2 Esta traducción fue realizada por un grupo de personas fanáticas de la lectura de manera ABSOLUTAMENTE GRATUITA con el único propósito de difundir el trabajo de las autoras a los lectores de habla hispana cuyos libros difícilmente estarán en nuestro idioma. Te recomendamos que si el libro y el autor te gustan dejes una reseña en las páginas que existen para tal fin, esa es una de las mejores formas de apoyar a los autores, del mismo modo te sugerimos que compres el libro si este llegara a salir en español en tu país. Lo más importante, somos un foro de lectura NO COMERCIALIZAMOS LIBROS si te gusta nuestro trabajo no compartas pantallazos en redes sociales, o subas al Wattpad o vendas este material. ¡Cuidémonos! 3 Traducción Mona Corrección Nanis Kath Diseño Bruja_Luna_ 4 GOD OF RUIN LIBRO 4 DE LA SERIE LEGACY OF GODS RINA KENT 5 IMPORTANTE 3 12 113 CRÉDITOS 4 13 124 SINOPSIS 8 14 134 LISTA DE REPRODUCCION 9 15 142 NOTA DE LA AUTORA 11 16 152 1 13 17 161 2 22 18 173 3 29 19 184 4 37 20 194 5 44 21 203 6 51 22 213 7 59 23 224 8 70 24 233 9 82 25 244 10 91 26 256 11 105 27 266 6 28 276 36 343 29 286 37 352 30 292 38 358 31 296 39 369 32 301 40 376 33 309 EPÍLOGO 1 385 34 325 EPÍLOGO 2 394 35 334 ACERCA DE LA AUTORA 400 7 Quiero vengarme. Después de una cuidadosa planificación, le di al hombre que se metió con mi familia un poco de su propia medicina. Pensé que terminaría ahí. Pero no fue así. Landon King es un genio del arte, un niño rico, y mi peor pesadilla. Ha decidido que soy la nueva incorporación a su juego de ajedrez. Lástima por él, no soy un peón. Si él pega, yo devuelvo el golpe, el doble de fuerte y con la misma hostilidad. Dice que me arruinará. Lo que no sabe es que la ruina va en ambos sentidos. Este libro es un oscuro romance no convencional y contiene temas que no son del agrado de todos. Por favor, comprueba las advertencias de contenido en la nota de la autora antes de leerlo. 8 Blood on Your Hands – Veda & Adam Arcadia Angel of Small Death & The Codeine Scene – Hozier RUNRUNRUN – Dutch Melrose Roman Empire – MISSIO The Worst in Me – Bad Omens Skins – The Haunting Don’t Say I Didn’t Warn You – VOILA & Craig Owens Supernatural – Barns Courtney Rude Boy – Rihanna Happiness is a Butterfly – Lana Del Rey Artistry – Jacob Lee Bad Decisions – Bad Omens Last Cigarette – MOTHICA & AU/Ra Anarchist – YUNGBLUD Colors – Halsey Puedes encontrar la lista completa en Spotify. 9 Por los psicópatas, Que disfrutemos de ellos en la ficción pero que nunca los encontremos en la vida real. 10 Hola, amigo lector, Si no has leído mis libros antes, puede que no lo sepas, pero escribo historias más oscuras que pueden ser perturbadoras e inquietantes. Mis libros y mis personajes principales no son para los débiles de corazón. Este libro contiene perversiones primarias, somnofilia y menciones a traumas infantiles. Confío en que conozcas tus desencadenantes antes de continuar. God of Ruin es un completo STANDALONE. 11 12 Mia E sta noche, un adefesio recibirá un poco de su propia medicina. Atravieso a zancadas la oscuridad de la noche con molestia y la rabia hirviendo hasta la médula de mi alma. Mis dedos se aferran de la correa de la máscara que me cubre la cara. El aliento se condensa contra el plástico y el sudor me cubre el labio superior. El lugar donde se desarrollarán mis planes se materializa ante mí: enorme, imponente y terriblemente despiadado. Pero no vacía. Este tipo de mecas hedonistas suelen estar repletas de aspirantes a los que les gusta pensar que valen más que las cuentas bancarias de sus padres. Pero, bueno, ninguno de mis planes tendría sentido en ausencia de una multitud. Las deslumbrantes luces de lo que sólo puede llamarse una mansión atraviesan la noche con el brillo de una estrella fugaz. Lo que estoy viendo no tiene nada de modesto. Es una enorme maravilla arquitectónica de tres pisos cuya fachada rebosa de ventanas anchas y altas. Ahí es donde brillan todas las luces, sobre todo en la primera planta. Tiras de LED cubren los árboles del vasto jardín que rodea la propiedad. No puedo evitar sentirme mal por los pobres árboles que están siendo asfixiados por una celebración cualquiera. El exterior de la mansión presume de un acogedor ambiente victoriano que promete mucha diversión, pero a mí no me engaña. 13 En el interior de esa mansión acecha un peligro espeluznante envuelto en una apariencia deslumbrante. ¿Y esta noche? Iré directo a la garganta de ese peligro y lo pondré de rodillas. —¡Más despacio, Mia! —grita una voz femenina, llena de frustración. Lanzo una mirada hacia atrás y veo a mi hermana gemela, Maya, sosteniendo su máscara de carnaval con adornos dorados en la mano mientras jadea. Mis ojos se abren de par en par tras mi propia máscara y tiro de ella hacia un lado antes de que crucemos la verja de la propiedad. Forcejea bajo mi firme agarre, sus quejidos se asemejan a los de un niño petulante. —Ugh, me haces daño. —Se libera de mi despiadado agarre tras un largo forcejeo. No es ningún secreto que yo soy la gemela a la que le encanta el entrenamiento de fuerza. A Maya le interesan más los masajes y esculpir su cuerpo de modelo. Estamos bajo un árbol alto con ramas dobladas que ofrece alguna forma de camuflaje ante cualquier mirón. Maya se pone una mano en la cadera sobre el ceñido vestido negro brillante que no deja nada a la imaginación. Mi hermana siempre ha estado orgullosa de su esbelta figura de reloj de arena y de sus pechos de copa C, y nunca ha rehuido mostrarlos. Somos gemelas idénticas, así que tenemos la misma estructura facial menuda, ojos azul claro almendrados y labios carnosos, aunque los suyos son ligeramente más grandes que los míos. Tenemos el pelo rubio platino brillante, pero ella lo lleva largo, actualmente le llega hasta la parte baja de la espalda; mientras que el mío me cae justo por debajo de los hombros. Normalmente llevo un montón de cintas en el mío, pero como intento pasar desapercibida, lo llevo en una coleta atada con una sola cinta azul. También llevo mi atuendo menos llamativo: un sencillo vestido de cuero sin tirantes que me llega a la altura de las rodillas. Mis botas para la noche son las más normales que tengo y las únicas que no son gruesas ni están cubiertas de cadenas. Maya, sin embargo, optó por llevar tacones, como de costumbre, sin que pareciera importarle si eso entorpecería o no nuestra misión. señas: Señalo la máscara que tiene en la mano, hago un gesto hacia su cara y le hago 14 —¡Se supone que tienes que usar eso! Tienen cámaras alrededor y puede que les acabes de ofrecer un asiento en primera fila para ver nuestras identidades. Pone los ojos en blanco, demostrando que es la reina del drama que conozco. —Relájate. El alcance de la cámara sólo comienza una vez que estamos cerca de la puerta. Y me la iba a poner, si hubieras sido paciente por, como, dos segundos. —No me jodas. —Le arrebato la máscara y se la aplasto en la cara, luego se la ato alrededor de la cabeza para que quede bien sujeta. Se queja y gime. —Me estás arruinando el cabello, idiota. Suéltame. Lo haré yo misma. Sólo la suelto cuando estoy satisfecha con la colocación de la máscara. Me mira a través de los huecos en los ojos mientras se arregla el cabello. —No me mires así —digo con señas—. Ya sabes el esfuerzo que me ha costado conseguir una maldita invitación a este pretencioso evento. Lo último que necesito es que algo salga mal. —Sí, sí. —Levanta la mano con evidente exasperación—. He oído la historia de tus sacrificios mil veces, hasta el punto de que puedo recitarla. —En ese caso, cíñete al plan y deja de darme dolores de cabeza. —Sí, señora. —Hace un saludo militar simulado y yo hago una mueca detrás de mi máscara. Como sólo puede verme los ojos, Maya no puede hacerse una idea completa, pero aun así sonríe como una idiota molesta. Mi hermana gemela siempre ha sido mi mejor amiga, pero a menudo me saca de quicio con sus travesuras. Después de asegurarme de que no se nos ve la cara a ninguna de las dos, empezamos a caminar de nuevo hacia la mansión. O más exactamente, el complejo de los Élites. Cuando llegué por primera vez a la isla de Brighton, tuve que aprender algunas reglas. La más importante es que en esta isla hay dos universidades rivales. A la que yo pertenezco es estadounidense y se llama The King's U. Está financiada por gente poderosa cuyos bolsillos están llenos de dinero nuevo. Del tipo cuya fuente o motivos son difíciles de precisar. Mis padres están incluidos en el grupo de gente poderosa. Somos de la realeza de la mafia rusa y ellos resultan ser líderes de la Bratva de Nueva York. La otra universidad es la Royal Elite University, o REU. Británica, cargada de dinero viejo y aristocracia pretenciosa. 15 Nuestro colegio tiene dos clubes: los Heathens, con los que nuestra lealtad está ya que mi hermano y mis primos son miembros; y los Serpents, que son los segundos en mi lista de mierda. Sin embargo, los primeros de la lista son los Élites. El club secreto y el santo grial de la REU. Mientras que los Heathens están llenos de herederos de la mafia y de la realeza estadounidense, los Élites son… peligrosamente diferentes. Parecen elegantes y delicados, pero bajo la superficie se esconde un trasfondo nefasto. Maya y yo nos infiltramos en su mansión y en su fiesta. Es imposible conseguir una invitación para estas reuniones de círculo cerrado a menos que formes parte del club o de su familia y amigos. Por suerte para mí, conseguí dos invitaciones destinadas a alguien de la familia. Cuando Maya y yo llegamos a la entrada, un hombre corpulento nos detiene. Las máscaras son obligatorias esta noche, y él lleva una negra de carnaval con adornos dorados. De mi investigación deduje que las noches de máscaras son noches importantes. No son sólo una reunión de miembros, sino también el momento en que celebran las victorias y anuncian planes para el futuro. Es la razón principal por la que esperé tanto tiempo para ejecutar mi plan. Tenía que haber este nivel de importancia para que la misión fuera satisfactoria. Rebusco en mi bolso y le enseño la tarjeta de invitación negra con “Élites VIP” escrito en dorado. Después de que Maya hace lo mismo, él las toma y las escanea con un artilugio especial. Caramba. No me extraña que sea imposible entrar en estas cosas. Incluso escanean las invitaciones para asegurarse de que no hay falsificaciones. Una vez que la señal se pone en verde, asiente más para sí mismo que para nosotras y hace un gesto detrás de él a su colega, que lleva una máscara similar. —Dejarán todas sus pertenencias personales aquí. No se permiten teléfonos ni cámaras en el interior. —Su voz ronca con un acento británico apenas comprensible llena el aire—. Si descubrimos que han colado algún dispositivo de comunicación dentro, las echaremos. Maya suelta un sonido exasperado mientras nos deshacemos de los bolsos. —Será mejor que lo protejas con tu vida. En realidad, como es una edición especial de Hermes y, por tanto, vale más que tu vida, piérdelo y usaré tu piel como mi nuevo bolso. ¿Capisce? 16 El hombre no reacciona ante su dramatismo, la tomo del brazo y la empujo al interior de un pasillo poco iluminado. —Acabas de hacer que se fije en nosotras —señalo discretamente—. ¿Qué pasó con nuestros planes de pasar desapercibidas, idiota? —Disculpa. Mi bolsa vale más que esta misión. —¿Me estás diciendo que una bolsa vale más que vengar a nuestro hermano? —Bueno, ya que él puede conseguirlo por sí mismo… que ya debería haberlo hecho, pero no estoy segura de por qué no lo ha hecho… creo que… ¿sí? —¡Maya! —¿Qué? Tuve que mover hilos para conseguir esa bolsa. —¿Entonces quizás no deberías haberla traído en una noche como esta? —Es mi bolsa de la suerte. Por supuesto que la traje a tu misión suicida. —Lo tengo todo planeado. No es suicida. —Lo será cuando Niko se entere. Me estremezco al pensar que nuestro hermano mayor, Nikolai, pueda olerse esto. Enojado va a ser la reacción más leve. Los ojos de Maya centellean detrás de la máscara con una sonrisa traviesa. —Nos despellejará vivas. Levanto la barbilla. —No me importa. Me ocuparé de él cuando acabe con nuestra venganza. Nuestra conversación se detiene lentamente cuando salimos del pasillo y nos encontramos en una sala principal. Enormes lámparas de araña cuelgan de los altos techos, iluminando un interior resplandeciente, suelos de mármol y pilares ornamentados. Todos los asistentes llevan máscaras similares a las nuestras y van vestidos con esmóquines entallados y elegantes trajes de fiesta. Yo soy la menos sofisticada de todos, mientras que Maya pasa desapercibida. —Te lo dije —me susurra al oído en referencia a su anterior sugerencia de que me pusiera un vestido más llamativo. Le doy un codazo en el costado, pero ella sólo se ríe en señal de burla. Si no fuera mi hermana, le habría dado una patada en la cara hace mucho tiempo. Cada una toma una copa de un camarero que pasa, pero yo no bebo ni un sorbo. Primero, tendría que quitarme la máscara y prefiero no revelar nada sobre mi 17 identidad. Y segundo, soy tan mala para el licor que incluso una cerveza me puede dejar achispada. Así que sólo hago como que bebo mientras mantengo la atención en la gente que se mezcla. Algunos bailan música clásica desconocida como si fueran un grupo de parejas de mediana edad. Otros hablan y ríen sobre temas que seguro que son aburridos. El sujeto de mi venganza, que debería estar en algún lugar en medio de la farsa, no está aquí. —¿Lo ves? —Maya me dice en señas, como es nuestra costumbre siempre que no queremos que alguien nos espíe. Sacudo la cabeza. Mi pie golpea el suelo con un ritmo maníaco. Esto es malo. Ese idiota es la estrella del espectáculo, así que a menos que muestre su feo yo, nuestro plan es prácticamente nulo. De repente, las luces se atenúan. Mis ojos se adaptan a la oscuridad, pero solo veo sombras y siluetas de otros asistentes. La columna se me eriza y mi maníaco repiqueteo se detiene, sobre todo porque el pánico es demasiado grande para contenerlo con un simple repiqueteo. El sudor me recorre la espalda y el hedor putrefacto del moho invade mis fosas nasales. No voy a volver allí… no voy… —Hola. —La suave voz de Maya llena mis oídos mientras me rodea los hombros con un brazo—. Todo va a ir bien. No estás sola, Mia. La miro fijamente a los ojos, que son idénticos y, sin embargo, diferentes a los míos. A medida que pasan los segundos, mi respiración vuelve a la normalidad. Ella tiene razón. No estoy sola, y definitivamente no he vuelto a ese lugar húmedo y oscuro de hace diez años. Le dirijo una sonrisa tímida porque estoy muy agradecida por tenerla, pero al mismo tiempo me avergüenzo de mi debilidad. Mi incapacidad para recomponerme incluso después de todo este tiempo. Todos los años digo que este es el año en que lo superaré, pero hasta ahora no he tenido suerte. —Estoy bien —señalo, y luego me obligo a centrarme en la escena. En efecto, unos cuantos recién llegados vestidos con trajes de gala y esmoquin entran como si no sólo fueran los dueños del lugar, sino que además esperan que 18 todos los presentes se postren a sus pies. Llevan lujosas máscaras y levantan la nariz como si su misión fuera juzgar al mundo. Nuestro objetivo está entre ellos. Sin duda alguna. De hecho, probablemente sea el que está en medio, con una mano en el bolsillo y la otra colgando despreocupadamente a su lado. Me hierve la sangre y necesito todo mi control para no lanzarme a su cuello y arrancarle los ojos. Ten paciencia, Mia. Todo es más dulce a su debido tiempo. Maya y yo intercambiamos una mirada, nuestra corazonada gemela activándose al mismo tiempo, y nos asentimos con la cabeza. Nos deslizamos entre la gente de la fiesta que está demasiado hipnotizada, por quienes supongo que son los líderes del club, como para fijarse en nosotras. Por primera vez en mucho tiempo, agradezco la oscuridad. Maya y yo pasamos desapercibidas todo el camino hasta el pasillo designado. Si bien es cierto que ser invitado a una fiesta de los Élites es un proceso muy selectivo, acceder a la mansión que utilizan como recinto no es tan difícil. Sobre todo, porque soy amiga de alguien que vive aquí. No sé si seguirá considerándome su amiga después de que acabe con el idiota de su hermano, pero, oye, sabía que nunca le perdonaría que secuestrara a Niko y, en retrospectiva, le causara heridas. Alguien tiene que darle una lección a ese idiota, ¿y qué soy yo sino una buena samaritana? Como ayer tuve acceso a la mansión, conseguí apilar nuestra arma de destrucción dentro del evento principal de la fiesta. Basta con subir y apretar el botón para que se desate el infierno. Pero antes tenemos que asegurarnos de que lo que planté sigue en pie. Para ello, Maya comprobará la fuente de alimentación y necesito llegar al botón de activación. No hace falta ninguna vía de comunicación porque somos el tipo de gemelas que se sienten la una a la otra pase lo que pase. Si todo va bien, tendré una corazonada antes de pulsar el botón. Deslizamos las palmas de las manos una contra otra, nos damos un apretón especial y nos separamos. 19 Llego a la segunda planta, y como todo el mundo está ocupado con los idiota pretenciosos, no me encuentro con ninguno de los invitados. Pero seguro que hay guardias y cámaras, por eso finjo ir al baño. Una vez allí, sin embargo, me subo al lavabo y quito la tapa de la rejilla de ventilación, salto al conducto de aire y lo cierro tras de mí. Soy lo bastante delgada para caber. Una vez dentro del estrecho espacio, respiro más hondo y empiezo a gatear. Vas a estar bien, Mia. Este no es el lugar de hace diez años. Sólo estás haciendo justicia por Niko. Estoy a punto de recaer en mi pánico ilógico, pero no lo hago. Tardo unos cinco minutos en llegar al otro extremo. Para cuando llego a mi destino, he inhalado más polvo que una aspiradora y estoy sudando como un cerdo. Abro lentamente la tapa de la rejilla de ventilación y, una vez que escucho para asegurarme de que no hay nadie en el cuarto de baño, maniobro para salir hasta que aterrizo en el lavabo y salto al suelo. Fase uno. Completada. Maya ya debería haber llegado al otro lado. No necesita saltar ni gatear. Ni puedo convencerla de que “rebaje” su estatus de “sublime”. uno. Probablemente sólo necesite coquetear con un guardia si se encuentra con Me doy unos golpecitos en la máscara para asegurarme de que está en su sitio, luego miro mi reflejo en el espejo, me aliso el pelo y me quito el polvo del vestido. Cuando estoy satisfecha con mi aspecto, salgo del baño de hombres. Cualquiera podría entrar y preguntarme qué hago aquí, pero bueno, aunque me pillen, fingiré que he llegado por error. Todo lo que tengo que hacer es llegar al panel de control de la esquina y activar el temporizador. En cuanto salgo por la puerta, se me eriza el vello de la nuca. Sin embargo, antes de que pueda darme la vuelta e inspeccionar el origen de la intrusión, me empujan hacia el interior del cuarto de baño con una fuerza cegadora. Estoy demasiado desorientada para concentrarme, y mucho menos para intentar detener el poder inhumano y crudo con el que me manejan. Mi espalda choca contra la pared y gimo, luego levanto la mano, dispuesta a enseñarle el dedo medio a quienquiera que sea mientras le doy una patada. 20 Todos mis planes se detienen cuando mi mirada choca con unos ojos azul oscuro. Ojos familiares. Los ojos de mi enemigo y el blanco de mi venganza. El maldito Landon King. 21 Mia E sto no forma parte del plan. De hecho, está tan lejos del plan que puedo oír cómo los escenarios meticulosamente trazados se estrellan como porcelana rota. Estoy frente a nada menos que el Landon King. Un dios encantador, un escultor genial y, lo más importante, un bastardo insufrible. Su mano me aprieta la parte superior del brazo, apretándome contra la pared con una fuerza que me deja inmóvil. Aprieto los labios mientras la condensación cubre el interior de la máscara. El sudor resbala por el valle entre mis pechos y pega el vestido a mi espalda. Cualquier intento de controlar mi respiración acaba en un fracaso épico. El aire que entra por los orificios nasales de la máscara me rodea el cuello como una soga, asfixiante, nefasta y tan peligrosa como los ojos que me miran. Son todo lo que se ve bajo su máscara blanca de carnaval veneciano decorada con elegantes líneas doradas. En otras personas, parecería insulsa, incluso acogedora, pero en este hombre, es nada menos que una escena de terror. Un rasgo distintivo le delata. Los ojos. Son de un azul oscuro y brillante, como un océano que centellea bajo la luz plateada de la luna. Profundo, misterioso y… mortal. He oído hablar mucho de Landon, pero es la primera vez que creo que es un peligro letal cuyo camino no debo cruzar. A menos que me apetezca ahogarme en su océano tan rápido que nadie encuentre rastro de mí. Lástima para él, yo soy de las que les gusta nadar en aguas abiertas. 22 Dejo caer la mano a un lado, abandonando la idea de enseñarle el dedo, pero levanto la barbilla. Tenía tantas ganas de darle una patada en la cara a este idiota que apenas aguanto. Sí, su aparición ha estropeado mi plan, pero no está ni mucho menos arruinado. Sólo tengo que abandonar su horrible compañía y seguir con mis asuntos. —¿Te importaría explicarme qué hace aquí tu insignificante presencia? —Su suave acento británico resuena en el espacio vacío como una canción de cuna. Esto es lo que odio de ese idiota desde que lo conocí aquella vez que estaba destrozando el auto de mi primo. Tiene una forma natural de sonar altaneramente elegante mientras profiere amenazas a sangre fría. Estoy segura al noventa por ciento de que está emocionalmente desconectado y no tiene ningún vínculo con su lado humano. Y aunque me importa un bledo su relación con sus sentimientos, hace que sea difícil tratar con él. Mi primo Killian está en la misma categoría y posee el coeficiente emocional de un pez dorado, pero al menos le caigo bien, así que no tengo que estar en guardia cuando me enfrento a él. No se puede decir lo mismo de Landon. No sólo no le caigo bien, sino que además no dudaría en darme una lección sólo para vengarse de Kill y Niko. Sus dedos me aprietan el brazo y me trago la mueca de dolor antes de que consiga salir por mis labios. Papá siempre me enseñó a no mostrar nunca debilidad delante de los enemigos, aunque me duela, aunque cada fibra de mi ser exija liberarla. A algunos monstruos les excita más tu reacción al dolor que el hecho de infligirlo, así que nunca te pongas en una situación en la que seas la fuente de entretenimiento de alguien. día. Las palabras de mi padre resuenan en mi cabeza mientras miro al monstruo del ¿Cuáles? Ha habido tantos en mi vida que he dejado de contarlos. —Te he hecho una pregunta. —Vuelve a apretar hasta que el dolor me recorre todo el brazo—. ¿Dónde está tu respuesta? Vete a la mierda, idiota. Pero como no puedo decir eso, ni nada, en realidad, sigo mirándolo. Podría hacer seños, pero revelaría mi identidad inmediatamente. Además, no es como si pudiera entenderme de todos modos. Así que aprieto aún más los labios e intento zafarme de su agarre. 23 Enorme error. Sus dedos se clavan tan fuerte que parece que intenta romperme el hueso. Mis ojos se abren de par en par. Espera… ¿es eso lo que quiere hacer? De repente, se hace más alto y más ancho, casi comiéndose el espacio con su complexión. Está claro que tiene más altura que yo, pero en este momento concreto, parece un muro. Uno que está cubierto de cables y fragmentos de vidrio. ¿Siempre fue tan musculoso? ¿Hace un minuto sus hombros se tensaban contra su chaqueta de esmoquin a medida? O quizá me estoy volviendo muy consciente de su presencia hasta el punto de hiper fijarme. Landon es un hombre alto, de al menos 1,80 metros, con un cuerpo delgado y musculoso y una postura perfectamente recta. Para colmo, a esos rasgos físicos superiores se suma su carisma natural. Se comporta con una seguridad aterradora y un ego cegador. Es frustrantemente confiado, antagonista hasta el punto de embolsarse enemigos allá donde va, y tiene una arrogancia que podría hacer llorar a Narciso. Pero hay otro lado de él que estoy descubriendo actualmente. Es... aterrador. Y no me refiero al modo en que algunos aspirantes intentan dar miedo. No hincha el pecho ni levanta la voz. No intenta ser aterrador modificando nada de su comportamiento. Todo lo que tiene que hacer es mostrar su verdadera cara. Los largos dedos de su mano libre envuelven la máscara y se la levanta despreocupadamente. En el momento en que veo la totalidad de su rostro, mi teoría se convierte en un hecho. Todo lo que Landon tenía que hacer era quitarse la máscara para que su verdadero yo pudiera brillar. Su rostro es lógicamente hermoso, simétrico como el de un modelo. Tiene una nariz alta y recta, pómulos definidos y una mandíbula tan afilada que podría cortar la piedra. Ilógicamente, sin embargo, no ha revelado su rostro para engatusarme. Es un arma que usa con el propósito de pura intimidación. Ha querido revelar su identidad para que quede claro quién tiene la sartén por el mango: él, el líder de lOs Élites y el anfitrión del acto al que yo soy un mero invitado. 24 —Intentémoslo de nuevo. ¿Quién eres y qué estás haciendo en el baño de hombres? Mi mirada se encuentra con la suya. Inquebrantable. Sin miedo, y ciertamente sin cambiar de actitud, sólo porque su cara, que no merece, debo añadir; está a la vista. —Te niegas a hablar, ¿es eso? Asiento. —Ya veo —musita y afloja el agarre de mi brazo. ¿Me está dejando ir? Le lanzo una mirada dubitativa, pero no parece haber ninguna intención maliciosa en sus ojos. Son neutrales. Amistosos, incluso. Mis latidos vuelven lentamente a la normalidad a pesar de mi estado de alerta. Entonces, de repente, ocurre algo. Es tan rápido y fugaz que me lo habría perdido si hubiera creído en la falsa seguridad que me ofrecía y hubiera bajado la guardia. En un abrir y cerrar de ojos, toma mi máscara con las manos abiertas, como si estuviera a punto de asfixiarme. No pienso mientras empujo su palma en el último segundo y acaba en mi pecho. Mi pecho se agita y el peso de su mano sobre mi pecho lo empeora. En lugar de echarse atrás, una sonrisa de satisfacción se dibuja en la comisura de sus labios y aprieta la carne sobre mi vestido. —¿Así que toda esta farsa era una invitación? Seguro que se les ocurren las formas más creativas de llamar mi atención. ¿Estás dispuesta a hacerlo aquí, donde cualquiera puede entrar y ver cómo te follan sin sentido como a una sucia, sucia chica? Por un momento, me quedo en silencio. En parte porque nadie me había hablado así en el pasado. Nadie se ha atrevido. Soy Mia Sokolov. La hija de Kyle Hunter y Rai Sokolov. Si alguien se atreviera a tocarme y decirme esas palabras, los mandaría de un puñetazo a otro planeta. Mis padres los encontrarían y desayunarían sus pelotas. Ni siquiera me hagas hablar de mi hermano. Los resucitaría y los volvería a masacrar. 25 En mi estupefacción, su mano se desliza por mi cadera y sobre mi nalga antes de apretarla y pegarme contra su torso. Un jadeo sin palabras sale de mis labios mientras mi estómago se frota contra su erección semidura. Mi temperatura sube de pura puta rabia. ¿Cómo se atreve...? Cómo demonios... No pienso en ello mientras intento levantar la rodilla y darle una patada en los huevos. Pero antes de que pueda hacerlo, me aprieta el culo con fuerza, sin dejarme ningún margen de maniobra. —Tranquila, ratoncita. Aunque estoy bastante abierto a pelear, no estoy seguro de que puedas conmigo. Voy a llevarte a conocer a tu maldito creador, imbécil. Intento deslizarme hacia un lado, pero me resulta imposible librarme de sus dedos que se clavan en mi culo. —Eres una cosita silenciosa. —Me agarra la otra nalga con la mano con la que sujeta su máscara—. Has investigado, ¿verdad? Me encantan mudas. Ya está. Controlo mi temperamento y dejo que mi cuerpo se relaje en su abrazo, derritiéndome de buena gana entre sus brazos. Entonces levanto una mano y le acaricio con el dedo índice la mejilla hasta la mandíbula, despacio, coquetamente. Su sonrisa se ensancha y no parece importarle el contacto. Eso es, psicópata. Deja que tu polla te guíe como a cualquier otro idiota. Tiro de su labio inferior, haciendo lo posible por no centrarme en cómo se toma la libertad de agarrarme. Cree que lo estoy seduciendo, pero sólo estoy borrando esa maldita sonrisa para que deje de parecer el heredero perdido de Lucifer. Me acaricia el culo y resisto el cosquilleo que me recorre la espina dorsal. Me pongo de puntillas para que mi cara cubierta por la máscara quede a unos centímetros de la suya y entonces le doy un puñetazo. En la nariz. Tan fuerte como puedo. Maldita sea. ¡Eso duele! 26 El movimiento es tan repentino que se queda paralizado. Aprovecho el factor sorpresa para empujarlo, soltarme y salir corriendo por la puerta. A pesar de estar desorientada y caliente por el contacto del bastardo, no me detengo a mirar detrás de mí. Ni siquiera un segundo. De hecho, corro tan rápido como puedo por si me está siguiendo. Aunque no detecto ningún paso, no bajo la guardia y sigo corriendo hasta llegar al panel de control. Casi se me salta el corazón de la garganta, pero respiro hondo y pulso el botón. No me cabe duda de que Maya lo ha conseguido. Tal y como esperaba, el temporizador se enciende. Vuelvo por el jardín, mi plan B. De ninguna manera volveré a ese baño, donde Landon puede tenderme otra emboscada. Nota para mí misma: Nunca te quedes a solas con el bastardo. Es un maldito pervertido, y además persistente. Tardo más en volver a la sala principal, pero llego justo a tiempo a la cola de los asistentes a la fiesta. Cuando me reúno con Maya, me dice por señas: —¿Por qué has tardado tanto? Me estaba preocupando. nada. —Una pequeña complicación, pero no te preocupes, no fue absolutamente No creo en mis palabras, aun mientras hago las señas. Eso definitivamente no fue nada. Fue todo menos nada. Todavía siento un hormigueo de frustración y rabia. —¿Cómo que hubo una complicación? —Maya sisea en voz baja—. ¿Qué ha pasado? Me llevo un dedo a la boca cuando nada menos que Landon sube al escenario y golpea su copa de champán con una cuchara. Justo a tiempo. Lleva su máscara, pero no importa. Después de nuestro encuentro de hace un momento, he desarrollado el inútil poder de reconocer al imbécil a un kilómetro de distancia. —Gracias por venir a nuestra fiesta —empieza con su voz suave y elegante que podría confundirse con la de un político. 27 Ese precioso acento británico se desperdicia en él. Solo lo digo. —Estamos encantados de abrir las puertas de los Élites para la gente que consideramos VIP. Esta noche, vamos a tener un encuentro personal con su servidor, el hombre y la leyenda, Landon King. Qué asco. —Suena y parece comestible —señala Maya—. Lástima que sea un cretino. —¿Por qué tarda tanto? —respondo por señas mientras la multitud enloquece por el posible futuro líder de la secta. ¿No pulsé el botón correcto con las prisas? Estaba temporalmente fuera de mí después de que el bastardo tocara lo que no tenía por qué tocar. No, seguro que sí… Levanta su copa. —Por los Élites. —Por lo Élites —repiten todos los demás. En ese momento, las puertas del infierno se abren y se derraman sobre él. La sangre de cerdo baña a Landon y a su copa de champán en un instante, convirtiéndolo en una sucia sustancia viscosa de fealdad justo delante de la gente que adora a sus pies. Un grito ahogado se apodera de la multitud. Me río detrás de la máscara. Toma eso, imbécil. Aprenderás a no meterte conmigo o con mi familia nunca más. mano. La gente y la seguridad se apresuran hacia el escenario y Maya me tira de la —Hora de irse. Echo un último vistazo detrás de mí para ver al imbécil con cara de tonto, pero ya se ha quitado la máscara y sus ojos se encuentran con los míos. Una amplia sonrisa se dibuja en sus labios, con un aspecto aún más aterrador cuando está cubierto de sangre. Hace la señal universal de “te estoy mirando” y no sé por qué corro más rápido que nunca. 28 Mia —N abro los ojos. o me has contestado. —La voz de Nikolai retumba en la habitación mientras me da un empujón con el pie. Pierdo el equilibrio, pero vuelvo a mi posición y no Cualquiera con algo de sentido común me dejaría meditar en paz, pero mi hermano y el sentido común llevan toda la vida luchando entre sí. Me empuja de nuevo y, esta vez, caigo de culo y empiezo a fulminarle con la mirada, pero me sobresalto cuando lo encuentro en mi cara. Literalmente. Está tan inclinado que la posición doblada parece espeluznante en el peor de los casos y torpe en el mejor. Mi hermano es un año mayor que Maya y que yo, pero no podría ser más diferente. Mientras que nosotras nos parecemos a nuestra madre y a su hermana gemela idéntica, él se parece a papá. Comparten el camaleónico tono azul turquesa de los ojos, parte de la misma estructura corporal y el pelo oscuro, aunque mi hermano lo lleva largo. Ahora lleva una coleta baja en la nuca, que resalta su rostro adusto y poco acogedor. Quiero a mi hermano, y la verdad es que es guapo, pero hay que mirar más allá de su habitual expresión maniática para verlo. Además, está sin camiseta el noventa por ciento del tiempo, ahora incluido. Y eso pone todos sus hedonistas y terroríficos tatuajes a la vista del mundo. Si a eso le añadimos que es bastante musculoso, tenemos la receta perfecta para que se produzca un desastre. 29 No ayuda que lo criaran como heredero mafioso de los cargos de mis padres en la Bratva de Nueva York. A veces, es como un psicópata con licencia para golpear, mutilar e incluso matar. Otras veces, no es más que mi hermano, que nos llevaba a Maya y a mí a tomar un helado y nos defendía ante un perro callejero mortal. —Sigo esperando una respuesta —repite sus palabras anteriores. No puedo evitar echar un vistazo al vendaje que cubre la base de su cuello. Esa es la razón por la que bañé a ese idiota de Landon en sangre de cerdo hace unos días, y lo volvería a hacer sin dudarlo. —Sigo esperando —vuelve a decir Nikolai con su habitual voz ronca, pero ahora completamente irritable. Juro que tiene la paciencia de un niño pequeño. —¿Qué? —señalo, poniendo mi cara de inocente—. Y es maleducado, por cierto. ¿No te dije que no me molestaras cuando estoy meditando? —Maldito blablablá. No vas a desviarte. —Se acerca aún más de modo que estoy respirando menta de su aliento—. ¿Dónde llevaste a tu hermana la otra noche, y por qué se reían como maníacas malvadas después de volver? Reconozco un subidón de adrenalina cuando lo veo, y ustedes dos definitivamente lo tuvieron. Así que habla. Juego con la docena de cintas azules de mi pelo, fingiendo que las arreglo. a mí. —¿Qué te hace pensar que la llevé a alguna parte? Quizá fue ella quien me llevó —Ella es maliciosa, pero tú eres el cerebro detrás de cada desastre que ustedes dos planean. No tengo todo el día, Mia. ¿Qué demonios has hecho, y tengo que mutilar a alguien? Me señalo con un pulgar orgulloso. —Tu hermanita se encargó de ello. Quédate tranquilo, Niko. Entrecierra los ojos y parece maníaco, aterrador. No es de los que se dejan disuadir en sus pesquisas, sobre todo cuando Maya y yo estamos implicadas. Además, aunque vivimos en un piso cerca de la mansión donde reside con los Heathen, no tiene acceso a nosotros todo el día. Sí, hay guardaespaldas, pero Maya y yo dejamos claro que sólo estaban fuera y que nunca entrarían en casa. O, Dios no lo quiera, nos seguirían a todas partes. Tuvimos mala suerte el otro día, porque cuando volvimos, encontramos a Nikolai esperándonos. 30 Definitivamente no creyó nuestra mentira de que estábamos con amigos. Uno, no tenemos de esos. La gente siempre nos ha tenido miedo o desconfianza, así que Maya y yo nos convertimos en las mejores amigas de la otra. Mi hermana tiene un gran número de seguidores en las redes sociales y pertenece a una camarilla de personas afines a ella, pero ni siquiera ella las llamaría amigas. Cuando éramos pequeñas, solía estar muy unida a nuestra niñera, a la que solía llamar amiga, pero eso se acabó cuando la niñera se fue del estado para estar con su familia. En segundo lugar, a pesar de que Maya y yo somos capaces de inventarnos un escenario imaginario sobre la marcha y de acabar con las mentiras de la otra sin esfuerzo, Nikolai lleva con nosotros toda la vida y, aunque le gusta fingir que no puede distinguirnos cuando vestimos igual, en realidad sí puede. También sabe cuándo estamos actuando. —¿Qué pasó esa noche, mmm? —pregunta, completamente impertérrito ante mi respuesta—. Y no me digas nada, porque te digo que es mentira. —En realidad no es nada —señalo con una dulce sonrisa. Aprendí pronto que tengo una cara bonita. Maya hace de todo para que la suya sea sexy. Estoy usando esta mierda en mi beneficio. Si eres guapa y sonríes, la gente caerá fácilmente rendida a tus encantos. Sólo tengo que parecer crédula hasta que encuentre la oportunidad de darles una patada o un puñetazo en la cara. Como le hice a Landon King. Un escalofrío me recorre la espalda al recordar su sonrisa maníaca de aquella noche. De hecho, tuve una pesadilla con su sonrisa ensangrentada y la señal de “te estoy mirando”. No podía saber que era yo. Nunca me quité la máscara, y técnicamente no fui invitada a esa fiesta. Mi aliado, el que me proporcionó esas invitaciones y me dejó entrar en la mansión de los Élites, no me vendería. De hecho, Brandon, el hermano gemelo de Landon y mi aliado, me envió una foto de su hermano cubierto de sangre con un mensaje. Brandon: ¿Hiciste esto? Mia: Si digo que sí, ¿me odiarías? Brandon: No. En realidad me gustas más ahora. Estoy impresionado. esto? Mia: ¿No te enfada que haya usado las invitaciones que me diste para hacer 31 Brandon: En realidad no. Me imaginé que no tramabas nada bueno cuando me las pediste. Mia: ¿Y si te metes en problemas con tu hermano? Brandon: Sé cómo tratar con él. No te preocupes. Así que fue una victoria en todos los sentidos. Conseguí mantener mi nueva, fresca y completamente insegura amistad con Bran, y también me vengué de lo que su hermano psicópata le hizo al mío. Aun así, he estado vigilando inconscientemente mi entorno los dos últimos días, esperando que Landon me asaltara por detrás. O, peor aún, arrastrarme a un rincón oscuro, donde quedaría indefensa. —De acuerdo. —Nikolai se levanta a su altura completa. bien. —¿De acuerdo? —repito en lenguaje de señas, sin estar segura de haberle oído —Sí, bien. Maya y tú pueden salirse con la suya. —Ladea la cabeza—. A cambio, añadiré dos guardaespaldas más, y todos los de tu equipo de guardaespaldas seguirán todos tus movimientos. Me levanto de un salto y señalo furiosamente: —No puedes hacer eso. —Verás pruebas de que hago exactamente eso a primera hora de la mañana. Oh, mierda. Si mi hermano dice que está pasando, definitivamente está pasando. —Espera —señalo y suelto un suspiro—. Bien, hemos mentido. En realidad he quedado con un nuevo amigo que no creo que apruebes, por eso no te lo hemos dicho. —Nombre. Dirección. Escuela. —Brandon King. Vive en la mansión de los Élites, y va a REU. Mi hermano hace una pausa y sus cejas casi le llegan al nacimiento del cabello. —¿Desde cuándo eres amiga de alguien de REU? —Simplemente sucedió. Aquella vez que su hermano Landon molestó a Kill y fue grosero, Brandon se disculpó en su nombre. Después, jugamos juntos y nos hicimos amigos. —Killian nunca me dijo esto. 32 —No estoy segura de por qué. —Porque Bran se lo pidió, creo. Y como Killian intentaba caerle bien a Bran para poder salir con su hermana, se calló todo el incidente. —Así que me estás diciendo que tú y Lotus... —se detiene y se aclara la garganta—. Y Brandon son amigos. —Sí. Nos reunimos para jugar y esas cosas. Seguimos pateándonos el culo. Deberías verlo. —Quizá debería —murmura en voz baja. —¿Eso significa que te parece bien? Su estado de desconcierto desaparece por completo y entrecierra los ojos. —De ninguna manera. No debes involucrarte con nadie de los Élites. —Pero él es realmente diferente, Niko. Es tan agradable y tan caballeroso. —¿Oh? —¡Totalmente! Y no se parece en nada a su hermano Landon. —¿Así que Maya y tú estuvieron con Brandon esa noche? Asiento. —¿Dónde? ¿En su mansión? —No. Tenían una especie de fiesta allí, así que nos reunimos en un café y jugamos un rato. —Maya. ¿En un café? ¿El punto de los nerds, como ella lo llama? Mierda. Lo calculé mal. Maya no pondría un pie en uno de esos sitios con su tacón más barato. —Quería conocer a Bran porque le he hablado mucho de él. —Mucho sobre él —repite en tono misterioso. —Sí. Le cae muy bien. —Ahora, tengo que presentar a Maya y Bran. Cielos. Probablemente no se lleven bien. Nikolai toma mi teléfono del suelo y me lo entrega. —Llámalo. Me sobresalto. —¿Qué? —Dijiste que son amigos y pasan tiempo juntos. Eso significa que tienes su número, ¿no? Asiento. 33 —Entonces llámalo. Quiero verificar tu historia. Abro mi teléfono y tecleo furiosamente. —Esto es ridículo. ¿Tan poca fe tienes en mí? Es como si no me creyeras. —No lo hago —dice a bocajarro—. Llámale. —No está acostumbrado a que lo llame. —Estoy seguro de que esta vez no le importará, ya que es tan amable y tan caballeroso. —No me extraña que recalque las palabras que he mencionado. Ah, mierda. Intento ganar el máximo tiempo posible mientras busco el nombre de Bran con la esperanza de que Maya aparezca ya por aquí. Siempre invade mi espacio, pero no esta vez. Probablemente se esconde para que Niko no la interrogue por respuestas. La pequeña traidora. Cuando tardo más de lo necesario, Nikolai me arrebata el teléfono y teclea “Bran” en la barra de búsqueda. Cuando aparece el único contacto con ese nombre, pulsa Llamar y le da al botón del altavoz. Casi me da un vuelco el corazón cuando el zumbido resuena en el aire. No contestes. No contestes. Por favor. Por favor—¿Hola? —La voz ligeramente ronca de Bran suena en el aire como si le hubieran despertado de una siesta—. ¿Mia? ¿Te parece bien llamar? Respiro hondo y veo que mi hermano me mira de reojo. El horror. —¿Mia? —Bran se tranquiliza—. ¿Ocurre algo? Haz cualquier tipo de ruido si necesitas ayuda… —Es su hermano, Nikolai. Bran guarda silencio durante unos instantes y casi me meo encima. Esto va demasiado mal y demasiado rápido. —Claro. —Bran se aclara la garganta y suena distante, frío, incluso—. ¿En qué puedo ayudarte? —Mi hermana me dice que pasó la noche contigo hace tres días. —¿Pasó la noche conmigo? 34 —¿No es así? Maldito Niko. Lo hace sonar como si me hubiera acostado con él o algo así. —Nos vimos, pero no pasó la noche conmigo en ese sentido. Sí, Bran. Gracias, Bran. —¿Qué estaban haciendo? —Seguro que puedes preguntarle eso a tu hermana. —Lo hice, y estoy tratando de decidir si la encierro o no basándome en tu respuesta. Silencio de nuevo. El pobre Bran se ve arrastrado a una situación injusta con la que no estaba de acuerdo. —Jugamos —responde con indiferencia. —¿Dónde? —En un café. —¿Cuál? —El único en la isla. Play Dungeon. —¿Con quién? —Solos. Casi me tambaleo. Lo hizo todo bien, como si le hubiera contado todos los detalles, pero falló en el último. —Solos —repite Nikolai con una sonrisa socarrona. —Sí. Éramos los únicos que jugábamos. Maya estaba allí, pero estaba demasiado preocupada con su teléfono la mayor parte del tiempo. Mi hombre. Voy a comprarle a Bran el nuevo merchandising de League of Legends. —Si no hay nada más… —Bran se interrumpe y cuelga. Sonrío triunfante a mi hermano y le hago una seña: —No es bueno desconfiar de tus propias hermanas. Tenemos que trabajar en estos malos hábitos, Niko. —Te mantendrás alejada de ese montón de imbéciles. —Empuja el teléfono contra mi pecho—. Brandon incluido. Y luego se va. Cielos. Hablando de enojado. 35 Pero bueno. Esto sigue siendo una victoria. Ahora, tengo que agradecérselo personalmente a Bran y esperar… no, rezar, no volver a ver a su hermano psicópata. 36 Mia C omo meditar en casa es prácticamente imposible, tuve que idear una alternativa. El club de ajedrez del centro. Tenemos un club de ajedrez en la universidad, pero ya no me suponen ningún reto. Además, podría haberle dado una patada en la espinilla al presidente del club por llamar puta a Maya. ¿Y qué si le gusta arreglarse y mostrar su cuerpo? No es asunto suyo. Como es obvio a estas alturas, no reacciono bien a que la gente haga daño o hable mal de mi familia. Además, ese maldito presidente no sabe una mierda de nuestras vidas y del tipo de presión y peligro que hemos tenido que sortear desde que éramos niños. Maya es una chica independiente a la que le encanta arreglarse y lucir su belleza. Definitivamente no buscaba la atención de esa escoria. Naturalmente, me incluyeron en la lista negra del club, a pesar de ser la mejor que tenían. De todos modos, hace unas semanas pude unirme al club de ajedrez local después de ver unos cuantos folletos fuera del edificio de nuestra residencia. Hay algunos jugadores mayores decentes, pero muchos de ellos vienen a cotillear, como si fuera una especie de club de punto. De todos modos, como el ajedrez y la meditación me ayudan a acallar mis demonios, este es mi último recurso. También me encanta cuidar de las plantas, pero he dudado en tener alguna aquí. Me sentiría como si estuviera engañando a mis bonitas flores de casa. 37 El caso es que no pueden volver a echarme o tendré problemas. En mi familia, sólo puedo jugar al ajedrez con Gareth, pero últimamente está ocupado con los estudios. Camino por la calle, ignorando las miradas de todos. Hoy he vuelto a mi look de siempre: un amplio vestido negro con una falda de tul vaporosa, botas gruesas con cadenas y cintas a juego en el pelo. Ah, y unas gafas de sol de espejo azul. ¿Qué? Me hace sentir como la villana. Muchos lo llaman look gótico, pero en realidad no lo es. Tampoco es mi look de adoradora de Satán: estoy fuera de la liga de esos perdedores. Tampoco llevo maquillaje negro. De hecho, mi único maquillaje es pintalabios rosa y máscara de pestañas. Si estoy de humor para el caos, como aquel día en la mansión de los Élites, me pongo un delineador atrevido. Me encanta ser guapa y mortal. Es mi punto fuerte. Una vez dentro, me quito las gafas de sol y saludo al presidente del club. Los demás socios levantan la vista, pero al verme vuelven a sus cotilleos o a sus juegos. Ah, bueno. De algún modo, han descubierto mis orígenes y no me tocan ni con un palo de tres metros. Tampoco me hablan casi nunca. El único que lo hace es el propio presidente. También suele ser mi compañero de juego. A mi señal, se levanta lentamente de su asiento junto a la recepción y avanza hacia mí. El señor Whitby es un simpático anciano de pelo blanco, arrugas caídas y una postura impecable para alguien de su edad. —¿Cómo está hoy, señorita Sokolov? Hago la señal de ok que él ya entiende. Todo lo demás, tengo que escribirlo en la aplicación de notas de mi teléfono. Después de teclear mi respuesta, se la enseño. —Te dije que me llamaras Mia. Sólo Mia. Asiente como el caballero inglés más perfecto que he visto nunca. Después de mi padre, que tiene acento británico, pero procede de una ascendencia muy complicada. La única diferencia es que el señor Whitby no se gana la vida matando gente como papá. El anciano sonríe débilmente. 38 —Siento no poder quedarme para el juego de hoy. Tengo un recado urgente que atender. Oh. —Seguro que alguno de los otros estaría encantado de jugar contra una joven brillante como usted. No, no es así. El señor Whitby mira a los demás miembros. —¿Alguien? Cuelgo la cabeza. Parece que hoy no hay meditación ni ajedrez sobre la mesa. Aunque necesito purgar esta energía antes de que me consuma. Esta mañana me he sorprendido a mí misma frente al espejo, abriendo y cerrando la boca. Lo inquietante no era parecer un pez de colores atormentado y mentalmente dañado. Es el hecho de que hace años que no lo hago. Después de dejar de hablar a los ocho años, intenté hablar unos años más tarde poniéndome delante del espejo y abriendo y cerrando la boca, intentando convertir en palabras los ruidos que a veces soltaba, pero eso sólo me hacía llorar e incluso me provocaba un ataque de pánico. Así que dejé de hacerlo. Es que últimamente estoy muy estresada o no lo habría hecho hoy. También podría ser debido a las pesadillas… —Jugaré contra ella. Mi columna se sacude y ese familiar escalofrío serpentea hasta el fondo de mi apretado vientre. No puede ser. Debo estar imaginando cosas. Sin embargo, no me giro hacia el origen de la voz. Si hago como que no lo he oído, significa que no ha ocurrido. ¿Quién sabe? Tal vez mis oídos están alcanzando a mi lengua y también se están volviendo disfuncionales. Una sombra se detiene frente a mí y, esta vez, sí levanto la cabeza. Mi jadeo audible casi me ahoga cuando mis ojos chocan nada menos que con los del jodido Landon King. Por segunda vez en mi vida, me he quedado sin palabras. No, estoy estupefacta. Todo en este hombre es inquietante y nada de su encanto es capaz de camuflarlo. 39 Es injusto que siempre parezca salido de una pasarela o de un anuncio de marca. Lleva una impecable camisa blanca abotonada dentro de un pantalón negro entallado que resalta su cintura esculpida. Su porte es elegante, sin esfuerzo, y destaca por su presencia afilada y su sonrisa socarrona. A diferencia de hace unos días, una ligera barba cubre su mandíbula cortante, dándole un sutil toque despiadado. El bastardo sí que sabe utilizar las armas que tiene a su disposición. Belleza, estilo y un encanto exasperante. Ladea la cabeza y en sus labios se dibuja la misma sonrisa de la otra noche. Provocativa, pecaminosa, pero sobre todo peligrosa. —Landon. —El señor Whitby se agarra a su hombro en un saludo amistoso—. Tanto tiempo sin verte. ¿Mucho tiempo sin verte? ¿Mucho tiempo sin verte? Por favor, no me digas que este bastardo es miembro de este club. —Frank —saluda Landon al presidente con la familiaridad de los conocidos cercanos, su sonrisa cambia sutilmente para parecer acogedora—. Echaba de menos este lugar y a su gente, así que pensé en hacer una visita. Todos, y me refiero a todos y cada uno de los presentes en la sala, sonríen o se levantan para rodear al monstruo en un círculo muy unido. Las mujeres se pelean por su atención y él actúa como si fuera una celebridad. Pero, a diferencia de los famosos, se sabe todos sus nombres y felicita a una mujer por su nuevo corte de pelo, a otra por sus favorecedoras gafas y a otra por su cárdigan. También saluda a los hombres como si fueran hermanos, y todos asienten con entusiasmo. Tiene que ser una broma. Miro el programa con la boca abierta. Esto debe ser lo que Bran quería decir con “Nunca has visto a Lan en acción. Puede ser el más encantador o el más mortífero según su humor y sus objetivos”. Ahora lo veo. El otro lado de Landon del que sólo he oído hablar pero nunca he tenido la desgracia de presenciar. Capta la atención de la gente con facilidad. Está claro que tiene un talento innato para esto y que es imposible que le desafíen en su propio juego, y mucho menos que le ganen. Lo peor es que la gente acude a su presencia con las tendencias suicidas de una polilla a la llama. En poco tiempo, soy la única que queda fuera del círculo, una paria hasta la médula. 40 El señor Whitby se aclara la garganta y consigue romper el círculo que rodea a Landon. De repente, vuelvo a estar en el campo de visión del Príncipe No Tan Encantador. Un lugar en el que no quiero estar después de haber destruido su fiesta la otra noche. —Muy bien, todos —dice el señor Whitby—. Landon ha venido a jugar, así que ¿qué tal si le dejamos hacerlo? El hombre del momento, como probablemente piensa de sí mismo, desliza su atención hacia mí mientras sigue luciendo una sonrisa desestabilizadora que podría rivalizar con la de un asesino en serie. —Landon, esta es Mia. —El señor Whitby me hace señas—. No puede hablar, pero puede oírte perfectamente. Si necesita comunicarse, te escribirá una nota en su teléfono. Ah, y resulta que es la mejor con quien he jugado al ajedrez después de ti. ¿Acaba de decir después de ti? Señor Whitby, estaba construyéndole un santuario de caballero inglés en mi cabeza, pero ¿cómo se atreve a colocarme después de este imbécil? —Después de mí, ¿eh? —Landon repite, y juro que una luz brilla en sus ojos, haciéndolos más brillantes y sádicos. —Sí. Es una joven tan inteligente y una oponente formidable. Ojalá pudiera quedarme a verlos jugar. —Ahora, estoy intrigado. —El bastardo, que definitivamente no se parece a Bran en nada salvo en el aspecto, sonríe de nuevo. ¿Cómo puede hacer que algo tan simple como una sonrisa gotee encanto malsano y vudú satánico? Me siento a regañadientes en la mesa vacía de la esquina. La mayor parte de mí quiere huir y reconsiderar la adoración al diablo para maldecir al hombre que tengo delante, pero si lo hago, solo parecerá sospechoso. Además, no hay forma de que Landon sepa que fui yo quien le humilló delante de sus pretenciosos aspirantes. Aun así, mis movimientos son rígidos mientras me siento frente a él. Demasiado para relajarme y desconectar la mente. Es seguro decir que toda esta situación está fallando de cualquier forma. Me ocupo de empujar las piezas blancas exactamente en el centro del tablero. —Nos encontramos de nuevo. Levanto lentamente la cabeza, sólo para que mi mirada choque con la suya, socarrona, y con esa sonrisa burlona en la comisura de los labios. 41 Manteniendo la misma expresión, tecleo en mi teléfono: —¿Quién eres? En cuanto ve las palabras, se echa a reír. —Eres una ratoncita interesante. —Me llamo Mia —tecleo y se lo enseño. —Ratoncita es una descripción más precisa. Te encanta pasar desapercibida y dejar migajas de estragos, ¿no? Que se joda este idiota. ¿Qué posibilidades hay de que le dé una patada y no me echen los fanboys y fangirls que nos observan desde sus asientos? Además, ¿significa esto que sospecha de mí? nada. Aun así, aunque lo haga, no tiene pruebas y, por tanto, no puede acusarme de Empujo mi primer peón y le miro fijamente. Él me devuelve la mirada mientras desliza su peón por el tablero. —Debo decir que tienes unas dotes interpretativas por encima de la media. Levanto una ceja. —Ser capaz de conocerme y mantener la calma e incluso fingir que no me conoces debería ganarte un aplauso. Tecleo y le muestro: —No sé de qué me hablas. ¿Nos conocimos? ¿Cuándo? ¿En tus sueños, tal vez? —¿Mis sueños? —Vaya. ¿Realmente estuve en tus sueños? Sé que soy guapa, pero puedes dejar de babear. Sus labios se crispan. —Ciertamente alguien está babeando aquí, pero no soy yo. Y no, no nos conocimos en mis sueños. Me tendrías que importar un carajo para permitirte acceder a mi subconsciente, y no soy conocido por eso. Sin embargo, nos conocimos cuando arruiné el auto de tu primo. —No me suena. —¿Qué tal cuando me llamaste maldito imbécil y luego procediste a enseñarme a maldecir en lenguaje de señas cuando te llamé muda? ¿Te acuerdas de eso? Me hierve la sangre al recordarlo y estoy tentada de volver a maldecir porque sí, pero, en lugar de eso, muevo otro peón y tecleo: 42 —No. En mi vida conozco a un montón de idiota y es imposible acordarse de todos. Aunque te felicito por tener buena memoria para los encuentros inútiles. Listo, lo he acabado. ¿La mejor manera de vengarse de idiotas egoístas con complejo de dios como Landon? Hacerles sentir que no significan nada. —Mmm. —Su mirada se desliza del teléfono a mi cara—. Y yo que pensaba disculparme por el comentario de muda, pero resulta que no hace falta. Entrecierro los ojos pero rápidamente lo disimulo. El maldito cretino casi me atrapa. ¿A qué está jugando? ¿A disculparse? La gente como él no se disculpa. Si lo hacen, no lo dicen en serio. Y si lo dicen en serio, hay un motivo oculto. —Desde que tienes un lapsus de memoria. —Rodea con sus dedos el cuello del alfil y se encuentra con mi mirada—. Supongo que no has estado por mi casa últimamente, ¿no? —Ni siquiera sé dónde está tu casa —escribo. —Gracioso. —Se inclina hacia delante—. Porque vi imágenes de mi hermano invitándote. Mierda. —¡Oh! No sabía que era tu casa. —Sonrío dulcemente mientras le enseño mi teléfono. —¿Igual que no sospechaste que mi gemelo idéntico, que literalmente parece una copia de mí, podría ser, no sé, mi gemelo? —Lo sospeché cuando te conocí hace un momento, pero es de mala educación hablar de la familia de alguien, ¿no crees? —Sonrío de nuevo mientras me deshago de su caballo. Supongo que hoy alguien irá detrás de mí, y no al revés. —Lo es, por eso prefiero no mostrar imágenes de tu hermana gemela haciendo el ridículo con uno de mis guardias aquella noche. Me quedo helada, con las mejillas encendidas. —Así es, ratoncita. Sé que ambas invadieron mi propiedad y me bañaron en sangre de cerdo. Ahora que nos hemos sacado las aburridas galanterías de encima, ¿discutimos más sobre eso? 43 Landon N soñadores. unca he jugado bien con los demás. Sí, puede que use mi encanto, pero sólo para ganar un favor aquí, una conexión allá y un polvo en todas partes. No se trata en absoluto de reunir a superfans y chicas con ojos De hecho, sólo he jugado con otros para que cayeran en el lugar exacto del tablero en el que yo quería que estuvieran. La fuerza es para los brutos que no tienen la capacidad de usar la cabeza. Y aunque disfruto con los estallidos ocasionales de violencia, no es realmente mi modus operandi. Sin embargo, atrapar a cierta ratoncita en un rincón sí que lo es. La insolente e insignificante alborotadora que consiguió bañarme en sangre en mi propia casa se sienta frente a mí en una posición que es una excelente imitación de una estatua griega. O, pensándolo bien, quizá una romana. Ésas son más rebuscadas y contienen más detalles. Pero hay una diferencia: sus ojos. Cuentan una historia diferente de su postura. El azul apagado es un mundo aparte del mío, casi explosivo en su color. Y feroz, como un volcán enterrado en las profundidades del océano. Aunque puede permanecer latente durante años, provocará un tsunami mortal en el momento en que entre en erupción. O quizá sean del color de las flores silvestres de un azul intenso. Aplastadas por la dura naturaleza, pero desafiantes. Orgullosas y bonitas, pero temporales. 44 Su vestido ceñido ofrece una modesta vista de la curvada inclinación de sus redondas tetas. Añádele la cantidad ilegal de cintas y las gafas en lo alto de su cabeza, y parece una de las adoradoras favoritas de Satán. Una Barbie gótica sin el pretencioso maquillaje. La torre permanece suspendida en el aire como si el mundo hubiera entrado en Pausa. Sólo que no lo ha hecho. Y puedo ver el intrigante cambio en su expresión de arrogancia a horror absoluto. Tomarme mi tiempo para investigar a fondo el incidente estos dos últimos días ha merecido la pena. Podría haber tomado un camino completamente distinto, que habría incluido violencia y caos periodístico. Y aunque la emoción habría sido agradable durante unos segundos, no habría durado. Y, desde luego, no sería comparable a la pintoresca escena que tenía delante. Labios carnosos y rosados, ligeramente entreabiertos, que dejan entrever unos dientes perfectamente blancos. Mejillas y cuello sonrosados. Ojos tan atónitos que me pregunto si aún puede verme. En conclusión, esta ronda es un jaque mate para su servidor. —¿Hola? —Agito una mano despreocupada delante de su cara—. ¿Sigues ahí, ratoncita? Parpadea una vez… Dos veces… Veo el momento exacto en que ella entra al ataque. Es como cuando tuvo la osadía de golpearme bajo mi propio techo. La única diferencia es que ahora es menos cautelosa y no parece contemplar la opción de la seducción amateur. Ella cierra el puño, pero antes de que pueda golpearme, lo agarro con la palma de la mano y lo giro sin esfuerzo hacia un lado. —Eso no es muy sabio, ¿verdad? Ambos sabemos que soy más fuerte que tú y que podría aplastarte como a un insecto insignificante si lo decidiera, así que no me dejes elegir. Su cara se contorsiona de dolor o de rabia, no estoy seguro de cuál. Espero que sean las dos cosas. Me encanta ver a la gente flotar en un charco de sus emociones sin carácter antes de marchitarse y ahogarse. Según se rumorea, soy nada menos que un magnífico anarquista con afición al sadismo. 45 —Vamos a negociar mis condiciones ahora, ¿de acuerdo? —Le suelto la mano y sólo cuando la suelto me doy cuenta de lo pequeña que es. De hecho, toda ella lo es, desde su pequeña nariz hasta sus facciones menudas. No es bajita, pero tampoco es tan alta. Una altura que puede caber cómodamente en un ataúd. Rayos. Lo he vuelto a hacer. Imaginar gente muerta. Si tengo que presenciar su funeral, voto para que sus ojos se mantengan abiertos. ¿Y qué si a los demás les da escalofríos? Mientras yo pueda disfrutarlo, el mundo puede irse a la mierda. Sin embargo, la suavidad no me engaña. A pesar de su apariencia delicada, esta chica tiene tendencias exageradas y ha demostrado poseer unas pelotas más grandes que algunos hombres. En cuanto la ratoncita se libera, hace señas furiosas, con las mejillas enrojecidas por una rabia inconfundible. Una de las ventajas de mis neuronas de genio es que domino los idiomas y los aprendí desde muy joven. Hablo cinco con fluidez y una docena más a distintos niveles. Sin embargo, el lenguaje de señas nunca se me había pasado por la cabeza. No entiendo nada de lo que Mia intenta comunicarme, pero sonrío y asiento de todos modos. —Deduzco por tu expresión que no estás contenta con el brusco giro de los acontecimientos. Encontraré la capacidad de empatizar cuando me importe una mierda. Baja la mano a la mesa y respira forzadamente. Parece asombrosamente ineficaz y peor que el intento de un niño por mantener la calma. Con un resoplido dramático, golpea la pantalla de su teléfono con las uñas pintadas de azul, como sus lazos y sus gafas de sol. —Tranquila, tigresa —le repito lo que le dije la noche en que se atrevió a provocarme y enseguida firmó su certificado de defunción—. No es culpa del teléfono que pierdas de forma épica. Me lanza el teléfono a la cara. —Si te atreves a hacerle daño a mi hermana, te corto el cuello y te cuelgo para que te seques por las pelotas. Mi atención se desplaza del mensaje a ella cuando desliza el índice por su cuello translúcido que parecería etéreo con unas marcas. Luego aplasta algo imaginario, presumiblemente mis pelotas, en la palma de la mano y me señala. Siento que mi sonrisa se ensancha al conectar mi dedo índice con el suyo. 46 —¿Es algún método telepático? Aparta la mano de un tirón y me hace un gesto con el dedo medio mientras esboza una sonrisa enfermizamente dulce. Una que no sólo parece falsa, sino también forzada. Interesante. Parece que Mia Sokolov no tiene reparos en provocarme porque sí. Parece que he tropezado con alguien que no es particularmente receptivo a mi personalidad piadosa y mi encanto inmaculado. Por otra parte, no me habría bañado en sangre si así fuera. Ella juega su torre, y yo la bloqueo con mi reina, luego apoyo un codo en la mesa y apoyo la cabeza en el puño. —Tengo curiosidad. Escribe: —¿Sobre cómo ser mejor persona? Puedo ayudar con consejos. —No seas ridícula. Nadie siente curiosidad por algo tan aburrido, y tú no eres ni mucho menos la persona indicada para dar indicaciones. —Empujo a mi reina hacia delante y ella entrecierra los ojos ante el inesperado movimiento—. Lo que sí me produce curiosidad es el motivo de tu ataque. Sus facciones se contorsionan en una expresión de “¿Me tomas el pelo?” antes de sacudir la cabeza con un resoplido. Parece tan condescendiente como un profesor harto de su alumno problemático. Su actitud es inquietantemente parecida a la de mi hermana Glyndon cada vez que me dice lo harta que está de mis payasadas. Pero como yo estoy a punto de cumplir veinticuatro años y ella solo tiene diecinueve, tengo privilegios de hermano mayor. Y yo soy el segundo nieto de los King que vaga por la tierra. Cada uno es una superpotencia diferente por derecho propio. —¿Qué? —Me doy golpecitos con los dedos en los labios—. Si es algo que he hecho, tienes que ser más específica. No recuerdo en absoluto mis innumerables obras maestras. Mira, tengo que borrar algunas para dejar espacio a las más nuevas. Mete la mano en su vestidito que parece robado a una muñeca gótica, recupera lo que parece un bolígrafo y garabatea en la pantalla de su teléfono durante más tiempo del habitual. 47 Su letra, si es que puede llamarse así, es diminuta y desordenada, como la de una hormiga borracha que intenta encontrar el camino a casa tras una noche de juerga. —¿Te olvidaste de herir a mi primo Kill? ¿O secuestrar a mi hermano, lo que resultó directamente en su lesión? ¿Cómo pudiste secuestrar a mi hermano de todos modos? Es mucho más grande y fuerte que tú. —La fuerza no tiene importancia cuando estaba drogado. Se lo eché en el vodka y no se dio cuenta. Un consejo, no bebas nada que te ofrezca un extraño. Pero, de nuevo, tu querido hermano está un poco grande, ¿no? Sus ojos arden del color del fuego del infierno. Lo contrarresto con una amplia sonrisa. Hay algo intrigante en su expresión asesina. Algo que quiero congelar en una piedra. Tal vez transformarla en una de mis estatuas y contemplar su expresión furiosa durante toda la eternidad. Mmm. En realidad, es la primera vez que pienso en esculpir a alguien en una estatua sólo para contemplarlo. Normalmente, me los imagino como piedra con el único propósito de apagar su vida. —Para que quede claro, tu primo Kill tuvo la osadía de perseguir a mi hermana, un pecado que aún no le he perdonado. En cuanto a tu hermano, formaba parte de un plan muy elaborado que se enfrentó a algunas complicaciones, pero que aun así se logró un éxito fantástico. Empieza a hacer señas, pero luego da un puñetazo con una mano en la mesa y garabatea con la otra: —No ha podido ser tan fantástico como pegarte un puñetazo en la cara y darte un baño de sangre, idiota. —Ahí es donde te equivocas. —Derribo su alfil y lo coloco casualmente a un lado—. Tu ataque de la otra noche iba dirigido a mí, aunque yo nunca te he atacado. Garabatea y me empuja el teléfono a la cara. —Atacar a mi familia no es diferente de atacarme a mí. —No estoy de acuerdo. De hecho, veo el asalto como una invitación a un reto, y me tomo mis retos muy en serio, por eso el primer paso es exponer a Maya como… fácil, a falta de un término mejor. Se levanta de un tirón, con los puños en tensión y una vena del cuello reventando por la tensión. 48 —Siéntate antes de que decida que después de su humillación muy pública, también me la follaré y publicaré el vídeo para que lo vea todo el mundo. Levanta el puño como si fuera a darme un puñetazo, pero yo sigo mirándola fijamente a la cara. —Siéntate de una puta vez, Mia. Frunce los labios, pero se agacha lentamente, a pesar de que su pequeño cuerpo tiembla al intentar camuflar su reacción. —¿Qué quieres? —teclea en su teléfono. —Para ser sincero, aún no estoy seguro. De lo único que estoy seguro es de que quiero algo a cambio de mi baño de sangre no consentido y del puñetazo que puso en peligro mi aristocrática nariz. Pone los ojos en blanco. —Eres un idiota arrogante sin un hueso decente en tu cuerpo. —Agradezco la opinión innecesaria, aunque es inútil cuando me importa tan poco. Además… —Agarro su mano que sostiene el teléfono, mis dedos serpentean sobre su pequeña muñeca—. Quizá quieras dejar de insultarme y provocarme por deporte, porque empiezas a parecerte mucho a un desafío, y eso es lo último que quiere ser alguien que se enfrenta a mí. Mis dedos se deslizan por su brazo desnudo y noto los escalofríos que se desatan en su piel, involuntarios o no, no tengo ni idea. Normalmente, sólo toco a las mujeres con la intención de seducirlas para que entren en mi mundo de sangre. No pretendo hacer eso con este comodín. Su destino la verá rota ante mí. Cuando acabe con ella, polvo será todo lo que quede de su determinación de toro y su confianza alborotadora. Sus profundos ojos azules brillan con fuego. Si fuera gasolina, me quemaría en el acto. Me sostiene la mirada todo el tiempo. Cuando canalizo mi energía maliciosa e intimidatoria, la gente suele acobardarse al cabo de uno o dos segundos. Aunque lleve tan bien la máscara de encanto, sigue siendo una máscara, y cuando la dejo caer, revelando la verdadera entidad de destrucción que me acecha, los demás la evitan, incluida mi familia. No la maldita Mia Sokolov. Me mira fijamente a la cara nada menos que con un “Vete a la mierda, ¿cómo te atreves a amenazarme?” 49 Parece que he olvidado que es una princesa de la mafia. Probablemente la alimentaron con orgullo, arrogancia y poder en su fórmula infantil. Los tres serán hechos pedazos por su servidor. El momento llega a su fin cuando ella le arrebata la mano y teclea: —Enséñame lo peor que tienes, idiota. Mi polla se retuerce contra mis pantalones y sonrío. Amplia. Tan amplia que los labios de Mia se fruncen. Labios que parecerían divinos envueltos alrededor de mi polla, temblando mientras le follo la garganta antes de acabar untándolos con mi semen. Vaya, vaya. Estoy oficialmente excitado por la pequeña alborotadora. —¿Estás segura? La mayoría de la sociedad no soporta lo peor de mí. Además… —Muevo mi torre hacia adelante—. Jaque mate. Me levanto, y antes de que pueda estudiar el tablero, donde ya le he bloqueado todas las salidas, estoy a su lado. Huele a una sutil magnolia que imita la brisa tras el gélido invierno. Hundo los dedos en la masa de su pelo rubio platino y cintas, y luego lo aparto para descubrir su oreja. Me inclino hacia delante y mis labios tocan la curva de su oreja antes de morderla con fuerza, hasta hacerla estremecerse. Mi polla se engrosa aún más, apreciando demasiado su reacción. Se sabe que es bien cachondo, pero no tanto. Además, no me suele atraer alguien que suponga una amenaza directa para mí. Otra primera vez. Interesante. Suelto su oreja y susurro: —Mejor cierra las ventanas por la noche. Nunca se sabe lo que puede colarse por ellas. 50 Mia U na semana después, estoy sentado con Bran en la sala de juegos de la mansión de los Élites. Mi relación con este espacio es, como poco, complicada. Me encanta el ambiente, pero no me gusta lo grande que es. La escasa iluminación roja nos ilumina la cara y las enormes pantallas de la pared. Las sillas son cómodamente macizas y, a veces, optamos por utilizar el sofá para poder golpear a Bran cuando jugamos uno frente al otro. Es competitivo, pero no es un mal perdedor. ¿Yo? No tengo espíritu deportivo en absoluto. ¿Qué? No me tomo bien perder. Bran, sin embargo, es un ángel total, y por eso no es divertido ganar contra él. Es imposible penetrar sus muros o hablarle mal. Por otra parte, es más fácil perder contra él, ya que no te restriega su victoria por la cara. Suele ser el único que viene a esta habitación ya que, creo, es el único jugador de la casa. Tras numerosas visitas, he llegado a la conclusión de que en esta mansión viven muchos hombres: Bran, sus dos primos, su amigo y, sobre todo, el mismísimo diablo. Me ruge la sangre al pensar en ese imbécil y en su regodeo de “jaque mate” antes de dejarme aturdida en el club. Pero nada de eso fue tan horripilante como la absoluta sensación de piel erizada que sentí cuando me tocó. No sólo me tocó, sino que me mordió como un maldito perro. La curva de mi oreja aún está en llamas de cuando sus dientes se hundieron en ella como un monstruo hambriento. 51 Dolió, maldita sea. Pero el dolor palidecía en comparación con el terror puro que me recorría las venas. Incluso pensar en él ahora hace que mi espina dorsal se estremezca y que la piel se me ponga de gallina. No sucumbo a las amenazas, pero las suyas eran diferentes. La suya incluía una imagen vibrante de mi hermana siendo utilizada para su venganza. Peor aún, mi hermana sería utilizada como su respuesta a mi calentura. En un principio, Maya no estaba de acuerdo con el plan de maquillar al bastardo con sangre de cerdo, pero también es mi compañera para todo y se niega a dejarme ir sola a este tipo de misiones. No podría perdonarme que ella corriera peligro por mi culpa. Durante la última semana, he intentado protegerla y le he dicho que tuviera cuidado, pero tiene muy pocas habilidades de autopreservación y no se la puede dejar sola. Maya y Nikolai se parecen mucho a la personalidad emprendedora de mamá. O se salen con la suya o mueren en el intento. Siempre he sido como mi padre. Silencioso pero mortal. Aparenta sofisticación pero podría matarte con una sonrisa. Sin embargo, esa sensación de confianza parece haber abandonado el edificio desde mi desafortunado encuentro con Landon. No sólo he estado muy paranoica, sino que mi sueño ha estado plagado de pesadillas maliciosas de una época de mi pasado que parece que no puedo olvidar. Hace tiempo que no hablo con mamá y papá por miedo a que me descubran. Y todo por culpa del bastardo que no ha hecho ningún movimiento. Todas las noches he estado mirando a la ventana, esperando que saltara y me asesinara. Pero la gente como Landon no asesina. Prefieren dejarte colgado, esperando y temiendo por tu vida. Prefieren la tortura mental y las amenazas inminentes. —¿Seguro que no está aquí? —Le enseño las palabras mecanografiadas a Bran mientras nos sentamos a cenar. Está frente a mí en el sofá mientras comemos comida tailandesa para llevar. Los dos hemos estado jugando desde que terminamos las clases de la tarde. Tenemos carreras muy distintas: él estudia arte y yo administración de empresas, porque siempre he querido crear algo que sólo me perteneciera a mí. No a mis padres, no a mi legado. Algo que sea puramente mío. 52 Bran dice que debería estar en el estudio de arte, pero lleva dos horas sucumbiendo a un juego más. Mastica el bocado de arroz y sacude la cabeza. —Está por ahí causando estragos y arruinando la vida de alguien o de varios. ¿Por qué preguntas? ¿Tienes miedo? —Debería ser él quien se asustara después de mi episodio de sangre de cerdo. —Ni siquiera siento confianza mientras le muestro las palabras. Bran se limita a suspirar. —Te dije que no era prudente caerle mal. Hago una mueca de dolor y me meto un trozo de tomate en la boca para disimular mi reacción. Bran me avisó cuando le pregunté cosas sobre la fiesta los Élite de Landon esa noche. Inclino la cabeza hacia un lado y lo estudio detenidamente. Es la viva imagen del idiota de su hermano. Pero supongo que es la personalidad lo que marca la diferencia. Bran es un chico tan elegante y como me imagino que es un joven inglés bien educado. Sus ojos son acogedores charcos de azul puro, su mandíbula parece menos afilada que la de Landon y sus labios son neutros y en absoluto un arma de sonrisas aterradoras. Ah, y su única diferencia física real es que Landon tiene un pequeño lunar en el rabillo del ojo derecho. Un pequeño detalle que noté la primera vez que los vi juntos. Recuerdo que pensaba que había que bajarle los humos a Landon, y puedo anunciar con orgullo que sigo siendo de la misma opinión. Diablos, tal vez debería ser encerrada por semejante tontería. Es imposible confundir a los dos hermanos entre sí, y no creo que eso tenga que ver con que yo mismo sea gemela idéntica y, por lo tanto, hábil en el oficio de diferenciar. La verdad es que uno siempre está tranquilo, y el otro es la definición de un agitador de mierda. Además, no me siento amenazada en compañía de Bran, mientras que siempre estoy en modo lucha o huida en presencia de Landon. cara? —¿Qué pasa? —pregunta Bran cuando sigo mirándole—. ¿Tengo algo en la Escribo: 53 —Estaba pensando en lo diferentes que son. —Al igual que tú y Maya son diferentes, ¿no? —No es una psicópata. —Touché. —Se ríe y da un sorbo a un refresco de jengibre y limón—. Aun así, estoy impresionado con lo que hiciste el otro día. Gracias, pero me está saliendo el tiro por la culata y me causa mucho estrés. —Dice que me hará pagar —tecleo y le enseño mi teléfono. Bran mide mi expresión. —¿Por casualidad… lo desafiaste? —¿Cómo lo sabes? —No deberías haber hecho eso, Mia. Es la forma más fácil de entrar en su lista de mierda. —Bueno, también está en la cima de la mía. Sonríe, pero es triste en el mejor de los casos y lamentable en el peor. —La confianza es buena, pero nadie ha sido capaz de ganarle a Landon después de que tiene algo en su mira. —Siempre hay una primera vez. Pero hipotéticamente hablando, ¿hasta dónde puede llegar? —Ya sabes lo que le hizo a Killian porque lo enojó y a tu hermano porque simplemente formaba parte de su plan. Lo que no sabes, sin embargo, es que probablemente estuvo detrás del incendio que destruyó la mitad de la mansión de los Heathens, sólo porque resultaron ser una molestia. Mis labios se separan y garabateo furiosamente. —Pensé que lo habían hecho los Serpents. —Lo hicieron, pero él fue quien les proporcionó la información que necesitaban. Luego se sentó y vio cómo se desarrollaba todo el espectáculo desde la barrera. Es así de peligroso. Ese maldito bastardo. O lo mato yo o me mata él. No hay término medio. Me atiborro de comida y trago sin masticar mucho. Me atraganto y empiezo a toser, la obstrucción me bloquea la tráquea. Brandon se acerca, me palmea la espalda y me ofrece una botella de agua. Me trago la mitad y hago el gesto de “gracias”. Entiende algo del lenguaje de señas básico, y últimamente se está esforzando mucho por aprender más. Así de buena persona es. 54 —¿Estás bien? —Sus ojos se hunden en las esquinas con genuina preocupación. ¿Por qué no hay dos como él en lugar del malvado Landon? —Estoy bien. Gracias, Bran. No sólo por esto, sino también por cubrirme las espaldas con Niko el otro día. Lee las palabras y creo imaginar un tic en su mandíbula antes de asentir. —Me imaginé que te vendría bien algo de ayuda. —¿Pero cómo supiste responder correctamente sobre Maya? —Sospeché que si preguntaba por ella, se refería a ustedes dos. —Inteligente. —Lo sé, gracias. Y ahí está, una pizca de la abrumadora arrogancia de su hermano. Aunque la de Bran es más sutil y definitivamente no abrumadora. —¿Tuviste problemas con tu hermano? —me pregunta mirándome por debajo de las pestañas. —No. Fue sólo Niko siendo Niko. Dijo que no me involucrara con ustedes, considerando toda la rivalidad con los Heathen. No me escuchó cuando le dije que son diferentes, porque es una mula impulsiva. De todos modos, estos juegos y reuniones tendrán que ser nuestro secreto siempre que Niko esté involucrado. Sus ojos parpadean mientras lee el texto. —No es que sea conocido de tu hermano, así que no tienes nada de qué preocuparte. ¿Soy yo o acaba de sonar demasiado comedido? —¡Bran! —Una tercera presencia irrumpe por la puerta de la sala de juegos—. ¿Has visto mis Jordans rojas? Juro por Dios que uno de estos idiotas las esconde y mi señoría va a desatar el infierno… —Hace una pausa al verme y su expresión pasa de molesta a coqueta—. Vaya, hola. Mi día acaba de mejorar mucho. —Estabas literalmente amenazando con violencia —replica Bran. —Calla, Bran. No seas grosero delante de la dama. —Me ofrece la mano y se la estrecho—. Soy Remington. Todo el mundo me llama Remi, o su señoría para abreviar. Tengo un título aristocrático y una fortuna que puede durar generaciones. ¿Puedo saber el nombre que acompaña a ese bello y agraciado rostro? —Se llama Mia —le dice Bran—. No puede hablar, pero te oye perfectamente. Normalmente, la expresión de la gente cambia a torpeza o, más a menudo, a lástima, pero la sonrisa de este tipo sigue siendo la misma. 55 Es un poco más alto que Bran, tiene la nariz recta y una presencia despreocupada y agradable. —¿Por qué te has guardado tanta belleza para ti, Bran? Creía que éramos amigos. —Déjala en paz —dice Bran—. No eres su tipo. —A menos que sea lesbiana, soy el tipo de todo el mundo. Sonrío y tecleo: —Me gusta este tipo. chica. —¿Ves? —dice Remi con regocijo—. Soy el modelo del hombre soñado de toda Es arrogancia, pero, de nuevo, no es la misma que la de Landon. ¿Por qué demonios estoy buscando un tipo de egoísmo que encaje con el suyo? Entonces me doy cuenta. Intento encontrar una arrogancia que no sea intimidante y aterradora a partes iguales. Obviamente, es un fracaso épico. —Supéralo —dice Bran sacudiendo la cabeza. —Eso sería un desperdicio para el universo. De todos modos, ¿qué están haciendo aquí? ¿Puedo unirme? —¿Juegas? —Le enseño mi teléfono. —Más en la vida real, ya que soy un dios del baloncesto, por decir algo, pero a veces juego con Bran cuando se porta como un solitario. —Únete a nosotros, entonces —tecleo, y sonrío cuando lo lee. —No es una buena idea —me dice Bran—. Es ruidoso y un aficionado sin remedio que culpa al juego de sus fracasos. —Oye. Muestra algo de respeto, campesino. —¿No se supone que tienes que encontrar tus zapatos? —Bran pregunta—. Lan probablemente los escondió para meterse contigo. bien. La cara de asco de Remi debe coincidir con la mía. Sabía que este tipo me caía —Ese pequeño cabrón siempre está buscando problemas. Necesita calmarse un segundo. —Más bien para toda la vida —murmura Bran en voz baja. Parece que no soy la única que está harto de la mierda de Landon. Su propio hermano y amigo tampoco parecen estar contentos con él. 56 Le ofrezco a Remi un poco de mis calamares. Lo acepta y acerca una silla. —¿Siempre ha sido así? —Escribo y se lo enseño. —Desde que tengo memoria —dice Remi, robándole la bebida a Bran—. Éste siempre fue el pacifista, y Lan, el anarquista. Es una diferencia tan marcada. Maya y yo tenemos nuestras propias personalidades, pero ambas somos alborotadoras a nuestra manera. —No encaja en un molde y está muy orgulloso de su visión retorcida e individualista de la vida. —Bran mira a lo lejos como si reviviera un recuerdo lejano— . Tiene tendencias antisociales que domestica lo suficiente como para parecer encantador en lugar de amenazador. —Dímelo a mí. —Remi suena personalmente ofendida—. Ese idiota se sigue llevando a todas las chicas guapas, aunque tenga la capacidad de atención de una mosca. —Es un genio en lo que hace, así que lo de las chicas tiene sentido —dice Bran—. Lo que no tiene sentido es que sepan que rechaza cualquier forma de compromiso y aun así acudan en masa hacia él. Escribo: —¿Un genio en lo que hace? —Es escultor y siempre ha tenido talento —dice Bran con una pizca de envidia—. Ha expuesto muchas de sus obras desde que estábamos en el instituto. Ah, cierto. Escuché sobre eso antes. Contemplé arruinar su estudio de arte, pero está protegido por huella digital, así que no pude acceder. —Sigo prefiriendo tus cuadros. Son tan relajantes y bonitos —escribo y se los enseño a Bran. Una rara sonrisa curva sus labios y me acaricia la cabeza. —Pero Lan hace tiempo que no esculpe —dice Remi después de tragar un bocado de comida—. El otro día dijo que es aburrido. —¿Aburrido? —Bran se hace eco—. Esculpir es lo único que lo domina. —Tal vez por eso ha estado actuando como un maníaco últimamente. Eso no puede ser una buena señal, ¿verdad? Jugamos juntos una hora más antes de que tenga que irme. En parte porque no quiero que mi hermano me pregunte por qué he salido tan tarde y en parte porque no quiero cruzarme con Lan al salir. Aun así, sigo pensando en la conversación que tuve con Bran y Remi. Cómo puedo usar la información que aprendí para deshacerme de ese bastardo de Lan? 57 La respuesta es que no puedo. Al menos, todavía no. Pero puedo guardar la información para más adelante, hasta que al final se me ocurra algo. El frío de la noche me eriza la piel mientras camino hacia el auto. Está más oscuro de lo que esperaba. No me gusta estar fuera sola en la oscuridad. Es donde el monstruo acecha, esperando para tenderme una emboscada. Las luces amarillas bajas apiladas entre los árboles hacen poco por disipar el reclamo de la noche. Se me eriza la piel y tengo que respirar hondo para no activar mi parte débil. Doy grandes pasos, pero eso no ayuda a disipar mi imaginación. Un susurro se agita entre los árboles antes de que grandes cabezas con grandes y feos ojos de serpiente asomen entre las ramas. Se me corta la respiración y renuncio a intentar mantener la calma, entonces corro hacia donde he estacionado el auto. No me llevaran hoy, idiotas. Hoy no. Los monstruos parpadean y crecen en tamaño hasta que puedo sentir cómo se extienden detrás de mí como un reguero de pólvora. Ellos corren y yo corro, pero no creo que pueda dejarlos atrás. Mis músculos gritan por el esfuerzo y mi respiración sale entrecortada y antinatural. Casi he llegado al auto. Casi… Me detengo bruscamente cuando aparece una figura oscura detrás de un árbol, con una máscara. Un grito burbujea en el fondo de mi garganta, pero no puedo soltarlo. Lo único que puedo hacer es quedarme parada mientras se acerca a mí con la intención de tragarme entera. —Nos encontramos de nuevo, ratoncita. 58 Mia —L as chicas malas son castigadas, y no hay nada que me guste más que castigar. No. Me tiemblan los pies y un guijarro cruje bajo mi pie cuando deslizo una pierna hacia atrás. Todavía puedo oír a las criaturas de la oscuridad gimiendo, jadeando y susurrando palabras ininteligibles en mis oídos. Por mucho que me asusten, por mucho que mi corazón se arrugue y se astille, eso no es nada comparado con el monstruo que está a la vista. Todos los años que he sobrevivido hasta ahora, todas las ilusiones que me hice de superar el pasado se rompen en pequeños cristales negros. Vuelvo a ser esa niña que corría y se caía, y luego volvía a correr. Y otra vez. Y… El hombre de la máscara se acerca a mí con paso firme. Tranquilo pero firme. Es delgado pero ancho. Silencioso pero letal. Ya está. He escapado durante mucho tiempo, pero me doy cuenta de que sólo fue un intento de fuga. En realidad, estoy atrapada en el bucle que él creó para mí. Trato de convocar al guerrero que llevo más de una década cultivando en mi interior, pero no hay rastro de mi audacia o bravuconería habituales. Sólo hay una chica. Fría, hambrienta y absolutamente aterrorizada. 59 Mis piernas ya no se mueven. Las criaturas de la oscuridad han conseguido atraparme y me aprisionan en el lugar para su señor. Abro la boca. Mamá. Papá. No salen palabras. Ni siquiera un pequeño sonido horrorizado. Con las dos manos en los bolsillos, el monstruo enmascarado se come en segundos el espacio que nos separa. Luego está justo delante de mí, encumbrado, su altura invade el horizonte y asesina sus estrellas. Sombras ásperas caen sobre la máscara, volviéndose más oscuras, casi negras en la tenue luz. Los agujeros donde deberían estar sus ojos son huecos, sin fondo, incluso. Los afilados colmillos del horror se hunden en mi piel. No importa cuánto me diga que me mueva. Mi mente ya se ha vuelto contra mí y no hay forma de deshacer el hechizo. —¿Ya has entrado en razón? Su voz es profunda, notas distorsionadas de destrucción, una bestia mítica con la boca abierta y respiración superficial. —Extraño. Pensé que necesitaría asustarte un poco más. Acorralarte más. Jugar contigo hasta que te derrumbaras. El zumbido de mis oídos aumenta hasta que lo único que oigo son los latidos de mi propio corazón, alto y desgarrado. —Me encanta atrapar a criaturitas que se portan mal mientras suplican y lloran. Puedo soltarlas o clavarles un cuchillo afilado en el pecho y ver cómo se ahogan en su propia sangre. Metafóricamente, por supuesto. Para. Deja de acercarte, para… —¿Por qué estás tan helada? —El monstruo saca una mano de su bolsillo y se acerca a mi cara. Me tiemblan los pies, y cada partícula de mi instinto de supervivencia me exige que salga corriendo de aquí, pero no puedo. No cuando mi mente ya se ha ido, dejándome como una indefensa niña de ocho años. He retrocedido diez años en el tiempo, y sólo yo puedo consolarme y acompañarme. vaya. En cuanto su piel toca la mía, dejo de respirar. Quizá si finjo estar muerta, se 60 Quizá sea otra pesadilla. Por favor, que sea otra pesadilla… Me pellizca la barbilla entre el pulgar y el índice e inclina la cabeza hacia un lado, observándome de cerca, explícitamente. Incluso íntimamente. Sus ojos crecen tras la máscara, ya no son agujeros sin fondo con vista directa al infierno. Pero lo que me saluda es peor. Una pizca de azul sádico me mira fijamente, como mi propia maldición hecha a medida. Mi cara no parece mía mientras él la gira de un lado a otro. —Estás… positivamente impresionante. Una muñeca. No, una estatua. El zumbido de mis oídos disminuye lentamente y la realidad se asienta en pequeños pero perceptibles incrementos. No es el monstruo. Al menos, no el monstruo del pasado. Ahora que he salido de mi pánico autoinfligido, puedo ver los detalles dorados de su máscara de mascarada veneciana. Reconozco su complexión alta y ancha, sus característicos pantalones entallados y su camisa abotonada. Respiro hondo, pero sólo consigo inhalar su colonia masculina que me trae de cabeza. —¿Adónde has ido? —Me da un golpecito en la mejilla como si invocara otra versión de mí—. No te vayas todavía. No he tenido suficiente. Por fin me repongo y aparto su mano, con la respiración entrecortada y acelerada. El hombre de la máscara, el idiota de Landon, se mira la mano que acabo de arrancarle con inquietante calma y luego me dirige la misma mirada. Se frota el índice contra el pulgar. Una vez. Dos veces. Como si reviviera un recuerdo querido. —Oye. —Avanza de repente, hasta que su pecho de mármol aplasta mis pechos—. Devuélveme la versión de hace un momento. No he terminado. Coloco mis manos sobre sus hombros y empujo, pero bien podría estar frente a una pared. El poder con el que ocupa mi espacio es una invasión bárbara. ¿Qué demonios le pasa a este imbécil? 61 Me rodea la garganta con los dedos y aprieta con fuerza suficiente para detener todos mis movimientos. Mi tráquea se cierra y todo lo que puedo ver es el lado sombrío de su máscara. —He dicho. Tráela de vuelta. Ahora. Mi instinto de supervivencia vuelve a hacer acto de presencia, y araño y golpeo su brazo con todo lo que tengo. No puedo respirar. No puedo… respirar. Golpeo con una mano su máscara en un intento de desviar su atención, aunque sea momentáneamente. —No seas tímida. Sal. —Sus dedos aprietan aún más hasta que creo que me muero. No. Definitivamente me estoy muriendo. Me quedo inmóvil, mis manos caen a ambos lados de mí, e intento entrar en modo de supervivencia de último recurso. Su agarre se afloja lentamente y una sonrisa lobuna levanta sus labios y una luz llamativa centellea en el azul profundo de sus ojos. Es como cuando el sol besa la superficie de un océano, luz en la superficie pero nunca alcanzará nada de la oscuridad que hay debajo. Respiro lentamente, pero me quedo quieta para no alentar sus dedos ahogándome. —Ahí —se maravilla, su pulgar acariciando el punto del pulso en mi cuello—. Perfectamente escultural. Absolutamente impresionante. A este tipo le pasa algo muy grave y le vendría bien ayuda profesional urgente. No me gustan los escalofríos que cubren mi piel con su tacto ni la sensual intimidad de cada caricia. Mi temperatura corporal sube y eso sólo puede ser porque quiero darle una patada en los huevos. Contemplo la posibilidad de hacerlo. Sólo tengo que empujar hacia atrás… —Ni se te ocurra. —La rara luz se desvanece lentamente de sus ojos—. Estoy de subidón y eso significa que reaccionaré drásticamente ante cualquier provocación. La caballerosidad y yo no coexistimos y, por lo tanto, me importa un carajo que seas mujer. Si me atacas, te estrangularé. Intento alcanzar mi teléfono para poder escribirle unas cuantas palabras al imbécil a pesar de estar profundamente perturbada y ligeramente aterrorizada. 62 Bien, quizá más que ligeramente. Vuelve a sacudir la cabeza. vida. —Lo digo en serio, Mia. Quédate como una estatua antes de que acabe con tu —Necesitas ayuda, enfermo psicópata bastardo. Vete a tomar por culo —le digo por señas, aunque él no entienda nada. Solo necesitaba desahogarme. Me suelta la garganta, me agarra los dos brazos y me los pega a cada lado, luego me aprieta las muñecas. —Una estatua no se mueve, ¿verdad? Luego retrocede y se quita la máscara. Casi olvido lo atractivo que es Landon. Probablemente porque, extrañamente, no veo a Bran atractivo. Bueno, lo es, pero lo veo en un sentido distante. Landon, en cambio, rebosa encanto y belleza. Ambos se ven enturbiados por su naturaleza bestial. Está definitivamente en el espectro de un sociópata o, peor, un psicópata. Mi primo Kill también tiene tendencias antisociales, y si sirve de algo, Landon es una amenaza peor de lo que predije. Ahora me doy cuenta de que nunca antes me había mostrado su lado monstruoso. Ahora que lo he vislumbrado, no puedo evitar sentir la necesidad de darme la vuelta y salir corriendo. Pero no lo hago. Realmente no quiero arriesgarme a morir estrangulada en este momento. No cuando todavía estoy tambaleándome por el ataque de pánico anterior. Tira la máscara al suelo y retrocede unos pasos más, luego inclina la cabeza hacia un lado. Una lenta sonrisa levanta la comisura de sus labios. —Puedo hacer de ti una brillante obra maestra. Puedo congelarte y esculpirte en la piedra más fina que jamás haya existido. ¿Qué piensas? Pero, de nuevo, una estatua no piensa. Necesito salir. Ahora. No lo medito mientras calculo la distancia hasta el auto y corro a toda velocidad. No me detengo hasta que estoy dentro y la puerta está cerrada. Suena un golpe en mi ventana y jadeo mientras la miro lentamente. 63 Landon aparece por el otro lado, alto e intimidante mientras dice: —No hemos terminado. Enciendo el motor con un dedo tembloroso y tardo dos intentos en hacer funcionar la maldita cosa. Otro golpe. Esta vez un puño contra el cristal. Oigo el grito que se me agolpa en el fondo de la garganta, pero piso el acelerador a fondo. El auto acelera, pero cuando salgo a toda velocidad del estacionamiento, veo a Landon por el retrovisor haciendo el gesto de “te estoy vigilando”. O puede que ahora sea “Tengo mis ojos puestos en ti”. Es la segunda vez en mi vida que estoy tan aterrorizada. —¿C ARIÑO ? ¿Qué haces levantada tan tarde? Miro fijamente el rostro de mi madre en la pantalla de mi tableta y me fuerzo físicamente a contener las lágrimas. Rai Sokolov no es sólo mi madre, la mujer más bella por dentro y por fuera, sino también mi modelo a seguir. Maya y yo tenemos su mismo tono de pelo rubio y un calco de sus ojos, nariz y labios. Ella y la tía Reina, la gemela idéntica de mamá y madre de Kill y Gareth, solían bromear diciendo que éramos sus mini-yo. Siempre he sabido que mi madre es una mujer fuerte, impertérrita e implacable. Ahora mismo, sin embargo, tiene el ceño fruncido. Es tarde en Nueva York y la he pillado sentada ante su tocador justo después de terminar su jornada laboral como líder de la Bratva neoyorquina. Así es. Mi madre es la única mujer que ha escalado posiciones en una organización dominada por hombres y se ha hecho con una silla en la mesa de toma de decisiones. No es menos que mi padre en ningún aspecto y se aseguró de enseñarnos que ser mujer no es una debilidad, sino una fortaleza. Solía pensar que era tan asertiva y poderosa como ella, pero después del incidente de esta noche, mi confianza ha sufrido un duro golpe. 64 Desde que volví al piso que comparto con Maya, he estado encendiendo las luces de mi habitación al máximo y tumbada en posición fetal en la cama, esperando a que mis padres terminaran de trabajar. Mi encuentro con el nuevo monstruo de mi vida me ha dejado un nudo en la garganta y un fuego en el pecho. —¿Qué pasa, cariño? —La voz de mamá se suaviza—. ¿Pasa algo? Todo va mal, mamá. El miedo, la extraña excitación y mi corazón que no deja de latir tan rápido. Todo. Pero no lo digo y, en su lugar, señalo: —Sólo quería ver tu cara y oír tu voz. —Oh, cariño. —Sonríe, pero es un poco forzada—. Estoy encantada de poder verte la cara después de un largo día. Dejo que mis labios se curven un poco. La mayoría de mis sonrisas son forzadas o falsas. El día que perdí la voz, también perdí la sonrisa. —¿Ha estado la tía Reina regando y cuidando de Amón, Iris y su familia? — Señalo. —No sé qué es más raro. El hecho de que le pongas nombre a tus plantas o que el cabeza de familia tenga nombre de demonio. Además, tu tía Reina no necesita venir hasta aquí sólo para regarlas. El jardinero o yo podríamos hacerlo. —No las toques, mamá. No quiero que tengan un caso de muerte prematura. —Eso es grosero. —Bueno, realmente matas a la mayoría de las plantas que tocas. —Siento no tener el gen del pulgar verde. —Ella sonríe y se inclina más cerca de su teléfono—. ¿Qué pasa realmente, Mia? ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? Por supuesto que sabría que algo va mal. Siempre lo sabe. —Me siento un poco decaída —señalo. —¿Hay alguna razón detrás de esto? —Tuve un ataque de pánico en un lugar oscuro. Quería gritar, pero no podía — le digo por señas, y luego cuelgo la cabeza. No hay forma de que le cuente lo de Landon. Si lo hago, vendrá ella misma y le arrancará la polla, y entonces podría tener problemas con su influyente familia. Además, si vuelve a arreglarme los problemas, ¿no significará que seré débil para siempre? 65 —Lo siento mucho, cariño. —Su cara, su tono y su comportamiento destilan amor—. Ojalá estuviera allí para poder darte un abrazo de mamá oso. —Estoy bien. —Mentira—. Lo olvidaré todo por la mañana. —Más mentiras. —Está bien si no puedes olvidarlo, Mia. —Se acerca un poco más—. Escucha, he estado planeando abordar este tema cuando vuelvas de visita, pero ¿qué tal si le das otra oportunidad a la terapia? Enlazo y entrelazo los dedos, luego sacudo la cabeza. —La terapia no funciona. No puedo hablar. —Claro que puedes, cariño. Sólo tienes que encontrar la voluntad para hacerlo de nuevo. No, no puedo. Esa parte de mí está atrapada en una cápsula anodina escondida en lo profundo del bosque. He olvidado cómo sonaba mi voz. Pero aunque hable, la pubertad ya la ha cambiado. A veces, pienso que probablemente sea como la de Maya, pero en mi interior, un recuerdo lejano me dice que había algunas diferencias. —No queremos presionarte —continúa mamá—. ¿Pero has considerado que tal vez abandonaste la terapia demasiado pronto? —Hablamos de esto. La terapia no estaba haciendo nada por mí y odiaba estar allí. Odiaba diseccionarme delante de extraños y no obtener ningún resultado. —Mis movimientos son más bruscos, más furiosos y más perturbados. Como todo dentro de mí esta noche. mesa. —Bien, lo entiendo. Sólo quiero que sepas que la opción siempre está sobre la Está a punto de decir algo más cuando una figura alta aparece detrás de ella y le dice con un relajante acento británico: —¿Por qué tardas tanto, princesa? La cara de mi padre aparece en la pantalla y me sorprende lo mucho que los echo de menos a los dos. Tengo dieciocho años, a punto de cumplir diecinueve, pero aún quiero abrazar a mis padres para reconfortarme. Kyle Hunter es alto, moreno y clásicamente guapo. Donde Maya y yo nos parecemos a mamá y a la tía Reina, Nikolai se parece a él. Pero mientras papá parece sofisticado y elegante pero es una amenaza en secreto, Nikolai es abiertamente una amenaza. Es más rudo y no tiene el modus operandi discreto de papá. 66 Una amplia sonrisa ilumina sus facciones cuando me ve y habla con un sutil acento británico. —Mia, ¿eres tú? Saludo con la mano. —Qué fantástica sorpresa. Espera. ¿No es tarde allí? —Sí, pero es que los extraño —señalo. —Por eso deberías haberte quedado aquí en vez de volar al otro lado del océano —dice por milésima vez desde que llegamos—. Ahora no puedo abrazar a mi niña cada vez que quiero. —Le diré a Niko que me abrace en tu nombre —le indico. —No cuenta. —Déjala en paz. —Mamá le da una palmada burlona—. Ya es mayorcita para decidir dónde quiere estar. —Que debería ser a mi lado. Sólo digo. —Papá se inclina hacia adelante—. ¿Hay alguien molestando a mi pequeña Mia? ¿Debería ir allí y quizás borrarlos de los registros? —¡Kyle! —Mamá protesta. —¿Qué? Es lo menos que puedo hacer a quien sea que esté causando la mirada perturbada en los ojos de mi pequeña. Él también lo sabe. Claro que sí. Mis padres siempre han sido los mejores y me han hecho sentir querida desde muy pequeña, pero desde aquel incidente de hace una década, están más pendientes de mí. Hasta el punto de la sobreprotección. Esa es parte de la razón por la que quise dejar Nueva York y unirme a Nikolai aquí. Maya también necesitaba hacer lo suyo sin que la supervisaran en todo momento. —Estoy bien, papá. Me siento mucho mejor ahora que he hablado con ustedes. —Te queremos, Mia —dice mamá. —Yo también los quiero —le digo y, al colgar, veo a mi padre besándole la cabeza. 67 Siempre he admirado la ferocidad con la que se quieren y se protegen. Son una pareja poderosa y a veces chocan, pero aun así se cubren las espaldas. Su relación es uno de mis recuerdos favoritos de casa. Cuando la pantalla se queda en negro, la sensación de seguridad que me daba hablar con mis padres se desvanece. Las luces de la habitación siguen encendidas, pero noto que la oscuridad se cuela por los rincones, a punto de asfixiarme. Tomo la almohada y el teléfono y corro a la habitación de mi hermana. Abro la puerta de golpe y enciendo la luz. —Ugh, ¿qué? —Maya gime desde la cama y se tapa la cabeza. Voy a su lado y se quita el antifaz brillante, refunfuñando. —No te metas con mi sueño reparador o te cortaré… —se interrumpe al ver lo que debe de parecer terror en mi cara. No indaga ni presiona. Ni siquiera pregunta. Maya y yo compartimos una relación especial y ella debe sentir el malestar que me agarra por la garganta. Mi hermana retira el cobertor y da unos golpecitos en el sitio que tiene al lado. No lo pienso dos veces y me zambullo junto a ella. —Gracias —señalo. —No hay que dar las gracias entre nosotras, idiota. Ve a dormir. Yo estoy aquí. Me da palmaditas en el hombro a un ritmo tranquilizador, como una madre que duerme a su hijo. Cuando cierro los ojos, noto cómo se vuelve a poner el antifaz. A diferencia de mí, Maya sólo puede dormir cuando está completamente oscuro, pero no comenta nada sobre la fuerte luz que encendí en su habitación ni sobre cómo invadí su espacio. Siempre que necesito un ancla, ella está ahí para mí sin dudarlo. Yo también me estoy durmiendo cuando vibra mi teléfono. Tras asegurarme de que Maya está dormida, lo saco y me quedo mirando el mensaje. Número desconocido: ¿Dormida? ¿Quién…? Mi teléfono vuelve a vibrar. Número Desconocido: No puedes estar dormida después de despertar esta cosa en mí. Sal. Necesito recrear la escena de esta noche. 68 Mis dedos tiemblan alrededor del teléfono. ¿Landon? ¿Cómo consiguió mi número? Y lo que es más importante, ¿qué demonios hace todavía levantado pasadas las dos de la mañana? Mi teléfono vuelve a vibrar y casi me sobresalto. Número desconocido: Pensándolo bien, duerme mientras puedas. Te espera una vida muy caótica y necesitas toda la energía posible, musa. 69 Landon L a idea de una musa me ha eludido a menudo. Entiendo el concepto y el consenso general, pero la sobrevalorada obsesión de los artistas con la existencia de una musa siempre me ha dejado en un raro estado de desconcierto. Y eso lo dice alguien que usaba arena para esculpir a los dos años. Era un diablo femenino con una cola larga y puntiaguda, inspirado en un cuadro de la casa del abuelo. Recuerdo aquella primera vez que creé una escultura y la cruda sensación de la arena húmeda deslizándose entre mis pequeños dedos. También recuerdo las emociones imperturbables que me recorrieron cuando vi a esa diablesa ser arrastrada por una ola. Sólo más tarde descubrí que mi reacción apática ante la destrucción de mi primera creación no era la norma y que, de hecho, yo era la definición de neurodivergente. Mi relación constante con el arte en general, y con la escultura en particular, ha sido persistente a lo largo de mis veintitrés años de vida. Mi madre, artista de fama mundial, lo llama talento natural. El mundo lo califica de genes geniales. Para mí, ha sido el único método que he podido utilizar para enfrentarme a mi bestia, a sus amigos demonios y a la aburrida humanidad sin recurrir a un extremo. Como transformar a alguien en piedra, por ejemplo. Todo artista tiene una musa, o eso dicen. Puesto que soy un miembro muy importante, si no el más importante, de una familia de artistas, me he dado cuenta de que no comparto la excesiva idolatría de mamá, Bran o Glyn por sus amigos imaginarios. 70 En mi opinión, eso es lo que significa una musa: un amigo imaginario de la infancia cuya charla constante no podían perder durante la edad adulta, así que decidieron ponerle un nombre elegante. La idea de una musa siempre ha sido redundante, inútil y categóricamente ridícula. Pero como soy un maestro de la mimetización y de encajar en las expectativas sociales, siempre que alguien me ha preguntado por mi musa, le he dicho que los genios no hablan de su musa, como si fuera una especie de inteligencia del MI6. No me malinterpreten. No hay duda de que soy la definición de un genio artístico que hace llorar literalmente a la comunidad de escultores. Sin embargo, he participado en la tontería absoluta de la musa inexistente y falsos rituales supersticiosos para desviar la atención de la horda. También supuse que mi musa se manifestaba en la enorme energía creativa que es imposible saciar. Ella era el sadismo interior de mi encanto exterior. La violencia que estallaba cada vez que mis planes se enfrentaban a un obstáculo. Pero esa pésima explicación a medias duró hasta ayer. Ni en mis mejores sueños imaginé que una musa podría manifestarse en el momento más aleatorio. Cuando me enfrentaba a un enemigo, nada menos. Cuando vi a la menor de los Sokolov correr hacia el estacionamiento como si su culito estuviera ardiendo, pensé en jugar con ella y provocar esos ojos de flor silvestre, hasta las lágrimas si me apetecía. Después de dejarla atendiendo a su aplastado orgullo, tuve una fugaz curiosidad por saber cómo serían sus ojos cuando llorase y suplicase por mi inexistente piedad. Desde el incidente del baño de sangre blasfemo, he estado urdiendo un plan de varias fases, todas dedicadas a su desaparición. En pocas palabras, empezaría atormentándola y terminaría usándola contra su hermano y sus primos. Mientras esos planes se mantienen en segundo plano, hay un pequeño contratiempo en el proceso. La forma en que se congeló cuando me acerqué a ella. Nunca he visto a un ser humano tan inmóvil, incluidos los modelos artísticos profesionales. Siempre hay una elevación del pecho por aquí, un aleteo de las fosas 71 nasales por allá y micro movimientos que me recuerdan que los tontos no son realmente piedras. ¿Mia, sin embargo? Ella era la definición de una estatua sin vida. Fue mi señal de que nunca es demasiado tarde para encontrar la piedra humana perfecta. Suelto una larga bocanada de humo y luego apago el cigarrillo en medio del abarrotado cenicero. Mi hábito cancerígeno perdura desde que mi nombre empezó a sonar en los círculos artísticos hace unos ocho años. El prodigio. El especial. El niño superdotado. No se debe en absoluto a la presión. En todo caso, la repentina oleada de marketing que ha experimentado mi nombre ha acariciado mi ego en todos los lugares adecuados y me ha dado más placer que una profesional ahogándose con mi polla. Fumar simplemente me proporciona el equilibrio adecuado mientras utilizo ambas manos para producir la próxima escultura favorita de la gente. Mis dedos revolotean sobre las innumerables piezas de arcilla que he creado desde que me retiré a mi estudio después de que Mia se escapara. En ese momento, tenía dos opciones: seguirla o purgar la ráfaga de inspiración que de repente se estrelló contra mi cráneo. Opté por lo segundo y, desde entonces, he estado modelando esculturas en miniatura en busca de la imagen adecuada de la inspiración que tenía en ese preciso momento. Un millón de mini esculturas después, he agotado mis reservas de arcilla y aún no estoy satisfecho con ninguna de ellas. Desde luego, no las voy a utilizar en una escultura de verdad. Si mis profesores de arte de la REU las vieran, se caerían de culo y las calificarían de obras maestras, como todo lo que he hecho con mis manos supremamente dotadas. Yo no. Falta algo. Si esa jodida mierdecilla se hubiera quedado quieta unos minutos más, habría conseguido la imagen completa. Pero ella estaba más presionada por escapar de mí. 72 huido. Concedido, puede que no me hubiera detenido en sólo tocar si ella no hubiera Tomo la última miniatura y la tiro contra la piedra en bruto que tengo enfrente. Mis detalles eran los más nítidos en las primeras, pero menguaban a medida que hacía más. Los últimos son una absoluta basura y una asombrosa vergüenza. La primera punzada de inspiración que me golpeó se ha desvanecido, y mi mente es ahora el negro estéril de siempre. El negro solía ser el estándar para mí. Con el negro esculpía y con el negro seguía prosperando. Pero por primera vez, este tipo de negro no es tan satisfactorio. Quiero el toque de colores. La caída de un rayo. El sonido del trueno. No viene nada. —¡Lan! Levanto la vista de mis desagradables miniaturas para encontrarme a mi hermano de pie en medio de mi reino. Brandon es un retrato idéntico al mío, que no puede parecerse a mi sublime personaje ni para salvar su vida. —¿Cómo te las has arreglado para entrar? —Sueno atontado a mis propios oídos, así que saco otro cigarrillo y me lo meto entre los labios. A mi hermano no le gusta el olor a cigarrillo, pero tampoco debería estar en mi espacio. —Yo ayudé. —Mi primo Eli me dedica una sonrisa despiadada mientras aparece por detrás de Bran como un cliché de terror. Es mi primo segundo, si queremos ser concretos, ya que su padre y el mío son primos. Al ser un par de años mayor que yo, se toma eso como un pase para presumir de los privilegios de primogénito de los King. Ah, y resulta que es antagonista por diversión. Sí, yo soy igual, pero no me gusta la competencia en mi propio juego. Uno de estos días, lo llevará demasiado lejos y encontrarán su cuerpo flotando misteriosamente en el Támesis. —¿Con qué? —Me quedé mudo—. ¿Dándote una personalidad? —El único en este edificio que necesita un trasplante de personalidad eres tú. 73 —Encontró la llave maestra para que pudiéramos abrir la puerta —dice Bran en su habitual intento de pacificación. Es tan inquietante verle haciendo de Madre Teresa y soltando tonterías con mi cara. Echo humo en su dirección. —Y tú invadiste mi espacio porque… Cierra los ojos un instante, pero, como una monja aburrida, no muestra ninguna forma de enfado o incluso disgusto. —No contestabas al teléfono ni a la puerta cuando llamé durante los últimos quince minutos. Y el agujero de la puta extrañeza sigue ensanchándose. Suelo ser más consciente de mi entorno que un depredador en una oscura selva africana. —Te dije que está bien —Eli comenta como un imbécil—. Tan desafortunado como pueda sonar, nada puede herir al idiota. —Tú, sin embargo, podrías acabar accidentalmente en una lista de desaparecidos. —Igualo su sonrisa con mi sonrisa lobuna—. No te preocupes, consolaré al tío Aiden y a la tía Elsa cuando reciban la noticia. —No si desapareces mágicamente primero. —Atrápame si puedes. —¿Es un reto? —No lo sé. ¿Lo es? —¿Pueden parar los dos? —Bran sacude la cabeza como una directora harta de sus alumnos más problemáticos—. Somos familia. Eli y yo resoplamos y estallamos en carcajadas al mismo tiempo. ¿He mencionado ya que mi hermano puede ser la mujer más inocente que jamás haya pisado el planeta? Eli le palmea el hombro. —La familia es lo que hace esto más divertido, querido primo. A Bran no parece divertirle lo más mínimo, aunque sus hombros se relajan ahora que se ha dado cuenta de que a Eli y a mí nos gusta molestarnos mutuamente por deporte. Todavía quiere matarme por mi plan que incluía a su hermano, pero estoy seguro de que no lo hará. Al menos, no si aún quiere pertenecer a la familia King. 74 Como aquella que es dueña del Reino Unido y de medio mundo. Mi abuelo, Jonathan King, es un monarca despiadado con puño de hierro y un agudo sentido de los negocios. Construyó la fortuna que su hermano y su padre casi erradicaron. Mi padre, Levi King, y mi tío, Aiden King, han transformado el negocio y lo han hecho más lucrativo que las fortunas de los príncipes del petróleo. El futuro del imperio King recae en Eli, en mí y probablemente en Creighton. Bran y Glyn nunca se interesaron por los negocios y prefieren ser artistas como mamá. Mi carrera artística es sólo una treta temporal antes de apoderarme del mundo. Puede que necesite estudiar algo de negocios primero, pero a quién demonios le importa. Estoy seguro de que voy a sobresalir en eso como todo lo que he hecho hasta ahora. Nada es permanente, y el mundo es un mero recipiente para hacer realidad mis deseos. Todos mis caprichos y deseos han sido satisfechos, lo que tiende a ser aburrido, a falta de un término mejor. Que alguien me proponga un reto, joder. —¿Va todo bien? Llevas más de doce horas encerrado aquí… —mi hermano se interrumpe al ver las miniaturas tiradas en el suelo, y sus ojos se agrandan—. Vaya. Sí, vaya. Nunca he hecho tantas miniaturas inútiles en una sesión. —¿Vaya por los pitufos asesinados que ha estado haciendo? —pregunta Eli con una nota de sarcasmo agotado. Le miro de reojo. —Eres un cerdo inculto sin un hueso artístico en tu miserable cuerpo. No contamines mi estudio con tu falta de gusto. —Tengo gusto. Sólo que no incluye tu feo arte. —No es ni mucho menos feo —dice Bran sin mirar a Eli, y luego se arrodilla para inspeccionarlos de cerca—. Son algunos de tus mejores trabajos. Son impresionantes. —Todo mi trabajo es impresionante. Bran me mira fijamente. —No has esculpido nada en meses, Lan. —No son esculturas. —Tampoco has hecho ninguna maqueta de miniaturas. —Son garabatos. No significan nada. —Eres un tonto arrogante. Si otros… no, si pudiera hacer algo así mientras garabateo, no pediría nada más. 75 —Tienes que dejar de pintar escenas alegres de la naturaleza y podrás hacerlo mejor que esto. De nada por el consejo gratuito de un genio. —Te dije que no te metieras en mis decisiones artísticas. —Llórame un río. —Apago mi cigarrillo a medio terminar y me trueno el cuello—. ¿Qué hora es? —Se te ha pasado la hora de dormir —dice Eli—. Las ojeras te quedan horribles. —Y esa chaqueta a rayas te da un aire de abuelo fantástico. Ten más sentido de la moda antes de ser condescendiente conmigo sobre mi aspecto. —Señalo la puerta—. Ahora, fuera de mi espacio, y voy a necesitar esa llave maestra para que nadie vuelva a entrar. Eli se inclina hacia delante y susurra: —No —antes de largarse a hacer del mundo un lugar peor de lo que era hace una hora. —¿Necesitas algún tipo de servicio de escolta? —pregunto cuando Bran se queda atrás, todavía mirando las miniaturas. Tiende una mano a una de ellas, pero se lo piensa mejor y la retira. Bien. Esa mano podría haberse roto accidentalmente si la hubiera puesto sobre mis pertenencias. Aunque puede que no sea tan asesino si me pide permiso. Siempre ha querido tocar mis esculturas después de que yo le diera luz verde. Ahora, ni siquiera pregunta si puede. Mi hermano se pone en pie y me mira con el ceño fruncido. —¿Vas a esculpir alguna de ellas? —No. No valen la pena. —¿Has perdido positivamente la cabeza? Estos son tus… —Mejores trabajos. Impresionantes. Un golpe de genialidad —termino por él—. Obviamente tenemos una definición diferente de la excelencia. Lo que para ti es extraordinario, para mí es mediocre en el mejor de los casos. —Bueno, perdóname por no entender los genes de genio. —Tonterías. Tú también los tienes, pero como te he dicho un millón de veces, las encadenas lo mejor que puedes. —Apoyo un codo en su hombro y sonrío—. ¿Quieres que te ayude a sacar el lado que enterraste tan profundo que casi olvidaste que existía? 76 —Si por ayuda te refieres a ahogarme en tus actividades con sabor a sangre, entonces no, gracias. —Un día, aceptarás mi oferta. —Ni aunque te reencarnes en un santo. —Maldita sea, Bran. No manifiestes pura tortura por un pequeño desacuerdo. —Le acaricio la mejilla con el dorso de la mano. Es un gesto que le gustaba cuando éramos pequeños. Ahora, sin embargo, baja el hombro, haciéndome perder el equilibrio, y se aparta. —Ningún desacuerdo contigo ha sido pequeño, Lan. —Oh, joder. ¿Es esta una de esas veces en las que te pones ñoño conmigo como si fuera tu terapeuta imaginario? Si va a ser así, que me paguen por horas y por adelantado, gracias. Suelta un largo suspiro y sacude la cabeza con la entrega de un anciano en las últimas fases del cáncer. —Llama a mamá cuando puedas. Preguntó por ti cuando hablé con ella antes. San Bran. Bran. El pacificador que cree que mantiene a nuestra familia unida por un hilo, ese A veces me pregunto si el hecho de que sea mi gemelo es una especie de calamidad. culo. Tras una última mirada a las miniaturas, sale del estudio como si le ardiera el No es ningún secreto que no le caigo bien a Bran. Puede que tenga que ver con la cantidad de actividades traicioneras y escurridizas que he llevado a cabo a lo largo de los años. Como le gusta decir a mamá, somos como la noche y el día, y aunque lo dice como un cumplido, la verdad es que es imposible que nos encontremos a mitad de camino. Pero Bran y sus travesuras justicieras pueden esperar otro día. Ya he perdido medio día en mis intentos de retener la visión de anoche. No tengo tiempo ni inspiración suficientes para resucitarla. Una cosa es segura. Mi próximo curso de acción empieza con cierta musa que se ha metido en el lío más profundo de su vida. 77 D ECIR QUE ESTOY entrando en territorio hostil sería quedarse corto. Digamos que la universidad King's U y yo compartimos el mismo nivel de desacuerdo de políticas de derechas e izquierdas. De hecho, no me extrañaría que los Heathen hayan puesto una recompensa por mi cabeza y un cartel de se busca a la entrada de cada clase. Mi historial con Killian, Nikolai e incluso Jeremy no ayuda. El único miembro al que no he hecho daño, al menos no directamente, es Gareth, pero dudo que le interese tomarse una copa descaradamente y meterme de contrabando en sus terrenos. Por eso vine parcialmente disfrazado. La gracia salvadora de estar entre estadounidenses alborotadores y sin pulir es que hay muchos de ellos. Definitivamente más que los estudiantes de la REU. Por lo tanto, llevar gafas de sol y una sudadera con capucha es suficiente para ocultarme de las masas impías. Según mi exhaustiva investigación sobre los Heathen y, tras el episodio de la sangre, sobre la propia Mia Sokolov, sé que estudia administración. Así que me dirijo a esa escuela y espero en la esquina fuera de su aula como un perfecto caballero. Por suerte, su clon estudia Derecho, así que no van a las mismas clases. Miro el reloj y cuento los segundos que faltan para que salga. Después de esto, a Mia aún le queda una clase, pero tendrá que dejarla para otro día. Los estudiantes zumban a mi alrededor, su parloteo choca con los segundos de mi reloj. No me importa esperar. De hecho, me invade una sensación de calma ante la perspectiva de cazar una presa. Se me da bien camuflarme cuando hace falta y esperar el momento oportuno. Como la noche, soy silencioso, abrumador y, en las circunstancias adecuadas, mortal. Los estudiantes empiezan a fluir como hormigas en una colonia desorganizada, pero no me preocupa perder a Mia entre la multitud. Eso no será posible después de la sensación alienígena que experimenté durante la reunión de anoche. 78 En efecto, veo su pelo rubio y sus cintas azules ondeando al viento mientras revisa su mochila con temática gatuna. Lleva otro vestido negro digno de un lujoso funeral, y destaca cierto detalle. La mitad superior tiene unos tirantes que se detienen en una gargantilla alrededor de su delicada garganta. Vaya, vaya. Incluso se vistió para la ocasión. Mia Sokolov es una diosa de la belleza sin esforzarse. Apenas se maquilla ni se arregla como la mayoría de las chicas. También adopta una personalidad problemática que está diseñada para poner freno a su superioridad física. Apenas la he visto ofrecer una sonrisa genuina, y eso incluye todas las imágenes que he reunido sobre ella en mis intentos de cavarle un agujero del que nunca saldrá. Sin embargo, destaca por ofrecer falsas sonrisas socialmente aceptadas y fingir ser una chica linda e ingenua para llamar la atención de la gente adecuada. Y aunque ella argumente que somos diferentes, lleva la misma versión de la máscara que yo. Lo que significa que podría tener una bestia dentro de ella, también. Y tendré que asesinarla y cortarla en pedazos porque sólo la necesito como estatua. No carne y huesos. Pensamientos y opiniones. Palabras y existencia. Todavía rebuscando en su bolso, camina en mi dirección tan despistada como una presa inocente. Eso es, pequeña musa. Puede que te dé un capricho después de convertirte en estatua. —¡Mia! Sólo está a unos metros de donde yo acecho cuando se detiene y se da la vuelta. Maldigo en voz baja al detectar a las dos últimas personas que necesito en esta situación. El primero no es otro que Killian, el tipo que robó el corazón de mi hermana a pesar de mi rechazo explícito a la maldita relación. El otro es Nikolai, el hermano mayor de Mia, que podría estar dispuesto a rebanarme el pescuezo en cuanto me vea. Ambas presencias innecesarias la alcanzan y tengo que cambiar de posición para ver mejor la situación. 79 Lógicamente, debería irme antes de que esos dos me vean y decidan darme a probar mi propia medicina. Y será mucho peor de lo que podía imaginar, teniendo en cuenta que he invadido su territorio. Los riesgos que estoy dispuesto a correr por el bien de mi musa son irritantemente impresionantes. Les hace una seña que creo que significa: —¿Qué hacen aquí? Puede que haya visto algunos vídeos de lenguaje de señas: ASL, no BSL, ya que hay algunas diferencias significativas. Y con algunas me refiero a docenas de ellas. Fue suficiente para dominarlo. ¿Qué? No es culpa mía que, además de políglota sin esfuerzo, aprenda rápido. —Me llevo a Niko de paseo —responde Killian con una sonrisa fácil. Su primo le da una patada en el pie. —No soy tu perro, hijo de puta. Killian no parece perturbado en lo más mínimo. Probablemente sea el que más se parece a mí de ese montón de tontos. La única diferencia es que yo soy culturalmente superior y tengo una inclinación más prominente por la anarquía. Mientras pienso en la mejor manera de arrojar su cuerpo al mar sin perder definitivamente a mi hermana, ocurre algo que desbarata todo mi proceso de reflexión. Los ojos de Mia centellean y sus labios esbozan una sonrisa genuina y feliz. Es la mirada más salvaje que he visto nunca en su cara. Y, casualmente, todas han ocurrido cerca de los miembros de su familia. Como si fueran los únicos que merecen este lado de ella. —Quería ver cómo estabas —dice Nikolai y le pone una taza en la mano—. Compré tu Frappuccino favorito. Un espresso doble con sirope de caramelo y nata por encima. —Yo, inevitablemente, le ayudé —dice Killian. —No lo hiciste —replica Nikolai. —Mi presencia fue en sí misma una ayuda enorme. Si no hubiera estado allí, te habría echado la cajera, que estaba muerta de miedo por tu sombría e inconscientemente aterradora presencia. Mia hace una seña de agradecimiento y acepta la taza, luego se inclina para un rápido abrazo con su hermano y su primo. 80 Abrazos. Un hábito blasfemo, absolutamente desagradable y sin ningún sentido práctico. No es necesario para el sexo y, cuando se utiliza, puede conducir a un ángulo incómodo. Pero bueno, nunca me ha gustado tocar a la gente cuando no está mi polla de por medio. —¿Quieres comer algo antes de continuar nuestro paseo? —le pregunta Killian. Sacude la cabeza y hace señas de que tiene clase. Nikolai le palmea la cabeza como si aún fuera una niña. —No causes problemas, y si lo haces, por lo que más quieras, cuéntamelo. —Y a mí. —Killian se señala con el pulgar—. Podemos convertir un simple problema en un tornado. Ella señala un “De acuerdo” y finalmente se separan. Por suerte, Killian y Nikolai van en dirección contraria, mientras Mia sigue hacia mí mientras sorbe su bebida. Mete la mano en el bolsillo de su vestido y saca su teléfono, completamente ajena a la trampa en la que se está metiendo. No me hago notar cuando ella está cerca. No. Espero y aguardo el momento oportuno. Una vez que pasa a mi lado, me coloco detrás de ella y le susurro: —Así que sí usas el teléfono y, sin embargo, me has dejado en Visto. ¿Dónde están tus modales, pequeña musa? 81 Mia M i ilusión cuidadosamente construida se rompe en mil pedazos a mi alrededor. Los fragmentos pinchan mi piel con la precisión deliberada de mil cortes. La pajita se me cae de los labios y trago perezosamente el líquido atrapado en mi boca como si fuera veneno. Una parte de mí me insta a huir, a esconderme, a enterrar este episodio en el abismo torturado de mi alma donde residen todas las criaturas jodidas. Y por mucho que me gustaría poner una fachada valiente, reconozco lo cuidadosa que debo ser en su lugar. He sido testigo de primera mano de cómo es estar en medio de la órbita de Landon King, y decir que no sobreviví sería la madre de todas las subestimaciones. Sin embargo, abandono la opción de huir. A la gente como Landon le excita más el acto de perseguir que la finalidad de atrapar. Si huyo, sólo provocaré su lado insaciable y sádico. Así que, en contra de mi buen juicio, reúno lo que me queda de valor y me doy la vuelta. Ni siquiera estoy completamente de cara a él cuando me agarra por los hombros, sus dedos se clavan en la carne antes de empujarme contra la pared. Mi espalda choca contra el ladrillo y me trago un respingo mientras mi Frappuccino se agita y se arremolina, casi pidiendo ayuda en mi nombre. Su cuerpo de mármol se aprieta contra el mío como un crudo recordatorio de la noche anterior. Del terror. 82 La impotencia. La extraña excitación. Todo. Hoy lleva una sudadera con capucha poco habitual y sus ojos están ocultos por unas gafas de sol de aviador que le dan un toque misterioso. —Debería haberlo hecho antes. —Ladea la cabeza, estudiándome como si me viera por primera vez. ¿Por qué lleva esas malditas gafas de sol? Ya es difícil leer sus ojos sin el camuflaje añadido. Busco en los alrededores a alguien que pueda ayudarnos, pero me doy cuenta de que estamos en un pequeño rincón en la esquina en el que la mayoría de la gente ni siquiera repara. Landon me suelta el hombro y me lleva una mano a la cara. Me tenso, mi cuerpo se prepara para luchar, arrancarle los ojos y beberme su cerebro a través de las cuencas si tan solo me golpea. Me acaricia la mejilla y me quedo helada, todos mis pensamientos asesinos se detienen de repente. Se me corta la respiración y se me separan los labios. Eso es lo último que esperaba que hiciera el psicópata. Sus dedos largos y delgados se deslizan desde mi frente hasta mis cejas, pasan por encima de mis pestañas y luego se deslizan por el puente de mi nariz. Mientras lo observo con expresión de estupefacción, su exploración continúa por debajo de los ojos, las mejillas y la mandíbula antes de levantarme la barbilla. Cada brazada deja un fuego ardiente a su paso. No, es una avalancha de cosquilleos, piel de gallina y euforia contenida. Como un ciego que intenta discernir los rasgos de alguien, se demora y acaricia suavemente. Demasiado suavemente, incluso. Mis pensamientos se dispersan cuando desliza sus dedos por mi labio superior, su dedo corazón recorre mi arco de Cupido y luego pasa a mi labio inferior. Esta vez, su pulgar presiona la carne con una firmeza impresionante. Estoy embelesada, absolutamente sorprendida por lo que tengo delante y por los sentimientos que me invaden. Es como si me hubieran transportado a una dimensión diferente donde todo es extraño y el más mínimo contacto provoca una reacción extrema. 83 —Impresionante. —Su voz profunda, el sonido de nanas oscuras, me encadena aún más a las sensaciones ajenas. No soy diferente de una mosca atrapada en la tela de una araña, completamente paralizada mientras la vida es succionada de mis miembros. —Cinco de cinco —susurra con palabras que no tienen por qué ser tan desestabilizadoras—. Como se esperaba de mi pequeña musa. Flexiona la mano en una palma abierta y la desliza por mi garganta. El tacto es íntimamente explorador e impresionantemente estimulante. Sus dedos se aferran a la gargantilla de cuero y la utiliza para estrecharme contra él. Tengo que mantener el Frappuccino a un lado o lo aplastaría entre los dos. Una sonrisa socarrona asoma sus labios pecaminosamente hermosos mientras juguetea con el cuero y sus dedos rozan mi piel como si tuviera todo el derecho a hacerlo. Como si me hubiera reclamado en otra vida y ahora me estuviera recuperando. —Sabía que tenías un lado salvaje. Dímelo. ¿Te apetece que te estrangulen mientras una polla embiste dentro de tu empapado coño? ¿O prefieres que una polla ahogue tu bonita garganta y la llene de semen? Sus crudas palabras, pronunciadas de la manera más sofisticada, me sacan de mi confusión de drogas. Y lo peor es que otra parte de mi cuerpo llora la pérdida de esa bruma. Debe de haber algo raro en mí. ¿Cómo pude quedarme tan quieta cuando me tocó con la sensualidad de un amante? Empujo contra él con la mano libre, la cara calentándose y la mente pensando en mil maldiciones con las que enviarle al más allá. Mis intentos de liberarme sólo consiguen divertirle en exceso. Así que le araño la mano, pero eso no borra la sonrisa provocadora de su rostro. Me suelta, aunque no me devuelve mi espacio. —Vaya, vaya. Se supone que eres un ratoncito inofensivo, pero te estás convirtiendo en un gatito con garras. Qué pequeña tan luchadora. Abrazo el Frappuccino contra mi pecho y señalo: —No soy pequeña, idiota psicópata. Jódete. —Ponerme apodos no evitará que me refiera a ti como pequeña. Y prefiero joderme un agujero en vez de hacerlo yo. Mis labios se separan. No. No pudo haber entendido cada palabra. Es imposible. 84 Este imbécil no puede... —¿Te sorprende que hable ASL? —Sonríe—. Me imaginé que sería mejor que garabatear en tu teléfono cada vez que estás a punto de estallar con maldiciones. Ahora entiendo todas las maldiciones, no sólo las de jódete. —¿Cómo? —señalo, desconcertado. —Resulta que soy un genio. De nada. —No te di las gracias, imbécil. —Lo que deberías haber hecho. Otra vez, ¿dónde están tus modales? —¿Me hablas de modales cuando tienes tendencia a acorralar a la gente como un pervertido? —Prefiero la palabra observador. Hago una mueca, con el pecho a punto de estallarme por la audacia de este maldito hombre. —¿Me acompañas? —pregunta como una especie de caballero medieval que definitivamente no es. Levanto la barbilla. —¿Esperas que diga que sí a eso? —No, por eso lo pedí educadamente. La próxima vez no será tan cortés, así que te sugiero que aceptes la oferta antes de que la quiten de la mesa. —Jódete. —Como ya he dicho, prefiero los agujeros, Mia. Mantén el ritmo. En cualquier caso, nos estamos moviendo a la segunda etapa. —Su voz baja—. Camina conmigo o le preguntaré a Maya en su lugar. Mi columna se sacude. —Ha terminado las clases por hoy y probablemente se esté grabando para las redes sociales en el Pin Café, que resulta ser su lugar de reunión. Supongo que si voy andando, la encontraré en quince minutos. ¿Debería? —Te cortaré la garganta antes de que hables con ella. —Quieres decir, irme con ella. —Basta. Se pone más erguido, devorando el horizonte y mi aire. —Sólo hay una forma de que lo haga y es, como he especificado hace un momento, si vienes conmigo, joder. 85 Cada molécula de mi interior me exige que le dé una patada en la cara y le envíe fragmentos de las gafas de sol a sus malditos ojos. Pero tengo suficiente acceso a la lógica para darme cuenta de que si hago eso, no puedo garantizar la seguridad de Maya. Suele enamorarse de la apariencia de los hombres, y si este bastardo saca la carta del encanto que tan bien maneja, podría convencerla de que nunca tuvo intención de hacer daño a Nikolai. Podría coquetear y seducirla hasta que llegue al punto de la autodestrucción. Porque eso es lo que hace este imbécil. Arruina las cosas y las arruina a conciencia sin darles una oportunidad de supervivencia. Mis dedos aprietan el Frappuccino, la fría condensación no hace nada por aliviar el volcán que bulle en mis venas. —Hagámoslo más tarde —señalo mientras le ofrezco mi peor mirada—. Ahora tengo clase. —La clase puede esperar. —Me agarra el codo, los dedos casi rompen el hueso—. Yo no puedo. Tira de mí con una fuerza que me hace perder el equilibrio. El Frappuccino cae y salpica el suelo, la nata y el café formando una espantosa escena de asesinato. La ominosa imagen persiste en mi cabeza mientras me arrastra tras él con una fuerza cegadora. Intento empujarle la mano, arañarle la piel y causarle dolor, pero, de nuevo, apenas es humano y definitivamente es inhumano, así que los de su tipo no sienten nada. En mis intentos por liberarme, no me doy cuenta de que ya estamos fuera del campus. Landon me ha arrastrado hasta donde estacionó su coche en un lugar apartado a una distancia segura de la universidad. Sé que es su auto, porque lo vi una vez en la mansión de los Élites. Una edición especial, McLaren negro mate con un material de brillo único en el lateral. Parece tan escurridizo como el propio imbécil. Me suelta y se quita la capucha y las gafas de sol. A menudo olvido lo ilegalmente atractivo que es, incluso con ropa informal. Tiene una presencia majestuosa. Cuerpo tonificado, hombros anchos, cintura delgada y la altura adecuada. Todo es perfecto, desde su pelo despeinado hasta la ligera barba incipiente de su fuerte mandíbula. Incluso su única imperfección, el lunar en el rabillo del ojo derecho, aumenta su penetrante encanto. 86 Un amuleto ilusorio que lleva como una máscara permanente. O tal vez no sea tan permanente. Desde luego no perdió el tiempo en venir por mí y mostrar sus verdaderos colores siguiendo mi fabuloso plan de baño de sangre. —¿Por qué me has traído aquí? —digo en señas. —No podía quedarme mucho tiempo en el territorio de los Heathen o algún espía señalaría a tu hermano y a tus primos en mi dirección y habría una carnicería. Para ellos, no para mí. —Deja de hacerte ilusiones. Nunca podrías ganar contra mi hermano, Kill, y Jeremy. —Pero ya lo hice. Incontables veces. Puedo hacerlo de nuevo si necesitas una prueba tangible de que soy más fuerte que todos los Heathens. —Y sin embargo, yo me las arreglé para darte un refrescante baño en sangre de cerdo. —Sonrío dulcemente, igualando su salvaje energía con la mía. —Una sola vez. —Puedo hacer que sean dos si no te alejas de mí y de mi familia. —Tus provocaciones me excitan, así que a menos que estés de humor para ponerte de rodillas y ahogarte con mi polla, te sugeriría que te abstuvieras de hacerlas tan a la ligera. Señala la pequeña tienda de campaña de sus pantalones como prueba fehaciente de sus palabras. Siento como si mis mejillas ardieran en llamas. —Eres un bastardo enfermo. —Todo el mundo me lo dice. No formes parte del rebaño. Es aburrido e inútil. —¿Alguna vez has pensado que hay algo de verdad si todo el mundo sigue diciendo eso? —Definitivamente, no. Todo el mundo tiende a quedarse atascado en un ciclo neurotípico y vacío al que yo, por suerte, no pertenezco. Hago una pausa, mi mente se remonta a las veces que todos esos terapeutas intentaron moldearme para convertirme en una persona normal. Me negué a obedecer. Todavía lo hago. Desprecio a los terapeutas y sus actitudes de santidad. Desprecio cómo me sentía en su presencia: pequeña, anormal y no apta para la sociedad. ¿Es eso posiblemente lo que siente Landon cuando choca con el mundo debido a que está cableado de forma diferente? Me odio a mí misma por pensar en su punto de vista, aunque sea por un momento, y le fulmino con la mirada. 87 —¿Hemos terminado? —Ni mucho menos. Ni siquiera hemos empezado. —Me dijiste que caminara contigo y cumplí mi parte del trato. Así que hemos terminado aquí. —Todavía no. —Abre el auto—. Te voy a llevar a un sitio. —¿Qué te hace pensar que iría a cualquier parte contigo? Parece decepcionado. —Creía que eras más lista que esto. No me hagas darte un ultimátum otra vez. Ya hemos pasado por eso y no te ha ido muy bien. Voy a golpear la cabeza de este bastardo y verlo desangrarse hasta morir. Dejo ese pensamiento para otro día y digo con falsa burla: —Me siento triste por ti. —¿Triste? —Sólo puedes prosperar amenazando y ofreciendo ultimátums. Debe ser muy triste ser tú. —Al contrario, tener el poder sobre la manada es eufórico. —Su sonrisa provocativamente hermosa permanece en su sitio mientras levanta la barbilla—. Sube al auto. —No quiero. —Y me importa una mierda. Debe de ser muy triste ser tú —repite mis palabras con esa maldita sonrisa que tengo ganas de arrancarle de un puñetazo. Me empuja hacia delante con la palma de la mano en el hombro. Me deslizo con un gruñido y un empujón contra él para que retire la mano. La única reacción del psicópata es una sonrisa y un movimiento de cabeza. Es como si yo fuera material de entretenimiento y él estuviera disfrutando cada minuto de presionar mis botones. —¿Adónde vamos? —Pregunto una vez que está al volante. —Pronto lo sabrás. —Enciende el motor y éste gime ruidosamente. Instintivamente me agarro al cinturón de seguridad. ¿Qué? Prefiero los autos tranquilos que no hacen tanto ruido como para despertar a los muertos. Sin embargo, los autos deportivos y el caos le sientan de maravilla a Landon. Mientras el auto rueda por la carretera, su gran mano cae sobre mi muslo pálido, tocando el espacio desnudo entre el dobladillo de mi vestido y mis rodillas. 88 Sus dedos aprietan la carne. —Relájate. Prometo no devorarte. Todavía. Empujo su mano, necesitando deshacerme del repentino ataque de hormigueo y piel de gallina. Ahora que lo pienso, la última vez que me tocó también tuve una sensación parecida. Debe ser una manifestación de mi disgusto. Nada más. —Déjame ir —firmo. —¿Qué fue eso? —Finge inocencia—. ¿Que me acerque? Sé que soy irresistible, pero también estoy conduciendo, así que tienes que guardártelo un poco. Le enseño el dedo corazón, a lo que él se ríe. —Como he dicho, estoy abierto a follar contigo, pero no por el momento. —Lo nuestro nunca sucederá. —Nunca digas nunca. —Me aprieta el muslo con fuerza, como para consolidar sus palabras. Intento quitarle la mano, pero no lo consigo. Es como si estuviera atado a mí por una cuerda invisible. —Hablando de nunca, ¿cómo es que nunca has respondido a mi mensaje o me has seguido en Instagram? ¿Me siguió en Instagram? No me había dado cuenta. Por otra parte, no he estado en el estado de ánimo adecuado desde ayer. También sigo sin dormir porque, aunque Maya me permitió compartir su cama, no pude relajarme lo suficiente como para dormir después de esos malditos mensajes y las imágenes de su mano en mi garganta. —¿Alguna vez has pensado que tal vez, sólo tal vez, no me gustas? —Pequeño detalle que se puede cambiar. —Ni aunque te conviertas en un santo. —¿Por qué iba a hacer algo tan aburrido? Además, puede que engañes a todo el mundo, incluido a ti misma, pero soy muy consciente de que no te van los santos. Ni siquiera un poco. Ni por asomo. Trago saliva. —No sé de qué estás hablando. —Oh, mi pequeña musa. Estamos cortados por el mismo patrón, tú y yo. Bueno, no por el mismo patrón, pero es lo suficientemente parecido. Y si tengo que demostrarlo, que así sea. 89 El auto se detiene y me tenso en el asiento mientras miro el oscuro edificio en medio de la nada. El agarre de Landon en mi muslo me devuelve a él. Una sonrisa aterradora se dibuja en sus labios. —Bienvenida a mi territorio. 90 Mia S upe que estaba en problemas cuando el pretencioso auto de Landon se detuvo ante la casa abandonada, sus puertas se abrieron chirriando para revelar una pesadilla de la que no podía escapar. La piel de gallina y el cosquilleo que me recorren el cuerpo se marchitan lentamente cuando el viejo edificio con aspecto de castillo se materializa ante mí. Parece sacado directamente de una guerra medieval, una guerra que no fue muy bien para quienquiera que protegiera este lugar. Las paredes grises se han vuelto casi verdes por las manchas que ha dejado la naturaleza. Las hojas quebradizas crujen al viento, sus bordes dentados raspan contra las ventanas borrosas como las garras de un animal desesperado. El único elemento nuevo en el entorno inmediato de la propiedad es el enorme portón negro reformado que Landon atraviesa en auto. Aunque el auto se mantiene firme, puedo ver la carretera irregular y llena de baches. Los árboles tienen ramas que parecen la mano huesuda de una bruja o contienen tantas hojas entrelazadas que no se sabe dónde acaba una y empieza la otra. Los macizos de flores se han marchitado hasta su trágica muerte, dejando espantosos esqueletos a su paso. Un hedor lúgubre apesta en cada rincón de esta casa que podría servir de guarida de fantasmas y criaturas paranormales. El auto se detiene lentamente cerca de la puerta principal. Eso, si es que la vieja forma de madera con listones metálicos puede llamarse puerta. —¿Qué te parece? Me sobresalto ante la repentina aparición de Landon cerca de mi oreja. El imbécil se mueve como una serpiente maligna, sin emitir sonido alguno. 91 —¿Qué? ¿La pobre imitación de una casa encantada? —Finjo que no me afecta en absoluto, aunque el estómago se me retuerce en mil nudos. —No hay imitación a la vista. —Su aliento caliente me roza la oreja mientras me agarra el muslo con más fuerza—. Esta es una casa encantada de verdad. Se dice que su anterior propietario se volvió inestable debido a los horrores de la guerra y hechizó el lugar. Desde entonces, los miembros de su familia han tenido muertes trágicas, y cualquiera que entra nunca sale cuerdo de allí. —Eso explica tu personalidad, entonces —señalo con una dulce sonrisa. Se ríe, su pecho retumba contra el costado de mi brazo. Y sin más, el cosquilleo y la piel de gallina resurgen de las cenizas como si nunca hubieran sido sacrificados. —Deja de ser tan caliente. —Me muerde la concha de la oreja. Como hizo anoche. Solo que ahora es más íntimo y provoca una palpitación entre el interior de mis muslos. Mis uñas se clavan en la palma de mi mano, pero no sé cómo reaccionar ante la fuerte reacción física que se está formando en mi interior. Luego, para empeorar las cosas, lame el lugar que ha mordido y tengo que cerrar los labios para no hacer ruido. Tan fácil y rápido como me tocó, me suelta. —Ahora, sal. Sin más, sale del auto, dejándome sumida en un cúmulo de emociones enigmáticas. Tardo unos segundos en recuperar la cordura. Tengo que espabilar. Ya que de todos modos me encuentro en esta situación, podría darle a Landon un poco de su propia medicina para que se arrepienta de haberse metido conmigo. Armado con mi nueva determinación, empujo la puerta y salgo con la barbilla alta y la nariz casi tocando el cielo. El repentino frío hace que se me ponga la piel de gallina, pero en parte tiene que ver con mi compañía de esta noche. Landon me espera con esa sonrisa irritante y divertida brillando en sus azules profundos. El color de un océano enfadado y un cielo de medianoche. El color de mis peores pesadillas también. —No eres una princesa delicada, después de todo. Estoy impresionado. —Impresionarte es el último punto de mi agenda. —Y sin embargo lo haces tan bien, que casi dudo que sea a propósito. Ya sabes, como cuando te colaste en mi fiesta y me sedujiste en el baño. 92 —Eso fue sólo para poder distraerte, y funcionó. —Suspiro, sacudiendo la cabeza—. Hombres. —¿Qué ha sido eso? —Los hombres son tan simples, no importa lo grandiosos que se crean. — Muevo la barbilla en su dirección—. Eres parte del rebaño, señor Soy más inteligente que tú y toda tu estirpe. —Soy más listo que tú y que toda tu estirpe, o no estarías aquí, en la palma de mi mano, exactamente como lo planeé. —No estoy en la palma de la mano de nadie. Y la única razón por la que estoy aquí es porque amenazaste a mi hermana. No te habría dado ni la hora en otras circunstancias. —Pero me estás dando la hora. —De mala gana. —No importa. —¿Mi libre albedrío no importa? —Las excusas que ofreces a tu mente no. No tengo ningún interés en participar en las mentiras que te cuentes para convencer a tu cerebro de que no te atraigo ni remotamente. A diferencia de ti, yo no endulzo la verdad. Se mete la mano en el bolsillo y saca una llave que parece uno de esos hallazgos de tesoros encantados y la utiliza para abrir la puerta. Cruje y chirría como el intento de resurrección de un moribundo. El ruido gráfico me da un tirón en la espalda, pero sigo llevando la máscara de la indiferencia. O eso espero mientras sigo cuidadosamente a la bestia hasta su guarida. El interior no es mejor que el exterior. Nada más entrar, me golpea el olor a humedad del edificio en ruinas. El viento que aúlla entre los árboles suena diez veces más fuerte dentro. Unas sombrías escaleras medievales nos reciben en el centro del vestíbulo. Hay un sofá y unas cuantas sillas que han perdido su color, apareciendo rosa pálido en lugar de lo que supongo que una vez fue naranja brillante. El suelo de madera está desconchado por todas partes, y las pocas piezas intactas parecen más antiguas que la monarquía británica. Cruje cada vez que damos un paso. Mientras yo voy con cuidado, Landon camina con un orgullo totalmente impropio de él. 93 Mi mirada se desvía hacia la puerta abierta de la izquierda, probablemente una cocina o un comedor. Por mucho que busco señales de vida, este lugar parece más muerto que mi voz. Lo mires por donde lo mires, es demasiado cutre, desordenado y decepcionante para encajar con alguien tan elegante y cuidado como Landon. Por mucho que odie a ese idiota, es ilegalmente guapo y tiene el carisma de un modelo con cualquier cosa que se ponga. Incluso antes, con una sudadera con capucha y gafas de sol, muchos le miraban fijamente, cuchicheando entre ellos como si fuera una celebridad. Por supuesto, el cabrón disfrutaba cada segundo de la atención que recibía, a pesar de intentar no entrar en el radar de mi hermano y mis primos. Landon no sólo es un psicópata, sino también un narcisista furioso. Los psicópatas nacen, no se hacen. Me pregunto qué tipo de acervo genético dio lugar a su existencia y por qué resultó así cuando Bran es una de las mejores personas que he conocido. Espera… ¿por qué tengo curiosidad por ese idiota? Me importa un bledo él y su psicología retorcida. —Se dice que la señora de la casa se cayó por estas mismas escaleras y se rompió el cuello. —Sus repentinas palabras calientes en mi oído me hacen estremecer. Me alejo de un salto. —Deja de hacer eso. —¿Hacer qué? —Susurrarme al oído por detrás como un pervertido. —¿Cómo si no voy a hacer que tiembles contra mí? Me encantan tus reacciones inocentes que están en clara contradicción con tu imagen de chica mala. Te advierto que la provocaré siempre que tenga ocasión. A menos que… —se interrumpe y ladea la cabeza—. ¿Te apetece ponerte de rodillas y cerrar esos labios en torno a mi polla? —No. —Vale la pena intentarlo. —Acaba con la distancia que nos separa y me pone una mano en la parte baja de la espalda, cerca del culo, probablemente intentando intimidarme con su presencia física. —¿No puedes decirme que camine sin tocarme? —Pero te sientes tan perfecta en mi mano. Es un desperdicio no tocarte. 94 Sacudo la cabeza y decido dejarlo. Si sigo por ese camino, sólo empeorará, y no es una batalla que merezca la pena. Me pasea por el belicoso vestíbulo como si estuviera enseñando sus posesiones más preciadas. Se detiene junto al sofá rosa pálido. —Aquí es donde se sienta el fantasma. Probablemente nos esté observando mientras hablamos y te esté echando una maldición. —¿Por qué no te la echaría a ti en su lugar? —Quizá ya lo hizo y yo soy un producto de su maldición que tiene la misión de devorarte viva y chuparte hasta dejarte seco. —Ahórratelo. —Le miro de reojo—. No creo en fantasmas. —¿Oh? ¿Por qué no? —Los monstruos reales dan más miedo y son mucho más comunes que las criaturas paranormales invisibles. —Interesante. ¿Es uno de esos monstruos la razón por la que no hablas? Me quedo inmóvil y le lanzo una mirada interrogante. —¿Qué? ¿Pensabas que había planeado tu muerte sin mirar en tu pasado? Frunzo los labios. ¿Qué sabe ese cabrón? No puede haber desenterrado mucho, ya que mis padres son lo bastante poderosos como para sellar esa parte de mi vida. Es un farol. Tiene que serlo. Landon parece completamente ajeno a mi reacción mientras me conduce por un largo pasillo. Lo que antaño debió de parecer un florido papel pintado, ahora no es más que un vinilo beige descolorido. —No es que seas muda, es que eliges no hablar. Creo que mudo selectivo es el término correcto. Si puedes hablar, déjame oír tu voz. Le doy un codazo en el costado, obligándole a aflojar su agarre a mi espalda, y luego señalo: —¿Qué sabes tú de mi vida? ¿Qué te hace pensar que puedo hablar o que quiero hacerlo? Y para que lo sepas, si llego a hablar; lo cual no es posible ni por asomo, por cierto; no dejaré que lo oigas, idiota. —Nunca digas nunca, pequeña musa. —No soy pequeña. Resulta que sólo tengo cinco años menos que tú. —Y tu obsesión conmigo continúa. —Sonríe, pero esta vez no hay diversión. Sólo la cruda sombra de su cálculo—. Dime, ¿cuál fue el incidente que te quitó la voz 95 a los ocho años? Tus padres parecen haberse esforzado mucho en borrarlo de la memoria de todos. Suelto internamente un suspiro. Así que ni siquiera Landon y sus artimañas han conseguido obtener información. Por primera vez, doy gracias por ser una princesa de la mafia y contar con la protección de la Bratva y, sobre todo, de mis padres. —¿Te has preguntado alguna vez si está oculto porque no te incumbe? —Sonrío con la dulzura suficiente para darle a la diabetes una carrera por su dinero. —Puedo conseguir esa información de todos modos, aunque tarde un poco más de lo que me gustaría. Así que, ¿qué tal si me lo dices tú misma ahora y nos ahorras tiempo y esfuerzo a los dos? —Me gustaría verte intentarlo. Su sonrisa se convierte en una de proporciones demoníacas. Es como si hubiera provocado su lado decadente que se excita con la mención de un desafío. Como dijo Bran. Me empuja de nuevo hacia delante hasta que llegamos a otra puerta destartalada que abre de un empujón y me empuja dentro. Me detengo cerca de la entrada y mis ojos se adaptan a la oscuridad de la habitación. Me doy cuenta de que es un estudio. Las paredes están adornadas con estatuas a medio terminar, algunas de ellas cubiertas por sábanas blancas. En el centro, hay una silla y una estación de trabajo con equipos metódicamente alineados en filas perfectamente horizontales. Unas puertas dobles de cristal dejan entrever un balcón en el lado opuesto que parece espeluznante. Aun así, esta habitación es, con diferencia, la más limpia y nueva de la casa. Las vidrieras están teñidas con pinturas eclesiásticas de algunos tipos que probablemente son importantes, pero no puedo nombrarlos para salvar mi vida. Las luces de colores proyectan un resplandor de arco iris sobre las estatuas inacabadas y desfiguradas. Algunas tienen cara y a otras les faltan rasgos o incluso un cuerpo entero. Otras son sólo torsos sin rostro. —Creía que tenías un estudio en la mansión de los Élites protegido con llave. —Tómatelo con calma en tu obsesión conmigo. Se me calienta la cara, pero firmo: —Sólo lo descubrí en mis intentos de sabotearte. —Una obsesión sigue siendo una obsesión, no importa la razón. El hecho de que te esfuerces por encontrar una excusa es suficiente indicio de la profundidad de tu bonita obsesión. Para responder a tu pregunta, este es mi segundo estudio de arte, el tercero si contamos el de la uni, pero ese es sólo para exposición ya que se comparte con otros estudiantes. 96 —¿Y éste? —Hago una seña y me vuelvo hacia las miserables estatuas. No sé por qué me da pena que las hayan abandonado. —Esta es para las asignaturas aburridas que no pasaron el corte. Tengo una teoría que quiero probar. Me vuelvo hacia él con mirada interrogante, pero mis entrañas se anudan instantáneamente en un espeso pavor cuando mis ojos se cruzan con los suyos. La energía oscura se arremolina en sus profundidades, prometiendo un sabor tanto de peligro como de arrepentimiento. —Párate aquí para mí y quédate quieta. Como anoche. —¿Por qué haría eso? —Por la misma razón por la que viniste aquí conmigo. Para proteger a tu preciosa familia. Gruño y él se limita a sonreír, luego me acaricia la cabeza como si fuera una mascota. —Pórtate bien y no tomaremos medidas drásticas. Se acerca a una estatua a medio hacer y acaricia la parte inacabada con dedos cuidadosos, como si no quisiera herir los sentimientos de una estatua literal. Pero, ¿por qué siento que, si tuviera la oportunidad, Landon no dudaría en borrar esa estatua como si nunca hubiera existido? Tras una cuidadosa inspección, lo levanta sin esfuerzo. O más bien, lo hace parecer fácil. Puedo ver sus bíceps flexionándose como una traducción de su poder de aplastamiento. Landon puede parecer delgado y definitivamente tiene menos músculos que, por ejemplo, Nikolai o Jeremy, pero sigue siendo fuerte. Deposita la estatua sobre lo que parece un saco de arena y se sienta en la silla de enfrente. Me lanza una mirada, me lanza un guiño coqueto y luego saca un cigarrillo y se lo desliza hasta la comisura de los labios. Mientras lo enciende, toma una de las innumerables herramientas y se la pasa de una mano a otra como probando su peso. La devuelve a su sitio y toma otra que me parece exactamente igual, la vuelve a lanzar entre sus manos, luego aspira el humo y suelta una pesada nube en el aire. Nunca me ha gustado el olor de los cigarrillos ni de los fumadores en general, pero Landon hace que parezca más excitante de lo que debería. Es la actitud displicente y la confianza de un dios que gotea de cada uno de sus movimientos. 97 Con el cigarrillo colgando de los labios, vuelve a acariciar la estatua, que noto que tiene unos pechos generosos. Recorre con los dedos la inclinación y luego da un golpecito en el pezón. Dos veces. Mi cuerpo arde con un fuego abrasador desconocido. Su mano se desliza hasta su garganta y noto la gargantilla apretándose alrededor de mi propio cuello como si fueran sus dedos. ¿Qué demonios…? Sus ojos me miran y me quedo quieta, asustada incluso de respirar bien. Lo último que necesito es que Landon piense que le encuentro atractivo en algún sentido. Ya es demasiado engreído. —Ya está. Eres una buena musa. —Su mano sigue acariciando y manoseando la estatua como si fuera su amante. —Lo hago por necesidad. —¿Esas palabras van dirigidas a mí o a ti misma? Sonríe y, sin esperar mi respuesta, se pone manos a la obra. Sus dedos dan forma, lenta pero segura, a una parte de la cabeza de la estatua. Me llama la atención su expresión cuando crea. Una marcada diferencia con su cara habitualmente burlona. Aunque el sadismo sigue presente, también hay algo diferente. Nunca he visto sus ojos tan claros y comprometidos. A menudo están medio aburridos, como si el mundo no tuviera sentido para su alma inmoral. Ahora, sin embargo, está tan metido en su tarea que no creo que se dé cuenta de cómo toma sin problemas las herramientas o enciende un cigarrillo tras otro. Al cabo de una hora, me canso de estar de pie e intento sentarme. —No. —Sacude la cabeza, aunque no me ha mirado ni una vez desde que empezó—. No lo arruines. —Estoy cansada —le digo por señas, pero sigue sin mirarme. Así que chasqueo los dedos. Nada. —Tomemos un descanso. ¿Tienes algo de beber? —le pregunto, pero su mente parece estar ocupada concentrándose en sus dedos y en el objeto inmóvil que tiene delante—. Voy a descansar un rato. —Empiezo a sentarme, pero él se levanta bruscamente, haciéndome parar en seco. Ahora me está mirando, pero desearía que no lo hiciera. Sus azules oscuros no son diferentes de un océano tormentoso que está a punto de tragarme en sus profundidades. 98 —Dije que no lo arruinaras, ¿no? —No eres tú el que está de pie. Es cansado y aburrido —señalo con menos valentía de lo habitual. —Ven aquí. —¿Por qué? —señalo con cautela. —Dijiste que estabas cansada, así que lo arreglaremos. él. No me muevo de mi sitio. Prefiero quedarme de pie otra hora que acercarme a —No me hagas ir a buscarte, Mia. Es la primera vez que dice mi nombre, y suena como un gruñido profundo. Lentamente, me dirijo hacia él, asegurándome que le arrancaré los ojos si me hace daño. También puedo romperle la polla, por el bien de la humanidad. Una vez junto a la estatua, Landon tira de mí hacia él tan bruscamente que doy un grito ahogado. El sonido resuena a nuestro alrededor mientras él tira de mí hacia abajo para que me quede a horcajadas con la espalda pegada a su pecho. Me retuerzo al sentir el duro músculo debajo de mí. Nunca me había acostumbrado a estar tan cerca del sexo opuesto. Mis encuentros anteriores dejaron algo que desear y la sensación inquebrantable de que eran chicos. Landon, sin embargo, es todo un hombre. No se trata de la edad, sino de la elegancia con la que se comporta. Es la forma en que me toca como si fuera su derecho de nacimiento. —No te muevas —me susurra al oído, poniéndome la piel de gallina—. No me culpes por lo que pase si lo haces. Su brazo serpentea alrededor de mi cintura y su palma acaricia el pecho de la estatua, acariciando con los dedos el pezón. Me estremezco y me maldigo. —¿Por qué sigues haciendo eso? voz? —Shh, ni una palabra. —Guiña un ojo—. ¿A menos que quieras dejarme oír tu Le muestro el dedo corazón. —Es la última vez que me das la lata. Hazlo de nuevo y tomaré el asunto en mis propias manos. Literalmente. 99 Enciende un cigarrillo y me echa el humo a la cara como un idiota. Poco después, su atención se posa en la estatua inmóvil. Me daría pena si fuera una persona de verdad, pero es mejor que se centre en su arte y no en mí. Pero con la maldita postura, me veo obligada a respirarlo, el olor a hombre y a colonia embriagadora. Tan cerca, no puedo evitar darme cuenta de lo bien construidos que están su rostro y su físico. Podría decirse que tan perfectos como sus queridas estatuas. Lástima que también sea tan frío como ellas. Unos veinte minutos después, empiezo a inquietarme. Es imposible permanecer demasiado tiempo en una posición. A menos que esté jugando al ajedrez, y ese no es el caso ahora. No ayuda que me sienta inexplicablemente atraída por Landon y que siga diciéndome a mí misma que aún no me he vuelto loca. —Deja de moverte a menos que estés tratando de montarme la pierna. En ese caso, hazlo. —Te joderé la pierna en el infierno, imbécil —señalo. —Me parece bien, pequeña musa. —¿Por qué sigues llamándome así? —¿Qué? —pregunta sin mirarme. —Musa. ¿Por qué soy tu musa? —Imagínalo. —Es una sola palabra, pero la dice con tanta despreocupación, como si no significara nada en su plan de destrucción del día. Levanto la mano, pero él me lanza una mirada, para sugerirme que deje de hablar, sin duda. Siento la tentación de arrancarle sus preciosos ojos. Intento quedarme quieta y sacar el móvil por casualidad. Landon no parece darse cuenta, o probablemente sí, pero no le importa. Mis intentos de aliviar el creciente dolor entre las piernas están al borde del fracaso con cada roce de su brazo contra mi costado. El abanico de su aliento contra mi mejilla. Inhalo profundamente, busco el número de Bran y encuentro su mensaje de anoche, que no estaba en condiciones de leer y mucho menos de responder. Brandon: ¿Has llegado bien a casa? Estoy aquí para ayudarte si tu hermano te causa problemas. Mia: ¡Hola! Perdón por la respuesta tardía. Sí, llegué bien a casa, y no te preocupes por Niko. Sé cómo manejarlo. 100 Su respuesta es inmediata. Brandon: Es bueno saberlo. Me preocupaba que te hubiera pasado algo. Algo pasó, y ahora estoy pagando el precio en los brazos de Landon. Mia: Hola, Bran. Sé que siempre me has dicho que debería alejarme de Landon (no es que me esté acercando a él ni nada por el estilo). ¿Tienes algún consejo sobre cómo alejarme de su radar? Brandon: El paso más importante es no entrar nunca en su radar. Una vez que estás ahí, es imposible quitártelo de encima a menos que él decida voluntariamente dar marcha atrás. ¿Te está molestando? Más bien me está chupando la vida. Estoy a punto de decirle a Bran que no se preocupe para no abrir una brecha entre él y su gemelo, pero me arrebata el teléfono de entre los dedos. Miro fijamente la cara de disgusto de Landon e instintivamente aspiro. El cabrón tiene el misterioso poder de hacer que la gente se sienta incómoda con una sola mirada. —Mantén tu atención en mí cuando te sientes en mi regazo. Siento que el calor me sube por el cuello, pero levanto la barbilla. —Lo habría hecho si no me hubieras aburrido hasta las lágrimas. —Y aun así puedo sentirte goteando en mis pantalones. Mi mente se queda en blanco. ¿La excitación anterior se transformó de algún modo en algo físico? No, no puede ser posible. Landon sólo intenta meterse en mi cabeza. Si le dejo, me tragará entera y no dejará más que huesos esparcidos. —Eso no es cierto —firmo. Se quita metódicamente el cigarrillo de la boca y lo apaga en un cenicero improvisado de arcilla. Luego toma una toallita húmeda y se limpia las dos manos, envolviéndome en un abrazo accidental. Lo hace una vez. Dos veces. Después de la tercera vez, coloca la toallita usada encima de los cigarrillos asesinados que abarrotan el cenicero. 101 El brazo que serpentea alrededor de mi espalda me agarra por la cintura, con sus fuertes dedos clavándose en la carne. Su otra mano se desliza por mi vestido antes de recogérmelo, utilizando un dedo cada vez como si estuviera desenvolviendo un regalo. Los latidos de mi corazón se disparan y la piel de gallina cubre otras partes de mi piel. La visión de sus manos más grandes y venosas; por supuesto, el idiota posee unas manos dignas de porno; sobre mi carne más pálida me deja sin aliento. A diferencia de antes, su mano no se detiene en mi muslo, sino que sube y sube, dejando un aluvión de cosquillas a su paso. Una parte de mí sabe que tengo que parar esto. Tomarle la mano y darle una patada en los huevos por atreverse a tocarme tan íntimamente. Pero la otra parte está encantada. Completa y totalmente encantada del monstruo que está provocando estas emociones en mí. Esa parte quiere ver adónde va esto y hasta dónde caeré. Qué difícil será. Lo más cerca que he estado de esto fue con Brian, del instituto. Era simpático y me convencí a mí misma de que me gustaba, pero en cuanto me tocó, me di cuenta de lo mucho que me había engañado a mí misma haciéndome creer que quería algo que no quería. El breve encuentro me pareció exploratorio, inocente y suave. Y fue entonces cuando descubrí que esos no eran mis sabores. En cambio, Landon no tiene nada de inocente. Su toque es reivindicativo, salvaje y no negociable. Estoy literalmente siendo sujetada por una bestia que no sabría lo que es explorar o suave, incluso si le golpea en la cara. Y mi cuerpo está reaccionando a ello. Maldita sea, yo y mi cerebro dañado. —Estás temblando. —Me entierra la nariz en el pelo y las cintas, aspirándome mientras continúa su camino—. ¿Temblarás también mientras cabalgas mi polla? ¿O cuando ensucie estos muslos suaves con mi semen? La temperatura sube a tres dígitos tan rápido que me tenso. Me agarro a su hombro para apartarlo, pero acabo clavándole los dedos en el bíceps mientras él desliza el dedo corazón contra mis pliegues por encima de las bragas. —Tan húmedo y palpitante, mi pequeña musa. —Su dedo acaricia de nuevo, esta vez encontrando mi clítoris. 102 No sé si es por todo el tiempo que llevo sentada en su regazo o por el hecho de que su tacto ha despertado un lado de mí que no reconozco, pero un sonido de necesidad sale de mi garganta. —Impaciente, también. —Me toquetea el coño sobre las bragas mojadas—. Tu coño está tan contento de encontrarse con mis dedos, está empapado por mi tacto. Noto cómo se filtra la humedad mientras me rodea el clítoris y, justo cuando me dejo llevar por la sensación, me vuelve a dar una bofetada en el coño. Un grito ahogado resuena en el aire, pero se interrumpe cuando me aparta las bragas y me mete dos dedos a la vez. La intrusión hace que me tiemblen tanto las piernas que me caería si no fuera por su brazo de acero que me rodea la cintura. Entra y sale varias veces con un ritmo calculado. —Qué desordenado. Vamos a tener que estirar este apretado coño un poco más para que esté listo para mi polla. No respondo. Lo único que puedo hacer es aferrarme a él mientras me mete los dedos en tijera. Y entonces inclina el muslo y presiona mi clítoris hambriento con el pulgar. Una descarga eléctrica recorre mis miembros. Se me doblan los dedos de los pies y mi cuerpo sufre espasmos en una serie de reacciones involuntarias. Es tan repentino y potente que me desconecto momentáneamente de mi mundo físico. Al bajar de la euforia, mis miembros están entumecidos, pero Landon aún tiene sus dedos dentro de mí. Me suelta de la cintura y tira de una de mis cintas azules, obligándome a mirarle a la cara. No quiero ni pensar en el aspecto de mi cara en este momento. Sólo quiero salir corriendo y esconderme de las intensas emociones que acabo de experimentar. Landon, sin embargo, no parece tener el mismo plan. Me lame el rabillo del ojo por donde se escapó la humedad involuntaria y sonríe. —Ahora, volverás a romperte en mis dedos mientras me miras. El sabor amargo del pánico me llena la garganta. Qué demonios acabo de dejarle hacer? Espera. ¿Acaso se lo permití? No dijiste que no, idiota. Ni siquiera lo empujaste. Así que lo hago. Con toda la fuerza que tengo, le doy un puñetazo en el pecho tan fuerte que la silla cruje debajo de él. Después de desenredarme de su agarre, hago lo que debería haber hecho cuando vi a Landon hoy por primera vez. 103 Corro. Su risa resuena detrás de mí como una promesa oscura y siniestra. 104 Landon —¿M perdidas. e estás echando de mi propia casa? —exclama Remi como el rey del drama que es. Se rumorea que se cayó de cabeza cuando era un bebé y que nunca recuperó las neuronas Es caótico, y no en el buen sentido, lleno de anarquía. Es más bien una caricatura que sólo tiene la necesidad de follar y servir de alivio cómico al grupo. Es un buen apoyo en ciertas situaciones, pero éste definitivamente no pertenece a la lista. Él, Bran y yo estamos en el salón, donde esperan el partido del día y un esperado encuentro de la primera división. Mi hermano ocupa el sofá, vestido con los colores del Chelsea y un pañuelo a juego. Los miembros de nuestra familia son tradicionalmente gunners, y mi padre solía jugar en el Arsenal hace mucho tiempo, pero Bran eligió animar a un club rival. De todas las cosas importantes por las que podía elegir rebelarse, acabó con una tan pésima. Y papá elige estar ligeramente ofendido, como si todo esto significara una mierda. Estoy seguro de que Empresas King posee acciones en ambos clubes. —¡No puedes hacer eso! —Remi salta de su silla y me señala con el dedo, a pesar de que dejé el tema tranquilamente. —¿Qué pasa con todas las fiestas que haces en la mansión? —pregunta Bran como si fuera mi guardián designado. Resulta que soy quince minutos mayor que él y debería asumir ese papel si existiera, muchas gracias. —¡Esto es una completa basura! —Remi echa la cabeza dramáticamente hacia atrás—. ¡Apóyame en esto, Bran! Tenemos que impedir que este señor ocupe nuestro espacio todo el tiempo. 105 Bran, que definitivamente no es tan odioso como Remi, se limita a asentir. Por desgracia para mi amigo de la infancia, le falta su otro aliado. Una cierta presencia irritante que todos los demás llaman Eli. Hoy no está, probablemente se ha ido a hacer la vida imposible a otras personas. Por eso he elegido este momento perfecto para celebrar este tipo de reunión. Si estuviera aquí, el estado de las cosas sería accidentado e innecesariamente agotador. —¡Dame una reacción mejor que esa, Bran! —grita Remi con su voz dolida y exagerada que pide a gritos que le corten las cuerdas vocales. Parece que esta noche, en realidad no tienen planes, excepto para ser un dolor en el culo. —Estés de acuerdo o no —le digo—. Si decido hacer una fiesta, la haré y punto, así que será mejor que se vayan y corten por lo sano. Están invitados si quieren unirse al caos. —No, gracias. —Remi me lanza una mirada de disgusto—. Me vuelvo invisible para las damas siempre que estás cerca. —No estés celoso de mi encanto, Rems. —Me acerco a él y le agarro por el hombro—. Para compensarte, puedo meterte en un jacuzzi con un sabor de tu tipo. Levanta una ceja. —¿Cuántas? —¿Cuántas quieres? —Tres. —Estarán allí. —¿Entonces desaparecerás para que no se lancen sobre tu polla en su lugar? —Por supuesto. ¿Para qué están los hermanos? —Tienes un trato, Lan. —Me da la mano. —¿En serio? —pregunta Bran—. Estabas quejándote de que siempre ocupa nuestro espacio, Remi. —Acabo de recordar que sus fiestas son divertidas. Mi señoría inhala diversión. —Por eso su señoría es tan buena persona —digo con cara seria, a pesar de que internamente me da vergüenza que se llame así a sí mismo. Mamá también tiene un título aristocrático, pero no me ves exhibiéndolo y llamándome lord para que me oiga todo el mundo. Pero no me privaría de usarlo como reclamo ante las personas adecuadas. 106 En cualquier caso, la misión está cumplida. Habrá otra fiesta sin sentido, donde podré invitar a la escoria de la escoria y coronarme como su líder. Es uno de mis innumerables intentos de no quedarme atascado en la cabeza más tiempo del absolutamente necesario. Es bueno para el arte, pero suele ser una mala noticia para los demás. Especialmente para aquellos que serán el blanco de mi anarquía y su círculo más cercano. Últimamente ha sido una Barbie rubia gótica que, inexplicablemente, es la única musa que he tenido. Lleva intentando evitarme desde que me destrozó los dedos hace una semana, pero sé cómo sacar a un ratón de su escondite. Estoy a punto de volver arriba, sin preocuparme realmente por el fútbol, cuando Bran me alcanza y me agarra del brazo. Miro fijamente su mano y luego su cara. —¿Tienes algo en mente, hermanito? —Mia. Finjo que no me afecta y reprimo el instinto de entrecerrarle los ojos. Sé que tiene cierta amistad con mi hermano. Eso no me molestaba especialmente antes y no debería cambiar ahora si soy lógico. Pero, por alguna razón, no me gusta. boca. —¿Quién es? —pregunto mientras me doy golpecitos con un dedo índice en la —Sabes exactamente quién es, teniendo en cuenta que has ido tras ella. —¿Te dijo eso? —No necesito que me diga nada. Te conozco de toda la vida y sé reconocer cuando te traes algo entre manos, lo que, por desgracia, últimamente ocurre con más frecuencia de la deseada. —Suelta un largo suspiro frustrado—. ¿No le has hecho ya suficiente daño a su hermano? —Ahora no es su hermano, ¿verdad? —No, pero te matará si descubre que estás apuntando a su hermana. —No antes de que lo mate. —Le acaricio la cabeza—. No te preocupes por mí, hermanito. —Eso es lo último que se me pasa por la cabeza —murmura, con el rostro más duro de lo habitual. Hmm. ¿Realmente se preocupa por Mia? ¿Quizás en ese sentido? Lástima que estuviera empapada para mí y no para ti, Bran. —¡Sorpresa! 107 Tres chicas con el cabello de distintos colores -rubia, blanca y castaña- entran por la puerta principal cargadas con lo que parecen cajas de comida para llevar. Ava, la que ha anunciado la insoportable sorpresa, sonríe mientras vuelca sobre la mesita el brazado de lo que supongo que es comida india, a juzgar por el olor. Es rubia, ruidosa y apenas tiene noción del espacio personal. En resumen, una versión suavizada de Remi, pero con diecinueve años. La de cabello blanco, Cecily, es más bien la gallina madre del grupo, un puesto por el que ha luchado Bran. Pero teniendo en cuenta lo reprimido que es mi hermano, le daría la corona cualquier día. Mientras que Ava es demasiado ruidosa para el gusto de cualquiera, Cecily es de voz suave y le gusta mimar a todos los que la rodean. Coloca con cuidado el contenido que lleva en los brazos sobre la mesa y nos saluda con la cabeza. La tercera chica abandona unas bebidas junto a toda la comida india y camina en dirección a Bran y a mí. Su cabello castaño con reflejos rubios naturales le cae hasta media cintura. Glyndon es la única de nuestra familia que tiene algo del glorioso cabello rubio de vikingo de papá, como lo llama mamá. Es cuatro años más joven que yo y le gusta fingir que apenas existo. Ella abraza a Bran y él la rodea con sus brazos en una dulce, sensiblera y absolutamente innecesaria muestra de afecto. No entiendo por qué las personas neurotípicas ansían tanto la validación y consideran vital mostrar cariño y amor. No es que no puedan sobrevivir sin esas tediosas emociones. —Qué agradable sorpresa —dice cuando se separan—. ¿Por qué no me dijiste que venías? —Ava dijo que necesitaba confirmar algo primero. Como que tenía que asegurarse de que Eli no estaba dentro del perímetro antes de decidir si venía o no. No preguntes cómo lo sé. En primer lugar, a estas alturas dista mucho de ser un secreto: hasta el jardinero y su familia probablemente sepan de sus extraños juegos preliminares. Dos, resulta que tengo la vida y los secretos de todo el mundo en la palma de la mano por si pudiera utilizarlos en el futuro. Glyn me saluda con la cabeza como si fuéramos colegas en un bufete de abogados engreídos. —Lan. 108 Asiento con la misma energía. —Princesita. Como papá llama princesa a mamá, Glyn ha asumido el título de “princesita”. Mi hermana se pone rígida, probablemente pensando que estoy tramando algo malo, incluyendo, entre otras cosas, erradicar a su novio de la faz de la tierra. Me río y le alboroto el cabello. —Relájate. Estás demasiado tensa. Bran niega con la cabeza, más con resignación que otra cosa, pero Glyn suelta un suspiro. Le gusta fingir que su novio desquiciado es diferente de mí sólo porque se enamoró de él con más fuerza que una polilla a una llama. Pero bueno. Le causé una pequeña molestia. Quiero decir que nunca le mostré afecto como hace Bran, sino que preferí vigilarla. Uno de nosotros tenía que ser el símbolo de la austeridad, y Bran definitivamente no puede ser severo para salvar su vida. Además, nunca necesitó eso de mí, y prefiero no fingir cuando se trata de mi familia. Es agotador y ya me siento bastante vacío con el resto del mundo, y desde luego ellos no pertenecen a la misma categoría que mi familia. —¿Cómo que no hay fish and chips? —le pregunta Remi a Ava, y luego le da un codazo—. ¿Acaso eres británica? Saca al impostor que llevas dentro. —Las trajiste la otra vez. Queríamos cambiar. Además, ¡la comida india es deliciosa! —Ella le empuja—. Y deja de pincharme. —Deberías sentirte honrada de que mi señoría te toque siquiera, campesina. —Te voy a arrancar la cabeza de un mordisco. —Me gustaría verte intentarlo. Camino hacia ellos y saludo con la cabeza a Cecily, que está sacando las cajas de comida para llevar. Ella asiente y se concentra en su tarea. Antes estaba enamorada de mí, como todas los que han tenido el honor de conocerme. Bueno, enamorada no, pero sí muy enamorada de mi inconmensurable encanto, pero, como toda chica con cerebro, pronto se dio cuenta de que no tengo nada dentro de mí que pueda alcanzar. No es ningún secreto que soy un ente vacío de anarquía y destrucción. Un recipiente de tendencias violentas y genio artístico poco característicos. De hecho, cuando esos rasgos de personalidad desaparecen, no soy más que aire inodoro. Es parte de la razón por la que he hecho del caos el propósito de mi existencia. Sin eso, soy un vacío sin fin. 109 No me hago ilusiones sobre esos hechos. Algunas chicas -incluida la vieja Cecily- sí lo hacen. Les gusta pensar que pueden arreglarme, y yo les dejo mantener la ilusión mientras las rompo en pedazos irreparables. ¿Qué? Soy un hombre sin ataduras al que le gusta la aventura de nuevos agujeros. No es mi culpa que piensen en nombres de bebé después de que las folle hasta el olvido. Sin embargo, no me tiré a Cecily. Lo contemplé una vez, pero luego pensé en su súper estricto padre, el tío Xander, que me descuartizaría y se bebería mi sangre como sopa del día si alguna vez me acercaba a su preciosa princesa. Y aunque poseo la brújula moral de un tiburón, no me gusta agitar las aguas demasiado cerca de casa. Mis padres son amigos de los de Ava, Cecily y Remi desde mucho antes de que nos concibieran, y supongo que no sería práctico que nos persiguieran con un palo de golf durante las cenas familiares. Aunque eso no significa que no pueda meterme con ellas. Manteniendo a Bran y Glyn en mi visión periférica mientras se ponen al día en su lamentable relación, me apoyo en una columna y sonrío a Ava. Hace una pausa en su infantil toma y daca con Remi y me mira con los ojos entrecerrados. —¿Y qué quieres? —Resopla—. ¿Vas a quejarte también del pescado y las patatas fritas? —No. No podría importarme menos qué tipo de comida consumo. —Al fin y al cabo, su único propósito es que la máquina siga y siga y siga, joder. Hasta que inevitablemente me caiga, claro. —¿Entonces por qué sonríes como un aspirante a Satán? —pregunta Ava, completamente ajena a Remi, que ya está hurgando en la comida, a pesar de haber empezado a dramatizar al respecto hace dos segundos. —Me has herido. Pensé que Satanás quería ser yo. Pone los ojos en blanco y se cruza de brazos; las largas mangas de sirena de su camisola rosa son todo un personaje en sí mismas. —Viniste porque pensabas que Eli no estaba aquí, ¿no? Su expresión de regodeo vacila. —¿Qué Eli? No podría importarme menos su presencia o la falta de ella. —En ese caso, estarías bien sabiendo que vuelve a casa en unos.... —Me entretengo y miro mi reloj, que vale más que una docena de sus tacones Louboutin— . Quince minutos. Su cara palidece y se aclara la garganta. 110 —Te estás tirando un farol sólo para joderme. —¿Lo estoy? —Agarro mi teléfono y envío un mensaje rápido a mi primo. Landon: Ava está aquí con comida deliciosa. Qué rico. No defrauda y su respuesta llega en cuestión de segundos. Eli: Estaré allí en quince minutos. Será mejor que hagas que la tierra se trague tu forma hedonista antes de que yo llegue. Toco el último texto para que se difumine el fondo y se lo enseño a Ava. Ella traga saliva y entrecierra los ojos. —¿Le dijiste que estaba aquí? —¿Qué te hace pensar eso? —¿Estás siendo un idiota, tal vez? —¿Es otra palabra para Cupido? Gruñe como un animal acorralado y yo sonrío, pensando en cómo seguir jugando con ellas antes de que él llegue. Eso si Ava no huye o desaparece como un fantasma ya que resulta que es una cobarde. Hablando de cobardes, vuelvo a revisar algunos de los mensajes que le envié a Mia durante la semana pasada y que tuvo la osadía de dejar en leídos. Si no tuvieras tanta prisa, te habría llevado en cuanto hubiera terminado de lamer tu sabor de mis dedos. Nunca pensé en el coño como una comida de cinco estrellas, pero estoy cambiando rápidamente de opinión. Envíame un mensaje cuando hayas terminado de enterrar la cabeza en la arena. Si yo fuera tú, me ahorraría el problema. No funcionará. Si dejas de huir, podríamos repetirlo y te dejaré chupármela. Tengo curiosidad. ¿Sueles poner esa expresión cuando te corres? Si no contestas, podría rastrear a tus examantes y confirmar una teoría. ¿Te interesa saber cuál es? Aparentemente no, porque te gustan estos extraños preliminares difíciles de conseguir. Seguro que ya te habrás dado cuenta de que no soy precisamente normal y estas tácticas no funcionan conmigo. La paciencia no es mi fuerte, pequeña musa. No me hagas ir detrás de ti. Ese fue mi último mensaje y corrió la misma suerte que sus predecesores. Mia aún no lo sabe, pero está jugando a un juego peligroso. Cuanto más me tienta, más drástica es la reacción. 111 Ignorando el caos desenfrenado que me rodea, abro mi aplicación de Instagram. Su perfil aparece en mi pantalla de inicio antes incluso de que intente buscar su nombre. Normalmente, son las travesuras de Remi las que me saludan primero. Parece que mi algoritmo me ha encontrado una nueva fuente de entretenimiento. También podría tener que ver con el hecho de que he estado comprobando sus redes sociales como un acosador experimentado. Satan. La imagen que aparece en el feed es un carrusel titulado They Call Me Baby La primera la muestra mirando hacia abajo, con la máscara de puntos amarillos de su hermano. El look queda realzado por su vestido negro de tul, sus botas con cadenas deslizadas como serpientes y su cabello rubio platino sujeto con coletas de cintas. En la segunda foto, no lleva máscara y apoya un codo en el hombro desnudo y tatuado de Nikolai mientras ambos miran a la cámara. La tercera la incluye a ella y a su llamativa hermana gemela, que parece seducir a la cámara mientras Mia hace signos de paz desde un lateral. La cuarta es de los tres, las dos niñas colgadas de los brazos de Nikolai. En el quinto, le da un cabezazo a Nikolai y a Killian y se ríe. Gareth aparece al fondo, con la cabeza echada hacia atrás entre risas. La imagen está borrosa y parece haber sido tomada por capricho, probablemente por Maya. Me acerco a la llamada bebé Satán, estudiando su libre expresión. Nunca la he visto reír, ni siquiera durante mis limitadas sesiones de acecho. Me pregunto cómo sonará cuando se ría. Jadea y gime abrumada por el placer. Mis dedos se crispan al recordar su acogedor coño tragándome entero. Supongo que hay otros sonidos que puede hacer, y los sacaré uno a uno. Parece que Eli y Ava están a salvo por hoy porque prefiero un objetivo mucho mejor para mi dosis de caos. 112 Mia M i miedo a la oscuridad es una historia de oportunidades perdidas y de una vida diferente cuyo desarrollo final nunca conoceré. Sabe a amargura y a emociones huecas. Apesta a orina, vómito y la promesa de una muerte horrible. A pesar de tener una personalidad decidida y sin pelos en la lengua, me aterroriza la muerte. Para mí, la muerte es la mirada del monstruo cuando me silenció para siempre. La muerte es vivir en la oscuridad por toda la eternidad. Me he aferrado a la vida con las uñas rotas y una esperanza desesperada y agrietada, sólo para asegurarme de que sigo viva. Y sin embargo, cada noche, cuando estoy sola en mi habitación, el rancio aliento de la muerte me raspa la nuca para anunciarme la presencia del monstruo. Sus gemidos y gruñidos resuenan en la esquina como un animal atrapado que espera a que vaya al baño para tenderme una emboscada. Por eso no me gusta estar sola mucho tiempo. Pero hay un problema. No soy precisamente una persona sociable. No me excita la vida nocturna ni las multitudes borrachas que sólo “salen a divertirse”. Nunca salgo a divertirme. Suelo salir para sobrevivir. Por eso visito a mi hermano y a mis primos, salgo con ellos o me aferro a la pobre Maya como una molesta segunda piel. Hoy he hecho todo lo anterior, pero nada de ello ha conseguido alejar la oscuridad de la noche ni asustar al monstruo para que volviera a su horrible cueva. Acabé realizando mil rutinas sólo para poder dormirme tranquilamente. 113 Empecé meditando y dándome un baño de pies para favorecer la circulación sanguínea, luego jugué al ajedrez en línea y terminé mi proyecto escolar. Es la una de la madrugada y no hay señales de somnolencia. No es que mi método sea a prueba de balas, pero sólo puedo esperar que, cuando me duerma, no tenga una pesadilla con su horrible cara. Me tumbo boca arriba y miro las estrellas artificiales que adornan el techo. Se verían mejor a oscuras, pero prefiero encerrarme en un manicomio a apagar las luces por la noche. Mis opciones son dar vueltas en la cama toda la noche o volver a arruinar el sueño reparador de Maya. Pero teniendo en cuenta que he estado exagerando la semana pasada, opto por lo primero. Mi dedo se posa sobre el número de mamá, pero luego me lo pienso mejor y niego con la cabeza. Sigue preguntándome por la verdadera razón por la que llamé la última vez y si hay algo que pueda hacer para ayudar. Si lo vuelvo a hacer, papá definitivamente volará aquí para enviar mi trasero de vuelta a Nueva York. Así que abro Instagram y compruebo los comentarios de mi último post. la.maya.sokolov: Slay, reina. killian.carson: Se muestran genes superiores. gareth-carson: Estoy aquí para Kill y Niko haciendo el ridículo. nikolai_sokolov: El tipo asustadizo de la foto que parece dispuesto a partir cuellos soy yo. Piénsatelo antes de tocar a mis hermanitas. Sonrío para mis adentros. Es extra como el infierno y lo peor es que él no cree que lo es. También veo comentarios de Bran y de mi reciente amigo de los Élites, Remi. A pesar de ser un payaso certificado, es divertido hablar con él. Ayuda el hecho de que todo lo convierte en un chiste. lord-remington-astor: Hermosa dama con una personalidad aún más hermosa. Brandon-King: Hermoso. Me gusta el comentario de Bran y le doy al iconito de su perfil. Se me revuelve el estómago a intervalos incómodos cuando veo la última foto que ha colgado Bran con el título Chelsea, ¿alguien quiere? Es una foto de grupo en la mansión de los Élites, donde parece que están viendo el fútbol europeo y disfrutando de algo de comida. Reconozco las caras 114 conocidas, a saber, Glyn, la novia de Killian, Cecily, a quien conocí una vez cuando Maya se ponía irracional, y, por supuesto, Bran y Remi. No me suena la chica rubia que mira con el ceño fruncido su comida mientras un tipo alto, moreno y guapo está a su lado, sonriendo a la cámara. La razón de que mi estómago haga de las suyas no es otra que Landon, que agarra a Remi por el hombro y le señala el televisor. Amplío la imagen para verlo mejor. Se está riendo, casi igualando el entusiasmo de Remi. Casi. Porque mientras Remi parece genuinamente emocionado, Landon se limita a imitarle. He visto a Killian hacer eso a menudo en el pasado, especialmente cuando era más joven. Como las emociones no le salen de dentro, ha perfeccionado el arte de emular a los que le rodean, es decir, Gareth y Nikolai. Landon es igual. Tal vez tenga que ver con el hecho de que crecí en presencia de alguien con un comportamiento antisocial, pero puedo ver el espectáculo que está montando con tanta claridad. También podría tener que ver con el hecho de que no he sido capaz de purgar al idiota de mis pensamientos desde que atravesó mis paredes y tocó una parte de mí que ha estado dormida. No sé qué se apoderó de mí aquel día. La culpa la tiene el ambiente gótico y encantado del estudio de arte dedicado a las imperfecciones. Pero, sobre todo, culpo al propio hombre. El enigma absoluto de un hombre que se limita a proyectar una imagen sobre el mundo, y ellos se lo tragan todo. Tiene sentido que se considere un dios arrogante. Si pueden amarlo por una personalidad que creó específicamente para ellos, ¿por qué no iba a volverse engreído y orgulloso? El imbécil probablemente piensa en su existencia como un regalo para los humanos. Hago clic en las etiquetas y luego voy a su perfil. landon-king. En realidad tiene más de un millón de seguidores. Vaya. En parte se debe a su floreciente carrera artística, y en parte a que es una de esas personas molestas que gozan de popularidad sin esfuerzo. Sus fotos son una traducción de su estatus de niño rico elegante/artista genio. Algunas están tomadas en fiestas, otras son con lo que supongo que son miembros de su familia. Tiene una foto en la que besa a una estatua en la boca. 115 Jesús. El hombre es una causa perdida. Y, sin embargo, no puedo evitar mirar su expresión, la euforia en sus ojos místicos, como si pudiera insuflar un alma en la fría piedra. Lo cual es irónico, ya que obviamente carece de alma. Tiene fotos con lo que parecen ser artistas de renombre mundial, profesores, mentores, empresarios y la mitad de la aristocracia británica. Es como si tuviera cien horas al día. El diablo trabaja rápido, pero Landon King trabaja más rápido. Me desplazo hasta la parte superior de su perfil y leo el pie de foto. Landon King. El príncipe azul del que tu nana te contaba cuentos de hadas. Más bien el monstruo. Me pregunto si siempre ha tenido el control de la imagen que proyecta al mundo y qué le incitó a inventar esta imagen. Si nació así, como mi primo, entonces tiene que haber algún tipo de proceso que le haya llevado hasta donde está. No es que me interese su historia. No me interesa. Estoy a punto de hacer clic en el enlace a su sitio web, pero accidentalmente le sigo de nuevo. Mierda. Me incorporo de un salto y dejo de seguirle, esperando que no se dé cuenta. Por otra parte, una cuenta como la suya debe recibir miles de notificaciones, así que probablemente no preste atención. Con un suspiro, me dejo caer sobre la cama y salgo de Instagram. Mi teléfono recibe un mensaje y me quedo sin aliento. Señor del Diablo: ¿Jugando duro para conseguirlo? ¿Qué demonios hace despierto tan tarde? Pero los monstruos no duermen. Lo que es peor es que realmente se dio cuenta. Mis mejillas se calientan y maldigo internamente. Se acabó mi intento de escapar de esta vergonzosa situación. Mi teléfono vuelve a encenderse. Señor del Diablo: Haces un acosador lindo. Pierdo el agarre del teléfono y me cae en la cara. Me duele la frente y la nariz y gimo. No puedo creer que me esté reprendiendo nada menos que Landon. 116 Cuando vuelvo a mirar el móvil, ya hay otro mensaje suyo. Señor del Diablo: Acosadora es una descripción mejor y más decadente que cobarde. Mia: ¿A quién llamas cobarde? Señor del Diablo: Vaya, hola. Creía que mis textos estaban escritos con tinta invisible. Señor del Diablo: Pero divago. Es bueno saber que sigues despierta. He planeado una cosita. Mia: No voy a ninguna parte contigo. Señor del Diablo: No hay necesidad. Entrecierro los ojos. Sorprendentemente no me amenaza con mi hermana ni me da ultimátums, y aunque eso debería ser una buena noticia, en realidad no lo es. De mis desafortunadas interacciones con él, he llegado a la conclusión de que es de los que hacen todo lo posible por conseguir lo que quieren, contra viento y marea. Así que el hecho de que se rindiera tan fácilmente es, como poco, sospechoso. Sigo mirando la pantalla, esperando que me bombardee con otra serie de mensajes, pero no llega ninguno. Tal vez su cuerpo finalmente se rindió a su malvado cerebro y se quedó dormido o... Las luces se apagan. Los latidos de mi corazón se disparan y agarro con fuerza mi teléfono mientras estudio mi entorno. Todo lo que encuentro es negro y más negro. La oscuridad se extiende a mi alrededor, cubriéndome con una capa de la pegajosa piel escamosa del monstruo. No. No... Esto no puede estar pasando. ¿Por qué se apagarían las luces? ¿No me digas que el monstruo por fin ha venido por mí...? Quiero mover la pierna. Mi mejor opción es correr a la habitación de Maya, pero no puedo ni ponerme de pie. El terror tiene diferentes matices. El mío siempre se ha manifestado congelándome por completo. 117 Quizá no quiera salir de la habitación, porque antes iría a ver a Maya. Una parte de mí se niega con vehemencia a involucrar a mi hermana en esto. ¿Y si esta vez la ataca y la deja marcada de por vida como a mí? No. Lo mataría antes de que la toque, o moriría en el intento. Aun así, no puedo moverme. Así que cierro los ojos. Si finjo no ver nada, tal vez esto pase. Como las miles de pesadillas a las que he sobrevivido en la última década. Su aliento reverbera en los rincones de la habitación y me rodea el cuello con una soga invisible. Mis dedos aprietan el teléfono. No puedo llamar a la policía, porque esto no es real. Y no puedo llamar a mamá, papá o Niko, porque pareceré la versión desquiciada y paranoica de mí misma y serán ellos los que me encierren en un manicomio. Dejo caer el teléfono a un lado de la cama para no caer en la tentación y me llevo las rodillas al pecho, luego escondo la cara entre los brazos cruzados. Esto no es real. Es sólo mi mente jugándome trucos. Recito mientras las lágrimas me escuecen en las comisuras de los ojos y el sudor me cubre la frente y el labio superior. Todo mi cuerpo tiembla bajo la presión de mis propios pensamientos. Mi mente elige este momento para sintonizar con recuerdos que he intentado borrar, en vano. Estoy atrapada en un pequeño lugar oscuro y húmedo. La sangre gotea por las grietas como una canción inquietante, y unos ojos vacíos me miran todo el tiempo. Una voz distorsionada me susurra al oído: —Esto no ha terminado. Aún puedo sentir su aliento rancio contra mi nuca, mi hombro y mis orejas. Como una nana mortal, sigue susurrando esas palabras una y otra vez. Y otra vez... —Te advertí claramente que mantuvieras las ventanas cerradas, ¿no? Las sobrecogedoras emociones del terror se marchitan lentamente en coloridos estallidos de... ¿confusión? ¿Emoción? ¿Las dos cosas? Levanto lentamente la cabeza y miro fijamente a la figura oscura que se yergue junto a mi cama como el Lobo Feroz. Es un monstruo, desde luego, pero está lejos de ser el terror de mi vida. La cara de Landon apenas se ve entre las sombras, pero sé que es él. 118 El nuevo monstruo que no me deja en paz. —Aunque quizá lo hiciste a propósito porque querías que me metiera dentro. —Me pasa los dedos por el cabello y tira de la única cinta que llevo por la noche, luego la utiliza para limpiarme debajo de los ojos—. ¿Son lágrimas, musa? Aparto su mano de un manotazo, avergonzada por mi debilidad y por el hecho de que nada menos que Landon esté siendo testigo de ella. —¿Es eso un reto? —Me agarra ambas muñecas con una de sus manos—. Porque me encantan. No sé qué se apodera de mí. Tal vez todavía estoy en un alto de las emociones que he experimentado hace un momento o siempre quise dar a este imbécil un sabor real de mi temperamento. Le doy la patada más fuerte que puedo. Apunto a su polla, pero creo que sólo le doy en el muslo. Se echa hacia atrás, pero no me suelta las muñecas. Tiro de él y lo empujo con la pierna, pero es como si los asegurara en piedra. —Bueno, bueno, parece que me conseguí una luchadora. Me encanta cuando pelean. —Su divertida voz está impregnada de un sutil sadismo mientras me empuja hacia el colchón. Mi espalda rebota, pero antes de que pueda incorporarme de nuevo, está sobre mí. Landon me golpea las muñecas contra la almohada por encima de la cabeza, asegurándomelas con la mano. Sus rodillas se apoyan a ambos lados de mi estómago, inmovilizándome. —Ya está, mucho mejor. —Se cierne sobre mí como un rey tirano que espera que se cumplan todas sus exigencias. Le gruño y me contorsiono. Me duelen las muñecas de tanto intentar zafarme de su agarre. —Es totalmente inútil luchar contra mí, así que ¿qué tal si te relajas y disfrutas del proceso? Sigo dando patadas en el aire e intento golpearle la espalda o cualquier sitio donde le duela. Mucho. —Pero me diste un puñetazo después de que te hiciera correrte. ¿Te excita la violencia? Mis mejillas se calientan y lo miro con desprecio. —Tomaré eso como un sí. —Puedo oír la sonrisa en su voz—. ¿Qué soy sino un buen deportista? Dejaré que luches conmigo antes de que me devuelvas el favor del orgasmo. 119 En cuanto me suelta las muñecas, le doy un cabezazo y un puñetazo en el pecho, y luego una patada, no sé dónde, pero me siento genial. Esta vez es él quien cae sobre el colchón, y yo me monto en su duro cuerpo y le doy puñetazos en el hombro, en la clavícula, en cualquier parte que alcancen mis manos. Jódete, jódete, jódete. Canto en mi cabeza mientras descargo toda la frustración, el miedo y las emociones completamente desquiciadas sobre él. No es hasta que estoy parcialmente agotada cuando me doy cuenta de que ni siquiera ha intentado detenerme o devolverme el golpe. Así que le dirijo el puño a la cara. Esta vez, él lo agarra en el aire y hace una mueca. —La cara no. Son bienes inmuebles que valen más que tú reencarnada cien veces. De repente, nos da la vuelta para que yo esté debajo de él y él encima de mí. Lo hace sin esfuerzo, como si se burlara de mi entusiasmo anterior y de la efímera sensación de victoria que experimenté. —Ahora que ya te has quitado de encima tu manía violenta... —Se desliza hasta que sus rodillas están a ambos lados de mi cabeza y se desabrocha el cinturón—. Es hora de mi perversión. Mis ojos se amplían cuando saca su dura polla, que parece enorme a pesar de la falta de luz. Por alguna razón, siento un cosquilleo en el interior de los muslos. —Tu lucha es tan excitante. —Desliza sus dedos desde mi frente por la mejilla y luego hasta mi boca antes de tirar de mi labio inferior—. Como era de esperar de mi pequeña musa. Me agarro a su muslo por encima de los pantalones bajados, apretándome el pecho, como siempre que me llama así. Su musa. ¿Por qué? ¿Por qué me eligió como su musa? ¿Es esta mi maldición? —¿Qué significa esto? ¿Otra vez haciéndote la dura? —Me rodea la garganta con los dedos y aprieta—. Los dos sabemos que me deseas. Te estremeces ante la perspectiva de chuparme la polla. En el fondo, estás suplicando por toda la leche que derramaré por tu garganta. Clavo las uñas en su muslo y niego con la cabeza. Me niego a pensar que me atrae en absoluto este enigma de hombre al que apenas conozco. 120 Un hombre que sólo me ha atormentado. Pero entonces me doy cuenta. La razón por la que mis bragas están resbaladizas de excitación incluso mientras me asfixia. Estoy en la oscuridad más absoluta y no pienso en el monstruo. Estoy rodeada de negro y, sin embargo, no temo por mi vida. Nunca me había sentido así, ni siquiera cuando invadí la habitación de Maya y la abracé hasta dormir. —Sólo para tu información, tengo chicas cayendo de culo sobre las tetas y rogando ahogarse en mi polla como profesionales experimentadas. No me interesan tus reticencias. —Su voz se vuelve más grave, más amenazadora. —Y, sin embargo, estás aquí en vez de ir con esas chicas. —Hago señas, sin estar segura de que vea mucho en la oscuridad. Pero aunque no lo vea, debe sentirlo por el apretón que le doy en el muslo. No soy la segunda o tercera opción de nadie. Soy la primera. La única. —Touché. —Me aprieta la garganta una última vez antes de soltarme—. ¿Qué tal si nos haces un favor a los dos y abres esos labios? No lo hago. En vez de eso, envuelvo su polla con mis manos. Y sí, necesito las dos para poder tomarlo entero. Tras dos sacudidas, me la meto lentamente en la boca. Me dejo llevar por mi instinto, no tengo ni idea de lo que estoy haciendo. Nunca me ha atraído la perspectiva de chupar pollas, pero quiero darle la sensación que me dio aquel día. Espero que esté tan confundido y alucinado como yo. Espero que piense en mí durante los próximos días. Paso la lengua y le doy tímidos lametones. Sabe igual que huele, como a peligro y fantasías prohibidas. Gime, el sonido es sexualmente crudo. Aprieto los muslos como si sus cuerdas vocales vibraran contra mi parte más íntima. Landon es la única persona que conozco que rezuma una energía erótica tan poderosa sin ni siquiera intentarlo. —Sabía que eras una criatura de la oscuridad. —Desliza sus dedos por mi cabello—. Igual que yo. No me parezco en nada a él. 121 —Pero basta de juegos preliminares. —Tira de la cinta y me suelta el cabello para sujetármelo sin piedad—. Se trata de mi perversión, después de todo. Me mantiene la cabeza en su sitio y me penetra hasta el fondo. Es repentino y brutalmente hipnotizante. Todo en Landon es encantadoramente oscuro y apasionante. Su ritmo aumenta hasta que apenas puedo seguirlo. Lo único que puedo hacer es dejarme llevar y sentir su fuerza salvaje. Soy como una muñeca, un objeto que utiliza para excitarse sin importarle si me hace daño o no. Y por alguna razón demente, estoy completamente cautivada. —Tu boca está hecha para ser follada. —Me la mete hasta el fondo y me dan arcadas. Se me llenan los ojos de lágrimas y jadeo, luchando por un aire inexistente. ¿Eso detiene a Landon? ¿Lo disuade? Ni siquiera un poco. Ni siquiera cerca. En todo caso, va más fuerte, más rápido, como si estuviera en lo más alto y yo fuera un mero recipiente para llevarlo allí. Cuando creo que me voy a desmayar, lo saca. Sus sádicos ojos permanecen clavados en los míos mientras aspiro el aire que tanto necesito en mis hambrientos pulmones. Apenas pasan unos segundos cuando me agarra la barbilla y me la vuelve a meter. —Eso es. Ahógate con mi polla. Muéstrame cuánto te gusta esto. Su agarre del cabello me produce punzadas de dolor en el cráneo. Por no hablar del manoseo que debería revolverme hasta la médula, y sin embargo mi clítoris palpita y mis bragas están empapadas. Si pudiera tocarme un segundo... Mis pensamientos se detienen cuando me empuja con una intensidad sin precedentes. Me agarro a sus muslos con todas mis fuerzas mientras él -no hay otra expresión para describirlo- me utiliza para correrse. Es rápido, feroz y completamente despiadado. Nunca me había excitado tanto en toda mi vida. Finalmente, desliza su polla fuera de mi boca dolorida y siento un líquido caliente en la cara. ¿Este idiota acaba de correrse en mi cara? Todavía estoy aturdida por la follada en la garganta y deliro con mi propia excitación, así que mi reacción es tardía y todo lo que puedo hacer es mirar. 122 Landon me unta la cara con su semen y me lo masajea en los labios antes de susurrarme: —Mi propia obra de arte. Parpadeo, incapaz de creer lo que tengo delante. Parece eufórico, pero también tiene un peligroso fruncimiento de labios. —No deberías haber captado mi interés. Ahora tendré que tragarte viva, pequeña musa. 123 Landon T engo noventa y nueve problemas, pero la popularidad no es uno de ellos. Debido a mi personalidad encantadora, mi aspecto apetitoso y mis dotes de genio, resulta que atraigo muchas miradas. Pero no toda la atención es buena. Como señala mi vicepresidenta de los Élites. Nila. Y por vicepresidenta me refiero a la que cumple mis órdenes. Sólo le di un título para poder manipularla al máximo. Como todos los demás miembros, su papel es ser utilizada como un peón obediente. Es bajita, golpea más con las palabras que con los puños y le gusta creer que tiene un puesto en mi pequeña lista de prodigios. No me malinterpretes. Nila fue probablemente un buen polvo, por lo que recuerdo que sucedió, aunque han pasado unos cuantos años, y ella es la única a la que he follado más de una vez -como una vez y media porque no pude molestarme en terminar la segunda vez-. Pero eso es todo. Está de pie a la entrada del estudio de arte de mi universidad, con una camisola que sólo se sujeta con un endeble hilo alrededor del cuello. Su cabello castaño le cae hasta los hombros desnudos y le gusta consumir chicle más que aire. No hay nada que me apetezca más que arrojarla a ella y a sus hábitos baratos a la parte más sucia del Támesis. Sin embargo, está transmitiendo información importante y me conviene escucharla. La brillante idea del Támesis tiene que ser lamentablemente pospuesta. Abandono la pieza de arcilla en la que he estado trabajando, apago el cigarrillo en el cenicero y me apoyo en la pared frente a ella. 124 —¿Qué decías? Y que sea rápido, porque mi tolerancia con la gente en mi espacio está por debajo de cero. Mueve sus pestañas postizas. —¿Incluyéndome a mí? —Especialmente tú. Mueve los labios en un mohín inmaduro, pero se recupera rápidamente. —Así que sí. Al parecer, has enojado a la gente equivocada. Los Heathen y Serpents están, contrariamente a tus planes, hablando juntos y posiblemente conspirando contra ti. —Más diversión. ¿A quién le importa? —No lo sé. ¿El resto de nosotros que quedaremos atrapados en las secuelas? No somos mafiosos entrenados como esos tipos. —Te apuntaste a esto sabiendo perfectamente la posibilidad de convertirte en un daño colateral. —Entonces... ¿nos dejarás valernos por nosotros mismos? —Por el amor de Dios. —Saco otro cigarrillo y lo enciendo—. No son niños, la última vez que lo comprobé. Además, si hay algo importante, interferiré y evitaré que afecte al grupo. Si he de ser sincero, no me importa, pero atacar al club es una amenaza directa para mí, y no es una agenda que yo apoye. —Rory dijo que no estás prestando mucha atención al club. Rory, el segundo de a bordo con Nila, y alguien a quien sólo di el puesto de covicepresidente porque se le puede moldear como la arcilla, ha empezado a pensar que puede tener sus propias opiniones. No aprecio eso en mi dominio, y sin duda tendré que cortarlo de raíz antes de que se convierta en un problema peor. —Dile a Rory que todo está bajo control. Estoy seguro de que me ayudarás a convencerlo, Nila. Sabes que eres la única en quien confío. No pienso ni una sola palabra de lo que he dicho, pero soy lo bastante convincente como para que me recompensen con los ojos de corazón de Nila. —¡Por supuesto! —Se acerca a mí con una mirada sensual en su cara y me pone una mano en el pecho—. Ahora que nos hemos quitado eso de encima... Miro fijamente sus ojos verde barro, tan grandes y apagados y terriblemente aburridos. Los únicos ojos que me gustaría que me devolvieran la mirada son los de un azul empolvado y una inocencia empañada. 125 Mia me echó de su habitación anoche después de hacer señas que si volvía a cortarle la luz, me rebanaría el cuello mientras dormía. Desde entonces, he estado en el estudio de la uni por la única razón de que era el más cercano. Cada vez que toco a Mia, me invade una explosión de energía creativa. Es extraño, poderoso y, para mi consternación, inexplicable. No piso territorio desconocido. Y cuando lo hago, es sólo después de haber estudiado todas las variables. Eso no parece posible con cierta rubia que está desordenando mis pautas, mis hábitos y, lo que es más importante, mi equilibrio. No importa que haya pasado toda la noche aquí. Esa energía empezó a decaer poco después de dejar a Mia. Tiene que haber una forma de contener esta energía. Cuando me corría en su carita, pensé que la única solución sería encerrarla, pero es una amenaza y me cortaría las pelotas en cuanto pudiera. Ahora bien, hay otra opción que no me interesa especialmente, pero podría ser la única sobre la mesa. —Hoy estás guapísimo. —La molesta voz de Nila me saca de mi ensoñación. mano. —Cada día estoy más guapo. —Le agarro la muñeca con dos dedos y le tiro la Tocar es una de las cosas más repugnantes que ha inventado el ser humano. Yo lo tolero por necesidad y sólo lo hago cuando está implicada mi polla. —Ahora vete. —La empujo en dirección a la puerta. —Pero... —No te voy a follar, Nila. Búscate otra polla. Aunque no será tan satisfactoria como la mía, estoy seguro de que sobrevivirás al bajón. —Eres un idiota. —Estar obsesionada con mi polla no te pondrá en su lista de diez personas favoritas. Afortunadamente, no le excitan los agujeros desesperados. —Le cierro la puerta del estudio en las narices y tomo nota para pedirle al conserje que no le vuelva a dar las llaves. Aunque eso sería hablarle a la polla que ella obviamente sedujo y no será una tarea fácil. Los hombres, por regla general, se guían por sus partes inferiores, y aunque pertenezco al género oprobioso, no comparto sus instintos animales descerebrados. Follar, como todo en la vida, es un juego de poder. Un medio para tomar lo que quiero y largarme. 126 Como anoche. Entonces, ¿por qué querías quedarte después, Lan?, susurra la voz dentro de mi cabeza que creí haber asesinado por sus blasfemas sugerencias. Para obtener más de mi musa, respondo de nuevo, en mi cabeza, por supuesto, porque no soy un lunático. Lo siento. No tienes eso, así que no sabes lo que significa. Haz una fiesta de lástima para ti y no me invites. Eso lo calla. Bien. Espero que se atragante hasta morir con la estupidez sentimental que lleva como un amuleto. Estoy a punto de salir del estudio para ejecutar mi próximo plan diabólico que puede o no incluir a cierta Barbie gótica cuando mi teléfono vibra sobre la mesa de trabajo. No voy a ganar el premio al Hijo del Año, pero no suelo ignorar las llamadas de mamá. Descuelgo la videollamada con una sonrisa. —Buenos días a la reina más bella. Mamá se ríe, con un rostro radiante. Bran y yo heredamos la forma de sus ojos, mientras que Glyn tiene su estructura facial. Astrid C. King, según la firma de sus cuadros, es la razón de que los tres tengamos genes artísticos, aunque yo tengo los más fuertes, mezclados con una pizca de caos. Enseguida entrecierra los ojos. algo? —¿Por qué me untas con mantequilla a primera hora de la mañana? ¿Me ocultas —¿Sólo el hecho de que eres la mejor madre del mundo, tal vez? Se ríe de nuevo. Es fácil tratar con mis padres porque doy rienda suelta al chico que llevo dentro, que los aprecia de verdad. Sin embargo, mamá es un poco mejor que papá. Él, por alguna razón, todavía me guarda rencor porque empujé a Bran y llamé innecesaria a Glyn cuando éramos niños. Así que opté por fingir que los quiero a muerte y eso parece funcionar de maravilla. —Basta, en serio. —Se tranquiliza—. Hace tiempo que no hablamos. 127 —Un tiempo siendo dos días. —Todavía demasiado. Los tres están viviendo lejos de casa y los echo de menos. —Nosotros también te echamos de menos, pero Bran y yo llevamos ya más de cinco años fuera de casa. —Sigue sin ser fácil. —Suspira con suficiente dramatismo para rivalizar con actores de telenovela. Y mi madre ni siquiera es del tipo dramático. —Nunca estuvimos destinados a quedarnos —digo mientras miro fijamente mi colección de estatuas de arcilla que yacen a mi alrededor como marionetas fantasmales. —Clava más el cuchillo, ¿quieres? —No me atrevería a acuchillar a mi propia madre. —Sonrío—. Te visitaré pronto. Ese es literalmente todo el punto detrás de su terrible acto. Como era de esperar, su expresión se ilumina. —Trae a Bran y Glyn. Kill también. —Sólo si Killian consigue que lo corten en pedazos y lo metan en un congelador. —¡Landon! —Jadea, sus ojos castigándome hasta el domingo. —¿Qué? No es ningún secreto que no me gusta el idiota. —Tu hermana lo ama. —Una razón más para que no me guste. A menudo tiene un gusto terrible. Como aquella vez que pintó toda mi estatua. Mamá hace un gesto de dolor. —La gente expresa sus habilidades artísticas de forma diferente. —Y algunos lo reprimen hasta la muerte, como tu querido Bran. Su ceño se frunce y sus labios se entreabren un poco. Así que sabe que sus ridículos intentos de pintar la naturaleza son un camuflaje. Parece que está más en sintonía con nosotros de lo que pensaba. Interesante, y no por las razones correctas. Necesito ser más escurridizo para que no vea lo que hay dentro de mí y decida que no pertenezco a sus pequeños prodigios de minion. 128 —Bran es... —Se interrumpe y se seca el sudor del labio superior—. Diferente. Sólo necesita tiempo. Cuando esté listo, todo saldrá bien. —Tiene sentido que alucines, pero tú ni siquiera te crees lo que dices. Te sugiero que practiques tus dotes de actriz frente al espejo antes de abordar el tema con él. —No me hables en ese tono, Lan. —Pretende ser severa cuando no puede hacerlo para salvar su vida. Mamá es todo amor, paz y un millón de eslóganes coloridos e inútiles que giran en torno a la armonía. Desde que éramos pequeños, ha intentado crear una familia perfecta, en la que todos nos lleváramos bien y nadie molestara a nadie. El resultado de ese esfuerzo es, obviamente, la fluida relación entre Bran y Glyn. ¿Yo, sin embargo? Me gusta más pinchar que respirar. No puedo sobrevivir un día sin molestar a alguien y hacerle cuestionarse toda su endeble existencia. Mis hermanos y padres no están excluidos. ¿Qué? No es culpa mía que les guste ser una reencarnación barata de la señorita Avestruz. No me gusta que entierren emociones, se repriman o actúen como algo que no son. Así que los empujo aquí y les doy un trozo de realidad allí. Me odian por ello, excepto mi madre, que todavía tolera mis travesuras, pero aun así necesitan la llamada de atención. Acepto las gracias en forma de amor duro, muchas gracias. —Sólo ofrezco un consejo inocente, mamá. —Sonrío a la pantalla—. Tengo que reunirme con un profesor. Saluda a papá y a todos. —Lo haré. No causes problemas, Lan. —Nunca. Más bien lo haré. Yo no causo problemas; los problemas me los causan a mí. En ese sentido, termino otra exitosa llamada telefónica con mi madre. Cuando era más joven, no me daba cuenta de que dejar salir la verdadera naturaleza de uno era tabú y podía calificarse de suicidio social. Sobre todo cuando está llena de estupideces antisociales. Y aunque yo estaba completamente bien siendo mi hermoso y destructivo yo, pronto me di cuenta de que yo era la razón de la angustia de mi madre y del caso de confusión épica de mi padre. Intentó controlarme mostrándose severo, pero fracasó estrepitosamente y le salió el tiro por la culata. Luego intentó convertirse en mi amigo, y eso no hizo más 129 que darle por el culo, porque pensé que me estaba dando luz verde para utilizarle. Al final, se quedó sin soluciones prácticas para lidiar conmigo. Como último recurso, cuando tenía diez años y casi quemo mi colegio, mis padres me llevaron a profesionales. El grupo de pretenciosos psiquiatras y psicoterapeutas me enchufó cables en la cabeza y me hizo preguntas tontas. Mis respuestas a esas preguntas me llevaron al diagnóstico de trastorno antisocial, y un escáner cerebral demostró que el mío no estaba conectado como los demás. Recuerdo perfectamente la expresión pétrea de mis padres. No lo demostraban abiertamente, pero me di cuenta de que la noticia les había disgustado más de lo que cabría esperar. Después me llevaban a tomar un helado y me trataban igual. Seguían considerándome su hijo, a pesar de que me sentía alienado. Tenía unos doce años cuando me di cuenta de que la casa estaba hecha un desastre debido a mi actitud de joder al mundo. No podía dejar que ese estado se pudriera, ¿verdad? Así que desde entonces llevo una máscara. Seguí la terapia inútil y fingí que podía arreglarme. Me convencí a mí mismo, mientras intentaba no atragantarme, de que todo lo que necesitaba era paz, amor y familia. También fue entonces cuando me di cuenta de que a la gente, incluida tu propia familia, no le gustas por lo que eres. Todo depende de cómo les hagas sentir. Desde que empecé a llevar la máscara de las normas sociales, las pocas arrugas que añadía a los rostros de mis padres se han atenuado un poco y, en cierto modo, soy su favorito, cuando Bran no está canalizando al santo que cree que le acecha por dentro. Mis hermanos, sin embargo, no recibieron la versión misericordiosa de mi transformación de otro mundo. No me gusta que hagan el ridículo, y podría haber tomado medidas drásticas para asegurarme de que no actúan como idiotas. ¿Qué? Refleja mal mi imagen prístina. Salgo del estudio de arte y, aunque estoy más privado de sueño que una prostituta experimentada, saludo a mis colegas, comento sus atroces ropas atrevidas y charlo con mis profesores actuales y anteriores, que me adorarían si fundara una secta. Todas las interacciones sociales son un esfuerzo, dolorosamente vacías, y tienen la importancia de una servilleta usada. Y, sin embargo, soy un excelente conversador y el santo mesías de encantar a los demás. 130 Todo se reduce a llevar la máscara adecuada en la situación adecuada y con las personas adecuadas. Sin embargo, me sigue aburriendo soberanamente. Las personas como concepto sólo tienen un mérito: la capacidad de ser utilizadas. Aparte de eso, son una especie descerebrada y podrida a la que me gusta fingir que no pertenezco. Por último, dejo la farsa de fingir que me importa una mierda su fangirling y fanboying. Me tomo un café en la cafetería más cercana, asegurándome de decirle a la dueña que se parece a la princesa Diana el día de su boda. Una completa tontería que ella se traga sin dudar. Luego consumo mi café espresso de tres tiros de una sola vez y echo la taza en la papelera. Mi cerebro se reinicia a toda velocidad, listo para lo que le dé. Sí, sé que demasiada cafeína no es saludable, pero no estoy por debajo de usar muletas cuando necesito un impulso extra. Ya sean cigarrillos, café o sexo. Me deslizo en mi McLaren y compruebo mi teléfono. Anoche, cuando me fui, le envié a Mia un mensaje de buenas noches. Landon: Mi polla está encantada de conocer tu húmeda boquita y no puede esperar a conocer tu coño después de que mis dedos hicieran una convincente recomendación. Landon: Oh, y buenas noches. Que tengas un sueño erótico conmigo arando en tu agujerito apretado. Como era de esperar, no respondió en ese momento. Ahora, sin embargo, encuentro un mensaje suyo. Lo ha enviado hace unos quince minutos, mientras yo interpretaba a la perfección mi papel de príncipe azul. Mia: Oh, sí que soñé contigo. Estabas colgado de un árbol por las pelotas y te cortaba la polla a tijeretazos *emoji de tijera* Yo que tú tendría cuidado. Mis sueños suelen hacerse realidad. Echo la cabeza hacia atrás con una carcajada genuina. Esta chica es, a todas luces, lo más entretenido desde jugar al ajedrez con Eli o el tío Aiden. Tal vez incluso más. Landon: El punto es que todavía soñabas conmigo. Tanto te gusto, ¿eh? Su respuesta es inmediata. Algo raro. 131 Estoy rompiendo ese muro, ladrillo a ladrillo. Una vez que termine, mi musa será completamente mía. Mía para poseer. Mía para usar. Mía para destruir. Mia: Ha llamado la policía delirante. Estás bajo arresto por difundir noticias falsas. Por si no ha quedado claro, eres la última persona en la tierra que me gustaría. Landon: Y sin embargo, te ahogaste en mi polla como una buena chica. Los puntos aparecen y desaparecen, pero su respuesta no llega. Landon: ¿Perdida para las palabras? Mia: Más bien estoy decidiendo qué muñeco vudú tuyo debo hornear en el microondas. Landon: Incluso estás haciendo muñecos vudú de mí. La obsesión es bonita. Hablando de lindo, ¿te apetece chupármela otra vez? Me encantaron tus pequeños lametones y tu intento amateur de chupármela. El espectáculo de inocencia fue tan excitante. Mia: No. Landon: ¿Eso significa que prefieres que meta mi verga en otro de tus agujeros? ¿Quizá en los dos? Mia: En serio, tienes que relajarte por un puto segundo. Landon: ¿Eso es un no? Mia: Por supuesto que es un no. Landon: Lástima. Te estás perdiendo mi apetito sexual digno de porno. Lo intentaré mañana cuando estés de mejor humor. Mientras tanto, ¿quieres venir? Mia: ¿A tu funeral? Claro. Me pondré mi peor vestido negro y tiraré una rata muerta en tu tumba cuando nadie mire. Vuelvo a reírme. Casi puedo imaginármela haciendo exactamente eso con una sonrisa socarrona en la cara. Definitivamente es una amenaza, y me encanta cada segundo. Landon: Eso es tentador, pero me refería a venir a la casa embrujada y modelar para mí. Mia: No, gracias. Landon: Tu resistencia es divertida hasta cierto punto, pero no te pases, porque podría aplastarte y lo haría en cuanto se dieran las circunstancias adecuadas. 132 No cometas el error de provocarme de nuevo. Los dos sabemos cómo acabó todo las últimas veces. Mia: *emoji del dedo medio* Landon: Muy bien. Parece que lo estamos haciendo a mi manera, después de todo. Estoy a punto de tirar el teléfono cuando me envía otro mensaje. Mia: ¿Qué demonios quieres de mí, Landon? Déjame en paz. Landon: No se puede hacer. Y en cuanto a lo que quiero, la respuesta es simple. Quiero tu alma, pequeña musa. 133 Mia M e pongo de puntillas hacia donde está una figura familiar junto a la esquina de la cocina, el único sonido es el balanceo de las cadenas de mis botas. Maya es completamente ajena a mi presencia, a pesar de tener la ventaja de nuestro instinto gemelo. Sus dedos se agarran a la pared mientras esconde su cuerpo y se asoma por la esquina, espiando a Dios sabe quién. Fuimos a cenar a la mansión de los Heathen y terminé de ponerme al día con Niko y Kill, pero eso terminó cuando mi hermano nos echó de su habitación para poder dormir. En el balcón. Con el cuerpo en la silla y los pies en la barandilla. Medio desnuda. Es mi hermano, pero es raro de mierda. No recuerdo la última vez que lo vi dormir bien en una cama. Pero, por otra parte, tiene problemas para dormir y sólo puede hacerlo en lugares extraños y en posturas raras. Bajé para decirle a Maya que no deberíamos despertarlo para cenar si realmente se queda dormido, pero me la encontré espiando en la que se considera nuestra segunda casa en la isla. Al principio, contemplo la posibilidad de asustarla, pero lo pienso mejor y me inclino de lado para ver quién ha captado su atención. Jeremy e Ilya, su nuevo guardia superior, están junto a la isla de la cocina. Jeremy es unos años mayor que nosotros, es el mejor amigo de Nikolai y 134 posiblemente la única persona que puede impedir que se lance a una misión suicida en toda regla. Es enorme, guapo, gruñón y serio hasta la médula. Su padre es un pez gordo en la Bratva, y Jeremy es el heredero de ese legado como se espera que Nikolai asuma las funciones de mis padres. Mamá dijo que Maya y yo podemos tener nuestro sitio en la mesa si queremos. Maya dijo: —No, gracias. Tengo cosas mejores que hacer con mi vida. —Yo también prefiero ser una mujer de negocios con mi propia empresa. Volvemos al presente y a Maya, que está espiando a Jeremy, el líder de los Heathen y por el que ha sacado las garras. Desde que éramos niñas, ella siempre pensó que lo haría su marido. Uno, le gusta competir por el hombre más fuerte de la habitación. Dos, considerando la influencia y riqueza de su padre, es, en palabras de mi hermana, un buen partido. El hecho de que tenga novia nunca la ha disuadido. Cuando nos enteramos de eso, Maya se revolvió el cabello y anunció -con sutileza, debo añadir- que él se daría cuenta de su error y vendría a mendigar a sus pies pedicurados. Pero hay dos puntos que contradicen el hecho de que ella lo esté espiando. Uno, Maya nunca se esconde. Hace unas semanas, se puso su perfume favorito, se acercó a Jeremy con un contoneo en las caderas y le preguntó cuándo iba a dejar de equivocarse y elegirla. Intentó pasarle las uñas rojas por la mandíbula y flirtear con él, a lo que Jeremy la apartó respetuosamente. No solo no le interesa, sino que sabe que si Niko la atrapa ligando con su mejor amigo, habrá carnicería. Dos, ni siquiera mira a Jeremy y en realidad parece más interesada en seguir los movimientos del guardia, Ilya. Un tipo rubio, alto y silencioso cuya voz sólo he oído un par de veces. Lo sé porque Jeremy está apoyado contra la pared, pero es Ilya quien se mueve de un lado a otro, agarrando ingredientes de la alacena y añadiéndolos a la sartén del fogón. Hablan en ruso, algo sobre las Serpents, los Élites y las represalias. A Maya le importa una mierda todo eso. Pero a mí sí. Especialmente cuando capto un nombre en el diálogo de Jeremy. —... Landon necesita ser puesto en su lugar. 135 Mi ritmo cardíaco se dispara y me escondo, imitando el comportamiento criminal de Maya. Me miro el pecho como si viera que mi corazón se tambalea y me da un subidón metafórico. En serio, ¿qué demonios me pasa? Sólo la mención de su nombre y estoy inmediatamente en este estado. Mis mejillas se inflaman al recordar lo de anoche. Oscuridad castigadora, una voz siniestra y lujuria sin remordimientos. Estaba más confundida por la fuerza de mi reacción que por su yo psicópata. Landon es quien es, pero yo no soy él. ¿Cómo podría sentirme atraída por un psicópata narcisista sin sentimientos que me erradicaría a mí y a todos los que me importan en un santiamén? —¿Qué tenías pensado? —pregunta Ilya mientras sigue concentrado en la sartén. —Lo discutiremos con los demás más tarde, pero una cosa es segura. En cuanto le ponga las manos encima a ese hijo de puta, le romperé la mano y destruiré su pequeño hobby de escultor. Pero no es un hobby. He leído artículos sobre su primera exposición hace unos años y he visto las estatuas de inquietante belleza por las que ganó múltiples premios. Es un talento mundial, y aunque es molesto que lo sepa e incluso se regodee de ello, eso no quita que sea un auténtico genio. Un genio psicópata, pero bueno. —Necesito a alguien que le siga en todo momento sin levantar sospechas. — Continúa Jeremy. —Lo haré —dice Ilya. —No. Eres demasiado obvio, y él es demasiado listo para su propio bien. Salgo de mi escondite y los atrapo a los dos -tres, si contamos a Maya- por sorpresa. No tiene más remedio que aclararse la garganta y seguirme como si hubiéramos pasado por aquí por casualidad. —Por casualidad escuché su conversación. —Le hago señas a Jeremy ya que él entiende—. Seguiré a Landon. Se endereza. —Ni hablar. 136 —Voy a hacerlo de todos modos, así que o me apoyas y consigues la información que recabe, o no lo haces. —Nikolai me matará si se entera de esto. —Por eso no lo hará. —Sonrío a Maya—. ¿Verdad? Tiene la cara roja mientras juguetea con la correa de su bolso Chanel. Maya nunca juguetea. Parece recuperar la sobriedad, la suelta y niega con la cabeza. —De ninguna manera. No te vas a meter en esto. —Ya lo estoy. —Mia. —Me agarra de los hombros—. Lo de la sangre de cerdo ya fue bastante imprudente. No necesitas la atención de ese tipo. Ya la tengo de todos modos, así que podría usarla para un bien mayor. Incluyendo, pero no limitado a, derribar al imbécil. Además, necesito encontrar una explicación a mi extraña atracción por ese bastardo. Estoy segura de que cuanto más descubra lo amoral que es, menos atractivo me parecerá y entonces estaré encantada de arrojarlo a los lobos, es decir, a los paganos. —Estaré bien —le digo por señas a mi hermana, y me suelto de su mano para mirar a Jeremy—. ¿Tenemos un trato? —No, Mia. No voy a empujarte a su órbita letal. —Ya estoy allí. —Levanto la barbilla—. Cree que soy su musa o algo así, así que usaré eso a mí favor. Las cejas de Jeremy se disparan demasiado cerca de su nacimiento del cabello. —¿Desde cuándo? —Desde que me estoy vengando por lo que le hizo a Nikolai. —Estamos planeando eso. En serio, no te metas. —Demasiado tarde. ¿Recuerdas el baño de sangre que le dieron en la fiesta de su propio club? —Me señalo con el pulgar—. Ese fui yo. —Jesucristo, joder —dice con más desconcierto y orgullo que otra cosa. —Ningún dios puede detener al psicópata, pero yo sí. —Pero ignoremos el hecho de que me escondo en la mansión de mi hermano porque es el único lugar donde no podrá hacer ninguna mierda. También traje a Maya, así que tampoco podrá amenazarme con ella. —Ten cuidado y retírate en cuanto percibas algún peligro —dice Jeremy. —¿No puedes estar hablando en serio? —Maya dirige su atención hacia él. 137 —Tú y yo sabemos que no podemos detenerla cuando se propone algo. Sonrío como un gato de Cheshire y asiento con aprobación. Maya señala a Ilya, que ha apagado la cocina y está a punto de irse. —Tú, hazle entrar en razón. Ilya la mira como si no fuera más que la suciedad bajo sus zapatos. Es la primera vez que veo a alguien despreciar la presencia más grande que el mundo de mi hermana. —No es un tú —dice Jeremy con calma—. Se llama Ilya. —No es lo bastante importante como para que recuerde su nombre, pero tiene la misión de aconsejarte que no cometas errores estúpidos, como lanzar a Mia en medio de una guerra. —Oye. —La empujo—. He decidido esto. No te pases, Maya. Ni tú, ni Jeremy, ni Nikolai pueden decirme qué hacer. —Pero... estoy preocupada por ti. —Maya frunce el ceño. Siempre ha sido sobreprotectora conmigo desde aquel incidente, incluso más que nuestros padres y Niko, y eso dice algo, ya que esos tres podrían haber sido confundidos con mis guardianes los primeros años después de lo ocurrido. Aun así, Maya tiene que aprender que soy capaz de tomar mis propias decisiones, errores incluidos. —Puedo cuidarme sola. —Le doy la mano a Jeremy—. Discúlpate con Ilya en nombre de Maya. Él asiente en silencio, pero Maya suelta un sonido exasperado. —No tengo nada de qué disculparme. La agarro por el hombro y la empujo a una de las habitaciones de invitados. Se zafa de mi agarre y me mira con el ceño fruncido. —No tenías derecho a hacer eso. ¿Y qué es eso de disculparte en mi nombre últimamente? Me haces quedar como una zorra. —Puedes arreglártelas sola sin mi interferencia. —Ladeo la cabeza—. Además, solo estabas poniéndote a la defensiva para ocultar tu verdadera reacción. ¿Por qué espiabas a Ilya y por qué tenías las mejillas rojas? Sus labios se entreabren y se tiñen de rojo antes de pisar el suelo con su tacón Hermès con la impaciencia de un niño pequeño. —Como si fuera a prestarle atención a ese perdedor. Sólo estaba vigilando a Jeremy porque va a ser mi futuro marido. 138 La miro con cara de “ajá” y se pone como loca, intentando convencerme -y probablemente convencerse a sí misma- de que el episodio anterior no tiene nada que ver. No se da cuenta de que cuanto más defiende su posición metafórica, menos plausible suena. Cuando sigo mirándola fijamente, finge que ha recibido una llamada importante y sale corriendo de la habitación como si le ardiera el culo. Quizá sea porque somos gemelas, pero Maya es más legible que el ajedrez informático. Aunque a veces es divertido meterse con ella, esta vez está más nerviosa de lo que cabría esperar, así que la dejo en paz. Voy a ver si la cena está lista. Me muero de hambre y necesito mi dosis de calorías. Efectivamente, Nikolai no ha conseguido dormir. Está tumbado en el salón, todavía medio desnudo, y escuchando a Gareth. Jeremy, Ilya y Kill se dirigen a la mesa y llaman a todo el mundo. Mi hermano golpea a Gareth en la frente para que se calle, luego le hace una llave en la cabeza y lo arrastra hasta el comedor. No hay rastro de Maya. Saco el teléfono para llamarla, pero ya está entrando a toda prisa desde el patio, con las mejillas besadas por el frío. Evita mi mirada y pasa junto a mí hacia el comedor. Entrecierro los ojos a su espalda. Le pasa algo y tengo que averiguar qué. Estoy a punto de unirme a ellos cuando mi teléfono vibra en mi mano. Iba a ignorarlo, pero entonces vislumbro el nombre del hombre que se niega a ser ignorado bajo ninguna circunstancia. No ayuda que me haya mantenido ocupada todo el día, sólo para no pensar en lo siguiente que se le podría ocurrir a su defectuosa mente. Señor del Diablo: Estoy afuera. Leo el texto y ladeo la cabeza. ¿Lo está? ¿Se ha pasado todo el día haciendo vete a saber qué sólo para decir que está fuera? Señor del Diablo: Eso fue una invitación a venir a verme si no te diste cuenta. Mia: No estoy en la residencia. Señor del Diablo: Lo sé. Has desarrollado este molesto hábito de esconderte en la mansión de los Heathen. No te tomé por el tipo que necesita la protección de otras personas. 139 El maldito... Espera un momento. Mia: Por favor, dime que por fuera te refieres a que estás fuera de la residencia. Señor del Diablo: ¿Por qué iba a estar allí si tú no estás? Me envía una selfie en la que ladea la cabeza y sonríe como un pequeño idiota suicida. Detrás de él, puedo ver la puerta de la mansión y las luces de donde estamos todos. Una pizca de pánico estalla en la base de mi estómago e inhalo profundamente. Yo ¿Has perdido la maldita cabeza? Todo el mundo está aquí. Niko, Kill y Jeremy incluidos. Señor del Diablo: Bueno, sí, la santa trinidad que está fuera de mi cabeza debido a razones terriblemente infantil. Mia: ¿El secuestro y la agresión son motivos infantiles? Señor del Diablo: Ahora no están muertos, ¿verdad? De hecho, están disfrutando de tu compañía mientras a mí me abraza el viento frío y despiadado. Un médico tiene que diseccionar la cabeza de este monstruo y ver si tiene algo normal ahí dentro. Mia: Vete antes de que se enteren. Señor del Diablo: No sin ti. Mia: ¿Hablas en serio? Señor del Diablo: Un millón por ciento. Puedes salir y ahorrarle a todo el mundo el drama o puedes dejar que se enteren, o decírselo tú misma si te apetece un poco de caos, y luego ver cómo salen y me mutilan. Por supuesto, tendrás que vivir con el hecho de que Glyn romperá con Kill y Cecily dejará a Jeremy, porque definitivamente haré que parezca que fui secuestrado y atraído hasta aquí. Les convenceré de que sus hombres no las quieren lo suficiente como para prescindir de mí por su bien. Entonces, ¿qué dices, pequeña musa? ¿Paz o caos? Me tiembla la mano alrededor del teléfono. No tengo ninguna duda de que hará exactamente lo que dijo. Alguien como Landon no tiene miedo de salir herido físicamente por el bien del caos. Empiezo a sospechar que corre por sus venas en lugar de sangre. —¿Quién es? Me quedo helada cuando Nikolai se detiene delante de mí, con los ojos entrecerrados. Mierda. Estaba tan concentrada en las payasadas de Landon que no me di cuenta de que mi hermano se me acercaba. 140 Con una sonrisa, meto el teléfono en el bolsillo del vestido. —Nadie. Acabo de recibir un recordatorio de que tengo un proyecto escolar que olvidé. —¿Ahora Brandon es un proyecto escolar? —pregunta. Arrugo la frente. —¿Qué? ¿Qué tiene que ver Bran con esto? —Sigues siendo su amiga a pesar de mi clara orden de no serlo. —Bueno, es un gran tipo. —Es uno de ellos. —No todos son malos. Kill, Jeremy y Annika salen con gente de allí y parece que te parece bien. —Le doy una palmada en el hombro—. De todos modos, me tengo que ir. —Cena primero. —No tengo hambre. —No espero sus comentarios ni los de los demás mientras me escabullo por la entrada principal y troto unos cinco minutos para llegar más allá de la verja. Estoy sin aliento, pero busco a los lados, donde supongo que podría estar escondido. Tal vez se lo pensó mejor y se fue. Aunque lo dudo. Su personalidad buscavidas se asemeja a un perro de caza. Es muy poco probable que se vaya sin asegurarse una presa. Me desvío hacia los arbustos, luego me detengo cuando está demasiado oscuro y recupero mi teléfono. Un aliento caliente me inunda el oído mientras un cuerpo duro se pega a mi espalda y una mano fuerte me rodea la garganta. —Has tomado la decisión correcta, pero me temo que es demasiado tarde. Vamos a jugar a un jueguecito, musa. 141 Mia R nosotros. esulta que Landon estaba siendo literal cuando mencionó un juego. Estamos sentados en la casa encantada que podría servir de secuela de La Monja. Landon y yo estamos en sillas victorianas altas opuestas que estaban cubiertas por sábanas y hay una mesa entre Para colmo, estamos rodeados de velas de diferentes colores y formas, que representan una sinfonía desparejada de caos. Las sombras danzan a nuestro alrededor como demonios, aportando un toque siniestro a la ya de por sí jodida existencia de Landon. —Tu turno. —Señala el tablero de ajedrez con una sonrisa provocadora que algún día hará que lo maten. Entrecierro los ojos mientras agarro mi caballo. Su sonrisa se ensancha como si celebrara mi siguiente movimiento, que probablemente piense que me lleva a la perdición, pero aun así lo hago. Lo peor posible es dejar que alguien como Landon acceda a mi cabeza. Ya está afectando a mi cuerpo de una forma que no me interesa, y simplemente no le voy a dejar más espacio. Eso no sería diferente de quedarse tumbada esperando a que el depredador se abalance sobre mí y me devore. —¿El juego que querías jugar es ajedrez? —Hago señas. Ni siquiera mira el tablero mientras mueve su torre a una posición extremadamente vulnerable. —¿Qué más tenías pensado? —pregunta con un extraño brillo en sus ojos vacíos—. ¿Quizás algo pervertido? 142 —Quisieras. Aunque no puedo negar que esos pensamientos pasaron por mi cabeza después de que me tendiera una emboscada frente a la mansión de los Heathen y me trajera aquí. Definitivamente hizo que sonara como si hubiera algo más en este juego suyo. O a lo mejor es otro método para enredarme la cabeza y tengo que dejar de estar nerviosa. —Un consejo para ti. —Acaricia entre sus dedos al caballero que mató hace unos minutos—. No es obligatorio pelearse conmigo por todo. Aunque es excitante durante el sexo, no me interesa el resto del tiempo. —Te voy a dar una noticia. No me importan tus preferencias. —Deberías. Teniendo en cuenta que serán el centro de tu vida en el futuro. —¿Muy arrogante? —La cantidad justa, en mi opinión. —Tu opinión, al igual que toda tu personalidad y existencia, es terriblemente defectuosa y necesita una renovación desesperada. —¿Oh? —Estrangula al caballero entre sus dedos índice y corazón—. Pensé que había sobrevivido bien hasta ahora. Derribo su torre con una sonrisa inocente. —Pensaste mal. Pero oye, nunca es tarde para empezar a ser un ser humano decente. —La idea de la decencia me aburre hasta las lágrimas, así que me inclino por hacer caso omiso de la sugerencia. —¿Por qué? gente. —No suscribo la noción de rectitud por la que se esfuerza la mayoría de la —No lo sé. Te interesa más el caos y la mutilación. Una sonrisa se dibuja en sus labios y me distraigo momentáneamente del tablero. Todo lo que puedo hacer es mirar fijamente cómo la luz centellea en sus ojos, normalmente muertos, enviando rayas de brillo a su interior. No es su habitual sonrisa burlona con un toque de ironía sardónica. Es posiblemente lo más parecido a una sonrisa que he visto en su rostro escultural. Y no me refiero a que tenga la mandíbula afilada, sino a que realmente es tan frígido y carente de emociones como sus estatuas. —Touché. 143 Me aclaro la garganta y hago señas: pasos. —¿Qué tal si haces algo diferente para variar? Puedes empezar con pequeños —¿Como qué? vez? —¿Dejar de secuestrar a la gente y llevarla a lugares contra su voluntad, tal —Pero, ¿de qué otra forma voy a tener toda tu atención que no esté enturbiada con hacer de niñera de Maya o seguir a los Heathen como un cachorro perdido? — Empuja su segunda torre, poniéndola de nuevo en una posición obviamente volátil— . Por no mencionar el tiempo innecesario que has pasado con mi hermano. Alerta de spoiler, las chicas me prefieren a mí antes que a él. —Bueno, han cometido el error de sus vidas. Bran es mucho más simpático que tú. De hecho, están en planetas diferentes y ni se comparan. —Entorno los ojos hacia la torre. ¿A qué está jugando? Debe de haber una jugada secreta, pero ¿cuál es? Ya ha perdido su otra torre, y es una temeridad sacrificar la segunda justo después. —Y sin embargo son mis dedos sobre los que te corriste y es mi semen el que decoró tu linda carita. Me levanto de golpe y mi atención vuela hacia él. Sus rasgos quedan ensombrecidos por la tenue luz de las velas y el puro sadismo. La sonrisa arrogante vuelve a su rostro con fuerza. De repente, parece más grande y más moreno de lo que recordaba, como si hubiera ganado unos centímetros de altura en cuestión de segundos. —Deja de hablarme así. —Hago señas. —¿Como qué? —Como si fuera tu juguete. —Prefiero a mi futura muñeca folladora. —Más bien tu Parca, porque te rebanaré la garganta mientras duermes. Se ríe. —Eres una amenaza, quiero engullirte. —Te voy a dar una indigestión, idiota. —Vale la pena, musa. —No estoy segura de que pienses lo mismo cuando te estés ahogando en un charco de sangre. 144 —Sangre. Yum. Hoy sigues cumpliendo todos los requisitos. —Finge estar sorprendido—. ¿Hiciste tu investigación sobre mí, después de todo? —Ni aunque fueras el último hombre disponible. —¿El último hombre disponible para todos? No. ¿Para ti? Muy probablemente. Niego con la cabeza mientras hago mi movimiento, eligiendo no derribar la torre para no caer en su posible trampa. Mi cuerpo zumba con una energía inexplicable, un tipo de energía que nunca he tenido jugando al ajedrez, ni siquiera con los jugadores más hábiles a los que he tenido el honor de enfrentarme. Las emociones fuertes casi estallan a cada segundo que pasa, y me aterroriza. No había tenido una reacción tan visceral desde aquel día condenado. Sólo que ahora es fundamentalmente diferente y confusamente excitante. De hecho, esta sensación es similar a cuando jadeé, retrocedí y cabalgué sobre sus dedos hasta el orgasmo. O cuando entraba y salía de mi boca y me usaba para alcanzar su punto máximo. Es un frenesí adictivo del que quiero más, pero también me estoy juzgando demasiado por querer esto del psicópata Landon. —No te hagas ilusiones. —Hago señas —. Además, ¿qué pasa con todas esas velas? ¿Son para tus amigos demonios que se sientan sobre tus hombros y te susurran cosas desagradables? —Son para mi malhablada dama demonio. Arrugo la frente. —No me gustan las velas. —Pero no te gusta la oscuridad, un dato que descubrí anoche cuando perdiste momentáneamente la cabeza. Supongo que tiene que ver con la razón por la que te niegas a que el mundo oiga tu voz. Se me separan los labios y le miro fijamente como si fuera un alienígena que ha venido con el único propósito de acabar con la humanidad. —Tu cara dice que te preguntas cómo lo sé. Leer a la gente es algo natural para mí; son bastante predecibles y terriblemente aburridos. —Hace una pausa, con los labios entreabiertos, como si no quisiera admitir lo que sigue—. Tú no lo eres. Previsible y aburrida, quiero decir. Porque aunque he desecado tu miedo, sigo siendo incapaz de averiguar la razón que hay detrás. Estoy impresionado. Otros no habrían durado más de unas horas en tu posición, pero tú sigues fuerte. Aplaudo tu determinación. 145 —¿Debería sentirme honrada? —Preferiblemente. —Apoya los codos en las rodillas y acerca los dedos a la barbilla—. Pero primero, trabajemos en ese misterio. Derribo a su caballero. —Si por misterio te refieres a la situación de bola perdida que sufrirás al final de esta noche, entonces claro. Vamos por ello. —Deja de tener pensamientos violentos por un segundo. —Adelanta su reina para proteger su torre—. Estoy más interesado en el incidente que te robó la voz. Cuéntame más. —No. —¿Por favor? —No. —¿Qué tal bonito por favor? —Todavía no. —Lástima. Pensé que te derrumbarías ante mi encantadora personalidad cuidadosamente elaborada, pero no te gusta lo agradable y encantador, ¿verdad, pequeña musa? Tengo la sensación de que prefieres que te persigan y te acorralen mientras luchas por tu vida. Derribo su reina con una enorme sonrisa y se la lanzo. Él la atrapa con una astuta inclinación de sus preciosos labios. —Intentémoslo de nuevo, y necesito que tu mente esté abierta a otras opciones aparte del no. —Acaricia a su reina muerta como hace con sus estatuas insensibles— . Puedes contarme la razón de tu mutismo, o como segunda opción, menos preferible, podemos hablar de tus perversiones. —¿Qué tal no a ambas? —Hagamos una apuesta —dice, ignorando por completo mis palabras—. Si gano yo, hablaremos de la situación de silencio. Si ganas tú, de las perversiones. —Buen intento. Pero así no es como funciona, psicópata narcisista. Cuando das una opción, tienes que renunciar a algo cuando pierdes. —Como. —Si ganas, hablaremos de perversiones. —Eso no lo tengo—. Si gano, te conviertes en mi esclavo. —¿Oh? —Levanta una ceja—. No me había dado cuenta de que tenías esa manía, traviesa. Pero me niego, porque soy demasiado dominante para ser esclavo 146 de nadie, ni siquiera del mismísimo diablo. Prefiero atar a las mujeres y atarlas mientras las follo hasta casi matarlas. —No me refiero sexualmente, pervertido. Me refería a que tendrás que hacer todo lo que te diga y servirme hasta que esté satisfecha. —¿Por cuánto tiempo? —Una semana. —Hmm. Tienes un trato. —Tu reina está muerta y tú también. —Empujo el primero de los dos peones que protegen a su rey. Un movimiento más y está acabado. Por supuesto, moverá su rey fuera del camino, pero si lo hace, será acorralado por mi alfil. Se acabó por donde se le mire. La molesta sonrisa de Landon sigue en su sitio mientras mueve esa maldita torre justo al lado de mi rey y fuera del alcance de mi reina y mi alfil. —Jaque mate. Miro fijamente el tablero, negándome a creer lo que estoy viendo. No puede ser. —Pensaste que sacrificar a la reina era una blasfemia, pero olvidaste una anécdota importante. El trabajo de la reina es morir por el rey. Le fulmino con la mirada. ¿Cómo puede ser tan odioso, incluso cuando habla de ajedrez? —Ahora. Para esa discusión de perversiones, ¿te importaría dar más detalles? —Es una broma. No tengo ninguna perversión. —Le devuelvo la sonrisa, igualando su energía psicópata con la mía salvaje y decidida. —No seas ridícula. Te excitó ser emboscada en la oscuridad y ahogarte con mi polla, eso significa que tienes una vena sumisa. Una perversión menos, quedan más. —Apoya la cabeza en su puño—. No seas tímida. No muerdo. —¿Quieres que me lo crea? —Bien. No muerdo fuera del sexo. Idiota pervertido. Me ocupo de reorganizar las piezas de ajedrez. ¿Qué demonios se supone que debo decir en esta situación? No es de los que se conforman con medias verdades, y no puedo confesarle que soy virgen, porque entonces es posible que insista más en reclamarme. 147 O peor aún, se burlará de mí por ser una mojigata tan cerrada, ya que probablemente perdió la virginidad la primera vez que tuvo una erección. —Estás lejos de ser inocente —comenta secamente—. Debes haber tenido tu buena ración de pollas dolorosamente poco excepcionales, un problema que mi polla arreglará, por cierto, así que escuchémoslo, ¿qué disfrutas cuando abres las piernas? —Misionero. —Demasiado vainilla para alguien que es cualquier cosa menos vainilla. —Bueno, me gustan las cosas sencillas y los amantes cariñosos. Siento que mi perversión no sea tan excitante como tu amplia experiencia. —Por eso tenemos que arreglarlo. Necesitas desesperadamente la excitación que viene con lo desconocido. Se supone que el sexo es un capricho divertido, no una aburrida tarea técnica. —Entrecierra los ojos como si me viera por primera vez. Le devuelvo la mirada, fulminante, a pesar de que mi interior se desmorona. ¿En qué estará pensando ahora? Es imposible que se haya dado cuenta de que lo único que sé de sexo son algunos videos porno. Sí, tenía curiosidad, pero no tanta como para dársela al primer chico que llamara a mi puerta. —¿Qué estás mirando? —Hago señas. —Estoy intentando pensar en los experimentos que podemos realizar para determinar tus posibles perversiones. Para empezar... —Se detiene—. Desnúdate. Déjate las botas puestas. —No, gracias. —Hago señas, aunque noto que se me calientan las mejillas. —No seas mojigata. Ya nos hemos visto medio desnudos. —Una experiencia que no le desearía ni a mi peor enemigo. Un segundo está sentado tranquilamente como un león en su madriguera y, al siguiente, se me echa encima. Todo sucede en un instante y ni siquiera me doy cuenta cuando se cierne sobre mi silla. Una mano se posa en el reposabrazos y la otra me rodea la garganta. El oxígeno sale de mis pulmones y jadeo en busca de un aire inexistente. —Parece que no entiendes la situación, Mia. Mi paciencia tiene límites y no me gustan las mocosas bocazas. —Su pulgar presiona mi pulso—. Pero quizá esto también forme parte de tu repertorio pervertido. Te encanta que te quiten el control por la fuerza, ¿verdad? Te encanta no poder pensar qué va a pasar ni cómo. Prefieres simplemente estar ahí, como cuando tu apretado coñito mojó mis dedos. Afloja la mano lo suficiente para ofrecerme un respiro, pero no para que pueda darle una patada en las pelotas. 148 Sigo intentando arañarle los dedos mientras él extiende la mano libre y me manosea por encima del vestido. Mis pezones se endurecen al instante y él los encuentra, moviéndolos lentamente sobre la tela con perezosa facilidad. —¿Ves? Tu cuerpo me da la bienvenida, así que ¿qué tal si sigues el ejemplo? Lo fulmino con la mirada. Es sólo una reacción corporal que podría ocurrir aunque estuviera con otra persona. Me niego a creer que el aumento de la temperatura de mi piel se deba a él. Landon hunde su mano en el corte delantero de mi vestido, bajo el sujetador incorporado, y me retuerce un pezón. Siento una oleada de placer en la entrepierna y me muerdo el labio inferior. Esto definitivamente no pasó cuando Brian me tocó en el instituto. —Tan sensible. —Me acaricia el pezón lleno de piedrecitas y el punto del pulso al mismo tiempo, y luego retuerce el otro. Los dedos de mis pies se enroscan en mis botas mientras aumenta la presión en mi parte más íntima. Noto cómo mojo las bragas y la vergüenza me hace maldecirme a mí misma y a él. El hombre que me utiliza y me ofrece un placer que nunca creí disponible. Juguetea con mis pezones, su poderosa mano callosa me retuerce, me da golpecitos y me pellizca tan fuerte que jadeo e intento enterrar la cara en la silla. Pero no me lo permite. Su mano alrededor de mi garganta se tensa, manteniéndome firmemente en mi sitio mientras sus dedos torturan mis pezones y sus ojos ahogan los míos en un charco de caos. —¿Quieres que esto termine? —pregunta con palabras oscuras y siniestras. Asiento una vez. —Entonces haz lo que te dije antes y desnúdate. Me echo la mano a la nuca y él libera mis pezones súper sensibles, pero eso no impide que mis muslos se pongan pegajosos y húmedos. La posición es incómoda, pero ni siquiera me ayuda mientras bajo la cremallera y me quito el vestido. El material se acumula en el suelo en un silbido silencioso y, de repente, me quedo solo con las bragas y las botas. La sombría mirada de Landon me mide de arriba abajo, oscureciéndose y brillando como si fuera una comida que está deseando consumir. No, posiblemente erradicar de la faz de la tierra. Nunca en mi vida me había sentido desnuda y deseada a la vez. 149 —Pareces mi nueva posible adicción. —Desliza su mano desde mi cuello, sobre mis pezones doloridos, y baja hasta mi vientre—. Las adicciones no me sobreviven, pequeña musa. La piel se me pone de gallina como una explosión de fuego. Dijo que lo haría parar, pero lo está llevando más lejos. Y ni siquiera estoy tratando de poner fin a esto. Puede ser que esté encantada o, más probablemente, es porque nunca he alcanzado este nivel de excitación en mi vida. Sus largos y poderosos dedos se detienen en la banda de mis bragas antes de deslizar lenta, cruda y deliberadamente el dedo corazón sobre la tela empapada. Una sonrisa malvada curva sus labios mientras mi humedad se filtra descaradamente sobre su mano. La levanta y masajea la pegajosa evidencia de mi excitación entre sus dedos. —Asfixia y manoseo. Comprobado. Miro hacia otro lado y desearía poder desaparecer en un agujero y no salir nunca más en toda mi vida. —Quizá también podamos añadir la perversión de que te den un ultimátum. — Su cara se acerca tanto a la mía que sólo puedo respirar su aroma embriagador y su aliento mentolado—. Nunca admitirías que me deseas a menos que estuvieras en esta situación, ¿verdad? Estoy a punto de gruñirle, pero me acaricia mi propia excitación por la nariz, sobre la pendiente de la mejilla, y luego presiona con los dedos corazón y anular la almohadilla de mis labios. Me abre la boca y me los mete, obligándome a tragarme mi propia excitación. Me penetra con una fuerza y un control que me hacen delirar. Me aprieta la lengua y luego la rodea con los dedos, haciendo rodar y untando mi excitación. Explota en mis papilas gustativas como un afrodisíaco. —Por suerte para ti, estoy muy bien equipado para hacer el papel de tu villano. Arrastraré tus perversiones una a una sangrientamente. Saca los dedos de repente y retrocede con desenfado. La pérdida de su toque me deja fría por alguna razón. —Ahora, para desbloquear otras perversiones. —Su voz cae con un filo escalofriante—. Corre. El desafío de sus ojos me cala hasta los huesos y un escalofrío me recorre por un motivo distinto al frío. 150 No sé qué me pasa ni por qué me entretengo con sus locuras. Tal vez sea mi propia locura. Lentamente, me pongo de pie sobre piernas inseguras, sin más ropa que las bragas y las botas, y hago exactamente lo contrario de lo lógico. Corro. 151 Landon M is músculos se tensan y se agitan ante la promesa de una cacería. La sangre corre a mis miembros y bombea mi polla con atención extra. La perspectiva de una persecución hace que casi me corra en los pantalones como un puberto. El problema es que nunca había tenido esta sensación. Sí, me excita cazar, al igual que otras miles de manías como desahogo sexual. Sin embargo, no solía ser tan emocionante y... positivamente fascinante. Inhalo, llenando mis pulmones con el olor de la cera de las velas y el tenue y apasionante aroma del coño de Mia. Sin embargo, no me muevo. Mi pequeña musa se ha portado muy bien, aunque a regañadientes y sólo después de que la presionara implacablemente, así que le daré la cortesía de un adelanto. Mi mirada permanece clavada en la puerta trasera, por donde corrió hacia el jardín trasero, o más bien una mini jungla. La luz de las velas proyecta una sombra ominosa sobre la improvisada sala de estar, creando inconscientemente mi ambiente favorito. Subo mis dedos aún pegajosos y los lamo uno a uno. El coño como concepto sólo ha servido siempre como agujero para ser follado. A pesar de los diferentes colores y formas de coños que he visto en mi vida, nunca me ha gustado tocarlos. Nunca me ha excitado el sexo oral y siempre me he limitado a follar. Si querían algo más, yo no era el tipo adecuado. 152 Y, sin embargo, mis labios se crispan por probar el dulce coñito de Mia. Mi sangre definitivamente eligió mi polla como su órgano preferido cuando estaba jugando con ella hace un momento. Sus jadeos aún resuenan en mis oídos. Sus ojos abiertos y sus labios entreabiertos serán material de masturbación durante unos días. Eso, si no desencadeno otra reacción más interesante en ella. Al final de esta noche, habré hecho el trabajo del diablo convirtiendo otra alma al lado oscuro. Aunque Mia nunca ha sido inocente y definitivamente puntúa alto en la escala de oscuridad. Digamos que estoy desatando todo su potencial. Meto una mano en el bolsillo y sigo su rastro. El jardín trasero parece una jungla descuidada, con enormes árboles viejos, ramas medio muertas que cuelgan como esqueletos y setas sospechosas por todas partes. Seguro que sobrevuelan algunos fantasmas sin rumbo, quejándose a diario de tener una ubicación deficiente y pocos o ningún visitante. La luz de la luna juega al escondite con las nubes y los búhos nocturnos gritan en la distancia, añadiendo un poco de DJ a todo el espeluznante ambiente. Cuatro de cinco. Lo recomendaría para rituales satánicos. Me deslizo entre las ramas caídas y los árboles rotos que probablemente fueron derribados por un rayo malicioso. Las hojas asesinadas crujen bajo mis zapatos de diseño y no hago el esfuerzo de disimular el sonido de mis pasos que se acercan. ¿La mejor manera de ahuyentar a un ratón? Darle un susto de muerte. Quiero ver el miedo mezclado con excitación en su delicado rostro. Igual que hace un momento, cuando se retorcía y jadeaba y me empapaba los dedos incluso cuando le horrorizaba la perspectiva de que la asfixiara. Mi polla sugiere que volvamos a intentarlo con ella dentro de su coño esta vez. Dejo esa idea para más tarde mientras aparto las ramas rebeldes. Decir que me estoy tomando mi tiempo sería quedarse corto. Sin embargo, estoy tramando, escuchando y buscando cualquier señal de mi presa. La falta de luz puede parecer, a primera vista, una desventaja, pero está lejos de serlo. Debido al campo de visión limitado, mis oídos se agudizan al menor ruido y mi instinto de cazador se pone en marcha. Por eso me detengo en medio de la jungla de árboles poseídos y estudio mi entorno. Demasiado oscuro. Demasiado hueco. Demasiado... espeluznante, para los estándares sociales. 153 Aunque podría dormir aquí y dar la bienvenida a demonios que intentaran poseerme, Mia no lo haría. Anoche durmió con las luces encendidas, y aunque podría haber sospechado que se trataba de algo puntual después de mi visita improvisada, el hecho de que me amenazara con hacerme daño físico si volvía a apagar las luces significa que estaba aterrorizada ante la perspectiva. Por no mencionar que no lo negó cuando hablamos de las velas antes. Conclusión: Ella no se alejaría tanto, ni siquiera para despistarme. Doy media vuelta y corro. Esta vez, silencio mis pasos y controlo mi respiración. Prefiero la opción de cazador, no la de cazado, así que es imperativo que no descubra mi ubicación cuando no estoy seguro de a dónde se ha ido a la mierda. Me detengo a la entrada del jardín trasero y huelo el aire. Por supuesto, hay un rastro de su perfume: magnolia. Se me ocurren dos opciones. Se escondió en un rincón del jardín y entró cuando me fui. O dos. Corrió como pollo sin cabeza, y luego volvió aquí. En cualquier caso, tiene la opción de recuperar su vestido y huir de la propiedad. En efecto, veo una sombra que se inclina cerca de la mesita, probablemente para recoger el vestido. La mayoría de las velas se han apagado, así que es difícil distinguir su perfil. —¿Eres tú? —Mi susurro bajo y caprichoso resuena en las viejas paredes. La sombra se sacude y Mia abandona el vestido y corre hacia las escaleras. —Escóndete, pequeña musa. Si te encuentro, te tragaré entera. —La sigo, subiendo las escaleras de dos en dos. Puedo oír el crujido de la madera bajo su pequeño cuerpo. Las casas antiguas son los mejores delatores que han existido en el planeta. Mi sonrisa se ensancha a medida que mis pies me acercan a donde ella corretea como un ratón. De nuevo, le doy un poco de ventaja, encendiendo su esperanza de que si corre lo suficientemente rápido y se entrega a la adrenalina, podrá escapar de mí. Los seres humanos, por naturaleza, no pueden vivir sin la promesa de esperanza, por falsa que sea. No importa si la condenada realidad de su situación les golpea en la cara. Si creen que hay una luz al final del túnel, irán por ella. Una y otra vez. 154 No hay nada peor que la esperanza. La esperanza es la medicina de todos los tontos, por eso hago pleno uso de ella en cualquier situación posible. La madera cruje bajo mi peso mientras subo. A juzgar por el ruido, Mia está cerca de la cima, en el segundo y último nivel que consiste en un dormitorio abierto. Hay un tercer nivel más pequeño que sirve de techo abierto, pero está medio destruido y las escaleras improvisadas que conducían a él han desaparecido parcialmente. Pronto cesan los crujidos. Sólo se filtra la sinfonía amateur de los búhos. Ni siquiera se oye el leve sonido de la respiración que la mayoría de los humanos no puede disimular. Pero Mia no es una humana cualquiera. Ya ha sellado su voz y probablemente sea capaz de reprimir mucho más. —Sé que estás aquí. —Mi voz flota en la oscuridad—. Tus habilidades para esconderte son débiles en el mejor de los casos y tus habilidades para correr son categóricamente inexistentes. Espero que salte sobre mí y haga realidad su amenaza favorita de cortarme las pelotas o patearlas. Aunque es una amenaza con el mismo nivel de audacia que su hermano, también es, como él, fácil de provocar. Ella también tiene algunas de las características de Killian. Probablemente por eso, al contrario de lo que yo pensaba, no se deja ver. Ella ni siquiera hace un pío o una indicación de su ubicación. Pequeña pícara inteligente. —¿De verdad crees que tu pequeño intento de esconderte tendrá éxito? Soy Landon King y tú no eres más que una presa, esperando a ser devorada. Eso debería haberlo hecho, pero no. Definitivamente no cae en mis provocaciones. Esto es a la vez molesto y, sorprendentemente, más apasionante de lo que había previsto. Mis ojos escudriñan la zona en busca de un posible escondite. Hay un armario, pero teniendo en cuenta su nictofobia, no iría por algo que la aterroriza más. Todas las demás opciones -debajo de la cama, en el pequeño balcón y detrás de las cortinas medio rotas- están vacías. Mis ojos se entrecierran en el armario. Es imposible que haya entrado ahí. A menos que esté de humor para un ataque de pánico. 155 Por si acaso... Me muevo en esa dirección, pero en cuanto la abro, un ruido chirriante viene de detrás de mí. En el lado opuesto de la habitación. Justo en las escaleras rotas. Ella no puede... Corro hacia las escaleras y, efectivamente, Mia ha conseguido trepar por los esqueletos de escalera disponibles. Se escondió debajo de ellos, esperando a que yo estuviera lo suficientemente lejos para poder hacer esta acrobacia. Aunque no capto todo el proceso de subida, sí la veo levantar el peso de todo su cuerpo sobre un escalón roto. No me jodas. Eso sí que es un cuerpo atlético impresionante. Salta al tejado improvisado, se eleva a toda su altura, me mira fijamente por debajo de la nariz y me enseña dos dedos del medio. Una maldita diosa bajo la luna llena. La luz plateada baña su reluciente piel desnuda y la generosa inclinación de sus pechos, resaltando las puntas de sus suaves pezones rosados. Las bragas y las botas añaden un toque etéreo a la vista. Echo la cabeza hacia atrás riendo. —Estoy impresionado. Levanta la barbilla y levanta los dedos corazón. Como si me dijera que le importa un carajo lo que piense de ella. Me agarro a la escalera con las dos manos. —Estoy impresionado, pero no eres la única atlética aquí. Fácilmente, probablemente tan fácilmente como ella, levanto todo mi peso con las manos sobre las pocas escaleras disponibles. La expresión de Mia pasa de triunfante a frenética. Mira a su alrededor como si buscara un arma, pero ya es demasiado tarde. Ya estoy cerca de ella. Como último recurso, intenta clavarme la bota en la cara. Me agacho en el último segundo antes de que me rompa la cabeza. Sabiendo que no tiene respiro ante mi inminente y muy real posibilidad de atraparla, abandona su posición. Salto, un escalón se rompe bajo mi peso y aterrizo en el no tan robusto tejado. Mia corre hacia la única escapatoria disponible: la parte destruida del tejado. 156 Me arden los músculos por el esfuerzo realizado, pero la vista que me recibe merece la pena. Mia corretea, casi completamente desnuda, sus pechos rebotan y sus pezones se endurecen. Mi polla bulle y se aprieta contra mis pantalones con la necesidad de tocarla. —Te aconsejo que no vayas más lejos. —Meto una mano en el bolsillo y camino hacia ella sin prisas. Incluso me detengo a sacudirme el polvo de los pantalones y la camisa previamente planchados—. Esa parte es tan peligrosa como un campo de armas nucleares. ¿Me escucha? Por supuesto que no. De repente se da la vuelta y el suelo cede bajo sus pies. El crujido de la madera resuena en el aire y a continuación se oye su grito. Es la primera vez que oigo un sonido aterrorizado salir de sus bonitos labios. Entonces Mia resbala y cae en un agujero que ella misma ha hecho. Lo único que evita que caiga al segundo piso son sus codos a ambos lados. Me pongo encima de ella y sonrío. —Te encontré. Por suerte, no han inventado un arma asesina que se pueda activar con una mirada. Si no, ya me habría convertido en carne cocida. Le ofrezco mi mano. Ella no lo toma. En su lugar, intenta levantarse. —No seas suicida. —Levanto la barbilla en dirección a mi mano—. Tómala. Me echa una mirada y luego, como poseída por sus obstinados demonios, intenta levantarse de nuevo. El suelo tiembla bajo mis pies cuando el agujero se la traga. Atrapo su mano extendida en el último segundo y tiro de ella con todas mis fuerzas. Los dos caemos al suelo. Demasiado para quitarme el polvo de la ropa. Mi mano se flexiona sobre la espalda de Mia desde que me aseguré de que caería encima de mí. Y dicen que no soy un caballero. La blasfemia. El pecho de Mia sube y baja frenéticamente sobre el mío, como una guerra a punto de estallar. Deslizo la mano por su espalda y su costado, y luego por la pendiente de su pecho. 157 Es embriagador tenerla encima de mí, desnuda, lista para que mi polla arrase dentro de su apretado coñito. De hecho, mi polla está haciendo insinuaciones y protuberancias no sutiles contra el fondo de su estómago. Mia se levanta y me golpea el hombro, luego me hace señas: —Deja de meterme mano, pervertido. —Sólo me aseguro de que no te hayas dañado en ningún sitio. Nunca se es demasiado cuidadoso cuando se trata de la salud de mi pequeña musa. —Le toco el pezón con el dedo y se estremece. Entonces me golpea en el pecho. En un momento, está encima de mí, y al siguiente, nos doy la vuelta para que quede debajo de mí. Su grito ahogado resuena en el aire, pero se transforma en un silencio espeluznante cuando me acomodo entre sus piernas. Las separo a bofetadas, disfrutando del sonido de su gemido mientras lamo el interior de su muslo, y luego muerdo. Con fuerza. Hasta que me aprieta entre sus muslos. Pero no he terminado. Ni mucho menos. Le arranco las bragas y me deleito con su piel blanca y lechosa, azulada bajo la luna de medianoche. La primera vez que la pruebo, se estremece y mi polla me pide que la pruebe otra vez. Así que vuelvo a hacerlo, pasando la lengua hasta su clítoris. Como sospechaba, está empapada. Puede que incluso más que antes. —Persiguiendo perversiones. Comprobado. —Hablo contra sus pliegues y ella se retuerce, girando la cabeza hacia un lado, pero no intenta empujarme ni mostrarme su dedo corazón favorito—. Seguro que voy a tener las manos ocupadas contigo. Y entonces me doy un festín con su coñito rosado. Deslizo la lengua por sus pliegues hasta la raja, sintiendo cómo se estremece. Mientras ella tiembla, paso la lengua por su clítoris. Una vez. Dos veces. Luego chupo y jugueteo con el manojo de nervios. La espalda de Mia se arquea sobre los restos de destrucción. Sólo que no hay tal cosa como escapar de mí. Cuando sus caderas se sacuden, le meto dos dedos. Ella se enrosca y hunde las uñas en mi cabello, luego tira con fuerza suficiente para causarme dolor en el cráneo. Sin embargo, no soy de los que pierden un reto. 158 Sigo empujando dentro de ella, expongo su sensible capullo y mordisqueo la piel que lo rodea, luego hago círculos y muevo la lengua. Las caderas de Mia se sacuden arriba y abajo mientras sus jadeos y gemidos se mezclan y resuenan en el aire. Es el sonido más hermoso que he oído nunca. Y sorprendentemente, quiero más. Así que subo el ritmo hasta que ella cabalga sobre mi cara y la empapa con su dulce sabor. El mejor coño que he tenido en... nunca. Y eso es una complicación, porque no me encariño con los coños. Nunca. Ni siquiera uno adictivo como el de Mia. La lamo durante el orgasmo mientras ella se estremece y sisea como una maldita diosa del sexo. Cuando levanto la cabeza, hago ademán de lamerme los labios, pero no siento la sensación de triunfo que me propuse cuando empecé este juego. Y todo es por la forma en que me mira. La inocencia. El asombro. No hay odio, miradas ni dedos de por medio. Mientras se apoya en los codos, Mia me mira como si fuera un dios. dios. Y aunque podría pertenecer a alguna religión oscura, desde luego no soy su La aplastaría en un santiamén. La diezmaría antes de que pudiera volver a respirar. Dejo que una sonrisa se dibuje en mis labios. —Deberías borrar esa mirada de tu cara o me inclinaré a pensar que te estás enamorando de mí. Parpadea una vez, luego entrecierra los ojos y me da el dedo medio. Ahora, este es un territorio en el que puedo jugar. Sea lo que sea esa mirada tiene que ser erradicada y no revivir para toda la vida. —Creí haberte dicho lo que pasaría si me volvías a dar ese dedo. —Agarro su mano y luego empujo ese dedo medio dentro de ella con mi propio dedo medio. Una especie de justicia poética. 159 —Vas a correrte para mí otra vez y luego usarás esta misma energía para atragantarte con mi polla, pequeña musa. Cuando acabe con Mia Sokolov, no quedarán piezas por recoger. Qué pena. 160 Mia L a esperanza es la peor emoción que se puede experimentar cuando no hay luz al final del túnel. Espera. Reza. ser tú. Incluso intentas engañarte pensando que no te está pasando a ti. Que no puedes Pero ese es el problema de la esperanza. El falso positivo. La sensación de que la horrible situación puede acabar en cualquier momento, cuando eso está muy lejos de la realidad. Es la falsificación de la realidad. El anhelo de un sueño diferente. Una sensación de estar en la nube que no se puede alcanzar en tiempo real. Una vez más, vuelvo a la oscuridad total. Unos zarcillos negros se deslizan por mis manos y mis pies y me hunden aún más en las garras de la nada. Mis pulmones se ahogan en la agonizante esperanza de volver a ver la luz. —Mamá... papá... —Mi susurro embrujado resuena en el oscuro silencio como una inquietante canción de cuna. Me tiemblan los miembros y se me encoge el corazón. Las lágrimas vuelven a escocerme los ojos y resoplo lo más silenciosamente posible. llanto. Si desato la ira del monstruo, me arrojará contra la pared y se reirá de mi fuerte Se ríe cuando digo que mamá y papá vendrán a buscarme. 161 Cuando más se ríe es cuando descarga el peso de su ira sobre mí. Cuando me da patadas y me lanza contra la pared como si fuera el saco de boxeo de nuestro gimnasio casero. Una y otra vez. Y otra vez. Hasta que deseo que termine ya. Pero no es así. El monstruo está aquí de nuevo, sus colmillos visibles a través de su sonrisa sardónica. Sus ojos están tan muertos como el hombre del saco de los cuentos de papá. Me agacho aún más, con los ojos entrecerrados, y me tapo los oídos con las palmas sudorosas. No me toques. Por favor. ¡Papi! ¡Mamá! ¡Socorro! —Nunca escaparás de mí, pequeña bribona. ¡No! Me despierto sobresaltada, con el sudor empapándome todo el cuerpo y el cabello pegado al cuello. Mi respiración se hace larga y entrecortada y el corazón me palpita en el pecho. No, no, no puedo volver allí, no puedo... —Bienvenida de nuevo al mundo de los vivos, dormilona. Mi atención se desvía hacia el origen de la voz, y no es otro que el segundo monstruo de mi vida. El que irrumpió sin llamar ni anunciar su presencia. Landon está sentado en la silla medio rota frente a mí, trabajando en una estatua de tamaño mediano. Sólo que no es de piedra. A juzgar por el material oscuro que se escurre entre sus dedos como si fuera mantequilla, está usando arcilla. La escena se enfoca lentamente. Estamos en la casa encantada que podría utilizarse para asustar a los niños que se portan mal. Algunas de las velas se han apagado y las restantes me rodean como si fuera objeto de un ritual satánico. Considerando la naturaleza extremadamente desquiciada de Landon, no me sorprendería. 162 Antes, me mostró una parte de mí que no sabía que existía. Sí, lo sospechaba, pero nunca me atreví a probarlo. Y quizá, si el psicópata no me hubiera obligado, nunca lo habría hecho. Todo lo que sé es que lo disfruté más de lo que me gustaría admitir. Lo disfruté hasta el punto de que estoy completamente avergonzada. Pero otra parte de mí, la que se desmoronó por su tacto áspero y sus tendencias psicópatas, sigue zumbando ante el recuerdo reciente de sus dedos y los míos dentro de mí. Por si eso no fuera suficientemente loco, Landon me empujó al borde de las frágiles escaleras y me folló la garganta. El hecho de que pudiéramos habernos caído en cualquier segundo no disminuyó en nada la forma puramente animal en que me tocó. De hecho, cuanto más crujía la madera, más fuerte entraba y salía de mi boca. No importaba que ya me hubiera corrido dos veces, ver la mirada lujuriosa de Landon bajo la luz de la luna me excitaba de nuevo. Aún puedo olerlo: una combinación fatal de madera de cedro y almizcle masculino. Después de correrse en mi garganta y hacerme tragar hasta la última gota, me ayudó a bajar las peligrosas escaleras. Debería haber bajado yo misma, pero estaba demasiado aletargada para hacer nada. Seguramente por eso me quedé dormida después de volver a ponerme el vestido. Recuerdo que pensé que el sofá era bonito y caminé hacia él sin pensar. Algo debe estar realmente mal en mí, porque me sentía lo suficientemente segura como para quedarme dormida cerca de ese bastardo. Un bastardo que es la definición de un peligro para la vida. Ese cabrón está ahora medio desnudo mientras me observa desde debajo de sus pestañas con esa sonrisa de je ne sais quoi y sopla una nube de humo en el aire. Manchas de arcilla se adhieren a sus musculosos abdominales espolvoreados de finos vellos que conducen a un lugar en el que prefiero no pensar. No ayuda que sus pantalones cuelguen bajos sobre sus caderas esbeltas, revelando la definida línea en V y no dejando prácticamente nada a la imaginación. Veo los tatuajes de serpientes que se deslizan por su costado, uno de ellos con forma de símbolo del infinito, comiéndose su propia cola. Me doy cuenta de que es un ouroboros, oscuro, llamativo y que desprende vibraciones mortales. Un tercer pezón habría estado muy bien, pero no, el culo tenía que ser la perfección física. Su dedo corazón, todo gris por la arcilla, rodea la trabilla de su cinturón y tira. 163 —¿Quieres verlo más de cerca? Mi polla agradecería una segunda ronda. ¿Quizás conocer tu coño esta vez? Mi mirada vuelve a su rostro sardónico que sospecho nunca ha conocido la felicidad. Y no me refiero a su alegría improvisada o a la sensación de logro que finge tan bien. Sino a la verdadera felicidad que alguien como él probablemente no pueda sentir en su vida. —¿Por qué estás medio desnudo, pervertido? —Hago señas. —Estabas temblando. Me miro y, efectivamente, llevo su camiseta y no tiene nada que ver con una acción que yo haya realizado. No me extraña que lo haya estado oliendo en mí. Lo atribuí a lo de antes, pero resulta que en realidad está sobre mí. Bueno, su camisa lo está. —Y dicen que la caballerosidad ha muerto. —Sonríe como un señor hedonista—. Deberías dar gracias a tus estrellas de la suerte por acabar con un caballero de buenos modales como tu servidor. —Más bien estrellas malditas. —No seas tan negativo. La vida tiene lados brillantes, como yo. Físicamente pongo los ojos en blanco, y no suelo hacerlo. —Eres tan engreído. —Por todas las razones correctas. —Apaga el cigarrillo en el cenicero, dejando que se una a una docena de cigarrillos tirados por ahí, y señala la mesita donde hay una caja de comida para llevar—. Come. Me relamo los labios. —¿Cómo sabías que tenía hambre? No he podido comer antes por culpa de este mismo cabrón, así que ver comida me hace rugir el estómago. —Por eso. Tu estómago se hacía notar, incluso cuando estabas dormitando. — Se ríe y yo inhalo profundamente, pero le huelo más a él que a la comida. Está a mi alrededor, e incluso metafóricamente dentro de mí. Es una mezcla de colores y emociones que me deja irremediablemente caótica. Soy incapaz de procesar nada cuando él es todo lo que veo, oigo y respiro. Incluso puedo saborear su colonia en mi lengua. Así que elijo centrarme en algo que entiendo. La comida. Es italiano, mi favorito. Pero en realidad no es tan raro que lo tenga ya que a la mayoría de la gente le encanta el italiano. 164 Me zampo la pasta sin molestarme en mirar en su dirección. —Tus modales deben de haber abandonado el edificio. —Su voz resuena a mi alrededor como la nana favorita de la Parca—. Lo menos que puedes hacer es expresar gratitud por mi considerado comportamiento. Me trago el bocado de pasta, dejo el tenedor y hago señas: —La gente que tiene un comportamiento considerado no espera gratitud. —Sí, lo hago. —Gracias. Una sonrisa despierta sus labios. —De nada, pequeña musa. —Esto no niega el hecho de que interrumpiste mi cena. —Valió totalmente la pena, y si no te estuvieras ahogando en tonterías absolutas, también lo admitirías. Levanto la mano para hacerle el gesto del dedo corazón y él levanta una ceja. —Piensa dónde estará ese dedo si me lo das de nuevo. Gruño, porque sé que cumple a rajatabla cuando se trata de amenazas, y opto por volver a zambullirme en mi pasta. Al menos esto tiene sentido. Él definitivamente no. El silencio se extiende en el salón, menos el sonido del tenedor contra el plato de cartón. Es extraño que no me haya agraciado con una de sus exageradas respuestas burlonas. Echo un vistazo en su dirección y me encuentro con que me está estudiando tan detenida y fríamente que me siento como si me estuviera diseccionando un científico loco. —¿Qué? —Hago señas después de tragar sonoramente. —Estaba pensando que te ves comestible en mi camisa, posiblemente más que la comida que estás consumiendo. ¿Quieres consumar tu relación push-pull con mi polla? —No. —No hace daño preguntar. —Levanta un hombro indiferente—. Pero recuerda mis palabras, Mia. Te gustará tener mi polla en tu pequeño y apretado coño, ya sea por elección propia o después de que hagamos otro viaje de descubrimiento de tus perversiones. Una cosa es segura. Será tu sabor favorito. 165 Realmente no puedo creerlo. Podría llevarse fácilmente un premio al hombre más arrogante e imposiblemente insoportable. —¿Y tus perversiones? —pregunto en un intento de darle la vuelta a la tortilla. Utiliza una herramienta para esculpir el rostro de la estatua de arcilla, sus movimientos son suaves y elegantes. Las piezas desechadas caen al suelo, olvidadas y sin propósito, probablemente como todos en la vida de Landon. —¿Qué pasa con ellas? —pregunta. —¿Qué son? —Vaya, musa. Sé que te gusto, pero quizá quieras bajar un poco el tono. Un consejo, no seas obvia. —Un consejo. No seas ridículo. Te pregunté por tus perversiones igual que tú preguntaste por las mías. —Esa es la cosa. No pregunté por tus perversiones, te llevé a un viaje de descubrimiento. De nada, por cierto. Sólo hay una forma justa de contarte mis perversiones. —Sus labios se curvan en una sonrisa sardónica—. Demostrándotelas. —No, gracias. —¿Segura? Las mías son mucho más coloridas y divertidas. Mis labios se separan. Se le puso dura mientras me perseguía antes; lo noté, y no intentó ocultarlo, así que eso significa que lo disfrutó. Toda la escena ya estaba demasiado lejos de mi zona de confort. ¿Qué podría querer decir con más coloridas? Pero, ¿por qué me interesa? La pregunta “¿cómo qué?” se me queda en la punta de la lengua, pero me la trago y me centro en la comida que he estado empujando por el plato. —No me interesa. —Hago señas. Landon abandona su estatua y yo me pongo rígida mientras camina hacia mí. O más bien baila el vals, como un gato grande que parece perezoso pero que te partiría por la mitad si tuviera la oportunidad. A medida que se acerca, observo una cicatriz en la parte inferior de su estómago. Me pregunto qué le habrá causado eso y me maldigo por interesarme. Era tan fácil odiarle a muerte hace unas semanas, pero ese, por desgracia, ya no es el único sentimiento que tengo. Después de que destruyera mis defensas y pisoteara mis límites, hay otros sentimientos morbosos que me acechan. No entiendo la mayoría de ellos, pero sin duda reconozco la curiosidad y la necesidad de más. 166 Por no mencionar que tengo que espiar a este bastardo durante mucho tiempo si quiero reunir algo sobre él. Aprieto el tenedor con los dedos cuando se acerca. La luz de las velas proyecta sombras ominosas sobre su rostro etéreo. Sus abdominales se flexionan a cada paso, añadiendo un toque más a su presencia despiadada. Se detiene frente a mí y me tira por debajo de la barbilla, luego la levanta con un pulgar y un índice. —Lástima que no puedas decidir, pequeña musa. Disfrutaré cada segundo descubriendo todas tus perversiones. No intentes huir, ya sabes cuánto disfruto con la persecución. He caído profundamente en una versión de mí misma que no reconozco. Han pasado dos semanas desde el día en que Landon dio rienda suelta a una faceta de mí cuya existencia jamás imaginé. Desde entonces, me ha demostrado exactamente hasta dónde puedo llegar. Cuánto puedo hacer. Hasta dónde puedo llegar. Empezó amenazándome con aparecer mientras estoy con Maya o Niko, y luego me secuestra para llevarme a la casa encantada. Así que últimamente me limito a mandarle un mensaje diciéndole que estaré allí, lo que suele ser respondido con el regodeo exagerado de Landon. Te gusto aún más, ¿verdad? ¿Estás tan emocionada por reunirte con mi boca y mis dedos? Mi polla se puso en contacto hace poco y le gustaría probar. Si dejaras la actuación de monja mojigata en casa, sería genial. Cada vez, insinúa o intenta ir más allá, pero yo le empujo, le doy un puñetazo o simplemente le digo que no. Sorprendentemente, Landon no presiona después de eso. No le molesta la palabra “no”. No se siente amenazado ni provocado por ella. Es definitivamente tóxico y tiene banderas rojas en abundancia, pero aunque juega con la línea del consentimiento, nunca la cruza. 167 Pero le gusta jugar conmigo. Le gusta perseguirme y ver hasta dónde llego en el bosque maldito. Cada día voy más lejos, a pesar de la oscuridad. Tiene que ver con el hecho de que sé que está justo detrás de mí. Después de todo, sólo un monstruo puede aplastar a otro monstruo. A veces luchamos y le golpeo. Por alguna razón, no me devuelve los golpes, pero me atrapa debajo de él, inutiliza mis movimientos y me demuestra que su poder siempre será superior al mío y que, si quiere, podría hacerme pedazos fácilmente. Le encanta jugar conmigo, provocarme, hacerme creer que voy a ganar (ya sea en la persecución o en el ajedrez), y luego me quita la alfombra de debajo de los pies con una sonrisa socarrona en la cara. Es una locura lo intenso que es el placer que me da y cómo sigue empeorando, no mejorando. Tengo miedo de que un día de estos se me salga el corazón del pecho o me dé un ataque. Aun así, me encanta la mirada lujuriosa y gloriosa de su cara cuando envuelvo mis labios alrededor de su polla y le chupo toda la vida. Aprendo rápido y he entrenado mi reflejo nauseoso para llevarlo lo más lejos posible. Cuanto más me esfuerzo, más fuerte me la mete por la garganta o me decora la cara. Pero lo más importante es que, cuando terminamos, me envuelve en su camisa, sudadera o chaqueta y me compra comida, sobre todo italiana y turca, ya que ha descubierto que son mis favoritas. Le gusta esculpir mientras yo como o trabajo en mi nuevo mini jardín frente a su estudio de arte. Landon es definitivamente un espectáculo para la vista cuando está trabajando en arte. Una imagen de infarto a la que nadie puede apartar la mirada, y yo menos que nadie. El otro día, después de estar agotada de luchar con el idiota sólo para que perdiera y chupársela, sacó un pincel y usó una acuarela -azul, como mi color favoritopara pintarme toda la cara. Luego me miró fijamente durante más de un minuto y asintió para sí mismo. Fue a esbozar algo en su cuaderno, así que me miré al espejo y me quedé horrorizada sin medida. Parecía el tipo de líneas que alguien haría en la cara de un paciente para una cirugía reconstructiva. Pero bueno, ya no debería sorprenderme nada relacionado con Landon. Cuanto más tiempo paso con él, más me doy cuenta de que realmente es un sádico narcisista y un anarquista insaciable. No he podido conseguir más información sobre los Élites, porque nos reunimos a menudo aquí y él no es de los que se dejan ordeñar a menos que su polla esté de por medio. 168 Jeremy, que está en una fase de “asesinaremos a Landon” me dijo que está tramando algo, pero no puedo averiguar qué es exactamente ese algo. Así que mi otra opción es meterme en la boca del lobo. Sí, he estado antes en la mansión de los Élites, pero sólo por Bran, y aparte de investigar a fondo para llevar a cabo ese episodio del baño de sangre, no fisgoneé mucho en lo que se refiere a Landon. Es hora de cambiar eso. Así que aquí está la cosa. Mi plan es bastante sencillo, pero requiere un cierto nivel de astucia, sin que lo parezca. Conseguí que Bran me invitara a su casa -perdón por utilizar tu buena hospitalidad tan descaradamente, Bran- y pasamos la última hora jugando, pero le dije que necesitaba ir al baño. Obviamente, es una mentira descarada. Porque me dirijo a la habitación de Landon. ¿Espiando mucho? Claro que sí. Es la única oportunidad que tendré, ya que su estudio está cerrado con la huella de su pulgar y hoy no estoy de humor para desmembramientos, aunque podría cambiar de opinión en cuanto lo vea. Al parecer, hay una llave de repuesto para el estudio en alguna parte, pero ni Remi ni Bran están dispuestos a revelar esa información. Además, no creo que haya nada diferente en su estudio casero comparado con el de la casa encantada. Probablemente no le gusta que otros miren sus creaciones antes de que él las haya terminado, por eso tiene todas esas estatuas a medio terminar en un lugar insospechado. Sin embargo, no pareció importarle cuando lo observé. Así que, ¿quién sabe? Quizá, como con todo lo demás, dependa de su humor siempre cambiante. En cualquier caso, este es el lugar perfecto para lanzar una investigación. Averiguar cuál es la habitación de Landon es fácil. El otro día cuando vine, Bran dijo que recogería algo del piso de arriba y yo le seguí. Mientras pasábamos, señaló esta habitación: —No te acerques a esa. Es donde el gemelo malvado hiberna antes de tramar la desaparición de todos. Por lo visto, soy ciega a las banderas rojas, porque me cuelo dentro y cierro lentamente la puerta tras de mí. La habitación de Landon es tan meticulosa como su estudio de arte de la casa encantada. La colocación de los muebles y la elegante combinación de colores masculinos están cuidados al detalle. 169 Una esquina está ocupada por una cama alta de plataforma con cabecero de cuero tan negro como su alma. En el centro, hay un sofá a juego y dos elegantes lámparas de pie. Sin embargo, lo que más me llama la atención es el escritorio que hay en otra esquina, coronado por unos cuantos libros. Me pongo de puntillas en su dirección y leo los títulos de libros escritos en su mayoría por artistas y profesionales de la escultura. abro. De reojo, veo un bloc de notas. Tras echar una mirada fugaz a ambos lados, lo Las imágenes que me reciben roban a mis pulmones sus últimos alientos. Frente a mí yacen estatuas tridimensionales, gloriosas en sus detalles y absolutamente impresionantes en su elegante disposición. Me llama la atención un patrón que existe en todo el bloc de notas. Ninguna de ellas tiene cara. Algunas están a medio terminar, como las estatuas de la casa encantada, como si no encontrara la imagen adecuada para dibujar, pero la mayoría las ha dejado en blanco. A medida que me alejo, observo algunas siluetas del caos absoluto: círculos entrelazados, líneas cruzadas y figuras sin sentido. La marcada diferencia entre estos objetos y las estatuas perfectas es tan chocante que las compruebo dos y tres veces. Es imposible creer que las haya hecho la misma persona. Tal vez estaba en un estado mental diferente cuando hizo estos bocetos. Paso los dedos por las líneas entrelazadas. ¿En qué estaba pensando cuando las dibujó? Normalmente, está muy concentrado durante el proceso de creación: postura erguida, ojos de halcón y labios ligeramente entreabiertos. El modo Arte le queda brutalmente elegante. No tengo ni idea de por qué quiero verle cuando hace esos bucles de nada. Quizá sea porque es la primera vez que noto una grieta en su fachada perfectamente perfecta. Landon puede volverse mezquino, antagonista y absolutamente insufrible, pero nunca le he visto realmente enfadado. Tal vez ni siquiera sabe lo que es la ira. Se produce un movimiento detrás de la puerta, devuelvo el cuaderno al lugar donde lo encontré y busco frenéticamente un lugar donde esconderme. Dispara. Ninguno de los muebles es capaz de camuflarme. 170 La puerta se abre, salto tras las altas cortinas y recupero el aliento. La puerta del balcón que tengo detrás está abierta y el frío me cala hasta los huesos. Unos pasos entran en la habitación y no tengo que adivinar. Es Landon. No podría confundirlo con nadie más cuando tengo los pulmones llenos de su delicioso olor. Le siguen otros pasos. —No has estado por aquí. Una voz femenina. Y no es la de Ava, Cecily o su hermana Glyn. He oído todas sus voces y no suenan mocosas como esta. —No sentía la necesidad de estar cerca —responde Landon con su característica voz sarcástica y aburrida. —No puedes hacer esto. Acordamos nuestro próximo golpe. Me doy cuenta de que he estado cerrando las manos en puños desde que oí la voz de la chica y las suelto lentamente. Necesito estar tranquila. Después de todo, esta es mi oportunidad de hacer lo que vine a hacer: espiar al imbécil. —¿Nuestro próximo qué? —Acordamos que les rajaríamos las ruedas este fin de semana. —¿Lo hicimos? —¡Sí! Todo el mundo está esperando tus órdenes. Tenemos que sentarnos y planear esto a fondo. —¿Has oído hablar del libre albedrío, Nila? Es una sensación curiosa y liberadora que deberías experimentar alguna vez. —Ni se te ocurra empujarme a un lado otra vez, Lan. No quieres cruzarte conmigo. —Ya lo he hecho, innumerables veces, incluso cuando me lo suplicabas de rodillas. Mi cara se calienta y mis puños vuelven a cerrarse hasta que mis uñas se clavan en mis palmas. —¿Es eso lo que quieres? —Sus palabras salen como un ronroneo—. ¿Yo de rodillas? —Sin particularidades, pero si tienes ganas de inclinarte ante mí, por supuesto. No dejes que te lo impida. 171 Mi pie cae hacia atrás y me deslizo tras la puerta abierta hasta el balcón. Mis pasos son silenciosos y cuidadosos a pesar del fuego al rojo vivo que me atraviesa. Tengo que irme, porque si me quedo, seguro que salto en medio de la habitación y les doy un puñetazo en la cara a los dos. Es a mí a quien debería pegar. ¿Por qué he pensado que soy la única con la que juega por deporte? Por supuesto, tiene piezas laterales como Nila para atender sus estúpidas perversiones todo el día, todos los días. Respiro con dificultad mientras trepo por la barandilla del balcón y salto al siguiente: el de Brandon. Otro factor que olvidé en mis intentos de espiar a su hermano psicópata. Tengo que inventarle una excusa a Bran e irme, porque si vuelvo a ver a Landon, podría matarlo accidentalmente. Y no me gustan estas emociones fuertes que tengo por culpa del bastardo. Y lo que es más importante, quiero que deje de dolerme el pecho. 172 Landon E stoy terrible, excepcional y categóricamente aburrido como una puta cabra. No es ningún secreto que soy propenso a perder el interés por todos los objetos, personas y conceptos. El mundo, por definición, es un lugar aburrido, encadenado por expectativas económicas y políticas y regido por normas sociales. Una vez que perfeccioné el arte de encajar, la existencia se convirtió en salpicaduras de negro sobre gris. A veces, el gris es más prominente y próspero con la perspectiva de inyectar caos en el torrente sanguíneo del mundo. Otras veces, como ahora, los puntos negros de tinta se desbordan de mis neuronas e invaden cada centímetro de mi esporádica y azarosa existencia. La fiesta bulle a todo volumen a mi alrededor, haciendo una fantástica emulación de un mundo al que no pertenezco ni por asomo. Irónicamente, yo reino en él. La música a todo volumen chilla por los altavoces, bañando nuestra mansión en un caos vulgar y sin sentido. Los estudiantes de REU saltan y se mueven al ritmo como hormigas borrachas. A pesar de la ropa de diseño y el hedor a dinero viejo, todos se confunden en una existencia tediosa. Hace tiempo, cuando era joven y no tenía sentido, me preguntaba por qué no me molestaba en fingir alegría o fingir que me importaba la gente. Resulta que en realidad no, y eso me permite aprovechar sus miserables emociones. El mundo sería mucho mejor con menos gente en contacto con sus sentimientos. Solo lo digo. 173 Los miembros de Élites, cuyos nombres no me molesto en recordar, se sientan en los sofás a ambos lados de mí o se unen a la multitud. Llevamos nuestras características máscaras venecianas de disfraces, que mis socios utilizan como una tarjeta que les libera de la cárcel. Nila y su rival imaginaria, Bethany, han estado colgadas de cualquiera de mis brazos, suplicando mi inexistente atención. Rory lleva una hora mirándome desde debajo de su semimáscara como si hubiera asfixiado a su nana con una almohada. La verdad es que sólo le he dicho que si no deja de drogarse y de sabotear mi trabajo, me desharé de él más rápido que de un condón usado. Dice que está intentando dejarlo, pero parece que no lo suficiente, a juzgar por sus ojos inyectados en sangre. La verdad es que tengo una alta puntuación en la escala de apatía y no me importan sus hábitos de adicción. Simplemente desprecio limpiar los desastres de los demás. Nila me roza el brazo con sus tetas semidesnudas y Bethany hace lo mismo. Empiezan a enojarme, o más bien, me enoja desde que cada una me tome un brazo. Rechazo la mera idea de que este negro estado de ánimo tenga algo que ver con cierta musa. Han pasado exactamente cuatro días desde la última vez que la vi, tres si contamos el día en que fisgoneó en mi habitación y huyó como si su pequeño culo estuviera ardiendo. Mia ha estado haciendo un trabajo espectacular evitando mi proximidad. Es todo un ritual que empezó ignorando mis mensajes y terminó evitando nuestro capullo de caos. Tampoco se ha reunido con Bran y, en su lugar, ha estado rodeada de Jeremy, Nikolai y Killian, a menudo al mismo tiempo. Y aunque estoy abierto a las misiones suicidas, no puedo exactamente odiarla cuando estoy cuidando miembros rotos. Parece que subestimé la capacidad de Mia para jugar sucio. Ella es cualquier cosa menos dócil, que es el sabor de mi polla de jodido, pero es difícil de domar el espíritu de caballo salvaje que se esconde detrás de cintas lindas y sonrisas falsas. Pero nunca he rehuido los retos. Saco el móvil por tercera vez en cinco minutos y miro los mensajes que no me ha contestado. ¿Llegas tarde esta noche? No soy la policía de la puntualidad, pero llegas más de una hora tarde. Mi polla está desarrollando un caso grave de bolas azules que se puede arreglar fácilmente con tus bonitos labios. 174 Si no ibas a venir, podrías haber enviado un mensaje. Tus modales son 404 no encontrado. Y al día siguiente. ¿Te apetece presenciar cómo se derrama la sangre sobre tus botas? Porque no me importa algún pequeño crimen a cuchillo con tus Heathen. Tus esfuerzos de fantasma están resultando molestos e irritantes. Créeme, no quieres presionarme. Ven esta noche y no te haré daño. De acuerdo, mentí. No te haré mucho daño mientras te castigo por la insolencia. Ella no apareció. Ni esa noche ni la siguiente ni la otra. Mis mensajes amenazadores quedaron sin respuesta, como si no pudiera dignarse a responderme. Así que recurrí a mi segundo método preferido para recabar información, también conocido en la cultura pop como acecho. Estos días, ha estado publicando fotos con su pandilla del día. Hoy -hace una hora- ha colgado una selfie en la que Jeremy aparece al fondo, apoyado en un sofá y viendo la tele. Mia hace un mohín a la cámara, con la cara apoyada en el puño y la otra mano tirando de un lazo azul. El pie de foto es Aburrida. Aprieto los dedos alrededor del teléfono y miro fijamente a Jeremy en el fondo. Últimamente pasa con él más tiempo del necesario; el necesario es cero. Es vengativa, sí, pero no estoy seguro de que sea tan mezquina como para intentar provocarme con la presencia constante de Jeremy a su alrededor. ¿A quién quiero engañar? Claro que lo es. Posee la fogosidad de un toro drogado. Parece que tengo que tomar cartas en el asunto. Le envío un mensaje que no puede ignorar. Landon: No sólo cometiste el error de ignorarme, sino que además lo hiciste de la forma más equivocada. Reto aceptado, pequeña musa. Si tengo que acabar efectiva y personalmente con tu nuevo juguete, eso es exactamente lo que haré. Media hora más tarde, me retiro físicamente de la fiesta y conduzco hasta un lugar sin pretensiones que nadie pensaría que se ajusta a mi plan. 175 En realidad, todos y todo lo hace. Como una pieza de ajedrez en mi tablero. Mia incluida. Sólo que ella aún no lo sabe. La única diferencia es que, de forma alarmante, cuento con su presencia para crear o, mejor dicho, terminar los fracasos que no pasaron el corte. Antes de que ella llegara, solía dar forma a esta fachada convincente que era capaz de esculpir a voluntad. Sin duda, hice algunas obras de arte impresionantes, pero a menudo me parecieron decepcionantes, como llegar a un clímax físico, pero la parte mental no está a la altura de la intensidad. Desde el fantasma de Mia, paso el tiempo en el estudio contemplando las miniaturas que he hecho o las estatuas que he terminado desde que ella llegó. He creado obras maestras incuestionables que soy demasiado posesivo para mostrar al mundo. Ni siquiera a mamá, que ha sido mi guía artística número uno y mi animadora a la vez. El proceso es aún más extraño porque las hice mientras ella dormía, regaba -y hablaba con- las plantas o comía como un monstruo de la comida extrañamente adorable. En este punto, se está acercando peligrosamente a una adicción malsana y eso no lo permito. Incluso fumar es un capricho que puedo dejar si quiero. De hecho, últimamente he reducido el consumo de cigarrillos. Mia tiene que ser como los cigarrillos. Algo que me deleite pero que pueda desechar cuando me aburra. Y me aburriré. Es un hecho, no una especulación. Después de estacionar mi McLaren a la vista de cualquiera que pase por allí, atravieso la puerta del refugio de animales. Es tarde incluso para las personas que adoran los pies de los animales, pero eso no parece disuadir a nuestro residente Goody Two-shoes de venir aquí a esta hora impía de la noche. Huele a podrido, sólo digo. Algunos gatos me silban al pasar. Los perros gruñen, pero los fulmino con la mirada y se esconden detrás de sus pequeñas jaulas. No es ningún secreto que Bran es el gemelo amante de todo lo relacionado con los animales y el sol. Nunca me importaron estas criaturas. Los humanos ya son suficiente dolor de cabeza. Además, no puedo utilizar animales si son incapaces de ser manipulados, ¿verdad? Sin embargo, a diferencia de las tonterías psicológicas populares, nunca me he planteado hacerles daño como los aspirantes a psicópatas. Sólo los psicópatas débiles mentales con problemas de momia hacen daño a seres indefensos, y me niego a que me metan en la misma categoría que a los idiotas. 176 Irrumpo directamente en el almacén, donde la madre Teresa -perdón, quiero decir Cecily- está organizando la comida para mascotas en las estanterías metálicas. Lleva el cabello plateado recogido en un moño desordenado, lo que la hace parecer una figura sabia. Despacio, me quito la máscara, la agarro con la mano y me aclaro la garganta. Cecily mira en mi dirección con un ligero respingo, luego empuja un saco de comida en su lugar. —¿Qué haces aquí? Me paseo por el interior, tomándome mi tiempo y deleitándome con la llanura que me rodea. —Estoy herido en mi corazoncito. No hola, ¿cómo estás? —No creo que hayas venido aquí por ningún “cómo estás. Me sorprende que siquiera sepas que este lugar existe. Me apoyo en la estantería junto a ella e invoco el mohín dramático de Mia. —Te has vuelto tan fría, Cecy. —No sienta bien que te traten como tratas a la gente, ¿verdad? Esto, por supuesto, es porque ella me ayudó, aunque indirectamente, a hacer estallar la mansión de los Heathen como fuegos artificiales. Al parecer, Cecily no es un fan de cómo he utilizado la información que proporcionó libremente. —Aww, ¿todavía estás enfadada por aquella otra vez? Eso pasó hace siglos en años humanos. Lan. —Puede que seas capaz de herir a otros y olvidarte de ello, pero yo no soy así, —Permitieron que les hicieran daño. ¿Quién soy yo para no complacerlos? —Eres imposible y no se puede razonar contigo. —Exhala un suspiro—. Sinceramente, no sé qué me gustaba de ti. Sonrío. —¿Oh? ¿Es una confesión? —No, esta soy yo llamándome tonta. Creo que me gustó la idea de ti, pero cuando me acerqué, me di cuenta de que eres como tus estatuas. Precioso por fuera. —Me toca el pecho—. Vacío por dentro. —¿Has dicho precioso? —Vete, Lan. Tengo trabajo que terminar. 177 —No tan rápido. —Me pongo delante de ella, bloqueando su salida—. Mira, sé que me cambiaste por Jeremy, y aunque estoy herido en mi pequeño y negro corazón, dejé que pasara porque puedes ayudarme a derribarlo. —¿Tú... lo sabías? —¿Sobre tus sentimientos por mí? No podrías haber sido más obvio, Ces. —¿Por qué no dijiste nada? —No lo hiciste; ¿por qué iba a hacerlo? Además, sólo fue una fase, ¿no? Porque de alguna manera te metiste en el radar de Jeremy y llegó a gustarte. Te animé. Incluso lo alenté. En esa pelea, noté que te miraba y quise ponerlo a prueba, así que le dije: “¿Qué se siente querer a alguien que me quiere?”. Me dieron una paliza por ello, pero confirmar que siente algo por ti valió la pena. El poderoso Jeremy en luuurve. ¿No es poético? Un grito ahogado sale de sus labios. Eso es, Cecily. Recupera al cabrón y deja a cierta musa sin otra opción que yo. Y, sí, sabía de la relación poco ortodoxa de Cecily y Jeremy desde hacía mucho tiempo, por eso, durante una pelea clandestina, cuando tuve la oportunidad de presionar los botones de Jeremy, fui por ello de forma espectacular y lo conseguí con creces. Mi amiga de la infancia recupera lentamente la compostura y me mira como si fuera un recorte de cartón de un ser humano, lo cual no está del todo mal. —No te quiero. Nunca te quise. —Eso es lo que él pensaba. —Mi sonrisa se ensancha—. Perdón, quiero decir piensa. —No importa. —Me empuja, prefiriendo concentrarse en la aburrida tarea de organizar estanterías—. Ya no estamos juntos, y aunque lo estuviéramos, nunca te ayudaría a hacerle daño. —¿Estás segura? Porque tiene a una rubia explosiva colgada del brazo y pegada a su lado como pegamento. También está su clon mudo. Las hermanas Sokolov están compitiendo por su atención, y si no haces algo al respecto, una de ellas lo tendrá. Se pone rígida, pero pronto baja los hombros. —Puede hacer lo que quiera. Y no la llames muda. Eso no está bien. —No soy agradable. —Sorprendente. —Cecily pone los ojos en blanco—. Además, Mia sólo está para vigilar a su hermana. No parecía interesada en Jeremy. 178 —O eso es lo que quiere que pienses mientras se desliza a su alrededor como una serpiente. Maya es coqueta por naturaleza. Mia no sabría coquetear ni aunque recibiera una lección sobre este arte. A pesar de su actitud y su extenso sabor pervertido, en realidad es cerrada y un poco despistada. Así que el hecho de que esté pasando más tiempo con Jeremy a propósito es una bandera roja en todos los diccionarios. —El punto es, trae a Jeremy de vuelta. Es la última cortesía que te ofrezco antes de rebanarle la garganta y esculpirlo en la piedra más fea. —No te estoy ayudando, Lan. —No quiero que me ayudes. Sólo sácalo del mercado. Hace una pausa y ladea la cabeza, imitando a una arrogante de mierda que definitivamente no es. —Oh. Ya entiendo. ¿Se trata de Maya? ¿Tal vez Mia? ¿De las dos? —No te preocupes por eso y retoma cualquier cosa rara que hayas tenido con Jeremy. Sus hombros se caen y suspira como una anciana que ha pasado por las dos guerras mundiales. —No puedo. —¿Por qué no? —Ya no está interesado en mí. La miro atentamente. ¿Es una broma de mal gusto? La gente, mis amigos incluidos, son un puto dolor de cabeza. En serio, ¿qué harían todos sin mí en sus vidas? —¿No le interesa? ¿En qué planeta has estado viviendo, Cecily? El tipo te acosa como un asqueroso y sonríe de verdad mientras lo hace; te juro por Dios que pensaba que no sabía cómo hacerlo. También ha desarrollado algún extraño fetiche sobre eliminar a cualquiera que suponga un obstáculo para ti. ¿Ese profesor que daba trato preferencial al hijo de su amigo? Jeremy fue la razón por la que pidió el traslado. ¿Aquellos jugadores de fútbol americano que robaban y rajaban tus libros de texto? Jeremy los eliminó. ¿Esos tipos del club que bailaban contigo? Jeremy les dio una paliza y dejó a uno en coma. Ah, y las putas noticias, torturó a Jonah hasta casi matarlo mediante ahogamiento simulado y amenazó con matar a sus padres, hermanos, hermanas y a todos los que le importaban. Luego procedió a contarle a su familia todos los escándalos en los que podría meterlos aireando algunos de sus trapos sucios. Esa es la única razón por la que Jonah se entregó. Todavía le dan palizas en la cárcel todos los días porque Jeremy y todo su jodido séquito tienen la capacidad de pagar a gente que puede hacerlo dentro de las prisiones de Inglaterra, que deberían 179 estar lejos de su territorio, pero no lo están. ¿Todavía crees que eso no se llama interés? Cecily se queda con la boca abierta durante varios segundos antes de recuperar la compostura. —¿Cómo sabes todo eso? —Tengo a alguien que lo sigue, igual que él tiene a alguien que me sigue a mí. —¿Siguiéndote? —Sí. ¿Crees que ya sabe que estoy aquí? El pánico se desliza en sus ojos claros como una enfermedad altamente contagiosa. —Lan, lo que sea que estés planeando, detente. —Te necesito con él, Ces. No te lo estoy pidiendo. —Deslizo los dedos por su mejilla y acomodo la mano en el momento en que noto movimiento detrás de nosotros. En una pura emulación de caricatura, me empujan de Cecily con una fuerza contra la que podría luchar pero decido no hacerlo. Jeremy me da un puñetazo en la cara. Me dejo caer al suelo cuando veo una bota muy pequeña y muy familiar. Mia me mira fijamente como aquel día en el tejado en ruinas, sus ojos parecen lluvia de medianoche fracturada y pesadillas aplastadas. Mi propio jodido ángel caído. Levanta la bota y me da una patada en los huevos. Gruño, reprimo una sonrisa y ruedo sobre mi espalda. Mi labio ha doblado su tamaño y noto el sabor a metal, pero sigo sonriendo. —Hola, ratón. ¿Me has echado de menos? Me fulmina con la mirada, como si yo estuviera en lo más alto de su lista de asesinatos, y me hace una seña, lo que hará que se la follen como a una sucia puta dentro de poco. Luego hace una seña a Jeremy, que agarra a Cecily por el codo y reclama algo que a mí me importa un carajo. —Es todo mío. No interfieras ni se lo digas a Nikolai ni te pongas en contacto. Me encargaré de él yo sola, como acordamos. —Mia se pone una mano en la cadera cuando termina, su cara y su cuerpo emanan más actitud de la que debería permitirse. —Es todo tuyo —dice Jeremy. —¿Oh? —Me levanto de un salto y aseguro la máscara alrededor de mi cuello— . Voy a tener que rechazar cualquier trato que tengan. —Le arrebato la otra mano a mi amiga de la infancia—. Cecy y yo tenemos una cita. 180 Miro fijamente a Mia, que está apuntando con láseres metafóricos a donde tengo a Cecily. Debí haber pensado en mi represalia antes de los fantasmas, musa. —La única cita que tendrás será para un funeral. —Jeremy tira de Cecily y la suelto para que aterrice contra él. Soy tan buen cupido y debería ser recompensado por el esfuerzo. —Necrofilia. Qué rico. —Me relamo ante Mia. Levanta la pierna, sin duda para aniquilar las joyas de la familia de una vez por todas, pero esta vez le empujo una mano contra la frente, deteniendo su avance. —Jesucristo, cálmate y deja de actuar como un perro rabioso. Como era de esperar de la escupe fuego, me da patadas, puñetazos e intenta empujarme, pero todo acaba casi siempre en el aire. La bloqueo fácilmente y le ofrezco a Jeremy mi sonrisa más provocativa. —Suelta a Cecily. —No. Mi amiga se libera. —No tienes derecho a tocarme. Se miran el uno al otro en un ridículo juego de duros de pelar. Pero no es peor que Mia, que sigue intentando darme patadas mientras hace señas de que me va a matar. —Lo que ella dijo —chasqueo—. ¿Qué se siente ser la segunda opción? De hecho, ni siquiera habrías estado en su lista si no la hubieras acosado. Jeremy arremete contra mí con todos sus demonios portando ametralladoras. ¿Tasa de éxito de la provocación? Cien por cien. Cecily salta entre nosotros, de espaldas a mí mientras mira fijamente a su némesis, que irónicamente resulta ser el hombre del que está enamorada. —Basta. —Aléjate. —He dicho que pares. —Y yo dije que te alejaras de una puta vez. Es hora de dejarles hacer lo suyo. Este plan cuidadosamente urdido podría otorgarme un puesto en la ONU si alguna vez me planteo la paz mundial como opción profesional. 181 —Nos vamos de aquí. —Arrastro a Mia por el brazo mientras forcejea, da codazos y utiliza todos los trucos bajo el sol para liberarse de mi agarre. Y mientras la contengo enloquecida, no puedo resistirme a lanzarle por encima del hombro—: Recuerda, Ces. Tú me quisiste primero. Jeremy camina hacia mí, pero Cecily vuelve a detenerle. Muy pronto, Mia y yo estamos fuera. Aumenta su agresividad e intenta darme una patada en la rodilla. Balanceo su pequeño cuerpo y la empujo contra la pared bajo una tenue farola. La luz proyecta un suave resplandor sobre su rostro menudo y añade un sutil brillo a sus trenzas rubias entrelazadas con cintas azules. Lleva un vestido corto que deja al descubierto sus largas y esbeltas piernas, y me gusta pensar que se ha arreglado para mí. No ayuda que haya pasado más tiempo del que yo preferiría desde que me honró con su exasperante presencia. Mis dedos se clavan en su hombro. —Cálmate de una puta vez. ¿Qué te pasa? —Tú. —Me señala, sus ojos brillan de un azul más oscuro como el color de las rosas asesinadas—. Vete al infierno, maldito bastardo. —Sólo si me acompañas. Te agradecería la compañía. Su estado asesino sólo parece enfurecerse aún más mientras el rojo salpica sus mejillas. —¿Qué demonios crees que estás haciendo? ¿Por qué intentabas besar a Cecily? —Aww, celosa, ¿verdad? —Más bien no quiero ver a Jeremy herido. —Tu querido Jeremy ama a Cecily, así que a menos que estés de humor para convertirte en una tercera y muy indeseada rueda, te sugiero que te rindas. —Atasco mi rodilla entre sus piernas—. Además, puedo mantenerte satisfecha. Levanta la barbilla. —Una polla no es suficiente, me temo. Me gusta la variedad. Ahora, es mi estado de ánimo el que cae en picado a un pozo negro de tinta de la nada, incluso peor que cuando vi su selfie con él. —¿Qué demonios acabas de decir? —Me has entendido perfectamente. —Me empuja—. Ahora, si me disculpas, voy a buscar algo de diversión para la noche. —No me des la espalda, Mia. Sabes perfectamente lo que haré si huyes. 182 Se revuelve el cabello y me da el dedo. Una sonrisa sádica levanta mis labios. Mia correrá, y no sólo la atraparé, sino que también la follaré hasta que no pueda moverse. Hasta que entienda que no habrá otra polla dentro de ella que la mía. 183 Mia E l imbécil está buscando sangre. No hay otra forma civilizada de describir lo que sea que esté pasando por la cabeza del psicópata. Es la persona más impredecible y letal con la que me he cruzado nunca, y eso podría o no incluir al monstruo de mi pasado. Y lo digo yo, que me crié literalmente dentro de la mafia rusa de Nueva York. Landon está completamente loco, pero yo tampoco estoy del todo cuerda, porque lo estoy provocando. Estoy alardeando de mi cola en el mismo lenguaje provocativo que él habla, esperando... no, necesitando que venga por mí. Perseguirme. Inyecta en mis venas esa inyección de éxtasis que sólo él puede proporcionar. Conduzco a toda velocidad por las calles vacías. Las luces se difuminan en mi visión periférica, añadiendo una vibración mística a la peligrosa noche. Por más de una razón. Mis fosas nasales se encienden ante la imagen de Landon intentando besar a Cecily. Tenemos una cita. Eso es lo que dijo, aunque no las tiene, ni aunque le apuntaran con una pistola. Prefiere la emoción de lo desconocido, la intensidad y las preferencias sexuales mal vistas socialmente. Lo suyo es lo carnal y nunca las emociones. Pero, de nuevo, Cecily es suave y elegante. Su amiga de la infancia, nada menos. Probablemente no la tocaría crudamente ni le susurraría palabras soeces mientras le follaba la boca. 184 No la desnudaría y volvería a construirla sólo para poder hacerlo de nuevo. Un coche negro aparece en mi retrovisor, más grande que un cuervo vengativo. Pisé el acelerador a fondo, pero aunque me encanta mi SUV Mercedes, no se puede comparar con la potencia de un McLaren deportivo. Landon me alcanza en segundos y reduce la velocidad a la mía mientras conduce en paralelo a mí. Definitivamente no estamos en una carretera de sentido único. Le miro con cara de “¿Qué demonios estás haciendo?”. Satán. —Persiguiéndote, musa. —Su sonrisa sólo podía pertenecer al mismísimo Suelto el acelerador, dejándome caer detrás, pero él hace lo mismo, así que vuelvo a pisarlo y acelero de golpe hasta que mi cuerpo se pega al asiento. Una vez más, Landon mantiene mi ritmo, todavía sonriendo con sadismo desenmascarado. He llegado a reconocer esa mirada como lujuria salvaje. Es la mirada que luce siempre me persigue o me asfixia hasta casi matarme. Aprieto los muslos y lo achaco a la memoria muscular. No puede ser otra cosa. Me niego a creer que lo sea. Los faros parpadean al otro lado de la carretera, el lado por el que Landon no debería conducir. Le miro. Muévete. Vamos. —¡Muévete! —Hago señas con una mano. No lo hace. ¿Qué demonios? ¿Realmente planea suicidarse? —La pelota está en tu tejado. —¿Qué? —Hago señas con una mano. —Mi decisión dependerá de por dónde conduzcas. Te doy una pista: ¡ve a donde tenías que haber estado ayer! —grita por encima de los bocinazos del otro coche. Hago la señal de “Bien” con un dedo tembloroso. Justo a tiempo, pisa el freno y se desvía detrás de mí. 185 Me sudan la frente y la espalda, me tiemblan los dedos en el volante y piso el freno con inseguridad al reducir la velocidad. No puedo conducir con normalidad cuando todo mi cuerpo está conmocionado, pero lo hago lo mejor que puedo, y Landon me sigue, sin intentar adelantarme ni conducir a mi lado. En cuanto llego frente a la casa encantada, me sorprenden las luces que iluminan el espantoso jardín con hojas como serpientes y árboles fantasma que han caído hacia su muerte inminente. Pero entonces vislumbro mis parterres recién plantados, aún vivos y creciendo lentamente en comparación con la última vez que los vi. Son lo único que echaba de menos de este lugar. ¿O no? Salgo del coche con piernas temblorosas. Landon se toma su tiempo para salir de su estúpido McLaren. Me pongo delante de él y le hago señas salvajes: —¿Qué demonios creías que estabas haciendo? —Traerte de vuelta a donde perteneces. —Se quita lenta y pausadamente la máscara del cuello y desliza los dedos por la decoración dorada—. No habríamos llegado a este punto si no estuvieras jugando a un inútil episodio del gato y el ratón. Le empujo el pecho con todas mis fuerzas. —Mi decisión de venir aquí o no es mía, no tuya ni de nadie. Unos dedos fuertes me rodean el codo y tira de mí para que caiga sobre los cincelados músculos de su pecho. —Tu elección terminó en el momento en que entraste en mi vida. Tus pensamientos, tu temperamento y la médula misma de tu existencia me pertenecen ahora. Niego con la cabeza con vehemencia. —Negar la verdad no la hace menos viable. Te aconsejo que te acostumbres a mi papel en tu vida, porque no desaparecerá pronto. Le doy un puñetazo en el pecho. Un estruendo brota de lo más profundo de su ser y me aprisiona la mano, luego la aplasta de modo que el puño queda aplastado contra su músculo pectoral. —No lo hagas. Tu adorable pelea me excita, y no es una buena idea cuando ya estoy rebosante de energía insatisfecha. —Me suelta y da un paso atrás—. Ahora, haz lo que prometiste. Corre. 186 —Ve a perseguir a otra de tus chicas —le digo con más energía de la necesaria—. Soy demasiado especial para ser agrupada con tus piezas secundarias. Ya está, lo he dicho. Por fin. Las palabras que he estado pensando durante días salen a la luz. El dolor que sentí cuando lo escuché con esa Nila. La rabia absoluta y el dolor que experimenté cuando lo vi a punto de besar a Cecily. Ni siquiera debía estar allí, pero uno de los hombres de Jeremy llamó y le dijo que Landon estaba con Cecily. Jeremy tenía una expresión aterradora cuando se fue. Mi enojo debe haber coincidido con el suyo cuando subí a mi auto y lo seguí. Un impulso inexplicable fluye a través de mí. Un impulso que es imposible de sacudir o ignorar. Y se llama Landon jodido King. No importa que lo haya estado evitando. He estado pensando en él y en sus mensajes y en su maldita presencia cada segundo. Esto es lo que se siente al ser adicta, ¿verdad? Pero por mucho que me atraiga ese baboso bastardo, me cortaría las piernas antes de dejar que me pisoteara. —¿Pieza secundaria? —Se acerca a mí, sus ojos se oscurecen hasta adquirir el color de los cuervos y expelen la misma energía ominosa. Se detiene frente a mí y me levanta la barbilla con el índice enroscado. —Puedo acostarme con cualquiera de este planeta. Diablos, tengo un amplio repertorio de mujeres que me suplican chupar la polla si tan solo las miro. Pero ni siquiera reconozco su existencia. Estos labios son los únicos que quiero que envuelvan mi polla. Esta cara es la única que quiero que esté marcada con mi semen. ¿Crees que pondría todo este esfuerzo en alguien tan difícil como tú si sólo fueras una pieza secundaria? —No tocarás a nadie más que a mí. —No una pregunta, sino una exigencia. Y aun así responde: —No lo haré. Sencillamente. Sin ninguna de sus exasperantes condiciones, apuestas o ultimátums. —Tampoco tocarás a nadie más que a mí, o tendremos un problema muy serio y muy sangriento. —Deja de ser tan psicótico. —Deja de ser tan linda. 187 Me quedo con la boca abierta y la piel que toca estalla en mil cosquillas. Hundo los dientes en la almohadilla del labio inferior en un intento desesperado por controlar mi reacción. Su extraña aceptación de la situación basta para disipar las dudas en las que me ahogo desde hace unos días. Es suficiente para llenar mis músculos con una necesidad extraña. Una necesidad tan poderosa que zumba bajo la carne. Landon se inclina hacia delante y susurra con palabras oscuras contra la concha de mi oreja: —Corre, pequeña musa y corre tan rápido como puedas. Esta noche, follaré a todas las demás pollas de tu memoria. No necesita decírmelo dos veces. En cuanto me suelta, entro a toda velocidad en la casa. A pesar de que está poco iluminada, algunas bombillas amarillas proyectan sombras sobre el sofá desgastado, las sillas y la partida de ajedrez inacabada a la que jugábamos la última vez que estuve aquí. Los pasos de Landon suenan justo detrás de mí, seguros y sin prisas, como si supiera que va a alcanzarme. Acelero mis movimientos y corro hacia el piso más alto. Salto sobre uno de los escalones en ruinas, pero un fuerte agarre me atrapa el tobillo. Jadeo mientras miro detrás de mí. Landon parece un diablo en la oscuridad, con cuernos imaginarios y una agenda infernal. —El mismo truco no funcionará dos veces. Intento apartarle de un puntapié, pero me tira tan fuerte que grito cuando se me cae el mundo encima. Antes de caer al suelo, Landon me agarra por la cintura, pero me escabullo de su agarre y salto en el último segundo. Corro por el pasillo a toda velocidad. Los pesados pasos de Landon me siguen al instante. Mi corazón se acelera y mi temperatura sube hasta hacerme delirar. Un sonido de sobresalto sale de mis labios cuando oigo su respiración, pero no miro atrás. La excitación y la emoción se entrelazan y me agarran por la garganta. Cada fibra de mi interior bulle de vida cuanto más rápido corro y cuanto más oigo el crujido de sus pasos detrás de mí. Bajo las escaleras de tres en tres y me salto algunas, luego me agarro a la barandilla cuando casi me caigo. Me cuelo en su estudio de arte y me escondo detrás de una de sus estatuas inacabadas. Él se para frente a ella. 188 Nuestros pechos suben y bajan a un ritmo frenético, pero mientras yo lucho por respirar, Landon tiene una mano en el bolsillo. —Ríndete, pequeña musa. Tu coño es mío para follármelo. Mío para poseerlo. Cuanto antes aceptes esa realidad, mejor. En un instante, me dirijo a la derecha, luego cambio de dirección a la izquierda. Landon hace exactamente lo mismo. Suelto un sonido de regocijo cuando me agarra unas cuantas cintas y me las suelta del cabello. La estatua traquetea en su base cuando la empujo y corro hacia el balcón anexo al estudio. Me doy cuenta de mi error en cuanto el suelo cruje bajo mis botas. Estoy atrapada. Me doy la vuelta para escapar en dirección contraria, pero Landon ya está bloqueando la entrada. Se agarra al marco superior desportillado de la puerta del balcón. Se le sube la camisa, dejando entrever sus duros abdominales y los finos vellos perfectamente situados en medio de su gloriosa línea en V. Su voz burlona y ligeramente áspera viene de detrás de mí. —Alguien está atrapado. Todavía no. Me subo a la inestable barandilla, pero antes de que pueda saltar de ella, me saltan a la vista unos arbustos espinosos. El olor de Landon llena mis fosas nasales y acelera sus pasos detrás de mí. Me doy la vuelta tan rápido que pierdo el equilibrio y caigo hacia atrás. Un grito burbujea en mi garganta y cierro los ojos con fuerza. Una mano fuerte me rodea la cintura y siento un calor intenso en la base del vientre al sentir un cuerpo sólido contra el mío. Abro lentamente los ojos y me encuentro atrapada por los ojos sin alma de Landon. La realidad de mi situación se aclara tan lentamente como la niebla. Mi mitad superior está colgando fuera y la otra mitad cuelga dentro del balcón, sin que mis pies toquen el suelo. Lo único que impide que me caiga y me corte con mil espinas no es otro que Landon. Mis manos sudorosas se aferran a la barandilla metálica mientras mi pecho sube y baja a intervalos irregulares. 189 —Una bonita vista para darme la bienvenida. —Landon desliza su mano libre por mis muslos, acariciándome, pellizcándome y dejando un rastro de piel de gallina a su paso. Es entonces cuando me doy cuenta de que el vestido se me ha subido hasta la mitad, dejando al descubierto mis medias de rejilla y mis bragas azul real. —Súbeme —intento hacer señas con una mano, y luego le señalo a él y a mí. —No me escuchaste cuando te envié todos esos mensajes. ¿Por qué debería escucharte? —Desliza su mano entre mis muslos y los separa a la fuerza—. Además, me encanta el miedo y la lujuria de tus ojos. Se me está poniendo la polla dura como la mierda. Es un idiota enfermo. El psicópata más peligroso que no sabía que existía y, sin embargo, mi cuerpo zumba por lo que promete. Mi temperatura sube a un nivel alarmante y todo lo que puedo hacer es arder en la intensidad del puto Landon King. Me acaricia bruscamente por encima de las bragas. —¿Sabes lo que haré ahora? Niego con la cabeza. —¿No? Bueno, déjame que te lo aclare. Voy a follarte, Mia. Duro. Como nunca te han follado antes. No voy a ser suave contigo o parar cuando sea demasiado. Ni siquiera si te rompes y te haces pedazos. Se me abren los labios. ¿Por qué me excita tanto? Me arrastra hasta que la parte superior de mi espalda descansa sobre la repisa, agarra el material entre sus manos y lo rasga con tanta fuerza que se me corta la respiración. Mis bragas y mis medias caen hechas jirones, algunos aún me cuelgan y el resto se desparrama por el suelo. No puedo evitar ver cómo se desvanecen las marcas de succión y mordiscos que me dejó en la cara interna de los muslos la última vez que me tocó. Puede que me las mirara en el espejo todos los días y me las acariciara todas las noches. Mis pensamientos vuelan por la ventana cuando sus dedos se clavan en mis resbaladizos pliegues. —Tu goloso coño está tan húmedo para mi polla. Vas a dejarme usar tu agujero como usé tu boca, ¿verdad? Te retorcerás y gemirás y me mostrarás tu carita erótica mientras te saco ese desafío, ¿verdad? Mi única respuesta es un sonido apagado. 190 Me abofetea el coño y mis caderas se sacuden. Un hormigueo feroz recorre mi piel sensible. Sin soltarme de la cintura, se desabrocha rápidamente los pantalones y saca su polla, muy dura y muy hinchada. Nunca lo había visto tan excitado, hasta el punto de que las venas se le ponen moradas y furiosas. Me golpea contra él y me suelta por el medio. Mis piernas rodean automáticamente su ágil cintura para no caer de nuevo entre los arbustos. Las suelas de mis botas se hunden en la parte trasera de sus muslos mientras la barandilla se clava en mi columna. Landon me agarra el muslo y hunde las yemas de sus dedos en la carne suave y sensible cerca de mi núcleo. —Has cometido el error de suponer que hay otras pollas en la mesa para ti. Te enseñaré la valiosa lección de que, mientras yo respire, eres sólo mía para perseguirte. Mía para poseerla. Mía para follar. ¿Por qué? Quiero preguntar, sondear, meter la mano bajo la armadura metálica que lleva como sofisticada fachada y desgarrarla. Quiero mucho más, pero no puedo decir nada mientras me penetra. Me resisto y hundo los dientes en el labio inferior para no chillar. Landon se retira un poco y vuelve a entrar. —Tu coño está hecho a mi medida, pequeña musa. ¿Puedes sentirlo ahogando mi polla? Se resiste más y me rodea la garganta con los dedos, estrangulándome hasta que sólo veo su cara. Inminente, dominante y en completo control. —Relájate, Mia. No es como si fueras virgen. Mis paredes interiores se agrietan y se rompen en mil pedazos. Mis pulmones arden y mi vientre se contrae a intervalos espantosos. Me atraganto con un grito ahogado mientras un líquido caliente se filtra entre mis muslos. Landon ralentiza por fin el paso y se queda mirando el espacio que nos separa. Sus ojos se entrecierran en lo que supongo que es mi sangre mientras sus dedos me rodean la garganta. —O te ha venido convenientemente la regla ahora o me has mentido. ¿Cuál es? Levanto la barbilla mientras el dolor me atormenta por dentro. Necesito que haga algo para detener esta sensación. —¿Eres virgen? —Su voz suena oscurecida y distorsionada en mis oídos zumbones. 191 Hundo las uñas en su mano que me rodea la garganta y aprieto. “Termina lo que has empezado, maldito bastardo”, comunican mis ojos, y aunque es imposible que lo entienda, una luz sádica brilla en su brutalmente bello rostro. En un instante, me toma en brazos y yo me agarro a él mientras se quita los zapatos, los pantalones y los calzoncillos. Luego, aún dentro de mí, entra en el estudio. Lo hace sin esfuerzo, como si yo no pesara nada, sus poderosos pasos se comen la distancia en un santiamén. Mientras me lleva en brazos, me baja la cremallera del vestido y yo le ayudo a pasármelo por la cabeza. Mis pezones rozan su camisa y reprimo un gemido de placer. A pesar del dolor que me palpita entre las piernas, no puedo negar la atracción que late en lo más profundo de mí. Nunca he estado tan excitada en mi vida como en el abrazo de Landon. Estoy en brazos de una bestia, vestida sólo con medias de rejilla rotas y botas, pero me siento extrañamente segura. Se busca. Envuelto en una nube lujuriosa. Sin duda es necesario. Landon empuja un enorme lienzo en blanco desde la esquina de la habitación y me tumba encima de él, de modo que se cierne sobre mí. Mis piernas siguen enredadas en sus muslos, negándose a soltarlo por alguna razón. He estado pensando tanto en esto, imaginándolo y reproduciéndolo en mi cabeza, que la sola idea de que salga mal me produce ansiedad. Sus dos manos me rodean la garganta y me penetra con fuerza, pero sin prisas. El sonido de su polla untada con mi sangre y mi excitación resuena en el aire como un afrodisíaco. —Sangra por mí. —Empuja—. Rómpete por mí. —Empuja—. Hazme tu único. Mis muslos tiemblan y el placer me anuda el vientre. El dolor estalla lenta pero inexorablemente en mil chispas placenteras. Me agarro a sus musculosos brazos, no para quitármelos, sino porque necesito el ancla. O quizá quiero la conexión, por muy despiadado que sea Landon. Ni en mis sueños más salvajes imaginé que el sexo sería tan tentador. Landon sacó mi lado más animal y lo acarició, literal y figuradamente. 192 Cuanto más se ahoga, más fuerte es el torrente de mi excitación. Cuanto más profundas son sus embestidas, más rápido se entrecorta mi respiración. Mis sonidos inteligibles resuenan en el aire y él mueve las caderas, se retira y vuelve a penetrarme. Mi espalda se arquea y mi boca se abre y se cierra sin sonido. —Tu cuerpo es un templo para el mío, pequeña musa. Me encanta sentir tu coño cuando luchas por respirar. Aprieta y ordeña mi polla con tanta fuerza. Te estás convirtiendo en mi agujero favorito. Vuelve a sacarla, quedándose sólo con la corona dentro, y luego vuelve a introducirla. —Tomarás hasta el último centímetro, ¿verdad? No sé si estoy demasiado demente para curarme nunca, pero mis caderas se sacuden con cada embestida. Cada vez que miro su fría y vacía mirada, me ahogo más. Durante una fracción de segundo, creo ver algún atisbo de emoción, pero es fugaz y pronto desaparece como si nunca hubiera estado ahí. Probablemente no lo era. Soy yo quien persigue una noción imposible, esperando, incluso mientras me destroza esta bestia, que haya un rincón en su alma al que pueda llegar. Me está devorando un monstruo frío y despiadado y no quiero que pare. Me tiemblan los muslos y el orgasmo me invade en largas ráfagas. Sus embestidas se vuelven animales, incluso dolorosas, pero me deleito con cada una de ellas. Landon se parece a sus estatuas griegas favoritas cuando se acerca: un dios absolutamente impresionante, pero frío y críptico. No soy más que un agujero caliente que está utilizando para el clímax físico. Al igual que él no es más que una polla que estoy usando para mi propio placer. No es nada más, me digo, aunque siento que se me llenan los ojos de lágrimas. Landon levanta una mano de mi garganta y me limpia la humedad, luego se la lleva a los labios mientras susurra: —Te estás convirtiendo en una adicción peligrosa, pequeña musa. Y entonces se corre dentro de mí a chorros largos y calientes. Puedo soportar ser una adicción. Después de todo, eso es lo que pienso de él también. Una adicción letal e irreversible que podría o no empujarme a la perdición. 193 Landon C ontrariamente a la creencia común, principalmente la de quienes me odian y quienes tuvieron la desgracia de ser daños colaterales de mi alma sedienta de caos, no soy una bestia. Lo sé, lo sé. Es difícil creer esa idea, teniendo en cuenta mis tramas anárquicas que podrían y harían llorar a los adoradores de Satán. Mi bestia es diferente del consenso general que la mayoría de la gente tiene sobre mí, incluidos mis exterapeutas. No soy yo. Es parte de mí. Mi bestia ha estado enganchada a mis huesos desde el momento en que fui concebido por mis padres. Seguro que mi bestia y la de Bran se dividieron y yo recibí la más ruidosa. La suya se puede mantener fácilmente encadenada. La mía me mataría antes de intentar semejante blasfemia. Puede que esto sorprenda a la policía de los trastornos antisociales, pero en realidad no me gusta hacer daño a la gente porque sí, aunque todos, incluidos mi familia y mis amigos, dirían lo contrario. La verdad es que las personas a las que hice daño se cruzaron en mi camino. No reacciono bien ante los obstáculos. En cuanto veo uno, se me ocurren cien y una soluciones para eliminarlo y, como necesito anarquía, suelo optar por la resolución más difícil y que causará más daño solo para sentirme algo realizado. Real. Vivo. También siento un inmenso placer al poner a los demás de rodillas ante mí. Es un poder adictivo que necesito saciar tanto como mi necesidad de caos. 194 Mi bestia es fácil de llevar. Todo lo que tengo que hacer es ofrecerle un poco de violencia, anarquía y posible sangre y será oro, holgazaneando como un león en su cueva. Mi bestia también es bastante pragmática. En lo más profundo de su negra alma, quiere asesinar al estilo de los asesinos en serie y mirar a los ojos de la gente mientras se quedan sin vida. Quiere el poder de tener la existencia de los demás en la palma de su mano como si fuera un dios hecho a su medida. Tiene un alto grado de control de las emociones y las catástrofes, y sería un candidato perfecto para un asesino en busca y captura, famoso pero al que nunca atraparían. Sin embargo, ese pensamiento nunca ha fructificado ni fructificará por una razón muy sencilla. Un momento de gratificación no vale el daño que podría infligirme a lo largo de mi vida en el 0,01% de posibilidades de que me atrapen. ¿Imaginarme entre rejas? La blasfemia. Y sin embargo, ahora mismo, mi bestia está lejos de ser racional, pacífica o relajada. He estado aquí de pie durante los últimos... mierda sabe cuánto tiempo. ¿Una hora? ¿Tres? ¿Cinco? Probablemente esté cerca del amanecer y no he podido pegar ojo. Esculpí un golpe de genio, luego lo empujé en la parte posterior de las otras estatuas con el lienzo que tiene la sangre de Mia por todas partes. Sangre virginal. Invocar a Satán usando eso es una idea tentadora, pero yo opto por algo mucho más diabólico. Algo que desafía la realidad y avergüenza todo lo que he hecho hasta ahora. Enciendo un cigarrillo y exhalo una nube de humo bajo las sombras de la madrugada que se cuelan por la ventana cuyas rendijas rellené con arcilla después de que Mia estuviera tiritando hace unas semanas. Doy una calada al cigarrillo y me acerco a Mia, que está tumbada en el sofá, envuelta en mi camisa. Sólo mi camisa. Ya se ha convertido en una costumbre. Incluso cuando su vestido está intacto, también se pone mi ropa antes de quedarse dormida. La tela sube por sus muslos pálidos, revelando mis marcas borrosas y las nuevas que he añadido hoy. Antes, el interior de sus muslos estaba manchado con la prueba de su inocencia, pero yo unté cada gota en el lienzo y lamí el resto. 195 Necesitaba devorar la evidencia aunque ella pareciera mortificada por la atención. Lamí y mordisqueé su suave vientre, luego chupé sus muslos, su estómago y su montículo. En todas partes podía dejar un chupetón de propiedad. Todo el tiempo me observó con una extraña fascinación que rayaba entre la lujuria y la confusión. Mia puede actuar con rectitud, pero también alberga una bestia. Es diferente de la mía y tiene códigos de conducta irregulares, pero es una bestia de todos modos. Inhalo el cáncer en mis pulmones y suelto una estela de humo en el aire mientras doy vueltas y vueltas alrededor del sofá como si eso fuera a dar sentido al caos absoluto que se está gestando en mi interior. Mia sólo debía ser una musa temporal, una válvula de escape a través de la cual mi creatividad alcanzara el clímax, literal y figuradamente. Pero al contemplar sus suaves rasgos, con los labios ligeramente entreabiertos y las espesas pestañas abanicando sus mejillas, me doy cuenta de lo equivocada que estaba. Un polvo no ha hecho más que abrir mi apetito por más de su sabor, más de marcar su carne y engullirla en mi mundo con sabor a perversión. Y no follo a la misma mujer dos veces. Nunca he vuelto a desear a una en cuanto he acabado con ella. Nunca he mirado a una mientras mi bestia urde planes para tenerla retorciéndose debajo de mí mientras su coño ordeña mi polla. Pronto. Ahora, incluso. Su presencia está empezando a influir en mis pensamientos y en mi proceso de toma de decisiones. Tengo que poner fin a esto y sabotear la médula misma de su ser antes de que se convierta en la pesadilla de mi existencia. Mia se revuelve como suele hacer cuando duerme la siesta. Por alguna razón, duerme mucho a mi alrededor, algo que incluso a ella le parece raro. El otro día, sin querer, me dijo que no duerme mucho, ni siquiera con las luces encendidas. ¿Qué líneas cruzó la oscuridad para convertirte en esto? Entrecierro los ojos mientras le echo humo a la cara. Una parte de mí sabe que no me importan las circunstancias de la gente. Nunca lo he hecho y nunca lo haré. La única razón por la que tengo estos pensamientos es para poder reunir más información sobre ella y utilizarla para aprovecharme de ella. La rompería en pedazos minúsculos para que nadie pudiera recomponerla. Al contrario de lo que esperaba, Mia no se despierta. Se lleva las rodillas al pecho y las rodea con las manos, de modo que está tumbada en posición fetal. 196 De su boca salen sonidos ininteligibles y temblorosos. El labio superior y la frente se le llenan de sudor, y los mechones rubios despeinados se le pegan a la piel. Mi mano rodea el respaldo del sofá mientras me inclino para intentar descifrar los ruidos. Hay muchos quejidos, jadeos y gemidos de dolor, pero algo más se cuela entre medias. Cuando por fin distingo el sonido, el cigarrillo cae de mi mano y golpea el suelo, desprendiendo una chispa de luz anaranjada, luego se apaga. —No... Eso es lo que dice entre ruidos temblorosos. No es mucho, pero sin duda es algo que nunca antes había dicho. Unas palabras. Estaba en lo cierto. No se parece en nada a la pretenciosa Maya. Su voz es más grave, más suave y posiblemente la única voz que escucharía repetida. Una y otra vez. Agarro mi teléfono y pulso grabar. —No... —repite, un poco más fuerte, aunque sigue temblando como un pájaro atrapado en una tormenta. Toda la sangre me corre entre las piernas. Mi polla se abulta contra mis bóxers a una velocidad que nunca antes había experimentado. El sonido de su voz estalla en algún lugar detrás de mi caja torácica y me encuentro inclinándome aún más para que mi oído esté casi pegado a sus deliciosos labios. —No... por favor... Por favor. ¿A quién le suplica si no es a mí? No tiene derecho a suplicar a nadie más que a mí. Más gemidos. Jadeos. Gemidos de puro dolor retorcido. Retrocedo para mirar su rostro angustiado, su ceño fruncido y las lágrimas que se acumulan en las comisuras de sus ojos y luego caen en cascada por sus mejillas. No sólo está teniendo una pesadilla, sino que además sufre más a cada segundo que pasa. 197 Una persona mejor la despertaría, pero si lo hago, no volverá a hablar. Es su subconsciente el que habla, y probablemente ni siquiera recordará las palabras que acaba de soltar. Además, ¿cómo se atreve a soñar con otro después del explosivo encuentro inicial entre mi polla y su coño? Que se joda. La voy a despertar de todos modos. Después de tirar el teléfono sobre la mesa, le doy un golpecito en la mejilla con el dorso de la mano. Ni siquiera se inmuta. —Abre los putos ojos —digo no muy amablemente y sin reconocer el motivo de mi tono ensombrecido. Mia no responde ni da señales de reconocer su entorno. No me culpes por lo que voy a hacer. Le pedí claramente que se despertara, pero no parecía entusiasmada con la idea, así que tengo que recurrir a otras medidas. Y sí, estoy profundamente perturbado por la situación de modo follar en la que mi polla se deslizó fácilmente. Puede que se me conozca como alguien con un inmenso apetito sexual y un amplio repertorio de parafilias, pero en realidad no me excito con facilidad. O no. Mia obviamente cambió eso. Antes, Nila y Bethany estaban prácticamente follándome y ofreciéndome un trato de folla uno y consigue uno gratis, pero yo no podía reunir ni un gramo de interés. Mia dice dos palabras en sueños y yo estoy dispuesto a fecundarla con mi puto hijo para que no tenga escapatoria. Joder. ¿A qué venía ese pensamiento? Me bajo los bóxers hasta quedar completamente desnudo y me subo al sofá. Mis rodillas se apoyan a ambos lados de ella mientras echo una de sus piernas por encima del hombro y desnudo su hinchado coño rosado. Está muy dolorida, y lo último que necesita es otra aventura sexual. Otra persona probablemente la dejaría en paz. Menos mal que no soy otra persona. Le levanto la camisa para dejar al descubierto sus pezones rosados, le acaricio uno y luego le acaricio los pliegues, hundiendo los dedos en la carne rosada. Un escalofrío recorre su pequeño cuerpo. Las arrugas de incomodidad desaparecen lentamente de su rostro y los gemidos de dolor se acallan. 198 Como por arte de magia. Mis dedos encuentran su clítoris, lo rodeo y lo golpeo ligeramente. Sus caderas se sacuden y un gemido de placer sale de sus labios entreabiertos. Sigo haciéndolo hasta que siento su pegajosa excitación dándome la bienvenida y el embriagador aroma de su coño llena mis fosas nasales. Mientras se retuerce, libero su coño, que a estas alturas debería llamarse simplemente mi coño. Le rodeo la garganta con los dedos, hundiendo el pulgar en las huellas rojas que dejé antes. Me masturbo un par de veces, usando su pegajosidad en mi palma como lubricante, y luego me deslizo lentamente dentro de su calor acogedor. Mia gime, su cabeza cae hacia atrás y su cuerpo tiembla. Joder. Está perfectamente apretada. Empujo a un ritmo moderado, saboreando cómo se aprieta alrededor de mi polla como si estuviera consciente. El hecho de que no lo esté lo hace mucho más erótico. Mi polla está considerando seriamente una suscripción más larga por primera vez en su hedonista vida. Los pezones de Mia se endurecen mientras sus caderas me embisten golpe a golpe. Nunca he creído en el destino, pero estoy seguro de que esta pequeña musa está hecha para mí. Su cuerpo se acuerda del mío y ella sacude las caderas y arquea la espalda en señal de bienvenida. —Tu coño está tan ávido de mi polla. Vas a recibir mi semen muy dentro, como mi agujerito favorito, siempre que yo quiera, ¿verdad? —gimo y acelero el ritmo, pasando de cero a cien en un santiamén. Mia abre los ojos y, por un segundo, parece desorientada mientras parpadea. Mi mirada captura su mirada salvaje mientras embisto contra ella, adueñándome de cada centímetro y sin dejar ningún resto. No me detengo. Es demasiado tarde para parar. Su mirada frenética va de mi cara a donde estamos unidos. Espero que intente apartarme, pero se aprieta alrededor de mi polla y su excitación es el mejor lubricante que he probado nunca. Bien, está empatado con su sangre. Mia es una obra de arte cuando tiene un orgasmo. Frunce el ceño, abre la boca en una O silenciosa y sacude las caderas. 199 Esperaba durar más, y normalmente lo hago, pero la visión de ella destrozándose sobre mi polla me lleva al borde del abismo en un santiamén. Joder. Mis pelotas se tensan y me corro a chorros sobre su vientre desnudo. Casi me corro dentro de ella. Otra vez. No sé qué demonios me ha pasado. Tengo condones por toda mi persona y lugar, pero por segunda vez, olvidé ponerme uno. O tal vez, en el fondo, me engañé a mí mismo para olvidarlo. No es ningún secreto que necesitaba sentir su piel desnuda contra la mía mientras se deshacía. Mia mencionó hace una semana o así que tenía una cita para cambiar su inyección anticonceptiva, pero aun así, esto es un desliz considerable por mi parte. Nos quedamos allí, disfrutando de las secuelas de la neblina de lujuria. Mi mente es una niebla de preguntas sin respuesta y posibilidades peligrosas y, sin embargo, mi polla sigue, a todos los efectos, medio erecta. Mia se recupera primero, aparta mi mano de su cuello y se aparta sobre los codos. —¿Qué demonios ha sido eso? —Hace señas. —Tus intentos de parecer enfadada son un completo fracaso. Puede que quieras intentarlo de nuevo cuando tu cara no parezca recién follada y complacida, si me permites añadir. Me fulmina con la mirada. —Para responder a tu pregunta, eso fue, como acordamos, demostrar una de mis perversiones. —Sonrío—. Somnofilia para ganar. Sus labios se separan y traga grueso. —¿Oh? —Inclino la cabeza—. A juzgar por tu reacción, también podría ser tu perversión. Niega con la cabeza con más fuerza de la necesaria, pero sus mejillas se sonrojan con un tono rojo más intenso. —No necesitas avergonzarte cuando acabas de correrte por ello. Pero divago, sólo hasta la próxima vez que te despierte con mi polla. ¿Qué estoy diciendo? No debería haber una próxima vez. Empieza a levantarse, pero la agarro de la mano. Mia se detiene, con expresión perpleja. Agarro unos pañuelos de papel de la mesita, donde le espera la cena, y limpio las huellas de nuestra sesión de sexo de su piel translúcida. ¿Qué soy sino un caballero bondadoso? 200 Me ayuda poder trazar las marcas de mis dedos en su carne. Estos chupetones y mordiscos irregulares se están convirtiendo en mi creación favorita. Mia se queda quieta y me observa con unos ojos que parecen flores silvestres medio aplastadas que apenas sobreviven al borde de la lava volcánica. Definitivamente no es por el sexo, teniendo en cuenta la pizca de lujuria que aún brilla a través de ellos. —¿Qué estabas soñando hace un momento? —pregunto mientras termino de limpiar el espacio entre sus piernas y luego le limpio el estómago. —Nada. —Estabas llorando y jadeando. —Nada. —Hace señas de la palabra esta vez con más actitud. —Hace mucho tiempo. —Pongo especial cuidado en limpiar el borde de su ombligo—. Bran entró en mi habitación sin luz en los ojos, y cuando le pregunté qué había pasado, tampoco dijo nada. Y desde entonces no ha vuelto a ser el mismo. Así que tengo profundos problemas de confianza con la palabra nada. Traga saliva y agacha la cabeza. Me doy cuenta de que está a punto de romperse, solo tengo que empujar un poco más. Mi voz se suaviza. —¿Está relacionado con quien te quitó la voz? Mia asiente una vez. Es un buen comienzo. —¿Sigue vivo? Otro asentimiento. Así que es un él. —¿Tus padres le hicieron vivir como un lisiado? Niega con la cabeza y luego hace señas: —Nadie sabe quién es ni dónde está. Ni siquiera sus padres mafiosos. Debe de ser por eso que a menudo mira por encima del hombro y sólo duerme cuando hay una luz encendida. Alguien le robó no sólo su voz -su hermosa y melódica voz-, sino también su tranquilidad. Alguien que asumió el gran riesgo de atacar a una princesa de la mafia, sin importarle las consecuencias, es de otro calibre. 201 —¿Ni siquiera tú? Sus ojos, del color de la determinación, se encuentran con los míos, un poco perdidos. —¿Qué quieres decir? —Dijiste que nadie sabe dónde está, lo que tiene sentido, pero ¿y quién es? Lo has visto, ¿no? El aire está tan cargado de tensión que podría cortarlo con un cuchillo. A Mia se le va todo el color de la cara, le tiemblan los labios entreabiertos y niega con la cabeza frenéticamente. Interesante. —Pero lo encontraré. —Hace señas tras recuperarse parcialmente—. O recupero la voz o muero. Le aparto de la cara una maraña de cabello rubio y cintas azules. Mia me mira fijamente con expresión impresionada, sus labios carnosos se separan y suplican que les meta la polla entre ellos. Pero esa es una reflexión para otro día. —Una completa tontería. El único ultimátum es que recuperes tu voz y lo mates. Puedo hacer que suceda. Todo lo que tienes que hacer es pedirlo. Ni siquiera sé qué demonios estoy haciendo. Por primera vez en mi vida, estoy dando prioridad a otra persona sobre mis propios planes. Tal vez, sólo tal vez, estoy irrevocablemente hechizado por esa suave voz y me niego a creer que ésa fue la última vez que la oiré. 202 Mia H ay un error en la matriz. Una ecuación mal calculada. Una visión de la realidad absolutamente desfigurada e imposible de arreglar. Y todo tiene que ver con un tal Landon King. El monstruo actual de mi vida. El demonio que me lleva al infierno con sonrisas decadentes y una visión hedonista de la realidad. Ni en mis sueños más salvajes habría pensado que me aficionaría a las cosas dementes que Landon sigue enseñándome. Empezó siendo mera curiosidad, pero ahora domino a la perfección sus perversiones. Esa curiosidad morbosa se está transformando en algo mucho más grande e intimidante. Está cortando cada uno de mis límites autoimpuestos con garras afiladas y ensangrentadas. Y lo más aterrador es que no puedo ponerle fin. Todos los días voy a la casa encantada, que Landon está renovando poco a poco, con la determinación de que esta noche será el último golpe. Y, sin embargo, cada noche vuelvo una y otra vez como una adicta sin remedio. Mi excusa es que una parte profunda de mí ha estado anhelando esta sensación de abandono total y de ser ligeramente forzada a renunciar al control. Ese agujero negro en un rincón de mi alma ha estado soñando con dar rienda suelta a este lado más oscuro de la lujuria desatada, el lado del que ni siquiera le hablaría a Maya. Una faceta mal vista por todas las sociedades y sus religiones. 203 A menudo sentí esa comezón en el instituto. Mientras que a Maya le encantaba llamar la atención, me di cuenta muy pronto de que ninguno de los chicos que conocía podía satisfacer esa comezón, ni siquiera los hijos de otros líderes mafiosos que prosperan con la violencia y afirmando su lugar en el mundo. Así que imagina mi sorpresa cuando descubrí que en nada menos que un británico presumido. Un artista psicópata con gusto por todo lo prohibido y lo malo. La verdad es que nunca me he sentido tan estimulada como cuando me toma sin reparos, me utiliza a fondo y me manosea. Nunca me he emocionado tanto como cuando me persigue y me hace creer que me he salido con la mía, sólo para poder tirarme al suelo y follarme con odio. Es un afrodisíaco. Un golpe mejor que cualquier droga. Lo peor es que me siento segura en su compañía. Hace dos semanas, después de que me despertara de una pesadilla de la forma más placentera -y enfermiza- que he visto nunca, no me sentí violada. Ni lo más mínimo. De hecho, le agradecí que me sacara de ese bucle. Desde entonces, lo ha vuelto a hacer varias veces: me ha sacado de una pesadilla espantosa y me ha llevado al placer. Nunca se lo dije, pero sí, teniendo en cuenta que he experimentado un orgasmo explosivo cada vez que lo ha hecho, diría que la somnofilia es con seguridad una de mis perversiones también. Tal vez la razón por la que soy tan adicta a Landon sea la sensación de agradecimiento o la crudeza de las emociones que desencadena en mí. Tal vez sea la facilidad con la que se deslizó en medio de mi vida. Aunque normalmente nos reunimos en casa, sigue retándome a alguna que otra partida de ajedrez épica en el club, y como pasa tanto tiempo conmigo, los demás socios me van tomando cariño poco a poco. Siempre que nos reunimos, tiene mi frappuccino esperándome, tal y como me gusta. A veces también me ayuda con mis presentaciones, aunque tenemos carreras completamente distintas. En sus palabras: —Creo que ya hemos establecido que tengo un coeficiente intelectual superior y los proyectos escolares son un juego de niños para mí. Además, acabaré estudiando empresariales para poder hacerme cargo de la empresa de mi familia. Cada noche, después de follarme hasta casi matarme, se asegura de que esté bien alimentada e hidratada. También tiene una rutina de cuidado posterior sorprendentemente consistente en la que me limpia e incluso me masajea todo el cuerpo mientras caigo en un profundo sueño. 204 Sin embargo, no debería haberle revelado parte de mi pasado. Puede que Landon sienta lujuria por mí, pero hasta ahí llega su atención. Ninguna de sus caricias y sonrisas falsas puede engañarme. Sigue siendo un narcisista hasta la médula y utilizará mis debilidades en mi contra cuando llegue el momento. Si quiero sobrevivir a él, tengo que envolver con una burbuja mi frágil corazón de aficionada que no deja de ser tocado por sus gestos calculados. En cuanto hago un comentario o muestro un poco de incomodidad por algo, lo hace. En primer lugar, instaló luces nuevas en la casa para que dejara de parecer oscura y mugrienta. Ha cambiado los cristales rotos de las ventanas, ha pedido muebles nuevos para sustituir los viejos y me ha comprado material de jardinería. También contrató a una empresa de jardinería para que limpiara las instalaciones de ramas caídas y objetos peligrosos. Le pregunté el motivo y su respuesta fue sorprendentemente sencilla. —No puedo permitir que mi musa se lesione mientras corre —dijo mientras me levantaba la barbilla con el dedo índice—. Las marcas de tu cuerpo sólo puedo infligírtelas yo. Es despiadado y cruelmente carente de emociones, pero tal vez eso es todo lo que necesito. No estoy en este juego por los sentimientos, después de todo. A la hora de la verdad, seguiré del lado de mi gente. Es mucho mejor así. Al menos no me siento culpable espiando a un monstruo insensible. Y sin embargo, al mirarme la cara en el espejo que hay en medio de la habitación de invitados de la mansión de los Heathen, me doy cuenta dolorosamente de que me he maquillado más de lo habitual. Mis mejillas están sonrosadas, a juego con el color rosado de mis labios. No me estoy arreglando para él, ¿verdad? Es para mí porque me siento hermosa... Mi teléfono vibra en el bolsillo del vestido y lo saco. Landon ha adjuntado una foto de los sacos de abono en el cenador limpio del centro del jardín. Señor del Diablo: ¿Satisfarán tu perversión de pulgar verde? Sonrío. Me ha llamado jardinera aficionada con una afición improbable. La verdad es que en casa siempre me ha gustado cuidar del jardín. Ni a mamá ni a papá les gustaba la tarea, pero me parezco a la tía Reina -la madre de Kill y Gaz- en ese aspecto. Cada una de nosotras tiene un precioso jardincito en el balcón de su habitación sobre el que a menudo comparamos notas. Digamos que la tía va ganando, así que el 205 jardín muerto de la casa encantada es mi práctica hasta que pueda volver a Nueva York y saludar personalmente a mis plantas. Lan siempre se entretiene con sus estatuas inacabadas en cuanto me ha limpiado y me ha tirado la camisa o la sudadera. Y aunque agradezco el tiempo de inactividad, puede pasarse horas esculpiendo; una vez estuvo más de cinco horas. Empiezo a traer los deberes, pero los termino en un santiamén. Jugamos al ajedrez, pero normalmente es una apuesta sobre qué perversión se va a permitir durante el día. Suelo perder y, cuando gano, es sólo por una apuesta inofensiva por su parte. Por lo tanto, llegué al compromiso de que yo plantaría mis flores y él podría observarme desde las altas ventanas de su estudio. Así, ambos podríamos ser productivos. Me siento en el borde de la cama y tecleo mi respuesta. Mia: Servirán. ¿Me has traído las semillas que te pedí? Envía otra foto de una bolsa de semillas. Señor del Diablo: A su servicio, mi señora. Soy, después de todo, su caballero favorito. Mia: Eres lo más alejado de un caballero. No seas iluso. Señor del Diablo: No seas desagradecida. Mia: Gracias. Pero bueno, es lo menos que puedes hacer por toda la inspiración que te he estado dando. Terminó tres estatuas en poco tiempo y enseñó fotos de ellas a sus profesores. El director de alguna galería le ofrece exponerlas, pero Landon se niega. —Todavía no. —Le oí hablar por teléfono—. No son exactamente perfectos. Pensé que estaba siendo sarcástico o exhibiendo un falso sentido de la modestia. Pero uno, Landon es tan arrogante que la modestia se marchitaría y moriría antes de tocarle. Dos, parecía serio y fruncía el ceño mientras decía esas palabras. Es cierto que no soy artista, pero hasta yo entiendo por qué se le considera el genio de su generación. El nivel de detalle que pone en sus esculturas sólo puede describirse como de otro mundo. Las líneas de los dedos, los pliegues alrededor de los ojos, el hundimiento de la carne bajo un duro apretón. Todo es simplemente una obra de arte perfecta. Y, sin embargo, relega esas esculturas a un segundo plano y luego saca nuevos temas en los que trabajar. Me siento mal por los abandonados. Deben sentirse solos y no deseados. Mi teléfono vibra, sacándome de mis pensamientos. 206 Señor del Diablo: He estado haciendo mi debida diligencia otorgándote mi semen cada noche. Mia: Y yo te he dado el honor de tocarme. Señor del Diablo: ¿Significa eso que tengo suerte? Mia: Ajá. Gracias a Dios. Señor del Diablo: Tonterías. Él no tiene nada que ver con lo que hice que pasara. Nos vemos en una hora. Atrapo la comisura del labio entre los dientes y tecleo. Mia: Esta noche no puedo. Tengo una cena obligatoria en casa de los Heathen. Señor del Diablo: ¿Obligatorio? ¿Qué es esto? ¿El siglo XVI? Mia: Niko y sobre todo Maya sospechan de todas las desapariciones que hago. He entrado en una espiral mental cuando lo he hecho en el pasado, así que se asustan un poco, piensan que estoy recayendo. Sólo necesito asegurarles que todo está bien. Señor del Diablo: Entonces diles que estás viendo a alguien. Mia: Querrán saber quién. Señor del Diablo: Entonces sólo di que soy yo. De hecho, no me importa acercarme para presentarme. Estudio mi entorno para asegurarme de que no hay nadie cerca antes de teclear. Mia: ¿Has perdido la cabeza? Niko te matará. Señor del Diablo: No se lo permitirás, ¿verdad? Me muerdo la comisura del labio inferior mientras leo y releo sus palabras. Señor del Diablo: ¿Verdad? Mia: Aléjate. Haz algo productivo con tu tiempo y riega las plantas. Señor del Diablo: Soy muchas cosas, pero un personaje de fondo no está en mi repertorio de funciones. Entrecierro los ojos. ¿Qué demonios significa eso? —¿En qué estás tan concentrada? Me sobresalto, pero pronto recupero la compostura al ver a Nikolai en la puerta de mi habitación. Ni siquiera le he oído acercarse. Lleva el cabello largo y suelto, que le llega a los hombros y le da un aspecto más rudo. Solo lleva pantalones de chándal y una expresión adusta. 207 Sutilmente, vuelvo a deslizar el teléfono en el bolsillo, salgo de la habitación de invitados y le hago señas: —Es un amigo. Nikolai me sigue y me detiene en medio de la recepción. —¿Brandon King? —No. —¿Qué otros amigos tienes? Touché. —Realmente no es él. —Sólo su exasperante gemelo. Además, Bran se ha mantenido alejado de mí últimamente. Siempre que le pregunto si le apetece jugar, me dice que tiene exámenes o que está concentrado en un proyecto. Las excusas se han vuelto tan parecidas que saltan a la vista. Me pregunto si se habrá enterado de lo mío con Landon. La semana pasada, por fin conseguí quedar con él y Remi para jugar un partido y Landon se pasó por allí. Hice ademán de ignorarle, pero irrumpió, se alió con Remi contra mí y Bran, y procedió a patearnos el culo. Lan se rió, negó con la cabeza y le susurró algo a Bran antes de irse a la mierda a hacer desgraciada a otra gente. Me pregunté si Lan le habría dicho algo, pero Bran se había mostrado distante antes del incidente. Lo cual me ha estado haciendo sentir rara. Nikolai tiene razón. Brandon es el primer amigo que he hecho fuera de mi familia. Jeremy es el mejor amigo de Nikolai, no el mío. Su hermana pequeña, Annika, era amiga de Maya, no de mí, hasta que dejaron de llevarse bien. No sólo es muy difícil llevarse bien conmigo, sino que también tengo la costumbre de no dejar que nadie se acerque. Desarrollé graves problemas de confianza después de que ese monstruo me robara la voz. Y, sin embargo, Bran se esforzaba y me hacía sentir valiosa. Hasta hace poco, claro. Quizá no pueda tener las dos cosas, después de todo. O el gemelo bueno o el malo. —Cuanto más lo defiendas, más subirá en mi lista negra. —El tono áspero de Nikolai envía una pizca de pánico a través de mis venas—. Me encargaré de esto yo mismo. Me agarro a su brazo y niego con la cabeza. 208 Bran es tan drásticamente diferente de Lan, que si no compartieran idéntico aspecto, nadie creería que son gemelos, y mucho menos hermanos. Nunca me perdonaría si lo pongo en el radar despiadado de Nikolai sólo porque soy lo suficientemente egoísta como para querer un amigo. —Escucha. —Hago señas—. Soy lo bastante mayor para elegir con quién paso el tiempo y con quién no. Agradezco que me protejas y te adoro más de lo que te imaginas, pero no puedes decirme con quién hablo y con quién no. Bran no te hizo nada a ti ni a nadie de los Heathen. Así que esta animadversión está fuera de lugar y no permitiré que hagas daño a alguien inocente sólo por su apellido. Los ojos de Nikolai se entrecierran hasta convertirse en amenazadoras rendijas, pero su rostro vuelve pronto a su expresión malhumorada habitual mientras me agarra de los hombros. —No me gusta el secretismo en lo que sea que estés haciendo últimamente. —Todo va bien. —Le acaricio el brazo como solía hacer mamá cada vez que se metía demasiado en su cabeza—. Confía en mí. Vuelve a entrecerrar los ojos. Por suerte, veo a Maya, que debe de estar matando de aburrimiento a Kill, dada su expresión casi asesina. Les hago señas para que se acerquen. En cuanto están a mi alcance, salto sobre la espalda de Killian y le cierro la cabeza en un saludo no muy amistoso. Me da un codazo y, cuando vuelvo al suelo, me despeina. No es por presumir, pero probablemente soy su Sokolov favorita, quizá incluso más que Niko. —Estaba hablando, Mia. —Maya me mira, golpea el suelo con el zapato y se lleva una mano a la cadera. Lo ha hecho desde que éramos pequeñas y nunca ha cambiado. —Sobre temas de moda insignificantes que podrían provocar el suicidio accidental de alguien —dice Killian. —Eso es de mala educación. —Ella le fulmina con la mirada. —Lo que es más grosero es tu indulgencia en estos temas superficiales que te hacen parecer una cabeza hueca. —Oye —le digo por señas. A Maya nunca le ha importado la opinión que Killian -ni nadie- tiene de ella. Es una diva y lo lleva como una insignia mientras mira a todo el mundo con el dedo corazón. Y aun así su cara se enrojece. 209 —No soy una cabeza hueca. —Entonces desarrolla más intereses que no se limiten a un aburrido desfile de la pasarela de París. —Hace una pausa—. Teniendo en cuenta nuestra relación de sangre, tus claras tendencias de ser una estereotipada rubia descerebrada reflejan mal mi imagen perfecta. Todos los psicópatas son idiotas arrogantes que creen que el mundo gira en torno a sus egos inflados. Sin embargo, nunca he sentido resentimiento hacia Killian. Por supuesto, nunca me ha hecho daño a mí o a mis hermanos. Incluso ahora, no está siendo malicioso con Maya. Sólo intenta provocarla a propósito o algo así. —Esfuérzate más, Kill. —Se revuelve el cabella—. Tu arrogancia solía rivalizar con la mía, pero ahora sólo te miro por el retrovisor. Reflejaría mal mi imagen de diosa. —Deja de babear. Tu mierda está salpicando mis zapatos de cincuenta mil. —Más bien tu mierda está contaminando el aire alrededor de mi vestido LV de edición especial. Me interpongo entre ellos y miro a Niko para que ayude a interrumpir la pelea verbal. Casi se me cae la mandíbula al suelo cuando lo veo tendido al pie de la escalera, con los ojos cerrados. Ni siquiera me he dado cuenta de que ha abandonado el lugar. A decir verdad, Nikolai nunca ha sido bueno en estas situaciones. No es que él no puede romper las peleas, pero si no se trata de sus puños, entonces pierde todo interés. Por suerte, Gareth entra, reconoce enseguida lo que está pasando y se une a mí para separar a los dos primos más volátiles en el departamento del ego. —Estás oficialmente en la lista negra de mi próxima fiesta de cumpleaños —le dice Maya a Killian. —Vuelvo enseguida. Voy a llorar en mi almohada. Gareth y yo conseguimos llevar a cada uno de ellos al comedor. Luego vuelvo a despertar a Nikolai para que se una a nosotros. Sigue mirándome raro y, por alguna razón, no puedo reprimir mi temor por la seguridad de Bran. Quizá debería advertirle por si acaso. El problema con Niko es que parece distante y sólo interesado en la violencia, pero, en realidad, puede ser reservado e imposible de leer si así lo decide. Los cinco nos sentamos a cenar, con Maya y Killian discutiendo como niños. 210 —¿Dónde está Jeremy? —pregunta mientras se sirve la comida y señala con un tenedor a Killian, que está ocupando el lugar habitual de Jeremy en la cabecera de la mesa—. Desde luego no he venido por tu cara. —Desesperada no te queda bien. —Sonríe—. Además, ¿es realmente por Jeremy por quien preguntas, rubia? —¿Por quién más iba a preguntar? Todos nosotros, aparte de Niko, que está ocupado comiendo, la miramos. —¿Qué? —susurra. —Acabas de tartamudear —se burla Killian—. Hubiera jurado que no sabías hacerlo. —No lo hice. —Me temo que sí —dice Gareth. —¿Ves? Hasta el hijo perdido de la madre Teresa está de acuerdo —responde Killian y hace ademán de untar un trozo de carne en sangre. Maya, vegetariana, frunce la nariz ante él y luego se centra en Gareth. —¿Jeremy? —Dijo que tenía algo que hacer. —¿Sin mí? —Nikolai finalmente se mete en la conversación. —¿Quién sabe? —Gareth levanta los hombros—. ¿Has probado a mirar tu teléfono? Nikolai lo hace y sus ojos se iluminan. —Me voy de aquí. —¿A dónde vas? —Hago señas. —Nada de lo que debas preocuparte. —Pensé que insististe en que cenáramos juntos. —Cena terminada. —Se traga su vaso de cerveza y me besa la cabeza—. No te metas, Mia. También besa la cabeza de Maya. —No causes problemas. Killian se levanta también y yo encuentro su mirada con la mía interrogante. Sonríe un poco. —No es tu escena, bebé Sokolov. Y luego salen por la puerta, dejándonos a los tres solos. 211 —¿Te han dejado fuera, Gaz? —pregunta Maya con tono abatido mientras apuñala su ensalada una y otra vez. —He optado por no ir. Tengo exámenes pronto. —Mastica tranquilamente, sin molestarse siquiera en consultar su teléfono. Tengo un mal presentimiento. Ponemos la película favorita de Maya, Clueless, pero apenas me concentro en ella. Contemplo la posibilidad de ir a la casa encantada, pero Lan probablemente esté entreteniendo a su banda de Élites elegantes. Espera, espera. ¿Qué demonios...? ¿Desde cuándo le llamo Lan? Esto es tan irremediablemente inquietante. Cuando termina la película, Maya ya está profundamente dormida en el sofá. Gareth se ofrece a llevarla a una de las habitaciones de invitados, pero niego con la cabeza. Se despertará y le costará volver a dormirse. Así que la cubro, me siento en el suelo y sigo mirando mi teléfono. Si algo he aprendido de Lan es que no sabe aceptar un no por respuesta. No está en su ADN, vocabulario o código de conducta. El hecho de que no enviara ningún otro mensaje ni amenazara con irrumpir no me parece bien. No hará nada estúpido, ¿verdad? 212 Landon D ebido a la notable ausencia de mi juguete favorito más reciente, tuve que contentarme con golpear a su hermano. ¿Cómo? No es culpa mía que ella sea excepcionalmente mala leyendo la habitación y manteniendo a mi bestia saciada. No es ningún secreto que la situación se transforma en una carnicería absoluta cada vez que se le deja a su aire. Su arma para la noche es la violencia sin diluir. Aunque no es mi método favorito, cumple su cometido y, durante mucho tiempo, se ha comparado con el clímax físico que proporcionan los agujeros para follar. Pero hay un pequeño problema. Llevo diez minutos y estoy más cerca de quedarme dormido que de alcanzar el clímax. Me están dando una buena paliza desde que, bueno, Nikolai es un hijo de puta enorme con rencor por cierto incidente que yo podría haber causado. No esperes que lleve la cuenta de todo el caos que conjura mi cerebro superior. Tengo la obligación de archivar esos ficheros para dejar espacio a mis neuronas para crear una anarquía peor. Nikolai Sokolov, el mayor de la familia Sokolov, primo de ese cabrón de Killian y, sobre todo, hermano mayor de Mia. No se parecen en nada, salvo por un leve parecido debido a su sangre de hermanos. Sin embargo, comparten algunos aspectos como la personalidad bruta, la necesidad de violencia y la sed de causar problemas. Debe ser por la sangre mafiosa rusa que corre por sus venas. Hay una diferencia importante, sin embargo. Nikolai tiene el tipo de cara que suplica ser golpeada. La cara de Mia, por otro lado, es la definición de un afrodisíaco. 213 Últimamente, la situación es tan grave que basta con imaginar sus labios naturalmente carnosos y el color azul de sus ojos para que mi polla salte como la de un fanboy. Ah, joder. Me estoy empalmando en medio de una pelea. Bueno, el árbitro acaba de pedir un descanso, pero sigo mirándome. Vaya manera de leer la sala, cretino. Mi mirada se desvía hacia Nikolai, que está en el lado opuesto del ring siendo preparado nada menos que por Jeremy, el reciente presidente de mi club antifans. La mera mirada al bruto es suficiente para matar cualquier pensamiento erótico. Definitivamente, no tengo ningún reparo en destruir sus rasgos y darle el aliciente de someterse a una desesperada cirugía reparadora. —¿Estás bien, Lan? —me pregunta Remi desde fuera del ring y me pasa una botella de agua. Es el único de los chicos al que le encanta acompañarme en estos estallidos de violencia. También está Ava, a la que le encanta venir a animarme. Debe de estar en alguna parte del público como presidenta del Club Landon de Luchadores. Ava y yo tenemos una relación fácil. Yo la ayudo a derribar a Eli y luego ella me ayuda con mis necesidades de chismes. Lo que ella no sabe es que a veces también ayudo a Eli. ¿Qué? Sigue siendo mi primo. Los King pueden pelear y ver el mundo a través de diferentes lentes, pero siempre seremos familia. O eso es lo que dice el abuelo Jonathan. En cualquier caso, llevo participando en combates clandestinos desde que Eli me llevó por primera vez a uno, a espaldas de nuestros padres, naturalmente. Después de sus primeros años en la universidad, mi primo se fue apartando poco a poco de estas escenas, pero yo encontré un desahogo muy necesario en la adrenalina que esto proporciona. La multitud. Los gritos. El festival de follar que suele tener lugar después. Los gritos de los estudiantes de REU me envuelven en un halo, una droga que se dispara por mi torrente sanguíneo y me empuja hacia el cielo. Le agarro la botella a Remi, me bebo la mitad y me echo la otra mitad en la cabeza, luego la sacudo como un perro. Las chicas se desmayan y yo les ofrezco mis sonrisas encantadoras de siempre, que harían que se les cayeran las bragas si se los pidiera. La única diferencia es que ahora me importa un carajo su atención. Ni siquiera tengo la motivación adecuada para terminar esta pelea. 214 —¿Tienes que hacer esto? —pregunta mi clon desde el lado del ring. Brandon es la última persona que uno esperaría que asistiera a clubes de lucha. Es más remilgado que un príncipe protegido y tiene el aspecto de un chico de clase alta y elegante, con su cabello arreglado y su cara de esnob. Vino vestido con una camisa blanca, un cárdigan beige, pantalones planchados y los clásicos mocasines de Prada. Aun así, el hecho de que haya decidido ofrecer su apoyo es un acontecimiento poco frecuente que pienso aprovechar al máximo. Mis labios se curvan en una sonrisa socarrona. —¿Tienes que estar aquí? Mete una mano en el bolsillo, postura recta y voz tranquila. —Fuiste tú quien me envió el mensaje. —¿Oh? ¿Desde cuándo vienes corriendo cuando te informo de mis peleas? —Mamá me pidió que te mantuviera fuera de problemas. —Creía que ya no escuchabas. —Eres mi hermano. No me gustará ver llorar a mamá si de alguna manera consigues que te maten. —Aww. —Salto del ring y le despeino el cabello perfectamente peinado, convirtiéndolo en un caos irreparable, y luego sonrío. Me empuja. —Basta. —Sabía que me querías. —Mi sonrisa desaparece cuando lo agarro por el cuello de la camisa y le susurro al oído, endureciéndome la voz—: Pero inténtalo otra vez, Bran. Mientes fatal, joder. Cuando me alejo, sus ojos se agrandan un poco, no lo suficiente para que lo note Remi, que está ocupado hablando mal de los fans de Nikolai. Sin embargo, Bran no puede esconderse de mí y acaba de demostrar inconscientemente una de mis sombrías teorías. La que contemplaba cuando le envié el mensaje sobre mi pelea con Nikolai. —No sé de qué estás hablando. —A todos los efectos, no parece afectado. —Estoy hablando de tu reciente fascinación por Nikolai. ¿Te importaría explicarte? Se lleva la mano a la nuca, pero al ver que lo miro fijamente, la suelta antes de que pueda entregarse a sus hábitos para aliviar el estrés. 215 Pero el hecho de que tuviera que hacerlo y ocultarlo en primer lugar es suficientemente revelador. Estoy a punto de meterme en su espacio, cuando el árbitro anuncia que se reanuda el combate. Entorno los ojos hacia mi hermano y él me los devuelve. Cuando vuelvo al ring, me encuentro a Nikolai mirándome con la nariz ensangrentada -por cierto, obra mía- y la postura tensa. —¿Qué es lo que te preocupa? —pregunto despreocupadamente, y me señalo con el pulgar—. ¿Quieres un poco de esto? En cuanto el árbitro da el visto bueno, Nikolai se abalanza sobre mí con la venganza de mil guerreros fantasma. Consigo mantenerme firme durante los primeros golpes, pero entonces me arrincona y casi pone en peligro mi aspecto de dios griego. Afortunadamente, el árbitro consigue separarnos. —Jesucristo. —Escupo una bocanada de sangre y sonrío—. Sé que estás celoso por tu incapacidad para alcanzar mi aspecto superior, pero baja un poco el tono, ¿quieres? —Vas a caer, hijo de puta. —Golpea sus puños vendados. Supongo que eso es un no sobre dar la noticia de la poco ortodoxa relación de mi polla con el coño de su hermana. Pero, de nuevo, su primo se llevó a mi hermana, así que esto podría ser visto como una justa venganza. Solo digo. Cuando vuelve a la carga, le golpeo en las costillas tan fuerte como puedo. Nikolai se recupera más rápido que un rayo y me derriba sobre la lona, luego me acosa con puñetazos rápidos y afilados. Joder, joder. —Eh, idiota —digo entre gemidos—. Eso duele. —Exactamente el punto, hijo de puta. Bloqueo algunos de sus golpes, pero otros aterrizan directamente en mi caja torácica. Me pregunto si estaré sangrando en el suelo. Quizá mi final no sea tan glorioso como pensaba. Preferiblemente en medio de mi estudio, rodeado de mis obras maestras que cobran vida al estilo Pigmalión. —¿Es esto lo mejor que puedes hacer, príncipe de la mafia? —me burlo con voz apenas audible—. Golpeas como una chica. 216 Siempre que hay violencia erótica, me viene a la mente una chica. Sólo que no me importa si me destroza las costillas mientras monte en mi polla y se ahogue en ella para redimirse justo después. —¡Alto! La voz se filtra en mi confusión y hago una pausa. Por favor, no me digas que he bajado el listón y le he pedido a Nikolai que pare. Es entonces cuando me doy cuenta de que suena como la mía. Sólo una persona tiene la audacia de ser tan caóticamente emocional y, al mismo tiempo, compartir mis rasgos físicos de otro mundo. Sorprendentemente, Nikolai se echa hacia atrás, dejando en suspenso el episodio de “Punching Bag Landon” mientras mira fijamente a quien supongo que es mi hermano. Sus ojos se entrecierran, se oscurecen y sus fosas nasales se agitan. ¿Qué. Mierda? Voy a matar a este bastardo. ¿Cómo se atreve a mirar a Bran, mi maldito hermano gemelo, como si fuera su próxima perra? Mi. Jodido. Hermano. El gemelo idéntico de Landon King. Le doy con el puño en la mejilla tan rápido y tan fuerte que cae de lado y le estalla la sangre en la cara. Me duelen las costillas y noto mi propia sangre decorando mis facciones, pero consigo ponerme en pie tambaleándome en medio de los rugientes vítores. —¡King! ¡King! ¡King! Le doy una patada a Nikolai en las costillas antes de que consiga ponerse de rodillas, luego lo levanto de un tirón por un puñado de cabello y le susurro al oído: —Esta es tu primera y última advertencia. Aparta tus putos ojos de mi hermano o te los arrancaré de cuajo. Me devuelve la patada, pero la esquivo en el último momento, dejando que el golpe caiga al borde de mi pierna. Entonces salto fuera del ring. A la mierda la pelea. Que se jodan los paganos. Voy a prenderles fuego antes de que se lleven a otro de mis hermanos. Ni siquiera he superado el hecho de que mi hermana desertó con Killian, y ahora, este hijo de puta piensa que puede poner sus ojos en mi hermano. Remi y Bran corren hacia mí y yo agarro a mi hermano por el cuello y lo arrastro mientras Remi me frota el labio e intenta detener la hemorragia. 217 —¿Qué le has dicho? —pregunta Bran, sin molestarse en luchar contra mi agarre. —No es de tu maldita incumbencia. —Lo es si se tratara de mí. Me detengo en medio del túnel que lleva a los vestuarios. —¿Quieres que sea sobre ti, Bran? ¿Es eso? Esta vez, me empuja y se pone a mi lado. —No he dicho eso. —No tienes que hacerlo para que entienda el mensaje. ¿Qué te pasa últimamente? —Como tan elocuentemente dijiste antes, no es asunto tuyo. —Vamos, vamos. —Remi se interpone entre nosotros—. No hay necesidad de pelear cuando mi señoría está aquí. ¿Yo invito? —Llévatelo. —Hago un gesto con el dedo en dirección a mi hermano—. Obviamente necesita desesperadamente una llamada de atención. —¿Y tú no? —Bran aparta suavemente a Remi y se pone en mi cara—. Lo que acaba de hacer Nikolai parecerá un calentamiento cuando se entere de tu reciente fijación por su hermana. ¿Mia? —¿Su hermana? —pregunta Remi, sonando tan perdido como un cordero—. Sonrío, mostrando a propósito mis dientes ensangrentados. Naturalmente, cuando la encontré divirtiéndose con Bran y Remi, me vi en la obligación de dejar las cosas claras e insinuar, no tan sutilmente, que ella estaba fuera de los límites. Bran comparte mis genes y, por tanto, es lo bastante inteligente como para atar cabos. Pero Remi parece haber perfeccionado la imagen del tonto, aunque sea más que nada eso: una imagen. Ahora, sin embargo, ha atado cabos y me mira como si hubiera perdido completamente la cabeza y fuera a provocar activamente una tercera guerra mundial. —No podrá hacerme daño en esta vida. Yo, en cambio... —Mi voz cae—. Puedo terminar lo que empecé con su vida sin sentido. —¿A costa de perder a Mia para siempre? —Bran formula la pregunta con una calma inquietante. —No tiene sentido. En todo caso, debería besarme los pies por asumir la tediosa tarea de eliminar a ese zoquete innecesario de su vida. 218 —Que pienses tan poco de tus propios hermanos no significa que todos los demás compartan tus sentimientos. —Me golpea el hombro con el dedo índice—. Si te hubieras preocupado por saber más sobre Mia, habrías descubierto que quiere y, lo que es más importante, respeta a sus dos hermanos. Tienen una relación muy estrecha, preguntan el uno por el otro todo el tiempo y se aseguran de verse varias veces a la semana. Pero claro, tú siempre has fingido esos sentimientos, así que por supuesto no sabrías lo que significan, aunque salpicaran el parabrisas de tu precioso coche. Así que, por todos los medios, ataca a su hermano y a sus primos. Quema su mansión y sabotea su existencia. Destruye cualquier gracia salvadora que vea en ti para que te mande a paseo. Como yo lo veo, no la mereces y nunca la merecerás. —Si has terminado de predicar como un pastor hipócrita... —Lo empujo y controlo la cojera en mi paso. Soy nada menos que la personificación de la perfección física, y el mundo no verá otra cosa, ni aunque me ahogue en mi propia sangre. Las palabras de Bran siguen resonando en mis oídos como una oración impía. O quizá sea sagrada, porque cuanto más lo pienso, más me enojo. Tras lavarme en los vestuarios y ponerme unos pantalones informales y una sudadera con capucha, me dirijo al estacionamiento semi desierto. Me duele todo el cuerpo mientras me deslizo lentamente en el asiento del conductor. El cabrón de Nikolai me ha dado bien y probablemente me haya magullado varias costillas. Saco el móvil y encuentro unos cuantos mensajes. Lan? Ava: No puedo creer que perdieras después de apostar por ti. ¿Qué demonios, Rory: Si no me das el lugar que me corresponde, lo lamentarás profundamente, Landon. Recuerda, no eres inmortal. Bethany: Echo de menos nuestros buenos tiempos. Puedo mirar si te traigo a uno de mis amigos? Nila: A estas alturas nos estás menospreciando, Lan. ¿Quién se está llevando toda tu atención? Definitivamente tú no. Los ignoro a todos, excepto a Ava, a quien le digo que se lo devolveré la próxima vez que nos veamos. Normalmente, tolero a la gente, pero en este punto, se están convirtiendo en mis piezas de ajedrez menos favoritas a las que preferiría matar en lugar de verlas en mi tablero. 219 Me desplazo hasta el texto que Mia obviamente leyó pero no contestó. Cuando me dijo que me abandonaba por una estúpida cena familiar, le envié personalmente a Nikolai una invitación para pelear que sabía que no rechazaría. Ha querido pelear conmigo desde el incidente que le envió al hospital, pero debido a que estoy ocupado con su hermana, no he tenido tiempo para el club de la lucha. Así que sí, puede que haya arruinado su noche en familia, pero por otra parte, he dicho claramente que no me van a dejar de lado a un mero papel secundario. Golpeo la parte trasera del teléfono, pensando en cómo sacarla de su castillo de marfil. Supongo que podría volver a prenderle fuego, pero la idea de que pudiera resultar herida accidentalmente me lo quita de la cabeza. Existe la opción de volver a casa y dar por terminada la noche, pero mi bestia se rebela contra el fundamento mismo de esa idea. La he tenido entretenida persiguiendo, mordiendo, asfixiando y follando a Mia en las posiciones más acrobáticas. Por no hablar de los estallidos de creatividad provocados por su mera presencia. Olvídate de poder esculpir después de que se haya ido. Eso ya es imposible. Mi musa sólo se manifiesta cuando Mia está cerca y alcanza su máximo esplendor después de que la haya follado hasta alcanzar varios orgasmos potentes. Así que no puedo ponerme a trabajar ahora o sólo produciré mediocridad. Después de estar acostumbrado a vislumbrar la perfección, no puedo permitirme volver a caer en la categoría de campesino. Me niego a trabajar en cualquier cosa que no sean los toques finales cuando ella no está cerca. La adicción que temía fluye ahora por mis venas y se está convirtiendo en una molestia. Lo peor es que probablemente sea demasiado tarde para cortarla sin sufrir las consecuencias. ¿Qué debo hacer ahora? ¿Quizás puedas regar las plantas como te pidió? Estoy a punto de echar mano de esa parte cursi de mi cerebro y estrangularlo hasta la muerte, pero vislumbro a tres hombres enmascarados frente a mi coche. Vaya, vaya. Parece que mi bestia no se irá a casa vacía, después de todo. Son, por supuesto, los Heathen. El que llevaba una máscara amarilla de puntos ni siquiera se molestó en esforzarse en ocultar su identidad. Nikolai aún lleva puestos 220 los pantalones cortos negros de cuando luchábamos. Sus distintivos tatuajes, que podrían dar un ataque a un artista, están en plena exhibición. Un bate de béisbol cuelga despreocupadamente del hombro de Máscara Roja, que no es otro que Killian. La razón que conozco es asquerosa en el mejor de los casos implica haber visto a Glyn llevándolo antes de liarse con el cabrón en su coche cuando vinieron a visitar a mis padres. Naturalmente, le vacié las ruedas de aire en cuanto entró. Las cuatro. ¿Qué? Me las arreglé para culpar a los animales salvajes. La máscara naranja es Jeremy, a juzgar por su altura y su complexión innecesariamente voluminosa. Su arma es un palo de golf de metal que podría destrozar el cráneo de alguien. El objetivo en este caso soy yo. Pero tengo un coche que podría aplastar unas cuantas piernas. Preferiblemente los tres pares. Sonrío mientras acelero el motor. Este bebé puede pasar de cero a cien en pocos segundos y les dará alguna que otra lección. Nikolai se acerca primero, sin importarle una mierda el ruidoso motor de mi McLaren. Golpea el capó con el puño. —Ven fuera. El bruto de mal gusto se atrevió a tocar mi coche. Sólo necesito pisar el acelerador y se unirá a las tumbas de su familia. Pasa un segundo. Dos. Tres. No lo golpeo. Por muy molesto que sea Bran, tenía razón. Si lastimo a Nikolai, Mia saldrá de escena más rápido que un cohete. Diablos, ella podría hacerme daño de nuevo por venganza como lo hizo con ese baño de sangre. De hecho, eso sería leve comparado con lo que me haría esta vez. Y aunque no me importa un carajo la violencia, sí me importa un carajo que se aleje de mí. La verdad es que me importan más de un carajo. Una docena de ellos, para ser más específicos. 221 Vuelvo a poner la palanca de cambios en estacionar, apago el motor y salgo del coche. Hijo de puta. El dolor se extiende por mis extremidades. Me cuesta más esfuerzo del necesario permanecer de pie junto al coche y pintar una sonrisa burlona en mi rostro. —¿A qué debo esta desagradable sorpresa? —¿Quieres que empecemos a contar toda la mierda que has revuelto? — pregunta Jeremy mientras golpea el suelo con su palo de golf. —Probablemente tardaríamos un rato si haces eso, así que ¿qué tal si lo dejamos para otro momento y todo este encuentro de Halloween? —¿Crees que puedes salirte con la tuya? —Nikolai se pone delante de mí. —Ya lo hice. Además, las máscaras tienen un aspecto horrible, así que deberías plantearte un cambio de imagen urgente de la marca. De nada por el asesoramiento estético gratuito. Killian se pone al lado de Nikolai y blande su bate. No me muevo ni me inmuto cuando lo detiene a escasos centímetros de mi cara. —Hola, Killian. Glyn ha estado deseando que pasemos algún tiempo juntos. ¿Deberíamos hacer FaceTime con ella y mostrar esta hermosa escena? ¿O quizá prefieres que se entere después de que acabes de darme una paliza por deporte? —No tendrás pruebas. —No hace falta. Ella sabrá que eres tú. —Hago un gesto a Jeremy—. Tú también. Puede que Cecy haya superado su enamoramiento de mí, pero sigo siendo su amigo de la infancia. Un alma pacífica como la suya se rompería en pedazos si se entera de que has tocado un cabello de mi preciosa cabeza. Jeremy levanta el palo, pero ni siquiera lo balancea en mi dirección. Malditos tontos. Esto es lo que pasa cuando te sometes a emociones inferiores como el amor. Te vuelves débil y finalmente pierdes. Siempre, sin excepción, reinaré sobre estos idiotas. Nikolai me agarra por el cuello y me da un puñetazo, haciéndome volar contra mi coche. —Yo, sin embargo, puedo romperte los huesos y comérmelos para desayunar. —¿Me perdí el memo de que eres un perro? —¿Crees que estoy bromeando? Acabaré contigo. —¿Ah, sí? —Me enderezo y hago ademán de limpiarme la sangre fresca que ha estallado en mi labio ya partido—. ¿Estás seguro? Piensa a quién intentas impresionar y qué papel tengo yo en sus vidas. 222 Así que no, Nikolai no se acercará a menos de un kilómetro de mi hermano -al menos, no con una polla que funcione-, pero no está de más hacerle creer que yo lo permitiría por mis segundas intenciones. Aprieta los puños, pero no se mueve. —¿Qué estás haciendo? —le pregunta Jeremy—. Tú querías esto, ¿no? El gruñido de Nikolai llena el aire y patea uno de los coches. La fuerte alarma llena el estacionamiento, que por lo demás está en silencio, mientras él sigue gruñendo como un animal acorralado. Le doy una palmadita en el hombro y le susurro: —Bran es simpático, pero yo no. Tenlo en cuenta cuando intentes algo gracioso. —Vete a la mierda. —Afortunadamente, no eres mi tipo. —Tu hermana lo es. Pero no lo digo en un intento de seguir siendo civilizado y, lo más importante, mantener mis pelotas de una pieza por hoy. Además, ya estoy machacado. Me deslizo tranquilamente de vuelta a mi coche y me alejo con fuertes revoluciones del motor mientras observo a los tres tontos por el retrovisor. Nunca habrá un día en que me metan en el mismo saco que ellos. Ni aunque tenga que cortarme el brazo para evitarlo. 223 Mia —¿Q ué ha pasado? —Hago señas mientras observo frenéticamente el estado ensangrentado de Nikolai. Está medio desnudo, su cara es un mapa de moratones morados con un labio partido y un ojo hinchado. Lo peor es la mirada maníaca y distante de sus ojos cada vez más oscuros. —Sólo la pelea de siempre —ofrece Jeremy diplomáticamente, sin molestarse en ocultar el tono falso. Killian conduce a Nikolai a la zona de estar y lo arroja sobre uno de los sofás in ninguna suavidad, luego se dirige a un armario y recupera su botiquín de primeros auxilios. —Más bien le dieron una paliza por nada. —Mi primo pone una gasa con alcohol en la nariz ensangrentada de Niko—. No me hice estudiante de medicina para arreglar tus cagadas. —¿Alguien va a decirme qué está pasando? —Les hago señas a los tres. Desde que Maya y Gareth se durmieron, he estado paseando por la entrada de la mansión e imaginando todo tipo de escenarios. No pensé que sería tan malo. Imaginen mi reacción cuando los tres vuelven después de la una de la madrugada. Killian lleva una expresión de fastidio y Nikolai parece a punto de asesinar a todo un pueblo. Jeremy es el único que parece tener los pies en la tierra cuando dice: —Se peleó con Landon. El corazón me da tantas sacudidas que tengo que tragar saliva varias veces para recuperar el aliento. —¿Quién invitó al otro? —Hago señas. 224 —Landon —dice Jeremy—. Nos envió mensajes a los cuatro, invitándonos a ver cómo dejaba en ridículo a Niko. Ese hijo de puta. Por eso Kill y Niko abandonaron la cena sin miramientos. ¿Cómo se atreve a arruinarme la cena con mi familia? ¿A golpear a mi hermano, nada menos? Me paro frente a Nikolai y lo obligo a mirarme. —¿Perdiste con el bastardo? —Lo golpeé hasta casi matarlo. —Bien. —Hago señas, y sin embargo una extraña chispa de dolor se desliza hasta mi corazón. —Sólo ganó... —Killian aplica el ungüento sin practicar ninguna forma de gentileza—. Porque Landon perdió. —Habría ganado de todos modos —gruñe Niko—. Ya has visto cómo lo usé como saco de boxeo. —Entonces lo dejaste ir porque a alguien se le ocurrió gritarte que te detuvieras. —Killian le chasquea la lengua. Las manos de mi hermano se cierran en puños, busca un cigarrillo en los pantalones y se lo mete entre los labios. —Un lapsus temporal. —¿Lo del estacionamiento también fue un lapsus temporal? —Es Jeremy quien pregunta—. Lo teníamos en nuestras garras y podríamos haberlo enterrado vivo allí mismo, pero elegiste dejarlo ir. —También lo dejaste ir. —Mi hermano apunta con su cigarrillo a Killian, que ha terminado de limpiar la sangre—. Y tú también, hijo de puta. —Nada me gustaría más que cortarlo en pedazos y usar su cuerpo como mi práctica forense, pero hay un pequeño problema. —Kill cierra de golpe la caja de primeros auxilios—. Es el hermano de Glyn, y por mucho que ella diga que no se lleva bien con él, se preocupa por él y nunca ha dejado de verlo como su hermano. Prefiero que el mosquito siga vivo, por muy molesto que sea, antes que arriesgarme a perderla a ella. Además, nunca está satisfecho con los extremos a los que llega ni con el caos que inflige. Para mantener el mismo nivel de entretenimiento, no tiene más remedio que aumentar sus diabólicos planes. No podrá salirse con la suya eternamente y acabará autodestruyéndose. Cuando eso ocurra, me aseguraré de ofrecer a Glyn un hombro sobre el que llorar. 225 —Matar es lo correcto. —Jeremy se pasa una mano por la cara—. Me encantaría matarle a puñetazos, pero la mejor opción es verle cavar su propia tumba. Tal vez incluso ayudarle a cavar más rápido sin estar directamente involucrado en su muerte. Miro fijamente entre ellos mientras el dolor de mi corazón florece y se extiende por todo mi pecho. ¿De qué va todo esto? ¿Por qué me sorprende tanto su animadversión hacia Lan, cuando hasta hace poco la compartía? Mis labios se entreabren cuando el peso de mis propias palabras se estrella contra mi pecho. La palabra clave que se compartía. Tiempo pasado. No hace mucho, odiaba a Lan con pasión y orquesté personalmente su caída. Diablos, fui a esa misión de espionaje para Jeremy para poder participar en la destrucción de Landon. Y, sin embargo, ese plan se ha transformado en algo carnal y totalmente irreconocible. Es una bruma de lujuria peligrosa y deseo intenso. Una niebla roja a través de la cual sólo puedo verle a él. Sigo odiando a muerte a ese cabrón, pero no consigo bajar del subidón que tan bien sabe sacarme. ¿Qué se supone que debo hacer en esta situación? Es sólo cuestión de tiempo que él ataque a mi familia o que ellos lo ataquen a él. Hay demasiada mala sangre como para ignorarla. Cuando eso ocurra, me quedaré en medio y me veré obligada a romper esta nueva versión de mí misma en pedazos irreparables. —A la mierda. —Nikolai apaga su cigarrillo en una de las gasas sucias. Un agujero negro y naranja se forma en el centro antes de ser sofocado por la sangre—. Voy a matar a ese cabrón. No me importa cómo, pero su vida es mía. No, es mío. Me detengo antes de hacer señas. Por suerte, Nikolai sube las escaleras y no se molesta en darme las buenas noches. Está de mal humor, peor que cuando está en uno de sus habituales arranques de violencia. —De nada —grita Kill a su espalda y recibe un saludo poco entusiasta de mi hermano. —Tienes que mantenerlo a raya. —Le hago señas a Jeremy—. Nadie sabe lo que hará cuando esté en ese estado. 226 —Lo intentaré, pero no puedo prometer nada. —Hace una pausa como si intentara sopesar sus palabras—. ¿Cómo debería decirlo...? En el camino de vuelta, estrelló su moto contra un árbol. Mis labios se separan. Kill se rodea la sien con el dedo índice. —Se está volviendo loco. —Y sólo va a empeorar —suministra Jeremy. Tras años de observación constante, él, más que nadie, reconoce el modo apagado de Niko más que nadie. Normalmente, es capaz de ponerle freno o impulsar a Niko a diluir su intensa manía. Le ayuda presentarle peleas y gente a la que golpear. Sin embargo, ni siquiera los métodos de Jeremy funcionan cuando Niko se desliza hacia el agujero negro de su cerebro. No me gusta que mi hermano pierda el control de su mente y caiga en su lado instintivo y animal. —Todo es por culpa de ese desperdicio de espacio, Landon. —Killian chasquea la lengua de nuevo—. Si ese idiota está fuera de juego, estoy seguro de que Niko volverá a ser él mismo. Tiene razón. Todo es por culpa de Landon y sus estúpidas provocaciones y tendencias a causar problemas con cada aliento que toma. También es porque elegí la opción normal de cenar con mi familia. Si no le hubiera apartado, probablemente no habría desafiado a Niko y sacado este lado de mi hermano. Mi teléfono vibra, me sobresalto y lo compruebo con cautela. Si es Landon, lo mataré. Mis pensamientos asesinos se detienen cuando veo el nombre en la pantalla. Bran: ¿Puedo verte un minuto? Le respondo afirmativamente y acepto reunirme con él en la playa. Kill sube las escaleras, pero Jeremy se queda. —¿Qué? —Hago una seña mientras deslizo mi teléfono de nuevo en mi bolsillo. —La misión de espiar a Landon se da por terminada. Con efecto inmediato. —Pero... —Ni una palabra más, Mia. Si Niko se entera de esto, lo perderé para siempre y ese no es un riesgo que esté dispuesto a correr. —Me palmea el hombro—. El idiota de Landon King no merece la pena. 227 Asiento, por una vez sintiendo sus palabras en lugar de oírlas. Jeremy tiene razón. Landon no vale la pena. Su enigmática presencia, su intenso tacto y su segura compañía no merecen la pena para poner en peligro el estado mental de mi hermano. Una oscuridad metafórica se agita en mi pecho durante todo el trayecto hasta la playa. La decisión que tengo que tomar es clara y contundente, pero mi corazón sigue resistiéndose, forcejeando y retorciéndose en sus ataduras y negándose a someterse a su destino. Cuando llego, encuentro a Bran apoyado en el capó de su coche, mirando distraídamente su teléfono. Estaciono detrás de él y salgo del coche. La piel se me pone de gallina con la brisa nocturna de la playa y saboreo la sal en los labios. Las olas chocan contra la orilla rocosa, creando un caos salvaje y turbulento similar al choque entre mi corazón y mi mente. Bran se desplaza por una IG que me resulta familiar, pero antes de que pueda averiguar de quién, se fija en mí y hace que la pantalla de su teléfono se ponga en negro. Nos abrazamos brevemente a modo de saludo antes de apoyarnos en el capó del coche, de modo que ambos quedamos mirando el mar enfurecido. Bajo los faros, parece pálido, incluso inquieto. Es inquietante lo mucho que se parece a Lan, pero no comparte ninguna de sus características ni su intensidad. Son iguales por fuera pero completamente diferentes por dentro. —¿Querías verme? —Escribo en el teléfono. —Quiero contarte una historia —dice con su calma habitual. Asiento, aunque no sé a dónde quiere llegar. Sobre todo porque últimamente me ha estado evitando. Sus ojos parecen tan sin fondo como el océano cuando habla. —Cuando estaba en la escuela secundaria, high school para ustedes los americanos, fui el blanco de un grupo de tres tipos insoportablemente podridos. Se propusieron no sólo ridiculizarme, sino también difundir rumores desagradables sobre mí, incluidos, entre otros, mi estado mental y mi vida sexual. Los ignoré porque no merecen la pena y, normalmente, este tipo de rumores se extinguen cuando encuentran un nuevo objetivo. »Landon solía frecuentar su círculo y participar activamente en el caos que provocaban en la vida de los demás. De hecho, incluso podría haber sido su líder y 228 el instigador del caos que provocaban. Sin embargo, cuando me convertí en su nuevo juguete de la semana y él se enteró, la situación se convirtió rápidamente en una carnicería absoluta. Les dio una paliza y les rompió tantos huesos que tuvieron que ser ingresados en el hospital. ¿Pero crees que se detuvo ahí? Ni por asomo. En cuanto empezaron a recuperarse, les metió drogas en las taquillas, difundió rumores sobre su incapacidad sexual y los convirtió en el hazmerreír del instituto. »Sin más, se convirtieron en los parias y el blanco del acoso. Luego amenazó a sus padres con fotos incriminatorias de sus adulterios y pruebas de evasión fiscal. Destrozó sus reputaciones, puso en peligro los cimientos de sus familias y destruyó por completo sus mentes. En algún momento, uno de ellos perdió la cabeza y atacó a Landon. Lo apuñaló delante de toda la escuela y fue arrestado. Todavía está cumpliendo condena por eso. El segundo tuvo un colapso mental y está en el psiquiátrico mientras hablamos. El tercero no ha salido de casa en seis años. Me tapo la boca, incapaz de controlar la conmoción que me cala hasta los huesos. Así que la cicatriz en el estómago de Landon es el resultado de esa puñalada. Brandon continúa en el mismo tono: —Nunca olvidaré la expresión de su cara cuando le apuñalaron. Sonreía triunfalmente por haber llevado a alguien al límite y haberle dado el empujón final sobre él. Ni siquiera le importaba el dolor con tal de conseguir lo que quería. Ladea la cabeza en mi dirección. —¿Crees que Lan hizo eso porque se preocupa por mí o por mi bienestar? No, y no. Fue por sí mismo. Debido a que soy su gemelo idéntico, Lan siempre me ha visto como su propiedad y una extensión de su ser. Él considera cualquier falta de respeto hacia mí un ataque directo a su persona. Es por eso que le gusta mantenerme con una correa. Hizo lo mismo con Glyn, y por eso odia a Killian con pasión. No sólo no estaba intimidado por las tendencias antisociales de Lan, sino que también fue el primer novio que ella eligió por su cuenta. Todos sus ex fueron elegidos personalmente por Lan y amenazados con daños corporales si la tocaban inapropiadamente. —¿Qué estás diciendo? —Hago señas, sin estar segura de que lo entienda. Parece que sí, porque suelta un suspiro. —Landon sufre un trastorno de personalidad antisocial y narcisista. Como Killian. La única diferencia es que Killian hace un esfuerzo por preocuparse y no me cabe duda de que trata bien a mi hermana. Lan nunca se preocuparía ni lo intentaría. Él ve a todos como peones o posesiones. No importa el esfuerzo que ponga en una relación, sólo lo hace por razones egoístas para beneficiarse a sí mismo. Me gustas, Mia, y no quiero que seas una de las personas que él destruye. Me miro las botas cubiertas por la arena y tecleo en el móvil: —¿Cómo lo has sabido? 229 cerca. —Le gusta anunciar sus posesiones. Además, eres un poco obvia cuando él está —Y yo que pensaba que era discreta. Sonríe un poco. —Si te sirve de consuelo, probablemente soy el único que podría captarlo. Le devuelvo la sonrisa. —Tienes razón. Esta noche he tenido dos llamadas de atención. La primera fue él hiriendo a mi hermano y la segunda es esto. Bran se endereza. —¿Tu hermano está bien? Niego con la cabeza. —¿Estaba... malherido? —¿Físicamente? No. Mentalmente, sin embargo, es muy discutible. —¿Y es por Lan? —El único señor del diablo. —Sonrío sarcásticamente mientras tecleo—: Casi se me olvida que casi mata a mi hermano con sus travesuras. Y ahora ha hecho esto. Debería alejarme de él, ¿no? —Deberías. —Sus cejas se fruncen—. Ni siquiera sé lo que ves en él. Peligro. Emoción. Ilusión. El monstruo que puede luchar contra el otro monstruo. —Lo sé, ¿verdad? Eres un buen tipo, Bran. Debería haberme enamorado de ti. —Pero no lo hiciste. —Desgraciadamente. Sonríe. —Tienes un gusto terrible, pero si te sirve de consuelo, entiendo por qué las chicas acuden a él. Les atrae su encanto y, sobre todo, la perspectiva de ser la elegida que pueda arreglarlo. Niego con la cabeza, pero no tecleo nada. Nunca he pensado en arreglar a Landon. En todo caso, me deslicé por su madriguera como si fuera el lugar al que siempre pertenecí. En la emocionante oscuridad. 230 La persecución animal. La follada explosiva. Pero ahora me doy cuenta con claridad de que algunos deseos es mejor dejarlos sin cumplir por el bien de todos. —Es demasiado rígido en su forma de pensar. —Continúa Bran—. Tras años de enfrentamientos inútiles con nuestro padre, papá renunció a intentar corregirlo y acabó abandonándolo a su suerte. Es difícil hacerle entrar en razón e imposible cambiarle. —¿Y aun así algo me dice que no te rindes? —Soy un idiota y estoy atascado con él de por vida. Todos los demás deberían salvarse mientras tengan la oportunidad. —No eres idiota, Bran. Sólo te preocupas. —Le enseño mi teléfono y luego le doy una palmadita en el hombro. —Uno de nosotros tiene que hacerlo. —Una sonrisa amarga cruza sus labios— . Siento si tu relación conmigo ha causado este problema... Le pongo una mano en la boca y niego con la cabeza, luego escribo: —No te atrevas a culparte. Tomé esta decisión sobre Landon y me haré cargo de las consecuencias. Además, conocerte es una de las mejores cosas que me han pasado, así que no vuelvas a evitarme. Aunque probablemente deberíamos vernos fuera. —¿Por qué? —Porque prefiero no cruzarme con tu hermano psicópata. —No, me refería por qué sigues queriendo verme si Lan está fuera de juego. Mis labios se separan y tecleo furiosa: —¿No me digas que todo este tiempo pensabas que me estaba haciendo amiga tuya para acercarme a Landon? —¿No lo hacías? —Por supuesto que no. Me gustaste y odié al imbécil desde el principio. Se agarra la nuca, una tímida sonrisa aparece en sus labios. —Gracias. Eres la primera chica a la que le he gustado de verdad y no ha fingido interés por mí sólo para acercarse a Landon. —¿Hacen eso? —Sí. Aparentemente, yo soy el gemelo aburrido y él es el sexy. 231 —Voy a necesitar nombres para poder darles una puta lección a las putas ciegas. —Doy un puñetazo al aire y luego una patada. Bran echa la cabeza hacia atrás y se ríe. Yo también me río, aunque ningún sentimiento de alegría penetra en mi pesado pecho. Cuando Bran y yo nos separamos, conduzco hasta la mansión de los Heathen. En mi pantalla suena un mensaje de Landon y freno bruscamente. El dolor de mi corazón se extiende y hace que mi garganta se restrinja mientras toco la pantalla. Adjuntó un selfie semidesnudo en el espejo, mostrando los moratones morados oscuros de su pecho y sus labios ensangrentados. Señor del Diablo: Tu hermano hizo esto. ¿Vienes a besarlo para que mejore? Aunque antes veía atisbos de sus tácticas de manipulación, tenía un velo sobre los ojos. Pero ahora, puedo distinguirlo alto y claro. Landon tiene la fascinante habilidad de utilizar su propio dolor como arma para hacer realidad su voluntad. Como cuando Bran dijo que sonreía mientras lo apuñalaban. Aun así, no puedo controlar el dolor palpitante de mi pecho mientras tecleo. Mia: Estoy aburrida. Hemos terminado. Entonces bloqueo su número y su IG. ¿La mejor manera de deshacerse de un miembro podrido? Amputarlo. Aunque duela mucho. No sé si es porque he perdido la ilusión de seguridad, pero al pasar por delante de la verja, siento que los ojos del monstruo me siguen y que su aliento me recorre la nuca. 232 Mia U comisuras. n dedo me chasquea la cara y me sobresalto al encontrarme con unos ojos idénticos. Solo que los que tengo delante están enmarcados con sombra de ojos brillante y tienen dos corazones de neón en las Maya gesticula en mi dirección mientras sostiene una enorme taza de café. —¡Cómo te atreves a ignorar mis importantísimas divagaciones sobre los preparativos de nuestro cumpleaños!. —Lo siento —le digo por señas, y luego le doy un largo sorbo a mi frappuccino mientras miro por las altas ventanas de cristal de la coqueta cafetería. —Ni siquiera lo dices en serio. —Me da un codazo por debajo de la mesa con la punta del pie. —Toma. Déjame hacerte una foto. Hay buena luz. —¡Sí! —Me pasa su teléfono y luego lo retira rápidamente—. No vas a cambiar de tema ni a sobornarme, Mia. Fracaso épico. Hago una mueca de dolor y juego con el popote azul de mi vaso reutilizable. En un nuevo intento de dispersar la atención de halcón de Maya, le hago fotos con mi teléfono. Posa unos instantes, pero luego me arrebata el teléfono y me fulmina con la mirada. —¿A qué se debe la repentina reaparición del emo? —No voy a entrar en una fase emo. 233 —Perra, por favor. Has estado comiendo helado al estilo de las películas cursis de chicas, y últimamente llevas tan pocos lazos que es un poco molesto. Además, no me has estado regañando por todo lo que he estado haciendo a escondidas últimamente. —Espera. ¿No estabas con tu club de moda? —¡Ya está! —Golpea su taza en la mesa—. La vieja Mia se habría asegurado de que estaba con el club de moda, no sólo creería en mi palabra. Gimo entre mis manos y me ocupo de sorber intensamente. —No me ignores —advierte Maya—. Si no me dices qué te pasa, no sabré cómo ayudarte. Inspiro profundamente. Han pasado tres días desde que bloqueé a Landon de mi vida. Tres días de sueño intranquilo. Pesadillas de monstruos sin rostro. Y un vacío insoportable. De las que acechan en segundo plano, por mucho que me mantenga ocupada. No ayuda que las marcas que Landon dejó en mi cuerpo tarden tanto en desaparecer. Casi como si hubieran traspasado la barrera de mi carne y permanecieran en mi alma. Para empeorar las cosas, no captó la indirecta y me dejó en paz. Por supuesto que no. Al más puro estilo Landon, me mandó un mensaje desde otro número el mismo día que le bloqueé. Lo que sea que tenga tus bragas en una torcedura, mejor desenrédalas cuanto antes. Odio tener que decírtelo, pero no hemos terminado. Lo bloqueé de nuevo. Luego me he pasado los dos últimos días ignorando mi teléfono y fingiendo que estoy a pleno rendimiento, cuando, en realidad, apenas sobrevivo. Tardé algún tiempo en darme cuenta de que estaba tan metida en el mundo de Landon que necesitaba la distancia para ver las cosas con claridad. Mis ojos estaban cubiertos por una niebla de lujuria y emociones caóticas y ahora tengo la oportunidad de ver el mundo sin ella. Un mundo en el que Landon es la definición de toda emoción decadente y el sello distintivo de los psicópatas sin complejos. —Es sólo una fase de bajón —le digo a Maya por señas, y lo digo en serio. 234 Realmente creo que soy una adicta y que la rehabilitación lleva algún tiempo. Primero vendrán las insoportables abstinencias y luego seré inmune. Maya abandona su asiento y se agolpa en mi banco para envolverme en un abrazo pegajoso. —Pensaba que tus pesadillas habían desaparecido poco a poco, pero los últimos días has tenido pesadillas con gritos. Mis labios se separan y la empujo suavemente. —¿Estaba gritando? Ella asiente. —Estaba muy asustada e intenté despertarte, pero nunca me reconociste. —Siento haberte asustado. —No tenía miedo de ti, idiota. Tenía miedo por ti. —Las lágrimas brillan en sus ojos—. Me siento tan impotente cada vez que quiero aliviar tu dolor pero no puedo. Si pudiera... me llevaría todas tus pesadillas. Le acaricio la mejilla y le enjugo las lágrimas. Por mucho que quiera y aprecie a Maya, soy consciente de que nadie puede quitarme estas pesadillas. Por un momento pensé que Lan lo haría con sus locuras y su carácter malvado. Y sí, su presencia ayudó, pero las pesadillas nunca desaparecieron del todo. Soy yo quien necesita desesperadamente reconocer estas emociones enredadas e idealmente encontrar soluciones para ellas. —Estoy bien, idiota. —Hago señas —. Y, en serio, deja de llorar o arruinarás tu maquillaje. —No me importa. —Me abraza de nuevo, enterrando su cara en mi cuello—. Prométeme que me lo dirás primero cuando estés lista para hablar de hace diez años. Asiento, aunque no pienso hablar de ello. Ni ahora ni nunca. Mis hombros se traban ante la idea de volver a mencionar al monstruo. La primera vez apenas conseguí escapar. No podré salir con vida la segunda vez. Sutilmente, me alejo de Maya y le digo que necesito ir al baño. Una vez dentro, cierro la puerta y me apoyo en ella para recuperar el aliento. Todo va a salir bien. He sobrevivido a estados de ánimo peores, así que ¿por qué éste me parece fundamentalmente diferente? Me llegan voces femeninas alegres desde fuera, luego desaparecen. Así que abro la puerta y fuerzo una fachada valiente. 235 En el momento en que salgo, una mano me rodea la garganta y me empuja de nuevo al interior de la pequeña caseta. Mi espalda choca contra el endeble separador de madera con un ruido sordo mientras un alto armazón se cierne sobre mí con la horrible aura de la Parca. Es una locura cómo la presencia de alguien puede adoptar la forma de un huracán, pero eso es exactamente lo que siento cuando miro fijamente los ojos oscurecidos de Landon. Ya no queda rastro de su permanente sonrisa burlona, como si se hubiera cansado de fingir ser el dios encantador a cuyo altar todos rinden culto. En este momento, parece nada menos que una bestia que busca el caos. Cierra la puerta de una patada y me golpea con la otra mano junto a la cabeza. El golpe retumba en la base de mi vientre mientras me aprisiona. —Hola, musa. ¿Me has echado de menos? Le planto una mano en el pecho e intento empujarle. De repente, su mano, firme pero suelta, me aprieta la garganta. Me quedo sin aliento y se me llenan los ojos de lágrimas. Araño el cuello de su camisa, arañando la piel en un esfuerzo desesperado por liberarme de su agarre. Landon, sin embargo, no vacila. Ni siquiera un poco. Ni siquiera cerca. —No te resistas, Mia. No cuando estoy tan cerca de joderlos a todos. Lentamente, y en contra de mi buen juicio, suelto la mano de su pecho y miro fijamente su monstruoso rostro a través de mi visión borrosa. Lo dice en serio, y sé que no solo es inútil luchar, sino que, si lo hago, también provocaré su lado más feo. Sus dedos se aflojan en mi garganta, pero no se han ido del todo. —Eres lo bastante inteligente como para reconocer las señales de mi bestia, así que, ¿qué te dio la impresión de que bloquearme e ignorarme era una idea tan brillante? Levanto las manos temblorosas y hago una seña: —Te lo dije. Me aburro. —Tonterías. —Ya no te quiero. —Más tonterías de mierda. —No es mi problema que tu ego sea más grande que la tierra y no pueda soportar la realidad. —¿Qué realidad? —El hecho de que no eres todo eso. Lo probé y el subidón no duró mucho. — Lo fulmino con la mirada y le lanzo su sonrisa sardónica favorita—. Me aburro, joder. 236 Es un momento, una fracción de segundo, pero creo captar el sutil apretón de su mandíbula. El azul oscuro de sus ojos se transforma en un océano sin fondo donde miles de barcos encontrarían la muerte. No estoy segura si soy el barco o la tormenta que lo hunde hasta el fondo. Quizá sea ambas cosas. —La mierda que me importan tus sentimientos son inexistentes. —Y aun así actúas tan pegajosa como una ex desesperado. —Mia... no presiones. Estás empezando a enojarme como la mierda. —Vaya. Me afectaría si pudiera importarme menos. —Lo empujo de nuevo—. Como dije en el mensaje, hemos terminado, Landon. Búscate otro juguete. —Nunca estuve de acuerdo con eso y, por lo tanto, no va a ocurrir. —¿Sabes qué? Este es tu problema. Eres tan engreído y egocéntrico que ni siquiera te das cuenta de que los demás se sienten molestos, sofocados o completamente desgraciados por tu presencia y tus acciones. No te importa el bienestar de las personas cercanas a ti e incluso te desvías de tu camino para hacerles daño y sabotear sus vidas sólo porque por casualidad se cruzan en tu camino. Si buscas la palabra idiota en el diccionario, encontrarás tu foto en él. —¿Estás segura de que la palabra idiota está en el diccionario? —dice con calma imperturbable. —¿Eso es todo lo que escuchaste de lo que estaba diciendo? —¿Se suponía que tenía que oír otra cosa? ¿Pretensión mezclada con un sentimiento de victimización, tal vez? —Empuja su pulgar contra el punto del pulso en mi garganta—. No actúes como si te hubiera obligado a nada, Mia. Suplicaste por mi polla de rodillas antes de ahogarte con ella. Corriste para que te persiguiera. Luchaste conmigo para que te derribara. Alerta de spoiler, sólo porque pretendas que fui yo no te quita tu parte de responsabilidad. —Yo no soy tú. Asumo toda la responsabilidad de mis actos. Admito que cometí un error al caer en tu trampa, y por eso rectifico. Déjame ir, Landon. A menos que estés dispuesto a forzarme y que inevitablemente te degüellen. La comisura de sus labios se tensa en una de sus burlonas sonrisas. —¿Crees que la perspectiva de una garganta cortada me detendría? —No. Pero la posibilidad de perder mi pelea sí. Me deseas porque te desafío a cada paso del camino. Te hago trabajar para follar, a diferencia de muchas de tus muñecas anteriores que abrían las piernas o se arrodillaban voluntariamente. Alcanzas el clímax porque, como has dicho antes, soy difícil. Lo que no dijiste es que sólo puedes sentirte vivo cuando hay un cierto nivel de provocación o desafío. Estás tan vacío por dentro que necesitas el caos para sentirte vivo. Estás tan atrofiado 237 emocionalmente que la anarquía se ha convertido en el alma de todas tus relaciones. Así que si estás de humor, adelante, oblígame, Landon. Me volveré tan inerte como tus innumerables estatuas hasta que tenga la oportunidad de matarte. Ya está, psicópata. ¿Crees que eres el único que es perceptivo con los demás? Levanto la barbilla, esperando a que se le borre la sonrisa burlona de la cara. Mi columna se sacude cuando no solo se queda en su sitio, sino que se ensancha, tanto que parece un señor de los demonios camino de una guerra. Mi cuerpo se tensa, listo para un combate, aunque ahora mismo no puedo soportar nada físico. A pesar de mis palabras, no soy inmune a su tacto. Demonios, el lugar donde se extienden sus dedos me quema y envía un torrente de cosquilleos por todo mi cuerpo hambriento. Espero que me presione más, que se burle de mí y me ridiculice con su sarcasmo, como es habitual en este idiota. Sin embargo, me suelta rápida y fácilmente e incluso retrocede, permitiéndome respirar por primera vez sin su embriagador aroma y su abrumadora presencia. —¿Quieres que te deje ir? Ya está, te dejo. Le miro fijamente, sin creer lo que acabo de oír. ¿Se está rindiendo Landon? Eso es simplemente insondable. Esperaba resistencia. Demonios, pensaba que estaría en este limbo durante un tiempo antes de que finalmente se aburriera y se rindiera. También pensé que iría por la vía bruta e intentaría retenerme por la fuerza o amenazarme como ya ha hecho en innumerables ocasiones. Esta versión completamente despreocupada nunca estuvo, ni por un segundo, en mi lista de expectativas. tanto? —¿Mia? —La voz de Maya se filtra desde algún lugar fuera—. ¿Por qué tardas —Vete —susurra con esa sonrisa burlona aún en su sitio—. Corre, musa. Trata de esconderte. Si dejas que te atrape otra vez, te joderé tu vida apenas arreglada. Mi espina dorsal se sacude y mi respuesta de lucha o huida aflora de golpe. Siempre he optado por la lucha, incluso cuando era una perdedora y podía morir a golpes. La única excepción es cuando me enfrento a Landon. No puedo luchar. Si lo hago, volveré a caer en su trampa. carne. Y se ve absolutamente venenoso y positivamente voraz por otro bocado de mi No le doy eso. 238 Con una última mirada a su sonrisa burlona y su mandíbula apretada, abro la puerta y hago lo que debería haber hecho la primera vez que lo vi. Corro. Mi cumpleaños siempre ha sido un acontecimiento extraño. En primer lugar, nunca me ha gustado ser el centro de atención, y esa situación puede pasar de ligeramente extraña a incómoda en toda regla. A diferencia de mí, a Maya le encanta ser la estrella del espectáculo. Lleva un vestido de princesa de gasa blanca con tacones altos que añaden altura innecesaria a sus ya largas piernas. Unos perfectos rizos rubios le caen por la espalda, burlándose de la piel desnuda que lleva debajo. Como es habitual en nuestro cumpleaños, llevo la versión negra de su vestido con botas de cuero hasta la rodilla. Llevo el cabello recogido en coletas con lazos azules. Este es el primer año que celebramos nuestro cumpleaños sin nuestros padres. Mamá y papá se ofrecieron a venir, pero Maya dijo que quería celebrarlo con amigos. Yo tampoco los animé, porque podía y quería soltar todo el caos que está ocurriendo en mi vida últimamente. Aun así, mamá y papá nos enviaron regalos y fueron los primeros en desearnos un feliz cumpleaños. Nos decían que nos querían y que éramos las estrellas más brillantes de sus vidas. Niko, Kill y Gareth organizaron una fiesta multitudinaria en la mansión de los Heathen. Todos los de TKU y sus parientes más cercanos han acudido a la extravagancia de dinero y poder cegador. Admiran a mi hermano, a mis primos y a Jeremy como si fueran famosos. El poder innegociable y la vibración intocable de los Heathen son todo lo que quieren ser. Mamá siempre me ha dicho que el poder es un juego peligroso si no sabes cómo jugarlo. Los Heathen, liderados por Jeremy, definitivamente sí. Y ese tipo de carisma atrae a la gente como un imán. Por eso la sala de abajo rebosa de gente, alcohol y música de moda a todo volumen. Maya está bailando con un grupo de sus falsos amigos de la semana, haciéndose fotos y tragando alcohol. Técnicamente, se supone que tenemos que esperar a cumplir los veintiuno, pero llevamos bebiendo desde el año pasado. Además, es el Reino Unido, y la edad legal para beber aquí es dieciocho años. 239 A Niko tampoco parece importarle. Estoy sentada entre él y Kill en un sofá del piso superior. Desde nuestra posición, podemos contemplar toda la fiesta al mismo tiempo que estamos separados de ella. Preferiría ir al club de ajedrez o tener una charla de cumpleaños con mis plantas en lugar de participar en esta celebración sin sentido. Peor aún, una parte de mí lo ve como un aniversario de ser una muda impotente. Ya han pasado casi once años y sigo pensando que nunca podré volver a hablar. Brindo por otro año de completo silencio, me digo mientras bebo un sorbo de cerveza de mal sabor. No me gusta especialmente el alcohol, y soy un peso ligero vergonzoso, pero necesito apagar mi cerebro esta noche. Sobre todo porque ha estado en alerta máxima desde la semana pasada, cuando Landon declaró que me dejaría marchar. No ha intentado ponerse en contacto conmigo desde mil números, no ha vuelto a acorralarme y ni siquiera ha ido al club de ajedrez. He estado allí casi todos los días para jugar contra el señor Whitby, pero me han dicho que Landon no ha venido al club últimamente. No es que me importe. De hecho, me alegro de que esté fuera de mi vida. Sospechaba que el breve encuentro en el baño, cargado de tensión, no era el final de Landon, pero tal vez estoy interpretando demasiado. Tal vez finalmente terminó conmigo. Bien. No necesito la definición de drama tóxico en mi vida. Y, sin embargo, la cerveza sabe aún más amarga y asquerosa. Todo lo hace. Estoy convencida de que es sólo una fase. Tiene que serlo. —¿Por qué no estás bailando ahí abajo con tu clon menos agradable, bebé Sokolov? —grita Kill por encima de la música y me da un codazo en el brazo con el suyo. Levanto el hombro y no digo nada. Además, uno o dos de nosotros tiene que vigilar a Niko. Echo un vistazo a mi hermano, que lleva treinta minutos fumando en cadena. Uno tras otro, como si tuviera la misión de provocar cáncer a sus pulmones. 240 Ha estado empeorando, no mejorando, a pesar de los métodos de afrontamiento que Jeremy le ha estado dando. Parece que no hay violencia que saque a mi hermano de su estado de autodestrucción mental. Le doy un golpecito en la mano y me mira, pero como esta mañana cuando nos abrazó y nos deseó feliz cumpleaños, no me está viendo realmente. Tras abandonar mi lata de cerveza sobre la mesita, hago una seña: —¿Quieres bailar? Niega con la cabeza. —¿Por mí? —Parpadeo inocentemente. Vuelve a negar con la cabeza. Kill le lanza una almohada. —Es su cumpleaños. Hazlo. —Te voy a matar, hijo de puta. —Nikolai tira hacia atrás la almohada, golpeando a Kill en la cara. Mi primo no vuelve a hacerlo, porque podría haber provocado la respuesta de lucha de gatillo fácil de Nikolai. Agarro la mano de mi hermano y tiro, pero como es un espécimen de puro músculo, es imposible moverlo. Finalmente, apaga su cigarrillo a medio terminar en el abarrotado cenicero y me deja que lo ponga de pie. Me agarro a sus manos mientras salto al ritmo de la música. Al principio, no le afecta en absoluto, pero luego Kill se une a nosotros y empuja a Niko a esforzarse más. Todo el baile se debe a que se empujan y me dan vueltas. Por un momento, consigo relajarme, riéndome de cómo están a punto de pelearse mientras fingen bailar. Entonces, de repente, Kill se detiene. La razón no es otra que Jeremy caminando en nuestra dirección, con un brazo alrededor de la pequeña espalda de su novia Cecily y acompañado por Glyn y Bran. Glyn me envuelve en un abrazo y me pone una bolsa en la mano. —Son pequeños regalos de los tres. Feliz cumpleaños. —Gracias. No tenías por qué. —Hago señas y miro a Bran, que está inusualmente rígido, y luego tecleo en mi teléfono—: No pensé que vendrías. —Me invitaste personalmente. No me lo perdería —dice con una sonrisa cortés, sin dejar de mirarme. 241 —¿Qué demonios estás haciendo aquí? —Nikolai me empuja detrás de él y se pone nariz con nariz con Bran—. ¿Otro elaborado plan de tu hermano? ¿De qué se trata esta vez? ¿Incendio provocado? ¿Asalto? ¿Asesinato, tal vez? Me agarro al brazo de Nikolai y, como no se mueve, me pongo a su lado y le hago señas: —Bran es mi amigo. Lo he invitado a mi cumpleaños. —No pasa nada, Mia —me dice Bran, aunque sus ojos, inquietantemente parecidos a los de Landon cuando está enfadado, siguen clavados en Niko—. No podría importarme menos la opinión de tu hermano sobre mí, pero probablemente sea mejor que me vaya. —No. —Niego con la cabeza varias veces. —Mia tiene razón —dice Jeremy—. Eres nuestro invitado. Killian, que acaba de terminar de besar a Glyn -o más bien de comerle la cara delante de su hermano-, la suelta y agarra a Niko por el hombro. —Si puedes aceptar a Glyn y Cecily, tendrás que aceptar también a Bran. No tiene nada que ver con Lan, a pesar del espeluznante parecido físico. —Tiene razón —dice Glyn con voz suave—. Bran es completamente diferente de Lan. Te lo prometo. Nikolai sigue mirando a Bran como si quisiera filtrarse en su interior y destruir lo que encuentre ahí dentro. Esta faceta de mi hermano es espeluznantemente aterradora, y lo peor es que creo que nunca la había visto antes. Lo tomo de la mano y tiro de él para que me mire. —Es mi cumpleaños. Puedo invitar a quien quiera. No lo estropees, por favor. Gruñe y agarra su paquete de cigarrillos, pero antes de que ninguno de nosotros pueda soltar un suspiro, se me erizan los pelos de la nuca. Oh, no. Por favor, dime que estoy pensando demasiado... Mis esperanzados pensamientos llegan a su fin cuando una voz muy familiar y burlona resuena en el aire. —¿A qué viene este ambiente tenso? Creía que era un cumpleaños. Además, ¿alguien mencionó la palabra “ruina”? Mis ojos se amplían al chocar nada menos que con los de Landon. Me equivoqué. 242 No parece haber terminado conmigo. 243 Landon D ía diferente, misma necesidad irreparable de joder el mundo y verlo estrellarse y arder. Una oleada de hostilidad se dispara en mi dirección, intentando y sin conseguirlo- penetrar en mi piel por todos lados. Las miradas y las burlas rebotan en mi capa exterior como flechas de goma. Ninguno de ellos significa una mierda para mí. La única a la que presto toda mi atención es la chica con un vestido negro muy sexy que ciñe sus curvas en todos los lugares adecuados. Un collar de cuero rodea su delicada garganta y mis cintas azules favoritas serpentean por sus coletas. Unos ojos desafiantes y orgullosos del color de las flores silvestres azules me miran fijamente. Por un momento, durante la fracción de segundo en que hice mi espectacular entrada teatral, esos ojos se quedaron estupefactos, luego esas emociones se transformaron en horror, pero ahora son charcos de desaprobación. Puedo trabajar con la desaprobación. Odio, incluso. Me desenvuelvo con soltura en situaciones antagónicas y no me iré hasta que vuelva a caerle en gracia a mi musa. No me di cuenta de cuánto la echaba de menos hasta que escuché la grabación de su voz en bucle. Y no sabía que era capaz de echar de menos a alguien. Ahora bien, el método que se me ha ocurrido puede ser controvertido en el mejor de los casos y suicida en el peor, pero necesito dejar las cosas claras ante todo el mundo. 244 —¿Qué demonios crees que estás haciendo aquí? —Jeremy, el bulto desperdiciado de un hombre, aprieta su agarre sobre Cecily y afila todo su cuerpo para un ataque. De hecho, todos lo hacen, incluidos mis propios hermanos. No tienen un hueso leal en el cuerpo. El único que es sutil sobre su necesidad de mutilarme es Killian, pero mantiene a Glyn cerca, como si necesitara protegerla de mí, su propia carne y sangre. Glyn y Cecily parecen más agraviadas que ancianas que han perdido su pensión y están considerando seriamente la opción de enterrarse vivas. La expresión de Bran se convierte en la de un dolor en toda regla, como cuando vio cómo me apuñalaban por su frágil honor. En el otro extremo se encuentra nada menos que Nikolai. En la miríada de reacciones conflictivas y absolutamente asombrosas ante mi presencia divina, es él quien no oculta ni un ápice de hostilidad y deja que inunde su lenguaje corporal y su expresión maníaca. —Creía que era un cumpleaños y que todo el mundo estaba invitado —digo a la ligera, ignorando la guerra mundial que se está gestando en la distancia. —No lo eres —dice Killian a bocajarro. —Parece que ahora sí. —Doy un paso hacia Mia, que me ha estado observando todo el tiempo como si fuera una estatua y no su creador—. Feliz cumpleaños. Aparte del regalo de mi asistencia, tengo algo más para ti, pero prefiero dártelo en privado... No llego a dar el segundo paso antes de que Nikolai estrelle su puño contra mi hermosa cara. La tos se me escapa de la garganta atascada y escupo al suelo el líquido metálico que me llena la boca. Mi primer instinto es escupirlo a la puta cara de Nikolai, pero eso no me hará ningún favor para el caso que estoy intentando defender. —Lan... —Glyn se suelta de su novio y viene corriendo hacia mí. Tal vez me equivoqué y, después de todo, me guarda cierta lealtad. Se detiene a unos pasos como si tuviera miedo de acercarse más. —Sólo... vete. Me retracto. Ella simplemente no quiere ningún drama en el lugar de su novio de mala vida y probablemente teme por la vida de su primo. Lo cual es legítimo, ya que si no fuera el hermano de mi musa, estaría dando puñetazos contra la pared mientras hablamos. Entonces probablemente enviado a un instituto mental que tan desesperadamente necesita. 245 —No me tomé la molestia de sobornar a guardias de seguridad incompetentes sólo para irme. —Mi mirada se cruza con la horrorizada de Mia. Ha dado un paso adelante y tiene una mano cerrada en un puño. Una parte de mí se emociona ante la idea de que, después de todo, esté preocupada por mí, pero pronto se desvanece cuando se agarra al brazo de su hermano. —Él no vale la pena, Niko. Eso es lo que hace señas, con cara seria, debo añadir. ¿Acaba de decir que no valgo la pena? ¿Yo? ¿El puto Landon King? Nikolai obviamente no está de acuerdo y definitivamente piensa -como todos los que no son Mia- que valgo la pena, ya que vuelve a levantar el puño. Killian aparta sutilmente a Glyn del centro de la acción para que vuelva a estar en su sobrevalorado capullo protector. —Tiempo fuera. —Levanto una mano delante de Nikolai—. Antes de que continúes con tus intentos de reorganizar mis rasgos, permíteme aclarar un elemento importante. Resulta que estoy en el proceso de cortejar a tu hermana, y cualquier intento de arruinar mi cara no jugará a favor de dicha tarea. Todo el mundo se queda en silencio, incluido Nikolai, cuyo puño permanece suspendido en el aire. Me gusta llamarlo el efecto Landon, muy potente y agradable de ver. Mia es la primera que se recupera y me obsequia con la mirada de todas las miradas; los labios fruncidos y los ojos llameantes. Es la opinión más sagrada con la que me he topado nunca, y no soy una persona religiosa ni mucho menos. —Te voy a matar antes de que le pongas una mano encima. —Nikolai se lanza hacia adelante. —Oh, eso ya está hecho. Otra pausa. Otra miríada de bellas expresiones estupefactas producto de mis palabras. —¿Qué demonios acabas de decir? —Esta vez, Nikolai tiene la paciencia suficiente para hablar despacio. —He dicho. —Acorto la distancia entre nosotros para que estemos frente a frente—. Lo de tocarnos ya pasó. De hecho, nuestra cita incluyó algo más que tocamientos, pero te ahorraré los detalles ya que eres su hermano. —Maldito... —Me empuja y estoy a punto de dejar que me tire al suelo por el difícil bien de Mia, pero Bran se pone delante de mí y recibe el puñetazo. 246 Mi hermano se tambalea y cae contra mi pecho. El cambio de acontecimientos es tan vertiginoso que todo el mundo tarda algún tiempo en asimilar la nueva variable de la ecuación. Mi maldito hermano idiota. Le agarro del brazo para que no se caiga de lado e inspecciono el corte que tiene en el labio inferior y la sangre que brota de él. El hijo de puta que estaría muerto si no tuviera una relación de sangre con Mia le dio bien. Bran sacude la cabeza varias veces como si estuviera luchando contra una conmoción cerebral. Aunque me parece bien la violencia y me esfuerzo por ella siempre que es posible, Bran es literalmente aprensivo con la sangre. Saco un pañuelo de papel y le ayudo a limpiarse la mierda del labio mientras lucha por mantenerse en pie. Nikolai no se mueve, con la mandíbula crispada y los músculos tensos hasta que se le abultan las venas. Killian, Jeremy y Mia tiran de él y, a diferencia de lo que esperaba, no se resiste. En lugar de eso, dirige su mirada a su hermana. —¿Es verdad? Se paraliza, y cualquier intento de calmar a su hermano se detiene estrepitosamente. —¿Es verdad lo que ha dicho el cabrón, Mia? —vuelve a preguntar, con la voz tan llena de tensión como para iniciar una guerra nuclear—. ¿Te has estado acostando con él? Una expresión que nunca había visto en la cara de Mia me saluda. Una expresión que ahora me doy cuenta que no quiero volver a ver en sus delicadas facciones. Vergüenza. Primero, no valgo la pena. Ahora, está jodidamente avergonzada de mí. Desliza su mirada hacia mí y, aunque he estado ocupada intentando detener la hemorragia del labio jodido de Bran, me encuentro con los ojos que me han estado acechando cada momento de vigilia. Adelante, miente, Mia. Adelante, niégate a ti misma y finge que todo es una puta ilusión. —No es lo que piensas. —Hace señas. 247 —¿Y qué piensa él? —Golpeo el pañuelo contra la boca de Bran y le empujo la mano, luego me pongo delante de él para quedar frente a Mia. —Cállate tú. —Sus movimientos son espasmódicos, descoordinados e insinúan una pérdida total de control. Bien. Tal vez así pueda entender la frustración de que te dejen de lado y te desechen como a un condón usado. —Estaré encantado de callarme, pero sólo si dices la verdad y nada más que la verdad. Unos ojos líquidos del color de un mar tormentoso me miran como si fuera el siguiente objetivo de su lista negra. —¿De qué está hablando? —Es Killian quien pregunta esta vez, su expresión se ensombrece. Teniendo en cuenta su relación de pseudo-hermano con Mia, su angustia me produce una gran satisfacción. ¿Qué se siente al caminar en mis zapatos, hijo de puta? Mia me mira de nuevo antes de hacer señas: —Era sólo una treta que no significaba nada. Ahora todo ha terminado. Voy a ahogar a la pequeña mierda hasta la puta muerte. Pero entonces, en la parte lógica de mi cerebro que aún funciona, me doy cuenta de que está diciendo todas esas cosas denigrantes a propósito. Dejo entrever mi sonrisa, esperando que la sangre la haga más horripilante. —Discrepo irrespetuosamente. Fue más que una treta y está lejos de haber terminado. Mia y yo llegamos a un pequeño desacuerdo sobre prioridades y mi notoria afición a la anarquía. A pesar de mi entrada dramática, no estoy aquí para agitar la mierda. Al contrario, vine a proponer una tregua largamente esperada entre nuestros clubes. —Ni siquiera cuando estás enterrado a dos metros bajo tierra —gruñe Nikolai. —Yo no lo descartaría tan rápido. —Encuentro la mirada de Mia—. Esta rara oportunidad nos vendrá muy bien a los dos si le das una oportunidad. —Mi hermana no está en venta. —Nunca sugerí eso. A diferencia de lo que ella dijo, Mia venía a verme todas las noches. No hubo coacción en nuestras citas nocturnas. Los ojos de Nikolai se deslizan de nuevo hacia ella y ella parece más sexy que un tomate maduro antes de encontrarse con mi mirada. —Haya tregua o no, nunca volveré contigo. 248 —Nunca digas nunca. —Iba a añadir musa al final, pero no estoy de humor para que el público ampliado meta las narices en mis asuntos. Basta con que haya hecho esta demostración pública de afecto. Le tiembla la barbilla. —Estás loco. —Culpable de los cargos. —No me tendrás. —Te tuve una vez. —No volverá a ocurrir. —No lo sabremos hasta que lo intente. —Deja de hacerte ilusiones. —Deja de luchar contra lo inevitable. Nikolai se interpone entre nosotros, acompañado de su aburrido compinche Jeremy, y pone fin de repente a nuestras inofensivas bromas. —Vete antes de que te joda la cara. —La última vez que lo comprobé, ese no es un buen punto de partida para una tregua, ¿no? —Vámonos. —Bran tira de mi brazo, pero no me muevo. —No daré un paso fuera a menos que, uno, me des tu palabra sobre la tregua. —Encuentro la mirada de Jeremy—. Sabes que esto es por el bien de todos. Cecily y Glyn incluidos. —No va a pasar —gruñe Nikolai. —También puede ser en tu beneficio —digo despreocupadamente—. A cambio, me abstendré de romperte la cara por el daño que infligiste a mi hermano. —Olvídalo, Lan. —Bran tira más fuerte, sus dedos se clavan en mi brazo—. Estoy bien. —No, no lo estás. —Inclino la cabeza en dirección a Nikolai—. No me gusta que otros dañen a mi familia. —Es gracioso viniendo de ti. —Intenta liberarse del agarre de Kill—. Cuando acabe contigo, no quedará nada que nadie pueda reconocer. —Para, por favor —le suplica Glyn y me doy cuenta de que ella también está ahora de mi lado, con las manos ligeramente temblorosas. Mira a la broma de su novio—. Lan no es de los que ofrecen treguas, así que ¿puedes aceptarla? 249 Mi hermanita me conoce, después de todo. Porque tiene razón. Las treguas no existen en mi vocabulario de jodida anarquía. Pero, de nuevo, hay que tomar medidas drásticas para provocar un cambio considerable. —Incluso si estamos de acuerdo con la tregua —dice Killian—, Mia está fuera de la mesa. —Eso no lo decides tú, ¿verdad? —Sonrío y la miro. —Ella ya te dijo que no —dice Jeremy. —Puedo trabajar con un no. —Doy un paso hacia ella, seguido por Glyn y Bran, que se instalan como mis guardaespaldas aficionados. Mia sigue mirándome con esa expresión tensa mientras deslizo una cajita en la palma de su mano y luego digo, para que sólo ella pueda oírme: —Feliz cumpleaños, pequeña musa. Recuerda, un futuro en el que no me pertenezcas no existe. Nikolai me empuja hacia atrás con tanta fuerza que medio caigo sobre Bran y Glyn, que hacen un gesto de dolor ante la fuerza animal del bruto. El cabrón se está pasando, y se lo haré pagar. Pero no hoy. —Tomaré eso como que has dicho que sí a mi oferta. En cuanto al tema de Mia, se lo dejaré a ella. Que sepas que no me tomaré a la ligera ninguna censura o intento de alejarme de ella. Puede torturarme si le apetece. También dejaré la puerta abierta por si quieres secuestrarme y vengarte de las fechorías del pasado, así que cuéntame tu plan. O no. Estoy abierto a sorpresas. —Miro fijamente a Killian—. Tú y yo estamos a mano, teniendo en cuenta toda la situación de Glyn. Da un paso adelante, pero Glyn y Bran ya están tirando de mí hacia atrás. —Estaré fuera de tu vista —digo—. Por alguna razón, siento que no soy bienvenido aquí. Me pregunto por qué. —Maldito... —Nikolai viene por mí, pero Killian, Jeremy y Cecily lo arrastran hacia atrás. Mia está de pie, con una mano cerrada en un puño alrededor de mi regalo y los ojos ardiendo con un fuego inextinguible. Tengo que contenerme físicamente para no volver corriendo y secuestrarla. Entonces me doy cuenta. La razón detrás del horrible sentimiento que he estado experimentando desde que ella se fue de mi vida. El peculiar vacío. 250 La absoluta falta de motivación para cualquier cosa que no sea crear planes para recuperarla sin joder lo que le importa. Me he obsesionado categóricamente con Mia Sokolov. Mi mente ha filtrado el mundo entero y solo veo su rostro desafiante. En cada esquina. En cada estatua. En todas partes. Y ahora que la he vuelto a ver, lo último que quiero es irme. —¿Qué demonios te pasa? —pregunta Bran en cuanto salimos de la pretenciosa mansión de los Heathen y estamos delante de mi coche. Me sacudo para salir de la extraña fase en la que he estado atrapado y me centro en las caras de desaprobación de mis hermanos. Glyn se cruza de brazos. —Esto es atrevido incluso para ti. —Estoy lleno de sorpresas. —Sonrío y hago una mueca del dolor que me estalla en la boca—. Dicho esto, me encanta tu lealtad y tus débiles intentos de protegerme. —Más bien intentábamos proteger a la gente de ti. —Glyn suelta un suspiro exasperado—. ¿No puedes parar? —¿Parar qué? —Todo este asunto con Mia. —No. —Pero a ti no te importan las chicas. —No es sólo una chica. —Es mi musa. No hay otra explicación para esta necesidad de poseerla hasta que me pertenezca por completo. La inexplicable necesidad de tenerla siempre conmigo. Está llegando un punto en el que no me reconozco cuando no estoy con ella y eso es un grave problema. —¿Quieres decirnos que no la descartarás en cuanto te aburras, lo que ocurrirá muy pronto? —pregunta Bran. —Si fuera a aburrirme, lo habría hecho hace semanas. —Pero lo harás, Lan —dice Glyn—. Eso es lo que haces. Te aburres y haces daño a la gente para sentir una forma de placer. 251 —Gracias por la psicoterapia amateur, princesita. Pero si quieres que tus esfuerzos psicológicos sean más realistas, deberías haber insertado a tu novio como enchufe. ¿No se aburre él también con facilidad? —Matar es diferente. —¿En qué sentido? Has conseguido entenderle porque es parecido a mí, así que ¿por qué, de repente, es el amor de tu vida mientras yo soy el demonio para siempre? —¡Porque nunca te has esforzado por querernos, Lan! —grita—. Sé que estás hecho de otra manera y que nadie puede cambiar tu naturaleza. Lo comprendo. Lo que no entiendo es por qué esperas que nos comportemos según las líneas que trazas y, cuando nos portamos mal, nos aplastas hasta que volvemos a estar donde tú quieres. Nos proteges por tu sentido de la posesividad y porque te hacemos quedar bien. Bran y yo te protegimos hace un momento porque, a pesar de todo, eres nuestro hermano y nos importas. No calculamos en nuestra relación contigo y, desde luego, no te utilizamos sólo porque nos aburramos. Lo único que queremos es que hagas un esfuerzo y dejes de seguir tus instintos narcisistas cuando tratas con tus propios hermanos. Las lágrimas se agolpan en sus ojos y Bran la sujeta por el hombro, con una expresión tan desdichada como la de ella. Mientras la escena se desarrolla delante de mí, recuerdo la conversación que mantuve con el tío Aiden justo después de acorralar a Mia en la pequeña cabina del baño. Tenía la intención de fingir que la dejaba ir sólo para poder arrasar de nuevo y recordarle que soy su única opción. Pero entonces llamé al tío Aiden. Es el padre de Eli y Creighton, pero siempre hemos estado unidos porque soy así de adorable. Bueno, eso es mentira. Es una de las pocas personas que no me juzga, a pesar de mi naturaleza extremadamente caótica. También animó a mi padre a que me dejara ser como era cuando estaba desarrollando mi personalidad de santurrón. El tío Aiden siempre nos ha tratado a Eli y a mí con respeto, aunque seamos diferentes a los demás. Posiblemente porque comparte algunos de nuestros rasgos. Me coloco los AirPods, con los dedos extendidos sobre un trozo de arcilla que sin duda llegará a la basura. El tío Aiden descuelga tras el primer timbrazo. —Hola, Landon. ¿Soy yo o has estado evitándome? 252 —¿Yo? ¿Evitarte? Ni en un millón de años. —Y yo que pensaba que estabas reflexionando sobre tu reciente e imprudente participación en el incidente de Creigh. —Sabes que no era mi intención, tío. —No significa que no ocurriera. —Hace una pausa y suspira—. Puedes creerte un dios, pero tu claro desprecio por las consecuencias te alcanzará más pronto que tarde. Acaricio la cadera de mi creación y hago una pausa. —Puede que ya lo haya hecho. —¿Oh? —Oye, tío. —Golpe, golpe, golpe—. Siempre me dijiste que está bien no ser como los otros niños y que no estoy roto. Dijiste que sólo porque mi mente está conectada de manera diferente no significa que soy menos que ellos. De hecho, significa que soy más especial. —Eso es verdad. —¿Y por qué demonios ella no lo ve? —¿Ella? —Cierta espina clavada que me acusa de ser vacío y un desastre para la tediosa emoción llamada empatía. —¿Y te importa su opinión? —No... no lo sé. —Entonces probablemente sí. —¿Cómo puedo dejar de preocuparme? Mi tío se ríe. Entrecierro los ojos. —Esto no tiene gracia. —Lo tiene hasta cierto punto. Suenas infantil con tus emociones. Pero en cualquier caso, si quieres conservarla, necesitas practicar la empatía. —No, gracias. —Entonces déjala marchar y vuelve a tus superficiales encuentros con gente de la que apenas te acuerdas al llegar la mañana. Así, no tendrás que preocuparte por el resto de tu vida y podrás llevar como insignia el vacío que ella antes llenaba. Mis movimientos se detienen, los dedos se apoyan en la cadera. —¿Cómo sabes que ella llenó el vacío? 253 —Tu tía Elsa lo hace por mí. De hecho, tu madre también lo hace por tu padre. —¿En serio? —Sí. Tu padre no siempre fue ordenado, por eso fue un poco estricto contigo mientras crecías. No quería que cometieras los mismos errores que él. No lo sabía. A eso debía de referirse cuando una vez dijo que no quería que me arrepintiera de mis decisiones cuando fuera mayor. A lo que naturalmente respondí que yo no me arrepiento. Tío Aiden continúa: —Ese sentimiento de vacío es una emoción morbosa que te come vivo cada vez más cuanto más viejo te haces, y a menos que encuentres a alguien que lo llene, estás irremediablemente jodido. Tarde o temprano, sucumbirás a delitos mayores para alcanzar ese alivio temporal que nunca dura y que acabará autodestruyéndote. Agarro un cigarrillo, me lo meto en la boca y lo enciendo. —No tengo ningún interés en practicar la empatía. —Eso tiene sentido, ya que no te sale de forma natural. Pero tienes que pensar si estás dispuesto o no a sucumbir a un camino fundamentalmente sombrío sólo porque te niegas a cambiar. —No sé cómo demonios practicar la empatía. —¿Alguna vez te encontraste absteniéndote de arruinar o lastimar algo o a alguien que le importa porque entendiste que eso la lastimaría? —Tal vez. —Es un pequeño paso adelante. Primero tienes que ver la situación desde su perspectiva, no desde la tuya. Tienes que encadenar tus instintos tanto como sea posible. —¿Te refieres a lo que hacía siempre que quería hacer daño a Bran y Glyn mientras crecía y dirigía esa energía a castigar a quienes les hacían daño? —Algo así. De hecho, es mejor que Bran te aconseje sobre tu relación con ella. —¿El mojigato que apenas tiene sexo? Paso. —Una relación no se trata de sexo, Lan. Esa es una necesidad física en la que estoy seguro sobresales. El lado emocional, sin embargo, es tu mayor debilidad. —Y la fuerza de Bran. —No es una pregunta. Es una afirmación. —¿Recuerdas lo que te dije cuando eras más joven? —Bran siente demasiado y yo demasiado poco, por eso nos equilibramos. —Exactamente. —Nunca me ayudará, tío. 254 —¿Preguntaste? No, no lo hice. Pero cuando miro a mi hermano y a mi hermana, comprendo perfectamente el significado de las palabras del tío Aiden. Yo, Landon King, carezco de algo que mis hermanos tienen en exceso, y aunque siempre he visto eso como un poder, tal vez necesite barajar de nuevo mis cartas. —Es inútil contarle todo esto, princesita —dice Bran—. Nunca lo entenderá. —Sí, quiero. Tanto Bran como Glyn me miran como si estuviera poseído por un demonio que ha sido expulsado del infierno por su comportamiento amistoso. —¿Es una broma? —pregunta Glyn con cautela. —¿Cuándo he bromeado? —Agarro los hombros de ambos—. Haré el esfuerzo. —¿Por qué? —pregunta Bran. —Porque son mi familia. —Sonrío—. A cambio, puede que les pregunte un par de cosas durante el día. —¿Un par de cosas? —Sobre cómo practicar la empatía. Bran sonríe. Yo no. Sé que esto no me va a gustar un carajo. De hecho, mi bestia ruge ante la idea de estar encadenado, aunque sea temporalmente, pero si es el precio que tengo que pagar por mi pequeña musa, que así sea. 255 Mia —B uena esa. De alguna manera has conseguido atraparme. —El señor Whitby, Frank, como insistió en que le llamara, asiente en señal de aprobación ante mi jugada. Estamos sentados en el club vacío, sólo acompañados por el aullido del viento exterior. Como es primera hora de la tarde, estoy a salvo de encontrarme con el esnobismo de los demás socios. Digamos que las mujeres se volvieron aún más despectivas conmigo después de verme venir con Landon. Por lo visto, soy la “snob” que no se merece la compañía del “encantador” Landon. Los tiene a todos creyendo en su acto. Anzuelo, línea y plomada. En cualquier caso, para evitar cualquier enfrentamiento inevitable, envié un mensaje a Frank y le pregunté si estaba libre para una partida rápida. Como es un perfecto caballero, aceptó. Estoy bastante segura de que lo saqué de su importante clase de jardinería, teniendo en cuenta la mancha de suciedad en el borde de su puño. —Es mucho más seguro rendirse ahora. Esta partida ya está decidida y no falta mucho para el jaque mate. —Tecleo y luego le enseño mi teléfono. —Yo no estaría tan seguro. Es un error subestimar al adversario. —Lástima para ti que haya venido con toda la intención de destruir. Sonríe como hacen todos los británicos educados, cuando estoy segura de que, en el fondo, quiere llamarme loca. Llevo de este peculiar humor desde que Landon hizo su espectacular y catastrófica aparición en mi fiesta de cumpleaños hace una semana. 256 No sólo anunció nuestra relación al mundo, sino que tuvo la osadía de anunciar que me cortejaba. Delante de mi familia. Decir que Nikolai no se lo ha tomado bien sería quedarse corta. Su estado maníaco fue de mal en peor en sólo un par de días. Normalmente, es capaz de volver a la normalidad en una semana o menos, pero está claro que esta vez no ha sido así. Killian me negó con la cabeza y me dijo que estaba decepcionado conmigo. Esas palabras me golpearon peor de lo que hubiera imaginado. Gareth y Jeremy no tuvieron que decirlo, pero sentí la aplastante desaprobación a través de sus miradas condescendientes y sus excesivos suspiros. Maya, naturalmente, se enteró de lo que se hablaba en la ciudad y se ha comportado como si estuviera enfadada. A diferencia de los demás, no me juzgó, pero se enfadó porque le oculté algo tan monumental. El único apoyo que tuve fue nada menos que de Bran. Me envió un mensaje para disculparse en nombre de su “hermano idiota” y me preguntó si estaba bien. Definitivamente no, pero tampoco quería molestar a Bran, que estaba claramente angustiado durante toda la noche. Además de que Nikolai casi le enseña la puerta, también le dio un puñetazo, aunque accidentalmente. Glyn volvió más tarde y también se disculpó antes de que Killian se la llevara. Bran nunca regresó. Probablemente le hizo compañía a Landon para que no volviera a intentar una locura. ¿Eso detuvo al imbécil? Por supuesto que no. Ha estado apareciendo cerca de mis clases, sin disfraz, como si rogara que le golpearan la cara y la aplastaran hasta hacerla pedazos minúsculos. Naturalmente, le he evitado e incluso he enviado a mis guardaespaldas para que no pudiera invadir mi espacio. Aunque debería haberlo sabido. Landon y renunciar aparentemente no se ven cara a cara, porque él ha estado en mi vecindad todos los días durante la semana pasada, llevando mi frappuccino favorito. No lo tomo, pero eso no le disuade de su ritual matutino. Luego, por la noche o cuando acaban mis clases, se ofrece a llevarme en su coche de exhibición. Pero mis guardaespaldas se lo impiden y me acompañan a casa. Está claro que no le gusta, y a menudo espero que me vuelva a mostrar su lado feo, pero sorprendentemente se marcha sin más. Pero no sin antes decirme que volverá o que este tira y afloja solo consigue excitarle. 257 Para escapar de su proximidad, también he estado evitando el club de ajedrez a menos que sea una partida no planeada con Frank. Lo último que quiero es estar a solas o cerca de ese bastardo. Aunque eso pueda ser percibido como una cobardía, no me importa. Landon amenaza los cimientos de mi ser y, lo que es más importante, es un peligro para mi familia. Aunque una parte de mí anhela su tacto e intensidad, soy consciente de que sólo acabaría en peligro y destrucción. Empezamos como el epítome de una relación tóxica, y esas nunca terminan bien. Así que si tengo que aplastar estas emociones molestas y mi corazón en el proceso, eso es exactamente lo que haré. Su incapacidad para darse por vencido no está ayudando. Es prácticamente un acosador en este punto, y eso es espeluznante, por decir lo menos. Su regalo de cumpleaños fue aún más inquietante. En la caja que me regaló había un código QR dorado con el texto “Feliz cumpleaños” grabado en el centro. Cuando lo visité, encontré la imagen de la cara medio borrosa de una estatua que se parecía mucho a mí. Encima ponía: “Si quieres verla toda, sólo tienes que venir a nuestra casa encantada. P.D. Parece que las plantas te echan de menos”. Sus intentos de volver a dejarme sola fueron claros, y por mucho que quisiera visitar las plantas y ver la totalidad de aquella estatua, no fui. Tendría que estar loca para ir voluntariamente a la guarida de Landon. La puerta se abre y me quedo inmóvil. Por favor, no me digas que lo he conjurado sin querer... Un escalofrío recorre mi espina dorsal y todo mi cuerpo se tensa, preparada para el inevitable encuentro. Ahora mismo no tengo a mis guardaespaldas conmigo, aunque si les envío un mensaje, llegarán en quince minutos. Tal vez menos... Mis pensamientos se dispersan cuando entra una cara nueva, sus rasgos cerrados y su traje planchado sugieren cierto nivel de control. Aparenta unos treinta años y tiene el aura de un oponente sabio y formidable. —Bienvenido, profesor Kayden —saluda Frank, sus ojos se suavizan. —Kayden está bien, Frank. —Habla con un acento americano muy parecido al mío. Su mirada se desliza hacia mí y hace una pausa incómoda—. No me di cuenta de que tenías compañía a esta hora del día o habría venido en otro momento. —No te preocupes. Seguro que a Mia no le importa. Asiento, empujo mi torre hacia delante y sonrío. —Parece que tienes jaque mate, Frank —dice el recién llegado, Kayden, levantando ligeramente la ceja. 258 —Madre mía. —Frank mira el tablero como si no pudiera creer lo que ve. Es inútil intentar encontrar fallos en mi plan... o pequeños trucos, por así decirlo. Puede que haya tomado algunos malos hábitos del tiempo que pasé en presencia del psicópata Landon. Por mucho que odie a ese cabrón, es un genio absoluto y un maestro del ajedrez. Es de los que creen que hay que jugar contra el jugador y no contra el juego, y cuando me quejé de que no era justo, se rio entre dientes y se ofreció a enseñarme. No tengo ni idea de por qué reveló sus trucos cuando no es de los que comparten, pero sin duda los utilizaré siempre que pueda. ¿Qué? No me gusta perder. —No me lo esperaba —dice Frank—. Buen juego. —Gracias. —Hago señas. —¿Por casualidad la joven está interesada en jugar contra mí? —Kayden pregunta. —Mientras estés dispuesto a perder, claro. —Tecleo y se lo muestro. Sonríe un poco, pero no le llega a los ojos. Hago una pausa. Por alguna razón, me resulta extrañamente familiar, como si lo conociera. ¿Pero cuándo? ¿dónde? No pudo haber venido a una de las fiestas de los Heathen, ¿verdad? —Te dejo mi sitio. —Frank se levanta lentamente—. El profesor Kayden es uno de nuestros miembros más recientes y en ascenso. Enseña derecho penal en tu universidad, Mia. Oh. Debe ser por eso que me resulta familiar. Debo haberlo visto por el campus. Kayden se quita la chaqueta y revela una complexión musculosa que no encaja con el estereotipo de profesor. Se sienta frente a mí, con una expresión fácil pero totalmente falsa. —Encantada de conocerte. —Tecleo y se lo enseño. —Lo mismo digo. Es raro encontrar estudiantes jóvenes que se interesen por el ajedrez. —Es mi afición favorita y mi mecanismo de supervivencia número uno. Su atención se desliza del teléfono a mi cara. —Interesante. Me estremezco internamente. Era demasiada información para una persona que acababa de conocer. ¿Qué tiene este Kayden que me resulta tan familiar? 259 —Mi hermana está en pregrado de Derecho. También tengo un primo que estudia Derecho en la TKU. ¿Quizás lo conozcas? Se llama Gareth Carson. Los ojos de Kayden repasan el texto, deteniéndose de nuevo un incómodo instante, y luego dice: —Podría ser. —Sólo se unió a la King's U este año —dice Frank desde su lado como si fuera su mayordomo designado—. Es imposible que conozca a todos los estudiantes. tuyo? —Te sorprenderías —dice Kayden—. ¿Qué tan cercana eres con este primo —Mucho. Nos criamos juntos, así que es como un hermano. —Ya veo. —Por una fracción de segundo, me parece ver una sonrisa, pero debo de estar imaginando cosas, ya que desaparece rápidamente. Juego con blancas como de costumbre y la salida va bien. En poco tiempo, consigo utilizar los trucos que Landon me enseñó, pero a diferencia de Frank, Kayden no es completamente inconsciente. Contrarresta todos y cada uno de ellos y me arrincona. La última fase del juego es básicamente yo luchando en una guerra sin esperanza contra su ataque implacable y altamente estratégico. —Jaque mate —anuncia finalmente con frialdad carente de emoción. Frunzo los labios y estudio el tablero para intentar averiguar en qué me he equivocado. —¿Quieres saber cuál es tu error? —pregunta, la pregunta obviamente retórica ya que continúa—: En lugar de jugar al ajedrez, estás jugando a un traicionero juego de guerra sin ningún tipo de códigos de honor. En vez de centrarte en las piezas, estabas demasiado ocupada intentando ser más lista que yo. —En el ajedrez se trata de jugar con el jugador, no con el juego. —Tecleo, y luego hago una mueca de dolor. Esas son las palabras exactas del bastardo de Landon. —Tienes que ser psicológicamente más fuerte que tu oponente antes de intentar jugar contra él. —Estoy de acuerdo. —La voz grave y profunda me toma completamente por sorpresa. Estaba tan absorta en mi trágica pérdida que bajé momentáneamente la guardia. Nada menos que Landon aprovechó sin piedad ese hueco para acercarse a mí. 260 Se pasea por el interior llevando la despreocupación como una segunda piel y la psicopatía como rasgo de su personalidad. Unos pantalones negros planchados hasta los tobillos dan elegancia a sus largas piernas, y la camisa blanca que lleva por dentro perfila su cintura delgada y sus anchos hombros. Lleva el cabello peinado y puedo oler la cara colonia que parece hecha exclusivamente para él. Un escalofrío recorre mi espina dorsal mientras mi respuesta de huida recorre cada fibra de mi ser. Necesito correr. Corre... Landon se detiene junto a mi silla y me rodea el hombro con una mano despreocupada, como si fuera el movimiento más natural del mundo. Sus dedos se clavan en la piel desnuda de la parte superior de mi brazo, manteniéndome completamente inmóvil. Mi temperatura sube y, para mi horror, no tiene nada que ver con la rabia y sí con una sensación escandalosa. Como lo bien que se siente su tacto. Lo mucho que mi cuerpo está hambriento de intensidad. El manoseo. Lo desconocido. Hacía tanto tiempo que no estaba tan cerca de mí que soy incapaz de detener el volcán que se está formando en mi interior. —¿Y tú eres? —pregunta Kayden con un tono menos acogedor que el que usó conmigo. —Landon King —dice como si todo el mundo debiera conocer su identidad. El sentido del narcisismo en este hombre es absolutamente alucinante. —El novio de Mia. Aunque ella preferiría el término amante. Le miro con la boca abierta, pero me recupero rápidamente y le hago señas: —No eres mi amante, idiota. —Podemos definir nuestra relación a su debido tiempo, pequeña musa. —No podemos tener una relación ya que, espera, para eso hace falta alguien a quien le importe. —Te habría mostrado mi mayor cariño si no me hubieras metido en una relación no consentida con tus guardaespaldas. En caso de que no te hayas dado cuenta, están lejos de ser mi tipo. 261 —Oh, lo siento. Me aseguraré de emplear guardaespaldas femeninas que sean de tu tipo. Tal vez así, por fin dejes de acosarme y me dejes en paz. —A menos que tengas ganas de ser guardaespaldas tú misma, ese plan está condenado al fracaso. He estado desarrollando un nuevo tipo que sólo tú puedes encajar. Mis labios se separan y mis manos quedan suspendidas en el aire. ¿Por qué demonios diría cosas que definitivamente no siente ni cree? ¿Qué gana mintiendo a estas alturas? —Supongo que es de él de quien aprendiste esas estratagemas. ¿Estoy en lo cierto? —pregunta Kayden. Mierda. Olvidé por completo que estaba justo enfrente de nosotros y escuchando nuestra conversación. Bueno, de Landon, ya que no podía entender lo que estaba diciendo. —En efecto. —El agarre de Landon se estrecha en mi hombro—. Ahora, si nos disculpas, vamos a jugar. Puedes ir con Frank. Kayden no se mueve, negándose en silencio a obedecer. —¿Por qué no juegas contra mí en su lugar? —No me interesa. —Me deja caer un beso en la coronilla y la piel se me pone de gallina—. Mia es la única con la que estoy dispuesto a pasar mi precioso tiempo. Kayden permanece quieto por un momento, pero luego se levanta sin prisa. —Muy bien. Espero que juegue contra Frank, pero se limita a intercambiar unas palabras con él a la entrada. Me lanza una última mirada antes de marcharse. De repente, mi barbilla se levanta y miro fijamente a los despiadados ojos de Landon. —Estoy aquí, musa. Ya deberías saber que no me gusta no ser el centro de tu atención. —Ya deberías saber que no podría importarme menos. ¿No se supone que ya te has aburrido? —Lo estoy, pero he llegado a la amarga conclusión de que esto es diferente. —¿Diferente porque sigo diciéndote que no y no te gusta esa palabra? ¿O es diferente porque por primera vez en tu vida no vas a conseguir lo que quieres? —Diferente porque estoy tomando medidas drásticas que nunca antes había tomado. 262 —¿Como qué? —Uno, ser paciente. Llevas tiempo sobrepasando mis límites. De hecho, has sobrepasado tanto mis límites que ya no los veo. Dos, ser amable con tu hermano y tu primo a pesar de las innumerables amenazas de muerte que me han lanzado. Tres, no secuestrarte de una puta vez para que tú y el mundo admitan por fin que me perteneces. En conclusión, me estoy portando muy bien, y no sólo no es propio de mí, sino que además es la primera vez. ¿No es absolutamente fantástico? —Por fin ser decente no es fantástico. Debería haber sido un hecho. —No es un hecho para mí, Mia. —Su tono se oscurece—. Lo que tú consideras normal no está en mi repertorio de reacciones. De hecho, aprendí claves sociales para poder emular lo normal, pero sigue siendo un concepto extraño para mí. Es una puta tortura ir contra mis instintos y mi naturaleza para aplacarte. —¿Por qué? —Porque eres tan jodidamente difícil que me enoja. —¿Por qué tomas todas estas medidas drásticas por mí? Estoy segura de que preferirías secuestrarme y obligarme a cumplir tus órdenes hasta que acabes conmigo. ¿Y por qué no hiciste eso? —Porque, según las clases de empatía amateur de Bran y Glyn, eso significa que tengo que arriesgarme a perderte. —¿Y eso te importa? —Aparentemente, sí. —¿Por qué? —Cifras. —Esa no es una respuesta. —Es la única que tengo. Entonces lo veo. En las profundidades de sus ojos místicos que tienen personalidad propia. El propio Landon no comprende todo el alcance de su extraña obsesión por mí. Y por alguna razón, eso me hace sentir triunfante y absolutamente eufórica. Me gusta ser la primera que puede provocar esta faceta suya. Que, de alguna manera, no es el único de nosotros que tiene poder sobre el otro. —Sigo sin volver contigo, Landon. —Hago señas —. Eres la anarquía vestida de lujo y acabarás arruinándome a mí y a mi relación con las personas más cercanas a mí. —No lo haré. 263 —No puedes detener tu naturaleza. —Llevo una semana haciéndolo bien. —Una semana no es nada. —Teniendo en cuenta que solía follarme tu apretado agujero varias veces al día, diría que este periodo de abstinencia es algo jodido. Mis mejillas se calientan y carraspeo. —Todavía no puedo hacer esto. —¿Por qué? ¿Es porque tienes miedo? —No tengo miedo. —Eso parecía la noche de tu cumpleaños. No te avergonzabas de mí. Te avergonzabas de tu reacción ante mí. Por el hecho de que me querías a pesar de la gran cantidad de banderas rojas. Todavía me quieres, Mia. —Déjame en paz. —Nunca —me susurra sus palabras al oído antes de soltarme y sentarse frente a mí—. ¿Qué tal una apuesta? Si ganas, te dejo en paz. Si gano, harás algo por mí. —No, gracias. —¿Es la cobarde que hay en ti la que habla? —No soy una cobarde, imbécil. —Entonces no te importará esta inofensiva apuesta. No hay nada inofensivo en Landon King. Sé exactamente lo que hace, pero sigo haciendo señas: —Si pierdo, no puedes pedir sexo. —Cruel, pero está bien. Entrecierro los ojos. —¿En serio? —¿Quieres que no esté de acuerdo con tu condición? —No, pero esperaba que lo exigieras. —No me interesa tu reticencia, pequeña musa. Cuando vuelva a follarte, me lo suplicarás. —Una sonrisa ladea sus labios—. Ahora que nos hemos quitado eso de encima, ¿vamos a hacerlo? —Lista. Su sonrisa lobuna vuelve a hacer acto de presencia y me arrepiento de haber aceptado la apuesta. 264 Estoy siendo atraída a su guarida de nuevo. Lo peor es que quizá ya no quiera resistirme. 265 Mia E speraba muchas exigencias de Landon, como intentar engañarme para tener relaciones sexuales, forzar su entrada en mi vida o sugerirme que volviéramos a estar juntos. Sorprendentemente, no hace nada de lo anterior. De hecho, simplemente me pide que tenga una cita con él. Una cita. No es broma. Landon King, que sería elegido líder de los psicópatas si se le diera la oportunidad, en realidad quiere hacer algo tan normal como una cita. No sólo eso, sino que me invitó a la mansión de los Élites, donde preparó un escenario extravagante en la terraza abierta de la azotea. Unas tenues luces amarillas cuelgan sobre la mesa como un halo. Dos velas azules se posan sobre el estético mantel, aportando un toque de suavidad al ambiente, que de otro modo sería cortante. Sobre la mesa hay unos cuantos platos y me relamo al sentir su delicioso olor. Sopa de lentejas, ensalada mediterránea, pasta con albóndigas y un delicioso tagine de cordero. Landon definitivamente captó mis favoritos y el hecho de que me encanta comer todo al mismo tiempo sin el orden común de aperitivos, un plato principal y un segundo plato. Una gran mano se posa en la parte baja de mi espalda y el olor a embriagadora colonia masculina llena mis fosas nasales mientras Landon me lleva a una de las sillas. Lo saca y me empuja hacia delante una vez que estoy sentada, como si fuera una especie de caballeresco idiota. Su aspecto también lo es, vestido con una chaqueta y unos pantalones deportivos negros y una camisa blanca. 266 Se sienta frente a mí con infinita elegancia y me sirve un vaso de cola y a él una copa de vino. Me lo ofrecía a menudo, pero el alcohol y yo no congeniamos muy bien, así que aprendió a traerme refrescos de cola cada vez que venía a la casa encantada. No puedo evitar estudiar su rostro en busca de algún signo de engaño. Teniendo en cuenta que posiblemente sea la definición de la palabra, es extraño que no encuentre ni rastro de ella. Recorro con la mirada su expresión aparentemente apacible. Sus labios, por lo general peligrosos, forman una línea neutra, e incluso el lunar bajo su ojo derecho, que suele parecer amenazador, es ahora una agradable marca de belleza. —¿Qué es todo esto? —Hago señas. —Te lo dije. —Agita el líquido rojo en su copa con la elegancia de un señor de los demonios—. Una cita. —¿Por qué aquí y no en un restaurante? —Te resultan tediosas y menos personales, así que opté por una experiencia más íntima en la que puedes comer todos tus platos favoritos. Se lo mencioné hace varias semanas y todavía lo recuerda tan bien. En serio, empiezo a pensar que tiene memoria de elefante. En mis cavilaciones internas, casi olvido que estaba mirando. A lo que Landon sonríe ampliamente con una perversa sensación de satisfacción. Me aclaro la garganta. —¿Por qué me llevas a una cita? No es que creas en la normalidad. —Yo no, pero tú sí. —Pero... —¿Puedes dejar de hacer preguntas sin sentido y sólo comer? Mira lo que te he cocinado. Mis labios se separan y hago una pausa antes de agarrar la cuchara. —¿Tú cocinaste esto? —Por supuesto. antes. —¿Por supuesto? ¿Por qué lo dices como si fuera un hecho? Nunca has cocinado —Como he mencionado innumerables veces, aprendo rápido. De nada. 267 Echo otro vistazo a la comida y doy un sorbo tentativo a la sopa. El rico sabor explota en mi boca como una comida casera. Antes de darme cuenta, ya he terminado. Paso a la pasta, y sabe incluso mejor que la sopa. El cordero está de muerte, pero decido tomarme mi tiempo con él, en parte porque estoy casi llena y quiero saborear lo que estoy comiendo. Una brisa repentina me eriza el vello y la piel de gallina brota en mis brazos desnudos. Por alguna razón, la sensación no parece estar del todo relacionada con el frío. Levanto la mirada y el bocado de comida se me atasca en la garganta. Landon, que supuse que también estaba comiendo, no lo está. Su atención se centra peligrosamente en mí, con la cabeza apoyada en el puño mientras agita la copa de vino con la mano libre. Trago con esfuerzo el contenido de mi boca y dejo lentamente los cubiertos sobre la mesa. —¿Qué quieres? —¿Quiero algo? —responde con inquietante despreocupación. —Siempre lo haces. —Hmm. Tal vez tengas razón y sí quiero algo. —¿Qué es? —Saciarme de ti, lo que he estado haciendo espectacularmente. La temperatura sube en mi pecho y forma nudos en la base de mi vientre. Intento y no consigo controlar la reacción inconsciente mientras hago señas: —¿Quieres hacerme creer que el gran Landon King se conformaría con algo tan trivial? —Yo mismo no podía creerlo, pero tampoco lo calificaría de trivial. —¿Quieres decirme que estás contento con esta cita tan normal y que no la cambiarías por perseguirme o estrangularme? —¿Qué tipo de blasfemia es esa? Por supuesto que lo haría. Pero, al parecer, es mejor ir en contra de mi instinto en situaciones como ésta. No entiendo muy bien lo de las emociones, pero lo intento. —¿Intentar qué? ¿Tenerlas? —Tonterías. —Sus labios se levantan con claro disgusto y lo ahoga con un sorbo de vino—. Intento no utilizar mi comprensión de las emociones de forma destructiva. Al menos, no con la gente que importa. Thump. 268 Thump. Thump. Mi corazón casi explota detrás de mi caja torácica. Inspiro y espiro lentamente, intentando, no, negándome a quedar atrapada de nuevo en la telaraña del caótico mundo de Landon. —¿Significa eso que no consideraste tus otras opciones? —¿Qué otras opciones? —Las chicas que se te echan encima dispuestas a satisfacer tus manías más salvajes. —La única chica que quiero para satisfacer mis manías eres tú, así que todas las demás sobran. Trago grueso, mi ritmo cardíaco aún se niega a bajar. —¿Me estás diciendo que no estuviste tentado? ¿Ni siquiera un poco? —No. Dejé de ir a los clubes de sexo después de que llegaste a mi vida. —¿Fuiste a clubes de sexo? —Todo el tiempo. Solía ir allí sobre todo para satisfacer mi perversión exhibicionista. —¿Y no lo necesitas ahora? Sus ojos se oscurecen. —De ninguna manera. La idea de que alguien te vea desnuda me vuelve asesino. Me aclaro la garganta. —No sé qué ha provocado este cambio, pero no importa. Si vuelves a hacer daño a mi familia, Jeremy incluido, no solo no volveré a compartir espacio contigo, sino que también me propondré destruirte. —¿Oh? —Una sonrisa sardónica levanta la comisura de sus labios—. ¿Mencionaste una forma de destrucción? —¿Crees que estoy bromeando? —Ni mucho menos. Por eso me arriesgo. —¿Riesgo? —Ya te dije que todo este galimatías sentimental no me sale de forma natural. —Toma otro sorbo de vino y se queda mirando el cielo sin estrellas en la distancia. —Entonces, ¿cómo pretendes aprenderlo frente a la mera emulación? 269 —Como he mencionado continuamente, resulta que soy un genio. —El CI intelectual es un mundo aparte del CI emocional. Puedes sacar doscientos en el primero, pero tienes menos doscientos en el segundo. Chasquea la lengua, el primer signo de fastidio asoma por las arrugas que rodean sus ojos y su boca. —Soy mucho más superior y eficiente que los tontos que dejan que sus sentimientos dicten sus acciones. ¿Qué hay de superior y poderoso en tener emociones? —Realmente no lo entiendes, ¿verdad? —Hago señas sin ningún sentimiento de enfado o decepción. Siempre he pensado en la condición de Landon en el sentido clínico, o quizá como si le culpara de toda la mierda que no para de remover, pero ésta es la primera vez que me doy cuenta de que probablemente no sepa nada más. Nunca ha experimentado ninguna de las emociones normales que muchos de nosotros experimentamos. Ni amor genuino, ni tristeza, ni angustia, ni nada de valor sentimental. El hecho de que pueda emularlos no significa que pueda sentirlos. Por eso es letal cuando se apodera de las debilidades de los demás. Su falta tanto de empatía como de culpa le convierte en el arma mental definitiva. También por eso se irrita cuando se le obliga a actuar en contra de su naturaleza. —¿Entender qué? —pregunta en un tono tenso que no le resulta familiar. El punto fuerte de Landon es su capacidad para no agitarse ni alterarse, como un dios antiguo e intocable con miles de seguidores. Tiene razón. Ahora es diferente. Definitivamente está intentando ir en contra de sus fundamentos y eso le desconcierta. Por alguna razón, una parte de mí se ablanda y no puedo evitar sentir una pizca de alegría porque intenta actuar de otra manera. Para mí. Nadie más. Sólo yo. Niego con la cabeza y decido concentrarme en otra cosa. —Si quieres aprender emociones, puedo ayudarte. —¿Oh? Pensé que eras una mala perra autoproclamada sin emociones. —Mala perra, sí. Sin emociones, no. Sólo disfruto dando una lección a los que se meten conmigo o con mi familia. De todos modos, déjame preguntarte. —Doy un 270 sorbo a mi refresco de cola—. De tu familia y amigos, ¿en quién piensas cuando oyes la palabra amor? —¿Qué es esto? ¿Terapia de aficionados? —Arruga la nariz como si oliera algo asqueroso—. ¿Por qué todo el mundo parece tener una licencia imaginaria últimamente? —Sólo responde a la pregunta, Landon. —Mamá y papá. Siguiente pregunta aburrida. —¿Por qué van primero? —Desde que era joven, siempre se han respetado, adorado y cuidado mutuamente. Nunca han tenido una pelea que durara más de un día. Se quieren hasta la obsesión, en mi opinión. Demasiado demostración de afecto para mi gusto. —¿Has pensado alguna vez en tener una relación como la de ellos? —No. Porque no veo el bombo de la estrategia de amor y compromiso que emplean en su matrimonio. —¿A quién te has sentido más cercano de entre los dos? —Papá al principio. Luego mamá por nuestros valores artísticos compartidos y porque decía que soy mejor artista que ella o que cualquiera que conozca. Ahora tampoco. Me di cuenta de que mi personalidad y la de ellos es tan diferentes que bien podría no haber sido su hijo. No lo odio. No me gusta. Simplemente lo comprendo como todo individuo debería en lugar de transformarse en una reina del drama... ¿Por qué me miras como si me compadecieras? —No lo hago. —Me siento inexplicablemente triste por él. Puede que él no lo sienta, pero el hecho de que se diera cuenta tan pronto de que era tan diferente de las personas más cercanas a él debe haber sido muy confuso para él. Entrecierra los ojos. —¿Terminaron tus preguntas de aspirante a psiquiatra? —No estoy tratando de ser un psiquiatra. Sólo quiero entenderte mejor. —¿Por qué? —Porque así es como se hacen las relaciones interpersonales. —Huh. Parece realmente pensativo y me gustaría poder viajar al interior de su cerebro y ver cómo procesa la información. Es la primera vez que parece tan abierto y que no intenta ninguna forma de manipulación. Landon termina su copa de vino y se sirve otra. Cuando me ofrece un poco, asiento. El primer paso para establecer un vínculo es crear un terreno común en torno 271 a algo. Estoy dispuesta a sacrificar mi desprecio por el alcohol para conseguir que se abra más. Levanta una ceja, pero me sirve una copa de todos modos y luego da un sorbo a la suya. —Cuéntame interpersonales. más sobre cómo ocurren estas llamadas relaciones —Bueno, primero tienes que estar interesado en conocer a la otra persona. —Estoy claramente interesado en ti. Siguiente. Casi me atraganto con el tímido sorbo de vino que he tomado. El calor de antes vuelve a subirme a los oídos, pero decido creer que es por el alcohol. —Entonces querrás aprender todo lo posible sobre ellos. Como sus intereses, color favorito, película favorita, aficiones, etcétera. —A pesar de vestir siempre de negro, tu color favorito es, de hecho, el azul. Supongo que no lo usas tanto porque lo tienes en alta estima y no quieres malgastarlo en actividades cotidianas. Tu película favorita es un empate entre Mad Max y El club de la lucha porque, al contrario de lo que dices, te gusta ver violencia y anarquía, y por eso te quejas a menudo de las noches de cine de comedia romántica de Maya. Tu comida favorita es la italiana, sobre todo la pasta, en concreto la carbonara. Te gusta el ajedrez, la meditación, hacer ejercicio y, por supuesto, cultivar plantas y hablarles como si tuvieran alma y sentimientos. Ah, y definitivamente tienes gustos sexuales desviados que encajan con los míos como un guante. Se me separan los labios y tengo que controlarme antes de empezar a babear o algo mucho peor. Landon es muy perspicaz, pero nunca pensé que recogería piezas y las uniría con tanta eficacia. —¿Me he perdido algo? —me pregunta cuando no respondo. Me aclaro la garganta y hago señas: —Sí, una cosa. No soy tan pervertido como tú. —Muy discutible. ¿Quieres apostar? —He terminado de apostar contigo. —Yo no estaría tan seguro. La tentación surgirá tarde o temprano. Entrecierro los ojos, pero enseguida me relajo. —Ya veo lo que haces. —¿Qué estoy haciendo? 272 —Intentas irritarme para que volvamos a tu territorio, y así tendrías el control total sobre el resultado de la situación. Te digo que no va a funcionar, así que es posible que desees darte por vencido. Una ligera sonrisa levanta sus preciosos labios. —Mi territorio es más divertido. Es un decir. —También es más destructivo y causa tensión a cualquiera que no seas tú. —Si por esfuerzo te refieres a correrte varias veces por noche, entonces claro, es un esfuerzo enorme. Le fulmino con la mirada. Me devuelve la mirada, aún sonriendo. Por otra parte, es imposible hacerle abandonar todos los malos hábitos de una sola vez. El hecho de que esté dispuesto a escuchar sin imponer sus amenazas y ultimátums ya es un progreso. Pequeños pasos, ¿verdad? —Sigamos. —Hago señas —. Otro método es decirle a la otra persona algo que nadie más sabe. —Sólo lo haré si tú me correspondes. Entrecierro los ojos. Ha vuelto a las opciones. Pero esta me parece justa, así que asiento. —Nunca he considerado ninguna de mis estatuas una obra maestra. Me enderezo en la silla. —¿Estás de broma? —¿Cuándo lo he hecho? Le miro fijamente a la cara, pero no hay ningún atisbo de mentira. Lo dice en serio. Realmente piensa que todas sus piezas, absolutamente preciosas, aunque a menudo inquietantes, no lo son tanto. —Pero siempre dices que eres un genio intocable y un regalo de Dios a la comunidad artística y a la humanidad. —Eso hago. Sólo que aún no he producido la obra que quería desde que tenía dos años. —¿Qué define para ti una obra maestra? —Es sólo una sensación. Lo sabré cuando lo experimente. —Me apunta con su copa—. Tu turno. Me muerdo la comisura del labio y luego la suelto. Realmente me dijo algo especial, así que no puedo esconderme de esto. 273 Tal vez sea por mi inexplicable necesidad de estrechar lazos entre nosotros, pero voy por ello. —Nunca le hablé a nadie de mi secuestrador, porque me dijeron que si mencionaba algo, lo sabrían y matarían a esa persona delante de mis ojos. Mis miembros tiemblan mientras hago señas de las palabras. Las palabras por las que todo mi mundo se ha puesto patas arriba me abandonan como un soplo de aire helado. —¿Por eso dejaste de hablar? —pregunta Landon en un tono inquietantemente tranquilo. Asiento. —Mi familia cree que es por el trauma y yo dejo que lo crean. ¿Por qué le cuento todo esto? ¿Por qué hundo los dedos en la vieja herida infestada aunque duela? Es el alcohol. Debe ser el alcohol. Landon se levanta y yo soy demasiado lenta para seguir sus movimientos. Antes de darme cuenta, está a mi lado. Se quita la chaqueta y me la pone alrededor de los hombros, luego presiona suavemente. Es entonces cuando me doy cuenta de que no sólo me tiemblan las manos, sino todo el cuerpo. Landon baja hasta que su cara está a la altura de la mía. El aroma de su colonia me produce un extraño efecto calmante y lo aspiro, aspirando todo lo que pueden mis pulmones. ¿No es una locura que encuentre paz en un monstruo? Mis ojos se encuentran con los suyos, más oscuros, pero por alguna razón, parecen más claros, más brillantes, como el cielo antes de la puesta de sol. —Estoy borracha. —Hago señas —. Olvida todo lo que he dicho. —Al contrario, recordaré cada palabra. —Desliza un mechón suelto detrás de mi oreja y apoyo la mejilla en su cálida mano—. Nadie te roba y consigue respirar, pequeña musa. Me aseguraré de que recuperes tu voz aunque sea lo último que haga. Respiro a intervalos cortos, pero antes de que se me ocurra qué decir, Landon baja la cabeza y me muerde el labio inferior. Luego, con un movimiento en picado, se agacha y reclama mi boca con una pasión feroz. No sólo me besa, se da un festín conmigo. Su lengua se enrosca alrededor de la mía, barriendo, saboreando y mordiendo. 274 Landon siempre ha estado más interesado en el sexo, pero rara vez me ha besado. Este, sin embargo, es más que un beso. Es una promesa susurrada. Un crédito no negociable. Un nuevo comienzo. esto. Porque sé, sólo sé, que Landon y yo nunca seremos los mismos después de 275 Landon T oda esta farsa de practicar la empatía está resultando más tediosa que mi frustración sexual. Y eso es mucho decir, teniendo en cuenta que mi polla ha sido literalmente una polla desde que cerramos por negocios. Olvídate de intentar tirarte a otras mujeres. Ni siquiera puedo mirarlas sin imaginarme el rostro suave, los labios carnosos y los ojos brillantes de Mia mirándome como si fuera mi propia diosa del sexo. Antes de que ella llegara, solía ir a clubes de sexo desviado para encontrar mujeres a las que les gustaran las perversiones que a mí me gusta hacer. Pero después de conocer el dulce coño de Mia y su feroz lucha, la mera idea de tocar a otra me hace sentir un asqueroso sabor en el fondo de la garganta. Así que ahora no soy más que un ente de irritación y violencia lleno de tensión. Una existencia que no puede medirse ni contenerse y que crece a cada segundo que pasa. Mi bestia ha estado arañando y rasguñando las paredes de mi cordura, exigiendo una salida de purga. Cuanto más loca, mejor. Nada me gustaría más que darle a probar la anarquía eufórica. Pero lo malo es que, si la dejo suelta, Mia no volverá a darme ni la hora. Me volveré loco y podría recurrir a medidas drásticas para tenerla. Y lo creas o no, eso -según Bran, que está para santiguarse- lo arruinaría todo y me haría perderla para siempre. No habría citas nocturnas en el tejado como hace unos días. No quedaría conmigo para jugar al ajedrez o para dar un aburrido paseo por la playa como alguna pareja victoriana. 276 No se abriría a mí ni trataría de entenderme. Se acabaron las risas mágicas, las sonrisas tímidas y las miradas penetrantes que sólo consiguen sacar a mi polla de su estado de hibernación. Esa mera posibilidad se cierne sobre mi pecho y mi cordura como un peligroso muro de ladrillos que amenaza con aplastar todo lo que he estado construyendo. Volvería a estar vacío como dijo el tío Aiden. Y aunque antes me sentía completamente cómodo con mi vacío supremo incluso orgulloso de ello-, esa opción ya no está sobre la mesa ni debajo de ella. Así que estoy dedicando mi energía a algo mucho más productivo o, más exactamente, en algo que he estado considerando desde hace tiempo. —¿Y bien? —pregunto mientras Glyn se para en medio de mi habitación como un cordero perdido. Bran me mira desde el sofá, a mi lado. Digamos que está disfrutando demasiado con esta misión de “enseñemos emociones a Landon”. Es un glotón de justicia y le gusta pensar en las emociones de los demás. Todo el tiempo. Como un psicópata. Sinceramente, creo que necesita urgentemente lecciones de apatía de su servidor. Pero ese es un tema para otro día. Glyn suelta un largo suspiro, se sienta despacio en la silla de enfrente y se pasa los mechones de cabello por detrás de las orejas. Sus movimientos son cautelosos y un poco torpes, como cuando no sabía cuál era su lugar en nuestra artística familia. A menudo se sentía como si fuera la que menos talento tenía, por mucho que mamá le dijera que el arte se manifiesta de diferentes maneras según las personas. Le enseñé a dibujar por primera vez cuando tenía unos tres años. Por alguna razón, cuando la observo ahora, me asalta la mirada mágica que tenía en sus grandes ojos verdes cuando me miraba entonces. El asombro, la maravilla y el encanto absoluto que había cuando utilizaba sus deditos para garabatear en un papel. Por supuesto, era mi creación, pero Glyn agarró ese papel y fue corriendo a ver a mamá, gritando: —¡Mira lo que me ha enseñado Lan! Me doy cuenta, con una sensación de ligera incomodidad, de que entonces experimentaba esos estallidos de orgullo y alegría por razones desconocidas. Naturalmente, esos momentos eran escasos y disminuían a medida que me hacía mayor, pero existían. 277 Es como un recordatorio de lo mucho que el vacío ha reclamado mi interior. Me niego a seguir perdiendo mi albedrío a manos de los demonios que acechan en los rincones oscuros de mi alma. —¿Estás seguro de que esto es lo correcto? —le pregunta Glyn a Bran en vez de a mí, ya que él es el policía de la moralidad por aquí. —No quiere hacerle daño —dice Bran con la calma de un antiguo monje. —Aun así. ¿No es una violación de la intimidad hablar de algo que la familia ha mantenido oculto? —No si tengo información que ellos no tienen. —Doy un sorbo a mi cerveza en un intento fallido de ocultar mi sonrisa. Resulta que estoy bastante orgulloso de que Mia me haya contado cosas de las que nunca ha hablado con su familia. El cretino de Nikolai y la pretenciosa de Maya incluidos. ¿Has pensado alguna vez que te lo ha dicho porque cree que quien lo sepa será asesinado por su secuestrador? Una parte de mi cerebro que está deseando una bala susurra como un imbécil de escenario cinco. Además, podría haberle preguntado a Mia por el resto de la historia y al final me lo habría contado, pero no quería que reviviera su incidente del secuestro cuando ya tiene pesadillas al respecto. —Pero... —Glyn se entretiene y juega con la cremallera de su diminuta mochila, en la que me sorprende que quepa algo más grande que un ratón. Hablando de eso, preferiría estar en compañía de mi ratoncito, pero, por lo visto, no se supone que nos veamos a menudo. Cuando le pregunté si me escondía de su familia, no me contestó, y eso fue respuesta suficiente. Sigue avergonzada de mí, posiblemente se niegue a decirle a su hermano y a su banda de tontos entrometidos que está saliendo conmigo. Y lo será durante mucho tiempo. Pero no pasa nada. Todo volverá a su sitio. No porque sea un romántico esperanzado -qué asco-, sino porque haré que suceda, le guste a ella o no. Estoy abierto a cualquier cosa, incluso a reaprenderme toda la puta historia del mundo y verla de color de rosa en lugar de la codicia humana, pero dejarla marchar no es una opción. Ni en esta vida, ni en la siguiente, ni en las veinte siguientes. —¿No te gusta mentir a Killian? —Bran termina por Glyn, devolviéndome al momento presente. 278 Por supuesto que se daría cuenta de lo que estaba a punto de decir con sólo mirarla. Yo también lo deduje, pero principalmente porque no soy nada sino brillante enlazando patrones. Glyn tiene cierta empatía, así que en parte le parece bien revelar el secreto de Mia si eso significa que participará en su ayuda. Lo que no le parece bien, sin embargo, es ir a espaldas de ese imbécil de Killian para ayudarme. Y resulta que soy su hermano, joder. —Me contó lo que sabe porque confía en mí —dice—. No quiero perder su confianza. —No lo harás, porque ninguno de nosotros lo dirá —digo en un tono más tranquilo del que siento—. Piénsalo así, lo bueno supera a lo malo en esta situación. ¿Crees que se enfadará si lo que revelas ayudará a su querida prima? —Bueno, creo que no. —Suelta la cremallera de su bolso y se endereza—. Bien, Kill siempre ha evitado este tema cada vez que sale, pero hace unos días, después del espectáculo que montaste, algo cambió. Gracias, joder. Pero no lo digo en voz alta, o mis intentos de rehabilitar mi imagen ante mis hermanos se iría a pique. La verdad es que me gusta que no pongan cara de espanto o asco cada vez que estoy en su campo de visión. De hecho, vienen a pasar el rato en mi habitación sin que yo les obligue a hacerlo; en el caso de Bran, es más bien para vigilarme. Son la prueba tangible de que, sí, los controlé durante años, pero a pesar de mi lógica piadosa, ese proceso nunca produjo una gran relación. Esta versión más suave, aunque no es mi favorita, es capaz de generar mejores resultados. —¿En qué sentido cambió? —pregunta Bran. Glyn se inclina hacia delante en su asiento. —Así que estaba lívido, comprensiblemente, ya que al parecer la llamaste muda nada más verla. —Un antiguo error —digo. —Killian no lo ve así. Siente que es incapaz de respetar esa parte de ella. Así que indagué un poco más y me contó lo que sabe. La historia ocurrió cuando Killian tenía nueve años y Mia unos ocho. Maya y Mia volvían a casa en coche cuando fueron atacados en medio de la carretera. Mataron a un guardaespaldas, pero el otro consiguió proteger a las niñas. Sin embargo, uno de los asaltantes metió la mano y se llevó a las dos. Mia forcejeó, pateó y le mordió la mano hasta que liberó a Maya. Al final, fue la única secuestrada. El otro guardaespaldas consiguió llevar a Maya sana y 279 salva a casa. Durante tres días no tuvieron noticias. Sus padres esperaban una llamada de rescate, pero al principio no la recibieron. »Killian dijo que ese fue el momento más oscuro para su familia. Sus padres movilizaron todos sus recursos en la mafia rusa para encontrarla. Cerraron Nueva York y la pusieron patas arriba en busca del agresor, pero no encontraron nada. Justo cuando estaban a punto de volverse locos, recibieron una llamada. El secuestrador quería que le enviaran veinticinco millones a una cuenta bancaria en el extranjero, y sólo cuando hicieran la transferencia les diría dónde estaba ella. Si no accedían, les habría dicho dónde estaba, pero ella habría muerto. »Naturalmente, hicieron la transferencia y él les envió una localización GPS. Encontraron a Mia en posición fetal en un sótano oscuro y húmedo. Estaba famélica y tenía el labio ensangrentado y verdugones en el cuerpo, pero no lloraba. El médico dijo que, aunque la habían golpeado, por suerte no la habían agredido sexualmente. Pero desde entonces no ha vuelto a hablar, y los profesionales dictaminaron que era algo mental y no físico. Mis dedos aprietan la botella con tanta fuerza que me sorprende no hacerla pedazos y ver cómo mi sangre se derrama por el suelo. Sólo escuchar lo que le ha pasado desencadena una avalancha de sentimientos que conozco muy bien. Es parecido a cuando esos imbéciles hicieron de Bran el hazmerreír de la escuela, pero estas emociones son mucho más fuertes en intensidad y solo podrían catalogarse como rabia negra. Alguien tuvo la osadía no sólo de aterrorizar a mi Mia, sino también de amenazarla y traumatizarla lo suficiente como para robarle la voz durante toda una década. —Ha pasado por muchas cosas —comenta Bran con los hombros encorvados. —¿Qué más? —pregunto en un tono un poco tenso que ni siquiera yo reconozco. Glyn me observa atentamente. —Eso es todo. Los padres de Mia buscaron a su secuestrador por todo el mundo, pero no encontraron rastro de él. Sospechaban que podría haber sido uno de los guardaespaldas que desvelaron la ruta, ya que solo ellos y sus padres lo sabían, pero uno de ellos murió y el que sobrevivió trajo a Maya a casa estando malherido, así que si hubiera estado implicado, también se habría llevado a Maya. Desde entonces están en un punto muerto. No ayuda que Mia nunca revelara ningún detalle sobre lo que pasó. Porque fue amenazada por el maldito bastardo que deseará estar muerto en cuanto lo encuentre. —¿Su familia tiene alguna teoría? ¿Sospechosos? 280 Glyn levanta los hombros. —La verdad es que no. Sin duda sospechan que fue un enemigo de alguno de ellos o de los dos, pero eso es algo normal en la mafia. Incluso Annika, la hermana de Jeremy, estuvo a punto de ser secuestrada varias veces. Aunque esta es la única vez que se han salido con la suya. No, no lo han hecho. Si mis cálculos son correctos, hay una posible teoría que ninguno de ellos parece haber considerado. Pero para que esa posibilidad funcione, primero necesito confirmar algunas cosas. —No estoy seguro si eso ayuda... —Glyn se detiene. —Así es. —Abandono mi cerveza, me levanto y le alboroto el cabello—. Gracias, princesita. Me mira con la boca entreabierta antes de asentir y dejar que sus labios esbocen una sonrisa. —Claro. Me dirijo a mi vestidor. —Siéntete libre de pasar el rato con el rey del drama, Remi, o Creigh si está por aquí. Yo voy a salir. —Pediré a las chicas que me acompañen —lanza Glyn hacia atrás y oigo sus pasos retirándose de la habitación. Sin embargo, otros pasos se acercan a mí. Me quito la camisa y la meto en el cubo de la ropa sucia, luego miro fijamente a mi hermano. Bran se apoya en el marco de la puerta, con los brazos y los tobillos cruzados. En sus ojos hay un brillo poco común y una sutil petulancia. —¿Qué? —Acabas de darle las gracias a Glyn por primera vez. —No seas ridículo. Le habré dado las gracias antes. —Pulso el botón del armario y veo rodar ante mí mis camisas impecables y planchadas. —No, no lo has hecho. Eres demasiado egoísta para agradecer a los demás o incluso ver méritos en ellos. —Las únicas personas cuyos méritos me niego a honrar siquiera con una mirada son los tontos incompetentes. Glyn no pertenece a esa lista interminable. —¿Porque comparte tus genes? —Precisamente. —Le arrebato una camisa blanca—. Y nunca ha sido tonta. Sólo un poco demasiado obsesionada con las emociones para mi gusto, pero bueno, como 281 me recuerdas constantemente, no todo el mundo está hecho de la misma arcilla genial de la que estamos hechos tú y yo. —¿Tú... crees que tú y yo somos iguales? —Somos gemelos idénticos, Bran. —No en el pensamiento. —No al cien por cien, no. —Me pongo la camisa y empiezo a abrochármela mientras lo miro con la cabeza ladeada—. Pero estás reprimiendo algo, y mientras lo hagas, no estamos muy lejos de ocultar nuestros secretos, ¿verdad? Una mirada sombría pasa por sus ojos, y si no tuviera tanta prisa, la exploraría con más vigor. —No sé de qué estás hablando. haces. —Nunca lo haces, Bran. —Le agarro del hombro y aprieto al salir—. Nunca lo Me agarra del brazo. —¿A dónde vas? —No te preocupes. No voy a instigar una nueva guerra a menos que el ajedrez cuente. —¿De verdad vas a jugar al ajedrez? —Lo sé, ¿verdad? Me he vuelto demasiado aburrido para mi propio bien. Me lanza una mirada inquisitiva, pero me suelta. —Recuerda, Lan. Si vuelves a caer en tus patrones de manipulación y caos, no funcionará. Bran. —Sí, mamá. —Hago un saludo simulado y soy recompensado con la risita de Cuando salgo de la mansión, le envío un mensaje a mi primo Eli. Landon: ¿Recuerdas el intercambio de favores del que hablamos una vez? Eli: ¿Listo para bajar como una perra? Landon: Sólo si te conviertes en una perra más pequeña que mi alteza. Eli: Tu arrogancia hará que te maten algún día. Landon: No cuando tu arrogancia está viva y prosperando. Ahora, por mucho que me guste hablar mierda, necesito algo. Eli: La pregunta es, ¿lo necesitas tanto como para perder tu baza en la negociación? 282 Sí. Eli: Prepárate para perder la carrera como el mejor nieto de King. Le ignoro. Eli cree que sólo tengo una baza para negociar, pero aprenderá, después de que consiga lo que quiero, que no hay forma de apartar a Landon King, ni siquiera de las manos de otro King. Tras enviarle instrucciones sobre las posibles pruebas que pueden hacer realidad mi teoría, conduzco hasta el club de ajedrez. No espero que Mia aparezca después de que me pidiera expresamente que no la molestara, pero no está de más intentarlo. Sí. Por desgracia, me he obsesionado tan irremediablemente con la pequeña musa que sobrevivo con la mera esperanza de poder verla. ¿Muy desesperado? Absolutamente. Estaciono mi McLaren frente a la entrada y salgo, sólo para ser recibido por el tiempo más miserable que Inglaterra puede ofrecer. El viento me abofetea y cierro los ojos para protegerme. Cuando los abro, veo nada menos que a Mia saliendo de su coche. Mis labios esbozan una amplia sonrisa. A pesar de sus reticencias ocasionales, tampoco se cansa de mí y se le ilumina la cara cada vez que nos vemos. Por eso tuve la corazonada de que estaría aquí... Cuando se acerca a mí, su vestido de tul negro se agita y sus cintas vuelan al viento. Se detiene lentamente frente a mí, con los ojos totalmente desorbitados. Me cruzo de brazos y mantengo la sonrisa, pero ahora es mucho más falsa. —Creía que no íbamos a vernos, porque parece que te da mucho miedo que tu familia se entere de lo nuestro. ¿Has cambiado de opinión? —Este también es mi club, la última vez que lo comprobé. —Hace señas y levanta la barbilla. —A la que sabías que vendría. ¿Significa eso que me echas de menos? —En tus sueños. —Lo tomaré como que no te importa que Nikolai y los demás se enteren de nuestra muy secreta e íntima cita. Sus mejillas se calientan y en sus ojos brilla una rabia más equivocada que el sexo vainilla. —No importa, porque me estoy aburriendo y podría mandarte a paseo en cualquier momento. De hecho, lo estoy haciendo ahora mismo. 283 —Estoy decepcionado. —Suelto un suspiro dramático—. Pusiste todo este esfuerzo en fingir ser otra persona, así que lo menos que puedes hacer es ser más sutil al respecto, Maya. Se estremece, pero en lugar de seguir con la farsa, chasquea la lengua y dice: —¿Qué me ha delatado? ¿No tengo muchas cintas? ¿No soy lo bastante rápida en el lenguaje de signos? —Ni lo uno ni lo otro. Podrías haber hecho el exterior a la perfección, pero aun así no me habrías engañado. Tus ojos están totalmente equivocados y son extremadamente repugnantes. —Jódete, idiota. —No, gracias. Prefiero a tu hermana. Se lleva una mano a la cadera. —De todas las personas que podrían haber justificado tu trastornada atención, ¿por qué tuvo que ser ella? Porque me hace ver lados de mí que antes no sabía que existían. ojos. Pero no se lo digo a Maya, ya que no le debo una mierda, y ella entrecierra los —Para que lo sepas, no lo apruebo. —Para que lo sepas, no puedo encontrar ninguna mierda que me importe. — Hago una pausa—. Además, ¿no deberían aprender todos a respetar sus deseos? ¿No han pensado que esta sobreprotección excesiva puede estar asfixiándola? —Sólo queremos lo mejor para ella. —¿Y ella no? —Eso no es lo que he dicho. —Eso es lo que quieres decir. Es lo suficientemente mayor como para tomar sus propias decisiones sin tu interferencia ni la de nadie. Abre la boca, pero mira detrás de mí y sus ojos se convierten en grandes charcos de pánico. Miro hacia atrás y capto la sombra de dos hombres antes de que desaparezcan en un edificio lateral. —¿Maya? —la llamo por su nombre y le chasqueo los dedos en la cara. Se sobresalta y el miedo se extiende a sus temblorosas extremidades. Es similar al estado de Mia cuando se cagaba de miedo en la oscuridad. 284 —Yo... tengo que irme. —Vuelve corriendo al coche de Mia y tiene que intentarlo dos veces antes de poder abrir la puerta. Sigo mirando hacia donde desaparecieron los hombres. Interesante. Dejo esa información para más tarde mientras le mando un mensaje a Mia. Landon: Tu hermana se hizo pasar por ti para separarnos. La descubrí en cuanto vi sus ojos pretenciosos. ¿No recibo una recompensa por eso? No hay respuesta. Golpeo el teléfono con el dedo durante unos segundos y vuelvo a escribir. Landon: En mi modesta opinión (sólo estoy jugando, no hay nada modesto en mí), las vibraciones de amor prohibido están pegando muy fuerte. Pero a la mierda con eso, ¿tengo razón? De nuevo, lee el texto pero no responde. Aunque a Mia le divierte interpretar el papel de princesa medieval a la que le gusta cortejar y hablar de sentimientos, últimamente no me ignora. O quizá fue ella quien envió a Maya... No, no es de las que rehúyen la confrontación. Si quisiera decirme algo, no dudaría en invadir mi espacio y decirme lo que piensa. Mi teléfono se enciende en mi mano y miro fijamente su nombre. Mia no llama, por razones obvias. Tampoco le gustan las llamadas FaceTime, excepto cuando están sus padres. A menos que… Le contesto. —¿Pasa algo? —Todo es grandioso, menos tu molesta interferencia. Mia y yo la estamos pasando bien, así que, ¿qué tal si te largas? Bip. Bip. Bip. Miro fijamente la pantalla de mi teléfono mientras esa voz tan familiar -pronto tan muerta- suena en mi oído. El maldito Rory parece haber estado rezando por su funeral. ¿Qué soy sino un deportista extremadamente bueno? 285 Mia H oy ha sido una proporción épica de acontecimientos completamente aleatorios. En primer lugar, Maya me ha pedido el coche porque el suyo se ha averiado y se niega a que sus guardaespaldas la lleven en su, y cito, “superviejo Mercedes de empresario”. En segundo lugar, sorprendí a Nikolai casi cayéndose por el balcón mientras dormía y tuve que meterlo dentro con la ayuda de Gareth. Me preguntó si seguía viendo a Landon, y como no le dije nada, se marchó sin decir nada. Niko siempre ha sido mi campeón y el de Maya. El hermano que se paseaba por el colegio anunciando que si nos tocaban un pelo a cualquiera de las dos, tendrían que empezar a prepararse para sus vacaciones de por vida en el infierno. También era él quien ocultaba a mamá y papá nuestros hábitos problemáticos, aunque a veces nos echaba la bronca. Otras veces, participaba. Sobre todo, nos dio espacio para vivir fuera de los grilletes de nuestras vidas de princesas de la mafia. Así que el hecho de que esté enfadado y decepcionado conmigo me hace sentir como una mierda. Gareth dijo que entraría en razón, pero no parecía que creyera sus propias palabras. Para empeorar aún más las cosas, este idiota me atrapa en cuanto termino las clases y salgo a la calle. Se llama Rory, si no recuerdo mal. Le conozco porque he visto a menudo fotos suyas con Landon en sus fiestas vulgares de Élite. La razón por la que lo recuerdo tan 286 bien es porque suele estar al lado de Nila, a quien investigué personalmente después de oírla hablar en la habitación de Landon. Sólo tenía curiosidad. Nada más. Bien, quizá estaba un poco celosa y quería ver a quién me enfrentaba. En cualquier caso, Rory decidió que precisamente hoy era el momento perfecto para conocerme. Es más alto que yo, un poco delgado y tiene un cabello rubio rizado que parece demasiado grande para su cabeza. Sin embargo, lo que más me llama la atención de él son sus ojos inyectados en sangre, que podrían aparecer en una película de terror. La primera vez que interrumpió mi paseo, llevaba gafas de sol, pero ahora parece que no le importa su imagen de niño rico inglés. En otras circunstancias, habría fingido una sonrisa y le habría pasado por delante, pero él se adelantó y me enfureció como la mierda. Mientras leía el mensaje de Lan -y maldecía a Maya por la jugarreta que había montado-, este idiota me confiscó el teléfono, me mantuvo a distancia y llamó a Lan para contarle mentiras descaradas. —De nada. —Cuelga el teléfono delante de mí después de colgar. Lo arrebato, con la rabia creciendo en la base de mi vientre y mil maldiciones hormigueando en la punta de mis dedos. Rory me mira fijamente con total apatía y evidente desprecio, como si fuera una muñeca en un escaparate. —No tengo ni idea de lo que ve en ti. ¿Disculpa? Estoy a punto de teclear eso, pero él continúa: —No eres más que un coño que él podría tener a cientos si se lo propusiera. ¿Qué tiene de especial el tuyo? La audacia de este hijo de puta. Te metiste con la persona equivocada precisamente hoy. Pero antes de que pueda teclear unas cuantas palabras, se mete en mi espacio, atrapándome contra la pared de un viejo pub cerrado. —Le estás distrayendo de lo que es importante, y no podemos permitirlo. Sin Landon planeando el caos, nuestro club no sobrevivirá. En mi opinión, eso es bueno. Pero el idiota de Rory no parece estar de acuerdo, porque sus ojos se entrecierran en mí en su gloria inyectada en sangre. 287 —Si desapareces de la foto, todo volverá a ser como se supone que debe ser. Tecleo con movimientos espasmódicos y se lo muestro. —¿Seguro que quieres hacerme daño? Uno, tus pelotas estarán en peligro porque serán brutalizadas por tu servidora. Dos, Landon no se lo tomará bien. —¿Quién ha dicho nada de hacerte daño? —Una sonrisa cómplice se dibuja en sus labios, completamente desquiciada y malvada—. La violencia nunca es realmente la respuesta cuando algo mucho más domesticado tendrá un mejor impacto. Mira, puede que Lan te adore, pero eres y siempre serás sólo una fase, y he descubierto exactamente cómo acabar con su fascinación irracional. ¿Sabes qué es lo único que no le importa a Lan? ¿No? Déjame que te ilumine, entonces. Él pierde completamente el interés en los artículos sucios. Aún estoy procesando sus palabras cuando se inclina hacia mí, me aparta las coletas y me chupa el cuello como una hiena repugnante. Le empujo, pero es sorprendentemente fuerte para alguien que está hecho de huesos. Así que levanto la rodilla y le golpeo tan fuerte como puedo. Su aullido resuena en el aire mientras se echa hacia atrás. Inmediatamente me pongo una mano en el lugar donde sus labios tocaron mi cuello. A juzgar por el dolor, el cabrón me ha dado bien. Vuelve, con la cara roja y el puño en alto, pero antes de que pueda atacarme, mi guardaespaldas lo inmoviliza y lo arroja a la calle empedrada. Rory cae de culo, pero se levanta rápidamente, me gruñe con la animosidad de un animal revoltoso y sale corriendo. Mi guardaespaldas me inspecciona. —¿Se encuentra bien, señorita? Asiento, todavía agarrándome el cuello. Por alguna razón, no quiero que nadie vea lo que ha hecho ese imbécil. —¿Necesita que vaya tras él y le rompa las piernas? —pregunta mi guardaespaldas. Niego con la cabeza y hago señas: casa. —Ya le he brutalizado las pelotas como prometí anteriormente. Sólo llévame a Cualquier deseo de pasear ha desaparecido por completo. Primero tengo que esconder esta estúpida marca. Nos dirigimos a mi apartamento en un silencio eterno. 288 Subo los mensajes de Landon y escribo algunos míos. Maya está siendo una mierdecilla. No te preocupes por ella. Como tú y Bran, siempre hemos sido sobreprotectores el uno con el otro. Tienes razón. A la mierda el concepto de amor prohibido. Además, lo que Rory acaba de decir era mentira. Lo sabes, ¿verdad? malo. Borro todos y cada uno de ellos. Parezco culpable cuando no he hecho nada En vez de eso, tecleo. verla. Sobre la estatua que hiciste para mi cumpleaños, creo que ya estoy lista para Miro fijamente el móvil durante el resto del trayecto, pero sigo sin recibir respuesta. Mis hombros caen mientras salgo del coche y entro en el apartamento, aún teniendo una competición fulminante con mi teléfono. Ni siquiera lo ha leído. No me digas que realmente creyó lo que dijo Rory. Peor aún, ¿tenía razón Rory y Landon pierde todo interés en el bien sucio, como él tan asquerosamente dijo? —¿Dónde estabas? Me sobresalto al oír la voz inusualmente monótona de Maya. Ahora me doy cuenta de que ha estado esperando en la esquina, a oscuras. Todas las cortinas y persianas están echadas. Después de meterme el teléfono en el bolsillo, le doy al interruptor de la luz y hago señas: —Acabo de volver de clase. Suelta un suspiro tembloroso y me inspecciona como lo haría mamá. —¿Está todo bien? —Sí. Estás siendo rara. Sus cejas se fruncen mientras mira mi cuello. —¿Fue Landon? Niego con la cabeza. —Algún otro idiota que tiene ganas de morir. Hablando de Landon, ¿por qué te hiciste pasar por mí? Acordamos que no volverías a hacerlo después de que intentaras investigar a todos los que se interesaban por mí durante el instituto. —Bueno, está claro que no te merecían ya que ni siquiera podían distinguirnos. 289 —Pero Landon lo hizo. Hace una mueca. —Es tan perspicaz, es molesto. Al parecer, no tenemos los mismos ojos. Me descubrió desde el principio y fingió que no, sólo para ver qué tramaba. Sonrío para mis adentros. Eso suena como algo que Landon haría. Es un idiota tan manipulador que a veces resulta atractivo. Aunque sólo a veces. Mia. —¿Por qué sonríes como una novia orgullosa? Sigue siendo una mala noticia, —Quizá siempre he querido malas noticias. —Hago señas —. Sabes que nunca me gustaron todos los chicos buenos del colegio y que los chicos malos me parecían demasiado superficiales. Landon no es ni lo uno ni lo otro y quizá eso me guste. Mientras no haga daño a mi familia, estoy dispuesta a ver a dónde va esto. —Hablas... en serio. —Sí. Me gusta, Maya. —Ugh. ¿De todas las personas tenía que ser él? —Es porque es él por lo que me gusta. Puedo contarle cosas y no sentirme juzgada. —¿Cosas como qué? Tú... no puedes haberle contado lo del secuestro, ¿verdad? —Bueno, no todo. —Pero ciertamente más de lo que ella sabe, por lo que me siento mal. —No puedes confiar en él, Mia. Además, Niko se enojará. —Niko no tiene derecho a controlar mi vida amorosa. Landon ya anunció una tregua que ha estado manteniendo a pesar de su instinto destructivo. Así que tal vez Niko y los demás deberían hacer lo mismo. —Tú y yo sabemos que no funciona así. —Me frota el brazo—. Sólo... ten cuidado, ¿de acuerdo? Sabes que estoy aquí para ti, ¿verdad? —Siempre. Asiente, se retira a su habitación y cierra la puerta. La oigo hablar por teléfono, algo sobre que quiere ver a alguien, pero no me quedo a espiar. Creo que tiene una nueva relación, y tengo un sospechoso muy probable, pero la dejaré estar hasta que ella misma me lo haga saber. Voy a mi habitación y jadeo al ver el gran chupetón que tengo en el cuello. 290 vea. El maldito Rory tendrá más que sus bolas brutalizadas la próxima vez que lo Me aplico base de maquillaje, pero el morado furioso sigue visible, así que me pongo una gargantilla, pero ni siquiera eso lo disimula. Como último recurso, me pongo una bufanda que va tan en contra de mis elecciones habituales de moda, pero al menos oculta la atrocidad. De nuevo, compruebo mi teléfono, pero aún no hay respuesta de Landon. ¿Sabes qué? No necesito su permiso para ir a ver una estatua que se supone que es mi regalo de cumpleaños. Voy a volver a donde todo empezó por mi cuenta. 291 Landon H ay veces en que la bestia hace tanto ruido que no tengo más remedio que dejar que él y sus secuaces demoníacos salgan a jugar. A veces basta con perturbar la vida de los demás. Otras veces, eso no basta y es necesaria la anarquía total. Tal vez un incendio provocado aquí, destrucción allá, y enterrar semillas de caos por todas partes. En este momento, sin embargo, mi bestia no está de humor para delitos menores. No se trata de saciar sus impulsos y devolverla a la hibernación. Se trata de hacer pagar a alguien. Con sangre. Con su puta vida. Se atrevió no sólo a mirar en la dirección de lo que es jodidamente mío, sino también a tocarla. Joder. Tocarla. A. Ella. Si hay algún momento en el que me niego a atar a mi bestia, es éste. De hecho, de camino aquí, rompí los grilletes que la mantenían en su sitio, así que está fuera en todo su esplendor. He estado esperando pacientemente al maldito bastardo que vive de prestado junto a la esquina opuesta a su piso, en la décima planta de un viejo edificio. No me agito, no camino y, desde luego, no pierdo la calma. La rabia que corre por mis venas no me vuelve irracional; me vuelve mortalmente tranquilo. Calculadamente asesino. Siempre he tenido un control impecable de mis emociones y nunca he mostrado emociones fuertes. De hecho, despreciaba a los campesinos que permitían que sus sentimientos distorsionados guiaran sus decisiones. 292 Después de haberme pasado la vida aprovechándome de la basura sentimental de los demás, he perfeccionado el arte de no permitir nunca que utilicen la mía. Mi objetivo aparece en lo alto de la escalera, caminando hacia su piso con despreocupación y pareciendo tan feliz consigo mismo. Rory siempre ha sido un mocoso malcriado sin nada en la cabeza más que drogas y la inmensa necesidad de parecer más grandioso que su presencia de rata. La razón por la que lo he mantenido cerca es porque pertenece a mi círculo y es un peón útil. Pero eso terminó en el momento en que se atrevió a hacer lo impensable. Lo espero hasta que está cerca, mi cuerpo zumba pensando en romperle el cuello. Pero eso es un castigo demasiado pequeño. La muerte es una paz que no le permitiré en un futuro próximo. En cuanto se acerca a la escalera de incendios, salgo de mi escondite en la esquina y golpeo su cuerpo por detrás. Pierde el equilibrio y emite un sonido de sorpresa, pero se da la vuelta, sus gafas de sol caen al suelo y me encuentro con sus horribles ojos inyectados en sangre. —¿Qué demonios...? Sus palabras terminan de golpe cuando lo agarro por el cuello, lo empujo contra la barandilla metálica y le doy con el puño en la nariz. Me duelen los nudillos, pero lo repito una y otra vez. La cara de Rory oscila a la izquierda, luego a la derecha y de nuevo a la izquierda bajo mis potentes golpes, pero consigue escupir: —¿Esto es por mi pequeña visita a tu sabor de la semana? Mi Mia es todo menos el sabor de la semana, pero no se lo digo. —Sabía que eras tonto, pero no pensé que fueras tan tonto, Rory. —Le doy una patada en la espinilla y cae de rodillas, así que tiene que mirarme como si fuera su dios. En este momento, bien podría serlo—. Tú más que nadie debería saber ya que puedo destruirte a ti y a toda tu puta familia si te interpones en mi camino. Aparte de la información que tengo sobre ti, puedo reunir más trapos sucios y descubrir debilidades que no tienes ni idea de que existen, y las utilizaría una a una para arruinarte hasta volverte jodidamente loco. Le doy otro puñetazo y la sangre estalla en su labio partido y gotea sobre su camiseta y el suelo. Rory gruñe con los dientes ensangrentados como un animal herido. —Deberías haber cumplido tu parte del trato y dejar de ignorarnos como si fuéramos algo secundario. 293 —Noticia de última hora, hijo de puta. Eres una ocurrencia tardía. De hecho, son tan jodidamente inútiles que a veces me olvido de que existen. Élite es un club que fundé para mi propio entretenimiento y cada uno de ustedes es un puto peón en mi tablero de ajedrez, así que cuando les digo que salten, preguntan a qué altura. Cuando les digo que se tiren a un pozo, lo hacen con los ojos bien abiertos, como han estado haciendo todo el tiempo. —Maldito... —Empieza a levantarse, pero con mi despiadado agarre sobre él, sólo consigue hacerlo a medias—. Dijiste que éramos compañeros. —¿Y te lo creíste? Pero, de nuevo, nunca fuiste tan brillante, ¿verdad, Rory? —Fui lo suficientemente brillante como para conocer a tu chica. Era suave y delicada. Puedo ver por qué estás tan obsesionado con ella. La rabia ciega me sube a la cabeza y lo levanto, luego le rodeo el cuello con las manos y lo empujo de nuevo contra la barandilla para que quede colgando a medio camino. —No pareces tener neuronas de autoconservación en tu estéril cerebro, así que haré realidad tus deseos suicidas. Sus dedos arañan mis manos con movimientos frenéticos y desesperados, pero no consiguen que afloje mi agarre. En todo caso, aprieto los dedos cada vez más. Primero, jadea y se ahoga con una respiración inexistente. Luego, su rostro se tiñe de un rojo intenso y sus labios ensangrentados se vuelven azules. Puedo sentir bajo mis dedos los gorgoritos de su último aliento, mientras su cuerpo lucha por una oportunidad de vivir. Mátalo. Acaba con su miserable vida por atreverse a tocar lo que es tuyo. Las voces crecen en intensidad, chocando y aumentando hasta que son todo lo que puedo oír. Pero hago caso omiso y aflojo mi agarre al cuello de Rory. La muerte sigue siendo demasiado buena para ese imbécil y me niego a dejarlo morir en paz. Lo mantengo al borde, colgando, a punto de caer diez pisos y perder su miserable vida mientras le digo: —Abandonarás la isla y nunca, y quiero decir nunca, volverás a mostrar tu puta cara por aquí o tendremos problemas. Y por nosotros, me refiero a ti. Asiente innumerables veces como un juguete roto, y yo tiro de él hacia arriba, luego lo suelto. Le doy una última patada y me doy la vuelta para marcharme. —Te dejé un recuerdo con Mia. Espero que te guste. 294 Me detengo en seco y suelto un largo suspiro. Parece que hoy sí que tiene ganas de joderme. ¿Qué soy sino un buen deportista? Esperemos que esta rabia se disipe cuando termine con Rory. De lo contrario, Mia estará en serios problemas. 295 Mia C uando llego a la casa encantada, me doy cuenta con un poco de vergüenza de que en realidad no tengo llave. Pues que se joda. No voy a volver a casa ahora que estoy aquí. Tras una ligera maniobra, estaciono el coche cerca de la verja, me subo encima del capó, trepo por los barrotes metálicos y salto al otro lado. Mis piernas aguantan el golpe, pero estoy bien. Miro mi teléfono una última vez por si Landon me ha agraciado con una respuesta. No. Nada. Mis pies se detienen lentamente en el jardín delantero. Mis flores crecen lentamente. Una de ellas, una solitaria flor de genciana azul, está floreciendo. No es una coincidencia. No puedo creer que Landon, que confesó con orgullo que es enemigo de toda la flora y la fauna, no sólo haya estado regando las flores, sino que también haya recortado la hierba alrededor y eliminado los parásitos. Me agacho frente a ellas y paso suavemente los dedos por las costuras de una flor, con el corazón oprimido por una razón desconocida. ¿Por qué me siento tan vergonzosamente vacía de repente? Después de disculparme con las flores por no haberlas visitado antes, me dirijo a la puerta y meto la mano en el profundo agujero del árbol donde Landon esconde la llave de repuesto. 296 Una sonrisa se dibuja en mis labios cuando la encuentro y la utilizo para entrar. Me quedo con la boca abierta cuando veo el interior de la casa. O más bien, interior renovado. Además de los nuevos muebles, hay un nuevo suelo de madera, ventanas y elegantes cortinas de muselina. El renovado balcón victoriano da a un jardín trasero recién segado. Las ramas caídas y los árboles grotescos han desaparecido. En su lugar, la vista es mucho más cuidada, incluso elegante. El hecho de que Landon hiciera estos cambios a pesar de que yo boicoteaba este lugar me alegra el corazón. Entro en su estudio, esperando encontrar nuevas creaciones. Sin embargo, el lugar está espeluznantemente igual que lo dejé hace más de tres semanas. La misma estatua a medio terminar de una mujer luchando contra un demonio. Un hombre gritando en su propio oído. Un demonio ahogándose en un charco de su cara desfigurada. El arte de Landon es como él mismo. Impredecible, sugerente y, lo que es más importante, intenso. Lo único diferente es una estatua en la esquina, cubierta por una sábana blanca. La quito con mano insegura. Efectivamente, me estoy mirando a mí misma. Sólo en bragas, miro hacia abajo y levanto dos dedos del medio. Mis labios se entreabren cuando me doy cuenta de que Lan ha reproducido mi mirada de la primera vez que me persiguió hasta el tejado. Me acerco, mi corazón late tan fuerte que oigo el torrente de sangre en mis oídos. Su atención a los detalles me asfixia sin piedad. No echaba de menos ni un solo elemento de aquel día. Ni mis pestañas curvadas, ni las cintas enredadas en mi cabello, ni las líneas de mi clavícula, ni la inclinación de mis pechos, ni los duros pezones, ni los pliegues de mis bragas, ni siquiera las cadenas de mis botas. Cuanto más me acerco a ella, más me atrae la belleza letal que me devuelve la mirada. Esta sensación no es porque me esté mirando a mí misma. No. Es porque las manos de Landon hicieron esto. Ni siquiera sé cuándo tuvo tiempo de perfeccionar esto... No tengo ni idea de cómo llamarlo. Una obra maestra parece demasiado genérico. Demasiado poco para abarcar el significado detrás de lo que sus manos hicieron. Le toco la mejilla para asegurarme de que es real y de que, en realidad, no me estoy imaginando como una estatua. 297 No sabía que el arte pudiera provocar emociones tan fuertes. —¿Qué haces aquí? Me sobresalto y casi derribo la estatua. La atrapo en el último segundo y mi corazón casi salpica el suelo. Lentamente, me doy la vuelta para encontrar a Landon de pie en la entrada, con una mano metida en el bolsillo y la cara convertida en un mapa de oscuridad colosal. Mis ojos vuelan hacia las salpicaduras de sangre en el cuello de su camisa blanca y una pizca de pánico se desliza hasta la base de mi estómago. —¿Qué ha pasado? —Hago una seña y señalo su camisa. Ni siquiera lo mira. —No has respondido a mi pregunta, Mia. ¿Qué haces aquí después de dejar perfectamente claro que no volveremos a vernos en mi territorio? No es sólo su territorio. También es el mío. Además, ¿qué pasa con su voz cada vez más sombría? Ojalá me lo hubiera imaginado antes, pero no. Su tono es tan oscuro como el azul de sus ojos. Hacía mucho tiempo que Landon no me miraba con tanta desaprobación. Me doy cuenta, con el corazón encogido, de que sólo me miró así después de que le bañara en sangre de cerdo y de que quería vengarse. Sólo que ahora no hay rastro de su sonrisa burlona ni de su confianza divina que ni siquiera puede rivalizar con la del diablo. —Te mandé un mensaje diciendo que quería ver la estatua. No respondiste. — Hago señas, aferrándome a mi calma por un hilo. —¿Oh? —Se aparta de la pared y una necesidad imperiosa de huir me abofetea en la cara. Sin embargo, no lo hago y elijo quedarme en el camino de la tormenta mortal—. Así que sabes cómo enviar mensajes de texto, y aquí pensé que me estabas ignorando de nuevo. Sigo su acecho deliberado, los latidos de mi corazón aumentan con cada paso que da hacia delante. —No lo hacía. —¿Por qué no? Creía que no teníamos que vernos hoy, porque por lo visto hemos cumplido la cuota, ¿no? —He cambiado de opinión. —Hmm. 298 Su voz vibra cerca de mi cara cuando se detiene frente a mí. Me asalta el aroma de su embriagadora colonia y la etérea visión de sus facciones. Y realmente no es una buena idea pensar en él como el hombre más hermoso que he visto cuando parece estar a punto de aplastarme entre sus dedos. —Pareces nerviosa, Mia. ¿Hay alguna razón para ello? Niego con la cabeza y, por primera vez, me alegro de no saber hablar, de lo contrario habría tartamudeado. —Intentémoslo de nuevo. ¿Hay algo que necesite saber? Mis labios tiemblan cuando la presión de su mirada me desnuda, dejándome desprotegida ante la intensidad avasalladora de sus ojos. Quizá debería confesar lo de Rory. Después de todo, habló con él por teléfono y no es buena idea fingir que no pasó nada. Si le digo que ni siquiera miraría en la dirección de ese cretino, me creería. ¿Verdad? Aun así, hago señas: —¿Algo como qué? —Como esto. —Me agarra del borde del pañuelo y grito cuando tira de él. Doy una palmada en el chupetón y sé que he cometido un terrible error cuando chasquea la lengua. Mierda. —Primero, dejas que otro te toque, luego haces un endeble trabajo de ocultarlo con un pañuelo, y ahora, ¿intentas hacerlo con tu mano? —Su voz se oscurece con cada palabra—. ¿De verdad crees que puedes proteger el chupetón de mí? Niego con la cabeza. No intento protegerlo. Y sí, puede que una parte de mí crea lo que dijo el idiota de Rory sobre cómo Landon deja de interesarse cuando otro toca lo que es suyo. Esa posibilidad me deja inexplicablemente al borde. Intenté purgar a Landon de mi vida, pero fue una broma. En serio, no sé cómo sería capaz de seguir adelante sin su locura en mi vida nunca más. Y ese es un pensamiento aterrador que ni siquiera me gusta considerar. —Baja la mano —ordena con un tono que podría cortar accidentalmente a alguien; ese alguien soy yo. Niego con la cabeza. 299 Tal vez si no lo mira, su ira se disipará… En una fracción de segundo, Landon me agarra de la muñeca y me obliga a bajarla. Sus labios se fruncen en una línea de desaprobación y sus ojos se convierten en dos agujeros negros que parecen salidos directamente del infierno. Las gotas de sudor me recorren la columna y las sienes mientras me rompo poco a poco bajo la tensión asfixiante que impone sólo con sus ojos. —Parece que has olvidado a quién perteneces y te vendría bien un recordatorio. —Y con eso, se inclina y muerde el chupetón. Duro. Como un vampiro sediento de sangre. 300 Mia E l dolor estalla en el punto agredido de mi cuello y se extiende por todo mi cuerpo como un letal incendio. Sin embargo, sigo atrofiada en mi sitio. Incapaz de moverse. Incapaz de concentrarme en otra cosa que no fuera el tacto de sus labios sobre mi maltrecha piel y las ardientes emociones que sólo Landon puede desencadenar en mi interior. Probablemente debería decirle que no quería que Rory me tocara ni se lo permití, de verdad, pero no puedo. Todo mi cuerpo parece haber perdido sus funciones y me sumerjo en una realidad ingrávida, sin fisuras, en la que sólo puedo existir en el momento. Landon chupa la piel con una fuerza que casi me vacía el alma a través de la garganta. Es castigador, duro y totalmente cruel. También es una conexión jodida que no sabía que podíamos establecer. Un enlace a través del dolor abrasador y la rabia insaciable. Finalmente se echa hacia atrás, dejando un lío palpitante y hormigueante donde estaban sus dientes. La sangre le cubre los labios, reforzando la imagen de que es un vampiro que acaba de darse un festín. Con mi sangre. Sus ojos se clavan en los míos, más oscuros y completamente huecos en sus profundidades. Sólo que Landon ya no está vacío. No sé cuándo empecé a verle como algo más que el vacío que acecha en su interior y su necesidad de anarquía, pero por desgracia lo hice. 301 Hace un chasquido y ese sonido se ha convertido de algún modo en parte de mis pesadillas más salvajes. —Todavía no se va. Sus palabras resuenan en el estudio como una promesa ominosa, y espero que me arranque la piel a mordiscos, sólo para hacer desaparecer la marca. —No dejé que me tocara. —Hago señas, conteniendo los temblores que provocan espasmos en mis extremidades. —Dijo que pediste reunirte con él. —¿Y le creíste? —No. —Me señala el cuello levantando el labio superior—. Hasta que vi eso. Podría ofrecer excusas de que Rory iba demasiado rápido y no le vi, pero no serían más que eso. Excusas. Me niego a que me arrastren a ese tipo de dinámica cuando no he hecho nada malo. Así que elijo la opción de permanecer en silencio. Que le jodan. Soy una Sokolov y no ofrecemos excusas. Landon me rodea la garganta con los dedos y reprimo un gemido cuando la yema de su pulgar presiona la piel agredida. Me empuja y no tengo más remedio que retroceder para igualar sus movimientos. —Sabes, no reacciono bien a que otra persona toque mis cosas. —No soy tuya. —Hago señas, aunque me cuesta respirar bien. —Oh, pero lo eres, Mia. Eres mi puta propiedad y eso significa que cada centímetro de tu piel me pertenece. —Clava el pulgar en la herida—. Cada parte es de mi puta propiedad. Mi espalda golpea la mesa, encima de la cual repiquetea un surtido de equipos de Landon debido al impacto. Me estremezco y me ahogo con una respiración irregular. El aire que me rodea parece haberse sumido en un pozo de tensión asfixiante por el que no puedo respirar. —Parece que no has entendido la situación, Mia. Que yo te dé espacio y haga treguas innecesarias por tu bien no significa que puedas irte con otro. Si eres mía, eso es lo que siempre serás. Joder. Mía. —Su otra mano llega hasta la cremallera de mi vestido y tira de él hacia abajo hasta que la tela se encharca a mis pies. 302 El aire de la noche aprieta mis pezones desnudos y mi coño desnudo. Mis mejillas se calientan cuando Landon me observa por completo. La lujuria se mezcla con la rabia en una reunión impía, insinuando una guerra que está a punto de estallar. —Has venido preparada. —Su voz baja, mezclada con una excitación furiosa— . ¿O quizás esta vista era para otra persona? Niego con la cabeza. ¿Cómo puede pensar eso? Sí. Esperaba algo esta noche, por eso no me he puesto ropa interior, pero ese plan obviamente se está diezmando ante mis ojos. —¿No? —Me mete la mano entre las piernas y me acaricia la excitación que me cubre los muslos desde que sus labios me acariciaron el cuello. Es parte de la razón por la que no luché. Por qué todavía me niego a luchar. Por fin puedo admitir que estoy tan loca como Landon, porque cada centímetro de mí palpita ante la perspectiva de ser manoseada. Me acaricia los pliegues con manos suaves y me pongo de puntillas, persiguiendo la chispa de placer que se extiende entre mis piernas y me aprieta el vientre. polla? —Me estás empapando los dedos, Mia. ¿Estás tan excitada por mis dedos y mi Reprimo un gemido mientras miro fijamente sus ojos impasibles. La rabia aún bulle en lo más profundo de ellos, negra y envolvente como una segunda piel. Pero lo que más me preocupa es cómo sigue llamándome por mi nombre de pila. No hay musa ni ninguno de sus términos cariñosos que ha hecho a medida para mí. —¿También estabas así de excitada cuando te tocó ese idiota? ¿Gemiste y le mostraste tu carita sexy que sólo debería pertenecerme a mí? ¿Vieron sus pútridos ojos esta versión en la que luchas tanto por ocultar lo mucho que anhelas que te folle? Mi estómago se hunde y me agarro al borde de la mesa para apoyarme. Sus palabras me dejan más caliente y más sensible, de modo que solo necesito un empujoncito para correrme. —Pero eso no será posible ahora, porque ¿adivina qué? Rory se retirará de esta isla inmediatamente. Mis ojos se agrandan y se fijan en la sangre de su cuello. Así que mi corazonada era correcta. Eso definitivamente fue por Rory. —Le di una pequeña lección que incluyó darle un puñetazo en los ojos con los que miró lo que me pertenece, luego le partí los labios que puso en mi garganta. Y por último, mientras suplicaba como una zorrita, le rompí el brazo que usó para tocar lo que es mío, joder. Pero no es así como termina su miserable historia. Ni mucho 303 menos. Verás, me he propuesto reunir información que ni siquiera él conocía y la utilizaré para destruirle centímetro a centímetro, joder. De hecho, estaré allí cuando inevitablemente sufra una sobredosis y mis ojos apáticos serán lo último que vea. Cuando escupa sus últimos suspiros, sabrá que meterse con lo que es mío ha sido el peor error de su insignificante vida. —Me da una bofetada en el coño y grito cuando el dolor palpitante se extiende por mis entrañas y me aprieta el vientre. —¿Por qué harías eso? —Hago una seña débil. —Si aún no está claro. Me gustas, Mia, y es un compromiso a muy largo plazo. Te protegeré, pero siempre te vigilaré para que a nadie más se le antoje lo que es mío. Nunca, jamás, dejarás que nadie se acerque. Me libera la garganta y el coño. Un gemido insatisfecho sale de mis labios, pero termina con un aullido cuando empuja todo el equipo de la mesa con un solo movimiento, haciéndolo caer al suelo. Luego me levanta con ambas manos. Mi culo toca la fría mesa, pero eso es lo último en lo que pienso cuando Landon se rasga la camisa por la mitad, haciendo volar los botones por todas partes. Se me hace la boca agua al ver sus cincelados abdominales y un atisbo de los tatuajes de serpientes que asoman por la pendiente de su musculoso hombro y costado. Mientras observo el rastro de fino vello que conduce hasta debajo de su ropa, los ardientes ojos de Landon permanecen fijos en mí mientras se desabrocha el cinturón y se baja la cremallera de los pantalones. Los aparta de un puntapié y me ata el cuero al cuello. Me palpita la garganta, pero no es debido al dolor. De hecho, hay algo tranquilizador en esta posición. El cinturón sigue colgando de mi cuello mientras Landon agarra un cubo que hay junto a nosotros y observo con absoluta fascinación cómo quita la tapa y me salpica con el frío líquido. Estoy estupefacta. Completa y totalmente sorprendida por la acción. Solo puedo ver cómo el líquido aceitoso me empapa la cara, se me pega a las pestañas y se desliza por el resto del cuerpo antes de caer al suelo. Antes de que pueda preguntar qué demonios es esto, Lan me tira del cinturón para que me apoye en el borde de la mesa y me pasa el pulgar por el labio inferior. Su boca está a un suspiro de la mía mientras susurra en voz baja y caliente: —Pareces mi obra maestra favorita. 304 Un escalofrío me abandona cuando sus labios se aplastan contra los míos, reclamándome en un beso feroz que sabe a líquido aceitoso y a posesividad cegadora. No puedo evitar devolverle el beso, mi cuerpo cae rendido ante el hechizo de su intensidad, el sabor de sus labios imperdonables y su tacto sin remordimientos. Un bulto me apuñala el bajo vientre y luego la fricción se enciende entre mis pliegues sobre estimulados. Lan desliza su enorme polla por mi vientre con un ritmo íntimo y muy excitante, provocando pero sin llegar al orgasmo. Giro las caderas, intentando levantarme para que su polla se deslice dentro. Lan aprieta el cinturón y me clava los dientes en el labio inferior en señal de advertencia. —Esto es un castigo, Mia —murmura contra mi labio agredido—. ¿Por qué crees que puedes disfrutarlo? Desliza los dedos por el líquido aceitoso de mis pechos y me aprieta los pezones hasta hacerlos añicos. Una sacudida de placer y dolor se dispara hasta donde su polla se desliza entre mis pliegues. Los sonidos eróticos del deslizamiento resuenan en el aire y gimo, con el corazón a punto de salírseme del pecho. Me agarro al brazo de Landon, implorándole con la mirada que acabe ya con este tormento. Landon me pellizca el pezón con más fuerza como respuesta, luego baja la palma de la mano hasta mi vientre, luego sobre mi cadera y baja hasta donde su polla se encuentra con mi núcleo. —La forma en que lo suplicas mientras tu cara oscila entre el placer y la vergüenza me pone jodidamente duro. —Desliza la corona de su polla en mi entrada. Lo aprieto como si me negara a soltarlo, pero eso sólo provoca una preciosa sonrisa en su cara. —¿Quieres que te folle, Mia? ¿Quieres que me llene el coño con tanta leche que nadie más pueda tocarlo? Asiento, sin importarme si parezco demasiado ansiosa para mi propio bien. Lan saca su polla y yo casi grito de frustración. —Como mencioné anteriormente, esto es un castigo y no puedes disfrutarlo. Tal vez te deje hambrienta durante algún tiempo para que seas más cuidadosa con quién dejas que marque mi puta piel. Quizás mi polla no te toque en un futuro próximo hasta que aprendas la lección. 305 —Por favor. No puedes sobrevivir sin mí. —Hago señas, aunque una parte de mí empieza a pensar que tampoco puedo sobrevivir sin él. Es un infierno especial. Es difícil vivir con su constante intensidad alucinante, pero es más difícil vivir sin él. —Eso no significa que no te daré una lección, Mia. —Musa. —Hago señas lentamente—. No me llames Mia. —Dime algo que quiera oír. —Acaricia la corona de su polla contra mi entrada. Me muerdo el labio inferior. Por primera vez en mucho tiempo, quiero decirlo con mi propia voz, con mis propias palabras. Pero como no puedo y posiblemente nunca podré, hago señas: —Soy tuya, Landon. Observo con la respiración contenida cómo la rabia se disipa lentamente, dejando paso a una avalancha de lujuria y posesividad salvaje. —Sí, lo eres. Siempre lo has sido y siempre lo serás. —Me penetra de un solo empujón que hace temblar la mesa y lo que queda encima. Mi coño se aprieta alrededor de su polla y, esta vez, Landon aprieta el cinturón alrededor de mi cuello mientras me penetra con poderosa urgencia. —Estás tomando mi polla tan jodidamente bien, Mia. Eres mi cubo de semen favorito, ¿verdad? No digo nada. No puedo. Lan tira de mí utilizando el cinturón para que mi pegajoso pecho quede pegado al suyo y mis pezones rocen sus duros músculos. Su agarre me deja sin aliento, pero también la posesividad absoluta y sin remordimientos con la que me toca. Es como si hubiéramos estado juntos hace varias vidas y nos estuviéramos reencontrando. O tal vez seamos amantes condenados que por fin encontramos el camino de vuelta el uno al otro. Su ritmo se vuelve más duro, más rápido, hasta que es casi imposible seguirlo. Mis piernas rodean la parte trasera de sus muslos, los tacones de mis botas se clavan en su carne y mis dedos se hunden en la pendiente deslizante del tatuaje de serpiente. Me aferro a él para salvar mi vida, pero también porque me siento tan jodidamente bien estando tan enredada que no tengo ni idea de dónde acaba él y dónde empiezo yo. 306 —Agárrate a mí, pequeña musa. Apaga esta maldita rabia sedienta que llevo dentro. —Sus palabras suenan siniestras en mi cuello—. Eres la única que sabe cómo hacerlo. Y luego muerde la carne que asaltó no hace tanto. No sé si es por sus palabras, por la estimulación o por el hecho de que echaba de menos sus locas caricias más de lo que me gustaría admitir, pero me corro en un chorro de espasmos. Se me forman puntos blancos detrás de los párpados y soy un amasijo de temblores, pero no lo suelto. Me parece vital no hacerlo. Lan me folla durante mi orgasmo, sus embestidas son cada vez más profundas y rápidas hasta que el mundo parece temblar a mi alrededor. Cuando aún me estoy recuperando del orgasmo, Lan me empuja hacia atrás para que mis hombros descansen contra la pared detrás de mí. Agarra una pieza de su equipo, una bola metálica con un asa, la lame y la desliza por el líquido de la cara interna de mis muslos. —Necesito llenarte el culito con mi semen, pero primero... —Me saca y me da la vuelta para que mi estómago esté sobre la mesa, mis pies en el suelo y mi culo en el aire. Landon me separa las nalgas y lo oigo antes de sentirlo. Me escupe en el agujero trasero mientras empuja su polla dentro de mi coño hipersensible. —Cuando termine, cada centímetro de ti será mío y sólo mío. —Luego desliza lo que parece la bola alrededor de mi agujero trasero antes de introducirla lentamente. Me tenso, ni siquiera el placer en mi coño hace esto tolerable. Mis labios emiten ruidos agónicos y los muerdo. —Relájate para mí. Su ritmo se ralentiza pero se hace más profundo, golpeando mi punto G una y otra vez. Se me escapan gemidos y, al parecer, me relajo lo suficiente, porque me mete la bola hasta el fondo del culo. Siento el ardor, pero no es tan fuerte como pensaba. De hecho, el placer se extiende por todo mi cuerpo hasta convertirse en lo único en lo que puedo pensar. Estoy tan lleno y atiborrado que es abrumador y emocionante a la vez. Mis uñas se clavan en los bordes de la mesa, mi aliento se condensa en la superficie mientras asimilo la totalidad de las intensas emociones. —Eso es. Estás tomando mi polla tan bien, nena. 307 Los elogios y la forma en que me llama nena bastan para que me corra de nuevo. Más fuerte esta vez. Más duro. Y grito, deseando... no, en realidad intento decir su nombre. Pero sólo sale como un sonido largo. Sin palabras. Sólo silencio eterno. El ritmo de Landon crece en intensidad y se une a mí poco después. Se corre y me esparce su semen por todo el culo hasta dejarme la piel hecha un amasijo de pegajosidad erótica. Apenas puedo respirar, por no hablar de pensar. Me pitan los oídos y mi corazón parece luchar por mantenerme con vida. Sin embargo, todo se calma cuando Landon se inclina sobre mí, me aparta el cabello y las cintas de la cara y me susurra: —Jodidamente mía. Lo soy. Pero, de nuevo, él también. 308 Landon M is dedos fluyen sobre mi cuaderno de bocetos a un ritmo esporádico y caótico que apenas controlo. bajo mi puto pulgar. Y yo soy del tipo que prospera con el control y teniendo todo Sin embargo, no puedo poner fin a las figuras que he esbozado durante horas. No me preguntes cuántas, porque no tengo ni idea de lo que he hecho durante el tiempo que he pasado atrapado en este bucle sin fin. Ha pasado tanto tiempo que he perdido la cuenta, y también he perdido la capacidad de superar esta etapa. Ha pasado tanto tiempo que se me han secado los labios. Como no hay nada que les haga compañía, es imposible desentumecerlos. Lo más frustrante, sin embargo, es ese torrente de creatividad que se ha apoderado de mi cabeza y mis extremidades, pero que se niega a materializarse en forma real. Esbozos y más esbozos de posibles obras maestras llenan mi bloc de notas y, sin embargo, ninguno de ellos pasa el corte. Mi cerebro es un imbécil quisquilloso con estándares más altos que los dioses griegos. Pero si la grandeza fuera fácil, todo el mundo sería un genio. Una mano suave toca la mía y levanto la cabeza para encontrarme con los ojos de mi propia diosa griega. La musa que no sabía que necesitaba hasta que se plantó frente a mí en la oscuridad como una imitación perfecta de una estatua. Mi sudadera se traga el diminuto cuerpo de Mia y llega hasta la mitad de sus muslos. Las marcas de mis dedos forman un mapa sobre la piel clara del interior de sus piernas en una clara muestra de mi absoluta propiedad. 309 Mi mirada se desliza hacia la marca azul oscuro que se ha extendido por su garganta. Una marca que yo mismo me hice y que no se parece en nada a lo que le hice al cabrón de Rory, que probablemente se haya largado a su anodina ciudad natal de Cambridge mientras hablamos. Después de recibir esa descarada llamada, fui al piso que comparte con otro miembro de la Élite. No tuve que esperar mucho, porque apareció poco después, luciendo una sonrisa de suficiencia. Un servidor le borró esa sensación de victoria de su fea cara después de enseñarle algunas reglas básicas sobre quién lleva la voz cantante. Alerta de spoiler, no es él. Justo antes de desmayarse, tuvo la osadía de decirme que me había dejado un recuerdo con Mia. Eso le valió el puñetazo final en la cara que pudo o no enviarle en la primera ambulancia al hospital. Mi rabia subió al máximo cuando vi que Mia ocultaba intencionadamente el chupetón que le había dejado. Como si intentara proteger la marca o algo igual de blasfemo. Nunca he experimentado ese tipo de rabia. No cuando Bran se convirtió en un objetivo. No cuando Killian decidió que mi hermana era su objetivo. Ni siquiera cuando me di cuenta de que nunca me relacionaría con mis padres como lo hacen mis hermanos. En cuanto vi la marca de otro hombre en la piel de Mia, sentí el impulso de destruir a Rory de forma tan irrevocable que no quedara nada para que otros vinieran a recogerlo. Luego vino la necesidad de cortar en Mia tan profundo, mi nombre sería el único que quedaría dentro de ella para cualquier vida futura. Pero esa rabia negra se desvaneció instantáneamente en cuanto ella dijo -o, más exactamente, hizo señas- las palabras. —Soy tuya, Landon. Por supuesto que lo es. No necesitaba oír/ver las palabras para saber que eran ciertas y, sin embargo, eso es exactamente lo que consiguió sacarme de un borde muy sombrío y oscuro. Ahora lo está haciendo de nuevo. El tacto de su suave mano contra la mía es suficiente para sacarme del agujero negro en el que me quedé atrapado después de que ella se durmiera. 310 Mis demonios se retiran a las sombras, silbando en silencio y dejando claro su descontento. —¿Va todo bien? —Hace señas. Cierro el cuaderno de golpe, lo tiro sobre la mesa y la agarro por la cintura para sentarla en mi regazo. Se siente pequeña y jodidamente perfecta en mis brazos, como si siempre hubiera debido estar aquí. Hundo la nariz en su cabello ligeramente húmedo y respiro su aroma a magnolia. Y sí, tengo ese champú y jabón corporal aquí. Mis pulmones se expanden al inhalarla y suelto un largo zumbido. —Es ahora. Mia se contonea sobre mi muslo hasta sentarse de lado con la espalda apoyada en el escritorio. Sus ojos brillan en un azul acuoso, como el mar Mediterráneo bajo el sol abrasador. ¿Siempre fue tan jodidamente hermosa o estoy cayendo con más fuerza en ese agujero sin fondo? Me estudia detenidamente, como viene siendo habitual desde la cita en la azotea. Como si intentara meterse en mi piel por todos los medios a su alcance. —¿En qué estabas pensando hace un momento? —Hace señas finalmente. —¿Por qué lo preguntas? —Parecías tan perdido en tus pensamientos y quiero saber en qué piensa alguien como tú cuando estás atrapado en tu propia cabeza. —Nada bueno, para ser franco. —Mis dedos se deslizan bajo la sudadera y acaricio su cadera despacio, sensualmente. Se estremece, pero pronto se recupera. —Dime. —Es mejor dejar algunos esqueletos en el armario. —Pero quiero saberlo. —¿Los esqueletos? Mi musa. ¿Es una nueva manía? Me da un golpecito en el hombro. —Ni se te ocurra cambiar de tema. Mi sonrisa se aplana. —Mi mente está cableada para ver lo malo antes que lo bueno. De hecho, todo lo que es sol y arcoíris suele ser una idea de último momento, nunca una idea principal. Mi instinto está a favor de la manipulación, la corrupción y la anarquía, lo 311 que significa que se rebela contra la noción misma del comportamiento socialmente aceptable de las personas neurotípicas. Tengo una bestia que necesita estímulos constantemente y, si no sacio esas demandas, caeré en espiral por un camino peor. Nada más pronunciar las palabras, me maldigo internamente por revelar esa información con tanta facilidad. De hecho, ni siquiera puedo imaginar que se lo haya contado a alguien que no sea el tío Aiden y, a veces, papá. He sido un orgulloso miembro del Club Antisocial hasta el punto de poder ser elegido su presidente. Por eso siempre me he enorgullecido de ser reservado y prudente. Nunca he sido un libro abierto, ni siquiera cuando era más joven o con los terapeutas. Lo intentaron, pero en cuanto perfeccioné el juego de la emulación social y la emoción aprendida, jugué con ellos tan hábilmente como con un tablero de ajedrez. Mia, sin embargo, es diferente. Intenté interpretarla, pero nunca lo conseguí. Me mira con una sensación de comprensión en lugar de juicio clínico. Sólo tres personas me han mirado así. Mamá, papá -después de que se diera cuenta de que era inútil ponerme una correa- y el tío Aiden. Y ahora, ella. Mia. Me observa durante unos instantes como si pudiera despellejarme vivo e introducirse entre mis costillas. Tras pensarlo detenidamente, hace señas: —¿Por eso te cuesta tanto quedarte quieto desde que anunciaste la tregua con los Heathen? Pequeña pícara perspicaz. —Parcialmente. —¿Cuál es la otra parte? —Estás jugando a un exasperante juego de tira y afloja. —Bueno, antes no podía confiar en ti. —¿Eso significa que ahora sí? —Estoy empezando a hacerlo. —Se aclara la garganta—. ¿Te sientes mejor? Agarro con fuerza su cintura y mis dedos se clavan en su suave piel. —Ahora que estás aquí, sí. —¿Es suficiente? —Para calmar los impulsos, sí. —¿Por eso dijiste que soy la única que puede apagar la rabia? 312 Asiento. —Eres una buena deportista. —Pero, ¿y si dejo de portarme bien? ¿Te desharás de mí si te estorbo? —No te portas bien la mayor parte del tiempo y siempre me estorbas. No me ves apartándote. —¿Y si nunca cambio y sigo siendo difícil y demasiado yo misma? —Con eso cuento. No cambies nunca. Eres perfecta tal y como eres. Un escalofrío la recorre y sonríe un poco. —¿Te enseñó Bran a decir eso? —Joder, no. De hecho, debería enseñarle algunas cosas. —¿Porque es un empático? —Eso también es un problema, pero mi mayor preocupación es que es un poco mojigato y tiene poca o ninguna experiencia. ti? —¿Alguna vez has pensado que es porque las chicas lo han usado para llegar a Entrecierro los ojos. —¿Cómo lo sabes? —Él me lo dijo. —Te estás poniendo demasiado cariñoso con Bran, ¿no? —Es un muy buen amigo. —Hmm. —Basta. —Sonríe—. No puedo creer que estés celoso de tu propio hermano gemelo. —No soy celoso. Soy territorial. Además, hay una razón por la que soy más popular que él. —¿El hecho de que seas un cretino? —Está eso. También es extremadamente emocionalmente atrofiado a veces. No dejes que la imagen que lleva tan bien te engañe. Hay otro lado de él que mantiene bajo llave. —¿Qué se supone que significa eso? —Nada de lo que debas preocuparte. Me observa con el ceño ligeramente fruncido, pero, afortunadamente, opta por dejarlo pasar y señala mi bloc. 313 —¿Estabas dibujando? —Sí. No mucha suerte, me temo. —¿No has dormido? —No tengo tiempo para eso. —Pero nunca duermes. —Dormir está sobrevalorado. —Me detengo ahí, sin querer revelar que sí duermo, sólo que no cuando ella está cerca. Últimamente, ella sola está impulsando mi creatividad superior y prefiero aprovecharla al máximo antes que dormir. Mia me fulmina con la mirada. Le pellizco la mejilla. dura. —¿Te he dicho alguna vez que estás adorable cuando me miras así? Se me pone Sus mejillas enrojecen mientras hace señas: —Todo te la pone dura. —No todo. Tú. —Yo no. Las perversiones. —No las perversiones. Tú. —Le levanto la barbilla con el pulgar y el índice—. Ofrecen una pizca de picante, y sí, son innegablemente excitantes, pero no son estrictamente obligatorias cuando estoy contigo. Solía ir a clubes de sexo y permitirme todo tipo de folladas porque lo normal dejó de funcionarme desde el instituto. Aunque conseguí alcanzar el clímax físico innumerables veces, nunca fue plenamente satisfactorio. —¿Incluso con las perversiones? —Incluso con las perversiones. Eres la única con la que he alcanzado el clímax mental. —¿Dentro de algún tiempo? —Nunca. Sus labios se curvan en una sonrisa orgullosa. —Supongo que eso significa que somos los primeros el uno del otro después de todo. —No te pongas presumida señorita virgen mojigata hasta hace poco. —Virgen o no, he conseguido ofrecer al gran Landon King algo que nadie más tiene. —Me alborota el cabello, parece muy contenta de sí misma. 314 Le devuelvo la sonrisa. —¿Me encuentras genial? —Supéralo. —Imposible. Ella niega con la cabeza, pero la sonrisa sigue pintando sus labios. —¿En qué estabas trabajando? —Nada satisfactorio. —¿Alguna vez has pensado que eres demasiado duro contigo mismo? —No soy muy selectivo. No me llevo bien con la mediocridad. —Nada de lo que haces es mediocre. —Señala su estatua—. Me encanta. Gracias. —De nada, pero no puedes llevártela. —¿Por qué no? —Es de mi propiedad, como tú, pequeña musa. Ella frunce el ceño. —No soy una cosa. —No, no lo eres. Pero sigues siendo mía. —Bueno, ¿eres mío, entonces? —Si quieres. Se muerde la comisura del labio y la suelta, luego se aclara la garganta y busca a su alrededor otra forma de cambiar de tema. No pasa nada. Si está tan nerviosa por mí, significa que la estoy metiendo más en mi mundo. Tarde o temprano, no tendrá más remedio que bajar la guardia y pertenecerme por completo. Después de unos segundos, hace señas: —¿Cómo es que no estás fumando y haciendo que tus pulmones sean tan negros como tu alma? —Lo dejé. —¿En serio? —Los cigarrillos siempre fueron un capricho del que podía alejarme. No me vuelvo adicto. —Excepto cuando se trata de ti. 315 No es sólo obsesión o limerencia en este punto. Y definitivamente es mucho más adictivo. El hecho de que mis demonios se calmaran inmediatamente en cuanto ella apareció es fascinante y alarmante. Y, sin embargo, no me gustaría que fuera de otra manera. —Bien. No es bueno para la salud. —Y tu salud. —¡Y las plantas! —Sonríe—. Gracias por cuidarlas. Están vivas y bonitas. —Me aburría. —Nunca te aburres lo suficiente como para cuidar plantas, así que acepta el agradecimiento sin ser tan sarcástico al respecto. —Salta de mi regazo antes de que pueda detenerla—. Tengo que ir a verlas. Es mejor regarlas temprano. —¿En serio estás cambiando mi piadosa compañía por unas flores? —Puedes acompañarme —ofrece por encima del hombro con una sonrisa coqueta y luego sale por la puerta principal. Prefiero estrellarme y arder en mi McLaren mientras cae por un acantilado. Veinte minutos más tarde, estoy vestido con pantalones de chándal, una camiseta y mis botas de agua mientras me dirijo al pequeño jardín que ha creado Mia. ¿Qué? Estaba aburrido. Además, no estoy de humor para ser atrapado por mi propia creatividad de nuevo. Mia levanta la vista de su posición agachada y levanta la mano enguantada para protegerse los ojos del sol naciente. Me interpongo en su camino y deslizo una mano en el bolsillo. —Te honro con mi presencia. Acepto adoración en forma de mamadas. Se ríe y sacude la cabeza, luego hace una seña: —No te quedes ahí parado. Haz algo útil y tráeme los pinchos fertilizantes. La blasfemia. Cómo se atreve a tratarme como a un sirviente por las flores del demonio a las que presta más atención que a mí. Debería haberlas aplastado hasta la muerte cuando tuve la oportunidad y atribuirlo todo a una desafortunada muerte de una flor. Ocurre todos los días en muchas floristerías y no estaría mal visto ni mucho menos. Como de momento esa opción está descartada, voy a buscar el abono e incluso me pongo guantes. Luego yo, Landon King, el legendario genio del arte contemporáneo, ayudo a regar a las jodidas florecillas. Mi lógica es simple. Cuanto antes acabe con esta tediosa tarea, antes podré llevarla al segundo asalto. Quizá esta vez pinte su bonito cuerpecito mientras la follo 316 a cuatro patas sobre el lienzo. O tal vez dibuje algo en su espalda mientras la follo sin sentido. Soy muy versátil cuando se trata de follar y de arte. Combina las dos cosas y tendrás una receta de éxito garantizado. —Se supone que no debes intentar apuñalarlas, Landon. —Mia se ríe y me toma la mano para enseñarme cómo. Así que cometo errores a propósito para que ella pueda “corregir” más mis acciones. Con esto puedo lidiar, a diferencia de las flores con derecho que no tienen nada que hacer entre mi musa y yo. Cuando supero mis sentimientos infantiles e inmaduros hacia las plantas literales, me centro más en Mia. Me encanta la expresión despreocupada y feliz de su cara mientras acaricia e incluso hace señas a las flores como si fueran mascotas. —Podrías hacer carrera con esto —le digo cuando sigue inspeccionando las semillas. —Oh, lo haré. —Hace señas—. Voy a ser una empresaria genial que hará del mundo un lugar mejor para las plantas. —Seguro que confundes negocios con activismo. —Puedo hacer las dos cosas. El dinero habla, así que lo tendré y lo usaré para dar a las plantas una vida mejor. —¿Qué tal el notorio negocio mafioso de tu familia? Levanta un hombro. —Por suerte o por desgracia, esa responsabilidad recae sobre los hombros de Nikolai. Mamá y papá prometieron que Maya y yo podríamos casarnos y hacer lo que quisiéramos. Imagínate que tuviera que casarme con uno de los herederos de la mafia. —No es tan difícil de hacer, teniendo en cuenta sus relaciones con Jeremy. —Jeremy es un líder responsable y un amigo digno de confianza. —Hmm. Continúa. Cuéntame un poco más para que pueda subirlo a la cima de mi lista de mierda. —No seas celoso. —Se ríe. —¿Yo? ¿Celoso? No proceso esos sentimientos, amor. —Es obvio que sí. Aparte de lo de Jeremy, Bran dijo que dejaste claro que soy tuya para mantener alejados a él y a Remi. —Como debe ser. Bran es mi hermano, pero ni siquiera a él se le permite meterse con lo que es mío. En cuanto a Remi, es una molestia. —No, no lo es. En realidad es gracioso y divertido. 317 Gracioso y divertido. No sólo gracioso o divertido. Es a la vez gracioso y divertido. Será mejor que no vea su cara en un futuro próximo o tendré la tentación de arruinarlo. De hecho, quizá debería hacerlo. Es demasiado despreocupado para su propio bien y le vendría bien una lección o unas cuantas. Todavía estoy contemplando el mejor plan para derribar a Remi cuando, de repente, el cielo se abre y empieza a llover a cántaros. Mia se pone en pie y me toma de las manos, luego corremos hacia el cenador que hay en medio del jardín. Pero ya es demasiado tarde. Pronto nos damos cuenta de que ambos estamos empapados. Nos miramos, hacemos una pausa y estallamos en carcajadas. Es una de las pocas risas auténticas que me he echado, y sólo porque ella está a mi lado. La lluvia nos golpea. Los mechones rubios de Mia se le pegan a la cara, pero sigue pareciendo una diosa mientras ríe, y el sonido resuena a mi alrededor como mi melodía favorita. Las gotas de lluvia se adhieren a su labio superior y luego se abren camino hasta debajo de su sudadera con capucha. Mia se detiene en medio del patio, me toma de nuevo de la mano y se pone a dar vueltas bajo la lluvia. Justo cuando estoy a punto de unirme al cursi baile, me suelta, con una mirada socarrona penetrando en sus claros iris. —Atrápame si puedes. Luego reanuda la carrera. Mi bestia ruge a la vida como si nunca hubiera estado dormida. Esto es lo que Mia tiene que nadie más tiene. Ella no es presa de mi bestia, es su rival. El yin de su yang. La locura a su locura. Salto justo detrás de ella. Mia echa un vistazo atrás y suelta un aullido de excitación cuando me ve a poca distancia. Y me doy cuenta, mientras la alcanzo dentro del cenador, de que desearía que este momento durara una eternidad y más allá. Pero como eso no es factible, lo prolongaré todo lo posible. Parece que hoy se cancelan las clases para los dos. 318 Remington: ¿Quién carajo escondió mis Jordans edición especial? Eli: ¿Y estás escribiendo eso en el chat de grupo porque...? No me digas que crees que a alguien le importa de verdad. Remington: Cállate, psicópata. ¿Por qué no vas a torturar a algún miserable? Eli: ¿Por qué iba a hacer eso cuando tengo mi propia fuente de entretenimiento, alias tú? Remington: No soy un payaso, idiota. Eli: Te estás fallando a ti mismo. Brandon: ¿Pensé que los habías encontrado la otra vez? Remington: Desaparecieron de nuevo. ¡Spawn! Ayúdame. *Remington añade a Creighton al chat de grupo* Creighton: Preferiría estar durmiendo. Remington: ¿Qué carajo? ¿Prefieres dormir a ayudar a tu señor y salvador (que soy yo, por cierto)? Estás cambiando, Creigh. No sólo estás a menudo con tu novia, sino que tampoco le prestas mucha atención a mi señoría. Recuerda que si no fuera por mí, no habrías tenido las habilidades sociales adecuadas para siquiera entrar en el radar de Anni. Eli: ¿Y piensas hacerle trabajar por eso el resto de su vida? Deja de molestar a mi hermanito y búscate un pasatiempo decente aparte de la arrogancia innecesaria. Remington: Lo dice el imbécil que es la definición del término. Eli: Al menos yo no hablo de mí en tercera persona como si fuera algo perfectamente normal. Brandon: Te ayudaré a buscarlos, Remi. Eli: No tienes por qué atender sus caprichos ilógicos, primo. Deja que su “señoría” resuelva sus propios problemas triviales. Remington: Eres tan poco serio, por no hablar de celoso. Haz algo mejor con tu vida en vez de obsesionarte conmigo @Eli King. Eli: ¿Yo? ¿Celoso de ti? El listón está tan bajo que da igual pisarlo. Remington: Acabas de probar mi teoría. Eli: ¿Cuál es? 319 Remington: Siempre has tenido un complejo de inferioridad porque nunca podrás alcanzar mi nivel de carisma cegador. No te preocupes, Eli. No puedes tenerlo todo en la vida. Brandon: Vamos, seamos racionales. Eli: Algo de lo que Remi nunca sabrá el significado, teniendo en cuenta sus múltiples delirios. Todo este tiempo, he estado leyendo los chats mientras me apoyaba en mi coche en la esquina de REU, esperando a que un mosquito hiciera acto de presencia. Como estoy aburrido, tecleo. Landon: Tampoco sabe cuándo callarse, lo que pronto le convertirá en objeto de una feroz caza de brujas. Eli: Por no mencionar, darle una sección dedicada en la lista de mierda de algunas personas. Es demasiado displicente para su propio bien. Landon: No sabe guardarse sus pensamientos y chistes de mal gusto. Que conste que no tienes gracia, Remi. Creighton: Estoy de acuerdo. Ni idea de por qué las chicas lo consideran gracioso. Remington: ¡Spawn! ¿Cómo te atreves a traicionarme y ponerte de parte de Eli y Lan en vez de la mía? Eli: Es lo más sensato. Mi hermano pequeño tiene un gusto superior, como era de esperar. Landon: Todos menos Remi. Remington: Ustedes, perras celosas, pueden irse a morir. El hecho es que soy amigo de todas sus chicas y siempre lo seré. Muahahaha. Voy a matar al bastardo. *Creighton King ha abandonado el chat* Brandon: No deberías haber avivado las llamas, Rems. Eli: Cometiste un terrible error. Será mejor que vigiles tu espalda. Landon: Deberías haberte despedido de tus queridos Jordans mientras tuviste la oportunidad. RIP. Remington: ¡Eres tú! Juro por Dios, Lan, que si no me los devuelves... No leo el resto de los textos. Uno, porque no me interesan los dramatismos exagerados de Remi. Dos, porque la persona a la que he estado acechando mejor que un agente del MI5 da la vuelta a la esquina, observando su entorno con ojos tan grandes como los de una rata de alcantarilla. 320 Vuelvo a meterme el teléfono en el bolsillo y me dirijo a un lugar oculto junto a un gigantesco árbol que hay a un lado. Nila se detiene al ver mi McLaren, su rostro palidece. Sus tacones arañan el asfalto mientras corre hacia su coche. La sigo y, en cuanto abre la puerta, la cierro de golpe y le digo con frialdad: —¿Huyes de algo, Nila? Se da la vuelta lentamente, imitando a esas cabezas huecas de las películas de terror. Esboza una sonrisa más falsa que sus pestañas y suelta un molesto chirrido. —¡Lan! No te vi allí. —Naturalmente. Ya que tu misión ha sido evitarme. —¿Qué...? No, claro que no te estaba evitando. —¿Es por eso que no has estado actuando como mi sombra designada en los últimos días? —Dijiste que no te gustaba eso. —No te detuve antes. —Me acerco para mirarla por debajo de mi nariz—. Así que oigámoslo, Nila. ¿Cuál es la razón que te empujó a ser tan transparentemente evasiva de mi compañía? —Es que tengo mucho trabajo escolar. —¿Estás segura de que esa es la única razón? No podría deberse quizás a cierta cagada por tu parte, ¿verdad? —No sé de qué estás hablando... Sus palabras se interrumpen cuando la agarro del cabello y tiro de él hasta que se le llenan los ojos de lágrimas. —El momento en el que puedas engañarme no existe ni existirá, Nila. ¿Acaso creías que no descubriría que eras tú quien estaba detrás de la tonta idea de Rory sobre Mia? Él es grueso como un ladrillo, pero tú no. Siempre has sido una perra confabuladora que usa su apariencia y sus recursos para conseguir lo que quiere. Pero aquí está la cosa, Nila. Yo te enseñé la mitad de lo que sabes, lo que deberías haber pensado antes de ir contra tu maldito creador. Su cara se enrojece mientras tiro más fuerte con cada palabra. Intenta soltarme la mano, pero es inútil. Si quiero, puedo aplastarla más rápido que a una cucaracha. —¡Tú eres quien dio la espalda al club y a nosotros por esa perra! —Su voz crece en volumen mientras deja ver su verdadero rostro. 321 La codicia y el desprecio me miran como un espejo repugnante de mi antiguo yo. No soy un santo y, afortunadamente, nunca lo seré, pero ese tipo de emociones frívolas y superficiales que representa Nila hace tiempo que desaparecieron de mí. —Así que decidiste inflamar la rabia de Rory y apuntarle hacia Mia. ¿Es eso? Ella frunce los labios. —¿Y qué? —Has tenido la osadía de tocar lo que es mío, Nila, y como seguro que has descubierto por el estado de Rory, no reacciono bien cuando alguien amenaza lo que me pertenece. Sus labios se levantan en un gruñido. —¿Qué tiene ella que yo no tenga? —Imagínate. Una cosa es segura, la has cagado y te lo digo yo, voy a destruir todo lo que representas. ¿Los amigos que crees que tienes? Se pasaron fácilmente a mi bando tras unas pocas palabras de tu servidor. La compañía de tu amado papá puede ser aplastada sin esfuerzo si mi padre de alguna manera tira de sus inversiones. Así que aquí tienes una sugerencia útil. Ten miedo, Nila. Todos tus peores temores se harán realidad. La suelto y ella se estrella contra el lateral de su coche, con lágrimas cayendo por sus mejillas. —¡Ella acabará viéndote como realmente eres y te abandonará, Lan! —me grita a la espalda—. ¡Nunca podrás mantener una relación, ni con ella ni con nadie! No escucho su parloteo mientras me dirijo a donde he estacionado el coche y saco el móvil. Eli fue muy amable y me envió información. Aunque no es mucha y de ninguna manera es una prueba concreta, al unir sus hallazgos con lo que descubrí por mi cuenta, me estoy acercando a toda la verdad. Otro texto aparece en la parte superior de mi pantalla. Una sonrisa se dibuja en mis labios cuando descubro que es de Mia. Adjunta una foto de las flores que ha cultivado en el jardín. Desde que la encontré allí hace tres días, va a la casa encantada -que ya no está tan encantada- siempre que tiene tiempo. Es por las flores, dice. Pero a menudo la sorprendo intentando colarse y echar un vistazo en el estudio de arte como un gatito curioso. Cuando dormía, escondía la obra en la que estaba trabajando en un armario y la cerraba con llave. Aparte de eso, es libre de andar por ahí, lo que no se puede decir de nadie que no sea mamá o Bran. 322 Últimamente, a menudo la sorprendo mirando cualquier cosa que proyecte un reflejo -espejos, la puerta de la nevera, la mesa de cristal- y abriendo y cerrando la boca como si intentara hablar. Probablemente lo hace inconscientemente, ya que suele parecer sobresaltada cada vez que se fija en la situación. Eso también ocurre durante el sexo. Dos veces ha abierto la boca, ha forcejeado y luego sólo ha soltado un grito gutural. En cierto modo, parece como si estuviera luchando por quitarse los grilletes mentales que le robaron la voz. Confío en que, después de deshacerme de las alimañas que amenazaron su vida, podrá por fin estar en paz con su yo más joven. Miro fijamente el mensaje que envió con la foto. Mia: Claudia, Stephan y Emilia te saludan. Landon: O estás loca y realmente le diste nombres a esas flores o también estás loca y empezaste a hablar con los fantasmas residentes de la casa, que están en proceso de enviarme una severa carta sobre las recientes renovaciones. No tengo ni idea de qué locura es más grave. Mia: *emoji de carcajada* x3 A veces eres graciosa sin esfuerzo. ¿Y qué quieres decir con que poner nombre a las flores es una locura? Claro que necesitan nombres ahora que están floreciendo. Les pondré nombre a las demás cuando crezcan también. Landon: Te das cuenta de que no son mascotas, ¿verdad? Mia: Por supuesto que no. Son mis amigas. Está tan loca, me encanta. Mi sonrisa se convierte en mueca mientras tecleo. Landon: Será mejor que hayas terminado con todo ese vudú para cuando llegue a la casa. Lo que te haré no tendrá nada de amistoso. Mia: Promesas. Promesas. Mi polla salta dentro de los pantalones y tengo que reajustarme para no lucir una gran erección a la vista de todo el mundo. Jódeme. allí. Definitivamente voy a romper algunas normas de tráfico en mi camino hacia La nueva versión coqueta de Mia me está volviendo loco. En el buen sentido. Me encanta que sea más sincera sobre lo que le gusta y que no tenga reparos en arrodillarse cuando intento trabajar. Es una gran distracción, pero prefiero meterme en su bonita garganta a tocar frías estatuas. 323 Se oye un movimiento detrás de mí y empiezo a girarme, pero alguien me rodea el cuello con un brazo y me aprisiona. Levanto las manos para apartarlo, pero alguien me las tira a la espalda. Cuanto más me estrangulan, más me mareo. Lo último que veo es la cara maníaca de Nikolai... —Hora de la venganza, hijo de puta. 324 Mia E s innegable que estoy experimentando un cambio drástico y lo peor es que no puedo describirlo. Todo lo que sé es que nunca he sido más feliz en mi vida. Libre. Salvaje. Sin más límites que el propio cielo. Todo se debe al papel crucial que Landon desempeña en mi vida. Desde que se abrió paso entre mis muros, experimento una curiosa sensación de novedad, aventura y felicidad. Fue entonces cuando me di cuenta de que, antes de él, yo sólo vivía, nunca estaba realmente viva. Estaba tan atrapada en la tragedia de mi infancia que dejé que me encadenara y dictara cómo debía vivir mi vida. Pero no importa lo segura o decidida que haya estado, sigo dejando que el monstruo controle los cimientos de mi ser y me robe la voz para siempre. Tal vez sea por eso que los recientes estallidos de felicidad que he experimentado parecen defectuosos, con un enorme agujero negro en medio. A menos que me ocupe de ello, sé que el agujero seguirá ensanchándose y posiblemente devorará lo bueno. Llegados a este punto, no soy diferente de una niña que construye una casa de arena en la playa y espera que se mantenga en pie tras ser golpeada por una ola. Sigo optando por aferrarme a la vana esperanza y a los destellos de felicidad con la desesperación de una mujer que se ahoga. Simplemente no puedo considerar ninguna circunstancia diferente en la que la felicidad y la paz completas sean totalmente imposibles. 325 En un sueño, tal vez. Si me despierto, no podré sobrevivir. Mi ritmo cardíaco no ha bajado desde que me enviaba mensajes con Landon. Eso fue hace una hora. Terminé de cuidar mi jardín, me quité los guantes y me refresqué, luego le esperé. Y esperé. Pero aún no hay rastro de él. Estoy junto a la ventana alta que da a la entrada, pero mi coche es el único que hay en la calzada. Compruebo mi reloj por milésima vez. Hizo parecer que estaría aquí en quince minutos, pero está claro que no es así. No pudo haberme enviado un mensaje desde Londres o algo así, ¿verdad? Esto empieza a preocuparme. Sobre todo porque nunca respondió a los mensajes que le envié preguntándole por su paradero. Lan siempre responde a mis mensajes. Siempre. Mi teléfono vibra en mi mano y lo compruebo tan rápido que casi se me cae. Mis hombros se encogen cuando veo el nombre en la pantalla de bloqueo, y la culpa me corroe por dentro por sentirme decepcionada. Soy una amiga horrible. Brandon: Hola. Lan está contigo, ¿verdad? Se me aprieta el pecho y una ráfaga de inquietud me recorre la columna vertebral. Bran nos conoce e incluso me ha dicho que Lan parece estar intentando de verdad no ser el idiota que es por primera vez. Sin embargo, nunca pregunta por nosotros ni por lo que hacemos. De hecho, es de los que prefieren ahorrarse los detalles, a diferencia de Remi, que convocó una “reunión” para enterarse de los últimos cotilleos. Así que el hecho de que Bran pregunte ahora se desvía de un patrón y eso no me gusta. Escribo con dedos temblorosos. Mia: ¿Por qué lo preguntas? Brandon: Sólo dime si está contigo o no. Por favor. 326 Mia: No lo está. Habíamos quedado, pero está tardando más de lo normal en llegar. Lee el texto pero no hay respuesta. Mia: ¿Qué pasa? ¿Ocurre algo? Brandon: No lo sé, Mia. A lo mejor eres tú quien tiene que decirme qué demonios está pasando. Miro el texto con la mandíbula a punto de caer al suelo. Eso no suena a Bran, sobre todo porque nunca le he oído maldecir. Mi pantalla se enciende de nuevo. Brandon: Lo siento. No debería haber arremetido contra ti, pero creo, no, estoy seguro al noventa por ciento de que tu hermano tiene algo que ver con la desaparición de Ian. O lo secuestró o lo asaltó, y luego lo tiró en una zanja en alguna parte. Eso, si no lo mató. Maldita sea. Mi respiración se acelera mientras leo y releo las palabras. Mia: ¿Cómo lo sabes? Brandon: No importa cómo lo sé. Simplemente lo sé. Tenemos que hacer algo antes de que sea demasiado tarde. Mierda. No me digas... Maya me envió un mensaje antes, invitándome a tomar un café. Cuando le dije que no, siguió dándome la lata y preguntándome dónde estaba exactamente y diciendo que vendría a verme. Pero cuando le dije que estaba en casa de Landon, finalmente se rindió. Ahora, sé por qué mi hermana demasiado insistente que nunca se rinde lo hizo. Probablemente fue instruida por Nikolai para asegurarse de que me mantuviera alejada para que pudiera hacer lo que quisiera con Lan. Mientras escribo ya estoy corriendo por mis llaves en la entrada. Mia: Reúnete conmigo en la mansión de los Heathen. Di a los guardias de la entrada mi nombre y el código 01483. Brandon: En camino. Nunca he conducido tan rápido en mi vida. Todo el tiempo, mi mente es invadida por todo tipo de escenarios sombríos. Ninguno de los cuales tiene un buen final. Cuando llego a la mansión de los Heathen, voy directamente a la casa anexa que utilizan como una especie de cámara de tortura. 327 Como era de esperar, dos guardias en cueros e Ilya se paran frente a la puerta como perros guardianes. Al verme, Ilya da un paso adelante. Su corpulento cuerpo tapa el sol, así que me quedo mirando su cara de póquer y sus ojos inexpresivos. —Debería volver, señorita. —Quítate de en medio. —Le hago señas, sin importarme que no entienda nada. Ilya coloca un brazo delante de mí, y veo que se esfuerza por no empujarme como un criminal. Tiene órdenes estrictas de no dejarme entrar en la habitación. Me escabullo de su agarre y robo una pistola a otro de los guardias. Apunto a Ilya y hago un gesto hacia un lado. Levanta las manos en el aire. —No quiere hacer esto, señorita. No es su lucha. mí. Es absolutamente mi lucha. Todo esto está ocurriendo en gran parte gracias a La otra parte, por supuesto, es porque Landon es un idiota que no puede respirar sin exhalar veneno al mundo. Pero he llegado a un acuerdo con eso, y tontamente pensé Nikolai, también. Mantengo la pistola apuntando a Ilya y a los demás mientras agarro el pomo de la puerta y me cuelo dentro. Mi mano con la pistola cae a mi lado mientras estoy de pie en la entrada de una gran sala blanca con una escena horripilante en el centro. Killian, Jeremy y Nikolai rodean a Landon, que está de rodillas en el suelo, con el labio cortado, un ojo hinchado y la camisa blanca manchada de sangre. Una parte salpicó las camisetas de Killian y Jeremy y el pecho desnudo de Nikolai. En este momento, mi hermano, al que quiero más de lo que cualquier palabra podría describir, parece un extraño en forma de bestia. Un arma de destrucción. Una entidad incontrolable de rabia. Landon mira a Kill con una sonrisa ensangrentada, tose y habla con voz ronca. —¿Eso es todo lo que tienes? Si vas a joder la confianza de Glyn, lo menos que puedes hacer es que merezca la pena. —Cierra la puta boca. —Nikolai le golpea la cara con el puño—. ¿Realmente pensaste que aceptaríamos la tregua y te dejaríamos meterte con mi hermana? ¿Mi puta hermana? Te mataré antes de que vuelvas a ponerle las manos encima. 328 —Entonces hazlo. —La sonrisa provocativa de Landon desaparece—. Es la única forma de que me mantengas alejado de ella. A pesar de la terrorífica escena, no puedo evitar la mano imaginaria que me aprieta el corazón y me aprieta el estómago. —Eres un puto hombre muerto. —Jeremy le da una patada en el costado. —Lo dudo mucho. —Los ojos de Landon se deslizan hacia los míos como si supiera que he estado allí todo este tiempo—. Oye, pequeña musa. Creo que deberías revocar la altamente infravalorada tarjeta buena de Jeremy, ¿no crees? Tres pares de ojos se vuelven hacia mí y es Nikolai quien habla primero. —¿Qué demonios haces aquí? Fuera de aquí. Tiro la pistola al suelo y hago señas mientras me dirijo a zancadas hacia ellos: —¿Para que sigas torturándolo? —Esa es la idea —dice Killian—. Retírate de la situación, Mia. —No. —No sé qué te ha estado diciendo este hijo de puta, pero no te puedes creer nada —dice Jeremy. —¿Como el hecho de que él cumplió su parte del trato y tú no? Ya acordaste una tregua, así que ¿por qué demonios estás haciendo esto? —Nunca estuve de acuerdo con la maldita tregua —dice Nikolai con una voz tan tensa que las venas de su cuello se abultan de tensión—. No puede, bajo ninguna circunstancia, tocarte y vivir. —¡Pero eso no depende de ti! —Me pongo en su cara, con mis movimientos rebosantes de ira—. Esta es mi vida y tengo derecho a decidir quién entra en ella. Ni tú ni nadie puede opinar. —Mia —gruñe en señal de advertencia. Le devuelvo la mirada y hago señas con más calma ahora: —Suéltalo. —No. —Mis disculpas por interrumpir el conmovedor momento familiar, pero oye tú, cerdo inculto. —Mira a Jeremy, que ahora está retorciendo el brazo derecho de Landon en un ángulo incómodo—. Sé que estás celoso porque nunca serás tan genio artístico como yo, pero estás causando tensión en mi mano de valor incalculable. Suéltala, ¿quieres? —Sólo si consigues caer libremente al infierno, hijo de puta. 329 —Suéltalo, Jeremy. —Le hago señas, observando el ángulo antinatural en el que sujeta el brazo. Si lo tuerce hacia un lado, se romperá la muñeca, y pensar en eso me hace sudar frío. Landon sólo puede sobrevivir a través del arte. Si le quitan esa habilidad, no podrá luchar contra las fuerzas demoníacas que lleva dentro. He visto lo tranquilo que se pone cuando está creando, lo aterrizada y zen que se vuelve su expresión. Si le quitan eso, no sé a dónde irá a partir de ahora. Nikolai observa atentamente mi expresión, luego sonríe, pero es poco maníaca mientras se inclina para mirar fijamente la cara de Landon. —¿Quieres mantener el brazo de una pieza? —Preferiblemente pronto, sí. —Entonces deja a mi hermana en paz. Para siempre. Empujo el hombro de Nikolai, pero él no me mira. Se me aprieta el pecho. Joder. Sabe que eso es peor que ignorarme. Si no me mira, no puedo hablar con él. Básicamente, me está silenciando de la forma más brutal posible. Y duele más de lo que me gustaría admitir. Sobre todo viniendo de mi hermano, que siempre me ha escuchado, incluso cuando digo sandeces. No reconozco esta versión de Nikolai. Ni siquiera un poco. —Si no lo haces. —El rostro de Nikolai se vuelve sombrío—. Jeremy romperá la muñeca que tanto aprecias. —Elige con cuidado, King —dice Killian en tono despreocupado—. Cualquier rotura de los huesos del brazo, especialmente de la muñeca, podría resultar fatal en la vida de un artista. Hazme caso. Como estudiante de medicina, puedo confirmar que los huesos y los ligamentos nunca vuelven a ser lo que eran y podrías encontrar inmensas dificultades para crear algo nunca más. Tu brillante futuro será puf. Desaparecido. En una fracción de segundo. —¡Kill! —Le empujo el pecho—. ¿Qué demonios te pasa? Si ves cómo le rompen la muñeca, Glyn nunca te perdonará. —Ella nunca se enterará, e incluso si lo hace, tengo un mejor historial que su hermano sin emociones. Mis labios se separan. Siempre pensé que Landon era el peor psicópata de los dos, pero ahora mismo, mi primo, al que siempre consideré como mi segundo hermano, tiene peor aspecto que el monstruo de mi pasado. Porque sé que aunque se corriera la voz y Glyn se enterara de esto, le daría la vuelta a la historia para parecer completamente inocente. He visto cómo la mira y sé 330 muy bien que no puede permitirse perderla, pero sí puede permitirse herir a su hermano irrevocablemente. —Adelante —dice Landon sin ton ni son—. Puedes romper la otra también mientras estás en ello. Pero siempre la tocaré, incluso con yesos. Es mía y ninguno de ustedes, hijos de puta, decidirá lo contrario. Encuentro sus fríos ojos con los míos alarmados y niego con la cabeza frenéticamente. Qué estás haciendo, idiota? Está provocando a Nikolai y a los otros. Debe saber que no son de los que se tiran faroles. Especialmente Nikolai. Efectivamente, Jeremy empieza a retorcerse y grito tan fuerte que todo se detiene. El mundo, mi voz ronca y mi entorno. Jeremy se detiene. Él y Killian me observan como si fuera un animal salvaje que está a punto de arrancarles la cabeza a mordiscos, lo que probablemente debería hacer. Nikolai vuelve a centrar su atención en mí, con expresión sorprendida. —¿Por fin me miras ahora después de haberme borrado y silenciado? —Señalo, sintiendo el ardor en mis ojos—. ¿Cómo puedo hablar contigo si no me miras? Parte de la tensión de sus hombros desaparece cuando se acerca a mí y me agarra del brazo. —Joder. Lo siento mucho, Mia. No era mi intención. Aparto su mano. —Deja ir a Landon. —No puedo hacer eso. Es un veneno que necesita ser extraído de raíz… —Le dejaré. No volveré a relacionarme con él, así que déjalo ir. —No, no lo harás. —Landon lucha contra el agarre de Jeremy por primera vez desde que llegué aquí—. Adelante, rómpeme la puta muñeca, Jeremy. —Quédate jodidamente quieto. —Jeremy lucha por mantenerlo en el suelo. —Recuerda, Cecily me amó primero. —La voz de Landon se vuelve inquietantemente calmada. Incluso burlona—. Me quería tanto que fantaseaba conmigo y me llamaba su príncipe. Me quería tanto que me puso ojos de corazón mucho antes de que llegaras tú. Sin mencionar que solíamos bañarnos juntos de niños. Jodidamente desnudos. Realmente debes odiar que siempre serás la segunda opción para mí. —Pequeño cabrón... —Jeremy tuerce la muñeca y la cara de Landon se frunce, pero no emite ningún sonido. 331 En un momento estoy junto a Nikolai y al siguiente le doy una patada en el brazo a Jeremy. Está tan sorprendido que pierde el agarre de la muñeca de Landon. Le ayudo a levantarse y se pone en pie. Sin embargo, su brazo permanece inerte a su lado. —¿Está bien? —Hago señas, tragando el nudo en la garganta. Landon ni siquiera comprueba si su muñeca está bien mientras me agarra la mejilla con la mano buena. —No voy a ir a ningún puto sitio. ¿Me entiendes? —Vete. —Hago señas. —Voy a matar a este hijo de puta. —Nikolai se acerca, pero le niego con la cabeza. —Solo vete. —Empujo a Landon hacia la puerta. Ni siquiera da un paso. —Brandon está afuera. —Hago señas—. Él también podría estar en peligro. Su labio superior se levanta en un gruñido y lanza una exclamación. —¿Qué demonios hace ese entrometido aquí? —Está preocupado por ti. Por favor, vete, Landon. Por mí. Por favor. No me cabe duda de que si se queda aquí un minuto más, volverá a provocarlos y cumplirán su amenaza de romperle la muñeca. —Nunca me dejarás y lo nuestro no terminará —dice, ignorando a todos los demás presentes mientras me besa en un breve y apasionado beso. Solo siento el sabor de la sangre cuando Killian me lo quita de encima. Y luego sale por la puerta. Suelto un largo suspiro y miro a los tres tipos que creía más cercanos a mí. —¿Qué? —dice Killian—. Deberías haber sabido que esto iba a pasar. Ese hijo de puta nos hizo cosas mucho peores. —¡No hay nada peor que romperle la puta muñeca a un artista, Killian! Ponte en su lugar. ¿Cómo habrías sobrevivido a tu carrera médica si te hubieran roto tu propia muñeca? —Tienes que dejar de defender al bastardo, Mia —dice Jeremy. —No cuando todos ustedes están confabulando contra él. —¿Por qué está Brandon aquí? —pregunta Nikolai de la nada. —¿Qué? —Hago señas. 332 —Hace un momento, dijiste que Brandon está aquí. ¿Por qué está? —Me mandó un mensaje diciendo que podrías haber estado haciendo daño a Lan, lo que resultó ser cierto, así que le dije que nos viéramos aquí. Me alegro de haberlo hecho. Por lo menos él puede dar Lan un paseo. —Mia... —gruñe mientras irrumpe hacia mí. —Me voy a casa —anuncio—. A Nueva York. Obviamente no tengo ningún apoyo racional aquí. Maya me mintió y tú me callaste. Maldice en voz baja mientras lo empujo hacia la puerta. Quizá hablar con mamá y papá sea mi mejor oportunidad para proteger el frágil castillo de arena de felicidad que he estado construyendo. 333 Mia E l hogar siempre ha sido mi santuario. Un lugar en el que puedo desconectar y ser yo misma. No es que me cueste ser yo mismo en todos los demás sitios, pero siempre que estoy en presencia de mamá y papá, vuelvo a sentirme como una niña. Tal vez infantilmente. En cuanto Maya y yo entramos por la puerta, nos recibe el rostro radiante de mamá. Lleva un elegante vestido burdeos hasta la rodilla con un cinturón que realza su figura de reloj de arena. Una chaqueta blanca descansa sobre sus hombros, dándole un toque sofisticado. Sus ojos brillan en un azul de ensueño mientras me envuelve en un abrazo de oso. En cuanto aspiro su calor, me entran unas ganas irrefrenables de llorar. De repente, soy esa niña pequeña que estaba atrapada en la oscuridad sin salida. Este momento es similar a cuando ella y papá me encontraron. Sentí la misma sensación de emoción paralizante cuando vino personalmente a recogerme al aeropuerto tras el aterrizaje de nuestro jet privado. Sí, mis padres tienen un jet privado. En realidad fue el regalo de aniversario de boda de mamá de papá. El abuelo le echó la bronca por ello, pero papá le dijo que, para empezar, él es la razón por la que su familia tiene tanto dinero, así que si decide comprarle a su mujer un avión o la mismísima Luna, no tiene nada que decir al respecto. El abuelo Mijail es más anticuado que la monarquía inglesa, pero ha estado presente toda nuestra vida. Aunque a veces choca con papá, en realidad se llevan bastante bien. Mamá dice que se conocieron tarde, así que probablemente por eso el abuelo nos quiere más que a sus otros nietos. Nos ha mimado mucho desde que éramos pequeñas y nunca ha ocultado que somos sus favoritas. 334 Aprendió el lenguaje de signos por mí a una edad avanzada y a menudo nos invitaba a casa, a pesar de tener innumerables nietos más. Así que no es de extrañar que también acompañara a papá al aeropuerto. El abuelo dijo que primero quería ver a “sus chicas”. Recibió una llamada sobre unos problemas que está causando uno de mis tíos y nos separamos en el aeropuerto, no sin antes decirnos que tenemos que pasar un día o dos con él antes de volver con los “insípidos” británicos. Él y papá están de acuerdo en que deberíamos habernos quedado en suelo estadounidense para que pudieran vigilarnos. Mis dedos se clavan en la espalda de mamá, probablemente más fuerte de lo necesario. Pero ella no se queja e incluso me acaricia el cabello. —Las he echado tanto de menos. No puedo creer que no haya abrazado a mis bebés durante meses. —Mi turno. —Maya básicamente me empuja para poder abrazar a mamá. Papá me rodea el hombro con un brazo y yo me abrazo a su cintura, apoyando la cabeza en su pecho. Desde muy joven, papá siempre ha tenido un estilo elegante y desenfadado, y luce los trajes, como su actual Armani negro, mejor que un modelo. Siempre que él y mamá están en público, llaman más la atención que los famosos. Es parte de la razón por la que prefiero no salir mucho con ellos. A Maya, sin embargo, le encantan esas tonterías, ya que necesita atención tanto como el aire. Sin embargo, en privado me apetece estar en compañía de mis padres. Estar rodeada de ellos me ofrece una muy necesaria evasión de mi cabeza. Así que aprieto a mi padre. Huele a cedro y a seguridad. Este aroma me recuerda a cuando me encontraron por primera vez en aquel sótano. Mientras papá me llevaba en brazos, escondí la cara en su pecho y me quedé tan quieta que ni siquiera recuerdo haber parpadeado. Tardé unos minutos en llenar mis pulmones con él y darme cuenta de que por fin había terminado. ¿O lo hizo realmente? No había terminado. No entonces. Ahora no. Mamá se separa de Maya para acariciarle la cara. —Han crecido mucho. Están absolutamente radiantes. —Por supuesto. —Maya se revuelve el cabello y luego besa la mejilla de mamá—. Nos parecemos a las mejores. 335 —¿De dónde habrás sacado esa zalamería, me pregunto? —Mamá mira a papá con complicidad. Sonríe y guiña un ojo. —Orgullosa de ello, princesa. Maya se desmaya físicamente. —¡Son geniales! Vamos, quiero una selfie. —No puedes publicar mi cara en las redes sociales, Maya. Sabes que es una regla muy dura —dice papá. Suelta un suspiro abatida. —Bien, de acuerdo. Me la guardaré para mí. Vamos. Papá empieza a empujarme hacia ella, pero niego con la cabeza. Me lanza una mirada, pero luego se mete en el plano para hacerse una selfie con Maya. Después de tomarla, hace un mohín. —¿Vas a estar enfadada conmigo mucho tiempo? Cruzo los brazos y observo el elegante y moderno interior de nuestra entrada. Esto solía ser una casa de campo en el lago, pero papá la reformó para convertirla en esta extravagante mansión a orillas del lago. Elegantes pilares elevan la casa de tres plantas y proporcionan techos altos y una estructura arquitectónica simétrica. Las altas ventanas francesas ofrecen una vista directa del lago e iluminan el espacio con luz solar natural. La lujosa mansión está construida con rocas de primera calidad y goza de una posición elevada y encantadora en medio de la nada. Los grandes balcones permiten contemplar en primera fila los fascinantes amaneceres y atardeceres. Antes de irnos a la universidad, era un ritual familiar verlos juntos. Nikolai, Maya y yo jugábamos a menudo fuera, junto al jardín, y nadábamos a orillas del lago, luego nos salpicábamos unos a otros hasta quedarnos sin aliento y riéndonos. Mi gemela y yo solíamos conspirar contra Nikolai, pero él solía ganar. Y cuando no lo hacía, era sólo porque se compadecía de nosotras y nos dejaba ganarle. tal. A menudo ha sido nuestro caballero, pero ayer definitivamente no actuó como Entiendo su animadversión hacia Landon, y comprendo su necesidad de venganza, pero el hecho de que me excluyera tan cruelmente sigue doliendo. Le envié un mensaje a Landon de camino al avión. Mia: Voy a volver a Nueva York para visitar a mamá y papá. Quizá sea una buena oportunidad para poner distancia entre nosotros. 336 Landon: Tonterías. La palabra distancia no existe en mi vocabulario. Es para cobardes que no saben qué demonios quieren. Yo sé exactamente lo que quiero. La pregunta es, ¿y tú? No respondí a ese mensaje. No pude. Mi mente ha sido un desastre desde el encuentro con los Heathen. —¿Qué pasa? —Mamá nos estudia atentamente a mí y a mi hermana. —No es nada. —Maya levanta las manos—. Sólo está siendo poco razonable. La fulmino con la mirada y ella me devuelve la mirada. Se suponía que no iba a venir a casa conmigo este fin de semana largo que coincide con un día festivo, pero a ella le gusta pensar que somos gemelas unidas por la cadera. —No es nada —replica papá—. No hablabas en el viaje hasta aquí, lo que es inusual, por decir lo menos. —Bueno, Mia está siendo innecesariamente dramática. —Mi hermana suelta un largo suspiro. Entorno los ojos hacia ella, pero me niego a contestar cuando ni siquiera quiere admitir lo que ha hecho mal. —¿De qué va todo esto, chicas? —pregunta mamá—. Saben que es norma de la casa hablar de nuestros problemas para poder resolverlos. Maya suspira y deja caer a su lado el teléfono con una funda de diseño. —Bueno, Mia está colada por un británico que tiene más mala fama que el mismísimo Satanás, pero no quiso atender a razones cuando todo el mundo, Niko, Kill, Gaz y yo incluida, le dijimos que es una mala noticia. Como la peor de las noticias, mamá. Imagina a Kill con esteroides. Sí, es así de terrible. Así que Niko decidió tomar cartas en el asunto y darle una lección a ese cretino, y con razón. Kill y Jeremy se unieron porque, bueno, ¿recuerdas la parte en la que podía darle a Satanás una carrera por su dinero? De hecho, causó mierda con los dos también, incluyendo lastimar a Kill porque sólo quería salir con la hermana de este tipo. Mia está ilógicamente enfadada porque no le conté su plan para darle una lección que se merece desesperadamente. —¿Ilógicamente loco? —digo, con los labios curvados en lo que debe parecer un gruñido o un gruñido—. ¡Niko le dijo que o me dejaba o le rompía la muñeca, Maya! Landon dijo que no, así que si yo no hubiera estado allí, la muñeca de un artista se habría roto en pedazos. ¿Esa es la lección que querías ver? —Sí, bueno, tal vez eso le habría enseñado a permanecer en su propio carril. 337 —¡Maya! —regaña Mamá, levantando un poco la voz. —¡No está siendo razonable, mamá! —grita Maya—. Ha estado eligiendo a ese idiota de Landon antes que a mí y a Niko una y otra vez, sin importarle una mierda cómo nos sentimos al respecto. Puede que nos duela. Tal vez nos hace sentir como si nos hubieran dejado de lado, ¡pero a ella no parece importarle! Trago saliva, con el corazón latiéndome rápida y erráticamente. Es la primera vez en más de una década que Maya se enfada tanto conmigo. Desde el incidente, a menudo me ha tratado con guantes de seda y me ha abrumado con sobreprotección. La situación actual dista mucho de eso. tono. Papá nos agarra a cada una por el hombro con firmeza paternal y suaviza su —Creo que tenemos que sentarnos para esto. ¿Qué tal un café o un té? —Sí. Tengo tu pudin de fresa favorito. —Mamá se dirige a la enorme cocina de planta abierta que es el sueño de todo cocinero. Papá me retira la silla como el caballero que es. En serio, teniendo en cuenta su acento tan británico, su estilo y su forma de comportarse, nadie sospecharía que en realidad es el arma humana más letal con la que alguien podría cruzarse. Maya y yo nos sentamos frente a frente y evitamos mirarnos mientras mamá nos sirve café a las dos. Papá saca el pudin de la nevera y coloca una ración delante de cada una, luego se sienta a mi lado. Mamá se acomoda junto a Maya y apoya los brazos en la mesa. —Bueno. Ahora que estamos más instaladas, hablemos con más detalle. ¿Hay alguna razón por la que no me dijiste que tenías una relación, Mia? —Porque es un psicópata que hizo daño físico a Niko y Kill, por eso —dice mi gemela—. Ella estaba avergonzada de él, como debe ser. —Maya —dice papá en tono de advertencia—. La pregunta no iba dirigida a ti. No hables en nombre de tu hermana cuando ella es totalmente capaz de hacerlo. ¿Sería demasiado cursi abrazar a papá? Probablemente. Pero no puedo evitar sentirme agradecida por su importante forma de validar mi voz, por muy inexistente que sea, sobre todo después de que Niko me ignorara no hace mucho. —¿Es verdad, Mia? —pregunta Mamá. —Parcialmente. —Hago señas—. No quería empezar esta relación, y desde luego no pensé que duraría tanto. Los hechos son que Landon hirió a Nikolai y a Kill, pero ellos le devolvieron el daño. No es como si se sentaran allí y jugaran a las pobres víctimas. Además, rompí con él cuando pensé que estaba yendo demasiado lejos, pero prometió no hacer daño a nadie y ofrecer una tregua. Cumplió ambas y ya no 338 pude mantenerme alejada. Es el único hombre con el que me he sentido cómoda y segura. Sé que él es diferente, pero me he dado cuenta de que yo también lo soy, y por fin estoy bien con eso. Me detengo antes de soltar que lo quiero. Entonces me doy cuenta. En realidad quiero a Landon. El hecho ha quedado claro después del tiempo que hemos pasado juntos últimamente. ¿Es amor si me preocupo por él más que por mí misma y siento que se me forma un agujero negro en el pecho cuanto más tiempo paso sin verle? Creo que sí. Mierda. ¿Cuándo demonios empezó esta sensación y por qué estoy teniendo la epifanía ahora? —¡Pero es una mala noticia! —Maya golpea la mesa con la mano, haciendo que las tazas tiemblen y su café se derrame por un lado—. No puedes estar pensando en quedarte con un psicópata como él. —Su hermana se quedó con Kill sin problemas, ¿eso significa que crees que está bien ya que es nuestro primo pero al revés no? ¿Qué tipo de doble moral es esa? —Tiene razón —dice papá mientras Maya frunce el ceño. —Sigue sin gustarme y no lo aprobaré —dice. —Sabes que te quiero y te agradecería que aceptaras mi decisión, pero aunque no lo hagas, eso no significa que vaya a romper con él por tu exceso de protección y la de Niko. —¿Lo elegirías a él antes que a nosotros? ¿Otra vez? —Basta, Maya —dice mamá—. Estás siendo irrazonable e inusualmente agitada. —Oh, ¿así que yo soy el problema? Bien, entonces, bien. Déjame retirarme de la situación para que sea mejor para todos. —Se levanta de un tirón y se va. —¡Maya! —llama mamá, pero mi hermana no da señales de oírla. ella. —No pasa nada. —Papá se levanta y le trae su plato de pudding—. Hablaré con Me besa la coronilla y me ofrece una sonrisa. —Estoy orgulloso de ti y de tu forma pragmática de resolver los problemas, pequeña. —Esta vez sí lo abrazo y me acaricia el cabello—. Aún no aprobaré a ese Landon hasta que lo vea con mis propios ojos. 339 Trago saliva y vuelvo a sentarme. Mamá se levanta y se sienta en la silla a mi lado. Un suave resplandor cubre su rostro mientras me frota el hombro. —¿Estás bien? —No lo sé. —Siento que se me quita un peso del pecho al dejar de sentir la necesidad instintiva de mentir. Mamá y papá siempre me han ofrecido un espacio seguro para decir la verdad y a menudo me resistía a hacerlo porque no confiaba en lo que podría soltar en momentos de debilidad. ello? ¿Y si les digo accidentalmente la identidad del monstruo y salen heridos por Nunca me lo perdonaría. —¿Por qué no hablamos de este Landon? ¿Es realmente Kill con esteroides como dijo Maya? Porque si es así, tenemos que discutirlo. —Sí y no. No voy a pintarlo como un santo, pero esa es la cosa, mamá. Nunca me han gustado los santos. Nunca me atrajeron los chicos de la escuela y me sentí estúpidamente rota por eso. No me siento rota cuando estoy con Lan. Frunce el ceño y me toma las manos. —No me ocultes nada, Mia. ¿Se aprovecha de ti o te amenaza de alguna manera? —No. Le cortaría las pelotas antes de que hiciera eso. Suelta un suspiro y sonríe un poco. —Esa es mi chica. Le devuelvo la sonrisa. —¿De quién te crees que soy hija? —Mía, por supuesto. Ahora, cuéntame todo sobre Landon. —Aprendió el lenguaje de signos por mí y me ayudó a montar mi propio huerto. También juega al ajedrez conmigo y cocina mi pasta favorita. También me vuelve loca por ser tan diferente social y mentalmente. Pero me estoy tomando mi tiempo para conocerle mejor y él me está dejando entrar. —Eso está bien. —¿No crees que estoy loca por elegir a alguien tan diferente? —El amor es fundamentalmente locura, Mia. Si no tiene ese elemento de locura, no es amor, en mi opinión. Tienes dos soluciones. O lo tomas como es o lo dejas ir. No hay término medio. —Tú y papá se aman, y no es una locura. 340 Se ríe y el sonido recorre la habitación antes de asentarse en el espacio que nos separa. —Oh, estábamos más que locos. Como a ti, a mí tampoco me gustaba lo normal. —¿En serio? —¿Crees que habría acabado con tu padre si no fuera así? Nos consumimos mutuamente, pero también nos equilibramos. Puede que sea poco ortodoxo, pero funciona. Tenemos los tres mejores hijos que alguien podría pedir. Así que soy la última persona que juzgaría tus elecciones, cariño. La rodeo con mis brazos. Ojalá Maya y Nikolai pensaran lo mismo. Pero por ahora, mamá es suficiente. —Ahora, cuéntame más —dice mamá cuando nos separamos. Lo hago, omitiendo los detalles que considero demasiada información. Mamá escucha atentamente, aunque hablo durante lo que parece una hora. Termino el primer pudin y me sirvo la segunda ración, y aún no he terminado. Necesitaba a alguien que me escuchara sin juzgarme, ya que Maya está fuera de la ecuación. Papá es quien interrumpe nuestra sesión de puesta al día. —Tu hermana quiere hablar contigo, Mia. Mis hombros se encogen, pero sigo arrastrándome hacia arriba. —No tienes que hablar con ella ahora —dice mamá—. Puedes dejar que se calme un poco. —No pasa nada. —Hago señas y voy a buscar a Maya al salón, cerca de la entrada, con los brazos cruzados mientras estudia algunas de las coronas que hicimos para clase de pequeñas. Por alguna razón, mamá decidió exponerlas encima de la chimenea como si fueran una especie de decoración. Las de Maya siempre fueron más sofisticadas que las mías, pero la profesora alabó mis alocados dibujos. Son diferentes, decía. El arte consiste en ser diferente, no en ser ordenado. —Ahora se ven tan feos —dice Maya, todavía de espaldas a mí—. No sé por qué mamá se pone sentimental de repente. No me pondré delante de ella para que me vea hablar. Ella es la que me pidió que viniera, así que tiene que enfrentarme. Si me ignora como Nikolai... Maya se da la vuelta, con las mejillas enrojecidas y los ojos brillantes. Parece fuera de sí, algo muy distinto a su imagen pública. 341 —Todavía me encantan las coronas. Me recuerdan las veces que nos divertimos juntos —dice, y luego suspira—. Lo siento. Estaba siendo irracional y sobreprotectora. Supongo que me cuesta dejarte marchar y he sido una perra. No quiero perderte. Toda la rabia se desvanece tan fácilmente como se asentó allí. No puedo estar enfadada con ella mucho tiempo. —No lo harás. —Hago señas—. Somos gemelas de por vida. —¿Eso significa que me perdonas? —Sólo si no vuelves a interferir en mi vida tan negativamente. —No lo haré. Intentaré aceptar al Landon psicópata, supongo. —Eso es todo lo que necesito de ti, Maya. Eres mi mejor amiga y me duele cuando no me hablas. —Lo siento. —Me abraza tan fuerte que apenas puedo respirar—. Lo siento mucho, Mia. Le doy una palmadita en el hombro para decirle que no pasa nada. En realidad, la idea de no volver a hablar con ella me pone enferma, así que me alegro de que todo esté bien ahora. Oímos un alboroto en la puerta principal y nos dirigimos juntas hacia allí. Mis pasos se detienen cuando veo a la última persona que esperaba en nuestro porche. Su cara es un mapa de moratones y uno de sus ojos está morado, pero aun así sonríe a mis padres mientras dice: —Encantado de conocerlos, señor Hunter y señora Sokolov. Me llamo Landon King y soy el novio de Mia. ¿Puedo pasar? 342 Kyle H abiendo vivido mi vida entre lobos, reconozco uno cuando lo veo. Y este Landon, que dice ser el novio de mi niña, es innegablemente uno. No me sorprendería que fuera el líder de la manada. Tiene la cara jodida con un arcoíris de colores, pero lleva una camisa de vestir impecable, pantalones negros planchados y zapatos italianos de primera calidad. A pesar de la desventaja de sus magulladuras y del vendaje que asoma por el puño de su camisa y se desliza hasta el dorso de su mano, sonríe como un respetable caballero. O más bien alguien a quien se le enseñó o aprendió las formas específicas de actuar como el perfecto hombre socialmente aceptado. Mira detrás de mí y de mi mujer y su sonrisa se ensancha mientras dice: —Sorpresa. Mia, acompañada por una ceñuda Maya, camina con cuidado hacia él, con los ojos desconcertados pero las mejillas teñidas de rojo. Y esta, damas y caballeros, es la primera vez que veo a mi hija menor sonrojarse. —¿Qué haces aquí? —Hace señas. —Pensé que ya que ibas a casa, me uniría a ti y me presentaría. Llego un poco tarde ya que el jet privado de mi abuelo tardó más de lo esperado en llegar a la isla. Acepten mis más sinceras disculpas por mi repentina aparición en su puerta, señor Hunter y señora Sokolov. Quería sorprender a Mia. —No sé si es una sorpresa bienvenida —murmura Maya en voz baja, y cuando Mia le da un codazo, gime—. Bien, bien, quizá sea un poco bienvenida. 343 —Gracias, Maya. —Sonríe sin ningún humor—. Me alegro de que pudieras darme la bienvenida. Rai lo lleva adentro. —No te quedes ahí. Entra. —Mencionaste un abuelo —digo, tratando de no estrangular al maldito y arrojarlo a los coyotes—. A juzgar por tu apellido, ¿podría ser por casualidad Jonathan King? —El único. —Entra en mi puta casa entre Rai y Mia como si hubiera estado aquí innumerables veces—. Sé que el abuelo tiene una reputación que se extiende por todo el mundo, pero no sabía que lo alcanzaría a usted también. ¿Ha tratado con él en asuntos de negocios? —Podría decirse que sí. Ahora tiene sentido por qué su rostro, brutalizado como está, me resultaba excepcionalmente familiar. Por supuesto, el nieto de Jonathan comparte su personalidad absolutamente dominante y altamente irritante. —¿Qué ha pasado ahí? —Señalo los moratones. —Un pequeño incidente causado por su hijo, pero hemos dejado atrás ese desacuerdo. Al menos, yo lo hice. No estoy seguro sobre Nikolai. He educado bien a mi hijo. Nació para la destrucción y no tiene límites con respecto a sus hermanas. Nota para mí mismo: Llamarle más tarde para anunciarle lo gravemente orgulloso que estoy de los métodos que utiliza para resolver conflictos. Mi mujer conduce a Landon a la sala de estar. —Ponte cómodo mientras voy a preparar unos refrescos. Debe haber sido un largo vuelo. —Nada es demasiado largo si puedo encontrar a Mia al otro lado. un: La cara de mi hija se tiñe de rojo. Maya pone los ojos en blanco y Rai murmura —Aww. ¿Yo? Estoy listo para enterrar al hijo de puta en la nueva obra de mi padre. Será brutal pero discreto, y nadie oirá hablar del nombre Landon King nunca más. En mi opinión, le estoy haciendo un gran favor a la humanidad. Maya opta por ir a ayudar a Rai mientras yo me siento frente a Mia y Landon. Entrelaza sus dedos con los de ella y los coloca sobre su muslo. 344 Entrecierro los ojos ante el gesto, pero él ignora por completo la atención y sonríe a mi hija, que le recompensa con una de sus escasas sonrisas. Mis labios se separan. No es ningún secreto que las sonrisas de Mia han sido escasas desde el día en que le fallé como padre y casi la perdemos para siempre. Mi mujer y yo nunca lo decimos en voz alta, pero en el fondo sabemos que perdimos una gran parte de nuestra hija después del secuestro. Nunca volvió a ser la misma niña despreocupada, brillante y que llamaba la atención. Mia perdió una parte de su alma y lo peor es que se negó a hablar de ello. Ni a nosotros ni al millón de especialistas que contratamos para ayudarla a encontrar de nuevo su voz. Todos llegaron al mismo exasperante resultado. Es psicológico. Se está encadenando. A menos que tome la iniciativa, no podrá volver a encontrar su voz. Por eso, verla actuar así con Landon me deja un gran sentimiento de fracaso. Nos ha costado mucho tiempo y esfuerzo proporcionar a Mia un entorno sano y seguro y, sin embargo, este pequeño imbécil ha conseguido ganarse tanto su confianza como su afecto en tan poco tiempo. —¿Desde cuándo conoces a mi hija? —le pregunto. Sin dejar de agarrarle la mano como una serpiente, me obsequia con su lasciva atención. —Unos meses, más o menos. —¿Y ya crees que estás en condiciones de presentarte a sus padres? —No veo por qué no. La audacia de este imbécil. No tiene vergüenza y lo lleva como una insignia de honor. —¿Sabes quiénes somos, hijo? —digo en mi tono serio. Mia se da cuenta de mi cambio de actitud y su rostro se tiñe de rubor. Landon, sin embargo, parece perfectamente contento con su viaje por la autopista al infierno, porque dice. —Naturalmente. —¿Así que te das cuenta de que somos la mafia rusa y aún no temes por tu vida? —¿Por qué iba a estarlo si no he hecho nada? Además, acaba de llamarme hijo, así que lo tomo como que me da la bienvenida a la familia. 345 —Ya te gustaría. —Yo no hago deseos, señor Hunter. Hago que las cosas sucedan. Entrecierro los ojos y me mira fijamente a la cara, sin pestañear, desafiándome abiertamente en mi puta casa. favor. —Papá. —Hace señas mi hija, con el pavor escrito en su suave rostro—. Por —No pasa nada, Mia —dice Landon—. Estaba totalmente preparado para este nivel de hostilidad y me habría decepcionado si hubiera algo menos, para ser sincero. Pero, ¿qué tal si superamos esta etapa? Ya que conoce al abuelo, estoy seguro de que podemos llegar a un acuerdo. —¿Y si no podemos? Levanta un hombro. —Seguiré intentándolo hasta que lo consigamos. —¿Aunque lleve años? —O décadas. Puedo ser persistente y persuasivo. —Ninguno de esos rasgos funciona conmigo. —Encontraré algo que lo haga. —Muy dudoso. Mia se levanta, permanece en silencio durante una incómoda pausa y luego hace señas: —Voy a ver si mamá y Maya necesitan ayuda. Comparte una mirada con Landon de la que sólo ellos dos parecen ser capaces de descifrar el significado antes de marcharse a regañadientes. Bien. Ahora sería un buen momento para secuestrar al bastardo y ejecutar mi plan de construcción. —¿Dónde estábamos? —pregunta Landon—. Bien, yo intentando conquistarle. Confío en que podamos llegar a un acuerdo. Al menos no es tan animalmente violento como tu hijo. —¿Quién crees que es su padre? Y deja de actuar ahora que somos los dos. —¿Actuar? —Escudriña a su alrededor como si buscara una tercera presencia antes de volver a centrarse en mí—. ¿Qué acto? —El acto del novio cariñoso. Eso no va conmigo. —No estoy actuando, ya que estoy, de hecho, tratando de ser un novio cariñoso. —¿Cómo te está funcionando? 346 —A juzgar por su expresión asesina, diría que no muy bien. —Has acertado. —Me inclino hacia delante en mi silla—. Conozco tu tipo, Landon, o mejor dicho, he aplastado tu tipo innumerables veces antes. —¿Mi tipo? —Depredadores suaves y deshonestos que sólo se preocupan por su yo narcisista. —No niego las características. De hecho, me enorgullezco de ellas, ya que me permitirán identificar monstruos similares y proteger a su hija de sus garras. Estoy abierto a ganarme su confianza de la forma que considere necesaria siempre que no incluya romper con Mia. Nikolai y su nervioso primo Killian lo intentaron, pero le aseguro que no lo consiguieron ni lo conseguirán. Le prometo que no soy una amenaza. Al menos, no para Mia y la gente a la que quiere. —Tu promesa tiene poca o ninguna importancia para mí. —¿Qué hay de la información, entonces? Entrecierro los ojos. —¿Qué tipo de información? —Más detalles sobre lo que le pasó a Mia hace once años. Me enderezo y me hago más alto en la silla. —¿Cómo demonios sabes eso? —Mia me lo dijo ella misma porque, como mencioné antes y se negaste a creer, resulta que soy un novio cariñoso y trabajé duro para ganarme su confianza. Lo que incluía suprimir mi propia naturaleza, pero estoy seguro de que no le interesan esos detalles. —¿Cómo diablos sabes de lo que pasó? —Suficiente para formular una teoría peligrosa. En un momento estoy allí sentado y al siguiente le agarro por el cuello de la camisa y le levanto. —¿Qué demonios sabes? —Vaya. Estaba elogiando su sangre fría en comparación con Nikolai, pero la manzana no cae lejos del árbol. ¿Estoy en lo cierto? —Conozco ciento una formas de matar a la gente, así que a menos que estés preparado para experimentar la más brutal, te sugiero que hables. Me agarra del brazo, pero no me aparta. 347 —Lo haré si tenemos confianza mutua. Debo decir que su reacción no anima a futuras colaboraciones. Me llega el sonido de Maya hablando y suelto al cabrón. Cae contra el sofá y se reajusta el cuello como si nada. Cuando mi mujer y las niñas se reúnen con nosotros, ya estoy sentado y pensando en mil maneras de matar a ese cabrón mientras duerme. Olvídate de la obra, es demasiado suave para él. Pero primero, tengo que averiguar qué sabe exactamente y por qué demonios Mia confía en ese cabrón tan sórdido como para contarle esa parte de su pasado. —¿De qué estaban hablando? —pregunta Rai mientras coloca la bandeja de té y galletas delante de él. —El señor Hunter me estaba diciendo que hace un té estupendo y debo admitir que tengo curiosidad por descubrirlo. Entorno los ojos hacia él, pero sigue sonriendo a mi mujer, que le dice que eso es una gran exageración por mi parte. Volvemos a sentarnos a tomar el té, pero a pesar de mi arraigada britanidad, eso no me interesa en absoluto. Sigo atento a los dimes y diretes que desenmascaran al imbécil y revelan su verdadero rostro. Esa misión resulta cada vez más difícil cuando él no para de decir todas las palabras adecuadas y da a Rai las respuestas perfectas a todas sus preguntas. Es tan hábil mintiendo como los espías entrenados, pero quizá no mienta, sino que sepa mezclar la verdad con las palabras adecuadas, según el público. Pero lo que realmente me sorprende es la locuacidad de Mia. Hace muchas señas y cuenta la épica historia de los supervivientes Claudia, Stephan y Emilia, las flores que viven su mejor vida gracias a sus cuidados y a los de Landon. —Espera. —Se vuelve hacia él—. ¿Quién cuida de ellos si tú y yo estamos aquí? —Le di las llaves a Bran y le dije específicamente que podría revocar los derechos de hermano si le pasaba algo a tus preciosas flores. Le golpea el hombro. —Eres tan malo con él. Será mejor que le aprecies más. —Sí, mamá. —Saluda. Mia intenta ocultar su sonrisa, pero no lo consigue. —¿Quién es Bran? —pregunta mamá. 348 —Mi hermano gemelo. —Landon hojea su teléfono y se lo enseña a mi mujer— . Somos idénticos, como puede ver en la foto. Sin embargo, yo soy quince minutos mayor y definitivamente reclamo la posición de hermano mayor. —Dios mío. Tú y Mia son gemelos idénticos. —Lo sé, ¿verdad? Nunca he creído en el destino, pero este pequeño detalle podría hacerme cambiar de opinión. Maya se detiene antes de poner los ojos en blanco. Su mirada se cruza con la mía y dice: —Es un mentiroso. Lo sé, pequeña. Lo sé muy bien. Después de un rato de estar atrapado en la conversación alegre y de ser testigo de una faceta diferente de Mia que creía muerta desde hacía tiempo, me excuso. Me retiro a mi despacho, al otro lado de la casa, y cierro la puerta tras de mí. El lago se extiende en la distancia mientras permanezco junto a la alta ventana y me desplazo por mis contactos. Encuentro el nombre que busco y lo toco. Descuelga después de unos timbres. —Jonathan King al habla. ¿Quién es? —Kyle Hunter. ¿Me recuerdas, Jonathan? Se hace una pausa entre nosotros y luego dice en el mismo tono: —Sí. Me preguntaba cuándo ibas a cobrar tu favor. —Ahora. —¿Qué tienes en mente? ¿Acciones? ¿Una inversión con descuento en mi imperio? ¿Una determinada propiedad a la que has echado el ojo? —Ninguna de las anteriores. Te dije en el momento en que utilizaste mis servicios que no tengo ningún interés en el dinero. —¿Qué quieres, entonces? —Tu nieto a pocos continentes de mi hija. Otra pausa. —¿Qué nieto? —¿Cuál es el peor dolor de cabeza? —Es una dura competición entre mis dos mayores, Eli y Landon. —Es el segundo. 349 —Ah. —¿Eso es todo lo que tienes que decir? Tu nieto revoltoso le ha echado el ojo a mi hija y necesito que lo mantengas alejado. —Me temo que no puedo hacerlo. —Eres su abuelo. Puedes obligarle. —A menos que sea Dios, no puedo obligarle a hacer nada. —Acordamos un favor, Jonathan. —Y voy a mantener mi parte del trato. Pedir el sol es más factible que exigir que mantenga a Lan atado. No reacciona bien a ninguna forma de autoridad, así que sigue mi consejo y deja que lo resuelva con tu hija. Cualquier interferencia por tu parte sólo será contraproducente y hará que tu caso sea mucho peor. La puerta de mi despacho se abre y sigo los movimientos de mi mujer cuando se detiene junto a la entrada. —Gracias por nada —le digo a Jonathan—. Estaré en contacto. —Espero que no como suegros —dice y cuelga. ¿Había diversión en su tono? Es tan cabrón como su nieto. Mi mujer se me acerca, cada día más guapa. Hace más de veintisiete años que la conocí, pero su aspecto sigue siendo tan impresionante como cuando la vi por primera vez. Elegante, majestuosa y brutalmente demandante de mi atención. Esta mujer no sólo ha cambiado mi perspectiva de la vida, de no sentirme deseado a sentirme realizado, sino que también ha estado a mi lado en todo momento. Lo bueno, lo malo y lo asquerosamente feo. No sólo nos queremos, sino que literalmente nos completamos el uno al otro de formas que me resultan difíciles de describir. —¿Interrumpo? —pregunta. Le rodeo la espalda con un brazo, la estrecho contra mí y le beso la cabeza. —Nunca interrumpes, princesa. Me acaricia la solapa de la chaqueta. —¿Te encuentras bien? No parecías tú mismo ahí atrás. Por supuesto que mi mujer se daría cuenta de mi cambio de actitud, por mucho que consiga disimularlo. 350 ella. —No confío en él y no me gusta lo cerca que Mia permitió que se acercara a —Lo sé. Yo también desconfío de él, sobre todo porque estoy viendo de primera mano lo parecido que es a Kill. —¿Por qué siento que me viene un pero? —Mia lo quiere de verdad, Kyle. Desde mi evaluación inicial de la situación, puedo ver que él realmente se preocupa por ella y no sólo está montando un espectáculo. ¿La has visto cerca de él? —Lo he hecho. Por eso estoy perturbado. —Deberías alegrarte por ella, no molestarte. Además, le echaremos un ojo los próximos días y si algo no parece estar bien, nos ocuparemos de ello. ¿Qué me dices? —Yo digo que nos ocupemos de él ahora. —No podemos. Hacía mucho tiempo que no veía a Mia tan salvajemente feliz. Sólo podemos juzgarle por sus actos. —Entonces esperemos que una de sus acciones sea resbalar y abrirse el cuello. Se ríe. —Eres tan malo. —Sabes que te encanta. —Sí, lo hace. —Se pone de puntillas y roza sus labios con los míos—. Pero te quiero más a ti. —Joder, princesa. Eres la única que sabe cómo animarme. —Siempre. —Entrelaza sus dedos con los míos y dejo que me guíe fuera del despacho. Encontraré la forma de hacer desaparecer al cabrón de Landon. Pero ahora me preocupa más la compañía de mi bella esposa. Mi única. Mi para siempre. 351 Landon D ecir que no le caigo bien al padre de Mia sería un eufemismo épico. No sólo me ha estado vigilando de cerca desde que aparecí ayer en su puerta, sino que también me ha estado amenazando con hacerme daño físico cada vez que ha podido. A espaldas de su mujer y sus hijas, claro, para no parecer el malo de la película. Lástima por Kyle, Rai me tolera. No me malinterpretes, sigue desconfiando, probablemente debido a una mala campaña de marketing que Maya ha dirigido contra mí, pero no soy ni más ni menos que el mejor representante de relaciones públicas que te puedas encontrar, así que he ido cambiando mi imagen. A saber, ahora que voy a conocer al padre de Kyle y al abuelo de Mia. Invitó a la familia a comer en su casa, y como me niego a separarme de Mia, sobre todo porque tengo mis sospechas sobre este viaje, me uní. Cuando pienso en abuelos, me vienen a la mente los míos. Mi abuelo paterno, Jonathan King, es un monarca despiadado que sólo muestra afecto a mi abuela y a Glyn. Mi abuelo materno, lord Henry Clifford, es un hombre elegante y sofisticado que sigue teniendo la postura de un cuarentón. El abuelo de Mia, Mikhail, sin embargo, tiene una barriga considerable y la mirada distinguida de un mafioso en sus ojos brillantes. Cuando me presento ante él y Mia me presenta, no sé si sacará su pistola y me disparará entre los ojos o si pedirá a los hombres musculosos apostados en cada esquina de su casa que lo hagan por él. Mira a Mia todo el tiempo que habla y sólo cuando termina dirige su despiadada atención hacia mí. Su voz flota en el aire con un notable acento ruso. —Así que tú eres a quien eligió mi preciosa nieta. 352 —Me llamo Landon King. Es un placer conocerle, señor Kozlov. Mia me ha hablado mucho de usted. —Le ofrezco mi mano. La toma levantando ligeramente las cejas. —¿Como qué? —Como lo mucho que la ha mimado desde que era pequeña y cómo fue uno de los primeros en aprender el lenguaje de signos para ella. Por no hablar de que le encanta pasar tiempo en su casa porque se siente querida y segura. No me malinterpretes. Mia nunca me ha contado estas cosas y no he podido preguntarle ni pasar tiempo a solas con ella cuando Kyle ha estado actuando como mi guardián designado. Pero la vi hablando con Maya y Rai esta mañana y vi lo emocionada que estaba por volver a visitar la casa de su abuelo. Como soy un genio enlazando patrones, me las arreglé para crear la imagen de todo lo que acabo de decir. Mi esfuerzo es recibido con una sonrisa de Mikhail. —Ya veo. Siempre supe que Mia era lista y sabría elegir bien. —Naturalmente, señor. Tuvo una educación brillante y, por lo que veo, también un fantástico sistema de apoyo familiar. —No me llames “señor”. Es demasiado impersonal para el novio de mi Mia. —Por supuesto... ¿abuelo? —Mucho mejor. Mia me da dos pulgares hacia arriba mientras su abuelo me guía hasta el extravagante salón, decorado con cabezas de animales y horripilantes pinturas renacentistas. Este “abuelo” no tiene reparos en parecer totalmente antipático. De hecho, sospecho que lo hace a propósito para infundir miedo en las venas de sus enemigos. Pero, de nuevo, no esperaría menos de un hombre que probablemente pasó toda su vida en la mafia rusa y sobrevivió hasta llegar a una edad avanzada. Maya y Rai caminan a mi lado y al de Mikhail, pero Kyle rodea el hombro de Mia con el brazo y me mira fijamente. Lo recibo con una sonrisa. ¿Qué? Estoy trabajando duro por su aprobación, y dudo que eso se consiga siendo un cretino. Y aunque me importa un carajo la opinión que los demás tengan de mí, Kyle importa porque resulta ser el hombre que contribuyó a la creación de mi pequeña musa. 353 Bailaré a su son hasta que se dé cuenta de que no puede deshacerse de mí. Definitivamente le gusto a su padre y debería seguir su ejemplo. No voy a mentir. Es irritante que me vea como una amenaza cuando he estado tan obedientemente evitando planear romperle los brazos a Nikolai y cortarle las piernas por su acrobacia de hace un par de días. Tuvo la osadía no sólo de intentar alejar a Mia de mí, sino también de intentar romper mis manos de genio. Pero bueno, que no pueda ni quiera hacerle daño físico -cosa que debería agradecer a su hermana- no significa que no vaya a destrozarle emocionalmente. Nikolai cometió el error de meterse con lo que es mío, no una sino dos veces, y no reacciono bien cuando me amenazan, ¿verdad? Más le vale dormir con un ojo abierto en adelante. Pero eso es una idea para otro día. Ahora mismo, me preocupa más causar una buena impresión a los tíos de Mia, a quienes Mikhail me ha presentado. Elogio a una tía por su bufanda y a otra por su enorme anillo que podría dejar ciego a alguien accidentalmente. También hablo de fútbol americano y hockey con los tres tíos, a lo que responden con entusiasmo. Mia me ayudó un poco en este sentido. Le mandé un mensaje para preguntarle por los intereses de su familia y me envió toda una lista de lo que le gusta a cada uno. En estos momentos, mientras me observa captando su atención como el dios que soy, tiene la boca abierta. Debe estar preguntándose cómo me las he arreglado para recordar todo esto, pero estoy un poco herido. Pensaba que a estas alturas ya sabría lo de mis genes superiores, pero en fin, la Operación Familia de Mia la Encantadora es un éxito asombroso. Para cuando nos sentamos a comer, parece que soy el centro de atención. Mikhail incluso dice que Nikolai estaba siendo sobreprotector y que podría haber ido demasiado lejos arruinando mis apuestos rasgos. No te preocupes, abuelo. Lo pagará a su debido tiempo. Después de comer, nos sentamos en el jardín y noto algo en su dinámica familiar. Todos aquí -y me refiero a todos- admiran a Kyle y Rai. No paran de arrinconarlos juntos y por separado para mantener una breve conversación, y me doy cuenta de que Kyle está harto de la mierda de su familia. Rai, sin embargo, es más diplomática. Escucha atentamente y asiente. Probablemente por eso es más receptiva conmigo que con su cerrado marido. Lo miro a los ojos desde el otro lado de la habitación y él los entrecierra mientras aprieta el hombro de Mia. Vuelvo a sonreír. 354 Espera, viejo. Conseguí ganarme a tu difícil hija y sólo es cuestión de tiempo que te toque a ti. Como, por desgracia, Mia está fuera de mi alcance, me deslizo junto a Maya, que está sentada en una tumbona y consulta obsesivamente su teléfono. —¿Esperando un mensaje importante? —susurro cerca de su oído desde detrás de la silla. Se sobresalta y, en su sorpresa, el teléfono cae a la hierba junto a ella. Lo recoge apresuradamente y se lo pega al pecho. —¿Qué demonios quieres? —Estaba haciendo una pregunta inocente. —Ladeo la cabeza—. Pero a juzgar por tu reacción tan sospechosa, tengo motivos para sentir curiosidad. ¿Qué escondes, Maya? —No es asunto tuyo. —Me temo que sí. —No tientes a la suerte sólo porque le gustes a Mia. —¿Celosa? —Vete a la mierda. —Como mencioné anteriormente, estoy interesado en tu hermana, no en ti. Levanta los labios en un gruñido, se levanta bruscamente y se aleja, aún sujetando el teléfono con fuerza. Mientras la veo marcharse, Rai camina hacia mí. Me enderezo y dejo de mirar a su hija. Levanto las manos en el aire. —Sólo le preguntaba qué estaba haciendo. Juro que no tengo nada que ver con su mal humor, aunque lo parezca. —Te creo. —Sonríe y niega con la cabeza—. Maya siempre ha sido la mejor y más cercana amiga de Mia, así que se siente un poco amenazada por el hecho de que Mia tenga ahora a alguien propio. Lo entiendes, ya que tú también tienes un gemelo, ¿verdad? Asiento. El día que Bran encuentre a alguien, aunque es muy improbable, no sé en qué clase de bestia me convertiré. Me gustaría pensar que he cambiado algo de mentalidad, pero mi hermano siempre ha sido una línea roja que nadie podía cruzar, incluidos nuestros padres. —Maya tiene derecho a tener tanto antagonismo hacia mí como le plazca. Mientras no se interponga entre Mia y yo, puedo tolerar su actitud. —Más que nada 355 porque no podría importarme menos toda su existencia. Su único mérito es ser la hermana de mi Mia. —Agradezco tu comprensión. —Hace una pausa y mira a través del jardín hacia donde Mia está contando a Kyle y Mikhail una historia sobre sus plantas. Sólo veo su sonrisa despreocupada y el brillo de sus ojos claros bajo el sol de la tarde. Tengo ganas de ir allí y devorar esa sonrisa y darme un festín con sus labios carnosos. Pero como estoy seguro de que eso sólo conseguiría que Kyle me cortara las pelotas, vuelvo a centrarme en su mujer. Me estudia detenidamente. —Admito que no me sentía cómoda con la idea de ti después de que Maya me dijera que eres como mi sobrino Killian, y probablemente siempre desconfiaré de eso. Sabía que Maya estaba haciendo campaña para ser la presidenta de mi club anti-fan. —Sin embargo —dice Rai—. Puedo ver lo mucho que ha cambiado Mia desde la última vez que la vi, y según me ha dicho, es gracias a ti que ahora sonríe más y parece más cómoda expresándose. Así que gracias por traer de vuelta a mi hija, Landon. —Por mucho que me gustaría llevarme el mérito, no puedo. Mia es la que ha trabajado en sí misma y está luchando por encontrar su voz. Y yo estaré ahí en cada paso del camino hasta que lo consiga. Y lo digo en serio. No me importa a quién tenga que molestar para que Mia recupere lo que perdió contra su voluntad. Si eso significa que su familia me odiará, que así sea. Ninguno de ellos importa. La única que lo hace es la chica que no deja de robarme miradas siempre que su padre no está mirando. —¿Va todo bien? —Hace señas desde la distancia. Asiento, pero me detengo antes de decir accidentalmente lo que estoy pensando. Todo va bien siempre que la tengo delante. Ni siquiera mis demonios podrían interferir en esta sensación de paz. Ha conseguido domarlos simplemente existiendo. 356 Y me aseguraré de poner de rodillas a sus demonios antes de que le hagan daño, aunque sea lo último que haga. 357 Mia S i alguien me hubiera dicho hace unas semanas que Landon sería un novio cariñoso, habría llamado al psiquiátrico. Pero aquí estamos, dos días después de llegar a Nueva York y ya ha conocido -y encantado por completo- a la tía Reina, al abuelo Mikhail e incluso a mis tíos y tías por parte de papá. Su rostro magullado no le impidió conjurar al dios encantador que llevaba dentro. Les dijo abiertamente que era Nikolai siendo ligeramente sobreprotector. Incluso se atrevió a decirle a la tía Reina: —Nunca me gustó Killian, pero ahora que veo que es su madre, puedo intentar tolerarlo por su bien. Y por el de mi hermana, claro. Le invitaron a cenar con el abuelo -que es más paranoico con los extraños y la seguridad que un presidente estadounidense- e incluso jugó contra él al ajedrez. Mamá desconfiaba un poco de él, aunque no lo dijera en voz alta, pero acabó cayendo bien. Incluso Maya se ha guardado su ilógica aversión y, como prometió, ha intentado ser civilizada. La única variable que no cambia es mi padre. Cuanto más le gustaba Landon a los demás, más lo fulminaba con la mirada y le lanzaba indirectas. Lo hace menos en mi presencia, sobre todo desde que mamá y yo le damos codazos o intentamos pararle. Y aunque la turbia relación de Lan con papá me entristece un poco, no es suficiente para ahogar todo lo demás. Durante los dos últimos días, hemos estado en una montaña rusa. Comemos juntos. Landon se presentó a mi familia como mi “novio” con una mano en la parte 358 baja de mi espalda. Si no podía hacerlo, entrelazaba nuestros dedos. Al final de la cena que tuvimos con el abuelo, Lan dijo: —Seguro que nos volveremos a ver, señor Kozlov. Nunca esperé que Landon fuera el novio perfecto, pero ha demostrado que es mucho más que eso. Tal vez tenga que ver con sus superiores habilidades para leer a la gente. O el hecho de que sabe exactamente lo que la gente quiere oír. Aunque a una parte de mí le gusta esto. La otra parte está confundida, por decir lo menos. —¿Por qué crees que hace esto, Iris? —le pregunto a mi flor favorita en mi balcón. Un parterre entero se extiende por toda la terraza, brillando en diferentes colores. Este es el único lugar donde el monstruo no podría escabullirse hasta la esquina. De hecho, desarrollé mi amor por las plantas y las flores porque era el único santuario donde podía escapar de las afiladas garras del monstruo. La tía Reina ha hecho un trabajo maravilloso manteniéndolas bonitas y vivas. Aunque se nota que me echaban de menos, porque están mucho más brillantes desde que volví. O quizá las estoy viendo a través de las lentes de color de rosa que llevo últimamente. El sudor me resbala por las sienes y me lo limpio con el dorso del brazo. El sol desciende en el lago, proyectando un reflejo anaranjado sobre el agua cristalina. Y así, sin más, nuestra estancia aquí llegará a su fin. Tendremos que volver a la isla mañana. Pero, ¿por qué siento que cada pizca de felicidad que experimenté se desvanecerá tan fácilmente como el sol? Me agacho delante de las flores y acaricio los pétalos sonrosados de Iris. —Tú tampoco lo sabes, ¿eh? —Por favor, no me digas que estás hablando con flores otra vez. La voz me resulta muy familiar y siento un repentino escalofrío en la nuca. Inclino la cabeza hacia un lado y veo a Landon de pie en medio de la terraza, con su camisa habitualmente impecable ligeramente desabrochada y el cabello alborotado con los dedos. Me levanto lentamente y busco detrás de él. —¿Qué haces aquí? 359 —Salté por el balcón de tu hermana. —Señala con el pulgar detrás de él—. Siempre quise probar y ver lo que es escalar paredes y ventanas por tu amada à la Shakespeareana. No estuvo mal. Cuatro de cinco lo recomendaría. —¿Por qué sólo cuatro? —Si añado o no la quinta estrella depende de los resultados de esto. —Sus ojos oscuros recorren mis shorts de satén y mi fina camisola—. De momento, parece prometedor. Reprimo una sonrisa. —Probablemente deberías irte antes de que papá note tu ausencia de su entorno inmediato y venga a llamar a mi puerta. —Será mejor que seamos rápidos, entonces, o de lo contrario voy a ser víctima de su implacable polla-bloqueo. Me muerdo el labio inferior e inspecciono nuestro entorno. Probablemente sea mejor que lo eche, pero no es el único que está sexualmente frustrado. Como papá mantiene a Lan atado -todo lo atado que Landon le permite-, nos ha sido imposible pasar tiempo a solas. Especialmente desde que Lan se ha propuesto conocer a cada uno de los miembros de mi familia. —¿Así que quieres pasar tiempo conmigo ahora? —señalo—. Creía que te interesaban más el abuelo, la tía Reina y el resto de mi familia. Busca alrededor de las flores. —¿Qué haces? —Hago señas. —Estoy comprobando si una de estas flores nerviosas es quizás venenosa y podría causar alucinaciones. Si no, ¿por qué mierda crees que prefiero pasar tiempo con tu familia que contigo? —Bueno, ¿no querías conocerlos a todos? —Sí, pero sólo porque pensé que te haría feliz que conociera a la gente que quieres. —Su ceño se frunce—. ¿He calculado mal algo? ¿Acaso que pase tiempo con tu familia no es algo que quieras y, en cambio, te disgusta? Separo los labios mientras estudio su rostro. Parece realmente confundido. Iba en contra de su naturaleza para proporcionarme una forma de felicidad, pero lo he derribado. Le rodeo la cintura con los brazos y entierro la cara en su pecho. Lan me envuelve con sus grandes manos, que cubren mi espalda como un capullo protector. —Si no me hablas, no lo entenderé, Mia. ¿Mis acciones tienen el efecto contrario al que pretendía? 360 Niego con la cabeza contra su pecho y luego la empujo hacia atrás. —Sí que me hace feliz. Supongo que estaba un poco salada porque te he echado de menos estos últimos días. Una sonrisa lobuna levanta la comisura de su labio y me acaricia la mejilla. —Dilo otra vez. —Me hace feliz. —No, la otra parte. Sonrío. —Te he echado de menos, Lan. —Lo hiciste, ¿eh? —No te pongas tan gallito. —Aunque eso forma parte de mi encanto. Además, se me permite de acuerdo a tu tía, que me gusta mucho, por cierto, ni idea de cómo es la madre del insípido Killian, pero divago. —¿Tía Reina dijo que se te permite ser arrogante? —No, pero mencionó que soy el único chico que has presentado a la familia. Al parecer había un tal Brian en el instituto, pero apenas conoció a tu madre y sólo por una coincidencia. Por cierto, ¿cuál es su nombre completo? —Brian Muller. ¿Por qué? —Sólo quiero saber el nombre del perdedor para trastornarle la vida. —No seas irrazonable. Brian y yo tuvimos cinco citas como máximo y técnicamente no hicimos nada. —Lo sé, por eso dije que perturbaré su vida, no que la destruiré. Ahora, defina técnicamente porque la respuesta a eso sin duda decidirá su destino. Frunzo los labios. —¿Tocó lo que es mío, Mia? —Me rodea la garganta con los dedos. El agarre es lo suficientemente flojo como para dejarme respirar, pero lo suficientemente firme como para establecer quién tiene el poder—. La falta de respuesta es una respuesta, musa. —No, no lo es. Sólo me niego a sucumbir a tus demandas irrazonables. —Dime, entonces. ¿Tocó el perdedor Brian esta bonita garganta? ¿Sintió tu punto de pulso y se endureció con la idea de que tiene tu vida en sus manos? Mi corazón casi deja de latir cuando Landon desliza su mano libre por debajo de mi camisola, sobre mi vientre y hasta la turgencia de mis pechos. Mis pezones se 361 tensan contra la tela de satén y él retuerce uno, luego tira. Un escalofrío me recorre y un dolor florece entre mis piernas. No puedo detener la forma en que le respondo, ni siquiera domarla. Quizá no quiera. La razón por la que me he vuelto adicto a Lan no es sólo por su intensidad, sino también por lo completamente desquiciado que tiende a ser. —¿Jugó con ellas, entonces? ¿Se burló de tus pezones como un puberto inexperto que sólo ha visto tetas de verdad a través del porno? ¿Disfrutaste de sus caricias? Se me escapa un gemido cuando me retuerce el otro pezón, pero acaba en un grito ahogado cuando me lo pellizca hasta hacerme daño. Me duele tanto que me lloran los ojos. Me duele tanto que siento la humedad pegajosa en el interior de los muslos. esto? Definitivamente hay algo mal en mí. Si no, ¿por qué demonios me atrae tanto —Lo hizo, ¿verdad? —La voz de Landon se oscurece, bajando a un borde aterrador—. Puso sus manos en lo que es mío. —Entonces no era tuya. —Hago señas con manos temblorosas, apenas capaz de mantener la cordura. —Lo dudo mucho. Siempre fuiste mía, Mia. Sólo que aún no nos conocíamos. — Desliza la palma de la mano abierta por mi vientre y me baja los shorts y las bragas lo suficiente para agarrarme el coño dolorido—. ¿Qué más hizo este Brian que pronto será borrado de la faz de la tierra? ¿Folló en seco tu coño? ¿Te gustó el tacto de su polla flácida? Niego con la cabeza. —¿Eso es un no? —Sus ojos se oscurecen en mí hasta que soy completamente el centro de su atención. —Nunca me gustó su tacto. Era demasiado suave. Una sonrisa que sólo podría describirse como nefasta riza sus labios. —Y no te gusta lo suave, ¿verdad, mi pequeña musa? No te gusta escuchar dulces palabras susurradas al oído mientras te follan al estilo misionero. Prefieres las torceduras y lo desconocido. Te excita lo duro y lo jodido. Slap. Jadeo y siento un dolor punzante en el coño. El cabrón loco lo ha vuelto a hacer y ya no me atrevo a fingir que estoy ofendida. 362 —Apuesto a que no te mojaste así por Brian. ¿Verdad? Niego con la cabeza. —Esa es mi chica. Me suelta el cuello y se desabrocha los pantalones, el sonido resuena en el aire que nos rodea. Apenas vislumbro su polla dura cuando me levanta. Mis shorts y mis bragas se deslizan hasta el suelo y me quedo desnuda en sus brazos. Dejando que cargue con mi peso, le hago señas: —No podemos, Ian. Papá se enterará. —No voy a follarte. Sólo necesito sentirte. Mis protestas se detienen en el fondo de mi garganta cuando desliza su polla contra mis pliegues empapados. El tacto de su piel sobre la mía me ofrece un respiro del dolor palpitante de la bofetada. Siempre ha sido así con Lan. El placer sólo puede venir con dolor: duro, decadente y absolutamente delicioso. Le rodeo el cuello con los brazos. En la oscuridad que desciende, tiene un aspecto salvaje y absolutamente rudo. Los moratones desvanecidos añaden un toque peligroso a su ya feroz naturaleza. Y sin embargo, nunca he sentido que pertenezco como en los brazos de Landon. Mis dedos acarician el lunar que tiene bajo el ojo derecho. Su mirada captura la mía mientras su polla se desliza por mis pliegues y mi clítoris. La presión aumenta en mi interior y me muerdo el labio inferior para no emitir un sonido fuerte. —Joder. Te sientes tan bien, nena. Me duele el pecho y me entran mariposas en la base del estómago, malévolas pero adictivas. Destructivas pero totalmente deliciosas. Solía pensar que las mariposas eran un cliché, pero me costó encontrar a Lan para darme cuenta de que quiero sentirlas siempre que sea posible. Me folla en seco, aunque no estoy segura de la sequedad cuando puedo oír la evidencia de mi excitación. Justo cuando creo que voy a correrme por la constante presión sobre mi clítoris, Lan desliza la punta de su polla en mi abertura. Mis ojos se agrandan. ¿Qué está haciendo? Dijo... —Cambio de planes. No creo que cumpla mi palabra. —Y entonces me penetra de una sola vez. 363 Gimo cuando me llena por completo, con su polla empujándome desde abajo. Me agarro a él, clavo las uñas en su cuello y en el cuello de su camisa. Me empuja de modo que mi espalda choca contra la pared y luego me golpea la cabeza con la palma de la mano. Mis ojos se encuentran con los suyos oscuros mientras me penetra con la urgencia de un loco. —Tu coño me está follando tan bien. Soy el único que puede follarte así. Poseerte así. Nadie más toca lo que es mío, nena. Nadie. Su ritmo se vuelve animal y me aferro a él con todas mis fuerzas mientras la presión de antes estalla en un orgasmo feroz. Sigo montada en él cuando Landon arranca, me baja y me da la vuelta. —Las palmas contra la pared y el culo al aire. Déjame ver mi agujero. Mis miembros tiemblan y apenas puedo mantenerme en pie, pero me agarro a la pared. Lan separa las nalgas y desliza mi humedad hasta el agujero trasero. Me retuerzo cada vez que toca mi centro, con todos los nervios aún sensibles por el orgasmo. Sus dedos se clavan en mis nalgas, separándolas aún más, y entonces escupe. Lo siento resbalar por mis piernas y, por alguna razón, me excita. —Tu coño es mío. Tu culo es mío. Todo lo que tienes que ofrecer es jodidamente mío, Mia. Es hora de que me pertenezcas por completo. Lubrica su polla con mi excitación y se desliza por mi agujero trasero. Me pongo de puntillas y hundo los dientes en el labio inferior. —Relájate. —Me da una palmada en el culo y gimo—. Si te pones tensa, sólo te dolerá. Me da otra palmada en el culo y yo me sacudo. Sus dedos se clavan en mi cadera, manteniéndome erguida. —¿A menos que quieras que duela? Debo de asentir inconscientemente porque la risa profunda y absolutamente desgarradora de Landon resuena en el aire. —Por eso eres mi única. Y entonces me penetra profundamente. Esto es diferente de los juguetes que me había metido antes. Lan es un hombre enorme y siento cada centímetro de su polla llenándome hasta el borde. Jadeo, con la cabeza apoyada en la fría pared. 364 —Mmm, sabía que tu culo estaría hecho a mi medida, igual que tu coño. Me estás tomando como una buena chica, nena. Meneo el culo contra su polla y él se ríe. —Impacientes, ¿verdad? Lleva la mano al coño y me masajea el clítoris mientras me penetra el culo. —Joder, qué bien me estrangulas la polla, nena. Su ritmo aumenta hasta que estoy completamente llena de él, de su intensidad y de su fuerza bruta. Mis fosas nasales se llenan de su aroma hasta convertirse en mi afrodisíaco. El placer me inunda por dentro mientras me acaricia el clítoris con pericia, tocándolo, retorciéndolo y golpeándolo contra su pulgar una y otra vez. Doy un largo grito y, por un momento, pienso que esta vez sí diré su nombre. No lo hago. Aun así, el orgasmo es más fuerte que cualquier cosa que haya experimentado. Lo siento en la base del estómago, pero más en mi dolorido corazón. ¿Por qué duele tanto? Lan maldice en voz baja mientras se corre en mi culo. Puedo sentir la pegajosidad deslizándose por mis piernas y acumulándose en la parte inferior de mis zapatillas. —Joder. Eso se sintió bien. Me suelta la cadera y, sin el único apoyo que tenía, casi me caigo al suelo. Landon me agarra del codo en el último segundo, me levanta en brazos y me lleva a mi habitación. Mientras mis brazos le rodean el cuello, una sonrisa de satisfacción levanta la comisura de sus labios. —¿Quizá deberíamos hacer una segunda ronda en tu cama antes de que llegue tu padre? Sigo mirándole, con el corazón latiéndome con fuerza. No me gusta darme cuenta de por qué me sigue doliendo el pecho. Pero en el fondo, sé que disfruté tanto del sexo no porque sea sólo sexo, sino porque es mucho más. —Es broma. —Sonríe—. O no, dependiendo de tu respuesta. —Te amo. —Hago señas antes incluso de pensarlo. 365 Se detiene en el umbral de la habitación, pero es sólo un segundo antes de continuar hacia el baño. —Vamos a darte un baño. Me tiemblan los labios, pero controlo el impulso de gritar y enfurecerme. Sabía que Lan no suscribe la noción de amor, pero aun así, duele decir las palabras y no recibir nada a cambio. Me zafo de su agarre, me deja en el suelo y me pongo frente a él. —¿No vas a decir nada? ¿Nada? Hace una pausa, parece quedarse sin palabras por primera vez. —¿Quieres que te lo devuelva? —No si no lo dices en serio. Vuelve a mirarme con el ceño fruncido y entonces me doy cuenta. Landon es una página en blanco en el departamento de emociones. Es un emulador y un adaptador maestro. Ninguno de sus sentimientos es suyo. Y acabo de exigirle que sienta una emoción que no puede sentir en absoluto. —Olvídalo. —Hago señas—. Esas palabras fueron dichas en un subidón de emoción y no significaban nada. Voy al baño y cierro la puerta. Luego me deslizo hasta el suelo y me cubro la cara con las manos. Siempre pensé que estaría bien mientras Landon fuera un ser humano decente que no se dejara llevar por la violencia y la anarquía. más. Pero ahora, sólo puedo ver sangrar mi corazón al darme cuenta de que quiero Quiero el amor que él nunca podrá darme. Cuando termino de ducharme, me siento peor que antes, pero, por suerte, Lan ya se ha ido. Intentó entrar e incluso intentó abrir la puerta por la fuerza, pero después de enviarle un mensaje para que me dejara en paz, lo hizo, aunque a regañadientes, y sólo después de prometerme que volvería. 366 Me pongo un vestido negro y unas botas, y salgo por la puerta de atrás para dar un paseo por la carretera. Cuando era pequeña, hacía esto siempre que me sentía asfixiada y necesitaba más espacio. La orilla del lago tiene mejor estética, pero no está tan bien iluminada como la carretera. Y como nuestra casa es la única de la zona, ningún coche se aventura hasta aquí. El frío de la noche sopla bajo mi vestido y me pone la piel de gallina en los brazos. Debería haber traído una chaqueta, pero bueno. Puede que el frío sea bueno en esta ocasión. Mi teléfono vibra, lo saco y sonrío al ver el nombre en la pantalla. Brandon: ¿Cómo va todo? ¿Ha causado Lan problemas? Define problema, porque si significa pisotear mi corazón, entonces lo hizo con creces. Mia: Yo no lo llamaría problemas. Ha sido excelente con mi familia extendida. Brandon: Encantar a la gente es lo que mejor sabe hacer. Me alegro de que fuera mejor allí que el desastre que ocurrió aquí. Mia: En esa parte, sí. Brandon: ¿Eso significa que no lo hizo en otra parte? Mia: Quizá. Brandon: Oh, no. ¿Qué hizo ahora? Mia: Nada desastroso. No te preocupes. Al menos, todavía no. Es solo que no estoy segura de hacia dónde debemos ir si yo le quiero tanto y él no sabe querer. ¿Cómo lo afrontas, Bran? Brandon: Es que lo quiero. Pero como he dicho, no tengo elección, es mi gemelo idéntico y la persona que mejor conozco. Está en nuestro ADN querer a nuestros gemelos, hagan lo que hagan. Además, puede que no sepa amar, pero está aprendiendo a cuidar, y puedo asegurarte que se preocupa por ti más de lo que le he visto preocuparse por nadie, ni siquiera por sí mismo. El día que lo recogí de la mansión de los Heathen, parecía monstruoso y conmocionado. Me dijo que le habías prometido dejarlo para que Nikolai no le rompiera la muñeca. Me miró a los ojos y me dijo: “Me dijiste que actuara en contra de mi instinto y tratara de entender lo que ella piensa en lugar de lo que me dicta mi bestia. Tenemos un problema, Bran. Creo que Mia es la que no entiende y le vendrían bien tus aburridas lecciones. Si de verdad pone fin a las cosas entre nosotros para salvar mi carrera artística, me cortaré la muñeca y enviaré las pruebas de la automutilación a su puto hermano por correo. Tal vez si hago eso, ella finalmente entienda cuál es más importante”. Leí y releí el texto de Bran, sin poder creer lo que veían mis ojos. 367 Mia: ¿De verdad dijo eso? Brandon: Sí. Sólo he conocido a Lan como artista. Esculpir es lo que pone freno a sus demonios, aunque sea temporalmente. Así que el hecho de que esté dispuesto a renunciar a eso por ti es colosalmente importante. Tal vez no es que él no sabe cómo amar, es más un caso que lo hace de manera diferente. Mi corazón aplastado que fue quemado no hace mucho resurge de las cenizas, listo para sacrificarse en el altar de Lan o romperse contra sus ásperos bordes. Todo lo que ha dicho Bran es cierto. Si me fijo en el tiempo que he pasado con Lan, se ha empeñado en cuidarme y hacerme sentir cómoda. En realidad no se trata de palabras, sino de acciones. ¿Cómo demonios pude olvidar que estaba dispuesto a perder su muñeca y su floreciente carrera artística antes que perderme a mí sólo porque no me dijo “te amo?”. Suenan pasos detrás de mí y sonrío para mis adentros. Por supuesto que Lan no me dejaría sola mucho tiempo. Mi sonrisa se congela cuando miro fijamente a los ojos de una oscuridad que reconocería en cualquier parte. En cualquier puto sitio. El monstruo de mi pasado. La razón por la que estoy rota para siempre me mira desde detrás de una pistola. —Nos encontramos de nuevo, Mia. He oído que has estado diciendo cosas que no deberías. 368 Mia L os monstruos adoptan distintas formas en la imaginación de la gente. Algunos los ven como figuras fantasmales que podrían confundirse con fantasmas. Otros los imaginan como la bestia macabra que se esconde debajo de la cama o acecha tras la puerta del armario. Para mí, un monstruo siempre ha tenido la forma de una mujer severa, de cara cuadrada, con un moño castaño apretado y una regla cruel. Con los años, ha empezado a desdibujarse en imágenes del monstruo de ojos amarillos que se arrastra por todos los rincones de mi habitación, esperando a abalanzarse sobre mí. Pero ahora que vuelvo a ver su cara, todos los recuerdos de la regla de madera vuelven a mi conciencia. Señora Pratt. Es una mujer bajita, de figura rolliza y mejillas ahora caídas. Viste su habitual falda negra y cárdigan gris como una figura atemporal. Fue mi niñera y la de Maya durante años, pero lo dejó cuando teníamos unos siete años porque quería ocuparse de la granja familiar con su marido. Pero esa no fue la última vez que la vi. No. ¿La persona que me secuestró? Fue ella. Tenía un cómplice masculino, que atacó nuestro coche, mató a mi guardaespaldas y me secuestró. Supongo que era su marido, pero nunca vi su cara en ese agujero negro y sucio. La única persona que me aterrorizó hasta casi matarme fue la señora Pratt. Durante los días que estuve allí, me disciplinó con su regla hasta el punto de que todavía puedo sentir los dolorosos golpes contra mi carne. Mientras me pegaba, dijo que lamentaba no haber tenido antes la oportunidad de usar la regla para “corregir” 369 mi comportamiento. Y que sabía que yo le pedía a mamá que la sustituyera, razón por la cual renunció antes de que la echaran. Le dije a mamá que no me gustaba la señora Pratt, porque era muy severa y nada divertida. Prefería a alguien que nos dejara jugar a Maya y a mí en vez de centrarse siempre en nuestro plan de estudios. Lo que era una petición inocente se convirtió en el motivo de mi trauma infantil. La gente asumía que mi secuestrador era un hombre y yo dejaba que lo creyeran, sin ver la necesidad de corregirlos. Todos estos años, mi principal prioridad era asegurarme de que ella y su peligroso marido no pudieran hacer daño a mi familia. Es lo único que me importaba. Por eso perdí la voz y por eso nunca la he recuperado. Creía que si podía secuestrarme, matar a nuestro guardaespaldas y casi llevarse también a Maya, podía hacer cualquier cosa. Nuestra estricta seguridad significa una mierda para esta mujer. En el fondo, pensaba que quizá algún día superaría la ansiedad paralizante y el miedo devastador que sentía en la oscuridad de aquel sótano. Quizá algún día pudiera volver a usar mi voz. Pero verla ahora hace que todo se derrumbe. Me tiemblan las piernas y cada fibra de mí me dice que corra. Ahora. —Ni se te ocurra, niña —dice, con voz grave y desagradable. Nunca me gustó la señora Pratt. Incluso antes del secuestro. Llámalo instinto de conservación o puro desdén por la gente atrofiada. Nunca me sentí a gusto con ella y prefería a mi profesora de ruso de entonces. Algo a lo que la señora Pratt no reaccionó tan bien. Da unos pasos hacia mí, sujeta la pistola con firmeza, y yo casi hiperventilo. Deja de acercarte. Deja de acercarte... —Ahora, dime, Mia. ¿Abriste la boca o, mejor dicho, las manos para contarle a ese novio tuyo lo del pasado? Trago saliva, el sudor me resbala por la espalda y me pega el vestido a la piel. No puedo moverme. Apenas puedo respirar. Como paralizada, lo único que puedo hacer es mirar fijamente al monstruo de mi pasado. 370 Un escalofrío me recorre y apenas puedo respirar, por no hablar de pensar en escapar. ¿Es este el final? ¿Por fin? —No podrías haberlo hecho, ¿verdad? Se suponía que era nuestro secreto, ¿no? —Me mira fijamente con sus ojos sin vida. A menudo veía a la señora Pratt como una mujer educada y normal, pero no fue hasta el secuestro cuando me di cuenta de que los monstruos no son sólo seres desfigurados y pueden adoptar distintas formas. Los monstruos no son obra de los dibujos animados y los cómics. Ni siquiera son los hombres grandes y musculosos con caras llenas de cicatrices a los que mamá y papá se enfrentan a diario. Podrían ser algo totalmente distinto. Una mujer aparentemente inofensiva, con una fuerte moral, podía convertirse de repente en un monstruo. O tal vez lo fuera desde el principio, pero sabía camuflar muy bien esa parte de sí misma. —Te advertí lo que le haría a cualquiera que lo descubriera, ¿no? ¿Significa eso que estás lista para ver la sangre de tu novio salpicada en tu linda carita? El pánico estalla detrás de mi caja torácica y se hace añicos por todo el suelo a mi alrededor. No lo toques. A él no. Abro la boca, pero no me sale ninguna palabra. Mis manos permanecen inertes a los lados, como si se negaran a seguir hablando. —Eras tan buena guardando secretos durante más de una década, ¿qué ha cambiado, Mia? ¿Por qué estás siendo estúpidamente terca ahora? Quiero abrir los labios y rogarle que no haga daño a nadie a quien quiero. Por favor. No Landon o mis padres o... —¡Mia! Maya corre por la calle, con la ropa desaliñada y el cabello alborotado. Su rostro es tan blanco que podría confundirse con el de un fantasma. Nunca la había visto así, excepto cuando volví a casa después del secuestro. Estaba llorando a mares. Yo me quedé de pie, totalmente desconcertada. En todo caso, sólo quería que dejara de llorar. 371 Mi hermana me agarra del hombro y se encara con la señora Pratt, con la barbilla temblorosa. La empujo lejos, el horror sangrando en mi torrente sanguíneo mientras hago señas con manos temblorosas: —Vete, Maya. Vete. —No. —Me abraza con más fuerza y noto que tiembla más que una hoja tras una tormenta. —Maya, querida. ¿Qué haces aquí? —pregunta la señora Pratt con la voz suave con la que solía hablar cuando era nuestra niñera. Suena espeluznante en el mejor de los casos cuando ahora nos apunta con una pistola. —Vete —dice Maya, no, ordena—. Dijiste que nunca volverías ni te mostrarías delante de Mia, así que ¿por qué estás aquí? —Eso sólo habría funcionado si ambas hubieran cumplido su parte del trato, pero no lo hicieron, ahora, ¿verdad? Espera... ¿qué? Miro fijamente a Maya, cuyos labios tiemblan y sus ojos están llenos de lágrimas no derramadas. Esto no puede ser lo que creo. Simplemente... no puede ser. —Ah, claro —dice la señora Pratt—. Parece que no estás al día de lo que hizo Maya, así que aquí está... —Cállate —susurra mi hermana y luego grita—. ¡Lo prometiste! —También prometiste mantenerla callada, pero no cumpliste tu promesa, así que ¿por qué debería hacerlo yo? —La señora Pratt dirige su retorcida atención hacia mí—. Verás, Maya siempre estuvo celosa de ti, Mia. Tú eras la gemela lista y brillante que atraía la atención de todo el mundo. Incluso tus tías y tíos te preferían a ti antes que a ella. Antes de transformarse en este hermoso cisne, era la gemela introvertida que pasaba el tiempo sola y sólo te tenía a ti como compañía. Tus profesores te preferían a ti antes que a ella, a pesar de que tenían el mismo nivel de inteligencia. Eras extrovertida y amable. Siempre llevabas flores a tus profesores y los llamabas guapos. Siempre halagabas su aspecto y su olor y te despedías de ellos con un abrazo. Maya no lo hacía o más bien no tenía la capacidad de fingir sus emociones en ese momento. Cuanto más te trataban mejor que a ella, más profundo crecía su rencor hacia ti. Pero no lo demostró porque te quiere de verdad. »Un día murmuró en voz baja: “Ojalá Mia desapareciera aunque fuera por unos días”, así que hice que sucediera, aunque un año después. Verás, yo estaba más en sintonía con las emociones de Maya que tu madre, que se limitaba a darte la misma atención y las mismas oportunidades. Reconocí esos celos ocultos en ella y los alimenté bien. Al fin y al cabo, siempre me trataron como inferior a mi hermana, que 372 tenía más logros, y podía reconocerlo en los demás. Así que un año después, cuando me encontré accidentalmente con Maya a la salida de su colegio y le pregunté por la ruta, me dio la información de buen grado. A ti no podía preguntártelo, porque eras mucho más desconfiada y se lo habrías contado a tus padres. Maya no lo haría porque, en el fondo, siempre quiso que desaparecieras. Para siempre. —¡Eso no es verdad! —grita Maya, con lágrimas cayendo por sus mejillas—. Sólo te lo dije porque dijiste que ibas a hacernos una visita sorpresa. No sabía que ibas a secuestrarla. No lo sabía. —Al principio no, pero lo hiciste después del ataque, ¿no? Mi marido me dijo que le viste la cara y le reconociste, pero no le dijiste nada a tus padres porque tenías miedo de que te odiaran para siempre si se enteraban de lo que habías hecho. No te importaba si abusaban de Mia hasta casi matarla o si acababa muriendo. Está bien admitirlo, querida Maya. —Eso no es verdad... —Unas lágrimas gordas y feas corren por las mejillas de Maya mientras me mira fijamente—. Es imposible que le creas, ¿verdad, Mia? Estaba a punto de decírselo a papá y a mamá, te lo juro. Pero ya habían pagado el dinero y te habían recuperado, así que... —¿Así que decidiste permanecer en silencio? —Mis movimientos son robóticos en el mejor de los casos. —Me amenazó. —Le tiembla la voz—. Se presentó en mi ensayo de piano y dijo que si decía una palabra sobre lo que sabía, te diría a ti y a todo el mundo que ayudé en tu secuestro. No podía... no podía arriesgarme a perderte, Mia. Sabes cuánto te quiero. —Si me quisieras, no me habrías ocultado algo tan importante. —Hago señas— . ¿Sabes cuánto luché por guardarme la verdad mientras mamá y papá me suplicaban que les dejara entrar y les contara cualquier cosa sobre el agresor? Estoy muda por eso, Maya. calle. Se estremece, su rostro parece más ceniciento bajo las anaranjadas luces de la —Lo siento mucho, Mia. De verdad, de verdad que lo siento. Llevo once años viviendo con la culpa. —A la mierda tu culpa. —La empujo. Maya tropieza, pero vuelve a pegarse a mí. —Sé que me odias y está bien, pero no puedo dejarte sola con esta mujer. Su marido te estaba vigilando en el Reino Unido. Aunque el dolor y la rabia se mezclan en mi interior, no puedo evitar mirar a Maya. El desconcierto debe de estar escrito en toda mi cara. 373 —Sólo supe de él ese día, cuando me disfracé de ti y fui al club de ajedrez para poner a prueba a Landon. Él es el dueño de ese club, Mia. Señor Whitby... Miro fijamente a la señora Pratt, que ha estado observando todo el intercambio con expresión satisfecha. —Claro que tenemos que vigilarte, niña. Si hubieras abierto la boca, todo lo que construimos se habría hecho pedazos. No puedo arriesgarme a la ira de tus padres, ¿verdad? —¡Te arriesgaste tanto como para secuestrar a Mia! —grita Maya y se pone en la cara de la señora Pratt. La empuja hacia atrás usando la pistola. —Sí, pero yo salí con eso veinticinco millones más rica. El dinero puede comprarte múltiples identidades y, lo más importante, inmunidad. No lo sabrías porque naciste con una cuchara de plata colgando de la boca. No sabes lo que es ver cómo el trabajo de tu vida se desmorona ante tus ojos porque no tienes medios suficientes para mantenerlo a flote. No sabes lo que es perder a un hijo porque no tenías dinero para salvarle la vida. No sabes nada. —¡Pero eso no es culpa nuestra! —grita Maya—. Mamá y papá los trataron muy bien. ¿Así se lo pagan? —No veo nada malo en tomar algo del interminable dinero sucio que poseen. Además, las dos están de una pieza, por ahora. —Apunta la pistola entre los dos. Maya se pone delante de mí, aunque tiembla sin control. —Así es como va a ir, chicas. Las dos mantendrán la boca cerrada o mataré personalmente a la madre y al padre que tanto les importan. —Aquí hay otro trato para ti. Suelta el arma o te vuelo la cabeza. —El chasquido de una escopeta sigue a continuación y casi lloro cuando veo a Landon de pie detrás de la señora Pratt. —Madre mía. Parece que tengo más público del que esperaba —dice—. ¿Se lo dijiste cuando llamé, Maya? —No, no lo hizo —dice Landon—. Pero la he visto comportarse completamente fuera de sí y me imaginé que algo pasaba. Lo mismo ocurrió cuando se comportó de forma extraña delante del club de ajedrez, así que empecé a recabar información. Sospeché tanto de Frank como de Kayden, el profesor de la universidad, ya que estaban allí cuando ella estuvo a punto de perder la cabeza. Kayden, aunque muy sospechoso, tenía una coartada sólida desde hacía casi once años. De hecho, mientras husmeaba a su alrededor, me preguntó hasta qué punto conocía a Frank, porque 374 algunas cosas no cuadraban. Como que de repente había desarrollado un acento británico. Eso fue suficiente para hacerme indagar más en Maya. »Hice que un amigo instalara un programa espía en su teléfono. Vi el mensaje que te envió cuando se enteró de lo de Frank. Cómo se agitó y amenazó con que si no lo alejabas de Mia, se lo contaría todo a sus padres. También te dijo que si querías cuidar de alguien, debería ser de mí, ya que aparentemente sé más de lo que debería. También fue gracias a ella que te diste cuenta de que volvían a casa. Así que me aseguré de estar aquí cuando aparecieras. Sabía que no podías dejar pasar una oportunidad así. Pero no todo va según tu plan, Kirsten. Me alegra decirte que tu marido está detenido por las autoridades locales. Ahora, si es transportado a prisión o muere en un extraño accidente en el camino, supongo que lo sabremos pronto. Pero primero, te sugiero que sueltes el arma. No tengo mucho entrenamiento con esta cosa, así que podría terminar volándote la cabeza sin querer o intencionadamente. El rostro de la señora Pratt se tiñe de un rojo intenso al darse la vuelta de repente. Un grito burbujea en mi garganta y todo se derrumba en cuestión de segundos. —¡Landon, noooo! —grito mientras un disparo suena en el aire. Y luego otro. Y entonces mi visión se vuelve rojo sangre. 375 Mia L a vida puede dar un vuelco en una fracción de segundo. Hace once años, todo lo que conocía se estrelló y ardió en mil pedazos. Aquella pesadilla marcó mi vida y ahora, una vez más, me encuentro en una situación similar sobre la que no tengo ningún control. Una vez más, silencio. Pero esta vez, es diferente y más potente. Como restos de destrucción, todo lo que puedo hacer es ver cómo me arrancan la vida de debajo de los pies y me la meten por la garganta. Me sube la temperatura y las lágrimas no han dejado de correr por mis mejillas desde que presencié la sangrienta escena. La señora Pratt disparó a Landon. Después de once años, ella realmente hizo lo que prometió todas esas veces y lastimó a alguien cercano a mí porque fallé en mantener mi boca cerrada. Todo es culpa mía. Todo. Si se lo hubiera dicho a mamá y papá, seguro que la habrían encontrado y eliminado a ella y a su marido. Pero cuando era más joven, no era lo suficientemente fuerte emocional o mentalmente y permití que se metiera en mi cabeza. Le creí cuando dijo que si podía llegar a mí, podría llegar a mamá y papá y rebanarles el cuello mientras dormían. 376 Le creía más cuando utilizaba su regla de madera para hacerme callar cuando empezaba a gritar. Me abofeteaba y me lanzaba contra la pared más cercana en cuanto empezaba a molestar. Así que no, no había razón por la que no creyera que era capaz de mucho más con mamá y papá. Consiguió infiltrarse en nuestra hermética seguridad, así que ¿por qué no iba a hacer más con las dos personas que más quería? Y lo que es peor, ¿y si también se dirigía a Maya y Niko? Una parte de mí estaba dispuesta a guardar silencio para siempre si eso significaba que los protegería. Estaba dispuesta a sacrificar mi voz para siempre con tal de asegurarme de que todo siguiera como estaba. Pero no fue hasta que la vi apuntando con una pistola a Landon que se desató el infierno. No sólo grité su nombre, sino que también estaba dispuesta a recibir la bala por él si podía. Pero no pude, porque ya era demasiado tarde. Landon recibió un disparo. La sangre estalló por todas partes. Grité y grité mientras él caía. Pero, en realidad, sólo cayó al suelo después de que él mismo disparara y la cabeza de la señora Pratt explotara sobre mí y Maya. Me importaban un bledo los trozos de sustancia viscosa y cerebro que cubrían mi ropa en ese momento. Lo único que podía hacer era dejarme caer sobre el asfalto, abrazar a Landon y llorar. No he dejado de llorar desde entonces. —Di mi nombre otra vez. —Sonrió mientras me secaba las lágrimas. Fue lo último que murmuró antes de perder el conocimiento. Debido al ruido de los disparos, mamá, papá y un ejército de sus guardias nos encontraron entonces. Ahora, todo el mundo está en la sala de espera del hospital. La enfermera nos ha asegurado que solo era un roce en el hombro y que debería estar bien, pero si ese era el caso, ¿por qué perdió el conocimiento? —Todo va a salir bien, pequeña. —Papá me pone una mano en el hombro para que deje de pasearme por la sala de espera esterilizada. Frente a las dos entradas hay unos cuantos guardias, encabezados por los guardias mayores de mamá, Katya y Ruslan. A menudo jugaban con nosotros y nos hacían sentir seguras mientras crecíamos. Pero ahora nada parece seguro. 377 Las paredes se cierran sobre mí y la bilis se acumula en el fondo de mi garganta, amenazando con hacerme vomitar el contenido de mi estómago. —¿Cómo lo sabes, papá? Está de pie frente a mí, con la cara arrugada por el asombro y una felicidad abrasadora. —¿Qué? —pregunto. —Me llamaste papá después de tanto tiempo. Yo... —Un brillo antinatural brilla en sus ojos—. Pensé que nunca te oiría decir eso o hablar de nuevo. —Supongo que necesitaba otra descarga. —Más lágrimas corren por mi cara— . Nunca me lo perdonaré si le pasa algo. —No digas eso, Mia. —Se puso en esa situación por mi culpa. Y si... y si... Mi padre me envuelve en un abrazo y lloro en su pecho, con los dedos clavados en su chaqueta, pero ni siquiera su olor y su calor me ofrecen la calma habitual. No puedo mantener la calma. No cuando la vida del hombre que amo está en peligro por mi culpa. Cuando nos separamos, me recibe el ceño fruncido de mamá. Se la ve ansiosa, estresada, y lejos de ser la mujer brava que no se inmuta por nada. De hecho, su cara es parecida a la del día en que me encontraron en aquel sótano y me abrazó y lloró. No lo hizo. Una Maya con los ojos llorosos camina detrás de ella, con los dedos entrelazados y la expresión perdida, como si volviera a ser una niña. —¿Qué haces aquí? —le grito—. ¡Te dije que no quiero ver su cara, mamá! —Cariño —habla con voz suave y me acaricia el brazo—. Me lo ha contado todo y entiendo por qué estás enfadado con ella. Yo también estoy decepcionada con ella, pero es mejor que lo hablemos. —No tengo nada que decirle a una perra traicionera y mentirosa. ¡Arruinó a nuestra familia, mamá! —No era mi intención. —Maya toma mis manos entre las suyas—. Por favor, Mia. Por favor, no dejes de hablarme. Estoy dispuesta a todo... —Devuélveme la voz de los últimos once años de mi vida. Ella palidece, sus palabras salen temblorosas. —Tú... sabes que no puedo hacer eso. 378 —Ahí lo tienes, entonces. —Le quito las manos de un manotazo. Maya hunde sus uñas en mi piel. —Mia, por favor. No sólo somos gemelas, sino mejores amigas. Puedo esperar a que me perdones el tiempo que haga falta, pero por favor, no me dejes de lado. —Los mejores amigos no se hacen esto. —Desenrosco sus dedos—. Confié en ti más que en nada en el mundo, Maya. Fui tan estúpida como para pensar que me protegías, pero todo este tiempo me has estado apuñalando por la espalda. —Mia... —Intenta agarrarse a mí otra vez, pero mamá tira de ella hacia atrás. —Ya basta, Maya. Las dos necesitan tiempo libre. Están en un subidón de emociones y está claro que esto no se puede resolver ahora. —Pero... —protesta Maya—. No puedo perder a Mia. Miro hacia otro lado y no le doy ni la hora. Aún no puedo procesar adecuadamente lo que hizo. Todos esos años en los que me ofreció consuelo y se aseguró de que nunca estuviera sola en la oscuridad no fue porque me quisiera. Fue porque se sentía culpable. La razón por la que detuvo sus ataques de celos después del secuestro no fue por un jodido sentido de hermandad, fue por culpa. La forma en que insistió en que le dijera primero si recordaba algo no era porque quisiera estar a mi lado. Era porque necesitaba advertir a la señora Pratt o callarme si alguna vez decidía contarlo. La razón por la que estaba tan celosa y desaprobaba a Landon no era porque quisiera protegerme como hace Nikolai, era porque le preocupaba que se me escapara de las manos y confiara en alguien que no fuera ella. Todo era mentira tras maldita mentira. Creo que ya ni la conozco. Pero no puedo centrarme en eso cuando alguien mucho más importante está luchando por su vida al otro lado del muro. Siempre pensé que Maya era la más cercana a mí, pero no se preocupaba por mí incondicionalmente, Landon sí. Él fue quien me dijo por primera vez en mi vida que debía matar al monstruo de mi vida en lugar de morir en el intento. Él fue quien me animó a volver a hablar, incluso sin saberlo. Maya empieza a llorar y a llamarme, pero papá la aparta físicamente y dice que la llevará a casa. No me importa. Sólo la necesito fuera de mi vista en el futuro inmediato. 379 Demonios. Tal vez sería una buena idea no volver a verla. Mamá me frota el brazo. Tiene la cara cenicienta y los ojos un poco fundidos, como si le costara procesar la situación tanto como a mí. Me alegro. Así entiende lo desorientada que me siento y no me obliga a “hablarlo” con Maya. —Lo siento mucho, cariño. —Olvídalo, mamá. No quiero que te disculpes en su nombre. —Estoy hablando y haciendo señas al mismo tiempo, me doy cuenta. Antes también hice lo mismo. Inconscientemente. Hasta que Maya me agarró las manos. —No me disculpo por Maya. Me disculpo por decepcionarte como madre. Debería haber visto las señales del estilo de niñera autoritaria de la señora Pratt. Debería haber prestado más atención a los pequeños ataques de celos de Maya y a su exceso de indulgencia a la hora de pedir atención. Lo achaqué a los síntomas de la mayoría de edad y lo siento muchísimo, Mia. Me toca frotarle el brazo. —No es culpa tuya, mamá. Tú... no podías haber adivinado que era la señora Pratt cuando renunció un año antes. En cuanto a Maya... todo es culpa suya. Me enfadaré mucho si pones excusas por ella. —No lo haré. Creo que todos necesitamos tiempo para procesar esto antes de dar ningún paso más. —Me acaricia el cabello y la mejilla como si intentara quitar algunas de las manchas de sangre. Me lavé y me puse el traje de guardaespaldas de repuesto de Katya en cuanto llegamos, pero aún debo de tener algo de los restos de la señora Pratt encima. Los ojos de mamá se llenan de lágrimas. —No sé qué habría pasado si te hubiera agarrado esta vez. —Estoy aquí, mamá. No pasa nada. —Oh, cariño. —Me abraza y puedo sentir sus mocos en mi cuello—. Estoy tan feliz de finalmente escuchar tu voz de nuevo. —Yo también, mamá. Yo también. —¿Perdón? Me separo de mi madre para mirar al médico, que acaba de entrar en la sala de espera. Mis pasos son torpes y descoordinados mientras corro hacia él. Los latidos de mi corazón rugen en mis oídos mientras pregunto: —¿Cómo está Landon? ¿Está bien? 380 —Perfectamente bien, señorita. Por suerte, la bala sólo alcanzó algo de grasa y tejido, y pudimos extraerla con éxito. El paciente ha sido trasladado a su habitación y ha recuperado la consciencia si desea verle. Suelto un largo suspiro. —¡Gracias! Gracias. Mamá me aprieta el hombro. —Estaré aquí, cariño. Asiento y me dirijo a la sala de recuperación. Me detengo un segundo antes de entrar. Mi corazón late a un ritmo aterrador cuando lo veo sentado en la cama, medio desnudo. Algo de sangre forma un brillo transparente en su pecho y un grueso vendaje le rodea el hombro, ocultando algunos de los tatuajes de serpiente que lleva debajo. Cuanto más lo veo, más fuerte me golpea la necesidad de llorar. Juguetea con el tubo intravenoso como si quisiera quitárselo. Corro a su lado y le pongo una mano encima. —¿Qué estás haciendo? Me mira, con la cara un poco adormilada y los ojos desenfocados. —Mia, ¿eres tú? —Sí. ¿Qué intentas hacer? —Ir a verte. —¡Pero te han disparado! —¿Por qué debería detenerme eso? —Me acaricia el cabello detrás de la oreja—. Joder. Sabía que me encantaría tu voz desde la primera vez que te oí susurrar. Frunzo el ceño. —Pero nunca había hablado contigo. —Lo hiciste mientras soñabas. —¿Lo hice? —Sí. Me encanta desde entonces e hice todo lo posible para asegurarme de volver a escucharlo. Mi mirada se posa en su hombro y el dolor estalla detrás de mi caja torácica. Me duele verle en este estado. Probablemente peor que si fuera yo la que hubiera recibido el disparo. —Pero saliste herido por mi culpa. 381 —Valió la pena. Volvería a hacerlo sin dudarlo. —¿Incluyendo matar a la señora Pratt? —Especialmente eso. Firmó su certificado de defunción cuando te hizo daño. Cubro su mano con la mía. —Gracias. —¿Por qué? —Por estar ahí para mí. No habría podido hacer esto sin ti. —Siempre estaré aquí. Las mariposas de esta noche vuelven a estallar y saboreo su dulzura en la lengua. Agarro su mano con más fuerza y me tiembla la voz al susurrar: —¿Por qué? —¿Por qué, qué? —¿Por qué harías eso por mí? —Por si aún no ha quedado claro, me preocupo por ti, y cuando se trata de alguien que me importa, lo cual es decididamente poco frecuente, lo protejo. —Sigo sin entenderlo. ¿Tenemos una relación o sólo te diviertes conmigo? ¿Por qué te preocuparías por mí sí... si eres incapaz de sentir amor hacia mí? —¿Quién dice que soy incapaz de amarte? —No pudiste decirlo antes. —Porque no me gusta calificar de amor lo que siento por ti. Esto —señala entre nosotros—, es mucho más potente y retorcido que el simple amor. Si amar a alguien significa dejarlo marchar y desearle que sea feliz con otra persona, entonces no suscribo esa definición. Pero si amar significa protegerte y querer cuidarte hasta el día de mi muerte, entonces te amo más de lo que nadie ha amado jamás a otro ser humano. Mis labios tiemblan. —¿Tú... sí? —Depende de tu definición de la palabra. —Me toma las manos entre las suyas, más grandes, apoya la frente en la mía y cierra los ojos. Estudio su afilada mandíbula y el aleteo de sus pestañas sobre la piel. Nunca había visto a alguien tan brutalmente bello como él. Y sin embargo, en este momento, me parece un hombre diferente. No, no diferente. Cambiado. 382 eso. Antes sólo veía un monstruo en él, pero he descubierto que es mucho más que No, probablemente nunca será normal, pero estoy irrevocablemente enamorada de él, con defectos y todo. Nació diferente y siempre lo será, así que ¿por qué debería cumplir las normas sociales? —Escúchame con atención, Mia. Toda mi vida he sido una entidad desolada y vacía de anarquía y violencia. Mi alma negra no podía sobrevivir sin infligir alguna forma de caos o producir un estallido decadente de creatividad, pero incluso eso ha menguado y ha empezado a alejarse del centro de mi ser. Sin arte, no soy más que un asesino en serie en ciernes. Desde que llegaste, no sólo has llevado mi creatividad a cotas que nunca imaginé posibles, sino que también has llenado el vacío con tu terca sumisión y tus estúpidas flores con nombre. Aunque no puedo ser tu príncipe azul, y con razón, ya que es un idiota sobrevalorado, y nunca podré ser neurotípico, ni genética ni mentalmente, te prometo una cosa, Mia. Siempre veré tu perspectiva antes que la mía, no porque tenga que hacerlo, sino porque quiero. Estoy dentro a largo plazo. Le acaricio la mejilla, con cuidado de no presionar donde tiene los moratones desvanecidos. —¿Y si más adelante te cansas de mí? —Completa y absoluta tontería. Me cansaría de mí mismo antes de cansarme de ti, y ambos sabemos que me creo el regalo de Dios a los humanos. Suelto una risita y él abre los ojos con una sonrisa socarrona en la comisura de los labios. —Dilo otra vez. —¿Qué? —Que me amas. Quiero oírte decirlo. Suelto un suspiro. No tengo reparos en lo diferente y emocionante que es tener una relación con Landon. Sé que si en algún momento encuentro a otra persona o terminamos, volverá a sus hábitos tóxicos más rápido de lo que pestañeo. Pero esa es la cuestión. Estoy tan loca como Landon, porque creo que somos una pareja para siempre. Para nosotros, romper es imposible. Si él no se asegura de ello, lo haré yo. De ninguna manera dejaría que otra mujer lo tuviera. No en esta vida. Le agarro la cara con las dos manos y le susurro contra la boca: —Te amo, Lan. 383 Se acerca hasta que sus labios casi rozan los míos. —Y yo te amo, Mia. Para siempre. Sus labios se encuentran con los míos y sella la confesión con un beso abrasador. 384 Mia Tres Meses Después L a vida nunca ha tenido tanto sentido como últimamente. O quizá empezó a tener sentido después de que Landon se colara en mi vida y causara estragos en los cimientos de mi ser. A cambio, me ofreció a sí mismo, sin filtros, sin disculpas y absolutamente desquiciado. Hoy nos ofrece algo más: una mirada a su pasado. Me trajo a Londres para que conociera a sus padres durante las vacaciones de verano. Ha intentado traerme aquí innumerables veces, pero siempre le he dicho que no estaba preparada, más por cobardía que por otra cosa; sin embargo, siempre ha respetado mi decisión y no me ha presionado para que hiciera el viaje. Sus padres deberían haber venido a Nueva York después de que le dispararan, pero Landon le pidió a mi padre, que ahora es un gran admirador suyo -ya que nos salvó a Maya y a mí-, que enterrara el incidente para que sus padres no se enteraran. Disimuló la lesión como algo sin importancia que había sufrido mientras hacía ejercicio y dijo que no tenía sentido preocupar a sus padres. —La vez que un idiota me apuñaló, no se separaron de mí durante días y mamá no paraba de llorar. Prefiero no repetirlo —dijo. Naturalmente, la policía no intervino en el incidente debido a la influencia de mis padres. El señor y la señora Pratt fueron abandonados en un lugar que nadie más que mi padre conoce y sus nombres se añadieron casualmente a la lista de 385 desaparecidos en acción. El nombre de Landon nunca se mencionó en relación con la muerte de ella y no tuvo que enfrentarse a ningún tipo de investigación legal. En cualquier caso, ya no podía retrasar más la fecha para conocer a sus padres. Además, siempre he sentido curiosidad por las dos personas que formaron Landon, Brandon y Glyndon. Tres hermanos con personalidades completamente diferentes. Mientras nos acercamos a la puerta principal, me estiro el vestido azul, aunque me llega a las rodillas. —¿Seguro que les has dicho que venía? —¿En mi cara? ¿Por qué iba a decirles eso a mamá y a papá? —¡Landon! —Le golpeé el brazo—. ¿No puedes hablar de sexo cuando tus padres están al otro lado de la puerta? —¿Por qué no? Ellos también tienen sexo. Todo el tiempo, si se me permite añadir. Somos sexopositivos en esta casa. Si alguno de nosotros trajera a casa un extraterrestre, lo recibirían con los brazos abiertos. —¿Estás diciendo que soy un extraterrestre? —El alienígena más sexy. Estoy a punto de volver a golpearle el brazo, pero la puerta se abre y mi columna se sacude en línea recta. —Te dije que esperaras a que entraran —dice un hombre alto y fornido, de llamativo cabello rubio. Reconozco enseguida el parecido entre él y sus hijos. Lan y Bran tienen su mandíbula y el mismo mítico tono azul de ojos. Tiene el brazo sobre la pequeña espalda de una mujer más bajita. Sus ojos verdes, que sin duda ha transmitido a Glyn, centellean con picardía y no puedo dejar de mirar su brillante y largo cabello castaño que cae en ondas. —Estoy un poco impaciente por conocer a la invitada especial de Lan. Landon me rodea la cintura con un brazo, imitando a su padre, y dice: —Mamá, papá. Les presento a mi chica y su futura nuera, Mia Sokolov. Le miro fijamente. ¿Futura nuera? No tengo tiempo de concentrarme en eso porque la madre de Landon, Astrid, me ofrece una gran sonrisa de bienvenida. —Encantada de conocerte, Mia. He estado soñando con el día en que Lan nos presentaría a su persona especial. Nunca ha traído a nadie, ya sabes. —Ninguna valía la pena —responde simplemente, sin pestañear. 386 —Me enteré por Glyn y Bran que tú solita le pusiste un freno a la locura de Lan —dice su padre—. Ya me caes bien. —Estamos oficialmente impresionados —dice Astrid—. Este de aquí siempre ha sido un caballo salvaje. —Y siempre lo será. Lo que pasa es que ahora tengo una compañera de fechorías. —Me acerca a su lado—. Déjanos entrar. Me muero de hambre. Astrid me agarra del brazo y me lleva dentro, dejando a Lan en compañía de su padre. —¿Alguna noticia de tu hermano? —Oigo preguntar a Levi. —Trabajando en ello. No te preocupes, papá. Me aseguraré de que todo encaje. —¿Qué hay de lo que hablamos el otro día...? Sus voces se vuelven distantes e ininteligibles mientras Astrid me hace una pequeña visita guiada por la casa. Su mansión es mucho más grande de lo que imaginaba, con rústicos y altos techos victorianos y amplios ventanales que dan a un cuidado jardín. Tienen tres estudios incorporados. Uno para Astrid, el segundo para Lan y Bran, y el tercero para Glyn. Todos ellos fueron cuidadosamente construidos por Levi como regalos para su mujer y sus hijos. Astrid me lleva a la habitación de Landon y me enseña todos sus premios de múltiples actividades. Fútbol. Exposiciones de arte. Concursos de ortografía. Concursos de idiomas. El superdotado lo ha hecho todo. Astrid parece absolutamente orgullosa de sus victorias, como si fueran suyas. Se sienta en el borde de su cama mientras yo estudio los recuerdos de las infinitas actividades en las que ha participado. No mentía cuando dijo que era un genio y que aprendía rápido. —Lan hizo de todo mientras crecía: lo bueno, lo malo y lo totalmente jodido — dice con una sonrisa triste—. Él cree que no nos dábamos cuenta, pero su padre y yo siempre supimos que participaba en innumerables eventos y actividades para llenar el vacío que seguía creciendo en su interior. Cuanto más grande se hacía el agujero, más intensas se volvían sus aficiones. Levi y yo le dejábamos hacer lo que le apetecía y le dábamos margen para que se apuntara a deportes violentos, no porque lo alentáramos, sino porque no sabíamos qué podía beneficiarle. La terapia no ayudaba. Restringirlo tuvo el efecto contrario, y vigilarlo lo volvió vengativo. Supongo que lo que intento decir es: Gracias, Mia. Me enfrento a ella, abrazando un premio de arte contra mi pecho. —Yo... no hice nada. 387 —Le diste el equilibrio que pasó toda su vida buscando, y eso lo es todo. Le diste lo que nosotros no pudimos. —Eso no es verdad. Sabe que te esforzaste al máximo. Eso es todo lo que cuenta. Sonríe, con una expresión suave y evocadora. Ahora entiendo por qué Lan quiere tanto a sus padres y no quería preocuparlos por su lesión. Le dejaron ser él mismo cuando más lo necesitaba. Lo hicieron con la esperanza de que algún día volviera al buen camino, y creo que se da cuenta de lo duro que fue para ellos. Y lo que es más importante, sabe los muchos problemas que les causó a lo largo de los años. —También me ha estado enseñando sus piezas más recientes y diciendo que ha encontrado a su musa —dice—. Supongo que eres tú. —Supongo. Quería preguntarte, ya que tú también eres artista. ¿Hay algo más que pueda hacer para ayudarle? —En realidad, no. Simplemente sé tú misma. Por fin está encontrando su estilo distintivo y es eufórico verlo. —¿No lo había hecho antes? —No. No niego que Lan haya nacido genio. Tiene una técnica perfecta y una imaginación única. Siempre le he dicho que me superaba en la adolescencia, pero a menudo me mostraba su trabajo y yo me sentía feliz de que siguiera buscando mi validación. Pero desde que empezó a ser profesional, pude ver su superioridad creativa y técnica, pero no había alma. Últimamente, eso ha cambiado radicalmente. Ahora, estoy segura de que se elevará al cielo con su talento. Con tu ayuda, claro. —En realidad no hago nada. Sólo me siento ahí. —Y a veces se la chupo sólo para molestarle. —No subestimes el papel de una musa. Algunos dicen que es inseparable de nuestras almas. ¿Por qué me gusta la idea de formar parte del alma de Lan? Probablemente porque soy tan posesiva como él y quiero grabarme dentro de él tan profundamente como él está dentro de mí. Astrid se levanta. —Venga, bajemos a cenar. Tal vez pueda desenterrar sus álbumes de bebé después. Sonrío. —Me encantaría. 388 Cuando bajamos, nos reciben dos personas nuevas, o más bien, una cara nueva. Reconozco al primero como Eli. Le conocí fugazmente en la mansión de los Élites y Landon siempre se empeñó en separarme de él. Por alguna razón, eso hizo que Eli insistiera más en interactuar conmigo, lo que, a su vez, provocó los rasgos tóxicos y posesivos exagerados de Lan. El hombre que le acompaña es Aiden, que es una copia mayor de Eli. Alto, imponente e intimidante sin siquiera intentarlo. Sin embargo, yo no lo veo así. Según Lan, su tío Aiden siempre ha sido su fan número uno, el facilitador de su mente anárquica y el que mejor entiende su comportamiento antisocial. Su padre también lo hace ahora, pero le llevó algún tiempo aceptar el hecho de que Lan es y siempre será diferente, sobre todo porque solía tratar a sus hermanos de forma antisocial. —¿Y qué haces tú aquí? —Lan mira fijamente a Eli. —¿Por qué esa fría bienvenida, querido primo? Me sentí terriblemente herido en mi inexistente corazón cuando invitaste a papá a cenar y no consideraste incluirme. —Eli rodea con un brazo el hombro de su padre—. Venimos en conjunto. —¿Hizo fuerza para venir contigo, tío? —Más o menos —dice Aiden con cara de póquer—. Dijo, y cito textualmente: “Por supuesto que mi presencia es bienvenida. Quién no disfrutaría de mi piadosa compañía y de mi estimulante elocuencia conversacional”. —Yo, por ejemplo. —Lan sonríe—. Se me ocurre alguien más que tampoco lo haría. Quizá debería enviarle un mensaje a ese alguien para que pueda juzgar tu estimulante elocuencia de conversador. —Papá... —dice Eli, todo el humor ausente—. ¿Recuerdas cuando dije que quería que Lan se fuera? —Sí, constantemente. —Todavía quiero que se vaya. —Lástima que estoy aquí para quedarme. —Lan hace una mueca—. Y deja de pedirle ayuda a tu padre como una putita. ¿Cuántos años tienes? ¿Seis? —Estás jugando con fuego, imbécil. —Arde, querido primo. Quémate. —Chicos —dice Levi, pellizcándose el puente de la nariz—. ¿Cuándo van a dejar esta rivalidad sin sentido? 389 —Déjalos. —Aiden sonríe—. Es divertido. La expresión de Lan pasa de juguetona a ardiente cuando me ve con su madre. Viene a acompañarme, me pone la mano en la espalda y me guía hasta el centro del salón. Eli me ofrece su encantadora sonrisa. —Nos encontramos de nuevo, Mia. —Hola. —¿No es hora de que decidas que éste de aquí no vale tu tiempo? —Ignora el desperdicio de espacio. —Lan ni siquiera le presta atención—. Tío, te presento a Mia. La futura reina de mi reino. Se me calientan las mejillas y espero que no sea tan evidente como creo. ¿Qué le pasa hoy con todas las etiquetas? Le ofrezco mi mano. —Encantada de conocerle, señor King. —Por favor. Llámame Aiden. —Le devuelve el apretón con uno firme pero breve—. Debo decir que eres una joven valiente por aguantar a alguien como Lan. —Llevo meses diciéndolo —coincide Eli. —Oye. —Lan parece ofendido—. Se supone que debes estar de mi lado, tío. —Hace falta valor para aguantarte, así que por supuesto tengo que dar crédito a quien lo merece. —Se inclina—. Llámame si este te da problemas. —A mí también —dice Levi. —¡Papá! —se burla Lan. —Deja en paz a mi chico. —Astrid le rodea la cintura con los brazos en un abrazo y él esboza una sonrisa de satisfacción, luego finge estar herido. —¿Ves, mamá? Nadie entiende lo que valgo. —Añadiré mi número a la línea directa de Landon —dice Eli, casi con demasiada emoción. —No puede estar más ocupado que la Línea Directa de Eli —responde Lan—. Lo sé porque llevo años ocupándome de las secuelas. Eli le fulmina con la mirada y Lan se limita a mover las cejas. Aiden y Levi comparten una mirada y luego niegan con la cabeza, casi con exasperación. Acabo de conocer a esta familia y ya me encantan. 390 Son diferentes a los míos. Aunque siempre pensé que estábamos muy unidos, lo que hizo Maya lo arruinó todo. Nos lo hemos tomado con calma, pero estoy aprendiendo a perdonarla. Tocó fondo después de ese incidente. Al parecer, como yo sospechaba, estaba muy enamorada de Ilya, el guardaespaldas principal de Jeremy, y probablemente incluso empezó una relación secreta con él. Pero evidentemente, hizo algo tan imperdonable, que rompió con ella. Luego pasó lo de la señor Pratt y corté lazos con ella. Tuvo un colapso mental. Yo estaba allí para ella. A diferencia de lo que hubiera pensado, no podía simplemente verla desintegrarse. Sigue siendo mi gemela y, como dijo Bran, está en nuestro ADN querer a nuestros gemelos, hagan lo que hagan. Nuestra familia se ha ido curando, pero no estoy segura de cuánto durará este proceso. Supongo que, como dijo el consejero familiar, puede llevar el tiempo que sea necesario. Lo positivo es que Nikolai volvió a disculparse por haberme ignorado aquel día y prometió no interferir en mi relación con Landon a partir de ahora. No hay amor perdido entre ellos, pero aceptaré cualquier oferta de paz que pueda conseguir. —¿En qué estás pensando? —me susurra Lan al oído mientras nos quedamos atrás mientras todos los demás van al comedor. —Cuánto me gusta tu familia. —¡Todos menos el pesado de Eli, querrás decir! —grita la última parte. —¡El único molesto eres tú, idiota! —grita Eli sin dudarlo. —Oye, Lan. —Me detengo frente a él y le rodeo la cintura con los brazos. Más que sus magníficas estatuas, es su brutal belleza la que siempre, sin duda, roba mi atención. —¿Sí? —Gracias por dejarme entrar en tu mundo. —Gracias por ser mi mundo. —Gracias por ayudarme a recuperar mi voz. —Gracias por dejarme oírla. —En serio, te has tomado muy bien las lecciones de Bran. —No se necesitan lecciones. Además, Bran es el que necesita lecciones, no yo. Suena el timbre y frunce el ceño. 391 —Mamá, ¿esperamos a alguien más? —Invité a alguien. —Eli viene corriendo. Al abrir la puerta, Glyn salta Lan en un abrazo. —¡Sorpresa! La sorpresa es, por supuesto, que ha traído a Kill. Doy un respingo. Es una idea terrible. No importa cuántas treguas existan entre los Heathen y los Élites. Lan y Kill no pueden soportar el uno al otro para salvar sus vidas. —¿Tu presencia no es suficiente, así que has añadido otra presencia odiosa? — le pregunta Lan a Eli. —Por supuesto. Cuantos más mejor, ¿verdad, Kill? —Claro. —Mi primo sonríe cuando lo saludo con un abrazo. Cuando me alejo, su cara vuelve a la frialdad habitual—. Landon. —Killian —dice con la misma energía destructiva—. Para que conste, sigues sin gustarme. —Tú tampoco me gustas. —La solución es simple. Deja a mi hermana. —Sólo si dejas a mi prima. —No. —Estaremos de acuerdo en eso, entonces. Encuentro la mirada de Glyn, que parece harta de su mierda, y ambas ponemos los ojos en blanco. —Mis psicópatas favoritos. —Eli agarra a cada uno por el hombro, pero se sueltan. Lan me agarra de la mano y Killian hace lo mismo con Glyn—. Grosero — murmura Eli en voz baja. —Larguémonos de aquí —me susurra Lan al oído. —No. No voy a dejar tirados a tus padres. Además, esto es divertido. —Mientras te divierta. —Parece infeliz, pero definitivamente está fingiendo. Me pongo de puntillas y beso su mejilla, luego murmuro: —Te amo, Lan. —Joder. —Sonríe con una genuina sonrisa de infarto—. Sí que sabes cómo calmar a la bestia que llevo dentro, pequeña musa. Y siempre lo haré. 392 No importa cómo vea el mundo a Landon. Puede que esté loco, pero es mi locura. 393 Landon Tres Años Después ¿R ecuerdas aquello en lo que estuve trabajando durante algún tiempo? Bueno, puede que me haya despistado un poco y la tarea me haya llevado más tiempo del previsto. Dos años más, para ser concretos. Pero, ¿qué es una victoria sin algunas dificultades en el camino? En realidad, no tengo razón. Sé que es raro, pero a veces es verdad. Este maldito obstáculo sin sentido me ha estado molestando por un tiempo. Pero aquí estoy. Por fin. En medio de mi propia exposición. Para que quede claro, desde que estaba en la universidad he recibido múltiples ofertas de galerías de arte nacionales e internacionales de renombre para organizar mi primera exposición individual. Rechacé todas y cada una de ellas porque, como mencioné en mi anterior queja sobre el calendario, sencillamente no estaba preparado. Y aunque pueda parecer una excusa endeble, en realidad es verdad. El Landon de hace dos años necesitaba una sacudida y una patada en el culo para ponerse las pilas y producir por fin la obra maestra para la que fue puesto en esta tierra. Aunque no acepté exposiciones individuales, sí participé en exposiciones de varios artistas y financiadas por organizaciones benéficas. Hice crecer mi nombre y dejé a la comunidad artística rebosante de ilusión por saber cuándo les enseñaría por fin en qué había estado trabajando en secreto. 394 Cabe decir que mis obras maestras no se comparan con las estatuas decentes pero no tan especiales que hice antes. Cosas que fueron calificadas de “maravillosamente impresionantes”, “dolorosamente bellas” y “brutalmente cautivadoras” palidecen en comparación con mis nuevas creaciones. Así que puede que me haya pasado un poco y, en lugar de una obra maestra, tenga unas cuantas. O más bien treinta. ¿El tema y el nombre de la exposición? El misterio de una musa. Las estatuas de Mia llenan la galería. Por primera vez, el tema de mi obsesión y adicción se revela al público en general o a cualquiera que no sea miembro del personal. Me quedo en un rincón, viendo cómo todo el mundo cae rendido ante mi genialidad y la razón de mi genialidad. La musa en cuya existencia no creía hasta que me atrapó para siempre. La musa que llenó tanto el vacío que resulta imposible imaginar un mundo cuyo centro no ocupe ella. Mamá fue la primera que me dijo que mi arte por fin tiene alma, y veo exactamente por qué. Antes de Mia, yo no tenía alma, y aunque algunos podrían argumentar que sigo sin tenerla, la verdad es que solo pude encontrar mi impulso después de que Mia llegara a mi vida. Necesitaba una forma de traducir esos sentimientos y darlos a conocer al mundo para que vieran lo mucho que ella significa para mí. Puede que también tenga que ver con el hecho de que quería anunciar la propiedad irrevocable para que todo el mundo viera que es mía de una puta vez y nadie se hiciera ideas raras. Las estatuas que llenan la galería son de Mia en diferentes situaciones. El día que la conocí después de destrozar el coche de su primo. El día que la acorralé en el baño y me bañó en sangre. El día que me dio una patada en los huevos por sus adorables celos. Con una flor en la mano. Delante de un campo de imbéciles con su nombre a los que a veces dedica más tiempo que a mí. El día de su graduación. El día que gritó mi nombre por primera vez, mi momento favorito en secreto. Sin embargo, mi estatua favorita es la que elegí como tema principal de este evento. La pieza que pasé dos años perfeccionando. La pieza que todos miran embobados como si fuera su dios hecho a medida. Una estatua gigante de Mia se alza en medio de la galería. Lleva su vestido gótico y sus botas. Entrelaza cintas en el cabello y sus ojos miran fijamente a la nada. 395 Tiene los labios cosidos con puntos. La piedra se hunde bajo cada uno de ellos, parece dolorosa y profunda e imposible de deshacer. Dos grandes alas brotan de su espalda, dejando tajos en la piedra. Una de ellas se yergue orgullosa, pero la otra está torcida, rota y medio caída. Los bordes están salpicados de rojo: su sangre virginal, que plasmé en un lienzo hace dos años. Extiende los dos dedos corazón. Como aquel día que me dejó perseguirla y me mostró su lado que hablaba mi idioma con fluidez. El mundo está asfixiado por mi obra maestra favorita, y posiblemente la única. Pero no más que yo. Cuando terminé mi creación, me sentí completamente asombrado. Y, en cierto modo, experimenté una fuerte sensación de vacío al pensar que había terminado. Mi único consuelo es que puedo hacer más obras maestras mientras tenga a Mia. La mujer en cuestión aparece a mi lado, con los ojos vendados, guiada por Bran y Glyn. Y lleva un vestido azul. Un color que sólo reserva para las ocasiones más preciadas. Mis exposiciones de arte pertenecen a esa lista. Le ha arrebatado el puesto a mamá y se ha convertido fácilmente en mi animadora número uno. Acaba de graduarse y está lista para empezar a trabajar en su sueño de empresaria, pero sigue haciendo de modelo para mí y pone morritos adorables cuando le digo que no puede ver en qué estoy trabajando. —¿A dónde vamos? ¿Glyn? ¿Bran? Mis hermanos sonríen y me hacen señas con el pulgar antes de reunirse con mamá, que lucha contra las lágrimas mientras concede algunas entrevistas. Papá está a su lado, orgulloso y contento. Digamos que mi decisión de dejar de molestar a mis hermanos para que hagan deporte ha mejorado mucho las cosas en la familia. Resulta que yo era el problema y el rey del drama. Sorprendente, lo sé. Pero de todos modos, este es el momento que he estado esperando. —¿Bran? —Soy yo, musa. —Rozo con mis labios su mejilla. Llama en un color rojo brillante. —¿Lan? —Sí. —Le tomo la mano—. Sígueme la corriente. —¿Cuándo podré ver las estatuas? Ya he esperado bastante. 396 —Paciencia. —He sido paciente durante dos años enteros. No entiendo por qué eres tan reservado cuando soy tu supuesta musa. —Es por una buena razón, créeme. La multitud se divide como el Mar Rojo para Moisés. Paso por delante de toda nuestra familia y amigos, incluidos, aunque no exclusivamente, Rai y Kyle -sí, ahora nos tuteamos, ya que obviamente soy su futuro yerno favorito y cualquiera que te diga lo contrario miente-, Maya, que lleva dos años disculpándose con su hermana, Nikolai, el tío Aiden y la tía Elsa, el abuelo y la abuela, y nuestro extenso grupo de amigos. —¿Ya hemos llegado? —vuelve a preguntar. La detengo delante de la estatua y le quito la venda. Parpadea ante la luz repentina, pero cuando vuelve a concentrarse, sus labios se entreabren. El color etéreo de sus ojos se ensancha cuanto más se fija en los detalles. Su mirada se dirige al resto de las estatuas y se tapa la boca con las manos. No puedo evitar mirarla, enamorarme de nuevo de cada chispa de sus ojos de flores silvestres. Pensaba que el mundo era un bucle de nada sin sentido, pero entonces me di cuenta de que yo estaba vacío. Pensé que había hecho las paces con esa parte de mí mismo, pero eso fue hasta que Mia apareció en mi vida y desbloqueó una parte de mí que no sabía que existía. Por fin me mira, con la cara sonrojada y los labios entreabiertos. —Estas son tan... tan... hermosas. No, eso es un eufemismo. No puedo creer que las hayas estado haciendo todo el tiempo. —Tú eres la razón de que exista esta obra maestra. —Me arrodillo y saco el anillo que mandé hacer a medida con una rara joya que hace juego con el color de sus ojos—. No sólo eres mi musa, sino también la única razón por la que sigo creando. No me completas, me llenas con tu esperanza, tu determinación y tu constante regaño. Pero divago. Aunque sólo un poco. —Dejo entrever mi encantadora sonrisa—. Antes creía que no tenía alma, pero resulta que sólo te necesitaba a ti para llenarla. Ahora que te he encontrado, no puedo ni quiero vivir sin ti. Mia Sokolov, ¿te casarías conmigo? Le brillan las lágrimas en los ojos mientras se pone de rodillas delante de mí y asiente frenéticamente con la cabeza, luego hace una seña: —Te amo. —¿Eso es un sí? —respondo por señas. —Sí. Un millón de veces sí, Lan. 397 Deslizo el anillo en su dedo y la beso en medio de vítores, abucheos y flashes de cámaras procedentes de todas partes. Cuando nos separamos, susurro: —Yo también te amo. Sé cuánto necesita oír eso, y aunque no creo en el amor como emoción, creo en ella. Mi mujer. Mi musa. Mi para siempre. EL FIN El siguiente libro de la serie es un romance MM sobre Nikolai y Brandon: Dios de la Furia 398 Puedes consultar los libros de las parejas que aparecen en este libro: Kyle Hunter y Rai Sokolov: Dúo del Trono Levi y Astrid King: Cruel King Killian Carson y Glyndon King: Dios de la Malicia Jeremy Volkov y Cecily Knight: Dios de la Ira 399 Rina Kent es autora de bestsellers USA Today, internacionales y número uno en Amazon de todo lo relacionado con el romance de enemigos a amantes. Es conocida por escribir antihéroes y villanos sin complejos, porque a menudo se enamoró de hombres a los que nadie apoya. Sus libros están salpicados de un toque de oscuridad, una pizca de angustia y una malsana dosis de intensidad. Pasa sus días privados en Londres riendo como una malvada genio a punto de añadir caos a su universo en expansión. Cuando no escribe, Rina viaja, hace senderismo y mima a los gatos al más puro estilo Cat Lady. 400 401