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A vueltas con Dios

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A VUELTAS CON DIOS
Fernando Arantegui Seral
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Para todos aquellos que se han cruzado en mi camino y que, con su presencia, su
sabiduría, sus consejos, sus reproches, sus críticas…me han ayudado a trazar el
mío.
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“Mas voy a oriente y no está, a occidente y no lo encuentro; lo busco al norte y no
aparece, en el sur se esconde y no lo veo” (Jb 23, 8-9).
“Sólo de oídas te conocía, pero ahora te han visto mis ojos” (Jb 42, 5).
“El Espíritu Santo, que habló a través de los escritores sagrados, no quiso enseñar
a los hombres lo que no es útil para ninguna salvación”.
San Agustín
“Si on soumet tout à la raison, notre religion n’aura rien de mystérieux et de
surnaturel.
Si on choque les principes de la raison, notre religion sera absurde et ridicule ».
Pascal, Pensées, S 204
“Todo aquello que puede ser dicho, puede decirse con claridad: y de lo que
no se puede hablar, mejor es callarse”.
L. Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus
“Busqué mi alma y no la encontré. Busqué a mi Dios y no lo encontré. Busqué a
mi hermano y encontré a los tres”.
William Blake
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PREFACIO
A vueltas con Dios. Resulta presuntuoso. Y, sin embargo, describe muy bien lo
que ha sido mi vida. Un continuo ir y venir. Una idea, un concepto, una convicción, una
vivencia. Unas veces soleada y otras muchas brumosa. Algo claro y certero a veces.
Difícil de asumir otras muchas.
Posiblemente sea más fácil hablar de Dios en negativo, decir lo que no es, que dar
una imagen positiva. Se hace sumamente difícil hablar de Dios. Y más en unos momentos
en los que a nadie parece importarle.
Es una lucha permanente entre sentimiento y razón. Difícil de llegar a la síntesis
en esta dialéctica permanente que es el ser humano. Todos buscamos certezas. Y
desgraciadamente hay pocas en la vida de un hombre. Quizás no haya sino dos: nacemos
y morimos. Y entre ambas se abre a cada humano un camino que debe recorrer solo,
aunque lo haga acompañado. Y el camino lo vamos haciendo a medida que lo recorremos.
No hay una pista trazada. Ni un sentido único.
A menudo nuestra vida se parece bastante a una representación de teatro en la que
los actores aparecen con máscaras. En nuestro caso es un monólogo y la máscara (alegría,
tristeza, dolor, entusiasmo, desánimo, tragedia…) dependerá del momento, aunque
sabemos que acabaremos usándolas todas.
A pesar de todo hay en nosotros una chispa de eternidad que nos impide
resignarnos. ¿Ilusión? ¿Anhelo? ¿Esperanza? O ¿Espejismo? ¿Ensueño? ¿Delirio? ¿Por
qué seríamos distintos del resto de criaturas?
Preguntas, siempre presentes. Respuestas inciertas. ¿Desde dónde podemos
responderlas? ¿Desde las ciencias? ¿Desde la experiencia? ¿Desde la vivencia de los que
nos han precedido? Aunque quizás debiéramos preguntarnos si tienen respuesta.
Supongo que el ser de cada uno convierte la búsqueda en algo condicionado de
antemano. Abierto, pero limitado. No reaccionamos de la misma manera ante un paisaje,
una fórmula física o una obra literaria. Donde unos ven unas cosas otros sienten esas
cosas. Donde unos se extasían otros racionalizan.
Nacemos en un lugar determinado. En un momento de la historia preciso. Con
unas condiciones concretas. Unos nacen ricos y otros pobres. Los hay que podrán
desarrollar sus capacidades y los hay que no. La naturaleza, la vida, no es justa. El pez
grande se come al pez chico. ¿Nos adaptamos? ¿Sólo sobreviven los mejor dotados?
¿Cuál es el papel de la suerte? Los clásicos hablaban del destino. ¿La ruleta rusa?
¿Nos resignamos? ¿Nos enfrentamos? ¿Hay luz al final del túnel?
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Supongo que cada individuo, de una forma u otra, deberá responder en algún
momento de su vida a todos esos interrogantes. Incluso todos aquellos que parecen estar
de paso de todo. Y deberá asumir las consecuencias. Las que sean.
Es indudable que el ser humano progresa, mejora, avanza…aunque en ciertos
momentos nos parezca lo contrario. Está claro que no vamos todos en el mismo vagón.
Sí en el mismo tren. Pero unos van en primera clase, otros en segunda, tercera e incluso
encima del vagón. Supongo que el paisaje, siendo el mismo, no lo disfrutamos de la
misma manera. Y de alguna manera todos tendremos razón cuando lo describamos.
Aunque no lo habremos vivido de la misma manera.
Es cierto que de alguna forma todo es relativo. ¿Hay algo o alguien que pueda de
un modo u otro dar sentido desde la posición de cada uno a todo eso?
Dar sentido. Llegamos al núcleo. Y esto se parece más a un casino que a una
biblioteca. La apuesta de Pascal. Un científico, físico y matemático, que pretende
convencernos de que, ante la imposibilidad de demostrar la existencia o no existencia de
Dios, lo mejor es apostar por la existencia. Tiene más ventajas. “En la probabilidad de
que Dios no exista, el creyente y el no creyente no pierden nada o casi nada. En cambio,
si Dios existe, el creyente gana la inmortalidad y el paraíso de la religión del Libro,
mientras que el ateo no creyente corre el riesgo de ser condenado al infierno por la
eternidad” nos explica la Wikipedia.
Aunque probablemente el lenguaje nos parezca anticuado y obsoleto, esto es lo
que hacemos a menudo en nuestras vidas cuando optamos por una cosa u otra. Sopesamos
los pros y los contras y en función de lo que vemos, nos decidimos.
¿Tiene sentido creer en Dios hoy? Esta pregunta es recurrente y suena en la
historia desde que el hombre tiene la capacidad de pensar, de reflexionar. Y por supuesto,
la pregunta que le acompaña es, ¿en qué Dios?
A vueltas con Dios. Con el que nos ha tocado vivir. Aquí y ahora. Hemos recibido
una enseñanza, una fe, una educación religiosa concreta. Por supuesto, nada o nadie nos
impide ir a ver en otra parte. Sin embargo, debemos de admitir que es difícil cambiar lo
que hemos “mamado” en nuestra tierna infancia y juventud.
Lo que sí podemos hacer es modificar lo que creíamos o la forma en que creíamos.
Y eso es de alguna manera lo que cuenta este libro. Recorrido que probablemente tenga
poco de original. Ese mismo camino lo han seguido muchísimas personas.
¿Fe o convicción? Parece mentira que hablemos de creer y que no aparezca la fe
por ningún sitio. ¿Creencia, convicción, confianza? ¿Apuesta? Quizás todo eso…y algo
más que es difícil de definir. No sé tampoco lo que es la fe. Creo y dudo al mismo tiempo.
Y eso es algo que me ha acompañado toda mi vida.
Quizás las palabras del poeta inglés que se encuentran citadas al comienzo y final
de este libro, son un buen resumen de lo que es Dios y lo que significa creer para mí:
“Busqué mi alma y no la encontré. Busqué a mi Dios y no lo encontré. Busqué a
mi hermano y encontré a los tres”.
William Blake
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1.
Reflexiones.
No hay guion. No hay esquema. No hay plan. Ni capítulos. Sin orden ni concierto.
“A vueltas con Dios” he llamado a este batiburrillo de ideas, de reflexiones, de
idas y venidas, de citas… Es el título de la traducción de un libro de un teólogo
alemán, E. Zharnt (“Die sache mit Gott”) que trata de la teología alemana del siglo
XX. Pero es válido para cualquier época porque la teología, la religión, no son sino
un constante a vueltas con Dios. Porque de alguna manera toda mi vida ha sido un
estar a vueltas con Dios.
A vueltas con Dios es lo que hace el hombre desde que tiene la capacidad de pensar
y comunicar. En este largo caminar siempre ha estado presente de una u otra forma.
Ha recibido numerosos nombres, atributos, formas, apariencias… Ha sido el
reconocimiento por parte del hombre de su nimiedad, de sus miedos, de sus
interrogantes, de su ser… La idea de Dios va a evolucionar con el hombre.
Animista, politeísta, monólatra, monoteísta…Siempre presente. Hasta ese
momento que el hombre descubre sus capacidades y lo deja de lado:
« ¿Dieu ? Je n’ai pas besoin de cette hypothèse », respondió Laplace a Napoléon.
“Los hombres religiosos hablan de Dios cuando el conocimiento humano no da
más de sí o cuando fracasan las fuerzas humanas”.1
Empezó a pensar anticipadamente en su propia muerte, lo que desarrolló en ella
una suerte de inquietud existencial crónica que ningún animal había conocido
antes. Los desasosiegos de la autoconsciencia eran tan duros que esta criatura tuvo
que desarrollar mecanismos de defensa. La religión fue uno de ellos.
Una vez expulsado del terreno de la ciencia, de la explicación del mundo… ¿ya
está? ¿Su “función” ya no es necesaria? ¿Necesita Dios ser funcional para existir?
¿Es Dios una respuesta a esas preguntas que no tienen respuesta o cuya respuesta
no nos satisface? ¿De qué Dios estamos hablando? En nuestros días hemos pasado
del qué debemos creer al qué debemos hacer. Pero, ¿se puede reducir la religión
solamente a lo ético?
“¿Cómo pensar en Dios? ¿Cómo vincular las realidades humanas y el
discurso de Dios? ¿Cómo evitar forjar una idea monolítica y simplificadora
de Dios? ¿Cómo, sobre todo, podemos hacer frente a las complejidades y
contradicciones de la vida sin perder la relevancia de la creencia en
Dios?”2
A vueltas con Dios. El Dios de mi infancia y del catecismo. Ese que lo veía todo,
lo anotaba todo y no se olvidaba de nada. Ese que castigaba y mandaba al infierno.
1
2
D. Bonhoeffer, Resistencia y sumisión, Sígueme, Salamanca, p. 198
D. Müller, « Dieu. Le désir de toute une vie », Labor et Fides, Genève, 2016, p 35
11
Ese con el que había que negociar (primeros viernes, primeros sábados de mes)
para asegurarse un final con posibilidad de arrepentimiento. Ese Dios siempre
presente en todas partes al que no se le podía mentir o engañar. La eternidad, esa
sensación de vértigo que sentía con tres o cuatro años pensando en ella por la Gran
Vía camino del colegio alemán. Castigo eterno. Las llamas del infierno por la
eternidad. Lo que generaba, por lo menos en mí, mucho miedo. El miedo como
arma. El miedo como poder. El miedo como fuerza de sumisión. Y el martirio
como el camino más rápido y certero para asegurarse el cielo, renunciar a unos
pocos años de “vida” por una vida eterna en el paraíso. ¿Quién no ha soñado con
él? Esa seguridad que da el estar en la verdad, en el buen camino, en el de los
elegidos. Creo que la pintura de El Bosco, El ojo de Dios, es un buen reflejo y
exponente de todo lo que acabo de decir. Siempre me ha fascinado este pintor. El
poder de la imaginación al servicio de la religión.
A vueltas con Dios. El Dios de mi adolescencia y juventud, un Dios más personal
con el que se podía establecer una cierta relación. La oración, la soledad, los
demás…todos te pueden hablar y llevar a Dios. Un Dios al que poder dedicar su
vida. Un Dios que predicar. Un Dios que llevar allí donde es desconocido. Así nace
una vocación misionera. Una confesión general que me libera y me hace
comprender que Dios no es, no puede ser, ese que aprendí en el catecismo.
Y luego llegó el Dios de los filósofos, de los biblistas, de los teólogos…y todos
juntos ayudaron a derrumbar lo que quedaba de mi andamio religioso de la
infancia-juventud. Pero éramos jóvenes y más importante que pensar o reflexionar
era actuar. Había que derribar la dictadura, cambiar el mundo, hacer la revolución.
Nos sentíamos, pobres ingenuos, capaces de darle la vuelta al mundo. Teníamos
un punto de apoyo que nos parecía inamovible: nuestra visión de lo que debía ser
el mundo, las relaciones humanas, la justicia…TODO. Y con él nos sentíamos
capaces de TODO.
La percepción del paso del tiempo ha cambiado mucho. En nuestra sociedad las
ideas, y todo lo que nos rodea, evolucionan a tal velocidad que cualquier cosa que
digamos queda obsoleta pocos momentos después de haberla propuesto. ¿Alguien
se acuerda hoy de lo que fue y supuso como avance el fax…y lo poco que duró?
¿Y el walkman? Si tienes menos de treinta años quizás ni te suenen,
Y el problema no es otro que la aceptación o no de lo absoluto. Llámese Dios,
Verdad... Y lo absoluto es excluyente. Si yo poseo la verdad, todos los demás están
en el error. Si no se acepta lo absoluto se llega al relativismo. Todo depende del
cristal con que se mira. Tu opinión es tan válida como la mía.
Y si se acepta lo absoluto llegamos pues a lo que se ha llegado siempre: el poder
corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente.
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Rozamos, no entraremos de lleno en un tema que daría para mucho más, en el
problema de la violencia que se deriva del absolutismo de las religiones
monoteístas: judaísmo, cristianismo e islam.
“El monoteísmo no sólo adora a un único Dios, sino que además afirma que todos
los otros dioses son falsos. Y es que, efectivamente, desde que nació el
monoteísmo, con él nacieron también las fuentes de violencia que los monoteísmos
han acarreado a la humanidad. Lo cual es comprensible. Porque, desde el momento
en que una persona o un grupo afirma que existe un solo Dios verdadero, por eso
mismo considera a los demás dioses, no sólo como falsos, sino además como
enemigos. Una enemistad que se ve reforzada por la pretensión de absolutismo que
es propia de una confesión religiosa monoteísta y, por eso también, exclusivista”3.
“Hay que admitir que el absolutismo está lejos de morir. En efecto, gobierna las
mentes de un gran número de personas del mundo actual, más peligrosamente en
el mundo musulmán…Tal absolutismo origina casi siempre una poderosa fe
religiosa, y constituye la principal razón para sugerir que la religión puede ser una
fuerza del mal en el mundo”4.
“La religión «genera pretensiones de validez que no tolera ninguna objeción. Y
aquí es donde empiezan los problemas. Porque la validez absoluta de las propias
convicciones se convierte automáticamente en violencia para todo el que no
comparte tales convicciones”5.
“En el corto plazo las religiones se resisten a los cambios, tienen pánico a
reelaborar el patrimonio simbólico que heredaron. Están cautivas de una
epistemología fixista, agravada por la convicción de ser «depositarias de la
Revelación”6.
El humanismo renacentista es una reacción al absolutismo religioso de la Edad
Media. Dios deja de ser el centro que pasa a ser ocupado por el hombre (la medida
de todas las cosas). La hija del renacimiento será el racionalismo y de éste llegará
la Ilustración, la Aufklärung (la iluminación, las luces). Racionalismo e ilustración
traerán la secularización. La hipótesis Dios ya no es necesaria. Pasa a ser un asunto
privado. El estado debe de ser neutro. Las creencias son múltiples y todas se valen.
Relativismo. Lo tuyo es tan válido como lo mío7.
3
J.M. Castillo, La humanización de Dios. Ensayo de Cristología”, Trotta, Madrid, p. 67
R. Dawkins, El espejismo de Dios, Espasa, Madrid, 2008, 5ª Ed., p 306
5
J.M. Castillo, o.c., p. 70
6
Vigil J.M., “Errores sobre sobre el mundo que redundan en errores sobre Dios”, en la Revista Fe y Pueblo,
2014, 137-146
7
Sigmund Freud hablaba de tres revoluciones científicas que han producido tres “ofensas” en el
narcisismo humano: la cosmológica (Copérnico muestra que la tierra gira en torno al sol), la biológica
(Darwin que hace del hombre una especia más surgida de la evolución) y la psicológica (ni siquiera somos
dueños de nosotros mismos). En estos momentos suelen añadirse nuevas “ofensas” como la sociológica
(A. Compte y K. Marx, el hombre deja de ser el protagonista de la historia).
4
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El hombre se trasciende a sí mismo tratando de encontrar el sentido fuera de sí.
Pero eso no le lleva necesariamente a Dios. Con la razón se ha impuesto lo
demostrable, lo empírico. Lo razonable no son los medios o los fines sino la
relación de los medios a los fines.
Con Darwin el hombre deja de ser "distinto" del resto de criaturas, especial,
diferente... Con Freud deja de ser consciente, libre, dueño de sí mismo...
La neurología nos dice actualmente que el cerebro toma las decisiones unos
segundos antes de que seamos conscientes. ¿Qué hacemos del libre albedrío?
O, dicho de otro modo: la humanidad comenzó afirmando la diferencia del hombre
con respecto del resto del mundo. Tras lo cual proclamó su superioridad sobre el
resto de las criaturas y dedujo que podía conquistar (dominar) la naturaleza.
Después de lo cual no le quedaba sino excluir toda dependencia (ya no necesitamos
la hipótesis Dios). Sin embargo, hoy asistimos a una deconstrucción de esta lógica.
El hombre ya no es diferente del resto de criaturas (derechos de los animales) y
consecuentemente no tiene ninguna superioridad sobre ellas y no tiene ningún
derecho de dominación sobre nada. Ni sobre nadie. ¿Por qué los derechos humanos
serían superiores a las leyes de la Charia? ¿En nombre de qué esto es mejor que
aquello? ¿Dónde ponemos los límites y con qué autoridad? A fin de cuentas, al
negar lo absoluto hacemos del relativismo otro absoluto.
Cuando se niega la biología y consecuentemente la naturaleza (el sexo como
construcción social, fruto cultural, que puede modificarse a voluntad, basta con
manifestarlo), entonces podemos afirmar tranquilamente la igualdad del hombre
con el animal. Porque si todo es cuestión de “sentirse” hombre, mujer, ni lo uno ni
lo otro… ¿por qué no animal?
En el siglo de los derechos (del hombre, de la mujer, de las minorías, del niño...)
no se puede excluir el derecho de los animales y a ser animal. En el relato que nos
presenta la tradición sacerdotal en el libro del Génesis (Gn 1,1-2, 4a), hay una frase
que se repite al final de cada día: "Y vio Dios que estaba bien". Y tras la creación
del hombre, la última etapa, dice: "Vio Dios todo cuanto había hecho, y he aquí
que estaba muy bien".
¿Qué hemos hecho los hombres con eso?
Del dios centro del universo pasamos a la tierra centro del universo y más tarde
hicimos del hombre el centro de la tierra. Lo que nos llevó unos cuántos siglos.
Marx, Darwin, Freud…han venido a decirnos que no somos sino reflejo de
estructuras sociales, económicas, culturales… O como dice el título de una obra
de un premio nobel, Jacques Monod, somos fruto del "Azar y la necesidad".
“Padre Nuestro que estás en el cielo”. Esa es la oración que se dirige a un Dios
concebido como ser de un poder sobrenatural, que habita por encima del cielo de
un universo dividido en tres niveles y del que, de algún modo, se cree todavía que
controla nuestro mundo. A este Dios le pedimos aún «nuestro pan de cada día», el
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establecimiento de su reino en la tierra, el perdón y la tutela. Todavía nos
acercamos a este Dios, concebido como juez, de rodillas, suplicando misericordia,
pidiendo favores y buscando salud. Cuando la tragedia nos golpea, todavía nos
preguntamos por qué, y todavía preguntamos si esa tragedia es un reflejo de los
deseos de Dios de que seamos «castigados por nuestros pecados». “¿Qué he hecho
para merecer esto?”, decimos.
Los autores bíblicos expresaron sus creencias a partir de los conocimientos y la
ciencia de su tiempo. Sus relatos no van contra los conocimientos de su época, sino
que se basan en ellos.
“El teísmo como forma de entender a Dios es ahora una víctima de la expansión
de nuestro conocimiento. Esa definición ya no tiene sentido en nuestro mundo. No
hay una divinidad sobrenatural por encima del cielo esperando para venir en
nuestra ayuda. El espacio es infinito y nosotros, los seres humanos, hemos asumido
su infinitud. Ese lenguaje, por tanto, carece de sentido. Ahora bien,
¿significa esto que Dios no tiene sentido? Esta es la mayor cuestión que el
cristianismo tiene hoy ante sí. ¿Podemos redefinir lo que entendemos por Dios?
¿Podemos captar ese significado de otra manera? ¿Podemos renunciar a nuestras
definiciones teístas de Dios sin tener que rechazar al mismo tiempo la realidad de
Dios?”8
Siempre me ha parecido injusto que seamos los únicos, de momento, que seamos
capaces de interrogarnos, de preguntarnos por nuestro ser, nuestro destino, nuestro
futuro…y que no podamos dar repuestas. ¿La naturaleza no se habrá equivocado
al dejarnos llegar a este estadio? ¿Miles de millones de años desde el supuesto bigbang para llegar a esto? ¿Todo es fruto del “Azar y la necesidad”? ¿Nuestra
supuesta “superioridad” se reducirá a un montón de preguntas sin respuestas?
La naturaleza, la vida, es brutal, es violenta. Es una lucha constante. Una vida que
pende de un hilo finísimo. Que puede romperse en cualquier momento. La
naturaleza no es justa. El pez grande se come al pequeño. Y el predador a su presa.
Y si pensamos en lo ocurrido en el siglo XX la cosa no ha ido a mejor. El hombre
ha transformado la violencia en brutalidad y crueldad.
Envejecer es la única manera de mantenerse con vida.
El hombre “empezó a pensar anticipadamente en su propia muerte, lo que
desarrolló en él una suerte de inquietud existencial crónica que ningún animal
había conocido antes. Los desasosiegos de la autoconsciencia eran tan duros que
8
J. S. Spong, “Las doce tesis. Llamada a una nueva reforma”, en
file:///C:/Users/Farantegui/Downloads/RELaT_no_436_SPONG_John_Shelby_Las_doce.pdf p 5
Publicado originalmente en inglés en la revista «HORIZONTE», vol. 13, nº 37 (2015)112-162 PUC-Minas,
Belo Horizonte, Brasil.
15
esta criatura tuvo que desarrollar mecanismos de defensa. La religión fue uno de
ellos”9.
2.
Y uno tiene la impresión de volver a una cultura en la que el hombre era el juguete
en manos de las divinidades, de las fuerzas de la naturaleza…como si hubiésemos
cerrado el círculo. Comenzamos desprendiéndonos de los dioses, para terminar en
mano de otros dioses que vuelven a empoderarse de nosotros.
Hay una palabra nueva, por lo menos para mí, que resume muy bien todo esto: el
metaverso. Después de un cierto tiempo todo el mundo habla del metaverso. Si lo
he entendido bien se trata de un universo virtual en 3D.
Un mundo ideal en el que refugiarse, divertirse, evadirse…y que puede convertirse
en nuestro futuro mundo real en el que trabajemos, descansemos, juguemos, nos
relacionemos… ¿Otra droga?
En la física contemporánea se habla del multiverso, la posibilidad de la existencia
de universos múltiples. La teoría de las cuerdas habla de más de diez dimensiones.
La física cuántica10 habla de la intricación cuántica que supone que cuando un par
de partículas, fotones, por ejemplo, que han sido emitidos simultáneamente,
forman un sistema físico no separable, aunque se encuentren separadas por miles
de kilómetros. De forma que, si modificamos el estado de una de ellas, la otra,
automáticamente e independientemente de dónde se encuentre, se ve modificada a
su vez. También se habla de la superposición cuántica. La superposición cuántica
es un principio fundamental de la mecánica cuántica que sostiene que un sistema
físico tal como un electrón, existe en parte en todos sus teóricamente posibles
estados de forma simultánea. Dicho en román paladino, la “cosa” puede ser blanca
y negra a la vez, pero cuando la miremos sólo veremos un color. Para que luego
hablen del misterio de la santísima trinidad.
Es como si todo formase parte de un TODO. Todos formamos parte de una misma
realidad. ¿O habrá que escribir REALIDAD?
En los relatos de la creación de la Mesopotamia del tiempo del predominio de dicha
zona, se habla de la creación del hombre para alivio del trabajo de los dioses.
“Quiero crear el hombre…que se le impongan las obligaciones de los dioses y
estos puedan descansar”, leemos en la Tablilla VI, 5-8 del poema Enuma Elish.
“¡Que las obligaciones de los dioses sean las obligaciones de los hombres!”, en
el mito bilingüe de la creación del hombre (27-28).
9
S.J. Spong, o.c., p 11
Richard Feynman, premio nobel de física, decía: “Si crees que entiendes la física cuántica, en realidad
no entiendes la física cuántica”.
10
16
Un Dios inmolado mezclado con la arcilla da nacimiento al hombre, “de este modo
el dios y el hombre estarán asociados, reunidos en la arcilla, y, a partir de ese
momento, nosotros estaremos ociosos” (Atra-Hasis o el Supersabio, 208-218).
“¿Qué gana el que trabaja con fatiga? He considerado la tarea que Dios ha puesto
a los humanos para que en ella se ocupen. Él ha hecho todas las cosas apropiadas
a su tiempo; también ha puesto el afán en sus corazones, sin que el hombre llegue
a descubrir la obra que Dios ha hecho de principio a fin. Lo que es, ya antes fue;
lo que será, ya es”. “…pues todo es vanidad” (Si-Eclo 3,9-11.15.19b).
Estas reflexiones están escritas en un espacio corto de tiempo. Y son el fruto de
una vida. Una vida incoherente, llena de incongruencias, de contradicciones, de
renuncias, de infidelidades, de miedos, de frustraciones, de reproches, de lamentos,
de…
Muchas preguntas. Muchísimas. La mayoría sin respuesta. Porque no sé si la
tienen. Porque no las conozco si las tienen. Porque me parece una osadía cualquier
respuesta.
Tal vez uno tenga tendencia a acordarse más de los momentos malos, fallidos, que
de los buenos. En cualquier caso, los años suelen darnos una pátina de
escepticismo, de conformismo, de resignación.
No trato de justificar, ni de justificarme. Supongo que la travesía no tiene nada de
excepcional. Cada uno la hace como puede. Lo que sí puedo afirmar es que en
estos momentos me siento libre. Libre de creer sin necesidad de credos. Libre de
pensar y de afirmar lo que pienso y siento sin necesidad de acuerdos. Libre de
saber que la singularidad está presente en cada uno. De que las afirmaciones se
apropian o no sirven de nada. De que las creencias no pueden ser inmutables. Libre
de saber que ese Dios en el que creo, me ama así. De que no necesito saber,
conocer, distinguir los mil y un preceptos, dogmas, leyes…De que necesito a la
comunidad de creyentes, a los otros, a mis hermanos, para vivirlo. Pero con la
libertad de los hijos de Dios. De que la revelación no termina, sino que continua
en cada uno de nosotros. Cada uno a su ritmo y según sus posibilidades. De que el
camino está abierto y lleva a alguna parte. Y sobre todo de que se trata de ofrecer
no de imponer. De darse y no de esperar. De ser más que de hacer. Y todo con una
gran humildad, la de saber qué nunca estaremos a la altura de lo que se nos pide.
3.
“Gran parte de lo que sucede en el cristianismo es una negación del Sermón de la
Montaña”.
“Los cristianos tienen un gran Cristo, pero tienen muy pequeños cristianos. Ojalá
yo tuviera el Cristo que tienen los cristianos”.
“Me gusta tu Cristo. No me gustan tus cristianos”.
17
Estas frases se atribuyen a Mahatma Gandhi. Pero supongo que la mayoría de
nosotros las suscribiría. Desgraciadamente siempre será así. Cuanto más elevada
es una idea, un pensamiento, más difícil es que logremos plasmarla de una forma
concreta en la realidad. Y el peligro de todas las utopías, y el cristianismo no deja
de ser una, es precisamente el convertirlas en algo tan grande que al final se tratan
de imponer por cualquier medio. Sabio es el principio del “fin no justifica los
medios”. Porque no se puede llegar a la justicia a través de la injusticia; ni a la
libertad a través del absolutismo; ni a la paz a través del asesinato; ni a la libertad
a través de la opresión. Y siempre habrá opositores. A lo que sea. Es la naturaleza
humana.
Se necesita fe. Y la fe es un don. Y se desgasta. Se consume. Cambia. Y a menudo
se hace difícil. Y hasta desaparece. Pero puede volver, renacer cual ave Fénix. Pero
ya no será la misma. Será una fe distinta. Ni mejor, ni peor. Una fe que muchas
veces lo será “malgré”…y que cada uno ponga todo aquello que considere
oportuno. No será la fe naif de la infancia; ni la del carbonero; ni tan siquiera una
fe ilustrada.
Jean Rostand, biólogo y académico francés, en su libro “Inquiétudes d’un
biologiste” decía sobre la fe:
«La cuestión de la fe... Me hago esta pregunta todos los días, una y otra
vez... Le he dicho que no a Dios, diciéndole las cosas un poco sin rodeos,
pero a cada momento vuelve la pregunta. Me digo: ¿es posible? Sobre el
azar, por ejemplo, me repito: no puede ser el azar el que combina los
átomos. Pero entonces, ¿qué? ... Biológicamente, me parece difícil explicar
incluso una flor por casualidad. Se me escapa algo... viene una cadena de
preguntas, siempre las mismas. Estoy obsesionado, digamos la palabra,
obsesionado, si no por Dios, al menos por el no Dios»11.
« La science a fait de nous des dieux, avant même que nous méritions d’être
des hommes » (La ciencia nos ha convertido en dioses, incluso antes de
merecer ser hombres).
«No se puede utilizar luz eléctrica y aparatos de radio, no se puede en caso de
enfermedad acudir a las medicinas y a los medios clínicos actuales, creyendo al
mismo tiempo en el mundo de espíritus y de milagros del Nuevo Testamento. Y
quien crea poder personalmente hacerlo así, debe de tener bien clara una cosa: que,
11
« La question de la foi…Je me la pose chaque jour, sans arrêt… J’ai dit non à Dieu, en affirmant les
choses un peu brutalement, mais à chaque instant la question revient. Je me dis : Est-ce possible ? À
propos du hasard, par exemple, je me répète : ce ne peut être le hasard qui combine les atomes. Mais
alors quoi ? … Biologiquement, il me semble difficile d’expliquer même une fleur par le hasard. Quelque
chose me manque… une chaîne de questions viennent, toujours les mêmes. Je les ressasse… Je suis
obsédé, disons le mot, obsédé, sinon par Dieu, du moins par le non-Dieu »
18
si afirma ser ésta la actitud creyente cristiana, está volviendo incomprensible e
imposible la predicación cristiana en la actualidad” (Rudolf Bultmann).
Tener fe requiere coraje, la capacidad de correr un riesgo, la disposición a aceptar
incluso el dolor y la desilusión, decía Eric Fromm.
Una fe pascalina, una apuesta por algo o alguien sobre el que no poseemos ni
certitudes ni seguridad. Es un salto al vacío. Una apuesta por algo que nos parece
que puede darnos un mejor resultado. Quizás hoy el dilema no sea cielo-infierno.
Ni premio-castigo. Tal vez sea simplemente sentido-sin sentido.
“Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob; no de los filósofos ni de los
eruditos” (Pascal). Dios no es una idea, ni la parte de un sistema, ni siquiera una
teología. Dios es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Un Dios presente en la
historia, en la vida de los hombres. Un Dios que se manifiesta, que sale al
encuentro. Y esto en la vida de cada ser humano. No es el Dios de la historia, es el
Dios de mi historia. Ese que a veces desaparece. Y otras se deja entrever. El que
cierra puertas, pero abre ventanas. No se le puede encontrar sino en la propia vida,
en la propia experiencia. Por eso decía Bultmann que “Hablar de Dios con sentido
es tan imposible como hablar sobre amor. Si se quiere hablar de Dios, es preciso
hablar de uno mismo”.
“El hombre es la condición de posibilidad para la afirmación y la negación de Dios.
La teoría de la evolución saca al hombre de este estatus intangible. Y si la propia
especie humana desapareciera -el día anunciado de la extinción del sol-, ¿no se
plantearía la cuestión en términos absolutamente diferentes? Sólo podemos
responder a este problema de manera reflexiva, reconociendo que nosotros mismos
sentimos un inmenso vértigo ante esta probabilidad inimaginable. La desaparición
prevista del hombre nos embarga de un pánico existencial comparable al de la
desaparición de Dios, con la diferencia de que conocemos con certeza la existencia
del hombre y no la de Dios. La cuestión de Dios, en otras palabras, sólo tiene
sentido para nosotros en el contexto de nuestro cuestionamiento humano. Acabar
con el hombre, o prepararse para una era en la que el hombre ya no exista, es acabar
con la posibilidad misma de la cuestión de Dios, o en todo caso eliminar su sentido
o desplazar su significado a lo transhumano o posthumano”.
Tras las afirmaciones hay comprensión. La Iglesia pretende haber recibido la
autoridad para decirnos lo que hay que comprender tras las afirmaciones. ¿Pero no
se esconde detrás de ello la justificación de asuntos que nada tienen que ver con lo
que defienden? Quizás la Iglesia ha estado muy preocupada siempre por defender
el qué hay que creer, pensar, decir…y mucho menos en acompañar ese caminar de
cada uno sobre caminos y senderos que no siempre están bien trazados, que no son
siempre claros y precisos. Caminos que incluso desaparecen por momentos. Como
cuando uno se encuentra en la montaña y se ve envuelto por la bruma…Imposible
de saber dónde estás, a dónde vas, qué camino seguir…
19
Credos, dogmas, leyes…que tienen más a menudo relación con situaciones
históricas, políticas, sociales…que religiosas. Poco a poco hemos ido cargando la
barca hasta el punto de que se nos hace casi imposible el moverla.
“Se sabe que el dogma cristológico se planteó, se discutió, se definió y se
promulgó en los cuatro primeros concilios ecuménicos, Nicea, Constantinopla I,
Éfeso y Calcedonia. Especialmente en Nicea y Calcedonia. Pues bien, lo primero
que llama la atención es que estos cuatro concilios no fueron ni convocados, ni
presididos, ni promulgados por los papas correspondientes, sino por los
emperadores. Este hecho es especialmente significativo, por ejemplo, en el caso
del concilio de Nicea, en el que se definió el Símbolo de la fe, el Credo de la Iglesia,
y dentro de eso, el dato dogmático fundamental de que Jesucristo es «de la misma
naturaleza» (homoúsios) que el Padre. El concilio fue convocado por el
emperador Constantino, fue costeado por él, presidido por él en su propio palacio
imperial, y al final fue aprobado y promulgado por el mismo emperador, que
ostentaba el título de Pontifex Maximus, el «Sumo Pontífice», un título que los
emperadores conservaron hasta Teodosio I, que presidió el segundo concilio
ecuménico. Precisamente fue en el 383 cuando san Ambrosio consiguió que el
emperador renunciara a utilizar semejante título”.12
“Más que una causa del triunfo del cristianismo, el Edicto de Milán del emperador
Constantino fue una respuesta astuta al rápido crecimiento de esa religión el cual
había hecho de ella una fuerza política importante”13.
Dos opiniones. La de un teólogo y la de un sociólogo. Dos visiones distintas. Dos
enfoques. Pero las dos tratan de mostrar el fondo político que subyace y que no
dice su nombre. Constantino encuentra el medio de unificar su imperio, de hacerlo
gobernable, e impone su visión. La Iglesia deja de ser perseguida y pasa a ser
dominadora…y con el tiempo perseguidora.
“Se pueden considerar los herejes desde el puno de vista de ellos mismos y desde
el de la Iglesia. Desde ellos mismos, la herejía es pecado por el cual merecen no
sólo ser separados de la Iglesia por excomunión sino excluidos del mundo por la
muerte. Pues es mucho más grave corromper la fe, por la que el alma tiene vida,
que falsificar moneda. Por eso, si los falsificadores de moneda y otros
malhechores son entregados a muerte al instante por los príncipes, mucho más los
herejes, al ser convictos de herejía, pueden no sólo ser excomulgados sino
justamente ajusticiados. Por parte de la Iglesia hay misericordia, para la
conversión de los errados. Y por eso no los condena al instante, sino después de
una y otra amonestación…Pero después, comprobada la pertinencia y
desesperando de su conversión, provee a la salud de los demás separándolos por
12
13
En la “Humanización de Dios” de J.M. Castillo, p 15-16
R. Stark, “La expansión del cristianismo. Un estudio sociológico”, Trotta, Madrid, 2009, p. 14
20
sentencia de excomunión y ulteriormente los entrega al juicio secular para ser
exterminados del mundo por la muerte14”.
“Un conocimiento mayor y más crítico de la historia, como el desafío del
pluralismo cultural y religioso nos proporcionan razones teológicas y pastorales
para cuestionar las expresiones cristológicas de los concilios antiguos, ya
diferentes de la fe expresada en el Nuevo Testamento, que, en sí, ya es diversa de
la forma como el movimiento de Jesús proponía la fe en el primer momento”15.
Una simbiosis perfecta. Winner-winner, como se dice ahora. Todos ganan. No hay
perdedor. ¿O sí lo hay?
4.
Pero volvamos a nuestras reflexiones.
“Cómo puede usted repetir «Dios» una y otra vez? ¿Cómo puede esperar que sus
lectores tomen la palabra en el sentido en el que usted quiere que sea tomada? Lo
que usted quiere decir con el nombre de Dios es algo muy por encima de todo
alcance y comprensión humanas, pero al hablar de él lo ha hecho usted descender
al plano de la conceptualización del hombre. ¡Qué otra palabra de habla humana
ha sufrido tantos abusos, ha sido tan corrompida, tan profanada! Toda la sangre
inocente por ella derramada la ha despojado de todo su esplendor. Toda la
injusticia con ella cubierta ha borrado sus rasgos salientes. Cuando oigo llamar
«Dios» a lo más elevado, me parece a veces casi una blasfemia”.
“Sí —dije—, es la más abrumada de cargas de todas las palabras humanas.
Ninguna ha sido tan envilecida, tan mutilada. Precisamente por esta razón no
puedo abandonarla. Generaciones de hombres han depositado la carga de sus vidas
angustiadas sobre esta palabra y la han abatido hasta dar con ella por tierra; yace
ahora en el polvo y soporta todas esas cargas. Las razas humanas la han
despedazado con sus facciones religiosas; han matado por ella y han muerto por
ella y ostenta las huellas de sus dedos y su sangre”16.
“Sólo de oídas te conocía, pero ahora te han visto mis ojos” (Jb 42, 5).
Quizás lo que nos enseña Job es que el error más grande que cometemos los
creyentes es pensar que conocemos a Dios porque hemos oído hablar mucho de él.
“Sólo de oídas te conocía, pero ahora te han visto mis ojos”.
Esa es la conclusión del libro de Job. Es una nueva “percepción de la realidad de
Dios”. Job, que no tenia de Dios más que una idea comúnmente aceptada, ha
captado su misterio y se inclina ante la Omnipotencia. Sus problemas sobre la
14
Tomás de Aquino, Summa theologiae, art 3, cuestión 1,1 Parte 2-2
Marcelo Barros en “Bajar de la cruz a los pobres: cristología de la liberación”, 2007 Respuesta de
teólogos en la Comisión Teológica Internacional a la notificación vaticana de la Sagrada Congragación para
la doctrina de la fe, el antiguo Santo Oficio, sobre las obras del jesuita español Jon Sobrino,
16
M. Buber, “Eclipse de Dios”, Fondo de Cultura Económica, México, 1993, pp 21-24
15
21
justicia quedan sin solución. Pero ha comprendido que Dios no tiene por qué
rendir cuentas y que su Sabiduría puede dar un sentido insospechado a realidades
como el sufrimiento y la muerte”, leemos en el comentario a pie de página de la
biblia de Jerusalén.
El mayor pecado que cometemos es quizás el querer “dominar”, “comprender”,
“encerrar” en nuestras palabras y conceptos algo que nos desborda: el misterio.
Uno tiene la misma impresión, al tratar estos temas, como cuando se trata de
retener el agua en las manos y vemos como poco a poco esta desaparece.
“Misterio no es una realidad oscura que tenemos que desvelar sino la realidad en
su exceso y plenitud. El misterio de Dios es el nombre que damos a la revelación
de Dios en el ocultamiento. El Misterio es la realidad personal que se manifiesta
en su irreductible e irrepetible singularidad. Misterio es la realidad que está ahí
presente y se nos manifiesta.
“Cuando la fe cristiana afirma que Dios es uno (naturaleza) y trino (personas) no
ofrece la solución a un rompecabezas o un jeroglífico, sino más bien quiere
asegurar desde el lenguaje que el ser de Dios en su ultimidad es relación y es amor,
y esto constituye la verdad de nuestra salvación y el fundamento último de toda la
realidad. El Misterio es la realidad personal que se manifiesta en su irreductible e
irrepetible singularidad. Misterio es la realidad que está ahí presente y se nos
manifiesta”17.
Revelación de Dios en el ocultamiento… ¿Lo vemos más claro? Quizás
debiéramos, con Wittgenstein, aplicar aquello de “Todo aquello que puede ser
dicho, puede decirse con claridad: y de lo que no se puede hablar, mejor es
callarse”.
En una teología trascendental con una cristología de arriba abajo no hay ningún
camino que lleve del hombre a Dios. El camino es de Dios hacia el hombre. Y este
camino Dios lo recorre de la mano de Jesucristo. Y el hombre solo lo puede
encontrar en la Escritura. “¿Que ha traído Jesús realmente, si no ha traído la paz al
mundo, el bienestar para todos, un mundo mejor? ¿Qué ha traído? La respuesta es
muy sencilla: a Dios”18. ¿Qué es lo que se quiere decir con la palabra Dios? ¿Hay
una religiosidad sin Dios?
El misterio. Hemos abusado tanto de las palabras que éstas pierden a menudo su
significado. Necesitamos de las palabras. Pero también necesitamos del silencio.
No todo tiene respuesta. No tenemos respuesta para todo. Pero tampoco es válido
añadir misterio tras misterio, dogma tras dogma, y como toda explicación terminar
diciendo que se trata de un misterio, de algo que nos sobrepasa. Porque a fuerza
de sobrepasarnos podemos fácilmente darle la espalda. Demasiado complicado.
17
18
Cordovilla, “La lógica de la fe manual de teología dogmática”, p. 96-99
J. Ratzinger, “Jesús de Nazaret”.
22
Demasiados misterios. Demasiadas cosas “increíbles”. “Misterio no es una
realidad oscura que tenemos que desvelar sino la realidad en su exceso y plenitud”,
acabamos de citar. ¿Qué significa “la realidad en su exceso y plenitud”,
“Revelación de Dios en el ocultamiento?”
“Lo que nos molesta de la fe cristiana es sobre todo la carga de tantas y tantas
afirmaciones acumuladas a lo largo de la historia y que hoy nos salen al paso,
exigiendo toda nuestra fe19” nos decía ya en 1969 el teólogo alemán Joseph
Ratzinger que se convertiría en el papa Benedicto XVI.
Que me perdonen los teólogos, y en especial los dogmáticos, pero es un
metalenguaje que quizás dé mucho tono en las facultades de teología pero que son
incomprensibles para el creyente de a pie entre los que me encuentro.
Extraído de “Teología dogmática para seglares”, de Pablo Arce Gargollo:
“La existencia de Dios es la verdad fundamental de la religión, el punto de
partida. No tendría siquiera sentido hablar de la fe, de la religión o del dogma sin
antes dejar sentada esta verdad. La razón humana, con su sola fuerza, sin ayuda
de lo sobrenatural, puede llegar a demostrar la existencia de Dios, y a deducir
muchas de sus perfecciones. Ciertamente no podemos comprender a Dios, pues
siendo infinito, no puede abarcarlo el limitado entendimiento humano; pero
podemos conocerlo. Lo anterior es, además, verdad de fe”.
“Ciertamente no podemos comprender a Dios, pues siendo infinito, no puede
abarcarlo el limitado entendimiento humano; pero podemos conocerlo”.
“Aunque la existencia de Dios es una verdad que puede ser conocida por todos
los hombres, sin embargo, en su conocimiento "el entendimiento humano
encuentra dificultades, ya a causa de los sentidos o imaginación, ya por las
concupiscencias derivadas del pecado original20. Y así sucede que, en estas cosas,
los hombres fácilmente se persuaden de que es falso o dudoso lo que no quieren
que sea verdadero21".
“Dios conoce todo lo que existe, existió o puede existir. Aquellas cosas que aún
no existen, pero existirán las conoce con ciencia de visión, porque todo el curso
del tiempo (pasado, presente y futuro) está presente actualmente en Él. Aquellas
cosas que pueden existir, pero nunca existirán las conoce con ciencia de simple
inteligencia”22.
19
J. Ratzinger, “Fe y futuro”, Sígueme, Salamanca, 1973, p. 20
La doctrina del pecado original se basa en parte en un intento de interpretar un pasaje de la carta de
Pablo a los Romanos, intento que hoy en día se considera erróneo desde el punto de vista filológico. Y
dicha doctrina está íntimamente asociada a la imagen de Jesús redentor. Pero no por todo ello deja de
ser discutida.
21
Hasta aquí la cita de” La teología dogmática para seglares”, encontrada en internet.
22
Tomás de Aquino, Summa theologiae, I, Q. 14, art. 9 y 13.
20
23
Esto es doctrina de la buena, doctrina fetén, de la de siempre. Aunque hoy nos
huela como…a naftalina. Es verdad que ha habido un Concilio, Vaticano II, que
ha pasado por ahí.
¿Cómo se compagina todo esto en la persona de Jesús, Dios y hombre al mismo
tiempo? ¿Realmente pensamos y creemos que Jesús se creyó Dios?
“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro
tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y
esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay
verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad
cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el
Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena
nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima
y realmente solidaria del género humano y de su historia”23.
“Toda comunidad que pierde su imaginación y su propia capacidad de inventar
pierde su dinamismo, su elocuencia y su rumbo” (A. Gesché, Jesucristo,
230, citado por Ángel Cordovilla Ed., en “La lógica de la fe, manual de teología
dogmática, p 20).
“El acceso del hombre al misterio de Dios. La característica fundamental que
determina este acceso del hombre al misterio de Dios es la paradoja. Este se
muestra en la relación dialéctica entre fe y razón, la tensión entre el ocultamiento
de Dios y su revelación, la relación necesaria entre Dios en sí y Dios para nosotros;
la experiencia íntima de Dios y su alteridad personal, la afirmación de
la posibilidad de su conocimiento y la respuesta del hombre en el ateísmo o la
indiferencia, el lenguaje y la necesidad del silencio, la analogía e idolatría24”.
“La experiencia sin razón es ciega, la razón sin experiencia es inhumana.25”
Paradoja. Παραδοξα. “Expresión o hecho aparentemente contrarios a la lógica”,
“lo contrario a la opinión común”. Contradicción aparente. ¿Cómo conciliar
opuestos? ¿Trascendencia inmanente? Aunque quizás suene mejor lo de “tensión
dialéctica”, “tensión entre ocultamiento y revelación”, sin que por ello nos saque
de nuestro estupor de no poder comprender algo que nos sobrepasa.
Con la llegada del estado se pasa del orden recibido al orden querido. La
religiosidad pasa con el estado de lo inaccesible a la sociedad y finalmente al
interior del hombre. La unidad desaparece. Lo visible y lo invisible cesan de ser
una misma realidad.
“Las religiones pasan de ser un sistema de ritos, que a partir de un determinado
momento se experimenta como un conjunto de acciones mecánicas, a ser un
23
Gaudium et spes, 1
Cordovilla, o.c., p 89
25
Cordovilla, o.c., p 93
24
24
conjunto de actividades ejercidas desde la interioridad. La emergencia de la
interioridad es solidaria de la emancipación de la palabra respecto a los demás
elementos rituales”26.
“En el orden religioso el momento de la interiorización, de la eclosión de la
responsabilidad personal, coincide con el de la desaparición de las monarquías y
la aparición de las repúblicas (?) y las constituciones escritas en el orden político,
con el momento de la aparición del derecho abstracto en el orden jurídico, con el
momento de la acuñación de moneda en el orden económico, con el momento de
la aparición de la tragedia en el orden artístico, y con el momento de aparición de
la prosa meramente enunciativa, del logos teórico, en el orden científico y
filosófico.
Es el momento de la reforma religiosa de Zaratustra en Irán, de la caída de
Jerusalén (587 a.C.), de la cautividad de Babilonia y del culto desligado del templo
y de la tierra prometida y apoyado en la predicación de los profetas, del nacimiento
de Buda (circa, 563 a.C.) en la India, de la predicación de Confucio y Lao-Tzu en
China, y del descubrimiento del logos por parte de Heráclito, Empédocles y
Pitágoras en Grecia”27.
El individualismo que hoy observamos en nuestras sociedades occidentales es hijo
del cristianismo. Libertad para creer, para adherirse, para practicar… El peso se
desplaza del grupo, de la tribu, de la sociedad, al individuo.
Pero el individualismo y su pensamiento están determinados por representaciones
colectivas recibidas. Cada uno la de su época. Tal vez nos suene aquello de “remar
contra corriente”. Difícil. Todos lo hemos experimentado alguna vez. Lo que
demuestra que el medio en el que vivimos es en buena parte el “culpable” de
nuestra manera de pensar, de actuar, de juzgar…Es difícil sustraerse. Y los que lo
intentan suelen acabar mal. Mal vistos, marginados, excluidos…
¿Cómo compaginar este individualismo, esta interiorización de la creencia y la
necesidad de expresarla, de compartirla, de vivirla en grupo? ¿Cómo expresarla,
con qué lenguaje? Nuestra religiosidad se ha basado en la palabra, en el lenguaje
y sus derivados, la filosofía, la teología, las grandes teorías. Sin embargo, no todas
las sociedades se basan en los mismos principios.
La Iglesia naciente adoptó las categorías filosóficas griegas. Adoptó su lengua y
su lenguaje. Y con ellas sus categorías mentales. ¿Todo el mundo debe de
aceptarlas para recibir el mensaje? ¿La culturización del mensaje se reduce a
traducir la liturgia en las diferentes lenguas, pero respetando siempre el marco
ideológico? ¿Nuestras categorías son universales? ¿Qué sentido tiene hablar de
pan y vino en lugares del mundo donde el trigo y la vid eran desconocidos? ¿Qué
26
27
Jacinto Choza, Antropología filosófica”, Biblioteca Nueva, Madrid, 2002, p. 59
J. Choza, o.c., p. 60 Quizás un poco exagerado al tratar de hacer del siglo VI a.C. una panacea del cambio.
25
sentido tienen hoy parábolas que ni siquiera se pueden atribuir a Jesús y que hablan
de un medio físico, mental e histórico concretos?
Para Durkheim la religión es “un sistema solidario de creencias y de prácticas
relativas a cosas sagradas, separadas; este sistema es sostenido por una comunidad
moral, que llama Iglesia”. Señala tres aspectos de la religión: lo sagrado, al que se
llega mediante ritos; la creencia y la moral, que permite la vida en sociedad.
Marcel Gauchet, historiador y sociólogo francés, piensa que en el fondo toda
religión pretende restaurar lo que está separado, roto; es una vuelta a una unidad
primigenia. Busca la fusión de lo que está dividido (lo actual y lo original).
Lo escatológico no es sino un retorno a la unidad en un entorno incierto. La iglesia
es el agrupamiento de los creyentes individuales. La iglesia administra el sentido
de la historia y el fin de los tiempos; supervisa a los fieles y controla la creencia.
Pero se queda con la incertidumbre cuestionadora en cuanto a qué significado
administrar, ya que siempre hay disenso. En otras palabras, la burocracia va de la
mano de la autonomía de las conciencias.
Lo que hoy está desapareciendo en Europa es lo que podríamos llamar el
“cristianismo sociológico” transmitido por las familias y que define el marco ritual
de la existencia de las comunidades. De la misma manera que está desapareciendo
la “familia tradicional” como célula de la sociedad. Pero subsiste la religión de los
individuos, la de los verdaderos creyentes, la de aquellos cuya fe nada tiene que
ver con el conformismo social. No son más que una minoría, pero una minoría
cuyo dinamismo podría sorprendernos.
En la crítica que hace Nodet28 de Gauchet afirma que “el hombre es un animal
religioso, en el sentido de que se esfuerza por dominar las fuerzas que le
sobrepasan a través de rituales o símbolos”. En una sociedad secularizada como la
que vivimos habría que preguntarse dónde han ido a parar esos rituales y símbolos
que ayudaban a sobrepasar todo aquello…porque seguramente el hombre sigue
sintiéndose a menudo sobrepasado por circunstancias y “fuerzas” sobre las que no
podemos actuar, cambiar o superar. Evidentemente esto supone que el hombre
sigue interrogándose, cuestionando lo que vive y lo que es.
En el libro “La humanización de Dios”, de José María Castillo, se nos plantea
desde la introducción algo que nos parece fundamental y que afecta a lo esencial
del cristianismo:
“Las religiones tienen como finalidad explicar, justificar y organizar la
relación de los seres humanos con Dios. La originalidad del cristianismo
consiste, entre otras cosas, en que no se limita a hablar de la relación de
Dios con el ser humano, sino que, además de eso, establece como punto de
partida la unión de Dios con el ser humano. Jesús es la encarnación de Dios
28
E. Nodet, “La sécularisation : un heureux défi », p 54
26
en este mundo. Con lo cual la Iglesia se ha visto (y se ve) ante la exigencia
de explicar cómo es eso posible, es decir, cómo y en qué sentido se puede
afirmar que Jesús es, a la vez, Dios y hombre. No olvidemos que la distancia
entre lo divino y lo humano es infinita. Lo divino y lo humano se sitúan en
dos ámbitos de la realidad tan radicalmente distintos que, si se pretende
unirlos, corremos el peligro de desnaturalizarlos. Cuando hablamos de la
unión de Dios con el ser humano, ¿se trata primordialmente y ante todo de
la humanización de lo divino o más bien estamos hablando de la
divinización de lo humano?29”
“La sangre humana circula por las venas de Dios y el aliento de Dios late en el
corazón del hombre”, escuchaba en el sermón de la misa de gallo de este año
(2022). Imagen hermosa y acertada.
“Quizá el camino hacia la plenitud e incluso hasta lo divino consiste en hacerse
profunda y plenamente humano. Quizá el impulso biológico hacia la supervivencia
no es el valor supremo para los humanos, sino que ese valor supremo consiste más
bien en trascender la necesidad de sobrevivir y en ser capaz de darse a uno mismo
en el amor a otro. Quizá se encuentre a Dios en la libertad de permitir –y, en
realidad, aceptar- la responsabilidad de ayudar a los demás a ser aquello que cada
uno fue creado para ser, sin imponerles nuestras ideas. Quizá es eso lo que Pablo
trataba de decir cuando escribió que “Dios estaba en Cristo”, reconciliando al
mundo con Dios y con la unidad de Dios”30.
Cuando la Iglesia afirma que Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre, en
realidad lo que se subraya es el carácter divino. Y los cristianos cuando piensan en
Jesús ven sobre todo a Dios. Y se subraya el carácter sagrado, sacral, en detrimento
de lo profano. La Iglesia ha sido, y en buena medida lo sigue siendo, el clero.
Porque es fundamentalmente cultual. El resto éramos el rebaño. Y a pesar de los
tímidos intentos desde el concilio Vaticano II seguimos siendo una Iglesia
fundamentalmente clerical, cultual y sacral. Media humanidad, las mujeres, están
marginadas, y la humanidad entera, los laicos, seguimos siendo el rebaño.
¿Simples espectadores? En buena medida, sí.
«¿Y por qué una mujer no puede entrar a los ministerios, a la ordenación? Es
porque el principio petrino no da cabida a eso. Sí tiene que estar en el principio
mariano, que es más importante. La mujer, es más, asemeja más a la Iglesia, que
es mujer y que es esposa», esto respondía el Papa en una entrevista el 28 de
noviembre de 2022 en la revista America Magazine.
“Sólo el varón bautizado recibe válidamente la sagrada ordenación. El Señor Jesús
eligió a hombres para formar el colegio de los doce apóstoles, y los apóstoles
hicieron lo mismo cuando eligieron a sus colaboradores. El Colegio de los
29
30
El subrayado en negrilla es mío.
J.S. Spong, o.c., p 8
27
Obispos, con quienes los presbíteros están unidos en el sacerdocio, hace presente
y actualiza hasta el retorno de Cristo el Colegio de los Doce. La Iglesia se reconoce
vinculada por esta decisión del Señor, que ha mantenido en su magisterio de modo
coherente. Estas son las razones por las que las mujeres no reciben la ordenación”.
San Juan Pablo II declaró que esta doctrina debe ser considerada como definitiva
y atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, que no tiene en modo alguno
la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres”31.
¿Y todavía os sorprende que las Iglesias estén vacías? “El Señor Jesús eligió a
hombres para formar el colegio de los doce apóstoles”. Amén. ¿Y qué quería que
hiciera en una sociedad donde el testimonio de la mujer no valía nada? Nos llama
la atención, nos escandaliza y nos repugna el papel que el Islam otorga a la mujer.
Mahoma vivió seis siglos después que Jesús.
Cuando lo leo me pregunto si hablamos del mismo Jesús. Probablemente no.
Otro tanto se podría decir del emperramiento de la Iglesia con el celibato de los
sacerdotes. La Iglesia ha pasado más tiempo con curas casados que con curas
célibes (siglo XII). De hecho, la Iglesia ortodoxa mantiene el celibato libre para
aquellos que quieran seguirlo, pero no obliga a todos a ser célibes. Estamos
hablando de una regla impuesta por la propia Iglesia que puede quitarse en
cualquier momento.
Y por supuesto hay bastantes confesiones cristianas que permiten el sacerdocio a
mujeres. Todos los años celebramos una semana por la unidad de los cristianos.
Sin embargo, parece que más que acercarnos lo que hacemos es alejarnos cada día
más.
5.
“¿Cómo pensar en Dios? ¿Cómo vincular las realidades humanas y el discurso
sobre Dios? ¿Cómo evitar formarse una idea monolítica y simplificadora de Dios?
¿Cómo afrontar, sobre todo, las complejidades y contradicciones de la vida?”, nos
preguntábamos al comienzo.32
“¿Quién es Dios? Nuestra relación con Dios no es una relación “religiosa” con el
ser más alto, más poderoso y mejor que podamos imaginar- lo cual no es la
auténtica trascendencia-, sino que nuestra relación con Dios es una nueva vida en
el “ser para los demás”, en la participación en el ser de Jesús. Las tareas infinitas
31
https://www.lexicon-canonicum.org/materias/derecho-canonico-de-la-persona/ordenacionsacerdotal-de-mujeres/ Hay un reportaje sobre esto de la BBC: https://www.bbc.com/mundo/noticiasinternacional-63931644 Habrá que ver que dice la reflexión que se ha hecho en toda la Iglesia en 2022
en el Sínodo.
32
La cita se encuentra en el número 1, página 11
28
e inaccesibles no son lo trascendente, sino el prójimo que cada vez hallamos a
nuestro alcance, Dios bajo forma humana”33.
“Gregorio Nacianceno llamaba la atención, en un sermón contra los discípulos de
Eunomio, sobre la necesidad de hablar de Dios con decoro, dentro de nuestros
límites, de manera desinteresada y en el momento oportuno; no bajo cualquier
aspecto, sino ‘con aquellos que se toman el asunto en serio y no como una cosa
cualquiera, objeto también de diversión placentera’” (Discurso 27, 3 [BPa 30,
¡79])!34
¿Jesús es Dios? La pregunta supone que ya sabemos lo que es Dios. Que lo
conocemos y podemos afirmar cómo es. De ahí que podamos deducir y concluir.
Santo Tomás de Aquino decía que Dios está por encima de todo cuanto podemos
decir o entender sobré él. Todo lo que digamos sobre Dios no es él mismo, sino
nuestras ideas sobre él (Deo nihil scimus). Si lo conoces…no es Dios, decía San
Agustín.
Creer en un Dios que creamos no se puede creer. ¿Qué es la revelación? ¿Quién
determina lo que es revelado y lo que no? ¿Quién dice que la revelación comienza
aquí y se termina allí?
“Un Dios que concebimos no es dios”. Gerhard Tersteegen,
6.
REFLEXIONES DE UNA NOCHE DE HOSPITAL
“Yo creo en Dios. Tú dices que no crees en Dios. Pero ambos creemos. Yo
positivamente. Tú negativamente. Ninguno de los dos sabemos si Dios existe. No
podemos demostrar ni lo uno ni lo otro. La filosofía está llena de intentos de lo
uno y lo otro.
Como decía alguien la ciencia nos dice cómo es el cielo y la religión cómo ir al
cielo.
Los creyentes reivindicamos un mundo mejor, más justo, más perfecto. Ya nos lo
decía Karl Marx: la religión es el suspiro de la criatura oprimida35.
El mundo es complejo. La ciencia lleva siglos desentrañándolo. Y cuanto más
descubre y avanza, más basto es el campo. Cada puerta abierta nos conduce a
nuevas puertas cerradas. Los científicos tienen la enorme satisfacción de ir
abriéndolas, aunque supongo que en algunos momentos se les tiene que poner
cara de Sísifo.
33
D. Bonhoeffer, o.c., p 266
A. Cordovilla, La lógica de la fe, manual de teología dogmática, p 20
35
La cita completa dice así: “La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo
descorazonado, tal como lo es el espíritu de una situación sin espíritu. Es el opio del pueblo”.
34
29
El hecho de que existan leyes que nos permiten comprender su funcionamiento es
para mí, como creyente, una prueba de algo superior. Quizás el científico piense
que la materia, o la energía, o lo que sea, tiene vida propia y es eterna. En
cualquier caso, en ambos casos tenemos fe. Fe en que todo esto tiene sentido. Es
descifrable. Y de alguna manera viene de algún sitio y va a algún otro. Y qué duda
cabe de que, entre la energía pura, y lo que eso quiera significar, y el mundo que
contemplamos hoy, hay mucho camino. Como lo hay entre el primer ser vivo y
nosotros. Puede que todo sea producto del azar. El azar y la necesidad decía un
gran biólogo. Buena combinación. Y muchos millones de años para experimentar.
¿Todo se reduce a un prueba y error hasta que sale bien?
En el fondo tanto los creyentes como los científicos tenemos fe.
Y si Dios es un misterio, no lo es menos la intricación cuántica o el efecto túnel.
Que la luz se comporte en ciertos momentos como onda y en otros como partícula.
Siempre nos quedará la pregunta de por qué hay algo en lugar de nada. O lo que
es lo mismo que haya alguien que se la formule.
Dios, nadie lo ha visto. Supongo que se proyectan sobre su imagen nuestros
miedos, inquietudes, deseos, frustraciones…y podéis seguir enumerando. Y cabe
preguntarse si no hemos hecho de él un «manitas» que nos sirve para un roto y
para un cosido.
Dios no es eso. Pero también está claro que no podemos sino expresarnos con los
medios de abordo. Y que esa imagen va cambiando. Como va cambiando quien de
eso habla. Las palabras son importantes. Pero son también hijas de su tiempo.
Los creyentes tenemos la “pretensión “de que Dios nos habla, se nos manifiesta,
se nos revela. Entre esos creyentes, los cristianos, pensamos que tenemos incluso
una definición de Dios: Dios es amor. Y que no se puede amar a Dios, a quien no
vemos, si no amamos a nuestro prójimo, nuestro hermano, a quien vemos. Ya sé
que la realidad de los creyentes está terriblemente lejos de la teoría. ¿Pero podría
ser de otra manera? ¿Dónde quedaría si no la libertad humana? Ésta es tan
grande como para poder decir NO a Dios.
La exigencia es bestial. ¿Utópica? ¿Imposible? Quizás. Tal vez por eso sea tan
grande. Tan hermosa. Y quizás por eso debemos ser tolerantes y humildes. Solos
no podemos. Eso es evidente. Por lo menos para todos aquellos que lo han
intentado.
Te escribo todo esto una noche de hospital. Una de esas noches que intentando
coger el sueño y descansar…las ideas comienzan a brotar. Y como ya sabes, por
lo que te ha ocurrido muchas veces, que si no las escribes inmediatamente
acabarán en el sueño de los justos…pues adiós descanso y sueño.
30
Una noche de esas es las que uno se pregunta qué sentido tiene el dolor, la
enfermedad. Hace un rato oía llorar a un niño. Podría ser de dolor o simplemente
por cualquier otra razón: hambre, sueño, cansancio…
No podría Dios… ¿Y cómo quedaríamos nosotros?
Y todo ello sabiendo además que no has resuelto nada. Nos levantaremos, yo con
mi creencia, y tú con tu no creencia”.
Esto escribía una noche en el hospital mientras acompañaba a mi mujer recién
operada. El destinatario era uno de mis hijos. Aunque en realidad me dirigía a toda
esa gente que niega, reniega, combate…o en el peor de los casos le parece que es
una cuestión intrascendente, sin interés. La mayoría no ha reflexionado sobre el
tema. Le parece que es un no-problema, una no-cuestión. Con lenguaje crudo pero
real: “una paja mental”.
¿Cómo hablar de Dios en estos tiempos en los que lo más audible es quizás el
silencio de Dios?
“Sólo de oídas te conocía…” (Jb 42,5)
Está claro que en el mundo en que vivimos si no sales en la tv, en las redes sociales,
en YouTube…no existes. De la misma manera que si no tienes un teléfono no eres
nadie…Vivimos en la sociedad del reconocimiento. Reconocimiento sin
conocimiento. Meramente superficial.
Y una de las características del homo cyberneticus es su capacidad de hacer
zapping y por otra parte su incapacidad de fijar su atención en algo que exija
esfuerzo.
Los creyentes seguimos hablando, presentando cada uno lo que piensa de su dios.
Tan diferentes, tan opuestos incluso…tan increíbles muchas veces.
Todopoderoso, creador, omnipotente, omnisciente… ¿Cómo podemos tras estas
afirmaciones justificar el sufrimiento, la maldad, la injusticia, el dolor...? ¿Dónde
está la bondad de un Dios que habiendo podido crear un mundo sin todo eso no lo
haya hecho? ¿Cómo puede explicarse la existencia de un Dios que permite la
existencia del mal, del dolor, del sufrimiento, siendo omnisciente, omnipotente y
benevolente?
Y a todo ello los cristianos añadimos encarnado, hecho hombre. Hablamos de Jesús
Hijo de Dios, Dios y hombre al mismo tiempo.
Y si todo esto no fuese suficiente añadimos que se trata de un Dios trinitario, tres
personas distintas, un solo Dios verdadero.
Es evidente, desde el comienzo de los tiempos, que cada uno lo ha entendido a su
manera. Unos lo han expresado y otros se lo han callado. Unos han pagado su
osadía a veces con la muerte, y muchos otros se han visto “desterrados” dentro de
31
su propia existencia. A dios gracias ya no hay una inquisición para juzgar y
condenar. Está claro que recitamos un mismo credo, pero cada uno lo entiende a
su manera36.
7.
¿El mal es el precio que hay que pagar por la libertad? San Agustín de Hipona dirá
que el mal es ausencia de bien y que es generado enteramente por el hombre, es
decir, el responsable del mal es el hombre y no Dios ya que el primero tiene libre
albedrío para hacer el mal o el bien, es su decisión.
¿Cómo hay que entender Isaías 45,7?:
“Yo modelo la luz y creo la tiniebla,
Yo hago la dicha y creo la desgracia,
Yo soy Yhwh, el que hago todo esto”.
O este otro del Deuteronomio:
“Ved ahora que yo soy yo, y que no hay otro Dios junto a mí. Yo hago
morir y hago vivir; yo hiero y yo sano” (Dt 32, 39).
“El mal es siempre la destrucción de las cosas sensibles en las que hay presencia
real del bien. El mal se opera por parte de quienes no tienen conocimiento de esa
presencia real. En ese sentido, es verdad que nadie es malvado voluntariamente”37.
La tercera religión en el mundo es la de los “sin religión”. Hay ateos militantes,
algunos, pero la inmensa mayoría está formada por ateos indiferentes sin más. Los
primeros suelen llegar tras arduas reflexiones o tras experiencias negativas. En
algunos casos se trata de defender posiciones que se piensan más científicas,
lógicas o “normales”. Se juzga la religión como algo atrasado, para ignorantes o
inmaduros38.
El Vaticano II, en su documento Gaudium et Spes, en el número 19 hizo un buen
análisis, que sigue estando de actualidad, del ateísmo:
“La palabra "ateísmo" designa realidades muy diversas. Unos niegan a
Dios expresamente. Otros afirman que nada puede decirse acerca de Dios.
Los hay que someten la cuestión teológica a un análisis metodológico tal,
que reputa (juzga) como inútil el propio planteamiento de la cuestión.
Muchos, rebasando indebidamente los límites sobre esta base puramente
científica o, por el contrario, rechazan sin excepción toda verdad absoluta.
Hay quienes exaltan tanto al hombre, que dejan sin contenido la fe en Dios,
ya que les interesa más, a lo que parece, la afirmación del hombre que la
36
Se puede encontrar un credo negativo propuesto por un obispo anglicano, John SPONG, en su libro:
“Un nuevo cristianismo para un mundo nuevo”.
37
S. Weil, “La gravedad y la gracia”, Trotta, Madrid, 1994, p 68
38
Es el caso de Richard Dawkins y su El espejismo de Dios.
32
negación de Dios. Hay quienes imaginan un Dios por ellos rechazado, que
nada tiene que ver con el Dios del Evangelio. Otros ni siquiera se plantean
la cuestión de la existencia de Dios, porque, al parecer, no sienten
inquietud religiosa alguna y no perciben el motivo de preocuparse por el
hecho religiosos. Además, el ateísmo nace a veces como violenta protesta
contra la existencia del mal en el mundo o como adjudicación indebida del
carácter absoluto a ciertos bienes humanos que son considerados
prácticamente como sucedáneos de Dios. La misma civilización actual, no
en sí misma, pero sí por su sobrecarga de apego a la tierra, puede dificultar
en grado notable el acceso del hombre a Dios”.
Hay intentos de contrarrestar los argumentos de los que defienden el ateísmo
científico a partir de sus propios argumentos científicos39. A mí me parece que es
pena perdida. Partimos del principio de que no es posible “demostrar” ni la
existencia ni la no-existencia de Dios. No sé lo que es Dios. No sé si hay alguien
que lo sepa. En cualquier caso, no se trata de una entidad, cosa, materia o ser que
se pueda analizar, examinar, descomponer…
“Casos de contradicciones verdaderas: Dios existe; Dios no existe. ¿Cuál es el
problema? No hay incertidumbre. Estoy completamente seguro de que existe Dios,
en el sentido de que estoy completamente seguro de que mi amor no es ilusorio.
Estoy completamente seguro de que no existe Dios en el sentido de que estoy
completamente seguro de que no hay nada real como lo que puedo concebir cuando
digo ese nombre, ya que no puedo concebir a Dios. Pero esto, que no puedo
concebir, no es una ilusión. Esta imposibilidad me es dada más inmediatamente
que el sentimiento de mi propia existencia.”40
Desde el momento en que Dios es expulsado del mundo, este deja de ser un mundo
de Dios para pasar a ser un mundo de los hombres. La meta final de la
secularización es el ateísmo. Y hasta el ateísmo se ha secularizado; ya no es
necesaria una refutación de la existencia de Dios, el problema de Dios ya no es
problema, el hombre se encuentra más allá de Dios.
“La salida de la religión es la salida de la estructuración religiosa de las sociedades;
la salida de la religión no significa el final de las creencias religiosas. Ellas cambian
de sitio y de función, pero subsisten en el interior de un mundo que la religión ya
no organiza”41.
Hemos privatizado la religión, la hemos expulsado del dominio público.
39
El último intento que yo conozco es el libro aparecido en Francia en 2021, “Dieu. La science. Les
preuves”, chez Trédaniel éditeur. Ya hay traducción española: Dios-La ciencia- Las pruebas, Editorial
Funambulista, 2023
40
S. Weil, o.c., p 89. Ver también el artículo de Carmen Herrando: “Simone Weil. Una respuesta a la lejanía
de Dios”, en Comprendre, Vol. 22/2 2020, p. 29-47 S. Weil
41
M. Gauchet, o.c., p 294
33
8.
¿Es Dios una persona, como nosotros? ¿O deberíamos pensar en él como un poder?
¿Poder sobre qué o sobre quién? ¿O como energía pura?
“Esta Energía tal vez sea la mejor metáfora de lo que significa Dios, cuyos
nombres pueden variar, pero señalan siempre la misma Energía
subyacente. Ya el Tao Te Ching (§ 4) decía lo mismo del Tao: «El Tao es
vacío, imposible de colmar, y por eso, inagotable en su acción. En su
profundidad reside el origen de todas las cosas y unifica el mundo42».
¿Son compatibles energía y persona? ¿Cómo podemos hoy hablar de Dios para
que las iglesias no se conviertan en “sepulcros y monumentos de Dios”? ¿Cómo
hablar de Dios en un mundo secularizado?
Asistimos a una proliferación de libros sobre Dios43. Una buena parte contra Dios.
Sin embargo, me parece que tanto los defensores como los detractores no son sino
una minoría bastante intelectualizada. Porque el gran fenómeno entre la mayoría
de la gente en las sociedades desarrolladas es la indiferencia. Este tema no les
produce ni frío ni calor. Es un no-tema. Ni les va ni les viene. La sensibilidad
religiosa ha derivado hacia otros lares: la justicia social, el ecologismo, el
pacifismo, el nacionalismo, el animalismo… El individuo se encuentra en el centro
de todo. Egocentrismo que piensa que lo único que cuenta es el aquí y ahora, el
momento presente, mis necesidades y ambiciones, mis deseos y objetivos en la
vida…
Pero a la mayoría, me cuesta llamarlos ateos, ni se lo cuestionan. Son ateos por
comodidad. No ha lugar. Cuestión intrascendente. Fuera de lugar. ¿Para qué? El
horizonte humano se reduce al hoy, al ahora, al momento. A lo visible. A la
superficie: imagen, video, foto…tomada y compartida al instante. Y olvidada al
momento.
Y es tal vez por eso, el más peligroso. Y también el más extendido: “Otros ni
siquiera se plantean la cuestión de la existencia de Dios, porque, al parecer, no
sienten inquietud religiosa alguna y no perciben el motivo de preocuparse por el
42
Muy interesante y sencillo de leer el artículo de Leonardo Boff, célebre teólogo de la liberación
brasileño, aparecido en la revista Koinonía en 2010 y accesible en esta dirección:
https://servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=402
43
He aquí algunos ejemplos accesibles en castellano de esa proliferación: R. Dawkins, El espejismo de Dios,
Espasa-Calpe, Madrid, 2007; Ch. Hitchens, Dios no es bueno, Debate, Barcelona, 2008; F. Savater, La vida
eterna, Ariel, Barcelona, 2007; É. Barnavi, Las religiones asesinas, Turner, Madrid, 2006; M. Onfray,
Tratado de ateología, Anagrama, Barcelona, 2006; J. Kirsch, Dios contra los dioses, Ediciones B, Barcelona,
2006; R. Sánchez Ferlosio, God & Gun, Destino, Barcelona, 2008; P. Odifreddi, Por qué no podemos ser
cristianos y menos aún católicos, RBA, Barcelona, 2008; J. Konner, La biblia del ateo. Una ilustre colección
de pensamientos irreverentes, Seix-Barral, Barcelona, 2008; G. Puente Ojea, Elogio del ateísmo. Los
espejos de una ilusión, Siglo XXI, Madrid, 1995; A. García-Santesmases, Laicismo, agnosticismo y
fundamentalismo, Biblioteca Nueva, Madrid, 2007. Chóliz M., Elogio del ateísmo. Fundamentos científicos
para una sociedad laica, Buenos Aires, 2009
34
hecho religiosos”, nos decía la Gaudium et Spes ya en los años sesenta del siglo
pasado.
No hay argumentos, ni ideas, ni oposición, ni negación. Indiferencia ante un tema
que ni les va ni les viene. Pasan de él. “No sienten inquietud religiosa alguna”.
Dietrich Bonhoeffer fue un pastor-teólogo alemán que fue encarcelado por los
nazis en 1943, condenado a muerte y ahorcado en 1945. En la cárcel se encontró
con hombres no religiosos que prescindían de Dios. Y se pregunta, ¿cómo puede
Cristo convertirse en el Señor de los no religiosos también? ¿Cómo podemos
pensar en el cristianismo sin un lenguaje religioso? ¿Cómo podemos hablar de
Dios sin religión?
En la correspondencia que mantuvo mientras estuvo en la cárcel, y que fue
publicada bajo el título de Resistencia y sumisión44, leemos:
“Lo que realmente me preocupa, estamos en abril de 1944, es la cuestión
de qué es el cristianismo o también quién es Cristo realmente hoy para
nosotros. Ha pasado ya el tiempo en que a los hombres se les podía explicar
esto por medio de palabras, sean teológicas o piadosas; ha pasado
asimismo el tiempo de la religión en general. Nos encaminamos hacia una
época totalmente arreligiosa”45.
“Pero toda nuestra predicación y teología cristianas, con sus mil
novecientos años, descansan sobre el “a priori religioso” de los hombres.
Ahora bien, si un día resulta que este “a priori” no existe, sino que ha sido
una forma de expresión del hombre históricamente condicionada y
transitoria, si, pues, los hombres llegan a ser arreligiosos de una manera
verdaderamente radical, ¿qué significa entonces esto para el cristianismo?
Todo el cristianismo precedente queda privado de su fundamento, y ya no
podemos pisar tierra firme desde un punto de vista “religioso…”46
“Veo de nuevo con claridad que no debemos utilizar a Dios como tapaagujeros de nuestro conocimiento imperfecto. El hombre ha aprendido a
componérselas solo en todas las cuestiones importantes sin recurrir a Dios
como “hipótesis de trabajo”. Eso es ya evidente en las cuestiones
científicas, artísticas y éticas, y ya nadie osaría ponerlo en duda; pero de
un centenar de años a esta parte, ha ido haciéndose asimismo cada vez más
válido en las cuestiones religiosas: se ha puesto de manifiesto que también
sin “Dios” marcha todo, y tan bien como antes. Al igual que en el campo
44
En Ediciones sígueme, Salamanca, 2001
D. Bonhoeffer, Resistencia y sumisión, Sígueme Salamanca, 2001, p. 197
46
O.c. p. 197
45
35
científico, en el dominio humano a “Dios” se le va haciendo retroceder
cada vez más lejos y más fuera de la vida, está perdiendo terreno”47.
Poco a poco el hombre ha ido “expulsando” a Dios de los diferentes terrenos. La
ciencia, la política, la moral, la filosofía…En todas ellas el hombre y el mundo han
adquirido su autonomía. «Dieu? Je n’ai pas besoin de cette hypothèse». ¿Queda
en algún sitio lugar para Dios?
“El desplazamiento de Dios fuera del mundo, fuera del ámbito público de
la existencia humana, condujo al intento de conservarlo por lo menos en el
ámbito de lo “personal”, “íntimo”, privado”. Siempre nos quedará la
muerte y el más allá”.
Simone Weil afirmaba “que la religión como fuente de consuelo constituye un
obstáculo para la verdadera fe: en ese sentido, el ateísmo es una purificación”48.
Lo mismo decía Karl Barth: “El grito del que se subleva contra este Dios está
más cercano a la verdad que los artificios de quienes pretenden justificarlo”49.
“Y nosotros no podemos ser honestos sin reconocer que hemos de vivir en
el mundo etsi deus non daretur50. Dios nos hace saber que hemos de vivir
como hombres que logran vivir sin Dios. ¡El Dios que está con nosotros es
el Dios que nos abandona! (Mc 15,34). El Dios que nos hace vivir en el
mundo sin la hipótesis de trabajo Dios, es el Dios ante el cual nos hallamos
constantemente. Ante Dios y con Dios vivimos sin Dios. Dios, clavado en
la cruz, permite que lo echen del mundo. Dios es impotente y débil en el
mundo, y precisamente sólo así está Dios con nosotros y nos ayuda. Mt 8,
17 indica claramente que Cristo no nos ayuda por su omnipotencia, sino
por su debilidad y por sus sufrimientos.
Y esa es la diferencia decisiva con respecto a todas las demás religiones.
La religiosidad humana remite al hombre, en su necesidad, al poder de
Dios en el mundo: así Dios es el deus ex machina. Pero la Biblia lo remite
a la debilidad y al sufrimiento de Dios; solo el Dios sufriente puede
ayudarnos. En este sentido podemos decir que la evolución hacia la edad
adulta del mundo, de la que antes hemos hablado, al dar fin a toda imagen
de Dios, libera la mirada del hombre hacia el Dios de la Biblia, el cual
adquiere poder y sitio en el mundo gracias a su impotencia”51.
Ya estamos. Se trata de una verdadera visión profética. Que como la mayoría de
las veces no hemos sabido escuchar, ver, sentir…
47
O.c., p. 228
S. Weil, o.c., p 89
49
Citado por H. Zahrnt, A vueltas con Dios. La teología protestante en el siglo XX, Zaragoza 1972, 25
50
Como si Dios no existiera.
51
O.c., pp. 252-253
48
36
“Pero yo no quiero hablar de Dios en los límites, sino en el centro; no en
las debilidades, sino en la fuerza; esto es, no a la hora de la muerte y de la
culpa, sino en la vida y en lo bueno del hombre. En los límites, me parece
mejor guardar silencio y dejar sin solución lo insoluble”52.
“Dios no se avergüenza de la bajeza del hombre, entra en ella […] Dios
ama lo perdido, lo despreciado, lo insignificante, lo marginado, lo débil y
lo afligido; donde los hombres dicen ‘perdido’, allí dice ‘salvado’[…]
Donde los hombres desvían indiferente o altivamente su mirada, allí pone
su mirada llena de incomparable amor ardiente. Donde los hombres dicen
‘despreciable’, allí Dios exclama’ bendito’. Allí donde en nuestras vidas
hemos llegado a una situación en la que solo podemos avergonzarnos ente
nosotros mismos y ante Dios […] es precisamente allí donde Dios se acerca
a nosotros como nunca antes, allí donde quiere irrumpir en nuestras vidas,
allí donde nos hace sentir su acercamiento, para que comprendamos el
milagro de su amor, de su cercanía y de su gracia”53
“El límite es el testimonio de que Dios nos ama”54
Etsi Deus non daretur. ¡Vivir como si Dios no existiera!
9.
Nunca hemos tenido tantos medios para llegar a la gente: periódicos, radios,
televisiones; centenares de parroquias; centros educativos; centros asistenciales…
Nunca hemos tenido tanto dinero. Nunca se ha valorado tanto la acción caritativa
de los cristianos. Nunca hemos tenido gente tan preparada. Y sin embargo nunca
hemos sido tan poco escuchados. Los seminarios están vacíos. Las órdenes
religiosas en declive y desapareciendo. El mensaje no llega. Somos inaudibles.
Un ejemplo. Este año (2022) se ha hecho una campaña para recoger 500.000 firmas
para la regularización de inmigrantes ilegales. En esta recogida hay implicadas
multitud de asociaciones y organismos. Entre ellos la Iglesia. Había un plazo que
ha habido que prorrogar para llegar a las 500.000. Al final se ha conseguido
(502.000 confirmadas y verificadas). Lo llamativo es que la Iglesia con todo su
poder mediático, su red extendida por todo el territorio nacional, su implicación en
el mundo educativo y asistencial…no ha sido capaz de llegar a la gente. Poca
publicidad, prácticamente nada. Campaña desapercibida. Esta no es la de la cruz
en la declaración de la renta.
Esto ocurre en los países desarrollados. Otro cantar es el de los países en desarrollo.
Allí no faltan vocaciones. Como tampoco faltaban hace un siglo en Europa. Hace
52
O.c., pp. 198-199
D. Bonhoeffer, “Sermone della 3ª Domenica du Avvento”, en Id., D. Bonhoeffer, “Riconoscere Dio al
centro della vita”, Brescia, Queriniana, 2002, 12 Esta cita se la debo al cura de mi comunidad, Don Jesús
Jaime, en uno de sus mejores sermones que le he escuchado.
54
S. Weil, “La gravedad y la gracia”, Trotta, Madrid, 1994, p 84
53
37
cien, noventa, sesenta…años los reclutadores no tenían problemas para llenar
seminarios y casas de formación. Niños que se iban a conventos de congregaciones
de las que no conocían ni el nombre.
Eso mismo ocurre hoy en el tercer mundo. No me lo han contado. Lo he vivido.
He sido testigo en uno de esos países donde los formandos vivían en mejores
condiciones que los propios formadores en sus países de origen.
Pero la historia nos enseña que esto no es más que “pan para hoy y hambre para
mañana”. Los que tenemos una cierta edad lo hemos vivido, lo estamos viviendo.
Podemos echarle la culpa a la sociedad. Al materialismo. A la comodidad. Al
bienestar. A la falta de generosidad. Al egoísmo. Pero si el diagnóstico no es
acertado difícilmente daremos con el tratamiento. Y me parece que estamos lejos
de haber hecho el buen diagnóstico.
“Muchos son los llamados y pocos los escogidos” (Mt 22,14). ¿Es posible un
cristianismo de masas? ¿Alguien en su sano juicio piensa que vivir el cristianismo
es algo fácil? ¿Hay grados de vivencia, llamadas particulares?
¿Esto es para unos pocos, esto para muchos más y el resto para la masa?
En un programa de radio en 1969, el hoy fallecido Benedicto XVI, cuando solo era
Joseph Ratzinger, hablando del futuro de la Iglesia decía:
“Demos un paso más. También en esta ocasión, de la crisis de hoy surgirá
mañana una Iglesia que habrá perdido mucho. Se hará pequeña, tendrá
que empezar todo desde el principio. Ya no podrá llenar muchos de los
edificios construidos en una coyuntura más favorable. Perderá adeptos, y
con ellos muchos de sus privilegios en la sociedad. Se presentará, de un
modo mucho más intenso que hasta ahora, como la comunidad de la libre
voluntad, a la que sólo se puede acceder a través de una decisión. Como
pequeña comunidad, reclamará con mucha más fuerza la iniciativa de cada
uno de sus miembros.
Será una iglesia interiorizada, sin reclamar su mandato político y
coqueteando tan poco con la izquierda como con la derecha. Será una
situación difícil. Porque este proceso de cristalización y aclaración le
costará muchas fuerzas valiosas. La empobrecerá, la transformará en una
iglesia de los pequeños. El proceso será tanto más difícil porque habrán de
suprimirse tanto la cerrada parcialidad sectaria como la obstinación
jactanciosa”55.
55
https://es.aleteia.org/2016/11/28/cuando-el-sacerdote-joseph-ratzinger-predijo-el-futuro-de-laiglesia/?utm_campaign=EM-ES-Newsletter-Daily&utm_content=Newsletter&utm_medium=email&utm_source=sendgrid&utm_term=20230102 En 2007,
se publicó Fe y futuro, un libro donde queda recogido al completo este discurso del padre Joseph
Ratzinger. La cita está sacada del capítulo 5: ¿Qué aspecto tendrá la Iglesia del año 2000?, p 76-77
38
10.
En realidad, hay numerosos dioses. El de los pensadores, el de los filósofos, el de
las religiones… ¿De cuál de ellos vamos a hablar? No lo sé. Probablemente sea
una mezcla de todos ellos. Quizás el fruto de la propia experiencia. En cualquier
caso, se tratará de un dios que ha ido caminando, y por lo tanto cambiando,
conmigo.
Y luego están los propios dioses, todas esas cosas que ponemos por encima de todo
en nuestras vidas…que cada uno coloque aquí sus propios dioses. Todos tenemos
unos cuantos.
Se trata de una realidad. La propia. Eso que constituye algo tan intransferible como
la propia experiencia. Será mi Dios. El que me he ido “fabricando” a través de los
años, las lecturas, la reflexión, los encuentros, la realidad vivida, la experiencia…
Algo muy personal e intransferible. Nadie vive en lugar del otro. Nadie transmite
su experiencia al otro.
La idea de Dios viene acompañada con diferentes sentimientos según los
momentos: sorpresa, sumisión, miedo, asombro, temor, incomprensión, rebeldía…
El credo, las definiciones, lo que la comunidad piensa, lo que los teólogos afirman,
lo que los exégetas nos enseñan…todo eso está muy bien. Pero cada ser humano
tiene que apropiárselo, hacerlo suyo y vivirlo. Es fácil usar palabras, atribuir
adjetivos, especular sobre lo que no sabemos, apoyarnos en sabios, en hombres
piadosos, en santos…pero todo eso no será nada si no lo hacemos nuestro, si no lo
integramos, lo hacemos formar parte de nosotros mismos.
Cada hombre es un mundo. Y cada hombre viene con sus potencialidades y sus
limitaciones. Unos son más crédulos, otros más escépticos. Algunos son optimistas
y otros más bien pesimistas. Los hay que son todo corazón y los hay todo cerebro.
Unos son racionales y los otros apasionados. ¿Cómo vamos a concebir, a pensar,
a sentir todos de la misma manera y nos vamos a conformar con lo que se nos diga
o se nos presente?
Me considero creyente. No sé casi nada sobre Dios. Por no decir nada. Parto de
tres principios.
Primero:
“A Dios nadie le ha visto jamás”. (Jn 1, 18a) “A Dios nadie le ha visto nunca” (1
Jn 4, 12a)
Segundo:
“Dios es amor” (1 Jn 4, 8b; 16)
Tercero:
39
“…quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve”
(1 Jn 4, 20b).
Como cristiano reconozco que la imagen de Dios ha ido evolucionando a lo largo
de la historia. Somos herederos de esa evolución. La Biblia nos cuenta cómo ha
ido “revelándose” en la historia. Hemos sido politeístas, monólatras…antes de
llegar a la unicidad de Dios. Quizás el Elohim (dios, dioses) inclusivo de los
comienzos sea un buen resumen.
“Dios no es solamente un Dios en la historia, sino Dios mismo es parte de la
historia y no puede ser sino parte. Por eso el título que da al capítulo V sobre Job
es: Dios no es inocente. Tiene una deuda (Jorge Pixley habla de culpa) con los
seres humanos y la puede saldar solamente al hacerse parte de la liberación
humana. Y tiene que hacerlo para liberarse a sí mismo también. La liberación no
es solamente de los seres humanos, sino también de Dios. La liberación es un
proceso, que incluye al ser humano y a Dios a la vez”56.
Teología de la historia, teología del proceso, teología de la liberación…todas las
formas de teología que enfatizan el acontecimiento, el suceso, volviéndose contra
la hegemonía de la sustancia.
Necesitamos palabras para hablar, para expresarnos, para comunicarnos, para decir
lo que sentimos. Y las palabras son en muchos casos las cárceles donde lo
encerramos todo: conocimientos, sentimientos, experiencias, encuentros…
La palabra es liberadora y esclavizadora al mismo tiempo. Es terriblemente
limitante. Frustrante a menudo. Ambigua siempre. Y también necesaria. Sin ella
no somos nada.
Y si todo esto lo podemos decir de lo que vemos, de lo que sabemos, de lo que
sentimos…con mucha más razón de todo aquello que no conocemos, ni vemos,
ni…de Dios.
Todo poderoso. Omnisciente. Omnipresente. Omnipotente. Encarnado. Padre.
Misericordioso. Celoso. Justiciero. Sabio. Amor…
¿Podemos encerrarlo en nuestro mundo de palabras? ¿Tenemos derecho?
Proyectamos, imaginamos, describimos…no tenemos otro medio para poder
representarnos eso que queremos expresar.
Tan alto lo hemos puesto, tan distante, tan lejos…que de alguna manera ha habido
que buscar contrapuntos, contrapesos…y se ha hecho de los santos y de la madre
de Jesús esa figura. La Iglesia, que tiene a Dios como Padre57, ha necesitado
compensarlo con una figura femenina, la Virgen, que, sin ser Dios, se la ha
56
J. Pixley, “Biblia y teología de la liberación y filosofía procesual. El Dios liberador en la Biblia”, PDF, p
11
57
¿Padre? ¿Madre? Ni lo uno ni lo otro. ¿Cómo llamarlo? ¿Cómo describirlo? ¿Cómo hablar hoy,
mañana…?
40
adornado con atributos cuasi divinos: Inmaculada, Virgen, Madre del Salvador,
madre de Dios.
Lo que nos recuerda un poco la figura de Yhwh y su Ashérah o Reina de los Cielos.
“En eso que nos has dicho en nombre de Yhwh, no te hacemos caso, sino que
cumpliremos concienzudamente cuanto tenemos prometido, que es quemar
incienso a la Reina de los Cielos y hacerle libaciones, como venimos haciendo
nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros dignatarios en las ciudades
de Judá y en las calles de Jerusalén, que nos hartábamos de pan, éramos felices y
ningún mal nos sucedía. En cambio, desde que dejamos de quemar incienso a la
Reina de los Cielos y de hacerle libaciones, carecemos de todo, y vamos acabando,
víctimas de la espada y el hambre”. “Pues cuando nosotras quemábamos incienso
a la Reina de los Cielos y nos dedicábamos a hacerle libaciones, ¿acaso le
hacíamos pasteles con su efigie, derramando libaciones, sin que nuestros maridos
lo supieran?” (Jr 44, 16-19)
Pero todas las confesiones religiosas monoteístas y reveladas, dan por terminada
dicha revelación a un momento dado. Todas establecen un canon de lo que se
considera revelado y lo que no lo es. Todas pretenden haber llegado al culmen del
conocimiento de Dios. Todas son poseedoras del verdadero Dios y de la verdad.
¿Qué vale una revelación limitada por el momento histórico en la que se realiza,
la cultura en la que nace, la lengua en la que se expresa...? ¿Por qué se da por
finalizada? ¿Quién establece que Dios ha dejado de revelarse y que ya ha dicho
todo lo que tenía que decir? ¿Dios nos ha dicho todo lo que quería decirnos? ¿No
tiene nada que añadir? ¿TODO está YA dicho? ¿Quiénes somos nosotros para
decidir lo que Dios ha hecho o dejado de hacer? ¿Con qué derecho limitamos la
LIBERTAD de Dios para seguir manifestándose o revelándose?
Todas estas cuestiones han existido siempre. Han recibido respuestas que quizás
nos convencieron en un momento dado pero que, sin embargo, quizás la edad nos
vuelve más escépticos, actualmente no consideramos satisfactorias. Y el problema
proviene precisamente de esa seguridad en las respuestas, de ese convencimiento
de tener respuesta para todo. Cada dogma añade una pieza a la coraza con la que
protegerse hasta el punto de que al final la coraza es tan pesada que nos impide
movernos. Balizamos el terreno y este se vuelve cada vez más estrecho y angosto.
La institucionalización de la vida religiosa facilita la supervivencia, la continuidad,
la presencia en el tiempo. Crea estructuras que permiten la perennidad. Las leyes,
el culto, los servidores… La contrapartida es la pérdida de frescura y entusiasmo
de la idea que está a la base de la institución. Recordemos: «Toda comunidad que
pierde su imaginación y su propia capacidad de inventar pierde su dinamismo, su
elocuencia y su rumbo».
41
El camino se baliza y es quizás más fácil el seguirlo, pero esto lo reduce y lo
empobrece. Es quizás inevitable y probablemente lo que les ocurre a todas las
instituciones humanas. Y POR SUPUESTO A LAS RELIGIOSAS.
“Yo te conocía sólo de oídas” dice Job. Quizás hay demasiados discursos sobre
Dios. Discursos contradictorios, opuestos, violentos… Las tres grandes religiones
son fundamentalmente “machistas”. Desde la concepción de Dios al lugar que
ocupa la mujer. Unas más que otras. ¿Pero podía ser de otra manera? Es evidente
que si esa revelación se llevase a cabo hoy no podría tener ese mismo discurso.
Entonces, ¿qué valor tiene el seguir defendiendo posiciones que son consecuencia
de una cultura de hace mil, dos mil, tres mil años…? ¿Qué es lo inmutable, lo
perenne, lo propio e imborrable…y qué lo superfluo, intranscendente, trivial?
¿Quién determina eso?
El grado de evolución en las religiones no es el mismo. Unas se adaptan mejor que
otras. Unas son menos dogmáticas que otras. Pero en todas ellas hay un fondo
dogmático que estructura y que se defiende a capa y espada, y sin el cual quizás
no sería posible su supervivencia.
Parece absurdo el pretender que un discurso de hace cientos, miles de años, pueda
seguir siendo válido hasta el punto de no poder cambiar ni una coma.
Si nos fijamos en la evolución que de la imagen de Dios vemos en la Biblia (EL,
ELOHIM, EL SADDAY, YHWH, ABBA…), ¿Por qué poner un punto final?
La exégesis contemporánea nos habla de un doble origen del pueblo de Israel. De
dos tradiciones distintas que explican el origen del pueblo.
Por un lado, nos encontramos con la tradición Patriarcal. Instalados en un país,
reciben la promesa de esa tierra que ocupan; les es prometida para ellos y sus
descendientes. De ahí las numerosas genealogías, la descendencia-ascendencia,
para justificar la posesión recibida. Alianza y promesa son un poco el resumen.
Y por otro lado tenemos la tradición del éxodo. Aquí aparece un personaje, Moisés,
del que se sabe más bien poco. Este es llamado para cumplir una misión, liberar al
pueblo y dirigirlo a la tierra prometida.
Dos relatos que probablemente reflejan dos situaciones históricas ocurridas tras la
destrucción de Jerusalén el 587 a.C. y el exilio consiguiente de una buena parte de
la población en Babilonia.
Unos se quedan en la tierra prometida. Los exilados volverán a la tierra prometida.
Y eso debió de crear conflictos. Como toda reunificación.
¿Por qué saco a relucir esto aquí y ahora?
Sencillamente porque sigue siendo de actualidad. Aunque hoy el discurso se hace
entre nacionales e inmigrantes. Aquí estamos los que hemos ocupado el país
durante siglos. Somos nativos. Tenemos derechos. Nuestros antepasados nos lo
42
han legado. Y luego están los inmigrantes. Sin pedigrí. Con sus culturas. Sus
idiomas, Sus creencias. Unos advenedizos.
“Al integrar estas dos tradiciones concurrentes en una única historia nacional de
los orígenes, los sacerdotes58 legitiman y reconcilian a los dos grupos desde el
principio. Todos los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob tienen su lugar en
el seno del “pueblo de Israel”. Al mismo tiempo, aunque el patrón genealógico es
cronológicamente el primero, no es el que tiene la última palabra en la historia.
La crítica histórica nos muestra que el mito patriarcal se ha incrustado en el mito
exódico (el éxodo) trayendo a la familia de Abraham desde Ur de los Caldeos, lo
que era una clara alusión al exilio de judeanos (habitantes de Judá) en Babilonia.
Así que este recuadre transforma la narración de los Patriarcas en un preludio de
la historia exódica, un preludio importante, por supuesto, ya que sitúa en ella el
origen del Pacto (Alianza) e instituciones esenciales como el sábado, las reglas
dietéticas y la circuncisión. Sin embargo, lo que parece ser el verdadero
acontecimiento fundacional del pueblo de Yhwh, es la historia del Éxodo y la
entrega de la Ley en el Sinaí. El regalo de la tierra que Yhwh había dado a los
Patriarcas sigue legitimado por la genealogía, pero su realización está ahora
suspendida a la adhesión de sus descendientes a un proyecto común, en este caso
el pacto en el Sinaí. Y esta adhesión pasa por la veneración exclusiva de Yhwh por
parte de los descendientes de Abraham”59.
En la Biblia asistimos a un suceso que ocurre en todas las sociedades e
instituciones. Vamos de lo general a lo concreto. De lo universal a lo particular.
Me explico.
En el relato de los orígenes del Génesis (Gn 1-11) Dios (Elohim) está presente en
el mundo que ha creado y ofrece su protección a toda la humanidad. El pacto con
Noé es un pacto universal, para toda la humanidad, incluso para toda la creación.
Sin embargo, la experiencia del exilio muestra que esta adhesión, contrapartida del
pacto, está lejos de ser algo universal y unánime.
Y se va a interpretar la historia para explicar lo que sucede. Del pacto universal de
un Dios que concluye una alianza universal tras el diluvio (Gn 9), Dios va a escoger
un hombre, Abram (Gn 15), con el que va a establecer una alianza (Gn 17). Alianza
que comienza cambiando el nombre del personaje y del nombre con el que Dios
se presenta (Abram pasa a Abraham y Elohim a El-Sadday) y que acabará
restringiéndose a los descendientes de Jacob (las doce tribus de Israel). Hasta la
llegada de Moisés y su alianza (el pacto del Sinaí) en el que Dios revela su
58
Habla del documento llamado Sacerdotal (P), uno de los documentos que conforman el Pentateuco, la
Torah.
59
Extracto de una entrevista sacada de la revista Le monde de la Bible. Hay cuatro números en los que la
arqueóloga Estelle Villeneuve mantiene un diálogo con el exégeta suizo, profesor del Collège de France,
Thoma Römer. Son cuatro números titulados: La Bible, quelles hisoires! La cita está sacada del número
2, página 23. Desconozco si hay traducción al castellano.
43
verdadero nombre (Yhwh) y establece su presencia en medio del pueblo mediante
la Tienda como santuario portátil, preludio del Templo.
« Je n’étais rien qu’un mortel égaré entre du sable et des étoiles… 60» (A. de Saint
Exupéry, Terre des hommes).
El Dios de la Biblia es un personaje complejo. Con una gama muy vasta y
variada de conflictos y rasgos, incluso contradictorios a veces, que hacen muy
difícil su comprensión y sistematización.
El Dios de la Biblia es celoso, guerrero, sanguinario, fiel…
En una entrevista hecha por “Le monde de la Bible”, el número 169 del mes de
febrero de 2006, al gran historiador del mundo greco-romano, Paul Veyne, habla
del monoteísmo y de la revolución que supuso el cristianismo en el mundo
religioso del mundo greco-romano. A la pregunta del entrevistador:
“Con dos mil años de retrospectiva, ¿cómo percibe el historiador antiguo la
aparición del cristianismo?” responde:
“Se trata de una agitación considerable en la historia de las religiones; es un pliegue
geológico. El antiguo paganismo, extendido por todo el mundo -incluido Japón-,
ha quedado obsoleto. Para este antiguo paganismo, hay una raza de dioses y una
raza de hombres, cuyas relaciones son del orden de las relaciones internacionales.
Los hombres son humildes ante los dioses para obtener algo de ellos; pero los
dioses tienen su propia vida y sus propios intereses. Son dos mundos distintos. Con
el cristianismo, el cambio es gigantesco. Se produce no tanto por el Dios único
como por el Dios celoso del Antiguo Testamento. Este Dios, o las diferentes caras
de este Dios -no importa- tiene ahora una relación apasionada con las personas y
viceversa.
¿Sin embargo, la "revolución" monoteísta tuvo lugar en Israel seis o siete siglos
antes del nacimiento de Jesús?
No creo que el término monoteísmo sea una palabra clave en la historia de las
religiones. Es para San Agustín, para los teólogos, de acuerdo. Pero como ha
demostrado Jacques Le Goff, los creyentes se dirigen a un santo, a la Virgen, a
Jesús. El monoteísmo es un concepto muy difuso y mucho más complejo de lo que
se cree. Profesar que sólo un Dios es verdadero en el mundo es otra cosa. Y existe
la idea errónea de que una vez que se cree en una verdad, las verdades de los demás
no pueden ser ciertas. Esto es incorrecto. Una religión, incluso una monoteísta, no
es necesariamente intolerante. Lo esencial no es el monoteísmo, es la relación
bipasional entre el hombre y Dios.
¿Qué hay de nuevo en el cristianismo en este contexto?
60
“No era más que un mortal perdido entre la arena y las estrellas”
44
Los dioses paganos no imponen su moral, ya que tienen la misma moral que los
hombres. Todos viven en el mismo universo y respiran el mismo aire. Por lo tanto,
los dioses no tienen que traer las tablas de la ley. La gigantesca ruptura cristiana
es el establecimiento de una relación apasionada entre el creador y la criatura, y
una relación que va en ambos sentidos. Porque a Dios le apasionan las personas.
Esta es la ruptura”.
Y en cuanto a la figura de Jesús, Paul Veyne afirma:
“Un profeta judío, que innovará en comparación con los innumerables profetas
judíos de su tiempo. Sólo se dirige a los suyos, recordando de vez en cuando que
el mundo es algo más que Judea y Galilea. Es famoso en su país como hacedor de
milagros, pero también lo es todo el mundo. Y tiene una idea original que seguro
gustará a su público: los pequeños debemos ayudarnos y querernos. La delicadeza
es una virtud. Su poder carismático es fabuloso. Tiene discípulos que dedican su
tiempo -y no sólo San Pablo, ¡todos ellos! - ampliando su personalidad hasta que
adquiere proporciones desmesuradas”61.
11.
Relación apasionada. Este puede ser el resumen de la entrevista que acabamos de
leer. El subrayado en negrilla es mío.
Pero nosotros debemos de preguntarnos: ¿Qué clase de relación? ¿Distante?
¿Próxima? ¿Igualitaria? ¿De sumisión? ¿Apasionada?
“Entre el creador y la criatura. Entre Dios y el hombre. Porque a Dios le apasionan
las personas”.
Hemos citado a Juan en la definición de Dios como amor. Y el amor supone
relación. Pero nos queda la segunda parte, el adjetivo. Y aquí cada uno deberá
adjetivarla. No hay un adjetivo común. Ni tan siquiera es posible que podamos
limitarnos a un solo adjetivo. Porque a menudo hemos pasado por diferentes fases.
Y hemos mantenido una relación apasionada, distante, sumisa, rebelde…
Hermoso programa. Pero vago. Muy vago. Poco definido y bastante gratuito. Y,
sin embargo, certero.
Jesús vive y muere en Palestina en una época determinada. Nacido en una cultura,
con un idioma y unas creencias ancladas en la biblia hebrea, sobre todo la Torah.
Tras su muerte un número indeterminado de predicadores se lanzan a proclamar la
Buena Nueva. Cada uno lo hace como lo entiende. Y por supuesto surgen las
divergencias. Una de las más importantes será la de Pablo y el resto de los
apóstoles jerosolimitanos. Luego vendrán otras muchas: gnósticos, docetas,
arrianos…
61
Extracto sacado de una entrevista realizada en febrero de 2006 en la Revista “Le monde de la Bible”.
Las palabras en negrilla soy yo quien las ha subrayado.
45
En estos primeros momentos el mensaje va a bascular desde la antropologíacultura bíblicas a moldearse en la cultura greco-latina.
Siempre me ha parecido curioso que ninguno de los seguidores que vivieron y
conocieron a Jesús escribió nada. Se limitaron a tratar de vivir lo que habían oído
de la forma en que lo comprendieron. También predicaron…pero no se puede decir
que tuvieran mucho éxito. Se calcula en unos siete mil quinientos los cristianos del
imperio romano, compuesto de unos sesenta millones, a finales del siglo I.
“La progresión debió de haber parecido extremadamente lenta durante el siglo I:
el total proyectado es de sólo 7.530 conversos en el año 100. Hubo un mayor
aumento de las cifras alrededor de la mitad del siglo ll, pero el total llegaba a poco
más de 40.000 cristianos. Esta proyección está absolutamente de acuerdo con la
estimación de Robert L. Wilken de «menos de cincuenta mil cristianos» en ese
tiempo, «cifra infinitesimal dentro de una sociedad de sesenta millones”62.
El primero que nos ha dejado documentos escritos es Pablo y sus cartas. Y lo
menos que se puede decir es que se muestra bastante parco en lo que nos cuenta
de Jesús:
“La verdad es que en las cartas de Pablo no se dice nada de la actividad
taumatúrgica del nazareno, falta toda referencia a las parábolas, no se
descubre ninguna huella del rico material del relato de la pasión, se
constata un silencio absoluto sobre las controversias que surgieron entre
Jesús y los dirigentes del pueblo judío de su época”63y prácticamente no se
habla del Reino, añadiríamos nosotros. Reino que es el tema central de la
predicación de Jesús y que solo es citado una decena de veces en las cartas
paulinas.
Los evangelios, escritos todos cuando la generación que vivió y conoció a Jesús
había desaparecido, nos presentan diferentes caras de Jesús. Cada evangelio
predica a su Jesús. Y lo hace a su manera. Crean, cambian, adaptan, añaden, con
una libertad que es envidiable. No hay barreras. Ni límites. Sería interesante, y
probablemente ya exista, aunque yo lo desconozca, el estudiar y comparar los
diferentes Jesús de los evangelios. Probablemente nos sorprendería.
Como nos sorprende cómo a medida que nos alejamos de la vida y muerte de Jesús
los testimonios escritos se van haciendo más largos. Aparecen narraciones,
interpretaciones, detalles de la vida y muerte de Jesús…
Pablo no nos dice prácticamente nada sobre la vida de Jesús. Marcos comienza su
evangelio con el inicio de la predicación de Jesús. Mateo y Lucas añaden los relatos
del nacimiento y Juan, que no dice nada del nacimiento, habla sin embargo de la
62
R.Stark, o.c., p 20
Barbaglio, Pablo de Tarso y los orígenes cristianos, p 208
63
46
preexistencia. Lo cual nos muestra una evolución de la manera de comprender e
interpretar a Jesús.
Y no debemos olvidarnos de todos los que se han quedado fuera (los apócrifos).
Jesús predicó el Reino y llegó la Iglesia.
“Jesús quiso reformar el judaísmo en nombre de un Dios insistente, que rompe
todo compromiso, toda protección, todo límite a la aceptación de los demás. Jesús
quiso promover un judaísmo más fiel, pero fracasó”64.
Por eso no es erróneo decir con Alfred Loisy que "Jesús anunció el Reino, y es la
Iglesia la que ha venido" (L'Évangile et l'Église, 1904). Si Jesús no fundó la Iglesia,
¿sería Pablo? ”65.
Entramos en un vasto terreno al que quizás podamos un día dedicar más tiempo
pero que en estos momentos nos desvía de nuestro tema.
La Iglesia primitiva esperaba la segunda venida que creía inminente. Está claro
que el sesgo escatológico de la predicación de Jesús caló hondamente. Y que con
el paso del tiempo hubo que “recentrar” todo el mensaje. Nada nuevo en la
tradición bíblica.
Los evangelistas han recogido la relación que Jesús mantuvo con Dios como una
relación cercana (Abba), exigente, muy exigente, e incluso dura a veces (“deja que
los muertos entierren…); fiel a la Torah, pero sin excesos; una relación cercana
sobre todo con los más necesitados: pobres, pecadores, enfermos… Es
probablemente donde Jesús se muestra más innovador. Dios perdona y está
cercano de los pecadores.
Jesús, fiel judío, no fue nunca un fanático del Templo. Ni de la Ley. Sin embargo,
siempre se mantuvo fiel a su Dios y a su pueblo. Y así lo entendieron sus más
próximos seguidores. Tuvo que ser alguien venido de fuera, Pablo, un judío
helenista, quien cambiase el rumbo.
No es una crítica. Es una constatación. El movimiento era lo suficientemente joven
para adaptarse, para cambiar, para tomar un rumbo que probablemente era
inimaginable para muchos de los primeros creyentes, entre ellos la mayoría de los
apóstoles.
El problema se produce cuando se pierde esa flexibilidad y el mensaje se
dogmatiza y, de alguna manera, se fosiliza. A partir de ese momento todo viene a
reforzar lo que se considera esencial. Se adapta una línea y se excluyen, en el
64
65
D. Marguerat-E. Junod, « Qui a fondé le christianisme 1 ? », Le monde de la Bible, p.17
D. Marguerat- E. Junod, o.c., p 16-17
47
comienzo verbalmente, y más tarde violentamente, todo lo que se desvíe de la línea
que se considera normativa.
¿Cuántos obispos en el mundo son licenciados o doctores en Derecho Canónico?
Su importancia es una muestra de lo que prima a menudo en la Iglesia.
12.
Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en
Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor. Fue concebido por obra y gracia del
Espíritu Santo y nació de María la Virgen. Padeció bajo el poder de Poncio
Pilato. Fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los infiernos. Al tercer
día resucitó de entre los muertos. Subió a los cielos, y está sentado a la derecha
de Dios Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el
perdón de los pecados, la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.
Es el Símbolo de los Apóstoles. Esto es lo que la Iglesia dice que todo buen
cristiano católico debe de creer.
Como podéis constatar se habla sobre todo de antes del nacimiento y de después
de la muerte, fundamentalmente. En cuanto al “durante” (en negrilla), entre
nacimiento y muerte, sólo se dice que padeció bajo el poder de Poncio Pilato, que
fue muerto y sepultado.
Todos y cada uno de los artículos del Credo de los Apóstoles son artículos de fe, y
dogmas, para los católicos. Un dogma es un principio o creencia que es
considerado como verdad absoluta, irrefutable, y se establece como base para
cualquier campo de conocimiento.
Diferentes fuentes católicas establecen que los principales dogmas de la religión
católica son 44, y están clasificados en ocho grupos diferentes:
Dogmas sobre Dios.
Dogmas sobre Jesucristo.
Dogmas sobre la creación del mundo.
Dogmas sobre el ser humano.
Dogmas marianos.
Dogmas sobre el Papa y la Iglesia.
Dogmas sobre los sacramentos.
Dogmas sobre las últimas cosas.
El que quiera conocerlos un poco más puede consultarlos en la Wikipedia o en el
catecismo de la Iglesia. No vamos a examinarlos, ni explicarlos, ni discutirlos.
Están ahí. Que cada uno vea cómo los entiende y cómo cree en ellos.
De todas formas, para que sean viables estos dogmas tienen que adaptarse. Nuestra
cultura, nuestros conocimientos, la evolución del pensamiento y de la
48
sociedad…no son las de los siglos en los que se promulgaron. “tout dogme est
conditionné par le moment historique de sa promulgation, par les questions qu’on
y pose et par les outils culturels dont on dispose à ce moment. Les questions qui
circulent dans une société à un moment donné et les réponses qu’on y donne
s’inscrivent dans le « pensable disponible » de ce lieu et de ce temps (pour
reprendre une formule utilisée aussi par Paul Ricœur)”66.
El problema estriba en encontrar un equilibrio entre pasado y futuro, entre lo que
constituyen las raíces de la Iglesia y lo nuevo sin lo cual no es posible un futuro.
“…je me sens obligé de dire que si la foi chrétienne est habitable pour moi
aujourd’hui, si elle me fait vivre, c’est en dépit de pas mal d’énoncés dogmatiques
du passé, y compris ceux sur l’infaillibilité. Pour le dire de façon provocante, notre
tâche de théologiens est de contribuer à libérer l’annonce de l’Évangile de la prison
que constitue une certaine compréhension du dogme, compréhension qu’une
théologisation dépassée contribue à entretenir.”67
Como decíamos en el punto 2 los primeros concilios fueron los más importantes
de la historia de la Iglesia porque fueron los que fijaron el credo católico, el canon
de las escrituras, las doctrinas erróneas… El cristianismo, aunque probablemente
esto es ampliable a todas las religiones absolutistas, tiene dificultades para lidiar
con la idea de una tradición plural.
En estos concilios se van a proclamar una serie de dogmas que se van a encontrar
a la base de futuras controversias, herejías, separaciones… Muchos de ellos son
incomprensibles, difíciles de entender, innecesarios (?)… y cuando se objeta o se
discuten se suele acabar siempre con aquello del “misterio”.
La palabra herejía (αιρεσις) significa decisión, elección y hereje (αιρετικÏŒς)
significa el que elige, el que es libre para elegir. Evidentemente hoy día no lo
entendemos así. Hoy comprendemos la herejía como una doctrina que contradice
de forma directa una creencia ya establecida.
“La Iglesia que crecía y se desarrollaba, tenía que explicar sus creencias en
términos filosóficos aceptables, tanto para la cultura de habla griega del mundo
66
“Todo dogma está condicionado por el momento histórico de su promulgación, por las cuestiones
implicadas y por las herramientas culturales de las que se dispone en ese momento. Las preguntas que
circulan en una sociedad en un momento dado y las respuestas que se les dan se inscriben en lo
“pensable disponible” de este lugar y de este tiempo (por usar una expresión utilizada también por Paul
Ricoeur)”. En Paul Thion. Ver nota 67.
67
“Si la fe cristiana es habitable hoy en día, si me hace vivir, es a pesar de no pocos enunciados
dogmáticos del pasado, incluidos los de la infalibilidad. Nuestra tarea de teólogos es la de contribuir a
liberar el anuncio del evangelio de la prisión que constituye una cierta comprensión del dogma” en: Y at-il des dogmes périmés ?, Paul Tihon Dans Recherches de Science Religieuse 2007/4 (Tome 95)2007/4
(Tome 95), pages 515 à 528 Éditions Centre Sèvres. Hay traducción castellana en: JOQUIM PONS
ZANOTTI, Publicado en "Selecciones de Teología" vol. 47, nº 188 (octubre-diciembre de 2008) 299-309.
49
mediterráneo como para sí misma; y después de la conversión del emperador
Constantino al cristianismo, la paz del Imperio pasó a exigir un conjunto unitario
de creencias cristianas. Por eso, Constantino convocó en el año 325 el Concilio de
Nicea, “con el propósito de restaurar la concordia en la Iglesia y en el imperio”68
“Dos vivencias mantuvieron vigentes las utopías “supra-religiosas” del
cristianismo naciente La primera tiene que ver con la persecución religiosa, tanto
judía como romana, y el martirio. Pero una segunda experiencia espiritual
contribuyó poderosamente a la radicalización cristiana. Se trata de la esperanza
escatológica fundada en la fe en la resurrección de Cristo y de la espera de la
Parusía como acontecimiento contemporáneo cercano ansiosamente esperado”.
“La conclusión de la era martirial y la inclusión del cristianismo en el sistema
imperial romano, como su brazo ideológico, inicia la lenta pero segura deriva
religiosa de lo que, en adelante, llamaremos la Cristiandad.
Lo que Jesús nunca había imaginado (crear una nueva religión), lo que nos había
invitado a superar por el anuncio del Reino, se vuelve realidad. La
institucionalización clerical del cristianismo se traduce en un discurso y una
ritualidad nuevos y específicos, profundamente influenciados por el entorno
cultural tanto helenístico como judío”69.
¿Necesitamos creer en la concepción virginal para saber que Dios nos ama?
¿Necesitamos creer en la inmaculada concepción de María para saber que una
madre ama a sus hijos? ¿Hace falta que el Papa sea infalible cuando vemos todos
los errores cometidos por unos y otros al correr de los siglos? ¿Cómo podemos
afirmar que fuera de la Iglesia no hay salvación? ¿Es justo considerar que cada
humano nace con un pecado? ¿Dónde está escrito?70
“El dogma es un medio para alcanzar un fin, no un fin en sí mismo. Como medio,
es indispensable, pero también debe ser cuestionable: saber si en el curso de los
tiempos cambiantes sigue cumpliendo su finalidad -la exposición en forma de
proposiciones del evangelium, que sólo tiene éxito si éste, como tal, no sólo se
expresa, sino que también se comprende. Si el dogma ya no sirve a su propósito,
no se convierte en falso, sino que, a pesar de cualquier imposibilidad de reformarlo,
de alguna manera pierde su relevancia y, por lo tanto, ya no es de ningún beneficio
para el propósito al que se supone que sirve”71.
68
J. Hick, “La metáfora del Dios encarnado. Cristología en una época pluralista”, Ed. Abya-Yala, Quito,
2004, p. 71
69
S. P. Arnold, “¿Un cristianismo postreligional?”, PDF, p 4
70
Ver nota 20
71
M. Seewal, « Dogmes en devenir », Paris, Éd. Du Cerf, 2022
50
13.
Pedimos perdón por los pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión. Me
parece que los pecados más graves que cometemos suelen ser los de “omisión”.
Todo lo que podríamos haber hecho y no hicimos. Todas las veces que miramos
para otro lado para no ver y no complicarnos la vida. Todas esas situaciones que
nos parecen injustas, inmorales, despreciables incluso, pero por las que no
movemos ni un dedo. Toda esa indignación que se queda en un
exabrupto…Reconozco que he pecado muchísimo por omisión. Por falta de
coherencia. Por falta de valor para practicar lo que creo.
En realidad, todo esto son sutilezas. A la gente corriente todo esto le importa un
pimiento. Y si para entrar en el cielo hubiese que pasar un examen de doctrina…me
temo que no habría mucha gente que lo aprobara.
Personalmente asumo el credo y lo hago mío. Experiencia, conocimiento y
lenguaje. Esta es la trinidad que nos permite acceder al misterio. “El misterio de
Dios es el nombre que damos a la revelación de Dios en el
ocultamiento”72.
“Ser cristiano no significa ser religioso de una cierta manera, convertirse en una
clase determinada de hombre por un método determinado (un pecador, un
penitente o un santo), sino que significa ser hombre; Cristo no crea en nosotros
un tipo de hombre, sino un hombre. No es el acto religioso quien hace que el
cristiano lo sea, sino su participación en el sufrimiento de Dios en la vida del
hombre”73
¿Podemos entonces reprochar a los hombres su incredulidad? Ante la pregunta
sobre la existencia o no de Dios, ¿no cabe más que una respuesta correcta? Si
decimos no a Dios, ¿eso nos condena?
“Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones: “Es pecado mortal
lo que tiene como objeto una materia grave y que, además, es cometido con pleno
conocimiento y deliberado consentimiento (1857)”, nos dice y nos ha dicho
siempre el catecismo de la Iglesia Católica. “El pecado más grave es el que se
comete por malicia, por elección deliberada del mal (1860)”. Si no es rescatado
por el arrepentimiento y el perdón de Dios, causa la exclusión del Reino de Cristo
y la muerte eterna del infierno; de modo que nuestra libertad tiene poder de hacer
elecciones para siempre, sin retorno. Sin embargo, aunque podamos juzgar que un
acto es en sí una falta grave, el juicio sobre las personas debemos confiarlo a la
justicia y a la misericordia de Dios (1861)” (Los subrayados en negrilla son
míos).
72
73
Cordovilla Pérez, o.c., p 97
D. Bonhoeffer, o.c., p. 253 El subrayado en negrilla es mío.
51
A la base de todo se encuentra la noción de libertad. El libreo albedrío. La libertad
es una de las condiciones necesarias para que una acción sea genuinamente moral.
¿Pero existe realmente? ¿Somos libres? ¿Qué es lo que nos lo prueba? ¿No es toda
una ilusión?
Hay neurocientíficos que han demostrado que el cerebro toma su decisión bastante
antes de que seamos conscientes de que vamos a tomar una decisión y que ésta se
conoce antes incluso de que el individuo sea consciente. Es el caso que se ve en la
siguiente entrevista:
https://www.youtube.com/watch?v=79-afiY8btQ
Hay sin embargo otros neurocientíficos que no están de acuerdo.
“La dificultad de llevar a cabo una investigación sobre la existencia del libre
albedrío desde una perspectiva naturalista radica en determinar si es o no
posible la cuantificación de la libertad o de su inexistencia como un hecho, y de
serlo qué consideraciones metodológicas habrían de ser tenidas en cuenta”.
“A lo largo del artículo argumentaré a favor de la siguiente tesis: si bien la
existencia o inexistencia del libre albedrío en el ser humano es una realidad,
existen dificultades, quizás una imposibilidad, para cuantificar esta desde el
método científico, lo cual otorga un papel preminente a la filosofía a la hora
de abordar la cuestión”74.
El tema no es baladí. Está en juego si somos libres y responsables de nuestros
actos. ¿Libertad o determinismo?
“Evers sostiene que podemos hablar de actos libres en el sentido de voluntarios,
aunque fuesen una construcción causalmente determinada por procesos neuronales
no conscientes. Asimismo, considera que se puede ser responsable a pesar de los
procesos no conscientes que subyacen a las decisiones y a las acciones, ya que
somos personalmente responsables de esos estados y procesos en la medida en que
podemos influir en ellos”75.
Libres de y libres para, según Aranguren en su Ética. En el experimento de Libet,
que pretendía demostrar el libre albedrío, sin embargo, dicho experimento sugirió
lo contrario. “Su conocido experimento trata de medir si la decisión consciente es
anterior o posterior a la actividad cerebral que posibilita su ejecución. el proceso
de la voluntad se iniciaría inconscientemente, unos milisegundos después
tendríamos conciencia de él. No cabría hablar de acciones libres en la medida en
que el sujeto no las elige conscientemente. Pudo matizar más tarde el resultado de
sus experimentos, sugiriendo que, a pesar de que la decisión parte de forma
74
Andrés D. Richart, “Qué puede decir la neurociencia sobre el libre albedrío: Cuestionando su
metodología y la posibilidad de resolver su problema”, en Pensamiento, vol 75 (2019), num 283, p. 253
75
A. D. Richart, o.c. pp. 254-255
52
inconsciente desde el cerebro, la voluntad puede vetarla, existiendo así cierto
terreno para la libertad y la responsabilidad en la acción.76”
¿Es todo cuestión de voluntad? “Facultad de decidir y ordenar la propia conducta”,
es la primera definición de voluntad que nos da la RAE. La tercera dice: “Libre
albedrío o libre determinación”. “La voluntad es el poder de elección con la ayuda
de la conciencia”, leemos en la Wikipedia. ¿Qué clase de voluntad? ¿La de
Schopenhauer? ¿La de Nietzsche? ¿Voluntad de poder? ¿De dominio? ¿Qué es la
conciencia? ¿De qué clase de conciencia hablamos? ¿Conciencia o consciencia?
En cualquier caso, no vamos a entrar en una discusión que nos desborda y sobre la
cual sigue habiendo posturas enfrentadas. No vamos a negar que estamos
condicionados por la biología y la adaptación que nos ha llevado a sobrevivir
durante miles de años. Pero tampoco vamos a negar lo que con esos medios hemos
llegado a crear y que también nos condicionan: lenguaje, cultura,
religión…Nuestro cerebro, ese milagro de la evolución, ¿no forma parte de
nosotros mismos?
Somos un todo. La dicotomía de la cultura occidental, cuerpo y alma, carneespíritu, naturaleza-cultura…tienen un origen griego que la Iglesia adoptó y que
van en contra de la antropología bíblica que ve al hombre como a un Todo.
Podríamos hablar de la consideración del límite como categoría existencial. O
dicho más sencillamente, no somos perfectos. Así de simple. Aunque a veces es
más fácil de decir que de aceptar. Porque llegamos a considerar el límite como algo
molesto, negativo y que exige al hombre libre quebrantarlo, no someterse,
reaccionar contra él. Lo que en sí mismo no es malo. Salvo que hagamos de él un
absoluto.
Aceptar nuestros límites supone a veces, si no siempre, renunciar a nuestros deseos
de poder, de poseer, de ser lo que no podemos ser… Aunque tal vez debería de
hablar quizás con más propiedad y decir que en realidad lo que deberíamos cambiar
son nuestros deseos.
“El límite es el testimonio de que Dios nos ama”77
Está claro que no “dominamos” todo, que no somos conscientes de todo, que no
somos “independientes” de nuestro entorno y de nosotros mismos. Pero eso es el
hombre. Criatura imperfecta, limitada, evolutiva, cambiante…resultado de
múltiples procesos que nos han traído hasta aquí. Hasta la pregunta. Hasta la duda.
Hasta el hastío. Hasta lo maravilloso. Hasta la generosidad. Hasta el amor. Hasta
la fe.
76
77
O.c., p 259
S. Weil, “La gravedad y la gracia”, Trotta, Madrid, 1994, p 84
53
14.
Estamos celebrando la Semana Santa en el momento en que escribo esto. La
semana más importante para un cristiano. Una semana que, junto con la navidad,
resume el credo de un creyente. La manifestación de un Dios-Hombre, un Dios
que asume nuestra condición. Un Dios con nosotros, Emmanuel. Un Dios que no
es un relojero, organizador, reemplazante, deus est machina…No es un Dios
NECESARIO, es un Dios gratuito, es un Dios que no sirve, que no es ni utilitario,
ni respuesta, ni sucedáneo. Es un Dios AMOR. Por las venas de Dios corre sangre
humana y en los hombres sentimos los latidos de Dios en nuestro corazón78.
No hay nada perfecto, acabado, completo…ni en este mundo ni en cualquier otro
que pueda existir.
No hay vidas lineales, simples, sin dudas, sin baches, sin zonas obscuras…nada es
fácil.
No lo necesitamos para resolver nuestros problemas, nuestras lagunas, como un
sucedáneo.
Hay muchas formas de vivir una creencia, una fe.
Lo importante es vivirla personalmente. O por lo menos tratar de hacerlo. No
cerrarse. Estar abiertos.
La religión ha sido a veces la “solución” para muchos problemas para los que el
hombre no encontraba respuesta.
Pero también ha servido para dar respuesta a preguntas que el hombre se ha hecho
siempre: ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Por qué? ¿Por qué hay algo en
lugar de nada?
Nos parece fácil negar la existencia de un ser creador, pero no nos cuesta pensar
que la materia debería ser eterna. O creer que algo puede surgir de la nada sin más.
La fe evoluciona, cambia. Porque nosotros cambiamos, evolucionamos… La
experiencia, las vivencias, los choques de la vida, las desgracias, las alegrías…todo
ello marca y modifica.
Como ha evolucionado la concepción de Dios.
Fijémonos simplemente en la evolución del término Dios en la Biblia.
El es el Dios primitivo, probablemente de los cananeos, que los israelitas van a
encontrar y adoptar a su llegada a Canaan. “Erigió allí un altar, y lo llamó de “EL
Dios de Israel” (Gn 33, 20). ELOHIM, dios o dioses, será el Dios de la humanidad,
de los comienzos. Con los patriarcas pasamos a EL-SADDAY, nombre
78
Frase que debo al sermón ya citado del cura de mi comunidad.
54
compuesto (Dios todopoderoso). Y será solamente en el Sinaí donde Dios revelará
su nombre al pueblo de Israel: YHWH.
“No tendrás otros dioses fuera de mí.
No te harás esculturas ni imagen alguna de lo que hay arriba en los cielos, abajo
en la tierra o en las aguas debajo de la tierra.
No te postrarás ante ellas, ni les darás culto, porque yo, Yhwh, tu Dios…
No pronunciarás el nombre de Yhwh, tu Dios, en falso “(Ex 20, 3-5b.7ª).
Aunque esto pueda parecer un punto de partida, se trata en realidad de una
conclusión. El pueblo evoluciona desde el politeísmo a la monolatría antes de
llegar al monoteísmo. Yhwh va a compartir el culto durante siglos con otros diosesdiosas hasta llegar a proclamarse como el único Dios, relegando el resto a simples
ídolos.
Esta es la evolución que observamos en la biblia hebrea, nuestro Antiguo
Testamento. Pero para nosotros los cristianos la evolución no termina ahí. Con
Jesús llegamos a considerar a Dios como ABBA.
¿Padre? ¿Madre? ¿Ni lo uno ni lo otro? ¿Qué, entonces?
15.
¿Es posible hablar de trascendencia hoy? ¿Es posible estar abierto a la
trascendencia? ¿Es posible seguir creyendo?
Tras un siglo XX en el que hemos asistido al genocidio armenio, al exterminio
judío y gitano, a las masacres comunistas, al genocidio khmer, a la matanza tutsi
en Ruanda, a dos guerras mundiales y numerosas otras locales (Vietnam, Tíbet,
Somalia, Sudán, Afganistán, Ucrania…), ¿es posible seguir creyendo en un Dios
que nos ama y vela por nosotros?
Vivimos en una sociedad intrascendente. Donde lo que predomina es el ruido y la
vacuidad. Lo que mola es tener, poseer, aparentar…Y llega el confinamiento y se
nos cae el mundo encima. La soledad, el silencio, la introspección, el estar con uno
mismo…asusta, da miedo, produce angustia. Muchos no lo han soportado y desde
entonces uno de los temas societarios es el de la salud mental.
Aquí van algunas cifras que deberían hacernos reflexionar como sociedad.
Animales domésticos en España79:
.-9.313.000 perros
.- 7.860.966 peces
.- 5.858.649 gatos
.- 5.001.769 pájaros
.- 1.523.757 pequeños mamíferos
79
Fuente: Estudios de censos 2021 ANFAAC
55
.- 1.464.476 reptiles
Niños menores de 15 años: 6,3 millones. Entre peces y gatos. Y muy por debajo
de perros.
4.227 suicidios en España en 2022. 11,6 al día. Tres veces más que accidentes de
tráfico sobre los que se hacen campaña publicitaria tras campaña. Y de los que
nadie habla. Porque están los suicidados vivos, todos aquellos que lo intentaron y
de alguna manera fracasaron en el intento.
“El suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte entre los jóvenes
españoles. Nos mata el populismo de decir que estamos tan mal y entonces nos lo
creemos y nos queremos matar. Nos mata la educación blanda, siempre en el
victimismo. Nos mata la falta de ambición, de competencia. Nos mata que lo
importante sea participar y que ganar no tenga prestigio.
Nos mata no querer estirar los dedos para tocar la cara de Dios, nos mata la
negación de la trascendencia, el laicismo, el alma vaciada. No son muertes, son
crímenes. Estos chicos dieron su último salto al vacío, pero fueron muchos los que
les empujaron hacia el abismo”.
Esto escribía Salvador Sostres en ABC el 24 de noviembre de 2022. Se podrá estar
de acuerdo o en desacuerdo con el diagnóstico. Se podrá decir que hay otras causas.
Los hechos están ahí. ¿Qué futuro puede tener una sociedad en la que la primera
causa de muerte entre sus jóvenes se encuentra el suicidio?
En 2021 abortaron 90.189 mujeres en España, de las cuales 9.400 tenían menos de
19 años, con una tasa de 10,7 interrupciones. En España han abortado 100.000
mujeres de media al año desde que entró en vigor la actual ley de plazos de 2010,
que permite la interrupción libre del embarazo hasta la semana 14 de gestación,
aunque en los últimos años la cifra se ha mantenido por debajo de ese umbral. La
tasa media de los últimos diez años ha sido de 11 abortos por cada 1.000 mujeres
de 15 a 44 años80. Una embarazada de cada cinco aborta.
Evolución.
La gerontocracia se instala un poco en todas partes. En la política y en la Iglesia,
que es la política con otros medios. En el último consistorio el Papa ha nombrado
un misionero de 47 años cardenal, pero es la excepción que confirma la regla. De
los 208 cardenales existentes antes del último consistorio de mayo de 2022 hay 6
cardenales nacidos en los años sesenta (con más de 60 años), 29 nacidos en los
años cincuenta (con más de 70 años), y el resto, 173, nacidos en los años 20, 30 y
40 del siglo pasado (o sea con más de 80 años). Saquen la media.
80
https://www.rtve.es/noticias/20230119/aborto-espana-cifras/2348202.shtml
56
Basta asistir a un oficio dominical en cualquiera de las iglesias occidentales para
constatar la desafección de los menores de sesenta años por la religión. Lo que
hace representativo al colegio cardenalicio.
Quizás ha llegado la hora de preguntarse si la Iglesia no debería centrarse en su
mensaje. Y quizás aceptar que este es tan sumamente exigente y difícil de practicar
qui tal vez no esté hecho para todo el mundo.
Quizás ha llegado el momento de dejar de defender parcelas de autoridad, de poder,
de influencia…y centrarnos más en vivir lo que predicamos. Porque me parece que
ese ha sido, y sigue siendo, el reproche que se nos hace.
“Gran parte de lo que sucede en el cristianismo es una negación del Sermón de la
Montaña”.
“Los cristianos tienen un gran Cristo, pero tienen muy pequeños cristianos. Ojalá
yo tuviera el Cristo que tienen los cristianos”.
Ambas afirmaciones se atribuyen al Mahatma Gandhi.
La fe del hombre en un ser superior es una hermosa historia que dignifica al ser
humano. ¿Es una huida hacia adelante? ¿Es una forma de no aceptar nuestra
condición?
“Hemos suprimido en la idea de Dios las limitaciones humanas, pero los rasgos
humanos permanecen. Por eso la mayoría de las ideas humanas sobre Dios se
expresan como negación. La condición humana es finita, así que Dios ha de ser
infinito, o “no finito”, decimos. Los seres humanos estamos vinculados a un lugar
determinado; Dios no debe tener esa atadura, así que se le llama “omnipresente”.
Los seres humanos tenemos un conocimiento limitado; Dios, por definición, no
debe tener ese límite, así que decimos que es omnisciente. La condición humana
es mortal; Dios debe desbordar esa limitación, así que decimos que Dios es
inmortal. Los seres humanos somos limitados en poder; Dios no debe tener esa
limitación,
así
que
decimos
que
es
omnipotente.
Así
podríamos seguir con repetidos ejemplos, pero el resultado es siempre el mismo.
Todos los dioses que los seres humanos han pensado en la historia se parecen
siempre a los humanos, pero sin sus limitaciones”81.
Si estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, entonces, ¿en qué nos
parecemos, aunque sea a una escala ínfima? La verdad es que si somos un reflejo
de lo que es Dios…somos un pálido reflejo. O como decían Feuerbach y Marx lo
que está hecho a nuestra imagen y semejanza es la imagen de Dios. ¿Estamos
alienados? Jenófanes, autor griego del siglo VI-V a.C. decía:
Chatos, negros: así ven los etíopes a sus dioses.
De ojos azules y rubios: así ven a sus dioses los tracios.
81
J.S.Spong, o.c., p 6
57
Pero si los bueyes y los caballos y leones tuvieran manos, manos como las
personas, para dibujar, para pintar, para crear una obra de arte,
entonces los caballos pintarían a los dioses semejantes a los caballos, los
bueyes semejantes a bueyes, y a partir de sus figuras crearían las formas
de los cuerpos divinos según su propia imagen: cada uno según la suya.
El cristianismo es exigente. Y lo es porque nos obliga a cambiar de lógica. Ya no
es la lógica humana la que impera. El cristianismo se mueve en otra esfera de
valores. Su lógica no es de este mundo. ¿Por qué amar al otro? Más aún, ¿por qué
amar al enemigo? ¿Cómo se puede pedir por el que te persigue? ¿Cómo se puede
dejar todo, sobre todo si hay cosas que dejar, sin saber de qué estará hecho el
mañana? Los religiosos hacen voto de pobreza. No tienen nada propio. Pero no les
falta de nada.
Marcel Gauchet, del que ya hemos hablado, nos dice que “lo que hoy está
desapareciendo en Europa es lo que podríamos llamar el «cristianismo
sociológico» transmitido por las familias y que define el marco ritual de la
existencia de las comunidades. Pero subsiste la religión de los individuos, la de los
verdaderos creyentes, la de aquellos cuya fe nada tiene que ver con el conformismo
social. No son más que una minoría, pero una minoría cuyo dinamismo podría
sorprendernos”82.
Si Dios es el dueño del mundo y esta es su voluntad, ¿quién es el hombre para estar
a su altura? El libro de Qohelet extrae, en cierto modo, las consecuencias de esta
lección. También para él no hay nada que entender: Dios está en el cielo; el hombre
está en la tierra; y nada puede unirlos. Qohelet rechaza la idea de un Dios personal,
con el que se puede entrar en contacto directo. A fin de cuentas, Qohelet es la
quintaesencia del monoteísmo: lleva al extremo la idea de un Dios trascendente
que no es humano. Algunos ven en Qohelet al primer ateo. Es más bien un
escéptico. A sus ojos, es efectivamente Dios quien ha creado todo, pero el sentido
de esta creación escapa irremediablemente al hombre: "El hombre no puede
comprender nada de lo que se hace bajo el cielo. Lo que busca no lo encuentra"
(Qo 8,17). “Ve, come con alegría tu pan y bebe con buen ánimo tu vino porque
hace tiempo se complace Dios en tus obras. Que siempre sean blancos tus vestidos
y el aceite no falte sobre tu cabeza. Goza de la vida con la mujer que amas todos
los días de tu vana vida que Dios te ha concedido bajo el sol, todos tus días de
vanidad, pues es tu porción en la vida y en el trabajo en que te esfuerzas bajo el
sol. Todo lo que encuentres a mano, hazlo según tus fuerzas, porque no hay obra,
ni razón, ni ciencia, ni sabiduría, en el šeol, adonde te encaminas. (Qo 9, 7-10).
Conclusión: el hombre debe disfrutar de la vida, sin preocuparse demasiado por
sus contradicciones. Carpe diem.
82
M. Gauchet, El desencantamiento del mundo”, p 294
58
Desde un punto de vista antropológico la multiplicación de intermediarios que han
proliferado en la Iglesia católica son un poco una reproducción de los esquemas
politeístas. La proliferación y gran popularidad de los santos a partir de la edad
media son o pueden interpretarse como la reproducción de los roles de los dioses
inferiores del mundo politeísta: el viajero reza a san Cristóbal para que le proteja
en su viaje; a san Antonio para recuperar los objetos perdidos; a santa Bárbara en
las tormentas, etc.
El subjetivismo moderno, ese centrar todo en el yo, en el aquí y ahora, ha obstruido
el acceso a la trascendencia. En ese diálogo YO-TU el YO ha adquirido una
enorme proporción en detrimento del TÚ.
Sartre ha partido del silencio de Dios sin preguntarse qué parte ha correspondido
en ese silencio a nuestro no oír y a nuestro no haber oído.
La revelación no es solo un autodescubrimiento y Dios no se reduce a una
proyección humana.
Bultmann, en un artículo publicado en 1925 (“¿Qué sentido tiene hablar de Dios?”)
que podéis encontrar en el tomo I de Creer y comprender, dice:
“Hablar de Dios con sentido es tan imposible como hablar sobre amor. Si se quiere
hablar de Dios, es preciso hablar de uno mismo.”.
“De Dios únicamente podemos afirmar lo que él hace en nosotros” (W. Herrmann,
citado por Bultmann).
“No existe garantía alguna sobre la cual poder creer”.
Para Fueubarch y Marx Dios es una proyección de las necesidades humanas. Se
suele citar una frase de Marx: “La religión es el opio del pueblo”. Lo que no suele
citarse es la primera parte de esta frase: “La religión es el suspiro de la criatura
oprimida, el corazón de un mundo descorazonado, tal como lo es el espíritu de una
situación sin espíritu. Es el opio del pueblo”.
16.
Algunos textos para reflexionar y que cada uno saque sus propias conclusiones.
“¡Dónde podría encontrar una palabra como ésta para describir lo más elevado! Si
escogiera el concepto más puro, más resplandeciente, del santuario más
resguardado de los filósofos, sólo podría captar con él un producto del
pensamiento, que no establece ligazón alguna. No podría captar la presencia de
Aquel a quien las generaciones de hombres han honrado y degradado con su
pavoroso vivir y morir. Me refiero a Aquel a quien se refieren las generaciones de
hombres atormentados por el infierno y golpeando a las puertas del cielo. Es cierto,
ellos dibujan caricaturas y les ponen por título «Dios»; se asesinan unos a otros y
dicen «en el nombre de Dios». Pero cuando toda la locura y el engaño vuelven al
polvo, cuando los hombres se encuentran frente a Él en la más solitaria oscuridad
59
y ya no dicen «Él, Él», sino que suspiran «Tú», gritan «Tú», todos ellos la misma
palabra, y cuando agregan «Dios», ¿no es acaso el verdadero Dios al que imploran,
al único Dios Viviente, al Dios de los hijos del hombre? ¿No es Él acaso quien les
oye? Y sólo por este motivo, ¿no es la palabra «Dios» la palabra de la súplica, la
palabra convertida en nombre consagrado en todos los idiomas humanos para
todos los tiempos? Debemos estimar a quienes la prohíben porque se rebelan
contra la injusticia y el mal tan prontamente remitidos a «Dios» en procura de
autorización. Pero no podemos renunciar a ella. ¡Qué comprensible resulta que
algunos sugieran permanecer en silencio durante algún tiempo respecto de las
«cosas últimas», para que las palabras mal empleadas puedan ser redimidas! Mas
no han de ser redimidas así. No podemos limpiar la palabra «Dios» y no podemos
devolverle su integridad; sin embargo, profanada y mutilada como está, podemos
levantarla del polvo y erigirla por sobre una hora de gran zozobra”.
Martin BUBER, Eclipse de Dios, pp. 23-24
“Dios es, por supuesto, infinitamente superior al ser humano, lo cual quiere decir
que Dios se sitúa en otro orden del ser que es absolutamente distinto del nuestro.
Por eso decimos que «epistemológicamente», Dios es el Trascendente, es decir,
trasciende nuestra capacidad de conocimiento y, por tanto, ni está ni puede estar a
nuestro alcance. De ahí que Dios es siempre el desconocido, que no puede ser
nunca el referente desde el que los seres humanos podemos conocer lo que más
cerca tenemos y lo que mejor conocemos, el ser humano, concretamente y en el
caso de la cristología, el ser humano que fue Jesús”.
José María CASTILLO, La humanización de Dios. Ensayo de cristología, p.
14
“Crecimiento del cristianismo proyectado con una tasa de 40 % por decenio
* Basado en una población estimada de 60 millones.
La progresión debió de haber parecido extremadamente lenta durante el siglo I: el
total proyectado es de sólo 7.530 conversos en el año 100. Hubo un mayor aumento
de las cifras alrededor de la mitad del siglo ll, pero el total llegaba a poco más de
40.000 cristianos. Esta proyección está absolutamente de acuerdo con la
estimación de Robert L. Wilken de «menos de cincuenta mil cristianos» en ese
tiempo, «cifra infinitesimal dentro de una sociedad de sesenta millones» (1984,
31). En efecto, según L. Michael White (1990, 110), los cristianos de Roma aún se
reunían por entonces en casas particulares. Luego, a comienzos
del siglo III, el tamaño proyectado de la población cristiana aumenta un poco, y
alrededor del año 250 alcanza un porcentaje del 1,9. Esta estimación se ve
respaldada también por las «sensaciones» acerca de la época de un historiador
importante. Robin Lane Fox, al debatir el proceso de conversión al cristianismo,
advirtió que debemos considerar «el número total de cristianos en su debida
60
perspectiva: esta religión fue con mucho la que más rápidamente creció en el
Mediterráneo de la época, pero el número total de sus miembros era todavía
pequeño en términos absolutos; se estima quizás que sólo un 2 % de la población
total del Imperio alrededor del año 250» (1987, 317). Pero aún más convincente
es constatar cómo el número total (y el porcentaje) se dispara repentinamente entre
el 250 y el 300, tal como señalan los historiadores 1, y corroboran los recientes
hallazgos arqueológicos de Dura-Europos. La excavación de un edificio cristiano
muestra que durante la mitad del siglo IlI una iglesia doméstica fue remodelada y
transformada en una construcción «enteramente dedicada a funciones religiosas»,
después de lo cual «cesaron todas las actividades domésticas» (White, 1990, 120).
La renovación consistió principalmente en eliminar los muros medianeros para
crear una sala de reuniones, lo que indica la necesidad de acomodar más fieles. El
hecho de que mi reconstrucción del crecimiento del cristianismo muestre que el
«arrebato repentino» se halla asociado a la segunda mitad del siglo III añade
plausibilidad a estas cifras.
Rodney STARK, La expansión del cristianismo, p. 20
“Durante estos últimos años he aprendido cada vez más a ver y comprender la
profunda intramundanidad del cristianismo. El cristiano no es un homo religiosus,
sino sencillamente un hombre. …Sólo en la plena intramundanidad de la vida
aprendemos a creer. Cuando uno ha renunciado por completo a llegar a ser algo,
tanto un santo como un pecador convertido o un hombre de iglesia, un justo o un
injusto, un enfermo o un sano- y esto es lo que yo llamo intramundanidad, es decir,
vivir en la plenitud de tareas, problemas, éxitos y fracasos, experiencias y
perplejidades- entonces se arroja uno por completo en los brazos de Dios, entonces
ya no nos tomamos en serio nuestros propios sufrimientos, sino los sufrimientos
de Dios en el mundo, entonces velamos con Cristo en Getsemaní. Creo que esto es
la fe, μετάνοια, y así nos hacemos hombres, cristianos (Jr 45) ¿Cómo habríamos
de ser arrogantes a causa de nuestros éxitos o sentirnos derrotados ante nuestros
fracasos, si en la vida intramundana también nosotros sufrimos la pasión de Dios?”
“La Iglesia sólo es iglesia cuando existe para los demás. Para empezar, debe dar a
los indigentes todo cuanto posee. Los pastores han de vivir exclusivamente de las
dádivas voluntarias de sus parroquias, y eventualmente han de ejercer una
profesión civil. La iglesia ha de colaborar en las tareas profanas de la vida social
humana, no dominando, sino ayudando y sirviendo.
D. Bonhoeffer, Resistencia y sumisión, pp 257-258 y 267
«53. Ni la recitación de los Vedas, ni la vida de austeridad, ni las limosnas a los
pobres, ni los rituales, ni las ofrendas pueden revelar la visión de Mí, que has tenido
por Mi infinita Gracia.
61
54. Sólo aquellos hombres que Me ofrecen su amor obtienen la Gracia de poder
verme a través de la visión espiritual. Sólo a través del Amor pueden recibir Mi
Conocimiento. Me revelo sólo a aquellos que vienen a Mí con humildad y con
amor en sus corazones, deseando sinceramente conocer la Verdad.
55. El que trabaja por Mí y para Mí, el que Me ama y para el que Yo soy su meta
suprema, ya liberado de todas las ataduras de las cosas de este mundo, y con
inmenso amor por todo lo que existe, él sí que viene a Mí». (11, 53-55)
Bhagavad Gita
“Un atardecer de verano me hallaba yo tendido en un monte de cara al Sol y me
quedé dormido. Entonces me soñé que me despertaba en un camposanto. Lo que
me desvelaba era la maquinaria siempre en movimiento del reloj de la torre, que
estaba dando las once en aquel momento. En el cielo nocturno, que se hallaba
completamente vacío, yo buscaba el Sol, pues creía que un eclipse lo ocultaba con
la luna. Todas las tumbas estaban abiertas; y las puertas de hierro del osario, como
si unas manos invisibles las moviesen, se abrían y se cerraban. Sombras rápidas,
sombras que nadie proyectaba, se deslizaban por los muros, y había otras que se
elevaban por los aires. Los únicos que seguían dormidos en sus abiertos ataúdes
eran los niños. Del cielo colgaba formando grandes pliegues, sólo una niebla
grisácea y pesada, que una sombra gigantesca iba acercando; aquella niebla se
parecía a una red y a cada momento se volvía más estrecha y ardiente. Yo oía por
encima de mí la lejana caída de los aludes, y por debajo las primeras pisadas de un
inmenso temblor de tierra. Dos inacabables notas disonantes, que dentro de la
iglesia luchaban entre sí e inútilmente procuraban confluir en un sonido armonioso,
hacían que la iglesia oscilase arriba y abajo. De vez en cuando un resplandor
grisáceo se aproximaba convulso hacia los ventanales y a su luz podía verse como
se deslizaban por ellos el plomo y el hierro derretidos. La red de aquella niebla y
el suelo oscilante me empujaban dentro del templo; dos basiliscos que desprendían
chispas hallábanse apostados en dos setos de plantas venenosas delante de sus
puertas. Yo iba avanzando a través de sombras desconocidas en las que estaba
impresa la huella de varios siglos.
Todas ellas se hallaban congregadas en torno al altar y a todas les temblaba y
palpitaba, no el corazón, sino el pecho. El único muerto al que no le temblaba el
pecho era uno que, enterrado recientemente en la iglesia, aún reposaba sobre sus
almohadones; en su rostro, cruzado por una sonrisa, quedaba la huella de un sueño
feliz. Pero como entraba un viviente, también aquel muerto se desvelaba; y de su
rostro desaparecía la sonrisa. Haciendo un gran esfuerzo levantaba sus pesados
párpados, pero allí dentro no había ojos, y no era un corazón, sino una herida, lo
que había en su pecho palpitante. Alzaba sus manos y las juntaba para rezar, pero
sus brazos se alargaban y se desprendían, y las manos aún juntas, iban a caer lejos.
62
Arriba, en lo alto de la cúpula de la iglesia, se hallaba la esfera del reloj de la
Eternidad. No aparecían en ellas números que indicasen las horas, la esfera misma
era su propia aguja; solo un dedo negro apuntaba hacia allí. Y los muertos querían
ver el Tiempo en aquel reloj.
De lo alto descendía hasta el altar en aquel momento una noble figura en la que se
advertía un dolor inextinguible. Y todos los muertos gritaban:
- Cristo, ¿es que no hay Dios?
Y él respondía:
- No lo hay
La sombra entera de cada uno de los muertos, y no solo su pecho, se estremecía
entonces violentamente; y aquel temblor iba dispersándolos uno tras otro.
Y Cristo continuaba:
- He cruzado los mundos, he penetrado en los soles, he volado en compañía de las
vías lácteas por los desiertos del cielo; pero no hay Dios. Hasta dónde llega la
sombra del ser, hasta allí he bajado, y he mirado en aquel abismo, y he llamado:
“Padre ¿Dónde estás?”, pero lo único que hasta mis oídos ha llegado ha sido el
estruendo de la tempestad que nadie gobierna. Y encima del abismo estaba el
brillante arco iris formado por los seres, sin ningún sol que lo hubiese creado; y de
aquel arco iris se desprendían gotas. Y cuando he alzado la vista hacia el inmenso
mundo, buscando el ojo de Dios, el mundo me ha mirado con sus cuencas; estaban
vacías y no tenían fondo. Y la eternidad yacía sobre el Caos, y lo roía, y se rumiaba
a sí misma. Seguid chillando, notas disonantes, dispersar con vuestros chillidos las
sombras. ¡Pues Él no existe!
Igual que un vaho blanco al que el frío helado ha dotado de forma, se deshace ante
un soplo cálido, así se desvanecían aleteando aquellas sombras descoloridas; y
todo quedaba vacío. En el templo penetraban entonces, cosa terrible para el
corazón, los niños muertos, que se habían desvelado en el camposanto; se
prosternaban ante la elevada figura que estaba en el altar y decían:
- ¡Jesús!, ¿es que no tenemos padre?
Y llorando a lágrima viva, Jesús respondía:
- Todos nosotros somos huérfanos, ni yo ni vosotros tenemos padre.
En aquel momento el chirrido de las notas disonantes se hacía cada vez más fuerte
y las temblorosas paredes del templo se alejaban unas de otras. Y el templo y los
niños se hundían, y a continuación se hundía la tierra, y se hundía el sol, y se hundía
con toda su inmensidad el cosmos entero. Y, a medida que se hundían, todas esas
cosas iban pasando a nuestro lado.
63
Y allá arriba, en la cúspide de la inmensa Naturaleza, estaba erguido Cristo y
bajaba sus ojos hacia el cosmos, atravesados por mil soles; lo que Cristo
contemplaba era, por así decir, la mina excavada en la noche eterna, mina por la
que caminaban los soles como lámparas de mineros y las vías lácteas como venas
de plata.
Y mientras Cristo estaba mirando la rechinante aglomeración de los mundos y la
danza de antorchas de los fuegos fatuos del cielo y los bancos de coral de los
corazones palpitantes, mientras veía cómo, a las bolas de agua que derraman luces
flotantes sobre las olas, así las bolas de los mundos iban una tras otra sus
fosforescentes luces en el mar de lo muerto, mientras veía aquello, Cristo, el más
grande de los seres finitos, alzaba sus ojos hacia la Nada y hacia la vacía
inmensidad y decía:
- ¡Oh, Nada rígida y muda! ¡Oh, necesidad fría y eterna! ¡Oh, Azar loco! ¿Conocéis
estas cosas que quedan debajo de vosotros? ¿Cuándo romperéis a golpes este
cosmos y a mí con él? ¡Oh, Azar! ¿Tienes tu conocimiento de estas cosas cuando
recorres con tus huracanes la tempestad de nieve de las estrellas y vas apartando
uno tras otro con tu soplo los soles y a tu paso va dando destellos el luciente rocío
de los astros? ¡Qué solo se encuentra cada uno de nosotros en esta vasta cripta del
universo! Lo único que está a mi lado soy yo. ¡Oh, Padre!, ¿dónde está tu infinito
pecho para que pueda descansar en él? Ay, ya que cada uno es su propio padre y
su propio creador, ¿por qué no puede ser también su propio ángel exterminador...?
Eso que está ahí, junto a mí, ¿continúa siendo un ser humano? ¡Eh, tú, pobre
hombre! Vuestra pequeña vida es un suspiro de la Naturaleza, o sólo el eco de ese
suspiro. Un espejo cóncavo lanza sus rayos en las nubes de polvo hechas de ceniza
muerta, los deja caer sobre vuestra Tierra y entonces surgís vosotros, imágenes
oscilantes y cubiertas de nubes. Baja tu mirada, hombre, bájala hacia el abismo,
sobre el que se desplazan nubes de polvo. Desde el mar de lo muerto ascienden
nieblas llenas de mundos; una niebla que sube es el futuro, y el presente, la niebla
que cae. ¿Reconoces esa Tierra tuya?
En aquel momento miraba Cristo hacia abajo y sus ojos se llenaban de lágrimas y
decía:
- Ay, yo estuve también en la tierra; pero en aquel tiempo yo aún era feliz, aún
tenía a mi padre infinito, aun miraba alegre desde los montes hacia el inmenso
cielo y apretaba mi taladrado pecho contra su imagen aliviadora, y hasta en la
acerba muerte decía: “¡Oh, Padre, ¡saca a tu hijo de esta sangrienta envoltura y
llévalo hasta tu corazón!” ... Ay, vosotros afortunadísimos habitantes de la Tierra,
vosotros seguís creyendo en Él. Tal vez en este preciso instante esté poniéndose
vuestro Sol, y entre flores, resplandor y lágrimas de alegría: “También a mí me
conoces tú, ¡oh, Infinito!, y conoces asimismo todas mis heridas, y después de la
muerte me acogerás y me las cerrarás todas...”. Oh, desventurados, no serán
cerradas vuestras heridas después de la muerte. Cuando, cubiertas de ellas su
64
espalda, ese ser lastimoso que es el hombre se eche en tierra para encaminarse
adormilado hacia su hermosa mañana llena de verdad, llena de virtud y de alegría,
cuando eso ocurra, el hombre se despertará en el tempestuoso caos, en la
medianoche eterna. ¡Y no llegará ninguna mañana, no llegará ninguna mano que
cure, no llegará ningún padre infinito! Oh, tú, mortal que te hallas ahí a mi lado, si
aún estás vivo, ¡adóralo! Pues de lo contrario lo habrás perdido para siempre.
Y mientras yo iba descendiendo y mirando el resplandeciente cosmos, lo que veía
eran los levantados anillos de la gigantesca serpiente de la Eternidad, que estaba
tumbada alrededor del universo de los mundos. Y los anillos descendían y la
serpiente rodeaba con un doble cerco el universo: luego se enroscaba de mil
maneras en torno a la Naturaleza, y aplastando los mundos los dispersaba, y
machacando el templo infinito lo reducía a las dimensiones de una iglesia de
camposanto. Y todo se volvía angosto, sombrío y medroso. Y el badajo
desmesuradamente largo de una campana iba a dar la última hora del Tiempo y a
hacer pedazos el cosmos... Y fue en ese instante cuando me desperté.
Mi alma lloró de alegría de poder volver a adorar a Dios; la alegría y el llanto y
la fe en Dios eran mi oración. Y cuando me puse en pie el Sol brillaba a baja altura
en el horizonte, detrás de las purpúreas espigas henchidas de grano, y lanzaba
apaciblemente el resplandor de su luz crepuscular hacia la pequeña Luna que, sin
Aurora, iba descendiendo en la mañana. Y entre el Cielo y la Tierra desplegaba
sus cortas alas un mundo perecedero, pero alegre, que, igual que yo, vivía en
presencia del Padre infinito. Y de la entera Naturaleza que me rodeaba brotaban
unos sonidos apacibles; parecía que tocasen al atardecer”.
Jean Paul, seudónimo de Johann Paul Friedrich Richter (1763-1825),
“Discurso de Cristo muerto desde lo alto del cosmos diciendo que no hay
Dios”.
“No oísteis hablar de aquel loco que en pleno día corría por la plaza pública con
una linterna encendida, gritando sin cesar: ¡Busco a Dios! ¡Busco a Dios! Como
estaban presentes muchos que no creían en Dios sus gritos provocaron risa. - ¿Se
te ha extraviado?, decía uno. - ¿Se ha perdido como un niño?, decía otro. - ¿Se ha
escondido?, ¿tiene miedo de nosotros? ¿se ha embarcado? ¿ha emigrado? Y a estas
preguntas acompañaban risas en el corro. El loco se encaró con ellos, y clavándoles
la mirada, exclamó: ¿Dónde está Dios? Os lo voy a decir. Le hemos matado;
vosotros y yo, todos nosotros somos sus asesinos. Pero ¿cómo hemos podido
hacerlo? ¿Cómo pudimos vaciar el mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el
horizonte? ¿Qué hemos hecho después de desprender al a tierra de la cadena de su
sol? ¿Dónde la conducen ahora sus movimientos? ¿A dónde la llevan los nuestros?
¿Es que caemos sin cesar? ¿Vamos hacia adelante, hacia atrás, hacia algún lado,
erramos en todas direcciones? ¿Hay todavía un arriba y un abajo? ¿Flotamos en
65
una nada infinita? ¿Nos persigue el vacío con su aliento? ¿No sentimos frío? ¿No
veis de continuo acercarse la noche, cada vez más cerrada? ¿Necesitamos encender
las linternas antes de mediodía? ¿O oís el rumor de los sepultureros que entierran
a Dios? ¿No percibimos aún nada de la descomposición divina? ...Los dioses
también se descomponen. ¡Dios ha muerto! ¡Dios permanece muerto! ¡Y nosotros
le dimos muerte! ¡Cómo consolarnos, nosotros, asesinos entre los asesinos! Lo más
sagrado, lo más poderoso que había hasta ahora en el mundo ha teñido con su
sangre nuestro cuchillo. ¿Quién borrará esa mancha de sangre? ¿Qué agua servirá
para purificarnos? ¿Qué expiaciones, qué ceremonias sagradas tendremos que
inventar? La grandeza de este acto, ¿no es demasiado grande para nosotros?
¿Tendremos que convertirnos en dioses o al menos que parecer dignos de los
dioses? Jamás hubo acción más grandiosa, y los que nazcan después de nosotros,
pertenecerán, a causa de ella, a una historia más elevada que lo fue nunca historia
alguna”. Al llegar a este punto, calló el loco y volvió a mirar a sus oyentes; también
ellos callaron, mirándole con asombro. Luego tiró al suelo la linterna, de modo que
se apagó y se hizo pedazos. “Vine demasiado pronto- dijo él entonces-; mi tiempo
no ha llegado. Ese acontecimiento inmenso está todavía en camino, viene andando;
mas aún o ha llegado a los oídos de los hombres. Han menester tiempo el
relámpago y el trueno, la luz de los astros ha menester tiempo; lo han menester los
actos, hasta después de realizados, para ser vistos y entendidos. Ese acto está
todavía más lejos de los hombres que la estrella más lejana. ¡Y, sin embargo, ellos
lo han ejecutado!” Se añade que el loco penetró el mismo día en muchas iglesias y
entonó su Requiem aeternam deo. Expulsado y preguntado por qué hacía,
contestaba siempre lo mismo: “¿De qué sirven estas iglesias, si no son los
sepulcros y los monumentos de Dios?”.
Friedrich Nietzsche, “La gaya ciencia”, publicado en 1882
Hablamos de Dios, de su existencia, de su personalidad, de tres personas en Dios,
de su libertad, de su voluntad que nos compromete, etc. Debemos hacerlo, por
supuesto; no podemos simplemente guardar silencio acerca de Dios, pues sólo
podemos hacerlo, sólo podemos hacerlo de verdad, si antes hemos hablado. Pero
al hablar, la mayoría de las veces olvidamos que nada puede afirmarse sobre Dios
con alguna posibilidad de legitimidad a menos que añadamos una negación y
sostengamos que la temida oscilación entre el sí y el no es el verdadero y único
punto fijo de nuestro desconocimiento, a condición, por tanto, de que siempre
basemos nuestras expresiones en el silencio de un Dios inasible.
¿Qué significa realmente esto, por ejemplo, que el Hijo del Hombre debe volver
sobre las nubes del cielo, que realmente se da a nosotros en las especies eucarísticas
con su cuerpo y su sangre, que el Papa es infalible en las decisiones ex cathedra,
si hay un infierno eterno, o si la más pequeña criatura puede tener que ver, para
66
bien, más allá de la infinidad de las distancias, con la inefable e ilimitada realidad
del mismo Dios?
La experiencia de la que sólo quisiera testimoniar es ésta: sólo se es
verdaderamente teólogo desde el momento en que, dejando de creer, con toda
tranquilidad de alma, de hablar claro y de decir cosas límpidas, se experimenta y
se atestigua, con terror y felicidad al mismo tiempo, la tensión de un discurso
analógico que cubre, entre el sí y el no, el abismo de lo incognoscible de Dios.
Quisiera simplemente confesar que el pobre teólogo que soy, a pesar de toda su
teología, piensa demasiado poco en este coeficiente analógico de todas sus
afirmaciones. Nos detenemos demasiado en el discurso sobre la cosa y olvidamos
básicamente, en todo este discurso, de qué se trata.
Karl Rahner, Expériences d’un théologien catholique
67
17.
Jean Claude Gianadda, canta autor francés de canciones religiosas, tiene esta
canción que refleja un poco la realidad de nuestras celebraciones y sus posibles
causas:
Toi mon église aux chaises vides
Ton Dieu aurait-il disparu ?
Ta religion a pris des rides
Dieu est parti vivre à la rue.
Tú mi iglesia con sillas vacías
¿Tu Dios ha desaparecido?
Tu religión ha envejecido
Dios se ha ido a vivir a las calles.
1.- Mon Dieu, j’ai trouvé Ton visage
Caché dans les yeux d’un migrant,
Portant sur son dos le chômage,
Le pauvre est ton “Saint Sacrement”.
1.- Dios mío, encontré tu rostro
Escondido en los ojos de un migrante,
Llevando el paro a la espalda,
El pobre es tu “Santísimo Sacramento”.
2.- Mon Dieu, j’ai trouvé Ton visage
Aux grands yeux creux des affamés.
Dans tous les exclus hors d’usage
Aux cris de tous les mal aimés.
2.- Dios mío, encontré tu rostro
En los grandes ojos vacíos de los hambrientos.
En todos los excluidos inservibles
En los gritos de todos los no amados.
Ubi caritas et amor
Deus, Deus ibi est.
Là où sont la charité et l'amour,
Dieu, Dieu est là
Ubi caritas et amor
Deus, Deus ibi est.
Donde están la caridad y el amor
Dios, Dios está ahí.
3.- Mon Dieu, j’ai trouvé Ton visage
Chez tous les vaincus d’aujourd’hui,
Chez tous les vieillards avant l’âge,
Tous les galériens de la nuit.
3.- Dios mío, encontré tu rostro
En todos los vencidos hoy,
En todos los envejecidos antes de tiempo,
Todos los reos de la noche.
4.- Mon Dieu, j’ai trouvé Ton visage,
Dans les regards des crucifiés,
Ceux des prisonniers dans leur cage
C’est Toi mon Dieu qui m’es confié.
4.- Dios mío, encontré tu rostro,
En la mirada de los crucificados,
Las de los presos en su jaula
Eres Tú, Dios mío, quien me los has confiado.
Mon Dieu, j’ai cherché ta Présence
Partout mes prières ont couru,
Mais Tu te caches en longs silences
Es-Tu parti ? Es-Tu parti vivre à la rue ?
Dios mío, busqué tu Presencia
Por todas partes corrían mis oraciones,
Pero te escondes en largos silencios
¿Te Has ido? ¿Te fuiste a vivir a la calle?
68
Donde están la caridad y el amor ahí está El.
Citábamos al comienzo unos versos de un poeta inglés, William Blake:
“Busqué mi alma y no la encontré. Busqué a mi Dios y no lo encontré. Busqué a mi
hermano y encontré a los tres”.
Creo que son un buen resumen. Dios se ha ido a vivir en las calles. Si lo buscamos,
necesariamente lo encontraremos en el otro. En el pobre, en el necesitado, en el
inmigrante, en el que sufre…principalmente.
“No todo el que me diga ‘Señor, Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino
el que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mt 7, 21).
“Porque tuve hambre…”
Hay mucho cristiano anónimo y que no se reconoce como tal. Y hay mucho cristiano
que está lejos de serlo realmente.
Es evidente que toda creencia tiene una parte de misterio. Ni lo niego ni lo rechazo.
Digamos que lo que me incomoda es el exceso de misterio. Me explico. Decimos que
Dios ha creado el mundo, lo ha dotado de leyes y autonomía. Y luego se nos presenta
un Dios que no para de saltarse sus propias leyes a la torera.
Volvamos al credo83.
Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.
Doble afirmación. Todopoderoso y creador. Creador porque todopoderoso. En cuanto a
padre, recordemos lo que nos decía Dionisio el Aropagita:
“Después de haber afirmado, en un primer momento y siguiendo a la Escritura,
que "Dios es Padre", nos conviene pasar esta fórmula por el crisol de la negación
"Dios no es Padre", para que podamos purgar la imagen que nos hacemos de un
padre de todo aquello que no se corresponde con el Padre revelado en Jesucristo.
En un tercer momento, podremos decir de nuevo "Dios es Padre", pero entonces
lo diremos con un sentido nuevo: Dios es Padre de un modo supereminente y, si
habláramos propiamente, de una manera indecible”.
O dicho con palabras de un gran teólogo católico del siglo XX, Karl RAHNER:
“Todas las proposiciones teológicas -a niveles diversos y según las maneras más
diversas- son proposiciones analógicas. Esto todo teólogo católico lo sabe, pero -y es
algo que me espanta- siempre acaba por ser olvidado.
Una proposición analógica se caracteriza por el hecho de que una tal afirmación, siendo
legítima e inevitable, debe ser al mismo tiempo negada o retirada. La mayor parte de las
83
En el libro del obispo anglicano J.S. SPONG,” Por qué el cristianismo tiene que cambiar o morir”, se hace un
análisis del credo y aunque no esté de acuerdo con todo me parece un análisis bastante certero de los problemas
del creyente actualmente con el credo.
69
veces esta negación, o esta retirada, que es la condición que de manera extraña da
legitimidad a una afirmación analógica, no se da.
Hablamos de Dios, de su existencia, de su personalidad, de tres personas en Dios, de su
libertad, de su voluntad que nos compromete, etc. Debemos hacerlo, por supuesto; no
podemos simplemente guardar silencio acerca de Dios, pues sólo podemos hacerlo, sólo
podemos hacerlo de verdad, si antes hemos hablado. Pero al hablar, la mayoría de las
veces olvidamos que nada puede afirmarse sobre Dios con alguna posibilidad de
legitimidad a menos que añadamos una negación y sostengamos que la temida
oscilación entre el sí y el no es el verdadero y único punto fijo de nuestro
desconocimiento, a condición, por tanto, de que siempre basemos nuestras expresiones
en el silencio de un Dios inasible.84.”
Creo que estas palabras de Rahner resumen a la perfección el dilema de todo discurso
sobre Dios. Y por supuesto el mío. Creo que deberíamos comenzar siempre diciendo
que lo que vayamos a decir sobre Dios no es sino una forma de hablar de algo del que
desconocemos todo. Y que nuestro discurso no podrá nunca encerrar el sujeto del que
hablamos: “Entre el Creador y la criatura no se puede afirmar semejanza alguna, sin
afirmar que entre uno y otra es más grande todavía la desemejanza” nos decía el Concilio
de Letrán de 121585.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor. Fue concebido por obra y gracia del
Espíritu Santo y nació de María la Virgen. Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los infiernos. Al tercer día resucitó
de entre los muertos. Subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios Padre
todopoderoso.
En este párrafo hay una buena concentración de misterios. Padre, Hijo…y en el párrafo
siguiente Espíritu Santo. La Trinidad. Concebido por el Espíritu Santo. Nacido de María
Virgen. Descendió a los infiernos. Resucitó al tercer día. Subió a los cielos.
Dios Padre todopoderoso. Dios creador. Temor y miedo son dos cosas diferentes.
Un teólogo protestante, Rudolf Otto, propuso utilizar los términos "numinoso" y
"numinosidad para caracterizar esa mezcla de temor, asombro e incluso terror que
acompaña al ser humano cuando se enfrenta a lo divino. Y es verdad que el temor de
Dios está, casi universalmente, en la base del sentimiento religioso: la divinidad fascina
tanto como atemoriza:
“Para toda idea teísta de Dios, pero muy singularmente par la cristiana, es
esencial que la divinidad sea concebida y designada con rigurosa precisión por
predicados tales como espíritu, razón, voluntad, voluntad inteligente, buena
84
Karl Rahner en el homenaje que la Academia Católica de Friburgo le rindió el 12 de febrero de 1984 con
ocasión de su 80 aniversario. Extraído del blog: https://usuaris.tinet.cat/fqi_sp04/rahn_anal_sp.htm
85
“Quia inter creatorem et creaturam non potest tanta similitudo notari, quin inter eos maior sit dissimilitudo
notanda”. Estamos ante dos teologias, la apofática (que subraya la negación) y la catafática (la que subraya la
afirmación). La dialéctica: tesis, antítesis y síntesis.
70
voluntad, omnipotencia, unidad de sustancia, sabiduría y otros semejantes. Lo
sagrado como categoría autónoma, más allá de la esfera de lo ético o de lo
racional. Lo numinoso.”86.
Un concentrado de misterios. ¿Necesarios? No lo sé. No me lo parecen. ¿Necesita Dios
de todo eso para hacerse oír? ¿Para mostrarse? La mayoría han ido añadiéndose con el
tiempo. ¿Hay algún parecido entre el mensaje de Jesús y el credo? ¿Son realmente
necesarias todas estas “verdades” para la salvación?
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa
Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección
de la carne, y la vida eterna. Amén.
Para Larry Hurtado, referencia en este campo, “Jesús llegó a ser Dios y en la tierra (es
decir, expresado mediante fenómenos históricamente observables) en la praxis
devocional del cristianismo primitivo”87.
“Y cómo pudieron llegar a tan sorprendente convicción?, se pregunta el autor, pues “a
mi entender debemos de postular que los seguidores de Jesús fueron objeto de intensas
experiencias reveladoras88”.
Supongo que esto es lo que el autor entiende por prueba “para estudiar desde el punto
de vista histórico esta entusiasta devoción a Jesús”89, “en un ensayo que pretende
describir y comprender en términos históricos y como un fenómeno histórico la
devoción a Jesús…90”
En otras palabras, a Jesús lo han hecho Dios los primeros cristianos.
La verdad es que esto no nos debería sorprender. La Biblia es un compendio de miradas
al pasado. La reflexión de lo que nos ocurre en el presente se proyecta sobre el pasado.
Abraham es un patriarca modelo (aun cuando era politeísta, polígamo…); Moisés es un
personaje de “leyenda” con un cúmulo de virtudes y capacidades capaces de dar envidia
al más pintado; y otro tanto se puede decir de la mayoría de personajes e incluso de ideas
del Antiguo Testamento. La mayoría de los libros del Antiguo Testamento han sido
puestos por escrito en tiempos del exilio o del retorno del exilio, siglos VI, V y IV a.C.
¿Es legítima esta postura de mirar hacia atrás?
La fe se convierte en “creer algo”. Pero la Biblia es historia, es movimiento, es
encuentro, es vida. “La historia de Israel no se hace en la Biblia; debe hacerse con la
ayuda de la Biblia: ésta es sólo el registro”91.
86
R. Otto, “Lo santo, lo racional y lo irracional en la idea de Dios”, Alianza editorial, Madrid, 1996, p. 2
Larry Hurtado, ¿Cómo llegó Jesús a ser Dios?, Sígueme, Salamanca, p. 53
88
Hurtado, O.c. P 55
89
Hurtado, O.c., p. 14
90
Hurtado, O.c., p 15, el subrayado es del autor.
91
Bottéro J, “ Naissance de Dieu”, Paris, Gallimard, 1992, p. 38
87
71
18.
He aquí un credo alternativo:
Yo jamás creeré que Cristo ha muerto por mí;
quiero creer que él está vivo para todos nosotros.
Yo jamás creeré en un Dios que esté ahí para juzgarnos;
quiero creer en Dios que nos acepta tal como somos.
Yo jamás creeré que el niño que acaba de nacer
lleva el peso de un pecado
cometido milenios antes de su venida al mundo.
Yo quiero creer en la positividad* de la vida,
en el gesto inaugural del comienzo absoluto,
presente en todo nacimiento.
Yo jamás creeré que sea necesario
que suframos para merecer en el futuro un paraíso;
quiero creer en la felicidad de la vida,
en la fragilidad de la existencia,
en la posibilidad siempre otorgada de acceder a la vida eterna.
Yo jamás creeré en historias de doble naturaleza,
de trinidad o de inmaculada concepción;
quiero creer en la llamada de nuestro Dios,
en la dignidad humana,
en la soberana libertad de la conciencia.
Yo jamás creeré que la naturaleza sea mala
y que el cuerpo sea despreciable;
quiero creer que Dios nos ha dado la oportunidad de la vida,
la alegría del cuerpo hecho para amar, el riesgo del encuentro,
la esperanza de lo que viene.
Yo jamás creeré en un Dios que exista sólo para los cristianos;
quiero creer que Dios está actuando en todas las culturas,
que habla al corazón del hombre,
sin preocuparse de las fronteras artificiales
en las que nosotros nos aprisionamos.
Yo jamás creeré que la resignación y la obediencia sean virtudes;
sólo puedo creer en la ternura compartida,
en el porvenir siempre abierto,
en ese Reino que hemos de construir, codo a codo con nuestro Dios.
Yo jamás creeré que la voluntad sea la última palabra de la fe,
que el saber sea el objetivo de la vida,
72
que las obras sean la medida del hombre;
yo espero en tu presencia, y te llamo Dios.
Es así como tú existes
y yo te expreso mi reconocimiento.
Amén92.
Otro credo, que nos sonará más, propuesto por un jesuita, Roger Lenaers, en una de sus
obras, “Otro cristianismo es posible”:
Creo en Dios, amor infinito,
que expresa soberanamente su ser más profundo
en la evolución del cosmos y de la humanidad.
Y en Jesús, nuestro Mesías,
imagen única de Dios,
nacido de padres humanos,
sin ser obra humana,
sino fruto enteramente de la gracia salvadora de Dios.
El recorrió el camino del sufrimiento y de la muerte,
fue crucificado por orden de Poncio Pilato,
murió y fue sepultado,
pero vive en plenitud,
porque se abrió y quedó absorbido enteramente en Dios,
llegando a ser por lo mismo una fuerza sanadora,
de manera que puede guiar a toda la humanidad a su plenitud.
Creo en la acción inspiradora del soplo de vida de Dios
y en la comunidad universal de la Iglesia,
en la que Jesús, el Cristo, sigue viviendo con rostro humano.
Creo en el don de Dios,
que nos sana y hace de nosotros una nueva creación,
para llegar a ser, por fin, seres humanos.
Y creo en el futuro divino de la humanidad,
un futuro que significa la vida sin límites.
Amén.
92
https://usuaris.tinet.cat/fqi_sp04/foith_sp.htm
73
19.
Esto es un extracto del blog de Rafael Narbona, del texto Moisés,
https://www.revistadelibros.com/author/rafael-narbona/
“Mi mujer estuvo a punto de morir cuando enviaron un nuevo comandante a Auschwitz.
El oficial que asumió el mando no apreciaba la música y la devolvió a los barracones.
Perdió tanto peso que casi no podía sostenerse en pie. Otra mujer, una campesina, se
ocupó de cuidarla, cediéndole parte de su comida. Y la ocultó con ella en un almacén
cuando los nazis evacuaron el campo. Encogidas, hambrientas, aterrorizadas, lograron
sobrevivir hasta que el Ejército Rojo liberó Auschwitz. Ese gesto de solidaridad hizo
que mi mujer recobrara la confianza en el ser humano, algo que había perdido al ser
deportada. Y le sirvió para vivir sin odio ni rabia. Cuando murieron nuestros hijos, el
recuerdo de esa mujer, a la que no volvió a ver, le ayudó a preservar la fe y no maldecir
a Dios. Yo sí lo hice. No fui como Job.
-¿Y ahora qué piensa?
-Que Dios no interviene en el mundo. Se limitó a crearlo. Todo lo que sucede en la
historia es responsabilidad de los hombres. No debemos pedirle cuentas. Somos
nosotros los que tendremos que justificar nuestros actos. No me he resignado a las
pérdidas, pero tengo esperanza.
-¿Cree en la resurrección?
-Creo que al morir conocemos la paz de Dios y presumo que ahí descansan los que
amamos”.
20.
Seguimos adelante. Tal vez algunas de estas reflexiones parezcan fuera de lugar. Es
posible, incluso probable. Pero de alguna manera son el caldo de cultivo del que y en el
que nacen estas reflexiones.
El hombre ha perdido el “telos”, la meta, la finalidad de su existencia. ¿Cómo debería
vivir mi vida? En otros tiempos se hablaba de virtud y vicios. ¿Qué es importante? ¿Qué
merece la pena?
“In medio virtus”, entre el exceso de y la falta de. Entre la temeridad y la cobardía está
el coraje. “Los jóvenes actuales son frágiles, hiper susceptibles y maniqueos. No están
preparados para encarar la vida, que es conflicto, ni la democracia, que es debate. Van
de cabeza al fracaso.93»
Entre las causas estos autores señalan:
93
Jonathan Haidt y Greg Lukianoff, La transformación de la mente moderna”, Deusto, 2019
74
La primera: lo que no te mata te hace más débil. La segunda: debes confiar siempre en
tus sentimientos. Y, por último: la vida es una lucha entre las personas buenas y las
malas.
Asistimos cada vez más a una división entre buenos y malos. Buenos los de mi cuerda,
malos todos los demás. Esto se puede aplicar a cualquier campo de la vida. No hay
matices. O estás conmigo o contra mí. Blanco o negro.
El pensamiento moderno ha obstruido el acceso a lo trascendente, dando como resultado
una ceguera espiritual de la presencia viva de Dios. Nuestro horizonte se ha bajado tanto
que ha desaparecido.
En un artículo de José F. Peláez aparecido en el periódico ABC del 3 de diciembre de
2022 se habla de una serie de jóvenes insatisfechos con sus estudios, sus trabajos, su
vida… Todos quieren cambiar. La conclusión del articulo dice:
“Los populismos no son una tontería inofensiva sino un atentado contra la
juventud, una forma de terrorismo que destruye su capacidad de soñar con una
vida mejor y les hace pensar que es inútil luchar para conseguirla”.
Estos casos, ¿quién no conoce o ha vivido de cerca alguno?, son signos de una sociedad
desilusionada, derrotada, apática… sin ideales, se decía en otra época. ¿Sin sueños?
No quieren cambiar el mundo. Lo que quieren es cambiar “su” mundo. Trabajar lo justo.
No padecer ni sufrir. Esforzarse lo imprescindible. Y los más combativos se
comprometen con causas propias, justas y probablemente necesarias, pero alejadas del
mundo real (la lucha animalista deja indiferente a muchos cientos de millones de
personas cuyo problema no es comer carne u otra cosa, sino simplemente comer. El
ecologismo es un bien de sociedad desarrollada y rica y que no prosperará mientras no
se vuelva positivo). Con relación al maltrato animal…está claro que deberíamos incluir
a la raza humana dentro del mundo animal.
¿Qué es importante?
La frase “eclipse de Dios” es la alternativa de Buber a la expresión nietzscheana de la
“muerte de Dios”. Laicismo, secularización, racionalismo…A medida que el hombre
crece, se engrandece, nuestra imagen de Dios disminuye, se empequeñece hasta
desaparecer de nuestro horizonte.
¿Nos hace eso mejores? ¿Es más justo el mundo que nos rodea? ¿La sociedad es más
acogedora? ¿Nos sentimos más realizados?
Hemos pasado de querer cambiar el mundo, de ser santos, revolucionarios
internacionalistas, “haz el amor, no la guerra” …al “chacun pour soi et Dieu pour tous”.
“El entusiasmo es el pan diario de la juventud, el escepticismo, el vino diario de la
vejez”. “Una persona no envejece cuando se le arruga la piel, sino cuando se le arrugan
los sueños y las esperanzas”.
75
¿Hemos dejado de buscar? ¿Vivimos en una sociedad adormecida? ¿Un mundo de viejos
prematuros?
Dios sale al encuentro. Pero sólo puede encontrar a aquellos que están abiertos. Dios no
fuerza las puertas. La fe es ver más allá. Es como el viento, lo sientes, pero no lo ves:
“El viento sopla donde quiere, y oyes su rumor, pero no sabes de donde viene ni
adónde va. Así es todo el que nace del Espíritu” (Jn 3,8).
21.
Hoy en día se habla de la Teología del pluralismo religioso (TPR). Y se considera esta
como un paso adelante de la Teología de la liberación. Se pretende hacer una nueva
teología desde la perspectiva del pluralismo religioso, lo que llevaría en la práctica a
efectuar un cambio de paradigma.
“El concepto de “cambio de paradigma”, proveniente, como decimos, del ámbito
científico, se ha aplicado ya a la teología, y podríamos aplicarlo a la cosmovisión
cristiana en general. También éstas se desarrollan en tiempos “normales” por un
crecimiento “cuantitativo” que se va acumulando, pero después de un tiempo surge un
malestar ante las nuevas preguntas que surgen de la realidad, los nuevos desafíos, y la
sensación de que la representación que nos hacemos de todo ello ya no da respuesta
adecuada a las nuevas preguntas.
TPR es toda teología (eclesiología, cristología y sacramentología entre otras) que
estudia su respectivo objeto de estudio desde la perspectiva del pluralismo religioso
asumido. ¿De qué habla la TPR? ¿De pluralidad de religiones? No. Habla de todos los
mismos temas de que habla la teología clásica, sólo que lo hace desde una perspectiva
nueva: el pluralismo religioso asumido como principio (el llamado «pluralismo de
principio»)”94.
Una nueva teología desde la perspectiva del pluralismo religioso. Todas las religiones
son verdaderas.
Estoy de acuerdo en los principios: asistimos a un cambio de paradigma. Pero no con
las conclusiones. No creo que el cambio, de una a todas las religiones, la perspectiva del
pluralismo religioso, suponga un real cambio porque me parece que no va a la raíz del
problema.
“El cristianismo pluralista”, es el mismo cristianismo de siempre, pero despojado de
el mito de su superioridad religiosa95”.
¿Y ya está? ¿Basta pasar de una religión exclusiva a otra inclusiva para terminar en el
pluralismo? Supongo que el hecho de que la teología pluralista nazca en el continente
94
95
J.M Vigil, “Teología del pluralismo religioso: nueva etapa para la teología de la liberación”, PDF, pp 2-3
J.M. Vigil, o.c., p 6
76
americano tiene mucho de la competencia religiosa entre católicos, evangelistas,
presbiterianos, mormones...
Pero el problema es mucho más grave y profundo. No se trata de “religiosos de todo el
mundo…uníos”. Está claro que la secularización no ha llegado a todas partes. Que en
muchos países las iglesias siguen siendo “necesarias” y vitales todavía en muchos casos:
sanidad, educación…Pero eso no justifica, tan solo est un pis-aller, un parche.
El problema está en lo que Bonhoeffer llamaba el “a priori religioso”:
“Pero toda nuestra predicación y teología cristianas, con sus mil novecientos
años, descansan sobre el ‘a priori religioso’ de los hombres. Ahora bien, si un
día resulta que este ‘a priori’ no existe, sino que ha sido una forma de expresión
del hombre históricamente condicionada y transitoria, si, pues, los hombres
llegan a ser arreligiosos de una manera verdaderamente radical, ¿qué significa
entonces esto para el cristianismo?
“La "salida de la religión" debe evaluarse no en función de las creencias, sino de las
prácticas: organización del pensamiento, acción sobre las cosas. Ambas se han vuelto
autónomas, liberadas de una lógica de dependencia, debido a la autonomía reconocida
del mundo, cualesquiera que sean las creencias o las instituciones estructurantes: se ha
disuelto la necesidad de vinculación jerárquica, es decir, la obligación de unir el mundo
con sus orígenes (pensamiento mítico), o de unirlo consigo mismo (pensamiento
simbólico). Siempre quedará la posibilidad individual de la experiencia religiosa, pues
hay una experiencia religiosa, pues existe una raíz antropológica, lógica o
psicológica”96.
En Europa nos encontramos en esa situación. Es evidente que Europa no es el mundo y
que en otras muchas partes del mundo esto no se cumple. Lo que habría que ver es por
qué no se cumple y si el camino no los llevará a donde nos encontramos hoy nosotros.
Personalmente esa evolución la he visto con mis propios ojos en mi propia vida. Cuando
tenía veinte años tuve la oportunidad de convivir con jóvenes franceses. La situación
religiosa de Francia en aquellos momentos es la que vivimos aquí desde hace unos pocos
años. Iglesias desiertas, órdenes religiosas sin vocaciones, tareas tradicionales que ha
ocupado la Iglesia durante siglos asumidas por la sociedad civil, el estado…
El hombre occidental, europeo por lo menos, está viviendo “ya” sin ese a priori religioso.
No sé si el fenómeno hay que analizarlo sociológicamente, filosóficamente,
económicamente…o todo a la vez.
Da la sensación de que el hombre asume su “finitud”, su ser natural, como cualquier
otro ser y que la única diferencia es que hemos alcanzado un grado mayor o más alto en
el camino de la evolución. Y en este momento de la evolución incluso hemos llegado a
96
E. Nodet, « La sécularisation : un heureux défi », RB 2017 – T 124-1 (PP 3856), P. 41
77
darnos unos códigos de conducta morales sancionados por leyes con las que tratamos de
construir una sociedad mejor.
Lo que nos acerca mucho a lo que se nos cuenta en el Antiguo Testamento y en el
predominio de la Ley por encima de todo. La diferencia está en que en el AT se atribuyen
esas leyes a Dios mientras que en nuestro mundo no se necesita ese refrendo divino y se
asumen como una evolución de la sociedad humana.
“Ya no hay política cristiana posible. Hay una política profana, o ‘secular’, o ‘laica’,
poco importa, en la que participan los cristianos con sus valores y convicciones, pero
cuya última palabra no tienen.97”
“Este último paradigma, todavía prácticamente no abordado ni siquiera vislumbrado
en la teología actual, se nos presenta lleno de implicaciones inimaginables: la nueva
forma ‘religiosa’ de ser será una religión sin ‘creencias’, sin ‘religión’, y
probablemente será una religión liberada del ‘teísmo’98”.
Etsi Deus non daretur!
22.
¿Se puede hablar de Dios sin traer a cuenta la muerte, el sufrimiento, el dolor?
La religión es la respuesta del hombre al paso del ser a la nada.
Durante siglos la religión pensó que la retribución o el castigo eran algo que se daba en
vida. Ser rico o pobre, enfermo o con buena salud eran las pruebas de nuestro premio o
castigo por nuestras obras. Incluso en la época de Jesús se seguía pensando que si uno
era pobre o enfermo era por culpa de su pecado o el de sus padres. Cuando Jesús iba
caminando con sus discípulos encuentran un ciego de nacimiento. “Sus discípulos le
preguntaron: Rabí; ¿quién pecó, él o sus padres para que haya nacido ciego?” (Jn 9, 12).
Job ya se había dado cuenta de que había algo que no era muy normal.
“Por qué siguen vivos los malvados, que envejecen y aumentan su poder? Viven seguros
con sus hijos, ven cómo crecen sus retoños: un hogar en paz, sin miedo, sin probar el
castigo de Dios” (Jb 21, 7-9).
“Hay quien muere en pleno vigor, colmado de dicha y de paz, con los lomos forrados
de grasa y tierna la médula de sus huesos. Y hay quien muere harto de amargura, sin
haber probado la dicha” (Jb 21, 23-25).
97
98
P. Gauchet, o.c., p 299
J.M. Vigil, o.c., p 4
78
“La paradoja del ser humano en general: está totalmente referido al futuro y, con todo,
el futuro le está en definitiva vedado, pues su fin es la muerte”99.
Simone de Beauvoir decía en sus memorias: “A veces la idea de disolverme en la nada,
me es tan espantosa como antes. Llena de melancolía pienso en todos los libros que he
leído, en todos los lugares que he visitado, en el saber que se ha acumulado que ya no
existirá más. Toda la música, toda la pintura, toda la cultura, tantos vínculos:
repentinamente ya no queda nada...”
No es justo. El mundo no es justo. La vida no es justa. ¿Quién tiene la culpa? ¿La
naturaleza? ¿Dios? ¿El hombre? ¿Nadie?
Las cosas son como son. Sin embargo, si Dios es el creador, se supone que tiene algo
que decir. Esto no puede quedarse así. Poco a poco se evoluciona hacia un premio y un
castigo para todos según sus obras en algún momento (si no es en vida será después). Y
uno se queda más tranquilo pensando que los malvados serán castigados y los buenos
recompensados. Cielo o infierno. Castigo eterno. Premio eterno. La espera es dura, pero
vale la pena. Esto decía, no sé si lo sigue diciendo, no he leído el catecismo actual de la
Iglesia, el catecismo que nos enseñaron.
Dies irae
¡Será un día de ira, aquel día
en que el mundo se reduzca a cenizas,
como predijeron David y la Sibila!
¡Cuánto terror habrá en el futuro
cuando el juez haya de venir
para hacer estrictas cuentas!
La trompeta resonará terrible
por todo el reino de los muertos,
para reunir a todos ante el trono…
Colócame entre tu rebaño
y sepárame de los impíos
situándome a tu derecha.
Confundidos los malditos,
arrojados a las llamas acerbas,
llámame entre los benditos.
Te ruego compungido y de rodillas,
con el corazón contrito, casi en cenizas,
que cuides de mí en el final.
“Para toda idea teísta de Dios, pero muy singularmente para la cristiana, es esencial que
la divinidad sea concebida y designada con rigurosa precisión por predicados tales como
espíritu, razón, voluntad, voluntad inteligente, buena voluntad, omnipotencia, unidad de
sustancia, sabiduría y otros semejantes; es decir, por predicados que corresponden a los
elementos personales y racionales que el hombre posee en sí mismo, aunque en forma
99
J. Ratzinger, o.c., p 36
79
más limitada y restringida. Al mismo tiempo, todos esos predicados son, en la idea de
lo divino, pensados como absolutos; es decir, como perfectos y sumos”100.
Dios es justo. Pero Dios es bueno. Por lo menos eso pensamos. ¿Son compatibles justicia
y bondad? ¿Dios perdona solo al que se arrepiente? ¿O será, como decía Feuerbach en
‘La esencia del cristianismo’, una transferencia, una proyección, en la que el hombre se
aliena al perder su esencia? Ese Dios, ¿no es un reflejo de lo que es el hombre?
“Tal y como el hombre piensa, y siente, así es su Dios; lo que vale el hombre, lo vale su
Dios y no más. La conciencia de Dios es la autoconciencia del hombre; el conocimiento
de Dios, el autoconocimiento del hombre. Conoces al hombre por su Dios, y viceversa,
conoces su Dios por el hombre; los dos son una misma cosa”.
“La religión es la revelación solemne de los tesoros ocultos del hombre, la confesión de
sus pensamientos más íntimos, la confesión pública de sus secretos de amor101”.
Del Homo homini lupus de Plauto, pero atribuido a Hobbes, hemos pasado al ¡Homo,
Homini Deus! De Feuerbach. ¡Y es muy posible que hayamos llegado al ¡Homo, hominis
homo!
Lo que está claro desde siempre es que todos somos iguales delante de la muerte. Omnia
mors aequat. La muerte nos iguala. Hace tabla rasa. Pero no creo que eso sea un
consuelo para nadie. Consuelo. Tal vez esta palabra sea el meollo de la cuestión.
“Todos sabemos que nada ni nadie habrá de ahorrarnos el final
sin embargo, hay que vivir como si fuéramos inmortales
sabemos que los caballos y los perros tienen las patas sobre la tierra
pero no es descartable que en una nochebuena se lancen a volar
sabemos que en una esquina no rosada aguarda el ultimátum de la envidia
pero en definitiva será el tiempo el que diga dónde es dónde y quién es quién
sabemos que tras cada victoria el enemigo regresa buscando más triunfos
y que volveremos a ser inexorablemente derrotados vale decir que venceremos
sabemos que el odio viene lleno de imposturas
pero que las va a perder antes del diluvio o después del carnaval
sabemos que el hambre está desnuda desde hace siglos
pero también que los saciados responderán por los hambrientos
sabemos que la melancolía es un resplandor y sólo eso
pero a los melancólicos nadie les quita lo bailado
sabemos que los bondadosos instalan cerrojos de seguridad
100
R. Otto, “Lo santo, lo racional y lo irracional en la idea de Dios”, Alianza Editorial, Madrid, 1996, p. 2 en la
edición PDF
101
L. Feuerbach, La esencia del cristianismo, p. 24
80
pero la bondad suele escaparse por los tejados
sabemos que los decididores deciden como locos o miserables
y que mañana o pasado alguien decidirá que no decidan
sintetizando / todos sabemos que nada ni nadie habrá de ahorrarnos el final
pero así y todo hay que vivir como si fuéramos inmortales102”
La muerte me ha angustiado desde siempre.
La obscuridad, dejar de sentir, de ver, de ser…La nada. Vivir como si fuéramos
inmortales. Recordemos lo que decía Simone de Beauvoir y que hemos citado hace unos
cuantos párrafos: “A veces la idea de disolverme en la nada, me es tan espantosa como
antes… pienso en todos los libros que he leído, en todos los lugares que he visitado, en
el saber que se ha acumulado que ya no existirá más. Toda la música, toda la pintura,
toda la cultura, tantos vínculos: repentinamente ya no queda nada...”
La muerte es la ausencia de futuro103.
“Toda realidad religiosa comienza con lo que la religión bíblica llama el ‘temor a Dios’.
Este se hace presente cuando nuestra existencia entre el nacimiento y la muerte se torna
incomprensible y misteriosa, cuando la seguridad queda hecha añicos por causa del
misterio104”.
¿Tenemos miedo de Dios? “He oído tu voz…y he tenido miedo” (Gn 3, 10)
Naturalmente ese miedo a la muerte no ha desaparecido, pero se ha dulcificado. Supongo
que la naturaleza nos va preparando de forma que poco a poco se va aceptando. No
obstante, siempre está presente. Y con ella sus múltiples preguntas.
“El desplazamiento de Dios fuera del mundo, fuera del ámbito público de la existencia
humana, condujo al intento de conservarlo por lo menos en el ámbito de lo “personal”,
“íntimo”, privado”. Siempre nos quedará la muerte y el más allá”.
“La muerte es lo más precioso que le ha sido dado al hombre. Por esa razón hacer un
mal uso de la misma constituye una impiedad suprema”105.
“Pero yo no quiero hablar de Dios en los límites, sino en el centro; no en las
debilidades, sino en la fuerza; esto es, no a la hora de la muerte y de la culpa, sino en
la vida y en lo bueno del hombre. En los límites, me parece mejor guardar silencio y
dejar sin solución lo insoluble”106
102
M. Benedetti, Como si fuéramos inmortales
“Pero la fe en el Dios que ha resucitado a Jesús ¿qué es propiamente sino la fe en un futuro otorgado por
Dios? “. J. Ratzinger, o.c., p 35
104
Buber, o.c., p 41
105
S. Weil, o.c., p. 73
106
O.c., pp. 198-199
103
81
Etsi Deus non daretur. ¡Vivir como si Dios no existiera!
“Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob; no de los filósofos ni de los eruditos”
(Pascal). Dios no es una idea, ni la parte de un sistema, ni siquiera una teología. Dios es
el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Un Dios presente en la historia, en la vida de
los hombres. Un Dios que se manifiesta, que sale al encuentro
Jean Rostand, biólogo y académico francés, en su libro “Inquiétudes d’un biologiste”
decía: «Moins on croit en Dieu, plus on comprend que d’autres y croient» (Cuanto
menos creemos en Dios, más comprendemos que los demás lo hagan).
Y en cuanto a la fe : “Je me la pose chaque jour, sans arrêt… J’ai dit non à Dieu, en
affirmant les choses un peu brutalement, mais à chaque instant la question revient. Je
me dis : Est-ce possible ? À propos du hasard, par exemple, je me répète : ce ne peut être
le hasard qui combine les atomes. Mais alors quoi ? … Biologiquement, il me semble
difficile d’expliquer même une fleur par le hasard. Quelque chose me manque… une
chaîne de questions viennent, toujours les mêmes. Je les ressasse… Je suis obsédé,
disons le mot, obsédé, sinon par Dieu, du moins par le non-Dieu.” (Me hago esta
pregunta todos los días, una y otra vez... Le he dicho que no a Dios, afirmando las cosas
de una manera un tanto brusca, pero a cada momento vuelve la pregunta. Me digo: ¿es
posible? Sobre el azar, por ejemplo, me repito: no puede ser el azar el que combina los
átomos. Pero entonces, ¿qué? ... Biológicamente, me parece difícil explicar incluso una
flor por casualidad. Se me escapa algo... viene una cadena de preguntas, siempre las
mismas. Estoy obsesionado, digamos la palabra, obsesionado, si no por Dios, al menos
por el no Dios”.
« La science a fait de nous des dieux, avant même que nous méritions d'être des
hommes. » ("La ciencia nos ha convertido en dioses, incluso antes de merecer ser
hombres).
La idea de Dios viene acompañada con diferentes sentimientos según los momentos.
Sorpresa, sumisión, temor, miedo, asombro, incomprensión, rebeldía…
23.
Si has llegado hasta aquí es muy probable que te estés preguntado: este tío, ¿en qué Dios
cree?
En este momento abandonamos el terreno del conocimiento para entrar en el de la
convicción. La fe es convicción basada en conocimiento. Y el conocimiento es creencia
y evidencia. Un conocimiento es enteramente seguro cuando los criterios o argumentos
en que se fundamenta no admiten duda. Es el caso de las matemáticas, por ejemplo.
82
La convicción se basa en criterios que nos parecen fiables. No son seguros y no están
exentos de posibles dudas. El conocimiento seguro no necesita de nosotros sino
comprensión. Entender y aceptar. La convicción es algo más íntimo que exige de
nosotros dar un paso adelante. Nos pide de alguna manera dar un salto. Nos compromete.
Ponemos en juego algo más que el conocimiento no nos exige. Entramos en un plano
diferente.
¿En qué Dios creo? La pregunta es legítima. Y quizás la respuesta sea decepcionante.
No lo sé. No sé en qué Dios creo. Mi Dios ha ido cambiando con los años. Lo que sí sé
es que no es el Dios de mi infancia, aunque en mi subconsciente siga bien anclado. Es
terrible la influencia de los primeros años y lo difícil que resulta el desprenderse de lo
recibido en la infancia. En realidad, me parece que es del todo imposible el llegar a
desprenderse de todo ello o por lo menos de una buena parte.
Tampoco es el Dios de mi adolescencia y juventud. Ese Dios más cercano, más personal,
más afectivo. Este ha ido desapareciendo, se ha ido desdibujando como si el tiempo lo
hubiese borrado poco a poco. Quizás no ha aguantado los vaivenes de la vida.
Tampoco es el Dios de mi práctica cultual, sacramental. Nunca he sido muy de
manifestaciones exteriores. Quizás en esto esté más próximo de los protestantes que de
los católicos. Porque la verdad es que, aunque mi práctica sea católica, mis convicciones
están muy próximas de los otros cristianos. No me interesan tanto las confesiones, “soy
de Pablo, soy de…” cuanto algo que me llene, venga de donde venga. Y me convenza.
Soy más de iglesia románica que barroca. Simplicidad, sencillez. Tanto en las creencias
como en las manifestaciones.
Tampoco es el Dios de mi madurez. Ese que se ha desprendido de muchísimas cosas.
La primera de todas: el miedo. Porque ya no creo en ese Dios relojero, vengativo, espía,
contable…
Quizás sería más fácil decir el Dios en el que no creo. Aunque probablemente es lo que
llevo haciendo desde un principio.
Creo en un Dios que es más humano que divino y al mismo tiempo más divino que
humano. No sé si eso es posible en una misma persona (lo de las dos naturalezas…).
Creo que, si hay un mediador entre ambos, ese es Jesús. Un Jesús más hombre que Dios.
Un Jesús que nos muestra que el único camino para llegar a Dios, son mis hermanos,
los hombres.
“Busqué mi alma y no la encontré. Busqué a mi Dios y no lo encontré. Busqué a mi
hermano y encontré a los tres”.
¿Cómo fue posible que se llegara a tratar a Jesús como un ser divino?107
107
En este tema suelen citarse los libros de Larry W. Hurtado. Se pueden consultar en la bibliografía. También
trata el tema R. Brown en “Introducción a la cristología del nuevo testamento”, Sígueme, Salamanca, 2005 En mi
libro sobre Jesús, Yehsua bar Yosef, hay un apéndice sobre este tema.
83
Jesús, se nos enseñó, era capaz de andar sobre las aguas, de multiplicar los panes para
dar de comer a una multitud, de resucitar a los muertos y curar a los enfermos…
Estábamos en presencia de un ser sobrenatural, por encima de todo, capaz de todo…y
así aparece en algunos de los evangelios apócrifos que no hacen sino llevar hasta el
extremo, a menudo ridículo, esta imagen de un Jesús-Dios por encima de la naturaleza
y sus leyes. Jesús era Dios.
24.
Voy a presentar algunos de los textos evangélicos que más aprecio, lo que dará una idea
de lo que para mí es más importante en el evangelio y en mi creencia religiosa. Algunos
de estos textos ni siquiera se pueden atribuir a Jesús. Pero me parecen legítimos porque
manifiestan cómo comprendieron a Jesús algunos de sus primeros seguidores. Algunas
de las parábolas más hermosas no tienen, por lo menos en el estado en el que nos han
llegado, como autor a Jesús. Lo que sí sé es que si los redactores de esos evangelios se
las atribuyen a Jesús es porque pensaron que eran manifestaciones de su mensaje, que
están dentro de los parámetros de lo que Jesús pensaba. O tal vez debiera decir que es la
visión que el autor-autores de esos evangelios, tenían de Jesús. Visiones diversas. Y
condicionadas, como no podía ser de otra manera.
Necesitamos de un marco interpretativo general del ministerio de Jesús para poder
interpretar las parábolas. Sin ese marco es difícil saber lo que Jesús pudo haber querido
o no decir, ya que tomadas aisladamente se les puede hacer decir cualquier cosa. Y esto
es altamente especulativo. No hay manual. De ahí las diferentes visiones,
interpretaciones, diferencias entre los estudiosos.
Una parte considerable de la enseñanza de Jesús consiste en asegurar que Dios ama a
cada individuo, sean cuales sean los fallos de la persona, y desea el regreso hasta de los
peores. El amor de Dios a los marginados, incluso a los que por lo general no obedecen
su voluntad, es el tema de algunas de las más grandes parábolas de Jesús.
En el lado humano, Jesús instó a la gente a mirar a Dios como un padre perfectamente
fiable, a aceptar su amor y a responder con confianza. Puesto que Dios cuida incluso de
los lirios del campo y de los gorriones, mucho más dará a sus hijos lo que necesiten.
“Así que no os inquietéis diciendo: ¿Qué comeremos? ¿Qué beberemos? ¿Con qué nos
vestiremos? Ésas son las cosas por las que se preocupan los paganos. Ya sabe vuestro
Padre celestial que las necesitáis. Buscad ante todo el Reino de Dios y lo que es propio
de él, y Dios os dará lo demás” (Mt 6,31-33).
“Pedid, y recibiréis; buscad, y encontraréis; llamad, y os abrirán... ¿Acaso si a alguno
de vosotros su hijo le pide pan le da una piedra?, o si le pide un pez, ¿le da una serpiente?
Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más
vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!” (Mt 7,711).
84
Los lectores de los evangelios han observado desde hace mucho tiempo que gran parte
de la enseñanza de Jesús apunta a una inversión de valores. Una frase, que aparece varias
veces en los evangelios, resume esta idea: “Los últimos serán los primeros, y los
primeros, los últimos” (Mt 19,30 // Mc 10,31; Mt 20,16; Lc 13,30; cf. Mc 9,35, “El que
quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”). La exhortación
a ser como un niño (Mt 18,1-4 // Mc 10,13-16 // Lc 18,15-17) tiene aquí su ámbito
propio, lo mismo que la parábola de Lázaro y Epulón: Lázaro, que llevaba una vida
excepcionalmente dura, prosperó en el mundo venidero, mientras que la suerte del rico
Epulón se volvió del revés (Lc 16,19-31)108.
Entre mis textos preferidos del Nuevo Testamento se encuentran:
1. Mc 1,1-3; 15, 33-34; 16, 1-8
2. Lc: 10, 29-37; 15, 11-32
3. Mt: 5, 1-12; 25, 31-42
4. Jn: 1,1-18; 8, 1-11; 14
Pero quizás sean los profetas quienes mejor definen lo que creo:
“Porque yo quiero amor, no sacrificios, conocimiento de Dios mejor que
holocaustos” (Os 6, 6).
“¿A mí que vuestros sacrificios? – dice Yhwh--. Harto estoy de holocaustos de
carneros, de sebo de cebones; no me agrada la sangre de novillos, de corderos
y machos cabríos. Vuestras manos están llenas de sangre: lavaos, purificaos,
apartad vuestras fechorías de mi vista, desistid de hacer el mal y aprended a
hacer el bien: buscad lo que es justo, reconoced los derechos del oprimido, haced
justicia al huérfano, abogad por la viuda” (Is 1, 11.15b-17).
“Se te ha hecho saber, hombre, lo que es bueno, lo que Yhwh quiere de ti: tan
solo respetar el derecho, amar la lealtad y proceder humildemente con tu Dios”
(Mi 6,8).
“No se alabe el sabio por su sabiduría, ni se alabe el valiente por su valentía, ni
se alabe el rico por su riqueza. Quien se alabe, que se alabe en esto: en tener
entendimiento y en conocerme, porque yo soy Yhwh, que practico la fidelidad, el
derecho y la justicia en la tierra, porque en eso me complazco- oráculo de
Yhwh.” (Jr 9, 23).
“Parte tu pan con el hambriento,
Hospeda a los pobres sin techo,
Cubre a quien ves desnudo
y no te desentiendas de los tuyos.
Cuando alejes de ti la opresión,
El dedo acusador y la calumnia,
Cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo
108
Según Sanders, La figura histórica de Jesús, pp 216-219
85
Y sacies al alma agitada,
Brillará tu luz en las tinieblas,
Tu obscuridad como el mediodía” (Is 58, 7-10)
Si tuviera que resumir en pocas palabras lo que más me ha marcado en los últimos
tiempos en mi caminar en pos de Dios, lo haría con dos citas. Una que es una
composición de varias páginas de D. Bonhoeffer:
“Lo que realmente me preocupa es la cuestión de qué es el cristianismo o también
quién es Cristo realmente hoy para nosotros. Ha pasado ya el tiempo en que a
los hombres se les podía explicar esto por medio de palabras, sean teológicas o
piadosas; ha pasado asimismo el tiempo de la religión en general. Nos
encaminamos hacia una época totalmente arreligiosa”.
“Pero toda nuestra predicación y teología cristianas, con sus mil novecientos
años, descansan sobre el “a priori religioso” de los hombres. Ahora bien, si un
día resulta que este “a priori” no existe, sino que ha sido una forma de expresión
del hombre históricamente condicionada y transitoria, si, pues, los hombres
llegan a ser arreligiosos de una manera verdaderamente radical, ¿qué significa
entonces esto para el cristianismo?
Todo el cristianismo precedente queda privado de su fundamento, y ya no
podemos pisar tierra firme desde un punto de vista “religioso…”
“El desplazamiento de Dios fuera del mundo, fuera del ámbito público de la
existencia humana, condujo al intento de conservarlo por lo menos en el ámbito
de lo “personal”, “íntimo”, privado”. Siempre nos quedará la muerte y el más
allá”.
“Y nosotros no podemos ser honestos sin reconocer que hemos de vivir en el
mundo etsi deus non daretur109. Dios nos hace saber que hemos de vivir como
hombres que logran vivir sin Dios. ¡El Dios que está con nosotros es el Dios que
nos abandona! (Mc 15,34). El Dios que nos hace vivir en el mundo sin la
hipótesis de trabajo Dios, es el Dios ante el cual nos hallamos constantemente.
Ante Dios y con Dios vivimos sin Dios”.
“Pero yo no quiero hablar de Dios en los límites, sino en el centro; no en las
debilidades, sino en la fuerza; esto es, no a la hora de la muerte y de la culpa,
sino en la vida y en lo bueno del hombre. En los límites, me parece mejor guardar
silencio y dejar sin solución lo insoluble”.
“Dios no se avergüenza de la bajeza del hombre, entra en ella […] Dios ama lo
perdido, lo despreciado, lo insignificante, lo marginado, lo débil y lo afligido;
donde los hombres dicen ‘perdido’, allí dice ‘salvado’ […] Donde los hombres
desvían indiferente o altivamente su mirada, allí pone su mirada llena de
109
Como si Dios no existiera. Los subrayados en negrilla son míos.
86
incomparable amor ardiente. Donde los hombres dicen ‘despreciable’, allí Dios
exclama’ bendito’. Allí donde en nuestras vidas hemos llegado a una situación
en la que solo podemos avergonzarnos ente nosotros mismos y ante Dios […] es
precisamente allí donde Dios se acerca a nosotros como nunca antes, allí donde
quiere irrumpir en nuestras vidas, allí donde nos hace sentir su acercamiento,
para que comprendamos el milagro de su amor, de su cercanía y de su gracia”
La otra es de Simone Weil:
“Dios sólo puede estar presente en la creación en forma de ausencia”110.
“Quien ama a su prójimo como a sí mismo, aunque niegue la existencia de Dios,
ama a Dios” 111.
Y si hubiese que resumirlo todo en un par de líneas, volvería a poner la cita del poeta
inglés William Blake:
“Busqué mi alma y no la encontré. Busqué a mi Dios y no lo encontré.
Busqué a mi hermano y encontré a los tres”.
110
111
S. Weil, “La gravedad y la gracia”, Trotta, Madrid, 1994, p 89
S. Weil en C. Herrando, o.c., p 42
87
EL OJO DE DIOS
Cuando llegó el momento de escoger una portada para este libro no lo veía nada claro.
Buscaba un cuadro, una imagen, que saliese un poco de lo trillado. Y me encontré con
este cuadro de el Bosco (la Mesa de los pecados capitales), uno de mis pintores favoritos.
Y además era una buena imagen representativa de lo que ha sido durante siglos el
cristianismo.
Se le conoce también como el ojo de Dios.
Los siete pecados capitales (el gran círculo central). Cuatro círculos en las esquinas que
representan cuatro momentos.
88
De arriba abajo y de izquierda a derecha: la muerte del pecador, el juicio final, el infierno
y el cielo.
La muerte
El juicio final
El infierno
El cielo
En el centro del cuadro se encuentra un gran círculo con los siete pecados capitales.
Empezando por abajo y siguiendo las agujas de un reloj tenemos: la ira, la envidia, la
avaricia, la gula, la pereza, la lujuria y la soberbia en escenas de la vida cotidiana y no
en representaciones alegóricas de los pecados.
La ira
La gula
La envidia
La pereza
La avaricia
La lujuria
La soberbia
Jesús en el centro de la imagen. Círculos más o menos grandes que giran en torno a
Jesús. Un Jesús que se encuentra en el centro de todo pero que parece bien pequeño (¿la
pupila del ojo de Dios?). Con esta inscripción:
CAVE CAVE D[omi]N[u]S VIDET ("Cuidado, cuidado, Dios lo ve"). Seguro que a los
más mayores les recordará algunas lecciones del catecismo. Aquel Dios que lo veía todo,
lo anotaba todo y no dejaba pasar una.
En la parte superior hay un texto sacado del Deuteronomio:
“Porque esa gente ha perdido el juicio y no hay inteligencia en ellos” (Dt 32, 20)
Y en la parte inferior: “Entonces dijo: Les ocultaré mi rostro, para ver en qué terminan”
(Dt 32, 28)
89
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