UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS ROTACIÓN DE GINECO-OBSTETRICIA CÁNCERES EN LA MUJER INTEGRANTES: JENNY ROSARIO AMPUÑO QUIMI KAROLYS YULADY ROSARIO PASTRANO LAYLA MICHELLE CAJAPE TORO DOCENTE: DR. RAMÓN VARGAS INTEGRANTE: JENNY AMPUÑO QUIMI TEMA: CÁNCERES EN LA MUJER Cáncer de Mama (Diferentes presentaciones, identificación, estudios complementarios, tratamientos posibles). Cáncer de Mama Es la neoplasia más frecuente que se puede encontrar en la mujer. Producto de una proliferación descontrolada y acelerada de las células del epitelio glandular mamario, que en caso de diseminarse a otras partes del cuerpo ocasiona una metástasis; esto ocurre por vía hematógena o linfática. Por lo general, la patología se manifiesta en personas mayores de 50 años. A nivel mundial su porcentaje de predominancia es del 25%, con una representación de casos nuevos al año de 1,7 millones. En Ecuador, esta enfermedad tiene un 27% de presentación. (1) Factores Predisponentes Si bien estos aumentan las probabilidades de su incidencia, esto no quiere decir que tenerlos lo van a provocar. En ciertas ocasiones, hay pacientes que están expuestos a estos factores; pero no desarrollan la patología. A su vez, también existen situaciones donde no los manifiestan, y la enfermedad se presenta. Entre estos encontramos: (2) Biológicos Ser mujer. Tener más de 50 años. Antecedentes familiares de cáncer de mama, por lo general, de primer grado de consanguinidad. Mutaciones genéticas, gen BRCA1 o el BRCA2. Aumento de la densidad mamaria al observarse en mamografía. Reproductivos Nuligesta. No dar de lactar. Empleo de ACO (anticonceptivos orales), cuyo riesgo se va elevado en relación al tiempo de uso. Aplicar terapia hormonal posmenopáusica (estrógenos más progestágenos). Asociados al tratamiento de enfermedades previas Exposición a radiación. Relacionados con el estilo de vida La dieta. Consumo de tabaco y alcohol. Diferentes presentaciones Dependiendo si es invasivo (diseminación) o no (se queda en la mama), y en relación con la membrana basal, tenemos dos tipos de presentaciones. (2) Carcinoma ductal. Se presenta en el 70 al 80% de los cuadros e inicia en los conductos de la mama, es tratable si se detecta con tiempo. Por lo regular manifiesta lesiones que demoran en invadir los tejidos adyacentes, se clasifica en: – Carcinoma ductal in situ (CDIS). No pasa del conducto glandular mamario. – Carcinoma ductal invasivo o infiltrante. Invade el resto de los tejidos del cuerpo. Carcinoma lobulillar invasivo. Se presenta en el 5 y 10% cuadros e inicia en los lóbulos mamarios. A diferencia del no invasivo, este puede permanecer en el sitio o ir a otras partes del cuerpo. Otros tipos de cánceres menos comunes son: Carcinoma inflamatorio (tasa de supervivencia baja). De acuerdo al cuadro clínico en que se encuentre, este se presenta en el 1 al 5%, por lo general es agresivo y se logra confundir con una infección. Enfermedad de Paget. No se manifiesta con regularidad y puede diseminarse como no a otros sitios de la anatomía humana. Angiosarcoma del seno. Se logra extender rápidamente y se encuentra en pacientes con antecedentes previos de exposición a tratamientos con radiación. Aunque si se encuentra en el cuerpo, es probable que sea halle años después. Tumores filodes. La gran parte de los cuadros son de categoría benigna, pero 1 de cada 4 que se encuentren tienen riesgo de malignidad. Medular, tubular, papilar y metaplásico. Identificación Cada persona tendrá síntomas distintos, por lo que se debe ser minucioso al examen físico para detectarlo. Estos son: (1) (3) A nivel de la axila o mama se observará un bulto. Es importante percatarse que los bordes no sean irregulares y dolorosos. Aumento de la densidad mamaria y cambios en el pezón, observar si existe hundimiento, irritación o enrojecimiento. Secreción a través del pezón, este puede ser verdoso o claro amarillento, al punto de lucir como pus. Por último, en el caso de una mujer embarazada, este se manifiesta en el trascurso del mismo o en la lactancia. Aunque su incidencia es baja y los nódulos o masas no se observa en la mama por la densidad que esta presenta, pero si logra hallarse y permanece en el sitio se debe sospechar. (4) Estudios complementarios La evaluación dependerá de criterios clínicos, de imagen y mediante la biopsia del tejido. A esto se le debe sumar lo siguiente como método de apoyo o confirmación diagnóstica: (5) Mamografía. Es la más aplicada en las etapas iniciales del cáncer, y en situaciones se usa para evaluar la presencia de nódulos cuando son pequeños o no se logran sentir a la palpación. Aunque en mujeres jóvenes esta tiene baja sensibilidad y se recomienda el empleo de la ecografía. Ecografía. Empleado en mujeres jóvenes por la baja sensibilidad de la mamografía. Esta prueba ayudará a evaluar los bultos mamarios tanto en consistencia como en tamaño. Su aplicativo en las embarazada es de buen pronóstico. RM. Es útil en pacientes con una gran densidad mamaria, mutación del gen BRCA I o II e inclusive en mujeres con prótesis de silicona. Biopsia de tejido. Es la prueba de confirmación diagnóstica, la cual se obtiene a partir de la extracción de una muestra del tejido de sospecha palpando directamente o con apoyo ecográfico guiado, a través de PAAF o BAG. Posteriormente se analiza en el microscopio y en base a las características celulares que se visualicen se logra denominarlos como maligno o benigno. En ciertas situaciones, se marcan con una aguja guiada o se extrae la muestra en el quirófano. Pruebas que valoran su diseminación en otros órganos tras confirmación en la biopsia Las siguientes pruebas se utilizan en estadios II en adelante: Rx. de Tórax. Emplear antes de entrar a quirófano y para confirmar que no exista una afectación en el pulmón por el tumor. Ecografía abdominal. Gammagrafía ósea. Explorar aumento de la densidad y extensión a huesos. TC. Valorar metástasis. PET. También valora la extensión a órganos o tejidos adyacentes, y se puede utilizar como reemplazo a las dos pruebas anteriormente mencionadas. Tratamientos posibles La terapéutica debe aplicarse en base a la estadía en que se encuentre el tumor, tenemos las siguientes pruebas: Locales. – Cirugía. Ambas son definitivas. Conservadora. Se extrae el tumor con una cantidad pequeña de tejido. Mastectomía. Se extrae la mama por completo o sirve para reconstrucción de la misma, siendo esta inmediata (en el quirófano) o diferida (luego del TTO). – Radiación. TTO ayudante. Eliminar residuos celulares. TTO paliativo. Aliviar síntomas, como el dolor. Sistémicos. Quimioterapia. Eliminar o disminuir la replicación celular anormal. Hormonoterapia. Útil para bloquear la acción hormonal e impedir el crecimiento tumoral. Tenemos: Moduladores selectivos de los receptores de estrógenos (SERM). Impide que el estrógeno se pegue a las células de la mama. Degradadores selectivos de los receptores de estrógenos (SERD). Actúa en los receptores de estrógenos, impidiendo su unión a las células mamarias. Análogos de la hormona liberadora de gonadotropina. Inhibidores de la aromatasa. Terapia dirigía. Se aplica para un grupo celular característico, como son las células tumorales. Encontramos: Anticuerpos monoclonales. Trastuzumab. Pertuzumab. Bevacizumab. Anticuerpos conjugados. TDM-1. Trastuzumab deruxtecan. Sacituzumab govitecán. Inhibidores de ciclinas dependientes de Kinasas. Ribociclib. Palbociclib. Bemaciclib Este grupo de fármacos se debe aplicar en conjunto con la hormonoterapia. Inhibidor del ciclo de la PI3K.-AKT-mTOR. Everolimus (inhibidor mTOR). Alpelisib (inhibidor Pi3K). Inhibidor de PARP. Inmunoterapia. Pembrolizumab (neoadyuvante y enfermedad avanzada). INTEGRANTE: KAROLYS ROSARIO PASTRANO TEMA: CÁNCERES EN LA MUJER Cáncer de Cuello Uterino (Lesiones intraepiteliales de bajo y alto grado, propagación y metástasis, asociación a HPV, diagnóstico, tratamiento y prevención). Cáncer de Cuello Uterino Tiene gran relevancia en el mundo, por tal razón, se considera como un problema de salud en países que están en desarrollo. A su vez, se conoce como la segunda causa que provoca la muerte en las mujeres, con edades comprendidas entre los 35 a 64 años. Su desarrollo es de curso lento y originalmente empieza en forma de displasia hasta avanzar a estadios más letales que provocan la muerte. (6) Lesiones intraepiteliales de bajo y alto grado Las células cancerígenas pasan por una serie de procesos antes de volverse anormales y perjudiciales para la economía humana. Estas por lo general se llaman displasias y se catalogan de la siguiente manera: (7) Lesión intraepitelial de bajo grado (L-SIL). Es una displasia leve que se debe a lesiones ocasionadas por el VPH, que tiende a desaparecer de manera esporádica sin TTO alguno, aunque en determinadas situaciones estas se convierten en cancerígenas y se propagan a tejidos circundantes; hasta formar lesiones de alto grado. Lesión intraepitelial de alto grado (H-SIL). Es una displasia moderada que evoluciona hasta la gravedad. Suele ser una variante de la L-SIL o provocada por una lesión crónica por el VPH. A diferencia de la anterior, esta debe recibir tratamiento oportuno, porque si es verdad que no se vuelve cancerígena de inmediato; con el pasar de meses o años si lo hace. A tal grado que se propaga a los tejidos cercarnos provocando una metástasis. Propagación y metástasis El cérvix tiene dos partes principales, que son el endocérvix y el ectocérvix. Por lo general, gran parte de los cánceres se consolidan en está área. Logrando obtener dos variantes, y son las siguientes: Carcinoma de células escamosas (80 a 85%). Adenocarcinoma (10 a 15%) En lo que respecta a la propagación de ambas, se produce de manera directa a los tejidos cercanos o por vía linfática a ganglios pélvicos o paraaórticos. Se habla de una posibilidad a través de la sangre aunque es rara. Sin duda, esto describe su extensión a otras partes del organismo, aunque para ello se debe emplear el sistema de estadificación FIGO. Posteriormente, si estas células anormales no se detectan a tiempo y no se tratan de igual manera; pueden extenderse profundamente en el cérvix, órganos o tejidos, tomando el nombre de cáncer cervical o cuello uterino invasivo. (7) (8) Asociación a HPV El principal factor de riesgo que se debe considerar es el VPH, el cual esta implicado y se considera como el más importante de su génesis. Por lo regular, este virus es muy común y toda persona que tenga una vida sexualmente activa tiene la probabilidad de adquirirlo. Si bien, tiene algunas variantes de alto o bajo grado de impacto para el ser humano. Son las de algo grado, específicamente la 16 y 18 los que se involucran en un 99% con el cáncer de cérvix. (9) Este virus tiene la siguiente manera de contagio: Infecta el epitelio de la capa basal. Posteriormente, explota al punto de proliferar y diferenciarse a queratinocitos. Finalmente, termina el ciclo viral. Ahora bien, si existe la infección por VPH, se necesita de ciertas consideraciones: Reiteradas infecciones por variantes de alto riesgo de VPH. Presencia de ITS en conjunto con VPH. Tabaquismo. Uso de métodos anticonceptivos (píldora). Antecedentes familiares de cáncer de riñón, vagina, del tracto urinario o vulva. Por consiguiente, no tener estos factores no significa que las probabilidades de adquirirlo no existan. Diagnóstico Estará determinado por lo siguiente: (7) A más del interrogatorio, se deberá examinar el cérvix y vagina, comprobando anormalidades. Se debe determinar y sospechar lo siguiente: Existencia de un sangrado leve o manchas de sangre. Abundante sangrado que es prolongado. Dispareunia. Aumento de la secreción vaginal Luego de la menopausia existe pérdida de sangre. Dolor continuo de espalda o pélvico. Posterior a esta valoración clínica, se realiza las siguientes pruebas en conjunto: Papanicolaou (citología cervical). Es un método de diagnóstico precoz y sirve para identificar la anormalidad celular. Prueba de VPH. Se torna en base a los criterios mencionados a continuación: – Detección del ADN. – Detección del ARN. – Detección de marcadores celulares. Esta prueba junto al Pap disminuye las probabilidades de falsos positivos. Colposcopia. Este permite observar el cérvix de manera detallada y se emplea luego de la biopsia, por lo regular, para descartar la sospecha de cáncer. Biopsia de cono. Determina el grado, bien sea maligno o benigno, a partir de una muestra de células anormales de un tejido. Las pruebas anteriores ayudan en la determinación diagnostica. Sin embargo, se debe precisar de otras pruebas para comprobar si existe o no grado de extensión, más que nada en aquellos casos de malignidad. (10) Rx. Valora la presencia de metástasis a nivel pulmonar. TC, RM y la PET. Sirven para verificar la extensión en casos de una propagación del cáncer y valorar si hay ganglios afectados. Tratamiento Al establecer la terapéutica esta deberá ser en base al estadio, tamaño, localización y condición del paciente. Entre estas tenemos: (7) (11) Cirugía. Consiste en la extirpación de las células anormales que provocan una displasia de alto grado. Es importante tener en cuenta que también se pueden extirpar algunos ganglios linfáticos a nivel de la pelvis en su realización para estudio. – Conización. – Histerectomía. – Traquelectomía. Quimiorradioterapia. Es el empleo combinado de quimioterapia y radioterapia (externa o interna). Quimioterapia. Se usa para estadios avanzados de la enfermedad y como TTO paliativo por metástasis. Radioterapia. Terapias dirigidas. Esencialmente más que nada para bloquear los canales celulares de señalización e impedir el crecimiento tumoral. Esta utiliza los siguientes medicamentos. – Cisplatino. – Carboplatino. En lo que respecta al embarazo, la terapéutica esta ligada al estadio y fase de gestación en la que se encuentre. Para determinar este estadio se hace una biopsia e IRM. Aunque en ocasiones el tratamiento se retrasa hasta luego del parto. In situ en estadio 0. No necesita TTO en esta fase. Pero el empleo de la colposcopia se determina para ver si existe una invasión. Estadio l. Se puede posponer hasta el segundo trimestre o después del parto. Las medidas a tomar son: – Conización. – Traquelectomía radical. No olvidar examinar a la paciente, más que nada por una diseminación linfática. Estadios II, III y IV durante el embarazo – Quimioterapia. Para reducir el tumor y luego aplicar una cirugía o radioterapia. – Radioterapia más quimioterapia. Importante valorar riesgos beneficios y problemas de malformación. Por lo general, se espera a que termine el embarazo. Prevención Actualmente, gran parte de las mujeres que son positivo frente a esta patología, nunca se han realizado rutinas de control. Estas se basan en: (12) Prueba de Papanicolaou. Es una prueba que no requiere mucho esfuerzo para su realización, es rápida y sencilla de efectuar. Aunque no que olvidar que es una prueba de detección precoz y no actúa como un método de diagnóstico. Esto debido a las limitantes de la misma y en caso de ser positivo, se debe determinar por pruebas más específicas. Se recomienda que toda mujer con las siguientes características debe realizársela: – Hacerla anualmente, más que nada, mujeres con vida sexual activa. – > 65 años. – La menopausia no excluye su realización ni mucho menos la vacunación. Condiciones para realizar una citología: – Que no esté menstruando. – Tres días antes de la prueba no empelar medicamentos por la vagina. – Evitar las duchas vaginales por lo regular 2 o 3 días antes de la misma. – No tener coito en 48 H previas a la citología. – Informar embarazo (solo si lo está). Prueba del VPH. De gran valor si se emplea en conjunto con el Pap para evitar resultados equívocos. Vacunación. De gran utilidad, se aplica la vacuna nonavalente que actúa frente a los tipos 6, 11, 16, 18, 31, 33, 45, 52, 58 que son cepas frecuentes. Según el esquema del MSP, se aplica: – 1º dosis: Primer contacto niñas de 9 años. – 2º dosis: Luego de 6 meses de la primera dosis (con máx. hasta los 10 años 6 meses 0 días). Por último, dentro de las medidas también tenemos: Uso de métodos de barrea, como los condones. Evitar muchas parejas sexuales, tabaquismo y tener en cuenta antecedentes familiares. INTEGRANTE: LAYLA CAJAPE TORO TEMA: CÁNCERES EN LA MUJER Otros cánceres: Endometrio, ovario y vulva (presentaciones diagnósticas y conductas). Prevalencia en nuestro país y el mundo. Detección precoz en su manejo. Otros cánceres Cáncer de Endometrio Es la neoplasia ginecológica más frecuente en los países industrializados, que a diferencia del cáncer cervico uterino que es de países en desarrollo. Este representa el sexto trastorno maligno más común en todo el mundo, con unos 320,000 casos nuevos diagnosticados cada año. Su incidencia es del 7% y la mortalidad del 4% con una edad promedio a la aparición de 62 años y de fallecimiento a los 71 años. En Ecuador el cáncer uterino es uno de los cánceres más frecuentes en la población femenina. Según datos de Solca, en Ecuador 20 de cada 100.000 mujeres pueden padecer de esta enfermedad. Entre los factores que aumentan el riesgo de cáncer endometrial de tipo I, tenemos: – Edad. La prevalencia del cáncer de endometrio aumenta con la edad y se considera que la mayoría de los pacientes son mujeres posmenopáusicas, pero un pequeño número de casos (5%) puede presentarse en mujeres menores de 40 años. – Obesidad. – Anovulación crónica o síndrome de ovarios poliquísticos. – Nuliparidad, – Menopausia tardía. – Uso de estrógenos sin oposición (es decir, sin progestágeno). – Uso de tamoxifeno. – HTA. – Diabetes mellitus. – Cáncer de mama, ovario o colon. – Antecedente familiar de cáncer endometrial o el síndrome de Lynch. Entre los factores de protección encontramos: – Aquellos que aminoran la exposición a los estrógenos por toda la vida, como las píldoras anticonceptivas orales (ACO) combinadas, los anticonceptivos que contienen progestágenos y el tratamiento de restitución hormonal combinado de estrógenos y progestágenos. – Paridad elevada. – Embarazo. – Actividad física (menos obesidad, función inmunitaria favorable y concentraciones de hormonas endógenas) En lo que respecta al cáncer endometrial tipo II, no hay factores de riesgo identificables para las mujeres. Patogenia El cáncer de endometrio se clasifica de la siguiente manera: – Histopatológicamente Carcinoma endometrioide (Tipo I). Constituye el grado 1 y 2. Estos se conocen como neoplasias dependientes de estrógenos, y es generalmente diagnosticado en las primeras etapas. Presenta un pronóstico relativamente bueno. Carcinoma no endometrioide (Tipo II). Constituye el grado 3. Es una neoplasia independiente de estrógenos, que no tiene relación con la estimulación por estrógenos. Suele ser más agresivo y presenta un peor pronóstico. La forma de diseminación más frecuente es: – Por extensión directa descendente al cérvix, o hacia afuera a través del miometrio y la serosa. Se habla de una diseminación hematógena, aunque es menos común, pero a través de esta, se provoca una metástasis a hígado, pulmones y huesos. El tipo más frecuente de cáncer endometrial es el adenocarcinoma endometrioide (entre 75 y 80%). Otros tipos de tumor no endometrioide incluyen los carcinomas mucinosos (5%), los de células claras (5%), los serosos uterinos (4%) y los escamosos (1%), todos menos frecuentes, pero que también tienden a ser más agresivos. – Molecularmente Cáncer de endometrio “ultramutado” (POLEmut) 10%. Corresponden principalmente a carcinomas de tipo endometrioide de alto grado nuclear, de morfología heterogénea, ricos en linfocitos. Estos tumores presentan un pronóstico muy bueno a pesar de su aspecto de alto grado histológico. Cáncer de endometrio con baja variación en número de copias 50-60% (NSMP). Incluye a la mayoría de los carcinomas endometrioides de grado 1 o 2. Tienen un pronóstico intermedio o malo. Cáncer de endometrio “hipermutado” (MMRd) 20-25%. Mutación en algunos de los genes MMR (MLH1, MSH2, MSH6, PMS2). Estos poseen un pronóstico intermedio. Cáncer de endometrio con alta variación en número de copias (p53abn) 10–15%. En esta categoría de mal pronóstico se incluyen carcinomas endometrioides de grado 3 y carcinomas serosos. La enfermedad se manifiesta generalmente como: – Sangrado genital anómalo (metrorragia): síntoma cardinal (hasta un 75-90% de los casos). En < 45 años valorar si tienen sangrado persistente y tiene algún factor de riesgo o han estado sometidas a tratamiento prolongado con estrógenos sin oposición de progestágenos. En perimenopausia (45-55 años) estudiar a las pacientes con pérdidas intermenstruales, menstruación frecuente (<21 días) y sobre todo si esta es abundante o prolongada (>7 días). En postmenopausia se debe estudiar cualquier sangrado ginecológico, en un 10-20% de los casos subyace un cáncer uterino. – Síntomas en edad avanzada: dolor o distensión abdominal, alteración del tránsito gastrointestinal, clínica respiratoria y síndrome constitucional (astenia, anorexia y pérdida significativa de peso). – Hallazgos sospechosos en citología vaginal en pacientes asintomáticas: presencia de adenocarcinoma, células glandulares atípicas y células endometriales en >40-45 años. – Dispareunia o dolor pélvico. Presentaciones diagnósticas y conductas De manera más anecdótica, el cáncer puede ser asintomático y detectarse en una citología, una exploración sistemática o también en un seguimiento de un tratamiento hormonal sustitutivo de la menopausia. No existe en la actualidad ninguna indicación de detección precoz de masa del cáncer de endometrio. Los medios disponibles para una política de detección precoz (ecografía, citología cervical o endometrial) presentan una eficacia demasiado limitada para establecer el diagnóstico de cáncer de endometrio en una población asintomática; este cáncer suele diagnosticarse a menudo en un estadio precoz con un buen pronóstico. Partiendo de este punto, tenemos que el principal método de diagnóstico es: 1. La biopsia de endometrio. El diagnóstico de cáncer de endometrio se basa en una prueba histológica que puede realizarse en una muestra de biopsia endometrial que puede efectuarse con una cánula de Cornier o una cánula de Kovak. La cánula de Cornier (sensibilidad del 81-99% y una especificidad del 98%) es el dispositivo de uso único más utilizado y constituye, según los datos de la literatura, un medio diagnóstico eficiente. Sin embargo, algunos elementos pueden alterar su validez diagnóstica, como un grosor endometrial inferior a 5 mm o la cantidad recogida con la cánula de Cornier, que resulta insuficiente en el 5-15% de los casos o imposible de obtener debido a una estenosis cervical en el 8% de los casos. Por último, se han observado falsos negativos de la cánula de Cornier en los casos donde el tumor está localizado o si se ha desarrollado sobre un pólipo. La cánula de Novak es un dispositivo de uso único o reutilizable, que presenta una extremidad dentada. Su uso es mucho más limitado en esta indicación, ya que es más traumático y por lo tanto más doloroso. Un grosor endometrial de 4 mm o menor es índice de riesgo de cáncer en mujeres en la posmenopausia, quienes no requieren BEM, a menos que su hemorragia persista o recurra, o que tengan alto riesgo de cáncer. Las mujeres en la premenopausia están sujetas a un grado elevado de variabilidad del grosor del revestimiento endometrial. Por lo tanto, la hemorragia anormal persistente, incluso en el contexto de estudios de imagen normales, justifica un diagnóstico histopatológico por BEM en las mujeres > 45 años de edad. Las mujeres con alto riesgo de cáncer deben someterse a biopsia del endometrio sin importar su edad. Si no se puede hacer una BEM adecuada por molestias de la paciente, estenosis cervical o una muestra insuficiente de tejido, debe hacerse histeroscopia. 2. La histeroscopia. Permite dirigir la realización de las biopsias. Puede ser diagnóstica o quirúrgica. Cuando es diagnóstica, se realiza en consulta y no requiere anestesia; además, cuando el histeroscopio presenta un canal operador, se puede realizar una toma de muestras bajo control visual con pinzas de biopsia dirigida. La difusión del uso de esta herramienta debería cambiar el diagnóstico de las metrorragias posmenopáusicas. La histeroscopia quirúrgica se realiza en el quirófano bajo anestesia general y permite la toma de muestras dirigidas. Se recomienda la realización de una histeroscopia con biopsia dirigida. Asimismo, la histeroscopia no parece presentar riesgos oncológicos, en particular en términos de diseminación peritoneal. Además, de la toma de un espécimen endometrial, el estudio inicial de una mujer con hemorragia vaginal anormal también debe incluir una valoración de la hormona estimulante del tiroides (TSH), de prolactina (si tiene oligomenorrea) y tal vez de la hormona foliculoestimulante (FSH) y el estradiol (para distinguir si puede estar en la perimenopausia o posmenopausia). Estas concentraciones también pueden someterse a seguimiento en el posoperatorio para valorar la eficacia en el tratamiento. Asimismo debe obtenerse una prueba de Papanicolaou actualizada en las mujeres con hemorragia anormal, si bien solo en 30 a 40% de las que presentan cáncer endometrial se obtendrá un resultado anormal. Cuando la citología cervical muestra células endometriales en una mujer de 40 años de edad o mayor se debe considerar una BEM para descartar el cáncer endometrial. Los informes de citología son en particular preocupantes cuando se encuentran células glandulares o endometriales atípicas. También debe hacerse una ultrasonografía pélvica para buscar fibromas, adenomiosis, pólipos, hiperplasia endometrial y NIE. Las mujeres en la posmenopausia con una banda endometrial de 4 mm o menos tienen poca probabilidad de presentar NIE o cáncer. Sin embargo, incluso si la banda endometrial y el resto de la ultrasonografía pélvica parecen normales, el médico aún está obligado a obtener un espécimen endometrial a través de BEM o histeroscopia si la hemorragia persiste. La ecografía pélvica, realizada por vía suprapúbica y posteriormente por vía endovaginal con estudio Doppler, es la prueba de primera línea para valorar a las pacientes que presentan metrorragias posmenopáusicas y más particularmente para explorar una patología endometrial sospechosa. Permite un estudio completo del útero (endometrio y miometrio) y de la cavidad pélvica. 3. La histerosonografía, es poco usada en la práctica clínica, permite estudiar la cavidad uterina realizando una ecografía pélvica antes y después de inyectar suero fisiológico dentro de la cavidad. Aumenta el rendimiento de la ecografía endovaginal y puede resultar útil para diferenciar una cavidad uterina normal de una cavidad uterina patológica. Además, a puede servir para separar a las pacientes con sangrado por atrofia endometrial de las pacientes con una lesión endometrial que requieren una exploración y un tratamiento endoscópico. 4. Resonancia magnética abdominopélvica, es la prueba más pertinente en la valoración preterapéutica de un cáncer de endometrio. Permite valorar la extensión locorregional del tumor en términos de profundidad de invasión del miometrio, la afectación del estroma del cuello uterino, de la vagina, de la pared vesical o rectal y estudiar los anexos. Esta prueba permite también valorar el estado ganglionar tanto pélvico como lumboaórtico. Aunque no permite identificar la invasión mucosa superficial, que se valora mejor mediante histeroscopia. El tratamiento dependerá de un sistema de clasificación quirúrgica por etapas, que refleja de manera más precisa el grado real de avance de la enfermedad, que depende de la confirmación histopatológica de la extensión de su diseminación. – Enfermedad en etapa I y II. HT-SOB (histerectomía total con salpingooforectomía bilateral), Biopsia de ganglios linfáticos pélvicos y paraórticos; si es de alto riesgo radioterapia. Algo que se agrega es que en la etapa II aparte de la radioterapia se suma o quita la quimioterapia. – Enfermedad en etapa III y IV. HT-SOB. Biopsia de ganglios linfáticos pélvicos y paraórticos, radioterapia más o menos quimioterapia. – Recurrente en la pelvis. Radioterapia, progestágenos a dosis alta, quimioterapia. – Recurrente vaginal. Recurrente vaginal. Cáncer de Ovario El cáncer de ovario es el tercer cáncer ginecológico más frecuente; sin embargo, es el que presenta el peor pronóstico, siendo tres veces más letal que el cáncer de mama. Afecta a las mujeres de todas las edades, pero es comúnmente diagnosticado entre los 55 y los 64 años. Donde menos de la mitad de los pacientes sobreviven más de 5 años y más del 75% de las mujeres se diagnostican cuando la enfermedad se encuentra en una etapa avanzada, siendo común el diagnóstico en estadios 3 y 4, donde la tasa de supervivencia es de 25-30%; además, el 60% de las mujeres con cáncer de ovario presentan enfermedad metastásica al momento del diagnóstico. Es por esta razón más que nada que se ha denominado a esta enfermedad, el asesino silencioso, porque los síntomas se presentan en etapas avanzadas. En Ecuador, según SOLCA el 2,7% de todos los casos nuevos de cáncer detectados en mujeres en el año 2018 fueron de este tipo. Se desconoce el mecanismo que induce a su aparición, pero al igual que otros tumores malignos, este puede producirse por alteraciones genéticas que ocasionan el crecimiento y proliferación incontrolada de células. Por lo regular, se lo relaciona con frecuencia en la menopausia, ya que los ovarios dejan de producir ovocitos. Sin embargo, entres los factores que se cree que pueden aumentar el riesgo de padecer la enfermedad, tenemos: – Edad avanzada. El cáncer de ovarios puede aparecer a cualquier edad, pero es más frecuente en mujeres de 50 a 60 años. – Mutaciones genéticas hereditarias. Un pequeño porcentaje de los tipos de cáncer de ovario se debe a una mutación genética que se hereda de los padres. Los genes que se sabe que aumentan el riesgo de sufrir cáncer de ovario se llaman «gen del cáncer de mama 1» (BRCA1) y “gen del cáncer de mama 2” (BRCA2). Estos genes también aumentan el riesgo de tener cáncer de mama. Se sabe que otras mutaciones genéticas, como las asociadas con el síndrome de Lynch, aumentan el riesgo de tener cáncer de ovarios. – Antecedentes familiares de cáncer de ovario. Las personas con uno o más familiares cercanos con cáncer de ovario tienen un mayor riesgo de padecer esta enfermedad. – Terapia de reemplazo hormonal con estrógeno. Especialmente si su uso es a largo plazo y en grandes dosis. – Edad en que comenzó la menstruación y edad en que terminó. El inicio de la menstruación a una edad temprana o el inicio de la menopausia a una edad tardía, o ambos casos, pueden aumentar el riesgo de cáncer de ovario. No existe una forma de prevenir el cáncer de ovario, pero puede haber maneras de reducir el riesgo si se consideran los factores antes mencionados y si se realizan chequeos ginecológicos anuales. Los factores de protección son: – Uso de ACO (5 o más años). Tienen un efecto protector contra el cáncer ovárico por la supresión de la ovulación – Multiparidad. – Amamantamiento. – Ligadura tubárica. – Histerectomía. Existen 3 tipos de cáncer de ovario: carcinoma epitelial, tumores de células germinales, tumores del estroma. – Tumores epiteliales. Se originan en la capa delgada de tejido que recubre el exterior de los ovarios. Aproximadamente el 90% de los tipos de cáncer de ovario son tumores epiteliales. – Tumores estromales: Se originan en el tejido ovárico que contiene células que producen hormonas. Son infrecuentes y se suelen diagnosticar en un estadio más temprano que otros tumores ováricos. Alrededor del 7% de los tumores ováricos son estromales. – Tumores de células germinativas: Se originan en las células productoras de óvulos. Estos tipos de cáncer poco frecuentes tienden a ocurrir en las mujeres más jóvenes. Su diseminación es sobre todo por exfoliación directa de las células malignas desde la gónada. Como resultado, los sitios de metástasis a menudo siguen la amplia vía circulatoria del líquido peritoneal. También puede ocurrir diseminación linfática, casi siempre a los ganglios linfáticos retroperitoneales, pélvicos y paraaórticos. La diseminación hematógena es causa de las metástasis más raras y distantes en pulmón y cerebro. En la enfermedad avanzada la diseminación intraperitoneal produce ascitis en el abdomen y encapsulación del intestino por el tumor, lo que deriva en la obstrucción intestinal intermitente, conocida como íleo carcinomatoso. En muchos casos esta progresión provoca desnutrición, inanición lenta, caquexia y la muerte. Cuadro clínico Habitualmente las etapas iniciales del cáncer de ovario suelen cursar sin síntomas, o con síntomas muy leves que pasan desapercibidos y se confunden con procesos benignos. En la cavidad abdominal el tumor puede crecer y diseminarse de manera silente, de manera que cuando causa síntomas ya suele estar diseminado. Incluso los primeros síntomas en las etapas avanzadas son habitualmente bastante vagos en forma de molestias inespecíficas abdominales, por lo que es frecuente que sean ignorados o confundidos con procesos benignos como dispepsia o "gases". Es por esta razón que es difícil de diagnosticar precozmente, y esta es la principal causa de su elevada mortalidad. A medida que el tumor crece pueden comenzar a aparecer algunos síntomas como pérdida de apetito, sensación de plenitud abdominal tras la comida (aunque esta sea frugal), o pérdida de peso. En general, se suele acumular líquido en el abdomen causando lo que denominamos ascitis, que puede ser muy importante, y causar distensión de la cavidad abdominal. También se puede acumular líquido en la pleura en torno a los pulmones y producir dificultad para respirar o sensación de falta de aire. Por otra parte, el crecimiento de una masa ovárica en la pelvis puede afectar a las estructuras vecinas, principalmente la vejiga y el recto causando síntomas como disuria (dolor o molestia al orinar), diarrea o estreñimiento, y dolor abdominal o pélvico. Sin embargo, si presenta los siguientes síntomas, hay que acudir a una evaluación. – Distensión abdominal progresiva. – Sensación repetida y persistente de plenitud con la comida, incluso con pequeñas cantidades. – Molestias pélvicas y/o abdominales que persisten y no tienen una explicación lógica. – Molestias al orinar y/o hacer deposición que persisten y no se explican por otras causas. – Sangrado vaginal inapropiado. Presentaciones diagnósticas y conductas Ante la sospecha de cáncer de ovario, lo primero que se debe realizar a la paciente es una evaluación general consistente en: – Una historia clínica completa y una exploración física minuciosa con exploración de la pelvis y ginecológica. – Análisis de sangre que incluya marcadores tumorales. – Exploraciones radiológicas, como TAC, PET-TAC o RMN. Aunque se considera, que la presencia de esta masa indurada a la exploración puede ser el primer signo de cáncer, avance en la progresión de la enfermedad o recurrencia. La ultrasonografía pélvica es el principal recurso diagnóstico para la investigación de una masa anexial. Ayuda a distinguir entre tumores benignos y malignos. Según el tipo de tumor, los cánceres ováricos pueden vigilarse con los marcadores tumorales séricos CA-125, fetoproteína α (AFP), deshidrogenasa de lactato (LDH) y gonadotropina coriónica humana (hCG). Otras pruebas que se deben realizar son exploraciones radiológicas, es decir pruebas de imagen. Las exploraciones radiológicas que se suelen realizar son: – Ecografía ginecológica. Consiste en la introducción de una sonda de ecografía por vía vaginal. Permite identificar con bastante precisión los ovarios y detectar tumores ováricos así como la presencia de líquido libre en la cavidad pélvica. Esta prueba es necesaria. – Tomografía Computarizada de abdomen y pelvis. El TAC nos proporciona abundante información sobre el tamaño y localización del tumor en la pelvis, la presencia de afectación de ganglios linfáticos regionales, la existencia de ascitis (líquido libre en la cavidad abdominal) y la presencia de metástasis viscerales en bazo o hígado (que suelen ser poco frecuentes en esta enfermedad). El TAC también puede detectar implantes peritoneales (implantes tumorales en la cavidad abdominal) que son muy frecuentes en el cáncer de ovario. No obstante, el TAC no suele detectar implantes de menos de 1-2 centímetros, por lo que con frecuencia en los estadios avanzados existe más enfermedad de la que detecta el TAC. – Resonancia Nuclear Magnética (RNM): en general no es una prueba que se haga de rutina. Puede ser más útil que el TAC para detectar la infiltración de órganos pélvicos (como vejiga o recto) por el tumor. Rara vez es necesario realizar una RNM. – PET-TAC: el PET-TAC se está imponiendo como exploración para determinar la extensión de la enfermedad, una vez llegados al diagnóstico de cáncer de ovario. Puede dar en ocasiones una información más exhaustiva antes de la decisión del tratamiento. – Ocasionalmente se realiza una cistoscopia para conocer si está infiltrada la vejiga o una rectoscopia para conocer si está infiltrado el recto, antes de programar la cirugía. – También se debe realizar la cuantificación del marcador tumoral CA 125. Esta prueba consiste en un análisis de sangre por el que se mide dicha proteína en el suero de la paciente, ya que en general está aumentada en las pacientes que padecen un cáncer de ovario. – Sin embargo, hay pacientes que no presentan elevación del marcador CA 125, y además, puede estar aumentado también en enfermedades benignas que cursan con ascitis (líquido en la cavidad abdominal) o inflamación de la cavidad peritoneal. – La utilidad principal de esta prueba radica en el seguimiento de la enfermedad, puesto que suele existir una correlación entre el nivel de CA 125 y la actividad de la enfermedad. – En toda paciente con el diagnóstico clínico de tumor de ovario se debe realizar una laparotomía para la toma de biopsia, pues es la prueba que nos servirá para realizar a la vez el diagnóstico definitivo y la estadificación de la enfermedad. La laparotomía puede ir precedida de una laparoscopia exploradora para definir mejor las opciones de una cirugía óptima. Puesto que las células malignas se pueden diseminar por exfoliación directa, la paracentesis y la aspiración de quistes deben evitarse. Aunque hay que tener en cuenta que el diagnóstico definitivo se establece tras analizar por el microscopio el tumor del ovario o un implante que ha remitido el cirujano. Más del 90% de los cánceres de ovario son de origen epitelial. Existen varios subtipos de cáncer epitelial de ovario que se denominan: – Seroso. – Endometriode. – Células claras. – Mucinoso. – Indiferenciado. A su vez según el grado de diferenciación se clasifican en: – Bien diferenciados o grado 1. – Moderadamente diferenciados o grado 2. – Pobremente diferenciados o grado 3. El grado de diferenciación se determina por la apariencia de las células, aquellas con apariencia más madura con formación de estructuras glandulares son las bien diferenciados, mientras que las células de aspecto más agresivo y menos diferenciadas son las de alto grado o grado 3 El tratamiento del cáncer de ovario consiste en la combinación de cirugía con la extirpación quirúrgica de todo el tumor existente visible, seguido de quimioterapia. Tratamientos complementarios asociados a la quimioterapia estándar – Antiangiogénicos. Consiste en administrar fármacos que bloquean el desarrollo de vasos sanguíneos que el tumor necesita para su desarrollo y proliferación. El único fármaco aprobado es el bevacizumab para su empleo en asociación a quimioterapia en pacientes con cáncer de ovario epitelial avanzado. Su aprobación como parte del tratamiento inicial está recomendada para aquellas pacientes que presentan un peor pronóstico (Estadios III-IV, y/o en aquellos casos que presentan enfermedad residual tras la cirugía. Su aprobación se extiende también a los casos en que la enfermedad ha recidivado. Se administra por vía intravenosa cada 21 días. Su combinación con quimioterapia (paclitaxel y carboplatino) seguido de un periodo de tratamiento con el propio bevacizumab durante unos meses (aproximadamente un año) en pacientes con cáncer de ovario avanzado ha mostrado un incremento moderado del periodo de tiempo con enfermedad controlada. Los principales efectos secundarios asociados a bevacizumab son la hipertensión y la proteinuria (perdida de proteínas por la orina). Otros efectos graves pero afortunadamente poco frecuentes son las trombosis, sangrados, perforaciones intestinales o fístulas. – Inhibidores de PARP. Dirigidos a aquellas pacientes con cáncer de ovario que presentan alteraciones en las llamadas vías de reparación del DNA. Estas alteraciones aparecen especialmente en mujeres portadoras de mutaciones en los genes BRCA. Tenemos dos fármacos: Olaparib y Niraparib, dada su eficacia demostrada reduciendo el riesgo de recidiva y aumentando notablemente el tiempo en que la paciente está libre de enfermedad. Asimismo, los anteriores junto con Rucaparib también están aprobados en las recaídas de la enfermedad. – Inmunoterapia. Cáncer de Vulva El cáncer de vulva (CV) es una neoplasia poco frecuente, se estima que representa 3 a 4% de todas las neoplasias del aparato genitourinario en el mundo. Esto lo coloca en el cuarto lugar entre las neoplasias malignas ginecológicas detrás del cáncer de útero, ovarios y cuello uterino. El pico de mayor frecuencia es entre 65 y 75 años de edad, siendo una enfermedad típica de mujeres posmenopáusicas. Afecta principalmente en región de la piel de labios mayores y menores, seguido por afecciones y lesiones a nivel de clítoris y con menor frecuencia las glándulas de Bartolini. Su etiología no es clara, sin embargo, se puede clasificar en dos tipos de enfermedades separadas: – El primer tipo se asocia generalmente al antecedente de infección por diversas cepas del virus de papiloma humano (VPH), principalmente de cepas oncogénicas como 16 y 18, que es causante de la neoplasia intraepitelial vulvar (VIN), un factor predisponente para el cáncer de vulva, en este panorama tener conocimiento del subtipo histológico del cáncer de vulva nos permite estimar la etiología del cáncer relacionado con el VPH. Se estima que el 80% de las mujeres no tratadas que padecen VIN III desarrollan cáncer de vulva invasivo, este tipo de cáncer de vulva es común que ocurra en pacientes más jóvenes (35 a 65 años). – El segundo tipo de cáncer de vulva incluye los trastornos epiteliales no neoplásicos de la vulva y la edad avanzada que conducen a la atipia celular y, finalmente, al cáncer. Aproximadamente el 90% de los cánceres de vulva están representados por el tipo Carcinoma de Células escamosas, seguido por melanoma, adenocarcinoma, carcinoma de células basales, el sarcoma y el tipo indiferenciado. El cáncer de vulva puede ser asintomáticos en el 50% de las mujeres, y en caso de presentar síntomas, estos son: – Prurito, el más común. – Sangrado vulvar. – Disuria. – Secreción. – Dolor (menor proporción). – Bulto o masa vulvar, que puede presentarse ulcerada, leucoplásica, carnosa o verrugosa (manifestación más obvia que indica cáncer de vulva), Con relación al comportamiento del cáncer vulvar se estima que aproximadamente hasta un 6% de los casos metastatizan a nódulos linfáticos. Presentaciones diagnósticas y conductas La evaluación de las pacientes con cáncer de vulva debe determinar la extensión de la enfermedad, las comorbilidades y anticipar el plan de tratamiento. La valoración inicial incluye examen físico, medir dimensiones del tumor primario y determinar la extensión a mucosa, hueso o estructuras adyacentes, además de identificar la posibilidad de invasión ganglionar inguinal. El diagnóstico temprano es esencial, por lo que toda lesión persistente en la región vulvar, asociada o no con síntomas o con antecedente de infección por VPH debe de ser sometida a biopsia. La propagación a vagina, uretra y ano es frecuente, lo mismo que la diseminación a ganglios linfáticos inguinales y femorales, así como pélvicos. La diseminación a otros órganos es rara, y solo se da en estadios muy avanzados, donde puede alcanzar hueso, hígado, pulmón y cerebro El ultrasonido de la zona linfoportadora es fundamental para conocer la presencia de metástasis ganglionares, independientemente de que haya palpación o no de adenopatías. El mapeo linfático con biopsia del ganglio centinela, tal y como se lleva a cabo en melanoma, cáncer de mama y cáncer oral, ha sustituido la linfadenectomía rutinaria bilateral en pacientes que no tienen ganglios metastásicos palpables al momento del diagnóstico. Permite identificar adecuadamente el ganglio de primer relevo y selecciona pacientes candidatas a linfadenectomía evitando procedimientos y morbilidad innecesarios. Como opciones terapéuticas la quirúrgica es la más aplicada, seguido de la radioterapia, quimioterapia o radioquimioterapia. En cuanto a la alternativa quirúrgica la vulvectomía radical representa la opción más utilizada, seguida de la vulvectomía total simple, en casos en los que el hallazgo de la enfermedad se de en etapas avanzadas se aplica predominantemente modalidades quimioterapéuticas y radioterapéuticas, sin embargo, el tratamiento definitivo debe adaptarse según el compromiso clínico y patológico del paciente. En el tratamiento del cáncer vulvar como en otros cánceres además de la intervención quirúrgica, debe haber una evaluación ganglionar regional exhaustiva, ya que se ha establecido que su estudio tiene valor predictivo de supervivencia de acuerdo con si hay o no extensión a los mismos. Se ha establecido que en carcinomas epidermoides (el tipo histológico más frecuentemente diagnosticado) es recomendado la realización de detección del ganglio centinela, y realizar linfadenectomía inguinofemoral unilateral ipsilateral, inclusive en caso de que el ganglio centinela no sea detectado, o bien considerar radioterapia y linfadenectomía inguinofemoral bilateral en caso de que el ganglio centinela sea positivo. El carcinoma escamoso en estadio primario se define como una lesión única menor de 2 cm, con invasión superficial de la estroma. En los casos de cáncer de vulva avanzados, es decir aquellos extendidos más allá del tejido vulvar, y con ganglios inguinales positivos, usualmente se encuentran imposibilitados de la resección quirúrgica de la lesión, ya que en esta etapa la lesión cancerígena puede estar extendida incluso a músculos y estructuras vasculares convirtiéndola en una patología totalmente irresecable. En estos casos, la radioterapia es el estándar de manejo en estas pacientes con cáncer vulvar sin alternativa quirúrgica y en pacientes frágiles. Se debe administrar cuando se hace hallazgo de 2 o más nódulos linfáticos o bien cuando existe extensión extracapsular de cualquier nódulo, además de que la invasión estromal de más de 5 mm aumenta drásticamente el riesgo de mortalidad en estas pacientes. Prevalencia en nuestro país y el mundo El cáncer es problema de salud pública importante, no solo por el incremento continuo de sus tasas de incidencia y mortalidad a lo largo de las últimas décadas, que lo ubican entre las principales causas de morbimortalidad, sino, sobre todo, porque requiere de un plan integral, transdisciplinario, multisectorial, participativo y sostenible para su control, que busque impactar en todas las etapas del mismo. En el año 2020, el cáncer de mama fue el más común entre los detectados en mujeres a nivel mundial, con casi un 25% del total de nuevos casos descubiertos. El cáncer colorrectal, con un 9,4%, tuvo la segunda mayor incidencia en mujeres ese año. Seguidos del cáncer de pulmón con un 8,4%, cuello uterino 6,5%, tiroides 4,9%, cuerpo del útero 4,5%, estómago 4% y otros en 37,8% En Ecuador, el número de casos en el 2020 en las mujeres respecto al cáncer fueron los siguientes: El que más incidencia tuvo fue el de cáncer de mama con 22.2%, cáncer de cérvix 9,5%, tiroides 9%, colorrectal 8,4%, estómago 6,3% y otros en 44,5%. Detección precoz en su manejo. En las Américas, se estima que el cáncer causa 1,3 millones de fallecimientos anuales, lo que supone la segunda causa de muerte en la mayoría de los países de la región. Uno de los problemas es que muchos casos se diagnostican demasiado tarde. Incluso en los países que disponen de sistemas y servicios de salud óptimos, muchos cánceres se diagnostican en una fase avanzada, cuando es más difícil que el tratamiento de buen resultado. Las tres medidas para mejorar el diagnóstico temprano del cáncer son: – Sensibilizar al público acerca de los síntomas del cáncer y alentarlo a recurrir a la asistencia médica cuando los detecte. – Invertir en el fortalecimiento y el equipamiento de los servicios de salud y la formación del personal sanitario para que se realicen diagnósticos exactos y oportunos. – Velar por que las personas con cáncer tengan acceso a un tratamiento seguro y eficaz, incluido el alivio del dolor, sin que ello les suponga un esfuerzo personal o financiero prohibitivo. Las personas que se sabe que tienen un riesgo más alto de cáncer son las que presentan alguna de las siguientes características: – Antecedentes personales de cáncer. – Antecedentes familiares de cáncer. – Ciertas mutaciones (cambios) en los genes que se han vinculado con cáncer. – Exposición a agentes cancerígenos como el humo del tabaco o sustancias químicas en el lugar de trabajo. – Coágulo de sangre que se forma sin una razón conocida. – Edad avanzada. Las personas con un riesgo alto de cáncer pueden necesitar someterse al examen de detección con más frecuencia o a una edad más temprana que otras personas. Los exámenes de detección tienen muchos objetivos. Un examen de detección que es eficaz y útil cumple con los siguientes objetivos: Identifica un cáncer antes de que aparezcan los síntomas. Detecta un cáncer que es más fácil de tratar y curar cuando se encuentra temprano. Produce pocos resultados negativos y resultados positivos falsos de una prueba. Disminuye la probabilidad de morir por cáncer. Los exámenes de detección incluyen los siguientes: Examen físico y antecedentes: examen del cuerpo para revisar el estado general de salud, identificar cualquier signo de enfermedad, como nódulos o cualquier otra cosa que no parezca habitual. También se tomarán datos sobre los hábitos de salud, así como los antecedentes de enfermedades y tratamientos anteriores. Pruebas de laboratorio: procedimientos médicos en los que se toman muestras de tejido, sangre, orina u otras sustancias del cuerpo. Procedimientos con imágenes: procedimientos que permiten captar imágenes de áreas internas del cuerpo. Pruebas genéticas: prueba de laboratorio en la que se examinan células o tejidos para verificar si hay cambios en los genes o los cromosomas. Es posible que estos cambios indiquen que la persona tiene una enfermedad o afección específica o que presenta más riesgo de tenerla. La detección precoz se realiza a través de los programas de cribado. Estos programas ofrecen a la población realizarse una prueba diagnóstica (diferente dependiendo del tipo de cáncer), con el fin de poder detectar precozmente los casos de cáncer en aquellas personas que aún no presentan síntomas pero que ya lo padecen. – Mamografía Las mujeres de 40 a 44 años podrán decidir si desean de manera opcional comenzar sus exámenes anuales para la detección de cáncer de seno mediante mamogramas (radiografías de los senos, también referidos como mastografías o mamografías) en caso de que así lo deseen. Las mujeres de 45 a 54 años de edad deben someterse a un nomograma cada año. Las mujeres de 55 años y mayores pueden cambiar a un mamograma cada 2 años, o pueden optar por continuar con su examen de detección anualmente. Los exámenes de detección deben continuar siempre y cuando la mujer se encuentre en buen estado de salud y se espera que viva al menos 10 años más. Todas las mujeres deben entender qué esperar cuando se hace un mamograma para la detección del cáncer de seno (lo que puede y no puede hacer el estudio). También debe familiarizarse con la manera natural en que lucen y se sienten sus senos e informar inmediatamente a su médico cualquier cambio que note en sus senos. Debido al historial familiar, tendencia genética u otros factores, aquellas mujeres con alto riesgo de cáncer de seno deberán hacerse exámenes de detección con imágenes por resonancia magnética (MRI) junto con los mamogramas. – Pap Si tiene entre 21 y 29 años Debe comenzar a realizarse la prueba de Papanicoláu a los 21 años de edad. Si los resultados de su prueba de Papanicoláu son normales, es posible que su médico le diga que puede esperar tres años para hacerse la siguiente. Si tiene entre 30 y 65 años Hable con su médico acerca de cuál opción es la más adecuada para usted: Solo la prueba del VPH. A esto se le llama prueba del VPH primaria. Si los resultados de su prueba del VPH son normales, es posible que su médico le diga que puede esperar cinco años para hacerse la siguiente prueba de detección. Una prueba del VPH junto con la prueba de Papanicoláu. A esto se le llama pruebas conjuntas. Si los resultados de ambas pruebas son normales, es posible que su médico le diga que puede esperar cinco años para hacerse la siguiente prueba de detección. Solo la prueba de Papanicoláu. Si los resultados de su prueba de Papanicoláu son normales, es posible que su médico le diga que puede esperar tres años para hacerse la siguiente. – Si tiene más de 65 años Su médico podría decirle que ya no necesita hacerse la prueba de detección si: Le han hecho al menos tres pruebas de Papanicoláu o dos pruebas del VPH en los últimos 10 años y los resultados fueron normales o negativos. No ha tenido un precáncer de cuello uterino en el pasado. Le han extirpado el cuello uterino como parte de una histerectomía completa por una afección no cancerosa, como el fibroma uterino. – Biopsia endometrial Las mujeres deberán informar a su proveedor de atención médica sobre cualquier secreción, manchado o sangrado vaginal que sea inusual, es decir, que empeore, que ocurra entre ciclos menstruales o que suceda después de la menopausia. Las mujeres que tengan o que sean propensas a padecer cáncer de colon hereditario sin poliposis (HNPCC o síndrome de Lynch) se les ofrezca cada año las pruebas mediante biopsia endometrial a partir de los 35 años. – Pruebas basadas en heces fecales Prueba inmunoquímica fecal altamente sensible (FIT) cada año. Prueba de sangre oculta en heces fecales basada en guayacol (gFOBT) cada año. Prueba multidirigida de ADN en heces fecales (MT-sDNA) cada 3 años. – Exámenes visuales del colon y del recto Colonoscopia cada 10 años. Colonografía CT (colonoscopia virtual) cada 5 años. Sigmoidoscopia flexible* cada 5 años. Hombres y mujeres deben comenzar a hacer las pruebas de detección rutinarias a partir de los 45 años. Las personas con un buen estado de salud y que se espere que vivan por más de 10 años deberán continuar haciéndose las pruebas de detección rutinarias hasta cumplir los 75 años. Para las personas de 76 a 85 años, la decisión de someterse a las pruebas de detección debe basarse en sus preferencias, expectativa de vida, estado general de salud y en los resultados de las pruebas de detección realizadas anteriormente. Las personas mayores de 85 años ya no necesitan hacerse las pruebas de detección del cáncer colorrectal. Si una persona decide someterse a una prueba que no sea la colonoscopia, y surge cualquier resultado anormal, se debe hacer una colonoscopia. Puede que las personas con un riesgo elevado de cáncer colorrectal en función de sus antecedentes familiares y/o historial médico personal y otros factores requieran comenzar a hacer las pruebas de detección antes de los 45 años, hacer las pruebas con mayor frecuencia o someterse a otras pruebas en específico. Consulte con su proveedor de atención médica sobre su riesgo de cáncer colorrectal para saber cuándo debe comenzar las pruebas. Se debe tener en cuenta las diferencias que hay entre las opciones de pruebas, pero lo más importante es hacer la prueba de detección, independientemente de la opción que escoja. Consulte con su proveedor de atención médica sobre las pruebas que pueden ser buenas opciones para usted, y con un representante de su seguro médico acerca de la cobertura