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Un análisis dispensacional y profético de la Biblia
C. A. Samudio
ESTUDIO BIBLICO
ESQUEMATICO
LBC
ESTUDIO BIBLICO
ESQUEMATICO
Un análisis dispensacional y profético
de la Biblia
C. A. Samudio
ESTUDIO BIBLICO ESQUEMATICO
© 2021, por C. A. Samudio
LITERATURA BIBLICA CRISTIANA
Impreso en Colombia
Contenido
PRESENTACION
1. ESQUEMA BIBLICO GENERAL
2. EPOCAS, DISPENSACIONES Y PACTOS BIBLICOS
3. ESQUEMA HISTORICO PROFETICO
4. LAS SIETE IGLESIAS DEL APOCALIPSIS Y LAS PARABOLAS
DEL REINO
5. TRES PUEBLOS DIFERENTES Y SUS SISTEMAS ESPIRITUALES
6. ORDEN BIBLICO PARA LA CONGREGACION
7. EL PECADO – LA DIETA ALIMENTICIA
8. EL SABADO – EL DOMINGO
9. LA LEY DE MOISES – EL ISRAELITA
10. CRISTO – LOS CRISTIANOS
GLOSARIO
BIBLIOGRAFIA
Presentación
Este estudio ha sido preparado para que los cristianos conozcamos el panorama
dispensacional y profético de la Biblia. Porque Dios en su Palabra nos ha dado un plan
detallado de como El actúa en la historia del ser humano, la cual controla a la perfección
(Hechos 17:26-27). Encontramos, por eso, en las Sagradas Escrituras, todos los detalles de
los acontecimientos pasados, presentes y futuros, entrelazados unos de otros, pues Dios en
su sabiduría lo ha hecho de manera perfecta.
De igual manera, es muy importante que el cristiano conozca la diferencia que la Palabra
de Dios establece en cuanto al trato divino en diferentes épocas y dispensaciones, para que
logremos distinguir la diferencia entre los dos pueblos –Israel y la iglesia-, a los cuáles Dios
trata de manera diferente, con promesas diferentes; pero, eso sí, con un solo medio de
salvación: la gracia de Dios y la obra de redención del Señor Jesucristo.
También, los cristianos bajo la gracia ya no estamos obligados a cumplir los preceptos
de la Ley mosaica, ni cosas como la dieta alimenticia, la circuncisión o los días de fiesta
(incluyendo el sábado). De esta manera, los cristianos tendremos claridad en cuanto a lo
que pertenece a la iglesia y lo que es propio de Israel.
Lo que hace de original este estudio son los esquemas (diez en total) que tratan los
diferentes aspectos dispensacionales y proféticos de la Biblia, para lo cual se ha hecho un
comentario para explicar cada uno de ellos. Cada esquema lleva las numerosas citas
bíblicas que respaldan su contenido. Al final se incluye un GLOSARIO, en el cual se da el
significado de los principales términos bíblicos citados en este estudio.
¡Espero en la gracia del Señor que este estudio sirva para la edificación de los santos!
CAS.
1. ESQUEMA BIBLICO GENERAL
En este primer esquema analizaremos el panorama general y completo (a rasgos
generales, claro está) de la historia establecida por Dios en la Biblia, desde la eternidad
“pasada” (antes de la fundación del mundo), hasta la eternidad gloriosa (en la nueva
creación, donde no existirá nunca más el mal).
Tenemos tres columnas: en la izquierda se narran los principales acontecimientos; en la
central, se describen las distintas épocas de los acontecimientos históricos; y en la derecha,
se mencionan tres tiempos, muy importantes para conocer el trato de Dios con la
humanidad actual. Analicemos a continuación cada acontecimiento histórico y su época
correspondiente; al final analizaremos los tres tiempos.
Primero encontramos a Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) en la eternidad, antes de la
existencia de las cosas; pues solo Dios existía. Luego, aparece el universo (los cielos y la
tierra), los cuales fueron creados por Dios en el principio; después en seis días, Dios
adecuó y llenó la tierra de vida. Al final de esos seis días, Dios creó al ser humano (varón y
mujer). Ellos fueron creados en un estado de inocencia (ausencia de pecado);
permaneciendo un tiempo en ese estado.
Después de la inocencia, el ser humano es tentado y cae en pecado (la transgresión); este
hecho es conocido como la caída. A partir de entonces, del ser humano caído (Adán y
Eva), proceden dos descendencias (y un hijo, Abel, el cual muere antes de tener hijos): la
descendencia de la serpiente (de Caín y sus hijos), y la descendencia de la mujer (de Set
y sus hijos). Esta es la época prediluviana, tiempo de la historia humana antes del Diluvio.
En esta época se produce la unión marital ilícita (mezcla de las dos descendencias), y por
el aumento de la maldad se produce el castigo de Dios con el Diluvio.
Después del Diluvio, de Noé (y sus tres hijos) descienden las naciones (cuya religión es
el paganismo); esta es la época posdiluviana. Pero Dios escoge a Abraham, para traer la
bendición al mundo. Esta es la época patriarcal. De este patriarca salen dos descendencias
(que cubren dos épocas): la descendencia terrenal (numerosa como el polvo de la tierra),
que es el pueblo de Israel, cuya época cubre el tiempo entre Éxodo y Malaquías. La otra
es la descendencia celestial, los cristianos, hijos por la fe en Cristo. Nos corresponde la
época de la iglesia (el tiempo de Hechos hasta los acontecimientos futuros narrados en
Apocalipsis).
Terminada la época de la iglesia (después de la Gran Tribulación donde regresa con
Cristo en gloria), entraremos en el Milenio, la época del Reino, donde Cristo y los suyos
reinarán mil años sobre la tierra. Terminados los mil años, Dios aplasta la última rebelión, y
Cristo juzga a los perdidos en el gran trono blanco. Enseguida de esto, entramos en la
eternidad gloriosa, donde nunca más existirá la maldad, el pecado y la muerte.
Ahora analicemos los tres tiempos, donde Dios trata de manera distinta a los seres
humanos. Antes de estos tiempos, Dios trató al ser humano en estado de inocencia. Pero
con la llegada del pecado, ahora Dios trataría al hombre de manera diferente.
Tenemos primero el tiempo antes de la Ley. Tiempo que abarca desde la caída (el
primer pecado o pecado original) del hombre, hasta la promulgación de la Ley en el monte
Sinaí. En estos siglos Dios no juzga al ser humano de acuerdo a la Ley de Moisés, si no
bajo sus preceptos de justicia. Por eso, el pecado de Adán es llamado “transgresión” y no
“infracción de la ley” (Romanos 5:14).
Con la promulgación de la Ley, se entra al tiempo de la Ley, que dura desde Moisés
hasta la muerte del Señor Jesucristo. En este tiempo Dios trata a los israelitas de acuerdo a
los preceptos de la Ley. Tratando (con algunas excepciones) solo con los hebreos, pues la
bendición a los gentiles vendría a parte de la Ley, con la gracia y la verdad de Cristo (Juan
1:17).
Con la muerte del Señor Jesucristo y hasta su Segunda Venida, se establece el tiempo
donde reina la gracia (Romanos 5:21). Ahora no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia
(Romanos 6:14). Conociendo esto, no debemos observar ni seguir elementos o preceptos de
la ley y del antiguo pacto, como veremos a continuación en los próximos esquemas.
2. EPOCAS, DISPENSACIONES Y
PACTOS BIBLICOS
En esta parte de nuestro estudio analizaremos también la historia humana en relación con
Dios, desde la época del Edén, hasta la futura (y muy próxima) eternidad gloriosa. Pero a
diferencia del estudio anterior, nos centraremos en tres aspectos: los eventos principales en
la historia humana (columna del centro), las Épocas y las Dispensaciones (diagramas de la
derecha), y los pactos bíblicos (diagramas de la derecha). Todos estos eventos (como ya los
mencionamos), están entrelazados entre sí.
Del paraíso hasta la caída, es la Época Edénica (pues la primera pareja humana vivía
en el Edén). Aquí, en este tiempo, se desarrolló la Dispensación de la Inocencia,
llamándose así porque los seres humanos vivían sin pecado, desnudos sin avergonzarse
(Génesis 2:25).
De la caída (cuando Adán y Eva pecaron) hasta el Diluvio, se llama la Época Prediluviana (porque es el tiempo antes de este cataclismo mundial). En este tiempo se inicia
la Dispensación de la Conciencia, pues el ser humano después de pecar, desarrolló la
conciencia de pecado y su responsabilidad ante Dios (Hebreos 10:2).
Del Diluvio hasta la confusión de lenguas, transcurre la Época Pos-diluviana, pues es
el tiempo donde la tierra nuevamente es poblada por los descendientes de Noé. En este
tiempo se establece la Dispensación del Gobierno Humano, o sea, Dios le entrega la
potestad a los seres humanos de establecer un gobierno que regule la justicia, especialmente
por los crímenes que se cometan (Génesis 9:5-6). Aparece también el establecimiento del
primer pacto de Dios con los seres humanos, el Pacto Noético, el cual tiene como señal el
arco iris, en el cual Dios se compromete a no destruir otra vez la humanidad con otro
Diluvio (Génesis 9:8-17).
De la confusión de lenguas hasta la esclavitud en Egipto de los israelitas, se llama la
Época Patriarcal, puesto que los protagonistas son los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob,
los antepasados y progenitores de los israelitas, en su relación con Dios, claro está (Éxodo
3:6). En esta época Dios celebró su pacto con Abraham (el Pacto Abrahamico), el cual
tiene como señal la circuncisión, para que los descendientes de este patriarca sean
miembros del pueblo escogido de Dios (Génesis 17). En este tiempo se desarrolla la
Dispensación de la Promesa, pues Dios les promete a los patriarcas las bendiciones, tanto
de la tierra prometida como la venida del Mesías (Gálatas 3:16).
De la esclavitud en Egipto hasta la muerte del Señor, transcurre la Época Israelita.
Esta época se inicia con la salida de los israelitas de Egipto, bajo la dirección de Moisés
(Éxodo). Ahí se da la Dispensación de la Ley, porque la nación de Israel sería regida por
ella (Juan1:17). La dispensación de la Ley termina con la primera venida de Cristo, cuando
comenzó la predicación del reino de Dios (Lucas 16:16). En la dispensación de la Ley Dios
celebró dos pactos: el pacto de Jehová Dios con Israel, conocido también como el antiguo
pacto, el cual tenía como señal el día sábado (Éxodo 19:5; 31:12-17; 2 Corintios 3:14);
también Dios celebró con su siervo David en pacto real, en el cual se aseguraba que de este
rey descendería el Mesías, Rey eterno de justicia (Salmo 89:3-4; Jeremías 33:15).
De la muerte del Señor Jesús hasta el arrebatamiento de la iglesia, transcurre la época
Cristiana, donde Israel al estar endurecido, es puesto a un lado mientras sea salva la
plenitud de los gentiles (Romanos 11:25-29). En esta época se desarrolla la Dispensación
de la Gracia, distinta a la Ley, donde reina la gracia, para la salvación de la humanidad
(Romanos 5:21). Esta época y dispensación, ha durado cerca de 2000 años.
Desde el arrebatamiento de la iglesia y la Segunda Venida de Cristo, hay siete años,
donde transcurre la Gran Tribulación (que miraremos en más detalle en el próximo
estudio). Terminado este tiempo, se establece en la tierra la Época Milenial (el Milenio),
donde Cristo con sus santos y el pueblo de Israel, gobernarán durante mil años sobre todo el
mundo. Aquí se establece la Dispensación del Reino; y el Señor celebrará con Israel en
Nuevo Pacto, anunciado por los profetas (Isaías 2:1-4; Jeremías 31:31-34).
Terminado los mil años, ocurre la última rebelión de los malos contra Dios, pues Satanás
que había estado atado por mil años, es suelto por poco tiempo (Apocalipsis 20:7-10).
Enseguida, se establece el juicio ante el Gran Trono Blanco, donde Cristo juzgará a todos
los seres humanos que no recibieron la salvación ofrecida por el Señor (Apocalipsis 20:1115). De ahí en adelante, Dios crea un cielo nuevo y una tierra nueva, la Nueva Jerusalén, la
ciudad celestial desciende de los cielos y se establece en la tierra, donde morarán Dios y sus
siervos por toda la eternidad, esta es la Eternidad Gloriosa (Apocalipsis 21-22).
3. ESQUEMA HISTORICO-PROFETICO
El presente estudio comienza describiendo los sucesos, un poco más en detalle, desde el
monte Sinaí (donde Dios celebró su pacto con Israel y les dio la Ley por medio de Moisés)
hasta la Eternidad Gloriosa. Tan importante es conocer esto, pues además miraremos el
tiempo de los gentiles y las setenta semanas proféticas descritas por Daniel.
Primero miramos la Época Israelita, la cual comenzó cuando Jehová Dios celebró su
pacto con los hebreos en el monte Sinaí (alrededor del año 1650 a.C.); finalizando este
periodo con la muerte de nuestro Señor Jesucristo, en el monte Calvario, alrededor del año
33 d.C. En estos siglos se destacan los siguientes eventos: la Conquista de la tierra
prometida por Israel, bajo la dirección de Josué; el gobierno de los jueces; el reino unido
de Israel, bajo los tres primeros reyes (Saúl, David y Salomón); el reino dividido en Israel
y Judá; el cautiverio babilónico de Judá (tiempo antes Israel fue cautivo por los asirios); el
regreso del remanente de Judá, autorizado por Ciro de Persia (Esdras y Nehemías); sigue
el llamado Periodo Intertestamentario, cuatro siglos donde no hay revelación divina (de
Malaquías a Mateo); nace el Mesías en Belén de Judá, el cual sería rechazado por los judíos
y crucificado en Jerusalén.
Mirando este ESQUEMA, nos damos cuenta que del cautiverio babilónico, desciende
una línea que marca el llamado Tiempo de los Gentiles. Se trata del gobierno de las
naciones que en un principio lo ejercería el reino de Israel, pero que con su desobediencia a
la Ley de Jehová, fue transferido a las naciones gentiles. El tiempo de los gentiles inició
unos seis siglos a.C., comenzando con el Imperio babilónico, luego le siguen los imperios
de Persia, Grecia, Roma y los Estados europeos. Todos estos imperios están descritos en la
imagen que soñó Nabucodonosor y en las bestias de la visión de Daniel (cap. 2 y 7). El
tiempo de los gentiles terminará cuando regrese Cristo por segunda vez, donde destruirá los
gobiernos de la bestia y el falso profeta, y el resto de gobernantes del mundo en la batalla
de Armagedón, al terminar la gran tribulación (Apocalipsis 19:11-21).
Vemos también en el ESQUEMA que del regreso del remanente (de Judá a tierra de
Israel), se desprende una línea, la cual termina en el monte calvario, o sea, en la muerte del
Señor Jesucristo. Se trata de la profecía de las setenta semanas de años (490 años),
descritas en Daniel 9:20-27. Claro que, primero se cumplieron sesenta y nueve semanas
(483 años), desde la orden dada por Ciro para que regresen los judíos y reconstruyan
Jerusalén y el templo (año 444 a.C.), hasta la muerte del Señor Jesucristo (33 d.C.).
Debemos aclarar que se trata de años lunares de 360 días; no de años solares de 365 días.
Queda pendiente la septuaginta semana (o semana setenta), la cual será el tiempo de la gran
tribulación (que veremos un poco más adelante).
Enseguida vemos la Época Cristiana, la cual comienza en Pentecostés (Hechos 2). Este
periodo ha durado unos dos mil años, profetizado en las siete iglesias de Apocalipsis 2 y 3.
Estas siete iglesias serán analizadas en detalle en el próximo estudio. El periodo de la
iglesia termina con el arrebatamiento, donde Cristo viene a llevar a los suyos, suceso que
sucederá muy pronto (1 Tesalonicenses 4:16-17).
Una vez la iglesia es arrebatada, en el cielo se desarrollan dos eventos importantes: el
tribunal de Cristo, donde cada cristiano se presenta ante el Señor para recibir corrección o
recompensa de él, no se trata de decidir su salvación (2 Corintios 5:10); luego, se
celebrarán las bodas del Cordero, donde Cristo se casará con su novia, la iglesia
(Apocalipsis 19:1-10).
Por su parte, mientras esto sucede en el cielo, en la tierra se desarrolla el periodo de la
semana setenta (siete años) de la profecía de Daniel 9:27. En este tiempo ocurrirán los
siguientes acontecimientos: surgimiento de la Bestia (líder político europeo) y el falso
profeta o Anticristo (Apocalipsis 13); establecimiento de la Gran Babilonia; persecución a
Israel; los juicios divinos en la Gran Tribulación; la batalla de Armagedón, donde Cristo
aplasta todos sus enemigos, para comenzar a reinar (Apocalipsis 16:12-16). El regreso de
Cristo a la tierra, o su segunda venida, ocurre para destruir a los impíos en esta batalla.
Aquí también termina el tiempo de los gentiles, donde nunca más surgirá un gobierno
distinto al de Dios y su Cristo (Apocalipsis 19:11-21).
Entramos luego al Milenio, los mil años donde reinarán Cristo y sus santos, estando
Satanás atado ese tiempo (Apocalipsis 20:1-6); la capital del mundo será la actual ciudad
de Jerusalén (Isaías 2:3); se construirán el templo descrito en Ezequiel 40-48; de allí, saldrá
la ley que regirá al mundo en ese milenio (Isaías 66:22-24). Después de los mil años,
Satanás será suelto durante un tiempo, engañando a varias naciones, las cuales sitiarán a
Jerusalén; desde el cielo Dios los destruirá con fuego (Apocalipsis 20:7-10).
En seguida de esto se establece el juicio final, para condenar al lago de fuego a todos los
seres humanos malvados, también Satanás y los demonios (Apocalipsis 20:11-15). Por
último tenemos la eternidad gloriosa, descrita en Apocalipsis 21 y 22, donde habrá un
cielo nuevo y una tierra nueva; vendrá la Jerusalén celestial a la tierra, morada de Dios , el
Cordero y el Espíritu Santo (el Río de la Vida), de los redimidos y de los ángeles santos. Y
fuera de la Nueva Jerusalén, habitará la nueva humanidad, la cual traerá su adoración a
Dios.
4. LAS SIETE IGLESIAS DE
APOCALIPSIS Y LAS PARABOLAS
DEL REINO
Encontramos en dos partes del Nuevo Testamento, enseñanzas proféticas relacionadas
con la historia de las iglesias que conforman la cristiandad. La primera se encuentra en
Mateo 13, donde el Señor Jesús en la enseñanza de las llamadas “parábolas del reino”,
describe la situación de cada iglesia. Enseñanza que se mira claramente explicada en las
siete iglesias de Apocalipsis 2 y 3. El mensaje de estas Escrituras se entrelaza de manera
maravillosa, que no es coincidencia.
Comenzamos con la parábola del sembrador, tiempo que abarca desde el nacimiento
de la iglesia en el Pentecostés del año 33 d.C. Fue el tiempo de la siembra de la Palabra de
Dios y de la evangelización. Se trata de la iglesia “primitiva” o la iglesia “apostólica”, del
siglo I. Esta descrita por la iglesia de Éfeso (Deseable), la cual termina con la muerte del
último de los apóstoles, Juan, a finales de ese siglo. Se caracterizó por haber dejado el
primer amor, o sea, el amor por Cristo, que los primeros cristianos manifestaban en un
comienzo con ardor (Mateo 13:1-9; Apocalipsis 2:1-7).
Le sigue la iglesia de Esmirna, iglesia perseguida del año 100 al 316 d.C. Por la
parábola del trigo y la cizaña, vemos que en esta época se infiltraron entre los creyentes
falsos cristianos, tal como lo habían profetizado los apóstoles (Hechos 20:29-30; 2 Pedro
2:1-3). El significado de Esmirna es “Martirio”, y es un nombre muy adecuado para esta
iglesia que en estos siglos sufrió diez grandes persecuciones por parte del Imperio romano.
Esto hizo que esta iglesia fuera fiel y no recibe reproche del Señor Jesús (Mateo 13:24-30;
Apocalipsis 2:8-11).
En el año 313, el emperador romano Constantino el Grande, les dio libertad de culto a los
cristianos. Desde entonces los clérigos comenzaron a obtener poder dentro del Imperio,
haciendo que la iglesia de ese tiempo se uniera al Estado. Surge así la iglesia de Pérgamo
(cuyo nombre significa: Doble Boda o Gran Boda, en referencia al “casamiento” entre el
Imperio y la iglesia). Esta iglesia está representada por la parábola de la semilla de
mostaza, la cual se convierte en un gran árbol habitado por toda clase de aves. Aquí
también se introduce la idolatría o adoración de imágenes. Esta iglesia duró hasta el año
450 d.C. (Apocalipsis 2:12-17; Mateo 13:31-32).
A partir del año 450 d.C., con la llegada de León Magno al obispado de Roma, prelado
que impondría el papado universal en la iglesia. Se establece así la religión que conocemos
actualmente como Iglesia Católica Romana. Es una iglesia leudada por la levadura del
pecado, como lo muestra la parábola de la levadura. Esta iglesia para el Señor es Tiatira,
nombre que significa “Sacrificio Continuo”, en referencia a la misa, la cual para el
catolicismo es un sacrificio continuo de Cristo. También es una iglesia condenada por su
“fornicación” espiritual con los Estados de varias partes del mundo. Claro que dentro de
ella ha habido varios verdaderos cristianos como los pre-reformadores y otros pequeños
grupos de fieles, que fueron perseguidos y exterminados como herejes por el catolicismo
(Mateo 13:33; Apocalipsis 2:18-29).
En el año 1517, Lutero clavó sus tesis en la puerta de la catedral de Wittenberg,
denunciando los abusos y herejías del papado y del catolicismo romano. Nació desde
entonces la llamada Reforma Protestante, simbolizada por la parábola del tesoro
escondido, porque sacó a la luz los tesoros de la justificación por la fe y otras doctrinas
fundamentales de la Palabra de Dios. Es la iglesia de Sardis (Piedra Preciosa).
Lastimosamente, con el tiempo por la infiltración de falsas doctrinas, ha caído en una
muerte espiritual. Solo un remanente sigue fiel al Señor (Mateo 13:44; Apocalipsis 3:1-6).
Alrededor de 1800, surge en Europa el movimiento evangélico, el cual se extendería por
el mundo. Es la iglesia de Filadelfia (Cariño Fraternal), la cual es descrita por el Señor
como una perla preciosa (Mateo 13:45-46). Esta iglesia fiel se caracteriza de tener poca
fuerza, pero ha guardado su Palabra y no ha negado el nombre del Señor (Apocalipsis 3:713).
Por último tenemos la iglesia de Laodicea, cuyo nombre significa “Poder del Pueblo”.
Es la iglesia tibia actual, que promueve la riqueza o prosperidad material, carece de
santidad y le falta visión espiritual, pues ha dejado afuera al Señor, quien está a la puerta
llamando (Apocalipsis 3:14-22). En la parábola de la red barredera, el Señor anuncia que
pescará los verdaderos cristianos y los falsos quedarán afuera (Mateo 13:47-50).
5. TRES PUEBLOS DIFERENTES Y SUS
SISTEMAS ESPIRITUALES
1 Corintios 10:32, dice: “No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de
Dios”. Note que aquí se nombra tres grupos de personas en el mundo: judíos, gentiles e
iglesia de Dios. Los judíos son los descendientes de los patriarcas, los israelitas, con los
cuales Jehová Dios celebró el antiguo pacto (Romanos 9:4-5); los gentiles son las personas
de las naciones del mundo, los cuales no son judíos o israelitas (Romanos 2:14); y la iglesia
de Dios es la comunidad conformada por los cristianos (1 Corintios 1:2).
En este estudio vamos a analizar primero estos tres pueblos (y sus sistemas u orden
espirituales); luego, analizaremos el cristianismo, orden espiritual de la iglesia de Dios, el
cual comprende los aspectos de la salvación y el orden para la congregación (este último se
mirará en detalle en el próximo estudio).
Primero vamos a mirar los gentiles, gentes de las naciones, las cuales viven alejadas del
Dios Verdadero (Efesios 2:11-12). Eso sí, tienen un sistema religioso bien elaborado, con
lugares de culto, sacerdocio y ritos ceremoniales. Su religión es el paganismo, que está
basado en la adoración de ídolos o dioses falsos. El paganismo es un sistema plurireligioso, es decir, conformado por distintas religiones, siendo las principales: hinduismo,
islamismo, budismo, animismo…Pero todas estas religiones tienen en común que carecen
de la verdadera revelación y la adoración del Dios de la Biblia (Salmo 96:5; 1 Corintios
10:19-20).
Los judíos o israelitas son el pueblo terrenal de Dios, pues son la descendencia (según la
carne) de Abraham. Es el pueblo terrenal de Dios, con promesas terrenales, cuyo número es
como el polvo de la tierra (Génesis 13:16; 15:18). La religión de ellos es el judaísmo, el
cual está basado en la Ley de Moisés, a la cual se le añadieron después las tradiciones
rabínicas (Gálatas 1:13-14). En esta religión, los judíos demuestran celo de Dios, pero no
conforme al verdadero conocimiento, pues no aceptan al Señor Jesús como el Mesías
(Romanos 10:1-4).
Tenemos luego la iglesia de Dios, conformada por los cristianos verdaderos que han
nacido de nuevo (Juan 3:3). Los cristianos formamos el pueblo celestial de Dios, con
promesas celestiales (Efesios 1:3). Siendo la descendencia celestial de Abraham, hijos por
la fe, no según la carne (Génesis 15:5; Gálatas 3:7). La iglesia de Dios o iglesia del Dios
viviente, no es una institución religiosa o una religión, es una comunidad de salvos, que
formamos una casa espiritual donde mora el Dios Verdadero (1 Timoteo 3:15; 1 Pedro 2:5).
Nosotros hemos recibido de Dios la verdadera revelación, el cristianismo, el cual es el
camino nuevo y vivo que nos abrió Cristo (Hebreos 10:20). El cristianismo está basado en
la doctrina (o enseñanza) de Cristo y de sus apóstoles (2 Pedro 3:2).
Ahora bien, la iglesia de Dios tiene tres aspectos: cuerpo de Cristo (aspecto espiritual),
que solo el Señor controla, pues él es la Cabeza, y los verdaderos cristianos somos
miembros de su cuerpo (Colosenses 1:18). El otro aspecto es el de esposa (o novia) de
Cristo, este es su aspecto celestial, el cual se cumplirá cuando la iglesia sea arrebatada y se
realice en el cielo las bodas del Cordero (Apocalipsis 19:1-9). El último aspecto de la
iglesia es el terrenal, definido como la casa de Dios. La casa de Dios ha sido entregada a
los cristianos, los cuales tenían la obligación de mantener el orden en ella, un buen
comportamiento (1 Timoteo 3:16). Como los hombres siempre fallamos, la casa de Dios se
ha convertido ahora en una “casa grande” (2 Timoteo 2:20).
La casa grande es la cristiandad, compuesta principalmente por el catolicismo (romano
y ortodoxo) y por el protestantismo. También se le conoce como el “campamento”
denominacional, o sea, conformado por las distintas denominaciones eclesiásticas. El
sistema religioso católico (romano y ortodoxo) está conformado por elementos del
paganismo (como la idolatría y la mariología), elementos del judaísmo (santuarios y
vestimentas sacerdotales) y elementos del cristianismo (Apocalipsis 2:12-29). El
protestantismo por su parte está conformado por algunos elementos del judaísmo
(santuarios y expresiones culticas) y por el cristianismo (Apocalipsis 3:1-6, 14-22).
Pero también existen verdaderos cristianos, los cuales han salido del campamento
denominacional o la casa grande de la cristiandad, para congregarse al nombre del Señor
Jesucristo, al cual tienen como su centro (Hebreos 13:13; Mateo 18:20). Son cristianos
evangélicos que mantienen la pureza de la Palabra de Dios, siguiendo el orden que el Señor
estableció para el cristianismo bíblico (Hebreos 2:12; Apocalipsis 3:7-13).
En el esquema de abajo podemos mirar el cristianismo, el cual está conformado por la
salvación y por el orden de Dios para la congregación (que miraremos en detalle en el
próximo estudio). La salvación revelada en la Biblia tiene tres puntos principales: la base
de la salvación, la cual es generada por el amor de Dios, ofrecida a los seres humanos por
gracia, y se la puede recibir por medio de la fe (Juan 3:16; Efesios 2:8). Obteniéndose la
salvación al escuchar el evangelio, creer en Cristo y siendo sellado con el Espíritu Santo,
que es sinónimo del nuevo nacimiento (Efesios 1:13-14). Una vez salvo, el cristiano (en su
nueva vida en Cristo), debe bautizarse, constante en la oración, y su conducta debe regirse
por el amor a Dios y al prójimo, que es la ley de Cristo (Gálatas 6:2).
6. ORDEN BIBLICO PARA LA
CONGREGACION
En la Biblia encontramos de manera clara cuál es el proceso por medio del cual Dios
obró y otorga su salvación. En este punto la mayoría de los cristianos evangélicos
concordamos (con algunas pequeñas diferencias (como la seguridad de la salvación). Pero,
con respecto al funcionamiento de la congregación (o la iglesia local), las distintas
denominaciones han adoptado muchos elementos que no están en la Palabra de Dios para
organizar sus iglesias y celebrar el culto (formas de culto que no se hallan en las
Escrituras). Por eso, en este estudio miraremos de manera objetiva lo concerniente a este
tema.
Lo primero que debemos tener en cuenta es la base de la congregación cristiana, es
decir, sobre quien y que estamos formando una iglesia o congregación local. Lo primero es
reunirnos alrededor de Cristo, como nuestro Centro divino de reunión; eso es lo que
significa “congregarse en su nombre”, así sean solo dos o tres (Mateo 18:20). Estando
reunidos alrededor del Señor, es necesaria la guía del Espíritu Santo, lugar que en muchas
iglesias la han tomado los clérigos o líderes religiosos (Juan 16:13). Y teniendo como única
autoridad la Palabra de Dios, descartando otras fuentes de autoridad humana o de dudosa
revelación (Hechos 20:32).
Una vez que tenemos la base de la congregación cristiana, pasamos luego a mirar cómo
está formada y como debe funcionar la iglesia local. En el nuevo Testamento encontramos
que las congregaciones de la iglesia primitiva (o del siglo primero), la integraban: santos
(todos los cristianos nacidos de nuevo), los obispos (o ancianos, como pastores de la
iglesia) y los diáconos (servidores de la iglesia, administradores de las cosas materiales).
Por lo visto en Hechos 2:42, los cristianos primitivos perseveraban localmente en: la
doctrina (enseñanza) de los apóstoles, en la comunión unos con otros (compartiendo todo
en las necesidades), en el partimiento del pan (los ágapes y la Cena del Señor), y en las
oraciones; asimismo, alababan a Dios. Cada domingo (el primer día de la semana), los
cristianos primitivos se reunían para partir el pan, referencia a la Cena del Señor (1
Corintios 11:23-26). De igual manera, la predicación o compartir el evangelio con los
perdidos, era para todos aquellos cristianos una actividad prioritaria, incluso siendo
esparcidos por la persecución (Hechos 8:4).
Vemos luego el lugar que ocupa la mujer cristiana en la iglesia primitiva, lugar que
debe ocupar ahora, con el orden que Dios le ha establecido. Primeramente, la mujer
cristiana es coheredera de la gracia, en igualdad con el varón cristiano en cuanto a la
salvación (1 Pedro 3:7; Gálatas 3:28). Cuando esté en el culto o cuando profetice (enseñe),
debe cubrir su cabeza, como señal de autoridad y en reconocimiento al varón como su
cabeza (1 Corintios 11). Pero, en la congregación, en presencia de varones cristianos, debe
callar, pues el Señor no le permite enseñarle a los varones (1 Corintios 14:34-38; 1 Timoteo
2:11-15). Claro que la mujer cristiana puede enseñar la Palabra de Dios a los niños y a sus
hermanas en Cristo; también le pueden compartir el evangelio a un no convertido (2
Timoteo 1:5; Tito 2:3-5).
Ahora miremos el sacerdocio cristiano. Se trata de nuestra posición y servicio que le
damos a Dios como adoradores. Cada cristiano (varón, mujer y niños) es un sacerdote (1
Pedro 2:5). El sacerdote adora a Dios rindiéndole culto, pues esa es su función (Mateo
4:10). La adoración cristiana debe ser en espíritu y en verdad, descartando ritos, ceremonias
o liturgias sin base bíblica (Juan 4:24). Como sacerdotes debemos ofrecerle a Dios
sacrificios espirituales, distintos a los sacrificios de animales y ofrendas materiales del
antiguo pacto; estos sacrificios se componen del fruto de labios (cantos u expresiones
audibles de alabanza a Dios) y de la ayuda mutua, la cual es la ofrenda dominical que
presenta al Señor cada cristiano, según haya prosperado (Hebreos 13:15-16; 1 Corintios
16:1-2).
Por otra parte, encontramos los dones espirituales, los cuales se los puede clasificaren
tres grupos: los dones de fundamento, apóstoles y profetas del primer siglo, los cuales
pusieron la base de la iglesia, irrepetibles en épocas posteriores (Efesios 2:20); los dones de
confirmación o de milagros, los cuales se dieron especialmente en el siglo primero para
confirmar el origen divino del evangelio, ahora existen los milagros, pero deben sujetarse a
la soberanía de Dios (Hebreos 2:3-4); los dones de edificación o servicio, los cuales sirven
para el crecimiento de los creyentes y el servicio de la iglesia local (Efesios 4:7-12;
Romanos 12:5-8). En cuanto al ministerio cristiano, este es el ejercicio de los dones, o sea,
todo cristiano (varón o mujer) recibe de parte del Señor uno o más dones, los cuales al
ejercerlos o ponerlos al servicio de los hermanos, está ejerciendo el ministerio o ya es un
ministro de Jesucristo (1 Corintios 12:7; 1 Pedro 4:10).
Tenemos por último aquí, la disciplina cristiana, la cual no se debe olvidar ni dejar de
aplicarla en la iglesia local. Su objetivo es mantener la santidad en la casa de Dios (Salmo
93:5). Existen diversos grados de disciplina, según sea la falta o pecado cometido, como lo
muestran las citas bíblicas del recuadro del esquema. Cuando el pecado es demasiado grave
y no hay arrepentimiento en quien lo cometió, la iglesia debe excomulgar al perverso, o sea,
expulsarlo de la congregación (1 Corintios 5:1-3).
7. EL PECADO - LA DIETA
ALIMENTICIA
En este estudio vamos analizar dos temas importantes: el pecado y la dieta alimenticia.
Debemos aclarar que los vamos a estudiar en este punto, no porque en sí estén
relacionados, sino por espacio en los esquemas. Por eso, aquí los analizaremos aparte.
EL PECADO:
El origen del pecado se debe al diablo, el cual peca desde el principio (1 Juan 3:8).
Aunque fue creado por Dios como un querubín santo, el diablo enalteció su corazón, y por
su orgullo y soberbia, quiso ser como Dios, es decir, tener su poder divino (Ezequiel 28:1316; Isaías 14:12-14). Luego, el diablo introdujo el pecado en la humanidad (Génesis 3; Juan
8:44).
El pecado surgió en el mundo antes de la Ley, o sea, antes de ser promulgada ésta en el
monte Sinaí. Por eso, el pecado de Adán se le llama en la Biblia “transgresión” (pasar el
limite) y no “infracción de la ley” (Romanos 5:15). Desde Adán hasta Moisés hubo pecado,
pero no como la transgresión de Adán (Romanos 5:14). En este tiempo no había Ley, pero
los que pecaron, sin Ley perecerán (Romanos 2:12; 4:15).
El pecado durante la Ley (el tiempo de Moisés hasta la muerte de Cristo). Existen
varios vocablos en el Antiguo Testamento para definir el pecado: iniquidad, culpa, mal…El
objetivo de la Ley fue dar conocer el pecado (Romanos 3:20). Se dio para los que practican
el pecado (1 Timoteo 1:9). Por eso, el pecado es infracción de la Ley (1 Juan 3:4). Y los
que pecaron bajo la Ley, por la Ley serien juzgados (Romanos 2:12).
El pecado durante la gracia. Cristo fue hecho pecado por nosotros y tomo la maldición
de la Ley (de Moisés) por nosotros (2 Corintios 5:21; Gálatas 3:13). Cristo con un solo
sacrificio quitó nuestros pecados, haciendo perfectos para siempre a los santificados
(Hebreos 9:26; 10:14). Ante esto, los cristianos hemos muertos al pecado, por eso el pecado
no se enseñorea de nosotros, pues nosotros no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia
(Romanos 6:2, 11, 14). Si ahora el cristiano se deja dominar por el pecado, prestando el
cuerpo para esto (Romanos 6:12-13), cae bajo la disciplina del Padre, el cual nos castiga
como hijos (Hebreos 12:4-11; 1 Corintios 11:32). Pero, Cristo es nuestro abogado ante el
Padre, quien nos perdona si confesamos nuestros pecados (1 Juan 1:9; 2:1).
LA DIETA ALIMENTICIA:
Es importante escudriñar en las Escrituras el tema relacionado con la dieta alimenticia, o
sea, con lo que comemos o podemos comer, sin que estemos ofendiendo a Dios por eso.
Esto se debe a que en algunos sectores religiosos le dan mucha importancia a lo que
podemos comer, afirmando que los cristianos debemos regirnos por la dieta alimenticia
prescrita en la Ley de Moisés, o por la dieta kosher, que es la dieta de los judíos, la cual
además de la dieta mosaica, está prescrita por el talmud (libro de los comentarios rabínicos,
que en su mayoría no concuerdan con el Antiguo Testamento). Para evitar todo esto, vamos
a mirar la dieta alimenticia de los seres humanos a través de la historia.
En la época edénica (cuando Adán y Eva vivían en el Edén) y en la época prediluviana (antes del Diluvio), los seres humanos solo consumieron alimentos vegetales, o
sea, una alimentación vegetariana (Génesis 1:29).
La dieta pos-diluviana, es la establecida por Dios después del Diluvio. Además de los
alimentos vegetales, Dios permitió comer carne de animales, solo prohibió comer sangre de
los animales (Génesis 9:3-4).
La dieta según la Ley. Es la dieta que Dios estableció en la Ley de Moisés que Dios le
dio a Israel. Esta dieta está conformada por productos vegetales (Deuteronomio 8:8). Se
prohibió comer sangre de animales y la grasa (Levítico 3:17). Los animales se clasifican en
“limpios” que se podían comer; y los “inmundos”, cuya carne era prohibida comer
(Levítico 11).
La dieta de los cristianos. Cada creyente tiene la libertad para seguir una dieta
vegetariana o cárnica, solo que no se debe contender entre cristianos por cuestiones
alimenticias (Romanos 14:1-3). Podemos comer la carne de todo animal (Hechos 10:10-16;
1 Corintios 10:25). En cuanto a la comida nadie nos debe de juzgar (Romanos 14:17;
Colosenses 2:16). Lo único que el cristiano no debe comer es la sangre de los animales, la
carne de animales estrangulados (o ahorcados), y la carne de animales sacrificados a los
ídolos (Hechos 15:28-29; 1 Corintios 10:28).
8. EL SABADO – EL DOMINGO
En este estudio analizaremos dos días importantes que se mencionan en la Biblia: el
sábado y el domingo. En sí, es muy importante estudiar este tema, pues de su correcta
comprensión estaremos agradando a Dios con respecto a su voluntad para el cristiano.
Vamos, pues, a mirar de manera ordenada lo que la Biblia dice de cada uno de estos días y
aplicarlo para nuestra vida.
EL SABADO:
El nombre de sábado es dado en la Biblia al séptimo día de la semana, palabra que en
hebreo significa “cesar” o “reposar”.
El sábado en el Antiguo Testamento: la primera mención al sábado en la Biblia es en
Génesis 2:1-3, donde Jehová Dios lo santifica, pues es un memorial de la antigua creación,
en la cual Él reposa, pero en estos textos bíblicos no se menciona que lo haya dado como
mandamiento a Adán o a sus hijos.
Después se menciona en Éxodo 16:22-30, en relación con el maná, en el cual los
israelitas no debían de buscarlo ese día. Luego, el sábado fue incorporado a los diez
mandamientos de la Ley. Fue desde entonces que Jehová Dios lo instituyó como día de
reposo para el pueblo de Israel, con quien celebró el antiguo pacto (Éxodo 20:8-11;
Deuteronomio 5:12-15). El mandamiento incluía no encender fuego el sábado en ninguna
morada de los israelitas (Éxodo 35:3). El sábado fue un día exclusivo entre Jehová e Israel,
pues es señal de su pacto con ellos (Éxodo 31:13). Por eso, los profetas recalcaron esto
(Ezequiel 20:12).
El sábado en el Nuevo Testamento: el día sábado aparece 51 veces en los evangelios, en
relación con Cristo, sus discípulos y los judíos, en la dispensación de la Ley (Lucas 4:16;
23:56…). En el libro de Hechos de los apóstoles aparece 9 veces con relación a los judíos y
la sinagoga (Hechos 13:14…). En las epístolas de Pablo solo se menciona en Colosenses
2:16, donde el apóstol aclara que nadie nos va a juzgar por no observar ese día. En Hebreos
4.4, se menciona en relación con el descanso de Dios; en Hebreos 4:9, aparece la palabra
“sabatismo”, en relación con el reposo espiritual del pueblo de Dios, pero no como un día.
EL DOMINGO:
El día domingo es conocido en la Biblia como el primer día de la semana, o el día
después del sábado. La palabra española “domingo” proviene del latín diez dominicus, día
del Señor, palabra que aparece en Apocalipsis 1:10, donde en griego aparece como kuriake
heméra (día del Señor).
En el Antiguo Testamento el primer día de la semana solo se menciona en relación a la
fiesta de las semanas, la cual se llama Pentecostés en el Nuevo Testamento. Esta fiesta se
celebraba un día domingo (Levítico 23:15-21).
En el Nuevo Testamento, el día domingo está primeramente relacionado con la
resurrección del Señor Jesucristo, pues él resucito ese día (Juan 20:1). En la tarde del
domingo que resucitó, el Señor se les apareció a los discípulos que iban a Emaús,
desapareciendo de su vista al partir el pan (Lucas 24:13-35). Esa misma noche (domingo)
Cristo se aparece a sus discípulos que estaban reunidos (Juan 20:19). A los ocho días, el
próximo domingo a su resurrección, Cristo nuevamente se aparece a sus discípulos (Juan
20:26).
En el Pentecostés del año 33 d.C., un día domingo, descendió el Espíritu Santo para
llenar a los cristianos reunidos en Jerusalén. Por la predicación de Pedro y los demás
apóstoles, 3000 personas se añaden a la naciente iglesia (Hechos 2). Encontramos en
Hechos 20:7 que los cristianos del primer siglo se reunían el primer día de la semana para
partir el pan (celebrar la Cena del Señor) y recibir una enseñanza. En base a ello, los
cristianos reciben la instrucción apostólica de ofrendar cada día domingo, según haya
prosperado el creyente (1 Corintios 16:1-2).
Ahora bien, sin ser dogmáticos en esto, creemos que el día del Señor mencionado en
Apocalipsis 1:10, se refiere al domingo, en el cual el apóstol Juan estaba “en espíritu”, o
sea, dedicado a meditar en las cosas espirituales.
Debemos aclarar que el sábado no es obligatorio para los cristianos, fue un día dado por
Dios como señal de su pacto al pueblo de Israel. En ninguna parte aparece en el Nuevo
Testamento regulado como día de reposo para la iglesia. Por su parte, el domingo no es el
día de reposo de los cristianos, tampoco es el remplazo del sábado. Mientras que el sábado
es el día del hombre (Marcos 2:27), el domingo (como su nombre lo indica) es el día del
Señor, donde los cristianos no reposamos, sino que lo dedicamos a recordar al Señor en su
muerte (partir el pan) y nos reunimos para estudiar las Escrituras (Hechos 20:7).
9. LA LEY DE MOISES - EL ISRAELITA
En este estudio miraremos dos temas importantes, intrínsecamente relacionados el uno con
el otro: la ley de Moisés y el israelita. Miraremos la columna de la izquierda (de la ley),
luego de la derecha (el israelita):
LA LEY DE MOISES:
Promulgación: La Ley fue dada por Jehová Dios a los israelitas en el monte Sinaí, por
medio de Moisés (Malaquías 4.4). Toda la Ley está conformada por los Diez
Mandamientos, escritos en tablas de piedra, y por el libro de la ley. La división de “ley
moral” y “ley ceremonial”, no existe en la Biblia. La Ley forma una unidad (Deuteronomio
4:8; 9:9-10; 31:24-36).
Características de la Ley: la Ley es santa y el mandamiento santo, justo y bueno
(Romanos 7:12). La Ley es espiritual, pues Dios establecía con su pueblo una relación
espiritual con su pueblo (Romanos 7:14). Gracias a la Ley, el israelita conocía lo que era el
pecado; (Romanos 3:20). Porque la Ley fue añadida a causa de las transgresiones (Gálatas
3:19). Sirviendo de “ayo” (guía de niños) para llevar al judío a Cristo (Gálatas 3:24-25).
Lo negativo de la ley para el hombre: la Ley no es de la fe (Gálatas 3:12). La Ley es
débil por causa de la carne, la naturaleza pecaminosa del ser humano, a la cual la Ley no la
regenera (Romanos 8:3). Por eso, el poder del pecado es la Ley; incluso los Diez
Mandamientos son el “ministerio de muerte y condenación” (2 Corintios 3:7-9). La Ley
nada perfeccionó (Hebreos 7:19); porque por las obras de la Ley nadie será justificado
(Romanos 3:20; Gálatas 2:16). La Ley solo tenía las sombra de los bienes venideros
(Hebreos 10:1; Colosenses 2:16-17).
EL ISRAELITA:
Raza escogida: el israelita es descendiente de los patriarcas según la carne (Romanos
9:5). Es miembro del pueblo terrenal de Dios, pues recibió Canaán como su herencia
(Deuteronomio 34:4). Debe ser circuncidado, en memoria del pacto de Dios con Abraham
(Efesios 2:11); pero el sábado es señal entre Jehová y el israelita, por el antiguo pacto
(Éxodo 31:13).
La Ley: el israelita está bajo el antiguo pacto; y al ser circuncidado está obligado a
guardar toda la Ley (Gálatas 4:23-24; 5:3). Puesto que está bajo la Ley, ésta se le aplica
(Romanos 3:19). De su cumplimiento de la Ley depende la vida y la bendición de Dios
(Levítico 18:5; Deuteronomio 30:16).
Infracción de la Ley: el israelita o judío, si peca, por la Ley será juzgado (Romanos
2:12). Puesto que depende de las obras de la Ley, si no obedece está bajo maldición
(Gálatas 3:10). Porque cualquiera que guarde toda Ley pero ofende en un punto, se hace
culpable de toda la Ley (Santiago 2:10). Tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia,
es decir, al conocimiento pleno (Romanos 10:2).
10. CRISTO – LOS CRISTIANOS
Así como la Ley y el israelita estaban unidos, Cristo y los cristianos estamos unidos. Es
muy importante conocer Cristo, su persona y su obra, de esta manera sabremos cuál es
nuestra relación con nuestro amado Señor y la posición tan maravillosa que él en su gracia
le ha placido compartir con nosotros. Miraremos primero a Cristo, luego los cristianos.
CRISTO:
La Ley: el Señor Jesucristo nació de una mujer judía, por lo tanto en su humanidad
estuvo bajo la Ley, pues a los ocho días de nacido fue circuncidado (Lucas 2:21; Gálatas
4:4). Cristo no vino abrogar la Ley sino a cumplirla, palabra que en griego es pleroma, la
cual significa “darle su plenitud”, que es magnificarla (Mateo 5:17; Isaías 42:21). Cristo es
el fin de la Ley, esto significa que es su cumplimiento (Romanos 10:4). Por eso, para Cristo
la Ley de Dios era su delicia, pues fue el único ser humano que la cumplió a perfección, no
incurriendo en ningún pecado (Salmo 119:77; Juan 8:46).
Su sacrificio: el Señor Jesucristo fue hecho pecado por nosotros; padeciendo una sola
vez por causa de los injustos (2 Corintios 5:21; 1 Pedro 3:18). Con ese sacrificio perfecto
nos redimió (nos liberó) de la maldición de la Ley (Gálatas 3:13). Porque con una sola
ofrenda hizo para siempre perfectos a los santificados (Hebreos 10:13).
Su obra actual: después de su resurrección y ascensión al cielo, el Señor está a la
derecha de Dios en el cielo (Hebreos 1:3; 10:12). Nos ayuda e intercede por nosotros como
nuestro abogado y sumo sacerdote, ante Dios el Padre (Hebreos 2:17-18; 1 Juan 2:1). Ahora
está preparando lugar para nosotros en la casa del Padre, y pronto regresará para tomarnos y
llevarnos junto a él, para morar juntos por la eternidad (Juan 14:2-3; Hebreos 9:28).
LOS CRISTIANOS:
Posición: los cristianos somos hijos de Dios por la fe en Cristo (Gálatas 3:24). En Cristo
somos nueva creación, pues hemos sido engendrados (o regenerados) por el Espíritu Santo
(2 Corintios 5:17; Juan 1:12-13; 3:5-6). Somos ciudadanos de los cielos (no de la tierra),
con una herencia celestial (Filipenses 3:20; 1 Pedro 1:4). Estando nuestra vida escondida
con Cristo en Dios, perteneciendo a él (Colosenses 3:3).
Salvación por gracia: nuestra salvación es por gracia, sin las obras de la Ley (Efesios
2.8). Nosotros no hemos elegido al Señor, sino que él nos ha elegido (Juan 15:16). Dios el
Padre nos atrajo y nos ha llevado a Cristo (Juan 6:37, 65). Por eso, Dios ha comenzado la
buena obra en nosotros, el cual la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Filipenses 1:6).
Porque Dios produce tanto el querer como el hacer por su buena voluntad (Filipenses 2:13).
Siendo Dios poderoso para guardarnos sin caída y presentarnos sin mancha delante de su
presencia (Judas 24).
Seguridad de la salvación: ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,
cuya vida está en Cristo (Romanos 8:1). Pues con una sola ofrenda hizo para siempre
perfectos a los santificados (Hebreos 10:14). Como ovejas del Señor, no pereceremos
jamás, y nadie podrá arrebatarnos de las manos de Jesús (Juan 10:22-31). Por eso, si
pecamos o fallamos, el Padre nos castiga como a sus hijos, pero no nos condena con el
mundo (1 Corintios 11:32).
La Ley de Cristo: los cristianos somos guiados por el Espíritu Santo (Romanos 8:14). Si
somos guiados por el Espíritu, no estamos bajo la Ley (Gálatas 5:18). Ahora estamos libres
de la Ley, bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el viejo régimen de la letra
(Romanos 7:6; 2 Corintios 3:6). Claro que no estamos sin ley de Dios, pues estamos bajo la
Ley de Cristo, la cual es diferente a la Ley de Moisés (1 Corintios 9:21). La Ley de Cristo
es motivada por el amor de Dios, dado por su Espíritu Santo, el cual hace que obedezcamos
la Palabra y los mandamientos del Señor (Romanos 5:5; Juan 14:21-26; Gálatas 6:2; 1 Juan
3:11, 23; Romanos 13:8-10). Esta es la Ley del Espíritu o la Ley de la libertad, distinta a la
Ley mosaica (Romanos 8:2; Santiago 2:12; 2 Corintios 3:17).
La Ley de Moisés: los cristianos no estamos bajo la Ley sino bajo la gracia; porque la
Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de
Jesucristo (Juan 1:17). De allí que los cristianos hemos muerto a la Ley, pues ahora somos
de Cristo, estando libres de la Ley (Romanos 7:4, 6). Sin embargo, por la fe no abolimos la
Ley, sino que le damos su “verdadero lugar”, como traduce la Biblia Latinoamérica
(Romanos 3:31).
GLOSARIO
La presente lista de palabras y su correspondiente significado está relacionada con este
estudio. No es una lista exhaustiva, solo contiene unas pocas palabras que necesitan ser
explicadas. Otras palabras han sido explicadas dentro del estudio. Recomendamos el uso de
un Diccionario Bíblico para buscar el significado más amplio de estos términos, o de
alguno de ellos que no aparece en este breve glosario.
Anticristo: personaje diabólico que dirigirá el poder religioso en la Septuaginta semana de
Daniel (la Gran Tribulación). Es llamado en el libro de Apocalipsis el “falso profeta”,
compañero del líder político europeo, llamado allí mismo la “Bestia” (2 Tesalonicenses
2:8-9; 1 Juan 2:18; Apocalipsis 19:20).
Arrebatamiento: evento donde el Señor vendrá en las nubes para arrebatar al cielo a los
cristianos, donde los muertos en Cristo resucitarán primero, y los vivos seremos
transformados. Ocurrirá antes de la Gran Tribulación, pues el Señor prometió librarnos de
la ira venidera, la cual se expresará en los juicios de Dios a la tierra descritos en
Apocalipsis (1 Tesalonicenses 1: 10; 4:13-18).
Bestia: dirigente político europeo del futuro Imperio romano resurgido. Gobierna en
compañía del falso profeta, siendo arrojados vivos al lago de fuego por Cristo en su venida
(Apocalipsis 19:20). Existe una confusión entre la Bestia y el Anticristo, pues se cree
comúnmente que el Anticristo es el líder político de la Gran Tribulación. Pero si miramos la
descripción de 2 Tesalonicenses 2:9, dice que realiza “señales y prodigios mentirosos” con
gran poder. Esto no lo realiza la Bestia según Apocalipsis 13:1-10. Encontramos en
Apocalipsis 13:11-18. Quien realiza esto es la bestia con forma de cordero y dos cuernos
(imitación de Cristo), la cual hace incluso descender fuego del cielo. Entonces, la Bestia es
el líder político y el falso profeta es el Anticristo.
Catolicismo: sistema religioso cuyo centro está en el Vaticano (Roma), dirigido por el papa
romano. Se define como la Iglesia Católica Romana, mezcla de paganismo (la idolatría), el
judaísmo (sistema de culto y sacerdocio) y elementos del cristianismo.
Circuncisión: operación del corte del prepucio de los varones israelitas o judíos. Fue
ordenada por Jehová Dios como señal del pacto de Él con su siervo Abraham, para toda su
descendencia (Génesis 17). Cristo, al ser un varón judío, fue circuncidado al octavo día de
haber nacido, según lo proscribía la Ley de Moisés (Levítico 12:3; Lucas 2:21). El cristiano
al no estar bajo la Ley mosaica, no está obligado a esto, pues ahora la circuncisión para
nosotros es espiritual (Colosenses 2:11).
Dispensación: esta palabra aparece en el Nuevo Testamento griego original como
oikonomía, la cual literalmente se refiere a la “administración de una casa”. Una
dispensación es una administración donde Dios le asigna al ser humano una determinada
época (tiempo), con distinta regulación (ley, gracia…) y respectiva promesa (herencia
terrenal, celestial, real…). Según los eruditos dispensacionalistas, en la Biblia encontramos
siete dispensaciones: inocencia, conciencia, gobierno, promesa, ley, gracia y reino.
Actualmente estamos en la dispensación de la gracia (Efesios 3:9); luego de ésta, seguirá la
dispensación del reino (Efesios 1:10).
Gentiles: la palabra gentil se refiere a una persona de alguna nación distinta a Israel, o sea,
que no es judío; por lo tanto es llamado también “incircunciso” (Gálatas 2:7-8). Cuando un
gentil se convertía al judaísmo, tenía que circuncidarse y se le llamaba “prosélito” (Hechos
13:46). Cuando un gentil (como el caso de muchos de nosotros) nos convertimos a Cristo,
somos cristianos, hijos de Dios (Gálatas 3:28).
Gracia: esta palabra en el griego del nuevo Testamento es kjáris, la cual designa la bondad
de Dios por los seres humanos perdidos y pecadores, sin que la merezcamos por algo bueno
que haya en nosotros, o por algún bien que podríamos haber hecho. La gracia de Dios se
demuestra en la salvación que nos ofrece (gratuitamente y sin que la merezcamos) por el
sacrificio redentor de Cristo. Claro que para obtener la gracia de Dios se necesita de fe, para
creer en Cristo (Efesios 1:4-9).
Gran Babilonia: aparece en Apocalipsis como una ciudad, la ciudad de los siete montes, la
cual se refiere a Roma (Apocalipsis 17:9). Es llamada la “gran ramera”, no por ser solo una
ciudad física, sino también por ser el centro espiritual mundano e idolátrico. Actualmente
es centro del catolicismo romano, con el papa como jefe supremo; después del
arrebatamiento de la iglesia, el Vaticano se transformará en la Gran Babilonia, y el último
papa será el Anticristo o Falso Profeta (Apocalipsis 17-18).
Gran Tribulación: periodo de siete años (la última semana de la profecía de Daniel 9:27).
Se inicia al momento de ser arrebatada la iglesia por Cristo y llevada al cielo. En ese tiempo
surge la Bestia, el emperador europeo, quien junto al Anticristo (el falso Profeta),
gobernarán el mundo. En ese tiempo se ordena marcar a la gente con la “marca de la bestia”
(666); se persigue a los santos y los judíos que no aceptan al Anticristo; y Dios derrama sus
juicios sobre la tierra, representados en las trompetas y las copas de la ira (Apocalipsis 618).
Milenio: periodo literal de mil años. Se inicia cuando Cristo regresa con sus santos (su
Segunda Venida), aplastando a sus enemigos en la batalla de Armagedón (Apocalipsis
19:11-21). Cristo y sus santos gobernarán la tierra durante mil años, de manera justa y bajo
mucha bendición (Apocalipsis 20:1-10). Es la última dispensación, la del reino (Efesios
1:10).
Pacto: es un trato o convenio sagrado que Dios celebra con sus siervos. Encontramos en la
Biblia solo cinco pactos que Dios ha realizado: con Noé, con Abraham, con Israel, con
David y el Nuevo Pacto. Este último fue inaugurado por Cristo en su muerte, el cual se
celebrará con el pueblo de Israel en su segunda venida, en el Milenio (Lucas 22:20;
Jeremías 31:31-34). Aunque Dios ni Cristo han celebrado algún pacto en especial con la
iglesia (pues la vocación de ella es celestial), los cristianos en cierta manera estamos
relacionados con el nuevo pacto, por eso somos ministros competentes de este nuevo pacto
(2 Corintios 3:6).
Paganismo: es el sistema religioso de las naciones del mundo, siendo su principal
característica la adoración de ídolos (dioses falsos), detrás de los cuales están los demonios.
(1 Corintios 10:19-20). El paganismo se introdujo en el catolicismo (romano y ortodoxo),
por la adoración de imágenes. El paganismo es un sistema religioso o espiritual, pero está
compuesto de varias religiones (hinduismo, budismo, islamismo, animismo…). Todas
tienen en común que no aceptan al Dios Verdadero revelado en la Biblia, ni al Señor
Jesucristo como el único y suficiente Salvador (Juan 17:3).
Patriarcas: se refiere en espacial a Abraham, Isaac y Jacob, los cuales son los padres de los
israelitas. Patriarca se refiere a un padre o gran padre de una descendencia o nación (Éxodo
3:6).
Parábola: es una narración de sentido alegórico, pero que enseña una verdad. Las
parábolas fueron muy utilizadas por el Señor Jesús para transmitir su enseñanza (Mateo
13:34-35).
Pentecostés: Esta palabra significa “quincuagésimo” (cincuenta días después). Así se llegó
a llamar a la fiesta de las Semanas, contando siete semanas (49 días) a partir de la ofrenda
mecida (que se la mecía un primer día de la semana, representando la resurrección de
Cristo). Al día 50, se celebraba la fiesta (un domingo). Esta fiesta representaba el
nacimiento de la iglesia (Levítico 23:15-22; Hechos 2:1-13).
Protestantismo: es el movimiento surgido de la Reforma del siglo XVI, iniciada por
Martín Lutero (en 1517). De este movimiento surgieron los protestantes (luteranos,
calvinistas y anglicanos). Aunque conservan muchos elementos católicos en algunas
doctrinas (como el bautismo de bebes) y culto litúrgico muy elaborado, cabe señalar que en
temas de la salvación, han regresado a la fuente bíblica.
Septuaginta (semana): esta palabra significa setenta. Se refiere aquí a los siete años que
comprenderá la Gran Tribulación profetizada por el Señor Jesucristo (Mateo 24:21) y
descrita en Apocalipsis. Las 69 semanas anteriores tienen su cumplimiento desde la orden
dada por Ciro para restaurar a Jerusalén, en el año 444 a.C., hasta la muerte del Señor (año
33). Queda una última semana de años (siete años), la cual tendrá su cumplimiento en la
Gran Tribulación (Daniel 9:20-27).
BIBLIOGRAFIA
- Apocalipsis, H. Rossier (Ediciones Bíblicas).
- Desde la Eternidad hasta la Eternidad, H. Medena (Librería Evangélica).
- Diccionario expositivo VINE, W. E. Vine (Caribe).
- El Horario de Dios, D. B. Long (Publicaciones Cotidianas).
- El Porvenir, H. L. Heijkoop (Ediciones Bíblicas).
- Escatología II, F. Lacueva (Clie).
- Las Parábolas, G. André (Ediciones Bíblicas).
- Las Siete Fiestas de Jehová, G. André (Ediciones Bíblicas).
- Lo Básico de la Profecía Bíblica, J. R. Ecob (Herald of Cope Inc).
- Nueva Biblia de Estudio Scofield, C. I. Scofield (Publicaciones Holman).
- Panorama Bíblico, GBV (Ediciones Bíblicas).
- Una Visión Panorámica de la Biblia, J. Taylor (Editorial Luz).
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