Uploaded by rojasjesus465

Trabajo Grupal Cánceres en la Mujer

advertisement
UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL
FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS
ROTACIÓN DE GINECO-OBSTETRICIA
CÁNCERES EN LA MUJER
INTEGRANTES:
JENNY ROSARIO AMPUÑO QUIMI
KAROLYS YULADY ROSARIO PASTRANO
LAYLA MICHELLE CAJAPE TORO
DOCENTE:
DR. RAMÓN VARGAS
INTEGRANTE:
JENNY AMPUÑO QUIMI
TEMA:
CÁNCERES EN LA MUJER
Cáncer de Mama (Diferentes presentaciones, identificación, estudios
complementarios, tratamientos posibles).
Cáncer de Mama
Es la neoplasia más frecuente que se puede encontrar en la mujer. Producto de una proliferación
descontrolada y acelerada de las células del epitelio glandular mamario, que en caso de diseminarse
a otras partes del cuerpo ocasiona una metástasis; esto ocurre por vía hematógena o linfática. Por
lo general, la patología se manifiesta en personas mayores de 50 años. A nivel mundial su
porcentaje de predominancia es del 25%, con una representación de casos nuevos al año de 1,7
millones. En Ecuador, esta enfermedad tiene un 27% de presentación. (1)
Factores Predisponentes
Si bien estos aumentan las probabilidades de su incidencia, esto no quiere decir que tenerlos lo van
a provocar. En ciertas ocasiones, hay pacientes que están expuestos a estos factores; pero no
desarrollan la patología. A su vez, también existen situaciones donde no los manifiestan, y la
enfermedad se presenta. Entre estos encontramos: (2)
Biológicos

Ser mujer.

Tener más de 50 años.

Antecedentes familiares de cáncer de mama, por lo general, de primer grado de
consanguinidad.

Mutaciones genéticas, gen BRCA1 o el BRCA2.

Aumento de la densidad mamaria al observarse en mamografía.
Reproductivos

Nuligesta.

No dar de lactar.

Empleo de ACO (anticonceptivos orales), cuyo riesgo se va elevado en relación al tiempo
de uso.

Aplicar terapia hormonal posmenopáusica (estrógenos más progestágenos).
Asociados al tratamiento de enfermedades previas

Exposición a radiación.
Relacionados con el estilo de vida

La dieta.

Consumo de tabaco y alcohol.
Diferentes presentaciones
Dependiendo si es invasivo (diseminación) o no (se queda en la mama), y en relación con la
membrana basal, tenemos dos tipos de presentaciones. (2)

Carcinoma ductal. Se presenta en el 70 al 80% de los cuadros e inicia en los conductos de
la mama, es tratable si se detecta con tiempo. Por lo regular manifiesta lesiones que
demoran en invadir los tejidos adyacentes, se clasifica en:

–
Carcinoma ductal in situ (CDIS). No pasa del conducto glandular mamario.
–
Carcinoma ductal invasivo o infiltrante. Invade el resto de los tejidos del cuerpo.
Carcinoma lobulillar invasivo. Se presenta en el 5 y 10% cuadros e inicia en los lóbulos
mamarios. A diferencia del no invasivo, este puede permanecer en el sitio o ir a otras partes
del cuerpo.
Otros tipos de cánceres menos comunes son:

Carcinoma inflamatorio (tasa de supervivencia baja). De acuerdo al cuadro clínico en que
se encuentre, este se presenta en el 1 al 5%, por lo general es agresivo y se logra confundir
con una infección.

Enfermedad de Paget. No se manifiesta con regularidad y puede diseminarse como no a
otros sitios de la anatomía humana.

Angiosarcoma del seno. Se logra extender rápidamente y se encuentra en pacientes con
antecedentes previos de exposición a tratamientos con radiación. Aunque si se encuentra
en el cuerpo, es probable que sea halle años después.

Tumores filodes. La gran parte de los cuadros son de categoría benigna, pero 1 de cada 4
que se encuentren tienen riesgo de malignidad.

Medular, tubular, papilar y metaplásico.
Identificación
Cada persona tendrá síntomas distintos, por lo que se debe ser minucioso al examen físico para
detectarlo. Estos son: (1) (3)

A nivel de la axila o mama se observará un bulto. Es importante percatarse que los bordes
no sean irregulares y dolorosos.

Aumento de la densidad mamaria y cambios en el pezón, observar si existe hundimiento,
irritación o enrojecimiento.

Secreción a través del pezón, este puede ser verdoso o claro amarillento, al punto de lucir
como pus.
Por último, en el caso de una mujer embarazada, este se manifiesta en el trascurso del mismo o en
la lactancia. Aunque su incidencia es baja y los nódulos o masas no se observa en la mama por la
densidad que esta presenta, pero si logra hallarse y permanece en el sitio se debe sospechar. (4)
Estudios complementarios
La evaluación dependerá de criterios clínicos, de imagen y mediante la biopsia del tejido. A esto
se le debe sumar lo siguiente como método de apoyo o confirmación diagnóstica: (5)

Mamografía. Es la más aplicada en las etapas iniciales del cáncer, y en situaciones se usa
para evaluar la presencia de nódulos cuando son pequeños o no se logran sentir a la
palpación. Aunque en mujeres jóvenes esta tiene baja sensibilidad y se recomienda el
empleo de la ecografía.

Ecografía. Empleado en mujeres jóvenes por la baja sensibilidad de la mamografía. Esta
prueba ayudará a evaluar los bultos mamarios tanto en consistencia como en tamaño. Su
aplicativo en las embarazada es de buen pronóstico.

RM. Es útil en pacientes con una gran densidad mamaria, mutación del gen BRCA I o II e
inclusive en mujeres con prótesis de silicona.

Biopsia de tejido. Es la prueba de confirmación diagnóstica, la cual se obtiene a partir de
la extracción de una muestra del tejido de sospecha palpando directamente o con apoyo
ecográfico guiado, a través de PAAF o BAG. Posteriormente se analiza en el microscopio
y en base a las características celulares que se visualicen se logra denominarlos como
maligno o benigno. En ciertas situaciones, se marcan con una aguja guiada o se extrae la
muestra en el quirófano.
Pruebas que valoran su diseminación en otros órganos tras confirmación en la biopsia
Las siguientes pruebas se utilizan en estadios II en adelante:

Rx. de Tórax. Emplear antes de entrar a quirófano y para confirmar que no exista una
afectación en el pulmón por el tumor.

Ecografía abdominal.

Gammagrafía ósea. Explorar aumento de la densidad y extensión a huesos.

TC. Valorar metástasis.

PET. También valora la extensión a órganos o tejidos adyacentes, y se puede utilizar como
reemplazo a las dos pruebas anteriormente mencionadas.
Tratamientos posibles
La terapéutica debe aplicarse en base a la estadía en que se encuentre el tumor, tenemos las
siguientes pruebas:

Locales.
–
Cirugía. Ambas son definitivas.

Conservadora. Se extrae el tumor con una cantidad pequeña de tejido.

Mastectomía. Se extrae la mama por completo o sirve para reconstrucción
de la misma, siendo esta inmediata (en el quirófano) o diferida (luego del
TTO).
–

Radiación.

TTO ayudante. Eliminar residuos celulares.

TTO paliativo. Aliviar síntomas, como el dolor.
Sistémicos.

Quimioterapia. Eliminar o disminuir la replicación celular anormal.

Hormonoterapia. Útil para bloquear la acción hormonal e impedir el crecimiento
tumoral. Tenemos:

Moduladores selectivos de los receptores de estrógenos (SERM). Impide
que el estrógeno se pegue a las células de la mama.

Degradadores selectivos de los receptores de estrógenos (SERD). Actúa en
los receptores de estrógenos, impidiendo su unión a las células mamarias.


Análogos de la hormona liberadora de gonadotropina.

Inhibidores de la aromatasa.
Terapia dirigía. Se aplica para un grupo celular característico, como son las células
tumorales. Encontramos:



Anticuerpos monoclonales.

Trastuzumab.

Pertuzumab.

Bevacizumab.
Anticuerpos conjugados.

TDM-1.

Trastuzumab deruxtecan.

Sacituzumab govitecán.
Inhibidores de ciclinas dependientes de Kinasas.

Ribociclib.

Palbociclib.

Bemaciclib
Este grupo de fármacos se debe aplicar en conjunto con la hormonoterapia.



Inhibidor del ciclo de la PI3K.-AKT-mTOR.

Everolimus (inhibidor mTOR).

Alpelisib (inhibidor Pi3K).
Inhibidor de PARP.
Inmunoterapia.

Pembrolizumab (neoadyuvante y enfermedad avanzada).
INTEGRANTE:
KAROLYS ROSARIO PASTRANO
TEMA:
CÁNCERES EN LA MUJER
Cáncer de Cuello Uterino (Lesiones intraepiteliales de bajo y alto grado,
propagación y metástasis, asociación a HPV,
diagnóstico, tratamiento y prevención).
Cáncer de Cuello Uterino
Tiene gran relevancia en el mundo, por tal razón, se considera como un problema de salud en países
que están en desarrollo. A su vez, se conoce como la segunda causa que provoca la muerte en las
mujeres, con edades comprendidas entre los 35 a 64 años. Su desarrollo es de curso lento y
originalmente empieza en forma de displasia hasta avanzar a estadios más letales que provocan la
muerte. (6)
Lesiones intraepiteliales de bajo y alto grado
Las células cancerígenas pasan por una serie de procesos antes de volverse anormales y
perjudiciales para la economía humana. Estas por lo general se llaman displasias y se catalogan de
la siguiente manera: (7)

Lesión intraepitelial de bajo grado (L-SIL). Es una displasia leve que se debe a lesiones
ocasionadas por el VPH, que tiende a desaparecer de manera esporádica sin TTO alguno,
aunque en determinadas situaciones estas se convierten en cancerígenas y se propagan a
tejidos circundantes; hasta formar lesiones de alto grado.

Lesión intraepitelial de alto grado (H-SIL). Es una displasia moderada que evoluciona
hasta la gravedad. Suele ser una variante de la L-SIL o provocada por una lesión crónica
por el VPH. A diferencia de la anterior, esta debe recibir tratamiento oportuno, porque si es
verdad que no se vuelve cancerígena de inmediato; con el pasar de meses o años si lo hace.
A tal grado que se propaga a los tejidos cercarnos provocando una metástasis.
Propagación y metástasis
El cérvix tiene dos partes principales, que son el endocérvix y el ectocérvix. Por lo general, gran
parte de los cánceres se consolidan en está área. Logrando obtener dos variantes, y son las
siguientes:

Carcinoma de células escamosas (80 a 85%).

Adenocarcinoma (10 a 15%)
En lo que respecta a la propagación de ambas, se produce de manera directa a los tejidos cercanos
o por vía linfática a ganglios pélvicos o paraaórticos. Se habla de una posibilidad a través de la
sangre aunque es rara. Sin duda, esto describe su extensión a otras partes del organismo, aunque
para ello se debe emplear el sistema de estadificación FIGO. Posteriormente, si estas células
anormales no se detectan a tiempo y no se tratan de igual manera; pueden extenderse
profundamente en el cérvix, órganos o tejidos, tomando el nombre de cáncer cervical o cuello
uterino invasivo. (7) (8)
Asociación a HPV
El principal factor de riesgo que se debe considerar es el VPH, el cual esta implicado y se considera
como el más importante de su génesis. Por lo regular, este virus es muy común y toda persona que
tenga una vida sexualmente activa tiene la probabilidad de adquirirlo. Si bien, tiene algunas
variantes de alto o bajo grado de impacto para el ser humano. Son las de algo grado,
específicamente la 16 y 18 los que se involucran en un 99% con el cáncer de cérvix. (9)
Este virus tiene la siguiente manera de contagio:

Infecta el epitelio de la capa basal.

Posteriormente, explota al punto de proliferar y diferenciarse a queratinocitos.

Finalmente, termina el ciclo viral.
Ahora bien, si existe la infección por VPH, se necesita de ciertas consideraciones:

Reiteradas infecciones por variantes de alto riesgo de VPH.

Presencia de ITS en conjunto con VPH.

Tabaquismo.

Uso de métodos anticonceptivos (píldora).

Antecedentes familiares de cáncer de riñón, vagina, del tracto urinario o vulva.
Por consiguiente, no tener estos factores no significa que las probabilidades de adquirirlo no existan.
Diagnóstico
Estará determinado por lo siguiente: (7)
A más del interrogatorio, se deberá examinar el cérvix y vagina, comprobando anormalidades. Se
debe determinar y sospechar lo siguiente:

Existencia de un sangrado leve o manchas de sangre.

Abundante sangrado que es prolongado.

Dispareunia.

Aumento de la secreción vaginal

Luego de la menopausia existe pérdida de sangre.

Dolor continuo de espalda o pélvico.
Posterior a esta valoración clínica, se realiza las siguientes pruebas en conjunto:

Papanicolaou (citología cervical). Es un método de diagnóstico precoz y sirve para
identificar la anormalidad celular.

Prueba de VPH. Se torna en base a los criterios mencionados a continuación:
–
Detección del ADN.
–
Detección del ARN.
–
Detección de marcadores celulares. Esta prueba junto al Pap disminuye las
probabilidades de falsos positivos.

Colposcopia. Este permite observar el cérvix de manera detallada y se emplea luego de la
biopsia, por lo regular, para descartar la sospecha de cáncer.

Biopsia de cono. Determina el grado, bien sea maligno o benigno, a partir de una muestra
de células anormales de un tejido.
Las pruebas anteriores ayudan en la determinación diagnostica. Sin embargo, se debe precisar de
otras pruebas para comprobar si existe o no grado de extensión, más que nada en aquellos casos de
malignidad. (10)

Rx. Valora la presencia de metástasis a nivel pulmonar.

TC, RM y la PET. Sirven para verificar la extensión en casos de una propagación del cáncer
y valorar si hay ganglios afectados.
Tratamiento
Al establecer la terapéutica esta deberá ser en base al estadio, tamaño, localización y condición
del paciente. Entre estas tenemos: (7) (11)

Cirugía. Consiste en la extirpación de las células anormales que provocan una displasia
de alto grado. Es importante tener en cuenta que también se pueden extirpar algunos
ganglios linfáticos a nivel de la pelvis en su realización para estudio.

–
Conización.
–
Histerectomía.
–
Traquelectomía.
Quimiorradioterapia. Es el empleo combinado de quimioterapia y radioterapia (externa o
interna).

Quimioterapia. Se usa para estadios avanzados de la enfermedad y como TTO paliativo por
metástasis.

Radioterapia.

Terapias dirigidas. Esencialmente más que nada para bloquear los canales celulares de
señalización e impedir el crecimiento tumoral. Esta utiliza los siguientes medicamentos.
–
Cisplatino.
–
Carboplatino.
En lo que respecta al embarazo, la terapéutica esta ligada al estadio y fase de gestación en la que
se encuentre. Para determinar este estadio se hace una biopsia e IRM. Aunque en ocasiones el
tratamiento se retrasa hasta luego del parto.

In situ en estadio 0. No necesita TTO en esta fase. Pero el empleo de la colposcopia se
determina para ver si existe una invasión.

Estadio l. Se puede posponer hasta el segundo trimestre o después del parto. Las medidas a
tomar son:
–
Conización.
–
Traquelectomía radical.
No olvidar examinar a la paciente, más que nada por una diseminación linfática.

Estadios II, III y IV durante el embarazo
–
Quimioterapia. Para reducir el tumor y luego aplicar una cirugía o radioterapia.
–
Radioterapia más quimioterapia. Importante valorar riesgos beneficios y problemas
de malformación. Por lo general, se espera a que termine el embarazo.
Prevención
Actualmente, gran parte de las mujeres que son positivo frente a esta patología, nunca se han
realizado rutinas de control. Estas se basan en: (12)

Prueba de Papanicolaou. Es una prueba que no requiere mucho esfuerzo para su realización,
es rápida y sencilla de efectuar. Aunque no que olvidar que es una prueba de detección
precoz y no actúa como un método de diagnóstico. Esto debido a las limitantes de la misma
y en caso de ser positivo, se debe determinar por pruebas más específicas. Se recomienda
que toda mujer con las siguientes características debe realizársela:
–
Hacerla anualmente, más que nada, mujeres con vida sexual activa.
–
> 65 años.
–
La menopausia no excluye su realización ni mucho menos la vacunación.
Condiciones para realizar una citología:

–
Que no esté menstruando.
–
Tres días antes de la prueba no empelar medicamentos por la vagina.
–
Evitar las duchas vaginales por lo regular 2 o 3 días antes de la misma.
–
No tener coito en 48 H previas a la citología.
–
Informar embarazo (solo si lo está).
Prueba del VPH. De gran valor si se emplea en conjunto con el Pap para evitar resultados
equívocos.

Vacunación. De gran utilidad, se aplica la vacuna nonavalente que actúa frente a los tipos
6, 11, 16, 18, 31, 33, 45, 52, 58 que son cepas frecuentes. Según el esquema del MSP, se
aplica:
–
1º dosis: Primer contacto niñas de 9 años.
–
2º dosis: Luego de 6 meses de la primera dosis (con máx. hasta los 10 años 6 meses
0 días).
Por último, dentro de las medidas también tenemos:

Uso de métodos de barrea, como los condones.

Evitar muchas parejas sexuales, tabaquismo y tener en cuenta antecedentes familiares.
INTEGRANTE:
LAYLA CAJAPE TORO
TEMA:
CÁNCERES EN LA MUJER
Otros cánceres: Endometrio, ovario y vulva (presentaciones diagnósticas y
conductas). Prevalencia en nuestro país y el mundo.
Detección precoz en su manejo.
Otros cánceres
Cáncer de Endometrio
Es la neoplasia ginecológica más frecuente en los países industrializados, que a diferencia del
cáncer cervico uterino que es de países en desarrollo. Este representa el sexto trastorno maligno
más común en todo el mundo, con unos 320,000 casos nuevos diagnosticados cada año. Su
incidencia es del 7% y la mortalidad del 4% con una edad promedio a la aparición de 62 años y de
fallecimiento a los 71 años. En Ecuador el cáncer uterino es uno de los cánceres más frecuentes en
la población femenina. Según datos de Solca, en Ecuador 20 de cada 100.000 mujeres pueden
padecer de esta enfermedad.
Entre los factores que aumentan el riesgo de cáncer endometrial de tipo I, tenemos:
– Edad. La prevalencia del cáncer de endometrio aumenta con la edad y se considera que la
mayoría de los pacientes son mujeres posmenopáusicas, pero un pequeño número de casos
(5%) puede presentarse en mujeres menores de 40 años.
– Obesidad.
– Anovulación crónica o síndrome de ovarios poliquísticos.
– Nuliparidad,
– Menopausia tardía.
– Uso de estrógenos sin oposición (es decir, sin progestágeno).
– Uso de tamoxifeno.
– HTA.
– Diabetes mellitus.
– Cáncer de mama, ovario o colon.
– Antecedente familiar de cáncer endometrial o el síndrome de Lynch.
Entre los factores de protección encontramos:
– Aquellos que aminoran la exposición a los estrógenos por toda la vida, como las píldoras
anticonceptivas
orales
(ACO) combinadas,
los
anticonceptivos
que contienen
progestágenos y el tratamiento de restitución hormonal combinado de estrógenos y
progestágenos.
– Paridad elevada.
– Embarazo.
– Actividad física (menos obesidad, función inmunitaria favorable y concentraciones de
hormonas endógenas)
En lo que respecta al cáncer endometrial tipo II, no hay factores de riesgo identificables para las
mujeres.
Patogenia
El cáncer de endometrio se clasifica de la siguiente manera:
– Histopatológicamente

Carcinoma endometrioide (Tipo I). Constituye el grado 1 y 2. Estos se conocen como
neoplasias dependientes de estrógenos, y es generalmente diagnosticado en las primeras
etapas. Presenta un pronóstico relativamente bueno.

Carcinoma no endometrioide (Tipo II). Constituye el grado 3. Es una neoplasia
independiente de estrógenos, que no tiene relación con la estimulación por estrógenos.
Suele ser más agresivo y presenta un peor pronóstico.
La forma de diseminación más frecuente es:
– Por extensión directa descendente al cérvix, o hacia afuera a través del miometrio y la serosa.
Se habla de una diseminación hematógena, aunque es menos común, pero a través de esta, se
provoca una metástasis a hígado, pulmones y huesos.
El tipo más frecuente de cáncer endometrial es el adenocarcinoma endometrioide (entre 75 y 80%).
Otros tipos de tumor no endometrioide incluyen los carcinomas mucinosos (5%), los de células
claras (5%), los serosos uterinos (4%) y los escamosos (1%), todos menos frecuentes, pero que
también tienden a ser más agresivos.
– Molecularmente

Cáncer
de
endometrio
“ultramutado”
(POLEmut)
10%.
Corresponden
principalmente a carcinomas de tipo endometrioide de alto grado nuclear, de
morfología heterogénea, ricos en linfocitos. Estos tumores presentan un pronóstico
muy bueno a pesar de su aspecto de alto grado histológico.

Cáncer de endometrio con baja variación en número de copias 50-60% (NSMP).
Incluye a la mayoría de los carcinomas endometrioides de grado 1 o 2. Tienen un
pronóstico intermedio o malo.

Cáncer de endometrio “hipermutado” (MMRd) 20-25%. Mutación en algunos de
los genes MMR (MLH1, MSH2, MSH6, PMS2). Estos poseen un pronóstico
intermedio.

Cáncer de endometrio con alta variación en número de copias (p53abn) 10–15%.
En esta categoría de mal pronóstico se incluyen carcinomas endometrioides de
grado 3 y carcinomas serosos.
La enfermedad se manifiesta generalmente como:
–
Sangrado genital anómalo (metrorragia): síntoma cardinal (hasta un 75-90% de los
casos).

En < 45 años valorar si tienen sangrado persistente y tiene algún factor de riesgo o han
estado sometidas a tratamiento prolongado con estrógenos sin oposición de
progestágenos.

En perimenopausia (45-55 años) estudiar a las pacientes con pérdidas intermenstruales,
menstruación frecuente (<21 días) y sobre todo si esta es abundante o prolongada (>7
días).

En postmenopausia se debe estudiar cualquier sangrado ginecológico, en un 10-20% de
los casos subyace un cáncer uterino.
–
Síntomas en edad avanzada: dolor o distensión abdominal, alteración del tránsito
gastrointestinal, clínica respiratoria y síndrome constitucional (astenia, anorexia y pérdida
significativa de peso).
–
Hallazgos sospechosos en citología vaginal en pacientes asintomáticas: presencia de
adenocarcinoma, células glandulares atípicas y células endometriales en >40-45 años.
–
Dispareunia o dolor pélvico.
Presentaciones diagnósticas y conductas
De manera más anecdótica, el cáncer puede ser asintomático y detectarse en una citología, una
exploración sistemática o también en un seguimiento de un tratamiento hormonal sustitutivo de la
menopausia. No existe en la actualidad ninguna indicación de detección precoz de masa del cáncer
de endometrio.
Los medios disponibles para una política de detección precoz (ecografía, citología cervical o
endometrial) presentan una eficacia demasiado limitada para establecer el diagnóstico de cáncer de
endometrio en una población asintomática; este cáncer suele diagnosticarse a menudo en un estadio
precoz con un buen pronóstico.
Partiendo de este punto, tenemos que el principal método de diagnóstico es:
1. La biopsia de endometrio. El diagnóstico de cáncer de endometrio se basa en una prueba
histológica que puede realizarse en una muestra de biopsia endometrial que puede
efectuarse con una cánula de Cornier o una cánula de Kovak.

La cánula de Cornier (sensibilidad del 81-99% y una especificidad del 98%) es el
dispositivo de uso único más utilizado y constituye, según los datos de la literatura,
un medio diagnóstico eficiente. Sin embargo, algunos elementos pueden alterar su
validez diagnóstica, como un grosor endometrial inferior a 5 mm o la cantidad
recogida con la cánula de Cornier, que resulta insuficiente en el 5-15% de los casos
o imposible de obtener debido a una estenosis cervical en el 8% de los casos. Por
último, se han observado falsos negativos de la cánula de Cornier en los casos donde
el tumor está localizado o si se ha desarrollado sobre un pólipo.

La cánula de Novak es un dispositivo de uso único o reutilizable, que presenta una
extremidad dentada. Su uso es mucho más limitado en esta indicación, ya que es
más traumático y por lo tanto más doloroso.
Un grosor endometrial de 4 mm o menor es índice de riesgo de cáncer en mujeres en la
posmenopausia, quienes no requieren BEM, a menos que su hemorragia persista o recurra, o que
tengan alto riesgo de cáncer. Las mujeres en la premenopausia están sujetas a un grado elevado de
variabilidad del grosor del revestimiento endometrial. Por lo tanto, la hemorragia anormal
persistente, incluso en el contexto de estudios de imagen normales, justifica un diagnóstico
histopatológico por BEM en las mujeres > 45 años de edad.
Las mujeres con alto riesgo de cáncer deben someterse a biopsia del endometrio sin importar su
edad. Si no se puede hacer una BEM adecuada por molestias de la paciente, estenosis cervical o
una muestra insuficiente de tejido, debe hacerse histeroscopia.
2. La histeroscopia. Permite dirigir la realización de las biopsias. Puede ser diagnóstica o
quirúrgica. Cuando es diagnóstica, se realiza en consulta y no requiere anestesia; además,
cuando el histeroscopio presenta un canal operador, se puede realizar una toma de muestras
bajo control visual con pinzas de biopsia dirigida. La difusión del uso de esta herramienta
debería cambiar el diagnóstico de las metrorragias posmenopáusicas. La histeroscopia
quirúrgica se realiza en el quirófano bajo anestesia general y permite la toma de muestras
dirigidas. Se recomienda la realización de una histeroscopia con biopsia dirigida. Asimismo,
la histeroscopia no parece presentar riesgos oncológicos, en particular en términos de
diseminación peritoneal.
Además, de la toma de un espécimen endometrial, el estudio inicial de una mujer con hemorragia
vaginal anormal también debe incluir una valoración de la hormona estimulante del tiroides (TSH),
de prolactina (si tiene oligomenorrea) y tal vez de la hormona foliculoestimulante (FSH) y el
estradiol (para distinguir si puede estar en la perimenopausia o posmenopausia).
Estas concentraciones también pueden someterse a seguimiento en el posoperatorio para valorar la
eficacia en el tratamiento. Asimismo debe obtenerse una prueba de Papanicolaou actualizada en
las mujeres con hemorragia anormal, si bien solo en 30 a 40% de las que presentan cáncer
endometrial se obtendrá un resultado anormal. Cuando la citología cervical muestra células
endometriales en una mujer de 40 años de edad o mayor se debe considerar una BEM para descartar
el cáncer endometrial. Los informes de citología son en particular preocupantes cuando se
encuentran células glandulares o endometriales atípicas. También debe hacerse una ultrasonografía
pélvica para buscar fibromas, adenomiosis, pólipos, hiperplasia endometrial y NIE.
Las mujeres en la posmenopausia con una banda endometrial de 4 mm o menos tienen poca
probabilidad de presentar NIE o cáncer. Sin embargo, incluso si la banda endometrial y el resto de
la ultrasonografía pélvica parecen normales, el médico aún está obligado a obtener un espécimen
endometrial a través de BEM o histeroscopia si la hemorragia persiste.
La ecografía pélvica, realizada por vía suprapúbica y posteriormente por vía endovaginal con
estudio Doppler, es la prueba de primera línea para valorar a las pacientes que presentan
metrorragias posmenopáusicas y más particularmente para explorar una patología endometrial
sospechosa. Permite un estudio completo del útero (endometrio y miometrio) y de la cavidad
pélvica.
3. La histerosonografía, es poco usada en la práctica clínica, permite estudiar la cavidad
uterina realizando una ecografía pélvica antes y después de inyectar suero fisiológico dentro
de la cavidad. Aumenta el rendimiento de la ecografía endovaginal y puede resultar útil
para diferenciar una cavidad uterina normal de una cavidad uterina patológica. Además, a
puede servir para separar a las pacientes con sangrado por atrofia endometrial de las
pacientes con una lesión endometrial que requieren una exploración y un tratamiento
endoscópico.
4. Resonancia magnética abdominopélvica, es la prueba más pertinente en la valoración
preterapéutica de un cáncer de endometrio. Permite valorar la extensión locorregional del
tumor en términos de profundidad de invasión del miometrio, la afectación del estroma del
cuello uterino, de la vagina, de la pared vesical o rectal y estudiar los anexos. Esta prueba
permite también valorar el estado ganglionar tanto pélvico como lumboaórtico. Aunque no
permite identificar la invasión mucosa superficial, que se valora mejor mediante
histeroscopia.
El tratamiento dependerá de un sistema de clasificación quirúrgica por etapas, que refleja de
manera más precisa el grado real de avance de la enfermedad, que depende de la confirmación
histopatológica de la extensión de su diseminación.
– Enfermedad en etapa I y II. HT-SOB (histerectomía total con salpingooforectomía bilateral),
Biopsia de ganglios linfáticos pélvicos y paraórticos; si es de alto riesgo radioterapia. Algo
que se agrega es que en la etapa II aparte de la radioterapia se suma o quita la quimioterapia.
– Enfermedad en etapa III y IV. HT-SOB. Biopsia de ganglios linfáticos pélvicos y
paraórticos, radioterapia más o menos quimioterapia.
– Recurrente en la pelvis. Radioterapia, progestágenos a dosis alta, quimioterapia.
– Recurrente vaginal. Recurrente vaginal.
Cáncer de Ovario
El cáncer de ovario es el tercer cáncer ginecológico más frecuente; sin embargo, es el que presenta
el peor pronóstico, siendo tres veces más letal que el cáncer de mama. Afecta a las mujeres de todas
las edades, pero es comúnmente diagnosticado entre los 55 y los 64 años. Donde menos de la mitad
de los pacientes sobreviven más de 5 años y más del 75% de las mujeres se diagnostican cuando la
enfermedad se encuentra en una etapa avanzada, siendo común el diagnóstico en estadios 3 y 4,
donde la tasa de supervivencia es de 25-30%; además, el 60% de las mujeres con cáncer de ovario
presentan enfermedad metastásica al momento del diagnóstico. Es por esta razón más que nada que
se ha denominado a esta enfermedad, el asesino silencioso, porque los síntomas se presentan en
etapas avanzadas.
En Ecuador, según SOLCA el 2,7% de todos los casos nuevos de cáncer detectados en mujeres en
el año 2018 fueron de este tipo.
Se desconoce el mecanismo que induce a su aparición, pero al igual que otros tumores malignos,
este puede producirse por alteraciones genéticas que ocasionan el crecimiento y proliferación
incontrolada de células. Por lo regular, se lo relaciona con frecuencia en la menopausia, ya que los
ovarios dejan de producir ovocitos. Sin embargo, entres los factores que se cree que pueden
aumentar el riesgo de padecer la enfermedad, tenemos:
– Edad avanzada. El cáncer de ovarios puede aparecer a cualquier edad, pero es más
frecuente en mujeres de 50 a 60 años.
– Mutaciones genéticas hereditarias. Un pequeño porcentaje de los tipos de cáncer de ovario
se debe a una mutación genética que se hereda de los padres. Los genes que se sabe que
aumentan el riesgo de sufrir cáncer de ovario se llaman «gen del cáncer de mama 1»
(BRCA1) y “gen del cáncer de mama 2” (BRCA2). Estos genes también aumentan el riesgo
de tener cáncer de mama. Se sabe que otras mutaciones genéticas, como las asociadas con
el síndrome de Lynch, aumentan el riesgo de tener cáncer de ovarios.
– Antecedentes familiares de cáncer de ovario. Las personas con uno o más familiares
cercanos con cáncer de ovario tienen un mayor riesgo de padecer esta enfermedad.
– Terapia de reemplazo hormonal con estrógeno. Especialmente si su uso es a largo plazo y
en grandes dosis.
– Edad en que comenzó la menstruación y edad en que terminó. El inicio de la menstruación
a una edad temprana o el inicio de la menopausia a una edad tardía, o ambos casos, pueden
aumentar el riesgo de cáncer de ovario.
No existe una forma de prevenir el cáncer de ovario, pero puede haber maneras de reducir el riesgo
si se consideran los factores antes mencionados y si se realizan chequeos ginecológicos anuales.
Los factores de protección son:
– Uso de ACO (5 o más años). Tienen un efecto protector contra el cáncer ovárico por la
supresión de la ovulación
– Multiparidad.
– Amamantamiento.
– Ligadura tubárica.
– Histerectomía.
Existen 3 tipos de cáncer de ovario: carcinoma epitelial, tumores de células germinales, tumores
del estroma.
– Tumores epiteliales. Se originan en la capa delgada de tejido que recubre el exterior de los
ovarios. Aproximadamente el 90% de los tipos de cáncer de ovario son tumores epiteliales.
– Tumores estromales: Se originan en el tejido ovárico que contiene células que producen
hormonas. Son infrecuentes y se suelen diagnosticar en un estadio más temprano que otros
tumores ováricos. Alrededor del 7% de los tumores ováricos son estromales.
– Tumores de células germinativas: Se originan en las células productoras de óvulos. Estos
tipos de cáncer poco frecuentes tienden a ocurrir en las mujeres más jóvenes.
Su diseminación es sobre todo por exfoliación directa de las células malignas desde la gónada.
Como resultado, los sitios de metástasis a menudo siguen la amplia vía circulatoria del líquido
peritoneal. También puede ocurrir diseminación linfática, casi siempre a los ganglios linfáticos
retroperitoneales, pélvicos y paraaórticos.
La diseminación hematógena es causa de las metástasis más raras y distantes en pulmón y cerebro.
En la enfermedad avanzada la diseminación intraperitoneal produce ascitis en el abdomen y
encapsulación del intestino por el tumor, lo que deriva en la obstrucción intestinal intermitente,
conocida como íleo carcinomatoso. En muchos casos esta progresión provoca desnutrición,
inanición lenta, caquexia y la muerte.
Cuadro clínico
Habitualmente las etapas iniciales del cáncer de ovario suelen cursar sin síntomas, o con síntomas
muy leves que pasan desapercibidos y se confunden con procesos benignos. En la cavidad
abdominal el tumor puede crecer y diseminarse de manera silente, de manera que cuando causa
síntomas ya suele estar diseminado. Incluso los primeros síntomas en las etapas avanzadas son
habitualmente bastante vagos en forma de molestias inespecíficas abdominales, por lo que es
frecuente que sean ignorados o confundidos con procesos benignos como dispepsia o "gases".
Es por esta razón que es difícil de diagnosticar precozmente, y esta es la principal causa de su
elevada mortalidad.
A medida que el tumor crece pueden comenzar a aparecer algunos síntomas como pérdida de
apetito, sensación de plenitud abdominal tras la comida (aunque esta sea frugal), o pérdida de peso.
En general, se suele acumular líquido en el abdomen causando lo que denominamos ascitis, que
puede ser muy importante, y causar distensión de la cavidad abdominal.
También se puede acumular líquido en la pleura en torno a los pulmones y producir dificultad para
respirar o sensación de falta de aire.
Por otra parte, el crecimiento de una masa ovárica en la pelvis puede afectar a las estructuras
vecinas, principalmente la vejiga y el recto causando síntomas como disuria (dolor o molestia al
orinar), diarrea o estreñimiento, y dolor abdominal o pélvico. Sin embargo, si presenta los
siguientes síntomas, hay que acudir a una evaluación.
– Distensión abdominal progresiva.
– Sensación repetida y persistente de plenitud con la comida, incluso con pequeñas
cantidades.
– Molestias pélvicas y/o abdominales que persisten y no tienen una explicación lógica.
– Molestias al orinar y/o hacer deposición que persisten y no se explican por otras causas.
– Sangrado vaginal inapropiado.
Presentaciones diagnósticas y conductas
Ante la sospecha de cáncer de ovario, lo primero que se debe realizar a la paciente es
una evaluación general consistente en:
–
Una historia clínica completa y una exploración física minuciosa con exploración de la
pelvis y ginecológica.
–
Análisis de sangre que incluya marcadores tumorales.
–
Exploraciones radiológicas, como TAC, PET-TAC o RMN.
Aunque se considera, que la presencia de esta masa indurada a la exploración puede ser el primer
signo de cáncer, avance en la progresión de la enfermedad o recurrencia.
La ultrasonografía pélvica es el principal recurso diagnóstico para la investigación de una masa
anexial. Ayuda a distinguir entre tumores benignos y malignos.
Según el tipo de tumor, los cánceres ováricos pueden vigilarse con los marcadores tumorales
séricos CA-125, fetoproteína α (AFP), deshidrogenasa de lactato (LDH) y gonadotropina coriónica
humana (hCG).
Otras pruebas que se deben realizar son exploraciones radiológicas, es decir pruebas de imagen.
Las exploraciones radiológicas que se suelen realizar son:
– Ecografía ginecológica. Consiste en la introducción de una sonda de ecografía por vía
vaginal. Permite identificar con bastante precisión los ovarios y detectar tumores ováricos
así como la presencia de líquido libre en la cavidad pélvica. Esta prueba es necesaria.
– Tomografía Computarizada de abdomen y pelvis. El TAC nos proporciona abundante
información sobre el tamaño y localización del tumor en la pelvis, la presencia de afectación
de ganglios linfáticos regionales, la existencia de ascitis (líquido libre en la cavidad
abdominal) y la presencia de metástasis viscerales en bazo o hígado (que suelen ser poco
frecuentes en esta enfermedad).
El TAC también puede detectar implantes peritoneales (implantes tumorales en la cavidad
abdominal) que son muy frecuentes en el cáncer de ovario. No obstante, el TAC no suele
detectar implantes de menos de 1-2 centímetros, por lo que con frecuencia en los estadios
avanzados existe más enfermedad de la que detecta el TAC.
–
Resonancia Nuclear Magnética (RNM): en general no es una prueba que se haga de rutina.
Puede ser más útil que el TAC para detectar la infiltración de órganos pélvicos (como vejiga
o recto) por el tumor. Rara vez es necesario realizar una RNM.
–
PET-TAC: el PET-TAC se está imponiendo como exploración para determinar la
extensión de la enfermedad, una vez llegados al diagnóstico de cáncer de ovario. Puede dar
en ocasiones una información más exhaustiva antes de la decisión del tratamiento.
–
Ocasionalmente se realiza una cistoscopia para conocer si está infiltrada la vejiga o una
rectoscopia para conocer si está infiltrado el recto, antes de programar la cirugía.
–
También se debe realizar la cuantificación del marcador tumoral CA 125. Esta prueba
consiste en un análisis de sangre por el que se mide dicha proteína en el suero de la paciente,
ya que en general está aumentada en las pacientes que padecen un cáncer de ovario.
–
Sin embargo, hay pacientes que no presentan elevación del marcador CA 125, y además,
puede estar aumentado también en enfermedades benignas que cursan con ascitis (líquido
en la cavidad abdominal) o inflamación de la cavidad peritoneal.
–
La utilidad principal de esta prueba radica en el seguimiento de la enfermedad, puesto que
suele existir una correlación entre el nivel de CA 125 y la actividad de la enfermedad.
–
En toda paciente con el diagnóstico clínico de tumor de ovario se debe realizar una
laparotomía para la toma de biopsia, pues es la prueba que nos servirá para realizar a la vez
el diagnóstico definitivo y la estadificación de la enfermedad. La laparotomía puede ir
precedida de una laparoscopia exploradora para definir mejor las opciones de una cirugía
óptima.
Puesto que las células malignas se pueden diseminar por exfoliación directa, la paracentesis y
la aspiración de quistes deben evitarse.
Aunque hay que tener en cuenta que el diagnóstico definitivo se establece tras analizar por el
microscopio el tumor del ovario o un implante que ha remitido el cirujano.
Más del 90% de los cánceres de ovario son de origen epitelial. Existen varios subtipos de cáncer
epitelial de ovario que se denominan:
–
Seroso.
–
Endometriode.
–
Células claras.
–
Mucinoso.
–
Indiferenciado.
A su vez según el grado de diferenciación se clasifican en:
–
Bien diferenciados o grado 1.
–
Moderadamente diferenciados o grado 2.
–
Pobremente diferenciados o grado 3.
El grado de diferenciación se determina por la apariencia de las células, aquellas con apariencia
más madura con formación de estructuras glandulares son las bien diferenciados, mientras que las
células de aspecto más agresivo y menos diferenciadas son las de alto grado o grado 3
El tratamiento del cáncer de ovario consiste en la combinación de cirugía con la extirpación
quirúrgica de todo el tumor existente visible, seguido de quimioterapia.
Tratamientos complementarios asociados a la quimioterapia estándar
–
Antiangiogénicos. Consiste en administrar fármacos que bloquean el desarrollo de vasos
sanguíneos que el tumor necesita para su desarrollo y proliferación. El único fármaco
aprobado es el bevacizumab para su empleo en asociación a quimioterapia en pacientes con
cáncer de ovario epitelial avanzado. Su aprobación como parte del tratamiento inicial está
recomendada para aquellas pacientes que presentan un peor pronóstico (Estadios III-IV, y/o
en aquellos casos que presentan enfermedad residual tras la cirugía. Su aprobación se extiende
también a los casos en que la enfermedad ha recidivado.
Se administra por vía intravenosa cada 21 días. Su combinación con quimioterapia
(paclitaxel y carboplatino) seguido de un periodo de tratamiento con el propio
bevacizumab durante unos meses (aproximadamente un año) en pacientes con cáncer de
ovario avanzado ha mostrado un incremento moderado del periodo de tiempo con
enfermedad controlada.
Los principales efectos secundarios asociados a bevacizumab son la hipertensión y la
proteinuria (perdida de proteínas por la orina). Otros efectos graves pero
afortunadamente poco frecuentes son las trombosis, sangrados, perforaciones
intestinales o fístulas.
–
Inhibidores de PARP. Dirigidos a aquellas pacientes con cáncer de ovario que presentan
alteraciones en las llamadas vías de reparación del DNA. Estas alteraciones aparecen
especialmente en mujeres portadoras de mutaciones en los genes BRCA. Tenemos dos
fármacos:

Olaparib y Niraparib, dada su eficacia demostrada reduciendo el riesgo de
recidiva y aumentando notablemente el tiempo en que la paciente está libre
de enfermedad. Asimismo, los anteriores junto con Rucaparib también están
aprobados en las recaídas de la enfermedad.
–
Inmunoterapia.
Cáncer de Vulva
El cáncer de vulva (CV) es una neoplasia poco frecuente, se estima que representa 3 a 4% de todas
las neoplasias del aparato genitourinario en el mundo. Esto lo coloca en el cuarto lugar entre las
neoplasias malignas ginecológicas detrás del cáncer de útero, ovarios y cuello uterino. El pico de
mayor frecuencia es entre 65 y 75 años de edad, siendo una enfermedad típica de mujeres
posmenopáusicas. Afecta principalmente en región de la piel de labios mayores y menores, seguido
por afecciones y lesiones a nivel de clítoris y con menor frecuencia las glándulas de Bartolini.
Su etiología no es clara, sin embargo, se puede clasificar en dos tipos de enfermedades separadas:
–
El primer tipo se asocia generalmente al antecedente de infección por diversas cepas del virus
de papiloma humano (VPH), principalmente de cepas oncogénicas como 16 y 18, que es
causante de la neoplasia intraepitelial vulvar (VIN), un factor predisponente para el cáncer de
vulva, en este panorama tener conocimiento del subtipo histológico del cáncer de vulva nos
permite estimar la etiología del cáncer relacionado con el VPH. Se estima que el 80% de las
mujeres no tratadas que padecen VIN III desarrollan cáncer de vulva invasivo, este tipo de
cáncer de vulva es común que ocurra en pacientes más jóvenes (35 a 65 años).
– El segundo tipo de cáncer de vulva incluye los trastornos epiteliales no neoplásicos de la
vulva y la edad avanzada que conducen a la atipia celular y, finalmente, al cáncer.
Aproximadamente el 90% de los cánceres de vulva están representados por el tipo Carcinoma de
Células escamosas, seguido por melanoma, adenocarcinoma, carcinoma de células basales, el
sarcoma y el tipo indiferenciado.
El cáncer de vulva puede ser asintomáticos en el 50% de las mujeres, y en caso de presentar
síntomas, estos son:
– Prurito, el más común.
– Sangrado vulvar.
– Disuria.
– Secreción.
– Dolor (menor proporción).
– Bulto o masa vulvar, que puede presentarse ulcerada, leucoplásica, carnosa o verrugosa
(manifestación más obvia que indica cáncer de vulva),
Con relación al comportamiento del cáncer vulvar se estima que aproximadamente hasta un 6% de
los casos metastatizan a nódulos linfáticos.
Presentaciones diagnósticas y conductas
La evaluación de las pacientes con cáncer de vulva debe determinar la extensión de la enfermedad,
las comorbilidades y anticipar el plan de tratamiento.
La valoración inicial incluye examen físico, medir dimensiones del tumor primario y determinar la
extensión a mucosa, hueso o estructuras adyacentes, además de identificar la posibilidad de
invasión ganglionar inguinal.
El diagnóstico temprano es esencial, por lo que toda lesión persistente en la región vulvar, asociada
o no con síntomas o con antecedente de infección por VPH debe de ser sometida a biopsia. La
propagación a vagina, uretra y ano es frecuente, lo mismo que la diseminación a ganglios linfáticos
inguinales y femorales, así como pélvicos. La diseminación a otros órganos es rara, y solo se da en
estadios muy avanzados, donde puede alcanzar hueso, hígado, pulmón y cerebro
El ultrasonido de la zona linfoportadora es fundamental para conocer la presencia de metástasis
ganglionares, independientemente de que haya palpación o no de adenopatías.
El mapeo linfático con biopsia del ganglio centinela, tal y como se lleva a cabo en melanoma,
cáncer de mama y cáncer oral, ha sustituido la linfadenectomía rutinaria bilateral en pacientes que
no tienen ganglios metastásicos palpables al momento del diagnóstico. Permite identificar
adecuadamente el ganglio de primer relevo y selecciona pacientes candidatas a linfadenectomía
evitando procedimientos y morbilidad innecesarios.
Como opciones terapéuticas la quirúrgica es la más aplicada, seguido de la radioterapia,
quimioterapia o radioquimioterapia. En cuanto a la alternativa quirúrgica la vulvectomía radical
representa la opción más utilizada, seguida de la vulvectomía total simple, en casos en los que el
hallazgo de la enfermedad se de en etapas avanzadas se aplica predominantemente modalidades
quimioterapéuticas y radioterapéuticas, sin embargo, el tratamiento definitivo debe adaptarse según
el compromiso clínico y patológico del paciente.
En el tratamiento del cáncer vulvar como en otros cánceres además de la intervención quirúrgica,
debe haber una evaluación ganglionar regional exhaustiva, ya que se ha establecido que su estudio
tiene valor predictivo de supervivencia de acuerdo con si hay o no extensión a los mismos.
Se ha establecido que en carcinomas epidermoides (el tipo histológico más frecuentemente
diagnosticado) es recomendado la realización de detección del ganglio centinela, y realizar
linfadenectomía inguinofemoral unilateral ipsilateral, inclusive en caso de que el ganglio centinela
no sea detectado, o bien considerar radioterapia y linfadenectomía inguinofemoral bilateral en caso
de que el ganglio centinela sea positivo.
El carcinoma escamoso en estadio primario se define como una lesión única menor de 2 cm, con
invasión superficial de la estroma.
En los casos de cáncer de vulva avanzados, es decir aquellos extendidos más allá del tejido vulvar,
y con ganglios inguinales positivos, usualmente se encuentran imposibilitados de la resección
quirúrgica de la lesión, ya que en esta etapa la lesión cancerígena puede estar extendida incluso a
músculos y estructuras vasculares convirtiéndola en una patología totalmente irresecable. En estos
casos, la radioterapia es el estándar de manejo en estas pacientes con cáncer vulvar sin alternativa
quirúrgica y en pacientes frágiles. Se debe administrar cuando se hace hallazgo de 2 o más nódulos
linfáticos o bien cuando existe extensión extracapsular de cualquier nódulo, además de que la
invasión estromal de más de 5 mm aumenta drásticamente el riesgo de mortalidad en estas
pacientes.
Prevalencia en nuestro país y el mundo
El cáncer es problema de salud pública importante, no solo por el incremento continuo de sus tasas
de incidencia y mortalidad a lo largo de las últimas décadas, que lo ubican entre las principales
causas de morbimortalidad, sino, sobre todo, porque requiere de un plan integral, transdisciplinario,
multisectorial, participativo y sostenible para su control, que busque impactar en todas las etapas
del mismo.
En el año 2020, el cáncer de mama fue el más común entre los detectados en mujeres a nivel
mundial, con casi un 25% del total de nuevos casos descubiertos. El cáncer colorrectal, con un
9,4%, tuvo la segunda mayor incidencia en mujeres ese año. Seguidos del cáncer de pulmón con
un 8,4%, cuello uterino 6,5%, tiroides 4,9%, cuerpo del útero 4,5%, estómago 4% y otros en 37,8%
En Ecuador, el número de casos en el 2020 en las mujeres respecto al cáncer fueron los siguientes:
El que más incidencia tuvo fue el de cáncer de mama con 22.2%, cáncer de cérvix 9,5%, tiroides
9%, colorrectal 8,4%, estómago 6,3% y otros en 44,5%.
Detección precoz en su manejo.
En las Américas, se estima que el cáncer causa 1,3 millones de fallecimientos anuales, lo que
supone la segunda causa de muerte en la mayoría de los países de la región. Uno de los problemas
es que muchos casos se diagnostican demasiado tarde. Incluso en los países que disponen de
sistemas y servicios de salud óptimos, muchos cánceres se diagnostican en una fase avanzada,
cuando es más difícil que el tratamiento de buen resultado.
Las tres medidas para mejorar el diagnóstico temprano del cáncer son:
– Sensibilizar al público acerca de los síntomas del cáncer y alentarlo a recurrir a la asistencia
médica cuando los detecte.
– Invertir en el fortalecimiento y el equipamiento de los servicios de salud y la formación del
personal sanitario para que se realicen diagnósticos exactos y oportunos.
– Velar por que las personas con cáncer tengan acceso a un tratamiento seguro y eficaz,
incluido el alivio del dolor, sin que ello les suponga un esfuerzo personal o financiero
prohibitivo.
Las personas que se sabe que tienen un riesgo más alto de cáncer son las que presentan alguna de
las siguientes características:
– Antecedentes personales de cáncer.
– Antecedentes familiares de cáncer.
– Ciertas mutaciones (cambios) en los genes que se han vinculado con cáncer.
– Exposición a agentes cancerígenos como el humo del tabaco o sustancias químicas en el
lugar de trabajo.
– Coágulo de sangre que se forma sin una razón conocida.
– Edad avanzada.
Las personas con un riesgo alto de cáncer pueden necesitar someterse al examen de detección con
más frecuencia o a una edad más temprana que otras personas.
Los exámenes de detección tienen muchos objetivos.
Un examen de detección que es eficaz y útil cumple con los siguientes objetivos:

Identifica un cáncer antes de que aparezcan los síntomas.

Detecta un cáncer que es más fácil de tratar y curar cuando se encuentra temprano.

Produce pocos resultados negativos y resultados positivos falsos de una prueba.

Disminuye la probabilidad de morir por cáncer.
Los exámenes de detección incluyen los siguientes:

Examen físico y antecedentes: examen del cuerpo para revisar el estado general de salud,
identificar cualquier signo de enfermedad, como nódulos o cualquier otra cosa que no
parezca habitual. También se tomarán datos sobre los hábitos de salud, así como los
antecedentes de enfermedades y tratamientos anteriores.

Pruebas de laboratorio: procedimientos médicos en los que se toman muestras de tejido,
sangre, orina u otras sustancias del cuerpo.

Procedimientos con imágenes: procedimientos que permiten captar imágenes de áreas
internas del cuerpo.

Pruebas genéticas: prueba de laboratorio en la que se examinan células o tejidos para
verificar si hay cambios en los genes o los cromosomas. Es posible que estos cambios
indiquen que la persona tiene una enfermedad o afección específica o que presenta más
riesgo de tenerla.
La detección precoz se realiza a través de los programas de cribado. Estos programas ofrecen a
la población realizarse una prueba diagnóstica (diferente dependiendo del tipo de cáncer), con el
fin de poder detectar precozmente los casos de cáncer en aquellas personas que aún no presentan
síntomas pero que ya lo padecen.
– Mamografía

Las mujeres de 40 a 44 años podrán decidir si desean de manera opcional
comenzar sus exámenes anuales para la detección de cáncer de seno mediante
mamogramas (radiografías de los senos, también referidos como mastografías o
mamografías) en caso de que así lo deseen.

Las mujeres de 45 a 54 años de edad deben someterse a un nomograma cada año.

Las mujeres de 55 años y mayores pueden cambiar a un mamograma cada 2 años,
o pueden optar por continuar con su examen de detección anualmente.

Los exámenes de detección deben continuar siempre y cuando la mujer se
encuentre en buen estado de salud y se espera que viva al menos 10 años más.
Todas las mujeres deben entender qué esperar cuando se hace un mamograma para la
detección del cáncer de seno (lo que puede y no puede hacer el estudio). También debe
familiarizarse con la manera natural en que lucen y se sienten sus senos e informar
inmediatamente a su médico cualquier cambio que note en sus senos.
Debido al historial familiar, tendencia genética u otros factores, aquellas mujeres con alto
riesgo de cáncer de seno deberán hacerse exámenes de detección con imágenes por
resonancia magnética (MRI) junto con los mamogramas.
– Pap

Si tiene entre 21 y 29 años
Debe comenzar a realizarse la prueba de Papanicoláu a los 21 años de edad. Si los
resultados de su prueba de Papanicoláu son normales, es posible que su médico le
diga que puede esperar tres años para hacerse la siguiente.

Si tiene entre 30 y 65 años
Hable con su médico acerca de cuál opción es la más adecuada para usted:

Solo la prueba del VPH. A esto se le llama prueba del VPH primaria. Si los
resultados de su prueba del VPH son normales, es posible que su médico le
diga que puede esperar cinco años para hacerse la siguiente prueba de
detección.

Una prueba del VPH junto con la prueba de Papanicoláu. A esto se le
llama pruebas conjuntas. Si los resultados de ambas pruebas son normales, es
posible que su médico le diga que puede esperar cinco años para hacerse la
siguiente prueba de detección.

Solo la prueba de Papanicoláu. Si los resultados de su prueba de Papanicoláu
son normales, es posible que su médico le diga que puede esperar tres años
para hacerse la siguiente.
– Si tiene más de 65 años
Su médico podría decirle que ya no necesita hacerse la prueba de detección si:

Le han hecho al menos tres pruebas de Papanicoláu o dos pruebas del VPH en los
últimos 10 años y los resultados fueron normales o negativos.

No ha tenido un precáncer de cuello uterino en el pasado.

Le han extirpado el cuello uterino como parte de una histerectomía completa por
una afección no cancerosa, como el fibroma uterino.
– Biopsia endometrial
Las mujeres deberán informar a su proveedor de atención médica sobre cualquier secreción,
manchado o sangrado vaginal que sea inusual, es decir, que empeore, que ocurra entre
ciclos menstruales o que suceda después de la menopausia.
Las mujeres que tengan o que sean propensas a padecer cáncer de colon hereditario sin
poliposis (HNPCC o síndrome de Lynch) se les ofrezca cada año las pruebas mediante
biopsia endometrial a partir de los 35 años.
– Pruebas basadas en heces fecales

Prueba inmunoquímica fecal altamente sensible (FIT) cada año.

Prueba de sangre oculta en heces fecales basada en guayacol (gFOBT) cada año.

Prueba multidirigida de ADN en heces fecales (MT-sDNA) cada 3 años.
– Exámenes visuales del colon y del recto

Colonoscopia cada 10 años.

Colonografía CT (colonoscopia virtual) cada 5 años.

Sigmoidoscopia flexible* cada 5 años.
Hombres y mujeres deben comenzar a hacer las pruebas de detección rutinarias a partir de
los 45 años. Las personas con un buen estado de salud y que se espere que vivan por más
de 10 años deberán continuar haciéndose las pruebas de detección rutinarias hasta cumplir
los 75 años.
Para las personas de 76 a 85 años, la decisión de someterse a las pruebas de detección debe
basarse en sus preferencias, expectativa de vida, estado general de salud y en los resultados
de las pruebas de detección realizadas anteriormente.
Las personas mayores de 85 años ya no necesitan hacerse las pruebas de detección del
cáncer colorrectal.
Si una persona decide someterse a una prueba que no sea la colonoscopia, y surge cualquier
resultado anormal, se debe hacer una colonoscopia.
Puede que las personas con un riesgo elevado de cáncer colorrectal en función de sus
antecedentes familiares y/o historial médico personal y otros factores requieran comenzar
a hacer las pruebas de detección antes de los 45 años, hacer las pruebas con mayor
frecuencia o someterse a otras pruebas en específico. Consulte con su proveedor de atención
médica sobre su riesgo de cáncer colorrectal para saber cuándo debe comenzar las pruebas.
Se debe tener en cuenta las diferencias que hay entre las opciones de pruebas, pero lo más
importante es hacer la prueba de detección, independientemente de la opción que escoja.
Consulte con su proveedor de atención médica sobre las pruebas que pueden ser buenas
opciones para usted, y con un representante de su seguro médico acerca de la cobertura
Related documents
Download