y en la carrera sobre la primacía de armamento nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética, apunta de forma decidida hacia la preservación biopolítica de una forma de vida entonces emergente: la del turismo de masas” (44). 139 129 lunáticos que vivían metidos en esos agujeros tan feos, podrán disfrutar de muchas comodidades. Fig. 39. Pitagorín, Pulgarcito, número 1837, 1966. 2.4.4. Mito (1967) de Buero Vallejo : Quijotismo, utopía y resistencia poética en el tardofranquismo En 1967, el dramaturgo Antonio Bueno Vallejo escribía Mito, un libreto para ópera que nunca fue estrenado. La obra, una recreación del motivo del “teatro dentro del teatro” a partir de la representación de una ópera sobre Don Quijote, proponía una lectura del mito cervantino en clave ufológica, convocando desde la literatura de ciencia-ficción otro mito contemporáneo como era el de los platillos volantes. De esta manera, Buero activaba los dispositivos poéticos que permitieran a los espectadores especular sobre un futuro imaginado, en el cual el presente ya estaría contenido como posibilidad histórica todavía abierta: Bajo la presión –o el vacío– de una sociedad grotesca y decadente, Don Quijote creó su fe en la Caballería. Bajo la insanía del mundo actual, ciertos seres de ánimo quijotesco crean su fe en los "platillos volantes" y en los Caballeros de Marte, de Venus o de algún lejano planeta perteneciente a otra estrella: divinos Caballeros que nos instan, desde arriba o confundidos entre nosotros, a deificarnos con ellos. Pues bien: los "platillos volantes" son un formidable mito de nuestra época y mi título también lo alude, al tiempo y no menos que al de Don Quijote. Y si la palabra va en singular es porque estos mitos pueden conjugarse y se conjugan de hecho; porque pueden formar y forman realmente, en ocasiones, uno solo. (Buero Vallejo “Del Quijotismo” 73) El protagonista de Mito es el tenor Eloy, que representa el papel de Criado en la ópera escenificada y que ejerce simbólicamente entre bastidores como un trasunto de Don Quijote. 130 Eloy se esforzará en la defensa de la creencia en la existencia terrestre de una comunidad marciana, que llevaría varios siglos infiltrándose entre los humanos. Esta comunidad es imaginada como una sociedad civil emergente fuera de las estructuras del Estado, en la que cualquiera podría estar incluido en esta parte de los sin-parte (Rancière), de aquellos que no tienen título para hablar ni cualidades propias como riqueza, nobleza o sabiduría y que, por tanto, pueden apropiarse de la igualdad y hacerla extensiva. Buero Vallejo integrará la imaginación ufológica desplegada desde los años 50141 como uno de los pilares en los que se asienta su proyecto de imaginar una comunidad democrática por venir, infiltrada en la historia, desde siempre, en forma de una comunidad marciana subalterna: ¡Abandonaos a la extraña música que pugna por nacer de vuestras bocas! Nos han mandado a quienes nos vigilan y viven confundidos con nosotros. Ignoráis que nos hablan cada día bajo las más humildes apariencias. La portera, el obrero, la maestra de vuestros hijos, pueden ser marcianos. ¡Y en el mismo teatro puede haberlos! (188) Al comienzo de la obra, tras la concesión de varias condecoraciones a miembros de la compañía por parte del presidente del gobierno de un país imaginado, se inicia un periodo de “ensayo de defensa atómica contra un fingido ataque nuclear” (150), en el que los actores y trabajadores del teatro deberán permanecer encerrados: “Desde las doce, la ciudad entera/ se esconderá en las cuevas y refugios/ y aprenderá a vivir como los topos/ hasta que la consigna 141 Existe una línea de transmisión de la divulgación ufológica que deriva de la supuesta aparición de una piedra de Marte en Madrid. A partir de este hallazgo, Fernando Sesma escribirá una serie de crónicas en el diario Madrid y fundará la Sociedad de Amigos del Espacio, a cuyas tertulias habría acudido en alguna ocasión Antonio Buero Vallejo: “En torno a Sesma comenzó a reunirse un pequeño grupo de receptores de supuestas cartas ummitas que sería conocido en el ambiente ufológico como el Grupo de Madrid. Tanto ellos como otros interesados por la temática extraterrestre frecuentaban periódicamente La Ballena Alegre, sótano del popular y ya desaparecido Café Lyon, ubicado en la madrileña calle de Alcalá (lugar de encuentro desde 1955 de la Sociedad de Amigos de los Visitantes del Espacio "BURU"). En tan sugerente ambiente, Sesma procedía a leer las surrealistas misivas de los presuntos emisarios cósmicos ante el estupor, y a veces las risas, de los asistentes, entre los que se encontraban nombres tan conocidos como Alfonso Paso o Antonio Buero Vallejo (Garrido). 131 se levante” (150). Estos ensayos, también llamados “pedagogía”, involucran a una población que vive en un permanente estado de excepción y se convierten en fuente de sospecha para el protagonista, quien piensa que en realidad sirven para encubrir otro tipo de actividades que el gobierno oculta a los ciudadanos: un verdadero ataque bélico termonuclear, una huelga clandestina o la irrupción de los visitantes extraterrestres en los que cree firmemente. En la obra, la creencia en la vida en otros planetas aparece adaptada a los personajes, símbolos y pasajes de la novela de Cervantes. Algunos de estos desplazamientos serían la traslación del episodio de Clavileño, en el que el protagonista cree asistir a una invasión jupiterina a bordo de una nave espacial o la re-significación del yelmo de Mambrino, cuya forma de platillo lo convierte en un “objeto detector”, depositado por los extraterrestres para observar la vida humana desde dispositivos instalados en objetos de uso cotidiano. En el desenlace de la obra, el protagonista morirá acribillado a tiros por la policía tras hacerse pasar por un amigo, un líder sindical falsamente acusado de consumar un golpe de estado. Eloy, al igual que Don Quijote, escoge una opción ética radical que justificará su acción heroica bajo la premisa de que independientemente de sus consecuencias, “los actos son semillas que germinan” (238). Buero reivindica el valor de los mitos como fantasías concretas capaces de activar una imaginación revolucionaria que se proyecta hacia un futuro en el que sea posible organizar la voluntad política de la comunidad. Por esta razón, Mito también tiene un significado metateatral en la obra, en referencia al título de una obra experimental que los estudiantes de la Escuela de Teatro ensayan en el lugar de la representación. Cuando la compañía de ópera invente un engaño similar al episodio de Clavileño en el palacio de los Duques, utilizará el vestuario de los jóvenes vanguardistas para representar a los falsos extraterrestres. La descalificación que los compañeros de Eloy realizan del montaje experimental titulado Mito se convierte en una defensa por parte de Buero del teatro de vanguardia y de los jóvenes creadores, que continúan la senda de renovación de la escena teatral llevada a cabo por él 132 mismo durante toda la posguerra. De manera paralela a las ideas de Lévi-Strauss sobre la existencia de un pensamiento mítico que “construye sus palacios ideológicos con los escombros de un discurso social antiguo” (El pensamiento salvaje 42), Buero reivindica la creación de nuevos mitos a partir de los “escombros” de otros ya existentes, como mecanismo para tejer nuevas relaciones dialécticas entre la estética y la política capaces de activar una nueva conciencia histórica: Ante la insistencia, ya casi rutinaria, con que se viene invocando la actitud desmitificadora como la única plausible en un teatro que se pretenda acorde con las realidades del mundo de hoy, suelo reiterar, desde hace tiempo, el papel positivo de lo mítico. Desmitificar es saludable y necesario, pero no es, creo, la fórmula definitiva de un arte finalmente desenajenado. Desmitificar es relativamente fácil; la dificultad – y el hallazgo– del arte consiste en volver a mitificar, de modo más real, con los escombros de las desmitificaciones. (“Del Quijotismo” 73-4) El campo cultural franquista había utilizado la novela de Cervantes como texto fundacional del nuevo Estado, imponiendo una cancelación de sus contradicciones latentes142. En el contexto del primer franquismo, el régimen había insistido en la puesta en práctica de una voluntad consciente en hacer perdurar un anacronismo ideológico basado en una experiencia feudal de la modernidad, en la conciencia plena y satisfecha de estar viviendo una temporalidad divergente. Frente a estas lecturas, Buero Vallejo retoma la posibilidad de pensar la novela de Cervantes como un evento inconcluso y siempre vivo, capaz de abrir un nuevo orden simbólico a partir de lo que Žižek denomina “universalidad concreta”, “eternal not in the sense of a series of abstract-universal features that may be applied everywhere, but in the sense that it has to be re-invented in each new historical situation” (First 6). Buero propone tomar en serio “el mito de los platillos"143, al igual que el quijotismo, como 142 En 1939, los académicos de varias instituciones españolas tendrán que jurar su cargo ante los Evangelios y ante un Don Quijote encuadernado con el símbolo falangista del yugo y las flechas, según una propuesta del escritor Eugenio D’Ors al nuevo régimen (Lago 55). 143 Cuando Buero Vallejo escribe su obra, todavía existe un potencial poético y utópico asociado a la vida en otros planetas y a los viajes espaciales. Después de la llegada del hombre a la luna se producirá una fractura entre la percepción de la luna de antes y “la luna consumida” de la que hablará Pasolini: “Tra me e un ragazzo di quindici anni, che aspetta, impazientito – e trovando tutto ciò estremamente naturale – che russi o americani sbarchino sulla luna, non c’è alcuna differenza. L’unica 133 herramientas que puedan elaborar preguntas sobre la realidad política nacional e internacional, que deberán ser formuladas a partir de dos estructuras mito-poéticas que el espectador conoce y de las que sí que puede hablarse en la esfera pública franquista: Por ello deja en el aire –como preguntas– la posibilidad de que el quijotismo sea en el fondo eficaz y el mito de los "platillos" tal vez cierto. Preguntarse en nuestro tiempo si ambas cosas son verdaderas no puede ya considerarse, a mi juicio, como una flaqueza de la mente, sino como un indicio de la renovada vigencia de ciertos problemas que habíamos declarado superados o inexistentes con sobrada precipitación; como un replanteamiento de cuestiones que, en nuestro siniestro y destrozado planeta de hoy, han dejado de ser niñerías sin sentido para trocarse en graves intuiciones que deberemos reinsertar en nuestros esquemas racionales. (“Del Quijotismo” 74) En la propuesta de Buero, abrir de verdad otras interpretaciones del texto cervantino pasa por recuperar la vigencia del compromiso de sus protagonistas con lo que Américo Castro denominó un “sistema de moral autónoma” (302) frente al catolicismo contrarreformista imperante, que no es otra cosa sino la capacidad de los personajes de la obra cervantina para ejercer lo que Jacques Rancière ha llamado el desacuerdo. El compromiso de Buero con los personajes cervantinos y con sus contemporáneos testigos o creyentes en la presencia de platillos volantes144, pasa según el autor, por profundizar de variante è che io ho una diversa idea della luna da rimpiangere, e lui no. Ma strano, in realtà non rimpiango affatto la vecchia luna, la luna "d’antan". Questa "doppia novità" degli eventi e delle informazioni sugli eventi, ha spazzato via, in questo campo, qualsiasi vecchia abitudine. Qui si vede come si può essere uomini completamente nuovi, e come tutto il passato (con tutto ciò che disperatamente amiamo in esso) può veramente essere un nulla.” (119). 144 Cinco años después de la redacción de Mito, aparecerían decapitados los cuerpos de dos hombres junto a la vía del ferrocarril Barcelona-Zaragoza en Terrasa (Barcelona) el 20 de junio de 1972. En sus bolsillos encontraron una nota manuscrita en la que se podía leer "Los extraterrestres nos llaman; pertenecemos a lo infinito. WKTRS 88" y unas tarjetas de presentación con la leyenda: "RASDI Y AMIEX, Rastreadores del Infinito. Amigos de Inteligencias extraterrestres". José Félix Rodríguez Montero y Juan Turu Vallés eran dos obreros de la industria textil que se habían conocido unos meses antes de su muerte a través de la publicación de un artículo sobre ovnis en la revista quincenal de divulgación Algo y habían compartido su profundo interés por la ufología. Días después de su muerte, se recibirían tres cartas póstumas de los fallecidos, dos de ellas enviadas a asociaciones de amigos del espacio y otra dirigida a la ONU, en las que explicaban los motivos de su partida hacia el supuesto Centro Galáctico que les esperaba. Rodríguez y Turu habían tenido contacto con la Sociedad de Amigos de los Visitantes del Espacio, depositarios de las supuestas misivas y llamadas telefónicas que cientos de personas recibieron desde 1966 de parte de miembros que afirmaban su procedencia como parte de una expedición del planeta Ummo en su visita a la tierra y cuyas tertulias en La Ballena Alegre conocía Antonio Buero Vallejo. En 1993, José Luis Jordán Peña, psicológo que llegó a ser vicepresidente de la Sociedad Española de Parapsicología, confesaba hacer sido el autor intelectual del mayor fraude que alimentó las fantasías ufológicas sobre la presencia de seres extraterrestres en 134 manera radical en una exposición proléptica de todo tipo de “alarmas y advertencias” sobre el presente y por abrir líneas de fuga para la apertura y construcción de nuevos espacios de disenso desde donde elaborar una emancipación transformadora del reparto de lo sensible establecido: La fe de tantos coetáneos en la procedencia extraterrestre de los "platillos", ¿no es la risible coartada con la que muchos justifican su pasividad o su indiferencia ante los tremendos problemas que nos aquejan y cercan de tejas para abajo? La fe misma de Don Quijote en la Caballería, ¿no era, asimismo, el escape encontrado por un triste hidalgo que se notaba impotente para transformar o para influir siquiera en la anquilosada sociedad que le rodeaba? Así lo pensarán otros; no yo. El quijotismo como estéril acción individual que confunde las dianas, la fe en los "platillos" como pasividad, tienen, por supuesto, aspectos negativos; pero, inclusive en los casos en los que sólo son esterilidad y pasividad, poseen al menos el carácter de síntomas. Síntomas de un mundo trágico, cuya mera presentación entraña ya, para ellos, el significado positivo de alarmas y advertencias. Pero es que, además, el quijotismo no es siempre estéril o confuso – no en balde es "andante"–, y la creencia en los "platillos" es, a menudo, compatible con sanas y dinámicas conductas sociales. (“Del quijotismo” 74) Escrita en paralelo a su obra El tragaluz, Buero Vallejo reivindica en Mito la capacidad del extrañamiento de la ciencia-ficción para anticipar un sentido histórico. La obra de teatro se convierte en este sentido en una máquina del tiempo que reactualiza el sentido de su proyección sobre el futuro cada vez que se representa, invitando a los espectadores a reconsiderar sus coordenadas de verdad: Con esto se intenta asimismo dar al espectador de nuestro tiempo una especie de pálpito histórico, de proyección hacia el futuro, con objeto de que comprenda que, si no él, por lo menos sus descendientes van a ser efectivamente capaces de comprender lo que hoy se comprende mal. (El tragaluz 104) El sistema de proyecciones de imágenes del pasado en el futuro que llevan a cabo los investigadores de El tragaluz será nuevamente recuperado en Mito. La escenografía España durante varias décadas. Compañeros ufólogos de los fallecidos, como el escritor Mario Lleget, al que Rodríguez y Turu escribieron una tercera carta explicando sus motivos antes de morir, leerán su suicidio, precisamente, en clave quijotesca: “Como Don Quijote y Sancho llegaron al ataque a los molinos o a los gigantes. Indigestos de lecturas, películas y conversaciones, que llevan a lanzarse bajo pérdida absoluta del control mental” (Estévez 2) Una versión de esta historia puede encontrarse en la película Platillos volantes (2003) de Óscar Aibar. 135 funcionará como un dispositivo dialéctico que sirve para proyectar imágenes del presente, tras la apertura de un agujero espacial por el que penetran tanto los platillos volantes como las imágenes y los emblemas que muestran los desastres de la guerra y la destrucción atómica: Una absoluta negrura se extiende en el telón del fondo; poco después, rápidas imágenes de platillos entran, enormes, en el campo visual y se alejan aceleradamente hasta convertirse en puntitos luminosos que se extinguen. Otros y otros platillos aparecen, los siguen, se alejan, se convierten en puntos y desaparecen, hasta que la negrura absoluta vuelve a reinar . . . Sobre la negrura del fondo estallan ahora las imágenes de hongos y hongos atómicos, a las que sustituyen poco a poco numerosas visiones de exterminio: montones de cadáveres en campos de concentración, montañas de gafas, de brochas de afeitar, de zapatos; reses muertas, pájaros muertos, insectos muertos, somera cirugía de guerra en caras cosidas donde faltan ojos, narices, orejas; gentes vendadas de arriba abajo...” (“Del Quijotismo” Buero Vallejo). Tras un debate sobre los costes sociales del progreso, Eloy ofrecerá su muerte heroica como sacrificio para la construcción de una comunidad futura basada en la defensa de la entrega y de la intercambialidad ante un otro vulnerable. A causa de ello, la voz del protagonista de Mito se convierte, por medio de los efectos de sonido, en una voz chamánica que puede recoger y multiplicar el canto de la comunidad marciana que avanza inexorablemente: Millones de presencias siderales alimentan mi afán. ¡Yo soy legión! ¡Advierta cómo cantan por mi boca! Humildemente pertenezco al coro unánime que ha de cantar mañana y que ya canta ahora: ¡Soy legión! (193). Frente a las advertencias de Eloy, que invoca augurios sobre el apocalipsis de destrucción hacia el que se dirige la humanidad, el empresario de la compañía minimizará los riesgos de ese peligro, negando la catástrofe que implican las narrativas sobre el progreso: “No va tan mal el mundo y nuestro tiempo/ mejor es que otros tiempos de la historia” (214). Frente a esta defensa del avance de la historia, el protagonista contrapone algunas de las denuncias acerca de los costes sociales de dicha idea de desarrollo, que amenazan con destruir la misma idea de futuro sobre la que se asientan y la misma convivencia en el 136 presente mediante la represión y la restricción de libertades en nombre de la creación de un estado de seguridad: Pero no hay que temer que se detengan estos bellos avances de la ciencia. Con muy pocas monedas, cualquier pillo fabricará de aquí a muy pocos años atómicas pistolas diminutas, lindas y esbeltas como transistores. Los gobiernos prudentes no lo ignoran y avanzarán no menos felizmente. Sus leyes prohibirán el ejercicio de toda libertad, que es peligrosa. (215) El debate ufológico sobre la existencia de extraterrestres sirve a Buero Vallejo como un marco de enunciación a partir del cual poder articular una problemática acerca de las sociedades de control y vigilancia en la segunda mitad del siglo XX. Como ha propuesto Jodi Dean para el contexto estadounidense, la ufología en el contexto de la Guerra Fría suponía una posibilidad de apertura de un marco interpretativo sobre el que producir nuevos debates políticos. Las visiones colectivas de aeronaves ponen en cuestión una hegemonía política, militar y científica que controlaba los regímenes de verdad en esta coyuntura histórica, imaginando nuevas posibilidades para la interpretación y producción de discursos sobre los límites de la soberanía mediante la proyección de los problemas “terrestres” fuera del ámbito del planeta: Ufology was doing something; it wasn't just spinning an outlandish conspiracy tale. At the very least, it was publicizing an outlandish conspiracy theory that used outerspace and the possibility of extraterrestrial visitations to challenge military and scientific hegemony. Indeed, Tom Englehardt suggests that, precisely because it was "beyond the pale," flying saucer society was able to attack the government without being accused of communism. From the perspective of the dominant culture, ufology was silly. Nonetheless, precisely because it was outside the constraining equation of truth with security and identifiability, ufology was free to focus on the unknown, to indicate the limits of governmental authority and validate the experiences of witnesses without necessarily claiming that it could identify or establish the object of their experiences. (42) 137 2.5. Coda: “Porompompero 2001” (1972). Tecnología aeroespacial y marketing de Estado en el tardofranquismo En 1972, Televisión Española emitía el programa 360 grados en torno a Marisol, dirigido por Valerio Lazarov. La contratación del realizador rumano por parte de Televisión Española en 1968 se había traducido para el ente público dependiente del régimen franquista en la concesión de varios premios internacionales, como el del Festival de Televisión de Montecarlo o el del Festival de Montreux en 1969. El programa dedicado a la cantante y actriz malagueña Pepa Flores, auténtico icono del star-system español desde su infancia, consistía en el encadenamiento de una serie de números musicales que ofrecían a los espectadores imágenes de lugares emblemáticos de la ciudad y de la bahía de Cádiz, a modo de postales en movimiento que proyectaban una imagen de progreso y modernidad en el área. Una de las actuaciones recreaba una particular versión del tema “El Porompompero”, rumba compuesta en 1960 que se había convertido en un tema de gran éxito durante toda una década a través de las voces de varios cantantes, entre ellos, la del popular Manolo Escobar. La letra de la canción original, difundida profusamente por los medios del régimen, es enunciada por un personaje que se presenta a sí mismo como un gitano que se muestra orgulloso de sus orígenes ante un interlocutor “payo”, con el que ha tenido un pleito del que no se comentan las razones. En esta versión de Lazarov, la cantante Marisol mantendrá en algunos momentos del vídeo esta referencia original cuando aparece ataviada con lo que se conoce como vestido de gitana o de flamenca mientras canta una rumba que mezcla partes de la letra en inglés y en una lengua asiática. La imagen de Marisol va cambiando su apariencia alternando su traje flamenco con un disfraz de mujer del futuro y con un vestuario que mezcla referentes orientales con toques “galácticos”. Junto a ella, unos bailarines vestidos como una suerte de arlequines futuristas ocuparán la pasalera central de la torre eléctrica de Puntales 138 (conocida popularmente como una de las “torre de la luz”), situada en la embocadura de la bahía interior de Cádiz [fig. 40]. Fig. 40. Las tres caras de la artista en 360 grados en torno a Marisol Símbolo de los proyectos energéticos del INI (Instituto Nacional de Industria), la construcción de esta torre, que comenzó a finales de 1957 y concluyó en 1960, tenía como objetivo transportar la energía generada desde la central térmica de Cádiz hasta la red general peninsular145. El vídeo de Lazarov comienza con un plano contrapicado desde el interior de la torre, que muestra su diseño hiperboloide realizado por los ingenieros italianos Remo Scalla y Alberto Toscano de manera similar a las famosas torres diseñadas por Vladímir Shújov en los años 20 en la Unión Soviética [fig. 41]. Fig. 41. Vistas desde la Torre de Puntales. 145 Como recuerda Santiago Moreno Tello en su estudio “Las Torres de la Luz y su tiempo. El contexto histórico y social. El barrio de Puntales como eje clave de la obra”, el Instituto Nacional de Industria “había sido concebido por Juan Antonio Suanzez Fernández, bajo la influencia del Instituto per la Ricostruzione Industriale de Mussolini. Dicho organismo se enmarcaba en la política autárquica de la Dictadura e incluía los sectores eléctricos, del hierro, y del carbón, sumándose después transportes, construcción naval, petróleo y automoción. Desde inicios de los años cuarenta se había creado para promover la fundación de empresas industriales” (135). 139 En el vídeo, las imágenes de esta arquitectura futurista se acompañan de una voz en off que recita la cuenta atrás de un despegue espacial, motivo que se repite al final de la actuación musical con la sucesión de imágenes de hombres sobre la superficie lunar. Dichas imágenes podían ser reconocidas por los espectadores como parte de las misiones Apolo que habían circulado en los medios de comunicación en los últimos años, desde el primer alunizaje de una nave tripulada (Apolo 11, 1969) cuya huella humana se convertirá en un icono de la espectacularización de la carrera espacial, pasando por otras misiones en los años siguientes: Apolo 14 (1971), 15 (1971), 16 (1972) y 17 (1972). En su retransmisión televisiva, habían circulado con profusión las imágenes documentales que se ofrecen intercaladas en el programa de Lazarov, las cuales incluían todo tipo de vehículos y dispositivos tecnológicos destinados a la completa exploración del territorio lunar. [fig. 42]. Fig. 42. Paisajes de exploración lunar en 360 grados en torno a Marisol. 360 grados en torno a Marisol fue un programa rodado en color con cámaras de cine, formato al que sus televidentes no tuvieron acceso ya que, en la época de su estreno, la televisión en España aún se emitía en blanco y negro146. La respuesta a esta contradicción podemos hallarla en el hecho de que una televisión pública, dirigida en ese momento por el que será futuro presidente del gobierno, Adolfo Suárez, invertía una enorme cantidad de capital y recursos para la creación de programas especiales cuya finalidad, además de su emisión en blanco y negro en el ámbito nacional, era la exportación de una imagen moderna del país en un circuito global de festivales y de televisiones internacionales. Los premios 146 Será a partir de 1973 cuando empiecen a compaginarse las emisiones televisivas en color y blanco y negro y en 1978 se producirá el cambio definitivo al color. 140 recibidos en función de la calidad de la experimentación formal de estos programas reportaban enormes beneficios en términos de capital simbólico al gobierno de los técnocratas, que conseguían de esta manera legitimar un proyecto nacional basado en una supuesta “apertura” formal, que escondía en sus delirios psicodélicos audiovisuales la realidad de una dictadura. Los programas de Lazarov se convirtieron en un auténtico catálogo desplegable de paisajes a todo color para los españoles que podían ver el programa desde sus hogares o tele-clubs, así como para los espectadores internacionales que podrían disfrutar de la familiaridad de una estética pop que encarnaba una peculiar modernidad producida por las industrias culturales del régimen. A la altura de la grabación del programa, en 1971, la lógica cultural del capitalismo en el tardofranquismo cristalizaba en la sublimación de dos dispositivos culturales que Televisión Española utilizará para construir una imagen de la nación como serán, por un lado, la producción de un modelo mercantilizado de paisaje y, por otro, la producción de un modelo biopolítico del sujeto desarrollista –encarnado en este caso en el cuerpo de la cantante Marisol—, ambos convertidos en sus interacciones en fetiches visuales para el consumo de la sociedad global del espectáculo. Durante todo el programa, cuerpos y paisajes sirven como pantallas para la proyección de una serie de fantasías sobre el progreso de la nación, construidas poéticamente a partir de una estética híbrida, donde la contradictoria yuxtaposición de los dos regímenes de poder en la España franquista, uno soberano y otro biopolítico, tal y como señalara Foucault en 1976 (Hay que defender 257), se pone al servicio de la espectacularización de la venta simbólica de otros paisajes y cuerpos que sostendrán a través de su explotación las bases de un largo ciclo de acumulación de capital147. El tardofranquismo acelera la desmaterialización 147 En 360 grados en torno a Marisol el motivo de la personalidad duplicada o geminada aparece de manera recurrente encarnado en el cuerpo de Pepa Flores. La historia nacional se proyecta sobre la biografía de la cantante en forma precisamente de imágenes fotográficas de su vida pública, que pertenecían en 1971 a la memoria colectiva de los españoles del periodo. Al comienzo del programa se presentan fotografías de la artista desde su niñez, recalcando el hecho de que Marisol había representado una imagen del país capaz de atravesar desde 1960 los circuitos audiovisuales de la radio 141 de sus obras y monumentos a través de su conversión como imágenes en las que se especula con futuras inversiones en torno al mercado turístico-inmobiliario. Esta imagen de la nación girará en torno a dos modelos: por un lado, la producción de un paisaje asociado al campo andaluz y la utilización de un vestuario flamenco serían tecnologías herederas de la imagen de una España pintoresca, cuya representación orientalizante se coloca históricamente en la mirada geopolítica de un Otro que interviene sobre el territorio, desplegando sus propias tecnologías militares y económicas. De otro lado, la representación de la modernidad nacional a partir de paisajes que exhiben un desarrollo tecnológico asociado a la Guerra Fría, representados por las Torres de Luz de Cádiz. Estas construcciones forman parte de un conjunto local más amplio, junto a la adyacente base aeronaval hispano-estadounidense de Rota y las infraestructuras de la empresa Construcciones Aeronáuticas S.A. (CASA), que llevaba a cabo en el área el programa de revisión y mantenimiento de los aviones del ejército de los Estados Unidos desplegados en Europa. Los espectadores son situados ante un paisaje fundacional del inicio del desarrollismo y de sus transacciones como aliado de los intereses del bloque occidental a comienzos de los años 50. Este paisaje en el vídeo “Porompompero 2001” se proyecta sobre un futuro imaginado bajo el signo del progreso tecnológico. La forma de la Torre como arquitectura de vanguardia se desgaja de su función para convertirse en un mero decorado que puede ser atravesado por las fantasías aeroespaciales que se han analizado en este capítulo. El vídeoclip pertenece al final de una serie de números musicales en los que la historia de la humanidad se y la televisión en todos los continentes. El régimen franquista encontró en una niña procedente de las clases populares andaluzas una embajadora de excepción para vender en el exterior una imagen amable y modernizada de los logros del gobierno sobre hijos del pueblo nacidos bajo su mandato. Marisol, por tanto, se presenta como una obra del régimen y como un modelo de mujer para los televidentes, en una manera híbrida, como una síntesis superadora de las contradicciones de los regímenes de poder que coexistían en la España de los 70. El personaje que la artista representa –cuyo “modelado” es performado dentro del mismo programa como una muñeca de cera y como una escultura de barro—se desdobla en la forma ideal de una mujer inalcanzable que es sumisa a la par que rebelde, internacional al mismo tiempo que local, tradicional y moderna. 142 había representado como una serie de episodios donde la modernidad tecnológica se presenta como una constante transhistórica, que ya estaría presente en una carnavalizada Edad de Piedra que contaba con sus propios estudios de televisión. El paisaje de “Porompompero 2001” imagina un futuro donde se ha borrado tanto la presencia humana como la memoria de ese mismo paisaje, construido bajo unas condiciones específicas de desposesión de los recursos y de las comunidades que lo habitaban, de sus relaciones con la producción y con la propiedad en este territorio. La playa de Puntales había sido un lugar donde se había fusilado a ciudadanos republicanos durante la Guerra Civil y donde los habitantes de sus barrios obreros habían sufrido diversos tipos de represión durante la posguerra. Pero también había sido un territorio en el que los vecinos explotaban los bienes comunales que el mar y las playas les ofrecían para su supervivencia. Sobre la base de la derrota física, económica y moral de estos ciudadanos, el régimen franquista había podido seguir ejerciendo el derecho de propiedad sobre los recursos y bienes comunes. La extracción de la riqueza aparece monumentalizada en la estructura de esa torre, desde la que el espectador de televisión puede acceder a una panorámica aérea de una naturaleza transformada para su explotación industrial. La televisión abre la posibilidad de acceder a una vista imposible para el ojo humano sobre el territorio desde el cielo de Cádiz, generando sobre él una mirada depredadora que despliega unas fantasías de dominio que se extenderían hacia el espacio. Un espacio exterior donde el hombre estaba expandiendo las fronteras conocidas para el desarrollo de otro tipo de conquista más allá de los confines del mundo conocido. Como en el título del programa, 360 grados en torno a…, el tardofranquismo realiza un giro sobre sí mismo para proyectarse en un futuro siglo XXI desde las fantasías aeroespaciales que alimentaron los imaginarios sociales desde comienzos de los años 50. 143 3. Fábulas de la redistribución. Circulación de capital y lógicas culturales de la liberalización económica “Llaman milagro al desarrollo, pero el milagro está en el reparto.” Cartel en la puerta de la Iglesia de Sástago (Zaragoza) Andalán 25, 15 de Septiembre de 1973 (Fernández Clemente y Forcadell 7). 3.1. Las manos invisibles de la redistribución: juegos de azar, caridad y capitalismo en la España franquista En 1951 comenzaba a publicarse El Ciervo, revista católica que surgía como un espacio crítico con el papel que la Iglesia debía tener bajo la dictadura franquista. En uno de sus primeros números puede encontrarse una columna de opinión titulada “Lotería y caridad”, en la que Jesús Ruiz exponía la relación que existía entre ambas prácticas sociales. El autor argumentaba cómo la inversión de capital con la que los jugadores esperaban obtener los premios de la lotería servía al mismo tiempo para ejercer la caridad, debido a que el importe de los décimos o billetes incluía un excedente en forma de recargo que se utilizaba para realizar obras benéficas: En estos días prenavideños, dos temas cobran anualmente máxima actualidad. Uno, es el de la lotería. Otro, el de la caridad. Sobre ambos se ha venido haciendo, con reiteración casi enojosa, la mayor literatura. La lotería ha servido de tema a bastantes plumas, ya fuera en su aspecto pintoresco -mugrienta cola en el sorteo del “gordo”- , ya en sus facetas sociales o puramente humanas. En cuanto a la caridad... Si fuéramos a enumerar los llorones cuentos que ha inspirado la caridad navideña necesitaríamos un espacio del que no disponemos. Las últimas semanas decembrinas son momento propicio para el reparto simbólico de mantitas y juguetes a los que tan aficionada es la beneficencia en su aspecto burgués . . . Millones y millones salen de los bolsillos españoles para invertir en el Juego nacional. Nada tendríamos que objetar -en realidad nuestras observaciones, de hacerlas, se estrellarían contra el muro de la más cerrada incomprensión - si año tras año, también, la lotería, afán prenavideño, no se fuera confundiendo poco a poco con la caridad. Tantas “apuntaciones” de a peseta, con un recargo de dos reales y otra peseta en “pro” de algo, no nos dejarán mentir . . . Hacer bien pretendiendo lucrarse - y lo que es peor, materialmente- es contradecir en su más íntimo sentido la dulce virtud de la caridad. (2) 144 A lo largo de las décadas de los 50 y los 60, otros autores reflexionarán sobre esta utilización de la lotería con fines lucrativos y caritativos que interactuaban de manera simultánea. Un escritor católico como Ignacio Agustí, lejos de condenar esta práctica, consideraba la inversión en los juegos de azar como la Lotería Nacional como parte de un plan providencial que dejaba la suerte en manos de la intervención divina. De esta manera, Agustí justificaba a un tiempo los deseos de consumo de los jugadores y la socialización de los beneficios de la lotería, que se repartían entre los ganadores del premio y los asistidos por unas organizaciones benéficas que fomentaban todo tipo de “sorteos, tómbolas o mojigangas benéficas” para recaudar fondos: Esta es la gran fábrica de sueños española, la creadora de los fabulosos mitos de la opulencia en la mente del ciudadano medio, del hombre de la calle. Ahora empieza a asediarnos la lotería desde todos lados, en forma de pequeños boletos y participaciones que vienen a ofrecernos, desde hace semanas, las gentes más diversas y desconocidas y que nosotros aceptamos con un punto de resignación caritativa, pero también con una singular e inconfesada vertiente de ciencia calculadora. La mayoría de esos boletos son estratagemas de entidades benéficas para el acopio de un suplemento de los fondos caritativos. La mayoría de ellos llevan una sobrecarga modesta, pero clarísima, que es aquella parte del premio que no nos va a tocar, pero que damos gustosos por creer que, en porcentaje de buena acción, puede mover a la Providencia a elegir, entre todas las cifras posibles, precisamente aquella en que el cálculo y la benemérita intención van tan íntimamente grabados . . . en cierto modo, hemos contribuido a esparcir la caridad y nos hemos prestado, a conciencia, al enorme juego de la rueda de la fortuna, que también vale lo suyo. (58) Azar, Providencia, fortuna. Algunas palabras clave que aparecen junto a otras expresiones en el texto como “sueños”, “fabulosos mitos de la opulencia”, “ciudadano medio” o “caridad”. Los billetes de la Lotería Nacional en la España franquista portaban el acceso a la circulación del capital en una doble vía. Por un lado, los premios sorteados permitirían a los jugadores el acceso a la propiedad y al consumo, configurando los sueños de esa comunidad de clases medias a la que apuntaba Agustí. Por otra parte, el dinero recaudado en los juegos de Loterías y Apuestas del Estado servía para una redistribución pública del capital por partida doble. Esta incluía la recaudación correspondiente a un juego-tributo de 145 monopolio estatal que repercutía en políticas asistenciales o en el fomento de obras públicas como la construcción del Valle de los Caídos [fig. 43] o la reconstrucción de la Ciudad Universitaria de Madrid [fig. 44]; pero también en la financiación de obras de caridad por parte de las organizaciones distribuidoras de los décimos. Fig.43. Billete de lotería (1962) destinado a sufragar las obras en el Valle de los Caídos. Fig. 44. Cartel de promoción del Sorteo a beneficio de la reconstrucción de la Ciudad Universitaria de Madrid (1940). Esta relación entre la lotería y la beneficencia formaba parte de una tradición nacional de largo recorrido. Desde el reinado de Carlos IV, el Estado había comenzado a donar parte de los ingresos obtenidos con este juego a hospitales, centros de beneficencia, montepíos y hospicios. Este era el caso del Colegio de Huérfanos de San Ildefonso de Madrid, donde residían los niños encargados de extraer y cantar los números premiados en una costumbre que se mantiene todavía hoy en día. De este modo, el éxito del juego, desde la implantación como Renta de la Lotería en el reinado de Carlos III hasta su consolidación en Cádiz en 1812 como medio de aumentar los ingresos del erario público, se extenderá hasta la actualidad (Herrero Suárez). Cabe señalar como dato a tener en cuenta en este análisis sobre la importancia social de los juegos de azar en España que la circulación de capital que la lotería pone en marcha habría ido creciendo a lo largo del siglo XX hasta llegar a 1995, año en el 146 que el país ocupaba el primer puesto en gasto en loterías del mundo, con un 1,9 por ciento de su Producto Interior Bruto (Garvia 5). Además de la Lotería Nacional, durante la dictadura franquista otros juegos de azar contribuyeron a la redistribución de capitales vinculados a las políticas de asistencia social, ya que la financiación de éstas no estaba ligada al gasto público estatal, sino a la caridad y a la subvención indirecta a través de estos juegos. Este será el caso de las quinielas, apuestas basadas en los resultados del Campeonato Nacional de Liga de fútbol [fig. 45]. En 1946 se había creado para este fin el Patronato de Apuestas Mutuas Deportivo Benéficas, que destinará un 45 % de su recaudación a la Dirección General de Beneficencia y Obras Sociales (Adelantado 354). Otro juego popular en la época será el del Cupón Pro-Ciegos, un tipo de lotería que permitía la financiación de la entidad Organización Nacional de Ciegos y la creación de puestos de trabajo para invidentes. El desarrollo de esta organización y su recaudación de capital a través del juego estará ligado al nacimiento del Nuevo Estado, ya que su decreto fundacional había sido firmado por el Gobierno de Burgos en 1938 y su primer sorteo se había celebrado en 1939. Fig. 45. Boleto de quiniela (1946) 147 Los juegos de loterías y quinielas en la España franquista participan, por lo tanto, de la ilusión de una redistribución de capitales que, al tiempo que beneficiaba al Estado y a otras organizaciones religiosas y civiles que empleaban sus ganancias en políticas públicas de asistencia a los desfavorecidos, eran capaces de crear una comunidad imaginada de ciudadanos entre los que se socializaba parte del excedente invertido por los miembros de esta nación de jugadores. Según el discurso del nacional-catolicismo, la Divina Providencia intervendría directamente en los mecanismos del azar puesto en marcha por la institución cultural de la lotería, convertida en una moderna Rueda de la Fortuna, considerada como un compendio de las virtudes teologales, tal y como recogía la voz en off de uno de los noticieros de la época en la película de Juan Antonio Bardem Felices Pascuas (1955): “La lotería es la fiesta de la paz. Es la fe, la esperanza y la caridad de todos los españoles”. Los juegos de azar dependientes del Estado, en un país donde el gobierno había sancionado a “los dueños de las Casas de juego de suerte, envite o azar y los jugadores que allí asistieran” (Pino 205), permitían la participación de cualquier ciudadano en el acceso a un capital que circulaba fuera de la esfera de la producción y del intercambio de mercancías y en el que cualquiera podía sentirse implicado gracias a la intervención del azar que consigue, en palabras del sociólogo Roger Caillois, “abolir las superioridades naturales o adquiridas de los individuos a fin de poner a cada cual en igualdad absoluta de condiciones ante el ciego veredicto de la suerte” (49). De esta manera, mientras los premios obtenidos identificaban al ganador como ciudadano-jugador enriquecido gracias a un golpe de fortuna, el dinero recaudado se destinaba al sostenimiento de políticas benéficas y asistenciales de carácter público y privado. Estas políticas basadas en la caridad como fuente de financiación y gestión contribuían a su vez a reproducir la desigualdad económica bajo la ficción de la redistribución de una mínima parte del excedente de capitales a través del juego. En este modelo, por consiguiente, las 148 fantasías de acceso al capital en igualdad de oportunidades crecían de manera paralela a las desigualdades que fomentaba un modelo de economía política que rechazaba la idea de un reparto colectivo de la riqueza y de los recursos a través de políticas sociales como las que los Estados-providencia o Estados del Bienestar europeos estaban implementando en el contexto de la posguerra148. El Estado franquista funcionará como principal organizador de la acumulación por desposesión, como gestor directo de la fuerza de trabajo y como representante colectivo del capital productivo y social mediante el control de parte de los medios de producción a través del Instituto Nacional de Industria, del que dependían numerosas empresas públicas y privadas beneficiadas por el crédito destinado a ellas. La intervención estatal será un factor clave para entender las políticas económicas del régimen, especialmente durante el periodo de autarquía. Así, el economista Carlos Barciela había resumido de esta manera las políticas económicas en la España de los años cuarenta: La confianza del Régimen en que la autoridad, ejercida sin vacilaciones, podía conseguir un orden económico más eficiente que el del mercado se consagró, incluso, como ley fundamental del Nuevo Estado. El Fuero del Trabajo (1938) proclamaba, en uno de sus puntos, de manera rotunda y castrense: Se disciplinarán los precios (“Los años”). Tras el Convenio defensivo con Estados Unidos, firmado en 1953, el país se incorporaba a los circuitos económicos del mercado internacional y a los espacios políticomilitares del Eje Atlántico, para lo que se llevarían a cabo una serie de reformas elaboradas por un comité formado por los llamados economistas y políticos “tecnócratas”, con el objetivo de liberalizar la economía. Entre los artífices del plan, destaca la figura del economista catalán Joan Sardà Dexeus, cuya formación en la London School of Economics y 148 Para una reflexión sobre la idea de justicia distributiva en relación con la formación histórica del Estado-providencia y del Estado social-redistributivo resultan fundamentales las obras del historiador francés Pierre Rosanvallon La nouvelle question sociale. Repenser l'État-providence (Paris: Seuil, 1995) y La Société des égaux (Paris: Seuil, 1995). 149 el Instituto de Economía de Munich determinará el diseño de un plan que seguía las tendencias de la época a favor del fomento de la economía de mercado. En la concepción de este plan será fundamental la influencia de la literatura económica elaborada por los miembros de la Mont Pelerin Society, fundada en 1947 por intelectuales y economistas como Friedrich Hayek o Milton Friedman con el objetivo de actuar contra el intervencionismo de Estado y contra el Estado de Bienestar Social. En 1949, Wilhelm Röpke y Friedrich Hayek se reunieron en Barcelona con Joan Sardà y con otros economistas catalanes como Salvador Millet i Bel o Lucas Beltrán, único español presente en las sesiones anuales de la Mont Pelerin Society. Hayek presentó sus obras Camino de servidumbre (1944) e Individualismo y orden económico (1948) en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo donde, invitado por el Instituto de Cultura Hispánica, pronunció tres conferencias sobre economía libre y economía intervenida. En su artículo “Hayek en Barcelona”, publicado el 29 de agosto de 1949 en el diario La Vanguardia, Millet adapta las ideas del economista austriaco sobre la existencia de un “individualismo malo” y un “individualismo bueno” para convertir este último en un “individualismo auténtico, humilde, generoso, en una palabra: cristiano”, capaz de vencer al comunismo: Todos los grandes problemas económicos son en última instancia problemas religiosos o teológicos. Si el comunismo ha hecho tanto camino en el mundo es porque debajo de él palpita una religión, ciertamente falsa y satánica, pero fabulosamente dinámica. Si, en cambio, el capitalismo ha hecho un retroceso tan grande, ello se explica porque ha perdido en gran parte el substrato religioso del cristianismo. De aquí precisamente la conclusión nuestra de que para vencer al comunismo es indispensable el renacimiento de un cristianismo auténtico (11). Millet destaca la presencia de Adam Smith como precursor de este “individualismo auténtico”, cuya mano invisible del Mercado –definida por Foucault como el “dios providencial que habitaría el proceso económico” (Nacimiento 320)–, sirve a este economista para justificar los planes inabordables y secretos de una Divina Providencia que se trasladaba 150 a los laberintos del campo económico. En este giro discursivo hacia la economía de libre mercado, los futuros artífices del Plan de Estabilización irán construyendo un discurso capaz de integrar retóricamente los aparatos ideológicos del Estado nacional-católico bajo la influencia de los principios teóricos del ordoliberalismo alemán149. Economistas como Hayek o Wilhelm Röpke habían propuesto la creación de un Estado de Derecho como oposición a un Estado planificador, bajo una concepción de la economía como campo de juego regulado jurídicamente en el que cada uno de los agentes podía decidir con total libertad: Tanto para el Estado como para los individuos la economía debe ser un juego: un conjunto de actividades reguladas . . . pero en las cuales las reglas no son decisiones que alguien toma por los demás. Se trata de un conjunto de reglas que determinan de qué manera cada uno debe jugar un juego cuyo desenlace, en última instancia, es desconocido por todos. La economía es un juego y la institución jurídica que la enmarca debe pensarse como regla del juego. (Foucault Nacimiento 209) Salvador Millet insistirá en su artículo en los principios de invisibilidad, impersonalidad y espontaneidad que vertebrarían los procesos económicos. Estos serán los mismos principios que rigen los juegos de azar que se estudiarán en las siguientes páginas, cuyas reglas, similares a las que el mercado liberalizado demandaba para sí, igualarían a los participantes. También, en base a esta libertad, el modelo teórico del ordoliberalismo sancionaba cualquier intervención del Estado en el terreno de las políticas sociales, al tiempo que proponía soluciones puntuales y esporádicas para la salvaguardia de aquellos agentes que quedaban temporalmente fuera del juego económico: 149 González Cuevas hace un recorrido por la difusión de una literatura económica sobre el ordoliberalismo y sobre el capitalismo católico antes de la elaboración del Plan de Estabilización: “La Biblioteca del Pensamiento Actual publicó la obra de Walter Eucken, Fundamentos de la Política Económica, una introducción a la metodología y al proyecto económico de la escuela ordoliberal alemana . . . Posteriormente, sacó a la luz la obra de Amintore Fanfani, Catolicismo y protestantismo en la génesis del capitalismo, en la que se analizaban las distintas perspectivas cristianas en torno a la economía de mercado. Significativo fue, en fin, el inicio de la publicación de las obras completas de Ramiro de Maeztu, por Editora Nacional y Rialp; y, no por casualidad, una de las primeras fue El sentido reverencial del dinero, donde se propugnaba la simbiosis entre catolicismo y desarrollo económico capitalista . . . Arbor asumió los supuestos de la economía de mercado e insertó en sus páginas las críticas del economista liberal Friedrich Hayek . . . Calvo Serer alababa a Eucken y Röpke por su su reivindicación de ‘un poder estatal libre e independiente y fuerte a la vez que con la creación de un marco legal evite extralimitaciones de la concurrencia’” (“Las derechas” 30). 151 Los ordoliberales alemanes explicaban que el objetivo principal de una política social no era, por cierto, hacerse cargo de todos los riesgos que pudiesen afectar a la masa global de la población, y agregaban que una verdadera política social debía ser tal que, sin tocar en absoluto el juego económico y, por consiguiente, dejando que la sociedad se desarrollara como una sociedad de empresa, se estableciera una serie de mecanismos de intervención para asistir a quienes lo necesitaran en el momento, y sólo en el momento que lo necesitaran (Foucault Nacimiento 248). Siguiendo este enfoque teórico, Mariano Navarro Rubio, político tecnócrata vinculado al Opus Dei que llegará a ser Ministro de Hacienda entre 1957 y 1965 y uno de los principales propulsores del Plan Nacional de Estabilización Económica, rechazará la implantación en España del Estado-Providencia o Estado de Bienestar. Para Navarro, éste sería inviable, ya que tendría entre sus inconvenientes no sólo el hecho de ser socialmente “implacable con los ciudadanos laboriosos contra los que lanza todo un ejército de inspectores, mientras reserva, por el contrario, todas sus ternuras para con una larga serie de parásitos derrochadores”, sino también el de constituir un límite para generar riqueza, ya que “frena las iniciativas creativas de los industriales y comerciantes" (42-71). De esta manera, ante la falta de gasto público en políticas sociales, el Estado franquista delegará las funciones de redistribución de la riqueza en dos redes que harán posible ese reparto puntual a los necesitados de capitales o recursos en las zonas urbanas: la parroquia misionera y la empresa industrial. Como expusieron Miguel Siguán en su libro Del campo al suburbio (1959) o Francisco Candel en su ensayo Ser obrero no es ninguna ganga (1976), la provisión de servicios de asistencia social por parte de algunas empresas que asumirán esta función hasta el punto de sustituir al Estado será clave para comprender los procesos de emigración a las ciudades durante los años 50 y 60. Desde las llamadas “Ciudades laborales” como la colonia de viviendas Ciudad Pegaso en Madrid150, pasando por 150 Un ejemplo de estas prácticas es la empresa de fabricación de automóviles ENASA, empresa pública protegida por el régimen que “proporcionaba una vivienda asequible y muy próxima al lugar de trabajo. Además ofrecía, como si fuera un ayuntamiento, todos los servicios que podía necesitar la barriada: limpieza, reparaciones, comercio, escuela, piscina… Incluso la iglesia fue construida por la fábrica, consagrada a San Cristóbal, patrón de los conductores” (Última Fila Reportajes). 152 las políticas del llamado “paternalismo industrial” (Babiano), numerosas empresas públicas y privadas facilitaban en ocasiones a sus empleados prestaciones sociales como viviendas, economatos, colegios, lugares de ocio o bonificaciones (Nielfa 237). Según afirman algunas personas entrevistadas por Siguán o Candel en sus libros, la existencia de esos recursos en las zonas urbanas será uno de los motivos por los cuales decidieron marcharse de sus pueblos, pero también en ocasiones, permanecer en la ciudad. En torno a las transformaciones en las políticas económicas de redistribución de capital a lo largo del periodo franquista, se encuentran una serie de lógicas culturales que articulan una compleja dialéctica entre el azar, el consumo y la gestión de la desigualdad a través de las políticas de caridad y beneficencia. En este sentido, la caridad se convierte en la otra cara de la moneda de un azar entendido en este contexto como un elemento que permite pre-configurar una sociedad de potenciales consumidores mediante la circulación de un capital que permitiría la socialización de beneficios a través del juego. La apertura a unos imaginarios sociales sobre la posibilidad de acceso al capital a través del azar irá acompañada de un despliegue de relatos en torno a la expansión de la caridad, utilizada por el Estado nacional-católico como elemento de cohesión social que permite la extensión de la desigualdad a través de los procesos de ingeniería social que gestionan las políticas de beneficencia pública y privada. En torno a su gestión y financiación, tiene lugar un ejercicio de redistribución en el que la utilización del dinero como equivalente general eliminaría tanto la singularidad del donante como del receptor en los vínculos sociales forjados en una red a la que pertenecen las organizaciones religiosas, la administración, los medios de comunicación y las fuerzas de seguridad del Estado (Boltanski 18). Durante el franquismo, los miembros de estas instituciones tendrán acceso a una amplia disponibilidad de mecanismos para ejercer el control social a través de unas prácticas de beneficencia que adquieren una doble dimensión represiva y asistencial. 153 La caridad, como principio gestor de la redistribución de una riqueza comunitaria que suspende las relaciones basadas en la igualdad conmutativa para mantener la jerarquía de unas relaciones sociales puestas al servicio de una economía salvífica, estará en la base del carácter graciable de la asistencia social en España. En este sentido, dentro de estas biopolíticas interventoras relacionadas con la beneficencia los individuos no serán considerados como titulares de derechos sociales, sino como miembros de una comunidad nacional católica controlada por el Estado. Siguiendo el análisis de Bartolomé Clavero sobre la antropología católica de la economía moderna, puede afirmarse que la “economía de la gracia”, como economía moral presente en las sociedades católicas, habría generado históricamente un tipo de relaciones intersubjetivas que estarán en la base de unas políticas asistenciales basadas en el clientelismo como lazo social, también durante el franquismo: “the priority of generous and charitable relations over contractual and legal relations; the priority of proportional and distributive equality over strict commutative equality; the priority of the order of family and friends over public and administrative authorities” (Hennaf 317). A comienzos de la década de los 50, la difusión de las políticas benéficas y asistenciales había estado también asociada a los intentos de acercamiento que el gobierno de Franco llevaría a cabo para conseguir un Concordato con el Vaticano –firmado en 1953–, por el que la Iglesia católica conseguiría importantes privilegios legales, políticos y económicos151. Sin embargo, a medida que avanza la década, la intervención de la Iglesia en el terreno de la asistencia social será objeto de un debate que se irá extendiendo tras la 151 Estos acuerdos se quiebran tras el Concilio Vaticano II (1962-1965), donde se elaboraron documentos como las encíclicas Dignitatis humanae, que propugnaba la libertad religiosa, Gaudium et spes, que inclinaba la acción de la Iglesia a una clara separación del Estado en el marco de la democracia o Christus Dominus, donde se solicitaba a los estados su renuncia a los privilegios religiosos. La revisión de estos privilegios del Concordato será reclamada a Franco por Pablo VI en 1968: “hacemos un llamamiento a Vuestra Excelencia y al gobierno español que justamente se glorían de sus sentimientos católicos, para que quieran dar un ejemplo luminoso de plena uniformidad con las enseñanzas y rectoría de la Iglesia renunciando, antes de una posible revisión del Concordato, a privilegios que fueron concedidos por los grandes méritos religiosos de esa nación, pero que ya no corresponden al espíritu ni a la exigencia de los tiempos” (Requena 172). 154 celebración del Concilio Vaticano II (1962-1965), hasta tal punto que, a final de la década de los 60, no sólo buena parte del clero se sentía identificado con proyectos políticos de izquierda y se había ido incorporando a diversas organizaciones políticas y sindicales en la clandestinidad (Partido Comunista, Organización Revolucionaria de los Trabajadores, Comisiones Obreras, Unión Sindical Obrera, etc.), sino que numerosos miembros de movimientos apostólicos y de comunidades católicas habrían pasado a la militancia activa de barrio, sindical o política152. Este será el caso de la protagonista de La oscura historia de la prima Montse (1970), novela en la que Juan Marsé analizaba en el contexto del tardofranquismo la interacción entre la beneficencia y la evolución de las políticas desarrollistas desde finales de los años 50, trazando una historia de los procesos de ingeniería política y social asociados a ambas antropologías económicas que se explicarán a lo largo de este capítulo. La novela de Marsé se centraba en los costes de los procesos políticos y económicos que atravesaron las vidas de quienes, como Montse, una muchacha de familia burguesa que se dedica al apostolado seglar, son excluidos del sistema debido a la apropiación del discurso evangélico por parte del gobierno y de las élites financieras. Para el narrador de esta novela, la vida de Montse “destinada a vivir con todas sus consecuencias uno de los mitos más sarcásticos que pudrieron el mundo” (9-10), es un claro ejemplo de una vida sacrificada a causa de un “mito”: el de la creencia en la posibilidad de comprometerse radicalmente con la práctica católica de la caridad en la España de finales los 50, sin valorar los costes del enmascaramiento de la violencia biopolítica que se producían en el ejercicio de esa beneficencia. En 1969, la Encuesta Nacional del Clero señalaba que “entre los sacerdotes jóvenes, el 47% era partidario del socialismo” (Díaz-Salazar 39). 152 155 Como señala Marsé, durante el desarrollismo convivieron diferentes “mitos” en torno a los cuales se fueron tejiendo las relaciones imaginarias de los individuos con las condiciones materiales de supervivencia y reproducción en las que se articularon las relaciones legales, tecnológicas y culturales en el transcurso de diferentes coyunturas durante la dictadura franquista. Como se ha señalado a lo largo de estas páginas, “mitos de la opulencia” y “mitos de la caridad” fueron algunas de las calificaciones que diferentes productores culturales que vivieron durante el franquismo utilizaron para comprender las mutaciones económicas y, por extensión, políticas, en la transición desde la autarquía al llamado franquismo desarrollista. La redistribución de capitales a través del azar y de la caridad coincidirá no sólo en instituciones culturales como las loterías, las tómbolas y los sorteos destinados a fines benéficos, sino también en el espacio de unos medios de comunicación que contribuyeron a la espectacularización de ambos. En el tránsito desde la autarquía al desarrollismo, la industria cultural, la radio y la prensa del régimen habían formado parte del proceso de producción de un “panorama mítico de lo cotidiano”, en el que se ponía de manifiesto “el desfase real entre una sociedad en situación objetiva de pre-consumo, a la que, sin embargo, se le trata de convencer de que vive el cuento de hadas del mundo convertido en un drugstore casi gratuito” (Vázquez Montalbán “Medios” 161-3). De manera paralela, la radiobeneficencia y el NO-DO del periodo, convirtieron el ejercicio de la caridad en un espectáculo en el que los costes sociales del modelo económico se desplazaban hacia la fantasía de una redención colectiva nacional a través de la extensión de la caridad como vínculo social que perpetuaba la desigualdad bajo la coartada de la salvación de cuerpos y almas, tanto de quienes la practicaban como de quienes la recibían. En las siguientes páginas se analizará el modo concreto en el que las lógicas culturales que articulaban los imaginarios sociales en los que esta circulación y redistribución de capital 156 se producía resulta clave en términos políticos. A través del análisis de ficciones literarias y cinematográficas del periodo, se atenderá no sólo a la creación de relatos por parte de productores culturales afines al régimen, los cuales reforzaban el relato hegemónico del desarrollo económico, sino también a aquellas producciones de la cultura antifranquista que ejecutan un desplazamiento de estos discursos mediante procedimientos formales que producen la distorsión de su significado, al tiempo que proponen nuevos espacios de comunicación donde la imaginación política y estética interviene en la reflexión sobre la posibilidad de nuevas formas de vida en común que desafían dichos relatos. Para ello, en primer lugar, se propondrá un análisis del azar a partir de su intervención en las vidas de diferentes personajes cinematográficos y literarios que participan en las loterías y en los concursos en las películas Esa pareja feliz (Bardem y Berlanga 1951) y Felices Pascuas (Bardem 1955), así como en la obra de teatro de Antonio Buero Vallejo Hoy es fiesta, que recibió el Premio Nacional de Teatro en 1957153. En estas obras se construye un desafío a la producción de un modelo de ciudadanía cuyo prometido bienestar se hace depender del acceso a la propiedad y al consumo que los juegos de lotería hacen posible154. Frente a la lógica hegemónica del régimen, que fomentaba la imagen de un ciudadanojugador que consigue enriquecerse providencialmente de manera individual, las ficciones de la cultura antifranquista operan a partir de otras lógicas subalternas de tipo comunitario que entienden la redistribución de la riqueza a partir la “economía moral de la multitud” (E.P. La obra de Buero Vallejo –en ocasiones censurada pero también galardonada con el premio nacional de teatro en 1957– al igual que la de otros autores mencionados en estas páginas, encarna las contradicciones del espacio de la cultura antifranquista como un campo de fuerzas atravesado por las prácticas de la censura política y eclesiástica pero también de las concesiones de un régimen que jugaba con la arbitrariedad de los límites de la libertad y la represión. 154 En su libro de memorias, La gallina ciega (1971), Max Aub recoge sus impresiones del país al que regresa desde el exilio en 1969. En una de sus conversaciones, su interlocutor resalta cómo a finales de los años 60 entre las generaciones más jóvenes había triunfado el modelo de propietarioconsumidor que busca su bienestar individual: “Han decidido mejorar a costa de los demás. No se trata ya de que las condiciones de vida se hagan mejores para todos. No. Sino para uno solo. O, a lo sumo, para la familia. Nunca hubo tanta indiferencia por la suerte ajena” (90). 153 157 Thompson). Buscando la protección de de la equidad, la justicia y el bien común, en estas obras las loterías funcionan al revés de cómo se suponía, los premios son castigos y los castigos premios, en un mecanismo de desplazamiento en la comprensión de las pérdidas y las ganancias por el cual la economía simbólica franquista se disloca por completo. A través de estos efectos críticos, se hacen visibles los costes del progreso sobre las vidas de las clases populares, al tiempo que se enuncian maneras alternativas de entender la circulación del excedente económico, del crédito y de la deuda. En segundo lugar, se examinarán las lógicas culturales que articulan la relación entre caridad y gobierno de la pobreza a partir del análisis de dos películas: Cerca de la ciudad (Lucia, 1952) y Marcelino Pan y Vino (Vajda, 1954), ejemplos de la utilización del cine religioso como instrumento de propaganda en el contexto del Concordato con la Santa Sede (1953). Estas películas proponen nuevos modelos de socialización en los que la Iglesia ejercerá la tutela de niños huérfanos o abandonados, situación que denunciará la literatura antifranquista poniendo en el centro de sus relatos las voces de estos niños educados bajo el nacional-catolicismo como lugar de enunciación. Posteriormente, se analizarán dos obras que parten de las memorias contra-hegemónicas de la beneficencia pública y privada en diferentes momentos de la historia nacional como son la película Viridiana (Buñuel, 1961), que retoma el debate sobre pauperismo, caridad, y autonomía presente en el ciclo de Novelas Contemporáneas de Galdós y la novela La oscura historia de la prima Montse (1970) de Juan Marsé, análisis del ejercicio de la beneficencia durante la posguerra desde el campo social de las organizaciones de apostolado seglar en la Barcelona de los años 50 y 60. Por último, se estudiarán los procesos de espectacularización del acceso al consumo y de las prácticas caritativas que coinciden en la radio, medio de comunicación cuya progresiva incursión en la esfera doméstica será decisiva para aglutinar a una audiencia nacional. En torno a los mensajes incorporados a concursos, seriales y programas de variedades, convivió 158 la expansión de la llamada radio-beneficencia con la introducción de nuevas estrategias comerciales, razón por la cual la radio española de los años 50 y 60 funcionará como “un campo experimental de nuevas técnicas publicitarias y como detonador de la mecánica mental consumista propuesta al pueblo español como la nueva panacea colectiva” (Vázquez Montalbán “Medios” 160). Para ello, se analizará la confluencia entre azar, publicidad y beneficencia en Historias de la radio (1955), película realizada por un director afín al régimen como es José Luis Sáenz de Heredia, así como en otras ficciones literarias de autores antifranquistas que realizan, a partir de la exhibición pública de la caridad en sus obras, la denuncia de una violencia que vertebra unas relaciones sociales que los medios de comunicación subliman de manera paralela. La novela de Juan Goytisolo Fiestas (1958) y la película Plácido (1961) de Luis García Berlanga hacen visibles las condiciones de una desigualdad en la que el espectáculo del consumo y de la caridad instrumentaliza a los más desfavorecidos. Esta relación entre la promoción del consumo y el éxito de los planes de ordenación económico-social –calificados como un “horizonte de ilusiones” en palabras del propio Franco en 1960—junto con la redistribución de capital a través de la caridad, reforzó un modelo de vínculos intersubjetivos en el que los sistemas de fidelidad personal a las instituciones del Estado y de la Iglesia beneficiaron a aquellos que contribuyeron al sostenimiento de una sociedad jerárquica modernizada económica y biopolíticamente en el nombre de una redención divina. O como diría un personaje de un cuento de Ignacio Aldecoa, se promovía el ejercicio de las obras de caridad, ya que “en el cielo, todo lo que hagas de bueno se cotiza” (384). 159 3.2. Las trampas del azar: economía política y cultura antifranquista Al comenzar la década de los 50, muchos españoles se encontraban, como en el título del libro de Carmen Martín Gaite imprescindible para entender esa época, esperando el porvenir. La escritora hacía referencia con esta frase a una seguidilla tarareada en las noches madrileñas por su círculo de amigos, el grupo de jóvenes escritores y creadores reunidos en torno a Revista Española, quienes, frente a la cultura dominante del franquismo, defendían las tendencias neorrealistas como un modo de disentir estéticamente con el régimen. La copla en cuestión decía: “Sentaíto en la escalera/esperando el porvenir/y el porvenir que no llega" (36). Esta seguidilla hablaba de un tema recurrente en las conversaciones de la época: la ansiedad por el futuro. En el futuro se contenía tanto el destino incierto de las trayectorias vitales como las repentinas oportunidades para hacer negocios: “Se hablaba mucho del porvenir, tal vez para conjurar las sombras del pasado, una palabra que hipotecaba el gozo del presente y que se oía a troche y moche” (35). Martín Gaite no será la única en subrayar la importancia mágica de la palabra futuro, la fuerza de las promesas que la idea de porvenir convocaba. Como recuerda Vázquez Montalbán en su Crónica sentimental de España, en aquel contexto la escasez y la miseria cotidiana de los llamados “años del hambre” había sustituido “la mitología personal heredada de la guerra civil por una mitología de las cosas” (15). La precariedad de las vidas de posguerra, marcadas por la urgencia y la acumulación de los problemas cotidianos como el hambre, la falta de vivienda, o la dureza de los procesos migratorios del campo a la ciudad, alentaba el deseo de encontrar prodigiosas soluciones. Desde la esperanza ante el reparto colectivo de los supuestos créditos millonarios del Plan Marshall, a los premios concedidos en las numerosas loterías y concursos que inundaban los medios de comunicación, el sueño de una redistribución de capitales fruto del azar o de la 160 inestable coyuntura geopolítica alimentaba la esperanza de que las condiciones materiales mejorasen. De nuevo, afirmaba Vázquez Montalbán, en la España de posguerra, “pese a la sobrecarga de lo fatal, pese a las tumbas, los sabios y los dioses, todo el mundo esperaba el Gordo de Navidad” (38), el premio extraordinario anual de la Lotería Nacional. En las siguientes páginas se estudiará el azar, entendido en este contexto como un elemento que permite configurar una sociedad de potenciales consumidores mediante la circulación de un capital que permitiría la socialización de unos beneficios a través del juego. Más allá del sentido providencial que el régimen otorgaba a la idea de porvenir en sus construcciones ideológicas, las producciones culturales que se analizan proponen nuevas formas de reflexión colectiva acerca de los costes sociales asociados a su modelo económico y político. En este sentido, el concepto de circulación de capital resulta central a la hora de simbolizar el tránsito hacia la liberalización de la economía, pero también, la noción de futuro en una época en la que la idea de porvenir volvía a ser inscrita en la vida privada, como aspiración subjetiva, y por lo tanto potencialmente emancipadora. Frente a una idea de futuro –de una “esperanza social” utilizando la expresión de Rorty– que había sido capturada por la ideología de un nacional-catolicismo que justificaba la agencia política del Nuevo Estado como un instrumento predestinado por la Divina Providencia, los juegos de azar y la idea de futuro a ellos volvía a abrir, capitalismo mediante, un nuevo "horizonte de expectativas" (Koselleck) económico y social para un sujeto político nacional que, de este modo, podía expresarse de nuevo como individuo autónomo en el espacio del consumo, separado de la nación y la teología155. La circulación progresiva de capital y de crédito –o al menos la Utilizo la categoría de sintaxis histórica de Koselleck “horizonte de expectativas” en el sentido en el que el historiador alemán propone de cara a su productividad como herramienta de investigación para reflexionar sobre las prácticas políticas como espacio de tensiones entre “espacios de experiencia” y el mencionado “horizonte de expectativas”: “Las categorías son adecuadas para intentar descubrir el tiempo histórico también en el campo de la investigación empírica, pues enriquecidas en su contenido, dirigen las unidades concretas de acción en la ejecución del movimiento social o político” (337). Sobre la construcción ideológica de una esfera de consumo en el cine de los años 50 puede consultarse el artículo “Domesticidad e imaginarios del consumo en El inquilino 155 161 representación de su circulación creciente– permitía recuperar una idea de contingencia, un destino revelado en un azar que brindaría oportunidades a quienes las buscan. Desde el ámbito de la cultura antifranquista, algunos creadores se preguntarán por los límites políticos que se estaban dando frente a las representaciones felices, utópicas, ilimitadas, de ese mismo capital que podemos identificar con la ideología del régimen, a través de sus noticieros y documentales y también a través de la publicidad presente en unos medios de comunicación e industrias culturales que dependían de la protección del gobierno156 [fig. 46]. Fig. 46. Imágenes del Sorteo Extraordinario de Navidad. (1957), La vida por delante (1958) y El pisito (1959)” de Ana Fernández-Cebrián en Revista Hispánica Moderna. 69.1 (2016): 37-54. 156 Como ejemplo de organización del monopolio de industrias culturales vinculadas al fascismo, cabe destacar la figura del publicista belga Jo Linten, miembro del partido fascista de León Degrelle, que se convirtió en propietario y gestor de gran parte de industria cultural y publicitaria española en los años 50 y 60. Sus propiedades incluían empresas como “Estudios Moro, como productores de fimlets y spots publicitarios, y Movirecord, como distribuidora en exclusiva de cine publicitario y, ya en los años sesenta, convertido en el primer imperio mediático español: Movierecord era propietario de parte de Estudios Moro, las revistas Triunfo, Mundo Joven y Tele Programa, la discográfica Sonoplay, una cadena de radios y la Red pública de anuncios” (Fernández-Cebrián 20). 162 Los juegos de azar constituyen la temática privilegiada de muchas obras literarias y cinematográficas importantes del periodo como El mundo sigue (1960), novela de Juan Antonio de Zunzunegui adaptada al cine por Fernando Fernán Gómez en 1963, que ofrecía una visión desencantada sobre el problema de la ludopatía en las clases trabajadoras o las películas La quiniela (1959) de Ana Mariscal y Sucedió en mi aldea (1956) de Antonio de Santillán, comedias en las que se ofrecía una visión más amable sobre la posibilidad de conseguir los ansiados premios en metálico. En las siguientes páginas se estudiará una selección de la producción cultural de algunos creadores antifranquistas que utilizan los juegos de azar para realizar una reflexión política sobre los cambios económicos y sociales en la década de los 50, como la película Esa pareja feliz (1951) de Juan Antonio Bardem y Luis García Berlanga, la obra de teatro Hoy es fiesta (1956) de Antonio Buero Vallejo y la película de Juan Antonio Bardem Felices Pascuas (1955). De esta manera, se analizarán los motivos por los que una joven pareja se deshace de los regalos ganados en un concurso publicitario o cómo un falso décimo de lotería sirve como detonador de la trama en la obra de Buero Vallejo, en la que, ante una estafa que sufren los vecinos, se asiste a un proceso complejo de toma colectiva de decisiones en la que se produce una redistribución de roles dentro del orden social y político, lo que exige de la cooperación de todo un vecindario para reivindicar una justicia que desafía las leyes del Estado. También se explorará cómo el biopoder de la comunidad se organiza para salvar las vidas precarias excluidas por modelo económico y político del régimen en la película de Juan Antonio Bardem. A partir del análisis de estas obras, se describirán las tensiones existentes entre los imaginarios del régimen sobre el desarrollo económico y las prácticas de resistencia estética y política que estos creadores proponen. En estas ficciones se hace posible, no sólo la interrupción y la destrucción simbólica de los relatos culturales, morales, políticos y 163 económicos enunciados por el Estado, sino también la creación de un espacio de comunicación donde la imaginación política y estética interviene en la reflexión sobre la posibilidad de nuevas formas de vida que cuestionan y desafían dichos relatos157. En este análisis, se propone que la salida de la autarquía puede comprenderse como un periodo en el que, a medida que el régimen va adaptando su discurso para equiparar su modelo de economía política al resto de “milagros económicos” de los países de su entorno, la cultura antifranquista y las prácticas de resistencia ciudadana permiten imaginar una apertura política de la comunidad. El sujeto político de la misma son "los vecinos", un nosotros heterogéneo que comprende gentes de barrio, migrantes del campo a la ciudad, amas de casa, niños, trabajadores, supervivientes de la guerra, vagabundos, ex-presidiarios. Estos vecinos que sufren la desigualdad y la represión son los protagonistas de las obras de Buero, de Berlanga y de Bardem. En sus ficciones, se realizarán propuestas concretas sobre la capacidad de estos vecinos para la organización de luchas colectivas al margen del Estado a partir de la construcción de culturas comunitarias refractarias al régimen, así como también sobre la toma de conciencia de las clases populares ante los sueños de consumo que invadían la publicidad de la época. En el marco histórico de una situación de escasez ininterrumpida durante más de una década, desde la perspectiva de este sujeto político nuevo –y viejo a la vez–, cobrarán otro sentido las relaciones entre el azar y la violencia que vertebran las lógicas 157 En el extremo opuesto a estas obras puede analizarse la película El mundo sigue dirigida por Fernán Gómez en 1963, basada en la novela homónima del escritor falangista Juan Antonio de Zunzunegui, publicada en 1960. El protagonista, un camarero aficionado a las quinielas, se convierte en un ludópata que termina en la cárcel con visibles signos de locura, destrozando la vida de su familia y la de su mujer, que se suicida arrojándose por un balcón. La novela culpa del éxito del juego a una prensa que “daba más importancia a un partido de fútbol que a un certamen científico” de “adoctrinar a las masas” (337), pero utiliza la ludopatía como una patología de carácter individual. A partir de esta caracterización moral del jugador, se construye un discurso sobre el egoísmo y la degeneración de las clases trabajadoras en el que la posibilidad de emancipación política queda completamente clausurada, debido al individualismo y afán de lucro de unos personajes condenados a la autodestrucción. 164 culturales sobre la redistribución de la riqueza presentes en las ficciones literarias y cinematográficas que se analizarán a continuación. 3.2.1. Esa pareja feliz (1951): Suerte y sueños de consumo en tiempos de racionamiento En 1951, Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem, dos jóvenes licenciados del IIEC (Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas) ruedan su primera película, Esa pareja feliz, estrenada en 1953 en España tras el éxito obtenido con ¡Bienvenido Mr. Marshall! (1952). La obra, que irrumpía en una escena cinematográfica dominada por el cine histórico y religioso, se centraba en la vida cotidiana de una joven pareja de clase trabajadora que, debido a su falta de recursos económicos, confía en el azar presente en los concursos publicitarios, loterías y quinielas como un instrumento que les permitiría realizar sus proyectos vitales y satisfacer sus deseos de consumo en un momento en el que las cartillas de racionamiento todavía regulaban el acceso a los alimentos y otros productos hasta su eliminación en mayo de 1952. Uno de sus directores, José Antonio Bardem, recordaría qué producciones cinematográficas internacionales había tomado como referencia a la hora de escribir el guion: Las películas clave de Esa pareja feliz las tengo muy claras. Nace de Navidades en julio de Preston Sturges; Antoine et Antoinette (Se escapó la suerte) de Jacques Becker; Soledad de Paul Fejos y De hoy en adelante (Own words) de John Berry . . . Era un tipo de cine que se hacía en los años treinta sobre todo en Europa, en el que aparecían con frecuencia los problemas de los trabajadores . . . que tienen apuros económicos (Cañeque y Grau 199-200). El azar será uno de los temas principales en las cintas mencionadas por Bardem, presente en los concursos publicitarios radiofónicos de Christmas in July (1949), película en la que una empresa premia a los radioyentes que sean capaces de crear un slogan de éxito para promocionar sus productos, pero también presente en la esperanza en conseguir un 165 premio de la lotería, acontecimiento capaz de transformar las vidas de Antoine et Antoinette (1947) cuando pierden un décimo ganador. Los protagonistas de la película de Bardem y Berlanga son Juan y Carmen, un matrimonio que vive realquilado en una habitación con derecho a cocina en una corrala madrileña. Juan es técnico electrónico en unos estudios cinematográficos, trabajo al que se dedica mientras intenta mejorar su situación laboral realizando un cursillo por correspondencia para ser técnico especializado de radio. Carmen es una costurera convencida de poder cambiar su suerte participando en los concursos, rifas y loterías que inundan los medios de comunicación. Como espectadora habitual de cine, Carmen contempla un filmet publicitario con el anuncio de un sorteo patrocinado por el Jabón Florit en el que decide participar [fig. 47]. Tras convertirse en flamantes ganadores del concurso “La pareja feliz”, recibirán durante un día completo regalos, invitaciones y promociones en varios establecimientos comerciales y locales de ocio de Madrid. El formato de este concurso estará basado en una estrategia publicitaria de la que pueden encontrarse ejemplos en la prensa del periodo, donde los patrocinadores locales se anunciaban proponiendo a los lectores una experiencia de consumo al alcance de muy pocos. Experiencia que, como en el caso de la publicidad de la película, se asociaba con la idea de felicidad. Fig. 47. Anuncio cinematográfico de Jabón Florit. 166 En su periplo por tiendas, restaurantes y salas de fiestas, los personajes de Bardem y Berlanga transitan por un itinerario que bien podrían haber realizado en una jornada habitual los beneficiados por el mercado negro en el Madrid de la época, ya que, como había señalado en 1950 el entonces obispo de Solsona, Vicente Enrique y Tarancón, en su pastoral “El pan nuestro de cada día”: “para quien tiene dinero abundante, y no son pocos los que se han enriquecido desaforadamente en estos últimos años, no existen privaciones” (citado en Sinova 251). A diferencia de estos nuevos ricos, Juan y Carmen pertenecen a una clase social y a una generación cuyas posibilidades de acceder a una educación o a la formación profesional se truncaron durante de la guerra y la posguerra. Su situación es similar a la de otros trabajadores como los que Tarancón describe en una situación de absoluta precariedad y sin una perspectiva de cambio en sus vidas a comienzos de la década de los 50: La mayor parte de los obreros tienen hambre de pan y carecen de muchas cosas necesarias. Y no nos referimos tan sólo a los obreros parados o a los que por cualquier causa no pueden ganar un jornal con que adquirir lo necesario para la vida. También los obreros que trabajan y que tienen un jornal objetivamente bastante remunerador, no pueden tener todo el pan que necesitan ni pueden comprar los alimentos indispensables. (citado en Sinova 252) Los protagonistas de Esa pareja feliz se reprochan mutuamente las fantasías en las que sostienen sus respectivas aspiraciones económicas, mientras sueñan cómo acceder a un dinero extra con el que podrían mejorar sus condiciones materiales o cómo conseguir las mercancías que los medios de comunicación promocionan. Juan recrimina a Carmen por gastar un excedente de sus sueldos en los juegos de azar. Para ella, en cambio, el juego no supone un gasto, sino una inversión, ya que en el pasado la suerte le ayudó a conseguir en una rifa una máquina de coser, con la que puede obtener unos ingresos trabajando en casa: -CARMEN: Probar la suerte no es tirar el dinero -JUAN: Que va, es meterlo en el banco. La quiniela, la lotería, los ciegos, el jabón Florit, la sopa . . . Tú crees en la suerte como un angelito que va a decir: “Mira qué parejita tan simpática” y ¡pum!, un coche a la puerta. 167 Por su parte, Carmen piensa que la visión que Juan tiene del capitalismo como sistema en el que uno puede conseguir dinero en un golpe de fortuna se asemeja mucho a sus propias creencias sobre la apuesta del dinero en los juegos de azar. Parafraseando los razonamientos de su marido, Carmen le responde argumentando que la imaginación especulativa de Juan siempre conduce al fracaso económico: “Todos los millonarios empezaron vendiendo periódicos, hay que tener vista, y… ¡te metes en cada lío!”. En este sentido, ambos planteamientos ideológicos a través de los que se imagina el acceso al capital, tanto el que se basa en la confianza en los juegos de azar, como el que se formula en torno a la capacidad de los emprendedores para tener éxito en sus negocios, toman como punto de partida el acceso fortuito a oportunidades impredecibles, que escapan al control racional de las decisiones realizadas para obtener un beneficio. Los pequeños negocios en los que Juan invierte se orientan hacia el conocimiento de la tecnología, ya que confía en prosperar profesionalmente al convertirse en un técnico de radio. En este sentido, cabe comentar cómo a comienzos de los años 50 y coincidiendo con el proyecto de modernización hidroeléctrica del régimen, se produjo una expansión de los aparatos de radio como el que el protagonista adquiere a plazos al ir recibiendo en cursos por correspondencia las piezas necesarias para construir su propio receptor. Este boom de la radio tendrá un amplio recorrido en la publicidad de la época, donde el conocimiento técnico se inscribe en una narrativa científico-utópica desde la que se promete el acceso a un mundo de infinitas oportunidades profesionales, imprescindibles en un imaginado futuro dominado por la tecnología. Dicha publicidad se construye con los mismos lemas (“El futuro es de la electricidad”, “Al éxito por la práctica”) que la película de Bardem y Berlanga utiliza como parodia: “A la felicidad por la electrónica” [fig. 48,49 y 50]. 168 Fig. 48, 49 y 50. Anuncios de cursos de radio por correspondencia. Tanto los aparatos de radio como la máquina de coser que se encuentran en el hogar de “la pareja feliz”, también formarán parte del repertorio de mercancías codiciadas que se sortean en rifas y concursos, en un contexto en el que la adquisición y distribución comercial de estas mercancías era difícil para la mayoría social. Máquinas de escribir, tractores, 169 trilladoras o incluso una pareja de bueyes y hasta vacas lecheras [fig. 51 y 52], serán bienes muy apreciados por los jugadores, ya que podían suponer una fuente de ingresos desde su utilización el espacio doméstico como herramientas de trabajo. Fig. 51. Mercancías como premio de los concursos. Fig. 52. Mercancías como premio de los concursos. Cuando Juan y Carmen ganan el concurso y se convierten en “La pareja feliz”, sus vidas no pueden haber alcanzado una peor trayectoria: Juan ha sido despedido de su trabajo y ha sido estafado por un oportunista. En medio de constantes discusiones, la pareja realiza el itinerario que les llevará a conseguir la supuesta felicidad a través de la adquisición de regalos como un par de zapatos de tacón, la cena de un menú escrito en francés o un arpón para la pesca submarina. Su recorrido terminará en comisaría, donde son conducidos tras una discusión en una sala de fiestas en la que celebran el final de su “día feliz” y en el juzgado, de 170 donde finalmente son despedidos con una advertencia de parte de la autoridad: “Déjense de concursos y de pamplinas, ¡a trabajar!”. Esta exhortación por parte de las autoridades a la búsqueda de trabajo contrasta con la situación laboral de los protagonistas, que a duras penas podían subsistir con sus sueldos antes del despido de Juan. Pero principalmente contrasta con la imagen final de la película, resumen perfecto del desfase entre los sueños de consumo que los medios de comunicación publicitan y el principio de realidad que constituyen las personas sin hogar que duermen en la calle en el Madrid de principios de los años 50158. En el amanecer en el que han dejado de ser “la pareja feliz”, Juan y Carmen abandonan los paquetes con los regalos a los pies de los bancos de una calle madrileña, todavía ocupados por los cuerpos de aquellas personas que han pasado allí la noche [fig. 53]. Fig. 53. Amanecer en las calles de Madrid en Esa pareja feliz Los premios del concurso, mercancías de lujo que los protagonistas ni siquiera pueden utilizar o vender en su entorno, dejan de tener para ellos un valor de uso y un valor de cambio, ya que la distinción que la posesión de estos objetos garantizaría a sus hipotéticos compradores de las clases privilegiadas pierde su sentido al contacto con la realidad de 158 Según las cifras mencionadas por Antonio Cazorla, sólo en el sector de la construcción en Madrid había en septiembre de 1949 “14.908 obreros oficialmente desempleados, esto es, el 23 por ciento de un total de 65.000 censados.” En el año 1950, “unas 50.000 personas vivían en cuevas y en chabolas en los alrededores de la capital, expuestos a la desnutrición y la tuberculosis” (Políticas 95-6). 171 eternos realquilados de Juan y Carmen. Las ganancias del concurso, por tanto, no eran tales y los sueños de lujo que prometía una publicidad que les hablaba “en nombre de la felicidad” no pueden cambiar la situación de un matrimonio que reconoce que en nada se parecen sus vidas a las de las películas de Hollywood que tanto le gustan a Carmen. La pareja se deshace de los regalos y de todo aquello que representan simbólicamente: signos de distinción que circulan en un modelo de economía del lujo accesible exclusivamente para aquellos que han utilizado la gestión de la pobreza en el mercado negro para enriquecerse en la posguerra. Las fantasías de la abundancia que se han ido desmontando a lo largo de la película a medida que se desvelaban las condiciones materiales de existencia de esta pareja mostrarán su revelado oculto en la escena final con la imagen de la miseria en las calles de Madrid. 3.2.2. Hoy es fiesta (1956): Confianza interpersonal en los juegos de azar y comunidad política Junto a la proliferación de concursos que dependían de la publicidad de empresas o de organizaciones privadas como en Esa pareja feliz, uno de los juegos de azar más populares durante la dictadura será el de la Lotería Nacional. La tradicional compra de décimos que son compartidos entre familiares, amigos y vecinos, compañeros de trabajo o miembros de una asociación formaba parte de una tradición de largo recorrido en la sociedad española que continúa en nuestros días. Desde el siglo XIX, en España se jugará a la lotería a partir del procedimiento de la “compra en compañía” (Garvia 100), por el cual las clases populares que no podían comprar billetes o décimos completos compartían participaciones de menor cuantía. Este proceso estará basado en la confianza interpersonal entre los participantes, que dan su dinero al comprador o a los gestores de las diferentes fracciones del billete. Paradójicamente, el proceso minimiza los premios al maximizar el número de los 172 beneficiados, por lo que el efecto de este modo de juego resulta inseparable de la idea de comunidad interdependiente que se expresa y define en esos intercambios de fracciones de décimo. La ruptura de esta confianza y del compromiso con el resto de jugadores a través de la trasgresión que los posibles infractores ejercen sobre este pacto del juego compartido será el eje central de Hoy es Fiesta, obra de teatro de Antonio Buero Vallejo que parte de una lectura política de las estafas en torno a la lotería que inundaron la prensa de la época, como puede apreciarse en el periódico El Caso, semanario de sucesos, uno de los más leídos por las clases populares en la década de los 50. Por exigencias de la censura, este semanario incluía entre sus noticias la publicación de un único delito de sangre a la semana, al que acompañaba la narración sensacionalista de todo tipo de delitos menores. Timos y estafas, incluida la venta fraudulenta de lotería o de falsos décimos premiados, ocuparon decenas de noticias, reportajes, relaciones de sucesos en verso y hasta publicidad de jabones, advirtiendo de los engaños de la lotería en las páginas de los periódicos y revistas de la época159 [fig. 54 y 55]. En la relación de sucesos de El caso titulada “Lotería falsa” (6 de diciembre de 1953), el lenguaje del timador se equipara con el utilizado por el gobierno en sus planes de modernización hidroeléctrica. A diferencia del lenguaje “opaco” del gobierno, del que los ciudadanos desconfían ante una realidad que lo desmiente, la retórica del timador consigue convencer a los estafados con sus promesas de un enriquecimiento futuro a través de su apuesta en el juego: “"La avaricia rompe el saco"/dice un refrán conocido,/ que, no por ser divulgado/deja de ser un buen cebo/para la caza de incautos. /Luego solemos decir/que nuestro idioma es tan claro/que aquel que en él se confunda/es un simple… un pazguato…,/porque es de transparente/como un cristal o más diáfano,/¡Pues, no, queridos lectores;/nuestro lenguaje es opaco,/porque hay obtusos que quieren/a toda costa embrollarlo!/Si queremos expresar,/por ejemplo que un pantano/con toda el agua del Sil,/traducida en kilovatios/no da luz para un quinqué…,/todos a una gritamos/Que "se lo cuenten a Rita",/que no nos crean tan cándidos…/Pero si sale un granuja/dándoselas de ilustrado/y nos ofrece a peseta/cada duro sevillano/en menos que canta un gallo…/(¡Oh la virtud del lenguaje/De estos pillos redomados!) (citado en Franco “Le sang” 533). 159 173 Fig. 54 y 55. Timos en la prensa y en la publicidad. Se difundía así en la cultura de masas el personaje social del timador, cuyas víctimas solían ser ciudadanos recién llegados desde el campo a la ciudad en el masivo éxodo rural. La publicitación de las estafas fomentaba, de esta manera, la naturalización de un estado de desconfianza que impregnaría unas relaciones sociales cuya representación reforzaba el individualismo y el ejercicio de la violencia entre desconocidos. En la poética del neorrealismo, el timador como personaje social, como tipo, encarnaba moralmente, aunque de forma negativa, la progresiva apertura hacia la liberalización de la economía política del 174 régimen, su propia violencia sobre los sujetos, la traducción de la teoría política franquista en un modo de vida que destruía los posibles vínculos de confianza intersubjetiva. Estos personajes también serán los protagonistas de obras literarias, como el mendigo del cuento “Pobre” (1960) de Rafael Azcona, que reparte falsas participaciones del Premio Gordo entre los habitantes de un suburbio madrileño al que acuden por vez primera los medios de comunicación para hacer un relato de la riqueza sobrevenida a sus habitantes y también los banqueros, que aprovechan la ocasión para reclutar nuevos clientes con sustanciosos ingresos. Durante la década de los 50, la cultura popular también utilizará en sus creaciones el tema de la proliferación de las estafas de loterías y de rifas populares que se organizaban en barrios y pueblos, las cuales proporcionaban bienes y mercancías a los jugadores que apostaban una pequeña cantidad de dinero a un número que debía coincidir con el del sorteo de la Lotería Nacional. La estafa de las rifas estará presente, por ejemplo, en el couplet “Los gilis”, representado por una comparsa en el Carnaval de Cádiz del año 1953: "Que truco me traen algunos con las rifas/ se quedan con las canastas y las perritas/Te dicen esos fulanos con gran salero/ si no hay canastas le ofrece usted los peros (sic) / a este le tocó un pavo hace unos días/ y se volvió como la loca de su tía María/ pero cuando fue a cobrarlo, esto no es broma/ estaba el tío con el pavo en Barcelona" (citado en Moreno Tello 74-5). En la obra Hoy es fiesta, Antonio Buero Vallejo pondrá a prueba los límites de las relaciones entre los miembros de una comunidad de vecinos de un barrio de Madrid, al representar el conflicto entre dos modelos de subjetividad construidos a partir de dos imaginaciones identitarias: el ciudadano-jugador y el colectivo-vecinal. En la obra, la estafa realizada por una vecina que ha repartido décimos falsos de un billete de lotería que resulta premiado, destruye las expectativas sobre un porvenir que los vecinos afectados habían creído posible al considerarse ganadores de las 750.000 pesetas que cambiarían radicalmente sus vidas. Para los vecinos, que todo lo esperaban de la lotería, “todo se ha perdido” tras ver 175 derrumbadas sus expectativas en un premio que se esfuma ante sus ojos: “Toda la vida corriendo como perros tras las cosas sin conseguirlas nunca, nunca” (176). Al enterarse del engaño, los vecinos se vengarán ejerciendo la violencia física contra la estafadora, pero la intervención del personaje de Silverio frena el ensañamiento colectivo y anima a los vecinos a tomar una decisión sobre el futuro de la viuda y de su hija, que cometieron la estafa por pura necesidad, para poder comer. Por encima de la ley estatal, que calificaría la acción como un delito y por encima de la frustración de los vecinos, quienes denuncian que se haya jugado, no sólo con el “dinero de los pobres”, sino “también con sus ilusiones”, Silverio propone a los afectados pensar con urgencia en la condición de pobreza que les iguala: “es preferible la piedad. ¡Todos ustedes son pobres! ¿Y no van a tener compasión de la más pobre de todas?” (175). La emergencia del poder de decisión de los vecinos pone en evidencia su capacidad para trastocar el orden social completo. En sus manos está el poder de quitar la vida, entregándola a la violencia de la máquina del estado, o de mantenerla perdonando a quien les ha engañado a propósito. Lo político, entendido con Rancière como la articulación del disenso entre un problema concreto y las lógicas generales de dominación, irrumpe entonces ante el ejercicio de su práctica en lo que el filósofo define como “el terreno para el encuentro entre la emancipación y la policía en el manejo de un daño” (citado en Vattimo 146). Como recuerda el personaje de Silverio, calificado como “señor Quijote” por parte de las vecinas, el sacrificio de dos vidas para calmar las ansias de venganza de la comunidad sólo incrementaría las pérdidas que ya de por sí acumulan en sus propias vidas: “Si la denuncian no van a sacar nada en limpio y sólo conseguirán perjudicar a estas dos mujeres. Una desgracia más aparte de las de ustedes” (173). Los vecinos deciden finalmente perdonar a las dos mujeres y defender el valor de sus vidas. Frente a la violencia soberana que ejerce el Estado y que ellos, como individuos acogidos a sus leyes, también podrían ejercer, el triunfo 176 de la economía moral comunitaria permite la renovación de los lazos de interdependencia que sostienen a todos sus miembros a través de la salvación de los más vulnerables. La obra de Buero Vallejo muestra la construcción de los deseos de acceso al capital a través de dos dispositivos en los cuales la idea de porvenir se inscribe en la vida cotidiana: el azar presente en el juego y la cartomancia. El personaje de la vidente Doña Nieves, que vive de alimentar las esperanzas de sus vecinas leyendo las cartas, construye en las respuestas a sus interrogantes una interpretación alegórica del mundo de posguerra. A través de las expectativas generadas en sus consultas a la vidente o en las conversaciones acerca de lo que cada uno de ellos haría en caso de ganar el premio de la lotería, los espectadores tienen acceso al relato de las historias de vida de los vecinos y de sus trayectorias interrumpidas por la guerra y la posguerra. La memoria de la guerra y sus consecuencias para los vencidos disloca las fantasías de futuro que la economía del juego propone, las desplaza. Así, la criminalización que la prensa hacía de la figura del timador toma otro sentido cuando conocemos los motivos reales que han llevado a Doña Balbina, la estafadora, a engañar a sus vecinos llevada por el afán de esconder su pobreza. También se visibiliza la dificultad de las familias de los vencidos para sobrevivir en medio de la represión política, como en el caso de una vecina que necesita el dinero mientras su marido termina de cumplir condena en la cárcel. Otros casos tienen que ver con una expectativa de mejora en el poder adquisitivo, como en los deseos de algunos vecinos que esperan conseguir a través de la lotería un excedente de capital que pueda funcionar como un crédito que les permita acceder a los electrodomésticos que pueblan los sueños de consumo del periodo. Buero utiliza una mitología contemporánea –en el sentido de Roland Barthes–, como es la de la lotería, para proponer una reflexión sobre las posibilidades que el azar arroja sobre la idea de un porvenir que se abriría cada vez que las posibilidades de ganar un premio acontecen, ya que, como argumenta Walter Benjamin, “Siempre-de-nuevo-empezar-desde-el- 177 principio constituye la idea regulativa que es propia del juego (y del trabajo asalariado)” (Obras 240). Esta apertura a nuevas situaciones a partir del azar será aprovechada por Buero Vallejo para reflexionar sobre los profundos límites para las posibilidades de emancipación colectiva en tiempo de dictadura a través de las pequeñas resistencias cotidianas que atraviesan la obra desde el comienzo160. De esta manera, Buero consigue desplazar políticamente los dos discursos que habían capturado la idea de futuro como esperanza social: por un lado, el discurso del nacional-catolicismo, que justificaba la agencia política del “Nuevo Estado” como un instrumento de intervención social predestinado por la Divina Providencia y por otro, el del propio capitalismo, que equipara las reglas de juego del libre mercado con las de los juegos de azar siguiendo la lógica de una aparición providencial y fortuita de las oportunidades. En este sentido, economistas como George Gilder, han llegado incluso a plantear una interpretación mística del liberalismo económico como única fuente de acceso a una futura salvación que se piensa en términos de una ganancia económica que los juegos de azar encarnan. El propio sistema capitalista como una apuesta orientada hacia el futuro, cuya abstracción como oportunidad hace invisible la totalidad de las estructuras económicas y políticas en las que se sostienen las relaciones de producción y el acceso a los recursos: “a theology of chance-our only access to the future and to providence” (citado en Goux 299)161. Al comienzo de la obra, amparándose en el argumento de que se trata de un día excepcional –“Hoy es fiesta”—los vecinos reclaman su derecho a ocupar y disfrutar los espacios comunes del edificio que comparten, conquistando el espacio abierto de la azotea del edificio y rebelándose ante el abuso de autoridad de la portera, que había prohibido su acceso. 161 Goux reflexiona sobre la relación entre religión y capitalismo a partir de la obra Wealth and Poverty (1981) del economista neoconservador George Gilder, quien propone la creación de una suerte de teología capitalista basada en la idea del azar: “Understood in this way, the spirit of capitalism thus participates in the fundamental mystery of any human situation: its opening onto the unpredictable and the undecidable.” Las comparaciones entre el riesgo de las inversiones financieras y los juegos de azar son constantes en la obra de este economista: "Even the most primitive societies invent forms of gambling (dice in many places precede the wheel) . . . Because no one knows which venture will succeed, which number will win the lottery, a society ruled by risk and freedom rather 160 178 En la obra de Buero, la posibilidad de una emancipación política también tiene en cuenta los límites del antagonismo dentro del seno de una comunidad. Esto se pone de manifiesto en un final trágico que concluye con una vida sacrificada, la de Pilar, esposa de Silverio muerta tras recibir uno de los golpes que los vecinos habían dirigido contra la estafadora. Hoy es fiesta, acaba convirtiéndose de esta manera, en palabras del autor, en una “afirmación conmovida y valerosa, que también puede representar un sarcasmo. La obra, esperanzada, es al tiempo una obra desesperanzada, e incluso desesperada. Se desenvuelve y se cierra en esa viva ambivalencia” (“Comentario” 103). Para la prensa del régimen, sin embargo, la obra de Buero, ganador del Premio Nacional de Teatro en 1957, tendrá una lectura crítica completamente diferente. Así, el NODO del 29 de octubre de 1956 destaca por encima de cualquier otra consideración el costumbrismo de su puesta en escena y la presencia final de un “fervoroso canto a la esperanza”, que no se corresponde en absoluto con el sentido trágico de la obra. Por su parte, la crítica que Alfredo Marqueríe realizó para ABC tras el estreno girará en torno a una lectura religiosa del argumento que desplaza la apertura política de la comunidad hacia una interpretación en clave alegórica en la que los conflictos se trasladan a un plano espiritual: Deseo de incorporar la tragedia o, por lo menos, los elementos fundamentales de la misma –pasión, muerte, destino, fatalidad, angustia y sed sobrenatural– a un ambiente y a unos personajes de raíz mundana, sencilla, humilde, popular, o, dicho de un modo más concreto: a lo que solíamos llamar "tipos de sainete". Cierto que en el diálogo de Buero no suena ni una vez la palabra "Dios", ni tampoco sale a escena ningún sacerdote. Pero nadie se asombre si decimos que la entraña de "Hoy es fiesta" es absolutamente religiosa. Y que ese "misterioso destino" del que nos habla al final el protagonista en su dolorido monólogo, y la ilusión de ser oído, desde el "más allá", desde la otra vida, por su esposa muerta y de ser también perdonado por ella: y la lección de fervor esperanzado que da por encima de sus ingenuas supercherías una pobre echadora de cartas, y el ansia de los desheredados por hallar algo más que la fortuna material de un premio de la lotería, una luz alegre –como la del día de fiesta–, que alumbre espiritualmente sus vidas, están pregonando la preocupación metafísica del autor y de su producción escénica (48). than by rational calculus, a society open to the future rather than planning it, can call forth an endless stream of invention, enterprise, and art" (296-99). 179 3.2.3. Felices Pascuas (Bardem, 1955): Interdependecia y azar de los encuentros. En la película Felices Pascuas (Bardem, 1955), al igual que en la obra de Buero Vallejo, la frustración por las esperanzas depositadas en un premio que no llega a materializarse se convierte en el desencadenante de una reflexión sobre las pérdidas y ganancias en términos materiales y morales por parte de unos protagonistas a los que también les ha tocado el premio gordo de la lotería de Navidad. Tras invertir sus ahorros en décimos de lotería compartidos con amigos y vecinos, el protagonista descubre al comienzo de la película que es un flamante ganador y se despide de su trabajo lanzándole a su jefe en la barbería donde trabaja una afirmación cuyo sentido es contundente para la época: “¡Viva la libertad!” La decepción llega pronto, tan rápido como se descubre que el décimo premiado ya no les pertenece porque llevan meses repartiendo y cambiando con sus vecinos décimos y participaciones en juegos de azar de todo tipo. Su boleto con el número premiado fue finalmente cambiado por un billete de otra rifa en la que el premio es nada menos que un corderito lechal [fig. 56]. Fig. 56. El cordero como premio y parte de la familia en Felices Pascuas Antes de la cena de Nochebuena, sin trabajo y sin dinero, la familia protagonista no ve otra alternativa para la celebración de su banquete navideño que sacrificar a Bolita, nombre 180 que los niños de la casa ponen al cordero. Estamos en Navidad, y las referencias al cordero pascual, la matanza de los inocentes y el nacimiento de Cristo son claras desde el comienzo de la fábula. Pero, además, desde los títulos de crédito al comienzo de la película, la relación entre el cordero y la lotería hace referencia explícita a la violencia fundacional en la historia del Estado162. Ambos elementos, corderos y loterías, aparecen en los dibujos que introducen la película en diferentes episodios de la historia nacional, como la construcción del Estado moderno de los Reyes Católicos o la conquista de América. De esta manera, mientras la lotería se asocia a los procesos de acumulación de capital a lo largo de la historia, la representación de la figura del cordero, símbolo de evangelización que acompañó a la conquista militar, aparece junto a otras vidas sacrificadas, cuya presencia hace visible la violencia real y constitutiva que hace posible la explotación y la extracción de la riqueza. Pero también, contiene la promesa de renovación solidaria de los vínculos humanos entre los desposeídos que la Navidad como rito también celebra. Fig. 57. Títulos de crédito con dibujos alegóricos de la Conquista de América 162 Agradezco a Ángel Loureiro su observación acerca de la clara inspiración picassiana de las ilustraciones, además del hecho de hacerme notar que el autor es Alfonso Paso, co-guionista de Felices Pascuas y dramaturgo que a finales de los 50 había tratado en su teatro temas como el desahucio de los inquilinos de una pensión en su obra Los pobrecitos (1957). En su trayectoria posterior, Paso cambiará estos contenidos por la producción masiva de comedias de salón y será uno de los autores teatrales más exitosos durante el franquismo. 181 De nuevo, como en la obra de Buero Vallejo, asistimos al conflicto entre dos lógicas: la de la violencia sacrificial y la de la interdependencia y la solidaridad. Juan, el protagonista, es incapaz de matar al cordero a pesar de que, como él mismo afirma, tuviera que “matar hombres en la guerra”. Sin saber qué hacer con su premio navideño, el barbero todo el tiempo se pregunta en voz alta que para qué sirve un cordero vivo. El porvenir de un animal al que no se le otorgan más funciones que las alimenticias se verá ligado progresivamente en el transcurso de la película a un proceso de antropomorfización, que aumenta a medida que sus dueños descubran una vulnerabilidad que les iguala al animal. Hasta tal punto es así, que el protagonista denunciará su desaparición ante un comisario de policía como la de un miembro más de la familia: “Es como un hijo. Tendrá frío y miedo, está solo, no tiene qué comer, lo matan, lo torturan, le quitan la piel, se lo comen, piensen en sus hijos, nietos, sobrinos… Se le aparecería por todas partes como un alma en pena”. La pérdida del décimo, para los protagonistas de la película de Bardem, representa algo más que un perjuicio económico, representa su incapacidad de satisfacer el modelo de ciudadano con acceso al consumo que el régimen promueve. Al haberlo intercambiado, no recibirán las 15.000 pesetas que les habrían permitido ser propietarios de un negocio con el que Juan sueña conseguir su autonomía laboral. A cambio, depositarán las esperanzas de su porvenir inmediato en la salvación de un cordero desaparecido, proceso en el que participan de manera solidaria toda la familia y sus amigos. Afirman de este modo una antropología diferente, una imaginación de las relaciones humanas distinta. En la víspera de Navidad, Bolita desaparece. En su periplo por las calles de Madrid, Bardem narra el viaje accidentado del cordero, a través del cual los espectadores tendrán acceso a diversos espacios de la España de 1954. Bolita consigue escapar de un convento de monjas y de un cuartel, donde miembros de dos colectivos en los que se sustenta el ejercicio del biopoder durante la dictadura –como son el ejército y la iglesia– intentarán atraparle [fig. 182 58 y 59]. El director ironiza especialmente con respecto a la voracidad de estos estamentos, teniendo en cuenta que el cordero es el animal que en la tradición católica se convierte en el símbolo sagrado de las vidas sacrificadas, encarnadas en Jesucristo, el “Cordero de Dios”. Fig. 58 y 59. Periplo del cordero por instituciones y espacios urbanos en Felices Pascuas Bolita será finalmente salvado cuando está a punto de ser confundido con otros corderos en el matadero municipal y pasará la Nochebuena sentado en la mesa como uno más, gracias a que la familia ha decidido sacrificar su propia ración de proteínas y preservar su inocencia interrumpiendo el hilo del destino que el premio les deparaba: matar al cordero con sus propias manos. El final feliz de la película responde a una toma de decisión de los protagonistas: la renuncia a ejercer la violencia necropolítica que atraviesa al conjunto del cuerpo social sobre el cuerpo del animal y la consolidación de un orden moral que pone en el centro la interdependencia de las vidas en función de su vulnerabilidad compartida. Sin embargo, esta interdependencia que en la película de Bardem se traduce en la creación de unas redes de solidaridad familiar y civil generara un tipo de relaciones y prácticas políticas opuestas a los vínculos de dependencia desigual que genera la caridad. Frente a la posibilidad de imaginar otras relaciones basadas en la confianza compartida, en la ayuda mutua y en el cuidado de los seres vivos que propone la película de Bardem, en las siguientes páginas se analizará cómo otras vidas precarias bajo el franquismo pasan a ser objetos de la beneficencia. Para quienes reciben la ayuda y asistencia caritativa no es posible ejercer ningún tipo de retribución hacia sus donantes, la cual les permitiera saldar las deudas 183 materiales y morales adquiridas. En este sentido, dentro del campo de la caridad no es posible el establecimiento de una relación igualitaria entre semejantes, por lo que los más desposeídos quedaran sujetos a las condiciones y obligaciones que quieran imponerles los agentes e instituciones en el ejercicio de sus privilegios. 3.3. Gratis et amore Dei. Caridad, gobierno de la pobreza y memorias contrahegemónicas de la beneficencia pública y privada El 1 de enero de 1950, el General Franco enviaba una sugerencia en su mensaje para el año que comenzaba, para que los españoles hicieran un examen de conciencia con respecto a su compromiso con el ejercicio de la caridad cristiana163. En su explicación sobre el balance económico de ese año, el Caudillo analizaba el reparto de la propiedad y la explotación en la extracción de la plusvalía en términos morales. La caridad, como lazo social cuyo poder de redención material y espiritual uniría a la comunidad de los católicos, será el mecanismo con el que Franco justifique su gestión de unos procedimientos de redistribución de la riqueza en los que el dictador delega parte de su responsabilidad política y la traslada al conjunto de la población. Será a través del ejercicio de la caridad, que presupone y ordena los deberes de unas clases para con otras cómo, según su discurso, los problemas de economía política se convertirían en problemas de orden religioso y moral que pueden solucionarse a través de la limosna y la beneficencia: Caridad que es aún más de lo que muchos creen, que necesitamos llevar a todos los actos de nuestra vida, que necesitan practicar los que ejercen puestos de responsabilidad en la vida económica del país, desde el gobernante al último de los productores. Que en estos momentos de meditación al final de un año que termina, miren todos en el fondo de su conciencia si han cumplido ese imperativo de caridad 163 Foucault examinó el examen de conciencia como una de las tecnologías del poder pastoral cristiano: “La dirección de conciencia constituía un lazo permanente: la oveja no sólo se dejaba conducir para salir victoriosa de un paso difícil, se dejaba guiar en todo momento. Ser guiada era un estado, y se estaba fatalmente perdido fuera de él” (Tecnologías 190-1). 184 cristiana que exige nuestra hora, si por exceso de egoísmo o lucro han privado a la comunidad o a sus semejantes del trabajo debido o del fruto retenido, del amor que nos debemos por católicos, españoles y participes en esta gran empresa de navegar por los mares tempestuosos de nuestra época. (“Mensaje”, 1949) En su posterior discurso de 1955, el concepto de caridad se inserta en una explicación más amplia sobre el discurso de la justicia social que el Nuevo Estado siempre utilizó como parte de su relato sobre la construcción y el crecimiento de la nación164. En esta ocasión, el discurso público del dictador se basaba en el esquema de una teología política en la que el principio de caridad que subyace a la “ley de Dios” sería el valor moral en el que se sustentarían los futuros logros económicos que harían posible el establecimiento de la seguridad y la justicia sociales: “Hoy saben las masas españolas que la ley de Dios no sólo no les priva de sus lícitas aspiraciones, sino que, a través de su espíritu de justicia insobornable y de la caridad que profesa y práctica, les abre y garantiza el camino para el logro de la justicia y de la seguridad sociales” (Franco Discursos 130). El Nuevo Estado se había proclamado desde su origen como un “Estado católico en lo social” (Franco Pensamiento 840), en el que los “patronos generosos y comprensivos” estarían unidos a los “obreros patriotas y leales” como “hermanos en la fe y hermanos en la Patria” (Franco Habla 13). En este sentido, la desigualdad económica se presentaba como una situación justificada dentro de un orden económico presidido por la voluntad divina, tal y como aparecía definido en tratados de economía moral como los del jesuita Joaquín Azpiazu: Dios nuestro Señor podía haber hecho a todos los hombres iguales…no quiso hacerlo así. Quiso que fueran los hermanos desiguales, que hubiera ricos y pobres, quiso que esa desigualdad se manifestara en todo para desarrollar el propio albedrío, y para que esta desigualdad manifestada de alguna manera se supliera por la caridad de los ricos, para que el mérito de los ricos fuera recompensado por el mérito de los otros en recibir. (165) Ver Carme Molinero, “El reclamo de la "justicia social" en las políticas de consenso del régimen franquista.” Historia Social 56 (2006): 93-110. 164 185 La reproducción de la desigualdad durante el franquismo estará reforzada por unas dinámicas sociales generadas por una economía moral basada en la caridad, a la que inevitablemente debían acogerse aquellos que no podían recurrir a otros medios para garantizar sus condiciones de vida. En este sentido, cabe recordar la existencia de políticas de exclusión presentes en los seguros sociales españoles desde la implementación del SOE (Seguro Obligatorio de Enfermedad) en 1942, hasta la puesta en marcha de la Seguridad Social, cuya ley fundacional fue aprobada en 1963, los cuales no incluían a los ciudadanos que no reunían las condiciones de acceso requeridas para participar en las prestaciones sociales de estos seguros de salud. Todo ello se traducía en una situación de máxima vulnerabilidad para aquellos que no eran trabajadores cotizantes con actividad laboral. Mujeres, jubilados, parados de larga duración y jóvenes, quedaban de esta manera fuera del acceso a la asistencia sanitaria y a las pensiones correspondientes, por lo que debían acudir a la beneficencia pública de las organizaciones municipales o a la caridad de las instituciones religiosas de las que dependían para recibir asistencia (Moreno y Sarasa 17). En 1960, se creará el Fondo Nacional de Asistencia Social (FONAS) para asistir en los casos de personas necesitadas que no tenían protección de la Seguridad Social, pero su acción se limitará casi exclusivamente a la recepción de ciertos subsidios económicos que no cubrían las carencias de un sistema de servicios sociales que no reconocía la asistencia como un derecho, sino como una prestación de carácter graciable. Podemos entender en este sentido el concepto de precariedad a partir de su etimología latina precaria, que define aquello obtenido a través de ruegos y súplicas. La existencia de una instancia superior a quien dirigirse implicaba unas dinámicas de relaciones sociales jerárquicas mediadas por el beneplácito de unas concesiones que podían ser rescindidas en cualquier momento. Con respecto a las vidas precarias del franquismo, en cuanto a cifras aportadas por la propia prensa del régimen se refiere, según un estudio sobre la distribución 186 de la riqueza nacional realizado por el profesor Perpiñá Rodríguez para el Banco de Bilbao en 1962 y publicado en el diario falangista Imperio, en España existiría lo que este autor denomina una “infraclase”, compuesta por “mendigos, vagos y maleantes”, a la que pertenecerían los miembros de 460.000 familias españolas sin ingresos, es decir, un 7 por ciento del total de la población165. En la clasificación de este economista, otros segmentos sociales estarían formados por una “ultraclase”, a la que pertenecerían 30.000 familias, un 0.5 por ciento de la población, una clase “acomodada con 100.000 familias (1,5 por ciento), una clase “desahogada”, 1.000.000 de familias (15 por ciento), una clase “modesta”, 1.800.000 familias (27 por ciento), una clase “incómoda”, 1.800.000 familias (27 por ciento), una clase “ahogada”, 1.500.000 de familias (22 por ciento) y la ya mencionada “infraclase”. Lo que aportaría un total del 83 por ciento de la población viviendo en unas precarias condiciones materiales. Hasta 1959, la acción social del Estado girará en torno a una doble dimensión represiva y asistencial dirigida desde de la Dirección General de Beneficencia y Obras Sociales, cuyas competencias municipales se concretan en secciones como ‘‘beneficencia; protección de menores; prevención y represión de la mendicidad; mejora de costumbres, atenciones de índole social, especialmente por medio de la creación de Mutualidades escolares; cotos de previsión y albergues de transeúntes” (citado en Cerdeira 138). En este sentido, los mecanismos asistenciales funcionaban de manera conjunta a la legislación sobre el control de la mendicidad expuesta en la Ley de vagos y maleantes, que consideraba dentro de las categorías de sujetos peligrosos “a los mendigos profesionales y los que vivan de la mendicidad ajena” (citado en Cerdeira 138). “La renta nacional.” Imperio: Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S. 26 de abril de 1962: 1. 165 187 La redistribución de capitales y recursos a través de estos organismos no generaría derechos jurídicos por parte de los beneficiarios, quienes debían demostrar su situación de carestía para recibir unas prestaciones graciables cuya financiación no estaba ligada a los impuestos, sino a la caridad y a algunos impuestos indirectos sobre el ocio y los juegos de azar. Algunas leyes sobre políticas sociales que el régimen franquista impulsará hasta el Plan de Estabilización de 1959 ampliarán las competencias de diversos agentes de la Iglesia católica, quienes, junto a las secciones de Auxilio Social, el servicio social de la Falange, ocuparán cada vez más espacio dentro del campo de la asistencia social, tarea por la que además recibirían generosas subvenciones públicas: En 1937, creación del servicio social de la mujer y decreto de exención de alquileres de viviendas a obreros en paro; en 1939, restablecimiento del cuerpo de Capellanes de Beneficencia; en 1940, normas diversas para mitigar los efectos del paro (exención de alquileres, facturas de luz y agua, etc.); en 1941, establecimiento de premios de natalidad; en 1944, medidas de protección a familias numerosas . . . en 1954, creación de la Comisión Interministerial para el auxilio internacional a la infancia, del Ministerio de Asuntos Exteriores; en 1955, normas de regulación de la ayuda social americana (Caritas-USA) (Cerdeira 138). En este sentido cabe recordar cómo los gobiernos del primer franquismo renunciarán a implementar los sistemas de derechos sociales que se habían estado desarrollando en otros países europeos durante la posguerra, como los programas de Seguridad Social estatales que parten de las ideas del Plan Beveridge (1942). Como ha estudiado Michel Foucault en su texto “La crisis de la medicina o la crisis de la antimedicina”, este Plan pondrá en el centro de las luchas políticas de posguerra la gestión de la salud como mecanismo estatal de redistribución económica a través de la regulación y cobertura de la salud mediante políticas sociales que tratan de corregir la desigualdad en los ingresos por medio de un acceso a la sanidad que pudiera alcanzar a todo el conjunto de la población. En España, las primeras medidas sociales que se incorporan al nuevo proyecto de desarrollo económico comienzan a plantearse tras la recesión que se produjo a consecuencia la implantación del Plan de Estabilización de 1959. Algunas de estas medidas serán la puesta 188 en vigor del Seguro Obligatorio de Desempleo (1961), el Salario Mínimo Interprofesional (1963) y una Ley de Bases de la Seguridad Social que comenzó en 1967, año en el que concluía la puesta en marcha del Primer Plan de Desarrollo. En 1971, Laureano López Rodó, impulsor con rango de ministro de dichos planes, insistía en que tales medidas iban encaminadas a la superación del Estado liberal por un “Estado social de Derecho”, cuya acción perseguía “la consecución del máximo bienestar social”, pasando de “una actividad casi exclusivamente policial a una actividad de servicio público” (Política y desarrollo 68). Lejos de constituir un logro como modelo encaminado a la redistribución de la riqueza, el sistema corporativo de la Seguridad Social durante el franquismo se convirtió en un sistema coercitivo de ahorro por el que las clases trabajadoras contribuían a la base fiscal con una finalidad recaudatoria por parte de un gobierno “más preocupado por 'incentivar' la disciplina laboral de los trabajadores que por procurar la equidad dentro del sistema productivo” (Moreno 19). Los beneficios recaudados por esta Seguridad Social serían también empleados para fines diferentes a los de la asistencia social, siendo desviados en forma de capitales de financiación del sector secundario a través del Instituto Nacional de Industria o como capitales de inversión privada por parte del sector financiero, con lo que finalmente el sistema se acabaría convirtiendo en “un mecanismo coadyuvante del proceso de acumulación de capital” (Moreno 19). Estas políticas de gasto publico siempre fueron insuficientes, ya que, como señala Vicenç Navarro “en 1960 los gastos militares en España representaban el 126 % (más del doble) de la totalidad de gastos públicos en sanidad y educación”. A la muerte del dictador, el gasto público en protección social de toda España era sólo de un 14% del PIB, mientras que en la Europa Occidental de aquel tiempo era ya un 22,9% del PIB (110). Países como Francia o Gran Bretaña continuarán durante la posguerra con unos planes sociales que, en tiempo de guerra, habían ofrecido la promesa de una futura seguridad social 189 y económica a cambio de la participación militar de los ciudadanos en el conflicto. Un modelo de pacto social basado en la redistribución de capitales que continuaría en tiempo de paz: En nombre de la solidaridad nacional, la colectividad entera debía hacerse cargo de todas formas de lo que sucedía a un individuo en materia de déficit, accidente o cualquier otro riesgo. Esos dos objetivos y ese modelo explican que las políticas sociales inglesa y francesa hayan sido políticas de consumo colectivo, aseguradas por una redistribución permanente de los ingresos (Foucault Nacimiento 234). Además de las labores asistenciales y benéficas, las políticas públicas del gobierno en las áreas de la salud y la educación estuvieron dirigidas a fortalecer al sector privado y, en concreto, a los servicios ofertados por la Iglesia Católica. La intervención de la Iglesia en las tareas de asistencia social estará en el centro de los debates que comenzarán a desarrollarse en el bienio 1957-59, coincidiendo con el giro en política económica del Plan de Estabilización. La reflexión de los obispos sobre la situación social española en la pastoral de 1956 y en la de 1960, que trataba sobre las consecuencias del Plan, así como la recepción de las encíclicas de Juan XXIII, Mater et Magistra (1961) dirigida "a todos los trabajadores del mundo" y Pacem in Terris (1963), favorecerán unos debates en los que se cuestiona el papel de la iglesia en la encrucijada entre el asistencialismo paternalista y la justicia social166. Como consecuencia de todo ello, en 1957 se constituirán dos Comisiones episcopales separadas: una de Caridad y Beneficencia y otra de Asuntos Sociales, proceso que continuará la organización Caritas en su elaboración del Plan Nacional de Promoción y Asistencia Social y Beneficencia de la Iglesia en 1961, enfocado en el estudio de las situaciones de pobreza desde el Centro de Estudios de Sociología Aplicada (CESA). En este sentido, cabe mencionar que durante los años 60 las organizaciones de apostolado seglar como Acción Católica 166 Del paternalismo a la justicia social es el título de un libro publicado por José Ignacio Fernández de Castro en 1956 que define la evolución de la conciencia social católica española. A finales de la década de 1950, Fernández de Castro fundó junto con Julio Cerón Ayuso y Jesús Ibáñez la organización de oposición al franquismo Frente de Liberación Popular. 190 tendrán un protagonismo relevante a la hora de afrontar el giro hacia el “compromiso temporal” de los militantes cristianos que desempeñaban su tarea dentro del nuevo ciclo desarrollista167. Durante este proceso, en el último decenio del franquismo, 1965-75, la creciente influencia del marxismo como método de análisis de la realidad, tuvo como consecuencia una deriva del compromiso temporal de numerosos militantes cristianos hacia la colaboración y fusión con los movimientos marxistas. En las siguientes páginas se analizarán algunas obras cinematográficas y literarias que tematizan las economías de la caridad bajo el franquismo dentro de un modelo de economía política en el que la redistribución de capitales y recursos se entiende desde un doble discurso basado en la alternancia de una relación que oscila entre la piedad y el castigo con los necesitados y que desplaza como problema individual la pobreza estructural dentro de un modelo económico que produce y reproduce la desigualdad social. Según el análisis que Bronislav Gemerek realiza en su obra La piedad y la horca. Historia de la caridad y la miseria en Europa, la pobreza entendida como categoría sociológica debe entenderse históricamente atendiendo a las formas de producción de sujetos y de ciudadanía que articulan los procesos de ingeniería política y social en los que el gobierno de la pobreza por parte de los aparatos ideológicos del Estado alterna la construcción de la necesidad de asistir benéficamente a los pobres (la piedad) con la criminalización, estigmatización y reprobación moral de aquellos que dependen de algún tipo de ayuda (la horca). Bajo la fantasía filantrópica de la caridad entendida como motor de un orden redentor de la comunidad nacional que afecta tanto a lo espiritual como a lo material, diversas organizaciones civiles y eclesiásticas actuarán durante el franquismo como agentes que expanden sus redes a través de “La Iglesia deberá estar presente en un proceso de desarrollo económico, lo cual no significa implicarse en la parte específicamente política y técnica del plan de desarrollo . . . Por medio de la labor de las asociaciones apostólicas seglares en el doble sentido de orientación de la actividad temporal de sus miembros y del cuidado y atención a las consecuencias socio-religiosas del desarrollo económico” (Montero “Catolicismo” 475-78). 167 191 la participación en las mismas de miembros de la sociedad civil que intervienen como agentes que ejercen un control local sobre los pobres que se benefician de los sistemas de asistencia. Michel Foucault había definido el “Estado del Bienestar” como una de las “numerosas reapariciones del delicado ajuste entre el poder político, ejercido sobre sujetos civiles, y el poder pastoral que se ejerce sobre los individuos vivos . . . cuya función es velar en permanencia por la vida de todos y de cada uno, de ayudarlos y de mejorar su suerte” (Tecnologías 111). En este sentido, cabe destacar cómo en las funciones pastorales asistenciales bajo el franquismo, la Iglesia intervendrá de manera directa desde las instituciones del Estado nacional-católico y desde las propias organizaciones eclesiásticas. Para el filósofo francés, la tecnología del poder pastoral, entendido desde el apostolado cristiano, había fomentado históricamente una economía moral basada en el intercambio y en la circulación compleja de pecados y de méritos que sería gestionada desde el vínculo de la obediencia o de la sumisión personal debida a los pastores. Otra de las características de este poder pastoral será aquella que concierne a la forma particular de conocimiento entre el pastor y cada una de sus ovejas en tres sentidos diferentes: El pastor debe estar informado acerca de las necesidades materiales de cada uno de los miembros del rebaño y satisfacerlas cuando sea conveniente. Debe saber qué sucede, lo que hace cada uno de ellos, sus pecados públicos. Por último, debe conocer qué pasa en el alma de cada uno, conocer sus pecados secretos, su progresión en el camino de la santidad (114). Para ejemplificar estas características del ejercicio del poder pastoral en el contexto franquista, se puede considerar el funcionamiento de las redes de beneficencia que gestiona la organización Acción Católica, donde los mecanismos del poder pastoral se injertan al nivel más elemental del cuerpo social. La caridad, la pobreza y el control de los cuerpos se convierten en instrumentos para la socialización de los individuos que dependen de las actividades de las parroquias misioneras. En ellas, todo un entramado de agentes religiosos y del apostolado seglar ordenan, clasifican e identifican de manera individual y colectiva las 192 necesidades económicas en los barrios y suburbios: desde el acceso a alimentos y medicinas hasta la búsqueda de empleo. Como puede apreciarse en este texto publicado en 1942 en la revista Ecclesia, el control social de los visitadores sobre los cuerpos y las viviendas será minuciosamente planificado desde la temprana posguerra: Cuarenta y cuatro calles con 288 casas correspondientes a 16 zonas en tres sectores dividen y subdividen la parroquia. A cada una de estas divisiones se asigna un delegado o jefe de grupo. De esta forma la acción ramificada es total. Pero si para la propaganda semejante organización es inmejorable, mucho más lo es para los servicios de beneficencia. Una visitadora por zona tiene la obligación de recorrer mensualmente todas las casas de los pobres que forman su barriada. Higiene de la vivienda, trabajo, posición económica, familia, estado, salud, son los datos que esta visitadora recoge a su paso por el domicilio del necesitado. La voluntad de Beneficencia que dirige este Secretariado recibirá definitivamente el informe para proceder a ordenar la asistencia. Esta misma vocal es la que todas las mañanas a las nueve en punto ha abierto el buzón de los pobres, donde éstos depositan sus peticiones por escrito y la que ha dado el aviso a la visitadora de zona para que acuda a la casa menesterosa…Así, y con una estadística y ficheros elaborada y renovada se sabe el estado exacto de los pobres de la parroquia y se conoce el problema de atenderlos…A todos ellos se asiste mediantes las cinco secciones del Secretariado: Asistencia médicofarmacéutica, Ropero, Caja económica (o de la Providencia), Colocaciones y enlace con asilos y casas de beneficencia. Estas secciones, sostenidas por las cuatro Ramas, puede decirse que se reparten con relación a ellas del siguiente modo: Mujeres y jóvenes, Ropero y parte de asistencia médica. Hombres especialmente: colocaciones. Las demás, todos en general…junto a esta beneficencia parroquial está la extraparroquial o de los suburbios…en el Puente de Segovia, donde han repartido y reparten bonos, dinero, ropas, consuelo y doctrina de amor (citado en Sánchez Jiménez 48). En las siguientes páginas se profundizará en torno a la dialéctica entre caridad, gobierno de la pobreza y memorias contrahegemónicas de la beneficencia pública y privada teniendo en cuenta los imaginarios históricos desde los que originalmente se articula. En una primera sección se analizará la labor propagandística del cine religioso desde la óptica de la beneficencia168. Películas como Cerca de la ciudad (Lucia, 1952) y Marcelino Pan y Vino 168 Desde la perspectiva secular de la beneficencia, una película como la comedia Las chicas de la Cruz Roja (1958) ofrecerá una visión de la armonía interclasista típica de la comedia desarrollista a través de una jornada de colecta en Madrid. Su argumento gira en torno a las peripecias de cuatro chicas postulantes de diferentes clases sociales que recaudan dinero para la organización en diversos espacios de la ciudad, poniendo especial énfasis en la generosidad de la recaudación obtenida gracias a los accionistas de la Bolsa. 193 (Vajda, 1955) proponen nuevos modelos de familia en las que los sacerdotes ejercen roles maternos que sirven para desplazar simbólicamente a las familias de los niños huérfanos o abandonados, excluidas física y simbólicamente de la comunidad nacional. En segundo lugar, se estudiará la película Viridiana (Buñuel, 1961) como una operación estética y política del director aragonés que retoma el debate sobre pauperismo, caridad, y autonomía de los sujetos presente en el ciclo de Novelas Contemporáneas de Galdós, estableciendo de esta manera las (dis)continuidades históricas con un relato nacional que pone en el centro la pobreza material de la nación y la violencia que estructura distintos pasajes a la Modernidad. Por último, se examinarán otras memorias contra-hegemónicas de la historia de la beneficencia franquista dentro del propio régimen en la novela La oscura historia de la prima Montse de Juan Marsé, ejercicio socioanalítico que permite considerar las trayectorias vitales de una generación de jóvenes dentro del campo social de las organizaciones de apostolado seglar en la Barcelona de los años 50 y 60. 3.3.1. Pastores, niños y beneficencia en el cine y la literatura de la década de los 50 En 1975, el dibujante Carlos Giménez comienza a crear su serie de cómics Paracuellos, en los que relata su experiencia infantil en el hospicio de Auxilio Social de la localidad de Paracuellos del Jarama, uno de los hogares infantiles gestionados por Falange Española, que dependían de la Dirección General de Beneficencia y Obras Sociales169. En su crónica de las vidas de los niños acogidos en esta institución, Giménez muestra el 169 Auxilio Social nace en 1936 como Auxilio de Invierno, inspirado en el Winterhilfe nazi, y llegará a abarcar las siguientes secciones: “Auxilio de Invierno, Obra Nacional-Sindicalista de Protección a la madre y al niño, Auxilio Social al enfermo, Fomento del trabajo familiar, Defensa de la vejez, Obra del Hogar Nacional-Sindicalista y Auxilio Social de Vanguardia” (Cerdeira 137). 194 funcionamiento del internado como un espacio disciplinario en el que se reproducían algunos de los sistemas de vigilancia y castigo que los adultos soportaban en las cárceles franquistas como los que analiza Ángela Cenarro: “The daily routine of the hogares evidenced other distinctive features of disciplinary power, such as strict regulation of time, isolation from the outside world (in differing degrees, depending on the child’s age or particular rules), and the enforced lack of material possessions” (45). La obra de Carlos Giménez ha sido crucial para la transmisión en democracia de una memoria popular sobre el franquismo que sigue construyéndose en su plataforma en Internet, en torno a la cual se agrupa una comunidad de lectores que aportan sus testimonios sobre la violencia en la que fueron educados en su infancia en nombre de los valores y prácticas del nacional-catolicismo. Miles de niños entre los que se incluían huérfanos de guerra, hijos de familias sin recursos, de padres exiliados, fugitivos, o presos, serían tutelados por estas instituciones en un proyecto en el que el Nuevo Estado se erige como ente soberano capaz de tomar decisiones sobre la vida de los miembros de la nación a través de mecanismos como la beneficencia social170. El Nuevo Estado modificará a comienzos de los años 40 la regulación legal de la tutela de menores, lo que incluirá desde ese momento la separación de niños de sus familias y la posibilidad de adopción ilegal por parte de personas afines al régimen, “irreprochables desde el triple punto de vista religioso, ético y nacional” (citado en Domingo 284). El Decreto de 23 de noviembre de 1940 había señalado cuáles serían las nuevas competencias de las instituciones de beneficencia a quienes se encomendaba “la guarda y dirección de los 170 Para una visión en profundidad de las prácticas de secuestro y robo de niños ver las obras de Ricard Vinyes, Montse Armengou y Ricard Belis, Los niños perdidos del franquismo (Barcelona: Plaza y Janés, 2002) y de Pilar Fidalgo, A Young Mother in Franco’s Prisons (London: United Editorial, 1939). Algunos testimonios sobre las vidas de niños acogidos en Auxilio Social pueden encontrarse en el artículo de Ángela Cenarro “Memories of Repression and Resistance: Narratives of Children Institutionalized by Auxilio Social in Postwar Spain” en History & Memory 20.2, Fall/Winter 2008 y en el libro de Francisco González de Tena, Niños invisibles en el cuarto Oscuro: Experiencias en el auxilio social del Franquismo (Madrid: Tébar, 2009). 195 huérfanos”, las cuales, a partir de ese momento, “ostentarán, a todos los efectos jurídicos pertinentes el carácter de tutor legal de los mismos entendiéndose deferido dicho título por el simple hecho de poner los menores bajo su cuidado directo” (citado en Domingo 198)171. Según Ricard Vinyes, entre 1944 y 1945 se contabilizaron por el Patronato de San Pablo, institución que desde 1945 asumió el cuidado de “todos los hijos de los reclusos”, más de 30.000 menores hijos de encarcelados y exiliados, cifra a la que deberían sumarse los 12.000 niños controlados por el Patronato de la Merced, encargado de la redención de penas por el trabajo (Mir 51). En el cine español de la primera década de los 50, niños huérfanos, abandonados o acogidos a instituciones religiosas se convierten en protagonistas de ficciones donde sacerdotes y frailes adquirirán una paternidad subrogada en su ejercicio evangélico de la caridad. Películas como Cerca de la ciudad (Luis Lucia, 1952) o Marcelino Pan y Vino (Ladislao Vajda, 1955) muestran cómo miembros de órdenes religiosas católicas en diferentes momentos de la historia nacional intentan incorporar a las masas al cuerpo orgánico del Estado – con la Iglesia a la cabeza–, al que todo sujeto pertenecería. En las películas mencionadas, la incorporación se realizará a través de la creación por parte de los religiosos de comunidades familiares y de espacios domésticos que hacen de lo privado un dispositivo público para configurar la integración de los niños a nuevos estados de dependencia y de control social. 171 La escritora Carmen de Icaza, Secretaria Nacional de Auxilio Social durante veinte años, describirá en su novela La casa de enfrente (1960) cómo durante la posguerra se practicaba la “caza de niños” para internarlos en las instituciones de Falange: “La guerra terminó. Y los cañonazos. Y los miedos. Los vecinos de la colonia de San Martín, aunque contentos por un lado, no las tenían todas consigo. Durante varios días los habitantes de San Martín desaparecieron en sus madrigueras, cual conejos que han sentido la jauría, y consiguieron pasar inadvertidos para los nuevos, para los cazadores de niños y de mendigos . . . Los nacionales se habían lanzado a la caza de niños mendigos. Salían por ahí con furgonetas llenas de enfermeras y los pescaban en las bocas del Metro, a la salida de los cafés o de los teatros, cuando más tranquilos se hallaban los infelices . . . ‒ ¡Lo único que nos faltaba! ¡Que nos quiten a nuestros hijos! La señora Victoria [dice:] ‒Sois unos ignorantes. Los cogen para meterlos en colegios, para hacerlos hombres y no ladrones ni pícaros como los hacéis vosotros.” (210-11). 196 En Cerca de la ciudad, el protagonista será el Padre José, un sacerdote destinado a oficiar en la parroquia del Niño Jesús en los suburbios de Madrid. Allí encontrará suficientes niños abandonados como para utilizar la casa parroquial como pequeño orfanato y conseguirá que una rica propietaria done un edificio para instalar un proyecto de hogar infantil donde los niños y adolescentes puedan convertirse en “hombres para el trabajo”, gracias a la escuela y a los talleres para el aprendizaje de oficios [fig. 60]. Todo ello será posible al final de la película gracias a una campaña que los medios de comunicación ponen en marcha, en la que los periodistas destacan el carácter interclasista de la acción caritativa de los madrileños: “Todas las clases sociales acudirán en su ayuda. El espíritu caritativo de Madrid se volcará sobre el suburbio.” Fig. 60. Hogar infantil gestionado por el sacerdote en Cerca de la ciudad En su estudio sobre el “cine misionero” durante el primer franquismo, Jo Labanyi analiza la película de Luis Lucia como parte de un género en el que la Iglesia católica había logrado mostrar su renovada influencia tras el periodo de hegemonía cultural falangista, lo que favorecerá la financiación del cine de contenido religioso como un instrumento de propaganda. Las prácticas evangelizadoras presentes en contextos coloniales, como en el caso de las películas Misión blanca (Juan de Orduña, 1946), La manigua sin Dios (Arturo RuizCastillo, 1948) o La mies es mucha (José Luis Sáenz de Heredia, 1949), serían desplazadas al marco de los suburbios de la metrópolis a la altura de 1952, momento en el que “the regime 197 had dropped its overt imperialist rhetoric in order to court U.S. dollars, while retaining its repressive domestic policies which conceived of the regions as colonies and of the working classes as "savages" to be pacified” (31). En este sentido, los habitantes de las chabolas de la película de Lucia se muestran como un “otro” extranjero denominado “los coreanos”, que debe ser incorporado a la nación, aunque esto parezca una misión imposible como advierte al Padre José una de las beatas que viven en la diócesis: “aquella es tierra de infieles, no trate de convertirlos”. A través del ejercicio de la caridad y de la evangelización de los niños del barrio, el Padre José consigue la conversión final incluso de los adultos, parte de un lumpenproletariado que había renegado del catolicismo y que asiste a la Misa del Gallo junto a sus hijos al final de la película172. En este sentido, se cumple el consejo que uno de los superiores del padre José le había dado al empezar su misión catequizadora: “Los niños son buena tierra para sembrar. Los mayores tienen cabeza dura”. Los niños, por lo tanto, serán un elemento clave para integrar el ejercicio del poder pastoral en el cine religioso de los 50. Esta operación se realizará a partir de un nuevo tipo de agencia que incluye actitudes y prácticas incorporadas al personaje del sacerdote a través de un rol materno que despliega un nuevo tipo de autoridad. Estos nuevos sacerdotes no consiguen la “conversión” de los fieles mediante la imposición, sino que convencen a todos los miembros de la comunidad de la necesidad de la doctrina católica al construir unas relaciones con los vecinos del barrio basadas en el cuidado, alimentación y educación de los más pequeños. En el Informe general de censura de esta cinta se recalca que “al realizar la película se presente a los enemigos del párroco NO COMO OBREROS SINO COMO GENTE OCIOSA . . . Es decir, que no coincidan fatalmente los que se muestran hostiles a la Iglesia como la clase obrera. Para eso bastará presentar a tales sujetos bien vestidos y siempre con abundante dinero en el bolsillo. Son gentes que viven al borde de la ley y aunque en el fondo comulgan con ideas marxistas, no utilizarán argumentos políticos para su campaña”. Observaciones que se ampliarán posteriormente en el Informe al permiso de rodaje: “Que aparezcan como gente maleante, inadaptada, señoritos sin profesión, vagos o agitadores” (citado en Pérez Perucha 313-4). 172 198 La hegemonía del personaje del sacerdote en el cine español de comienzos de los 50 habría servido para incorporar lo femenino a un modelo de masculinidad necesario para transmitir los valores nacional-católicos en tiempo de paz, paradigma completamente opuesto al del cine militar falangista de la década anterior. Hasta tal punto se produce una apropiación de los roles femeninos por los personajes masculinos, que, como señala Labanyi, en Cerca de la ciudad todas las relaciones en la película son de filiación y afiliación exclusivamente entre hombres, en ausencia absoluta de mujeres o de niñas entre ellos: In appropriating the maternal role, Father José eliminates both gender and class difference. The feminised man functions as a brilliant strategy for imposing the law of the Father. Or perhaps, in this film where almost everyone is called José, one should say "for imposing the name of the Father": the name, that is, of St. Joseph, the nonphallic family man (37). La prensa ocupará un lugar central en la película como dispositivo que interviene en la construcción de un relato sobre la labor heroica del sacerdote, el cual tiene un enorme impacto social sobre un público que es animado a colaborar en la labor apostólica que realizan los curas de los suburbios. En la prensa de la época, a medida que aumentaban los procesos de inmigración del campo a la ciudad, el suburbio se construirá como un espacio simbólico y material de intervención social [fig. 61]. En los medios de comunicación, los discursos sobre la caridad y la beneficencia publicitan la necesidad de colaboración ciudadana con estos barrios con el fin de conseguir una “redención” colectiva de cuerpos y almas en toda la ciudad, tanto de los donantes como de los asistidos, unidos en comunión gracias al lazo social de la caridad: El suburbio, que ha sido designado como la corona de espinas de la ciudad, es una permanente acusación y un constante llamamiento a la caridad que no es simplemente la aportación de bienes materiales sino, de modo principal, el espíritu de compresión, el aliento y el amor para el que sufre. Mucho es lo que se ha hecho y lo que se está haciendo para el mejoramiento material y espiritual de los habitantes de las miserables zonas suburbanas. Pero esta obra de redención exige continuidad e incremento (11).173 173 La vanguardia, 19 diciembre 1954, página 11 199 Fig. 61. Anuncio en prensa del Día del Suburbio (18 de Diciembre 1955) En Cerca de la ciudad, los niños se muestran como la encarnación del sujeto ideal para la transmisión del modelo de economía caritativa, ya que su minoría de edad permite prolongar la fantasía de un control social capaz de modelar cuerpos dóciles desde la infancia, al tiempo que la Iglesia garantiza su educación, alimentación y atención. La crítica ha señalado el papel que en la película tiene la voz del sacerdote, que aparece desdoblada como la voz de un ventrílocuo que habla a los niños través de su marioneta Pepito, un regalo del padre del protagonista, artista de circo (Labanyi, Wright). Como resultado de la presencia de este niño-muñeco de cartón con el que el cura enseña la catequesis, la voz infantil que más escucharán los espectadores será la del propio sacerdote, que adoctrina a sus nuevos “hijos” con un nuevo lenguaje, al tiempo que les priva de una voz propia174. Sin embargo, durante el franquismo, otros visitantes de los suburbios construirán narraciones donde el punto de vista recae precisamente en los niños, donde las voces infantiles son el lugar para enunciar otros relatos desde los que se denuncia la caridad como 174 Como recuerda Sarah Wright, los espectadores tampoco escucharán nunca la voz del niño actor de Marcelino Pan y Vino, ya que esta será doblada por una locutora de radio. 200 un simulacro de redistribución de la riqueza que enmascara la verdadera cara de la explotación económica de las clases trabajadoras en la España de posguerra. El grupo de jóvenes escritores y creadores reunidos en torno a Revista Española publicará en sus páginas algunos cuentos en los que se describe una realidad descarnada en la que los niños de los suburbios serán las principales víctimas de la pobreza y la falta de asistencia sanitaria. Niños y muchachos enfermos serán los protagonistas de “Chico de Madrid”, “Quería dormir en paz” o “Vísperas del silencio” de Ignacio Aldecoa; de “La conciencia tranquila” y “Tendrá que volver” de Carmen Martín Gaite o de “Niño fuerte” de Rafael Sánchez Ferlosio. En “Cabeza rapada” (1953), cuento de Jesús Fernández Santos, el monólogo interior de un chico de la calle sobre la situación en la que se encuentra un amigo suyo, enfermo de tuberculosis pulmonar, no deja lugar a dudas sobre la ineficacia de la caridad cuando no existe una distribución de los recursos que pueda permitir que el muchacho tenga acceso al tratamiento médico necesario175. La voz de una madre de los suburbios cuya hija está enferma aparece en el cuento “La conciencia tranquila” de Carmen Martín Gaite. La madre reivindica su impotencia ante la muerte de la niña y rechaza los consejos que le ofrece el médico: “No necesito los cuatro trapos de caridad que me vayan a dar” (322). El doctor se aleja del barrio abandonando a la mujer a su suerte, mientras se dice a sí mismo que no podía haber hecho más de lo que ha hecho desplazándose hasta el suburbio para atender su llamada, conservando de esta manera “la conciencia tranquila” a la que hacía alusión el título del cuento. Una negligencia médica como parte de un sistema sanitario deficiente también será el tema central de la obra de teatro de Alfonso Sastre, Muerte en el barrio (1955), cuyo estreno “Yo pensaba: Está muy mal. No tiene dinero. No se puede poner bien porque no tiene dinero. Está del pecho. Está tísico. Si pidiera a la gente que pasa, no reuniría ni diez pesetas. Se tiene que morir. No conoce a nadie. Se va a morir porque de eso se muere todo el mundo. Aunque pasara el hombre más caritativo de la tierra, se moría” (12). 175 201 en el Teatro María Guerrero fue frustrado a causa de una protesta del Colegio de Médicos. La obra aborda el asesinato de un médico de guardia que no estaba en su puesto de trabajo cuando un niño sufre un accidente en un barrio del suburbio madrileño. Sastre llevará su denuncia hasta la violencia de la acción colectiva, ya que los vecinos decidirán asesinar al doctor como venganza por la muerte del niño que no fue atendido en el dispensario. La obra apunta hacia las condiciones de unos servicios de sanidad que no eran suficientes para atender las necesidades de los habitantes de los suburbios, obligados a cotizar para pagar un seguro médico estatal sin obtener la atención necesaria. Como dato que describe esta situación cabe señalar que a la altura de 1963, el S.O.E. cubría sólo a un 45 por ciento de la población española y apenas una de cada diez camas hospitalarias eran de titularidad pública (citado en Moreno y Sarasa 14). La falta de un Estado de Bienestar que garantizara una seguridad social universal y gratuita se intentaba compensar a través de la expansión de una caridad que, según los obispos, debía realizarse incluso por propio “egoísmo”, para mejorar las condiciones materiales de unos suburbios que se presentaban como un problema de salud pública. Como en el siglo XIX, el debate sobre la pobreza se une con los discursos higienistas y con el papel de la caridad como elemento capaz de “limpiar” física y moralmente –como si de un cordón sanitario se tratara–, los cuerpos situados en los márgenes de la ciudad. En palabras del doctor Elijo Garay, Obispo de Madrid-Alcalá y patriarca de las Indias en 1955: El suburbio es a la manera de una ventosa que absorbe cuánto hay de pobre, mísero y malsano en la ciudad. No es una calamidad exclusivamente nuestra, sino de todas las capitales inevitablemente cercadas por un conglomerado cochambroso y triste, donde la corrupción y la falta de sentido moral tienen clima propicio. En remedio de esa lacra social viene el llamamiento misericordioso del prelado a los hombres de buena voluntad. Es una obra de saneamiento a la que nadie debe negar su cooperación, incluso por egoísmo, para cegar cuanto antes el foco de la miseria que enrarece el aire de la ciudad (9)176. 176 “El domingo, día del suburbio.” La vanguardia. 14 de Diciembre 1955. 202 Tras los acuerdos del gobierno de Franco con el Vaticano en 1953, el cine español seguirá ofreciendo relatos en los que la Iglesia católica se presenta como un agente pacificador cuya presencia recorre la historia de España en momentos críticos para su reconstrucción nacional como comunidad católica. Un año después de la celebración del Concordato se estrena Marcelino Pan y Vino (Vajda, 1954), una de las películas españolas que alcanzará un mayor éxito internacional de crítica y público, premiada en los festivales de Cannes, Venecia y Berlín. En esta ocasión, será un niño huérfano quien encarne el ideal de sujeto infantil ganado para la causa nacional-católica. El niño Marcelino protagoniza un milagro basado en la versión de un cuento popular adaptado por escritor falangista José María Sánchez Silva, que será llevado al cine por Ladislao Vajda convirtiéndose en un fenómeno de masas en la España de mediados de los 50177. En el contexto de la posguerra de la ocupación napoleónica, doce frailes encuentran a un recién nacido en la puerta de su monasterio y deciden criarlo ellos mismos, ya que, en su opinión, ninguna de las familias de la zona está capacitada para educar cristianamente al niño. Los franciscanos deciden que “cada fraile será su padre y su madre” y reparten sus funciones para atender al huérfano. Cuando cumple cinco años, Marcelino trasgrede la prohibición de subir a un ático del monasterio, donde encuentra la estatua de un Cristo a quien decide cuidar llevándole pan y vino porque le parece que tiene “cara de hambre”178. Al final de la película, la estatua cobra vida para otorgarle al niño la recompensa que elige por su buen comportamiento: “quiero ver a mi madre y también a la tuya después”. Tras formular su deseo, los frailes encuentran su cuerpo difunto en brazos de la estatua. La historia de la vida y 177 El fenómeno incluirá la comercialización de todo tipo de mercancías con la cara del actor, el niño Pablito Calvo: “Calvo’s face appeared on postcards, posters, sticker books, long-playing records and, according to a special edition of NO-DO, the state newsreel, devoted to ‘el fenómeno de Marcelino’ (the Marcelino phenomenon), on a doll manufactured in response to the popularity of the film” (Wright 28). 178 El motivo pertenece al folklore popular y aparece registrado en el índice Aarne-Thompson de clasificación de fábulas o cuentos de hadas como “AT 767: Food for the crucifix. A boy offers bread to a statue of Christ or the Virgin” (265). 203 muerte de Marcelino estará enmarcada como una fábula narrada por un fraile a una niña en trance de muerte, en un tiempo contemporáneo al de los espectadores. El fraile recuerda a la familia la historia ejemplar que da origen al milagro y que se rememora cada año en una romería por parte de la comunidad en la que suceden los acontecimientos. En la España de mediados de los 50, la representación cinematográfica de la conmemoración de la muerte de un niño huérfano se convierte en un espectáculo de masas. Este proceso de sublimación de la muerte de un inocente en estado de gracia es posible gracias a la intervención de una economía emocional presente en la tradición católica, en la que la posibilidad de la redención del alma en las postrimerías sirve como compensación por el dolor en la vida terrenal. Finalmente, Marcelino podrá hacer realidad su deseo de tener una madre o de poder encontrarse con la suya, que, como le han dicho los frailes, “está en el cielo”. En este sentido, la conversión de la muerte del niño en un milagro puede entenderse en el contexto franquista a partir de la integración definitiva de niños como Marcelino en el seno de una Iglesia católica que plantea como una acción benéfica legítima el hecho de que los frailes hayan tomado por su cuenta la patria potestad del niño. Los espectadores no sabemos sobre su madre nada más que lo que los frailes suponen de ella: que ha abandonado a su hijo “avergonzada y desgraciada”, situación que podría describir a la perfección la consideración que en la España de los 50 se tenía sobre las madres solteras. Hijos de familias sin recursos, de presos políticos o de madres solteras que eran estigmatizadas y castigadas socialmente, eran internados en instituciones religiosas o gubernamentales o eran dados en adopción con la intervención de miembros de la propia Iglesia, mientras la ficción paralelamente convertía este fenómeno en una fantasía religiosa doméstica que permitía borrar la presencia de las verdaderas familias de los niños. De esta manera, en la ficción cinematográfica se produce un auténtico ejercicio de transubstanciación sobre el significado de la vida de Marcelino, un sacrificio que, como el de Cristo, se ofrece a 204 los espectadores como ejemplo de santidad. La vida del niño será en adelante contemplada desde su muerte y no desde las circunstancias en las que las que se ha desarrollado. De esta manera en la película, se produce una verdadera sustitución de las substancias, un simulacro por el que aquellas familias excluidas de la comunidad nacional son eliminadas del relato del Estado y de la Iglesia para ser desplazadas por los miembros de instituciones católicas que, con su educación y asistencia, ayudan a los niños como Marcelino a acceder a la comunión con Cristo. Un Dios que, encarnado en la estatua del ático, es capaz de adquirir vida para ejercer el papel de padre tutelar de todos sus hijos. Por su parte, escritores antifranquistas como Juan Goytisolo o Ana María Matute recrearán en sus textos las voces de los huérfanos, de los niños abandonados, de los chicos de la calle que desde la ficción muestran su recelo, su rebeldía y su burla hacia las instituciones benéficas. En algunas ocasiones, como en el caso de los niños y adolescentes protagonistas de la novela La resaca (1958) de Juan Goytisolo, incluso se apropian del lenguaje del nacionalcatolicismo para poder conseguir un medio de subsistencia propio, al margen de las instituciones religiosas. En esta novela nos encontramos en el escenario de un barrio barcelonés de chabolas, donde un grupo de muchachos vive en comunidad en las ruinas de un refugio antiaéreo, compartiendo los beneficios que obtienen robando o pidiendo limosna. Sus hurtos comienzan a aparecer en la prensa de sucesos, compartiendo espacio con las noticias sobre miembros de la guerrilla urbana antifranquista a quienes los adolescentes toman como modelo heroico, vinculando su valentía con la memoria de sus familiares, milicianos de la FAI que murieron durante la guerra: “Los agresores – decía la nota—formaban una cuadrilla de desaprensivos guilocheros, esa escoria social, nutrida en su mayoría por adolescentes, que, como una plaga, cae en cualquier momento sobre los industriales de la ciudad, haciéndoles víctimas de sus robos y de sus caprichosos tributos”. Antonio la releyó antes de devolverla. Cada semana, sentado en los blocaos de la escollera, devoraba El Caso de cabo a rabo. Sus minuciosas reseñas de crímenes, atentados y atracos excitaban su fantasía. Secretamente, ambicionaba cometer hechos iguales. Personas como el Mula o el 205 Sabaté eran hombres verdaderos. La gente del barrio hablaba con gran respeto de ellos y comentaba elogiosamente sus audaces golpes de mano. (889) La novela de Goytisolo inventa una comunidad de huérfanos que intenta sobrevivir por su cuenta en la calle. Muchachos sin familia, pero también padres que han perdido a sus hijos y que adoptan a los de otros a cambio de dinero, transitan por las páginas de la novela. Todo ello en un contexto en el que el tráfico y el comercio de niños ocupan, junto a las vidas de guerrilleros y atracadores, un lugar significativo en las mismas páginas de sucesos de la prensa de la época, que solía criminalizar a las madres sin recursos económicos, acusándolas del abandono y de la venta de sus hijos: La esposa del panadero había perdido su niño también. El que tenía no era hijo suyo y la gente decía que si era comprado. Febrilmente, trato de recordar las historias que había oído contar a sus vecinas. Muchas familias pobres, cargadas de hijos, se desprendían de alguno a cambio de unas pesetas. De tapadillo, el hecho se repetía todos los días y hacía correr mucha tinta en los diarios. (926) Los chicos del refugio de la novela de Goytisolo escapan del control de las instituciones municipales y eclesiásticas y se aprovechan de las mismas prácticas caritativas que algunas organizaciones religiosas ponían en marcha para conseguir dinero. Así, aprovecharán la celebración de la Semana del Suburbio –conjunto de actividades organizadas por la iglesia diocesana en el barrio donde viven–, para protagonizar una estafa con la que se apropiarán de los donativos brindados a la “cruzada Cordimariana”, un movimiento que extendía el mensaje de la Virgen de Fátima. Los muchachos visitarán las casas de los mejores barrios de la ciudad haciéndose pasar por colaboradores en la recogida de fondos para un proyecto que permitiría aumentar el número de fieles de este movimiento, ofreciendo una carta en la que se explica el objetivo de la colecta: Habiendo preparado la “cruzada Cordimariana”, bendecida y orientada por el Episcopado Español, un álbum llamado Libro de oro de la Consagración, que será ofrecido dentro de unos meses al Santo Padre Pío XII, conteniendo el nombre de las familias consagradas al Corazón de María, tengo el honor de invitar a usted y a su muy distinguida familia a esta Congregación que es, al mismo tiempo, gratísimo homenaje a la Santísima Virgen y delicadísima ofrenda a Su Santidad, justamente llamado el Papa del Corazón de María. (913) 206 En 1961, mientras el régimen presentaba los resultados de su crecimiento económico en forma de cifras y porcentajes que aseguraban la solvencia en la balanza de pagos del país y el aumento de las inversiones directas de capital extranjero, Ana María Matute publicará un libro sobre los costes de esa modernización sobre las vidas más vulnerables, como son las de los que ella llama “los niños de los otros”179. En su Libro de juegos para los niños de otros, Matute inventa un catálogo de resistencias de estas vidas precarias infantiles, en el que las voces de los niños serán las narradoras de aquellos juegos que crean para defenderse del mundo de los adultos. Al contrario que sucedía con los hijos de las clases medias y de la burguesía, “los niños de los otros” carecen de su propia infancia: “No necesitamos cosas: está prohibido. Tenemos o no tenemos. Nadie nos pregunta, nadie nos pide nada, como no sea que vayamos detrás, arreando el paso, cargando algo encima, o ayudando” (“Casa” 38). En el llamado “juego de la catequesis”, Matute describe el proceso por el cual los niños participan de las tecnologías de disciplinamiento de un poder pastoral que persigue su domesticación biopolítica: A veces, según qué días, según qué tiempo, según qué color tienen los ojos que quieren olvidarnos, vamos a la catequesis. La catequesis es sábado o jueves por la tarde. Se ve cine. Se ven carreras de caballos, disparos, humo, polvo. Se conoce que hay tierras con montañas, y ríos, y gente que se ríe porque ha contado un chiste el sherif. Nos gusta mucho ver cómo mueren los hombres y caen, y caen, y caen, abajo, terraplén abajo. Vamos a la catequesis, nos cuentan de otros niños. Sabemos que hay niños, y esas cosas que dicen. Pero no lo sabemos. Nos gusta el pan con algo de membrillo, y un vale, y luego el cine. Nos cuentan cosas que se cuentan siempre, que En palabras de Francisco Franco: “El índice medio de la producción industrial se ha aumentado en este año en más de un diez por ciento respecto del anterior . . . Frente al déficit crónico, en nuestra balanza de pagos, se ha obtenido este año un amplio superávit, que nos ha permitido cancelar los créditos del Fondo Monetario internacional y que las reservas de nuestras divisas alcancen una cifra doble de la que España tuvo en sus mejores tiempos. Este saneamiento económico y financiero, sin precedentes en nuestra Patria, ha repercutido en forma favorable en el crédito público, tanto interior como exterior . . . Esta gran mejoría de nuestra situación económica, que se refleja en los Presupuestos aprobados por las Cortes de la Nación, y que son un exponente claro de nuestro resurgimiento, repercute ya en los sectores más débiles y necesitados” (Franco Mensaje 14). 179 207 cuentan las señoras, los curas, los maestros. A veces escuchamos. Es bonito escuchar. Pero al doblar esa esquina, no hay niños, ni bondad. La bondad que cuentan en la catequesis, es una cosa rara, de lejos, como el cine. Suponen que tenemos, que sabemos, que somos niños de esos que dicen, niños de verdad. Por Navidad tenemos, casi siempre, un jersey, un par de calcetines. Ellos se creen, quién sabe, que todo eso es verdad. ¡Qué risa, a veces, según qué día, según qué color, la catequesis! Nos gusta mucho ver caer los hombres, terraplén, abajo, ¡rac, rac, rac, zrzgzrgzr, zrgzrg! Nos sabemos los ruidos muy bien. (“Casa” 39) A partir del incentivo de una merienda –pan con membrillo—y de la proyección de películas, los catequistas intentan hacer entrar a los niños en una lógica de circulación de pecados y de méritos en la que los adultos portavoces de los aparatos del Estado – las señoras, los curas, los maestros– contribuyen a la producción de las subjetividades propuestas por el nacional-catolicismo. En el texto de Matute, las voces de los niños cuestionan las prácticas y discursos producidos en el espacio de la parroquia, que no se corresponden con una realidad en la que “los niños de los otros”, ni siquiera pueden ser niños. La fantasía en la que se supone que “ellos” creen se llena de grietas, se desmonta cuando esas voces irrumpen como ese ruido que al final del fragmento traduce el encuentro con una violencia que conocen de primera mano. 3.3.2. Caridad y memorias del subdesarrollo en Viridiana (Buñuel, 1961) En mayo de 1961, José Muñoz Fontán, Director General de Cinematografía, recogía la Palma de Oro del Festival de Cannes por la coproducción hispano-mexicana Viridiana, primera película dirigida por Luis Buñuel en España después de la Guerra Civil, que no sería estrenada en el país hasta abril de 1977. La misma maquinaria de la administración franquista que había hecho posible la realización de la película y la recepción del premio, haciendo gala de la imagen de modernización y “apertura” de la censura que había puesto en marcha el Ministerio de Información y Turismo a cargo de Manuel Fraga, prohibirá la difusión de la película e invalidará los permisos de rodaje con carácter retroactivo, convirtiendo la obra en 208 una producción inexistente (Salvador 28-30). El mismo director, que dos años antes había recibido en Cannes un Premio Internacional por su película Nazarín y que, según sus palabras, “estuvo a punto de recibir también el Premio de la Oficina Católica” (Sánchez Vidal 1870), sería acusado en esta ocasión por el diario del Vaticano, L'Osservatore Romano, que calificaba a la película de blasfema. Tanto Viridiana como Nazarín (1958) transcurren en el contexto de regímenes políticos autoritarios. La trama de la película Nazarín, adaptación de la novela de Benito Pérez Galdós publicada en 1895, sucede en el México del Porfiriato, donde el protagonista, definido por el director aragonés como un “Quijote del sacerdocio”, dirige sus críticas ante los abusos de poder hacia varios sectores sociales, entre otros el ejército, representado en la figura de un coronel que humilla a un jornalero180: “Usted pensará de mí lo que guste, pero le digo que esa manera de tratar a un semejante es anticristiana, bárbara y soez. Este caminante es persona y no animal, tan hijo de Dios como usted. Y tiene su dignidad como cualquier déspota pasado, presente o futuro”. Julio Alejandro, co-guionista de Viridiana, recuerda cómo el proyecto inicial de Buñuel para su primera película en la España franquista era una adaptación de Galdós, concretamente de la novela Ángel Guerra (1890). Sin embargo, en un proyecto posterior, el director pensó en mezclar este argumento con el de Halma (1895), continuación de las vicisitudes del clérigo Nazario Zaharín (Llinas y Vega 45). Ambas novelas estarán presentes en el argumento de Viridiana, cuya protagonista será denominada por Buñuel como otro “Quijote con faldas” (Fuentes 158). Viridiana transcurre en otra dictadura, pero en esta ocasión, contemporánea a la de los españoles que recibieron la noticia del galardón en 180 En la novela de Galdós, la réplica del sacerdote se produce en una situación diferente. En este caso, Nazarín se dirige hacia un aristócrata que lamenta la pérdida del derecho soberano de matar a sus criados: “¡Lástima que no viviéramos en los tiempos del feudalismo, para tener el gusto de colgar de un árbol a todo el que no anduviese derecho!” (154). 209 Cannes en las páginas de los periódicos, aunque nunca pudieran ver el estreno de la película en los cines en vida del general Franco181. A finales de la década de los 50, la lectura que Luis Buñuel hace de las Novelas Contemporáneas de Galdós, especialmente del ciclo denominado “espiritual” o “espiritualista”, le permite penetrar en las lógicas culturales presentes en los modelos de economía política en el tránsito del siglo XIX al XX. Será este imaginario histórico el elegido por el director aragonés para iluminar el pasaje hacia una Modernidad posterior, como será la de la representación cinematográfica que construye sobre la España de 1960. En Viridiana, este pasaje a la Modernidad es mostrado, al igual que en Ángel Guerra (1890) y en Halma (1895), a través de las vidas de sus protagonistas femeninas, mujeres que construyen sus identidades a partir del lenguaje y las prácticas de un catolicismo que ocupaba una posición hegemónica en la gestión de los procesos de ingeniería política y social a finales del siglo XIX: El catolicismo, para Galdós, representa la histeria de la vida pública de la nación en su época restaurada, fundada sobre el tránsito imposible entre un orden espiritual que obscurece y desreconoce el subdesarrollo material (Chirbes). Sobre la elaboración de ámbitos de autonomía de los sujetos respecto de la iglesia y del estado, construye Galdós en sus novelas de tiempo presente su central de fuerza. (Labrador 306) En sus Novelas Contemporáneas, Galdós elabora un análisis de las transformaciones económicas y políticas del último decenio del siglo a partir de las interpretaciones de sus protagonistas sobre la beneficencia182. En ellas, el escritor reflexiona sobre el papel de la Antes de que estallara el escándalo por el estreno de la película “blasfema”, la crónica de Pilar Narvión para el diario Pueblo, describía el éxito obtenido en Cannes en estos términos: “En Cannes han premiado este gol redondo de la furia española por pura intuición, sin salir de su asombro, como no salen de su asombro ante la declaración del hijo de Buñuel que ha dicho a todos los periodistas que han querido oírle que su padre ha rodado Viridiana en condiciones de libertad absoluta . . . Para los que desconocen a Buñuel . . . les diré que nuestro maestro Buñuel es la versión cinematográfica de nuestro Valle-Inclán. La propia Viridiana es una especie de sonata de otoño bárbara, españolísima y brutal con esa genial brutalidad que nos podemos permitir en un pueblo en donde la fe está por encima de los melindres" (19 mayo 1961). 182 En este contexto aparece la Encíclica Rerum Novarum (1891) de León XIII, que desplaza el eje de la discusión hacia los derechos de la clase obrera al tiempo que reivindica la idea del Estado benefactor a cuya protección todo individuo tendría derecho. En España se creará una Comisión de 181 210 Iglesia y del Estado en la reproducción de un orden económico en el que el ejercicio de la caridad como mecanismo de búsqueda de ámbitos de autonomía de los personajes se convierte en un dispositivo narrativo a través del cual se presenta un complejo repertorio de antropologías económicas posibles. Desde el régimen de representación del realismonaturalismo literario, Galdós reflexiona sobre los procesos de inclusión y exclusión social con respecto al acceso a la propiedad, a los recursos y a la redistribución de la riqueza, dentro del espacio de experiencias de la economía política de la Restauración183. Medio siglo después, Luis Buñuel retoma este ciclo de la obra galdosiana en la única de sus películas que transcurre bajo la dictadura franquista. El director, nacido en 1900, había sido testigo de las profundas transformaciones económicas y sociales del país al que regresaba. En las siguientes páginas, se propondrá una interpretación de la película de Buñuel partir de su relación dialéctica con los imaginarios sociales presentes en la obra de Galdós. A través de esta lectura comparada, pueden pensarse las continuidades y discontinuidades de los diferentes modelos de antropología económica en la obra de ambos autores como un ejercicio de imaginación histórica sobre las relaciones de propiedad, trabajo y distribución de la riqueza en la España del Plan de Estabilización en la que Buñuel construye en su obra. Según esta propuesta de interpretación, dos modelos de gestión de la propiedad aparecen enfrentados en la película. Tras la muerte de don Jaime, tío de Viridiana y padre de Reformas Sociales que sirvió para estudiar las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera y proponer reformas de carácter legislativo para transformarlas. 183 Sigo en este análisis las iluminadoras reflexiones de Germán Labrador sobre el papel del catolicismo en las Novelas Contemporáneas: “Galdós desde sus escritos más tempranos observó la religión como un lenguaje exterior a la comunidad nacional (hostil, extranjero, invasivo). En sus novelas de tiempo presente (y, particularmente, en las mal llamadas novelas espirituales), dedicó enormes esfuerzos al análisis de los modos en que los sujetos operan identitariamente con el lenguaje del catolicismo, desde la máxima exterioridad instrumental que alcanzan respecto de él algunos personajes, convertido entonces en un lenguaje de poder, a la identificación total de otros, que se abisman en su interior en busca de algún tipo de agencia, quijotizados. Para Galdós, el décalage entre prácticas y creencias, entre lenguaje religioso y configuración de un orden moral, hacen que, en España, el catolicismo sea a nivel nacional el ámbito de una peculiar neurosis” (305-6). 211 su primo Jorge, a quien reconoce como hijo legítimo en su testamento, ambos personajes heredan la casa familiar y las tierras que forman parte de la finca. De esta manera, la propiedad se convierte en un espacio de negociaciones y de conflictos en torno al uso que sus nuevos ocupantes quieren darle, a partir de dos antropologías económicas que deberán convivir: la beneficencia privada y la modernización entendida como desarrollo tecnoeconómico. Por un lado, el uso de la finca como lugar destinado al ejercicio de la caridad, donde Viridiana quiere conseguir un espacio de autonomía creando un albergue para pobres y necesitados de “techo, comida y un poco de calor humano”, administrado por ella misma. Este proyecto chocará abruptamente con los planes económicos de Jorge, quien decide transformar la propiedad en una explotación agrícola mediante la incorporación de la hacienda a los procesos de modernización de las infraestructuras que se han expandido por el territorio nacional, como es el acceso de la casa a la red eléctrica, que el antiguo propietario nunca realizó. La puesta en práctica de estos modelos económicos transforma las relaciones de los personajes, no sólo en el interior de la casa, sino también a través de la apertura del espacio de la finca a nuevos sujetos: jornaleros, trabajadores de la construcción, agricultores, monjas, parejas de la guardia civil y un grupo de vagabundos y mendigos se incorporan a este nuevo campo de fuerzas en el que tendrá lugar, no sólo una capitalización de los recursos y de la fuerza de trabajo, sino también el despliegue de la violencia que ambos modelos generan. La película se inicia en una institución religiosa que sirve a un tiempo como convento y como lugar destinado a la educación de niños, desde donde Viridiana deberá salir de su clausura para realizar un viaje a la finca de su tío. Antes de profesar sus votos eclesiásticos, la novicia tiene la obligación de visitar a su benefactor, quien la ha mantenido económicamente desde su infancia y ha pagado su dote para ingresar en la orden religiosa. Una vez en la finca, su tío intentará seducirla y convertirla en su esposa, reprochándole que no sea lo 212 suficientemente agradecida con respecto a la deuda moral que debería haber contraído con él. Tras el rechazo a sus requerimientos amorosos, don Jaime decide redactar de nuevo su testamento y terminar sus días ahorcándose en uno de sus árboles. Después del suicidio de su tío, Viridiana es reclamada por la Guardia Civil para regresar a la hacienda, de la que ahora es co-propietaria y una vez allí, decide declinar la petición de la Madre Superiora para regresar al convento. En este momento, declara que se siente decidida a llevar adelante su plan benéfico-religioso sin depender de la injerencia de las instituciones religiosas: “Ese poco quiero hacerlo sola.” A diferencia de los personajes femeninos de Ángel Guerra y Halma, Viridiana no consigue ocupar ninguna de las posiciones que las trayectorias vitales que las mujeres de ambas novelas alcanzan. No consigue ser monja como Leré, antigua niñera de la hija de Ángel Guerra que ingresará como novicia en una orden religiosa tras rechazar la propuesta de matrimonio del protagonista. Al contrario de ésta, Viridiana renunciará a su objetivo de profesar en dos ocasiones, tras los intentos de violación por parte de su tío y de uno de los mendigos acogidos en su particular albergue. Por otra parte, al igual que Catalina de Artal, condesa de Halma-Lautemberg, Viridiana mantendrá un asilo para pobres en una finca de su propiedad, proyecto en el que, como Halma, también fracasará. Esta situación en la que un propietario destina parte de su herencia a la beneficencia privada, vuelve a aparecer en la novela Ángel Guerra, donde su protagonista, antiguo revolucionario y agitador político, proyecta la construcción de un asilo en unas fincas de su propiedad a las afueras de Toledo, que habían pasado a manos su familia con la venta de bienes eclesiásticos durante la desamortización184. 184 Ángel Guerra termina diseñando una doctrina – el “dominismo”–, en la que el ejercicio de la caridad se convierte en el eje central de un sistema político y social que, en su extensión, llevaría a la emancipación política de toda la humanidad y a la desaparición de cualquier estado e iglesia, inservibles una vez que sus prácticas se hayan extendido. “La aplicación rigurosa de las leyes de caridad, que Cristo Nuestro Señor nos dio, aplicación que hasta el presente está a la mitad del camino entre las palabras y los hechos, traerá de fijo la reforma completa de la sociedad, esa renovación 213 En el caso de Halma, la ficción de la autonomía de la protagonista con respecto a las instituciones civiles y religiosas estará condicionada por su condición de propietaria, lo que le permitirá ejercer la gobernanza de su propio “falansterio” gracias a la mediación que ejerce desde su condición de aristócrata sobre agentes de la Iglesia y del Estado en Madrid: “Esto no es ya un instituto religioso ni benéfico, ni aquí hay ordenanzas ni reglamentos, ni más ley que la de una familia cristiana, que vive en su propiedad. Nosotros nos gobernamos solos y gobernamos nuestra cara ínsula” (353). Tanto en Halma como en Ángel Guerra, la crítica a la beneficencia privada como búsqueda de ese ámbito de autonomía individual por parte de personajes que pertenecen a las élites económicas pone de manifiesto la reproducción de la desigualdad aparentemente enmascarada en unas relaciones filantrópicas que naturalizan la extensión de la pobreza como un valor evangélico. Ángel Guerra, al igual que Viridiana, será atacado por las personas acogidas en su proyecto de asilo. Se trata de personajes capaces de denunciar desde su posición subalterna la expansión de la moda de una beneficencia privada que supone un freno para las iniciativas que pudieran proponer reformas políticas a nivel colectivo185. Como exclama el personaje benéfica que en vano buscan la política y la filosofía . . . La propiedad y la familia, los poderes públicos, la administración, la iglesia, la fuerza pública, todo, todo necesita ser deshecho y construido de nuevo. La influencia social del ascetismo positivo y altruista será tan grande, que no pueda sostenerse aquel organismo caduco. El Estado no sabrá sustraerse a esta lógica inflexible, y dejar a que las Catedrales pasen a nuestras manos por endósmosis, amigo mío, por equilibrio . . . andando el tiempo, el Estado mismo se ha de subordinar a nosotros. ¿Cómo no, si el Estado quedará reducido para entonces a funciones de escasa importancia? Los pueblos se administrarán solos y repartirán libremente sus ingresos y gastos” (314). 185 Los juegos de azar, como en el franquismo, serán una salida económica para las clases populares en la España de la Restauración. Este mismo personaje, asesino de Ángel Guerra, intenta conseguir un medio de subsistencia inventando un sistema de combinatoria para el juego de la Lotería Nacional: “un amigo mío, litógrafo, que tiene su taller en la calle de Belén, se puso en compañía no hace mucho con un chico de Madrid, mecánico y dibujante, gran matemático, el cual devanándose el caletre, y ajondando por aquí y por allá con las álgebras del contrapunto del guarismo, ha encontrado la manera de calcular las probabilidades que nosotros los legos en esa solfa llamamos suerte, azar . . . Tratábase del Cálculo de combinaciones infalibles para sacarse la lotería, y consistía en un juego de cartones numerados que se manejaban con arreglo al método indicado en un libro que parecía las tablas de logaritmos” (307). 214 que ataca a Guerra, el margen de maniobra para conseguir la santidad estaría ligado directamente al acceso a la propiedad: “¡Dichosos los ricos, que pueden ser buenos, y hasta santos siempre que les dé la gana! El pobre es esclavo de la maldad, y cuando quiere sacudirse la cadena, no puede” (341). La instrumentalización del catolicismo por parte de las élites nacionales, más preocupadas por el control social que pueden ejercer sobre otros cuerpos desde la esfera privada que por una intervención colectiva a través de la alianza con los más desfavorecidos que permitiera su emancipación política, es denunciada una década después por el propio Galdós. El escritor pondrá voz en sus artículos periodísticos a aquellos a quienes denomina infra-hispanos, ciudadanos excluidos del acceso a la educación y condenados a la pobreza, que un día se rebelarán contra las virtudes morales fomentadas por el catolicismo –ascetismo, paciencia—que sostienen un orden económico desigual y tomarán por sus propias manos aquello que se les niega: “Abominaremos del sufrimiento, y ambiciosos de la dicha humana correremos a buscarla y adquirirla allí donde se encuentre . . . Inteligencias incultas y manos bárbaras os devolverán la lección ascética: contra paciencia, acción; contra miseria, bienestar” (Memoranda 257). Buñuel había sido testigo de las experiencias que a lo largo del siglo XX había sido capaz de llevar a cabo esa ciudadanía imaginada por Galdós cuando fue capaz de organizar colectivamente el reparto de la riqueza y la socialización de los medios de producción. El director aragonés también había podido conocer cuáles habían sido las consecuencias del fracaso de esa voluntad de emancipación política después de la Guerra Civil. Sin otros imaginarios alternativos con los que construir su identidad, Viridiana sería un ejemplo extremo del sujeto femenino promovido por el nacional-catolicismo. Como huérfana educada en instituciones religiosas, habría sido socializada en los modelos hegemónicos de heroísmo ficcional que compartían otros niños y adolescentes de la época, como eran las historias de 215 jóvenes misioneros y mártires, protagonistas de una mitología cotidiana que inundaba las páginas de libros de texto, hojas parroquiales, colecciones de literatura infantil, revistas ilustradas y películas de producción nacional e internacional186. En este sentido, el cine también se había convertido en un instrumento propagandístico de la misión evangelizadora de la Iglesia católica que, en la década de los 50, se centrará en el adoctrinamiento de los unos espectadores a los que se ofrece como ejemplo la conquista espiritual de las almas tanto en la India, como en las cuencas mineras asturianas en los años 30 o en los suburbios de las ciudades españolas de la época, como recuerda Terenci Moix a la altura de 1970: Hay que reconocer que, en las películas españolas, el sufrimiento de los sacerdotes solía ser muy intenso, como demostraría el mismo Fernán Gómez en La mies es mucha al irse a la India a evangelizar y descubrir, aparte de la notoria impiedad de los indios, que la continuación del título tenía que ser forzosamente “pero los operarios son pocos”. Y Adolfo Marsillach, en Cerca de la ciudad, también sufrió lo suyo al descubrir cómo era poco sencillo evangelizar a los habitantes de las chabolas. Y en 1955 Claude Laydú vino a sufrir para La Guerra de Dios, de Rafael Gil, donde Francisco Rabal, que era un minero muy perverso con ínfulas de socialista, no se dejó catequizar ni a tiros hasta que se le murió un hijo, y entonces sí. Y también vino de Francia Dominique Blanchard, que no paraba de sufrir en Sor Intrépida; y a Carmen Sevilla, en La hermana San Sulpicio, se le veía, entre zambra y zambra, que también sabía sufrir por los niños paralíticos (Moix 35). Viridiana se libera de la tutela de la orden religiosa en la que era novicia para emprender su propia labor evangelizadora a través de la caridad, tarea que la Madre Superiora de su antiguo convento descalifica como “soberbia”. La protagonista dispone para realizar su obra de unas infraestructuras que comparte con su primo, en las que puede ejercer su propio poder pastoral, convirtiéndose en una suerte de nueva Madre Superiora dentro su propio “convento”. Desde la finca, puede controlar la administración benéfica en toda el área de influencia de la hacienda, lo que incluye también la información sobre la circulación de vagabundos que transitan por el pueblo más cercano. Para comenzar su misión, Viridiana se pone en contacto con el alcalde, quien seleccionará a aquellos necesitados que, ateniéndonos Ver “Domestic Queens and Warrior Wives: Heroines in Spanish Schoolbooks for Girls (1940– 1960)” de Jessamy Harvey en Women and Education (London, UK: Routledge, 2010). 186 216 al propio contexto histórico, habrían sido controlados por las instituciones estatales en virtud de la Ley de Vagos y Maleantes. Bajo la nueva tutela de Viridiana, el grupo de mendigos pasará a estar bajo un nuevo tipo de control disciplinario: mientras vivan en la finca, la que ellos llaman su “santa protectora” será quien tenga el control sobre el tiempo (“a las ocho todo el mundo en la cama”), sobre la distribución del espacio (“los hombres dormirán separados de las mujeres”), sobre las medicinas necesarias para la curación de los heridos, sobre la comida que se les administra e incluso sobre el reparto del tabaco. Nada más llegar a la finca, Viridiana comprueba que los criados que trabajan a su servicio no comparten su idea de fraternidad cristiana (“nada de hermanos, que en mi familia no hay mugrosos”, responderá uno de los guardas) pero también, que no todos los pobres están dispuestos a participar del proceso de disciplinamiento físico y moral propuesto. “Si quisiera quedarse tendrá que soportar cierta disciplina. Eso y tener más humildad con todos”, será la respuesta de Viridiana a un vagabundo que no acepta las condiciones impuestas por la fundadora del asilo, afirmando que ya está “harto de tanta beatería”. Por último, Viridiana, de manera similar a la regulación de la comunidad en un convento, tendrá el control de las funciones sociales de cada uno de los vagabundos, que se sorprenden al conocer unas demandas con las que no contaban cuando fueron acogidos simplemente por caridad: “Desde mañana, todos van a trabajar. Todo será a la medida de sus fuerzas y en lo que cada uno prefiera. Lo que quiero es que se distraigan y que hagan un poco de ejercicio”. La antigua novicia no sólo ha asumido el papel de Madre Superiora sino que también, como propietaria de la hacienda, puede establecer con los pobres acogidos una relación basada en el tradicional patronazgo de raíz católica, en la que el propietario prometía la protección a cambio de que los inquilinos o jornaleros fueran leales, trabajadores y sumisos a la clase aristocrática. 217 El grupo residente en el “asilo” estará constituido por excluidos del mundo laboral, que ejercen la mendicidad en lugar de estar sometidos al control de instituciones biopolíticas de la España franquista. Dentro del grupo encontramos a madres solteras, una de ellas embarazada y la otra con dos niños, ancianos, discapacitados y enfermos, que vagan por los caminos en lugar de estar bajo el control de la inmensa red de hospicios, asilos, escuelas, colonias agrícolas y casas de caridad que se extendían por todo el territorio nacional y en la que colaboraban numerosos miembros del apostolado seglar, que, como la protagonista de la película de Buñuel, habían profesado los votos de castidad, pobreza y obediencia187. Viridiana propone una contribución de todos ellos al funcionamiento de la economía de la finca. Tras escuchar a los vagabundos acogidos, descubrimos que no pueden incorporarse al mercado laboral debido a diferentes motivos que tienen que ver con sus enfermedades, con el acceso deficitario a la educación o con la discriminación por su condición subalterna, como en el caso de las madres solteras (“yo antes sabía trenzar esparto, pero después con el reuma…”, “antes sabía escribir pero se me ha olvidado, ahora pinto retablos”, “el año pasado hice unas migas en la peonada”). Además de las actividades asignadas a cada uno, la participación en los ciclos de oración diarios en la finca es obligatoria, como se pone de manifiesto en la escena en la que Viridiana dirige la oración del Ángelus, en la que participan los mendigos arrodillados a sus pies [fig. 62]. El Vaticano había aprobado en 1947 la Constitución apostólica “Provida Mater Ecclesiae”, por la cual proclamaba el reconocimiento de una nueva figura jurídica, los institutos seculares. Se trata de una normativa a la que se acogerán organizaciones como Acción Católica o el Opus Dei, que obtuvo la aprobación definitiva de la Santa Sede en junio de 1950. 187 218 Fig. 62. Escena del Ángelus en Viridiana Fig. 63. Escena de la reconstrucción de la finca en Viridiana La escena se presenta a través de un montaje cinematográfico que intercala las escenas del rezo colectivo con imágenes sobre los trabajos de construcción llevados a cabo para las obras de reforma de la casa por un equipo de albañiles dirigidos por Jorge [fig. 63]. Mientras los mendigos rezan y colaboran en los trabajos propuestos por Viridiana, el arquitecto se opone a la presencia de estos en la propiedad y critica duramente las decisiones de Viridiana argumentando que “socorrer a esos pocos entre tantos miles no arregla nada”. Su transformación de la vida en la finca pasa por consolidar su particular reforma agraria y por concluir la instalación de la electricidad para dejar de estar “como en la Edad Media”. En ausencia de Jorge y Viridiana, los mendigos deciden entrar en la casa, a la que tenían vedado el acceso, y una vez allí, comienzan a descubrir objetos y mercancías que nunca antes han estado al alcance de su mano. Como afirma una de las mendigas, puede que esta sea su única oportunidad para disfrutar del uso que puedan darle a las propiedades ajenas: “¡Cuánta riqueza de lujo! ¡Mira que morirme sin comer en manteles tan galanes!”. Sobre la marcha, deciden utilizarlos cenando en el espacio reservado para sus dueños. Los 219 mendigos, que Viridiana imaginaba como sujetos pasivos en su fantasía de dominio pastoral, disfrutarán de la que será en la finca su última cena, que en esta ocasión no consistirá en las “judías acedas” que habían comido en las caballerizas, sino en un banquete cocinado por ellos mismos: cordero asado y natillas servidos con las mejores galas188. En medio de sus conversaciones, asistimos a la irrupción del lenguaje del régimen cuando el ciego don Amalio reproduce un diálogo en el que un juez lo llamó “cívico” por denunciar a otro mendigo que era ladrón sacrílego. El adjetivo “cívico”, serviría por tanto a la autoridad franquista para definir lo que otro de los mendigos, en su uso del lenguaje libre de la interpelación desde el poder político, califica como el comportamiento de un “delator”. Esta conversación, que deja abierta una puerta para la pregunta sobre qué significan los valores cívicos y qué significa ser un ciudadano para las autoridades en la dictadura franquista, pasará a enmarcarse en la famosa escena en la que los mendigos toman el lugar de Cristo y los apóstoles en el popular cuadro de Leonardo da Vinci, cuya imagen, reproducida en masa, formaría parte de la decoración de los salones de las casas españolas durante décadas. En la escena más famosa de la película, la introducción de una estética iconoclasta, que el director había desplegado en su producción cinematográfica durante los años 20 y 30, convoca otras imágenes que formarían parte de anteriores memorias subalternas del pasado nacional, en las que el acceso a las propiedades de la Iglesia o de las élites estaba asociado a prácticas de lucha política popular y comunitaria que se dirigían contra esas instituciones y contra los intereses que sostenían. En este sentido, el banquete orgiástico de Viridiana retoma 188 En Halma de Pérez Galdós, la protagonista quiere promover en su asilo una igualdad que en la práctica se resuelve reservando los artículos de lujo para las autoridades que la visitan y no para los acogidos a su labor benéfica: “Dispensen la diversidad de la loza -les dijo doña Catalina-. En mi comedor reina todavía una confusión de clases estupenda, como en tiempos revolucionarios. Pero esta confusión no es parte para que yo olvide las categorías de los comensales. Para los dos señores sacerdotes lo fino, que ellos mismos irán escogiendo; para ti, José Antonio, y D. Ladislao, el barro plebeyo” (252). 220 otras formas de redistribución estética y política en las que el uso de las imágenes sagradas en la España de los años 30 había jugado un papel clave en la construcción de otras identidades cívicas que pusieron la iconoclastia al servicio de las de las potencias revolucionarias189. La reproducción de La última cena por los mendigos se inscribiría en una tradición a la que también pertenecerían los tableaux vivants en los que los milicianos se fotografiaron en 1936, posando con objetos y obras de arte de iconografía religiosa. De igual manera, la celebración del banquete en los salones de la mansión remite a otras ocupaciones de lugares como hoteles o palacios durante las colectivizaciones llevadas a cabo en la Guerra Civil, en las que la democratización del lujo se llevaba a cabo en espacios anteriormente vedados a las clases populares. A la altura de 1961, Buñuel rueda bajo el permiso de la censura y del gobierno franquista esta escena, que estallará como una bomba en medio del mismo régimen que había justificado su toma del poder como legitimación de una Cruzada. Viridiana será la respuesta estética y política a una “guerra santa” en la que Buñuel participa reflexionando sobre la dimensión de la violencia iconoclasta un cuarto de siglo después. El “asilo” de vagabundos desaparecerá cuando los mendigos huyan de la finca en desbandada, una vez descubierto el saqueo por parte de Jorge y de Viridiana, quien es salvada por su primo de una inminente violación por parte de uno de ellos. Una vez fracasado su proyecto benéfico, la protagonista decide cambiar su aspecto, abandonar sus prácticas religiosas y visitar una noche el dormitorio de su primo, quien la invita a jugar a las cartas 189 Como señala Sarah Wright, el uso de la imitación de obras de arte de la iconografía católica será explotada visualmente en el cine religioso del franquismo: “These tableau vivant from religious paintings serve almost to freeze the action, framing the child as an image of beauty. Thus Un traje blanco, about a boy’s attempts to procure a suit for his first communion, features a scene in which Marcos and Polonio, the two child protagonists, sit, heads in arms in the eaves of a barn – a recasting of the cherubs from Raphael’s Sistine Madonna, (37). The culmination of this cliched reproduction of the child comes in El maestro when the final, startling, scene in which the teacher is led by the boy, Gabriel (who we have been told is the son of a carpenter), to a church. Upon entering he finds the boy having assumed a position beneath the statue of the Virgin Mary, thereby converting it into a portrait of Madonna and Child. This is ‘sweet kitsch’, which is sentimental, associated with ‘superficiality, saccharine sweetness and the manipulation of mawkish emotions’” (37). 221 con él y con la criada Ramona. La película finaliza con la sugerencia de un menage a trois a ritmo de la canción de rockabilly “Shimmy Doll”. En ese momento, la protagonista parece instalarse en una fantasía de aceptación del nuevo orden social dentro de la casa, que reproduce el que su tío pretendía establecer en su relación sentimental con las dos mujeres que deberían estar en deuda económica y moral con él: Ramona, la sirvienta madre soltera de una niña a la que Jaime acogió en su casa y la novicia. Una vez fuera del convento y anulado su proyecto caritativo, Viridiana decide acercarse al nuevo cabeza de familia, amo y señor de la casa, que le indica cómo tiene que comportarse en esta nueva situación. Al final de la película, la economía monetaria y libidinal de la finca será gestionada a través del dominio de la transmisión de la propiedad por línea patriarcal, que vuelve a instaurarse sin que nada amenace esta reproducción del viejo orden latifundista, únicamente renovado por la instalación eléctrica y la productividad agrícola 190. Viridiana se integra en un orden económico en el que los mendigos finalmente han desaparecido, aunque no así la idea de una caridad practicada por Jorge siempre y cuando su ejercicio no implique ninguna rebelión desde la otra parte, como en la famosa escena de la denominada “parábola del perro”, en la que libera a un animal que corre atado a un carro, mientras los espectadores ven acercarse otro perro al que no va a desatar. La caridad, por lo tanto, será respaldada por los agentes que creen en la modernización económica, pero sólo mientras el paternalismo de las acciones realizadas mantenga el silencio y la sumisión de aquellos sobre los que se ejerce. 190 Susan Martín-Márquez analiza la relación en la película entre modernización y colonialidad, tomando en cuenta la naturaleza transatlántica del proyecto de Buñuel y la propia condición de “indiano” del personaje de Jorge, que llega a la finca desde Argentina: “Here the indiano is an aspiring architect who does, in fact, represent the enlightenment ethos of progress. That is to say, in a reversal of the usual imperial paradigm, according to which the advances of civilization are transferred from the metropole to the colonies, here modernity must be brought to Spain from the Americas” (103-4). 222 Para aquellos que, como Viridiana, creían en la posibilidad de controlar a otros a través de la beneficencia, la irrupción de los mendigos ha supuesto una poderosa amenaza que ha sido eliminada en el nuevo orden económico que se ha reestablecido en la finca. El cuerpo de Viridiana permanece impasible en el tránsito hacia nuevas formas de sujeción mientras la música le invita a abandonar sus temores a ritmo de rock: “Shake your cares away”. Los vagabundos, mientras tanto, estarán vagando por los caminos o habrán sido detenidos por la misma Guardia Civil que condujo a Viridiana hasta la finca cuando su tío se suicidó. Nada sabremos ya de ellos como tampoco sabremos nada de los acogidos en los asilos de Ángel Guerra y de Halma al final de las novelas de Galdós, cuyas palabras sobre la desigual distribución de la riqueza en España resuenan casi un siglo después en la película de Luis Buñuel: Que los que no poseen, que son siempre los más, atacan a los que tienen, que son los menos, pero se hallan robustecidos por el amparo del Estado. El Estado defiende la propiedad adquirida por los medios legales, con absoluta preterición de la ley moral. El pueblo no se resigna. (citado en Blanco Aguinaga 96) 3.3.3. Pasados y futuros del Desarrollismo: memorias del apostolado seglar en La oscura historia de la prima Montse (1970) de Juan Marsé Una referencia a la exhibición de la película Viridiana en España en circuitos alternativos a las salas de cine aparece en las primeras páginas de La oscura historia de la prima Montse (1970). En la novela de Juan Marsé, los personajes recuerdan el verano de 1960, momento en el que Montserrat Claramunt, primogénita de una familia de la alta burguesía barcelonesa, se quitó la vida arrojándose desde el puente del barrio de Vallcarca, de espaldas a “las luces expiatorias del Tibidabo, con la gran imagen del Sagrado Corazón, siempre con los brazos abiertos a la ciudad” (337). Paco Bodegas, primo de Montse y exiliado en París que ha regresado a España por un tiempo, recibe la información sobre la 223 proyección de la película de Buñuel en una conversación con Salvador Vilella, marido de su prima Nuria Claramunt: Hace poco pude ver Viridiana en una sesión especial con coloquio organizado por sacerdotes. Las cosas han cambiado mucho por aquí, y cambiarán mucho más, ya lo verás. ¿No has probado esta mostaza? Es francesa. Y europeando sobre la mesa, su mano posibilista y vernácula alcanzó la transpirenaica y democrática moutarde. (45) En estas líneas se condensa la percepción de ambos personajes sobre la aceleración de unos cambios históricos en los que se inscriben sus trayectorias vitales. Paco, oveja negra de la familia Claramunt, es capaz de comprender cuáles son las estructuras ideológicas desde las que Salvador organiza un relato heroico de su papel político desde un sector de la oposición antifranquista, como es de la democracia cristiana post-conciliar. Para el personaje de Vilella, tanto la película de Buñuel como la mostaza de importación forman parte de la misma cadena de signos sociales que garantizan una distinción dentro de un juego social cuyo objetivo es la incorporación del país y de sus propias vidas a un neocapitalismo que se inscribe dentro del horizonte de expectativas enmarcado por la imaginada pertenencia cultural y económica a la Comunidad Europea. En el caso de Vilella, esta entrada en el marco europeo se realiza desde su posición política dentro de los cuadros orgánicos del nacionalismo católico catalán, encarnado en la metonimia de su “mano posibilista y vernácula.” En el transcurso de esa conversación, los lectores tienen acceso a más información sobre las vidas de Montse y Salvador. Ambos coincidieron a finales de los 50 como visitadores apostólicos de las Juventudes Obreras de Acción Católica (JOC), en una parroquia barcelonesa situada en un territorio fronterizo en la encrucijada entre diferentes barrios: “una vieja zona residencial devorada por la expansión de Gracia y por la foránea invasión de la posguerra que nutrió de charnegos el Guinardó y el Carmelo” (118). Un espacio en el que se producía el encuentro entre miembros de diferentes clases sociales que participaban, bien 224 como catequistas, bien como catequizados, en las actividades de la parroquia191. Como se verá a lo largo de la novela, la identificación y el compromiso con el lenguaje católico y con las prácticas apostólicas en las que socializaron en su juventud irán divergiendo hasta llegar a los polos opuestos en los que se encuentran al final de la obra las trayectorias de las vidas de Montse y Salvador. La instrumentalización que Vilella hace de la organización católica para su ascenso social y su incorporación al campo político de la oposición antifranquista es equiparada por Juan Marsé con el proceso paralelo a la formación de cuadros al frente de partidos políticos, empresas e instituciones gubernamentales que en ese momento estaba teniendo lugar en otro espacio de encuadramiento de élites como era el del Opus Dei, organización que contaba con presencia en el gobierno desde 1957: Es un personaje del cual estoy contento porque no lo he encontrado en ninguna otra novela española. Es el producto de la parroquia, éste. Este es auténtico – el arribista que se forma en un grupo de vida parroquial—esa cosa tan curiosa diocesana que…en fin, es un equivalente del Opus. (Clark 98) A la altura de 1966, seis años después del suicidio de Montse, su primo Paco analiza las claves del ascenso social de Salvador, que ha pasado a dirigir las empresas del clan Claramunt tras su matrimonio con Nuria y a ocupar puestos de responsabilidad política en la administración franquista192. Para completar su función como intelectual orgánico, Salva 191 En una conferencia a la que asiste Montse al comienzo de la novela se especifican las tareas que las Visitadoras llevaban a cabo: “... apostolado entre niños de los parvularios y guarderías, centros para obreros y estudiantes, ancianos, enfermos y presos sin familia, y en chozas de suburbio o ambientes selectos de parroquias urbanas, siempre en estrecha colaboración con la Asistenta Social y la joven Divulgadora, incluso en la universidad si hace falta, estar siempre interesadas por el bien ajeno, sembrando serenidad y paz en los hogares, tan faltos de ellas como vemos en nuestros contactos directos con familias de todas clases”(25). Las organizaciones de apostolado laico como las Hermandades Obreras de Acción Católica (H.O.A.C.) y su rama juvenil Juventudes Obreras Católicas (J.O.C) nacen como una réplica a las organizaciones obreras de izquierdas en su difusión del pensamiento social católico. La J.O.C., organización a la que pertenece Montse llegó a sumar en 1959 “entre 60 y 80.000 afiliados, entre militantes y adherentes” (Tello 175). 192 El narrador hace alusión a dos acontecimientos que tienen lugar en la Barcelona de 1966. Uno de ellos es la campaña “Volem bisbes catalans!” que pretendía que se nombraran obispos catalanes en todas las diócesis de Cataluña, replicada paródicamente por el narrador de origen charnego: “Como somos mayoría, queremos obispos de Almería”. Por otro lado, la marcha silenciosa de 130 sacerdotes 225 desempeña una labor como conferenciante divulgando asuntos como como la difusión de la lengua catalana o el análisis de modelos económicos según su interpretación de las directrices de la iglesia postconciliar: Habló de cómo le absorbían ya los asuntos de la fábrica y su trabajo en la Diputación (un cargo confusamente cultural), además de la sagrada causa pro-lengua vernácula escarnecida, con sustanciosos y misteriosos intereses editoriales d’Aportació Catalana, y, sobre todo, de aquella actividad que más le enorgullecía: la de conferenciante. Refiriéndose al ciclo de conferencias cuyo tema general: “Las actividades económicas y la Iglesia en el mundo moderno”, o algo así, fue propuesto por él, se extendió largamente sobre la última disertación que había hecho, “Ateísmo y economía marxista: su historicidad y su superación”, o algo así. Muy poco preparada, confesó, le había faltado tiempo para documentarse . . . - Por cierto, me salió ajustada a la línea del Concilio... -Oye, ¿cuál es la línea del Concilio? -pregunté con retraso . . . -Ya sabes, el diálogo, la convivencia, el aggiornamento . . . -Cruel ironía la del destino dije-. Recuerdo que a Montse la llamabais borrega y tonta por situarse hace ocho años en esa línea que ahora, precisamente, los nuevos vientos ecuménicos os recomiendan. -La pobre Montse sufrió una prueba para la que no estaba preparada -dijo gravemente. Las cosas a su tiempo, Paco. (45-7) La “prueba” para la que Montse no estaba preparada se irá desvelando a los lectores a lo largo de la novela, a través de los recuerdos de Paco y de su hermana Nuria. Iremos sabiendo que los acontecimientos que cambiaron la vida de Montse comenzaron cuando la Visitadora es requerida por una chica del suburbio en el centro parroquial en el que colabora para que vaya cuanto antes a visitar a Manuel Reyes, preso en la cárcel Modelo. Su implicación en el deseo de ayudar a Manuel cuando sale de la prisión, se prolonga más allá de lo que el decoro moral de las organizaciones católicas y su familia están dispuestas a admitir. Cuando comienzan a sospechar de las intenciones sentimentales de la catequista hacia su protegido, Montserrat decide irse de casa para empezar una nueva vida con Manuel, llegando y religiosos para protestar ante el jefe superior de Policía por los supuestos malos tratos a un estudiante, que también es objeto de burla por parte del narrador en un telegrama que reproduce el que fue realmente enviado por dichas organizaciones: “El presidente de la entidad organizadora cerró el acto con la lectura de varios telegramas de adhesión. Uno de ellos produjo, no sé por qué, una extraña emoción general, una gratísima sensación de peligro inminente, de heroísmo y de clandestinidad: ‘Reprobamos el odio y la violencia que aplastan los derechos de la persona humana. Firmado: Jec, Jic, Jac, Joc, Jac/F, Jec/F, Joc/F, Hoac y M. S.C. Minyons Escoltes’” (56-7). 226 al extremo de robar los fondos recaudados en una fiesta benéfica. Al descubrir que el padre de su futuro hijo ha desaparecido tras aceptar una oferta de trabajo que los Claramunt han conseguido para alejarle de la familia y que, además, su hermana Nuria estaba manteniendo una relación amorosa con él, Montse decide tomar una última decisión. Con su vida desaparece, no sólo la posibilidad de emancipación de su familia y de las organizaciones eclesiásticas que la habían conducido a ese callejón sin salida, sino también la posibilidad de encarnar otra trayectoria vital diferente, otras posibilidades éticas y políticas desde las que transformar esas instituciones. Para su primo Paco, Montse no sólo sería una pionera a la hora de adelantar un lenguaje y unas prácticas sociales que tiempo después serían reconocidas socialmente como parte del dogma de la Iglesia post-conciliar, sino que además, en su propia experiencia vital habría conseguido imaginar y poner en práctica otro tipo de relaciones intersubjetivas que iluminaban un horizonte utópico que ponía en tela de juicio el orden moral en el que se había educado y formado: Había en ella una total imposibilidad de conectar con lo inmediato, una desmesurada capacidad de proyección hacia un futuro mejor, como si la realidad que veían sus ojos fuese igual a la de esas fotos cuyo primer término está desenfocado en favor del último. Ignoro si la fe católica consiste en eso (me temo que es asunto más sucio), pero, de cualquier forma, semejante cualidad no presentaba ninguna relación directa con la estupidez y la flojera mental de las Hijas de María, sus compañeras del grupo parroquial. (347-8) Montse hace suyo el discurso del catolicismo social que a finales de los años 50 estaba incorporando Acción Católica a partir de un nuevo método de formación-acción denominado la “Revisión de Vida”, basado en la reflexión continua y en la adopción de compromisos a partir de la concatenación dialéctica entre tres momentos relacionados: ver, juzgar, y actuar. La militancia en el apostolado seglar apostará en este proceso por un compromiso por la transformación social, el llamado “compromiso temporal”. En este sentido, cabe destacar cómo algunos de los asuntos que se abordaron como temas de 227 reflexión a finales de los años 50 y principios de los 60 en la rama femenina de Acción Católica fueron “la comunión de bienes frente al comunismo, la moral o la pobreza, pero también la falta de justicia en las instituciones, el clasismo . . . o el abuso de poder” (Moreno Seco 253). La declaración conjunta del episcopado ante la estabilización y el desarrollo, publicada el 15 de enero de 1960 remitirá a lo que habían denunciado previamente los movimientos apostólicos de J.O.C. y H.O.A.C: Que la clase obrera era la más perjudicada por las consecuencias del Plan de Estabilización, que los “pudientes” persistían en su actitud egoísta e insolidaria, que los obreros merecían un sueldo justo y el disfrute de los beneficios empresariales, y que la sobriedad y austeridad de todos debería ir acompañada, más que nunca, de la justicia social. (Berzal 179) Al comienzo de la novela de Juan Marsé, las Visitadoras reciben instrucciones y consejos sobre cómo deben desempeñar su función. La gestión de sus tareas se apoya en una compleja planificación por parte de la organización, que durante toda la posguerra ha desarrollado dispositivos de control biopolítico que permiten clasificar, identificar y ordenar aquellos sujetos sobre los que se proyecta la acción apostólica. Junto a esta eficacia administrativa, se fomenta una relación con los asistidos basada en la empatía y la comprensión, una relación de cercanía como la que Montse establecerá en sus visitas a la cárcel. Afectos que con el paso del tiempo le conducirán a querer compartir su vida con Manuel: “¿Y cómo deben obrar las Visitadoras en un ambiente hostil? En primer lugar adquiriendo información, noticia clara y genérica de las posibles y distintas necesidades, y resolviendo a continuación aquellas que están a su alcance. . . ¿Y qué proyección social encierra esta misión? Pues en primer lugar hay que elevar la experiencia, dificultades y características de los problemas con que hay que enfrentarse, a un nivel coordinador, estadístico y de control. Los tiempos exigen planificar, utilicemos las armas del enemigo… ¿cómo captarse a un preso orgulloso de su soledad, amargado?, me preguntaba nuestra compañera Montse el otro día. Pues interesándonos por lo que a él le interesa, por sus preocupaciones, compartiendo sus sufrimientos y logrando serle útil, en una palabra, y termino, procurando ser más humanos.” (25-6) 228 La función de la “revisión de vida” tal y como se planteaba en los círculos de Acción Católica en 1960 se concibe como una gramática cultural que hace posible la interpretación de los problemas sociales a partir de una hermenéutica del evangelio que permite “‘leer dentro’, penetrar dentro de los problemas” (Montero “El modelo” 168). Para el narrador, Montse tendrá precisamente un problema de lectura de las circunstancias sociales, lo que se traduce en la novela como un desfase entre la construcción literaria de la mirada de Montse y las acciones de los habitantes de las chabolas, entre lenguaje y realidad. Artículos, columnas de opinión en la prensa del régimen, revistas católicas, hojas parroquiales sirven como materiales de derribo a partir de los cuales Marsé articula el punto de vista de Montse a través de una operación estética basada en el uso paródico del discurso sentimental que inundaba las descripciones sobre la vida en el suburbio que pueden encontrarse en la literatura sobre el pauperismo y la caridad que circulaban en la España de los 50: “Hay una parodia de una especie de discursos muy al estilo y a la manera de las cosas de la época que – no recuerdo— los saqué de revistas, de artículos . . . En esta novela me gustó mucho hacer parodias” (citado en Clark 94). De esta manera, la narración permite a los lectores acceder a los códigos estéticos de este tipo de literatura al tiempo que se hacen visibles las condiciones materiales que son objeto de su construcción discursiva. En la visita de Montse al interior de una chabola, el uso de los diminutivos, la infantilización de los personajes o la idealización de la pobreza y la marginalidad, son elementos discursivos que sirven para resaltar el contraste con la situación descrita, en la que Montse –a diferencia de los lectores– no parece percibir la realidad que le rodea. La protagonista es completamente ajena a una relación sexual interrumpida entre dos primos adolescentes, casi niños, que deben trabajar y cuidar a otros miembros de la familia mientras conviven hacinados en ese espacio: Montse mira al bebé en la cunita, junto a Rafaela, la cunita que consiguió a través de Cáritas hace un mes. -Traigo el boleto para el rey de la casa -anuncia con sana y 229 expansiva alegría, y los dos primitos saltan palmeando de contento . . . -¡Ah! -exclama Montse fijándose en Miguelín que, sentado en el suelo, tiene sujeta una pierna a la pata del armario con la cadena y el candado de la bicicleta de papá-. ¡Ah, ya veo que sigues siendo malo, y que mamá aún no puede dejarte suelto cuando va al trabajo, la pobre...! ¿Volviste a escaparte, Miguelín, niño malo? . . . Daba gozo verlas inclinadas sobre el rey de la casa, aquel terrible dictador de negros bucles y sonrisa picarona . . . Crecerá y saltará de júbilo porque le ha sido concedida la gloria de los espacios abiertos y sanos, el reino infantil de las laderas de Montjuich o del Monte Carmelo o de la Montaña Pelada . . . Alegres como unas castañuelas, los angelitos se despiden de la señorita con un beso. Rafaela la acompaña hasta la calle y al volver se sienta en el catre mirando a su primo malo con una graciosa severidad de personita mayor. Los dos están solitos en la casa. Miguelín con su sonrisa de tunante mira a Rafaela (108110). La novela de Marsé despliega un amplio repertorio de discursos sobre el catolicismo en la encrucijada entre el Concordato de 1953 y la convocatoria del Concilio Vaticano II, con el objetivo, según el autor, de “ilustrar las contradicciones y la hipocresía de un sector de la sociedad tradicional católica, poner en evidencia la falsedad de su sistema educativo y moral” (Rodríguez). La escritura de la novela a finales de los años 60 se revela como una operación de memoria ligada a la implicación identitaria del autor con la construcción de un relato a través del cual pueda establecerse una genealogía de las relaciones entre el poder eclesiástico y un campo político en construcción durante el franquismo. Marsé disecciona las diferentes entradas en la vida adulta posibles de los personajes en este “juego social” –siguiendo la terminología de Bourdieu–, tomando en cuenta sus experiencias como sujetos socializados en su infancia y adolescencia en las prácticas y discursos de estas organizaciones católicas que gestionaban, no sólo el ejercicio de la caridad, sino también la creación de otros tipos de espacios y tiempos para la formación y el ocio de niños y jóvenes193. Excursiones, cine, 193 En la novela, Salvador Vilella comienza a desarrollar todo tipo de actividades para niños y jóvenes en el centro parroquial al que asisten las hermanas Claramunt: “Sabemos que entonces el Centro, pese a los esfuerzos del buen cura, no era más que un caserón triste y desolado: apenas media docena de desarrapados jovenzuelos del Guinardó y del Carmelo, que no había quien sujetara ni educara. Las pocas señoritas catequistas -tu hermana entre ellas- se dedicaban más bien al culto. El joven Vadó traía ideas nuevas y se ganó enseguida a la juventud del barrio, los muchachos le seguían (Se atrajo a los chicos sin poner en ellos cariño, dijo Nuria. Nunca los quiso como Montse). Nunca. Pero con ellos desplegó una gran actividad, sus dotes no tardaron en manifestarse y el Centro inició una época fecunda; entre la feligresía rica empezaron a salir benefactores . . . organizó el Centro Excursionista y el Aspirantado, el equipo femenino de baloncesto . . . campeonatos de ping-pong y de ajedrez. Y con 230 juegos, campos deportivos, repartos de comida, clases, talleres de formación, teatro o ensayos de bandas de música eran algunas de las actividades que, además de la catequesis, se realizaban en los hogares sociales y centros parroquiales que dependían de Acción Católica. Espacios que jóvenes de barrios obreros de la generación de Juan Marsé conocían de primera mano: Se trata de una historia muy vinculada a una etapa de mi vida, en la adolescencia. Los muchachos pobres del barrio hacían entonces lo que podríamos llamar vida de parroquia, o de centro parroquial, y eran objeto de actividades diocesanas y de apostolado o catequísticas, términos que no sé si hoy significan algo. La historia surgió entonces de mis experiencias en ese ambiente . . . Procuré hacerlo trabajando con materiales que conocía muy bien, para que las ideas no se impusieran sobre los hechos, ahogando la vida que toda ficción debe transmitir. Unos hechos, además, aunque ya sé que eso carece de importancia desde el punto de vista estrictamente literario, basados en una historia real que viví de cerca a los quince años. (Rodríguez) En este sentido, el protagonismo y las voces narrativas de La oscura historia no pertenecen al mundo de esos muchachos pobres de barrio de los que habla Marsé, a diferencia de las voces de los “kabileños” que tejen los relatos de su siguiente novela Si te dicen que caí (1973). En esta novela, también aparecerá el espacio de la Capilla Expiatoria de Las Ánimas del Purgatorio de Barcelona pero en el contexto de los años 40, lugar que permite comprender a los lectores de Marsé los efectos de subjetivación que produce la gestión de la violencia por parte de las instituciones religiosas en los niños y adolescentes de la inmediata posguerra, en lo que Terenci Moix denominará en el ensayo del mismo título, “el sadismo de nuestra infancia”. Mientras que en Si te dicen que caí, las “oscuras historias” de la gente–los “aventis”están narradas por los propios muchachos que participan en ocasiones en las funciones de teatro que se ensayan en la casa parroquial, en la “oscura historia” de Montse, la protagonista será un personaje ausente alrededor de la cual su primo Paco comienza a recopilar recuerdos el tiempo asumió el mando del Cuadro Escénico, que todos los años representó en el teatrito Els Pastorets y hasta se atrevió con El divino impaciente, y se puso al frente de la juventud de A. C.” (113-4). 231 propios y ajenos con la intención de contarse a sí mismo la historia de una vida y de una muerte que, precisamente gracias a la oscuridad en la que le sumieron sus familiares y un entorno responsable de su suicidio, permite iluminar las razones del comportamiento de aquellos que la condenaron socialmente. En la familia Claramunt, como en el orden social del franquismo, los roles de género están repartidos en función de las dos caras del modelo de economía política fomentado por el régimen: los hombres se dedican a los negocios mientras las mujeres llevan a cabo labores caritativas. La madre de Monserrat tendrá tanto poder como su marido en el campo empresarial, poder que acumula desde sus puestos directivos en Caritas y en la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas, desde donde “organiza, solicita y obtiene, prepara conferencias y fiestas de beneficencia y mesas petitorias, inaugura y clausura, orienta, aconseja, promociona” (90). En la generación siguiente, Montserrat y Salvador utilizarán de diferentes maneras el capital social que han adquirido en su paso por las organizaciones de encuadramiento católico. En el caso de Montse, el ejercicio de la caridad y las labores benéfico-asistenciales lejos de conducir su vida por un camino en el que su matrimonio con un gestor de los negocios familiares hubiera sido un destino apropiado para una señorita de buena familia – es el itinerario vital de su hermana cuando se casa con Salvador-, elegirá exactamente el camino opuesto. En su caso, será precisamente el contacto a través de su labor de apostolado con esos otros vulnerables que están fuera de la esfera familiar lo que la ha convertido en alguien capaz de asumir las consecuencias de una experiencia de desclasamiento radical. Cuando su familia le abandona, Montse llevará hasta las últimas consecuencias su intento de construir un 232 proyecto de autonomía personal, plan que sólo se viene abajo cuando descubre que Manuel le ha abandonado para buscar un ascenso social en solitario194. El frustrado intento de emancipación de Montse y la fuga de Manuel clausuran la posibilidad de emergencia de un tipo de relaciones en las que pudieran crearse otras posibles alianzas entre clases sociales, capaces de socavar los cimientos de las instituciones que generan el orden moral y político franquista. Montse llega demasiado pronto incluso al discurso de las mujeres de Acción Católica, que en 1966, año en el que Marsé comienza a escribir su novela, llegaron a proponer en sus Jornadas anuales “abandonar el clasismo burgués” (Moreno Seco 254). A diferencia de este desfase del comportamiento de Montse con respecto al espacio de experiencias históricas en las que transcurrió su vida, Salvador Villela será un atento observador desde su infancia de las oportunidades para el ascenso que encuentra en el campo social y político. Su experiencia de desclasamiento, a diferencia de la de Montse, se traduce en un acercamiento a la burguesía catalana que pasa por un profundo conocimiento de los discursos y prácticas benéficas, a través de las cuales Vilella consigue un conocimiento interno de las transformaciones económicas y eclesiásticas que el espacio de la caridad consigue articular durante el franquismo: El tipo constituye un ejemplo interesante de arribismo en la especialidad que podría llamarse diocesana. Un muchacho despierto y servicial creciendo -así me gusta verleentre cirios chisporroteantes y genuflexiones, entre siseos y murmullos de rectoría que traían favores, méritos y recomendaciones . . . aprendió desde jovencito a introducirse en esos repliegues de nuestra benefactora y limosnera burguesía, esas blandas cavidades de la caridad. Ciertas piadosas catequistas casaderas y de buena familia podrían ser presa fácil de unas pocas sombras masculinas en genuflexión que frecuentan la parroquia desde la niñez y que viven en repliegues del distrito que nadie conoce: son los regenerados, jóvenes de origen oscuro y aparentemente inofensivos, devotos, perseverantes, dispuestos siempre a confraternizar. Ingresaron en la parroquia de jovencitos, fueron los primeros rescatados con esfuerzo del peligro de la calle y las tabernas, del billar, de las cartas y de los bailes populares, atraídos no 194 Manuel Reyes es el Pijoaparte de Últimas tardes con Teresa (1966), personaje que ya había intentado, sin éxito, una alianza sentimental con la burguesía revolucionaria. En palabras del autor: “Mi intención era simplemente contar la historia de Teresa y el Pijoaparte desde dos mitos, enfrentándolos (romanticismo ideológico de ella; fe en la escalada social de él a través del amor)” (Amell 62). 233 exactamente por el himno de la Campaña de Navidad («Som germans tots, rics i pobres, fora lluites i rencosr»), sino por el balón de fútbol que les regaló el buen párroco para que jugaran en el solar junto a la iglesia. Domesticados, convertidos primero en monaguillos y. cantores del coro, en entusiastas excursionistas y después en aspirantes de A. C., al crecer ingresaban en los cuadros de mando y en la dirección de catequesis y alternaban con las atareadas preceptoras de la sección femenina, unidos a ellas por ese noble quehacer apostólico que borra fronteras sociales . . . Y Salva Vilella, entonces destacado jocista y técnico publicitario, ¿qué era sino una de estas sombras redimidas? (118-9) De esta manera, el niño “regenerado” por la educación parroquial nacional-católica, se convertirá en un educador capaz de intervenir en la vida de Montse desde su posición en la familia Claramunt, a través de la gestión de los sobornos ofrecidos a Manuel, “El Que Debe ser Regenerado” (75). En el pasado, Vilella había adquirido una gran experiencia en el control de esos mismos niños y jóvenes de los barrios obreros, “que no había quien sujetara ni educara” (113), mientras ejercía de mediador social con esa misma burguesía benefactora que intentaba asegurar, mediante el control social y el adoctrinamiento religioso, que las nuevas generaciones no se convirtieran en un elemento desestabilizador del orden social. Salvador Vilella se convierte en ejemplo del sujeto desarrollista, capaz de transitar entre el mundo del nacional-catolicismo en el que habían florecido las viejas fortunas familiares de la generación de sus suegros y las nuevas oportunidades que a la altura de 1966 le ofrece el campo del nacionalismo demócrata-cristiano y la gestión de las empresas de los Claramunt. Así, durante su juventud, alternará su vida de publicista con la de catequista que mezclaba en su mochila “textos encíclicos en estudio, informes de ventas y de mercados para tío Luis” (274). Como señala Paco, Salvador encarna en sí mismo al hombre del desarrollismo, prueba palpable de que la adhesión a las fuerzas políticas y económicas que hacían posible ese modelo económico hacían ascender a aquellos que sabían cómo adaptarse a las posibilidades que el campo social ofrecía a cada momento como le recuerda el narrador: “-No menos extraño . . . el hecho de que el catequista oscuramente parroquial y suburbano 234 que fuiste tú ocupe hoy, y en menos tiempo, un cargo en la Diputación y se codee con el cardenal Acquaviva. Debe de ser una prueba del desarrollo del país” (43-4). El narrador describe una nueva clase política de católicos tecnócratas emergentes, de la que Vilella no será el único exponente en la novela. Mientras Salvador procede del campo de experiencias de la beneficencia como dispositivo de ingeniería social, otros personajes se dedicarán al adoctrinamiento católico de trabajadores. Los lectores saben de ellos gracias a la insistencia de Montse para que Manuel asista a unos ejercicios espirituales, tras los cuales le presentarán a un empresario benefactor de la organización católica “Colores”, la cual ha invitado a un grupo de cursillistas trabajadores a realizar un retiro en una masía. Durante tres días, los asistentes son asediados para confesarse y comulgar, de manera que puedan producirse las “conversiones” en masa que espera la organización. Diversos agentes del clero y del apostolado seglar intervienen utilizando relatos en los que se pasa de la retórica y de las prácticas disciplinarias del nacional-catolicismo, al pragmatismo que justifica la presencia de la fe católica como dispositivo capaz de crear discursivamente una idea de “igualdad social” (229), capaz de desactivar políticamente a las clases trabajadoras. En las conferencias que los participantes escuchan, el narrador construye discursos en los que las élites tecnócratas desprecian a los obreros por su ignorancia de un lenguaje que disfraza las viejas formas de explotación con los ropajes del modelo económico desarrollista: La manera de alcanzar la igualdad social, dice el conferenciante, debéis concebirla en términos de la más característica ideología cristiana: una mayor laboriosidad, la capacitación profesional, la perseverancia, la honradez y el comportamiento que inspire confianza en vuestros superiores, eso os abrirá el camino hacia los bienes materiales y los bienes de la cultura. Muchos trabajadores de mi padre me preguntan: señorito Fernando, ¿qué quiere decir Marketing? Y yo les digo: Noi, t’has de fer una cultureta, no basta con ser honrado. ¡Debemos hacernos una cultureta, sí, pero sobre la roca firme de la fe! Ignacianamente hablando, principio y fundamento. (229) Frente a los intentos de captación política de los estudiantes y obreros por parte de personajes como el conferenciante Fernando Boix Pertencá o Salvador Vilella, Paco expresa un deseo hacia aquellos que en aquellos momentos estaban “navegando en aquellas 235 encharcadas y pestilentes aguas del posibilismo político” (338). Paco confía en que el proyecto político de estas élites fracase en cuanto los trabajadores sean conscientes del modelo económico que estos agentes del campo político y cultural –“mandarines” según el narrador– reproducen: “-Es inútil, Salva, créeme -le dije bostezando-. Por cada obrero que lográis que descubra a Dios, hay diez que descubren vuestros ingresos. Corren malos tiempos. Estáis perdidos” (338-9). Paco intenta conjurar otras profecías políticas de la época, las cuales otorgaban a la socialdemocracia cristiana un papel hegemónico en el futuro del país. Este sería el caso del análisis que Jorge Semprún realizaba en 1965, cuando afirmaba que en ese momento las dos únicas organizaciones que tendrían un papel definitivo en la oposición política tras la muerte del dictador serían el PCE y la democracia cristiana. La novela de Marsé vuelve a un pasado reciente para comprender, no sólo como se estaban configurando esos cuadros políticos en los que se jugaba el futuro de parte de la oposición antifranquista, sino también cuál había sido el juego social que había hecho posible su ascenso. Las preguntas sobre el pasado de esa “oscura historia” de Montse son al mismo tiempo las preguntas sobre los futuros posibles que hubieran tenido trayectorias vitales clausuradas como la de esta Visitadora de Acción Católica que decidió fugarse con un ex presidiario. Los últimos planes de Montse incluían la posibilidad de iniciar una vida en común con Manuel en Sabadell, ciudad adonde ella nunca llegará. A diferencia de Manuel, quien encuentra allí un trabajo por influencia del padre de Montse o del porvenir de Salvador, que tiene en la ciudad obrera uno de los destinos habituales donde ejerce su labor de conferenciante, los lectores sólo podemos especular sobre el devenir de la vida de Montse si alguna vez hubiera conseguido vivir allí con su hijo. Quizá, cumpliendo los deseos de su primo sobre el futuro político de las clases trabajadoras, la hubiéramos encontrado formando parte de alguno de los movimientos vecinales u obreros que constituyeron poderosas fuerzas populares de oposición en la ciudad durante la década de los 60. 236 En el futuro que se extiende desde la muerte de Montse hasta la publicación de la novela, el papel de las organizaciones católicas como centros de construcción de identidades políticas será fundamental para crear espacios de autonomía obrera. Este será el caso de Comisiones Obreras de Sabadell, formadas en 1966 en un local parroquial como agrupación de organizaciones como el PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña), la HOAC o la JOC, a la que Montse había pertenecido. En un ejercicio de imaginación histórica se podría especular acerca de un futuro distinto para Montse dentro de otras trayectorias vitales posibles en el Sabadell de los 60. Desde esta perspectiva, se podría incluir a Montse en una hipotética historia de las vidas en el franquismo bajo esa otra temporalidad en la que podría haber participado, por ejemplo, en la manifestación a favor de la escuela pública en Sabadell en 1968 o en la comisión de las veinte mujeres que en 1970 se reunieron en el ayuntamiento con el alcalde exigiendo la amnistía195. 3.4. Días de radio: capitalismo y poder pastoral (1955-1961) Un científico disfrazado de esquimal recoge 3.000 pesetas de manos del locutor Bobby Deglané tras una dura competición para conseguir un premio en el concurso radiofónico Busque, corra y llegue usted primero. Mientras, un viejo maestro de una escuela nacional rural espera conseguir en el programa radiofónico Doble o nada el dinero necesario para que un niño enfermo pueda ser operado en Suecia. Una muchacha confía en poder viajar a Italia para ver a su padre exiliado gracias al sorteo que una marca de chocolate promociona 195 La bibliografía sobre los movimientos políticos, obreros y vecinales en Sabadell es extensa. Entre otros trabajos pueden citarse Dictatorship, workers, and the city: Labour in Greater Barcelona since 1939 (Oxford [England]; New York : Clarendon Press, 1989) de Sebastian Balfour, Quan el carrer va deixar de ser seu. Moviment obrer, societat i canvi polític. Sabadell (1966-1976) (Barcelona, Publicacions de l'Abadia de Montserrat, 2002) de Xavier Domenech o Quan els obrers van ser els amos. Una setmana de vaga general política a Sabadell el febrer de 1976 (Lleida: Pagès editors, 2012) de Xavier Vinader. 237 en sus anuncios de radio, escuchados en los receptores de los suburbios de Barcelona. Un grupo de mendigos cena en las casas de las élites y fuerzas vivas de una ciudad de provincias durante la campaña “Siente a un pobre en su mesa”, retransmitida en directo por la emisora local. A partir de estas tres escenas, que pertenecen a las películas Historias de la radio (Sáenz de Heredia, 1955), la novela Fiestas (1958) de Juan Goytisolo y la película Placido (García Berlanga, 1961), puede proponerse un itinerario literario y cinematográfico que permita explicar por qué estas producciones, obra de un director comprometido con el régimen franquista como es José Luis Sáenz de Heredia, pero también de productores culturales disidentes, como es el caso de Luis García Berlanga o de escritores como Juan Goytisolo, colocan en el centro de sus tramas las relaciones entre el azar, el consumo y la beneficencia como elementos que la radio convertirá en un espectáculo de masas en la España de los años 50 y los 60. En estas tres obras, la radio ocupa un lugar central como espacio en la esfera pública en el que se articula una relación a través de una puesta en escena espectacular entre el Estado, las empresas que patrocinan tanto los concursos como la expansión de la radiobeneficencia y los radioyentes. El suministro a través de las ondas de un inventario de léxicos y estilos de vida hace posible la representación de diferentes identidades sociales y políticas en las que los radioyentes pueden encuadrarse en calidad de consumidores, donantes, asistidos, concursantes, estrellas por un día y ganadores o perdedores de sustanciosos premios. El papel de la radio será fundamental en la educación sentimental popular de una época en la que los aparatos receptores comienzan a poblar los hogares españoles: La radio tenía una envergadura considerable y estaba en condiciones de dictar la sentimentalidad popular, y así lo hizo entre 1950 y 1960. La cosa tuvo su prehistoria infraestructural: la intensa electrificación del país, la definitiva comercialización de los receptores. Se llegó a estimular las más variadas formas crediticias para comprar una radio. Por ejemplo; la de la radio-hucha que funcionaba a base de ir metiendo monedas por una ranura. Periódicamente pasaba un empleado de la empresa 238 vendedora y se llevaba la recaudación del mes. ¡Qué papel tan activo tenía el ciudadano en la búsqueda de su propia alegría! Es una fórmula no explotada lo suficiente y que tiene una interesante implicación educativa. (Vázquez Montalbán Crónica 105) Además de los factores mencionados, dicha expansión de la radio coincidiría con las transformaciones de una programación que se pone al servicio de la promoción comercial, debido a la financiación a través de los ingresos publicitarios por parte de las emisoras privadas como la Cadena SER. Algunos de estos cambios, que fueron exportados al resto de emisoras comerciales y a la radiodifusión pública, incluirían la incorporación de programas más extensos para adecuar la identidad de un presentador-estrella dentro de una audiencia, el patrocinio de las marcas publicitarias, el reparto de premios o la extensión de programas en cadena a través del circuito de líneas microfónicas de la Compañía Telefónica, lo que permitirá la difusión nacional de programas locales de enorme éxito (Balsebre 154-64). Durante todo el franquismo, la expansión de esta industria cultural estaría acompañada de una promoción del consumo asociado a productos alimenticios o a la compra de productos de uso cotidiano, cuyas marcas fueron las principales benefactoras de una radio comercial en la que la promoción se realizaba partir de una amplia variedad de sorteos y concursos: “Cabalgata Fin de Semana” marcó los primeros hitos en la España consumista. Un coñac y una fábrica de caldo concentrado se dedicaron a regalar una mínima parte de los excedentes de sus beneficios a través de concursos radiofónicos. Cada noche, la renta de los concursantes iba en aumento, y también la expectación del público presente y ausente, estimulada por los gritos entusiasmados de Bobby. Era la materialización del mito de Jauja, era el ariete de la publicidad, dando punterazos contra la inmensa, berroqueña cabezota nacional (Vázquez Montalbán Crónica 121). La radio se convierte en un agente donante que exhibe la capacidad de contar con una cantidad aparentemente ilimitada de mercancías y capital a disposición del público consumidor. Estos premios millonarios formaban parte de todo un aparato comercial que atravesaba las prácticas de una radio vinculada a unas élites financieras que intervenían en la gestión tanto de los medios de comunicación privados como de la economía estatal. Este será 239 el caso del abogado Antonio Garrigues y Díaz-Cañabate, presidente del Consejo de Administración de la Cadena SER desde 1951 y “agente intermediario de los intereses norteamericanos presentes en la cadena y de una buena parte de las inversiones extranjeras que se producen en España a partir de 1951” 196( Balsebre 16). Las relaciones políticas y económicas entre el aparato del estado y las empresas vinculadas al régimen y la confusión entre capitales públicos y privados cristaliza en un chiste de la época, en el que se produce el cruce entre las promesas del General Franco para el nuevo ciclo desarrollista y las del locutor radiofónico de un famoso concurso de la época – Un millón con casa y coche–, que traducía un ideal de consumo en el que a la expectativa de los radioyentes de obtener un importante capital monetario se unía al lote una casa y un coche en propiedad. El chiste pone en evidencia la confluencia de agentes que convergen en la creación de estas fantasías del consumo como son los medios de comunicación, la industria publicitaria o las empresas pioneras en productos alimenticios de masas (como el caldo concentrado Avecrém que sirve de soporte al chiste), dentro de las políticas financieras y empresariales impulsadas por el régimen. Todos ellos concurren simbólicamente en esta fábula de la abundancia desarrollista en la figura del dictador, como “Gran Benefactor” (Espinosa) en cuyo nombre, no en vano, se acuñaba el dinero bajo el membrete “Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios”: Franco ha salido a cazar. Junto a un barranco, tropieza y cae al vacío. Consigue agarrarse a unas matas y pide auxilio. Providencialmente pasa un pastor, y lo rescata. El Generalísimo está tan agradecido que dice: 196 Las redes de poder de Garrigues se expanden en el contexto internacional, influyendo incluso en las negociaciones económicas con los Estados Unidos a comienzos de los años 50: “El final de la II Guerra Mundial y el reparto de la vieja Europa entre las potencias occidentales, financiado por el Plan Marshall de 1948 y los grandes bancos americanos, constituye el maná para los Garrigues y DíazCañabate, cuyo despacho gestionará una buena parte de las inversiones norteamericanas en España . . . Es en este periodo cuando se construye la buena relación entre la familia Garrigues y la familia Rockefeller, propietarios del imperio petrolífero de la Standard Oil y del Chase Manhattan Bank, uno de los primeros bancos que interviene en la concesión del crédito de 86.5 millones de dólares que recibe Franco en 1951” (Balsebre 21). 240 –Por haberme salvado voy a hacerte un regalo muy importante. Te voy a dar un millón de pesetas y una vivienda. ¿Te figuras quién puedo ser? –¡Claro, hombre! ¡Usted es el del Avecrém! (Vigara 20) A mediados de la década de los 50, el discurso del General Franco continuará utilizando una retórica antimaterialista que adviertía de los peligros del fomento del consumo y del deseo de emulación que potenciaba el “libertinaje” de los medios de comunicación de masas, los cuales, según sus palabras, contribuyen a la extensión de un individualismo que destruye los lazos sociales de la austeridad y del sacrificio que habrían unido a la comunidad nacional desde el final de la guerra: Hoy, sin embargo, tengo que preveniros de un peligro: con la facilidad de los medios de comunicación, el poder de las ondas, el cine y la televisión se han dilatado las ventanas de nuestra fortaleza. El libertinaje de las ondas y de la letra impresa vuela por los espacios y los aires de fuera penetran por nuestras ventanas, viciando la pureza de nuestro ambiente. El veneno del materialismo y de la insatisfacción quiere asomarse a los umbrales de nuestros hogares, precisamente cuando los peligros que al mundo acechan son mayores que nunca. En la Historia alcanzamos lo que fuimos, precisamente por haber sido fieles a nosotros mismos y celosos de nuestras virtudes; más en el torbellino de la vida moderna suele vivirse cómoda y superficialmente, cerrando los ojos a las desgracias pasadas, abierta la esperanza al logro de las satisfacciones personales … El destino colectivo de los pueblos está más íntimamente subordinado de lo que ellos mismos creen a la benevolencia divina. (Franco Discursos 122) Sin embargo, la amenaza del materialismo traducido en bienes de consumo estaba lejos de llegar a una mayoría de la población, aunque no así la presencia radiofónica a través de la publicidad y de los concursos de un catálogo de imágenes-repertorio197 (Barthes) a partir de las cuales los radioyentes y espectadores podían orientar un horizonte de expectativas de consumo [fig. 64]. Este exceso de imágenes comerciales contribuirá a forjar una imagen de prosperidad nacional donde “la publicidad va a actuar como si España fuese efectivamente una verdadera sociedad de consumo” (Alonso y Conde 168). “La imagen-repertorio es el registro donde el sujeto se adhiere a una imagen en un movimiento de identificación que descansa en especial sobre el significante y el significado. Aquí nos reencontramos con la cuestión de la representación, de la figuración, de la homogeneidad de las imágenes y los modelos” (Barthes, citado en Jay 337). 197 241 Fig. 64. Boleto del Sorteo ¡Un millón, con casa y coche! Las mismas empresas que repartían premios en forma de capitales y mercancías, contribuyendo a la creación de nuevos imaginarios del consumo, participarán en el patrocinio de la radio-beneficencia. Aunque desde la Segunda República se habían llevado a cabo actividades destinadas al ejercicio de la caridad desde el medio, la utilización de la radio durante el franquismo como intermediaria en la esfera pública entre donantes y asistidos abarcará todo tipo de acciones que van desde campañas benéficas como las anuales a favor de los niños enfermos de Radio Nacional en Barcelona (1948-1975), pasando por los llamamientos que se efectuaban a título individual en programas como “Cuéntenos su caso” (Radio Juventud), “El rincón de la caridad” (RNE Sevilla), “El caso del Sábado” (Radio Barcelona) o “Llamad y se os abrirá, pedid y se os dará”, presentado por el Padre Vicente Mena en RNE Madrid. Posteriormente, el medio también será utilizado en el transcurso de acontecimientos como las inundaciones ocurridas en Valencia, (1957), Sevilla (1961) o en el Vallés (1962). La radio servirá para organizar operaciones de ayuda a los damnificados por desastres y catástrofes naturales, donde la intervención de las cadenas públicas y privadas así como de los famosos que participan en esas campañas constituirá “una imagen institucional de la emisora y de las estrellas de una gran rentabilidad social y económica” (Balsebre 305). La emisión cotidiana de los espacios benéficos convive al mismo tiempo con la invitación al consumo que patrocinan las empresas en unos espacios de audición en los que se 242 genera toda una economía afectiva que implica a los receptores como colectivo afectado por los problemas de esa comunidad nacional de radioyentes. La misma naturaleza oral del medio reclama a la acción a unas audiencias a las que el acto de escucha simultánea aglutina en diferentes partes del territorio local o nacional. En este sentido, tal y como señala Susan Douglas a la hora de pensar el papel de la radio en la construcción de imaginarios nacionales, la simultaneidad en la escucha del medio por parte de los oyentes será un factor esencial a la hora de construir comunidades a partir de los afectos: “Orality fosters a strong collective sensibility. The fact that we hear not only with our ears but also with our entire bodies means that we are actually feeling similar sensations in our bodies at the same time when we listen as a group” (29). La participación ciudadana fue masiva en maratones de radio con fines benéficos bautizados con nombres como “Operación clavel”, organizado por Radio España para auxiliar a los perjudicados por las inundaciones que tuvieron lugar en Sevilla (España) en 1961 como consecuencia del desbordamiento del arroyo Tamarguillo y que dejó a más de 30.000 sevillanos sin vivienda [fig. 65] o en la llamada “Operación dinero” de Radio Barcelona, que recaudó más de 200 millones de pesetas en las inundaciones del Vallès en 1962198 [fig. 66]. Las campañas sirvieron como propaganda, no sólo para las emisoras y celebridades participantes, sino también como promoción del propio gobierno y de las autoridades eclesiásticas, cuya publicidad contribuía al ejercicio de una política de la compasión que reforzaba en los medios el espectáculo de la caridad199. 198 En su libro La riuada de Franco. Pugnes polítiques, propaganda i corrupció en el context de les inundacions del Vallès (1962) (Lleida: Pagès, 2012), Ferran Sales Aige i Lluís Sales Favà denuncian la malversación de los fondos recaudados por parte del gobierno en Madrid así como los casos de “niños robados” entre los desaparecidos durante las inundaciones. 199 Hannah Arendt en el apartado “La cuestión social” de su ensayo Sobre la revolución traza una genealogía sobre la posición del espectador frente al sufrimiento cuyos orígenes sitúa en la Revolución Francesa, distinguiendo entre una “política de la compasión” frente a una “política de la justicia”. El argumento sobre la política de la compasión como un espectáculo fomentado por los medios de comunicación contemporáneos está en la base del libro Distant suffering: Morality, Media and Politics (Cambridge, U.K; New York: Cambridge University Press, 1999) de Luc Boltanski: “Hannah Arendt’s 243 Este será el caso del Obispo Marcelino Olaechea, promotor de la Tómbola Diocesana de la Vivienda que quiso contribuir a título personal en otra subasta de mercancías con fines benéficos para los afectados por las inundaciones de Valencia en 1957. Olaechea entregó su anillo episcopal en una Gran Subasta que sirvió como medio de publicitar a las instituciones y organismos participantes, “en la misma operación en la que días antes había sacado a la venta publica un burro bautizado con el nombre de Platero II, una camiseta del Atlétic de Bilbao, el capote de un torero o el crucifijo con que fue amortajado el fundador de la Falange, Jose Antonio Primo de Rivera” (Sales). Fig. 65. Radio Sevilla y su “Operación Clavel” demonstration consists in drawing out the latent implications of a politics which is distinguised by not being centred directly on action, on the power of the strong over the weak, but on observation: observation of the unfortunate by those who do not share their suffering, who do not experience it directly and who, as such, may be regarded as fortunate or lucky people” (3). 244 Fig. 66. Radio Barcelona y la “Operación Dinero” 3.4.1. Narrativas providenciales en Historias de la radio (Sáenz de Heredia, 1955) La función de la radio como lugar en el que una comunidad puede obtener beneficios económicos para solucionar un problema derivado de la falta de recursos públicos para atender a enfermos y necesitados formará parte de uno de los capítulos de la película de José Luis Sáenz de Heredia Historias de la radio (1955). El director, era un ferviente defensor del Caudillo que había recibido en 1941 un encargo para rodar la película Raza, con un guion escrito por Jaime de Andrade, seudónimo bajo el que se ocultaba Francisco Franco. En los años 40 y 50, Sáenz de Heredia había alternado las producciones cinematográficas basadas en las adaptaciones de obras del canon literario nacional-católico de autores como Pedro Antonio de Alarcón, Ignacio Agustí, Armando Palacio Valdés o Wenceslao Fernández Flórez, con otras que giraban en torno a un argumento religioso como La mies es mucha (1948) y también aquellas producciones basadas en unas narrativas providenciales en 245 las que lo fantástico se mezclaba con un catolicismo recreado en clave prodigiosa200. Este es el caso de películas como El destino se disculpa (1945), en la que el azar aparece encarnado en el personaje de El Destino, cuyas recomendaciones a la audiencia pasan por la resolución de los conflictos de acuerdo con “la moral cristiana y el sentido común”. Otras de sus películas giran en torno a la aparición de elementos sobrenaturales, como Faustina (1957), sobre una versión femenina del mito de Fausto adaptado a la época contemporánea o Todo es posible en Granada (1954), en la que se escenifican los acuerdos hispano-norteamericanos de 1953 a partir de un argumento basado en un cuento de Washington Irving. En 1955, el azar como instrumento utilizado por la Providencia divina para intervenir en la vida de los hombres vuelve a aparecer en Historias de la radio, película que gira en torno a tres concursos de la programación de una emisora de radio en los que los protagonistas participan acuciados por la necesidad de conseguir dinero en efectivo ante la falta de otras fuentes de financiación para sus necesidades o las de otros miembros de su comunidad. Dos científicos que buscan capital para patentar un invento, un hombre a punto de ser desahuciado que necesita pagar las deudas del alquiler a su casero y un maestro nacional que necesita el premio para pagar el viaje a un hospital de Estocolmo a un niño enfermo, son los protagonistas de estas historias en las que se ven convertidos en concursantes radiofónicos ante la urgencia de obtener un dinero que les permita solucionar un problema cuyo origen es la necesidad económica. En el primero de los concursos, basado en el titulado Busque, corra y llegue usted primero, la marca de galletas Cruz y Raya ofrece 3.000 pesetas a aquel oyente que llegue en primer lugar a unos estudios de radio en Madrid, a condición de que acceda al estudio vestido 200 Algunas de las adaptaciones de Sáenz de Heredia de esta época son El escándalo (1943), con un argumento basado en la obra de Pedro Antonio de Alarcón, Mariona Rebull (1947), basada en la novela de Ignacio Agustí o Las aguas bajan negras (1948), adaptación de la novela de Armando Palacio Valdés La aldea perdida. 246 de esquimal y acompañado de un trineo y un perro. El segundo episodio se basa en un sorteo patrocinado por el raticida “Alirón”, que pone 2.000 pesetas a disposición de un oyente contactado al azar a través de la guía telefónica, con el requisito de que se presente en media hora en el programa en directo para poder recibir el premio. En el último de los episodios, un concurso basado en el mecanismo del “doble o nada” pondrá a prueba los conocimientos de los participantes a partir de una serie de preguntas aleatorias sobre cultura general con las que pueden conseguir importantes premios en metálico [fig. 67]. Fig. 67. Concurso “El saber da dinero” En un contexto en el que el que tanto el crédito como la circulación de mercancías y de moneda era escaso, los concursos muestran a la comunidad nacional de radioyentes algunas fantasías sobre la circulación de capitales, que pueden multiplicarse o volatilizarse si la ocasión en la que se presentan se escapa. Las promesas crediticias que la radio ofrece se presentan en oportunidades que deben aprovecharse en el limitado tiempo en el que la magia de las finanzas cobra vida a través de las ondas, ya que si no, como dice uno de los personajes de Historias de la radio, los billetes “vuelven al éter, se evaporan”. Los concursantes y las 247 audiencias se ven implicados en un proceso de un aprendizaje sobre el capitalismo a través de los concursos, fuera de la esfera de la producción y del intercambio de mercancías, en un contexto en el que cualquiera puede sentirse implicado gracias a la intervención del azar, que consigue producir “la creación artificial entre los jugadores de las condiciones de igualdad pura que la realidad niega a los hombres . . . una tentativa de sustituir la confusión normal de la existencia común por situaciones perfectas” (Caillois 51-2). Los concursos ponen al alcance de cualquiera el acceso a la circulación del dinero y, por lo tanto, a la capacidad de transformarse en capitalistas en el proceso de poder acceder a ese capital aunque sea de manera vicaria201. Este es el caso de los concursos basados en el mecanismo del “doble o nada”, donde los participantes utilizarán el dinero conseguido para convertirse, a través de la puesta en escena del juego, en acumuladores de capital que procuran, en palabras de Marx, “la incesante ampliación del valor, a la que el atesorador persigue cuando procura salvar de la circulación al dinero” o en especuladores que lo lanzan a circular una y otra vez, llevando a cabo una inversión de riesgo que les llevaría a multiplicar exponencialmente las cantidades conseguidas o a perderlo todo en el intento. En el caso de Historias de la radio (1955), el azar debe ser comprendido a partir de una narrativa católica providencialista que atraviesa toda la película desde el comienzo, presente en la propia voz de la Iglesia en la radio española. La película comienza con una reflexión del Padre Venancio Marcos, que dirigía su consultorio religioso desde Radio Nacional de España en Madrid, sobre una parábola del Nuevo Testamento, en la que el sacerdote recuerda que todas las criaturas de la creación “pueden enseñarnos a confiar en la providencia de Dios”. En el primero de los episodios, un científico (José Isbert), que ha Caillois reflexiona sobre la “delegación” como mecanismo de participación vicaria en los triunfos ajenos a través del juego: “Se escoge ser vencedor por terceras personas, por delegación, que es la única manera de que todos triunfen al mismo tiempo y que triunfen sin esfuerzo ni riesgo de fracaso. De ahí el culto de la sociedad moderna, de la estrella o del campeón” (Caillois 202). 201 248 recorrido la ciudad en una dura competición por llegar a la emisora con su disfraz de esquimal, se da cuenta al llegar al estudio de que ha perdido el premio porque otro concursante se le ha adelantado. En un monólogo a micrófono abierto, le explica a su socio que quizá los designios divinos no le tenían predestinado conseguir las 3.000 pesetas que necesitaban para patentar su invento [fig. 68]: He hecho más aún de lo que nunca me creí capaz. Los que aquí se han reído conmigo... deben saber lo que para un hombre como yo, entregado al estudio y la investigación, sin más hogar y sin más mundo que el de un laboratorio, supone todo esto . . . Todo ha sido inútil. Pero estoy contento por haber luchado por su ilusión y por la mía. ¡Que patenten los de la aeronáutica su pistón! y tire usted el nuestro a la basura, será que Dios lo quiere así. Fig. 68. Bobby Deglané dando dinero al inventor en Historias de la radio En el último momento, una intervención deus ex machina cambiará el curso de los acontecimientos de la mano del locutor Bobby Deglané, quien, conmovido por el discurso del ingeniero, decide entregarle el dinero de su propio bolsillo a cambio de convertirse en socio capitalista de la patente. La providencial intervención del presentador consigue proporcionar en el último momento los fondos necesarios para que la investigación se ponga al servicio de todos los españoles, ya que, según la argumentación del científico, “un invento siempre es algo de interés nacional”. En este caso, el destino guiado por la intervención divina acaba favoreciendo un concurso marcado por una extrema competencia (agon), en el que peleas 249 callejeras, persecuciones automovilísticas, insultos y agresiones físicas entre los concursantes han jalonado el camino hasta la entrada en la emisora202. En el segundo episodio, un ladrón es interrumpido por una llamada telefónica mientras intenta apropiarse de unos billetes en el apartamento de su casero, al que debe 640 pesetas como importe acumulado después de varios meses sin pagar el alquiler. La llamada procede de los estudios de Radio Madrid, donde el número de teléfono contactado ha sido seleccionado al azar entre los usuarios registrados en la guía telefónica de la ciudad. El requisito del concurso aparentemente es sencillo: presentarse en la emisora en el transcurso de media hora acreditando ser el titular de la línea telefónica. Ante la posibilidad de perder 2.000 pesetas, el ladrón decide ir hasta la parroquia donde su casero está oyendo misa para hacerle partícipe del premio, sin mencionarle las circunstancias del intento de robo que han intervenido en esta azarosa situación. Un discurso religioso sobre la riqueza se introduce en la homilía que el sacerdote está en ese momento dedicando a la reflexión sobre la vanidad de los bienes materiales y la deuda con Dios, auténtico acreedor de los hombres a quienes pedirá cuentas de sus pecados en el Juicio Final [fig. 69]: Será más rico el que más haya dado y más pobre el que se enterró con sus riquezas. El dinero representa los bienes materiales del mundo y estos no son propiedad de nadie, pertenecen a Dios y él es quien nos pide cuenta de lo que nos prestó y de lo que dimos. Las sepulturas son tan estrictas como la justicia de Dios. Sólo cabe lo que fuimos: un pedazo de tierra que a la tierra vuelve porque resulta que hasta nuestro cuerpo nos lo habían prestado. 202 Roger Caillois distingue entre juegos de agon (competencia), alea (azar o suerte), mimicry (simulacro o imitación) e ilinx (vértigo) y establece una clasificación entre sociedades primitivas o de confusión, emparentadas a los principios de mimicry e ilinx y sociedades ordenadas o de contabilidad, en las que el azar (alea) aparece como la compensación del agon: “En esas condiciones, el alea aparece de nuevo como la compensación necesaria, como el complemento natural del agon. Una clasificación única y definitiva cerraría todo porvenir a quienes condena. Es necesaria una prueba de repuesto. El recurso de la suerte ayuda a soportar la injusticia de la competencia falseada o demasiado ruda. Al mismo tiempo, deja una esperanza a los desheredados a quienes un concurso franco mantendría en malos puestos, que son necesariamente los más numerosos. Por eso, en la medida que el alea del nacimiento pierde su antigua supremacía y que la competencia reglamentada pierde su influencia, vemos desarrollarse y proliferar junto a ella mil mecanismos secundarios destinados a otorgar de pronto a un raro vencedor estupefacto y encantado una promoción fuera de serie” (191-2). 250 Fig. 69. Circulación de capital en la parroquia en Historias de la radio A partir de este momento, todo el episodio girará en torno a las reflexiones del sacerdote sobre cuál debe ser el destino del dinero del premio, partiendo de una economía moral católica donde las deudas económicas se interpretan a partir de otro tipo de “deudas” convertibles según la lógica teológica del pecado y del perdón. Para el párroco, la intervención divina ya está presente en todo momento en las acciones de los protagonistas: “¿Qué quiso Dios evitar? ¿Qué usted fuera ladrón o que usted no fuera robado?”. Los protagonistas, el casero y el “buen ladrón”, deciden finalmente repartirse el premio y hacer un donativo para un segundo “ladrón”, al que el sacerdote deja robar en el cepillo de la parroquia para conseguir que pase a formar parte de sus feligreses. En este sentido, el premio se convierte en el instrumento por el cual se produce otra conversión que se suma a la de los protagonistas. La economía moral católica convertirá de este modo las deudas económicas en ganancias espirituales que a su vez redundan en los beneficios materiales que la Iglesia recibe para asistir a los necesitados que logran convertirse en nuevos fieles gracias a la caridad eclesiástica. En el último episodio, los habitantes de un pequeño pueblo de la sierra de Madrid deciden conseguir dinero para poder enviar al hijo de una viuda a Suecia, donde un doctor se ha ofrecido a realizar una operación que podría salvar su vida. En principio, las fuerzas vivas de la localidad no tienen claro que la responsabilidad de conseguir fondos sea suya. Piensan que la Iglesia no puede disponer de ese capital recogido en las colectas dominicales y asumen 251 que tampoco es función del Estado gestionar los problemas de sanidad: “Para eso está el Estado, para hacernos caminos y pantanos y para rascarnos los bolsillos, pero no para suministrarnos el amor propio que debe tener cada uno”. Finalmente deciden hacer una colecta pública argumentando que si un doctor extranjero está dispuesto a ayudar al niño, ellos, como españoles, no pueden permanecer de brazos cruzados a la hora de ayudar a un compatriota: “Por humanidad y por patriotismo. Para salvar la vida a esa criatura y para que no se nos caiga la cara de vergüenza” [fig. 70]. Fig. 70. El pueblo de Horcajo de la Sierra apoya a su delegado en el concurso en Historias de la radio La solidaridad, por tanto, no supone una lucha por conseguir derechos sociales y políticos, sino que opera como un vínculo basado en la defensa de una idea de patriotismo que se activa al comparar la imagen que en el exterior podrían tener sobre el comportamiento de una comunidad que actúa como una metonimia de la nación. Una vez recaudada una cantidad de dinero insuficiente para cubrir los gastos del viaje, la radio se revela como único medio disponible para conseguir una elevada cantidad de capital que, en este caso, no procede del Estado, de la Iglesia o de las instituciones de crédito, sino que tiene como origen la esfera del consumo y de la publicidad del concurso. Bajo la advocación de San Nicolás, patrón del pueblo, el maestro es elegido por sus vecinos para arriesgarse a duplicar o perder 252 el capital acumulado contestando preguntas de cultura general y conseguirá finalmente el premio que le permitirá al niño realizar el viaje203. En la película de Sáenz de Heredia, el acceso al capital en los tres episodios se presenta siempre con una finalidad al servicio del bien común, ya sea a través de un invento de “interés nacional” como es el pistón del equipo de ingenieros, de la conversión al catolicismo de un necesitado que encuentra en la parroquia algo para comer o de la solidaridad vecinal. Argumentos todos ellos que transforman el afán de lucro individual en procesos económicos en los que la intervención de la divinidad refuerza una lógica comunitaria de tipo católico. Todo ello es posible gracias a la representación cinematográfica de unas narrativas providenciales en las que la presencia divina interviene sobre la circulación de unas ganancias que pasan de las empresas a los bolsillos de los ciudadanos gracias al azar. El horizonte de expectativas sobre el porvenir quedaba de este modo vinculado a la confianza en la “Providencia de Dios” con la que se iniciaba la película y que atraviesa todas las decisiones de los personajes como una “mano invisible” que promueve el interés general a través de la activación de las industrias culturales y el consumo de masas204. En El sadismo de nuestra infancia, Terenci Moix reflexiona sobre la idea de “cultura” que las industrias culturales fomentaban y que coincidía con la esterilidad de un saber basado en el aprendizaje memorístico de información promovido por la escuela franquista: “Se recuerda, especialmente, Lo toma o lo deja, de Radio Barcelona, cuyos concursantes, caray, necesitaban de un cierto cargamento cultural … La gama de preguntas era tan amplia – desde dónde se encuentran las pirámides de Gizeh hasta en qué año se fundó la orden del Císter o … qué heroína de Alejandro Dumas interpretó en el cine Greta Garbo … Porque este tipo de cultura – que todavía en 1970 ha dado un título de programa televisivo tan clarificador como Los hombres saben, los pueblos marchan—es, en otra escala, la que tuvimos en el colegio … Es esa misma idea de cultura que daba la Historia de España explicada e interpretada en las películas de Cifesa, desde la visión de los Comuneros en La leona de Castilla hasta las cuatro frases en catalán que pronunciaba uno de los personajes de El tambor del Bruch, en épocas tan trágicas para nuestra lengua; es la cultura administrada para los niños en las secciones de pasatiempos de nuestros tebeos de entonces; es, en resumen, una de tantas facetas del verdadero sadismo de nuestra infancia” (102-3). 204 “La famosa mano invisible de Smith era, como reconoce en su Teoría de los sentimientos morales, el agente de la Divina Providencia. Era, literalmente, la mano de Dios (Graeber 30). Como recuerda Graeber, muchos de los argumentos y ejemplos específicos que emplea Smith parecen remontarse directamente a tratados económicos de la Persia medieval. 203 253 3.4.2. Radio y suburbios: Publicidad, propaganda y políticas de la desposesión en Fiestas (1958) de Juan Goytisolo La presencia constante de la radio en las casas y en las calles del barrio barcelonés donde sucede Fiestas (1958) de Juan Goytisolo servirá de hilo conductor de la trama de la novela como medio de difusión de dos tipos de discursos vinculados a las transformaciones económicas y políticas de la España de 1952. Discursos que se incorporaban a una programación radiofónica habitual en la que lo mismo se alternaba “el último capítulo del serial radiofónico “Pilar, la princesa desventurada”, que la emisión deportiva patrocinada por Almacenes Modernos” (783). Por un lado, el discurso de la proliferación de la publicidad radiofónica asociada a los concursos, escaparate de una sublimada prosperidad donde el porvenir aparece ligado a las fantasías del acceso a los bienes del consumo de masas y por otro, el discurso religioso con el que el régimen se afirmaba a sí mismo como paladín del catolicismo durante la celebración del Congreso Eucarístico Internacional de 1952, en vísperas de la celebración de los acuerdos del régimen franquista con la Santa Sede (1953) que la novela reproduce como la locución de un discurso público ofrecido a los vecinos de la ciudad y a los visitantes en varios momentos de la trama: “resuenen en la ciudad los himnos de amor y de ternura, como símbolo de la alegría que debe anidar en vuestros corazones por estos maravillosos días de paz, días de unión…” (786). En medio de esta celebración multitudinaria, una muchacha aparece asesinada al final de esta novela escrita en 1955 y publicada en 1958 en Barcelona y Buenos Aires205. La chica El libro Fiestas, de Juan Goytisolo, fue sometido a grandes tachaduras por parte de la cesura, “pero lo más interesante del informe está al final, cuando el censor considera que es mejor que se publique porque Juan y su hermano Luis son malos escritores. ´Hay que desenmascararlos en el extrangero (con g). No darles pie a heroísmos y martirios. Olvidarlos, que se pudrirán solos. No tiene consistencia literaria. Condenémosles a la libertad, libertad vigilada´" (Verdú). 205 254 es la adolescente Pira, una huérfana había puesto su destino en manos del azar, que adquiere en esta ocasión la forma de un sorteo publicitario. Pira quiere viajar a Italia donde cree que vive su padre, un oficial del ejército republicano que desapareció al final de la guerra y apuesta para conseguir un premio que le llevaría a su lado: “Boleto mil trescientos quince. El número lo he elegido yo misma. Anoche soñé precisamente en él y supe que sería premiado. Por fin el viaje a Italia, el encuentro con el padre, la vida común en el castillo” (648). La publicidad sobre un concurso aparece en las primeras páginas de la novela cuando una furgoneta se acerca hasta el barrio donde vive Pira para repartir unos boletos para el Gran Sorteo Rifa de Chocolate El Gato y para hacer fotografías a los vecinos que participan en la campaña publicitaria: El afortunado poseedor del número premiado en el Concurso realizará también un espléndido circuito por Italia, en hoteles y restaurantes de primera, del diez al veinticinco de julio del presente año. Luego seguía una breve reseña de las principales etapas de ese Viaje monstruo organizado por la gran firma mundial Chocolates El Gato: Florencia (cuna del Renacimiento, con su magnífico Palacio Pitti); Venecia (la ciudad de los mil canales); Capri (la isla del placer); Roma (recorrido turístico en autocar, con visita especial al Santo Padre). El folleto contenía, además, abundantes fotografías de los lugares recorridos durante el viaje y concluía con el poema ensalzatorio de las grandes virtudes nutritivas de la Marca registrada El Gato. (648) La muchacha vive con sus parientes en una zona de la ciudad de Barcelona en la que poco a poco se extienden las barracas o chabolas que los recién llegados del interior del país, inmigrantes de las zonas más pobres, construyen con sus propias manos. En estos espacios generados por los nuevos habitantes, las prácticas cotidianas de solidaridad y ayuda mutua crean lazos personales entre los vecinos, para los que la calle se convierte en el aglutinador de la vida social y es en esta calle donde llegaban los sonidos de las radios a lo largo de la novela. Como recuerda Goytisolo, la literatura antifranquista daba cuenta de aquello que las hemerotecas no podían ofrecer a los lectores de la época, un archivo de resistencias populares que eran un trasunto de aquellas que realmente existieron. En ocasiones, estas experiencias de 255 resistencia y de denuncia eran narradas por sus propios protagonistas, que enviaban información a un medio formador de la opinión pública que funcionaba en la clandestinidad como era Radio España Independiente –denominada también como Radio Pirenaica–, una emisora creada por el Partido Comunista de España en 1941. Este será el caso de la denuncia de la “ocupación” de los suburbios por parte de las organizaciones de caridad que realizan unos oyentes de Radio Pirenaica que envían sus cartas a la emisora desde Barcelona. Como sabemos por una de las cartas recibidas, los misioneros ocupaban y recorrían en 1961 la barriada del Campo de la Bota al atardecer, alertando a los vecinos “en coches de la CocaCola, enfocando con las luces y gritando “¡hombres de los parapetos! ¡salir, que Dios os llama!” (Balsebre y Fontova 484). Esos mismos barrios populares en los que, como en aquellos de Andalucía donde habían podido leerse pintadas con tiza en la pared reivindicaciones como “Más raciones y menos misiones” (Del Arco 252), los niños serían utilizados por la Iglesia misionera en situaciones como las que narra otro radioyente en su carta: “En la campaña de Navidad, los niños que no habían faltado nunca a misa recibían un paquete grande con un poco de cada cosa. A los niños que habían tenido algunas faltas les entregaban un paquete más pequeño. Y a los que no iban a misa, “a estos nada, por pobres que sean” (Balsebre y Fontova 484). Como sabemos por las experiencias de los barraquistas en Barcelona, la proximidad entre los vecinos y su organización a la hora de procurar algunas de las necesidades básicas en el barrio, como el acceso a bienes y servicios de uso compartido, había generado en estos espacios un orden sociocultural en tensión con el control estatal social y con las fuerzas del mercado206. La presencia de ambos elementos, de la propaganda del estado y de la 206 Algunos trabajos fundamentales para entender la historia de los barrios de barracas y de las llamadas “casas baratas” de Barcelona y los procesos de construcción de sus comunidades serían el libro La ciudad horizontal: urbanismo y resistencia en un barrio de casas baratas de Barcelona (Barcelona: Editorial Bellaterra, 2015) de Stefano Portelli y Relat d’una experiència. Barri de Can Tunis de Elies Ortiz Garrido (Barcelona: Claret, 1997). 256 publicidad, se inscribe en el texto de Goytisolo en una pintada situada en la frontera del espacio construido por los nuevos vecinos: “Al final de la guerra habían inscrito una leyenda: “Por el Imperio hacia Dios”, en gruesos caracteres negros, pero el calor y las lluvias la habían desfigurado. Ahora lucía un cartel flamante: “Beba Coca-Cola”, que anunciaba una hermosa mujer de pelo rubio y cara sonrosada” (654). El final de la novela describe el asesinato de Pira al iniciar por su cuenta el inicio del viaje a Italia después perder el premio del concurso, confiada en la intervención divina para encontrar la manera de llegar hasta allí, ya que como recuerda que decía su profesor de catecismo, “el milagro puede ocurrir en cualquier sitio” (780). Sin embargo, con el inicio del Congreso Eucarístico, el porvenir trae otras desgracias a algunos vecinos de esta zona de Barcelona. A modo de oráculo, el reclamo del sorteo afirmaba en su publicidad: “Ustedes recibirán algo inesperado el mes de junio” (793), declaración que termina convirtiéndose en una profecía para los vecinos desahuciados del barrio: En el suelo, junto al banco, había unos papeles amarillos manchados por el polvo y la lluvia: “Gran rifa de “Chocolates El Gato””, “Ustedes recibirán algo inesperado el mes de junio.” Casi a pesar de él levantó la cabeza y observó la comitiva de murcianos. Verdaderamente la casa anunciadora había cumplido su promesa: nadie, en el barrio, había previsto aquella expulsión. (793) El espacio que ellos mismos habían construido al margen de las leyes del Estado será derruido por las piquetas del ayuntamiento, con motivo de hacer desaparecer de la vista de los peregrinos y turistas del Congreso la realidad de los suburbios y, en su lugar, construir una nueva iglesia en esos terrenos. El argumento de Goytisolo puede parecer enrevesado, pero remitía con dureza a acontecimientos que le eran contemporáneos. En la vida cotidiana de los españoles, la Iglesia católica también utilizará el azar presente en tómbolas y sorteos con el objetivo de recaudar fondos para la construcción benéfica de viviendas207 [fig. 71]. Ignacio María Aragó escribe en 1957 un artículo en la revista El Ciervo titulado “Té-Bridge para obras de apostolado”, en el que denuncia las prácticas caritativas vinculadas al ocio de la burguesía: “Otra fórmula que ocupa todos los años a millares de personas piadosas, es todo el sistema de 207 257 Fig. 71. Tómbola Valenciana de Caridad. Las tómbolas caritativas serán elogiadas por un escritor falangista como Tomás Salvador, quien piensa que “el deber de sostener a los hospitales, los centros de beneficencia, corresponde a los ciudadanos, no al Estado” (“La tómbola”). Para este autor, las tómbolas son todo un acierto ya que ofrecen al contribuyente “algo, en su enorme mayoría de veces con un valor superior al medio duro que ofrece”, por lo que, en su opinión, “llevar el comercio a la caridad es un gran acierto, es una sublimación del comercio . . . tiene el espíritu moderno que exigen los tiempos”, lo que permite al caritativo “incorporarse, sin darse cuenta, al negocio de Dios” (“La tómbola”). Partiendo de la idea recurrente en los medios de comunicación de la época de que la redistribución de la riqueza no era una función exclusiva del Estado, el azar también se había utilizado como un instrumento en el que los jugadores-contribuyentes apuestan en lo que sus promotores llamaban “el negocio de dios”. En los también llamados “bancos de dios”, como es el caso del Banco de Nuestra Señora de los Desamparados en Valencia, la Iglesia se encargará de administrar los capitales recaudados a través de las tómbolas diocesanas: “No habrá Banco – decía—de mayor simpatía ni que reparta mayores dividendos… El que aporta tómbolas-loterías-rifas benéficas o té-bridge. Hay provincias en España en las que parece que todo el esfuerzo de la caridad diocesana se centra alrededor de una tómbola monumental, a cuya inauguración asisten elevadas autoridades civiles y eclesiásticas. ¡Qué lejos quedan hoy estos ambientes cuando se les juzga y se les relaciona con las ingentes masas de personas necesitadas! ¡Qué lejos queda todo esto del espíritu de comunidad parroquial!” 258 al Banco de los Desamparados da a los pobres, pero le presta a Dios” (citado en Sánchez Jiménez 63). Según los promotores del negocio de las constructoras benéficas, la Divina Providencia actuaría de esta manera a través de la gestión de los programas que edificaban nuevas viviendas, ya que, como argumenta la Constructora Benéfica “Viviendas del Congreso” de Barcelona, la “redistribución de la riqueza no puede ser función exclusiva del Estado, sino que lo es también de todos y cada uno de los ciudadanos” (Secretariado de la Junta Nacional 456). El Estado, mientras tanto, derribaba las barriadas de chabolas existentes. Como comenta uno de los personajes del texto de Goytisolo: “Si los sacan es porque los alojan en otro sitio. Y los alojaban, sin duda. Por algo lo decían los diarios” (839). Esos sitios incluían, aparte de la reubicación en viviendas de precaria construcción en el extrarradio como las Casas del gobernador, construidas 28 días antes de del Congreso, el Centro de Clasificación de Indigentes donde se intentaba devolver a los inmigrantes a su lugar de origen o el Estadio Olímpico de Montjuic, en cuyo interior las familias vivían hacinadas (Marín 77-8) [fig. 72]. Fig. 72. Familias reubicadas en Estadio Olímpico de Montjuic. 259 Un proceso de expropiación del espacio urbano a través del cual el Estado recuperaba el control de los poblados emergentes, crecidos al ritmo de las migraciones del campo a la ciudad. Se trataba de un proyecto biopolítico: disciplinar y encuadrar socialmente la proliferación de cuerpos vecinales que conoció la posguerra. En el desarrollo de este proceso, se desposeía a los ciudadanos de los espacios de autonomía en los que habían conseguido activar sus propios mecanismos de defensa y la gestión colectiva de la convivencia al margen del estado mientras se destacaban las virtudes de una vivienda digna bajo las condiciones impuestas por una construcción que en muchas ocasiones era deficitaria, sin servicios comunitarios y que se ajustaba a las políticas de control de la población del régimen. Fig. 73. Tómbola Diocesana de la Vivienda de Madrid. Álbum de cromos. En el caso de la Constructora Benéfica “Nuestra Señora de la Almudena” de Madrid, entre 1952 y 1954 se recaudaron 9 millones de pesetas a través de la Tómbola Diocesana de la Vivienda de la ciudad [fig. 73]. Sus objetivos programáticos para la construcción de dos colonias de casas no dejan lugar a dudas sobre la operación de encuadramiento biopolítico y de adoctrinamiento al que serían sometidos sus inquilinos. Algunas de las máximas de esta constructora eran “Todos propietarios”, “Apostolado constante”, “Nuestras viviendas serán para trabajadores; para asalariados”, “No habrá viviendas “malthussianas” o “Queremos que nuestras colonias sean Hermandades Cristianas” (Secretariado 428-430). En el caso de la Constructora Nuestra Señora de los Desamparados de Valencia, en la comunicación 260 presentada a la Semana Social de la Vivienda celebrada en 1954, se afirmaba que en la realización de esta obra inmobiliaria “la Providencia actúa” a través de “los ingresos de la Tómbola Valenciana de Caridad” (Secretariado 474). En este sentido, todo el proyecto se concibe como una gran ofrenda a Dios al tiempo que sirve para sujetar a los inquilinos al control social de las organizaciones religiosas que construyen sus parroquias y escuelas católicas junto a las viviendas: “Es nuestro oro, la única moneda con que podemos pagar; es ese nuestro vehemente deseo de servir a nuestros hermanos; de servir a la Iglesia; de hacer bien a nuestra Patria, de sostener y restaurar la familia española (481). La novela de Goytisolo ofrece una mirada escéptica sobre los márgenes de maniobra de aquellos que se niegan a participar en las “fiestas” del régimen. Frente a los miembros de la comunidad que fracasan en la práctica de sus resistencias cotidianas, el final de la novela plantea el aparente triunfo de la violencia y del aparato propagandístico del Estado, como se pone de manifiesto en el diálogo entre uno de los vecinos y un maestro republicano cuya escuela ha sido cerrada: -Según decía el periódico, el Ayuntamiento construye para ellos un bloque de viviendas modernas y cómodas. -Los periódicos no dicen más que mentiras – le interrumpió el profesor. -La prensa está dirigida, desde luego –repuso, algo molesto, don Paco-, pero tal vez sea preferible esta limitación a los excesos de hace unos años. Porque usted mismo tendrá que reconocer que aquel desorden… (796) El discurso sobre la consolidación del “orden público” y la paz social parece ser asimilado con complicidad por buena parte de los vecinos que viven en la zona más acomodada del barrio y que miran con indiferencia los desahucios mientras la ciudad sale a la calle para celebrar el comienzo del Congreso Eucarístico. Frente a la opinión de aquellos que piensan que “la mejor solución es que cada uno tire por su lado, sin preocuparse de lo que ocurre a su vecino” (797), el maestro denunciará amargamente que en el estado franquista, “las fiestas de algunos no son las fiestas de todos” y que será precisamente esta falta de unión la que hará imposible una resistencia colectiva capaz de acabar con la dictadura: “hemos 261 perdido la capacidad de rebelión. Estamos embrutecidos, como animales . . . desunidos . . . seremos siempre un rebaño de esclavos” (797-8). En esta novela, la contundencia de la violencia de las políticas del régimen traspasa todas las prácticas sociales. Como símbolo de los procesos de desposesión a diferentes niveles y en relación con el tema de las loterías, la novela muestra cómo las élites políticas intervienen finalmente manipulando incluso el azar que a todos iguala. En el sorteo de Chocolate en polvo El Gato era imposible que existieran ganadores. El premio estaba concedido de antemano al delegado del alcalde de Barcelona: -Daban una serie de premios: un coche Renault, un viaje de tres semanas por Italia… Según dicen, había más de diez mil participantes. Pues bien, ¿sabes a quién ha tocado? . . . a don Melchor de la Cueva, delegado del alcalde. El Gorila ahogó un bostezo y cogió finalmente el periódico. El anuncio estaba ilustrado con numerosas fotografías del acto del sorteo y de la entrega del automóvil y los pasajes al secretario particular del agraciado. -Como si no tuviera ya suficiente dinero en los bolsillos – dijo Norte—encima le toca un coche. - Bah. Ya se sabe –cortó el Gorila-. En este país… (775) La narración de Goytisolo no estaba lejos de una realidad en la que el propio general Franco ganó en 1967 un millón de pesetas apostando en una quiniela, juego de azar basado en los resultados Campeonato Nacional de Liga de fútbol, también gestionado por el Estado [fig. 74]. Fig. 74. Quiniela premiada cuyo ganador es Francisco Franco. 262 3.4.3. El espectáculo de la caridad en Plácido (García Berlanga, 1961) En la novela de Juan Marsé Esta cara de la luna (1962), un personaje que pertenece a la burguesía barcelonesa le explica a su amante el momento de su infancia en el que su visión del mundo se transformó por completo. Su recuerdo se remonta a la celebración en la parroquia de Sarriá en la reciente posguerra de una de las campañas llamadas “Navidad del Pobre”, donde encarnará el papel de “niño rico” en la representación de un emblema escénico propuesto por el sacerdote: Los feligreses pobres caminaban en fila india con las manos cruzadas delante del sexo. Pero lo importante no está en eso, sino en los niños que permanecían a ambos lados del cura. Uno de ellos tenía que ser hijo de una familia rica, representaba al rico e iba vestido de niño rico. El otro tenía que pertenecer a una familia pobre, representaba el papel de pobre e iba de niño pobre. El rico estaba a la izquierda y el pobre a la derecha. Un detalle espeluznante del director escénico. (158) Un año antes, este recurso teatral aparecería en la película Plácido, en una de las carrozas de un pasa-calles de una pequeña ciudad de provincias, destinado a promocionar una campaña navideña bajo el lema “Siente un pobre a su mesa”, campaña patrocinada por las organizaciones católicas locales y por una empresa de ollas de acero inoxidable bajo el slogan “Cocinex practica la caridad”. La cabalgata será retransmitida por una emisora de radio local que se encarga de la narración de otros eventos de la jornada, como la llegada de un grupo de actores de segunda fila desde Madrid y una subasta pública de los convidados –actores y pobres—que serán distribuidos en diferentes casas según las pujas de las familias benefactoras para celebrar la cena de Nochebuena. En una rudimentaria plataforma, instalada en el motocarro del protagonista, dos hombres que pertenecen a un grupo de mendigos reclutado por las organizadoras representan –disfraz mediante en el caso del “rico” que porta un sombrero—el llamado “Cuadro plástico del pobre y el rico”. En este emblema visual de la confraternización, los dos hombres comparten el pavo de la cena de Nochebuena sentados en la misma mesa, mientras un altavoz declama los lemas de la campaña: “Hay que contar con el 263 concurso de todos, pobres y ricos, porque para la caridad no hay fronteras”, “Que por una noche seamos todos hermanos”, “Os sentiréis dichosos como el Buen Samaritano”. Dichos lemas formaban parte de una tradición satírica en su utilización por parte de la cultura antifranquista en diferentes momentos de la posguerra. Así, por ejemplo, en los Almanaques navideños de comienzos de los 50, los dibujantes de tebeos denunciaban la mistificación de la desigualdad y de la injusticia que se producía en torno a estas campañas, que tan sólo buscaban tranquilizar la conciencia de los vencedores de la guerra al tiempo que imponían sus condiciones morales y materiales sobre aquellos con los que se practicaba la caridad. Este será el caso de diferentes historietas del Almanaque de Pulgarcito para 1950, donde Josep Escobar, creador de Zipi y Zape y de Carpanta y también Jorge, dibujante de Doña Urraca, convierten la publicación en un catálogo de situaciones en las que el comportamiento de los personajes no deja lugar a dudas sobre cómo la caridad funcionaba a comienzos de la década como un dispositivo social y político para ejercer una violencia que en los tebeos se hace explícita a través de la sátira [fig. 75, 76 y 77]. 264 Fig. 75, 76 y 77. Viñetas que denuncian la caridad, Almanaque de Pulgarcito para 1950 Más allá de la crítica sobre aquellos que ejercen la caridad, en el episodio narrado por Juan Marsé, la ficción abre una posibilidad para que la agencia de los subalternos se ponga en acto, devolviendo la violencia que se ha ejercido sobre ellos. El “niño pobre” dejará de actuar como se espera según su identificación social y escénica para rebelarse contra el orden social que sostiene la puesta en escena de las campañas de Navidad en la España franquista: Lo que ocurrió entonces no se me olvidará en la vida. Me acerqué a él sonriendo y le dije: –Hola–. Él me miró un rato con su cara toda embadurnada de chocolate y respondió: “¡Vete a la mierda, chaval!”, y al mismo tiempo me lanzó una patada terrible, certera, una patada de niño de suburbio. Me dejó la espinilla hecha cisco. ¡Y entonces levantó una pierna, se sacó la tita, la empuñó como si fuera algo muy delicado y empezó a mearse encima de mí! Yo berreando, ensangrentado, mi mamá desmayada, ricos y pobres consternados, la junta organizadora santiguándose. ¡Aquello era el caos! ¡El fin de la juerga gregoriana! Todo el mundo reñía al niño pobre, le llamaban malo y demonio y le señalaban con el dedo. (Marsé, Esta cara 159) En Plácido, la espectacularización de la caridad va más allá del espacio de la parroquia recreado por Marsé, como performance que los medios de comunicación de la época se encargaban de multiplicar y reinterpretar en diferentes soportes como los noticieros cinematográficos, la prensa o la radio. Estrellas del cine o de la canción promocionaban su imagen al tiempo que ejercían la filantropía en estos denominados por la prensa “festivales de la caridad ciudadana” (La Vanguardia “La Navidad del pobre” 11) donde “se demuestra bajo sentido cristiano la solidaridad vecinal”. Junto a los artistas, miembros de la alta sociedad muestran su adhesión al régimen a través de su participación en un dispositivo que permite enmascarar las relaciones biopolíticas de dominio y sumisión a través de la 265 espectacularización de una caridad que se presenta integrada en una imagen de la formación social como sociedad de consumo. En este sentido, la utilización intradiegética de los medios de comunicación estará presente en películas como Muerte de un ciclista (1955), donde se reproduce un NO-DO en el que la protagonista aparece cono una de las “damas de sociedad” que participa en una colecta de fondos de ayuda de una campaña navideña y colabora en torneos de canasta “a beneficio de los niños pobres, de los niños tontos, de los niños algo”208. Rafael Azcona, guionista de Plácido, participará activamente en la crítica de la “gente de orden” desde las páginas de la revista ilustrada La Codorniz. La sátira será el mecanismo empleado por el escritor para hacer visibles los motivos de los “benefactores” para ejercer la caridad a través de diferentes géneros literarios como el manifiesto (“Defensa de la mendicidad”), el género epistolar (“Carta a un pariente pobre”, “Consejos a los mendicantes”), el reportaje periodístico (“Congreso de benefactores”) o el ensayo filosófico (“¿Se pueden aprovechar los niños enfermos graves?”, “¿Pueden utilizarse los pobres para el bien común?”, “Sobre la explotación de los huérfanos”). En ellos, Azcona hace una exposición de la instrumentalización de los pobres, necesarios para un mantenimiento de la jerarquía en el orden político y social en el que solamente podrán estar incluidos en calidad de objeto sobre el cual ejercer un “derecho a la caridad” reclamado desde la sátira: Las personas de orden, que pagamos nuestros impuestos y conocemos y cumplimos mejor que nadie nuestros deberes cívicos, tenemos el derecho a ejercer la caridad . . . No veo ninguna razón para que los pobres de pedir limosna sean retirados de la circulación. Los pobres dan una nota de color a la ciudad, tocan el corazón de los duros de ídem, facilitan a las personas de orden su derecho a ejercer la caridad y, por si esto fuera poco, dan continuidad a las tradiciones. (411) 208 A. Jutglar denuncia el uso de las estrategias publicitarias para fomentar la beneficencia en la revista El Ciervo: “No creo sea muy positivo incitar a las personas para que entreguen alguna cosa como limosna, organizando campeonatos de la caridad y modalidades de concursos para ver si se rebasan tales o cuales "records"; pero menos lo puede ser todavía el que imitando ciertos slogans publicitarios se pretenda fomentar la "caridad" mediante frases, que muy bien podrían servir para respaldar determinadas inversiones financieras, pero que muy poco sirven a la causa de Dios: invierta en el Banco de Dios, es el más seguro, está fabricado a prueba de ladrones, no puede quebrar y además siempre paga el 100 por 1” (2). 266 En Plácido, los pobres son obligados a participar en las actividades de la campaña tras haber sido clasificados y distribuidos en función de categorías como “pobre del asilo o de la calle”. Sus necesidades también son identificadas en función de los bonos de caridad que al final termina solicitando la mujer de Plácido, que incluyen ayuda de ropa o de comida. No sólo los mendigos serán obligados a obedecer las órdenes de los organizadores de la campaña, sino que otros habitantes de la ciudad estarán obligados a participar por miedo a las represalias laborales, como en el caso de unos empleados obligados por su jefe a sentar un pobre en su mesa; pero también políticas, como una familia con pasado republicano que debe guardar las apariencias y mostrar la adhesión a sus vecinos organizadores. La radio será el vehículo para que la retransmisión desde las casas de las familias y sus invitados penetre a través de las ondas en otros espacios domésticos. La operación de Azcona y Berlanga consiste precisamente en mostrar los momentos en los cuales las situaciones que pueden ver los espectadores desmienten la narración del locutor, interrupciones que también se ponen de manifiesto en la ventriloquización de la que son objeto los mendigos que intervienen en la emisión en directo. Al final de la película, la familia de Plácido regresa a su casa tras haber sido tratado, no como un trabajador, sino como un criado al servicio de las élites locales. Todo el espectáculo de la caridad se desmonta cuando los espectadores ven que la familia de protagonista todavía no ha podido celebrar la cena y que ni siquiera van a poder probar los productos de una de las cestas que el hermano de Plácido se dedica a repartir como aguinaldo y que alguien rechazó. El dueño de las cestas recorre la ciudad hasta llegar a la casa de Plácido, situada en los sótanos de un cuartel y allí les acusa de ladrones. Durante la pelea, el conflicto entre clases sociales termina por estallar. Mientras increpan al comerciante llamándole “explotador”, este les responderá afirmando que “todos estos desgraciados” – refiriéndose a los pobres que viven a las afueras- “son iguales”. Calificación de la que no le 267 exime su condición de futuro propietario de un motocarro que, sin embargo, continúa viviendo una existencia de extrema pobreza a la espera de poder pagar sus plazos y de disponer de unos ingresos para mantener a su familia. La escena final se cierra con un villancico católico con el que se pone de manifiesto la reproducción de la pobreza que rodea el evento evangélico del nacimiento de Cristo en la de la familia de Plácido en la celebración de la Nochebuena de 1961: “Madre en la puerta hay un niño/ más hermoso que el sol bello/ tiritando está de frío/ porque viene medio en cueros/ Anda, dile que entre/ se calentará/ porque en esta tierra ya no hay caridad/ ni nunca la habido/ ni nunca la habrá”. 3.5. Coda: “La vida es una tómbola de luz y de color” Desde 1995, todos los sábados por la tarde el programa “Cine de barrio” de la cadena pública Televisión Española emite una película del repertorio de las que se proyectaban en los cines populares durante la dictadura franquista. La emisión se completa con una entrevista y pequeño coloquio sobre la cinta con alguno de los actores protagonistas, que evocan las vicisitudes del rodaje y del estreno de las producciones desde una edulcorada nostalgia que esconde cualquier crítica o problematización sobre las condiciones de vida bajo el franquismo. Algunas de las películas que mayor éxito de audiencia tienen son las protagonizadas por Pepa Flores, “Marisol”, niña prodigio del cine del Desarrollismo [fig. 78]. 268 Fig. 78. Cancionero de la película Tómbola. Pepa Flores encarna en sus películas diversos personajes en los que aparece como sujeto beneficiado por la redistribución de capital a través del azar presente en los sorteos y concursos, como en la película Tómbola (1962) o en La nueva Cenicienta (1964), pero también como objeto de la beneficencia de los adultos de su entorno como en la cinta Un rayo de luz (1960). Mientras la niña asombra con sus capacidades para la música y la danza, los espectadores asisten a una naturalización del esquema de comedia from-rags-to-riches que se repite en todos los argumentos de sus películas, por el cual en su destino tendrá garantizado el ascenso social. Dicho ascenso se consigue gracias a haber conseguido un premio en un concurso que le permite alcanzar la fama como estrella del espectáculo o gracias a haberse ganado las simpatías de adultos de una clase social superior que deciden convertirse en protectores de la niña. El personaje de Marisol triunfa invariablemente en medio de cualquier adversidad económica ya que, milagrosamente, siempre encuentra el premio o la ayuda necesaria para mejorar su posición inicial. La espectacularización de su triunfo es compartida con unos espectadores que reciben en sus canciones un relato de esta fábula del éxito conseguido a través del azar providencial209. Como afirmaba en una de las 209 Tatjana Pavlovic ha analizado la presencia del catolicismo en la película Tómbola, cuya trama gira en torno a las peripecias de Marisol en sus intentos por recuperar el cuadro “La Madonna de las 269 canciones más famosas de la década de los 60 que continúa en la memoria de viejas y nuevas generaciones de espectadores de “Cine de barrio”: “La vida es una tómbola de luz y de color/ y todos en la tómbola encuentran un amor”. Como se ha examinado en estas páginas, que la vida era una tómbola de luz y de color será una de las mitologías contemporáneas de un Desarrollismo que fue contestado por las voces de aquellos que hicieron visibles las sombras, los costes y las pérdidas individuales y colectivas bajo un régimen político que fomentaba la idea de que era posible ser tocado por los resortes de una economía de la gracia que suplía los derechos de un reparto igualitario de la riqueza y los recursos. rosas”, que ha sido robado en el Museo del Prado: “During her adventure she is protected by the Virgin and Jesus. She also seeks a priest’s alliance in ´recovering´ the stolen painting. However, even when Marisol’s films ´promote´ Christian values they are abstracted and embedded in entertainment. As if the message of her films aligned with Opus Dei’s mission of ´disseminating of spiritual values through secular venues and the sanctification of the secular world´ (Payne 1987: 437, 438)” (127-8). 270 Conclusiones Quiero creer que nuestro mal gobierno es un vulgar negocio de los hombres y no una metafísica, que España puede y debe salir de la pobreza, que es tiempo aún para cambiar su historia antes que se la lleven los demonios. Quiero creer que no hay tales demonios. Son hombres los que pagan al gobierno, los empresarios de la falsa historia. Son ellos quienes han vendido al hombre, los que le han vertido a la pobreza y secuestrado la salud de España. Pido que España expulse a esos demonios. Que la pobreza suba hasta el gobierno. Que sea el hombre el dueño de su historia. Jaime Gil de Biedma. “Apología y petición”, Moralidades (1966) En 1975, año de la muerte de Francisco Franco, el escritor Miguel Delibes leía su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua con el título “El sentido del progreso desde mi obra”. Delibes explicaba, dentro del contexto de la crisis del petróleo, cuáles habrían sido los costes sociales del progreso en España desde la publicación de su novela El camino en 1950, en la que ya adelantaba algunas cuestiones sobre un modelo de transformación económica que las décadas siguientes no harían sino confirmar, según su relato: Han sido suficientes cinco lustros para demostrar . . . que el verdadero progresismo no estriba en un desarrollo ilimitado y competitivo, ni en fabricar cada día más cosas, ni en inventar necesidades al hombre, ni en destruir la Naturaleza, ni en sostener a un tercio de la Humanidad en el delirio del despilfarro mientras los otros dos tercios se mueren de hambre, sino en racionalizar la utilización de la técnica, facilitar el acceso de toda la comunidad a lo necesario, revitalizar los valores humanos, hoy en crisis, y establecer las relaciones hombre-naturaleza en un plano de concordia. (14) En su discurso, Delibes examinaba la idea hegemónica de progreso que había dominado el nuevo orden mundial durante la Guerra Fría y sus consecuencias en el caso español, de las que se hace cargo en su obra: la ruptura de las formas de vida de las comunidades rurales debido a los procesos de industrialización, las dificultades de los migrantes para tener una vida digna en las ciudades, la destrucción del medio ambiente, el 271 consumismo superfluo, el reparto desigual de los recursos o la represión política. En esta misma línea, Delibes había escrito en 1969 su Parábola del náufrago, una suerte de parodia de ciencia-ficción distópica descrita por su autor como una fábula sobre la tecnocracia donde “el poder del dinero y la organización —quintaesencia de este progreso— termina por convertir en borrego a un hombre sensible, mientras la Naturaleza mancillada, harta de servir de campo de experiencias a la química y la mecánica, se alza contra el hombre en abierta hostilidad” (13). Tras más de dos décadas de políticas desarrollistas y en vida todavía del dictador, el balance de Delibes apuntaba a un panorama internacional en el que incluía los peligros de la era atómica y la agresividad militarizada de la carrera espacial, la creación de sociedades de control en torno a dispositivos de vigilancia y de tortura, el auge de una sociedad del espectáculo donde la participación política quedaba reducida a la tele-representación o el reconocimiento de las vidas truncadas de aquellos que plantearon alternativas a los intereses económicos de las élites internacionales, como la de Salvador Allende. Todo ello, sin mencionar en ningún momento la dictadura de Franco en su discurso, al igual que estaban haciendo otros autores contemporáneos como Antonio Buero Vallejo, quien en 1971 también reflexionaba sobre la relación entre desarrollismo, dictaduras y costes sociales y ecológicos en su obra de teatro La llegada de los dioses, en la que hacía partícipe a los espectadores de la responsabilidad de los políticos y empresarios que participaron en diferentes regímenes fascistas del siglo XX, mediante una operación de desplazamiento que le permitía no aludir directamente al caso español210. 210 Se trata de la misma operación estética que lleva a cabo en su obra La fundación (1974), en la que uno de los personajes confunde en sus alucinaciones la cárcel en la que se encuentra recluido, situada en un lugar indeterminado y en la que tienen lugar las mismas prácticas de represión y tortura que en las cárceles franquistas, con un centro de investigación llamado La Fundación. En este centro, un equipo de jóvenes científicos vive disfrutando del bienestar de una sociedad en la que se ha producido una expansión de la educación y del acceso al consumo. Frigoríficos de última generación y celdas de tortura conviven en esta “fábula” del tardofranquismo, categoría con el mismo autor denominó a la obra: “fábula en dos partes”. 272 Las reflexiones de Delibes o de Buero Vallejo son un ejemplo de construcción, al final de la dictadura, de otros relatos posibles sobre las consecuencias del desarrollo, entendido como el proyecto de modernización capitalista que sirvió a la dictadura franquista para legitimarse a sí misma y a sus partidarios. En la obra de Buero, los personajes ven cuestionadas sus propias coartadas para justificar su participación en los procesos de acumulación de capital en un régimen fascista, al igual que lo hacían ciertos sectores sociales como los que registraba Jaime Gil de Biedma a la altura de 1965 en su “Carta de España”: “Después de tantos años de forzoso cinismo, fundamentar su adhesión al régimen en el hecho de que es un régimen económicamente progresivo, y no en el puro instinto de conservación, ha sumido a la derecha española en un estado casi voluptuoso de buena conciencia” (686-7). En el momento en el que Delibes escribía su discurso, Franco se enfrentaba a los momentos más conflictivos del movimiento obrero bajo dictadura. Las acciones en forma de huelgas y asambleas se habían extendido de manera creciente desde 1970, de tal manera que sólo en 1974 el Ministerio de Trabajo registró “más de 2.000 huelgas con la participación de cerca de 700.000 trabajadores y la pérdida de 14 millones de horas de trabajo” (Rodríguez López 44). Como recuerda Emmanuel Rodríguez, “el marco de relaciones laborales de la dictadura había sido destrozado por las luchas de fábrica antes de la muerte de Franco” (44). En el proceso se habían quebrado los instrumentos que las políticas económicas del régimen habían utilizado para el control social de estos trabajadores como el sindicato vertical y por el camino habían aparecido nuevos sujetos políticos, protagonistas de la ruptura de las formas de reparto social del modelo de acumulación desarrollista. Sus logros se tradujeron en un importante incremento de la redistribución de las rentas del capital en forma de crecimientos salariales negociados, de manera que de 1970 a 1976 los salarios reales medios “acumularon un crecimiento de casi el 40 %”, mientras que la productividad sólo había crecido “un 23,7 %” (34). 273 Este escenario se transformaría rápidamente en los años siguientes. La crisis económica que había hecho descender el crecimiento anual del PBI desde 1973 funcionará como un elemento de presión para frenar estos beneficios en el trasvase de las rentas conseguidos por la clase obrera. Para ello, tras la muerte del dictador, los procesos de ingeniería política pivotarán sobre las expectativas de nueva base social que haría posible un equilibro que no amenazaba los privilegios de los poderes fácticos y de las clases dominantes. Unas clases medias cuya imagen había sido proyectada en los años del desarrollismo pasarán a representar el consenso de los nuevos pactos sociales entre un reformismo franquista y una izquierda política que estarán de acuerdo en la continuidad de unos procesos de “modernización” capaces de homologar la situación de España con las democracias de otros países “desarrollados”: El nuevo marco político debía aparecer como un régimen que públicamente apareciese de y para las clase medias. Bajo esta perspectiva, se entiende que en ningún momento se prefigurara la más mínima amenaza —siquiera un serio cuestionamiento—de las herencias sociales del franquismo. La sociedad de clases medias fue el gran hallazgo de la dictadura y su legado a la democracia. En términos positivos: la movilidad social ascendente, la expansión de la educación, la generalización de la Seguridad Social y en general el Estado del Bienestar fueron pilares de los consensos de la nueva democracia. Se puede decir también que estas fueron las demandas del movimiento obrero y del movimiento vecinal. Y así es. Pero lo que las hacía funcionales a un proyecto social propiamente clasista —a la reproducción de las clases medias— es que este legado social se conservó o se amplió de acuerdo con los parámetros del franquismo. (Rodríguez López 349) Miguel Delibes y Buero Vallejo, que habían vivido en su juventud la Guerra Civil y una larga posguerra, habían dedicado sus producciones literarias en el tardofranquismo a analizar cómo la ruptura del régimen político pasaba, sin duda, por una liquidación del imaginario mesocrático proyectado por un modelo de acumulación desarrollista en el que precisamente estaban siendo las reclamaciones salariales de millones de trabajadores las que hacían saltar la banca del sistema. Estas reclamaciones apuntaban justamente a la 274 impostergable redistribución de una riqueza en la que importantes segmentos sociales se habían quedado fuera del reparto, incluso en los años de mayor crecimiento211. Las causas del desigual reparto de la riqueza en España, como apuntaba Jaime Gil de Biedma en su poema “Apología y petición”, eran concretas. Pertenecían al orden de lo que el poeta denominó el “vulgar negocio de los hombres”, antes que a una “metafísica” que atribuía el origen de la pobreza a las más variadas explicaciones que los “empresarios de la falsa historia” nacional habrían elaborado. En el final del poema, Gil de Biedma deseaba que las tornas cambiaran y que los responsables del golpe de Estado de 1936 fueran despojados de sus bienes y privilegios, al tiempo que pudieran nacer nuevos sujetos políticos capaces de transformar la historia nacional mediante otra gestión comunitaria de esa misma pobreza: “Que la pobreza suba hasta el gobierno/Que sea el hombre el dueño de su historia”. No sabemos cuántos trabajadores leyeron los poemas de Gil de Biedma, ni tampoco cuántos asistieron como espectadores a las obras de Buero Vallejo, quien se esforzó en la creación de un público y una escena teatral capaz de desafiar los límites de la censura, frente a la alternativa de producir obras para un público minoritario o para un futuro en el que pudieran finalmente representarse ante la imposibilidad de hacerlo en el presente. Lo que sí sabemos a día de hoy es que las “apologías” y las “peticiones” de la cultura antifranquista tuvieron como protagonista a una clase obrera que, más allá de su adscripción a una clase “sociológica”, fue el sujeto revolucionario sobre el que se vertebraron las posibilidades de transformación política. Tampoco sabemos mucho sobre otros productores culturales de esta diversa y extensa clase obrera, sobre quienes escribieron canciones de Carnaval cuando este 211 En este sentido, resulta significativa la valoración que los exiliados y algunos ciudadanos que se oponían al régimen hacían de estas transformaciones sociales antes del ciclo de huelgas de 1970. En su visita a España en 1969, Max Aub tiene una conversación con José Luis Cano sobre la relación entre el crecimiento económico y la falta de libertades y derechos políticos, en la que ambos se muestran desesperanzados con respecto a las posibilidades de que el régimen fuera a desaparecer debido a una revolución popular: “Les ha tocado vivir bien, querer vivir mejor . . . -Entonces Franco ha entronizado el Paraíso en España. -Sí. Para la gran mayoría.” (190-1). 275 dejó de estar prohibido aunque siguiera censurado, construyeron fallas –esculturas efímeras—sobre la actualidad, cantaron coplas clandestinas en las que denunciaban el desalojo de sus casas ya hundidas para siempre en el fondo de un pantano, publicaron novelas populares con un pseudónimo en inglés, mandaron cartas con poemas a la emisora Radio Pirenaica dando testimonio sobre sus condiciones de trabajo en Alemania o en España, participaron en sus propios grupos de música y teatro, colaboraron con la prensa en el exilio o crearon decenas de revistas en las Asociaciones de Vecinos del tardofranquismo. Al menos no aparecen en los relatos celebratorios de los logros de una modernidad y de un crecimiento económico–de los que el régimen se había hecho garante y responsable–, gracias a los cuales la ciudadanía habría conseguido tras la muerte del dictador una democracia homologable a la de los países del norte de los Pirineos, un Estado de Bienestar y la inserción en el marco de la Unión Europea. Algo en lo que coincidían las dos narraciones hegemónicas sobre la transición: aquella que se basaba en “el mito de la transición bien hecha, la fiesta de los abrazos que conjuró el pasado y trajo la libertad” y posteriormente, aquella basada en “un pacto de silencio entre élites” que “sirvió para explicar el origen oscuro de una democracia de partidos” (Labrador “La cultura”). Como se ha estudiado en estas páginas, las narrativas utilizadas por el régimen para celebrar los logros del desarrollismo fueron desplazadas por las prácticas de resistencia estética y política de algunos creadores, en cuyas producciones se hizo posible, no sólo la interrupción y la destrucción simbólica de los relatos culturales, morales, políticos y económicos enunciados por el Estado, sino también la creación de un espacio de comunicación donde la imaginación política y estética interviene en la reflexión sobre la posibilidad de nuevas formas de vida en común y nuevas relaciones intersubjetivas que desafiaban dichos relatos. Este trabajo ha tratado de analizar cuáles fueron las condiciones materiales en las que se produjeron las fantasías sociales en torno a la circulación y 276 redistribución de los flujos de capital durante el franquismo, atendiendo precisamente a la especificidad de las diferentes coyunturas históricas en las que tuvieron lugar las diferentes transformaciones en materia de política económica. Desde la década de los 50, los imaginarios sociales sobre la circulación de los flujos de capital en España, tanto en su representación de los circuitos del mercado internacional como en las representaciones del acceso al capital, al crédito y a los bienes de consumo interno, estarán atravesados por las lógicas culturales de un capitalismo que se sostiene en la idea de una supuesta libertad económica avalada por el Estado. Los logros del progreso serán utilizados por el régimen franquista para legitimar la soberanía política de un Estado nacional-católico aliado de los Estados Unidos como nación intervenida económica y militarmente, en un contexto global dividido por las políticas de la Guerra Fría. En este sentido, como se ha examinado en estas páginas, para los productores culturales e ideólogos del régimen, la teología política permanecería incrustada en los discursos y prácticas sociales y culturales del publicitado giro al liberalismo económico, de modo que, en sus narrativas providenciales sobre el desarrollo, la mano invisible de los mercados nacionales e internacionales siempre estaría guiada por la actuación de una Divina Providencia que conduce el destino colectivo de la nación. De esta manera, se ha analizado la representación de los circuitos del mercado internacional a través de las ficciones de la tecnología aeroespacial, campo simbólico en el que diferentes relatos dotaron de significado, no sólo el posible origen de las aeronaves en el escenario de una posible guerra atómica, sino también las fantasías sobre la posibilidad de vida en otros mundos a partir de una idea de encantamiento que se había desplazado progresivamente en el siglo XX hacia el espacio exterior, nueva frontera para la colonización que encubriría los costes de los procesos tecnológicos y científicos de una escalada bélica que se jugaba, no sólo en el control del espacio, sino también en la circulación de capitales y 277 mercancías que esa misma tecnología controlaba en un espacio aéreo y terrestre global dividido. Del mismo modo, en las fábulas sobre la redistribución y circulación de capital en torno a los procesos de liberalización económica se han estudiado instituciones culturales como las loterías y los concursos y la idea de futuro inscrita en el azar asociado a ellos. Las fantasías de acceso al capital en igualdad de oportunidades a través de los juegos de azar se convirtieron en un campo de fuerzas en el que los productores culturales disputaron la hegemonía de una imaginación sobre las relaciones sociales y políticas que oponía el triunfalismo del ganador tocado por el azar a otras economías morales y otras lógicas subalternas de tipo comunitario. La fantasía filantrópica de la caridad convivirá en la España franquista con los juegos de azar, no sólo en prácticas sociales como loterías, concursos y tómbolas, sino también en los espectáculos promovidos por las industrias culturales vinculadas al régimen. Numerosos productores culturales y ciudadanos anónimos denunciarán los procesos de ingeniería política y social en los que los aparatos ideológicos del Estado alternaban la construcción de la necesidad de asistir benéficamente a los pobres, con la criminalización, estigmatización y reprobación moral de aquellos que dependían de algún tipo de ayuda o asistencia, en una nación cuyo gobierno eludía la redistribución de la riqueza y de los recursos como un derecho. Algo que sus contemporáneos hicieron visible y dejaron puesto por escrito, no sólo en sus producciones literarias y audiovisuales, sino también en un espacio público que no debía ser alterado por otras voces que cuestionaran las consecuencias del crecimiento del Producto Interior Bruto o del número de kilovatios, o que denunciaran las pérdidas colectivas que dejó a su paso dicho crecimiento económico. Según lo escribieron los vecinos de Sástago (Zaragoza) en los muros de la iglesia de su pueblo en 1973, mientras 278 persistían en la demanda de una reforma agraria basada en el reparto equitativo de las tierras, “Llaman milagro al desarrollo, pero el milagro está en el reparto.” 279 Obras citadas 360 grados en torno a Marisol. 1971. Dir. Valerio Lazarov. Televisión. Aarne, Antti y Stith Thompson. The types of the folk-tale; a classification and bibliography. Helsinki, Suomalainen Tiedeakatemia, 1964 ABC. “Un platillo con tripulantes rubios.” 10 Dic. 1954: 36. ———. “Un platillo volante resulta ser un globo.” 17 Dic. 1954: 19. ABC. Edición de Andalucía. “La administración Eisenhower significará la reacción contra el dirigismo demócrata con un ensayo de individualismo capitalista.” 1 Ene. 1953: 58. 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