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The Love Hypothesis (Ali Hazelwood)

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Como candidata al doctorado de tercer año., Olive Smith no
cree en las relaciones románticas duraderas, pero su mejor
amiga sí, y eso es lo que la metió en esta situación. Convencer
a Anh de que Olive está saliendo y que va camino de a tener
sus felices por siempre, pero iba a requerir algo más que
simples trucos mentales Jedi: los científicos requieren pruebas.
Entonces, como cualquier biólogo que se precie, Olive entra en
pánico y besa al primer hombre que ve.
Ese hombre no es otro que Adam Carlsen, un joven profesor de
renombre y un imbécil muy conocido. Es por eso que Olive se
queda anonadada cuando el tirano de laboratorio reinante de
Stanford acepta mantener su farsa en secreto y ser su novio
falso. Pero cuando una gran conferencia científica se sale de
control, poniendo la carrera de Olive en el mechero Bunsen,
Adam la sorprende de nuevo con su apoyo inquebrantable y
aún más inquebrantable... abdominales de seis paquetes.
De repente, su pequeño experimento se siente peligrosamente
cerca de la combustión. Y Olive descubre que lo único más
complicado que una hipótesis sobre el amor es poner su propio
corazón bajo el microscopio.
Hi-po-te-sis
Una suposición o explicación propuesta hecha sobre la base
de evidencia limitada, como punto de partida para una
investigación adicional.
Ejemplo: Basándome en la información disponible y los datos
recopilados hasta ahora, mi hipótesis es que cuanto más me
aleje del amor, mejor estaré
Francamente, Olive estaba un poco indecisa sobre todo este asunto de
la escuela de posgrado.
No porque no le gustara la ciencia. (A ella le gustaba... Le encantaba la
ciencia. La ciencia era lo suyo). Y no por el camión lleno de evidentes
banderas rojas. Ella era muy consciente de que comprometerse con años
de semanas laborales de ochenta horas no apreciadas y mal pagadas
podría no ser bueno para su salud mental. Es posible que las noches
pasadas trabajando duro frente a un mechero Bunsen para descubrir un
trozo de conocimiento trivial no sea la clave de la felicidad. Que dedicar
su mente y cuerpo a actividades académicas con solo descansos poco
frecuentes para robar bagels1 desatendidos podría no ser una decisión
acertada.
Estaba muy consciente y, sin embargo, nada de eso la preocupaba. O
tal vez lo hacía, un poquito, pero podía lidiarlo. Fue algo más lo que le
impidió entregarse al círculo más notorio y chupa-almas del infierno (es
decir, un programa de doctorado). La detuvo, es decir, hasta que la
invitaron a una entrevista para un lugar en el departamento de biología
de Stanford y se encontró con el chico.
El tipo cuyo nombre nunca consiguió.
El tipo que conoció después de tropezar a ciegas en el primer baño
que pudo encontrar.
El tipo que le preguntó:
―Por curiosidad, ¿hay alguna razón específica por la que lloras en el
baño?
Olive chilló. Trató de abrir los ojos a través de las lágrimas y apenas
lo logró. Todo su campo de visión estaba borroso. Todo lo que podía ver
1
Pan elaborado tradicionalmente de harina de trigo y que suele tener un agujero en el centro.
era un contorno acuoso: alguien alto, de cabello oscuro, vestido de negro
y…sí. Eso fue todo.
―yo . . . ¿Es este el baño de mujeres? — Tartamudeó.
Una pausa. Silencio. Y luego:
―Nop―. Su voz era profunda. Tan profunda. Realmente profunda.
Ensueño profundo.
― ¿Está seguro?
―Sí.
― ¿Enserio?
―Justo, ya que este es el baño de mi laboratorio.
Bien. La tenía allí.
―Lo siento mucho. ¿Necesitas hacerlo? ― Hizo un gesto hacia el
puesto, o hacia donde pensaba que estaban los puestos. Le escocían los
ojos, incluso cerrados, y tuvo que cerrarlos con fuerza para atenuar la
quemadura. Trató de secarse las mejillas con la manga, pero la tela de
su vestido cruzado era barata y endeble, ni la mitad de absorbente que
el algodón real. Ah, las alegrías de ser pobre.
―Solo necesito tirar este reactivo por el desagüe― dijo, pero ella no
lo escuchó moverse. Quizás porque estaba bloqueando el fregadero. O
tal vez porque pensaba que Olive era un bicho raro y estaba pensando
en acusarla a la policía del campus. Eso pondría un final brutalmente
rápido a su doctorado. Sus sueños, ¿no? ―No usamos esto como un
baño, solo para deshacerse de los desechos y lavar el equipo.
―Oh, lo siento. Pensé . . . ― Mal. Había pensado mal, como era su
costumbre y su maldición.
― ¿Estás bien? ― Debe ser muy alto. Su voz sonaba como si viniera
de diez pies por encima de ella.
―Seguro. ¿Por qué preguntas?
―Porque estás llorando. En mi baño.
―Oh, no estoy llorando. Bueno, en cierto modo lo hago, pero son solo
lágrimas, ¿sabes?
―No.
Suspiró, desplomándose contra la pared de azulejos.
―Son mis lentes de contacto. Caducaron hace algún tiempo, y nunca
fueron tan buenos para empezar. Me estropearon los ojos. Me los he
quitado, pero. . . ― Ella se encogió de hombros. Ojalá en su dirección.
―Se necesita un tiempo antes de que mejoren.
― ¿Te pusiste contactos caducados? ― Sonaba personalmente
ofendido.
―Solo un poco caducados.
― ¿Qué tanto?
―No sé. ¿Unos años?
― ¿Qué? ―Sus consonantes eran agudas y precisas. Crujiente.
Agradable.
―Solo un par, creo.
― ¿Solo un par de años?
―Está bien. Las fechas de vencimiento son para los débiles.
Un sonido agudo, una especie de bufido.
―Las fechas de vencimiento son para que no te encuentre llorando en
la esquina de mi baño.
A menos que este tipo fuera el mismo Sr. Stanford, realmente
necesitaba dejar de llamar a esto su baño.
―Está bien. ― Ella hizo un gesto con la mano. Ella habría puesto los
ojos en blanco si no hubieran estado en llamas. ―El ardor suele durar
sólo unos minutos.
― ¿Quieres decir que has hecho esto antes?
Ella frunció el ceño.
― ¿Hacer qué?
―Ponerte lentes de contacto caducados.
―Por supuesto. Los contactos no son baratos.
―Tampoco los ojos.
Humph. Buen punto.
―Oye, ¿nos conocemos? Quizás anoche, en la cena de reclutamiento
con los posible Ph.D. 2¿Entre los estudiantes?
―No.
― ¿No estabas allí?
―No es realmente mi escena.
― ¿Pero la comida gratis?
―No vale la pena la pequeña charla.
Tal vez estaba a dieta, porque ¿qué tipo de estudiante de doctorado
decía eso? Y Olive estaba segura de que era un Ph.D., el tono altivo y
condescendiente era un claro delator. Todos los Ph.D. eran así:
pensaban que eran mejores que los demás solo porque tenían el dudoso
privilegio de matar moscas de la fruta en nombre de la ciencia por
noventa centavos la hora. En el sombrío y oscuro infierno de la
academia, los estudiantes graduados eran las criaturas más humildes y,
por lo tanto, tenían que convencerse a sí mismos de que eran los mejores.
Olive no era psicóloga clínica, pero parecía un bonito mecanismo de
defensa de libro de texto.
― ¿Te están entrevistando para un lugar en el programa? ― preguntó.
―Sí. Para la cohorte3 de biología del próximo año ―. Dios, le ardían
los ojos. ― ¿Tú qué tal? ― preguntó, presionando sus palmas en ellos.
― ¿Yo?
― ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
― ¿Aquí? ― Una pausa. ―Seis años. Más o menos.
―Oh. Entonces, ¿te graduarás pronto?
―Yo…
Ella se percató de su vacilación e instantáneamente se sintió culpable.
―Espera, no tienes que decírmelo. Primera regla de la escuela de
posgrado: no preguntes sobre el cronograma de tesis de otros
graduados.
Un latido. Y luego otro.
2
Estudiantes de Doctorado
3
También puede ser entendido comúnmente como promoción o generación.
―Bien.
―Perdón. ― Deseó poder verlo. Para empezar, las interacciones
sociales eran bastante difíciles; lo último que necesitaba eran menos
pistas para seguir. ―No era mi intención canalizar a tus padres en
Acción de Gracias.
Él rió suavemente.
―Nunca podrías.
―Oh. ― Ella sonrió. ― ¿Padres molestos?
―E incluso peores en Acción de Gracias.
―Eso es lo que los estadounidenses obtienen por dejar
Commonwealth4. Ella le tendió la mano en lo que esperaba que fuera su
dirección general. ―Soy Olive, por cierto. Como el árbol ―. Estaba
empezando a preguntarse si acababa de presentarse al desagüe cuando
lo escuchó acercarse. La mano que se cerró alrededor de la de ella estaba
seca y cálida, y tan grande que podría haber envuelto todo su puño.
Todo en él debe ser enorme. Altura, dedos, voz.
No fue del todo desagradable.
― ¿No eres estadounidense? ― preguntó.
―Canadiense. Escucha, si hablas con alguien que está en el comité de
admisiones, ¿te importaría no mencionar el percance de mis contactos?
Podría hacerme parecer una candidata menos que estelar.
― ¿Eso crees? ― dijo inexpresivo.
Ella lo habría fulminado con la mirada si pudiera. Aunque tal vez
estaba haciendo un trabajo decente de todos modos, porque él se rió,
solo un bufido, pero Olive se dio cuenta. Y a ella le gustó.
La soltó y ella se dio cuenta de que había estado agarrando su mano.
Ups.
― ¿Estás planeando inscribirte? ― preguntó.
Ella se encogió de hombros.
Organización que agrupa a 54 países que mayoritariamente comparten lazos históricos con
el Reino Unido.
4
―Puede que no reciba una oferta―. Pero ella y el profesor con el que
se había entrevistado, la Dra. Aslan, realmente se habían llevado bien.
Olive había tartamudeado y murmurado mucho menos de lo habitual.
Además, sus puntajes GRE5 y GPA6 fueron casi perfectos. No tener una
vida era útil, a veces.
― ¿Entonces, no estás planeando inscribirte si recibes una oferta?
Sería una estúpida al no hacerlo. Después de todo, esto era Stanford,
uno de los mejores programas de biología. O al menos, eso era lo que
Olive se había estado diciendo a sí misma para encubrir la petrificante
verdad.
Lo cual era que, francamente, estaba un poco indecisa sobre todo este
asunto de la escuela de posgrado.
―Yo. . . quizás. Debo decir que la línea entre una excelente elección
de carrera y un error crítico en la vida se está volviendo un poco borrosa.
―Parece que te estás inclinando hacia la cagada―. Sonaba como si
estuviera sonriendo.
―No. Bien . . . Yo solo . . .
― ¿Tú solo?
Ella se mordió el labio.
― ¿Qué pasa si no soy lo suficientemente buena? ― Ella espetó, y por
qué, Dios, ¿por qué estaba desnudando los miedos más profundos de su
pequeño corazón secreto a este chico del baño al azar? ¿Y cuál era el
punto, de todos modos? Cada vez que expresaba sus dudas a amigos y
conocidos, todos automáticamente le ofrecían los mismos estímulos
triviales y sin sentido. Estarás bien. Puedes hacerlo. Creo en ti. Este tipo
seguramente iba a hacer lo mismo.
Ya viene…
En cualquier momento ahora.
En cualquier segundo …
― ¿Por qué quieres hacerlo?
5
6
Graduate Record Examinations, examen de admisión para estudiar un posgrado en una universidad.
Grade Point Average) es un término utilizado para asignar un valor numérico a las calificaciones.
¿Oh?
―Hacer . . . ¿qué?
―Obtener un doctorado. ¿Cuál es tu razón?
Olive se aclaró la garganta.
―Siempre he tenido una mente inquisitiva y la escuela de posgrado
es el entorno ideal para fomentar eso. Me dará importantes habilidades.
Él resopló.
Ella frunció.
― ¿Qué?
―No es la línea que encontraste en un libro de preparación de
entrevistas. ¿Por qué quieres un doctorado?
―Es cierto― insistió ella, un poco débil. ―Quiero mejorar mis
habilidades de investigación.
― ¿Es porque no sabes qué más hacer?
―No.
― ¿Por qué no obtuviste un puesto en la industria?
―No, ni siquiera me postulé para la industria.
―Ah. ― Se movió, una figura grande y borrosa se acercó a ella para
verter algo en el fregadero. Olive olía a eugenol7, a detergente para la
ropa y a una piel masculina limpia. Una combinación extrañamente
agradable.
―Necesito más libertad de la que la industria puede ofrecer.
―No tendrás mucha libertad en la academia―. Su voz estaba más
cerca, como si no hubiera retrocedido todavía. ―Tendrá que financiar
tú trabajo a través de becas de investigación ridículamente competitivas.
Ganarías más dinero en un trabajo de nueve a cinco que en realidad te
permite entretener el concepto de los fines de semana.
Olive frunció el ceño.
― ¿Estás intentando que rechace mi oferta? ¿Es esta una especie de
campaña contra usuarios de contactos caducados?
7
Conocido comúnmente como esencia de clavo
―No.
Podía oír su sonrisa.
―Seguiré adelante y confiaré en que fue solo un paso en falso.
―Los uso todo el tiempo, y casi nunca…
―En una larga lista de errores, claramente―. Él suspiró. ―Este es el
trato: no tengo idea de si eres lo suficientemente buena, pero eso no es
lo que deberías preguntarte. La academia cuesta mucho dinero por muy
poco dinero. Lo que importa es si tu razón para estar en el mundo
académico es suficientemente buena. Entonces, ¿por qué el doctorado,
Olive?
Ella lo pensó, y pensó, y pensó aún más. Y luego habló con cuidado.
―Tengo una pregunta. Una pregunta de investigación específica.
Algo que quiero averiguar ―. Allí. Hecho. Esta fue la respuesta. ―Algo
que temo que nadie más descubrirá si no lo hago.
― ¿Una pregunta?
Sintió que el aire cambiaba y se dio cuenta de que ahora estaba
apoyado contra el fregadero.
―Sí. ― Tenía la boca seca. ―Algo que es importante para mí. Y no
confío en que nadie más lo haga. Porque no lo han hecho hasta ahora.
Porque . . . ― Porque sucedió algo malo. Porque quiero hacer mi parte para
que no vuelva a suceder.
Pensamientos pesados para tener en presencia de un extraño, en la
oscuridad de sus párpados cerrados. Así que los abrió; su visión todavía
estaba borrosa, pero el ardor casi había desaparecido. El tipo la estaba
mirando. Borroso en los bordes, tal vez, pero ahí, esperando
pacientemente a que ella continuara.
―Es importante para mí― repitió. ―La investigación que quiero
hacer―. Olive tenía veintitrés años y estaba sola en el mundo. No quería
los fines de semana ni un salario decente. Quería volver atrás en el
tiempo. Quería estar menos sola. Pero como eso era imposible, se
conformaría con arreglar lo que pudiera.
Asintió con la cabeza, pero no dijo nada mientras se enderezaba y
avanzaba unos pasos hacia la puerta. Claramente saliendo.
― ¿Es la mía una razón suficientemente buena para ir a la escuela de
posgrado? ― ella lo llamó, odiando lo ansiosa que sonaba por la
aprobación. Era posible que estuviera en medio de una especie de crisis
existencial.
Hizo una pausa y la miró.
―Es la mejor — Estaba sonriendo, pensó. O algo parecido. ―Buena
suerte en tu entrevista, Olive.
―Gracias.
Ya casi había salido por la puerta.
―Tal vez te vea el año que viene― balbuceó, sonrojándose un poco.
―Si entro. Y si no te has graduado.
―Tal vez― le oyó decir.
Con eso, el chico se fue. Y Olive nunca supo su nombre. Pero unas
semanas más tarde, cuando el departamento de biología de Stanford le
extendió una oferta, ella la aceptó. Sin dudar.
HIPÓTESIS: Cuando me den a elegir entre A (una situación
ligeramente incómoda) y B (un espectáculo de mierda colosal
con consecuencias devastadoras), inevitablemente terminaré
seleccionando B.
Dos años, once meses después
En defensa de Olive, al hombre no pareció importarle demasiado el
beso.
Le tomó un momento adaptarse, perfectamente comprensible, dadas
las circunstancias repentinas. Fue un minuto incómodo, embarazoso y
algo doloroso, en el que Olive estaba aplastando simultáneamente sus
labios contra los de él y empujándose tan alto como los dedos de sus pies
se extendían para mantener su boca al mismo nivel que su
cara. ¿Tenía que ser tan alto? El beso debió haber parecido un cabezazo
torpe, y se puso ansiosa de no poder lograrlo. Su amiga Anh, a quien
Olive había visto venir hacia ella hace unos segundos, iba a echar un
vistazo a esto y saber de inmediato que Olive y el Hombre Beso no
podían ser dos personas en medio de una cita.
Luego pasó ese momento agonizante y lento, y el beso se
volvió... diferente. El hombre inhaló bruscamente e inclinó un poco la
cabeza, haciendo que Olive se sintiera menos como un mono ardilla
trepando a un árbol baobab, y sus manos, que eran grandes y
agradablemente cálidas en el aire acondicionado del pasillo, se cerraron
alrededor de su cintura. Se deslizaron unos centímetros, vinieron a
envolver la caja torácica de Olive y la sujetaron contra él. Ni demasiado
cerca ni demasiado lejos.
Lo justo.
Fue más un beso prolongado que cualquier otra cosa, pero fue
bastante agradable, y durante unos segundos, Olive olvidó una gran
cantidad de cosas, incluido el hecho de que estaba presionada contra un
tipo desconocido al azar. Que apenas había tenido tiempo de susurrar
¿Puedo besarte por favor? antes de cerrar los labios con él. Que lo que
originalmente la había llevado a montar todo este programa era la
esperanza de engañar a Anh, su mejor amiga en todo el mundo.
Pero un buen beso hará eso: hacer que una chica se olvide de sí misma
por un tiempo. Olive se encontró derritiéndose en un pecho ancho y
sólido que no mostraba absolutamente nada. Sus manos viajaron desde
una mandíbula definida hasta un cabello sorprendentemente grueso y
suave, y luego, luego se escuchó suspirar, como si ya le faltara el aliento,
y fue entonces cuando la golpeó como un ladrillo en la cabeza, la
comprensión de que ... No. No.
No, no, no.
Ella no debería estar disfrutando de esto. Del tipo al azar, y todo eso.
Olive jadeó y se apartó de él, buscando frenéticamente a Anh. En el
resplandor azulado de las 11:00 pm del pasillo de los laboratorios de
biología, su amiga no estaba por ningún lado. Extraño. Olive estaba
segura de haberla visto unos segundos antes.
El hombre beso, por otro lado, estaba de pie frente a ella, con los labios
separados, el pecho erguido y una extraña luz parpadeando en sus ojos,
que fue exactamente cuándo se dio cuenta de la enormidad de lo que
acababa de hacer. De quién acababa de...
Que se joda la vida.
Su. Jodida. Vida.
Porque el Dr. Adam Carlsen era conocido como un idiota.
Este hecho no era notable en sí mismo, ya que en la academia cada
puesto por encima del nivel de estudiante de posgrado (el nivel de
Olive, lamentablemente) requería cierto grado de seguridad para
mantenerse por cualquier período de tiempo, con profesores titulares en
la cúspide de la carrera. En una pirámide del culo. El Dr. Carlsen, sin
embargo, era excepcional. Al menos si los rumores fueran algo por lo
que pasar.
Él era la razón por la que el compañero de Olive, Malcolm, tuvo que
descartar por completo dos proyectos de investigación y probablemente
terminaría graduándose con un año de retraso; el que había hecho que
Jeremy vomitara de ansiedad antes de sus exámenes calificativos; el
único culpable de que la mitad de los estudiantes del departamento se
vean obligados a posponer sus defensas de tesis. Joe, que solía estar en
la cohorte de Olive y la llevaba a ver películas europeas desenfocadas
con subtítulos microscópicos todos los jueves por la noche, había sido
asistente de investigación en el laboratorio de Carlsen, pero había
decidido
abandonarlo
seis
meses
después
por
algunas
razones. Probablemente era lo mejor, ya que la mayoría de los asistentes
graduados que se quedaban con Carlsen tenían las manos temblorosas
y, a menudo, parecía que no habían dormido en un año.
El Dr. Carlsen podría haber sido una joven estrella del rock académico
y un niño prodigio de la biología, pero también era mezquino e
hipercrítico, y era obvio por la forma en que hablaba, por la forma en
que se comportaba, que se consideraba la única persona que hacía
ciencia decente. dentro del departamento de biología de
Stanford. Dentro del mundo entero, probablemente. Era un idiota
notoriamente temperamental, desagradable y aterrador.
Y Olive acababa de besarlo.
No estaba segura de cuánto duró el silencio, solo que él fue quien lo
rompió. Se paró frente a Olive, ridículamente intimidante con ojos
oscuros y cabello aún más oscuro, mirando hacia abajo desde quién sabe
cuántas pulgadas por encima de los seis pies; debe haber sido más de
medio pie más alto que ella. Él frunció el ceño, una expresión que ella
reconoció al verlo asistir al seminario departamental, una mirada que
generalmente lo precedía al levantar la mano para señalar algún defecto
fatal percibido en el trabajo del orador.
Adam Carlsen. Destructor de carreras de investigación, Olive había oído
decir una vez a su asesor.
Está bien. Está bien. Totalmente bien. Iba a fingir que no había pasado
nada, asentir cortésmente con la cabeza y salir de aquí de puntillas. Sí,
un plan sólido.
―Me acabas... ¿Me acabas de besar? ― Parecía desconcertado, y tal
vez un poco sin aliento. Sus labios estaban llenos e hinchados
y... Dios. Besables. Simplemente no había forma de que Olive pudiera
salirse con la suya negando lo que acababa de hacer.
Aun así, valió la pena intentarlo.
―No.
Sorprendentemente, pareció funcionar.
―Ah. Bien entonces. ― Carlsen asintió y se dio la vuelta, luciendo
vagamente desorientado. Dio un par de pasos por el pasillo, llegó a la
fuente de agua, tal vez adonde se había dirigido en primer lugar.
Olive estaba empezando a creer que en realidad podría estar libre de
culpa cuando él se detuvo y se volvió con una expresión escéptica.
― ¿Está segura?
Maldita sea.
―Yo…― Enterró su rostro entre sus manos. ―No es lo que parece.
―Okey. Yo... okey —repitió lentamente. Su voz era profunda y baja y
sonaba como si estuviera en camino de enojarse. O tal vez ya estuviera
enojado. ― ¿Qué está pasando aquí?
Simplemente no había forma de explicar esto. Cualquier persona
normal habría encontrado extraña la situación de Olive, pero Adam
Carlsen, quien obviamente consideraba la empatía como un error y no
como una característica de la humanidad, nunca pudría entender. Dejó
que sus manos cayeran a los costados y respiró hondo.
―Yo... escucha, no quiero ser descortés, pero esto no es asunto tuyo.
La miró por un momento y luego asintió.
―Sí. Por supuesto. ― Debía estar volviendo a su ritmo habitual,
porque su tono había perdido algo de su sorpresa y había vuelto a la
normalidad: seco. Lacónico. ―Regresaré a mi oficina y comenzaré a
trabajar en mi queja del Título IX.
Olive exhaló aliviada.
―Sí. Eso sería genial, ya que… Espera. ¿Tú qué?
Él ladeó la cabeza.
―El Título IX es una ley federal que protege contra la conducta sexual
inapropiada en entornos académicos
―Sé lo que es el Título IX.
―Veo. Así que voluntariamente decidiste ignorarlo.
― ¿Yo que? No. ¡No, no lo hice!
Él se encogió de hombros.
― Entonces debo estar equivocado. Alguien más debe haberme
agredido.
―Agredido, no te agredí.
―Me besaste.
―Pero realmente no.
―Sin primero asegurar mi consentimiento.
― ¡Pregunté si podía besarte!
―Y luego lo hiciste sin esperar mi respuesta.
― ¿Qué? Dijiste que sí.
― ¿Disculpa?
Ella frunció el ceño.
―Pregunté si podía besarte y dijiste que sí.
―Incorrecto. Me preguntaste si podías besarme y solté un bufido.
―Estoy bastante segura de que escuché que dijiste que sí.
Enarcó una ceja y, durante un minuto, Olive se permitió soñar
despierta con ahogar a alguien. Al Dr. Carlsen. A sí misma. Ambas
sonaban como grandes opciones.
―Escucha, lo siento mucho. Fue una situación extraña. ¿Podemos
simplemente olvidar que esto sucedió?
La estudió por un largo momento, su rostro anguloso serio y algo más,
algo que ella no pudo descifrar porque estaba demasiado ocupada
notando una vez más lo malditamente imponente y ancho que
era. Simplemente enorme. Olive siempre había sido delgada,
demasiado delgada, pero las chicas de cinco y ocho raras veces se
sentían diminutas. Al menos hasta que se encontraron de pie junto a
Adam Carlsen. Ella sabía que era alto, por supuesto, al verlo por el
departamento o al caminar por el campus, al compartir el ascensor con
él, pero nunca habían interactuado. Nunca estuvieron tan cerca.
Excepto hace un segundo, Olive. Cuando casi pones tu lengua en la suya ...
― ¿Hay algo mal? ― Parecía casi preocupado.
― ¿Qué? No. No, no la hay.
―Porque― continuó con calma ―besar a un extraño a medianoche
en un laboratorio de ciencias podría ser una señal de que sí.
―No lo hay.
Carlsen asintió pensativo.
―Muy bien. Entonces, espere un correo en los próximos días ―. Él
comenzó a caminar para pasarla y ella se volvió para gritar detrás de él.
― ¡Ni siquiera me preguntaste mi nombre!
―Estoy seguro de que cualquiera podría resolverlo, ya que debes
haber pasado tu credencial para entrar al área de laboratorios fuera del
horario de atención. Qué tengas buenas noches.
― ¡Espera! ― Ella se inclinó hacia adelante y lo detuvo con una mano
en su muñeca. Se detuvo de inmediato, aunque era obvio que no le
costaría ningún esfuerzo liberarse, y miró fijamente el lugar donde sus
dedos se habían envuelto alrededor de su piel, justo debajo de un reloj
de pulsera que probablemente le costaría la mitad de su salario anual de
posgrado. O todo el.
Ella lo soltó de inmediato y dio un paso atrás.
―Lo siento, no quise ...
―El beso. Explícate.
Olive se mordió el labio inferior. Realmente se había jodido a sí
misma. Tenía que decírselo ahora.
―Anh Pham―. Miró a su alrededor para asegurarse de que Anh
realmente se había ido. ―La chica que pasaba. Ella es una estudiante de
posgrado en el departamento de biología.
Carlsen no dio indicios de saber quién era Anh.
― Anh ha... ― Olive se echó un mechón de cabello castaño detrás de
la oreja. Aquí fue donde la historia se volvió embarazosa. Complicada y
con un sonido un poco juvenil. ―Estaba viendo a este tipo en el
departamento. Jeremy Langley, tiene el pelo rojo y trabaja con el Dr... De
todos modos, salimos solo un par de veces, y luego lo llevé a la fiesta de
cumpleaños de Anh, y simplemente se llevaron bien y...
Olive cerró los ojos. Lo que probablemente era una mala idea, porque
ahora podía ver pintado en sus párpados, cómo su mejor amiga y su cita
habían bromeado en esa bolera, como si se conocieran de toda la
vida; los temas de conversación nunca se agotaron, las risas y luego, al
final de la noche, Jeremy siguiendo cada movimiento de Anh con la
mirada. Estaba dolorosamente claro en quién estaba interesado. Olive
hizo un gesto con la mano y trató de sonreír.
―En pocas palabras, después de que Jeremy y yo terminamos las
cosas, invitó a Anh a salir. Ella dijo que no por... el código de chicas y
todo eso, pero puedo decir que realmente le gusta. Tiene miedo de herir
mis sentimientos, y no importa cuántas veces le dije que estaba bien, ella
no me creería.
Sin mencionar que el otro día la escuché confesarle a nuestro amigo Malcolm
que pensaba que Jeremy era increíble, pero que nunca podría traicionarme
saliendo con él, y sonaba tan abatida. Decepcionada e insegura, no como la
valiente y grandiosa Anh a la que estoy acostumbrada.
―Así que le mentí y le dije que ya estaba saliendo con otra
persona. Porque ella es una de mis amigas más cercanas y nunca la había
visto gustar de un chico tanto y quiero que tenga las todas las cosas
buenas que se merece y estoy segura de que ella haría lo mismo por mí
y… ―Olive se dio cuenta de que estaba divagando y que a Carlsen no
podía importarle menos. Se detuvo y tragó, aunque tenía la boca
seca. ―Esta noche. Le dije que estaría en una cita esta noche.
―Ah. ― Su expresión era ilegible.
―Pero no lo estaba. Así que decidí trabajar en un experimento, pero
Anh también apareció. No se suponía que ella estuviera aquí. Pero lo
estaba. Viniendo hacia aquí. Y entré en pánico, bueno ―. Olive se pasó
una mano por la cara. ―Realmente no lo pensé.
Carlsen no dijo nada, pero estaba en sus ojos donde estaba
pensando: obviamente.
―Solo necesitaba que ella creyera que estaba en una cita.
El asintió.
―Así que besaste a la primera persona que viste en el
pasillo. Perfectamente lógico.
Olive hizo una mueca.
―Cuando lo pones así, quizás no fue mi mejor momento.
―Quizás.
― ¡Pero tampoco fue mi peor! Estoy bastante segura de que Anh nos
vio. Ahora pensará que tuve una cita contigo y, con suerte, se sentirá
libre de salir con Jeremy y... ― Negó con la cabeza. ―Escucha. Lo siento
mucho por el beso.
― ¿Lo haces?
―Por favor, no me denuncies. Realmente pensé que te escuché decir
que sí. Te prometo que no fue mi intención...
De repente, se dio cuenta de la enormidad de lo que acababa de
hacer. Acababa de besar a un chico al azar, un chico que resultó ser el
miembro de la facultad más notoriamente desagradable del
departamento de biología. Había malentendido un bufido por
consentimiento, básicamente lo había atacado en el pasillo, y ahora él la
estaba mirando de esa manera extraña y pensativa, tan grande,
concentrada y tan cerca de ella, y...
Mierda.
Quizás fuera por las altas horas de la noche. Quizás era que su último
café había sido hace dieciséis horas. Tal vez fue Adam Carlsen
mirándola hacia abajo, de esa manera. De repente, toda esta situación fue
demasiado.
―En realidad, tienes toda la razón. Y lo siento mucho. Si se sintió
acosado de alguna manera por mí, debería denunciarme, porque es
justo. Fue algo horrible de hacer, aunque realmente no quería... No es
que mis intenciones importen; es más sobre tu percepción de...
Mierda, mierda, mierda.
―Me voy a ir ahora, ¿de acuerdo? Gracias y.… en serio, de verdad lo
siento ― Olive giró sobre sus talones y salió corriendo por el pasillo.
―Olive― le oyó llamar tras ella. ―Olive, espera...
No se detuvo. Corrió escaleras abajo hasta el primer piso y luego salió
del edificio y cruzó los caminos del campus de Stanford escasamente
iluminados, pasando junto a una chica que paseaba a su perro y un
grupo de estudiantes riendo frente a la biblioteca. Continuó hasta que
estuvo de pie frente a la puerta de su apartamento, deteniéndose solo
para abrirla, yendo directamente a su habitación con la esperanza de
evitar a su compañero de cuarto y a quienquiera que pudiera haber
traído a casa esta noche.
No fue hasta que se dejó caer en su cama, mirando las estrellas que
brillaban en la oscuridad pegadas a su techo, que se dio cuenta de que
se había olvidado de controlar a sus ratones de laboratorio. También
había dejado su computadora portátil en su banco y su sudadera en
algún lugar del laboratorio, y se había olvidado por completo de pasar
por la tienda y comprar el café que le había prometido a Malcolm que
conseguiría mañana por la mañana.
Mierda. Qué desastre de día.
A Olive nunca se le ocurrió que el Dr. Adam Carlsen, un reconocido
idiota, la había llamado por su nombre.
HIPÓTESIS:
Cualquier rumor sobre mi vida amorosa se
esparcirá con una velocidad directamente proporcional a mi
deseo de mantener dicho rumor en secreto.
Olive Smith era una Ph.D. de tercer año en ascenso. estudiante en uno
de los mejores departamentos de biología del país, uno que albergaba a
más de cien graduados y lo que a menudo se sentía como varios millones
de estudiantes universitarios. No tenía idea de cuál era el número exacto
de profesores, pero a juzgar por los buzones de la sala de fotocopias,
diría que una suposición segura era: demasiados. Pensó que si nunca
había tenido la desgracia de interactuar con Adam Carlsen en los dos
años anteriores a La noche (solo habían pasado unos pocos días desde
el incidente del beso, pero Olive ya sabía qué pensaría en el viernes
pasando como La Noche para el resto de su vida), era muy posible que
pudiera terminar la escuela de posgrado sin cruzarse con él nunca
más. De hecho, estaba bastante segura de que Adam Carlsen no solo no
tenía idea de quién era ella, sino que tampoco deseaba saber, y
probablemente ya se había olvidado por completo de lo sucedido.
A menos que, por supuesto, ella estuviera catastróficamente
equivocada y él terminó presentando una demanda de Título IX. En
cuyo caso supuso que lo volvería a ver cuando se declarara culpable en
un tribunal federal.
Olive pensó que podría perder el tiempo preocupándose por los
honorarios legales, o podría concentrarse en los problemas más
urgentes. Al igual que las aproximadamente quinientas diapositivas,
tuvo que prepararse para la clase de neurobiología que tenía
programada para recibir asistencia técnica en el semestre de otoño, que
comenzaba en menos de dos semanas. O la nota que Malcolm le había
dejado esta mañana, diciéndole que había visto una cucaracha
escabullirse bajo el aparador a pesar de que su apartamento ya estaba
lleno de trampas. O el más crucial: el hecho de que su proyecto de
investigación había llegado a un punto crítico y necesitaba
desesperadamente encontrar un laboratorio más grande y
significativamente más rico para llevar a cabo su experimento. De lo
contrario, lo que muy bien podría convertirse en un estudio innovador
y clínicamente relevante podría terminar languideciendo en un puñado
de placas de Petri apiladas en el cajón para verduras de su refrigerador.
Olive abrió su computadora portátil con la intención de buscar en
Google Órganos sin los que uno puede vivir y Cuánto dinero en efectivo para
ellos, pero se desvió por los veinte nuevos correos electrónicos que había
recibido mientras estaba ocupada con sus animales de laboratorio. Eran
casi exclusivamente de revistas depredadoras, aspirantes a príncipes
nigerianos y una empresa de purpurina en cuyo boletín se había suscrito
hacía seis años para obtener un tubo de lápiz labial gratis. Olive
rápidamente los marcó como leídos, ansiosa por volver a sus
experimentos, y luego notó que un mensaje era en realidad una
respuesta a algo que había enviado. Una respuesta de. . . Santo
cielo. Santo cielo.
Hizo clic en él con tanta fuerza que casi se torció el dedo índice.
Hoy, 3:15 pm
DE: Tom-Benton@harvard.edu
PARA: Olive-Smith@stanford.edu
ASUNTO: Re: Proyecto de detección de cáncer de páncreas
Olive,
Tu proyecto suena bien. Estaré visitando Stanford en unas
dos semanas. ¿Por qué no charlamos entonces?
Saludos,
TB.
Tom Benton, Ph.D.
profesor adjunto
Departamento de Ciencias Biológicas, Universidad de
Harvard
Su corazón salto un latido. Luego empezó a galopar. Luego se redujo
a un gateo. Y luego sintió que la sangre le latía en los párpados, lo que
no
podía
ser
saludable,
pero
... Sí. ¡Sí! Ella
tenía
un
receptor. Casi. ¿Probablemente? Quizás. Definitivamente
puede
ser. Tom Benton había dicho bien. Dijo que sonaba bien. Tenía que ser
una buena señal, ¿verdad?
Ella frunció el ceño, desplazándose hacia abajo para volver a leer el
correo electrónico que le había enviado varias semanas antes.
7 de julio, 8:19 am
DE: Olive-Smith@stanford.edu
PARA: Tom-Benton@harvard.edu
ASUNTO: Proyecto de detección del cáncer de páncreas
Dr. Benton,
Mi nombre es Olive Smith y soy una Ph.D. en el
departamento de biología de la Universidad de Stanford. Mi
investigación se centra en el cáncer de páncreas, en
particular en encontrar herramientas de detección
asequibles y no invasivas que puedan conducir a un
tratamiento
temprano
y
aumentar
las
tasas
de
supervivencia. He estado trabajando en biomarcadores
sanguíneos, con resultados prometedores. (Puede leer sobre
mi trabajo preliminar en el artículo revisado por pares que
adjunto. También he presentado hallazgos más recientes e
inéditos a la conferencia de este año de la Sociedad para el
Descubrimiento Biológico; la aceptación está pendiente, pero
consulte el resumen adjunto). Sería realizar estudios
adicionales para determinar la viabilidad de mi kit de prueba.
Desafortunadamente, mi laboratorio actual (el de la Dra.
Aysegul Aslan, que se jubilará en dos años) no tiene los fondos
ni el equipo para permitirme continuar. Ella me está
animando a encontrar un laboratorio de investigación del
cáncer más grande donde pueda pasar el próximo año
académico para recopilar los datos que necesito. Luego
regresaría a Stanford para analizar y escribir los datos. Soy
gran admiradora del trabajo que ha publicado sobre el cáncer
de páncreas y me preguntaba si podría haber una posibilidad
de realizar mi trabajo en su laboratorio de Harvard.
Me complace hablar más en detalle sobre mi proyecto si
está interesado.
Atentamente,
Olive
Olive Smith
Candidata de Ph. D.
Departamento de Biología, Universidad de Stanford
Si Tom Benton, un extraordinario investigador del cáncer, viniera a
Stanford y le diera a Olive diez minutos de su tiempo, ¡ella podría
convencerlo de que la ayudara con su problema de investigación!
Bien . . . quizás.
Olive era en realidad mucho mejor haciendo investigación que en la
venta de su importancia para los demás. La comunicación científica y
hablar en público de cualquier tipo eran definitivamente sus grandes
debilidades. Pero tuvo la oportunidad de mostrarle a Benton lo
prometedores que eran sus resultados. Podría enumerar los beneficios
clínicos de su trabajo y podría explicar lo poco que necesitaba para
convertir su proyecto en un gran éxito. Todo lo que necesitaba era un
banco silencioso en un rincón de su laboratorio, un par de cientos de sus
ratones de laboratorio y acceso ilimitado a su microscopio electrónico de
veinte millones de dólares. Benton ni siquiera la notaría.
Olive se dirigió a la sala de descanso, escribiendo mentalmente un
discurso apasionado sobre cómo estaba dispuesta a usar sus
instalaciones solo por la noche y limitar su consumo de oxígeno a menos
de cinco respiraciones por minuto. Se sirvió una taza de café rancio y se
dio la vuelta para encontrar a alguien con el ceño fruncido justo detrás
de ella.
Se sobresaltó tanto que estuvo a punto de quemarse.
― ¡Jesús! ― Se llevó las manos al pecho, respiró hondo y apretó con
más fuerza su taza de Scooby-Doo. ―Anh. Me has dado un susto de
muerte.
―Olive.
Fue una mala señal. Anh nunca la llamaba Olive, nunca, a menos que
la estuviera regañando por morderse las uñas hasta la raíz o por comer
gomitas de vitaminas para la cena.
― ¡Oye! Como estuvo tu―La otra noche.
Maldita sea.
—¿Fin de semana?
―Dr. Carlsen.
Maldita sea, maldita sea, maldita sea.
― ¿Qué hay de él?
―Los vi a los dos juntos.
―Oh. ¿En serio? ― La sorpresa de Olive sonó dolorosamente
interpretada, incluso para sus propios oídos. Tal vez debería haberse
inscrito en el club de teatro en la escuela secundaria en lugar de jugar
todos los deportes disponibles.
―Sí. Aquí, en el departamento.
―Oh. Bien. Um, no te vi, o te hubiera dicho hola.
Anh frunció el ceño.
―Ol. Te vi. Te vi con Carlsen. Sabes que te vi, y sé que sabes que te vi,
porque me has estado evitando.
―No lo hago.
Anh le lanzó una de sus formidables miradas sin
tonterías. Probablemente fue la que usó como presidenta del senado
estudiantil, como directora de la Asociación de Mujeres en la Ciencia de
Stanford, como directora de extensión de la Organización de Científicos
BIPOC. No hubo pelea que Anh no pudiera ganar. Era temible e
indomable, y a Olive le encantaba esto de ella, pero no ahora.
―No has respondido ninguno de mis mensajes durante los últimos
dos días. Por lo general, enviamos mensajes de texto cada hora.
Lo hacían. Varias veces. Olive cambió la taza a su mano izquierda, sin
otra razón que ganar algo de tiempo.
―He estado . . . ¿ocupada?
― ¿Ocupada? ― La ceja de Anh se alzó. ― ¿Ocupada besando a
Carlsen?
―Oh. Oh, eso. Eso fue justo. . .
Anh asintió, como para animarla a terminar la oración. Cuando se
hizo obvio que Olive no podía, Anh continuó por ella.
―Eso fue, sin ofender, Ol, pero ese fue el beso más extraño que he
visto en mi vida.
Calma. Mantén la calma. Ella no lo sabe. Ella no puede saberlo.
―Lo dudo―, respondió Olive débilmente. ―Tomar ese beso de
Spider-Man al revés. Eso fue mucho más extraño que ...
―Ol, dijiste que estabas en una cita esa noche. No estás saliendo
con Carlsen, ¿verdad? — torció su rostro en una mueca.
Habría sido tan fácil confesar la verdad. Desde que empezaron la
escuela de posgrado, Anh y Olive habían hecho un montón de cosas
estúpidas, juntas y por separado; el momento en que Olive entró en
pánico y besó nada menos que a Adam Carlsen podría convertirse en
uno de ellos, uno de los que se reían durante sus noches semanales de
cerveza y malvaviscos.
O no. Existía la posibilidad de que si Olive admitía haber mentido
ahora, Anh nunca volvería a confiar en ella. O que nunca saldría con
Jeremy. Y por mucho que la idea de que su mejor amiga saliera con su
ex hizo que Olive quisiera vomitar un poco, la idea de que dicha mejor
amiga fuera cualquier cosa menos feliz la hizo querer vomitar mucho
más.
La situación era deprimentemente simple: Olive estaba sola en el
mundo. Lo había estado durante mucho tiempo, desde la escuela
secundaria. Se había entrenado a sí misma para no darle demasiada
importancia; estaba segura de que muchas personas estaban solas en el
mundo y tenían que escribir nombres y números de teléfono inventados
en sus formularios de contacto de emergencia. Durante la universidad y
su maestría, centrarse en la ciencia y la investigación había sido su forma
de afrontar la situación, y había estado perfectamente preparada para
pasar el resto de su vida encerrada en un laboratorio con poco más que
un vaso de precipitados y un puñado de pipetas como sus fieles.
compañeros hasta. . . Anh.
En cierto modo, había sido amor a primera vista. Primer día de
estudios de posgrado. Orientación de cohortes de biología. Olive entró
en la sala de conferencias, miró a su alrededor y se sentó en el primer
asiento libre que pudo encontrar, petrificada. Ella era la única mujer en
la habitación, virtualmente sola en un mar de hombres blancos que ya
hablaban de barcos, y de cualquier deporte que hubiera en la televisión
la noche anterior, y de las mejores rutas para conducir. He cometido un
terrible error, pensó. El tipo del baño estaba equivocado. Nunca debí haber
venido aquí. Nunca voy a encajar.
Y luego una chica con cabello oscuro y rizado y una cara bonita y
redonda se dejó caer en la silla junto a la de ella y murmuró:
―Hasta aquí el compromiso de los programas STEM8 con la
inclusión, ¿verdad? ― Ese fue el momento en que todo cambió.
Podrían haber sido simplemente aliadas. Como las únicas dos
estudiantes mujeres de su año, podrían haber encontrado consuelo
juntas cuando se necesitaban algunas quejas y, de lo contrario, se
ignoraron entre sí. Olive tenía muchos amigos así; todos, en realidad,
conocidos circunstanciales en los que pensaba con cariño, pero no muy
a menudo. Sin embargo, Anh había sido diferente desde el principio. Tal
vez porque pronto descubrieron que les encantaba pasar sus sábados
por la noche comiendo comida chatarra y quedarse dormidas con las
comedias románticas. Tal vez era la forma en que había insistido en
llevar a Olive a todos los grupos de apoyo de mujeres en STEM en el
campus y había cautivado a todos con sus comentarios y mirada
desafiante. Tal vez fue porque se había abierto a Olive y le había
explicado lo difícil que había sido para ella llegar a donde estaba hoy. La
forma en que sus hermanos mayores se habían burlado de ella y la
habían llamado nerd por amar tanto las matemáticas cuando era niña, a
una edad en la que ser un nerd no se consideraba genial. Esa vez, un
profesor de física le preguntó si estaba en la clase equivocada el primer
día del semestre. El hecho de que, a pesar de sus calificaciones y
8
Acrónimo de los términos en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas
experiencia en investigación, incluso su asesor académico había
parecido escéptico cuando decidió seguir una educación superior
STEM.
Olive, cuyo camino hacia la escuela de posgrado había sido difícil
pero no tanto, estaba desconcertada. Luego se enfureció. Y luego con
absoluto asombro cuando comprendió la duda de sí misma que Anh
había sido capaz de convertir en pura fiereza.
Y por alguna razón inimaginable, a Anh parecía gustarle tanto
Olive. Cuando el pago de Olive no se había extendido hasta el final del
mes, Anh había compartido su ramen instantáneo. Cuando la
computadora de Olive falló sin copias de seguridad, Anh se quedó
despierta toda la noche para ayudarla a reescribir su trabajo de
cristalografía. Cuando Olive no tenía adónde ir durante las vacaciones,
Anh llevaba a su amiga a su casa en Michigan y dejaba que su numerosa
familia sirviera a Olive con comida deliciosa mientras un rápido
vietnamita fluía a su alrededor. Cuando Olive se sintió demasiado
estúpida para el programa y pensó en dejarlo, Anh la convenció de que
no lo hiciera.
El día que Olive se encontró con los ojos en blanco de Anh, nació una
amistad que cambió su vida. Lentamente, habían comenzado a incluir a
Malcolm y se habían convertido en un trío, pero Anh. . . Anh era su
persona. Familia. Olive ni siquiera había pensado que eso fuera posible
para alguien como ella.
Anh rara vez pedía algo para sí misma, y aunque habían sido amigas
durante más de dos años, Olive nunca la había visto mostrar interés en
salir con nadie, hasta Jeremy. Fingir que había estado en una cita con
Carlsen era lo mínimo que Olive podía hacer para asegurar la felicidad
de su amiga.
Así que se animó, sonrió y trató de mantener su tono razonablemente
incluso mientras preguntaba:
― ¿Qué quieres decir?
―Quiero decir que hablamos cada minuto de cada día, y nunca antes
mencionaste a Carlsen. Mi amiga más cercana supuestamente está
viendo al profesor superestrella del departamento, ¿y de alguna manera
nunca he oído hablar de él? Tú sabes su reputación, ¿verdad? ¿Es algún
tipo de broma? ¿Tiene un tumor cerebral? ¿Tengo un tumor cerebral?
Esto era lo que sucedía cada vez que Olive mentía: terminó teniendo
que decir aún más mentiras para encubrirla primera, y fue horrible en
eso, lo que significaba que cada mentira se volvía peor y menos
convincente que la anterior. No había forma de que pudiera engañar a
Anh. No había forma de que pudiera engañar a nadie. Anh se iba a
enojar, luego Jeremy se iba a enojar, luego Malcolm también, y luego
Olive se iba a encontrar completamente sola. La angustia la iba a hacer
fracasar en la escuela de posgrado. Iba a perder su visa y su única fuente
de ingresos y regresar a Canadá, donde nevaba todo el tiempo y la gente
se comía corazón de alce y ...
―Hey.
La voz, profunda y uniforme, venía de algún lugar detrás de Olive,
pero no necesitaba volverse para saber que era la de Carlsen. Al igual
que no necesitaba girarse para saber que el gran y cálido peso que la
estabilizó repentinamente, una presión firme pero apenas perceptible
aplicada en el centro de su espalda baja, era la mano de
Carlsen. Aproximadamente dos pulgadas por encima de su trasero.
Santo cielo.
Olive torció su cuello y miró hacia arriba. Y arriba. Y arriba. Y un poco
más arriba. Ella no era una mujer baja, pero él era grande.
―Oh. Um, hey.
― ¿Está todo bien? ― Lo dijo mirándola a los ojos, en un tono bajo e
íntimo. Como si estuvieran solos. Como si Anh no estuviera allí. Lo dijo
de una manera que debería haber incomodado a Olive, pero no lo
hizo. Por alguna razón inexplicable, su presencia en la habitación la
tranquilizó, a pesar de que hasta hace un segundo había estado
enloqueciendo. ¿Quizás dos tipos diferentes de malestar se
neutralizaron entre sí? Parecía un tema de investigación fascinante. Vale
la pena. Quizás Olive debería abandonar la biología y pasarse a la
psicología. Tal vez debería disculparse y hacer una búsqueda
bibliográfica. Tal vez debería expirarse en el acto para evitar enfrentarse
a la peor situación en la que se había metido.
―Sí. Si. Todo es genial. Anh y yo justo estábamos. . . charlando. Sobre
nuestros fines de semana.
Carlsen miró a Anh, como si se diera cuenta por primera vez de que
estaba en la habitación. Reconoció su existencia con uno de esos breves
movimientos de cabeza que los tipos solían saludar a los demás. Su
mano se deslizó más abajo sobre la columna de Olive justo cuando los
ojos de Anh se abrieron.
—Encantado de conocerte, Anh. He oído mucho sobre ti ―, dijo
Carlsen, y Olive tuvo que admitir que era bueno en esto. Porque estaba
segura de que, desde el punto de vista de Anh, parecía que la estaba
manoseando, pero de hecho lo estaba. . . no. Olive apenas podía sentir
su mano sobre ella.
Quizá solo un poco. El calor y la ligera presión y ...
―Estoy encantado de conocerte también. ― Anh parecía
atónita. Como si pudiera desmayarse. ―Um, estaba a punto de irme. Ol,
te voy a enviar un mensaje de texto cuando. . . sí.
Salió de la habitación antes de que Olive pudiera responder. Lo cual
era bueno, porque Olive no necesitaba inventar más mentiras. Pero
también no tan bueno, porque ahora eran solo ella y Carlsen. De pie
demasiado cerca. Olive habría pagado un buen dinero para decir que
ella fue la que puso cierta distancia entre ellos, pero la vergonzosa
verdad es que fue Carlsen quien se apartó primero. Suficiente para darle
el espacio que necesitaba, y algo más.
― ¿Está todo bien? ― preguntó de nuevo. Su tono aún era suave. No
es algo que ella hubiera esperado de él.
―Sí. Sí, yo solo. . . ― Olive hizo un gesto con la mano. ―Gracias.
―De nada.
― ¿Escuchaste lo que dijo? Sobre el viernes y...
― Lo hice. Por eso yo . . . ― Él la miró, y luego a su mano, la que le
había estado calentando la espalda hacía unos segundos, y Olive lo
entendió de inmediato.
―Gracias―, repitió. Porque Adam Carlsen podría haber sido un
idiota sabelotodo, pero Olive se sentía muy agradecida en ese
momento. ―Además, eh, no pude evitar darme cuenta de que ningún
agente de la Oficina Federal de Investigaciones ha llamado a mi puerta
para arrestarme en las últimas setenta y dos horas.
La comisura de su boca se contrajo. Mínimamente.
― ¿Es así?
Olive asintió.
―Lo que me hace pensar que quizás no has presentado esa
denuncia. Aunque hubiera estado totalmente dentro de tus
derechos. Así que gracias. Para eso. Y . . . y por intervenir, ahora
mismo. Me ahorraste muchos problemas.
Carlsen la miró fijamente durante un largo momento, luciendo de
repente como lo hizo durante el seminario, cuando la gente confundió
teoría e hipótesis o admitió haber usado la eliminación por lista en lugar
de la imputación.
―No deberías necesitar que alguien intervenga.
Olive se puso rígida. Cierto. idiota sabelotodo.
―Bueno, no es como si te hubiera pedido que hicieras algo. Iba a
manejarlo por mi cuenta ...
―Y no deberías tener que mentir sobre el estado de su relación―,
continuó. ―Especialmente no para que tu amiga y tu novio puedan
estar libres de culpa. No es así como funciona la amistad, la última vez
que lo comprobé.
Oh. Así que en realidad había estado escuchando cuando Olive le
vomitó la historia de su vida.
―No es así. ― Enarcó una ceja y Olive levantó una mano en defensa.
—Jeremy no era realmente mi novio. Y Anh no me pidió nada. No soy
una especie de víctima, solo. . . quiero que mi amiga sea feliz.
―Mintiéndole―, añadió secamente.
―Bueno, sí, pero. . . Ella piensa que estamos saliendo, tú y yo, ―soltó
Olive. Dios, las implicaciones eran demasiado ridículas para soportar.
― ¿No era ese el punto?
―Sí. ― Ella asintió con la cabeza y luego recordó el café en su mano
y tomó un sorbo de su taza. Todavía estaba caliente. La conversación
con Anh no pudo haber durado más de cinco minutos. ―Sí. Supongo
que sí. Por cierto, soy Olive Smith. En caso de que todavía esté
interesado en presentar esa queja. Soy una estudiante de doctorado en
el laboratorio de la Dra. Aslan…
―Se quién eres.
―Oh. ― Quizás él la había buscado, entonces. Olive trató de
imaginarlo revisando el actual Ph.D. Sección de estudiantes en el sitio
web del departamento. La foto de Olive fue tomada por la secretaria del
programa en su tercer día de la escuela de posgrado, mucho antes de
que ella se diera cuenta de lo que le esperaba. Había hecho un esfuerzo
por verse bien: se había domesticado el cabello castaño ondulado, se
había puesto rímel para resaltar el verde de sus ojos, incluso había
intentado ocultar sus pecas con una base prestada. Había sido antes de
que se diera cuenta de lo despiadada que podía ser la academia. Antes
de la sensación de insuficiencia, antes del miedo constante de que,
incluso si era buena en la investigación, nunca sería capaz de triunfar
realmente como académica. Ella había estado sonriendo. Una sonrisa
real.
―Okey.
—Soy Adam. Carlsen. Soy profesor en ...
Ella se echó a reír en su cara. Y luego se arrepintió de inmediato
cuando notó su expresión confusa, como si hubiera pensado seriamente
que Olive tal vez no supiera quién era él. Como si no fuese consiente de
ser uno de los académicos más destacados en el campo. La modestia no
se parecía en nada a Adam Carlsen. Olive se aclaró la garganta.
―Cierto. Um, yo también sé quién es, Dr. Carlsen
―Probablemente deberías llamarme Adam.
―Oh. Oh no. ― Eso también sería demasiado. . . No. El
departamento no era así. Los graduados no llamaban a los profesores
por su nombre de pila. ―Nunca podría…
―Si Anh está cerca
―Oh. Sí. ― Tenía sentido. ―Gracias. No había pensado en eso.
O de cualquier otra cosa, de verdad. Claramente, su cerebro había
dejado de funcionar hace tres días, cuando decidió que besarlo para
salvar su propio trasero era una buena idea.
―Si te parece bien. Me voy a ir a casa, porque todo esto fue un poco
estresante y...
Iba a realizar un experimento, pero realmente necesitó sentarme en el sofá y
ver American Ninja Warrior durante cuarenta y cinco minutos mientras
como Cool Ranch Doritos, que saben sorprendentemente mejor de lo que les
daría crédito.
El asintió.
―Te acompañaré a tu coche
―No estoy tan angustiada.
―En caso de que Anh todavía esté por aquí.
―Oh.
Olive
tuvo
que
admitir
que
era
una
oferta
amable. Sorprendentemente. Especialmente porque vino de Adam Soy
demasiado bueno para este departamento Carlsen. Olive sabía que él era un
idiota, por lo que no podía entender por qué hoy. . . no parecía serlo. Tal
vez debería simplemente culpar a su propio comportamiento espantoso,
que haría que cualquiera se viera bien en comparación.
―Gracias. Pero no es necesario.
Ella se dio cuenta de que él no quería insistir, pero no podía evitarlo.
―Me sentiría mejor si me dejas acompañarte a tu coche.
―No tengo coche―. Soy un estudiante de posgrado que vive en Stanford,
California. Gano menos de treinta mil dólares al año. Mi alquiler representa dos
tercios de mi salario. He estado usando el mismo par de lentes de contacto desde
mayo y voy a todos los seminarios que ofrecen refrigerios para ahorrar en
comidas, no se molestó en agregar. No tenía idea de la edad que tenía Carlsen,
pero no podía haber sido hace tanto tiempo que él era un estudiante de posgrado.
― ¿Coges el autobús?
―Voy en bicicleta. Y mi bicicleta está justo en la entrada del edificio.
Abrió la boca y luego la cerró. Y luego la abrió de nuevo.
Besaste esa boca, Olive. Y fue un buen beso.
―No hay carriles para bicicletas por aquí.
Ella se encogió de hombros.
―Me gusta vivir peligrosamente. ― Barato, quiso decir. ―Y tengo un
casco.
Se volvió para dejar su taza en la primera superficie que pudo
encontrar. Lo recuperaría más tarde. O no, si alguien lo robó. ¿A quién
le importaba? Lo había obtenido de un postdoctorado que había dejado
la academia para convertirse en DJ, de todos modos. Por segunda vez
en menos de una semana, Carlsen le había salvado el trasero. Por
segunda vez, no podía soportar estar con él un minuto más.
―Te veré por ahí, ¿de acuerdo?
Su pecho se elevó mientras inhalaba profundamente.
―Sí. Está bien.
Olive salió de la habitación lo más rápido que pudo.
― ¿ES UNA BROMA? Debe ser una broma. ¿Estoy en la televisión
nacional? ¿Dónde están las cámaras ocultas? ¿Como me veo?
―No es una broma. No hay cámaras ―. Olive se ajustó la correa de
su mochila al hombro y se hizo a un lado para evitar ser atropellada por
un estudiante en un scooter eléctrico. ―Pero ahora que lo mencionas, te
ves genial. Especialmente para las siete y media de la mañana.
Anh no se sonrojó, pero estuvo cerca.
―Anoche me hice una de esas mascarillas que tú y Malcolm me
regalaron para mi cumpleaños. ¿El que parece un panda? Y obtuve un
nuevo protector solar que se supone que te dará un poco de brillo. Y me
puse rímel —añadió apresuradamente en voz baja.
Olive podría preguntarle por qué había hecho un esfuerzo adicional
para verse bien el martes por la mañana, pero ya sabía la respuesta: los
laboratorios de Jeremy y Anh estaban en el mismo piso, y aunque el
departamento de biología era muy grande y los encuentros casuales
eran muy posibles.
Ella escondió una sonrisa. Por extraña que pueda parecer la idea de
que una mejor amiga salga con un ex, se alegraba de que Anh estuviera
empezando a permitirse considerar a Jeremy románticamente. Sobre
todo, era agradable saber que la indignidad por la que Olive se había
hecho pasar con Carlsen en la noche estaba dando sus frutos. Eso, junto
con el prometedor correo electrónico de Tom Benton sobre su proyecto
de investigación, hizo que Olive pensara que las cosas finalmente
podrían estar mejorando.
―Okey. ― Anh se mordió el labio inferior, profundamente
concentrada. ―Así que no es una broma. Lo que significa que debe
haber otra explicación. Déjame encontrarla.
―No se puede encontrar ninguna explicación. Nosotros solo…
―Oh, Dios mío, ¿estás tratando de obtener la ciudadanía? ¿Te están
deportando a Canadá porque hemos estado compartiendo la contraseña
de Netflix de Malcolm? Diles que no sabíamos que era un delito
federal. No, espere, no les digas nada hasta que le consigamos un
abogado. Y, Ol, me casaré contigo. Te conseguiré una tarjeta verde y no
tendrás que ...
―Anh―. Olive apretó la mano de su amiga con más fuerza para que
se callara por un segundo. ―Te lo prometo, no me van a
deportar. Acabo de tener una sola cita con Carlsen.
Anh arrugó la cara y arrastró a Olive hasta un banco al costado del
camino, obligándola a sentarse. Olive obedeció, diciéndose a sí misma
que si sus posiciones se hubieran invertido, si hubiera pillado a Anh
besando a Adam Carlsen, probablemente tendría la misma
reacción. Demonios, probablemente estaría ocupada reservando una
evaluación psiquiátrica completa para Anh.
―Escucha―, comenzó Anh, ― ¿recuerdas la primavera pasada,
cuando te sujeté el cabello mientras vomitabas las cinco libras de cóctel
de camarones en mal estado que comiste en la fiesta de jubilación del
Dr. Park?
―Oh sí. Lo hago. ― Olive ladeó la cabeza, pensativa. ―Comiste más
que yo y nunca te enfermaste.
―Porque estoy hecha de material más duro, pero eso no importa. El
punto es: estoy aquí para ti, y siempre lo estaré, pase lo que pase. No
importa cuántas libras de cóctel de camarones en mal estado vomites,
puedes confiar en mí. Somos un equipo, tú y yo. Y Malcolm, cuando no
está ocupado abriéndose paso entre la población de Stanford. Entonces,
si Carlsen es en secreto una forma de vida extraterrestre que planea
tomar el control de la Tierra que finalmente resultará en que la
humanidad sea esclavizada por señores malvados que parecen cigarras,
y la única forma de detenerlo es salir con él, puedes decírmelo y lo haré.
Informare a la NASA…
―Por el amor de Dios― —Olive se rió— ― ¡fue solo una cita!
Anh parecía afligida.
―Simplemente no entiendo.
Porque no tiene sentido.
―Lo sé, pero no hay nada que entender. Es solo. . . Fuimos a una cita.
―Pero . . . ¿Por qué? Ol, eres hermosa, inteligente y divertida y tienes
un gusto excelente en calcetines hasta la rodilla, ¿por qué saldrías con
Adam Carlsen?
Olive se rascó la nariz.
―Porque él es . . . ― Le costó decir la palabra. Oh, le costó. Pero tenía
que hacerlo. ―Lindo.
― ¿Lindoo? ― Las cejas de Anh se elevaron tan alto que casi se
fusionaron con la línea del cabello.
Se ve muy linda hoy, reflexionó Olive, complacida.
― ¿Adam Idiota Carlsen?
―Bueno sí. Él es . . . ― Olive miró a su alrededor, como si la ayuda
pudiera venir de los robles o de los estudiantes que se apresuraban a ir
a sus clases de verano. Cuando no pareció llegar, ella simplemente
terminó, sin convicción: ― Supongo que es un buen imbécil.
La expresión de Anh se elevó de incredulidad.
―Está bien, entonces pasaste de salir con alguien tan genial como
Jeremy a salir con Adam Carlsen.
Perfecto. Esta era exactamente la apertura que Olive había querido.
―Lo hago. Y felizmente, porque nunca me preocupé tanto por Jeremy
―. Finalmente, algo de verdad en esta conversación. ―No fue tan difícil
seguir adelante, honestamente. Por eso ... Por favor, Anh, saca a ese
chico de su miseria. Él se lo merece y, sobre todo, tú te
lo mereces. Apuesto a que hoy está en el campus. Deberías pedirle que
te acompañe a ese festival de películas de terror para que no tenga que
ir contigo y dormir con las luces encendidas durante los próximos seis
meses.
Esta vez Anh se ruborizó por completo. Se miró las manos, se picó las
uñas y luego empezó a juguetear con el dobladillo de sus pantalones
cortos antes de decir:
―No lo sé. Quizás. Quiero decir, si realmente piensas que ...
El sonido de una alarma salió del bolsillo de Anh y se enderezó para
sacar su teléfono.
―Mierda, tengo una reunión de mentores sobre diversidad en STEM
y luego tengo que realizar dos ensayos―. Se puso de pie, recogiendo su
mochila. ― ¿Quieres reunirnos para almorzar?
―No puedo. Tengo una reunión de asistencia técnica ―. Olive
sonrió. —Aunque tal vez Jeremy esté libre.
Anh puso los ojos en blanco, pero las comisuras de la boca se curvaron
hacia arriba. Eso hizo a Olive más que un poco feliz. Tan feliz que ni
siquiera la rechazó cuando Anh se apartó del camino y preguntó:
― ¿Te está chantajeando?
― ¿Eh?
—Carlsen. ¿Te está chantajeando? ¿Se enteró de que eres una
aberración y orinas en la ducha?
―En primer lugar, es eficiente en el tiempo―. Olive la fulminó con la
mirada. ―En segundo lugar, me parece extrañamente halagador que
pienses que Carlsen haría todo lo posible para que yo salga con él.
—Cualquiera lo haría, Ol. Porque eres increíble ―. Anh hizo una
mueca antes de agregar: ―Excepto cuando estás orinando en la ducha.
Jeremy estaba actuando raro. Lo cual no significaba mucho, ya que
Jeremy siempre había sido un poco incómodo, y el haberse separado
recientemente de Olive para salir con su mejor amiga no iba a hacer que
él lo fuera menos, pero hoy parecía aún más extraño de lo
habitual. Entró en la cafetería del campus, unas horas después de la
conversación de Olive con Anh, y procedió a mirarla durante dos
buenos minutos. Luego tres. Luego cinco. Era más atención de la que
jamás le había prestado a Olive, sí, incluidas sus citas.
Cuando se volvió casi ridículo, ella levantó los ojos de su
computadora portátil y lo saludó con la mano. Jeremy se sonrojó, tomó
su café con leche del mostrador y encontró una mesa para él. Olive
volvió a releer su correo electrónico de dos líneas por septuagésima vez.
Hoy, 10:12 am
DE: Olive-Smith@stanford.edu
PARA: Tom-Benton@harvard.edu
ASUNTO: Re: Proyecto de detección de cáncer de páncreas
Dr. Benton,
Gracias por su respuesta. Charlar en persona sería
fantástico. ¿Qué día estará en Stanford? Avíseme cuando le
sea más conveniente reunirse.
Atentamente,
Olive
Menos de veinte minutos después, llegó un estudiante de cuarto año
que trabajaba con el Dr. Holden Rodrigues en farmacología y se sentó
junto a Jeremy. Inmediatamente comenzaron a susurrar el uno al otro y
a señalar a Olive. Cualquier otro día se habría sentido preocupada y un
poco molesta, pero el Dr. Benton ya había respondido a su correo
electrónico, que tenía prioridad. . . cualquier otra cosa, de verdad.
Hoy, 10:26 am
DE: Tom-Benton@harvard.edu
PARA: Olive-Smith@stanford.edu
ASUNTO: Re: Proyecto de detección de cáncer de páncreas
Olive.
Estoy en un año sabático de Harvard este semestre, así que
me quedaré varios días. Un colaborador de Stanford y yo
acabamos de recibir una gran subvención y nos reuniremos
para hablar sobre la organización, etc. ¿Está bien si la
escuchamos una vez que esté allí?
Saludos,
T.B.
Enviado desde mi iPhone
¡Sí! Tenía varios días para convencerlo de que asumiera su proyecto,
que era mucho mejor que los diez minutos que había anticipado
originalmente. Olive apretó el puño, lo que llevó a Jeremy y su amigo a
mirarla aún más extrañamente. ¿Qué pasaba con ellos, de todos
modos? ¿Tenía pasta de dientes en la cara o algo? A quien le
importaba iba a conocer a Tom Benton y convencerlo de que la
aceptara. Cáncer de páncreas, voy por ti.
Estaba de excelente humor hasta dos horas más tarde, cuando entró
en la reunión de asistencia técnica de biología y un repentino silencio
cayó en la habitación. Unos quince pares de ojos se fijaron en ella, no era
una reacción que estuviera acostumbrada a recibir.
― ¿UH Hola?
Un par de personas le respondieron hola. La mayoría desvió la
mirada. Olive se dijo a sí misma que solo estaba imaginando cosas. Debe
ser un nivel bajo de azúcar en sangre. O alto. Uno de los dos.
―Hey, Olive―. Alguien de séptimo año que nunca antes había
reconocido su existencia movió su mochila y liberó el asiento junto al
suyo. ― ¿Cómo estás?
―Bien. ― Se sentó con cautela, tratando de mantener la sospecha en
su tono. ―Um, ¿y tú?
―Excelente.
Había algo en su sonrisa. Algo lascivo y falso. Olive estaba
considerando preguntar al respecto cuando el asistente técnico principal
logró que el proyector funcionara y llamó la atención de todos sobre la
reunión.
Después de eso, las cosas se volvieron aún más extrañas. La Dra.
Aslan pasó por el laboratorio solo para preguntarle a Olive si había algo
de lo que le gustaría hablar; Chase, un graduado en su laboratorio, la
dejó usar la máquina de PCR9 primero, a pesar de que generalmente la
acaparaba como un niño de tercer grado con su último dulce de
Halloween; el director del laboratorio le guiñó un ojo a Olive mientras le
entregaba una pila de papel en blanco para la impresora. Y luego se topó
a Malcolm en el baño para todos los géneros, completamente por
casualidad, y de repente todo cobró sentido.
―Eres un monstruo astuto―, siseó. Sus ojos negros estaban casi
cómicamente entrecerrados. ―Te he estado enviando mensajes de texto
todo el día.
―Oh. ― Olive dio unas palmaditas en el bolsillo trasero de sus
vaqueros y luego en el delantero, tratando de recordar la última vez que
había visto su teléfono. ―Creo que podría haber dejado mi teléfono en
casa.
―No puedo creerlo.
9
Las pruebas de PCR (reacción en cadena de la polimerasa)
― ¿Creer qué?
―No puedo creer que tú.
―No sé de qué estás hablando
―Pensé que éramos amigos.
―Lo somos
―Buenos amigos.
―Nosotros lo somos. Anh y tú son mis mejores amigos. Qué…
―Claramente no, si tuviera que escucharlo de Stella, quien lo escuchó
de Jess, quien lo escuchó de Jeremy, quien lo escuchó de Anh…
― ¿Escuchar qué?
―… De quién se enteró, ni siquiera sé de quién. Y pensé que éramos
amigos.
Algo helado trepó por la espalda de Olive. Podría ser . . . No. No, no
podría ser.
― ¿Escuchar qué?
―He terminado. Dejaré que las cucarachas te coman. Y estoy
cambiando mi contraseña de Netflix.
Oh no. Malcolm.
—¿Escuchar qué?
―Que estás saliendo con Adam Carlsen.
OLIVE NUNCA había estado en el laboratorio de Carlsen, pero sabía
dónde encontrarlo. Era el espacio de investigación más grande y
funcional de todo el departamento, codiciado por todos y una fuente
inagotable de resentimiento hacia Carlsen. Tuvo que deslizar su placa
una vez y luego una vez más para acceder a ella (puso los ojos en blanco
en ambas ocasiones). La segunda puerta se abría directamente al espacio
del laboratorio, y tal vez fue porque él era tan alto como el Monte Everest
y sus hombros eran igual de grandes, pero Carlsen fue lo primero que
notó. Estaba mirando una Southern blot10 junto a Alex, un graduado
que estaba un año por delante de Olive, pero se volvió hacia la entrada
en el momento en que ella entró.
Olive le sonrió débilmente, principalmente aliviada de haberlo
encontrado.
Iba a estar bien. Ella le iba a explicar lo que Malcolm le había dicho, y
sin duda él iba a encontrar categóricamente inaceptable la situación y
arreglarla para los dos, porque Olive no podía pasar los próximos tres
años rodeada de gente que pensara eso, que ella estaba saliendo con
Adam Maldito Carlsen.
El problema era que Carlsen no fue el único que se fijó en Olive. Había
más de una docena de bancos en el laboratorio y al menos diez personas
trabajaban
en
ellos. La
mayoría, todos
ellos, miraban
a
Olive. Probablemente porque la mayoría de ellos, todos ellos, habían
escuchado que Olive estaba saliendo con su jefe.
Que se joda la vida.
― ¿Puedo hablar contigo un minuto, Dr. Carlsen? ― Racionalmente,
Olive sabía que el laboratorio no estaba amueblado de una manera que
hiciera posible el eco. Aun así, sintió como si sus palabras rebotaran en
las paredes y se repitieran unas cuatro veces.
10
Técnica de laboratorio utilizada para detectar una secuencia específica de ADN en una muestra de sangre
o tejido.
Carlsen asintió, desconcertado, y le entregó la Southern blot a Alex
antes de dirigirse en su dirección. Parecía inconsciente o indiferente de
que aproximadamente dos tercios de los miembros de su laboratorio lo
miraban boquiabiertos. Los restantes parecían estar al borde de un
ataque hemorrágico.
Condujo a Olive a una sala de reuniones en las afueras del espacio
principal del laboratorio, y ella lo siguió en silencio, tratando de no
insistir en el hecho de que un laboratorio lleno de gente que pensaba que
ella y Carlsen estaban saliendo y acababan de verlos entrar a una
habitación privada. Solos.
Esto fue lo peor. Lo absolutamente peor.
―Todo el mundo lo sabe―, espetó tan pronto como la puerta se cerró
detrás de ella.
La estudió por un momento, luciendo desconcertado.
― ¿Estás bien?
―Todos saben. Sobre nosotros.
Ladeó la cabeza y cruzó los brazos sobre el pecho. Apenas había
pasado un día desde la última vez que hablaron, pero aparentemente el
tiempo suficiente para que Olive se hubiera olvidado de la su. . . su
presencia. O lo que fuera que la hacía sentir pequeña y delicada cuando
él estaba cerca.
― ¿Nosotros?
―Nosotros.
Parecía confundido, así que Olive elaboró.
—Nosotros, saliendo, no es que estemos saliendo, pero Anh
claramente lo pensó, y se lo contó. . . ― Se dio cuenta de que las palabras
salían a trompicones y se obligó a reducir la velocidad. — Jeremy. Y se
lo dijo a todo el mundo, y ahora todo el mundo lo sabe. O creen que lo
saben, aunque no hay absolutamente nada que saber. Como tú y yo
sabemos.
Lo asimiló por un momento y luego asintió lentamente.
―Y cuando dices ¿todo el mundo. . .?
―Me refiero a todos ―. Ella señaló en dirección a su laboratorio. ―
¿Esa gente? Ellos saben. ¿Los otros graduados? Ellos saben. Cherie, ¿la
secretaria del departamento? Ella lo sabe totalmente. Los chismes en
este departamento son los peores. Y todos piensan que estoy saliendo
con un profesor.
―Ya veo―, dijo, pareciendo extrañamente despreocupado por este
jodido grupo. Debería haber calmado a Olive, pero solo tuvo el efecto
de hacer que su pánico aumentara un poco.
―Lamento que esto haya sucedido. Lo siento mucho. Todo esto es mi
culpa. ― Se pasó una mano por la cara. ―Pero yo no pensaba
eso. . . Entiendo por qué Anh le diría a Jeremy, quiero decir, reunir a esos
dos era el objetivo de esta farsa, pero. . . ¿Por qué Jeremy le diría a
alguien?
Carlsen se encogió de hombros.
― ¿Por qué no lo haría?
Ella levantó la vista.
― ¿Qué quieres decir?
―Un estudiante de posgrado que sale con un miembro de la facultad
parece un dato interesante para compartir.
Olive negó con la cabeza.
―No es tan interesante. ¿Por qué la gente estaría interesada?
Levantó una ceja.
―Alguien me dijo una vez que el chisme en este departamento es el
trabajo.
―Ok. Ok. Tienes un punto.
Respiró hondo y comenzó a caminar, tratando de ignorar la forma en
que Carlsen la estaba estudiando, lo relajado que se veía, con los brazos
sobre el pecho mientras se apoyaba en la mesa de conferencias. Se
suponía que no debía estar tranquilo. Se suponía que estaba
indignado. Era un idiota sabelotodo con reputación de arrogante, la idea
de que la gente pensara que estaba saliendo con nadie debería
mortificarlo. La carga de enloquecer no debería recaer solo sobre Olive.
―Esto es… Tenemos que hacer algo, por supuesto. Necesitamos
decirle a la gente que esto no es cierto y que lo inventamos todo. Excepto
qué pensarán que estoy loca, y tal vez que tú también lo estás, así que
tenemos que pensar en otra historia. Sí, está bien, tenemos que decirle a
la gente que ya no estamos juntos.
― ¿Qué hará Anh y su- como- se- llame11?
Olive dejó de caminar.
― ¿Oh?
― ¿Tus amigos no se sentirán mal por tener una cita si piensan que
no estamos juntos? ¿O que les mentiste?
Ella no había pensado en eso.
—Yo ... Quizás. Tal vez, pero…
Era cierto que Anh había parecido feliz. Tal vez ya había invitado a
Jeremy a acompañarla a ese festival de cine, posiblemente justo después
de contarle sobre Olive y Carlsen, maldita sea. Pero esto era exactamente
lo que había querido Olive.
11
Se refiere a jeremy
― ¿Vas a decirle la verdad?
Dejó escapar un sonido de pánico.
―No puedo. Ahora no ―. Dios, ¿por qué Olive estuvo de acuerdo en
salir con Jeremy? Ella ni siquiera estaba interesada en él. Sí, el acento
irlandés y el cabello pelirrojo eran lindos, pero no valían nada de esto. ―
¿Quizás podamos decirle a la gente que rompí contigo?
―Eso es muy halagador―, dijo el Dr. Carlsen sin tapujos. No podía
imaginarse si estaba bromeando.
―Bien. Podemos decir que rompiste conmigo.
―Porque eso suena creíble―, dijo secamente, casi sin aliento. No
estaba segura de haberlo escuchado correctamente y no tenía idea de lo
que podría querer decir, pero estaba comenzando a sentirse muy
molesta. Bien, ella había sido la que lo había besado primero; Dios,
había besado a Adam Carlsen; esta era su vida; Éstas eran sus opciones,
pero sus acciones en la sala de descanso el día anterior seguramente no
habían ayudado a las cosas. Al menos podía mostrar cierta
preocupación. No había forma de que estuviera de acuerdo con que
todo el mundo creyera que se sentía atraído por alguna chica cualquiera
con uno punto cinco publicaciones; sí, ese artículo que ella había
revisado y reenviado hace tres semanas contaba como la mitad.
― ¿Qué pasa si le decimos a la gente que fue una ruptura mutua?
El asintió.
―Suena bien.
Olive se animó.
― ¿De verdad? ¡Genial entonces! Bien…
―Podríamos
departamental.
pedirle
a
Cherie
que
lo
agregue
al
boletín
― ¿Qué?
― ¿O crees que sería mejor un anuncio público antes del seminario?
―No. No es…
―Quizás deberíamos pedirle a IT12 que lo coloque en la página de
inicio de Stanford. De esa forma la gente sabría ...
― ¡Está bien, está bien, está bien! Lo entiendo.
La miró fijamente por un momento, y cuando habló, su tono fue
razonable de una manera que ella nunca hubiera esperado de Adam
Idiota Carlsen.
―Si lo que te molesta es que la gente esté hablando de que sales con
un profesor, el daño está hecho, me temo. Decirle a todo el mundo que
rompimos no va a deshacer el hecho de que creen que salimos.
Los hombros de Olive se hundieron. Odiaba que él tuviera razón.
―Bien entonces. Si tienes alguna idea sobre cómo solucionar este
problema, por supuesto que estoy abierta a ...
―Podrías dejar que lo sigan pensando.
Por un momento, pensó que no lo había escuchado correctamente.
― ¿Q-Qué?
―Puedes dejar que la gente siga pensando que estamos
saliendo. Resuelve tu problema con tu amiga y su-como-se-llame y no
tienes mucho que perder, ya que suena a... Desde el punto de vista de la
reputación ―, dijo la palabra reputación poniendo los ojos en blanco,
como si el concepto de preocuparse por lo que otros pensaban era lo más
tonto desde los antibióticos homeopáticos, ― las cosas no pueden
empeorar para ti.
12
Information Technology, (tecnologías de la información y la comunicación)
Esto era . . . De todo. . . En su vida, Olive nunca lo había hecho, nunca
lo había hecho . . .
― ¿Qué? ― preguntó de nuevo, débilmente.
Él se encogió de hombros.
―Me parece un ganar-ganar.
Para Olive no era así. Le parecía un perder-perder, y luego perder de
nuevo, y luego perder un poco más, este tipo de situación. Parecía una
locura.
―Te refieres a . . . ¿para siempre? ― Ella pensó que su voz salió
quejumbrosa, pero era posible que fuera solo un efecto de la sangre
palpitando en su cabeza.
―Eso suena excesivo. ¿Quizás hasta que tus amigos ya no estén
saliendo? ¿O hasta que estén más asentados? No sé. Lo que sea que
funcione mejor, supongo ―. Hablaba en serio sobre esto. No estaba
bromeando.
―No estas . . . ― Olive no tenía ni idea de cómo preguntarlo. ―
¿Casado o algo así?
Debía tener poco más de treinta años. Tenía un trabajo fantástico; era
alto, de pelo negro espeso y ondulado, claramente inteligente, incluso
de aspecto atractivo; bien trabajado. Sí, era un idiota malhumorado, pero
a algunas mujeres no les importaría. A algunas mujeres incluso les podía
gustar.
Él se encogió de hombros.
―A mi esposa y a los gemelos no les importará.
Oh, mierda.
Olive sintió que una ola de calor la invadía. Se ruborizó y luego casi
muere de vergüenza, porque… Dios, había obligado a un hombre
casado, a un padre, a besarla. Ahora la gente pensaba que estaba
teniendo una aventura. Su esposa probablemente estaba llorando en su
almohada. Sus hijos crecerían con problemas paternales horribles y se
convertirían en asesinos en serie.
―Yo . . . Dios mío, no lo hice ... lo siento mucho ...
―Es una broma.
―Realmente no tenía idea de que tú ...
―Olive. Estaba bromeando. No estoy casado. Sin niños.
Una oleada de alivio se estrelló contra ella. Seguido por tanta ira.
―Dr. Carlsen, esto no es algo de lo que debas bromear ...
―Realmente necesitas empezar a llamarme Adam. Dado que, según
los informes, hemos estado saliendo por un tiempo.
Olive exhaló lentamente y se pellizcó el puente de la nariz.
― ¿Por qué incluso ... ¿Qué obtendrías de esto?
― ¿De qué?
—Pretender que sales conmigo. ¿Por qué te importa? ¿Tú qué sacas
de esto?
El Dr. Carlsen, Adam, abrió la boca y, por un momento, Olive tuvo la
impresión de que iba a decir algo importante. Pero luego desvió la
mirada y todo lo que salió fue.
―Te ayudare―. Vaciló un momento. ―Y tengo mis propias razones.
Ella entrecerró los ojos.
― ¿Qué razones?
―Razones.
―Si es criminal, prefiero no involucrarme.
Él sonrió un poco.
―No lo es.
―Si no me lo dices, no tengo más remedio que asumir que se trata de
un secuestro. O incendio premeditado. O malversación de fondos.
Pareció preocupado por un momento, las yemas de los dedos
tamborileando contra un gran bíceps. Le tensó considerablemente la
camisa.
―Si te lo digo, no puede salir de esta habitación.
―Creo que los dos podemos estar de acuerdo en que nada de lo que ha
sucedido en esta habitación debería salir.
―Buen punto―, concedió. El pauso. Suspiro. Se mordió el interior de
la mejilla por un segundo. Suspiro de nuevo.
―Está bien―, dijo finalmente, sonando como un hombre que sabía
que se iba a arrepentir de haber hablado en el segundo en que abrió la
boca. ―Se me considera un riesgo de fuga.
― ¿Riesgo de Fuga? ― Dios, era un delincuente en libertad
condicional. Un jurado de sus colegas lo había condenado por delitos
contra estudiantes de posgrado. Probablemente había golpeado a
alguien en la cabeza con un microscopio por etiquetar incorrectamente
las muestras de péptidos. ―Así que es algo criminal.
― ¿Qué? No. El departamento sospecha que estoy haciendo planes
para dejar Stanford y mudarme a otra institución. Normalmente no me
molestaría, pero Stanford ha decidido congelar mis fondos de
investigación.
―Oh. ― No es lo que ella había pensado. Para nada. ― ¿Ellos pueden
hacerlo?
―Sí. Bueno, hasta un tercio de ellos. El razonamiento es que no
quieren financiar la investigación y promover la carrera de alguien que,
creen, se irá de todos modos.
―Pero si es sólo un tercio ...
―Son millones de dólares―, dijo serenamente. ―Que lo había
destinado a proyectos que planeaba terminar el próximo año. Aquí, en
Stanford. Lo que significa que necesito esos fondos pronto.
―Oh. ― Ahora que lo pienso, Olive había estado escuchando
rumores acerca de que Carlsen había sido contratado por otras
universidades desde su primer año. Unos meses antes incluso había
habido un rumor de que podría trabajar para la NASA. ― ¿Por qué
piensan eso? ¿Y por qué ahora?
―Un numero de razones. Lo más relevante es que hace unas semanas
me concedieron una beca, una beca muy grande con un científico de otra
institución. Esa institución había intentado reclutarme en el pasado, y
Stanford ve la colaboración como una indicación de que planeo aceptar
―. Dudó antes de continuar. ―De manera más general, se me ha
informado que el. . . La óptica es que no he echado raíces porque quiero
poder huir de Stanford en un abrir y cerrar de ojos.
― ¿Raíces?
―La mayoría de mis graduados terminarán en un año. No tengo
familia extensa en el área. Sin esposa, sin hijos. Actualmente estoy
alquilando, tendría que comprar una casa solo para convencer al
departamento de que estoy comprometido a quedarme ―, dijo,
claramente irritado. ―Si estuviera en una relación. . . eso realmente
ayudaría.
Bueno. Eso tenía sentido. Pero.
― ¿Has considerado tener una novia de verdad?
Levantó la ceja.
― ¿Has considerado conseguir una cita real?
―Touché.
Olive se quedó en silencio y lo estudió por unos momentos, dejándolo
estudiarla a cambio. Es curioso cómo solía tenerle miedo. Ahora él era
la única persona en el mundo que sabía de la peor cagada de su vida, y
era difícil sentirse intimidada, incluso más difícil, después de descubrir
que él era el tipo de persona que estaría lo suficientemente desesperada
como para fingir salir con alguien para conseguir sus fondos de
investigación de vuelta. Olive estaba segura de que haría exactamente
lo mismo para tener la oportunidad de terminar su estudio sobre el
cáncer de páncreas, lo que hacía que Adam pareciera
extraño. . . identificable. Y si se podía identificar con él, entonces ella
podría seguir adelante y fingir una cita con él, ¿verdad?
No. Si. ¿No qué? Estaba loca por siquiera considerar esto. Estaba
certificadamente mentalmente. Y, sin embargo, se encontró diciendo:
―Sería complicado
― ¿Por qué lo sería?
―Fingir que estamos saliendo.
― ¿De verdad? ¿Sería complicado hacer que la gente piense que
estamos saliendo?
Oh, era imposible.
―Está bien, veo tu punto. Pero sería difícil hacerlo de manera
convincente durante un período prolongado.
Él se encogió de hombros.
―Estaremos bien, siempre y cuando nos saludemos en los pasillos y
no me llames Dr. Carlsen.
―No creo que las personas que están saliendo solo. . . se saluden.
― ¿Qué hacen las personas que están saliendo?
Venció a Olive. Había tenido tal vez cinco citas en su vida, incluidas
las que tenía con Jeremy, y habían ido desde moderadamente aburridas
hasta angustiosas y horribles (sobre todo cuando un chico hacía
monólogo sobre el reemplazo de cadera de su abuela con aterrador
detalle). Le habría gustado tener a alguien en su vida, pero dudaba que
estuviera reservado para ella. Quizás ella no era digna de ser amada. Tal
vez pasar tantos años sola la había deformado de alguna manera
fundamental y por eso parecía incapaz de desarrollar una verdadera
conexión romántica, o incluso el tipo de atracción de la que a menudo
escuchaba hablar a los demás. Al final, realmente no importaba. La
escuela de posgrado y las citas iban mal juntas, de todos modos, por lo
que probablemente el Dr. Adam Carlsen, MacArthur Fellow y genio
extraordinario, estaba parado aquí a los treinta y tantos años,
preguntándole a Olive qué hacía la gente en las citas.
Académicos, señoras y señores.
―Um. . . cosas. Cosas. ― Olive se devanó el cerebro. ―La gente sale
y hace actividades juntas. Como recoger manzanas o esas cosas de Paint
and Sip13.
Que son idiotas, pensó Olive.
―Que son idiotas―, dijo Adam, gesticulando desdeñosamente con
esas enormes manos suyas. ―Podrías ir con Anh y decirle que salimos
y pintamos un cuadro. Parece que ella se encargaría de hacérselo saber
a todos los demás.
―Está bien, en primer lugar, fue Jeremy. Aceptemos culpar a
Jeremy. Y es más que eso ―, insistió Olive. ―La gente que tiene citas,
ellos… ellos hablan. Mucho. Más que saludos en el pasillo. Saben los
13
Clases de Pintura para no pintores
colores favoritos de los demás, y saben dónde nacieron y ellos. . . se dan
la mano. Se besan.
Adam apretó los labios como si quisiera reprimir una sonrisa.
―Nunca podríamos hacer eso.
Una nueva oleada de mortificación se estrelló contra Olive.
―Yo siento lo del beso. Realmente no pensé, y ...
Sacudió la cabeza.
―Está bien.
Parecía inusualmente indiferente a la situación, especialmente para
un tipo que se sabía que se asustaba cuando la gente se equivocaba con
el
número
atómico
del
selenio. No,
no
le
fue
indiferente. Estaba divertido.
Olive ladeó la cabeza.
― ¿Estas disfrutando esto?
―Disfrutar probablemente no sea la palabra correcta, pero debes
admitir que es bastante entretenido.
No tenía idea de qué estaba hablando. No había nada entretenido en
el hecho de que había besado al azar a un miembro de la facultad porque
él era la única persona en el pasillo y que, como consecuencia de esa
acción espectacularmente idiota, todos pensaron que estaba saliendo
con alguien que había conocido exactamente dos veces antes.
Ella estalló en carcajadas y se encerró en sí misma antes de que su
línea de pensamiento terminara, abrumada por la pura improbabilidad
de la situación. Esta era su vida. Estos fueron los resultados de sus
acciones. Cuando finalmente pudo respirar de nuevo, le dolían los
abdominales y tuvo que secarse los ojos.
―Esto es lo peor.
Él estaba sonriendo, mirándola con una extraña luz en sus ojos. Y mira
eso: Adam Carlsen tenía hoyuelos. Lindos.
―Sí.
―Y todo es culpa mía.
―Bastante. Ayer tiré de la cadena de Anh, pero sí, diría que es
mayormente culpa tuya.
Citas falsas. Adam Carlsen. Olive tendría que ser una loca.
― ¿No sería un problema que tú seas profesor y yo sea un estudiante
de posgrado?
Inclinó la cabeza, poniéndose serio.
―No se vería genial, pero no lo creo, no. Ya que no tengo autoridad
alguna sobre ti y no estoy involucrado en tu supervisión. Pero puedo
preguntar por ahí.
Fue una idea épicamente mala. La peor idea jamás contemplada en la
épica historia de las malas ideas. Excepto que realmente resolvería este
problema actual de ella, así como algunos de Adam, a cambio de
saludarlo una vez a la semana y hacer un esfuerzo por no llamarlo Dr.
Carlsen. Parecía un buen negocio.
― ¿Puedo pensar en eso?
―Por supuesto―, dijo con calma. Tranquilizadoramente.
Ella no había pensado que él sería así. Después de escuchar todas las
historias y verlo caminar con ese perpetuo ceño fruncido, ella realmente
no había pensado que sería así. Incluso si ella no sabía muy bien lo
que esto significaba.
—Y gracias, supongo. Por ofrecerte. Adam― Añadió la última
palabra como una ocurrencia tardía. Probándolo en sus labios. Se sintió
extraño, pero no demasiado extraño.
Después de una larga pausa, asintió.
―No hay problema. Olive.
HIPÓTESIS:
Una conversación privada con Adam Carlsen se
volverá un 150 por ciento más incómoda después de que se pronuncie
la palabra Sexo.
Tres días después, Olive se encontró de pie frente a la oficina de
Adam.
Nunca había estado allí antes, pero no tuvo problemas para
encontrarlo. La estudiante que salía corriendo con los ojos empañados y
una expresión aterrorizada era un claro indicio, sin mencionar que la
puerta de Adam era la única en el pasillo completamente desprovista de
fotos de niños, mascotas u otras personas importantes. Ni siquiera una
copia de su artículo que había aparecido en la portada de Nature
Methods, que ella conocía por haberlo buscado en Google Scholar el día
anterior. Solo madera de color marrón oscuro y una placa de metal que
decía: Adam J. Carlsen, Ph.D.
Quizás la J significa “Jackass14”
Olive se había sentido un poco desgraciada la noche anterior,
desplazándose hacia abajo en la página web de su facultad y revisando
su lista de diez millones de publicaciones y becas de investigación,
mirando una foto suya claramente tomada en medio de un viaje de
senderismo y no por el fotógrafo oficial de Stanford. Aún así,
rápidamente había sofocado el sentimiento, diciéndose a sí misma que
una revisión exhaustiva de los antecedentes académicos era lógico antes
de embarcarse en una relación de citas falsas.
Respiró hondo antes de tocar y luego otra entre el ―Adelante― de
Adam y el momento en que finalmente logró forzarse a sí misma para
14
Asno
abrir la puerta. Cuando ella entró en la oficina, él no levantó la vista de
inmediato y siguió escribiendo en su iMac.
―Mi horario de oficina termino hace más de cinco minutos, así que ...
―Soy yo.
Sus manos se detuvieron, flotando media pulgada más o menos por
encima del teclado. Luego giró su silla hacia ella.
―Olive.
Había algo en su forma de hablar. Tal vez fue un acento, tal vez solo
la calidez de su voz. Olive no sabía muy bien qué, pero estaba allí, en la
forma en que dijo su nombre. Preciso. Cuidadoso. Profundo. A
diferencia de cualquier otra persona. Familiar, increíblemente así.
― ¿Qué le dijiste a ella? ― preguntó, tratando de que no le importara
cómo hablaba Adam Carlsen. ― ¿La chica que salió corriendo a llorar?
Le tomó un momento recordar que hacía menos de sesenta segundos
había alguien más en la oficina, alguien a quien claramente hizo llorar.
―Le acabo de darle comentarios sobre algo que escribió.
Olive asintió, agradeciendo en silencio a todos los dioses que él no
fuera su consejero y nunca lo sería, y estudió su entorno. Tenía una
oficina en la esquina, por supuesto. Dos ventanas que juntas deben
sumar setenta mil metros cuadrados de vidrio, y tanta luz, solo pararse
en el medio de la habitación curaría la depresión estacional de veinte
personas. Tenía sentido, con todo el dinero de la subvención que trajo,
con el prestigio, que le hubieran dado un buen espacio. La oficina de
Olive, por otro lado, no tenía ventanas y olía raro, probablemente
porque la compartía con otros tres Ph.D. estudiantes, a pesar de que
estaba destinada a acomodar a dos como máximo.
―Iba a enviarte un correo electrónico. Hablé con el decano más
temprano hoy ―, le dijo Adam, y ella lo miró.
Estaba señalando la silla frente a su escritorio. Olive la apartó y tomó
asiento.
―Acerca de ti.
―Oh. ― El estómago de Olive dio un vuelco. Preferiría que el decano
no supiera de su existencia. Por otra parte, también preferiría no estar
en esta sala con Adam Carlsen, que el semestre comience en unos pocos
días, que el cambio climático sea una realidad. Y, sin embargo.
―Bueno, sobre
socialización.
nosotros―,
corrigió. ―Y
regulaciones
de
― ¿Qué dijo ella?
―No hay nada en contra de que tú y yo salgamos, ya que no soy tu
consejero.
Una mezcla de pánico y alivio inundó a Olive.
―Sin embargo, hay algunas cuestiones a considerar. No podré
colaborar contigo de manera formal. Y soy parte del comité de premios
del programa, lo que significa que tendré que disculparme si te nominan
para becas u oportunidades similares.
Ella asintió.
―Lo suficientemente justo.
―Y no puedo ser parte de tu comité de tesis.
Olive soltó una carcajada.
―Eso no será un problema. No te iba a pedir que estuvieras en mi
comité.
Entrecerró los ojos.
― ¿Por qué no? Estudias el cáncer de páncreas, ¿verdad?
―Sí. Detección temprana.
―Entonces su trabajo se beneficiaría de la perspectiva de un
modelador computacional.
―Sí, pero hay otros modeladores computacionales en el
departamento. Y me gustaría graduarme eventualmente, idealmente sin
sollozar en el baño después de cada reunión del comité.
El la fulminó con la mirada.
Olive se encogió de hombros.
―Sin ofender. Soy una chica sencilla, con necesidades sencillas.
Ante eso, bajó la mirada hacia su escritorio, pero no antes de que Olive
pudiera ver que la comisura de su boca se contraía. Cuando volvió a
mirar hacia arriba, su expresión era seria.
―Entonces, ¿lo has decidido?
Ella apretó los labios mientras él la miraba con calma. Respiró hondo
antes de decir:
―Sí. Si yo . . . Quiero hacerlo. De hecho, es una buena idea.
Por tantas razones. Haría que Anh y Jeremy se quitaran de encima,
pero también. . . también todos los demás. Era como si desde que el
rumor había comenzado a extenderse, la gente se había sentido
demasiado intimidada por Olive como para darle la mierda de
costumbre. Los otros asistentes habían dejado de intentar cambiar sus
agradables secciones de las 2:00 p.m. Por sus horribles secciones de las
8:00 a.m., Sus compañeros de laboratorio habían dejado de cortar frente
a ella en la línea para el microscopio, y dos miembros de la facultad
diferentes, Olive, lo habían estado intentando. ponerse en contacto con
él durante semanas finalmente se había dignado a responder a sus
correos electrónicos. Se sentía un poco injusto explotar este gran
malentendido, pero la academia era una tierra sin ley y la vida de Olive
había sido más que miserable durante los últimos dos años. Había
aprendido a agarrar todo lo que podía. Y si algunos ... está bien, si la
mayoría de los graduados del departamento la miraron con sospecha
porque estaba saliendo con Adam Carlsen, que así sea. Sus amigos
parecían estar bastante bien con esto, aunque un poco desconcertados.
Excepto Malcolm. La había estado evitando como si tuviera viruela
durante tres días seguidos. Pero Malcolm era Malcolm, había entrado en
razón.
―Muy bien entonces. ― Estaba completamente inexpresivo,
casi demasiado inexpresivo. Como si no fuera gran cosa y no le importara
de ninguna manera; como si ella hubiera dicho que no, no habría
cambiado nada para él.
―Sin embargo, he estado pensando mucho en esto.
Esperó pacientemente a que ella continuara.
―Y creo que sería mejor si estableciéramos algunas reglas
básicas. Antes de empezar.
― ¿Reglas básicas?
―Sí. Sabes. Lo que se nos permite y no se nos permite hacer. Qué
podemos esperar de este arreglo. Creo que es un protocolo bastante
estándar, antes de embarcarse en una relación de citas falsas.
Inclinó la cabeza.
― ¿Protocolo estándar?
―Sí.
― ¿Cuántas veces has hecho esto?
―Cero. Pero estoy familiarizado con el tropo15.
―Lo . . . ¿qué? ― Él parpadeó hacia ella, confundido.
Olive lo ignoró.
―Okey. ― Inhaló profundamente y levantó el dedo índice. ―En
primer lugar, este debería ser un arreglo estrictamente en el campus. No
15
Expresión que se desvía de su contenido original para adoptar otro.
es que crea que quieras reunirte conmigo fuera del campus, pero en caso
de que estuvieras planeando matar dos pájaros de un tiro, no seré tu
respaldo de último minuto si necesitas llevar una cita a casa. Navidad,
o ...
―Hanukkah
― ¿Qué?
―Es más probable que mi familia celebre Hanukkah que
Navidad―. Él se encogió de hombros. ―Aunque es poco probable que
lo celebre.
―Oh. ― Olive reflexionó un momento. ―Supongo que esto es algo
que tu novia falsa debería saber.
El fantasma de una sonrisa apareció en su boca, pero no dijo nada.
―Okey. Segunda regla. De hecho, podría interpretarse como una
extensión de la primera regla. Pero…—Olive se mordió el labio,
deseando sacarlo a colación…― nada de sexo.
Durante varios momentos simplemente no se movió. Ni siquiera un
milímetro. Entonces sus labios se separaron, pero no salió ningún
sonido, y fue entonces cuando Olive se dio cuenta de que acababa
de dejar sin palabras a Adam Carlsen. Lo que habría sido gracioso
cualquier otro día, pero el hecho de que él pareciera estupefacto por el
hecho de que Olive no quisiera incluir el sexo en su relación de citas
falsas hizo que se le hundiera el estómago.
¿Había asumido que lo harían? ¿Era algo que ella había
dicho? ¿Debería explicar que había tenido muy poco sexo en su
vida? ¿Qué durante años se había preguntado si era asexual y solo
recientemente se había dado cuenta de que podría ser capaz de
experimentar atracción sexual, pero solo con personas en las que
confiaba profundamente? ¿Qu, si por alguna razón inexplicable Adam
quería tener sexo con ella, ella no podría hacerlo?
―Escucha―, hizo para levantarse de la silla, el pánico se apoderó de
su garganta. ―Lo siento, pero si una de las razones por las que ofreciste
una cita falsa es que pensaste que lo haríamos ...
― No ―. La palabra medio explotó fuera de él. Parecía genuinamente
consternado. ―Me sorprende que incluso sientas la necesidad de
mencionarlo.
―Oh. ― Las mejillas de Olive se calentaron ante la indignación en su
voz. Cierto. Por supuesto que no esperaba eso. O incluso querer eso, con
ella. Míralo, ¿por qué iba a hacerlo? ―Lo siento, no quise asumir ...
―No, tiene sentido ser franca. Me sorprendió.
―Lo sé. ― Olive asintió. Honestamente, ella también estaba un poco
sorprendida. Que estaba sentada en la oficina de Adam Carlsen,
hablando de sexo, no del tipo de sexo de la meiosis16, sino de las posibles
relaciones sexuales entre los dos. ―Perdón. No quise hacer las cosas
raras.
―Está bien. Todo esto es extraño ―. El silencio entre ellos se prolongó
y Olive notó que se sonrojaba levemente. Solo una pizca de rojo, pero se
veía tan. . . Olive no podía dejar de mirar.
―Sin sexo―, confirmó asintiendo.
Tuvo que aclararse la garganta y dejar de inspeccionar la forma y el
color de sus pómulos.
―Sin sexo―, repitió. ―Okey. Tercera. No es realmente una regla,
pero aquí va: no saldré con nadie más. Como en las citas reales. Sería
desordenado y complicaría todo y… ― Olive vaciló. ¿Debería
decírselo? ¿Fue demasiada información? ¿Necesitaba saberlo? Oh
bien. ¿Por qué no en este punto? No era como si no hubiera besado al
hombre o no hubiera mencionado el sexo en su lugar de trabajo. ―No
tengo citas, de todos modos. Jeremy fue una excepción. Yo
nunca. . . Nunca antes había tenido citas en serio, y probablemente sea
16
División celular.
lo mejor. La escuela de posgrado es lo suficientemente estresante, y
tengo a mis amigos y mi proyecto sobre el cáncer de páncreas, y
honestamente, hay mejores cosas en las que usar mi tiempo ―. Las
últimas palabras salieron más a la defensiva de lo que pretendía.
Adam se quedó mirándola y no dijo nada.
―Pero
puedes
tener
citas,
por
supuesto―,
agregó
apresuradamente. —Aunque te agradecería que evitaras decírselo a la
gente del departamento, solo para que no parezca un idiota y tú no
parezca que me estás engañando y los rumores no se salgan de
control. También te beneficiaría, ya que estás tratando de parecer que
estás en una relación comprometida ...
―No lo haré.
―Okey. Excelente. Gracias. Sé que mentir por omisión puede ser un
dolor, pero ...
―Quiero decir, no saldré con nadie más.
Había una certeza, una finalidad en su tono que la tomó por
sorpresa. Ella solo pudo asentir, aunque quería protestar que él no podía
saberlo, a pesar de que un millón de preguntas surgieron en su mente. El
noventa y nueve por ciento de ellos eran inapropiados y no eran de su
incumbencia, así que los ahuyentó.
―Okey. Cuatro. Obviamente, no podemos seguir haciendo esto para
siempre, por lo que deberíamos fijarnos una fecha límite.
Apretó los labios.
― ¿Cuándo sería eso?
―No estoy segura. Un mes más o menos probablemente sería
suficiente para convencer a Anh de que he superado firmemente a
Jeremy. Pero puede que no sea suficiente de tu parte, entonces. . . dime
tú
Reflexionó sobre ello y luego asintió una vez.
―Veintinueve de septiembre.
Faltaba poco más de un mes a partir de ahora. Pero también . . .
―Esa es una fecha extrañamente específica―. Olive se devanó los
sesos, tratando de averiguar por qué podía ser significativa. Lo único
que le vino a la mente fue que estaría en Boston esa semana para la
conferencia anual de biología.
―Es el día después de la revisión presupuestaria final del
departamento. Si no liberan mis fondos para entonces, no los liberarán
en absoluto.
―Ya veo. Bueno, entonces, convengamos en que el 29 de septiembre
nos separamos. Le diré a Anh que nuestra ruptura fue amistosa, pero
que estoy un poco triste porque todavía estoy un poco enamorado de ti
―. Ella le sonrió. ―Solo para que no sospeche que todavía estoy colgada
de Jeremy. Okey.
Ella respiró hondo.
―Quinta y última.
Este era complicado. Al que ella temía que él se opusiera. Se dio
cuenta de que se retorcía las manos y las colocó firmemente en su regazo.
―Para que esto funcione, probablemente deberíamos. . . hacer cosas
juntos. De vez en cuando.
― ¿Cosas?
―Cosas. Cosas.
―Cosas―, repitió dubitativo.
―Sí. Cosas. ¿Qué haces para divertirte? ― Probablemente se estaba
metido en algo atroz, como excursiones para dar propina a las vacas o
peleas de escarabajos japoneses. Quizás colecciona muñecos de
porcelana. Quizás era un ávido geocacher17. Quizás frecuentaba las
convenciones de vapeo18. Oh Dios.
― ¿Divertirme? ― repitió, como si nunca antes hubiera escuchado la
palabra.
―Sí. ¿Qué haces cuando no estás en el trabajo?
El tiempo que pasó entre la pregunta de Olive y su respuesta fue
alarmante.
―A veces también trabajo en casa. Y hago ejercicio. Y duermo.
Tuvo que detenerse activamente de que se le callera la cara de
vergüenza.
―Um, genial. ¿Algo más?
― ¿Qué es lo que haces para divertirte? ― preguntó, algo a la
defensiva.
―Muchas cosas. yo . . . ― Voy al cine. Aunque no lo había estado
desde la última vez que Malcolm la arrastró. Jugar juegos de mesa. Pero
todos y cada uno de sus amigos estaban demasiado ocupados
últimamente, así que tampoco eso. Había participado en ese torneo de
voleibol, pero había sido hace más de un año.
―Um. ¿Hago ejercicio? ― A ella le hubiera encantado borrar esa
expresión de suficiencia de su rostro. Mucho. ―Lo que. Deberíamos
hacer algo juntos de forma regular. No lo sé, ¿tal vez tomar un
café? ¿Una vez a la semana? Solo por diez minutos, en un lugar donde
la gente pudiera vernos fácilmente. Sé que suena molesto y como una
pérdida de tiempo, pero será muy corto y haría que las citas falsas fueran
más creíbles y…
―Seguro.
Oh.
17
18
Actividad de encontrar y esconder tesoros.
Actividad relacionada a fumadores
Había pensado que sería más convincente. Mucho más. Por otra
parte, esto también le interesaba. Necesitaba que sus colegas creyeran
en su relación si quería engatusarlos para que liberaran su financiación.
―Okey. Um. . . ― Se obligó a dejar de preguntarse por qué estaba
siendo tan complaciente y trató de visualizar su horario. ― ¿Qué tal el
miércoles?
Adam inclinó su silla para mirar hacia su computadora y abrió una
aplicación de calendario. Estaba tan lleno de cajas de colores que Olive
sintió una oleada de ansiedad indirecta.
―Funciona antes de las once de la mañana y después de las seis de la
tarde.
― ¿Diez?
Se volvió hacia ella. ―Diez está bien.
―Okey. ― Ella esperó a que él lo escribiera, pero él no hizo ningún
movimiento. ― ¿No lo vas a agregar a tu calendario?
―Lo recordaré―, le dijo con serenidad.
―Bien entonces. ― Hizo un esfuerzo por sonreír y se sintió
relativamente sincero. Mucho más sincera que cualquier sonrisa que
hubiera pensado que podría esbozar en presencia de Adam
Carlsen. ―Excelente. Miércoles de citas falsas.
Una línea apareció entre sus cejas.
― ¿Por qué sigues diciendo eso?
― ¿Decir qué?
―Citas falsas. Como si fuera una cosa.
―Porque lo es. ¿No ves comedias románticas?
Él la miró con expresión de desconcierto, hasta que ella se aclaró la
garganta y se miró las rodillas.
―Cierto.
Dios, no tenían nada en común. Nunca encontrarían nada de qué
hablar. Sus pausas para el café de diez minutos iban a ser la parte más
dolorosa e incómoda de sus ya dolorosas e incómodas semanas.
Pero Anh iba a tener su hermosa historia de amor, y Olive no tendría
que esperar años para usar el microscopio electrónico. Eso fue todo lo
que importaba.
Se puso de pie y le tendió la mano, pensando que cada arreglo de citas
falsas merecía al menos un apretón de manos. Adam la estudió con
vacilación durante un par de segundos. Luego se puso de pie y le apretó
los dedos. Él miró sus manos unidas antes de mirarla a los ojos, y Olive
se ordenó a sí misma no notar el calor de su piel, o lo ancho que era,
o... cualquier otra cosa sobre él. Cuando finalmente lo soltó, ella tuvo
que hacer un esfuerzo consciente para no inspeccionar su palma.
¿Le había hecho algo? Seguro que se sintió así. Su carne estaba
hormigueando.
― ¿Cuándo quieres empezar?
― ¿Qué tal la próxima semana?
Era viernes. Lo que significaba que tenía menos de siete días para
prepararse psicológicamente para la experiencia de tomar un café con
Adam Carlsen. Sabía que podía hacer esto, si se había abierto camino
hasta un porcentaje del noventa y siete en la parte verbal del GRE,19
podría hacer cualquier cosa, o tan buena como eso, pero aún así le
parecía una idea horrible.
―Suena bien.
Estaba sucediendo. Oh Dios.
―Encontrémonos en el Starbucks del campus. Es donde la mayoría
de los graduados toman café, es probable que alguien nos vea ―. Se
19
Graduate Record Examinations es una prueba estandarizada para la admisión en las escuelas de
postgrado en los Estados Unidos
dirigió a la puerta, deteniéndose para mirar a Adam. ― ¿Supongo que
te veré para una cita falsa el miércoles, entonces?
Seguía de pie detrás de su escritorio, con los brazos cruzados sobre el
pecho. Mirando a Olive. Luciendo enteramente menos irritada por este
lío de lo que hubiera esperado. Pareciendo . . . agradable.
―Nos vemos, Olive.
―PASA LA SAL.
Olive lo habría hecho, pero parecía que Malcolm ya estaba lo
suficientemente salado. Así que apoyó la cadera contra la encimera de
la cocina y cruzó los brazos sobre el pecho.
―Malcolm
—Y la pimienta.
―Malcolm
―Y el aceite
—Malcolm. . .
―Girasol. No esa mierda de semilla de uva.
―Escucha. No es lo que piensas…
―Bien. Los conseguiré yo mismo.
Para ser justos, Malcolm tenía todo el derecho a estar loco. Y Olive lo
sentía por él. Estaba un año por delante de ella y era el vástago de la
realeza STEM. Es el producto de generaciones de biólogos, geólogos,
botánicos, físicos y quién sabe qué otros: mezclan su ADN y generan
pequeñas máquinas científicas. Su padre era decano en una escuela
pública de la costa este. Su madre tuvo una charla TED sobre las células
de Purkinje20 con varios millones de visitas en YouTube. ¿Malcolm
quería estar en un doctorado, encaminado a una carrera
académica? Probablemente no. ¿Tenía alguna otra opción, considerando
la presión que su familia había ejercido sobre él desde que usaba
pañales? Tampoco.
Por no decir que Malcolm no estaba contento. Su plan era obtener su
doctorado, encontrar un trabajo agradable y cómodo en la industria y
ganar mucho dinero trabajando de nueve a cinco, lo que técnicamente
calificaba como ser un científico, lo que a su vez no era algo que sus
padres serían capaces de objetar. Al menos, no demasiado
enérgico. Mientras tanto, todo lo que quería era tener una experiencia en
la escuela de posgrado que fuera lo menos traumatizante posible. De
todos en el programa de Olive, él fue el que mejor se las arregló para
tener una vida fuera de la escuela de posgrado. Hizo cosas que eran
inimaginables para la mayoría de los graduados, como cocinar comida
de verdad. ¡Ir de excursión! ¡Meditat! ¡Actuar en una obra! ¡Salir como
si fuera un deporte olímpico! (―Es un deporte olímpico, de oliva. Y yo
estoy entrenando para el oro. ―)
Por eso, cuando Adam obligó a Malcolm a desechar toneladas de
datos y rehacer la mitad de su estudio, fueron unos meses muy, muy
miserables. En retrospectiva, eso podría haber sido cuando Malcolm
comenzó a desear una plaga en la casa de Carlsen (había estado
ensayando para Romeo y Julieta en ese momento).
―Malcolm, ¿podemos hablar de esto?
―Estamos Hablando.
―No, estás cocinando y yo solo estoy aquí, tratando de que
reconozcas que estás enojado porque Adam ...
Malcolm se apartó de su cazuela, moviendo el dedo en dirección a
Olive.
20
Las células de Purki
―No lo digas.
― ¿No decir qué?
―Sabes qué.
― ¿Adam Carl ...?
―No, no digas su nombre.
Ella alzó las manos.
―Esto es Loco. Es falso, Malcolm.
Volvió a picar los espárragos.
―Pasa la sal.
― ¿Estas escuchando? No es real.
―Y la pimienta, y la ...
―La relación es falsa. Realmente no estamos saliendo. Fingimos para
que la gente piense que estamos saliendo.
Las manos de Malcolm se detuvieron a mitad de camino.
― ¿Qué?
―Me escuchaste.
―Es un . . . arreglo de amigos con beneficios? Porque…
―No. Es lo contrario. No hay beneficios. Beneficios cero. Cero
Sexo. Cero amigos también.
Él la miró con los ojos entrecerrados.
―Para ser claro, las cosas orales y las nalgas cuentan totalmente como
sexo.
―Malcolm.
Dio un paso más cerca, agarrando un trapo de cocina para limpiarse
las manos, las fosas nasales dilatadas.
―Tengo miedo de preguntar.
―Sé que suena ridículo. Me está ayudando fingiendo que estamos
juntos porque le mentí a Anh, y necesito que ella se sienta bien acerca de
salir con Jeremy. Todo es falso. Adam y yo hemos hablado exactamente
—decidió en el acto omitir cualquier información pertinente a La
noche— tres veces, y no sé nada de él. Excepto que está dispuesto a
ayudarme a manejar esta situación, y aproveché la oportunidad.
Malcolm estaba poniendo esa cara, la que reservaba para las personas
que usaban sandalias combinadas con calcetines blancos. Él podía dar
un poco de miedo, tenía que admitirlo.
―Este es . . . Guau. ― Había una vena palpitando en su frente. ―Ol,
esto es tremendamente estúpido.
―Quizás. ― Si. Sí, lo era. ―Pero es lo que es. Y tienes que apoyarme
en mi idiotez, porque tú y Anh son mis mejores amigos
― ¿No es Carlsen tu mejor amigo ahora?
—Vamos, Malcolm. Es un idiota. Pero en realidad ha sido muy
amable conmigo y ...
―Ni siquiera estoy…― Hizo una mueca. ―No voy a abordar esto.
Ella suspiró.
―Okey. No abordes esto. No tienes que hacerlo. ¿Pero puedes
simplemente no odiarme? ¿Por favor? Sé que ha sido una pesadilla para
la mitad de los graduados del programa, incluido para ti. Pero me está
ayudando. Anh y tú son los únicos a los que me importa contarles la
verdad. Pero no puedo decirle a Anh ...
—Por obvias razones.
―… Por obvias razones ―, terminaron al mismo tiempo, y
sonrió. Simplemente negó con la cabeza con desaprobación, pero su
expresión se había suavizado.
―Ol. Eres increíble. Y amable, demasiado amable. Deberías encontrar
a alguien mejor que Carlsen. Alguien con quien salir de verdad.
―Sí claro. ― Ella puso los ojos en blanco. ―Porque le fue muy bien a
Jeremy. ¡Quién,
por
cierto,
solo
accedí
a
salir
siguiendo tus consejos! Dale una oportunidad al chico, dijiste. ¿Qué podría
salir mal? dijiste
Malcolm la fulminó con la mirada y ella se rió.
―Escucha, claramente soy mala en las citas reales. Quizás las citas
falsas sean diferentes. Quizás encontré mi nicho.
Él suspiró.
― ¿Tiene que ser Carlsen? Hay mejores miembros de la facultad para
falsificar citas.
― ¿Como quién?
―No sé. ¿Dr. McCoy?
― ¿Su esposa no acaba de dar a luz trillizos?
―Oh sí. ¿Y Holden Rodrigues? Él está caliente. Tiene linda sonrisa
también. Lo sabría, él siempre me sonríe.
Olive se echó a reír.
―Nunca podría fingir una cita con el Dr. Rodrigues, no con la
asiduidad con la que has estado sediento de él durante los últimos dos
años
―Lo he hecho, ¿no? ¿Alguna vez te conté sobre el coqueteo serio que
sucedió entre nosotros en la feria de investigación de pregrado? Estoy
bastante seguro de que me guiñó un ojo varias veces desde el otro lado
de la habitación. Ahora, algunos dicen que acaba de tener algo en el ojo,
pero ...
―A mí. Yo dije que probablemente tenía algo en su ojo. Y me lo
cuentas cada dos días.
―Cierto. ― Él suspiró. —Sabes, Ol, yo mismo habría falsificado una
cita contigo en un santiamén, para liberarte del maldito Carlsen. Te
hubiera tomado de la mano, te hubiera dado mi chaqueta cuando
tuvieras frío y te hubiera regalado públicamente rosas de chocolate y
ositos de peluche el día de San Valentín.
Qué refrescante, hablar con alguien que había visto una comedia
romántica. O diez.
―Sé. Pero también traes a casa a una persona diferente cada semana,
y te encanta, y me encanta que te encante. No quiero obstaculizar tu
estilo.
―Razonable.
Malcolm parecía complacido, ya sea por el hecho de que realmente se
movía bastante o por la comprensión profunda de Olive de sus hábitos
de citas, ella no estaba segura.
― ¿Podrías por favor no odiarme, entonces?
Arrojó el paño de cocina sobre la encimera y se acercó.
―Ol. Yo nunca podría odiarte. Siempre serás mi Kalamata21 ―. La
atrajo hacia su pecho, abrazándola con fuerza. Al principio, cuando se
acababan de conocer, Olive había estado constantemente desorientada
por lo físico que era, probablemente porque habían pasado años desde
la última vez que había experimentado un contacto tan
afectuoso. Ahora, los abrazos de Malcolm eran su lugar feliz.
Ella apoyó la cabeza en su hombro y sonrió en el algodón de su
camiseta.
―Gracias.
Malcolm la abrazó con más fuerza.
son neuronas muy grandes que representan el amor
— te prometo que, si alguna vez llevo a Adam a casa, pondré un
calcetín en mi puerta ... ¡Ay!
―Tu criatura malvada.
― ¡Estaba bromeando! Espera, no te vayas, tengo algo importante que
decirte.
Se detuvo junto a la puerta, frunciendo el ceño.
―He alcanzado mi ingesta diaria máxima de conversaciones
relacionadas con Carlsen. Cualquier cosa más será letal, así que ...
― ¡Tom Benton, el investigador del cáncer de Harvard, se acercó a
mí! Aún no está decidido, pero podría estar interesado en tenerme en su
laboratorio el próximo año.
―Ay Dios mío. ― Malcolm se acercó a ella, encantado. ― ¡Ol, esto es
asombroso! ¿Pensé que ninguno de los investigadores con los que te
pusiste en contacto se había puesto en contacto contigo?
―No por mucho tiempo. Pero ahora Benton lo ha hecho, y ya sabes lo
famoso y conocido que es. Probablemente tenga más fondos de
investigación de los que yo podría soñar. Podría ser…
―Fantástico. Realmente sería fantástico. Ol. Estoy tan orgulloso de ti.
― Malcolm le tomó las manos entre las suyas. Su sonrisa que atravesaba
su rostro se suavizó lentamente. ―Y tu mamá también estaría muy
orgullosa.
Olive apartó la mirada y parpadeó rápidamente. No quería llorar, no
esta noche.
―Nada está escrito en piedra. Tendré que persuadirlo. Implicará un
poco de politiquería y pasar por todo el fragmento de ―exponga su
investigación―. Que como sabes no es mi fuerte. Puede que todavía no
funcione ...
―Si va a funcionar.
Cierto. Si. Necesitaba ser optimista. Ella asintió con la cabeza,
intentando sonreír.
Pero incluso si no fuera así. . . ella todavía estaría orgullosa.
Olive asintió de nuevo. Cuando una lágrima logró deslizarse por su
mejilla, decidió dejarlo así.
Cuarenta y cinco minutos después, ella y Malcolm se sentaron en su
minúsculo sofá, con los brazos juntos, viendo repeticiones de American
Ninja Warrior mientras comían una cazuela de verduras con poca sal.
HIPÓTESIS: Adam Carlsen y yo no tenemos absolutamente
nada en común, y tomar café con él será dos veces más
doloroso que una endodoncia. Sin anestesia.
Olive llegó a la primera cita falsa el miércoles tarde y en el peor de los
estados de ánimo, después de pasar una mañana gruñendo a sus
reactivos baratos y de imitación para no disolver, luego no precipitar,
luego no sonicar22, luego no siendo lo suficiente para que ella para llevar
acabo todo su ensayo.
Se detuvo frente a la puerta de la cafetería y respiró hondo. Necesitaba
un laboratorio mejor si quería producir ciencia decente. Mejor
equipamiento. Mejores
reactivos. Mejores
cultivos
de
bacterias. Mejor todo. La semana siguiente, cuando llegara Tom Benton,
tenía que estar en la cima de su juego. Necesitaba preparar su perorata,
no perder el tiempo con un café que no quería particularmente, con una
persona con la que definitivamente no quería hablar, a la mitad de su
protocolo experimental.
Puaj.
Cuando entró en el café, Adam ya estaba allí, vistiendo un Henley23
negro que parecía haber sido ideado, diseñado y producido
específicamente con la mitad superior de su cuerpo en mente. Olive
estuvo momentáneamente desconcertado, no tanto porque su ropa le
quedaba bien, sino porque había notado lo que alguien estaba usando
para empezar. No era propio de ella. Después de todo, había estado
viendo a Adam deambular por el edificio de biología durante la mayor
parte de los dos años, sin mencionar que en las últimas dos semanas
22
Acto de aplicación de la energía del sonido para agitar las partículas de una muestra
23
Camisa sin cuello, caracterizada por un escote redondo y tener de 3 a 5 botones.
habían hablado una cantidad desmesurada de veces. Incluso se habían
besado, si se contaba lo que había sucedido en la noche como un beso
adecuado. Fue vertiginoso y un poco inquietante, la comprensión que se
hundió en ella cuando se pusieron en fila para pedir su café.
Adam Carlsen era guapo.
Adam Carlsen, con su nariz larga y cabello ondulado, con sus labios
carnosos y su rostro anguloso que no debería haber encajado, pero de
alguna manera lo hizo, era realmente, realmente, realmente guapo. Olive
no tenía ni idea de por qué no se había registrado antes, o por qué lo que
la hizo darse cuenta de él poniéndose una camisa negra lisa.
Ella se obligó a mirar fijamente el menú de bebidas en lugar de su
pecho. En la cafetería, había un total de tres estudiantes de posgrado en
biología, un postdoctorado en farmacología y un asistente de
investigación de pregrado observándolos. Perfecto.
―Entonces. ¿Cómo estás? ― preguntó, porque era lo que debía hacer.
―Bien. ¿y tú?
―Bien
A Olive se le ocurrió que tal vez no había pensado en esto tan a fondo
como debería haberlo hecho. Porque ser vistos juntos podría haber sido
su objetivo, pero estar uno al lado del otro en silencio no iba a engañar
a nadie para que pensara que estaban saliendo felizmente. Y Adam
era. . . bien. Parecía poco probable que iniciara algún tipo de
conversación.
―Entonces. ― Olive cambió su peso a las puntas de sus pies un par
de veces. ― ¿Cuál es tu color favorito?
La miró confundido.
― ¿Qué?
―Tu color favorito.
― ¿Mi color favorito?
―Sí.
Había una arruga entre sus ojos.
― ¿No sé?
― ¿Qué quieres decir con que no sabes?
―Son colores. Son todos iguales.
―Debe haber uno que te guste más.
―No lo creo.
― ¿Rojo?
―No sé.
― ¿Amarillo? ¿Vomito verde?
Sus ojos se entrecerraron.
― ¿Porque lo preguntas?
Olive se encogió de hombros.
―Se siente como algo que debería saber
― ¿Por qué?
―Por qué. Si alguien intenta averiguar si realmente estamos saliendo,
podría ser una de las primeras preguntas que haga. Las cinco primeras,
seguro.
La estudió durante unos segundos.
― ¿Te parece un escenario probable?
―Casi tan probable como que yo fingiera salir contigo
Él asintió con la cabeza, como si le concediera su punto.
―Okey. Negro, supongo
Ella resopló.
―Lo imagino
― ¿Qué pasa con el negro? ― Él frunció el ceño.
―Ni siquiera es un color. No son colores, técnicamente
―Es mejor que el vómito verde
―No, no lo es
―Por supuesto que es.
―Sí, bueno. Se adapta a tu personalidad de hijo de la oscuridad
― ¿Qué significa eso ...
―Buenos días. ― El barista les sonrió alegremente. ― ¿Qué van a
comer hoy?
Olive le devolvió la sonrisa y le hizo un gesto a Adam para que
ordenara primero.
―Café. ― Él le lanzó una mirada antes de agregar, tímidamente,
―Negro.
Tuvo que agachar la cabeza para ocultar su sonrisa, pero cuando lo
miró de nuevo, la comisura de su boca estaba curvada hacia arriba. Lo
cual, admitió a regañadientes, no era un mal aspecto en él. Ella lo ignoró
y pidió la cosa más grasosa y azucarada del menú de bebidas, pidiendo
crema batida extra. Se preguntaba si debería intentar compensarlo
comprando una manzana también, o si simplemente debería inclinarse
y rematarla con una galleta, cuando Adam sacó una tarjeta de crédito de
su billetera y la acercó al cajero.
―Oh no. No, no, no. No ―. Olive puso su mano frente a la de él y bajó
la voz. ―No puedes pagar por mis cosas.
Parpadeó.
― ¿No puedo?
―Ese no es el tipo de relación falsa que estamos teniendo.
El pareció sorprendido.
― ¿No lo es?
―No. ― Ella sacudió su cabeza. ―Nunca fingiría salir con un tipo
que piensa que tiene que pagar mi café solo porque es un tipo.
Levantó una ceja.
―Dudo que exista un idioma en el que lo que acabas de pedir pueda
denominarse café.
―Oye…
―Y no se trata de que yo sea un tipo―, la palabra salió un poco
dolorida, ―sino de que sigues siendo un estudiante de posgrado. Y tus
ingresos anuales.
Por un momento vaciló, preguntándose si debería sentirse
ofendida. ¿Adam estaba siendo su famoso yo imbécil? ¿Estaba siendo
condescendiente? ¿Pensaba que ella era pobre? Entonces se acordó de
que ella era, de hecho, pobre, y que probablemente ganaba cinco veces
más que ella. Ella se encogió de hombros, agregando una galleta con
chispas de chocolate, un plátano y un paquete de chicle a su café. Para
su crédito, Adam no dijo nada y pagó los $ 21,39 resultantes sin
pestañear.
Mientras esperaban sus bebidas, la mente de Olive comenzó a pensar
en su proyecto y en si podía convencer a la Dra. Aslan de que le
comprara mejores reactivos pronto. Miró distraídamente alrededor de
la cafetería y descubrió que a pesar de que el asistente de investigación,
el postdoctorado y uno de los estudiantes se habían ido, dos graduados
(uno de los cuales casualmente trabajaba en el laboratorio de Anh)
todavía estaban sentados en una mesa junto a la puerta, mirando hacia
ellos cada pocos minutos. Excelente.
Apoyó la cadera contra el mostrador y miró a Adam. Gracias a Dios,
esto solo iba a ser diez minutos a la semana, o desarrollaría un calambre
permanente en el cuello.
― ¿Dónde naciste? ― ella preguntó.
― ¿Es esta otra de sus preguntas de la entrevista de matrimonio para
la tarjeta de residencia?
Ella se rió. Él sonrió en respuesta, como complacido de haberla hecho
reír. Aunque ciertamente fue por alguna otra razón.
―Holanda. La haya.
―Oh.
Él también se apoyó contra el mostrador, directamente frente a ella.
― ¿Por qué 'oh'?
―No sé. ― Olive se encogió de hombros. ―Creo
esperaba. . . ¿Nueva York? ¿O quizás Kansas?
que
Sacudió la cabeza.
―Mi madre solía ser embajadora de Estados Unidos en Holanda.
―Guau. ― Era extraño imaginar que Adam tuviera una madre. Una
familia. Que antes de ser alto, aterrador e infame, había sido un
niño. Quizás hablaba holandés. Quizás había fumado arenque24 para
desayunar regularmente. Tal vez su madre había querido que él siguiera
sus pasos y se convirtiera en diplomático, pero su brillante personalidad
había emergido y ella había renunciado a ese sueño. Olive se encontró
sumamente ansiosa por saber más sobre su educación, que
era. . . extraño. Muy extraño.
―Aquí tienes. ― Sus bebidas aparecieron en el mostrador. Olive se
dijo a sí misma que la forma en que el barista rubio obviamente estaba
mirando a Adam mientras se giraba para recuperar la tapa de su taza no
era de su incumbencia. También se recordó a sí misma que, aunque
sentía curiosidad por su madre diplomática, cuántos idiomas hablaba y
si le gustaban los tulipanes, era información que iba mucho más allá de
su disposición.
24
Especie de pez
La gente los había visto juntos. Iban a volver a sus laboratorios y
contar historias inverosímiles sobre el Dr. Adam Carlsen y la estudiante
al azar y sin complicaciones con el que lo habían visto. Es hora de que
Olive vuelva a su ciencia.
Ella se aclaró la garganta.
―Bien. Esto fue divertido.
Levantó la vista de su taza, sorprendido.
― ¿Se acabó el miércoles de citas falsas?
―Sí. Buen trabajo, equipo, ahora ve a las duchas. Estás libre hasta la
semana que viene ―. Olive apuñaló su pajita en su bebida y tomó un
sorbo, sintiendo el azúcar explotar en su boca. Fuera lo que fuera lo que
había ordenado, era asquerosamente bueno. Probablemente estaba
desarrollando diabetes mientras hablaba. ―Te veré ...
― ¿Dónde naciste tú? ― Adam preguntó antes de que pudiera irse.
Oh. Entonces estaban haciendo esto. Probablemente solo estaba
tratando de ser educado, y Olive suspiró para sus adentros, pensando
con nostalgia en su mesa de laboratorio.
―Toronto.
―Cierto. Eres canadiense ―, dijo, como si ya lo hubiera sabido.
―Sí.
― ¿Cuándo te mudaste aquí?
―Hace ocho años. Para la Universidad.
Él asintió con la cabeza, como si estuviera almacenando la
información.
― ¿Por qué Estados Unidos? Canadá tiene excelentes escuelas.
―Tengo un viaje completo―. Eso era cierto. Si no toda la verdad.
Jugueteó con el portavasos de cartón.
― ¿Vuelves mucho?
―No, realmente no. ― Olive lamió un poco de crema batida de su
pajita. Ella estaba perpleja cuando él inmediatamente apartó la mirada
de ella.
― ¿Planeas volver a casa una vez que te gradúes?
Ella se tensó.
―No si puedo evitarlo―. Tenía muchos recuerdos dolorosos en
Canadá, y su única familia, las personas que quería cerca, eran Anh y
Malcolm, ambos ciudadanos estadounidenses. Olive y Anh incluso
habían hecho un pacto de que si Olive estaba a punto de perder su visa,
Anh se casaría con ella. En retrospectiva, todo este asunto de citas falsas
con Adam iba a ser una gran práctica para cuando Olive subiera de nivel
y comenzará a defraudar al Departamento de Seguridad Nacional en
serio.
Adam asintió, tomando un sorbo de su café.
― ¿Color favorito?
Olive abrió la boca para decirle su color favorito, que era mucho mejor
que el de él, y…
―Maldita sea.
Él la miró con complicidad.
―Difícil, ¿no?
―Hay tantos buenos.
―Sí.
―Voy a ir con azul. Azul claro. ¡No, espera!
―Mmm.
―Digamos blanco. Está bien, blanco.
Chasqueó la lengua.
―Sabes, no creo que pueda aceptar eso. El blanco no es realmente un
color. Más como todos los colores juntos ...
Olive le pellizcó en la parte carnosa del antebrazo.
―Ow―, dijo, claramente sin dolor. Con una sonrisa maliciosa, se
despidió con la mano y se alejó, dirigiéndose al edificio de biología.
― ¿Oye, Adam? ― ella lo llamó.
Hizo una pausa y la miró.
―Gracias por comprarme alimentos para tres días.
Dudó y luego asintió con la cabeza, una vez. Eso que estaba haciendo
con la boca, definitivamente le estaba sonriendo. Un poco a
regañadientes, pero, aun así.
―Es un placer, Olive.
Hoy, 2:40 pm
DE: Tom-Benton@harvard.edu
PARA: Olive-Smith@stanford.edu
ASUNTO: Re: Proyecto de detección de cáncer de páncreas
Olive,
Estaré volando el martes por la tarde. ¿Qué tal si nos
reunimos el miércoles alrededor de las 3:00 pm en el
laboratorio de Aysegul Aslan? Mi colaborador puede
señalarme en su dirección.
T. B.
Enviado desde mi iPhone
OLIVE también llegó tarde para su segundo miércoles de citas falsas,
pero por diferentes razones, todas relacionadas con Tom Benton.
Primero, se había quedado dormida después de quedarse despierta
hasta tarde la noche anterior ensayando cómo iba a venderle su
proyecto. Había repetido su perorata tantas veces que Malcolm había
comenzado a terminar sus frases y luego, a la 1:00 am, le había arrojado
una nectarina y le había rogado que fuera a practicar en su
habitación. Que tenía, hasta las 3:00 am
Luego, por la mañana, se dio cuenta de que su atuendo habitual de
laboratorio (leggings, camiseta de 5K andrajosa y un moño muy, muy
desordenado) probablemente no le comunicaría futuro colega valioso al
Dr. Benton, y gastó una cantidad excesiva de tiempo buscando algo
apropiado.
Vístete para el éxito y eso es todo.
Por último, se le ocurrió que no tenía idea de cómo era el Dr. Bentonposiblemente la persona más importante en su vida en este momento, y
sí, ella era consciente de lo triste que sonaba, pero decidió no pensar en
ello, incluso si parecía. Ella lo buscó en su teléfono y descubrió que tenía
unos treinta y tantos años, era rubio con ojos azules y tenía los dientes
muy rectos y muy blancos. Cuando llegó al Starbucks del campus, Olive
le susurraba a su foto de Harvard:
―Por favor, déjame ir a trabajar a tu laboratorio―. Entonces notó a
Adam.
Fue un día inusualmente nublado. Todavía en agosto, pero casi
parecía el final del otoño. Olive lo miró e inmediatamente supo que
estaba de muy mal humor. Le vino a la mente el rumor de que él arrojó
una placa de Petri contra la pared porque su experimento no había
funcionado, o porque el microscopio electrónico necesitaba
reparaciones, o porque había sucedido algo
intrascendente. Consideró agacharse debajo de la mesa.
igualmente
Está bien, se dijo a sí misma. Vale la pena. Las cosas con Anh volvieron
a la normalidad. Mejor de lo normal: ella y Jeremy estaban saliendo
oficialmente, y el fin de semana pasado Anh se había presentado a la
noche de cervezas y malvaviscos con leggings y un suéter extragrande
del MIT que claramente le había prestado. Cuando Olive almorzó con
ellos dos el otro día, ni siquiera se sintió incómodo. Además, los
graduados de primer, segundo e incluso tercer año tenían demasiado
miedo de la novia de Adam Carlsen como para robar las pipetas de
Olive, lo que significaba que no tenía que meterlas en su mochila y
llevarlas a casa durante el fin de semana. ya no. Y ella estaba obteniendo
algo de comida gratis de grado A de esto. Podría soportar a Adam
Carlsen, sí, incluso a este Adam Carlsen de humor negro. Durante diez
minutos a la semana, como mínimo.
―Hey. ― Ella sonrió. Respondió con una mirada que exudaba mal
humor y angustia existencial. Olive tomó una respiración
reconfortante. ― ¿Cómo estás?
―Bien. ― Su tono fue entrecortado, su expresión más tensa que de
costumbre. Llevaba una camisa roja a cuadros y unos vaqueros, y
parecía más un leñador que un experto reflexionando sobre los misterios
de la biología computacional. No pudo evitar notar los músculos y se
preguntó de nuevo si tenía su ropa hecha a medida. Su cabello todavía
era un poco largo, pero más corto que la semana anterior. Parecía un
poco surrealista que ella y Adam Carlsen estuvieran en un punto en el
que ella pudiera hacer un seguimiento de sus estados de ánimo y sus
cortes de pelo.
― ¿Listo para tomar un café? ― chilló.
Él asintió distraídamente, sin apenas mirarla. En una mesa en la parte
de atrás, un estudiante de quinto año los miraba mientras pretendía
limpiar el monitor de su computadora portátil.
―Lo siento si llegué tarde. Yo solo…
―Está bien.
― ¿Tuviste una buena semana?
―Bien
De acuerdo.
―Um. . . ¿Hiciste algo divertido el fin de semana pasado?
―Trabajé.
Se pusieron en fila para hacer el pedido, y Olive hizo todo lo que pudo
para evitar suspirar.
―El tiempo ha sido agradable, ¿verdad? No demasiado caliente.
Él gruñó en respuesta.
Empezaba a ser demasiado. Había un límite a lo que Olive haría por
esta relación de citas falsas, incluso por un Frappuccino de mango
gratis. Ella suspiró.
― ¿Es por el corte de pelo?
Eso llamó su atención. Adam la miró, una línea vertical profunda
entre sus cejas.
― ¿Qué?
―El humor. ¿Es por el corte de pelo?
― ¿Qué estado de ánimo?
Olive hizo un amplio gesto hacia él.
―Este. El mal humor en el que estás.
―No estoy de mal humor.
Ella resopló, aunque probablemente ese no era el término correcto
para lo que acababa de hacer. Era demasiado ruidoso y burlón, más
como una risa. Un chasquido.
― ¿Qué? ― Él frunció el ceño, despreciativo de su chasquido.
―Vamos.
― ¿Qué?
― Exudas mal humor
―No. ― Sonaba indignado, lo que le pareció extrañamente atractivo.
— Así es. Vi esa cara e inmediatamente lo supe.
―No lo hiciste.
―Lo hice. Lo hago. Pero está bien, puedes estar de mal humor.
Era su turno, así que dio un paso adelante y sonrió al cajero.
―Buenos días. Tomaré un café con leche con especias de calabaza. Y
ese queso crema danés de allí. Sí, ese, gracias. Y —señaló a Adam con el
pulgar—, él tomará té de manzanilla. Sin azúcar —añadió
alegremente. Inmediatamente dio unos pasos hacia un lado, con la
esperanza de evitar daños en caso de que Adam decidiera arrojarle una
placa de Petri. Se sorprendió cuando él le entregó tranquilamente su
tarjeta de crédito al chico que estaba detrás del mostrador. Realmente,
no era tan malo como lo hacían parecer.
―Odio el té―, dijo. ―Y la manzanilla.
Olive le sonrió.
―Eso es desafortunado.
―Sabelotodo.
Él miró al frente, pero ella estaba casi segura de que estaba a punto de
esbozar una sonrisa. Había mucho que decir sobre él, pero no es que no
tuviera sentido del humor.
― ¿Así que . . . no es el corte de pelo?
― ¿Mm? ¡Ah, no! Era una longitud extraña. Se interponerme en mi
camino mientras corro.
Oh. Entonces él era un corredor. Como Olive.
―Okey. Excelente. Porque no se ve mal.
Se ve bien. Como en, realmente bien. Probablemente eras uno de los hombres
más guapos con los que había hablado la semana pasada, pero ahora te ves aún
mejor. No es que me preocupe por estas cosas. No me importa en absoluto. Rara
vez noto a los chicos, y no estoy segura de por qué me fijo en ti, o en tu cabello,
o en tu ropa, o lo alto y ancho que eres. Realmente no lo entiendo. Nunca me
importa Generalmente. Puaj.
―Yo . . . ― Pareció nervioso por un segundo, sus labios se movieron
sin hacer ningún sonido mientras buscaba una respuesta
apropiada. Luego, de la nada, dijo: ―Hablé con el director del
departamento esta mañana. Todavía se niega a liberar mis fondos de
investigación.
―Oh. ― Ella ladeó la cabeza. ―Pensé que no debían decidirte hasta
finales de septiembre.
―No lo hicieron. Esta fue una reunión informal, pero surgió el
tema. Dijo que todavía está monitoreando la situación.
―Ya veo. ― Ella esperó a que continuara. Cuando quedó claro que
no lo haría, ella preguntó: ―Monitorear. . . ¿cómo?
―Es poco claro. ― Estaba apretando la mandíbula.
―Lo siento. ― Ella lo sintió por él. Ella realmente lo hizo. Si había
algo con lo que podía sentir empatía, eran los estudios científicos que se
detuvieron abruptamente debido a la falta de recursos. ― ¿Eso significa
que no puedes continuar con tu investigación?
―Tengo otras subvenciones.
―Así que . . . el problema es que no puedes iniciar nuevos estudios?
―Si puedo. Tuve que reorganizar diferentes macetas, pero también
debería poder permitirme iniciar nuevas líneas de investigación.
¿Oh?
―Ya veo. ― Ella se aclaró la garganta. ―Entonces . . . déjame
recapitular. Parece que Stanford congeló tus fondos basándose en
rumores, y estoy de acuerdo que es un movimiento de mierda. Pero
también parece que por ahora puedes permitirte hacer lo que estabas
planeando. . . ¿no es el fin del mundo?
Adam le dirigió una mirada ofendida, de repente luciendo aún más
enojado.
Oh chico.
―No me malinterpretes, entiendo el principio del asunto y yo
también me enojaría. Pero tienes, ¿cuántas otras subvenciones? En
realidad, no respondas eso. No estoy segura de querer saber.
Probablemente tenía quince. También era titular y decenas de
publicaciones, y todos esos honores figuran en su sitio web. Sin
mencionar que había leído en su CV que tenía una patente. Olive, por
otro lado, tenía reactivos de imitación baratos y pipetas viejas que
regularmente eran robadas. Trató de no pensar en lo mucho que él
estaba por delante de ella en su carrera, pero era inolvidable lo bueno
que era en lo que hacía. Cómo irritantemente bueno.
―Mi punto es que este no es un problema insuperable. Y estamos
trabajando activamente en ello. Estamos juntos en esto, mostrándole a la
gente que te quedarás aquí para siempre gracias a tu increíble novia.
Olive se señaló a sí misma con un adorno, y la mirada de él siguió su
mano. Claramente, no era un fanático de racionalizar y trabajar a través
de sus emociones.
—¿O puedes seguir enojado y podríamos ir a tu laboratorio y
arrojarnos tubos de ensayo llenos de reactivos tóxicos hasta que el dolor
de las quemaduras de tercer grado anule tu estado de ánimo de
mierda? Suena divertido, ¿no?
Él miró hacia otro lado y puso los ojos en blanco, pero ella pudo ver
en la curva de sus mejillas que estaba divertido. Probablemente contra
su voluntad.
―Eres una sabelotodo.
―Tal vez, pero no soy yo quien gruñó cuando le pregunté cómo
estuvo su semana.
―No gruñí. Y me ordenaste té de manzanilla.
Ella sonrió.
―De nada.
Se quedaron callados por unos momentos mientras masticaba el
primer bocado de su danés. Una vez que hubo tragado, dijo:
―Lamento lo de tus fondos.
Sacudió la cabeza.
―Lamento el estado de ánimo.
Oh.
―Está bien. Eres famoso por eso.
― ¿Lo soy?
―Sí. Es algo tuyo.
― ¿Es así?
―Mmm.
Su boca se crispó.
―Tal vez quería prescindir de ti.
Olive sonrió, porque en realidad era algo agradable de decir. Y no era
una buena persona, pero era muy amable con ella la mayor parte del
tiempo, si no siempre. Él casi le devolvió la sonrisa, mirándola de una
manera que ella no pudo interpretar, pero eso la hizo tener
pensamientos extraños, hasta que el barista depositó sus bebidas en el
mostrador. De repente parecía que estaba a punto de vomitar.
― ¿Adam? ¿Estás bien?
Miró su taza y dio un paso atrás.
―El olor de esa cosa.
Olive inhaló profundamente. Cielo.
― ¿Odias el café con leche con especias de calabaza?
Arrugó la nariz, alejándose aún más.
―Enormemente.
― ¿Cómo puedes odiarlo? Es lo mejor que ha producido tú país en el
último siglo.
―Por favor, retrocede. El hedor.
―Oye. Si tengo que elegir entre tú y el café con leche con especias de
calabaza, tal vez deberíamos reconsiderar nuestro arreglo.
Él miró su taza como si contuviera desechos radiactivos.
―Tal vez deberíamos.
Mantuvo la puerta abierta para ella mientras salían de la cafetería,
teniendo cuidado de no acercarse demasiado a su bebida. Afuera
comenzaba a lloviznar. Los estudiantes estaban empacando
apresuradamente sus computadoras portátiles y cuadernos de las mesas
del patio para ir a clase o a la biblioteca. Olive había estado enamorada
de la lluvia desde que tenía memoria. Inhaló profundamente y se llenó
los pulmones de petricor25, deteniéndose con Adam bajo el dosel. Tomó
un sorbo de su té de manzanilla y la hizo sonreír.
―Oye―, dijo, ―tengo una idea. ¿Vas al picnic de biociencias de
otoño?
El asintió.
―Tengo que. Estoy en el comité de redes sociales y redes del
departamento de biología.
25
Así se llama el olor a tierra mojada
Ella se rió a carcajadas.
―De ninguna manera.
―Sí.
― ¿Realmente te registraste?
―Es servicio. Me vi obligado a girar a la posición.
―Ah. Eso suena . . . divertido. ― Ella hizo una mueca de simpatía,
casi riéndose de nuevo ante su expresión de horror. ―Bueno, yo
también voy. La Dra. Aslan nos hace ir a todos, dice que promueve la
unión entre compañeros de laboratorio. ¿Haces ir a tus graduados?
―No. Tengo otras formas más productivas de hacer que mis
graduados se sientan miserables.
Ella se rió entre dientes. Él era divertido, de esa manera extraña,
oscura forma suya.
―Apuesto que lo haces. Bueno, esta es mi idea: deberíamos pasar el
rato cuando estemos allí. Delante del jefe de departamento, ya que él
está monitoreando. Te batiré las pestañas; verá que básicamente
estamos a un paso del matrimonio. Luego hará una llamada telefónica
rápida y un camión se acercará y descargará tus fondos de investigación
en efectivo allí mismo frente a ...
― ¡Hey hombre!
Un hombre rubio se acercó a Adam. Olive se quedó en silencio cuando
Adam se volvió para sonreírle e intercambió un apretón de manos, un
apretón de manos cercano a los hermanos. Parpadeó, preguntándose si
estaba viendo cosas, y tomó un sorbo de su café con leche.
―Pensé que dormirías hasta tarde―, estaba diciendo Adam.
―La diferencia horaria me jodió. Pensé que también podría ir al
campus y ponerme a trabajar. Algo para comer también. No tienes
comida, hombre.
―Hay manzanas en la cocina.
―Cierto. Sin comida.
Olive dio un paso atrás, lista para disculparse, cuando el rubio volvió
su atención hacia ella. Parecía inquietantemente familiar, a pesar de que
estaba segura de que nunca lo había conocido antes.
― ¿Y quién es ella? ― preguntó con curiosidad. Sus ojos eran de un
azul muy penetrante.
―Ella es Olive―, dijo Adam. Había un ritmo después de su nombre,
en el que probablemente debería haber especificado cómo conocía a
Olive. No lo hizo, y ella realmente no podía culparlo por no querer
alimentar su mierda de citas falsas con alguien que claramente era un
buen amigo. Ella solo mantuvo su sonrisa en su lugar y dejó que Adam
continuara. ―Olive, este es mi colaborador ...
―Tipo. ― El hombre fingió erizarse. —Preséntame como tu amigo.
Adam puso los ojos en blanco, claramente divertido.
―Olive, este es mi amigo y colaborador. El Dr. Tom Benton.
HIPÓTESIS:
Cuanto más necesito que mi cerebro esté en
la cima de su juego, mayor es la probabilidad de que se
congele.
―Espera un minuto. ― El Dr. Benton ladeó la cabeza. Su sonrisa
seguía intacta, pero su mirada se volvió filosa, su enfoque sobre Olive
siendo menos superficial. ―Por casualidad eres. . .
Olive se congeló.
Su mente nunca estaba tranquila, ni ordenada, más como un enredo
de pensamientos confusos, en realidad. Y, sin embargo, allí de pie frente
a Tom Benton, su mente se quedó inusualmente silenciosa, y varias
cosas encajaron perfectamente en su lugar. La primera fue que no tenía
mucha suerte. Las posibilidades de que la persona de la que dependía
para terminar su amado proyecto de investigación fuera conocido,
no, amigo de la persona de la que dependía la felicidad romántica de su
amada Anh eran ridículamente bajas. Y aún lo eran. Aunque la especial
mala suerte de Olive no era noticia, así que pasó al siguiente punto.
Necesitaba admitir quién era ante Tom Benton. Estaban planeando
encontrarse a las 3:00 pm, y fingir no reconocerlo ahora significaría el
beso de la muerte a sus planes de infiltrarse en su laboratorio. Los
académicos tenían egos enormes, después de todo.
Último punto: si lo expresaba correctamente, probablemente podría
evitar que el Dr. Benton se enterara de todo el lío de las citas
falsas. Adam no lo había mencionado, lo que probablemente significaba
que no estaba planeando hacerlo. Olive solo necesitaba seguirle la
corriente.
Si. Excelente plan. Ella tenía esto en la bolsa.
Olive sonrió, se aferró a su café con leche con calabaza y respondió:
―Sí, soy Olive Smith, la ...
― ¿Novia de la que he oído hablar tanto?
Mierda. Mierda, mierda, mierda. Ella tragó.
―Um, en realidad yo ...
― ¿Quién te lo dijo? ― Adam preguntó, frunciendo el ceño.
El Dr. Benton se encogió de hombros.
―Todo el mundo.
―Todo el mundo―, repitió Adam. Ahora estaba frunciendo el
ceño. ― ¿En Boston?
―Sí.
― ¿Por qué la gente de Harvard habla de mi novia?
―Porque eres tú.
― ¿Porque soy yo? ― Adam parecía perplejo.
―Ha habido lágrimas. Algunos tirones de pelo. Algunos corazones
rotos. No te preocupes, lo superarán.
Adam puso los ojos en blanco y el doctor Benton volvió a centrar su
atención en Olive. Él le sonrió y le ofreció la mano.
―Es un placer conocerte. Había descartado todo el asunto de la novia
como rumores, pero me alegro de que. . . existas. Lo siento, no recuerdo
tu nombre, soy terrible con ellos.
―Soy Olive―. Ella le estrechó la mano. Tenía un buen agarre, ni
demasiado apretado ni demasiado suave.
― ¿En qué departamento enseñas, Olive?
Oh, mierda.
―En realidad, no lo hago. Enseñar, digo.
―Oh, lo siento. No quise asumir. ― Él sonrió, disculpándose y
modesto. Había un encanto suave en él. Era joven para ser profesor,
aunque no tan joven como Adam. Y era alto, aunque no tan alto como
Adam. Y era guapo, sin embargo. . . No era tan guapo como Adam.
― ¿Qué haces entonces? ¿Eres una investigadora?
―Um, en realidad ...
―Ella es una estudiante― dijo Adam.
Los ojos del Dr. Benton se agrandaron.
―Una posgradista―, aclaró Adam. Había un indicio de advertencia
en su tono, como si realmente quisiera que el Dr. Benton abandonara el
tema.
El Dr. Benton, naturalmente, no lo hizo.
― ¿Tu estudiante de posgrado?
Adam frunció el ceño.
―No, por supuesto que ella no es mi ...
Esta era la apertura perfecta.
―En realidad, Dr. Benton, trabajo con la Dra. Aslan. Quizás esta
reunión todavía se podía salvar. Probablemente no reconozca mi
nombre, pero nos hemos mensajeado. Se supone que nos reuniremos
hoy. Soy la estudiante que está trabajando en los biomarcadores del
cáncer de páncreas. La que pidió venir a trabajar en su laboratorio
durante un año.
Los ojos del Dr. Benton se abrieron aún más y murmuró algo que sonó
mucho como ¿Qué diablos? Entonces su rostro se estiró en una amplia
sonrisa con la boca abierta.
― Adam, eres un total idiota. Ni siquiera me lo dijiste.
―No lo sabía― murmuró Adam. Su mirada estaba fija en Olive.
― ¿Cómo no pudiste saber que tu novia…
―No le dije a Adam, porque no sabía que ustedes dos eran amigos―,
intervino Olive. Y luego pensó que tal vez no era del todo creíble. Si
Olive realmente fuera la novia de Adam, le habría hablado de sus
amigos. Dado que, en un sorprendente giro de la trama, parecía tener al
menos uno.
―Eso es, yo, um. . . nunca sume dos más dos, y no creí que eras el
Tom del que siempre hablaba ―. Eso, mejor. Mas o menos. ―Lo siento,
doctor Benton. No quise ...
―Tom― dijo, sonriendo todavía en su lugar. Su conmoción pareció
convertirse en una agradable sorpresa. ―Por favor, llámame Tom.
Sus ojos se movieron entre Adam y Olive durante unos
segundos. Luego dijo:
―Oye, ¿estás libre? ― Señaló la cafetería. ― ¿Por qué no vamos
adentro y charlamos sobre tu proyecto ahora? No tiene sentido esperar
hasta esta tarde.
Tomó un sorbo de su café con leche para abrigarse. ¿Estaba
libre? Técnicamente, sí. Le hubiera encantado correr hasta el borde del
campus y gritar en el vacío hasta que la civilización moderna colapsara,
pero eso no era exactamente un asunto urgente. Y quería verse lo más
complaciente posible con el Dr. Benton, Tom. Ser caritativa y todo eso.
―Sí, claro.
―Excelente. ¿Tú, Adam?
Olive se congeló. Y Adam también, durante un segundo, antes de
señalar:
―No creo que deba estar presente, si estás a punto de entrevistarla.
―Oh, no es una entrevista. Solo una charla informal para ver si la
investigación de Olive y la mía coinciden. Querrás saber si tu novia se
mudará a Boston por un año, ¿verdad? Vamos. ― Les indicó que lo
siguieran y luego entró en el Starbucks.
Olive y Adam intercambiaron una mirada silenciosa que de alguna
manera logró decir mucho. Decía: ¿Qué diablos hacemos? y ¿cómo diablos
iba a saber? y esto va a ser extraño, y no, va a salir simplemente mal. Entonces
Adam suspiró, puso cara de resignación y se dirigió al interior. Olive lo
siguió, lamentando sus elecciones de vida.
―Aslan se retira, ¿eh? ― Tom preguntó después de que encontraron
una mesa aislada en la parte de atrás. Olive no tuvo más remedio que
sentarse frente a él, a la izquierda de Adam. Como una buena novia,
supuso. Su "novio", mientras tanto, estaba sorbiendo malhumorado su
té de manzanilla junto a ella. Debería tomar una foto, reflexionó. Sería un
excelente meme.
―En los próximos años― confirmó Olive. Amaba a su consejera,
quien siempre la había apoyado y alentado. Desde el principio, le había
dado a Olive la libertad de desarrollar su propio programa de
investigación, que era casi inaudito para estudiantes de Ph.D. Tener un
mentor que no intervenga fue genial cuando se trataba de perseguir sus
intereses, pero. . .
―Si Aslan se jubilará pronto, ya no solicitará subvenciones,
comprensible, ya que no estará el tiempo suficiente para llevar a cabo
los proyectos, lo que significa que su laboratorio no está exactamente
lleno
de
efectivo
en
este
momento―,
resumió
Tom
perfectamente. ―Está bien, cuéntame sobre tu proyecto. ¿Qué tiene de
cool?
―Yo. . . —Comenzó Olive, se apresuró a ordenar sus
pensamientos. ―Se trata de…― Otra pausa. Más larga esta vez y más
dolorosamente incómoda. ―Um. . .
Este, precisamente, era su problema. Olive sabía que era una científica
excelente, que tenía la disciplina y las habilidades de pensamiento crítico
para producir un buen trabajo en el laboratorio. Desafortunadamente,
tener éxito en la academia también requería la capacidad de presentar el
trabajo de uno, venderlo a extraños, presentarlo en público y… eso no
era algo que disfrutara o en lo que sobresaliera. La hizo sentir pánico y
juzgarla, como si estuviera clavada en un portaobjetos de microscopio,
y su capacidad para producir oraciones sintácticamente coherentes se
escapaba invariablemente de su cerebro.
Como ahora mismo. Olive sintió que se le calentaban las mejillas y se
le atascaba la lengua y ...
― ¿Qué clase de pregunta es esa? ― Adam intervino.
Cuando ella lo miró, él estaba frunciendo el ceño a Tom, quien
simplemente se encogió de hombros.
― ¿Qué tiene de cool tu proyecto? ― Adam repitió de nuevo.
―Sí. Cool. Sabes a lo que me refiero.
―No creo que lo haga, y tal vez Olive tampoco.
Tom resopló.
―Bien, ¿Qué preguntarías tú?
Adam se volvió hacia Olive. Su rodilla le rozó la pierna, cálida y
extrañamente tranquilizadora a través de sus jeans.
― ¿A qué problemas se enfoca su proyecto? ¿Por qué crees que es
importante? ¿Qué lagunas en la literatura llena? ¿Qué técnicas estás
usando? ¿Qué desafíos prevé?
Tom resopló.
―Bien, seguro. Piensa en todas esas preguntas largas y aburridas,
Olive.
Miró a Adam y descubrió que la estaba estudiando con una expresión
tranquila y alentadora. La forma en que había formulado las preguntas
la ayudó a reorganizar sus pensamientos, y darse cuenta de que tenía
respuestas para cada una de ellas disipó la mayor parte de su
pánico. Probablemente no había sido intencional por parte de Adam,
pero le había hecho algo sólido.
A Olive le recordó a ese chico del baño, de años atrás. No tengo ni idea
de si eres lo suficientemente buena, le había dicho. Lo que importa es si
tu razón para estar en el mundo académico es suficientemente buena. Él había
dicho que la razón de Olive era la mejor y, por lo tanto, podía hacer
esto. Ella lo necesitaba para hacer esto.
―Está bien―, comenzó de nuevo después de una respiración
profunda, reuniendo lo que había ensayado la noche anterior con
Malcolm. ―Aquí está el problema. El cáncer de páncreas es muy
agresivo y mortal. Tiene un pronóstico muy precario, con solo una de
cada cuatro personas con vida un año después del diagnóstico.
Su voz, pensó, sonaba menos entrecortada y más segura de sí
misma. Bueno.
―El problema es que es tan difícil de detectar que solo podemos
diagnosticarlo muy tarde. Para entonces, el cáncer ya se ha extendido
tanto que la mayoría de los tratamientos no pueden hacer mucho para
contrarrestarlo. Pero si el diagnóstico fuera más rápido...
―La gente podría recibir tratamiento antes y tener una mayor
probabilidad de supervivencia― dijo Tom, asintiendo un poco con
impaciencia. ―Sí, estoy muy consciente. Sin embargo, ya tenemos
algunas herramientas de detección. Como imágenes.
No le sorprendió que lo mencionara, ya que la imagen era en lo que
se concentraba el laboratorio de Tom.
―Sí, pero eso es caro, requiere mucho tiempo y, a menudo, no es útil
debido a la posición del páncreas. Pero . . . ― Respiró hondo de
nuevo. ―Creo que he encontrado un conjunto de biomarcadores. No de
biopsia de tejido, biomarcadores sanguíneos. No invasivo, fácil de
obtener. Barato. En ratones, pueden detectar el cáncer de páncreas
desde la etapa uno.
Ella hizo una pausa. Tom y Adam la estaban mirando. Tom estaba
claramente interesado y Adam lucia. . . un poco extraño, para ser
honestos. ¿Impresionado, tal vez? No, imposible.
―Okey. Esto suena prometedor. ¿Cuál es el siguiente paso?
―Recopilar más datos. Realizando más análisis con un mejor equipo
para demostrar que mi conjunto de biomarcadores es digno de un
ensayo clínico. Pero para eso necesito un laboratorio más grande.
―Ya veo. ― Asintió con una expresión pensativa y luego se reclinó
en su silla. ― ¿Por qué el cáncer de páncreas?
―Es uno de los más letales y sabemos muy poco sobre cómo ...
―No―, interrumpió Tom. ―La mayoría de los estudiantes de tercer
año están demasiado ocupados peleando por la centrifugadora como
para idear su propia línea de investigación. Debe haber una razón por la
que estás tan motivada. ¿Alguien cercano a ti tenía cáncer?
Olive tragó antes de responder a regañadientes:
―Sí.
― ¿Quién?
―Tom―, dijo Adam, con un rastro de advertencia en su voz. Su
rodilla todavía estaba contra su muslo. Aún tibio. Y, sin embargo, Olive
sintió que se le enfriaba la sangre. Ella realmente, realmente no quería
decirlo. Y, sin embargo, no podía ignorar la pregunta. Necesitaba la
ayuda de Tom.
―Mi madre.
Bueno. Ahora estaba ahí fuera. Ella lo había dicho, y podría volver a
intentar no pensar en eso ...
― ¿Ella murió?
Un latido. Olive vaciló y luego asintió en silencio, sin mirar a ninguno
de los hombres de la mesa. Sabía que Tom no estaba tratando de ser
malo, después de todo, la gente tenía curiosidad. Pero no era algo que
Olive quisiera discutir. Casi nunca hablaba de eso, incluso con Anh y
Malcolm, y había evitado cuidadosamente escribir sobre su experiencia
en sus solicitudes para la universidad, incluso cuando todos le habían
dicho que le daría una ventaja.
Ella solo . . . no podía. Ella simplemente no podía.
― ¿Cuántos años tenías?
― Tom― interrumpió Adam, el tono agudo. Dejó su té con más fuerza
de la necesaria. ―Deja de acosar a mi novia―. Fue menos una
advertencia y más una amenaza.
―Cierto. Perdón. Estoy comportándome como un idiota insensible
―. Tom sonrió, disculpándose.
Olive notó que estaba mirando su hombro. Cuando siguió su mirada,
se dio cuenta de que Adam había puesto su brazo en el respaldo de su
silla. No la estaba tocando, pero había algo. . . protector sobre su
posición. Parecía generar una gran cantidad de calor, lo que no era nada
desagradable. Ayudó a derretir el desagradable sentimiento que la
conversación con Tom había dejado atrás.
―Por otra parte, tu novio también lo es ―. Tom le guiñó un
ojo. ―Está bien, Olive. Te diré esto.
Tom se inclinó hacia adelante, con los codos sobre la mesa.
―He leído tu artículo. Y el resumen que enviaste a la conferencia
SBD. ¿Aún planeas ir?
―Si lo aprueban.
―Estoy seguro de que lo harán. Es un trabajo excelente. Pero parece
que tu proyecto ha progresado desde que lo enviaste, y necesito saber
más al respecto. Si decido que puedes trabajar en mi laboratorio el
próximo año, lo cubriré por completo: salario, suministros, equipo, lo
que necesite. Pero necesito saber hasta dónde avanzó para asegurarme
de que vale la pena invertir en ti.
Olive sintió que su corazón se aceleraba. Esto sonaba
prometedor. Muy prometedor.
―Aquí está el trato. Te daré dos semanas para redactar un informe
sobre todo lo que han estado haciendo hasta ahora: protocolos,
hallazgos, desafíos. En dos semanas, envíame el informe y tomaré una
decisión en base a él. ¿Suena factible?
Ella sonrió, asintiendo con entusiasmo.
― ¡Sí!
Absolutamente podía hacer eso. Tendría que sacar la introducción de
uno de sus artículos, los métodos de sus protocolos de laboratorio, los
datos preliminares de esa subvención que había solicitado y no había
ganado. Y tendría que volver a ejecutar algunos de sus análisis, solo
para asegurarse de que el informe fuera absolutamente perfecto para
Tom. Sería mucho trabajo en poco tiempo, pero ¿quién necesitaba
dormir? ¿O descansos para ir al baño?
―Excelente. Mientras tanto, nos veremos y podremos charlar
más. Adam y yo estaremos unidos por un par de semanas, ya que
estamos trabajando en esa subvención que acabamos de recibir. ¿Vienes
a mi charla mañana?
Olive no tenía idea de que estaba dando una charla, y mucho menos
cuándo o dónde, pero dijo:
― ¡Por supuesto! ¡No puedo esperar! ― con la certeza de alguien que
ha instalado un widget de cuenta atrás en su smartphone.
―Y yo me quedo con Adam, así que te veré en su casa.
Oh no.
―Um. . . ― Se arriesgó a mirar a Adam, que se veía
perdido. ―Seguro. Aunque normalmente nos vemos en mi casa,
entonces. . .
―Ya veo. Desaprueba tu colección de taxidermia, ¿no es así? ― Tom
se puso de pie con una sonrisa de satisfacción. ―Perdóname. Tomaré un
café y vuelvo enseguida.
En el segundo en que se fue, Olive se volvió instantáneamente hacia
Adam. Ahora que estaban solos, tenían alrededor de diez millones de
temas sobre los que debatir, pero lo único en lo que podía pensar era:
¿Realmente recolectas animales disecados?
Él le dirigió una mirada mordaz y apartó el brazo de alrededor de sus
hombros. De repente se sintió fría. Desprotegida.
―Lo siento. No tenía idea de que era amigo tuyo, o que ustedes dos
tenían una subvención juntos. Haces una investigación tan diferente que
la posibilidad ni siquiera se me pasó por la cabeza.
―Mencionaste que tu no creías que los investigadores del cáncer
puedan beneficiarse de la colaboración con modelistas computacionales.
―Tú…― Ella notó la forma en que su boca se movía y se preguntó
cuándo exactamente se habían puesto en términos de burla. ― ¿Cómo
se conocen ustedes dos?
―Él estaba haciendo un postdoctorado en mi laboratorio, cuando yo
era un estudiante. Nos hemos mantenido en contacto y colaborado a lo
largo de los años.
Entonces debe ser cuatro o cinco años mayor que Adam.
―Fuiste a Harvard, ¿verdad?
Él asintió con la cabeza y se le ocurrió una idea aterradora.
― ¿Qué pasa si se siente obligado a apoyarme porque soy tu novia
falsa?
―Tom no lo hará. Una vez despidió a su primo por romper un
citómetro de flujo. No es precisamente benévolo.
Se necesita uno para reconocer a otro, pensó.
―Escucha, lamento que esto te obligue a mentirle a tu amigo. Si
quieres decirle que esto es falso. . .
Adam negó con la cabeza.
―Si lo hiciera, nunca lo olvidaría.
Ella soltó una carcajada.
―Sí, puedo ver eso. Y, honestamente, tampoco me dejaría en un buen
lugar.
―Pero, Olive, si terminas decidiendo que quieres ir a Harvard,
necesitaré que lo mantengas en secreto hasta finales de septiembre.
Ella jadeó, dándose cuenta de las implicaciones de sus palabras.
―Por supuesto. Si la gente sabe que me voy, el director del
departamento nunca creerá que tú tampoco te vas. Ni siquiera lo
había pensado. ¡Prometo que no se lo diré a nadie! Bueno, a excepción
de Malcolm y Anh, pero son excelentes para guardar secretos, nunca ...
Su ceja se elevó. Olive hizo una mueca.
―Haré que mantengan este secreto. Lo juro.
―Lo aprecio.
Se dio cuenta de que Tom iba de regreso a la mesa y se acercó a Adam
para susurrar rápidamente:
—Una cosa más. ¿La charla que mencionó, la que dará mañana?
― ¿El que 'no puedes esperar'?
Olive se mordió el interior de la mejilla.
―Sí. ¿Cuándo y dónde va a ser?
Adam se rió en silencio justo cuando Tom se volvía a sentar.
―No te preocupes. Te enviaré los detalles por correo.
HIPÓTESIS: En comparación con varios tipos y modelos de
muebles, el regazo de Adam Carlsen se clasificará en el top
cinco en cuanto a comodidad, confort y disfrute.
En el momento en que Olive abrió la puerta del auditorio, ella y Anh
intercambiaron una mirada con los ojos muy abiertos y dijeron, al
unísono:
―Mierda.
En sus dos años en Stanford había asistido a innumerables seminarios,
capacitaciones, conferencias y clases en esta sala de conferencias y, sin
embargo, nunca había visto la sala tan llena. ¿Quizás Tom estaba
repartiendo cerveza gratis?
―Creo que hicieron que la charla fuera obligatoria para inmunología
y farmacología―, dijo Anh. ―Y escuché al menos a cinco personas en el
pasillo decir que Benton es un conocido bombón de la ciencia. Ella miró
críticamente el podio, donde Tom estaba charlando con el Dr. Moss de
inmunología. ―Supongo que es lindo. Aunque no es tan lindo como
Jeremy.
Olive sonrió. El aire de la habitación era cálido y húmedo, olía a sudor
y a demasiados seres humanos.
―No tienes que quedarte. Probablemente se trate de un peligro de
incendio y ni siquiera remotamente relevante para su investigación.
―Es mejor que hacer un trabajo real―. Agarró la muñeca de Olive,
tirándola a través de la multitud de graduados y posdoctorados que se
apiñaban en la entrada y bajó las escaleras laterales. Estaban igualmente
llenos. ―Y si este tipo te va a llevar lejos de mí y a Boston durante un
año entero, quiero asegurarme de que te merece.
Ella le guiñó un ojo.
―Considera mi presencia como el equivalente a un padre limpiando
su rifle frente al novio de su hija antes de la graduación.
―Aww, papi.
Por supuesto, no había ningún lugar para sentarse, ni siquiera en el
suelo o en los escalones. Olive vio a Adam en un asiento del pasillo a
unos metros de distancia. Volvió a su habitual Henley negro y estaba
enfrascado en una conversación con Holden Rodrigues. Cuando los ojos
de Adam se encontraron con los de Olive, ella sonrió y lo saludó con la
mano. Por alguna razón aún desconocida que probablemente tenía que
ver con el hecho de que estaban compartiendo este enorme, ridículo e
improbable secreto, Adam ahora se sentía como una cara amiga. Él no
le devolvió el saludo, pero su mirada parecía más suave y cálida, y su
boca se curvó en esa inclinación que ella había aprendido a reconocer
como su versión de una sonrisa.
―No puedo creer que no cambiaran la charla a uno de los auditorios
más grandes. No hay suficiente espacio para ... Oh, no. No no no.
Olive siguió la mirada de Anh y vio llegar al menos a veinte personas
nuevas. La multitud inmediatamente comenzó a empujar a Olive hacia
el frente de la sala. Anh gritó cuando una estudiante de primer año de
neurociencia que pesaba unas cuatro veces más que ella le pisó el dedo
del pie.
―Esto es ridículo.
―Lo sé. No puedo creer que haya más gente ...
La cadera de Olive chocó contra algo, alguien. Se volvió para
disculparse y ... era Adam. O el hombro de Adam. Seguía charlando con
el Dr. Rodrigues, quien tenía una expresión de disgusto y murmuraba:
― ¿Por qué estamos aquí?
―Porque es un amigo―, dijo Adam.
―No es mi amigo.
Adam suspiró y se volvió para mirar a Olive.
―Hey… lo siento. ― Hizo un gesto en dirección a la entrada. ―Acaba
de entrar un montón de gente nueva y aparentemente el espacio en esta
sala es finito. Creo que es una ley de la física o algo así.
―Está bien.
―Daría un paso atrás, pero. . .
En el podio, el Dr. Moss tomó el micrófono y comenzó a presentar a
Tom.
―Aquí―, le dijo Adam a Olive, haciendo que se levantara de su
silla. ―Toma mi asiento
―Oh. ― Fue amable de su parte ofrecerlo. No era de fingir–citas–
para–salvar–su trasero, gastar–veinte–dólares–en–comida–chatarra–
para–ella, agradable, pero, aun así, muy agradable. Olive posiblemente
no podría aceptar. Además, Adam era profesor, lo que significaba que
era mayor y todo eso. Treinta y tantos. Se veía en forma, pero
probablemente tenía una rodilla rota y solo le faltaban unos años para
tener osteoporosis.
―Gracias, pero…
―En realidad, sería una idea terrible―, intervino Anh. Sus ojos se
movían rápidamente entre Olive y Adam. —No se ofenda, doctor
Carlsen, pero es tres veces más grande que Olive. Si te paras, la sala va
a explotar.
Adam miró a Anh como si no tuviera idea de si acababa de ser
insultado.
―Pero―, continuó, esta vez mirando a Olive, ―sería genial si
pudieras hacerme un favor y sentarte en el regazo de tu novio, Ol. ¿Solo
para no tener que estar de puntillas?
Olive parpadeó. Y luego volvió a parpadear. Y luego parpadeó un
poco más. Cerca del podio, el Dr. Moss todavía estaba presentando a
Tom:
―Obtuvo su doctorado de Vanderbilt y luego se trasladó a una beca
postdoctoral en la Universidad de Harvard, donde fue pionero en varias
técnicas en el campo de las imágenes ―, pero su voz sonaba como si
viniera de muy, muy lejos. Posiblemente porque Olive no podía dejar de
pensar en lo que había propuesto Anh, que era justo. . .
―Anh, no creo que sea una buena idea―, murmuró Olive en voz baja,
evitando mirar en dirección a Adam.
Anh la miró.
― ¿Por qué? Estás ocupando un espacio que no tenemos, y es lógico
que uses a Carlsen como silla. Lo haría, pero él es tu novio, no el mío.
Por un momento, Olive trató de imaginar qué haría Adam si Anh
decidía sentarse en su regazo, y pensó que probablemente terminaría
con alguien siendo asesinado y alguien asesinando; no estaba segura de
quién estaría haciendo qué... La imagen mental era tan ridícula que casi
se rió en voz alta. Entonces se dio cuenta de la forma en que Anh la
miraba expectante.
―Anh, no puedo
― ¿Por qué?
― Porque… Esta es una charla científica
―Psh. ¿Recuerdas el año pasado, cuando Jess y Alex se besaron para
la mitad de esa conferencia de CRISPR26?
―Sí, y fue extraño
—No, no lo fue. Además, Malcolm jura que durante un seminario vio
a ese tipo alto de inmunología conseguir un trabajo manual de ...
― Anh
―El caso es que a nadie le importa―. La expresión de Anh se suavizó
en una súplica. ―Y el codo de esta chica está perforando mi pulmón
derecho, y me quedan unos treinta segundos de aire. Por favor, Olive
Olive se volvió hacia Adam. Quién estaba, como era de esperar,
mirándola con esa no expresión suya, la que Olive no pudo descifrar del
todo. Excepto que su mandíbula estaba tensa, y se preguntó si tal vez
era eso. La última gota que derramo el vaso. En el momento en que se
retiró de su arreglo. Porque no valdría la pena tener millones de dólares
26
Región del ADN de algunas bacterias que actúa como un mecanismo inmunitario frente a los virus
en fondos de investigación para tener a una chica que apenas conocía
sentada en su regazo en la habitación más concurrida de la historia de
las habitaciones concurridas de gente.
¿Está bien? intentó preguntarle con la mirada. Porque quizás esto sea
demasiado. Mucho más que saludarnos y tomar un café juntos.
Él le dio un breve asentimiento y luego ... a Olive, o al menos al cuerpo
de Olive, dio un paso hacia Adam y se sentó con cautela en su muslo,
con las rodillas metidas entre sus piernas abiertas. Estaba
sucediendo. Ya había sucedido. Olive estaba aquí.
Sentada.
Sobre.
Adam
Esta. Sí, esta.
Esta era su vida ahora.
Iba a asesinar a Anh por esto. Despacio. Quizás también
dolorosamente. Iba a ser encarcelada por el cargo de amigacidio27, y
estaba de acuerdo con eso.
―Lo siento―, le susurró a Adam. Era tan alto que su boca no estaba
del todo al nivel de su oreja. Podía olerlo: la amaderación de su champú,
su gel de baño y algo más debajo, oscuro, bueno y limpio. Todo le
resultaba familiar y, después de unos segundos, Olive se dio cuenta de
que era por la última vez que habían estado tan cerca. Por la noche. Por
el beso. ―Lo siento mucho, mucho, mucho.
Él no respondió de inmediato. Su mandíbula se tensó y miró en la
dirección del PowerPoint. El Dr. Moss se había ido, Tom estaba
hablando de diagnósticos de cáncer, y Olive se lo habría tragado en un
día normal, pero en este momento solo necesitaba salir. De la charla. De
la habitación. De su propia vida.
Entonces Adam volvió un poco la cara y le dijo:
27
Bestfriedicide en el original
―Está bien―. Sonaba un poco tenso. Como si nada en esta situación
estuviera, de hecho, bien.
―Lo siento. No tenía idea de que ella sugeriría esto, y no pude pensar
en una manera de ...
―Sssh―. Su brazo se deslizó alrededor de su cintura, su mano se
posó en su cadera en un gesto que debería haber sido desagradable pero
que se sintió reconfortante. Su voz era baja cuando agregó: ―Está
bien―. Las palabras vibraron en su oído, ricas y cálidas. ―Más material
para mi queja del Título IX
Mierda.
―Dios, lo siento mucho ...
―Olive
Ella levantó los ojos para mirarlo y se sorprendió al encontrarlo. . . no
sonriendo, sino algo parecido.
―Estaba bromeando. No pesas nada. No me importa
―Yo…
―Ssh. Solo concéntrate en la charla. Tom podría hacerte preguntas al
respecto.
Esto era justo. . . En serio, todo este asunto fue total, absolutamente . . .
Cómodo. Resultó que el regazo de Adam Carlsen era uno de los lugares
más cómodos del mundo. Era cálido y sólido de una manera agradable
y relajante, y no parecía importarle demasiado tener a Olive medio
envuelta sobre él. Después de un rato se dio cuenta de que la habitación
estaba realmente demasiado llena para que nadie les prestara atención,
excepto por una mirada rápida de Holden Rodrigues, quien estudió a
Adam durante un largo momento y luego sonrió cálidamente a Olive
antes de concentrarse en la charla. Dejó de fingir que podía mantener la
columna en posición vertical durante más de cinco minutos y se dejó
apoyar en el torso de Adam. Él no dijo nada, pero se inclinó un poco,
solo para ayudarla a encajar más cómodamente.
En algún lugar a la mitad de la charla, se dio cuenta de que se había
estado deslizando por el muslo de Adam. O, para ser justos, Adam se
dio cuenta y la levantó, enderezándola con un tirón firme y rápido que
la hizo sentir como si realmente no pesara nada. Una vez que estuvo
estable de nuevo, él no movió su brazo de donde estaba serpenteando
alrededor de su cintura. La conversación había estado sucediendo
durante treinta y cinco minutos durante un siglo, por lo que nadie
podría culpar a Olive si se hundía un poco más en él.
Estuvo bien. En realidad, estaba más que bien. Fue agradable.
―No te duermas―, murmuró. Sintió sus labios moverse contra los
mechones de cabello sobre su sien. Debería haber sido la señal de Olive
para enderezarse, pero no pudo hacerlo.
―No lo estoy. Aunque estás tan cómodo.
Sus dedos la apretaron, tal vez para despertarla, tal vez para abrazarla
más. Estaba a punto de derretirse de la silla y empezar a roncar.
―Parece que estás a punto de tomar una siesta.
―Es solo que he leído todos los artículos de Tom. Ya sé lo que está
diciendo.
―Si, igual. Citamos todo esto en nuestra propuesta de subvención
―. Él suspiró y ella sintió que su cuerpo se movía debajo del
suyo. ―Esto es aburrido.
―Quizás deberías hacer una pregunta. Para darle vida a esto.
Adam se volvió levemente hacia ella.
― ¿Yo?
Ella inclinó la cabeza para hablarle al oído.
―Estoy segura de que se te ocurrirá algo. Simplemente levanta la
mano y haz una observación mezquina con ese tono
tuyo. Míralo. Podría convertirse en un entretenido estallido de
puñetazos.
Su mejilla se curvó.
―Eres una sabelotodo
Olive volvió a mirar las diapositivas, sonriendo.
― ¿Ha sido extraño? ¿Tener que mentirle a Tom sobre nosotros?
Adam pareció pensar en ello.
―No. ― Él dudó. ―Parece que tus amigos están creyendo que
estamos juntos.
―Creo que sí. No soy exactamente una mentirosa convincente y, a
veces, me preocupa que Anh sospeche. Pero la vi a ella y Jeremy
besándose en el salón de graduados el otro día.
Se quedaron callados y escucharon los últimos minutos de la charla
en silencio. Delante de ellos, Olive pudo ver al menos a dos profesores
tomando una siesta y a varios trabajando subrepticiamente en sus
computadoras portátiles. Junto a Adam, el Dr. Rodrigues había estado
jugando Candy Crush en su teléfono durante la última media
hora. Algunas personas se habían ido y Anh había encontrado un
asiento hace unos diez minutos. También lo habían hecho varios de los
estudiantes que habían estado al lado de Olive, lo que significaba que
técnicamente ella podría haberse levantado y dejado a Adam
solo. Técnicamente. Técnicamente, había una silla abierta en algún lugar
de la penúltima fila. Técnicamente.
En lugar de eso, llevó sus labios al oído de Adam una vez más y
susurró:
―Me está funcionando bien, tengo que decirlo. Todo esto de las citas
falsas ―. Más que bien. Mejor de lo que jamás pensó que sería.
Adam parpadeó una vez y luego asintió. Quizás su brazo se tensó un
poco alrededor de ella. Quizás no fue así, y la mente de Olive le estaba
jugando una mala pasada. Después de todo, empezaba a hacerse
tarde. Su último café había sido hace demasiado tiempo, y no estaba
completamente despierta, sus pensamientos estaban confusos y
relajados.
― ¿A ti qué tal?
― ¿Mmm? ― Adam no la estaba mirando.
― ¿Te funciona? ― Salió un poco necesitado. Olive se dijo a sí misma
que era solo por lo bajo que tenía que bajar el tono de voz. ― ¿O tal vez
quieres fingir, romper temprano?
Él no respondió por un segundo. Luego, justo cuando el Dr. Moss
tomó el micrófono para agradecer a Tom y hacer preguntas a la
audiencia, lo escuchó decir:
―No. No quiero fingir, romper.
Realmente olía bien. Y él era divertido de una manera extraña,
inexpresiva, y sí, un conocido idiota, pero lo suficientemente amigable
con ella como para que ella pudiera ignorar eso sobre él. Además, estaba
gastando una pequeña fortuna en azúcar para ella. En verdad, no tenía
nada de qué quejarse.
Olive se colocó más cómodamente y volvió su atención al podio.
DESPUÉS DE LA CHARLA, Olive consideró bajar al podio para
felicitar a Tom y hacerle una o dos preguntas de las que ya sabía las
respuestas. Lamentablemente, había docenas de personas esperando
para hablar con él, y decidió que no valía la pena hacer fila por besarle
el culo. Así que se despidió de Adam, esperó a que Anh se despertara
de su siesta mientras contemplaba vengarse dibujando una polla en su
cara, y luego se dirigió lentamente con ella a través del campus de
regreso al edificio de biología.
― ¿Va a ser mucho trabajo, el informe que pidió Benton?
―Una buena cantidad. Necesito realizar algunos estudios de control
para que mis resultados sean más sólidos. Además, hay otras cosas en
las que debería estar trabajando: la asistencia técnica y la presentación
de mi póster para la conferencia SBD en Boston ―. Olive inclinó la
cabeza hacia atrás, sintió que el sol calentaba su piel y sonrió. ―Si me
escondo en el laboratorio todas las noches esta semana y la siguiente,
debería poder terminarlo a tiempo.
―SBD es algo que esperamos, al menos.
Olive asintió. Por lo general, no era una fanática de las conferencias
académicas, dado lo prohibitivamente caros que podían ser el registro,
los viajes y el alojamiento. Pero Malcolm y Anh también iban a estar en
SBD, y Olive estaba emocionada de explorar Boston con ellos. Además,
el drama intradepartamental que siempre ocurría en las funciones
académicas con barra libre seguramente sería un entretenimiento A +.
―Estoy organizando este evento de divulgación para mujeres
BIPOC28 en STEM de todo el país. Voy a obtener un doctorado, a los
estudiantes les gusta que hable cara a cara con los estudiantes que se
están postulando y les aseguro que si vienen a la escuela de posgrado
no estarán solos.
―Anh, eso es asombroso. Eres increíble.
―Lo sé. ― Anh guiñó un ojo, deslizando su brazo por el de
Olive. ―Todos podemos compartir una habitación de hotel. Y obtener
gadgets gratis de los stands de exhibición y divertirnos
juntos. ¿Recuerdas en Human Genetics, cuando Malcolm se emborrachó
y comenzó a golpear a los transeúntes con su tubo de póster? ¿Qué está
pasando allí?
Olive entrecerró los ojos para protegerse del sol. El estacionamiento
del edificio de biología estaba inusualmente atestado de tráfico. La gente
tocaba las bocinas y salía de sus autos, tratando de averiguar la fuente
del atraco. Ella y Anh rodearon una línea de vehículos atascados en el
estacionamiento, hasta que se encontraron con un grupo de graduados
de biología.
―La batería de alguien se agotó y está bloqueando la línea de
salida―. Greg, uno de los compañeros de laboratorio de Olive, ponía los
ojos en blanco y se ponía de pie con impaciencia. Señaló una camioneta
roja atascada de lado en el giro más inconveniente.
Olive la reconoció como Cherie, la secretaria del departamento.
28
Acrónimo en ingles de “ negro, indígenas y personas de color”
―Defiendo mi propuesta de tesis mañana; tengo que conducir a casa
para prepararme. Esto es ridículo. ¿Y por qué diablos Cherie está ahí
parada, charlando tranquilamente con Carlsen? ¿Quieren que les
traigamos té y sándwiches de pepino?
Olive miró a su alrededor, buscando el alto cuerpo de Adam.
―Oh, sí, está Carlsen―, dijo Anh. Olive miró hacia donde estaba
señalando, justo a tiempo para ver a Cherie volver al volante y a Adam
corriendo alrededor de la camioneta.
― ¿Qué es? ― Fue todo lo que Olive logró decir, antes de que se
detuviera, puso las manos en la parte trasera de la camioneta en neutral
y comenzó. . .
A empujar.
Sus hombros y bíceps tensaron su Henley. Los firmes músculos de la
parte superior de la espalda se movieron visiblemente y se tensaron bajo
la tela negra mientras se inclinaba hacia adelante y hacía rodar varias
toneladas de la camioneta. . . bastante lejos y en el espacio vacío más
cercano del estacionamiento.
Oh.
Hubo algunos aplausos y silbidos de los transeúntes cuando la
camioneta estaba fuera del camino, y un par de miembros de la facultad
de neurociencia le dieron una palmada en el hombro a Adam cuando la
fila de autos comenzó a salir del estacionamiento.
—Joder finalmente —Oyó Olive decir a Greg detrás de ella, y se quedó
allí, parpadeando, un poco sorprendida. ¿Lo había alucinado? ¿Adam
realmente había empujado una camioneta gigante solo? ¿Era un
extraterrestre del planeta Krypton que actuaba como superhéroe?
―Ol, ve a darle un beso.
Olive se dio la vuelta, recordó abruptamente la existencia de Anh.
― ¿Qué? ― No. No. ―Estoy bien. Me despedí de él hace un minuto
y ...
―Ol, ¿por qué no quieres ir a besar a tu novio?
Puaj.
―Yo. . . No es que no quiera. Yo solo…
―Amiga, acaba de mover un camión. Por sí mismo. En terreno cuesta
arriba. Se merece un maldito beso ―. Anh empujó a Olive e hizo un
movimiento de espanto.
Olive apretó los dientes y se dirigió en dirección a Adam, deseando
haber seguido adelante y haber dibujado veinte pollas por toda la cara
de Anh. Quizás sospechaba que Olive estaba fingiendo su relación con
Adam. O tal vez simplemente se divirtió presionándola para que se
enamorara, esa ingrata. De cualquier manera, si esto era lo que uno
obtenía por planear un intrincado esquema de citas falsas que se suponía
que beneficiaría la vida amorosa de una amiga, entonces tal vez ...
Olive se detuvo de repente.
La cabeza de Adam estaba inclinada hacia adelante, el cabello negro
cubría su frente mientras se limpiaba el sudor de los ojos con el
dobladillo de su camisa. Dejó una amplia franja de carne visible en su
torso, y ... no era nada indecente, en realidad, nada inusual, solo el
estómago de un tipo en forma, pero por alguna razón, Olive no pudo
evitar mirar la piel descubierta de Adam Carlsen como si fuera una losa.
de mármol italiano, y
― ¿Olive? ― dijo, y ella inmediatamente desvió la mirada. Mierda, la
había pillado mirando fijamente. Primero lo había obligado a besarla, y
ahora lo estaba mirando como un pervertido en el estacionamiento de
biología y ...
― ¿Necesitaste algo?
―No yo . . . ― Sintió que sus mejillas se enrojecían.
Su piel también estaba sonrojada por el esfuerzo de empujar, y sus
ojos estaban brillantes y claros, y parecía. . . bueno, al menos no parecía
infeliz de verla.
―Anh me envió a darte un beso
Se quedó helado a la mitad de limpiarse las manos en la camisa. Y
luego dijo…
―Ah― en su habitual tono neutral e ilegible.
―Porque moviste la camioneta. Yo ... yo sé lo ridículo que suena. Lo
sé. Pero no quería que sospechara, y aquí también hay miembros de la
facultad, así que tal vez le digan al director del departamento y serán
dos pájaros de un tiro y puedo irme si tú ...
—Está bien, Olive. Respira.
Cierto. Si. Buena sugerencia. Olive sí respiró, y el acto la hizo darse
cuenta de que no había hecho eso en un tiempo, lo que a su vez la hizo
sonreír a Adam, quien le devolvió el movimiento de la boca. Realmente
estaba empezando a acostumbrarse a él. A sus expresiones, su tamaño,
su forma distintiva de estar en el mismo espacio que ella.
―Anh nos está mirando―, dijo, mirando por encima de la cabeza de
Olive.
Olive suspiró y se pellizcó el puente de la nariz.
―Apuesto a que lo está―, murmuró.
Adam se secó el sudor de la frente con el dorso de la mano.
Olive se retorció.
―Solo . . . ¿Deberíamos abrazarnos o algo así?
―Oh. ― Adam se miró las manos y se miró a sí mismo. ―No creo
que quieras hacer eso. Estoy bastante asqueroso.
Antes de que pudiera contenerse, Olive lo estudió de la cabeza a los
pies, observando su gran cuerpo, sus anchos hombros, la forma en que
su cabello se rizaba alrededor de sus orejas. No se veía asqueroso. Ni
siquiera para Olive, que por lo general no era fanática de los tipos
construidos como si pasaran un porcentaje de dos dígitos de su tiempo
en el gimnasio. Él se miraba . . .
No es asqueroso.
Aun así, tal vez fuera mejor si no se abrazaban. Olive podría terminar
haciendo algo tremendamente estúpido. Debería decir adiós e irse, sí,
eso era lo que tenía que hacer.
Excepto que algo absolutamente loco salió de su boca.
― ¿Deberíamos besarnos, entonces? ― se escuchó a sí misma soltar. Y
luego instantáneamente deseó que un meteorito perdido golpeara el
lugar exacto donde ella estaba parada, porque, ¿acababa de pedirle un
beso a Adam Carlsen? ¿Era eso lo que había hecho? ¿Era una loca de
repente?
―Quiero decir, no como un beso ―, se apresuró a agregar. ― ¿Pero
¿cómo la última vez? Sabes.
No parecía saberlo. Lo cual tenía sentido, porque su otro beso sin
duda había sido un beso beso. Olive trató de no pensar demasiado en
eso, pero de vez en cuando le venía a la mente, sobre todo cuando estaba
haciendo algo importante que requería su máxima concentración, como
implantar electrodos en el páncreas de un ratón o intentar decidir qué
pedir en Subway. De vez en cuando aparecía durante un momento de
tranquilidad, como cuando estaba en la cama y a punto de dormirse, y
sentía una mezcla de vergüenza e incredulidad y algo más. Algo que no
tenía intención de examinar demasiado de cerca, ni ahora ni nunca.
― ¿Está segura?
Ella asintió con la cabeza, aunque no estaba segura en absoluto.
― ¿Anh todavía nos mira?
Sus ojos se alzaron.
―Sí. Ni siquiera está fingiendo no hacerlo. Yo . . . ¿Por qué le importa
tanto? ¿Eres famosa?
―No, Adam. ― Ella le hizo un gesto. ― Tú lo eres.
― ¿Lo soy? ― Parecía perplejo.
—De todos modos, no hay necesidad de besar. Tienes razón en que
probablemente sería un poco extraño.
―No. No, no quise decir eso. . . ― Una gota de sudor le corría por la
sien y volvió a secarse la cara, esta vez con la manga de la
camisa. ―Podemos besarnos.
―Oh.
―Si lo crees . . . Si tu amiga está mirando.
―Sí. ― Olive tragó. ―Pero no tenemos que hacerlo.
―Lo sé.
―A menos que quieras. ― Las palmas de Olive se sentían húmedas y
pegajosas, por lo que se las secó a escondidas en sus jeans. ―Y por querer
quiero decir, a menos que pienses que es una buena idea.
Así que no fue una buena idea. Fue una idea horrible. Como todas sus
ideas.
―Cierto. ― Miró más allá de Olive y hacia Anh, quien probablemente
estaba en medio de hacer una historia de Instagram completa sobre
ellos. ―Está bien entonces.
―Okey.
Se acercó un poco más y, en realidad, no fue asqueroso. Cómo alguien
así de sudoroso, alguien que acababa de empujar un camión, lograba
oler bien, era un tema digno de un doctorado. disertación, seguro. Los
mejores científicos de la Tierra deberían haber estado trabajando duro
en esto.
― ¿Por qué no lo hago yo? ― Olive se movió un poco hacia él, y
después de dejar que su mano se cerniera por un momento, la apoyó
sobre el hombro de Adam. Ella se puso de puntillas, inclinando la
cabeza hacia él. Ayudó muy poco, ya que Olive todavía no era lo
suficientemente alta como para alcanzar su boca, por lo que trató de
hacer más palanca poniendo su otra mano en su brazo, e
inmediatamente se dio cuenta de que básicamente lo estaba
abrazando. Que era exactamente lo que le había pedido que no hiciera
hace un segundo. Mierda.
―Lo siento, ¿demasiado cerca? No quise ...
Habría terminado la frase, si él no hubiera acortado la distancia entre
ellos y sólo ... la besó. Así.
Fue poco más que un beso, solo sus labios presionando los de ella y
su mano en su cintura para estabilizarla un poco. Fue un beso, pero
apenas, y ciertamente no justificaba la forma en que su corazón latía con
fuerza en su pecho, o el hecho de que había algo cálido y líquido en la
parte inferior de su vientre. No desagradable, pero confuso y un poco
aterrador de todos modos, y Olive se retiró después de solo un
segundo. Cuando se echó hacia atrás sobre sus talones, pareció que por
una fracción de momento Adam la siguió, tratando de llenar el espacio
entre sus bocas. Aunque para cuando ella parpadeó para liberarse de la
neblina del beso, él estaba de pie frente a ella, con los pómulos cubiertos
de rojo y el pecho moviéndose hacia arriba y hacia abajo en respiraciones
superficiales. Ella debió haber soñado eso último.
Necesitaba apartar los ojos de él, ahora. Y también necesitaba buscar
en otra parte. ¿Por qué se miraban el uno al otro?
―Está bien―, chirrió. ―Eso, um. . . funcionó.
La mandíbula de Adam se crispó, pero no respondió.
―Bien entonces. Voy a . . . um. . . ― Hizo un gesto detrás de los
hombros con el pulgar.
― ¿Anh?
―Sí. Sí, con Anh
Tragó saliva.
―Okey. Sí.
Se habían besado. Se habían besado, dos veces, ahora. Dos veces. No es
que importara. A nadie le importaba. Pero. Dos veces. Además, el
regazo. El día de hoy. Una vez más, no es que importara.
―Te veré por ahí, ¿verdad? ¿La próxima semana?
Se llevó los dedos a los labios y luego dejó caer el brazo a un costado.
―Sí. El miércoles.
Ahora era jueves. Lo que significaba que se iban a ver en seis
días. Que estuvo bien. Olive estaba bien, sin importar cuándo o con qué
frecuencia se encontrarán.
―Sí. Nos vemos el miércoles ... Oye, ¿qué pasa con el picnic?
―El ... Oh. ― Adam puso los ojos en blanco, luciendo un poco más
como él mismo. ―Cierto Ese idio… — detuvo en seco. ―Ese picnic
Ella sonrió.
―Es el lunes.
Él suspiró.
―Sé.
― ¿Todavía vas?
Él le dio una mirada que decía claramente: No es como si tuviera elección,
aunque prefiero que me extraigan las uñas una por una. Con pinzas.
Olive se rió.
―Bien. Yo también voy.
―Al menos está eso.
― ¿Vas a traer a Tom?
―Probablemente. De hecho, le gusta la gente.
―Okey. Puedo relacionarme un poco con él, y tú y yo podemos
mostrar cuán firmes y comprometidos somos con el jefe de
departamento. Te verás como un pájaro sin alas. Sin riesgo de fuga en
absoluto.
―Perfecto. Llevaré una licencia de matrimonio falsa para que la deje
caer casualmente a sus pies.
Olive se rio, se despidió con la mano y luego corrió hacia Anh. Se frotó
los labios con el lado de la mano, como si tratara de limpiar su mente del
hecho de que acababa de besar a Adam, el Dr. Adam Carlsen, por
segunda vez en su vida. Lo cual, de nuevo, estuvo bien. Apenas había
sido un beso. No importante.
―Bueno, entonces―, dijo Anh, metiendo su teléfono en su
bolsillo. ―Realmente acabas de besarte frente al edificio de biología con
el profesor asociado Adam MacArthur Carlsen.
Olive puso los ojos en blanco y empezó a subir las escaleras.
―Estoy bastante segura de que ese no es su segundo nombre. Y no lo
hicimos.
―Pero estaba claro que querías hacerlo.
―Cállate. De todos modos, ¿por qué nos mirabas?
―No lo hacía. Por casualidad miré hacia arriba cuando estaba a punto
de saltar sobre ti, y no pude apartar la mirada.
Olive resopló, conectando sus auriculares al puerto de su teléfono.
―Claro. Por supuesto.
—Está realmente interesado en ti. Puedo decirlo por la forma en que
mira ...
―Ahora voy a escuchar música muy fuerte. Para desconectarte.
―…Tú
No fue hasta mucho más tarde, después de que Olive estuvo
trabajando en el informe de Tom durante varias horas, que recordó lo
que Adam había dicho cuando ella le dijo que estaría en el picnic.
Al menos está eso.
Olive agachó la cabeza y sonrió a sus pies.
HIPÓTESIS:
Habrá una correlación positiva significativa
entre la cantidad de protector solar vertido en mis manos y la
intensidad de mi deseo de asesinar a Anh.
El informe de Tom estaba terminado en aproximadamente una tercera
parte y realizado en treinta y cuatro páginas a espacio sencillo, Arial (11
puntos), sin justificación. Eran las 11:00 de la mañana y Olive había
estado trabajando en el laboratorio desde las cinco (analizando muestras
de péptidos, escribiendo notas de protocolo, tomando siestas
encubiertas mientras la máquina de PCR funcionaba) cuando Greg
irrumpió, luciendo absolutamente furioso.
Fue inusual, pero no demasiado inusual. Greg era un poco exaltado
para empezar, y la escuela de posgrado llegó con muchos arrebatos de
ira en lugares semipúblicos, generalmente por razones que, Olive era
plenamente consciente, parecerían ridículas para alguien que nunca
había puesto un pie en la academia. Me están haciendo Asistente de
enseñanza para Biología por cuarta vez consecutiva; el papel que necesito está
detrás de ese muro de pago; tuve una reunión con mi supervisor y
accidentalmente la llamé mamá.
Greg y Olive compartían un asesor, la Dra. Aslan, y aunque siempre
se habían llevado bien, nunca habían sido particularmente
cercanos. Olive había esperado, al elegir una asesora, evitar algunas de
las maldades que tan a menudo se dirigían a las mujeres en
STEM. Desafortunadamente, igual se había encontrado en un
laboratorio solo para hombres, que era. . . un entorno menos que
ideal. Por eso, cuando Greg entró, cerró la puerta y luego tiró una
carpeta en su banco, Olive no estaba segura de qué hacer. Ella lo vio
sentarse y empezar a enfurruñarse. Chase, otro compañero de
laboratorio, lo siguió al interior un momento después con una expresión
incómoda y comenzó a darle palmaditas en la espalda con cautela.
Olive miró con nostalgia sus muestras de ARN. Luego se acercó al
banco de Greg y preguntó:
― ¿Qué pasa?
Ella esperaba que la respuesta fuera: La producción de mi reactivo ha sido
descontinuada, o Mi valor p 29es .06, o la escuela de posgrado fue un error, pero
ahora es demasiado tarde para dar marcha atrás porque mi inquebrantable
autoestima está atada a mi rendimiento académico, y ¿qué quedaría de mí si
decidiera abandonar?
En cambio, lo que obtuvo fue:
―Tu estúpido novio es lo que está mal.
A estas alturas, las citas falsas habían estado ocurriendo durante más
de dos semanas: Olive ya no se sobresaltó cuando alguien se refirió a
Adam como su novio. Aun así, las palabras de Greg fueron tan
inesperadas y llenas de veneno que no pudo evitar responder:
― ¿Quién?
―Carlsen― escupió el nombre como una maldición
―Oh
―Está en el comité de tesis de Greg― explicó Chase en un tono
significativamente más suave, sin mirar a los ojos de Olive.
―Oh. De acuerdo― esto puede ser malo, muy malo ― ¿Qué pasó?
―Falló mi propuesta.
―Mierda― Olive se mordió el labio inferior ―Lo siento, Greg
―Esto me va a retrasar mucho. Me llevará meses revisarlo, todo
porque Carlsen tuvo que ir y ser quisquilloso. Ni siquiera lo quería en
mi comité; la Dra. Aslan me obligó a agregarlo porque está obsesionada
con sus estúpidas cosas computacionales.
Olive se mordió el interior de la mejilla, tratando de pensar en algo
significativo que decir y fracasando miserablemente
―Lo siento mucho
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Variable aleatoria que se calcula a partir de datos de muestra y se utiliza en una prueba de hipótesis
―Olive, ¿ustedes hablan de estas cosas? ― Chase preguntó de la
nada, mirándola con sospecha― ¿Te dijo que no iba a pasar a Greg?
― ¿Qué? No. No, yo. . .
Hablo con él exactamente quince minutos a la semana. Y está bien, lo he
besado. Dos veces. Y me senté en su regazo. Una vez. Pero es solo eso, y Adam,
habla muy poco. De hecho, desearía que hablara más, ya que no sé nada de él y
me gustaría saber al menos algo.
―No, no lo hizo. Creo que iría en contra de las regulaciones si lo
hiciera.
―Dios― Greg golpeó su palma contra el borde del banco, haciéndola
saltar. ―Es un idiota. Qué pedazo de mierda más sádica.
Olive abrió la boca para ... ¿para hacer qué, precisamente? ¿Para
defender a Adam? Él era un idiota. Ella lo había visto ser un idiota. En
plena acción. Tal vez no recientemente, y tal vez no con ella, pero si
hubiera querido contar con los dedos el número de conocidos que
habían terminado llorando por él, bueno. . . Necesitaría ambas manos y
luego los dedos de los pies. Quizás también pida prestado algunos de
Chase.
― ¿Dijo por qué, al menos? ¿Qué tienes que cambiar?
―Todo. Quiere que cambie mi condición de control y agregue otra, lo
que hará que el proyecto requiera diez veces más tiempo. Y la forma en
que lo dijo, su aire de superioridad, es tan arrogante.
Bien. En realidad, no era ninguna novedad. Olive se rascó la sien,
tratando de no suspirar.
―Es una mierda. Lo siento, ―repitió una vez más, sin saber qué era
lo mejor y sintiéndolo genuinamente por Greg.
―Sí, bueno ― se puso de pie y caminó alrededor de su banco,
deteniéndose frente a Olive ―Deberías sentirlo.
Ella se congeló. Seguramente debió haber escuchado mal
― ¿Disculpa?
―Eres su novia.
―Yo . . . ― Realmente no lo soy. Pero. Incluso si lo hubiera sido ―Greg,
solo estoy saliendo con él. Yo no soy el. ¿Cómo iba yo a tener algo que ver
con ...?
―Estás bien con todo esto. Con él actuando así, como un idiota en un
viaje de poder. Te importa una mierda la forma en que trata a todos en
el programa, de lo contrario no podrías soportar estar con él
Ante su tono, ella dio un paso atrás.
Chase levantó las manos en un gesto de paz y se colocó entre ellos.
―De acuerdo, no vayamos a …
―No soy yo quien te rechazó, Greg.
―Quizás. Pero tampoco te importa que la mitad del departamento
viva aterrorizada por tu novio.
Olive sintió que la ira bullía
―Eso no es verdad. Puedo separar mis relaciones profesionales y mis
sentimientos personales…
―Porque no te importa una mierda nadie más que tú.
―Eso es injusto ¿Que se supone que haga?
―Haz que deje de rechazar a la gente.
―Hacer que ...― balbuceó Olive ―Greg, ¿cómo es esta una respuesta
racional al que Adam te esté rechazando?
―Ah. Adam, ¿verdad?
Ella apretó los dientes
―Sí. Adam. ¿Cómo debo llamar a mi novio para complacerte
más? ¿Profesor Carlsen?
―Si fueras un aliado medio decente para cualquiera de los graduados
del departamento, simplemente dejarías a tu maldito novio
—¿Cómo ... te das cuenta de lo poco sensato que eres?
No había razón para terminar su oración, ya que Greg estaba saliendo
furioso del laboratorio y cerrando la puerta detrás de él, claramente sin
interés en nada que Olive pudiera haber querido agregar. Se pasó una
mano por la cara, inquieta por lo que acababa de suceder.
―Él no . . . realmente no lo dice en serio. No sobre ti, al menos ― dijo
Chase mientras se rascaba la cabeza. Un buen recordatorio de que había
estado parado allí, en la habitación, durante toda la
conversación. Asiento de primera fila. Iba a tomar unos quince minutos
antes de que todos en el programa lo supieran. ―Greg necesita
graduarse en primavera con su esposa. Para que puedan encontrar
postdoctorados juntos. No quieren vivir separados, ¿sabes?
Ella asintió con la cabeza, no lo sabía, pero podía imaginarlo. Algo de
su ira se disipó.
―Sí, bueno ― Ser horrible conmigo no va a hacer que su trabajo de tesis sea
más rápido, no agregó.
Chase suspiró
―No es personal. Pero tienes que entender que es extraño para
nosotros. Porque Carlsen. . . Tal vez no estaba en ninguno de tus
comités, pero debes saber qué tipo de hombre es, ¿verdad?
No estaba segura de cómo responder.
―Y ahora ustedes están saliendo, y... ― Chase se encogió de hombros
con una sonrisa nerviosa ―No debería ser una cuestión de tomar
partido, pero a veces puede parecer así, ¿sabes?
Las palabras de Chase se asentaron durante el resto del día. Olive
pensó en ellas mientras pasaba a sus ratones por sus protocolos
experimentales, y luego más tarde mientras trataba de averiguar qué
hacer con esos dos valores atípicos que hacían que sus hallazgos fueran
difíciles de interpretar. Reflexionó mientras iba en bicicleta a casa, el
viento caliente calentaba sus mejillas y despeinaba su cabello, y mientras
comía dos rebanadas de la pizza más triste de la historia. Malcolm
llevaba varias semanas en plan de salud (algo sobre cultivar su
microbioma intestinal) y se negó a admitir que la corteza de coliflor no
sabía bien.
Entre sus amigos, Malcolm y Jeremy habían tenido tratos
desagradables con Adam en el pasado, pero después de la conmoción
inicial no parecían tener en su contra la relación de Olive con él. No se
había preocupado demasiado por los sentimientos de otros
graduados. Siempre había sido un poco solitaria, y concentrarse en la
opinión de las personas con las que apenas interactuaba parecía un
desperdicio de tiempo y energía. Aun así, tal vez había un destello de
verdad en lo que Greg había dicho. Adam había sido todo menos un
idiota con Olive, pero ¿aceptar su ayuda mientras actuaba
horriblemente con sus compañeros graduados la convertía en una mala
persona?
Olive yacía en su cama deshecha, mirando la estrella–que–brillaba–
en–la–oscuridad. Habían pasado más de dos años desde que tomó
prestada la escalera de mano de Malcolm y la pegó con cuidado en el
techo; el pegamento estaba empezando a ceder y el gran cometa en la
esquina de la ventana se iba a caer cualquier día. Sin permitirse pensarlo
demasiado, se levantó de la cama y rebuscó en los bolsillos de sus jeans
desechados hasta que encontró su teléfono celular.
No había usado el número de Adam desde que se lo había dado hace
unos días
―Si surge algo o necesitas cancelar, solo llámame. Es más rápido que
un correo electrónico ―Cuando tocó el icono azul debajo de su nombre,
apareció una pantalla blanca, una pizarra en blanco sin historial de
mensajes anteriores. Le dio a Olive una extraña oleada de ansiedad,
tanto que escribió el texto con una mano mientras se mordía la uña con
la otra.
Olive: ¿Acabas de rechazar a Greg?
Adam nunca estaba en su teléfono. Nunca. Siempre que Olive había
estado en su compañía, no lo había visto comprobarlo ni una sola vez,
aunque con un laboratorio tan grande como el suyo probablemente
recibía alrededor de treinta nuevos correos electrónicos por minuto. La
verdad era que ni siquiera sabía que él tenía un teléfono celular. Tal vez
era un hippie moderno y extraño que odiaba la tecnología. Tal vez le
había dado el número de teléfono fijo de su oficina, y por eso le había
dicho que lo llamara. Tal vez no sabía cómo enviar mensajes de texto, lo
que significaba que Olive nunca recibiría una respuesta de ...
Su palma vibró.
Adam: ¿Olive?
Se le ocurrió que cuando Adam le dio su número, ella se había
olvidado de darle el suyo a cambio. Lo que significaba que no tenía
forma de saber quién le estaba enviando mensajes de texto ahora, y el
hecho de que había adivinado correctamente revelaba una intuición casi
sobrenatural.
Maldito sea.
Olive: Sí. Soy yo
Olive: ¿Rechazaste a Greg Cohen? Me encontré con él
después de su reunión. Estaba muy molesto.
Conmigo. Gracias a ti. Por esta estupidez que estamos haciendo.
Hubo una pausa de un minuto más o menos, en la que, reflexionó
Olive, Adam muy bien podría estar riéndose malévolamente ante la idea
de todo el dolor que le había causado a Greg. Luego respondió:
Adam: No puedo discutir contigo las reuniones de tesis de
otros graduados.
Olive suspiró, intercambiando una mirada cargada con el zorro de
peluche que Malcolm le había conseguido por aprobar sus exámenes de
calificación.
Olive: No te estoy pidiendo que me digas nada. Greg ya me
lo dijo. Por no hablar de que soy yo quien se está encargando
de ello, ya que soy tu novia.
Olive: “Novia”
Aparecieron tres puntos en la parte inferior de su pantalla. Luego
desaparecieron, y luego aparecieron de nuevo, y luego, finalmente, el
teléfono de Olive vibró.
Adam:
Los comités
no
rechazan
a
los
estudiantes. Rechazan sus propuestas.
Ella resopló, medio deseando que él pudiera oírla.
Olive: Sí, bueno. Díselo a Greg.
Adam: Entiendo. Le expliqué las debilidades de su
estudio. Revisará su propuesta en consecuencia y luego
aprobaré su disertación.
Olive: Entonces admites que eres tú quién está detrás de la
decisión de rechazarle.
Olive: O lo que sea. Rechazar su propuesta.
Adam: Sí. En su estado actual, la propuesta no producirá
hallazgos de valor científico.
Olive se mordió el interior de la mejilla, mirando su teléfono y
preguntándose si continuar esta conversación era una idea terrible. Si lo
que quería decir era demasiado. Luego recordó la forma en que Greg la
había tratado antes, murmuró: A la mierda y escribió:
Olive: ¿No crees que quizás podrías haber entregado esa
retroalimentación de una manera más agradable?
Adam: ¿Por qué?
Olive: ¿Porque si lo hubieras hecho, tal vez no estaría
molesto ahora?
Adam: Aun no veo por qué.
Olive: ¿En serio?
Adam: No es mi trabajo manejar las emociones de tu
amigo. Tiene un programa de doctorado, no escuela
primaria. Se verá inundado de comentarios que no le gustan
por el resto de su vida si sigue la academia. La forma en que
elija lidiar con esto es asunto suyo.
Olive: Aun así, tal vez podrías intentar no parecer que
disfrutas retrasando su graduación.
Adam: Esto es irracional. La razón por la que su propuesta
necesita ser modificada es que en su estado actual lo está
preparando para el fracaso. El resto del comité y yo le
estamos dando retroalimentación que le permitirá producir
conocimiento útil. Es un científico en formación: debe
valorar la orientación, no sentirse molesto por ella.
Olive apretó los dientes mientras escribía sus respuestas.
Olive: Debes saber que fallas a más personas que a nadie. Y
tu crítica es innecesariamente dura. Como en, el abandono
inmediato de la escuela de posgrado y nunca mirar
atrás. Debes saber cómo te perciben los graduados.
Adam: No lo sé.
Olive: Antagonista. E inaccesible.
Y se lo estaba endulzando. Eres un idiota, quiso decir Olive. Excepto que sé
que no puedes serlo, y no puedo entender por qué eres tan diferente conmigo. No
soy absolutamente nada para ti, así que no tiene ningún sentido que tengas un
trasplante de personalidad cada vez que estás en mi presencia.
Los tres puntos en la parte inferior de la pantalla rebotaron durante
diez segundos, veinte, treinta. Un minuto entero. Olive volvió a leer su
último mensaje y se preguntó si era así, si finalmente había ido
demasiado lejos. Tal vez iba a recordarle que ser insultado por un
mensaje de texto a las 9:00 pm un viernes por la noche no era parte de
su acuerdo de citas falsas.
Luego apareció una burbuja azul, llenando toda su pantalla.
Adam: Estoy haciendo mi trabajo, Olive. Lo cual no es
entregar comentarios de manera agradable o hacer que los
graduados del departamento se sientan bien consigo
mismos. Mi trabajo es formar investigadores rigurosos que no
publiquen basura inútil o dañina que hará retroceder nuestro
campo. La academia está abarrotada de ciencia terrible y
científicos mediocres. No podría importarme menos cómo
me perciben tus amigos, siempre y cuando su trabajo esté a
la altura. Si quieren abandonar cuando se les dice que no es
así, que así sea. No todo el mundo tiene lo que se necesita
para ser un científico, y aquellos que no lo tienen deberían
ser eliminados.
Ella miró su teléfono, odiando lo insensible que sonaba. El problema
era que Olive entendía exactamente de dónde venía Greg, porque había
estado en situaciones similares. Quizás no con Adam, pero su
experiencia general en la academia STEM había estado marcada por
dudas, ansiedad y un sentido de inferioridad. Apenas había dormido las
dos semanas antes de sus exámenes de calificación, a menudo se
preguntaba si su miedo a hablar en público le impediría tener una
carrera, y estaba constantemente aterrorizada de ser la persona más
estúpida de la sala. Y, sin embargo, la mayor parte de su tiempo y
energía la dedicó a tratar de ser la mejor científica posible, a abrirse
camino y llegar a algo. La idea de que alguien rechazara su trabajo y sus
sentimientos con tanta frialdad cortó profundamente, razón por la cual
su respuesta fue tan inmadura, casi fetal.
Olive: Bueno, vete a la mierda, Adam.
Inmediatamente se arrepintió, pero por alguna razón no se atrevió a
enviar una disculpa. No fue hasta veinte minutos después que se dio
cuenta de que Adam no iba a responder. Apareció una advertencia en la
parte superior de su pantalla, informándole que su batería estaba al 5
por ciento.
Con un profundo suspiro, Olive se levantó de su cama y miró
alrededor de la habitación en busca de su cargador.
―AHORA VE A LA DERECHA
―Entiendo― El dedo de Malcolm movió la palanca del
intermitente. Un chasquido llenó el pequeño coche ―Yendo a la derecha
―No, no escuches a Jeremy. Girar a la izquierda
Jeremy se inclinó hacia adelante y golpeó el brazo de Anh.
—Malcolm, confía en mí. Anh nunca ha estado en la granja. Está a la
derecha
―Google Maps dice izquierda
―Google Maps está mal
― ¿Qué debo hacer? ― Malcolm hizo una mueca en el espejo
retrovisor ― ¿Izquierda? ¿Derecha? Ol, ¿qué hago?
En el asiento trasero, Olive miró hacia arriba desde la ventanilla del
coche y se encogió de hombros.
―Intenta derecha; si está mal, simplemente daremos la vuelta ― Le
lanzó a Anh una rápida mirada de disculpa, pero ella y Jeremy estaban
demasiado ocupados mirándose burlonamente el uno al otro para darse
cuenta.
Malcolm hizo una mueca.
―Llegaremos tarde. Dios, odio estos estúpidos picnics.
―Estamos, como a… —Olive miró el reloj del auto— una hora de
retraso. Creo que podemos agregar diez minutos a eso.
Solo espero que quede algo de comida. Su estómago había estado
gruñendo durante las últimas dos horas, y no había forma de que todos
en el auto no lo hubieran notado.
Después de su discusión con Adam hace tres días, había estado
tentada a saltarse el picnic. Encerrarse en el laboratorio y continuar con
lo que había estado haciendo todo el fin de semana: ignorar el hecho de
que le había dicho que se fuera a la mierda, y con muy pocas
razones. Podría usar el tiempo para trabajar en el informe de Tom, que
estaba resultando ser más complicado y consumía más tiempo de lo que
había pensado inicialmente, probablemente porque Olive no podía
olvidar cuánto estaba en juego y seguía repasando los análisis y
agonizando con cada frase. Pero había cambiado de opinión en el último
minuto, diciéndose a sí misma que le había prometido a Adam que
montarían un espectáculo para el director del departamento. Sería
injusto que ella se arrepintiera después de que él hizo más de lo que le
correspondía en el trato cuando se trataba de convencer a Anh.
Eso era, por supuesto, en el caso muy improbable de que todavía
quisiera tener algo que ver con Olive.
―No te preocupes, Malcolm― dijo Anh ―Llegaremos allí
eventualmente. Si alguien pregunta, digamos que un puma nos
atacó. Dios, ¿por qué hace tanto calor? Traje bloqueador solar, por
cierto. SPF treinta y cincuenta. Nadie va a ir a ningún lado antes de
ponérselo
En el asiento trasero, Olive y Jeremy intercambiaron una mirada de
resignación, bien familiarizados con la obsesión de Anh con el protector
solar.
El picnic estaba en pleno apogeo cuando finalmente llegaron, tan
concurrido como la mayoría de los eventos académicos con comida
gratis. Olive se dirigió directamente a las mesas y saludó a la Dra. Aslan,
que estaba sentada a la sombra de un roble gigante con otros miembros
de la facultad. La Dra. Aslan le devolvió el saludo, sin duda complacida
al notar que su autoridad se extendía a apropiarse del tiempo libre de
sus graduados además de las ochenta horas a la semana que ya pasaban
en el laboratorio. Olive sonrió débilmente en un valiente intento de no
parecer resentida, agarró un racimo de uvas blancas y se metió una en
la boca mientras dejaba que su mirada vagara por los campos.
Anh tenía razón. Este septiembre era inusualmente caluroso. Había
gente por todas partes, sentada en las sillas de jardín, tumbada en la
hierba, entrando y saliendo de los graneros, todos disfrutando del
clima. Algunos comían de platos de plástico en mesas plegables cerca de
la casa principal, y había al menos tres juegos: una versión de
voleibol con los jugadores parados en círculo, un partido de fútbol y
algo que involucraba un frisbee y una docena de tipos a medio vestir.
― ¿A qué están jugando? ― Olive le preguntó a Anh. Vio al Dr.
Rodrigues abordar a alguien de inmunología y miró hacia las mesas casi
vacías, encogiéndose. Lo único que quedaba era pequeñas sobras. Olive
quería un sándwich. Una bolsa de papas fritas. Cualquier cosa.
―Ultimate Frisbee30, creo. No sé. ¿Te pusiste bloqueador
solar? Llevas una camiseta sin mangas y pantalones cortos, así que
deberías hacerlo.
Olive mordió otra uva.
―Ustedes los estadounidenses y sus falsos deportes.
―Estoy bastante segura de que también hay torneos canadienses de
Ultimate Frisbee. ¿Sabes lo que no es falso?
― ¿Qué?
―Melanoma. Ponte un poco de protector solar
―Lo haré, mamá― Olive sonrió ― ¿Puedo comer primero?
― ¿Comer qué? No queda nada. Oh, hay un poco de pan de maíz allí
―Oh, genial. Pásalo.
―No coman el pan de maíz, muchachas― La cabeza de Jeremy
apareció entre Olive y Anh ―Jess dijo que un estudiante de primer año
de farmacología estornudó por todas partes. ¿A dónde fue Malcolm?
―Estacionamiento… Santa. Mierda.
Olive levantó la vista de su lectura de la mesa, alarmada por la
urgencia en el tono de Anh
― ¿Qué?
―Solo, santa mierda.
―Sí, qué.
―Mierda.
―Ya lo mencionaste.
―Porque ... mierda santa.
Miró a su alrededor, tratando de averiguar qué estaba pasando
― ¿Qué es… Oh, ¿ahí está Malcolm? ¿Quizás encontró algo para
comer?
― ¿Ese es Carlsen?
30
Deporte de equipo sin contacto y autoarbitrado que se juega con un disco volador
Olive ya estaba caminando hacia Malcolm para encontrar algo
comestible y saltarse todas las tonterías del protector solar por completo,
pero cuando escuchó el nombre de Adam, se detuvo en seco. O tal vez
no era el nombre de Adam, sino la forma en que Anh lo decía
― ¿Qué? ¿Dónde?
Jeremy señaló a la multitud de Ultimate Frisbee
―Ese es él, ¿verdad? ¿Sin camisa?
― Mierda ― repitió Anh, su vocabulario de repente bastante limitado,
dados sus veintitantos años de educación ― ¿Eso es un paquete de seis?
Jeremy parpadeó
―Incluso podría ser un paquete de ocho
― ¿Son esos sus verdaderos hombros? ― Preguntó Anh ― ¿Se
sometió a una cirugía de realce de hombro?
―Debe ser así como usó la subvención MacArthur― dijo Jeremy
―No creo que esos hombros existan en la naturaleza
―Dios, ¿ese es el pecho de Carlsen? ― Malcolm inclinó la barbilla
sobre el hombro de Olive ― ¿Estaba esa cosa debajo de su camisa
mientras rasgaba mi propuesta de tesis por una nueva? Ol. ¿Por qué no
dijiste que estaba macizo?
Olive se quedó allí, clavada en el suelo, con los brazos colgando
inútilmente a los costados. Porque no lo sabía. Porque no tenía ni idea. O tal
vez lo había hecho, un poco, al verlo empujar ese camión el otro día,
aunque había estado tratando de suprimir esa imagen mental en
particular.
―Increíble― Anh tiró de la mano de Olive hacia sí misma, girándola
para rociar una dosis saludable de loción en su palma ―Toma, pon esto
sobre tus hombros. Y tus piernas. Y tu cara también. Probablemente
tengas un alto riesgo de tener todo tipo de cosas en la piel, pecas en la
cara. Jer, tú también
Olive asintió aturdida y comenzó a masajear el protector solar en
brazos y muslos. Ella aspiró el olor del aceite de coco, tratando de no
pensar en Adam y por el hecho de que él realmente se ve así. Estaba
fallando mayormente, pero bueno.
― ¿Hay estudios reales? ― Preguntó Jeremy.
― ¿Mmm? ― Anh se estaba recogiendo el pelo en un moño.
―Sobre el vínculo entre las pecas y el cáncer de piel
―No sé
―Se siente como si lo hubiera
―Cierto. Quiero saberlo ahora
―Espera. ¿Hay conexión Wi-Fi aquí?
―Ol, ¿tienes Internet?
Olive se secó las manos con una servilleta que parecía en su mayor
parte sin usar.
―Dejé mi teléfono en el auto de Malcolm
Apartó la cabeza de Anh y Jeremy, que ahora estaban estudiando la
pantalla del iPhone de Jeremy, hasta que tuvo una buena vista del grupo
Ultimate Frisbee: catorce hombres y cero mujeres. Probablemente tuvo
que ver con el exceso general de testosterona en los programas STEM. Al
menos la mitad de los jugadores eran profesores o
posdoctorados. Adam, por supuesto, Tom, el Dr. Rodrigues, y varios
otros de la farmacología. Todos igualmente sin camisa. Aunque no. No
es igual en absoluto. Realmente no había nada igual a Adam.
Olive no era así. Ella realmente no lo era. Podía contar con una mano
la cantidad de chicos por los que se había sentido tan atraída
visceralmente. De hecho, con un dedo. Y en ese momento dicho tipo
corría hacia ella, porque Tom Benton, bendito sea, acababa de lanzar el
Frisbee con demasiada torpeza, y ahora estaba en un parche de hierba
aproximadamente a tres metros de Olive. Y Adam, Adam sin camisa,
resultó ser el más cercano a donde aterrizó.
―Oh, mira este documento―Jeremy parecía emocionado.
―Khalesi et al., 2013. Es un metaanálisis. 'Marcadores cutáneos de
fotodaño y riesgo de carcinoma basocelular de piel.' En Epidemiología,
Biomarcadores y Prevención del Cáncer.
Jeremy le dio un puñetazo
―Olive, ¿estás escuchando esto?
No. No, no lo estaba. En su mayor parte, estaba tratando de vaciar su
cerebro y también sus ojos. De su falso novio y el repentino y cálido
dolor en su estómago. Ella solo deseaba estar en otra parte. Estaba
temporalmente ciega y sorda.
―Escucha esto: los lentigos solares31 tenían asociaciones débiles pero
positivas con el carcinoma de células basales, con razones de
probabilidad de alrededor de 1,5. De acuerdo, no me gusta esto. Jeremy,
sostén el teléfono. Le estoy dando a Olive más protector solar. Aquí está
SPF cincuenta; probablemente sea lo que necesitas.
Olive apartó los ojos del pecho de Adam, ahora alarmantemente cerca,
y se dio la vuelta, alejándose de Anh
―Espera. Ya me puse un poco.
―Ol―, le dijo Anh, con ese tono sensato y maternal que usaba cada
vez que Olive se confesaba que sus porciones de vegetales se trataban
principalmente de papas fritas, o que lavaba la ropa de colores y blancos
en la misma carga ―Conoces la literatura.
―No conozco la literatura, y tú tampoco, solo conoces una línea de
un resumen y ...
Anh tomó la mano de Olive de nuevo y vertió medio galón de loción
en ella. Tanto que Olive tuvo que usar la palma de la mano izquierda
para evitar que se derramara, hasta que se quedó parada allí como una
idiota, con las manos ahuecadas como un mendigo mientras se ahogaba
a medias en el maldito protector solar.
―Ahí lo tienes ― Anh sonrió alegremente ―Ahora puedes
protegerte del carcinoma de células basales. Lo cual, francamente, suena
horrible
―Yo . . . ― Olive se habría palmeado la cara si hubiera tenido la
libertad de mover las extremidades superiores ―Odio el protector
solar. Es pegajoso y me hace oler a piña colada y esto es demasiado.
―Pon todo lo que tu piel absorba. Especialmente alrededor de las
zonas pecosas. El resto, puedes compartirlo con alguien
―Okey. Anh, entonces, toma un poco. Tú también, Jeremy. Eres
pelirrojo, por el amor de Dios.
31
Manchas cutáneas planas de color tostado, marrón o negro que aparecen con el paso de la edad.
―Sin embargo, un pelirrojo sin pecas― Sonrió con orgullo, como si
hubiera creado su genotipo por su cuenta ―Y ya me puse una
tonelada. Gracias bebé.
Se inclinó para darle un breve beso en la mejilla a Anh, que casi se
convirtió en una sesión de besos.
Olive intentó no suspirar.
―Chicos, ¿qué hago con esto?
―Solo encuentra a alguien más. ¿A dónde fue Malcolm?
Jeremy resopló.
―Allí, con Jude.
― ¿Jude? ― Anh frunció el ceño.
―Sí, ese neuro de quinto año.
― ¿El Doctor de Fisiología? ¿Están saliendo o ...?
―Chicos ― A Olive le tomó todo lo que tenía para no gritar ―No
tengo movilidad. Por favor, arreglen este lío de protección solar que
crearon.
―Dios, Ol ― Anh puso los ojos en blanco ―Eres tan dramática a
veces. Espera ... —Hizo un gesto con la mano a alguien detrás de Olive,
y cuando habló, su voz era mucho más fuerte ― ¡Oye, Dr. Carlsen! ¿Ya
te has puesto protector solar?
En el lapso de un microsegundo, todo el cerebro de Olive estalló en
llamas y luego se desmoronó en un montón de cenizas. Así, cien mil
millones de neuronas, mil millones de células gliales, y quién sabe
cuántos mililitros de líquido cefalorraquídeo, simplemente dejaron de
existir. El resto de su cuerpo tampoco estaba muy bien, ya que Olive
podía sentir que todos sus órganos se cerraban en tiempo real. Desde el
comienzo de su relación con Adam, había habido diez casos en los que
Olive deseaba caer muerta en el acto, que la tierra se abriera y se la
tragara por completo, que un cataclismo la golpeara y la librara de la
vergüenza de sus interacciones. Esta vez, sin embargo, se sintió como si
el fin del mundo pudiera ocurrir de verdad.
No te des la vuelta, le dijo lo que quedaba de su sistema nervioso
central. Finge que no escuchaste a Anh. Lo haría para que no exista. Pero fue
imposible. Había una especie de triángulo formado por Olive y Anh
frente a ella, y probablemente Adam, seguramente, de pie detrás de
ella; no
era
como
si
Olive
tuviera
elección. Cualquier
elección. Especialmente cuando Adam, que no podía imaginar la
dirección depravada de los pensamientos de Anh, que no podía ver el
balde lleno de protector solar que se había instalado en las manos de
Olive, dijo:
―No.
Bien. Mierda.
Olive se dio la vuelta y allí estaba él, sudoroso, con un frisbee en la
mano izquierda y sin camisa.
― ¡Perfecto entonces! ― Anh dijo, sonando tan alegre―Olive tiene
demasiado y se preguntaba qué hacer con él. ¡Ella te pondrá un poco!
No. No, no, no.
―No puedo― le siseó a Anh ―Sería muy inapropiado.
― ¿Por qué? ― Anh parpadeó inocentemente ―Le pongo protector
solar a Jeremy todo el tiempo. Mira —se echó loción en la mano y al azar
le dio una bofetada en la cara a Jeremy—le estoy poniendo protector
solar a mi novio. Porque no quiero que le dé melanoma. ¿Soy
inapropiada?
Olive la iba a asesinar. Olive iba a hacerla lamer cada gota de este
estúpido protector solar y verla retorcerse de dolor mientras moría
lentamente de intoxicación por oxibenzona.
Más tarde, sin embargo. Por ahora, Adam la estaba mirando, con
expresión completamente ilegible, y Olive se habría disculpado, se
habría arrastrado debajo de la mesa, al menos lo habría saludado con la
mano, pero todo lo que podía hacer era mirar y notar que a pesar de que
la última vez que habían hablado ella lo había insultado, él realmente no
parecía enojado. Solo pensativo y un poco confundido mientras miraba
entre el rostro de Olive y el pequeño lago de sustancia blanca que ahora
vivía en sus manos, probablemente tratando de averiguar si había una
manera de salir de este último espectáculo de mierda, y luego,
finalmente, solo renunciar a ello.
Asintió una vez, minuciosamente, y se dio la vuelta, los músculos de
su espalda se movieron mientras lanzaba al Dr. Rodrigues el Frisbee y
gritaba:
― ¡Me tomo cinco!
Lo que, supuso Olive, significaba que en realidad estaban haciendo
esto. Por supuesto que lo estaban. Porque esta era su vida, y estas eran
sus decisiones pobres, estúpidas y descabelladas.
―Hola― le dijo Adam una vez que estuvieron más cerca. Él miraba
sus manos, la forma en que tenía que sostenerlas frente a su cuerpo como
una suplicante. Detrás de ella, sin duda Anh y Jeremy se los comían con
los ojos.
―Hola― Llevaba chanclas y él tenía zapatillas de deporte, y siempre
era alto, pero ahora mismo se alzaba sobre ella. Puso sus ojos justo en
frente de sus pectorales, y... No, no. No haciendo eso.
― ¿Puedes darte la vuelta?
Dudó por un momento, pero luego lo hizo, extrañamente
obediente. Lo que terminó por resolver ninguno de los problemas de
Olive, ya que su espalda no era de ninguna manera menos ancha o
impresionante que su pecho.
― ¿Puedes, eh. . . agacharte un poco?
Adam inclinó la cabeza hasta que sus hombros estaban. . . todavía
anormalmente altos, pero algo más fáciles de alcanzar. Al levantar la
mano derecha, parte de la loción goteó al suelo. A dónde pertenece, pensó
salvajemente, y luego hizo, lo que nunca pensó que haría. Ponerle
protector solar a Adam Carlsen.
No era la primera vez que lo tocaba. Por lo tanto, no debería haberse
sorprendido de lo duros que estaban sus músculos, o de que su carne no
se ablandara. Olive recordó la forma en que había empujado la
camioneta, imaginó que probablemente podría hacer press de banca32
tres veces su peso, y luego se ordenó a sí misma detenerse, porque
ese no era un tren de pensamiento apropiado. Aun así, el problema
seguía siendo que no había nada entre su mano y su piel. Estaba
32
Ejercicio que trabaja principalmente la zona superior del cuerpo
acalorado por el sol, sus hombros relajados e inmóviles bajo su
toque. Incluso en público, por muy cercanos que estuvieran, se sentía
como si algo íntimo estuviera sucediendo.
―Entonces ― Tenía la boca seca ―Este podría ser un buen momento
para mencionar cuánto lamento que sigamos atascados en estas
situaciones.
―Está bien.
―Sin embargo, realmente lo hago.
―No es tu culpa― Había un tono en su voz.
― ¿Estás bien?
―Sí― Él asintió con la cabeza, aunque el movimiento parecía
tenso. Lo que hizo que Olive se diera cuenta de que tal vez no estaba tan
relajado como había pensado inicialmente.
― ¿Cuánto odias esto, en una escala de uno a correlación es igual a
causalidad?
La sorprendió riendo entre dientes, aunque todavía sonaba tenso.
―No lo odio. Y no es tu culpa.
―Porque sé que esto es lo peor posible y ...
―No lo es. Olive― Se volvió un poco para mirarla a los ojos, una
mezcla de diversión y esa extraña tensión ―Estas cosas seguirán
sucediendo.
―Entendido.
Sus dedos rozaron suavemente su palma izquierda mientras robaba
un poco de su protector solar para su frente. Lo cual, en general, era lo
mejor. Ella realmente no quería estar masajeando loción en su pecho
frente al 70 por ciento de su programa de doctorado sin mencionar a su
jefe, ya que la Dra. Aslan probablemente los estaba mirando como un
halcón. O tal vez no lo estaba. Olive no tenía la menor intención de darse
la vuelta para comprobarlo. Preferiría vivir en una ignorancia menos
que dichosa.
―Sobre todo porque pasas el rato con gente realmente entrometida
Ella se echó a reír.
―Lo se. Créeme, realmente me arrepiento de haberme hecho amiga de
Anh en este momento. Es como pensar en asesinarla, a decir verdad.
Ella se trasladó a sus omóplatos. Tenía muchos lunares pequeños y
pecas, y se preguntó qué tan inapropiado sería si jugara a conectar los
puntos con los dedos. Podía imaginar las increíbles imágenes que
revelaría.
―Pero bueno, los científicos han demostrado los beneficios a largo
plazo del protector solar. Y estás bastante pálido. Toma, agáchate un
poco más, así puedo agarrarte el cuello.
―Mmm.
Ella lo rodeó para llegar a la parte delantera de sus hombros. Era tan
grande que iba a tener que usar toda esa estúpida loción. Incluso podría
necesitar pedirle más a Anh.
―Al menos el director del departamento va a tener un espectáculo. Y
parece que te estás divirtiendo.
Él miró intencionadamente la forma en que su mano estaba
esparciendo protector solar en su clavícula. Las mejillas de Olive
ardieron.
—No, quiero decir, no porque lo sea. . . Quiero decir, parece que te lo
estás pasando bien jugando al Frisbee. O lo que sea.
El hizo una mueca.
―Es mejor que charlar, seguro.
Ella rió.
―Eso tiene sentido. Apuesto a que por eso estás tan en
forma. Practicaste muchos deportes cuando eras pequeño porque te
impedía hablar con la gente. También explica por qué ahora que eres un
adulto tu personalidad es tan… ―Olive se detuvo en seco.
Adam enarcó una ceja
― ¿Antagonista e inaccesible?
Mierda.
―Yo no dije eso.
―Lo escribiste.
―Lo-lo siento. Lo siento mucho. No quise… ―Ella apretó los labios,
nerviosa. Entonces ella notó que las comisuras de sus ojos estaban
arrugadas. —Maldito seas.
Ella le pellizcó ligeramente en la parte inferior de su brazo. Él gritó y
sonrió más ampliamente, lo que la hizo preguntarse qué haría él si ella
tomaba represalias escribiendo su nombre con protector solar en el
pecho, lo suficiente para que él solo se bronceara alrededor. Trató de
imaginar su rostro después de quitarle la camiseta, encontrando las
cinco letras impresas en su carne en el reflejo del espejo del baño. La
expresión que haría. Si los tocaría con las yemas de los dedos.
Loca, se dijo a sí misma. Todo esto te está volviendo loca. Así que es guapo y
tú lo encuentras atractivo. Vaya cosa. ¿A quién le importa?
Pasó sus manos, casi sin loción, por las columnas de sus bíceps y dio
un paso atrás.
―Está listo, Dr. Antagonista.
Olía a sudor fresco, a sí mismo y a coco. Olive no volvería a hablar con
él hasta el miércoles, y no tenía ni idea de por qué el pensamiento le llegó
con una extraña punzada en el pecho.
―Gracias. Y gracias a Anh, supongo.
―Mm. ¿Qué crees que hará que hagamos la próxima vez?
Él se encogió de hombros.
― ¿Tomarnos de las manos?
― ¿Alimentarnos el uno al otro con fresas?
―Esa es buena.
―Tal vez ella mejorará su juego.
― ¿Boda falsa?
― ¿Comprar una casa falsa juntos?
― ¿Firmar falsamente el papeleo de la hipoteca?
Olive se echó a reír, y la forma en que la miró, amable, curiosa y
paciente. . . ella debe estar alucinando. Su cabeza no estaba
bien. Debería haber traído un sombrero para el sol.
―Hey, Olive.
Apartó la mirada de Adam y notó que Tom se acercaba. Él también
estaba sin camisa y claramente en forma, y tenía una gran cantidad de
abdominales que estaban lo suficientemente definidos como para ser
contados fácilmente. Y, sin embargo, por alguna razón, no hizo
absolutamente nada por Olive.
―Hola Tom― Ella sonrió, aunque estaba un poco irritada por la
interrupción ―Me encantó tu charla del otro día.
―Estuvo bien, ¿no? ¿Adam te contó nuestro cambio de planes?
Ella ladeó la cabeza.
― ¿Cambio de planes?
―Hemos estado haciendo un gran progreso con la subvención, por lo
que iremos a Boston la semana que viene para terminar de configurar
las cosas en el lado de Harvard.
―Oh eso es genial― Se volvió hacia Adam ― ¿Cuánto tiempo estarás
fuera?
―Sólo pocos días― Su tono era tranquilo. Olive sintió alivio porque
no iba a ser más largo. Por razones indiscernibles.
― ¿Podrías enviarme tu informe antes del sábado, Olive? ― Preguntó
Tom ―Entonces tendré el fin de semana para revisarlo y lo discutiremos
mientras todavía esté aquí.
Su cerebro explotó en una ráfaga de pánico y brillantes señales de
alerta roja, pero logró mantener su sonrisa en su lugar.
―Sí, por supuesto. Te lo enviaré el sábado.
Oh Dios. Oh Dios. Iba a tener que trabajar las veinticuatro horas del
día. No iba a dormir nada esta semana. Iba a tener que llevar su
computadora portátil al baño y escribir mientras orinaba.
―No hay problema en absoluto― agregó, inclinándose aún más en
su mentira.
―Perfecto.
Tom le guiñó un ojo, o tal vez simplemente entrecerró los ojos al sol.
― ¿Vas a volver a jugar? ― le preguntó a Adam, y cuando Adam
asintió, Tom se dio la vuelta y regresó al juego.
Adam vaciló un segundo más, luego asintió con la cabeza hacia Olive
y se fue. Ella trató con todas sus fuerzas de no mirarle la espalda
mientras él se reincorporaba a su equipo, que parecía estar encantado de
tenerlo de nuevo. Claramente, los deportes eran otra cosa en la que
Adam Carlsen se destacaba, injustamente.
Ni siquiera tuvo que comprobarlo para saber que Anh y Jeremy y casi
todos los demás los habían estado mirando durante los últimos cinco
minutos. Sacó una lata de agua mineral de la hielera más cercana,
recordándose a sí misma que esto era exactamente lo que querían de este
arreglo, y luego encontró un lugar debajo de un roble junto a sus amigas,
todo este alboroto por el protector solar, y ahora estaban sentados en la
sombra. Imagínate.
Ya ni siquiera tenía tanta hambre, un pequeño milagro por cortesía de
tener que aplicarle protector solar a su falso novio muy públicamente.
―Entonces, ¿cómo es él? ― Preguntó Anh. Estaba acostada con la
cabeza en el regazo de Jeremy. Por encima de ella, Malcolm miraba a los
jugadores de Frisbee, probablemente desmayándose por lo bonito que
se veía Holden Rodrigues al sol.
― ¿Mm?
—Carlsen. Oh, en realidad. —Anh sonrió burlonamente— Quería
decir Adam. Lo llamas Adam, ¿verdad? ¿O prefiere Dr. Carlsen? Si
ustedes hacen un juego de roles con uniformes de colegiala y reglas,
quiero escucharlo.
―Anh.
―Sí, ¿cómo está Carlsen? ― Preguntó Jeremy ―Asumo que él es
diferente contigo que con nosotros. ¿O también te dice repetidamente
que la fuente de las etiquetas de tus ejes x e y es irritantemente pequeña?
Olive sonrió, porque podía imaginarse totalmente a Adam diciendo
eso. Casi podía oír su voz en su cabeza
―No. Todavía no, al menos
― ¿Cómo es él, entonces?
Abrió la boca para responder, pensando que sería fácil. Por supuesto,
fue todo menos eso.
―Él es solo. . . ya saben.
―No lo sabemos― dijo Anh ―Debe haber más en él de lo que
parece. Es tan temperamental, negativo, enojado y ...
―No lo es― interrumpió Olive. Y luego se arrepintió un poco, porque
no era del todo cierto―Él puede serlo. Pero también puede no serlo.
―Si tú lo dices― Anh no parecía convencida ― ¿Cómo empezaron a
salir? Nunca me dijiste.
―Oh.
Olive apartó la mirada y dejó vagar la mirada. Adam debe haber
hecho algo digno de mención, porque él y el Dr. Rodrigues estaban
intercambiando un choca esos cinco. Se dio cuenta de que Tom la miraba
desde el campo y lo saludó con una sonrisa.
―Um, acabábamos de hablar. Y luego tomé café. Y luego . . .
― ¿Cómo es posible que eso suceda? ― Jeremy interrumpió,
claramente escéptico ― ¿Cómo se decide decir que sí a una cita con
Carlsen? Antes de verlo semidesnudo, de todos modos.
Lo besas. Lo besas, y luego, lo siguiente que sabes es que él te está salvando el
culo y te está comprando bollos y llamándote sabelotodo en un tono
extrañamente afectuoso, e incluso cuando él está siendo su yo malhumorado,
parece que no lo hace ser tan malo. O malo del todo. Y luego le dices que se vaya
a la mierda por teléfono y posiblemente lo arruine todo.
―Solo me invitó a salir. Y dije que sí ― Aunque obviamente fue una
mentira. Alguien con una publicación de Lancet33 y músculos de la
espalda definidos nunca invitaría a salir a alguien como Olive.
― ¿Entonces no lo conociste en Tinder?
― ¿Qué? No.
―Porque eso es lo que dice la gente.
―No estoy en Tinder.
― ¿Y Carlsen?
No, quizás. ¿Sí? Olive se masajeó las sienes.
― ¿Quién dice que nos conocimos en Tinder?
―En realidad, se rumorea que se conocieron en Craigslist34― dijo
Malcolm distraídamente, saludando a alguien. Ella siguió su mirada y
notó que él estaba mirando a Holden Rodrigues, quien parecía sonreír y
devolverle el saludo.
Olive frunció el ceño. Luego analizó lo que acababa de decir Malcolm.
― ¿Craigslist?
Malcolm se encogió de hombros.
―No digo que lo creyera.
33
34
Revista médica Británica.
Sitio web de anuncios clasificados
― ¿Quiénes son esas personas? ¿Y por qué están hablando de
nosotros?
Anh extendió la mano para palmear a Olive en el hombro
―No te preocupes, los chismes sobre ti y Carlsen se calmaron después
de que el Dr. Moss y Sloane tuvieran esa discusión tan pública sobre la
gente desechando muestras de sangre en el baño de mujeres. Bueno, en
su mayor parte. Hey.
Se sentó y rodeó a Olive con un brazo, atrayéndola para
abrazarla. Olía a coco. Estúpido, estúpido protector solar.
―Cálmate. Sé que algunas personas se han sentido extrañas con esto,
pero Jeremy, Malcolm y yo estamos felices por ti, Ol ― Anh le sonrió
para tranquilizarla y Olive sintió que se relajaba ―Sobre todo porque
finalmente estás echando un polvo.
HIPÓTESIS: En una escala Likert35 que va de uno a diez, el
tiempo de Jeremy será cincuenta, negativo, con un error
estándar de la media de cero, punto dos.
El número treinta y siete, patatas fritas con sal y vinagre, estaba
agotado. Francamente, era inexplicable: Olive había llegado a las 8:00
pm y había quedado al menos una bolsa en la máquina expendedora de
la sala de descanso. Recordó claramente palmear el bolsillo trasero de
sus jeans por monedas de veinticinco centavos y la sensación de triunfo
al encontrar exactamente cuatro. Recordó haber esperado con ansias ese
momento, aproximadamente dos horas después, momento en el que
estimó que habría completado exactamente un tercio de su trabajo y así
podría recompensarse con lo mejor indiscutiblemente entre los
refrigerios que tenía el cuarto piso por ofrecer. Excepto que había
llegado el momento y no quedaban papas fritas. Lo cual era un
problema, porque Olive ya había insertado sus preciosos veinticinco
centavos en la ranura para monedas y tenía mucha hambre.
Seleccionó el número veinticuatro (Twix) —que estaba bien, aunque
no era su favorito ni mucho menos— y escuchó su sordo y
decepcionante golpe sordo mientras caía al estante inferior. Luego se
inclinó para recogerlo, mirando con nostalgia la forma en que el
envoltorio dorado brillaba en su palma.
―Ojalá fueras papas fritas de sal y vinagre―, le susurró, con un rastro
de resentimiento en su voz.
―Aquí.
35
Escala de calificación que se utiliza para cuestionar a una persona sobre su nivel de acuerdo o desacuerdo
con una declaración
― ¡Aaah! ― Se sobresaltó e instantáneamente se dio la vuelta, con las
manos delante de su cuerpo y lista para defenderse, posiblemente
incluso para atacar. Pero la única persona en la sala de descanso era
Adam, sentado en uno de los pequeños sofás en el medio, mirándola con
una expresión suave y ligeramente divertida.
Relajó su pose y se llevó las manos al pecho, deseando que los latidos
de su corazón se ralentizaran.
― ¡¿Cuándo llegaste aquí?!
― ¿Cinco minutos antes? ― La miró con calma. ―Estaba aquí cuando
entraste.
― ¿Por qué no dijiste algo?
Inclinó la cabeza.
―Yo podría preguntar lo mismo.
Se tapó la boca con la mano, tratando de recuperarse del susto.
―No te vi. ¿Por qué estás sentado en la oscuridad como un acosador?
―La luz está rota. Como siempre. ― Adam levantó su bebida, una
botella de Coca-Cola en la que se leía hilarantemente Seraphina, y Olive
recordó a Jess, uno de sus graduados, quejándose de lo estricto que era
Adam acerca de llevar comida y bebidas a su laboratorio. Agarró algo
del cojín y se lo tendió a Olive. ―Aquí. Puedes quedarte con el resto de
las papas fritas.
Olive entrecerró los ojos.
―Tu.
― ¿Yo?
―Robaste mis papas.
Su boca se curvó.
―Perdón. Puedes quedarte con lo que queda ―. Echó un vistazo a la
bolsa. ―No tiene muchas, creo…
Ella vaciló y luego se dirigió al sofá. Ella aceptó con desconfianza la
pequeña bolsa y se sentó a su lado.
―Gracias, supongo.
Asintió, tomando un sorbo de su bebida. Trató de no mirarle la
garganta cuando él echó la cabeza hacia atrás, desviando los ojos hacia
sus rodillas.
― ¿Deberías tomar cafeína a las…—Olive miró el reloj—…a las diez
y veintisiete de la noche? ― Ahora que lo pienso, no debería tomar
cafeína en absoluto, dada su brillante personalidad básica. Y, sin
embargo, los dos tomaban café juntos todos los miércoles. Olive no era
más que un facilitador.
―Lo dudo que esté durmiendo mucho, de todos modos.
― ¿Por qué?
―Necesito realizar una serie de análisis de último momento para una
subvención que vence el domingo por la noche.
―Oh. ― Se echó hacia atrás, encontrando una posición más
cómoda. ―Pensé que tenías secuaces para eso.
―Resulta que, pedirles a tus graduados que pasen la noche allí para
ti es algo que Recursos Humanos desaprueba.
―Qué farsa.
―Verdaderamente. ¿Tú qué tal?
―El Informe de Tom―. Ella suspiró. ―Se supone que debo
enviárselo mañana y hay una sección que simplemente no hago. . .
― Suspiró de nuevo. ―Estoy volviendo a ejecutar algunos análisis, solo
para asegurarme de que todo esté perfecto, pero el equipo con el que
estoy trabajando no lo es exactamente. . . ugh
― ¿Le has dicho a Aysegul?
Aysegul, había dicho. Naturalmente. Porque Adam era un colega de
la Dra. Aslan, no su graduado, y tenía sentido que pensara en ella como
Aysegul. No era la primera vez que la llamaba así; Ni siquiera era la
primera vez que Olive se había dado cuenta. Era difícil de aceptar,
cuando estaban sentados solos y hablando en voz baja, que Adam era
profesor y Olive no lo era. Mundos aparte, de verdad.
―Lo hice, pero no hay dinero para conseguir algo mejor. Ella es una
gran mentora, pero. . . el año pasado, su esposo se enfermó y ella decidió
jubilarse temprano, y a veces siento que ha dejado de preocuparse
―. Olive se frotó la sien. Podía sentir un dolor de cabeza acercándose y
tenía una larga noche por delante. ― ¿Vas a decirle que te lo dije?
―Por supuesto.
Ella gimió.
―No lo hagas.
―También podría contarle sobre los besos con los que has estado
extorsionándome, y el plan de citas falsas en el que me atrapaste, y sobre
todo sobre el protector solar.
―Oh Dios. ― Olive escondió su rostro en sus rodillas, levantando los
brazos para envolver su cabeza. ―Dios. El protector solar.
―Sí. ― Su voz sonaba apagada desde aquí abajo. ―Sí, eso fue. . .
― ¿Incómodo? ― ofreció, sentándose con la espalda recta con una
mueca. Adam estaba mirando hacia otro lado. Probablemente se lo
estaba imaginando, la forma en que él se sonrojaba.
Se aclaró la garganta.
―Entre otras cosas.
―Sí. ― También habían sido otras cosas. Un montón de cosas que no
iba a mencionar, porque sus otras cosas seguro que no eran las él. Las
cosas de él eran probablemente terribles y angustiosas e
invasivas. Mientras que las de ella. . .
― ¿Va el protector solar en la queja del Título IX?
Su boca se crispó.
―Justo en la primera página. Aplicación de bloqueador solar no
consensuada.
―Oh vamos. Te salvé del carcinoma de células basales.
―Manoseado bajo el pretexto de SPF.
Ella le dio un manotazo con su Twix, y él se agachó un poco para
evitarla, divertido.
―Hey, ¿quieres la mitad de esto? Ya que planeo comer lo que queda
de tus papas fritas.
―No.
― ¿Estás seguro?
―No soporto el chocolate.
Olive lo miró fijamente, sacudiendo la cabeza con incredulidad.
―Lo harías, ¿no? Odias todo lo que es delicioso, encantador y
reconfortante.
―El chocolate es asqueroso.
―Lo único que quieres es vivir en tu mundo oscuro y amargo hecho
de café negro y bagels simples con queso crema simple. Y
ocasionalmente papas de sal y vinagre.
―Claramente son tus Papas favoritas.
―No es la cuestión.
―... y me siento halagado de que hayas memorizado mis órdenes.
―Ayuda que siempre sean iguales
―Al menos nunca he pedido algo llamado Frappuccino de unicornio.
―Eso fue tan bueno. Sabía a arcoíris.
― ¿Te gusta el azúcar y el colorante para alimentos?
―Mis dos cosas favoritas del universo. Gracias por comprarlo para
mí, y…
Esta semana había sido un buen regalo de miércoles de citas falsas, a
pesar de que Olive había estado tan ocupada con el informe de Tom que
no había podido intercambiar más de un par de palabras con Adam. Lo
cual, tenía que admitir, había sido un poco decepcionante.
― ¿Dónde está Tom, por cierto, mientras tú y yo esclavizamos nuestra
noche de viernes?
―Fuera. En una cita, creo.
― ¿En una cita? ¿Su novia vive aquí?
―Tom tiene muchas novias. En muchos lugares.
― ¿Pero alguna de ellas de mentira? ― Ella le sonrió y se dio cuenta
de que él estaba tentado a devolverle la sonrisa. —Entonces, ¿quieres
medio dólar? ¿Por las patatas fritas?
―Quédatelo.
―Excelente. Porque es aproximadamente un tercio de mi salario
mensual.
De hecho, se las arregló para hacerlo reír y, no solo transformó su
rostro, cambió todo el espacio que habitaban. Olive tuvo que convencer
a sus pulmones de que no dejaran de funcionar, de que siguieran
tomando oxígeno, y de que sus ojos no se perdieran en las pequeñas
arrugas de las comisuras de los ojos, los hoyuelos en el centro de sus
mejillas.
―Me alegra saber que los estipendios de los estudiantes de posgrado
no han aumentado desde que yo era uno.
― ¿También solías vivir de ramen instantáneo y plátanos durante tu
doctorado?
―No me gustan los plátanos, pero recuerdo haber comido muchas
manzanas.
―Las
manzanas
son
caras,
derroche
fiscalmente
irresponsable―. Inclinó la cabeza y se preguntó si estaba bien preguntar
la única cosa que se moría por saber. Se dijo a sí misma que
probablemente era inapropiado, y luego lo hizo de todos modos. ―
¿Cuántos años tienes?
―Treinta y cuatro.
―Oh. Guau. ― Ella había pensado que era más joven. O más viejo, tal
vez. Ella había pensado que existía en una dimensión sin edad. Fue tan
extraño escuchar un número. Tener un año de nacimiento, casi una
década antes que la de ella. ―Tengo veintiséis.
Olive no estaba segura de por qué ofreció la información, ya que él no
la había preguntado.
―Es extraño pensar que tú también eras estudiante.
― ¿Lo es?
―Sí. ¿También eras así como estudiante?
― ¿Así?
―Ya sabes. ― Ella lo miró con los ojos parpadeando. ―Antagonista
e inaccesible.
Él la fulminó con la mirada, pero ella estaba empezando a no tomarse
eso demasiado en serio.
―De hecho, podría haber sido peor.
―Apuesto a que sí― Hubo un breve y cómodo silencio mientras se
sentaba y comenzaba a hacer frente a su bolsa de patatas fritas. Era todo
lo que siempre había querido de un bocadillo en una máquina
expendedora. ―Entonces, ¿mejora?
― ¿El qué?
―Esto― Hizo un gesto incoherente a su alrededor. ―La
Academia. ¿Mejora después de la escuela de posgrado? ¿Una vez que
tenga la titularidad?
―No. Dios no. ― Parecía tan horrorizado por la suposición que ella
tuvo que reír.
― ¿Por qué te quedas, entonces?
―No está claro. ― Hubo un destello de algo en sus ojos que Olive no
pudo interpretar del todo, pero ... nada sorprendente en eso. Había
muchas cosas sobre Adam Carlsen que ella no sabía. Era un imbécil,
pero con profundidades inesperadas. ―Probablemente hay un
elemento de falacia de las perdidas irrecuperables: es difícil alejarse
cuando se ha invertido tanto tiempo y energía. Pero la ciencia hace que
valga la pena. Cuando funciona, al menos.
Ella tarareó, considerando sus palabras, y recordó al tipo en el
baño. Había dicho que la academia costaba mucho dinero por un
pequeño beneficio, y que se necesitaba una buena razón para
quedarse. Olive se preguntó dónde estaría ahora. Si hubiera logrado
graduarse. Si supiera que había ayudado a alguien a tomar una de las
decisiones más difíciles de su vida. Si tuviera alguna idea de que había
una chica, en algún lugar del mundo, que pensaba en su encuentro
aleatorio sorprendentemente a menudo. Dudoso.
―Sé que se supone que la escuela de posgrado es miserable para
todos, pero es deprimente ver a profesores titulares aquí un viernes por
la noche, en lugar de, no sé, mirar Netflix en la cama o cenar con tu
novia.
―Pensé que eras mi novia.
Olive le sonrió.
―No exactamente.
Pero, ya que estamos en el tema: ¿por qué exactamente no tienes
una? Porque se me hace cada vez más difícil darme cuenta de eso. Excepto que
tal vez simplemente no quieras una. Tal vez solo quieras estar solo, como todo
lo que sugiere tu comportamiento, y aquí estoy, molestándote como una
mierda. Debería guardar mis papas fritas, mis dulces y volver a mis estúpidas
muestras de proteínas, pero por alguna razón me siento tan cómoda contigo. Y
me atraes, aunque no sé por qué.
― ¿Planeas quedarte en la academia? ― preguntó. ―Después de
graduarte.
―Sí. Quizás. No.
Sonrió y Olive se rió.
―Estoy indecisa.
―Claro.
―Es solo. . . que hay otras cosas que me encantan. Estar en el
laboratorio, investigar. Tener ideas de estudio, siento que estoy
haciendo algo significativo. Pero si sigo el camino académico, también
tendré que hacer muchas otras cosas que simplemente. . . ― Ella sacudió
su cabeza.
― ¿Otras cosas?
―Sí. Las relaciones públicas, sobre todo. Escribir subvenciones y
convencer a la gente de que financie mi investigación. Una red de datos,
que es un tipo especial de infierno. Hablar en público o incluso en
situaciones individuales en las que tengo que impresionar a la gente. Eso
es lo peor, en realidad. Lo odio tanto, mi cabeza explota y me congelo y
todos me miran listos para juzgarme y mi lengua se paraliza y empiezo
a desear estar muerta y luego que el mundo estuviera muerto y ... —Ella
notó su sonrisa y le dio una mueca de disgusto. ―Entiendes la esencia.
―Hay cosas que puedes hacer al respecto, si quieres. Solo se necesita
práctica. Asegurándose
de
que
tus
pensamientos
estén
organizados. Cosas como esas.
―Lo sé. Y trato de hacer eso, lo hice antes de mi reunión con Tom. Y
todavía tartamudeaba como una idiota cuando me hizo una pregunta
simple ―. Y luego me ayudaste, ordenaste mis pensamientos y salvaste mi
trasero, sin siquiera quererlo. ―No sé. Tal vez mi cerebro esté roto.
Sacudió la cabeza.
―Lo hiciste muy bien durante esa reunión con Tom, especialmente
considerando que te obligaron a que tu novio falso se sentara a tu
lado―. Ella no señaló que su presencia en realidad había mejorado las
cosas. ―Tom ciertamente parecía impresionado, lo cual no es poca
cosa. Y si alguien la cagó, definitivamente fue él. Lamento que haya
hecho eso, por cierto.
― ¿Hacer qué?
―Obligarte a hablar sobre tu vida personal.
―Oh. ― Olive miró hacia otro lado, hacia el resplandor azul de la
máquina expendedora. ―Está bien. Ha pasado un tiempo.
Se
sorprendió
al
oírse
continuar. Sentirse queriendo continuar.
a
sí
misma
―Desde la secundaria, de verdad.
―Eso es . . . joven. ― Había algo en su tono, tal vez la uniformidad,
tal vez la falta de simpatía abierta, que ella encontraba reconfortante.
―Yo tenía quince años. Un día mi mamá y yo estuvimos allí,
solo. . . Ni siquiera lo sé. Navegando en Kayak. Pensando en tener un
gato. Discutiendo sobre la forma en que amontonaba cosas encima del
bote de basura cuando estaba desbordado y no quería sacarla. Y lo
siguiente que supe es que tenía su diagnóstico, y tres semanas después
ya había… —No podía decirlo. Sus labios, sus cuerdas vocales, su
corazón, simplemente no formaban las palabras. Entonces ella se los
tragó. ―El sistema de bienestar infantil no sabía adónde enviarme hasta
que cumplí la mayoría de edad.
― ¿Tu papá?
Ella sacudió su cabeza.
―Nunca en la foto. Es un idiota, según mi mamá ―. Ella rió
suavemente. ―El gen que nunca saca la basura claramente proviene de
su lado de la familia. Y mis abuelos habían muerto cuando yo era una
niña, porque aparentemente eso es lo que hace la gente a mi alrededor.
Trató de decirlo en broma, realmente lo intentó. Para no sonar
amargada. Ella pensó que incluso lo había logrado.
―Sólo estaba . . . sola.
― ¿Qué hiciste?
―Hogar adoptivo hasta los dieciséis, luego me emancipaba―. Ella se
encogió de hombros, con la esperanza de borrar el recuerdo. ―Si tan
solo lo hubieran detectado antes, incluso por unos pocos meses, tal vez
ella estaría aquí. Quizás la cirugía y la quimioterapia hubieran hecho
algo. Y yo . . . Siempre fui buena en las cosas científicas, así que pensé
que lo mínimo que podía hacer era. . .
Adam buscó en sus bolsillos por unos momentos y le tendió una
servilleta de papel arrugada. Olive lo miró, confundida, hasta que se dio
cuenta de que sus mejillas de alguna manera se habían mojado.
Oh.
―Adam, ¿me ofreciste un pañuelo usado?
―Yo . . . quizás. ― Apretó los labios. ―Entré en pánico.
Ella se rió entre dientes, aceptando su burdo pañuelo y usándolo para
sonarse la nariz. Después de todo, se habían besado dos veces. ¿Por qué
no compartir un poco de mocos?
―Lo siento. Normalmente no soy así.
― ¿Así cómo?
―Llorona. Yo . . . No debería hablar de esto.
― ¿Por qué?
―Por qué. ― Era difícil de explicar, la mezcla de dolor y afecto que
siempre resurgía cuando hablaba de su madre. Era la razón por la que
casi nunca lo hacía y la razón por la que odiaba tanto el cáncer. No solo
le había robado a la persona que más amaba, sino que también había
convertido los recuerdos más felices de su vida en algo agridulce. ―Me
hace llorar.
Él sonrió.
—Olive, puedes hablar de ello. Y deberías permitirte llorar.
Tenía la sensación de que realmente lo decía en serio. Que podría
haber hablado de su madre todo el tiempo que quisiera, y él habría
escuchado atentamente cada segundo. Sin embargo, no estaba segura de
estar preparada para ello. Entonces ella se encogió de hombros,
cambiando de tema.
―De todos modos, ahora aquí estoy. Me encanta el trabajo de
laboratorio y apenas me ocupo del resto: resúmenes, conferencias, red
de dato. Enseñando. Subvenciones rechazadas ―. Olive hizo un gesto
en dirección a Adam. ―Propuestas de tesis fallidas.
― ¿Tu compañero de laboratorio todavía te lo haciendo pasar mal?
Olive agitó la mano con desdén.
―No soy su persona favorita, pero está bien. Lo superará ―. Ella se
mordió el labio. —Siento lo de la otra noche. Fui grosera. Tienes todo el
derecho a estar enojado.
Adam negó con la cabeza.
―Está bien. Entiendo de dónde venías.
―Entiendo lo que estás diciendo. Sobre no querer formar una nueva
generación de científicos millennials de mierda.
―No creo haber usado nunca la expresión científicos millennials de
mierda.
―Pero para tu información, sigo pensando que no necesitas ser tan
duro cuando das comentarios. Comprendemos la esencia de lo que estás
diciendo, incluso si da las críticas más amablemente.
La miró durante mucho tiempo. Luego asintió, una vez.
―Tomo nota.
― ¿Entonces vas a ser menos duro?
―Improbable.
Ella suspiró.
―Sabes, cuando no tenga más amigos y todos me odien por este
asunto de las citas falsas, me sentiré súper sola y tendrás que pasar el
rato conmigo todos los días. Te molestaré todo el tiempo. ¿Realmente
vale la pena ser malo con todos los graduados del programa?
―Absolutamente.
Suspiró de nuevo, esta vez con una sonrisa, y dejó que un lado de la
cabeza descansara sobre su hombro. Podría haber sido un poco atrevido,
pero se sintió natural, tal vez porque parecían tener una habilidad
especial para meterse en situaciones que requerían PDA36 de algún tipo,
tal vez por todo lo que habían estado hablando, tal vez por la hora de la
noche. Adam. . . bueno, no actuó como si le importara. Él estaba allí,
tranquilo, relajado, cálido y sólido a través del algodón de su camisa
negra debajo de su sien. Pasó mucho tiempo antes de que rompiera el
silencio.
―No lamento pedirle a Greg que revise su propuesta. Pero lamento
haber creado una situación que lo llevó a desquitarse contigo. Que
mientras esto continúe, podría volver a suceder.
―Bueno, lamento los mensajes de texto que envié―, dijo de nuevo.
— Y estás bien. Incluso si eres antagónico e inaccesible.
36
Asistente Digital Personal
―Es bueno escucharlo
―Debería volver al laboratorio―. Se sentó, una mano se acercó a
masajear la base de su cuello. ―Mi desastroso blotting37 no se va a
arreglar por sí solo.
Adam parpadeó y había un brillo en sus ojos, como si no hubiera
pensado que ella se iría tan pronto. Como si le hubiera gustado que ella
se quedara.
― ¿Por qué desastroso?
Ella gimió.
―Es solo. . .
Cogió su teléfono y pulsó el botón de inicio, mostrando una foto de
su análisis.
― ¿Ves? ― Señaló la proteína objetivo. — Esto ... no debería. . .
Asintió pensativo.
— Segura de que la muestra inicial era buena? ¿Y el gel?
―Sí, no líquido ni seco.
―Parece que el anticuerpo podría ser el problema.
Ella lo miró.
― ¿Eso crees?
―Sí. Verificaría la dilución y el tampón. Si no es así, también podría
ser un anticuerpo secundario inestable. Ven a mi laboratorio si aún no
funciona; puedes pedir prestado el nuestro. Lo mismo ocurre con otros
equipos o suministros. Si necesitas algo, pregúntale a mi gerente de
laboratorio.
37
Técnica que permite identificar la presencia de una banda concreta en un gel de electroforesis
―Oh wow. Gracias. ― Ella sonrió. ―Ahora lamento un poco no
poder tenerte en mi comité de disertación. Quizás los rumores de tu
crueldad hayan sido muy exagerados.
Su boca se crispó.
― ¿Quizás solo sacas lo mejor de mí?
Ella sonrió.
— Tal vez debería quedarme. ¿Solo, ya sabes, para salvar al
departamento de tus terribles estados de ánimo?
Echó un vistazo a la imagen de la electrotransferrncia38 fallida que
tenía en la mano.
―Bueno, no parece que te vayas a graduar pronto.
Ella medio rió, medio jadeó.
―Ay Dios mío. ¿Acabas de…?
―Objetivamente…
―Esto es lo más rudo y mezquino…― Ella se estaba
riendo. Sosteniendo su estómago mientras agitaba su dedo hacia él.
—Basándome en tu blotting…
― Que alguien podría decir alguna vez a un estudiante de
Doctorado. Jamás…
―Creo que puedo encontrar cosas más malas. Si realmente me lo
propongo.
―Hemos terminado―. Deseó no estar sonriendo. Entonces tal vez la
tomaría en serio en lugar de simplemente mirarla con esa expresión
paciente y divertida. ―Seriamente. Fue bueno mientras duro.
Ella hizo ademán de levantarse y marcharse indignada, pero él agarró
la manga de su camisa y tiró suavemente de ella hasta que ella se sentó
38
Técnica analítica usada en biología celular y molecular para identificar proteínas
de nuevo, junto a él en el estrecho sofá, tal vez incluso un poco más cerca
que antes. El continuó mirándola, pero él la miró con suavidad,
claramente imperturbable.
―No tiene nada de malo tomarse más de cinco años para
graduarse―, ofreció en tono conciliador.
Olive resopló.
―Solo quieres que me quede para siempre. Hasta que tenga el caso
de Título IX más grande, gordo y sólido que jamás haya existido.
―Ese fue mi plan desde el principio, de hecho. La única razón por la
que te besé de la nada.
―Cállate. ― Ella hundió la barbilla en el pecho, mordiéndose el labio
y esperando que él no la notara sonriendo como la idiota que era. ―
¿Oye, puedo preguntarte algo?
Adam la miró expectante, como parecía hacerlo muchas veces
últimamente, así que ella continuó, su tono más suave y tranquilo.
― ¿Por qué estás haciendo esto realmente?
― ¿Haciendo qué?
―Las citas falsas. Entiendo que quieras parecer que no tienes riesgo
de
fuga,
pero. . . ¿Por
qué realmente no
estás saliendo
con
alguien? Quiero decir, no eres tan malo.
―Grandes elogios.
―No, vamos, lo que quise decir fue. . . Basándome en tu
comportamiento de citas falsas, estoy segura de que muchas
mujeres. . . bueno, a algunas mujeres les encantaría tener una cita real
contigo ―. Se mordió el labio de nuevo, jugando con el agujero que se
abría en la rodilla de sus jeans. ―Somos amigos. No lo éramos cuando
empezamos, pero lo somos ahora. Puedes decírmelo.
― ¿Lo somos?
Ella asintió. Si. Sí somos. Vamos.
―Bueno, acabas de romper uno de los principios sagrados de las
amistades académicas al mencionar mi cronograma de graduación. Pero
te perdonaré si me dices si esto es realmente mejor para ti que. . . ya
sabes, conseguir una novia de verdad.
―Lo es.
― ¿De verdad?
―Sí. ― Parecía honesto. Fue honesto. Adam
mentiroso; Olive apostaría su vida por ello.
no
era
un
―Pero ¿Por qué? ¿Disfrutas de las caricias mediadas por el protector
solar? ¿Y la oportunidad de donar cientos de dólares al Starbucks del
campus?
Él sonrió levemente. Y luego dejó de sonreír. Sin mirarla tampoco,
sino en algún lugar en la dirección del envoltorio de plástico arrugado
que había arrojado sobre la mesa hacía unos minutos.
El tragó. Podía ver su mandíbula trabajar.
―Olive. ― Tomó un respiro profundo. ―Deberías saber que…
― ¡Ay Dios mío!
Ambos se sobresaltaron, Olive considerablemente más que Adam, y
se volvieron hacia la entrada. Jeremy se quedó allí, con una mano
aferrándose dramáticamente el esternón.
―Ustedes me asustaron muchísimo. ¿Qué hacen sentados en la
oscuridad?
¿Qué estás haciendo tú aquí? Olive pensó con desgana.
―Sólo charlando―, dijo. Aunque no parecía una buena descripción
de lo que estaba pasando. Y, sin embargo, no podía precisar por qué.
―Me asustaste―, repitió Jeremy una vez más. ― ¿Estás trabajando
en tu informe, Ol?
―Sí. ― Lanzó una rápida mirada a Adam, que estaba inmóvil e
inexpresivo a su lado. ―Solo estoy tomando un breve descanso. De
hecho, estaba a punto de volver.
―Oh, genial. Yo también. ― Jeremy sonrió, señalando en dirección a
su laboratorio. ―Necesito ir a aislar un montón de moscas vírgenes de
la fruta. Antes de que ya no sean vírgenes, ¿sabes? ― Movió las cejas y
Olive tuvo que forzar una pequeña risa poco convincente. Por lo
general, disfrutaba de su sentido del humor. Generalmente. Ahora ella
solo deseaba. . . No estaba segura de lo que deseaba. ― ¿Vienes con, Ol?
No, estoy bien aquí, de hecho.
―Seguro. ― A regañadientes, se puso de pie. Adam hizo lo mismo,
recogiendo sus envoltorios y su botella vacía y clasificándolos en los
contenedores de reciclaje.
―Que tenga una buena noche, Dr. Carlsen―, dijo Jeremy desde la
entrada. Adam se limitó a asentir con la cabeza, un toque seco. Sus ojos
eran una vez más imposible de descifrar.
Supongo que eso es todo, pensó. De dónde había venido el peso en su
pecho, no tenía ni idea. Probablemente solo estaba cansada. Había
comido demasiado o no lo suficiente.
—Nos vemos, Adam. ¿Verdad? ― murmuró antes de que él pudiera
dirigirse a la entrada y salir de la habitación. Su voz era lo
suficientemente baja como para que Jeremy no pudiera haberla
escuchado. Quizás Adam tampoco. Excepto que se detuvo un
momento. Y luego, cuando pasó junto a ella, tuvo la impresión de que
sus nudillos rozaban el dorso de su mano.
—Buenas noches, Olive.
HIPÓTESIS:
Cuanto más mencione un archivo adjunto en
un correo electrónico, es menos probable que incluya dicho
archivo adjunto.
SÁBADO, 6:34 pm
DE: Olive-Smith@stanford.edu
PARA: Tom-Benton@harvard.edu
ASUNTO: Re: Informe sobre el estudio del cáncer de
páncreas.
Hola Tom,
Aquí está el informe que solicitó, con una descripción
detallada de lo que he hecho hasta ahora, así como mis
pensamientos sobre las direcciones futuras y los recursos que
necesitaré para ampliar. ¡Estoy emocionada de escuchar tus
pensamientos sobre mi trabajo!
Atentamente,
Olive
SÁBADO, 6:35 pm
DE: Olive-Smith@stanford.edu
PARA: Tom-Benton@harvard.edu
ASUNTO: Re: Informe sobre el estudio del cáncer de
páncreas
Hola Tom,
Vaya, olvidé el archivo adjunto.
Atentamente,
Olive
Hoy, 3:20 pm
DE: Tom-Benton@harvard.edu
PARA: Olive-Smith@stanford.edu
ASUNTO: Re: Informe sobre el estudio del cáncer de
páncreas.
Olive,
Terminé de leer el informe. ¿Crees que podrías venir a la
casa de Adam para charlar sobre ello? ¿Quizás mañana por la
mañana (martes) a las nueve? Adam y yo partiremos hacia
Boston el miércoles por la tarde.
TB
El corazón de Olive latía más rápido, ya fuera por la idea de estar en
la casa de Adam o por la idea de recibir una respuesta de Tom, no estaba
segura. Inmediatamente le envió un mensaje de texto a Adam.
Olive: Tom me acaba de invitar a tu casa para hablar sobre
el informe que le envié. ¿Estaría bien si llego?
Adam: Por supuesto. ¿Cuándo?
Olive: Mañana a las 9 am ¿Estarás en casa?
Adam: Probablemente. No hay carriles para bicicletas hacia
mi casa. ¿Necesitas que te lleven? Puedo recogerte.
Ella se lo pensó unos momentos y decidió que le gustaba
demasiado la idea.
Olive: Mi compañero de cuarto puede llevarme, pero
gracias por la oferta.
MALCOLM LA DEJÓ frente a una hermosa casa colonial española
con paredes de estuco y ventanas arqueadas y se negó a retroceder en el
camino de entrada hasta que Olive accedió a deslizar una lata de gas
pimienta en la mochila. Caminó por el camino de ladrillos hasta la
entrada, maravillándose del verde del patio y del acogedor ambiente del
porche. Estaba a punto de tocar el timbre cuando escuchó su nombre.
Adam estaba detrás de ella, bañado en sudor y claramente acababa de
regresar de su carrera matutina. Llevaba gafas de sol, pantalones cortos
y una camiseta de Princeton Undergrad Mathletes que se le pegaba al
pecho. Fuera del conjunto, los únicos artículos que no eran negros eran
los AirPods en sus oídos, asomándose a través de las ondas húmedas de
su cabello. Sintió que sus mejillas se curvaban en una sonrisa, tratando
de imaginar lo que estaba escuchando. Probablemente Coil o
Kraftwerk. The Velvet Underground. Una charla de TED39 sobre
paisajismo con uso eficiente del agua. Ruidos de ballenas.
Ella habría dado una gran parte de su salario a cambio de cinco
minutos a solas con el teléfono de él, solo para travesear su lista de
reproducción. Agregar a Taylor Swift, Beyonce, tal vez algo de
Ariana. Ampliar sus horizontes. No podía ver sus ojos detrás de los
lentes oscuros, pero no necesitaba hacerlo. Su boca se curvó tan pronto
como la notó, su sonrisa leve pero definitivamente allí.
― ¿Estás bien? ― preguntó.
Olive se dio cuenta de que había estado mirando.
―Um, sí. Perdón. ¿Y tú?
Él asintió.
― ¿Encontraste sin problema la casa?
―Sí. Estaba a punto de llamar.
―No hay necesidad. ― Pasó junto a ella y le abrió la puerta,
esperando hasta que ella entrara para cerrarla después de ellos. Ella
captó una bocanada de su olor, sudor y jabón y algo oscuro, bueno, y se
preguntó de nuevo lo familiar que se había vuelto para ella. ―Tom
probablemente está por acá.
La casa de Adam era luminosa, espaciosa y amueblada con sencillez.
― ¿No hay animales disecados? ― preguntó en voz baja.
Claramente estaba a punto de molestarla cuando encontraron a Tom
en la cocina, escribiendo en la computadora portátil. Él la miró y sonrió,
lo cual, esperaba, era una buena señal.
―Gracias por venir, Olive. No estaba seguro de tener tiempo para ir
al campus antes de irme. Siéntate, por favor. ― Adam desapareció de la
habitación, probablemente para ducharse, y Olive sintió que su corazón
se aceleraba. Tom había tomado su decisión. Su destino se definiría en
los próximos minutos.
― ¿Puedes aclararme un par de cosas? ― preguntó, girando su
computadora portátil hacia ella y señalando una de las figuras que ella
39
Organización de conferencias sin ánimo de lucro estadounidense dedicada a las “Ideas dignas de difundir”.
le había enviado. ―Para asegurarme de que entiendo tus protocolos
correctamente.
Cuando Adam regresó veinte minutos más tarde, con el cabello
húmedo y con uno de sus diez millones de Henleys negros que eran sólo
un poco diferentes y, sin embargo, lograban ajustársele de la manera
más irritantemente perfecta, ella solo estaba terminando una explicación
de su análisis de ARN. Tom estaba tomando notas en su computadora
portátil.
―Cuando terminen, te puedo llevar de regreso al campus, Olive―,
ofreció Adam. ―De todos modos, necesito conducir.
―Hemos terminado―, dijo Tom, todavía escribiendo. ―Ella es toda
tuya.
Oh. Olive asintió y se puso de pie con cautela. Tom aún no le había
dado una respuesta. Le había hecho muchas preguntas interesantes e
inteligentes sobre su proyecto, pero no le había dicho si quería trabajar
con ella el próximo año. ¿Significaba que la respuesta era un no, pero
que prefería no comunicárselo a Olive en la casa de su novio? ¿Y si
nunca hubiera pensado realmente que valía la pena financiar su
trabajo? ¿Y si lo hubiera estado fingiendo porque Adam era su
amigo? Adam había dicho que Tom no era así, pero ¿y si se había
equivocado y ahora ...?
― ¿Estás lista para irnos? ― Preguntó Adam. Agarró su mochila,
tratando de recomponerse. Ella estaba bien. Todo estaba bien. Podría
llorar por ello más tarde.
―Seguro. ― Se balanceó una vez sobre sus talones, dándole a Tom
una última mirada. Lamentablemente, parecía fascinado con su
computadora portátil. ―Adiós, Tom. Fue un placer conocerte. Ten un
viaje seguro a casa.
―Igualmente, ― dijo, sin siquiera mirarla. ―Tuvimos una
conversación muy interesante.
―Sí. ― Debió haber sido la sección sobre pronósticos basados en el
genoma, pensó, siguiendo a Adam fuera de la habitación. Había
sospechado que era demasiado enclenque, pero había sido estúpida y
envió el informe de todos modos. Estúpida, estúpida, estúpida. Debería
haberlo reforzado. Lo más importante ahora era evitar llorar hasta que
estuviera ...
―Y, Olive―, agregó Tom.
Se detuvo debajo del marco de la puerta y lo miró.
― ¿Sí?
―Te veré el año que viene en Harvard, ¿verdad? ― Su mirada
finalmente se deslizó hacia arriba para encontrarse con la de
ella. ―Tengo el banco perfecto reservado para ti.
Su corazón detonó. Estalló absolutamente de alegría en su pecho, y
Olive sintió una violenta ola de felicidad, orgullo y alivio
invadiéndola. Fácilmente podría haberla tirado al suelo, pero por algún
milagro de la biología se las arregló para mantenerse erguida y sonreír
a Tom.
―No puedo esperar―, dijo, con la voz llena de lágrimas de
felicidad. ―Muchas gracias.
Le dio un guiño y una última sonrisa, amable y alentadora. Olive
apenas logró esperar hasta que estuvo afuera para celebrar con el puño,
luego saltar un par de veces y luego volver a celebrar con el puño.
― ¿Has terminado? ― Preguntó Adam.
Se dio la vuelta, recordando que no estaba sola. Tenía los brazos
cruzados sobre el pecho, los dedos tamborileando contra sus
bíceps. Había una expresión indulgente en sus ojos, y ella debería
haberse sentido avergonzada, pero no pudo evitarlo. Olive se arrojó
sobre él y abrazó su torso con tanta fuerza como pudo. Cerró los ojos
cuando, después de unos segundos de vacilación, él la rodeó con sus
brazos.
―Felicidades―, susurró suavemente contra su cabello. Así, Olive
estaba al borde de las lágrimas de nuevo.
Una vez que estuvieron en el auto de Adam; un Prius, para sorpresa
de nadie exactamente; y conduciendo hacia el campus, se sintió tan feliz
que no podía quedarse callada.
―Él me llevará. Dijo que me llevaría.
―Sería un idiota si no lo hiciera―. Adam sonreía
suavemente. ―Sabía que lo haría.
― ¿Te lo había dicho? ― Sus ojos se agrandaron. ―Lo sabías, y ni
siquiera me dijiste ...
―No lo había hecho. No hemos hablado de ti.
― ¿Oh? ― Ella inclinó la cabeza y se dio la vuelta en el asiento del
automóvil para mirarlo mejor. ― ¿Por qué?
―Acuerdo tácito. Podría ser un conflicto de intereses.
― De acuerdo ―. Correcto. Tenía sentido. Amigo cercano y
novia. Novia falsa, en realidad.
― ¿Puedo preguntarte algo?
Ella asintió.
―Hay muchos laboratorios de cáncer en los Estados Unidos. ¿Por qué
elegiste el de Tom?
―Bueno, en cierto modo no lo hice. Envié un correo electrónico a
varias personas, dos de las cuales están en la Universidad de California
en San Francisco, que está mucho más cerca que Boston. Pero Tom fue
el único que respondió ―. Apoyó la cabeza contra el asiento. Se le
ocurrió por primera vez que iba a tener que dejar su vida por un año
entero. Su apartamento con Malcolm, las noches que pasaba con
Anh. Adam, incluso. Ella inmediatamente apartó el pensamiento, no
estaba lista para analizarlo. ―Por cierto, ¿por qué los profesores nunca
responden los correos electrónicos de los estudiantes?
―Porque obtenemos aproximadamente doscientos por día, y la
mayoría de ellos son iteraciones de ¿por qué tengo una C menos? ― Se
quedó callado por un momento. ―Mi consejo para el futuro es que sea
tu asesor el que haga la comunicación, en lugar de hacerlo tú misma.
Ella asintió y guardó la información.
―Sin embargo, me alegro de que Harvard haya funcionado. Va a ser
increíble. Tom es un gran nombre y la cantidad de trabajo que puedo
hacer en su laboratorio es ilimitado. Realizaré estudios veinticuatro
siete, y si los resultados son los que creo que serán, podré publicarlos en
revistas de alto impacto y probablemente iniciar un ensayo clínico en
unos pocos años ―. Se sentía muy entusiasmada con la perspectiva. ―
¡Oye, tú y yo tenemos un colaborador en común, además de ser
excelentes socios de citas falsas! ― Se le ocurrió una idea. ― ¿De qué se
trata la gran subvención tuya y de Tom, de todos modos?
―Modelos basados en células.
― ¿De verdad?
El asintió.
―Guau. Eso es genial.
―Es el proyecto más interesante en el que estoy trabajando,
seguro. También obtuve la subvención en el momento adecuado.
― ¿Qué quieres decir?
Se quedó en silencio por un momento mientras cambiaba de carril.
―Es diferente de mis otras subvenciones, principalmente por
cuestiones genéticas. Lo cual es interesante, no me malinterpretes, pero
después de diez años investigando exactamente lo mismo, estaba en una
rutina.
―Te refieres a . . . ¿aburrido?
―Terriblemente. Consideré brevemente entrar en la industria.
Olive jadeó. El cambio de la academia a la industria se consideraba la
máxima traición.
―No te preocupes. ― Adam sonrió. ―Tom salvó el día. Cuando le
dije que ya no me gustaba la investigación, hicimos una lluvia de ideas
sobre nuevas direcciones, encontramos algo que nos entusiasmaba a los
dos y redactamos la subvención.
Olive sintió una repentina oleada de gratitud hacia Tom. No solo iba
a rescatar su proyecto, sino que él era la razón por la que Adam todavía
estaba por ahí. La razón por la que había tenido la oportunidad de
conocerlo.
―Debe ser agradable volver a estar entusiasmado con el trabajo.
―Lo es. La academia te quita mucho y te devuelve muy poco. Es
difícil quedarse sin una buena razón para hacerlo.
Ella asintió distraídamente, pensando que las palabras le sonaban
familiares. No solo el contenido, sino también la trasmisión. Sin
embargo, no era de extrañar: era exactamente lo que le había dicho El
Chico del baño hacía tantos años. La academia cuesta mucho dinero por muy
poco a cambio. Lo que importa es si tu razón para estar en el mundo académico
es suficientemente buena.
De repente, algo hizo clic en su cerebro.
La voz profunda. El cabello oscuro borroso. La forma nítida y precisa
de hablar. ¿Podrían ser El Chico del baño y Adam …?
No. Imposible. El Chico era un estudiante, aunque, ¿lo había dicho
explícitamente? No. No, lo que había dicho era Este es el baño de mi
laboratorio y que había estado allí durante seis años, y no había
respondido cuando ella le preguntó sobre el cronograma de su tesis y …
Imposible. Improbable. Inconcebible.
Como todo lo demás sobre Adam y Olive.
Oh
Dios. ¿Y
si realmente se
hubieran conocido
hace
años? Probablemente
no
lo
recordaba,
de
todos
modos. Seguramente. Olive no había sido nadie. Todavía no era
nadie. Pensó en preguntarle, pero ¿por qué? No tenía idea de que una
conversación de cinco minutos con él había sido el empujón exacto que
necesitaba Olive. Que había pensado en él durante años.
Olive recordó las últimas palabras que le dirigió: tal vez te vea el año
que viene, y oh, si tan solo lo hubiera sabido. Sintió una oleada de algo
cálido y suave en la parte blanda de sí misma que guardaba con mucho
cuidado. Miró a Adam y se hinchó aún más, incluso más fuerte, incluso
más caliente.
Tú, pensó. Tú. Tú eres lo más...
Lo peor…
Lo mejor…
Olive se rió, sacudiendo la cabeza.
― ¿Qué? ― preguntó, perplejo.
―Nada. ― Ella le sonrió. ―Nada. Oye, ¿sabes qué? Tú y yo
deberíamos ir a tomar un café. Celebrar.
― ¿Celebrar qué?
― ¡Todo! Tu subvención. Mi año en Harvard. Lo bien que van
nuestras citas falsas.
Probablemente era injusto de su parte preguntar, ya que no estaban
para tomar un café de citas falsas hasta mañana. Pero el miércoles
anterior había durado solo unos pocos minutos, y desde el viernes por
la noche, hubo unas treinta veces en las que Olive tuvo que quitarse el
teléfono por la fuerza de sus manos para evitar enviarle mensajes de
texto con cosas que posiblemente no le importaban. No necesitaba saber
que tenía razón y que el problema con su mancha de Western había sido
el anticuerpo. No había forma de que él le hubiera respondido el sábado
a las 10:00 pm, cuando ella se moría por saber si él estaba en su oficina,
y le hubiera enviado ese, Oye, ¿qué estás haciendo?, mensaje que había
escrito y eliminado dos veces. Y se alegraba de haber terminado
acobardando de reenviarle ese artículo de Onion sobre consejos para
protegerse del sol.
Probablemente era injusto por su parte preguntar y, sin embargo, hoy
era un día trascendental y se encontró con ganas de celebrar. Con él.
Se mordió el interior de la mejilla, pensativa.
― ¿Sería realmente café o té de manzanilla?
―Depende. ¿Te pondrás de mal humor conmigo?
―Lo haré si consumes cosas de calabaza.
Ella puso los ojos en blanco.
―No tienes gusto―. Su teléfono sonó con un recordatorio. ―Oh,
también deberíamos ir a Fluchella. Antes del café.
Una línea vertical apareció entre sus cejas.
―Tengo miedo de preguntar qué es eso.
—Fluchella —repitió Olive, aunque claramente no importaba, a
juzgar por la forma en que se profundizó la línea que dividía su
frente. ―Vacunación masiva contra la influenza para profesores,
personal y estudiantes. Sin costo.
Adam hizo una mueca.
― ¿Se llama Fluchella?
―Sí, como el festival. ¿Coachella?
Adam claramente no estaba familiarizado.
― ¿No recibes correos electrónicos de la universidad sobre este
tema? Ha habido al menos cinco.
―Tengo un gran filtro de correos no deseados.
Olive frunció el ceño.
― ¿También bloqueas los correos electrónicos de Stanford? Porque no
deberías. Podrías terminar filtrando mensajes importantes del
administrador y los estudiantes y…
Adam arqueó una ceja.
―Oh. Correcto.
No te rías. No te rías. No necesita saber cuánto te hace reír.
―Bueno, deberíamos ir a vacunarnos contra la gripe.
―Estoy bien.
― ¿Ya tienes una?
―No.
―Estoy bastante segura de que es obligatorio para todos.
La posición de los hombros de Adam transmitía claramente que, de
hecho, no era todo el mundo.
―Nunca me enfermo.
―Lo dudo.
―No deberías.
―Oye, la gripe es más grave de lo que piensas.
―No está tan mal.
―Lo es, especialmente para personas como tú.
― ¿Como yo?
―Sabes . . . personas de cierta edad.
Su boca se torció cuando entró en el estacionamiento del campus.
―Sabelotodo.
―Vamos. ― Ella se inclinó hacia adelante, tocando sus bíceps con el
dedo índice. Se habían tocado mucho en este punto. En público, y solos,
y una mezcla de ambos. No se sintió extraño. Se sentía bien y natural,
como cuando Olive estaba con Anh o Malcolm. ―Vamos juntos.
No se movió, estacionándose en paralelo en un lugar en el que Olive
habría necesitado unas dos horas de maniobras para encajar.
―No tengo tiempo.
―Acabas de aceptar ir a tomar un café. Debes tener algo de tiempo.
Terminó de aparcar en menos de un minuto y apretó los labios. Sin
responderle.
― ¿Por qué no quieres recibir la vacuna? ― Ella lo estudió con
sospecha. ― ¿Eres algún chico de antivacunas?
Oh, si las miradas pudieran matar.
―Está bien. ― Ella frunció el ceño. ― ¿Entonces por qué?
―No vale la pena la molestia―. ¿Estaba un poco inquieto? ¿Se estaba
mordiendo el interior del labio?
―Literalmente, lleva diez minutos―. Ella lo alcanzó, tirando de la
manga de su camisa. ―Llegas allí, escanean tu placa universitaria. Ellos
te ponen la vacuna.
Sintió los músculos de él tensarse bajo las yemas de sus dedos cuando
dijo la última palabra.
―Fácil, y la mejor parte es que no se contrae la gripe durante todo un
año. Totalmente ... Oh. ― Olive se tapó la boca con la mano.
― ¿Qué?
―Ay Dios mío.
― ¿Qué?
― ¿Eres …? Oh, Adam…
― ¿Qué?
― ¿Le tienes miedo a las agujas?
Se quedó quieto. Totalmente inmóvil. Ya no respiraba.
―No le tengo miedo a las agujas.
―Está bien―, dijo, haciendo que su tono fuera lo más tranquilizador
posible.
―Lo sé, ya que no estoy …
―Este es un espacio seguro para ti y tu miedo a las agujas.
―No le temo a las …
―Lo entiendo, las agujas dan miedo.
―No es …
―Se te permite tener miedo.
―No lo tengo―, lo dijo, un poco demasiado enérgicamente, y luego
se dio la vuelta, se aclaró la garganta y se rascó el costado de su cuello.
De oliva apretó los labios, y luego dijo:
―Bueno, a mí me daban miedo.
Él la miró con curiosidad, así que ella continuó.
―De pequeña. Mi . . . ― Tuvo que aclararse la garganta. ―Mi madre
tenía que abrazarme en un abrazo de oso cada vez que necesitaba una
inyección, o me revolcaba demasiado. Y ella tenía que sobornarme con
helado, pero el problema era que lo quería inmediatamente después de mi
inyección―. Ella rió. ―Así que se compraba un sándwich de helado
antes de la cita con el médico, y cuando yo estaba lista para comer, todo
se derretía en su bolso y hacía un gran desastre y …
Maldita sea. Ella estaba de llorona de nuevo. Delante de Adam,
de nuevo.
―Suena encantadora―, dijo Adam.
―Ella lo era.
―Y para que quede claro, no le tengo miedo a las agujas―,
repitió. Esta vez, su tono fue cálido y amable. ―Simplemente se
sienten. . . repugnante.
Ella sollozó y lo miró. La tentación de abrazarlo era casi
irresistible. Pero ella ya lo había hecho hoy, así que se conformó con
darle una palmada en el brazo.
―Aww.
La inmovilizó con una mirada fulminante.
―No me digas aww.
Adorable. Él era adorable.
―No, de verdad, son asquerosas. Las cosas te punzan y luego
sangras. La sensación de ello, ah.
Ella salió del auto y esperó a que él hiciera lo mismo. Cuando se unió
a ella, ella le sonrió para tranquilizarlo.
―Lo entiendo.
― ¿Lo haces? ― No parecía convencido.
―Sí. Son horribles.
Todavía estaba un poco desconfiado.
―Lo son.
―Y aterradoras―. Ella envolvió su mano alrededor de su codo y
comenzó a tirar de él en dirección a la tienda de Fluchella. ―Aun así,
necesitas superarlo. Para la ciencia. Te llevaré a que te pongas la vacuna
contra la gripe.
―Yo…
―Esto no es negociable. Sostendré tu mano durante ello.
―No necesito que me tomes de la mano. Ya que no voy ―. Excepto
que él sí iba. Podría haber plantado sus pies y mantenerse firme, y se
habría convertido en un objeto inamovible; Olive no habría tenido forma
de arrastrarlo a ninguna parte. Y, aun así.
Dejó que su mano se deslizara hasta su muñeca y lo miró.
―Tú también lo harás.
―Por favor. ― Parecía afligido. ―No me obligues.
Él era tan adorable.
―Es por tu propio bien. Y por el bien de las personas mayores que
puedan acercarse a ti. Incluso más ancianos que tú, eso es.
Suspiró, derrotado.
―Olive.
―Vamos. Quizás tengamos suerte y encontremos una silla. Y te
compraré un sándwich de helado después.
― ¿Pagaré por ese sándwich de helado? ― Ahora sonaba resignado.
―Probable. De hecho, tacha eso, probablemente no te guste el helado
de todos modos, porque no disfrutas nada que sea bueno en la vida
―. Siguió caminando, mordiéndose pensativa el labio inferior. ―
¿Quizás la cafetería tiene algo de brócoli crudo?
―No merezco este abuso verbal además de la vacuna contra la gripe.
Ella sonrió.
―Eres todo un soldado. Aunque la gran mala aguja te persiga.
―Eres una sabelotodo―. Y, sin embargo, no se resistió cuando ella
continuó tirándolo detrás de ella.
Eran las diez de una mañana de principios de septiembre, el sol ya
brillaba demasiado y hacía demasiado calor a través del algodón de la
camisa de Olive, las hojas todavía de un verde intenso y sin dar señales
de cambiar. Se sintió diferente a los últimos años, este verano que no
parecía querer terminar, que se extendía por completo y fuerte más allá
del comienzo del semestre. Los estudiantes universitarios debían de
estar durmiendo en sus clases de media día o todavía dormidos en la
cama, porque por una vez faltaba ese aire agobiante de caos que siempre
cubría el campus de Stanford. Y Olive… Olive tenía un laboratorio para
el próximo año. Todo por lo que había trabajado desde los quince,
finalmente iba a suceder.
La vida no podía ir mejor que esto.
Ella sonrió, oliendo los macizos de flores y tarareando una melodía en
voz baja mientras ella y Adam caminaban en silencio, uno al lado del
otro. Mientras cruzaban el patio, sus dedos se deslizaron hacia abajo
desde su muñeca y se cerraron alrededor de su palma.
HIPÓTESIS: Si me enamoro, las cosas siempre terminarán
mal.
El ratón noqueado había estado colgando de un cable durante un
período de tiempo que debería haber sido imposible, considerando
cómo había sido modificado genéticamente. Olive frunció el ceño y
apretó los labios. Le faltaba ADN crucial. Se habían borrado todas las
proteínas que colgaban de un cable. No había forma de que pudiera
aguantar tanto tiempo. Era el objetivo de eliminar sus estúpidos genes
...
Su teléfono se encendió y el rabillo del ojo se dirigió a la
pantalla. Pudo leer el nombre del remitente (Adam) pero no el
contenido del mensaje. Eran las 8:42 del miércoles, lo que
inmediatamente la preocupó que él quisiera cancelar su cita falsa. Tal
vez pensó que debido a que había dejado que Olive le escogiera un
sándwich de helado ayer después de Fluchella (que pudo o no terminar
comiéndose ella misma) no necesitaban reunirse hoy. Tal vez no debería
haberlo obligado a sentarse en un banco con ella y contarle los
maratones que habían corrido, y posiblemente le pareció molesta
cuando le robó el teléfono, descargó su aplicación para correr favorita y
luego se hizo amiga de ella misma en eso. Parecía que se estaba
divirtiendo, pero tal vez no lo había hecho.
Olive miró sus manos enguantadas y luego volvió a mirar a su ratón,
que todavía estaba agarrado al cable.
―Amigo, deja de esforzarte tanto―. Se arrodilló hasta que estuvo a
la altura de los ojos de la jaula. El ratón pateaba con sus patitas, la cola
se balanceaba hacia adelante y hacia atrás. ―Se supone que eres malo
en esto. Y se supone que debo escribir una disertación sobre lo malo que
eres. Y luego obtienes un trozo de queso y yo consigo un trabajo real que
paga dinero real y la alegría de decir No soy ese tipo de médico cuando
alguien está sufriendo un derrame cerebral en mi avión
El ratón chilló y soltó el cable, cayendo al suelo de la jaula de prueba
con un ruido sordo.
―Eso es todo—. Rápidamente se quitó los guantes y desbloqueó su
teléfono con el pulgar.
Adam: Me duele el brazo.
Inicialmente pensó que él le estaba dando una razón por la que no
podían reunirse. Luego recordó que se despertó y se frotó el brazo
adolorido.
Olive: ¿De la vacuna contra la gripe?
Adam: Es realmente doloroso.
Ella se rió. Realmente no había pensado que era del tipo que lo hacía,
pero aquí estaba, tapándose la boca con la mano y… sí, riendo como una
tonta en medio del laboratorio. Su ratón la estaba mirando, sus
diminutos ojos rojos eran una mezcla de juicio y sorpresa. Olive se dio
la vuelta apresuradamente y volvió a mirar su teléfono.
Olive: Oh, Adam. Lo siento mucho.
Olive: ¿Debería acercarme y besarlo mejor?
Adam: Nunca dijiste que dolería tanto.
Olive: Como alguien me dijo una vez, no es mi trabajo
trabajar en tus habilidades de regulación de las emociones.
La respuesta de Adam fue un solo emoji 🖕, y las mejillas de Olive se
tensaron con lo fuerte que estaba sonriendo. Estaba a punto de
responder con un emoji de beso cuando una voz la interrumpió.
―Asqueroso.
Ella levantó la vista de su teléfono. Anh estaba en la entrada del
laboratorio, sacando la lengua.
―Oye. ¿Qué estás haciendo aquí?
―Tomando prestados los guantes. Y das asco.
Olive frunció el ceño.
― ¿Por qué?
―Se nos acabó la talla chica―. Anh entró y puso los ojos en
blanco. ―Honestamente, nunca compran lo suficiente porque soy la
única mujer en el laboratorio, pero no es como si no me pase por los
guantes tan rápido como ...
―No, ¿por qué estás asqueada?
Anh hizo una mueca y sacó dos guantes morados del alijo de Olive.
―Por lo enamorada que estás de Carlsen. ¿Está bien si tomo algunos
pares?
― ¿Qué estás…― ¿Olive parpadeó, todavía agarrando su
teléfono? ¿Anh se estaba volviendo loca? ―No estoy enamorada de él.
―Ajá, claro―. Anh terminó de llenarse los bolsillos con guantes y
luego miró hacia arriba, notando finalmente la expresión angustiada de
Olive. Sus ojos se agrandaron. ― ¡Oye, estaba bromeando! No eres
asquerosa. Probablemente me veo igual cuando le envió un mensaje de
texto a Jeremy. Y en realidad es muy dulce, cómo te has ido por él ...
―Pero no lo estoy enamorada. ― Olive estaba comenzando a entrar
en pánico. ―Yo no ... es solo ...
Anh apretó los labios, como si reprimiera una sonrisa.
―Okey. Si tú lo dices.
―No, lo digo en serio. Solo estamos…
―Amiga, está bien. ― El tono de Anh era tranquilizador y un poco
emocional. ―Es solo que eres tan increíble. Y especial. Y honestamente,
mi persona favorita en todo el mundo. Pero a veces me preocupa que
nadie más que Malcolm y yo lleguemos a experimentar lo increíble que
eres. Bueno, hasta ahora. Ahora ya no estoy preocupada, porque te he
visto a ti y a Adam juntos, en el picnic. Y en el estacionamiento. Y
. . . cada dos veces, de verdad. Ambos están locamente enamorados, y en
la luna por eso. ¡Es lindo! Excepto esa primera noche ―, agregó,
pensativa. ―Sostengo que fue bastante incómodo.
Olive se puso rígida.
―Anh, no es así. Solamente saliendo . . . casualmente. Pasando el
rato. Nos estamos conociendo. No estamos . . .
―Bien, seguro. Si tú lo dices. ― Anh se encogió de hombros,
claramente sin creer una palabra de lo que estaba diciendo Olive. ―Oye,
tengo que volver a mi cultivo bacteriano. Vendré a molestarte cuando
esté de vacaciones, ¿de acuerdo?
Olive asintió lentamente, mirando la espalda de su amiga mientras se
dirigía hacia la puerta. El corazón de Olive dio un vuelco cuando Anh
hizo una pausa y se dio la vuelta, su expresión repentinamente seria.
―Ol. Solo quiero que sepas esto . . . Estaba muy preocupada de que
te lastimaras por salir con Jeremy. Pero ahora ya no lo estoy. Porque sé
cómo te ves realmente cuando estás. . . Bien. ― Anh le dio una sonrisa
tímida. ―No lo diré, si no quieres que lo haga.
Se fue con un gesto de la mano, y Olive se quedó paralizada, mirando
el marco de la puerta mucho más allá del momento en que Anh había
desaparecido. Luego bajó la mirada al suelo, se dejó caer en el taburete
detrás de ella y pensó una sola cosa:
Mierda.
NO FUE EL fin del mundo. Estas cosas sucedieron. Incluso la mejor
de las personas se enamoraba Anh había dicho amor, oh Dios, había
dicho amor por la persona con la que estaban saliendo fingiendo. No
significa nada.
Excepto eso: Joder. Joder, joder, joder.
Olive cerró la puerta de su oficina detrás de ella y se dejó caer en una
silla, esperando que hoy no fuera la única vez en el semestre que sus
compañeros de oficina decidieran llegar antes de las 10:00 am.
Todo fue culpa suya. Su estupidez. Sabía, sabía, que había empezado
a encontrar atractivo a Adam. Ella lo había sabido casi desde el
principio, y luego comenzó a hablar con él, comenzó a conocerlo a pesar
de que nunca fue parte del plan, y ... maldito sea por ser tan diferente de
lo que ella. esperaba. Por hacerla querer estar con él cada vez
más. Maldito sea. Había estado allí, mirando a Olive durante los últimos
días, y ella no se había dado cuenta. Porque ella era una idiota.
Se puso de pie abruptamente y buscó en su bolsillo su teléfono,
levantando el contacto de Malcolm.
Olive: Tenemos que encontrarnos.
Bendito sea Malcolm, porque le tomó menos de cinco segundos
responder.
Malcolm: ¿Almuerzo? Estoy a punto de indagar en la unión
neuromuscular de una rata juvenil.
Olive: Necesito hablar contigo AHORA.
Olive: Por favor.
Malcolm: Starbucks. En 10.
―Te lo dije.
Olive no se molestó en levantar la frente de la mesa.
―No lo hiciste
―Bueno, tal vez no dije: Oye, no hagas esta mierda de citas falsas porque
te vas a enamorar de Carlsen, pero sí dije que toda la idea era una idiotez
y que estaba esperando un accidente de coche. Que creo que abarca la
situación actual.
Malcolm estaba sentado frente a ella, junto al escaparate de la
abarrotada cafetería. A su alrededor, los estudiantes charlaban, reían,
pedían bebidas, sin darse cuenta del repentino huracán en la vida de
Olive. Se levantó de la fría superficie de la mesa y se llevó las palmas de
las manos a los ojos, no del todo lista para abrirlos todavía. Puede que
nunca vuelva a estar lista.
― ¿Cómo pudo pasar esto? Yo no soy así. Esta no soy yo. ¿Cómo
podría yo ... y Adam Carlsen, de todos? ¿Quién está interesado en Adam
Carlsen?
Malcolm resopló.
―Todos, Ol. Es un tipo alto, melancólico y hosco con un coeficiente
intelectual. A todo el mundo le gustan los macizos altos, melancólicos y
hoscos con coeficientes intelectuales geniales
― ¡A mí no!
―Claramente lo haces.
Cerró los ojos con fuerza y gimió.
―Realmente no es tan hosco.
―Oh, lo es. Simplemente, no te das cuenta, porque estás a medio
camino por él.
—No lo estoy ... —Ella se golpeó la frente. Repetidamente. ―Mierda.
Se inclinó hacia adelante y tomó su mano, su piel oscura y cálida
contra la de ella.
―Oye―, le dijo, con un tono de voz reconfortante. ―Tranquilízate.
Lo resolveremos.
Incluso añadió una sonrisa. Olive lo amaba tanto en ese momento,
incluso con todos los Te lo dije.
―En primer lugar, ¿qué tan malo es?
―No sé. ¿Hay una escala?
―Bueno, hay un gustar y hay un gustar.
Ella negó con la cabeza, sintiéndose completamente perdida.
―Simplemente me agrada. Quiero pasar tiempo con él.
―Está bien, eso no significa nada. También quieres pasar tiempo
conmigo.
Hizo una mueca, sintiéndose ruborizada de escarlata.
―No del todo así.
Malcolm se quedó callado por un momento.
―Ya veo.
Sabía lo importante que era esto para Olive. Habían hablado de ello
varias veces: lo raro que era para ella experimentar atracción,
especialmente atracción sexual. Si le pasaba algo. Si su pasado la había
atrofiado de alguna manera.
―Dios. ― Ella solo quería esconderse dentro de su sudadera con
capucha como una tortuga hasta que todo se fuera. Ir a correr una
carrera. Empezar a escribir su propuesta de tesis. Cualquier cosa menos
lidiar con esto. ―Estaba allí, y no me di cuenta. Solo pensé que era
inteligente y atractivo y que tenía una linda sonrisa y que podríamos ser
amigos y… ―Se frotó las palmas de las manos en las cuencas de los ojos,
deseando poder volver atrás y borrar las elecciones de su vida. Todo el
mes pasado. ― ¿Me odias?
― ¿Yo? ― Malcolm parecía sorprendido.
―Sí.
―No. ¿Por qué te odiaría?
―Porque ha sido horrible contigo, te hizo tirar un montón de
datos. Es solo que conmigo no lo es.
―Lo sé. Bueno ―, corrigió, agitando la mano, ― no sé, sé. Pero puedo
creer que él es diferente contigo que cuando estaba en mi maldito comité
asesor de graduados.
―Lo odias.
―Sí, lo odio. O . . . No me agrada. Pero no tiene por qué desagradarte
porque a mí sí. Aunque me reservo el derecho a comentar sobre tu
pésimo gusto por los hombres. Cada dos días más o menos. Pero, Ol, los
vi en el picnic. Definitivamente no estaba interactuando contigo como lo
hace conmigo. Además, ya sabes —agregó a regañadientes—,
no es atractivo. Puedo ver por qué le pegaste a eso.
―Esto no es lo que dijiste cuando te hablé por primera vez de las citas
falsas
―No, pero estoy tratando de ser solidario aquí. No estabas
enamorada de él en ese momento.
Ella gimió.
― ¿Podemos por favor no usar esa palabra? ¿Nunca más? Parece un
poco prematuro.
―Seguro. ― Malcolm se sacudió el polvo inexistente de su
camisa. ―Qué manera de darle vida a una comedia romántica, por
cierto. Entonces, ¿cómo vas a dar la noticia?
Ella se masajeó la sien.
― ¿Qué quieres decir?
―Bueno, sientes algo por él, y ustedes dos son amistosos. Supongo
que planeas informarle de tu. . . ¿sentimientos? ¿Puedo usar la palabra
sentimientos?
―No.
―Lo que sea― Él puso los ojos en blanco. ―Vas a decirle, ¿verdad?
―Por supuesto no. ― Ella soltó una carcajada. ―No puedes decirle a
la persona con la que estás saliendo falsamente que tú… —su cerebro
buscó la palabra correcta, no la encontró y luego tropezó—…que te
gusta. No se puede hacer. Adam pensará que yo orquesté esto. Que
estuve tras él todo el tiempo.
―Eso es ridículo. Ni siquiera lo conocías en ese momento.
— Quizás lo hice. ¿Recuerdas al chico del que te hablé, que me ayudó
a decidir sobre la escuela de posgrado? ¿El que conocí en el baño
durante el fin de semana de mi entrevista?
Malcolm asintió.
—Podría haber sido Adam. Creo.
― ¿Crees? ¿Quieres decir que no le preguntaste?
―Por supuesto que no.
― ¿Por qué por supuesto?
―Porque tal vez no fue él. Y si lo fuera, claramente no lo recuerda, o
lo habría mencionado hace semanas.
Después de todo, él no era el que usaba lentes de contacto caducados.
Malcolm puso los ojos en blanco.
—Escucha, Olive —dijo con seriedad—, necesito que consideres algo:
¿y si también le gustas a Adam? ¿Y si quiere algo más?
Ella rió.
―No hay manera.
― ¿Por qué no?
―Porque…
― ¿Porque qué?
—Porque es él. Él es Adam Carlsen y yo. . . ― Ella se apagó. No es
necesario continuar. Y yo soy yo. No soy nada especial.
Malcolm guardó silencio durante un largo rato.
―No tienes idea, ¿verdad? ― Su tono era triste. ―Eres genial. Eres
hermosa y cariñosa. Eres independiente y un genio científico,
desinteresada y leal; diablos, Ol, mira este lío ridículo que creaste solo
para que tu amiga pudiera salir con el chico que le gusta sin sentirse
culpable. Es imposible que Carlsen no se haya dado cuenta.
―No. ― Ella estaba resuelta. ―No me malinterpretes, creo que le
agrado, pero él me considera una amiga. Y si le digo y él no quiere. . .
― ¿El qué? ¿Ya no quiere fingir una cita contigo? No es que tengas
mucho que perder.
Tal vez no. Tal vez todas las conversaciones, y esas miradas que
Adam le dirigió, y él sacudió la cabeza cuando ella pidió crema batida
extra; la forma en que se dejaba sacar de su humor; los textos; cómo
parecía estar tan a gusto con ella, tan notablemente diferente del Adam
Carlsen del que solía estar medio asustada, tal vez todo eso no era
mucho. Pero ella y Adam eran amigos ahora, y podrían seguir siendo
amigos incluso después del 29 de septiembre. El corazón de Olive se
hundió ante la idea de renunciar a la posibilidad.
―Aunque sí.
Malcolm suspiró, una vez más envolviendo de nuevo su mano con la
suya.
―Lo tienes mal, entonces.
Apretó los labios y parpadeó rápidamente para contener las lágrimas.
―Tal vez sí. No lo sé, nunca lo había tenido antes. Nunca quise
tenerlo.
Sonrió de manera tranquilizadora, a pesar de que Olive se sintió de
todo menos tranquilizadora.
―Escucha, sé que da miedo. Pero esto no es necesariamente algo malo
Una sola lágrima se abría paso por la mejilla de Olive. Se apresuró a
limpiarla con la manga.
―Esto es lo peor.
―Finalmente has encontrado a alguien que te gusta. Y está bien, es
Carlsen, pero esto aún podría resultar genial.
―No podría. No puede.
―Ol, sé de dónde vienes. Lo entiendo. ― La mano de Malcolm apretó
la de ella. ―Sé que da miedo ser vulnerable, pero
puedes permitirte preocuparte. Puedes querer estar con la gente como
algo más que amigos o conocidos casuales.
―Pero no puedo.
―No veo por qué no.
―Porque todas las personas que me importaban se han ido ―, espetó.
En algún lugar de la cafetería, el barista pidió un macchiato de
caramelo. Olive inmediatamente lamentó sus duras palabras.
―Lo siento. Es solo. . . así es como funciona. Mi mamá. Mis
abuelos. Mi padre, de una forma u otra, todos se han ido. Si dejo que me
preocupe, Adam también se irá.
Allí. Lo había expresado con palabras, lo había dicho en voz alta y
sonaba aún más cierto por eso.
Malcolm exhaló.
―Oh, Ol.
Era una de las pocas personas a las que Olive se había abierto sobre
sus miedos: el constante sentimiento de no pertenencia, las
interminables sospechas de que, dado que gran parte de su vida la había
pasado sola, terminaría de la misma manera. Que nunca sería digna de
que alguien la cuidara. Su expresión de conocimiento, una combinación
de dolor, comprensión y compasión, era insoportable de ver. Ella se veía
en otra parte, en los estudiantes de risa, en las tapas de tazas de café
apiladas al lado del mostrador, a las pegatinas en una niña de MacBook
y deslizó su mano de debajo de la palma de él.
―Deberías
irte― Intentó
sonreír,
pero
la
sintió
temblorosa. ―Termina tus cirugías.
No rompió el contacto visual.
― Me importas. A Anh le importas, Anh te habría elegido a ti antes
que a Jeremy. Y a ti también te preocupa. Todos nos preocupamos los
unos por los otros y yo todavía estoy aquí. No voy a ninguna parte.
―Es diferente.
― ¿Cómo?
Olive no se molestó en contestar y usó su manga para secarse la
mejilla. Adam era diferente, y lo que Olive quería de él era diferente,
pero no podía, no quería expresarlo. Ahora no.
―No se lo diré.
―Ol.
―No―, dijo ella, firme. Con las lágrimas desaparecidas, se sintió un
poco mejor. Quizás ella no era quien había pensado, pero podía
fingirlo. Podía fingir, incluso para sí misma. ―No se lo voy a decir. Es
una idea horrible.
―Ol.
―
¿Cómo
funcionaría
esa
conversación? ¿Cómo
lo
expresaría? ¿Cuáles son las palabras adecuadas?
―En realidad, probablemente deberías ...
― ¿Le digo que me gusta? ¿Que pienso en él todo el tiempo? ¿Que
estoy enamorado de él? Ese…
―Olive
Al final, lo que la alertó no fueron las palabras de Malcolm, o su
expresión de pánico, o el hecho de que claramente estaba mirando un
punto en algún lugar por encima de sus hombros. Al final, Anh eligió
ese momento exacto para enviarle un mensaje de texto, lo que atrajo los
ojos de Olive hacia los números en la pantalla.
10:00 a.m.
Eran las diez. Un miércoles por la mañana. Y Olive estaba sentada en
el Starbucks del campus, el mismo Starbucks donde había pasado sus
miércoles por la mañana durante las últimas semanas. Ella se dio la
vuelta y ...
Ni siquiera se sorprendió al encontrar a Adam. De pie detrás de
ella. Lo suficientemente cerca como para que, a menos que ambos
tímpanos se hubieran roto desde la última vez que hablaron, debió
haber escuchado cada palabra que salió de la boca de Olive.
Deseó poder expirar en el acto. Deseó poder arrastrarse fuera de su
cuerpo y de este café, derretirse en un charco de sudor y filtrarse entre
las baldosas del suelo, simplemente desvanecerse en el aire. Pero todas
estas cosas estaban actualmente más allá de su conjunto de habilidades,
por lo que fijó una débil sonrisa en su rostro y miró a Adam.
HIPÓTESIS:
Siempre que miento, las cosas empeorarán
por un factor de 743.
― ¿Has . . . ¿Has oído eso? ― ella soltó.
Malcolm se apresuró a limpiar la mesa de sus cosas, murmurando con
fuerza:
―Estaba a punto de irme.
Olive apenas se dio cuenta, ocupada en ver a Adam deslizar la silla
hacia atrás para sentarse frente a ella.
Mierda.
―Sí―, dijo, suave y uniforme, y Olive sintió que estaba a punto de
desintegrarse en un millón de pequeños pedazos, aquí, en este lugar
exacto. Ella quería que él se retractara. Quería que dijera No, ¿escuchar
qué? Quería volver a esta mañana temprano y rebobinarlo todo, este
horrible desastre de un día. No mirar los mensajes de texto en su
teléfono, no dejar que Anh la descubriera texteando a su falso novio, no
derramar su corazón ante Malcolm en el peor lugar posible.
Adam no podía saberlo. Simplemente no podía. Pensaría que Olive lo
había besado a propósito, que ella había planeado todo este fiasco, que
lo había manipulado en esta situación. Se sentiría obligado a romper con
ella mucho antes de que pudiera obtener algún beneficio de su arreglo. Y
la odiaría.
La perspectiva era aterradora, así que dijo lo único que se le ocurrió.
―No se trataba de ti
La mentira rodó de su lengua como un deslizamiento de tierra: sin
premeditación, rápida y destinada a dejar un gran lío atrás.
―Lo sé. ― Él asintió con la cabeza y… ni siquiera pareció
sorprendido. Era como si nunca se le hubiera ocurrido que Olive
pudiera estar interesado en él. Le dio ganas de llorar, un estado
frecuente en esta estúpida mañana, pero en lugar de hacerlo,
simplemente vomitó otra mentira.
―Yo solo . . . Tengo una cosa. Por un chico.
Asintió de nuevo, esta vez lentamente. Sus ojos se oscurecieron y la
esquina de su mandíbula se contrajo, solo por un momento. Ella
parpadeó y su expresión volvió a quedar en blanco.
―Sí. Me di cuenta de eso.
―Este tipo, es. . . ― Ella tragó. ¿Qué era él? Rápido, Olive, rápido. ¿Un
inmunólogo? ¿islandés? ¿Una jirafa? ¿Qué era él?
―No tienes que dar explicaciones si no quieres―. La voz de Adam
parecía un poco fuera de lo común, pero también
reconfortante. Cansado. Olive se dio cuenta de que se estaba retorciendo
las manos y, en lugar de detenerse, simplemente las escondió debajo de
la mesa.
―Yo . . . Es que . . .
―Está bien. ― Él le ofreció una sonrisa tranquilizadora, y Olive ... no
podía mirarlo. Ni un segundo más. Ella desvió la mirada, deseando
desesperadamente tener algo que decir. Algo para arreglar esto. Justo
afuera de la ventana del café, un grupo de estudiantes universitarios
estaban acurrucados frente a una computadora portátil, riéndose de
algo que se reproducía en la pantalla. Una ráfaga de viento esparció una
pila de notas y un chico se apresuró a recuperarlas. A lo lejos, el Dr.
Rodrigues caminaba en dirección a Starbucks.
―Esta . . . nuestro arreglo ―. La voz de Adam la hizo volver hacia
adentro. A las mentiras y la mesa entre ellos; a la manera gentil y suave
en que le estaba hablando. Amable, había sido tan amable.
Adam. Solía pensar lo peor de ti, y ahora. . .
―Se supone que nos ayuda a los dos. Si dejas de hacerlo. . .
―No. ― Olive negó con la cabeza. ―No. Yo . . . ― Forzó a su rostro
a sonreír. ―Es complicado.
―Ya veo.
Abrió la boca para decir que no, que no podía ver. No podía ver nada,
porque Olive acababa de inventar todo esto. Esta situación de mierda.
―Yo no…― Se humedeció los labios. ―No hay necesidad de detener
nuestro arreglo antes de tiempo, porque no puedo decirle que me
gusta. Porque yo…
―Tío. ― Una mano le dio una palmada en el hombro a
Adam. ―Desde cuándo no estás en tu ofi… Oh. Ya veo.
La mirada del Dr. Rodrigues se deslizó de Adam a Olive y se posó en
ella. Por un segundo, se quedó junto a la mesa y la asimiló, sorprendido
de encontrarla allí. Luego su boca se ensanchó en una lenta sonrisa.
―Hola, Olive.
Durante el primer año de la escuela de posgrado de Olive, el Dr.
Rodrigues había estado en su comité asesor de posgrado asignado
previamente, una elección ciertamente extraña, dada su relativa falta de
relevancia para su investigación. Y, sin embargo, Olive tenía en su
mayoría recuerdos agradables de sus interacciones con él. Cuando ella
tartamudeaba durante las reuniones de su comité, él siempre había sido
el primero en sonreírle, y una vez incluso felicitó su camiseta de Star
Wars, y luego procedió a tararear el tema de Darth Vader en voz baja.
cada vez que la Dra. Moss iniciaba una de sus peroratas contra los
métodos de Olive.
―Hola, Dr. Rodrigues―. Estaba segura de que su sonrisa no era tan
convincente como debería haber sido. ― ¿Cómo está?
Hizo un gesto con la mano.
―Pssh. Por favor, llámame Holden. Ya no eres mi alumna ―. Le dio
unas palmaditas en la espalda a Adam con deleite. ―Y tienes el dudoso
placer de salir con mi amigo más antiguo y socialmente discapacitado.
Olive hizo todo lo posible para no dejar caer la mandíbula. ¿Eran
amigos? ¿El encantador Holden Rodrigues y el taciturno y hosco Adam
Carlsen eran viejos amigos? ¿Era esto algo que se suponía que debía
saber? La novia de Adam lo habría sabido, ¿verdad?
Dr. Rodrigues, ¿Holden? Dios, Holden. Nunca se iba a acostumbrar al
hecho de que los profesores eran personas reales y tenían nombres de
pila; se dirigió a Adam, quien no parecía preocupado por haber sido
declarado socialmente discapacitado.
Preguntó:
―Te vas a Boston esta noche, ¿verdad? ― y su patrón de habla cambió
un poco, más bajo y más rápido, más informal. Cómodo. Realmente
eran viejos amigos.
―Sí. ¿Todavía puedes llevarnos a Tom y a mí al aeropuerto?
―Depende.
― ¿En qué?
― ¿Tom ira amordazado y atado en el maletero?
Adam suspiró.
―Holden
―Le permitiré ir en el asiento trasero, pero si no mantiene la boca
cerrada, lo dejaré en la carretera.
―Bien. Le informaré al respecto.
Holden pareció satisfecho.
—De todos modos, no quise interrumpir. — Palmeó el hombro de
Adam una vez más, pero estaba mirando a Olive.
―No pasa nada.
― ¿En serio? Bien entonces. ― Su sonrisa se amplió y acercó una silla
de una mesa cercana. Adam cerró los ojos, resignado.
―Entonces, ¿de qué estamos hablando?
Bueno, estaba en medio de mentirme, gracias por preguntar.
―Ah. . . poco. ¿Cómo están ustedes dos? ... ― Ella miró entre ellos,
aclarándose la garganta. ―Lo siento, olvidé cómo tú y Adam se
conocen.
Un ruido sordo: Holden pateando a Adam debajo de la mesa.
―Pequeña mierda. ¿No le hablaste de nuestra historia de décadas?
―Solo intento olvidar.
―Ya quisieras. ― Holden se volvió para sonreírle. ―Crecimos juntos.
Ella frunció el ceño a Adam.
― ¿Pensé que creciste en Europa?
Holden hizo un gesto con la mano.
―Creció por todos lados. Y yo también, ya que nuestros padres
trabajaban juntos. Diplomáticos, la peor clase de personas. Pero luego
nuestras familias se establecieron en DC ―. Se inclinó hacia
adelante. ―Adivina quiénes fueron a la escuela secundaria, la
universidad y la escuela de posgrado juntos.
Los ojos de Olive se abrieron y Holden se dio cuenta, al menos a juzgar
por la forma en que pateó a Adam de nuevo.
—Realmente no le has contado una mierda. Veo que sigues apostando
por lo melancólico y misterioso ―. Puso los ojos en blanco con cariño y
me miró de nuevo. ― ¿Adam te dijo que casi no se graduó de la escuela
secundaria? Lo suspendieron por golpear a un tipo que insistía en que
el Gran Colisionador de Hadrones destruiría el planeta.
―Es interesante cómo no mencionas que te suspendieron junto a mí
por hacer exactamente lo mismo.
Holden lo ignoró.
―Mis padres estaban fuera del país en algún tipo de asignación y
olvidaron brevemente que yo existía, así que pasamos la semana en mi
casa jugando a Final Fantasy, fue glorioso. ¿Y cuándo Adam se postuló
para la facultad de derecho? Él debe haberte dicho sobre eso.
― Técnicamente, nunca me postulé a la facultad de derecho.
―Mentiras. Todas mentiras. ¿Al menos te dijo que fue mi cita para el
baile de graduación? Fue fenomenal.
Olive miró a Adam, esperando que él también lo negara. Pero Adam
se limitó a sonreír a medias, miró a Holden a los ojos y dijo:
―Fue bastante fenomenal.
—Imagínate esto, Olive. A principios de dos mil. Escuela de DC de
muy buen gusto y ridículamente cara para hombres. Dos estudiantes
homosexuales en el duodécimo grado. Bueno, dos de nosotros
declarados, de todos modos. Richie Muller y yo salimos durante todo el
último año, y luego me deja tres días antes del baile de graduación por
un chico con el que había tenido algo durante meses.
―Era un idiota―, murmuró Adam.
―Tengo tres opciones. No ir al baile y deprimirme en casa. Ir solo y
deprimente en la escuela. O hacer que mi mejor amigo, que estaba
planeando quedarse en casa y deprimirse por los ácidos gammaaminobutíricos, venga como mi cita. ¿Adivina cuál?
Olive jadeó.
― ¿Cómo lo convenciste?
―Esa es la cosa, no lo hice. Cuando le conté lo que hizo Richie,
¡se ofreció!
―No te acostumbres―, murmuró Adam.
― ¿Puedes creerlo, Olive?
¿Qué Adam fingiría estar en una relación con alguien para sacarlos de una
situación miserable?
―No.
―Nos tomamos de la mano. Bailamos lento. Hicimos que Richie
escupiera su ponche y se arrepintiera de cada una de sus miserables
decisiones. Luego nos fuimos a casa y jugamos aún más Final
Fantasy. Fue una mierda.
―Fue sorprendentemente divertido―, admitió Adam, casi a
regañadientes.
Olive lo miró y se dio cuenta de que Holden era el Anh de Adam. Su
persona. Era obvio que Adam y Tom también eran muy cercanos, pero
la relación que Adam tenía con Holden era otra cosa, y… y Olive no
tenía idea de qué hacer con esta información.
Quizás debería decírselo a Malcolm. Se pondría muy contento o se
volvería completamente loco.
―Bueno―, dijo Holden, poniéndose de pie. ―Esto fue fantástico. Iré
a tomar un café, pero deberíamos salir pronto, los tres. No recuerdo la
última vez que tuve el placer de avergonzar a Adam frente a una
novia. Por ahora, sin embargo, es todo tuyo ―. Siguió la palabra tuyo
con una sonrisa que hizo que Olive se sonrojara.
Adam puso los ojos en blanco cuando Holden se fue al mostrador de
café. Olive, fascinada, lo siguió con la mirada durante varios momentos.
―Um, eso fue. . .?
―Holden para ti―. Adam parecía apenas molesto.
Ella asintió, todavía un poco aturdida.
―No puedo creer que no sea tu primera.
― ¿Mi primera?
―Tu primera cita falsa.
―Cierto. Supongo que el baile de graduación califica ―. Pareció
reflexionar sobre ello. ―Holden ha tenido. . . mala suerte con las
relaciones. Mala suerte inmerecida.
Le calentó el pecho, la preocupación protectora en su tono. La hizo
preguntarse si él era consciente de ello.
― ¿Él y Tom alguna vez. . .?
Sacudió la cabeza.
―Holden se indignaría si supiera que lo preguntaste.
—Entonces, ¿por qué no quiere llevar a Tom al aeropuerto?
Adam se encogió de hombros.
―Holden siempre ha tenido una aversión muy profunda e irracional
por Tom, desde la escuela de posgrado.
―Oh. ¿Por qué?
―No estoy seguro. Tampoco estoy seguro de que Holden lo sepa
tampoco. Tom dice que está celoso. Creo que es solo una cuestión de
personalidad.
Olive guardó silencio, absorbiendo la información.
—Tampoco le has dicho a Holden lo nuestro. Que no es real.
―No.
― ¿Por qué?
Adam apartó la mirada.
―No lo sé. ― Su mandíbula se tensó. ―Creo que no. . .
Su voz se fue apagando y negó con la cabeza antes de darle una
sonrisa, pequeña y un poco forzada.
―Habla muy bien de ti, ¿sabes?
― ¿Holden? ¿De mí?
—De tu trabajo. Y tu investigación.
―Oh.
No tenía idea de qué responder a eso.
Cuando hablaste de mi ¿Y por qué?
―Oh―, repitió inútilmente.
No estaba segura de por qué ahora, en este mismo momento, pero las
posibles ramificaciones de su arreglo en la vida de Adam la golpearon
por completo por primera vez. Habían acordado tener una cita falsa
porque ambos tenían algo que ganar con eso, pero se le ocurrió que
Adam también tenía mucho más que perder. De todas las personas que
amaba, Olive solo le estaba mintiendo a una, Anh, y eso era
absolutamente inevitable. No podía importarle menos las opiniones de
otros estudiantes. Adam, sin embargo. . . mentía a diario a sus colegas y
amigos. Sus graduados interactuaban con él todos los días creyendo que
estaba saliendo con uno de sus compañeros. ¿Lo pensaban lascivo? ¿Su
relación con Olive había cambiado la percepción que tenían de él? ¿Y
qué pasa con otros miembros de la facultad en el departamento o en
programas adyacentes? El hecho de que se permitiera salir con una
estudiante de posgrado no significaba que no estuviera mal visto. ¿Y si
Adam conocía, o ya había conocido, a alguien que realmente le
agradaba? Cuando llegaron a un acuerdo, él dijo que no iba a tener una
cita, pero eso había sido semanas atrás. La propia Olive estaba
convencida de que nunca estaría interesada en salir con nadie en ese
momento, ¿y eso no le daba ganas de reír ahora, de una manera
notablemente poco divertida? Sin mencionar que solo ella se estaba
beneficiando de su arreglo. Anh y Jeremy habían comprado su mentira,
pero los fondos de investigación de Adam aún estaban congelados.
Y, sin embargo, todavía la estaba ayudando a pesar de todo esto. Y
Olive estaba recompensando su amabilidad obteniendo ideas y
desarrollando sentimientos que seguramente lo harían sentir incómodo.
― ¿Quieres tomar un café?
Olive levantó la vista de sus manos.
―No. ― Se aclaró la garganta ante la sensación de ardor alojada
detrás de su esternón. La idea del café le dio náuseas. ―Creo que
necesito volver al laboratorio.
Se inclinó para recuperar su mochila, con la intención de levantarse e
irse inmediatamente, pero a la mitad, un pensamiento la recorrió y se
encontró mirándolo. Estaba sentado frente a ella con una expresión
preocupada, un ceño levemente fruncido arrugando su frente.
Intentó sonreír.
― ¿Somos amigos ciertos?
Su ceño se profundizó.
― ¿Amigos?
―Sí. Tú y yo.
La estudió durante un largo rato. Algo nuevo pasó por su rostro,
crudo y un poco triste. Demasiado fugaz para interpretar.
―Sí, Olive.
Ella asintió con la cabeza, sin saber si debería sentirse aliviada. No era
así como había pensado que sería hoy, y había una presión extraña
detrás de sus párpados, que la hizo deslizar los brazos a través de las
correas de su mochila mucho más rápido. Ella se despidió de él con una
sonrisa trémula, y ya habría salido de este maldito Starbucks, si él no
hubiera dicho con esa voz suya:
―Olive.
Se detuvo justo en frente de su silla y lo miró. Era tan extraño ser la
más alta por una vez.
―Esto podría ser inapropiado, pero. . . ― Su mandíbula se movió y
cerró los ojos por un segundo. Como para ordenar sus
pensamientos. ―Olive. Eres realmente . . . extraordinaria, y no puedo
imaginar que, si le dijeras a Jeremy lo que sientes, él no …
Se apagó y luego asintió. Una especie de puntuación, ya que sus
palabras y la forma en que las había dicho la acercaron mucho más a las
lágrimas.
Pensó que era Jeremy. Adam pensó que Olive había estado
enamorada de Jeremy cuando comenzaron su arreglo; pensó que
ella todavía estaba enamorada de él. Porque acababa de decir una
mentira a medias que tenía demasiado miedo para retractarse y ...
Iba a ocurrir. Iba a llorar, y lo que más deseaba en el mundo era no
hacerlo frente a Adam.
―Te veré la semana que viene, ¿de acuerdo? ― No esperó su
respuesta y caminó rápidamente hacia la salida, su hombro chocando
con alguien con quien debería haberse disculpado. Una vez que estuvo
afuera, respiró hondo y se dirigió al edificio de biología, tratando de
vaciar su mente, obligándose a pensar en la sección que estaba
programada para TA más tarde hoy, la solicitud de beca que le había
prometido a la Dra. Aslan. Que enviaría mañana, el hecho de que la
hermana de Anh estaría en la ciudad el próximo fin de semana y había
hecho planes para cocinar comida vietnamita para todos.
Un viento helado sopló entre las hojas de los árboles del campus,
empujando el suéter de Olive contra su cuerpo. Se abrazó a sí misma y
no miró hacia el café. El otoño finalmente había comenzado.
HIPÓTESIS: Si soy mala en la actividad A, mis posibilidades
de que me pidan que participe en la actividad A aumentarán
exponencialmente.
El Campus se sentía extrañamente vacío con Adam fuera, incluso en
días en los que probablemente no lo hubiera conocido de todos
modos. No tenía mucho sentido: Stanford definitivamente no estaba
vacío, sino repleto de estudiantes universitarios ruidosos y molestos en
su camino que iban y venían de clases. La vida de Olive también estaba
llena: sus ratones tenían la edad suficiente para realizar los ensayos de
comportamiento, finalmente había recibido revisiones para un artículo
que había presentado meses antes y tenía que comenzar a hacer planes
concretos para mudarse a Boston. el próximo año; la clase en la que era
tutora tenía un examen próximo, y los estudiantes universitarios
comenzaron a aparecer mágicamente durante las horas de oficina, con
aspecto de pánico y haciendo preguntas que invariablemente fueron
respondidas en las primeras tres líneas del programa de estudios.
Malcolm pasó un par de días tratando de convencer a Olive de que le
dijera la verdad a Adam, y luego, afortunadamente, se sintió demasiado
desanimado por su terquedad y estuvo demasiado ocupado tratando de
meditar en su propio drama de citas para insistir. Sin embargo, sí horneó
varios lotes de galletas de caramelo, mintiendo evidentemente de que
No estaba recompensando tus comportamientos autodestructivos, Olive, sino
simplemente perfeccionando mi receta. Olive se las comió todas y lo abrazó
por detrás mientras él esparcía sal marina sobre el último lote.
El sábado, Anh vino a tomar cerveza y malvaviscos, ella y Olive
soñaban despiertas con dejar la academia y encontrar trabajos en la
industria que pagaran un salario adecuado y reconocieran la existencia
del tiempo libre.
―Podríamos, dormir hasta tarde los domingos por la mañana. En
lugar de tener que controlar a nuestros ratones a las seis de la mañana.
―Sí. ― Anh suspiró con nostalgia. Orgullo, prejuicio y zombis se
ejecutaba de fondo, pero ninguna de las dos estaba prestando
atención. ―Podríamos comprar salsa de tomate real en lugar de robar
paquetes de Burger King. Y pedir esa aspiradora inalámbrica que vi en
la televisión.
Olive soltó una risita borracha y se volvió a su lado, haciendo que la
cama crujiera.
― ¿En serio? ¿Una aspiradora?
―Una inalámbrica. Joder, Ol
―Es decir . . .
― ¿Qué?
―Solo . . . ― Olive rió un poco más. ―Es la cosa más random.
―Cállate. ― Anh sonrió, pero no abrió los ojos. ―Tengo alergias
severas al polvo. ¿Pero sabes qué?
― ¿Me vas a pegar con un hecho de la aspiradora Trivial Pursuit?
Las comisuras de los ojos de Anh se arrugaron.
―No―, dijo ella, ―no tengo ninguno. Espera, creo que tal vez la
primera directora ejecutiva corporativa trabajó para una empresa de
aspiradoras.
―De ninguna manera. Eso es realmente genial
―Pero tal vez lo estoy inventando―. Anh se encogió de hombros.
— De todos modos, lo que quise decir es. . . ¿Creo que todavía lo quiero?
― ¿La aspiradora?
Olive bostezó sin molestarse en taparse la boca.
―No. Un trabajo académico. Y todo lo que conlleva. El laboratorio,
los estudiantes de posgrado, la escandalosa carga docente, la carrera por
las becas del NIH40, el salario desproporcionadamente bajo. Todo el
asunto. Jeremy dice que Malcolm tiene razón. Los trabajos de la
industria están donde están. Pero creo que quiero quedarme y
convertirme en profesor. Sere miserable, seguro, pero es la única forma
de crear un buen ambiente para mujeres como nosotras, Ol. Dale un
poco de competencia a todos estos hombres blancos con derecho.
Ella sonrió, hermosa y feroz.
―Jeremy puede entrar en la industria y ganar un montón de dinero
que invertiré en aspiradoras inalámbricas.
Olive estudió la borracha la determinación en el rostro de Anh,
pensando que había algo reconfortante en saber que su amiga más
cercana estaba empezando a descubrir cómo quería que fuera su
vida. Con quién quería vivirlo. Envió una punzada profunda en el
estómago de Olive, en ese lugar que parecía sentir la ausencia de Adam
de manera más aguda, pero la empujó hacia abajo, tratando de no pensar
demasiado en ello. En cambio, tomó la mano de su amiga, la apretó una
vez e inhaló el dulce aroma a manzana de su cabello.
—Serás tan buena en eso, Anh. No puedo esperar a verte cambiar el
mundo
EN GENERAL, la vida de Olive continuó como siempre, excepto que,
por primera vez, había algo más que preferiría estar haciendo. Alguien
más con quien preferiría estar.
Entonces, que te guste alguien, reflexionó. Sentir que no valía la pena ir
al edificio de biología porque si Adam estaba fuera de la ciudad, incluso
la posibilidad más remota de encontrarse con él le había sido
quitada; girando constantemente después de ver un destello de cabello
40
Instituto Nacional de Salud
negro azabache, o al escuchar una voz profunda que sonaba tan rica
como la de Adam pero en realidad no lo era; pensando en él porque su
amiga Jess mencionó que estaba planeando un viaje a los Países Bajos,
¡o cuando estaba en Jeopardy41! la respuesta correcta a Aichmophobia
resultó ser ¿Qué es el miedo a las agujas?; sentirse atrapada en un extraño
limbo, esperando, solo esperando, esperando. . . para nada. Adam
volvería en unos días, y la mentira de Olive de que estaba enamorada
de otra persona seguiría ahí. El veintinueve de septiembre llegaría
demasiado pronto y, de todos modos, la suposición de que Adam
alguna vez podría ver a Olive bajo una luz romántica era
absurda. Considerándolo todo, tuvo suerte de que le agradara lo
suficiente como para querer ser su amiga.
El domingo, su teléfono sonó mientras corría en el gimnasio. Cuando
el nombre de Adam apareció en la parte superior de la pantalla,
inmediatamente saltó para leerlo. Excepto que no había mucho que leer:
solo la imagen de una bebida enorme en un vaso de plástico, rematada
con lo que parecía un panecillo. La parte inferior de la imagen decía con
orgullo Pumpkin Pie Frappuccino, y debajo, el texto de Adam:
Adam: ¿Crees que puedo pasar esto de contrabando en el
avión?
No necesitaba que le dijeran que le estaba sonriendo a su teléfono
como una idiota.
Olive: Bueno, la TSA42 es notoriamente incompetente.
Olive: ¿Aunque tal vez no sea tan incompetente?
Adam: Lástima.
Adam: Ojalá estuvieras aquí, entonces.
La sonrisa de Olive permaneció en su lugar durante mucho tiempo. Y
luego, cuando recordó el lío en el que estaba, se desvaneció en un
profundo suspiro.
41
42
Programa de TV
Administración de Seguridad en el Transporte
LLEVABA una bandeja de muestras de tejido al laboratorio del
microscopio electrónico cuando alguien le dio una palmada en el
hombro, sobresaltándola. Olive casi tropezó y destruyó varios miles de
dólares en subvenciones federales. Cuando se giró, el Dr. Rodrigues la
estaba mirando con su habitual sonrisa juvenil, como si fueran los
mejores amigos a punto de ir a tomar una cerveza y pasar un buen rato,
en lugar de una estudiante de doctorado y un ex miembro de su comité
asesor que nunca había llegado a leer ninguno de los documentos que
había entregado.
―Dr. Rodrigues.
Arrugó la frente.
―Pensé que nos habíamos decidido por Holden.
¿Lo habían hecho?
―Si. Holden.
Él sonrió complacido.
―El novio está fuera de la ciudad, ¿eh?
―Oh. Um. . . Sí.
― ¿Vas a entrar ahí? ― Señaló el laboratorio del microscopio con la
barbilla y Olive asintió. ―Aquí, déjame hacerlo.
Deslizó su placa para abrir la puerta y la mantuvo abierta para ella.
―Gracias. ― Dejó sus muestras en un banco y sonrió agradecida,
deslizando sus manos en sus bolsillos traseros. ―Iba a buscar un carrito,
pero no pude encontrar uno
―Solo queda uno en este piso. Creo que alguien se los lleva a casa y
los revende.
Sonrió y ... Malcolm tenía razón. Había tenido razón durante los
últimos dos años: realmente había algo relajado y atractivo sin esfuerzo
en Holden. No es que Olive pareciera estar interesado en otra cosa que
no fuera altos fornidos, melancólicos y hoscos con coeficientes
intelectuales geniales.
―No puedo culparlos. Yo habría hecho lo mismo en mis días de
posgrado. ¿Entonces cómo está la vida?
―Um, bien. ¿Y tú?
Holden ignoró su pregunta y se apoyó casualmente contra la pared.
― ¿Qué tan malo es?
― ¿Malo?
—Adam se ha ido. Demonios, incluso yo extraño esa pequeña mierda
―. Él se rió entre dientes. ― ¿Cómo lo llevas?
―Oh. ― Sacó las manos de los bolsillos, cruzó los brazos frente al
pecho y luego cambió de opinión y las dejó caer rígidamente a los
costados. Sí. Perfecto. Actuando con naturalidad. ―Bien. Bueno. Ocupada.
Holden pareció genuinamente aliviado.
―Excelente. ¿Han estado hablando por teléfono?
No claro que no. Hablar por teléfono es la cosa más difícil y estresante del
mundo, y no puedo hacerlo con la amable dama que programa mis limpiezas
dentales, y mucho menos con Adam Carlsen.
―Ah, principalmente mensajes de texto, ¿sabes?
―Sí, lo sé. Sin importar cuán abotonado y malhumorado esté Adam
contigo, debes saber que está haciendo un esfuerzo y que es un millón
de veces peor con todos los demás. Incluido yo ―. Suspiró y negó con
la cabeza, pero había algo de cariño detrás. Un cariño fácil que Olive no
se le escapaba. Mi amigo más antiguo, había dicho sobre Adam, y
claramente no había estado mintiendo. ―En realidad ha mejorado
mucho desde que empezaron a salir.
Olive se sintió al borde de un encogimiento de cuerpo
entero. Insegura de qué decir, se conformó con un simple, doloroso e
incómodo:
― ¿En serio?
Holden asintió.
―Sí. Estoy tan contento de que finalmente se armó de valor para
invitarte a salir. Había estado hablando y hablando sobre esta chica
increíble durante años, pero estaba preocupado por estar en el mismo
departamento, y ya sabes cómo es. . . ― Se encogió de hombros y agitó
la mano. ―Me alegro de que finalmente se las arregló para sacar la
cabeza de su trasero.
El cerebro de Olive tartamudeó. Sus neuronas se volvieron lentas y
frías, y le tomó varios segundos procesar que Adam había querido
invitarla a salir durante años. No podía asimilarlo, porque. . . no era
posible. No tenía sentido. Adam ni siquiera se acordaba de la existencia
de Olive antes de que ella lo hubiera nombrado Título IX en el pasillo
hace unas semanas. Cuanto más pensaba en ello, más se convencía de
que si él hubiera tenido algún recuerdo de su reunión en el baño, lo
habría dicho. Adam era famoso por ser directo, después de todo.
Holden debe haberse referido a otra persona. Y Adam debe sentir algo
por esa persona. Alguien con quien trabajaba, alguien que estaba en su
departamento. Alguien que era asombrosa.
La mente de Olive, medio congelada hasta hace unos segundos,
comenzó a girar con el conocimiento. Dejando a un lado el hecho de que
esta conversación fue una invasión total de la privacidad de Adam,
Olive no pudo evitar considerar las implicaciones de su arreglo para
él. Si la persona de la que hablaba Holden era una de los colegas de
Adam, no había ninguna posibilidad de que ella no hubiera oído hablar
de las citas entre Adam y Olive. Era posible que los hubiera visto a los
dos tomar un café juntos un miércoles, o a Olive sentada en el regazo de
Adam durante la charla de Tom, o ... Dios, Olive cubriéndolo con
bloqueador solar en ese picnic olvidado de Dios. Lo que no podría ser
bueno para sus prospectos. A menos que a Adam no le importara,
porque estaba seguro más allá de toda duda de que sus sentimientos no
eran correspondidos y, oh, ¿no sería gracioso? Tan gracioso como una
tragedia griega.
―De todas formas. ― Holden se apartó de la pared y levantó la mano
para rascarse la nuca. ―Creo que deberíamos tener una cita doble uno
de estos días. He estado tomando un descanso de las citas, demasiada
angustia, pero tal vez sea hora de sumergirme de nuevo. Con suerte,
pronto conseguiré un novio.
El peso en el estómago de Olive se hundió aún más.
―Eso sería encantador. ― Intentó sonreír.
― ¿En serio? ― Él sonrió. ―Adam lo odiaría con la intensidad de mil
soles.
Realmente lo haría.
―Podría contarte tantas historias interesantes sobre él,
aproximadamente entre los diez y los veinticinco años―. Holden estaba
encantado con la perspectiva. ―Estaría mortificado.
― ¿Son sobre taxidermia?
― ¿Taxidermia?
―Nada. Solo algo sobre lo que Tom había dicho. . . ― Ella hizo un
gesto con la mano. ―Nada.
La mirada de Holden se volvió aguda.
―Adam dijo que podrías trabajar con Tom el año que viene. ¿Es
cierto?
―Oh . . . sí. Ese es el plan.
Asintió pensativo. Luego pareció tomar algún tipo de decisión y
agregó:
―Cuida tu espalda mientras estás cerca de él, ¿de acuerdo?
― ¿Mi espalda? ― ¿Qué? ¿Por qué? ¿Tenía esto algo que ver con lo
que Adam había mencionado: a Holden no le gustaba Tom? ― ¿Qué
quieres decir?
—La espalda de Adam también. Especialmente la de Adam ―. La
expresión de Holden permaneció intensa por un momento, y luego se
iluminó. ―De todas formas. Tom solo conoció a Adam en la escuela de
posgrado. Pero yo estuve allí en su adolescencia, de ahí son las buenas
historias.
―Oh. Probablemente no deberías decirme. De . . . ― Ya que está
fingiendo una relación conmigo y seguramente no me quiere en sus
asuntos. Además, probablemente esté enamorado de otra persona.
―Oh por supuesto. Esperaré hasta que esté presente. Quiero ver su
cara cuando te cuente todo sobre su etapa en la gorra de vendedor de
periódicos.
Ella parpadeó.
― ¿Su qué . . .?
Asintió solemnemente y salió, cerrando la puerta detrás de él y
dejándola sola en el frío laboratorio en penumbra. Olive tuvo que
respirar profundamente varias veces antes de poder concentrarse en su
trabajo.
CUANDO RECIBIÓ el correo electrónico, inicialmente pensó que
debía ser un error. Tal vez había malinterpretado, no había estado
durmiendo bien, y resultó que tener un enamoramiento no deseado y
no correspondido venia con todo tipo de confusión, aunque después de
una segunda mirada, luego una tercera y una cuarta, se dio cuenta. ese
no fue el caso. Entonces, tal vez el error estuvo del lado de la conferencia
SBD. Porque no había manera, absolutamente ninguna manera, de que
realmente tuvieran la intención de informarle que el resumen que había
enviado había sido seleccionado para formar parte de un panel.
Un panel con profesores.
Simplemente no era posible. Los estudiantes de posgrado rara vez
fueron seleccionados para presentaciones orales. La mayoría de las
veces solo hicieron carteles con sus hallazgos. Las charlas fueron para
académicos cuyas carreras ya estaban avanzadas, excepto que cuando
Olive ingresó al sitio web de la conferencia y descargó el programa, su
nombre estaba allí. Y de todos los nombres de los oradores, el de ella era
la única que no estaba seguido de ninguna letra. No MD. Sin
doctorado No tiene un doctorado en medicina.
Tonterías.
Salió corriendo del laboratorio apretando su computadora portátil
contra su pecho. Greg le dio una mirada sucia cuando ella casi choca
contra él en el pasillo, pero ella lo ignoró y entró en la oficina de la Dra.
Aslan sin aliento, sus rodillas repentinamente hechas de gelatina.
― ¿Podemos hablar? ― Cerró la puerta sin esperar respuesta.
Su consejera levantó la vista desde detrás de su escritorio con una
expresión alarmada.
―Olive, ¿qué es ...?
―No quiero dar una charla. No puedo dar una charla ―. Ella negó
con la cabeza, tratando de sonar razonable pero solo manejándose presa
del pánico y frenética. ―No puedo.
La Dra. Aslan ladeó la cabeza y juntó las manos. El barniz de calma
que proyectaba su consejera solía ser reconfortante, pero ahora hacía que
Olive quisiera voltear el mueble más cercano.
Cálmate. Respiraciones profundas. Usa tu atención plena y todas esas cosas
sobre las que Malcolm siempre está chillando.
―Dra. Aslan, mi resumen de SBD fue aceptado como una charla. No
como un cartel, una charla. En voz alta. En un panel. De pie. Delante de
la gente ―. La voz de Olive se había convertido en un chillido. Y, sin
embargo, por razones que escapan a la comprensión, el rostro de la Dra.
Aslan se iluminó con una sonrisa.
― ¡Es una noticia maravillosa!
Olive parpadeó. Y luego parpadeó de nuevo.
― ¿No es…?
―Disparates. ― La Dra. Aslan se puso de pie y caminó alrededor de
su escritorio, pasando la mano arriba y abajo del brazo de Olive en lo
que claramente pretendía ser un gesto de felicitación. ―Esto es
fantástico. Una charla te dará mucha más visibilidad que un
póster. Podrás hacer contactos para conseguir un puesto de
postdoctorado. Estoy tan, tan feliz por ti.
La mandíbula de Olive cayó.
―Pero . . .
― ¿Pero?
―No puedo dar una charla. No puedo hablar.
―Estás hablando ahora mismo, Olive.
―No frente a la gente.
―Yo soy gente.
―No eres muchas personas. Dra. Aslan, no puedo hablar frente a
mucha gente. No se trata de ciencia.
― ¿Por qué?
―Por qué. ― Porque mi garganta se secará y mi cerebro se apagará y seré
tan mala que alguien del público sacará una ballesta y me disparará en la
rótula. ―No estoy lista. Para hablar. En público.
―Por supuesto que lo estas. Eres una buena oradora.
―No
lo
soy. Tartamudeo. Me
sonrojo. Yo
doy
vueltas. Mucho. Especialmente frente a grandes multitudes y ...
―Olive―, la interrumpió la Dra. Aslan con un tono severo. ― ¿Qué
te digo siempre?
―Um. . . ¿Qué no pierda la pipeta multicanal?
―Lo otro.
Ella suspiró.
―Muévete con la confianza de un hombre blanco mediocre.
—Más que eso, si es posible. Ya que no hay absolutamente nada de
mediocre en ti.
Olive cerró los ojos y respiró hondo lo suficiente como para alejarse
del borde de un ataque de pánico. Cuando los abrió, su asesora sonreía
de manera alentadora.
―Dra. Aslan ―. Olive hizo una mueca. ― Realmente no creo que
pueda hacer esto.
―Sé que no―. Había algo de tristeza en su expresión. ―Pero
puedes. Y trabajaremos juntas hasta que te sientas a la altura de la tarea.
Esta vez, puso ambas manos sobre los hombros de Olive. Olive
todavía estaba abrazando su computadora portátil contra su pecho,
como si fuera un salvavidas en el mar abierto, pero el toque era
extrañamente reconfortante.
―No te preocupes. Tenemos un par de semanas para prepararte.
Tú dices eso. Dices nosotros, pero yo seré la que hable frente a cientos de
personas, y cuando alguien haga una pregunta de tres minutos con la intención
de hacerme admitir que en el fondo mi trabajo está mal estructurado e inútil, Yo
seré la que se cague los pantalones.
―Cierto. ― Olive tuvo que forzar su cabeza en un movimiento de
arriba hacia abajo y tomar una respiración profunda. Ella exhaló
lentamente. ―Okey.
― ¿Por qué no preparas un borrador? Podrías practicar durante la
próxima reunión de laboratorio ―. Otra sonrisa tranquilizadora, y Olive
asintió de nuevo, sin sentirse tranquila en lo más mínimo. ―Y si tienes
alguna pregunta, siempre estoy aquí. Oh, estoy tan decepcionada de no
poder ver tu charla. Debes prometerme que me lo grabarás. Será como
si yo estuviera allí.
Excepto que tú no estarás allí y yo estaré sola, pensó amargamente
mientras cerraba la puerta de la oficina de la Dra. Aslan detrás de ella. Se
dejó caer contra la pared y cerró los ojos con fuerza, tratando de acallar
el agitado lío de pensamientos que revoloteaban dentro de su cabeza. Y
luego los abrió de nuevo cuando escuchó su nombre en la voz de
Malcolm. Estaba de pie frente a ella con Anh, estudiándola con una
expresión medio divertida y medio preocupada. Llevaban vasos de
Starbucks. El olor a caramelo y menta se extendió, haciendo que se le
revolviera el estómago.
―Hola
Anh tomó un sorbo de su bebida.
― ¿Por qué estás tomando una siesta de pie junto a la oficina de tu
asesora?
―Yo . . . ― Olive se apartó de la pared y se alejó unos pasos de la
puerta de la Dra. Aslan, frotándose la nariz con el dorso de la
mano. ―Mi resumen fue aceptado. El de SBD.
― ¡Felicitaciones! ― Anh sonrió. ―Pero eso era prácticamente un
hecho, ¿verdad?
―Fue aceptado como una charla.
Durante unos segundos, dos pares de ojos simplemente la miraron en
silencio. Olive pensó que Malcolm podría estar haciendo una mueca,
pero cuando se giró para comprobarlo, solo había una vaga sonrisa
pegada en su rostro.
―Eso es . . . ¿increíble?
―Sí. ― Los ojos de Anh se posaron en Malcolm y de nuevo en
Olive. ―Eso es, um, genial.
―Es un desastre de proporciones épicas.
Anh y Malcolm intercambiaron una mirada preocupada. Sabían muy
bien cómo se sentía Olive acerca de hablar en público.
― ¿Qué está dice la Dra. Aslan al respecto?
―Lo normal. ― Ella se frotó los ojos. ―Que estará bien. Que
trabajaremos juntas en eso.
―Creo que tiene razón―, dijo Anh. ―Te ayudaré a practicar. Nos
aseguraremos de que te lo sepas de memoria. Y estará bien.
―Sí. ― O no lo estará. ―Además, la conferencia es en menos de dos
semanas. Deberíamos reservar el hotel, ¿o lo estamos haciendo en
Airbnb43?
Algo extraño sucedió en el momento en que hizo la pregunta. No con
Anh, todavía estaba bebiendo tranquilamente su café, pero la taza de
Malcolm se congeló hasta la mitad de su boca y se mordió el labio
mientras estudiaba la manga de su suéter.
43
Compañía que ofrece una plataforma digital dedicada a la oferta de alojamientos
―Sobre eso…― el empezó.
Olive frunció el ceño.
― ¿Qué?
―Bien. ― Malcolm movió los pies un poco, y tal vez fue accidental,
la forma en que parecía alejarse de Olive, pero ella no lo
creía. ―Nosotros ya tenemos.
― ¿Ya han reservado algo?
Anh asintió alegremente.
―Sí. ― No pareció darse cuenta de que Malcolm estaba a punto de
sufrir un derrame cerebral. ―El hotel de conferencias
―Oh. Bueno. Dime lo que te debo entonces, ya que ...
―La cosa es . . . ― Malcolm pareció alejarse aún más.
― ¿Qué cosa?
―Bien. ― Jugueteó con el soporte de cartón de su taza y sus ojos se
dirigieron a Anh, que parecía felizmente ajeno a su malestar. ―La
habitación de hotel de Jeremy está pagada gracias a la beca en la que
está, y le pidió a Anh que se quedara con él. Y luego Jess, Cole e Hikaru
me ofrecieron quedarme con ellos.
― ¿Qué? ― Olive miró a Anh. ― ¿Es en serio?
―Nos ahorrará a todos mucho dinero. Y será mi primer viaje con
Jeremy ―, intervino Anh distraídamente. Estaba escribiendo algo en su
teléfono. ― ¡Oh, Dios mío, chicos, ¡creo que lo encontré! ¡Un lugar para
el evento de Boston para mujeres BIPOC en STEM! ¡Creo que lo tengo!
―Eso es genial―, dijo Olive débilmente. ―Pero pensé . . . Pensé que
nos alojaríamos juntos.
Anh miró hacia arriba, luciendo arrepentida
―Si lo se. Eso es lo que le dije a Jeremy, pero él señaló que tú. . . ya
sabes. ― Olive inclinó la cabeza, confundida, y Anh continuó: ―Quiero
decir, ¿por qué querrías gastar dinero en una habitación cuando podrías
quedarte con Carlsen?
Oh.
―Por qué. ― Por qué. Porque, porque, por qué. ―Yo . . .
―Te extrañaré, pero no es como si estuviéramos en las habitaciones
para otra cosa que no sea dormir.
―Claro . . . ― Apretó los labios y agregó: ―Claro.
La sonrisa de Anh le dio ganas de gemir.
―Impresionante. Vamos a comer juntos y pasar el rato para las
sesiones de carteles. Y de noche, por supuesto.
―Por supuesto. ― Olive hizo todo lo que pudo para no sonar
amargada. ―Estoy deseando que llegue―, agregó con una sonrisa tan
buena como pudo.
―Okey. Excelente. Tengo que irme, el comité de divulgación de
Mujeres en la ciencia se reunirá en cinco. Pero reunámonos este fin de
semana para planificar actividades divertidas para Boston. ¡Jeremy dijo
algo sobre un tour de fantasmas!
Olive esperó hasta que Anh estuvo fuera del alcance del oído antes de
volverse para mirar a Malcolm. Que ya estaba levantando las manos a
la defensiva.
―En primer lugar, a Anh se le ocurrió este plan mientras yo
supervisaba ese experimento de veinticuatro horas; el peor día de mi
vida, no puedo graduarme lo suficientemente pronto. Y después de eso,
¿qué se suponía que debía hacer? ¿Informarle que no te vas a quedar con
Carlsen porque tienen citas falsas? Oh, pero espera, ahora que estás muy
enamorada de él, tal vez sea algo real ...
―Está bien, lo entiendo―. Le estaba empezando a doler el
estómago. ―Aún podrías habérmelo dicho.
―Yo iba a. Y luego dejé a Neuro Jude y se volvió loco y agitó mi
auto. Y después de eso, mi papá me llamó para saludarme y me
preguntó cómo iban mis proyectos, lo que pasó a que me interrogara
sobre por qué no estoy usando un modelo de C. elegans, y, Ol, ya sabes
lo increíblemente entrometido y microgestivo puede ser, lo que nos llevó
a tener una discusión y mi mamá se involucró y… ―Se detuvo y respiró
hondo. ―Bueno, estabas allí. Escuchaste los gritos. La conclusión es que
se me olvidó por completo, y lo siento mucho.
―Está bien. ― Ella se rascó la sien. ―Voy a tener que encontrar un
lugar donde quedarme.
―Yo te ayudaré―, le dijo Malcolm con entusiasmo. ―Podemos
buscar en línea esta noche.
―Gracias, pero no te preocupes por eso. Yo me encargaré. ― O
no. Probablemente. Dado que la conferencia era en menos de dos
semanas, y probablemente todo ya estaba reservado. Lo que quedaba
sin duda estaba tan fuera de su rango de precios que tendría que vender
un riñón para poder pagarlo. Lo cual podría ser una opción, ya que tenía
dos.
―No estás enojada, ¿verdad?
―Yo . . . ― Si. No. Quizás un poco. ―No. No es tu culpa. ― Ella le
devolvió el abrazo a Malcolm cuando él se inclinó hacia ella,
tranquilizándolo con unas torpes palmaditas en el hombro. Por mucho
que le hubiera gustado culparlo por esto, solo tenía que mirarse a sí
misma. La razón de sus problemas, la mayoría de ellos, al menos, era su
estúpida y descabellada decisión de mentirle a Anh en primer
lugar. Para comenzar con esta farsa de citas falsas. Ahora estaba dando
una charla en esta estúpida conferencia, probablemente después de
dormir en una estación de autobuses y desayunar musgo, y a pesar de
todo esto no podía dejar de pensar en Adam. Simplemente perfecto.
Con la computadora portátil bajo el brazo, Olive se dirigió de regreso
al laboratorio, la perspectiva de poner sus diapositivas en orden para su
charla al mismo tiempo abrumadora y deprimente. Había algo pesado
y desagradable que le pesaba en el estómago y, por impulso, se desvió
hacia el baño y entró en el cubículo más alejado de la puerta, apoyándose
contra la pared hasta que la parte posterior de la cabeza golpeó la fría
superficie de las baldosas.
Cuando el peso en su vientre comenzó a sentirse demasiado pesado,
sus rodillas cedieron y su espalda se deslizó hacia abajo hasta que se
sentó en el suelo. Olive se quedó así durante mucho tiempo, tratando de
fingir que esta no era su vida.
HIPÓTESIS:
Aproximadamente dos de cada tres
situaciones de citas falsas eventualmente involucrarán
compartir habitación; El 50 por ciento de las situaciones de
habitación compartida se complicará aún más por la
presencia de una sola cama.
Había un Airbnb a veinticinco minutos del centro de conferencias,
pero era un colchón inflable en el piso de una sala de almacenamiento,
cobrando 180 dólares por noche, e incluso si ella hubiera podido
pagarlo, una de las reseñas informó que el anfitrión Tenía una
inclinación por los juegos de rol vikingos con los invitados,
entonces…No gracias. Encontró uno más asequible a cuarenta y cinco
minutos en metro, pero cuando fue a reservar la habitación, descubrió
que alguien se la había adelantado por unos segundos y estuvo tentada
de arrojar su computadora portátil al otro lado de la cafetería. Estaba
tratando de decidir entre un motel de mala muerte y un sofá barato en
los suburbios cuando una sombra se proyectó sobre ella. Ella miró hacia
arriba con el ceño fruncido, esperando a un estudiante que quisiera usar
el enchufe que había estado ocupando, y en su lugar encontró.
―Oh.
Adam estaba de pie frente a ella, la luz del sol de la tarde cubriendo
su cabello y hombros, los dedos cerrados alrededor de un iPad mientras
la miraba con una expresión sombría. Había pasado menos de una
semana desde la última vez que lo había visto, seis días para ser precisos,
que eran solo un puñado de horas y minutos. Nada, considerando que
apenas lo conocía desde hacía un mes. Y, sin embargo, era como si el
espacio en el que estaba, todo el campus, toda la ciudad se transformara
al saber que él había vuelto.
Posibilidades. Así se sentía la presencia de Adam. De qué, no estaba
segura.
―Estás… ― Tenía la boca seca. Un evento de gran interés científico,
considerando que había tomado un sorbo de su botella de agua hace
unos diez segundos. ―Estás de vuelta.
―Lo estoy.
Ella no había olvidado su voz. O su altura. O la forma en que le
quedaba su estúpida ropa. No podría haberlo hecho, tenía dos lóbulos
temporales mediales, en pleno funcionamiento y bien metidos dentro de
su cráneo, lo que significaba que era perfectamente capaz de codificar y
almacenar recuerdos. No había olvidado nada y no estaba segura de por
qué en ese momento se sentía como si lo hubiera hecho.
―Pensé…Yo no ... —Sí, Olive. Maravilloso. Muy elocuente. ―No sabía
que habías vuelto.
Su rostro estaba un poco reservado, pero asintió.
―Volé anoche
―Oh. ― Probablemente debería haber preparado algo para decir,
pero no esperaba verlo hasta el miércoles. Si lo hubiera hecho, tal vez no
habría estado usando sus leggings más viejos y su camiseta más
andrajosa, y su cabello no habría sido un desastre. No es que tuviera la
ilusión de que Adam la habría notado si hubiera estado usando un traje
de baño o un vestido de gala. Pero aún.
― ¿Quieres sentarte?
Se inclinó hacia adelante para recoger su teléfono y su cuaderno,
dejando espacio al otro lado de la pequeña mesa. Sólo cuando él vaciló
antes de tomar asiento, se le ocurrió que tal vez no tenía intención de
quedarse, que ahora podría sentirse obligado a hacerlo. Se acomodó en
la silla con gracia, como un gato grande.
Buen trabajo, Olive. ¿Quién no ama a una persona necesitada que los acosa
para llamar su atención?
―No
tienes
que
hacerlo. Sé
que
estás
ocupado.
Subvenciones MacArthur para ganar y graduados para brutalizar y
brócoli para comer ―. Probablemente preferiría estar en cualquier otro
lugar. Se mordió la uña del pulgar, sintiéndose culpable, comenzando a
entrar en pánico y ...
Y luego sonrió. Y de repente hubo surcos alrededor de su boca y
hoyuelos en sus mejillas y su rostro fue completamente alterada por
ellos. El aire en la mesa disminuyó. Olive no podía respirar del todo.
―Sabes, hay un término medio entre vivir de los brownies y comer
exclusivamente brócoli.
Ella sonrió, sin otra razón que ... Adam estaba aquí, con ella. Y
estaba sonriendo.
―Eso es una mentira.
Sacudió la cabeza, la boca aún curvada.
― ¿Cómo estás?
Mejor ahora.
―Bien. ¿Cómo estuvo Boston?
―Bien.
―Me alegro de que hayas vuelto. Estoy bastante segura de que las
tasas de abandono de la biología han experimentado una fuerte
reducción. No podemos tener eso.
Él la miró con expresión de paciencia.
―Te ves cansada, sabelotodo.
―Oh. Si yo… ― Se frotó la mejilla con la mano, ordenándose a sí
misma que no se sintiera cohibida por su apariencia, como siempre
había hecho hincapié en no hacerlo. Sería una idea igualmente estúpida
preguntarse cómo era la mujer que Holden mencionó el otro
día. Probablemente impresionante. Probablemente femenina, con
curvas; alguien que realmente necesitaba usar un sostén, alguien que no
estaba medio cubierta de pecas, que había dominado el arte de aplicar
delineador de ojos líquido sin ensuciarse.
―Estoy bien. aunque, ha pasado una semana ―. Ella se masajeó la
sien.
Él ladeó la cabeza.
― ¿Qué pasó?
―Nada. . . Mis amigos son estúpidos y los odio ―. Se sintió
instantáneamente culpable e hizo una mueca. ―En realidad, no los
odio. Sin embargo, odio amarlos.
― ¿Es la amiga del protector solar? ¿Anh?
―La única. Y mi compañero de cuarto también, quien realmente
debería saberlo mejor.
― ¿Qué hicieron?
―Ellos. . . ― Olive presionó ambos ojos con los dedos. ―Es una larga
historia. Encontraron un alojamiento alternativo para el SBD. Lo que
significa que ahora tengo que encontrar un lugar por mi cuenta.
― ¿Por qué hicieron eso?
―Porque... ― Cerró los ojos brevemente y suspiró. ―Porque
asumieron que me gustaría quedarme contigo. Ya que eres mi. . . ya
sabes. Novio.
Se quedó quieto durante un par de segundos. Y luego:
―Ya veo.
―Sí. Una suposición bastante audaz, pero. . . ― Abrió los brazos y se
encogió de hombros.
Se mordió el interior de la mejilla, pensativo.
―Lamento que no puedas ir a la habitación con ellos.
Ella hizo un gesto con la mano.
―Oh, eso no es todo. Eso habría sido divertido, pero es solo que ahora
necesito encontrar algo más cerca y no hay opciones asequibles ―. Sus
ojos se posaron en la pantalla de su computadora portátil. ―Estoy
pensando en reservar este motel que está a una hora de distancia y ...
― ¿No lo sabrán?
Levantó la vista de la imagen pequeña y sombría del lugar.
― ¿Mm?
― ¿No sabrá Anh que no te quedarás conmigo?
Oh.
― ¿Dónde te estás quedando?
―En el hotel de la conferencia.
Por supuesto.
―Bien. ― Ella se rascó la nariz. ―Yo no le diría. No creo que preste
demasiada atención.
―Pero ella se dará cuenta si te quedas a una hora de distancia.
―Yo. . . ― Si. Ellos se darían cuenta y harían preguntas, y Olive
tendría que inventar un montón de excusas e incluso más medias
verdades para lidiar con eso. Agregar algunos bloques a esta torre de
mentiras Jenga que había estado construyendo durante semanas. ―Lo
resolveré.
Asintió lentamente.
―Lo siento.
―Oh, no es tu culpa.
―Se podría argumentar que, de hecho, es mi culpa.
―Para nada.
―Me ofrecería pagar tu habitación de hotel, pero dudo que quede
algo en un radio de diez millas.
―Oh no. ― Ella negó con la cabeza enfáticamente. ―Y yo no lo
aceptaría. No es una taza de café. Y un bollo. Y una galleta. Y un
Frappuccino de calabaza ―. Ella parpadeó hacia él y se inclinó hacia
adelante, tratando de cambiar el tema. ―Lo cual, por cierto, es nuevo en
el menú. Podrías comprarlo totalmente para mí, y eso me alegraría el
día.
―Seguro. ― Parecía un poco mareado.
―Impresionante. ― Ella sonrió. ―Creo que hoy es más barato, una
especie de rebaja de martes, así que ...
―Pero podrías alojarte conmigo.
La forma en que lo planteó, tranquilo y sensato, casi hizo que
pareciera que no era gran cosa. Y Olive casi se enamora de ello, hasta
que sus oídos y su cerebro parecieron finalmente conectarse entre sí y
fue capaz de procesar el significado de lo que acababa de decir.
Que ella.
Podía alojarse.
Con él.
Olive sabía muy bien lo que implicaba compartir alojamiento con
alguien, incluso durante un período muy breve. Dormir en la misma
habitación significaba ver un pijama vergonzoso, turnarse para usar el
baño, escuchar el silbido de alguien tratando de encontrar una posición
cómoda debajo de las sábanas alto y claro en la oscuridad. Dormir en la
misma habitación significaba… No. Nop. Fue una idea terrible. Y Olive
estaba empezando a pensar que tal vez los había llegado al límite de sus
posibilidades por un tiempo. Entonces se aclaró la garganta.
―No podría, en realidad.
Asintió con calma. Pero luego, preguntó con la misma calma:
― ¿Por qué? ― y quería golpearse la cabeza contra la mesa.
―No podría.
—La habitación es doble, por supuesto —ofreció, como si esa
información pudiera haberle hecho cambiar de opinión.
―No es una buena idea.
― ¿Por qué?
―Porque la gente pensará que nosotros. . . ― Ella notó la mirada de
Adam e inmediatamente se calló. ―Está bien, está bien. Ellos ya piensan
eso. Pero.
― ¿Pero?
―Adam― Se frotó la frente con los dedos. ―Solo habrá una cama.
Él frunció el ceño.
―No, como dije, es una doble ...
―No es. No lo será. Seguro que solo habrá una cama
Él la miró desconcertado.
―Recibí la confirmación de la reserva el otro día. Puedo reenviártelo
si lo deseas; dice que…
―No importa lo que diga. Es siempre una cama.
Él la miró perplejo y ella suspiró y se apoyó impotente contra el
respaldo de su silla. Claramente nunca había visto una comedia
romántica o leído una novela romántica en su vida.
―Nada. Ignórame.
―Mi convención es parte de un taller satélite el día antes de que
comience la conferencia, y luego hablaré el primer día de la conferencia
real. Tengo la sala para toda la conferencia, pero probablemente tendré
que irme para algunas reuniones después de la noche dos, para que
puedas estar sola desde la noche tres. Solo coincidiríamos por una noche
Escuchó la forma lógica y metódica en que él enumeró las razones
sensatas por las que debería aceptar su oferta y sintió que una ola de
pánico la invadía.
―Parece una mala idea
―Está bien. Simplemente no entiendo por qué
―Porque ― Porque no quiero. Porque lo tengo mal. Porque probablemente
lo tendría aún peor, después de eso. Porque va a ser la semana del veintinueve
de septiembre y me he esforzado por no pensar en ello.
—¿Tienes
miedo
de
que
intente
besarte
sin
tu
consentimiento? ¿Sentarme en tu regazo o acariciarte con el pretexto de
aplicarte protector solar? Porque yo nunca ...
Olive le tiró su teléfono. Lo cogió con la mano izquierda, estudió su
estuche brillante de aminoácidos con expresión complacida y luego lo
colocó con cuidado junto a su computadora portátil.
―Te odio―, le dijo, hosca. Ella podría haber estado haciendo
pucheros. Y sonriendo al mismo tiempo.
Su boca se crispó.
―Lo sé.
― ¿Alguna vez voy a olvidar esas cosas?
―Improbable. Y si lo haces, estoy seguro de que surgirá algo más.
Resopló, cruzando los brazos sobre el pecho e intercambiaron una
pequeña sonrisa.
―Puedo preguntarle a Holden o Tom si puedo quedarme con ellos y
dejarles mi habitación―, sugirió. ―Pero ellos saben que ya tengo una,
así que tendría que inventar excusas ...
―No, no voy a echarte de tu habitación―. Se pasó una mano por el
pelo y exhaló. ―Lo odiarías.
Inclinó la cabeza.
― ¿Qué?
―Vivir conmigo.
― ¿Lo haría?
―Sí. Pareces una persona que. . . ― Parece que te gusta mantener a los
demás a distancia, intransigente y muy difícil de conocer. Parece que te importa
muy poco lo que la gente piense de ti. Parece que sabes lo que estás
haciendo. Pareces igualmente horrible e increíble, y el solo pensamiento de que
hay alguien con quien te gustaría abrirte, alguien que no soy yo, me hace sentir
que no puedo sentarme en esta mesa por más tiempo. ―Como si quisieras tu
propio espacio.
Él sostuvo su mirada.
―Olive. Creo que estaré bien.
―Pero si terminas no estando bien, entonces estarás atrapado
conmigo.
―Es una noche―. Su mandíbula se apretó y se relajó, y agregó:
―Somos amigos, ¿no?
Sus propias palabras, lanzadas hacia ella. No quiero ser tu amiga, estuvo
tentada de decir. La cosa era que ella tampoco quería no ser su amiga. Lo
que quería estaba completamente fuera de su capacidad de obtenerlo, y
necesitaba olvidarlo. Sacarlo de su cerebro.
―Sí. Lo somos.
―Entonces, como amigo, no me obligues a preocuparme de que uses
el transporte público a altas horas de la noche en una ciudad con la que
no estás familiarizada. Andar en bicicleta en carreteras sin carriles para
bicicletas es bastante malo ―, murmuró, y ella inmediatamente sintió
un peso hundirse en su estómago. Intentaba ser un buen amigo. Él se
preocupaba por ella, y en lugar de estar satisfecha con lo que ella tenía
actualmente, tenía que arruinarlo todo y ... y querer más.
Ella respiró hondo.
― ¿Está seguro? ¿Que no te molestaría?
Él asintió con la cabeza, en silencio.
―Bien entonces. Okey. ― Se obligó a sonreír. ― ¿Tú roncas?
Soltó una carcajada.
―No sé.
―Oh vamos. ¿Cómo es posible que no lo sepas?
Él se encogió de hombros.
―Simplemente no lo hago
―Bueno, eso probablemente significa que no. De lo contrario, alguien
te lo hubiera dicho.
― ¿Alguien?
―Un compañero de cuarto. ― Se le ocurrió que Adam tenía treinta y
cuatro años y probablemente no había tenido un compañero de
habitación en una década. ―O una novia
Sonrió levemente y bajó la mirada.
―Supongo que mi novia me lo dirá después de la SBD―. Lo dijo en
un tono tranquilo y sin pretensiones, claramente tratando de hacer una
broma, pero las mejillas de Olive se calentaron y ella no pudo soportar
mirarlo más. En lugar de eso, tomó un hilo de la manga de su cárdigan
y buscó algo que decir.
―Mi estúpido resumen―. Ella se aclaró la garganta. ―Fue aceptado
como una charla.
Él la miró a los ojos.
― ¿El Panel de profesores?
―Sí.
― ¿No estás feliz?
―No. ― Ella hizo una mueca.
― ¿Es la cosa de hablar en público?
Lo había recordado. Por supuesto que lo había hecho.
―Sí. Será horrible.
Adam la miró fijamente y no dijo nada. No es que estaría bien, no es
que la conversación se desarrolle sin problemas, no es que esté
exagerando y subestimando una oportunidad fantástica. Su tranquila
aceptación de su ansiedad tuvo el efecto exactamente opuesto al
entusiasmo de la Dra. Aslan: la relajó.
―Cuando estaba en mi tercer año de la escuela de posgrado―, dijo
en voz baja, ―mi asesor me envió a dar una conferencia para profesores
en su lugar. Me lo dijo solo dos días antes, sin diapositivas ni guion. Solo
el título de la charla.
―Guau. ― Olive trató de imaginar cómo se habría sentido, esperar
que hiciera algo tan desalentador con tan poca advertencia. Al mismo
tiempo, parte de ella se maravilló de que Adam revelara algo sin que le
hicieran una pregunta directa. ― ¿Por qué hizo eso?
― ¿Quién sabe? ― Inclinó la cabeza hacia atrás, mirando un punto
por encima de su cabeza. Su tono tenía un rastro de amargura. ―Porque
tuvo una emergencia. Porque pensó que sería una experiencia
formativa. Porque podía.
Olive apostaba a que podía. No conocía al exasesor de Adam, pero la
academia era en gran medida un club de viejos, donde a los que tenían
el poder les gustaba aprovecharse de los que no lo hacían sin
repercusiones.
― ¿Era qué? ¿Una experiencia formativa?
Se encogió de hombros de nuevo.
―Tanto como cualquier cosa que te mantenga despierta presa del
pánico durante cuarenta y ocho horas seguidas.
Olive sonrió.
― ¿Y cómo te fue?
―Yo lo hice . . . ― Apretó los labios. ―No lo suficientemente bien.
Se quedó en silencio durante un largo momento, con la mirada fija en
algún lugar fuera de la ventana del café. ―Por otra parte, nada era lo
suficientemente bueno.
Parecía imposible que alguien pudiera mirar los logros científicos de
Adam y encontrar que faltan. Que nunca podría ser menos que el mejor
en lo que hacía. ¿Era por eso que era tan severo en su juicio de los
demás? ¿Porque le habían enseñado a establecer los mismos estándares
imposibles para sí mismo?
― ¿Sigues en contacto con él? Me refiero a tu consejero.
―Está jubilado ahora. Tom se ha hecho cargo de lo que solía ser su
laboratorio.
Fue una respuesta tan inusualmente opaca y cuidadosamente
redactada. Olive no pudo evitar sentir curiosidad.
― ¿Te agradaba?
―Es complicado. ― Se pasó una mano por la mandíbula, con
expresión pensativa y lejana. ―No. No, no me agradaba. Todavía no lo
hace. Él era . . .
Le tomó tanto tiempo continuar que casi se convenció a sí misma de
que no lo haría. Pero lo hizo, mirando la luz del sol de la tarde que
desaparecía detrás de los robles.
―Brutal. Mi asesor fue brutal.
Ella se rio entre dientes y los ojos de Adam volvieron a su rostro,
entrecerrados por la confusión.
―Perdón. ― Ella todavía se reía un poco. ―Es gracioso escucharte
quejarte de tu antiguo mentor. Porque . . .
― ¿Por qué?
―Porque suena exactamente como tú
―No soy como él―, replicó, más bruscamente de lo que Olive había
llegado a esperar de él. Eso la hizo resoplar.
―Adam, estoy bastante segura de que, si le pidiéramos a alguien que
te describiera con una palabra, brutal aparecería una o diez veces.
Lo vio ponerse rígido antes de que ella terminara de hablar, la línea
de sus hombros de repente tensa y rígida, su mandíbula apretada y con
una ligera contracción. Su primer instinto fue disculparse, pero no
estaba segura de qué. No había nada nuevo en lo que ella le acababa de
decir, ya habían hablado antes de su estilo de tutoría, contundente e
intransigente, y él siempre se lo había tomado con calma. Incluso lo
poseía. Y, sin embargo, tenía los puños cerrados sobre la mesa y los ojos
más oscuros de lo habitual.
―Yo . . . Adam, ¿yo ...? —Tartamudeó, pero él la interrumpió antes
de que pudiera continuar.
―Todo el mundo tiene problemas con sus asesores―, dijo, y hubo
una finalidad en su tono que le advirtió que no terminara la frase. No
preguntar ¿Qué pasó? ¿A dónde acabas de ir?
Así que tragó y asintió.
―La Dra. Aslan es. . . ― Ella vaciló. Sus nudillos ya no estaban tan
blancos, y la tensión en sus músculos se estaba disolviendo
lentamente. Era posible que lo hubiera imaginado. Sí, debe haberlo
hecho. ―Ella es genial. Pero a veces siento que ella realmente no
entiende que necesito más. . .
Guía. Apoyo. Algunos consejos prácticos, en lugar de un estímulo
ciego.
―Ni siquiera estoy segura de lo que necesito. Creo que eso podría ser
parte del problema, no soy muy buena comunicándolo.
Asintió y pareció elegir sus palabras con cuidado.
―Es difícil ser mentor. Nadie te enseña cómo hacerlo. Estamos
capacitados para convertirnos en científicos, pero como profesores,
también estamos a cargo de asegurarnos de que los estudiantes
aprendan a producir ciencia rigurosa. Hago responsables a mis
graduados y les establezco altos estándares. Me tienen miedo y está
bien. Hay mucho en juego, y si estar asustado significa que se están
tomando en serio su entrenamiento, entonces estoy de acuerdo.
Ella ladeó la cabeza.
― ¿Qué quieres decir?
―Mi trabajo es asegurarme de que mis estudiantes de posgrado
adultos no se conviertan en científicos mediocres. Eso significa que soy
yo quien tiene la tarea de exigir que vuelvan a ejecutar sus experimentos
o ajusten sus hipótesis. Es algo que viene con campo.
Olive nunca había complacido a la gente, pero la actitud de Adam
hacia la percepción que los demás tenían de él era tan arrogante que era
casi fascinante.
― ¿Realmente no te importa? ― preguntó ella, curiosa. ― ¿Qué a tus
graduados no les gustes como persona?
―Nah. Tampoco me gustan mucho ―. Pensó en Jess y Alex y en la
otra media docena de graduados y posdoctorados a quienes había
mentido Adam, a quien no conocía muy bien. La idea de que él los
encontrara tan molestos como ellos lo encontraban despótico la hizo
reír. ―Para ser justos, no me gusta la gente en general.
―Cierto. ― No preguntes, Olive. No preguntes. ― ¿Te agrado?
Un milisegundo de vacilación mientras apretó los labios.
―No. Eres una sabelotodo con un gusto pésimo en las bebidas
―. Trazó la esquina de su iPad, una pequeña sonrisa jugando en sus
labios. ―Envíame tus diapositivas.
― ¿Mis diapositivas?
―Para tu charla. Les echaré un vistazo.
Olive trató de no mirarlo boquiabierta.
―Oh tu . . . No soy tu graduado. No tienes que hacerlo.
―Lo sé.
―Realmente no tienes que…
―Quiero―, dijo, con la voz baja e incluso mientras la miraba a los
ojos, y Olive tuvo que apartar la mirada porque algo se sentía demasiado
apretado en el pecho.
―Okey. ― Finalmente se las arregló para romper el hilo suelto de su
manga. ― ¿Qué posibilidades hay de que tus comentarios me hagan
llorar bajo la ducha?
―Eso depende de la calidad de tus diapositivas.
Ella sonrió.
―No sientas que tienes que reprimirte.
―Créame, no lo hago.
―Bien. Excelente. ― Ella suspiró, pero fue reconfortante, sabiendo
que él iba a revisar su trabajo. ― ¿Vendrás a mi charla? ― se escuchó a
sí misma preguntar, y estaba tan sorprendida por la solicitud como
Adam parecía estarlo.
―Yo... ¿Quieres que vaya?
No. No, va a ser horrible y humillante, y probablemente un desastre, y me
verás en mi peor y más débil momento. Probablemente sea mejor si te encierras
en el baño durante toda la duración del panel. Solo para que no entres sin querer
y me veas haciendo el ridículo.
Y todavía. La sola idea de tenerlo allí, sentado entre la audiencia, hacía
que la perspectiva pareciera menos un calvario. No era su consejero, y
no podría hacer mucho si ella se veía inundada por un aluvión de
preguntas imposibles o si el proyector dejaba de funcionar a mitad de la
charla. Pero tal vez eso no era lo que ella necesitaba de él.
Entonces se dio cuenta de lo que tenía de especial Adam. Que no
importaba su reputación, o lo difícil que fuera su primer encuentro,
desde el principio, Olive había sentido que él estaba de su lado. Una y
otra vez, y de formas que ella nunca podría haber anticipado, la había
hecho sentir que no la juzgaban. Menos sola.
Ella exhaló lentamente. La comprensión debería haber sido
estremecedora, pero tuvo un efecto extrañamente calmante.
―Sí―, le dijo, pensando que bien podría resultar todo bien. Puede
que nunca tuviera lo que quería de Adam, pero al menos por ahora, él
estaba en su vida. Eso tendría que ser suficiente.
―Entonces lo haré.
Ella se inclinó hacia adelante.
― ¿Harast una pregunta larga e importante que me hará divagar de
manera incoherente y perder el respeto de mis compañeros, socavando
así para siempre mi lugar en el campo de la biología?
―Posiblemente. ― Él estaba sonriendo. ― ¿Debería comprarte ese
asqueroso― Adam hizo un gesto hacia la caja registradora—lodo de
calabaza ahora?
Ella sonrió.
―Oh sí. Quiero decir, si quieres.
―Prefiero comprarte cualquier otra cosa.
―Qué pena. ― Olive se puso de pie de un salto y se dirigió al
mostrador, tirando de su manga y obligándolo a pararse con ella. Adam
la siguió dócilmente, murmurando algo sobre el café negro que Olive
decidió ignorar.
Basta, se repitió a sí misma. Lo que tienes ahora, tendrá que ser suficiente.
HIPÓTESIS:
Esta conferencia será lo peor que le haya
pasado a mi carrera profesional, bienestar general y sentido
de la cordura.
Había dos camas en la habitación del hotel.
Dos camas dobles para ser precisos, y mientras las miraba, Olive sintió
que sus hombros se hundían de alivio y tuvo que resistir el impulso de
bombear el puño44. Tomen eso, estúpidas comedias románticas. Puede que
se haya enamorado del tipo con el que había comenzado a fingir una cita
como una tonta nacida ayer, pero al menos no compartiría la cama con
él en el corto plazo. Dadas sus desastrosas últimas dos semanas,
realmente necesitaba la victoria.
Había una serie de pequeñas pistas de que Adam había dormido en
la cama más cercana a la entrada: un libro en la mesita de noche en un
idioma que parecía alemán, una memoria USB y el mismo iPad que ella
lo había visto llevar en varias ocasiones, un cargador de iPhone
colgando de la toma de corriente. Una maleta metida a los pies de la
cama, negra y de aspecto caro. A diferencia de Olive, probablemente no
había sido sacado del cajón de las ofertas de Walmart.
―Supongo que esta es mía, entonces―, murmuró, sentándose en la
cama más cercana a la ventana y rebotando un par de veces para probar
la firmeza del colchón. Era una bonita habitación. No ridículamente
elegante, pero Olive de repente se sintió agradecida por la forma en que
Adam resopló y la miró como si estuviera loca cuando se ofreció a pagar
44
Acción que se hace cuando logras algo
la mitad. Al menos el lugar era lo suficientemente amplio como para que
no tuvieran que rozarse entre sí cada vez que se movieran. Quedarse
aquí con él no se sentiría como una versión singularmente sádica de siete
minutos en el cielo.
No es que estuvieran mucho juntos. Iba a dar su charla en un par de
horas, ugh, luego iría al evento social del departamento y pasaría el rato
con sus amigos hasta… Bueno, siempre que sea posible. Lo más
probable era que Adam ya tenía un montón de reuniones programadas
y tal vez ni siquiera se vieran. Olive estaría durmiendo cuando volviera
esta noche, y mañana por la mañana uno de ellos fingiría no despertar
mientras el otro se preparaba. Iba a estar bien. Inofensivo. Por lo menos,
no empeoraría las cosas de lo que estaban actualmente.
El atuendo habitual de la conferencia de Olive eran jeans negros y su
chaqueta de punto menos deshilachada, pero hace unos días Anh había
mencionado que el conjunto podría ser demasiado informal para una
charla.
Después de suspirar durante horas, Olive había decidido traer el
vestido cruzado negro que había comprado en oferta antes de la
entrevista para la escuela de posgrado y zapatos de tacón negros que le
prestó la hermana de Anh. Le había parecido una buena idea en ese
momento, pero tan pronto como se metió en el baño para ponerse el
vestido, se dio cuenta de que debía haberse encogido la última vez que
lo lavó. Ya no le llegaba a las rodillas, ni un par de centímetros. Ella
gimió y tomó una foto para Anh y Malcolm, quienes le enviaron un
mensaje de texto, respectivamente, ― Aún es apropiado para la
conferencia― y un emoji de fuego.
Olive rezó para que Anh tuviera razón mientras se peinaba las ondas
de su cabello y luchaba contra el rímel seco, su culpa por comprar
maquillaje en la tienda del dólar, claramente.
Ella acababa de salir del baño, ensayando su charla en voz baja,
cuando la puerta se abrió y alguien — Adam, por supuesto que era Adam
— entró en la habitación. Sostenía su tarjeta de acceso y estaba
escribiendo algo en su teléfono, pero se detuvo tan pronto como miró
hacia arriba y vio a Olive. Abrió la boca y...
Eso fue todo. Simplemente permaneció abierta.
―Hey― Olive forzó una sonrisa en su rostro. Su corazón estaba
haciendo algo extraño en su pecho. Latiendo un poco demasiado
rápido. Probablemente debería hacer que lo revisaran tan pronto como
regresara a casa. Uno nunca podría ser demasiado cuidadoso con la
salud cardiovascular. ―Hola.
Cerró la boca de golpe y se aclaró la garganta.
―Estás… ― Tragó y se movió sobre sus pies. ―Aquí.
―Sí. ― Ella asintió con la cabeza, todavía sonriendo. ―Acabo de
llegar. Mi vuelo aterrizó a tiempo, sorprendentemente.
Adam parecía un poco lento. Tal vez con jet lag de su propio vuelo, o
tal vez la noche anterior había salido tarde con sus famosos amigos
científicos, o con la misteriosa mujer de la que Holden había hablado. Se
limitó a mirar a Olive, en silencio durante unos momentos, y cuando
habló, fue sólo para decir:
―Te ves…
Ella miró su vestido y tacones, preguntándose si su maquillaje de ojos
ya estaba manchado. Se lo había puesto hace tres minutos completos, así
que era más que probable.
― ¿Profesional?
―Eso no es lo que yo... ― Adam cerró los ojos y negó con la cabeza,
como si se recompusiera. ―Pero sí. Lo haces. ¿Cómo estás?
―Bien. Bien. Quiero decir, desearía estar muerta. Pero aparte de eso.
Se rió en silencio y se acercó.
―Estarás bien.
Ella había pensado que los suéteres le quedaban bien, pero solo
porque nunca lo había visto usar una chaqueta. Él tenía un arma secreta
todo el tiempo, pensó, tratando de no mirar demasiado fijamente. Y ahora
la está soltando. Maldito sea.
―De acuerdo. ― Ella se echó el pelo hacia atrás y sonrió. ―Después
de que muera.
―Estás bien. Tienes un guion. Lo memorizaste. Tus diapositivas son
buenas.
―Creo que eran mejores antes de que me hicieras cambiar el fondo de
PowerPoint.
―Era verde ácido.
―Lo sé. Me hacía feliz.
―A mí me daba náuseas.
―Mm. De todos modos, gracias de nuevo por ayudarme a resolverlo
―. Y por responder a las 139 preguntas que hice. Gracias por tomarte menos
de diez minutos para responder a mis correos electrónicos, cada vez, incluso
cuando eran las 5:30 am y escribiste mal ―consenso―, lo cual es inusual en
ti y me hace sospechar que tal vez todavía estabas medio dormido. ―Y por
dejar que me quede contigo.
―No hay problema.
Se rascó un lado de la nariz.
―Pensé que estabas usando esa cama, así que puse mis cosas aquí,
pero si tú…― Hizo un gesto confuso hacia la habitación.
―No, ahí es donde dormí anoche.
―Okey. ― Ella no iba a contar cuántas pulgadas había entre las dos
camas. Definitivamente no. ―Entonces, ¿cómo va la conferencia hasta
ahora?
―Igual que siempre. Estuve principalmente en Harvard para algunas
reuniones con Tom. Solo regresé para el almuerzo.
El estómago de Olive retumbó con fuerza ante la mención de la
comida.
― ¿Estás bien?
―Sí. Creo que hoy me olvidé de comer.
Arqueó las cejas.
―No pensé que fueras capaz.
― ¡Oye! ― Ella lo fulminó con la mirada. ―Los niveles sostenidos de
desesperación en los que he estado participando durante la última
semana requieren una asombrosa cantidad de calorías, en caso de que
tu... ¿Qué está haciendo?
Adam estaba inclinado sobre su maleta, buscando algo que le tendió
a Olive.
― ¿Qué es?
―Calorías. Para alimentar tus hábitos de desesperación.
―Oh. ― Ella lo aceptó y luego estudió la barra de proteína en sus
manos, tratando de no romper a llorar. Solo era comida. Probablemente
un bocadillo que había traído para el viaje en avión y terminó sin
comer. Después de todo, no necesitaba desesperarse. Era el Dr. Adam
Carlsen.
―Gracias. Eres…― La envoltura de la barra se arrugó cuando la pasó
de una mano a otra. ― ¿Sigues viniendo a mi charla?
―Por supuesto. ¿Cuándo es exactamente?
―Hoy a las cuatro, salón 278. Sesión tres-b. La buena noticia es que se
superpone parcialmente con el discurso de apertura, lo que significa
que, con suerte, solo un puñado de personas aparecerá.
Su columna vertebral se puso rígida notablemente. Olive vaciló.
― ¿A menos que estuvieras planeando ir al discurso de apertura?
Adam se humedeció los labios.
―Yo…
Sus ojos eligieron ese preciso momento para caer en la placa de la
conferencia que colgaba de su cuello.
Adam Carlsen, Ph.D.
Universidad Stanford
Orador principal
Su mandíbula cayó.
―Ay Dios mío. ― Ella lo miró con los ojos muy abiertos
y... Oh Dios. Al menos tuvo la gracia de parecer avergonzado. ―
¿Cómo no me dijiste que eres el orador principal?
Adam se rascó la mandíbula, rezumando malestar.
―No pensé en eso.
―Oh, Dios mío―, repitió.
Para ser justos, la culpa estaba en ella. El nombre del orador principal
probablemente estaba impreso en tamaño de fuente 300 en el programa,
y todo el material promocional, sin mencionar la aplicación de la
conferencia y los correos electrónicos.
Olive debe haber tenido la cabeza muy levantada para no darse
cuenta.
―Adam― Intentó frotarse los ojos con los dedos y luego se lo pensó
mejor. Maldito maquillaje. ―No puedo tener una cita falsa con el orador
principal de SBD.
―Bueno, técnicamente hay tres oradores principales, y los otros dos
son mujeres casadas de unos cincuenta años que viven en Europa y
Japón, así que…
Olive se cruzó de brazos sobre el pecho y le dio una mirada plana
hasta que se calmó. Ella no pudo evitar reír.
― ¿Cómo no ha salido esto a relucir?
―No es gran cosa. ― Él se encogió de hombros. ―Dudo que yo fuera
su primera opción.
―Claro. ― Seguro. Porque existía una persona que se negaría a ser
oradora principal en SBD. Ella ladeó la cabeza. ― ¿Pensaste que era una
idiota cuando comencé a quejarme de mi charla de diez minutos a la que
asistirán catorce personas y media?
―Para nada. Tu reacción fue comprensible ―. Lo pensó por un
momento. ―A veces pienso que eres una idiota, sobre todo cuando veo
que le pones salsa de tomate y queso crema a los bagels.
―Es una gran mezcla.
Parecía afligido.
― ¿Cuándo presentarás tu panel? Quizás todavía pueda hacerlo.
―No. Estoy exactamente a la mitad ―. Ella agitó una mano,
esperando parecer indiferente. ―Está bien, de verdad.
Y lo estaba.
―Voy a tener que grabarme con mi iPhone, de todos modos―. Ella
puso los ojos en blanco. ―Para la Dra. Aslan. No pudo asistir a la
conferencia, pero dijo que quiere escuchar mi primera charla. Puedo
enviártelo, si eres fanático de la tartamudez y la vergüenza de segunda
mano.
―Me gusta eso.
Olive se sonrojó y cambió de tema.
― ¿Es por eso que tienes una sala durante toda la conferencia, aunque
no te quedes? ¿Porque eres un pez gordo?
Él frunció el ceño.
―No lo soy.
― ¿Puedo llamarte pez gordo a partir de ahora?
Suspiró, se dirigió a la mesita de noche y se guardó en el bolsillo el
USB que ella había notado antes.
―Tengo que llevar mis diapositivas abajo, sabelotodo.
―Okey. ― Podría irse. Estuvo bien. Totalmente bien. Olive no dejó
que su sonrisa vacilara. ― ¿Supongo que tal vez te vea después de mi
charla, entonces?
―Por supuesto.
—Y después de la tuya. Buena suerte. Y felicidades. Es un gran honor.
Sin embargo, Adam no parecía pensar en eso. Se detuvo junto a la
puerta, con la mano en el pomo mientras miraba a Olive. Sus ojos se
mantuvieron por unos momentos antes de que él le dijera:
―No te pongas nerviosa, ¿de acuerdo?
Apretó los labios y asintió.
―Haré lo que siempre dice la Dra. Aslan.
― ¿Y qué es eso?
―Me comportare con la confianza de un hombre blanco mediocre.
Él sonrió y ahí estaban. Los hoyuelos de infarto.
―Todo estará bien, Olive―. Su sonrisa se suavizó. ―Y si no, al menos
se acabará.
No fue hasta unos minutos más tarde, cuando estaba sentada en su
cama mirando el horizonte de Boston y masticando su almuerzo, que
Olive se dio cuenta de que la barra de proteína que Adam le había dado
estaba cubierta de chocolate.
Comprobó si tenía la habitación correcta por tercera vez (nada como
hablar sobre el cáncer de páncreas a una multitud que esperaba que una
presentación sobre el aparato de Golgi causara una impresión) y luego
sintió que una mano le rodeaba el hombro. Se dio la vuelta, notó a quién
pertenecía e inmediatamente sonrió.
― ¡Tom!
Llevaba un traje gris oscuro. Su cabello rubio estaba peinado hacia
atrás, haciéndolo parecer mayor que en California, pero también
profesional. Era un rostro amistoso en un mar de desconocidos, y su
presencia le quitó el filo a su intenso deseo de vomitar en su propio
zapato.
―Hola, Olive―. Mantuvo la puerta abierta para ella. ―Pensé que
podría verte aquí.
― ¿Oh?
―Del programa de la conferencia―. La miró con extrañeza. ― ¿No te
diste cuenta de que estamos en el mismo panel?
Oh, mierda.
―Uh — yo… Ni siquiera leí quién más estaba en el panel ―. Porque
estaba demasiado ocupada entrando en pánico.
―No hay problema. Es sobre todo gente aburrida ―. Él le guiñó un
ojo y su mano se deslizó por su espalda, guiándola hacia el
podio. ―Excepto por ti y por mí, por supuesto.
Su charla no salió mal.
Tampoco fue perfecta. Tropezó con la palabra canalrodopsina dos
veces, y por algún extraño truco del proyector, su mancha se parecía más
a una mancha negra que a una rebanada.
―Se ve diferente en mi computadora―, dijo Olive a la audiencia con
una sonrisa forzada. ―Solo confíen en mí en este caso.
La gente se rio entre dientes y ella se relajó ligeramente, agradecida
de haber pasado horas y horas memorizando todo lo que se suponía que
tenía que decir. La sala no estaba tan llena como había temido, y había
un puñado de personas, probablemente trabajando en proyectos
similares en otras instituciones, que tomaban notas y escuchaban
absortas cada una de sus palabras. Debería haber sido abrumador e
inductor de ansiedad, pero a mitad de camino se dio cuenta de que la
ponía extrañamente aturdida, sabiendo que a otra persona le
apasionaban las mismas preguntas de investigación que habían
ocupado la mayor parte de los últimos dos años de su vida.
En la segunda fila, Malcolm fingió una expresión fascinada, mientras
que Anh, Jeremy y un grupo de otros graduados de Stanford asintieron
con entusiasmo cada vez que Olive miraba en su dirección. Tom alternó
entre mirarla intensamente y revisar su teléfono con una expresión
aburrida, justa, ya que él ya había leído su informe. La sesión se estaba
retrasando y el moderador terminó dándole tiempo para una sola
pregunta, una fácil. Al final, dos de los otros panelistas, reconocidos
investigadores del cáncer a quienes Olive tuvieron que contenerse para
no fangirlear, le estrecharon la mano y le hicieron varias preguntas sobre
su trabajo. Ella estaba al mismo tiempo nerviosa y llena de alegría.
―Estuviste tan increíble―, le dijo Anh cuando terminó, empujándose
para abrazarla. ―Además, te ves sexy y profesional, y mientras
hablabas, tuve una visión de tu futuro en el mundo académico.
Olive envolvió sus brazos alrededor de Anh.
― ¿Qué visión?
―Eras una investigadora de alto poder, rodeada de estudiantes que
estaban pendientes de cada una de tus palabras. Y estabas respondiendo
un correo electrónico de varios párrafos con un no en mayúsculas.
―Bonito. ¿Estaba feliz?
―Por supuesto no. ― Anh resopló. ―Es la academia.
―Señoras, el departamento social comienza en media
hora―. Malcolm se inclinó para besar a Olive en la mejilla y apretar su
cintura. Cuando ella usaba tacones, él era un poquito más bajo que
ella. Definitivamente quería una foto de los dos uno al lado del
otro. ―Deberíamos ir a celebrar la única vez que Olive logró pronunciar
channelrhodopsin correctamente con algo de alcohol gratis.
―Tú, idiota.
La atrajo para darle un fuerte abrazo y le susurró al oído:
―Lo hiciste increíble, Kalamata―. Y luego, más fuerte: ― ¡Vamos a
emborracharnos!
― ¿Por qué no siguen adelante, chicos? Cogeré mi USB y guardaré
mis cosas en el hotel.
Olive se abrió paso a través de la habitación ahora vacía hacia el podio,
sintiendo como si le hubieran quitado un gran peso de encima. Estaba
relajada y aliviada. Profesionalmente, las cosas estaban empezando a
mejorar: resultó que, con la preparación adecuada, podía enhebrar
varias oraciones coherentes frente a otros científicos. También tenía los
medios para llevar a cabo su investigación el próximo año, y dos grandes
nombres en su campo acababan de felicitar su trabajo. Ella sonrió,
dejando que su mente divagara si debía enviarle un mensaje de texto a
Adam para decirle que tenía razón, que salió con vida; probablemente
también debería preguntar cómo había ido su discurso de apertura. Si
su PowerPoint se había comportado mal y había pronunciado mal
palabras como microarrays o cariotipado, si planeaba ir al evento social del
departamento. Probablemente se encontraría con amigos, pero tal vez
ella podría invitarle un trago de agradecimiento por toda su
ayuda. Incluso pagaría, por una vez.
―Salió bien―, dijo alguien.
Olive se volvió para encontrar a Tom de pie detrás de ella, con los
brazos cruzados sobre el pecho mientras se inclinaba contra la
mesa. Parecía como si la hubiera estado mirando por un tiempo.
―Gracias. El tuyo también. ― Su charla había sido una repetición
más condensada de la que había dado en Stanford, y Olive tuvo que
admitir que se había distraído un poco.
― ¿Dónde está Adam? ― preguntó.
―Creo que sigue dando su discurso de apertura.
―Ya. ― Tom puso los ojos en blanco. Probablemente con cariño,
aunque Olive no lo captó del todo en su expresión. ―Él hace eso, ¿no?
― ¿Qué?
―Te supera―. Se apartó de la mesa y se acercó. ―Bueno, supera a
todo el mundo. No es personal ―. Ella frunció el ceño, confundida,
queriendo preguntarle a Tom qué quería decir con eso, pero él continuó:
―Creo que tú y yo nos llevaremos muy bien el año que viene.
El recordatorio de que Tom creía en su trabajo lo suficiente como para
llevarla a su laboratorio aplacó su malestar.
―Lo haremos. ― Ella sonrió. ―Muchas gracias por darme una
oportunidad a mí y a mi proyecto. No puedo esperar para empezar a
trabajar contigo.
―De nada. ― Él también estaba sonriendo. ―Creo que hay muchas
cosas que podemos ganar uno de otro. ¿No estás de acuerdo?
A Olive le pareció que tenía mucho más que ganar con eso que él, pero
asintió de todos modos.
―Eso espero. Creo que las imágenes y los biomarcadores sanguíneos
se complementan a la perfección, y solo combinándolos podemos...
—Y tengo lo que necesitas, ¿no? Los fondos de investigación. El
espacio del laboratorio. El tiempo y la capacidad para asesorarlo
adecuadamente.
―Sí. Y…
De repente, pudo distinguir el borde gris de su córnea. ¿Se había
acercado? Era alto, pero no mucho más alto que ella. Por lo general, no
se sentía tan imponente.
―Estoy agradecida. Muy agradecida. Estoy segura que…
Sintió su olor desconocido en las fosas nasales, y su aliento, caliente y
desagradable contra la comisura de la boca, y… dedos, un apretón
apretado alrededor de la parte superior del brazo, y por qué estaba ...
qué estaba él ...
― ¿Qué ...― Con el corazón en la garganta, Olive liberó su brazo y
dio varios pasos hacia atrás ― ¿Qué estás haciendo?
Su mano se acercó a sus bíceps y ... le dolía, donde la había agarrado.
Dios, ¿realmente había hecho eso? ¿Intentó besarla? No, debió
haberlo imaginado. Ella debe estar volviéndose loca, porque Tom
nunca...
―Un adelanto, creo.
Ella se limitó a mirarlo, demasiada aturdida y entumecida para
reaccionar, hasta que él se acercó y se inclinó una vez más hacia
ella. Luego, todo volvió a suceder. Lo apartó. Con tanta fuerza como
pudo, lo apartó con ambas manos sobre su pecho, hasta que él se
tambaleó hacia atrás con una risa cruel y condescendiente. De repente,
sus pulmones se bloquearon y no podía respirar.
―Un adelanto de... ¿qué? ¿Estás loco?
―Vamos.
¿Por qué estaba sonriendo? ¿Por qué tenía esa expresión aceitosa y
odiosa en su rostro? ¿Por qué la estaba mirando cómo...
―Una chica bonita como tú ya debería saber el puntaje―. La miró de
pies a cabeza y el brillo lascivo de sus ojos la hizo sentir
repugnante. ―No me mientas y digas que no elegiste un vestido tan
corto para mi beneficio. Bonitas piernas, por cierto. Puedo ver por qué
Adam está perdiendo el tiempo contigo.
―Él... ¿Qué estás...?
―Olive. ― Suspiró, metiendo las manos en los bolsillos. Debería
haber parecido no amenazador, holgazaneando así. Pero se sentía con
ganas de todo lo contrario. ―No crees que te acepté en mi laboratorio
porque eres buena, ¿verdad?
Con la mandíbula floja, dio un paso más hacia atrás. Uno de sus
tacones casi se engancha en la alfombra y tuvo que agarrarse a la mesa
para evitar caerse.
―Una chica como tú. Quien descubrió tan temprano en su carrera
académica que jodiendo con doctores reconocidos y exitosos es la forma
de salir adelante ―. Seguía sonriendo. La misma sonrisa que Olive
pensó una vez amable. Tranquilizador. — Te follaste a Adam,
¿no? Ambos sabemos que me vas a follar por la misma razón.
Iba a vomitar. Ella se iba a vomitar en esta habitación, después de
todo, y no tenía nada que ver con su charla.
―Eres asqueroso.
― ¿Lo soy? ― Se encogió de hombros, imperturbable. ―Ya somos
dos. Usaste a Adam para llegar a mí y a mi laboratorio. A esta
conferencia también.
―No lo hice. Ni siquiera conocía a Adam cuando me presenté...
―Oh por favor. ¿Me está diciendo que pensaste que tu lamentable
resumen fue seleccionado para una charla debido a su calidad e
importancia científica? —Hizo una mueca de incredulidad.
―Alguien aquí tiene una opinión muy alta de sí misma, considerando
que tu investigación es inútil y derivada y que apenas puedes juntar dos
palabras sin tartamudear como una idiota.
Ella se congeló. Su estómago se hundió y se retorció, sus pies estaban
pegados al suelo.
―No es verdad―, susurró.
― ¿No? ¿Crees que no es cierto que los científicos en el campo quieran
impresionar al gran Adam Carlsen lo suficiente como para besar el
trasero de quienquiera que esté follando en este momento? Ciertamente
lo hice cuando le dije a su muy mediocre novia que podía venir a trabajar
para mí. Pero tal vez tengas razón ―, dijo, todo burlándose de
afabilidad. ―Quizás conozcas la academia STEM mejor que yo.
―Voy a contarle a Adam sobre esto. Voy a…
―Por todos los medios. ― Tom abrió los brazos. ―Adelante. Te lo
pido. ¿Necesitas pedir prestado mi teléfono?
―No. ― Sus fosas nasales se ensancharon. Una ola de ira helada la
invadió. ―No.
Se dio la vuelta y se dirigió a la entrada, luchando contra las náuseas
y la bilis que le subían por la garganta. Iba a encontrar a Adam. Iba a
buscar a los organizadores de la conferencia e informar a Tom. Nunca
volvería a ver su rostro.
―Pregunta rápida. ¿A quién crees que le creerá Adam, Olive?
Se detuvo abruptamente, a solo unos metros de la puerta.
—¿Alguna perra con la que ha estado follando durante unas dos
semanas, o alguien que ha sido un amigo cercano durante
años? ¿Alguien que lo ayudó a obtener la subvención más importante
de su carrera? ¿Alguien que lo ha apoyado desde que era más joven que
tú? ¿Alguien que es realmente un buen científico?
Se dio la vuelta, temblando de rabia.
― ¿Por qué estás haciendo esto?
―Porque puedo. ― Tom se encogió de hombros de nuevo. ―Porque
a pesar de lo ventajosa que ha sido mi colaboración con Adam, a veces
es un poco molesto cómo él necesita ser el mejor en todo, y me gusta la
idea de quitarle algo por una vez. Porque eres muy bonita y espero pasar
más tiempo contigo el año que viene. ¿Quién hubiera imaginado que
Adam tenía tan buen gusto?
― Estás loco. Si crees que trabajaré en tu laboratorio, estás…
―Oh, Olive. Pero lo harás. Porque ya ves, aunque tu trabajo no es
particularmente brillante, complementa muy bien los proyectos en
curso en mi laboratorio.
Dejó escapar una risa única y amarga.
― ¿Realmente estás tan engañado de pensar que alguna vez
colaboraría contigo después de esto?
―Mmm. Es más que no tienes elección. Porque si quieres terminar tu
proyecto, mi laboratorio es tu única oportunidad. Y si no lo haces… está
bien. Me enviaste información sobre todos tus protocolos, lo que
significa que puedo replicarlos fácilmente. Pero no te preocupes. Tal vez
te mencione en la sección de agradecimientos.
Sintió que el suelo se movía bajo sus pies.
―No lo harías―, susurró. ―Es una mala conducta en la
investigación.
―Escucha, Olive. Mi consejo amistoso es: aguanta ahí. Mantén a
Adam feliz e interesado el mayor tiempo posible, y luego ven a mi
laboratorio para finalmente hacer un trabajo decente. Si me haces feliz,
me aseguraré de que puedas salvar al mundo del cáncer de páncreas. Tu
pequeña y agradable historia sobre tu madre, tu tía o tu estúpida
maestra de jardín de infantes muriendo de eso solo te llevará hasta cierto
punto. Eres mediocre.
Olive se dio la vuelta y salió corriendo de la habitación.
CUANDO ESCUCHÓ el pitido de la tarjeta de acceso,
inmediatamente se secó la cara con las mangas de su vestido. No
funcionó del todo: había estado llorando durante veinte minutos
completos, e incluso un rollo de toallas de papel completo no habría sido
suficiente para ocultar lo que había estado haciendo. Sin embargo, en
realidad no era culpa de Olive. Estaba segura de que Adam tenía que
asistir a la ceremonia de apertura, o al menos a la reunión social del
departamento después de su charla. ¿No estaba en el comité de redes
sociales? Debería haber estado en otra parte. Socializar. Redes.
Pero aquí estaba. Olive oyó pasos mientras entraba, luego se detuvo
en la entrada del dormitorio y…
No pudo convencer a sus ojos de que se encontraran con los de
él. Después de todo, era un desastre, un desastre miserable y
desastroso. Pero al menos debería intentar desviar la atención de
Adam. Quizás diciendo algo. Cualquier cosa.
―Hola― Intentó sonreír, pero siguió mirando sus propias manos. ―
¿Cómo te fue en tu charla?
― ¿Qué pasó? ― Su voz era tranquila, baja.
― ¿Acabas de terminar? ― Su sonrisa estaba sostenida. Bueno. Bien,
eso estuvo bien. ― ¿Cómo estuvo la parte de preguntas y respuestas?
― ¿Qué pasó?
―Nada. Yo…
No logró terminar la oración. Y la sonrisa, que, si era honesta consigo
misma, no había sido una sonrisa para empezar, se estaba
desmoronando. Olive escuchó a Adam acercarse, pero no lo miró. Sus
párpados cerrados eran lo único que mantenía las compuertas cerradas,
y tampoco lo estaban haciendo bien.
Se sobresaltó cuando lo encontró arrodillado frente a ella. Justo al lado
de su silla, su cabeza a la altura de la de ella, estudiándola con el ceño
fruncido. Ella intentó esconder el rostro entre las palmas de las manos,
pero él le subió la mano a la barbilla y la levantó, hasta que ella no tuvo
más remedio que mirarlo a los ojos. Luego, sus dedos se deslizaron hasta
su mejilla, ahuecándola mientras preguntaba, una vez más.
―Olive. ¿Qué pasó?
―Nada. ― Su voz tembló. Seguía desapareciendo en alguna parte,
derritiéndose en las lágrimas.
―Olive.
―De verdad. Nada.
Adam la miró fijamente, cuestionando, y no la soltó.
― ¿Alguien compró la última bolsa de papas fritas?
Una risa brotó de ella, húmeda y no completamente bajo su control.
―Sí. ¿Fuiste tú?
―Por supuesto. ― Le pasó el pulgar por el pómulo, deteniendo una
lágrima que caía. ―Las compré todas.
Esta sonrisa se sintió mejor que la que había improvisado antes.
―Espero que tengas un buen seguro médico, porque tendrás
diabetes tipo 2.
―Vale la pena.
―Tú, monstruo. ― Ella debió estar apoyada en su mano, porque su
pulgar la estaba acariciando de nuevo. Con mucha suavidad
― ¿Así es como hablas con tu falso novio? ― Se veía tan
preocupado. Sus ojos, la línea de su boca. Y, sin embargo, tan
paciente. ― ¿Qué pasó, Olive?
Ella sacudió su cabeza.
―Yo solo…
Ella no podía decírselo. Y ella no podía no decírselo. Pero, sobre todo,
no podía decírselo.
¿A quién crees que le creerá Adam, Olive?
Tuvo que respirar hondo. Sacar la voz de Tom de su cabeza y calmarse
antes de continuar. Idear algo que decir, algo que no haga caer el cielo
en esta habitación de hotel.
―Mi charla. Pensé que salió bien. Mis amigos dijeron que sí. Pero
luego escuché a la gente hablar de eso y dijeron…― Adam realmente
debería dejar de tocarla. Ella debe estar mojando toda su mano. La
manga de su chaqueta también.
― ¿Que dijeron?
―Nada. Que fue derivado. Aburrido. Que balbuceé. Sabían que soy
tu novia y dijeron que esa era la única razón por la que me eligieron para
dar una charla ―. Ella negó con la cabeza. Necesitaba dejarlo ir. Para
sacárselo de la cabeza. Pensar detenidamente qué hacer.
― ¿Quienes? ¿Quiénes eran?
Oh, Adam.
―Alguien. No estoy segura.
― ¿Viste sus insignias?
―Yo… no presté atención.
― ¿Estaban en tu panel? ― Había algo debajo de su tono. Algo
apremiante que insinuaba violencia, rabia y huesos rotos. La mano de
Adam todavía estaba gentil en su mejilla, pero entrecerró los ojos. Había
una nueva tensión en su mandíbula, y Olive sintió un escalofrío recorrer
su espalda.
―No― mintió. ―No importa. Está bien.
Sus labios se presionaron en una línea recta, sus fosas nasales se
ensancharon, por lo que agregó:
―De todos modos, no me importa lo que la gente piense de mí.
―Claro― se burló.
Este Adam, aquí mismo, era el Adam irascible y temperamental del
que se quejaban los graduados en su programa. Olive no debería
haberse sorprendido de verlo tan enojado, pero nunca antes había
estado así con ella.
―No, de verdad, no me importa lo que diga la gente...
―Sé que no. Pero ese es el problema, ¿no? —La miró fijamente y
estaba tan cerca. Podía ver cómo los amarillos y los verdes se mezclaban
con el marrón claro de sus ojos. ―No es lo que dicen. Es
lo que piensas. Es que crees que tienen razón. ¿No es así?
Tenía la boca llena de algodón.
―Yo…
―Olive. Eres una gran científica. Y te convertirás en una aún mejor
―. La forma en que la miraba, tan seria y sincera, la iba a romper. ―Lo
que sea que haya dicho este imbécil, no habla nada de ti y de muchos de
ellos―. Sus dedos se movieron sobre su piel para entrelazar el cabello
detrás de su oreja. ―Tu trabajo es brillante.
Ni siquiera lo pensó detenidamente. E incluso si lo hubiera hecho,
probablemente no podría haberse detenido. Ella simplemente se inclinó
hacia adelante y escondió su rostro en su cuello, abrazándolo con
fuerza. Una idea terrible, estúpida e inapropiada, y Adam seguramente
la alejaría en cualquier momento, excepto eso…
Su palma se deslizó hasta su nuca, casi como para presionarla contra
él, y Olive se quedó allí durante largos minutos, llorando cálidas
lágrimas en la carne de su garganta, sintiendo lo firme, cálido y sólido
que era él, bajo sus dedos y en su vida.
Solo tenías que ir y hacer que me enamorara de ti, pensó, parpadeando
contra su piel. Eres un absoluto imbécil.
No la dejó ir. No hasta que se apartó y se secó las mejillas de nuevo,
sintiendo que tal vez esta vez sería capaz de mantener la
compostura. Ella sollozó y él se inclinó para agarrar una caja de
pañuelos de papel de la mesa del televisor.
―Realmente estoy bien.
Él suspiró.
―Está bien, tal vez…tal vez no estoy bien ahora, pero lo estaré ―. Ella
aceptó el pañuelo que él le ofreció y se sonó la nariz. ―Solo necesito un
tiempo para hacerlo…
La estudió y asintió con la cabeza, sus ojos ilegibles de nuevo.
―Gracias. Por lo que dijiste. Por dejarme moquear por toda tu
habitación de hotel.
Él sonrió.
―En cualquier momento.
—Y tu chaqueta también. ¿Estas… ¿Vas ir a la reunión social del
departamento? —preguntó, temiendo el momento en que tendría que
levantarse de esta silla. De esta habitación. Sé honesta, susurró esa voz
sensible y siempre consciente dentro de ella. Es su presencia de la que no
quieres estar fuera.
― ¿Y tú?
Ella se encogió de hombros.
―Dije que lo haría. Pero no tengo ganas de hablar con nadie en este
momento ―. Se secó las mejillas una vez más, pero milagrosamente el
flujo se había detenido. Adam Carlsen, responsable del 90 por ciento de
las lágrimas del departamento, había logrado que alguien dejara de
llorar. ¿Quién lo hubiera pensado? ―Aunque siento que el alcohol
gratis realmente podría ayudar.
La miró pensativo por un momento, mordiéndose el interior de su
mejilla. Luego asintió con la cabeza, pareciendo tomar algún tipo de
decisión, y se puso de pie con la mano tendida hacia ella.
―Vamos.
―Oh. ― Tuvo que estirar el cuello para mirarlo. ―Creo que voy a
esperar un poco antes de...
―No vamos a lo social.
¿Nosotros?
― ¿Qué?
―Vamos―, repitió, y esta vez Olive tomó su mano y no la soltó. No
podía, con la forma en que sus dedos se cerraban alrededor de los de
ella. Adam miró fijamente sus zapatos, hasta que ella entendió la
indirecta y se los puso, usando su brazo para mantener el equilibrio.
― ¿A dónde vamos?
―A conseguir algo de alcohol gratis. Bueno ―, corrigió, ― gratis para
ti.
Casi jadeó cuando se dio cuenta de lo que quería decir.
—No, yo ... Adam, no. Tienes que ir a la reunión del departamento
social. Y a la ceremonia de apertura. ¡Eres el orador principal!
―Y yo hablé con el discurso de apertura―. Agarró su abrigo rojo de
la cama y tiró de ella hacia la entrada. ― ¿Puedes caminar con esos
zapatos?
―Yo ... sí, pero ...
―Tengo mi tarjeta llave; no necesitamos la tuya.
―Adam― Ella lo agarró por la muñeca y él inmediatamente se volvió
para mirarla. ―Adam, no puedes saltarte esos eventos. La gente dirá
que tú ...
Su sonrisa estaba torcida.
― ¿Que quiero pasar tiempo con mi novia?
El cerebro de Olive se detuvo. Así. Y luego comenzó de nuevo, y…
El mundo era un poco diferente.
Cuando volvió a tirar de su mano, ella sonrió y simplemente lo siguió
fuera de la habitación.
HIPÓTESIS:
No hay momento en la vida que no pueda
mejorarse
con
alimentos
entregados
por
cinta
transportadora.
Todos los vieron.
Personas a las que Olive nunca había conocido antes, personas a las
que reconoció por publicaciones de blogs y Twitter de ciencia, personas
de su departamento que habían sido sus profesores en años anteriores.
Gente que le sonrió a Adam, que se dirigió a él por su nombre de pila o
como Dr. Carlsen, que le dijo Gran charla o Nos vemos. Personas que
ignoraban por completo a Olive y personas que la estudiaban con
curiosidad: ella, Adam y el lugar donde sus manos estaban unidas.
Adam casi siempre asentía con la cabeza, solo se detuvo para charlar
con Holden.
― ¿Se están saltando la mierda aburrida? ― preguntó con una sonrisa
de complicidad.
―Sí.
—Entonces me aseguraré de beber tu bebida. Y extender tus
disculpas.
―No hay necesidad.
―Solo diré que tuviste una emergencia familiar―. Holden le guiñó
un ojo. ―Quizás una futura emergencia familiar, ¿qué te parece?
Adam puso los ojos en blanco y llevo a Olive fuera. Tenía que
apresurarse para seguirle el paso, no porque caminara particularmente
rápido, sino porque sus piernas eran tan largas que uno de sus pasos
valía aproximadamente tres de los de ella.
―Um. . . Estoy usando tacones, aquí.
Se volvió hacia ella, sus ojos recorrieron sus piernas y luego se alejaron
rápidamente.
―Lo sé. Ahora luces más altas de lo habitual.
Sus ojos se entrecerraron.
―Oye, mido 1.73. Eso es bastante altura.
―Hm. ― La expresión de Adam era evasiva.
― ¿Qué es esa cara?
― ¿Qué cara?
―Tu cara.
― ¿Solo es mi cara normal?
―No, esa es tu cara de no eres alta.
Él sonrió, solo una pizca de risa.
― ¿Son buenos esos zapatos para caminar? ¿Deberíamos volver?
―Están bien, pero ¿podemos reducir la velocidad?
Fingió un suspiro, pero lo hizo. Su mano soltó la de ella y empujó
contra su espalda baja para dirigirla hacia la derecha. Tuvo que ocultar
un pequeño escalofrío.
―Hmm… ― Metió los puños en los bolsillos de su abrigo, tratando
de ignorar cómo aún le hormigueaban las puntas de los dedos. ― ¿Esas
bebidas gratis que mencionaste? ¿Vienen con comida?
―Te traeré la cena―. Los labios de Adam se curvaron un poco más.
―Sin embargo, no eres una cita barata.
Ella se inclinó a su lado y golpeó su hombro contra su bíceps. Era
difícil no darse cuenta de que no podía ceder.
―Realmente no lo soy. Planeo completamente comer y beber con
todos mis sentimientos.
Su sonrisa era más desigual que nunca.
― ¿A dónde quieres ir, sabelotodo?
―Vamos a ver… ¿Qué te gusta? ¿Aparte del agua del grifo y las
espinacas hervidas? ― Él la miró de soslayo. ― ¿Qué hay de las
hamburguesas?
―Meh―. Ella se encogió de hombros. ―Creo. Si no hay nada más.
― ¿Qué pasa con las hamburguesas?
―No sé. Saben a pie.
― Ellas, ¿qué?
― ¿Qué pasa con la mexicana? ¿Te gusta la comida mexicana?
―Las hamburguesas no saben a …
—¿O italiana? La pizza sería genial. Y tal vez haya algo a base de apio
que pueda pedir.
―Serán Hamburguesas.
Olive se rio.
― ¿Qué pasa con la comida china?
―La comí para el almuerzo.
―Bueno, la gente en China come comida china varias veces al día, así
que no debes dejar que eso te detenga de… Oh.
Adam tardó dos pasos en darse cuenta de que Olive se había detenido
en medio de la acera. Se dio la vuelta para mirarla.
― ¿Qué?
―Allí. ― Señaló el letrero rojo y blanco al otro lado de la carretera.
La mirada de Adam la siguió, y durante un largo momento se limitó
a mirar, parpadeando varias veces. Y luego:
―No.
―Ahí― repitió, sintiendo que sus mejillas se ensanchaban en una
sonrisa.
― Olive. ― Había una línea vertical profunda entre sus cejas. ―No.
Hay muchos mejores restaurantes que podemos …
―Pero quiero ir a ese.
― ¿Por qué? Hay …
Ella se acercó a él y agarró la manga de su chaqueta.
―Por favor. ¿Por favor?
Adam se pellizcó la nariz, suspiró y frunció los labios. Pero ni cinco
segundos después, le puso la mano entre los omóplatos para guiarla a
través de la calle.
EL PROBLEMA, explicó en voz baja mientras esperaban a que se
sentaran, no era el tren del sushi, sino el todo-lo-que-puedas-comer por
veinte dólares.
―Nunca es una buena señal―, le dijo, pero su voz sonó más
resignada que combativa, y cuando el camarero los hizo entrar, la siguió
dócilmente hasta la cabina. Olive se maravilló de los platos que viajaban
por la cinta transportadora que recorría el restaurante, incapaz de
detener su sonrisa boquiabierta. Cuando recordó la presencia de Adam
y volvió su atención a él, él la estaba mirando con una expresión a medio
camino entre exasperado e indulgente.
―Sabes― le dijo, mirando una ensalada de algas que pasaba por su
hombro, ―podríamos ir a un verdadero restaurante japonés. Estoy muy
feliz de pagar por la cantidad de sushi que quieras comer.
― ¿Pero se moverán a mi alrededor?
Sacudió la cabeza.
―Me retracto: eres una cita inquietantemente barata.
Ella lo ignoró y levantó la tapa de vidrio, agarrando un rollo y una
rosquilla de chocolate. Adam murmuró algo que sonó mucho como muy
auténtica y cuando la camarera pasó por allí, les pidió una cerveza a los
dos.
― ¿Qué crees que es esto? ― Olive mojó un trozo de sushi en su salsa
de soja. ― ¿Atún o salmón?
―Probablemente carne de araña.
Se lo metió en la boca.
―Delicioso.
― ¿En serio? ― Parecía escéptico.
No, en realidad. Pero estuvo bien. Y esto, bueno, esto fue muy
divertido. Exactamente de lo que necesitaba vaciar su mente. . . todo.
Todo menos aquí y ahora. Con Adam.
―Sí. ― Ella empujó la pieza restante hacia él, desafiándolo
silenciosamente a que la probara.
Rompió sus palillos con una expresión de sufrimiento y los recogió,
masticando durante mucho tiempo.
―Sabe a pie.
―De ninguna manera. Aquí. ― Cogió un cuenco de edamame45.
―Puedes tener esto. Es básicamente brócoli.
Se llevó uno a la boca, logrando que pareciera que no lo odiaba.
―No tenemos que hablar, por cierto.
Olive ladeó la cabeza.
―Dijiste que no querías hablar con nadie en el hotel. Así que no
tenemos que hacerlo, si prefieres comer esto ―miró los platos que había
acumulado con evidente desconfianza― comer en silencio.
No eres cualquiera, parecía algo peligroso decirlo, así que sonrió.
―Apuesto a que eres genial en el silencio.
― ¿Eso es un desafío?
Ella sacudió su cabeza.
―Quiero hablar. Simplemente, podemos no hablar de la
¿conferencia? ¿O ciencia? ¿O el hecho de que el mundo está lleno de
imbéciles? ― ¿Y que algunos de ellos son tus mejores amigos y colegas?
Su mano se cerró en un puño sobre la mesa, la mandíbula se apretó
con fuerza mientras asentía.
―Impresionante. Podríamos charlar sobre lo bonito que es este lugar
…
45
Nombre de una preparación culinaria de las vainas de soja inmaduras.
―Es espantoso.
―O el sabor del sushi…
― A pie.
―O la mejor película de la franquicia de Rápidos y furiosos.
― La cinco. Aunque tengo la sensación de que vas a decir …
― Reto Tokio.
―De acuerdo ― Suspiró e intercambiaron una pequeña sonrisa. Y
luego, la sonrisa se desvaneció y se miraron el uno al otro, algo espeso y
dulce coloreando el aire entre ellos, magnético y justo el lado correcto de
soportable. Olive tuvo que apartar la mirada de él, porque… no. No.
Se dio la vuelta y sus ojos se posaron en una mesa a unos metros a su
derecha. Eran el reflejo de Adam y Olive, sentados a cada lado de su
mesa, todo miradas cálidas y sonrisas vacilantes.
― ¿Crees que están en una cita falsa? ― preguntó, recostándose
contra su asiento.
Adam siguió su mirada hacia la pareja.
― Pensé que esas involucraban principalmente ¿cafeterías y
aplicaciones de protección solar?
―Nah. Solo las mejores.
Rió silenciosamente.
―Bueno― Se centró en la mesa y en inclinar los palillos para que
estuvieran paralelos entre sí. ―Definitivamente puedo recomendarlo.
Olive bajó la barbilla para ocultar una sonrisa y luego se inclinó hacia
adelante para robar un edamame.
EN EL ASCENSOR ella se agarró a sus bíceps y le quitó los talones,
fallando desastrosamente en ser elegante mientras él la estudiaba y
negaba con la cabeza.
— Pensé que habías dicho que no dolían― Sonaba curioso.
¿Divertido? ¿Encantado?
―Eso fue hace mucho tiempo―. Olive las recogió y las dejó colgando
en sus dedos. Cuando se enderezó, Adam era de nuevo increíblemente
alto. ―Ahora estoy lista para cortarme los pies.
El ascensor sonó y las puertas se abrieron.
―Eso parece contraproducente.
―Oh, no tienes idea … Oye, ¿qué estás …?
Su corazón dio un salto lo que se sintió como una docena de latidos
cuando Adam la cargo como lo haría un recién casado. Ella gritó y él la
llevó a su habitación, todo porque tenía una ampolla en el dedo
meñique. Sin mucha elección, cerró los brazos alrededor de su cuello y
se hundió contra él, tratando de asegurarse de que sobreviviría si él
decidía dejarla caer. Sus manos estaban calientes alrededor de su
espalda y rodilla, los antebrazos apretados y fuertes.
Olía increíble. Se sintió aún mejor.
―Sabes, la habitación está a sólo veinte metros de distancia …
―No tengo idea de lo que eso significa.
―Adam.
―Los estadounidenses pensamos con los pies, en Canadá.
―Soy demasiado pesada.
―Tu realmente lo eres. ― La facilidad con la que la movió en sus
brazos para deslizar la tarjeta de acceso contradecía sus palabras.
―Deberías eliminar las bebidas con sabor a calabaza de tu dieta.
Ella tiró de su cabello y sonrió en su hombro.
―Nunca.
Las etiquetas con sus nombres todavía estaban en la mesa del
televisor, exactamente donde las habían dejado, y había un programa de
conferencias entreabierto en la cama de Adam, sin mencionar las bolsas
de mano y una montaña de volantes inútiles. Olive los notó de
inmediato, y fue como tener mil pequeñas astillas presionadas
profundamente en una herida fresca. Le recordó cada palabra que Tom
le había dicho, todas sus mentiras, sus verdades y sus burlones insultos,
y…
Adam debe haberlo sabido. Tan pronto como la bajó, reunió todo lo
relacionado con la conferencia y lo colocó en una silla frente a las
ventanas, donde estaba oculto a su vista, y a Olive… Ella podría haberlo
abrazado. No iba a hacerlo, ya lo había hecho, dos veces hoy, pero
realmente podría haberlo hecho. En su lugar, apartó resueltamente
todas esas pequeñas astillas de su mente, se dejó caer en la cama boca
arriba y miró al techo.
Había pensado que sería incómodo estar con él en un espacio tan
pequeño durante toda una noche. Y era un poco, o al menos lo había
sido cuando llegó por primera vez hoy, pero ahora se sentía tranquila y
segura. Como si su mundo, constantemente agitado, desordenado y
exigente, se ralentizara y Aliviara, solo un poco.
La colcha crujió bajo su cabeza cuando se volvió para mirar a Adam.
Él también parecía relajado, mientras colocaba su chaqueta contra el
respaldo de una silla, luego se quitaba el reloj y lo dejaba
cuidadosamente sobre el escritorio. La casualidad doméstica, la idea de
que su día y el de ella terminarían en el mismo lugar, a la misma hora,
la calmó como una lenta caricia por su espalda.
―Gracias. Por comprarme comida.
Él la miró, arrugando la nariz.
―No sé si hubo comida involucrada.
Ella sonrió, rodando a su lado.
― ¿No vas a salir de nuevo?
― ¿salir?
―Sí. ¿Conocer a otras personas científicas muy importantes? ¿Comer
otras siete libras de edamame?
―Creo que he tenido suficientes contactos y edamame para esta
década―. Se quitó los zapatos y los calcetines y los dejó cuidadosamente
junto a la cama.
― ¿Entonces te quedas?
Hizo una pausa y la miró.
― ¿A menos que prefieras estar sola?
No, yo no lo haría. Ella se apoyó en su codo.
―Veamos una película.
Adam la miró parpadeando.
―Seguro. ― Parecía sorprendido, pero no disgustado. ―Pero si tu
gusto por las películas se parece en algo a tú gusto por los restaurantes,
probablemente …
No vio venir la almohada hacia él. Rebotó en su cara y luego cayó al
suelo, haciendo que Olive riera y saltara de la cama.
― ¿Te importa si me ducho antes?
―Tu, Sabelotodo.
Comenzó a hurgar en su maleta.
― ¡Puedes elegir la película! No me importa cuál, siempre que no
haya escenas en las que se maten caballos, porque … Mierda.
― ¿Qué?
―Olvidé mi pijama―. Buscó su teléfono en los bolsillos de su abrigo.
No estaba allí, y se dio cuenta de que no lo había traído al restaurante.
― ¿Has visto mi … ¿Oh, ahí está?
La batería estaba casi agotada, probablemente porque se había
olvidado de apagar la grabación después de su charla. No había
revisado sus mensajes en unas pocas horas y encontró varios mensajes
de texto no leídos, en su mayoría de Anh y Malcolm, preguntándole
dónde estaba y si todavía planeaba ir al social, diciéndole que llevara su
trasero allí lo antes posible porque el alcohol fluye como un río, y luego,
finalmente, le informa que todos iban al centro a un bar. Anh debió
pasarla bien porqué sus mensajes decían: Clallif quiere unirse a nosotros
, olive.
―Olvidé mi pijama y quería ver si podía pedir prestado algo a mis
amigos, pero no creo que vuelvan en horas. Aunque quizás Jess no fue
con ellos, déjame enviar un mensaje de texto y ver si …
―Aquí. ― Adam dejó algo negro y cuidadosamente doblado sobre su
cama. ―Puedes usar esto si quieres.
Ella lo estudió con escepticismo.
― ¿Qué es?
―Una camiseta. Dormí con ella ayer, pero probablemente sea mejor
que el vestido que estás usando. Me refiero a dormir hasta tarde —
añadió, con un leve rubor en las mejillas.
―Oh. ― La recogió y la camiseta se desdobló. Inmediatamente notó
tres cosas: era grande, tan grande que le llegaba a la mitad del muslo o
incluso más abajo; olía celestial, una mezcla de la piel de Adam y el
detergente para la ropa que la hizo querer enterrar su rostro e inhalar
durante semanas; y en el frente decía en letras grandes y blancas. . .
― ¿Doctor Ninja?
Adam se rascó la nuca.
―No la compré.
―Tú la . . . ¿La robaste?
―Era un regalo.
―Bien. ― Ella sonrió. ―Este es un gran regalo. Doctor ninja.
La miró fijamente.
―Si le dices a alguien, lo negaré.
Ella se rió entre dientes.
― ¿Estás seguro de que está bien? ¿Qué te pondrás?
―Nada.
Ella debió de estar mirándolo demasiado, porque él la miró divertido
y negó con la cabeza.
―Estoy bromeando. Tengo una camiseta debajo de la camisa.
Ella asintió con la cabeza y se apresuró a entrar al baño, asegurándose
de no mirarlo a los ojos.
Solo bajo el chorro de agua caliente de la ducha, era mucho más difícil
concentrarse en el sushi rancio y la sonrisa desigual de Adam, y olvidar
por qué había terminado dejándola aferrarse a él durante tres horas
enteras. Lo que Tom le había hecho hoy era despreciable y ella tendría
que denunciarlo. Iba a tener que decírselo a Adam. Iba a tener que hacer
algo. Pero cada vez que intentaba pensar en ello racionalmente, podía
escuchar su voz en su cabeza — piernas mediocres y bonitas e inútil y
derivada y una pequeña historia de sollozos — tan fuerte que temía que
su cráneo se rompiera en pedazos.
Así que se bañó lo más rápido posible, distrayéndose leyendo las
etiquetas del champú y gel de baño de Adam (algo hipo alergénico y con
pH equilibrado que la hizo poner los ojos en blanco) y secándose lo más
rápido humanamente posible. Ella sacó sus lentes de contacto y luego le
robó un poco de pasta de dientes. Su mirada se posó en su cepillo de
dientes; era de color negro carbón, hasta las cerdas, y no pudo evitar reír.
Cuando salió del baño, él estaba sentado en el borde de la cama,
vestido con pantalones de pijama a cuadros y una camiseta blanca.
Sostenía el control remoto del televisor en una mano y su teléfono en la
otra, mirando entre las dos pantallas con el ceño fruncido.
―Lo haces.
― ¿Qué? ― preguntó distraídamente.
―Tienes un cepillo de dientes negro.
Su boca se crispó.
―Te sorprenderá saber que no existe una categoría de Netflix para
películas en las que los caballos no mueren.
―Una obscenidad, ¿no? Es muy necesario ―. Arrugó su vestido
demasiado corto en una bola y lo metió dentro de su bolso, fantaseando
que estaba llenando la garganta de Tom. ―Si yo fuera estadounidense,
me postularía totalmente para el Congreso en esa plataforma.
― ¿Deberíamos casarnos de forma falsa para que puedas obtener la
ciudadanía?
Su corazón dio un vuelco.
―Oh sí. Creo que es hora de que fingimos pasar al siguiente nivel.
―Así que― intervino en su teléfono ―solo estoy buscando en Google
caballo muerto, además del título de cualquier película que suene bien.
―Eso es lo que suelo hacer―. Caminó por la habitación hasta que
estuvo de pie junto a él. ― ¿Qué tienes?
―Esta es sobre un profesor de lingüística al que le pidieron que le
ayudara a descifrar a un extraterrestre …
Levantó la vista de su teléfono e inmediatamente se quedó en silencio.
Su boca se abrió y luego se cerró, y sus ojos se deslizaron hacia sus
muslos, sus pies, sus calcetines de unicornio hasta la rodilla, y
rápidamente regresaron a su rostro. No, no su cara: algún punto por
encima de su hombro. Se aclaró la garganta antes de decir:
―Me alegro. . . encaja. ― Estaba mirando su teléfono de nuevo. Su
agarre en el control remoto se había endurecido.
Pasó un largo rato antes de que se diera cuenta de que se estaba
refiriendo a su camiseta.
―Oh sí. ― Ella sonrió. ―Exactamente mi talla, ¿verdad? ― Era tan
grande que cubría prácticamente la misma cantidad de piel que tenía su
vestido, pero era suave y cómodo como un zapato viejo. ―Tal vez no la
devuelva.
―Es toda tuya.
Se balanceó sobre sus talones y se preguntó si estaría bien si se sentara
junto a él ahora. Solo era conveniente, ya que tenían que elegir una
película juntos.
― ¿De verdad puedo dormir con ella esta semana?
―Por supuesto. De todos modos, me iré mañana.
―Oh. ― Ella lo sabía, por supuesto. Lo había sabido la primera vez
que se lo había contado, hacía un par de semanas; ella había sabido esta
mañana cuando había abordado el avión en San Francisco, y había
sabido hace solo unas horas, cuando había usado esa información
precisa para consolarse a sí misma que no importaba lo incómoda y
estresante que fuera, su estadía con Adam, al menos, tendría una vida
corta. Excepto que ahora no era incómodo. Y no era estresante. No tanto
como la idea de estar separada de él durante varios días. De estar aquí,
de todos los lugares, sin él. ― ¿Qué tan grande es tu maleta?
― ¿Hm?
― ¿Puedo ir contigo?
Él la miró, todavía sonriendo, pero debió haber notado algo en sus
ojos, detrás de la broma y el intento de humor. Algo vulnerable e
implorante que no había podido enterrar adecuadamente dentro de sí
misma.
―Olive― Dejó caer su teléfono y el control remoto sobre la cama.
―No los dejes.
Ella simplemente inclinó la cabeza. No iba a volver a llorar. No tenía
sentido. Y ella no era así, esta criatura frágil e indefensa que se
cuestionaba a sí misma en todo momento. Al menos, no solía serlo. Dios,
odiaba a Tom Benton.
― ¿Dejarlos?
―No dejes que te arruinen esta conferencia. O ciencia. O hacer que te
sientas menos orgullosa de tus logros.
Miró hacia abajo, estudiando el amarillo de sus calcetines mientras
hundía los dedos de los pies en la suave alfombra. Y luego de nuevo
hacia él.
― ¿Sabes qué es realmente triste sobre esto?
Sacudió la cabeza y Olive continuó.
―Por un momento allí, durante la charla. . . He disfrutado mucho.
Estaba en pánico. Cerca de vomitar, seguro. Pero mientras hablaba con
este enorme grupo de personas sobre mi trabajo, mis hipótesis y mis
ideas, y les explicaba mi razonamiento y los ensayos y errores y por qué
lo que investigo es tan importante, yo. . . Me sentí confiada. Me sentí
bien haciéndolo. Todo se sintió bien y divertido. Como se supone que es
la ciencia cuando la compartes ―. Envolvió sus brazos alrededor de sí
misma. ―Como si pudiera ser una académica en el futuro.
Él asintió con la cabeza como si supiera exactamente a qué se refería.
―Ojalá hubiera estado allí, Olive.
Ella podía decir que realmente lo hizo. Que lamentaba que no
estuviera con ella. Pero incluso Adam-indomable, decisivo, siempre
competente Adam, no podía estar en dos lugares a la vez, y lo cierto es
que había no visto su charla.
No tengo idea de si eres lo suficientemente buena, pero eso no es lo que
deberías preguntarte. Lo que importa es si tu razón para estar en el mundo
académico es suficientemente buena. Eso es lo que le había dicho años atrás en
el baño. Lo que se había estado repitiendo durante años cada vez que chocaba
contra una pared. Pero, ¿y si se había equivocado todo el tiempo? ¿Y si no
era tal cosa como lo suficientemente buena? ¿Y si eso fuera lo más
importante?
― ¿Y si es verdad? ¿Y si realmente soy mediocre?
No respondió durante un largo momento. Se limitó a mirar, con una
pizca de frustración en su expresión, una línea pensativa en sus labios.
Y luego, bajo y uniforme, dijo:
―Cuando estaba en mi segundo año de la escuela de posgrado, mi
asesor me dijo que era un fracaso que nunca llegaría a nada.
― ¿Qué? ― Fuera lo que fuera lo que había esperado, no era eso. ―
¿Por qué?
―Debido a un diseño de impresión incorrecta. Pero no fue la primera
vez ni la última. Y no era la razón más trivial por la que solía regañarme.
A veces humillaba públicamente a sus graduados sin ningún motivo.
Pero ese momento específico se me quedó grabado, porque recuerdo
haber pensado. . . ― Tragó y su garganta se movió. ―Recuerdo estar
seguro de que tenía razón. Que nunca llegaría a nada.
―Pero tú . . . ― Había publicado artículos en The Lancet. Tenía
titularidad y millones de dólares en becas de investigación. Fue orador
principal en una conferencia importante. Olive ni siquiera estaba segura
de qué comentar, así que se conformó con: ―Eras miembro de
MacArthur.
―Lo era. ― Exhaló una risa. ―Y cinco años antes de la beca
MacArthur, en el segundo año de mi doctorado, pasé una semana entera
preparando solicitudes para la facultad de derecho porque estaba
seguro de que nunca me convertiría en científico.
―Espera, ¿entonces lo que dijo Holden era cierto? ― No podía creerlo
del todo. ― ¿Por qué la escuela de derecho?
Él se encogió de hombros.
―A mis padres les hubiera encantado. Y si no podía ser científico, no
me importaba en lo que me convertiría.
― ¿Qué te detuvo, entonces?
Él suspiró.
—Holden. Y Tom.
―Tom― repitió. Su estómago se retorció, plomizo.
―Habría abandonado mi doctorado, si no hubiera sido por ellos.
Nuestro asesor era conocido en el campo por ser un sádico. Como yo,
supongo ―. Su boca se curvó en una sonrisa amarga. ―Conocía su
reputación antes de comenzar mi doctorado. La cosa es que también fue
brillante. Lo mejor. Y yo pensé . . . Pensé que podría aceptarlo, lo que
fuera que me ofreciera, y que valdría la pena. Pensé que sería una
cuestión de sacrificio, disciplina y trabajo duro ―. Había tensión en la
voz de Adam, como si no estuviera acostumbrado a discutir el tema.
Olive trató de ser amable cuando preguntó:
― ¿Y no lo fue?
Sacudió la cabeza.
―Al contrario, en cierto modo.
― ¿Lo opuesto a la disciplina y el trabajo duro?
―Trabajamos duro, de acuerdo. Pero disciplina. . . la disciplina
supondría expectativas específicamente establecidas. Se definen los
códigos ideales de comportamiento y el incumplimiento de ello se
aborda de manera productiva. Eso es lo que pensé, al menos. Lo que
todavía pienso. Dijiste que soy brutal con mis graduados, y tal vez
tengas razón …
―Adam, yo …
―Pero lo que trato de hacer es establecer objetivos para ellos y
ayudarlos a alcanzarlos. Si me doy cuenta de que no están haciendo lo
que hemos acordado mutuamente, les digo lo que está mal y lo que
deben cambiar. No los mimo, no oculto las críticas en elogios, no creo en
esa mierda de retroalimentación de las galletas Oreo, y si me encuentran
aterrador o antagonista por eso, que así sea ―. Tomó un respiro
profundo. ―Pero tampoco lo hago nunca sobre ellos. Siempre se trata
del trabajo. A veces está bien hecho, otras veces no y si no lo está. . . el
trabajo se puede rehacer. Puede mejorar. No quiero que relacionen su
autoestima con lo que producen ―. Hizo una pausa y miró, no, se sentía
lejano. Como si estas fueran cosas en las que pensaba mucho, como si
quisiera esto para sus estudiantes. ―Odio lo importante que suena todo
esto, pero la ciencia es un asunto serio, y.… es mi deber como científico.
― Yo. . . ― De repente, el aire en la habitación del hotel estaba frío.
Yo soy quien se lo dijo, pensó, sintiendo que se le revolvía el estómago.
Yo soy quien le dijo repetidamente que es aterrador y antagonista, y que todos
sus estudiantes lo odian. ― ¿Y tú asesor no lo hizo?
―Nunca entendí del todo lo que pensaba. Lo que sí sé ahora, años
después, es que fue abusivo. Un montón de cosas terribles sucedieron
bajo su supervisión: a los científicos no se les dio crédito por sus ideas o
la autoría de los artículos que se merecían. Las personas fueron
menospreciadas públicamente por cometer errores que serían normales
para los investigadores experimentados, y mucho menos para los
aprendices. Las expectativas fueron estelares, pero nunca
completamente definidas. Se establecieron plazos imposibles de forma
arbitraria, de la nada, y los graduados fueron castigados por no cumplir
con los Doctorados. Los estudiantes fueron asignados constantemente a
las mismas tareas, luego se enfrentaron entre sí y se les pidió que
compitieran, por diversión de mi asesor. Una vez nos puso a Holden ya
mí en el mismo proyecto de investigación y nos dijo que quien obtuviera
resultados publicables primero recibiría fondos para el siguiente
semestre.
Trató de imaginar cómo se sentiría si la Dra. Aslan promoviera
abiertamente un entorno competitivo entre Olive y sus compañeros.
Pero no, Adam y Holden habían sido amigos íntimos toda su vida, así
que la situación no era comparable. Hubiera sido como si le hubieran
dicho que para recibir un salario el próximo semestre, Olive tendría que
ser más científica que Anh.
― ¿Qué hiciste?
Se pasó una mano por el cabello y un mechón cayó sobre su frente.
―Nos emparejamos. Pensamos que teníamos habilidades
complementarias: un experto en farmacología puede lograr más con la
ayuda de un biólogo computacional y viceversa. Y teníamos razón.
Realizamos un estudio realmente bueno. Era agotador, pero también
divertido, permanecer despierto todas las horas para descubrir cómo
arreglar nuestros protocolos. Sabiendo que fuimos los primeros en
descubrir algo ―. Por un momento, pareció disfrutar el recuerdo. Pero
luego apretó los labios, moviendo la mandíbula. ―Y al final del
semestre, cuando presentamos nuestros hallazgos a nuestro asesor, nos
dijo que los dos nos quedaríamos sin financiamiento, porque según el
colaborador no habíamos seguido sus pautas. Pasamos la primavera
siguiente enseñando seis secciones de Introducción a la biología por
semana, además del trabajo de laboratorio. Holden y yo vivíamos
juntos. Juro que una vez lo escuché murmurar las mitocondrias son la
fuente de energía de la célula mientras dormía.
―Pero . . . le diste a tu asesor lo que quería.
Adam negó con la cabeza.
―Quería un juego de poder. Y al final lo consiguió: nos castigó por no
bailar a su ritmo y publicó los hallazgos que le llevamos sin reconocer
nuestro papel en obtenerlos.
―Yo . . . ― Sus dedos se cerraron en puños en la tela suelta de su
camiseta prestada. — Adam, siento mucho haberte comparado con él.
No quise …
―Está bien. ― Él le sonrió, tenso pero tranquilizador.
No está bien. Sí, Adam podría ser directo, dolorosamente. Obstinado,
contundente e intransigente. No siempre amable, pero nunca tortuoso o
malicioso. Todo lo contrario: era honesto hasta el extremo y requería de
los demás la misma disciplina que claramente se impuso a sí mismo. A
pesar de que sus graduados se quejaron de sus duros comentarios o de
las largas horas de trabajo que se les pidió que pusieran en el laboratorio,
todos reconocieron que era un mentor práctico sin ser un micro gestor.
La mayoría de ellos se graduaron con varias publicaciones y pasaron a
excelentes trabajos académicos.
―No lo sabías.
―Aun así, yo. . . ― Se mordió el labio, sintiéndose culpable.
Sintiéndose derrotada. Sintiéndose enojada con el asesor de Adam y con
Tom por tratar a la academia como su propio patio de recreo personal.
Consigo misma, por no saber qué hacer al respecto. ― ¿Por qué nadie lo
denunció?
Cerró los ojos brevemente.
―Porque fue preseleccionado para un premio Nobel. Dos veces.
Porque tenía amigos poderosos en las altas esferas y pensamos que
nadie nos creería. Porque podía hacer o deshacer carreras. Porque
sentimos que no existía un sistema real para pedir ayuda ―. Sentía una
mueca amarga en la mandíbula y ya no la miraba. Era tan surrealista, la
idea de que Adam Carlsen se sintiera impotente. Y, sin embargo, sus
ojos contaban otra historia. ―Estábamos aterrorizados, y
probablemente en algún lugar profundo estábamos convencidos de que
nos habíamos apuntado y lo merecíamos. Que éramos fracasados que
nunca llegarían a nada.
Su corazón dolía por él. Por ella misma.
―Estoy tan avergonzada, así que lo siento.
Volvió a negar con la cabeza y su expresión se aclaró un poco.
―Cuando me dijo que era un fracaso, pensé que tenía razón. Estaba
dispuesto a renunciar a lo único que me importaba por eso. Y Tom y
Holden … tenían sus propios problemas con nuestro asesor, por
supuesto. Todos lo hacían. Pero me ayudaron. Por alguna razón, mi
asesor siempre parecía saber cuándo pasaba algo malo con mis estudios,
pero Tom mediaba mucho entre nosotros. Tomó mucha mierda para que
yo no tuviera que hacerlo. Era uno de los favoritos de mi asesor e
intercedió para que el laboratorio se pareciera menos a una zona de
batalla.
Adam hablando de Tom como si fuera un héroe le dio náuseas, pero
permaneció en silencio. No se trataba de ella.
—Y Holden. . . Holden me robó las solicitudes de la facultad de
derecho e hizo aviones de papel con ellas. Estaba lo suficientemente
alejado de lo que me estaba pasando como para ayudarme a ver las cosas
objetivamente. Al igual que estoy alejado de lo que te sucedió hoy ―.
Sus ojos estaban sobre ella, ahora. Había una luz en ellos que ella no
entendía. —No eres mediocre, Olive. No te invitaron a hablar porque la
gente piensa que eres mi novia; no existe tal cosa, ya que los resúmenes
de SBD pasan por un proceso de revisión ciega. Lo sabría, porque me
han obligado a revisarlos en el pasado. Y el trabajo que presentaste es
importante, riguroso y brillante ―. Tomó un respiro profundo. Sus
hombros subían y bajaban al mismo tiempo que el latido de su corazón.
―Ojalá pudieras verte a ti misma como yo te veo.
Quizás fueron las palabras, o quizás el tono. Tal vez fue la forma en
que le había dicho algo sobre sí misma, o cómo le había tomado la mano
antes y la había salvado de su miseria. Su caballero con armadura negra.
Tal vez no fue nada de eso, tal vez fue todo, tal vez siempre iba a
suceder. Aun así, no importaba. De repente, simplemente no importaba,
el por qué, el cómo. El después. Lo único que le importaba a Olive era
que quería hacerlo, ahora mismo, y eso parecía suficiente para que todo
saliera bien.
Todo fue tan lento: el paso hacia adelante que dio para ponerse entre
sus rodillas, la elevación de su mano hacia su rostro, la forma en que sus
dedos ahuecaron su mandíbula. Lo suficientemente lento como para que
pudiera haberla detenido, podría haberse alejado de su alcance, podría
haber dicho algo, y no lo hizo. Él simplemente la miró, sus ojos de un
color marrón claro y líquido, y el corazón de Olive dio un salto y se
calmó de inmediato cuando inclinó la cabeza y se apoyó en su palma.
No le sorprendió lo suave que era su piel bajo la barba de noche,
cuánto más cálida que la de ella. Y cuando ella se inclinó, por una vez
más alta que él, la forma de sus labios debajo de los de ella era como una
vieja canción, familiar y fácil.
Después de todo, no era su primer beso. Aunque fue diferente.
Tranquilo, vacilante y precioso, la mano de Adam se posó sobre su
cintura mientras inclinaba la barbilla hacia ella, ansioso y presionando,
como si esto fuera algo en lo que había pensado, como si también lo
hubiera querido. No era su primer beso, pero fue el primer beso de ellos,
y Olive lo saboreó durante largos momentos. La textura, el olor, la
cercanía. La ligera dificultad en la respiración de Adam, las pausas
extrañas, la forma en que sus labios tenían que trabajar un poco antes de
encontrar los ángulos correctos y alguna forma de coordinación.
Quería sentirse triunfante. A quién, no estaba segura. Siempre iba a
ser así. Olive sonrió en sus labios. Y Adam …
Adam ya estaba negando con la cabeza cuando ella se apartó, como si
un no hubiera estado esperando en su boca todo el tiempo, incluso
cuando le devolvió el beso. Sus dedos se cerraron con fuerza alrededor
de su muñeca, apartando su mano de su rostro.
―Esta no es una buena idea.
Su sonrisa se desvaneció. Él estaba en lo correcto. Tenía toda la razón.
También estaba equivocada.
― ¿Por qué?
―Olive. ― Volvió a negar con la cabeza. Luego, su mano dejó su
cintura y subió a sus labios, como para tocar el beso que acababan de
compartir, asegurarse de que realmente había sucedido. ―Esto. . . no.
Realmente tenía razón. Pero . . .
― ¿Por qué? ― repitió.
Los dedos de Adam presionaron sus ojos. Su mano izquierda todavía
sostenía su muñeca, y ella se preguntó distraídamente si él era
consciente de ello. Si supiera que su pulgar pasaba de un lado a otro por
su pulso.
―Esto no es para lo que estamos aquí.
Podía sentir cómo se le ensanchaban las fosas nasales.
―Eso no significa que …
―No estás pensando con claridad―. Tragó visiblemente. ―Estás
molesta y borracha, y …
―Tomé dos cervezas. Horas atrás.
―Eres una estudiante de posgrado, actualmente dependes de mí para
un lugar donde quedarte, e incluso si no, el poder que tengo sobre ti
fácilmente podría convertir esto en una dinámica coercitiva que …
―Yo…― Olive se rió. ―No me siento coaccionada, yo …
― ¡Estás enamorada de otra persona!
Casi retrocedió. La forma en que escupió las palabras fue así de
acalorada. Debería haberla desanimado, ahuyentado, de una vez por
todas, le habría perforado la cabeza lo ridículo que era esto, lo desastrosa
que era una idea. Sin embargo, no fue así. A estas alturas, el
malhumorado e imbécil Adam encajaba tan bien con su Adam, el que le
compró galletas, comprobó sus diapositivas y la dejó llorar en su cuello.
Podría haber habido un momento en que ella no pudo reconciliar a los
dos, pero ahora estaban todos tan claros, los muchos rostros de él. Ella
no querría dejar atrás a ninguno de ellos. Ni uno.
―Olive. ― Suspiró profundamente, cerrando los ojos. La idea de que
podría estar pensando en la mujer que Holden mencionó pasó por su
mente y se le escapó, demasiado dolorosa para entretenerla.
Ella debería decírselo. Debería ser honesta con él, admitir que no le
importaba Jeremy, que no había nadie más. Nunca. Pero estaba
aterrorizada, paralizada por el miedo, y después del día que había
tenido, su corazón se sentía tan fácil de romper. Tan frágil. Adam podría
romperlo en mil pedazos y aun así no ser más sabio.
―Olive, así es como te sientes ahora. Dentro de un mes, una semana,
mañana, no quiero que te arrepientas …
― ¿Qué pasa con lo que quiero? ― Se inclinó hacia adelante, dejando
que sus palabras empaparan el silencio durante largos segundos. ―
¿Qué pasa con el hecho de que yo quiero esto? Aunque tal vez no te
importe ―. Ella cuadró los hombros, parpadeando rápidamente ante la
sensación de hormigueo en sus ojos. ―Porque no lo quieres, ¿verdad?
Quizás no soy atractiva para ti y tú no quieres esto …
Casi la hizo perder el equilibrio, la forma en que tiró de su muñeca y
tiró de su mano hacia sí mismo, presionando su palma contra su ingle
para mostrarle eso. . . Oh.
Oh.
Sí.
Su mandíbula se rodó mientras sostenía su mirada.
―No tienes ni puta idea de lo que quiero.
Le quitó el aliento, todo. El tono bajo y gutural de su voz, la gruesa
cresta bajo sus dedos, la nota enfurecida y hambrienta en sus ojos. Le
apartó la mano casi de inmediato, pero ya era demasiado tarde.
No era que Olive no lo hubiera hecho. . . los besos que habían
intercambiado, siempre eran físicos, pero ahora era como si algo se
hubiera encendido. Durante mucho tiempo pensó que Adam era guapo
y atractivo. Ella lo tocó, se sentó en su regazo, consideró la vaga
posibilidad de tener intimidad con él. Había pensado en él, en el sexo,
en él y en el sexo, pero siempre había sido abstracto. Brumoso e
indefinido. Como arte lineal en blanco y negro: solo la base para un
dibujo que de repente se estaba coloreando por dentro.
Ahora estaba claro, en el dolor húmedo que se acumulaba entre sus
muslos, en sus ojos que eran toda pupila, cómo sería entre ellos.
Embriagador, sudoroso y resbaladizo. Desafiante. Harían cosas el uno
por el otro, se exigirían cosas el uno al otro. Estarían increíblemente
cerca. Y Olive, ahora que podía verlo, realmente, realmente lo quería.
Ella se acercó, aún más.
―Bien entonces. ― Su voz era baja, pero sabía que él podía oírla.
Cerró los ojos con fuerza.
―No es por eso que te pedí que compartieras una habitación
conmigo.
― Lo sé ― Olive apartó un mechón de cabello negro de la frente.
―Tampoco es por eso que acepté.
Sus labios estaban separados y estaba mirando su mano, la que estaba
casi envuelta alrededor de su erección hace un momento.
―Dijiste que nada de sexo.
Ella había dicho eso. Recordó haber pensado en sus reglas,
enumerarlas en su oficina, y recordó estar segura de que nunca jamás
estaría interesada en ver a Adam Carlsen por más de diez minutos a la
semana.
―También dije que iba a ser algo en el campus. Y salimos a cenar.
Entonces. ― Él podría saber qué era lo mejor, pero lo que quería era
diferente. Casi podía ver los restos de su control, sentir cómo se
erosionaba lentamente.
―Yo no . . . ― Se enderezó infinitesimalmente. La línea de sus
hombros, su mandíbula, estaba tan tenso, aun evitando sus ojos. ―No
tengo nada.
Fue un poco vergonzoso, la cantidad de tiempo que le tomó analizar
el significado de eso.
―Oh. No importa. Estoy tomando anticonceptivos. ― Ella se mordió
el labio. ―Pero también podríamos hacer. . . otras cosas.
Adam tragó, dos veces y luego asintió. No respiraba normalmente. Y
Olive dudaba que pudiera decir que no en este momento. Que incluso
querría hacerlo. Sin embargo, hizo un buen esfuerzo.
― ¿Y si me odias por esto, después? ¿Qué pasa si regresamos y
cambias de opinión?
―No lo haré. Yo. . . ― Dio un paso, Dios, aún más cerca. Ella no
pensaría en el después. No podía, no quería. ―Nunca he estado más
segura de nada. Excepto tal vez la teoría celular ―. Ella sonrió,
esperando que él le devolviera la sonrisa.
La boca de Adam permaneció recta y seria, pero poco importaba: la
próxima vez que Olive sintió su toque, fue en la pendiente del hueso de
la cadera, debajo del algodón de la camiseta que él le había dado.
HIPÓTESIS:
A pesar de lo que todo el mundo dice, el
sexo nunca va a ser nada más que una actividad levemente
placentera.
Oh.
Fue como una capa desprendida.
Adam se quitó la camisa que estaba usando con un movimiento
fluido, y fue como si el algodón blanco fuera solo una de las muchas
cosas arrojadas en un rincón de la habitación. Olive no tenía nombre
para lo que eran las otras cosas; todo lo que sabía era que unos segundos
antes él parecía reacio, casi sin querer tocarla, y ahora . . . no.
Ahora estaba dirigiendo el programa. Envolvió sus grandes manos
alrededor de su cintura, deslizó las yemas de los dedos bajo el elástico
de sus bragas de lunares verdes y la besó.
Su beso, pensó Olive, es como el de un hombre muerto de hambre. Como
si hubiera estado esperando todo este tiempo. Reteniéndose. Como si la
posibilidad de que ellos dos hicieran esto se le había ocurrido en el
pasado, pero lo había dejado a un lado, lo había guardado en un lugar
profundo y oscuro donde se había convertido en algo temible y fuera de
control. Olive pensó que sabía cómo sería, después de todo, se habían
besado antes. Excepto, se dio cuenta ahora, que siempre había sido ella
quien lo besaba.
Quizás estaba siendo poco realista. De todos modos, ¿qué sabía ella
sobre los diferentes tipos de besos? Aun así, algo en su vientre vibró y
se licuó cuando su lengua lamió contra la de ella, cuando mordió un
punto sensible en su cuello, cuando hizo un ruido gutural en la parte
posterior de su garganta mientras sus dedos ahuecaban su trasero a
través de sus bragas. Debajo de su camisa, su mano viajó hasta su caja
torácica. Olive jadeó y sonrió en su boca.
―Haz hecho esto antes.
Él parpadeó, confundido, con las pupilas grandes y oscuras.
― ¿Qué?
―La noche en que te besé en el pasillo. Tú también lo hiciste esa
noche.
― ¿Qué hice?
―Me tocaste. Aquí. ― Su mano se deslizó hasta sus costillas para
cubrir la de él a través del algodón.
Él la miró a través de las pestañas oscuras y comenzó a levantar una
esquina de su camisa, subió por sus muslos y pasó por su cadera hasta
que quedó justo debajo de su pecho. Se inclinó hacia ella, presionando
sus labios contra la parte más baja de sus costillas. Olive jadeó. Y jadeó
de nuevo cuando la mordió suavemente, y luego lamió el mismo lugar.
― ¿Aquí? ― preguntó. Ella estaba cada vez más mareada. Podría ser
lo cerca que estaban o el calor de la habitación. O el hecho de que ella
estaba casi desnuda, parada frente a él en nada más que bragas y
calcetines. ―Olive.
Su boca viajó hacia arriba, menos de una pulgada, los dientes rozando
la piel y los huesos. ― ¿Aquí?
No había pensado que podría mojarse así de rápido. O en absoluto.
Por otra parte, en realidad no había pensado mucho en el sexo en los
últimos años.
―Presta atención, cariño―. Chupó la parte inferior de su pecho. Tenía
que agarrarse a sus hombros, o sus rodillas se rendirían. ― ¿Aquí?
―Yo...― Le tomó un momento concentrarse, pero asintió. ―Quizás.
Si ahí. Fue . . . fue un buen beso ―. Sus ojos se cerraron revoloteando, y
ni siquiera luchó cuando él le quitó la camisa por completo. Después de
todo, era suya. Y la forma en que la estaba estudiando, no permitía que
ella se cohibiera. ― ¿Lo recuerdas
Él era el distraído ahora. Mirando sus pechos como si fueran algo
espectacular, sus labios se separaron y su respiración fue rápida y
superficial.
― ¿Recordar que?
―Nuestro primer beso.
Él no respondió. En cambio, la miró de arriba abajo con los ojos
vidriosos y dijo:
―Quiero tenerte en esta habitación de hotel durante una semana―.
Su mano se acercó para ahuecar su pecho, no exactamente gentil. Estaba
a punto de ser demasiado enérgico, y Olive sintió que se apretaba
alrededor de la nada. ―Por un año.
Empujó su mano contra sus omóplatos para hacer que ella se arqueara
hacia él, y luego cerró la boca contra su pecho, todo dientes y lengua y
una succión maravillosa y deliciosa.
Olive gimió contra el dorso de su mano, porque no lo sabía, no había
pensado que sería tan sensible, pero sus pezones estaban tensos, en
carne viva y casi doloridos, y si él no hacía algo, ella…
—Eres comestible, Olive.
Su palma presionó contra su columna y Olive se arqueó un poco más.
Una especie de ofrenda.
―Eso es probablemente un insulto― exhaló con una sonrisa,
―considerando que solo te gusta el pasto de trigo y el brócoli, oh.
Podría meterle todo el pecho en la boca. Todo ello. Él gimió en el
fondo de su garganta, y estaba claro que le encantaría tragarla entera.
Olive también debería tocarlo; ella fue la que pidió esto, y de ahí que se
asegurara de que estar con ella no fuera una tarea para él. ¿Quizás poner
su mano donde la había arrastrado antes y acariciar? Él podría instruirla
sobre cómo le gustaba. Tal vez esto era algo de una sola vez y nunca
volverían a hablar de eso, pero Olive no pudo evitarlo, quería que esto
le gustara. Que ella le gustara.
― ¿Estas bien? ― Ella debió haberse perdido en sus pensamientos,
porque él la estaba mirando con el ceño fruncido, su pulgar deslizándose
hacia adelante y hacia atrás en el hueso de la cadera. — Estás tensa.
Su voz estaba tensa. Él estaba ahuecando su polla casi distraídamente,
acariciando y agarrando de vez en cuando, cuando sus ojos se posaron
en los puntos duros de sus pezones, cuando ella se estremeció, cuando
se retorció sobre sus pies para frotar sus muslos juntos.
―No tenemos que …
―Quiero hacerlo. He dicho que sí.
Su garganta se tambaleo.
―No importa lo que dijiste. Siempre puedes cambiar de opinión.
―No lo haré―. Por la forma en que la miraba, Olive estaba segura de
que volvería a protestar. Pero él simplemente apoyó la frente en su
esternón, su aliento cálido contra la piel que acababa de lamer, y dejó
que las yemas de sus dedos acariciaran el elástico de sus bragas,
sumergiéndolas bajo el fino algodón.
―Creo que he cambiado de opinión― murmuró.
Ella se puso rígida.
―Sé que no estoy haciendo nada, pero si me dices lo que te gusta,
puedo …
―Mi color favorito debe ser el verde, después de todo.
Ella exhaló cuando su pulgar presionó entre sus piernas, rozando la
tela que ya estaba oscura y húmeda. Exhaló apresuradamente hasta que
no quedó aire, la vergüenza se apoderó de ella al pensar que ahora él
debía saber exactamente cuánto deseaba esto, y al placer de su dedo,
grande y romo, corriendo contra su abertura.
Definitivamente lo sabía. Porque volvió a mirarla, con los ojos
vidriosos y la respiración acelerada.
―Maldita sea― dijo en voz baja. ― Olive.
― Si . . . ― Tenía la boca tan seca como el desierto. ― ¿Quieres que te
los quite?
―No. ― Sacudió la cabeza. ―Todavía no.
―Pero si nosotros …
Enganchó su dedo en el elástico y empujó el algodón hacia un lado.
Estaba reluciente, hinchada y regordeta para sus propios ojos,
demasiado adelantada, considerando que apenas habían hecho nada.
Demasiado ansiosa. Esto era vergonzoso.
―Lo siento. ― Había dos tipos de calor, el que se enroscaba en la parte
inferior de su estómago y el que les llegaba a las mejillas. Olive apenas
podía distinguirlos. ―Estoy…
―Perfecta. ― Realmente no le estaba hablando a ella. Más para sí
mismo, maravillándose de la forma en que la punta de su dedo se
hundía tan fácilmente entre sus pliegues, separándolos y deslizándose
hacia atrás y adelante hasta que Olive echó la cabeza hacia atrás y cerró
los ojos porque el placer fluía, se estiraba, vibraba a través de ella y no
podía, no podría, no podría.
―Eres tan hermosa. ― Las palabras sonaron silenciosas, arrancadas
de él. Como si no fuera a decirlas. ― ¿Puedo?
Le tomó varios latidos de corazón darse cuenta de que se estaba
refiriendo a su dedo medio, a la forma en que estaba dando vueltas
alrededor de su entrada y tocando en él. Aplicando una ligera presión
directamente contra su centro. Ya estaba tan mojado.
Olive gimió.
―Sí. Lo que sea ―exhaló.
Lamió su pezón, un silencioso agradecimiento, y empujó.
O al menos, lo intentó. Olive siseó y Adam también, con un Joder sordo
y ronco.
Tenía dedos grandes, debe ser por eso que no encajaban. El primer
nudillo fue demasiado, un dolor punzante y la sensación de plenitud
húmeda e incómoda. Ella se movió sobre sus talones, tratando de
adaptarse y hacer espacio, y luego se movió un poco más, hasta que él
tuvo que agarrar su cadera con la otra mano para mantenerla quieta.
Olive se aferró a sus hombros, su piel sudorosa y abrasadora bajo sus
palmas.
―Shh.
Su pulgar la rozó y ella gimió.
―Está bien. Relájate.
Imposible. Aunque, si Olive tenía que ser honesta, la forma en que su
dedo se curvaba dentro de ella, ya estaba mejorando. Ya no le dolía
tanto, e incluso estaba más húmeda si la tocaba allí . . . Su cabeza cayó
hacia atrás. Ella apretó sus músculos con las uñas.
― ¿Allí? ¿Es un buen lugar?
Olive quería decirle que no, que era demasiado, pero antes de que
pudiera abrir la boca, lo hizo de nuevo, hasta que no pudo quedarse
callada más, todo eran gemidos y quejidos y ruidos húmedos y
obscenos. Hasta que trató de entrar un poco más, y ella no pudo evitar
hacer una mueca.
― ¿Qué pasa? ― Su voz era la de siempre, pero un millón de veces
más ronca. ― ¿Duele?
―No… Oh.
Miró hacia arriba, toda la piel pálida enrojecida contra las ondas
oscuras.
—¿Por qué estás tan tensa, Olive? Has hecho esto antes, ¿verdad?
―Yo … sí. ― No estaba segura de qué la impulsó a continuar.
Cualquier idiota podía ver desde una milla de distancia que era una idea
terrible, pero no quedaba lugar para mentiras ahora que estaban tan
cerca. Entonces ella confesó: ―Un par de veces. En la Universidad.
Adam se quedó inmóvil. Completamente inmóvil. Sus músculos se
flexionaron, se enrollaron con fuerza bajo sus palmas, y luego se
quedaron así, tensos e inmóviles mientras la miraba.
―Olive.
―Pero no importa―, se apresuró a agregar, porque él ya estaba
negando con la cabeza, alejándose de ella. Realmente no importaba. No
para Olive, y, por lo tanto, tampoco debería para Adam. ―Puedo
resolverlo, he aprendido la pinza de parche de células enteras en un par
de horas; el sexo no puede ser mucho más difícil. Y apuesto a que haces
esto todo el tiempo, para que puedas decirme cómo …
―Perderías.
Hacía frío en la habitación. Su dedo ya no estaba dentro de ella, y su
mano había dejado su cadera.
― ¿Qué?
―Perderías tu apuesta―. Suspiró y se pasó una mano por la cara. La
otra, que había estado dentro de ella, se movió hacia abajo para ajustar
su polla. A estas alturas parecía enorme e hizo una mueca al tocarla.
―Olive, no puedo.
―Por supuesto que puedes.
Sacudió la cabeza.
―Lo siento.
― ¿Qué? No. No, yo …
―Eres básicamente virg...
― ¡No lo soy!
― Olive.
― ¡No lo soy!
―Pero tan cerca de ello que…
―No, esa no es la forma en que funciona. La virginidad no es una
variable continua, es categórica. Binaria. Nominal. Dicotómico. Ordinal,
potencialmente. Estoy hablando de chi-cuadrado, tal vez la correlación
de Spearman, la regresión logística, el modelo logit y esa estúpida
función sigmoidea, y…
Habían pasado semanas y todavía la dejaba sin aliento, la inclinación
desigual de su sonrisa. Cuán inesperado siempre fue, los hoyuelos que
formó. Olive se quedó sin aire cuando su gran palma ahuecó un lado de
su cara y la bajó para un beso lento, cálido y risueño
―Eres una sabelotodo― dijo contra su boca.
―Quizás. ― Ella también estaba sonriendo. Y devolviéndole el beso.
Abrazándolo, con los brazos alrededor de su cuello, ella sintió un
escalofrío de placer cuando él la atrajo más hacia sí.
―Olive― dijo retrocediendo, ―si por alguna razón el sexo es algo
que tú. . . con el que no te sientes cómoda, o que prefieres no tener fuera
de una relación, entonces …
―No. No, no es nada de eso. Yo…— Ella respiró hondo, buscando
una manera de explicarse. ―No es que yo no quiera tener relaciones
sexuales. Yo solo . . . particularmente no quiero hacerlo. Hay algo extraño
en mi cerebro y en mi cuerpo, y… no sé qué me pasa, pero parece que
no soy capaz de experimentar la atracción como otras personas. Como
gente normal. Intenté simplemente. . . para simplemente hacerlo, para
terminar de una vez, y el chico con el que lo hice fue agradable, pero la
verdad es que no siento nada. . . ― Ella cerró los ojos. Esto era difícil de
admitir. ―No siento ninguna atracción sexual a menos que realmente
confíe y me guste una persona, lo que por alguna razón nunca sucede.
O casi nunca. No lo había hecho, no en mucho tiempo, pero ahora …
realmente me gustas, y realmente confío en ti, y por primera vez en un
millón de años quiero …
No podía divagar más, porque la estaba besando de nuevo, esta vez
con fuerza y magulladuras, como si quisiera absorberla en sí mismo.
―Quiero hacer esto―dijo, tan pronto como pudo. ―Contigo.
Realmente lo quiero.
―Yo también, Olive―. Él suspiró. ―No tienes idea.
—Entonces, por favor. Por favor, no digas que no ―. Ella se mordió el
labio y luego el de él. Y luego mordió su mandíbula. ― ¿Por favor?
Respiró hondo y asintió. Ella sonrió y besó la curva de su cuello, y su
mano se extendió contra su espalda baja.
―Pero― dijo, ―probablemente deberíamos abordar esto de manera
un poco diferente.
A ELLA LE tomó más tiempo darse cuenta de sus intenciones. No
porque fuera estúpida, inconsciente o ingenua sobre el sexo, sino
porque. . .
Quizás era un poco ingenua sobre el sexo. Pero realmente no había
pensado en eso durante años antes de Adam, e incluso entonces, nunca
fue del todo en estos términos: él encima de ella, abriéndole las piernas
de par en par con las palmas de las manos en la parte interna de los
muslos y luego arrodillándose entre ellas. Deslizándose hacia abajo,
bajo.
―Qué vas a…
La forma en que la separó con su lengua, fue como si ella fuera
mantequilla y él tuviera la intención de cortarla como un cuchillo
caliente. Fue lento pero seguro, y no se detuvo cuando el muslo de Olive
se puso rígido contra su palma, o cuando ella trató de zafarse. Solo
gruñó, rico y bajo; luego pasó la nariz por la piel en la unión de su
abdomen, inhalando profundamente; y luego la lamió una vez más.
—Adam, detente —suplicó ella, y por un momento él se limitó a frotar
su rostro contra sus pliegues como si no tuviera intención de hacer tal
cosa. Luego levantó la cabeza, los ojos nublados, como si supiera que
debería estar escuchándola.
― ¿Mmm? ― Sus labios vibraron contra ella.
―Quizás… ¿Tal vez deberías parar?
Él se quedó quieto, su mano apretándose alrededor de su muslo.
― ¿Has cambiado de opinión?
―No. Pero deberíamos hacer. . . otras cosas.
Él frunció el ceño.
― ¿No te gusta esto?
―No. Si. Bueno, nunca lo he hecho. . . ― La línea entre sus cejas se
profundizó. ―Pero soy yo quien te incitó a hacer esto, así que
deberíamos hacer cosas que a ti te gustan y no cosas para mí…
Esta vez fue la parte plana de su lengua contra su clítoris, presionando
lo suficiente para hacerla respirar y exhalar rápidamente. La punta
estaba dando vueltas a su alrededor, lo cual, un movimiento tan
pequeño, y sin embargo envió su mano directamente a su boca, para
morder la parte carnosa de su palma.
― ¡Adám! ― Su voz sonaba como la de otra persona. ―Escuchaste lo
que yo. . .
―Dijiste que hiciera algo que me gusta―. Su aliento estaba caliente
contra ella. ―Lo estoy haciendo.
―No es posible que quieras …
Le apretó la pierna.
―No puedo recordar un momento en el que no lo quiera.
Simplemente no se sentía como una tarifa estándar de conexión, algo
así de íntimo. Pero era difícil protestar cuando él parecía hechizado,
mirándola, su rostro, sus piernas y el resto de su cuerpo. Su mano era
grande, abierta sobre su abdomen y sosteniéndola hacia abajo,
avanzando poco a poco más alto y más cerca de sus pechos, pero nunca
lo suficientemente cerca. Tumbada así, Olive estaba un poco
avergonzada de lo cóncavo que era su estómago. De la forma en que
sobresalían sus costillas. Sin embargo, a Adam no pareció importarle.
― ¿No preferirías …
Un mordisco.
―No.
―Ni siquiera dije …
Miró hacia arriba.
―No hay nada que prefiera hacer.
―Pero…
Él chupó uno de sus labios con un ruido fuerte y húmedo, y ella jadeó.
Y luego su lengua estaba dentro de ella, y ella gimió, mitad de sorpresa,
mitad de la sensación de… Sí.
Si.
―Joder―dijo alguien. No era Olive, por lo que debió ser Adam.
―Mierda.
Se sintió increíble. De otro mundo. Su lengua, entrando y saliendo,
dando vueltas y lamiendo, y su nariz contra su piel, y los silenciosos
sonidos que hacía desde lo más profundo de su pecho cada vez que ella
se contraía, y Olive iba a… ella. . .
No estaba segura de que se fuera a venir. No con otra persona en la
habitación tocándola.
―Esto puede llevar un tiempo―dijo en tono de disculpa, odiando lo
fina que sonaba su voz.
―Joder, sí―. Su lengua la pasó por completo, un trazo largo y amplio.
―Por favor. ― No creía haberlo oído nunca tan entusiasmado por
nada, ni siquiera por algún escrito o biología computacional. Eso hizo
que el asunto subiera de tono para ella y empeoró cuando notó su brazo.
La que no estaba tomando la mejilla de su trasero y manteniéndola
abierta.
No se había quitado los pantalones todavía, Olive podía ver, y era tan
injusto, ya que ella estaba abierta para él. Pero la forma en que su brazo
se movía, cómo su mano se movía hacia arriba y hacia abajo lentamente,
era simplemente insoportable. Se arqueó aún más, su columna
formando una curva perfecta cuando la parte posterior de su cabeza
golpeó la almohada.
―Olive ― Se echó hacia atrás unos centímetros y besó el interior de
su muslo tembloroso. Respiró hondo con la nariz, como si quisiera
contener el olor de ella dentro de sí. ―No puedes venirte todavía.
Sus labios rozaron sus pliegues mientras su lengua se hundía de
nuevo, y ella cerró los ojos con fuerza. Había un calor líquido y ardiente
que florecía en su estómago y se derramaba por toda ella. Sus dedos
arañaron las sábanas, buscando un ancla. Esto fue imposible.
Ingobernable.
―Adam…
—No lo hagas. Dos minutos más ―. El chupo … Dios, sí. Allí.
―Lo...siento.
―Uno más.
―No puedo…
―Concéntrate, Olive.
Al final, fue su voz la que lo arruinó todo. Ese tono tranquilo y
posesivo, la insinuación de una orden en el tono áspero de sus palabras,
y el placer rompió sobre ella como una ola del océano. Su mente se
quebró, y no fue del todo ella misma durante unos segundos, y luego
unos minutos, y cuando volvió a sentir el mundo, él todavía la lamía,
excepto más lentamente, como si no tuviera otro propósito que
saborearla.
―Quiero lamerte hasta que te desmayes―. Sus labios eran tan suaves
contra su piel.
―No. ― Olive apretó la almohada con un puño. ―Yo-tú no puedes….
― ¿Por qué?
―Tengo que . . . ― No podía pensar con claridad, todavía no. Su
mente estaba confundida, tartamudeando.
Casi gritó cuando él metió un dedo dentro. Esta vez se hundió como
una roca en el agua, suave y sin obstáculos, y sus paredes lo sujetaron
como para darle la bienvenida a Adam y retenerlo dentro.
―Jesús. ― Lamió su clítoris de nuevo, y ella era demasiado sensible
para esto. Quizás. ―Tú eres… —enganchó su dedo dentro de ella,
presionando contra el techo de su canal, y el placer brotó en ella,
bañándose contra sus bordes―tan pequeña, apretada y cálida.
El calor inundó dentro de ella una vez más, sacó el aire de sus
pulmones, dejándola boquiabierta, colores brillantes estallando detrás
de sus párpados. Él gimió algo que no era del todo coherente, y deslizó
otro dedo al final de su orgasmo, y el estiramiento tenso, fue ruinoso. Su
cuerpo floreció en algo que ya no le pertenecía, algo hecho de picos altos
y brillantes y valles exuberantes. La dejó pesada y deshuesada, y no
estaba segura de cuánto tiempo pasó antes de que pudiera soportar
levantar la palma de su mano hasta su frente y empujarlo suavemente
para que se detuviera. Él le lanzó una mirada hosca, pero obedeció, y
Olive tiró de él hacia arriba, porque parecía que podría comenzar de
nuevo en cualquier momento y porque sería bueno tenerlo a su lado.
Quizás él estaba pensando lo mismo: se elevó por encima de ella,
apoyando su peso en su antebrazo; su pecho empujó contra su pecho,
un muslo grande alojado firmemente entre sus piernas.
Ella todavía estaba usando sus estúpidos calcetines hasta la rodilla, y
Dios, Adam probablemente estaba pensando que ella era la más tonta
que jamás había …
― ¿Puedo follarte?
Lo dijo, y luego la besó, sin preocuparse por dónde había estado su
boca unos segundos antes. Se preguntó si eso debería desanimarla, pero
todavía estaba temblando de placer, contrayéndose con réplicas al
recordar lo que acababa de hacer. No podía hacer que le importara, y
era agradable besarlo así. Tan agradable.
―Mmm. ― Levantó las palmas de las manos para ahuecar su rostro
y comenzó a trazar sus pómulos con los pulgares. Estaban rojos y
calientes. ― ¿Qué?
― ¿Puedo follarte? ― Le chupó la base de la garganta. ― ¿Por favor?
Respiró contra el lóbulo de su oreja y… no era como si ella pudiera
decir que no. O quisiera. Ella asintió con la cabeza y alcanzó su polla,
pero él se le adelantó y se bajó los pantalones, cerrando el puño
alrededor de ella. Él era grande. Más grande de lo que había pensado
que sería, de lo que había pensado que cualquiera podría ser. Todavía
podía sentir su corazón latiendo rápidamente contra su pecho mientras
se alineaba con ella y empujaba la cabeza contra su abertura y…
Olive estaba relajada ahora. Y dócil. Y todavía no lo suficientemente
suelta.
― Ah. ― No dolió del todo, pero fue casi demasiado. Definitivamente
no era fácil. Y, sin embargo, esa sensación, el empujón de él contra cada
parte de ella, tenía una promesa. ―Eres tan grande.
Él gimió en su cuello. Todo su cuerpo vibraba de tensión.
―Puedes tomarlo.
―Puedo― le dijo, con la voz aguda, y se quedó sin aliento a la mitad
de la segunda palabra. Las mujeres daban a luz, después de todo.
Excepto que él no estaba dentro, no realmente. Ni siquiera la mitad. Y
simplemente no había más espacio.
Olive lo miró. Tenía los ojos cerrados, medias lunas oscuras contra su
piel, y su mandíbula estaba tensa.
― ¿Y si es demasiado…?
Adam bajó los labios a su oído.
―Entonces…― Intentó un empujón, y tal vez fue demasiado, pero la
fricción fue encantadora. ―Entonces te follaré así―. Cerró los ojos con
fuerza cuando él golpeó un lugar que la hizo gemir. ―Dios, Olive.
Todo su cuerpo palpitaba.
― ¿Hay algo que debería hacer?
―Solo . . . ― Besó su clavícula. Su respiración era errática ahora, fuerte
en el silencio de la habitación. ―Cállate por un momento. Así que no me
excitare tan rápido y no me vendré tan pronto.
Olive ladeó las caderas y él volvió a frotar ese punto. Le hizo temblar
los muslos y trató de abrirlas más. Para invitarlo a entrar.
―Quizás deberías.
― ¿Debería?
Ella asintió. Estaban demasiado aturdidos para besar con algún tipo
de coordinación en este punto, pero sus labios estaban calientes y suaves
cuando rozaron los de ella.
―Sí.
― ¿Dentro de ti?
―Si tu…
La mano de Adam subió por detrás de la rodilla de Olive y la inclinó,
abriendo sus piernas de una manera en la que simplemente no había
pensado. Manteniéndola abierta firmemente.
―Si quieres.
―Eres tan perfecta, me estás volviendo loco.
Sus entrañas se abrieron ante él sin previo aviso. Le dieron la
bienvenida y tiraron de él hasta que él tocó fondo, hasta que quedó
profundamente encajado y estirándola hasta un punto que debería
romperse, pero solo la hizo sentir llena, sellada, perfecta.
Ambos exhalaron. Olive levantó una mano y
temblorosamente alrededor de la nuca sudorosa de Adam.
la
cerró
―Hola. ― Ella le sonrió.
Él le devolvió la sonrisa, solo un poco.
—Hola
Sus ojos eran opacos, como vidrieras. Él se movió dentro de ella, solo
un indicio de un empujón, e hizo que todo su cuerpo se apretara
alrededor de él, hasta que pudo sentir su polla temblar y latir dentro de
ella, como un tambor. Su cabeza cayó sobre la almohada y alguien gimió,
algo gutural y fuera de control.
Entonces Adam se retiró, empujó hacia adentro y aniquilaron la regla
de no sexo.
En el lapso de unos segundos, sus embestidas pasaron de vacilantes,
exploratorias, a rápidas y eclipsantes. Su mano se deslizó hasta la parte
baja de su espalda, levantándola hacia él mientras él se amontonaba,
entraba y volvía a entrar, frotando dentro de ella, contra ella, forzando
el placer a vibrar por su columna vertebral.
― ¿Está bien? ― preguntó contra su oído, sin llegar a detenerse.
Olive no pudo responder. No más allá de la brusca dificultad de su
respiración, la forma en que sus dedos se clavaban desesperadamente
en las sábanas. La presión volvió a crecer dentro de ella, se volvió grande
y la consumía.
―Tienes que decirme, si no te gusta―, dijo con voz ronca. ―lo que
estoy haciendo. ― Estaba ansioso, un poco torpe, perdiendo el control y
escapándose de ella, teniendo que empujar su polla hacia adentro; él
estaba desenfocado, pero ella también, demasiado inundada por lo bien
que se sentía, lo estupefaciente que era el placer, lo suavemente que
entraba y salía. Qué bien se sentía esto.
― Yo…
―Olive, tienes que…― Se detuvo con un gruñido, porque ella inclinó
las caderas y se apretó a su alrededor. Agarrándolo más fuerte,
succionándolo más profundo.
―Me gusta. ― Levantó la mano para meter los dedos en su cabello.
Para captar su atención, asegurándose de que prestara atención cuando
ella dijo: ―Me encanta, Adam
Su control se derramó. Hizo un ruido crudo y se estremeció,
bombeando con fuerza y murmurando tonterías en su piel: lo perfecta
que era, lo hermosa, cuánto tiempo había deseado esto, cómo nunca,
nunca podría soltarla. Olive sintió que su orgasmo se disparaba, el
placer cegador y abrasador mientras temblaba encima de ella.
Ella sonrió. Y cuando nuevos escalofríos comenzaron a rodar por su
columna vertebral, mordió el hombro de Adam y se dejó hundir.
HIPÓTESIS: Cuando pienso que toqué fondo, alguien me
entregará una pala. Ese alguien probablemente sea Tom
Benton.
Olive se quedó dormida después de la primera vez y soñó con muchas
cosas extrañas y sin sentido. Rollos de sushi con forma de arañas. La
primera nevada en Toronto, durante su último año con su madre. Los
hoyuelos de Adam. La burla de Tom Benton mientras escupía las
palabras pequeña historia de sollozos. Adam, de nuevo, esta vez serio,
diciendo su nombre a su manera única.
Luego sintió que el colchón se hundía y el sonido de algo que se
colocaba en la mesita de noche. Parpadeó lentamente y se despertó,
desorientada en la tenue luz de la habitación. Adam estaba sentado en
el borde de la cama, empujando un mechón de cabello detrás de su oreja.
―Hola. ― Ella sonrió.
―Oye.
Extendió la mano para tocar su muslo a través de los pantalones que
él nunca había logrado quitarse del todo. Todavía estaba caliente,
todavía sólido. Aún allí.
― ¿Cuánto tiempo dormí?
―No mucho. Tal vez treinta minutos.
―Mmm. ― Se estiró un poco contra el colchón, con los brazos por
encima de la cabeza, y notó el vaso de agua fresca en la mesita de noche.
― ¿Es eso para mí?
Él asintió con la cabeza, se lo entregó y ella se apoyó en un codo para
beberlo, sonriendo en agradecimiento. Ella notó que la mirada de él se
detenía en sus senos, todavía tierna y dolorida por su boca, y luego se
desvió hacia sus propias palmas.
Oh. Tal vez, ahora que tenían sexo, buen sexo, pensó Olive, sexo increíble,
aunque ¿quién sabía sobre Adam? Necesitaba su propio espacio. Quizás
quería su propia maldita almohada.
Devolvió el vaso vacío y se sentó.
―Debería mudarme a mi cama
Sacudió la cabeza con una intensidad que sugería que no quería que
ella se fuera, ni a ningún lado, ni nunca. Su mano libre se cerró con
fuerza alrededor de su cintura, como para atarla a él.
A Olive no le importaba.
― ¿Estás seguro? Sospecho que podría ser una roba mantas
―Está bien. Yo corro a avisar ―. Le apartó un mechón de cabello de
la frente. ―Y según alguien, parece que voy a roncar.
Ella jadeó con fingida indignación.
― ¿Cómo se atreven? Dime quién dijo eso y personalmente te
vengaré…
Ella gritó cuando él sostuvo el vaso helado contra su cuello, y luego
se disolvió en carcajadas, levantando sus rodillas y tratando de apartarse
de él.
―Lo siento, ¡no roncas! ¡Duermes como un príncipe!
―Toda la razón. ― Dejó el vaso en la mesita de noche, apaciguado,
pero Olive permaneció acurrucada, con las mejillas enrojecidas y la
respiración entrecortada por rechazarlo. Él estaba sonriendo. También
con hoyuelos. La misma sonrisa que le había sonreído antes en el cuello,
contra su piel, la que le había hecho cosquillas y la había hecho reír.
―Lamento lo de los calcetines, por cierto―. Ella hizo una mueca. ―Sé
que es un tema controversial.
Adam miró el material de los colores del arco iris que se extendía
alrededor de sus pantorrillas.
― ¿Los calcetines son controvertidos?
―No calcetines en sí. ¿Dejándolos puestos durante el sexo?
― ¿Enserio?
―Totalmente. Al menos según el número de Cosmopolitan nos
quedamos en casa para aplastar a las cucarachas.
Se encogió de hombros, como un hombre que solo hubiera leído el
New England Journal of Medicine46 y tal vez el Truck-Pushing Digest.
― ¿Por qué le importaría a alguien de una forma u otra?
46
es una revista médica con sistema revisión por pares publicada por la Sociedad Médica de Massachusetts
― ¿Quizás no quieren tener sexo sin saberlo con personas con dedos
horribles y desfigurados?
― ¿Tienes los dedos de los pies desfigurados?
―Verdaderamente grotesco. Digno de circo. Antitético al sexo.
Básicamente, un anticonceptivo incorporado.
Suspiró, claramente divertido. Luchaba por aferrarse a su acto
temperamental, melancólico e intenso, y a Olive le encantaba.
―Te he visto en sandalias varias veces. Que, por cierto, no cumplen
con los requisitos del laboratorio.
―Debes estar equivocado.
―Enserio.
—No me gusta lo que insinúa, doctor Carlsen. Tomo las directrices de
salud y seguridad medioambiental de Stanford muy en serio y- ¿Qué son
los que…
Era mucho más grande que ella, podía sujetarla con una mano sobre
su vientre mientras la sacaba de los calcetines, y por alguna razón a ella
le encantaba cada momento. Ella dio una buena pelea, y tal vez él tuviera
un par de moretones mañana, pero cuando finalmente logró quitárselos,
Olive se quedó sin aliento por la risa. Adam le acarició los pies con
reverencia, como si fueran delicados y perfectamente formados en lugar
de pertenecer a alguien que corría dos maratones al año.
―Tenías razón― dijo. Con el pecho agitado, lo miró con curiosidad.
―Tus pies son bastante horribles.
― ¿Qué? ― Ella jadeó y se liberó, empujando su hombro hasta que
terminó de espaldas debajo de ella. Seguramente podría haberla
derribado, gigante como era. Y todavía. ―Retíralo
―Tú lo dijiste primero.
― Retíralo. Mis pies son lindos.
―De una manera espantosa, tal vez.
―Eso no es una cosa.
Su risa sopló cálida contra su mejilla.
―Probablemente haya una palabra alemana para eso. Lindo, pero
excepcionalmente feo.
Ella se mordió el labio lo suficiente para que él lo sintiera, y Adam
parecía perder ese control que siempre había tenido sobre sí mismo. De
repente pareció querer más, y los volteó hasta que ella estuvo debajo de
él, convirtiendo el mordisco en un beso. O tal vez era la propia Olive, ya
que su lengua estaba lamiendo su labio, exactamente donde lo había
hecho arder.
Probablemente debería decirle que se detuviera. Estaba sudorosa y
pegajosa, y debería disculparse e ir a tomar una ducha. Sí, eso sonaba
como una buena etiqueta sexual. Pero se sentía cálido y fuerte,
positivamente radiante. Olía delicioso, incluso después de todo lo que
habían hecho, y ella no pudo evitar desviarse y dejar que sus brazos se
enredaran alrededor de su cuello. Tirándolo hacia abajo.
―Pesas una tonelada― le dijo. Él intentó moverse hacia arriba y
alejarse, pero ella envolvió sus piernas alrededor de su cintura,
sosteniéndolo cerca. Se sentía tan segura con él. Invencible. Un
verdadero asesino. La convirtió en una persona poderosa y feroz, una
que podría destruir a Tom Benton y al cáncer de páncreas antes del
desayuno.
―No lo amo. Quédate por favor. ― Ella le sonrió y vio que su
respiración se aceleraba.
―Tu eres una roba mantas. ― Había una mancha en la base de su
cuello que había encontrado antes, una mancha que la hizo suspirar,
arquearse y derretirse en la almohada. Lo atacó como si fuera su nuevo
norte verdadero. Él tenía una forma de besarla, medio cautelosa y medio
desenfrenada, que la hizo preguntarse por qué solía pensar en besar
como una actividad tan aburrida y sin rumbo.
―Debería ir a limpiarme― dijo, pero no hizo ningún movimiento. Él se
deslizó hacia abajo, solo un par de pulgadas, lo suficiente para distraerse
con su clavícula y luego con la curva de su pecho. ―Adam.
Él la ignoró y trazó los salientes huesos de la cadera, las costillas y la
tensa piel de su vientre. Besó hasta la última peca, como para guardarlas
en su memoria, y había tantas.
―Estoy toda pegajosa, Adam―. Ella se retorció un poco.
En respuesta, su palma se movió hacia su trasero. Para mantenerla
quieta.
―Ssh. Yo mismo te limpiaré.
Él puso su dedo dentro de ella y ella jadeó, porque… Oh Dios. Oh. Oh
Dios. Podía escuchar los ruidos húmedos allí abajo, de ella misma y de
la suya propia, y él debería estar disgustado por esto, y ella también
debería, y sin embargo …
Ella no lo estaba. Y estaba gimiendo, como si la satisfacción de haber
hecho un lío con ella, dentro de ella, de saber que ella lo dejaría, fuera
algo embriagador para él. Olive cerró los ojos y se dejó hundir, sintiendo
que él lamía la piel entre el muslo y el abdomen, escuchando gemidos y
jadeos que salían de su propia boca, deslizando sus dedos en su cabello
para agarrarlo con más fuerza contra ella. Definitivamente estaba limpia
cuando llegaron las contracciones lentas que se hincharon en grandes
olas y sus muslos temblaron alrededor de su cabeza, y fue entonces
cuando él preguntó:
― ¿Puedo follarte de nuevo?
Ella lo miró, sonrojada y confusa por el orgasmo, y se mordió el labio.
Ella quería. Realmente quería tenerlo encima de ella, dentro de ella, el
pecho empujándola contra el colchón y los brazos serpenteando
alrededor de su cuerpo. Ese sentimiento de seguridad, de pertenencia
finalmente que parecía hacerse más intenso cuanto más se acercaba a
ella.
―Yo quiero. ― Su mano se acercó para tocar su brazo, en el que se
sostenía. ―Es solo … estoy adolorida, y yo …
Inmediatamente se arrepintió de haberlo preguntado. Se dio cuenta
por cómo su cuerpo se quedó quieto antes de que él se bajara de ella,
como para no apiñarla, como para darle el espacio que no quería.
―No― entró en pánico. ―No es eso…
―Oye. ― Se dio cuenta de lo nerviosa que estaba y se inclinó para
besarla.
―Quiero …
―Olive. ― Él se acurrucó a su alrededor. Su polla se frotó contra su
espalda baja, pero instantáneamente inclinó sus caderas hacia afuera.
―Tienes razón. Vamos a dormir.
― ¿Qué? No. ― Ella se sentó, frunciendo el ceño. ―No quiero irme a
dormir.
Estaba luchando, podía decirlo. Tratando de ocultar su erección.
Tratando de no mirar su cuerpo desnudo.
―Tu vuelo saldrá temprano esta mañana. Probablemente tengas jet
lag …
―Pero solo tenemos una noche―. Una sola noche. Una noche para
que Olive suspenda el mundo exterior. Para evitar pensar en Tom, y lo
que había sucedido hoy, y la misteriosa mujer de la que Adam estaba
enamorado. Una noche para olvidar que los sentimientos que ella tenía
por él, no eran mutuos.
―Oye. ― Él extendió la mano, empujando su cabello detrás de su
hombro. ―No me debes nada. Vamos a dormir un poco y …
―Tenemos una noche―. Decidida, presionó la palma de su mano
sobre su pecho, sentándose a horcajadas sobre él. El algodón de sus
pantalones era suave contra sus pliegues. ―Quiero toda la noche.
Ella le sonrió, la frente contra la de él, su cabello como una cortina
entre ellos y el mundo exterior. Una especie de santuario. Él la agarró
por la cintura como si no pudiera evitarlo, tirando de ella contra él, y oh,
encajaban tan bien juntos.
— Vamos, Adam. Sé que eres mayor, pero todavía no puedes irte a
dormir.
—Yo… —Parecía olvidar lo que estaba a punto de decir en el
momento en que ella deslizó la mano dentro de sus pantalones. Cerró
los ojos y exhaló bruscamente y… sí. Bueno. ― Olive.
― ¿Sí?
Ella siguió deslizándose por su cuerpo. Y tirando de sus pantalones.
E hizo algunos esfuerzos a medias para detenerla, pero no parecía tener
el control total, y al final dejó que se quitara la ropa que le quedaba. Ella
se echó el pelo hacia atrás y se sentó sobre sus talones entre sus muslos.
Adam intentó apartar la mirada y falló.
―Eres tan hermosa. ― Las palabras fueron bajas y silenciosas, como
si se le hubieran escapado de la boca. Suelto y espontáneo, como todo lo
demás sobre esto.
―Nunca he hecho esto― confesó. No se sentía tímida, probablemente
porque era Adam.
―No. Ven aquí.
―Así que probablemente no será nada bueno.
—Tú … Olive. No tienes que hacerlo. No deberías.
―Shhh. ― Ella le dio un beso en la cadera y él gimió como si ella
hubiera hecho algo especial. Como si esto fuera más allá de cualquier
cosa. ―Pero si tienes algún deseo.
―Olive. Voy a… — Iba a gruñir, un ruido sordo provenía de lo
profundo de su pecho. Pasó su nariz por la piel de su abdomen, viendo
su polla moverse con el rabillo del ojo.
―Me encanta la forma en que hueles.
― Olive.
Lentamente, con precisión, envolvió su mano alrededor de la base de
su erección y la estudió desde debajo de sus pestañas.
La cabeza ya estaba brillante y … ella no sabía mucho, pero él parecía
estar cerca. Parecía muy duro, y por encima de ella su pecho se agitó y
sus labios se separaron y su piel enrojeció. Parecía que no haría falta
mucho, lo cual. . . bueno. Pero también, Olive quería pasar tiempo con
él. Quería tanto tiempo con Adam.
— ¿Alguien te ha hecho esto antes?
Él asintió con la cabeza, como ella esperaba que hiciera. Su mano
apretó las sábanas, temblando levemente.
―Bien. Entonces puedes decírmelo, si lo estropeó.
Dijo la última palabra contra el eje, y se sintió como si estuvieran
oscilando, vibrando a una frecuencia de onda corta que estalló y se hizo
añicos cuando lo tocó de verdad. Antes de separar sus labios en la
cabeza de su polla, ella lo miró, le dio una pequeña sonrisa, y eso pareció
acabar con él. Su espalda se arqueó. Él gimió y le ordenó en voz baja que,
por favor, le diera un momento, que fuera lento, que no lo dejara
correrse, y Olive se preguntó si su columna vertebral se estaba
derritiendo en el mismo placer líquido y abrasador que había sentido
antes.
Probablemente no podría haber sido más obvio, que ella nunca había
hecho esto. Y, sin embargo, pareció excitarlo más allá de lo creíble.
Claramente no podía evitarlo, empujó hacia adelante, enredó sus dedos
en su cabello, presionó su cabeza hacia abajo hasta que su garganta se
apretó alrededor de él. Él gimió, habló y la miró a los ojos, como si
estuviera constantemente fascinado por la forma en que ella lo miraba.
Arrastró las palabras roncas, murmurando:
―Olive, sí. Lame... Tómalo … más profundo. Hazme correr.
Oyó que salían de su boca alabanzas y expresiones de cariño: lo buena
que era, lo hermosa, lo perfecta; obscenidades en sus labios, cuerpo y
ojos, y tal vez se habría sentido avergonzada, si no hubiera sido por el
placer que se derramaba rico de ambos, desbordando sus cerebros. Se
sentía natural que Adam pidiera lo que quería. Tenía que dárselo.
― ¿Puedo…? ― Sus dientes rozaron la parte inferior de la cabeza y él
gruñó abruptamente. ―En tu boca.
Ella solo tuvo que sonreírle, y su placer parecía nuclear, golpeándolo
y bañándolo por todo su cuerpo. Lo que Olive había sentido antes,
candente y apenas doloroso. Ella todavía estaba chupando suavemente
cuando recuperó el control de sus extremidades y tomó su mejilla.
―Las cosas que quiero hacerte. No tienes idea.
―Creo que tal vez sí―. Ella se humedeció los labios. ―Algunas, al
menos―. Tenía los ojos vidriosos mientras le acariciaba la comisura de
la boca, y Olive se preguntó cómo podría acabar con esto, con él, en tan
solo unas horas.
―Lo dudo.
Ella se inclinó hacia adelante, escondiendo una sonrisa en el pliegue
de su muslo.
―Puedes, ya sabes―. Ella mordisqueó el duro plano de su abdomen
y luego lo miró. ―Hazlo.
Ella todavía estaba sonriendo cuando él la acercó a su pecho, y por
unos minutos lograron dormir.
REALMENTE ERA una bonita habitación de hotel, supuso. Las
grandes ventanas, en su mayoría. Y la vista de Boston después del
anochecer, el tráfico y las nubes y la sensación de que algo estaba
sucediendo allí, algo de lo que ella no necesitaba ser parte porque estaba
aquí. Con Adam.
― ¿Qué idioma es ese? ― se le ocurrió preguntar. No podía mirarla a
la cara, no con la cabeza acurrucada debajo de la barbilla, por lo que
continuó dibujando patrones en su cadera con las yemas de los dedos.
― ¿Qué?
―El libro que estás leyendo. Con el tigre en la portada. ¿alemán?
―holandés. ― Sintió su voz vibrar, desde su pecho y a través de su
carne.
― ¿Es un manual sobre taxidermia?
Él le pellizcó la cadera, ligeramente, y ella se rió.
― ¿Fue difícil de aprender? Holandés, quiero decir.
Aspiró el aroma de su cabello, pensando por un momento.
―No estoy seguro. Siempre lo supe.
― ¿Fue extraño? ¿Crecer con dos idiomas?
―Realmente no. Pensaba principalmente en holandés hasta que nos
mudamos aquí.
― ¿Qué edad tenías?
―Mmm. ¿Nueve?
La hizo sonreír, la idea del niño Adam.
― ¿Hablaste holandés con tus padres?
―No. ― El pauso. ―Había au pairs47, en su mayoría. Muchas de ellas.
Olive se incorporó para mirarlo, apoyando la barbilla en las manos y
las manos en su pecho. Ella lo vio observarla, disfrutando del juego de
las farolas en su rostro fuerte. Siempre fue guapo, pero ahora, en las
horas de las brujas, la dejó sin aliento.
― ¿Estaban ocupados tus padres?
Él suspiró.
―Estaban muy comprometidos con su trabajo. No eran muy buenos
para hacer tiempo para otra cosa.
Tarareó suavemente, evocando una imagen mental: Adam, de cinco
años, mostrando un dibujo de figura de palo a padres altos y distraídos
47
Una au pair vive con una familia anfitriona estadounidense por un año y cuida a sus niños. A
cambio, ellos reciben alojamiento y comida gratuitos, un sueldo semanal y la oportunidad de
trabajar y estudiar en EEUU.
con trajes oscuros rodeados de agentes secretos hablando por sus
auriculares. No sabía nada de diplomáticos.
― ¿Eras un niño feliz?
―Es . . . Complicado. Fue una educación como un libro de texto. Hijo
único de padres económicamente ricos, pero emocionalmente pobres.
Podía hacer lo que quisiera, pero no tenía con quién hacerlo ―. Sonaba
triste. Olive y su mamá siempre habían tenido muy poco, pero nunca se
había sentido sola. Hasta el cáncer.
― ¿Excepto Holden?
Él sonrió.
— Excepto Holden, pero eso fue más tarde. Creo que ya estaba
establecido en mis caminos para entonces. Había aprendido a
entretenerme con. . . cosas. Aficiones. Ocupaciones. Colegio. Y cuando
se suponía que debía estar con la gente, lo estaba. . . antagónico e
inaccesible.
Ella puso los ojos en blanco y mordió suavemente su piel, haciéndolo
reír.
―Me he vuelto como mis padres― reflexionó. ―Exclusivamente
comprometido con mi trabajo.
―Eso no es cierto en absoluto. Eres muy bueno para dedicar tiempo
a los demás. Para mi― Ella sonrió, pero él miró hacia otro lado como
avergonzado y decidió cambiar de tema. ―Lo único que puedo decir en
holandés es ‘ik hou van jou 48‘. —Su pronunciación debe haber sido
48
Te amo.
mala, porque durante un largo momento Adam no pudo analizarla.
Entonces lo hizo y sus ojos se abrieron.
―Mi compañero de cuarto de la universidad tenía un cartel con Te
amo escrito en todos los idiomas― explicó Olive. ―Justo enfrente de mi
cama. Lo primero que veía todas las mañanas después de despertarme.
― ¿Y al final del cuarto año sabías todos los idiomas?
―Al finalizar el año uno. Se unió a una hermandad de mujeres
cuando era estudiante de segundo año, lo cual fue lo mejor ―. Ella bajó
la mirada, le acarició el pecho con la cara y luego volvió a mirarlo. ―Es
bastante estúpido, si lo piensas.
― ¿Estúpido?
― ¿Quién necesita saber cómo decir te amo en todos los idiomas? La
gente apenas lo necesita en uno. A veces ni siquiera en uno ―. Ella le
alisó el cabello hacia atrás con los dedos. ― ¿Dónde está el baño? por otra
parte . . .
Él se inclinó hacia su toque, como si lo tranquilizara.
― ¿Waar es de WC?
Olive parpadeó.
―Eso sería ¿Dónde está el baño? ― él explicó.
―Sí, me lo imaginé. Solo . . . tu voz . . . ― Ella se aclaró la garganta.
Ella había estado mejor sin saber lo atractivo que sonaba cuando hablaba
otro idioma. ―De todas formas. Sería un póster útil ―. Ella le rozó la
frente con el dedo. ― ¿De qué es esto?
― ¿Mi cara?
―La pequeña cicatriz. El que está encima de la ceja.
―Ah. Solo una pelea estúpida.
― ¿Una pelea? ― Ella se rió entre dientes. ― ¿Alguno de tus
graduados intentó matarte?
―No, yo era un niño. Aunque pude ver a mis graduados vertiendo
acetonitrilo en mi café.
―Oh, totalmente. ― Ella asintió con la cabeza. ―Tengo una también.
― Ella tiró su cabello detrás de su hombro y le mostró la pequeña línea
en forma de media luna justo al lado de su sien.
―Lo sé.
― ¿Sabes? ¿Sobre mi cicatriz?
El asintió.
― ¿Cuándo te diste cuenta? Es realmente débil.
Se encogió de hombros y empezó a trazarlo con el pulgar.
― ¿De qué es?
―No lo recuerdo. Pero mi mamá dijo que cuando tenía cuatro años
hubo una gran tormenta de nieve en Toronto. Pulgadas y pulgadas de
nieve acumulada, la más intensa en cinco décadas, ya conoces el
ejercicio. Y todos sabían que venía, y ella me había estado preparando
durante días, diciéndome que podríamos terminar atrapados en casa
por unos días. Estaba tan emocionada que salí corriendo y me zambullí
de cabeza en la nieve, excepto que lo hice aproximadamente media hora
después de que comenzara la tormenta y terminé golpeándome la
cabeza con una piedra.
Ella se rió suavemente, y también Adam. Había sido una de las
historias favoritas de su madre. Y ahora Olive era la única persona que
podía decirlo. Vivía en ella y en nadie más.
―Extraño la nieve. California es hermosa y odio el frío. Pero
realmente extraño la nieve.
Continuó acariciando su cicatriz, con una leve sonrisa en los labios. Y
luego, cuando el silencio se hubo asentado alrededor de ellos, dijo:
―Boston tendrá nieve. El próximo año.
Su corazón dio un vuelco.
―Sí. ― Excepto que ya no iría a Boston. Tendría que encontrar otro
laboratorio. O no trabajar en un laboratorio.
La mano de Adam viajó por su cuello, cerrándose suavemente
alrededor de su nuca.
―Hay buenos senderos para caminar, donde Holden y yo solíamos ir
en la escuela de posgrado―. Dudó antes de agregar: ―Me encantaría
llevarte.
Cerró los ojos y por un segundo se permitió imaginarlo. El negro del
cabello de Adam contra la nieve blanca y el verde intenso de los árboles.
Sus botas se hunden en el suelo blando. El aire frío fluía dentro de sus
pulmones y una mano cálida envolvía la suya. Casi podía ver las
escamas, revoloteando detrás de sus párpados. Felicidad.
―Estarás en California, sin embargo―dijo distraídamente.
Una pausa. Demasiado larga.
Olive abrió los ojos.
― ¿Adam?
Hizo rodar la lengua dentro de su mejilla, como si pensara
cuidadosamente en sus palabras.
―Existe la posibilidad de que me mude a Boston.
Ella parpadeó, confundida. ¿Se mudaría?
― ¿Qué? ― No. ¿Qué estaba diciendo? Adam no iba a dejar Stanford,
¿verdad? Nunca lo había estado, el riesgo de fuga nunca había sido real
¿O sí?
Excepto que nunca había dicho eso. Olive recordó sus conversaciones
y … se había quejado de que el departamento le retenía los fondos de
investigación, de que sospechaban que se iba a ir, de las suposiciones
que la gente había hecho debido a su colaboración con Tom, pero. . .
nunca había dicho que estaban equivocados. Dijo que los fondos
congelados se habían destinado a la investigación, para el año en curso.
Por eso quería que los liberaran lo antes posible.
―Harvard―susurró, sintiéndose increíblemente estúpida. ―Te
mudas a Harvard.
―Aún no está decidido―. Su mano todavía estaba envuelta alrededor
de su cuello, deslizando el pulgar hacia adelante y hacia atrás por el
pulso en la base de su garganta. ―Me han pedido que haga una
entrevista, pero no hay una oferta oficial.
― ¿Cuándo? ¿Cuándo vas a entrevistar? ― preguntó, pero en
realidad no necesitaba su respuesta. Todo estaba empezando a tener
sentido en su cabeza. ―Mañana. No te vas a casa ―. Nunca había dicho
que lo haría. Solo le había dicho que saldría temprano de la conferencia.
Oh Dios. Estúpido, Olive. Estúpida. —Vas a ir a Harvard. Para
entrevistar el resto de la semana.
―Era la única forma de evitar que el departamento sospechara aún
más― explicó. ―La conferencia fue una buena tapadera.
Ella asintió. No era bueno, era perfecto. Y Dios, sintió náuseas. Y con
las rodillas débiles, incluso acostada.
―Te ofrecerán el puesto― murmuró, aunque él ya debía saberlo.
Después de todo, era Adam Carlsen. Y le habían pedido que hiciera una
entrevista. Lo estaban cortejando.
―No es seguro todavía.
Lo era. Por supuesto que sí.
― ¿Por qué Harvard? ― ella soltó. ― ¿Por qué … por qué quieres irte
de Stanford? ― Su voz tembló un poco, a pesar de que hizo todo lo
posible por sonar tranquila.
―Mis padres viven en la costa este, y aunque tengo mis problemas
con ellos, tarde o temprano me necesitarán cerca―. Hizo una pausa,
pero Olive se dio cuenta de que no había terminado. Ella se preparó.
―La razón principal es Tom. Y la subvención. Quiero hacer la transición
para hacer un trabajo más similar, pero eso solo será posible si
mostramos buenos resultados. Estar en el mismo departamento que
Tom nos haría infinitamente más productivos. Profesionalmente,
mudarse es una obviedad.
Se había preparado, pero todavía se sentía como un puñetazo en el
esternón que la dejó sin aire, hizo que su estómago se retorciera y su
corazón se encogiera. Tomás. Se trataba de Tom.
―Por supuesto― susurró. Ayudó a que su voz sonara más firme.
―Que tiene sentido.
―Y yo también podría ayudarte a aclimatarte― ofreció,
significativamente más tímido. ―Si quieres. A Boston. Al laboratorio de
Tom. Mostrarle los alrededores, si es así. . . si te sientes sola comprarte
esas cosas de calabaza.
Ella no pudo contestar eso. Realmente, ella podría no responder a eso.
Así que bajó la cabeza por unos momentos, se ordenó a sí misma
resistirse y volvió a levantarla para sonreírle.
Ella podría hacer esto. Ella haría esto.
― ¿A qué hora te vas mañana? ― Probablemente se estaba mudando
a otro hotel, más cerca del campus de Harvard.
―Temprano.
―Okey. ― Ella se inclinó hacia delante y hundió la cara en su
garganta. No se iban a dormir, ni un segundo. Sería un completo
desperdicio. ―No tienes que despertarme cuando te vayas.
― ¿No vas a llevar mis maletas abajo?
Ella se rió en su cuello y se hundió más profundamente en él. Ésta,
pensó, iba a ser su noche perfecta. Y sería la última.
HIPÓTESIS:
Un corazón se romperá aún más fácilmente
que el más débil de los enlaces de hidrógeno.
No fue el sol alto en el cielo lo que la despertó, ni el servicio de
limpieza, gracias a Adam, probablemente, y un letrero de No Molestar
en la puerta. Lo que tiene a oliva en la cama, a pesar de que ella
realmente, realmente no quería hacer frente al día, era el zumbido
frenético en la mesita de noche.
Enterró la cara en la almohada, extendió el brazo para buscar a
tientas el teléfono y luego se lo llevó a la oreja.
― ¿Sí? ― hablo, sólo para descubrir que no era una llamada, sino
una larga serie de notificaciones. Incluía un correo electrónico de la
Dra. Aslan felicitándola por su charla y pidiendo la grabación, dos
mensajes de Greg ¿Has visto la pipeta multicanal? Nvm la encontró,
uno de Malcolm llámame cuando veas esto, y…
Ciento cuarenta y tres de Anh.
― ¿Que...? ― Parpadeó en la pantalla, desbloqueó su teléfono y
comenzó a desplazarse hacia arriba. ¿Podrían ser ciento cuarenta y
tres recordatorios para usar protector solar?
Anh: O
Anh: M
Anh: G
Anh: Dios mío.
Anh: Dios mío, Dios mío, Dios mío.
Anh: ¿Dónde diablos estás?
Anh: OLIVE.
Anh: OLIVE LOUISE SMITH.
Anh: JK49, sé que no tienes un segundo nombre.
Anh: Pero si lo hicieras, sería Louise PELEAME, sabes que
tengo razón.
Anh: ¿¡¿Dónde ESTÁS?!?!?
Anh: Te estás perdiendo tanto, TE ESTÁS PERDIENDO
TANTO.
Anh: DONDE DIABLOS ES TU HABITACION VOY HACIA
TI.
Anh:
¡¡¡¡¡¡ Tenemos
PERSONA!!!!!!!!!!!!
que
hablar
de
esto
EN
Anh: ¿Estás MUERTA?
Anh: Será mejor que lo este, ES LA ÚNICA FORMA EN
QUE TE PERDONARÉ POR PERDER ESTE OL.
Anh: Ol es esta
SJFGAJHSGFASF.
49
Just kidding es una broma
vida
real
o
es
SOLO
FANTASÍA
Anh: OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL
Olive gimió, se frotó la cara y decidió saltarse los otros 125 mensajes
y enviarle un mensaje de texto a Anh con el número de su
habitación. Fue al baño y tomó su cepillo de dientes, tratando de no
darse cuenta de que el lugar donde había estado Adam ahora estaba
vacío. Fuera lo que fuera por lo que Anh estaba asustada, Olive
probablemente se sentiría decepcionada. Jeremy había hecho bailar a
los irlandeses en el evento social del departamento, o Chase había
atado un tallo de cereza con la lengua. Gran valor de entretenimiento,
seguro, pero Olive tampoco sobreviviría perdida.
Se secó la cara, pensando que estaba haciendo un gran trabajo al no
pensar en lo dolorida que estaba; de cómo su cuerpo zumbaba,
vibraba como si no tuviera intención de detenerse, ni dos, ni tres, ni
cinco horas a partir de ahora; del leve y reconfortante aroma de Adam
en su piel.
Sí. Un gran trabajo.
Cuando salió del baño, alguien estaba a punto de derribar la
puerta. La abrió para encontrar a Anh y Malcolm, quienes la
abrazaron y comenzaron a hablar tan alto y rápido que apenas podía
distinguir las palabras, aunque captó los términos cambio de paradigma,
cambio de vida y momento decisivo. En Historia.
Charlaron hasta llegar a la cama sin usar de Olive y se
sentaron. Después de unos momentos más de balbuceos
superpuestos, Olive decidió intervenir y levantó las manos.
―Esperen—Ya le estaba doliendo la cabeza. Hoy iba a ser una
pesadilla, por muchas razones. ― ¿Qué pasó?
―Lo más extraño― dijo Anh.
―Lo más genial― interrumpió Malcolm. ―Ella quiere decir lo más
genial.
― ¿Dónde estabas, Ol? Dijiste que te ibas a unir a nosotros.
―Aquí. Simplemente, um, estaba cansada después de mi charla,
me quedé dormida y...
―Lamentable, Ol, muy lamentable, pero no tengo tiempo para
reprenderte por tu lentitud porque necesito ponerte al día con lo que
pasó anoche...
― Yo debo decirle, ― Malcolm dio Anh una mirada mordaz. ―Ya
que se trata de mí.
―Muy bien― concedió con un gesto floreciente.
Malcolm sonrió complacido y se aclaró la garganta.
―Ol, ¿con quién he querido tener sexo durante los últimos años?
―Oh. . . ― Ella se rascó la sien, podría nombrar a unas treinta
personas. ― ¿Victoria Beckham?
―No. Bueno, sí. Pero no.
― ¿David Beckham?
―También sí. Pero no.
― ¿La otra Spice Girl? La de chándal de Adidas...
―No. Está bien, sí, pero no te centres en las celebridades, céntrate
en las personas de la vida real ...
―Holden Rodrígues― espetó Anh con impaciencia. ―Se engancho
con Rodrígues en el departamento social. Ol, lamento mucho tener
que informarte que ha sido destronada y que ya no eres la presidenta
del club Hot for Teacher50. ¿Te jubilaras avergonzada o aceptarás el
puesto de tesorera?
Olive parpadeó. Varias veces. Una cantidad excesiva de veces. Y
luego se escuchó a sí misma decir:
―Wow
― ¿No es lo más extraño?
―Genial, Anh― intervino Malcolm. ― Genial.
―Las cosas pueden ser raras de una manera genial.
―Bien, pero esto es puro, cien por ciento genial, cero por ciento
extraño.
―Espera― interrumpió Olive. Su dolor de cabeza estaba creciendo
una o dos tallas. ―Holden ni siquiera está en el departamento. ¿Por
qué estabas en el de social?
―No tengo idea, pero mencionas un punto excelente, que es que,
dado que él está en farmacología, podemos hacer lo que queramos sin
tener que decírselo a nadie.
Anh inclinó la cabeza.
― ¿Es así?
50
Caliente para el profesor
―Sí. Verificamos las regulaciones de socialización de Stanford en
nuestro camino a CVS51 para obtener condones. Básicamente juegos
previos ―. Cerró los ojos en éxtasis. ― ¿Volveré a entrar en una
farmacia sin tener una erección?
Olive se aclaró la garganta.
―Estoy tan feliz por ti. ― Ella realmente lo estaba. Aunque esto se
sintió un poco extraño. ― ¿Cómo paso?
―Coqueteé con él. Fue glorioso.
―Fue un descarado, Ol. Y glorioso. Tomé algunas fotos.
Malcolm jadeó indignado.
―Está bien, eso es ilegal y podría demandarte. Pero si me veo bien
con ellos, mándamelos.
―Lo haré, bebe. Ahora cuéntanos sobre el sexo.
El hecho de que Malcolm, por lo general era atrevido con los
detalles de su vida sexual, simplemente que cerrara los ojos y sonriera,
decía mucho. Anh y Olive intercambiaron una mirada larga e
impresionada.
―Y esa ni siquiera es la mejor parte. Quiere volver a verme. Hoy en
el día. Una cita. Usó la palabra cita espontáneamente. — Se dejó caer
sobre el colchón. ―Él es tan caliente. Y divertido. Y bonito. Una bestia
dulce y sucia.
51
Cadena de farmacia
Malcolm se veía tan feliz que Olive no pudo resistir: tragó el nudo
que se había instalado en su garganta en algún momento de la noche
anterior y saltó a la cama junto a él, abrazándolo con tanta fuerza
como pudo. Anh la siguió e hizo lo mismo.
―Estoy tan feliz por ti, Malcolm.
―Lo mismo ― La voz de Anh se amortiguó contra su cabello.
―Yo también estoy feliz por mí. Espero que sea serio. ¿Sabes
cuándo dije que estaba entrenando por el oro? Bueno, el platino de
Holden.
―Deberías preguntarle a Carlsen, Ol―, sugirió Anh. ―Si él sabe
cuáles son las intenciones de Holden.
Probablemente no iba a tener la oportunidad pronto.
―Lo haré
Malcolm se movió un poco y se volvió hacia Olive.
― ¿Realmente te dormiste anoche? ¿O tú y Carlsen estaban
celebrando de maneras innombrables?
― ¿Celebrando?
―Le dije a Holden que estaba preocupado por ti, y él dijo que
probablemente estaban celebrando. ¿Algo sobre la liberación de los
fondos de Carlsen? Por cierto, nunca me dijiste que Carlsen y Holden
eran mejores amigos; parece una información que querrías compartir
con el fundador del club de fans de Holden Rodrígues y el miembro
más vocal de la habitación.
―Espera. ― Olive se sentó con los ojos muy abiertos. ―Los fondos
que se liberaron, no están . . . congelados? ¿Los que Stanford estaba
reteniendo?
― ¿Quizás? Holden dijo algo acerca de que el director del
departamento finalmente se relajó. Traté de prestar atención, pero
hablar de Carlsen es un poco tonto, sin ofender. Además, seguía
perdiéndome en los ojos de Holden.
―Y su trasero― añadió Anh.
— Su trasero. —Malcolm suspiró feliz. ―Qué bonito trasero. Tiene
pequeños hoyuelos en la espalda baja.
― ¡Oh, Dios mío, ¡Jeremy también! Quiero morderlos.
― ¿No son los más lindos?
Olive dejó de escuchar y se levantó de la cama, agarrando su
teléfono para leer la fecha.
Veintinueve de septiembre.
Era el veintinueve de septiembre.
Ella lo sabía, por supuesto.
Sabía desde hacía más de un mes que hoy llegaría, pero la semana
pasada había estado demasiado ocupada preocupándose por su
plática como para concentrarse en otra cosa, y Adam no se lo había
recordado. Con todo lo que había sucedido en las últimas veinticuatro
horas, no era de extrañar que se hubiera olvidado de mencionar que
sus fondos habían sido liberados. Pero aún. Las implicaciones de esto
fueron. . .
Cerró los ojos, los cerró con fuerza, mientras la charla emocionada
de Anh y Malcolm seguía aumentando en volumen en el
fondo. Cuando los abrió, su teléfono se iluminó con una nueva
notificación. De Adam.
Adam: Tengo reuniones de entrevistas hasta las 4:30,
pero estoy libre por la noche. ¿Te gustaría ir a cenar? Hay
varios buenos restaurantes cerca del campus (aunque es
una vergonzosa falta de cintas transportadoras). Si no estás
ocupada, podría mostrarte el campus, tal vez incluso el
laboratorio de Tom.
Adam: Sin presión, por supuesto.
Eran casi las dos de la tarde. Olive sintió como si sus huesos pesaran
el doble que el día anterior. Respiró hondo, enderezó los hombros y
comenzó a escribir su respuesta a Adam.
Sabía lo que tenía que hacer.
Llamó a su puerta a las cinco en punto, y él respondió solo unos
segundos después, todavía vestido con pantalones y un botón que
debió ser su atuendo de entrevista y…
Sonriéndole. No era una de esas cosas a medias a las que se había
acostumbrado, sino una sonrisa real y verdadera. Con hoyuelos y
arrugas alrededor de sus ojos, y genuina felicidad de verla. Rompió
su corazón en un millón de pedazos antes de que él hablara.
―Olive
Ella todavía no se había dado cuenta de por qué la forma en que
dijo su nombre era tan única. Había algo empaquetado detrás de él,
algo que no llegó a la superficie. Un sentido de posibilidades. De
profundidad. Olive se preguntó si era real, si estaba alucinando, si él
era consciente. Olive se preguntó muchas cosas y luego se dijo a sí
misma que debía detenerse. Ahora no podría importar menos.
―Adelante.
Era un hotel aún más elegante, y Olive puso los ojos en blanco,
preguntándose por qué la gente sentía la necesidad de gastar miles de
dólares en alojamiento para Adam Carlsen cuando apenas prestaba
atención a su entorno. Deberían simplemente darle un catre y donar
el
dinero
a
causas
dignas. Ballenas
en
peligro
de
extinción. Soriasis. Olive.
―Traje esto, supongo que es tuyo―. Dio un par de pasos hacia él y
le tendió un cargador de teléfono, dejando que el cable colgara,
asegurándose de que Adam no tuviera que tocarla.
―Lo es. Gracias.
―Estaba detrás de la lámpara de la mesa de noche, probablemente
la razón por la que la olvidaste―. Apretó los labios. —O tal vez sea la
vejez. Quizás la demencia ya se ha establecido. Todas esas placas
amiloideas.
Él la miró y ella trató de no sonreír, pero ya lo estaba haciendo, y él
estaba poniendo los ojos en blanco y llamándola sabelotodo, y ...
Aquí estaban. Haciendo esto, de nuevo. Maldita sea.
Dejó que sus ojos se desviaran porque ... no. Ya no.
― ¿Cómo fue la entrevista?
―Bien. Sin embargo, solo es el primer día.
― ¿De cuántos?
―Demasiados. ― Él suspiró. ―También tengo programadas
reuniones de subvenciones con Tom.
Tom. Cierto. Por supuesto. Por supuesto, por eso estaba aquí. Para
explicarle que ...
―Gracias por venir―, dijo, con voz tranquila y seria. Como si subir
a un tren y aceptar verlo, Olive le hubiera proporcionado un gran
placer. ―Supuse que podrías estar ocupada con tus amigos.
Ella sacudió su cabeza.
―No. Anh ha salido con Jeremy.
―Lo siento―, dijo, luciendo genuinamente arrepentido por ella, y
a Olive le tomó varios momentos recordar su mentira y su suposición
de que estaba enamorada de Jeremy. Solo unas semanas antes, pero
ya parecía haber pasado tanto tiempo, cuando no había sido capaz de
imaginar nada peor que Adam descubriendo sus sentimientos por
él. Sonaba tan tonto después de todo lo que había sucedido en los
últimos días. Ella realmente debería ser sincera, pero ¿cuál era el
punto ahora? Dejar que Adam piense lo que quiera. Le serviría mejor
que la verdad, después de todo.
— Malcolm está con él. . . Holden.
―Ah, sí. ― Él asintió con la cabeza, luciendo exhausto.
Olive brevemente fantaseó con que Holden le enviara un mensaje
de texto a Adam el equivalente a lo que habían estado sometidas Olive
y Anh durante las últimas dos horas, y sonrió.
― ¿Qué tan malo es?
― ¿Malo?
― ¿Esta cosa entre Malcolm y Holden?
―Ah. ― Adam apoyó el hombro contra la pared y cruzó los brazos
sobre el pecho. ―Creo que puede ser muy bueno. Para Holden, al
menos. Realmente le gusta Malcolm.
― ¿Te lo dijo?
―No se ha callado al respecto―. Él puso los ojos en blanco. ―
¿Sabías que Holden secretamente tiene doce?
Ella río.
―También lo es Malcolm. Él tiene muchas citas, y generalmente es
bueno manejando las expectativas, pero esto con Holden: comí un
sándwich para el almuerzo y él dijo al azar que Holden es alérgico a
los cacahuetes. ¡Ni siquiera eran PB y J52!
―No es alérgico, finge porque no le gustan las nueces―. Se masajeó
la sien. ―Esta mañana me desperté con un poema sobre los codos de
Malcolm. Holden lo había enviado por mensaje de texto a las tres de
la mañana.
52
sándwich de mantequilla de cacahuete y jalea
― ¿Era bueno?
Él enarcó una ceja y ella volvió a reír.
―Son. . .
―Lo peor. ― Adam negó con la cabeza. —Pero creo que Holden
podría necesitarlo. Alguien por quien preocuparse, que también se
preocupa por él.
—Malcolm también. Yo solo. . . Me preocupa que pueda querer
más de lo que Holden está dispuesto a ofrecer.
―Créeme, Holden está muy preparado para declarar impuestos de
forma conjunta.
―Bien. Me alegro. ― Ella sonrió. Y luego sintió que su sonrisa se
desvanecía, con la misma rapidez. ―Las relaciones unilaterales son
realmente. . . no son buenas. ― Yo lo sabría. Y tal vez si también lo harías.
Estudió su propia palma, sin duda pensando en la mujer que
Holden había mencionado.
―No. No, no lo son.
Era un dolor extraño, los celos. Confuso, desconocido, no era algo a
lo que estuviera acostumbrada. Mitad cortante, mitad desorientador
y sin rumbo, tan diferente de la soledad que había sentido desde los
quince años. Olive extrañaba a su madre todos los días, pero con el
tiempo había podido aprovechar su dolor y convertirlo en motivación
para su trabajo. En propósito. Sin embargo, celos. . . la miseria de eso
no vino con ninguna ganancia. Solo pensamientos inquietos, y algo
apretando su pecho cada vez que su mente se volvía hacia Adam.
―Necesito preguntarte algo―, dijo. La seriedad de su tono la hizo
mirar hacia arriba.
―Seguro.
―La gente que escuchaste ayer en la conferencia. . .
Ella se puso rígida.
―Preferiría no.
―No te obligaré a hacer nada. Pero quienesquiera que fueran,
quiero. . . Creo que deberías considerar presentar una denuncia.
Oh Dios. Dios. ¿Era una broma cruel?
―Realmente te gustan las denuncias, ¿no? ― Ella se rio una vez,
un débil intento de humor.
―Hablo en serio, Olive. Y si decides que quieres hacerlo, te ayudaré
en lo que pueda. Podría ir contigo y hablar con los organizadores de
SBD, o podríamos pasar por la oficina del Título IX de Stanford.
―No…Adam, no. No voy a presentar una denuncia ―. Se frotó los
ojos con la punta de los dedos, sintiendo como si fuera una broma
gigante y dolorosa. Excepto que Adam no tenía ni idea. De hecho,
quería protegerla, cuando todo lo que Olive quería
era. . . protegerlo. ―Ya lo he decidido. Haría más daño que bien.
―Sé por qué piensas eso. Sentí lo mismo durante la escuela de
posgrado, con mi mentor. Todos lo hicimos. Pero no son maneras de
hacerlo. Quienquiera que sean estas personas, ellos...
―Adam, yo…― Se pasó una mano por la cara. ―Necesito que
dejes esto. Por favor.
La estudió en silencio durante varios minutos y luego asintió.
―Okey. Por supuesto. ― Se apartó de la pared y se enderezó,
claramente descontento por dejar ir el tema, pero haciendo un
esfuerzo por hacerlo. ― ¿Te gustaría ir a cenar? Cerca hay un
restaurante mexicano. O sushi, sushi de verdad. Y una sala de
cine. Quizás hay una o dos películas en las que los caballos no mueren.
―No, yo. . . En realidad, no tengo hambre.
―Oh. ― Su expresión era burlona. Amable. ―No sabía que era
posible.
―Yo tampoco. ― Ella se río débilmente y luego se obligó a
continuar. ―Hoy es veintinueve de septiembre.
Un latido. Adam la estudió, paciente y curioso.
―Lo sé.
Se mordió el labio inferior.
― ¿Sabes lo que ha decidido el presidente sobre tus fondos?
―Correcto. Los fondos se descongelarán ―. Parecía feliz, sus ojos
brillaban de una manera casi infantil. Le rompió un poco el
corazón. ―Quería decírtelo esta noche en la cena.
―Eso es genial. ― Consiguió esbozar una sonrisa, pequeña y
lastimera en su creciente ansiedad. ―Eso es realmente genial,
Adam. Estoy feliz por ti.
―Deben haber sido tus habilidades con el protector solar.
―Sí ― Su risa sonó falsa. ―Tendré que ponerlos en mi CV. Novia
falsa con amplia experiencia. Microsoft Office y excelentes
habilidades de protección solar. Disponible de inmediato, solo para
personas que llamen seriamente.
―No inmediatamente.
Él la miró curiosamente. Tiernamente.
―No por un tiempo, diría yo.
El peso, el que había estado presionando contra su estómago desde
que se dio cuenta de lo que había que hacer, se hundió más. Ahora,
esto era todo. El momento en que todo terminaba. Olive podía hacer
esto, y lo haría, y las cosas irían mucho mejor.
―Creo que debería estarlo ―. Tragó, y sintió como si le bajara ácido
por la garganta. ―Disponible, es decir.
Ella examinó su rostro, notó su confusión y apretó el puño en el
dobladillo de su suéter.
―Nos dimos una fecha límite, Adam. Y logramos todo lo que
queríamos. Jeremy y Anh son sólidos; dudo que incluso recuerden
que Jeremy y yo solíamos salir. Y tus fondos han sido liberados, lo
cual es asombroso. La verdad es . . .
Le picaban los ojos. Los cerró con fuerza, logrando contener las
lágrimas. Apenas.
La verdad, Adam, es que tu amigo, tu colega, una persona a la que
claramente amas y estás cerca, es horrible y despreciable. Me dijo cosas que
podrían ser verdades, o tal vez mentiras, no lo sé. No estoy segura. Ya no
estoy segura de nada, y me encantaría preguntarte todo. Pero me aterroriza
que tenga razón y que no me creas. Y me aterroriza aún más que me creas, y
que lo que te diga te obligue a renunciar a algo que es muy importante para
ti: tu amistad y tu trabajo con él. Me aterroriza todo, como puedes
ver. Entonces, en lugar de decirte esa verdad, te diré otra verdad. Una verdad
que, creo, será lo mejor para ti. Una verdad que me sacará de la ecuación, pero
que mejorará su resultado. Porque empiezo a preguntarme si eso es estar
enamorada... Estar de acuerdo con hacerse pedazos, para que la otra persona
pueda mantenerse íntegra.
Ella inhaló profundamente.
―La verdad es que lo hicimos muy bien. Y es hora de que dejemos
de hacerlo.
Ella podía decir por cómo sus labios se abrieron, por sus ojos
desorientados buscando los de ella, que aún no estaba analizando lo
que ella había dicho.
―No creo que tengamos que decírselo a nadie explícitamente―
continuó. ―La gente no nos verá juntos, y después de un tiempo
pensarán eso. . . que no funcionó. Que rompimos. Y tal vez. . .
Esta era la parte más difícil. Pero se merecía escucharlo. Después de
todo, él le había dicho lo mismo cuando la había creído enamorada de
Jeremy.
—Te deseo todo lo mejor, Adam. En Harvard y… con tu verdadera
novia. A quien elijas. No puedo imaginar a nadie que no corresponda
a tus sentimientos.
Ella pudo precisar el momento exacto en que se dio cuenta. Podía
Identificar los sentimientos que luchaban en su rostro: la sorpresa, la
confusión, un toque de terquedad, una fracción de segundo de
vulnerabilidad que se derritió en una expresión vacía. Entonces pudo
ver su garganta trabajar.
―Bien― dijo. ―Bien. ― Estaba mirando sus zapatos,
absolutamente inmóvil. Aceptando lentamente sus palabras.
Olive dio un paso atrás y se balanceó sobre sus talones. Afuera,
sonó un iPhone y unos segundos después alguien se echó a
reír. Ruidos normales, en un día normal. Normal, todo esto.
―Es lo mejor― dijo, porque el silencio entre ellos, eso, ella
simplemente no podía soportarlo —Es lo que acordamos.
―Lo que quieras. ― Su voz era ronca y parecía. . . ausente. Se retiró
a algún lugar dentro de sí mismo. ―Lo que sea que necesites.
―No puedo agradecerte lo suficiente por todo lo que has hecho por
mí. No solo sobre Anh. Cuando nos conocimos, me sentí tan sola, y…
― Por un momento no pudo continuar. ―Gracias por toda la especia
de calabaza, y por esa electro transferencia, y por esconder tus ardillas
disecadas cuando visité, y...
No se atrevió a seguir adelante, no sin ahogarse con sus palabras. El
escozor en sus ojos estaba ardiendo ahora, amenazando con
extenderse, por lo que asintió una vez, con decisión, un período de
esta oración pendiente sin un final a la vista.
Y eso habría sido todo. Seguramente habría sido el final. Lo habrían
dejado así, si Olive no se hubiera cruzado con él de camino a la
puerta. Si él no se hubiera acercado y la hubiera detenido con una
mano en su muñeca. Si no hubiera retirado inmediatamente esa mano
y la hubiera mirado con una expresión de horror, como sorprendido
de haberse atrevido a tocarla sin pedir permiso primero.
Si no hubiera dicho:
―Olive. Si alguna vez necesitas algo, cualquier cosa. Cualquier
cosa. Cuando sea. Puedes venir a verme ―. Su mandíbula se movió,
como si hubiera otras palabras, palabras que guardaba en su
interior. ― Quiero que vengas a mí.
Casi no se dio cuenta de que se limpiaba la humedad de la mejilla
con el dorso de la mano o se acercaba a él. Fue su olor lo que la puso
alerta: jabón y algo oscuro, sutil pero tan familiar. Su cerebro lo tenía
planeado, almacenado en todos los sentidos. Sus ojos… su sonrisa,
manos en su piel, el olor de él en sus fosas nasales. Ni siquiera necesitó
pensar en qué hacer, solo empujar los dedos de los pies, presionar sus
dedos contra sus bíceps y besarlo suavemente en la mejilla. Su piel era
suave, cálida y un poco espinosa; inesperado, pero no desagradable.
Un adiós apropiado, pensó. Apropiado. Aceptable.
Y también su mano subió a su espalda baja, atrayéndola hacia su
cuerpo y evitando que se deslizara sobre sus talones, o la forma en
que su cabeza giraba, hasta que sus labios ya no rozaban la piel de su
mejilla. Su respiración se atascó, un resoplido contra la esquina de su
boca, y por unos preciosos segundos ella simplemente lo saboreó, el
profundo placer que los recorrió a ambos mientras cerraban los ojos y
se dejaban ser, aquí, el uno con el otro. Tranquilo. Todavía. Un último
momento.
Entonces Olive abrió la boca y volvió la cabeza, respirando contra
sus labios.
―Por favor.
Adam gimió profundamente en su pecho. Pero ella fue quien cerró
el espacio entre ellos, quien profundizó el beso, quien peinó sus
manos en su cabello, las uñas cortas raspando contra su cuero
cabelludo. Ella fue quien lo acercó aún más, y él fue quien la empujó
contra la pared y gimió en su boca. Fue espantoso. Aterrador, qué bien
se sentía esto. Qué fácil sería no detenerse nunca. Dejar que el tiempo
se estirara y se deshiciera, olvidarse de todo lo demás y simplemente
quedarse en este momento para siempre. Pero Adam se apartó
primero, mirándola a los ojos mientras trataba de recuperarse.
―Estuvo bien, ¿no? ― Olive preguntó, con una pequeña sonrisa
nostálgica.
No estaba segura de a qué se refería. Quizás sus brazos alrededor
de ella. Quizás este último beso. Quizás todo lo demás. El protector
solar, sus ridículas respuestas sobre su color favorito, las tranquilas
conversaciones a altas horas de la noche. . . todo había sido muy
bueno.
―Sí— La voz de Adam sonaba demasiado profunda para ser la
suya. Cuando presionó sus labios contra su frente por última vez, ella
sintió que su amor por él crecía más lleno que un río en la inundación.
―Creo que debería irme― le dijo con suavidad, sin mirarlo. La dejó
ir sin decir palabra, así que ella lo hizo.
Cuando escuchó el clic de la puerta cerrándose detrás de ella, fue
como caer desde una gran altura.
HIPÓTESIS: En caso de duda, preguntarle a un amigo me
salvará el trasero.
Olive pasó el día siguiente en el hotel, durmiendo, llorando y
haciendo exactamente lo que la había metido en este lío para empezar:
mentir. Les dijo a Malcolm y Anh que estaría ocupada con amigos de la
universidad durante todo el día, corrió las cortinas opacas y luego se
enterró en su cama. Que, técnicamente, era la cama de Adam.
No se permitió pensar demasiado en la situación. Algo dentro de ella
su corazón, muy posiblemente se rompió en varios pedazos grandes, se
rompió cuidadosamente por la mitad, y luego por la mitad nuevamente.
Todo lo que pudo hacer fue sentarse en medio de los escombros de sus
sentimientos y revolcarse. Dormir durante la mayor parte del día ayudó
mucho a aliviar el dolor. Entumecida, estaba empezando a darse cuenta
rápidamente, era bueno.
También mintió al día siguiente. Fingió una solicitud de última hora
de la Dra. Aslan cuando se le pidió que se uniera a sus amigos en la
conferencia o en excursiones por Boston, y luego tomó una respiración
profunda y reconfortante. Corrió las cortinas, se obligó a que su sangre
comenzara a fluir de nuevo (con cincuenta abdominales, cincuenta
saltos y cincuenta flexiones, aunque hizo trampa en la última
poniéndose de rodillas), luego se duchó y se lavó los dientes por primera
vez.
No fue fácil. Ver la camiseta de Ninja biólogo de Adam en el espejo la
hizo llorar, pero se recordó a sí misma que había tomado una decisión.
Había decidido anteponer el bienestar de Adam y no se arrepintió. Pero
estaría condenada si dejaba que Tom mierda Benton se atribuyera el
mérito de un proyecto en el que había trabajado durante años. Un
proyecto que significó el mundo para ella. Tal vez su vida no fuera más
que una pequeña historia de sollozos, pero era su pequeña historia de
sollozos.
Su corazón podía estar roto, pero su cerebro estaba bien.
Adam había dicho que la razón por la que la mayoría de los profesores
no se habían molestado en responder, tal vez ni siquiera leer su correo
electrónico, era que ella era una estudiante. Así que siguió su consejo: le
envió un correo electrónico a la Dra. Aslan y le pidió que le presentara a
Olive a todos los investigadores con los que había contactado
anteriormente, además de las dos personas que habían estado en su
panel y habían mostrado interés en su trabajo. La Dra. Aslan estaba cerca
de jubilarse y más o menos había renunciado a producir ciencia, pero
todavía era profesora titular en Stanford. Tenía que significar algo.
Luego, Olive buscó en Google extensamente sobre ética de la
investigación, plagio y robo de ideas. El asunto era un poco turbio, dado
que Olive había descrito todos sus protocolos en detalle en su informe
para Tom, con bastante imprudencia, según se dio cuenta. Pero una vez
que comenzó a examinar la situación con la cabeza más clara, decidió
que no era tan terrible como había pensado inicialmente. El informe que
había escrito, después de todo, estaba bien estructurado y era completo.
Con algunos retoques, podría convertirlo en una publicación académica.
Con suerte, pasaría rápidamente por una revisión por pares y los
hallazgos se acreditarían bajo su nombre.
En lo que decidió concentrarse fue en que, a pesar de todos sus
insultos y comentarios groseros, Tom, uno de los principales
investigadores del cáncer en los Estados Unidos, había expresado
interés en robar sus ideas de investigación. Ella lo tomó como un
cumplido muy, muy ambiguo.
Pasó las siguientes horas evitando cuidadosamente los pensamientos
sobre Adam y, en cambio, investigando a otros científicos potenciales
que podrían apoyarla el año siguiente. Era una posibilidad remota, pero
tenía que intentarlo. Cuando alguien llamó a su puerta, ya era media
tarde y había agregado tres nuevos nombres a su lista. Rápidamente se
vistió para contestar, esperando que le hicieran la limpieza. Cuando Anh
y Malcolm irrumpieron en el interior, se maldijo a sí misma por no
comprobar nunca la mirilla. Realmente merecía ser asesinada por un
asesino en serie.
―Está bien― dijo Anh, arrojándose sobre la cama todavía hecha de
Olive ― tienes dos frases para convencerme de que no debería estar
enojada contigo por olvidar preguntar cómo me fue en mi evento de
divulgación.
― ¡Mierda! ― Olive se tapó la boca con la mano. ―Lo siento mucho.
¿Cómo te fue?
―Perfecto. ― Los ojos de Anh brillaban de felicidad. ―Tuvimos una
gran asistencia y a todos les encantó. Estamos pensando en hacer de esto
una actividad anual y establecer formalmente una organización.
¡Mentoría de igual a igual! Escucha esto: a cada graduado se le asignan
dos estudiantes universitarios. Una vez que ingresan a la escuela de
posgrado, son mentores de dos estudiantes universitarios más cada uno.
Y en diez años nos haremos cargo de todo el maldito mundo.
Olive la miró sin habla.
―Esto es . . . eres increíble.
―Lo soy, ¿no? Bien, ahora es tu turno de humillarte. Y, y, y, y, vete.
Olive abrió la boca, pero durante mucho tiempo no salió nada.
―Realmente no tengo una excusa. Estaba ocupada con. . . algo que la
Dra. Aslan me pidió que terminará.
―Esto es ridículo. Estás en Boston. Deberías estar en un pub irlandés
fingiendo que te encantan los Medias Rojas y comiendo Dunkies, no
trabajando para tu jefe.
―Técnicamente estamos aquí para una conferencia de trabajo―
señaló Olive.
―Conferencia shmonference53―. Malcolm se unió a Anh en la cama.
― ¿Podemos salir los tres? ― Anh suplicó. ―Hagamos el Freedom
Trail.54 Con helado. Y cerveza.
― ¿Dónde está Jeremy?
―Presentando su cartel. Y estoy aburrida. ― La sonrisa de Anh era
traviesa.
Olive no estaba de humor para socializar, ni cerveza, ni senderos de
libertad, pero en algún momento iba a tener que aprender a navegar
productivamente en la sociedad con el corazón roto.
Ella sonrió y dijo:
―Déjame revisar mi correo electrónico y luego podemos irnos―.
Inexplicablemente, había acumulado unos quince mensajes en los
treinta minutos transcurridos desde la última vez que lo comprobó, de
los cuales sólo uno no era spam.
Hoy, 3:11 pm
DE: Aysegul-Aslan@stanford.edu
PARA: Olive-Smith@stanford.edu
53
Conferencia sobre temas del futuro.
Es una ruta de 4 km. A través del centro de la ciudad de Boston, Massachusetts, que pasa por 16 lugares
significativos para la historia de los Estados Unidos.
54
ASUNTO: Acercarse a los investigadores para el proyecto de
cáncer de páncreas
OLIVE,
Con mucho gusto te presentaré y preguntaré a los
académicos sobre las oportunidades para ti en sus
laboratorios. Estoy de acuerdo en que podrían ser más
acogedores si el correo electrónico proviene de mí. Envíame
tu lista, por favor.
Por cierto, todavía no has enviado la grabación de tu charla.
¡No puedo esperar para escucharlo!
Calurosamente, Aysegul Aslan, Ph.D.
Olive hizo algunos cálculos mentales para determinar si era educado
enviar la lista y no la grabación (probablemente no), suspiró y comenzó
a enviar el archivo a su computadora portátil.
Cuando se dio cuenta de que había durado varias horas, porque se
había olvidado de detener su teléfono después de su charla, su suspiro
se transformó en un gemido.
―Esto llevará un tiempo, muchachos. Tengo que enviarle a la Dra.
Aslan un archivo de audio y necesitaré editarlo de antemano.
―Bien― Anh bufó. ―Malcolm, ¿te gustaría entretenernos con
historias de tu cita con Holden?
―Está bien, primero, llevaba la camisa de botones azul celeste más
linda.
― ¿Azul celeste?
―Cierra la boca con ese tono escéptico. Luego me consiguió una flor.
― ¿De dónde sacó la flor?
―No estoy seguro.
Olive hurgó en el MP3, tratando de averiguar dónde cortar el archivo.
El final fue minuto tras minuto de silencio, desde que dejó su teléfono
en la habitación del hotel.
― ¿Quizás lo robó del buffet? ― dijo distraídamente. ―Creo que vi
claveles rosados abajo.
― ¿Era un clavel rosa?
―Quizás.
Anh se rió.
―Y dicen que el romance ha muerto.
―Cállate. Luego, hacia el comienzo de la cita, sucedió algo. Algo
catastrófico que solo podría pasarme a mí, dado que toda mi maldita
familia está obsesionada con la ciencia y, por eso, asisten a todas las
conferencias. Todos ellos.
―No. Dime que no …
―Sí. Cuando llegamos al restaurante, encontramos a mi madre, mi
padre, mi tío y mi abuelo. Quien insistió en que nos uniéramos a ellos.
Lo que significa que mi primera cita con Holden fue una maldita cena de
Acción de Gracias.
Olive levantó la vista de su computadora portátil y compartió una
mirada de horror con Anh.
― ¿Qué tan mal estuvo?
―Es curioso que preguntes, porque es con el mayor desconcierto que
debo decir: fue jodidamente espectacular. Lo amaban, porque es un
científico rudo y porque es más suave que un batido orgánico, y en el
lapso de dos horas, de alguna manera logró ayudarme a convencer a mis
padres de que mi plan de ser un científico de la industria es una bomba.
No estoy bromeando, esta mañana mi madre llamó y me habló de cómo
he crecido como persona y finalmente tengo el control de mi futuro y
cómo mis elecciones de citas reflejan eso. Ella dijo que papá está de
acuerdo. ¿Puedes creerlo? De todas formas. Después de la cena
tomamos un helado y luego volvimos a la habitación del hotel de
Holden e hicimos en el sesenta y nueve como si el mundo estuviera a
punto de terminar …
―Una chica como tú. Quien descubrió tan temprano en su carrera
académica que jodidos eruditos bien conocidos y exitosos es cómo salir adelante.
Te follaste a Adam, ¿no? Ambos sabemos que me vas a follar por las mismas
razones.
Olive golpeó la barra espaciadora, deteniendo inmediatamente la
reproducción de la grabación. El corazón le latía con fuerza en el pecho,
primero por la confusión, luego por darse cuenta de lo que había
registrado sin darse cuenta y, finalmente, por la ira al escuchar las
palabras de nuevo. Se llevó una mano temblorosa a los labios, tratando
de borrar la voz de Tom de su cabeza. Había pasado dos días tratando
de recuperarse y ahora …
― ¿Qué diablos fue eso? ― Preguntó Malcolm.
― ¿Ol? ― La voz vacilante de Anh le recordó que no estaba sola en la
habitación. Miró hacia arriba y descubrió que sus amigos se habían
sentado. Estaban mirándola, con los ojos muy abiertos con preocupación
y conmoción.
Olive negó con la cabeza. No quería … no, no tenía fuerzas para
explicarlo.
―Nada. Solo . . .
―Lo reconozco― dijo Anh, acercándose a sentarse a su lado.
―Reconozco la voz. De esa charla a la que fuimos.
Hizo una pausa, buscando los ojos de Olive.
―Ese era Tom Benton, ¿no?
― ¿Qué diablos…
Malcolm se puso de pie. Había una verdadera alarma floreciendo en
su voz. Ira también.
―Ol, ¿por qué tienes una grabación de Tom Benton diciendo esas
cosas? ¿Qué pasó?
Olive lo miró, luego a Anh, luego a él de nuevo. La estaban estudiando
con expresiones preocupadas e incrédulas. Anh debe haber tomado la
mano de Olive en algún momento. Se dijo a sí misma que necesitaba ser
fuerte, pragmática, insensible, pero. . .
―Yo solo . . .
Ella intentó. Realmente lo intentó. Pero su rostro se arrugó, y los
últimos días la golpearon y la quemaron. Olive se inclinó hacia adelante,
hundió la cabeza en el regazo de Anh y se permitió estallar en lágrimas.
OLIVE NO TENÍA intención de escuchar a Tom escupir su veneno de
nuevo, así que les dio a sus amigas sus audífonos, fue al baño y dejó
correr el grifo hasta que terminaron de escuchar. Le tomó menos de diez
minutos, pero ella sollozó todo el tiempo. Cuando Malcolm y Anh
entraron, se sentaron junto a ella en el suelo. Anh también estaba
llorando, gotas gruesas y enojadas resbalaban por sus mejillas.
Al menos hay una bañera que podemos inundar, pensó Olive mientras le
entregaba el rollo de papel higiénico que había estado acumulando.
―Es el ser humano más repugnante, detestable y vergonzoso― dijo
Malcolm. ―Espero que tenga diarrea explosiva mientras hablamos.
Espero que le dé verrugas genitales. Espero que tenga que vivir
ensillado por la hemorroide más grande y dolorosa del universo. Espero
que él …
Anh lo interrumpió.
― ¿Adam lo sabe?
Olive negó con la cabeza
—Tienes que decírselo. Y luego ustedes dos deben denunciar el
trasero de Benton y sacarlo de la academia.
―No yo . . . No puedo.
―Ol, escúchame. Lo que dijo Tom es acoso sexual. No hay forma de
que Adam no te crea, sin mencionar que tienes una grabación.
―No importa.
― ¡Claro que lo hace!
Olive se secó las mejillas con las palmas.
―Si le digo a Adam, ya no querrá colaborar con Tom, y el proyecto
en el que están trabajando es demasiado importante para él. Sin
mencionar que quiere mudarse a Harvard el año que viene y …
Anh resopló.
―No, no lo hará.
―Sí. Él me dijo eso…
―Ol, he visto la forma en que te mira. Está cabeza abajo. No hay forma
de que él quiera mudarse a Boston si tú no vas, y estoy segura de que no
te dejaré ir a trabajar para este idiota. . . ¿Qué? ― Sus ojos pasaron de
Olive a Malcolm, quienes intercambiaron una larga mirada. ― ¿Por qué
se miran así, chicos? ¿Y por qué estás haciendo tus caras de broma?
Malcolm suspiró y se pellizcó el puente de la nariz.
―Está bien Anh, escucha con atención. Y antes de que preguntes, no,
no me lo estoy inventando. Esto es la vida real. ― Respiró hondo antes
de comenzar. ―Carlsen y Olive nunca salieron. Fingieron para que
creyeras que a Olive ya no le gustaba Jeremy, quién nunca le gustó. No
estoy seguro de qué estaba obteniendo Carlsen con el acuerdo, olvidé
preguntar. Pero a la mitad de la falsa cita, Olive captó sus sentimientos
por Carlsen, procedió a mentirle al respecto y fingió estar enamorada de
otra persona. Pero entonces . . . ― Le dio a Olive una mirada de reojo.
―Bien. No quería ser entrometido, pero a juzgar por el hecho de que el
otro día solo una cama en esta habitación de hotel estaba deshecha, estoy
bastante seguro de que ha habido algunos. . . desarrollos recientes.
Fue tan dolorosamente preciso que Olive tuvo que hundir el rostro en
las rodillas. Justo a tiempo para escuchar a Anh decir:
―Esta no es la vida real.
―Lo es.
―Nuh-uh. Esta es una película de Hallmark. O una novela para
adultos jóvenes mal escrita. Eso no se venderá bien. Olive, dile a
Malcolm que mantenga su trabajo diario, nunca lo logrará como escritor.
Olive se obligó a mirar hacia arriba, y el ceño fruncido de Anh fue el
más profundo que había visto en su vida.
―Es cierto, Anh. Siento mucho haberte mentido. No quería, pero …
― ¿Fingiste una cita con Adam Carlsen?
Olive asintió.
―Dios, sabía que ese beso era extraño.
Ella levantó las manos a la defensiva.
―Anh, lo siento …
―Fingiste una cita con Adam. Maldito. ¿Carlsen?
―Parecía una buena idea y …
—¡Pero te vi besarlo! ¡En el estacionamiento del edificio de biología!
―Solo porque me obligaste a …
― ¡Pero te sentaste en su regazo!
―Una vez más, me obligaste a … no fue el momento más genial de
nuestra amistad, por cierto …
― ¡Pero le pusiste protector solar! ¡Delante de al menos cien personas!
―Sólo porque alguien me incitó a hacerlo. ¿Sientes un patrón?
Anh negó con la cabeza, como si de repente se horrorizara por sus
propias acciones.
―Yo sólo … ¡ustedes se veían tan bien juntos! Era tan obvio por la
forma en que Adam te miraba que estaba loco por ti. Y tú, lo mirabas
como si fuera el único hombre en la tierra y luego, siempre parecía que
te estabas obligando a reprimirte, y quería que supieras que puedes
expresar tus sentimientos si quieres … Realmente pensé que te estaba
ayudando, y … ¿fingiste una cita con Adam Carlsen?
Olive suspiró.
—Escucha, lamento haber mentido. Por favor, no me odies, yo …
―No te odio.
¿Oh?
― ¿Tú . . . no?
―Por supuesto que no. ― Anh estaba indignada. ―Me odio
discretamente a mí misma por obligarte a hacer todas esas cosas. Bueno,
tal vez no odio, pero me escribiría un correo electrónico enérgico. Y me
siento increíblemente halagada de que hicieras algo así por mí. Quiero
decir, estuvo mal, ridículo e innecesariamente complicado, y tú eres una
máquina de tropos de comedia romántica viva, que respira y…Dios, Ol,
eres tan idiota. Pero una idiota muy adorable, y mi idiota.
Sacudió la cabeza, incrédula, pero apretó la mano sobre la rodilla de
Olive y miró a Malcolm.
―Espera. ¿Lo tuyo con Rodrigues es real? ¿O están ustedes dos
fingiendo para que un juez le dé la custodia de sus ahijados
recientemente huérfanos?
―Muy real― La sonrisa de Malcolm era presumida. ―Follamos
como conejitos.
―Fantástico. Bueno, Ol, hablaremos de esto más. Mucho más
Probablemente solo hablemos del mayor evento de citas falsas del siglo
XXI en los próximos milenios, pero por ahora deberíamos centrarnos en
Tom y... no cambia nada, ya sea que tú y Adam estén juntos. Sigo
pensando que él querría saberlo. Quisiera saber. Ol, si la situación fuera
al revés, si tú fueras quien se arriesgó a perder algo y Adam hubiera sido
acosado sexualmente …
―No lo he hecho.
―Sí, Ol, lo has hecho ―. Los ojos de Anh eran serios, ardiendo en los
de ella, y Olive se dio cuenta entonces de la enormidad de lo que había
sucedido. De lo que había hecho Tom.
Ella respiró temblorosa.
―Si la situación fuera al revés, me gustaría saberlo. Pero es diferente.
― ¿Por qué es diferente?
—Porque estoy enamorada de Adam. Y no está enamorado de mí. —
Olive se masajeó las sienes, tratando de pensar en contra del creciente
dolor de cabeza. ―No quiero quitarle algo que ama. Adam respeta y
admira a Tom, y sé que Tom sostuvo la espalda de Adam en el pasado.
Tal vez sea mejor que no lo sepa.
―Si tan solo hubiera una manera de averiguar qué preferiría Adam―
dijo Malcolm.
Olive sollozó en respuesta.
―Sí.
―Si tan solo hubiera alguien que conociera a Adam muy bien a quien
pudiéramos preguntar―, dijo Malcolm, más fuerte esta vez.
―Sí―repitió Anh, ―eso sería genial. Pero no lo hay, así que …
― Si tan solo hubiera alguien en esta sala que recientemente comenzó
a salir con el amigo más cercano de Adam durante casi tres décadas―
casi gritó Malcolm, lleno de indignidad pasivo-agresiva, y Anh y Olive
intercambiaron una mirada de asombro.
― ¡Holden!
― ¡Podrías pedirle consejo a Holden!
Malcolm resopló.
―Ustedes dos pueden ser tan inteligentes y al mismo tiempo tan
lentas.
Olive de repente recordó algo.
―Holden odia a Tom.
― ¿Oh? ¿Por qué lo odia?
―No sé― Ella se encogió de hombros. ―Adam lo descartó como una
extraña peculiaridad de la personalidad de Holden, pero …
―Oye. La personalidad de mi hombre es perfecta.
― ¿Quizás hay algo más?
Anh asintió con energía.
―Malcolm, ¿dónde puede Olive encontrar a Holden en este
momento?
―No sé. Pero… ― golpeó su teléfono con una sonrisa de suficiencia
― resulta que tengo su número aquí mismo.
HOLDEN (O HOLDEN BubbleButt, como Malcolm lo había
guardado en sus contactos) estaba terminando su charla. Olive captó los
últimos cinco minutos algo sobre cristalografía que no entendía ni quería y
no le sorprendió en absoluto lo suave y carismático que era el orador.
Ella se acercó a él en el podio una vez que terminó de responder
preguntas, y él sonrió cuando la notó subir las escaleras, pareciendo
genuinamente feliz de verla.
―Olive. ¡Mi nueva compañera de cuarto!
―Bien. Si. Um, gran charla ―. Se ordenó a sí misma que dejara de
retorcerse las manos. ―Quería hacerte una pregunta. . .
― ¿Se trata de los ácidos nucleicos de la cuarta diapositiva? Porque
me volví loco a través de ellos. Mi estudiante de doctorado hizo la figura,
y ella es mucho más inteligente que yo.
―No. La pregunta es sobre Adam …
La expresión de Holden se iluminó.
―Bueno, en realidad, se trata de Tom Benton.
Se oscureció con la misma rapidez.
― ¿Qué hay de Tom?
Bien. ¿Y Tom, precisamente? Olive no estaba muy segura de cómo
abordar el tema. Ni siquiera estaba segura de lo que quería preguntar.
Claro, podría haber vomitado toda la historia de su vida por Holden y
rogarle que arreglara este lío por ella, pero de alguna manera no parecía
una buena idea. Ella se devanó el cerebro por un momento y luego
aterrizó:
― ¿Sabías que Adam está pensando en mudarse a Boston?
― Sí ― Holden puso los ojos en blanco y señaló las altas ventanas.
Había nubes grandes y siniestras que amenazaban con explotar con
lluvias torrenciales. El viento, ya frío en septiembre, sacudía un nogal
solitario. ― ¿Quién no querría mudarse aquí desde California? ― se burló.
A Olive le gustaba la idea de las estaciones, pero se lo guardó para sí.
―Tú crees . . . ¿Crees que sería feliz aquí?
Holden la estudió intensamente durante un minuto.
―Sabes, ya eras la novia favorita de Adam, no es que fueran muchas;
eres la única mujer que podría competir con el modelado computacional
en aproximadamente una década, pero esa pregunta te gana una placa
número uno de por vida ―. Reflexionó sobre el asunto durante un
minuto. — Creo que Adam podría ser feliz aquí, a su manera, por
supuesto. Pensativo, sin entusiasmo feliz. Pero sí, feliz. Siempre que tú
también estés aquí.
Olive tuvo que evitar resoplar.
―Siempre que Tom se comporte.
― ¿Por qué dices eso? ¿Sobre Tom? Yo . . . No quiero entrometerme,
pero me dijiste que me cuidara las espaldas con él en Stanford . . . ¿No
te gusta?
Él suspiró.
―No es que no me guste, aunque no me gusta. Es más que no confío
en él.
― ¿Por qué? Adam me contó las cosas que Tom hizo por él cuando su
asesor era un abusivo.
―Mira, aquí es donde entra una gran parte de mi desconfianza―.
Holden se preocupó por su labio inferior, como si decidiera si continuar
y cómo. ― ¿Tom intercedió para salvar el trasero de Adam en
numerosas ocasiones? Seguro. Es innegable. Pero, ¿cómo surgieron esas
ocasiones para empezar? Nuestro asesor era un trabajo, pero no un
micro gestor. En el momento en que nos unimos a su laboratorio, estaba
demasiado ocupado siendo un imbécil famoso para saber qué estaba
pasando en el trabajo diario del laboratorio. Es por eso que hizo que los
postdoctorados como Tom fueran mentores de estudiantes de posgrado
como Adam y yo y, de facto, dirigieran el laboratorio. Y, sin embargo,
conocía todos y cada uno de los pequeños errores de Adam. Cada poca
semana, él venía, le decía a Adam que era un fracaso de ser humano por
cosas menores como cambiar de reactivo o dejar caer un vaso de
precipitados, y luego Tom, el postdoctorado en el que más confiaba
nuestro asesor, intervendría públicamente en nombre de Adam y salvar
el día. El patrón era inquietantemente específico, y solo para Adam,
quien era, con mucho, el estudiante más prometedor de nuestro
programa. Destinado a la grandeza y todo eso. Inicialmente, me hizo
sospechar un poco que Tom estaba saboteando a Adam a propósito.
Pero en los últimos años me he estado preguntando si lo que quería era
algo completamente diferente…
― ¿Le dijiste a Adam?
―Sí. Pero no tenía pruebas, y Adam. . . bueno, lo conoces. Es terco e
inquebrantablemente leal, y estaba más que un poco agradecido con
Tom ―. Él se encogió de hombros. ―Terminaron convirtiéndose en
hermanos y han sido amigos cercanos desde entonces.
― ¿Te molestó?
―No, no. Me doy cuenta de que puedo sonar celoso de su amistad,
pero la verdad es que Adam siempre ha sido demasiado concentrado y
resuelto para tener muchos amigos. Me habría alegrado por él, de
verdad. Pero Tom. . .
Olive asintió.
— Sí. Tom. —¿Por qué él haría eso? ¿Esta . . . venganza extraña contra
Adam?
Holden suspiró.
―Es por eso que Adam desestimó mis preocupaciones. Realmente no
hay una razón obvia. La verdad es que no creo que Tom odie a Adam.
O al menos, no creo que sea tan simple. Pero sí creo que Tom es
inteligente y muy, muy astuto. Que probablemente haya algunos celos
involucrados, algún deseo de aprovecharse de Adam, tal vez para
controlarlo o tener poder sobre él. Adam tiende a restar importancia a
sus logros, pero es uno de los mejores científicos de nuestra generación.
Tener influencia sobre él. . . eso es un privilegio y no es poca COSA.
―Sí. ― Ella asintió de nuevo. La pregunta, la que había venido a hacer
aquí, estaba empezando a tomar forma en su mente. ―Sabiendo todo
esto. Sabiendo lo importante que es Tom para Adam, si tuvieras pruebas
de ello. . . de cómo es realmente Tom, ¿le mostrarías a Adam?
Para su crédito, Holden no preguntó cuál era la prueba, ni prueba de
qué. Examinó el rostro de Olive con una expresión atenta y pensativa, y
cuando habló, sus palabras fueron cuidadosas.
―No puedo responder eso por ti. No creo que deba hacerlo ―.
Tamborileó con los dedos en el podio, como si estuviera sumido en sus
pensamientos. ―Pero sí quiero decirte tres cosas. La primera que
probablemente ya sepas: Adam es ante todo un científico. Yo también, y
tú también. Y la buena ciencia solo ocurre cuando sacamos conclusiones
basadas en toda la evidencia disponible, no solo las que son fáciles o que
confirman nuestras hipótesis. ¿No estás de acuerdo?
Olive asintió y continuó.
―La segunda es algo de lo que puede que seas consciente o no,
porque tiene que ver con la política y la academia, que no son fáciles de
comprender hasta que te encuentras sentada en reuniones de profesores
de cinco horas cada dos semanas. Pero aquí está el trato: la colaboración
entre Adam y Tom beneficia a Tom más que a Adam. Por eso Adam es
el investigador principal de la subvención que les fue otorgada. Tom es.
. . bueno, reemplazable. No me malinterpretes, es un científico muy
bueno, pero la mayor parte de su fama se debe a que ha sido el mejor y
más brillante de nuestro antiguo asesor. Heredó un laboratorio que ya
era una máquina bien engrasada y lo mantuvo en funcionamiento.
Adam creó su propia línea de investigación desde cero y…Creo que
tiende a olvidar lo bueno que es. Lo que probablemente sea lo mejor,
porque ya es bastante insoportable ―. Él resopló. ― ¿Te imaginas si él
también tuviera un gran ego?
Olive se rió de eso y el sonido salió extrañamente húmedo. Cuando se
llevó las manos a las mejillas, no se sorprendió al encontrarlas
relucientes. Aparentemente, llorar en silencio era su nuevo estado de
referencia.
― Por último― continuó Holden, sin que le molestaran las obras
hidráulicas ―es algo que probablemente no sepas.
Hizo una pauso.
―Adam ha sido contratado por muchas instituciones en el pasado.
Muchas. Le han ofrecido dinero, puestos de prestigio, acceso ilimitado a
instalaciones y equipos. Eso incluye a Harvard; este año no fue su primer
intento de incorporarlo. Pero es la primera vez que acepta una entrevista.
Y solo aceptó después de que decidiste trabajar en el laboratorio de Tom.
Él le dedicó una sonrisa gentil y luego miró hacia otro lado,
comenzando a recoger sus cosas y deslizarlas dentro de su mochila.
―Haz de eso lo que quieras, Olive.
HIPÓTESIS: La gente que me enfada llegará a lamentarlo.
Ella tuvo que mentir. De nuevo.
Se estaba convirtiendo en un hábito, y mientras ella contaba una
historia elaborada para la secretaria del departamento de biología de
Harvard, una en la que era una estudiante graduada del Dr. Carlsen que
necesitaba localizarlo de inmediato para transmitirle un mensaje crucial
en persona, se juró a sí misma que esta sería la última vez. Fue
demasiado estresante. Demasiado difícil. No vale la pena el esfuerzo
sobre su salud cardiovascular y psicofísica.
Además, ella apestaba. La secretaria del departamento no parecía
creer una palabra de lo que dijo Olive, pero debió haber decidido que no
había nada malo en decirle dónde la facultad de biología había llevado
a Adam a cenar, según Yelp, un elegante restaurante que estaba a menos
de diez minutos en Uber. Olive miró sus jeans rotos y sus Converse lila
y se preguntó si la dejarían entrar. Luego se preguntó si Adam se
enojaría. Luego se preguntó si estaba cometiendo un error y arruinando
su propia vida, la vida de Adam, la vida de su conductor de Uber.
Estuvo muy tentada a cambiar su destino al hotel de conferencias
cuando el automóvil se detuvo junto a la acera y la conductora, Sarah
Helen, según la aplicación, se dio la vuelta con una sonrisa.
—Aquí estamos.
― Gracias ― Olive comenzó a salir del asiento del pasajero y
descubrió que no podía mover las piernas.
― ¿Estás bien? ― Preguntó Sarah Helen.
―Sí. Solo, un. . .
― ¿Vas a vomitar en mi coche?
Olive negó con la cabeza.
― ¿Quizás?
―No lo hagas, o destruiré tu calificación.
Olive asintió y trató de deslizarse fuera del asiento. Sus extremidades
aún no respondían.
Sarah Helen frunció el ceño.
― ¿Oye, ¿qué pasa?
―Yo solo . . . ― Tenía un nudo en la garganta. ―Necesito hacer algo.
Pero no quiero hacerlo.
Sarah Helen tarareó.
― ¿Es una cuestión de trabajo o de amor?
―Oh . . . ambos.
― ¡Ay! ― Sarah Helen arrugó la nariz. ―Doble amenaza. ¿Puedes
posponerlo?
―No en realidad no.
― ¿Puedes pedirle a otra persona que lo haga por ti?
―No.
― ¿Puedes cambiar tu nombre, cauterizar tus dedos, ingresar al
programa de protección de testigos y desaparecer?
―Um, no estoy
estadounidense.
segura.
Sin
embargo,
no
soy
ciudadana
―Probablemente no, entonces. ¿Puedes decir a la mierda y lidiar con
las consecuencias?
Olive cerró los ojos y pensó en ello. ¿Cuáles serían exactamente las
consecuencias si no hiciera lo que planeaba hacer? Tom sería libre de
seguir siendo un absoluto pedazo de mierda, para empezar. Y Adam
nunca sabría que se estaban aprovechando de él. Se mudaría a Boston.
Y Olive nunca tendría la oportunidad de volver a hablar con él, y todo
lo que él había significado para ella terminaría. . .
En una mentira
Una mentira, después de muchas mentiras. Tantas mentiras que había
dicho, tantas cosas verdaderas que podría haber dicho pero que nunca
hizo, todo porque había tenido demasiado miedo de la verdad, de alejar
a las personas que amaba de ella. Todo porque había tenido miedo de
perderlos. Todo porque no había querido volver a estar sola.
Bueno, la mentira no había funcionado muy bien. De hecho,
últimamente había sido una mierda. Entonces, es hora del plan B.
Es hora de algo de verdad.
―No. No quiero lidiar con las consecuencias.
Sarah Helen sonrió.
―Entonces, amiga mía, será mejor que vayas a hacer lo tuyo―.
Apretó un botón y la puerta del pasajero se abrió con un ruido sordo. —
Y será mejor que me des una calificación perfecta. Por la psicoterapia
gratuita.
Esta vez, Olive logró salir del auto. Le dio una propina a Sarah Helen
del 150 por ciento, respiró hondo y se dirigió al restaurante.
ENCONTRÓ A ADAM inmediatamente. Él era grande, después de
todo, y el restaurante no lo era, lo que hizo que la búsqueda fuera
bastante rápida. Sin mencionar que estaba sentado con unas diez
personas que se parecían mucho a profesores de Harvard muy serios. Y,
por supuesto, Tom.
Al diablo con mi vida, pensó, pasando junto a la ocupada anfitriona y
caminando hacia Adam. Se imaginó que su abrigo rojo brillante llamaría
su atención, luego gesticularía para que revisara su teléfono y le enviara
un mensaje de texto para que, por favor, por favor, por favor, le diera cinco
minutos de su tiempo cuando terminara la cena.
Pensó que contárselo esta noche era la mejor opción: su entrevista
terminaría mañana y él podría tomar una decisión con la verdad a su
disposición. Pensó que su plan podría funcionar.
No había imaginado que Adam se diera cuenta de ella, mientras
conversaba con una joven y hermosa miembro de la facultad. No había
imaginado que él dejaría de hablar de repente, con los ojos muy abiertos
y los labios entreabiertos; que murmuraría Discúlpame mientras miraba
a Olive y se levantaba de la mesa, ignorando las miradas curiosas en su
dirección; que marcharía hacia la entrada, donde estaba Olive, con pasos
largos y rápidos y una expresión preocupada.
―Olive, ¿estás bien? ― le preguntó, y …
Oh. Su voz. Y sus ojos. Y la forma en que sus manos subieron, como
para tocarla, para asegurarse de que estaba intacta y realmente allí,
aunque justo antes de que sus dedos pudieran cerrarse alrededor de sus
bíceps, dudó y los dejó caer a sus costados.
Le rompió un poco el corazón.
―Estoy bien― Intentó sonreír. ― Yo. . . Lamento interrumpir esto. Sé
que es importante si quieres mudarse a Boston y esto es inapropiado.
Pero es ahora o nunca, y no estaba segura de sí tendría el valor para
hacerlo. . . ― Ella estaba divagando. Así que respiró hondo y empezó de
nuevo. ―Necesito decirte algo. Algo que pasó. Con…
―Oye, Olive.
Tom. Pero por supuesto.
―Hola Tom. ― Olive sostuvo la mirada de Adam y no lo miró. No
merecía que lo miraran. ― ¿Puedes darnos un minuto de privacidad?
Podía ver su sonrisa falsa y aceitosa con el rabillo del ojo.
―Olive, sé que eres joven y no sabes cómo funcionan estas cosas,
pero Adam está aquí para una entrevista para un puesto muy
importante, y no puede simplemente …
—Vete —ordenó Adam, con voz baja y fría.
Olive cerró los ojos y asintió con la cabeza, dando un paso atrás. Bien.
Estuvo bien. Adam tenía derecho a no hablar con ella.
―Okey. Lo siento...
―No tú. Tom, déjanos.
Oh. Oh. Bien entonces.
―Amigo— dijo Tom, sonando divertido, ―no puedes simplemente
levantarte de la mesa en medio de una cena de entrevista y …
―Vete― repitió Adam.
Tom se rió con descaro.
―No. No, a menos que vengas conmigo. Somos colaboradores, y si te
portas como un gilipollas durante una cena con mi departamento por
culpa de algún estudiante con la que estás follando, eso me reflejará mal.
Tienes que volver a la mesa y …
―Una chica bonita como tú ya debería saber el puntaje. No me
mientas y digas que no elegiste un vestido tan corto para mi beneficio.
Bonitas piernas, por cierto. Puedo ver por qué Adam está perdiendo el
tiempo contigo.
Ni Adam ni Tom habían visto a Olive sacar su teléfono o presionar
Reproducir. Ambos lucharon por un segundo, confundidos claramente
habían escuchado las palabras, pero no estaban seguros de dónde
venían. Hasta que se reinició la grabación.
―Olive. No crees que te acepté en mi laboratorio porque eres buena, ¿verdad?
Una chica como tú. Quien descubrió tan temprano en su carrera académica que
follar doctores bien conocidos y exitosos es la forma de salir adelante. Te follaste
a Adam, ¿no? Ambos sabemos que me vas a follar por la misma razón.
― ¿Qué…? ― Tom dio un paso adelante, con la mano extendida para
tomar el teléfono de Olive. No llegó muy lejos, porque Adam lo empujó
con una palma en su pecho, haciéndolo tropezar varios pasos hacia
atrás.
Seguía sin mirar a Tom. Y tampoco en Olive. Él estaba mirando su
teléfono, algo oscuro y peligroso y aterradoramente inmóvil en su
expresión. Probablemente debería haber estado asustada. Quizás lo
estaba, un poco.
― ¿Me está diciendo que pensaste que su lamentable resumen fue
seleccionado para una charla debido a su calidad e importancia
científica? Alguien aquí tiene una opinión muy alta de sí misma,
considerando que su investigación es inútil y derivada y que apenas
puede juntar dos palabras sin tartamudear como una idiota …
―Fue él― susurró Adam. Su voz era baja, apenas un susurro,
engañosamente tranquila. Sus ojos, ilegibles. ―Era Tom. La razón por
la que llorabas.
Olive solo pudo asentir. De fondo, la voz grabada de Tom sonaba una
y otra vez. Hablando de lo mediocre que era. Cómo Adam nunca le
creería.
Llamarla por sus nombres.
―Esto es ridículo― Tom se estaba acercando de nuevo, volviendo a
intentar quitarle el teléfono. ―No estoy seguro de cuál es el problema
de esta perra, pero ella claramente …
Adam explotó tan rápido que ni siquiera lo vio moverse. En un
momento se paró frente a ella y al siguiente estaba inmovilizando a Tom
contra la pared.
―Te voy a matar―dijo entre dientes, poco más que un gruñido. ―Si
dices una palabra más sobre la mujer a la que amo, si la miras, si siquiera
piensas en ella, te mataré.
―Adam― Tom se atragantó.
―En realidad, te mataré de todos modos.
La gente corría hacia ellos. La anfitriona, un camarero, algunos
miembros de la facultad de la mesa de Adam. Estaban formando una
multitud, gritando confundidos y tratando de alejar a Adam de Tom, sin
éxito. La mente de Olive fue a Adam empujando la camioneta de Cherie,
y casi se rió en un momento de histeria. Casi.
―Adam― llamó. Su voz era apenas audible en el caos que los
rodeaba, pero fue lo que le llegó. Se volvió para mirarla, y había mundos
enteros en sus ojos. ―Adam, no lo hagas―, susurró. ―El no vale la
pena.
Así, Adam dio un paso atrás y dejó ir a Tom. Un anciano
probablemente un decano de Harvard comenzó a acosarlo, a pedirle
explicaciones y a decirle lo inaceptable que era su comportamiento.
Adam lo ignoró a él y a todos los demás. Se dirigió directamente a Olive
y…
Él acunó su cabeza con ambas manos, los dedos se deslizaron por su
cabello y la abrazaron con fuerza mientras bajaba la frente hacia la de
ella. Estaba caliente y olía como él mismo, como a salvo y en casa. Sus
pulgares se deslizaron a través del desorden de lágrimas en sus mejillas.
―Lo siento. Lo siento mucho. No lo sabía, y lo siento, lo siento, lo
siento…
―No es tu culpa― logró murmurar, pero él no pareció escucharla.
―Lo siento.
―Dr. Carlsen, ―una voz masculina retumbó con fuerza detrás de
ellos, y sintió el cuerpo de Adam endurecerse contra el de ella. ―Exijo
una explicación.
Adam no prestó atención al hombre y siguió sosteniendo a Olive.
― Dr. Carlsen ―repitió ―esto es inaceptable …
―Adam― susurró Olive. ―Tienes que responderle.
Adam exhaló. Luego le dio un beso largo y persistente a la frente de
Olive antes de desenredarse a regañadientes. Cuando finalmente pudo
verlo bien, parecía más como siempre.
Calmado. Enojado con el mundo entero. A cargo.
―Envíame esa grabación de inmediato― le murmuró. Ella asintió con
la cabeza y él se volvió hacia el anciano que acababa de acercarse a ellos.
―Necesitamos hablar. En privado. ¿Tu oficina?
El otro hombre parecía sorprendido y ofendido, pero asintió
rígidamente. Detrás de él, Tom estaba haciendo un escándalo y Adam
apretó la mandíbula.
— Mantenlo alejado de mí— se volvió hacia Olive antes de irse,
acercándose más a ella y bajando la voz. Su palma estaba tibia contra su
codo. —Voy a encargarme de esto― le dijo. Había algo decidido, serio
en sus ojos. Olive nunca se había sentido más segura ni más amada. ―Y
luego iré a buscarte y me ocuparé de ti.
HIPÓTESIS:
Usar lentes de contacto caducados causará
infecciones bacterianas y / o fúngicas que tendrán
repercusiones en los años venideros.
―Holden te envió un mensaje.
Olive apartó la mirada de la ventana y miró a Malcolm, que había
desactivado el modo avión en el momento en que aterrizaron en
Charlotte para su escala.
― ¿Holden?
―Sí. Bueno, técnicamente es de Carlsen.
Su corazón salto un latido.
―Perdió el cargador de su teléfono y no puede enviarte un mensaje
de texto, pero él y Holden están en camino de regreso a SFO55.
―Ah. ― Ella asintió con la cabeza, sintiendo una pequeña oleada de
alivio. Eso explicaba el silencio de Adam. No había estado en contacto
desde anoche. Le preocupaba que lo hubieran arrestado y estaba
considerando vaciar su cuenta de ahorros para ayudar a cubrir su fianza.
Los doce dólares y dieciséis centavos. ― ¿Dónde es su escala?
55
Aeropuerto Internacional de San Franco
―Sin escala―. Malcolm puso los ojos en blanco. ―Vuelo directo.
Estarán en SFO diez minutos después que nosotros, aunque justo ahora
se van de Boston. Comida de ricos.
― ¿Holden dijo algo sobre. . .
Malcolm negó con la cabeza.
―Su avión está a punto de partir, pero podemos esperarlos en SFO.
Estoy seguro de que Adam tendrá algunas actualizaciones para ti.
―Solo quieres besarte con Holden, ¿no?
Malcolm sonrió y apoyó la cabeza en su hombro.
―Mi Kalamata me conoce bien.
Parecía imposible que se hubiera ido por menos de una semana. Que
todo el caos se había desarrollado en el lapso de unos pocos días. Olive
se sintió aturdida, conmocionada, como si su cerebro estuviera sin
aliento por correr un maratón. Estaba cansada y quería dormir. Tenía
hambre y quería comer. Estaba enojada y quería ver a Tom obtener lo
que se merecía. Estaba ansiosa, nerviosa como un nervio dañado, y
quería un abrazo. Preferiblemente de Adam.
En San Francisco, dobló su abrigo ahora inútil dentro de su maleta y
luego se sentó en él. Revisó su teléfono en busca de mensajes nuevos
mientras Malcolm iba a comprar una botella de Coca-Cola Light. Había
varios de Anh, que acababan de registrarse desde Boston, y uno de su
casero sobre que el ascensor estaba fuera de servicio. Ella puso los ojos
en blanco, cambió a su correo electrónico académico y encontró varios
mensajes no leídos marcados como importantes.
Tocó el signo de exclamación rojo y abrió uno.
Hoy, 5:15 pm
DE: Anna-Wiley@berkeley.edu
PARA: Aysegul-Aslan@stanford.edu
CC: Olive-Smith@stanford.edu
ASUNTO: Re: Proyecto de cáncer de páncreas
Aysegul,
Gracias por contactarme. Tuve el privilegio de ver la charla
de Olive Smith en la base de datos (estábamos en el mismo
panel) y me impresionó mucho su trabajo sobre herramientas
de detección temprana del cáncer de páncreas. ¡Me
encantaría tenerla en mi laboratorio el próximo año! ¿Quizás
los tres podamos charlar más por teléfono pronto?
Saludos, Anna
Olive jadeó. Se tapó la boca con la mano e inmediatamente abrió otro
correo electrónico.
Hoy, 3:19 pm
DE: Robert-Gordon@umn.edu
PARA:
Aysegul-Aslan@stanford.edu,
Smith@stanford.edu
TEMA: Proyecto de cáncer de páncreas
Dra. Aslan, Sra. Smith,
Olive-
Su trabajo sobre el cáncer de páncreas es fascinante y
agradecería la oportunidad de colaborar. Deberíamos
programar una reunión de Zoom.
-R
Hubo dos correos electrónicos más. Cuatro en total de investigadores
del cáncer, todos siguiendo el mensaje introductorio del Dr. Aslan y
diciendo que les encantaría tener a Olive en sus laboratorios. Sintió una
oleada de felicidad tan violenta que casi la mareó.
―Ol, mira con quién me encontré.
Olive se puso de pie. Malcolm estaba allí, sosteniendo la mano de
Holden y apenas un paso detrás de ellos.
Adam. Luciendo cansado, guapo, y tan grande en la vida real como lo
había estado en su mente durante las últimas veinticuatro horas.
Mirándola directamente. Olive recordó las palabras que había dicho
anoche en el restaurante y sintió que sus mejillas se calentaban, su pecho
se contraía, su corazón latía fuera de su piel.
―Escúchame― comenzó Holden sin siquiera decir hola, ―los cuatro:
cita doble. Esta noche.
Adam lo ignoró y se acercó a Olive.
― ¿Cómo estás? ― preguntó en voz baja.
―Bien. ― Por primera vez en días, ni siquiera era una mentira. Adam
estaba aquí. Y todos esos correos electrónicos estaban en su bandeja de
entrada. ― ¿y tú?
―Bien―, respondió con una media sonrisa, y ella tenía una extraña
sensación de que, al igual que ella, no estaba mintiendo. Su corazón se
aceleró aún más.
― ¿Qué tal comida asiática? ― Intervino Holden. ― ¿A todos les
gusta la comida china aquí?
―Estoy bien con la China, — murmuró Malcolm, aunque no parecía
entusiasmado con la idea de una cita doble. Probablemente porque no
quería sentarse frente a Adam durante una comida completa y revivir el
trauma de las reuniones del comité asesor de graduados.
― ¿Olive?
―Um. . . Me gusta la asiática.
―Perfecto. Adam también, así que …
―No voy a cenar fuera―, dijo Adam.
Holden frunció el ceño.
― ¿Por qué?
―Tengo mejores cosas que hacer.
― ¿Cómo qué? Olive también viene.
—Deja a Olive en paz. Está cansada y nosotros estamos ocupados.
―Tengo acceso a tu Google Calendar, idiota. No estas ocupado. Si no
quieres pasar el rato conmigo, puedes ser honesto.
―No quiero pasar el rato contigo.
―Pequeña mierda. Después de la semana que acabamos de tener. Y
en mi cumpleaños.
Adam retrocedió levemente.
― ¿Qué? No es tu cumpleaños.
―Sí lo es.
―Tu cumpleaños es el diez de abril.
― ¿Sin embargo, lo es?
Adam cerró los ojos y se rascó la frente.
―Holden, hemos hablado a diario durante los últimos veinticinco
años, y he estado en al menos cinco fiestas de cumpleaños tuyas con el
tema de los Power Rangers. La última fue cuando cumpliste diecisiete
años.
Malcolm intentó tapar su risa con una tos.
―Sé cuándo es tu cumpleaños.
―Siempre te equivocaste, fui demasiado amable para decírtelo―.
Agarró el hombro de Adam. ―Entonces, ¿china para celebrar la
bendición de mi nacimiento?
― ¿Por qué no tailandés? ― Malcolm intervino, dirigiéndose a
Holden e ignorando a Adam.
Holden hizo un ruido quejumbroso y comenzó a decir algo sobre la
falta de buen larb 56 en Stanford, algo que Olive normalmente habría
estado interesado en escuchar, excepto que …
Adam la estaba mirando de nuevo. Desde varios centímetros por
encima de las cabezas de Holden y Malcolm, Adam la miraba con una
expresión que era mitad de disculpa, mitad de enojo y… todo íntimo, de
verdad. Algo familiar que habían compartido antes. Olive sintió que
algo dentro de ella se derretía y reprimió una sonrisa.
De repente, la cena pareció una gran idea.
Será divertido, le dijo con los labios mientras Holden y Malcolm
estaban ocupados discutiendo sobre si deberían probar ese nuevo lugar
de hamburguesas.
Será insoportable, dijo en respuesta apenas separando los labios,
luciendo resignado y ofendido y tan asombrosamente Adam que Olive
no pudo evitar estallar en carcajadas.
Holden y Malcolm dejaron de discutir y se volvieron hacia ella.
― ¿Qué?
―Nada― dijo Olive. La comisura de la boca de Adam también se
curvó.
― ¿Por qué te ríes, Ol?
Abrió la boca para desviar la atención, pero Adam se le adelantó.
56
Ensalada típica tailandesa.
―Está bien. Iremos. ― Dijo nosotros como si él y Olive fueran un
nosotros, como si nunca hubiera sido falso después de todo, y su
respiración se atascó en su garganta. ―Pero estoy excusado de cualquier
salida relacionada con el cumpleaños durante el próximo año. En
realidad, conviértanlo en los dos siguientes. Y vetar el nuevo lugar de
hamburguesas.
Holden apretó el puño y luego frunció el ceño.
― ¿Por qué vetar las hamburguesas?
―Porque― dijo, sosteniendo los ojos de Olive, ―las hamburguesas
saben a pie.
―DEBEMOS EMPEZAR por abordar lo obvio― dijo Holden,
masticando los aperitivos de cortesía, y Olive se tensó en su asiento. No
estaba segura de querer discutir la situación de Tom con Malcolm y
Holden antes de hablar a solas con Adam.
Resultó que no debería haberse preocupado.
―Cómo es que Malcolm y Adam se odian.
Junto a ella en la cabina, Adam frunció el ceño confundido. Malcolm,
que estaba sentado frente a Olive, se cubrió la cara con las palmas de las
manos y gimió.
―Estoy informado de manera confiable―continuó Holden, sin
inmutarse, ―que Adam calificó los experimentos de Malcolm como
descuidados y un mal uso de los fondos de investigación durante una reunión
del comité, y que Malcolm se ofendió por eso. Ahora, Adam, le he estado
diciendo a Malcolm que probablemente solo estabas teniendo un mal
día, tal vez uno de tus graduados había dividido un infinitivo en un
correo electrónico, o tu ensalada de rúcula no era lo suficientemente
orgánica. ¿Tienes algo que decir por ti mismo?
―Eh . . . ― El ceño de Adam se profundizó, al igual que la palma de
la mano de Malcolm. Holden esperó intencionadamente una respuesta,
y Olive observó cómo se desarrollaba todo, preguntándose si debería
sacar su teléfono y filmar este accidente automovilístico. ―No tengo
ningún recuerdo de esa reunión del comité. Aunque suena como algo
que yo diría.
―Excelente. Ahora dile a Malcolm que no fue personal, para que
podamos seguir adelante y comer arroz frito.
―Oh, Dios mío―, murmuró Malcolm. ―Holden, por favor.
―No voy a comer arroz frito―, dijo Adam.
―Puedes comer bambú crudo mientras que la gente normal come
arroz frito. Pero a partir de ahora, mi novio cree que el novio de su mejor
amiga y mi propia mejor amiga se la traen contra él, y está entorpeciendo
mi estilo de citas dobles, así que por favor.
Adam parpadeó lentamente.
― ¿Mejor amiga?
―Adam. ― Holden señaló a Malcolm que hacía una mueca con el
pulgar. ―Ahora por favor.
Adam suspiró profundamente, pero se volvió hacia Malcolm.
―Todo lo que dije o hice, no fue personal. Me han dicho que puedo
ser innecesariamente antagónico. E inaccesible.
Olive no pudo ver la reacción de Malcolm. Porque estaba ocupada
estudiando a Adam y el ligero tirón de sus labios, que se convirtió en
casi una sonrisa cuando miró a Olive y la miró a los ojos. Por un
segundo, el breve segundo que ella sostuvo su mirada antes de que él
apartara la mirada, eran solo ellos dos. Y esta especie de pasado que
compartían, sus estúpidas bromas internas, la forma en que se habían
burlado el uno del otro a la luz del sol de finales de verano.
―Perfecto. ― Holden aplaudió, intrusivamente fuerte. ―Rollos de
huevo como aperitivo, ¿no?
Fue una buena idea esta cena. Esta noche, esta mesa, este momento.
Sentada junto a Adam, oliendo el petricor57, mirando las manchas
oscuras en el algodón gris de su Henley58 de la tormenta que había
comenzado justo cuando se colaban dentro del restaurante. Tendrían
que hablar, más tarde, tener una conversación seria sobre Tom y muchas
otras cosas. Pero por ahora era como siempre había sido entre Adam y
ella: como ponerse su vestido favorito, uno que había creído perdido
dentro de su armario, y descubrir que le quedaba tan cómodamente
como antes.
―Quiero rollos de huevo―. Ella miró a Adam. Su cabello estaba
comenzando a volverse largo de nuevo, así que ella hizo lo que se sintió
natural: extendió la mano y alisó su mechón. ―Voy a hacer una
suposición descabellada y asumir que odias los rollos de huevo, como
todo lo que es bueno en el mundo.
Murmuró como un sabelotodo justo cuando el camarero les traía el
agua y ponía los menús sobre la mesa. Tres menús, para ser precisos.
57
58
Es el nombre del olor que recibe cuando la lluvia moja el suelo.
Estilo de camisa con cuello redondo que generalmente tiene de 3 a 5 botones.
Holden y Malcolm tomaron uno cada uno, y Olive y Adam
intercambiaron una mirada cargada y divertida y tomaron el que
quedaba para compartir. Funcionó a la perfección: lo inclinó para que la
sección de verduras estuviera de su lado y todo tipo de entrantes fritos
en el de ella. Fue lo suficientemente fortuito que dejó escapar una
carcajada.
Adam dio unos golpecitos con el dedo índice en la sección de bebidas.
―Mira esta abominación―, murmuró. Sus labios estaban cerca de su
oído, una bocanada de aire caliente, íntimo y agradable en el aire
acondicionado.
Ella sonrió.
―De ninguna manera.
―Pésima.
―Increíble, quieres decir.
―No.
―Este es mi nuevo restaurante favorito.
―Ni siquiera lo has probado todavía.
―Será espectacular.
―Será horrible…
Se aclaró la garganta, recordándoles que no estaban solos. Malcolm y
Holden estaban mirando: Malcolm con una expresión astuta y
sospechosa, y Holden con una sonrisa de complicidad.
― ¿De qué se trata todo eso?
―Oh. ― Las mejillas de Olive se calentaron un poco. ―Nada. Solo
tienen té de burbujas con especias de calabaza.
Malcolm fingió tener arcadas.
―Uf, Ol. Asqueroso.
―Cállate.
―Suena grandioso. ― Holden sonrió y se inclinó hacia Malcolm.
―Deberíamos hacer que uno se divida.
― ¿Disculpa?
Olive trató de no reírse de la expresión horrorizada de Malcolm.
―No hagas que Malcolm empiece con las especias de calabaza―, le
dijo a Holden en un susurro exagerado.
―Oh, mierda. ― Holden se apretó el pecho con fingido terror.
―Este es un asunto serio―. Malcolm dejó caer su menú sobre la mesa.
―La especia de calabaza es la caspa de Satanás, presagio del apocalipsis,
y sabe a culo, no en el buen sentido―. Junto a Olive, Adam asintió
lentamente, muy impresionado con la perorata de Malcolm. ―Un café
con leche con especias de calabaza contiene la misma cantidad de azúcar
que encontrarías en cincuenta Skittles, y nada de calabaza. Búscalo.
Adam miró a Malcolm con algo muy similar a la admiración. Holden
miró a Olive a los ojos y le dijo con complicidad:
―Nuestros novios tienen mucho en común.
―Lo tienen. Piensan que odiar familias enteras de comida inofensiva
es un rasgo de personalidad.
―La especia de calabaza no es inofensiva. Es una bomba de azúcar
radioactiva y abrumadora que se infiltra en todo tipo de productos y es
la única responsable de la extinción de la foca monje del Caribe. Y tú —
señaló a Holden con el dedo— estás sobre hielo fino.
― ¿Qué? ¿Por qué?
―No puedo salir con alguien que no respete mi postura sobre las
especias de calabaza.
―Para ser justos, no es una postura muy respetable…― Holden notó
la mirada de Malcolm y levantó las manos a la defensiva. ―No tenía
idea, bebé.
―Deberías.
Adam chasqueó la lengua, divertido.
—Sí, Holden. Mejor hazlo. ― Se reclinó en su asiento y su hombro
rozó el de Olive. Holden le señaló con el dedo.
— Adam conoce y respeta la postura de Olive sobre las
hamburguesas, y ni siquiera están … —Lo que sea que Malcolm había
estado a punto de decir, tuvo el sentido común de detenerse. ―Bueno,
sí Adam lo sabe, deberías saber sobre la especia de calabaza.
― ¿No era Adam un idiota hasta hace unos doce segundos?
―Cómo los tocadiscos―, murmuró Adam. Olive extendió la mano
para pellizcarlo en el costado, pero él la detuvo con una mano alrededor
de su muñeca.
Malvado, le dijo con los labios. Se limitó a sonreír, malvadamente,
estudiando a Malcolm y Holden con demasiada alegría.
―Vamos. Ni siquiera es comparable ―, estaba diciendo Holden.
―Olive y Adam han estado juntos durante años. Nos conocimos hace
menos de una semana.
—No lo están —le corrigió Malcolm, moviendo un dedo. La mano de
Adam todavía estaba enrollada alrededor de su muñeca. ―Comenzarón
a salir como un mes antes que nosotros.
―No― insistió Holden. ―Adam estuvo enamorado de ella durante
mucho tiempo. Probablemente estudió en secreto sus hábitos
alimenticios y compiló diecisiete bases de datos y construyó algoritmos
de aprendizaje automático para predecir sus preferencias culinarias.
Olive se echó a reír.
―No lo hizo ― Tomó un sorbo de agua sin dejar de sonreír.
―Acabamos de empezar a salir. Al comienzo del semestre de otoño.
―Sí, pero se conocían desde antes―. Holden frunció el ceño.
―Ustedes dos se conocieron el año antes de comenzar tu doctorado.
Aquí, cuando viniste para tu entrevista, y él ha estado suspirando por ti
desde entonces.
Olive negó con la cabeza y se rió, volviéndose hacia Adam para
compartir su diversión. Excepto que Adam ya la estaba mirando y no
parecía divertido. Él miró . . . algo más. Quizás preocupado, o
disculpándose o resignado. ¿Lleno de pánico? Y así, el restaurante
quedó en silencio. El repiqueteo de la lluvia en las ventanas, la charla de
la gente, el tintineo de los cubiertos, todo retrocedió; el piso se inclinó,
tembló un poco y el aire acondicionado estaba de este lado demasiado
frío. En algún momento, los dedos de Adam soltaron su muñeca.
Olive recordó el incidente del baño. A los ojos ardientes y mejillas
húmedas, el olor a reactivo y piel masculina limpia. El borrón de una
figura grande y oscura de pie frente a ella con su voz profunda,
tranquilizadora y divertida. El pánico de tener veintitrés años y estar
sola y no tener idea de lo que debería estar haciendo, adónde debería ir,
cuál era la elección correcta.
¿Es la mía una razón suficientemente buena para ir a la escuela de posgrado?
Es la mejor.
De repente, las cosas parecían bastante sencillas.
Después de todo, había sido Adam. Olive tenía razón.
En lo que no tenía razón era en si él la recordaba.
―Sí― dijo ella. Ella ya no sonreía. Adam todavía sostenía su mirada.
―Supongo que lo ha hecho.
HIPÓTESIS:
Cuando se me da una opción entre A (decir
una mentira) y B (decir la verdad), inevitablemente terminaré
seleccionando... No, no esta vez.
Olive no tenía ninguna duda de que los cuentos de Holden estaban
muy adornados y eran el resultado de años de talleres de comedia, pero
aun así no pudo evitar reírse más fuerte que nunca.
―Y me despierta esta cascada que cae sobre mí ...
Adam puso los ojos en blanco.
―Fue una gota.
―Y me pregunto por qué está lloviendo dentro de la cabaña, cuando
me doy cuenta de que viene de la litera de arriba y que Adam, que tenía
como trece años en ese momento ...
―Seis. Yo tenía seis años y tú siete.
―Había orinado la cama, y la orina se filtraba a través del colchón y
me tocaba.
Las manos de Olive volaron hacia arriba para cubrir su boca, sin
lograr ocultar su diversión, al igual que había fallado cuando Holden le
contó que una vez un cachorro dálmata le había mordido el culo a Adam
a través de sus jeans, o que había sido votado Lo más probable. Para hacer
llorar a la gente en su anuario de último año.
Al menos Adam no actuó avergonzado, y no tan molesto como
parecía después de que Holden había hablado de que él suspiraba por
ella. Lo que explica…muchas cosas.
Todo, tal vez.
―Hombre. Seis años de edad. ― Malcolm negó con la cabeza y se secó
los ojos.
―Estaba enfermo.
―Todavía. ¿Parece un poco mayor para tener un accidente?
Adam simplemente miró a Malcolm hasta que bajó la mirada.
―Uh, tal vez no tan mayor después de todo― murmuró.
Había un gran cuenco de galletas de la fortuna junto a la caja
registradora. Olive lo notó al salir del restaurante, soltó un chillido de
alegría y metió la mano para sacar cuatro paquetes de plástico. Le
entregó uno a Malcolm y a Holden, y le ofreció otro a Adam con una
sonrisa traviesa.
―Odias estas, ¿no?
― No lo hago― Aceptó la galleta. ― Aunque creo que saben a
espuma de poli estireno.
―Probablemente también tengan valores nutricionales similares―,
murmuró Malcolm mientras se deslizaban hacia la fría humedad de la
madrugada. Sorprendentemente, él y Adam estaban encontrando
muchas cosas en común.
Ya no llovía, pero la calle brillaba a la luz de un poste de luz; una
suave brisa hizo crujir las hojas y las gotas de agua se esparcieron por el
suelo. El aire estaba fresco en los pulmones de Olive, agradablemente
después de las horas pasadas en el restaurante. Desenrolló sus mangas,
rozando accidentalmente su mano contra los abdominales de
Adam. Ella le sonrió, juguetonamente disculpándose; se sonrojó y
desvió la mirada.
―El que se ríe de sí mismo nunca se queda sin cosas de las que
reírse— Holden se metió un trozo de galleta de la fortuna en la boca y
parpadeó ante el mensaje que había dentro. ― ¿Eso una broma?
Miró a su alrededor, indignado.
― ¿Esta galleta de la fortuna me jugó una broma?
―Suena así― respondió Malcolm. ―la mía dice ¿Por qué no pasar un
buen rato en lugar de esperar a que alguien más lo haga? Creo que mi galleta
también bromea.
― ¿Qué pasa con este lote? ― Holden señaló a Adam y Olive. ― ¿Qué
dicen las tuyas?
Olive ya estaba abriendo la suya, mordisqueando una esquina
mientras sacaba el papel. Era muy banal y, sin embargo, su corazón dio
un vuelco.
―La mía es normal― le informó a Holden.
―Estás mintiendo.
―No.
― ¿Qué dice?
― Nunca es demasiado tarde para decir la verdad. — Ella se encogió de
hombros y se volvió para tirar el envoltorio de plástico. En el último
momento, decidió guardar la tira de papel y deslizarla dentro del
bolsillo trasero de sus jeans.
— Adam, abre la tuya.
―No.
―Vamos.
―No voy a comerme un trozo de cartón porque hirió tus
sentimientos.
— Eres un amigo de mierda.
―Según la industria de las galletas de la fortuna, eres un novio de
mierda, así que ...
—Dámelo aquí —intervino Olive, arrancando la galleta de la mano de
Adam. ―Me la comeré. Y lo leeré.
El estacionamiento estaba completamente vacío, a excepción de los
autos de Adam y Malcolm. Holden había viajado desde el aeropuerto
con Adam, pero él y Malcolm planeaban pasar la noche en el
apartamento de Holden para pasear a Fleming, su perro.
―Adam te va a llevar, ¿verdad, Ol?
―No hay necesidad. Son menos de diez minutos a pie hasta casa.
― ¿Pero ¿qué hay de tu maleta?
―No es pesada, y yo…― Se detuvo abruptamente, se mordió el labio
por un segundo mientras contemplaba las posibilidades, y luego sintió
que sonreía, a la vez tentativa y decidida. ―En realidad, Adam me
acompañará a casa. ¿Verdad?
Estuvo silencioso e inescrutable por un momento. Luego dijo con
calma:
—Por supuesto― deslizó las llaves en el bolsillo de sus jeans y deslizó
la correa de la bolsa de lona de Olive sobre su hombro.
― ¿Dónde vives? ― preguntó cuándo Holden ya no estaba al alcance
del oído.
Ella señaló en silencio.
― ¿Estás seguro de que quieres llevar mi bolso? Escuché que es fácil
torcerse la espalda una vez que alcanzas cierta edad.
Él la miró y Olive se rió, poniéndose a su lado mientras salían del
estacionamiento. La calle estaba en silencio, excepto por las suelas de sus
Converse que se engancharon en el cemento húmedo y el auto de
Malcolm los pasó unos segundos después.
―Oye― preguntó Holden desde la ventana del pasajero. ― ¿Qué dijo
la galleta de la fortuna de Adam?
―Mmm. ― Olive hizo un espectáculo para mirar la
tira. ―Poco. Simplemente Holden Rodrigues, Ph.D., es un perdedor —
. Malcolm aceleró justo cuando Holden la volteó, haciéndola estallar en
carcajadas.
― ¿Qué dice realmente? ― Adam preguntó cuándo finalmente
estuvieron solos.
Olive le entregó el papel arrugado y permaneció en silencio mientras
lo inclinaba para leerlo a la luz de la lámpara. No se sorprendió cuando
vio un músculo saltar en su mandíbula, o cuando deslizó la fortuna en
el bolsillo de sus jeans. Ella sabía lo que decía, después de todo.
Puedes enamorarte: alguien te atrapará.
― ¿Podemos hablar de Tom? ― preguntó, esquivando un
charco. ―No tenemos que hacerlo, pero si podemos. . .
―Podemos. Deberíamos. ― Vio que su garganta se movía. —
Harvard lo va a despedir, por supuesto. Todavía se están decidiendo
otras medidas disciplinarias, hubo reuniones hasta muy tarde anoche
―. Él le dio una mirada rápida. ―Por eso no te llamé antes. El
coordinador del Título IX de Harvard debería ponerse en contacto
contigo muy pronto.
Bueno.
― ¿Qué hay de tu subvención?
Apretó la mandíbula.
―No estoy seguro. Descubriré algo, o no. No me importa
particularmente en este momento.
La sorprendió. Y a la vez no, no cuando consideró que las
implicaciones profesionales de la traición de Tom no podrían haber
afectado tanto como las personales.
—Lo siento, Adam. Sé que era tu amigo ...
―No lo era―. Adam se detuvo abruptamente en medio de la calle. Se
volvió hacia ella, con los ojos de un marrón claro y profundo. —No tenía
ni idea, Olive. Pensé que lo conocía, pero... ― Su nuez de Adán se
balanceó. ―Nunca debí haber confiado a él. Lo siento.
Lo dijo, como si Olive fuera algo especial, singularmente precioso
para él. Su tesoro más querido. Le dio ganas de temblar, reír y llorar al
mismo tiempo. La ponía feliz y confundida.
―Era. . . Tenía miedo de que estuvieras enojado conmigo. Por
arruinar cosas. Tu relación con Tom, y tal vez… tal vez ya no puedas
mudarte a Boston.
Sacudió la cabeza.
―No me importa. No podría importarme menos nada de eso.
Él sostuvo sus ojos por un largo momento, su boca trabajando como
si se estuviera tragando el resto de sus palabras. Pero él nunca continuó,
así que Olive asintió y se dio la vuelta, comenzando a caminar de nuevo.
―Creo que encontré otro laboratorio. Para terminar mi estudio. Más
cerca, así no tendré que mudarme el próximo año ―. Ella se echó el pelo
detrás de la oreja y le sonrió. Había algo intrínsecamente agradable en
tenerlo a su lado, tan físico e innegable. Lo sentía en un nivel primordial
y visceral, la felicidad vertiginosa que siempre acompañaba a su
presencia. De repente, Tom era lo último que quería discutir con
Adam. ―La cena estuvo bien. Y tenías razón, por cierto.
― ¿Sobre el lodo de calabaza?
―No, eso fue asombroso. Sobre Holden. Realmente es insoportable.
―Él crece en ti, después de una década más o menos.
― ¿El?
―Nah. Realmente no.
―Pobre Holden―. Ella soltó una pequeña risa. ―No fuiste el único
que se acordó, por cierto.
Él la miró.
― ¿De qué?
―Nuestra reunión. La del baño, cuando fui a la entrevista.
Olive pensó que tal vez su paso vaciló por una fracción de segundo. O
tal vez no fue así. Aun así, hubo un tinte de incertidumbre en la
respiración profunda que tomó.
― ¿De verdad?
―Sí. Me tomó un tiempo darme cuenta de que eras tú. ¿Por qué no
dijiste nada?
Tenía tanta curiosidad por saber lo que había estado pasando por la
cabeza de Adam en los últimos días, semanas, años. Estaba empezando
a imaginar bastante, pero algunas cosas… algunas cosas que tendría que
aclarar por ella.
―Porque te mostraste como nunca antes nos habíamos
conocido―. Ella pensó que tal vez se estaba sonrojando un poco. Tal vez
no. Quizás era imposible de decir, en el cielo sin estrellas y las tenues
luces amarillas. — Y lo había estado . . . Estaba pensando en ti. Durante
años. Y yo no quise...
Sólo podía imaginar. Se habían cruzado en los pasillos, habían estado
juntos en innumerables simposios y seminarios de investigación del
departamento. Ella no había pensado en eso, pero ahora… ahora se
preguntaba lo que había pensado.
Había estado hablando una y otra vez sobre esta chica increíble durante
años, pero le preocupaba estar en el mismo departamento, había dicho Holden.
Y Olive había asumido tanto. Ella había estado tan equivocada.
―No necesitas mentir, ¿sabes? ― Dijo, sin acusar.
Ajustó la correa de su maleta en su hombro.
―No lo hice.
―En cierto modo lo hiciste. Por omisión.
―Cierto. Estas... ― Apretó los labios. ― ¿Estás molesta?
―No en realidad no. Realmente no es una mentira tan mala.
― ¿No?
Se mordió la uña del pulgar por un momento.
—Yo misma he dicho cosas mucho peores. Y tampoco mencioné
nuestra reunión, incluso después de que hice la conexión.
―Aun así, si te sientes ...
―No estoy molesta — dijo, gentil pero final. Ella lo miró, deseando
que
lo
entendiera. Tratando
de
averiguar
cómo
decírselo. Cómo mostrárselo. ―Yo
soy. . . otras
cosas.
― Ella
sonrió. ―Me alegro, por ejemplo. Que te acordaras de mí, de ese día.
―Tú. . . ― Una pausa. —Eres memorable.
―No, realmente no. Yo no era nadie, parte de una gran cohorte
entrante ―. Ella resopló y miró a sus pies. Sus pasos tenían que ser
mucho más rápidos que los de él para mantenerse al día con sus piernas
más largas. ―Odié mi primer año. Fue muy estresante.
Él la miró sorprendido.
― ¿Recuerdas tu primera charla en el seminario?
―Sí. ¿Por qué?
—Tu discurso de ascensor, lo llamaste un discurso de turbo
ascensor. Pusiste una imagen de The Next Generation en tus diapositivas.
―Oh sí. Lo hice. ― Ella soltó una risa baja. ―No sabía que eras un
Trekkie59.
―Tuve una fase. Y el picnic de ese año, cuando llovió. Estuviste
jugando con los hijos de alguien durante horas. Te amaban, tuvieron que
despegarte físicamente al más joven para meterlo en el auto.
―Los hijos del Dr. Moss―. Ella lo miró con curiosidad. Una ligera
brisa se levantó y le revolvió el pelo, pero no pareció importarle. ―No
pensé que te gustaran los niños. En realidad, todo lo contrario.
Levantó una ceja.
―No me gustan los jóvenes de veinticinco años que actúan como
niños pequeños. No me importan si en realidad son tres.
59
Fans de star trek
Olive sonrió.
— Adam, el hecho de que supieras quién era yo. . . ¿Tuvo algo que ver
con tu decisión de fingir salir conmigo?
Alrededor de una docena de expresiones cruzaron su rostro mientras
buscaba una respuesta, y ella no pudo distinguir una sola.
―Quería ayudarte, Olive.
―Lo sé. — Se frotó la boca con los dedos. ― ¿Pero eso fue todo?
Apretó los labios. Exhaló. Cerró los ojos y, por una fracción de
segundo, pareció que le estaban arrancando los dientes y el alma. Luego
dijo, resignado:
―No.
―No― repitió ella, pensativa. ―Este es mi lugar, por cierto―. Señaló
el alto edificio de ladrillos en la esquina.
―Correcto. ― Adam miró a su alrededor, estudiando su calle. ―
¿Debo llevar tú bolso arriba?
―Yo. . . Quizás más tarde. Hay algo que necesito decirte.
―Por supuesto.
Se detuvo frente a ella y lo miró, las líneas de su rostro atractivo y
familiar. Solo había una brisa fresca entre ellos, y cualquier distancia que
Adam hubiera considerado conveniente mantener. Su falso novio terco
y voluble. Maravillosamente, perfectamente único. Deliciosamente
único en su clase. Olive sintió que su corazón se desbordaba.
Ella respiró hondo.
―La cosa es, Adam… Fui estúpida. Y mala ―. Jugó nerviosamente
con un mechón de su cabello, luego dejó que su mano se deslizara hacia
su estómago y… está bien. Bueno. Ella se lo iba a decir. Ella haría
esto. Ahora. ―Es como ... es como una prueba de hipótesis
estadística. Error de tipo I. Da miedo, ¿no?
Él frunció el ceño. Ella podía decir que él no tenía idea de adónde iba
con esto.
― ¿Error de tipo I?
―Un falso positivo. Pensar que algo está sucediendo cuando no es así.
―Sé qué es el error de tipo I.
―Sí, por supuesto. Es solo… En las últimas semanas, lo que me
aterrorizaba era la idea de que podía interpretar mal una situación. Que
podía convencerme de algo que no era cierto. Ver algo que no estaba allí
solo porque quería verlo. La peor pesadilla de un científico, ¿verdad?
―Confirmo ― Frunció el ceño. ―Es por eso que en los análisis se
establece un nivel de significación que es...
―Pero el problema es que el error de tipo II también es malo.
Sus ojos se clavaron en los de él, vacilantes y urgentes a la vez. Estaba
asustada, muy asustada por lo que estaba a punto de decir. Pero también
estaba emocionada de que finalmente lo supiera. Decidida a sacarlo.
―Sí― asintió lentamente, confundido. ―Los falsos negativos
también son malos.
―Eso es lo que pasa con la ciencia. Nos enseñan a creer que los falsos
positivos son malos, pero los falsos negativos son igualmente
aterradores ―. Ella tragó. ―No poder ver algo, incluso si está frente a
tus ojos. Hacerlo ciego a propósito, solo porque tienes miedo de ver
demasiado.
― ¿Estás diciendo que la educación de posgrado en estadística es
inadecuada?
Ella exhaló una risa, repentinamente sonrojada, incluso en el oscuro
frescor de la noche. Sus ojos estaban comenzando a arder.
―Quizás. Pero también. . . Creo que he sido inadecuada. Y ya no
quiero serlo, ya no.
―Olive. ― Dio un paso más cerca, solo unos centímetros. No lo
suficiente para amontonarse, pero sí lo suficiente para que ella sintiera
su calidez. ― ¿Estás bien?
―Ha habido. . . Tantas cosas que han pasado, incluso antes de
conocerte, y creo que me arruinaron un poco. Sobre todo, he vivido con
miedo a estar sola, y... Te hablaré de ellas, si quieres. Primero, tengo que
resolverlo por mi cuenta, por qué protegerme con un montón de
mentiras parecía una mejor idea que admitir incluso una onza de
verdad. Pero pienso…
Ella tomó una respiración profunda y temblorosa. Había una lágrima,
una sola lágrima que podía sentir deslizarse por su mejilla. Adam lo vio
y articuló su nombre.
―Creo que en algún momento del camino me olvidé de que era
algo. Me olvidé de mí misma.
Ella fue la que se acercó. La que le puso la mano en el dobladillo de la
camisa, que tiró suavemente y la sujetó, que empezó a tocarlo y a llorar
y sonreír al mismo tiempo.
―Hay dos cosas que quiero decirte, Adam.
―Que puedo…
―Por favor. Déjame decirte.
No era muy buena en eso. Al estar de pie allí y no hacer nada mientras
sus ojos se llenaban más y más de lágrimas. Podía decir que él se sentía
inútil, con las manos colgando en puños a los costados, y ella... ella lo
amaba aún más por eso. Por mirarla como si fuera el principio y el final
de cada uno de sus pensamientos.
―Lo primero es que te mentí. Y mi mentira no fue solo por omisión.
―Olive.
―Fue una verdadera mentira. Una mala. Una estúpida. Te dejé ... no,
te hice pensar que sentía algo por otra persona, cuando en verdad…No
lo hice. Nunca lo hice.
Su mano se acercó para tomar un lado de su cara.
―Qué es lo que tú.
―Pero eso no es muy importante.
―Olive. ― La acercó más, presionando sus labios contra su
frente. ―No importa. Sea lo que sea por lo que estás llorando, lo
arreglaré. Lo arreglaré.
―Adam―lo interrumpió con una sonrisa húmeda. ―No es
importante, porque lo segundo, eso es lo que realmente importa.
Estaban tan cerca ahora. Podía oler su aroma y su calidez, y sus manos
estaban acunando su rostro, deslizando los pulgares hacia adelante y
hacia atrás para secarle las mejillas.
―Cariño― murmuró. ― ¿Qué es lo segundo?
Seguía llorando, pero nunca se había sentido más feliz. Así que lo dijo,
probablemente con el peor acento que había oído en su vida.
― Ik hou van jou60, Adam.
60
Te amo en Holandes.
RESULTADOS:
Los análisis cuidadosos de los datos
recopilados, teniendo en cuenta posibles confusiones,
errores estadísticos y sesgos del experimentador, muestran
eso cuando me enamoro. . . las cosas en realidad no resultan
tan malas.
Diez meses después
―Quédate ahí. Estabas parado justo ahí.
― ¿Lo estaba?
La estaba complaciendo. Un poquito. Esa expresión deliciosamente
puesta se había convertido en la favorita de Olive durante el año
pasado.
―Un poco más cerca de la fuente de agua. Perfecto. ― Ella dio un
paso atrás para admirar su obra y luego le guiñó un ojo mientras sacaba
su teléfono para tomar una foto rápida. Consideró brevemente
cambiarlo por su fondo de pantalla actual, una selfie de los dos en
Joshua Tree61 unas semanas antes, Adam entrecerrando los ojos al sol y
Olive presionando sus labios contra su mejilla, pero luego se lo pensó
mejor.
Su verano había estado lleno de viajes de senderismo, deliciosos
helados y besos nocturnos en el balcón de Adam, riendo y compartiendo
61
El parque nacional Árboles de Josué es un parque nacional de los Estados Unidos localizado en el estado
de California.
historias no contadas y mirando las estrellas, mucho más brillantes que
las que Olive una vez había subido a una escalera para pegar al techo de
su dormitorio.
Iba a comenzar a trabajar en un laboratorio de cáncer en Berkeley en
menos de una semana, lo que significaría un horario más ocupado, más
estresante y un poco de viaje diario. Y, sin embargo, no podía esperar.
―Quédate ahí― ordenó. ―Parecerás antagonista e inaccesible. Y di
calabaza especial.
Él puso los ojos en blanco.
― ¿Cuál es tu plan si entra alguien?
Olive miró alrededor del edificio de biología. El pasillo estaba
silencioso y desierto, y las tenues luces nocturnas hacían que el cabello
de Adam pareciera casi azul. Era tarde, y era verano, y el fin de semana
estaba por arrancar: nadie iba a entrar. Incluso si lo hicieran, Olive Smith
y Adam Carlsen ya eran noticias viejas.
― ¿Cómo quién?
―Anh podría aparecer. Para ayudarte a recrear la magia.
―Estoy bastante segura de que está con Jeremy.
— ¿Jeremy? ¿El chico del que estás enamorada?
Olive le sacó la lengua y miró su teléfono. Contenta. Estaba tan feliz y
ni siquiera sabía por qué. O quizás sí lo sabía.
―Okey. En un minuto.
―No se puedes saber la hora exacta―. El tono de Adam fue paciente
e indulgente. ―No al minuto.
―Incorrecto. Hice una transferencia de Western esa noche. Miré los
registros de mi laboratorio y reconstruí el cuándo y el dónde hasta las
barras de error. Soy una científica minuciosa.
―Hm. ― Adam cruzó los brazos sobre el pecho. ― ¿Cómo resultó esa
mancha?
―No es la cuestión. ― Ella sonrió. ― ¿Qué estabas haciendo aquí, por
cierto?
― ¿Qué quieres decir?
―Hace un año. ¿Por qué andabas por el departamento de noche?
―No puedo recordar. Quizás tenía una fecha límite. O tal vez me iba
a casa ―. Se encogió de hombros y escudriñó el pasillo hasta que sus
ojos se posaron en la fuente de agua. ―Quizás tenía sed.
―Quizás. ― Dio un paso más cerca. ―Quizás estabas secretamente
esperando un beso.
Él le dirigió una mirada larga y divertida.
―Quizás.
Dio otro paso, y otro, y otro. Y luego su alarma sonó, una vez, justo
cuando ella se paró frente a él. Otra intrusión de su espacio
personal. Pero esta vez, cuando se puso de puntillas, cuando le rodeó el
cuello con los brazos, las manos de Adam la empujaron hacia sí mismo.
Había pasado un año. Exactamente un año. Y ahora su cuerpo le
resultaba tan familiar, sabía de memoria la anchura de sus hombros, el
rastro de su barba incipiente, el olor de su piel; podía sentir la sonrisa en
sus ojos.
Olive se hundió en él, lo dejó soportar su peso y luego se movió hasta
que su boca estuvo casi al nivel de su oreja. Ella presionó sus labios
contra su lóbulo y susurró suavemente en su piel.
― ¿Puedo besarlo, Dr. Carlsen?
Ali Hazelwood es un autor multipublicado, por desgracia, de
artículos revisados por pares sobre la ciencia del cerebro, en los que
nadie se besa y el para siempre no siempre es feliz. Originaria de Italia,
vivió en Alemania y Japón antes de mudarse a los Estados Unidos para
realizar un doctorado. en neurociencia. Recientemente se convirtió en
profesora, lo que la aterroriza por completo. Cuando Ali no está en el
trabajo, se la puede encontrar corriendo, comiendo cake pops62 o
viendo películas de ciencia ficción con sus dos señores felinos (y su
esposo un poco menos felino).
es una forma de pastel con estilo de piruleta. Las migajas de pastel se mezclan con glaseado o
chocolate, y se forman en pequeñas esferas o cubos, antes de que se les aplique una capa de
glaseado, chocolate u otras decoraciones y se adhieran a palos de piruleta.
62
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