DECLARACIÓN DE CREENCIAS 1. Creemos que Jesucristo no fundó una sola organización eclesiástica sino que su Iglesia vive a través de muchas organizaciones, y muchas veces a pesar lo que ellas dicen o hacen, que no se corresponde con su mensaje de amor por todos y para todos los seres humanos, sin exclusiones. 2. Creemos que la Biblia no debe ser interpretarla literalmente, puesto que no es infalible ni inerrante. Es un texto históricamente situado y condicionado por los hechos y valores que predominaban en sus diversos momentos de producción. Por eso, sostenemos que su verdad no radica en la letra de sus mitos y leyendas, o de sus leyes y doctrinas, sino en el llamado de Dios que esos textos nos comunican; un mensaje de Dios, nuestro Padre y nuestra Madre, que nos convoca a amarnos como hermanos y a hacer un mundo más justo para todos. 3. Creemos que Dios no va a castigar a los que no creen en él, o no hacen su voluntad, mandándolos realmente a “un fuego eterno que nunca se apagará”, porque Dios no tortura nadie ni quiere el sufrimiento de nadie. Entendemos la idea de “fuego eterno” como simbólica, como una expresión que nos habla de que Dios no acepta la maldad y que se propone hacer de este mundo un lugar donde reinen para siempre la justicia y la paz. 4. Creemos que no existe un ser omnipresente y casi todopoderoso llamado Diablo, Satanás, Lucifer o cualquier otro nombre que se le dé, ni creemos que tal ser se posesione de una persona; reconocemos que el mito de Satanás y los demonios es una representación simbólica del mal, que es la falta de amor al prójimo, la injusticia que daña la sociedad humana y el abuso que destruye la naturaleza que es la buena creación de Dios. 5. Creemos que la mujer fue creada igual al hombre, con sus mismos derechos, y que ella no es la principal culpable de los males de la humanidad, sino que lo son el egoísmo y la codicia con que se dañan los seres humanos, y que alimentan la opresión de las estructuras injustas de sus sociedades; por tanto, creemos que las mujeres deben contar con los mismos derechos y posibilidades de servicio, tanto en la sociedad como en la Iglesia. 6. Creemos que el placer sexual es una bendición de Dios, y que no solo se debe realizar para la procreación sino también para la recreación y la celebración de la vida. 7. Creemos que la diversidad sexual humana no es un pecado, sino que es algo que Dios bendice, porque puede ser otro modo de realizar la maravilla de la sexualidad humana, y más cuando ella se vive con amor y compromiso. Más aún, no aprobamos ninguna forma de discriminación o rechazo por motivos de clase, de etnia, de orientación sexual o de cualquier otra condición que forme parte de la bendita diversidad humana. Por el contrario, nos comprometemos a defender y apoyar todas las acciones que contribuyan a la promoción de la igualdad humana, de la cultura de la libertad, de la fraternidad entre los seres humanos y del equilibrio ecológico de nuestra madre Tierra.