El Rincón del Pintor. Cabeza y retrato Dirección editorial: Ma Fernanda Canal Edición: Tomàs Ubach Ayudante editorial y archivo iconográfico: Ma Carmen Ramos Textos y coordinación: David Sanmiguel Realización de los ejercicios: Miriam Ferrón, Mercedes Gaspar, Josep Torres e Yvan Viñals Diseño de la colección: Josep Guasch Maquetación y compaginación: Josep Guasch Fotografías: Nos & Soto 2a edición: febrero 2006 © ParramónPaidotribo Derechos exclusivos de edición para todo el mundo www.parramon.com E-mail: parramon@paidotribo.com ISBN: 978-84-342-2407-0 ISBN EPUB: 978-84-342-1494-1 Depósito legal: B-2.152-2006 Agradecimientos Parramón Paidotribo quiere manifestar su agradecimiento a Adriana Berón, Mercedes Castro, Sergi Oriola, Alejandra Ravassa y Antonio Restrepo por su gentil colaboración en este libro. Sumario Presentación – EL RETRATO EN LA HISTORIA DEL ARTE Los primeros retratos de Occidente Los rostros de El Fayum El retrato renacentista El retrato y la expresión de la virtud Rafael Retratos barrocos Pompa y circunstancia: los retratos de Van Dyck De la Ilustración al Impresionismo Más allá del Impresionismo El retrato en la actualidad – DIMENSIONES BÁSICAS DE LA CABEZA Forma y proporción de la cabeza Las proporciones reales El canon Sistema de referencias Consideraciones previas Módulo básico Particiones a lo ancho Distancia entre los ojos Referencias en la cabeza de perfil El canon de la cabeza femenina Proporciones de la cabeza infantil Adolescencia y edad adulta La cabeza en la vejez – ESTUDIO DE LOS RASGOS FACIALES Los ojos Las cejas El dibujo de los ojos Volumen, luces y sombras Los labios y la boca Luces y sombras La nariz Las orejas El cabello Proceso de realización El cuello – ENCAJE Y CONSTRUCCIÓN DE LA CABEZA Método práctico de construcción Desarrollo del método Cabeza femenina alzada Cabeza femenina vista desde arriba Cabeza femenina en escorzo lateral Dos cabezas masculinas Métodos simplificados de encaje Escorzos de la cabeza – COMPOSICIÓN DEL RETRATO Elección de la pose Posición del cuerpo Relación entre la figura y el fondo El problema de la simetría Esquema de composición básico La dirección de la luz La iluminación El autorretrato – EL RETRATO EN LA PRÁCTICA Estudio de la cabeza masculina Estudio de la cabeza femenina Estudio de la cabeza infantil Retrato infantil al pastel Busto femenino al óleo La valoración en el retrato Busto masculino al óleo Retrato femenino de cuerpo entero Retrato en un interior Otros libros de la Editorial sobre cabeza y retrato Presentación El arte del retrato es uno de los géneros más sofisticados y comprometidos para el artista. Un género que presupone una experiencia previa en el dibujo y la pintura y un cierto atrevimiento, ya que el retratado suele ser, a su vez, el crítico más exigente de la obra del retratista. Es también un género repleto de posibilidades y que entra de lleno en el aspecto más radicalmente humano de la pintura: la representación de un hombre o una mujer en particular, la plasmación de una personalidad sobre la tela o el papel. El retrato plantea cuestiones apasionantes y, al mismo tiempo, muy delicadas: la idiosincrasia del retratado, las dificultades del parecido, el conflicto entre el estilo del artista y las expectativas de quien posa para él, etc. Este libro propone un detallado examen de todos los aspectos técnicos y temáticos que rodean el retrato, comenzando por las decisiones elementales que debe tomar el retratista acerca de la composición (retrato de busto, de medio cuerpo, de cuerpo entero, etc.), hasta profundizar en las claves que permiten obtener un buen parecido, pasando por el estudio de la pose más adecuada a cada tipo de retrato y de la colocación del pintor frente a su modelo. Todos los contenidos de esta obra están adecuadamente ilustrados para facilitar su comprensión y garantizar el aprendizaje de un género que, por encima de modas y estilos, siempre ha gozado de una gran popularidad. El retrato en la historia del arte El retrato es un género pictórico que refleja la curiosidad natural por nuestros semejantes. La historia está repleta de ejemplos en los que la personalidad del retratado se ve dignificada gracias al talento artístico del pintor. De entre todos los géneros pictóricos, el retrato es el que muestra menos cambios a través de la historia. Entre un retrato renacentista y otro contemporáneo existen ciertamente muchísimas diferencias, pero casi todas ellas son accidentales y responden a la moda del momento. Cambian los ropajes, los tocados y los muebles. Pero el rostro, la expresión, siguen inmutables, y es tan fácil reconocer el significado profundo, psicológico y moral que encierra un rostro de la Antigua Roma como uno del siglo XIX. Las circunstancias sociales que siempre rodean la vida humana también quedan inevitablemente reflejadas: la atmósfera cortesana, burguesa, urbana o rural hace perfectamente reconocibles los retratos de las distintas épocas artísticas, y el estilo decorativo de cada momento histórico nos informa acerca del mundo en que vivió cada personaje. Pero, lo que por encima de todo impresiona al espectador actual es la manera como los grandes retratistas consiguieron transmitir la esencia de un temperamento por medios estrictamente pictóricos, hallando composiciones y combinaciones de formas y colores de tal expresividad que enaltecen y confieren suprema dignidad a personas comunes y corrientes. Es tan fácil reconocer el significado psicológico y moral que encierra un rostro de la Antigua Roma como uno de época contemporánea. Leonardo da Vinci, La Gioconda. Museo del Louvre (París, Francia). En muchos sentidos, esta obra simboliza el arte del retrato en su globalidad. Todas las virtudes estéticas y psicológicas asociadas al género están contenidas en esta gran obra de arte. Los primeros retratos de Occidente De la Antigüedad griega y romana nos han llegado muy pocos ejemplos pictóricos; es, por lo tanto, muy difícil saber hasta qué punto era usual el género del retrato. Los pocos ejemplos conservados de la época sugieren que la práctica del retrato era habitual y que se centraba en aspectos conmemorativos. Entre los pocos ejemplos que pueden citarse destacan los retratos que incluyen las decoraciones murales de Pompeya y, sobre todo, las tablas funerarias de El Fayum, en el norte de Egipto. En ambos casos la calidad pictórica es muy alta y la sugestión realista es tan intensa como la de cualquier efigie del Renacimiento. Todas estas pinturas están realizadas al encausto –una técnica muy resistente que consiste en aplicar los colores mediante cera fundida– o al temple, tanto sobre muro como sobre tabla. Retrato femenino procedente de El Fayum. Museo Archeologico (Florencia, Italia). Éste es uno de los célebres retratos egipcios de la época romana. Son obras de una sorprendente modernidad y de un naturalismo remarcado por la fuerte expresividad de la mirada. Los rostros de El Fayum La máxima expresión del retrato de la Antigüedad corresponde al conjunto funerario de El Fayum. Se trata de tablas de pequeño tamaño que se colocaban en sarcófagos de madera, sobre el rostro del difunto, y fueron realizadas entre los siglos III y IV d.C. Son de un realismo muy vigoroso, en el que destaca la poderosa expresividad de las miradas. Muchos de estos retratos delatan la mano de grandes pintores, cuya técnica y captación del parecido los convierten en los primeros grandes retratistas de Occidente. Retrato de Paquio Próculo y su esposa. Museo Archeologico Nazionale (Nápoles, Italia). Esta obra procede de la decoración mural de una casa; su calidad decorativa no impidió que el artista buscara el parecido y la expresión significativa de los rostros. El retrato renacentista Durante la Edad Media, el retrato apenas podía distinguirse de la repetición de unos rasgos convencionales. El retrato en sentido moderno aparece con el ascenso de la burguesía como poder social y político. A lo largo de todo el siglo XV, las familias adineradas europeas encargan obras religiosas y exigen que el artista reproduzca sus retratos en un rincón del cuadro, mostrándolos en actitud de adoración a la Virgen o al santo representados en la composición. Estas figuras retratadas se conocen con el nombre de donantes, ya que el encargo de la obra solía ir asociado a una donación a la Iglesia. PERFILES RENACENTISTAS Durante el siglo XV, en Italia (especialmente en Florencia y Siena) se pone de moda el retrato de perfil. Ello deriva de las medallas y monedas acuñadas en la Roma Antigua, y busca conferir dignidad y fuerza emblemática a la pintura. Estos retratos consisten en bustos cuyos perfiles se recortan contra la claridad del cielo o la oscuridad de un interior; en cualquier caso, se pone de manifiesto la elegancia lineal y los valores graciosamente decorativos de las vestiduras y adornos del retratado. Piero della Francesca, Batista Sforza. Galleria degli Uffizi (Florencia, Italia). El retrato y la expresión de la virtud Durante el Renacimiento aparece una pintura propiamente laica, y los retratos son la máxima expresión de ese arte. En pocos años, los retratos pasan de ser el accesorio de una obra de inspiración religiosa a convertirse en el tema central de muchas pinturas. El centro y norte de Italia y Flandes son el escenario de esta rápida transformación. Estos retratos son una consecuencia indirecta del nuevo realismo pictórico característico del Renacimiento; un realismo que alcanzará grados asombrosos en los retratos flamencos de pintores como Jan van Eyck o Rogier van der Weyden. Tanto en Flandes como en Italia, estas obras celebraban la virtud del retratado y también su más o menos ostentosa categoría social. Rafael Entre las muchas facetas del arte de Rafael destaca su producción de retratos. Rafael es el creador del modelo de retrato considerado desde entonces clásico: una figura en posición casi frontal cortada aproximadamente al nivel de la cintura. La obra reproducida en esta página (el Retrato de Baltasar de Castiglione) es quizá su retrato más justamente célebre, una pintura que influirá poderosamente en Rembrandt y en todo el retrato barroco y que contiene la sutil penetración psicológica que será desde ese momento el objetivo de muchos grandes artistas. Rafael, Retrato de Baltasar de Castiglione, Musée du Louvre (París, Francia). Retratos barrocos Durante el largo período barroco (siglos XVII y XVIII) el retrato se impone como uno de los géneros fundamentales de la pintura. Los príncipes, los ministros de la Iglesia y los grandes señores de Europa piden ser retratados exhibiendo los atributos de su poder. Pintores como Velázquez, Rembrandt o Rubens (los tres grandes nombres del Barroco europeo) son, ante todo, retratistas. Pero entre ellos existen diferencias significativas: mientras que Velázquez y Rubens son artistas cortesanos, Rembrandt ofrece los primeros ejemplos de retratos no condicionados por la inevitable adulación que implica el gran encargo. Este pintor retrata a amigos y familiares en obras que expresan una intimidad y una ternura conmovedoras, inaugurando así un enfoque verdaderamente moderno del género. Rubens, Susana Lunden. National Gallery (Londres, Reino Unido). Rembrandt, Margaretha de Geer. National Gallery (Londres, Reino Unido). Pompa y circunstancia: los retratos de Van Dyck Van Dyck fue alumno de Rubens y de él aprendió todas las astucias para magnificar a escala monumental la elegancia y el porte aristocrático de sus figuras. Sus servicios fueron reclamados en toda Europa y se convirtió en el retratista de mayor éxito del Barroco. Las obras de Van Dyck son el modelo perfecto de lo que la mayoría de clientes busca (entonces y ahora) en un retrato: brillantez pictórica y énfasis en los aspectos más favorecedores de la personalidad. Anton van Dyck, El pintor Martin Rickaert. Museo del Prado (Madrid, España). De la Ilustración al Impresionismo La Ilustración francesa se opuso (discretamente al principio, abiertamente tras la Revolución) a todo lo que recordara el Antiguo Régimen. Esto, en pintura, incluía también al estilo barroco. Los ilustrados pedían sobriedad y simplicidad y proclamaban un ideal de vida burguesa tolerante y cultivada. Por un lado, esto derivó en el retrato neoclásico, cuyos mayores exponentes fueron Louis David y su alumno Jean Auguste Ingres, y por otro lado desembocó en un realismo cotidiano representado por Jean Siméon Chardin. Estos tres pintores son los máximos representantes del retrato burgués de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Cada uno a su manera ofreció espléndidas alternativas al gran retrato de aparato representado por Van Dyck y sus muchísimos seguidores. La corriente neoclásica se convirtió en la oficial de la mayoría de estados europeos, mientras que la tendencia realista y cotidiana es la que dio lugar al impresionismo. Ingres, Madame Moitessier. National Gallery (Londres, Reino Unido). Paul Cézanne, Autorretrato. Kunsthalle (Berna, Suiza). Más allá del Impresionismo Muchos retratos de Renoir, Manet o Degas, con su encantadora combinación de sencillez realista y esplendor cromático, merecen figurar entre los grandes ejemplos del género; pero fue otro impresionista, Paul Cézanne, quien llevó el arte del retrato hasta una nueva frontera pictórica, sintetizando la expresión directa del realismo con el rigor constructivo del Renacimiento y el Barroco. La plasticidad de las formas y colores de la paleta de Cézanne lleva la expresividad del retrato más allá de los límites del estricto parecido, anunciando las audacias pictóricas del siglo XX. Paul Gauguin, Retrato de mujer con naturaleza muerta. Art Institute (Chicago, EE.UU.). El retrato en la actualidad El siglo XX ha sido una época iconoclasta. Llevados por el afán vanguardista, los artistas han buscado las esencias pictóricas más allá de la representación de la naturaleza. Esto, en el retrato, ha significado un casi total desprecio por el parecido convencional y una búsqueda de la tensión psicológica basada en el contraste de las formas y los colores. Tras unos primeros años de experimentación constante, el mundo del arte se bifurcó en múltiples tendencias, que, por lo que se refiere al retrato, abarcan desde los estilos expresionistas hasta el realismo más estricto. Todas estas opciones siguen hoy abiertas, lo cual significa que el retratista actual dispone de una libertad sólo limitada por lo que sus clientes estén dispuestos a aceptar. Ramon Sanvisens, Autorretrato. Colección particular. El retrato moderno es un campo de libertad y de experimentación plástica, pero el objetivo artístico sigue siendo la expresión del ser humano. Esther Olivé de Puig, Autorretrato. Colección particular. La voluntad innovadora de los retratistas modernos se manifiesta con especial énfasis en el autorretrato, un terreno abierto a las investigaciones cromáticas y compositivas. Dimensiones básicas de la cabeza Entre las innumerables variaciones que puede presentar la cabeza y el rostro humano, existen unas proporciones básicas que confieren a la cabeza del hombre y la mujer su apariencia humana distintiva. Este capítulo estudia esas constantes. La enseñanza artística, como toda enseñanza, debe proponer modelos prácticos de validez general. Los casos particulares pueden comprenderse mejor si existe un modelo que los justifique y los haga comprensibles. Éste es el caso del aprendizaje del dibujo de retratos: hay que comenzar por un “retrato ideal”, a partir del cual todos los retratos son casos particulares. En las siguientes páginas se propone ese “retrato ideal”. Naturalmente, se trata de una generalización y ese ideal no se corresponde exactamente con ninguna persona en concreto, pero este recurso permite al aprendiz tener en mente un esquema adecuado para llevar a cabo, aplicando los ajustes necesarios, la representación de personas reales. El modelo empleado aquí es el que mejor se ajusta a la inmensa mayoría de los casos y se basa en la división de la cabeza humana en secciones proporcionales. Cada una de esas secciones es una referencia útil para la disposición de los rasgos faciales. Cuando el artista domine este esquema básico, será capaz de dibujar cabezas masculinas y femeninas, infantiles y adultas correctamente proporcionadas. Se trata de un primer paso imprescindible para desarrollar la habilidad propia del retratista, quien, antes de aplicarse a lograr el parecido, debe siempre resolver el problema básico de cómo dibujar una cabeza humana correctamente proporcionada. En las siguientes páginas se propone un “retrato ideal” a partir del cual todos los retratos concretos constituyen casos particulares. Alberto Durero, Cabeza de hombre de perfil. J. Pierpont Morgan Library (Nueva York, Estados Unidos). El esquema básico de cabeza humana que se explica en las siguientes páginas es una variante de los antiguos esquemas estudiados por los grandes artistas clásicos. Forma y proporción de la cabeza Los artistas no siempre han respetado escrupulosamente las proporciones naturales de la cabeza humana y de sus rasgos fisonómicos. Las figuras de las pinturas y esculturas egipcias siguen un modelo particular que no se ajusta exactamente a la realidad, pero que consigue ser coherente con el resto de las proporciones de la figura. Las esculturas de la Grecia arcaica tienen unos ojos exageradamente grandes y una frente demasiado ancha, pero más que como errores, esas distorsiones las percibimos como licencias artísticas que persiguen un fin expresivo. Estatua egipcia. Museos Vaticanos (Roma). Las proporciones de este relieve egipcio son bastante similares a las de la imaginería clásica europea. Aunque el sistema de proporciones es plenamente egipcio, ha sido modificado por el artista, que lo adaptó a las facciones del rostro de la figura retratada. Las proporciones reales Estudiar y fijar con precisión las proporciones reales de la cabeza humana equivale a establecer un tipo de proporciones para cada tipo de cabeza y, casi, para cada persona en particular. La forma y tamaño de la mandíbula varía de un individuo a otro, y lo mismo cabe decir de la anchura del cráneo, la distancia entre los ojos o la longitud de la nariz. Pero lo que interesa al artista no es estudiar caso por caso sino poseer unas referencias fiables de validez general. Por lo tanto, un sistema de proporciones debe alejarse de la realidad particular de cada persona para fijar una norma a partir de la cual sea posible dibujar cabezas correctamente proporcionadas. Cabeza de Zeus. Museo de Olimpia (Grecia). Las imágenes arcaicas siguen un sistema de proporciones muy distinto del moderno occidental. Sin embargo, consiguen transmitir una intensa sensación de vida y su apariencia es plenamente convincente. LA UTILIDAD DE UN SISTEMA DE PROPORCIONES No todos los retratistas emplean el sistema de proporciones que se presenta en las siguientes páginas, pero cada uno de ellos utiliza algún método para proporcionar las facciones de sus modelos antes de pasar a elaborar el parecido. Ese método nace de la práctica, de la comprobación de que, bajo cualquier apariencia concreta, existe una forma común típica de la cabeza y el rostro humanos. El canon Los artistas de la antigua Grecia crearon un canon de proporciones para la figura humana que se convirtió en un modelo de perfección para todo el arte clásico de Occidente. En ese canon todas las partes estaban en relación armónica con el conjunto, incluyendo la cabeza. Los griegos no especificaron medidas ideales para la cabeza humana, pero la continua utilización de ese canon por parte de muchas generaciones de artistas nos permiten hoy establecer ciertas proporciones útiles para dibujar la cabeza humana de memoria, sin necesidad de consultar modelo alguno. Cabeza de escultura romana. Museos Vaticanos (Roma). Incluso en la estatuaria clásica, que es un estilo sometido al canon de proporciones más estricto, encontramos ejemplos en los que el criterio de expresividad (exageración de las facciones con fines dramáticos) domina por encima de la norma realista. Sistema de referencias Para aprender a dibujar cabezas, rostros y retratos hay que empezar por estudiar las dimensiones y proporciones de la cabeza humana. La forma más segura de estudiar esas proporciones es establecer un canon o sistema de medidas generales que ofrezca referencias claras al artista y que le permita saber en todo momento si su obra está o no bien proporcionada. El siguiente canon de proporciones es aplicable a cualquier figura adulta, quedando tan sólo excluida la cabeza del niño, que será estudiada más adelante, en un canon aparte. Éste es el modelo real sobre el que se aplica el canon de medidas. El hecho de que algunas de las referencias no encajen exactamente con el canon ideal no anula su utilidad: como se puede comprobar en los esquemas, las particiones básicas encajan aceptablemente bien con la forma real de la cabeza. La cabeza, vista de frente, es completamente simétrica: la línea de simetría es la referencia más elemental para el dibujante. El centro de la cabeza vista de frente se sitúa entre los dos ojos. Ésta es otra referencia básica que permite comprobar la corrección del dibujo desde las primeras fases del mismo. Consideraciones previas Antes de estudiar los módulos proporcionales que caracterizan la cabeza, hay que señalar dos factores elementales. En primer lugar, que la cabeza vista de frente es simétrica y que esa línea de simetría representa ya una primera referencia para el artista. Y en segundo lugar que el centro de la cabeza vista de frente (considerando únicamente los límites del cráneo, sin contar el pelo) se sitúa sobre el nacimiento de la nariz, justo entre los ojos. SITUACIÓN DE LA BOCA Una vez realizadas las particiones básicas de la cabeza, es posible encontrar una nueva referencia útil trazando una nueva línea justo en medio del módulo inferior (el módulo que separa la base de la nariz del límite inferior de la barbilla). Sobre esa nueva referencia se sitúa, aproximadamente, el límite inferior de la boca. Módulo básico El canon de la cabeza humana es igual a aproximadamente tres veces y media la altura de la frente (desde el nacimiento del cabello hasta el nivel de las cejas), siendo la frente, por lo tanto, el módulo o medida básica que determina la proporción de las demás partes del rostro. Podemos decir, pues, que dividiendo la altura de la cabeza en tres unidades y media mediante el trazado de líneas horizontales, obtenemos la situación y proporción de los siguientes elementos: el perfil superior de la cabeza o cráneo, descontando el espesor del cabello; el nacimiento del cabello; la situación de las cejas y la altura y disposición de las orejas; la parte inferior de la nariz y el perfil inferior del rostro o límite inferior de la barbilla. A la izquierda, la cabeza vista de frente se puede dividir, verticalmente, en tres módulos y medio; el módulo básico de medida equivale a la distancia entre el nacimiento del cabello y el nivel de las cejas. A la derecha, dividiendo el módulo inferior en dos mitades se puede obtener con aceptable exactitud la altura de la boca por la parte baja del labio inferior. Particiones a lo ancho Aplicando el mismo módulo de la frente al ancho de la cabeza, se comprueba que se puede dividir en dos unidades y media. Teniendo en cuenta estas divisiones y las anteriores, puede establecerse la siguiente norma constructiva: el alto y el ancho de la cabeza humana vista de frente son iguales a un rectángulo que mide tres unidades y media de alto por dos unidades y media de ancho. Por motivos prácticos las particiones a lo ancho se colocan de derecha a izquierda, de manera que la media unidad queda emplazada en el extremo izquierdo de la cabeza. Distancia entre los ojos Dividiendo en dos partes iguales los módulos mayores de las particiones a lo ancho, se obtiene un total de cinco particiones iguales para todo el ancho de la cabeza (cuatro obtenidas por la división de los dos módulos más una equivalente al medio módulo restante). Se comprueba inmediatamente que esas particiones equivalen con considerable exactitud al ancho de los ojos, lo cual ofrece una nueva referencia importante. Y además, se verifica también que la distancia que separa los ojos equivale a una de esas particiones, es decir: equivale a la anchura de un ojo. Estas dos referencias son de gran utilidad a la hora de proporcionar correctamente el dibujo de una cabeza vista de frente. NUEVAS REFERENCIAS La más relevante de las particiones a lo ancho es la de la posición de los ojos: las dos primeras particiones marcan el límite izquierdo de los ojos. Estas referencias verticales, añadidas a las anteriores horizontales, facilitan la situación de las facciones en la cabeza vista de frente. La anchura de la cabeza es igual a dos módulos y medio, tomando como módulo la misma dimensión utilizada para dividir la altura. La anchura de los ojos equivale, aproximadamente, a medio módulo. Asimismo, la distancia que separa un ojo del otro equivale igualmente a la anchura de un ojo (medio módulo). Referencias en la cabeza de perfil Utilizando el mismo módulo en la cabeza de perfil, se comprueba que la dimensión total de ésta es igual a tres veces y media la altura de la frente o, lo que es lo mismo, que la cabeza de perfil responde exactamente a la forma de un cuadrado que contiene el mismo número de divisiones a lo alto que a lo ancho. Las mismas divisiones horizontales dibujadas en la cabeza vista de frente determinan el lugar en que se debe dibujar la ceja, el ojo, la nariz, la oreja, etc. Igual que en el caso de la cabeza de frente, los esquemas de la cabeza de perfil están tomados de la realidad. Esto significa que las referencias del canon son sólo aproximadas, pero ello no descarta su utilidad. Arriba a la derecha, la cabeza de perfil es un cuadrado equivalente a tres módulos y medio de ancho por tres módulos y medio de alto. Las divisiones modulares de la cabeza de perfil facilitan la ubicación de la oreja y, después de subdividir el primer módulo, de los ojos y la boca. El canon de la cabeza femenina Esencialmente, las dimensiones y proporciones de la cabeza y rostro femeninos son las mismas que las estudiadas para el hombre. Las diferencias son mínimas y pueden resumirse en una cara un poco más pequeña que la del hombre, unos ojos algo más grandes, una nariz y una boca ligeramente más pequeñas y una mandíbula menos angulosa. Como se puede comprobar, todas esas diferencias en nada afectan a las particiones o referencias básicas estudiadas para la cabeza masculina. Si el dibujante domina el canon de la cabeza masculina, ha de ser igualmente capaz de dibujar cualquier cabeza femenina bien proporcionada. Por otro lado, siempre que se dibuje de memoria, el artista tendrá que considerar los rasgos básicos que caracterizan la fisonomía femenina. Proporciones de la cabeza infantil A los dos años, la frente del niño es alta y despejada, y presenta un cabello poco abundante. El centro de la cabeza se sitúa entre las cejas y no entre los ojos. Entre ojo y ojo existe una distancia mayor que en la cabeza adulta. Las orejas son proporcionalmente mayores y se hallan situadas más abajo que en la cabeza adulta. La barbilla es más redondeada y mucho menos voluminosa. A los seis años el cabello ha crecido mucho, hasta el punto de invadir parte de la frente y de las sienes. La mandíbula está más desarrollada y la cara resulta más alargada que a los dos años. También los ojos y las cejas se han desplazado hacia arriba, juntamente con la nariz, la boca y las orejas. La mandíbula, sin embargo, sigue siendo un volumen suave y poco prominente. El canon de la cabeza femenina, tanto de frente como de perfil, corresponde exactamente al de la cabeza masculina. Aun respetando esta equivalencia, el artista debe caracterizar la cabeza femenina con la fisonomía que le es propia. El crecimiento del niño hace que las proporciones de su cabeza varíen de modo considerable a lo largo del tiempo. En esta imagen pueden verse los esquemas proporcionales de la cabeza de un niño a los dos y los siete años aproximadamente. CANON DE LA CABEZA INFANTIL La proporción general de la cabeza infantil vista de frente equivale a un rectángulo que mide tres unidades de ancho por cuatro de alto. El módulo viene dado por la altura que media entre la parte inferior de la nariz y el final de la barbilla. La situación de los ojos se determina dividiendo por la mitad el módulo en que se hallan. Como en el caso de la cabeza adulta, el perfil de la cabeza infantil es también un cuadrado. Rubens, Retrato del hijo del artista. Las formas redondeadas de la cabeza infantil se ponen de manifiesto en este magnífico dibujo: el artista se ha recreado en las redondeces características del rostro de los niños. Anónimo, Retrato de una niña. En este retrato, el artista ha enfatizado la típica “desproporción” de la cabeza infantil con respecto al cuerpo: esta desproporción es un factor esencial en el retrato de niños. Adolescencia y edad adulta Hacia los 12 años, el cabello sigue con la misma abundancia que a los siete u ocho años, sin manifestarse todavía las pronunciadas entradas en las sienes, características de la edad adulta. Los ojos y cejas no han llegado aún al centro de la altura de la cabeza. Las orejas ofrecen un desarrollo completo, aunque todavía están situadas algo por debajo del nivel propio de la edad adulta. Empieza a definirse el relieve óseo del maxilar inferior, por lo que la mandíbula ya no es tan redondeada como en la infancia. A los 25 años, la cabeza ha alcanzado las proporciones de la edad adulta. Los ojos ocupan el centro de la cabeza y los contornos se han hecho más angulosos. En la adolescencia la cabeza infantil se va aproximando al canon característico de la cabeza adulta, que queda definitivamente establecido a los 25 años. RETRATO DE PERSONAS MAYORES El retrato de personas de edad avanzada ofrece mayores posibilidades artísticas que el retrato de personas de cualquier otra edad. En primer lugar, porque las facciones están mucho más acusadas y ofrecen muchos más puntos de referencia para el encaje y la construcción de la cabeza: los ángulos y prominencias son datos significativos que enfatizan el parecido. Y, en segundo lugar, porque la expresión de las personas mayores está cargada de experiencia y humanidad: todos los rasgos faciales acusan el paso del tiempo, es decir, de la vida. Jan Gossaert, Una pareja anciana. National Gallery (Londres, Reino Unido). Los rostros de edad avanzada ofrecen muchas más referencias para la caracterización que los rostros juveniles. Los rasgos remarcados de estas dos figuras aproximan sus retratos a la caricatura. La cabeza en la vejez En la vejez no se da ninguna variación en el canon de la cabeza adulta, pero a continuación se señalan algunas particularidades que produce el paso de los años. En la vejez y la ancianidad existe una propensión a la calvicie que tiene como consecuencia una frente despejada y una mayor presencia del relieve óseo del cráneo; se da un incremento de la angulosidad de las sienes, un hundimiento de los globos oculares con el pronunciado relieve de las cavidades orbitarias; aparecen bolsas y arrugas en los ojos, y se acentúa el relieve de los pómulos, que se destacan sobre las mejillas algo contraídas. Asimismo, se manifiesta un adelgazamiento de los labios y bolsas y pliegues bajo la barbilla y en el cuello. Diego Velázquez, El cardenal Borja. Museo del Prado (Madrid, España). Este magnífico dibujo resume todos los rasgos faciales significativos de la vejez: frente despejada, sienes y pómulos marcados y ojos hundidos en sus órbitas. Estudio de los rasgos faciales De nada sirve el canon de la cabeza si no se completa con algo tan esencial como los rasgos faciales. En este capítulo se da un repaso pormenorizado a cada uno de ellos con indicaciones detalladas acerca de cómo dibujarlos. Antes de pasar a desarrollar en detalle el dibujo completo de la cabeza, es necesario detenerse a estudiar los rasgos faciales. Las facciones forman un todo con la cara y el cráneo: una fisonomía es un conjunto unitario y sólo la fantasía puede imaginar a una persona con una boca distinta o unos ojos diferentes. Con el fin de facilitar el dibujo de la cabeza humana es imprescindible considerar cada una de las facciones aisladamente. En las páginas que siguen se estudian en la práctica cada una de esas facciones y se dan indicaciones prácticas de cómo resolver adecuadamente cada una de ellas. A primera vista puede parecer complicado el dibujo de los ojos, la boca o las orejas, pero teniendo bien claros unos pocos conceptos, la tarea se vuelve bastante más sencilla de lo que puede parecer inicialmente. Una buena resolución de las facciones depende casi por completo de la capacidad de observación y de la distribución de las luces y las sombras. Lo que en las páginas siguientes encontrará el lector son orientaciones de la observación, indicaciones claras sobre lo que es relevante y lo que es accesorio, sobre lo que hay que retener y lo que hay que ignorar. En las páginas que siguen se estudian en la práctica los rasgos faciales y se dan indicaciones prácticas de cómo resolver adecuadamente cada uno de ellos. Rafael, Estudio para La transfiguración (fragmento). Ashmolean Museum (Oxford, Reino Unido). Estos dibujos fueron, con toda probabilidad, realizados sin modelo. Rafael trabajó a partir de sus sólidos conocimientos y su práctica en el dibujo de los rasgos faciales. Los ojos Como ya se vio en el anterior capitulo, los ojos se encuentran en el centro de la cabeza, alineados simétricamente, justo por debajo de la línea que marca el límite inferior del módulo de la frente, es decir, debajo de las cejas. Esto es elemental. Otra observación elemental: ambos ojos se mueven en perfecta coordinación, es decir, se orientan en el mismo sentido y a esta orientación la llamamos dirección de la mirada. El ojo humano es una esfera (globo ocular) situada en la cavidad orbitaria y cubierta por los párpados. El dibujante debe tener presente en todo momento esta condición esférica y simétrica de los ojos porque de ello depende la corrección de su dibujo: la forma de los párpados y las cejas deben ser aspectos accesorios que se deben considerar una vez se haya puesto de manifiesto el movimiento coordinado de los globos oculares. Si el artista se preocupa demasiado de estos elementos accesorios en el dibujo realista, sin antes haber resuelto el concepto fundamental, corre el peligro de desfigurar la expresión. EL OJO EN ESCORZO El escorzo es la representación de objetos en perspectiva. Representar un ojo en escorzo significa dibujarlo en una posición distinta de la frontal. Los problemas que esto puede plantear al dibujante se resuelven con mayor facilidad teniendo presente la forma esférica del ojo: una esfera sobre la que aparece una abertura ovalada. Sabiendo dibujar esa esfera en cualquier posición, se está en condiciones de dibujar ojos desde cualquier punto de vista. En la fila superior se muestran cuatro posiciones distintas del globo ocular. Cada una de estas posiciones afecta a la forma en que aparecen el iris y la pupila (como dos círculos concéntricos en vista frontal y como óvalos en las vistas en escorzo). La fila central reproduce las anteriores posiciones del globo ocular recubiertas por la forma de los párpados. Gracias a todos estos esquemas, es fácil entender y representar correctamente escorzos del ojo como los que muestra la fila inferior de la ilustración. Las cejas Las cejas están situadas sobre la cresta superior de la cavidad orbitaria y su forma tiende a reproducir la forma curvada de esa cresta. Como esquema de utilidad general, es aceptable representar las cejas mediante dos líneas simétricas que describen una ligera curva. Pero en la mayoría de los casos, las cejas presentan un aspecto algo distinto: a menudo la curva se convierte en un ángulo más o menos abierto y, en muchos casos, se parecen más a dos rectas que a dos curvas. Generalmente, resulta más sencillo dibujar cejas femeninas, porque las mujeres suelen siluetear sus propias cejas mediante la depilación. En cualquier caso, las cejas son un factor esencial en la caracterización de un retrato y, sobre todo, en la representación de la expresión facial. Los ojos se mueven coordinadamente a modo de dos esferas insertadas en un eje. La correcta representación de los ojos implica tener siempre muy presente este concepto elemental. Para dibujar los ojos y las cejas correctamente hay que imaginarlos como un conjunto de formas relacionadas entre sí, siendo las cejas una especie de segmentos de órbitas que rodean el globo ocular. La correcta representación de la mirada depende de la perfecta coordinación de ambos ojos. El dibujo de los ojos Una vez comprendida la forma de los ojos y cómo esa forma determina su movimiento, hay que hablar de ciertas cuestiones prácticas relacionadas con su dibujo. Porque, observando detenidamente la apariencia de los ojos, vemos que el volumen formado por los párpados es tan aparente o más que la forma esférica del globo ocular. Es muy importante entender y representar debidamente ese volumen para evitar la típica apariencia deforme de los retratos realizados por principiantes inexpertos. Visto de perfil, el globo ocular queda en su mayor parte oculto por el volumen ligeramente abultado de los párpados, más adelantado en el párpado superior que en el inferior. Este abultamiento es tanto más visible cuanta mayor es la edad del retratado. Un error muy común es dibujar, visto el ojo de frente, la curva del párpado superior exactamente igual que la del párpado inferior, cuando en realidad esta última es más suave y desplazada hacia el exterior del ojo. Igualmente común es el error de dibujar el ojo en escorzo como si fuera una superficie plana y no curvada, como es en realidad. Visto de perfil, el volumen esférico del globo ocular es apenas aparente, mientras que la forma abultada de los párpados (sobre todo la del superior) es la que caracteriza su volumen. Incluso con los ojos cerrados se nota la superficie curvada del ojo, que en este caso está representada de modo equivocado en el dibujo de la izquierda. Es muy común el error de representar la curva del párpado superior igual que la del párpado inferior; en realidad, esta última está más desplazada, tal y como aparece en el dibujo superior. LAS PESTAÑAS Las pestañas de ambos párpados no recorren completamente su perímetro sino que aparecen desplazadas hacia el extremo exterior del ojo, siendo más largas y abundantes en el párpado superior que en el inferior. No se deben exagerar nunca y hay que recordar que son siempre más visibles al dibujar el ojo en escorzo. El dibujo de la derecha presenta un error de dibujo: visto en escorzo lateral el ojo ocupa una superficie curvada, tal como muestra el dibujo de la izquierda. Volumen, luces y sombras Para resolver el modelado de un ojo visto de frente hay que tener en mente la serie de volúmenes que entran en juego: párpado superior, globo ocular y párpado inferior. El proceso de dibujo debería comenzar por un trazado lineal de los contornos de los párpados y del iris (que siempre queda en parte oculto por el párpado superior, a menos que el ojo esté exageradamente abierto). El modelado consiste en sombrear los extremos del párpado superior para destacar claramente su abultamiento; lo mismo cabe hacer en el párpado inferior, pero a menor escala. Es importante dejar una zona clara en la parte interna del lagrimal para que el ojo no parezca incrustado en la nariz. Debe haber una franja de sombra en la parte superior del globo ocular proyectada por el párpado superior y sus pestañas; esa franja debe ser más oscura en la zona del iris y ha de confundirse con la negrura de la pupila. Precisamente en la zona de la pupila aparecen siempre uno o dos brillos intensos, que son los que dan a los ojos una apariencia viva y crean la sensación de que la figura retratada posee una mirada propia. Esta secuencia muestra el proceso de dibujo de un ojo; desde los primeros trazos hasta la construcción final de todo su volumen y sombreado del globo ocular, el iris y la pupila. EL IRIS Y LA PUPILA La pupila es siempre negra, completamente negra, y en ella destaca con claridad el brillo peculiar que da vitalidad a la mirada. El iris puede ser de diversos colores, pero nunca de un color perfectamente uniforme: en la mayoría de los casos su color es más oscuro en su perímetro exterior. Además, el iris está recorrido por unas estrías radiales que le dotan de una textura característica. Conviene dibujar esas estrías en primer lugar para que queden integradas en el color general. Por último, hay que recordar que el “blanco de los ojos” siempre debe sombrearse ligeramente (en la parte opuesta a la luz) para remarcar su forma esférica. Una vez entendidas y ensayadas las nociones básicas del dibujo de los ojos, es posible resolver cualquier caso particular tanto en lo concerniente a la dirección de la mirada como en la resolución del volumen de los párpados. Los labios y la boca Con la boca cerrada, los labios ocupan un plano curvado similar al de los ojos. Un plano, sin embargo, que es bastante más irregular, puesto que ni el labio inferior ni, sobre todo, el superior, presentan una superficie uniforme y continua. El labio superior está definido por el característico pliegue de su parte central y por ser algo más alargado que el inferior. El labio inferior es más carnoso que el superior y también presenta un ligero surco en su zona media. El dibujo característico de los labios está gobernado, en primer lugar, por la línea sinuosa que los separa (cuando la boca está cerrada), que puede ser más recta o más sinuosa según lo tensa o relajada que sea la expresión; y en segundo lugar, por el grosor relativo de cada labio: cuanto más gruesos sean más profundas serán las comisuras de los extremos. LABIOS PINTADOS Las consideraciones acerca del sombreado de los labios cambian cuando éstos están pintados, como suele ocurrir en los retratos femeninos. En tal caso, el sombreado de ambos labios es más oscuro y sin tantas diferencias entre labio superior e inferior. Pero es importante señalar que el brillo del labio inferior puede ser mucho más visible en los labios pintados y que es precisamente ese brillo el que a menudo los distingue en dibujos monocromos. En estos tres ejemplos se puede estudiar la relación de luces y sombras que caracteriza el dibujo de los labios. Labios dibujados desde distintos puntos de vista: los labios cerrados forman un plano curvado que se hace especialmente visible al representarlos en escorzo. Cuando se dibujan unos labios pintados no hay que remarcar demasiado el contraste entre el labio superior y el inferior; sin embargo, es importante recordar que un labio inferior pintado puede ser bastante más brillante que uno sin pintar. Luces y sombras Bajo una iluminación normal, el labio superior siempre aparece más sombreado que el inferior. Conviene recordar siempre esto para evitar el aspecto plano y recortado que ofrecen los labios en algunos retratos de artistas poco expertos. Asimismo, no hay que remarcar con una línea sus límites exteriores, sino que deben hacerse visibles mediante el juego de luces y sombras. Precisamente, el contorno de la base del labio inferior se hace visible debido a la sombra que proyecta sobre la barbilla. También es característico del labio inferior el brillo o zona clara de su parte central, debida a su mayor carnosidad. Por último, el sombreado del labio superior no ha de ser uniforme, sino que tiene que ser más oscuro en el surco central y en las comisuras que en su zona superior. LA RISA La representación de la risa es mucho menos habitual en el retrato convencional, pero merece alguna consideración con el objeto de facilitar su representación. Durante el acto de la risa la boca deja ver los dientes del maxilar superior. Hay que vencer la tentación de representarlos uno por uno remarcando demasiado sus separaciones, porque el resultado puede ser bastante desagradable. La risa abierta deja ver también la lengua y el interior de la boca: no hay que insistir mucho en su dibujo; basta con oscurecer convenientemente el límite inferior de los dientes y sombrear un poco la lengua. La sonrisa supone una tensión y un afinamiento de los labios. En estos ejemplos hay que destacar que la hilera de dientes se ha dejado en blanco para no remarcar la separación entre ellos, que podría derivar en un efecto desagradable. La risa pone en tensión todos los músculos de la zona de la boca. Para conseguir una buena representación de la boca abierta hay que oscurecer considerablemente la zona que hay debajo del límite inferior de los dientes. La nariz El perfil de la nariz es muy sencillo de dibujar una vez se ha encajado correctamente el esquema de la cabeza. Pero las cosas comienzan a complicarse cuando se dibuja la figura en tres cuartos o de frente; entonces el ángulo se va haciendo menos evidente hasta quedar diluido en un conjunto de volúmenes, luces y sombras irregulares. La clave del dibujo de la nariz cuando no ofrece un perfil claro está en imitar literalmente ese juego de luces y sombras, teniendo en cuenta algunas consideraciones: primero, que la parte baja de la nariz siempre está sombreada, pero que su sombra es algo menos intensa que la zona inmediatamente superior, correspondiente a la cresta más avanzada de la nariz. En segundo lugar, que el puente de la nariz presenta siempre un brillo alargado, gracias al cual puede entenderse correctamente su relieve. Y, por último, que la transición entre la nariz y la frente, en personas jóvenes, apenas presenta cambios significativos de sombreado, quedando más remarcado en personas de mayor edad. Esta serie de dibujos muestra la resolución del dibujo de una nariz vista desde distintos puntos de vista. Cuanto más frontal es el punto de vista mayor dificultad ofrece el dibujo, ya que el contorno deja paso a un conjunto de luces y sombras. EL EFECTO DE LA LUZ En una cabeza vista frontalmente, el relieve de la nariz depende por entero del tipo de iluminación. Una iluminación completamente frontal hará muy poco visible el puente y sólo pondrá de manifiesto el extremo inferior y las aletas. Las iluminaciones laterales cambian de forma dramática la apariencia de la nariz hasta convertirla en una verdadera línea divisoria que separa la zona iluminada de la cara de la que está en sombra. Es importante practicar el dibujo de narices vistas desde diferentes puntos de vista: de frente, de lado, de tres cuartos, desde arriba y desde abajo, hasta familiarizarse en las distintas configuraciones características de luces y sombras. Las orejas Para resolver adecuadamente el dibujo de las orejas, basta con aproximar su estructura básica: su forma ovalada y su volumen cóncavo. Asimismo, hay que tener presente que las orejas, vistas de modo frontal, son una continuación del plano de la cara, pero en la vista posterior se elevan claramente sobre el plano de la nuca. Por lo demás, el complicado relieve interno de la oreja debe representarse con cuidado, recordando sus rasgos básicos: el lóbulo inferior y la cresta que rodea el perímetro superior. Viendo la cara de frente, es importante notar el significativo relieve interno, que sobresale con mayor o menor claridad según la persona. Las orejas ofrecen un relieve complejo. El lóbulo y la cresta superior se mantienen bastante constantes, pero el relieve interior varía considerablemente de una persona a otra. Los puntos de vista frontal (vista frontal de la cabeza) y posterior son los que pueden presentar mayores problemas para el artista. LAS OREJAS Y EL PARECIDO De todos los rasgos faciales, las orejas son las menos significativas a la hora de lograr el parecido. Basta con ajustar su tamaño para que aparezcan "en su sitio" y no hay necesidad de copiarlas de forma estricta. Es instructivo observar cuadros y esculturas clásicas y comprobar que las orejas siempre se resuelven del mismo modo por casi todos los artistas, independientemente de la figura representada. Lo que sí es importante es que ocupen su lugar en el esquema general de la cabeza. Estudios de orejas vistas desde distintos puntos de vista, tomando en especial consideración su posición en la cabeza y su relación con la cara y el cuello. El cabello Por importante que sea para la representación del parecido, el cabello debe considerarse en último lugar en el conjunto de factores fisonómicos. Los artistas principiantes suelen otorgar demasiada importancia al pelo, sólo porque contrasta vivamente con la cara o porque ocupa un espacio voluminoso. Esto lleva a descuidar los aspectos de proporción, encaje y forma de los rasgos faciales hasta el punto de que éstos quedan condicionados en exceso por un peinado vistoso. La realización del pelo sólo debe llevarse a cabo una vez se ha resuelto debidamente el dibujo de la cabeza y la cara: si ese dibujo es correcto, la representación del cabello no ofrecerá mayores problemas. El proceso de encajado y resolución del cabello no es tan complejo y rico en detalles como el de la cara, pero debe realizarse prestando suma atención a los contornos generales de la cabellera, para después pasar al sombreado sin contravenir la estructura general de la cabeza. CONTRASTE DE TONOS Los cabellos oscuros ofrecen un intenso contraste con respecto a la claridad de la piel. Pero ese contraste debe debilitarse igualando el tono de la piel (en una zona en sombra) con el del cabello en uno o más puntos de la cara. De no hacerlo así, el cabello parecerá una peluca o un tocado de forma irregular, puesto que el contraste será demasiado fuerte. Por otra parte, el juego de luces y sombras del cabello nunca debe contradecir el armazón que lo sostiene, esto es, la forma del cráneo, y tiene que amoldarse a él con naturalidad. Alberto Durero. El poderoso bloque volumétrico de esta magnífica cabeza está concebido como una unidad en la que el cabello es sólo una excusa para multiplicar los efectos plásticos: no hay diferencia sustancial entre la tonalidad del cabello y la del rostro, entre tonalidades claras y oscuras. Proceso de realización En la representación del cabello, dibujado o pintado, existen generalmente problemas de forma, brillos y reflejos, luz y sombra, valoración tonal y dirección del trazo o de la pincelada. Estos problemas pueden solventarse con facilidad si se comienza por encajar la masa o volumen general del cabello proporcionándolo adecuadamente respecto al cráneo. Sigue a continuación un encajado inicial de luces y sombras, cuidando la dirección del trazo y dejando sin sombrear las partes más iluminadas. La valoración debe oscurecer el conjunto en etapas sucesivas, trazando las líneas o las pinceladas en la dirección del peinado. Hay que tener en cuenta que la superficie del pelo no es uniforme y que conviene distinguir en él diversos mechones para no darle una apariencia rígida y acartonada. Alberto Durero. Los mechones del cabello de esta figura están dibujados con un acusado sentido ornamental; pero su tonalidad apenas difiere de la de la cara; esta reducción de contraste de luz y sombra da al conjunto una poderosa unidad. Durante el proceso de un retrato, el oscurecimiento del pelo realizado antes de pintar el color de la cara da como resultado un efecto artificial, como si el modelo vistiera una peluca. A lo largo del proceso de pintado, el artista debe modelar adecuadamente el color, de manera que las partes más oscuras tengan un tono próximo al del pelo y las más claras se asemejen a algunas tonalidades de la piel. El cuello De entre todos los estudios parciales realizados hasta este momento, el cuello ocupa un lugar secundario. Pero al dibujar la cabeza es inevitable incorporar alguna referencia a éste. A menudo, la posición del cuello permite solucionar con mayor facilidad la de la cabeza y, en todo caso, el dibujo de una cabeza sin ninguna indicación del cuello es desagradable. Desde el punto de vista del esquema general, el cuello es un simple cilindro insertado en la esfera de la cabeza; por lo tanto, no supone problema alguno para el encajado. Generalmente, los problemas aparecen cuando se trabajan las luces y sombras del dibujo: el cuello, en su parte alta, siempre debe aparecer más sombreado que la cara, de ello depende que realmente parezca insertarse en la base del cráneo. Para lograr una buena inserción de la forma del cuello en la base del cráneo es necesario contrastar los valores de luces y de sombras, de manera que las partes oscurecidas del cuello contrasten con las partes claras de la cara, y a la inversa. EL CUELLO COMO ELEMENTO ORNAMENTAL Tanto en el arte occidental como en el oriental, la pintura de retratos abunda en ejemplos en los que la estilización de las figuras con fines ornamentales se manifiesta en cuellos exageradamente alargados. El efecto de estas aparentes desproporciones es de una gran elegancia; los artistas empleaban este recurso para enfatizar la identidad aristocrática de sus retratados. Incluso en la época moderna, pintores como Ingres o Modigliani empleaban este recurso para dar gracilidad y distinción a sus retratos femeninos. Alesso Baldovinetti (1426-1499) La dama de amarillo, National Gallery (Londres, Reino Unido). En este retrato cortesano del Renacimiento, el pintor se ha complacido en exagerar la longitud del cuello con el fin de dar un aire distinguido a su figura. Francesc Serra, Retrato de joven. Colección particular. La transición del cuello a la cabeza queda aquí resuelta por las tonalidades oscuras de la barba, que separan el plano de la cara del plano del cuello. Encaje y construcción de la cabeza La vista de frente y la vista de perfil son las dos representaciones fundamentales de la cabeza humana. Pero cualquier artista competente debe ser capaz de representar cabezas desde cualquier punto de vista. Una vez estudiada la proporción general de la cabeza y la forma y situación de las facciones, el artista debe ser capaz de resolver todos los problemas básicos que plantea el dibujo de la cabeza y de la cara. Hasta este momento, el dibujo de la cabeza no ha ido mucho más allá de las dos vistas fundamentales: de frente y de perfil. En las páginas que siguen se explica y se lleva a la práctica un método realmente útil, consistente en dibujar cabezas en cualquier posición y desde cualquier punto de vista aplicando todos los conocimientos anteriores. Esto significa que del estudio del “retrato ideal” pasamos a la realización de retratos concretos, sea cual fuere la posición que adopten nuestros modelos. El método empleado es extremadamente sencillo: se basa en la combinación de formas elementales: esferas, círculos, óvalos, rectas y curvas. Lo único que exige del dibujante es una cierta imaginación espacial o, simplemente, la capacidad de imaginar las formas desde distintos puntos de vista. Con esta aptitud básica y con el bagaje de las prácticas realizadas hasta este momento, los problemas técnicos del dibujo de cabezas podrán solventarse con facilidad. Del estudio del “retrato ideal” pasamos a la realización de retratos concretos, sea cual sea la posición que adopten nuestros modelos. En este capítulo se demuestra la utilidad de algunos sencillos métodos de encaje para el dibujo de cabezas. Método práctico de construcción El método práctico que aquí se propone viene sugerido por la propia anatomía del cráneo, cuyo encaje básico puede sintetizarse mediante una esfera. Esta esfera, sin embargo, rebasa y no encierra completamente la forma real del cráneo. En efecto: visto de frente, el cráneo es achatado por los lados, mientras que visto de perfil su forma esférica queda modificada por el prominente volumen de la mandíbula. Para conseguir un encaje completo a partir de la esfera, se puede trazar una línea ligeramente inclinada (con la inclinación correspondiente al ángulo en que sobresale la mandíbula) para situar sobre ella las divisiones modulares estudiadas en las páginas anteriores: un módulo de la barbilla a la base de la nariz, otro de la base de la nariz a la zona de las cejas y otro más hasta el nacimiento del cabello, más medio módulo desde ahí hasta el nivel superior del cráneo. Estas divisiones se pueden realizar tanto en vista lateral como frontal. El cráneo puede esquematizarse por medio de una esfera. Trazando una línea tangente a esa esfera que recorra toda la longitud de la mandíbula se obtiene una buena referencia sobre la que situar las marcas de los módulos estudiados en páginas anteriores. Si se elabora este sencillo esquema es posible dibujar la cabeza desde cualquier punto de vista. Esta secuencia muestra el desarrollo inicial del esquema en tres dimensiones. Se dibuja, en primer lugar, una esfera (A); se trazan dos meridianos (B); se dibuja el ecuador de la esfera (C); las secciones laterales de la esfera se dibujan como si fueran planas (D), y se prolonga, hacia abajo, la línea del meridiano frontal (E). CON MODELO Y SIN MODELO Este método de construcción es de gran utilidad cuando se trabaja de memoria, sin modelo. Pero también es de gran ayuda cuando se tiene un modelo (fotográfico o real), porque facilita la organización de todas las formas y permite situar todos los rasgos de modo coherente. Siguiendo el desarrollo de la esfera, ahora se dibuja el eje de la misma y se señalan sobre él las particiones proporcionales del cráneo a partir del centro de la esfera o punto central de su eje (F); las particiones deben proyectarse sobre la prolongación del meridiano frontal (G); a partir de las marcas señaladas en la vertical, se sitúan los diferentes rasgos faciales (H). Desarrollo del método Partamos de la forma de la esfera. Debemos imaginar la esfera ligeramente inclinada hacia un lado, dibujando su eje en una diagonal respecto a la vertical. Para hacer más fácil la orientación, se dibuja el ecuador de la esfera y un meridiano que corte sus dos “polos”. Dado que el cráneo es achatado en sus lados, la esfera debe achatarse también, como si cortáramos dos secciones laterales. Ahora hay que prolongar el meridiano de la esfera hacia abajo, recordando la línea que marcaba la dirección de la mandíbula: ésta será la línea sobre la que se pueden marcar las divisiones proporcionales de la cabeza. Esas divisiones se deben dibujar en el eje de la esfera y trasladar a la prolongación del meridiano. Haciendo esto, se consigue establecer las posiciones básicas de los rasgos fisonómicos. Con los conocimientos adquiridos sobre el dibujo de los ojos, la nariz y la boca, no es difícil resolver el de la cara a partir de las anteriores indicaciones. Este método de construcción permite dibujar cabezas desde cualquier punto de vista. Éstos son algunos ejemplos de cabezas realizadas sin modelo, trabajando a partir de esquemas dibujados en distintas posiciones. El éxito en este tipo de dibujos obtenidos de memoria depende de la práctica previa en el dibujo de las facciones. Cabeza femenina alzada El primero de la serie de ejercicios breves que sigue a continuación consiste en dibujar, a partir de la imagen, una cabeza femenina alzada con la vista dirigida hacia arriba. Se aplicará el método de encaje estudiado en las páginas anteriores, teniendo siempre muy presentes la forma y el volumen de todas las facciones. MATERIAL • Lápices de colores • Lápices pastel color sepia y sanguina • Papel gris Desde este punto de vista, la forma de esta cabeza femenina se aproxima mucho a la forma de una esfera. Esto es una ventaja, ya que a la hora de dibujar la cara no será necesario apartarse demasiado del esquema inicial. TÉCNICAS UTILIZADAS ♦ División proporcional de la cabeza adulta ♦ ♦ Dibujo de las facciones ♦ ♦ Encaje de la cabeza ♦ 1El primer, y muy importante, paso consiste en dibujar la esfera marcando su eje en la inclinación de la cabeza. Si esa inclinación no se corresponde con la de la cabeza de la modelo todo el dibujo acusará el error. 2A continuación, se dibuja el ecuador de la esfera y su meridiano frontal, debidamente prolongado mediante una recta paralela al eje de la esfera. 3Se achatan los lados de la esfera y se marcan las particiones proporcionales sobre el eje, comenzando en el punto central de la esfera. Este punto hay que situarlo aproximadamente teniendo en cuenta la perspectiva del conjunto. A continuación, se prolongan esas marcas sobre la recta. 4Ya disponemos de las suficientes referencias como para comenzar a construir la cabeza copiando las facciones de la modelo y ajustándolas a las particiones proporcionales halladas anteriormente. ESCORZO O PERSPECTIVA DE LAS LÍNEAS Es muy probable que este ejercicio no salga a la primera. Ello seguramente será debido a que el dibujo de la esfera, el eje y las particiones proporcionales no ha sido bien resuelto. Antes de dibujar la forma de la cara es esencial comprobar que el escorzo o perspectiva del esquema es aceptablemente correcto (no puede ser exacto, ya que se dibuja a mano alzada). Los errores del esquema sólo se hacen visibles cuando se comienzan a dibujar las facciones. Lo más aconsejable, en caso de error grave, es volver a dibujar el esquema inicial hasta que ofrezca un aspecto convincente. 5Finalmente, se sombrean un poco las facciones y los volúmenes de la cara, recordando todo lo dicho en capítulos anteriores acerca del modelado de los rasgos faciales. Cabeza femenina vista desde arriba Este ejercicio plantea un problema muy similar al anterior. En este caso la cabeza está vista desde arriba pero desde un punto de vista casi equivalente al del dibujo anterior; es decir, la perspectiva de este esquema se asemeja a la del esquema anterior invertido. Por lo demás, el proceso no ofrece variaciones significativas. Aparte de los problemas de encaje que pueda ofrecer, esta cabeza presenta otros aspectos de interés, como el movimiento de los ojos o el escorzo de la nariz y la boca. MATERIAL • Lápices de colores • Lápices pastel color sepia y sanguina • Papel gris 1El eje de la esfera debe inclinarse en una dirección opuesta a la del ejercicio anterior, teniendo muy presente que ese eje se dirige hacia arriba y que estamos viendo la esfera desde su “polo sur”. 2El ecuador y el meridiano frontal se dibujan en concordancia con la perspectiva que adopta la esfera, es decir, desplazados hacia arriba. Una vez marcado el centro de la esfera (siempre situado sobre su eje), se proyecta hacia el exterior mediante una línea cuya inclinación debe corresponder también a la perspectiva del conjunto, y se añaden las marcas de las particiones proporcionales. TÉCNICAS UTILIZADAS ♦ División proporcional de la cabeza adulta ♦ ♦ Dibujo de las facciones ♦ ♦ Encaje de la cabeza ♦ EL LUGAR DE LAS MARCAS PROPORCIONALES Las marcas proporcionales, es decir, las líneas que delimitan los tres módulos y medio en que se define la altura del cráneo, hay que colocarlas sobre el eje a partir de la referencia fija del centro de la esfera, sabiendo que entre ese punto y el límite superior de la esfera debe haber un módulo y medio, lo cual equivale a dividir ese segmento superior en tres partes iguales: la parte superior es el medio módulo y las dos inferiores equivalen a un módulo. Sabiendo la medida de un módulo es fácil transportarla al segmento inferior del eje hasta hallar los dos módulos restantes. Hay que tener en cuenta que el módulo inferior siempre sobresale por debajo del límite de la esfera, ya que corresponde a la parte baja del mentón. 3Tras haber resuelto todas las referencias del esquema, incluyendo la zona plana del flanco de la esfera en una posición coherente con la perspectiva del conjunto, se comienza el dibujo de las líneas que caracterizan el rostro de la modelo. 4Conviene asegurarse de que los distintos escorzos de las facciones están bien resueltos y que cada facción ocupa un lugar correcto dentro del conjunto. Una vez comprobado el ajuste de todas las partes se puede comenzar a sombrear. 5El parecido se resuelve con facilidad si se trabaja a partir de un esquema correctamente concebido y proporcionado. Cabeza femenina en escorzo lateral Este ejercicio desarrolla el dibujo de la cabeza desde un punto de vista lateral, un poco elevado. La cabeza no está completamente de perfil, sino algo ladeada hacia la posición del observador. El escorzo de las facciones no es demasiado acusado, pero para resolverlo de forma adecuada es imprescindible dibujar un esquema previo perfectamente ajustado a la posición de la cabeza. Este ejercicio consiste en dibujar la fotografía. La posición de la cabeza presenta varios aspectos: una ligera inclinación hacia atrás y hacia el lado derecho de la modelo; estas dos inclinaciones están combinadas con una visión del conjunto desde un punto de vista algo elevado. MATERIAL • Lápices de colores • Lápices pastel color sepia y sanguina • Papel gris TÉCNICAS UTILIZADAS ♦ División proporcional de la cabeza adulta ♦ ♦ Dibujo de las facciones ♦ ♦ Encaje de la cabeza ♦ 1Esquema de encaje de la posición de la cabeza. La inclinación de la esfera viene dada por la posición de su eje: el dibujo de la esfera es siempre el mismo. Una vez ajustada esa inclinación, el resto de las líneas se trazan a partir de la perspectiva del ecuador y el meridiano. 2Seguidamente, se trazan las proyecciones de las marcas que dividen de forma proporcional la cabeza. Hay que recordar que esas proyecciones deben ser siempre paralelas y partir del eje. 3A continuación, se dibujan los contornos básicos de la cara y sus rasgos faciales, respetando siempre las divisiones proporcionales obtenidas. LAS LÍNEAS DEL ENCAJE Las líneas de encaje pueden borrarse casi totalmente antes de comenzar el trabajo de sombreado. Pero el que sean o no visibles no afecta a la calidad del dibujo. Recordemos que en la mayoría de los dibujos de los grandes maestros puede verse el rastro de los trazos empleados para el encaje de la obra. 4El proceso continúa con el modelado de los volúmenes. La distribución de las luces y las sombras se realiza con el uso de tonalidades suaves (sanguina, sepia, blanco) y realces en negro. 5El modelado y sombreado de la cara debe llevarse a cabo con cuidado y de forma progresiva, sin oscurecer o aclarar demasiado una zona hasta no obtener un conjunto equilibrado. El proceso puede seguir hasta alcanzar el acabado habitual de este tipo de dibujos (nunca excesivamente concluidos para que el conjunto mantenga su frescura). Dos cabezas masculinas La mecánica del encaje de la cabeza ha quedado lo suficientemente ilustrada y explicada como para que no sea necesario volver a analizar en detalle todas y cada una de sus etapas de construcción. Los dos ejercicios que ilustran estas páginas aplican el mismo procedimiento a dos cabezas masculinas, que, como sabemos, encierran las mismas proporciones que la cabeza femenina. La posición de la cabeza guarda una gran similitud con la cabeza femenina del primer ejercicio de esta serie desarrollado en páginas anteriores. También aquí la cabeza se eleva y la mirada se dirige hacia arriba. MATERIAL • Lápices de colores • Lápices pastel color sepia y sanguina • Papel gris 1He aquí el esquema casi completamente realizado: la esfera con la inclinación adecuada y las referencias básicas, incluyendo el punto central de la esfera, correctamente situadas. 2En esta imagen se puede apreciar la distribución de las referencias básicas sobre la línea frontal del esquema. Cabe subrayar la referencia de la boca, que ocupa la parte media del módulo inferior. 3Teniendo las referencias proporcionales como guía, se puede empezar a dibujar con seguridad los perfiles reales del rostro y de sus rasgos faciales. 4Finalmente, se sombrea y remarca el volumen básico de la anatomía facial. TÉCNICAS UTILIZADAS ♦ División proporcional de la cabeza adulta ♦ ♦ Dibujo de las facciones ♦ ♦ Encaje de la cabeza ♦ La particularidad de esta posición de la cabeza es que no está completamente de perfil sino algo ladeada hacia el exterior. Para conseguir representarla de forma adecuada hay que dar la adecuada inclinación (muy suave) al esquema básico. 1Aquí se puede apreciar con claridad que la esfera del esquema básico no está colocada en una posición completamente lateral, sino que aparece algo ladeada hacia atrás. MODIFICACIONES FINALES El objetivo final de cualquier método de encaje es lograr un buen dibujo. Puede ocurrir que al final del proceso las referencias del encaje den lugar a algunas deformaciones de la cabeza o el rostro. En tales casos, si la posición de la cabeza es la adecuada, se pueden realizar las necesarias correcciones sobre la marcha sin rehacer todo el dibujo desde el principio. 2El proceso de proporción de la cabeza mediante el uso de referencias es aquí exactamente igual que en los ejercicios anteriores. Aunque la posición de la esfera sea menos inclinada que en otras ocasiones, hay que resolver igualmente el ligero efecto de perspectiva. 3Finalmente, se dibujan y sombrean todos los rasgos. Si la esfera de encaje ha sido bien dibujada, la postura de la cabeza tendrá que coincidir forzosamente con la del modelo real. Métodos simplificados de encaje El método de encaje explicado e ilustrado hasta este momento no es el único que se puede utilizar, pero difícilmente puede haber otro más completo y sencillo a la vez. Existen muchas formas de encajar la cabeza, casi tantas como retratistas. Casi todas ellas son modos abreviados de conseguir la posición y proporciones adecuadas a base de unas pocas líneas. En estas dos páginas y en la que las sigue se muestran algunos de esos métodos. De una u otra forma, todos ellos están basados en la división modular de la cabeza, aunque, en general, son mucho más aproximativos que el explicado anteriormente, debido a que quienes los utilizan son artistas experimentados que no necesitan de tantos apoyos previos. Vale la pena atender a estos métodos y ensayarlos una vez que el dibujante se haya familiarizado con todo lo expuesto hasta el momento. Una posición similar a algunas de las dibujadas anteriormente, pero en este caso va a ser resuelta mediante un método mucho más sencillo y que requiere algo más de práctica. UN ESQUEMA PARA CADA CASO Idealmente, cada modelo debería sugerir en el artista el esquema de composición más adecuado para su resolución: más o menos elaborado según la dificultad de la pose. En vez del esquema esférico aquí se emplea un encaje cúbico. El cubo de encaje está inclinado en un ángulo similar al que presenta la cabeza del modelo, y en él se pueden contemplar las respectivas particiones proporcionales. Con la debida práctica en dibujo artístico no es difícil llegar a este resultado a partir del sencillo encaje cúbico anterior. Éste es un escorzo de la cabeza que puede resolverse casi como si se tratara de un perfil modificado. El encaje cúbico se convierte aquí en un sencillo encaje cuadrado. Para integrar correctamente las facciones a partir de un esquema tan simple es imprescindible haber practicado suficientemente el método de encaje exhaustivo explicado con anterioridad. En cualquier caso, la posición de la cabeza y el escorzo de los rasgos faciales no es difícil de resolver. Con la resolución del pelo se puede dar por terminado este sencillo dibujo realizado en muy poco tiempo y con un método de encaje muy simple. El escorzo de esta cabeza plantea algunos problemas de proporción que pueden solventarse intuitivamente, empleando formas de encaje muy sencillas. A partir de un esquema sumamente sencillo se resuelve un escorzo difícil en apariencia. El secreto reside en dar con las formas adecuadas que resuman la posición de la cabeza. Por último, se sombrea el cabello y se acentúan las líneas que expresan mejor la forma y posición de las facciones. Escorzos de la cabeza En las páginas anteriores se han resuelto diferentes escorzos empleando varios métodos de encaje. Cuando el escorzo es muy acusado, los métodos complicados sirven de poco, pues resulta más difícil calcular las particiones proporcionales que llevar a cabo efectivamente el dibujo de los contornos reales de la cabeza. Los escorzos más comprometidos sólo pueden llevarse a buen término a partir de ensayos y experiencia. Muy a menudo, este tipo de perspectivas forzadas es más sencillo de resolver de lo que parece: todo es cuestión de fijarse en el modelo y copiar exactamente lo que se observa, sin preocuparse demasiado de las posibles desproporciones. Jacopo Tintoretto. Estudio de cabeza de Apolo. Galleria degli Uffizi (Florencia, Italia). Pintores como Tintoretto fueron maestros del escorzo; este tipo de cabezas, vistas desde muy arriba o muy abajo, abundan en su obra. Dibujar este escorzo mediante el método de encaje convencional puede resultar muy difícil, ya que las divisiones proporcionales están casi montadas una sobre otra y cualquier pequeño error puede llevar a una desproporción considerable. Para resolver el escorzo se emplea aquí una forma de encaje muy sencilla: un simple cuadrado. Las divisiones no corresponden a las particiones proporcionales, sino que son referencias aproximadas de la anchura del cráneo y de la posición de la nariz y la boca. A partir de este momento todo es cuestión de copiar con la mayor exactitud posible lo que se ve en el modelo, sin tomar demasiado en cuenta el esquema previo. Éste es el resultado: un dibujo correctamente proporcionado que resuelve un escorzo en apariencia muy complicado. Composición del retrato En la práctica, bastaría con aplicar todas las técnicas mostradas anteriormente para obtener un retrato correcto. Pero si la voluntad del artista es crear una obra artística y no sólo un ejemplo de aplicación técnica, existen otros aspectos que es necesario tratar. Este capítulo está centrado en el estudio de la pose, la composición y la iluminación de los retratos, con una sección final dedicada al autorretrato. Todas estas cuestiones hacen del retrato un verdadero género artístico, más allá de la pura copia de los rasgos faciales. Cuestiones como la elección de la pose o la iluminación son las que marcan realmente la diferencia en una obra de arte. Nunca hay que olvidar que un retrato es, para el espectador, la representación de una persona a través de la óptica del artista, y que el resultado dice tanto del retratado como del retratista: un resultado mecánico delatará indiferencia o incapacidad de reflejar aquello que realmente justifica el retrato como forma de arte: la expresión de una personalidad. Cuestiones como la elección de la pose, la composición o la iluminación son las que marcan realmente la diferencia de calidad en un retrato. Jacques-Louis David, Retrato de Ana-María-Luisa Thélusson, condesa de Sorcy. Alte Pinakothek (Munich, Alemania). La armónica distribución de espacios y la iluminación adecuada suponen factores clave en la realización de un retrato. Elección de la pose La elección de la pose del retrato no debe dejarse nunca al azar, si es que la intención del retratista es hacer una obra de arte. La pose característica de cada persona es tan significativa como su tono de voz, es un rasgo que la define y, por tanto, lo que el artista debe descubrir y enfatizar. Todos los individuos tienen un perfil más significativo y una actitud más reveladora: estos factores son los que constituyen la pose. A menos que el artista conozca bien al retratado y tenga de él una imagen mental precisa, la elección de la postura puede ser un proceso largo que implique apuntes y ensayos diversos. La elección de una pose debe partir de una idea inicial (figura sentada, recostada, de pie) que después se desarrolla por medio de apuntes. A partir de una postura concreta se deben buscar variaciones y posibilidades. COMODIDAD ANTE TODO El modelo debe sentirse cómodo en la pose elegida, de forma que sea capaz de mantenerse inmóvil en esa posición mientras dure la sesión. Las ropas y vestidos no deben parecer demasiado rígidos: los pliegues y arrugas siempre ofrecen una buena oportunidad para la interpretación artística. Gradualmente, los ensayos conducen a la pose más adecuada para el retrato. Posición del cuerpo Para el retrato de una cabeza sola, el modelo deberá estar sentado, del mismo modo que si el retrato es de medio cuerpo. En ambos casos, la cabeza del modelo debería estar a la misma altura que la del artista. Asimismo, hay que comprobar que la posición de la cabeza sigue una dirección diferente de la del cuerpo; con ello se consigue una pose más graciosa y fluida. Como casi todo en arte, esto no debe considerarse una regla general inamovible: muchos pintores, como Modigliani, realizaron la mayoría de sus retratos colocando a sus modelos en posiciones totalmente frontales. Este boceto ensaya una composición de medio cuerpo para la figura sentada frontalmente. La posición encogida permite intentar una composición de cuerpo entero. RETRATO DE MEDIO CUERPO La cuestión de la pose es más complicada en el retrato de medio cuerpo. Con el modelo sentado, cabe considerar la posibilidad de que apoye las manos en el regazo, sobre el muslo derecho o sobre el muslo izquierdo, doblando más o menos los brazos; o bien con el cuerpo en vista frontal y la cabeza ligeramente vuelta a un lado, o con el cuerpo casi de perfil y la cabeza de frente. La misma postura anterior, pero en una variante de medio cuerpo. Una nueva versión de medio cuerpo a partir de otra postura. Este boceto es un compromiso entre varios ensayos y combina la composición de cuerpo entero con la de medio cuerpo. Relación entre la figura y el fondo Cuando un retratista realiza los bocetos previos a su obra, aparte de buscar soluciones al problema de la pose, también está resolviendo un problema de composición, condicionado por la forma conjunta ofrecida por el modelo y por un cálculo ideal de proporciones entre la masa global del modelo y el espacio de fondo. El problema se solventa cuando la figura encaja armoniosamente en el formato del papel o de la tela: no parece demasiado pequeña ni demasiado grande. Sólo la experiencia y la práctica habitual da al artista la noción de la armonía, pero pueden señalarse algunas pistas. Por ejemplo, no dejar excesivo espacio entre la cabeza y el límite superior de la tela o procurar que la parte baja de la composición esté ocupada por la figura o algún elemento auxiliar que sustente y dé solidez al conjunto. El problema de la simetría Simetría equivale a inmovilidad. El cuerpo humano es simétrico y un retrato cuya composición también lo fuera crearía una redundancia y una rigidez que hay que evitar. Para eludir la simetría el artista se vale de una pose asimétrica, con las manos desplazadas hacia un lado, con el cuerpo siguiendo una dirección distinta de la de la cabeza, etc. También existe otro recurso básico empleado por todos los retratistas. Consiste en componer la obra de tal forma que el espacio libre entre la cabeza y el margen del soporte sea mayor en la zona hacia la que gira la cabeza del retratado. Si la cabeza gira hacia la derecha, el espacio libre será mayor a ese lado que a la izquierda, y viceversa. En caso de una pose con la cabeza vista frontalmente, ambos márgenes pueden ser iguales siempre y cuando la postura rompa la simetría de la composición. El espacio reservado al fondo debe ser mayor en el lado hacia el que gira la cabeza la persona retratada. Aunque el giro de la cabeza sea muy leve, es importante que haya más “aire”, más espacio vacío hacia ese lado. Los espacios a ambos lados de la cabeza pueden ser aproximadamente iguales siempre y cuando la pose rompa la simetría de la composición. Esquema de composición básico El esquema de composición más habitual en el retrato es el triangular. Esto significa que la forma elemental en que cabe encajar todas las formas del retrato es un triángulo cuyo vértice superior coincide con la cabeza de la figura y cuya base con el límite inferior del cuadro. Ésta es la composición más estable y armónica y también la más utilizada por los retratistas clásicos, como Rafael. Muchos grandes pintores han seguido este esquema, creando variaciones tan significativas como las famosas composiciones descentradas de los impresionistas, y de Degas en particular. Rafael, Retrato de una mujer llamada La Velata. Palazzo Pitti (Florencia, Italia). El esquema piramidal perfectamente centrado y ajustado al formato es el encaje compositivo clásico por excelencia, y el más empleado por los retratistas desde el Renacimiento. Edgar Degas, Mujer sentada. Musée d’Orsay (París, Francia). Los pintores impresionistas y sus seguidores buscaron nuevas formas compositivas para el retrato. Entre ellas, destacamos esta versión de la composición triangular clásica que rompe con la simetría tradicional desplazando el esquema hacia un lado del formato. La dirección de la luz La dirección de la luz más adecuada en un retrato es la frontal lateral, sobreentendiéndose que debe ser más frontal que lateral. Ciertamente, no interesa en un retrato la proyección de sombras amplias y densas, que compliquen de modo innecesario el dibujo. Por lo tanto, la luz debe situarse muy poco ladeada y levemente elevada, de manera que la nariz proyecte tan sólo una sombra en sentido casi vertical; pero lo suficientemente ladeada para que una mitad de la cara quede un poco en sombra, siendo este lado el más próximo al artista. Asimismo, el contraste entre la zona iluminada y la zona en sombra debería ser algo más suave en el retrato femenino que en el masculino. En el retrato femenino, la iluminación dirigida muy lateralmente rompe la continuidad de las superficies suaves y endurece la expresión. Un contraste demasiado acusado entre luz y sombra subraya excesivamente la expresión de dramatismo. Por regla general, los retratos femeninos deben iluminarse frontalmente para realzar la suavidad de los volúmenes. LUZ NATURAL O ARTIFICIAL Para un artista, la diferencia esencial entre la luz natural y la artificial es que la primera es totalmente blanca y no altera ningún color, además de tener una luminosidad más envolvente. La luz artificial es mucho más directa y permite controlar fácilmente la relación de claros y sombras sobre el cuerpo y la fisonomía del modelo; es perfecta para los retratos dibujados en los que no es necesaria una captación exacta del color. La iluminación La realización de estos dibujos o esbozos previos es imprescindible. A través de ellos el artista tiene la oportunidad de profundizar en la obra, de investigar con cada esbozo la posición e iluminación más adecuada. Con estos dibujos previos, el artista tendrá ocasión de despertar su imaginación creativa, pensando en la calidad artística de la obra, es decir, en la composición, el contraste del juego de luces y sombras, en la factura y el estilo. Rembrandt, Autorretrato. Rijksmuseum, (Amsterdam, Países Bajos). Los efectos “especiales” de iluminación fueron muy empleados por los pintores barrocos para proporcionar dramatismo a sus obras. En el retrato masculino, una dirección de luz lateral tiende a dar carácter y expresividad al rostro. En determinadas circunstancias, puede ser interesante una iluminación lateral que acentúe la simetría del rostro. El autorretrato La forma más asequible de practicar todos los factores técnicos y estéticos que rodean el arte del retrato es mediante el autorretrato. El artista es libre de ensayar lo que guste y nadie debe someterse a largas y tediosas sesiones ni tampoco nadie se quejará del resultado. Basta con que el artista disponga de un espejo y de unas adecuadas condiciones lumínicas. Pero la libertad del artista puede verse entorpecida por el respeto a su propio rostro, y entonces el autorretrato es un ejercicio poco menos que ocioso. En las diferentes versiones de un autorretrato reproducidas en esta página se muestra cuál es la actitud correcta: una actitud de búsqueda y experimentación, que nada tiene que ver con la búsqueda del ángulo más favorecedor para la propia vanidad. Bastan una mesa y un espejo, además de una adecuada iluminación, para practicar el autorretrato. Éste es el resultado de un ensayo de autorretrato: una posibilidad de expresión y de resolución técnicas entre muchas otras. Otro ensayo más en el que el carácter personal del artista se mantiene por encima de los cambios técnicos y estéticos. La expresión, la técnica y algo de la fisonomía han cambiado, pero la personalidad sigue manifestándose igual. El retrato en la práctica Las últimas páginas de este libro están dedicadas a la práctica del retrato en todos los procedimientos pictóricos. En ellas se reúne una serie de procesos que resumen los desarrollos reales seguidos por la mayoría de los retratistas. Esta última sección está dedicada a la práctica real del retrato, tal como la entiende la gran mayoría de los profesionales. El lector encontrará todas las cuestiones tratadas en el libro aplicadas en la elaboración de una serie de obras que abarcan desde el retrato infantil hasta el retrato de cuerpo entero, pasando por diversos ejemplos de realización de cabezas, bustos y composiciones de medio cuerpo. Otro de los aspectos interesantes de este capítulo es el empleo de diferentes procedimientos pictóricos, desde la sanguina hasta la pintura al óleo, pasando por la acuarela o el pastel. Cada uno de estos procedimientos implica un ajuste de las técnicas básicas de encaje y realización de cabezas y retratos, pero las técnicas como tales son comunes a cualquiera de los procedimientos. Todas las obras están explicadas paso a paso, desde el esquema inicial hasta los retoques finales, para que el lector pueda verificar en cada momento cuáles han sido exactamente los recursos empleados en cada caso. Estos ejercicios de nivel profesional demuestran la utilidad real de todas las técnicas parciales estudiadas en este libro. Cada uno de los ejercicios de este capítulo implica un ajuste de las técnicas básicas de encaje y realización de cabezas y retratos. Éstos son dos de los resultados obtenidos siguiendo los procesos estudiados en las páginas siguientes. Estudio de la cabeza masculina Éste es el primero de una serie de tres ejercicios en los que se lleva a cabo el dibujo de una cabeza aplicando los métodos de encaje y cálculo de proporciones planteados en las páginas anteriores. Esta cabeza masculina responde con exactitud al canon de medidas, manteniendo una misma relación entre la anchura de la frente, la distancia entre las cejas y la base de la nariz, y entre esta última y la barbilla. MATERIAL • Papel canson de color Siena claro • Lápices de colores: gris, tierra de Siena natural y Siena tostado Esta cabeza presenta unas facciones muy marcadas y delata con claridad la estructura ósea bajo la piel. Esto facilita el establecimiento de las referencias básicas para el dibujo. 1El óvalo de la cabeza debe dibujarse de acuerdo con el punto de vista desde el que está tomada: ligeramente bajo y desplazado hacia la derecha respecto a la zona frontal de la cara. 2Los puntos de referencia básicos del eje de simetría, las cejas y la nariz se sitúan con relación a las proporciones canónicas. Además, hay que marcar la forma y posición del turbante. TÉCNICAS UTILIZADAS ♦ Encaje de la cabeza masculina ♦ ♦ Proporción de las facciones ♦ 3La validez de las anteriores referencias se demuestra en el momento de dibujar las facciones: el ajuste previo de las proporciones da como resultado una composición adecuada y un parecido respecto al modelo. 4Sólo cuando se han encajado adecuadamente la forma y la posición de las facciones y no hay ningún fallo de proporción particularmente visible, se puede empezar a describir los detalles de cada zona de la cara. 5El sombreado y el modelado de la barba debe hacerse oscureciendo progresivamente el tono, sin intentar dar con el matiz adecuado desde el principio. Las líneas de dibujo de encaje son una gran ayuda para guiar el trabajo en esta fase. 6El acabado del dibujo consiste en contrastar las zonas más oscuras de la barba y el cabello y modelar suavemente los volúmenes creados por la prominente osamenta del rostro del modelo. Estudio de la cabeza femenina La cabeza femenina no suele presentar tantas referencias óseas como la masculina, por eso se debe tener cuidado en realizar un correcto encajado y una óptima proporción de las facciones para lograr un buen parecido. El proceso de este dibujo es el mismo que el del ejercicio anterior y pone especial atención en representar de modo correcto los volúmenes de la cabeza sin emplear un sombreado excesivamente intenso. MATERIAL • Papel canson de color Siena claro • Lápices de colores: gris, tierra de Siena natural y Siena tostado La posición y el giro de la cabeza introducen factores de dificultad en un ejercicio que, básicamente, consiste en encajar los rasgos faciales en un conjunto proporcionado. TÉCNICAS UTILIZADAS ♦ Encaje de la cabeza femenina ♦ ♦ Proporción de las facciones ♦ 1El óvalo general con sus líneas de división es siempre el primer paso en todo encaje de una cabeza; las proporciones se mantienen con respecto a la cabeza masculina. 2Sobre las líneas de referencia se dibuja la forma de cada uno de los rasgos faciales, intentando ser lo más fiel posible a las características del natural. 3El dibujo se va enriqueciendo con nuevos detalles que refuerzan el parecido respecto a la modelo. 4Un ligero sombreado en los rasgos faciales aporta vitalidad y expresión al conjunto del dibujo. 5Todo el conjunto de sombras debe ir construyéndose suave y progresivamente para que el modelado de cada parte se integre en el conjunto. 6Resultado logrado después de aplicar metódicamente todo el proceso de construcción del rostro. Estudio de la cabeza infantil Éste es el último ejercicio de estudios de cabeza. Se trata de una cabeza infantil vista de perfil. Además de la diferencia en las proporciones, este dibujo tiene otras particularidades, como su visión completamente de perfil o su encaje mediante una forma cuadrada. En cualquier caso no se dan variaciones significativas respecto al proceso típico del dibujo de la figura humana. MATERIAL • Papel canson de color Siena claro • Lápices de colores: gris, tierra de Siena natural y Siena tostado La cabeza de esta niña está vista completamente de perfil. Esto puede facilitar ciertos aspectos del dibujo, ya que una sola línea de contorno puede transmitir toda la información acerca del parecido. TÉCNICAS UTILIZADAS ♦ Encaje de la cabeza infantil ♦ ♦ Proporción de las facciones ♦ 1Encaje preliminar del dibujo. Este encaje se ha realizado empleando una forma cuadrada que aporta las proporciones de la altura y la anchura. 2Sobre el encaje primero se añaden las líneas básicas de referencia, incluyendo también la forma del pelo. 3Poco a poco, todos los rasgos faciales deben ser incorporados en el esquema general de esta cabeza. 4Se deben remarcar los detalles significativos para que destaquen por encima de todo el conjunto. 5Una vez se ha conseguido el parecido, se trabaja el cabello con suavidad y a partir de largos trazos que deben intensificarse paulatinamente. 6Ahora ya pueden borrarse las líneas de encaje que se han utilizado durante la primera fase del dibujo. 7Éste es el resultado final: una obra perfectamente correcta en cuanto a proporciones, parecido y tratamiento de las líneas, las luces y las sombras. Retrato infantil al pastel Los retratos de niños son, hasta cierto punto, más fáciles de resolver que los retratos de adultos: las facciones están menos caracterizadas y la expresión del rostro no es tan marcadamente personal. El inconveniente básico es bien conocido: los niños no pueden permanecer quietos y es casi imposible dibujarlos o pintarlos del natural. Una buena fotografía, elegida entre muchas instantáneas realizadas en una sesión fotográfica, es la solución ideal. Para retratar niños, sobre todo si son de muy corta edad, es casi inevitable el empleo de fotografías. Esta instantánea reúne todas las condiciones necesarias para realizar un buen retrato. MATERIAL • Papel canson de color ocre pálido • Barritas de pastel duro de los colores tierra de sombra tostada, sanguina, rojo inglés, rojo de cadmio, amarillo, azul claro, rosa, rosa pálido, blanco y negro TÉCNICAS UTILIZADAS ♦ Encaje de las facciones infantiles ♦ ♦ Valoración ♦ ♦ Expresión ♦ ♦ Carnaciones ♦ 1La posición completamente frontal del modelo permite trazar el contorno ovalado de la cabeza sin tomar en consideración ningún escorzo. 2Los dos ejes principales para el encaje de las facciones son el de simetría (la línea vertical) y el que marca la altura de las cejas, situadas en una posición más baja de lo que es habitual en un adulto. 3Estas dos nuevas referencias corresponden a la posición de la base de la nariz y a la boca, ambas mucho más juntas y cercanas a la barbilla que en la cara de un adulto. 4La distancia entre los ojos de un niño es algo mayor que la que separa los de un adulto, es decir, algo más que la anchura de un ojo. En el dibujo se ha señalado también la colocación de las orejas. PROPORCIONES INFANTILES Si se consigue realizar las proporciones correctas de una cabeza infantil, el problema del parecido se resuelve con mayor facilidad que en el caso de un adulto, ya que los rostros infantiles contienen muchos menos rasgos distintivos que los de los adultos. 5Sobre los ejes se indica la posición de las facciones de acuerdo con las proporciones características de la cabeza infantil. Al dibujar el resto del cuerpo hay que prestar atención a su tamaño en relación con el de la cabeza, que es casi el doble de su tamaño relativo en un adulto. 6Una vez se ha comprobado que el ajuste de las proporciones generales y la posición de los rasgos faciales son correctos, se puede comenzar a valorar el dibujo. Éstos son los colores que participarán en la realización de las carnaciones. Como es natural, dominan los tonos cálidos: rojos tierra, amarillo y rosados. VALORACIÓN DE LAS CARNACIONES Cuando la valoración (es decir, el sombreado) de la piel se lleva a cabo con una amplia gama de colores, debe comenzar por un tono general a medio camino entre las modulaciones más claras y las más oscuras. Las entonaciones más claras de la piel infantil de este retrato son rosas muy pálidos, y los valores más oscuros son de color tierra de sombra natural. Lo lógico es emplear un Siena tostado o un color sanguina como valor general, difuminándolo por todo el cuerpo para crear una buena base cromática. En el difuminado se deben aplicar algunas manchas blancas para que ese tono general adquiera volumen. 7La primera valoración consiste en aplicar algunas sombras ligeras con el color sanguina juntamente con manchas de color blanco que destaquen las zonas más iluminadas. 8Sobre la primera valoración general ya se puede remarcar el dibujo de las facciones con un tono más oscuro que el del conjunto para que éstas destaquen con claridad. 9Sobre la valoración general se ha manchado con rosa pálido para suavizar las carnaciones, unificar las luces y las sombras y evitar los contrastes bruscos, impropios de un retrato infantil. 10 El modelado de las facciones debe hacerse con suma delicadeza, sin cargar las tintas y oscureciendo de forma gradual las sombras que dan relieve a las mejillas, la boca, la nariz y los ojos. 11 El nuevo sombreado de la cara debe difuminarse para suavizar las transiciones entre luces y sombras. 12 De nuevo se han extendido amplias manchas de color rosa pálido para unificar y aclarar las tonalidades de la carne. 13 En esta fase del proceso, el retrato del niño está casi acabado; sólo resta colorear el entorno de la figura y añadir algunos detalles finales. 14 No hay que buscar detalles ni demorarse demasiado en el plano sobre el que apoya el niño sus manos: una mancha suave de color rojo bastará para el propósito de la obra. LA SUAVIDAD DEL MODELADO En los retratos infantiles es fundamental evitar las transiciones bruscas entre luces y sombras: las formas deben ser redondeadas y continuas. El difuminado de cada color con el tono contiguo es, por lo tanto, muy importante y la transición entre uno y otro debe ser suave. TONOS CÁLIDOS Y FRÍOS Para destacar claramente el retrato del fondo no es necesario oscurecer este último, basta con mancharlo con un tono frío (en este caso el azul): el contraste entre las carnaciones muy cálidas de la piel del niño y la modulación fría del fondo es más que suficiente para que el retrato destaque. 15 Para destacar el cuerpo del niño del fondo del papel, se colorean sus contornos exteriores con una tonalidad azul claro. 16 Finalmente se han añadido algunos detalles al cabello: líneas muy finas de distintos tonos que representan muy bien la suavidad del pelo infantil. Busto femenino al óleo La composición de este retrato es una variación del busto clásico. Una variación modernizada, ya que el busto clásico siempre mantiene un amplio espacio vacío sobre la cabeza de la figura. La poca distancia entre la cabeza y el límite superior del cuadro da inmediatez y resta solemnidad a la composición. La cabeza gira hacia la izquierda del cuadro y obliga a un cuidadoso cálculo de las posiciones relativas de los rasgos faciales. La modelo no mira hacia el espectador, por lo que el retrato mantiene una clara distancia psicológica. Por otra parte, el giro de la cabeza implica que el pintor debe realizar un cálculo cuidadoso de la posición de las facciones. MATERIAL • Colores al óleo: blanco de titanio, amarillo limón, ocre amarillo, Siena natural, Siena tostado, bermellón, rojo de cadmio y azul ultramar • Pinceles: un pincel plano de tamaño mediano y dos pinceles redondos de tamaño mediano y pequeño de pelo de cerda • Tela sobre bastidor TÉCNICAS UTILIZADAS ♦ Encaje de las facciones femeninas ♦ ♦ Valoración ♦ ♦ Expresión ♦ ♦ Carnaciones ♦ 1La práctica del retrato permite encajar la cabeza directamente con color, sin dibujo previo. El pincel se emplea aquí como un lápiz o una barrita de pastel, y sus trazos marcan las referencias básicas de la cabeza, el rostro y el cabello. 2Sobre las líneas de referencia se marca la situación de los rasgos, prestando especial atención a las distancias entre ellos, de forma que su colocación sea coherente con el giro de la cabeza. 3Se consigue delimitar la zona de la cara y diferenciarla del resto de la cabeza manchando la zona del cabello con el mismo color utilizado para el dibujo inicial (un Siena tostado). 4Con la máxima precisión posible, se dibujan con el pincel más fino los rasgos faciales, después de que las sucesivas aproximaciones del esquema hayan permitido localizar claramente su posición en el rostro. 5Colores empleados para las carnaciones del retrato: bermellón, rojo de cadmio, ocre amarillo, Siena natural, Siena tostado y blanco. 6La tonalidad inicial de la piel es un rosa terroso obtenido mezclando siena natural con un poco de blanco y de ocre. Esta mezcla debe aplicarse bastante diluida para que el color se extienda bien sobre la tela. 7Durante el primer coloreado de la cara el color básico se ha ido matizando con aportaciones de Siena tostado, ocre y blanco, que son las que dan un primer modelado general al rostro. LAS CARNACIONES AL ÓLEO Independientemente de los colores elegidos para pintar las carnaciones, cuando se trabaja al óleo hay que alternar las tonalidades, de modo que las pinceladas de cada color se fundan ligeramente unas en otras. La lentitud de secado de la pintura al óleo obliga a comenzar cubriendo la tela con colores muy poco pastosos; a medida que se añaden nuevas coloraciones y matices, se puede trabajar con el color cada vez más espeso para que manche correctamente y no se mezcle en exceso con la anterior capa de color. 8Según el aspecto que toman las carnaciones se añade algo más de rojo o de ocre a las mezclas; en esta ocasión, la zona de la frente se matiza con un rosa claro. EL COLOR DEL CABELLO Sea cual fuere el color del pelo de la figura retratada se debe evitar que parezca una peluca. Para conseguir la debida naturalidad, el tono del cabello debe confundirse en alguna zona (la frente, el mentón, las sienes, etc.) con el color de la cara, fundiendo ambos colores si es preciso. 9El trabajo de elaboración de las carnaciones está ya bastante avanzado; el volumen del rostro se halla cada vez más definido y el color de la piel es mucho más natural ahora que en fases anteriores. 10 Ha llegado el momento de pintar el cabello; el primer paso consiste en extender un tono neutro general: un gris verdoso claro que armoniza muy bien con los brillos rubios de los mechones. 11 El tono general del cabello acusa ciertas zonas de sombra que son las que le confieren volumen. El tono verdoso sugiere una coloración dorada. BRILLOS Y REFLEJOS Es un error muy común pintar el cabello rubio solamente con tonos ocres y amarillos. La idea convencional de asociar el color dorado al amarillo debe descartarse de antemano, ya que el resultado es un efecto muy poco natural. Los tonos dorados contienen matices verdosos y en ellos el amarillo puede destacar como brillo, pero no como color básico. Otro error habitual es destacar excesivamente las partes iluminadas del rostro, hasta el punto que acaban convirtiéndose en brillos: ello debe evitarse reduciendo al mínimo las aplicaciones de blanco puro sobre las carnaciones. 12 Sobre la base de color verdoso, se añaden pinceladas muy claras para representar los brillos del pelo. La dirección y la forma de la pincelada es aquí muy importante, ya que de ella depende la ondulación de la cabellera. 13 La tonalidad azul claro del fondo ayuda a destacar los valores y matices cálidos que configuran el rostro y el cabello de la figura. 14 Los últimos retoques en las carnaciones consisten en suavizar los empastes de los pómulos extendiendo el color y fundiéndolo con las coloraciones contiguas. LA MIRADA La expresión de la mirada no depende tanto del correcto dibujo de los ojos como de la valoración de sus luces y sombras y, en especial, de los brillos en el globo ocular. Esos brillos deben colocarse siempre justo al lado de la mancha negra de la pupila. 15 Todo el trabajo de carnaciones y de realización del cabello ha quedado resuelto y sólo falta retocar los ojos, a los que hay que dar algunos brillos que expresen una mirada viva. 16 Los detalles de los brillos y la pupila en los ojos han vivificado enormemente la expresión, que antes parecía ausente; tras esas ligeras aplicaciones de color el retrato puede darse por finalizado. La valoración en el retrato Una vez repasadas las técnicas de dibujo adecuadas a la representación de la cabeza humana y, en general, del retrato, el paso siguiente hacia una concepción realmente pictórica del retrato consiste en la valoración del mismo. Valorar es jugar con distintas intensidades de tono, más claras o más oscuras, de manera que el resultado tenga volumen y calidad pictórica, aun sin tener color. Este ejercicio será realizado en monocromía, empleando un color sanguina aclarado con blanco y localmente oscurecido con negro. La pose elegida para el retrato no va a ser representada en su integridad. La composición se centrará en la mitad superior de la imagen con el fin de obtener un conjunto más compacto. MATERIAL • Papel canson color crema • Barra de sanguina • Barra de creta blanca • Lápiz pastel color sepia • Lápiz carbón • Pincel plano ancho de pelo de cerda • Goma de borrar TÉCNICAS UTILIZADAS ♦ Encaje de la cabeza ♦ ♦ Composición de la pose ♦ ♦ Valoración ♦ 1Una vez elegido el encuadre más adecuado al ejercicio, se dibuja, en síntesis, la figura. La barrita de sanguina permite dibujar rápidamente a partir de trazos rectos, aplicándola en toda su longitud sobre el papel. 2Las correcciones al dibujo se hacen sobre la marcha, aproximando los trazos al modelo, sin tomar en consideración la línea de contorno y buscando referencias en cada parte de la composición. 3Después del trabajo lineal, el pincel de pelo de cerda es muy útil para difuminar los trazos y obtener una primera aproximación general del sombreado de la obra. 4He aquí el resultado de haber extendido los trazos de sanguina con el pincel. Hay que remarcar que la oscuridad del difuminado se debe a sucesivas aplicaciones de la sanguina durante el trabajo con el pincel. 5El papel ha quedado manchado de sanguina y es posible restituir su color original empleando la goma de borrar. Con ello se puede conseguir una gama bastante amplia de luces y sombras, es decir, una primera valoración de la obra. 6En esta imagen puede comprobarse que la valoración de la manga de la blusa ha revertido en una enérgica representación de su volumen. 7El trabajo de valoración consiste en ajustar unas zonas del dibujo con las restantes. Esto significa que cada ajuste supone una modificación del conjunto: las luces y sombras modifican el dibujo y éste, a su vez, modifica la valoración. AJUSTES DEL DIBUJO Y EL SOMBREADO En este ejercicio pueden advertirse numerosos cambios en el dibujo de la modelo. Esto es normal; el parecido, juntamente con el resto de los factores importantes de un retrato, se puede conseguir tanto por aproximaciones sucesivas como mediante un dibujo inicial definitivo. REALCES DE BLANCOS En un dibujo monocromo, el realce de las luces mediante color blanco (creta o pastel blanco, en este caso) supone enriquecer la valoración añadiendo una tonalidad más clara de las que pueden obtenerse con el tono de la monocromía. Naturalmente, para que este realce sea efectivo es imprescindible trabajar sobre un papel de color, ya que sobre el papel blanco no hay valor más claro que el del propio papel. Los realces de blancos son habituales en los dibujos al carbón o a la sanguina. 8Antes de pasar al sombreado en detalle, hay que dejar el conjunto del dibujo en una composición estable y asegurarse de que ninguna de sus partes requiere ser modificada. 9Los realces de creta blanca se llevan a cabo aplicando un pedazo de creta en posición completamente plana sobre el papel, con el objetivo de crear una mancha que pueda ser posteriormente difuminada. 10 Los realces blancos se pueden enriquecer posteriormente añadiendo matices con lápiz pastel negro; por ejemplo, en la parte inferior de los pliegues de la blusa para que destaquen sobre las manchas del pantalón. 11 El fuerte oscurecimiento de los pantalones ha dado solidez al conjunto introduciendo un valor mucho más sombrío que el resto del dibujo; con ello se consigue centrar el tema de la obra en el torso de la figura. 12 Los realces blancos afectan también a los brazos; en ellos se ha manchado ampliamente con creta blanca, difuminando a continuación. La ausencia de trazos de sanguina en esa zona hace que el volumen de los brazos destaque con claridad. 13 En la cara hay que trabajar con sumo cuidado para que la valoración no desfigure las facciones. En vez de barritas, es mejor utilizar lápices sanguina, blanco y sepia. LÁPICES Y BARRAS Todos los colores habituales de las cretas (sanguina, sepia, blanco y negro) pueden adquirirse también en formato de lápiz. La mina de esos lápices está fabricada con el mismo material que las barras. La ventaja de los lápices es que permiten acceder a los pequeños detalles y perfilar contornos desdibujados. 14 Los lápices pastel permiten mucha mayor precisión que las barritas y con ellos se pueden hacer tanto sombreados como trazos bien definidos. 15 Los rasgos faciales han quedado completamente resueltos como paso último de todo el proceso de valorado. Sólo falta definir algunas zonas marginales para que la obra adquiera toda su firmeza. EL ACABADO Un dibujo de este tipo puede matizarse y detallarse tanto como se desee, pero no es aconsejable exagerar el acabado, ya que puede revertir en un exceso de detalle y sombreado. Es bueno que algunas partes permanezcan abocetadas, en contraste con otras más acabadas. 16 Un último oscurecimiento de los pantalones de la modelo y una mayor definición de las manchas y líneas que dan forma a la silla ponen punto final a este ejercicio de valoración de un retrato. Busto masculino al óleo El retrato que viene a continuación sigue las normas compositivas clásicas: ligeramente desplazado del centro, con espacio vacío sobre la cabeza y claramente contrastado contra el fondo. Será realizado con el más tradicional de los procedimientos –la pintura al óleo–, poniendo en práctica todas las nociones estudiadas acerca de la composición, el parecido, la expresión y las carnaciones. La iluminación ligeramente lateral proyecta las suficientes sombras como para destacar con claridad la volumetría del rostro. El encuadre de la fotografía ha sido concebido para que corresponda con la composición clásica de busto. Se ha buscado una iluminación que remarque claramente los rasgos faciales. MATERIAL • Tablero entelado • Lápiz blando • Colores al óleo: amarillo de cadmio, ocre amarillo, rojo de cadmio, Siena tostado, tierra de sombra tostada, carmín, verde permanente, azul ultramar, violeta cobalto, blanco, negro marfil y blanco de titanio • Pinceles redondos finos y medianos de pelo de cerda; pincel plano grande de pelo de cerda 1Con un lápiz blando de grafito se dibuja el contorno general del busto y se detallan los rasgos faciales, construyendo cuidadosamente las proporciones de la cabeza. 2Se empieza por resolver las carnaciones y el modelado de la cabeza empleando una mezcla de Siena tostado, ocre y carmín, en distintas proporciones según si las tonalidades han de ser más claras o más oscuras. 3Las sombras son de un color rojizo más subido por la mayor presencia de carmín en la mezcla; la construcción de la cabeza debe respetar con sumo cuidado los factores del parecido establecidos en el dibujo inicial. TÉCNICAS UTILIZADAS ♦ Encaje de las facciones masculinas ♦ ♦ Composición en busto ♦ ♦ Valoración ♦ ♦ Expresión ♦ ♦ Carnaciones ♦ 4Con el pincel fino se destacan las regiones de los ojos, zonas de gran importancia para conseguir el parecido y la expresión del retrato. LA BÚSQUEDA DEL PARECIDO En este ejercicio el parecido se ha conseguido desde el primer momento, en el dibujo inicial. Esa tarea debe reconstruirse con el color, pero sin desvirtuar lo ya obtenido con el dibujo. Hay que trabajar con pinceles finos que permitan matizar bien las sombras y apurar todos los detalles particularizados en el dibujo a lápiz. 5De forma gradual se ajustan las coloraciones de la piel, respetando el esquema general de la valoración, es decir, las relaciones básicas entre luces y sombras. 6El coloreado de la cabeza está ya bastante avanzado y las carnaciones aparecen en sus tonalidades naturales; quedan sólo algunas pequeñas zonas sin trabajar. 7Es importante aplicar algunos tonos fríos al conjunto cálido de las carnaciones para realzar el volumen y crear los contrastes adecuados. Algunos tonos verdes pueden verse bajo el labio inferior, representando la sombra de la barba. 8El labio inferior es una de las pocas zonas que quedan por pintar; su tonalidad debe ser más clara que la del labio superior, puesto que recibe más luz que aquél. 9El rostro ha quedado completamente acabado y sólo resta pintar el cabello para resolver de modo definitivo la cabeza del retratado. 10 Antes de pasar a pintar el cabello del retratado, se extiende el color del fondo: un verde grisáceo claro, un tono frío que creará un buen contraste con las coloraciones cálidas del rostro. CONTRASTES El parecido y la expresión son factores esenciales en un retrato. No sólo el dibujo y el color ajustados son la clave para ello, sino también una acertada distribución de contrastes que vivifique las coloraciones, que a su vez proporcionan vitalidad a la obra. 11 El contraste múltiple entre el fondo frío claro, el cabello oscuro y las carnaciones rojizas dan una vitalidad suplementaria al retrato. 12 El conjunto que ofrece la cabeza contra el fondo verdoso es plenamente satisfactorio y conviene respetarlo. EL ACABADO En esta obra, el acabado pasa por la realización de la ropa que viste el modelo. Ésta es una nueva oportunidad para que el artista busque contrastes que añadan energía a la pieza sin alterar lo ya conseguido en cuanto a parecido, composición y expresión. 13 El tono azul de la camiseta del modelo se puede sustituir por un violeta matizado con blanco y negro. No es necesario reproducir el estampado de la camiseta, e incluso es mejor no hacerlo para no añadir detalles complementarios. 14 Se llega al final del proceso una vez se ha cubierto toda la zona de la ropa, matizando los pliegues con un modelado suficiente y sin colmarlo de detalles. Retrato femenino de cuerpo entero La composición de cuerpo entero es la menos habitual en el retrato. Esto no quiere decir que no sea una de las posibilidades más sugestivas para el artista interesado en investigar las claves del género. El retrato de cuerpo entero implica un tamaño del soporte medio o grande y de forma más bien estrecha y alargada para evitar el exceso de espacio vacío a los lados. Para este ejercicio se ha elegido una pose recogida y perfectamente vertical. MATERIAL • Colores acrílicos: amarillo limón, ocre amarillo, rojo de cadmio, magenta, Siena tostado, Siena natural, azul ultramar, violeta, blanco y negro • Papel blanco • Dos pinceles redondos medianos de pelo sintético y un pincel redondo fino de pelo sintético La pose erguida y con los brazos cruzados es completamente vertical y plantea el problema de una composición simétrica en su totalidad. Por otra parte, la frontalidad absoluta de la figura proporciona aún más una apariencia estática que evoca las estatuas arcaicas. TÉCNICAS UTILIZADAS ♦ Composición del retrato de cuerpo entero ♦ ♦ Encaje de la cabeza ♦ ♦ Valoración ♦ ♦ Carnaciones ♦ ♦ Expresión ♦ 1El inicio del dibujo previo tiene por objetivo centrar la figura en la composición y ajustar cuidadosamente sus proporciones para que se acomoden al formato de la obra. 2Una vez fijado el encaje de la figura en el formato del papel, se pueden incorporar los detalles de la ropa y de las facciones, prestando mucha atención a la expresión sonriente de la modelo. 3Una vez acabado el dibujo inicial se pinta el fondo, tanto la pared como el suelo. Los colores de ese fondo tendrán una función muy importante en la armonización de todo el conjunto. 4Las primeras pinceladas en la figura corresponden a los colores de la piel. El color inicial de las carnaciones es un Siena tostado mezclado con un poco de ocre y blanco; con esta mezcla se pintan los hombros y la parte superior del pecho de la figura. EL SECADO DE LOS COLORES ACRÍLICOS Los colores acrílicos tienen una consistencia y una densidad muy similar a la de los colores al óleo, pero se secan mucho más rápidamente que aquéllos. Esta circunstancia condiciona el método de trabajo. Mientras que con la pintura al óleo el artista puede dejar provisionalmente inacabada una de las zonas del cuadro y dedicarse a otra, el acrílico precisa la conclusión de cada uno de los fragmentos antes de pasar al siguiente. Las rectificaciones con pintura acrílica obligan a cubrir de nuevo las zonas ya pintadas. 5Desde el comienzo las zonas de la piel han quedado cubiertas con una primera capa de carnaciones que más tarde se deberá matizar. 6El color de la camiseta es una mezcla de magenta con una pizca de blanco. Es importante que este color sea una nota pura e intensa en la composición de la obra, sin distracciones debidas al claroscuro ni al modelado. 7La falda se pinta con un color violeta en el que no interviene el blanco en las zonas claras: en esas partes el color se aplica más disuelto en agua, mientras que en las oscuras se pinta con mayor espesor para lograr la tonalidad más sombría. 8Los tonos fundamentales de la pintura ya han sido plasmados sobre el papel. Se trata de un contraste múltiple de colores en el que cada parte presenta su coloración característica. 9Ahora se realizan diversos matices en los hombros, el pecho, los brazos y en todas las superficies del cuerpo y las ropas de la modelo. 10 La pintura acrílica permite mezclar y superponer colores, pero no se puede combinar con capas de color de base (porque esas capas se secan rápidamente). Por lo tanto, hay que matizar la valoración del volumen sobre la marcha. 11 Obsérvese cómo se trabajan cada una de las zonas correspondientes a las carnaciones, creando regiones modeladas con colores similares a los de la capa cromática de base. PROCESO DE LAS CARNACIONES CON ACRÍLICOS La rapidez del secado de los colores acrílicos obliga a trabajar las carnaciones de forma muy distinta de la manera característica de la pintura al óleo. Lo normal es extender una primera capa correctamente entonada y trabajar por zonas sobre ella intentando que no haya cambios de color visibles entre cada una de esas zonas. La ventaja del acrílico es que puede repintarse al cabo de muy poco tiempo. 12 Una vez finalizadas todas las carnaciones se debe definir con precisión los rasgos faciales para obtener la expresión correcta. Obviamente, es necesario emplear un pincel fino y trabajar con mucho cuidado los detalles. 13 Poco a poco se ajustan las entonaciones que dan volumen y coherencia a los rasgos faciales, dejando para el final la resolución de la boca sonriente. 14 La expresión de la figura es cada vez más natural, aunque todavía falta resolver completamente la zona de los ojos y la boca. 15 Finalmente, se ha conseguido aportar naturalidad a la mirada y a la sonrisa mediante una serie de matices que han atenuado el exceso de blancos existentes. 16 El resultado final es una buena prueba de que los acrílicos son tan eficaces y atractivos en el retrato como cualquier otro tipo de pintura. Retrato en un interior Como ejercicio final, se presenta en estas páginas el proceso de realización de un retrato ambientado en un interior. Este tipo de obra está a medio camino entre el retrato convencional y la pintura creativa. Normalmente, no se exige un parecido tan marcado como en otros tipos de retratos, si bien el conjunto pictórico debe transmitir una sugerencia ambiental del carácter de la figura representada. MATERIAL • Papel de acuarela de grano medio • Colores a la acuarela: ocre amarillo, Siena tostado, gris de Payne, verde esmeralda, azul cerúleo • Un pincel redondo ancho de pelo de oreja de buey y un pincel redondo fino de pelo de marta La vida cotidiana ofrece múltiples situaciones susceptibles de convertirse en un tema artístico. Una figura en su entorno habitual y dedicada a una u otra tarea es la esencia del retrato intimista. TÉCNICAS UTILIZADAS ♦ Composición del retrato de cuerpo entero ♦ ♦ Encaje de la cabeza ♦ ♦ Valoración ♦ 1Antes de proceder a la elaboración de la acuarela, es conveniente realizar algunas aproximaciones a la composición y al color de la obra. En esta imagen puede verse el planteamiento general de las luces y las sombras realizado a partir de manchas casi monocromas. 2Estudio mucho más completo, que establece los grandes contrastes de la composición y plantea el problema de los juegos de luz sobre la figura. 3El primer paso del proceso consiste en dibujar la composición a lápiz. Éste no debe ser demasiado blando para evitar que las líneas sean muy visibles al final del trabajo. 4Dibujo previo ya terminado. Cabe destacar el nivel de minuciosidad de su acabado y la manera en que el artista ha remarcado los contornos más significativos del tema. EL PROCESO DE LA ACUARELA El proceso característico de la pintura a la acuarela supone trabajar a partir de manchas de color muy diluido para añadir los acentos más intensos a medida que la composición se vuelve cada vez más concreta. Los colores a la acuarela son transparentes y su luminosidad depende de esa transparencia. La acuarela requiere una técnica decidida, pues apenas es posible rectificar los errores cometidos. 5Las primeras manchas afectan al contorno de la silla y al cabello de la figura. Mucho más débiles son las aplicaciones de acuarela en los pantalones y la lámpara. 6Las primeras aplicaciones de color ya insinúan la armonía cromática que dominará la composición: colores cálidos (ocres y sienas claros) para el entorno inmediato de la figura y tonalidades algo más frías para el resto. MEZCLAS Y SUPERPOSICIONES Las mezclas de colores a la acuarela pueden realizarse tanto en la paleta como sobre el papel. La tonalidad de una mancha puede variarse si se añade sobre ella una pincelada de otro color mientras está todavía húmeda. El efecto no será tan homogéneo como el que resulta de mezclar los colores de forma previa, pero precisamente ese efecto discontinuo es lo que buscan los acuarelistas y lo que confiere interés y variedad a sus obras. 7Sobre las manchas húmedas se pueden trazar líneas muy finas abriendo ligeros surcos con el mango del pincel sobre el papel mojado. El color penetra en el surco y aparece una línea del mismo tono que la mancha. 8La zona de la cabeza y de la mano son las que requieren mayor esmero. Hay que prestar atención a cada una de las pequeñas manchas, pues son ellas las que construyen la forma de la cabeza y dan sentido al juego de luces y sombras. 9El delicado colorido que adquiere gradualmente la obra sube de tono de forma progresiva. Cada vez que se intensifica una sombra hay que matizar otros tonos para mantener la armonía del conjunto. 10 Se pueden emplear pasteles para remarcar o acentuar un contorno o una sombra, siempre y cuando las líneas no desvirtúen el efecto general de la obra. 11 El oscurecimiento general de la silla ha realzado el conjunto de la figura, poniendo de manifiesto tanto sus contornos como su volumen. 12 Siguiendo con el trabajo de intensificación de los valores, ahora se ha oscurecido la cabellera de la figura y la cabeza destaca con mucha mayor claridad. 13 El conjunto de la obra ha llegado a un estado en el que apenas restan algunos realces para considerarla terminada. LA SOLTURA DEL RESULTADO La pintura a la acuarela no acepta bien un acabado excesivo. Los colores son mucho más vistosos e interesantes cuando se combinan en manchas libres que cuando quedan completamente circunscritos a los contornos de un dibujo. Por lo tanto, en su estado final, una obra a la acuarela debe mantener, hasta cierto punto, la frescura de lo inacabado. 14 Una última aplicación de pastel en la zona superior de la silla, con el fin de que parezca que se halla más separada de la pared del fondo. Las aplicaciones de pastel deben ser siempre puntuales para no desvirtuar la calidad propia de la acuarela. 15 La obra se considera terminada una vez se ha logrado representar la atmósfera íntima propia de este tipo de temáticas. Otros libros de la Editorial sobre cabeza y retrato Si desea profundizar en el dibujo y la pintura de la cabeza y el retrato, en los siguientes títulos de Parramón Ediciones encontrará todo tipo de aplicaciones prácticas de las técnicas estudiadas en este libro: Colecciones y títulos Aprender haciendo: – Cómo dibujar la cabeza humana y el retrato Manuales Parramón: – Retrato, rostros y expresiones – Anatomía artística Rincón del Pintor: – Anatomía artística Grandes Libros: – Gran Libro del retrato