La huella silenciosa de las redes sociales en nuestra cultura Son muchos y muy profundos los cambios que internet ha traído a la sociedad moderna: facilidades en el intercambio comercial, en la comunicación interpersonal, en el manejo de grandes volúmenes de información, etcétera. Sin embargo, de todos los efectos que tiene, positivos y negativos, aquellos que tienen que ver con nuestra manera de pensar son, probablemente, los menos visibles y, por ende, de los que menos se habla. No es nuestra intención en este ensayo defender posiciones conservadoras que perciben la tecnología como una amenaza, sino todo lo contrario: llamar la atención sobre el fenómeno cultural que acontece allí, bajo nuestras narices, en cada teléfono “inteligente” que le entregamos a un niño y, sobre todo, en cada perfil de redes sociales que le dejamos administrar. Será en esto último en lo que centremos nuestras reflexiones. Conciencia ecológica, un factor clave para el mundo venidero Parece un lugar común de nuestros días mencionar la importancia de una conciencia ecológica, o sea, de una actitud responsable respecto del medio ambiente, a la hora de pensar las dinámicas de producción del mundo actual y el inmediatamente venidero. Sin embargo, nada podría resultar más urgente, dadas las terribles consecuencias climáticas y ambientales que nuestro actual modelo industrial tiene a mediano plazo. La producción y la rentabilidad que alguna vez guiaron el emprendimiento y la innovación contemporánea ahora deben ceder su lugar a la sustentabilidad y la limpieza ecológica, factores que sin embargo encuentran una inmensa oposición de parte de amplios sectores de la sociedad. Esto se debe en parte a la natural resistencia al cambio de los seres humanos y también a la falta de una campaña eficaz de concientización ecológica. Esto último, hay que decirlo, ha comenzado a cambiar recientemente, aunque todo apunta a que lo estaría haciendo muy tarde. La fecha tope de 2030 para introducir cambios drásticos y significativos en nuestro modelo productivo para retrasar —no digamos “impedir del todo”— la aparición de fenómenos climáticos extremos e irreversibles no parece dar mucho margen para un cambio significativo en los patrones culturales de consumo y producción. Eso probablemente signifique que las generaciones venideras deberán luchar arduamente por sus derechos ambientales, es decir, por su derecho a un mundo habitable. Algunos dicen que esa lucha ya ha comenzado. Apuntes para una historia de los derechos humanos Sobre la importancia de erradicar el bullying o acoso escolar de nuestras sociedades La palabra bullying —tomada en préstamo del inglés— ya no le es ajena a nadie: ni a quienes lo sufrieron antes, con otros nombres, o inclusive sin ellos, ni a quienes hoy en día dedican sus esfuerzos a erradicarlo. Se trata de un fenómeno vergonzosamente común en nuestras sociedades modernas, a pesar de que sus efectos en la psique individual y colectiva sean terribles, como ocurre con casi toda forma de violencia. El bullying o acoso escolar, si hace falta definirlo, es una conducta sostenida e implacable de agresión hacia un individuo o un pequeño conjunto de ellos, que ocurre en el ámbito de la escuela. Sus manifestaciones pueden ser muy diversas: palizas, insultos y humillaciones constantes, el fomento del desprecio grupal, el robo o la destrucción de útiles escolares, la “ley del hielo” (exclusión social selectiva), e incluso el abuso sexual. Sean cuales sean los límites personales que cruzan estas conductas tóxicas escolares, tienen siempre en común la crueldad y el sometimiento implacable de los débiles y la erradicación de las nociones de solidaridad, de tolerancia y de respeto que, en teoría, la escuela se esfuerza por promover. Hoy es común hablar de los derechos humanos y dar por sentada la promesa de que, sin importar dónde y cuándo, los violadores de derechos fundamentales serán eventualmente perseguidos y castigados. Sin embargo, no siempre existió un concepto como el de los derechos humanos, o no al menos en los mismos términos en que existe hoy, y por eso a menudo se considera que son el resultado de una dolorosa comprensión de la historia de sufrimientos y tragedias que es propia de la civilización humana. Los derechos humanos, según Unicef, “son normas que reconocen y protegen la dignidad de todos los seres humanos. Estos derechos rigen la manera en que los individuos viven en sociedad y se relacionan entre sí, al igual que sus relaciones con el Estado y las obligaciones del Estado hacia ellos”. Son derechos fundamentales que se adquieren al nacer por el simple hecho de ser humano, y que son inalienables, irrenunciables, indivisibles y universales. Y desde un punto de vista histórico, son herederos de los “derechos naturales” de la antigüedad. Existe, sin embargo, mucho debate en torno a cuándo y dónde surgieron realmente los derechos humanos, o sus versiones previas de distinto nombre.