PISTA DOS LÍDERES DE ADORACIÓN Y ALABANZA Tanto el que santifica como los que son santificados tienen un mismo origen, por lo cual Jesús no se avergüenza de llamarlos hermanos, cuando dice: «Proclamaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré» (Heb. 2:11-12). CRISTO ES NUESTRO LÍDER DE ADORACIÓN Antes de examinar la lista de comprobación de este capítulo, creemos apropiado declarar que Cristo es nuestro principal líder de adoración, director del coro de los cielos y de la tierra. Todos tenemos libre acceso a Él, el único mediador entre Dios y la humanidad; dicho pensamiento debe permear tanto nuestras más profundas convicciones como la expresión visible de nuestros talentos (Ef. 3:12; 1 Tim. 2:5; Heb. 4:16). Debemos asegurarnos de que nuestro servicio al canto de la iglesia conduzca a los hermanos a reconocer solo a Cristo como mediador divino, no a nosotros o a un determinado estado de ánimo que quisiéramos provocar. Nuestras melodías deben desbordarse con la persona y las obras de Jesús; es preciso mostrar, con nuestra gestualidad, el respeto que le debemos. Además, los arreglos y producciones tienen que ser medios para que, en espíritu y en verdad, nuestros hermanos puedan cantarle con libertad al Señor. DEFINIR EL PAPEL En la mayoría de las iglesias de hoy la dirección del canto ocurre en una de estas formas: 1. Un «líder de adoración», que tiene un papel activo y que, generalmente, es un cantante principal 2. Un pastor, con un cantante y músicos asistentes, dirigen todo el culto 3. Igual que los anteriores, pero con un liderazgo instrumental o coral Sabemos que hay lectores que se identifican bastante con las tres tradiciones, y también otros que muestran perspectivas y esquemas diferentes (sobre el liderazgo, los estilos musicales, los cantos y la liturgia). Sin importar los términos, desarrollamos estos puntos generales para aquellos que lideran el canto en la iglesia. Este papel es crucial ya que, por medio de nuestros cánticos unidos y edificantes, llevamos la congregación al conocimiento de la gloria de Dios y de la historia de nuestra redención. Suponemos que en todos los contextos los equipos pastorales y musicales desarrollan una buena colaboración creativa. Por lo común, hay lugar en el liderazgo de la música para quienes obedecen a los líderes de su iglesia con el deseo de servir a los miembros de la congregación. 1. ¿Camino con el Señor? Tu principal relación es aquella que tienes con el Señor. Como lo expresara Robert Murray McCheyne, el pastor escocés del siglo XIX: «Lo que el hombre es de rodillas ante Dios, eso es él, y nada más». Uno no se vuelve un «adorador consumado» de manera repentina cuando está delante de las personas. La pasión que sientes por dirigir y supervisar las alabanzas de tu iglesia será saludable únicamente si tu relación con el Señor también lo es: si estudias la Palabra, si oras a diario, si te relacionas con tu comunidad eclesiástica y entiendes que eres responsable de lo que sucede en ella. Cualquier persona en un papel de liderazgo es un ejemplo para los demás, tanto sobre la plataforma como fuera de ella. Dirige con alegría y agradecimiento. Esto no significa que debes fingir estar alegre, sino que debes mantener el gozo en tu comportamiento y en tus expresiones, de modo que inspiren a tu congregación a cantarle al Señor y también los unos a los otros. La gratitud hacia Cristo debe conformar la disposición de tu espíritu y de tus talentos; levantará tu confianza cuando te sientas fuera de lugar, derretirá la escarcha del cinismo en tu corazón y pondrá sobre ti un lazo de humildad cuando tu ego pretenda inflarse. 2. ¿Mantengo buenas relaciones con el líder (o líderes) de mi iglesia? La plataforma donde actúas no te pertenece, la compartes con los demás; sirves al liderazgo junto con su visión y propósito para la iglesia. Es esencial que desarrolles un buen sistema de comunicación arriba y debajo de la plataforma con aquellos que han sido llamados a pastorear tu iglesia, lo que te incluye a ti. Si en un determinado momento no estás de acuerdo con la opinión de los líderes, continúa sirviendo sin murmuraciones ni malicia. Si el conflicto es demasiado grande para llegar a un acuerdo, ve a otro lugar; de esta manera, la frustración que acumules no afectará negativamente a los demás. En todo lo que hacemos, nuestro corazón necesita estar sumiso, en obediencia al Señor y a quienes nos guían al liderar a otros. Guiar la adoración no es dominar y ejercer una especie de llamado mágico: es un don de Dios que usamos para servir a Su iglesia y glorificar a Su Hijo. 3. ¿Me esfuerzo por relacionarme con mi equipo (o equipos) de música? Tu equipo debe tener una apropiada relación con el Señor y con los demás, y tu trabajo es liderar y perseguir tal objetivo. Debe haber un ambiente de estímulo, amistad y entusiasmo mutuos hacia los dones de cada cual. Nuestro trato en privado también debe honrar a Dios. ¿Cómo vamos a caer en conflictos privados debido a las murmuraciones, las impurezas y las divisiones después de declarar juntos y, a la vista de todos, nuestra lealtad a Cristo? Nosotros, por ejemplo, en nuestras oficinas o cuando viajamos, tenemos por regla general que un hombre y una mujer (a menos que estén casados) no permanezcan solos en una habitación cerrada, un ascensor, un automóvil o cualquier otro espacio aislado. Tal regla nos mantiene libres, como equipo, de toda sospecha o reproche. 4. ¿Elijo buenas canciones? Como en los Salmos, opta por ofrecer: Una vasta visión del carácter de Dios Una explicación de nuestro lugar en la historia de redención a través de Jesús Una comprensión amplia de la experiencia humana Examina con detenimiento las letras de las canciones que escoges para un culto. Pregúntate: ¿Esta letra realmente expresa quién es Cristo, todo lo que ha hecho, lo que hace y lo que hará por nosotros, en nosotros y a través de nosotros? ¿Está llena de la libertad del evangelio? ¿Provee el lenguaje para una alabanza sincera, una fe renovada y una obediencia leal? ¿Qué imagen de Cristo recibe el incrédulo? Después del culto, al hacer el análisis final, pregúntate: ¿Cantó bien la congregación? ¿Proclamaron la Palabra? ¿Honraron al Señor? 5. ¿Estoy comprometido a servir a mi congregación? Las relaciones con la congregación son en extremo importantes. No son solo tú y el Señor frente a un público que está allí para darte una calificación. Estás con tu familia, y ellos necesitan que los guíes y no solo que actúes en la plataforma. Cuando preguntes: ¿qué me pongo?, ¿cómo gesticulo?, ¿cómo me paro?, ¿qué debo decir? o cualquier otra pregunta que venga al caso, tu punto de referencia debe ser todo aquello que beneficia a la congregación. Aun cuando estás centrado en Dios (y con frecuencia en muchas otras cosas que requieren tu atención), servir a los feligreses es parte de la adoración a Él. Ora constantemente y, en todo lo que hagas, mantén una clara perspectiva. Cada palabra que digas debe servir a los propósitos del canto en ese culto en específico, ya sea un versículo bíblico para invitar a entrar a quienes vienen por primera vez, o para ponerse de pie, o una oración que concluya el tiempo de alabanza. Algo preocupante que hemos observado en muchas iglesias es que el liderazgo y la congregación prefieren una variedad más amplia de expresiones y estilos musicales que los líderes de adoración. Estos últimos optan por usar lo que más les agrada. Ten cuidado; si solo cantas y haces lo que a ti te gusta, debilitarás el fluir del canto congregacional. 6. ¿Promuevo la voz congregacional? Ayuda a las personas a encontrar su voz. Hazlo, porque de esta manera establecerás una cultura en la que no existirán miembros pasivos. Una de las cosas que nuestra iglesia (The Village Chapel, en Nashville) implementa cada vez más es el canto sin acompañamiento musical en alguna parte del culto, porque se inspira la voz congregacional y se propician las armonías corales. Si estás enfocado en impulsar el canto congregacional deberás abandonar algunas de tus preferencias individuales. Por ejemplo, es posible que cantes mejor en un tono específico, pero si puedes hacerlo bien en el de la congregación, entonces hazlo. Si siempre interpretas esas melodías que son cómodas para tu voz, entonces no estás sirviendo a los feligreses como se debe. Muchas de nuestras grabaciones están en una tonalidad más baja porque es más cómodo para Kristyn; pero, por lo general, cuando las interpretamos en la iglesia las subimos de tono para que la mayoría pueda cantarlas. No es lo mismo cantar como solista que hacerlo para dirigir el canto congregacional. Asegúrate de pronunciar las frases y respirar adecuadamente en pro de la congregación que te sigue al cantar. Los inicios de las estrofas son los más importantes, por tanto, ten en cuenta articular fuerte y claro las palabras iniciales de la estrofa y del estribillo para que los feligreses sepan en qué parte de la canción se encuentran; también ayuda si respiras con fuerza antes de cada estrofa. Puede haber lugar para improvisaciones en el estilo solo si los creyentes conocen muy bien la canción, de manera que lo adicionado no afecte ni su habilidad ni su gozo para cantarlas. Si estrenas una canción, enséñala. De antemano, si puedes, envíale un correo a la congregación con el enlace de la letra y un video de la misma; dentro de lo posible, usa un tiempo extra para que los hermanos la practiquen juntos. Si cuentas con un coro, puedes ponerlo un domingo en el medio de la congregación para animar el canto. 7. ¿Soy yo mismo?, ¿estoy imitando a otros? Conoce tus fortalezas y, en lo posible, resuelve los conflictos que aún existen, para que así una congregación amplia y diversa pueda apoyarse y depender de sus líderes musicales. No creas que debes imitar el estilo de otros, porque puedes proyectar una imagen artificial y fingida. Confía en que Dios te ha concedido, en Su sabiduría, los dones que requieres para guiar el rebaño que te ha encomendado. Ayuda a los músicos a tocar con naturalidad, sin imitar las grabaciones. Es mejor para todos en la iglesia si interpretamos las canciones de acuerdo con nuestras habilidades y simplificamos o hacemos arreglos sonoros cuando sea preciso, de modo que verdaderamente se facilite el canto congregacional. 8. ¿Estoy atento a la obra del Espíritu Santo? «Cuando venga el Consolador, que yo les enviaré de parte del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, él testificará acerca de mí» (Juan 15:26). ¿Cantamos en obediencia al Espíritu y testificando a Cristo? Debemos ser «llenos del Espíritu» mientras cantamos (Ef. 5:18). Ora para que, en el desempeño de tu ministerio, el Espíritu produzca en tu interior los frutos de Su presencia. Puedes pedirle que ponga en ti un mayor amor por la iglesia cuando se reúnen, cada vez más alegría en cada celebración; paz si interpretan un estilo que no es de tu agrado; paciencia cuando el canto no resulta tan melodioso como tú quisieras; amabilidad a la hora de animar a otros; bondad en la pureza del respeto mutuo a través de lo que vistes o tu forma de moverte; fidelidad para proclamar el evangelio a las siguientes generaciones; humildad para con aquellos que vienen llenos de confusión y dolor; y dominio propio para comportarte de forma que honres al Señor más allá de cómo haya resultado el culto o de los comentarios al final del mismo. A veces la persona que dirige se sale un poco del esquema previsto. Sin embargo, el Espíritu también obra en los preparativos y las prácticas que hacemos de antemano, porque la espontaneidad no siempre equivale a tener intuición espiritual. Hemos desempeñado la dirección musical en cultos que usaban un orden litúrgico impreso en papel en el que todos los elementos estaban ya preestablecidos, y también lo hemos hecho en lugares donde, en la marcha, hemos cambiado un poquito el «guion». Algunas veces hemos repetido el estribillo o, incluso, hemos cambiado el orden de una canción. Hemos trabajado con músicos expertos en el arte de improvisar y también con orquestas que siguen magistralmente las partituras. ¿Prefiere el Espíritu una u otra forma para llevar a cabo Su obra? ¡Por supuesto que no! Nosotros no lo controlamos, ni debemos asumir que sabemos cómo se moverá en cada reunión. El Espíritu Santo no tiene por qué estar más cerca cuando creamos un ambiente musical que intensifica nuestras emociones, ya sea con el tema de la canción, con un cambio de luces o con un poco de humo en el escenario. Jamás te olvides de esto y sé cauteloso, porque no siempre propician el canto congregacional; en realidad, pueden ser perjudiciales cuando las personas miden la «espiritualidad» del culto por lo que sintieron mientras cantaban. 9. ¿Envejezco con gracia? Cuando nos mudamos a Nashville, nuestro amigo, Eric Wyse, nos dijo que era extraño encontrar en la ciudad a un profesional de la música que conservara la gracia al envejecer. Es duro aceptarlo. Es difícil ver que se pierde la fuerza física, que debes anteponer tu sentido de identidad a tus habilidades y a tu proyección, que a veces tienes que hacerte a un lado y delegar actividades, buscar, entrenar y alentar a aquellos que te suceden; pero todo esto es vital para tu propio bien y el de la iglesia donde desarrollas tu ministerio. Por otro lado, de igual manera, no permitas que los jóvenes se conviertan en los ídolos del liderazgo musical en la iglesia. Nuestra cultura occidental, a diferencia de otras en el mundo, prefiere exaltar la juventud antes que honrar la vejez venerable, y eso no puede infiltrarse en nuestras iglesias. Resulta inspirador y de gran ayuda ver que en la iglesia existe un ministerio multigeneracional, donde todos enseñan y aprenden mutuamente y se deleitan en la fortaleza que aportan los diversos talentos y puntos de vista. 10. ¿Camino con el Señor? Esta constituye la primera y la última pregunta que debemos hacernos. Muchos nos enfriamos en la fe y nadie lo nota porque estamos en la plataforma. Es mejor abandonar el liderazgo que perder nuestra fe. Dedícale tiempo a tu relación con Jesús, porque cualquier cosa que hagas deriva de ello. PISTA TRES MÚSICOS, COROS Y PRODUCCIÓN Alaben al Señor al son del arpa; entonen alabanzas con el decacordio. Cántenle una canción nueva; toquen con destreza, y den voces de alegría (Sal. 33:2-3). Aprendimos a cantar y tocar mientras crecíamos en nuestras iglesias locales; la fe personal, las canciones que cantamos, la forma de cantarlas y de interpretarlas se fueron entrelazando de manera inseparable. Nadie nos enseñó que hubiera alguna diferencia entre el intérprete y el adorador. La vida de adoración era la que provocaba que aprendiéramos a tocar bien para que la congregación se animara a cantar. Desde que lo hicimos y hasta el día de hoy, hemos tenido el privilegio de trabajar con músicos y técnicos de producción increíbles, muchos de los cuales son nuestros amigos más íntimos. El cantante Sting una vez afirmó que siempre trataba de rodearse de músicos que fueran mejores que él, porque así se mantenía en un constante aprendizaje y sonaba mejor. Sabemos que esto es una gran verdad. APUNTES SOBRE LOS COROS ¡Nos encantan los coros! Nos gusta trabajar con ellos tanto como nos sea posible. Durante años los hemos usado para acompañar nuestros conciertos; Keith, incluso, fue miembro de un coro; ha trabajado y los ha preparado la mayor parte de su vida. Aunque nos gusta escuchar himnos y música virtuosa, lo que más apreciamos (y lo que consideramos como la vocación principal del coro de la iglesia) es la capacidad que tiene para ayudar a la congregación a cantar mejor, ya que las personas que poseen una fuerte capacidad vocal ayudan a los demás a entonar canciones familiares y a experimentar las nuevas. Si cantas en un coro, eres un músico que sirves a la congregación con tus dones. LISTA DE COMPROBACIÓN DE UN MÚSICO Estas son cinco preguntas que debes hacerte si eres músico, cantante o miembro de un grupo musical. Si formas parte del «equipo de producción», encontrarás una lista de comprobación de cinco aspectos en la página 133. 1. ¿Cómo puedo acompañar mejor el canto de la congregación? Tu principal objetivo es ayudar al pueblo de Dios a cantar, lo que no significa que subutilices o reduzcas tu talento. Cuando ayudas a la familia de Dios a cantar pones en práctica el amar al prójimo como a ti mismo. Solo los tontos piensan que su arte es más importante que servir a la congregación. La pregunta que tú y tus colegas musicales deben hacerse después del culto es: «¿Realmente ayudamos a la congregación a cantar?». 2. ¿Soy un jugador de equipo? El propósito de tu actuación es unir a la iglesia, no aumentar la distancia entre la plataforma y la sala donde se reúnen. Tú formas parte del «Equipo Congregación». Toca con destreza para que las personas griten de alegría, pero no te excedas en el virtuosismo de tal manera que no puedan saltar y cantar. Quizás necesites reducir la complejidad de lo que interpretas, reorientar el ritmo de la línea que estás cantando, bajar el volumen de tu amplificador o quitarte uno de tus monitores auditivos para escuchar a la congregación. Cántale a Dios, a los que te rodean o, si estás en la plataforma, a aquellos que están delante de ti. Es esencial que muestres todo tu compromiso, así que, siempre que puedas, canta con alegría y pasión mientras tocas. Proponte marcar con claridad las entradas a las estrofas y coros, o a una estrofa /coro que se repita, para que la congregación sepa en qué parte de la canción estás. Las entradas en una canción son de suma importancia. También eres parte del «Equipo Músicos». Debes mantener la unidad en este esfuerzo para alentar y permitir la alabanza congregacional. Dirígete respetuosamente a todos, incluidos los líderes. Acepta tu papel en cualquier interpretación musical. En un fin de semana de gira, por las noches, Keith acompaña con la guitarra a nuestras chicas mientras cantan In Christ Alone [Solo en Jesús], porque están aprendiendo la letra y lo hacen a su propio ritmo; luego usa un teclado y reproduce, junto a Kristyn, la misma melodía en una estación de radio; después la interpreta en un piano de cola en una iglesia grande y formal; y más tarde, por cuarta vez, lo hace sobre el escenario, con su banda, en un concierto. Los cuatro contextos son muy diferentes, así que requieren distintos modos de escuchar y tocar. En cada contexto, los músicos son miembros del equipo. Recuerda, tú también lo eres. 3. ¿Practico y me preparo adecuadamente? Debemos prepararnos bien para tocar con excelencia para el pueblo de Dios y siempre debemos dar lo mejor de nosotros mismos. Cuando nos mudamos a Nashville, una de nuestras experiencias más sorprendentes fue que contratamos a un músico «élite» para que tocara con nosotros en una conferencia. Nos pidió el listado de canciones, nos disculpamos por nuestra indecisión y le enviamos por correo los dos posibles listados. Cuando llegamos a la actividad supimos que él había ocupado su sitio una hora antes del ensayo (y antes que todos los demás), había practicado cada canción en ambas listas, había estudiado las versiones en vivo y, además, tenía algunas preguntas. Nos causó admiración y, por qué no, terror, ver hasta qué punto se preparan los grandes músicos. Si quienes están en la cima de su arte se esfuerzan de esa manera, sin dudas, nosotros tenemos que hacerlo también. Si vas a tocar, comprométete a amar a las personas de tu congregación lo suficiente como para prepararte bien. Muchos músicos de la iglesia tienen otros trabajos, por lo tanto, dividen el tiempo; pero el servicio tiene un costo y, si eres músico, parte de ello es asegurarte de practicar lo necesario para estar listo. Bob Kauflin, escribe: «El objetivo de la práctica no es hacer algo hasta que lo hagas bien. Es hacerlo hasta que sea imposible hacerlo mal».28 Si tienes problemas con tus nervios, la preparación extra puede ser esa cura milagrosa que te libere de la preocupación y te lleve a concentrarte y a disfrutar de los hermanos mientras tocas. Asegúrate de dormir bien el sábado por la noche y de ser puntual y organizado el domingo. Ora antes de salir de la casa. 4. ¿Disfruto mi liderazgo y mi familia de la iglesia? Se sabe que los grupos de música atraen a personas coloridas, pintorescas, fuertes, que a menudo son insensibles ante la sociedad o inestables emocionalmente (¡y lo decimos porque somos músicos!). Recuerda que tu objetivo es promover la unidad, incluso a expensas de tus preferencias personales, y no socavarla a fin de asegurar dichas preferencias. Con toda devoción, honra tanto al líder de la iglesia como al de la música, no solo al obedecerlos, sino al hacerlo sin refunfuñar o quejarte. Pregúntales cómo puedes desempeñar un mejor papel para ayudar en el canto de la congregación; y como grupo de músicos tengan por objetivo servirla más allá de la música. Muchos coros son impulsores de la oración en sus iglesias y grandes proveedores de hospitalidad. Estar en la plataforma no debe ser el todo de tu servicio, sino solo una pequeña parte. 5. ¿Cultivo mi don? Trata de perfeccionar cualquier don que Dios te haya dado para acompañar a las personas en el canto y así puedas servir mejor a tu iglesia. Si eres cantante, podrías ser miembro de un coro, una compañía de teatro o tomar lecciones de canto. Si eres músico, puedes grabar y luego escuchar con atención tus interpretaciones al piano, tomar clases, pedir consejo a los músicos que admiras o tocar en una orquesta. Escucha buena música y codéate con personas que estimulen la creatividad. Sobre todo, crece en tu amor por Cristo. John Lennox nos reta, como músicos jóvenes, cuando señala: «Crezcan en su don musical, pero asegúrense de que su fe crezca aún más rápido». Ser un músico al servicio de Dios significa, primeramente, pertenecerle, y luego hacer música para Su gloria de la forma más excelente y maravillosa que puedas. El aprendizaje es constante, no termina y no sirven los atajos. Estas palabras ahora son para los coros. Hermanos: los estilos de música de la iglesia cambian y ustedes deben ser flexibles para mantenerse en acción. Es esencial que estén dispuestos a variar sus estilos; denles oportunidades a los subgrupos y compartan el escenario con ellos. CINCO PREGUNTAS PARA LOS EQUIPOS DE PRODUCCIÓN La producción, ya seas un músico versátil o parte de un equipo, es un acto de servicio y está ligada a la experiencia técnica necesaria para facilitar el canto. Hemos trabajado con ingenieros de sonido y productores maravillosos. Hemos experimentado la alegría de que todo funcione a la perfección, pero también el nerviosismo y las tentaciones cuando la tecnología no coopera. Estamos agradecidos por la decisión que tomó nuestra iglesia local en Nashville de usar la tecnología y la producción para apoyar el canto congregacional de la mejor manera posible en los principales lugares donde nos reunimos. La mayoría de las personas que nos sirven de esta forma están detrás del escenario. Muchas veces reciben críticas cuando surgen problemas técnicos, pero nadie los felicita cuando las cosas van bien. Algunos lo hacen voluntariamente, sin cobrar nada. Si estás leyendo esto y no eres miembro del equipo de producción de tu iglesia, por favor, búscalos este domingo y dales las gracias. Aquí enumeramos algunos aspectos que, en nuestro criterio, los miembros del equipo de producción que de verdad hemos valorado, se han preguntado sobre su papel: 1. ¿Favorezco el canto congregacional en mi balance del sonido? Existen diferentes opiniones en cuanto al sonido en la iglesia; este es un tema bastante subjetivo. Pero (y particularmente porque muchos de nuestros espacios de reunión no fueron diseñados para el canto de grupos) el balance del sonido debe, en esencia, servir a toda la congregación; así que unas veces debe ser más alto y otras más bajo. No te concentres solo en la plataforma, escucha a los hermanos y podrás obtener la mejor sonoridad para ayudarlos a cantar. 2. ¿Se entienden las palabras en la pantalla? Manejar la pantalla (o, por supuesto, poner los himnarios en cada asiento y el número a cantar en la pantalla o en el boletín) es bien importante. Si estás a cargo de proyectar las letras de las canciones en la pantalla, anticípate al momento en que la congregación respira antes de pronunciar las primeras palabras que se proyectan, y asegúrate de ir a su paso. No las proyectes a mitad de palabras u oraciones, de tal manera que las personas puedan ver lo que van a cantar un poco antes del sonido. Emplea un tipo de letra bien claro. Regularmente las letras de las canciones vienen acompañadas de un video, pero, aunque hemos visto esto bien hecho, considera si los feligreses cantarán mejor sin tal distracción. Si se utilizan himnarios, asegúrate de que las personas sepan la página que deben leer. Las instrucciones claras son útiles para los visitantes, o cuando una canción se desconoce. En tu labor, el objetivo es quitar todos los obstáculos para que, a la hora de cantar, las personas sientan confianza. 3. ¿Tengo en mente que no estoy trabajando en un estadio o en un teatro inmenso? A menudo el personal de producción (¡y también de la congregación!) asisten a una conferencia y vuelven a casa frustrados porque, en su iglesia, el sonido o las luces no son tan buenos. No te desanimes; si tu deseo es alentar la voz congregacional, entonces no necesitas tales cosas. ¡Durante miles de años las personas cantaron sin consolas de audio o iluminación de fondo! Trabaja desde tu sitio y desarróllate paso a paso, según tus habilidades. Emplea lo mejor que puedas el espacio y los recursos que posees. 4. ¿Tengo en cuenta los detalles? Estamos muy agradecidos por los superhéroes administrativos, esos que se preocupan por los detalles grandes y pequeños para que el equipo al frente pueda hacer su trabajo y servir satisfactoriamente a la congregación. Sea cual sea tu papel, le sirves al Señor cuando lo haces con Su pueblo; así que, respecto a esto, anímate y brinda tu mejor esfuerzo. Las habilidades administrativas son un don de Dios. 5. ¿Es la actitud de mi corazón correcta? Incluso si no estás en la plataforma, puede que desees desempeñar tu papel para darte gloria a ti mismo (o que te molestes cuando no la obtienes); más aún, es posible que creas que tu departamento y tus funciones son más importantes que las de otros. Ora por tu trabajo, recuerda a quién le sirves y, al igual que los pastores y los músicos, examina tus «criterios de éxito», no si obtuviste el equilibrio preciso o si manejaste la iluminación en el momento exacto, sino más bien: «¿Realmente ayudé al canto congregacional?». PISTA CUATRO COMPOSITORES Y CREATIVOS Mi plan es, a ejemplo de los profetas y antiguos padres de la Iglesia, componer para el vulgo salmos en lengua vernácula; quiero decir cantinelas espirituales que, con la música, la palabra de Dios permanezca en el pueblo. Busco, pues, poetas en todas partes (Martín Lutero, Wars in Early Lutheranism [Guerras de adoración en el luteranismo temprano], capítulo 1, Carta a Georg Spalatin, 1523). Parece que en nuestros días la composición de canciones destinadas al canto congregacional se ha convertido en un tema cada vez más interesante, así que quisimos abordarlo de forma breve en este libro. No obstante, cuando se trata de escribir canciones, los dos somos estudiantes, no maestros. Siempre estamos aprendiendo y nos resulta bastante difícil. Trabajamos horas para obtener pequeñísimos resultados; nos gustaría ser más eficientes. Ojalá fuera más fácil. Para algunos, el proceder es más rápido y menos doloroso, pero para nosotros es algo emocionante, sincero, es un privilegio y a la vez un proceso realmente frustrante que, la verdad, no dista mucho de sacarse una muela. Por tanto, aquí nos referimos más bien a nuestros objetivos y nuestras oraciones al componer, y no tanto a lo que logramos cuando lo hacemos. 1. Cuando compongas para la iglesia, hazlo para «tu iglesia» Tu principal objetivo no es alimentar ambiciones o proyectos musicales, sino componer para tu iglesia. Todo lo que escribes debe poseer integridad bíblica, resultar estimulante y poderse cantar; por tanto, no es negociable. Cuando compones para la congregación lo haces con un objetivo muy específico: que todos puedan cantar la letra. Las canciones deben expresar la base de nuestra fe, nuestro simbolismo y nuestra experiencia de la vida en un ambiente de comunidad. Así que, piensa: ¿qué letras necesita cantar tu iglesia? ¿Qué melodías pueden entonar? Al momento de componer, ten en mente la voz de la congregación, no tu artista favorito, alguien en la radio o tus conocimientos de música clásica. También es conveniente que tus creaciones reflejen lo que hace tu iglesia, porque así son más notables y se ajustan a la realidad de la misma. Es magnífico escribir canciones para actividades especiales, por ejemplo, un campamento de verano para niños, un musical navideño o una serie de los Salmos para cada domingo. Mientras más compones de acuerdo con el contexto de tu iglesia, más original eres. Mientras más copias lo que es popular, menos original serás. 2. Busca una buena forma de someter a prueba el potencial de tu obra Tienes que probar las canciones, ya sea dentro de un grupo de músicos, de parientes, de jóvenes o de amigos. Si una canción «funciona» en ese contexto, y los líderes de la iglesia muestran entusiasmo, entonces tantea las canciones dentro de la congregación. Cuando los feligreses o algunos miembros individuales solicitan la canción de manera regular, entonces compártela con otras iglesias y amigos que muestren interés. Hazlo solo cuando estés seguro de que a las personas realmente les gusta la melodía que compusiste. A partir de aquí, observa cuán lejos llega. Un número limitado de las piezas que escribimos alcanzan esta etapa, y a algunas que lo logran les falta pulimento. 3. Sé realista en tus expectativas Componer para la iglesia es algo hermoso, divertido en ocasiones y plausible. Sin embargo, la mayoría de las que se escriben (en el caso de canciones que hemos escrito, por lo menos el 95 %) jamás deberían escucharse. Estimamos que Keith ha escrito o grabado de 500 a 1000 melodías por año durante los últimos 17 años, solo para obtener un puñado que sí nos satisfacen y que nos han conferido cierta popularidad. Kristyn tiene una gran cantidad de revistas, archivos de Word y trozos de papel con textos que no pasaron la prueba. Aun así, algunas son para nosotros, otras para nuestra familia y amigos, y la mayoría para una pequeña comunidad eclesiástica por un corto período de tiempo. La generación de la telerrealidad sugiere que si no obtienes fama y riqueza instantáneas, entonces tu música no ha alcanzado su mayor potencial. Esto es un escenario propicio para la amargura y el descontento. De modo que necesitas ser realista con tus expectativas. 4. Sé un estudiante de la composición musical La composición es una forma del arte musical, no una propaganda teológica, así que estudia arte y belleza. Keith practicó, estudió o ensayó música de cinco a ocho horas por día durante diez años y empleó cuatro de ellos en la composición antes de lanzar su primer álbum. Estudia las melodías que dan resultado en la congregación y pregunta a qué se debe; analiza sus partes y considera las técnicas y las formas. Una vez tuvimos el placer de cenar con el gran compositor coral, John Rutter, y al preguntarle sobre su proceso de composición, nos respondió: «Es técnica». Era un proceso similar al de un alfarero con la arcilla. Lo mismo sucede con las letras. No se puede sacar agua de un pozo seco. Al componer para la iglesia, la principal fuente de agua es la Palabra viva de Dios. Bébela a toda hora, sin eludir tus responsabilidades como padre de familia y demás cosas que el Señor te ha concedido. Llena tu imaginación de buenas obras literarias. Lo que Kristyn estudió en la universidad fue literatura inglesa y no música clásica. Traza un plan y comprométete a desarrollarlo hasta el final. Si compones para la iglesia, respondes, en parte, por el canon de canciones que canta tu congregación. Asegúrate de que, según tus facultades, tus letras sean excelentes, verdaderas y vivificantes. Una buena melodía llena de frases inútiles es una combinación poderosa y letal. Una gran letra se perderá si no posee una melodía apropiada; pero esto no ocurre en el caso contrario: si la melodía es buena, las personas la entonarán, aunque la letra no sea tan buena. 5. Busca un lenguaje y un sonido frescos Respecto a las letras, siempre hay algo más que escribir. Por naturaleza, las criaturas nunca pueden plasmar toda la mente de su Creador. Siempre va a existir un ángulo, un énfasis o una expresión diferentes. Así que Jesus Loves Me [Jesús me ama] es una canción tan válida, tan apreciada y tan importante como O the Deep Deep Love of Jesus [El profundo amor de Cristo]. Ambas abordan un tema parecido, las dos poseen elementos devocionales, pero están destinadas a lograr un efecto diferente. La primera es útil en su simplicidad, mientras que la segunda lo es en su complejidad. Ambas son profundas y honran al Señor, pero las cantamos según la situación, el lugar o el contexto. Los Salmos resultan más frescos e interesantes que muchas de nuestras listas de canciones. Pueden estrechar o ampliar el alcance de cada tema que exponen. Un 90 % de las canciones cristianas representan el 10 % de los temas de los Salmos. Explora argumentos frescos y escribe melodías nuevas. Mantén siempre la sed por los sonidos novedosos que aún no se han descubierto. Busca esa música que no te resulta tan conocida. Si perseguimos solamente aquello que es actual en nuestra cultura y nuestro presente, entonces en poco tiempo, de seguro, nuestra música sonará anticuada. 6. Al componer, imita el crecimiento de los árboles Un buen himno es un todo orgánico donde todas las partes se conectan de modo reflexivo, coherente y poético. Hemos visto que al componerlos nos resulta útil percibir el proceso como el crecimiento de un árbol. Empezamos con la semilla de una idea; de qué tratará la canción, cuál pudiera ser su lugar en el culto, dentro de qué categoría pudiera estar en las páginas de un himnario. Tal vez es una melodía para tener comunión, para alabar lo creado o sobre el misterio de Dios. Comenzamos a trabajar en el tronco y las ramas que brotan de la semilla que sembramos en nuestra fantasía: esa es la estructura de la canción. Sabiendo que en una melodía es imposible expresar todo lo que queremos, ¿cuál es la noción general, y cuáles son las ideas importantes? ¿Cómo los versos desarrollarán el tema? Si tiene estribillo, ¿cuál es el pensamiento clave que debe repetirse y que refleja el mensaje de la canción? Después de lograr esto, cuidamos de las hojas: perfilamos el idioma y creamos la poesía. Las primeras líneas son en extremo importantes porque captan la atención de las personas y ayudan al desarrollo completo de la canción; las últimas también lo son, ya que conducen a las personas hacia una gran perspectiva, compromiso o expresión de alabanza. Buscamos frases deliciosas, pequeños giros en aspectos que ya hemos escuchado, frescura, confianza, que sea de fácil entendimiento, pero atractiva a la vez. ¡Esto es un desafío! A veces concibes una idea primaria a partir de una «hoja», de una palabra o de una frase, antes de pensar en la «semilla», y entonces trabajas a la inversa: del follaje a la semilla, porque necesitas una visión global de la pieza. Uno de los retos de la composición es lograr que las personas reaccionen ante su mensaje sin que manejemos sus emociones. Un chiste da risa cuando no les dices a los oyentes que será muy divertido. Bien, aquí es igual; es mucho más eficaz llenar de Dios tus versos y estribillos, que decirle a la gente cómo sentirse cuando los escuchen. Esto es algo que todavía debemos aprender y que no siempre hemos hecho bien. Es fácil ser sentimental o manipulador cuando escribes, pero es mejor evitarlo. 7. Trabaja con colaboradores Para nuestras composiciones, hemos trabajado principalmente en equipo, lo cual provoca conflictos artísticos que son positivos, ya que cada uno aporta una perspectiva diferente. Ello brinda una amplia habilidad musical a la vez que un sentimiento de colectividad y apoyo. A menudo hace que componer sea más divertido, e incluso que se convierta en un acto de humildad. Se logra una buena retroalimentación en el proceso a través del mismo. No siempre es una parte agradable de la composición, pero si faltara, no existirían muchas de las grandes melodías que hoy disfrutamos. 8. La edición es tu aliada Todo escritor que se respete sabe cuán valioso es un buen editor. En algunas ocasiones, ¡muy raras por cierto!, hemos obtenido la letra fácilmente. Por lo general, tenemos que corregir las líneas una y otra vez, recortar elementos, agregar detalles, o incluso cambiar parte de la estructura. Sin embargo, tarde o temprano, una canción saldrá a la luz si está destinada a cantarse, así que busca amigos entusiastas, pero sabios y perceptivos que, a diferencia de ti, puedan valorar tu obra desde fuera. Alistair Begg refiere que el material sobrante de la costura de un traje es lo que te dice si está bien hecho. Frecuentemente, esos detalles que restamos son los que permiten que una canción cobre vida y tenga un impacto mucho más eficaz y hermoso. Incluso, podemos usar los retazos para, en otro momento, escribir una nueva canción. 9. Apóyate en tu ADN creativo y contexto únicos Keith creció entre personas que debatían y disfrutaban la música en una amplia variedad de contextos. Su madre daba lecciones de piano en la casa mientras su padre tocaba el órgano o se preparaba para practicar o cantar en el coro de la iglesia local. Esto perfeccionó sus gustos musicales. Aunque la música eclesiástica era el tema más importante en su hogar, también hablaban de Creation [La creación] de Haydn y de los magníficos himnos y la música litúrgica del King’s College, en Cambridge. Aquí, en una remota parte de Irlanda del Norte, Keith integraba un grupo de estudio bíblico para adolescentes que sabían más sobre los escritos puritanos de John Owen que de Jon Bon Jovi, que pasaban horas tocando melodías en una flauta, en busca de nuevos acordes en el piano o la guitarra, y estudiando música histórica de la Iglesia anglicana en The Friends School [La escuela de los amigos] y en la Durham University [Universidad de Durham]. Kristyn, hija de pastores, creció en el rico bullicio de la vida de la iglesia local, aprendiendo música de oído, inmersa en la mezcla contemporánea y tradicional de los equipos de ministerios de música para adultos y niños. Normalmente escuchaba las interesantes conversaciones que sus padres sostenían en la mesa con los muchos teólogos, misioneros y líderes de iglesias que los visitaban. Además, su padre y sus profesores del Ballyclare High School [Colegio Ballyclare] y la Queen’s University [Universidad de Queens] fomentaron en ella el amor por la literatura inglesa. Los himnos que hemos escrito tienen por base esta mezcla singular. La tuya será diferente. Tu trasfondo, tus gustos naturales y tus habilidades creativas difieren de las nuestras. ¡Eso es bueno! Sé tú mismo al componer. 10. Antes de arreglar canciones para que tu iglesia las cante, considera estas cuatro preguntas: ¿Qué necesita la melodía para que la congregación cante mejor? ¿Cuál es la esencia, y qué arreglos debo hacer para expresarla musicalmente? ¿Cómo escribo de acuerdo a las fortalezas de mis músicos? ¿Qué papel juegan en los arreglos las combinaciones de músicos, de personal y de tiempo de ensayo disponibles? ¿La canción, el culto o los músicos poseen un contexto que permita algo nuevo? (Esto no debe forzarse, la respuesta pudiera ser «no»)