CAPITULO 29 RABIA Dr. Orlando Nava Paz ESQUEMA 1.- Historia 2.- Agente etiológico 3.- Epidemiología 3.1.- Rabia en Venezuela 3.2.- Rabia en el Estado Zulia 3.3.- Mecanismo de transmisión 4.- Patogenia 5.- Rabia animal 6.- Manifestaciones clínicas 6.1.- Prodromo 6.2.- Rabia encefalítica 6.3.- Rabia paralítica 7.- Diagnóstico 8.- Profilaxis 8.1.- Profilaxis post-exposición 8.1.1.- Tratamiento local de la herida 8.1.2.- Inmunización pasiva 8.1.3.- Inmunización activa 8.2.- Profilaxis pre-exposición 9.- Referencias bibliográficas La rabia, hidrofobia o lisa, es una enfermedad vírica aguda del sistema nervioso central (SNC) transmitida a los humanos por animales infectados. Después de una fase prodrómica, su manifestación más frecuente es la encefalitis (o con menor frecuencia una forma paralítica del trastorno), que evoluciona y llega al coma y la muerte. 1.- Historia La rabia viene del latín rabere, de rabia. La rabia también es relacionada con la palabra en sánscrito para la violencia, rabhas. El término griego para la rabia, Lyssa, de locura, es la razón del nombre taxonómico del género viral, Lyssavirus. El código Eshnuna de Babilonia (siglo 23 ª aC) probablemente contiene la primera mención de la rabia. El filósofo griego Demócrito proporcionó la primera descripción clara de la rabia animal alrededor de 500 aC. La cauterización de la herida se mencionó en el siglo I dC y siguió siendo el único tratamiento real hasta que Pasteur introdujo la inmunización en 1885. San Huberto, un santo curandero de la Europa medieval, se representa con una llave de gran tamaño que se calentaba y se utilizaba para la cauterización. En el siglo XII, Maimónides recomienda limpieza a fondo de heridas, succión, cauterio, y el resto. La cauterización de las heridas sigue siendo parte de la mayoría de las sugerencias para posibles mordeduras de animales rabiosos en medio del siglo 20. El diagnóstico de la rabia era puramente clínico hasta 1903, cuando Adelchi Negri describe inclusiones citoplasmáticas (cuerpos de Negri) en esta enfermedad. Él inicialmente pensó que la inclusión citoplasmática era parte del ciclo de vida de un parásito. Sólo este fue el marcador patológico de la rabia, hasta la introducción de las técnicas de anticuerpos fluorescentes en 1958. 2.- Agente etiológico La familia Rhabdoviridae son virus ARN de cadena negativa que comprende dos géneros que infectan a los animales (Lyssavirus y Vesiculovirus). El tipo de especie de la subfamilia Lyssaviridae es la rabia (serotipo 1), y el correspondiente de la subfamilia Vesiculoviridae es el virus de la estomatitis vesicular. La rabia es enzoótica, y alguna veces epizoótica, en muchos mamíferos, más común en cánidos salvajes y domésticos (por ejemplo, perros, zorros, coyotes), mustélidos (por ejemplo, zorrillos, tejones, martas), vivéridos (por ejemplo, mangostas, civetas, ginetas), prociónidos (por ejemplo, mapaches y sus aliados), y insectívoros y murciélagos hematófagos. Los otros cinco miembros del género Lyssavirus son causas poco comunes de las enfermedades humanas. El virus de la rabia tiene forma de bala (Figura 1), con una longitud de 180 nm (rango de 130 a 200 nm) y un diámetro de 75 nm (rango, 60 a 110 nm) . El virus completo contiene una nucleocápside helicoidal con 30 a 35 bobinas con una longitud desenrollado entre 4,2 y 4,6 μm. La nucleocápside es encerrado en una envoltura de lipoproteína de 7,5nm a 10 nm de espesor, desde esta envoltura, la glicoproteína (proteína G) presenta unas espigas que se proyectan y suman otros 10 nm. Las espigas cubren toda la superficie del virus a excepción del extremo romo de éste. La proteína G está involucrada en la recepción del virus a la superficie celular, y es el único antígeno que induce anticuerpos neutralizantes contra el virus. La variabilidad en esta proteína cuenta por diferencias serotípicas entre lyssavirus, y mutaciones en la arginina 333 causa pérdida de la virulencia. Este residuo de arginina se requiere para la fusión de la proteína G de la envoltura viral con las neuronas. Al ocurrir modificaciones moleculares de la proteína G puede aumentar su antigenicidad y puede ayudar en la búsqueda de mejores vacunas. El ARN del genoma codifica otras cuatro proteínas que están presentes en el virión: nucleoproteína (N), fosfoproteína de la nucleocápside (P), proteína de la matriz (M) y virión transcriptasa (L). El receptor nicotínico de acetilcolina es un importante sitio de unión viral, pero probablemente no es el único. Una vez unidos al receptor, la endocitosis mediada por receptor permite al virus a entrar en la neurona. En las infecciones naturales el virus se acumula en cisternas citoplasmáticas de donde se libera, ya sea, por la fusión de membranas o disolución celular. El virus no resiste un pH inferior a 3 o por encima de 11, y se inactiva por la luz ultravioleta, la luz solar, desecación, o la exposición a formol, fenol, éter, la tripsina, β-propiolactona y detergentes. Figura 1. Virus de la rabia 3.- Epidemiología Casi la totalidad de los casos de rabia en seres humanos son por mordedura de perros, hecho que refleja la alta incidencia de mordeduras por este animal (200-800/100.000 habitantes en muchos países). Allí donde la rabia canina esté bajo control, la rabia humana aparece en turistas o inmigrantes mordidos por perros rabiosos en otros países, si bien el riesgo es bajo (<1 caso/millón de viajeros/año). En estos países, es también común encontrar casos de humanos sin implicación del perro (15 de los 37 casos notificados en Estados Unidos entre 1980 y 1998 se asociaron con murciélagos). La incidencia mundial de la rabia humana es desconocida. La OMS estima entre 35.000 y 50.000 muertes anuales por rabia. La incidencia es especialmente elevada en Asia (India y China principalmente) con tasas anuales que oscilan entre 1/100.000 y 1/1.000.000, y en Sudamérica, con cifras aproximadas de 1/1.000.000. En cambio, en los lugares donde la rabia urbana está controlada, los casos humanos son infrecuentes. En Europa se produjeron 13 casos en 1997 y en España, desde 1960, solo se han dado 6 casos, 4 en la península (1960, 1964, 1965, 1975) y 2 en Melilla (1979). Cualquier animal de sangre caliente puede constituir un reservorio. La rabia animal se mantiene en dos ciclos no necesariamente interrelacionados: urbano y selvático. La rabia urbana afecta al perro (Figura 2), al gato y a otros animales con estrecho contacto con el hombre: es responsable del 99% de los casos de rabia humana y de más del 90% de los tratamientos post-exposición. Allí donde la rabia humana ha sido controlada, los perros suponen menos del 5% de los casos en animales. En cambio en África, Asia y muchas zonas de Sudamérica, la rabia canina aún es endémica y los perros suponen el 90% o más de todos los casos. La rabia selvática, por su parte, implica la existencia de vectores salvajes y es la responsable de mantener la epizootia estable en el tiempo. Estos vectores incluyen, entre otros, la mangosta y el chacal en África, el zorro y el murciélago en Europa, el lobo en Asia, el vampiro en Sudamérica y el mapache, el murciélago y la mofeta en Estados Unidos. Figura 2. El perro es el principal representante de la rabia urbana 3.1.- Rabia en Venezuela La rabia en Venezuela es esencialmente urbana, se registra con mayor porcentaje en el estado Zulia, donde es un problema de alto impacto social, sobre todo en poblaciones con necesidades básicas insatisfechas (6, 18-20). En el período 1995-1999 el estado Táchira reflejó un 11% y el estado Zulia un 82% del total de los casos del país; otros estados como Apure, Barinas, Bolívar, Falcón y Lara presentaron una menor casuística (4,32%, 0,32%, 0,16%, 1,92% y 0,16% respectivamente). En el año 1999 el 2% de los casos fueron procedentes del estado Táchira y el 98% del Estado Zulia. Desde el año 2004 la rabia urbana solo se mantiene circunscrita en el estado Zulia (2, 3, 21). 3.2.- Rabia en el Estado Zulia En el marco de un estudio descriptivo, se realizó revisión documental de los registros de la coordinación Regional de Zoonosis del estado Zulia para el período de 1996-2006. Se observó una ocurrencia total de 1033 casos de rabia, de los cuales 1017 fueron en animales y 16 en humanos. La mayor incidencia fue para los Municipios Maracaibo (31,40%) y San Francisco (15,68%). El tipo de rabia predominante fue la urbana, el principal reservorio y transmisor fue el canino (91,60%). De los casos reportados en humanos la mayor incidencia fue en el Municipio Maracaibo (37,5%) y el grupo etario más afectado fueron menores de 15 años (81,2%). 3.3.- Mecanismo de transmisión El virus de la rabia suele transmitirse por mordeduras de un animal enfermo o por contacto de saliva infectada con piel no intacta o con mucosa intacta. En caso de que sean mordeduras (1), el riesgo depende de la especie animal involucrada, porcentaje de animales infectados en la zona, cepa infectante, concentración de virus en la saliva, volumen de saliva inoculado y localización y gravedad de la herida. También influyen factores del huésped, como su trasfondo genético, número de terminales nerviosas en la zona de la mordida, concentración de receptores nicotínicos en el músculo y estado de salud en general. El riesgo de enfermar ante tras mordedura de un perro con rabia se estima en el 15% (desde el 0.1% para exposiciones leves hasta el 60% en las graves). El mayor riesgo se asocia a mordeduras en zonas muy inervadas o cercanas al SNC, sobre todo cara y manos. En el caso de que no tratarse de mordeduras (2) sino de arañazos, heridas abiertas o mucosas contaminadas con saliva u otros materiales potencialmente infecciosos; rara vez provocan rabia. El mayor riesgo se asocia con la exposición a grandes cantidades de aerosoles que contienen el virus rábico (en laboratorios y cuevas infestadas con murciélagos), con trasplantes de órganos de individuos fallecidos a causa de la rabia y con arañazos de animales rabiosos. No se han descrito casos de transmisión digestiva (salvo uno anecdótico por ingesta inadvertida de material cerebral contaminado), interhumana (excepto algún caso secundario de trasplante corneal), transplacentaria o mediada por artrópodos. 4.- Patogenia El período de incubación de la rabia va de uno a tres meses, pero en casos ocasionales puede ser de dos semanas o más de un año. Durante gran parte del período de incubación se piensa que el virus de la rabia está presente en el sitio en que fue inoculado o muy cerca del mismo, predominantemente en células musculares. Es de máxima importancia la administración de profilaxis antirrábica post-exposición durante este período de incubación y es escaso el beneficio que tiene para evitar la evolución de la enfermedad una vez que el virus penetró los nervios periféricos. El virus puede penetrar en los ambos nervios motores y sensitivos. Se sabe que el virus se liga a receptores acetilcolínicos – nicotínicos y el bloqueo del receptor acetilcolínico inhibe la adherencia vírica. El proceso comienza con movimiento del virus a través de los nervios periféricos al sistema nervioso central (SNC), la proliferación viral en el SNC, y la posterior propagación a través de los nervios periféricos a muchos otros tejidos. El virus inicialmente se replica en las células musculares, infectando el huso muscular, luego el nervio que inerva el huso, y posteriormente, se mueve centralmente a través de los axones de estas neuronas. Aparece en los ganglios de la raíz dorsal dentro de las 72 horas después de la inoculación, antes de su aparición en las neuronas de la médula espinal. La infección natural de la rabia parece requerir un período de replicación local, posiblemente para incrementar el inóculo, antes de que se produzca la infección del sistema nervioso. Una vez que el virus invade las células de los nervios periféricos, se mueve a través de flujo axoplasmásmico retrógrado a sus procesos centrales; en contraste con el virus del herpes simple o la toxina del tétanos, que utilizan como transporte los microtúbulos. Una vez en la médula espinal o el tallo cerebral, el virus se disemina por todo el SNC. Surgen cambios inflamatorios, pero son pocos los cambios degenerativos que afectan neuronas y hay pocos signos de muerte de tales células. Las observaciones anteriores han permitido acuñar el concepto de que la disfunción neuronal (y no la muerte de las neuronas) es la causa de la enfermedad clínica en la rabia. Después de la infección en el SNC, se advierte la propagación centrífuga por medio de los nervios periféricos a otros tejidos como glándulas salivales, y la réplica del virus en células acinares de estas glándulas hace que los animales rabiosos excreten la partícula por la saliva. Otros tejidos afectados son hígado, músculo, piel, suprarrenales y corazón. (Figura 3) Figura 3. Esquema de las manifestaciones patógenas después de la inoculación periférica del virus de la rabia 5.- Rabia animal La rabia en perros y gatos es similar a la enfermedad humana. Los perros muestran cambios de comportamiento sutiles durante la fase prodrómica, a continuación, describen una fase excitante (furiosa), donde se agitan, son inquietos, y pueden morder sin provocación. La parálisis de los músculos de la laringe produce un ladrido característico. En la fase paralítica los animales muestran la mandíbula caída por la debilidad del masetero. El período de incubación en los caninos puede durar 8 meses; ciertos estudios sugieren que el período de incubación depende del inóculo. Los gatos tienen un pródromo de 2 a 3 días, con sutiles cambios de comportamiento, fiebre leve, dilatación pupilar, y alteraciones de los reflejos corneales. La mayoría de los casos de gatos con rabia se vuelven furiosos, y con frecuencia arañan o muerden sin provocación. Durante los próximos 2 a 4 días, son comunes la hipersalivación, temblores y falta de coordinación. Luego sobreviene la parálisis, convulsiones y por lo general sigue la muerte en pocos días. 6.- Manifestaciones clínicas La rabia causa el máximo índice de letalidad entre todas las enfermedades infecciosas. En cualquier caso de encefalitis inexplicable o parálisis flácida acompañada de fiebre, se pensará en la rabia como entidad diagnóstica, pero los intentos de evitarla se orientarán adecuadamente a la identificación temprana de la exposición a la enfermedad y la aplicación de profilaxis post-exposición. Después del período de incubación asintomática la enfermedad clínica evoluciona por tres fases generales que son: el pródromo, una fase neurológica aguda y el coma/muerte. El período de incubación varía de unos días a más de 19 años, en donde el 75% de los pacientes se enferman dentro de los primeros 90 días después de la exposición. 6.1.- PRODROMO Los síntomas iniciales de la rabia se asemejan a los de otras infecciones virales, como fiebre, cefalea, malestar general, náuseas, vómitos y alteraciones en el tracto respiratorio superior y gastrointestinal. También se incluyen problemas neurológicos, cambios en la personalidad y cognición. Cerca del 50 a 80% de los pacientes presentan parestesias, dolor o prurito cerca del sitio de exposición y ello sugiere rabia. Debido a que estas quejas son tan comunes, la rabia es rara vez considerada tempranamente en el diagnóstico diferencial. El pródromo por lo general dura unos cuatro días, pero hasta 10 días puede transcurrir antes de que se desarrollen más hallazgos específicos. Se ha descrito la aparición de mioedema (amontonamiento de una parte del músculo golpeado con un martillo de reflejos) durante el prodromo y persiste después de éste. Para la fecha en que aparece el cuadro mencionado la herida por lo común cicatrizó, y los síntomas pueden traducir la infección de la raíz dorsal local o de ganglios sensitivos de pares craneales. La rabia en humanos se observa típicamente en dos formas neurológicas agudas: la encefalítica (furiosa) en 80% y la paralítica (muda) en 20%. La distinción entre estas formas patológicas es principalmente cuantitativa: la médula espinal y del tronco cerebral están más involucrados en la forma paralítica. 6.2.- RABIA ENCEFALÍTICA Las manifestaciones de la enfermedad encefalítica pueden aparecer en otras encefalitis víricas; comprenden fiebre, confusión, alucinaciones, agresividad, espasmos musculares, hiperactividad y convulsiones. La disfunción autonómica es frecuente y puede originar hipersialorrea, hiperhidrosis, horrorización (carne de gallina), midriasis, priapismo o algunos signos en combinación. En la rabia encefalítica, de manera típica, después de episodios de hiperexcitabilidad hay otros de lucidez completa que se acortan a medida que el trastorno progresa. La encefalitis por rabia se diferencia principalmente por ataque temprano del tallo encefálico que origina los síntomas clásicos de hidrofobia y aerofobia (contracción dolorosa involuntaria del diafragma y músculos accesorios de la respiración, de laringe, y de faringe al deglutir líquidos, incluso de la vista de agua a pesar de una sed profunda, o a una corriente de aire). Es probable que las manifestaciones mencionadas provengan de disfunción de las neuronas del tallo encefálico infectadas, que inhiben normalmente las neuronas que intervienen en la inspiración, cerca del núcleo ambiguo, con lo cual hay intensificación de los reflejos de defensa que protegen las vías respiratorias. La combinación de hipersialorrea y disfunción faríngea también es la que origina la imagen clásica de “espuma en la boca”. Otras alteraciones incluyen alteraciones pupilares, piloerección, priapismo y eyaculaciones espontáneas. La disfunción del tallo encefálico evoluciona con rapidez y la norma es la aparición de coma, y en cuestión de días la muerte, salvo que el curso se prolongue gracias a medidas de sostén. Con estas últimas, las complicaciones tardías incluyen perturbaciones del equilibrio hídrico (síndrome de secreción inadecuada de hormona antidiurética, o diabetes insípida); edema pulmonar no cardiógeno y arritmias cardíacas por disfunción del tallo encefálico, miocarditis o ambos trastornos. (Figura 4 y 5). Figura 4. Espasmo hidrofóbico de músculos de la inspiración que acompaña al terror en un individuo con rabia encefalítica en su intento por deglutir agua. Figura 5. Alteración autonómica. Hipersalivación 6.3.- RABIA PARALÍTICA En esta variante predomina la debilidad muscular y en aproximadamente 20% de los casos de rabia no surgen las manifestaciones cardinales de la variante encefálica (hidrofobia, aerofobia, alteración de la conciencia). Se caracteriza por aparición temprana y sobresaliente de debilidad muscular, que a menudo comienza en la extremidad que fue mordida y se propaga hasta originar cuadriparesia y debilidad facial. Es frecuente que haya afección de esfínteres, pero el ataque del sistema sensitivo suele ser leve. Un diagnóstico erróneo que a menudo se hace es el síndrome de Guillain – Barré. Finalmente el paciente entra en fase de coma, en donde es frecuente espasmos inspiratorios, taquicardia sinusales, hipotensión y coma que precede a la insuficiencia circulatoria. La evolución final del 99% de los pacientes que presentan un cuadro clínico de rabia es la muerte. TABLA 1. RESUMEN DE LA PROGRESIÓN DE LA INFECCIÓN POR EL VIRUS DE LA RABIA 7.- Diagnóstico Para el diagnóstico de rabia se debe tomar en cuenta la historia clínica, los signos clínicos y la presencia de las escasas lesiones de la necropsia; todo esto combinado con los resultados de las pruebas de diagnóstico de laboratorio. Ningún estudio de diagnóstico en el paciente son útiles durante el período de incubación, la exposición a un animal potencialmente rabioso debe conducir a un tratamiento profiláctico en vez de pruebas de laboratorio. Pruebas de laboratorio. Para este tipo de diagnóstico la prueba más utilizada es la valoración de (A) anticuerpos fluorescentes directos, (Figura 6) de mayor sensibilidad y de rápidos resultados. Consiste en el examen microscópico bajo luz ultravioleta, de impresiones de tejido o de células, a las cuales se les han adicionado anticuerpos contra el virus; que han sido conjugados con un fluorocromo, que es el isotiocianato de fluoresceína. La positividad del resultado se basa en la presencia de inclusiones intracitoplasmáticas, que son de aspecto fluorescente y de color verde-amarillo. Esta técnica es aplicada para la detección del antígeno en: 1- Encéfalo: áreas del hipocampo (astas de Ammón), corteza cerebral y cerebelo. 2- Impronta corneal: secreción tomada de la superficie corneal en el ángulo y canto interno del ojo. 3- Cuero cabelludo: se toma una porción entre el límite de la piel y del cuero cabelludo en la región de la nuca, esta muestra puede ofrecer resultados positivos desde el primer día de iniciada la enfermedad, por la presencia del virus en los nervios cutáneos que acompañan a cada folículo piloso. Ofrece una sensibilidad hasta del 99% en tejido cerebral. (B)Pruebas biológicas para aislamiento del virus en ratones lactantes: Este método pretende el aislamiento del virus rábico por inoculación intracerebral en ratón lactante y aplica en muestras de animales domésticos y salvajes, muestras de saliva, líquido cefalorraquídeo y encéfalos humanos. Figura 6. Anticuerpos fluorescentes directos en el cerebro de un enfermo (C)Pruebas serológicas. Detección de anticuerpos específicos contra el virus de la rabia: en un paciente no vacunado, la presencia de anticuerpos séricos neutralizantes contra el virus de la rabia orienta al diagnóstico, y su demostración en LCR sugiere enfermedad, sea cual sea el estado de inmunización o vacunación (D)Reacción en cadena de la polimerasa con transcripción inversa (RT- PCR): muy sensible y específico, se detecta el virus de la rabia en muestras de saliva recién obtenida, LCR y tejidos. (E) Hallazgos histopatológicos. El aspecto del cerebro en la autopsia por lo general no es significativo, excepto por la congestión vascular que se espera en los pacientes que mueren después de ventilación mecánica prolongada. El estudio histológico de la rabia suele mostrar una encefalitis con la presencia de los cuerpos de Negri (Figura 7). Existe infiltración inflamatoria por mononucleares en leptomeninges, regiones perivaculares y parénquima que incluyen nódulos de microglia llamados de Babes. Los cuerpos de Negri se concentran en las neuronas piramidales del hipocampo, con menor frecuencia en las neuronas corticales y en las cerebelosas de Purkinje. Estas inclusiones citoplasmáticas eosinofílicas son redondas, ovaladas y miden entre 1- 7 micras de diámetro. La inmunofluorescencia y los análisis ultraestructurales confirman que contienen la nucleocápside del virus rábico. La rabia paralítica expresa la mayoría de sus cambios patológicos en la médula espinal, con inflamación grave y necrosis neuronal; el tronco cerebral no se ve tan implicado, y una minoría de los casos presenta cuerpos de Negri en la corteza cerebral. La desmielinización segmentaria de los nervios periféricos es común en estos pacientes, lo que puede explicar la semejanza de la rabia paralítica a la polineuropatía inflamatoria aguda (Síndrome de Guillain-Barré). El hallazgo sistémico más importante de la rabia es la miocarditis, presente en un gran número de casos. Su causa es incierta, pero se asemeja a la de otras miocarditis en estados de aumento de las catecolaminas (por ejemplo, feocromocitoma, hemorragia subaracnoidea y el tétanos). Sin embargo, los corazones de algunos pacientes muestran cuerpos de Negri, lo que sugiere un mayor papel patógeno directo del virus. Otros descubrimientos postmortem reflejan las complicaciones frecuentes durante una enfermedad crítica, como sangrado del tracto gastrointestinal superior. Figura 7. Cuerpos de Negri en hipocampo 8.- Profilaxis 8.1.- PROFILAXIS POST-EXPOSICIÓN 8.1.1.- Tratamiento local de la herida Después de la exposición, la prevención de la rabia empieza con una buena atención de la herida, lo que reduce el riesgo de padecer la enfermedad hasta en un 90%. Se debe lavar la herida varias veces con abundante agua y con una solución de jabón al 20%, que es igual de efectivo que los jabones que contienen amonio cuaternario. Luego se debe aplicar etanol al 70% o una solución que contenga yodo. La heridas no debe ser suturada antes de decidir el tratamiento post-exposición (TPE), pero si ésta requiere sutura debe ser inoculada en la herida la inmunoglobulina antirrábica y a su alrededor; se desbridarán los tejidos desvitalizados, se emprenderá la profilaxia antitetánica y se iniciará siempre que convenga, el tratamiento con antibióticos. Posterior al cuidado de la herida, se debe decidir la aplicación de la inmunidad pasiva o activa. En general, un perro o un gato sano en los países de baja prevalencia que ha transferido la saliva a un ser humano se observa por 10 días. Si el comportamiento del animal se mantiene normal, el paciente no tiene por qué recibir el tratamiento post-exposición más allá de la atención adecuada de la herida. Si su comportamiento cambia, debe someterse al examen patológico inmediato para evidenciar la infección por rabia; en este momento todavía hay suficiente tiempo de establecer el TPE si se confirma la infección. Una exposición ante un mamífero salvaje, especialmente si el animal demuestra algún comportamiento inusual, la utilización del TPE es ordenada en la mayoría de los casos. Si el animal está disponible para el examen patológico, y la técnica de anticuerpos fluorescentes directos no indica la presencia del virus, el TEP puede ser interrumpido. Éste último, parece ser seguro en mujeres embarazadas y no debe evitarse por este motivo. 8.1.2.- Inmunización pasiva La inmunoglobulina se indica en toda exposición de la categoría III de la OMS. Debe administrarse en las primeras 24 horas y, en cualquier caso, sea cual sea el tiempo transcurrido desde la exposición. La protección solo dura 21 días, por lo que siempre debe acompañarse de una pauta vacunal completa. La OMS recomienda administrar 20UI/kg de inmunoglobulina humana (más inocua, pero también más costosa) o 40UI/kg de inmunoglobulina equina, infiltrando la mayor cantidad posible localmente alrededor de la herida, si ello es anatómicamente factible, y el resto por vía IM en glúteo dosis única. Si el volumen de inmunoglobulina recomendado no permite infiltrar todas las heridas, hecho frecuente en niños con mordeduras múltiples, puede administrarse la dosis recomendad únicamente alrededor de las heridas más graves o puede incrementarse la dosis. Puesto que el aumento de la dosis de la inmunoglobulina parce suprimir la producción de anticuerpos posvacunales, se ha propuesto diluir la inmunoglobulina en suero hasta disponer de un volumen suficiente que permita infiltrar todas las heridas. La vacuna y la inmunoglobulina antirrábica nunca se administrarán en el mismo sitio o con la misma jeringa. 8.1.3.- Inmunización activa En la actualidad se emplean dos tipos de vacuna antirrábica inactivada: 1. Vacuna preparada en cerebro de ratón lactante (CRL). Se elabora y se utiliza en los países de América Latina (no se usa en Canadá ni en Estados Unidos). Se administra por vía subcutánea. 2. Vacuna preparada en cultivo de tejidos de células diploides humanas. Su utilización está permitida en Canadá, Estados Unidos y ciertos países de América Latina y del Caribe. Se administra intramuscularmente. Otras vacunas como las elaboradas en embrión de pato y la preparada en cerebro de conejo han sido descontinuadas. Esquema de vacunación: Vacuna de cultivo en tejidos en células diploides humanas. La OMS recomienda el esquema de 6 dosis aplicadas los días 0, 3, 7, 14, 30 y 90. La persona previamente vacunada contra la rabia puede recibir menos dosis dependiendo de su nivel de anticuerpos. Si desarrolló un buen nivel de anticuerpos después de la vacuna preexposición y la persona es expuesta a la rabia, 2 dosis de vacuna de refuerzo deben administrarse los días 0 y 3. Sino se obtienen un título alto de anticuerpos debe entonces aplicarse un tratamiento completo. Vacuna de CRL. Los esquemas que utilizan en América Latina son los siguientes: a) Esquema clásico: consiste en la administración de 14 dosis con 2 refuerzos. b) Esquema reducido: la posibilidad de disponer de vacunas antirrábicas de alto poder antigénico como las preparadas en CRL o en células diploides humanas ha permitido plantear la posibilidad de disminuir el número de dosis usadas tradicionalmente. El Comité de Expertos de la OMS en Rabia recomienda que se administre la vacuna a la concentración de 1,5% en dosis de 2ml durante los días 0, 1, 2, 3, 4, 9, 13, 23, 29 y 30. Algunos países de América Latina están empleando esquemas reducidos con algunas modificaciones al esquema original, por ejemplo, Venezuela utiliza el esquema de 7 dosis más 1refuerzo al décimo día luego de la última dosis Una herida grave es considerada aquella que: esté ubicada en la cara, cuello, cuero cabelludo, nuca, dedos de las manos, genitales y aquellas zonas del cuerpo altamente inervadas o estén cerca del sistema nervioso central; sean heridas múltiples, lameduras de mucosas, o que la herida sea efectuada por un animal salvaje independientemente de la ubicación de ésta. Las heridas leves son todas aquellas que no cumplan con los criterios de una herida grave. Cuando las mordeduras son en la cabeza, en el cuello o lacerantes en cualquier parte el cuerpo, se recomienda administrar lo más pronto posible globulina antirrábica de origen humano o suero antirrábico de origen equino (debe comprobarse la ausencia de hipersensibilidad al suero equino). En caso de mordeduras graves se administra el suero antirrábico antes de la primera dosis de la vacuna, sea cual sea el tipo de esquema o de vacuna utilizado. Así, por ejemplo, en Brasil se utiliza para el tratamiento antirrábico de mordedura grave además del suero, 10 dosis de vacuna CRL más 3 refuerzos administrados los días 10, 20 y 30 después de la última dosis. TABLA 2. ESQUEMA DE INMUNOPROFILAXIA POST-EXPOSICIÓN EN VENEZUELA ANIMAL OBSERVABLE TIPO DE HERIDA GRAVE CONDICIÓN SUERO SANO SÍ VACUNA SUSPENDER AL 5TO DÍA LEVE NO NO GRAVE 7 DOSIS + REFUERZO A LOS 10 DÍAS SÍ ENFERMO LEVE SUSPENDER AL 5TO DÍA NO ANIMAL NO OBSERVABLE TIPO DE HERIDA GRAVE SUERO SÍ VACUNA 7 DOSIS + REFUERZO A LOS 10 DÍAS NO 7 DOSIS LEVE 8.2.- PROFILAXIS PRE-EXPOSICIÓN En áreas libres de rabia, se recomienda la inmunización pre-exposición a los sujetos de alto riesgo por motivos laborales. En los países desarrollados con rabia salvaje, hay que evitar la transmisión de la rabia mediante la vacunación y otras medidas de control de los perros. El tratamiento preexposición se aplica como en las áreas libres de rabia y el tratamiento post-exposición se aplica rara vez. En los países en vías de desarrollo con rabia urbana es prioritaria la inmunización canina y la erradicación de animales callejeros. El tratamiento post-exposición es frecuente, pero las vacunas disponibles son poco inmunógenas y provocan graves reacciones adversas. La OMS ha establecido algunas recomendaciones sobre la profilaxis pre-exposición. Tres dosis de 2,5 U administradas por cualquier vía generan niveles de anticuerpos neutralizantes casi en el 100% de los individuos. Si se emplean vacunas celulares, la inmunización consiste en la aplicación por vía intramuscular de 3 dosis de 1 ml en los días 0, 7, 21 ó 28. En zonas donde las limitaciones económicas dificultan la disponibilidad de vacunas se pueden inocular por vía intradérmica 3 dosis de 0,1 ml en los días 0, 7, 21 ó 28. Muchas autoridades sanitarias, incluidas las de la OMS, recomiendan una serología de 2-4 semanas después de la última inyección para asegurar una seroconversión satisfactoria. Es fundamental realizar este control en individuos que tienen un elevado riesgo de contraer la rabia, en los sometidos a tratamiento inmunosupresor y en los que reciben múltiples vacunas simultáneamente. Si existe una exposición continua al virus de la rabia se deben efectuar determinaciones de anticuerpos neutralizantes cada 6-12 meses y administrar dosis de refuerzo si los títulos son inferiores a 0,5 U/ml. En cuanto a las indicaciones de la profilaxis pre-exposición, queda restringida a aquellos individuos que tienen un elevado riesgo de exposición: personal de laboratorio, veterinarios, granjeros, manipuladores de animales y personas que viajan a zonas endémicas. Finalmente, se debe hacer énfasis en que la vacunación pre-exposición elimina la necesidad de administrar inmunoglobulina y reduce el número de dosis de vacuna postexposición, pero no elimina la necesidad de tratamiento post-exposición, sólo lo simplifica 9.- Referencias bibliográficas 1. Harrison. “Principios de Medicina Interna”. Edición 17ª. Volumen 1. Editorial Mc Graw Hill. 2009. 2. Dr. Juan Antonio Montaño Hirose. Métodos diagnósticos de la rabia. Universidad Nacional Autónoma de México, 2003. 3. Enfermedades sujetas al Reglamento Sanitario Internacional. Vacunación antirrábica humana en las Américas. Programa Especial de Salud Animal. 4. Correa Girón, Pablo. “La rabia, manifestaciones clínicas, transmisión, prevención y tratamiento”. Departamento de Virología. Instituto Nacional de Investigaciones Pecuarias, SARH, D.F. México. 5. Piédrola Gil, Gonzalo. “Medicina Preventiva y Salud Pública”. Décima Edición. Editorial MASSON. España 2001. 6. Manual para la vigilancia epidemiológica de la rabia. 7. Presencia de rabia urbana en el estado Zulia, Venezuela en los años 1996-2006. Departamento de Salud Pública y Social. Escuela de Bioanálisis. Instituto de Investigaciones Clínicas “Dr. Américo Negrette”. Facultad de Medicina, Universidad del Zulia y Coordinación Regional de Zoonosis, Ministerio del Poder Popular para la Salud. Maracaibo, Venezuela. 8.