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Greenspan Endocrinología básica y clínica (10a. ed.) (Gardner, David G. (Editor) Shoback etc.) (z-lib.org)

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a LANGE medical book
Greenspan
Endocrinología
básica y clínica
Décima edición
Editado por
David G. Gardner, MD, MS
Mount Zion Health Fund Distinguished Professor
of Endocrinology and Medicine
Chief, Division of Endocrinology and Metabolism
Department of Medicine and Diabetes Center
University of California, San Francisco
Dolores Shoback, MD
Professor of Medicine
Department of Medicine
University of California, San Francisco
Staff Physician, Endocrine-Metabolism Section,
Department of Medicine
San Francisco Veterans Affairs Medical Center
MÉXICO • AUCKLAND • BOGOTÁ • BUENOS AIRES • GUATEMALA • LONDRES
MADRID • MILÁN • MONTREAL • NUEVA DELHI • NUEVA YORK • SAN FRANCISCO
SAN JUAN • SANTIAGO • SAO PAULO • SIDNEY • SINGAPUR • ST. LOUIS • TORONTO
Publisher, Medical Content, MHE International and Professional: James Shanahan
Gerente de Portafolio de Salud: Víctor López Suero
Gerente de Mercadotecnia y Comercial Latinoamérica: Martín Chueco
Gerente de Servicios de Producción: Juan Manjarrez
Traducción: Carlos Timossi
NOTA
La medicina es una ciencia en constante desarrollo. Conforme surjan nuevos conocimientos, se
requerirán cambios de la terapéutica. El(los) autor(es) y los editores se han esforzado para que
los cuadros de dosificación medicamentosa sean precisos y acordes con lo establecido en la
fecha de publicación. Sin embargo, ante los posibles errores humanos y cambios en la medicina,
ni los editores ni cualquier otra persona que haya participado en la preparación de la obra garantizan que la información contenida en ella sea precisa o completa, tampoco son responsables de
errores u omisiones, ni de los resultados que con dicha información se obtengan. Convendría
recurrir a otras fuentes de datos, por ejemplo, y de manera particular, habrá que consultar la hoja
informativa que se adjunta con cada medicamento, para tener certeza de que la información de
esta obra es precisa y no se han introducido cambios en la dosis recomendada o en las contraindicaciones para su administración. Esto es de particular importancia con respecto a fármacos
nuevos o de uso no frecuente. También deberá consultarse a los laboratorios para recabar información sobre los valores normales.
Greenspan
Endocrinología
básica y clínica
Décima edición
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni parcial,
ni totalmente, ni registrada en/o transmitida por un sistema de recuperación de información,
en ninguna forma ni formato, por ningún medio, sea mecánico, fotocopiado, electrónico,
magnético, electroóptico, o cualquier otro, sin el permiso previo y por escrito de la editorial
DERECHOS RESERVADOS © 2011, 2018, respecto a la segunda edición en español por,
McGRAW-HILL INTERAMERICANA EDITORES, S.A. de C.V.
Prolongación Paseo de la Reforma 1015,
Torre A, Piso 16, Col. Desarrollo Santa Fe,
Delegación Álvaro Obregón
C.P. 01376, Ciudad de México
Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Reg. Núm. 736
ISBN 13: 978-1-4562-6264-8
ISBN 10: 1-4562-6264-5
(ISBN edición anterior: 978-607-15-0669-6)
Translated from the tenth English edition of:
Greenspan’s Basic & Clinical Endocrinology by David G. Gardner and Dolores Shoback.
Copyright © 2018 by McGraw-Hill Global Education Holdings, LLC.
All Rights Reserved
ISBN: 978-1-259-58928-7
1 2 3 4 5 6 7 8 9 XXX 23 22 21 20 19 18
Impreso en México
Printed in Mexico
Francis Sorrel Greenspan, M.D. (1920-2016)
La décima edición de Endocrinología básica y clínica de Greenspan está dedicada a la memoria de cuatro destacados
endocrinólogos: Dr. John Baxter, Dr. Claude Arnaud, Dr. Melvin Grumbach, y muy en especial al Dr. Francis
Greenspan, quien hace más de 30 años fue el responsable de dar los primeros pasos en la elaboración de este título. Cada uno de estos médicos se destacaron como investigadores en endocrinología y/o endocrinólogos clínicos entre la comunidad internacional de especialistas, y cada uno de ellos contribuyó enormemente al éxito de
este libro.
Contenido
Autores
Prefacio
xxi
xxiv
1. Hormonas y acción hormonal
1
Edward C. Hsiao, MD, PhD
y David G. Gardner, MD, MS
Relación con el sistema nervioso 4
Naturaleza química de las hormonas 5
Glándulas endocrinas y órganos blanco 5
Regulación de niveles hormonales en el plasma 5
Biosíntesis de hormonas 5
Procesamiento de precursores 5
Liberación de hormonas 5
Unión de hormonas en el plasma 6
Metabolismo hormonal 6
Regulación de niveles hormonales 6
Acción de las hormonas 6
Receptores 6
Receptores de neurotransmisores y hormonas
peptídicas 7
Receptores acoplados a proteína G 9
Receptores de proteína G 9
Efectores 10
Trastornos de las proteínas G y de los receptores
acoplados a proteína G 12
Receptores del factor de crecimiento 14
Receptores de las citoquinas 16
Receptores de hormona de crecimiento
y prolactina 16
Receptores TGF-β 17
Receptores TNF 17
WNT/β-catenina 18
Receptores enlazados con guanilil ciclasa 18
Acción nuclear de las hormonas peptídicas 20
Receptores nucleares 20
Familia de receptores de esteroides 21
Familia de receptores de tiroides 22
Efectos no genómicos de las hormonas esteroideas 27
Síndromes de resistencia a receptores de hormonas
esteroideas y tiroideas 28
2. Autoinmunidad endocrina
31
Juan Carlos Jaume, MD
Componentes y mecanismos inmunológicos básicos
Reconocimiento y respuesta inmunes 33
Tolerancia 36
Tolerancia de células T 36
Tolerancia de células B 37
32
La autoinmunidad es multifactorial 37
Factores genéticos en autoinmunidad 37
Factores ambientales en autoinmunidad 39
Síndromes autoinmunes de una sola glándula 41
Aspectos autoinmunes de la enfermedad tiroidea 41
Genes y medioambiente 41
Respuesta autoinmune 41
Modelos animales de enfermedad tiroidea
autoinmune 42
Aspectos autoinmunes de la diabetes tipo 1 43
Genes y medioambiente 43
Respuesta autoinmune 43
Modelos animales de diabetes mellitus
autoinmune 44
Aspectos autoinmunes de otras endocrinopatías 45
Insuficiencia suprarrenal autoinmune 45
Orquitis y ooforitis autoinmune 45
Hipofisitis autoinmune 46
Hipoparatiroidismo autoinmune 46
Síndromes poliendocrinos autoinmunes 46
Síndrome poliendocrino autoinmune 1 (APS-1) 46
Síndrome poliendocrino autoinmune 2 (APS-2) 47
Manejo de síndromes poliendocrinos autoinmunes 47
Inmunodeficiencia, poliendocrinopatía y enteropatía,
síndrome ligado a X 49
Síndrome de POEMS (mieloma osteoesclerótico) 49
3. Endocrinología y epidemiología clínica
basadas en la evidencia
51
David C. Aron, MD, MS y Ajay Sood, MD
Epidemiología clínica 51
Pruebas diagnósticas: características de las pruebas 51
Sensibilidad y especificidad 52
Curvas ROC 54
Valores predictivos, razones de verosimilitud
y exactitud diagnóstica 55
Un enfoque para el diagnóstico en la práctica 56
Principios epidemiológicos clínicos aplicados
a las decisiones de tratamiento 58
Análisis de decisión 59
Determinar la probabilidad de cada evento de
azar 61
Decidir sobre una estrategia: promediar y replegar
el árbol 61
Descuento de eventos futuros 61
Análisis de sensibilidad 61
vi
CONTENIDO
Análisis de costo-efectividad usando análisis
de decisión 62
Otros aspectos de la epidemiología clínica 62
Endocrinología basada en la evidencia 62
Paso uno: traducción del problema clínico
a preguntas con respuesta 62
Paso dos: encontrar la mejor evidencia 65
Paso tres: evaluar la evidencia por su validez
y utilidad 66
Pasos cuatro y cinco: aplicar los resultados
en la práctica y evaluar el desempeño 68
Desarrollos que pueden afectar el enfoque EBM 68
4. Hipotálamo y glándula hipófisis
71
Bradley R. Javorsky, MD, David C. Aron, MD, MS,
James W. Findling, MD y J. Blake Tyrrell, MD
Anatomía y embriogénesis 73
Suministro de sangre 74
Desarrollo y características histológicas
de la hipófisis 75
Hormonas hipotalámicas 77
Hormonas hipofisiotrópicas 77
Neuroendocrinología: el hipotálamo como parte
de un sistema mayor 80
El hipotálamo y el control del apetito 81
La glándula pineal y los órganos
circunventriculares 81
Hormonas de la hipófisis anterior 82
La hormona adrenocorticotrópica y los péptidos
relacionados 82
Biosíntesis 82
Función 83
Medición 83
Secreción 83
Hormona del crecimiento 84
Biosíntesis 84
Función 84
Medición 85
Secreción 85
Prolactina 87
Biosíntesis 87
Función 87
Medición 87
Secreción 87
Tirotrotropina 89
Biosíntesis 89
Función 89
Medición 89
Secreción 89
Gonadotropinas: hormona luteinizante (LH) y hormona
foliculoestimulante (FSH) 90
Biosíntesis 90
Función 90
Medición 90
Secreción 90
Evaluación endocrinológica del eje hipotalámico
hipofisario 91
Evaluación de la hormona adrenocorticotrópica 91
Niveles de ACTH en el plasma 91
Evaluación de la deficiencia de ACTH 91
Estimulación suprarrenal 93
Estimulación hipofisaria 93
Hipersecreción ACTH 94
Evaluación de la hormona de crecimiento 94
Hipoglucemia inducida por insulina 94
Prueba GHRH-Arginina 94
Prueba de estimulación glucagón 95
Pruebas con levodopa, arginina y otros estímulos 95
Hipersecreción GH 95
Evaluación de la prolacticna 95
Evaluación de la hormona estimuladora
de la tiroides 95
Mediciones basales 95
Prueba TRH 95
Evaluación de la LH y FSH 95
Niveles de testosterona y estrógeno 95
Niveles LH y FSH 95
Prueba GnRH 95
Problemas en la evaluación del eje hipotalámico
hipofisario 95
Obesidad 95
Diabetes mellitus 95
Uremia 96
Inanición y anorexia nerviosa 96
Depresión 96
Los agentes farmacológicos y el alcohol 96
Pruebas endocrinas de función hipotalámica
hipofisaria 96
Evaluación neurorradiológica 96
Imágenes por resonancia magnética (MRI) 96
Trastornos hipotalámicos e hipofisarios 98
Etiología y manifestaciones tempranas 98
Manifestaciones comunes y posteriores 98
El síndrome de silla vacía 99
Etiología e incidencia 99
Características clínicas 99
Diagnóstico 99
Disfunción hipotalámica 99
Características clínicas 99
Diagnóstico 100
Tratamiento 100
Hipopituitarismo 100
Etiología 100
Características clínicas 103
Diagnóstico 105
Tratamiento 106
Adenomas hipofisarios 107
Tratamiento 108
Seguimiento postratamiento 109
1. Prolactinomas 109
Patología 109
Cuadro clínico 109
Diagnóstico diferencial 110
Diagnóstico 110
Tratamiento 111
Elección de la terapia para prolactinoma 112
2. Acromegalia y gigantismo 113
Patología 113
Etiología y patogénesis 113
Fisiopatología 113
Cuadro clínico 114
CONTENIDO
Diagnóstico 115
Diagnóstico diferencial 116
Tratamiento 116
Respuesta al tratamiento 117
Seguimiento del postratamiento 117
3. Adenomas hipofisarios ACTH secretores:
enfermedad de Cushing 117
Patología 118
Patogénesis 118
Cuadro clínico 118
Diagnóstico 118
Tratamiento 119
4. Síndrome de Nelson 120
Patogénesis 120
Incidencia 120
Cuadro clínico 120
Diagnóstico 120
Tratamiento 120
5. Adenomas hipofisarios secretores
de tirotrofinas 120
6. Adenomas hipofisarios de secreción
de gonadotropinas 121
7. Adenomas hipofisarios secretores de subunidad
alfa 121
8. Adenomas hipofisarios no funcionales 121
9. Carcinoma hipofisario 121
5. Hipófisis posterior (neurohipófisis)
125
Alan G. Robinson, MD
Fisiología de la función hormonal 125
Anatomía de la hormona, síntesis y liberación 127
Fisiopatología 127
Vasopresina deficiente: diabetes insípida 128
1. Anormalidades genéticas de las neuronas
neurohipofisarias 128
2. Lesiones patológicas de la neurohipófisis 128
Pruebas de diagnóstico de la diabetes insípida 130
Tratamiento de la diabetes insípida 132
Exceso de vasopresina: síndrome de hormona
antidiurética inapropiada 132
Tratamiento de la hiponatremia en el SIADH 135
Resumen 136
Oxitocina 136
6. Crecimiento
141
Dennis Styne, MD
Crecimiento normal 142
Crecimiento intrauterino 142
La placenta 142
Hormonas clásicas de crecimiento y crecimiento
fetal 142
Factores de crecimiento y oncogenes en el crecimiento
fetal 142
Factores de crecimiento similares a la insulina,
receptores y proteínas de unión 142
Insulina 143
Factor de crecimiento epidérmico 143
Factor de crecimiento de fibroblastos 143
Factores genéticos, maternos y uterinos 143
vii
Anomalías cromosómicas y síndromes
de malformación 144
Orígenes fetales de la enfermedad adulta 144
Crecimiento posnatal 145
Factores endocrinos 146
Otros factores 149
Crecimiento compensatorio 151
Medición del crecimiento 151
Estatura 151
Relación con la altura media de los padres: la altura
esperada 152
Técnica de medición 152
Resumen de estatura y de la tasa
de crecimiento 154
Peso e BMI 154
Edad esquelética (ósea) 154
Trastornos del crecimiento 154
Estatura corta debido a causas no endocrinas 154
1. Estatura baja constitucional 155
2. Estatura baja familiar 155
3. Premadurez y sga 156
4. Síndromes de estatura corta 156
Síndrome de Turner y sus variantes 156
Síndrome de Noonan (pseudosíndrome de Turner)
(OMIM #163950) 156
Síndrome de Prader-Willi (OMIM #176270) 156
Síndrome de Bardet-Biedl 157
Trastornos y síndromes cromosómicos
autosómicos 157
Displasias esqueléticas 157
5. Enfermedad crónica 157
6. Malnutrición 158
7. Medicaciones 158
Corta estatura ocasionada por trastornos
endocrinos 158
1. Deficiencia de hormonas de crecimiento y sus
variantes 158
Deficiencia congénita de la hormona
del crecimiento 159
Deficiencia adquirida de la hormona
del crecimiento 160
Otros tipos de disfunción de GH 160
Diagnóstico de deficiencia de GH 161
Tratamiento de la deficiencia de GH 162
2. Enanismo psicosocial 167
3. Hipotiroidismo 167
4. Síndrome de Cushing 168
5. Pseudohipoparatiroidismo 169
6. Trastornos del metabolismo de la vitamina D 169
7. Diabetes mellitus 169
8. Diabetes insípida 170
Diagnóstico de estatura baja 170
Evaluación de baja estatura 170
Estatura alta debida a causas no endocrinas 172
1. Estatura alta constitucional 172
2. Estatura alta familiar/genética 172
3. Síndromes de la estatura alta 172
Gigantismo cerebral 172
Síndrome de Marfan 172
Homocistinuria 172
Síndrome de Beckwith-Wiedemann 172
viii
CONTENIDO
Síndrome XYY 172
Síndrome de Klinefelter 172
Alta estatura debida a trastornos endocrinos
1. Gigantismo hipofisario 173
2. Precocidad sexual 173
3. Tirotoxicosis 173
4. Lactantes de madres diabéticas 173
7. La glándula tiroides
173
175
David S. Cooper, MD y Paul W.
Ladenson, MD (Oxon), MD
Embriología, anatomía e histología 176
Fisiología 176
Estructura y síntesis de hormonas tiroideas 176
Metabolismo del yodo 176
Síntesis y secreción de la hormona tiroides 178
Tiroglobulina 179
Transporte de yoduros 179
Peroxidasa tiroidea 180
Yodación de tiroglobulina 180
Acoplamiento de residuos de yodotirosilo
en tiroglobulina 180
Proteólisis de tiroglobulina y secreción de hormona
tiroidea 180
Desyodación intratiroidea 181
Anomalías en la síntesis y liberación de hormonas
tiroideas 181
Deficiencia de yodo en la dieta y defectos
hereditarios 181
Efectos del exceso de yodo en la biosíntesis
de hormonas 182
Transporte de la hormona tiroidea 182
Globulina enlazada a la tiroxina 182
Transtiretina (prealbúmina vinculante
a tiroxina) 183
Albúmina 183
Metabolismo de las hormonas tiroideas 184
Control de la función tiroidea y acción hormonal 185
Hormona liberadora de tirotropina 185
Tirotropina (hormona estimulante de tiroides) 186
Efectos de la TSH en la célula tiroidea 187
TSH sérica 189
Control de la secreción de TSH hipófisis 189
Otros estimuladores e inhibidores de la tiroides 189
Las acciones de las hormonas tiroideas 190
1. Los receptores de hormona tiroidea y sus
mecanismos de acción 190
2. Efectos fisiológicos de las hormonas tiroideas 191
Efectos en el desarrollo fetal 191
Efectos sobre el consumo de oxígeno, producción
calórica y formación de radicales libre 191
Efectos cardiovasculares 192
Efectos simpatéticos 192
Efectos pulmonares 193
Efectos hematopoyéticos 193
Efectos gastrointestinales 193
Efectos esqueléticos 193
Efectos neuromusculares 193
Efectos en el metabolismo de lípidos
y carbohidratos 193
Efectos endocrinos 193
Cambios fisiológicos en la función tiroidea 193
Función de la tiroides en el feto 193
Función de la tiroides en el embarazo 194
Cambios en la función tiroidea
con el envejecimiento 194
Efectos de la enfermedad aguda y crónica
en la función tiroidea (síndrome
del enfermo eutiroideo) 194
Autoinmunidad de la tiroides 195
Pruebas de función de la tiroides 196
Pruebas de hormonas de la tiroides en sangre 196
Medición de TSH sérica 196
Mediciones de T4 sérica y T3 197
Valoracion del yodo de la tiroides. metabolismo
y actividad biosintética 199
Imagenologia de la tiroides 200
1. Imagen radionúclida 200
Ultrasonografía de tiroides y otras técnicas
de imágenes 201
Biopsia de la tiroides 201
Pruebas periféricas de tiroides. Acciones
hormonales 201
Medición de autoanticuerpos tiroideos 203
Trastornos de la tiroides 203
Historia 203
Examen físico 204
Hipotiroidismo 204
Etiología e incidencia 204
Patogénesis 206
Presentaciones clínicas y resultados 206
Diagnóstico 208
Complicaciones 209
Tratamiento 210
Efectos adversos de la terapia con T4 211
Curso y pronóstico 211
Hipertiroidismo y tirotoxicosis 211
1. Bocio difuso tóxico (enfermedad de Graves) 211
Etiología 211
Patogénesis 212
Cuadro clínico 213
Otras presentaciones 214
Complicaciones 215
Tratamiento de la enfermedad de Graves 216
Elección de la terapia 217
Tratamiento de las complicaciones 218
Curso y pronóstico 219
2. Otras formas de tirotoxicosis 219
Adenoma tóxico 219
Bocio multinodular tóxico
(Enfermedad de Plummer) 220
Tirotoxicosis inducida por amiodarona 220
Tiroiditis subaguda y silente 220
Tirotoxicosis ficticia 220
Formas raras de tirotoxicosis 221
Resistencia a la hormona tiroidea Síndromes 221
Mutaciones del gen del receptor de TSH 222
Bocio no tóxico 222
Etiología 222
Patogénesis 222
Cuadro clínico 223
CONTENIDO
Diagnóstico diferencial 223
Tratamiento 223
Curso y pronóstico 223
Tiroiditis 223
1. Tiroiditis subaguda 223
Cuadro clínico 224
Diagnóstico diferencial 225
Tratamiento 225
Curso y pronóstico 225
2. Tiroiditis crónica 225
Etiología y patogénesis 225
Cuadro clínico 226
Diagnóstico diferencial 226
Complicaciones y secuelas 226
Tratamiento 227
Curso y pronóstico 227
3. Otras formas de tiroiditis 227
Efectos de la radiación ionizante en la glándula
tiroides 227
Nódulos tiroideos y cáncer de tiroides 228
1. Nódulos de tiroides benignos 228
Etiología 228
Diferenciación de lesiones benignas y malignas
Manejo de los nódulos tiroideos 233
2. Cáncer de tiroides 234
Patología 234
Manejo del cáncer de tiroides 237
8. Enfermedad ósea metabólica
228
243
Dolores M. Shoback, MD; Anne L. Schafer, MD
y Daniel D. Bikle, MD, PhD
Metabolismo celular y extracelular del calcio 244
Hormona paratiroidea 245
Anatomía y embriología de las glándulas
paratiroides 245
Secreción de hormona paratiroidea 245
Síntesis y procesamiento de la hormona
paratiroidea 246
Depuración y metabolismo de la PTH 246
Análisis de PTH 246
Efectos biológicos de la PTH 247
Mecanismo de acción de la hormona
paratiroidea 249
PTHrP 249
Calcitonina 249
Vitamina D 251
Nomenclatura 251
Síntesis cutánea de la vitamina D 252
Fuentes dietéticas y absorción intestinal 253
Proteínas de unión para metabolitos
de vitamina D 253
Metabolismo 253
Mecanismos de acción 254
Cómo la vitamina D y la PTH controlan la homeostasis
mineral 258
Carcinoma medular de la tiroides 258
Hipercalcemia 259
Cuadro clínico 259
Mecanismos 260
Diagnóstico diferencial 261
ix
Trastornos que causan hipercalcemia 261
1. Hiperparatiroidismo primario 261
Etiología y patogénesis 261
Cuadro clínico 263
Tratamiento 266
Variantes del hiperparatiroidismo
primario 267
2. Hipercalcemia relacionada con enfermedad
maligna 268
3. Sarcoidosis y otros trastornos granulomatosos 268
4. Endocrinopatías 269
Tirotoxicosis 269
Insuficiencia suprarrenal 269
5. Tumores endocrinos 269
6. Diuréticos tiazídicos 269
7. Vitamina D y vitamina A 269
Hipervitaminosis D 269
Hipervitaminosis A 270
8. Síndrome de leche y alcalinos 270
9. Condiciones varias 270
Inmovilización 270
Insuficiencia renal aguda 270
Tratamiento de la hipercalcemia 270
Hipocalcemia 271
Clasificación 271
Cuadro clínico 271
Causas de la hipocalcemia 272
1. Hipoparatiroidismo 272
Hipoparatiroidismo quirúrgico 272
Hipoparatiroidismo idiopático 272
Hipoparatiroidismo familiar 273
Otras causas de hipoparatiroidismo 273
2. Pseudohipoparatiroidismo 273
Cuadro clínico 273
Fisiopatología 273
Genética 274
Diagnóstico 275
3. Deficiencia de vitamina D 275
Patogénesis 275
Cuadro clínico 275
Tratamiento 275
4. Deficiencia de pseudovitamina D 276
5. Raquitismo hereditario resistente a la vitamina
D 276
6. Otros trastornos hipocalcémicos 276
Tratamiento de la hipocalcemia 276
Hipocalcemia aguda 276
Hipocalcemia crónica 277
Anatomía y remodelación ósea 277
Funciones de los huesos 277
Estructura del hueso 277
Mineral óseo 277
Células óseas 277
Modelado y remodelación de huesos 279
Osteoporosis 281
Ganancia, mantenimiento y pérdida de hueso 282
Pérdida de hueso asociada con deficiencia
de estrógeno 283
Pérdida de hueso en etapas más avanzadas
de la vida 283
Diagnóstico de osteoporosis 284
x
CONTENIDO
Manejo de la osteoporosis 285
Aspectos no farmacológicos del manejo
de la osteoporosis 285
Enfoques farmacológicos para manejo
de osteoporosis 286
Agentes antirresortivos 286
Agentes de formación de hueso 288
Osteoporosis inducida por glucocorticoides 288
Fisiopatología 288
Prevención y tratamiento de la osteoporosis
relacionada con glucocorticoides 289
Terapia farmacológica de la osteoporosis relacionada
con glucocorticoides 289
Osteomalacia y raquitismo 290
Patogénesis 290
Diagnóstico 290
Cuadro clínico 291
Tratamiento 292
Síndrome nefrótico 292
Osteodistrofia hepática 292
Osteomalacia inducida por fármacos 292
Trastornos hipofosfatémicos 293
Hipofosfatemia ligada a X y autosómica
dominante 293
Osteomalacia inducida por tumores 294
Displasia fibrosa 294
Síndrome De Toni-Debré-Fanconi y raquitismo
hipofosfatémico hereditario con hipercalciuria 294
Deficiencia de calcio 294
Trastornos primarios de la matriz ósea 295
Osteogénesis imperfecta 295
Hipofosfatasia 295
Fibrogénesis imperfecta ósea 295
Inhibidores de mineralización 295
Aluminio 295
Fluoruro 295
Enfermedad de Paget del hueso (osteítis
deformante) 295
Etiología 296
Patología 296
Patogénesis 296
Formas genéticas 296
Cuadro clínico 296
Complicaciones 297
Tratamiento 298
Enfermedad ósea en la enfermedad crónica
del riñón 299
Patogenia 299
Cuadro clínico 299
Tratamiento 300
Formas hereditarias de hiperfosfatemia 300
Calcinosis tumoral 300
9. Glucocorticoides y andrógenos
suprarrenales
Ty B. Carroll, MD; David C. Aron, MD, MS;
James W. Findling, MD y J. Blake Tyrrell, MD
Embriología y anatomía
Embriología 304
304
303
Anatomía 304
Anatomía microscópica 304
Biosíntesis de cortisol y andrógenos
suprarrenales 306
Esteroidogénesis 306
Regulación de la secreción 309
Circulación de cortisol y andrógenos
suprarrenales 310
Proteínas de unión al plasma 310
Cortisol libre y enlazado 310
Metabolismo del cortisol y de los andrógenos
suprarrenales 311
Conversión y excreción de cortisol 311
Conversión y excreción de andrógenos
suprarrenales 311
Efectos biológicos de los esteroides suprarrenales 312
Glucocorticoides 312
Mecanismos moleculares 312
Agonistas y antagonistas de glucocorticoides 315
Metabolismo intermediario 315
Efectos en otros tejidos y funciones 316
Andrógenos suprarrenales 318
Efectos en los hombres 318
Efectos en las mujeres 318
Evaluación de laboratorio 318
Plasma ACTH 318
Cortisol plasmático 319
Cortisol salival 319
Cortisol libre de plasma 319
Corticosteroides urinarios 320
Pruebas de supresión de dexametasona 320
Reserva hipofisaria-suprarrenal 320
Andrógenos 322
Trastornos de la insuficiencia adrenocortical 322
Insuficiencia adrenocortical primaria (enfermedad
de Addison) 322
Etiología y patología 322
Fisiopatología 325
Características clínicas 325
Insuficiencia adrenocortical secundaria 327
Etiología 327
Fisiopatología 327
Características clínicas 327
Diagnóstico de insuficiencia adrenocortical 327
Pruebas de diagnóstico 328
Prueba de estimulación rápida de ACTH 328
Niveles de ACTH en plasma 328
Deficiencia parcial de ACTH 329
Tratamiento de la insuficiencia adrenocortical 329
Crisis addisoniana aguda 329
Terapia de mantenimiento 330
Respuesta a la terapia 330
Prevención de la crisis suprarrenal 331
Cobertura con esteroides para cirugía 331
Pronóstico de la insuficiencia adrenocortical 331
Síndrome de Cushing 331
Clasificación e incidencia 331
Patología 333
Patogénesis y genética 334
Fisiopatología 336
Características clínicas 337
CONTENIDO
Características que sugieren una causa
específica 339
Diagnóstico 339
Problemas en el diagnóstico 340
Diagnóstico diferencial 340
Tratamiento 342
Pronóstico 342
Hirsutismo y virilismo 343
Masa suprarrenal incidental 343
Exclusión de malignidad 343
Evaluación endocrina 344
Adenoma que produce cortisol 344
Feocromocitoma 344
Adenoma productor de aldosterona 344
Tratamiento con glucocorticoides para trastornos
no endocrinos 344
Principios 344
Glucocorticoides sintéticos 344
Modos de administración 345
Efectos secundarios 345
10. Hipertensión endocrina
349
William F. Young, Jr, MD, MSc
Sistema renina-angiotensina-aldosterona 349
Renina y angiotensina 349
Aldosterona 351
Aldosteronismo primario 352
Prevalencia 353
Presentación clínica 353
Diagnóstico 354
Tratamiento 359
Otras formas de efectos del exceso
de mineralocorticoides 361
Hiperdesoxicorticosteronismo 361
Síndrome de exceso aparente
de mineralocorticoide 362
Síndrome de Liddle-transporte iónico anormal
en los túbulos renales 362
Hipertensión agravada por el embarazo 363
Otros trastornos endocrinos asociados
con hipertensión 363
Síndrome de Cushing 363
Disfunción tiroidea 363
Acromegalia 363
11. Médula suprarrenal y paraganglios
Receptores de catecolamina (adrenérgicos) 373
Regulación de la actividad simpatoadrenal 376
Acciones de catecolaminas circulantes 377
Efectos fisiológicos de las catecolaminas 377
Trastornos de la médula suprarrenal
y de paraganglios 378
Deficiencia de adrenalina y noradrenalina 378
Insuficiencia autonómica 378
Feocromocitoma y paraganglioma 379
Prevalencia 379
Pruebas para la detección de feocromocitomas
y paragangliomas 381
Condiciones genéticas asociadas con
feocromocitomas y paragangliomas 381
Mutaciones somáticas en PHEO y PGL 389
Fisiología de PHEO y PGL 389
Secreción de otros péptidos por PHEO y PGL 390
Manifestaciones de PHEO y PGL 391
Pruebas bioquímicas para el feocromocitoma 395
Factores que pueden causar pruebas bioquímicas
engañosas para PHEO 399
Diagnóstico diferencial de feocromocitoma
y paraganglioma 400
Estudios de localización para feocromocitoma 401
Masas adrenales descubiertas incidentalmente 405
Biopsia de aspiración con aguja fina percutánea
suprarrenal (FNA, fine-needle aspiration) 405
Manejo médico de pacientes con feocromocitoma
y paraganglioma 405
Manejo quirúrgico de feocromocitoma
y paraganglioma 408
Embarazo y PHEO/PGL 410
Complicaciones inducidas por feocromocitoma
que amenazan la vida: miocardiopatía, ARDS
y crisis multisistémica 411
Patología de PHEO y PGL 411
Feocromocitoma y paraganglioma metastásicos 412
Tratamiento para pacientes con PHEO y PGLP
recurrente o metastásico 414
Pronóstico 417
PHEO y PGL: vigilancia posoperatoria a largo
plazo 417
12. Testículos
365
Paul A. Fitzgerald, MD
Anatomía 366
Embriología 366
Estructura macroscópica 367
Estructura microscópica 367
Inervación 367
Riego sanguíneo 367
Hormonas de la médula suprarrenal y paraganglios 367
Catecolaminas 367
Biosíntesis 367
Almacenamiento de catecolaminas 369
Secreción de catecolaminas 369
Metabolismo y excreción de catecolaminas 371
xi
421
Bradley D. Anawalt, MD
y Glenn D. Braunstein, MD
Anatomía y relaciones estructura-función 421
Testículos 421
Estructuras secundarias 423
Fisiología del sistema reproductivo masculino 423
Esteroides gonadales 423
Control de la función testicular 425
Eje hipotalámico hipofisario células de Leydig 425
Eje tubular hipotalámico-hipofisario seminífero 426
Evaluación de la función gonadal masculina 426
Evaluación clínica 426
Presentación clínica 426
Examen genital 427
Pruebas de laboratorio de la función testicular 428
Medición de testosterona en suero 428
xii
CONTENIDO
Determinación del estradiol en suero 429
Mediciones de gonadotropina y prolactina 429
Pruebas especiales 429
Análisis de semen 429
Prueba de estimulación de gonadotropina
coriónica 430
Biopsia testicular 430
Evaluación del hipogonadismo masculino 430
Medicamentos usados en la terapia de reemplazo
de testosterona en el hipogonadismo masculino 431
Andrógenos 431
Andrógenos orales 431
Ésteres de testosterona inyectables 431
Píldora implantable de testosterona 432
Terapia transdérmica de testosterona 432
Terapia con gonadotropina 432
Gonadotropina coriónica humana inyectable 432
Hormona luteinizante humana
recombinante (rhLH Recombinant Human
Luteinizing Hormone) 432
Efectos secundarios de la terapia de reemplazo
de testosterona 432
Trastornos clínicos gonadales masculinos 433
Síndromes asociados a la disfunción gonadal
primaria 434
Causas del hipogonadismo primario presente
en la infancia 434
Síndrome de Klinefelter (XXY disgenesia tubular
seminífera) 434
Etiología y fisiopatología 434
Patología testicular 434
Características clínicas 434
Diagnóstico diferencial 435
Tratamiento 435
Criptorquidismo 436
Etiología y fisiopatología 436
Patología 436
Características clínicas 436
Diagnóstico diferencial 436
Complicaciones y secuelas 436
Tratamiento 437
Anorquia bilateral congénita (síndrome de testículos
desaparecidos) 437
Etiología y fisiopatología 437
Patología testicular 437
Características clínicas 437
Diagnóstico diferencial 437
Tratamiento 438
Aplasia de células de Leydig 438
Etiología y fisiopatología 438
Características clínicas 438
Diagnóstico diferencial 438
Tratamiento 438
Síndrome de Noonan (síndrome de Turner
masculino) 438
Características clínicas 438
Diagnóstico diferencial 438
Tratamiento 438
Causas del hipogonadismo primario presentado
en adultos 439
Distrofia miotónica 439
Características clínicas 439
Tratamiento 439
Hipogonadismo masculino de inicio tardío 439
Etiología, patología y fisiopatología 439
Características clínicas 439
Diagnóstico diferencial 440
Tratamiento 440
Secuela específica del hipogonadismo 440
Infertilidad masculina 440
Etiología y fisiopatología 441
Características clínicas 441
Tratamiento 442
Curso y pronóstico 442
Disfunción eréctil 442
Etiología y fisiopatología 442
Características clínicas 443
Tratamiento 444
Ginecomastia 444
Etiología y fisiopatología 445
Patología 445
Características clínicas 446
Diagnóstico diferencial 446
Complicaciones y secuelas 446
Tratamiento 446
Curso y pronóstico 447
Tumores testiculares 448
Etiología y fisiopatología 448
Patología 448
Características clínicas 448
Diagnóstico diferencial 449
Tratamiento 449
Curso y pronóstico 449
13. Endocrinología del sistema reproductor
femenino e infertilidad
451
Mitchell P. Rosen, MD y Marcelle I. Cedars, MD
Embriología y anatomía 452
Esteroidogénesis ovárica 454
Fisiología de la génesis folicular
y ciclo menstrual 456
El eje hipotálamo-hipofisario 457
Función de la hipófisis 458
Función del ovario 458
Función del útero 465
Trastornos menstruales 465
Amenorrea 465
Amenorrea hipotalámica 466
Deficiencia aislada de GnRH 466
Amenorrea hipofisaria 470
Amenorrea ovárica 472
Insuficiencia ovárica precoz 473
Anovulacion 475
Hiperandrogenismo y anovulación 475
Obesidad 483
Manejo de la obesidad 483
Anovulación no relacionada con el exceso
de producción de esteroides sexuales 483
Trastornos del tracto de salida 485
Menopausia 486
Agotamiento de ovocitos 487
CONTENIDO
La AMH y el destino de los conductos de Müller 519
Regulación de la expresión de la AMH 519
Acción de la AMH 519
Derivados de Müller en la mujer 519
Los andrógenos y el destino de los conductos de Wolff,
el seno urogenital y los genitales externos 519
Esteroidogénesis 519
La acción de los andrógenos en tejidos blancos 520
Los derivados del conducto de Wolff 520
El seno urogenital bipotencial 520
Los genitales externos bipotenciales 522
Descenso testicular 522
Trastornos de la diferenciación sexual (DSD) 523
Definiciones y perspectivas históricas 523
Clasificación patogénica 526
DSD malformativo: defectos en la morfogénesis
de los primordios urogenitales 526
El DSD disgenético: diferenciación gonadal
anormal 526
El DSD no disgenético con diferenciación
testicular 532
El DSD no disgenético con diferenciación
ovárica 535
Manejo de pacientes con DSD 542
Aspectos generales 542
Diagnóstico general primario 544
Asignación sexual 549
Resultados a largo plazo 551
Cuestiones de fertilidad 553
El sistema endocrino cambia
con el envejecimiento 487
Estrógenos/Progesterona 488
Andrógenos 488
Hipotálamo/hipófisis 489
Consecuencias menopáusicas 489
Síntomas vasomotores 489
Atrofia genital 490
Osteoporosis 490
Enfermedad cardiovascular aterosclerótica 491
Tratamiento: resumen 492
Infertilidad 492
Diagnóstico de la infertilidad 493
Defectos ovulatorios 493
Trastornos pélvicos 493
Causas del factor masculino 494
Infertilidad inexplicable 494
Tratamiento de la pareja infértil 494
Trastornos ovulatorios 494
Trastornos pélvicos 495
Factores masculinos de la infertilidad 495
Infertilidad inexplicable 495
Anticoncepción 495
Anticonceptivos orales 495
Anticonceptivos combinados 495
Anticonceptivos de progestina 500
Anticoncepción: anticonceptivos de larga
duración 500
Anticonceptivos inyectables 501
Parches subdérmicos 504
Parches transdérmicos 505
Anillos vaginales 505
Dispositivos intrauterinos 506
Anticoncepción de emergencia 506
14. Trastornos del desarrollo sexual
xiii
15. Pubertad
557
Dennis Styne, MD
509
Rodolfo A. Rey, MD, PhD, Christopher
P. Houk, MD, Selma Witchel, MD,
y Peter A. Lee, MD, PhD
Diferenciación del sexo fetal normal 512
La etapa no diferenciada 512
Formación inicial de las crestas urogenitales 513
Las gónadas bipotenciales 513
Los conductos internos unipotenciales 513
Conductos de Wolff 513
Conductos de Müller 513
El seno urogenital bipotencial y genitales externos 514
Diferenciación gonadal 515
Diferenciación testicular 515
Diferenciación ovárica 516
Mecanismos genéticos 516
La importancia del cromosoma Y y el gen SRY
(Sex-determining region on the Y chromosome) 516
Otras vías en la diferenciación testicular versus
ovárica 516
Diferencias en el desarrollo de células germinales
testiculares y ováricas 518
Diferenciación dependiente de la hormona
de los genitales 519
Una gonada, dos células, dos hormonas 519
Fisiología de la pubertad 558
Cambios físicos asociados con la pubertad 558
Cambios endocrinos de la vida fetal
a la pubertad 561
La ovulación y la menarquia 564
Adrenarquia 565
Cambios metabólicos diversos 565
Pubertad retrasada o pubertad ausente
(infantilismo sexual) 565
Retraso constitucional en crecimiento
y adolescencia 565
Hipogonadismo hipogonadotrópico 565
Hipogonadismo hipogonadotrópico 571
Diagnóstico diferencial de la pubertad retrasada 574
Tratamiento de la pubertad retrasada 575
Pubertad precoz (precocidad sexual) 577
Pubertad precoz central (completa o verdadera) 578
Pubertad precoz periférica o isosexual incompleta
en niños 579
Precocidad periférica o contrasexual incompleta
en niños 580
Pubertad precoz periférica o isosexual incompleta
en las niñas 580
Precocidad periférica o contrasexual incompleta
en niñas 580
Variaciones en el desarrollo puberal 581
Diagnóstico diferencial de la pubertad precoz 581
El tratamiento de la pubertad precoz 582
xiv
CONTENIDO
16. La endocrinología del embarazo
Bansari Patel, MD, Joshua F. Nitsche, MD, PhD
y Robert N. Taylor, MD, PhD
Concepción e implantación 588
Fecundación 588
Implantación y producción
de hCG 588
Hormonas ováricas
en el embarazo 588
Síntomas y signos del embarazo 588
Unidad decidual fetoplacentaria 588
Hormonas polipeptídicas 589
Gonadotropina coriónica humana 589
Lactógeno placentario humano 592
Otras hormonas peptídicas coriónicas y factores
de crecimiento 592
Hormonas esteroideas 592
Progesterona 592
Estrógenos 592
Adaptación materna al embarazo 593
Hipófisis materna 593
Glándula tiroides materna 595
Glándula paratiroides materna 595
Páncreas materno 595
Corteza suprarrenal materna 595
Endocrinología fetal 596
Hormonas hipofisarias fetales 596
Glándula tiroides fetal 596
Corteza suprarrenal fetal 597
Gónadas fetales 597
Control endocrino del parto 597
Receptores de progesterona y progesterona
nuclear 597
Estrógenos y receptores nucleares
de estrógeno 598
Hormona liberadora de corticotropina
(CRH) 598
Oxitocina 598
Prostaglandinas (PG) 598
Trabajo de parto/parto pretérmino 598
Pronosticadores/prevención del trabajo de parto
pretérmino 599
Manejo del trabajo de parto pretérmino 600
Embarazo postérmino 600
Manejo del embarazo postérmino 600
Endocrinología del puerperio 600
Cambios fisiológicos y anatómicos 600
Cambios uterinos 601
Cambios endocrinos 601
Lactancia 601
Trastornos endocrinos y embarazo 601
Hipertiroidismo en el embarazo 601
Hipotiroidismo en el embarazo 602
Trastornos de la hipófisis en el embarazo 602
Obesidad y embarazo 603
Enfermedad paratiroidea y embarazo 603
Preeclampsia/eclampsia 604
Fisiopatología 604
Cuadro clínico 605
Tratamiento/manejo de la preeclampsia 605
587
17. Hormonas pancreáticas
y diabetes mellitus
607
Umesh Masharani, MB, BS, MRCP (Reino Unido)
y Michael S. German, MD
El páncreas endocrino 609
Anatomía e histología 609
Hormonas del páncreas endocrino 610
1. Insulina 610
Biosíntesis 610
Bioquímica 610
Secreción 612
Receptores de insulina y acción de la insulina 614
Efectos metabólicos de la insulina 615
Proteínas transportadoras de glucosa 617
Polipéptido amiloide de los islotes 618
2. Glucagón 619
Bioquímica 619
Secreción 619
Acción del glucagón 619
Péptidos relacionados con glucagón 620
3. Somatostatina 621
Diabetes mellitus 622
Clasificación 622
Diabetes mellitus tipo 1 622
Autoinmunidad y diabetes tipo 1 624
Genética de la diabetes tipo 1 624
Factores ambientales en la diabetes tipo 1 625
Diabetes tipo 2 626
Diabetes monogénica 629
Defectos genéticos dominantes autosómicos
de las células β-pancreáticas 629
Otros defectos genéticos de las células
β-pancreáticas 632
Diabetes propensa a la cetosis 633
Defectos genéticos de la acción de la insulina 634
Diabetes neonatal 635
Síndromes autoinmunes monogénicos 635
Otros síndromes genéticos a veces asociados
con diabetes 635
Diabetes secundaria 635
Diabetes debida a enfermedades del páncreas
exocrino 635
Endocrinopatías 636
Diabetes inducida por drogas o químicos 636
Infecciones que causan diabetes 636
Formas no comunes de diabetes mediada
por procesos inmunes 636
Cuadro clínico de la diabetes mellitus 636
Diabetes tipo 1 636
Diabetes tipo 2 637
Pruebas de laboratorio en diabetes mellitus 638
Glucosa en la orina 638
Microalbuminuria y proteinuria 638
Pruebas de glucosa en sangre 639
Sistemas continuos de monitoreo de glucosa 640
Determinaciones de cetona en orina y suero 641
Ensayos de hemoglobina glicosilada 641
Fructosamina sérica 642
Prueba oral de tolerancia a la glucosa 642
Niveles de insulina 642
CONTENIDO
Prueba de tolerancia a la glucosa intravenosa 643
Lipoproteínas en la diabetes 643
Ensayos clínicos en diabetes 643
Tratamiento de la diabetes mellitus 646
Dieta 646
Consideraciones especiales en el control
dietético 646
Agentes para el tratamiento de la hiperglucemia 647
1. Drogas que actúan en el complejo del receptor de
sulfonilureas 647
Sulfonilureas 647
Análogos de meglitinida 650
Derivado de δ-fenilalanina 650
2. Drogas que actúan en los tejidos blanco de la
insulina 650
Metformina 650
Agonistas del receptor activado por proliferador
de peroxisoma 651
3. Drogas que afectan la absorción de la glucosa 652
Inhibidores de la alfaglucosidasa 652
4. Incretinas 653
Agonistas del receptor GLP-1 653
Inhibidores de DPP-4 654
5. Inhibidores de los cotransportadores 2 de sodioglucosa 655
6. Otros 656
Combinaciones de drogas 656
7. Insulina 656
Preparaciones de insulina de acción corta 657
Preparaciones de insulina de acción
prolongada 658
Mezclas de insulina 659
Métodos de administración de insulina 659
Pasos en el manejo del paciente diabético 661
Historia y examen 661
Diagnóstico de laboratorio 661
Educación del paciente y entrenamiento
para su automanejo 661
Terapia específica 662
Inmunopatología de la insulinoterapia 666
Complicaciones agudas de diabetes mellitus 667
Hipoglucemia 667
Coma 669
1. Cetoacidosis diabética 669
Patogénesis 669
Características clínicas 670
Tratamiento 671
Transición para un régimen de insulina
subcutánea 672
Complicaciones y pronóstico 673
Disposición 673
2. Estado hiperglucémico, hiperosmolar 673
Patogénesis 673
Características clínicas 673
Tratamiento 674
Complicaciones y pronóstico 674
3. Acidosis láctica 675
Patogénesis 675
Características clínicas 675
Tratamiento 675
Complicaciones crónicas de la diabetes mellitus 676
xv
Clasificaciones de la enfermedad vascular
diabética 676
Prevalencia de complicaciones crónicas por tipos
de diabetes 676
Mecanismos moleculares por los cuales
la hiperglucemia causa daño microvascular
y macrovascular 677
Factores genéticos en la susceptibilidad al desarrollo
de complicaciones crónicas de diabetes 677
Complicaciones crónicas específicas de la diabetes
mellitus 678
1. Complicaciones oftalmológicas 678
Retinopatía diabética 678
Cataratas 679
Glaucoma 679
2. Complicaciones renales 679
Nefropatía diabética 679
Papilitis necrotizante 680
Descompensación renal después de la administración
de colorantes radiográficos 680
3. Complicaciones neurológicas (neuropatía
diabética) 680
Neuropatía periférica 681
Neuropatía autonómica 682
4. Complicaciones cardiovasculares 683
Enfermedad del corazón 683
Enfermedad vascular periférica 684
5. Complicaciones de la membrana mucosa y de la
piel 684
Manejo de la diabetes en el paciente hospitalizado 686
Objetivos para el control de glucosa en el paciente
hospitalizado 689
Diabetes mellitus y embarazo 689
Balance de hormonas y nutrientes durante
el embarazo 689
Embarazo en mujeres con diabetes preexistente 689
Manejo 691
Diabetes gestacional 694
18. Trastornos hipoglucémicos
701
Umesh Masharani, MB, BS, MRCP (UK),
Stephen E. Gitelman, MD, y Roger K. Long, MD
Fisiopatología de la respuesta contrarreguladora
a la neuroglucopenia 702
Respuesta contrarreguladora a la hipoglucemia 703
Mantenimiento de la euglicemia en estado
posabsortivo 705
Clasificación de los trastornos hipoglucémicos 705
Trastornos específicos de hipoglucemia 706
1. Diabetes 706
2. Hipoglucemia ficticia 707
3. Fármacos 707
4. Hipoglucemia autoinmune 708
5. Tumores de células β-pancreáticas 708
Hallazgos clínicos 709
Pruebas de diagnóstico 709
Estudios de localización del tumor 711
Tratamiento de insulinoma 711
6. Hipoglucemia tumoral de células no islote
(NICTH) 713
xvi
CONTENIDO
7. Hipoglucemia posprandial 714
Hipoglucemia posterior a la cirugía gástrica 714
Síndrome de hipoglucemia del páncreas
sin insulinoma (NIPHS) 715
Hipoglucemia tardía de la diabetes oculta 715
Hipoglucemia alimentaria funcional 715
8. Trastornos asociados con la baja producción de
glucosa hepática 715
Hipoglucemia pediátrica 715
Hiperinsulinismo congénito 716
Hiperinsulinismo transitorio 716
Hiperinsulinismo persistente 717
Presentación clínica 719
Diagnóstico 719
Tratamiento 719
Hipoglucemia no dependiente de insulina 720
Resultado 720
19. Trastornos del metabolismo
de las lipoproteínas
723
Mary J. Malloy, MD, y John P. Kane, MD, PhD
Aterosclerosis 723
Reversión de la aterosclerosis 724
Visión general del transporte de lípidos 724
Las lipoproteínas plasmáticas 724
Apolipoproteínas B 725
Otras apolipoproteínas 725
Absorción de grasa dietética; secreción
de quilomicrones 725
Formación de lipoproteínas de muy baja
densidad 725
Metabolismo de las lipoproteínas ricas
en triglicéridos en el plasma 726
Catabolismo de lipoproteínas de baja densidad 727
Metabolismo de las lipoproteínas de alta
densidad 727
La economía del colesterol 728
Diferenciación de trastornos del metabolismo
de las lipoproteínas 728
Análisis de laboratorio de lípidos y
lipoproteínas 728
Diferenciación clínica de patrones anormales
de lipoproteínas plasmáticas 728
Caso 1: Niveles séricos de colesterol aumentados;
triglicéridos normales 729
Caso 2: Aumento predominante de triglicéridos;
puede haber aumento moderado del colesterol 729
Caso 3: Niveles de colesterol y triglicéridos
elevados 729
Descripciones clínicas de trastornos primarios
y secundarios del metabolismo de la lipoproteína 729
Las hipertrigliceridemias 729
Aterogenicidad 729
Causa de pancreatitis 730
Signos clínicos 730
Efectos de la hipertrigliceridemia
en las mediciones de laboratorio 730
Hipertrigliceridemia primaria 730
1. Deficiencia de la actividad de la lipoproteína
lipasa 730
Hallazgos clínicos 730
Tratamiento 730
2. Lipemias endógenas y mixtas 731
Etiología y patogénesis 731
Hallazgos clínicos 732
Tratamiento 732
3. Hiperlipidemia combinada familiar 732
Etiología 732
Hallazgos clínicos 732
Tratamiento 732
4. Disbetalipoproteinemia familiar
(hiperlipoproteinemia tipo III) 732
Etiología y patogénesis 732
Hallazgos clínicos 732
Tratamiento 733
Hipertrigliceridemia secundaria 733
1. Diabetes mellitus 733
2. Uremia 733
3. Infección por virus de inmunodeficiencia
humana 733
4. Exceso de corticosteroides 733
5. Estrógenos exógenos 733
6. Ingestión de alcohol 734
7. Enfermedad hepática grasa no alcohólica y
esteatohepatitis no alcohólica 734
8. Nefrosis 734
9. Enfermedad de almacenamiento de
glucógeno 734
10. Hipopituitarismo y acromegalia 734
11. Hipotiroidismo 734
12. Trastornos del complejo de inmunoglobulinalipoproteína 734
Hipercolesterolemia familiar (FH) 735
Deficiencia del receptor de la LDL 735
Etiología y patogénesis 735
Hallazgos clínicos 735
Tratamiento 735
Hiperlipidemia combinada familiar (FCH) 736
APO B-100 defectuosa familiar en ligandos 736
Deficiencia de colesterol 7α-hidroxilasa 736
Hipercolesterolemia autosómica recesiva (ARH) 736
Variantes de la proproteína convertasa subtilisina/
kexina tipo 9 (PCSK9) 736
Hiperlipoproteinemia Lp(a) 736
Hipercolesterolemia secundaria 736
Hipotiroidismo 736
Nefrosis 737
Trastornos inmunoglobulinos 737
Anorexia nerviosa 737
Colestasis 737
Las hipolipidemias primarias 737
Hipolipidemia primaria debido a la deficiencia
de lipoproteínas de alta densidad 737
1. Enfermedad de Tangier 737
Etiología y patogénesis 737
Hallazgos clínicos 737
Tratamiento 738
2. Hipoalfalipoproteinemia familiar 738
Etiología y patogénesis 738
Factor etiológico en la enfermedad coronaria 738
Tratamiento 738
CONTENIDO
3. Deficiencia de lecitina-colesterol
aciltransferasa 738
Hipolipidemia primaria debido a deficiencia
de las lipoproteínas que contienen APO B 739
1. Abetalipoproteinemia recesiva 739
Etiología y patogénesis 739
Hallazgos clínicos 739
Tratamiento 739
2. Hipobetalipoproteinemia familiar 739
3. Enfermedad por retención de quilomicrón 739
4. Mutaciones de pérdida de funciones PCSK9 739
Hipolipidemia secundaria 739
Otros trastornos del metabolismo de la lipoproteína 740
Las lipodistrofias 740
Clasificación 740
Trastornos asociados 740
Trastornos raros 740
Síndrome de Werner, progeria, hipercalcemia
infantil, esfingolipidosis y enfermedad
de Niemann-Pick 740
Enfermedad de Wolman y enfermedad
de almacenamiento de éster de colesterol 740
Xantomatosis cerebrotendinosa 740
Fitoesterolemia 741
Deficiencia de proteína de transferencia de éster
de colesterol (CETP) 741
Tratamiento de la hiperlipidemia 741
Precaución con respecto a la terapia
con medicamentos 741
Factores dietéticos en el tratamiento de los trastornos
de la lipoproteína 741
Restricción de la ingesta calórica 741
Restricción de la ingesta de grasa 741
Ácidos grasos omega-3 marinos 741
Reducción del consumo de colesterol 742
Papel de los carbohidratos en la dieta 742
Ingestión de alcohol 742
Antioxidantes 742
Vitaminas B 742
Otras sustancias dietéticas 742
La dieta universal 742
Fármacos utilizados en el tratamiento
de hiperlipoproteinemia 743
Secuestradores de ácidos biliares 743
Mecanismo de acción y eficacia 743
Dosificación de medicamentos 743
Efectos secundarios 743
Niacina (ácido nicotínico) 743
Mecanismo de acción y eficacia 743
Dosificación de medicamentos 743
Efectos secundarios 744
Derivados del ácido fíbrico 744
Mecanismo de acción y eficacia 744
Dosificación de medicamentos 744
Efectos secundarios 744
Inhibidores de HMG-COA reductasa 744
Mecanismo de acción y eficacia 744
Dosificación de medicamentos 745
Efectos secundarios 745
xvii
Inhibidores de la absorción del colesterol 745
Mecanismo de acción y eficacia 745
Dosificación del medicamento 745
Efectos secundarios 746
Anticuerpo monoclonal PCSK9 746
Mecanismo de acción y eficacia 746
Dosificación del medicamento 746
Efectos secundarios 746
Inhibición de la proteína de transferencia
de triglicéridos microsomal (MTP, microsomal
triglyceride transfer protein) 746
Mecanismo de acción y eficacia 746
Dosificación del medicamento 746
Efectos secundarios 746
Oligonucleótido antisentido APO B 746
Mecanismo de acción y eficacia 746
Dosificación del medicamento 746
Efectos secundarios 746
Terapia de medicamentos combinados 746
Niacina con otros agentes 746
Inhibidores de HMG-CoA reductasa con otros
agentes 746
20. Obesidad
749
Alka M. Kanaya, MD, y
Christian Vaisse, MD, PhD
Definición y epidemiología 750
Definición 750
Prevalencia y proyecciones 750
Posibles explicaciones para el aumento
de las tasas de obesidad 750
Fisiopatología y genética de la obesidad 750
Regulación de la ingesta de alimentos
y el gasto de energía 750
Informando al cerebro sobre el estado de la energía:
la leptina y las señales gastrointestinales a corto
plazo 751
Integración central de señales de homeostasis
de energía 752
Resistencia a la leptina en la obesidad 753
Genética de la obesidad 753
Consecuencias de la obesidad para la salud 753
Mecanismo subyacente de las complicaciones
de la obesidad: tejido adiposo como órgano
endocrino 753
Complicaciones metabólicas de la obesidad:
resistencia a la insulina y diabetes mellitus
tipo 2 755
Dislipidemia 755
El síndrome metabólico 755
Complicaciones cardiovasculares 756
Complicaciones pulmonares 756
Complicaciones gastrointestinales 756
Reproducción y complicaciones ginecológicas 756
Cáncer 756
Manejo del paciente obeso 757
Detección y prevención de complicaciones 757
Enfoques terapéuticos para la pérdida de peso 757
xviii
CONTENIDO
21. Manifestaciones humorales
de enfermedad maligna
761
Dolores M. Shoback, MD, y Janet L. Funk, MD
Síndromes ectópicos de las hormonas
y los receptores 761
Concepto APUD de tumores de células
neuroendocrinas 762
Hipercalcemia maligna 762
Patogénesis 763
Mediadores humorales 763
Tumores sólidos asociados con la hipercalcemia
maligna 764
Malignidades hematológicas asociadas
con la hipercalcemia maligna 764
Diagnóstico 765
Tratamiento 765
Síndrome ectópico de Cushing 765
Diagnóstico diferencial 766
Cuadro clínico 768
Tratamiento 768
Síndrome de secreción inapropiada de hormona
antidiurética 768
Etiología y patogénesis 768
Cuadro clínico y de laboratorio 769
Hipoglucemia inducida por tumores ajenos a los islotes
pancreáticos 769
Otras hormonas secretadas por tumores 770
1. Hormona de crecimiento y hormona liberadora
de hormona de crecimiento 770
Osteomalacia oncogénica 771
Etiología y cuadro clínico 771
Patología y patogénesis 771
Localización 772
Comparación con otros trastornos
de la sobreproducción de FGF23 772
Hormonas intestinales 772
22. Neoplasia endocrina múltiple
775
David G. Gardner, MD, MS
Neoplasia endocrina múltiple tipo 1 775
Patogénesis 777
Tratamiento 779
Diagnóstico 780
Neoplasia endocrina múltiple tipo 2 780
Patogénesis 782
Tratamiento 784
Diagnóstico 785
Otros trastornos caracterizados por la participación
de los órganos endocrinos múltiples 787
Complejo de Carney 787
Síndrome de McCune-Albright 787
Neurofibromatosis tipo 1 787
Enfermedad de Von Hippel-Lindau 787
23. Endocrinología transgénero
789
Stephen M. Rosenthal, MD,
y Wylie C. Hembree, MD
Parte I: manejo endocrino de jóvenes transgénero
789
Introducción 789
Términos y definiciones 789
Prevalencia del transgenerismo en la juventud 790
Preocupaciones de salud mental e impacto del apoyo
familiar 790
Fundamentos biológicos de la identidad
de género 790
Jóvenes transgénero: historia natural 791
Pautas de práctica clínica para jóvenes
transgénero 792
Manejo de la juventud transgénero en la pubertad
temprana 792
Manejo de los jóvenes transgénero en la pubertad
tardía 793
Áreas de incertidumbre/barreras para la atención/
y prioridades para la investigación 794
Manejo endocrino de jóvenes transgénero:
conclusiones 795
Parte II: manejo endocrino de adultos transgénero 795
Introducción 795
Presentación adulta de la disforia de género 795
Consideraciones endocrinas y gestión 796
Vigilancia de los posibles efectos adversos
del tratamiento hormonal 797
Consideraciones quirúrgicas 797
Opciones reproductivas 798
Terapia de voz 798
Envejecimiento y cuidado transgénero 798
Manejo endocrino de adultos transgénero:
conclusiones 799
24. Urgencias endocrinas
801
David G. Gardner, MD, MS
Coma mixedematoso 801
Cuadro clínico 801
Diagnóstico 801
Manejo 802
Tormenta tiroidea 803
Cuadro clínico 803
Diagnóstico 803
Manejo 804
Parálisis periódica tirotóxica 804
Cuadro clínico 804
Diagnóstico 804
Manejo 805
Tirotoxicosis inducida por amiodarona
Cuadro clínico 805
Manejo 806
Insuficiencia suprarrenal aguda 806
Cuadro clínico 806
Diagnóstico 806
Manejo 807
Apoplejía hipofisaria 807
Cuadro clínico 807
Diagnóstico 807
Manejo 808
Cetoacidosis diabética 808
Cuadro clínico 808
Diagnóstico 808
Manejo 810
805
CONTENIDO
Complicaciones 811
Coma hiperosmolar no cetósico
Cuadro clínico 812
Diagnóstico 813
Manejo 813
Complicaciones 814
Crisis hipercalcémica 814
Cuadro clínico 814
Diagnóstico 815
Manejo 815
Hipocalcemia aguda 816
Cuadro clínico 816
Diagnóstico 817
Manejo 818
Hiponatremia 818
Cuadro clínico 818
Diagnóstico 819
Manejo 820
Complicaciones 821
Diabetes insípida 821
Cuadro clínico 821
Diagnóstico 822
Manejo 823
Complicaciones 824
25. Endocrinopatías del AIDS
26. Cirugía endocrina
812
xix
845
Geeta Lal, MD, MSc, FRCS(C),
FACS y Orlo H. Clark, MD
827
Carl Grunfeld, MD, PhD
Trastornos de la tiroides 828
Alteraciones en las pruebas de función tiroidea 828
Infecciones oportunistas y neoplasmas 828
Efectos de la medicación 829
Trastornos adrenales 829
Infecciones oportunistas y neoplasmas 829
Glucocorticoides 829
Andrógenos suprarrenales 830
Mineralocorticoides 830
Efectos de la medicación 830
Resumen de los trastornos suprarrenales 831
Trastornos óseos y minerales 831
Osteopenia y osteoporosis 831
Osteonecrosis 832
Homeostasis de calcio y fosfato 832
Trastornos gonadales 833
Función testicular 833
Función ovárica 833
Trastornos hipofisarios 834
Infecciones oportunistas y neoplasmas 834
Función hipófisis anterior 834
Función de la hipófisis posterior 835
Síndrome de desgaste por AIDS 835
Anomalías en la distribución de grasa asociadas
con HIV 835
Trastornos del metabolismo de la glucosa
y de los lípidos 837
Resistencia a la insulina, intolerancia a la glucosa
y diabetes 837
Trastornos en lípidos 840
HIV, terapia antirretroviral y riesgo
de aterosclerosis 842
Conclusión 842
Introducción 845
La glándula tiroides 845
Embriología y anatomía 845
Indicaciones para cirugía 846
Anormalidades tiroideas del desarrollo 846
Hipertiroidismo 846
Pruebas de diagnóstico 846
Manejo del hipertiroidismo 846
Preparación preoperatoria 847
Alcance de la cirugía 847
Tiroiditis 847
Bocio (no tóxico) 847
Nódulos de la tiroides 848
Estudios de diagnóstico 848
Manejo 848
Cáncer de tiroides 848
1. Cáncer de tiroides diferenciado 848
Tratamiento quirúrgico 848
Tratamiento posoperatorio 850
2. Cáncer de tiroides medular 850
Conducta de la tiroidectomía 852
Complicaciones de la tiroidectomía 852
La glándula paratiroides 852
Embriología y anatomía 852
Indicaciones para la cirugía 854
Hiperparatiroidismo primario 854
Pruebas de diagnóstico 854
Manejo quirúrgico 855
Hiperparatiroidismo normocalcémico primario 857
Hiperparatiroidismo primario persistente
y recurrente 857
Hiperparatiroidismo secundario 857
Consideración especial: hiperparatiroidismo
familiar 858
Complicaciones de la cirugía paratiroidea 858
La glándula adrenal (suprarrenal) 858
Embriología y anatomía 858
Indicaciones para cirugía 858
Hiperaldosteronismo primario 858
Pruebas de diagnóstico 858
Manejo quirúrgico 858
Hipercortisolismo 859
Pruebas de diagnóstico 859
Manejo quirúrgico 859
Carcinoma cortical suprarrenal 859
Diagnóstico 859
Tratamiento quirúrgico 859
Exceso de esteroides sexuales 860
Pruebas de diagnóstico 860
Manejo quirúrgico 860
Feocromocitoma 860
Pruebas de diagnóstico 860
Tratamiento quirúrgico 860
Incidentaloma suprarrenal 860
Diagnóstico 861
Tratamiento 861
Técnica de adrenalectomía 861
xx
CONTENIDO
Complicaciones de la adrenalectomía
laparoscópica 861
El páncreas endocrino 862
Embriología y anatomía 862
Indicaciones para la cirugía 862
Insulinoma 862
Pruebas de diagnóstico 862
Tratamiento 863
Gastrinoma (síndrome de Zollinger-Ellison) 863
Pruebas de diagnóstico 863
Tratamiento 863
Síndrome de vipoma (Verner-Morrison) 864
Pruebas de diagnóstico 864
Tratamiento 864
Glucagonoma 864
Pruebas de diagnóstico 864
Tratamiento 864
Somatostatinoma 864
Tumores pancreáticos no funcionales 865
Tratamiento quirúrgico 865
Terapias novedosas 865
Técnica de exploración pancreática para tumores
neuroendocrinos 865
Complicaciones de la cirugía pancreática 865
Apéndice
Índice
867
891
Autores
Bradley D. Anawalt, MD
Chief of Medicine
University of Washington Medical Center
Professor and Vice Chair
University of Washington Department of Medicine
Seattle, Washington
Testes
David C. Aron, MD, MS
Professor, Department of Medicine and Department of
Epidemiology and Biostatistics, Division of Clinical and
Molecular Endocrinology, School of Medicine, Case Western
Reserve University; Associate Chief of Staff/Education, Louis
Stokes Cleveland Department of Veterans Affairs Medical
Center, Cleveland, Ohio
david.aron@med.va.gov
Evidence-Based Endocrinology and Clinical Epidemiology
Hypothalamus and Pituitary Gland
Glucocorticoids and Adrenal Androgens
Daniel D. Bikle, MD, PhD
Professor of Medicine and Dermatology, Veterans Affairs Medical
Center and University of California, San Francisco
daniel.bikle@ucsf.edu
Metabolic Bone Disease
Glenn D. Braunstein, MD
Professor of Medicine
Cedars-Sinai Medical Center
Emeritus Professor of Medicine
The David Geffen School of Medicine at UCLA
Testes
Ty B. Carroll, MD
Assistant Professor, Endocrinology Center, Department of
Medicine, Medical College of Wisconsin, Milwaukee
tcarroll@mcw.edu
Glucocorticoids and Adrenal Androgens
Marcelle I. Cedars, MD
Professor and Director, Division of Reproductive Endocrinology,
Department of Obstetrics, Gynecology
and Reproductive Sciences, University of California,
San Francisco
marcelle.cedars@ucsfmedctr.org
Female Reproductive Endocrinology and Infertility
Orlo H. Clark, MD
Professor Emeritus of Surgery, Department of Surgery, University
of California, San Francisco
clarko@surgery.ucsf.edu
Endocrine Surgery
David S. Cooper, MD
Professor of Medicine, Division of Endocrinology and
Metabolism, Johns Hopkins University School of Medicine;
Baltimore, Maryland
dscooper@jhmi.edu
The Thyroid Gland
James W. Findling, MD
Professor of Medicine, Director of Community Endocrine
Services, Medical College of Wisconsin, Milwaukee
jfindling@mcw.edu
Hypothalamus and Pituitary Gland
Glucocorticoids and Adrenal Androgens
Paul A. Fitzgerald, MD
Clinical Professor of Medicine, Division of Endocrinology,
Department of Medicine, University of California,
San Francisco
paul.fitzgerald@ucsf.edu
Adrenal Medulla and Paraganglia
Janet L. Funk, MD
Associate Professor of Medicine, Division of Endocrinology,
Department of Medicine, University of Arizona, Tucson
jfunk@u.arizona.edu
Humoral Manifestations of Malignancy
David G. Gardner, MD, MS
Mount Zion Health Fund Distinguished Professor of
Endocrinology and Medicine; Chief, Division of Endocrinology
and Metabolism, Department of Medicine and Diabetes
Center, University of California, San Francisco
dgardner@diabetes.ucsf.edu
Hormones and Hormone Action
Multiple Endocrine Neoplasia
Endocrine Emergencies
xxii
AUTORES
Michael S. German, MD
Professor and Justine K. Schreyer Endowed Chair in Diabetes
Research, Department of Medicine, Division of
Endocrinology and Diabetes Center, University of
California, San Francisco
mgerman@biochem.ucsf.edu
Pancreatic Hormones & Diabetes Mellitus
Stephen E. Gitelman, MD
Professor of Clinical Pediatrics, Chief, Division of Pediatric
Endocrinology, Department of Pediatrics, University of
California, San Francisco
sgitelma@peds.ucsf.edu
Hypoglycemic Disorders
Carl Grunfeld, MD, PhD
Professor of Medicine, University of California, San Francisco;
Associate Chief of Staff for Research and Development; and
Chief, Metabolism and Endocrine Sections, Veterans Affairs
Medical Center, San Francisco
carl.grunfeld@ucsf.edu
AIDS Endocrinopathies
Wylie C. Hembree, MD
Associate Attending, New York Presbyterian Hospital; Retired
Associate Professor of Medicine and of Obstetrics and
Gynecology; Special Lecturer, Department of Medicine,
Endocrine Division, College of Physicians and Surgeons,
Columbia University Medical Center, New York, New York
wch2@columbia.edu
Transgender Endocrinology
Christopher P. Houk, MD
Associate Professor of Pediatrics; Chief, Pediatric Endocrinology,
Medical College of Georgia, Georgia Regents University,
Augusta, Georgia
chouk@gru.edu
Disorders of Sex Development
Edward C. Hsiao, MD, PhD
Associate Professor in Residence, Division of Endocrinology and
Metabolism and Institute of Human Genetics, University of
California, San Francisco
edward.hsiao@ucsf.edu
Hormones and Hormone Action
Juan Carlos Jaume, MD
Professor of Medicine; Chief, Division of Endocrinology, Diabetes
and Metabolism; and Clinical Director of the Center for
Diabetes and Endocrine Research (CeDER), College of
Medicine and Life Sciences, University of Toledo, Toledo, Ohio
Juan.Jaume@utoledo.edu
Endocrine Autoimmunity
Bradley R. Javorsky, MD
Assistant Professor of Medicine, Endocrinology Center, Medical
College of Wisconsin, Menomonee Falls
bjavorsky@mcw.edu
Hypothalamus and Pituitary Gland
Alka M. Kanaya, MD
Associate Professor of Medicine, Epidemiology & Biostatistics,
University of California, San Francisco
alka.kanaya@ucsf.edu
Obesity
John P. Kane, MD, PhD
Professor Emeritus of Medicine, Biochemistry, and Biophysics,
and Associate Director, Cardiovascular Research Institute,
University of California, San Francisco
john.kane@ucsf.edu
Disorders of Lipoprotein Metabolism
Paul W. Ladenson, MD (Oxon)., MD
John Eager Howard Professor of Endocrinology and Metabolism;
Professor of Medicine, Pathology, Oncology, and Radiology
and Radiological Sciences; University Distinguished Professor,
The Johns Hopkins University School of Medicine, Baltimore,
Maryland
ladenson@jhmi.edu
The Thyroid Gland
Geeta Lal, MD, MSc, FRCS(C), FACS
Associate Professor of Surgery; Associate Chief Quality Officer,
Adult Inpatient
University of Iowa, Iowa City, Iowa
geeta-lal@uiowa.edu
Endocrine Surgery
Peter A. Lee, MD, PhD
Professor of Pediatrics, Penn State College of Medicine, Hershey
Medical Center, Hershey, Pennsylvania
plee@psu.edu
Disorders of Sex Development
Roger K. Long, MD
Associate Clinical Professor of Pediatrics, Division of Pediatric
Endocrinology, University of California, San Francisco
Roger.Long@ucsf.edu
Hypoglycemic Disorders
Mary J. Malloy, MD
Professor (Emeritus), Department of Pediatrics and Medicine,
Director, Pediatric Lipid Clinic and Co-Director, Adult Lipid
Clinic, University of California, San Francisco
mary.malloy@ucsf.edu
Disorders of Lipoprotein Metabolism
Umesh Masharani, MB, BS, MRCP (UK)
Professor of Clinical Medicine, Division of Endocrinology and
Metabolism, University of California, San Francisco
umesh.masharani@ucsf.edu
Pancreatic Hormones and Diabetes Mellitus
Hypoglycemic Disorders
AUTORES
Joshua F. Nitsche, MD, PhD
Assistant Professor, Department of Obstetrics and Gynecology,
Wake Forest School of Medicine, Winston-Salem,
North Carolina
jnitsche@wakehealth.edu
The Endocrinology of Pregnancy
Bansari Patel, MD
Assistant Professor, Wake Forest Baptist Medical Center, Center
for Reproductive Medicine, Winston-Salem,
North Carolina
bgpatel@wakehealth.edu
The Endocrinology of Pregnancy
Rodolfo A. Rey, MD, PhD
Director, Centro de Investigaciones Endocrinologicas
“Dr. Cesar Bergada”, CONICET - FEI - Division de
Endocrinologia, Hospital de Ninos Ricardo Gutierrez, Buenos
Aires, Argentina
rodolforey@cedie.org.ar
Disorders of Sex Development
Alan G. Robinson, MD
Professor of Medicine, Associate Vice Chancellor, Medical
Sciences and Executive Associate Dean, David Geffen School
of Medicine at UCLA, University of California,
Los Angeles
robinson@ucla.edu
The Posterior Pituitary (Neurohypophysis)
Mitchell P. Rosen, MD
Associate Professor, Director, UCSF Fertility Preservation
Program and Reproductive Laboratories. Division of
Reproductive Endocrinology and Infertility, University of
California, San Francisco
Mitchell.Rosen@ucsf.edu
Female Reproductive Endocrinology and Infertility
Transgender Endocrinology
Stephen M. Rosenthal, MD
Professor Emeritus of Pediatrics, Division of Pediatric
Endocrinology; Medical Director, Child and Adolescent
Gender Center, University of California, San Francisco
stephen.rosenthal@ucsf.edu
Transgender Endocrinology
Anne L. Schafer, MD
Assistant Professor of Medicine, University of California, San
Francisco; Staff Physician, San Francisco Veterans Affairs
Medical Center, San Francisco, California
anne.schafer@ucsf.edu
Metabolic Bone Disease
xxiii
Dolores M. Shoback, MD
Professor of Medicine, Department of Medicine, University of
California, San Francisco; Staff Physician, EndocrineMetabolism Section, Department of Medicine,
San Francisco Veterans Affairs Medical Center,
San Francisco, California
dolores.shoback@ucsf.edu
Metabolic Bone Disease
Humoral Manifestations of Malignancy
Ajay Sood, MD
Chief, Endocrinology Section, and Associate Professor of
Medicine, School of Medicine, Case Western Reserve
University and Louis Stokes Cleveland Department of Veterans
Affairs Medical Center, Cleveland, Ohio
ajay.sood@va.gov
Evidence-Based Endocrinology and Clinical Epidemiology
Dennis Styne, MD
Professor and Rumsey Chair, Department of Pediatrics, Section of
Endocrinology, University of California, Davis, Sacramento
dmstyne@ucdavis.edu
Growth, Puberty
Robert N. Taylor, MD, PhD
Professor and Vice Chair for Research, Department of Obstetrics
and Gynecology; Co-Director, Molecular Medicine and
Translational Sciences Program, Wake Forest School of
Medicine, Winston-Salem, North Carolina
rtaylor@wakehealth.edu
The Endocrinology of Pregnancy
J. Blake Tyrrell, MD
Clinical Professor Emeritus of Medicine; Chief, Endocrine Clinic,
Division of Endocrinology and Metabolism, University of
California, San Francisco
blaket@medicine.ucsf.edu
Hypothalamus and Pituitary Gland
Glucocorticoids and Adrenal Androgens
Christian Vaisse, MD, PhD
Professor of Medicine, Department of Medicine,
Diabetes Center, University of California, San Francisco
vaisse@medicine.ucsf.edu
Obesity
Selma Witchel, MD
Director, Pediatric Endocrinology Fellowship Training Program;
and Associate Professor with Tenure, Children’s Hospital of
Pittsburgh and University of Pittsburgh Medical Center,
Pittsburgh, Pennsylvania
witchelsf@upmc.edu
Disorders of Sex Development
William F. Young, Jr, MD, MSc
Professor of Medicine, Mayo Clinic College of Medicine, Mayo
Clinic, Rochester, Minnesota
young.william@mayo.edu
Endocrine Hypertension
Prefacio
Este libro es la décima edición de la Endocrinología básica y clínica de
Greenspan, un hito agridulce en el sentido de que también recuerda
el reciente fallecimiento del Dr. Francis Greenspan, autor homónimo de este texto, cuya participación en sus páginas se extrañará
sobremanera en los años venideros. Al igual que en cada una de las
ediciones anteriores, cada capítulo ha sido revisado y actualizado,
de manera que la información contenida en ellos sea la más reciente sobre el tema. Nuestros colaboradores continúan brindando
contenido integral en un formato altamente comprensible. El capítulo 14 (Trastornos del desarrollo sexual) se ha revisado por com-
pleto y hemos agregado un nuevo capítulo sobre endocrinología
transgénero (capítulo 23). Confiamos en que las versiones anteriores hayan resultado útiles e informativas y que la presente edición
continúe siendo una herramienta valiosa para la educación de los
estudiantes y el manejo de los pacientes endocrinos.
David G. Gardner, MD, MS
Dolores Shoback, MD
San Francisco, CA
C A P Í T U L O
Hormonas y acción
hormonal
Edward C. Hsiao, MD, PhD y David G. Gardner, MD, MS
1
ACTH
(Adrenocorticotropin hormone), Hormona
adrenocorticotropina
CBP
(CREB-binding protein), Proteína de unión a
CREB
ACVR1
(Activin A receptor, type I), Receptor A de
activina, tipo I
cGMP
(Cyclic guanosine-3′,5′-monophosphate),
Monofosfato cíclico de guanosina-3′,5′
AD1
(Activation domain 1), Dominio de activación 1
CKI
(Casein kinase I), Caseína quinasa I
AD2
(Activation domain 2), Dominio de activación 2
CNP
(C-type natriuretic peptide), Péptido natriurético tipo C
AF-1
(Activator function-1), Activador de función-1
CREB
AF-2
(Activator function-2), Activador de función-2
(cAMP response element-binding protein),
Proteína de unión-elemento de respuesta a
cAMP
DAG
(Diacylglycerol), Diacilglicerol
Akt
(Protein kinase B), Proteína quinasa B
DAN
AMH
(Anti-müllerian hormone), Hormona antimülleriana
(Differential screening-selected gene in neuroblastoma), Gen seleccionado por exploración diferencial en neuroblastoma
ANP
(Atrial natriuretic peptide), Péptido natriurético auricular
DBD
(DNA-binding domain), Dominio de unión a
DNA
AP-1
(Activator protein-1), Activador de la proteína-1
DRIP
(Vitamin D receptor-interacting protein), Proteína interactiva del receptor de vitamina D
APC
(Adenomatous polyposis coli gene), Gen de
poliposis adenomatosa coli
DVL
(Dishevelled), Desmelenado
AR
(Androgen receptor), Receptor de andrógenos
EGF
(Epidermal growth factor), Factor de crecimiento epidérmico
β-ARK
(β-adrenergic receptor kinase), Quinasa del
receptor β-adrenérgico
ER
(Estrogen receptor), Receptor de estrógeno
ERK
β-TrCP
(β-transducin repeats-containing proteins),
Proteínas que contienen repeticiones de
β-transducina
(Extracellular signal-regulated kinase), Quinasa regulada por señal extracelular
FAD
(Flavin adenine dinucleotide), Dinucleótido
adenina flavina
BMP
(Bone morphogenetic protein), Proteína
morfogenética del hueso
FGF
(Fibroblast growth factor), Factor de crecimiento de fibroblastos
BNP
(B-type natriuretic peptide), Péptido natriurético tipo B
FMN
(Flavin mononucleotide), Mononucleótido
flavina
BXR
(Benzoate X receptor), Receptor X de benzoato
FOX A1
(Forkhead transcription factor A1), Factor
de transcripción Forkhead A1
cAMP
(Cyclic adenosine-3′,5′-monophosphate),
Monofosfato cíclico de adenosina-3′,5′
FXR
(Constitutive androstane receptor), Receptor
constitutivo de androstano
(Farnesoid X-activated receptor), Receptor
activado de farnesoide X
GAP
(Coactivator-associated arginine methyltransferase), Metiltransferasa arginina asociada a coactivador
(GTPase-activating protein), Proteína activadora de GTPasa
GAS
(Interferon gamma activated sequences),
Secuencias activadas por interferón gamma
CAR
CARM
2
CAPÍTULO 1
Hormonas y acción hormonal
GDP
(Guanosine diphosphate), Difosfato de guanosina
GH
(Growth hormone), Hormona de crecimiento
GHR
(Growth hormone receptor), Receptor de
hormona de crecimiento
GLUT4
(Glucose transporter type 4), Transportador
de glucosa tipo 4
GR
(Glucocorticoid receptor), Receptor de glucocorticoides
GRB2
(Growth factor receptor-bound protein-2),
Receptor del factor de crecimiento unido a
proteína-2
GRE
(Glucocorticoid response element), Elemento de respuesta al glucocorticoide
GRIP
(Glucocorticoid receptor-interacting protein),
Proteína que interactúa con los receptores
de glucocorticoides
LXR
(Liver X receptor), Receptor X hepático
MAPK
(Mitogen-activated protein kinase), Proteína
quinasa activada por mitógeno
MEK
(MAPK kinase), Quinasa MAPK
MR
(Mineralocorticoid receptor), Receptor de
mineralocorticoides
MSH
(Melanocyte-stimulating hormone), Hormona estimulante de melanocitos
N-Cor
(Nuclear receptor corepressor), Correpresor
del receptor nuclear
NF-κB
(Nuclear factor kappa B), Factor nuclear kappa B
NO
(Nitric oxide), Óxido nítrico
NOS
(Nitric oxide synthase), Óxido nítrico sintasa
NPR
(Natriuretic peptide receptor), Receptor de
péptido natriurético
NR
(Nuclear receptor), Receptor nuclear
NRPTK
(Non-receptor protein tyrosine kinase), Proteína tirosina quinasa no receptora
GSK3
(Glycogen synthase kinase-3), Glucógeno
sintasa quinasa-3
GTF
(General transcription factor), Factor de
transcripción general
PAK
(p21-activated kinase), P21-quinasa activada
GTP
(Guanosine triphosphate), Trifosfato de guanosina
P/CAF
(p300/CBP-associated factor), Factor asociado a p300/CBP
HRE
(Hormone response element), Elemento de
respuesta hormonal
P/CIP
HSP
(Heat shock protein), Proteína de choque
térmico
(p300/CBP cointegrator-associated protein),
Proteína asociada al cointegrador p300/
CBP
PDE
(Phosphodiesterase), Fosfodiesterasa
ID
(Receptor-repressor interaction domain),
Dominio de interacción receptor-represor
PDGF
(Platelet-derived growth factor), Factor de
crecimiento derivado de plaquetas
IGF
(Insulin-like growth factor), Factor de crecimiento similar a la insulina
PDK
I-κB
(Inhibitor of nuclear factor kappa B), Inhibidor del factor nuclear kappa B
(Phosphatidylinositol-3,4,5 trisphosphatedependent kinase), Fosfatidilinositol-3,4,5trifosfato dependiente de quinasa
PHP-1a
IKK
(Inhibitor of nuclear factor kappa B kinase),
Inhibidor del factor nuclear kappa B quinasa
(Pseudohypoparathyroidism type 1a), Pseudohipoparatiroidismo tipo 1a
PI-3K
IP3
(Inositol 1,4,5-trisphosphate), Inositol 1,4,5-trifosfato
(Phosphoinositide-3-OH kinase), Fosfoinosítida-3-OH quinasa
PIP2
IP4
(Inositol 1,3,4,5-tetrakis-phosphate), Inositol
1,3,4,5-tetrafosfato
(Phosphatidylinositol-4,5-bisphosphate),
Fosfatidilinositol-4,5-bifosfato
PIP3
ISRE
(Interferon-stimulated response element),
Elemento de respuesta estimulado por interferón
(Phosphatidylinositol-3,4,5-trisphosphate),
Fosfatidilinositol-3,4,5-trifosfato
PI(3,4)P2
(Phosphatidylinositol-3,4-bisphosphate),
Fosfatidilinositol-3,4-bifosfato
PKA
(Protein kinase A), Proteína quinasa A
PKB
(Protein kinase B), Proteína quinasa B
PKC
(Protein kinase C), Proteína quinasa C
PKG
(cGMP-dependent protein kinase), Proteína
quinasa dependiente de cGMP
PLCβ
(Phospholipase C beta), Fosfolipasa C beta
PLCγ
(Phospholipase C gamma), Fosfolipasa C
gamma
JAK
(Janus kinase), Quinasa Janus
KHD
(Kinase homology domain), Dominio de homología de la quinasa
LBD
(Ligand-binding domain), Dominio de unión
al ligando
LH
(Luteinizing hormone), Hormona luteinizante
LRP
(Lipoprotein receptor related protein), Proteína relacionada con el receptor de lipoproteína
Hormonas y acción hormonal
PLCPC
(Phosphatidylcholine-selective phospholipase), Fosfolipasa selectiva de fosfatidilcolina
SRF
(Serum response factor), Factor de respuesta sérica
POL II
(RNA polymerase II), RNA polimerasa II
STAT
PPAR
(Peroxisome proliferator-activated receptor),
Receptor activado de proliferador de peroxisoma
(Signal transducer and activator of transcription), Transductor de señal y activador
de la transcripción
SWI/SNF
(ATP-dependent chromatin remodeling complex), Complejo de remodelación de cromatina dependiente de ATP
TAZ
(WW domain-containing transcription regulator protein 1), Proteína 1 reguladora de la
transcripción que contiene el dominio WW
PR
(Progesterone receptor), Receptor de progesterona
PTH
(Parathyroid hormone), Hormona paratiroidea
PXR
(Pregnane X receptor), Receptor X de pregnano
TBP
RANK
(Receptor activator of nuclear factor kappa
B), Receptor activador para el factor nuclear
kappa B
(TATA-binding protein), Proteína de unión a
TATA
TCF/LEF
(Retinoic acid receptor), Receptor de ácido
retinoico
(T-cell factor/lymphoid enhancer factor),
Factor de células T/factor potenciador linfoide
TGF-β
(Transforming growth factor beta), Factor de
crecimiento transformante beta
TLE
(Transducin-like enhancer protein), Proteína
potenciadora de transducina
TPA
(12-O-tetradecanoyl-phorbol 13-acetate),
12-O-tetradecanoilforbol-13-acetato
TR
(Thyroid hormone receptor), Receptor de
hormona tiroidea
TRAF
(Tumor necrosis factor receptor-associated
factor), Factor asociado al receptor del factor de necrosis tumoral
TRAP
(Thyroid hormone receptor-associated protein), Proteína asociada al receptor de la
hormona tiroidea
RAR
RE
(Response element), Elemento de respuesta
RGS
(Regulators of G protein signaling), Reguladores de señalización de proteína G
RSK
(Ribosomal S6 kinase), Quinasa S6 ribosomal
RXR
(Retinoid X receptor), Receptor X retinoide
SH2
(src homology domain type 2), Dominio de
homología src tipo 2
SIE
(Sis-inducible element), Elemento inducible
por sis
SMRT
(Silencing mediator for RXR and TR), Mediador de silenciamiento para RXR y TR
SOCS
(Suppressor of cytokine signaling), Supresor
de señalización de citoquinas
TRE
(TPA response element), Elemento de respuesta TPA
SOS
(Son-of-sevenless), SOS
TSH
SOST
(Sclerostin), Esclerostina
(Thyroid-stimulating hormone), Hormona estimulante de la tiroides
SR
(Steroid receptor), Receptor de esteroides
VDR
SRC
(Steroid receptor coactivator), Coactivador
del receptor de esteroides
(Vitamin D receptor), Receptor de vitamina
D
Wnt
(int/Wingless family), Familia Wingless e int
YAP
(Yes-associated protein-1), Proteina 1 asociada a Yes
SRE
(Serum response element), Elemento de respuesta sérica
Las hormonas son moléculas de señalización que transmiten información de un punto a otro, generalmente a través de un medio
soluble como el fluido extracelular o la sangre. Las hormonas pertenecen a una serie de clases hormonales diferentes (p. ej., esteroides, monoaminas, péptidos, proteínas y eicosanoides) y señalan, a
través de una variedad de cambios generales (p. ej., nuclear frente
a superficie celular) y específicos (p. ej., tirosina quinasa frente a
fosfoinosítida), mecanismos en las células blanco.
Las hormonas producidas en un tejido pueden promover actividad en un tejido blanco a cierta distancia del punto de secreción
(efecto endocrino). En este caso, la hormona viaja a través del to-
3
rrente sanguíneo, a menudo unida a una proteína plasmática, para
acceder al tejido blanco. Además, las hormonas pueden actuar localmente después de la secreción, ya sea en una célula vecina (efecto paracrino), en la propia célula secretora (efecto autocrino) o sin
realmente ser liberadas de la célula secretora (efecto intracrino)
(figura 1-1).
La identificación de un tejido como objetivo para una hormona
particular requiere de la presencia de receptores para la misma
en las células del tejido blanco. Estos receptores, a su vez, están
vinculados con mecanismos efectores que conducen a la acción fisiológica asociada con la hormona.
4
CAPÍTULO 1
Hormonas y acción hormonal
Célula endocrina
H
Célula neurotransmisora
H
H
H
H
R
H
R
H
H
H
Intracrina
H
R H
H
N
H
N
R H
Axón
Paracrina
H
R
na
R H
Endocrina
Autocrina
cri
Para
H
R H
Vaso
sanguíneo
N
N
H
N
N
H
N
R
R
Célula blanco de hormona
H
R
Célula blanco de neurotransmisor y hormona
FIGURA 1-1 Acciones de hormonas y neurotransmisores. Las células endocrinas y neurotransmisoras sintetizan hormonas y las liberan mediante vías secretoras especializadas o por difusión. Las hormonas pueden actuar en el sitio de producción ya sea después
de la liberación (autocrina) o sin liberación (intracrina) de la célula productora. También pueden actuar en las células blanco vecinas, incluidas las células productoras de neurotransmisores, sin entrar en la circulación (paracrina). Finalmente, pueden acceder a las células
blanco a través de la circulación (endocrina). Los neurotransmisores que acceden al compartimento extracelular, incluido el plasma circulante, pueden actuar como reguladores paracrinos o endocrinos de la actividad de la célula blanco (H, hormona; N, neurotransmisor;
R, receptor).
RELACIÓN CON EL SISTEMA NERVIOSO
Muchas características del sistema endocrino, como el uso de ligandos y receptores para comunicarse entre células, también se
encuentran en el sistema nervioso. De hecho, desde un punto de
vista funcional, los dos sistemas probablemente estén relacionados
a través de la evolución. Sin embargo, hay algunas diferencias importantes entre ambos. Mientras que el sistema nervioso utiliza un
sistema cerrado y altamente compartimentado de axones y dendritas para conectar las células a cierta distancia unas de otras, el sistema endocrino depende del plasma circulante para transportar
las hormonas recién liberadas a sus objetivos distantes. Como resultado, las constantes de tiempo para la entrega de la señal son
bastante diferentes entre los dos: virtualmente instantáneo para el
sistema nervioso, pero retrasado, en virtud de los tiempos de circulación, para el sistema endocrino. Por tanto, si bien las respuestas
neuronales se miden típicamente en segundos, las respuestas endocrinas a menudo se miden en minutos u horas, lo que permite
satisfacer las diferentes necesidades del organismo. Una segunda
diferencia se relaciona con la naturaleza de la interacción ligandoreceptor. En el sistema nervioso, la afinidad del receptor por el ligando tiende a ser relativamente baja. Esto permite la disociación
rápida del ligando del receptor y, si ese ligando se degrada localmente, un cese rápido del efecto biológico. A pesar de esta rápida
disociación, la neurona secretora puede mantener la ocupación del
receptor al preservar altas las concentraciones del ligando alrededor de la neurona blanco. Esto lo hace a través de la liberación
pulsátil de gránulos secretores en un volumen increíblemente pequeño (es decir, el determinado por el volumen en la hendidura
sináptica).
El sistema endocrino, por otro lado, tiene un gran volumen de
distribución para muchos de sus ligandos (p. ej., volumen de sangre circulante). El mantenimiento de concentraciones de ligandos
análogas a las presentes en la hendidura sináptica requeriría una
capacidad de secreción prodigiosa. El sistema endocrino elude este
problema mediante el uso de interacciones ligando-receptor con
afinidad de unión 100 a 10 000 veces mayor que las utilizadas en el
Regulación de niveles hormonales en el plasma
sistema nervioso. En efecto, el sistema nervioso está estructurado
para entregar altas concentraciones de ligando a receptores de afinidad relativamente baja, lo que le permite activar e inactivar los
efectos biológicos con rapidez y en una topografía relativamente
bien definida. Sus efectos son de corta duración. Por el contrario,
el sistema endocrino utiliza receptores de alta afinidad para extraer
y retener el ligando de un conjunto relativamente “diluido” en el
plasma circulante. Sus efectos biológicos son de larga duración. Ha
sacrificado la respuesta rápida para acomodar un área más amplia
de distribución de señal y la prolongación del efecto biológico. Por
tanto, los sistemas no sólo están relacionados, sino que son complementarios en los papeles respectivos que desempeñan en la función fisiológica normal.
NATURALEZA QUÍMICA DE LAS HORMONAS
Las hormonas varían ampliamente en términos de su composición
química. Los ejemplos específicos incluyen proteínas (p. ej., adrenocorticotropina), péptidos (p. ej., vasopresina), monoaminas (p.
ej., norepinefrina), derivados de aminoácidos (p. ej., triyodotironina), esteroides (p. ej., cortisol) y lípidos (p. ej., prostaglandinas).
Las proteínas pueden ser glucosiladas (p. ej., hormona estimulante
de la tiroides) y/o dimerizadas (p. ej., hormona folículo estimulante), para generar actividad biológica completa. En general, las proteínas, los péptidos, las monoaminas y las hormonas lipófilas tienden a ejercer sus efectos principalmente a través de los receptores
de proteínas en la membrana celular, mientras que la hormona tiroidea y los esteroides tienden a operar en el núcleo de la célula.
Sin embargo, existen excepciones a estas reglas (p. ej., la triyodotironina activa los receptores clásicos de la hormona tiroidea en el
compartimento nuclear y el receptor de trazas amina [TAR1] en la
superficie celular) y el estradiol parece activar los receptores de
la membrana nuclear y plasmática. Es probable que el “efecto” biológico de una hormona determinada refleje un compuesto de actividad del receptor ubicado en varios compartimentos celulares diferentes.
GLÁNDULAS ENDOCRINAS
Y ÓRGANOS BLANCO
Las glándulas endocrinas se definen tradicionalmente como estructuras glandulares sin ductos que liberan sus secreciones hormonales en el espacio extracelular donde eventualmente pueden
acceder al plasma circulante. Las glándulas endocrinas clásicas incluyen órganos como la glándula hipófisis, la glándula tiroides, las
glándulas paratiroides, los islotes pancreáticos, las glándulas suprarrenales, los ovarios y los testículos. Ahora está claro que las
hormonas se pueden secretar a partir de órganos endocrinos no
tradicionales y desempeñan papeles críticos en la regulación de la
homeostasis fisiológica. Los ejemplos de estos últimos incluyen el
corazón (péptidos natriuréticos), el riñón (eritropoyetina y renina),
el tejido adiposo (leptina y adiponectina), el hueso (osteocalcina)
y el intestino (colecistoquinina e incretinas). Una vez en la circulación, las hormonas se unen a los receptores en los tejidos blanco
para provocar sus efectos biológicos. Los tejidos blanco para algunas hormonas (p. ej., glucocorticoides) son numerosos, lo que refleja la distribución ubicua de sus receptores, mientras que los
de otros tejidos tienen una distribución más limitada (p. ej., andrógenos).
5
REGULACIÓN DE NIVELES HORMONALES
EN EL PLASMA
Los niveles de las hormonas en el plasma determinan la concentración efectiva del ligando a nivel de los receptores de la hormona en
las células blanco periféricas. Por tanto, la regulación de los niveles
de hormonas tiene un papel importante en el control de los efectos
biológicos que ejerce la hormona.
Biosíntesis de hormonas
La síntesis nueva de hormonas es uno de los principales mecanismos utilizados para elevar los niveles de hormonas en el plasma
circulante. En el caso de las hormonas proteicas o peptídicas, esto
generalmente refleja una mayor expresión del gen que codifica la
hormona (es decir, una mayor producción del mRNA que codifica
la hormona) con aumentos posteriores en la síntesis de la hormona. En el caso de hormonas esteroideas o tiroideas, refleja una mayor retención de precursores para la síntesis de hormonas (p. ej.,
colesterol para hormonas esteroideas o yoduro para hormona tiroidea), así como una mayor actividad de proteínas enzimáticas responsables de ejecutar los eventos catalíticos individuales requeridos para la producción de hormonas. Este último puede implicar
un paso limitante de la velocidad en la cascada sintética (p. ej., actividad de 1-alfa hidroxilasa en la síntesis de 1,25-dihidroxivitamina D).
Procesamiento de precursores
El procesamiento de los precursores de hormonas contribuye en
diversos grados al control de los niveles de la hormona circulante.
La mayoría de las hormonas peptídicas y proteínicas requiere algún procesamiento para generar el producto hormonal maduro
(p. ej., conversión de proinsulina en insulina) y la deficiencia en la
actividad de procesamiento puede alterar la relación de precursor a producto en plasma. En otros casos, un evento de procesamiento crítico es parte del propio proceso de secreción (p. ej., escisión de tiroxina de la tiroglobulina) y el procesamiento deficiente
puede dar como resultado una reducción drástica de la inmunorreactividad, así como de la bioactividad de la hormona madura.
Además, las hormonas proteicas pueden requerir una modificación postraduccional (p. ej., glucosilación) o un ensamblaje (p. ej.,
heterodimerización) antes de la secreción, para optimizar la actividad biológica.
Liberación de hormonas
Muchas hormonas (p. ej., péptidos, proteínas y monoaminas) se
almacenan en gránulos secretores en células endocrinas. La liberación de estos gránulos se promueve mediante eventos de señalización desencadenados por reguladores exógenos denominados
secretagogos. Esto a menudo requiere la activación de un sistema
de segundo mensajero (véase discusión bajo el título “Receptores”)
como la generación de AMP cíclico o la movilización de calcio intracelular en la célula endocrina. Las hormonas esteroideas, por
otro lado, no se almacenan en un grado significativo en las células productoras de hormonas. En este caso, la síntesis en lugar de
la liberación de la hormona parece desempeñar el papel dominante en el control de los niveles de la hormona en el plasma circulante.
6
CAPÍTULO 1
Hormonas y acción hormonal
actividad (p. ej., la conversión de 25-hidroxivitamina D en 1,25-dihidroxivitamina D, o la conversión de androstenediona en testosterona). En otros casos, el metabolismo conduce a la degradación e
inactivación de la hormona con el cese de la actividad hormonal.
Este tipo de degradación a menudo es específico de la clase de hormona bajo examen. Los esteroides, por ejemplo, se convierten catalíticamente a metabolitos inactivos y/o sulfatados para promover
la excreción. Las hormonas tiroideas están sujetas a desyodación,
lo que les quita su actividad biológica. Las hormonas proteicas y
peptídicas son internalizadas por las células blanco, así como por
las no objetivo, y son degradadas en los lisosomas intracelulares.
En general, cuanto más ávidos sean los mecanismos degradantes,
más corta será la vida media plasmática de la hormona.
Regulación de niveles hormonales
Vasos sanguíneos
Tejidos blanco
FIGURA 1-2 Papel de la unión del plasma en el suministro de
hormonas a los tejidos periféricos. El ejemplo muestra una hormona que está unida (círculos rojos pequeños) a una proteína
plasmática (círculos grandes) y una hormona que no está unida a
proteínas (pequeños círculos anaranjados). Con la hormona enlazada, sólo la fracción libre está disponible para la absorción de
tejido. A medida que se agota la fracción libre, la hormona adicional se disocia de la proteína de unión al plasma, haciendo que
la hormona esté disponible para porciones más distales del tejido. Por el contrario, todas las hormonas que no se unen a proteínas se extraen rápidamente en la parte proximal del tejido.
Unión de hormonas en el plasma
Las hormonas en el plasma pueden circular en forma libre, sin
unirse a otras moléculas, o ligadas a otras moléculas como proteínas plasmáticas. Es la forma simple o libre de la hormona, que representa la fracción biológicamente activa de la hormona en el
compartimento de plasma, y es esta fracción la que los mecanismos
reguladores homeostáticos tratan de preservar.
Sin embargo, la unión de la hormona a las proteínas del plasma
tiene un papel importante en la fisiología endocrina. En primer
lugar, proporciona un reservorio de hormonas que intercambia
con la fracción de hormona libre de acuerdo con las leyes de la acción de masas (véase en “Receptores”). Esto hace que las concentraciones de hormonas en plasma dependan menos de la síntesis y
liberación de hormonas, estabilizando efectivamente esas concentraciones durante periodos prolongados. Esto también ayuda a garantizar una distribución uniforme de la concentración de hormonas en los lechos capilares perfundiendo los tejidos blanco (figura
1-2). En segundo lugar, ralentiza el metabolismo o el recambio de
la hormona secuestrando las enzimas degradantes o la filtración
del riñón.
Los niveles de hormonas se pueden modular a través de factores
regulatorios que afectan cualesquiera de los pasos enumerados anteriormente; sin embargo, la mayor parte de la “afinación” aguda
de los niveles hormonales se produce a nivel de la secreción y síntesis de hormonas. Muchos, si no la mayoría, de los niveles hormonales están controlados directa o indirectamente por la actividad
biológica que se ocupan de controlar. Por ejemplo, la secreción de
la hormona paratiroidea (PTH), que responde a niveles bajos
de calcio extracelular, moviliza el calcio del hueso, lo que a su vez
envía señales a la glándula paratiroides para desactivar la secreción
adicional de PTH. Este ciclo de retroalimentación negativa es un
sello distintivo de la regulación endocrina. El producto final o regulador negativo puede ser un metabolito o ion inorgánico (p. ej.,
calcio para PTH) o un producto hormonal en la cascada endocrina
(p. ej., hormona tiroidea para TSH). No toda la retroalimentación
es negativa en la naturaleza. Los circuitos de retroalimentación positiva (p. ej., secreción de hormona luteinizante inducida por estradiol a mitad del ciclo) también desempeñan un papel importante
en el control de la homeostasis fisiológica.
ACCIÓN DE LAS HORMONAS
Las hormonas producen sus efectos biológicos a través de la interacción con receptores de alta afinidad que, a su vez, están vinculados a uno o más sistemas efectores dentro de la célula. Estos efectores implican muchos componentes diferentes de la maquinaria
metabólica de la célula, que van desde el transporte de iones en la
superficie de la célula, hasta la estimulación del aparato de transcripción nuclear. Los esteroides y las hormonas tiroideas ejercen
sus efectos en el núcleo de la célula, aunque también se ha documentado la actividad reguladora en el compartimento extranuclear. Las hormonas peptídicas y los neurotransmisores, por otro
lado, desencadenan una plétora de actividad de señalización en los
compartimentos citoplasmático y de membrana, mientras que, al
mismo tiempo, ejercen efectos paralelos sobre el aparato transcripcional. La discusión que sigue se enfocará en los sistemas de señalización primaria empleados por los agonistas hormonales seleccionados y tratará de identificar ejemplos en los que la señalización
aberrante da como resultado una enfermedad humana.
Metabolismo hormonal
El metabolismo de las hormonas también desempeña un papel importante en la regulación de las concentraciones de hormonas. En
algunos casos, el metabolismo es responsable de convertir los precursores con menos actividad hormonal en productos con mayor
RECEPTORES
La actividad biológica de las hormonas individuales depende de
sus interacciones con receptores específicos de alta afinidad en las
Receptores de neurotransmisores y hormonas peptídicas
superficies o en el citoplasma o núcleos de las células blanco. Los
receptores, a su vez, están relacionados con los sistemas efectores
de señalización responsables de generar las respuestas biológicas
observadas. Los receptores, por tanto, transmiten no sólo la especificidad de la respuesta (es decir, las células que carecen de receptores carecen de capacidad de respuesta a la hormona), sino también los medios para activar el mecanismo efector. En general, los
receptores para las hormonas peptídicas y los neurotransmisores
están alineados en la superficie celular y los de las hormonas esteroideas, la hormona tiroidea y la vitamina D se encuentran en el
compartimento citoplasmático o nuclear, aunque, como se señaló
anteriormente, se han identificado excepciones en ambos casos.
Las interacciones entre el ligando de la hormona y su receptor
se rigen por las leyes de la acción de masas:
k+1
[H] + [R]
k−1
R0
A
[HR]
KD
[H]
B
[HR]
donde [H] es la concentración de la hormona, [R] es la concentración del receptor, [HR] es la concentración del complejo hormonareceptor, y k+1 y k–1 son las constantes de velocidad para la formación y disociación de la [HR], respectivamente. Por tanto, en el
equilibrio,
7
R0
KD
Pendiente = –
1
KD
[HR]
[H ]
k+1[H][R] = k−1[HR]
o
[H][R] k−1
=
= KD
[HR]
k+1
donde KD es la constante de disociación de equilibrio que define la
afinidad de la interacción hormona-receptor (es decir, mientras
menor es la constante de disociación, mayor es la afinidad). Suponiendo que la concentración total del receptor R0 = [HR] + [R],
esta ecuación se puede reorganizar para dar
[HR]
⎛ [HR] ⎞ R0
= −⎜
+
⎝ KD ⎟⎠ KD
[H]
Esta es la ecuación de Scatchard y establece que cuando el ligando
unido sobre el ligando libre (es decir, [HR]/[H]) se traza contra el
ligando unido (es decir, [HR]), la pendiente de la línea se define
por –1/KD , el interceptor y por R0/KD y el interceptor x por R0 (figura 1-3). Cuando [HR] = R0/2, [H] = KD; por tanto, KD es también
la concentración de la hormona [H], en la cual está ocupada la mitad de los receptores disponibles. Por consiguiente, el conocimiento de las concentraciones de ligando libre y unido, que puede determinarse de modo experimental, proporciona información con
respecto a la afinidad del receptor por su ligando y la concentración total de receptor en la preparación.
Los agentes que se unen a los receptores con alta afinidad se
clasifican como agonistas o antagonistas, sobre la base del resultado funcional de esta interacción receptor-ligando. Los agonistas
son ligandos que desencadenan los mecanismos efectores y producen efectos biológicos. Los antagonistas se unen al receptor, pero
no activan los mecanismos efectores. Debido a que ocupan el receptor y bloquean la asociación con el agonista, antagonizan la actividad funcional del agonista. Los agonistas parciales se unen al
receptor, pero poseen una capacidad limitada para activar los mecanismos efectores. En diferentes circunstancias, los agonistas parciales pueden demostrar actividad biológica variable. Por ejemplo,
cuando se usan solos, pueden mostrar actividad de activación débil, mientras que su uso junto con un agonista completo puede
conducir a la inhibición de la función, porque este último se des-
R0
[HR]
FIGURA 1-3
Saturación de ligando (A) y análisis de Scatchard (B) de una interacción hipotética de receptor de hormona.
KD representa la constante de disociación; R0, la concentración
total del receptor; [HR] y [H], el ligando unido y libre, respectivamente. Obsérvese en (A) que la KD es la concentración [H] a la
que está ocupada la mitad de los receptores disponibles.
plaza de la molécula receptora por un ligando con actividad intrínseca inferior.
En algunos sistemas, los receptores están disponibles en exceso, lo que puede ser varias veces mayor que lo requerido para obtener una respuesta biológica máxima. Aunque dichos sistemas de
receptores de reserva parecen superficialmente redundantes, están diseñados para rectificar un desajuste entre los niveles bajos de
ligando circulante y una interacción ligando-receptor de relativamente baja afinidad. Así, al aumentar el número de receptores disponibles, se garantiza al sistema un número suficiente de unidades receptoras unidas a ligando para activar por completo los
sistemas efectores, a pesar de operar a niveles de saturación bajos
de ligando.
RECEPTORES DE NEUROTRANSMISORES
Y HORMONAS PEPTÍDICAS
Como se mencionó anteriormente, los neurotransmisores y las
hormonas peptídicas interactúan predominantemente con los receptores expresados en la membrana plasmática en la superficie
celular. La KD de un neurotransmisor para su receptor es típicamente más alta que la de una hormona para su receptor, lo que
8
CAPÍTULO 1
Hormonas y acción hormonal
TABLA 1-1 Principales subdivisiones (con ejemplos)
de las familias de receptores de hormona
péptido neurotransmisora
Siete dominios transmembrana
β-adrenérgico
PTH
LH
TSH
GRH
TRH
ACTH
MSH
Glucagón
Dopamina
α2-adrenérgico (–)
Somatostatina (–)
Dominio transmembrana único
Receptores del factor de crecimiento
Insulina
IGF
EGF
PDGF
Receptores de citoquina
Hormona de crecimiento
Prolactina
Eritropoyetina
CSF
Receptores unidos a guanilil ciclasa
Péptidos natriuréticos
Dominio de unión
Y
Y
Y
NH2
Receptor de
siete dominio
transmembrana
(p. ej.,
catecolaminas
β-adrenérgicas)
COOH
Dominio de unión
Dominio de la
quinasa tiroxina
Receptor
del factor de
crecimiento
(p. ej., EGF)
Dominio de unión
Receptor
de citoquina
(p. ej., GH)
Dominio de la quinasa
tiroxina con proteína
accesoria
a
Los receptores se han subdividido en función de similitudes estructurales y
funcionales compartidas. El signo menos (–) denota un efecto negativo sobre la
actividad ciclasa.
refleja una constante de velocidad koff más alta (véase antes). La
ocupación de los receptores de neurotransmisores está impulsada
por las concentraciones extraordinariamente altas de ligando que
se pueden lograr en la hendidura sináptica, y la ocupación del receptor de la hormona es impulsada por su alta afinidad por el ligando. La koff alta de la interacción neurotransmisor-receptor garantiza que el efecto es de inicio rápido, pero de corta duración,
mientras que la koff baja de la interacción hormona-receptor garantiza que el efecto sea lento, pero difícil de extinguir, cinética que es
más apropiada para las funciones hormonales de estos ligandos.
El neurotransmisor y los receptores peptídicos se pueden dividir en varios grupos principales (tabla 1-1 y figura 1-4). El primero
incluye los receptores llamados serpentina o “siete dominio transmembrana”. Estos receptores contienen cada uno un dominio
extracelular amino terminal seguido por siete segmentos de aminoácidos hidrófobos, cada uno de los cuales se cree que abarca la
membrana bicapa (véase figura 1-4). El séptimo de éstos, a su vez,
es seguido por un dominio carboxilo terminal hidrófilo que reside
dentro del compartimento citoplásmico. Como grupo, comparten
una dependencia de los transductores de proteína G (GPCR, G protein transducers, se aborda más adelante), para ejecutar muchos de
sus efectos biológicos. Un segundo grupo incluye los receptores
de dominio transmembrana único que albergan actividad de tirosina quinasa intrínseca. Esto incluye la insulina, el factor de crecimiento similar a la insulina (IGF) y los receptores del factor de
crecimiento epidérmico (EGF). Un tercer grupo, que es funcionalmente similar al segundo grupo, se caracteriza por un gran dominio de unión extracelular, seguido de un único segmento que abar-
Dominio de unión
Receptor TGF-β
(p. ej., TGF-β)
Dominio
de la quinasa
serina/treonina
Dominio de unión
Receptor guanilil
ciclasa
(p. ej., ANP)
Dominio similar
a la quinasa
Guanilil ciclasa
FIGURA 1-4 Esquemas estructurales de diferentes clases de
receptores de hormonas asociados a la membrana. Los ligandos
representativos se presentan entre paréntesis (ANP, péptido natriurético auricular; EGF, factor de crecimiento epidérmico; GH,
hormona de crecimiento; TGF-β, factor de crecimiento transformante beta).
ca la membrana y una cola citoplásmica. Estos receptores no
poseen actividad de tirosina quinasa intrínseca, pero parecen funcionar a través de interacciones con moléculas transductoras solubles, que sí poseen tal actividad. La prolactina y la hormona de
crecimiento están incluidas en este grupo. Un cuarto grupo es la
familia del factor de crecimiento transformante beta (TGF-β), que
señala a través de los dominios serina/treonina quinasa en sus colas citoplásmicas. Un quinto grupo, que incluye los receptores de
péptidos natriuréticos, opera mediante la activación de una guanilil ciclasa particulada y la síntesis de cGMP. La ciclasa está unida
Receptores de proteína G
covalentemente en la porción carboxilo terminal del dominio de
unión al ligando (LBD) y, por tanto, representa una parte intrínseca de la molécula receptora.
RECEPTORES ACOPLADOS A PROTEÍNA G
Los receptores acoplados a proteína G (GPCR) constituyen una
gran superfamilia de moléculas capaces de responder a ligandos de
notable diversidad estructural, que van desde fotones hasta grandes hormonas polipeptídicas. Debido a su diversidad, los GPCR
son el objetivo de más de 40% de los productos farmacéuticos modernos. Los GPCR inician la señalización intracelular activando
una (o en algunos casos múltiples) proteína G, dando como resultado respuestas biológicas. Estos receptores comparten características estructurales generales, más notablemente siete regiones que
abarcan las membranas conectadas por bucles intracelulares y extracelulares (véase figura 1-4). Los receptores están orientados de
modo que el dominio amino terminal es extracelular, mientras que
la cola carboxilo terminal es citoplásmica. Los segmentos que abarcan la membrana interactúan entre sí, formando un haz cilíndrico
irregular alrededor de una cavidad central dentro de la molécula.
Los GPCR pueden asumir al menos dos conformaciones con orientaciones diferentes de los segmentos que abarcan la membrana en
relación con el otro. Se favorece una orientación en ausencia de un
ligando agonista. En esta orientación, el receptor no activa una
proteína G (conformación inactiva). La segunda orientación se estabiliza mediante la unión de un ligando agonista apropiado. En
esta conformación, el receptor activa una proteína G afín (conformación activa). Se cree que todos los GPCR experimentan un cambio conformacional similar en la unión del agonista, produciendo
un cambio estructural en el dominio citoplasmático que promueve
la activación de la proteína G. Algunos agonistas pequeños, como
las catecolaminas, pueden entrar en la cavidad formada por los
segmentos transmembrana, estabilizando así directamente la conformación del receptor activo. Otros agonistas, como las grandes
hormonas polipeptídicas, se unen principalmente al dominio extracelular de sus GPCR. Más recientemente, se ha descubierto que
varios GPCR huérfanos se activan por ligandos hidrófobos que incluyen esteroides (p. ej., unión de estrógenos a GPR30) y lípidos (p.
ej., unión de LPA a GPR23). La unión del ligando indirectamente
da como resultado el movimiento de la región transmembranosa
del receptor y la estabilización de la conformación del receptor activo.
Hasta hace poco, se pensaba que los GPCR funcionaban exclusivamente como monómeros. Actualmente, se sabe que muchos
GPCR se dimerizan consigo mismo (homodimerización) o con
otros GPCR (heterodimerización). En algunos casos, la dimerización es importante para la biosíntesis eficiente del receptor y la localización de la membrana. En otros casos, la dimerización es importante para la afinidad óptima del ligando, la especificidad o la
señalización del receptor.
Se sabe que las mutaciones heredables en una variedad de
GPCR están asociadas con la enfermedad. Los fenotipos de pérdida de función pueden ser el resultado de mutaciones que eliminan
uno o ambos alelos del receptor, o que resultan en la síntesis de
receptores con señal defectuosa. Los fenotipos de ganancia de función generalmente resultan de mutaciones puntuales que producen receptores constitutivamente activos (es decir, asumen establemente la conformación del receptor activo, incluso en ausencia de
un ligando agonista). Los ejemplos de tales trastornos del GPCR
9
TABLA 1-2 Las subunidades de la proteína G interactúan
selectivamente con el receptor específico y
los mecanismos efectores
Subunidad
de
proteína G
Receptores
asociados
representativos
Efectores
αs
β-adrenérgica
TSH
Glucagón
Adenilil ciclasa
Canales del Ca2+
Canales del K+
αi
α2-adrenérgica
Muscarínico
(tipo II)
Adenilil ciclasa
Canales del Ca2+
Canales del K+
αq
α1-adrenérgica
PLCβ
β/γ
Adenilil ciclasa (+ o –)
PLC admite la fosforilación
y desensibilización del receptor mediado por βARK
relevantes para la endocrinología se describen más adelante y se
discuten con mayor detalle en otro espacio de este libro.
RECEPTORES DE PROTEÍNA G
Las proteínas G son una familia de proteínas heterotriméricas que
regulan la actividad de las moléculas efectoras (p. ej., enzimas, canales iónicos) (véanse ejemplos en la tabla 1-2), que finalmente dan
como resultado respuestas biológicas. La identidad de una proteína G se define por la naturaleza de su subunidad α, que es en gran
parte responsable de la activación del efector. Las principales proteínas G involucradas en la acción hormonal (y sus acciones sobre
los efectores) son Gs (estimulación de la adenilil ciclasa), Gi (inhibición de la adenilil ciclasa, regulación de los canales del calcio y
potasio) y Gq/11 (estimulación de la fosfolipasa C [PLC] β). Recientemente, los GPCR vinculados a G12/13 se identificaron como entradas clave de los reguladores transcripcionales Hippo/YAP/TAZ,
que desempeñan un papel central en el control del tamaño de los
órganos, el crecimiento y la integración de señales extracelulares.
En cada uno de estos casos, las subunidades β y γ de las proteínas
G están estrechamente asociadas entre sí y funcionan como un dímero. En algunos casos, el dímero de la subunidad βγ también puede regular la función efectora.
Las proteínas G están unidas no covalentemente a la membrana
plasmática y, por tanto, están próximas a sus receptores afines y a
sus blancos efectores. La base para la especificidad en las interacciones proteína G -receptor no ha sido completamente definida. Es
probable que los determinantes estructurales específicos presentados por los bucles citoplasmáticos del GPCR determinen la identidad de las proteínas G que se activan. Es la naturaleza de la subunidad α de la proteína G la que es crítica para la señalización del
receptor. Hay alrededor de una docena de diferentes subunidades
de proteína G y cientos de GPCR distintos.
Claramente, cada proteína G específica puede ser activada por
una gran cantidad de receptores diferentes. Por ejemplo, Gs es activado por receptores para ligandos tan diversos como las catecolaminas β-adrenérgicas y las grandes hormonas polipeptídicas como la hormona luteinizante (LH). La LH puede estimular la
adenilil ciclasa y aumentar los niveles intracelulares de cAMP en
10
CAPÍTULO 1
Hormonas y acción hormonal
R
H
R
GTP
α
R
H
β/γ
α
β/γ
H
GDP
GDP
α
β
β/γ
GTP
E
α
α
E
GDP
Pi
GTP
Efectos biológicos
FIGURA 1-5 Transducción de señal mediada por proteína G.
Se muestran las subunidades α y β/γ de una proteína G representativa (véase texto para más detalles) (E, efector; H, ligando hormonal; R, receptor de la hormona).
células que expresan receptores de LH (p. ej., células de Leydig del
testículo). Por el contrario, un GPCR individual puede acoplarse a
múltiples subunidades Gα, a menudo en respuesta a diferentes ligandos (p. ej., el receptor de PTH puede activar Gs, Gi y Gq).
La figura 1-5 es una representación esquemática de los eventos
moleculares asociados con la activación de proteínas G por GPCR.
En el estado inactivo basal, la proteína G es un heterotrímero intacto con difosfato de guanosina (GDP) unido a la subunidad α. La
unión del agonista a un GPCR promueve la interacción física entre
el receptor y su proteína G afín. Esto produce un cambio conformacional en la proteína G, lo que resulta en la disociación del GDP.
Esto a su vez permite la unión de GTP (que está presente a una
concentración mucho mayor en las células que el GDP) a la subunidad α. Luego se produce la disociación de la subunidad α unida
al GTP del dímero βγ, permitiendo que estas subunidades activen
sus blancos efectores. La disociación del complejo hormona-receptor también ocurre. La duración de la activación está determinada
por la actividad de GTPasa intrínseca de la subunidad α de la proteína G. La hidrólisis de GTP a GDP termina la actividad y promueve la reasociación del trímero αβγ, devolviendo el sistema al estado
basal. La actividad GTPasa de las subunidades α de la proteína G
puede aumentarse mediante la acción de proteínas denominadas
“reguladores de señalización de proteína G” (proteínas RGS) que
actúan aumentando la velocidad del ciclo de GTP.
EFECTORES
Numerosos efectores se han vinculado a los GPCR. Algunos de
estos se presentan en la tabla 1-2. Una gran cantidad de otras proteínas G —no tratadas aquí— están acopladas a estímulos físicos o
bioquímicos, pero tienen una participación muy limitada en la acción de la hormona. Como se discutió anteriormente, la adenilil
ciclasa, quizás la mejor estudiada del grupo, se activa con Gs (figura 1-6). Esta activación da como resultado un aumento transitorio
en los niveles de cAMP intracelular. El cAMP se une a la subunidad
reguladora inhibidora de la proteína quinasa A inactiva (PKA) y
promueve su disociación del complejo, permitiendo de ese modo la
actividad potenciada de la subunidad catalítica. Este último fosforila una variedad de sustratos celulares, entre ellos la fosforilasa quinasa hepática que inicia la cascada enzimática que da como resultado una glucogenólisis mejorada. También fosforila y activa la
proteína de unión al elemento de respuesta de cAMP (CREB), que
media muchas de las respuestas transcripcionales conocidas al
cAMP (y en cierta medida al calcio) en el compartimento nuclear.
Igual se sabe que otros factores de transcripción están fosforilados
por PKA.
PLC beta (PLCβ) es un segundo sistema efector que se ha estudiado ampliamente. La enzima se activa a través de la transducción
mediada por Gq de señales generadas por una amplia gama de
complejos hormona-receptor, incluidos los de angiotensina II, agonistas α-adrenérgicos y endotelina. La activación de la enzima conduce a la escisión del fosfoinositol 4,5-bifosfato en la membrana
plasmática para generar inositol 1,4,5-trifosfato (IP3) y diacilglicerol
(DAG) (figura 1-7). El primero interactúa con un receptor específico presente en la membrana del retículo endoplasmático para promover la liberación de Ca2+ en el compartimento citoplasmático. El
aumento de calcio, a su vez, puede activar las proteínas quinasas,
promover la secreción o fomentar la actividad contráctil. El agotamiento de las reservas de calcio intracelular por IP3 da como resultado una absorción mejorada de calcio a través de la membrana
plasmática (tal vez a través de la generación de IP4 [1,3,4,5-tetrafosfato]), activando así un segundo mecanismo de señalización, aunque indirecto, que sirve para aumentar aún más los niveles de calcio intracelular. DAG funciona como un activador de varias
isoformas de proteína quinasa C (PKC) dentro de las células. Varias isoformas diferentes de PKC (p. ej., α, β, γ) pueden existir en un
tipo de célula dado. Muchas de éstas son dependientes del calcio,
una propiedad que, dada la actividad de IP3 mencionada anteriormente, proporciona la oportunidad de una interacción sinérgica de
las dos rutas de señalización impulsadas por la actividad de PLCβ.
Sin embargo, no toda la actividad de PKC se deriva de la descomposición del sustrato PIP2. El metabolismo de la fosfatidilcolina
por fosfolipasa fosfatidilcolina selectiva (PLCPC, phosphatidylcholine-selective phospholipase) conduce a la generación de fosfocolina y
DAG. Se cree que esta última vía es responsable de las elevaciones
más prolongadas de la actividad de PKC observadas después de la
exposición a un agonista.
Otras fosfolipasas también pueden ser importantes en la señalización dependiente de hormonas. La fosfolipasa D emplea fosfatidilcolina como sustrato para generar colina y ácido fosfatídico. Este
último puede servir como un precursor para la posterior formación
de DAG. Al igual que con PLCPC anteriormente, no se genera IP3
como consecuencia de esta reacción. La fosfolipasa A2 desencadena la liberación de ácido araquidónico, un precursor de prostaglandinas, leucotrienos, endoperóxidos y tromboxanos, todos moléculas de señalización por derecho propio. La contribución relativa de
estas otras fosfolipasas a la transducción de señal mediada por
hormonas, y el papel de los productos de degradación de lípidos
específicos (p. ej., fosfocolina, ácido fosfatídico) en la transmisión
de información regulatoria, sigue siendo un área de investigación
activa.
La activación de efectores por GPCR está sujeta a mecanismos
reguladores que evitan la sobreestimulación de células por un li-
Efectores
Epinefrina
Transporte
al espacio extracelular
β-AR
Adenilil
ciclasa
Gs
Subunidad
reguladora
PKA
11
ATP
cAMP
cAMP
R
R R
Fosfodiesterasa
PKA
5′-AMP
Subunidad
catalítica
PKA
Núcleo
Enzimas
citosólicas fosforiladas
(p. ej., fosforilasa
quinasa)
Factores
de transcripción
principales
CREB
CREB
TGACGTCA
PO4
CREB
PO4
Transcripción
incrementada
CREB
TGACGTCA
FIGURA 1-6 Señalización mediada por el receptor β-adrenérgico/Gs en los compartimentos citoplasmático y nuclear. La proteína de
unión al elemento de respuesta de cAMP (CREB) se representa unida a una CRE de consenso en el estado basal. La fosforilación de
esta proteína conduce a la activación de la maquinaria transcripcional central yuxtapuesta.
gando agonista. A nivel del receptor, se conocen dos eventos regulatorios. Uno es la desensibilización, en la que la estimulación inicial de un receptor por sus agonistas conduce a una pérdida de la
capacidad del receptor para provocar posteriormente la activación
de la proteína G. Esto se muestra esquemáticamente en la figura
1-8, para el receptor β-adrenérgico. Existe un mecanismo regulador
similar para muchos otros GPCR. El agonista que se une al receptor produce la activación de la proteína G y también da como resultado la activación de una quinasa denominada receptor quinasa
acoplado a proteína G (GRK, G protein-coupled receptor kinase), que
fosforila el dominio citoplasmático del receptor. En virtud de esta
fosforilación, el receptor adquiere una gran afinidad por un miembro de la familia de proteínas arrestinas. El nombre “arrestina” deriva de la observación de que el receptor ya no es capaz de interactuar con una proteína G cuando la arrestina está unida. Por tanto,
el receptor fosforilado se desacopla de su proteína G, evitando la
señalización al efector. El receptor permanece inactivo hasta que
una fosfatasa actúa para restaurar el receptor a su estado no fosforilado, liberando así la arrestina unida. Recientemente, se han
identificado rutas de señalización dependientes de β arrestina,
donde las arrestinas pueden unir los GPCR a la señalización intracelular, tal como las cascadas de MAPK. Las β arrestinas también
parecen actuar directamente como transductores de señal al interactuar con los reguladores de los factores de transcripción. Esta
capacidad de señalización independiente del receptor, probablemente tenga implicaciones para las enfermedades endocrinas, incluidas las que afectan al hueso.
Muchos GPCR también son susceptibles a la baja regulación
inducida por agonistas, lo que resulta en un nivel reducido de receptores de superficie celular, después de la exposición de las células a un agonista. Esto puede ser el resultado de la internalización de receptores inducida por agonistas, seguida del tráfico de
receptores a los lisosomas, donde ocurre la degradación. Además,
la exposición crónica de las células a un agonista puede dar como
resultado eventos de señalización, que suprimen la biosíntesis de
nuevos receptores, lo que reduce los niveles del receptor en estado
estacionario. En conjunto, estos eventos reguladores aseguran que
la célula está protegida de la estimulación excesiva en presencia de
altos niveles sostenidos de un agonista.
Recientemente, ha quedado claro que estos eventos que sirven
para amortiguar la señalización de la proteína G, también pueden tener un papel importante en la promoción de la señalización
celular. Por ejemplo, la asociación de arrestina con GPCR puede
activar rutas específicas, tales como la ruta MAP quinasa, independientemente de la señalización de la proteína G. Además, los
GPCR internalizados pueden, en algunos casos, conservar la capacidad de señalización, y los efectos pueden diferir de los producidos cuando ocurre la activación en la membrana plasmática.
12
CAPÍTULO 1
Hormonas y acción hormonal
Ligando
PLCPC
PLCβ2
Fosfatidilcolina
Receptor
PIP2
G?
Gq
Colina
DAG
DAG
IP3
PKC
+
Ca2+
Ca2+
Fosforilación
citoplasmática
y de la proteína
de la membrana
Ca2+
Calmodulina
Ca2+-calmodulina
Quinasa CaM
+
+
Núcleo
Transcripción
incrementada
c-jun
c-fos
TGACTCA
CREB
CREB
TGACGTCA
Factores de transcripción principales
FIGURA 1-7
Receptor acoplado a PLCβ/señalización mediada por Gq en los compartimentos citoplasmático y nuclear (DAG, diacilglicerol; PC, fosfatidilcolina; PKC, proteína quinasa C; PLC, fosfolipasa).
TRASTORNOS DE LAS PROTEÍNAS G
Y DE LOS RECEPTORES ACOPLADOS
A PROTEÍNA G
Dos toxinas bacterianas son capaces de modificar covalentemente
las subunidades específicas de la proteína G, alterando así su actividad funcional. La toxina del cólera es una proteína que se une a los
receptores presentes en todas las células, lo que resulta en la internalización de la subunidad enzimática de la toxina. La enzima tóxica
es una ADP-ribosil transferasa que transfiere ADP-ribosa desde
NAD a un sitio aceptor (Arg201) en la subunidad α de Gs. Esta modificación covalente inhibe en gran medida la actividad de GTPasa de
αs, potenciando la activación de adenilil ciclasa al extender la duración de la forma activa de GTP unida a la proteína G. Incluso, en
ausencia de un GPCR activo, el GDP se disocia (aunque muy lentamente) de la proteína G. Por tanto, la toxina del cólera eventualmente accionará la actividad de la adenilil ciclasa, incluso sin la unión de
un agonista a un GPCR. El resultado es una activación grande y
sostenida de adenilil ciclasa. Cuando esto ocurre en las células epiteliales intestinales, el aumento masivo de cAMP produce una mayor
secreción de sal y agua en el intestino que es característica del cólera.
La toxina pertussis es también una ADP-ribosil transferasa. Sin
embargo, en este caso, los sustratos son subunidades α de diferentes proteínas G, más notablemente Gi y Go. El resto ADP-ribosa se
transfiere a un residuo de cisteína cerca del extremo carboxilo de la
subunidad α, una región requerida para la interacción con los
GPCR activados. Una vez ocurrida la ribosilación ADP por la toxina pertussis, estas proteínas G ya no son capaces de interactuar
con los receptores activados y, por tanto, están atrapadas en una
conformación inactiva (unida a GDP). La inhibición de la activación mediada por receptor de Gi y Go representa muchas de las
manifestaciones clínicas de la infección por pertussis.
Las mutaciones genéticas en las subunidades α de la proteína G
se observan en varias enfermedades humanas. Las mutaciones activadoras adquiridas en Gαs pueden producir una variedad de fenotipos, dependiendo del sitio de expresión de la proteína mutante. En el síndrome de McCune-Albright, la mutación ocurre en un
subconjunto de células de la cresta neural durante la embriogénesis. Todos los descendientes de estas células, incluidos ciertos osteoblastos, melanocitos y células ováricas o testiculares, expresan
la proteína mutante. El resultado es una forma de mosaicismo genético, en el cual es evidente la consecuencia de la producción no
regulada de cAMP en tejidos particulares (es decir, el desorden
Trastornos de las proteínas G y de los receptores acoplados a proteína G
13
H
H
H
H
H
R
ACa
G
ATP
cAMP
β-ARK
PKA
Receptor
Adenilil ciclasa
R
R
ACi
ACi
P
G
Proteína G
Fosfatasa
Arrestina
FIGURA 1-8
Desensibilización dependiente de quinasas del complejo ligando-receptor. El esquema mostrado es el del receptor
β-adrenérgico, pero probablemente existan sistemas similares para otros tipos de receptores ligados a la proteína G (ACa, adenilil ciclasa activa; ACi, adenilil ciclasa inactiva; β-ARK, quinasa del receptor β-adrenérgico; PKA, proteína quinasa A).
óseo progresivo de la displasia fibrosa poliostótica, la pigmentación anormal de la piel denominada manchas café con leche y la
pubertad precoz independiente de gonadotropinas). En las células
donde cAMP está relacionado con la proliferación celular (p. ej.,
tirotropos, somatotropos), se ha demostrado que un subconjunto
de pacientes con tumores benignos ha adquirido mutaciones activadoras en Gαs. Se han informado mutaciones activadoras en Gαi2,
que está acoplada a la proliferación celular, en un subconjunto de
tumores suprarrenales y ováricos.
Las mutaciones de pérdida de función en Gα están asociadas con el trastorno hereditario pseudohipoparatiroidismo tipo 1
(PHP-1a). Este trastorno, descrito por primera vez por Fuller Albright, fue el primer ejemplo documentado de una enfermedad
humana atribuible a la resistencia de las células blanco a una hormona. Los pacientes afectados muestran características bioquímicas de hipoparatiroidismo (p. ej., hipocalcemia, hiperfosfatemia),
pero tienen niveles marcadamente aumentados de PTH circulante
y muestran resistencia de células blanco a PTH. Muchos receptores
de hormonas se unen a la adenilil ciclasa a través de Gαs, sin embargo, los pacientes con PHP-1a generalmente muestran sólo defectos sutiles en la respuesta a otras hormonas (p. ej., TSH, LH). La
explicación de esto radica en la fascinante genética de este trastorno. En resumen, los pacientes afectados tienen un alelo Gαs normal y uno mutado. El alelo mutado no puede producir una forma
activa de la proteína. Se espera que los tejidos en estos pacientes
expresen aproximadamente 50% del nivel normal de Gαs, un nivel
suficiente para apoyar la señalización de adenilil ciclasa. Sin embargo, en ciertos tejidos, el gen αs está sujeto a impronta genética,
de forma tal que el alelo paterno se expresa mal o no se expresa en
absoluto. En individuos que albergan mutaciones inactivantes, si el
alelo paterno tiene la mutación, todas las células expresan aproximadamente 50% del nivel normal de Gαs (derivado del alelo materno normal). Sin embargo, si el alelo materno tiene la mutación,
entonces las células en las que se produce la impresión paterna
expresan niveles bajos o ningún Gαs. Uno de los sitios principales
de esta impronta paterna se encuentra en el túbulo renal proximal,
un tejido blanco importante para las acciones fisiológicas de la
PTH. Esto explica la resistencia clínica a la PTH observada en PHP1a y también explica el hecho de que sólo un subconjunto de pacientes con haploinsuficiencia de αs es resistente a la PTH. Curiosamente, en esencia todos los pacientes con haploinsuficiencia de
Gα muestran osteodistrofia hereditaria de Albright, un trastorno
del desarrollo con manifestaciones fenotípicas que afectan a una
variedad de tejidos. Esto indica que incluso una pérdida parcial de
señalización de adenilil ciclasa es incompatible con el desarrollo
normal.
Las mutaciones en los genes que codifican los GPCR se reconocen cada vez más como importantes en la patogénesis de los
trastornos endocrinos. Las mutaciones con pérdida de función generalmente necesitan ser homocigóticas (o heterocigóticas compuestas), para dar como resultado un fenotipo de enfermedad significativo. Esto probablemente se deba al hecho de que la mayoría
de las células expresa niveles más altos de cada receptor, por encima de lo que se necesita para una respuesta celular máxima (receptores de reserva). Por tanto, una reducción de 50% en la cantidad
de un receptor de superficie celular puede tener poca influencia
en la capacidad de respuesta de una célula blanco. Sin embargo, en
algunas situaciones, la haploinsuficiencia de un GPCR puede producir un fenotipo clínico. Por ejemplo, las mutaciones heterocigóticas de pérdida de función en el receptor sensor de calcio acoplado
a la proteína G dan como resultado el trastorno autosómico dominante de hipercalcemia hipocalciúrica familiar tipo 1, debido a la
desregulación generalmente leve de la secreción de PTH y la administración de calcio renal. La pérdida de función homocigótica del
receptor sensor de calcio produce hiperparatiroidismo neonatal
grave, debido a la pérdida de la capacidad del calcio plasmático
Hormonas y acción hormonal
RECEPTORES DEL FACTOR DE CRECIMIENTO
Los receptores del factor de crecimiento difieren de los descritos
anteriormente tanto de modo estructural como funcional. A diferencia de los GPCR, los receptores del factor de crecimiento abarcan la membrana sólo una vez y adquieren su capacidad de señalización, al menos en parte, mediante la activación de la actividad
tirosina quinasa, que es intrínseca a las moléculas receptoras individuales. La insulina y los receptores de IGF se incluyen dentro de
este grupo, al igual que aquellos para los reguladores autocrinos o
paracrinos, factor de crecimiento derivado de plaquetas (PDGF),
factor de crecimiento de fibroblastos (FGF) y EGF. La señalización
se inicia por la asociación del ligando (p. ej., insulina) con el dominio extracelular del receptor (figura 1-9) y la posterior dimerización
del receptor. La duración de la señalización puede estar regulada
por la clatrina, una proteína que se requiere para la endocitosis
celular. La internalización del complejo ligando/receptor da como
resultado la fosforilación de tirosina, tanto en el propio receptor,
como en sustratos no receptores. Se supone que la fosforilación de
estos sustratos da como resultado una cascada de eventos de acti-
Ligando
Y
P
SH2
P
P
Y
P
SH2
Y
Y
Y
SH3
Receptor
Ensamblaje
complejo
adicional
Y
P
SH2
P
SH3
Efecto
biológico
Efecto
biológico
Y
para suprimir la secreción de PTH y promover la eliminación renal
de calcio. También se han descrito síndromes de resistencia hormonal en pacientes que carecen de expresión de GPCR funcionales para vasopresina, ACTH y TSH. La pérdida de la expresión
funcional del receptor de PTH da como resultado la condrodisplasia Blomstrand, un trastorno que es letal, debido a la incapacidad
de la proteína relacionada con la PTH (un agonista del receptor de
la PTH) para promover el desarrollo normal del cartílago.
Las mutaciones que hacen que los GPCR sean constitutivamente activos (en ausencia de un ligando agonista) se observan en una
serie de trastornos endocrinos. En términos generales, tales mutaciones producen un fenotipo de enfermedad, que se parece al observado con niveles excesivos del correspondiente agonista de hormonas. Por tanto, la activación de mutaciones en el receptor
de TSH produce tirotoxicosis neonatal, y la activación de mutaciones en el receptor de LH da como resultado pubertad pseudoprecoz o testotoxicosis. La activación de mutaciones en el receptor de
PTH da como resultado una condrodisplasia metafisaria de tipo
Jansen, un trastorno caracterizado por hipercalcemia y aumento de
la resorción ósea (que imita los efectos del exceso de PTH en el
hueso) y la diferenciación retardada del cartílago (que imita los
efectos del exceso de proteína relacionada con la PTH en el cartílago). Un enfoque para tratar trastornos que resultan de GPCR constitutivamente activos sería la administración de “agonistas inversos”, agentes que estabilizan los receptores en su conformación
inactiva. Aunque se han identificado agonistas inversos para varios
GPCR, aún no se han empleado con éxito como agentes terapéuticos. Por el contrario, los miméticos moleculares de los ligandos
endógenos han encontrado utilidad como una forma de estimular
la señalización a través de cambios en los receptores alostéricos.
Ésta es la base de la actividad de cinacalcet como calcimimético en
el receptor sensor de calcio en la célula paratiroidea, y explica su
utilidad en el tratamiento del hiperparatiroidismo secundario. Finalmente, el análisis molecular de los GPCR ha revelado que las
mutaciones puntuales, además de producir actividad constitutiva,
pueden alterar la especificidad de la unión del ligando o la capacidad del receptor para volverse insensible. Es casi seguro que se
encontrarán tales mutaciones para proporcionar la base para algunas endocrinopatías más sutiles.
SH3
CAPÍTULO 1
Y
14
FIGURA 1-9 Señalización por un receptor del factor de crecimiento que contiene tirosina quinasa. Receptores representados
aquí como monómeros para simplificar; normalmente la dimerización de los receptores sigue a la asociación con el ligando. La
autofosforilación de uno o más residuos de tirosina críticamente
posicionados en el receptor conduce a la asociación con proteínas o efectores accesorios, a través de los dominios SH2 presentes en el último. En algunos casos, un dominio SH3 presente en
la misma proteína conduce al reclutamiento de otras proteínas
que conducen a un ensamblaje complejo.
vación, similares a los descritos para los sistemas acoplados a la
proteína G, que contribuyen a las perturbaciones en las vías intracelulares. La autofosforilación de las propias moléculas receptoras
se ha estudiado ampliamente y proporciona algunas ideas intrigantes sobre los mecanismos que subyacen a la transducción de señales por este grupo de proteínas.
La fosforilación de la tirosina tiene lugar en lugares específicos
en la molécula receptora. Una vez fosforilados, estos sitios se asocian, de manera altamente específica, con una variedad de proteínas accesorias que poseen capacidad de señalización independiente. Éstos incluyen PLCγ, fosfoinositol (PI) 3′-quinasa, proteína
activadora de GTPasa (GAP), receptor del factor de crecimiento
unido a proteína-2 (GRB2) y las tirosina quinasas no receptoras de
Receptores del factor de crecimiento
15
Ligando
PIP3
PI(3,4)P2
P
p110
PKB
p85
GRB2
SOS
Ras
P
Raf-1
MEK-1
P
PI3K
P
ERK
PDK1
PDK2
ERK
6-PFK
GSK3
GLUT4
S6 quinasa
SRF
AP-1
FIGURA 1-10
Vía dependiente del factor de crecimiento. Montaje de los componentes implicados en los mecanismos de señalización Ras/Raf/MEK/MAPK y PI-3K/PKB.
la familia Src. Estas interacciones se fomentan por la presencia de
dominios (SH2) de homología src tipo 2 altamente conservados
(basados en la homología de secuencia con el protooncogén src) en
cada una de las moléculas accesorias. Cada dominio SH2 individual muestra especificidad por los aminoácidos contextuales que
rodean los residuos de fosfotirosina en la molécula receptora. En el
receptor de PDGF, por ejemplo, el dominio SH2 de PLCγ se asocia
selectivamente con Tyr977 y Tyr989, mientras que el de PI 3′quinasa
se asocia con Tyr708 y Tyr719. Por tanto, la diversidad de respuesta
está controlada por secuencias contextuales alrededor de residuos
de fosfotirosina individuales, que determinan los tipos de proteínas accesorias introducidas en el complejo de señalización. Estas
interacciones proteína-proteína pueden proporcionar un medio
para controlar directamente la molécula de señalización en cuestión, tal vez a través de un cambio en la conformación estérica.
Alternativamente, pueden facilitar el secuestro de estas proteínas
accesorias en o cerca del compartimento de la membrana plasmática, muy cerca de sustratos clave (p. ej., lípidos de membrana en el
caso de PLCγ) u otras proteínas reguladoras importantes.
Algunas de estas asociaciones desencadenan eventos de señalización inmediata, pero otras (p. ej., GRB2) pueden actuar en gran
medida para proporcionar el andamiaje necesario para construir
un aparato de señalización más complejo (figura 1-10). En el caso
de GRB2, otra proteína accesoria (hijo de Sevenless, SOS) se asocia
con el complejo receptor-GRB2 a través de un dominio de homología src tipo 3 (SH3) presente en este último. Este dominio reconoce
una secuencia de aminoácidos ricos en prolina presentes en la proteína SOS. SOS, a su vez, facilita el ensamblaje del complejo RasRaf, que permite la activación de efectores posteriores como la
proteína quinasa activada por mitógeno (MAPK) quinasa (MEK).
Esta última quinasa, que posee actividad serina-treonina y tirosina
quinasa, activa las MAPK p42 y p44 (también llamadas quinasas
reguladas por señal extracelular, ERK). ERK actúa sobre una variedad de sustratos dentro de la célula, incluidas las quinasas RSK,
que, a su vez, fosforilan la proteína S6 ribosómica y, de ese modo,
estimulan la síntesis de proteínas. Estas reacciones de fosforilación
(y su amplificación en aquellos casos en que el sustrato de MAPK
es una quinasa en sí misma) a menudo conducen a cambios proteicos en el fenotipo de las células blanco.
Los receptores del factor de crecimiento unidos al ligando, incluido el receptor de insulina, también pueden señalizar a través
de la fosfoinosítida 3-OH quinasa (PI-3K). Los dominios SH2 de la
subunidad reguladora p85 de PI-3K se asocian con el receptor del
factor de crecimiento a través de residuos de fosfotirosina específicos (Tyr740 y Tyr751 en el receptor de PDGF), de manera similar a la
descrita anteriormente para GRB2 (véase figura 1-10). Esto conduce a la activación de la subunidad catalítica p110 de PI-3K y al aumento de la producción de fosfatidilinositol-3,4,5-trifosfato (PIP3)
y fosfatidilinositol-3,4-bifosfato (PI [3,4] P2). Estas últimas moléculas secuestran la proteína quinasa B (también conocida como Akt)
en la membrana celular, a través de la asociación con los dominios
de homología de pleckstrina en el extremo amino terminal de la
molécula de quinasa. Esto a su vez conduce a la fosforilación de
PKB en dos sitios separados (Thr308 en el dominio de quinasa activo y Ser473 en la cola carboxilo terminal) por quinasas dependientes de PIP3 (PDK1 y PDK2). Estas fosforilaciones dan como resultado la activación de PKB. En el caso de las células blanco sensibles
a la insulina, los objetivos consecuentes de la PKB activada (p. ej.,
después de la estimulación con insulina) incluyen 6-fosfofructo2-quinasa (actividad aumentada), glucógeno sintasa quinasa-3
(GSK3) (actividad disminuida), transportador de glucosa sensible
a la insulina GLUT 4 (translocación y actividad aumentada) y p70
16
CAPÍTULO 1
Hormonas y acción hormonal
GH
GH
Y
GHR
GHR
Y
Y
P
JAK2
JAK2
Y
GHR
GHR
Y
Y
JAK2
Y
JAK2
P
P
STAT
STAT
Y
P
GH
GHR
P
Y
JAK2
Y
P
GHR
JAK2
Y
P
P
STAT
STAT
P
P
Y
P
STAT
STAT
P
Transcripción
DNA
SIE
GAS
ISRE
FIGURA 1-11 Señalización por el receptor de la hormona de crecimiento (GHR). Diferentes porciones de una sola molécula de hormona de crecimiento se asocian con regiones homólogas de dos moléculas de GHR independientes. Se cree que esto lleva al reclutamiento de JAK2, que fosforila el GHR, proporcionando un sitio de acoplamiento para STAT. Este último se fosforila, se disocia del complejo del receptor ligado y migra al núcleo, donde se asocia con elementos de unión de genes blanco y regula la transcripción.
S6 quinasa (actividad aumentada). Esto conduce a una mayor glucólisis, aumento de la síntesis de glucógeno, aumento del transporte de glucosa y aumento de la síntesis de proteínas, respectivamente. También hay un creciente cuerpo de evidencia que sugiere
que la PKB puede proteger a las células de la muerte celular programada, a través de la fosforilación de proteínas clave en la vía
apoptótica.
Se ha informado que los GPCR también pueden activar la cascada Raf-MEK-ERK, aunque en este caso la señal atraviesa una proteína tirosina quinasa no receptora (NRPTK tal como Src y Fyn), en
lugar de las tirosina quinasas ligadas al receptor del factor de crecimiento tradicional. Los detalles del mecanismo no se comprenden
por completo, pero parece requerir la participación de β-arrestina
(discutida anteriormente) como una molécula adaptadora, que une
el receptor de la proteína G con el NRPTK. Curiosamente, esto
implica que la β-arrestina, que normalmente termina el acoplamiento entre el receptor y la proteína G, en realidad puede promover el acoplamiento entre el receptor desensibilizado y los efectores
posteriores tradicionalmente asociados con la activación dependiente del factor de crecimiento.
RECEPTORES DE LAS CITOQUINAS
Éstos incluyen los receptores para una variedad de citoquinas, como la eritropoyetina, el factor estimulante de colonias, la GH y la
prolactina. Estos receptores de membrana celular tienen una sola
extensión de aminoácidos hidrofóbicos interna, lo que sugiere que
atraviesan la membrana una sola vez (consúltese la figura 1-4). Pueden estar compuestos de monómeros o heterodímeros de diferentes moléculas.
Receptores de hormona de crecimiento
y prolactina
Los receptores para GH y prolactina son receptores de citoquinas
prototípicos (figura 1-11). Curiosamente, el empalme alternativo
del transcrito primario del gen del receptor de GH da como resultado un “receptor” escorzado que carece del anclaje de membrana
y el dominio carboxilo terminal de la proteína. Este “receptor” se
secreta y sirve para unir GH en el espacio extracelular (p. ej., plasma circulante). A diferencia de los receptores del factor de crecimiento descritos anteriormente, los receptores de GH carecen de
un dominio de tirosina quinasa. Diferentes dominios de una sola
molécula de GH se asocian con regiones homólogas de dos receptores de GH independientes, promoviendo la dimerización de los
receptores y la posterior asociación y activación de quinasa de
Janus (JAK) 2. Quinasa de Janus 2 (JAK2) se autofosforila y, al mismo tiempo, la tirosina fosforila los receptores GH. Estos últimos
proporcionan un sitio de acoplamiento para el transductor de señal
y activador de factores de transcripción (STAT); STAT 5a y 5b parecen ser particularmente relevantes para la acción de GH y prolactina. Los STAT se fosforilan, se disocian del receptor de GH, migran
al núcleo y se unen a elementos reguladores de DNA de unión a
STAT específicos (SIE/ISRE/GAS), responsables del control transcripcional de genes blanco de GH, tales como IGF-1. Hay varios
miembros diferentes de la familia STAT, y hay cierta especificidad
de ciertos receptores de citoquina para ciertos miembros de la familia STAT. Esto ayuda a dirigir la especificidad de la señalización
por cada tipo de receptor. La señalización STAT también está regulada por una familia de inhibidores denominada supresor de las
proteínas de señalización de citoquinas (SOCS). Las proteínas
SOCS se unen a las proteínas JAK y STAT y las dirigen a la degra-
Receptores de las citoquinas
Receptor tipo I
Receptor tipo II
P
P
17
Receptor tipo I
Receptor tipo II
P
P
TGF-β
TGF-β
Receptor tipo II
Receptor tipo I
P
P
P
P
P
Smad
P
Smad
P
FIGURA 1-12
Señalización por los receptores de TGF-β. El ligando de TGF-β se une primero con el receptor de tipo II que tiene un
dominio de serina/treonina quinasa intracelular que es constitutivamente activo. Después de la unión del ligando, el receptor de tipo I
se recluta luego al complejo y el receptor de tipo II puede fosforilar el dominio de serina/treonina quinasa intracelular del receptor de tipo I. Esto propaga entonces la señal en consecuencia, que conduce a la fosforilación y activación de proteínas Smad, que pueden migrar al núcleo y activar o reprimir la transcripción génica.
dación. Las proteínas SOCS se inducen después de la unión de citoquina/hormona y ayudan a autorregular la señalización en esta
ruta.
Receptores TGF-β
Estos receptores se unen a una variedad de ligandos que incluyen
el factor de crecimiento transformante de citoquina beta (TGF-β),
las hormonas inhibina, activina, hormona antimülleriana (AMH)
y la familia de la proteína morfogenética del hueso (BMP). Las enfermedades asociadas con las mutaciones en las vías del receptor
de TGF-β pueden ser muy dramáticas. Por ejemplo, la activación de
mutaciones en el receptor de activina A tipo 1 ACVR1 da como
resultado una osificación heterotópica grave, en un trastorno conocido como fibrodisplasia osificante progresiva (FOP, fibrodysplasia
ossificans progressiva). Los ligandos para estos receptores son típicamente homo o heterodímeros de subunidades que tienen una
estructura altamente conservada dependiente de cisteína. Los receptores de la familia TGF-β se unen a los ligandos a través de un
receptor heterodimérico que consiste en dos subunidades transmembranosas conocidas como receptores tipo I y tipo II (figura
1-12). Existen varias subunidades de receptor tipo I y tipo II diferentes en esta familia y se pueden formar pares de tipo I/tipo II
entre varios miembros de la familia. Ambos receptores de tipo I y
tipo II tienen un dominio de serina/treonina quinasa intracelular.
El receptor de tipo II está constitutivamente fosforilado y activo,
mientras que el receptor de tipo I no lo está. Los ligandos en esta
familia se unen inicialmente al receptor de tipo II. El receptor de
tipo I se recluta luego en el complejo, donde el receptor tipo II
quinasa fosforila y activa el receptor de tipo I, que luego propaga la
señal. En sentido descendente en la vía de señalización, hay un
grupo de objetivos de fosforilación llamados proteínas Smad. Estas
proteínas, tras la fosforilación, pueden migrar al núcleo para activar y/o reprimir la transcripción de genes blanco.
Los moduladores de la señalización del TGF-β también desempeñan papeles críticos en la enfermedad humana. Los miembros
del gen seleccionado por exploración diferencial en la familia de
neuroblastoma (DAN) se identificaron originalmente como inhibidores de BMP y comprenden un grupo diverso de antagonistas.
Una proteína DAN, esclerostina (SOST), es de particular interés
debido a su papel clave en la regulación de la función anabólica de
los osteoblastos a través de los receptores LRP5/6 y Frizzled que se
unen a Wnt. Los pacientes con mutaciones de pérdida de función
en SOST muestran un aumento dramático de la masa ósea y la esclerosteosis o la enfermedad de Van Buchem. Los anticuerpos que
inhiben la actividad de la esclerostina muestran una gran promesa
como agentes anabólicos óseos para tratar afecciones asociadas
con la pérdida ósea.
Receptores TNF
La familia de receptores del factor de necrosis tumoral (TNF, tumor
necrosis factor) es un gran grupo de receptores de citoquinas que se
unen a ligandos tanto solubles, como asociados a la membrana celular. Un miembro importante de esta familia es el receptor activador del factor nuclear kappa B (RANK) que desempeña una función crítica en la regulación de la fisiología ósea (véase capítulo 8).
Estos receptores consisten en un complejo trimérico de tres receptores transmembrana individuales que se unen al ligando. La cola
citoplasmática de muchos receptores TNF (incluido RANK) interactúa con una familia de moléculas adaptadoras llamadas factores
asociados al receptor de TNF (TRAF) que activan, aún más, una
serie de vías descendentes, la más importante de las cuales es la
activación del factor nuclear kappa B (NF-κB) (figura 1-13). La activación del NF-κB es un evento central en muchas, si no todas, las
respuestas inflamatorias y conduce a la inducción de muchas moléculas, incluidas las implicadas en las vías apoptóticas, de citoquinas y de quimioquinas. La señalización del receptor de TNF conduce a la activación del NF-κB a través de la fosforilación del complejo
heterotrimérico I-κB quinasa (IKK), que luego fosforila el inhibidor
del NF-κB (I-κB). Los complejos I-κB con NF-κB en el citosol lo
mantiene inactivo; sin embargo, cuando I-κB se fosforila, se disocia
18
CAPÍTULO 1
Hormonas y acción hormonal
Ligando
Receptor TNF
Citoplasma
Degradación
IKK
IKK
P
Iκ–B
P
Iκ–B
NFκ–B
NFκ–B
Núcleo
Activación y/o
represión
de la
transcripción
de genes
FIGURA 1-13 Señalización del receptor TNF. El TNF se une a
un receptor trimolecular de la superficie celular, que transmite
una señal descendente, la cual conduce a la fosforilación y activación de la I-κB quinasa (IKK). IKK fosforila el inhibidor del NF-κB
(I-κB), que luego se etiqueta para la degradación a través de una
ruta proteosómica dependiente de ubiquitina. Esto permite que
el NF-κB migre al núcleo, donde puede llevar a cabo la activación o represión de la transcripción génica.
del complejo y sufre degradación a través de la ruta del proteosoma
dependiente de ubiquitina. El NF-κB luego se transloca al núcleo
donde regula la transcripción génica.
WNT/β-catenina
La señalización a través del complejo Wnt/β-catenina es fundamental para el desarrollo embrionario y la homeostasis celular. Las
proteínas β-catenina se encuentran en dos complejos principales:
como una forma unida a la proteína de adhesión celular cadherina
en uniones adherentes (figura 1-14A) y en un complejo con APC,
Axin y GSK3, como parte de la vía de señalización Wnt (figura
1-14B).
En la membrana celular, las β-cateninas sirven para promover
las adherencias célula-célula uniendo las cadherinas a los filamentos de actina (véase figura 1-14A). Las mutaciones en β-cateninas
parecen jugar un papel crítico en la progresión hacia el cáncer mediante la regulación de la degradación del complejo Wnt/β-catenina
o mediante el cambio de las propiedades de adhesión celular. Estas
mutaciones se encuentran en los cánceres colorrectales, de mama,
ováricos y endometriales.
La β-catenina también puede ser regulada por proteínas Wnt
secretadas, proporcionando un enlace clave entre la señalización
Wnt extracelular y la activación de programas de desarrollo genético (véase la figura 1-14B). En la vía de señalización de Wnt, los niveles de β-catenina se controlan principalmente por ubiquitinación
y por degradación proteosómica. Esto se desencadena a través de
la fosforilación por glucógeno sintasa quinasa 3 alfa y beta (GSK3α
y β) y caseína quinasa I (CKI). Este proceso es amplificado por las
proteínas de andamiaje Dishevelled y Axin. Estos componentes se
ensamblan para crear un gran complejo que marca las moléculas
de β-catenina para su posterior destrucción por los proteasomas.
Recientemente, la activación de la vía Wnt/β-catenina en los
osteocitos se ha identificado como un regulador crítico de la actividad ósea anabólica, mientras que la activación de la misma vía en
los osteoblastos puede ser responsable de la disminución de la resorción ósea. Como se describió anteriormente, las mutaciones en
el receptor Wnt LRP5/6 también pueden cambiar la función anabólica de los osteoblastos, contribuyendo a una gran masa ósea
(mutaciones activadoras en LRP5) y enfermedades como el síndrome osteoporosis-pseudoglioma (pérdida de la función de mutaciones en LRP5). Estas características hacen que la vía Wnt/β-catenina
sea particularmente intrigante como objetivo terapéutico para un
amplio espectro de trastornos.
RECEPTORES ENLAZADOS CON GUANILIL
CICLASA
La activación de las cascadas de señalización dependientes de guanilil ciclasa puede ocurrir a través de dos mecanismos independientes. El primero implica la activación de la guanilil ciclasa soluble, una enzima que contiene hemo que se activa por el óxido
nítrico (NO) gaseoso generado en la misma célula o en las vecinas.
El NO es producido por la enzima óxido nítrico sintasa que contiene hemo. La NO sintasa existe como tres isoenzimas diferentes en
tejidos corporales seleccionados. Las formas constitutivas de NO
sintasa (NOS) se producen en células endoteliales (NOS-3) y neuronales (NOS-1). La enzima endotelial posee sitios de unión para
FAD y FMN, así como calcio, y parece requerir calcio para una actividad óptima. La actividad de NOS endotelial está regulada por
miristoilación y palmitoilación, que anclan la enzima en el compartimento de la membrana, y por fosforilación. Agentes tales como la
bradiquinina y la acetilcolina, que interactúan con los receptores
en la superficie de las células endoteliales y aumentan los niveles
de calcio intracelulares, provocan un aumento en la actividad de
NO sintasa constitutiva con la consiguiente generación de NO y la
activación de la actividad guanilil ciclasa soluble en las células musculares lisas vasculares vecinas (figura 1-15). Por tanto, en este caso, la actividad vasodilatadora dependiente de cGMP de la acetilcolina requiere ondas secuenciales de actividad de señalización en
dos tipos de células diferentes, para obtener el máximo efecto fisiológico.
La forma inducible (i) de la NO sintasa (NOS-2) se encuentra
predominantemente en las células inflamatorias del sistema inmune, aunque también se ha informado que está presente en las células del músculo liso de la pared vascular. A diferencia de la forma
endotelial de la NO sintasa, la expresión de la iNO sintasa es baja
en el estado basal. El tratamiento de células con una variedad de
citoquinas desencadena un aumento en la síntesis de la nueva sintasa de iNO (por tanto, el componente inducible de la actividad de
la iNO sintasa), probablemente a través de la activación de elementos en cis específicos en el promotor de iNO sintasa. Por consiguiente, las hormonas, citoquinas o factores de crecimiento con la
capacidad de inducir la actividad de la iNO sintasa pueden dirigir,
al menos, una parte de su actividad de señalización, a través de una
ruta dependiente de cGMP.
Un tercer mecanismo para aumentar los niveles de cGMP dentro de las células blanco implica la activación de guanilil ciclasas
particuladas (figura 1-16). Desde un punto de vista endocrino, esto
implica predominantemente los receptores de péptidos natriuréticos (NPR). NPR-A es un receptor de dominio transmembrana único (aproximadamente 130 kDa) con un gran dominio extracelular,
Receptores enlazados con guanilil ciclasa
19
A
Cadherina
β-catenina
α-catenina
F actina
B
β-catenina
α-catenina
F actina
Off
On
LRP5/6
Wnt
LRP5/6
Wnt
Frizzled
Axin
Dvl
APC
GSK3
β-catenina
PPPP
CKI
Ub
β-catenina
P PP P
β-Trcp
P
CKI P GSK3
Axin
Wnt
Frizzled
l
Dv
β-catenina
β-catenina
Degradación
de proteasoma
TLE
TCF
Respuesta genética Wnt
β-catenina
TCF
Respuesta genética Wnt
Señalización de beta-catenina. Las proteínas β-catenina se encuentran en dos complejos de señalización principales: como una unión a cadherina de la adhesión celular a proteína en uniones adherentes (A) que promueve la adhesión célula-célula
y como parte de la vía de señalización Wnt en un complejo asociado con APC, Axin, y GSK3 (B). Cuando la vía está inactiva, se forma el
complejo β-catenina y CKI agrega el 4o. fosfato, lo que activa la ubiquitinación y la consiguiente degradación del proteasoma de
β-catenina. La activación de los receptores Frizzled y LRP5/6 de señalización Wnt permite que la β-catenina no fosforilada ingrese al núcleo y active la respuesta de los genes Wnt.
FIGURA 1-14
que proporciona reconocimiento y unión de ligandos. Esto es seguido por un dominio de transmembrana hidrofóbico y un gran
dominio intracelular que alberga la función de señalización. La
porción amino terminal de esta región intracelular contiene un dominio de homología de la quinasa de unión a ATP (KHD) que está
implicado en la regulación de la actividad de ciclasa, mientras que
el dominio carboxilo terminal contiene el núcleo catalítico de la
guanilil ciclasa particulada. Se cree que la asociación del ligando
con el dominio extracelular conduce a un cambio conformacional
en el receptor que detiene el control inhibidor tónico del dominio
similar a la quinasa y permite la activación de la actividad de la
guanilil ciclasa. Estudios recientes sugieren que la pequeña Rac
GTPasa puede activar directamente el dominio catalítico a través
de su efector quinasa PAK (quinasa activada por p21). NPR-B, el
producto de un gen separado, tiene una topología similar y un nivel relativamente alto de homología de secuencia con el producto
del gen NPR-A; sin embargo, mientras que NPR-A responde pre-
dominantemente al péptido natriurético auricular (ANP) cardiaco
y al péptido natriurético cerebral (BNP), el NPR-B se activa mediante el NP de tipo C (CNP), un péptido que se encuentra en el
sistema nervioso central, el endotelio y tejidos reproductivos, pero
no en el corazón. Por tanto, la expresión segregada del ligando y su
receptor afín transmiten un alto nivel de especificidad de respuesta
a estos dos sistemas, a pesar del hecho de que comparten un mecanismo efector final común. Cabe destacar que tanto NPR-A como
NPR-B requieren un alto grado de fosforilación en el KHD, para
retener la sensibilidad al agonista. La desfosforilación, quizás a través de la exposición desencadenada por un agonista de los residuos de fosfoserina a la actividad reguladora de la fosfatasa en la
célula blanco, da como resultado la desensibilización del receptor.
En los seres humanos, la mutación homocigota de los genes NPR-B
da como resultado la displasia acromesomélica tipo Maroteaux
(AMDM, acromesomelic dysplasia Maroteaux type), una forma rara
de enanismo autosómico recesivo y de extremidades cortas.
20
CAPÍTULO 1
Hormonas y acción hormonal
Acetilcolina
Bradiquinina
O2
Ca2+
Arginina
eNOS
NO
Endotelio
Citrulina
+
GC soluble
NO
iNOS
–
Músculo
suave
GC soluble
GTP
GTP
cGMP
PKG
cGMP
PKG
Vasorrelajación
Esteroides
Citoquinas
FIGURA 1-15 Señalización a través de las sintasas de óxido nítrico (NOS) endotelial (e) e inducible (i) en la pared vascular. La activación de eNOS en la célula endotelial o iNOS en la célula del músculo liso vascular conduce a un aumento en el NO y a la estimulación
de la actividad de la guanilil ciclasa (GC, guanylyl cyclase) soluble. Las elevaciones posteriores de cGMP activan la proteína cinasa dependiente de cGMP (PKG) y promueven la vasorrelajación.
ACCIÓN NUCLEAR DE LAS HORMONAS
PEPTÍDICAS
Aunque los objetivos iniciales de la señalización del receptor de la
hormona peptídica parecen estar confinados al citoplasma, está
claro que estos receptores también pueden tener efectos profundos
sobre la actividad transcripcional nuclear. Lo logran mediante los
mismos mecanismos que utilizan para regular la actividad enzimática en el compartimento citoplásmico (p. ej., a través de la activación de quinasas y fosfatasas) por medio de segundos mensajeros
que transmiten información al núcleo. En este caso, sin embargo,
los objetivos finales son los factores de transcripción que rigen la
expresión de los genes blanco. Los ejemplos incluyen la activación
hormonal de los factores de transcripción nuclear c-Jun y c-Fos que
componen el complejo heterodímero AP-1. Se ha demostrado
que este complejo altera la expresión de una amplia variedad de
genes eucariotas mediante la asociación con un elemento de reconocimiento específico, denominado elemento de respuesta de éster de forbol (TPA), presente en la secuencia de ADN de sus respectivos promotores. Otros receptores del factor de crecimiento que
utilizan el mecanismo de señalización dependiente de MAPK parecen apuntar al factor de respuesta sérica (SRF) y sus proteínas de
complejo ternario asociadas. Se cree que la modificación postraduccional de estos factores de transcripción amplifica la señal que
circula desde este complejo, cuando se asocia con el elemento de
respuesta sérica afín (SRE), al aparato de transcripción central. La
activación dependiente de cAMP de la proteína quinasa A da como
resultado la fosforilación de una proteína nuclear CREB (proteína
de unión al elemento de respuesta de cAMP) en Ser119, un evento
que tiene como efecto una actividad transcripcional potenciada
de promotores estrechamente posicionados. Este último requiere
la participación de una proteína intermedia de unión a CREB
(CBP). CBP es una molécula coactivadora que une funcionalmente
CREB a las proteínas de la maquinaria transcripcional central. Curiosamente, CBP también puede desempeñar un papel similar en
la señalización del receptor nuclear (NR) (véase Receptores nucleares). Varios estudios recientes han proporcionado evidencia que
sugiere que varias hormonas peptídicas y factores de crecimiento
pueden unirse a receptores de alta afinidad en el núcleo celular. El
papel que desempeñan estos receptores (si hay alguno) en la contribución al perfil de señalización de estos péptidos permanece
indefinido.
RECEPTORES NUCLEARES
Los NR, que incluyen los de los glucocorticoides, mineralocorticoides, andrógenos, progesterona, estrógenos, hormona tiroidea y vitamina D, difieren de los receptores de la membrana de superficie,
descritos anteriormente, en que son receptores solubles con una
tendencia a utilizar la regulación transcripcional como medio para
promover sus efectos biológicos. Por tanto, aunque algunos receptores están compartimentados en el citoplasma (p. ej., receptor de
glucocorticoides), mientras que otros están confinados al núcleo
(p. ej., receptor de hormona tiroidea), todos operan dentro de la
Familia de receptores de esteroides
21
FAMILIA DE RECEPTORES DE ESTEROIDES
Ligando péptido
natriurético
Dominio extracelular
de unión a ligando
Membrana
de plasma
Dominio de homología
de la quinasa
Guanilil ciclasa
particulada
Rac/PAK-1
GTP
cGMP
PDE PKG Efectos directos
de los canales iónicos
FIGURA 1-16 Señalización por guanilil ciclasa en partículas.
El ligando (ANP o BNP, para el receptor de péptido natriurético
de tipo A, o CNP, para el receptor de tipo B) se asocia con el dominio extracelular del receptor. Esto produce un cambio en el receptor que reduce la afinidad por el ligando y altera la conformación de la KHD que, a su vez, invierte la inhibición tónica de la
actividad de la guanilil ciclasa particulada en la porción carboxílica terminal del receptor. Se cree que Rac y PAK-1 activan el receptor a través de una interacción más directa con el dominio
guanilil ciclasa. El aumento de la actividad ciclasa incrementa los
niveles de cGMP celular, que aumentan la actividad de la proteína quinasa G (PKG) mediante un mecanismo similar al descrito
para cAMP (véase figura 1-6), regula la actividad de la fosfodiesterasa (PDE) y altera las propiedades de transporte iónico de la
célula blanco.
cromatina nuclear para iniciar la cascada de señalización. Estos receptores se pueden agrupar en dos subtipos principales basados en
propiedades estructurales y funcionales compartidas. El primero,
la familia de receptores de esteroides, incluye el receptor de glucocorticoides prototípico (GR) y los receptores para mineralocorticoides (MR), andrógenos (AR) y progesterona (PR). El segundo, la familia de receptores tiroideos, incluye el receptor de hormona
tiroidea (TR) y los receptores de estrógeno (ER), ácido retinoico
(RAR y RXR) y vitamina D (VDR), así como el receptor activado
por proliferador de peroxisoma (PPAR). También existen los denominados receptores huérfanos, que tienen una homología estructural con los miembros de la familia NR extendida. Para muchos de
éstos, el “ligando” es desconocido, y sus roles funcionales en la regulación de la expresión génica aún no se han determinado. Otros
se han relacionado con ligandos específicos. Por ejemplo, los PPAR
se unen a ácidos grasos, FXR con isoprenoides y ácidos biliares, LXR con oxiesteroles, PXR con metabolitos esteroideos, CAR
con xenobióticos y BXR con derivados de ácido fólico. En total, hay
más de 70 receptores nucleares y receptores huérfanos en humanos.
Los receptores de esteroides (es decir, GR, MR, AR y PR), en condiciones basales, existen como complejos citoplasmáticos y multiméricos, que incluyen las proteínas de choque térmico (HSP) 90,
70 y 56 e inmunofilinas de la familia FK506 (FKBP51 y FKBP52).
ER, aunque demuestra una asociación similar con HSP, se limita en
gran parte al compartimento nuclear. La asociación del ligando esteroide con el receptor da como resultado la disociación del HSP.
Esto a su vez expone una señal de translocación nuclear previamente enterrada en la estructura del receptor (cerca de las regiones
de unión y bisagra del DNA, véase más adelante) e inicia el transporte del receptor al núcleo, donde se asocia con el elemento de
respuesta hormonal (figura 1-17).
Cada uno de los miembros de la familia ha sido clonado y secuenciado, y se han obtenido estructuras cristalográficas para muchos de ellos. En consecuencia, sabemos mucho sobre su dominio terminal de estructura de longitud variable y homología de
secuencia limitada con otros miembros de la familia. En, al menos,
algunos receptores, se cree que esta región, que se ha denominado AF-1, participa en la función de transactivación, a través de la
cual los receptores individuales promueven la transcripción génica incrementada. La variabilidad significativa en la longitud de
las regiones amino terminales de los diferentes receptores sugiere diferencias potenciales, en sus respectivos mecanismos, para la
regulación transcripcional. De hecho, diferentes dominios AF-1
muestran afinidad diferencial por la interacción con proteínas
coactivadoras (véase más adelante). El amino terminal es seguido
por una región básica que tiene un alto grado de homología de secuencia en las familias de genes de receptores de esteroides y tiroides. Esta región básica codifica dos motivos de dedos de cinc (figura 1-19), que se ha demostrado que establecen contactos en el surco
principal del elemento de reconocimiento de DNA afín (léase la
discusión más adelante). Con base en los datos cristalográficos recopilados para la región de unión a DNA del GR, sabemos que la
secuencia de aminoácidos que se encuentra entre el primer y segundo dedos (es decir, la hélice de reconocimiento) es responsable
de establecer contactos específicos con el DNA. El segundo dedo
proporciona los contactos estabilizadores que aumentan la afinidad del receptor por el DNA. La región de unión al DNA también
alberga residuos de aminoácidos que contribuyen a la dimerización de los monómeros dispuestos de forma contigua en el elemento de reconocimiento de DNA. Siguiendo la región básica, está el
dominio carboxilo terminal de la proteína. Este dominio es responsable de la unión del ligando relevante, la dimerización del receptor o la heterodimerización y la asociación con la HSP. También
contribuye a la función de transactivación dependiente del ligando
(incorporada en un subdominio denominado AF-2) que impulsa la
actividad transcripcional. Curiosamente, en casos seleccionados,
se ha demostrado que los no ligandos son capaces de activar los
receptores de esteroides. La dopamina activa el receptor de progesterona y aumenta la actividad transcripcional dependiente de RP,
probablemente a través de un evento de fosforilación, que provoca
un cambio conformacional similar al producido por la asociación
del receptor con la progesterona.
Las regiones de unión a DNA de estos receptores entran en
contacto con el DNA a través de una HRE canónica, que se describe en la tabla 1-3. De manera curiosa, cada receptor en la subfamilia individual se une al mismo elemento de reconocimiento con
gran afinidad. Por tanto, la especificidad de la acción de la hormo-
22
CAPÍTULO 1
Hormonas y acción hormonal
H
Membrana de plasma
HSP
HSP
R
R
HSP
Proteína
H
R
H
R
mRNA
meG
AAAA
Membrana nuclear
pre-mRNA
H
H
R
R
HRE
Factores
de transcripción
principales
TATA
Fase de alteración nucleosómica/
estructura de cromatina
FIGURA 1-17
Señalización a través del complejo receptor de esteroides. Los miembros de la familia de genes TR emplean mecanismos similares, aunque la mayoría de estos últimos se concentran en el compartimento nuclear y no están asociados con el complejo
de HSP antes de unirse al ligando (meG, metilguanosina).
na debe establecerse, ya sea por la secuencia de DNA contextual
que se encuentra fuera del elemento de reconocimiento, o por
otras interacciones de DNA-proteína no receptoras colocadas muy
cerca del elemento. Curiosamente, el GR, así como algunos otros
NR (p. ej., ER), son capaces de unirse a la secuencia de DNA que
carece de la HRE clásica. Originalmente descrito en el promotor
del gen de proliferina de ratón, estos elementos compuestos se asocian con complejos heterólogos que contienen GR, así como con
componentes del complejo del factor de transcripción AP-1 (es decir, c-Jun y c-Fos). Muestran una actividad regulatoria única a nivel
de promotores posicionados contiguamente. Uno de tales elementos compuestos, por ejemplo, dirige efectos transcripcionales muy
específicos dependiendo de si el GR o el MR están incluidos en el
complejo.
Se ha informado que varios esteroides, particularmente los glucocorticoides y estrógenos, tienen efectos independientes sobre la
estabilidad de las transcripciones del gen blanco. En este punto, no
está claro qué papel desempeñan los receptores de hormonas en
este proceso y si la estabilización de la transcripción está atada mecánicamente a la mejora de la actividad transcripcional.
FAMILIA DE RECEPTORES DE TIROIDES
La familia de receptores de tiroides incluye TR, RAR, RXR, ER,
PPAR y VDR. Comparten un alto grado de homología con el protooncogén c-erbA y una alta afinidad por un sitio común de reconocimiento de DNA (véase tabla 1-3). Con la excepción del ER, no se
asocian con los HSP, y están constitutivamente ligados a la cromatina en el núcleo de la célula. La especificidad de la unión para cada
uno de los receptores individuales, una vez más, probablemente
sea conferida por una secuencia contextual que rodea este elemento, la orientación de los elementos (p. ej., repeticiones directas o
repeticiones invertidas o palíndromos), la polaridad (es decir, 5′ en
contraste a la posición 3′ en dos repeticiones sucesivas) y el número y la naturaleza de los nucleótidos espaciadores que separan las
repeticiones.
Familia de receptores de tiroides
NH2
DBD
LBD
23
TABLA 1-3 Elementos de reconocimiento de DNA
para las principales clases de receptores
de hormonas nuclearesa
Transactivación
independiente
del ligando
Enlace del DNA
Hetero y
homodimerización
Elemento
Unión del ligando
HRE
Secuencia de reconocimiento
Receptor
Dimerización
Glucocorticoide
Mineralocorticoide
Progesterona
Andrógeno
AGAACANNNTGTTCT
Transactivación
dependiente de ligando
Translocación nuclear
ERE
Asociación con proteínas
de choque térmico
TRE
Estrógeno
AGGTCANNNTGACCT
Vitamina D
Hormona tiroidea
Ácidos retinoicos
Ligandos PPAR
AGGTCA(N)nAGGTCA
FIGURA 1-18
Esquema estructural de una molécula representativa del receptor de esteroides. Se dan designaciones separadas para los dominios amino terminal (NH2), de unión a DNA
(DBD) y de unión a ligando (LBD). La actividad funcional asociada
con cada uno de estos dominios individuales, según lo determinado por los estudios de mutagénesis, está indicada en cada dominio individual.
El ER se une a su RE como un homodímero, mientras que VDR,
RAR, RXR y TR prefieren la unión como heterodímeros. La naturaleza de los socios heterodiméricos ha proporcionado algunas ideas
intrigantes sobre la biología de estos receptores. Los socios relacionados a TR más prevalentes parecen ser los RXR. Estos últimos
receptores, que como homodímeros forman asociaciones de alta
afinidad con el ácido 9-cis-retinoico, también forman complejos
heterodiméricos en el estado no ligado con VDR y RAR. En los
casos individuales en los que se ha examinado, la heterodimerización con RXR amplifica tanto la unión al DNA, como la actividad
a
Los elementos representan secuencias consenso seleccionadas para enfatizar
la naturaleza modular de los medios sitios y su capacidad para generar palíndromos. Las secuencias se leen en la dirección de 5′ a 3′. N denota un nucleósido espaciador (ya sea A, G, C o T). Los medios sitios se identifican por las
flechas superpuestas. El TRE está dispuesto como una repetición directa, pero
también puede existir como un palíndromo o un palíndromo invertido. Se coloca
un número variable de nucleótidos espaciadores entre las dos repeticiones directas, dependiendo del tipo de receptor de hormona. Se prefieren tres, cuatro
y cinco nucleósidos (es decir, n = 3, 4 o 5) para la unión de VDR, TR o RAR,
respectivamente.
funcional de estos otros receptores. Por tanto, la capacidad de formar dichos complejos heterodiméricos puede aumentar significativamente la flexibilidad y la potencia de estos sistemas de receptores de hormonas en la regulación de la expresión génica.
Curiosamente, el posicionamiento (5′ vs. 3′) de las proteínas participantes en el RE es importante para determinar el resultado funcional de la asociación. En la mayoría de las situaciones relaciona-
G C H
S
A
E
Y
G
V
L
D
S
T
C
C
V
C
480
G
S
Zn2+
440 L
K
C
R
R
I
K
I
N
C
N D
R
G A
K V F F K R A V E G Q H N Y L
460
470
Reconocimiento de hélice
I
D
C
P
Zn2+
C
A
C
R
Y
R
K
C
500
L
Q
A
FIGURA 1-19 Esquema de los dos dedos de cinc, junto con el ion de cinc coordinado, que constituyen el dominio de unión a DNA
del GR (los aminoácidos están numerados en relación con el receptor de longitud completa). Las regiones sombreadas denotan dos estructuras alfa helicoidales que están orientadas perpendicularmente entre sí en la molécula receptora. El primero de ellos, la hélice de
reconocimiento, establece contacto con las bases en el surco mayor del DNA. Las flechas rojas identifican aminoácidos que entran en
contacto con bases específicas en el elemento de respuesta a glucocorticoides (GRE). Las flechas negras identifican los aminoácidos
que confieren especificidad para el GRE; las sustituciones selectivas en estas posiciones pueden desplazar la especificidad del receptor a otros elementos de respuesta. Los puntos identifican los aminoácidos que establecen contactos específicos con la cadena principal de fosfato del DNA. (Reproducido con permiso de Luisi BF, Xu WX, Otwinowski Z, et al. Análisis cristalográfico de la interacción del
receptor de glucocorticoides con ADN. Nature 1991 Aug 8;352(6335):497-505).
24
CAPÍTULO 1
Hormonas y acción hormonal
A
H4
H5
H3
B
FIGURA 1-20
Estructuras tridimensionales para el Erα LBD ocupado por agonistas y antagonistas. (A) Vistas ortogonales del complejo agonista de péptido dietilestilbestrol-ERα LBD-NR II. El péptido coactivador y el LBD se presentan como diagramas de cinta. El
péptido se colorea de color naranja medio, la hélice (H) 12 (residuos de ERα 538-546) es de color naranja oscuro. Hélices 3, 4 y 5 son
de color rosa claro. El dietilestilbestrol se representa en rojo en un formato de relleno de espacio. (B) Vistas ortogonales del complejo
antagonista 4-hidroxitamoxifeno-ERα LBD. La combinación de colores es la misma que en el panel A. El 4-hidroxitamoxifeno se muestra
en verde en un formato de relleno de espacio. Tenga en cuenta que NR Box II está ausente en esta estructura. (C) Representación esquemática del mecanismo subyacente a la activación dependiente del agonista del receptor de la hormona nuclear (véase la página siguiente). En presencia de agonista, la hélice 12 (la hélice terminal en el LBD) se pliega a través del bolsillo de unión del ligando, ligando
estabilizador (interacción del receptor y promover una conformación propicia para la asociación del coactivador). En presencia de un
antagonista, el impedimento estérico impide el plegamiento de la hélice 12 a través del bolsillo de unión al ligando. En cambio, se posiciona en la región típicamente ocupada por el coactivador, bloqueando así la función de activación del receptor. (Reproducida con permiso de Shiau AK, Barstad D, Loria PM, et al. La base estructural del reconocimiento del receptor de estrógeno/coactivador y el antagonismo de esta interacción por el tamoxifeno. Cell 1998 Dic 23;95(7):927-937).
Familia de receptores de tiroides
25
C
Coac
ice
12
e 11
Antagonista
Agonista
(Continuación)
Sin3
RPD3
N-Cor o
SMRT
SWI/SNF
H
12
Hélice 11
FIGURA 1-20
or
e
Hélic
Hél
tivad
ic
él
LBD
LBD
DBD
DBD
HRE
HRE
Remodelación
de cromatina
dependiente
de ATP
P/CAF
Desacetilación
de histonas
Transcripción
disminuida
Ligando
Complejo
TRAP/DRIP
CBP/p300
SRC-1, GRIP-1,
o CIP
Acetilación
de histonas
TRAP220
Acetilación
p160
FIGURA 1-21
LBD
LBD
DBD
DBD
HRE
HRE
Transcripción
incrementada
LBD
LBD
DBD
DBD
HRE
HRE
GTF
TBP POL II
Transcripción
incrementada
Interacción de las moléculas correpresor (arriba) versus coactivador (abajo) con el LBD de un receptor nuclear representativo (véase texto para más detalles). El orden temporal de p160 frente al enlace DRIP/TRAP permanece indeterminado.
26
CAPÍTULO 1
Hormonas y acción hormonal
das con la activación transcripcional, RXR parece preferir la
posición cadena arriba (5′) en el complejo dimérico. Por tanto,
la diversidad de respuesta se genera mediante la selección de elementos de reconocimiento (p. ej., sitios monoméricos frente a sitios diméricos frente a oligoméricos) y mediante la elección y el
posicionamiento de la pareja dimérica (p. ej., homodímero frente a
heterodímero) cuando corresponda.
Se han descrito las estructuras cristalográficas de los LBD de
varios miembros de la familia TR. Éstos incluyen el RXRα no ligado
dimérico, el RARγ ligado monomérico, el TRα ligado monomérico,
el agonista dimérico (es decir, el estradiol) y el antagonista (es decir, el raloxifeno) unidos, el VDR ligado y el PPARγ ligado. Un LBD
compuesto muestra un patrón de plegado común con 12 hélices
alfa (numeradas según las convenciones H1-H12) y un giro beta
conservador. Existe cierta variabilidad en que no hay H2 en RARγ
y hay una hélice H2 corta en PPARγ, pero se conserva la configuración estructural general. La interfaz dimérica se forma a través de
la interacción de aminoácidos ubicados en las hélices 7 a 10, con la
influencia más fuerte ejercida por H10. Estas interacciones parecen
ser importantes tanto para las interacciones homodiméricas, como
heterodiméricas. Se ha demostrado que la unión del ligando se
produce a través de lo que se ha denominado mecanismo de “trampa de ratones”. En el estado no ligado, H12, que contiene el dominio de activación carboxilo terminal AF-2, se desplaza fuera del
bolsillo de unión al ligando (figura 1-20). La asociación del ligando
agonista (p. ej., estradiol en el caso del ER) con el núcleo hidrofóbico del receptor conduce a un reposicionamiento de H12 sobre la
cavidad de unión del ligando, donde estabiliza las interacciones
receptor-ligando y cierra la “trampa del ratón”. La unión de un ligando antagonista tal como raloxifeno, que debido a su estructura
engendra un impedimento estérico en el bolsillo de unión al ligando, previene el cierre de H12 en la posición agonista normal. En
cambio, H12 se pliega en una ubicación alternativa entre H4 y H3,
una conformación que suprime la función de activación del receptor (discutido más adelante). La estructura cristalina de un par de
receptores nucleares de longitud completa (en este caso, PPAR
gamma y RXR alfa) muestra que la proteína PPAR gamma domina
a su pareja heterodimérica, dictando la estructura general del complejo.
Los fundamentos mecanicistas de la regulación transcripcional
por parte de los NR se han elucidado parcialmente (figura 1-21).
En el estado no ligado o unido al antagonista, los dímeros del receptor se asocian preferentemente con un complejo macromolecular que contiene las proteínas represoras N-CoR o SMRT, un correpresor transcripcional Sin3 y una histona desacetilasa RPD3.
N-CoR y SMRT utilizan, cada uno, dos dominios independientes
de interacción de receptor (ID) para asociarse con los NR (un represor, dos receptores). Cada ID contiene una secuencia de aminoácidos (L/IXXI/VI, donde I = isoleucina, L = leucina, V = valina,
X = cualquier aminoácido), que interactúa con las hélices 4, 5 y 6
del NR LBD. La acetilación de histonas se asocia típicamente con la
activación de la transcripción génica (que presumiblemente refleja
la descompactación de la cromatina que rodea la unidad transcripcional), por lo que se cree que la actividad de la histona deacetilasa
en el complejo promueve un estado transcripcionalmente inactivo.
La adición de ligando conduce a un cambio en la conformación del
receptor, que ya no favorece la interacción con el correpresor (un
cambio en la posición de la hélice 12 en el LBD previene la interacción del correpresor y promueve el ensamblaje coactivador en el
complejo) y causa tanto la remodelación de cromatina dependiente
de ATP, como el ensamblaje de un complejo activador que contiene
proteínas coactivadoras p160 (p. ej., SRC-1, GRIP-1 o P/CIP) y, secundariamente, la proteína de unión a CREB (CBP) y la histona
acetilasa P/CAF. La acumulación neta de actividad de histona acetilasa (CBP y P/CIP, así como P/CAF, poseen actividad acetilasa)
conduce a la acetilación de proteínas de cromatina (p. ej., histonas)
como también a componentes de la maquinaria transcripcional
central, lo que resulta en descompactación de cromatina y un aumento neto en la actividad transcripcional. La interacción de los
NR con los coactivadores en este complejo tiene lugar a través de
motivos LXXLL (donde L = leucina y X = cualquier aminoácido)
presentes en las proteínas coactivadoras. Cada coactivador puede
tener varios de estos motivos, que preferentemente se asocian con
diferentes NR, otros factores de transcripción u otros coactivadores. Esto permite un grado de selectividad en términos de qué proteínas reguladoras se incorporan en el complejo. Notablemente, un
análisis estructural reciente mostró que un péptido de 13 aminoácidos, que contiene un motivo LXXLL de la proteína GRIP-1, interactúa con TRβ a través de una hendidura hidrofóbica generada
por las hélices 3, 4 y 12 (incluido AF-2) en la proteína receptora.
Ésta es la misma hendidura que ocupa la hélice 12, que alberga un
motivo LXXLL, en el ERα unido a raloxifeno. Esto sugiere que el
antagonista, en este último caso, adquiere sus propiedades de bloqueo de la activación, reposicionando la hélice 12 de una manera
que conduce al desplazamiento de la proteína coactivadora desde
este surco (véase la discusión anterior). SRC también interactúa
con el dominio AF-1, sugiriendo un mecanismo potencial para
maximizar la actividad sinérgica entre los dominios AF-1 y AF-2 en
los receptores. La importancia de SRC1 en la acción de la hormona
tiroidea se ve subrayada por la evidencia de que los ratones golpeados por SRC1 muestran una resistencia significativa a la hormona
tiroidea en los tejidos periféricos.
Se cree que el CBP funciona como un componente fundamental
del complejo reglamentario NR. Mientras que la clase p160 de
coactivadores interactúa directamente con los NR (coactivador primario), CBP se asocia principalmente con los coactivadores p160,
estableciendo así un enlace indirecto a los receptores (coactivador
secundario). CBP también tiene la capacidad de establecer asociaciones primarias más débiles con las proteínas receptoras. Como se
señaló anteriormente, CBP funciona como un integrador central
de señales reguladoras de la transcripción de múltiples vías, incluida la activación dependiente de cAMP del factor de transcripción CREB. La evidencia reciente sugiere que un nivel adicional de
control regulador puede estar involucrado en la amplificación selectiva de la actividad transcripcional dependiente de NR. Una enzima llamada arginina metiltransferasa, asociada a coactivador 1
(CARM1), se asocia con CBP y metila la proteína. Esto da como
resultado una reducción en la activación del gen dependiente de
CREB y, en segundo lugar, un aumento en la transcripción del gen
dependiente de NR. Este mecanismo de conmutación reenfoca eficazmente la maquinaria de transcripción en término de la expresión génica dependiente de NR. CARM1 también interactúa con
los tres miembros de la familia SRC. Se une al dominio AD2 en el
extremo carboxi de los coactivadores p160 (por el contrario, CBP se
asocia con el dominio AD1 ubicado en la región media de la molécula). En este contexto, CARM1 promueve la metilación del coactivador p160 y la disociación del complejo CARM1-SRC del DNA
asociado a NR, despejando de forma efectiva el promotor del complejo regulador transcripcional.
Otra familia de complejos coactivadores también se ha identificado como un papel importante en la señalización de NR. Los complejos humanos de proteína asociada a TR (TRAP) y de proteína
Efectos no genómicos de las hormonas esteroideas
receptor de vitamina D (DRIP) son los mejor caracterizados hasta
la fecha. Se cree que estos complejos, que contienen cerca de 25
proteínas individuales, sirven como un puente funcional entre el
NR ligando unido al DNA y los factores de transcripción generales
(GTF) (p. ej., TBP, TFIIB, RNA polimerasa II y TAF) involucrado en
la formación del complejo de preiniciación, una función previamente asignada al complejo mediador en levadura. La subunidad
TRAP220 parece establecer los contactos relevantes, a través de
motivos LXXLL, con los NR en la promoción de esta asamblea. Su
papel frente a los coactivadores p160 aludidos anteriormente permanece indefinido; sin embargo, se ha sugerido que suceden al
complejo coactivador p160 al unirse con NR enlazados ubicados en
promotores del gen blanco, establecer las conexiones estructurales
y funcionales necesarias con la maquinaria transcripcional central
e iniciar la síntesis de mRNA. También se ha sugerido que la acetilación de uno de los motivos clave de unión a NR (LXXLL) en el
coactivador de SRC por CBP conduce a la disociación de SRC de
los receptores nucleares, permitiendo así el acceso para el ensamblaje del complejo TRAP/DRIP (véase figura 1-21).
Los receptores nucleares pueden modificarse postraduccionalmente a través de la acetilación, ubiquitinación y fosforilación. Las
modificaciones son comunes en el dominio amino terminal AF-1,
donde pueden afectar la afinidad por las proteínas coactivadoras
seleccionadas y, por tanto, modular la actividad del receptor. La
fosforilación, que es la más estudiada de estas modificaciones, puede afectar prácticamente a todos los receptores nucleares. La fosforilación por quinasas asociadas con la maquinaria transcripcional
general (p. ej., quinasa dependiente de ciclina 7) o rutas de señalización intracelulares principales (p. ej., Akt) puede servir para reclutar coactivadores en el complejo, facilitando de este modo la
regulación transcripcional. Las moléculas coactivadoras u otros
factores reclutados en los complejos de transcripción de múltiples
subunidades pueden poseer actividad de quinasa, ubiquitina ligasa, ATPasa, metiltransferasa o acetilasa, que pueden dirigirse a receptores nucleares u otros correguladores. Por tanto, además de su
capacidad para proporcionar el andamiaje para el ensamblaje complejo, también poseen la capacidad enzimática para ajustar la actividad transcripcional del complejo. Los coactivadores mismos pueden sufrir modificaciones postraduccionales. La fosforilación de
los coactivadores de SRC, por ejemplo, puede aumentar la afinidad
del coactivador por los receptores de esteroides nucleares seleccionados (p. ej., AR, PR y ER), así como las proteínas p300 y CBP,
aumentando así la estabilidad del complejo de activación. Además
de sus efectos sobre la transcripción, se ha sugerido que los coactivadores están implicados en la elongación de la transcripción, el
empalme de RNA y el transporte de mRNA.
Estudios recientes han demostrado que una porción significativa de los sitios de unión a ER-DNA en células MCF7 (una línea
celular de cáncer de mama) está topográficamente ligada o, en algunos casos, directamente superpuesta, con las del factor de transcripción A1 de caja de forkhead (FOX A1). FOX A1 ha sido referido
como un factor pionero que ayuda a posicionar ER (o AR) en sitios
específicos en el DNA. FOX A1 se recluta para marcadores epigenéticos específicos en cromatina; en el caso de las células MCF7,
ésta es una metilación de lisina 4 en la histona 3. Esto, a su vez,
dirige la unión de ER a regiones cercanas en el DNA. Se han informado hallazgos similares con la RA, aunque con diferentes marcadores epigenéticos de cromatina.
Aunque el GR está codificado por un solo gen, hay varios sitios
de inicio de traducción y el transcrito del gen primario puede ser
empalmado alternativamente para generar una serie de variantes,
27
algunas de las cuales (p. ej., GR β) pueden ejercer actividad dominante negativa cuando se combina con el receptor predominante
(p. ej., GR α). GR beta se expresa abundantemente en neutrófilos
y células epiteliales donde puede ser responsable de suprimir la
actividad de glucocorticoides. TR está codificado por dos genes (α
y β). TR α1 y TR β1 parecen ser las formas dominantes de TR en el
cuerpo. Aunque existe una superposición considerable en su distribución tisular, TR α1 está enriquecida en músculo esquelético,
grasa marrón y el sistema nervioso central, y TR β1 se encuentra en
el hígado, los riñones y el sistema nervioso central. Se cree que
señalan la mayoría de los efectos de desarrollo y termogénicos de la
hormona tiroidea en todo el animal. TR β2, una variante de corte y
empalme del gen TRβ, se encuentra en la glándula hipófisis de los
roedores, donde puede tener una función reguladora específica (p.
ej., control de la secreción de TSH). TR α2, un producto empalmado alternativamente del gen TRα, carece del HBD en la terminal
carboxilo de la molécula y, por tanto, no es un verdadero receptor
de la hormona tiroidea. Bajo ciertas condiciones experimentales,
TR α2 puede bloquear la actividad de otros miembros de la familia TR, pero su función fisiológica, si existe, permanece indefinida.
Existe una heterogeneidad similar en la familia de receptores de
retinoides. Hay tres isoformas para RXR y RAR. Colectivamente,
se piensa que estos receptores juegan un papel importante en la
morfogénesis, pero la función de las isoformas individuales permanece sólo parcialmente entendida. Hay dos isoformas ER. ERα parece indicar la mayor parte de la actividad estrogénica tradicional.
ERβ se encuentra en una variedad de tejidos diferentes y posee
actividad antiproliferativa, que puede servir para amortiguar los
efectos de la RE ligada.
EFECTOS NO GENÓMICOS DE LAS HORMONAS
ESTEROIDEAS
Aunque los esteroides ejercen la mayor parte de su actividad biológica a través de efectos genómicos directos, hay varias líneas de
evidencia que sugieren que esto no proporciona una imagen completa de la acción de la hormona esteroidea. Hay varios ejemplos
que, por razones cinéticas o experimentales, no se ajustan al paradigma clásico asociado con un mecanismo de regulación transcripcional. Incluidas dentro de este grupo están la supresión rápida de
la secreción de ACTH después de la administración de esteroides, la modulación de la maduración de oocitos y la excitabilidad
neuronal por progesterona, la estimulación de la óxido nítrico sintasa endotelial (a través de la interacción de ERα con la subunidad
p85 de PI-3K), la inhibición de la deiodinasa tipo II y la estimulación del consumo de oxígeno mitocondrial por la hormona tiroidea
y la regulación de la función del canal del calcio por la vitamina D
1,25-(OH)2. Estudios recientes han demostrado la presencia de esteroides sexuales convencionales, vitamina D y receptores de hormonas tiroideas en las membranas de las células blanco. La unión
de éstos a la membrana requiere la palmitoilación de residuos de
cisteína interna que conduce a la asociación del receptor unido a la
membrana con las caveolas. Estas caveolas trafican los receptores a
los complejos de señalización o “balsas” dentro de la membrana. El
PR muestra una capacidad novedosa para interactuar con los dominios SH3 de las tirosina quinasas de la familia Src, accediendo así
a la vía de señalización Ras/Raf/MEK-1/ERK (discutida anteriormente). Aunque aún no comprendemos por completo los mecanismos que subyacen a estos efectos no genómicos, su importancia
potencial para mediar la acción de los esteroides o de la hormona
28
CAPÍTULO 1
Hormonas y acción hormonal
tiroidea puede, en casos seleccionados, aproximarse a la de sus homólogos genómicos más convencionales.
Los neuroesteroides representan otra clase de agonistas hormonales no tradicionales con actividad biológica única. Algunos de
éstos son esteroides nativos (p. ej., progesterona), mientras que
otros son derivados conjugados o metabolitos de los esteroides nativos (p. ej., dihidroprogesterona). Estos agonistas han sido identificados en el sistema nervioso central y, en algunos casos, han demostrado tener una potente actividad biológica. Se cree que operan
a través de la interacción con el receptor del ácido γ-aminobutírico,
una molécula que aumenta la conductancia de la membrana neuronal al ion cloruro. Esto tiene el efecto neto de hiperpolarizar la
membrana celular y suprimir la excitabilidad neuronal. Se predice
que las interacciones que promueven la actividad del receptor producen efectos sedantes hipnóticos en todo el animal, mientras que
se espera que las interacciones inhibitorias conduzcan a un estado
de excitación del sistema nervioso central.
SÍNDROMES DE RESISTENCIA A RECEPTORES
DE HORMONAS ESTEROIDEAS Y TIROIDEAS
Los defectos hereditarios en estos receptores se han relacionado
con la fisiopatología de varios síndromes de resistencia a las hormonas. Estos síndromes se caracterizan por un fenotipo clínico que
sugiere una deficiencia de hormona, por niveles elevados del ligando de la hormona circulante y niveles aumentados (o inapropiadamente detectables) de la hormona reguladora trófica relevante (p.
ej., ACTH, TSH, FSH o LH). Las mutaciones puntuales en los dedos de cinc del dominio de unión al DNA así como el LBD del VDR
conducen a una forma de raquitismo dependiente de vitamina D
(tipo II) caracterizado por lesiones raquíticas óseas típicas, hiperparatiroidismo secundario y alopecia. Se hereda como un trastorno
autosómico recesivo. Los defectos moleculares diseminados a lo
largo de todo el AR (>400 hasta la fecha), aunque concentrados en
el LBD, se han relacionado con síndromes caracterizados por diversos grados de resistencia a andrógenos, que van desde la infertilidad, hasta el síndrome de feminización testicular completo. Se
cree que la gravedad clínica, en este caso, está relacionada con la
gravedad del deterioro funcional que la mutación impone al receptor. Debido a que el AR está ubicado en el cromosoma X, estos
trastornos se heredan de manera ligada a X.
Los defectos en el GR son menos comunes, tal vez reflejando la
naturaleza de los trastornos que amenazan la vida en este sistema.
Sin embargo, se han identificado mutaciones que impactan negativamente en la función del receptor. Las presentaciones clínicas en
estos casos han estado dominadas por signos y síntomas relacionados con la deficiencia de glucocorticoides (p. ej., fatiga, astenia) y
andrógenos suprarrenales (p. ej., hirsutismo y precocidad sexual)
y sobreproducción de mineralocorticoides (p. ej., baja hipertensión
renina). Esto presumiblemente resulta de la supresión defectuosa
mediada por esteroides de la secreción de ACTH y la hiperplasia
suprarrenal, a medida que la primera aumenta en un intento de
restaurar la actividad de glucocorticoides en la periferia.
La resistencia a la hormona tiroidea se ha relacionado con un
gran número de mutaciones dispersas a lo largo de la forma β del
receptor, aunque, una vez más, hay una concentración de mutaciones en el LBD, particularmente a lo largo de los límites de la bolsa
de enlaces del coactivador. La presentación clínica de la resistencia
a la hormona tiroidea resultante de una TR beta defectuosa se extiende desde los síndromes de déficit atencional leve más típicos,
hasta el hipotiroidismo completo con crecimiento alterado. Diferentes tejidos blanco que albergan los receptores mutantes muestran sensibilidad variable a la hormona tiroidea, con algunos tejidos (p. ej., hipófisis) que muestran una resistencia profunda y otros
(p. ej., corazón) que responden de una manera que sugiere hiperestimulación con hormona tiroidea (es decir, tirotoxicosis). Los últimos efectos (p. ej., taquicardia) pueden reflejar el predominio
de la isoforma α normal, en oposición a la isoforma β TR defectuosa, en el tejido blanco (p. ej., corazón). La mutación de la forma
alfa de TR se describió recientemente. Conduce a un crecimiento
significativo y retraso en el desarrollo, displasia esquelética y estreñimiento intenso. Estos síndromes son bastante únicos, ya que se
heredan como trastornos autosómicos dominantes, que presumiblemente reflejan la capacidad de los receptores mutados de interferir con los receptores producidos a partir del alelo normal, ya sea
uniéndose al RE con mayor afinidad que los receptores de tipo salvaje y excluyendo acceso de este último a genes blanco, o formando heterodímeros inactivos con las proteínas de receptor de tipo
salvaje (es decir, receptor mutante negativo dominante). Las mutaciones en el receptor de tiroides también pueden dar como resultado una asociación dependiente de agonistas con represores transcripcionales (p. ej., N-CDR y SMRT) dando como resultado una
reducción en la actividad transcripcional. Se han descrito varios
pacientes con resistencia a la hormona tiroidea que carecen de mutaciones en el TR. En dos casos, el defecto se ha asignado a defectos en el transporte y el metabolismo intracelular de la hormona
tiroidea.
Los defectos en el GR son raros, tal vez reflejando el papel crítico que desempeñan los estrógenos en la regulación del metabolismo de las lipoproteínas. Sin embargo, se ha descrito un paciente
masculino que alberga una mutación dentro del LBD de la ER. Su
presentación clínica se caracterizó por la infertilidad y la osteopenia, lo que sugiere un papel importante de los estrógenos en el
mantenimiento de la espermatogénesis, así como en el crecimiento
óseo, incluso en sujetos varones.
Una nueva mutación en el receptor PPARγ conduce a un fenotipo que se asemeja al de los pacientes con síndrome metabólico
(es decir, resistencia a la insulina grave, diabetes mellitus e hipertensión). Se ha descrito un síndrome de resistencia mineralocorticoide o pseudohipoaldosteronismo en varias familias independientes. El pseudohipoaldosteronismo de tipo I se caracteriza por
pérdida de sal renal neonatal, deshidratación, hipotensión, hipercaliemia y acidosis metabólica hiperclorémica, a pesar de la presencia de niveles elevados de aldosterona. Las mutaciones heterocigóticas en la MR son responsables de una forma más leve de la
enfermedad, que se hereda en un patrón autosómico dominante
con anomalías limitadas en gran medida al riñón. Una forma más
grave de la enfermedad con afectación sistémica generalizada se
hereda en un patrón autosómico recesivo y parece deberse a mutaciones de pérdida de función en genes que codifican subunidades
del canal del sodio epitelial, sensible a amilorida. De interés equivalente es la reciente identificación de una mutación activante del
receptor mineralocorticoide (Ser810-a-Leu810). Esta mutación da como resultado una hipertensión grave de aparición temprana que se
ve notablemente exacerbada por el embarazo. La mutación conduce a la activación constitutiva de la MR y altera la especificidad de
la unión del ligando, de manera que los antagonistas de MR tradicionales, como la progesterona, funcionan como agonistas parciales. Esta última propiedad presumiblemente explica el aumento
dramático de la presión arterial durante el embarazo. La deficiencia genética de coactivadores también se ha relacionado con enfer-
Referencias
medades humanas. Los niveles de expresión del coactivador alfa
de PPARγ (PGC-1α) se han relacionado con trastornos metabólicos
como la diabetes mellitus y la obesidad. La mutación del gen CBP
conduce al síndrome de Rubenstein-Taybi, caracterizado por un
desarrollo defectuoso y una alteración de la formación de la memoria a largo plazo.
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Hormonas y acción hormonal
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C A P Í T U L O
Autoinmunidad endocrina
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BCR
(B-cell receptor), Receptor de células B
SCID
cAMP
(Cyclic adenosine monophosphate), Monofosfato de adenosina cíclico
(Spontaneous combined immunodeficiency),
Inmunodeficiencia combinada espontánea
TAP
CaSR
(Calcium-sensing receptor), Receptor sensor
de calcio
(Transporter associated with antigen processing), Transportador asociado con el procesamiento de antígeno
CD
(Cluster of differentiation), Clúster de diferenciación
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(Thyrotropin-binding inhibition), Inhibición vinculada a la tirotropina
CTLA
(Cytotoxic T lymphocyte antigen), Antígeno de
linfocitos T citotóxicos
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(Forkhead box P3), Caja de cabezales P3
TI
(Thymus-independent), Timo independiente
GABA
(Gamma-aminobutyric acid), Ácido gammaaminobutírico
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GAD
(Glutamic acid decarboxylase), Descarboxilasa
de ácido glutámico
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(Thyroperoxidase), Tiroperoxidasa
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(Human leukocyte antigen), Antígeno leucocitario humano
(Thyroid-stimulating hormone), Hormona estimulante de la tiroides
TSH-R
(Thyrotropin receptor), Receptor de tirotropina
TSI
(Thyroid-stimulating immunoglobulin), Inmunoglobulina estimulante de la tiroides
VNTR
(Variable number of tandem repeats), Número
variable de repeticiones en tándem
HLA
IA-2
(Islet cell antigen-2 [tyrosine phosphatase]),
Antígeno-2 de las células de los islotes (tirosina fosfatasa)
IFN
(Interferon), Interferón
32
CAPÍTULO 2
Autoinmunidad endocrina
El análisis epidemiológico de una gran población informó que alrededor de 1 de 30 (3.2%) personas en Estados Unidos se ve actualmente afectada por enfermedades autoinmunes. La enfermedad
de Graves, diabetes tipo 1, anemia perniciosa, artritis reumatoide,
tiroiditis de Hashimoto y vitiligo son las condiciones más frecuentes de este tipo, que representan 93% de individuos afectados. Un
enfoque más global para el cálculo de la prevalencia dio lugar a una
estimación corregida de entre 7.6 y 9.4% de la población mundial
afectada por enfermedades autoinmunes (2.5 de cada 30 personas
en todo el mundo).
Tradicionalmente se ha considerado que estas enfermedades
autoinmunes forman un espectro. En un extremo se encuentran
enfermedades de órganos específicos con objetivos de órganos específicos. La tiroiditis de Hashimoto es un ejemplo en el que una
lesión específica afecta la tiroides (infiltración linfocítica, destrucción de células foliculares) y los autoanticuerpos son producidos
con especificidad absoluta para las proteínas tiroideas. En el otro
extremo del espectro están las enfermedades autoinmunes sistémicas, ampliamente pertenecientes a la clase de trastornos reumatológicos. El lupus eritematoso sistémico es un ejemplo de una enfermedad caracterizada por cambios patológicos generalizados y una
colección de autoanticuerpos contra el DNA y otros constituyentes
nucleares de todas las células. Muchas de las enfermedades autoinmunes específicas del órgano son endocrinopatías autoinmunes.
Además, la mayoría de las glándulas endocrinas están sujetas a ataques autoinmunes que incluyen las glándulas suprarrenales (enfermedad autoinmune de Addison), gónadas (ooforitis autoinmune),
páncreas (diabetes tipo 1), hipófisis (hipofisitis autoinmune) y tiroides (enfermedad de la tiroides autoinmune) (tabla 2-1).
Las enfermedades endocrinas autoinmunes más comunes son,
en gran medida, las que involucran la tiroides y el páncreas endocrino. Cuando el objetivo es la glándula tiroides y la manifestación
clínica es hipotiroidismo (tiroiditis de Hashimoto), la prevalencia
es de aproximadamente 1 a 2%. Cuando la manifestación es hipertiroidismo (enfermedad de Graves), la prevalencia es de aproximadamente 0.4%. Ambos trastornos autoinmunes de la tiroides afectan a las mujeres de manera preferencial. Cuando los objetivos de
la respuesta autoinmune son las células β del páncreas, la presentación clínica es la diabetes tipo 1. La prevalencia de diabetes tipo
1 es cercana a la de la enfermedad de Graves (0.2 a 0.5%), sin embargo, no tiene predilección de género.
En este capítulo se revisan los conceptos inmunológicos básicos
que se aplican a las enfermedades endocrinas autoinmunes clínicas, como entidades únicas y como síndromes de insuficiencia poliendocrina.
COMPONENTES Y MECANISMOS
INMUNOLÓGICOS BÁSICOS
El sistema inmune se enfrenta constantemente a una variedad de
moléculas y las reconoce como propias o extrañas. El sistema inmune adaptativo ha evolucionado para reconocer virtualmente
cualquier molécula extraña, ya sea en existencia o por venir. El repertorio de moléculas de reconocimiento inmunitario, formadas
aleatoriamente por reordenamientos génicos, no está limitado por
la información genética codificada en el genoma (figura 2-1). Como
resultado, el sistema inmune humano adquiere una enorme variedad de moléculas de reconocimiento inmunológico. A modo de
ilustración, la diversidad teórica de los receptores de células T (moléculas de reconocimiento de células T), mediante reordenamientos aleatorios, alcanza 1015. Este mecanismo de reordenamiento
también se aplica a moléculas de reconocimiento de células B (es
decir, inmunoglobulinas). El mecanismo aleatorio de reordenamiento génico, sin embargo, produce moléculas de reconocimiento inmunológico que reaccionan con los componentes propios. Se
eliminan las células inmunes potencialmente peligrosas que llevan
moléculas de reconocimiento autorreactivas (seleccionadas negativamente) durante el desarrollo de los linfocitos T en el timo y de los
linfocitos B en la médula ósea. Parece que sólo las células inmunes,
que reaccionan fuertemente con el antígeno extraño y con el antígeno propio de forma muy débil, se seleccionan positivamente y
comprenden el repertorio de células inmunitarias periféricas. Este
mecanismo de selección de las células inmunitarias se denomina
TABLA 2-1 Algunas endocrinopatías autoinmunes, antígenos y autoanticuerpos
Enfermedad
Glándula
Autoantígeno
Autoanticuerpo
Hipofisitis autoinmune (linfocítica)
Hipofisitis granulomatosa
Hipófisis
Proteína citosólica hipofisaria
Antihipofisaria
Enfermedad de Graves
Tiroides
TSH-R, TPO
TPOTSI, TBII, antiTPO
Tiroiditis de Hashimoto
Tiroides
TPO, Tg
AntiTPO, antiTg
Hipoparatiroidismo autoinmune (idiopático)
Paratiroides
CaSR, NALP5, IFN alfa, IFN omega,
otros anticuerpos de citosina
Antiparatiroides
Diabetes mellitus tipo 1
Páncreas (células β)
GAD65, IA-2, pre-pro-insulina
AntiGAD, antiIA-2 (ICA), antiinsulina
Resistencia a la insulina tipo B con
acantosis nigricans (rara)
Adipocitos, células
musculares
Receptor de insulina
Bloqueo de receptores de insulina
Enfermedad de Addison autoinmune
(insuficiencia suprarrenal autoinmune)
Suprarrenal
21-hidroxilasa, 17α-hidroxilasa
P450scc
Anti21-hidroxilasa (ACA), anti17αhidroxilasa y antiP450scc (SCA)
Ooforitis autoinmune (falla ovárica
prematura)
Ovarios
Aún no identificado inequívocamente, 17α-hidroxilasa P450scc
También SCA en asociación con insuficiencia suprarrenal
Orquitis autoinmune/infertilidad masculina (algunas formas)
Testículos
Esperma
Antiesperma
Reconocimiento y respuesta inmunes
Vαn
Línea germinal del DNA
Vα2
Vα1
Jα
33
Cα
α
Recombinación
Vα1
Jα
Cα
DNA reordenado
Transcripción
Empalme
Traslación
α
Proteína
Receptor de células T
β
Transcripción
Empalme
Traslación
DNA reordenado
Vβ1 Dβ1 Jβ
Cβ1
Jβ
Cβ1
Recombinación
Línea germinal del DNA β
Vβn
Vβ2
Vβ1
Dβ1
Dβ2
Jβ
Cβ2
Reordenamiento de los genes α y β del receptor de células T (TCR) para formar un receptor funcionalmente diverso.
Durante el desarrollo de las células T, los segmentos del gen TCR α y β se reordenan mediante recombinación somática, de modo que
uno de los segmentos Vα se empareja con un solo segmento Jα, y un segmento Vβ se empareja con un único segmento Dβ y Jβ. Los
segmentos C (constantes) se unen con los segmentos reordenados por transcripción y empalme, para generar el mRNA funcional que
se traducirá en las cadenas de proteínas α y β que componen el TCR.
FIGURA 2-1
“tolerancia central”. Las células inmunes autorreactivas que saltan
la tolerancia central y alcanzan la periferia son administradas por
otros mecanismos de control contra la autoinmunidad y son eliminadas, dejadas de responder o suprimidas (“tolerancia periférica”).
Las fallas en estos mecanismos de regulación inmunológica, como
lo propusieron Mackay y Burnet en 1964, son características centrales del concepto de autoinmunidad.
RECONOCIMIENTO Y RESPUESTA INMUNES
Los linfocitos T y B son las células inmunes fundamentales y predominantes. Los precursores de linfocitos T (células preT) se originan
en la médula ósea y migran al timo, donde experimentan maduración y diferenciación. En etapas tempranas, expresan varias moléculas de superficie de células T, pero aún tienen configuración
genómica (no reordenada) de sus receptores de células T (TCR).
Estas células preT, destinadas a convertirse en células T con cadenas TCR α/β (células T α/β), pasan por una fase crítica, durante la
cual las células T autorreactivas se eliminan por selección negativa
(véase “Tolerancia de células T”, más adelante en este capítulo).
Pocas células preT expresarán otros tipos de cadenas en su TCR
(células T γ/δ). Las células T α/β se diferencian en células maduras
CD4 o CD8. Estos linfocitos ahora maduros migran a las áreas de
células T de los órganos linfoides periféricos y ejercen su función
como células ayudantes (TH) o citotóxicas (TC) cuando se activan.
Los linfocitos B maduran y se diferencian en la médula ósea y
luego migran a las áreas de células B de órganos linfoides. Influidas
por factores derivados de células TH previamente activadas por células que presentan antígeno (APC, antigen-presenting cells) profesionales, tales como macrófagos, algunas células B se diferencian
para convertirse en células productoras (células plasmáticas) de
inmunoglobulina M (IgM, immunoglobulin M). La mayoría de las
otras células B activadas, que no se diferencian en células plasmáticas, vuelven al estado de reposo para convertirse en células B de
memoria. Cuando las células B de memoria se activan más, ocurren dos eventos: cambio de isotipo (conmutación de clase de inmunoglobulina) e hipermutación de la región variable de inmunoglobulina para aumentar aún más la diversidad y la especificidad
(maduración de afinidad).
La activación de las células B requiere el reconocimiento del
antígeno como un todo, mientras que las células T requieren el reconocimiento de péptidos antigénicos unidos a moléculas del complejo de histocompatibilidad mayor (MHC) en las superficies de
APC profesionales. Por tanto, se dice que el reconocimiento de las
células T está restringido por MHC.
34
CAPÍTULO 2 Autoinmunidad endocrina
Clase II
Centrómero
DP DM
βα αβ
Kilobases (≈) 0
APTP
500
Clase III
DQ
DR
βα
βα
1 000
C4A
C4B C2
Clase I
TNF-α
BC
21B FB
21A
E
AHGF
TNF-β
1 500
2 000
2 500
3 000
3 500
FIGURA 2-2
Organización génica del complejo mayor de histocompatibilidad humano o complejo de antígeno leucocitario humano (HLA). Las regiones que codifican las tres clases de proteínas del MHC están en la parte superior. APTP denota un grupo de genes
dentro de la región de clase II, que codifica genes relacionados con el procesamiento, transporte y presentación de antígenos. La región de clase III codifica genes no relacionados con la clase I o la clase II, que no están implicados en la presentación del antígeno
(TNF-α y β, factores del complemento C2, C4, B y 21-hidroxilasa y otros).
El MHC humano (antígeno leucocitario humano, HLA), consiste en un conjunto de genes vinculados que codifican glucoproteínas principales implicadas en la presentación del antígeno (figura
2-2). El complejo se ubica en el brazo corto del cromosoma 6 y se
divide en tres regiones separadas: genes de clase I, clase II y clase
III. La región “clásica” de clase I codifica los loci HLA-A, HLA-B y
HLA-C; la región no clásica o relacionada con la clase I codifica los
loci HLA-E, HLA-F y HLA-G y otros genes relacionados con la inmunidad, tales como CD1. La región de clase II (HLA-D) codifica
los loci HLA-DP, HLA-DQ y HLA-DR y otros genes relacionados
con el procesamiento, transporte y presentación de antígenos, como el transportador asociado con el procesamiento de antígenos
(TAP). La región de clase III codifica genes para los factores de necrosis tumoral α y β (TNF-α y TNF-β); factores de complemento C2,
C4 y B, y la enzima esteroidogénica 21-hidroxilasa. Las moléculas
MHC de clase I (clásica) se encuentran en todas las células somáticas, mientras que los antígenos no clásicos MHC de clase I se expresan sólo en algunos (p. ej., HLA-F en hígado fetal, HLA-G en
tejidos placentarios). Las moléculas de CD1 se expresan en células
de Langerhans, células dendríticas, macrófagos y células B (todas
APC profesionales). Las moléculas MHC de clase II se expresan
exclusivamente en estas APC profesionales. Sin embargo, virtualmente todas las células, excepto los eritrocitos maduros, pueden
expresar moléculas de MHC de clase II bajo condiciones particulares (p. ej., estimulación con interferón-γ [IFN-γ]). Como regla general, las moléculas MHC de clase I presentan péptidos derivados de
antígenos endógenos, que tienen acceso a compartimentos celulares citosólicos (p. ej., virus), a células CD8 TC. Por otro lado, las
moléculas MHC de clase II presentan péptidos derivados de antígenos internalizados por endocitosis en compartimentos vesiculares (p. ej., bacterias), a células CD4 TH. Las moléculas MHC de
clase II también se unen a péptidos derivados de muchos autoantígenos unidos a la membrana.
Las APC procesan y presentan el antígeno para activar las células T, utilizando la presentación de MHC-péptido (figura 2-3). Las
células T requieren, al menos, dos señales para activarse. La interacción de un TCR expresado en células T específicas de antígeno
y el complejo de péptido antigénico-MHC expresado en APC proporciona la primera señal. La segunda señal se administra principalmente mediante la interacción entre las moléculas coestimuladoras CD80 (B7.1) y CD86 (B7.2) en las APC y CD28 en las células
T. Estas dos señales inducen la proliferación de células T, la producción de interleucina 2 (IL-2) y la expresión de la proteína antiapop-
tótica Bcl-xL. Las células TH y las células TC son células efectoras
que requieren ambas señales para activarse. Sin embargo, las células TC también necesitan la “ayuda” proporcionada por las células
TH. Hasta hace poco, se pensaba que las células TH y TC necesitaban interactuar con la misma APC simultáneamente y que las cito-
A. Absorción de antígeno
CD40
APC
+
Complejo inmune
o antígeno entero
CD80/86
C. Activación
de células T
Péptido procesado
endógenamente
MHC
TCR
B. Presentación de antígeno
CD28
CD154
CD152
+ +
Células
T
Eventos
en curso
(-)
D. Inactivación de células T
FIGURA 2-3
Reconocimiento de antígenos por células T. De
arriba a abajo: A. Absorción de antígeno: incorporación de antígeno (a través de fagocitosis, pinocitosis o endocitosis mediada
por FcR del complejo inmune). B. Presentación de antígeno: las
APC entregan una señal específica de antígeno a través de la interacción MHC-péptido-TCR en células T (MHC I acoplado a CD8
interacciona con células TC, MHC II acoplado a CD4 interacciona
con células TH). C. Activación de células T: la segunda señal requerida se proporciona mediante CD80/86 (B7.1; B7.2)-CD28 que
induce primero la expresión de CD154 (CD40 L) y CD152
(CTLA-4). La unión de CD154 en células T con CD40 en APC potencia la expresión de CD80/86. La expresión aumentada de
APC-CD80/86 y la consiguiente unión de CD28 en células T perpetúa la activación y proliferación de estas células efectoras
(eventos cadena abajo). D. Inactivación de células T: CD152 (expresado 48 a 72 horas después de la activación de células T) se
unirá preferentemente a CD80/86 en APC debido a su mayor afinidad, desplazando a CD28 y, a su vez, suprimiendo la actividad
de las células T.
Reconocimiento y respuesta inmunes
A
B
“Autorizando”
APC
MHC
CD80/86
CD28
APC
APC puede
activar Tc
MHC
CD40
CD80/86
CD154
CD28
TCR
TCR
Auxiliares T
T citotóxica
activada
FIGURA 2-4
Las APC con autorización activan directamente
las células TC. De acuerdo con el modelo tradicional, las células
TH y las células TC reconocen el antígeno en la misma APC. La
célula TH activada por APC produce IL-2, que contribuye a la activación de las células TC mientras se encuentra en interacción simultánea con la misma APC. De acuerdo con el nuevo modelo
propuesto (A), las APC tienen licencia para activar células TC mediante TH u otros estímulos (lipopolisacáridos, IFN-γ, virus). Las
APC primero interactúan con células TH. La asociación de CD154
(CD40 L) en la célula TH y CD40 en la APC permite (o autoriza)
que la última active células TC directamente (B). Por tanto, una
vez autorizadas, las APC son capaces de activar las células T citotóxicas sin la necesidad de interacción simultánea con las células TH.
quinas (como IL-2) producidas por la célula TH actuarían entonces
en la célula TC para facilitar su respuesta. Nuevos estudios sugieren
que la interacción entre otra molécula coestimulante, el ligando
CD40 (CD154), presente en células T, y CD40, presente en APC,
puede proporcionar una explicación alternativa. Parece que los
péptidos antigénicos, que reconocen las células TH presentados por
las APC, entregan una señal a través del complejo CD154-CD40
que “autoriza” a las APC a estimular directamente las células TC
(figura 2-4). Por consiguiente, no hay necesidad de interacciones
simultáneas de células TH y TC mientras se encuentran con el APC.
La interacción CD154-CD40 también mejora la expresión de CD80
y CD86, así como la secreción de citocinas (IL-1, -6, -8, -10 y -12 y
TNF-α).
Sin embargo, otra molécula en las células T, el antígeno 4 citotóxico T de linfocitos homólogo de CD28 (CTLA-4 o CD152), funciona para suprimir las respuestas de las células T (véase figura
2-3). CD152 se expresa en niveles bajos a indetectables en células T
en reposo. Está regulado positivamente por la ligación de CD28 en
células T con CD80/86 en APC, o por IL-2. CD152 y CD28 en células T comparten los mismos contrarreceptores, es decir, CD80/86
en APC. Sin embargo, CD152 tiene una afinidad 20 veces mayor
que CD28 para sus ligandos.
La integración de todas estas interacciones puede ser la siguiente (obsérvese figura 2-3): después de procesar el antígeno, las APC
entregan una primera señal específica del antígeno a través de la
interacción MHC-péptido-TCR en células T. Se proporciona una
segunda señal mediante una interacción coestimuladora del complejo CD80/86-CD28, que induce primero la expresión de CD154 y
luego CD152. La unión de CD154 en células TH con CD40 en APC
potencia la expresión de CD80/86 y autoriza APC para activación
directa de células TC. Otras citocinas inflamatorias, así como lipo-
35
polisacáridos y virus, pueden hacer lo mismo. La expresión incrementada de APC-CD80/86 y la consiguiente unión de CD28 a las
células T perpetúa la activación y proliferación de estas células
efectoras. Sin embargo, la expresión de CD152, en 48 a 72 horas
después de la activación de las células T, conduce a la unión preferencial de esta molécula a CD80/86 en APC debido a su mayor
afinidad por CD80/86. Esto puede desplazar CD28 de CD80/86 y,
a su vez, suprimir la actividad de las células T. Esta secuencia de
eventos complejos es probablemente simplista en relación con lo
que la naturaleza tiene para ofrecer. Se ha informado sobre una
nueva familia de receptores B7: algunos con capacidad coestimulante positiva, muchos con un rol en la reducción de la respuesta
inmune y otros con funciones duales. Sobre algunas de estas vías,
como B7H3/H4 (expresado en APC con contrarreceptor desconocido en las células T), se sabe muy poco, pero incluso acerca de las
vías que se han estudiado ampliamente —como CD80/86:CD28/
CTLA-4 (mencionado anteriormente), B7h:ICOS (coestimulador
inducible) y PD-L1/PD-L2:PD1— se siguen generando nuevos conocimientos. Las complicaciones de controlar la activación de las
células T se potencian por la complejidad de las vías coestimuladoras, de modo que existen múltiples posibles interacciones receptorligando.
La activación y diferenciación de las células B a menudo también requieren dos señales. Las células B vírgenes son activadas
por antígeno, pero también pueden requerir señales accesorias que
provienen de células TH activadas. Algunos antígenos pueden activar directamente las células B vírgenes sin la necesidad de células TH (p. ej., lipopolisacáridos de bacterias gramnegativas o estructuras de proteínas poliméricas). El primer tipo de activación de las
células B (ayuda de células T restringidas a MHC de clase II) se
denomina timo dependiente (TD). El último tipo se llama timo independiente (TI). Las células TH también controlan el cambio de
isotipo e inician la hipermutación somática de los genes de la región variable del anticuerpo (véase “Tolerancia”, abordada más
adelante). La interacción entre CD154 en células TH y CD40 en
células B y las citoquinas producidas por células TH son esenciales para el cambio de isotipo y la formación de centros germinales
en órganos linfoides periféricos. El cambio de isotipo de inmunoglobulina es fundamental para la generación de diversidad funcional de una respuesta inmune humoral. La hipermutación somática
(mutaciones puntuales de los genes de la región variable de las inmunoglobulinas durante el curso de una respuesta inmune) es necesaria para la maduración de la afinidad de los anticuerpos.
En general, la respuesta inmune es una combinación de mecanismos efectores que funcionan para eliminar organismos patógenos. Estos mecanismos efectores incluyen, como inmunidad innata, fagocitosis (por macrófagos, neutrófilos, monocitos y células
dendríticas) y citotoxicidad (por células aniquiladoras naturales
[NK]) y, como inmunidad adaptativa, citotoxicidad mediada por
complemento dependiente de anticuerpo, citotoxicidad celular dependiente de anticuerpo (ADCC), citotoxicidad por células T γ/δ,
que reconocen proteínas de choque térmico en células blanco, y
citotoxicidad por células TC CD8 o CD4. Las células TC CD8 y CD4
se activan mediante el reconocimiento descrito de péptidos antigénicos específicos unidos a moléculas MHC de clase I (para CD8),
clase II (para CD4) en las APC y, clásicamente, mediante IL-2 de
células TH CD4 activadas cercanas. Estas células matan al objetivo
secretando citotoxinas (perforina, granzima) o induciendo apoptosis a través de la interacción Fas-FasL (ligando Fas) (las células aniquiladoras que transportan moléculas FasL activan la muerte celular programada en células blanco que expresan moléculas de Fas).
36
CAPÍTULO 2
Autoinmunidad endocrina
FasL o CD95L es una proteína transmembrana de tipo II que pertenece a la familia del TNF. La unión de FasL con su receptor induce
la apoptosis. Las interacciones del receptor FasL-Fas juegan un
papel importante en la regulación del sistema inmune.
La especificidad de la respuesta inmune es crucial para evitar la
autorreactividad. Para garantizar que las respuestas de linfocitos y
los mecanismos efectores descendentes que controlan estén dirigidos exclusivamente contra antígenos extraños y no contra componentes “propios”, se deben negociar varias barreras de seguridad,
antes de que los linfocitos autorreactivos puedan diferenciarse y
proliferar.
TOLERANCIA
Tolerancia de células T
Las células que se desarrollan en el timo (células preT) están destinadas a convertirse en células T α/β mediante la reordenación inicial del gen TCR β, seguido del gen TCR α (figura 2-5). Si se producen reordenamientos improductivos de los genes de TCR (proteínas
TCR α o β no funcionales), la apoptosis de estas células preT sigue
(figura 2-5A). Si se producen reordenamientos funcionales de las
proteínas TCR α y β, las células expresan dímero TCR α/β y moléculas CD3 a bajos niveles en la superficie celular. Las células reordenadas con TCR proliferan 100 veces. La selección positiva y negativa ocurre basada en la capacidad del TCR α/β reordenado para
reconocer péptidos antigénicos en asociación con auto moléculas
MHC en células dendríticas y epiteliales tímicas. La selección negativa (deleción clonal) parece tener lugar en la médula del timo,
donde se eliminan las células preT que llevan TCR específicos para
péptidos propios unidas a automoléculas MHC. Al menos 97% de
las células T en desarrollo sufre apoptosis dentro del timo (tolerancia central). Las células preT positivamente seleccionadas aumentan la expresión de TCR α/β, expresan CD4 o CD8 y se convierten
en células T maduras. Estas células T maduras salen del timo y van
a la periferia. Las células T CD4 se activan en la periferia en un
modo restringido MHC clase II, mientras que las células T CD8 se
activan en un modo restringido MHC clase I.
Se ha avanzado en un modelo de avidez diferencial, en el que el
destino de las células T está determinado por la afinidad intrínseca de los TCR por sus ligandos, para explicar la paradoja entre la
selección positiva y negativa. De acuerdo con este modelo, las células T con alta avidez por complejos de péptido auto MHC serían
eliminadas (selección negativa), mientras que las células T con baja avidez por complejos péptido auto MHC se seleccionarían positivamente. Si la avidez es cercana a cero, las células T no se seleccionarían (por falta de señal efectiva para sobrevivir). Aún no se ha
encontrado el factor bioquímico, o los factores, que indican la supervivencia (baja avidez de la unión de TCR) versus apoptosis (desencadenada por interacciones de alta avidez).
Las interacciones de estimulación entre CD28 y CD80/86 y entre CD154, CD40 y moléculas de adhesión, como el antígeno-1 asociado a la función de linfocito (LFA-1), también están implicadas en
la eliminación preferencial de células T autorreactivas en la región
medular del timo. Se sabe que la selección negativa no es 100%
efectiva y que algunas células T potencialmente autorreactivas escapan a la periferia. No todos los péptidos propios se presentarán
a las células preT durante su desarrollo en el timo. Se cree que los
péptidos espontáneos derivados de proteínas aisladas (es decir, enzimas intracitoplásmicas), expresados a tiempo después de un control regulatorio rígido (es decir, la pubertad) en las glándulas endo-
crinas, son una fuente probable. Por tanto, el sistema inmune
periférico debe mantener la tolerancia a través de mecanismos de
control complementarios.
La “tolerancia periférica” (figura 2-5B) puede mantenerse mediante la inducción de la falta de respuesta al autoantígeno (anergia) o mediante la inducción de células T reguladoras (T regs), como las células T supresoras. La deleción clonal periférica (apoptosis)
de las células T autorreactivas que se han escapado del timo puede
jugar un papel importante en la limitación de las respuestas de rápida expansión, pero hay muchos ejemplos en los que persisten las
células T autorreactivas. Es posible que algunas células T autorreactivas nunca encuentren al autoantígeno, porque puede ser secuestrado por el sistema inmune (ignorancia). Finalmente, la desviación inmune, por la cual las respuestas TH2 no inflamatorias
suprimen una respuesta TH1 inflamatoria autorreactiva, induciendo tolerancia periférica, merece un análisis adicional. Las células
TH1, que regulan las respuestas mediadas por células, secretan
IFN-γ y pequeñas cantidades de IL-4. Por el contrario, las células
TH2, que proporcionan ayuda para la producción de anticuerpos,
secretan abundante IL-4 y poco IFN-γ. Un concepto que prevalece
en la autoinmunidad humana es que se cree que las respuestas TH1
dominan. Se ha demostrado en modelos animales, que la inducción de respuestas TH2 mejora las respuestas TH1. Por ende, la desviación inmune de TH1 desequilibrada puede conducir a una rotura
de la tolerancia periférica. Sin embargo, existe evidencia de lo contrario en algunas endocrinopatías. (Consúltese la respuesta autoinmune en la sección sobre aspectos autoinmunes de la enfermedad
tiroidea, más adelante en este capítulo).
La deleción clonal y la anergia se producen por apoptosis en el
sitio de activación o después de su paso por el hígado. La dosis alta
de antígeno y la estimulación crónica inducen la eliminación periférica de las células T CD4 y CD8. Las células T activadas expresan
moléculas de Fas en sus superficies, pero son resistentes a la apoptosis mediada por FasL debido a la expresión simultánea de Bcl-xL
(moléculas de resistencia a la apoptosis), inducida por la ligación
de CD28 durante la activación (véase “Reconocimiento y respuesta
inmunes”, anteriormente en el capítulo). Varios días después de la
activación, cuando Bcl-xL ha disminuido, las células CD4 se vuelven susceptibles a la apoptosis mediada por Fas (muerte celular
inducida por activación, AICD). Se ha demostrado un mecanismo
similar a través del receptor de TNF p75 para las células CD8. Por
consiguiente, las células T autorreactivas podrían ser eliminadas
por apoptosis inducida por estimulación crónica con autoantígenos, presente abundantemente en la periferia. Sin embargo, las
células T autorreactivas específicas para autoantígenos muy raros
pueden ser difíciles de eliminar.
La anergia también es el resultado de la falta de una segunda
señal coestimuladora. Cuando las células no hematopoyéticas estimuladas por IFN-γ presentan antígeno en un MHC de clase II restringida (como los tirocitos en AITD), las células T autorreactivas
pueden dejar de responder, debido a la ausencia de una señal mediada por CD28-CD80/86 (células no hematopoyéticas no expresan CD80/86 como lo hacen las APC profesionales). Sin embargo,
incluso si se proporcionan las dos señales, la anergia puede resultar de la falta de citocinas originadas en células TH (IL-2, -4, -7, etc.).
También se ha demostrado que la anergia de células T in vivo puede ser inducida por la interacción CD80/86-CD152 (refiérase también a Reconocimiento y respuesta inmunes, analizado anteriormente).
La supresión activa de células T se considera un importante mecanismo regulador de la tolerancia periférica; sin embargo, su mo-
Factores genéticos en autoinmunidad
do de acción aún está en estudio. Como se mencionó anteriormente, las células no hematopoyéticas estimuladas por IFN-γ presentan
antígeno en un modo MHC de clase II restringido a las células T,
que las vuelve anérgicas. Estas células no hematopoyéticas (APC
no profesionales) también pueden presentarse en las células supresoras T CD4 (TS, también conocidas como CD4+CD25+FOXP3+
Tregs). Antes de dejar de responder, estas células pueden inducir
células T CD8 supresoras (TS) específicas. A su vez, estas células TS
CD8 pueden regular (a través de los factores supresores de las células T o la citotoxicidad) las células T autorreactivas (véase también
la figura 2-5B).
Tolerancia de células B
En lugar del timo, la médula ósea proporciona la configuración
central de tolerancia celular B. Las células preB reordenan su receptor de células B (BCR o inmunoglobulina unida a la membrana)
al principio del desarrollo. Los genes de la cadena pesada (H) de
inmunoglobulina se reordenan primero, seguidos por la reordenación del gen de la cadena ligera (L). Reordenamientos improductivos y emparejamientos que conducen a la formación de inmunoglobulinas no funcionales conducen a las células preB a la apoptosis
(figura 2-6A). Los reordenamientos funcionales (BCR funcionales)
permiten la inmadurez de la expansión de células B y la expresión
de IgM y CD21 (un marcador de funcionalidad). Sólo un tercio de
las células precursoras alcanza esta etapa. La reordenación aleatoria de los segmentos V, D y J de los genes de inmunoglobulina,
durante este periodo, genera inevitablemente inmunoglobulinas
autorreconocibles. La selección negativa de células B autorreactivas se produce en la etapa de células B inmaduras, sobre la base de
la avidez del BCR por autoantígenos. De forma similar a la deleción
clonal de células T, las células B inmaduras que se unen fuertemente a los antígenos en la médula ósea se eliminan por apoptosis.
Algunas células B inmaduras autorreactivas, en lugar de sufrir
apoptosis, reanudan los reordenamientos de sus genes de la cadena L en un intento de reensamblar nuevos genes κ o λ. Este procedimiento, llamado edición de BCR, inactiva permanentemente los
genes de inmunoglobulina autorreactivos. Los antígenos solubles,
presumiblemente debido a que generan señales más débiles a través del BCR de las células B inmaduras, no causan apoptosis, sino
que hacen que las células no respondan a los estímulos (anergia).
Estas células B anérgicas migran a la periferia, donde expresan
IgD. Pueden activarse en circunstancias especiales, haciendo que
una energía sea menos que suficiente como mecanismo de aplicación de la tolerancia. Sólo las células B inmaduras en la médula
ósea sin avidez por los antígenos (unidas a la membrana o solubles)
se convierten en células B maduras, con la capacidad de expresar
tanto IgM, como IgD. Al igual que con las células T, 97% de las células B en desarrollo sufre apoptosis dentro de la médula ósea.
Además, y al igual que con las células T, la deleción clonal central,
la anergia y la edición de BCR eliminan las células B autorreactivas,
reconociendo autoantígenos derivados de la médula ósea.
La tolerancia periférica de las células B (figura 2-6B) también es
crucial para la protección contra la autoinmunidad. Parece que en
ausencia de antígeno, las células B maduras se eliminan activamente en la periferia mediante células T activadas a través de las interacciones Fas-FasL y CD40-CD154. En presencia de antígeno específico, pero sin ayuda de células T, el reconocimiento de antígenos
por BCR induce apoptosis o anergia de células B maduras. Si se
proporcionan antígenos y ayuda específica de células T, es decir, si
el antígeno unido al BCR se internaliza, procesa y presenta en un
37
MHC de clase II restringido a una célula TH previamente activada
específica para el mismo antígeno, se producen dos eventos. Uno,
la célula B se convierte en una célula plasmática que segrega IgM y
—en presencia de las citocinas apropiadas y después de la expresión de CD40 (para la interacción de células TH CD154)—, se produce una conmutación de clase. Dos, la hipermutación somática adicional de los genes de la región variable de inmunoglobulina de
dichas células B maduras, que cambia la afinidad de los BCR por
los antígenos, también ocurre en los centros germinales (léase también “Reconocimiento y respuesta inmunes”, tema discutido anteriormente). Los mutantes con receptores de baja afinidad experimentan apoptosis, mientras que los BCR de afinidad mejorada se
seleccionan positivamente. En presencia de la ligación CD40 de
CD154, las células B estimuladas con antígeno se convierten en
células B de memoria (obsérvese la figura 2-6B).
La capacidad de las células B maduras para capturar cantidades
muy bajas de antígeno, a través de BCR de alta afinidad, les permite amplificar su capacidad de presentación de antígeno, a más de
1 000 veces, la de otras APC profesionales. Esta propiedad particular puede volverse crítica en el desarrollo de enfermedades autoinmunes crónicas específicas de órganos, en las cuales la fuente de
antígeno es limitada. Por tanto, las células B autorreactivas, que
escapan de los mecanismos de control descritos, podrían amplificar y perpetuar las respuestas autoinmunes en pacientes con órganos endocrinos fallidos, cuando la destrucción tisular ha dejado
sólo cantidades diminutas de antígeno residual.
LA AUTOINMUNIDAD ES MULTIFACTORIAL
Aunque la ruptura de la autotolerancia parece ser un paso patogénico central en el desarrollo de enfermedades autoinmunes, la autoinmunidad es un evento multifactorial. Específicamente, se ha
demostrado que los defectos en las moléculas relacionadas con la
apoptosis (Fas-FasL) de las células dendríticas tímicas afectan la deleción clonal central. Además, en la periferia, los defectos similares
(Fas-FasL, CD152) en las moléculas de células T-APC pueden prevenir la apoptosis de las células T autorreactivas. Sin embargo, es
difícil considerar estos defectos generales como causantes de trastornos específicos de órganos. Además, la ignorancia clonal de las
células T no puede mantenerse, si los antígenos secuestrados del
sistema inmune se liberan en la sangre o si los epítopos crípticos de
antígenos, que nunca han sido reconocidos por el sistema inmune,
se presentan a las células T para su reconocimiento (p. ej., después
de la destrucción del tejido). Los defectos de la supresión activa
(disfunción T regs, regulación negativa de CTLA-4), la desviación
inmunitaria (desequilibrio TH1/TH2) y los defectos en la tolerancia
de las células B pueden estar todos involucrados en la patogénesis de las enfermedades autoinmunes. Cómo y por qué la pérdida
de autotolerancia inmune ocurre no se entiende completamente.
Ambos factores, genéticos y ambientales, parecen ser necesarios.
FACTORES GENÉTICOS EN AUTOINMUNIDAD
Los estudios epidemiológicos demuestran que la susceptibilidad a
la mayoría de las enfermedades autoinmunes tiene un componente
genético significativo. En la diabetes tipo 1, por ejemplo, existe una
clara asociación entre la raza y la susceptibilidad a la enfermedad,
la incidencia es aproximadamente 40 veces más alta en Finlandia
que en Japón. Los estudios familiares también demuestran un fuerte componente genético subyacente. El riesgo de desarrollar diabe-
38
CAPÍTULO 2
Autoinmunidad endocrina
Tolerancia de células T centrales
A
Precélulas T
Reordenamientos TCR
Improductiva
Apoptosis
Productiva
Precélulas T
Sin avidez
Alta avidez
Baja avidez
Autoantígeno
Apoptosis
Deleción
clonal
Apoptosis
Células
T
CD4
CD8
A la periferia
Tolerancia de células T periféricas
B
CD4
CD8
Nunca se encuentra
con el autoantígeno 4. Ignorancia
Se encuentra
con el autoantígeno
MHC
TCR
Células
T
MHC
APC
CD80/86
CD28
TCR
Células
T
2. Anergia
APC
No segunda señal
CD28
MHC
TCR
CD4
TS
Cualquier
célula
IFN-γ
IL-4
TH2
No segunda señal
CD28
Inhibición
APC
NK-T
FasL
Fas
Células
T
CD80/86
CD152
MHC
TCR
Células
T
Inducción
CD8
TS
IFN-γ
IL-4
TH1
5. Desviación inmunitaria
3. Eliminación activa
1. Deleción clonal
FIGURA 2-5
A. Tolerancia de las células T centrales: se representan los mecanismos de tolerancia central (a nivel del timo). De
arriba a abajo, las células preT reordenan primero su TCR. Reordenamientos improductivos (no funcionales) conducen a la apoptosis,
mientras que los productivos comprometen a las células preT en el reconocimiento del propio antígeno. La deleción clonal indica la eliminación de las células en función de su avidez alta o nula por el autoantígeno (apoptosis). Las células sobrevivientes de baja avidez alcanzan la periferia como células maduras CD4 y CD8. B. Tolerancia de células T periféricas: puede lograrse a través de cualesquiera
de los cinco mecanismos representados. 1. Deleción clonal: después de encontrar autoantígeno en el contexto de auto moléculas
Factores ambientales en autoinmunidad
tes tipo 1 en la población general de Estados Unidos es de 0.4%,
mientras que en los parientes de los diabéticos, el riesgo es sustancialmente mayor (4% para los padres, 5 a 7% para los hermanos,
20% para los hermanos con HLA idéntico, 25 a 40% para gemelos
monocigóticos).
El patrón de herencia de los trastornos autoinmunes es complejo. Estos trastornos son poligénicos, surgen de varios genes que
segregan de forma independiente. El marcador genético más consistente para las enfermedades autoinmunes, hasta la fecha, es el
genotipo MHC. Teniendo en cuenta nuevamente la susceptibilidad genética a la diabetes tipo 1, hasta 95% de los caucásicos que
desarrollan diabetes expresa los alelos HLA DR3 o DR4, en comparación con alrededor de 40% de los individuos normales. Los individuos heterocigotos para DR3 y DR4 tienen el riesgo más alto. Se
ha demostrado que el genotipo DQ, en lugar de DR, es un marcador más específico de susceptibilidad y que la asociación de ambos
marcadores se debe a que son productos de genes estrechamente
relacionados. Pero más importante que el hecho de que los genes
HLA estén relacionados con la diabetes, es que los haplotipos HLA
ya no son simplemente marcadores genéticos indefinidos. Se ha
demostrado que los polimorfismos de las moléculas DQ son críticos para el reconocimiento de autoantígenos de alta afinidad (p.
ej., antígenos de células de los islotes) por TCR. El análisis de la estructura HLA-DQ sugiere que la falta de ácido aspártico en la posición 57 (Asp57) en la cadena β DQ permite que el autoantígeno
(péptido procesado) se adapte mejor al surco de unión al antígeno formado por esta molécula. Por el contrario, la presencia de
Asp57 permite la formación de un puente de sal con una arginina
conservada en la posición 76 de la cadena DQ α, evitando la acomodación del péptido inmunogénico reconocido por el TCR. Varias enfermedades autoinmunes se han relacionado con genes
HLA-DQβ1, que incluyen diabetes tipo 1, enfermedad celiaca, penfigoide bulloso, hepatitis autoinmune y falla ovárica prematura, y
la estructura de la molécula DQβ1 puede ser la razón del aumento
de la susceptibilidad. Otros genes candidatos asociados con endocrinopatías autoinmunitarias se tratan con más detalle en los síndromes sencillos y poliglandulares.
FACTORES AMBIENTALES EN AUTOINMUNIDAD
Los factores ambientales también desempeñan un papel fundamental en la patogénesis de la enfermedad autoinmune. La evidencia más sólida para esta afirmación proviene de estudios de geme-
39
los monocigóticos, que muestran que las tasas de concordancia
para trastornos autoinmunes son imperfectas (nunca 100%). Como
se mencionó anteriormente, en la diabetes tipo 1, los gemelos idénticos muestran menos de 50% de concordancia.
Los factores ambientales que se cree que tienen mayor influencia en el desarrollo de la enfermedad incluyen agentes infecciosos,
dieta y toxinas. En la diabetes tipo 1, los virus han sido sospechosos
fuertes. Hasta un 20% de los niños infectados prenatalmente con
rubéola desarrolla diabetes tipo 1. Los niños con rubéola congénita
también tienen una mayor incidencia de otros trastornos autoinmunes, que incluyen tiroiditis y disgammaglobulinemia. Los mecanismos, por los cuales estos patógenos pueden inducir respuestas
autoinmunes, incluyen el mimetismo molecular y la lesión directa
del tejido. La hipótesis del mimetismo molecular sugiere que las
respuestas inmunes dirigidas a los agentes infecciosos pueden
reaccionar de forma cruzada con los antígenos propios, causando
la destrucción de los tejidos u órganos. El apoyo a este concepto se
encuentra en síndromes clínicos conocidos, como la fiebre reumática (las respuestas inmunes dirigidas contra la proteína M estreptocócica parecen reaccionar de forma cruzada con la miosina cardiaca, induciendo la miocarditis clínica). En la diabetes autoinmune,
el ejemplo mejor estudiado de mimetismo molecular es la proteína
B4 de coxsackievirus P2-C. El virus de Coxsackie B4 también ha
estado implicado epidemiológicamente en el desarrollo de la diabetes tipo 1. Existe una sorprendente similitud en la secuencia de
aminoácidos entre la proteína viral P2-C y la enzima descarboxilasa
de ácido glutámico (GAD), que se encuentra en las células pancreáticas β (véase “Aspectos autoinmunes de la diabetes tipo 1”, analizado más adelante).
La importancia de la dieta en el desarrollo de enfermedades
autoinmunes sigue siendo controvertida. Se ha observado una asociación entre la exposición temprana a las proteínas de la leche de
vaca y el riesgo de diabetes tipo 1 en varios estudios epidemiológicos. Por ejemplo, un estudio demostró que la inmunidad primaria
a la insulina se induce en la infancia por exposición oral a la insulina de la leche de vaca, pero la relevancia de esta observación aún
se desconoce. Por otro lado, antígenos seleccionados (de albúmina
de suero bovino a insulina porcina) se han administrado por vía
oral a ratones con un amplio espectro de trastornos autoinmunes,
incluidos ratones diabéticos no obesos (NOD), con resultados favorables. Esos datos en ratones fueron tan convincentes, que los ensayos de tolerancia oral en humanos se han llevado a cabo o están
en curso. Desafortunadamente, los resultados de los ensayos ya
completados en otras enfermedades autoinmunes han sido decep-
MHC y la administración simultánea de una segunda señal (CD80/86-CD28) por APC (arriba a la izquierda), las células T autorreactivas se activan. Estas células T activadas expresan moléculas de Fas en su superficie, pero son resistentes a la apoptosis mediada por
el ligando Fas (FasL) debido a la expresión simultánea de Bcl-xL (no se muestra) inducida por la ligación de CD28 durante la activación.
Varios días después de la activación, cuando la presencia de Bcl-xL ha disminuido, las células CD4 se vuelven susceptibles a la apoptosis mediada por FasL. Las células aniquiladoras naturales (NK-T) pueden realizar la tarea de eliminar estas células T autorreactivas. 2.
Anergia: la anergia puede inducirse a través de la interacción CD80/86-CD152, 48 a 72 horas después de la activación, o puede ser
consecuencia de la falta de una segunda señal coestimuladora de las APC que presentan autoantígeno (APC no profesionales). 3. Supresión activa: se cree que ocurre la supresión activa cuando las células no hematopoyéticas (estimuladas por IFN-γ) presentan antígeno en un modo MHC de clase II restringido a las células supresoras de CD4 (TS, también conocidas como CD4+CD25+FOXP3+T regs).
Antes de dejar de responder, estas células pueden inducir células TS CD8 específicas. A su vez, estas células TS CD8 pueden suprimir
las células T autorreactivas específicas de antígeno. 4. Ignorancia (arriba a la derecha): es posible que algunas células T autorreactivas nunca encuentren antígenos propios, porque pueden ser secuestradas por el sistema inmune. Aunque pueden persistir en la circulación, nunca se activan. 5. Desviación inmunitaria: en circunstancias específicas, las respuestas TH2 no inflamatorias podrían suprimir
las respuestas inflamatorias (autorreactivas) TH1 (consúltese texto).
40
CAPÍTULO 2
Autoinmunidad endocrina
Tolerancia de células B centrales
A
Células
preB
Reordenamientos BCR
Improductivo
Productivo
IgM
Células
preB
Apoptosis
Soluble
Anergia
Autoantígeno
No
soluble
Sin avidez
Baja avidez
Células
B
IgD
Deleción clonal
o
edición BCR
Alta avidez
Células
B
Apoptosis
IgD
IgD
Células
B
Células
B
IgD
A la periferia
Tolerancia de células B periféricas
B
Células
B
IgD
IgM
segregado
Citoquinas
(sin CD154)
MHC
Células
T
TCR
Sin ayuda de células T
CD80/86
Células
B
Células
T
FasL
CD28
Células
de plasma
Fas
Células
B
Citoquinas
+ CD154
Citoquinas
(sin CD154)
Sin antígeno
CD154
CD40
Anergia
o
apoptosis
Células
B
Mutaciones
somáticas
Citoquinas
+ CD154
Células
B
Células
B
Memoria B
Células
de plasma
Alta afinidad
IgG segregado
(A, E)
FIGURA 2-6
A. Tolerancia de células B centrales: así como las células T lo hacen en el timo, las células B reordenan su receptor
de células B (BCR) en la médula ósea. Los reordenamientos improductivos llevan a las células preB a la apoptosis. Los reordenamientos funcionales permiten la expansión y la expresión de IgM. A continuación, al igual que la deleción clonal de células T; las células B
inmaduras, que se unen fuertemente a los antígenos propios en la médula ósea, se eliminan por apoptosis. Sin embargo, algunas célu-
Aspectos autoinmunes de la enfermedad tiroidea
41
La enfermedad tiroidea autoinmunitaria puede presentarse de forma polarizada con la enfermedad de Graves (hiperfunción tiroidea) en un extremo y la tiroiditis de Hashimoto (insuficiencia tiroidea) en el otro. Esta subdivisión funcional es clínicamente útil.
Sin embargo, ambas enfermedades tienen un origen autoinmune
común.
mente diferente del de las poblaciones de control. HLA-DR5,
-DR3, -DQw7 en caucásicos, HLA-DRw53 en japoneses y HLADR9 en pacientes chinos se encontraron asociados con la tiroiditis
de Hashimoto. Sin embargo, el vínculo genético entre la tiroiditis de Hashimoto y un locus HLA específico tampoco se ha demostrado de forma sistemática. En general, es probable que los loci
HLA proporcionen menos de 5% de la contribución genética a la
enfermedad tiroidea autoinmune, lo que confirma la importancia
relativa de los genes no relacionados con HLA en la susceptibilidad. Por ejemplo, se ha demostrado que el patrón de herencia de
autoanticuerpos frente a tiroperoxidasa (TPO) se transmite genéticamente. Otros candidatos están actualmente en estudio. Sin embargo, se ha excluido la unión de la enfermedad tiroidea autoinmune a CTLA-4, HLA, cadena IgH, TCR, tiroglobulina (Tg), TPO y
receptor de tirotropina (TSH-R). Utilizando la genética posicional
de un gen candidato, la susceptibilidad de la enfermedad de Graves se mapeó en una región no codificada de 6.13 kb 3’ de CTLA-4,
cuya variación alélica común se correlacionó con niveles más bajos
de RNA mensajero de la forma soluble de CTLA-4 (sCTLA-4). Se
sabe que sCTLA-4 está presente en el suero humano. Puede unir
moléculas de CD80/86 en APC e inhibir la proliferación de células
T in vitro. La reducción en el nivel de sCTLA-4 podría conducir a
una reducción del bloqueo de CD80/86, causando una mayor activación a través de CD28 de células T autorreactivas.
Un importante factor ambiental que influye en la historia natural de la enfermedad tiroidea autoinmune es la ingesta de yodo
(dietético, o presente en drogas tales como amiodarona o en medios de contraste para rayos X). Existe considerable evidencia de
que el yodo afecta negativamente la función tiroidea y la producción de anticuerpos en aquellos con enfermedad tiroidea autoinmune oculta o manifiesta.
Genes y medioambiente
Respuesta autoinmune
Aún no se han identificado los principales genes de susceptibilidad
en la enfermedad tiroidea autoinmune. Aunque se ha demostrado
que ciertos alelos HLA (principalmente HLA-DR3 y DQA1*0501)
están presentes con mayor frecuencia en la enfermedad de Graves
que en la población general, esta asociación ha sido frecuentemente cuestionada. De hecho, no se ha encontrado una asociación consistente entre la enfermedad de Graves y cualquier polimorfismo
HLA conocido. Además, el riesgo de desarrollar enfermedad de
Graves en hermanos con HLA idéntico (7%) no es significativa-
En la enfermedad de Graves, los tirocitos son los portadores diferenciados de las TSH-R y las células blanco de los autoanticuerpos
y, probablemente, la respuesta autoinmune. El desarrollo de autoanticuerpos que estimulan funcionalmente la TSH-R, que imita
la acción de la TSH, fue el primer ejemplo de actividades mediadas
por anticuerpos de un receptor de hormonas en humanos. Los autoanticuerpos que pueden estimular el receptor sensor de calcio
(CaSR) (otro receptor acoplado a proteína G) y señalar la inhibición
de la producción de PTH se han descrito en el hipoparatiroidismo
cionantes. Tres grandes ensayos aleatorizados y controlados diseñados para retrasar o prevenir la diabetes tipo 1 —ambos Prueba de
prevención de la diabetes (DPT-1 y -2) y Ensayo de intervención
con nicotinamida en la diabetes europea— no han demostrado un
efecto del tratamiento. Consiguientemente, no se debe concluir
que es imposible retrasar o prevenir la diabetes tipo 1, más bien,
puede requerir pruebas de intervención más potentes o combinaciones de terapias, guiadas por una mejor comprensión de la inmunopatogenia de la enfermedad, para demostrar la atenuación o la
mejora del proceso inmune destructivo que conduce a la diabetes
tipo 1.
SÍNDROMES AUTOINMUNES
DE UNA SOLA GLÁNDULA
Los trastornos endocrinos autoinmunes específicos de un órgano
pueden presentarse como entidades únicas o pueden agruparse en
síndromes poliendocrinos. La mayoría de las glándulas endocrinas
son susceptibles de ataque autoinmune. Algunas se afectan con
más frecuencia que otras (examínese la tabla 2-1).
ASPECTOS AUTOINMUNES
DE LA ENFERMEDAD TIROIDEA
las B inmaduras autorreactivas, en lugar de volverse apoptóticas, reinician los reordenamientos de sus genes de la cadena L, intentando reensamblar nuevos genes de alelos κ o λ (edición de BCR). Los autoantígenos solubles presumiblemente generan señales más débiles a través del BCR de las células B inmaduras; no causan apoptosis, pero hacen que las células no respondan a los estímulos
(anergia). Estas células B anérgicas migran a la periferia, expresan IgD y pueden activarse en circunstancias especiales. Sólo las células
B inmaduras sin avidez por antígenos se convierten en células B maduras, que expresan tanto IgM como IgD. Éstas son las células predominantes que llegan a la periferia. B. Tolerancia periférica de células B: en la “ausencia” de antígeno (arriba a la derecha), las células
B maduras son eliminadas activamente por las células T activadas a través de las interacciones Fas-FasL y CD40-CD154. En la “presencia” de autoantígeno específico pero “sin ayuda de células T”, el reconocimiento de antígenos por BCR induce apoptosis o anergia en
células B maduras. Si se proporciona autoantígeno y ayuda específica de células T autorreactivas, se desarrollan dos eventos (centro):
1) La célula B se convierte en una célula plasmática secretora de IgM (arriba a la izquierda) y, en presencia de las citoquinas apropiadas
después de la expresión de CD40 (para la interacción de células CD154), se produce el cambio de clase (abajo a la izquierda). 2) Se
produce una hipermutación somática adicional de los genes de la región variable de Ig, que cambia la afinidad de los BCR. Los mutantes con receptores de baja afinidad experimentan apoptosis, mientras que los BCR de afinidad mejorada se seleccionan positivamente.
En presencia de la ligadura CD40 de CD154, las células B estimuladas con antígeno se convierten en células B de memoria. Estos dos
eventos son los mismos que en el reconocimiento de antígenos extraños.
42
CAPÍTULO 2
Autoinmunidad endocrina
autoinmune. De manera similar, los anticuerpos estimulantes que
se unen al receptor de adrenocorticotropina (ACTH, adrenocorticotropic hormone) pueden estar implicados en la patogénesis de la
enfermedad adrenocortical nodular pigmentada primaria (también conocida como displasia suprarrenal nodular).
En la enfermedad de Graves, los anticuerpos contra la TSH-R se
presentan con diferentes tipos de actividad. Las inmunoglobulinas
que estimulan la tiroides (TSI), la causa del hipertiroidismo, se detectan mediante un bioensayo que mide la producción de cAMP en
una línea celular que expresa TSH-R. Los anticuerpos de TSH-R
(estimulantes, bloqueantes o neutros) se pueden identificar por su
capacidad para evitar la unión de TSH a TSH-R (inmunoglobulinas inhibidoras de la unión de TSH [TBII]). Aún no se dispone de
inmunoensayos directos para la medición de autoanticuerpos
de TSH-R y su desarrollo puede ser difícil, debido a que los autoanticuerpos de TSH-R están presentes en concentraciones muy bajas
en pacientes con la enfermedad.
Una característica particular de la enfermedad de Graves es
su presentación clínica temprana. A diferencia de otras endocrinopatías autoinmunes (diabetes tipo 1, tiroiditis de Hashimoto,
enfermedad de Addison autoinmune), en las cuales gran parte del
órgano blanco debe ser destruido antes de que se manifieste la enfermedad, el hipertiroidismo de Graves a menudo se presenta con
una glándula agrandada y activa. La infiltración linfocítica mínima
está presente cuando se desarrolla hipertiroidismo (debido a la
presencia de anticuerpos estimulantes de TSH-R). Esta característica única, en última instancia, puede permitir la intervención inmune temprana, en lugar de las opciones terapéuticas ablativas
actuales.
Otra característica peculiar de la enfermedad de Graves es la
respuesta de las células T auxiliares observada en esta enfermedad.
La activación de las células B productoras de anticuerpos por los
linfocitos TH en la enfermedad de Graves es bien conocida. En la
actualidad, un concepto prevaleciente de la autoinmunidad humana sugiere que, como en el rechazo agudo de aloinjertos, la “desviación” hacia una respuesta TH1/TH17 domina su patogénesis. La desviación contraria hacia TH2 se piensa que es una consecuencia de la
inducción de la tolerancia y se ha postulado como un enfoque terapéutico potencial. La enfermedad de Graves parece desafiar ese
concepto. El análisis de clones de células T específicas de TSH-R,
de pacientes con enfermedad de Graves, ha proporcionado evidencia directa de la polarización de las respuestas de TH; sin embargo,
en lugar de la desviación TH1, se han observado las respuestas TH0
y TH2. Como se mencionó anteriormente, las células TH1, que regulan las respuestas mediadas por células, secretan principalmente
IFN-γ y pequeñas cantidades de IL-4. Por el contrario, las células
TH2, que regulan la producción de anticuerpos (tales como los autoanticuerpos TSH-R en la enfermedad de Graves), producen preferentemente IL-4 y poco IFN-γ. Las células T, que expresan tanto
IL-4, como IFN-γ, se conocen como células TH0. Estos resultados
experimentales sugieren que, en la enfermedad de Graves, las respuestas de las células TH0 a TH2 parecen ser dominantes. Por tanto,
en la autoinmunidad humana, la enfermedad de Graves parece ser
una excepción al patrón habitual de células TH.
En la tiroiditis de Hashimoto, la característica distintiva de la
respuesta inmune humoral es la presencia de autoanticuerpos
frente a la TPO. Aunque el mecanismo efector para autoanticuerpos de TPO (o tiroglobulina [Tg]) sigue siendo controvertido, en
circunstancias especiales (al menos in vitro) los autoanticuerpos
son, en sí mismos, agentes citotóxicos o activadores de linfocitos T
citotóxicos. Además, en respuestas de células T secundarias, los
anticuerpos pueden desempeñar un papel fundamental en el procesamiento o presentación de antígenos a las células T. En resumen, los macrófagos internalizan (y posteriormente procesan) el
antígeno por fagocitosis y la absorción del complejo antígeno-anticuerpo a través de receptores Fc. Las células B tienen anticuerpos
unidos a la membrana (receptores de células B [BCR]) que proporcionan un sistema mucho más potente para la captura de antígenos. De hecho, el autoanticuerpo unido a la membrana específico
de TPO recombinante captura el antígeno y permite la presentación de manera eficiente. La unión de anticuerpos también modula
el procesamiento de antígenos de los complejos inmunes, potenciando o suprimiendo la presentación de diferentes péptidos de
células T. Por ende, las APC (internalización de complejos inmunes
a través de los receptores Fc) y las células B (captura del antígeno a
través de BCR) pueden influir en la respuesta secundaria de células
T que perpetúa la enfermedad autoinmune. Se está explorando el
papel potencial de los autoanticuerpos en la modulación de la presentación de determinantes de células T en la autoinmunidad tiroidea (y diabetes).
Modelos animales de enfermedad
tiroidea autoinmune
El enfoque inmunológico clásico para el desarrollo de un modelo
animal de una enfermedad autoinmune es inmunizar al animal
con antígeno en adyuvante. Para la enfermedad tiroidea autoinmune, la inducción de tiroiditis en conejos utilizando Tg humana fue
uno de los primeros intentos de hacer esto, por Rose y colegas en
1956. En estudios posteriores, los ratones inmunizados con Tg humana o murina desarrollaron tiroiditis autoinmune experimental.
La inmunización con TPO (humano o porcino) induce autoanticuerpos tiroideos y, como en el caso de la Tg, provoca que la tiroiditis se desarrolle en cepas de ratones MHC en particular. Sin embargo, a diferencia de la tiroiditis espontánea en pollos, ninguno
de los modelos inmunizados de tiroiditis en ratones desarrolla hipotiroidismo.
En 1996, Shimojo y sus colegas desarrollaron un modelo de ratón que simula claramente algunas de las principales características de la enfermedad de Graves. Esto se logró mediante el ingenioso enfoque de inmunizar ratones con fibroblastos establemente
transfectados con el cDNA para la TSH-R humana y MHC singénico clase II (figura 2-7). La mayoría de los animales tenía actividad
TBII moderadamente alta en sus sueros, y alrededor de 25% eran
claramente tirotóxicos, con valores elevados de T4 y T3, actividad
de TSI detectable e hipertrofia tiroidea. Por primera vez, entonces,
se estableció un modelo animal en el que un número significativo
de sujetos afectados tiene las características inmunológicas y endocrinológicas del hipertiroidismo de Graves. Más recientemente,
otros modelos han quedado disponibles. La regla general para la
inducción de una respuesta de anticuerpos a la TSH-R en forma de
TSI, y la consiguiente enfermedad de Graves, parece ser la necesidad de expresar el antígeno en una forma nativa en una célula portadora de MHC de clase II. En consecuencia, las células B transfectadas con TSH-R (línea celular M12), las células dendríticas
infectadas con adenovirus de TSH-R e, incluso, el DNA de TSH-R
simple o el adenovirus TSH-R administrado por vía parenteral y tal
vez capturado y expresado por células que expresan MHC clase II,
se han usado para inducir TSI y enfermedad similar a Graves. Sin
embargo, la tiroiditis focal que acompaña a la enfermedad de Graves humana, así como las manifestaciones extratiroideas que definen la enfermedad, nunca se han reproducido con fiabilidad en
Aspectos autoinmunes de la diabetes tipo 1
Fibroblastos hTSH-R + m clase II
TSH-R
MHC
Péptido TSH-R
Células inyectadas
Ratones AKR/N
Anticuerpos TSH-R e hipertiroidismo
FIGURA 2-7 Modelo animal para la enfermedad de Graves.
Este primer modelo animal de enfermedad similar a Graves se logró inyectando ratones AKR/N con fibroblastos singénicos (MHCidénticos) transfectados dualmente con MHC de ratón clase II
(H2-k) y cDNA de TSH-R humana. Alrededor de 25% de los animales desarrolló características endocrinológicas (hipertiroidismo) e inmunológicas (TSI, TBII) de la enfermedad de Graves.
43
HLA-DR3, DQ2 (DQB1*0201) y HLA-DR4 (DRB1*0401) y DQ8
(DQB1*0302) están más fuertemente asociados con la diabetes tipo 1. En poblaciones asiáticas, DRB1*0405 es el haplotipo de susceptibilidad principal. Por el contrario, el haplotipo DR2, DQ6
(DQB1*0602) está negativamente asociado con la diabetes tipo 1.
Lo que es más importante, la susceptibilidad requiere que los alelos
de la cadena β de HLA-DQ sean negativos para Asp57 en la secuencia de aminoácidos. Estudios de diferentes poblaciones han demostrado una relación lineal entre la incidencia de diabetes tipo 1 y la
frecuencia estimada de ausencia homocigótica de Asp57.
Los genes candidatos no HLA consecuentemente asociados con
la diabetes tipo 1 incluyen los polimorfismos en el “número variable de repeticiones en tándem” (VNTR) en el gen de la insulina y
en el gen CTLA-4 (CD152). Los polimorfismos VNTR se encuentran adyacentes a secuencias reguladoras definidas que influyen en
la expresión del gen de insulina. De importancia inmunológica, el
gen CTLA-4 (véase “Reconocimiento y respuesta inmunes”, analizado anteriormente) es el otro gen candidato no HLA que se encuentra consecuentemente asociado a la diabetes tipo 1.
Aunque los factores ambientales definitivamente juegan un papel en el desarrollo de la diabetes tipo 1 (p. ej., virus Coxsackie B4,
virus de la parotiditis, virus de la rubéola, virus de la rata Kilham
en la cría biológica de la rata [BB] o la exposición a la fórmula de la
leche de vaca), se necesitan más estudios para establecer un vínculo etiológico definido (consúltese también Factores genéticos y ambientales en autoinmunidad, en las páginas anteriores).
Respuesta autoinmune
ninguno de estos modelos. Sin embargo, estos modelos abren nuevas formas de investigar la patogénesis de la enfermedad de Graves.
ASPECTOS AUTOINMUNES DE LA
DIABETES TIPO 1
La diabetes tipo 1 es el resultado de la destrucción autoinmune de
las células pancreáticas β en un proceso que puede abarcar varios
años. Esto resulta en intolerancia a la glucosa y enfermedad clínica,
cuando la mayoría de las células β han sido destruidas. La destrucción se caracteriza por la circulación de anticuerpos contra las células pancreáticas β y por la infiltración masiva de los linfocitos mononucleares en los islotes de Langerhans, mientras que las células
β pancreáticas permanecen. Los linfocitos desaparecen lentamente, cuando las células β desaparecen. Aunque la insulina está disponible para la terapia de reemplazo, la diabetes tipo 1 sigue siendo
un trastorno crónico de gran impacto socioeconómico, especialmente porque afecta sobre todo a los jóvenes. La elucidación de los
mecanismos moleculares que subyacen a esta destrucción y el desarrollo de métodos para prevenir la autoinmunidad, en última
instancia, pueden conducir a un tratamiento efectivo. Tales desarrollos, sin embargo, requieren modelos animales de diabetes tipo
1 que se asemejan mucho a la enfermedad en humanos.
Genes y medioambiente
La susceptibilidad a desarrollar diabetes tipo 1 está asociada con
ciertos alelos del locus MHC clase II, que se han relacionado estadísticamente con una variedad de trastornos autoinmunes. Los
análisis más recientes indican que en los caucásicos, los haplotipos
Los autoanticuerpos asociados con la destrucción de células β pueden presentarse hasta varios años antes del inicio clínico de la enfermedad y, por tanto, son excelentes marcadores de riesgo de
enfermedad. Además, han servido como herramientas importantes para identificar autoantígenos de células β pancreáticas humanas. En 1990, Baekkeskov y sus colaboradores identificaron una
proteína de las células de los islotes de 64 kDa como la isoforma
más pequeña de la enzima que sintetiza γ-aminobutirato (GABA):
descarboxilasa de ácido glutámico (GAD65). Se demostró que este
autoantígeno era reconocido por 70 a 80% de los sueros de pacientes prediabéticos y recién diagnosticados con diabetes tipo 1. Se
demostró que un segundo componente del antígeno de 64 kDa es
una tirosina fosfatasa putativa, denominada IA-2. IA-2 es reconocida por 60 a 70% en pacientes prediabéticos y recién diagnosticados
con diabetes tipo 1. Juntos, los autoanticuerpos GAD65 e IA-2 detectan más de 90% de las personas que desarrollan diabetes tipo 1
y pueden usarse para detectar individuos en riesgo varios años
antes de la aparición clínica de la enfermedad.
Aunque las respuestas de autoanticuerpos contra GAD65 no se
detectan fácilmente, existen fuertes evidencias para sugerir que
GAD65 es un autoantígeno importante de células T en el ratón
NOD. Por consiguiente, GAD65 es el objetivo conocido más temprano de la respuesta de células T autoinmunes en el ratón NOD.
La administración de la proteína en una forma tolerogénica previene la enfermedad en ratones NOD. Por el contrario, la inducción
de tolerancia a otros autoantígenos potenciales en este modelo (como carboxipeptidasa H y hsp60) no previene la enfermedad. El
ratón NOD no desarrolla autoinmunidad a la molécula IA-2 y, por
ende, se distingue de la enfermedad humana con respecto a este
antígeno blanco (obsérvense modelos analizados más adelante).
La insulina es un tercer autoantígeno bien caracterizado en la
diabetes tipo 1. Los autoanticuerpos contra la insulina se pueden
44
CAPÍTULO 2
Autoinmunidad endocrina
detectar en aproximadamente 50% de los niños recién diagnosticados con diabetes tipo 1. Los clones de células T específicas de insulina pueden transferir enfermedades en el ratón NOD. Además, la
administración de insulina completa, cadena B de insulina o un
epítopo peptídico de insulina en una forma tolerogénica, puede
proteger contra la enfermedad en ratones NOD. Debido a que los
animales que reciben insulina o la cadena B de insulina continúan
teniendo insulitis intraislotes —a diferencia de los ratones NOD jóvenes tratados con GAD65 de manera tolerogénica— se ha sugerido que la reactividad de la insulina es más distal en la progresión
de la enfermedad. Proteínas adicionales, pero menos bien caracterizadas, han sido implicadas como objetivos de autoanticuerpos en
diabetes tipo 1 en humanos.
Los autoanticuerpos, aunque son buenos marcadores de enfermedad, no parecen estar directamente implicados en la destrucción de células pancreáticas. La transferencia adoptiva de diabetes
a los ratones NOD con inmunodeficiencia combinada espontánea
(NOD-SCID) que carecen de células B, puede estar mediada sólo
por células T. Sin embargo, debido a que los ratones NOD con deficiencia de células β no desarrollan la enfermedad, es posible que
los linfocitos B funcionen como importantes APC en el islote para
perpetuar una respuesta autoinmune en curso y, por tanto, son
esenciales para la presentación de antígenos raros, tales como
GAD65 e IA-2 (véase también “Respuesta autoinmune”, en la sección sobre los aspectos autoinmunes de la enfermedad tiroidea,
analizado anteriormente).
Una cuestión importante es si GAD65, IA-2 y la insulina son los
principales antígenos blanco de la destrucción de células β mediada por células T, que resulta en diabetes tipo 1 en humanos. Las
respuestas proliferativas y citotóxicas de las células T a GAD65 se
detectan en la sangre periférica de los pacientes con diabetes tipo
1 recién diagnosticados, pero su patogenicidad no se ha abordado.
La inducción de la tolerancia neonatal a GAD65 previene, específicamente, la diabetes en el modelo de ratón NOD. El papel de IA-2
en la autoinmunidad destructiva para las células β pancreáticas en
humanos se sugiere por el alto valor predictivo de los anticuerpos
IA-2 para el inicio clínico de la diabetes.
Tanto GAD65 como IA-2 son proteínas neuroendocrinas, que
se expresan en niveles significativos en el cerebro y la célula β. El
síndrome del hombre rígido, un trastorno neurológico muy raro en
humanos, con una alta coincidencia de diabetes, se caracteriza por
una fuerte respuesta de autoanticuerpos contra GAD65, cuya concentración es varios órdenes de magnitud mayor que en la diabetes. Se ha sugerido que el deterioro de las neuronas secretoras de
GABA en el síndrome del hombre rígido está mediado por los autoanticuerpos GAD65, mientras que el desarrollo de la diabetes tipo 1 se asocia con una respuesta inmune celular a GAD65. La baja
incidencia del síndrome del hombre rígido, en comparación con la
diabetes tipo 1 (sólo uno de cada 104 pacientes con diabetes tipo 1
desarrolla el síndrome del hombre rígido, mientras que 40% de los
pacientes con síndrome del hombre rígido desarrolla diabetes tipo
1), refleja en parte la protección de neuronas GABAérgicas por la
barrera hematoencefálica y la ausencia de expresión del antígeno
MHC clase II en neuronas normales. No se conoce la localización
celular de la expresión de IA-2 en el cerebro, y no se conocen trastornos del sistema nervioso central que impliquen autoinmunidad
a IA2.
En el ratón NOD, la destrucción de las células β pancreáticas
requiere tanto células auxiliares T CD4 (TH) y células citotóxicas
CD8 (TC). Mientras que las células TH parecen ser necesarias para
el desarrollo de una respuesta autoinmune a los islotes y la genera-
ción de intrainsulitis, las células TC son probablemente las células
efectoras de la destrucción de las células β. Además, hay evidencia
de que en el linaje CD4, el subconjunto TH1 es importante para el
desarrollo de la enfermedad en el ratón NOD. Las células TH1 son
inducidas por IL-12 y están sesgadas hacia la secreción de IFN-γ e
IL-2. Por el contrario, existe evidencia de que la citocina TH2 IL-4
ejerce un efecto dominante negativo sobre la progresión de la diabetes en el ratón NOD. En humanos, concentraciones bajas de autoanticuerpos asociados con diabetes tipo 1 y altas concentraciones
asociadas con un haplotipo protector (DR2) sugieren que una respuesta fuerte de TH2 puede ser inhibidora de la destrucción de células β. Un papel para las células TH1 en la enfermedad humana
también es sugerido por los resultados de perfiles de citoquinas de
células NK humanas periféricas en gemelos idénticos, que son discordantes para el desarrollo de la diabetes. Esto es diferente de las
respuestas TH observadas en la enfermedad de Graves (refiérase a
“Aspectos autoinmunes de la enfermedad tiroidea”, discutido anteriormente).
Se ha sugerido que no es la presencia de autoanticuerpos contra
GAD65, sino la ausencia de los anticuerpos antiidiotípicos correspondientes, lo que define la diabetes tipo 1. Los anticuerpos antiidiotípicos se unen al idiotipo (región de unión) de otros anticuerpos. Los investigadores encontraron que, mientras los pacientes
con diabetes son positivos para anticuerpos GAD65, porque carecen de ciertos anticuerpos antiidiotípicos, los individuos sanos son
negativos para anticuerpos GAD65, debido a la presencia de anticuerpos antiidiotípicos dirigidos contra anticuerpos GAD65 en su
suero.
Modelos animales de diabetes mellitus
autoinmune
El ratón NOD ha sido muy valioso para los estudios de mecanismos moleculares de autoinmunidad dirigidos hacia las células pancreáticas β y el desarrollo de diabetes. Tiene varias características,
sin embargo, que lo distinguen de la enfermedad humana. La incidencia de diabetes es de dos a tres veces mayor en hembras NOD
que en machos, mientras que en humanos hay una ligera preponderancia de diabetes tipo 1 en hombres. Además, aunque la inducción de autoinmunidad e inflamación específica de órganos en
humanos puede ser causada por patógenos o toxinas humanas, la
autoinmunidad parece ser el mecanismo predeterminado en el ratón NOD. Por tanto, los ratones, en ambientes limpios y libres de
patógenos, tienen una alta incidencia de enfermedades, mientras
que una variedad de regímenes que estimulan el sistema inmune
del ratón, como la infección viral o la inyección de adyuvante completo de Freund, previene la enfermedad. Hasta la fecha, se han
identificado más de 125 tratamientos para prevenir con éxito o retrasar la diabetes en el ratón NOD, pero ninguno se ha identificado
para humanos.
La rata BB desarrolla diabetes espontánea mediada por células
T. La enfermedad de la rata BB es significativamente diferente de la
enfermedad humana, ya que está acompañada por autoanticuerpos contra linfocitos y una linfocitopenia grave, que es esencial
para el desarrollo de la autoinmunidad de las células β y la diabetes
en este modelo.
En un intento por lograr mejores modelos de diabetes, se desarrollaron ratones transgénicos “humanizados”, que expresan moléculas MHC clase II humanas propensas a la diabetes. Dado que
estos animales no desarrollaron diabetes espontánea, se retrocruzaron en el fondo NOD. Sin embargo, el retrocruzamiento a NOD
Aspectos autoinmunes de otras endocrinopatías
nuevamente evitó el desarrollo de diabetes. Se desarrollaron otros
modelos animales de diabetes tipo 1, algunos de ellos llevando genes de susceptibilidad a la diabetes MHC de clase II humanos, mediante la expresión de moléculas ectópicas en los islotes, usando el
promotor de insulina de rata (RIP, rat insulin promoter). En algunos
de estos modelos, la diabetes debe ser inducida por inmunización
con, por ejemplo, péptidos de insulina o virus de coriomeningitis
linfocítica. Sin embargo, ninguno de estos modelos refleja completamente la enfermedad humana en el sentido de que el ataque inmune se inició contra autoantígeno(s) de células β blanco en un
modo MHC de clase II restringido, sin la necesidad de expresión
de proteína(s) aberrante(s) (extraña a las células β pancreáticas).
Aunque algunos de los modelos de diabetes tipo 1 descritos han
sido muy útiles para estudios de mecanismos inmunológicos básicos
asociados con la autoinmunidad de células β pancreáticas, se necesitan otros modelos de diabetes tipo 1 más cercanos a lo que ocurre
en los humanos, si se van a probar técnicas de inmunoprevención e
inmunomoduladoras. Como mínimo, los genes de susceptibilidad
humana y los antígenos blanco humanos deben coexistir en un modelo animal para imitar las respuestas autoinmunes humanas.
ASPECTOS AUTOINMUNES DE OTRAS
ENDOCRINOPATÍAS
Insuficiencia suprarrenal autoinmune
La enfermedad de Addison autoinmune rara vez se desarrolla como un síndrome de glándula única. En aproximadamente 50% de
los casos, la enfermedad está asociada con otras glándulas y fallas
orgánicas. Anderson y sus colaboradores describieron la existencia
de autoanticuerpos suprarrenales específicos por primera vez en
1963. Utilizando técnicas de inmunofluorescencia en secciones de
las suprarrenales humana, bovina o de mono, se describieron anticuerpos que reconocen específicamente la corteza suprarrenal
(ACA). Los autoanticuerpos celulares productores de esteroides
(SCA) reactivos con las células de las glándulas suprarrenales, las
gónadas y la placenta fueron descritos por Anderson y sus colegas
en 1968. Los SCA se detectan predominantemente en pacientes
con ACA positivo con enfermedad de Addison, que tienen insuficiencia ovárica prematura en el contexto de síndrome poliendocrino autoinmune tipo I (APS-I; véase “Síndromes poliendocrinos
autoinmunes”, más adelante).
El esteroide 21-hidroxilasa ha sido identificado como un autoantígeno suprarrenal mayor en pacientes con ACA positivo que
padecen enfermedad de Addison. Usando un ensayo sensible basado en la precipitación inmune de 21-hidroxilasa recombinante
radiomarcada, los trabajadores de un estudio informaron pruebas
positivas en suero de 72% de los pacientes con enfermedad de
Addison aislada, 92% de los pacientes con APS-1, 100% de los pacientes con APS-1 y 2, y 80% de los pacientes que fueron positivos
para ACA por inmunofluorescencia, pero no tenían una enfermedad clínicamente manifiesta de Addison (los donantes de sangre
aparentemente sanos mostraron un 2.5% de positividad) (tabla
2-2). Otro estudio midió la ACA en 808 niños con enfermedades
autoinmunes específicas de órganos sin insuficiencia suprarrenal.
Los ACA fueron detectables en 14. Diez de estos niños con ACA
positivo (también positivos para anticuerpos con 21-hidroxilasa) y
12 niños con ACA negativo se siguieron prospectivamente con
pruebas de función adrenocortical y anticuerpos. La enfermedad
de Addison abierta se desarrolló en 9 (90%) niños con anticuerpos
positivos para ACA/21-hidroxilasa dentro de 3 a 121 meses, y el
45
niño que quedaba tuvo hipoadrenalismo subclínico a lo largo de un
periodo extra de observación de 24 meses. La progresión a la insuficiencia suprarrenal no se relacionó con la concentración de ACA,
el sexo, la función suprarrenal basal (insuficiencia subclínica frente
a la función normal), el tipo de enfermedad autoinmune asociada
o el estado de HLA. Aunque los anticuerpos ACA 21-hidroxilasa
parecen ser altamente predictivos en niños, en adultos, el riesgo
acumulativo de desarrollar enfermedad de Addison en pacientes
con otras enfermedades autoinmunes específicas de órganos y anticuerpos positivos para ACA 21-hidroxilasa es de aproximadamente 32%. El esteroide 17α-hidroxilasa es otro autoantígeno suprarrenal. Se encontraron anticuerpos 17α-hidroxilasa en 5% de los
pacientes con enfermedad de Addison aislada, 55% de los pacientes con APS-1, 33% de los pacientes con APS-2 y 20% de los sueros
de pacientes que fueron positivos para ACA, pero no tuvieron enfermedad clínicamente manifiesta de Addison (consúltese tabla
2-2). Se encontraron anticuerpos contra otro autoantígeno suprarrenal, enzima de escisión de la cadena lateral del citocromo P450
(P450scc), en 9% de los pacientes con enfermedad de Addison aislada, 45% de los pacientes con APS-1, 36% de los pacientes con
APS-2, y 20% de los sueros de pacientes que fueron positivos para
ACA pero que no tenían una enfermedad de Addison clínicamente
manifiesta (remítase a la tabla 2-2). La prevalencia de anticuerpos
P450scc en estos grupos de pacientes fue siempre menor que la de
los anticuerpos 21-hidroxilasa, pero similar a la de los anticuerpos 17α-hidroxilasa. Además, casi todos los sueros que fueron positivos para 17α-hidroxilasa o anticuerpos P450scc, también fueron
positivos para anticuerpos 21-hidroxilasa. Asimismo, una comparación de los SCA medidos mediante inmunofluorescencia con
17α-hidroxilasa y las mediciones de anticuerpos P450scc sugirieron que 17α-hidroxilasa y P450scc son los principales componentes del antígeno SCA, así como la 21-hidroxilasa es el principal
componente del antígeno ACA.
En general, respuestas inmunes en la enfermedad suprarrenal
autoinmune pueden involucrar otros antígenos, pero la reactividad
a los tres descritos, particularmente 21-hidroxilasa, parece predominar. Aunque la inhibición de la actividad enzimática por estos
anticuerpos se ha demostrado in vitro, aún no se ha establecido una
relación clara con la patogénesis del síndrome clínico.
Orquitis y ooforitis autoinmune
Un origen autoinmune para la insuficiencia ovárica prematura con
enfermedad de Addison u ooforitis concomitante puede basarse en
TABLA 2-2 Autoanticuerpos suprarrenales en diferentes
síndromes
Autoanticuerpos
Enfermedad
de Addison
(%)
21-hidroxilasa
72
17α-hidroxilasa
5
P450scc
9
45
APS-1a
(%)
APS-2b
(%)
ACA(+)c
(%)
92
100
80
55
33
20
36
20
a
APS-1: síndrome poliendocrino autoinmune tipo 1: poliendocrinopatía autoinmune, candidiasis y distrofia ectodérmica.
b
APS-2: síndrome poliendocrino autoinmune tipo 2: insuficiencia suprarrenal,
enfermedad de tiroides y diabetes mellitus.
c
ACA(+): positivo en anticuerpos de la corteza suprarrenal sin enfermedad clínicamente manifiesta de Addison.
46
CAPÍTULO 2
Autoinmunidad endocrina
los datos humanos y animales siguientes: 1) la presencia de autoanticuerpos para SCA en la mayoría de los casos, 2) la caracterización
de autoantígenos compartidos entre las glándulas suprarrenales y
los ovarios (es decir, 17α-hidroxilasa y P450scc), 3) las características histológicas de los ovarios (infiltrado de linfocitos y células plasmáticas con células productoras de esteroides) y 4) modelos animales del síndrome. Existe cierta evidencia de autoinmunidad en la
insuficiencia ovárica prematura idiopática no asociada con la enfermedad de Addison (anomalías inmunes celulares, presencia de
diversos anticuerpos ováricos en algunos pacientes y asociaciones
con diabetes tipo 1 y miastenia grave); sin embargo, la ausencia de
confirmación histológica hace que la patogénesis autoinmune sea
menos creíble.
Se sabe menos acerca de la patogénesis autoinmune de la orquitis humana. Los modelos animales, sin embargo, han demostrado
que la lesión infecciosa o traumática de los testículos puede inducir
respuestas autoinmunes en este tejido con inmunidad privilegiada
(definidos como sitios donde los antígenos no se presentan al sistema inmune del huésped; véase “Tolerancia”, analizado anteriormente).
Hipofisitis autoinmune
La hipofisitis autoinmune (también llamada hipofisitis linfocítica)
debe considerarse en el diagnóstico diferencial de las anomalías
hipofisarias en mujeres (relación 8:1 mujer:hombre) durante la última mitad del embarazo y en los primeros 6 meses después del
parto, así como en pacientes con trastornos autoinmunes coexistentes, por ejemplo, tiroiditis, adrenalitis, hipoparatiroidismo autoinmune o gastritis atrófica. Se han descrito más de 380 casos,
desde el informe original en 1962. Se han detectado anticuerpos
antihipofisarios en una minoría de pacientes. Debido a la falta de
marcadores para la enfermedad, el diagnóstico sólo puede confirmarse con un examen histológico. Sin embargo, debido a las características compresivas y endocrinas generalmente transitorias de
esta condición, el manejo conservador basado en la sospecha clínica puede prevenir las consecuencias de la cirugía hipofisaria innecesaria. La hipofisitis granulomatosa, otra forma de hipofisitis autoinmune, parece tener una patogénesis autoinmune similar, pero
afecta comúnmente a mujeres y hombres posmenopáusicos. La
presencia de Treg en esta forma de hipofisitis, sin embargo, hace
que la patogénesis autoinmune sea menos clara.
Hipoparatiroidismo autoinmune
El hipoparatiroidismo autoinmune, también llamado hipoparatiroidismo idiopático, es uno de los principales componentes del
APS tipo 1 (APS-1; léase la siguiente sección). También se presenta
como una enfermedad esporádica, a veces asociada con la tiroiditis
de Hashimoto en las mujeres. El hecho de que el hipoparatiroidismo autoinmune se presenta en asociación con otras enfermedades
autoinmunes, y también la presencia de autoanticuerpos reactivos
con el tejido paratiroideo en muchos pacientes afectados, sugiere
una patogénesis autoinmune. Se ha informado que los autoanticuerpos paratiroideos muestran un efecto citotóxico dependiente
del complemento sobre células paratiroideas bovinas cultivadas. Al
menos un autoantígeno paratiroideo principal ha sido identificado
como el CaSR. El CaSR es de gran importancia en la regulación de
la secreción de hormona paratiroidea y la reabsorción de calcio tubular renal. Este receptor es un miembro de la familia de receptores acoplados a proteínas G de 7 dominios que atraviesan la mem-
brana. También se expresa en las células C tiroideas, la hipófisis, el
hipotálamo y en otras regiones del cerebro. La relación de la respuesta autoinmune dirigida contra el receptor a la patogénesis
de la enfermedad no está clara. Sin embargo, se sugirió la estimulación mediada por anticuerpos del CaSR con la consiguiente inhibición de la síntesis y secreción de PTH. La prevalencia de los anticuerpos CaSR en el hipoparatiroidismo idiopático clínicamente
diagnosticado fue de 56% en un estudio. La medición de estos anticuerpos puede tener valor para predecir el desarrollo de hipoparatiroidismo autoinmune en pacientes con endocrinopatías autoinmunes que se encuentran en riesgo. Además, la hipercalcemia en
un paciente con trastornos autoinmunes múltiples, que responden
a los glucocorticoides, se ha descrito como secundaria a la presencia de un autoanticuerpo IgG4 bloqueante dirigida contra el CaSR
y aparentemente capaz de bloquear las acciones inhibitorias del ligando de calcio (consúltese también el capítulo 8).
SÍNDROMES POLIENDOCRINOS AUTOINMUNES
Las asociaciones de múltiples trastornos endocrinos autoinmunes
se han clasificado en diferentes síndromes. Los APS tipo 1 y tipo 2
(APS-1 y -2) pueden separarse claramente desde el punto de vista
clínico (tabla 2-3). Algunos autores han intentado subdividir APS-2
(es decir, APS-2 y -3) sobre la base de la asociación de algunos trastornos autoinmunes, pero no de otros. Sin embargo, se obtiene
poca información al hacer esta subdivisión en términos de comprender la patogénesis o la prevención de la futura falla endocrina
en pacientes o sus familiares. Otras asociaciones autoinmunes, no
siempre descritas en los síndromes, también son clásicamente reconocidas. El vitiligo, por ejemplo, parece acompañar a múltiples
endocrinopatías autoinmunes. Ahora hay evidencia convincente
de la vinculación entre NALP1 (proteína de repetición rica en leucina NACHT 1), un gen involucrado en la regulación inmune y la
presencia de vitiligo asociado con, al menos, una enfermedad autoinmune endocrina que incluye, pero no se limita a, la diabetes
tipo 1, enfermedad de Addison y tiroiditis.
SÍNDROME POLIENDOCRINO AUTOINMUNE 1
(APS-1)
El APS-1 es un trastorno autosomático recesivo con un 25% de incidencia entre los hermanos de las personas afectadas. También
conocida como APECED o poliendocrinopatía autoinmune-candidiasis-distrofia ectodérmica, APS-1 se caracteriza por la tríada de
candidiasis mucocutánea crónica, hipoparatiroidismo autoinmune
e insuficiencia suprarrenal (sólo se requieren dos en el caso índice
para diagnóstico y sólo uno en los hermanos). La candidiasis mucocutánea crónica (que involucra la mucosa y las uñas o, con menos frecuencia, el esófago) se manifiesta generalmente como el
problema inicial temprano en la vida. En la mayoría de los individuos, generalmente sigue el desarrollo de hipoparatiroidismo autoinmune, un fenotipo clínico importante. Específicamente para el
hipoparatiroidismo, se ha descrito la presencia de anticuerpos contra NALP5 (proteína de repetición rica en leucina NACHT 5), un
gen altamente expresado en paratiroides y ovario. En un estudio,
estos anticuerpos se detectaron en 49% de los pacientes con APS-I
conocido e hipotiroidismo (refiérase también al capítulo 8). La enfermedad de Addison es otro componente de la tríada que puede
manifestarse antes, de forma concomitante o después del hipopa-
Manejo de síndromes poliendocrinos autoinmunes
ratiroidismo. La vigilancia de por vida es importante, ya que pueden pasar décadas entre el desarrollo de una característica del trastorno y el inicio de otra. No hay predominio femenino en este
síndrome, y no está asociado con HLA. APS-1 puede ocurrir esporádicamente o en familias. El locus genético responsable de la enfermedad se ha mapeado en el brazo largo del cromosoma 21
(21q22.3). El análisis de haplotipos de esta región en diferentes
poblaciones ha demostrado que APS-I está relacionado con diferentes mutaciones en un gen identificado como el regulador autoinmune (AIRE). El AIRE codifica una proteína nuclear putativa
con motivos de factor de transcripción (incluidos dos motivos de
dedo de cinc). Se expresa en diferentes tejidos, pero particularmente en el timo. El mecanismo por el cual las mutaciones de este
factor putativo de transcripción conducen a las diversas manifestaciones de APS-1 aún se está definiendo. En ratones, sin embargo,
la ausencia de la proteína análoga “aire” influye en la expresión
ectópica de antígenos tisulares periféricos en células epiteliales medulares tímicas (MEC, medullary epithelial cells), lo que da como resultado el desarrollo de un trastorno autoinmune similar a APS-1 y
el establecimiento de aire/AIRE como factor importante en la inducción de tolerancia central. Se ha informado que aire promueve
la generación perinatal de un compartimento distinto de las células
Foxp3+CD4+T reg, que persiste establemente en ratones adultos.
Esta población tiene un papel en el mantenimiento de la autotolerancia, un transcriptoma y un perfil de activación distinguible de
las T regs producidas en adultos. Este concepto se suma a la noción
de un sistema inmune en capas de desarrollo. Otros genes relacionados con la respuesta inmune, así como los factores ambientales,
probablemente desempeñan un papel en el desarrollo del síndrome. Varios estudios de grandes cohortes de pacientes de diferentes
orígenes étnicos han informado la aparición de candidiasis crónica
en diferentes sitios en todos los pacientes. Además, el desarrollo de
la autoinmunidad clásica varía mucho entre los pacientes; sin embargo, el desarrollo de respuestas inmunes humorales específicas
de anticitoquinas parece servir a una característica más común de
la enfermedad. A través de un estudio, se detectaron anticuerpos
antiinterferón (IFN) en pacientes con APS-1, en todos los pacientes
finlandeses y noruegos con APS-1. El hallazgo temprano de autoanticuerpos de alta concentración contra los IFN ha creado una
prueba de diagnóstico útil para APS-1. También se han descrito
autoanticuerpos neutralizantes antiIL-17 en pacientes con APS-1.
IL-17 es producida por un subconjunto de células T, células TH17, y
juega un papel importante en la respuesta a patógenos, particularmente en las superficies de la mucosa. El análisis adicional de las
respuestas de IL-17 e IL-22 a la presencia de antígenos de Candida
albicans mostró una marcada deficiencia en la capacidad de los pacientes con APS-1 para producir IL-17 e IL-22. Estos hallazgos
plantean un nuevo aspecto intrigante para el papel de los autoanticuerpos de anticitoquina, que parecen proporcionar un entorno
permisible para el desarrollo de la candidiasis mucocutánea crónica. El hipoparatiroidismo y la enfermedad de Addison se presentan con una frecuencia similar (véase tabla 2-3). La aparición de la
tríada diagnóstica se presenta en 57% de los pacientes. El hipogonadismo femenino, que se presenta como falla total o parcial del
desarrollo puberal o como falla ovárica prematura en adultos, se ha
informado hasta en 60% de los pacientes. El hipogonadismo masculino es menos frecuente (14%). La diabetes tipo 1 no es tan frecuente como en APS-2, pero si está presente, generalmente se desarrolla temprano (menos de 21 años de edad). El hipotiroidismo
autoinmune (tiroiditis atrófica) también es menos frecuente que en
APS-2; sin embargo, los autoanticuerpos tiroideos pueden estar
47
presentes en muchos pacientes eutiroideos. Otras manifestaciones
se describen en la tabla 2-3. Se informa que la hepatitis autoinmune aguda es menos común que la hepatitis crónica, que parece estar presente en la mayoría de los individuos. Los autoanticuerpos
contra L-aminoácido aromático descarboxilasa (AADC) están asociados con la hepatitis autoinmune crónica activa y el vitiligo, que
se encuentran en APS-1. Estos anticuerpos, si están presentes,
pueden ser útiles para hacer el diagnóstico. Los autoanticuerpos
contra la triptófano hidroxilasa se han asociado con la disfunción
gastrointestinal en APS-1. Los autoanticuerpos contra la H+-K+ATPasa y para el factor intrínseco están asociados con la anemia
perniciosa, y los autoanticuerpos contra la tirosinasa están asociados con el vitiligo. Otros autoanticuerpos asociados con los trastornos de la glándula única que componen este síndrome poliendocrino se han discutido anteriormente.
SÍNDROME POLIENDOCRINO AUTOINMUNE 2
(APS-2)
El APS-2 es el síndrome de insuficiencia poliendocrina más común.
Afecta a las mujeres en una proporción de 3:1 con respecto a los
hombres. APS-2 se diagnostica cuando al menos dos de los siguientes están presentes: insuficiencia suprarrenal, enfermedad tiroidea
autoinmune (tiroiditis con hipotiroidismo o enfermedad de Graves
con hipertiroidismo) y diabetes tipo 1. Desde el punto de vista histórico, fue Schmidt (1926), quien describió por primera vez la asociación entre la enfermedad de Addison y la tiroiditis. En 1964,
Carpenter y sus colegas incluyeron la diabetes tipo 1 en el síndrome. Otros componentes de APS-2 incluyen los siguientes (estúdiese tabla 2-3): hipogonadismo primario, miastenia gravis, enfermedad celiaca, anemia perniciosa, alopecia, vitiligo y serositis. La
asociación más frecuente parece ser con la diabetes tipo 1 (más de
50%) y la enfermedad tiroidea autoinmune (70% en algunas series).
La insuficiencia suprarrenal puede ser concurrente, puede retrasarse hasta por dos décadas o puede no manifestarse. Algunos pacientes diabéticos (2 a 3%) desarrollan enfermedad celiaca. La dieta sin
gluten generalmente es efectiva. Si la enfermedad celiaca no se trata, puede producirse hipocalcemia (no debida a hipoparatiroidismo), osteopenia y, ocasionalmente, linfoma gastrointestinal.
Aunque este síndrome y sus componentes se agregan en familias, no existe un patrón de herencia identificable. La susceptibilidad probablemente está determinada por múltiples loci génicos
(HLA es el más fuerte) que interactúan con factores ambientales.
Muchos de los trastornos de APS-2 están asociados (algunos genéticamente vinculados) con el haplotipo HLA identificado en trastornos de órgano único. HLA-A1, -B8, -DR3 y -DR4, DQA1*0501 y
DQB1*0201 han sido descritos como asociados con APS-2.
MANEJO DE SÍNDROMES POLIENDOCRINOS
AUTOINMUNES
La terapia de reemplazo hormonal sigue siendo la única forma de
tratamiento del APS. El manejo clínico de estos trastornos exige un
diagnóstico temprano de los componentes asociados. Dado que la
edad de aparición de los trastornos asociados es clínicamente impredecible, se necesita un seguimiento a largo plazo. Los trastornos
endocrinos se tratan a medida que se desarrollan y se diagnostican.
Los tratamientos hormonales para las fallas específicas de las glándulas se describen en otra parte de este libro. Sin embargo, las com-
48
CAPÍTULO 2
Autoinmunidad endocrina
binaciones específicas de insuficiencia de órganos endocrinos requieren un manejo específico. Por ejemplo, el reemplazo de tiroxina
puede precipitar una insuficiencia suprarrenal potencialmente
mortal en un paciente con enfermedad de Addison sin tratar. Además, la hipoglucemia o la disminución de los requerimientos de
insulina en un paciente con diabetes tipo 1 puede ser el primer
síntoma/signo de insuficiencia suprarrenal. La hipocalcemia, observada en APS-2, se debe más a la enfermedad celiaca que el hipoparatiroidismo. El tratamiento de la candidiasis mucocutánea con
ketoconazol en pacientes con APS-1 puede inducir insuficiencia
suprarrenal en una glándula fallida (el ketoconazol es un inhibidor
mundial del citocromo P450). Estos medicamentos antifúngicos
también pueden elevar las enzimas hepáticas, lo que hace que el
diagnóstico de la hepatitis autoinmune que requiere tratamiento
con inmunosupresores sea más difícil en estos pacientes.
La única forma de prevenir la morbilidad y la mortalidad es
realizar exámenes tanto a los individuos afectados, como a sus familiares. La medición anual de TSH se recomienda como costoefectiva en familiares de primer grado de pacientes con diabetes
tipo 1. Las mediciones de autoanticuerpos pueden ayudar en la
evaluación preclínica de varios trastornos. En el seguimiento de
APS-1 se recomiendan los recuentos sanguíneos, electrólitos, niveles de calcio y fósforo, pruebas de función hepática y tiroidea, frotis
sanguíneos (incluidos los índices de RBC) y las mediciones de vitamina B12/ácido metilmalónico en plasma. Para los pacientes con
APS-2 con diabetes tipo 1, la enfermedad tiroidea y la enfermedad
celiaca coexisten con suficiente frecuencia como para justificar no
sólo la medición de TSH, sino también el examen de anticuerpos
endomisiales que contienen anticuerpos transglutaminasa, que
son prevalentes en la enfermedad celiaca.
TABLA 2-3 Comparación de los diferentes componentes de los síndromes poliendocrinos autoinmunes
Características
Tipo 1
Tipo 2
Hereditario
Vínculo o asociación genética
Género
Edad de inicio
Recesivo autosomal
Vinculado a AIRE
Distribución igual
Infancia
Poligénico
Alguna asociación HLA
Preponderancia femenina
Edad 20 a 40
Trastornos endocrinos
Enfermedad de Addison
Hipoparatiroidismo
Enfermedad autoinmune de tiroides
Diabetes tipo 1
Hipogonadismo primario
Hipofisitis
60 a 72%
Común (79 a 96%)
Menos frecuente (sobre 5%)
14% (toda la vida)
60% mujeres-14% hombres
No reportado
70%
Raro (inicio tardío)
Más frecuente (alrededor de 70%)
>50%
Sobre 5%
Reportado
Dermatológicas
Candidiasis mucocutánea crónica
Alopecia
Vitiligo
Dermatitis herpetiforme
Frecuente al inicio (sobre 100%)
Común (sobre 29%)
Sobre 13%
No reportado
No reportado
Reportado
Sobre 5%
Reportado
Gastrointestinales
Enfermedad celiaca
Hepatitis autoinmune
Ninguno (sólo esteatorrea)
Sobre 12%
Presente en 2 a 3%
No reportado
Hematológicas
Anemia perniciosa
Hipoplasia de glóbulos rojos pura
Púrpura trombocitopénica idiopática
Sobre 13%
Reportado
No reportado
Tan común como en APS-1
No reportado
Reportado
Todo reportado
No reportado
Ninguno reportado
Todo reportado
Reportado
Reportado
Reportado
No Reportado
No Reportado
No Reportado
No Reportado
No reportado
No reportado
No reportado
Reportado
Reportado
Reportado
Reportado
Ectodermales
Hipoplasia del esmalte
Distrofia de las uñas
Calcificación de la membrana timpánica
Neurológicas
Miastenia gravis
Síndrome del hombre rígido
Enfermedad de Parkinson
Otras
Asplenismo
Queratopatía
Miopatía progresiva
Deficiencia IgA
Serositis
Bloqueo cardiaco idiopático
Síndrome de Goodpasture
Referencias
49
INMUNODEFICIENCIA, POLIENDOCRINOPATÍA
Y ENTEROPATÍA, SÍNDROME LIGADO A X
SÍNDROME DE POEMS (MIELOMA
OSTEOESCLERÓTICO)
Otro síndrome de disfunción poliendocrina autoinmune, inmunodeficiencia, poliendocrinopatía y enteropatía, síndrome ligado a x
(IPEX), se caracteriza por el desarrollo de una abrumadora autoinmunidad sistémica en el primer año de vida, que resulta en la tríada observada de diarrea acuosa, dermatitis eccematosa y endocrinopatía, que se ve más comúnmente como diabetes mellitus tipo 1.
La mayoría de los niños tiene otros fenómenos autoinmunes, como
la anemia positiva de Coombs, la trombocitopenia autoinmune, la
neutropenia autoinmune y la nefropatía tubular. La mayoría de los
varones afectados muere durante el primer año de vida debido a
trastornos metabólicos o sepsis; algunos sobreviven en la segunda
o tercera década.
El diagnóstico se basa en los hallazgos clínicos. El FOXP3 es el
único gen actualmente asociado con el síndrome IPEX. Aproximadamente 50% de los varones con síndrome de IPEX tiene mutaciones identificadas en FOXP3. Las pruebas genéticas están clínicamente disponibles. FOXP3 se expresa principalmente en tejidos
linfoides (timo, bazo y nódulos linfáticos), particularmente en linfocitos T reguladores CD4+ CD25+. En ratones, se requiere para el
desarrollo y la función supresora de esta importante población de
T reg. En humanos, no se expresa al inicio del estudio en las células T CD4+ CD25– o CD8+, sino que se expresa en la activación
de las células T. La proteína FOXP3 está ausente (debido a mutaciones sin sentido, cambio de estructura o empalme) en los individuos
con síndrome IPEX grave de inicio temprano. Algunas personas
con mutaciones puntuales FOXP3 expresan una proteína que parece tener una función disminuida, lo que conduce a una forma más
leve de la enfermedad. Las células mononucleares de sangre periférica de individuos con síndrome IPEX muestran un exceso de
producción de las citocinas TH2 IL-4, IL-5, IL-10 e IL-13 y una producción disminuida de la citocina TH1 IFN-γ.
Las opciones de tratamiento incluyen agentes inmunosupresores (p. ej., ciclosporina A, tacrolimús) solo o en combinación con
esteroides; sirolimús (rapamicina), para las personas en quienes el
tratamiento con tacrolimús es tóxico o ineficaz; factor estimulante
de colonias de granulocitos (G-CSF, granulocyte colony-stimulating
factor, filgrastim), para neutropenia autoinmune; soporte nutricional y tratamiento estándar de la diabetes mellitus y la enfermedad
tiroidea autoinmune. Si se realiza temprano, el trasplante de médula ósea (BMT, bone marrow transplantation) con regímenes de acondicionamiento no mieloablativo puede resolver los síntomas clínicos. Si se conoce la mutación específica de la familia, el análisis de
la secuencia FOXP3, en varones en riesgo, se puede realizar inmediatamente después del nacimiento, para permitir el diagnóstico
precoz y el BMT antes de que ocurra un daño orgánico significativo;
de lo contrario, es necesario controlar los síntomas de los varones
en riesgo, para permitir el diagnóstico y el tratamiento tempranos.
El síndrome de IPEX se hereda de manera vinculada a X. El
riesgo para los hermanos del probando depende del estado del
portador de la madre. Si la madre del probando es portadora, la
posibilidad de transmitir la mutación que causa la enfermedad en
cada embarazo es de 50%. Los varones que heredan la mutación se
verán afectados; las mujeres que heredan la mutación son portadoras y no se verán afectadas. Los hombres afectados transmiten la
mutación que causa la enfermedad a todas sus hijas y a ninguno de
sus hijos. Es posible realizar pruebas prenatales para embarazos
de riesgo en familias en las que se ha identificado la mutación causante de la enfermedad.
El síndrome de POEMS (polineuropatía, organomegalia, endocrinopatía, síndrome de M spike, anomalías de la piel), que con frecuencia se ve como un concomitante de la enfermedad de Castleman (hiperplasia de los ganglios linfáticos de células gigantes),
incluye una variedad de endocrinopatías de las glándulas suprarrenales, tiroidea, hipófisis, gónadas, paratiroides y páncreas.
El síndrome de POEMS muestra una cantidad de endocrinopatías en el contexto de los trastornos linfoproliferativos y la presunta
disfunción de las células B. Aparte de un informe en el que 2 de 11
pacientes con gammapatía monoclonal y alguna forma de autoinmunidad tenían POEMS, las manifestaciones endocrinológicas de
POEMS aún no se han establecido como de origen autoinmune.
Cuando se asocia con la enfermedad de Castleman, el virus del
herpes asociado a Kaposi (HHV8) puede estar implicado en la patogénesis de la linfoproliferación y la gammapatía.
Dos tercios de los pacientes con POEMS supuestamente tenían,
al menos, una anomalía endocrina en la presentación. Durante el
curso de la enfermedad, las anomalías endocrinas se desarrollaron
en otro 10% de los pacientes con POEMS. El hipogonadismo parece ser la anomalía endocrina más común. Se han informado niveles
elevados de hormona foliculoestimulante (FSH, follicle-stimulating
hormone) en ausencia de hipogonadismo primario. Según los informes, un tercio de los pacientes tiene disfunción eréctil con bajos
niveles séricos de testosterona. Catorce por ciento de los pacientes
tiene hipotiroidismo que requiere terapia. Un 12% adicional tuvo
aumentos leves en los niveles de TSH, pero niveles normales de
tiroxina en una serie. Dieciséis por ciento de los pacientes con
POEMS tiene anomalías del eje suprarrenal-hipofisario en el momento de la presentación; con un 5% de pacientes que desarrollan
insuficiencia suprarrenal más adelante en el curso de su enfermedad. El tres por ciento de los pacientes tiene diabetes mellitus. Los
niveles séricos de la hormona paratiroidea aumentaron en tres de
cuatro pacientes, en los que se midió en una serie de 99 pacientes
con POEMS. Finalmente, y aunque todavía son hipotéticos para
POEMS, se han descrito mecanismos de enfermedad mediados
por autoanticuerpos (enfermedad de Graves) en pacientes con
otras gammapatías.
REFERENCIAS
Akirav EM, Ruddle NH, Herold KC. The role of AIRE in human autoimmune disease. Nat Rev Endocrinol 2011;7:25. [PMID: 21102544].
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in autoimmune hypoparathyroidism. Endocrinol Metab Clin North Am
2009;38:437. [PMID: 19328421].
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autoimmune diseases: improved prevalence estimates and understanding of clustering of diseases. J Autoimmun 2009;33:197. [PMID:
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Regulatory T cells generated early in life play a distinct role in maintaining self-tolerance. Science 2015;348:589. [PMID: 25791085].
Endocrinología
y epidemiología clínica
basadas en la evidencia
David C. Aron, MD, MS y Ajay Sood, MD
C A P Í T U L O
3
ARR
(Absolute risk reduction), Reducción absoluta del riesgo
PiD
(Positivity in disease), Positividad en la enfermedad
CI
(Confidence interval), Intervalo de confianza
QALY
CV
(Coefficient of variation), Coeficiente de variación
(Quality-adjusted life year), Años de vida
ajustados a la calidad
RCT
EBM
(Evidence-based medicine), Medicina basada en la evidencia
(Randomized controlled trial), Ensayo controlado aleatorio
ROC
ER
(Event rate), Tasa de eventos
(Receiver-operating characteristic), Característica operativa del receptor
NiH
(Negativity in health), Negatividad en salud
RRR
NNT
(Number needed to treat), Número necesario para tratar
(Relative risk reduction), Reducción relativa
del riesgo
USPSTF
NNH
(Number needed to harm), Número necesario para dañar
(U.S. Preventive Services Task Force), Grupo
de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos
El médico general enfrenta multiplicidad de diagnósticos potenciales, limitaciones en la capacidad de diagnóstico, enfermedad subclínica identificada mediante pruebas más que por medio de manifestaciones clínicas y cambios rápidos en el conocimiento científico.
El paradigma de la toma de decisiones clínicas basado en la suposición de que todo lo que se necesita para guiar la práctica clínica es
experiencia personal (pese a no ser sistemática), comprensión de la
fisiopatología y entrenamiento completo, además de sentido común, es insuficiente para abordar estos desafíos. Por otra parte, la
integración de los resultados de investigación relevantes en la práctica clínica ha sido fortuita; el desfase entre el desarrollo del conocimiento científico y la introducción en la práctica puede ser de
muchos años y existe una marcada variación en la práctica. Un
enfoque sistemático basado en los principios de la epidemiología
clínica puede ayudar a abordar algunos de estos problemas. Este
enfoque cuantitativo ha formado la base primaria, aunque no la
única, del movimiento de la medicina basada en la evidencia
(EBM). Este movimiento postula que es necesario comprender ciertas reglas de evidencia para interpretar la literatura correctamente
y que los médicos que ejercen basados en el conocimiento anterior
proporcionarán un cuidado superior. Este capítulo resume algunos
de los principios de la epidemiología clínica y la endocrinología
basada en la evidencia, así como algunas de sus limitaciones.
EPIDEMIOLOGÍA CLÍNICA
La epidemiología clínica consiste en la aplicación de principios y
métodos epidemiológicos a los problemas encontrados en la medi-
cina clínica. La epidemiología clínica enfatiza un enfoque cuantitativo y, por tanto, se ocupa de los recuentos de eventos clínicos. Sus
aplicaciones son primordiales 1) en pruebas de diagnóstico y en la
manera en que los resultados modifican la probabilidad de que un
trastorno en particular esté presente y 2) en decisiones respecto al
tratamiento en las cuales los beneficios y daños potenciales deben
ser abordados. Las técnicas de epidemiología clínica han adquirido
cada vez más importancia, a medida que los médicos confrontan la
complejidad de la práctica médica contemporánea.
PRUEBAS DIAGNÓSTICAS:
CARACTERÍSTICAS DE LAS PRUEBAS
La elección e interpretación apropiadas de las pruebas diagnósticas, ya sean análisis bioquímicos, procedimientos radiológicos o
hallazgos clínicos, siempre han sido esenciales para la práctica clínica de endocrinología. Estas pruebas, cuando se introducen en la
literatura médica, van acompañadas de diversos grados de validación. La valoración clínica de la utilidad de las pruebas, incluso
ahora más importante con énfasis en la relación costo-efectividad,
puede mejorarse mediante el conocimiento de los principios de la
prueba EBM. Revisamos algunos de estos conceptos, ya que se aplican al diagnóstico y tratamiento de los desórdenes endocrinos, incluyendo los tópicos de características de las pruebas, tales como la
sensibilidad y especificidad, las curvas de las características operativas del receptor (ROC), índices de probabilidad, valores predictivos y precisión de los diagnósticos.
52
CAPÍTULO 3
Endocrinología y epidemiología clínica basadas en la evidencia
La evaluación de la función endocrina comienza con una interrogante clínica. Cuanto más vaga es la interrogante, más difícil es
obtener una respuesta clara. Parte de este paso implica un juicio
clínico sobre la probabilidad de la enfermedad antes de obtener una
prueba y sus resultados. Esta probabilidad de prueba previa se combina con las características del rendimiento de la prueba y su uso
(sensibilidad y especificidad, curvas ROC, índices de probabilidad,
valores predictivos y precisión diagnóstica) para una interpretación
adecuada. La variación es inherente a los sistemas biológicos. Por
tanto, las pruebas de diagnóstico deben tener en cuenta no sólo la
variabilidad de las pruebas en sí y cómo se realizan, sino también
la variabilidad en las poblaciones en las que se desarrollaron las
pruebas, tanto con la enfermedad como sin la enfermedad. Los aspectos clave en el análisis de una prueba incluyen reproducibilidad
(precisión) y exactitud. La reproducibilidad describe qué tan cerca
está la prueba de producir los mismos resultados cada vez y depende de factores tales como la variabilidad intraobservador e interobservador (como en la evaluación de un hallazgo físico o una radiografía) y, en el caso de pruebas bioquímicas, características tales
como coeficientes de variación (CV) intraensayo e interensayo.
Aunque los estudios que utilizan radioinmunoensayos y otros ensayos reportan de manera rutinaria CV intraensayo e interensayo,
pocos artículos publican resultados múltiples realizados en el mismo paciente (variación intraindividual). También han habido relativamente pocos estudios sobre la fiabilidad de las mediciones (es
decir, el grado de variación intraindividual). Un estudio de 1994
encontró que el número mínimo de mediciones replicadas necesarias para lograr una fiabilidad satisfactoria de la media de los niveles
basales fue de 3 para cortisol plasmático y 18 para cortisol salival.
Las respuestas a las pruebas dinámicas requirieron menos repeticiones para lograr la misma confiabilidad (una a dos muestras).
La reproducibilidad depende de las condiciones bajo las cuales
se realiza la prueba. Los médicos deben conocer la distinción entre
eficacia y efectividad al traducir los resultados publicados a la práctica. Aplicada a las pruebas de diagnóstico, eficacia se refiere al
grado en el que la prueba se ha demostrado científicamente que
cumple con el resultado deseado. Por el contrario, la efectividad se
refiere al grado en el que la prueba logra este resultado en la realidad de la práctica clínica. La mayoría de los grandes estudios se ha
realizado en lugares de investigación y, por tanto, son estudios de
eficacia, mientras que la efectividad de la mayoría de las pruebas
en la práctica no ha sido evaluada exhaustivamente. Al comparar
los propios resultados con un informe publicado o un rango normal de laboratorio, es importante tener en cuenta esas condiciones
(p. ej., examen realizado en un hospital versus un consultorio médico).
La exactitud describe cuán cerca está la prueba de producir resultados que son una verdadera medida del fenómeno de interés;
el sesgo sistemático de una prueba altamente reproducible puede
producir el mismo resultado incorrecto cada vez. Al igual que la
reproducibilidad, la exactitud depende de las condiciones bajo las
cuales se realiza la prueba; la exactitud en el entorno de la práctica
clínica puede diferir de la del entorno experimental, donde se controlan muchas influencias extrañas.
Al interpretar una prueba, el resultado generalmente se compara con un rango normal. Con frecuencia, el rango normal se desarrolla mediante el uso de una población de referencia asumida (o
preferiblemente mostrada) como libre de enfermedad. Por ejemplo, al diseñar una prueba que se utilizará en el diagnóstico del
síndrome de Cushing, el grupo de referencia debe estar compuesto
de individuos que tengan características clínicas sugestivas de sín-
drome de Cushing, pero que, de hecho, no presentan el trastorno.
Sin embargo, los grupos de referencia pueden conformarse por
individuos que son fácilmente accesibles y no más por comparaciones apropiadas. También es importante tener en cuenta que al establecer un rango estándar basado en una distribución normal o de
Gauss, que abarca la media ± dos desviaciones estándar, el 5%
de las personas libres de enfermedad tiene un resultado fuera de
los límites de lo usual (es importante señalar que la definición
de normal basada en una distribución gaussiana de valores es sólo
una de la serie de definiciones de normal. Algunas otras incluyen
uno más representativo o más común en una clase, el más adecuado para la supervivencia y el que no conlleva penalización [es decir,
sin riesgo]). La figura 3-1 ilustra un rango normal y un rango en
una población con enfermedad. Un resultado fuera de los límites
normales no es equivalente a una enfermedad. Es más, los valores
dentro del rango normal no excluyen necesariamente la enfermedad. Los valores en la población de individuos con enfermedad se
determinan por separado y se evalúa la superposición con el rango
normal.
Sensibilidad y especificidad
Idealmente, una prueba de diagnóstico no tiene superposición entre los resultados de individuos con la enfermedad y aquellos sin la
enfermedad. La realidad, sin embargo, es diferente. Las características de prueba que describen esta superposición son sensibilidad
y especificidad, que se ilustran típicamente en una tabla de 2 × 2.
Como se muestra en la figura 3-2, sensibilidad y especificidad se
conocen en conjunto como características operativas. La sensibilidad se refiere a la capacidad de identificar correctamente a las personas con una enfermedad. La sensibilidad de un signo o síntoma
(o prueba diagnóstica) es la proporción de pacientes con enfermedad que tienen un resultado de prueba, signo o síntoma positivo.
Por el contrario, la especificidad se refiere a la capacidad de identificar correctamente a las personas que no padecen una enfermedad. La especificidad de una prueba es la proporción de pacientes
sanos que tienen un resultado de prueba negativo o que carecen de
ese signo o síntoma.
Por tanto, la sensibilidad de una prueba es igual al número de
individuos con enfermedad que tiene una prueba positiva (verdadero positivo [TP, true positive]) dividido por el número de individuos con enfermedad (verdaderos positivos más falsos negativos
[FN, false negatives]), mientras que la especificidad es igual al número de individuos sin la enfermedad que tienen una prueba negativa (verdadero negativo [TN, true negative]) dividido por el número
de individuos sin enfermedad (verdaderos negativos más falsos
positivos [FP, false positives]). La sensibilidad a veces se denomina
PiD en la enfermedad, y la especificidad se denomina a veces NiH
o negatividad en la salud. En teoría, sensibilidad y especificidad
son características de la prueba en sí y no de los pacientes a quienes se aplicó la prueba. Sin embargo, esto puede no ser correcto en
la práctica. La sensibilidad de una prueba puede verse afectada
por la etapa o intensidad de la enfermedad. La especificidad de
una prueba puede depender de las características de la población
de referencia. La naturaleza de los grupos utilizados para establecer los puntos de corte que diferencian lo normal de lo anormal
debe ser apropiada y debe especificarse en cualquier informe de
una prueba diagnóstica. El valor elegido para un punto de corte
también afecta la sensibilidad y especificidad. Para ayudar al clínico a evaluar un informe sobre una prueba de diagnóstico, se ha
propuesto una serie de preguntas (tabla 3-1).
Pruebas diagnósticas: características de las pruebas
53
Número de individuos
TABLA 3-1 Guía para evaluar estudios del rendimiento
de la prueba
Sujetos normales
+2 SD
–2 SD
Pregunta #1
¿La población de estudio se describe lo suficientemente bien?
Pregunta #2
¿El espectro de la enfermedad en la población de
estudio difiere del de mis pacientes (p. ej., sesgo del espectro)?
Pregunta #3
¿Fue un resultado positivo en la prueba de índice
un criterio de referencia para tener la prueba
estándar de oro?
Pregunta #4
¿Hubo ceguera en los que interpretaron la prueba
de índice y los que interpretaron la prueba estándar de oro (p. ej., sesgo de revisión de prueba)?
Pregunta #5
¿Fue la prueba estándar de oro una medida adecuada del verdadero estado del paciente?
Valor de prueba
Número de individuos
Prueba ideal
Sujetos
normales
Sujetos con
enfermedad
Datos de Jaeschke R, Guyatt G, Sackett DL. Users’ guide to the medical literature. III. How to use an article about a diagnostic test. A. Are the results of the
study valid? JAMA 1994;271:389-391; y Jaeschke R, Guyatt G, Sackett DL. Users’
guide to the medical literature. III. How to use an article about a diagnostic test.
B. What are the results and will they help me in caring for my patients? JAMA
1994;271:703.
Ningún falso positivo o negativo
Valor de prueba
Número de individuos
Prueba menos que ideal
Sujetos
normales
Sujetos con
enfermedad
+2 SD
Falsos
negativos
Falsos
positivos
Valor de prueba
FIGURA 3-1 Definición de un rango normal y pruebas de
diagnóstico. El panel superior muestra la distribución gaussiana
(normal) de los valores de prueba en una población de individuos. El panel central ilustra dos de tales curvas que describen
los hallazgos en una prueba ideal. En este caso, no hay superposición en los resultados entre sujetos normales y sujetos con enfermedad (es decir, no hay resultados falsos positivos ni resultados falsos negativos). El panel inferior ilustra los resultados de
una prueba menos que ideal. Los sujetos normales, con valores
de prueba por encima del umbral dado, tienen resultados anormales (es decir, resultados falsos positivos), mientras que algunos sujetos con enfermedad tienen valores de prueba por debajo de ese umbral (es decir, normal o resultados falsos negativos).
La prueba de inhibición nocturna con dexametasona se usa comúnmente como una prueba de detección en el diagnóstico del
síndrome de Cushing y su uso ilustra algunos de los problemas en
las pruebas de diagnóstico. Como se muestra en la figura 3-3, la
combinación de los resultados de una serie de estudios indica una
sensibilidad de 98.1% y una especificidad de 98.9%. Sin embargo,
los estudios individuales variaron, con sensibilidades que van de
83 a 100% y especificidades de 77 a 100%. Además, los estudios
utilizaron diferentes análisis de cortisol, dosis de dexametasona y
criterios para una prueba positiva. Se debe tener precaución al sacar conclusiones de la combinación de tales datos. Para aplicar
la sensibilidad y la especificidad de una prueba derivada de una
muestra de estudio a una población diferente, la prueba no puede
desviarse de los métodos utilizados (p. ej., dosis de dexametasona,
tipo de ensayo de cortisol y tiempo de administración de dexametasona) cuando el punto de corte óptimo se determinó y la muestra
estudiada debe ser similar a la nueva población a analizar. Para
cumplir este último requisito, la muestra estudiada debe tener en
cuenta la variabilidad de las personas enfermas. Esto requiere que
los sujetos con enfermedad se definan utilizando el mejor estándar
de oro disponible (independientemente de la prueba en cuestión)
e incluyan una sección transversal suficientemente amplia de aquellos con enfermedad (p. ej., enfermedad leve vs. grave, etiologías
diferentes de enfermedad, así como edad, sexo y raza) para establecer un rango confiable de mediciones. Las características de la
muestra de referencia de sujetos sin la enfermedad son igualmente
importantes. Aunque todavía se cree que la prueba de inhibición
nocturna con 1 mg de dexametasona tiene una sensibilidad excelente, aunque menor que 100%, tiene serios problemas de especificidad y se han descrito resultados falsos positivos con una variedad
de medicamentos, así como de condiciones médicas, quirúrgicas y
psiquiátricas.
Un método adicional para informar el rendimiento de una
prueba es la exactitud diagnóstica. Esto también se puede derivar
de la tabla 2 × 2. La exactitud diagnóstica se define como la capacidad de una prueba para identificar correctamente a aquellos con la
enfermedad y aquellos sin la enfermedad:
Exactitud diagnóstica =
(TP + TN)
(TP + TN + FP + FN)
54
CAPÍTULO 3
Endocrinología y epidemiología clínica basadas en la evidencia
Enfermedad
Resultados
de la prueba
+ Presente
– Presente
+
a Verdadero positivo (TP)
b Falso positivo (FP)
–
c Falso negativo (FN)
d Verdadero negativo (TN)
Sensibilidad = a/(a + c) = TP/(TP + FN)
Especificidad = d/(b + d) = TN/(TN + FP)
Valor predictivo positivo = a/(a + b) = (TP/TP + FP)
Valor predictivo negativo = d/(c + d) = TN/(TN + FN)
Exactitud diagnóstica = (a + d)/(a + b + c + d) = (TP + TN)/(TP + FP + TN + FN)
Probabilidad de prueba previa (anterior) = (a + c)/(a + b + c + d) = (TP + FN)/(TP + FP + TN + FN)
Razón de verosimilitud para un resultado de prueba positivo (LR+):
= [a/(a + c)]/[b/b(b + d)] = tasa TP/tasa FP = [TP/(TP + FN)/(FP/TN + FP)]
= sensibilidad/(1 – especificidad)
Razón de verosimilitud para un resultado de prueba negativo (LR–):
= [c/(a + c)]/[d/(b + d)] = tasa FN/tasa TN = [FN/(TP + FN)]/[TN + FP]
= (1 – sensibilidad)/especificidad
FIGURA 3-2
Esta tabla de 2 × 2 representa gráficamente cómo se pueden realizar las pruebas en individuos con y sin una enfer-
medad.
A partir de los datos compuestos de Crapo, en la prueba de inhibición nocturna con 1 mg de dexametasona, la exactitud diagnóstica se calcula en 98.7%. Además de las características de los
sujetos del estudio, el número de pacientes incluidos en la muestra también es crítico para evaluar la exactitud de la prueba. Cada
característica operativa determinada en un estudio debe ir acompañada de un intervalo de confianza (CI): un rango de valores calculado a partir del tamaño de la muestra y el error estándar que expresa un grado de confianza (generalmente 90, 95 o 99%) en que
la verdadera sensibilidad o especificidad desconocida reside en ese
intervalo. Los CI son una medida de la precisión de una estimación. El rango de un CI depende de dos factores: 1) el número de
observaciones y 2) la dispersión en los datos (comúnmente medida
como una desviación estándar). Cuanto menor es la cantidad de
observaciones, mayor es el rango del CI y mientras mayor es la
desviación estándar de los datos, mayor será el rango del CI.
Además de las limitaciones en las características operativas basadas en las muestras de las cuales se derivan los datos, la sensibilidad y la especificidad no son independientes entre sí. Varían con
el nivel de corte elegido para representar los resultados negativos y
positivos de las pruebas. En general, a medida que aumenta la sensibilidad, la especificidad disminuye y, conforme aumenta la especificidad, la sensibilidad disminuye. Este fenómeno es representado gráficamente en una curva ROC.
Curvas ROC
Una curva ROC ilustra gráficamente el intercambio entre las tasas
de falsos negativos y falsos positivos para diferentes puntos de corte de una prueba de diagnóstico. En una curva ROC, la tasa de
verdadero positivo (sensibilidad) está trazada en el eje vertical y la
tasa de falsos positivos (1-especificidad) se traza en el eje horizon-
tal para diferentes puntos de corte para la prueba. La línea diagonal punteada en la figura 3-4 corresponde a una prueba que es
positiva o negativa por casualidad (es decir, la tasa de verdaderos positivos es igual a la tasa de falsos positivos). Tal prueba no
proporciona información útil. De manera ideal, una prueba proporcionaría resultados que podrían trazarse en un punto en la esquina superior izquierda: 100% de tasa de verdadero positivo y
100% de tasa de verdadero negativo. Cuanto más cerca esté una
curva ROC de la esquina superior izquierda del gráfico, más exacta
será, porque la tasa de verdadero positivo es 1 y la de falso positivo
es 0. A medida que el criterio para una prueba positiva se vuelve
más riguroso, el punto en la curva correspondiente a la sensibilidad y la especificidad (punto A) se mueve hacia abajo y hacia la
izquierda (menor sensibilidad, mayor especificidad); si se requiere
menos evidencia para una prueba positiva, el punto en la curva
correspondiente a la sensibilidad y especificidad (punto B) se mueve hacia arriba y hacia la derecha (mayor sensibilidad, menor especificidad). El análisis del área entre los resultados reales y la línea
recta indica qué tan buena es la prueba. Cuanto mayor sea el área
debajo de la curva, mejor será la prueba.
Dependiendo del propósito de la prueba, las curvas pueden ser
utilizadas para decidir un nivel de corte óptimo para una sola prueba. Por ejemplo, con una prueba de detección, típicamente se desea sensibilidad alta, y el intercambio es menor especificidad. El
punto de corte también puede elegirse en dependencia de los costos de salud (morbilidad y mortalidad asociadas con un error en el
diagnóstico), los costos financieros o la necesidad de un máximo
de información (la posición operativa que proporciona el mayor
aumento en probabilidad posterior a la prueba).
Las curvas ROC también se pueden usar para comparar dos o
más pruebas contrastando las áreas debajo de las curvas, que representan la exactitud de cada prueba. En la figura 3-5 se brinda
Pruebas diagnósticas: características de las pruebas
55
Síndrome de Cushing
Supresión con 1 mg
de dexametasona
durante toda la noche
Presente
Ausente
Supresión nula
151
5
Supresión
3
461
Sensibilidad = 151/(151 + 3) = 98.1%
Especificidad = 461/(5 + 461) = 98.9%
A
Síndrome de Cushing
Supresión con 1 mg
de dexametasona
durante toda la noche
Presente
Ausente
Supresión nula
151
101
Supresión
3
858
Especificidad = 858/(101 + 858) = 89.5%
B
Síndrome de Cushing
Supresión con 1 mg
de dexametasona
durante toda la noche
Presente
Ausente
Supresión nula
151
96
Supresión
3
397
Especificidad = 397/(96 + 397) = 80.5%
C
FIGURA 3-3 Diagnóstico del síndrome de Cushing con la prueba de inhibición nocturna con 1 mg de dexametasona: características
de la prueba con controles normales (Panel A); todos los controles (Panel B) y controles “obesos” y “otros” (Panel C). Estos datos
muestran cómo la especificidad de la prueba se ve afectada por los tipos de sujetos de control. (Datos tomados de Crapo L. Cushing’s
syndrome: a review of diagnostic tests. Metabolism 1979 Sep 28;(9):955-977).
un ejemplo de la comparación del rendimiento de diferentes pruebas para el diagnóstico de feocromocitoma. Sin embargo, es importante recordar que las curvas ROC son sólo tan buenas como las
características operativas a partir de las cuales se generan.
Finalmente, determinar estrategias de diagnóstico rentables requiere una evaluación cuidadosa no sólo de una prueba en forma
aislada, sino también en el contexto de la otra información disponible y la probabilidad de enfermedad. Ésta es la esencia de los modelos bayesianos para toma de decisiones. En este modelo, el médico actualiza su creencia en una hipótesis con cada nuevo elemento
de información, con diferentes pesos dados a la nueva información
dependiendo de sus características operativas. Se debe considerar
la cuestión del valor agregado por una prueba o procedimiento.
Esto se puede evaluar con curvas ROC y modelos estadísticos.
Valores predictivos, razones de verosimilitud
y exactitud diagnóstica
La sensibilidad y la especificidad son características de prueba importantes, sin embargo, el clínico quiere saber cómo interpretar el
resultado de una prueba. Los valores predictivos ayudan en este
sentido. Como se muestra en la figura 3-6, el valor predictivo positivo corresponde a la proporción de pacientes con una prueba positiva que realmente padecen la enfermedad. Del mismo modo, el
valor predictivo negativo es la proporción de aquellos con una
prueba negativa que no tienen la enfermedad. Porque cada uno de
estos valores se calcula usando resultados de ambos individuos con
y sin la enfermedad en cuestión, la prevalencia de la enfermedad
tiene un gran impacto en los valores. Para cualquier sensibilidad y
especificidad dadas, cuanto menor es la prevalencia de la enfermedad (o cuanto menor es la probabilidad de la prueba previa), más
resultados falsos positivos hay (véase figura 3-6).
La razón de verosimilitud, que se deriva de la sensibilidad y
especificidad, es una expresión de las probabilidades de que se espere un signo, síntoma o resultado de la prueba en un paciente con
una enfermedad determinada, en oposición a uno sin la enfermedad. Existen dos formas de razón de verosimilitud, la razón de verosimilitud para un hallazgo positivo y la razón de verosimilitud
para un hallazgo negativo. Los cálculos se muestran en la figura
3-2. Las razones de verosimilitud ofrecen algunas ventajas sobre la
56
CAPÍTULO 3
Endocrinología y epidemiología clínica basadas en la evidencia
1.0
0.8
Tasa de positivos verdaderos
(sensibilidad de la prueba)
Tasa de positivos verdaderos
B
A
0.6
0.4
0.2
Normetanefrina plasmática
Metanefrina plasmática
Dopamina urinaria
Epinefrina urinaria
Noradrenalina urinaria
0
0
0.2
0.4
0.6
0.8
Tasa de positivos falsos
Metanefrinas totales urinarias
1.0
FIGURA 3-4.
Tasa de positivos falsos (1 – especificidad)
Tasa de positivos verdaderos
(sensibilidad de la prueba)
Curva de característica operativa del receptor
(ROC). En una curva ROC, la tasa de verdadero positivo (sensibilidad) se traza en el eje vertical y la tasa de falsos positivos (1-especificidad) se traza en el eje horizontal para diferentes puntos
de corte para la prueba. La línea diagonal punteada corresponde
a una prueba que es positiva o negativa por casualidad (es decir,
la tasa de verdaderos positivos es igual a la tasa de falsos positivos). Cuanto más cerca esté una curva ROC de la esquina superior izquierda del gráfico, más precisa será, porque la tasa de verdadero positivo es 1 y la tasa de falso positivo es 0. A medida
que el criterio para una prueba positiva se vuelve más estricto, el
punto en la curva correspondiente a la sensibilidad y especificidad (punto A) se mueve hacia abajo y hacia la izquierda (menor
sensibilidad, mayor especificidad); si se requiere menos evidencia para una prueba positiva, el punto en la curva correspondiente a la sensibilidad y especificidad (punto B) se mueve hacia arriba y hacia la derecha (mayor sensibilidad, menor especificidad).
El análisis del área entre los resultados reales y la línea recta indican qué tan buena es la prueba. Cuanto mayor sea el área bajo
la curva, mejor será la prueba.
Metanefrinas plasmáticas fraccionadas
Metanefrinas y catecolaminas
totales urinarias
Tasa de positivos falsos (1 – especificidad)
sensibilidad y la especificidad. Son los más útiles en el cálculo de
probabilidades después de la prueba, dada la prevalencia (una probabilidad) y las razones de verosimilitud. Se ha publicado un nomograma conveniente para esto (figura 3-7).
UN ENFOQUE PARA EL DIAGNÓSTICO
EN LA PRÁCTICA
Al abordar un caso, el clínico realiza una serie de inferencias acerca
de la naturaleza de la condición del paciente y procede hacia
un diagnóstico de trabajo junto con algunas alternativas-generación de diagnóstico diferencial. Aunque se podría crear una lista
de todas las posibles causas de la queja del paciente (es decir, un
diagnóstico diferencial posibilista), los médicos experimentados
generan un diagnóstico diferencial que es una combinación de probabilidades (es decir, considerando primero aquellos trastornos
que son más probables), pronóstico (esto es, tomando en cuenta
primero aquellos desórdenes que son más graves si se omiten) y
enfoque pragmático (es decir, considerando primero aquellos trastornos que son más receptivos al tratamiento). El médico luego de-
FIGURA 3-5 Curvas de característica operativa del receptor
(ROC) para pruebas de diagnóstico de feocromocitoma. El área
debajo de la curva de metanefrinas y catecolaminas totales en
orina y metanefrinas plasmáticas fraccionadas en la figura B supera la de otras pruebas en la figura A, lo que indica que son más
precisas en general.
Prevalencia de enfermedad
o probabilidad antes
de la prueba
0.1%
1%
10%
Valor predictivo positivo
0.89%
8.33%
50.0%
Valor predictivo negativo
99.99%
99.89%
98.78%
50%
90%
90.0% 98.78%
90%
50.0%
FIGURA 3-6 Valores predictivos positivos y negativos como
función de la prevalencia de la enfermedad, suponiendo sensibilidad y especificidad de la prueba de 90% para cada uno.
Un enfoque para el diagnóstico en la práctica
0.1
99
0.2
0.5
1
2
5
10
20
30
40
50
60
70
80
90
95
1 000
500
200
100
50
20
10
5
2
1
0.5
0.2
0.1
0.05
0.02
0.01
0.005
0.002
0.001
95
90
80
70
60
50
40
30
20
10
5
2
1
0.5
0.2
0.1
99
Probabilidad
antes de la prueba
Proporción
de probabilidad
Probabilidad
después de la prueba
FIGURA 3-7
Nomograma para razones de verosimilitud. (Modificado con permiso de Fagan TJ. Letra: Nomograma para el teorema de Bayes. N Engl J Med 1975 Jul 31;293(5):257).
pura la hipótesis diagnóstica, a veces usando datos de la historia y
el examen físico y, a menudo, con el uso de laboratorio o pruebas
radiológicas. Al hacerlo, el clínico trata de reducir la incertidumbre
inherente para que se pueda prescribir el curso de tratamiento más
apropiado.
El primer paso en este proceso es comprender el concepto de
probabilidad. Una probabilidad es una expresión de verosimilitud
y, por tanto, representa una opinión sobre la frecuencia relativa
con la cual es probable que ocurra un evento. En el caso del diagnóstico, la probabilidad es una expresión numérica de la incertidumbre del clínico sobre un diagnóstico; expresar una opinión clínica en términos subjetivos tales como probable y posible está lleno
de imprecisión y malentendido. A la certeza de que una enfermedad está presente se le asigna una probabilidad de uno, a la certeza
de que una enfermedad no está presente se le asigna una probabilidad de cero, y la opinión médica acerca de la presencia o ausencia
de la enfermedad, por lo general, se encuentra en algún punto intermedio. Por supuesto, las probabilidades se derivan de diferentes
fuentes de datos que varían en su fiabilidad y la aplicación a un
paciente determinado, como la experiencia del médico (casos recordados), estudios de investigación y estudios epidemiológicos
basados en la población. Por tanto, cierto grado de incertidumbre
es inherente a una probabilidad dada, y la confianza que se puede
depositar en una probabilidad dada depende en gran medida de
los datos subyacentes.
El enfoque de diagnóstico para minimizar la incertidumbre requiere cuatro pasos. Primero, el clínico comienza con un estimado
de probabilidad basado en las impresiones clínicas iniciales. Este
punto de partida se denomina probabilidad preprueba o a priori y es
57
un número entre cero y uno que expresa la probabilidad de la enfermedad. Por ejemplo, un clínico que ve una gran población
de pacientes con diabetes mellitus puede pensar que un paciente de 55 años con poliuria, polidipsia, pérdida de peso y fatiga tiene
una probabilidad de 0.70 de tener diabetes mellitus (es decir, si
hubiera 100 de esas personas, 70 tendrían diabetes).
En segundo lugar, el médico determina la probabilidad de umbral
para el tratamiento. La probabilidad de umbral de tratamiento se
define como la probabilidad de enfermedad ante la cual se es indiferente entre dar tratamiento y suspenderlo. El establecimiento de
la probabilidad de umbral para tratamiento tiene en cuenta los costos (no sólo en el sentido monetario) y los beneficios de tratar o no
tratar. Debido a que la probabilidad se basa en la falta de certeza
sobre la presencia o ausencia de una enfermedad, es inevitable que
algunos pacientes que no están enfermos reciban tratamiento y
otros que están enfermos no reciban tratamiento. En tercer lugar,
si la probabilidad preprueba es mayor que la probabilidad umbral,
el médico elige tratar; si es menor que la probabilidad umbral, el
clínico opta por no tratar. Si el clínico no se siente lo suficientemente cómodo sobre la presencia o ausencia de una enfermedad,
puede optar por ordenar más pruebas con el objetivo de acercarse
a la certeza. El cuarto paso implica tomar la información obtenida
de la prueba y utilizarla para actualizar la probabilidad preprueba.
La probabilidad actualizada o posprueba también puede servir como una nueva probabilidad preprueba para el próximo paso en la
prueba de hipótesis (figura 3-8).
La probabilidad de umbral de tratamiento depende de la efectividad del tratamiento, incluidos sus efectos adversos. En general, la probabilidad de umbral de tratamiento generalmente es baja cuando el tratamiento tiene un alto beneficio para pacientes
enfermos y/o bajo riesgo de daño para personas no enfermas.
Del mismo modo, la probabilidad de umbral de tratamiento generalmente es alta cuando hay un riesgo elevado para los pacientes
no afectados y/o un bajo beneficio para los pacientes enfermos.
Por ejemplo, un endocrinólogo que evalúa un microadenoma hipofisario encontrado incidentalmente, deberá estar tan seguro como
sea posible de que el paciente sufrió hipersecreción hormonal antes de recomendar resección quirúrgica, debido al alto riesgo de
daño a pacientes no enfermos en relación con el beneficio para
pacientes enfermos. Los mismos principios se aplican a las pruebas
de diagnóstico. Hay una prueba de umbral definida como probabilidad de enfermedad en la que resulta indiferente realizar una prueba y no realizarla. Dependiendo de las circunstancias, se daría tratamiento sin realizar la prueba o no se realizaría la prueba y se
ignoraría el problema por completo.
Las pruebas se pueden combinar con la esperanza de que mejore la exactitud diagnóstica. Se pueden realizar dos pruebas en paralelo (simultáneamente) o en serie (de manera secuencial). Cuando se realizan dos pruebas en paralelo, un resultado positivo en
cualquiera de ellas establece el diagnóstico; cuando se realizan dos
pruebas en serie, se requieren los resultados positivos en ambas
para hacer el diagnóstico. Por tanto, las pruebas en paralelo aumentan la sensibilidad a costa de la especificidad, mientras que las
pruebas en serie aumentan la especificidad a costa de la sensibilidad. Para que este enfoque sea mejor que una sola prueba, la segunda prueba debe proporcionar información no suministrada por
la primera prueba. Una práctica común es repetir la misma prueba.
Este enfoque puede ser bastante lógico cuando el trastorno está
intermitentemente activo (p. ej., síndrome de Cushing intermitente) o cuando existe preocupación sobre la forma en que se realizó
la primera prueba. Cuando las pruebas se realizan en serie, la pri-
58
CAPÍTULO 3
Endocrinología y epidemiología clínica basadas en la evidencia
de considerar si los pacientes sin la enfermedad son un grupo de
control apropiado, se debe prestar atención al tamaño de la muestra. Igualmente se debe tomar precaución al aplicar las características de prueba derivadas de muestras pequeñas.
Resultado positivo de la prueba
Probabilidad
antes de la prueba
Probabilidad
después de la prueba
Información nueva
0
0.5
1.0
PRINCIPIOS EPIDEMIOLÓGICOS CLÍNICOS
APLICADOS A LAS DECISIONES
DE TRATAMIENTO
Probabilidad de enfermedad
Para la toma de decisiones, es vital la interpretación apropiada de
los resultados de los ensayos clínicos y el impacto de los tratamientos en los eventos clínicos. El uso de una tabla de 2 × 2 puede facilitar este proceso (figura 3-9).
La tasa de eventos (ER) es la tasa de ocurrencia del resultado de
interés. La reducción relativa del riesgo (RRR) es una reducción
proporcional en las tasas de resultados bajos entre los participantes
de grupos experimentales y de control en un ensayo y se puede
calcular como:
Resultado negativo de la prueba
Probabilidad
después de la prueba
Probabilidad
antes de la prueba
Información nueva
0.5
0
1.0
Probabilidad de enfermedad
Determinación de tratar o no tratar con base en la probabilidad
Umbral
de tratamiento
p
No tratar
0
Tratar
0.5
Probabilidad de enfermedad
1.0
FIGURA 3-8
Ajuste de probabilidades con nueva información y umbrales de tratamiento. El panel superior muestra una
probabilidad preprueba de enfermedad de aproximadamente
0.4. Con la nueva información provista por una prueba, la probabilidad aumentó hasta casi 0.7. El panel del medio muestra la misma probabilidad preprueba, pero un resultado de prueba negativo redujo la probabilidad de enfermedad a aproximadamente
0.15. La probabilidad umbral de tratamiento es la probabilidad
por encima de la cual se da tratamiento. El valor umbral real depende de la morbilidad y la mortalidad de la enfermedad y de los
efectos adversos (morbilidad y mortalidad) del tratamiento.
mera prueba suele ser la de mayor sensibilidad, a fin de que se
descubran tantos pacientes con la enfermedad. Los resultados falsos positivos se identifican entonces mediante una segunda prueba
con mayor especificidad. En el caso de las pruebas secuenciales, la
primera prueba es la de mayor especificidad, para que un número
menor de pacientes sin la enfermedad continúe con las pruebas
complementarias. Este enfoque tiene sentido cuando la segunda
prueba está asociada con más morbilidad. El ajuste de los puntos
de corte para la primera prueba puede hacerla 100% específica (a
costa de algo de sensibilidad). Este enfoque se ha utilizado con frecuencia en pruebas relacionadas con el síndrome de Cushing. Una
advertencia se aplica al método de elegir el punto de corte. Además
RRR = 1 – riesgo relativo = 1 – (RRa/RRb)
La RRR generalmente se informa acompañada de un CI de 95%.
La reducción absoluta del riesgo (ARR) es la diferencia aritmética
absoluta en las tasas de resultados bajos entre los grupos experimentales y de control en un ensayo y, generalmente, va acompañada de un CI de 95%. Otra forma de pensar sobre esto es preguntarse
cuántos pacientes tendrían que ser tratados con el fin de evitar un
resultado negativo o lograr un resultado favorable adicional. Esto se
denomina número necesario para tratar (NNT) y se calcula como 1/
ARR y se acompaña de un 95% de CI. En la figura 3-9 se proporciona un ejemplo de los resultados de un ensayo clínico. En el Estudio
Prospectivo de Diabetes del Reino Unido (UKPDS, United Kingdom
Prospective Diabetes Study-38), los pacientes hipertensos con diabetes tipo 2 fueron asignados de manera aleatoria a dos grupos de
control de la presión arterial, uno más estricto versus otro menos
estricto. Los pacientes con un control estricto de la presión arterial
tuvieron menos complicaciones relacionadas con la diabetes y menos muertes debido a la diabetes, en comparación con los pacientes
con un control de la presión arterial menos estricto. Durante un
periodo de 8 años de tratamiento, 15.9% de los pacientes participantes del grupo de control menos estricto había muerto por complicaciones de la diabetes, comparado con 10.9% del grupo de control estricto. Si la intervención da como resultado un evento adverso,
entonces un término equivalente para cuantificar ese efecto sería el
número necesario para dañar (NNH), lo que indicaría cuántos pacientes necesitan ser tratados para causar daño a un paciente.
Para aplicar estas estadísticas en la toma de decisiones clínicas
a los pacientes, es necesario calcular ARR, RRR y NNT. La RRR de
32% indica que, aproximadamente, se evitó un tercio de las muertes esperadas mediante un control estricto de la presión arterial.
Sin embargo, aunque la RRR puede ser similar en diferentes grupos de riesgo, la ARR no lo es. La ARR se vuelve menor cuando las
tasas de eventos son bajas, mientras que la RRR permanece constante. Por tanto, la RRR puede ser engañosa. Cuanto menor sea la
ER en el grupo de control, mayor será la diferencia entre RRR y
ARR. En otras palabras, los beneficios del tratamiento, tal y como
se reflejan en la ARR, son generalmente mayores en pacientes con
mayor riesgo de resultados negativos que en pacientes con menor
riesgo de resultados negativos.
La RRR no discrimina los efectos absolutos del tratamiento que
son clínicamente significativos, de aquellos que son triviales. El
Análisis de decisión
59
Resultado
Grupo
de tratamiento
Resultado negativo
Resultado positivo
Experimental
a
b
Testigo
c
d
Riesgos relativos
RRa: tasa de riesgo de que el resultado negativo ocurra en el grupo experimental = a/(a + b)
RRb: tasa de riesgo de que el resultado negativo ocurra en el grupo testigo = c/(c + d)
RR: el riesgo relativo de que el resultado negativo ocurra en el grupo con tratamiento
experimental en comparación con tratamiento testigo = RRa/RRb = {a/(a + b)}/{c/(c + d)}
Reducción de riesgo relativo (RRR) = (1 – RR) × 100%
Reducción de riesgo absoluto (ARR) = RRb – RRa
Número necesario para tratar (NNT) = 1/ARR
EJEMPLO:
Figura de cuadro 2 × 2 para el UKPDS Trial of Tight Control of Blood Pressure in Patients with Diabetes
Resultado: muertes por diabetes
Grupo
de tratamiento
Resultado negativo:
muerte
Resultado positivo:
vivo
Experimental
(n = 758)
82
676
Testigo
(n = 390)
62
328
RRa: 10.8%
RRb: 15.9%
RR: 0.68
RRR: 32%
ARR: 5.1%
NNT: 20
FIGURA 3-9
Tabla de 2 × 2 para grupos de tratamiento y resultados.
NNT es 20, por lo que uno necesitaría tratar a 20 pacientes durante
8 años con un estricto control de la presión arterial, para evitar una
muerte por diabetes. El NNT se puede usar fácilmente para comparar diferentes tratamientos. En este caso, la RRR fue 32% y la ARR
fue 5.1%. Si un tratamiento diferente con la misma RRR de 32%
tiene una ARR de 0.51%, el NNT sería 196, lo que indica que se
necesitaría un esfuerzo mucho mayor para lograr un resultado favorable adicional. Esto puede o no valer la pena, dependiendo de
una variedad de factores. Un método mediante el cual se pueden
determinar los umbrales de tratamiento es el método de análisis de
decisión.
ANÁLISIS DE DECISIÓN
El análisis de decisión es una herramienta matemática diseñada
para facilitar las decisiones clínicas complejas en las que se deben
considerar muchas variables simultáneamente. Este procedimiento analítico selecciona entre opciones diagnósticas o terapéuticas
disponibles basadas en la probabilidad y valor predeterminado
(utilidad) de todos los posibles resultados de esas opciones. El aná-
lisis de decisión proporciona un marco sistemático para organizar
todos los datos pertinentes a la decisión, de modo que sea menos
probable que se pasen por alto las incertidumbres relevantes. Realizar un análisis de decisión requiere una definición clara de la relación entre posibles cursos de acción y sus resultados asociados y
la asignación de valores numéricos a diversos cursos de acción. Al
hacerlo, el análisis de decisiones simplifica las comparaciones entre diferentes estrategias.
Hay una variación sustancial en la duración y gravedad de la
enfermedad entre individuos. Elegir una opción de tratamiento
en el contexto de efectos impredecibles es un problema difícil y la
toma de decisiones de valor esperado es una herramienta útil.
Cuando los resultados individuales son inciertos, el valor esperado
corresponde al resultado que se espera como promedio. Al prepararse para realizar un análisis de decisión, primero se debe definir
el problema con una declaración clara de las estrategias que se examinarán. Se pueden incluir dos o más estrategias. Las decisiones
clínicas tienen efecto sobre diferentes marcos de tiempo. Un paso
importante para definir un problema de decisión es decidir el horizonte de tiempo para los resultados a evaluar. Por ejemplo, si las
estrategias para el tratamiento de la diabetes deben ser compara-
60
CAPÍTULO 3
Endocrinología y epidemiología clínica basadas en la evidencia
das, un periodo de semanas a meses puede ser apropiado para evaluar el riesgo de episodios de hipoglucemia. Sin embargo, este horizonte de tiempo relativamente corto no sería apropiado cuando
el resultado del estudio es la retinopatía diabética, para la que un
horizonte temporal de años sería una mejor opción. Después de
elegir el problema y un único horizonte de tiempo, llevar a cabo un
análisis formal involucra seis pasos generales:
1. Construcción de un árbol de decisión que traza todas las posibilidades.
2. Determinación y asignación de probabilidades.
3. Asignación de servicios a cada posible resultado.
4. Determinación de la utilidad esperada.
5. Elegir el curso de acción con la mayor utilidad esperada.
6. Evaluación de la sensibilidad del curso de acción elegido para
cambios en las probabilidades y utilidades.
En un árbol de decisión, el término alternativa de decisión se refiere a una de las posibles estrategias para ser analizadas. Cada alternativa debe ser listada. La figura 3-10 expone una muestra de un
Observación
Sin consecuencias Utilidad
a largo plazo
0.99
0.95
Consecuencias
a largo plazo
Masa
suprarenal
0.05
Cirugía
Cura
0.99
Muerte
0.01
FIGURA 3-10
0.6
1
0
Árbol de decisión con probabilidades y utilidades. Este árbol de decisión muestra dos estrategias, observación
versus cirugía, para un hipotético paciente con una masa suprarrenal. El nodo de decisión (cuadrado abierto) representa la decisión en sí misma. Todos los posibles resultados para cada alternativa de decisión se enumeran emanando desde un círculo
abierto o nodo de azar. Los eventos se rigen por azar. La serie de
eventos que conduce a los resultados clínicos está representada
por una serie de nodos de azar y nodos de decisión. Los nodos
terminales (triángulos) denotan los resultados. Se listan las probabilidades y las utilidades. Éstas se derivan de la literatura o se
determinan a través de métodos de obtención de utilidad. En este ejemplo, si se elige la observación, se vive con la ansiedad de
la incertidumbre sobre la naturaleza de la masa, que tiene una
utilidad de 0.99 y ocurriría 95% del tiempo, mientras que las consecuencias del estado de salud a largo plazo, que ocurren 5%
del tiempo, tienen una utilidad de 0.6. Del mismo modo, la cirugía
es curativa el 99% del tiempo, pero tiene una tasa de mortalidad
de 1%. La cura, el resultado preferido, tiene una utilidad de 1,
mientras que la muerte tiene una utilidad de 0. El resultado predicho de la observación es (0.99 × 0.95) + (0.6 × 0.05) o 0.9705
en comparación con (1 × 0.99) + (0 × 0.01) o 0.99 para cirugía.
Esto indica que, como promedio, la cirugía es una mejor opción
en este caso particular. Sin embargo, si las utilidades fueran diferentes o las probabilidades de los resultados también lo fueran,
la elección también podría ser diferente.
árbol de decisión en el que se describen las estrategias de tratamiento médico versus tratamiento quirúrgico para la enfermedad.
La decisión misma está representada por un recuadro llamado
nodo de decisión. Todos los posibles resultados, para cada alternativa de decisión, se enumeran. Un evento que tiene resultados bajo
el control del azar se denota por un nodo de azar. El símbolo para
un nodo de azar es un círculo. La serie de eventos que conducen a
los resultados clínicos está representada por una serie de nodos de
azar y nodos de decisión. El árbol de decisión usualmente se escribe de izquierda a derecha, con el nodo de decisión inicial en el extremo izquierdo y los resultados finales en el extremo derecho. Un
resultado final está representado por un nodo terminal, cuyo símbolo es un triángulo. Puede haber varios resultados en un nodo de
azar. Los resultados enumerados deben incluir todos los resultados
posibles y no deben superponerse. Además de esta suposición de
exclusividad mutua, estructurar un árbol de esta manera supone
que la probabilidad de ocurrencia de un evento no influye en la
probabilidad de ocurrencia de otro(s) evento(s). La estructura del
árbol de decisión debe ser lo más similar posible para todas las estrategias, porque las diferencias pueden llevar a un sesgo estructural en el análisis.
El árbol de decisión antes descrito es relativamente simple y
este enfoque no puede representar de manera fácil situaciones clínicas complejas y dinámicas con eventos recurrentes. Modelos más
elaborados, como los modelos de Markov, se pueden usar para representar el paso a través de múltiples estados de salud. Los pacientes pueden pasar de un estado de salud a otro con alguna probabilidad dentro de un periodo específico o ciclo modelo. Como
cada nodo terminal en un árbol de decisión estático, cada estado
de salud en el modelo de Markov está asociado con una medida
clínica, utilidad o costo específicos. Una suposición clave del modelo de Markov es que el futuro está determinado sólo por el estado
actual de salud del individuo; eventos anteriores a ese estado de
salud o cuánto tiempo tardó en llegar allí no afectan el futuro del
individuo, una suposición simplificadora que puede no ser cierta
para algunos problemas de salud.
Una de las ventajas del proceso de análisis de decisión es que
puede ser utilizado para una variedad de medidas de resultado. La
medida de resultado de interés determina la información necesaria
para el análisis. Por ejemplo, se pueden usar medidas clínicas tales
como la supervivencia después de una tiroidectomía total para cáncer de tiroides diferenciado, la preservación de la visión después de
la fotocoagulación con láser o cumplir un objetivo del nivel de hemoglobina glucosilada. Las medidas económicas proporcionan
medidas de costo y uso de recursos. Cuando se incluyen las medidas de costo, es importante considerar de quién es la perspectiva
representada; los análisis pueden reflejar el punto de vista de la
sociedad como un todo, pagadores o pacientes.
Se puede usar un análisis detallado de los costos para determinar la relación costo-efectividad o costo-utilidad. Las medidas de utilidad reflejan preferencia de resultado. Para un individuo, las utilidades representan preferencias en la calidad de vida. Son valores
cuantitativos utilizados para resumir dimensiones múltiples, que
pueden estar en conflicto. Por ejemplo, los responsables de la toma de decisiones frecuentemente deben elegir entre estrategias
que tienen diferentes efectos sobre la duración de la vida y la calidad de vida y que implican una solución intermedia entre ambas.
Las utilidades se califican tradicionalmente en una escala de 0 a
1. La situación ideal, a menudo una salud perfecta, se califica como 1. La peor situación, la muerte, se puntúa como 0, y esto supone que no hay utilidades peores que la muerte. A los estados inter-
Análisis de decisión
medios se les asignan valores entre 0 y 1. Por ejemplo, vivir con
diabetes mellitus puede recibir una puntuación de 0.80, menos
que perfecto, pero preferible a la muerte. Entre los supuestos que
subyacen en este enfoque están: estabilidad de las estimaciones de
utilidades, es decir, las estimaciones obtenidas antes de experimentar un evento no cambiarán después de que el evento haya
sido experimentado, y la suposición de que no-importa-cómo-llegas-allí (es decir, la muerte u otros resultados tienen la misma utilidad, independientemente de la ruta que tome el paciente para
llegar allí).
Hay diferentes formas de obtener valores de utilidad para diferentes estados de salud. Un método relativamente simple es la escala analógica visual, en la cual se le pide a un sujeto que califique
un estado de salud dado en una escala de 0 a 100. También hay
formas más específicas de determinar utilidad. La teoría de juego
estándar fue desarrollado por Von Neumann y Morgenstern como
un método para evaluar la utilidad. Una ventaja de este método es
que incorpora las actitudes de los participantes sobre la asunción
de riesgos, porque el proceso involucra la consideración de un juego hipotético. Por ejemplo, considere una persona de 70 años con
insuficiencia cardiaca, diabetes e insuficiencia renal crónica, que se
descubre que tiene una masa suprarrenal de 4 cm mediante una
exploración por CT realizada por razones no vinculadas. No hay
indicación de producción hormonal por la masa, pero saber de la
existencia de esta masa causa ansiedad porque podría ser maligna.
Esta preocupación podría abordarse mediante la extirpación quirúrgica de la masa, pero existe el riesgo de complicaciones quirúrgicas. Al individuo se le pregunta si él/ella preferiría vivir con la
masa (y la ansiedad) o apostar por la cirugía que eliminaría la masa
(curativa), pero tiene un 10% de tasa de mortalidad. Si el paciente
prefiere vivir con la masa, entonces pregunte si él/ella preferiría
vivir con la masa o apostar por una cirugía curativa que tiene una
tasa de mortalidad de 0.1%. Suponga que el individuo elige la cirugía. Este proceso iterativo continúa variando las probabilidades en
la apuesta hasta que ambas opciones (vivir con la ansiedad frente
al riesgo de cirugía curativa) son igualmente deseables, es decir, el
encuestado es indiferente entre apostar y vivir con ansiedad. Asumimos que la utilidad de la salud perfecta es 1 y la muerte es 0. Por
ejemplo, si esta cuestión representara un riesgo quirúrgico de 1%,
la probabilidad de vivir con ansiedad sobre la masa suprarrenal
sería de 0.99 y la inutilidad definida como 1-utilidad sería de 0.01.
Las utilidades de otros estados de salud pueden determinarse de
un modo similar. El método de intercambio de tiempo es otra vía
para determinar la utilidad. La utilidad se puede describir como un
número entre 0 y 1. Por ejemplo, un individuo puede considerar
que 10 años de sufrimiento por neuropatía diabética equivalen a 5
años de salud perfecta. La utilidad de la neuropatía diabética sería
de 0.5. Alternativamente, la utilidad se puede expresar en años de
vida ajustados por calidad (QALY, quality-adjusted life years). Para
determinar el número de QALY asociados con un resultado, se especifica el horizonte temporal para el estado del resultado. Con
frecuencia, se trata de la esperanza de vida del paciente en un estado de resultado particular. El número de años de buen estado de
salud que el sujeto considera como equivalente al tiempo especificado con ese resultado es el número correspondiente de QALY.
Determinar la probabilidad
de cada evento de azar
Una vez que se forma la estructura del árbol de decisión, se puede
determinar la probabilidad de cada evento de azar. En general, esto
61
se realiza mejor tomando una revisión sistemática de literatura publicada y revisada por pares. Sin embargo, este enfoque asume que
las probabilidades derivadas de un periodo en el pasado reflejan
con precisión las probabilidades en el futuro. Además, asume que
las probabilidades derivadas de otros contextos se aplican a aquel
en el que se está en cuestión. Sin embargo, todas estas probabilidades deben reflejar la práctica real. Por ejemplo, si el análisis de decisión se está utilizando para determinar la mejor estrategia para
pacientes individuales específicos, las probabilidades deben ser las
del lugar donde se brinda la atención. Por momentos, no toda información necesaria para el árbol de decisión está disponible. Esto
ocurre a menudo durante el análisis de una práctica relativamente
nueva. Si es posible, se pueden recopilar datos primarios o pueden
analizarse datos secundarios. La opinión de los expertos puede ser
utilizada en ausencia de datos pertinentes. En un nodo de azar
dado, la suma de probabilidades es igual a uno.
Decidir sobre una estrategia: promediar
y replegar el árbol
El objetivo del análisis de decisión es identificar la estrategia que
conduce al resultado esperado más favorable. Para calcular el resultado esperado, se comienza por las medidas de resultado (por lo
general, el extremo derecho). Cada grupo de ramas, que comienza
con un nodo de azar único, se reduce a un único valor numérico
multiplicando cada utilidad de resultado por la probabilidad asociada con ese resultado y agregando todos los valores. Este es el
proceso de replegar el árbol de decisión (véase figura 3-10). Este
proceso se repite hasta que haya un valor numérico único para cada estrategia en el nodo de decisión inicial. En este punto, el resultado esperado para cada estrategia ha sido calculado. La estrategia
con el resultado más favorable es la estrategia preferida.
Descuento de eventos futuros
Se asigna un valor mayor a los eventos actuales que a los eventos
futuros. Es mejor pagar $100 en 10 años, en lugar de pagar $100
ahora. Igualmente, si se tiene una enfermedad, es preferible tenerla en el futuro, que tenerla hoy. El valor de un evento futuro depende entonces de cuán lejos en el tiempo ocurra. El descuento se refiere al cálculo del valor actual de un resultado que ocurre en el
futuro. La tasa de descuento es la tasa anual a la que se le descuentan los costos, que es generalmente la tasa de interés que el dinero
aportaría si se hubiera invertido.
Análisis de sensibilidad
El análisis inicial, o análisis de caso base, utiliza las mejores estimaciones para cada parámetro del modelo. Sin embargo, estas estimaciones pueden estar fuera de la marca. El propósito del análisis
de sensibilidad es determinar qué estimaciones tienen la mayor
influencia en el modelo, es decir, evaluar la estabilidad o solidez de
una conclusión sobre un rango de supuestos estructurales, juicios
de valor y estimaciones de probabilidad. Se determina un rango
plausible de valores para cada parámetro del modelo. Este proceso
determina cuál de los parámetros conduce los resultados del modelo. Los parámetros se pueden probar de uno en uno (análisis de
sensibilidad unidireccional), dos a la vez (análisis de sensibilidad
bidireccional) o incluso más (análisis de sensibilidad multidireccional), aunque este último se vuelve más difícil de interpretar según
se incrementa el número de parámetros probados.
62
CAPÍTULO 3
Endocrinología y epidemiología clínica basadas en la evidencia
Análisis de costo-efectividad usando análisis
de decisión
El análisis de costo-efectividad es el uso del análisis de decisión
para comparar estrategias en términos de su costo por unidad
de producto. El producto es un resultado, como años de vida, utilidad o casos de enfermedad prevenida. La proporción costo-efectividad se interpreta comparándola con proporciones para otras
estrategias. Una relación costo-efectividad creciente indica la cantidad de dinero adicional que se debe gastar para una estrategia mejor, pero más costosa, que permita generar una unidad adicional de
resultado.
De importancia práctica, generalmente hay un límite en la cantidad de dinero que un responsable de la formulación de políticas
está dispuesto a gastar para obtener un QALY; esto se denomina
umbral de disposición a pagar. El análisis de costo-utilidad es un
tipo específico de análisis de costo-efectividad que usa QALY (u
otras medidas de utilidad) como punto final de efectividad. Por
convención, los análisis de costo-utilidad a menudo se llaman análisis de costo-efectividad. Sin embargo, no todos los estudios de
costo-efectividad usan la metodología de costo-utilidad. Debido
a que usan QALY como punto final, los análisis de costo-utilidad
generan información que se puede comparar a través de los estados de la enfermedad. Es importante señalar que, aunque son útiles para proporcionar una métrica común entre los resultados, se
debe hacer un número de suposiciones estrictas, para comparar los
análisis de costo-efectividad. Los principios para evaluar el análisis
de decisión han sido desarrollados por el grupo de trabajo EBM
y se muestran en la tabla 3-2. El análisis de decisión representativo relacionado con los trastornos endocrinos se muestra en la tabla 3-3.
OTROS ASPECTOS DE LA EPIDEMIOLOGÍA
CLÍNICA
Los métodos de epidemiología clínica se han aplicado a la evaluación de riesgos, pronóstico, evaluación de estudios de diferentes
diseños y muchos otros temas en medicina clínica. Los lectores deben consultar textos estándares.
ENDOCRINOLOGÍA BASADA
EN LA EVIDENCIA
La definición de EBM ha evolucionado con el tiempo. Una definición de 2005 afirma que la EBM requiere la integración de la mejor
evidencia de investigación con la experiencia clínica y los valores y
circunstancias únicos del paciente. La mejor evidencia de investigación se refiere a las investigaciones válidas y clínicamente relevantes, a menudo de las ciencias básicas de la medicina, pero especialmente de la investigación clínica centrada en el paciente. La
experiencia clínica se refiere a la capacidad de utilizar las habilidades clínicas del médico y la experiencia pasada, para identificar
rápidamente el estado de salud y el diagnóstico únicos de cada
paciente, sus riesgos individuales y los beneficios de las potenciales intervenciones, así como sus circunstancias y expectativas personales. Los valores del paciente consisten en las preferencias,
preocupaciones y expectativas únicas, que cada paciente aporta a
un encuentro clínico, las cuales deben integrarse en las decisiones
clínicas si van a servir al paciente. Las circunstancias del paciente
se refieren a su estado clínico individual y al entorno de este tipo.
TABLA 3-2 Guía del usuario para el análisis de decisión
I. ¿Son válidos los resultados del estudio?
¿Se incluyeron todas las estrategias y resultados importantes?
¿Se utilizó un proceso explícito y sensato para identificar, seleccionar y combinar la evidencia en probabilidades?
¿Se obtuvieron las utilidades de una manera explícita y sensible de fuentes creíbles?
¿Se determinó el impacto potencial de cualquier incertidumbre
en la evidencia?
II. ¿Cuáles son los resultados?
En el análisis de línea base, ¿una estrategia da como resultado
una ganancia importante para los pacientes? Si no, ¿el resultado es como lanzar una moneda al aire?
¿Qué tan fuerte es la evidencia utilizada en el análisis?
¿Podría la incertidumbre en la evidencia cambiar el resultado?
III. ¿Los resultados me ayudarán a cuidar a mis pacientes?
¿Las estimaciones de probabilidad se ajustan al cuadro clínico
de mis pacientes?
¿Las utilidades reflejan cómo mis pacientes valorarían los resultados de la decisión?
Datos de Richardson WS, Detsky AS para Evidence-Based Medicine Working
Group; basado en Users’ Guides to Evidence-Based Medicine y reproducido
con permiso de JAMA 1995 Apr 26; 273:1292-1295 y Richardson WS, Detsky AS.
Users’ guides to the medical literature. VII. How to use a clinical decision analysis. B. What are the results and will they help me in caring for my patients? Evidence Based Medicine Working Group. JAMA 1995 May 24-31;273(20):16101613.
Los cinco pasos de EBM, como se definieron en 1997, se discuten más adelante. Libros de texto completos están dedicados a los
principios de la EBM. En este capítulo, vamos a revisar brevemente
estos cinco pasos y nos centraremos en cómo la EBM ve la evidencia y revisa algunas de las limitaciones.
Paso uno: traducción del problema clínico
a preguntas con respuesta
Una de las habilidades fundamentales requeridas para practicar
EBM es hacer preguntas clínicas bien construidas. Para beneficiar
tanto a pacientes, como a médicos, tales preguntas deben ser directamente relevantes para los problemas de los pacientes y expresarse de manera que las respuestas sean pertinentes y precisas. En la
práctica, las preguntas clínicas bien desarrolladas generalmente
contienen cuatro elementos: paciente, intervención, comparación
y resultado. El paciente se refiere a la persona a quien se aplicará la
evidencia (p. ej., un paciente hipertenso con diabetes). (El enfoque
basado en la evidencia también se puede aplicar a un grupo para
informar la política). La intervención es la prueba de diagnóstico,
o terapia, que se considera para aplicar a un paciente particular (o
grupo) (p. ej., control estricto de la presión arterial). La comparación es aquella intervención con la cual se debe confrontar una
nueva intervención que se está considerando (p. ej., un control menos estricto de la presión arterial). El resultado es el punto final de
interés para el médico o paciente (p. ej., apoplejía, infarto de miocardio o muerte por diabetes). Las preguntas de fondo se relacionan con información general o hechos básicos sobre una enfermedad, y esta información generalmente se puede encontrar, de
manera confiable, en libros de texto, ya sean impresos o publicados
en línea. Sin embargo, preguntas clínicas más específicas sobre el
paciente, especialmente aquellas que requieren la información más
actualizada sobre diagnóstico, pronóstico o tratamiento, se han de-
Endocrinología basada en la evidencia
63
TABLA 3-3 Análisis de decisiones representativas en endocrinología
Estudio
Problema clínico y estrategia
Tiempo
de horizonte
Medidas
de resultado
Resultados
Diabetes
DCCT
Insulina convencional versus terapia intensiva en aproximadamente 120 000 personas
con IDDM en Estados Unidos
que cumplen con los criterios
de inclusión de DCCT
Toda la vida
Años sin complicaciones
diabéticas.
Costo por
año de vida
La terapia con insulina intensiva resulta en una ganancia de 920 000 y de vista, 691 000 y libre de ESRD,
678 000 y libre de amputación de extremidad inferior, y 611 000 y de vida a un costo de $4 mil millones. El costo por año de vida ganado es $28 661
Hoerger
Detección de DM tipo 2 en todas las personas vs. detección sólo en pacientes con hipertensión
Toda la vida
Costo por
QALY
El cribado en personas con hipertensión es más rentable. La detección dirigida para personas de entre 55
y 75 años es más económica
Gillies
Diferentes estrategias para la
detección y prevención de
DM tipo 2 en adultos
Toda la vida
Costo por
QALY
Detección para DM tipo 2 y tolerancia a la glucosa alterada, con intervención adecuada para aquellos
con problemas de tolerancia a la glucosa, en una
población de riesgo superior al promedio de 45
años parece ser rentable
Golan
Para preservar la función renal
en pacientes con DM tipo 2,
estrategia de tratar a todos
los pacientes con inhibidores
de la ECA versus detección
de microalbuminuria versus
detección de proteinuria macroscópica
Toda la vida
Costo por
QALY
La detección de proteinuria macroscópica tiene el costo más alto y el más bajo beneficio. En comparación
con la microalbuminuria, tratar a todos los pacientes
con un inhibidor de la ECA fue beneficioso con un
IC-ER de $7 500 por QALY ganado
Gaede
Intervención multifactorial convencional vs. intensificada en
DM tipo 2
Toda la vida
Costo por
QALY
Desde una perspectiva de atención médica en Dinamarca, la terapia intensiva fue más rentable que el
tratamiento convencional. Suponiendo que las personas de ambos grupos fueron tratadas en un entorno de atención primaria, la terapia intensiva fue a
la vez costo y salvavidas
ACCORD
Control glucémico intensivo vs.
estándar en pacientes mayores con DM tipo 2
Toda la vida
Sobrevivir a
eventos adversos cardiovasculares
El control glucémico intensivo no ayudó a pacientes
mayores con DM tipo 2 que padecían la enfermedad más tiempo y tenían un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. De hecho, puede causar daño a estas personas
Fried
Para preservar la función renal
en pacientes con DM tipo 2
por combinación del tratamiento de un inhibidor de la
enzima convertidora de la angiotensina y un bloqueador
del receptor de angiotensina II
Toda la vida
Progresión lenta de la enfermedad renal crónica
La terapia de combinación se asoció con un mayor
riesgo de efectos adversos sin beneficio claro
Danese
En adultos asintomáticos, detección para insuficiencia tiroidea leve cada 5 años, comenzando a los 35 años versus
sin detección
Toda la vida
Costo por
QALY
La detección fue rentable con un costo por QALY ganado de $9 223 para mujeres y $22 595 para hombres
Vidal-Trécan
Cuatro estrategias para tratar
adenoma tiroideo tóxico solitario en mujeres de 40 años
de edad:
A) Yodo radiactivo primario
B) Cirugía primaria después del
eutiroidismo logrado por ATD
C) ATD seguidos de cirugía o
D) ATD seguidos por yodo radiactivo
C y D se usaron si la reacción a
ATD fue intensa
Toda la vida
Costo por
QALY
La cirugía fue la estrategia más efectiva y menos costosa. El yodo radiactivo primario fue más efectivo, si
la mortalidad quirúrgica excedió 0.6%
Tiroides
(continúa)
64
CAPÍTULO 3
Endocrinología y epidemiología clínica basadas en la evidencia
TABLA 3-3 Análisis de decisiones representativas en endocrinología (continuación)
Tiempo
de horizonte
Medidas
de resultado
Evaluación de FNA por un citopatólogo con procesamiento
en el sitio vs. procesamiento
estándar en la Universidad
del Centro Médico de Pennsylvania
Corto término
Costo
Evitando muestras no diagnósticas, se puede lograr un
ahorro de costos estimado de $404 525 por año
con la revisión de FNA en sitio
McCartney
Análisis de diferentes nódulos
tiroideos por los criterios de la
guía de biopsia
Corto término
Utilidad (valores esperados)
Como enfoque general para los nódulos tiroideos de
10 a 14 mm, FNA de rutina parece ser la menos deseable en comparación con la sola observación o
la FNA de nódulos con los factores de riesgo de la
ecografía
Wang
Análisis de costo-efectividad de
vigilancia del cáncer papilar
de tiroides después de una tiroidectomía total
3 años
Costo de vigilancia para
cada reaparición
El costo para detectar cada recurrencia de cáncer papilar de tiroides en un paciente de bajo riesgo
fue de 6 y 7 veces mayor que el costo para pacientes de riesgo intermedio y alto. Fue de $147 819,
$22 434 y $20 680 por cáncer de bajo, intermedio y
alto riesgo, respectivamente
King
Cuatro estrategias para manejar
el microadenoma hipofisario
incidental en un paciente
asintomático:
1) Gestión expectante
2) Cribado de PRL
3) Detección de PRL, similar al
factor de crecimiento de insulina I, y
4) Seguimiento de resonancia
magnética
Toda la vida
Costo por
QALY
PRL puede ser la estrategia más rentable. Comparado
con la administración expectante, el IC-ER para PRL
fue de $1 428. El IC-ER para el panel de evaluación
extendida fue de $69 495. El seguimiento de la resonancia magnética fue menos efectivo y más costoso
Sawka
Tres estrategias para evaluar el
feocromocitoma en pacientes
con hipertensión refractaria,
síntomas sospechosos, masa
suprarrenal o antecedentes
de feocromocitoma:
A) Metanefrinas fraccionadas
de plasma con imágenes si
es anormal
B) Metanefrinas urinarias de 24
horas o catecolaminas con
imágenes si es anormal
C) Metanefrinas plasmáticas si
están modestamente elevados, estudios de orina para
decidir sobre imágenes
Corto término
Costo por feocromocitoma
detectado
La estrategia C es menos costosa y tiene una sensibilidad razonable en pacientes con probabilidad preprueba moderada para feocromocitoma
Col
Para el alivio de los síntomas de
la menopausia en mujeres sanas, blancas de 50 años de
edad con útero intacto, uso
de hormonoterapia versus
ninguna terapia hormonal
2 años
Supervivencia
QALE
La terapia hormonal se asocia con una menor supervivencia, pero aumenta en QALE. Los beneficios dependen de la intensidad de los síntomas de la menopausia y riesgo de CVD
Smith
Para hombres de 60 años con
disfunción eréctil, sildenafil
versus ninguna farmacoterapia
Toda la vida
Costo por
QALY ganado
Desde la perspectiva de la sociedad, el costo por
QALY ganado con sildenafil es menos de $50 000,
si la morbilidad relacionada con el tratamiento es
menor de 0.55% por año, la tasa de éxito del tratamiento es más de 40.2% o el costo de sildenafil es
menos de $244 por mes
Estudio
Problema clínico y estrategia
Nasuti
Resultados
Otros
Endocrinología basada en la evidencia
65
TABLA 3-3 Análisis de decisiones representativas en endocrinología (continuación)
Estudio
Problema clínico y estrategia
Ollendorf
Comparando eficacia y valor de
varias opciones de tratamiento para obesidad. Comparando cuatro tipos de cirugía bariátrica (derivación
biliopancreática, banda gástrica ajustable por laparoscopia,
bypass gástrico con Y en
Roux, gastrectomía en manga
vertical con gestión de pérdida de peso convencional
Tiempo
de horizonte
Medidas
de resultado
10 años
Costo por
QALY ganado
Resultados
Entre los pacientes con BMI de 30.0 a 34.9, la relación
costo-efectividad de la cirugía bariátrica en comparación con la gestión de pérdida de peso convencional fue de $40 000 a $60 000 por QALY
DCCT (Diabetes Control and Complications Trial), prueba de control de diabetes y complicaciones; IDDM (insulin-dependent diabetes mellitus), diabetes mellitus insulinodependiente; ESRD (end-stage renal disease), enfermedad renal en etapa terminal; DM, diabetes mellitus; QALY, años de vida ajustados a la calidad; IC-ER
(incremental cost-effectiveness ratio), relación de costo-efectividad incremental; ACE (angiotensin-converting enzyme), enzima convertidora de angiotensina; CVD
(cardiovascular disease), enfermedad cardiovascular; ATD (antithyroid drugs), fármacos antitiroideos; FNA (fine-needle aspiration), aspiración con aguja fina; PRL
(prolactin), prolactina; MRI (magnetic resonance imaging), imagen de resonancia magnética; QALE (quality-adjusted life expectancy), esperanza de vida ajustada a la
calidad.
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nominado preguntas en primer plano y requieren un enfoque diferente para encontrar evidencia relevante.
Paso dos: encontrar la mejor evidencia
El hallazgo de la mejor evidencia de investigación de la literatura
médica es una característica fundamental del enfoque de la EBM y
es un proceso iterativo que involucra informática médica. Dada la
enorme amplitud y profundidad de la literatura médica, con más
de dos millones de artículos publicados cada año en aproximadamente 20 000 revistas biomédicas (cada año se establecen más), se
deben usar estrategias eficientes para aprovechar los mejores artículos originales de las revistas, revisiones y sinopsis de estudios
primarios, así como las guías de práctica, junto con libros de texto,
tanto tradicionales como innovadores. Entre las fuentes de infor-
mación útiles se encuentra PubMed, que permite sofisticadas estrategias de búsqueda mediante la base de datos MEDLINE. Una
variedad de herramientas ha sido desarrollada para facilitar este
proceso. Sin embargo, ésta excede el alcance del presente capítulo,
y los lectores deberán consultar las referencias sobre el tema. Algunas revistas están específicamente dedicadas a artículos evaluados
críticamente (p. ej., ACP Journal Club, BMJ Medicina basada en la
evidencia). Sin embargo, es importante recordar que la presencia
de la etiqueta basada en la evidencia no asegura que la información
cumple con los más altos estándares. Las revisiones sistemáticas
son otra fuente útil de evidencia. Además de las revistas profesionales, tales revisiones están disponibles tanto en las agencias gubernamentales (p. ej., Agencia para la Investigación y Calidad de la
Atención Sanitaria [Agency for Healthcare Research and Quality]),
como en agencias no gubernamentales (p. ej., la Colaboración Co-
66
CAPÍTULO 3
Endocrinología y epidemiología clínica basadas en la evidencia
chrane [Cochrane Collaboration]). Se han desarrollado estándares
para reportar revisiones sistemáticas: artículos de informes preferidos para revisiones sistemáticas y metaanálisis (PRISMA). Entre
los temas abordados específicamente, se encuentra el sesgo de publicación y sus posibles efectos en los resultados. El sesgo de publicación refleja, entre otras cosas, la tendencia a no publicar estudios
con resultados negativos.
Paso tres: evaluar la evidencia
por su validez y utilidad
La evaluación crítica es el proceso de examinar sistemáticamente la
evidencia de la investigación para evaluar su validez, resultados y
relevancia, antes de usarla para informar una decisión. Hay tres
preguntas básicas que deben hacerse al evaluar cualquier tipo de
investigación: 1) ¿es válida?, 2) ¿es importante? y 3) ¿es aplicable a
mi paciente? Esto involucra la valoración de los métodos del estudio para evaluar la validez de las conclusiones. Una vez que se satisfacen los criterios para la validez interna, entonces se puede
evaluar la importancia del hallazgo. Es crítico que la significación
estadística no se equipare con la significación clínica. Suponiendo
que el hallazgo es importante, es necesario considerar la relevancia
del estudio para el paciente (es decir, la validez externa del estudio). Se ha desarrollado una serie de guías para ayudar al clínico a
evaluar críticamente diferentes tipos de estudios. Un ejemplo se
muestra en la tabla 3-4. Detrás de este proceso de evaluación, está
el modelo EBM de la jerarquía de evidencia.
A. Jerarquías de evidencia Cualquier observación empírica
sobre la relación aparente entre los eventos constituye una evidencia. Esto incluye la observación cuidadosa de un clínico experimentado, las observaciones derivadas de experimentos fisiológicos y
los resultados de grandes pruebas clínicas aleatorias. Las salvaguardas metodológicas para protegerse contra un error sistemático
(sesgos) son inherentes a un diseño experimental. En este sentido,
los experimentos difieren de la observación clínica. Diferentes diseños de estudio se prestan a diferentes salvaguardas y éstas varían
en su eficacia, tanto en la teoría como en la práctica.
El enfoque EBM usa una jerarquía de diseños de estudio basada
en sus salvaguardas inherentes. En la tabla 3-5 se muestra una. En
esta jerarquía, los ensayos controlados aleatorios (RCT) reciben el
peso más alto, seguido de estudios cuasi-experimentales (es decir,
no-RCT), seguido de otros diseños de estudio y, finalmente, opiniones de autoridades y observaciones clínicas no sistemáticas. La
evidencia de la parte superior de la jerarquía debería tener un mayor impacto en la toma de decisiones clínicas, que las observaciones de los niveles inferiores. Existe desacuerdo sobre lo que debería ser la jerarquía. Algunos tienen un ensayo aleatorio N de 1 (el
equivalente de un RCT con un sujeto) en la parte superior de la jerarquía, mientras que otros colocan metaanálisis de ensayos aleatorios en la parte superior. Sin embargo, el término evidencia no es
sinónimo de RCT (o cualquier estudio diseñado para ocupar el nivel preferido de la jerarquía). Más bien, es preferido para usar esa
suerte de evidencia cuando está disponible. La evidencia procedente de otras fuentes es aún evidencia y debe ser más que suficiente. Por ejemplo, la introducción de la terapia del reemplazo de
tiroides por hipotiroidismo o la insulinoterapia para diabetes tipo 1
no debe estar nunca sujeta a RCT.
Si bien reconoce el papel central de la evaluación de la calidad
de la evidencia en la toma de decisiones, el Grupo de Trabajo de
Servicios Preventivos de Estados Unidos (USPSTF) ha desarrollado
TABLA 3-4 Guías de los usuarios para un artículo
sobre terapia
I. ¿Son válidos los resultados del estudio?
Guías primarias
¿La asignación de pacientes a los tratamientos fue aleatoria?
¿ Todos los pacientes que ingresaron al ensayo fueron debidamente tomados en cuenta para y atribuidos a su conclusión?
¿El seguimiento fue completo?
¿Se analizaron los pacientes en los grupos a los que se asignaron al azar?
Guías secundarias
Los pacientes, los trabajadores de la salud y el personal del
estudio ¿estaban “ciegos” ante el tratamiento?
¿Los grupos eran similares al comienzo de la prueba?
Aparte de la intervención experimental ¿fueron los grupos
tratados por igual?
II. ¿Cuáles fueron los resultados?
¿Qué tan grande fue el efecto del tratamiento?
¿Qué tan precisa fue la estimación del efecto del tratamiento?
III. ¿Los resultados me ayudarán a cuidar a mis pacientes?
¿Pueden los resultados aplicarse al cuidado de mi paciente?
¿Se consideraron todos los resultados clínicamente importantes?
¿Los posibles beneficios del tratamiento valen los daños potenciales y costos?
Datos de Guyot GH, Sachet D, Cook DJ para Evidence Base Medicine Corning
Group. Basado en the Uses’ Guides to Evidence-Based Medicine y reproducidos con permiso de JAMA 1993;270:2598-2601 y Richardson WS, Detsky AS.
Users’ guides to the medical literature. VII. How to use a clinical decision analysis. B. What are the results and will they help me in caring for my patients? Evidence Based Medicine Working Group. JAMA 1995 May 24-31;273(20):16101613.
un enfoque diferente para abordar algunas de las deficiencias del
enfoque EBM. El USPSTF adoptó tres cambios principales en el
proceso. Primero, se agregó una calificación de validez interna al
criterio de estudio, para juzgar estudios individuales. Una cohorte
bien diseñada o un estudio de casos y controles podría ser más
convincente que un RCT mal conducido o realizado inadecuadamente. En segundo lugar, la evidencia se evaluó explícitamente en
tres diferentes niveles: nivel del estudio individual, tanto en términos de validez interna como externa; el cuerpo de evidencia que
apoya un vínculo dado en el marco analítico y, debido al enfoque
del USPSTF, el nivel de evidencia para el servicio de prevención
completo. En tercer lugar, la magnitud del efecto se separó de la
evaluación de la calidad. Tanto el beneficio como el daño se consi-
TABLA 3-5 Una jerarquía de evidencia
1. Evidencia obtenida de al menos un ensayo controlado aleatorio apropiadamente designado
2a. Evidencia obtenida de ensayos controlados bien diseñados
sin aleatorización
2b. Evidencia obtenida de estudios analíticos bien diseñados de
cohorte o casos y controles, preferiblemente de más de un
centro o grupo de investigación
2c. Evidencia de comparaciones entre tiempos o lugares con o
sin la intervención. Resultados dramáticos en experimentos no
controlados podrían ser incluidos en esta sección
3. Opiniones de autoridades respetadas, basadas en la experiencia clínica, estudios descriptivos o informes sobre comités
de expertos
Endocrinología basada en la evidencia
67
TABLA 3-6 El sistema de clasificación del USPSTF para recomendaciones que reflejan la fuerza de la evidencia
y la magnitud del beneficio neto (beneficios menos daños)
Grado
Definición
Sugerencias para la práctica
A
El USPSTF recomienda el servicio. Hay una gran certeza
de que el beneficio neto es sustancial
Ofrezca o brinde este servicio
B
El USPSTF recomienda el servicio. Hay una gran certeza
de que el beneficio neto es moderado o hay una certeza moderada de que el beneficio neto es de moderado
a sustancial
Ofrezca o brinde este servicio
C
El USPSTF recomienda ofrecer o proporcionar selectivamente este servicio a pacientes individuales sobre la
base del juicio profesional y las preferencias del paciente. Hay al menos certeza moderada de que el beneficio neto es pequeño
Ofrezca o brinde este servicio a pacientes seleccionados
según circunstancias individuales
D
El USPSTF recomienda en contra del servicio. Ahí está la
moderada o alta certeza de que el servicio no tiene
beneficio neto o que los daños superan los beneficios
Desalentar el uso de este servicio
Declaración I
El USPSTF concluye que la evidencia actual es insuficiente para evaluar el equilibrio de beneficios y daños del
servicio. La evidencia es deficiente, de mala calidad o
conflictiva y el balance de beneficios y daños no puede ser determinado
Lea la sección de consideraciones clínicas de la Declaración de Recomendación de USPSTF. Si se ofrece el servicio, los pacientes deben entender la incertidumbre
sobre el balance de beneficios y daños
Niveles de certeza sobre el beneficio neto
Nivel de certeza*
Descripción
Alta
La evidencia disponible generalmente incluye resultados consistentes de estudios bien diseñados y bien realizados en
población representativa de cuidados primarios. Estos estudios evalúan los efectos del servicio preventivo en los resultados de salud. Esta conclusión es, por tanto, poco probable que se vea muy afectada por los resultados de futuros estudios
Moderada
La evidencia disponible es suficiente para determinar los efectos del servicio preventivo en los resultados de salud,
pero la confianza en la estimación está limitada por factores tales como:
• El número, tamaño o calidad de los estudios individuales
• Inconsistencia de los hallazgos en los estudios individuales
• Generalización limitada de los hallazgos a la práctica de atención primaria de rutina
• Falta de coherencia en la cadena de evidencia
A medida que haya más información disponible, la magnitud o dirección del efecto observado podría cambiar y este
cambio puede ser lo suficientemente grande como para alterar la conclusión
Baja
La evidencia disponible es insuficiente para evaluar los efectos en los resultados de salud. La evidencia es insuficiente
debido a:
• La cantidad o el tamaño limitados de los estudios
• Fallas importantes en el diseño o los métodos del estudio
• Inconsistencia de los hallazgos en los estudios individuales
• Brechas en la cadena de evidencia
• Hallazgos no generalizables para la práctica de atención primaria de rutina
• Falta de información sobre los resultados de salud importantes
Más información puede permitir la estimación de los efectos en los resultados de salud
* El USPSTF define la certeza como “la probabilidad de que la evaluación de USPSTF del beneficio neto de un servicio preventivo sea correcta”. El beneficio neto se
define como beneficio menos daño del servicio preventivo implementado en una población general de atención primaria. El USPSTF asigna un nivel de certeza basado en la naturaleza de la evidencia general disponible para evaluar el beneficio neto de un servicio preventivo. Reproducida con permiso de las calificaciones del
Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos. La fuerza de las recomendaciones y la calidad de la evidencia. http://www.uspreventiveservicestask
force.org/Page/Name/grade-definitions
deran evaluando la magnitud del (los) efecto(s). En general, el
USPSTF califica la calidad de la evidencia en conjunto para un servicio en tres escalas de puntuación (bueno, regular, malo) y califica
sus recomendaciones de acuerdo con una de las cinco clasificaciones (A, B, C, D, I) que reflejan la fuerza de la evidencia y la magnitud del beneficio neto (beneficios menos daños) (tabla 3-6). Este
enfoque de evaluar tanto la calidad de la evidencia, como la fuerza
de las recomendaciones, se ha ampliado para incluir guías de práctica: sistema de clasificación de recomendaciones, valoración, desa-
rrollo y evaluación (GRADE, grading of recommendations, assessment,
development, and evaluation). Aunque la discusión de las guías de
práctica está más allá del alcance de este capítulo, es importante
reconocer que varían ampliamente en calidad, fuerza de la evidencia y sesgo. Antes de que un practicante tome una decisión sobre la
base de una guía de práctica, la base de esa guía debe ser clara.
B. Otros asuntos relacionados con la evidencia A pesar
de estas mejorías, hay otros cuatro problemas importantes relacio-
68
CAPÍTULO 3
Endocrinología y epidemiología clínica basadas en la evidencia
nados con evidencia. En primer lugar, es importante reconocer que
prácticamente todo esto de la evidencia es esencialmente de naturaleza cuantitativa. Por tanto, la definición de EBM es relativamente
estrecha y excluye información importante para los médicos; muchos factores cualitativos están involucrados en la toma de decisiones clínicas que conciernen a pacientes individuales. Segundo, hay
problemas en la evidencia en términos de calidad y alcance de los
datos (p. ej., los datos blandos que los médicos usan habitualmente); el alcance de los temas (pacientes promedio, zonas de práctica
grises, falta de RCT); las fuentes de autoridad, que por muy explícitas que sean, requieren juicio, y posibles abusos (p. ej., los hallazgos clave podrían ignorarse). En tercer lugar, está la aplicación de
resultados en poblaciones (es decir, resultados promedio) a individuos. En cuarto lugar, está la naturaleza dinámica de la evidencia.
La evidencia para apoyar la práctica de la medicina siempre está
evolucionando con la investigación en curso en el campo de la medicina y, en ese sentido, la evidencia sería dinámica. Siempre que
haya un cambio en la evidencia con respecto a una intervención, la
mejor práctica de la medicina debería incorporar esa evidencia a
la forma en que se lleva a cabo la intervención clínica. A veces,
nuevas pruebas pueden refutar evidencia previa, lo que requiere
una reversión en la práctica. En este caso, el proveedor de servicios
de salud necesitaría “desadoptar o desimplementar” una práctica
médica llevada a cabo previamente. Un buen ejemplo es que el estudio de Acción para controlar el riesgo cardiovascular en la diabetes (ACCORD, Action to Control Cardiovascular Risk in Diabetes) no
logró demostrar un beneficio claro en la supervivencia de pacientes mayores con diabetes tipo 2, que fueron tratados para lograr un
control intensivo de la glucosa en sangre. Después de los resultados de este estudio, tanto los proveedores de atención médica como los pacientes tienen que restablecer el objetivo de control de
glucosa en sangre a un rango superior o control menos intensivo
de la glucosa en sangre en esta población de pacientes.
Pasos cuatro y cinco: aplicar los resultados
en la práctica y evaluar el desempeño
El conocimiento de la mejor evidencia disponible de tratamiento
no es suficiente para recomendar un curso de acción particular.
Detrás de este problema está la heterogeneidad de los efectos del
tratamiento. La heterogeneidad del efecto del tratamiento es el término dado al fenómeno en el cual un mismo tratamiento produce
diferentes resultados en distintos pacientes. Para que el efecto promedio observado en un ensayo clínico ocurra con certeza en un
paciente, todos los individuos en el ensayo deben haber tenido
ese promedio de respuesta. Sin embargo, la respuesta promedio
también puede reflejar una gran respuesta en algunos, y pocas o
ninguna respuesta, o incluso daño, en otros. Parte de la toma de
decisiones clínicas implica abordar este fenómeno para que se individualice la terapia de la manera más efectiva. Para hacerlo, se deben tener en cuenta cuatro factores principales sobre el paciente:
1) probabilidad inicial de incurrir en un evento adverso relacionado con la enfermedad (riesgo sin tratamiento o susceptibilidad/
pronóstico), 2) capacidad de respuesta para el tratamiento, 3) vulnerabilidad a los efectos secundarios adversos del tratamiento y 4)
utilidades para diferentes resultados. Cuando faltan buenos datos
sobre el nivel de riesgo individual de un paciente, capacidad de
respuesta y vulnerabilidad, el efecto promedio del tratamiento, como se reporta en buenos ensayos clínicos, proporciona la guía más
razonable para la toma de decisiones. Sin embargo, resulta de mucha importancia que los médicos evalúen los resultados en sus pro-
pios pacientes para que el curso pueda ser modificado cuando sea
necesario.
Desarrollos que pueden afectar el enfoque EBM
Dos nuevos conceptos están comenzando a tener un impacto en
EBM: “Big Data” y “Medicina personalizada”. La capacidad de almacenamiento global de datos ha aumentado mucho y continúa
haciéndolo. Ahora hay conjuntos de datos tan grandes, que los enfoques habituales no funcionan muy bien. El análisis predictivo, un
campo emergente, puede identificar nuevas correlaciones para detectar tendencias en una amplia variedad de campos, incluida la
medicina. En contraste con el enfoque de EBM, que subraya el control explícito de los sesgos en la recopilación y el análisis de datos,
el enfoque “Big data” generalmente involucra la máxima “más datos son mejores datos”. Sin embargo, este enfoque puede complementar métodos típicos de EBM. Otra novedad es la de la medicina
personalizada, también conocida como “medicina de precisión”,
en la cual la información genética del paciente (a veces se llega a
través de un gran enfoque de datos) se usa para informar el tratamiento específico del paciente. Esta información específica del paciente puede complementar la evidencia de la jerarquía EBM, que
enfatiza lo que funciona como promedio. Sin embargo, es poco
probable que cambien algunas cosas. Practicar y perfeccionar el
arte de la medicina exige reconocer que la incertidumbre impregna
todas las decisiones clínicas. La forma en que los médicos toman
decisiones, ya sean diagnósticas o terapéuticas, combinando el arte
y la ciencia, es un asunto complicado repleto de incógnitas. Existe
una variedad de modos de resolución de problemas clínicos, que
van desde tomar automáticamente el médico una decisión sin considerar de manera consciente alternativas o, incluso, características
específicas del problema, hasta tomar de manera racional una decisión utilizando estrategias simplificadas que tienen en cuenta probabilidades y valores de los resultados para el análisis formal de
decisiones. Las posibles deficiencias de las decisiones automáticas
(no decisiones, se podría decir) son obvias. Los análisis formales de
decisiones, incluso si son aceptados como estándares de oro (que
no lo son), están más allá del uso práctico para la gran mayoría de
los médicos, por lo que nos quedan procesos simplificados para
combinar probabilidades y valores. Sin embargo, incluso haciendo
un esfuerzo por reducir la incertidumbre y presentando el mejor
curso de acción para el paciente, es fundamental reconocer que la
incertidumbre siempre estará presente. Sólo podemos estar más
seguros sobre la probabilidad del resultado, con la utilización de
un enfoque cuantitativo. No podemos garantizar el resultado deseado.
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C A P Í T U L O
Hipotálamo y glándula
hipófisis
Bradley R. Javorsky, MD, David C. Aron, MD, MS, James
W. Findling, MD y J. Blake Tyrrell, MD
4
ACTH
(Adrenocorticotropic hormone [corticotropin]),
Hormona adrenocorticotrópica (corticotropina)
ICMA
(Immunochemiluminescent assay), Ensayo de
inmunoquimioluminiscencia
ADH
(Antidiuretic hormone [vasopressin]), Hormona
antidiurética (vasopresina)
IGF
(Insulin-like growth factor), Factor de crecimiento insulínico
CLIP
(Corticotropin-like intermediate lobe peptide),
Péptido de lóbulo intermedio tipo corticotropina
IRMA
(Immunoradiometric assay), Ensayo inmunorradiométrico
KAL1
(Kallmann syndrome 1), Síndrome de Kallmann 1
CRH
(Corticotropin-releasing hormone), Hormona liberadora de corticotropina
LH
(Luteinizing hormone), Hormona luteinizante
CRHBP
(Corticotropin-releasing hormone-binding protein), Proteína ligada a la hormona liberadora
de corticotropina
β-LPH
(β-Lipotropin), β-Lipotropina
MEN
(Multiple endocrine neoplasia), Neoplasia múltiple endocrina
FGF8
(Fibroblast growth factor 8), Factor de crecimiento del fibroblasto 8
Met-Enk
(Methionine-enkephalin), Metionina-encefalina
MSH
FGFR1
(Fibroblast growth factor receptor 1), Receptor
1 del factor de crecimiento del fibroblasto
(Melanocyte-stimulating hormone), Hormona
estimulante de melanocitos
PIH
FSH
(Follicle-stimulating hormone), Hormona folículo-estimulante
(Prolactin-inhibiting hormone [dopamine]), Hormona inhibidora de la prolactina (dopamina)
Pit-1
(Pituitary-specific positive transcription factor
1), Factor 1 de transcripción positiva específica
de la hipófisis
POMC
(Pro-opiomelanocortin), Proopiomelanocortina
PROK2
(Prokineticin 2), Prokineticina 2
GABA
(Gamma-aminobutyric acid), Ácido gammaaminobutírico
GH
(Growth hormone [somatotropin]), Hormona
del crecimiento (somatotropina)
GHBP
(Growth hormone-binding protein), Proteína
enlazada a la hormona del crecimiento
PROKR2
(Prokineticin receptor 2), Prokineticina receptor 2
GHIH
(Growth hormone-inhibiting hormone [somatostatin]), Hormona de inhibición de la hormona del crecimiento (somatostatina)
Prop-1
(Prophet of Pit-1), Profeta de pit-1
PRL
(Prolactin), Prolactina
PTTG
(Pituitary tumor transforming gene), Gen transformador del tumor de glándula hipófisis
SHBG
(Sex hormone-binding globulin), Globulina fijadora de las hormonas sexuales
SIADH
(Syndrome of inappropriate secretion of antidiuretic hormone), Síndrome de secreción inadecuada de hormona antidiurética
TRH
(Thyrotropin-releasing hormone), Hormona liberadora de tirotropina
TSH
(Thyroid-stimulating hormone [thyrotropin]),
Hormona estimuladora de la tiroides (tirotropina)
VIP
(Vasoactive intestinal peptide), Péptido intestinal vasoactivo
GHRH
(Growth hormone-releasing hormone), Hormona liberadora de la hormona del crecimiento
GHS-R
(Growth hormone secretagogue receptor), Receptor del secretagogo de la hormona del crecimiento
GnRH
(Gonadotropin-releasing hormone), Hormona
liberadora de gonadotropina
hCG
(Human chorionic gonadotropin), Gonadotropina coriónica humana
hMG
(Human menopausal gonadotropin), Gonadotropina menopáusica humana
hPL
(Human placental lactogen), Lactógeno placentario humano
72
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
TABLA 4-1 Mensajeros neuroendocrinos: sustancias que funcionan como neurotransmisores, hormonas neurales
y hormonas clásicas
Neurotransmisor
(presente en terminaciones
nerviosas)
Hormona
secretada
por neuronas
Hormona secretada
por células
endocrinas
Dopamina
+
+
+
Norepinefrina
+
+
+
Epinefrina
+
Somatostatina
+
+
+
Hormona liberadora de gonadotropina (GnRH)
+
+
+
Hormona liberadora de tirotropina (TRH)
+
+
Oxitocina
+
+
+
Vasopresina
+
+
+
Péptido intestinal vasoactivo
+
+
Colecistoquinina (CCK)
+
+
Glucagón
+
+
Encefalinas
+
+
Derivados de proopiomelanocortinas
+
+
Otras hormonas de la hipófisis anterior
+
+
ciertos rasgos característicos: la secreción de mensajeros químicos
(neurotransmisores u hormonas) y la actividad eléctrica. Un solo
mensajero-péptido químico o amina puede ser secretado por las
neuronas como neurotransmisor u hormona neural y por las células endocrinas como una hormona clásica. En la tabla 4-1 se muestran ejemplos de estos mensajeros químicos multifuncionales. La
comunicación de célula a célula puede ocurrir por cuatro mecanismos: 1) comunicación autocrina a través de mensajeros que se difunden en el líquido intersticial y actúan sobre las células que los
segregan, 2) comunicación neural a través de uniones sinápticas, 3)
comunicación paracrina a través de mensajeros que se difunden en
el líquido intersticial y van a las células-objetivo adyacentes (sin
entrar en el torrente sanguíneo) y 4) comunicación endocrina a
través de las hormonas circulantes (figura 4-1). Los dos mecanismos principales de regulación neuronal de la función endocrina
son la inervación directa y la neuro-secreción (secreción neuronal
El hipotálamo y la glándula hipófisis forman una unidad que ejerce
control sobre la función de varias glándulas endocrinas (tiroides,
adrenales y gónadas), así como una amplia gama de actividades fisiológicas. Esta unidad es altamente conservada a través de especies
vertebradas y constituye un paradigma de las interacciones neuroendocrino-cerebro-endocrinas. Las acciones e interacciones de
los sistemas endocrino y nervioso, por las que el sistema nervioso
regula el sistema endocrino y la actividad endocrina modula la actividad del sistema nervioso central, constituyen los principales mecanismos reguladores de prácticamente todas las actividades fisiológicas. Estas interacciones neuroendocrinas también son importantes
en la patogénesis. Este capítulo revisa las funciones normales de la
glándula hipófisis, los mecanismos de control neuroendocrinos del
hipotálamo y los trastornos de esos mecanismos.
Las células nerviosas y las células endocrinas, que se encuentran implicadas en la comunicación de célula a célula, comparten
Uniones intercelulares
comunicantes
+
Sináptica
Paracrina
Endocrina
Transmisión de mensajes
Directamente de
una célula a otra
A través de la
hendidura sináptica
Mediante difusión en
el líquido intersticial
Por medio de líquidos
corporales circulantes
Local o general
Local
Local
Localmente difusa
General
Ubicación anatómica
y receptores
Receptores
Receptores
La especificidad depende de
FIGURA 4-1
Ubicación anatómica
Comunicación intercelular por mediadores químicos.
Hipotálamo y glándula hipófisis
73
Núcleo hipotalámico posterior
Área hipotalámica dorsal
Núcleo dorsomedial
Núcleo paraventricular
Núcleo ventromedial
Área hipotalámica anterior
Núcleo premamilar
Área preóptica
Núcleo mamilar medial
Núcleo supraóptico
Núcleo mamilar lateral
Núcleo supraquiasmático
Núcleo arqueado
Cuerpo mamilar
Quiasma óptico
Eminencia media
Arteria hipofisaria superior
Vaso porta hipofisario
Lóbulo anterior
Glándula
hipófisis
Lóbulo posterior
FIGURA 4-2
Hipotálamo humano con una representación esquemática sobrepuesta de los vasos portales hipofisiales (reproducido
con permiso de Ganong WF. Review of Medical Physiology. 15th ed. New York: McGraw-Hill Education; 1993).
de las hormonas). La médula suprarrenal, riñón, glándula paratiroides e islotes pancreáticos son tejidos endocrinos que reciben
inervación autónoma directa (véanse los capítulos 9, 10 y 11). Un
ejemplo de regulación de la neurosecreción es la secreción hormonal de ciertos núcleos hipotalámicos en los vasos hipofisarios portales, que regulan las células secretoras de hormonas del lóbulo
anterior de la hipófisis. Otro ejemplo de regulación neurosecretoria es el lóbulo posterior de la glándula hipófisis, que está formado
por las terminaciones de neuronas cuyos cuerpos celulares residen
en núcleos hipotalámicos. Estas neuronas secretan vasopresina y
oxitocina en la circulación general.
Anatomía y embriogénesis
Las relaciones anatómicas entre la hipófisis y los núcleos principales del hipotálamo se muestran en la figura 4-2. El lóbulo posterior
de la hipófisis (neurohipófisis) es de origen neural, surgiendo embriológicamente como una evaginación del hipotálamo ventral y el
tercer ventrículo. La neurohipófisis consiste en los axones y terminaciones nerviosas de las neuronas cuyos cuerpos celulares residen en los núcleos supraópticos y paraventriculares del hipotálamo
y tejidos de soporte. Este sistema nervioso hipotalámico-neurohipofisario contiene aproximadamente 100 000 fibras nerviosas. Las
inflamaciones repetidas a lo largo de las fibras nerviosas que van
desde 1 a 50 μm de grosor constituyen las terminales nerviosas.
El primordio de la parte anterior de la hipófisis del feto humano
se reconoce inicialmente entre las cuatro y cinco semanas de gestación, y la rápida diferenciación citológica lleva a una unidad hipotalámico-hipófisis madura a las 20 semanas.
La hipófisis anterior (adenohipófisis) se origina en la bolsa de
Rathke, una evaginación ectodérmica de la orofaringe, y migra para unirse a la neurohipófisis. La porción de la bolsa de Rathke en
contacto con la neurohipófisis se desarrolla menos extensivamente
y forma el lóbulo intermedio. Este lóbulo permanece intacto en algunas especies, pero en los seres humanos sus células se entremezclan con las del lóbulo anterior y desarrollan la capacidad de sintetizar y secretar a la proopiomelanocortina (POMC) y a la hormona
adrenocorticotrópica (ACTH). Los restos de la bolsa de Rathke
pueden persistir en el límite de la neurohipófisis, resultando en
pequeños quistes coloidales. Además, las células pueden persistir
en la porción inferior de la bolsa de Rathke por debajo del hueso
esfenoides, la hipófisis faríngea. Estas células tienen el potencial de
74
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
Tercer ventrículo
Eminencia media
Arteria carótida interna
Quiasma óptico
Diafragma de la silla turca
Tallo hipofisario
Apófisis clinoide
anterior
Apófisis clinoide posterior
Venas portales
largas
Duramadre
Lóbulo posterior
(neurohipófisis)
Lóbulo anterior
(adenohipófisis)
Seno esfenoidal
FIGURA 4-3
Relaciones anatómicas y suministro de sangre de la glándula hipófisis (reproducida con permiso de Felig P, Baxter JD,
Frohman LA. Endocrinology and Metabolism. 3rd ed. New York: McGraw-Hill Education; 1995).
segregar hormonas y se ha reportado que sufren un cambio adenomatoso.
La glándula hipófisis se encuentra en la base del cráneo en una
porción del hueso esfenoides llamado silla turca. La parte anterior,
el tuberculum sellae, está flanqueada por proyecciones posteriores de
las alas esfenoides, los procesos clinoides anteriores. El dorsum sellae forma la pared posterior y sus esquinas superiores se proyectan
en los procesos clinoides posteriores. La glándula está rodeada de
duramadre, y el techo está formado por una reflexión de la duramadre unido a los procesos clinoides, el diafragma selar. La membrana
aracnoidea y, por tanto, el líquido cefalorraquídeo, no pueden entrar en la silla turca por el diafragma selar. El tallo hipofisario y sus
vasos sanguíneos pasan a través de una abertura en este diafragma.
Las paredes laterales de la glándula se encuentran en aposición directa a los senos cavernosos y separadas de ellos por membranas
durales. El quiasma óptico se encuentra entre 5 y 10 mm por encima del diafragma selar y anterior al tallo (figura 4-3).
El tamaño de la glándula hipófisis, de la cual el lóbulo anterior
constituye dos tercios, varía considerablemente. Mide aproximadamente 15 × 10 × 6 mm y pesa entre 500 y 900 mg; puede duplicar
su tamaño durante el embarazo. La silla turca tiende a ajustarse a
la forma y tamaño de la glándula, por lo que su contorno es muy
variable.
Suministro de sangre
La hipófisis anterior posee el más vascularizado de todos los tejidos mamíferos, recibiendo 0.8 mL/g/min de una circulación por-
tal que conecta la eminencia mediana del hipotálamo y la hipófisis
anterior. La sangre arterial se suministra desde las arterias carótidas internas a través de las arterias hipofisarias superior, media e
inferior. Las arterias hipofisarias superiores forman una red capilar en la mediana de la eminencia del hipotálamo que se recombina en las venas de portal largo que drenan a través del tallo hipofisario hasta el lóbulo anterior, donde se descomponen en otra red
capilar y se reforman en canales venosos (véanse figuras 4-2 y 4-3).
El tallo hipofisario y la hipófisis posterior se suministran, directamente, desde las ramificaciones de las arterias hipofisarias media
e inferior.
El drenaje venoso de la hipófisis, la vía a través de la cual las
hormonas hipófisis anteriores llegan a la circulación sistémica,
es variable, pero los canales venosos, de manera eventual, drenan
a través del seno cavernoso y, posteriormente, hacia los senos petrosales superiores e inferiores hasta el bulbo y la vena yugular
(figura 4-4). Los axones de la neurohipófisis terminan en los capilares que drenan a la circulación general a través de las venas del
lóbulo posterior y los senos cavernosos. El sistema portal hipofisiológico de los capilares permite el control de la función hipófisis
anterior mediante las hormonas hipofisiotrópicas hipotalámicas
secretadas en los vasos portales hipofisarios. Esto proporciona
una conexión corta y directa con la hipófisis anterior desde el hipotálamo ventral y la mediana de la eminencia (figura 4-5). También puede haber un flujo sanguíneo retrógrado entre la hipófisis
y el hipotálamo, proporcionando un posible medio de retroalimentación directa entre las hormonas hipófisis y sus centros de
control neuroendocrinos.
Hipotálamo y glándula hipófisis
75
Seno sagital
superior
Seno transverso
Seno cavernoso
Seno occipital
Seno sigmoide
Hipófisis
Seno petroso superior
Seno petroso inferior
Yugular interna
FIGURA 4-4
Drenaje venoso de la glándula hipófisis, la ruta por la cual las hormonas adenohipofisiales alcanzan la circulación sis-
témica.
Desarrollo y características histológicas
de la hipófisis
SO y PV
ARC
MB
OC
AL
PL
Hormonas de la parte
posterior de la hipófisis
Hormonas de la
parte anterior de la hipófisis
FIGURA 4-5 Secreción de hormonas hipotalámicas. Las hormonas del lóbulo posterior (PL) son liberadas en la circulación
general desde las terminaciones de las neuronas supraóptica y
paraventricular, mientras que las hormonas hipofisiotrópicas son
secretadas en el portal de circulación hipofisial desde las terminales de las neuronas arqueadas y otras neuronas hipotalámicas.
(AL, lóbulo anterior; ARC, núcleos arqueados y otros; MB, cuerpos mamilares; OC, quiasma óptico; PV, núcleo paraventricular;
SO, núcleo supraóptico).
Las células hipófisis anteriores se clasificaron originalmente como
células acidófilas, basófilas y cromófobas, basadas en el tinte con
hematoxilina y eosina. Las técnicas inmunocitoquímicas y microscópicas electrónicas permiten ahora la clasificación de las células
por sus productos secretores específicos: somatotrópicas (hormona de crecimiento [GH]-células secretoras), lactotropas (prolactina
[PRL]-células secretoras), tirotropas (células secretoras de hormona estimulante de la tiroides [tirotropina; TSH]), corticotrópicas
(células secretoras de ACTH [corticotropina] y péptidos relacionados), y gonadotropas (hormona luteinizante [LH] —y hormona folículo-estimulante [FSH]— células secretoras). El desarrollo de la
glándula hipófisis y el surgimiento de los distintos tipos celulares
de células primarias comunes son controlados por un conjunto limitado de factores de transcripción, más notablemente Prop1 y
Pit1 (figura 4-6). Las células individuales secretoras de hormonas
emergen en un orden específico y de diferentes ascendencias. Las
anomalías de los factores de transcripción hipofisarios y de ascendencia específica se han asociado con el desarrollo del hipopituitarismo. Aunque, tradicionalmente, la hipófisis ha sido conceptualizada como una glándula con células diferenciadas y altamente
especializadas, que responden a hormonas hipotalámicas y periféricas específicas, ha quedado claro que los factores locales (es decir,
paracrina) también juegan un papel en la fisiología de la hipófisis
normal.
A. Somatotropas Las células secretoras de GH son acidófilas
y, generalmente, se localizan en las porciones laterales del lóbulo
anterior. El tamaño del gránulo por microscopia electrónica es de
76
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
Sox3
Hesx1
E.6 – E.10
Ventral
Lhx3
Lhx4
Dorsal
Pitx 1 e 2
Bmp2
Fgf8
Lhx3
Isl–1
Lhx4
Msx–1
Gata2
Neuro
D1
Prop1
Tpit
Sf1
Egr–1
LHβ
FSHβ
Pou1f1
Ptx2
TEF
Ptx2
Ptx1
Ptx1
αGSU
Gonadotropos
αGSU
TSHβ
Tirotropos
ER
Ptx2
Ptx1
Lactotropos
Ptx1
Ptx1
Ptx2
Zn15
T3r
RAR
Somatotropos
Lif
POMC
Corticotropos
E.15 – E.17
FIGURA 4-6 Activación temporal y espacial de factores de transcripción hipofisaria. En respuesta al declive ventral-dorsal BMP2FGF8, los linajes de célula hipofisaria son determinados por la activación o la represión de cada factor de transcripción. Las flechas sólidas indican la activación de expresión, las flechas punteadas muestran un papel desconocido en la activación de expresión, las flechas
de trazos indican un papel indeterminado y las flechas trazo-punto señalan la acción de un factor importante en el mantenimiento de la
función de célula a largo plazo (Bmp2, proteína ósea morfogénica 2; Egr1, respuesta de crecimiento temprana 1; ER, receptor de estrógeno; FGF8, factor de crecimiento fibroblasto 8; Gata 2, proteína de enlace Gata 2; Hesx 1, HESX homeobox 1; Isl1, ISL LIM homeobox 1;
Lhx3, LIM homeobox 3; Lhx4, LIM homeobox 4; Lif, factor inhibidor de leucemia; Msx1, msh homeobox 1; NeuroD1, diferenciación neurogénica 1; PIT1, la clase 1 de POU homeobox 1; Pitx1, homeodominio tipo pareado1; Pitx2, homeodominio tipo pareado 2 ; POMC, proopiomelanocortina; Prop1, profeta de pit-1; RAR, receptor de ácido retinoico; SF1, factor esteroidogénico 1; T3r, receptor nuclear de hormona
tiroides; TEF, factor embrionario tirotropo; Tpit, T-box 19; Zn15, proteína de dedo de zinc Zn15).
150 a 600 nm de diámetro. Estas células representan, aproximadamente, el 50% de las células adenohipofisiales.
B. Lactotropas La célula secretora de PRL es una segunda y
distinta célula que tiñe con acidófilos, distribuida aleatoriamente
en la hipófisis anterior. Estas células representan entre el 10% y el
25% de las células hipófisis anteriores. El tamaño medio de los gránulos es de, aproximadamente, 550 nm en microscopia electrónica. Existen dos tipos de lactotropas: poco granuladas y densamente
granuladas. Estas células proliferan durante el embarazo como resultado de los elevados niveles de estrógeno y representan el aumento doble en el tamaño de la glándula.
C. Tirotropas Estas células secretoras de TSH, debido a su producto glucoproteínico, son basofílicas y también muestran una
reacción positiva con el tinte de ácido Schiff periódico. Las tirotropas son el tipo menos común de células hipofisarias, representando menos del 10% de las células adenohipofisiales. Los gránulos
tirotrópicos son pequeños (50 a 100 nm), y estas células, generalmente, se encuentran en las porciones anteromedial y anterolateral
de la glándula. Durante los estados de insuficiencia tiroidea primaria, las células demuestran hipertrofia marcada, aumentando el
tamaño general de la glándula.
D. Corticotropos
La ACTH y sus péptidos relacionados (véase
más adelante) son secretados por células basofílicas que son embriológicamente de origen lobular intermedio y, que por lo regular,
se localizan en la porción anteromedial de la glándula. Las corticotrópicas representan del 15 al 20% de las células adenohipofíticas.
La microscopia electrónica muestra que los gránulos secretorios
tienen un diámetro de, aproximadamente, 360 nm. En estados de
exceso de glucocorticoides, los corticotropos sufren degranulación
y una hialinización microtubular conocida como degeneración de
la hialina de Crooke (figura 4-7).
E. Gonadotropos La LH y FSH provienen de células basófilas,
cuyos gránulos secretorios tienen un diámetro de unos 200 nm.
Estas células constituyen entre 10 y 15% de las células hipófisis anteriores, y están localizadas a lo largo de todo el lóbulo anterior. Se
vuelven hipertrofiadas y hacen que la glándula se agrande durante
estados de insuficiencia gonadal primaria como la menopausia, el
síndrome de Klinefelter y el síndrome de Turner.
F. Otros tipos de células
Algunas células, por lo general cromofóbicas, contienen gránulos secretorios pero no presentan tintura inmunocitoquímica para las principales hormonas hipófisis
anteriores conocidas. Estas células han sido llamadas células nulas;
Hipotálamo y glándula hipófisis
77
episódica y no continua, y, en algunos casos, hay un ritmo circadiano subyacente.
A. GHRH
FIGURA 4-7
Cambio de Crooke hialino en corticotropa no
neoplástico de un paciente con el síndrome de Cushing (teñido
H&E aumento 40×). Las flechas denotan agregados perinucleares de citoqueratina (material hialino brillante que rodea núcleos
y vacuolas) (usada con permiso de Beatriz Lopes, MD, PhD).
pueden dar lugar a adenomas que, aparentemente, no funcionan.
Algunos pueden representar células secretoras primitivas indiferenciadas, y otros (p. ej., células similares a glía [neuroglía] o foliculoestelares) pueden producir uno o más de los muchos factores
paracrinos que se han descrito en la hipófisis. Las mamosomatotropas contienen tanto GH como PRL; estas células bihormonales se
observan con mayor frecuencia en los tumores hipofisarios. La gonadotropina coriónica humana (hCG) también es secretada por la
glándula hipófisis anterior, pero su célula de origen y significado
fisiológico son inciertos. Las seis principales hormonas hipófisis
anteriores conocidas se enumeran en la tabla 4-2.
HORMONAS HIPOTALÁMICAS
Las hormonas hipotalámicas se pueden dividir en las que se segregan en vasos sanguíneos portales hipofisarios y las que segrega la
neurohipófisis directamente en la circulación general. Los núcleos
hipotalámicos, sus neurohormonas y sus principales funciones se
muestran en la tabla 4-3. Las estructuras de las ocho principales
hormonas hipotalámicas se muestran en la tabla 4-4.
La GHRH estimula la secreción de GH y es trófica
para los somatotropos. Las neuronas secretoras de GHRH se localizan en el núcleo arqueado (véase figura 4-2), y los axones terminan en la capa externa de la eminencia mediana. La isoforma principal de GHRH es de 44 aminoácidos de longitud. Fue aislada de
un tumor pancreático en un paciente con manifestaciones clínicas
del exceso de GH (acromegalia) asociado con hiperplasia somatotropa (consúltese la discusión más adelante en el capítulo). La
GHRH se sintetiza a partir de un precursor más grande de 108
aminoácidos. Otros productos secretorios sacados de este precursor también se han encontrado. La actividad biológica completa de
estos factores de liberación parece residir en la secuencia de aminoácidos 1 a 29 de la parte terminal amino de la molécula. La
GHRH humana es un miembro de una familia homóloga de péptidos que incluye secretina, glucagón, péptido intestinal vasoactivo
(VIP), y otros. El periodo de vida media de la GHRH es, aproximadamente, de 3 a 7 minutos.
B. Somatostatina La somatostatina inhibe la secreción de GH
y TSH. Las células secretoras de somatostatina se localizan en la
región periventricular, inmediatamente por encima del quiasma
óptico (véase figura 4-2), con terminaciones nerviosas encontradas, difusamente, en la capa externa de la eminencia mediana.
La somatostatina, un tetradecapéptido, se ha encontrado no sólo en el hipotálamo, sino también en las células D de los islotes
pancreáticos, la mucosa gastrointestinal y las células C (células parafoliculares) de la tiroides. El precursor de la somatostatina tiene
116 aminoácidos. El procesamiento de la región terminal de carboxilo de la preprosomatostatina da lugar a la generación de la somatostatina tetradecapéptida 14 y a una forma terminal amino extendida que contiene 28 residuos de aminoácidos (somatostatina
28). La somatostatina 14 es la principal especie en el hipotálamo,
mientras que la somatostatina 28 se encuentra en el intestino. Además de su profundo efecto inhibitorio sobre la secreción de GH, la
somatostatina también tiene importantes influencias inhibitorias
sobre muchas otras hormonas, incluyendo insulina, glucagón, gastrina, secretina y VIP. Este péptido hipotalámico inhibitorio desempeña un papel en la secreción fisiológica de TSH al aumentar el
efecto inhibitorio directo de la hormona tiroidea sobre los tirotropos; la administración de anticuerpos antisomatostatínicos produce un aumento en el nivel de TSH circulante. La somatostatina
tiene una vida media de 2 a 3 minutos.
C. Dopamina
Hormonas hipofisiotrópicas
Las hormonas hipofisiotrópicas que regulan la secreción de las hormonas hipofisarias anteriores incluyen la hormona liberadora de la
hormona del crecimiento (GHRH), la somatostatina (hormona inhibidora del crecimiento [GHIH]), la dopamina, la hormona liberadora de tirotropina (TRH), la hormona liberadora de corticotropina
(CRH) y la gonadotropina. La ubicación de los cuerpos celulares de
las neuronas secretoras de la hormona hipofisiotrópica se representa en la figura 4-8. La mayoría de las hormonas hipofisarias anteriores son controladas por las hormonas estimuladoras, pero la
GH y, especialmente, la PRL también son reguladas por las hormonas inhibitorias. Algunas hormonas hipofisiotrópicas son multifuncionales. Las hormonas del hipotálamo se secretan de forma
La dopamina, la principal hormona inhibitoria
de la PRL, se encuentra en la circulación portal y se une a los receptores de dopamina en los lactotropos. Tiene una corta vida media,
de 1 a 2 minutos. El control hipotalámico de la secreción de PRL, a
diferencia de las otras hormonas hipofisarias, es, predominantemente, inhibitorio. Por tanto, la alteración de la conexión hipotalámo-hipofisaria por sección del tallo, lesiones hipotalámicas o autotrasplante hipofisario aumenta la secreción de PRL. Las neuronas
secretoras de dopamina (sistema dopaminérgico tuberoinfundibular) se localizan en los núcleos arqueado, y sus axones terminan en
la capa externa de la eminencia media, principalmente en la misma
área que las terminaciones GnRH (laterales) y en menor medida
medialmente (véase figura 4-2). El neurotransmisor ácido gammaaminobutírico (GABA) y las vías colinérgicas también parecen inhibir la liberación de PRL.
78
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
TABLA 4-2 Principales hormonas adenohipofisiales y sus fuentes celulares
Fuente celular y tinte
histológico
Productos hormonales
principales
Somatotropa (acidófila)
Estructura de la hormona
Funciones principales
GH; también conocida como
STH o somatotropina
191 aminoácidos, proteína 22
kDa, principalmente no glucosilada
Estimula la producción de IGF-1
(el mediador de las acciones
indirectas de GH); también
ejerce acciones directas en el
crecimiento y metabolismo
Lactotropa o mamotropa (acidófilas)
PRL
198 aminoácidos, proteína 23
kDa, principalmente no glucosilada (Nota: la mayor parte
de la PRL decidual producida
es glucosilada)
Estímulo de producción de leche (proteína y síntesis de lactosa, secreción acuosa, y retención de sodio); inhibe la
gonadotropina; inmunomodulador
Corticotropa (pequeñas células
con gránulos de basófilo con
fuerte PAS positiva, indicando
la presencia de glucoproteínas)
Derivados de POMC, principalmente ACTH y β-LPH
POMC: polipéptido glucosilado
de 134 residuos de aminoácido
ACTH: péptido simple de 39 residuos aminoácidos, 4.5 kDa
β-LPH: péptido simple de 91
residuos aminoácidos, 11.2
kDa
ACTH: estímulo de glucocorticoides y esteroides sexuales
en la zona fasciculada y zona
reticular de la corteza suprarrenal, induciendo hiperplasia
e hipertrofia de la corteza
adrenal
β-LPH: acciones lipolíticas
débiles y opioides
Tirotropa (células grandes con
gránulos de basófilo con PAS
positiva)
TSH
Hormona de glucoproteína que
consiste en un α compartido
(aminoácido 89) y una subunidad β TSH-específica (aminoácido 112)
Tamaño total: 28 kDa
Estímulo de todos los aspectos
de la función de la glándula tiroides: síntesis hormonal, secreción, hiperplasia, hipertrofia y vascularización
Gonadotropa (pequeñas células
con gránulos de basófilo con
positividad periódica ácidoSchiff)
LH: nombrado por su efecto en
mujeres; es idéntico a la ICSH
(hormona intersticial estimulante celular) descrita inicialmente en varones
Hormona de glucoproteína que
consiste en un α compartido y
una subunidad β LH-específica (aminoácido 115)
Tamaño total: 29 kDa
Mujeres: estimula la síntesis de
hormona esteroide en células
de la teca internas, células luteínicas, y células hiliares;
promueve la luteinización y
mantiene el corpus luteum
Varones: estimula la producción
de hormona de esteroide en
las células de Leydig
FSH
Hormona de glucoproteína que
consiste en un α compartido y
una subunidad β FSH-específica (aminoácido 115)
Tamaño total: 29 kDa
Mujeres: señala las células de la
granulosa para promover el
desarrollo folicular; estimula la
expresión de la aromatasa y
la secreción de inhibina
Varones: señala las células de
Sertoli para promover la espermatogénesis y estimular la
secreción de inhibina
(Modificado con permiso de Kacsoh B. Endocrine Physiology. New York: McGraw-Hill Education; 2000).
D. Factores que liberan prolactina El factor mejor estudiado con la actividad liberadora de PRL es la TRH (léase discusión
más adelante), pero hay pocas pruebas de un papel fisiológico. El
aumento de PRL asociado con el sueño, durante el estrés y después
de la estimulación del pezón o la lactancia no está acompañado por
un aumento de TRH o TSH. Otro péptido hipotalámico, VIP, estimula la liberación de PRL en humanos. Las vías serotonérgicas
también pueden estimular la secreción de PRL, como lo demuestra
el aumento de la secreción de PRL después de la administración de
precursores de serotonina y la reducción de la secreción después
del tratamiento con antagonistas de la serotonina.
E. Hormona liberadora de tirotropina
La TRH, un tripéptido, es el principal factor hipotalámico que regula la secreción de
TSH. La TRH humana se sintetiza a partir de un gran precursor
de 242 aminoácidos que contiene seis copias de TRH. Las neuronas secretoras de TRH se localizan en las porciones mediales de los
núcleos paraventriculares (véase figura 4-2), y sus axones terminan
en la porción medial de la capa externa de la eminencia mediana.
La vida media de TRH es de, aproximadamente, 6 minutos.
F. Hormona liberadora de corticotropina La CRH, un péptido aminoácido-41, estimula la secreción de ACTH y otros produc-
Hipotálamo y glándula hipófisis
79
TABLA 4-3 El núcleo hipotalámico y sus funciones principales
Núcleo
Posición
Principales neurohormonas o funciones
Supraóptico
Anterolateral, encima del tracto óptico
ADH: osmorregulación, regulación de volumen ECF
Oxitocina: regulación de contracciones uterinas y eyección de leche
Paraventricular
Dorsal anterior periventricular
Núcleo magnocelular paraventricular (PVN): ADH, oxitocina: iguales
funciones que las anteriores
Parvocelular PVN
TRH: regulación de función de la tiroides
CRH: regulación de función adrenocortical, regulación del sistema nervioso simpático y médula suprarrenal, regulación del apetito
ADH: coexpresada con CRH, regulación de la función adrenocortical
VIP factor de liberación de prolactina (?)
Supraquiasmático
Encima del quiasma óptico, zona anteroventral periventricular
Regulador de ritmos circadianos y función pineal (zeitgeber [marcapasos]): VIP, las neuronas de ADH proyectan, principalmente, al PVN
Arqueado
Hipotálamo básico medial cerca del
tercer ventrículo
GHRH: estímulo de la hormona del crecimiento
GnRH: regulación de gonadotropinas hipofisarias (FSH y LH)
Dopamina: funciona como PIH
Somatostatina: inhibición de la liberación de GHRH
Regulación del apetito (neuropéptido, código transcripto asociado a
agutí, α-MSH, código transcripto asociado a cocaína y anfetamina)
Periventricular
Anteroventral
Somatostatina: inhibición de la secreción de la hormona del crecimiento por acción directa de la hipófisis: localización SRIF más abundante
Ventromedial
Ventromedial
GHRH (como se indica arriba)
Somatostatina: inhibición de la liberación de GHRH
Funciona como un centro de saciedad
Dorsomedial
Dorsomedial
Punto focal del proceso de información: recibe el ingreso del núcleo
ventromedial (VMN) y el hipotálamo lateral y lo proyecta al PVN
Hipotálamo lateral
Hipotálamo lateral
Funciona como un centro de apetito (hormona concentradora de melanina, anorexinas)
Área preóptica
Área preóptica
Regulador principal de la ovulación en roedores; sólo unas pocas neuronas de GnRH en los primates
Hipotálamo anterior
Hipotálamo anterior
Termorregulación: centro de enfriamiento
Tercera región ventricular anteroventral: regulación de la sed
Hipotálamo posterior
Hipotálamo posterior
Termorregulación: centro de calentamiento
(Modificado con permiso de Kacsoh B. Endocrine Physiology. New York: McGraw-Hill Education; 2000).
tos de su molécula precursora, POMC. La CRH se sintetiza a partir
de un precursor de 196 aminoácidos. La vida media de CRH sigue
un patrón bifásico en plasma que dura, aproximadamente, de 6 a
10 minutos y de 40 a 50 minutos. Tanto la hormona antidiurética
(ADH) como la angiotensina II potencian la secreción mediada por
CRH de ACTH. En contraste, la oxitocina inhibe la secreción de
ACTH mediada por CRH. Los opioides parecen suprimir la liberación de CRH. Las neuronas que segregan CRH se encuentran en la
porción anterior de los núcleos paraventriculares, sólo laterales a
las neuronas que segregan TRH; sus terminaciones nerviosas se
encuentran en todas las partes de la capa externa de la eminencia
mediana. La CRH también se segrega en la placenta humana. El
nivel de esta hormona aumenta significativamente durante la etapa final del embarazo y el parto. Además, se ha descrito una proteína específica de unión a la CRH (CRHBP) tanto en suero como en
ubicaciones intracelulares dentro de una variedad de células. Es
probable que las CRHBP modulen las acciones y la vida media
plasmática de la CRH. Desde la década de 1990, se han identificado tres proteínas homólogas a la CRH, denominadas urocortinas,
y dos receptores diferentes. Además del papel de la CRH en la res-
puesta fisiológica al estrés, esta familia de péptidos parece jugar un
papel importante en el equilibrio energético.
G. Hormona liberadora de gonadotropina La secreción de
LH y FSH está controlada por una única hormona hipotalámica
estimulante, GnRH. Esto se logra a través de diferencias en el tamaño y la frecuencia de la liberación de GnRH, así como de la retroalimentación de estrógenos y andrógenos; los pulsos de baja
frecuencia favorecen la liberación de FSH, mientras que los pulsos
de alta frecuencia resultan en la liberación de LH. La GnRH es un
decapéptido lineal que estimula sólo la HL y la FSH; no tiene ningún efecto sobre otras hormonas hipofisarias excepto en algunos
pacientes con acromegalia y enfermedad de Cushing (véase discusión más tarde). El precursor de la GnRH —ProGnRH— contiene 92
aminoácidos. El ProGnRH también contiene la secuencia de un
polipéptido aminoácido-56 llamado péptido asociado a GnRH. Este producto secretorio exhibe actividad inhibidora de la PRL, pero
su papel fisiológico es desconocido. Las neuronas secretoras de
GnRH se localizan, principalmente, en el área preóptica del hipotálamo anterior, y sus terminales nerviosas se encuentran en las
80
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
TABLA 4-4 Hormonas hipotalámicas
Hormona
Estructura
Hormonas hipofisarias posteriores
Arginina vasopresina
Oxitocina
Hormonas hipofisiotrópicas
Hormona liberadora de tirotropina (TRH)
(pyro)Glu-His-Pro-NH2
Hormona liberadora de gonadotropina (GnRH)
(pyro)Glu-His-Trp-Ser-Tyr-Gly-Leu-Arg-Pro-Gly-NH2
Somatostatinaa (hormona inhibidora de la hormona del crecimiento [GHIH])
Hormona liberadora de la hormona del crecimiento (GHRH)
Tyr-Ala-Asp-Ala-Ile-Phe-Thr-Asn-Ser-Tyr-Arg-Lys-Val-Leu-Gly-Gln-Leu-SerAla-Arg-Lys-Leu-Leu-Gln-Asp-Ile-Met-Ser-Arg-Gln-Gln-Gly-Glu-Ser-Asn-GlnGlu-Arg-Gly-Ala-Arg-Ala-Arg-Leu-NH2
Hormona inhibidora de prolactina (PIH, dopamina)
Hormona liberadora de corticotropina
Ser-Gln-Glu-Pro-Pro-Ile-Ser-Leu-Asp-Leu-Thr-Phe-His-Leu-Leu-Arg-Glu-ValLeu-Glu-Met-Thr-Lys-Ala-Asp-Gln-Leu-Ala-Gln-Gln-Ala-His-Ser-Asn-Arg-LysLeu-Leu-Asp-Ile-Ala-NH2
a
Además del tetradecapéptido mostrado aquí (somatostatina 14), en la mayor parte de tejidos se encuentran una molécula amina ampliada en el terminal (Somatostatina 28), y una forma de 12 aminoácidos (Somatostatina 28 [1-12]).
porciones laterales de la capa externa de la eminencia mediana adyacente al tallo hipofisario (véase figura 4-2). La GnRH tiene una
vida media de 2 a 4 minutos.
Neuroendocrinología: el hipotálamo
como parte de un sistema mayor
El hipotálamo está involucrado en muchas funciones no endocrinas como la regulación de la temperatura corporal, la sed y la ingesta de alimentos y está conectado con muchas otras partes del sistema nervioso. El cerebro en sí mismo está influenciado por los
efectos hormonales directos e indirectos. Los esteroides y las hormonas tiroideas atraviesan la barrera hematoencefálica y producen
acciones específicas mediadas por receptores (véanse capítulos 1, 7
y 9). Los péptidos en la circulación general, que no atraviesan la
barrera hematoencefálica, provocan sus efectos de manera indirecta (p. ej., cambios mediados por la insulina en la concentración de
glucosa en sangre). Además, la comunicación entre la circulación
general y el cerebro puede tener lugar a través de los órganos circunventriculares, que están situados fuera de la barrera hematoencefálica (véase más adelante). Además, las hormonas hipotalámicas
en el cerebro extrahipotalámico funcionan como neurotransmisores o neurohormonas. También se encuentran en otros tejidos donde funcionan como hormonas (endocrinas, paracrinas o autocrinas). Por ejemplo, las neuronas que contienen somatostatina están
ampliamente distribuidas en el sistema nervioso. También se encuentran en los islotes pancreáticos (células D), la mucosa gastrointestinal y las células C de la glándula tiroides (células parafoliculares). La somatostatina no sólo se secreta en la circulación general,
así como a nivel local, también se secreta en el lumen del intestino,
donde puede afectar la secreción intestinal. Una hormona con esta
actividad se ha denominado lumona. Las hormonas comunes al
cerebro, la hipófisis y el tracto gastrointestinal incluyen no sólo
TRH y somatostatina, sino también VIP y péptidos derivados de la
POMC.
La función hipotalámica está regulada tanto por señales mediadas por hormonas (p. ej., retroalimentación negativa) como por entradas neuronales de una amplia variedad de fuentes. Estas señales
nerviosas son mediadas por neurotransmisores incluyendo acetilcolina, dopamina, norepinefrina, epinefrina, serotonina, GABA y
opiáceos. El hipotálamo puede ser considerado una vía común final por la cual las señales de múltiples sistemas alcanzan la hipófisis anterior. Por ejemplo, las citocinas que juegan un papel en la
respuesta a la infección, como las interleuquinas, también están
implicadas en la regulación del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal.
Este sistema de interacciones inmunoneuroendocrinas es importante en la respuesta del organismo a una variedad de tensiones.
El hipotálamo también envía señales a otras partes del sistema
nervioso. Por ejemplo, mientras que los principales tractos nerviosos de las neuronas magnocelulares que contienen vasopresina y
oxitocina terminan en la hipófisis posterior, las fibras nerviosas de
los núcleos paraventricular y supraóptico se proyectan hacia muchas otras partes del sistema nervioso. En el tronco encefálico, las
neuronas vasopresinérgicas participan en la regulación autónoma
de la presión arterial. Las neuronas similares se proyectan a la materia gris y están implicadas en funciones corticales superiores. Las
fibras que terminan en la mediana de la eminencia permiten la liberación de ADH en el sistema hipofisial-portal; la administración
de ADH en altas concentraciones a la hipófisis anterior puede facilitar su implicación en la regulación de la secreción de ACTH. Las
Hipotálamo y glándula hipófisis
Oxitocina
TRH
GHRH
DA
Vasopresina
SS
GnRH
Peri
MC
CRH
SO
PV
TRH
ME
DA
ARC
GHRH
IC
PC
PL
IL
AL
BA
0.5 mm
FIGURA 4-8
Posición de los cuerpos celulares de las neuronas que secretan la hormona hipofisiotrópica, proyectada en una
vista ventral del hipotálamo e hipófisis de la rata (AL, lóbulo anterior; ARC, núcleo arqueado; BA, arteria basilar; IC, carótida interna; IL, lóbulo intermedio; MC, cerebro medio; ME, eminencia media; PC, cerebro posterior; Peri, núcleo periventricular; PL, lóbulo
posterior; PVL y PVM, partes laterales y mediales del núcleo paraventricular; SO, núcleo supraóptico). Los nombres de las hormonas están encerrados en recuadros (SS, somatostatina; DA,
dopamina). (Usada con permiso de LW Swanson y ET Cunningham Jr).
neuronas magnocelulares también se proyectan al plexo coroideo,
donde pueden liberar ADH en el líquido cefalorraquídeo. Además
de las neuronas magnocelulares, los núcleos paraventriculares contienen células con cuerpos celulares más pequeños —neuronas parvicelulares—. Tales neuronas también se encuentran en otras regiones del sistema nervioso y pueden contener otros péptidos como
CRH y TRH.
El hipotálamo y el control del apetito
Con la creciente apreciación del tejido adiposo como órgano endocrino, así como el creciente problema de la obesidad y sus riesgos
asociados para la salud, comprender cómo se regulan el equilibrio
energético y el apetito se ha convertido en un tema de estudio importante. En 1901, Fröhlich observó que algunos tumores que afectaban a la hipófisis y el hipotálamo se asociaron con un exceso de
grasa subcutánea y el hipogonadismo. Posteriores experimentos
en lesiones realizados por Hetherington y Ranson, en la década de
81
1940, establecieron el hipotálamo como un sitio fundamental en la
regulación del apetito. Estos experimentos introdujeron el modelo
clásico de centro dual de la ingesta de alimentos, donde el núcleo
hipotalámico ventromedial funciona como un centro de saciedad y
el área hipotalámica lateral sirve como un centro de alimentación.
Los estudios posteriores han llevado a perfeccionar este modelo.
Cada vez hay más pruebas que apuntan al papel fundamental
del núcleo arqueado en la integración de las señales de alimentación y las reservas energéticas. Tiene un acceso especial a las hormonas circulantes a través de la mediana subyacente, un área rica
en capilares perforados, es decir, no está protegida por la barrera
hematoencefálica (véase figura 4-2). Dos poblaciones de neuronas
involucradas en la regulación de la alimentación están ubicadas
dentro del núcleo arqueado: una que inhibe la ingesta de alimentos
a través de la expresión de neuropéptidos POMC y transcripción
regulada por cocaína y anfetamina, y otra que estimula la ingesta
de alimentos a través de la expresión del neuropéptido y el péptido
agutí asociado. El núcleo arqueado proyecta poblaciones neuronales de segundo orden, incluyendo el núcleo paraventricular, núcleo
dorsomedial, núcleo ventromedial y área hipotalámica lateral, que
activan las vías aguas abajo controlando el apetito y el gasto de
energía.
Los marcadores circulantes de la adiposidad (leptina, adiponectina, insulina) y las hormonas del tracto gastrointestinal (glicéridos, péptido YY, péptido glucagónico 1, colecistoquinina, oxintomodulina, polipéptido pancreático) convergen en el hipotálamo y
el tronco encefálico para indicar la idoneidad de las reservas de
energía a corto y largo plazos. Las alteraciones en los niveles o sensibilidad tisular de estas hormonas pueden ser la causa de trastornos de la regulación del peso como la obesidad, y pueden resultar
útiles como objetivos terapéuticos (véase también el capítulo 20).
La glándula pineal y los órganos
circunventriculares
Los órganos circunventriculares son estructuras cerebrales secretoras de la línea media del cerebro que surgen del revestimiento celular ependimal del sistema ventricular (figura 4-9). Estos órganos se
ubican en posición adyacente al tercer ventrículo —órgano subfornical, órgano subcomisural, órgano vasculoso de la lámina terminal, pineal y parte de la eminencia mediana— y en el techo del
cuarto ventrículo, área postrema (véase figura 4-9). Los tejidos de
estos órganos tienen espacios intersticiales relativamente grandes
y poseen capilares perforados que, al ser altamente permeables,
permiten la difusión de grandes moléculas en la circulación general; en otras partes del cerebro, las uniones capilares estrechas del
endotelio capilar impiden tal difusión (barrera hematoencefálica).
Por ejemplo, la angiotensina II (véase capítulo 10) está implicada en
la regulación de la ingesta de agua, la presión arterial y la secreción
de vasopresina. Además de sus efectos periféricos, la angiotensina
II circulante actúa sobre el órgano subfornical, lo que resulta en un
aumento de la ingesta de agua.
La glándula pineal, considerada por el filósofo francés René
Descartes en el siglo XVII como asiento del alma, está situada en el
techo de la parte posterior del tercer ventrículo. La glándula pineal
en los humanos y otros mamíferos no tiene conexiones neuronales
directas con el cerebro, excepto para la inervación simpática a través del ganglio cervical superior. La glándula pineal segrega melatonina, un indol sintetizado a partir de la serotonina por 5-metoxilación y N-acetilación (figura 4-10). La pineal libera melatonina en
la circulación general y en el líquido cefalorraquídeo. La secreción
82
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
Triptófano
5-hidroxitriptófano
CH2CH2NH2
HO
N
H
SFO
SCO
5-hidroxitriptamina
(serotonina)
PI
OVLT
N-acetiltransferasa
+acetil-CoA
O
NH
CH2CH2NH
HO
C
CH3
N
H
AP
N-acetil-5-hidroxitriptamina
(N-acetilserotonina)
FIGURA 4-9 Órganos circunventriculares. La neurohipófisis
(NH) y la eminencia mediana adyacente, el órgano vasculoso de
la lámina terminal (OVLT), el órgano subfornical (SFO), y el área
postrema (AP) se muestran proyectados en una sección sagital
del cerebro humano. Las pineales (PI) y el órgano subcomisural
(SCO) también se muestran, pero, probablemente, no funcionan
como órganos circunventriculares. (Reproducida con permiso de
Ganong WF. Review of Medical Physiology. 15th ed. New York:
McGraw-Hill Education; 1993).
de melatonina es regulada por el sistema nervioso simpático y aumenta en respuesta a la hipoglucemia y la oscuridad. La pineal
también contiene otros péptidos y aminas bioactivas incluyendo
TRH, somatostatina, GnRH y norepinefrina. Las funciones fisiológicas de la pineal quedan por dilucidar, pero parecen implicar la
regulación de la función gonadal y el desarrollo y ritmos cronobiológicos.
La glándula pineal puede ser el lugar de origen de los tumores
de células pineales (pinealomas) o tumores de células germinales
(germinomas). Los signos y síntomas neurológicos son las manifestaciones clínicas predominantes; los ejemplos incluyen el aumento
de la presión intracraneal, anormalidades visuales, ataxia y síndrome de Parinaud, parálisis de la mirada hacia arriba, ausencia de
reflejo de luz pupilar, parálisis de convergencia y paso de base ancha. Las manifestaciones endocrinas resultan, principalmente, de
la deficiencia de hormonas hipotalámicas (diabetes insípida, hipopituitarismo o trastornos del desarrollo gonadal). El tratamiento
incluye la extirpación quirúrgica o descompresión, radioterapia y
reemplazo hormonal (discutido más adelante).
HORMONAS DE LA HIPÓFISIS
ANTERIOR
Las seis principales hormonas de la hipófisis anterior —ACTH, GH,
PRL, TSH, LH, y FSH— pueden clasificarse en tres grupos: péptidos ACTH-asociados (la propia ACTH, β-lipotropina [β-LPH], hormona estimulante de melanocitos [MSH], y endorfinas); las proteínas somatomamotropina (GH y PRL) y las glucoproteínas (LH,
FSH, y TSH). Las características químicas de estas hormonas se
presentan en la tabla 4-2.
HIOMT +
S-adenosilmetionina
O
CH3O
CH2CH2NH
C
CH3
N
H
N-acetil-5-metoxitriptamina
(melatonina)
6-hidroximelatonina (en el hígado)
y otros metabolitos (en el cerebro)
FIGURA 4-10
Formación y metabolismo de la melatonina
(HIOMT [hydroxyindole-O-methyltransferase], hidroxindole-O-metiltransferasa) (reproducida con permiso de Ganong WF. Review
of Medical Physiology. 15th ed. New York: McGraw-Hill Education;
1993).
LA HORMONA ADRENOCORTICOTRÓPICA
Y LOS PÉPTIDOS RELACIONADOS
Biosíntesis
La ACTH es una hormona péptido aminoácido-39 (MW 4 500) procesada a partir de una gran molécula precursora, POMC (MW
28 500). Dentro del corticotropo, un solo mRNA dirige la síntesis y
procesamiento de la POMC en fragmentos más pequeños y biológicamente activos (figura 4-11), que incluyen β-LPH, α-MSH,
β-MSH, β-endorfina, y el fragmento terminal amino de POMC. La
mayoría de estos péptidos son glucosilados, lo que explica las diferencias en el reporte de pesos moleculares. Estos carbohidratos son
responsables del tinte basofílico de los corticotrópicos.
Dos de estos fragmentos están contenidos dentro de la estructura de ACTH: el α-MSH es idéntico a la ACTH 1 a 13, y el péptido
del lóbulo intermedio corticotrópico (CLIP) representa la ACTH 18
a 39 (véase figura 4-11). Aunque estos fragmentos se encuentran en
especies con lóbulos intermedios desarrollados (p. ej., la rata), no
La hormona adrenocorticotrópica y los péptidos relacionados
83
Genoma
mRNA
Proopiomelanocortina
N-fragmento terminal (1-131)
β-LPH (1-91)
ACTH (1-39)
α-MSH
CLIP
γ-LPH
β-endorfina
(1-13)
(18-39)
(1-58)
(61-91)
γ-MSH
Met-Enk
(41-58)
(61-65)
FIGURA 4-11 El procesamiento de proopiomelanocortina (MW 28 500) en sus hormonas de péptido biológicamente activas. Las
abreviaturas son ampliadas en el texto.
se segregan como hormonas separadas en humanos. El HPL, un
fragmento con 91 aminoácidos (1-91), es secretado por el corticotropo en cantidades equimolares con ACTH. Dentro de la molécula
β-LPH existe la secuencia de aminoácidos para β-MSH (41-58),
γ-LPH (1-58), y β-endorfina (61-91).
Secreción
La secreción fisiológica de ACTH está mediada a través de influencias neuronales por medio de un complejo de hormonas, siendo la
más importante la CRH (figura 4-12).
Función
La ACTH estimula la secreción de glucocorticoides, mineralocorticoides y androgénicos, todos esteroides de la corteza suprarrenal
(véanse capítulos 9 y 10). El extremo terminal del amino (residuos
1-18) es responsable de esta actividad biológica. La ACTH se une a
los receptores de la corteza suprarrenal e induce la esteroidogénesis a través de un mecanismo cAMP-dependendiente.
La hiperpigmentación observada en estados de hipersecreción
de ACTH (p. ej., enfermedad de Addison, síndrome de Nelson)
parece deberse, principalmente, a la unión de ACTH con el receptor MSH, porque la α-MSH y la β-MSH no existen como hormonas
separadas en humanos.
La función fisiológica de la HP-LPH y su familia de hormonas
péptidas, incluyendo la β-endorfina, no se entiende completamente. Sin embargo, tanto la β-LPH como la β-endorfina tienen la misma dinámica secretoria que la ACTH.
Medición
El desarrollo de ensayos inmunorradiométricos e inmunoquimioluminiscentes (IRMA e ICMA, respectivamente) ha proporcionado
un ensayo clínico sensible y práctico de la ACTH para la evaluación
de trastornos hipofisario-adrenales. La concentración basal matutina oscila entre 9 y 52 pg/mL (2 a 11 pmol/L). Su corta vida media
(7 a 12 minutos) y la secreción episódica plasmática provocan grandes y rápidas fluctuaciones tanto en su concentración plasmática
como en la de cortisol.
Aunque la β-LPH tiene una vida media más larga que la ACTH
y es más estable en el plasma, su medición no ha sido ampliamente
utilizada. Los datos sugieren que la concentración normal de
β-LPH es de 10 a 40 pg/mL (1 a 4 pmol/L).
Físico
Estrés
Emocional
Químico
Otros
(hipoglucemia)
CRH
Valor
establecido
Retroacción corta
por ACTH
“Corticotropa”
Retroacción larga
“F”
FIGURA 4-12
ACTH
El eje hipofisario-adrenal-hipotalámico, ilustrando retroalimentación negativa por cortisol (F) y los niveles hipotalámicos e hipofisarios. Un corto bucle de retroalimentación
negativo de ACTH también existe en la secreción de la hormona
liberadora de corticotropina (CRH). (Reproducida con permiso de
Gwinup G, Johnson B. Clinical testing of the hypothalamic-pituitary-adrenocortical system in states of hypo- and hypercortisolism. Metabolism 1975 Jun;24(6):777-791).
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
50
1 000
40
800
30
600
20
400
10
200
0
0900
1300
1700
2100
0100
0500
Concentraciones de cortisol (nmol/L)
Concentraciones de ACTH (ng/L)
84
0
0900
Hora en el reloj (h)
FIGURA 4-13
El patrón episódico, pulsátil, de la secreción de ACTH y su concordancia con la secreción de cortisol en un humano
sano durante un periodo de 24 horas. (Usada con permiso de Johannes D. Veldhuis, MD).
La CRH estimula la ACTH de manera pulsátil: el ritmo diurno
provoca un pico antes de despertarse y una disminución a medida
que avanza el día. El ritmo diurno es un reflejo del control neural y
provoca la secreción diurna concordante de cortisol de la corteza
suprarrenal (figura 4-13). Esta liberación episódica de ACTH es independiente de los niveles de cortisol circulantes (es decir, la magnitud de un impulso de ACTH no está relacionada con los niveles
anteriores de cortisol en el plasma). Un ejemplo es la persistencia
del ritmo diurno en pacientes con insuficiencia suprarrenal primaria (enfermedad de Addison). La secreción de ACTH también aumenta en respuesta a la alimentación, tanto en humanos como en
animales.
Varios tipos de estrés estimulan la ACTH, reemplazando a menudo el ritmo diurno normal. Se ha demostrado que las tensiones
físicas, emocionales y químicas como el dolor, trauma, hipoxia, hipoglucemia aguda, exposición al frío, cirugía, depresión y administración de interleucina-1 y vasopresina estimulan la secreción de
ACTH y cortisol. El aumento en los niveles de ACTH durante el
estrés es mediado por la vasopresina, así como la CRH. Aunque los
niveles fisiológicos de cortisol no atenúan la respuesta de ACTH al
estrés, los corticosteroides exógenos en dosis altas lo inhiben.
La retroalimentación negativa del cortisol y los glucocorticoides
sintéticos sobre la secreción de ACTH ocurre tanto a nivel hipotalámico como hipofisario a través de dos mecanismos: la retroalimentación rápida es sensible a la velocidad de cambio en los niveles de cortisol, mientras que la retroalimentación lenta es sensible
al nivel absoluto de cortisol. El primer mecanismo es probablemente no nuclear; es decir, este fenómeno ocurre demasiado rápido
para ser explicado por la influencia de los corticosteroides en
la transcripción nuclear del mRNA, específico responsable de la
ACTH. Estudios recientes sugieren que la retroalimentación rápida
es mediada por un nuevo receptor glucocorticoide asociado a las
membranas que estimulan una rápida síntesis y liberación retrógrada de endocanabinoides, suprimiendo así la excitación sináptica. La retroalimentación lenta, que ocurre más tarde, puede explicarse por un mecanismo mediado por la energía nuclear y una
disminución posterior en la síntesis de la ACTH. Esta última forma
de retroalimentación negativa es el tipo de prueba de supresión
clínica de la dexametasona. Además de la retroalimentación negativa de los corticoides, la ACTH también inhibe su propia secreción
(retroalimentación de bucle corto).
HORMONA DEL CRECIMIENTO
Biosíntesis
La GH o somatotropina es una hormona polipéptida aminoácido 191 (MW 21 500) sintetizada y secretada por los somatotropos
de la hipófisis anterior. Su mayor péptido precursor, el preGH
(MW 28 000), es también segregado, pero no tiene importancia fisiológica.
Función
La función principal de la GH es la promoción de crecimiento lineal. Sus efectos metabólicos básicos sirven para lograr este resultado, pero la mayoría de los efectos promotores del crecimiento
están mediados por el factor de crecimiento similar a la insulina 1
(IGF-1, anteriormente conocido como somatomedina C). Los efectos metabólicos y biológicos de la GH y el IGF-1 se muestran en las
tablas 4-5 y 4-6 (véase también el capítulo 6).
La GH, a través del IGF-1, aumenta la síntesis proteica al mejorar la absorción de aminoácidos y acelerar, directamente, la transcripción y traslado del mRNA. Además, la GH tiende a disminuir
el catabolismo proteico al movilizar la grasa como una fuente
de combustible más eficiente: causa, directamente, la liberación de
ácidos grasos del tejido adiposo y aumenta su conversión a acetilCoA, de donde se deriva la energía. Este efecto de ahorro de proteínas es un mecanismo importante por el cual la GH promueve el
crecimiento y el desarrollo.
La GH también afecta el metabolismo de los carbohidratos. En
exceso, disminuye la utilización de carbohidratos y reduce la absorción de glucosa en las células. Esta resistencia a la insulina inducida por la GH parece deberse a una alteración posreceptor en la
La hormona adrenocorticotrópica y los péptidos relacionados
TABLA 4-5 Efectos metabólicos de la GH e IGF-1 in vivo
Función,
parámetro,
grupo
Función,
parámetro,
subgrupo
Metabolismo
de carbohidratos
Consumo de
glucosa en
tejidos extrahepáticos
Secreción de
glucosa hepática
Almacenamiento de
glucógeno
hepático
Plasma glucosa
Sensibilidad a
la insulina
Metabolismo
lípido
Metabolismo
de proteínas (músculo, tejido
conectivo)
GH
IGF-1
Disminuyea
Aumenta
Aumenta
Disminuye
Aumenta (conjuntamente con
glucocorticoides e insulina)
Aumenta
Disminuye
Disminuye
Aumenta
Lipólisis en
adipocitos,
niveles ácidos grasos
libres de
plasma
Cuerpos de
cetona plasmática
Aumenta
Disminuye
Aumenta
Disminuye
Consumo de
aminoácido
Síntesis de
proteínas
Excreción de
nitrógeno
Aumenta (?)
Aumenta
Aumenta (?)
Aumenta
Disminuye
Disminuye
a
En pacientes GH-deficientes, la administración de GH causa una acción parecida a una insulina de vida corta. Durante este tiempo, la absorción de glucosa
por los tejidos periféricos (extrahepáticos) aumenta (modificada con permiso de
Kacsoh B. Endocrine Physiology. New York: McGraw-Hill Education; 2000).
85
acción de la insulina. Estos eventos resultan en intolerancia a la
glucosa e hiperinsulinismo secundario.
Medición
La GH tiene una vida media plasmática de 10 a 20 minutos. El
adulto sano secreta, aproximadamente, 400 μg/d (18.6 nmol/d); en
contraste, los adolescentes jóvenes segregan, aproximadamente,
700 μg/d (32.5 nmol/d). La concentración de GH en adultos en
ayunas sin estrés, a primera hora de la mañana, es inferior a 2 ng/
mL (90 pmol/L). No hay diferencias significativas de sexo.
Aproximadamente la mitad de la GH circulante está ligada a
proteínas específicas que se unen a la GHBP (GHBP) y que funcionan para reducir las oscilaciones en los niveles de GH (debido a su
secreción pulsátil) y prolongar la vida media de la GH plasmática.
Las GHBP incluyen una GHBP de alta afinidad (que corresponde a
la porción extracelular del receptor de GH formada a través de la
escisión proteolítica) y una especie de baja afinidad. La medición
de las concentraciones séricas de la GHBP de alta afinidad proporciona un índice de concentraciones de receptores de GH. Por ejemplo, los individuos con enanismo de Laron, una forma de insensibilidad a la GH caracterizada por mutaciones en el receptor de GH,
por lo regular, tienen niveles anormalmente bajos de GHBP.
Las concentraciones de IGF-1 se determinan mediante ensayos
radiorreceptores o radioinmunoensayos. Determinar los niveles de
estos mediadores de acción de GH puede resultar en una evaluación más precisa de la actividad biológica de la GH (véase capítulo 6).
Secreción
La secreción de GH está mediada, predominantemente, por dos
hormonas hipotalámicas: GHRH y somatostatina (GHIH), las cuales contribuyen al patrón episódico de la secreción de GH. Estas
influencias hipotalámicas están fuertemente reguladas por un sistema integrado de factores neurales, metabólicos y hormonales. La
TABLA 4-6 Principales efectos biológicos del eje GH-IGF-1
Objetivo, fuente
Parámetro
Efecto
Sangre y plasma (acciones en hígado,
huesos, y médula ósea)
IGF-1, subunidad ácida-variable
Proteína-3 enlazada por IGF
Fosfatasa alcalina (específica de hueso)
Fibrinógeno
Hemoglobina, hematócrito
Aumentada sólo por GH
Aumentada por ambos GH y IGF-1
Aumenta (principalmente IGF-1)
Aumenta
Aumenta (principalmente por acción IGF-1 en la
médula ósea)
Cartílago, hueso
Largo (antes del cierre epifisial, ancho (crecimiento periosteal y pericondrial)
Estimulación (principalmente IGF-1)
Órganos viscerales (hígado, bazo, timo,
tiroides), lengua y corazón
Crecimiento
Estimulación, organomegalia (ambos GH y IGF-1)
Actividad 25-hidroxivitamina D 1
α-hidroxilasa renal
Calcitriol plasma
Aumenta (principalmente GH), promueve un balance de calcio positivo
Riñón
GFR
Aumenta (IGF-1)
Piel
Crecimiento de pelo
Glándulas sudoríparas
Dermis
Estimulación (¿IGF-1?)
Hiperplasia, hipertrofia, hiperfunción (¿GH?)
Aumento de grosor (ambos GH y IGF-1)
(Modificada con permiso de Kacsoh B. Endocrine Physiology. New York: McGraw-Hill Education; 2000).
86
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
TABLA 4-7 Factores que afectan la secreción de GH
Aumenta
Disminuyea
Fisiológicos
Sueño
Ejercicio
Tensión (física o psicológica)
Posprandial
Hiperaminoacidemia
Hipoglucemia (relativa)
Hiperglucemia posprandial
Ácidos grasos libres elevados
Farmacológicas
Hipoglucemia
Absolutas: insulina o 2-deoxiglucosa
Relativas: posglucagón
Hormonas
GHRH
Grelina
Péptido (ACTH, α-MSH, vasopresina)
Estrógeno
Neurotransmisores, etcétera
Agonistas alfaadrenérgicos
(clonidina)
Antagonistas betaadrenérgicos (propranolol)
Precursores de serotonina
Agonistas de dopamina (levodopa, apomorfina, bromocriptina)
Agonistas GABA (muscimol)
Infusión de potasio
Pirógenos (endotoxinas pseudomonas)
Hormonas
Somatostatina
GH
Progesterona
Glucocorticoides
Neurotransmisores, etc.
Antagonistas alfaadrenérgicos (fentolamina)
Agonistas betaadrenérgicos (isoproterenol)
Agonistas de serotonina
(metisergida)
Antagonistas de dopamina
(fenotiazinas)
Patológicos
Reducción de proteína y hambre
Anorexia nerviosa
Producción ectópica de GHRH
Insuficiencia renal crónica
Acromegalia
TRH
GnRH
Obesidad
Acromegalia; agonistas de
dopamina
Hipotiroidismo
Hipertiroidismo
hipotálamo o representan efectos directos sobre la somatotropa. La
regulación de la GHRH está, principalmente, bajo control neural
(léase debate más adelante), pero también hay retroalimentación
negativa de ciclo corto por parte de la propia GHRH.
B. Somatostatina
La somatostatina, un tetradecapéptido, es
un potente inhibidor de la secreción de GH. Disminuye la producción de cAMP en las células secretoras de GH e inhibe tanto la secreción basal como la estimulada de GH. La secreción de somatostatina se incrementa por niveles elevados de GH y de IGF-1. Los
análogos de acción prolongada de la somatostatina se han utilizado
terapéuticamente en el tratamiento del exceso de GH y en condiciones como tumores pancreáticos y carcinoides que causan diarrea.
C. Secretagogos de la hormona de crecimiento Los noGHRH secretagogos actúan para liberar GH, no a través del receptor de GHRH, sino mediante un receptor separado, la hormona de
crecimiento receptora secretagoga (GHS-R). Se han descrito varios
secretagogos sintéticos, tanto péptidos como no péptidos. La grelina, un péptido circulante producido por las células endocrinas del
estómago, es el ligando endógeno para el GHS-R (ahora denominado receptor de grelina). Su ubicación en el estómago sugiere un
nuevo mecanismo para regular la secreción de GH.
D. Control neural
a
Los efectos supresores de algunas sustancias sólo pueden ser demostrados
en presencia de un estímulo.
(Reproducida con permiso de Felig P, Baxter JD, Frohman LA. Endocrinology
and Metabolism. 3rd ed. New York: McGraw-Hill Education; 1995).
tabla 4-7 resume los muchos factores que afectan la secreción de
GH en estados fisiológicos, farmacológicos y patológicos.
A. Hormona liberadora de la hormona de crecimiento La
GHRH se une a receptores específicos, estimulando la producción
de cAMP por los somatotropos y estimulando tanto la síntesis como la secreción de GH. Los efectos de la GHRH son parcialmente
bloqueados por la somatostatina. La administración de GHRH a
humanos normales conduce a una rápida liberación de GH (en minutos); los niveles alcanzan su punto máximo a los 30 minutos y se
mantienen entre 60 y 120 minutos.
Otras hormonas péptidas como ADH, ACTH y α-MSH pueden
actuar como factores liberadores de GH cuando están presentes en
cantidades farmacológicas. Incluso la TSH y la GnRH a menudo
causan secreción de GH en pacientes con acromegalia; sin embargo, no es seguro si cualquiera de estos efectos está mediado por el
El control neural de la secreción basal de
GH resulta en una liberación irregular e intermitente asociada con
el sueño, y que varía con la edad. Los niveles máximos ocurren de
1 a 4 horas después del inicio del sueño (durante las etapas 3 y 4)
(figura 4-14). Estas intensificaciones nocturnas en el sueño, que representan casi el 70% de la secreción diaria de GH, son mayores en
los niños y tienden a disminuir con la edad. La infusión de glucosa
no suprime esta liberación episódica. El estrés emocional, físico y
químico, incluyendo cirugía, trauma, ejercicio, terapia de electrochoque y administración de pirógenos, provocan la liberación de
GH. Además, el deterioro de la secreción que lleva a malograr el
crecimiento ha sido bien documentado en niños con privaciones
emocionales intensas (véase capítulo 6).
E. Control metabólico Los factores metabólicos que afectan la
secreción de GH incluyen todos los sustratos energéticos: carbohidratos, proteínas y grasas. La administración de glucosa, por vía
oral o intravenosa, disminuye la GH en sujetos sanos y proporciona una simple maniobra fisiológica útil en el diagnóstico de la acromegalia (véase más adelante). En contraste, la hipoglucemia estimula la liberación de GH. Este efecto depende de la glucopenia
intracelular, ya que la administración de 2-deoxiglucosa (un análogo de la glucosa que causa la deficiencia intracelular de glucosa)
también aumenta la GH. Esta respuesta a la hipoglucemia depende
tanto de la tasa de variación de la glucosa en sangre como del nivel
absoluto alcanzado.
Una comida proteica o una infusión intravenosa de aminoácidos (p. ej., arginina) causa la liberación de GH. Paradójicamente,
los estados de desnutrición proteico-calóricos también aumentan
la GH, posiblemente como resultado de la disminución de la producción de IGF-1 y la falta de retroalimentación inhibitoria.
Los ácidos grasos suprimen las respuestas de GH a ciertos estímulos, incluyendo arginina e hipoglucemia. El ayuno estimula
la secreción de GH, posiblemente como un medio para movilizar la grasa como fuente de energía y prevenir la pérdida de proteínas.
Prolactina
F. Efectos de otras hormonas Las respuestas a los estímulos
se atenúan en los estados de exceso de cortisol y durante el hipotiroidismo e hipertiroidismo. El estrógeno aumenta la secreción de
GH en respuesta a la estimulación.
G. Efectos de los agentes neurofarmacológicos
Muchos
neurotransmisores y agentes neurofarmacológicos afectan la secreción de GH. Agonistas y antagonistas de aminas biogénicas actúan
a nivel hipotalámico y alteran la liberación de la GHRH o somatostatina. Agentes dopaminérgicos, alfaadrenérgicos y serotonérgicos
estimulan la liberación de GH.
Los agonistas de la dopamina como la levodopa, la apomorfina
y la bromocriptina incrementan la secreción de GH, mientras que
los agonistas dopaminérgicos antagonistas como las fenotiazinas
inhiben la GH. El efecto de la levodopa, un precursor de la norepinefrina y la dopamina, puede ser mediado por su conversión a la
norepinefrina, porque su efecto está bloqueado por la fentolamina
antagonista alfaadrenérgica. Además, la fentolamina suprime la liberación de GH en respuesta a otros estímulos como la hipoglucemia, el ejercicio y la arginina, enfatizando la importancia de los
mecanismos alfaadrenérgicos en la modulación de la secreción de
GH.
Los agonistas betaadrenérgicos inhiben la GH y los antagonistas betaadrenérgicos como el propranolol aumentan la secreción
en respuesta a estímulos provocadores.
PROLACTINA
Biosíntesis
La PRL es una hormona polipéptida de 198-aminoácidos (MW
22 000) sintetizada y secretada de los lactotropos de la hipófisis
anterior. A pesar de evolucionar de una hormona ancestral común
a GH y al lactógeno placentario humano (hPL), la PRL sólo comparte el 16% de sus residuos con el primero y el 13% con el hPL.
También se segrega una molécula precursora (MW 40 000 a 50 000)
que puede constituir entre el 8 y el 20% de la inmunorreactividad plasmática PRL en personas sanas y en pacientes con tumores hipofisarios secretores de PRL. La PRL y la GH están estructuralmente relacionadas con los miembros de la familia de las
citocinas-hematopoyetinas que incluyen la eritropoyetina, el factor
estimulante de colonias de granulocitos y macrófagos (GM-CSF), y
las interleucinas IL-2 a IL-7.
Función
La PRL estimula la lactancia en el periodo posparto (véase capítulo
16). Durante el embarazo, la secreción de PRL aumenta y, junto a
muchas otras hormonas (estrógeno, progesterona, hPL, insulina y
cortisol), promueve el desarrollo adicional de los senos en preparación para la producción de leche. A pesar de su importancia durante el embarazo, no se ha demostrado que la PRL desempeñe un
papel en el desarrollo de tejido mamario normal en humanos. Durante el embarazo, el estrógeno mejora el desarrollo de las mamas,
pero reduce el efecto de la PRL en la lactancia; la disminución tanto del estrógeno como de la progesterona después del parto permite iniciar la lactancia. En consecuencia, la galactorrea puede acompañar la interrupción de los anticonceptivos orales o la terapia con
estrógenos. Aunque la secreción de PRL basal cae en el periodo
posparto, la lactancia se mantiene por medio de la succión persistente de los senos.
87
Los niveles de PRL son muy altos en el feto y en los recién nacidos, disminuyendo durante los primeros meses de vida.
Aunque la PRL no parece jugar un papel fisiológico en la regulación de la función gonadal, la hiperprolactinemia en humanos
lleva al hipogonadismo. En las mujeres, inicialmente hay un acortamiento de la fase luteínica; posteriormente, se produce anovulación, oligomenorrea o amenorrea e infertilidad. En los hombres, el
exceso de PRL lleva a una disminución de la síntesis de testosterona y a una disminución de la espermatogénesis, que se presenta
clínicamente como disminución de la sexualidad, la impotencia y
la infertilidad. Los mecanismos exactos de inhibición de la función
gonadal por PRL no están claros, pero el principal parece ser la alteración del control hipotalámico-hipofisario de la secreción de
gonadotropina. Los niveles basales de la LH y FSH son, por lo genera, normales; sin embargo, su secreción pulsátil disminuye y el
aumento de la LH en el ciclo medio se suprime en las mujeres. La
reserva de gonadotropina, según lo evaluado por la administración
de GnRH exógena, es, generalmente, normal. La PRL también tiene un papel en la inmunomodulación; la síntesis extrahipofisaria
de la PRL ocurre en los linfocitos T (entre otros sitios), y los receptores de la PRL están presentes en los linfocitos T y B y los macrófagos. La PRL modula y estimula tanto la proliferación de células
inmunes como la supervivencia.
Medición
La tasa de secreción de la PRL es de, aproximadamente, 400 μg/d
(18.6 nmol/d). La hormona es eliminada por el hígado (75%) y el
riñón (25%), y su tiempo de desaparición del plasma es de 25 a 50
minutos.
Los niveles basales de PRL en adultos varían considerablemente, con una media de 13 ng/mL (0.6 nmol/L) en las mujeres y 5 ng/
mL (0.23 nmol/L) en los hombres. El rango superior normal en la
mayoría de los laboratorios es de 15 a 20 ng/mL (0.7 a 0.9 nmol/L).
La PRL se mide utilizando un ensayo inmunorradiométrico altamente específico. Sin embargo, cuando los niveles de PRL son
extremadamente altos, lo cual puede ocurrir con algunos tumores
secretores de PRL, este ensayo puede ser susceptible al “efecto de
gancho”. Los niveles de PRL se reportan erróneamente como normales o moderadamente elevados debido a la saturación de los anticuerpos disponibles en el ensayo. Las diluciones apropiadas de
las muestras (es decir, 1:100) evitarán este artefacto.
En algunos pacientes predomina una forma de PRL con masa
molecular superior a 150 kDa. Esto se denomina macroprolactinemia y consiste en agregados de PRL monomérica y complejos de
PRL-inmunoglobulina G. Estos complejos pueden tener una actividad biológica reducida y se pueden medir mediante precipitación
de polietilenglicol en muestras de suero.
Secreción
El control hipotalámico de la secreción de PRL es predominantemente inhibitorio, y la dopamina es el factor inhibidor más importante. Los factores fisiológicos, patológicos y farmacológicos que
influyen en la secreción de PRL se enumeran en la tabla 4-8.
A. Factores liberadores de prolactina La TRH es un potente factor liberador de PRL que evoca la liberación de PRL en una
dosis umbral similar a la que estimula la liberación de TSH. En el
hipotiroidismo primario se observa una respuesta exagerada de
TSH y PRL a la TRH, y sus respuestas se ven embotadas en el hi-
88
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
Prolactina (ng/mL)
40
30
20
Prolactina
10
20 Hormona
de crecimiento
10
(ng/mL)
0
Hormona de
crecimiento
0
REM
Comida
Comida
Comida
2
Etapa
del sueño
4
9 10 11 12 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
AM Mediodía
PM
Medianoche
AM
Hora en el reloj
FIGURA 4-14
Cambios asociados al sueño de la secreción de prolactina (PRL) y la hormona del crecimiento (GH) en personas. Los
niveles máximos de GH ocurren durante la etapa 3 o 4 del sueño; el aumento de PRL es observado de 1 a 2 horas después que comienza el sueño y no tiene que ver con una fase específica del sueño. (Reproducida con permiso de Sassin JF, Frantz AG, Weitzman
ED, et al. Human prolactin: 24-hour pattern with increased release during sleep. Science 1972 Sep 29;177(4055):1205-1207).
pertiroidismo. Además, la secreción de PRL también es estimulada
por vías VIP y serotonérgicas.
B. Secreción episódica y relacionada con el sueño La
secreción de la PRL es episódica. Se observa un aumento de 60 a
90 minutos después de que comienza el sueño, pero en contraste
con la GH, no se asocia con una fase específica del sueño. Los niveles máximos, generalmente, se alcanzan entre las 4 y las 7 de la
mañana (véase figura 4-14). Este aumento asociado al sueño de
la liberación de PRL no forma parte de un ritmo circadiano, como
el de la ACTH; se relaciona, estrictamente, con el periodo de sueño, con independencia del momento en que ocurre durante el día.
C. Otros estímulos Estados de estrés, incluyendo cirugía, ejercicio, hipoglucemia e infarto agudo del miocardio, causan elevación significativa de los niveles de PRL. La estimulación del pezón
en mujeres no embarazadas también aumenta la PRL. Este reflejo
neurogénico también puede ocurrir por lesiones en la pared torácica como traumatismos mecánicos, quemaduras, cirugía y herpes
zóster de dermatomas torácicos. Esta secreción refleja de la PRL se
elimina por denervación del pezón (remoción de nervios) y por
lesiones de la médula espinal o del tronco encefálico.
D. Efectos de otras hormonas Muchas hormonas influyen
en la liberación de PRL. Los estrógenos aumentan la secreción basal y estimulada de PRL después de 2 o 3 días de uso (un efecto de
importancia clínica especial en pacientes con adenomas hipofisarios secretores de PRL); los glucocorticoides tienden a suprimir la
secreción de PRL inducida por TRH, y la administración de hormona tiroidea puede atenuar la respuesta de PRL a la TRH.
E. Efectos de los agentes farmacológicos (tabla 4-8) Muchos agentes farmacológicos alteran la secreción de PRL. Los agonistas de la dopamina (p. ej., bromocriptina) disminuyen la secre-
TABLA 4-8 Factores que afectan la secreción
de prolactina
Aumenta
Disminuye
Fisiológicos
Embarazo
Amamantar
Estimulación del pezón
Ejercicio
Estrés (hipoglucemia)
Sueño
Ataques (epilépticos, etc.)
Neonatal
Farmacológicos
TRH
Estrógeno
Péptido intestinal vasoactivo
Antagonistas de la dopamina
(fenotiazinas, haloperidol,
risperidona, metoclopramida,
reserpina, metildopa,
amoxapina, opioides)
Inhibidores de monoamina oxidasa
Verapamilo
Regaliz
Patológicos
Tumores hipofisarios
Lesiones hipotalámicas/del tallo hipofisario
Irradiación del neuroeje
Lesiones de la pared torácica
Lesiones de la médula espinal
Hipotiroidismo
Insuficiencia renal crónica
Enfermedad hepática intensa
Agonistas de dopamina
(levodopa, apomorfina,
bromocriptina, pergolida)
GABA
Pseudohipoparatiroidismo
Destrucción o remoción de
la hipófisis
Hipofisitis linfocítica
Tirotrotropina
400 μg TRH
20
89
25 μg TRH
A diario T3 + T4
(μg)
(μg)
0
0
15 + 60
30 + 120
TSH (μU/mL)
15
10
5
TRH
0
TRH
30
60
90
120
180
0
30
60
90
120
180
Tiempo (min)
Administración de pequeñas dosis de T3 (15 μg) y T4 (60 μg) a sujetos sanos inhiben la respuesta de TSH a dos dosis
(400 μg, izquierda; 25 μg, derecha) de TRH (protirelina). (Reproducido con permiso de Snyder PJ, Inhibition of thyrotropin-releasing hormone by small quantities of thyroid hormones. J Clin Invest 1972 Aug;51(8):2077-2084).
FIGURA 4-15
ción, formando la base para su uso en estados de exceso de PRL.
Los antagonistas de la dopamina (p. ej., bloqueadores de los receptores como las fenotiazinas y la metoclopramida) y los depletadores
de dopamina (p. ej., la reserpina) aumentan la liberación de PRL.
Los agonistas de la serotonina aumentan la secreción de PRL; los
bloqueadores de los receptores de serotonina suprimen la liberación de PRL asociada con el estrés y con la lactancia.
TIROTROPINA
Biosíntesis
La TSH es una glucoproteína (MW 28 000) compuesta de dos subunidades alfa y beta no covalentes. La estructura de la subunidad
alfa de TSH es idéntica a las de otras moléculas de glucoproteínas
(FSH, LH y hCG), pero las subunidades beta difieren en estas glucoproteínas y son responsables de su especificidad biológica e inmunológica. Los péptidos de estas subunidades parecen sintetizarse por separado y unirse antes de que se adhieran los grupos de
carbohidratos. La molécula intacta es entonces secretada, al igual
que pequeñas cantidades de subunidades no ligadas.
Medición
La TSH circula sin ataduras en la sangre con una vida media de 35
a 50 minutos. Con los ensayos inmunométricos ultrasensibles para
medir la concentración de TSH, el rango normal es, generalmente,
de 0.5 a 4.7 μU/mL (0.5 a 4.7 mU/L). La medición de la TSH es la
prueba de detección más sensible para el diagnóstico de hipotiroidismo primario e hipertiroidismo; sin embargo, los niveles de TSH
solos no se pueden utilizar para evaluar el hipotiroidismo hipofisario o hipotalámico.
La subunidad alfa puede ser detectada en, aproximadamente, el
80% de los normales, con un rango de 0.5 a 2 ng/mL. Los niveles
plasmáticos de subunidades alfa aumentan después de la administración de TRH en sujetos normales, y los niveles basales se elevan
en el hipotiroidismo primario, el hipogonadismo primario, y en
pacientes con TSH-secretoras, gonadotropinas-secretoras, o adenomas hipofisarios de subunidades alfa puras.
Secreción
FUNCIÓN
La secreción de TSH es controlada tanto por las influencias estimulatorias (TRH) como inhibitorias (somatostatina) del hipotálamo y,
además, está modulada por la inhibición de la retroalimentación
de la hormona tiroidea en el eje hipotalámico-hipofisario.
La subunidad beta de TSH se adhiere a los receptores de alta afinidad en la tiroides, estimulando la absorción de yoduro, la hormonogénesis, y la liberación de T4 y T3. Esto ocurre a través de la activación de la adenilinil ciclasa y la generación de cAMP. La secreción
de TSH también causa un aumento en el tamaño de la glándula y
la vascularidad al promover la síntesis de mRNA y proteínas (para
una descripción más detallada, véase capítulo 7).
A. TRH La respuesta de la TSH a la TRH está modulada por la
concentración circulante de hormonas tiroideas. Pequeños cambios en los niveles de suero (incluso dentro del rango fisiológico)
causan alteraciones sustanciales en la respuesta TSH a la TRH. Como se muestra en la figura 4-15, la administración de T3 (15 μg) y T4
(60 μg) a personas sanas durante 3 a 4 semanas suprime la respuesta de TSH a la TRH, a pesar de sólo pequeños aumentos en los ni-
90
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
veles de T3 y T4 circulantes. Por tanto, la secreción de TSH es inversamente proporcional a la concentración de hormona tiroidea.
El punto de equilibrio (el nivel en el que se mantiene la secreción de TSH) es determinado por la TRH. Las desviaciones de este
punto de equilibrio provocan cambios apropiados en la liberación
de TSH. La administración de TRH aumenta la TSH en 2 minutos,
y esta respuesta es bloqueada por la administración previa de T3;
sin embargo, dosis más grandes de TRH pueden superar este bloqueo, sugiriendo que tanto la T3 como la TRH actúan a nivel de la
hipófisis para influenciar la secreción de TSH. Además, T3 y T4 inhiben el mRNA para la síntesis de TRH en el hipotálamo, lo que
indica que un mecanismo de retroalimentación negativa también
funciona a este nivel.
B. Somatostatina Este péptido hipotalámico inhibitorio aumenta el efecto inhibitorio directo de la hormona tiroidea sobre los
tirotropos. La infusión de somatostatina atenúa el aumento de
TSH temprano en la mañana y suprime los altos niveles de TSH en
el hipotiroidismo primario. El acetato de octreótido, un análogo de
la somatostatina, se ha utilizado con éxito para inhibir la secreción
de TSH en pacientes con tumores hipofisarios secretores de TSH.
C. Control neural Además de estas influencias hipotalámicas
en la secreción de TSH, los factores mediados neuralmente pueden
ser importantes. La dopamina inhibe, fisiológicamente, la secreción de TSH. La administración intravenosa de dopamina disminuye la TSH tanto en sujetos sanos como hipotiroideos, al igual que
reduce la respuesta de la TSH a la TRH. Por tanto, como era de
esperar, los agonistas dopaminérgicos como la bromocriptina inhiben la secreción de TSH y los antagonistas dopaminérgicos como
la metoclopramida incrementan la secreción de TSH en los sujetos
eutiroideos.
D. Efectos de cortisol y estrógenos Se ha demostrado que
el exceso de glucocorticoides perjudica la sensibilidad de la hipófisis a la TRH y puede reducir la TSH sérica a niveles indetectables.
Sin embargo, los estrógenos aumentan la sensibilidad de la tirotropa a la TRH; las mujeres tienen una mayor respuesta de TSH a la
TRH que los hombres, y el pretratamiento de los hombres con estradiol aumenta su respuesta TSH inducida por TRH (véase también el capítulo 7).
E. Otros Los niveles de TSH en suero muestran una variación
diurna con el máximo alrededor de la medianoche y el mínimo
entre las 8:00 y las 10:00 de la mañana. Los niveles de TSH también
son más altos en los individuos mayores y en aquellos con índices
de masa corporal más altos, aunque la relación es poco comprendida (la TSH disminuye en los pacientes que pierden peso después
de la cirugía bariátrica). Algunas autoridades abogan por un índice
de TSH más alto en pacientes ancianos (TSH de 4 a 6 μU/mL para
edad >70 años).
GONADOTROPINAS: HORMONA
LUTEINIZANTE (LH) Y HORMONA
FOLICULOESTIMULANTE (FSH)
Biosíntesis
Las LH y FSH son glucoproteínas gonadotropinas compuestas de
subunidades alfa y beta y secretadas por la misma célula. Las subunidades específicas beta le confieren a estas hormonas su activi-
dad biológica única como lo hace con la TSH y la hCG. La actividad
biológica de la hCG, una glucoproteína placentaria, se asemeja
mucho a la de la LH. La gonadotropina menopáusica humana
(hMG, menotropinas) —una mezcla alterada de gonadotropinas hipofisarias recuperadas de la orina de las mujeres posmenopáusicas— es un preparado con actividad similar a la FSH. Las menotropinas y la hCG se utilizan clínicamente para la inducción de la
espermatogénesis o la ovulación (véanse capítulos 12 y 13).
Función
La LH y FSH se unen a los receptores en el ovario y testículos y
regulan la función gonadal, promoviendo la producción de esteroides sexuales y gametogénesis.
En los hombres, la LH estimula la producción de testosterona a
partir de las células intersticiales de los testículos (células de Leydig). La maduración de los espermatozoides, sin embargo, requiere LH y FSH. La FSH estimula el crecimiento testicular y mejora la
producción de una proteína que se une al andrógeno por las células
de Sertoli, un componente del túbulo testicular necesario para
mantener la maduración de los espermatozoides. Esta proteína androgénica promueve altas concentraciones locales de testosterona
en el interior de los testículos, un factor esencial en el desarrollo de
la espermatogénesis normal (véase capítulo 12).
En las mujeres, la LH estimula la producción de estrógeno y
progesterona del ovario. Un aumento de la LH en el ciclo menstrual medio es responsable de la ovulación, y la secreción continuada de LH estimula, posteriormente, el cuerpo lúteo para producir
progesterona, mejorando la conversión del colesterol a la gestación. El desarrollo del folículo ovárico está en gran parte bajo control de FSH, y la secreción de estrógeno de este folículo depende de
las FSH y LH.
Medición
Los niveles normales de LH y FSH varían con la edad del sujeto
(véase apéndice). Son bajas antes de la pubertad y elevadas en mujeres posmenopáusicas. Un aumento nocturno de la LH en los niños y la secreción cíclica de FSH y LH en las niñas, generalmente,
anuncian el inicio de la pubertad antes de que los signos clínicos
sean aparentes. En las mujeres, la LH y la FSH varían durante el
ciclo menstrual; durante la fase inicial del ciclo (folicular), la LH
aumenta, constantemente, con un aumento en el mediociclo que
inicia la ovulación. La FSH, por otra parte, se eleva inicialmente y
luego, disminuye durante la fase folicular posterior hasta el aumento del mediociclo, que es concordante con la LH. Los niveles de LH
y FSH disminuyen constantemente después de la ovulación (véase
capítulo 13).
Los niveles de LH y FSH en los hombres son similares a los de
las mujeres durante la fase folicular. La subunidad alfa, compartida
por todas las hormonas glucoproteínas hipofisarias, también puede
medirse (véase TSH) y aumentará tras la administración de GnRH.
Secreción
La secreción de LH y FSH es controlada por la GnRH, que mantiene la secreción basal de gonadotropina, genera la liberación fásica
de gonadotropinas para la ovulación y determina el inicio de la
pubertad. Como se mencionó anteriormente, el tamaño y la frecuencia de los pulsos de GnRH determinan la proporción de secreción de gonadotropina: los pulsos de baja frecuencia favorecen la
Evaluación de la hormona adrenocorticotrópica
liberación de FSH, mientras que los pulsos de alta frecuencia producen la liberación de LH. Muchos otros factores se involucran en
la regulación de este eje. Por ejemplo, las activinas y las folistatinas
son factores paracrinos que ejercen efectos opuestos sobre los gonadotropos. La leptina, una hormona producida en los adipocitos
en proporción a las reservas de grasa, interviene en la regulación
de este eje y puede ayudar a explicar la supresión de la secreción de
gonadotropina que acompaña a la restricción calórica.
A. Secreción episódica En ambos sexos, la secreción de LH y
FSH es episódica, con descargas secretoras que ocurren a cada hora y son mediadas por una liberación episódica concordante de
GnRH. La amplitud de estas sobretensiones secretoras es mayor en
pacientes con hipogonadismo primario. La naturaleza pulsátil de
la liberación de GnRH es crítica para mantener la secreción de gonadotropina. Una infusión continua y prolongada de GnRH en las
mujeres evoca un aumento inicial de la LH y FSH seguido por una
supresión prolongada de la secreción de gonadotropina. Este fenómeno se puede explicar por la desregulación de los receptores de
GnRH en los gonadotropos hipofisarios. Consecuentemente, los
análogos sintéticos de acción prolongada de la GnRH pueden ser
utilizados clínicamente para suprimir la secreción de LH y FSH en
condiciones como la pubertad precoz.
B. Retroalimentación positiva La circulación de esteroides
sexuales afecta la secreción de GnRH y, por tanto, la secreción de
LH y FSH por mecanismos de retroalimentación, tanto positivos
como negativos (inhibitorios). Durante el ciclo menstrual, los estrógenos ejercen una influencia positiva en los efectos de la GnRH
sobre la secreción de LH y FSH, y el aumento del estrógeno durante la fase folicular es el estímulo para el aumento de la LH y FSH
ovulatoria. Este fenómeno sugiere que la secreción de estrógeno
está influenciada en cierta medida por un ciclo ovárico intrínseco.
La progesterona amplifica la duración del aumento de la LH y FSH
y aumenta el efecto del estrógeno. Después de este aumento de ciclo medio, el óvulo desarrollado sale del ovario. La ovulación ocurre, aproximadamente, de 10 a 12 horas después del pico de LH y
de 24 a 36 horas después del pico de estradiol. Las células foliculares restantes en el ovario se convierten, bajo la influencia de la LH,
en una estructura que produce progesterona, el cuerpo lúteo. Después de unos 12 días, el cuerpo lúteo involuciona, resultando en
una disminución de los niveles de estrógeno y progesterona, y luego sangramiento uterino (véase capítulo 13).
C. Retroalimentación negativa También se producen efectos negativos de la retroalimentación de los esteroides sexuales
sobre la secreción de gonadotropina. En las mujeres, la irregularidad gonadal primaria o menopausia resulta en la elevación de la
LH y FSH, que pueden ser suprimidas con terapia de estrógeno a
largo plazo y en altas dosis. Sin embargo, una dosis baja de estrógeno de corta duración puede mejorar la respuesta de la LH a la
GnRH. En los hombres, la falla gonadal primaria con bajos niveles
de testosterona circulante también se asocia con gonadotropinas
elevadas. Sin embargo, la testosterona no es el único inhibidor de
la secreción de gonadotropina en los hombres, ya que la destrucción selectiva de los túbulos (p. ej., mediante la terapia de ciclofosfamida) produce azoospermia y elevación de sólo la FSH.
La inhibina, un polipéptido (MW 32 000) secretado por las células de Sertoli de los túbulos seminíferos, es el principal factor que
inhibe la secreción de FSH por retroalimentación negativa. La inhibina está compuesta de subunidades alfa y beta separadas, conec-
91
tadas por un puente de disulfuro. Los andrógenos estimulan la
producción de los inhibidores; este péptido puede ayudar a regular, localmente, la espermatogénesis (véase capítulo 12).
EVALUACIÓN ENDOCRINOLÓGICA DEL EJE
HIPOTALÁMICO HIPOFISARIO
La evaluación precisa del eje hipotalámico hipofisario ha sido posible gracias a los inmunoensayos de las principales hormonas hipofisarias precursoras y sus hormonas específicas en las glándulas
objetivo. Además, se pueden utilizar pruebas que las provoquen
utilizando hormonas sintéticas o purificadas (p. ej., ACTH, CRH
ovino, glucagón e insulina) para evaluar la reserva y el exceso hipotalámico hipofisario.
Esta sección describe los principios que intervienen en las pruebas de cada hormona hipófisis, así como las situaciones especiales
(p. ej., drogas, obesidad) que pueden interferir con la función hipofisaria, o en las pruebas hipofisarias. Los protocolos específicos
para realizar e interpretar los procedimientos diagnósticos se describen al final de esta sección y en la tabla 4-9. Las manifestaciones
clínicas de la hipo o hipersecreción de las hormonas hipofisarias
precursoras se analizan en las secciones siguientes.
EVALUACIÓN DE LA HORMONA
ADRENOCORTICOTRÓPICA
La deficiencia de ACTH lleva a una insuficiencia suprarrenal secundaria, caracterizada por la disminución de la secreción de cortisol y los andrógenos suprarrenales; la secreción de aldosterona,
controlada principalmente por el eje renina angiotensina, por lo
regular, se mantiene. En contraste, la secreción excesiva de ACTH
lleva a la hiperfunción suprarrenal (síndrome de Cushing, mencionado en una sección posterior de este capítulo y en el capítulo 9).
Niveles de ACTH en el plasma
Las mediciones basales de ACTH son por lo general indicadores
poco confiables de la función hipofisaria, debido a que su corta vida media en el plasma y la secreción episódica provocan grandes
fluctuaciones en los niveles plasmáticos (véase figura 4-13). Por
tanto, la interpretación de los niveles de ACTH en el plasma requiere de la evaluación simultánea de la secreción de cortisol por la
corteza suprarrenal. Estas mediciones son de gran utilidad para
diferenciar la insuficiencia suprarrenal primaria y secundaria y para establecer la etiología del síndrome de Cushing (véase la sección
posterior sobre la enfermedad de Cushing y también el capítulo 9).
Evaluación de la deficiencia de ACTH
Al evaluar la deficiencia de ACTH, la medición de los niveles de
cortisol basal es, generalmente, poco confiable. Debido a que los
niveles plasmáticos de cortisol, de modo general, son bajos al final
de la tarde y al atardecer, reflejando el ritmo diurno normal, las
muestras extraídas en estos momentos no tienen prácticamente
ningún valor para este diagnóstico. En general, los niveles de cortisol en el plasma son más altos a primera hora de la mañana; sin
embargo, hay una superposición considerable entre la insuficiencia suprarrenal y los sujetos normales. Un nivel de cortisol en el
plasma inferior a 5 μg/dL (138 nmol/L) a las 8:00 de la mañana
sugiere firmemente el diagnóstico, y cuanto más bajo es el nivel,
92
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
TABLA 4-9 Pruebas endocrinas de la función hipofisaria/hipotalámica
Posibles efectos secundarios;
contraindicaciones
Método
Recolección de muestras
Interpretación
Prueba de
estimulación rápida
ACTH
(prueba cosintropina)
Administre ACTH sintética
(1-24) (cosintropina), 250
μg vía intravenosa o intramuscular. La prueba
puede ser realizada en
cualquier momento del
día o la noche y no requiere de ayuno. La
prueba de dosis baja se
realiza de la misma manera, salvo que se administre 1 μg de ACTH sintética (1-24)
Obtenga muestras para
plasma cortisol a 0 y 30
minutos o a 0 y 60 minutos
Se han reportado reacciones
alérgicas en casos raros (poco frecuentes)
Una respuesta normal es
un pico en el nivel de
plasma cortisol >18 a 20
μg/dL (496 a 552 nmol/L)
Prueba de insulina hipoglucemia
No dé nada a ingerir después de medianoche.
Comience una infusión
intravenosa con solución
salina normal. Insulina
regular intravenosa se
suministra en dosis suficiente para causar una
adecuada hipoglucemia
(glucosa en sangre <40
mg/dL). La dosis es 0.1 a
0.15 unidades/kilogramo
(sujetos sanos); 0.2 a 0.3
unidades/kilogramo (sujetos obesos o con síndrome de Cushing o
acromegalia); 0.05 unidades/kilogramo (pacientes con sospecha de
hipopituitarismo)
Durante el estudio colecte
la sangre para las determinaciones de glucosa
cada 15 minutos. Muestras de GH y cortisol se
obtienen en 0, 30, 45,
60, 75, y 90 minutos
Un médico debe estar presente. La hipoglucemia sintomática (diaforesis, dolor de cabeza, taquicardia, debilidad)
es necesaria para el estímulo
adecuado y ocurre 20 a 35
minutos después de administrada la insulina en la mayoría de los pacientes. Si hay
signos intensos del sistema
nervioso central o los síntomas ocurren, se debe administrar de inmediato glucosa
intravenosa (25 a 50 mL 50%
de glucosa); por otra parte, la
prueba puede ser terminada
con comida o con glucosa
oral. Esta prueba está contraindicada en los ancianos o
en pacientes con enfermedad cardiovascular o cerebrovascular y algún desorden con convulsiones
Hipoglucemia sintomática
y una caída en la glucosa en sangre a <40 mg/
dL (2.2 mmol/L) incrementará GH a un nivel
máximo >5 ng/mL; algunos investigadores consideran normal un incremento de 6 ng/mL (280
pmol/L). El plasma cortisol debe aumentar como
mínimo a un nivel máximo de 18 a 20 μg/dL
(496 a 552 nmol/L)
Prueba metirapona
Se suministra metirapona
oralmente entre las
23:00 y 24:00 con algún
alimento ligero para minimizar la incomodidad
gastrointestinal. La dosis
es 30 mg/kilogramo
Se obtiene sangre para
determinar 11-deoxicortisol y cortisol a las 8:00
de la mañana siguiente
después de suministrar
la metirapona
Puede ocurrir trastorno gastrointestinal. Puede ocurrir
insuficiencia adrenal. La metirapona no debe ser usada
en pacientes enfermos o en
aquellos bajo sospecha de
insuficiencia adrenal primaria
El suero 11-deoxicortisol
debe aumentar a >7 μg/
dL (190 nmol/L). Cortisol
debe ser <10 μg/dL (280
nmol/L) a fin de asegurar
la inhibición adecuada
de la 11β-hidroxilación
Prueba de
estímulo
glucagón
El paciente debería ayunar
después de la medianoche. Suministre 1 mg de
glucagón intramuscular
Sangre para plasma GH y
glucosa en sangre capilar a 0, 30, 60, 90, 120,
150, y 180 minutos
Náusea e hipoglucemia tardía.
La prueba está contraindicada en pacientes desnutridos
o en aquellos que no han comido por más de 48 h
La GH se eleva a >3 ng/mL
en individuos normales.
Por lo general, la glucosa alcanza su punto
máximo a los 90 minutos
aproximadamente, luego
decae de manera gradual
Prueba de
supresión
de la hormona de
aumento
de glucosa
El paciente debe ayunar
después de la medianoche; suministre la glucosa oralmente, 75 a 100 g
La GH y la glucosa deben
ser determinadas a los
0, 30, y 60 minutos después de administrar la
glucosa
Los pacientes se pueden quejar de náuseas tras la gran
carga de glucosa
En sujetos sanos los niveles de GH son reducidos
a <2 ng/mL (90 pmol/L).
El fallo de una supresión
adecuada o un aumento
paradójico se puede ver
en la acromegalia, la inanición, la desnutrición
proteico-calórica y la
anorexia nerviosa.
(continúa)
Evaluación de la hormona adrenocorticotrópica
93
TABLA 4-9 Pruebas endocrinas de la función hipofisaria/hipotalámica (continuación)
Posibles efectos secundarios;
contraindicaciones
Método
Recolección de muestras
Prueba de
clomifeno
El clomifeno se administra
oralmente. Para mujeres,
dar 100 mg diariamente
durante 5 d (comenzando el día 5 del ciclo si la
paciente está menstruando); para hombres,
100 mg diarios durante
7-10 d
Se extrae sangre para las
determinaciones LH y
FSH antes y después de
que se administre el clomifeno
Este fármaco puede estimular
la ovulación, y, en consecuencia, las mujeres deben
ser notificadas
En las mujeres, los niveles
de LH y FSH alcanzan un
pico durante el quinto
día a un nivel por encima
de lo normal. Después
del quinto día, los niveles
de LH y FSH decaen. En
los hombres, la LH debe
duplicarse tras 1 semana;
la FSH también aumenta,
pero en menor grado
Prueba CRH
Se suministra CRH (1 μg/kg)
por vía intravenosa
como una inyección en
bolo
Se toman muestras de
sangre para ACTH y
cortisol a los 0, 15, 30 y
60 minutos
A menudo ocurre rubor (sonrojo). También se han reportado taquicardia pasajera e hipotensión
La respuesta de ACTH es
dependiente del ensayo
utilizado y ocurre 15 minutos después de administrar la CRH. El pico de
respuesta del cortisol
ocurre a los 30 a 60 minutos y es, usualmente,
>10 μg/dL (276 nmol/L)
Prueba de
supresión
de baja dosis de
dexametasona
Suministre dexametasona
(1 mg) entre las 23:00 y
la medianoche
Se toman muestras de
sangre para cortisol y
dexametasona a las
8:00 de la mañana siguiente
Los efectos secundarios son raros. El cumplimiento es, a veces, un problema. Algunas
medicaciones y la variabilidad del paciente pueden
afectar el metabolismo de la
dexametasona
El cortisol debe reducirse a
<1.8 μg/dL (50 nmol/L)
en individuos normales.
Este límite es de alta
sensibilidad, pero arriesga su especificidad
más probable es que sea el diagnóstico. Por el contrario, un cortisol
plasmático superior a 20 μg/dL (552 nmol/L) prácticamente excluye el diagnóstico. De manera similar, los niveles de cortisol salival
inferiores a 1.8 ng/mL (5 nmol/L) a las 8:00 de la mañana sugieren
marcadamente una insuficiencia suprarrenal, mientras que los niveles superiores a 5.8 ng/mL (16 nmol/L) reducen en gran medida
la probabilidad del diagnóstico. Por consiguiente, el diagnóstico
de la hiposecreción de ACTH (insuficiencia suprarrenal secundaria) debe establecerse mediante pruebas provocadoras de la capacidad de reserva del eje hipotalámico hipofisario.
Estimulación suprarrenal
Debido a que la atrofia suprarrenal se desarrolla como consecuencia de una deficiencia prolongada de ACTH, el enfoque inicial y
más conveniente para la evaluación del eje hipotalámico hipofisario suprarrenal es la evaluación de la respuesta plasmática del cortisol a la ACTH sintética (cosintropina). En los individuos normales, la inyección de cosintropina (250 μg) causa un aumento rápido
(dentro de 30 minutos) de cortisol al menos de 18 a 20 μg/dL (496
a 552 nmol/L), y esta respuesta habitualmente se correlaciona con
la respuesta de cortisol a la hipoglucemia inducida por insulina
(normalmente considerada como el patrón de referencia en el diagnóstico de insuficiencia adrenocortical). Con la introducción de
ensayos más específicos de cortisol (p. ej., la espectrometría de masas en tándem), la respuesta del pico normal de cortisol después
de la estimulación con ACTH puede ser inferior a los rangos aceptados actualmente. Una respuesta subnormal de cortisol a la corticotropina confirma insuficiencia suprarrenal. Sin embargo, una
Interpretación
respuesta normal no evalúa, directamente, la capacidad del eje hipotalámico hipofisario para responder al estrés (véase capítulo 9).
Por tanto, los pacientes retirados del tratamiento glucocorticoide a
largo plazo pueden tener un aumento adecuado del cortisol después de la ACTH exógena que precede la recuperación completa
del eje hipotalámico hipofisario suprarrenal. Por tanto, estos pacientes deben recibir glucocorticoides durante periodos de estrés,
durante 1 año como mínimo después de que se suspendan los esteroides, a menos que se demuestre que el eje hipotalámico hipofisario responde al estrés como se describe más adelante.
La dosis más fisiológica administrada en la prueba de ACTH de
1 μg está diseñada para mejorar la sensibilidad en la detección de la
insuficiencia suprarrenal secundaria. La respuesta de cortisol a 1
μg de ACTH sintético se correlaciona mejor con la respuesta de
cortisol a la hipoglucemia inducida por insulina, en pacientes con
insuficiencia suprarrenal secundaria crónica completa. Sin embargo, los resultados de la insuficiencia suprarrenal secundaria parcial
son menos fiables, y las dificultades técnicas hacen que la prueba
no sea práctica para el uso rutinario. Por tanto, la prueba estándar
de 250 μg de ACTH sigue siendo el procedimiento a elegir (véase
discusión más adelante y el capítulo 9).
Estimulación hipofisaria
La evaluación directa de la reserva de ACTH hipofisaria se puede
realizar mediante hipoglucemia inducida por insulina, administración de metirapona o estimulación con CRH. Estos estudios son
innecesarios si la respuesta del cortisol a la estimulación rápida con
ACTH es subnormal.
94
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
A. Hipoglucemia inducida por insulina El estímulo de la
neuroglicopenia asociado con la hipoglucemia (glucemia sanguínea <40 mg/dL) evoca una activación mediada por el estrés del eje
hipotalámico hipofisario suprarrenal. Los sujetos deben experimentar síntomas adrenérgicos (diaforesis, taquicardia, debilidad,
dolor de cabeza) asociados con la reducción del azúcar en la sangre. En las personas normales, el cortisol plasmático aumenta a
más de 18 a 20 μg/dL (496 a 552 nmol/L), lo que indica una reserva
normal de ACTH. Aunque la ACTH plasmática también aumenta,
su determinación no ha demostrado ser tan útil, ya que la secreción
pulsátil requiere de un muestreo frecuente, y la respuesta normal
no está bien estandarizada. Aunque la hipoglucemia inducida por
insulina predice con mayor fiabilidad la capacidad secretoria de la
ACTH en tiempos de estrés, rara vez se realiza en la actualidad,
debido a que el procedimiento requiere de la presencia de un médico y está contraindicado en pacientes ancianos, aquellos con enfermedades cerebrovasculares o cardiovasculares y los que tienen
trastornos convulsivos. Se debe utilizar con precaución en pacientes en los que se sospeche una disminución de la reserva suprarrenal, ya que puede presentarse hipoglucemia grave; en estos pacientes, la prueba siempre debe estar precedida por la prueba de
estimulación suprarrenal ACTH.
B. Estimulación con metirapona La administración de metirapona es un método alternativo para evaluar la reserva secretoria
de ACTH. La metirapona inhibe la P450c11 (11β-hidroxilasa), enzima que cataliza el paso final en la biosíntesis de cortisol (véase capítulo 9). La inhibición de la secreción de cortisol interrumpe la
retroalimentación negativa en el eje hipotalámico hipofisario, resultando en un aumento compensatorio de la ACTH. El aumento
en la secreción de ACTH estimula el aumento de la biosíntesis de
esteroides próximo a P450c11, y el aumento se puede detectar como un aumento en el precursor de esteroides (11-deoxicortisol) en
el plasma. La prueba nocturna es preferible debido a su simplicidad; se realiza administrando 30 mg/kg de metirapona por vía oral
a medianoche. El plasma 11-deoxicortisol se determina a la mañana siguiente y se eleva a más de 7 μg/dL (0.2 nmol/L) en individuos
sanos. Una vez más, la prueba debe usarse con cautela en pacientes
con sospecha de insuficiencia suprarrenal y debe ser precedida por
una prueba rápida de estimulación con ACTH (véase análisis anterior). La prueba tradicional de tres días de metirapona no debe
usarse actualmente, debido al riesgo de precipitar la insuficiencia
suprarrenal. La prueba de metirapona nocturna es más útil en pacientes con insuficiencia suprarrenal secundaria parcial, en los que
la prueba rápida de estimulación con ACTH es normal o límite. Se
ha demostrado que se correlaciona bien con la respuesta a la hipoglucemia inducida por insulina.
C. Estimulación CRH La CRH ovina administrada por vía intravenosa se utiliza para evaluar la dinámica secretoria de la CRH.
En sujetos sanos, la CRH (1 μg/kg) provoca una respuesta máxima
de ACTH en 15 minutos y una respuesta máxima de cortisol entre
los 30 y 60 minutos. Esta dosis puede estar asociada con sofocos
leves, dificultad respiratoria ocasional, taquicardia e hipotensión.
Los pacientes con insuficiencia suprarrenal primaria tienen niveles
elevados de ACTH basal y exageran las respuestas de ACTH a la
CRH. La insuficiencia suprarrenal secundaria resulta en una respuesta de ACTH ausente a la CRH en pacientes con destrucción
corticotrópica hipofisaria; sin embargo, en pacientes con disfunción hipotalámica, hay una respuesta de ACTH prolongada y aumentada a la CRH con un pico retardado. Debido a que hay pocos
datos disponibles sobre las respuestas de ACTH y cortisol a la CRH
en sujetos normales, comparados con aquellos que presentan insuficiencia suprarrenal secundaria, este estudio puede tener limitaciones.
Hipersecreción ACTH
La hipersecreción ACTH se manifiesta por la hiperfunción adrenocortical (síndrome de Cushing). El diagnóstico y el diagnóstico diferencial de hipersecreción e hipercortisolismo de ACTH se describen en una sección posterior sobre la enfermedad de Cushing y
también en el capítulo 9. La prueba de supresión de la dexametasona en dosis bajas se utiliza para establecer la presencia de hipercortisolismo con independencia de su causa. La dexametasona,
1 mg, se toma oralmente entre las 11:00 p.m. y medianoche. A la
mañana siguiente, a las 8:00 de la mañana, se obtiene una muestra
de sangre para cortisol (y el nivel de dexametasona, si está disponible, o cortisol no lo suprime). Valores de cortisol inferiores a 1.8 μg/
dL son normales. La sensibilidad con este nivel de corte es buena,
aunque la especificidad es poco fiable. El cumplimiento del paciente, las diferencias individuales en el metabolismo de la dexametasona, los medicamentos que afectan el metabolismo de la dexametasona y las afecciones médicas que alteran la secreción de cortisol
(enfermedad aguda, ansiedad, depresión y alcoholismo) pueden
influir en la precisión de este examen.
EVALUACIÓN DE LA HORMONA
DE CRECIMIENTO
La determinación de la reserva secretoria de GH es importante en
la evaluación de niños con baja estatura y en adultos con sospecha
de hipopituitarismo. Las pruebas de estimulación son necesarias
porque los niveles basales de GH, generalmente, son bajos y, por
tanto, no distinguen entre pacientes normales y deficientes de GH.
Se debe prestar especial atención a la metodología y a las normas
de laboratorio de medición de la GH. Los inmunoensayos más recientes dan resultados que están entre un 30 y un 50% más bajos
que los antiguos radioinmunoensayos.
Hipoglucemia inducida por insulina
El estímulo más confiable de la secreción de GH es la hipoglucemia
inducida por insulina. En individuos normales, los niveles de GH
aumentan a más de 5 ng/mL después de que se alcanza la hipoglucemia adecuada. Debido a que el 10% de los individuos normales
no responde a la hipoglucemia, pueden ser necesarias otras pruebas de estimulación.
Prueba GHRH-arginina
Ambas formas de GHRH humana (GHRH-40 y GHRH-44) se han
utilizado para evaluar la capacidad secretoria de GH. Una dosis de
GHRH (1 μg/kg) combinada con una infusión de 30 minutos de arginina (0.5 g/kg hasta un máximo de 20 g), que presumiblemente
reduce la secreción de somatostatina hipotalámica, estimula rápidamente la GH; el máximo promedio es de 10 a 15 ng/mL (460 a
700 pmol/L) entre los 30 y 60 minutos en sujetos sanos. Los resultados son comparables a los obtenidos con la hipoglucemia inducida por insulina. Desafortunadamente, la GHRH ya no está disponible en Estados Unidos.
Problemas en la evaluación del eje hipotalámico hipofisario
Prueba de estimulación glucagón
La hormona glucagón también se puede utilizar para evaluar la
capacidad de secreción de GH. Se administra intramuscularmente
una dosis de glucagón (1 mg) y los niveles de GH se miden cada 30
minutos durante 3 o 4 horas. En los adultos con deficiencia de GH,
los niveles máximos de GH no pueden elevarse por encima de
3 ng/mL.
Pruebas con levodopa, arginina
y otros estímulos
95
dición de los esteroides gonadales (testosterona en los hombres,
estradiol en las mujeres) es útil en el diagnóstico de hipogonadismo. En las mujeres, la presencia de ciclos menstruales regulares es
una fuerte evidencia de que el eje hipotalámico hipofisario gonadal
está intacto. Los niveles de estradiol rara vez caen por debajo de 50
pg/mL (180 pmol/L), incluso durante la fase folicular temprana. Un
nivel de menos de 30 pg/mL (110 pmol/L) en presencia de oligomenorrea o amenorrea es indicativo de defecto gonadal. En los
hombres, la testosterona sérica (rango normal, 300 a 1 000 ng/dL;
10 a 35 nmol/L) es un índice sensible de la función gonadal (véanse
capítulos 12 y 13).
Las pruebas de estimulación con levodopa, arginina sola o propranolol son menos confiables en el diagnóstico de deficiencia de GH.
Niveles LH y FSH
Hipersecreción GH
En presencia de insuficiencia gonadal, los niveles altos de LH y
FSH son un signo de falla gonadal primaria; los niveles bajos o
normales de LH y FSH sugieren disfunción hipotalámico hipofisaria (hipogonadismo hipogonadotrópico).
La evaluación de la hipersecreción GH se discute en la sección sobre acromegalia y se evalúa con mejor conveniencia mediante
pruebas de supresión GH con glucosa oral y medición de los niveles IGF-1.
EVALUACIÓN DE LA PROLACTINA
La evaluación de la PRL por la hipófisis es resistente al daño local;
la disminución de la reserva secretoria de PRL indica enfermedad
hipofisaria intrínseca grave de la hipófisis.
La hipersecreción de PRL es un problema endocrino común. La
macroprolactinemia se puede evaluar utilizando la precipitación de
polietilenglicol en muestras de suero. La evaluación adicional de la
hiperprolactinemia se analiza en la sección sobre prolactinomas.
EVALUACIÓN DE LA HORMONA
ESTIMULADORA DE LA TIROIDES
Mediciones basales
La evaluación de laboratorio de la reserva secretoria de TSH comienza con una evaluación de la secreción de la glándula objetivo;
se deben obtener pruebas de función tiroidea (tiroxina libre [FT4]).
Los estudios de la función tiroidea normal en un paciente clínicamente eutiroideo indican una secreción adecuada de TSH, y no se
justifican estudios adicionales. Las pruebas de laboratorio de hipotiroidismo requieren de la medición de un nivel de TSH. Con la
insuficiencia de la glándula tiroides primaria, el nivel de TSH es
elevado; la TSH baja o normal en presencia de hipotiroidismo sugiere disfunción hipotalámico hipofisaria (véase capítulo 7).
Prueba TRH
Debido a que los métodos exactos para determinar TSH y FT4 establecen, fácilmente, el diagnóstico de hipotiroidismo en prácticamente todos los pacientes, la prueba TRH rara vez se indica hoy en
día (TRH [protirelina], tampoco está disponible en el mercado).
EVALUACIÓN DE LA LH Y FSH
Niveles de testosterona y estrógeno
La evaluación de la función gonadotropina también requiere de la
evaluación de la función secretoria de la glándula objetivo, y la me-
Prueba GnRH
Las reservas secretoras de LH y FSH se pueden evaluar con el uso
de GnRH sintética (gonadorelina). La administración de GnRH
causa un rápido aumento de la LH plasmática, así como un menor
y más lento aumento de la FSH. Sin embargo, en la mayoría de los
pacientes, la prueba de GnRH no proporciona más información
útil que la obtenida por la medición de los niveles basales de gonadotropina y esteroides gonadales. Por tanto, este examen se realiza
de manera inusual. (GnRH tampoco está disponible comercialmente en Estados Unidos).
PROBLEMAS EN LA EVALUACIÓN DEL EJE
HIPOTALÁMICO HIPOFISARIO
Esta sección describe, brevemente, algunos de los trastornos y
afecciones que pueden causar confusión y llevar a una interpretación errónea de las pruebas de la función hipofisaria. Los efectos
de los medicamentos se describen en la siguiente sección.
Obesidad
La dinámica de la obesidad GH se ve afectada en muchos pacientes
gravemente obesos; todos los estímulos provocadores, incluyendo
la hipoglucemia inducida por insulina, arginina, levodopa y glucagón más propranolol, a menudo no provocan la secreción de GH.
La respuesta de la GH a la GHRH también se ve afectada en la
obesidad y mejora con la pérdida de peso. La obesidad también es
una causa común de hipogonadismo hipogonadotrópico en hombres adultos.
Diabetes mellitus
Aunque la glucosa normalmente suprime la secreción de GH, la
mayoría de las personas con diabetes tipo 1 tiene niveles normales o elevados de GH que, a menudo, no aumentan más en respuesta a la hipoglucemia o arginina. La levodopa aumenta la GH
en algunos pacientes diabéticos, e incluso una infusión de dopamina (que no produce ningún cambio de GH en sujetos no diabéticos, porque no cruza la barrera hematoencefálica), estimula la GH
en pacientes diabéticos. A pesar del aumento de la secreción de
GH en pacientes con diabetes mal controlada, la respuesta de GH
96
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
a GHRH en pacientes diabéticos dependientes de insulina es similar a la de los pacientes no diabéticos. Los niveles de IGF-1 son
bajos en diabetes con deficiencia de insulina, no obstante, los elevados niveles de GH.
Uremia
Los niveles basales de GH, PRL, LH, FSH, TSH y cortisol libre
tienden a ser elevados, en su mayor parte debido a la prolongación
de su vida media plasmática. La GH puede, paradójicamente, aumentar después de la administración de glucosa y, a menudo, es
hiperreactiva a un estímulo hipoglucémico. Aunque la administración de TRH no tiene ningún efecto sobre la secreción de GH en
sujetos sanos, el fármaco puede aumentar la GH en pacientes con
insuficiencia renal crónica. La respuesta de la PRL a la TRH es
achatada y prolongada. La respuesta de la gonadotropina a la
GnRH sintética usualmente permanece intacta. La supresión de
cortisol por la dexametasona puede ser perjudicada.
Inanición y anorexia nerviosa
La secreción de GH se incrementa con el ayuno y la desnutrición,
estas condiciones pueden causar un aumento paradójico de la GH
después de la administración de glucosa. La inanición extensa, tal
como ocurre en pacientes con anorexia nerviosa, puede resultar en
niveles bajos de esteroides gonadales. Las respuestas de la LH y la
FSH a la GnRH pueden estar intactas, aunque exista un estado de
hipogonadismo hipogonadotrópico funcional. Los niveles de cortisol con frecuencia se incrementan y no se suprimen adecuadamente con dexametasona. La dinámica de la PRL y TSH, generalmente,
es normal, a pesar de una marcada disminución en la circulación
de las hormonas tiroideas totales (véase capítulo 7).
Depresión
La depresión puede alterar la capacidad de la dexametasona para
suprimir el cortisol plasmático y elevar la secreción de cortisol; la
respuesta a la hipoglucemia inducida por la insulina, generalmente, permanece intacta. Además, los niveles de cortisol salival de
noche tardía, por lo general, permanecen normales y no se elevan
como se observa en pacientes con síndrome de Cushing. La respuesta de ACTH a la CRH se reduce en la depresión endógena.
Algunos pacientes deprimidos también tienen una dinámica de
GH anormal: la TRH puede aumentar la GH, y la hipoglucemia o
la levodopa posiblemente no incrementen la GH. Estos pacientes
también pueden presentar respuesta TSH embotada a TRH.
Los agentes farmacológicos y el alcohol
El exceso de glucocorticoides perjudica la respuesta de GH a la hipoglucemia, la respuesta de TSH a TRH, y la respuesta de LH a
GnRH. Los estrógenos tienden a aumentar la dinámica de GH, así
como la respuesta de PRL y TSH a TRH. Los estrógenos incrementan el cortisol plasmático secundario a un aumento en la globulina
que ata los corticosteroides, y puede resultar en una supresión inadecuada con dexametasona.
La fenitoína mejora el metabolismo de la dexametasona, lo que
dificulta la interpretación de las pruebas clínicas en pacientes con
este agente. Las fenotiazinas pueden atenuar la respuesta de GH a
la hipoglucemia y la levodopa y con frecuencia causar hiperprolactinemia. Los muchos otros agentes farmacológicos que incrementan la secreción de PRL se enumeran en la tabla 4-8.
Los narcóticos, incluyendo heroína, morfina y metadona, pueden elevar los niveles de PRL y suprimir la respuesta de GH y cortisol a la hipoglucemia. Los opiáceos también suprimirán la CRH
hipotalámica y, por tanto, disminuirán la secreción de ACTH y cortisol. El hipogonadismo es común con el uso de narcóticos.
En alcohólicos crónicos, el exceso de alcohol o la abstinencia
pueden aumentar los niveles de cortisol, causar una supresión inadecuada de la dexametasona y un aumento de cortisol dañado
después de la hipoglucemia.
PRUEBAS ENDOCRINAS
DE FUNCIÓN HIPOTALÁMICA
HIPOFISARIA
Los protocolos para la realización de pruebas endocrinas y sus respuestas normales se resumen en la tabla 4-9. Las indicaciones y la
utilidad clínica de estos procedimientos se describen en el apartado anterior y se volverán a mencionar en el que está dedicado a los
trastornos hipofisarios e hipotalámicos.
EVALUACIÓN NEURORRADIOLÓGICA
Los síntomas de exceso o deficiencia de la hormona hipofisaria,
dolor de cabeza o perturbación visual llevan al médico a considerar
un trastorno hipotalámico hipofisario. En este contexto, la evaluación neurorradiológica precisa que el hipotálamo y la hipófisis son
esenciales para confirmar la existencia y definir el alcance de las
lesiones hipotalámico hipofisarias. Sin embargo, el diagnóstico de
dichas lesiones debe basarse tanto en criterios endocrinos como
radiológicos, ya que la variabilidad de la anatomía hipofisaria en la
población normal puede dar lugar a interpretaciones falsamente
positivas. Además, los pacientes con microadenomas hipofisarios
pueden tener estudios neurorradiológicos normales. Los estudios
de imagenología deben ser interpretados a la luz del hecho de que
entre el 10 y el 20% de la población en general alberga microadenomas hipofisarios no funcionales y asintomáticos.
Imágenes por resonancia magnética (MRI)
La MRI es el procedimiento actual a elegir para la imagenología del
hipotálamo y la hipófisis. Ha reemplazado el uso de la tomografía
computarizada (CT), porque permite una mejor definición de las
estructuras normales y una resolución de más calidad en la definición de tumores. La arteriografía se utiliza raramente en la actualidad, excepto en pacientes con aneurismas intra o paraselares.
La imagenología se realiza en los planos sagital y coronal a intervalos de 1.5 a 2 mm. Esto permite una clara definición de la
anatomía hipotalámica e hipofisaria, además posibilita visualizar
con precisión lesiones tan pequeñas como de 3 a 5 mm. El uso del
agente de contraste de metales pesados (gadolinio) permite una
diferenciación aún más precisa de los pequeños adenomas hipofisarios del tejido hipofisario anterior normal y otras estructuras adyacentes, como se muestra en la figura 4-16.
A. Anatomía normal La hipófisis anterior normal tiene una
altura de 5 a 7 mm y, aproximadamente, 10 mm en sus dimensiones laterales. El margen superior es plano o cóncavo, pero puede
ser convexo hacia arriba con una altura de 10 a 12 mm en mujeres
jóvenes sanas que menstrúan. El piso de la silla turca está formado
Evaluación neurorradiológica
97
FIGURA 4-16 Panel superior: A: la imagen de resonancia magnética (MR) coronal muestra un gran adenoma hipofisario no funcional
(flechas) con una pronunciada extensión supraselar y compresión quiasmática. B: una imagen sagital de MR de otro adenoma hipofisario
grande muestra la hemorragia espontánea dentro de la parte supraselar del adenoma (flechas). Panel inferior: se presentan imágenes
realzadas con gadolinio de la glándula hipófisis. A y B: las imágenes sagital y coronal reflejan, realzados uniformemente, el tallo hipofisario y la glándula hipófisis normales. C: un microadenoma hipofisario aparece como una lesión de baja intensidad en el aspecto inferior
del lóbulo derecho de la glándula (flecha). D: el microadenoma hipofisario aparece como una lesión de intensidad baja entre el lóbulo izquierdo de la glándula hipófisis y el nódulo izquierdo sinusal cavernoso (flecha). (Usada con permiso de David Norman, MD).
por el techo óseo del seno esfenoideo, y sus márgenes laterales están compuestos por las membranas durales de los senos cavernosos, que contienen las arterias carótidas y los nervios tercero, cuarto y sexto del cráneo. La hipófisis posterior aparece en la MRI
como una estructura de alta intensidad de señal, la “mancha brillante de la parte posterior de la hipófisis”, que está ausente en
pacientes con diabetes insípida. El tallo hipofisario, que normalmente se encuentra en la línea media, tiene un diámetro de 2 a
3 mm y una longitud de 5 a 7 mm. El tallo hipofisario une el hipotálamo inferior por debajo del tercer ventrículo y posterior al quiasma óptico. Todas estas estructuras normales se visualizan fácilmente con la MRI; la hipófisis normal y el tallo hipofisario muestran
una mayor intensidad de la señal con gadolinio.
B. Microadenomas
Estas lesiones, que varían de 2 a 10 mm de
diámetro, aparecen como lesiones de baja intensidad de señal en la
MRI y no suelen mejorar con gadolinio. Los adenomas de menos
de 5 mm de diámetro no se pueden visualizar y no suelen alterar el
contorno hipofisario normal. Las lesiones de más de 5 mm de diámetro crean un margen convexo unilateral de la glándula superior
y, generalmente, causan desviación del tallo hipofisario hacia el
lado opuesto del adenoma.
Las imágenes de resonancia magnética se deben interpretar
con precaución, ya que se presentan anomalías menores en el 10%
de los pacientes que han tenido escáneres incidentales de alta resolución, pero no enfermedad hipofisaria clínica. Estas anomalías
pueden representar anormalidades hipofisarias, clínicamente insignificantes, que ocurren entre 10 y 20% de la población general,
también pueden deberse a pequeños quistes intrahipofisarios, que,
generalmente, ocurren en el par intermedio. Los artefactos dentro
de la silla turca, asociados con los huesos de la base del cráneo,
también pueden dar lugar a una interpretación errónea de los estudios imagenológicos. Finalmente, muchos pacientes con microadenomas hipofisarios tienen exploraciones normales de MRI de alta
98
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
resolución. Por tanto, a pesar de la mayor precisión del diagnóstico
neurorradiológico, la presencia o ausencia de un pequeño tumor
hipofisario y la decisión sobre su tratamiento debe basarse en el
cuadro clínico completo.
C. Macroadenomas Los adenomas hipofisarios mayores de 10
mm de diámetro se visualizan fácilmente con exploraciones por
MRI, y la exploración también define las estructuras adyacentes y el
grado de extensión de la lesión. Así, los tumores más grandes
muestran compresión de la hipófisis normal y distorsión del tallo
hipofisario. Los adenomas mayores de 1.5 cm con frecuencia tienen
extensión supraselar, y las resonancias magnéticas muestran compresión y desplazamiento ascendente del quiasma óptico. Con menos frecuencia hay extensión lateral e invasión del seno cavernoso.
D. Otros usos La MRI de alta resolución también es una herramienta valiosa en el diagnóstico del síndrome de silla vacía, tumores hipotalámicos y otras lesiones paraselares.
TRASTORNOS HIPOTALÁMICOS
E HIPOFISARIOS
Las lesiones hipotalámicas hipofisarias presentan una variedad de
manifestaciones, incluyendo hipersecreción e hiposecreción de la
hormona hipofisaria, agrandamiento selar, dolor de cabeza y pérdida visual. El enfoque de la evaluación debe estar diseñado para
asegurar un diagnóstico precoz en una etapa en la que las lesiones
sean susceptibles a terapia.
Etiología y manifestaciones tempranas
En los adultos, la causa más común de la disfunción hipotalámico
hipofisaria es un adenoma hipofisario. Algunos de los primeros
síntomas de los tumores hipofisarios se deben a anomalías endocrinológicas. Éstos, generalmente, preceden al agrandamiento selar y manifestaciones locales como dolor de cabeza y pérdida visual, que son manifestaciones tardías observadas en pacientes con
tumores más grandes o extensión supraselar.
En los niños, los adenomas hipofisarios son poco comunes; las
lesiones estructurales más frecuentes que causan disfunción hipotalámico hipofisaria son los craneofaringiomas y otros tumores hipotalámicos. Éstos también se manifiestan, generalmente, como
trastornos endocrinos (niveles bajos de GH, pubertad retardada,
diabetes insípida) antes del desarrollo de dolor de cabeza, pérdida
visual u otros síntomas del sistema nervioso central.
Manifestaciones comunes y posteriores
A. Hipersecreción hipofisaria La PRL es la hormona secretada más comúnmente en cantidades excesivas por los adenomas
hipofisarios, y, por lo regular, se eleva en pacientes con trastornos
hipotalámicos y compresión del tallo hipofisario. Por tanto, la medición de PRL es esencial para evaluar a los pacientes con sospechas de trastornos hipofisarios y debe realizarse en pacientes que
presentan galactorrea, disfunción gonadal, deficiencia secundaria
de gonadotropina o aumento del tamaño de la silla turca. La hipersecreción de GH o ACTH conduce a los síndromes más característicos de la acromegalia y la enfermedad de Cushing, respectivamente (véase discusión más adelante).
B. Insuficiencia hipofisaria Aunque el panhipopituitarismo
es una manifestación clásica de los adenomas hipofisarios, está
presente en menos del 20% de los pacientes de las grandes series
actuales debido al diagnóstico precoz de estas lesiones.
La manifestación clínica más temprana de un adenoma hipofisario en adultos es el hipogonadismo secundario a niveles elevados
de PRL, GH o ACTH y cortisol. El hipogonadismo en estos pacientes se debe a la interferencia con la secreción de GnRH más que a
la destrucción del tejido hipofisario anterior. Por tanto, los pacientes con hipogonadismo deben primero ser examinados con medidas de FSH y LH para excluir la insuficiencia gonadal primaria
(elevación de FSH o LH), y los pacientes con hipogonadismo hipogonadotrópico deben tener niveles séricos de PRL medidos y ser
examinados para detectar evidencia clínica de GH o ACTH y exceso de cortisol.
En los niños, la baja estatura es la presentación clínica más frecuente de la disfunción hipotalámico hipofisaria; en estos pacientes se debe considerar la deficiencia de GH (véase capítulo 6).
La deficiencia de TSH o ACTH es relativamente inusual y, si
está presente, generalmente indica panhipopituitarismo. Por tanto, los pacientes con hipotiroidismo secundario o hiposuprarrenalismo deben someterse a una evaluación completa de la función
hipofisaria y a estudios neurorradiológicos, ya que el panhipopituitarismo y los tumores hipofisarios grandes son comunes en este
escenario. La medición de la PRL es otra vez esencial, porque los
prolactinomas son los tumores hipofisarios más frecuentes entre
los adultos.
C. Silla turca aumentada Los pacientes se pueden presentar
con agrandamiento de la silla turca, lo que se puede observar en las
radiografías realizadas para traumatismo craneal o en las series de
los senos. Estos pacientes, generalmente, tienen un adenoma hipofisario o un síndrome de silla vacía. Otras causas menos comunes
incluyen el craneofaringioma, la hipofisitis linfocítica y el aneurisma de la arteria carótida. La evaluación debe incluir la evaluación clínica de la disfunción hipofisaria, las mediciones de la PRL,
así como la función tiroidea y suprarrenal. La función hipofisaria, generalmente, es normal en el síndrome de la silla vacía; este
diagnóstico puede ser confirmado por la MRI. Los pacientes con
evidencia clínica o de laboratorio de disfunción hipofisaria, generalmente, tienen un adenoma hipofisario.
D. Defectos del campo visual Los pacientes que presentan
hemianopsia bitemoral, defectos inexplicables del campo visual o
pérdida de la visión, deben considerarse con un trastorno hipofisario o hipotalámico hasta que se demuestre lo contrario. Los pasos
iniciales en el diagnóstico deben ser la evaluación neurooftalmológica y los estudios neurorradiológicos con MRI, que revelarán si un
tumor está presente. Estos pacientes también deben tener mediciones de PRL y ser evaluados para la insuficiencia hipofisaria anterior, lo cual es, especialmente, común con adenomas hipofisarios
grandes.
Además de causar defectos en el campo visual, las lesiones hipofisarias grandes pueden extenderse, lateralmente, hacia el seno
cavernoso, comprometiendo la función del tercer, cuarto o sexto
nervio craneal, lo que lleva a la diplopía.
E. Diabetes insípida La diabetes insípida es una manifestación común de lesiones hipotalámicas y metástasis a la hipófisis,
pero nunca ocurre simplemente en las lesiones hipofisarias primarias. La evaluación diagnóstica se describe en el capítulo 5. Además, todos los pacientes deben someterse a una evaluación radiológica y una valoración de la función hipofisaria anterior.
Disfunción hipotalámica
Normal
99
Silla vacía
Piamadre
Aracnoides
Cisternas basilares
(CSF)
Duramadre
Diafragma
de la silla turca
Aracnoides
CSF
Pars
distalis
FIGURA 4-17 Representación de la relación normal entre las meninges, la glándula hipófisis (izquierda) y los hallazgos en la silla
vacía (derecha) cuando la membrana aracnoidea se hernia por un insuficiente sillaje del diafragma. (Reproducida con permiso de Jordan RM, Kendall JW, Kerber CW. The primary empty sella syndrome: analysis of the clinical characteristics, radiographic features, pituitary function, and cerebrospinal fluid adenohypophysial hormone concentrations. Am J Med 1977 Apr;62(4):569-580).
EL SÍNDROME DE SILLA VACÍA
Etiología e incidencia
El síndrome de silla vacía se produce cuando el espacio subaracnoideo se extiende hacia la silla turca, llenándola, parcialmente, con líquido cefalorraquídeo. Este proceso provoca la remodelación y ampliación de la silla turca y el aplanamiento de la glándula hipófisis.
Es común el síndrome de silla vacía primaria que resulta de la
incompetencia congénita del diafragma selar (figura 4-17), con
una incidencia en las series de autopsias que van del 5 al 23%. Es la
causa más frecuente de aumento de la silla turca. Una silla vacía se
observa, comúnmente, después de una cirugía hipofisaria o radioterapia, y puede ocurrir luego de un infarto de hipófisis posparto
(síndrome de Sheehan). Además, tanto los adenomas hipofisarios
de secreción PRL como los de secreción GH pueden someterse a
un infarto hemorrágico subclínico, y causar la contracción de la
cisterna supraselar superior hacia abajo en la silla. Por tanto, la presencia de una silla vacía no excluye la posibilidad de un tumor hipofisario coexistente.
Características clínicas
A. Síntomas y signos La mayoría de los pacientes son mujeres
obesas de mediana edad. Muchos tienen hipertensión sistémica;
también puede ocurrir hipertensión intracraneal benigna. Aunque
el 48% de los pacientes se queja de dolor de cabeza, esta característica puede haber iniciado sólo la evaluación (es decir, la imagenología del cerebro/cabeza), y su relación con la silla vacía es, probablemente, coincidente. Las manifestaciones clínicas graves son poco
comunes. La rinorrea espontánea del líquido cefalorraquídeo y el
deterioro del campo visual pueden ocurrir en raras ocasiones.
B. Resultados de laboratorio
Las pruebas de la función hipofisaria anterior son casi siempre normales, aunque algunos pacientes tienen hiperprolactinemia. Se deben realizar estudios de la
función endocrina para excluir la insuficiencia de la hormona hipofisaria o un microadenoma hipersecretor de la hormona hipofisaria.
Diagnóstico
El diagnóstico del síndrome de silla vacía puede ser confirmado
fácilmente por MRI, que muestra la hernia del diafragma selar y la
presencia de líquido cefalorraquídeo en la silla turca.
DISFUNCIÓN HIPOTALÁMICA
La disfunción hipotalámica es causada con mayor frecuencia por
tumores, de los cuales el craneofaringioma es el más común en niños, adolescentes y adultos jóvenes. En los adultos mayores, los
tumores primarios del sistema nervioso central y los que surgen de
los tumores hipotalámicos (tumores epidérmicos y dermoides), así
como las estructuras pineales (pinealomas) son los más comunes.
Otras causas de la disfunción hipotalámico hipofisaria se discuten
más adelante, en la sección sobre hipopituitarismo.
Características clínicas
A. Craneofaringioma Se cree que los craneofaringiomas se
originan de la metaplasia de restos epiteliales de las células remanentes en la bolsa de Rathke y el conducto craneofaríngeo, durante
el desarrollo. Se clasifican como adamantinomatosos o papilares.
La mayoría de los tumores adamantinomatosos tienen mutaciones
en el gen de la catenina beta, mientras que las mutaciones BRAF se
han encontrado en los craneofaringiomas papilares. El diagnóstico
diferencial incluye quistes hendidos de Rathke y quistes aracnoideos. Los quistes hendidos de Rathke son un hallazgo incidental
común dentro de la hipófisis, pero pueden presentarse con síntomas similares a los craneofaringiomas. Aunque se cree que los
quistes hendidos y los craneofaringiomas de Rathke se originan en
la bolsa de Rathke durante el desarrollo, los craneofaringiomas
tienden a ser más agresivos y presentan mayor probabilidad de
reaparecer después de la resección.
Los síntomas iniciales del craneofaringioma en niños y adolescentes son, predominantemente, endocrinológicos; sin embargo,
estas manifestaciones, con alguna frecuencia, no son reconocidas, y en el momento del diagnóstico más del 80% de los pacientes
100
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
presenta deficiencias hipotalámico hipofisarias endocrinas. Estas
anomalías endocrinas pueden preceder a la presentación de los
síntomas por meses o años; la deficiencia de GH es más común,
con alrededor del 50% de los pacientes con retraso en el crecimiento y, aproximadamente, el 70% de disminución de las respuestas de
GH a la estimulación en el momento del diagnóstico. La deficiencia de gonadotropina que lleva a la ausencia o detención de la pubertad es habitual en niños y adolescentes mayores; las deficiencias de TSH y ACTH son menos comunes, y la diabetes insípida
está presente en, aproximadamente, el 15%.
Los síntomas que conducen al diagnóstico son, a menudo, neurológicos y se deben al efecto de la masa del tumor en expansión.
Los síntomas del aumento de la presión intracraneal, como el dolor
de cabeza y los vómitos, están presentes en, aproximadamente, el
40% de los pacientes; la disminución de la agudeza visual o los defectos del campo visual son los síntomas que se presentan en otro
35%. La MRI confirma el tumor en prácticamente todos los pacientes; en un 95% de ellos, el tumor es supraselar.
En los adultos, los craneofaringiomas tienen presentaciones similares; es decir, el diagnóstico, generalmente, se logra como resultado de la investigación de las quejas de dolor de cabeza o pérdida
visual. Sin embargo, las manifestaciones endocrinas —especialmente el hipogonadismo, la diabetes insípida u otras deficiencias de las
hormonas hipófisis anteriores— generalmente preceden a estas manifestaciones tardías. La MRI demuestra, fácilmente, los tumores,
que en los adultos casi siempre son intra y supraselares. La apariencia es típica de una masa quística heterogénea, que se realza con el
contraste. También pueden estar presentes calcificaciones.
B. Otros tumores Otros tumores hipotalámicos o pineales y
tumores primarios del sistema nervioso central, que involucran al
hipotálamo, tienen presentaciones variables en niños y adultos.
Por tanto, la presentación es con dolor de cabeza, pérdida visual,
síntomas de presión intracraneal incrementada, fracaso del crecimiento, varios grados de hipopituitarismo o diabetes insípida. Las
deficiencias endocrinas, generalmente, preceden a las manifestaciones neurológicas. Los tumores hipotalámicos en la niñez se pueden presentar con pubertad precoz.
aguda debido a traumatismo, hemorragia o craneotomía. Este problema, generalmente, dura menos de 2 semanas. La poiquilotermia, la incapacidad de adaptarse a los cambios en la temperatura
ambiente, puede ocurrir en los pacientes con lesiones hipotalámicas bilaterales. Éstos suelen presentar hipotermia, pero también
pueden desarrollar hipertermia durante el calor. Unos pocos manifiestan hipotermia sostenida debido a lesiones hipotalámicas anteriores.
Diagnóstico
Los pacientes con sospecha de tumores hipotalámicos deben someterse a MRI para determinar la extensión y la naturaleza del tumor. La evaluación completa de la función hipofisaria anterior es
necesaria en estos pacientes, porque hay deficiencias presentes en
la gran mayoría de los casos (véase más adelante la sección sobre
Hipopituitarismo), y la evaluación establecerá los requisitos para la
terapia de reemplazo. Los niveles de PRL también deben determinarse, ya que la mayoría de las lesiones hipotalámicas causa hiperprolactinemia, ya sea por lesión hipotalámica o por daño al tallo
hipofisario.
Tratamiento
El tratamiento depende del tipo de tumor. La resección completa
del craneofaringioma, generalmente, no es factible y las complicaciones neurológicas pueden ser devastadoras con una intervención
agresiva. Por tanto, este tumor se maneja mejor mediante la observación y el reemplazo de hormonas insuficientes, o la extirpación
neuroquirúrgica limitada del tumor accesible y la descompresión
de quistes, posiblemente seguida de radioterapia. Los pacientes
tratados con este método tienen una tasa de recurrencia de, aproximadamente, 20%; con cirugía sola, la tasa de recurrencia se aproxima al 80%.
Otros tumores hipotalámicos, generalmente, no son extirpables
por completo; sin embargo, la biopsia está indicada para llegar a un
diagnóstico histológico.
HIPOPITUITARISMO
C. Otras manifestaciones de la disfunción hipotalámica Las lesiones en el hipotálamo pueden causar muchas otras
anomalías, incluyendo trastornos de la conciencia, comportamiento, sed, apetito y regulación de la temperatura. Estas anomalías
suelen ir acompañadas de hipopituitarismo y diabetes insípida.
La somnolencia puede ocurrir con lesiones hipotalámicas, al
igual que una variedad de cambios en el comportamiento emocional. Puede ocurrir una disminución o ausencia de sed y predisponer a estos pacientes a la deshidratación. Cuando la disminución
de la sed acompaña a la diabetes insípida, el equilibrio de líquidos
es difícil de controlar. La disfunción hipotalámica también puede
causar aumento de la sed, lo que lleva a polidipsia y poliuria que
pueden imitar la diabetes insípida. La obesidad es común en pacientes con tumores hipotalámicos debido a la hiperfagia, la disminución de la saciedad y la disminución de la actividad. El síndrome
de Fröhlich, o distrofia adiposogenital, se caracteriza por obesidad,
retraso en el crecimiento y en el desarrollo de los órganos sexuales.
La anorexia y la pérdida de peso son manifestaciones inusuales de
estos tumores.
La regulación de la temperatura también puede ser desordenada en estos pacientes. La hipertermia sostenida o, con menos frecuencia, súbita y recurrente, puede ocurrir después de una lesión
El hipopituitarismo se manifiesta por la disminución o ausencia de
secreción de una o más hormonas hipofisarias. El desarrollo de signos y síntomas es, a menudo, lento y engañoso, dependiendo de la
rapidez con que aparece y la magnitud del daño hipotalámico hipofisario, factores que están influenciados por la patogénesis subyacente. El hipopituitarismo es un evento primario causado por la
destrucción de la glándula hipófisis anterior o un fenómeno secundario resultante de la deficiencia de factores estimulantes hipotalámicos, que, normalmente, actúan sobre la hipófisis. En general,
la pérdida adquirida de la función hipofisaria anterior continúa la
secuencia de GH, LH/FSH, TSH, ACTH y PRL. El tratamiento y el
pronóstico dependen de la extensión de la hipofunción, la causa
subyacente y la ubicación de la lesión en el eje hipotalámico hipofisario.
Etiología
Las consideraciones etiológicas en el hipopituitarismo son diversas. Como se muestra más adelante, un dispositivo mnemotécnico
útil es la frase “nueve íes”: invasivo, infarto, infiltrativo, inconveniente (lesión), inmunológico, iatrogénico, infeccioso, idiopático e
Hipopituitarismo
incomunicado (aislado). La mayoría de estas lesiones pueden causar insuficiencia hipofisaria, hipotalámica (o ambas). Establecer la
causa precisa del hipopituitarismo es útil para determinar el tratamiento y el pronóstico.
A. Invasivo
Las lesiones invasivas que ocupan espacio causan
hipopituitarismo al destruir la glándula hipófisis, los núcleos hipotalámicos o al perturbar el sistema venoso portal hipotalámico hipofisario. Los adenomas hipofisarios grandes causan hipopituitarismo debido a estos mecanismos, y la función hipofisaria puede
mejorar después de su extirpación. Los pequeños tumores hipofisarios —microadenomas (<10 mm de diámetro)— vistos de manera
característica en los estados hipersecretorios (exceso de PRL, GH,
ACTH) no causan directamente insuficiencia hipofisaria. El craneofaringioma, el tumor más común de la región hipotalámico hipofisaria en los niños, con frecuencia altera la función hipofisaria
por sus efectos compresivos. Los tumores primarios del sistema
nervioso central, incluyendo el meningioma, el cordoma, el glioma
óptico, los tumores epidermoides y los tumores dermoides, pueden disminuir la secreción hipotalámico hipofisaria por sus efectos
de masa. Las lesiones metastásicas en esta área son comunes (especialmente el carcinoma de mama) pero rara vez resultan en un hipopituitarismo clínicamente obvio. Las malformaciones anatómicas como el encefalocele basal y los aneurismas paraselares causan
disfunción hipotalámico hipofisaria y pueden aumentar la silla turca (sella turcica) e imitar los tumores hipofisarios.
B. Infarto
El daño isquémico a la hipófisis se ha reconocido por
mucho tiempo como una causa del hipopituitarismo. En 1914, Simmonds reportó necrosis hipofisaria en una mujer con sepsis puerperal grave. En 1937 Sheehan publicó la descripción clásica de su
ocurrencia después de la hemorragia posparto y el colapso vascular. El mecanismo de la isquemia en tales casos no es seguro. Actualmente, se cree que la hipotensión junto con el vasoespasmo de
las arterias hipofisarias compromete la perfusión arterial de la hipófisis anterior. Durante el embarazo, la glándula hipófisis puede
ser más sensible a la hipoxemia debido al aumento de sus necesidades metabólicas, o más susceptible a los efectos protrombóticos del
estado hiperestrogénico. Algunos investigadores han observado
que el hipopituitarismo no siempre se correlaciona con el grado de
hemorragia, pero que existe una buena correlación entre la lesión
hipofisaria y las perturbaciones intensas del mecanismo de coagulación (como en pacientes con placenta previa). También se ha informado que la necrosis isquémica hipofisaria ocurre con mayor
frecuencia en pacientes con diabetes mellitus.
La magnitud del daño hipofisario determina la rapidez del inicio, así como la magnitud de la hipofunción hipofisaria. La glándula tiene una gran reserva secretoria, y más del 75% debe ser destruida antes de que las manifestaciones clínicas sean evidentes. La
característica clínica inicial de la necrosis posparto puede ser la falta de lactato después del parto; la falta de reanudación de los periodos menstruales normales es otra pista para el diagnóstico. Sin
embargo, las características clínicas del hipopituitarismo son, a
menudo, sutiles, y pueden pasar años antes de que la insuficiencia
hipofisaria sea reconocida después de una agresión isquémica.
El infarto hemorrágico espontáneo de un tumor hipofisario
(apoplejía hipofisaria) resulta con frecuencia en insuficiencia hipofisaria parcial o total. La apoplejía hipofisaria es, con frecuencia, un
síndrome clínico fulminante que se manifiesta por dolor de cabeza
intenso, impedimento visual, oftalmoplejías, meningismo y alteración del nivel de conciencia. La apoplejía hipofisaria, generalmen-
101
te, se asocia con un tumor hipofisario; también puede estar relacionada con diabetes mellitus, radioterapia o cirugía a corazón abierto.
Puede resultar en insuficiencia hipofisaria aguda con hipotensión
y ocasionar deterioro mental rápido, coma y muerte. El tratamiento de emergencia con corticosteroides (véase capítulo 24) y la descompresión transesfenoidal del contenido intraesquelético puede
salvar vidas, y prevenir la pérdida visual permanente. La mayoría
de los pacientes que ha sobrevivido a la apoplejía hipofisaria han
desarrollado múltiples insuficiencias adenohipofisiológicas, pero
el infarto del tumor en algunos pacientes puede curar el adenoma
hipofisario hipersecretor y la endocrinopatía que lo acompaña. El
infarto hipofisario también puede ser un evento subclínico (apoplejía hipofisaria silenciosa), lo que resulta en una mejoría de la
hipersecreción de la hormona hipófisis, sin afectar la secreción de
otras hormonas hipofisarias anteriores.
C. Infiltrativo
El hipopituitarismo infiltrativo puede ser la manifestación clínica inicial de procesos de enfermedades infiltrativas
como sarcoidosis, hemocromatosis e histiocitosis de Langerhans.
1. Sarcoidosis Los sitios intracraneales más comunes de sarcoidosis son el hipotálamo y la glándula hipófisis. En un momento
dado se pensó que la anormalidad endocrina más común en
pacientes con sarcoidosis era la diabetes insípida; sin embargo,
muchos de estos pacientes en realidad tienen un desorden central del control de la sed que resulta en polidipsia y poliuria, lo
que en algunos casos explica el metabolismo anormal del agua.
Las deficiencias de las múltiples hormonas hipofisarias anteriores han sido bien documentadas en la sarcoidosis y, generalmente, son secundarias a la insuficiencia hipotalámica. La afectación granulomatosa de la unidad hipotalámico hipofisaria es,
ocasionalmente, extensa, resultando en daño visual, y, por tanto, puede simular la presentación clínica de un tumor hipofisario o hipotalámico.
2. Hemocromatosis El hipopituitarismo, en particular el hipogonadismo hipogonadotrópico, es una manifestación prominente
de la enfermedad del almacenamiento de hierro, ya sea hemocromatosis primaria (hereditaria) o sobrecarga de hierro transfusional. El hipogonadismo ocurre en la mayoría de estos casos
y es, a menudo, la característica clínica inicial de la enfermedad
de exceso de hierro; se deben considerar estudios completos de
hierro en cualquier paciente que se presente con hipogonadismo hipogonadotrópico inexplicable. Si el diagnóstico se establece temprano, el hipogonadismo en la hemocromatosis puede
ser reversible con la reducción del hierro. Las deficiencias hipofisarias de TSH, GH y ACTH pueden presentarse, posteriormente, en el curso de la enfermedad y no son reversibles mediante la terapia de quelación de hierro.
3. Histiocitosis de Langerhans En este trastorno, la infiltración de
múltiples órganos por histiocitos bien diferenciados, se anuncia, a menudo, con el inicio de la diabetes insípida y las deficiencias hormonales hipofisarias anteriores. La mayoría de los
estudios histológicos y bioquímicos ha indicado que este proceso infiltrativo involucra, principalmente, al hipotálamo, y el hipopituitarismo ocurre sólo como resultado de un daño hipotalámico.
D. Lesión
El traumatismo craneal grave puede causar insuficiencia hipofisaria anterior y diabetes insípida. El hipopituitarismo
anterior postraumático puede deberse a una lesión de la hipófisis
anterior, el tallo hipofisario o el hipotálamo. La insuficiencia hipo-
102
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
fisaria con retraso en el crecimiento ha sido descrita en niños maltratados que sufren traumatismo craneal cerrado con hematoma
subdural.
E. Inmunológica
La hipofisitis linfocítica inmunológica que resulta en el hipopituitarismo anterior es una entidad distinta, que
ocurre con mayor frecuencia en las mujeres durante el embarazo o
en el periodo posparto. Puede presentarse como una lesión masiva
de la silla turca, con alteraciones del campo visual que simulan
un adenoma hipofisario. Un proceso autoinmune, con infiltración
extensiva de la glándula por linfocitos y células plasmáticas, destruye las células hipofisarias anteriores. Estas características morfológicas son similares a las de otras endocrinopatías autoinmunes
(p. ej., tiroiditis, adrenalitis y ooforitis). Alrededor del 50% de los
pacientes con hipofisitis linfocítica tiene otra enfermedad autoinmune endocrina, y, en varios casos, se han encontrado autoanticuerpos hipofisarios circulantes. Actualmente, no se conoce con
certeza cómo se debe diagnosticar y tratar este trastorno. Debe ser
considerado en el diagnóstico diferencial de mujeres con agrandamiento de la glándula hipófisis e hipopituitarismo durante el embarazo o el periodo posparto. El hipopituitarismo también puede
ser un componente del síndrome sistémico relacionado con la inmunoglobulina G4 (IgG4). Además de los hallazgos de la masa selar y/o el tallo hipofisario engrosado en la MRI, muchos pacientes
tienen niveles elevados de IgG4 circulantes. La patología de la lesión hipofisaria y otros órganos afectados se caracteriza por un infiltrado linfoplasmocítico enriquecido con células plasmáticas
IgG4-positivas. La mayoría de los pacientes responde a los tratamientos con glucocorticoides.
La hipofisitis linfocítica puede resultar en deficiencias hormonales aisladas (especialmente ACTH o prolactina). Consecuentemente, las mujeres con este tipo de hipopituitarismo pueden continuar menstruando mientras sufren de hipotiroidismo secundario
o hipoadrenalismo.
Una nueva clase de medicamentos, los inhibidores de los puntos de control, han sido asociados con la hipofisitis. En una revisión se encontró que el ipilimumab, un anticuerpo monoclonal
antineoplásico utilizado para tratar el melanoma y otras neoplasias
malignas, causa hipofisitis del 11 al 17% de los pacientes. La media
de tiempo para el diagnóstico después del inicio fue de 8 a 10 semanas. La mayoría de los pacientes presenta agrandamiento de la hipófisis, pero los defectos visuales son raros. Aunque el agrandamiento de la hipófisis se resuelve, el hipopituitarismo permanece
en la mayoría de los pacientes y la deficiencia de ACTH puede ser
el único déficit de la hormona hipofisaria anterior.
F. Iatrogénica Tanto la terapia quirúrgica como la radioterapia
a la glándula hipófisis pueden comprometer su función. La hipófisis anterior es bastante resistente durante la microcirugía transesfenoidal, y a pesar de la manipulación extensiva durante la
búsqueda de microadenomas, la función hipofisaria anterior, generalmente, se conserva. La dosis de radioterapia convencional actualmente empleada para tratar los tumores hipofisarios es de
4 500 a 5 000 cGy, y resulta en una incidencia del 50 al 60% de insuficiencia hipotalámica e hipofisaria. Tales pacientes tienen hiperprolactinemia modesta (PRL 30 a 100 ng/mL [1.3 a 4.5 nmol/L])
con insuficiencia de GH y gonadotropina; las deficiencias de TSH
y ACTH son menos comunes. La irradiación con partículas pesadas (haz de protones) y la radiocirugía con bisturí de rayos gamma
para los tumores hipofisarios, resultan en una incidencia del 15 al
55% de hipopituitarismo. La irradiación de los tumores de cabeza
y cuello (cáncer nasofaríngeo, tumores cerebrales) y la irradiación
craneal profiláctica en la leucemia, también pueden causar hipopituitarismo. El inicio clínico del fracaso hipofisario en tales pacientes es, generalmente, engañoso, y resulta de una lesión hipofisaria
e hipotalámica.
G. Infecciosos
Aunque muchas enfermedades infecciosas, incluyendo tuberculosis, sífilis e infecciones micóticas, han sido implicadas como agentes causales en la hipofunción hipofisaria, los
medicamentos antimicrobianos las han convertido ahora en causas
raras de hipopituitarismo.
H. Idiopático
En algunos pacientes con hipopituitarismo no se
encuentra ninguna causa subyacente. Éstas pueden ser deficiencias aisladas (véase análisis más adelante) o múltiples. Formas familiares de hipopituitarismo caracterizado por una pequeña, normal o ampliada silla turca. Se han reportado patrones hereditarios
recesivos autosómicos y recesivos ligados al cromosoma X. Una
variedad de trastornos congénitos complejos puede incluir deficiencia de una o más hormonas hipofisarias (p. ej., síndrome de
Prader-Willi, displasia septoóptica). Aunque se ha avanzado en la
comprensión de las bases genéticas de algunos de estos trastornos,
la patogénesis sigue siendo incierta.
I. Incomunicada (aislada) Se han descrito deficiencias aisladas (monotrópicas) de las hormonas hipofisarias anteriores. Algunas de éstas han sido asociadas con mutaciones en los genes
que codifican las hormonas específicas. Otras, en particular la
deficiencia de GH, se han asociado con mutaciones en genes necesarios para el desarrollo normal de la hipófisis, como se ha observado.
1. Deficiencia de GH En los niños, la deficiencia congénita de GH
monotropa puede ser esporádica o familiar. Estos niños, que
pueden experimentar hipoglucemia en ayunas, tienen una desaceleración gradual en la velocidad de crecimiento entre los 6 y
los 12 meses de edad. El diagnóstico debe basarse en la falta de
respuesta de GH a los estímulos provocadores y en la demostración de una respuesta normal de otras hormonas hipofisarias
anteriores. También se ha observado deficiencia de GH monotropa y retraso en el crecimiento en niños que sufren privaciones emocionales intensas. Este trastorno se revierte colocando
al niño en un entorno psicosocial de apoyo. En el capítulo 6 se
ofrece una descripción más detallada de la deficiencia de GH y
del fracaso del crecimiento.
2. Deficiencia de ACTH La deficiencia monotropa de ACTH es
poco frecuente y se manifiesta por los signos y síntomas de insuficiencia suprarrenal. La deficiencia de LPH también se ha
observado en estos pacientes. El defecto en ellos puede deberse
a la insuficiencia primaria de los corticotropos para liberar la
ACTH y sus hormonas péptidas relacionadas, o puede ser secundario a la disminución de la secreción de CRH por el hipotálamo. Las mutaciones en Tpit (casilla T 19, un factor T-box que
sólo se presenta en las asociaciones hipofisarias de expresión
POMC) se han descrito en varios pacientes con deficiencia aislada de ACTH de aparición temprana. La mayoría de los casos
adquiridos de deficiencia monotropa de ACTH se deben ahora
a la inmunoterapia con inhibidores de punto de control.
3. Deficiencia de gonadotropina La deficiencia aislada de gonadotropinas no es poco común. El síndrome de Kallmann, descrito
inicialmente en la década de 1940, se caracteriza por un defec-
Hipopituitarismo
to aislado en la secreción de GnRH asociada con el maldesarrollo del centro olfativo con hiposmia o anosmia; se observan
patrones hereditarios recesivos ligados al cromosoma X, autosómicos dominantes y autosómicos recesivos. Se presentan casos
esporádicos y se han reportado otros defectos neurológicos como daltonismo y sordera nerviosa. Se han identificado al menos cinco genes del síndrome de Kallmann: KAL1, FGFR1,
FGF8, PROKR2 y PROK2. Las mutaciones KAL1 son responsables de la forma ligada al cromosoma X de la enfermedad, y
provocan una disminución en la expresión de la glucoproteína
extracelular anosmin-1. Esto, a su vez, interfiere con el desarrollo embrionario normal y la migración de las neuronas secretoras de GnRH. Debido a que, por otra parte, la función hipofisaria anterior está intacta, los hombres jóvenes con hipogonadismo
hipogonadotrópico aislado desarrollan una apariencia eunucoide, ya que la deficiencia de testosterona resulta en el fracaso del
cierre epifisiológico (véase capítulo 12). En las mujeres, un estado de hipogonadismo hipogonadotrópico, manifestado por la
oligomenorrea o amenorrea, a menudo acompaña la pérdida de
peso, el estrés emocional o físico y el entrenamiento atlético. La
anorexia nerviosa y la obesidad marcada resultan en disfunción
hipotalámica y alteración de la secreción de gonadotropina. El
hipogonadismo hipotalámico también se ha observado en atletas masculinos sobreentrenados. La anemia drepanocítica (células falciformes) también causa hipogonadismo hipogonadotrópico, a causa de la disfunción hipotalámica y resulta en
pubertad tardía. El tratamiento con clomifeno ha sido efectivo
en algunos casos. La deficiencia aislada de gonadotropina también se puede observar en el síndrome autoinmune poliglandular; esta deficiencia está relacionada con la insuficiencia gonadotropa hipofisaria selectiva de la hipofisitis autoinmune. Otras
enfermedades crónicas (p. ej., diabetes mal controlada, desnutrición) pueden ocasionar deficiencia de gonadotropina. Se han
reportado deficiencias aisladas de LH y FSH sin una causa obvia como las descritas, pero son raras. Además, la deficiencia
parcial adquirida de gonadotropina puede ocurrir en hombres
de mediana edad. Se desconoce la causa y la frecuencia exacta de este trastorno.
4. Deficiencia de TSH La deficiencia monotrópica de TSH es poco
frecuente y puede ser causada por una reducción en la secreción de TRH hipotalámica (hipotiroidismo terciario) o en la secreción de TSH hipofisaria (hipotiroidismo secundario). Estos
defectos se han reportado en asociación con mutaciones genéticas, silla vacía, hipofisitis linfocítica y tumores hipofisarios. Algunos pacientes con insuficiencia renal crónica también parecen tener una secreción deficiente de TSH.
5. Deficiencia de prolactina La deficiencia de PRL casi siempre
indica daño hipofisario intrínseco grave, y el panhipopituitarismo, generalmente, está presente. Sin embargo, se ha reportado
una deficiencia aislada de PRL después de la hipofisitis linfocítica. Se han observado deficiencias de TSH y PRL en pacientes
con pseudohipoparatiroidismo.
6. Múltiples deficiencias hormonales aisladas de otros daños
hipofisarios Las deficiencias hormonales múltiples son el resultado de un desarrollo hipofisario anormal relacionado con
anomalías de los genes que codifican los factores de transcripción, Pit-1 (TSH, GH y PRL) y Prop-1 (TSH, GH, PRL, LH, FSH
y ACTH). La tabla 4-10 enumera otros genes asociados con deficiencias múltiples de la hormona hipófisis e hipoplasia incluyendo NR0B1, Rpx, Lhx3, Lhx4 y Pitx2.
103
Características clínicas
La aparición de la insuficiencia hipofisaria suele ser gradual, y el
curso clásico del hipopituitarismo progresivo es una pérdida inicial
de la secreción de GH y gonadotropina, seguida de deficiencias de
TSH, ACTH y, finalmente, PRL.
A. Síntomas
El impedimento de la secreción de GH causa disminución del crecimiento en los niños, pero puede estar clínicamente oculto en pacientes adultos. La deficiencia de GH se asocia
con una disminución en la sensación de bienestar y una peor calidad de vida relacionada con la salud. También se puede observar
una disminución de la masa muscular y un aumento de la masa
grasa, aunque esto puede ser difícil de discernir en un individuo
determinado.
El hipogonadismo, manifestado por la amenorrea en las mujeres y la disminución de la sexualidad o la disfunción eréctil en los
hombres, puede anteceder la aparición clínica de una lesión hipotalámico hipofisaria. El único síntoma de la deficiencia de PRL es
el fracaso de la lactancia posparto.
El hipotiroidismo causado por la deficiencia de TSH, generalmente, simula los cambios clínicos observados en la insuficiencia
tiroidea primaria; sin embargo, habitualmente es menos grave y el
bocio está ausente. Se ha observado intolerancia al frío, piel seca,
aturdimiento mental, bradicardia, estreñimiento, ronquera y anemia; los cambios mixedematosos gruesos son poco comunes.
La deficiencia de ACTH causa insuficiencia suprarrenal y sus
características clínicas se asemejan a las de la insuficiencia suprarrenal primaria. Se pueden presentar debilidad, náuseas, vómitos,
anorexia, pérdida de peso, fiebre e hipotensión. La zona glomerulosa y el sistema renina-angiotensina, generalmente, están intactos; por tanto, la deshidratación y el agotamiento del sodio que se
observa en la enfermedad de Addison son poco comunes. Sin embargo, estos pacientes son susceptibles a la hipotensión, choque y
colapso cardiovascular, debido a que los glucocorticoides son necesarios para mantener la reactividad vascular, especialmente durante el estrés. Además, debido a su aparición gradual, los síntomas de
la insuficiencia suprarrenal secundaria pueden pasar desapercibidos durante periodos prolongados, haciéndose manifiestos sólo
durante momentos de estrés. La hipoglucemia agravada por deficiencia de GH puede ocurrir con el ayuno, y ha sido la característica inicial de presentación de algunos pacientes con deficiencia
aislada de ACTH. A diferencia de la hiperpigmentación que se produce durante los estados de exceso de ACTH (enfermedad de
Addison, síndrome de Nelson), la despigmentación y la disminución del bronceado se han descrito como resultado de la insuficiencia de ACTH. Además, la falta de ACTH estimulado por la secreción de andrógenos suprarrenales causará una disminución en el
vello corporal, si la deficiencia de gonadotropina también está presente.
B. Signos Los hallazgos anormales en el examen físico pueden
ser sutiles y requerir de una observación cuidadosa. Los pacientes
con hipopituitarismo no padecen de caquexia (no son caquécticos).
Una fotografía de un paciente caquéctico con “síndrome de Simmonds” que apareció en algunos libros de texto antiguos de endocrinología causó confusión. Ese paciente en particular, probablemente, sufría de anorexia nerviosa y se encontró que tenía una
glándula hipófisis normal en el examen post mortem.
Los pacientes con hipopituitarismo pueden tener una piel fina,
pálida y lisa, así como arrugas finas en la cara. El vello púbico y
104
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
TABLA 4-10 Genética de tumores hipofisarios e insuficiencia hipofisaria
Adenomas hipofisarios
Nombre
Gen
Exceso tumores/hormona
Función
Síndrome de MEN1
MEN1
Prolactinomas (ACTH, GH, tumores
no funcionales menos comunes)
Menin (supresor de tumor)
Síndrome de MEN4
CDKN1B
Similar a MEN1
Inhibidor de quinasa dependiente de ciclina
1B (p27, Kip1); regulador importante de
progresión del ciclo celular, asociado a la
detención de G1 y otras funciones
Adenomas hipofisarios aislados familiares (acromegalia/
gigantismo familiar)
AIP
Tumores de GH secretina
Proteína interactiva receptora de hidrocarbono Aryl (supresor de tumor)
Síndrome de McCune-Albright
GNAS1
Hipersecreción de GH
Adenilil ciclasa
Complejo Carney
PRKAR1A
Hipersecreción de GH
Pérdida de proteína quinasa A subunidad 1
actividad reguladora alfa (supresor de tumor)
Acrogigantismo X-ligado (XLAG)
GPR101
Tumores secretina de GH
Duplicación genómica Xq26.3
Enfermedad de Cushing
USP8
Tumores secretina de ACTH
Proteasa 8 específica de ubiquitina (actividad de ubiquitinasa)
Síndrome DICER1
DICER-1
Blastoma de la hipófisis
Proteína DICER-1 (endorribonucleasa procesadora de RNA)
Hiperprolactinemia familiar
PRLR
Hipersecreción de prolactina
Mutación de pérdida de función en el receptor prolactina
Adenomas hipofisarios
PTTG1
Todos los subtipos de tumores hipofisarios
Gen-1 hipofisario transformador de tumor 1
(asegurador que regula la separación cromátida [filamento de cromosoma])
Otros
CCND1 (Ciclina D1),
H-ras, c-myc, Ptx
Adenomas/carcinomas hipofisarios
Activadores del crecimiento y progresión
del ciclo celular en células hipofisarias
Craneofaringioma
CTNNB1
Tumores adiamantinomatosos
Proteína β-catenina, reguladora de la senda
canónica indicadora Wnt
Craneofaringioma
BRAF
Tumores papilares
Proteína B-Raf
Nombre
Gen
Exceso tumores/hormona
Función
Hipoplasia adrenal congénita
X-asociada
NR0B1
Hipófisis e hipotálamo (en adición
a las suprarrenales)
Proteína de receptor nuclear DAX-1 (inversión sexual sensible a la dosis, gen suprarrenal de hipoplasia en cromosoma X,
gen 1)
Deficiencia de inicio temprano
de ACTH aislada
Tpit
Deficiencia de ACTH
Factor de transcripción requerido para la
expresión del gen POMC
Síndrome de Kallmann
KAL1, FGFR1,
FGF8, PROKR2,
PROK2
Deficiencia de GnRH (FSH y
LH bajas)
Anosmin-1, receptor fibroblasto de factor de
crecimiento 1, factor de crecimiento de fibroblasto 8, receptor proquineticina 2,
proquineticina-2
Insuficiencia combinada de la
hormona hipófisis
Prop1
Deficiencias múltiples de hormonas hipófisis
La proteína Prop1 (Prophet de Pit1) es un
factor de transcripción
Hipopituitarismo congénito
POU1F1 (Pit1)
Deficiencias múltiples de hormonas hipofisarias
Factor de transcripción hipofisaria anterior
Otros
Rpx, Lhx3, Lhx4,
Pitx2
Hipoplasia de la hipófisis con deficiencia de la hormona hipofisaria
Insuficiencia hipofisaria
corporal puede ser deficiente o estar ausente, y se puede presentar
atrofia de los genitales. La hipotensión postural, bradicardia, disminución de la fuerza muscular y retraso en los reflejos tendinosos
profundos ocurren en casos más graves. Las anomalías neurooftalmológicas dependen de la presencia de una lesión intra o paraselar
grande.
Hipopituitarismo
suprarrenal primaria, no está presente. La deficiencia de GH en
adultos se asocia con una disminución de la masa de glóbulos rojos,
aumento del colesterol LDL y disminución de la masa ósea.
C. Resultados de laboratorio y otros hallazgos Éstos pueden incluir anemia (relacionada con deficiencia tiroidea, androgénica y enfermedad crónica), hipoglucemia, hiponatremia (relacionada
con hipotiroidismo e hipoadrenalismo, que causan retención inapropiada de agua, no pérdida de sodio), hipercalcemia (relacionada
con insuficiencia suprarrenal, con contracción de volumen y hemoconcentración), y bradicardia de bajo voltaje en las pruebas electrocardiográficas. La hipercaliemia, que es común en la insuficiencia
Diagnóstico
A. Evaluación de la función de la glándula objetivo (figura
4-18) Si se sospecha la presencia de hipofunción endocrina, se
Interrogatorio y examen físico
Sospecha de hipofunción endocrinaa
Pruebas de función tiroidea
Testosterona séricab
IGF-1
Prueba de estimulación
rápida con ACTH
Normal
No hay enfermedad
Baja
Respuesta de cortisol alterada
TSH, LH, FSH séricas
ACTH plasmática
Alta
Insuficiencia primaria
de glándula blanco
Baja o normal
Baja o normal
Hipopituitarismo
Pruebas de hipoglucemia con insulina,
TRH, GnRH o clomifeno
Se confirman el diagóstico, la magnitud
de la hipofunción y el nivel de la anormalidad
a Se evalúa la GH en niños (véase el texto).
b Se mide la prolactina si se sospecha hipogonadismo.
FIGURA 4-18
105
Evaluación del diagnóstico de la hipofunción glandular hipotalámica hipofisaria objetivo.
106
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
deben distinguir las deficiencias de la hormona hipofisaria de la
insuficiencia primaria de la tiroides, las suprarrenales o las gónadas. Las determinaciones basales de cada hormona hipófisis anterior sólo son útiles si se comparan con la secreción de las glándulas
objetivo. Los estudios de laboratorio de línea de base deben incluir
pruebas de función tiroidea (T4 libre) y determinación de los niveles de testosterona sérica. La testosterona es un indicador sensible
del hipopituitarismo, tanto en mujeres como en hombres. En las
mujeres, se observa comúnmente una disminución sustancial de la
testosterona en la insuficiencia hipofisaria, relacionada con la hipofunción de las dos glándulas endocrinas responsables de su producción: el ovario y la suprarrenal. La reserva suprarrenal debe
evaluarse, inicialmente, mediante una prueba rápida de estimulación con ACTH.
B. Evaluación de la prolactina
Debido a que la hiperprolactinemia (discutida más adelante), con independencia de su causa,
lleva a la disfunción gonadal, la PRL sérica debe medirse temprano
en la evaluación del hipogonadismo.
C. Diferenciación de la hipofunción primaria y secundaria En la función tiroidea subnormal —como muestran las pruebas apropiadas— un nivel bajo de testosterona sérica, o una respuesta deficiente de cortisol a la prueba de estimulación rápida de
ACTH, requieren de la medición de los niveles basales de hormonas hipofisarias específicas. En la hipofunción de la glándula objetivo primaria, tal como los síndromes poliglandulares autoinmunes
de los tipos 1 y 2 (APS 1 y 2), las TSH, LH, FSH o ACTH estarán
elevadas. Valores bajos o normales para estas hormonas hipofisarias sugieren disfunción hipotalámico hipofisaria.
D. Pruebas de estimulación Las pruebas estimuladoras endocrinas pueden emplearse para confirmar el diagnóstico y evaluar
la extensión de la hipofunción. Actualmente, estas pruebas no son
necesarias en la mayoría de los pacientes.
Tratamiento
A. ACTH El tratamiento de la insuficiencia suprarrenal secundaria, como el de la insuficiencia suprarrenal primaria, debe incluir el apoyo glucocorticoide (véase capítulo 9). La hidrocortisona
(15 a 25 mg/d por vía oral) o la prednisona (5 a 7.5 mg/d por vía oral),
en dos o tres dosis divididas, proporciona un reemplazo glucocorticoide adecuado para la mayoría de los pacientes. Se debe administrar la dosis mínima efectiva para evitar el hipercortisolismo iatrogénico. Se requiere de una dosis incrementada durante periodos
de estrés como enfermedad, cirugía o trauma. Los pacientes con
deficiencia parcial de corticotropina pueden necesitar tratamiento
con esteroides sólo durante el estrés. Se debe recomendar un aumento de dos a tres veces la dosis de esteroides durante la situación
estresante, seguido de una disminución gradual a medida que el
estrés se resuelve. A diferencia de la insuficiencia suprarrenal primaria, la deficiencia de ACTH, generalmente, no requiere de tratamiento con mineralocorticoides. Los pacientes con insuficiencia
suprarrenal deben usar brazaletes de alerta médica para que puedan recibir tratamiento oportuno en caso de emergencia.
B. TSH
El tratamiento de los pacientes con hipotiroidismo secundario debe basarse en fundamentos clínicos y en la concentración circulante de tiroxina sérica (véase capítulo 7). El tratamiento
del hipotiroidismo secundario y terciario es idéntico al de la insuficiencia tiroidea primaria. La dosis completa de reemplazo oral de
levotiroxina sódica es de 1.6 μg/kg al día (0.1 a 0.15 mg/d es generalmente adecuado). La respuesta a la terapia se monitoriza clínicamente y con la medición de los niveles séricos de tiroxina, que deben mantenerse en el rango medio a alto de lo normal. La medición
de los niveles de TSH, obviamente, no tiene ningún valor en el
tratamiento de estos pacientes.
Precaución: debido a que el reemplazo de la hormona tiroidea
en pacientes con hipopituitarismo puede agravar incluso la insuficiencia suprarrenal parcial, la deficiencia de la hormona suprarrenal debe tratarse primero.
C. Gonadotropinas El objeto del tratamiento del hipogonadismo secundario es reemplazar los esteroides sexuales y restaurar la
fertilidad (véanse capítulos 12 y 13).
1. Estrógenos y progesterona En las mujeres premenopáusicas, el
reemplazo de estrógenos es esencial. El tratamiento adecuado
con estrógenos mantiene las características sexuales secundarias (p. ej., lubricación vulvar y vaginal), previene la osteoporosis y elimina los síntomas vasomotores, con una mejora en
el sentido de bienestar. Muchas preparaciones de estrógeno
están disponibles (p. ej., estradiol oral, 1 a 2 mg diarios; estradiol conjugado, 0.3 a 1.25 mg oral diariamente; o estradiol
transdérmico, 0.05 a 0.1 mg diarios). Los estrógenos deben ser
secuenciados con un compuesto de progestina (p. ej., medroxiprogesterona, 5 a 10 mg oralmente al día durante los últimos 10
días de la terapia de estrógeno cada mes) para inducir el sangrado de abstinencia y prevenir la hiperplasia endometrial. Muchas combinaciones de píldoras anticonceptivas orales también
se encuentran disponibles clínicamente.
2. Inducción de la ovulación La ovulación, a menudo, se puede
restablecer en mujeres con disfunción hipotalámico hipofisaria (véase capítulo 13). En pacientes con insuficiencia gonadal de origen hipotalámico, el citrato de clomifeno puede causar un aumento en la secreción de gonadotropina que resulte
en la ovulación. Las inyecciones subcutáneas pulsátiles de
GnRH con una bomba de infusión también se pueden utilizar
para inducir la ovulación y la fertilidad en mujeres con disfunción hipotalámica. El tratamiento combinado con FSH (gonadotropinas menopáusicas humanas; menotropinas) y LH (gonadotropina coriónica) se puede utilizar para provocar la ovulación
en mujeres con insuficiencia hipofisaria intrínseca. Esta forma
de terapia es costosa, y los nacimientos múltiples son un riesgo
(véase capítulo 13).
3. Andrógenos en las mujeres Debido a una deficiencia de andrógenos ováricos y suprarrenales, algunas mujeres con hipopituitarismo han disminuido la sexualidad, a pesar de la terapia adecuada con estrógenos. Aunque la experiencia es limitada,
mínimas dosis de andrógenos de acción prolongada (enantato
de testosterona, 25 a 50 mg aplicados de forma intramuscular
de 4 a 8 semanas) pueden ser útiles para restaurar la actividad
sexual sin causar hirsutismo. Además, algunos informes han
sugerido que la dehidroepiandrosterona (DHEA) oral en dosis
de 25 a 50 mg/d puede restaurar los niveles plasmáticos de testosterona a la normalidad. Se está evaluando el uso de un sistema transdérmico de entrega en mujeres, pero la eficacia parece
ser modesta y se desconoce la seguridad a largo plazo.
4. Andrógenos en los hombres El tratamiento del hipogonadismo
masculino se discute en el capítulo 12. Los geles de testosterona
(administrados en dosis de 10 a 120 mg diarios dependiendo
de la concentración) están disponibles en paquetes y bombas de
Adenomas hipofisarios
dosis medidas. Los parches de testosterona (disponibles en dosis de 2 y 4 mg) se pueden usar en dosis de hasta 6 mg diarios.
Otras preparaciones terapéuticas incluyen el enantato de testosterona intramuscular o el cipionato en dosis de 50 a 100 mg
por semana o de 100 a 200 mg cada 2 semanas. El undecanato
de testosterona es un preparado intramuscular (250 mg/mL)
disponible en varios países que se puede administrar cada
3 meses. Las preparaciones de testosterona oral disponibles en
Estados Unidos rara vez se utilizan, debido a la preocupación
por los efectos secundarios hepáticos.
5. Espermatogénesis Se puede lograr la espermatogénesis en muchos pacientes con el uso combinado de hCG y FSH recombinante. Si la insuficiencia hipofisaria es de aparición reciente, la
terapia con hCG sola puede restaurar tanto la fertilidad como
la producción adecuada de esteroides gonadales. Las bombas
de infusión pulsátil de GnRH también se han utilizado para recuperar la fertilidad en pacientes masculinos con hipogonadismo secundario.
D. La hormona de crecimiento (véase también el capítulo
6) La GH humana (hGH), producida por la tecnología de DNA
recombinante, está disponible para su uso en niños con hipopituitarismo y para adultos con deficiencia de GH y enfermedad hipofisaria conocida. Algunos estudios indican mejoría en la composición corporal, densidad mineral ósea, bienestar psicológico y
estado funcional con la terapia de GH. Sin embargo, los beneficios
y riesgos a largo plazo aún están por determinar. En los adultos, la
GH, generalmente, se administra por vía subcutánea, una vez al
día en una dosis de 2 a 5 μg/kg. El monitoreo de la efectividad se
realiza mediante la medición de IGF-1, y la dosis de GH se ajusta
en consecuencia (hasta aproximadamente 10 μg/kg/d). Se deben
evaluar los efectos secundarios (p. ej., edema, parestesias, arritmias, intolerancia a la glucosa, diabetes). Las contraindicaciones
para el tratamiento con GH incluyen la presencia de retinopatía
diabética, malignidad activa, hipertensión intracraneal, radioterapia u obstrucción de las vías respiratorias en individuos con el síndrome de Prader-Willi.
ADENOMAS HIPOFISARIOS
Los avances en la investigación endocrinológica y neurorradiológica en los últimos años han permitido el reconocimiento precoz y el
tratamiento más exitoso de los adenomas hipofisarios. En un estudio basado en la población, la distribución de cada subtipo de adenoma hipofisario fue de 57% para los prolactinomas, 28% para los
tumores no funcionales, 11% para los tumores secretores de GH,
2% para los adenomas corticotrópicos y 2% para los adenomas funcionales desconocidos. La hipersecreción de la TSH, las gonadotropinas o subunidades alfa son inusuales, aunque las dos últimas
pueden explicar algunos de los tumores “no funcionales”. El diagnóstico diferencial de masas no hipofisarias y paraselares se enumera en la tabla 4-11.
El reconocimiento clínico precoz de los efectos endocrinos de la
secreción hipofisaria excesiva, especialmente la observación de
que el exceso de PRL causa hipogonadismo secundario, ha conducido al diagnóstico precoz de los tumores hipofisarios antes de la
aparición de manifestaciones tardías, como el agrandamiento selar, el panhipopituitarismo y la extensión supraselar con deterioro
visual.
Los microadenomas hipofisarios se definen como adenomas
intraselares de menos de 1 cm de diámetro que se presentan con
107
TABLA 4-11 Diagnóstico diferencial de masas selar
y paraselar (excluyendo adenomas
hipofisarios)
Tumores benignos
Craneofaringioma
Quiste hendido de Rathke
Meningioma
Encondroma
Quiste aracnoide
Quiste dermoide
Silla turca vacía
Hiperplasia hipofisaria no adenomatosa
Hiperplasia lactotropa durante el embarazo
Hiperplasia somatotropa de tumor ectópico secretor GHRH
Tirotropa, hiperplasia gonadotropa
Tumores malignos
Sarcoma
Cordoma
Tumor de célula germinal (pinealoma ectópico)
Lesiones de metástasis (pecho, pulmón, y otros tumores)
Gliomas
Glioma óptico
Astrocitoma
Oligodendroglioma
Ependimoma
Lesiones vasculares
Granulomatoso, inflamatorio, infeccioso
Hipofisitis linfocítica
Sarcoidosis
Histiocitosis X
Tuberculosis
Absceso hipofisario
manifestaciones de exceso hormonal sin agrandamiento o extensión extraselar. El panhipopituitarismo no ocurre, y tales tumores,
generalmente, se pueden tratar con éxito
Los macroadenomas hipofisarios son aquellos de más de 1 cm
de diámetro y causan agrandamiento selar generalizado. Los tumores de 1 a 2 cm de diámetro confinados a la silla turca, generalmente, se pueden tratar con éxito; sin embargo, los tumores más
grandes —especialmente aquellos con extensión supraselar, seno
esfenoideo o lateral— son mucho más difíciles de manejar. El panhipopituitarismo y la pérdida visual aumentan en frecuencia con el
tamaño del tumor y la extensión supraselar.
Se han obtenido conocimientos sobre la patogénesis y el comportamiento biológico de los tumores hipofisarios, a partir de estudios de la clonalidad de los tumores hipofisarios y las mutaciones
somáticas. Los análisis de la inactivación alélica X de genes específicos han mostrado que la mayoría de los adenomas hipofisarios
son monoclonales, un hallazgo más consistente con un modelo
somático de mutación de tumorigénesis; se esperaría la policlonalidad de los tumores si la estimulación tónica por factores de liberación hipotalámica fuera el mecanismo subyacente a la transformación neoplásica. De hecho, los animales transgénicos que expresan
GHRH han exhibido hiperplasia hipofisaria, pero no adenomas
hipofisarios. Se ha encontrado una mutación somática del 30 al
40% de los tumores secretores de GH (pero no en leucocitos de los
mismos pacientes). Las mutaciones puntuales en la subunidad alfa
de la proteína ligante del GTP, responsable de la activación de la
108
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
adenililciclasa, dan lugar a la estimulación constitutiva del crecimiento y a la función de las células hipofisarias. Se ha descrito una
serie de otros genes candidatos, incluyendo el gen transformador
del tumor hipofisario (PTTG1). La sobreexpresión de este gen se ha
encontrado en todos los tipos de tumores hipofisarios y puede promover la tumorigénesis a través de la interrupción del ciclo celular,
la estimulación de la secreción del factor de crecimiento de los fibroblastos y la separación anormal de las cromátidas. Varios síndromes genéticos están asociados con tumores hipofisarios o hipersecreción de la hormona hipófisis, incluyendo a la neoplasia
endocrina múltiple (MEN) tipo 1, síndrome de McCune-Albright,
complejo de Carney, acromegalia/gigantismo familiar y acrogigantismo ligado al cromosoma X. La tabla 4-10 describe una serie de
causas genéticas conocidas del exceso de adenomas/hormonas hipofisarias.
Tratamiento
Los adenomas hipofisarios se tratan con cirugía, irradiación o medicamentos. Los objetivos de la terapia son bloquear los efectos del
exceso hormonal, corregir la hipersecreción de las hormonas hipofisarias anteriores, preservar la secreción normal de otras hormonas hipofisarias anteriores, y eliminar o suprimir el adenoma mismo. Estos objetivos son, actualmente, alcanzables en la mayoría de
los pacientes con microadenomas hipofisarios; sin embargo, en el
caso de tumores más grandes, con frecuencia se requiere de múltiples terapias y pueden ser menos exitosas.
A. Tratamiento quirúrgico El abordaje microquirúrgico transesfenoidal de la silla turca, que ahora se realiza endoscópicamente
en la mayoría de los centros, es el procedimiento de elección; la
craneotomía transfrontal sólo se emplea en raros pacientes con extensión supraselar masiva del adenoma. En el procedimiento transesfenoidal, el cirujano se acerca a la hipófisis desde la cavidad nasal
a través del seno esfenoideo, extrae el piso celar anterior inferior e
incide en la duramadre. El adenoma se elimina de forma selectiva;
el tejido hipofisario normal se identifica y preserva. Las tasas de
éxito se aproximan al 90% en pacientes con microadenomas. Las
complicaciones mayores, incluyendo hemorragia posoperatoria,
fuga de líquido cefalorraquídeo, meningitis y deterioro visual, ocurren en menos del 5% de los pacientes y son más frecuentes en
aquellos que poseen tumores grandes o masivos. La diabetes insípida transitoria que dura desde unos pocos días hasta 1 a 2 semanas, ocurre en aproximadamente 15%; la diabetes insípida permanente es poco común. Una forma transitoria del síndrome de
secreción inapropiada de hormona antidiurética (SIADH) con hiponatremia sintomática, se presenta en el 10% de los pacientes en
un plazo de 5 a 14 días de la microcirugía hipofisaria transesfenoidal. Estas anormalidades del balance hídrico pueden ocurrir a los
pocos días una de la otra, dificultando el control médico. Ocasionalmente, se encuentra una respuesta trifásica de diabetes insípida,
SIADH y diabetes insípida, y se cree que se debe a una disfunción
hipotalámica temprana, seguida por la liberación de ADH de la
hipófisis degenerante y, a continuación, el agotamiento de las reservas de ADH. El hipopituitarismo quirúrgico es poco frecuente
en pacientes con microadenomas, pero se acerca del 5 al 10% en
pacientes con tumores más grandes. El tratamiento perioperativo
de estos pacientes debe incluir la administración de glucocorticoides en dosis de estrés (véase capítulo 9) y la evaluación posoperatoria del peso diario, el equilibrio de líquidos y el estado electrolítico
para buscar evidencias de diabetes insípida. La diabetes insípida
leve se controla administrando líquidos por vía oral; en los casos
más graves —gasto urinario mayor de 5 a 6 L/24 h— la terapia ADH
en forma de desmopresina, o DDAVP, se puede administrar por vía
intranasal, oral, subcutánea o parenteral (véase capítulo 5). El
SIADH se maneja mediante la restricción de líquidos; sin embargo,
en casos más intensos, se puede requerir de solución salina hipertónica. Los antagonistas de los receptores de ADH (el tolvaptán se
administra por vía oral y el conivaptán se administra por vía intravenosa) también están ahora disponibles para su uso en algunos
pacientes (véase sección sobre SIADH).
B. Radioterapia La irradiación hipofisaria debe reservarse para los pacientes que han tenido resección incompleta de adenomas
hipofisarios más grandes y cuyos tumores no son susceptibles a, o
han fracasado en, la terapia médica.
1. Irradiación convencional La irradiación convencional que utiliza fuentes de alta energía, en dosis totales de 4 000 a 5 000 cGy
administradas en dosis diarias de 180 a 200 cGy, es la más comúnmente empleada. La respuesta a la radioterapia es lenta y
se pueden requerir de 5 a 10 años para lograr el efecto completo
(véase la sección sobre acromegalia). El tratamiento es, finalmente, exitoso en cerca del 80% de los pacientes con acromegalia, pero solamente en el 55 y el 60% de quienes poseen la enfermedad de Cushing. La tasa de respuesta en los prolactinomas
no se conoce con precisión, pero, en la mayoría de los pacientes, previene la progresión del tumor. La morbilidad durante la
radioterapia es mínima, aunque algunos pacientes experimentan malestar y náuseas; además, pueden presentar otitis media
grave. El hipopituitarismo es común, y la incidencia aumenta
con el tiempo después de la radioterapia —alrededor del 50 y el
60% entre los 5 y los 10 años—. Las complicaciones tardías raras
incluyen daño a los nervios ópticos y al quiasma, convulsiones
y radionecrosis del tejido cerebral. Estudios recientes en el Reino Unido han demostrado que la radioterapia convencional es
un importante factor de riesgo para el exceso de mortalidad en
la acromegalia.
2. Radiocirugía con cuchillo de rayos gamma Esta forma de radioterapia utiliza radiación de rayos gamma de cobalto 60 guiada por CT estereotáctica para administrar dosis altas de radiación en un área de enfoque estrecho. Se han reportado tasas de
remisión en el rango del 43 al 78%. Se necesita una distancia
adecuada del tumor hipofisario del quiasma óptico para prevenir el daño inducido por la radiación. Los tratamientos repetidos ponen a los pacientes en mayor riesgo de sufrir nuevos déficits visuales o de un tercer, cuarto o sexto déficit del nervio
craneal.
3. Radioterapia protónica estereotáctica La experiencia con esta
modalidad es limitada. En un estudio, el 52% de los pacientes
con enfermedad de Cushing tuvo remisión clínica. Se observó
una tasa similar de nuevas deficiencias de la hormona hipofisaria, aunque no se informaron complicaciones visuales ni lesiones cerebrales.
C. Tratamiento médico El manejo médico de los adenomas
hipofisarios se hizo factible con la disponibilidad de bromocriptina, un agonista dopaminérgico que suprime tanto la PRL como el
crecimiento tumoral en pacientes con prolactinomas. Se han utilizado varios medicamentos para tratar el hipercortisolismo asociado con la enfermedad de Cushing, incluyendo ketoconazol, metirapona, mitotano, etomidato, cabergolina, pasireotida y mifepristona.
Adenomas hipofisarios
Los análogos de la somatostatina son útiles en la terapia de la acromegalia y algunos adenomas que segregan TSH. Más adelante se
discuten los detalles del uso de estos y otros medicamentos.
Seguimiento postratamiento
Los pacientes sometidos a microcirugía transesfenoidal deben ser
reevaluados de 4 a 8 semanas después de la operación, para documentar que se ha logrado la extirpación completa del adenoma y la
corrección de la hipersecreción endocrina. Los prolactinomas se
evalúan mediante mediciones basales de PRL, tumores que segregan GH mediante pruebas de supresión de glucosa y niveles IGF-1,
así como adenomas que segregan ACTH mediante la medición del
cortisol salival nocturno, el cortisol libre de orina y la respuesta a la
supresión de dosis bajas de dexametasona (véase más adelante).
Otras hormonas hipofisarias anteriores —TSH y LH/FSH— también deben evaluarse como se describió anteriormente en la sección sobre evaluación endocrina. En pacientes con respuestas exitosas, se debe realizar una evaluación anual para vigilar la recidiva
tardía; el hipopituitarismo tardío no ocurre después de la microcirugía. La MRI no es necesaria en pacientes con función hipofisaria
posoperatoria normal, pero debe ser utilizada en pacientes con
enfermedad persistente o recurrente.
El seguimiento de los pacientes tratados por irradiación hipofisaria también es esencial, ya que la respuesta a la terapia puede
retrasarse y la incidencia del hipopituitarismo aumenta con el
tiempo. Se recomienda una evaluación endocrinológica anual de la
hormona hipersecretora y de las otras hormonas hipofisarias.
1. PROLACTINOMAS
La hipersecreción de PRL es la anormalidad endocrina más común
debido a los trastornos hipotalámico hipofisarios, y la PRL es la
hormona más comúnmente secretada en exceso por los adenomas
hipofisarios.
La comprensión es que la hipersecreción de PRL causa no sólo
la galactorrea, sino también la disfunción gonadal, y el uso de las
mediciones de PRL en la detección de tales pacientes ha permitido
el reconocimiento de estos tumores secretores de PRL antes del
desarrollo del agrandamiento de la silla, hipopituitarismo o deterioro visual. Por tanto, la PRL plasmática se debe medir en pacientes con galactorrea, disfunción hipotalámico hipofisaria sospechada, o agrandamiento selar, y en aquellos con disfunción gonadal
inexplicable, incluyendo amenorrea, infertilidad, disminución de
la libido o impotencia (tabla 4-12).
Patología
Los adenomas hipofisarios secretores de PRL surgen más comúnmente de las alas laterales de la hipófisis anterior, pero con su progresión llenan la silla turca y comprimen los lóbulos normales anteriores y posteriores. El tamaño del tumor varía enormemente de
TABLA 4-12 Indicaciones para la medida de prolactina
Galactorrea
Silla turca agrandada
Sospecha de tumor hipofisario
Hipogonadismo hipogonadotrópico
Amenorrea inexplicada
Hipogonadismo o infertilidad masculina inexplicada
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microadenoma a tumor invasivo grande con extensión extraselar.
La mayor parte de los pacientes tiene microadenomas (es decir,
tumores <1 cm de diámetro en el diagnóstico).
Los prolactinomas, generalmente, aparecen cromofóbicos en
estudios histológicos rutinarios, reflejando la insuficiencia de las
técnicas utilizadas. Las células son pequeñas y uniformes, con núcleos redondos u ovalados y escaso citoplasma, y los gránulos de
secreción no suelen ser visibles con tintes rutinarios. El estroma
contiene una red capilar difusa.
El examen por microscopia electrónica muestra que las células
del prolactinoma contienen gránulos secretorios característicos,
que, normalmente, oscilan entre 100 y 500 nm de diámetro y son
esféricos. Los gránulos más grandes (400 a 500 nm), que son irregulares o en forma de medialuna, se ven con menos frecuencia. Las
células muestran evidencias de actividad secretora, con una gran
zona de Golgi, ampliación nucleolar y un prominente retículo endoplasmático. Estudios inmunocitoquímicos de estos tumores han
confirmado que los gránulos secretores contienen PRL.
Cuadro clínico
Las manifestaciones clínicas del exceso de PRL son las mismas,
independientemente de la causa (véase más adelante). Los rasgos
clásicos son la galactorrea y la amenorrea en las mujeres y la disminución de la sexualidad o impotencia en los hombres. Aunque la
distribución sexual de los prolactinomas es en aproximación igual,
los microadenomas son mucho más comunes en las mujeres, presumiblemente debido al reconocimiento temprano de las consecuencias endocrinas del exceso de PRL.
A. Galactorrea La galactorrea ocurre en la mayoría de las mujeres con prolactinomas, y es mucho menos común en los hombres. Usualmente, no es espontánea, o puede estar presente sólo
de forma transitoria o intermitente. La ausencia de galactorrea, a
pesar de los niveles marcadamente elevados de PRL, es probable
que se deba a la deficiencia concomitante de las hormonas gonadales necesarias para iniciar la lactancia (véase capítulo 16).
B. Disfunción gonadal
1. En las mujeres La amenorrea, oligomenorrea con anovulación
o infertilidad, está presente en, aproximadamente, el 90% de las
mujeres con prolactinomas. Estos trastornos menstruales generalmente se presentan al mismo tiempo que la galactorrea si
está presente, pero pueden precederla o seguirla. La amenorrea, generalmente, es secundaria y puede seguir al embarazo o
al uso de anticonceptivos orales. La amenorrea primaria ocurre
en la minoría de pacientes que tienen inicio de hiperprolactinemia durante la adolescencia. La necesidad de medir la PRL en
pacientes con amenorrea primaria o secundaria inexplicable es
enfatizada en varios estudios que muestran que la hiperprolactinemia ocurre en hasta el 20% de los pacientes sin galactorrea
ni otras manifestaciones de disfunción hipofisaria. Se ha demostrado que varios de estos pacientes tienen prolactinomas.
La disfunción gonadal en estas mujeres se debe a la interferencia con el eje hipotalámico hipofisario gonadal por la hiperprolactinemia y, excepto en pacientes con adenomas grandes o
invasivos, no se debe a la destrucción de las células secretoras
de gonadotropina. Esto ha sido documentado por el retorno de
la función menstrual después de la reducción de los niveles
de PRL a lo normal mediante el tratamiento farmacológico, o la
extirpación quirúrgica del tumor. Aunque los niveles basales de
110
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
gonadotropina se encuentran con frecuencia dentro del rango
normal a pesar de la reducción de los niveles de esteroides
sexuales en pacientes hiperprolactinémicos, la PRL inhibe tanto la secreción pulsátil normal de LH y FSH como el aumento
de LH en la mitad del ciclo, lo que resulta en la anovulación. El
efecto de retroalimentación positiva del estrógeno sobre la secreción de gonadotropina también se inhibe; de hecho, los pacientes con hiperprolactinemia son, generalmente, deficientes
en estrógeno.
La deficiencia de estrógeno en mujeres con prolactinomas
puede estar acompañada por una disminución de la lubricación
vaginal, otros síntomas de deficiencia de estrógeno y una baja
masa ósea, según se evalúa mediante densitometría ósea. Otros
síntomas pueden incluir aumento de peso, retención de líquidos e irritabilidad. También puede ocurrir hirsutismo, acompañado de niveles elevados de sulfato de DHEA en el plasma. Los
pacientes con hiperprolactinemia también pueden sufrir de
ansiedad y depresión. En pequeños ensayos clínicos, se ha demostrado que el tratamiento con agonistas dopaminérgicos mejora el bienestar psicológico de estos pacientes.
2. En los hombres El exceso de PRL también puede, ocasionalmente, causar galactorrea; sin embargo, las manifestaciones
usuales son las del hipogonadismo. El síntoma inicial es la disminución de la sexualidad, que puede ser desestimada, tanto
por el paciente como por el médico debido a factores psicosociales; por tanto, el reconocimiento de prolactinomas en los
hombres se retrasa con frecuencia, y la hiperprolactinemia marcada (PRL >200 ng/mL [9.1 nmol/L]), así como el aumento de
la silla son habituales. Desafortunadamente, los prolactinomas
en hombres a menudo no se diagnostican hasta que aparecen
manifestaciones tardías como dolor de cabeza, discapacidad visual o hipopituitarismo; prácticamente todos estos pacientes
tienen antecedentes de disfunción sexual o gonadal. Los niveles
de testosterona sérica son bajos y, en presencia de niveles normales o subnormales de gonadotropina, se debe sospechar de
un exceso de PRL, al igual que otras causas de disfunción hipotalámico hipofisaria y gonadotropina (véase la sección sobre
Hipopituitarismo). La impotencia también ocurre en los hombres hiperprolactinémicos. Su causa no está clara, debido a que
el reemplazo de testosterona puede no revertirla si la hiperprolactinemia no se corrige. La infertilidad masculina acompañada
de una reducción en el conteo de espermatozoides es una queja
inicial poco común.
C. Progresión del tumor En general, el crecimiento de los
prolactinomas es lento; varios estudios han demostrado que la mayoría de los microadenomas no cambia significativamente en tamaño, y los macroadenomas tienden a crecer muy lentamente.
Diagnóstico diferencial
Las muchas afecciones asociadas con la hiperprolactinemia se enumeran en la tabla 4-8. El embarazo, los trastornos hipotalámico hipofisarios, el hipotiroidismo primario y la ingestión de drogas son
las causas más comunes.
Las lesiones hipotalámicas con frecuencia causan hipersecreción PRL al disminuir la secreción de dopamina que inhibe, tónicamente, la liberación de PRL; las lesiones pueden estar acompañadas de panhipopituitarismo. Del mismo modo, la sección
traumática o quirúrgica del tallo hipofisario conduce a hiperprolactinemia e hipopituitarismo. Los macroadenomas hipofisarios no
funcionales con frecuencia causan hiperprolactinemia leve por
compresión del tallo hipofisario o el hipotálamo.
El embarazo conduce a un aumento fisiológico de la secreción
de PRL; los niveles aumentan a medida que continúa el embarazo
y pueden alcanzar los 200 ng/mL (9.1 nmol/L) durante el tercer
trimestre. Después del parto, los niveles basales de PRL disminuyen gradualmente a lo normal durante varias semanas, pero aumentan en respuesta a la lactancia materna. La hiperprolactinemia
persistente durante 6 y 12 meses o más después del parto es una
indicación para la evaluación. Los niveles de PRL también son altos en los recién nacidos normales.
Varios trastornos sistémicos llevan a la hiperprolactinemia. El
hipotiroidismo primario es una causa común y la medición de la
función tiroidea, especialmente la TSH, debe ser parte de la evaluación. En el hipotiroidismo primario, hay hiperplasia, tanto de tirotropos como de lactotropos, se presume que esto es debido a la
hipersecreción de TRH. Ello puede conducir a un aumento significativo de la glándula hipófisis, lo cual puede confundirse con un tumor hipofisario secretor de PRL. La respuesta de PRL a la TRH suele ser exagerada en estos pacientes. La PRL también puede aumentar
en la enfermedad hepática, particularmente en pacientes con cirrosis grave y en quienes presentan insuficiencia renal crónica.
El exceso de PRL y la galactorrea también pueden ser causadas
por enfermedad de las mamas, estimulación del pezón, enfermedad o lesión a la pared torácica y lesiones de la médula espinal.
Estos trastornos incrementan la secreción de PRL mediante la estimulación de las vías neuronales aferentes.
Se pueden observar elevaciones artifactuales en los niveles de
PRL en presencia de anticuerpos antiPRL o de macroprolactinemia. En este último, un complejo de moléculas de PRL de alto peso
molecular mantiene la actividad inmunológica, pero mínima o ninguna bioactividad. La macroprolactinemia se puede evaluar con
precipitación de polietilenglicol en muestras de suero.
La causa más común de la hiperprolactinemia es la ingestión
de drogas. Se debe obtener una historia cuidadosa del consumo de
drogas. Los niveles elevados de PRL, galactorrea y amenorrea pueden ocurrir después de la terapia con estrógenos o el uso de anticonceptivos orales, pero su persistencia debe sugerir prolactinoma.
Muchos otros medicamentos también causan un aumento en la
secreción de PRL y niveles elevados de plasma (véase tabla 4-8).
Los niveles de PRL son, generalmente, inferiores a 200 ng/mL
(9 nmol/L), y la evaluación debe enfocarse en la descontinuación
del fármaco o medicamento, así como en la reevaluación del paciente después de varias semanas. En los pacientes en los que la abstinencia del medicamento no es factible, los estudios neurorradiológicos, si son normales, generalmente excluyen el prolactinoma.
Diagnóstico
A. Evaluación general La evaluación de pacientes con galactorrea o disfunción gonadal inexplicable, con niveles normales o
bajos de gonadotropina plasmática, debe incluir primero un historial con respecto al estado menstrual, embarazo, fertilidad, función
sexual y síntomas de hipotiroidismo o hipopituitarismo. Se debe:
1 documentar el uso actual o previo de medicamentos, drogas o
terapia de estrógeno; 2 establecer niveles basales de PRL, gonadotropinas, pruebas de función tiroidea y niveles de TSH, así como
testosterona sérica en hombres; 3 evaluar la función hepática y renal; 4 realizar una prueba de embarazo en mujeres con amenorrea.
Las pacientes con galactorrea, pero menstruaciones normales,
pueden no tener hiperprolactinemia y, por lo general, no tienen
Adenomas hipofisarios
prolactinomas. Si el nivel de PRL es normal, se las puede tranquilizar y seguirlas con mediciones secuenciales de PRL. Aquellas con
niveles elevados requieren de una evaluación adicional como se
describe más adelante.
B. Diagnóstico específico Cuando se han excluido otras causas de hiperprolactinemia, la causa más probable de hiperprolactinemia persistente es un prolactinoma, especialmente si hay hipogonadismo asociado. Debido a que las pruebas de supresión y de
estimulación disponibles actualmente, no distinguen los tumores
secretores de PRL de otras causas de hiperprolactinemia, el diagnóstico debe establecerse mediante la evaluación de los niveles basales de PRL y los estudios neurorradiológicos. Los pacientes con
tumores grandes e hiperprolactinemia marcada, generalmente,
presentan poca dificultad. Con muy raras excepciones, los niveles
basales de PRL superiores a 200 y 300 ng/mL (9.1 a 13.7 nmol/L)
son, virtualmente, diagnósticos de prolactinoma. Además, debido
a que existe una correlación general entre la elevación de la PRL y
el tamaño del adenoma hipofisario, estos pacientes, generalmente,
tienen agrandamiento de la silla y macroadenomas obvios. De manera similar, si el nivel de PRL basal está entre 100 y 200 ng/mL
(4.5 y 9.1 nmol/L), la causa suele ser un prolactinoma. Estos pacientes pueden tener micro o macroadenomas; sin embargo, con
niveles basales de PRL superiores a 100 ng/mL (4.5 nmol/L), el tumor secretor de PRL es, por lo general, radiológicamente evidente,
y de nuevo el diagnóstico es, por lo regular, sencillo. Los pacientes
con hiperprolactinemia de leve a moderada (20 a 100 ng/mL [0.9 a
4.5 nmol/L]) presentan la mayor dificultad en el diagnóstico, ya
que, tanto los microadenomas secretores de PRL como las muchas
otras afecciones que causan hiperprolactinemia (véase tabla 4-8)
originan hipersecreción de PRL de este grado. En tales pacientes,
la MRI demuestra con frecuencia un microadenoma hipofisario definitivo. Las exploraciones que muestran sólo anomalías menores o
equívocas deben interpretarse con precaución, debido a la alta incidencia de las exploraciones que en la población normal resultan
positivas, pero son falsas en realidad (véase Evaluación neurorradiológica, antes). Debido a que el diagnóstico no se puede establecer o excluir en pacientes con estudios neurorradiológicos normales o equívocos, éstos requieren de una evaluación adicional o en
serie (véase más adelante). Las diluciones de muestras de prolactina se pueden realizar en pacientes con elevaciones moderadas de
prolactina o macroadenomas, para descartar la interferencia del
efecto gancho de dosis alta; grandes cantidades de antígeno pueden
perjudicar la unión antígeno-anticuerpo, resultando en mediciones
erróneas de prolactina baja en algunos inmunoensayos.
Tratamiento
El control satisfactorio de la hipersecreción de PRL, el cese de la
galactorrea y el retorno de la función gonadal normal, se pueden
lograr en la mayoría de los pacientes con secretores de PRL de microadenomas. En pacientes con hiperprolactinemia, la ovulación
no debe ser inducida sin una evaluación cuidadosa de la anatomía
hipofisaria, ya que el embarazo puede causar una mayor expansión
de estos tumores, como se discutirá más adelante.
Aunque la mayoría de los microadenomas no progresa, se recomienda el tratamiento de estas pacientes para restaurar los niveles
normales de estrógeno y fertilidad, así como para prevenir la osteoporosis temprana secundaria al hipogonadismo persistente. Además, la terapia médica o quirúrgica es más exitosa en estos pacientes que en aquellos con tumores mayores. Todos los pacientes con
111
macroadenomas secretores de PRL deben ser tratados, debido a los
riesgos de una mayor expansión tumoral, hipopituitarismo y deterioro visual. Los pacientes con hiperprolactinemia e hipogonadismo persistentes y estudios neurorradiológicos normales —es decir,
aquellos en los que el prolactinoma no se puede establecer definitivamente— pueden ser tratados por observación, si el hipogonadismo es de corta duración. Sin embargo, en pacientes cuyo hipogonadismo ha persistido por más de 6 y hasta 12 meses, los
agonistas dopaminérgicos deben usarse para suprimir la secreción
de PRL y restaurar la función gonadal normal. En las mujeres con
macroprolactinomas, la terapia de reemplazo de estrógeno debe
iniciarse sólo después de que la hipersecreción PRL ha sido controlada por terapia de agonista dopaminérgico, ya que el estrógeno
estimula la hiperplasia lactotropa y puede incrementar el tamaño
del tumor. En este sentido, la medición periódica de la PRL sérica
se debe realizar en mujeres con microadenomas, tratadas con terapia de estrógenos que no están recibiendo el tratamiento con agonista dopaminérgico.
A. Los agonistas de la dopamina La bromocriptina se hizo
disponible en Estados Unidos hace más de 30 años y fue la primera
terapia médica efectiva para los adenomas hipofisarios; sin embargo, la cabergolina es más potente, de acción mucho más larga y
mejor tolerada. La cabergolina, por tanto, se ha convertido en el
agonista dopaminérgico de elección en la terapia de los prolactinomas.
1. Bromocriptina La bromocriptina estimula los receptores de dopamina y tiene efectos tanto a nivel hipotalámico como hipofisario. Es una terapia eficaz para un adenoma hipofisario secretor de PRL, e inhibe, directamente, la secreción de PRL por el
tumor. Dosis de 2.5 a 5 mg diarios son, a menudo, eficaces.
2. Cabergolina La cabergolina, un nuevo agonista de la dopamina
nonergot, se administra una o dos veces por semana y tiene un
mejor perfil de efectos secundarios que la bromocriptina. Es tan
eficaz como la bromocriptina para reducir el tamaño del macroadenoma, y más eficaz para reducir los niveles de PRL. Se ha
utilizado con éxito en la mayoría de los pacientes que, anteriormente, eran intolerantes o resistentes a la bromocriptina. La
cabergolina se debe comenzar con una dosis entre 0.25 a 0.50
mg dos veces por semana. La administración a la hora de acostarse con un bocadillo parece reducir los efectos secundarios.
Aunque varios estudios demostraron asociaciones entre la cabergolina y la valvulopatía cardiaca, en pacientes tratados por la
enfermedad de Parkinson, la valvulopatía clínicamente relevante en pacientes tratados por prolactinoma parece ser rara, probablemente porque las dosis usadas para manejar los síntomas
del parkinsonismo son, a menudo, 20 a 30 veces más altas, y se
administran diariamente en lugar de dos veces por semana. El
riesgo también parece estar relacionado con la afinidad de diferentes agonistas dopaminérgicos para los receptores de serotonina valvular (5-HT2B). Hasta que se disponga de estudios prospectivos de seguridad más amplios, algunas autoridades
recomiendan la evaluación ecocardiográfica en pacientes que
se espera necesiten tratamiento a largo plazo, especialmente en
dosis altas.
a. Microadenomas La cabergolina tiene éxito en, aproximadamente, el 90% de los pacientes, y muy pocos son intolerantes
o resistentes. La corrección de la hiperprolactinemia permite la recuperación de la función gonadal normal; la ovulación y la fertilidad se restauran, así que se debe aconsejar la
112
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
anticoncepción de barrera y las formas no hormonales si no
se desea el embarazo. Tanto la bromocriptina como la cabergolina se consideran ahora seguras para la restauración del
eje hipotalámico-hipofisario-gonadal y la inducción de la
ovulación. En las pacientes con microadenomas, el riesgo de
mayor expansión del adenoma durante el embarazo es inferior al 2%; sin embargo, tanto la paciente como el médico
deben ser conscientes de esta posible complicación. Los datos actuales no indican un mayor riesgo de embarazo múltiple, aborto o malformaciones fetales, en los embarazos que
ocurren en mujeres que toman agonistas dopaminérgicos;
sin embargo, se debe instruir a las pacientes que interrumpan estos medicamentos en el primer periodo menstrual
omitido, y que obtengan una prueba de embarazo. Aunque
todavía no se ha reportado ninguna toxicidad tardía aparte
de los efectos secundarios antes mencionados, las preguntas
sobre el posible riesgo a largo plazo están, actualmente, sin
respuesta. La hiperprolactinemia materna no debe ser perjudicial para el feto en desarrollo; la prolactina aumenta,
normalmente, durante el embarazo y no parece cruzar la
placenta.
b. Macroadenomas Los agonistas de la dopamina son efectivos
en el control de la hiperprolactinemia en pacientes con macroadenomas secretores de PRL, incluso cuando los niveles
basales de PRL están marcadamente elevados. Los agonistas
dopaminérgicos se pueden utilizar como tratamiento inicial
o para controlar la hiperprolactinemia residual en pacientes
que no han tenido éxito con cirugía o radioterapia. Los agonistas dopaminérgicos no deben usarse para inducir la ovulación y el embarazo en mujeres con macroadenomas no
tratados, ya que el riesgo de expansión tumoral y déficit visual en la parte posterior del embarazo es de, aproximadamente, 15 a 25%. Estas pacientes deben primero tener el
volumen tumoral disminuido con la terapia médica, o ser
tratadas con cirugía antes de la inducción de la ovulación.
Los agonistas de la dopamina normalizan la secreción de
PRL en alrededor del 60 al 70% de los pacientes con macroadenomas y también reducen el tamaño del tumor en,
aproximadamente, el mismo porcentaje de pacientes. La reducción del tamaño del tumor puede ocurrir en cuestión de
días o semanas después de la institución de la terapia. Los
fármacos se han utilizado para restaurar la visión en pacientes con mayor extensión supraselar y compresión quiasmal.
c. Remisión a largo plazo Los estudios actuales sugieren que
entre el 30 y el 40% de los pacientes con micro y macroadenomas permanecerá en remisión a largo plazo después del
retiro de la terapia con cabergolina durante 2 o 3 años, siempre que tengan normalización de los niveles de PRL y reducción del tumor. Los macroadenomas más grandes (>2.0 cm)
son propensos a reaparecer, y se debe continuar el tratamiento a largo plazo con agonistas dopaminérgicos en estos
pacientes.
B. Tratamiento quirúrgico La microcirugía transesfenoidal es
el procedimiento quirúrgico de elección en pacientes con prolactinomas.
1. Microadenomas En los pacientes con microadenomas, la remisión, medida por restitución de los niveles normales de PRL, la
menstruación normal y el cese de la galactorrea, se logran entre
el 85 y el 90% de los casos. El éxito es más probable en pacientes
con niveles basales de PRL por debajo de 200 ng/mL (9.1
nmol/L), y una duración de la amenorrea de menos de 5 años.
En estos pacientes, la incidencia de complicaciones quirúrgicas
es inferior al 2%, y el hipopituitarismo es una complicación poco frecuente. Así, en este grupo de pacientes con microadenomas secretores de PRL, la hipersecreción de PRL puede ser corregida, la función gonadal restaurada y la secreción de TSH y
ACTH preservada. Las tasas de recurrencia varían considerablemente en las series reportadas. Según nuestra experiencia,
aproximadamente el 85% de los pacientes ha tenido remisiones a largo plazo, y el 15% ha tenido hiperprolactinemia recurrente.
2. Macroadenomas La microcirugía transesfenoidal es considerablemente menos exitosa en restaurar la secreción normal de
PRL en pacientes con macroadenomas; muchos médicos clínicos sólo tratarían a estos pacientes con agonistas de la dopamina. El resultado quirúrgico está directamente relacionado con el
tamaño del tumor y el nivel de PRL basal. Así, en pacientes con
tumores de 1 a 2 cm de diámetro, sin extensión extraselar y con
niveles basales de PRL inferiores a 200 ng/mL (9.1 nmol/L), la
cirugía transesfenoidal es exitosa en, aproximadamente, el 80%
de los casos. En pacientes con niveles basales más altos de PRL
y tumores más grandes o invasivos, la tasa de éxito —definida
como resección completa del tumor y restauración de la secreción basal normal de PRL— está entre el 25 y el 50%. Aunque la
pérdida visual progresiva o la apoplejía hipofisaria es una indicación clara para la cirugía, la gran mayoría de estos pacientes
debe ser tratada con agonistas dopaminérgicos.
C. Radioterapia
La radioterapia convencional está reservada
para pacientes con macroadenomas secretores de PRL que tienen
hiperprolactinemia persistente, y que no han respondido a los intentos de controlar sus adenomas hipofisarios con cirugía o agonistas dopaminérgicos. En este grupo de pacientes, la radioterapia
con 4 000 a 5 000 cGy previene la expansión tumoral adicional,
aunque los niveles de PRL, generalmente, no caen dentro del rango normal. El deterioro de la función hipofisaria anterior ocurre
entre, aproximadamente, el 50 y el 60% de los pacientes. La experiencia con la radiocirugía con bisturí de rayos gamma en prolactinomas es limitada, y las tasas de remisión y reducción en el volumen tumoral han sido reportadas con diferentes grados de éxito.
Elección de la terapia para prolactinoma
La elección de la terapia para prolactinoma depende de los deseos
de la paciente, los planes de la paciente para el embarazo y la tolerancia a la terapia médica, así como la disponibilidad de un neurocirujano calificado.
A. Microadenomas La mayoría de los hombres y mujeres premenopáusicas debe ser tratado para prevenir la progresión ocasional del tumor, la pérdida de masa ósea y otros efectos del hipogonadismo prolongado. La terapia médica con cabergolina restaura
de forma efectiva tanto la función gonadal normal como la fertilidad, y el embarazo conlleva sólo un pequeño riesgo de expansión
tumoral. Los pacientes que responden deben ser tratados durante
2 o 3 años, y luego, el medicamento debe ser retirado para determinar si ocurrirá una remisión a largo plazo. Los pacientes que tienen
recurrencia de hiperprolactinemia, después de la abstinencia de
cabergolina, pueden reanudar el medicamento o elegir someterse a
una remoción quirúrgica. En las mujeres posmenopáusicas asinto-
Adenomas hipofisarios
máticas que deciden no usar terapia médica, se debe realizar un
monitoreo intermitente de la prolactina como marcador del agrandamiento del tumor. La adenectomía transesfenoidea, ya sea inicialmente o después de un ensayo de tratamiento con agonista
dopaminérgico, conlleva poco riesgo cuando es realizada por un
neurocirujano experimentado y ofrece una alta probabilidad de remisión a largo plazo.
B. Macroadenomas La terapia quirúrgica primaria en estos
pacientes, por lo general, no resulta en una remisión a largo plazo,
de ahí que la terapia médica sea la terapia primaria de elección,
particularmente cuando los niveles de PRL del paciente son superiores a 200 ng/mL (9.1 nmol/L) y el tumor es mayor de 2 cm.
Aunque la microcirugía transesfenoidea disminuye rápidamente el
tamaño del tumor y descomprime el tallo hipofisario, el quiasma
óptico y los senos cavernosos, usualmente hay tumor residual e
hiperprolactinemia. Por tanto, estos pacientes requieren de una
terapia adicional con agonistas dopaminérgicos. Aunque el crecimiento del tumor y la secreción de PRL pueden ser controlados
por medio de terapia médica en la mayoría de los pacientes, el fracaso terapéutico puede ser resultado de la intolerancia a los medicamentos, deficiente cumplimiento, o resistencia. La radioterapia
está reservada para pacientes posquirúrgicos con adenomas residuales, que no están controlados con agonistas dopaminérgicos.
2. ACROMEGALIA Y GIGANTISMO
Los adenomas hipofisarios secretores de GH son los segundos en
frecuencia en cuanto a los prolactinomas para los tumores hipofisarios funcionales, y causan los síndromes clínicos clásicos de la
acromegalia y el gigantismo.
Las manifestaciones clínicas características son la consecuencia
de la hipersecreción crónica de GH, que a su vez conduce a una
generación excesiva de IGF-1, el mediador de la mayoría de los
efectos de GH (véase el capítulo 6). Aunque el sobrecrecimiento
óseo es la característica clásica, el exceso de GH causa un trastorno
sistémico generalizado con efectos perjudiciales y una mayor tasa
de mortalidad, aunque las muertes rara vez se deben a los efectos de ocupación de espacio o destructivos del adenoma hipofisario per se.
La acromegalia y el gigantismo son, casi siempre, secundarios a
un adenoma hipofisario. La secreción ectópica de GHRH ha sido
identificada como otra causa de hipersecreción y acromegalia de
GH en unos pocos pacientes, con tumores carcinoides o de células
islote. Los informes de los gangliotropos que secretan la GHRH
intrahipofisaria en contigüidad directa con los adenomas somatotrópicos que secretan la GH, y un informe de un hamartoma hipotalámico que secreta la GHRH en un paciente con acromegalia,
proporcionan un vínculo entre la producción ectópica y la producción automática de GHRH. La secreción ectópica de GH per se es
muy rara, pero se ha documentado en unos pocos tumores pulmonares.
En los adultos, el exceso de GH lleva a la acromegalia, el síndrome caracterizado por el crecimiento excesivo local del hueso, particularmente del cráneo y la mandíbula. El crecimiento lineal no
ocurre debido a la fusión previa de las epífisis de huesos largos. En
la infancia y la adolescencia, el inicio del exceso crónico de GH
lleva al gigantismo. La mayoría de estos pacientes tiene hipogonadismo asociado, lo que retrasa el cierre epifisial y la combinación
del exceso de IGF-1 y el hipogonadismo lleva a una aceleración sorprendente del crecimiento lineal. La mayoría de los pacientes con
113
gigantismo también tienen características de acromegalia, si la hipersecreción de GH persiste durante la adolescencia y hasta la
edad adulta.
Patología
Los adenomas hipofisarios que causan acromegalia suelen tener
un diámetro superior a 1 cm cuando se establece el diagnóstico.
Estos tumores surgen de las alas laterales de la hipófisis anterior;
menos del 10% son diagnosticados como microadenomas.
Los adenomas secretantes de GH son de dos tipos histológicos:
densamente y poco granulados. Sin embargo, no parece haber diferencias en el grado de secreción de GH o manifestaciones clínicas en estos pacientes. Aproximadamente el 15% de los tumores
que secretan GH también contiene lactotropos, y por tanto hipersecretan tanto GH como PRL.
Etiología y patogénesis
En la mayoría de los casos, la secreción hipofisaria excesiva de GH
es un trastorno hipofisario primario. Se ha identificado una mutación somática en la proteína Gs que lleva a una producción excesiva de cAMP en el 40% de los adenomas secretores de GH. Los
adenomas hipofisarios familiares aislados (FIPA), se caracterizan
por defectos genéticos en el gen de los receptores de hidrocarbono
de arilo que interactúan con el gen de la proteína (AIP), la cual,
probablemente, actúa como un supresor tumoral. Un síndrome recientemente descrito de gigantismo hipofisario llamado acrogigantismo, ligado al cromosoma X (X-LAG), parece deberse a la duplicación genómica de Xq26.3 (que incluye el gen GPR101) (véase
tabla 4-10). Los adenomas hipofisarios están presentes en, prácticamente, todos los pacientes y, por lo regular, son mayores de 1 cm
de diámetro; la hiperplasia sola es rara y el tejido hipofisario anterior no adenomatoso no presenta hiperplasia somatotrópica cuando se examina histológicamente. Además, hay un retorno de los
niveles normales de GH, y un control dinámico de la secreción de
GH después de la extirpación selectiva del adenoma hipofisario.
Fisiopatología
En la acromegalia, la secreción de GH aumenta y su control dinámico es anormal. La secreción sigue siendo episódica; sin embargo, el número, duración y amplitud de los episodios secretorios se
incrementan, y ocurren aleatoriamente a lo largo de las 24 horas. El
característico aumento nocturno está ausente, y hay respuestas
anormales a la supresión y estimulación. Por tanto, la supresibilidad de la glucosa se pierde (véase el diagnóstico, más adelante), y
la estimulación de GH por hipoglucemia, generalmente, está ausente. La TRH y la GnRH pueden causar la liberación de GH,
mientras que estas sustancias, normalmente, no estimulan la secreción de GH. La dopamina y los agonistas de la dopamina como
la bromocriptina y la apomorfina, que es común que estimulen la
secreción de GH, paradójicamente causan la supresión de la GH
en alrededor del 70 y el 80% de los pacientes con acromegalia.
La mayoría de los efectos nocivos de la hipersecreción crónica
de GH son causados por la estimulación de cantidades excesivas de IGF-1 (véase el capítulo 6), y los niveles plasmáticos de esta
proteína se incrementan en la acromegalia. Los efectos promotores
del crecimiento de IGF-1 (DNA, RNA y síntesis de proteínas) conducen a la proliferación característica del hueso, cartílago y tejidos
blandos, así como al aumento del tamaño de otros órganos para
114
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
producir las manifestaciones clínicas clásicas de la acromegalia. La
resistencia a la insulina y la intolerancia a los carbohidratos observada en la acromegalia parecen ser efectos directos de GH y no
debidos al exceso de IGF-1.
Cuadro clínico
La incidencia de la acromegalia en el sexo es, aproximadamente,
igual; la edad media al momento del diagnóstico es de, casi, 40
años, y la duración de los síntomas suele ser de 5 a 10 años antes
de que se establezca el diagnóstico.
La acromegalia es un trastorno crónico incapacitante y desfigurador con un aumento de la morbilidad tardía y mortalidad si no se
trata. Aunque se han descrito remisiones espontáneas, el curso es
lentamente progresivo en la gran mayoría de los casos.
A. Síntomas y signos Las manifestaciones tempranas (tabla
4-13) incluyen la proliferación de tejidos blandos, con el agrandamiento de las manos y los pies además del engrosamiento de los
rasgos faciales. Esto suele ir acompañado de un aumento de la sudoración, intolerancia al calor, grasa de la piel, fatiga y aumento de
peso.
En el momento del diagnóstico, la mayoría de los pacientes tiene manifestaciones clásicas y siempre se presentan cambios en los
tejidos blandos y acrales. Los cambios en los huesos y cartílagos
afectan, principalmente, a la cara y el cráneo. Estos cambios incluyen el engrosamiento del calvarium; el aumento del tamaño de los
TABLA 4-13 Manifestaciones clínicas de acromegalia
en 100 pacientes
a
Manifestaciones de GH en exceso
Alargamiento acral
Sobrecrecimiento de tejido blando
Hiperhidrosis
Letargia o fatiga
Ganancia de peso
Parestesias
Dolor de articulaciones
Fotofobia
Papilomas
Hipertricosis
Goiter
Acantosis nigricans
Hipertensión
Cardiomegalia
Cálculo renal
100a
100
88
87
73
70
69
46
45
33
32
29
24
16
11
Perturbación de otras funciones endocrinas
Hiperinsulinemia
Intolerancia a la glucosa
Menstruaciones irregulares o ausentes
Deseo sexual disminuido o impotencia
Hipotiroidismo
Galactorrea
Ginecomastia
Hipoadrenalismo
70
50
60
46
13
13
8
4
Manifestaciones locales
Silla agrandada
Dolor de cabeza
Deficiencia visual
90
65
20
Porcentaje de pacientes en quienes estos aspectos estuvieron presentes.
(Adaptada con permiso de Friesen SR. Surgical Endocrinology: Clinical Syndromes. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins; 1978).
senos frontales, lo que lleva a la prominencia de las crestas supraorbitales; agrandamiento de la nariz, y crecimiento hacia abajo
y hacia adelante de la mandíbula, lo que lleva al prognatismo y a
dientes ampliamente espaciados. El crecimiento de los tejidos blandos también contribuye a la apariencia facial, con el engrosamiento de los rasgos y la hinchazón facial e infraorbital. Las manos y los
pies se ven principalmente afectados por el crecimiento de los tejidos blandos; son grandes, gruesos y voluminosos, con dedos de
manos y pies rojos como de pala (véase figura 4-19). Un apretón
de manos voluminoso y sudoroso con frecuencia sugiere el diagnóstico, y hay aumentos en las tallas de anillos, guantes y zapatos.
Hay un engrosamiento generalizado de la piel, con aumento de
grasa y sudoración. El acné, los quistes sebáceos y la fibromata mollusca (marcas cutáneas y papilomas) son comunes, al igual que la
acantosis nigricans de las axilas y el cuello, e hipertricosis en las
mujeres.
Estos cambios óseos y de tejidos blandos están acompañados
por manifestaciones sistémicas, que incluyen hiperhidrosis, intolerancia al calor, letargo, fatiga y aumento de la necesidad de sueño.
La apnea del sueño, tanto central como obstructiva, es muy común
en pacientes con acromegalia. Esto tiene particular importancia
para el anestesiólogo, que debe tomar precauciones especiales para
proteger las vías respiratorias durante la cirugía. Generalmente, se
presenta un aumento de peso moderado. Las parestesias, generalmente debidas a la compresión del túnel carpiano, ocurren en un
70%; las neuropatías sensoriales ocurren de manera poco común.
El crecimiento excesivo de huesos y cartílagos lleva a la artralgia y
en casos de larga duración a la artritis degenerativa de la columna
vertebral, caderas y rodillas. La fotofobia de causa desconocida
ocurre en, aproximadamente, la mitad de los casos, y es más molesta en la luz solar brillante y durante la conducción nocturna.
El exceso de GH conduce a una visceromegalia generalizada,
clínicamente evidente como la timomegalia y el agrandamiento de
las glándulas salivales. El agrandamiento de otros órganos, por lo
regular, no es detectable clínicamente.
La hipertensión se presenta en, aproximadamente, el 25% de
los pacientes, y la cardiomegalia en, casi 15%. El agrandamiento
cardiaco puede ser secundario a la hipertensión, enfermedad aterosclerótica o, en raras ocasiones, a la miocardiopatía acromegálica. Los cálculos renales se producen en un 11%, secundarios a la
hipercalciuria inducida por el exceso de GH.
Otras anomalías endocrinas y metabólicas son comunes y pueden deberse al exceso de GH o a los efectos mecánicos del adenoma hipofisario. La intolerancia a la glucosa y el hiperinsulinismo se
presentan entre el 50 y 70% de los pacientes, respectivamente, debido a la resistencia a la insulina inducida por GH. La diabetes clínica se manifiesta en una minoría, y la cetoacidosis diabética es
rara. El hipogonadismo ocurre en el 60% de las mujeres y el 46% de
hombres y es de origen multifactorial; el crecimiento del tumor y la
compresión pueden perjudicar la secreción de gonadotropina hipofisaria, y la hiperprolactinemia asociada (véase más adelante), o
el efecto similar a la PRL de la secreción excesiva de GH puede
perjudicar la función gonadotrópica y gonadal. En los hombres, los
bajos niveles totales de testosterona en plasma se pueden deber a
la supresión de GH de los niveles de la globulina hormona enlazante sexual (SHBG); en estos casos, los niveles de testosterona libre de plasma pueden ser normales, con función gonadal normal.
Con diagnóstico precoz, el hipotiroidismo y el hipoadrenalismo
debido a la destrucción de la hipófisis anterior normal son inusuales, y están presentes en sólo el 13 y 14% de los pacientes, respectivamente. La galactorrea se presenta en un 15% y, generalmente, es
Adenomas hipofisarios
FIGURA 4-19
115
Marcado aumento de bultos de tejido blando y dedos embotados en un hombre de mediana edad con acromegalia.
causada por hiperprolactinemia de un adenoma hipofisario con
una población celular mixta de somatotropos y lactotropos. La ginecomastia de causa desconocida ocurre en, aproximadamente, el
10% de los hombres. Aunque la acromegalia puede ser un componente del síndrome de MEN tipo 1, es claramente inusual, y la hiperfunción paratiroidea concomitante o los tumores de células de
los islotes pancreáticos son raros.
Cuando la hipersecreción de GH está presente durante muchos
años, ocurren complicaciones tardías, incluyendo deformidad cosmética progresiva y artritis degenerativa incapacitante. Además, la
tasa de mortalidad aumenta; después de los 45 años, la tasa de
mortalidad por aterosclerosis cardiovascular y cerebrovascular, enfermedades respiratorias y cáncer de colon es de dos a cuatro veces
mayor que la de la población normal. Las tasas de mortalidad tienden a ser más altas en pacientes con hipertensión, enfermedades
cardiovasculares o diabetes mellitus clínica.
Las manifestaciones de adenoma hipofisario que ocupan espacio también son comunes en la acromegalia (p. ej., el 65% de los
pacientes tiene dolor de cabeza). Aunque el deterioro visual estaba,
generalmente, presente en las series más antiguas, ahora ocurre
entre sólo el 15 y el 20%, porque la mayoría de los pacientes son
diagnosticados debido a las manifestaciones del exceso de GH.
B. Resultados de laboratorio Además de las elevaciones en
IGF-1 y GH, la glucosa plasmática posprandial puede estar elevada, y la insulina sérica aumenta en el 70% de los casos. Los niveles
elevados de fosfato sérico (debido al aumento de la reabsorción
tubular renal) e hipercalciuria parecen deberse a efectos directos
de GH o IGF-1.
C. Estudios de imagenología Las películas simples (véase
figura 4-20) muestran un agrandamiento de la silla en el 90% de los
casos. También se puede observar el engrosamiento del calvarium,
el agrandamiento de los senos frontales y maxilares, y el agrandamiento de la mandíbula. Las radiografías de la mano muestran un
aumento en el volumen del tejido blando, haces de fibras “punta de
flecha” en las falanges distales, aumento del ancho de los cartílagos
intraarticulares y cambios quísticos de los huesos carpianos. Las
radiografías de los pies muestran cambios similares, y hay un aumento en el grosor de la almohadilla del talón (normal, <22 mm).
Diagnóstico
La acromegalia suele ser clínicamente obvia y puede confirmarse
fácilmente mediante una evaluación de la secreción de GH; los niveles basales de GH en ayunas (normal, 1 a 5 ng/mL [46 a 232
pmol/L]) son superiores a 10 ng/mL (465 pmol/L) en más del 90%
de los pacientes y oscilan entre 5 ng/mL (232 pmol/L) y más de 500
ng/mL (23 000 pmol/L), con un promedio de, aproximadamente,
50 ng/L /2 300 pmol/L). Sin embargo, las mediciones individuales
no son del todo fiables, porque la secreción de GH es episódica en
la acromegalia, y debido a que otras condiciones pueden aumentar la secreción de GH (véase más adelante).
A. Supresión de glucosa La supresión con glucosa oral es la
prueba dinámica más simple y específica para la acromegalia. En
sujetos sanos, la administración oral de 100 g de glucosa causa una
reducción del nivel de GH a menos de 1 ng/mL (47 pmol/L) a los
60 minutos. En la acromegalia, los niveles de GH pueden disminuir, aumentar o no mostrar ningún cambio; sin embargo, no disminuyen a menos de 1 ng/mL (47 pmol/L), y esta falta de respuesta establece el diagnóstico. Se han desarrollado ensayos de GH
supersensibles y se están comercializando. Con estos ensayos, los
individuos normales pueden suprimir los niveles de GH a menos
de 0.1 ng/mL. Por tanto, los criterios expresados anteriormente
pueden necesitar ser ajustados en un futuro próximo (a <0.04 ng/
mL). Debido a que muchos ensayos carecen de suficiente precisión, sin embargo, aún se recomienda un corte de menos de 0.1
ng/mL.
B. Medición IGF-1
La medición de IGF-1 (véase capítulo 6) es
un medio útil para establecer el diagnóstico de la hipersecreción de
GH. Los resultados del IGF-1 deben interpretarse de acuerdo con
los datos normativos ajustados por edad y sexo. Los niveles de IGF1 reflejan, directamente, la actividad de GH. IGF-1 tiene una larga
vida media, por lo que los niveles de IGF-1 fluctúan mucho menos
116
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
A
Diagnóstico diferencial
A. Otras causas de hipersecreción GH o IGF-1
C
B
La presencia de rasgos clínicos de exceso de GH, secreción elevada de GH
y IGF-1, y dinámica anormal de GH, junto con la demostración
de un tumor hipofisario por estudios neurorradiológicos, son diagnósticos de acromegalia. Sin embargo, en el diagnóstico diferencial
se deben considerar otras afecciones asociadas con la hipersecreción de GH. Éstas incluyen ansiedad, ejercicio, enfermedad aguda,
insuficiencia renal crónica, cirrosis, inanición, desnutrición proteico-calórica, anorexia nerviosa y diabetes mellitus tipo 1 (dependiente de insulina). La terapia de estrógeno puede aumentar la
respuesta de GH a varios estímulos. Estas afecciones pueden estar
asociadas con la supresibilidad anormal de la GH por glucosa y con
una respuesta anormal de la GH a la TRH; sin embargo, los pacientes con estas afecciones no tienen manifestaciones clínicas de exceso de GH y, por tanto, se diferencian fácilmente de los pacientes
con acromegalia. Además, las condiciones enumeradas anteriormente no dan lugar a una elevación de las concentraciones IGF-1.
El uso de testosterona o el acetato de medroxiprogesterona de depósito anticonceptivo se ha asociado con elevaciones moderadas
de IGF-1.
B. Secreción ectópica de GH o GHRH Estos raros pacientes
con acromegalia debido a la secreción ectópica de GH o GHRH
tienen manifestaciones clínicas típicas de acromegalia. Esto puede
ocurrir en carcinomas pulmonares, tumores carcinoides y tumores
de células de los islotes pancreáticos. Se deben sospechar estos síndromes en pacientes con un tumor extrahipofisario conocido, que
tengan exceso de GH, o en aquellos con características clínicas y
bioquímicas de acromegalia, con procedimientos radiológicos que
muestren glándulas hipófisis normales o que sugieran un agrandamiento o hiperplasia hipofisaria difusa.
Tratamiento
FIGURA 4-20
Signos radiológicos de la acromegalia. A: cráneo con silla turca y senos frontales agrandados, engrosamiento
del calvarium, y agrandamiento de la mandíbula. B: mano con
hueso sesamoideo ampliado y sombras aumentadas de tejido
blando. C: almohadilla del talón engrosada. (Reproducida con
permiso de Levin SR. Manifestations and treatment of acromegaly. Calif Med 1972 Mar;116(3):57-64).
que los niveles de GH. Los niveles de IGF-1 son elevados en prácticamente todos los pacientes con acromegalia (los rangos normales varían ampliamente en diferentes laboratorios y algunos ensayos comerciales no son confiables).
C. Localización tumoral La localización radiográfica del adenoma hipofisario que causa acromegalia suele ser sencilla (véase
“Evaluación neurorradiológica”, antes). En prácticamente todos los
pacientes, la localización y el tamaño del tumor pueden ser mostrados por MRI; el 90% tiene tumores de más de 1 cm de diámetro que
se visualizan fácilmente. En el raro paciente con estudios neurorradiológicos normales, se debe considerar una fuente ectópica extrahipofisaria de GH o GHRH. Si los escáneres sugieren un agrandamiento de la hipófisis difusa o hiperplasia, también se debe
sospechar la presencia de GHRH ectópica.
Todos los pacientes con acromegalia deben someterse a terapia para detener la progresión del trastorno y prevenir las complicaciones tardías, así como el exceso de mortalidad. Los objetivos de
la terapia son la extirpación o destrucción del tumor hipofisario, la
reversión de la hipersecreción de GH, así como el mantenimiento
de la función hipofisaria anterior y posterior normal. Estos objetivos son alcanzables actualmente en la mayoría de los pacientes,
especialmente en aquellos con tumores más pequeños y sólo hipersecreción moderada de GH. En pacientes con tumores grandes que
tienen remarcada hipersecreción de GH, generalmente se requiere
de varias terapias para lograr la secreción normal de GH.
Los criterios para una respuesta adecuada a la terapia continúan evolucionando. Algunos informes han descrito un aumento
de la mortalidad tardía en pacientes con niveles de GH por radioinmunoensayo superiores a 2.5 ng/mL (116 pmol/L) después del tratamiento. Por tanto, las pautas actuales para la remisión son una
GH en ayunas de 1 ng/mL (47 pmol/L) o menos, y una GH suprimida con glucosa de 1 ng/mL (47 pmol/L) o menos, acompañado
por un nivel normal de IGF-1.
La terapia inicial de elección es la microcirugía transesfenoidal
debido a su alta tasa de éxito, a la rápida reducción de los niveles
de GH, baja incidencia del hipopituitarismo posoperatorio y baja
tasa de morbilidad quirúrgica. Los pacientes con hipersecreción
persistente de GH después de la cirugía deben ser tratados médicamente con análogos de somatostatina, agonistas de dopamina o un
Adenomas hipofisarios
antagonista del receptor de GH. La radioterapia debe reservarse
para aquellos pacientes con respuestas inadecuadas a la cirugía y la
terapia médica.
A. Tratamiento quirúrgico La extirpación selectiva transesfenoidal del adenoma es el procedimiento a elegir; la craneotomía es
necesaria en el raro paciente en el que la extensión supraselar mayor impide el enfoque transesfenoidal. La reducción exitosa de los
niveles de GH se logra en, aproximadamente, el 60 y el 80% de
los pacientes. En aquellos con tumores de tamaño pequeño o moderado (<2 cm), el éxito se logra en más del 80%, mientras que en
los que tienen tumores más grandes y niveles basales de GH superiores a 50 ng/mL (2 325 pmol/L) —y en especial en aquellos con
mayor extensión extraselar del adenoma— las respuestas exitosas
ocurren en sólo 30 y 60%. Las tasas de recurrencia en aquellos
quienes tienen una respuesta inicial exitosa son bajas (alrededor
del 5% de los pacientes en la institución de los autores). Las complicaciones quirúrgicas (antes analizadas) ocurren en menos del 2%.
B. Tratamiento médico El acetato de octreótido, un análogo
de la somatostatina, fue el primer tratamiento médico efectivo para
pacientes con acromegalia. Sin embargo, el medicamento requirió
de altas dosis (100 a 500 μg) administradas subcutáneamente tres
veces al día. Su uso en la acromegalia ha sido reemplazado por
análogos de somatostatina de liberación sostenida, con actividades
que duran hasta 1 mes. Los preparativos incluyen el octreótido
LAR, acetato de lanreótido, y diaspartate de pasireótido suministrado por inyección cada cuatro semanas. El LAR octreótido normaliza los niveles de GH y IGF-1 en 75% de los pacientes cuando
se usa en dosis de 20 a 40 mg/mes; sin embargo, la reducción tumoral ocurre en un porcentaje mucho menor. El pasireótido se une
con alta afinidad a 4 de los 5 subtipos de receptores somatostatinos, y puede ser más efectivo que el octreótido en la normalización
de los niveles de GH y IGF-1. Los agentes de acción prolongada se
han convertido en la terapia de elección para los pacientes con hipersecreción residual de GH después de la cirugía. Los efectos secundarios de esta clase de agentes consisten, principalmente, en
síntomas gastrointestinales y el desarrollo de cálculos biliares. Se
ha reportado una dañada tolerancia a la glucosa, especialmente
con el pasireótido.
La agonista de la dopamina cabergolina normaliza los niveles de
IGF-1 en, aproximadamente, el 30% de los pacientes acromegálicos,
cuando se usa en dosis de 1 a 2 mg/semana. Sin embargo, no se ha
utilizado comúnmente como única terapia. Cuando la cabergolina
se agrega a la terapia analógica con somatostatina, aumenta el número de pacientes con normalización de los niveles de GH y IGF-1.
El pegvisomant es un antagonista de los receptores GH que ha
demostrado ser una terapia efectiva para el tratamiento de la acromegalia. En dosis de 10 a 20 mg/d, administradas por inyección
subcutánea, reduce los niveles de IGF-1 a lo normal en más del
90% de los pacientes. Aunque hay preocupaciones con respecto a
la secreción continuada de GH en exceso y la posible progresión
del tumor, hasta la fecha no han surgido problemas graves. Aunque el pegvisomant tiene una eficacia muy buena, su uso puede
estar limitado por su alto costo y la necesidad de inyecciones diarias. Por tanto, en la actualidad se utiliza principalmente en aquellos pacientes que han fracasado la terapia con cirugía y análogos
de la somatostatina.
C. Radioterapia La irradiación convencional con sobretensión
en dosis de 4 500 a 5 000 cGy, aunque en última instancia exitosa
entre el 60 y el 80% de los pacientes, no debe ser utilizada, ya que
117
los niveles de GH pueden no volver a la normalidad hasta 10 o 15
años después de la terapia. En una serie, los niveles de GH fueron
inferiores a 10 ng/mL (460 pmol/L) en sólo el 38% de los pacientes
a los dos años después del tratamiento; sin embargo, a los 5 y 10
años, el 73 y el 81% habían alcanzado dichos niveles. La incidencia
del hipopituitarismo es apreciable, y en esta serie el hipotiroidismo
se produjo en un 19%, el hipoadrenalismo en un 38%, y el hipogonadismo entre, aproximadamente, un 50 y 60% de los pacientes
como consecuencia de la radioterapia. La radiocirugía con bisturí
de rayos gamma también se ha utilizado para tumores confinados
a la silla. Las series actuales, aunque limitadas, sugieren tasas de
remisión de alrededor del 50 y el 70% a los dos años después de la
terapia.
Respuesta al tratamiento
En los pacientes con una reducción exitosa de la hipersecreción de
GH, se produce el cese del sobrecrecimiento óseo. Además, experimentan una mejoría clínica considerable, incluyendo la reducción en el bulto de tejido blando de las extremidades, disminución
de la hinchazón facial, aumento de la energía, y el cese de la hiperhidrosis, intolerancia al calor, y la piel grasa. Los cambios óseos típicos no retroceden. El dolor de cabeza, el síndrome del túnel carpiano, las artralgias, la apnea del sueño y la fotofobia también son
reversibles con una terapia exitosa. La intolerancia a la glucosa y la
hiperinsulinemia, así como la hipercalciuria, también se invierten
en la mayoría de los casos. El exceso de mortalidad asociado con la
acromegalia puede revertirse si se normalizan los niveles de GH.
Seguimiento del postratamiento
La evaluación del postratamiento incluye la evaluación de la secreción de GH, la función hipofisaria anterior y el tamaño del tumor.
Los pacientes que van a cirugía deben someterse a una evaluación
posoperatoria de la función hipofisaria. La medición de IGF-1 y
GH debe realizarse a las 12 semanas o más tarde. Si la GH es >1
ng/mL, mida el nivel de GH mínimo después de una carga de glucosa. Aquellos con hipersecreción persistente de GH (>1 ng/mL
[47 pmol/L]) deben recibir terapia adicional con análogos de somatostatina. Los pacientes con niveles de GH posoperatorios por debajo de 1 ng/mL (47 pmol/L) deben tener determinaciones de GH
y IGF-1 de seguimiento a intervalos de seis meses durante dos años
y, posteriormente, cada año para descartar recurrencias. Las elevaciones recurrentes en IGF-1 deberían provocar una repetición de la
resonancia magnética de la silla. El hipopituitarismo tardío después de la cirugía sola no ocurre. La terapia de reemplazo de GH
en pacientes con antecedentes de acromegalia e hipopituitarismo
es controversial y se necesitan estudios adicionales.
3. ADENOMAS HIPOFISARIOS ACTH
SECRETORES: ENFERMEDAD
DE CUSHING
En 1932, Harvey Cushing documentó la presencia de pequeños
adenomas hipofisarios basófilos en seis de ocho pacientes con características clínicas de hiperfunción adrenocortical. Años más tarde, la hipersecreción de ACTH se identificó a partir de dichos tumores y se encontró que es la causa de la hiperplasia suprarrenal
bilateral. La hipersecreción hipofisaria de ACTH (enfermedad de
Cushing) se reconoce ahora como la causa más común de hipercor-
118
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
tisolismo endógeno (síndrome de Cushing) y debe distinguirse de
las otras formas de síndrome ACTH adrenocorticosteroide y tumores suprarrenales (véase capítulo 9).
Patología
Los tumores hipofisarios que secretan ACTH existen en prácticamente todos los pacientes con enfermedad de Cushing. Estos tumores son generalmente microadenomas benignos de menos de 10
mm de diámetro; el 50% tiene un diámetro de 5 mm o menos, y se
han descrito microadenomas tan pequeños como de 1 mm. Estos
tumores en la enfermedad de Cushing son adenomas basófilos o
cromófobos, y se pueden encontrar en cualquier parte dentro de la
hipófisis anterior. En raras ocasiones, los tumores secretores
de ACTH son grandes, con tendencias invasivas y rara vez se han
reportado tumores malignos.
Histológicamente, los tumores están compuestos por hojas
compactas de células uniformes y bien granuladas (tamaño de gránulos, 200 a 700 nm por microscopia electrónica) con una disposición sinusoidal, un alto contenido de ACTH y sus péptidos relacionados (β-LPH, β-endorfina). Con cierta frecuencia, se observa una
zona de hialinización perinuclear (cambios de Crooke) como resultado de la exposición de las células corticotróficas al hipercortisolismo prolongado (véase figura 4-7). Un hallazgo ultraestructural
específico en estos adenomas es la deposición de haces de microfilamentos perinucleares que rodean el núcleo; éstos son el equivalente ultraestructural de los cambios hialinos de Crooke vistos en la
microscopia corriente. En contraste con las células del adenoma,
disminuye el contenido de ACTH en la porción de la hipófisis anterior que no está involucrada con el tumor.
La hiperplasia difusa de los corticotropos hipofisarios anteriores o la hiperplasia adenomatosa, supuestamente causada por la
hipersecreción de CRH, se presenta en raras ocasiones.
Las glándulas suprarrenales en la enfermedad de Cushing están agrandadas, pesando de 12 a 24 g (normal, 8 a 10 g). El examen
microscópico muestra una corteza espesa debido a la hiperplasia,
tanto de la zona reticular como de la zona fasciculada; la zona glomerulosa es normal. En algunos casos, los adenomas hipofisarios
secretores de ACTH causan hiperplasia nodular bilateral; los suprarrenales muestran hiperplasia cortical bilateral difusa y la presencia de uno o más nódulos que varían de microscópicos a varios
centímetros de diámetro, siendo los más comunes los pequeños
nódulos múltiples.
Patogénesis
El peso de la evidencia actual es que la enfermedad de Cushing
es un trastorno hipofisario primario y que las anomalías hipotalámicas son secundarias al hipercortisolismo. Las anomalías endocrinas en la enfermedad de Cushing son las siguientes: 1) hipersecreción de ACTH, con hiperplasia suprarrenal bilateral e
hipercortisolismo; 2) ausencia de periodicidad circadiana de ACTH
y secreción de cortisol; 3) ausencia de respuesta de ACTH y cortisol
al estrés (hipoglucemia o cirugía); 4) retroalimentación negativa
anormal de la secreción de ACTH por glucocorticoides, y 5) respuesta subnormal de GH, TSH y gonadotropinas al estímulo.
La evidencia de que la enfermedad de Cushing es un trastorno
hipofisario primario que se basa en la alta frecuencia de los adenomas hipofisarios, la respuesta a su extirpación y la interpretación
de las anomalías hipotalámicas como secundarias al hipercortisolismo. Además, estudios moleculares han encontrado que casi to-
dos los adenomas corticotropos son monoclonales. Se ha encontrado que el gen de la proteasa 8, específicamente ubiquitina (USP8),
ha mutado en algunos adenomas corticotrópicos. El producto de
este gen tiene actividad de la deubiquitinasa y parece estar implicado en la regulación del reciclaje de los receptores del factor de
crecimiento epidérmico (EGFR). Estos hallazgos sugieren que la
hipersecreción de ACTH surge de un adenoma hipofisario de desarrollo espontáneo y que el hipercortisolismo resultante suprime el
eje hipotalámico hipofisario normal, así como la liberación de
CRH, aboliendo de este modo la regulación hipotalámica de la variabilidad circadiana y la respuesta al estrés.
El análisis de la respuesta a la terapia mediante microcirugía
hipofisaria arroja algo de luz sobre la patogénesis de la enfermedad
de Cushing. La extirpación selectiva de los microadenomas hipofisarios mediante microcirugía transesfenoidal corrige la hipersecreción y el hipercortisolismo de ACTH en la mayoría de los pacientes.
Después de la extirpación selectiva del adenoma hipofisario, los
siguientes factores vuelven a la normalidad: el ritmo circadiano de
ACTH y cortisol, la respuesta del eje hipotalámico hipofisario al
estrés hipoglucémico, y la supresión de la dexametasona de la secreción de cortisol.
Cuadro clínico
La enfermedad de Cushing presenta signos y síntomas de hipercortisolismo, así como exceso de andrógenos suprarrenales (véase
capítulo 9). El inicio de estas características es, generalmente, engañoso, desarrollándose durante meses o años. La obesidad (con predominio de la distribución central de grasa), hipertensión, intolerancia a la glucosa y disfunción gonadal (amenorrea o impotencia)
son características comunes. Otras manifestaciones comunes incluyen cara de luna (redondeada), plétora, osteopenia, debilidad
muscular proximal, moretón fácil, trastornos psicológicos, estrías
violentas, hirsutismo, acné, cicatrización deficiente de heridas, e
infecciones fúngicas superficiales. A diferencia de los pacientes
con la forma clásica del síndrome ectópico de ACTH, los pacientes con enfermedad de Cushing rara vez tienen hipocaliemia, pérdida de peso, anemia o hiperpigmentación. La virilización, observada, ocasionalmente, en pacientes con carcinoma suprarrenal, es
inusual en la enfermedad de Cushing. Los síntomas clínicos relacionados con el tumor primario secretor de ACTH, como dolor de
cabeza o deterioro visual, son raros debido al pequeño tamaño de
estos adenomas.
El rango de edad usual es de 20 a 40 años, pero la enfermedad
de Cushing se ha reportado en bebés y en pacientes mayores de 70
años. Hay una proporción mujer:hombre de aproximadamente 8:1.
En contraste, el síndrome ectópico de ACTH ocurre más comúnmente en los hombres (proporción hombre:mujer de 3:1).
Diagnóstico
El paso inicial en el diagnóstico de un adenoma hipofisario secretor
de ACTH es la documentación del hipercortisolismo endógeno, que
se confirma por el aumento de la secreción de cortisol libre urinaria, la supresibilidad anormal de cortisol a dosis bajas de dexametasona, y/o la medición anormal de cortisol salival nocturno. La diferenciación de un tumor hipofisario secretor de ACTH de otras
causas de hipercortisolismo debe basarse en estudios bioquímicos,
incluyendo la medición de los niveles basales de ACTH plasmático
y el muestreo venoso central, para detectar un gradiente central
a periférico de los niveles de ACTH (véase capítulo 9). La imageno-
Adenomas hipofisarios
logía de la silla con MRI puede ayudar a identificar un adenoma
hipofisario en sólo el 50 y el 70% de los pacientes con hipercortisolismo dependiente de ACTH. El diagnóstico y el diagnóstico diferencial del síndrome de Cushing se presentan en el capítulo 9.
Tratamiento
La microcirugía transesfenoidal es el procedimiento de elección en
la enfermedad de Cushing. Una variedad de otras terapias —operatorias, radiológicas, farmacológicas— se analizan más adelante.
A. Tratamiento quirúrgico La resección transesfenoidal selectiva de los adenomas hipofisarios secretores de ACTH es el tratamiento inicial de elección. En la operación se requiere de una exploración meticulosa de los contenidos intraselares por parte de un
neurocirujano experimentado. El tumor, que generalmente se encuentra dentro del tejido del lóbulo anterior, se extirpa de forma
selectiva, y la glándula normal se deja intacta.
En aproximadamente 85% de los pacientes con microadenomas, la microcirugía selectiva tiene éxito en la corrección del hipercortisolismo. El daño quirúrgico a la función hipofisaria anterior es
poco frecuente, pero la mayoría de los pacientes desarrolla insuficiencia suprarrenal secundaria transitoria, que requiere de apoyo
glucocorticoide posoperatorio hasta que el eje hipotalámico suprarrenal se recupere, generalmente de 2 a 18 meses. La función de
la hipofisectomía total no está clara en la actualidad; sin embargo, la hemihipofisectomía basada en la lateralización de la muestra
venosa central sólo tiene éxito en alrededor del 50 y el 70% de los
pacientes.
Por contraste, la cirugía transesfenoidal es exitosa en sólo el
25% del 10 al 15% de los pacientes con enfermedad de Cushing con
macroadenomas hipofisarios o en aquellos con extensión extraselar del tumor.
La diabetes insípida transitoria ocurre en, aproximadamente,
10% de los pacientes, pero otras complicaciones quirúrgicas (p. ej.,
hemorragia, rinorrea del líquido cefalorraquídeo, infección, deterioro visual, diabetes insípida permanente) son raras. El hipopituitarismo ocurre sólo en pacientes que se someten a una hipofisectomía total.
Antes de la introducción de la microcirugía hipofisaria, la adrenalectomía total bilateral era el tratamiento preferido de la enfermedad de Cushing, y aún puede emplearse en pacientes en los que
otras terapias no tienen éxito. La adrenalectomía total, que ahora
se puede realizar laparoscópicamente, corrige el hipercortisolismo,
pero produce hipoadrenalismo permanente, requiriendo de una
terapia de glucocorticoides y mineralocorticoides de por vida. El
adenoma hipofisario secretor de ACTH persiste y puede progresar,
causando hiperpigmentación y complicaciones invasivas (síndrome de Nelson; véase más adelante). El hipercortisolismo persistente puede, ocasionalmente, seguir a la adrenalectomía total a medida que la hipersecreción de ACTH estimule los remanentes
suprarrenales o los restos congénitos.
B. Radioterapia La radioterapia convencional de la hipófisis es
beneficiosa en pacientes que tienen una enfermedad persistente o
recurrente después de la microcirugía hipofisaria. En estos pacientes, las tasas de remisión reportadas son del 55 al 70% entre 1 y 3
años después de la radioterapia.
La radiocirugía con bisturí de rayos gamma alcanza tasas de remisión entre el 65 y el 75%. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, ambas formas de radioterapia causan la pérdida tardía
de la función hipofisaria en más del 50% de los pacientes y los dé-
119
ficits visuales pueden ocurrir con daño al quiasma óptico o a los
nervios craneales.
C. Tratamiento médico Los medicamentos que inhiben la secreción de cortisol suprarrenal son útiles en la enfermedad de Cushing, a menudo como terapia complementaria (véase capítulo 9).
Se ha encontrado que el ketoconazol, un derivado del imidazol,
inhibe la biosíntesis de esteroides suprarrenales e inhibe las enzimas citocromo P450 P450scc y P450c11. En dosis diarias de 600 a
1 200 mg, el ketoconazol ha sido efectivo en el tratamiento del síndrome de Cushing. Sin embargo, la hepatotoxicidad es común,
pero puede ser transitoria. La metirapona, que inhibe el P450c11,
también se ha utilizado para reducir la hipersecreción de cortisol.
El uso de estos medicamentos está acompañado por un aumento
en los niveles de ACTH que puede superar la inhibición enzimática. Además, causan efectos secundarios gastrointestinales que pueden limitar su eficacia. El control más efectivo del hipercortisolismo con menos efectos secundarios se obtiene mediante el uso
combinado de estos agentes. No se dispone de datos adecuados sobre el uso a largo plazo de estos fármacos como único tratamiento
para la enfermedad de Cushing. Por tanto, el ketoconazol y la metirapona se utilizan, generalmente, mientras se espera una respuesta a la terapia o en la preparación de los pacientes para la cirugía.
El medicamento adrenolítico mitotano produce atrofia suprarrenal predominantemente de la zona fasciculata y reticularis. La
remisión del hipercortisolismo se logra en, aproximadamente, el
80% de los pacientes con enfermedad de Cushing, pero la mayoría
de las recaídas después de la terapia se interrumpe. La terapia de
mitotano está limitada por la respuesta retardada, que puede tomar semanas o meses, y por los efectos secundarios frecuentes,
incluyendo náuseas, vómitos, diarrea, somnolencia y erupción cutánea.
El agente de inducción de anestesia etomidato inhibe el P450c11.
Debe administrarse por vía intravenosa y, por lo regular, se reserva
para casos de hipercortisolismo potencialmente mortales, resistentes a la terapia convencional o cuando los medicamentos orales
están contraindicados.
Las terapias dirigidas a la hipófisis incluyen la cabergolina y el
diaspartato de pasireótido. El receptor de dopamina tipo 2 (D2)
está presente en la mayoría de los adenomas corticotrópicos. Se ha
demostrado que las dosis de cabergolina de 1 a 7 mg por semana
son efectivas para normalizar los niveles de cortisol libre urinario
entre el 10 y el 30% de los pacientes, pueden administrarse por vía
oral y, generalmente, se toleran bien. En la práctica clínica, su papel es en una minoría de pacientes con hipercortisolismo leve. El
pasireótido es una somatostatina (sst) analógica, que se une con
alta afinidad a los subtipos sst1, sst2, sst3, y, especialmente, a los
subtipos sst5 del receptor sst que están presentes en los tumores
corticotrópicos. Se aprobó para uso clínico en dosis de 0.6 a 0.9 mg
por vía subcutánea dos veces al día. En un estudio, el cortisol libre
urinario se normalizó en el 20% de los pacientes y permaneció controlado a los 12 meses. En los pacientes que no responden después
de tres meses de terapia a pesar de la valoración a 0.9 mg dos veces
al día, debe suspenderse o combinarse con otra terapia. Al igual
que otros análogos de la sst, los efectos adversos incluyen cálculos
biliares y síntomas gastrointestinales. Sin embargo, la hiperglucemia parece ser más común, y ocurre en la mayoría de los pacientes.
En un estudio más de la mitad requirió de terapia reductora de
glucosa. La mifepristona es un antagonista del receptor de glucocorticoides aprobado para el tratamiento de la hiperglucemia en
pacientes con síndrome de Cushing en Estados Unidos. Es mejor
120
CAPÍTULO 4
Hipotálamo y glándula hipófisis
conocido por sus propiedades antiprogestacionales (RU-486) y ha
sido utilizado para el tratamiento de endometriosis y miomas uterinos, así como para inducir abortos. Se ha encontrado que en dosis más altas actúa como un antagonista de los receptores glucocorticoides. Típicamente se inicia a 300 mg diarios y se valora hasta
1 200 mg diarios. El ajuste de la dosis se basa en parámetros metabólicos (p. ej., glucosa), dado que los niveles de ACTH y cortisol
aumentan como resultado del bloqueo del receptor de glucocorticoides. Los efectos secundarios incluyen insuficiencia suprarrenal,
fatiga, náuseas, dolor de cabeza, hipocaliemia, edema y engrosamiento endometrial en las mujeres. Dado que los niveles de cortisol no son bajos, es necesario un alto grado de sospecha clínica
para identificar la insuficiencia suprarrenal en pacientes que usan
mifepristona. Se recomienda una dosis de dexametasona de 2 a
4 mg diarios por cada 300 mg de mifepristona, en pacientes con
sospecha de insuficiencia suprarrenal asociada con el antagonismo
de los receptores glucocorticoides.
4. SÍNDROME DE NELSON
Nelson y colaboradores describieron por primera vez en 1958 la
aparición clínica de un adenoma hipofisario secretor de ACTH después de una adrenalectomía bilateral como terapia inicial para la
enfermedad de Cushing. Sin embargo, con la evolución de la microcirugía hipofisaria como terapia inicial para la enfermedad de Cushing, el síndrome de Nelson es ahora un acontecimiento inusual.
Patogénesis
Ahora parece probable que el síndrome de Nelson represente la
progresión clínica de un adenoma preexistente después de la restricción del hipercortisolismo en la secreción de ACTH y se elimina
el crecimiento tumoral. Por tanto, después de la adrenalectomía, el
efecto supresor del cortisol ya no está presente, la secreción de
ACTH aumenta y el adenoma hipofisario puede progresar.
Incidencia
Antes del desarrollo de la cirugía transesfenoidal, cuando la adrenalectomía bilateral era el tratamiento inicial para la enfermedad
de Cushing, la incidencia del síndrome de Nelson varió entre el 10
y el 78%, dependiendo de los criterios utilizados para el diagnóstico (véase el capítulo 9). En una serie, aproximadamente el 30% de
los pacientes adrenalectomizados por la enfermedad de Cushing
desarrolló el síndrome de Nelson clásico, con hiperpigmentación
progresiva y un tumor secretor de ACTH obvio; otro 50% desarrolló evidencia de un microadenoma sin una progresión marcada, y
alrededor del 20% nunca desarrolló un tumor progresivo. Las razones de estas diferencias en el comportamiento clínico son inciertas.
La radioterapia profiláctica de la hipófisis es controvertida. Actualmente, cuando la adrenalectomía se utiliza sólo en aquellos pacientes que fracasan en la microcirugía hipofisaria, la incidencia del
síndrome de Nelson es inferior al 10%. Sin embargo, después de
una adrenalectomía bilateral en pacientes con enfermedad de Cushing, se requiere de un examen continuo, incluyendo niveles plasmáticos de ACTH y MRI.
Cuadro clínico
Los tumores hipofisarios en pacientes con síndrome de Nelson clásico pueden ser de los más agresivos y de rápido crecimiento entre
todos los tumores hipofisarios. Estos pacientes presentan hiperpig-
mentación y con manifestaciones de una lesión en masa intraselar
en expansión. Pueden ocurrir defectos del campo visual, dolor de
cabeza, invasión del seno cavernoso con parálisis muscular extraocular e, incluso, cambios malignos con metástasis locales o distantes. La apoplejía hipofisaria también puede complicar el curso de
estos tumores.
Diagnóstico
Los niveles de ACTH en el plasma son marcadamente elevados,
generalmente por encima de 1 000 pg/mL (222 pmol/L) y, a menudo, tan altos como 10 000 pg/mL (2 220 pmol/L). La MRI define la
extensión del tumor.
Tratamiento
La cirugía hipofisaria por la aproximación transesfenoidal es el modo inicial de tratamiento. La resección completa, generalmente, no
es posible debido al gran tamaño de estos tumores. La radioterapia
convencional o la radiocirugía con bisturí de rayos gamma se emplea en el posoperatorio en pacientes con tumor residual o extensión extraselar.
5. ADENOMAS HIPOFISARIOS
SECRETORES DE TIROTROPINAS
Los adenomas de hipófisis secretores de TSH son tumores raros
que se manifiestan como hipertiroidismo con bocio en presencia
de TSH elevada. Los pacientes con tumores que segregan TSH a
menudo son resistentes a la terapia tiroidea extirpativa habitual, lo
que requiere grandes dosis, a menudo múltiples, de 131I y varias
operaciones para el control de la tirotoxicosis. Histológicamente, los tumores son adenomas cromófobos. A menudo, son muy
grandes y causan deterioro visual, lo que alerta al médico de una
anomalía hipofisaria. Los pacientes con estos tumores no tienen
manifestaciones extratiroideas sistémicas de la enfermedad de
Graves tales como la oftalmopatía o la dermopatía.
El diagnóstico se basa en los hallazgos de hipertiroidismo (T4 o
T3 elevadas) con TSH sérica elevada y subunidad alfa, así como
estudios neurorradiológicos consistentes con el tumor hipofisario.
El diagnóstico diferencial incluye a aquellos pacientes con hipotiroidismo primario (insuficiencia tiroidea) que desarrollan hiperplasia mayor de tirotropos hipofisarios y lactotropos, con agrandamiento de la silla y extensión supraselar ocasional. Estos pacientes
pueden ser identificados por síntomas de hipotiroidismo y bajos
niveles de hormona tiroidea. La resistencia a la hormona tiroidea
puede ser más difícil de excluir ya que los niveles de T4 y T3 también pueden ser elevados. Estos pacientes, sin embargo, tienden a
ser clínicamente eutiroideos o hipotiroideos, tienen antecedentes
familiares de resistencia a la hormona tiroidea, y, generalmente, no
se presentan con masas selares. Los niveles de subunidades alfa en
estos pacientes, generalmente, no son elevados.
El tratamiento debe dirigirse, inicialmente, al adenoma, a través
del enfoque microquirúrgico transesfenoidal. Sin embargo, generalmente se requiere de una terapia adicional debido al gran tamaño de estos adenomas.
Los análogos de la somatostatina normalizan los niveles de TSH
y T4 en más del 70% de estos pacientes cuando se administran en
dosis similares a las usadas para el tratamiento de la acromegalia
(véase análisis anterior). Se ha observado una contracción del tumor en, aproximadamente, el 40% de los pacientes.
Referencias
Si el crecimiento del tumor y la hipersecreción TSH no pueden
ser controlados por cirugía y análogos de somatostatina, el siguiente paso es la irradiación hipofisaria. Además, estos pacientes también pueden requerir de una terapia ablativa de la tiroides con 131I
o cirugía para controlar su tirotoxicosis.
6. ADENOMAS HIPOFISARIOS
DE SECRECIÓN DE GONADOTROPINAS
Aunque muchos adenomas hipofisarios sintetizan gonadotropinas
(especialmente FSH) y sus subunidades, sólo una minoría de estos
pacientes tiene niveles séricos elevados de FSH o LH. La mayoría
de estos tumores producen FSH y la subunidad alfa, pero han sido
descritos tumores que segregan tanto FSH como LH, y un tumor
que sólo segrega LH.
Los adenomas hipofisarios secretantes de gonadotropina, generalmente, son adenomas cromofóbicos grandes que se presentan
con deterioro visual. La mayoría de los pacientes tiene hipogonadismo, y muchos tienen panhipopituitarismo. La evaluación hormonal revela FSH elevada en algunos pacientes acompañada de
valores normales de LH. Los niveles basales de la subunidad alfa
también pueden estar elevados. La presencia de elevación tanto de
FSH como de LH debe sugerir hipogonadismo primario. La estimulación de la TRH lleva a un aumento de la secreción de FSH en
el 33% y un aumento de la LH-β en el 66% de los pacientes.
La terapia para los adenomas secretores de gonadotropina se ha
dirigido a la extirpación quirúrgica. Debido a su gran tamaño, es
difícil lograr un control adecuado del tumor y, generalmente, se
requiere de radioterapia.
7. ADENOMAS HIPOFISARIOS
SECRETORES DE SUBUNIDAD ALFA
Cantidades excesivas de la subunidad alfa de las hormonas hipofisarias de glucoproteínas se han observado en asociación con la hipersecreción de muchas hormonas hipofisarias anteriores (TSH,
GH, PRL, LH, FSH). Sin embargo, se ha identificado hipersecreción pura de subunidades alfa en varios pacientes con adenomas
cromofóbicos invasivos grandes y panhipopituitarismo parcial. Por
tanto, la determinación de la subunidad alfa puede ser un marcador útil en pacientes con presuntos adenomas hipofisarios “no funcionales”.
8. ADENOMAS HIPOFISARIOS
NO FUNCIONALES
Los adenomas cromofóbicos “no funcionales” alguna vez representaron, aproximadamente, el 80% de todos los tumores hipofisarios
primarios; sin embargo, con la aplicación clínica de inmunoensayos sensibles de las hormonas hipofisarias anteriores, estos tumores representan, actualmente, una minoría de todos los adenomas
hipofisarios, y muchos, presentan tinte histoquímico para las hormonas. Así, la gran mayoría de estos adenomas cromofóbicos han
sido documentados como secreción de PRL; un número más pequeño segrega TSH o las gonadotropinas.
Los tumores no funcionales, generalmente, son grandes cuando se establece el diagnóstico; los síntomas habituales son dolor de
cabeza y defectos del campo visual. Sin embargo, las manifestaciones endocrinas, de manera habitual, están presentes durante meses o años antes de que se haga el diagnóstico, siendo la deficiencia
121
de gonadotropina el síntoma inicial más común. El hipotiroidismo
y el hipoadrenalismo también son comunes, pero los síntomas son
sutiles y se pueden pasar por alto.
La evaluación debe incluir MRI y pruebas del campo visual; los
estudios endocrinos deben incluir la evaluación de las hormonas
hipofisarias y la función del órgano final para determinar si el adenoma es hipersecretor o si se necesita reemplazo hormonal.
Debido a que estos tumores generalmente son grandes, se requiere casi siempre tanto de la cirugía como la radioterapia para
prevenir la progresión o recurrencia del tumor. En ausencia de un
índice endocrino de hipersecreción tumoral como el exceso de
PRL, se necesitan exploraciones seriales a intervalos anuales para
evaluar la respuesta al tratamiento y detectar una posible recidiva.
9. CARCINOMA HIPOFISARIO
Los carcinomas hipofisarios son extremadamente raros con menos
de 200 casos reportados y definidos por las metástasis distantes de
un tumor hipofisario. La mayoría de ellos se presentan como macroadenomas invasivos productores de hormonas, con síntomas de
efecto masivo. Los tumores secretores de ACTH y PRL son los más
comunes. Las metástasis pueden presentarse muchos años después del diagnóstico del tumor hipofisario primario. Las tasas de
supervivencia son bajas y el tratamiento puede incluir cirugía adicional, radioterapia o quimioterapia (p. ej., temozolomida).
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(Antidiuretic hormone), Hormona antidiurética
pOsm
(plasma osmolality), Osmolalidad plasmática
AIDS
(Acquired immunodeficiency syndrome), sida,
síndrome de inmunodeficiencia adquirida
SIADH
AVP
(Arginine vasopressin), Arginina vasopresina
(Syndrome of inappropriate antidiuretic hormone secretion), Síndrome de secreción inapropiada de la hormona antidiurética
CSW
(Cerebral salt wasting), Pérdida de sal cerebral
V1-3
(Vasopressin receptor, types 1-3), Receptor de
vasopresina, tipos 1-3
DDAVP
(Desamino, D-8 arginine vasopressin), Desamino, D-8 arginina vasopresina
FISIOLOGÍA DE LA FUNCIÓN HORMONAL
La vasopresina es la hormona retenedora del agua en todos los mamíferos y, junto con la sed, es el principal regulador de la osmolalidad. La presión y el volumen están regulados, de manera primordial, por cambios en el balance de sodio, mediado por renina,
angiotensina y aldosterona. La relativa importancia de la vasopresina en la regulación de la osmolalidad, frente a la regulación de
presión, se refleja en la sensibilidad a los cambios, en la osmolalidad frente a los cambios presión/volumen. La figura 5-1 ilustra la
exquisita sensibilidad de los osmorreceptores a tan sólo un 1% de
cambio en la osmolalidad. La regulación de la secreción de vasopresina por barorreceptores, sin embargo, implica que concurran
muchas entradas simpáticas y sinérgicas y la disminución en el volumen o la presión de 10 a 15% es necesaria, antes de que haya un
aumento mensurable de la vasopresina en plasma.
La exquisita sensibilidad en la relación de la osmolalidad plasmática a la osmolalidad urinaria y al volumen de orina se ilustran
en la figura 5-2. Mientras que el rango normal de osmolalidad plasmática abarca un rango de, aproximadamente, 10 mOsm/L, para
cualquier individuo, el punto de ajuste es mucho más estrecho.
Pequeños cambios en la osmolalidad producen un correspondiente
cambio lineal en la vasopresina plasmática. Como se ilustra en la
figura 5-2, el rango normal de osmolalidad plasmática y vasopresina en plasma, lo produce un aumento lineal correspondiente de la
osmolalidad en la orina, de máxima dilución a concentración máxima. Este rango completo, desde la máxima cantidad de orina diluida hasta la concentración máxima en la orina, se logra mediante un
estrecho rango de vasopresina plasmática (de aproximadamente 1
a 5 pg/mL). En circunstancias inusuales, la osmolalidad plasmática
puede elevarse más allá del rango normal, y hay un aumento co-
rrespondiente en la vasopresina plasmática, pero la osmolalidad
urinaria se estabiliza en la concentración de la médula interna renal. Cuando la orina en el conducto colector es isoosmótica con la
orina en la médula interna, se alcanza la concentración máxima
de orina. Mientras que la relación de osmolalidad plasmática, vasopresina plasmática y la osmolalidad urinaria es lineal, la relación de
éstas con el volumen de orina es no lineal. Por el contrario, hay una
relación logarítmica entre el volumen de orina y la osmolalidad de
la orina. El volumen total de orina requerido para excretar una cantidad fija de orina, relativamente, con poco cambios de osmolaridad hasta la concentración plasmática de vasopresina y orina casi
ausentes, hace que el volumen de orina aumente, dramáticamente,
desde pocos litros por día, a 18 y 20 L/d para adultos (10 L/m2).
También como se ilustra en la figura 5-2, la sed tiene un umbral
más alto para estimulación, que el umbral para vasopresina. Esto es
esencial para la fisiología normal, para que las personas puedan
tolerar la deshidratación moderada antes de tener sed y no requerir
la ingestión constante de fluido.
En el riñón, el líquido se conserva mediante la reabsorción de
sodio y líquido en los túbulos proximales y distales y luego, reabsorción de agua en el conducto colector. El sistema multiplicador a
contracorriente en el circuito de Henle genera una alta osmolalidad en la médula renal. La vasopresina actúa sobre los receptores
V2 en las células principales, en el conducto colector, para estimular la expresión intracelular de los canales de agua, aquaporina-2.
Cuando la vasopresina se une al receptor V2, la adenilatociclasa se
activa para producir AMP cíclico, que estimula tanto, la producción de nueva proteína aquaporina-2 y la transferencia de aquaporina-2 existente del citoplasma a la membrana celular. En la membrana celular, las aquaporinas actúan como canales de agua en la
bicapa lipídica hidrofóbica, para que el agua se desplace por el gra-
126
CAPÍTULO 5
Hipófisis posterior (neurohipófisis)
25
320
310
Sed
20
pOsm
Vasopresina plasmática (pg/mL)
Presión
Volumen
15
Osmolalidad
300
290
280
10
270
A
5
0
3
0
3
6
PAVP
9
12
6
9
12
1050
1400
9
12
1400
0
+10
–10
+20
–20
Cambio porcentual
+30 (Osmolalidad)
–30 (Presión
o volumen)
FIGURA 5-1 Secreción de vasopresina en respuesta al porcentaje de aumento en la osmolalidad o disminución de la presión o el volumen. (Reproducido con permiso de Brenner BM,
Rector FC. The Kidney. 3rd ed. Philadelphia: WB Saunders; 1986).
uOsm
1050
0
0
700
350
B
0
PAVP
30
25
Volumen U/24 h
diente osmótico, desde el conducto colector hasta la célula principal. Las aquaporinas-3 y -4 intervienen en el desplazamiento de
agua, de la célula principal hacia el líquido extracelular medular y
desde allí, hacia la circulación. En respuesta a los cambios en la
vasopresina, la aquaporina-2 puede transportarse, rápidamente,
dentro y fuera de la membrana, produciendo cambios rápidos en la
reabsorción de agua y la concentración de orina.
La regulación volumen/presión por la vasopresina opera en los
vasos sanguíneos, a través de los receptores V1. Cuando la presión
arterial es baja y el volumen es bajo, la activación de los receptores
V1 causa la contracción del músculo liso vascular, para elevar la
presión sanguínea y restringir el volumen intravascular alrededor
del volumen de líquido disponible.
Los receptores V2 también estimulan factores antihemofílicos y
de Von Willebrand. Hay un tercer tipo de receptor (V3) en las células de la hipófisis anterior que estimula la ACTH. Estas funciones
no se consideran más en este capítulo.
En la mayoría de las situaciones fisiológicas, los cambios en la
osmolalidad y el volumen son aditivos o sinérgicos en la producción de la respuesta fisiológica apropiada. Por ejemplo, la mayoría
de los casos de deshidratación resulta en una mayor pérdida de
agua que de soluto. Esto produce un aumento en la osmolalidad del
plasma y una disminución en el volumen que actúan, en conjunto,
para estimular la sed y la secreción de vasopresina, que promueve
la retención de agua. De manera similar, el exceso de ingestión de
líquido hipotónico produce una disminución en la osmolalidad
plasmática y un aumento en el volumen plasmático, los cuales disminuyen la vasopresina plasmática y dan como resultado, la excreción de orina diluida. La regulación normal de la osmolalidad es un
sistema elegante y simple. El líquido ingerido y el agua producida,
a partir de alimentos metabolizados, son superiores a la verdadera
necesidad. El agua retenida causa una pequeña disminución en la
osmolalidad del plasma con una pequeña disminución en la vaso-
20
15
10
5
C
0
0
350
700
uOsm
0
FIGURA 5-2
3
6
PAVP
Relación fisiológica normal entre la osmolalidad
plasmática (pOsm; mOsm/kg H2O), vasopresina plasmática
(PAVP; pg/mL), osmolalidad urinaria (pOsm; mOsm/kg H2O) y volumen urinario (L/d). A) Los cambios en la osmolalidad inducen
cambios lineales en la vasopresina, con un rango fisiológico normal de osmolalidad que produce niveles de vasopresina de 0.5 a
5 pg/mL. B) El rango fisiológico de la vasopresina produce cambios lineales en la osmolalidad de la orina. A niveles superiores
de vasopresina a 5 a 6 pg/mL, la osmolalidad de la orina es máxima, determinada por la osmolalidad de la médula interna del riñón. C) Suponiendo una carga osmolar constante, la relación del
volumen con la osmolalidad urinaria es logarítmica. El volumen
de orina para excretar una carga osmolar determinada en la osmolalidad de la orina en B se indica en C. (Datos de Robertson
GL, Shelton RL, Athar S. The osmoregulation of vasopressin. Kidney Int 1976 Jul;10(1):25-37. Copyright 2003, AG Robinson, University of California at Los Angeles).
Fisiopatología
presina y la excreción del fluido ingerido. Si la ingesta de agua no
es suficiente para satisfacer las necesidades del cuerpo, la osmolalidad del plasma aumenta, produciendo orina concentrada para
reducir la pérdida de líquidos y estimula la sed que induce a beber
para reponer el líquido corporal.
Los bebés pequeños obtienen todas o la mayoría de sus calorías
en líquidos y no diluyen su orina tan bien como los adultos, por lo
que corren el riesgo al manejar el exceso de líquidos. El equilibrio
de líquidos y electrolitos no está bien regulado en personas mayores. A la edad de 80 años, el agua corporal total disminuye hasta un
50% del nivel en adultos jóvenes normales. Los sujetos mayores
pueden tener una disminución en la tasa de filtración glomerular,
y el conducto colector es menos sensible a la vasopresina. Numerosos estudios han indicado una disminución de la sed con deshidratación, en sujetos de edad avanzada, pero también una capacidad
disminuida para excretar una carga de agua. Estos cambios en los
fluidos corporales y la función renal relacionados con la edad, predisponen a las personas mayores tanto a la hipernatremia como a
la hiponatremia. Las personas mayores también son más propensas a tener enfermedades comórbidas que aumentan su tendencia
a volverse hiponatrémicas o hipernatrémicas. Es responsabilidad
del médico prestar especial atención al equilibrio de líquidos en
niños y personas mayores.
ANATOMÍA DE LA HORMONA, SÍNTESIS
Y LIBERACIÓN
La hipófisis posterior, a diferencia de la hipófisis anterior, no es
una glándula, sino sólo las terminales del axón distal de las neuronas magnocelulares hipotalámicas que componen la neurohipófisis. Los cuerpos celulares de estas neuronas están ubicados en núcleos supraópticos pareados y núcleos paraventriculares pareados
del hipotálamo. Los núcleos paraventriculares se ubican a cada lado del tercer ventrículo y los axones de estas neuronas se rastrean
lateralmente, y en sentido anterior a la ubicación de las neuronas
magnocelulares del núcleo supraóptico, justo por fuera y por encima del quiasma óptico. Los axones del núcleo supraóptico se unen
a los axones del núcleo paraventricular y al hipotálamo basal, donde se unen a los axones, desde el otro lado, y atraviesan el tallo infundibular hasta las terminales axónicas en la hipófisis posterior.
La ubicación anatómica de los reguladores fisiológicos de la
presión y volumen osmóticos (barorreceptor) es muy diferente. Los
osmorreceptores que controlan tanto la sed como la regulación osmótica de la vasopresina, se localizan en el hipotálamo, justo antes
del tercer ventrículo, por lo que toda la regulación de los cambios
inducidos por los osmóticos en la secreción de sed y vasopresina,
residen en un área pequeña y discreta del hipotálamo. Los aumentos en la osmolalidad estimulan al osmorreceptor a enviar señales
positivas para estimular la sed y liberar vasopresina. Para la regulación de volumen y presión, los receptores están ubicados en el pecho. Existen barorreceptores arteriales, de alta presión, en el seno
carotídeo y en el arco aórtico y receptores de volumen de baja presión, en las aurículas y el sistema venoso pulmonar. Las señales
aferentes del receptor de presión/volumen se transportan a través
de los nervios craneales IX y X y la sinapsis en la médula, antes de
llevar dentro las neuronas magnocelulares. Ambas influencias
de barorreceptores excitadores e inhibitorios, actúan en las neuronas magnocelulares, aunque algunas pruebas indican que un mecanismo predominante implica la inhibición tónica de la secreción
de vasopresina. Una disminución en la presión/volumen reduce la
inhibición y estimula la liberación de vasopresina.
127
La vasopresina y la oxitocina son nonapéptidos que se sintetizan en los cuerpos celulares de las neuronas magnocelulares, como
parte de una molécula precursora más grande residente en la hormona, una neurofisina específica y (solamente para la vasopresina)
un glucopéptido, copeptina. Los pesos moleculares son aproximadamente 1 000, 10 000 y 5 000 daltons, respectivamente. Al igual
que otras hormonas polipeptídicas, las proteínas precursoras atraviesan el retículo endoplasmático y el aparato de Golgi para ser
empaquetadas en gránulos secretores. Los gránulos neurosecretores viajan luego, a lo largo de los microtúbulos por los axones largos, a través del tallo del infundíbulo hasta la hipófisis posterior,
donde se almacenan. Durante la transportación, las enzimas peptídicas (peptidasas) escinden, dentro de los gránulos neurosecretores, la prohormona en la hormona (vasopresina u oxitocina); la
proteína transportadora (neurofisina) y (para la vasopresina) el
glucopéptido. La síntesis de oxitocina y vasopresina está en neuronas separadas, organizadas en grupos, dentro de los núcleos paraventriculares y los supraópticos. Esto permite la estimulación de
neuronas específicas de hormonas y la liberación, independiente,
de hormonas individuales. El estímulo para la secreción de vasopresina u oxitocina es por neurotransmisores que actúan sobre el
cuerpo celular magnocelular apropiado (perikarya). Un potencial
de acción se propaga a lo largo del axón, causando un influjo de
calcio en la terminal del axón, el cual estimula la fusión de los gránulos neurosecretores con la membrana celular y la liberación del
contenido de los gránulos, en el espacio perivascular.
FISIOPATOLOGÍA
Toda fisiopatología definida de la hipófisis posterior está relacionada con la función de la vasopresina en lugar de la oxitocina. Tanto
la función disminuida de la vasopresina, como el aumento de su
función se manifiestan como anomalías del balance hídrico y dependen de la acción de la vasopresina en el receptor V2 del riñón,
en lugar de los receptores vasculares V1. La fisiología de la sed determina la presentación clínica de la función baja de vasopresina
(diabetes insípida) o el exceso de función de la vasopresina (síndrome de secreción inapropiada de hormona antidiurética [SIADH]).
En los humanos, la sed está bien regulada para aumentar, cuando
es necesario pero no está bien regulada para disminuir cuando no
lo es. Cuando la vasopresina está disminuida o ausente (diabetes
insípida), hay una excreción anormal de un gran volumen de orina
diluida. Esto debería causar hiperosmolalidad y un aumento en el
sodio sérico. Sin embargo, como se ilustra en la figura 5-2, una osmolalidad plasmática elevada estimula la sed y un paciente beberá
un gran volumen de líquido para mantener su sodio en el rango
normal alto. Por tanto, la presentación clínica de la vasopresina
disminuida es asociada con poliuria de orina diluida, junto con polidipsia, pero con sodio sérico en el rango normal. Alternativamente, cuando aumenta la vasopresina, existe una concentración anormal de orina y retención de agua. La expansión del volumen, con
agua retenida, diluye el sodio sérico. Si la hipoosmolalidad inhibiera la sed con la misma eficacia que la estimulación de la sed por la
hiperosmolalidad, entonces la disminución de la osmolalidad produciría una disminución profunda en la ingesta de líquidos, y mantendría un sodio sérico normal, por la pérdida natural de líquido a
través de la transpiración; la pérdida de líquido gastrointestinal y
la producción de orina necesaria para excretar osmoles ingeridos,
producidos por la ingesta de alimentos. La sed, sin embargo, no
está suficientemente inhibida, y la expansión del volumen no sólo
diluye el sodio sérico, sino que induce la excreción de sodio para
128
CAPÍTULO 5
Hipófisis posterior (neurohipófisis)
reducir el volumen extracelular, lo que empeora la hiponatremia.
Por tanto, la presentación de vasopresina aumentada es una manifestación bioquímica de la hiponatremia. Hay orina concentrada
sin cambios en la sed; expansión moderada de volumen, hiponatremia y natriuresis.
El otro principio fisiológico que determina parte de la fisiopatología de la secreción anormal de vasopresina es que, mientras que
la osmolalidad está regulada por cambios en el equilibrio hídrico, y
el volumen está regulado por cambios en el balance de sodio; cuando se encuentra en conflicto, el volumen se conservará a expensas
de la osmolalidad. Por tanto, si la diabetes insípida produce deshidratación, se retendrá el sodio para proteger el volumen, incluso si
agrava la hipernatremia. Con el SIADH cuando se diluye el sodio y
se expande el volumen extracelular, se inicia la natriuresis para disminuir el volumen extracelular, a pesar de la necesidad de retener
sodio para corregir la hipoosmolalidad.
ocasionalmente, en la cirugía hipofisaria posoperatoria e incluso,
en casos que no involucran a la hipófisis. En muchos procedimientos quirúrgicos, el estrés de la cirugía es un estímulo para la liberación de vasopresina, y los fluidos administrados pueden retenerse
durante el procedimiento. En el posoperatorio, se libera el estrés y
los pacientes tienen una diuresis normal de los líquidos retenidos.
Si esta excreción normal de líquido se corresponde con un aumento de los líquidos administrados por vía parenteral, el paciente continuará excretando grandes volúmenes de orina. Si el fluido administrado es solución salina normal, los pacientes excretarán un
gran volumen de orina isotónica. Si el volumen administrado y la
posterior producción de orina es lo suficiente grande, los pacientes
no podrán concentrar o diluir su orina por encima o por debajo de
un nivel isoosmótico, independientemente de los agentes terapéuticos. La gran carga osmótica entregada al riñón puede hacer que
el paciente no responda incluso, a la desmopresina administrada,
lo que produce un dilema terapéutico iatrogénico.
VASOPRESINA DEFICIENTE:
DIABETES INSÍPIDA
B. Síntesis anormal y secreción de vasopresina Es importante recordar que la queja de poliuria se basa en el volumen de
la orina y no en la concentración urinaria. Por tanto, como se desprende de la figura 5-2, puede producirse una pérdida, considerable, de la capacidad de secretar vasopresina antes de que haya mucha pérdida de capacidad para concentrar la orina y puede
producirse incluso, una mayor pérdida antes de que haya un aumento notable en el volumen.
La diabetes insípida es, literalmente, la excreción de un gran volumen de orina (diabetes) que es hipotónica, diluida e insípida. Los
pacientes se presentan con poliuria. Deben excluirse otras causas
de poliuria, como la diuresis osmótica que ocurre en la diabetes
mellitus o la enfermedad renal intrínseca. La micción frecuente,
sin un aumento en el volumen de orina, sugiere una anomalía urológica. La mayoría de los adultos tolerará la poliuria sin presentar
quejas hasta que supere los 3 a 4 L/d. Si se demuestra que la poliuria es diluida, los mecanismos fisiopatológicos incluyen: 1) ingestión primaria de exceso de líquido; 2) disminución anormal de la
síntesis y secreción de vasopresina; 3) aumento del metabolismo
de la vasopresina, y 4) disminución de la respuesta del órgano final
a la vasopresina.
A. Ingestión de exceso de líquido y excreción normal de
orina: polidipsia primaria La polidipsia primaria con la ingestión de grandes cantidades de agua produce disminuciones moderadas de la osmolalidad plasmática; disminución de la secreción de
vasopresina y excreción de cantidades profundas de orina. Como
el volumen de líquido diluido entregado al conducto colector, en
adultos, es de casi 18 L/d (10 L/m2), esta cantidad de orina diluida
puede excretarse, diariamente, mientras se mantiene la osmolalidad sérica en el rango normal. En la práctica, cualquier proceso
patológico en el hipotálamo que causa diabetes insípida, rara vez
puede causar estimulación primaria del centro de la sed y polidipsia primaria sobre una base orgánica. Alternativamente, la polidipsia primaria puede ocurrir como una anomalía de conducta en
pacientes psiquiátricos en los que la ingesta excesiva de agua y la
micción pueden representar delirios vinculados a la limpieza corporal. El gran volumen de orina que pasa a través del conducto
colector en estos pacientes, lava la urea de la médula interna y reduce su osmolalidad. Además, la supresión crónica de vasopresina,
la liberación y su falta de acción en el conducto colector renal, disminuye la absorción de urea y la síntesis de aquaporinas en las células del conducto colector, lo que aumenta la incapacidad para
concentrar, al máximo, la orina. Cada una de estas irregularidades
regresa a la normalidad en varios días o semanas, después de que
la ingestión de fluidos disminuye.
La poliuria primaria puede inducirse en una persona normal, si
el exceso de líquido se administra por vía parenteral. Esto ocurre,
1. ANORMALIDADES GENÉTICAS
DE LAS NEURONAS
NEUROHIPOFISARIAS
Diabetes insípida hipotalámica familiar. La diabetes insípida familiar puede ser causada por una mutación autosómica
dominante en el gen de la vasopresina. Por lo general, la mutación implica secuencias de DNA en la neurofisina o en la región
del péptido, señal del gen precursor, en lugar de la región que
codifica la vasopresina en sí misma. Estas mutaciones causan el
plegamiento anormal de la proteína precursora, que produce un
tráfico anormal y la acumulación de una prohormona mutante
en el retículo endoplasmatico. Esto origina alteraciones en el empaquetado de la prohormona en los gránulos neurosecretores del
aparato de Golgi. Por mecanismos mal definidos, esto conduce a
la muerte celular de las neuronas productoras de vasopresina.
Debido a que la patología en estas neuronas se desarrolla con el
tiempo, los niños pequeños pueden tener una producción normal de orina, y la diabetes insípida no se expresa hasta la última
infancia. Una forma autosómica dominante de diabetes insípida también ocurre en asociación con diabetes mellitus, atrofia
óptica y sordera (DIDMOAD, diabetes mellitus, optic atrophy, and
deafness), síndrome de Wolfram. Los niños con malformaciones
del mesencéfalo pueden tener una arquitectura estructural anormal en el hipotálamo que produce diabetes insípida y anomalías
de la sed.
2. LESIONES PATOLÓGICAS
DE LA NEUROHIPÓFISIS
Tumores sólidos y neoplasias hematológicas. El tumor
sólido más común para producir diabetes insípida es el craneofaringioma. El germinoma supraselar o el pinealoma, en niños,
Fisiopatología
pueden tener niveles elevados de gonadotropina coriónica humana (hCG, human chorionic gonadotropin) y estar asociados con
la pubertad precoz, comúnmente, esto produce diabetes insípida. La enfermedad metastásica en el área hipotalámica hipofisaria, por ejemplo, de cáncer de mama o de pulmón, es más probable que produzca diabetes insípida que una deficiencia de
hormonas de la hipófisis anterior porque las metástasis se alojan
en el sistema portal del hipotálamo, donde los axones de vasopresina de los dos lados se unen para formar el tallo hipofisario.
Por lo general, hay lesiones metastásicas diseminadas en otros
lugares. El linfoma o la infiltración del hipotálamo con leucemia
son causas raras de diabetes insípida.
Trauma o cirugía.
La anatomía del sistema neurohipofisario
ayuda a la comprensión de esta patología. La síntesis hormonal y
la regulación de la liberación, en el hipotálamo, son altas. La cirugía o trauma, a nivel de la hipófisis, traumatiza sólo a las terminales del axón. El trauma de las terminales del axón puede interrumpir la liberación de la hormona, pero generalmente esto sólo
produce una inhabilidad transitoria para secretar hormonas y
diabetes insípida transitoria. La cirugía en el área hipotalámica
es muy probable que produzca secreción de vasopresina anormal. El corte del tallo hipofisario posterior produce un patrón
característico de diabetes insípida, conocido como respuesta trifásica. Esto se ilustra en la figura 5-3. El choque axonal inicial
inhibe la liberación de cualquier vasopresina y hay un periodo de
diabetes insípida que dura de 5 a 10 días. Luego, los axones cortados en la hipófisis posterior se vuelven necróticos y hay una liberación descontrolada de vasopresina. Si se administra un exceso de líquido durante este tiempo, se produce el síndrome de
hormona antidiurética inapropiada, con hiponatremia (descrito
más adelante). Esto dura de 5 a 10 días hasta terminadas las fugas
residuales de vasopresina de las terminales del axón, y luego, hay
un retorno de la diabetes insípida. Si bien la respuesta clásica a la
sección del tallo es la trifásica, en muchas situaciones clínicas
12
Diabetes
insípida
Producción de orina/24 h
10
Interfase
antidiurética
Diabetes
insípida
8
6
4
2
0
0
1
2
FIGURA 5-3
3
4
5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16
Días después de la operación
Ilustración de las fases de la producción de orina después de la sección del tallo hipofisario. La respuesta trifásica consiste en: 1) diabetes insípida debido a choque axonal y
falta de liberación de vasopresina; 2) una interfase antidiurética
cuando la vasopresina se escapa de las neuronas cortadas, y 3)
el regreso de la diabetes insípida cuando se agota la reserva de
vasopresina en la hipófisis posterior.
129
ésta no sucede. La más común es la diabetes insípida transitoria
que ocurre después de la cirugía en la hipófisis o el hipotálamo,
dura unos días sin secuelas posteriores. Con un daño parcial al
tallo hipofisario en lugar de la sección total, es posible que la segunda fase ocurra sin diabetes insípida anterior o posterior (es
decir, segunda fase aislada). En la segunda fase aislada, hay suficientes neuronas vasopresinérgicas que funcionan normalmente, para evitar la diabetes insípida en la primera y tercera fases,
sin embargo, las terminales axónicas dañadas filtran vasopresina
que, junto con la ingesta excesiva de líquidos, producirán SIADH
e hiponatremia. Característicamente, la hiponatremia ocurre de
5 a 10 días después de la cirugía hipofisaria, dura de 5 a 10 días
y luego se resuelve. La aparición tardía de diabetes insípida,
es decir, la tercera fase sin una primera o segunda fase, es poco
común.
El traumatismo craneal cerrado, especialmente con la fractura
del cráneo basal, puede producir diabetes insípida y los patrones
anteriores. El hipotiroidismo y la insuficiencia suprarrenal disminuyen la excreción de agua y, cuando están presentes, pueden enmascarar la diabetes insípida. Se debe asegurar la función tiroidea
y suprarrenal normal al considerar la diabetes insípida operatoria o
inducida por trauma, y se debe sospechar la pérdida de estas hormonas en la disminución del volumen de orina, interpretada como
“recuperación” de la diabetes insípida en este contexto.
Los pacientes con diabetes insípida debido a cirugía o trauma
pueden recuperarse, eventualmente. El nivel de sección determina
la cantidad de neuronas magnocelulares que en realidad se destruyen. Cuanto más alto en el tallo y más cerca está la sección hacia el
perikarya, mayor es el número de neuronas que mueren. Las neuronas productoras de vasopresina cuyos axones terminan en el hipotálamo y sirven como secretagogos para la ACTH, en la hipófisis
anterior, pueden persistir e hipertrofiarse después de una cirugía o
trauma. Además, la ramificación de axones puede desarrollarse en
el hipotálamo después de una cirugía o trauma, y estas ramas pueden generar nuevas conexiones de neuronas vasopresinérgicas a
los vasos sanguíneos. Con estos mecanismos, puede regresar la
función suficiente de vasopresina (por lo general, dentro de un
año) para tener un equilibrio de líquidos normal y sin síntomas de
diabetes insípida.
Enfermedad granulomatosa e infecciosa. Histiocitosis de
células de Langerhans es el término genérico que incluye la enfermedad fulminante grave de Letterer-Siwe visceral; enfermedad multifocal de Hand-Schüller-Christian y granuloma eosinofílico benigno. La diabetes insípida es parte de la intervención del
sistema nervioso central en estos trastornos y se asocia con otras
anormalidades de la cabeza que involucran los huesos del cráneo, la mucosa oral o el cerebro. También pueden estar presentes
las manifestaciones sistémicas en pulmón, hueso y piel. La
granulomatosis de Wegener y la sarcoidosis también pueden tener diabetes insípida, como parte de la patología del sistema nervioso central. La tuberculosis (históricamente) y otras infecciones, en la base del cerebro, pueden causar diabetes insípida.
Infundibulohipofisitis linfocítica. Ahora se reconoce que
muchos casos de diabetes insípida, que anteriormente se denominaban idiopáticos y para los cuales no había una etiología específica, probablemente, se deben a la infiltración linfocítica de
la neurohipófisis en una base autoinmune. La resonancia magnética o la tomografía computarizada pueden revelar agrandamiento del tallo hipofisario como evidencia de la invasión linfocítica.
130
CAPÍTULO 5
Hipófisis posterior (neurohipófisis)
Puede haber una resolución de la respuesta autoinmune con el
tiempo, y el tallo puede volver a su tamaño normal, pero la diabetes insípida suele ser permanente.
Hipernatremia esencial: diabetes insípida hipotalámica
adípica. Una variante rara de la diabetes insípida implica la
ausencia de una función osmorreceptora, pero una función barorreceptora intacta. En esta forma de la diabetes insípida, si los
pacientes ingieren líquidos, entonces tienen poliuria. Sin embargo, los pacientes no sienten sed y, por tanto, generalmente no
toman líquidos. La falta de ingesta de líquidos propicia una elevación de la osmolalidad sérica, pero la función osmorreceptora
está ausente y no responde al aumento de la osmolalidad secretando vasopresina o estimulando la sed. La síntesis y el almacenamiento de vasopresina son normales, como lo demuestran las
pruebas específicas de la función barorreceptora. Característicamente, estos pacientes no beben agua y, por tanto, se deshidratan lo suficiente como para que sus barorreceptores estimulen la
liberación de vasopresina; permanecen en una situación equilibrada, con un sodio sérico elevado, orina relativamente concentrada y falta de sed.
Anoxia cerebral/muerte cerebral. Los pacientes con muerte cerebral que están en soporte vital tienen, a menudo, como
parte de la patología del sistema nervioso central, diabetes insípida. Es una práctica estándar mantener el equilibrio de electrolitos y agua para la máxima conservación de los órganos para el
trasplante.
C. Aumento del metabolismo de la vasopresina en el embarazo para producir diabetes insípida Durante el embarazo, hay un verdadero restablecimiento del osmostato, con una osmolalidad aproximadamente 10 mOsm/kg H2O, menor que la
relación normal pOsm-PAVP. Entonces, en la figura 5-2(A), el
pOsm-PAVP tendría la misma relación lineal, pero se desplazaría
hacia abajo en el gráfico, con el aumento en la PAVP comenzando
a pOsm de 270. Tanto los aumentos como las disminuciones en la
vasopresina plasmática ocurren en el menor pOsm, mientras que
la respuesta de volumen de uOsm y orina a PAVP sigue siendo la
misma. Hay un cambio similar en la regulación del volumen plasmático. En el embarazo normal, el agua corporal total se incrementa en 7 a 8 L como resultado de una vasodilatación profunda. Este
volumen expandido también se detecta como normal con la vasopresina, aumentando y disminuyendo alrededor de este nuevo volumen. La gonadotropina coriónica (hCG, chorionic gonadotropin) y
la relaxina que se producen en el embarazo, son los mediadores de
estos efectos. En el embarazo, la placenta produce una enzima, la
cisteína aminopeptidasa, que se conoce como oxitocinasa pero, de
manera similar, degrada la vasopresina. Por tanto, el metabolismo
de la vasopresina aumenta durante el embarazo, notablemente de
20 a 40 semanas de gestación.
Debido al reseteado del osmostato, un sodio sérico “normal” durante el embarazo puede representar deshidratación. Hay dos tipos
de diabetes insípida que están asociados con el embarazo. En el
primero, la paciente tiene una limitación preexistente de la función
de la vasopresina, como la diabetes insípida hipotalámica parcial o
la diabetes insípida nefrógena leve. La capacidad de concentrar la
orina puede ser limitada pero suficiente para mantener un volumen de orina aceptable antes del parto. Durante el embarazo, el
metabolismo de la vasopresina se acelera. Con el aumento del metabolismo de la vasopresina, estas pacientes pueden no tener sufi-
ciente capacidad de concentración para mantener un volumen de
orina aceptable (véase relaciones de volumen de vasopresina en la
figura 5-2) y manifestaciones de la diabetes insípida. Cuando termina el embarazo, la PAVP es suficiente para que la paciente vuelva a
la condición asintomática existente. Una segunda forma de diabetes insípida ocurre cuando el nivel de cisteína aminopeptidasa es,
extraordinariamente, más alto que en el embarazo normal y produce diabetes insípida en una paciente con función hipofisaria y renal
normal. Puede haber otra patología asociada con la última enfermedad, como preeclampsia, hígado graso y coagulopatías. La diabetes
insípida en esta situación también disminuye cuando termina el
embarazo y puede no repetirse en embarazos posteriores.
D. Disminución de la respuesta del órgano final a la diabetes insípida vasopresina nefrogénica
1. Diabetes insípida nefrogénica congénita Hay dos causas de diabetes insípida nefrogénica congénita: 1) una mutación recesiva
ligada al cromosoma X del receptor V2, que representa el 90%
de los casos y 2) una mutación autosómica recesiva de los canales de agua de aquaporina-2. El trastorno ligado al cromosoma
X, por supuesto, sólo ocurre en hombres, mientras que la enfermedad, debida a mutaciones del gen aquaporina-2, ocurre en
hombres y mujeres. Las portadoras de la anomalía del receptor
V2, ligada al cromosoma X, generalmente, no tienen enfermedad clínica ni portadores heterocigotos de las mutaciones de
aquaporina-2 recesivas.
La diabetes insípida nefrogénica, debida a defectos de aquaporina-2, se produce cuando el niño hereda un gen mutado de
cada uno de los padres que porta la mutación recesiva. Independientemente de la etiología, la presentación de diabetes insípida nefrogénica, por lo común, ocurre en la primera semana
de vida, presentando vómitos, estreñimiento, retraso del crecimiento, fiebre y poliuria. Los pacientes son hipernatrémicos
con baja osmolalidad urinaria. Cuando se miden los niveles de
vasopresina, son elevados. El tratamiento inmediato es esencial
para el desarrollo neurológico normal.
2. Diabetes insípida nefrogénica adquirida La capacidad de producir orina concentrada depende de la hiperosmolalidad de la
médula interna que a su vez, requiere una arquitectura renal
normal con miembros descendentes y ascendentes del asa de
Henle; transporte normal de sodio; aquaporinas funcionales y
estructuras vasculares de bucle largo, intactas (vasa recta) para
que la hiperosmolalidad en la médula interna no desaparezca
por el flujo sanguíneo normal. Una forma de diabetes insípida
nefrogénica se produce por la enfermedad renal que distorsiona la arquitectura vascular del riñón y limpia la médula interna,
por ejemplo, enfermedad renal poliquística, infartos, anemia de
células falciformes, etc. La poliuria asociada con la deficiencia de potasio y la hipercalcemia se asocian con una disminución de la expresión de aquaporina-2. Entre los medicamentos
que pueden producir nefrotoxicidad, los más comunes para
producir diabetes insípida nefrogénica son el litio (comúnmente cuando se usa para tratar los trastornos afectivos bipolares) y
la demeclociclina.
PRUEBAS DE DIAGNÓSTICO DE LA
DIABETES INSÍPIDA
Se puede determinar si hay poliuria verdadera, midiendo la producción de orina de 24 horas, pero la recolección de este gran volu-
Pruebas de diagnóstico de la diabetes insípida
A. Prueba de deshidratación Después de eliminar otras causas de poliuria, el diagnóstico de diabetes insípida se logra mediante algún tipo de prueba de deshidratación. Si el paciente está deshidratado cuando se le ve por primera vez y la osmolalidad de la
orina es baja, se ha realizado la “prueba”. La vasopresina plasmática se mide, pero la prueba específica que se describe más adelante
no es necesaria. Cuando se indique una prueba de deshidratación,
ésta debe realizarse en un entorno controlado. La descripción aquí
es para adultos. La deshidratación de los niños requiere atención
especial y sólo debe ser realizada por un pediatra. Las pruebas de
deshidratación no deben realizarse en bebés. El paciente se pesa al
comienzo de la prueba y se obtienen una concentración sérica de
sodio y osmolalidad plasmática. No se permite nada por vía oral y
se registra el volumen y la osmolalidad de cada orina emitida. El
paciente se pesa después de excretado cada litro de orina. Cuando
dos medidas consecutivas de osmolalidad urinaria difieren en menos del 10% y el paciente ha perdido el 2% de su peso corporal, se
determinan, nuevamente, la concentración sérica de sodio y la osmolalidad plasmática y se extrae una muestra de sangre para determinar la vasopresina plasmática. En la descripción original, al paciente se le administraron 5 unidades de vasopresina acuosa por
vía parenteral, aunque ahora a menudo son 2 µg de desmopresina,
un análogo sintético de la vasopresina que se describe más adelante. La osmolalidad y la producción de orina se registran durante
2 horas adicionales. (Tenga en cuenta que los pediatras no usan
desmopresina y usan una dosis más baja de vasopresina en esta
prueba, para evitar la hiponatremia). La duración de la prueba varía, pero en la mayoría de los pacientes se alcanzará una meseta en
la osmolalidad de la orina, en 18 horas. La prueba se suspende, si
el paciente pierde el 3% del peso corporal. Las diferentes respuestas a esta prueba en adultos se muestran en la figura 5-4. Se extrae
sangre para medir la vasopresina plasmática y se determina la respuesta a vasopresina o desmopresina administrada.
Los pacientes con polidipsia primaria se distinguen de la diabetes insípida por la concentración de la orina en una meseta que es,
frecuentemente, de 500 a 700 mOsm/kg, lo cual es menor que el
máximo normal, y por la falta de respuesta adicional a la desmopresina administrada. Los pacientes con diabetes insípida hipotalámica tienen niveles de vasopresina indetectables o bajos en plasma, al final de la deshidratación; concentración mínima de la orina
y un aumento significativo en la osmolalidad urinaria a la desmopresina administrada, al menos 50% pero a menudo de 200 a 400%.
Los pacientes con diabetes insípida nefrogénica no concentran su
orina de forma similar a la diabetes insípida hipotalámica, pero los
niveles de vasopresina plasmática son altos, a menudo superiores a
5 pg/mL, al final de la prueba. Además, no hay un aumento adicional en la osmolalidad de la orina después de la administración de
desmopresina. De manera ocasional, los pacientes con diabetes
insípida hipotalámica parcial concentran su orina, mínimamente,
con deshidratación, pero su concentración urinaria máxima no se
logra, y hay un impulso adicional con desmopresina administrada.
Este patrón puede ser similar a algunos pacientes con polidipsia
primaria que alcanzan un nivel de meseta de osmolalidad urinaria,
antes de lograr su osmolalidad urinaria máxima alcanzable y muestran un aumento en la osmolalidad de la orina, en respuesta a la
desmopresina. Estos pacientes generalmente se distinguen por su
respuesta a la desmopresina a lo largo del tiempo, que debe consi-
Osmolalidad urinaria (mOsm/kg H2O)
men es inconveniente. Alternativamente, el paciente puede llevar
un diario, registrando el tiempo y el volumen de cada orina excretada, sin guardar la orina para el examen.
Normal
DI central parcial
Polidipsia primaria
DI central completa
DI nefrogénica
1 200
131
Desmopresina
1 000
800
600
400
200
0
0
2
4
6
8
10
12
Horas de privación de agua
14
FIGURA 5-4 Osmolalidad de la orina durante una prueba de
deshidratación seguida de la administración de desmopresina
para diferenciar varios tipos de diabetes insípida y polidipsia primaria, según lo descrito por Miller et al. (Miller M, Dalakos T, Moses AM, Fellerman H, Streeten D. Reconocimiento de defectos
parciales en la secreción de hormona antidiurética. Ann Int Med
1970; 73:721). Véase el texto para el análisis del diagnóstico diferencial basado en la meseta de la osmolalidad urinaria con deshidratación y posterior respuesta a la desmopresina administrada
(o vasopresina, véase texto).
derarse una continuación de la prueba de diagnóstico. Los pacientes con diabetes insípida hipotalámica parcial disminuyen su volumen de orina y su sed, mientras que los sujetos con polidipsia
primaria pueden seguir bebiendo cantidades excesivas de agua y
desarrollar hiponatremia.La medición de la vasopresina plasmática mediante ensayos, clínicamente disponibles, es sólo de ayuda
para distinguir la diabetes insípida nefrogénica (en la cual el nivel
será, inequívocamente, elevado) de otras causas de diabetes insípida. Informes recientes han descrito un radioinmunoensayo de copeptina, el péptido carboxi inactivo que se escinde de la molécula
de provasopresina y se secreta con vasopresina y neurofisina. La
utilidad clínica de esta medida está bajo investigación.
B. Imágenes en diabetes insípida
Las imágenes del hipotálamo son una importante herramienta de diagnóstico en la diabetes insípida. La exquisita sensibilidad del riñón a la vasopresina,
especialmente con respecto al volumen de orina, determina que
incluso el 10% de las neuronas vasopresinas pueden ser suficientes
para mantener la homeostasis sin síntomas. Debido a la amplia distancia anatómica entre los núcleos paraventricular y supraóptico,
los tumores que producen diabetes insípida son lo suficientemente
grandes como para destruir el 90% de las neuronas vasopresinas o,
más comúnmente, se encuentran justo encima del diafragma de la
silla turca, donde los tractos neurohipofisarios de los dos lados convergen, al entrar en el tallo hipofisario. Los tumores pequeños de
la hipófisis anterior, confinados a la silla turca, nunca son la causa
de la diabetes insípida. En las imágenes ponderadas en T1, la hipófisis posterior normal aparece como una mancha brillante en los
estudios de MRI. El punto brillante es producido por la hormona
132
CAPÍTULO 5
Hipófisis posterior (neurohipófisis)
almacenada en la hipófisis posterior. La mayoría de los sujetos normales tiene la mancha brillante, aunque disminuye con la edad, y
la mayoría de los pacientes con diabetes insípida no tiene una mancha brillante. Una resonancia magnética puede revelar un engrosamiento del tallo y la ausencia del punto brillante de la hipófisis
posterior. Éste es un hallazgo característico de la infundibulitis linfocítica y de algunas enfermedades granulomatosas. Este último
provoca una búsqueda de enfermedad granulomatosa en otras partes del cuerpo.
TRATAMIENTO DE LA DIABETES INSÍPIDA
Como se señaló anteriormente, los adultos con mecanismos de sed
intactos, por lo general beben suficiente líquido para mantener los
niveles séricos de sodio en el rango normal. Los bebés y los adultos que no tienen acceso a líquidos o los pacientes que están inconscientes, pueden no beber y desarrollar deshidratación intensa
e hipernatremia. Muchas entidades patológicas que dañan el hipotálamo y causan diabetes insípida, como por ejemplo, la hipofisitis
linfocítica, enfermedad granulomatosa, enfermedad metastásica,
serán tratadas, pero rara vez, el tratamiento exitoso de la enfermedad subyacente produce la remisión de la diabetes insípida.
La diabetes insípida hipotalámica se trata mejor con el análogo
de vasopresina desmopresina (desamino, D-8 arginina vasopresina, DDAVP). En la desmopresina, la amina en la posición 1 se elimina, aumentando la vida media del compuesto, y en la posición 8,
la L-arginina se cambia a D-arginina, reduciendo marcadamente, la
actividad presora. Por tanto, el agente es altamente selectivo para
el receptor V2 y, en función de la dosis y la duración, produce casi
2 000 veces más antidiuresis que la L-arginina vasopresina de origen natural. La desmopresina está disponible en tabletas (0.1 y 0.2
mg), una solución para la instalación nasal (100 µg/mL); una solución parenteral (4 µg/mL) y en Europa, DDAVP Melt, un liofilizado
oral (60, 120 y 240 µg). Existe una considerable variabilidad individual en la duración de la acción de la desmopresina, por lo que la
dosificación debe ajustarse para cada individuo. Por lo general, se
puede lograr un programa satisfactorio con una dosis de 2 a 3 tabletas por día o una o dos dosis intranasales. Una preparación parenteral puede administrarse por vía intravenosa, intramuscular o
subcutánea y es de 5 a 20 veces más potente que la dosis administrada por vía intranasal. El medicamento es costoso, y en muchos
pacientes, una dosis más pequeña, administrada con mayor frecuencia, es más rentable. Otros agentes que prolongan la acción de
la vasopresina o la liberación de vasopresina incluyen clorpropamida, carbamazepina, clofibrato e indometacina, pero éstos son de
usos no aprobados y no son tratamientos de primera línea. La desmopresina es el único agente terapéutico recomendado para el tratamiento de la diabetes insípida en el embarazo porque la desmopresina no es destruida por la cisteína aminopeptidasa y tiene una
actividad oxitócica mínima, en el útero.
En pacientes con sed insuficiente, el mejor tratamiento es la
administración continua de desmopresina para mantener una orina concentrada y luego, un ajuste rígido de la cantidad de líquido
que se debe tomar cada 6 u 8 horas para mantener el sodio sérico
normal. En la diabetes insípida nefrogénica, cualquier fármaco
agresivo o anomalía electrolítica que pueda producir diabetes insípida nefrogénica adquirida, debe suspenderse o corregirse. En la
diabetes insípida nefrogénica congénita, el objetivo del tratamiento es reducir el volumen de orina a través de una dieta baja en sodio
y un diurético tiazídico. Esto causa una natriuresis que produce
cierta contracción del volumen de líquido extracelular; disminución de la tasa de filtración glomerular; un decremento de la entrega de líquido al conducto colector y disminución del volumen de
orina. La amilorida es especialmente recomendada en este contexto porque ahorra potasio. La amilorida también puede tener alguna ventaja en la diabetes insípida nefrógena inducida por litio porque la amilorida disminuye la entrada de litio en las células, en el
túbulo distal. La indometacina tiene una acción antidiurética que
prolonga especialmente la acción de la vasopresina y la desmopresina administrada. También disminuye el volumen de orina en la
diabetes insípida nefrogénica, pero existe preocupación por la hemorragia gastrointestinal.
Cuando la diabetes insípida ocurre en pacientes que también
tienen deficiencia de la hipófisis anterior, el tratamiento adecuado
con hormona tiroidea e hidrocortisona es esencial para mantener
una respuesta renal normal a la desmopresina. Las situaciones clínicas como los procedimientos quirúrgicos; los tratamientos que
requieren una diuresis salina y los periodos en los que no se permiten líquidos por vía oral, requieren un equilibrio cuidadoso de antidiuréticos (a menudo una dosis baja de vasopresina por infusión),
líquido administrado y sodio.
EXCESO DE VASOPRESINA:
SÍNDROME DE HORMONA
ANTIDIURÉTICA INAPROPIADA
El exceso de vasopresina se convierte en un problema clínico cuando hay retención concurrente de agua, lo que produce hipoosmolalidad. La hipoosmolalidad es común en pacientes hospitalizados,
pero en la mayoría de los casos se debe a una enfermedad subyacente. Estadísticamente, la hiponatremia se asocia con una mayor
morbilidad y mortalidad porque es una medida de la gravedad de
la enfermedad subyacente. Este capítulo se centra en los casos en
los que la vasopresina y la retención de agua, inadecuadamente
elevadas, son la causa de la hipoosmolalidad (véase también el capítulo 21: Manifestaciones humorales de malignidad).
El diagnóstico diferencial de la hipoosmolalidad se basa en medir la concentración sérica de sodio y estimar el estado del líquido
extracelular. El sodio es el catión principal del líquido extracelular,
y el potasio es el catión principal del líquido intracelular. El agua se
mueve libremente entre el fluido intracelular y extracelular, por lo
que la osmolalidad es siempre equivalente en ambos compartimentos. El equilibrio relativo entre el agotamiento del soluto y la retención de agua, como causa de hipoosmolalidad, es complejo, pero,
prácticamente, en todos los casos de hipoosmolalidad clínicamente
significativa, hay algún elemento de disminución de la excreción
de agua y/o consumo excesivo de agua.
La osmolalidad plasmática se puede medir, directamente, mediante la depresión del punto de congelación o la presión de vapor
del plasma, pero por lo general, la hipoosmolalidad se lleva a la
atención clínica por la disminución de la concentración de sodio,
en lugar de medir la osmolalidad. En el fluido extracelular, las principales contribuciones a la osmolalidad son el sodio, la glucosa y el
nitrógeno ureico en sangre (BUN, blood urea nitrogen). Una osmolalidad calculada, generalmente, se correlaciona bien con la osmolalidad medida.
Osmolalidad plasmática (mOsm/kg H2O)
= 2 × [Na+](mEq/L) + Glucosa (mg/dL)/18
+ BUN (mg/dL)/2.8
Tratamiento de la diabetes insípida
Ocasionalmente, cuando la concentración sérica de sodio se mide mediante fotometría de llama, el sodio medido es, artificialmente, bajo porque la fotometría de llama calcula el sodio en un volumen fijo de plasma. Si una gran proporción del volumen de plasma
se absorbe por niveles extremadamente elevados de lípidos o proteínas, el sodio determinado por la fotometría de llama, es bajo. La
osmolalidad plasmática, determinada por punto de congelación o
presión de vapor, es una medida directa de partículas en solución
y será normal en estas situaciones. Por tanto, el bajo nivel de sodio
por fotometría de llama se conoce como pseudohiponatremia. La
hiperglucemia producirá hiponatremia debido al desplazamiento
del agua, del líquido intracelular al líquido extracelular; sin embargo, la osmolalidad calculada será normal. El sodio sérico puede
corregirse para la elevación de glucosa mediante la adición de 1.6 a
2.4 mEq/L por cada aumento de 100 mg/dL en la glucosa sérica.
Cuando se encuentra una verdadera hipoosmolalidad, el diagnóstico diferencial es de hiponatremia, como se ilustra en la tabla
5-1. El trastorno se divide en cuatro subgrupos principales, en función del estado del volumen de líquido extracelular y el sodio urinario medido. El estado del volumen del líquido extracelular puede
determinarse por presión venosa central, concentración de BUN/
creatinina, hematocrito o proteína plasmática, pero, generalmente,
se estima por examen físico. Si el paciente está deshidratado y el
sodio urinario es bajo, esto indica una respuesta fisiológica normal
a la pérdida de sodio extrarrenal como el vómito o la diarrea, con la
ingesta continua de agua. Ésta es la causa más común de hiponatremia en niños. La terapia apropiada es reemplazar la deficiencia
de sodio y fluidos, con solución salina normal. Si el paciente está
deshidratado pero el sodio urinario está aumentado, esto indica
una pérdida renal de sodio inapropiada para la disminución del
volumen y la hiponatremia. Esto puede deberse a una enfermedad
renal intrínseca, uso de diuréticos, deficiencia de aldosterona (véase debate acerca de la enfermedad de Addison en el capítulo 9), o
pérdida cerebral de sal (CSW) (para ser discutido más adelante). La
terapia adecuada es reemplazar la pérdida de sodio y líquido con
solución salina normal, pero también con el tratamiento adecuado
del defecto subyacente. Si el volumen de líquido extracelular se
expande con edema o ascitis y el sodio urinario es bajo, esto indica
hiperaldosteronismo secundario a volumen plasmático reducido o
TABLA 5-1 Diagnóstico diferencial de hiponatremia
Volumen
Orina Na+
Diagnóstico
Bajo (evidencia
de deshidratación)
<20 mEq/L
Categoría 1: cuerpo completo
Na+ agotado, respuesta renal normal (p. ej., hemorragia, pérdidas Gl)
>25 mEq/L
Categoría 2: pérdida renal de
Na+ (p. ej., enfermedad renal, diuréticos, CSW enfermedad de Addison)
<20 mEq/L
Categoría 3: hiperaldosteronismo secundario a inadecuada perfusión (p. ej., ascitis
de CHF, etc.)
>40 mEq/L
Categoría 4: pérdida de
SIADH-Na+ secundaria a la
expansión de volumen
Normal o expandido (edema
puede estar
presente)
Copyright 2005, A.G. Robinson, Universidad de California, Los Ángeles.
133
ineficaz, como en la cirrosis o insuficiencia cardiaca congestiva, y
la terapia apropiada es el tratamiento de la afección subyacente.
Cuando el volumen de líquido extracelular parece ser normal, con
un aumento de sodio urinario, esto indica la fisiopatología de la
secreción inapropiada de hormona antidiurética. Tenga en cuenta
que la osmolalidad de la orina no se diluirá al máximo y que la vasopresina medida, no se suprimirá al máximo en ninguna de las
cuatro categorías en la tabla 5-1. Aunque no es apropiado para la
osmolalidad, en las primeras tres categorías, la elevación de la vasopresina es apropiada para el volumen plasmático disminuido,
real o percibido. Es sólo en la cuarta categoría (SIADH) que la vasopresina es inapropiada, tanto para el volumen plasmático, como
para la osmolalidad. La copeptina, el glucopéptido inactivo que se
escindió de la molécula de provasopresina y se secretó con vasopresina y neurofisina, se mencionó anteriormente. Algunos estudios han indicado que la medición de los niveles de este péptido
podría ser útil para evaluar diversas causas de hiponatremia.
A. La fisiopatología de la hiponatremia en el SIADH La
fisiopatología del SIADH comienza con la secreción incontrolada
de vasopresina. La sed no se suprime adecuadamente, por lo que
la ingesta de líquidos continúa. Esto produce expansión de volumen e hiponatremia en la secuencia ilustrada en la figura 5-5. La
vasopresina limita la excreción de agua en la orina. La ingestión
continua de agua (parte A) produce expansión del volumen extracelular e intracelular. El cuerpo intenta luego devolver el volumen
del líquido extracelular a la normalidad mediante la natriuresis
(parte B) de la orina isotónica. El mecanismo de la natriuresis es
complejo e implica un aumento de la filtración glomerular; natriuresis por presión y factores natriuréticos, especialmente el péptido
natriurético auricular y el péptido natriurético cerebral. Esta natriuresis disminuye el agua corporal total y el sodio corporal total,
pero debido a que es isotónica, contribuye poco al grado de hiponatremia. A continuación, el cuerpo intenta devolver el volumen
de fluido intracelular a la normalidad (parte C) excretando del fluido intracelular, potasio y osmolitos orgánicos, tales como glutamina, glutamato, mioinositol, aspartato y N-acetilaspartato. A pesar
del intento de normalizar el fluido extracelular e intracelular, existe
una tendencia a que estos compartimentos se expandan ligeramente. La última adaptación (parte D) es causada por esta tendencia a
la expansión de volumen y produce cambios en el riñón para hacerlo menos sensible al exceso inadecuado crónico de vasopresina
y para permitir un aumento en la excreción de agua. La vasopresina retiene agua al estimular los receptores V2 en las células principales del conducto colector. Esta estimulación aumenta la síntesis
de las moléculas de aquaporina-2 y la inserción de aquaporinas en
la membrana celular. Con el exceso crónico de vasopresina, la densidad de las aquaporinas en la membrana aumenta drásticamente,
produciendo un estado de aumento crónico en la retención de
agua. Sin embargo, en respuesta a la expansión de volumen crónica (producida por la retención de agua) existe, por mecanismos
desconocidos, una adaptación que reduce el número de aquaporinas en las células principales. En este nuevo estado (parte E), la
ingesta de sodio volverá a expandir el volumen de líquido extracelular y se excretará, mientras que la ingestión de agua se excretará
más fácilmente, debido a la adaptación renal de aquaporinas disminuidas, por tanto, éste es un nuevo estado estable.
De los diagnósticos de hiponatremia que se muestran en la tabla 5-1, las dos categorías que son más difíciles de diferenciar son
aquellas con concentraciones elevadas de sodio en la orina. En el
examen físico, puede ser difícil diferenciar el volumen de líquido
134
CAPÍTULO 5
Hipófisis posterior (neurohipófisis)
(A)
ECF
ECF
ICF
220 mOsm
ICF
280 mOsm
Na+ 110
Na+ 140
(B)
K+
Osmolitos
ECF
ECF
Na+
(C)
ICF
220 mOsm
ICF
220 mOsm
Na+ 110
Na+ 110
(D)
Acuaporinas
Escape
(E)
H 2O
FIGURA 5-5 Ilustración de los cambios en el líquido intracelular y los volúmenes de líquido extracelular en la fisiopatología del
SIADH con el patrón cronológico de: A) volumen expandido de ECF y ICF con dilución de solutos. B) Natriuresis para disminuir la expansión de volumen de ECF. C) Extrusión de potasio y osmolitos intracelulares para disminuir la expansión del volumen intracelular. D)
Restauración del volumen casi normal en ECF y ICF. E) Adaptación renal para permitir la excreción de orina más diluida, a pesar del exceso de vasopresina. (Copyright 2005, A.G. Robinson, Universidad de California, Los Ángeles).
extracelular moderadamente bajo, del volumen de líquido extracelular normal. En esta situación, el diagnóstico diferencial puede ser
ayudado por un desafío de volumen de solución salina normal, infundida a una velocidad moderada durante unas pocas horas,
mientras se siguen las determinaciones urinarias y de sodio en
plasma. Si el paciente se encuentra en la categoría de diagnóstico 4
(SIADH) y relativamente equilibrado, la solución salina administrada se excretará, por lo que habrá un aumento en el sodio urinario y no habrá cambios o una disminución leve, en la concentración
sérica de sodio. Si el paciente está en la categoría 2, con una pérdida renal de sodio, se retendrá el sodio de la solución salina administrada, y el agua excretada diluirá un poco el sodio urinario. Esto
dará como resultado una disminución en el sodio urinario, mientras aumenta la concentración sérica de sodio. Este desafío de volumen, en casos difíciles, no se considera terapia, sino sólo una
ayuda para hacer un diagnóstico apropiado, que luego conducirá a
la iniciación de la terapia apropiada.
En la categoría diagnóstica 2 (tabla 5-1), existe una considerable
controversia con respecto al diagnóstico y la incidencia de CSW. La
CSW es una natriuresis primaria grave que produce depleción de
volumen e hiponatremia. El diagnóstico sólo se confirma cuando la
depleción de volumen puede confirmarse mediante una combinación de disminución de la presión venosa central; disminución del
volumen plasmático; aumento de BUN/creatinina o aumento de
los niveles de hematocrito y de proteína plasmática. CSW ha sido
intensamente estudiada como una causa de hiponatremia en la hemorragia subaracnoidea. Los péptidos natriuréticos aumentan en
la hemorragia subaracnoidea, pero también aumentan en SIADH,
bien documentado. El volumen de plasma medido en la hemorragia subaracnoidea es difícil de interpretar, debido a la falta de sensibilidad de las medidas clínicas, fácilmente, disponibles. Puede
haber tanta secreción inapropiada de vasopresina y natriuresis en
estos pacientes, con una presentación clínica que depende de las
contribuciones relativas de cada uno. Es consistente que la infusión de solución salina isotónica no corrige la hiponatremia en el
SIADH, pero puede hacerlo con CSW. Los casos más convincentes
de CSW son los que ocurren en pacientes hospitalizados, en los que
hay un aumento repentino e inexplicable del volumen de orina (no
se observa en el SIADH) y la excreción de sodio en la orina. Esto se
ha informado en varios casos de niños con lesión cerebral traumática o cirugía cerebral. La diuresis masiva aguda y la natriuresis se
acompañan de una contracción definitiva del volumen debido a las
Tratamiento de la hiponatremia en el SIADH
medidas enumeradas anteriormente. La mayoría de estos casos
responde al reemplazo con solución salina normal o hipertónica.
B. Síntomas de la hiponatremia
Los síntomas de la hiponatremia dependen, en gran medida, de la rapidez del desarrollo de
la hiponatremia. Cuando la hiponatremia se desarrolla rápidamente y es grave (nivel de sodio sérico <120 mEq/L), los pacientes tienen riesgo de edema cerebral con herniación del tronco encefálico
(especialmente niños y mujeres jóvenes). Otras complicaciones incluyen edema pulmonar neurogénico, convulsiones, coma y paro
respiratorio. La hiponatremia que se desarrolla lentamente, durante un lapso prolongado, es sorprendentemente, bien tolerada incluso a niveles muy bajos de sodio sérico. Los síntomas neurológicos, generalmente, no ocurren con valores de sodio superiores a
120 mEq/L, pero cualquier grado de hiponatremia puede exacerbar otras condiciones comórbidas. La hiponatremia, generalmente,
se considera crónica si se ha desarrollado, lentamente, y persiste
durante más de 48 horas.
C. Síndromes clínicos de SIADH
Los criterios clínicos para
SIADH siguen siendo los descritos por Bartter y Schwartz en 1967:
disminución de la osmolalidad plasmática; concentración inapropiada de la orina; euvolemia clínica; aumento de la excreción urinaria de sodio y ausencia de otras causas de hipoosmolalidad euvolémica como hipotiroidismo, insuficiencia suprarrenal o uso de
diuréticos. Las tres etiologías principales de SIADH son la producción ectópica de vasopresina por cáncer (véase capítulo 21); SIADH
inducido por fármacos y lesiones en la vía del sistema barorreceptor, especialmente trastornos del sistema nervioso central y trastornos pulmonares. Como se señaló anteriormente, los barorreceptores consisten en un sistema difuso de receptores en el tórax y
sinapsis en el cerebro. Parte de la información de ellos es inhibitoria. Las lesiones que interrumpen el flujo de señales en el pulmón
o en el cerebro pueden disminuir esta señal de inhibición y producir una secreción inapropiada de vasopresina. El síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) es una causa reconocida de
SIADH, aunque la deshidratación; la insuficiencia suprarrenal; la
neumonitis y la toxicidad tubular renal asociadas con la terapia,
pueden confundir la capacidad de permitir que el diagnóstico de
SIADH sea una causa exclusiva de la hiponatremia. El ejercicio extenuante prolongado (p. ej., correr maratón) puede aumentar la
secreción de vasopresina y con la ingesta excesiva de líquido hipotónico inducir SIADH. Una causa rara de SIADH, informada en
dos pacientes pediátricos es una mutación genética del receptor V2
en las células principales que producen activación no regulada. Estos pacientes tienen las manifestaciones de hiponatremia y SIADH
pero no hay vasopresina plasmática medible. Algunos pacientes de
edad avanzada se ajustan a los criterios para SIADH, sin un diagnóstico definitivo.
Los trastornos específicos, que se ha informado causan SIADH,
se detallan en la tabla 5-2, pero debido a la regulación difusa del
sistema barorreceptor y los múltiples trastornos que pueden influir
en la liberación de vasopresina a través de este sistema, ninguna lista
debería considerarse completa. El SIADH es menos común en niños
que en adultos y cuando está presente, generalmente, es crónico.
TRATAMIENTO DE LA HIPONATREMIA
EN EL SIADH
La terapia de hiponatremia sigue, paso a paso, los síntomas de hiponatremia. Cuando se sabe que la hiponatremia ha ocurrido, rá-
135
TABLA 5-2 Principales etiologías del SIADH
Producción ectópica de vasopresina por tumores
Carcinoma broncogénico
Carcinoma de duodeno y páncreas
Ureteral, próstata, carcinoma de vejiga
Carcinoma del útero
Timoma
Mesotelioma
Linfoma y leucemia
Inducido por droga
Desmopresina y oxitocina
Clorpropamida
Carbamazepina
Clofibrato
Éxtasis
Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina
Antidepresivos tricíclicos
Inhibidores de la monoaminooxidasa
Alcaloides de la vinca, cisplatino, ciclofosfamida
Interrumpir las vías neuronales
Trastornos pulmonares: neumonía, tuberculosis, infección fúngica, empiema, ventilación con presión positiva
Trastornos del sistema nervioso central: infección, trauma, cirugía, hemorragia, enfermedades inflamatorias, enfermedades
degenerativas, porfiria
SIADH nefrogénico
Mutación extremadamente rara de los receptores V2 que producen activación crónica
Otras etiologías
Sida
Correr maratón u otro ejercicio extenuante
Psicosis aguda
pidamente, y es grave y sintomática, el paciente debe recibir tratamiento expedito. Cuando el inicio es lento y el síndrome es crónico,
el tratamiento debe ser lento. La hiponatremia aguda se define,
arbitrariamente, como haberse desarrollado en menos de 48 horas.
Por lo general, el sodio sérico debe ser inferior a 120 mEq/L para
producir la sintomatología. La interrupción de la administración
de cualquier líquido hipotónico y la administración de NaCl hipertónico (p. ej., 3%), posiblemente con la adición de un diurético,
deben considerarse, rápidamente. A menudo, los trastornos agudos se producen en el hospital, en un entorno quirúrgico u obstétrico, y los niños y las mujeres jóvenes corren el mayor riesgo. Para
la hiponatremia crónica, el tratamiento excesivamente agresivo
puede causar una patología nueva y adicional. Como se muestra en
la figura 5-5 (C), la adaptación del tejido a la hiponatremia crónica
da como resultado, la pérdida de osmolitos intracelulares. En el
cerebro, éstos son los mismos osmolitos que, normalmente, aumentarían en las neuronas para proteger el volumen del cerebro de
un cambio repentino del líquido intracelular al líquido extracelular,
cuando hay un aumento agudo de la osmolalidad del líquido extracelular. Si durante el tratamiento de la hiponatremia en el SIADH,
la osmolalidad del líquido extracelular aumenta rápidamente, el
cerebro ha perdido la capacidad de proteger el volumen intracelular y el agua se mueve, rápidamente, fuera de las neuronas. Se cree
que la contracción del cerebro es la causa del síndrome de mielinólisis que se describió, por primera vez, en la protuberancia, de ahí
el término mielinólisis central pontina. El proceso puede ocurrir,
de forma difusa, en todo el cerebro. La causa puede ser la altera-
136
CAPÍTULO 5
Hipófisis posterior (neurohipófisis)
ción de la barrera hematoencefálica y la entrada de componentes
del plasma que son tóxicos para los oligodendrocitos. El síndrome
consiste en un deterioro neurológico durante varios días, con conciencia fluctuante, convulsiones, hipoventilación e hipotensión.
Eventualmente, estos pacientes pueden desarrollar parálisis pseudo bulbar con dificultad para tragar e incapacidad para hablar, incluso llevando a la cuadriparesis. La recuperación de este síndrome
es variable y muchas complicaciones neurológicas son permanentes. Las imágenes por resonancia magnética demostrarán la desmielinización pero, generalmente, no hasta las 3 a 4 semanas después de la corrección de la hiponatremia. Los alcohólicos crónicos;
los pacientes con malnutrición o enfermedad hepática y los pacientes con hiponatremia profunda o hipocaliemia tienen un mayor
riesgo de desarrollar desmielinización osmótica.
En la hiponatremia crónica que es asintomática, la terapia más
segura es la restricción de la ingesta de agua libre y la corrección,
lenta, de la hiponatremia durante días. Para la hiponatremia crónica que tiene síntomas del sistema nervioso central, se deben realizar aumentos controlados y limitados de la osmolalidad. El coma o
las convulsiones son signos evidentes de síntomas neurológicos
que pueden producirse por hiponatremia, pero las náuseas, los vómitos y la confusión pueden ser signos, menos específicos, de deterioro neurológico. Existe un considerable debate en la literatura
sobre la tasa exacta de corrección de la concentración de sodio en
estos casos, y uno debe revisar las recomendaciones más actualizadas, antes de iniciar la terapia. Los parámetros generales de la terapia son que el aumento del sodio sérico se puede lograr a una tasa de 0.5 a 1 mEq/L/h con una corrección total que no exceda los
10 a 12 mEq/L, en las primeras 24 horas. Para aquellos en alto riesgo de desmielinización osmótica, el total no debe exceder 8 mEq/L
en las primeras 24 horas. En ningún caso, la corrección debe exceder 18 mEq/L en las primeras 48 horas. La corrección activa se
detiene cuando se eliminan los síntomas del paciente; el nivel sérico de sodio es superior a 120 mEq/L o la magnitud total de la corrección es de 18 mEq. Se lleva a cabo un tratamiento adicional con
restricción de líquidos en cuanto a la hiponatremia asintomática.
Cuando se producen aumentos excesivamente rápidos del sodio
sérico, especialmente en personas con alto riesgo de desmielinización osmótica, algunos expertos han administrado fluidos diluidos,
a veces con desmopresina, para volver a reducir de forma aguda el
sodio sérico. El beneficio es respaldado por algunos estudios en
animales, pero no hay estudios controlados que documenten que
esto sea beneficioso para los pacientes. La ingesta de líquidos está
restringida en el SIADH crónico, pero la ingesta de sal no, porque
todos estos pacientes tienen algún grado de pérdida de sodio debido a la expansión del volumen y la natriuresis.
Se sabe que el derivado de tetraciclina, demeclociclina, causa
diabetes insípida nefrogénica y se ha utilizado para tratar el SIADH
crónico. Las dosis de 600 a 1 200 mg/d en dosis divididas, disminuyen la osmolalidad de la orina (este uso no está indicado en la etiqueta). Se requiere de tres a cuatro días para que el efecto alcance
el equilibrio. Se ha informado azotemia y nefrotoxicidad con demeclociclina, especialmente en pacientes con cirrosis. La restricción
de líquidos es la terapia preferida en pediatría, aunque en niños
pequeños la restricción de líquidos puede no proporcionar calorías
adecuadas.
Cualquiera de las terapias para hiponatremia y, especialmente,
la restricción de líquidos, reducirá el volumen de líquido extracelular y, por tanto, eliminará el estímulo mediado por volumen de
adaptación renal ilustrado en la parte D de la figura 5-5, en la que
el riñón se vuelve un poco menos receptivo al exceso de vasopresi-
na por la reducción en la cantidad de canales de agua de aquaporina-2. Cuando se elimina el estímulo de volumen, nuevamente hay
un aumento en la densidad de los canales de agua de la membrana,
y el riñón se vuelve más eficiente en la retención de agua. Esto explica la observación clínica común, que la restricción de líquidos
que es inicialmente efectiva, puede ser cada vez más grave para
mantener un efecto beneficioso.
El tratamiento más específico para el SIADH es bloquear los
receptores V2 en el riñón. Recientemente, se han aprobado antagonistas del receptor de vasopresina, vaptanes, que aumentan
la excreción renal de agua libre (aquaresis) sin excreción de sodio
(natriuresis). A diferencia del agonista, desmopresina, estos antagonistas son fármacos no peptídicos. Conivaptan es un antagonista del receptor V1A y V2, combinado que está disponible para administración intravenosa a pacientes hospitalizados. Tolvaptan es un
antagonista selectivo del receptor V2, que puede administrarse por
vía oral y está aprobado para tratar la hiponatremia grave (Na sérico <125 mEq/L) en pacientes sintomáticos o pacientes que no lograron corregir con restricción de líquidos. Los vaptanos no deben
usarse junto con otras terapias, por ejemplo, solución salina hipertónica o restricción de líquidos. Los ensayos clínicos con estos
agentes indican que serán útiles para tratar la hiponatremia del
SIADH y otras causas. El riesgo de mielólisis cerebral, causado por
una corrección demasiado rápida de sodio con estos agentes, es el
mismo que con otras terapias, por lo que las mismas recomendaciones sobre las tasas de corrección del sodio sérico descritas anteriormente, se aplicarán a medida que los médicos adquieran experiencia adicional con estos agentes. Hay poca experiencia con el
uso de vaptanes en pediatría.
RESUMEN
La tabla 5-3 compara y contrasta, las entidades fisiopatológicas asociadas con la disminución de vasopresina, diabetes insípida y exceso de vasopresina, SIADH.
OXITOCINA
La anatomía y la síntesis de la oxitocina son similares a las descritas
para la vasopresina. Si bien hay una serie de acciones del sistema
nervioso central que se han atribuido a la oxitocina (que probablemente actúa como un neurotransmisor), las funciones fisiológicas de
esta hormona hipofisaria posterior se limitan a la lactancia y el parto.
A. Lactancia
Las hormonas hipotalámicas/hipofisarias críticas
para la lactancia son la prolactina y la oxitocina. La secreción de
prolactina de la hipófisis anterior se describe en el capítulo 4, y su
actividad principal es promover la producción de leche. La oxitocina estimula la disminución asociada con la lactancia. La unidad
productora de leche de la mama es el sistema alveolar en el cual los
cúmulos de células productoras de leche están rodeados por células mioepiteliales especializadas. La leche se sintetiza en las células
glandulares de los alvéolos. Los receptores de oxitocina están localizados en células glandulares y en células mioepiteliales a lo largo
del conducto. La oxitocina estimula las células a lo largo del conducto, para que se acorten y los conductos se ensanchen, mejorando el flujo de leche, a través de los conductos, hacia el pezón. La
succión en el seno estimula los mecanorreceptores o receptores
táctiles que ascienden a través de la médula espinal hasta el núcleo
cervical lateral y, finalmente, a las neuronas magnocelulares oxito-
Resumen
137
TABLA 5-3 Comparación y contraste de la fisiopatología de DI y SIADH
Patofisiología
La falta de vasopresina: diabetes insípida
Vasopresina en exceso: SIADH
Orina
Diluida con aumento de volumen-poliuria
Concentrado con volumen disminuido o normal
Sed
Polidipsia aumentada y protectora
No disminuye y no protege-ingesta normal
Sodio sérico
Tendencia a la hipernatremia, pero alta normal, debido a la polidipsia
Disminuye la hiponatremia por retención de agua
Volumen de plasma inicial
Disminuido por poliuria
Aumentado por la retención de agua
Sodio en la orina
Variable
Inapropiadamente elevado por hiponatremia-natriuresis inducida por la expansión de volumen
Presentación
Poliuria y polidipsia
Hiponatremia (en SIADH acompañado de euvolemia y natriuresis)
Consideraciones de diagnóstico diferencial con los síntomas de
presentación y datos de laboratorio
El exceso de consumo de agua (polidipsia primaria donde la poliuria es normal)
Pérdida renal de Na+ (diuréticos, enfermedad de
Addison, enfermedad renal, pérdida cerebral de
sal)
Elevado Na+ urinario, pero el volumen plasmático
es bajo
Diuresis soluble que produce poliuria y polidipsia, por ejemplo, diabetes mellitus
Expansión de volumen, hiperaldosteronismo (CHF,
ascitis, etc.), pero el Na+ urinario es bajo
Pérdida de ECF (sudoración, diarrea), pero el volumen decrece y el Na+ urinario es bajo
Disminución o aumento de la síntesis de vasopresina basada en la
anatomía
Tumores con origen o extensión supraselar
—lesiones infiltrativas del hipotálamo
basal— neurohipofisial infundibulitis
Interrupción de la entrada inhibitoria de los barorreceptores en el pecho o SNC
Síntesis disminuida o aumentada en
función de la genética
Gen hipotalámico DI-autosómico recesivo
AVP en AVP produciendo neuronas
Producción ectópica de vasopresina por gen desrepresión en el cáncer
Interrupción de los mecanismos de
control normales
Sistema osmorreceptor: lesiones discretas en
el área hipotalámica anterior que disminuyen la señal positiva a las neuronas AVP y
disminuyen la AVP
Las lesiones difusas del sistema barorreceptor en
la caja, el tronco encefálico y el hipotálamo disminuyen la entrada negativa a las neuronas AVP
y aumentan AVP
Metabolismo anormal de vasopresina
DI en el embarazo
Ninguna
Disminución o aumento de la respuesta del receptor V2
DI-x-nefrogénico ligado a un receptor recesivo mutante inactivo V2
SIADH nefrogénico —receptor V2 activado mutado
—raro— AVP inconmensurable
Disminución o aumento de la respuesta de las aquaporinas
DI autosómica recesiva nefrogénica mutada,
aquaporina-2 inactiva
Ninguna
Pruebas diagnósticas de laboratorio
pOsm elevada con baja mOsm
AVP elevada en DI nefrogénica, baja en otras
DI
Enmascarado por deficiencia suprarrenal o tiroidea, que inhibe la excreción de agua
Disminución de pOsm con mOsm alta (no diluida al
máximo)
Orina Na+ inapropiada para hiponatremia
AVP elevado en SIADH pero también en todas las
causas diferenciales de hiponatremia
Cortisol libre normal y ninguna terapia diurética y
tiroidea, puede causar hiponatremia
Imagen de diagnóstico: MRI
Cabeza, área supraselar, tumores, infiltrados,
tallo ensanchado, ausencia de punto brillante de la hipófisis posterior
Pecho: para cualquier patología, pero especialmente
para el cáncer; cabeza, para la patología del
CNS; cuerpo completo, para el cáncer
Tratamiento
Fomentar el agua
Los diuréticos causan contracción del volumen y reducen el volumen de la orina en DI
nefrogénica
Agonistas del receptor de vasopresina: desmopresina
Si el tratamiento, excesivamente hipernatrémico, y de hipernatremia puede disminuir rápidamente el pOsm y producir edema cerebral
Restringir el agua
Fármacos que inhiben la acción renal de vasopresina-demeclociclina
Antagonistas del receptor de vasopresina: vaptanes
Inicio agudo = terapia rápida
Enfermedad crónica = terapia lenta
Tratamiento excesivo agresivo para aumentar rápidamente Na+ en el suero puede producir desmielinización osmótica
Copyright 2005, A.G. Robinson, Universidad de California, Los Ángeles.
138
CAPÍTULO 5
Hipófisis posterior (neurohipófisis)
cinadas en los núcleos supraóptico y paraventricular. Los neurotransmisores desencadenan la liberación de oxitocina. La oxitocina
se libera en una manera pulsátil, produciendo una acción de bombeo en los alvéolos y promoviendo el vaciado máximo de leche de
los alvéolos. No hay evidencia de que un marcapasos central regule
la secreción de oxitocina y el mecanismo de sincronía, entre las
neuronas oxitocinadas individuales, es desconocido. La importancia de la oxitocina en el mantenimiento de la secreción de leche se
demuestra en ratones transgénicos con un golpe de la síntesis de
oxitocina. Estos animales entregan sus crías normalmente, demostrando los sistemas redundantes para el parto y producen leche
normalmente, lo que demuestra el papel de la prolactina, pero no
pueden liberar leche cuando amamantan, demostrando así, la importancia de la oxitocina para bajar la leche. Los cachorros mueren
de deshidratación sin leche en el estómago. La administración de
oxitocina a las madres restaura la secreción de leche y los cachorros
sobreviven.
B. Partos
Los estrógenos activan muchos eventos que inician y
estimulan el parto, mientras que la progesterona inhibe estos eventos. Las células uterinas del miometrio tienen actividad de contracción intrínseca y son receptivas a la oxitocina. Durante el embarazo, se libera oxitocina, pero la oxitocinasa disminuye el nivel
plasmático de oxitocina y la progesterona y disminuye la contractilidad intrínseca del miometrio. En los humanos, hay un dramático
aumento en la capacidad de respuesta uterina a la oxitocina durante la proximidad del parto. Varias hormonas distintas de la oxitocina, incluidas las prostaglandinas, endotelinas, agonistas adrenérgicos, hormona de liberación de corticotropina, glucocorticoides y
citocinas también participan en la iniciación y finalización del parto. El papel más específico de la oxitocina puede ser la liberación
de oxitocina provocada por la dilatación cervical, producida por la
cabeza descendente y el cuerpo, conocido como reflejo de Fergusson. Esto puede ser importante en estimular el músculo uterino
para contraerse al máximo y sujetar los vasos sanguíneos para disminuir la pérdida de sangre. Tal vez no sea sorprendente que el
parto, que es tan importante para la supervivencia de la especie,
esté controlado por vías diferentes de estimulación cruzada y actividad de avance. Los muchos sistemas redundantes asegurarán la
supervivencia de la especie. La oxitocina sigue siendo el estimulante más fuerte de la contracción del miometrio, explicando su valor
como agente terapéutico para inducir el parto y el interés en los
antagonistas de la oxitocina para retrasar el parto.
C. Otras acciones Otras acciones de la oxitocina han sido descritas en varias especies, incluidos los efectos sobre el comportamiento de los animales; sobre la alimentación y la saciedad; respuesta al estrés; estimulación del transporte de esperma; efectos en
la memoria, etc. Ninguno de éstos se ha documentado que sean,
fisiológicamente, importantes en humanos.
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Otras oxitocinas
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disorders. Curr Med Chem. 2008;15:698. [PMID: 18336283]
C A P Í T U L O
6
Crecimiento
Dennis Styne, MD
IGFBP
(Insulin-like growth factor-binding protein),
Proteínas enlazantes de los factores de crecimiento insulínico
IGHD
(Isolated growth hormone deficiency), Deficiencia aislada de la hormona de crecimiento
IUGR
(Intrauterine growth retardation or restriction),
Retraso o restricción del crecimiento intrauterino
JAK-STAT
(Epidermal growth factor receptor), Receptor
del factor de crecimiento epidérmico
(Janus kinase-signal transducers and activators of transcription), Janus-cinasas-transductores de la señal y activadores de la transcripción
LDL
(Fibroblast growth factor), Factor de crecimiento de fibroblastos
(Low-density lipoprotein), Lipoproteínas de
baja densidad
LH
(Luteinizing hormone), Hormona luteinizante
LS
(Lower segment), Segmento inferior
MC4R
(Melanocortin 4 receptor), Receptor de melanocortina 4
ACTH
(Adrenocorticotropin hormone), Hormona
adrenocorticotrópica
ALS
(Acid labile subunit), Subunidad ácido lábil
cAMP
(Cyclic adenosine monophosphate), Adenosina monofosfato cíclico
CPHD
(Combined pituitary hormone deficiency),
Deficiencia combinada de la hormona hipofisaria
EGF
(Epidermal growth factor), Factor de crecimiento epidérmico
EGF-R
FGF
FGF-R
(Fibroblast growth factor receptor), Receptor
del factor de crecimiento de fibroblastos
GH
(Growth hormone), Hormona del crecimiento
GHBP
(Growth hormone-binding protein), Proteína
transportadora de la hormona del crecimiento
NSD1
(Nuclear receptor-binding SET domain protein 1), Proteína de dominio SET de unión a
receptor nuclear 1
GHRH
(Growth hormone-releasing hormone), Hormona liberadora de la hormona del crecimiento
Pit-1
(Pituitary transcription factor 1), Factor de
transcripción específico de hipófisis 1
Prop-1
(Prophet of Pit-1 homeobox 1), Prophet of Pit-1
homeobox 1
PTH
(Parathyroid hormone), Hormona paratiroidea
PTPN11
(Protein tyrosine phosphatase nonreceptor
11), Proteína tirosina fosfatasa no receptora tipo 11
RTA
(Renal tubular acidosis), Acidosis tubular renal
GHSR
(Growth hormone secretagogue receptor),
Receptor de secretagogos de la hormona del
crecimiento
GnRH
(Gonadotropin-releasing hormone), Hormona
liberadora de gonadotropina
hCG
(Human chorionic gonadotropin), Gonadotropina coriónica humana
SGA
hCS
(Human chorionic somatomammotropin), Somatomamotropina coriónica humana
(Small-for-gestational age), Pequeño para la
edad gestacional
SHOX
HDL
(High-density lipoprotein), Lipoproteína de alta densidad
(Short stature homeobox), Homeosecuencia
de la baja estatura
SOD
(Septo-optic displasia), Displasia septo-óptica
HESX1
(Hesx1 homeodomain), Homeodominio Hesx1
SRIF
(Somatostatin), Somatostatina
hGH
(Human growth hormone), Hormona de crecimiento humano
TBG
(Thyroxine-binding globulin), Globulina de
unión a tirosina
IGF-I
(Insulin-like growth factor I), Factor de crecimiento insulínico tipo I
TRH
(Thyrotropin-releasing hormone), Hormona liberadora de tirotropina
IGF-II
(Insulin-like growth factor II), Factor de crecimiento insulínico tipo II
TSH
(Thyrotropin), Tirotropina
US
(Upper segment), Segmento superior
142
CAPÍTULO 6
Crecimiento
La evaluación del crecimiento en estatura es una parte esencial del
examen pediátrico. El crecimiento es un índice importante de la
salud física y mental y la calidad del entorno psicosocial del niño;
los problemas crónicos en cualquiera de estas áreas pueden reflejarse en una tasa de crecimiento disminuida que puede ser una
pista crítica en cuanto a la edad de comienzo de esta condición. Se
consideran las influencias del crecimiento normal, el patrón de
crecimiento normal, la medición del crecimiento, y condiciones
que conducen a trastornos del crecimiento.
CRECIMIENTO NORMAL
CRECIMIENTO INTRAUTERINO
El crecimiento de un feto comienza con una sola célula fertilizada
y termina con la diferenciación en más de 200 tipos de células, aumento de longitud por 5 000 veces, del área de superficie por 6 ×
106 veces, y el peso por 6 × 1012 veces. Todo esto conduce a un recién nacido de aproximadamente 7 lb. En general, el crecimiento
del feto depende de la disponibilidad de oxígeno y la nutrición adecuada suministrada por la placenta y está organizado por un grupo
de factores del crecimiento, todo supervisado por un plan genético.
Los factores genéticos son más importantes al comienzo de la gestación, mientras que el entorno materno adquiere más importancia
al final de la gestación.
La definición clásica de pequeño para la edad gestacional (SGA,
small-for-gestational age) es un peso al nacer con dos desviaciones
estándar (SD, standard deviations) por debajo de la media o por debajo del percentil 5 para el peso al nacer, o el peso al nacer inferior
a 2 500 g para un infante a término en Estados Unidos. El término
retraso del crecimiento intrauterino o restricción del crecimiento
intrauterino (IUGR, intrauterine growth restriction) no es sinónimo
de SGA, porque el IUGR se refiere a la disminución de la velocidad
de crecimiento intrauterino observada en ultrasonido. Estadísticas
y cuadros que muestran varios percentiles de peso para la edad
gestacional están disponibles para determinar qué bebés prematuros son SGA y qué pesos son apropiados para la edad gestacional
(AGA, appropriate for gestational age). Alrededor de 20% de los bebés SGA permanecen pequeños como niños y adultos, en contraste con los niños prematuros con peso propio para la edad gestacional, que son más pequeños al nacer, pero en general experimentan
crecimiento de actualización en los primeros 2 años. Aquellos bebés SGA que no experimentan crecimiento de recuperación a los 2
años de edad pueden ser candidatos para terapia con la hormona
del crecimiento (GH, growth hormone). Estudios recientes sugieren
que, en el periodo pretérmino, los niños SGA que muestran poco
crecimiento en los tres primeros meses posnatales siguen patrones
de crecimiento típicos de infantes SGA; esta consideración sobre la
terapia con GH puede ofrecer más garantías si se efectúan nuevas
investigaciones.
LA PLACENTA
La placenta influye en la mayoría de los aspectos del crecimiento
fetal, incluido el suministro de una nutrición adecuada y oxígeno y
también actúa como un órgano endocrino produciendo y liberando hormonas y factores de crecimiento. La entrega aberrante o
control de cualquiera de estos factores afecta el crecimiento fetal. El
peso de la placenta suele estar directamente relacionado con el peso de nacimiento.
HORMONAS CLÁSICAS DE CRECIMIENTO
Y CRECIMIENTO FETAL
Las hormonas que median el crecimiento posnatal no necesariamente juegan los mismos roles en el crecimiento fetal. La GH está
presente en altas concentraciones en el feto, en contraste con la
presencia limitada de receptores GH. Aunque esta discrepancia
sugiere una actividad limitada de GH en el feto, la GH juega un
papel en el crecimiento fetal como se refleja en el peso promedio al
nacer a 1 SD por debajo de la media en infantes GH-deficiente. Los
bebés con resistencia a la GH debido a anormalidad, reducción o
los receptores ausentes de GH (p. ej., el síndrome de Laron) tienen
niveles elevados de GH y niveles bajos de factor de crecimiento similar a insulina (IGF, insulin-like growth factor)-I; también tienen
disminuidos la longitud y el peso al nacer. La deficiencia de hormona tiroidea no afecta directamente el peso del ser humano al nacer,
sino la gestación prolongada puede ser una característica del hipotiroidismo congénito, y este factor en sí mismo aumentará el peso.
El lactógeno placentario no ejerce ningún efecto sobre el tamaño
de los seres humanos al nacer. Sin embargo, la concentración de
derivado de placenta GH (del gen GHV) se reduce significativamente en el suero de una mujer embarazada con un feto con IUGR.
FACTORES DE CRECIMIENTO Y ONCOGENES
EN EL CRECIMIENTO FETAL
Los oncogenes pueden ser la causa del crecimiento neoplásico en
el periodo de la vida posnatal, pero la expresión de estos genes es
importante en el normal desarrollo y funcionamiento de muchos
órganos fetales. Sorprendentemente, los mismos oncogenes que
causan neoplasia posnatal, evitan que causen tumores en los fetos
normalmente diferenciados. Por ejemplo, una mutación en el gen
Von Hippel-Lindau, que normalmente actúa como gen supresor de
tumores, predispone a los hemangioblastomas retinianos, cerebelosos y espinales, carcinomas de células renales, y feocromocitomas, pero el gen VHL normal se expresa en las tres capas de células
germinales del embrión y en el sistema nervioso central (CNS, central nervous system), riñones, testículos y pulmón del feto, lo que
sugiere una participación de este gen en el desarrollo fetal normal.
FACTORES DE CRECIMIENTO SIMILARES
A LA INSULINA, RECEPTORES Y PROTEÍNAS
DE UNIÓN
El IGF-I en el feto está regulado por factores metabólicos distintos
de GH, en contraste con la dependencia de la generación de IGF-I
en GH en la vida posnatal. Una explicación es que hay menos receptores GH en el feto que después del nacimiento. En el feto humano, la GH del suero cae durante la gestación tardía debido a la
maduración de control negativo del sistema nervioso, mientras que
el suero IGF-I y la proteína de unión IGF (IGFBP, IGF-binding protein)-3 aumentan durante la gestación, demostrando su independencia de la estimulación de GH.
Estudios de ratones con deleción, que carecen de diversos factores de crecimiento o proteínas de unión, indican un papel en incremento de IGF-II durante la gestación temprana y que IGF-I tiene
uno durante etapas más tardías de la gestación. La deleción de los
receptores IGF tipo 1 conducen a una falla de crecimiento más profunda que la que se encuentra en ratones con deleción del IGF-I
Factores genéticos, maternos y uterinos
sola, lo que sugiere que otros factores además de IGF-I (p. ej., IGFII) ejercen efectos sobre el crecimiento fetal a través del receptor
tipo 1.
El estudio de ratones transgénicos que sobreexpresan IGFBP
apoya el concepto que el exceso de IGFBP-1 impide el crecimiento
fetal mientras que el exceso de IGFBP-3 conduce a una organomegalia selectiva. Por ejemplo, el sobreexceso de presión de IGFBP-3 en
ratones condujo a la organomegalia del bazo, hígado y corazón, aunque el peso al nacer no fue diferente al de ratones de tipo salvaje.
Aunque sigue habiendo controversia sobre algunos de los datos
sobre IGF y crecimiento fetal, un resumen del complejo sistema
IGF en el feto, basado en la evidencia de varias especies, parece
aplicarse al ser humano de la siguiente manera.
1. Los IGF son detectables en muchos tejidos fetales del primer
trimestre hacia adelante.
2. Las concentraciones de IGF en la circulación fetal aumentan
durante el embarazo, y a término las concentraciones de IGF-I
están directamente relacionadas con el peso al nacer.
3. En ratones, la alteración de los genes de IGF conduce a un retraso extenso del crecimiento.
4. Hay un aumento notable en las concentraciones de IGFBP-1 e
IGFBP-2 en el líquido amniótico al final del primer trimestre.
5. Las principales proteínas de unión en el feto humano son
IGFBP-1 y de IGFBP-2.
6. Desde tan temprano como 16 semanas, hay una correlación inversa entre las concentraciones fetales de IGFBP-1 y el peso al
nacer.
7. En la madre, las concentraciones circulantes de IGF-I e IGFBP-1
aumentan durante el embarazo.
8. Las concentraciones maternas de IGFBP-1 son elevadas en la
eclampsia y IUGR.
9. Las concentraciones fetales de IGFBP-1 son elevadas en casos
de IUGR, especialmente aquellos asociados con evidencia específica de reducción del flujo sanguíneo útero placentario. La
producción de IGFBP-1 parece ser un indicador sensible a corto
o largo plazo de respuesta a la nutrición fetal reducida.
INSULINA
Aunque la insulina es un importante factor regulador del metabolismo de los carbohidratos, muchas líneas de evidencia demuestran
que también es un factor de crecimiento y tiene importancia en el
crecimiento fetal. La macrosomía es un efecto bien conocido del
hiperinsulinismo fetal que se encuentra en el bebé de la madre
diabética. Un aumento de peso en las mujeres embarazadas de más
de 18 kg incrementa significativamente el riesgo de macrosomía
fetal en la diabetes mellitus gestacional, así como en aquellos con
resultados normales de la prueba de tolerancia a la glucosa. Errores
en el patrón normal de la expresión del gen IGF-II del cromosoma
paterno y del receptor de IGF tipo 2 (para IGF-II) proveniente del
gen derivado de la madre fundamenta la patogénesis de la enfermedad de Beckwith-Wiedemann (OMIM #130650), un trastorno
autosómico dominante con mutación, deleción o hipermetilación
de genes a 11p15.5. Los bebés afectados son grandes y tienen altas
concentraciones de insulina; las características incluyen exónfalo,
macroglosia y gigantismo mientras que también pueden ocurrir el
hepatoblastoma y el tumor de Wilms.
Del mismo modo que la insulina aumentada estimula el crecimiento fetal, los síndromes de deficiencia de insulina fetal, como
143
diabetes mellitus congénita, disgenesia pancreática o resistencia a
la insulina fetal (p. ej., leprechaunismo), se caracterizan por IUGR.
Bebés nacidos de madres diabéticas con enfermedad vascular, hipertensión y/o eclampsia o preeclampsia también tienen IUGR y
nacen SGA. En esa situación, está claro que la entrega limitada de
nutrientes compromete el crecimiento del bebé.
FACTOR DE CRECIMIENTO EPIDÉRMICO
El factor de crecimiento epidérmico (EGF, epidermal growth factor)
está involucrado con el crecimiento fetal, y la expresión varía con el
crecimiento fetal desordenado. Microvellosidades purificadas de
las placentas de los bebés con IUGR tienen disminuido o están
ausentes la fosforilación del receptor placentario EGF (EGF-R) y la
actividad quinasa de la tirosina. El tabaquismo materno disminuye
el peso al nacer promedio de 200 g, y el efecto principal ocurre
tarde en la preñez; la placenta responde al tabaquismo por cambios
significativos en su vascularidad, que conduce a la hipoxia fetal.
Hay disminución del número de EGF-R y una afinidad reducida de
estos receptores por EGF en las placentas de las mujeres que son
fumadoras. Las pacientes hipertensas también tienen disminuidos
los números de EGF-R placentarios, que puede resultar en IUGR.
Los niveles de EGF en el líquido amniótico normalmente se incrementan cerca del término, pero disminuyen en embarazos complicados por IUGR, aunque no aumentan, por el contrario, en los
bebés que son grandes para la edad gestacional. Los niveles de
EGF en las primeras muestras de orina serán anulados por IUGR y
los bebés macrosómicos son más bajos que los bebés control.
El EGF administrado a fetos de monos da lugar a una maduración histológica y bioquímica de sus pulmones, lo que conduce a
una mejoría al intercambio del aire y un requerimiento disminuido
de soporte respiratorio. La concentración del surfactante apoproteína A y la relación lecitina esfingomielina son significativamente
más altos en el líquido amniótico de fetos tratados con EGF. Considerando que el peso al nacer no se ve afectado por el EGF, los pesos
del sistema suprarrenal y gastrointestinal (GI), estandarizados para
peso corporal, se incrementan significativamente. Además, el estímulo del EGF al músculo GI, la maduración de la enzima GI y la
mejora del tamaño GI del mono infantil mejora la capacidad para
absorber nutrientes. Por último, EGF adelanta la maduración de la
corteza suprarrenal fetal, aumentando la expresión de 3-beta-hidroxiesteroide deshidrogenasa.
FACTOR DE CRECIMIENTO DE FIBROBLASTOS
Los ratones modificados genéticamente con deficiencias del receptor de factor de crecimiento de fibroblastos 2 (FGF-R) muestran un
crecimiento intensamente retardado y mueren antes de la gastrulación. La emisión aberrante de señales de FGF durante el desarrollo
de las extremidades y del esqueleto en los humanos puede conducir a síndromes de dismorfia. Por ejemplo, la acondroplasia (OMIM
#100800) se debe a mutaciones en el dominio transmembrana de
FGF-R tipo 3.
FACTORES GENÉTICOS, MATERNOS
Y UTERINOS
Los factores maternos, a menudo expresados a través del ambiente
uterino, ejercen más influencia sobre el tamaño al nacer que los
144
CAPÍTULO 6
Crecimiento
factores paternos. La altura de la madre se correlaciona mejor con
el tamaño del feto que la altura del padre. Sin embargo, hay un
componente genético de la longitud y el peso al nacer no específico
del sexo. Los bebés primogénitos tienen un promedio de 100 g más
de peso que los bebés subsecuentes; la edad materna mayor de 38
años conduce a la disminución del peso al nacer; y los bebés varones son más pesados que las mujeres en un promedio de 150 a
200 g. La mala nutrición materna es la condición más importante
que conduce al bajo peso y longitud al nacer en todo el mundo. La
enfermedad crónica de la madre y la eclampsia también pueden
conducir a un crecimiento fetal deficiente. La ingestión materna de
alcohol tiene efectos adversos graves en la longitud del feto y en el
desarrollo mental y predispone a otras anormalidades físicas vistas
en el feto como síndrome de alcohol; éstos incluyen microcefalia,
retraso mental, hipoplasia medio facial, fisuras palpebrales cortas,
nariz de puente ancho, philtrum (surco nasolabial) largo y borde
bermellón angosto de los labios. Los bebés afectados nunca se recuperan de esta pérdida de longitud, pero alcanzan la normalidad en las tasas de crecimiento en el periodo posnatal. El abuso de
otras sustancias y el uso crónico de algunos medicamentos (p. ej.,
fenitoína) puede causar IUGR. Fumar cigarrillos no sólo causa retraso en el crecimiento intrauterino sino también disminuye el crecimiento posnatal por hasta 5 años después del parto. Infecciones maternas —las más comunes toxoplasmosis, rubéola, infección
por citomegalovirus, infección por herpes simple, infección por
HIV— conducen a muchas anormalidades del desarrollo, así como
acorta la talla al nacer. En partos múltiples, el peso de cada feto es
usualmente menor que el promedio simple de ellos. Los tumores uterinos o las malformaciones pueden disminuir el crecimiento
fetal.
ANOMALÍAS CROMOSÓMICAS Y SÍNDROMES
DE MALFORMACIÓN
Los bebés con cariotipos anormales pueden tener síndromes de
malformación y también pueden demostrar pobre crecimiento fetal o posnatal. En la mayoría de los casos, las anormalidades endocrinas no han sido notadas. Para una discusión adicional de este
extenso tema, el lector encontrará otras fuentes enumeradas en las
referencias al final de este capítulo.
ORÍGENES FETALES DE LA ENFERMEDAD
ADULTA
El síndrome metabólico consiste en 1) hipertensión, 2) dificultades
de la tolerancia a la glucosa y 3) triglicéridos elevados, entre otros
factores (véase capítulo 17). La resistencia a la insulina es una característica cardinal y podría ser la base para la mayoría o todas
estas complicaciones o puede ser sólo una característica del síndrome, según algunos. El síndrome metabólico es uno de los efectos
de larga duración de las anormalidades en crecimiento fetal. Las
evidencias de muchos estudios internacionales indican una relación entre el bajo peso al nacer o bajo peso al año de edad y la enfermedad crónica en la edad adulta. Una vista opuesta es que el
crecimiento de recuperación, en lugar del bajo peso al nacer, es
el responsable de estos defectos mucho tiempo después en la vida
futura del niño.
La inanición durante los últimos dos trimestres del embarazo,
que ocurrió durante la hambruna en Holanda en la Segunda Gue-
rra Mundial, motivó una disminución en el peso al nacer del 8 al
9%. Por otro lado, en la hambruna holandesa, los niños nacidos
después de la inanición en la gestación temprana de sus madres,
pero con una nutrición materna mejorada a fines de la gestación
eran de tamaño normal al nacer. Sin embargo, las lactantes mujeres, nacidas de tamaño normal después de esta inanición materna
temprana en la edad gestacional, dieron a luz a lactantes pequeños
(SGA con 300 a 500 g menos). En otras poblaciones, mujeres con
una historia de SGA tienden a tener bebés SGA, y algunos estudios muestran que las generaciones de malnutrición deben ser seguidas por generaciones de nutrición normal antes de que haya
una corrección del peso al nacer de los bebés subsecuentes. El ambiente adverso temprano del feto en la gestación en una madre con
diversos grados de inanición “programa” el metabolismo fetal para
la supervivencia del feto, pero más adelante en la vida, estas técnicas de supervivencia se vuelven inadaptables en un ambiente de
abundancia. La resistencia a la insulina en la vida fetal puede salvar
nutrientes de la utilización en el músculo, dejándolos así disponibles para el cerebro; este mecanismo serviría para minimizar el
daño en el CNS en el feto durante los periodos de malnutrición. La
complejidad de la situación no se entiende completamente, pero es
el objetivo de una extensa investigación in vivo, in vitro, y en estudios clínicos a largo plazo.
El peso al nacer y la tasa de crecimiento posnatal (es decir, ponerse al día en el crecimiento) —no sólo en la prematuridad— están
inversamente relacionados con la mortalidad cardiovascular y la
prevalencia del síndrome metabólico. Existe preocupación cuando
un bebé prematuro o SGA no puede ganar peso después del nacimiento que se aproxima a la curva de crecimiento normal. A menudo se hacen esfuerzos para aumentar la tasa de crecimiento a la
velocidad supramáxima. Desafortunadamente, el crecimiento excesivo poco después del nacimiento también puede conducir a la
obesidad y sus comorbilidades más adelante en la vida. Todavía no
está claro cuál es la nutrición óptima para un bebé prematuro o
SGA a fin de evitar esta programación metabólica. Investigaciones
adicionales se han necesitado para determinar la tasa de crecimiento óptima para los recién nacidos que experimentan crecimiento
intrauterino deficiente o parto prematuro.
Estudios de niños normales pero delgados, que tenían una historia de SGA, demostraron resistencia a la insulina antes de los
años de la adolescencia, apoyando el concepto de programación
metabólica temprana. Adultos actuales, que nacieron en los Países
Bajos durante la hambruna holandesa, que presentaron el peso de
nacimiento más bajo y los pesos maternos más bajos (aquellos sujetos cuyas madres experimentaron malnutrición durante los últimos dos trimestres mencionados), muestran un grado de resistencia a la insulina que está directamente relacionada con su grado de
SGA, documentación adicional de la relación entre desnutrición
fetal y la resistencia a la insulina en el adulto como la etiología del
pobre crecimiento.
Por otro lado, los niños macrosómicos nacidos de madres con
diabetes mellitus a menudo desarrollan obesidad infantil y resistencia a la insulina en la infancia posterior, incluso si tienen un
periodo de normalidad del peso entre 1 y 5 años de edad. Sorprendentemente, los estudios de descendientes de madres holandesas
expuestas a la hambruna durante la Segunda Guerra Mundial en
los primeros dos trimestres (el tiempo en que el peso al nacer es
menos afectados por la inanición materna) demostraron un aumento del doble en la incidencia de obesidad a los 18 años de edad,
en comparación con un 40% de disminución en la incidencia de
obesidad si el individuo estuvo expuesto a la hambruna en el últi-
Crecimiento posnatal
mo trimestre (el tiempo en que nació el peso se ve más negativamente afectado por la inanición materna).
Los individuos nacidos SGA también tienen variaciones en el
desarrollo puberal y hormonas reproductivas. Las niñas SGA tienden a tener una pubertad temprana, o si la pubertad se produce a
una edad promedio, hay una progresión al síndrome de ovario poliquístico (PCOS, polycystic ovarian syndrome). Los hombres adultos nacidos SGA han aumentado la aromatasa y la 5-alfa reductasa
que demuestra los efectos sobre la reproducción en los hombres
tanto como en las mujeres. En resumen, el crecimiento prenatal y
posnatal temprano afecta al niño mayor y al adulto de muchas maneras.
to más alto ocurre en el feto, la tasa de crecimiento posnatal más
alta justo después del nacimiento, y una tasa de crecimiento
más lenta sigue a mediados de la infancia (figuras 6-3 y 6-4). Hay
dos periodos caracterizados por breves brotes de crecimiento en la
infancia: el crecimiento infantil-infancia acelerado entre 1½ años y
3 años y en la mitad de la infancia acelerado de crecimiento entre
4 y 8 años. El crecimiento acelerado a mitad de la infancia no ocurre en todos los niños, es más frecuente en niños que en niñas, y su
presencia es hereditaria. Después de otra meseta, sigue el incremento de la velocidad de crecimiento de la pubertad con un sorprendente pico de aumento de la estatura. Un final decrecimiento
en la tasa de crecimiento sigue, hasta que cesa el crecimiento de las
epífisis de los huesos largos.
Además, un rebote de adiposidad acelerado con aumento de peso
y del índice de masa corporal (BMI, body mass index) se produce en
la primera infancia después de un periodo de estabilidad relativa
de ganancia de peso. El rebote temprano de adiposidad es un fac-
CRECIMIENTO POSNATAL
El crecimiento posnatal en estatura sigue un patrón característico
en niños normales (figuras 6-1 y 6-2). La tasa general de crecimien-
cm
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Edad (años)
FIGURA 6-1 Tabla de crecimiento para niños en la mayoría de las situaciones clínicas que muestra el percentil 3 al 97. Las líneas
para los percentiles 3 y el 97 se aproximan a los de –2.5 y +2.5 SD desde la media. (Reproducido con permiso del Centro Nacional de
Estadísticas de Salud en colaboración con el Centro Nacional de Prevención de Enfermedades Crónicas y Promoción de la Salud.
http://www.cdc.gov/growthcharts. Publicado el 30 de mayo de 2000).
146
CAPÍTULO 6
Crecimiento
cm
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Estatura para la edad
Chicas de 2 a 20 años
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Edad (años)
FIGURA 6-2
Tabla de crecimiento para niñas en la mayoría de las situaciones clínicas que muestran los percentiles 3 a 97. Las líneas para los percentiles 3 y 97 se aproximan a los de –2.5 y +2.5 SD de la media. (Reproducido con permiso del Centro Nacional de
Estadísticas de Salud en colaboración con el Centro Nacional de Prevención de Enfermedades Crónicas y Promoción de la Salud.
http://www.cdc.gov/growthcharts. Publicado el 30 de mayo de 2000).
tor de riesgo para el desarrollo de la obesidad, más adelante en la
infancia y a partir de entonces.
Factores endocrinos
A. Hormona del crecimiento y factores de crecimiento
vinculados a la insulina Como se discutió en el capítulo 4, la
somatotropina o GH es reprimida por el factor hipotalámico inhibidor de la liberación de GH (somatostatina o SRIF) y estimulado
por la hormona liberadora de GH (GHRH o GRF). El gen para GH
se encuentra en el brazo largo del cromosoma 17 en un grupo de
cinco genes: códigos de GHN para GH humana (una simple cadena
191-amino-polipeptídica ácida con un peso molecular de 22 kD);
códigos GHV para una variante de GH producida en la placenta;
CSH1 y códigos CSH2 para prolactina; y códigos CSHP1 para una
variante de molécula prolactínica. Una variante de 20 kD de GH
hipofisaria representa el 5 al 10% de GH circulante y se deriva del
mismo gen que la variante 22K, GHN, pero resulta de un empalme
alternativo. La variante de 20 kD está mal caracterizada, pero cuando se deriva del gen placentario, GHV, in vitro tiene menos efecto
diabetogénico pero similar actividad promotora del crecimiento y
lipolítica.
Los efectos de GH son principalmente mediados por los IGF,
pero las GH también estimulan directamente la lipólisis, el aumento del transporte de aminoácidos en los tejidos y aumento de la
síntesis de proteínas y glucosa en el hígado. Eso también tiene un
efecto directo sobre el crecimiento del cartílago. La GH en exceso
causa resistencia a la insulina y es diabetogénica. La GH se secreta
de manera pulsátil, por lo que las concentraciones séricas son bajas
durante la mayor parte del día, pero alcanza el pico máximo durante cortos intervalos. Los valores son más altos en periodo neonatal
inmediato, disminuye durante la infancia y aumenta de nuevo co-
Crecimiento posnatal
12
10
8
6
4
2
0
14
Hombres
Velocidad de crecimiento (cm/año)
Velocidad de crecimiento (cm/año)
14
6
8
10
12
14
16
18
Edad en el punto medio entre visitas anuales
147
Mujeres
12
10
8
6
4
2
0
6
8
10
12
14
16
18
Edad en el punto medio entre visitas anuales
Comienzo de la pubertad
Temprana (<25%)
3o
50o
97o
Promedio
3o
50o
97o
Tardía (<75%)
3o
50o
97o
FIGURA 6-3 Curvas de referencia para la velocidad de altura
para niños de edad 6 a 19 años según el inicio de la pubertad. La
mediana y los percentiles 3 y 97 para la pubertad de inicio más
temprano están en azul, para la aparición promedio está en negro, y para el inicio tardío está en rojo. La pubertad temprana fue
definida como la edad de inicio 10.2 años, el inicio promedio como ocurre entre 10.2 y 11.8 años, y la pubertad tardía como inicio
a la edad >11.8 años. Los cuadros pueden usarse clínicamente
calculando el aumento en estatura como la diferencia entre las
mediciones de altura en 2 veces (g2 – g1) dividido por la diferencia de la edad del niño en la primera medición restando la edad
en la segunda medida (t2 – t1). El cociente de esta división se traza en el gráfico como una barra que comienza en la edad inicial
del niño y termina en la edad del niño al final del intervalo con el
centro de la barra graficada a la edad (t1 + t2)/2. (Reproducido
con permiso de Kelly A, Winer KK, Kalkwarf H, et al. Age-based
reference ranges for annual height velocity in US children. J Clin
Endocrinol Metab 2014 Jun.;99(6):2104-2112).
mo resultado de un aumento de la amplitud (pero no de la frecuencia) del impulso durante la pubertad. La secreción de GH vuelve a
caer durante el envejecimiento.
La GH circula en el plasma unida a una proteína, la unión de la
GH a la proteína (GHBP), con una secuencia equivalente a la del
dominio de membrana extracelular del receptor de GH del cual
está asegurado. La fisiología de la GHBP parece reflejar importantes interrelaciones entre GH y receptor de hormona del crecimiento (GHR) en términos de efectos sobre el crecimiento. Por ejemplo,
los pacientes obesos tienen menores concentraciones plasmáticas
de GH pero niveles más altos de GHBP, mientras que la inanición
aumenta las concentraciones de GH y disminuye los niveles de
GHBP. Pacientes con anomalías del receptor de GH (p. ej., enanismo de Laron) también tienen un defecto reflejado en las concentraciones en el suero de GHBP; aquellos con un número reducido de
receptores de GH tienen concentraciones disminuidas de GHBP
en el suero. Pacientes que son incapaces de disminuir los receptores de GH para permitir la activación del complejo GH-GHR o
Comienzo de la pubertad
Temprana (<25%)
3o
50o
97o
Promedio
3o
50o
97o
Tardía (<75%)
3o
50o
97o
FIGURA 6-4 Curvas de referencia para la velocidad de estatura para niñas de 6 a 17 años según el inicio de la pubertad. La
media y los percentiles 3 y 97 para la pubertad de inicio más
temprana están en azul, para el promedio de inicio está en negro, y para el inicio tardío está en rojo. La pubertad anterior fue
definida como la edad de inicio 10.2 años, el promedio al inicio
como ocurre entre 10.2 y 11.8 años, y más tarde la pubertad como
inicio a la edad >11.8 años. Los cuadros pueden usarse clínicamente calculando el aumento en estatura como la diferencia entre las mediciones de altura en 2 veces (g2 – g1) dividido por la diferencia de la edad de la niña en la primera medición restando
de la edad en la segundo medición (t2 – t1). El cociente de esta
división se traza en el gráfico como una barra que comienza en
la edad inicial de la niña y termina en la edad de la niña al final
del intervalo con el centro de la barra graficada a la edad (t1 +
t2)/2. (Reproducido con permiso de Kelly A, Winer KK, Kalkwarf H,
et al. Age-based reference ranges for annual height velocity in
US children. J Clin Endocrinol Metab 2014 Jun.;99(6):2104-2112).
aquellos que tienen defectos intracelulares en el sistema JAK-STAT
no tienen alteración en la concentración de GHBP, pero son pequeños (véanse los capítulos 1 y 4).
La GH ejerce sus efectos sobre el crecimiento principalmente,
pero no de manera exclusiva, a través de los IGF y sus proteínas de
unión. IGF-I y IGF-II tienen estructuras similares a la de la molécula de proinsulina, pero difieren de insulina en regulación, receptores y efectos biológicos. Los IGF se llamaron originalmente factores
de sulfatación y luego somatomedina. Una simple copia para prepro-IGF-I se encuentra en el brazo largo del cromosoma 12. El procesamiento postraducción produce la forma madura de 70 aminoácidos; mecanismos de empalme alternativo de producir variantes
estructurales de la molécula. Los receptores de membrana IGF-I (el
receptor de tipo 1) se parece al receptor de insulina en su estructura que consta de dos cadenas alfa y dos beta. Enlazar los receptores
tipo IGF-I para los receptores de tipo 1 estimula la actividad de la
tirosina quinasa y autofosforilación de residuos de tirosina en el
receptor. Ésta conduce a la diferenciación o división celular (o am-
148
CAPÍTULO 6
Crecimiento
bas). Los receptores de IGF-I están regulados negativamente por el
aumento de las concentraciones de IGF-I, mientras que la disminución de las concentraciones de IGF-I aumenta los receptores de
IGF-I.
Las moléculas de IGF en la circulación están ligadas principalmente a una de ocho IGFBP. IGFBP-1 e IGFBP-3 han sido más extensamente estudiadas. IGFBP-1 es una proteína de 25 kD e inhibe
principalmente la acción IGF-I. Los niveles séricos de IGFBP-1 son
inversamente proporcionales a los niveles de insulina. Esta proteína no parece estar regulada por la GH. Está presente en altas concentraciones en el suero fetal y en el fluido amniótico. Las concentraciones séricas de IGFBP-1 en el recién nacido son inversamente
proporcionales al peso al nacer.
IGF-I circula unido a IGFBP-3 y una subunidad ácido-lábil
(ALS) en un complejo de 150 kD. Las anomalías de la ALS conducen a disminución del crecimiento. Las concentraciones séricas de
IGFBP-3 están directamente proporcionales a las concentraciones
de GH, pero también al estado nutricional. En la desnutrición, los
niveles de IGFBP-3 y de IGF-I disminuyen, mientras que la GH
aumenta como lo hace IGFBP-1. IGF-I regulando también directamente la IGFBP-3. IGFBP-3 aumentan con el avance de la edad a
través de la infancia, con los valores más altos logrados durante la
pubertad; sin embargo, el patrón de cambio de IGF-I en la pubertad es diferente al de la IGFBP-3. La relación molar de IGF-I a
IGFBP-3 se eleva en la pubertad, lo que sugiere que más IGF-I está
libre para influir en el crecimiento durante este periodo.
IGF-I se produce en la mayoría de los tejidos y se exporta a los
alrededores de las células vecinas para actuar sobre ellas de una
manera paracrina o en la célula de origen de una manera autocrina. Por tanto, la concentración sérica de IGF-I puede que no refleje
las acciones más significativas de este factor de crecimiento. El hígado es un sitio importante de síntesis de IGF-I, y gran parte del
IGF-I circulante probablemente se origina en el hígado; las concentraciones de IGF-I en el suero varían en la enfermedad hepática,
disminuyendo con la reducción de la masa hepática funcional.
IGF-I es un factor de progresión, por lo que una célula que ha estado expuesta a un factor de competencia tal como factor de crecimiento derivado de plaquetas (PDGF, platelet-derived growth factor)
en la etapa G0 del ciclo celular y ha progresado a G1, con la exposición de IGF-I en G1, sometida a la división en la fase S del ciclo
celular. Aparte de los efectos estimulantes de IGF-I en el crecimiento del cartílago, IGF-I tiene efectos estimulantes sobre la hematopoyesis, esteroidogénesis ovárica, proliferación y diferenciación de
mioblastos, y diferenciación de la lente.
IGF-I ahora está disponible en forma recombinante. La administración de IGF-I aumenta la retención de nitrógeno y disminuye el nitrógeno ureico en sangre. Mientras que la GH es diabetogénica, el IGF-I puede reducir los valores de azúcar en la sangre.
En pacientes resistentes a GH (enanos Laron), IGF-I estimula el
crecimiento en ausencia de GH. IGF-I, está aprobado por la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA, Food and Drug Administration) para uso en la baja estatura debido a deficiencia primaria
IGF-I. IGF-II es un péptido de 67 aminoácidos. Los genes para
prepro-IGF-II se encuentran en el brazo corto del cromosoma 11,
cerca del gen de la preproinsulina. El receptor tipo 2 de IGF (receptor del catión independiente de manosa 6-fosfato) se une preferentemente a IGF-II y es idéntico al receptor manosa 6-fosfato, una
simple cadena de proteína transmembrana. Aunque la mayoría de
los efectos de IGF-II parecen estar mediados por su interacción con
el receptor tipo 1, se han descrito acciones independientes de IGFII, a través del receptor de tipo 2.
Las concentraciones plasmáticas de los IGF varían con la edad
y la condición fisiológica. Las concentraciones de IGF-I son bajas
en neonatos a término y permanecen relativamente bajas en la
infancia hasta que se alcanza un pico durante la pubertad, con
valores que suben más que en cualesquiera otra ocasión en la vida.
IGF-I en el suero luego disminuye a niveles adultos, valores más
altos que en la infancia, pero más bajos que en la pubertad. Con el
avance de la edad, disminuyen los niveles séricos de GH y IGF-I.
Las concentraciones IGF-I están más altamente correlacionadas
en gemelos monocigóticos que en gemelos dicigóticos del mismo
sexo, indicando un efecto genético en la regulación de los niveles
de IGF-I.
La deficiencia de GH conduce a las más bajas concentraciones
séricas de IGF-I y IGF-II, mientras que el exceso de GH conduce a
elevar el IGF-I, pero no aumenta el IGF-II por encima de lo normal.
Porque el IGF-I en el suero está más bajo durante los estados de
deficiencia nutricional, IGF-I no es una herramienta perfecta en el
diagnóstico diferencial de las condiciones de crecimiento deficiente, que a menudo incluyen estado nutricional deteriorado. IGF-I
suprime la secreción de la GH por un mecanismo de retroalimentación negativa, para que los pacientes que carecen de receptores
de GH (enanos Laron) o que no pueden producir IGF-I, tengan
concentraciones elevadas de GH, pero concentración insignificante de IGF-I. Pacientes raros con deficiente crecimiento y que carecen de receptores de IGF-I tienen concentraciones elevadas de
IGF-I que no ejercen ningún efecto sobre la actividad biológica.
B. Hormona tiroidea Como se indicó anteriormente, los recién nacidos con hipotiroidismo congénito son de estatura normal,
pero si no son tratados presentan un crecimiento excesivamente
escaso poco después del nacimiento. Infantes con hipotiroidismo
congénito no tratado sufren retraso permanente en el desarrollo
por lo que es necesario un tratamiento temprano. La detección de
hipotiroidismo congénito en recién nacidos es universal en Estados
Unidos y la mayoría de los países. El hipotiroidismo adquirido
con inicio después de tres años conduce a una tasa de crecimiento
notablemente disminuida, pero no defectos intelectuales permanentes. El avance de la edad ósea es gravemente retrasado en el
hipotiroidismo, por lo regular más que en la deficiencia de GH y
disgenesia epifisaria, se ve como la calcificación del progreso de la
epífisis. La disminución normal en la relación de la parte superior
a inferior de segmentos (relación U/L) con la edad (figura 6-5) se
retrasa, y por tanto, la relación U/L es elevada, debido al pobre
crecimiento de las extremidades inferiores en el hipotiroidismo.
C. Esteroides sexuales Los esteroides sexuales gonadales
ejercen una importante influencia en el crecimiento puberal, mientras que la ausencia de estos factores no es de gran importancia en
el crecimiento prepuberal. Esteroides sexuales gonadales y suprarrenales en exceso pueden causar un fuerte aumento en la tasa de
crecimiento, así como la aparición y progresión prematuras de las
características sexuales secundarias. Si, por el contrario, los esteroides sexuales aumentan causan un avance de la edad del esqueleto, la fusión epifisaria prematura y estatura adulta pequeña, todo
mediado por estrógenos. El aumento puberal que ejercen los esteroides gonadales por los efectos directos e indirectos en la producción de IGF-I. Estradiol (secretado o aromatizado a partir de testosterona) estimula directamente la producción de IGF-I desde el
cartílago y también aumenta la secreción de GH, que estimula la
producción IGF-I indirectamente. Ambas acciones parecen importantes en el empujón de crecimiento puberal.
Crecimiento posnatal
Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC,
Centers for Disease Control and Prevention) en 2001 no son específicas de la etnia porque se cree que las principales diferencias de
crecimiento entre los grupos de las etnias se deben a la situación
socioeconómica y la nutrición en lugar de las dotaciones genéticas.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha desarrollado cuadros de crecimiento internacionalmente relevantes para
todas las poblaciones. Los datos para la construcción de estos gráficos se derivan de los niños amamantados bien alimentados.
1.20
1.10
+2 SD
1.00
US:LS
+1 SD
C. Factores nutricionales La influencia de la desnutrición ex-
Media
–1 SD
0.90
–2 SD
0.80
4
6
8
10
12
Edad (años)
14
16
18
FIGURA 6-5 Proporciones normales entre segmentos superiores e inferiores (US:LS), basadas en los hallazgos en 1 015 niños blancos. Los valores son un poco más bajos para niños negros. (Reproducido con permiso de McKusick V. Hereditable
Disorders of Connective Tissue. 4a. ed. St. Louis: Mosby; 1972).
D. Glucocorticoides Los glucocorticoides endógenos o exógenos en exceso disminuyen rápidamente la tasa de crecimiento; este
efecto ocurre más rápido que el aumento de peso. La ausencia de
glucocorticoides tiene poco efecto sobre el crecimiento si el individuo está clínicamente bien en otros aspectos (p. ej., en ausencia de
hipotensión o hipoglicemia).
Otros factores
A. Factores genéticos Los factores genéticos influyen en la
estatura adulta. Existe una correlación entre la altura media de los
padres y la altura del niño; métodos apropiados para utilizar este
fenómeno y determinar la altura blanco para un niño se presentan
en la figura 6-6.
B. Factores socioeconómicos
149
En todo el mundo, la causa
más común de la baja estatura es la pobreza y sus efectos. Por tanto, la pobre nutrición, la falta de higiene y la mala salud influyen en
el crecimiento tanto antes como después del nacimiento. La infección parasitaria prevalece en los países menos desarrollados y atrofia gravemente el crecimiento y agota la energía. En personas del
mismo grupo étnico y en la misma ubicación geográfica, las variaciones en la estatura a menudo son atribuibles a factores socioeconómicos. Por ejemplo, individuos japoneses nacidos y criados en
América del Norte después de la Segunda Guerra Mundial eran
generalmente más altos que los inmigrantes japoneses que se mudaron a Norteamérica. Por el contrario, cuando otros factores son
iguales, las diferencias en promedio de altura entre varios grupos
étnicos son principalmente genéticas. Las tablas de crecimiento
más recientes para niños en Estados Unidos publicadas por los
plica gran parte de la discrepancia socioeconómica en altura que
se señaló anteriormente, sin embargo la malnutrición puede ocurrir en medio de la abundancia y siempre debe sospecharse en los
trastornos del crecimiento. Otros factores pueden ser culpables
para el escaso crecimiento cuando las deficiencias nutricionales
son en realidad las responsables. Por ejemplo, fue pensado que los
sherpas tenían baja estatura principalmente por factores genéticos
o los efectos de vivir a gran altitud en las laderas del Monte Everest;
sin embargo, la suplementación nutricional aumentó la estatura en
este grupo, demostrando los efectos de una nutrición adecuada.
Los lugares del mundo desarrollado destacan con mujeres hermosas y así son retratadas en los medios a las de características delgadas. Significativo número de niños, principalmente adolescentes,
voluntariamente disminuyen su consumo calórico incluso si no
son obesos; esto representa algunos casos de crecimiento deficiente. La enfermedad crónica, que dificulta una nutrición adecuada, a
menudo conduce a una baja estatura. Por ejemplo, la displasia
broncopulmonar disminuye el crecimiento a algunos grados porque aumenta las demandas metabólicas, el uso de nutrientes modificadores del crecimiento; una nutrición mejorada aumenta el
crecimiento en estos pacientes. La enfermedad celiaca es otro trastorno gastrointestinal común que perjudica el crecimiento, el desarrollo puberal, la menstruación y adquisición de hueso.
Problemas de alimentación en los bebés, como resultado de la
inexperiencia de padres o malas interacciones padre-hijo (llamado
privación), pueden explicar el crecimiento deficiente. Dietas de
moda, como dietas veganas mal construidas que ponen a los niños
en riesgo de contraer deficiencia de vitamina B12 o de hierro, así
como la manipulación de la dieta principal, tal como una dieta muy
baja en grasa, puede poner a los niños en riesgo de deficiencia de
vitaminas solubles en grasa. La inanición deliberada de niños por
los cuidadores es una forma extrema de abuso infantil que puede
ser descubierta por primera vez por un crecimiento inadecuado.
Sorprendentemente, la obesidad aumenta las concentraciones
de IGF-I aumentando los receptores de GH a pesar de que la secreción de GH se suprime a niveles que pueden sugerir una deficiencia de GH, lo que complica el diagnóstico de la deficiencia verdadera de GH en los obesos. Hay importantes cambios endocrinos
asociados con la desnutrición. Disminución de receptores GH o
defectos posreceptor en la acción de GH, lo que lleva a disminución de la producción de IGF-I y disminución de la concentración
en suero de IGF-I, son notables. Los resultados característicos de la
malnutrición son una elevación de la GH sérica y una disminución
del IGF-I. La IGFBP-1, un supresor de los efectos del IGF-I, está
elevada en la malnutrición.
D. Factores psicológicos La dinámica intrafamiliar aberrante, el estrés psicológico o la enfermedad psiquiátrica pueden inhibir el crecimiento ya sea alterando la función endocrina o por efectos secundarios en la nutrición (enanismo psicosocial o privación
150
CAPÍTULO 6
cm
200
Crecimiento
pulg
pulg
78
78
195
76
76
97o
190
74
74
90o
185
72
75o
72
180
70
50o
70
+2 SD
175
68
25o
68
170
66
10o
66
64
3o
64
165
MPH
Padre
160
62
62
60
60
58
58
56
56
54
54
52
52
50
50
48
48
46
46
44
44
42
42
40
40
38
38
36
36
34
34
155
Madre
–2 SD
150
145
140
135
130
125
120
115
110
105
100
95
90
85
80
32
75
30
cm
pulg
32
Estatura para la edad
Chicos de 2 a 20 años
30
in
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
Edad (años)
FIGURA 6-6 Determinación de la altura blanco en una familia de estatura más baja. Este niño de 10 años mide 124 cm de alto, su
madre mide 154 cm (los adultos en Estados Unidos recuerdan sus alturas en pulgadas y pies, pero, si están disponibles, su altura debería medirse en centímetros), y el padre mide 160 cm. Se agregan 12.7 cm a la altura de la madre para convertir su percentil de altura al
percentil equivalente en la tabla de un niño. (Si dejáramos de lado a una hija cuya estatura se traza en el gráfico de una niña, la altura
de la madre se trazará directamente y se restarán 12.7 cm desde la altura del padre para corregir su percentil de altura al equivalente de una mujer adulta). Su altura corregida y la del padre son trazadas en el extremo derecho de la tabla donde se muestran las alturas de los adultos. La altura media de la media corregida se calcula sumando la altura del padre a la altura de la madre corregida, y la
suma se divide por dos; el resultado se llama estatura blanco. Los límites de 2 SD arriba y debajo de la altura blanco se muestran trazando 2 SD (~10.16 cm por encima y por debajo de la altura del objetivo). Este proceso es equivalente a mover el percentil 50 para la
población de Estados Unidos a un percentil conceptual 50 para la familia bajo consideración. Es evidente que la altura del niño, aunque por debajo del percentil 3 para Estados Unidos, está dentro de los límites de los percentiles descritos por ±2 SD del blanco de la
altura, y el niño parece encajar dentro del patrón genético de la familia. La velocidad de crecimiento y el grado de maduración esquelética son algunos de los factores necesarios para evaluar a este niño con más detalles.
Medición del crecimiento
materna). Es esencial diagnosticar aquellas situaciones que pueden
sugerir estado de enfermedad orgánica, ya que el enfoque de su
manejo es muy diferente en la malnutrición.
E. Enfermedad crónica Muchas enfermedades sistémicas crónicas interfieren con el crecimiento independiente de la mala nutrición. Por ejemplo, la insuficiencia cardiaca congestiva y el asma,
si no se controlan, están asociadas con disminución de la estatura;
en algunos casos, la altura adulta está en el rango de la normalidad
porque el crecimiento continúa durante un periodo más largo. Los
hijos de madres con infección por HIV a menudo son pequeños al
nacer y tienen una mayor incidencia de crecimiento posnatal deficiente, retrasado desarrollo de la edad ósea y concentraciones reducidas de IGF-I. Además, puede desarrollarse disfunción tiroidea,
complicando aún más el patrón de crecimiento. Bebés nacidos de
madres infectadas con HIV, que no están infectados por sí mismos,
pueden exhibir un crecimiento de recuperación.
Crecimiento compensatorio
La corrección de los trastornos retardantes del crecimiento puede
ser temporal seguido por una tasa de crecimiento anormalmente
alta a medida que el niño se acerca a la altura normal para la edad.
Este crecimiento de puesta al día ocurre después de la iniciación de
la terapia para el hipotiroidismo y la deficiencia de GH, luego de la
corrección del exceso de glucocorticoides, y después del tratamiento apropiado de muchas enfermedades crónicas como la enfermedad celiaca. El crecimiento normal es usualmente de corta duración y es seguido por una tasa de crecimiento más típica. El
crecimiento compensatorio después de un nacimiento SGA puede
no ser beneficioso, ya que está vinculado a enfermedades metabólicas, hipertensión, obesidad y enfermedades comórbidas relacionadas con la resistencia a la insulina, a la edad de 30 años.
MEDICIÓN DEL CRECIMIENTO
La medición precisa de la altura es una parte esencial de la evaluación física en el examen de niños y adolescentes. El inicio de una
enfermedad crónica a menudo puede ser determinado por un punto de inflexión en la tabla de crecimiento. En otros casos, una tabla
de crecimiento detallada indica una tasa de crecimiento constante
normal en un niño que se observa que es de baja estatura para la
edad. Si se mantienen los registros de crecimiento cuidadosos, un
diagnóstico de retraso en el crecimiento constitucional tardío y la
adolescencia o baja estatura genética se pueden hacer en un paciente; sin mediciones previas, el niño podría estar sujeto a pruebas de diagnóstico innecesarias, o meses de retraso pueden ocurrir
a medida que el crecimiento del niño por último es cuidadosamente monitoreado. Una técnica de medición deficiente puede sugerir
la falta de crecimiento en un niño que está creciendo de manera
normal, sometiendo al niño también a pruebas innecesarias.
Estatura
El Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS, The National
Center for Health Statistics) revisó las tablas de crecimiento para
niños en Estados Unidos en el año 2000 (véanse figuras 6-1 y 6-2).
Estos cuadros muestran el 3 y 97° percentiles en lugar de los percentiles 5 y 95°, y también están disponibles las SD de altura para
la edad. Los gráficos que muestran el BMI por edad contienen da-
151
tos apropiados para la evaluación del peso y la obesidad. Todos
estos cuadros están disponibles en línea en los CDC.
Los límites de las tablas de crecimiento de los CDC que muestran el 3 y el 97 percentil todavía deja a seis de cada 100 niños sanos
fuera de sus límites, con 3 de los 100 por debajo, más preocupantes
(para los padres) límites inferiores de lo normal. Es innecesario y
poco práctico evaluar el 3% de la población. En cambio, el médico
examinador debería determinar en cuáles niños con estatura baja
justifica una evaluación adicional y cuáles (y sus padres) requieren
sólo la tranquilidad de que ellos son saludables. Cuando los padres
ven que su hijo está por debajo del tercer percentil y en una sección
del gráfico coloreado de forma diferente al área normal, suponen
que hay un problema grave. Por tanto, el formato de la tabla puede
dictar la reacción de los padres a la estatura, porque todos los padres quieren que sus hijos estén dentro del rango normal. Las figuras 6-1 y 6-2 proporcionan los datos necesarios para evaluar la altura de los niños en diversas edades utilizando percentiles o el
método SD utilizado por la OMS. La determinación de la SD es
más útil en niños extremadamente pequeños por debajo del segundo o primer percentil. Datos de puntaje Z de CDC, equivalente a
alturas de hasta 2 SD por debajo de la media de la estatura por
edad y sexo se encuentran en http://www.cdc.gov/growthcharts/
zscore.htm
La estatura baja patológica está definida por diferentes autoridades en diferentes modales. La Sociedad Pediátrica Endocrina (PES,
Pediatric Endocrine Society) usa menos de 2 SD por debajo de la
media para la edad y el sexo o el percentil 2.3, y la FDA usa –2.25
SD o el percentil 1.22 para consideración de la terapia de GH para
ISS. Dado que los gráficos CDC denotan el 3% en la línea más baja
en el gráfico, uno podría aproximarse a esto a la definición (PES) de
baja estatura. Sin embargo, un diagnóstico de la baja estatura patológica no debe basarse en una única medida. Las mediciones en
serie son necesarias porque permiten determinar la velocidad de
crecimiento, que es un índice más sensible del proceso de crecimiento que una sola determinación. Un niño muy alto que desarrolla un problema de crecimiento posnatal no caerá por debajo del
tercer percentil durante años, pero caerá por debajo de la media en
la velocidad de crecimiento poco después del inicio del trastorno.
Como muestran las figuras 6-3 y 6-4, la velocidad de crecimiento
varía a diferentes edades, pero como una guía general, una tasa de
crecimiento de menos de 5 cm/año entre los cuatro años y el inicio
de la pubertad es anormal. En niños menores de cuatro años, la
velocidad de crecimiento normal cambia de manera más notoria con la edad. Una tasa de crecimiento de menos de 2 SD para la
edad o la altura, corregida para la altura media de los padres, de
menos de –2 SD es digna de atención. La Sociedad de Investigación
de la Hormona del Crecimiento (Growth Hormone Research Society) agrega otros criterios de preocupación: signos indicativos de
una lesión intracraneal, signos de múltiples deficiencias hormonales de la hipófisis, síntomas y signos de deficiencia de GH en recién
nacido y una historia de radiación del CNS. Cuantos más criterios
se hayan cumplido, más probable es un trastorno del crecimiento.
Están a disposición tablas de crecimiento para bebés prematuros (“curvas de crecimiento Fenton”) en http://pedinfo.org/
growth.php. Tablas de crecimiento para poblaciones especiales
también están disponibles en ese sitio web; así también se pueden
encontrar tablas de crecimiento para la acondroplasia, síndromes
de Down, de Noonan, de Williams, de Turner, de Russell-Silver, y
otras condiciones.
Los recién nacidos sanos a término tienden a agruparse en medida de longitud aproximadamente de 53 cm (a menudo debido a
152
CAPÍTULO 6
Crecimiento
errores en la obtención de mediciones precisas). En los siguientes
24 meses posnatales, la altura del niño sano ingresará a un canal en
la tabla de crecimiento y permanecerá allí durante toda la infancia.
Por tanto, un niño con retraso constitucional en el crecimiento o
baja estatura genética, cuya altura es la media al nacer y gradualmente cae al percentil 10 en un año de edad y hasta el percentil 5 a
los dos años de edad, puede de hecho que sea saludable a pesar de
cruzar las líneas de percentiles en el viaje a un canal de crecimiento
en el percentil 5. Aunque la tasa de crecimiento puede disminuir
durante estos años, no debe ser menor que el percentil 5 para la
edad. Una disminución más pronunciada en la tasa de crecimiento
puede ser un signo de enfermedad. Alternativamente, el crecimiento de recuperación después del nacimiento SGA envía al niño
a un percentil de altura más alto. Como se dijo anteriormente, el
crecimiento de convergencia de SGA está vinculado por alguna
evidencia a la enfermedad metabólica, particularmente resistencia
a la insulina más adelante en la vida. Cuando surge una cuestión de
crecimiento anormal, las mediciones anteriores son esenciales. Todos los médicos que tratan a niños deben registrar la longitud en
decúbito supino (<2 años de edad) o la altura (>2 años de edad),
también el peso en cada visita a la consulta. A medida que el niño
deja la lactancia, debe determinarse la altura y la velocidad de crecimiento en relación con el estándar para la edad del niño en una
tabla o gráfico con indicación de la posición en la medición del niño (supino o de pie), que es especialmente importante en el momento en que los niños cambian de estar acostados a estar de pie
alrededor de los dos años de edad. No reconocer un cambio en la
técnica de medición a medida que el niño pasa de estar acostado a
estar de pie puede sugerir falsamente un problema de crecimiento.
Los pacientes que no pueden medirse en posición de pie (p. ej.,
debido a la parálisis cerebral) requieren de otros métodos. El uso
del alcance del brazo es un sustituto posible para la medición de la
altura, y hay fórmulas disponibles para el cálculo de altura basado
en la medición de la longitud del brazo, la longitud de la tibia y la
rodilla (véase más adelante).
Esta discusión presupone la precisión de las mediciones. Sin
embargo, se informa que los exámenes de detección en el mundo
real fallan en ese ideal. El cuarenta y uno por ciento de la población
examinada presumiblemente normal en una escuela en Inglaterra
cumple con los criterios para evaluación del crecimiento anormal
(aproximadamente dos tercios crecieron más rápido que la categoría de crecimiento normal y un tercio estaba en el más lento que la
categoría normal), lo que lleva a un tamaño poco razonable de una
población de referencia, todo debido a simples errores de medición.
Relación con la altura media de los padres:
la altura esperada
Existe una correlación positiva entre altura media (la altura promedio de ambos padres) y la estatura de un niño. Una forma de usar
esta relación de las alturas de los padres con las alturas esperadas
de los niños dentro de una familia determinada es calcular el rango de altura para los adultos usando las alturas de los padres, corrigiendo estas alturas para el sexo del niño y trazar los resultados en
el gráfico de crecimiento del niño. Hay una diferencia de altura
promedio de 12.7 cm entre hombres y mujeres adultos en Estados
Unidos. Por tanto, para niños, agregue 12.7 cm a la altura de la
madre, agregue el resultado a la altura del padre, y divídalo entre
dos. Ésta es la altura del objetivo, y se espera que los hijos de estos
padres alcancen una altura dentro de 2 SD de este objetivo o, para
simplificar, a 10.1 cm de más o 10.1 cm por debajo de la altura del
objetivo (5 cm aproximadamente una SD para estatura adulta). Para las niñas, reste 12.7 cm a la altura del padre y agregue el resultado a la altura de la madre y divídalo entre dos, llevando a la altura
del objetivo para la niña. El rango para las niñas también estará
dentro de 10.1 cm por encima y por debajo de este objetivo. En
efecto, esta corrección en las tablas de crecimiento de América del
Norte para la familia en particular está siendo considerada. La altura del objetivo calculado corresponde al percentil 50 para la familia, y los límites de ±2 SD aproximadamente del percentil 5 al 95
para la familia. Este método es útil sólo en ausencia de enfermedad
que afecte el crecimiento, y la predicción es más válida cuando
los padres son similares en lugar de los de alturas muy diferentes.
Las figuras 6-6 y 6-7 demuestran el cálculo de la altura objetivo y los
rangos. Cuando hay una gran discrepancia entre las alturas de
la madre y el padre, la predicción de la altura del objetivo se vuelve
difícil. Un niño puede seguir el patrón de crecimiento del padre
más de cerca en un padre pequeño que la altura media de ambos padres. Un niño puede, por ejemplo, seguir el patrón de crecimiento de una madre de baja estatura en lugar de la de un padre
más alto.
Un padre que pasó los años de crecimiento en la pobreza, con
enfermedad crónica, o en un área de inestabilidad política podría
ser un adulto con más baja altura, debido a factores nutricionales o
enfermedades, que pueden no ser transmitidos a los niños. Por
supuesto, la altura de un niño adoptado no tendrá relación con las
alturas de los padres adoptivos. Todos estos factores deben estar
determinados por la historia.
Técnica de medición
La longitud y la altura se deben medir con precisión. Las medidas
apresuradas derivadas de marcas hechas sobre el papel por el pie y
la cabeza de un bebé mientras el bebé se retorcía en el papel de la
mesa en el examen son inútiles. Los bebés deben medirse sobre
una superficie horizontal firme con una regla fija de manera permanente, una placa inmóvil perpendicular a la regla para la cabeza, y una placa perpendicular movible para los pies. Una persona
debe mantener la cabeza estable mientras otra se asegura de que
las rodillas estén extendidas y que los pies estén firmes contra la
placa móvil. Hay dispositivos tipo pinzas (p. ej., infantómetro) que
puede usarse para mediciones tan precisas.
Los niños mayores de dos años se miden de pie. La estatura de
pies es en promedio 1.25 cm menor que la longitud en posición
supina, y es esencial registrar la posición de la medición cada vez y
durante el cambio desde la estatura en decúbito hacia la estatura de
pie a los 2 o 3 años de edad; el cambio desde la posición supina a
los dos años hacia la estatura de pie a los 2½ años pueden sugerir
falsamente una tasa de crecimiento inadecuada sobre ese periodo
de seis meses.
Las mediciones de pie no se pueden realizar con precisión con
la barra de medición que sobresale por encima de la báscula de
peso común; la barra es demasiado flexible, y la placa para los pies
de la báscula de hecho descenderá cuando el paciente esté de pie
sobre la misma. En cambio, la altura debe ser medida con el niño
parado de espaldas a la pared con tacones, tobillos juntos, y rodillas y columna recta contra una regla metálica vertical permanentemente unida a la pared o a una tabla vertical ancha. La cabeza del
niño debe estar horizontal con los ojos mirando hacia adelante y el
mentón suavemente elevado si es necesario (plano de Frankfort).
La altura se mide en la parte superior de la cabeza mediante un
Medición del crecimiento
cm
200
pulg
pulg
78
78
195
76
76
153
+2 SD
97o
190
74
74
90o
185
72
75o
72
Padre
MPH
180
70
50o
70
175
68
25o
68
–2 SD
170
66
10o
66
64
3o
64
Madre
165
160
62
62
60
60
58
58
56
56
54
54
52
52
50
50
48
48
46
46
44
44
42
42
40
40
38
38
36
36
34
34
155
150
145
140
135
130
125
120
115
110
105
100
95
90
85
80
32
75
30
cm
pulg
32
Estatura para la edad
Chicos de 2 a 20 años
30
in
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
Edad (años)
FIGURA 6-7
Determinación de la altura blanco en una familia más alta. Este niño de 10 años tiene 124 cm de alto, como en la figura
6-6, su madre mide 162 cm de altura, y el padre mide 186 cm de alto. Se agregan 12.7 cm a la altura de la madre para convertir su percentil de altura al percentil equivalente en el cuadro de un niño. (Si estuviéramos considerando una hija cuya altura está graficada en el
gráfico de una niña, la altura de la madre sería graficada directamente y se restarán 12.7 cm de la altura del padre para corregir su percentil de altura al percentil de altura equivalente para una mujer adulta). Su altura corregida y la del padre se representan en el extremo
derecho de la tabla donde se muestran las alturas de los adultos. La altura de los padres corregida se calcula sumando la altura del padre a la altura de la madre corregida, y la suma se divide entre 2; el resultado es la altura blanco. Los límites de 2 SD por encima y por
debajo de las alturas del objetivo se muestran trazando 2 SD (aproximadamente 10.1 cm por encima y por debajo de la altura blanco).
Ésta es equivalente a mover el percentil 50 para la población de Estados Unidos a un percentil 50 conceptual para la familia bajo consideración. Es evidente que la altura del niño, que está por debajo del percentil 3 para Estados Unidos, está incluso más allá de los límites de los percentiles descritos por ±2 SD desde la altura objetivo, y, por tanto, el niño parece quedar muy por fuera del patrón genético de la familia, y esto es de preocupación clínica. La velocidad de crecimiento y el grado de maduración esquelética son algunos de
los factores necesarios para evaluar el crecimiento en más detalle.
154
CAPÍTULO 6
Crecimiento
deslizamiento de la placa perpendicular (o bloque cuadrado de madera). Un estadiómetro de Harpenden es un dispositivo de medición mecánico capaz de realizar mediciones precisas. Es preferible
medir en el sistema métrico, porque las gradaciones más pequeñas
hacen que las mediciones sean más precisas minimizando el efecto
de redondear números.
El crecimiento no es constante, pero se caracteriza por brotes
cortos y periodos de crecimiento enlentecidos. El intervalo entre
las medidas de crecimiento debe ser adecuado para permitir una
evaluación precisa de la velocidad de crecimiento. Los intervalos
de muestreo apropiados varían con la edad, pero no deben ser menores de tres meses en la infancia, siendo óptimos con un intervalo
de seis meses.
El problema de medir la tasa de crecimiento de los niños con las
deformidades ortopédicas o contracturas son significativas, porque
en estas los pacientes también pueden tener trastornos nutricionales y/o endocrinos. La medida de la altura de la rodilla, la longitud
de la tibia o la longitud del brazo se correlaciona bien con la altura
de pie (r = 0.97); por tanto, estas mediciones pueden traducirse,
usando ecuaciones de regresión lineal especiales, hacia la altura
total, que luego se traza en tablas de crecimiento estándar. Dispositivos especializados calibrados con láser para medir la longitud
tibial (kneeometría) son precisos para la evaluación del crecimiento a corto plazo hasta intervalos semanales.
Además de la altura o la longitud, otras medidas importantes
incluyen: 1) la circunferencia frontal occipital de la cabeza; 2) tramo horizontal del brazo (entre las puntas del dedo medio extendida con el paciente de pie contra un tablero plano para la espalda),
y 3) la proporción del segmento superior (US, upper segment) para
el segmento inferior (LS, lower segment). Para esta última, el LS se
mide desde la parte superior de la sínfisis del pubis verticalmente
hasta el piso con el paciente de pie y erguido, y el US se determina
al restar el LS de la medición de la altura de pie antes mencionada.
(Las proporciones estándares normales US-LS se muestran en la
figura 6-5). Estas mediciones se vuelven importantes en desórdenes esqueléticos o reproductivos. La estatura en posición sentada
es utilizada en algunos estudios clínicos de crecimiento, pero el
estadiómetro sentado raramente está disponible.
Resumen de estatura y de la tasa
de crecimiento
En resumen, podemos considerar tres criterios para estatura baja
patológica: 1) altura +2 a 2.25 SD por debajo de la media de edad
cronológica; 2) tasa de crecimiento +2 SD por debajo de la media
para la edad cronológica, y 3) altura +2 SD debajo de la altura blanco cuando se corrige para la altura media de ambos padres.
narquia es mejor correlacionada con una edad ósea de 13 años que
con una determinada edad cronológica. Sin embargo, la edad ósea
es tan variable como la edad cronológica al inicio de la pubertad.
El estrógeno juega el papel principal en el avance de la maduración esquelética. Pacientes con deficiencia de aromatasa, que no
pueden convertir la testosterona a estradiol y pacientes con defectos del receptor de estrógenos, que no puede responder a los estrógenos, crecen más alto hasta bien entrada la veintena sin tener fusión epifisaria. La edad del hueso indica que queda crecimiento
disponible para un niño y se puede utilizar para predecir la estatura adulta. Sin embargo, la edad ósea no es una prueba de diagnóstico definitiva de ninguna enfermedad; puede ayudar al diagnóstico sólo cuando se considera junto con otros factores.
La edad del hueso se determina comparando las formas y la
etapa de fusión de epífisis o huesos en la radiografía del paciente
con un atlas que demuestra la maduración esquelética normal para
varias edades. El Atlas de Greulich y Pyle de radiografías de la mano izquierda y la muñeca se usa con más frecuencia en Estados
Unidos, pero otros métodos de determinación de la edad del esqueleto, como la puntuación de madurez de Tanner y Whitehouse,
son los preferidos en Europa. Cualquier edad ósea +2 SD por encima o por debajo de la media para la edad cronológica está fuera del
rango normal. La desviación estándar de lecturas de edad ósea
para la edad cronológica es un año completo a mediados de la adolescencia, lo que indica la imprecisión de la predicción; por tanto,
a una edad cronológica de 15 años, la edad ósea normalmente puede oscilar entre 13 y 17. Además, parece que hay diferencias étnicas
en la maduración de la edad ósea que no se refleja en las pautas
para la interpretación. Para los niños recién nacidos las radiografías de rodillas y pies se comparan con atlas de edad ósea apropiada. Para niños tardíos puberales, justo antes de la fusión epifisaria,
el atlas de rodilla revela si se puede esperar un crecimiento o si las
epífisis están fusionadas. Todos estos métodos son imperfectos, ya
que hay una gran variación en la edad ósea en relación con la edad
cronológica, incluso en niños con desarrollo típico.
La predicción de la altura en Estados Unidos utiliza la medición
de la edad ósea de lectura y altura en el momento en que se realizó
la radiografía y las tablas de Bayley-Pinneau y en el Atlas esquelético de la mano de Greulich y Pyle para determinar la cantidad de
crecimiento que queda antes de la fusión epifisaria. Una tabla para
predecir la altura adulta de un niño tipo en desarrollo sin el uso de
la edad ósea se encuentra en la referencia de Cole a continuación.
La predicción de altura por cualquier método se convierte más precisa a medida que el niño se acerca al momento de fusión epifisaria.
TRASTORNOS DEL CRECIMIENTO
Peso e BMI
El peso medido se debe representar por edad en gráficos estándar
desarrollado por el NCHS. Éstos están disponibles en línea (http://
www.cdc.gov/growthcharts/clinical_charts.htm). Tablas de BMI que
muestran los percentiles de BMI (peso en kilogramos dividido por
altura en metros cuadrados) están ampliamente disponibles y proporcionan un esencial método para evaluar el estado nutricional.
EDAD ESQUELÉTICA (ÓSEA)
El desarrollo esquelético es un reflejo general de la maduración fisiológica, pero hay una variación significativa. Por ejemplo, la me-
ESTATURA CORTA DEBIDO A CAUSAS
NO ENDOCRINAS
Hay muchas causas de disminución del crecimiento infantil y de
estatura adulta baja (tabla 6-1). La siguiente discusión cubre sólo
las condiciones más comunes, haciendo hincapié en las que podrían ser incluidas en un diagnóstico diferencial endocrino. Las
estaturas más cortas que el promedio no deben ser consideradas
como una enfermedad, porque la variación en la estatura es una
característica normal de los seres humanos, y un niño normal no
debe cargarse con un diagnóstico erróneo. Aunque la clasificación
que se describe más adelante puede aplicarse a la mayoría de los
Estatura corta debido a causas no endocrinas
TABLA 6-1 Causas de anomalías del crecimiento
155
pacientes, algunos seguirán siendo resistentes al diagnóstico definitivo.
I. CAUSAS DE CORTA ESTATURA
Causas no endocrinas
Estatura corta constitucional
Estatura genética baja
Retraso del crecimiento intrauterino y SGA
Síndromes de baja estatura
El síndrome de Turner y sus
variantes
Síndrome de Noonan
Síndromes de Bardet-Biedl
Otras anormalidades autosómicas y síndromes dismórficos
Enfermedad crónica
Trastornos cardiacos
Desviación de izquierda a
derecha
Insuficiencia cardiaca congestiva
Trastornos pulmonares
Fibrosis quística
Asma
Desórdenes gastrointestinales
Malabsorción
Enfermedad celiaca
Trastornos de la deglución
Trastornos hepáticos
Trastornos hematológicos
Anemia falciforme
Talasemia
Trastornos renales
Acidosis tubular renal
Uremia crónica
Trastornos inmunológicos
Enfermedad del tejido conectivo
Artritis reumatoide juvenil
Infección crónica
Trastornos del sistema nervioso central
Desnutrición
Disminución de la biodisponibilidad de nutrientes
Las dietas de moda
Dieta voluntaria
Anorexia nerviosa
Anorexia de cáncer
quimioterapia
Parásitos
Desórdenes endocrinos
Deficiencia de GH y variantes
Deficiencia congénita de GH
Deficiencia aislada de GH
Con otras deficiencias de
la hormona hipofisaria
Con defectos en la línea
media
Agenesia hipofisaria
Holoprosencefalia
Otras anomalías
Deficiencia adquirida de GH
Tumores hipotálamo-hipófisis
Histiocitosis X
Infecciones del sistema
nervioso central
Lesiones en la cabeza
Deficiencia de GH seguida
de irradiación craneal
Accidentes vasculares del
sistema nervioso central
Hidrocefalia
Síndrome de la silla vacía
Anormalidades de la acción
de GH
Deficiencia primaria de IGF-I
Enanismo de Laron
Pigmeos
Defecto del receptor IGF-I
Enanismo psicosocial
Hipotiroidismo
Exceso de glucocorticoides
(Síndrome de Cushing)
Endógeno
Exógeno
Pseudohipoparatiroidismo/
Albright hereditario
Osteodistrofia
Trastornos en el metabolismo de la vitamina D
Diabetes mellitus, pobremente controlada
II. CAUSAS DE LA ESTATURA ALTA
Causas no endocrinas
Estatura alta constitucional
Estatura genética alta
Síndromes de estatura alta
Gigantismo cerebral
Síndrome de Marfan
Homocistinuria
Síndrome de Beckwith-Wiedemann
Síndromes XYY y XYYY
Síndrome de Klinefelter
Desórdenes endocrinos
Gigantismo hipofisario
Precocidad sexual
Tirotoxicosis
Bebés de madres diabéticas
1. ESTATURA BAJA CONSTITUCIONAL
La estatura corta constitucional (retraso constitucional en el crecimiento y la adolescencia) no es una enfermedad, sino una variación de lo normal para la población y se considera una desaceleración del ritmo de desarrollo. Por lo general, hay un retraso
asociado en el desarrollo puberal tanto como una disminución en
el crecimiento (véase capítulo 15: “Demora constitucional en la
adolescencia”). Se caracteriza por una estatura moderada corta (generalmente no muy por debajo del tercer percentil), hábito delgado, y retraso de la edad ósea. La historia familiar a menudo incluye
miembros similares gravemente afectados (p. ej., madre con menarquia demorada o padre que se afeitó más tarde que sus compañeros y continuó creciendo pasados sus años de adolescencia).
Todas las demás causas de disminución del crecimiento deben
considerarse y descartarse antes de que este diagnóstico pueda hacerse con confianza. El paciente puede considerarse fisiológicamente (pero no mentalmente) retrasado en el desarrollo. Los patrones de crecimiento característicos incluyen longitud y altura
normales al nacimiento, con una disminución gradual en porcentajes de altura para la edad de dos años; por el contrario, una disminución rápida en percentiles es un signo ominoso de patología. El
comienzo de la pubertad es generalmente retrasado para la edad
cronológica pero normal para la edad esquelética. La altura adulta
está en el rango normal, pero varía de acuerdo con la edad parental. La altura adulta es a menudo menor que la altura pronosticada,
porque el crecimiento es menor de lo esperado durante la pubertad. Inhibidores de la aromatasa se han utilizado en estudios clínicos para niños con retraso en el crecimiento para inhibir la conversión de andrógenos a estrógenos para que la edad ósea no avance
y el crecimiento continúe avanzando. Si bien este sigue siendo un
tratamiento experimental, la mayoría de los estudios sugiere que
no causa efectos negativos, aunque los datos a largo plazo tratan
con avances en los efectos sobre la densidad mineral ósea como
resultado del uso de estos agentes que están disponibles. Elevados
niveles de testosterona y resultado de la ampliación testicular resultan de la inhibición de la aromatasa.
2. ESTATURA BAJA FAMILIAR
La baja estatura también puede ocurrir en un patrón familiar sin
retraso en la edad ósea o retraso en la pubertad; esto se considera
estatura corta familiar. Los niños afectados están más cerca de la
media de la normalidad en los gráficos de crecimiento de la población después de la corrección de la altura parental calculando la
altura prevista (véanse figuras 6-6 y 6-7). La altura del adulto depende de las alturas de la madre y el padre. Pacientes con la combinación de baja estatura constitucional y la baja estatura genética
es notablemente corta debido a ambos factores, y estos pacientes
son más propensos a buscar una evaluación. Los muchachos son
llevados a consulta con más frecuencia que las niñas. Niños en estas familias pueden nacer AGA pero exhiben un crecimiento lento
en los primeros dos años posnatales; este proceso es gradual en
comparación con los cambios notables en la tasa de crecimiento
que son característicos de las enfermedades que afectan principalmente el crecimiento, pero aún puede ser difícil de decir la diferencia sin una extensa observación.
156
CAPÍTULO 6
Crecimiento
3. PREMADUREZ Y SGA
Aunque la mayoría de los niños con SGA muestran un crecimiento
de recuperación, aproximadamente el 20% puede seguir un patrón de estatura baja de por vida. En comparación, los bebés prematuros AGA usualmente alcanzan el rango de la normalidad de
altura y peso a los 1 a 2 años de edad. Bebés gravemente prematuros con pesos al nacer menores de 800 g (que son AGA), sin embargo, pueden mantener su retraso de crecimiento al menos a través
de su tercer año; sólo los estudios de seguimiento determinarán si
este grupo de bebés prematuros llega a la edad adulta con alturas
reducidas. La edad ósea y la tasa de crecimiento anual son normales en los pacientes SGA hasta la pubertad y los pacientes son característicamente delgados. Sin embargo, SGA es un factor de riesgo para telarca prematura o menarquia temprana, aunque el
crecimiento de recuperación después de SGA puede ser responsable de esta tendencia, la edad ósea puede avanzar más rápidamente
de manera ociosa en este subconjunto de SGA (véase capítulo 15).
Dentro de esta agrupación hay muchos genes distintivos o síndromes esporádicos que ocurren. El ejemplo más común es el
enanismo Russell-Silver (OMIM #180860), caracterizado por un
tamaño pequeño al nacimiento, facies triangular y un grado variable de asimetría de las extremidades; esta condición se debe a cambios epigenéticos de la hipometilación del DNA en la región de
control de impresión telomérica (ICR1) en el cromosoma 11p15,
que implica a los genes H19 y IGF-II o a la disomía materna uniparental del cromosoma 7. Infecciones intrauterinas con Toxoplasma
gondii, virus de la rubéola, citomegalovirus, herpesvirus y HIV son
conocidos que causan SGA. Además, el consumo de drogas por
parte de la madre, ya sea ilícito (p. ej., cocaína), legal (p. ej., alcohol
durante el embarazo) o medicamentos recetados legalmente prescritos (p. ej., fenitoína) puede causar SGA. Informes de otros síndromes en bebés SGA se pueden encontrar en las fuentes enumeradas en la bibliografía.
Aunque SGA no es una causa endocrina de baja estatura, el
tratamiento GH está aprobado por la FDA y conduce a un aumento
de la altura de los adultos. Aquellos bebés SGA con la isoforma Δ3
(deleción genómica del exón 3) del receptor de GH (GHR) son más
propensos a ponerse al día en terapia de GH, al igual que las niñas
con síndrome de Turner, aunque el beneficio es transitorio y algunos datos refutan esta respuesta diferencial al tratamiento.
Hay muchas secuelas endocrinas con el nacimiento SGA incluyendo adrenarquia, pubertad y menarquia prematuras en niñas y
dislipidemias y resistencia a la insulina en niños y niñas. Las niñas
tienen una predilección para desarrollar PCOS después de ser
SGA. GH antagoniza la acción de la insulina y dada la tendencia de
los niños SGA a tener resistencia a la insulina, puede haber preocupaciones con respecto a los potenciales efectos aditivos. Estudios
recientes sobre la sensibilidad a la insulina en sujetos SGA indican
que los pacientes que reciben tratamiento con GH en la mayoría de
los casos los efectos no son de larga duración y no parecen tener
importancia clínica.
4. SÍNDROMES DE ESTATURA CORTA
Muchos síndromes incluyen baja estatura como manifestación característica y algunos también incluyen SGA. Las condiciones comunes se describen brevemente más tarde. Los síndromes de
Laurence-Moon, Biedl-Bardet o Prader-Willi pueden combinar la
obesidad con la baja estatura (al igual que la condición endocrina,
hipotiroidismo, exceso de glucocorticoides, pseudohipoparatiroi-
dismo con osteodistrofia hereditaria de Albright [OMIM #103580]
y deficiencia de GH). Obesos con moderación, pero por lo demás
los niños normales sin estas condiciones tienden a una edad ósea
ligeramente avanzada y madurez fisiológica avanzada con mayor
estatura durante la infancia y la aparición temprana de la pubertad.
Por tanto, la baja estatura en un niño con sobrepeso debe ser considerada para tener una causa orgánica hasta que se demuestre lo
contrario.
Síndrome de Turner y sus variantes
A pesar de que el síndrome de Turner clásico de 45, disgenesia
gonadal XO (véase el capítulo 14), a menudo se diagnostica correctamente, no siempre es apreciado que cualquier mujer fenotípica
con estatura baja pueda tener una variante del síndrome de Turner.
Por tanto, una determinación de cariotipo debe realizarse para cada niña pequeña si no se encuentra que hay otra causa de baja estatura, especialmente si la pubertad está retrasada (véase el capítulo 15). La baja estatura del síndrome de Turner se debe a una
mutación del gen homeobox de estatura corta (SHOX) en el brazo
corto (p) en la región pseudoautosómica del cromosoma X (OMIM
#312865). Una mutación del gen SHOX también puede causar la
forma discondrosteósica de Léri-Weill del enanismo con miembros
cortos (OMIM #127300).
Síndrome de Noonan (pseudosíndrome
de Turner) (OMIM #163950)
Este síndrome comparte varias características fenotípicas del síndrome de Turner, incluida estatura baja, cuello alado, nacimiento
del pelo posterior bajo y facies parecida al síndrome de Turner,
pero el cariotipo es 46,XX en la mujer o 46,XY en el hombre con el
síndrome de Noonan y otras características lo diferencian claramente del síndrome de Turner. Por ejemplo, en el síndrome de
Turner, hay enfermedad cardiaca del lado izquierdo característicamente y en el síndrome de Noonan enfermedad cardiaca del lado
derecho. El síndrome de Noonan es un trastorno autosómico dominante en el locus del gen 12q24 (véase capítulo 14). La terapia GH
está aprobada por la FDA para el síndrome de Noonan para aumentar altura. Alrededor de la mitad de los pacientes con síndrome de Noonan tiene una mutación de la proteína tirosina fosfatasa
no receptora tipo 11 (PTPN11) (OMIM #176876). Estos niños tienen una respuesta disminuida al tratamiento con GH y tienden a
tener bajo IGF-I y ALS con niveles normales de IGFBP-3. Los pacientes con síndrome de Noonan son propensos a desarrollar neoplasia y la mutación PTPN11, entre otros, aumenta el riesgo y agrega una preocupación sobre el tratamiento con GH en ellos y
subraya la necesidad de vigilancia para el cáncer.
Síndrome de Prader-Willi (OMIM #176270)
Esta condición se caracteriza por poco movimiento, acromicria
(manos y pies pequeños), retraso en el desarrollo y ojos en forma
de almendra junto con hipotonía infantil. La baja estatura es común pero no invariable. Aunque la hipotonía limita la alimentación en la infancia, el hambre insaciable posterior se desarrolla y
lleva a obesidad extrema. La intolerancia a la glucosa y la pubertad
tardía son características. Este síndrome se debe a la eliminación
del pequeño polipéptido N riboproteína (SNRPN) nuclear en el
cromosoma paterno 15 (q11-13), disomía uniparental del cromosoma 15 materno, o metilación de esta región del cromosoma 15 de
Estatura corta debido a causas no endocrinas
origen paterno. Si una mutación del mismo locus se deriva de la
madre resulta el síndrome de Angelman. La terapia GH está aprobada por la FDA para el síndrome de Prader-Willi para aumentar la
altura, pero los efectos más importantes son la mejora de la composición corporal y la fuerza muscular. Hay varios casos reportados
del desarrollo de apnea del sueño obstructiva con tratamiento de
GH, que puede ser fatal, y los patrones de dormir deben ser monitoreados cuidadosamente, y un estudio del sueño debe ser realizado, si hay dudas sobre la apnea del sueño antes que la administración de GH sea iniciada.
Síndrome de Bardet-Biedl
Estas condiciones autosómicas recesivas, pero genéticamente heterogéneas, se caracterizan por la obesidad, baja estatura, retraso
mental, disfunción renal, polidactilia y retinitis pigmentosa. Hipogonadismo hipogonadotrópico e hipogonadismo primario han sido reportados de diversas formas en pacientes afectados (#209900).
Actualmente hay 19 subtipos identificados de esta condición enumerados en la herencia mendeliana en la línea del hombre.
Trastornos y síndromes cromosómicos
autosómicos
Numerosos otros trastornos autosómicos y síndromes de niños con
dismorfismo con o sin trastornos del desarrollo se caracterizan por
baja estatura. A menudo, la clave del diagnóstico es la presencia de
varias anormalidades físicas mayores o menores que indican la necesidad de determinación del cariotipo. Otras anormalidades pueden incluir proporciones corporales inusuales, como extremidades
cortas, presencia de cocientes aberrantes de US:LS, y extensiones
de brazos bastante discrepantes de la estatura. Los detalles de estos
síndromes se pueden encontrar en las referencias enumeradas al
final del capítulo.
Displasias esqueléticas
Hay más de 100 tipos conocidos de displasias esqueléticas genéticas (osteocondrodisplasias). A menudo se notan al nacer debido a
la presencia de miembros cortos o tronco, pero algunos sólo se
diagnostican después de un periodo de crecimiento posnatal. La
condición más común es acondroplasia autosómica dominante
(OMIM #100800). Esta condición se caracteriza por extremidades
cortas en las regiones proximales, una cabeza relativamente grande con una frente prominente debido a protuberancia frontal y
un puente nasal deprimido, y lordosis lumbar en la edad adulta.
La altura adulta está disminuida, con una media de 132 cm para
varones y 123 cm para las mujeres. La inteligencia es normal. Mutaciones del dominio tirosina quinasa del receptor 3 del factor de
crecimiento fibroblástico (FGFR3) locus del gen 4p16.3 (OMIM
#134934) han sido identificados en esta condición. Las operaciones
de alargamiento de extremidades se utilizan para aumentar la estatura en unos pocos centros, pero las técnicas son complejas, y las
complicaciones parecen ser frecuentes.
Curvas de altura, altura, peso y BMI desde el nacimiento hasta
16 años de edad están disponibles para acondroplasia en http://
pedinfo.org/growth.php. Niños con acondroplasia que han recibido GH han demostrado en algunos casos un crecimiento mejorado; alguna vez, se informa la luxación atlantooccipital. El potencial
para el crecimiento anormal del cerebro y su relación con la forma
aberrante del cráneo exige la precaución de que la GH no es una
terapia establecida para esta condición.
157
La hipocondroplasia (OMIM #146000) se manifiesta en una
continuada forma de enanismo extenso de extremidades cortas a
aparente desarrollo normal hasta la pubertad, cuando hay una atenuación o ausencia de crecimiento puberal, lo que lleva a una estatura adulta corta. Este trastorno puede ser causado por un alelo
anormal en el mismo gen causante de acondroplasia (FGFR3 en el
locus 4p16.3).
5. ENFERMEDAD CRÓNICA
Las enfermedades crónicas graves que involucran cualquier sistema de órganos pueden causar problemas de crecimiento en la infancia y la adolescencia. En muchos casos, hay hallazgos históricos
o físicos adecuados en el momento de la consulta para permitir el
diagnóstico. En algunos casos, sin embargo, sobre todo la enfermedad celiaca y la enteritis regional: la baja estatura y la disminución
del crecimiento pueden preceder a los signos obvios de desnutrición o enfermedad gastrointestinal. En algunos casos, el crecimiento sólo se retrasa y puede ser mejorado mucho de forma espontánea. En otros, el crecimiento se puede aumentar mejorando la
nutrición; pacientes con enfermedad gastrointestinal, enfermedad
renal o el cáncer pueden beneficiarse de las infusiones nutricionales parenterales nocturnas.
La fibrosis quística combina varias causas de insuficiencia de
crecimiento: la enfermedad deteriora la oxigenación del pulmón y
predispone a infecciones crónicas, la enfermedad gastrointestinal
disminuye la disponibilidad de nutrientes y el desarrollo de anormalidades del páncreas endocrino causa diabetes mellitus. Los niños con fibrosis quística experimentan disminución de las tasas de
crecimiento después del 1er año de edad después de un tamaño
normal al nacimiento. En la pubertad el crecimiento acelerado a
menudo disminuye en magnitud y se retrasa en su sincronización;
el desarrollo sexual secundario puede retrasarse, especialmente en
aquellos con deterioro de la función pulmonar. Estudios de crecimiento en estos pacientes permitieron desarrollar gráficos específicos de crecimiento en la fibrosis quística e indican que un resultado razonable es una altura en el percentil 25, en el adulto. El
tratamiento con GH en varios estudios demostró una mejor función pulmonar y un mayor crecimiento y aumento de peso en la
fibrosis quística. Mientras que las tablas de crecimiento para los
sujetos con fibrosis quística están disponibles, también se sugiere
el uso de gráficos estándar para monitoreo.
Niños con insuficiencia cardiaca congestiva, debido a una variedad de enfermedades congénitas del corazón o miocarditis adquirida crecen mal a menos que sean tratados con éxito con medicamentos o cirugía. Los pacientes con enfermedad cardiaca cianótica
e hipertensión pulmonar parecen ser más afectados.
La enfermedad celiaca está presente en aproximadamente el 1%
de la población y puede presentarse inicialmente con una falla de
crecimiento, pero pueden surgir retraso en la pubertad y menarquia, osteopenia, osteoporosis y otros hallazgos. El diagnóstico precoz se puede realizar determinando anticuerpos tisulares de la
transglutaminasa, si los valores de IgA están en el rango normal
mientras están en una dieta normal que contiene trigo. Sin embargo, una biopsia aún puede ser requerida para el diagnóstico. Los
pacientes pueden experimentar un crecimiento compensatorio
con una dieta libre de gluten. La altura del adulto aún puede verse
afectada, dependiendo en la duración del periodo sin tratamiento.
Sin tratamiento los pacientes con enfermedad celiaca tienen una
concentración sérica de IGF-I disminuida, presumiblemente debido a la malnutrición, mientras que la concentración de IGF-I au-
158
CAPÍTULO 6
Crecimiento
menta con la terapia dietética. Por tanto, IGF-I del suero en esta
condición, como en muchos casos de deficiencias nutricionales, no
es un indicador del estado de secreción de GH. La enfermedad de
Crohn está asociada con un crecimiento deficiente en 15 a 40% de
los casos. Hay mala calidad en la evidencia sobre la mejor manera
de tratar esta condición y aumentar la tasa de crecimiento.
Pacientes con enfermedades hematológicas crónicas, como anemia drepanocítica o talasemia, a menudo tienen un crecimiento
deficiente, retraso en la pubertad, y corta estatura adulta: la deposición de hierro puede en sí misma causar complicaciones endocrinas, la artritis reumatoide juvenil puede comprometer el crecimiento antes o después del tratamiento con glucocorticoides. Se
informa que el tratamiento con GH aumenta la tasa de crecimiento
de estos niños. El raquitismo resistente a la vitamina D hipofosfatémico generalmente conduce a adultos de corta estatura, pero el
tratamiento con 1,25-hidroxivitamina D y fosfato oral en la mayoría
de los casos mejorará el crecimiento óseo y aumentará la estatura
adulta. La enfermedad renal crónica interfiere con el crecimiento,
pero la mayor tasa de crecimiento ocurre con una mejor nutrición.
La terapia de GH está aprobada para los niños afectados que todavía crecen mal.
La acidosis tubular renal (RTA, renal tubular acidosis) proximal o
distal puede causar baja estatura. La RTA proximal demuestra pérdida de bicarbonato en concentración normal o baja en el plasma,
los pacientes tienen hipocaliemia, pH alcalino de la orina, bicarbonaturia grave, y más tarde, acidemia. La condición puede ser heredada, esporádica o secundaria a muchos trastornos metabólicos o
inducidos por medicamentos. RTA distal es causada por la incapacidad de acidificar la orina; puede ocurrir esporádicamente o patrones familiares o ser adquiridos como resultado de trastornos
metabólicos o medicación. La RTA distal se caracteriza por hipocaliemia, hipercalciuria e hipocalcemia ocasional. La administración
de bicarbonato es la terapia primaria para RTA proximal, y el tratamiento adecuado puede mejorar sustancialmente la tasa de crecimiento. La apnea obstructiva del sueño se asocia con un crecimiento deficiente.
La cantidad de energía gastada durante el sueño en niños con
apnea del sueño parece limitar el aumento de peso y la longitud,
un patrón que se revierte con la resolución de la obstrucción. La
apnea obstructiva del sueño también se asocia con la obesidad y el
síndrome de Prader-Willi. El diagnóstico se realiza mediante polisomnografía.
y piel, y cambios de sabor que conducen a la pérdida de peso. Acrodermatitis enteropática es una erupción que da una pista visual de
la deficiencia de Zn. Surge generalmente en presencia de una enfermedad sistémica crónica o infección. Los niños con deficiencias
nutricionales demuestran características de falla del aumento de
peso antes de que la tasa de crecimiento disminuya, y antes de que
el peso para la altura disminuya. Esto está en contraste con muchas
causas endocrinas de mal crecimiento, donde el peso para la altura
permanece en el rango normal o alto. Esta simple regla a menudo
determina si las evaluaciones nutricionales o endocrinas son las
más apropiadas. No hay pruebas de laboratorio simples para el
diagnóstico de malnutrición. Las concentraciones séricas de IGF-I
son bajas en desnutrición, ya que están en deficiencia de GH. Esta
distinción es importante desde que la deficiencia de GH en lugar
de desnutrición sería trágica, así como costosa.
6. MALNUTRICIÓN
1. DEFICIENCIA DE HORMONAS
DE CRECIMIENTO Y SUS VARIANTES
La malnutrición (excepto aquella relacionada con la enfermedad
crónica) es la causa más común de baja estatura en todo el mundo
y es el motivo de buena parte de la baja estatura en el mundo en
desarrollo. El diagnóstico en el mundo desarrollado se basa en hallazgos históricos y físicos, particularmente la historia dietética. La
mala alimentación y la anorexia nerviosa —así como una dieta voluntaria excesiva— pueden causar mal crecimiento. Las infecciones
por parásitos, como Ascaris lumbricoides o Giardia lamblia, pueden
disminuir el crecimiento y es una causa principal de baja estatura
en el mundo en desarrollo.
Las deficiencias nutricionales específicas pueden tener efectos
particulares en crecimiento. Por ejemplo, la deficiencia grave de
hierro puede causar un hábito delgado, así como el retraso del crecimiento. La deficiencia de zinc puede causar anorexia, disminución del crecimiento, retraso en la pubertad, problemas de desarrollo, pérdida de cabello, diarrea, impotencia, anormalidades de ojos
7. MEDICACIONES
Los niños con trastornos de hiperactividad (o aquellos incorrectamente diagnosticados como tal) se manejan con frecuencia con
administración de metilfenidato o medicamento similar. Estos
agentes pueden disminuir el aumento de peso al disminuir el apetito y puede reducir la tasa de crecimiento, aunque inconsistentemente. Estas drogas deben usarse en y sólo en niños que definitivamente responden a ellos durante evaluación cuidadosa y el
seguimiento.
Los glucocorticoides exógenos son una causa importante de
crecimiento deficiente (analizado más adelante), como son los glucocorticoides endógenos excesivos.
CORTA ESTATURA OCASIONADA
POR TRASTORNOS ENDOCRINOS
Usando los criterios conservadores de altura (<3er percentil) y velocidad de crecimiento (<5 cm/año para la inclusión en el estudio),
la incidencia de la enfermedad endocrina en una cohorte de
114 881 niños de Utah, el resultado fue del 5%, con una mayor incidencia en niños que en niñas en una proporción de más de 2.5:1.
En esta población, el 48% de los niños con síndrome de Turner o
deficiencia de GH no fue diagnosticado antes de la evaluación cuidadosa proporcionada por este estudio.
La incidencia de la deficiencia de GH se estima entre 1:4 000 y
1:3 500, por lo que el trastorno no debe considerarse raro.
Puede haber anomalías en varios niveles del eje hipotalámico
hipofisario, GH-IGF-I. La mayoría de los pacientes con deficiencia
idiopática de GH carece de GHRH. Un paciente con deficiencia de
GH al que se le practicó la autopsia tenía un número adecuado
de somatotropos hipofisario que contenían considerables depósitos de GH. Por tanto, la glándula hipofisaria produce GH, pero no
puede ser liberada. El tratamiento a largo plazo de tales pacientes
con GHRH puede causar la liberación de GH y aumentar el crecimiento, pero esta terapia no está actualmente en uso. Pacientes
con tumores hipofisarios o aquellos pacientes raros con ausencia
congénita de la glándula hipofisaria carecen de somatotropos. Varias familias han sido descritas que carecen de varias regiones del
gen GH (responsable de producir GH). De manera alterna, los de-
Corta estatura ocasionada por trastornos endocrinos
159
fectos genéticos responsables de la embriogénesis de la glándula
hipofisaria pueden causar múltiples deficiencias hipofisarias. La
ausencia del gen PIT1 que codifica una transcripción específica de
la hipófisis causa la deficiencia de GH, TSH y síntesis de prolactina
y secreción. Mutaciones del gen PIT1 (PROP1) causa deficiencias
de producción de GH, TSH, FSH, LH y ACTH.
Deficiencia congénita de la hormona
del crecimiento
La deficiencia congénita de GH se presenta con una longitud al
nacimiento levemente disminuida (–1 SD), pero la tasa de crecimiento disminuye en algunos casos poco después del nacimiento.
El desorden se identifica con medición cuidadosa en el primer año
y se vuelve más obvio de 1 a 2 años de edad. Los pacientes con
deficiencia clásica de GH tienen corta estatura, aumento de la masa grasa que conduce a una apariencia gordita o querúbica con inmadura apariencia facial, voz con tono alto inmaduro y retraso en
la maduración esquelética. Formas menos graves de la deficiencia
parcial de GH se describen con pocas características anormales
aparte de la baja estatura, la tasa de crecimiento disminuida y la
edad ósea retrasada en años. Los pacientes con deficiencia de GH
carecen de los efectos lipolíticos de la GH, lo que explica parcialmente la apariencia regordeta. Hay una mayor incidencia de hiperlipidemia con colesterol total elevado y colesterol de lipoproteína
de baja densidad (LDL) en la deficiencia de GH y los estudios longitudinales demuestran aumentos en los niveles de colesterol de
proteína en lipoproteína de alta densidad (HDL) con tratamiento
de GH. Hombres con la deficiencia de GH pueden tener microfalo
(pene <2 cm de longitud al nacimiento), especialmente si la condición es acompañada por deficiencia de la hormona liberadora de
gonadotropina (GnRH) (figura 6-8). La deficiencia de GH en el recién nacido o el niño también puede conducir a síntomas de hipoglicemia y convulsiones; si la deficiencia de ACTH también está
presente, la hipoglicemia es generalmente más intensa. El diagnóstico diferencial de hipoglicemia neonatal en un bebé a término que
no ha sufrido trauma del nacimiento debe incluir hipopituitarismo
neonatal. Si el microfalo (en un sujeto masculino), la hipoplasia
óptica, y otros defectos en la línea medio facial o del SNC se observan, es más probable el diagnóstico de una deficiencia congénita
de GH (véase más adelante). La deficiencia congénita de GH también se correlacionó con la presentación de nalgas. La inteligencia
es normal en la deficiencia de GH a menos que haya hipoglicemia
repetida o intensa o un defecto anatómico significativo que ha
comprometido el desarrollo del cerebro. Cuando la deficiencia de
hormona liberadora de tirotropina (TRH, thyrotropin-releasing hormone) también está presente, puede haber signos adicionales de
hipotiroidismo. El hipotiroidismo congénito secundario o terciario
no suele asociarse con hallazgos físicos de cretinismo o retraso en
el desarrollo como resulta en el hipotiroidismo primario congénito,
pero en algunos casos aislados la deficiencia de TRH y el retraso
mental grave se manifiestan.
La deficiencia congénita de GH puede presentarse con defectos
de la línea media anatómica. Hipoplasia óptica con defectos visuales que van desde nistagmo a la ceguera se encuentra con endocrinopatía hipotalámica variable en el 71.7% de una serie: el 64.1% de
los sujetos tenía anormalidades del eje GH, hiperprolactinemia
48.5%, hipotiroidismo 34.9%, 17.1% de insuficiencia suprarrenal y
4.3% diabetes insípida (DI) en este grupo de 47 sujetos. Aproximadamente la mitad de los pacientes con hipoplasia óptica tiene ausencia del septum pellucidum en tomografías computarizadas (CT,
FIGURA 6-8
Un niño de 12 meses con hipopituitarismo congénito. Tenía ataques de hipoglicemia a las 12 horas de edad.
Con 1 año, tuvo otra convulsión hipoglicémica (glucosa en plasma, 25 mg/dL) asociada con un episodio de otitis media, y se observó que su pene era extremadamente pequeño a los 12 meses,
la longitud del cuerpo era 66.5 cm (–2 SD) y el peso fue de 8.5
kg (–3 SD). El pene tenía menos de 1.5 cm de largo, y ambos testículos descendieron (cada uno de 1 cm de diámetro). La GH en
plasma no se elevó por encima de 1 ng/mL después de la prueba
de arginina y levodopa (no se realizó la prueba de tolerancia a la
insulina debido a la historia de hipoglicemia). LH subió muy poco
después de la administración de GnRH (gonadorelina), 100 μg. La
tiroxina sérica fue baja (T4, 6.6 μg/dL, índice T4, 1.5), y después de
la administración de 200 μg de protirelina (TRH), la TSH en el
suero aumentó con un pico diferido característico del hipotiroidismo terciario. La ACTH del plasma aumentó sólo a 53 pg/mL
después de la metirapona. Por tanto, el paciente tenía múltiples
defectos en el eje hipotalámico hipofisario incluyendo disminución de la secreción de GH, ACTH y TSH debido a secreción deficiente de hormonas hipotalámicas. Le dieron seis dosis de
2 000 unidades cada una de las gonadotropinas coriónicas humanas (hCG) por vía intramuscular en dos semanas, y la testosterona plasmática aumentó a 62 ng/dL, lo que indica función testicular normal. Luego fue tratado con 25 mg de enantato de
testosterona cada mes durante tres meses, y su falo se alargó a
3.5 × 1.2 cm sin un avance significativo de la edad ósea. Con terapia hGH (0.05 mg/kg por vía intramuscular cada dos días) creció a tasa mayor que la normal durante 12 meses (crecimiento de
recuperación) y el crecimiento luego continuó a un ritmo normal.
computed tomography) o resonancia magnética (MRI, magnetic resonance imaging), líder para el diagnóstico de displasia septoóptica. La
displasia septoóptica es más a menudo esporádica en la ocurrencia,
pero algunas personas afectadas se informan con mutaciones del
gen homeobox expresadas en células ES (HESX1) (OMIM #601802)
y displasia septoóptica (OMIM #182230). Paladar hendido u otras
formas de disrafismo oral se asocian con deficiencia de la GH en
aproximadamente el 7% de los casos. Tales niños pueden necesitar
apoyo nutricional para mejorar su crecimiento. Un defecto inusual
160
CAPÍTULO 6
Crecimiento
en la línea media asociado con la deficiencia de GH es descrito en
niños con un solo incisivo maxilar.
Ausencia congénita de la glándula hipofisaria, que ocurre en un
patrón autosómico recesivo, conduce a hipopituitarismo intenso
con hipoglicemia. Los pacientes afectados tienen un desarrollo superficial de o ausencia de la silla turca. Este defecto es bastante raro, pero clínicamente devastador debido a la deficiencia de ACTH
si el tratamiento se retrasa. Ésta es la manifestación de MRI más
común de la mutación del gen PROP1 (OMIM #601538).
La deficiencia hereditaria de GH se describe en varias mutaciones. Diversos defectos genéticos del gen GHN (17q22-24) ocurren
en familias afectadas. Deficiencia aislada de GH tipo 1A (IGH-DIA
OMIM #262400) es heredada en un patrón autosómico recesivo.
Los pacientes tienen supresión, cambios y mutaciones sin sentido
en el gen GH. A diferencia de aquellos con deficiencia clásica esporádica de GH, algunos de estos niños son reportados con longitudes de nacimiento acortadas. En pacientes con GH ausente o anormal los genes responden inicialmente a la administración exógena
de GH humana (hGH), pero algunos pronto desarrollan altos títulos de anticuerpos que eliminan el efecto de la terapia. Se informa
que pacientes con altos títulos de anticuerpos antibloqueo se benefician de la terapia IGF-I en lugar de la terapia de GH. En la deficiencia de GH aislada (IGHD) tipo 1B (OMIM #612781) los pacientes tienen mutaciones del sitio de empalme autosómico recesivo
y deficiencia incompleta de GH y se ven menos gravemente afectados. Los pacientes tipo 2 (IGHD2) (OMIM #173100) tienen dominancia autosómica de la deficiencia de GH debido al sitio de empalme o mutaciones sin sentido. Los pacientes tipo 2 tienen
deficiencia de GH ligada a X a menudo asociada con hipogammaglobulinemia.
Se describen algunos pacientes con anomalías del gen GHRH.
Las mutaciones en los factores de transcripción hipofisaria pueden
conducir a combinaciones de las deficiencias de la hormona hipofisaria como se señaló anteriormente. Mutaciones en PIT1/POU1F1
(POU clase 1 homeobox 1) (OMIM #173110) conduce a deficiencias
de GH, PRL y TSH. Mutaciones en PROP1 (Prophet of PIT1, dominio pareado del factor de transcripción) (OMIM #601538) conducen a GH, PRL, TSH, LH, FSH, y algunas veces deficiencias de
ACTH. Mutaciones en HESX1 conducen a GH, PRL, TSH, LH,
FSH, ACTH, IGHD, y deficiencias de CPHD.
Deficiencia adquirida de la hormona
del crecimiento
El inicio de la deficiencia de GH en la última infancia o la adolescencia, en particular si se acompaña de otras deficiencias de hormona hipofisaria, es siniestro y puede deberse a un tumor hipotalámico hipofisario. El desarrollo de la deficiencia hipofisaria
posterior, además de la deficiencia de la hipófisis hace que el tumor
sea aún más probable. El síndrome de la silla turca vacía se asocia
más frecuentemente con anormalidades hipotalámico hipofisarias,
más en la infancia que en la edad adulta; por tanto, se puede encontrar la deficiencia de GH en pacientes afectados.
Algunos pacientes, principalmente niños con retraso constitucional en el crecimiento y la adolescencia, pueden tener una deficiencia transitoria de GH en prueba antes del inicio de la pubertad.
Cuando las concentraciones de testosterona en suero comienzan a
aumentar en estos pacientes, la secreción de GH y la tasa de crecimiento también aumenta. Este estado transitorio puede sugerir incorporar directamente la deficiencia de GH de buena fe, pero no
requiere terapia. A veces se invoca una dosis primaria de estrógeno
para aumentar la secreción de GH al máximo para que la deficiencia
espuria de GH no se diagnostique de manera espuria. Condiciones
del CNS que causan deficiencia de GH (p. ej., craneofaringiomas,
germinomas, gliomas, histiocitosis X) se describen en el capítulo 4.
Es que después de la eliminación del craneofaringioma, algunos pacientes, principalmente sujetos obesos, continúan creciendo bastante bien a pesar de la ausencia de secreción de GH. Este crecimiento persistente parece ser causado por hiperinsulinemia.
La irradiación craneal de la región hipotalámico hipofisiaria para tratar los tumores del CNS o la leucemia linfoblástica aguda puede provocar deficiencia de GH comenzando aproximadamente de
12 a 18 meses después, debido al daño inducido por la radiación al
hipotálamo (o tal vez la hipófisis). Dosis más altas de irradiación,
como el régimen de 24 G y previamente utilizado para el tratamiento de la leucemia del CNS, tienen mayor efecto (la altura adulta puede ser de hasta 1.7 SD por debajo de la media) que los regímenes más bajos (p. ej., 18 Gy) y las dosis más altas es más probable
que también causen deficiencia de TSH, ACTH y gonadotropina
como hiperprolactinemia o incluso pubertad precoz. Chicas tratadas en una edad temprana con este régimen inferior todavía parecen estar en riesgo de falta de crecimiento. Todos los niños deben
ser observados cuidadosamente para fallas del crecimiento después de la irradiación ya que la falla del crecimiento puede ocurrir
años después. Si estos pacientes reciben irradiación espinal, el crecimiento de la parte superior del cuerpo puede también verse afectada, lo que provoca una disminución de la relación US-LS y una
mayor tendencia a la baja estatura. Irradiación abdominal por tumor de Wilms también puede conducir a una disminución del crecimiento espinal (pérdida estimada de 10 cm altura de la terapia de
megavoltaje al año de edad, y 7 cm de tratamiento a los 5 años
de edad). Otros que reciben irradiación gonadal (o quimioterapia)
tienen alteración de la función gonadal, falta de inicio o progresión
de la pubertad, y/o tener pubertad disminuida o ausente empuje del crecimiento. La quimioterapia para la leucemia linfocítica
aguda sin irradiación también puede conducir a la deficiencia de
GH, por lo que el seguimiento de crecimiento después del tratamiento para el cáncer siempre es necesario.
El trauma del CNS está bien establecido como causa de hipopituitarismo en adultos. Los estudios transversales en niños revelan
tanto tasas bajas y altas de hipopituitarismo posterior después de
un traumatismo craneoencefálico, pero raros estudios prospectivos
demuestran menor riesgo en niños que en adultos.
Otros tipos de disfunción de GH
La deficiencia primaria de IGF-I se debe a la insensibilidad a la GH
(síndrome de Laron) y sus variantes [OMIM #262500]). Estos trastornos reflejan defecto del receptor de GH o posreceptor que se
heredan en modo autosómico recesivo. La proteína de unión a GH
soluble (GHBP) encontrado en la circulación surge de la porción
extracelular del receptor de GH, y dado que se derivan del mismo
gen, la GHBP circulante refleja la abundancia de receptores de
GH. Pacientes con los receptores de GH disminuidos o ausentes
tienen niveles de GHBP en suero disminuido, mientras que aquellos con defectos posreceptor tienen normales las concentraciones
de GHBP. Los niños afectados se encuentran a lo largo del mundo,
incluido Israel, donde el síndrome se informó por primera vez, y
Ecuador, donde varias generaciones de una gran familia fueron estudiadas en gran detalle. Los defectos en varios tipos incluyen mutaciones no sensibles, supresiones, defectos de procesamiento de
RNA. El deterioro de transducción de señales del eje GH/JAK-
Corta estatura ocasionada por trastornos endocrinos
STAT conduce a la baja estatura cuando este sistema intracelular
no se activa en respuesta a la ocupación del receptor ligando por la
GH. Defectos en la dimerización de los receptores de GH, un paso
requerido en la acción de GH, también conduce a una baja estatura. GH en suero se eleva en todas las formas de resistencia a la GH,
debido a la disminución o ausencia de IGF-I, lo que resulta en una
falta de inhibición de retroalimentación negativa. Los pacientes
son pequeños al nacer, lo que confirma la importancia del IGF-I en
el crecimiento fetal (demostrado previamente en estudios del gen
IGF-I murino). Alrededor de un tercio tiene hipoglicemia, y la mitad de los niños tiene microfalo. La condición no responde al tratamiento de GH. Los pacientes tratados con IGF-I recombinante
crecen a una tasa mejorada, pero no responden tan bien a IGF-I
como los niños con deficiencia de GH lo hacen al tratamiento con
GH, lo que indica que GH puede tener un papel directo en fomentar el crecimiento más allá del conferido por IGF-I.
Se describen otras formas de resistencia a la GH, pero la mayoría de los pacientes con trastornos del eje GH tiene anormalidades
de secreción de GH, no de acción de la misma. Niños muy pequeños y de crecimiento lento con maduración esquelética retrasada,
valores normales de GH y IGF-I, y no hay signos de enfermedad
orgánica han respondido a la terapia de GH con mayores tasas de
crecimiento, iguales a las de los pacientes con deficiencia de GH
auténtica. Estos pacientes pueden tener una variación del retraso
constitucional en el crecimiento o estatura baja genética, pero la
anormalidad sutil de la secreción o acción de GH es posible.
Los pigmeos (OMIM #265850) tienen una concentración sérica
de GH normal, bajo IGF-I después de la pubertad, y concentraciones normales de IGF-II. Ellos tienen una incapacidad congénita
para elevar las concentraciones de IGF-I después de la pubertad,
que tiene mayor importancia para estimular el crecimiento que
IGF-II. Se informa que los niños pigmeos carecen de un brote de
crecimiento puberal, sugiriendo que el IGF-I es esencial para alcanzar un pico normal en la velocidad de crecimiento. Los pigmeos
Efe, los más cortos de los pigmeos, son significativamente más pequeños al nacer que los africanos vecinos que no son pigmeos, y su
crecimiento es más lento a lo largo de la infancia, dando lugar a
estaturas desplazadas progresivamente por debajo de la media. Algunos pacientes son informados con defectos del gen IGF-I o con
deficiencia del receptor de IGF-I (IGF-IR) (OMIM #147370) y una
estatura extrema corta que no responde al IGF-I. Deficiencias en el
crecimiento intrauterino, microcefalia, retraso en el desarrollo y
otros problemas psicológicos son los hallazgos que se informan en
estos casos. ¿Por qué ciertos niños normales, quizás dentro de una
familia pequeña, tienen una estatura menor que la media? No hay
una respuesta definitiva a esta persistente pregunta, pero algunos
pacientes tienen concentraciones disminuidas de GHBP en suero,
lo que sugiere una disminución en los receptores de GH en estos
niños. Una minoría de niños pequeños y de bajo crecimiento tiene
definibles anomalías genéticas de sus receptores de GH. La Asociación Genoma Wide (Genoma Wide Association) está descubriendo
diversas influencias genéticas en una estatura normal o patológica.
La baja estatura es la vía común final de numerosas anomalías bioquímicas.
Adultos con deficiencia de GH en la infancia o la adolescencia
han disminuido la masa ósea en comparación con las normales,
incluso cuando ésta se corrige por su tamaño más pequeño. Hay
progresiva pérdida ósea en adultos con deficiencia de GH, incluso
si la densidad ósea era mejorada con terapia infantil; GH está aprobada para adultos con deficiencia de GH y puede revertir esta tendencia (véase capítulo 4).
161
Diagnóstico de deficiencia de GH
Debido a que los valores basales de GH sérica son bajos en niños
normales y pacientes con deficiencia de GH por igual, el diagnóstico de deficiencia de GH clásicamente se basa en la demostración
de un aumento inadecuado GH en suero después de estímulos provocativos o en alguna otra medida de secreción de GH. Este proceso es complicado debido a que diferentes sistemas de radioinmunoensayo varían ampliamente en sus mediciones de GH en la
misma muestra de sangre (p. ej., un resultado en una sola muestra
puede ser por encima de 10 ng/mL en un ensayo, pero de sólo
6 ng/mL en otro). El médico debe estar familiarizado con los estándares del laboratorio que están siendo utilizados. La mayoría de las
compañías de seguros y agencias estatales aceptan incapacidad de
elevación de GH por encima de 10 ng/mL con estimulación como
diagnóstico de la deficiencia de GH.
Otro factor que complica es el estado del desarrollo puberal.
Los niños prepúberes secretan menos GH que los sujetos puberales y, especialmente a medida que se acercan al inicio de la pubertad, pueden tener una secreción de GH suficientemente reducida
como para sugerir una genuina fidelidad de deficiencia GH. Este
factor se aborda a veces administrando una dosis de estrógeno a
tales sujetos antes de la prueba. El mismo concepto de la prueba de
GH proporciona una complicación adicional. La GH se lanza en
pulsos episódicos. Aunque un paciente que no secreta GH, en respuesta a los desafíos estándares, es considerado generalmente con
una clásica deficiencia de GH, la respuesta normal de GH en estos
test puede no descartar la eficacia del tratamiento GH. Las pruebas
deben ocurrir después de un ayuno nocturno; la ingestión de carbohidratos o grasas suprime la respuesta GH. La obesidad suprime
la secreción de GH y un niño con sobrepeso u obeso puede falsamente tener deficiencia de GH. Incluso dentro del rango normal,
las variaciones del BMI afectan el pico de GH después del estímulo.
Porque el 10% o más de los niños sanos no tiene un aumento
adecuado de GH con una prueba de reserva de GH, al menos dos
métodos de evaluar la reserva de GH son necesarios antes que el
diagnóstico de la clásica deficiencia de GH sea asignada. Por supuesto, si la GH aumenta por encima de 10 ng/mL en una prueba
única, se elimina la deficiencia clásica de GH. Los valores en el
suero de GH deben aumentar después de 10 minutos de ejercicio
vigoroso; esto es usado como una prueba de detección. Después de
un ayuno nocturno, los niveles de GH deberían aumentar en respuesta a la infusión de arginina (0.5 g/kg de peso corporal [hasta
20 g] más de 30 minutos), levodopa oral (125 mg para hasta 15 kg
de peso corporal, 250 mg por arriba de 35 kg, o 500 mg para >35
kg), o clonidina (0.1 mg/m2 por vía oral). Los efectos secundarios
de la levodopa incluyen náuseas; los de clonidina incluyen alguna
caída en la presión arterial y somnolencia. La prueba de estimulación de glucagón se usa para determinar capacidad secretoria tanto
de GH como de ACTH. Se logra por la administración de 30 μg/kg
de glucagón (máximo 1 mg) y lecturas de muestras de GH a los 0,
30, 60, 90, 120, 150 y 180 minutos después; náuseas e hiperglicemia son posibles efectos secundarios.
La prueba de tolerancia a la insulina es otra forma de evaluar la
reserva de GH pero puede ser peligrosa de realizar y rara vez se
invoca. Niveles de aumento GH después de la hipoglicemia aguda
debido a la administración de insulina; sin embargo, esta prueba
conlleva un riesgo de convulsión si el nivel de glucosa en sangre
cae excesivamente. Se puede realizar una prueba de tolerancia a la
insulina si una infusión de dextrosa del 10 al 25% está disponible
para administración de emergencia frente a un coma o convulsión
162
CAPÍTULO 6
Crecimiento
hipoglicémica y si se cumplen las siguientes condiciones: 1) una
línea de infusión intravenosa con bloqueo de heparina o infusión
de solución salina de baja velocidad está disponible antes del comienzo de la prueba, 2) el paciente puede ser observado continuamente por un médico y 3) el paciente no tiene antecedentes de
hipoglicemia y convulsiones. El paciente debe tener una concentración de glucosa normal en el comienzo de la prueba por la mañana después de un ayuno nocturno (la ingesta de agua es aceptable). Insulina regular, 0.075 a 0.1 U/kg en solución salina, se puede
administrar como un suero intravenoso. En 20 a 40 minutos, se
producirá una caída del 50% de la glucosa en sangre y un aumento
en la concentración sérica de GH y cortisol y ACTH deben seguir.
La glucosa sérica debe ser monitoreada, y se debe mantener una
línea intravenosa para infusión de dextrosa de emergencias en caso
de que el paciente quede inconsciente o tiene una convulsión hipoglicémica. Si la infusión de dextrosa es necesaria, es imperativo
que la glucosa en sangre no se eleve por encima del rango normal,
porque la hiperosmolalidad ha sido reportada por exceso de entusiasmo en el reemplazo de glucosa; no se debe usar dextrosa al 50%
sin diluir (véase el capítulo 4). ¡Esta es una prueba peligrosa y rara
vez está indicada!
Una familia de penta- y hexa- péptidos sintéticos llamada GH
liberación de péptidos (GHRP, GH-releasing peptides) estimula la
secreción de GH en individuos normales y en sujetos con deficiencia de GH. Los GHRP actúan a través de receptores de grelina del
hipotálamo que son diferentes de los receptores del factor de liberación GH (GHRF, GH-releasing factor), y sus efectos son aditivos a
el del GHRF. La grelina es un péptido de origen gastrointestinal
que naturalmente se une a estos receptores en el núcleo ventromedial hipotalámico, núcleo arcuato y área tegmental ventral (neuronas dopaminérgicas, causando secreción de GH, también estimula el apetito y está clasificado como un agente orexigénico.
Recientemente, las mutaciones en el receptor de secretagogo de
GH (GHSR) que se une a GHRP y grelina se encontraron en niños
con baja estatura; tratamiento con GH aumentó la tasa de crecimiento en estos niños.
Los pacientes que responden a los estímulos farmacológicos,
pero no a los estímulos fisiológicos, como el ejercicio o el sueño,
se dice que tienen una disfunción neurosecretora. Estos pacientes
tienen disminución de la secreción de GH en 24 horas (o concentraciones integradas de GH) en comparación con sujetos sanos,
patrones similares fueron observados en pacientes con deficiencia de GH. No está claro con qué frecuencia esta condición se encuentra.
Esta larga discusión de la interpretación de GH después de la
prueba con secretagogo de moda pone en tela de juicio el estándar
mismo para el diagnóstico de la deficiencia de GH. Está claro que
con las pruebas farmacológicas no siempre se puede determinar
qué pacientes realmente necesitan terapia con GH, y muchas autoridades sugieren que abandonemos tales pruebas dinámicas a favor de las mediciones de IGF-I y IGFBP-3, aunque las pruebas dinámicas de GH aún pueden ser requeridas por los planes de
seguro. Los valores séricos de IGF-I son bajos en la mayoría de los
sujetos con deficiencia de GH pero, como se ha notado anteriormente, algunos pacientes pequeños con concentraciones de IGF-I
sérico normal pueden requerir tratamiento con GH para mejorar la
tasa de crecimiento. Además, la inanición disminuye los valores de
IGF-I en niños sanos y sugiere incorrectamente la deficiencia
de GH. Niños con enanismo psicosocial: que necesitan terapia familiar o colocación en hogares de crianza en lugar de la terapia de
GH, tienen bajas concentraciones de GH y IGF-I y pueden parecer
tener falsamente deficiencia de GH. Del mismo modo, los pacientes con retraso constitucional en la adolescencia tienen bajos valores de IGF-I para la edad cronológica, pero valores normales para
la edad esquelética, y pueden tener disminuida temporalmente la
respuesta de GH a secretagogos. Por tanto, las determinaciones
IGF-I no son infalibles en el diagnóstico de la deficiencia de GH.
Deben ser interpretadas con respecto a la nutrición, estado psicosocial y edad esquelética. IGFBP-3 es dependiente de GH, y si su
concentración también es baja, proporciona más fuerte evidencia
de deficiencia de GH que la sola determinación de IGF-I.
La Sociedad de Investigación de la Hormona del Crecimiento
produjo criterios que intentan hacer frente al diagnóstico de deficiencia de GH en la infancia a pesar de la incertidumbre de los
métodos. Estos criterios usan hallazgos clínicos de varias condiciones asociadas con la deficiencia de GH, la gravedad de la baja estatura, y el grado y la duración de disminución de la velocidad de
crecimiento para identificar individuos que pueden tener deficiencia de GH. Las pautas y consideraciones de diagnóstico en este
capítulo incluyen la mayoría de los criterios de GH de la sociedad.
(véase “Directrices consensuadas”, referencia de la sección “Estatura baja”, al final de este capítulo, donde se encuentran detalles de
la declaración técnica de la Sociedad de Investigación de la Hormona del Crecimiento). Una prueba terapéutica de 3 a 6 meses de terapia con GH puede ser necesaria para determinar la respuesta de
crecimiento; si éste aumenta más de 2 cm/año, es probable que el
niño se beneficie del tratamiento con GH, sin importar lo que las
pruebas mostraron originalmente.
Tratamiento de la deficiencia de GH
A. Reemplazo de GH Antes de 1986, el único método disponible del tratamiento para la deficiencia de GH fue la terapia de
reemplazo con hGH derivada de donantes de cadáveres. En 1985
y después de eso, la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, una enfermedad neurológica degenerativa rara en pacientes tan jóvenes, se
diagnosticó en algunos de los que habían recibido hGH natural de
10 a 15 años antes. Porque la posibilidad de que los priones de los
donantes contaminaran las glándulas hipofisarias que fueron
transmitidas a pacientes con deficiencia de GH, causando sus
muertes, la GH natural de todas las fuentes se eliminó de la distribución. La hGH recombinante ahora representa la corriente de
abastecimiento mundial.
La hGH comercial tiene la secuencia natural de 191 aminoácidos. hGH ahora está disponible en cantidades prácticamente ilimitadas, lo que permite innovadores regímenes de tratamiento que
antes no eran posibles debido a suministros escasos. El potencial
de abuso de hGH en atletas o en niños de tamaño normal cuyos
padres desean que sean más altos que el promedio, sin embargo,
ahora debe abordarse.
En la tabla 6-2 se muestran alteraciones del crecimiento debido
a trastornos de la acción o liberación de GH. Los niños con deficiencia de GH requieren somatropina biosintética (hGH de secuencia natural) en una dosis de 0.18 a 0.3 mg/kg/semana administrada en una dosis subcutánea por día 6 o 7 veces por semana
durante el periodo de crecimiento activo antes de la fusión epifisaria. Una dosis mayor es aprobada por la FDA para su uso durante
la pubertad. El aumento en la tasa de crecimiento (figuras 6-9, 6-10
y 6-11) es la más marcada durante el primer año de terapia. Los
niños mayores no responden tan bien y pueden requerir dosis más
grandes. Dosis más altas, hasta el doble de la dosis inicial estándar,
están aprobadas por la FDA para uso en la pubertad, pero hay dife-
Corta estatura ocasionada por trastornos endocrinos
TABLA 6-2 Nivel de defecto en el crecimiento
Sitio de defecto
Condición clínica
Hipotálamo
La deficiencia idiopática de GH debido a
la disminución de secreción de GHRH;
tumores hipotalámicos o defectos congénitos
Glándula hipofisaria
Displasia, traumatismo, cirugía o tumor de
la glándula hipofisaria; defecto en el
gen GH o en factores de transcripción
de la hipófisis
Sitios de producción de IGF
Deficiencia primaria de IGF-I: defecto del
receptor de GH (enanismo de Laron con
altas concentraciones de GH y bajo IGF
Deficiencia de ALS
Señal del eje de la hormona del crecimiento/JAK-STAT defecto de transducción
Pigmeos con GH normal, bajo y normal
IGF-I y concentraciones de IGF-II
Cartílago
Insuficiencia de crecimiento inducida por
glucocorticoides
Resistencia a IGF-I
rentes informes del efecto de estas dosis más altas en la altura adulta como, por mucho, la mayor parte del efecto de GH en la altura
adulta se ejerce en los años previos a la pubertad. GH no aumenta
la tasa de crecimiento sin una nutrición adecuada y estado eutiroideo. Durante los aproximadamente 50 años desde el primer uso de
GH en niños, los efectos a largo plazo se informan en varias series.
Si sólo se consideran los niños recientemente tratados con hGH
recombinantes, la altura adulta media era 1.4 SD por debajo de la
media, una mejora significativa sobre las –2.9 SD altura media al
comienzo de la terapia, pero no es cierta la normalización de la altura en la mayoría de los pacientes. Con un temprano diagnóstico
y tratamiento, utilizando una nueva dosificación de tratamiento
puberal, la altura adulta puede alcanzar el potencial genético.
El monitoreo del reemplazo de GH se logra principalmente mediante medición de la tasa de crecimiento y evaluación anual del
avance de la edad ósea. El suero IGF-I y IGFBP-3 aumentarán con
éxito mientras que GHBP no cambiará apreciablemente. Los estudios clínicos controlados informaron la utilidad de valorar la dosis
de GH para restaurar el IGF-I del suero al rango alto normal, monitorizando los niveles del suero IGF-I durante el tratamiento clínico.
Existe preocupación si los niveles de IGF-I aumentan más de 2 SD
por encima de la media y, de ser así, la dosis de GH se reduce. La
fosfatasa alcalina específica de hueso en suero se eleva satisfactoriamente con la terapia. La hidroxiprolina urinaria, desoxipiridinolina, y galactosil-hidroxilisina reflejan la tasa de crecimiento y son
utilizados en estudios clínicos para reflejar una mayor tasa de crecimiento con terapia.
Los anticuerpos a GH pueden estar presentes en cantidades
medibles en el suero de los niños que reciben GH. Sin embargo, un
alto título del bloqueo de anticuerpos con capacidad de unión significativa es raro, excepto en pacientes con ausencia o anormalidad
de genes de GH. Sólo en unos pocos pacientes se informa que han
dejado de crecer temporalmente a causa de la formación de anticuerpos. La GH ejerce efectos antiinsulina. A pesar de que la diabetes clínica no es un resultado probable de la terapia de GH, el
efecto a largo plazo de un pequeño aumento en la glucosa en un
163
niño que de otro modo sería saludable es desconocido. Si ya existe
una tendencia a la diabetes, GH puede causar la aparición de manifestaciones clínicas más rápidamente. Otro riesgo potencial es la
rara tendencia a desarrollar epífisis femorales en niños que reciben
terapia con GH; las epífisis femorales capitales ocurren en momentos de mayor tasa de crecimiento. Los datos recientes han debilitado el vínculo entre el deslizamiento capital de la epífisis femoral y
la terapia de GH, pero la importancia final de esta relación todavía
no está clara. Epífisis femorales capitales deslizadas si están asociadas con endocrinopatías, son más comunes en el paciente hipotiroideo tratado (50% una serie de 80 episodios de deslizamiento
de epífisis capital femoral), seguido de pacientes con deficiencia de
GH tratados (25% de serie). Esta condición puede ocurrir de forma
bilateral y profiláctica, el tratamiento del lado no afectado es recomendado por varias autoridades. Un pseudotumor cerebral rara
vez puede ocurrir con terapia de GH, generalmente se asocia con
dolor de cabeza intenso y puede ser más común en individuos obesos que reciben tratamiento con GH. Está reportado que revertía
después del cese de la terapia con GH, pero si se le permitía continuar, podía perjudicar la visión debido a la presión sobre el nervio
óptico y causar complicaciones graves. Organomegalia y cambios
en el esqueleto como los que se encuentran en la acromegalia son
otros de los teóricos efectos colaterales de la terapia excesiva de
GH, pero no ocurren con la dosis estándar. Además, se informa
de ginecomastia prepuberal con terapia de GH.
La falta de cumplimiento con la terapia de GH es una causa
frecuente de crecimiento deficiente que conduce a un tratamiento
insuficiente. El incumplimiento estuvo reportado en un rango del
33%. La falta de normalización de IGF-I con el tratamiento es una
indicación de incumplimiento.
El descubrimiento de la leucemia en adultos jóvenes previamente tratados con GH era preocupante, pero no se ha establecido
ninguna relación de causa y efecto, y el tratamiento con GH no se
considera una causa de leucemia. GH no aumenta la tasa de recurrencia de tumores existentes antes de la terapia. Por tanto, los pacientes con craneofaringiomas, por ejemplo, pueden recibir GH, si
está indicado, después de que la enfermedad es clínicamente estable, sin la preocupación significativa de que la GH precipitase una
recurrencia. Los médicos generalmente esperan un año después de
la finalización de la terapia tumoral antes de comenzar con los pacientes en terapia GH, pero no es un requisito hacerlo. Hay informes de un pequeño aumento en el riesgo de carcinoma de colon
décadas después del tratamiento natural con GH en niños con deficiencia de GH, pero no se cuenta con tal información disponible
en el seguimiento a largo plazo de niños tratados con recombinantes hGH. La deficiencia de GH se asocia con un perfil de lípido
adverso con colesterol LDL elevado y colesterol de HDL disminuidos además de un aumento de BMI; adolescentes con deficiencia
de GH tratados con GH desarrollan estos hallazgos dentro de unos
años después de interrupción de la terapia de GH. La terapia con
dosis bajas de GH es ahora aprobada para su uso en adultos con deficiencia de GH en la infancia y se dice que previene estos cambios
metabólicos. Además, la terapia GH en adulto mantiene la fuerza
muscular y la densidad ósea en pacientes adultos con deficiencia
de GH. Por tanto, uno puede informar a los padres de un niño con
deficiencia de GH que el paciente aún puede beneficiarse de la terapia de GH, incluso después de que él o ella deje de crecer si la
deficiencia profunda de GH permanece después de repetir la prueba una vez fuera de GH durante al menos un mes.
La GH se ha combinado con otras sustancias para aumentar su
impacto en la altura. En pacientes que fueron diagnosticados tarde,
164
CAPÍTULO 6
Crecimiento
+3
+2
+1
0
–2
–1
–3
pulg cm
60 –
59 – 150
58 –
57 – 145
56 –
55 – 140
54 –
53 – 135
cm
150 – 4
145 – 5
140
135
52 –
51 – 130
50 –
49 – 125
130
125
Estatura
48 –
47 – 120
120
46 –
45 – 115
44 –
43 – 110
42 –
41 – 105
115
110
105
40 –
100
39 –
38 –
95
37 –
36 –
90
35 –
34 –
33 –
32 –
31 –
30 –
29 –
28 –
27 –
pulg
100
95
90
85
85
80
80
Crecimiento físico (NCHS)
Chicos de 2 a 18 años
75
75
70
70
cm
cm
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
Edad (años)
FIGURA 6-9 Ejemplos de tablas de crecimiento anormales. Los cuadrados representan el patrón de crecimiento de un niño (como
el paciente A en la figura 6-11) con desarrollo sexual precoz y crecimiento temprano excesivo que conduce al cierre prematuro de las
epífisis y el cese del crecimiento. Representación de círculos del crecimiento reciente de un niño (como el paciente B en la figura 6-11)
con deficiencia de GH que mostró un crecimiento progresivamente más pobre hasta los seis años de edad, cuando fue tratado con
hGH (flecha), después de lo cual se produjo el crecimiento de recuperación. Las curvas describen desviaciones estándar de la media.
han entrado en la pubertad y parecen tener un tiempo limitado
para responder a la GH antes que la fusión epifisaria cause el cese
del crecimiento, un agonista de GnRH se ha usado para retrasar la
fusión epifisaria en ensayos clínicos con éxito variable, pero esto
no fue recomendado por una conferencia de consenso sobre el uso
de la terapia agonista de GnRH, debido a falta de una fuerte evidencia de efectividad. Este uso fuera de etiqueta todavía no está
establecido como seguro y efectivo. Los inhibidores de la aromatasa han sido combinados con GH en algunos estudios clínicos, pero
esto aún no es una práctica clínica regular; hubo un efecto informado de disminución del avance de la edad ósea, al tiempo que permite un mayor crecimiento y altura.
Hay otras condiciones para las cuales la FDA ha aprobado el uso
de GH. La terapia de GH aumentará la altura adulta en el síndrome de Turner a un promedio de 5.1 cm si comenzó lo suficientemente temprano; se informó que la adición de dosis bajas de oxandrolona aumenta aún más la tasa de crecimiento. El estrógeno se
usa para promover la feminización y la densidad mineral ósea; el
momento óptimo para iniciar el tratamiento con estrógeno debe
ser individualizado en función de la edad ósea, altura, y factores
psicológicos. Por lo general, el estrógeno se administra durante los
años de la adolescencia en dosis bajas y sólo después de la edad
normal del inicio de la pubertad se alcanza para preservar la altura
máxima del adulto, aunque el inicio temprano de la terapia está
ganando credibilidad (véase capítulo 15).
De manera reciente, los investigadores franceses publicaron datos de un estudio prospectivo que informó un mayor riesgo de accidente cerebrovascular hemorrágico en la edad adulta temprana
después de la terapia de hGH durante la infancia y adolescencia.
Sin embargo, la causa y el efecto del tratamiento con hGH en el
accidente cerebrovascular aún no se ha establecido. La FDA está
actualmente investigando estos datos, pero los hallazgos no han
cambiado la práctica clínica en Estados Unidos, y la FDA no ha
sugerido cambio en el uso clínico de GH. La evidencia actual no
respalda un aumento en todas las causas de mortalidad o neoplasia
del tratamiento con hGH.
Corta estatura ocasionada por trastornos endocrinos
165
Estatura
de niños
6
Incremento (cm/6 meses)
5
4
3
97
2
90
1
75
0
50
25
10
3
–1
2
3
4
5
6
7
8
9 10 11 12 13 14 15 16 17 18
Edad (años)
A
Estatura
de niños
6
Incremento (cm/6 meses)
5
4
3
97
2
90
1
75
50
25
0
10
3
–1
2
3
4
5
6
7
8
9 10 11 12 13 14 15 16 17 18
Edad (años)
B
FIGURA 6-10
Dos ejemplos de crecimiento anormal trazados en un gráfico de velocidad de altura simplificado de los cuadros en
la figura 6-3. A. La trama se toma de los datos registrados como cuadrados en la figura 6-9, que describe a un paciente con pubertad
precoz como el paciente A en la figura 6-11, con cierre epifisial prematuro y cese del crecimiento. B. El diagrama se toma de los datos
registrados como círculos en la figura 6-9, que describe una paciente con deficiencia de GH (como el paciente B en la figura 6-11) que
fue tratado con hGH (flecha) a los 6 años. Se observa un crecimiento inicial de recuperación de dos años, con una velocidad de crecimiento más baja (pero normal). Estos gráficos muestran la tasa de crecimiento en intervalos de crecimiento de seis meses en lugar de
intervalos de 12 meses como se muestra en las figuras 6-3 y 6-4.
166
CAPÍTULO 6
Crecimiento
FIGURA 6-11 Dos niños que demuestran un crecimiento extremo. El niño de la izquierda en cada fotografía (A) tiene pubertad precoz debido a una lesión del CNS. A los cuatro años y medio, tenía 125.1 cm de altura, que es 4.5 SD por encima de la media. (La altura
promedio para un niño de cuatro años es 101.5 cm). Sus testículos medían 2 × 3.5 cm cada uno, su pene 9.8 × 2.8 cm (todas las medidas puberales). Él era musculoso y tenía acné y una voz profunda. Su edad ósea fue de 10 años, el nivel de testosterona fue de 480 ng/
dL, y la LH aumentó después de 100 μg de GnRH (gonadorelina) como una respuesta puberal. Su tomografía computarizada cerebral
reveló hamartoma del tubérculo cinereum. El niño de la derecha (B) a los seis años de edad tenía 85 cm de altura, que es más de 5 SD
por debajo de la media. Él tenía características físicas e históricas clásicas de la deficiencia idiopática de GH, incluida la falla del crecimiento temprano y una apariencia querúbica. Los valores de GH en plasma fueron indetectables y no se elevaron posteriores a las
pruebas de provocación.
En la serie más exitosa de niños SGA tratados con hGH, el
agente aumentó la altura adulta entre 2.0 y 2.7 SD. Las niñas con
síndrome de Turner tratadas con hGH alcanzan la estatura adulta
de más de 150 cm, un aumento de la altura promedio sin tratamiento que es aproximadamente 144 cm. Cuando el tratamiento
comienza en o antes de los 4 años, se alcanza una altura adulta en
el rango normal.
El tratamiento con GH está aprobado para la enfermedad renal
crónica en la infancia. La GH aumenta la tasa de crecimiento por
encima del estado no tratado sin un avance excesivo en la edad
ósea. El síndrome de Prader-Willi también se puede tratar con GH
para aumentar la tasa de crecimiento, masa de tejido magro y densidad ósea. Un estudio reciente indicó que la educación de los padres ejerció el efecto más significativo en la composición del cuerpo en estos niños. Sin embargo, hay informes que pacientes con
síndrome de Prader-Willi han muerto de apnea obstructiva del
sueño después del tratamiento con GH, lo que demuestra la necesidad de estudios del sueño para excluir la apnea del sueño antes
de iniciar el tratamiento y una vigilancia constante después de iniciado el tratamiento. El tratamiento del síndrome de Noonan se
describió anteriormente. En general, los hombres se tratan con
más frecuencia con GH que las mujeres en Estados Unidos, pero
este no es el caso en otros países desarrollados.
La FDA ha aprobado el uso de GH en otro caso de niños normales, cuya estatura está por debajo de 2.25 SD para la edad y que son
predictores de que no alcanzará la estatura adulta normal (<1 per-
centil de la talla adulta). Puede haber presión para el tratamiento de
niños en que se predice que serán más altos que la norma de los
padres, pero la aprobación de la FDA es para indicaciones específicas. Mientras que GH puede aumentar la altura de los niños severamente afectados, no debería ser utilizada para un niño cuya altura
adulta prevista es normal en la distancia. El tratamiento cuesta de
$30 000 a $40 000 por año o aproximadamente $35 000 por cm ganado. En Estados Unidos, los hombres son tratados más a menudo
que las mujeres, mientras que la proporción es más igual en otros
países, presumiblemente debido a problemas sociales y culturales.
GHRH ha sido aislado, secuenciado y sintetizado. Está disponible para su uso en el diagnóstico y tratamiento. Pacientes con deficiencia de GH demuestran una secreción de GH menor o ausente
después de la administración de GHRH. Sin embargo, las dosis
episódicas de GHRH pueden restaurar la secreción de GH, producción de IGF-I y crecimiento en niños con deficiencia idiopática
de GH. La capacidad de la administración de GHRH para estimular la secreción de GH en la hipófisis apoya aún más el concepto de
que la deficiencia idiopática de GH es principalmente una enfermedad del hipotálamo, no de la glándula hipofisaria.
IGF-I ahora se produce mediante tecnología de DNA recombinante. IGF-I es útil en el tratamiento de ciertos tipos de talla baja,
particularmente el enanismo de Laron (y quizás para los pigmeos
africanos, si se desea tratamiento) donde ni GH ni ningún otro tratamiento es efectivo. IGF-I ha sido estudiado clínicamente por más
de 12 años. Los efectos secundarios, como la hipoglicemia (observa-
Corta estatura ocasionada por trastornos endocrinos
da en el 49% de los sujetos tratados), lipohipertrofia del sitio de inyección (32%), y la hipertrofia tonsilar/adenoidal (22%), son comunes, pero no dice que es severo. Sin embargo, existe preocupación
entre algunas autoridades en cuanto a la seguridad de esta terapia.
B. Manejo y resultado psicológicos
La investigación sobre
el resultado del manejo psicológico de los pacientes con baja estatura es aún defectuosa por la falta de métodos de investigación consistentes y la falta de estudios controlados, pero algunos resultados
son de interés.
Los estudios varían en sus conclusiones, en cuanto a si la baja
estatura es perjudicial para el desarrollo psicológico del niño o no,
y si, por deducción, la GH es útil para mejorar el funcionamiento
psicológico del niño. Los niños con deficiencia de GH son los más
extensivamente estudiados; investigaciones anteriores sugirieron
que tienen más rasgos pasivos de la personalidad que los niños
sanos, pueden tener retraso en la madurez emocional, y sufren de
infantilización de padres, maestros y compañeros. Muchos de estos niños han sido rechazados en la escuela debido a su tamaño sin
tener en cuenta sus habilidades académicas. Algunos pacientes
conservan una imagen corporal de corta estatura incluso después
de alcanzar la altura normal con el tratamiento. Estudios más recientes desafían estos puntos de vista y sugieren que la imagen en
niños con altura por debajo del percentil 5, que lo hacen no tener
deficiencia de GH, es muy similar a una población de niños con
altura normal. Estos hallazgos pueden no ser representativos de la
población de pacientes analizada anteriormente en que una población normal ambulatoria de niños pequeños puede diferir del grupo
seleccionado que busca atención médica. Los datos sugieren que la
baja estatura en sí no es motivo de grave preocupación psicológica,
y tales preocupaciones no deben usarse para justificar la terapia de
GH. Los autores no pueden evitar el hecho de que nuestra sociedad valora la altura de la estatura física y la iguala con el potencial
de éxito, una percepción que no se pierde en los niños de baja estatura y sus padres. Para niños con baja estatura es recomendado un entorno de apoyo en el que no se les permita actuar de modo
más inmaduro que el de su edad, ni ocupar un lugar privilegiado en la familia. La ayuda psicológica está indicada en casos graves
de depresión o inadaptación.
2. ENANISMO PSICOSOCIAL
(FIGURA 6-12)
Los niños con enanismo psicosocial presentan un crecimiento pobre, apariencia barrigona e inmadura. A menudo muestran extraños hábitos de comer y beber. Los padres pueden informar que el
niño afectado pide alimentos a los vecinos, forrajes en botes de
basura y bebidas de inodoros. Como regla, esta trágica condición
ocurre en sólo uno de varios niños en una familia. Cuidadoso cuestionamiento y observación revelan una estructura familiar desordenada en la que el niño es ignorado o gravemente disciplinado.
Privación calórica o el maltrato físico puede o no ser una característica de la historia. Estos niños tienen hipopituitarismo funcional.
Pruebas frecuentes a menudo revelan deficiencia de GH al principio, pero después de que el niño es retirado del hogar, la función
GH vuelve rápidamente a la normalidad. El diagnóstico descansa
sobre la mejora del comportamiento o el crecimiento de recuperación en el hospital o en un hogar de crianza. La separación de la
familia es terapéutica, pero el pronóstico es reservado. La psicoterapia familiar puede ser beneficiosa, pero falta un seguimiento a
largo plazo.
167
Los trastornos de crecimiento debido a la interacción anormal
entre padres e hijos en un bebé joven es la privación materna sin
importar cuál de los padres es más estrechamente asociado con la
condición. La privación calórica debido a la negligencia de los padres puede ser de mayor importancia en este grupo de edad más
joven. Incluso en ausencia de restricción nutricional o enanismo
psicosocial en toda regla, interacciones negativas constantes dentro de una familia pueden inhibir el crecimiento de un niño.
Es esencial considerar la dinámica familiar en la evaluación de
un niño con crecimiento deficiente. No es apropiado recomendar
terapia GH para trastornos emocionales.
3. HIPOTIROIDISMO
La deficiencia de hormona tiroidea disminuye la tasa de crecimiento posnatal y el desarrollo esquelético. El hipotiroidismo congénito
conduce a graves retrasos en el desarrollo a menos que el tratamiento se proporcione rápidamente después del nacimiento. Programas de detección para el diagnóstico de hipotiroidismo congénito se han instituido en todo el mundo. El tratamiento temprano
siguiente al diagnóstico en el periodo neonatal reduce de manera
notable la falla del crecimiento y virtualmente ha eliminado el desarrollo de anormalidades causadas por este trastorno. El tratamiento temprano del hipotiroidismo congénito da como resultado
un crecimiento normal. El hipotiroidismo adquirido en niños mayores (p. ej., debido a tiroiditis linfocítica) puede conducir a la falla
de crecimiento. Las características del hipotiroidismo son disminución de la tasa de crecimiento y baja estatura, retraso en la edad
ósea, y un aumento en la relación US-LS para la edad cronológica
debido al escaso crecimiento de las extremidades. Los pacientes
son apáticos y perezosos y tienen estreñimiento, bradicardia, facciones ásperas y pérdida de cabello, ronquera y retraso en el desarrollo puberal, si la condición es sin tratamiento. La inteligencia no
se ve afectada en el hipotiroidismo de aparición tardía, pero la apatía y el letargo pueden hacer que parezca lo contrario. Aunque el
aumento de peso es posible con hipotiroidismo, en contraste para
la sabiduría común, no es extremo.
El diagnóstico de hipotiroidismo congénito generalmente se
realiza en la base de los estudios de detección neonatal. En este
procedimiento estándar, actualmente en uso en todo el mundo, se
toma una muestra de sangre desde el talón o desde el cordón umbilical al nacer y analizado para T4 total o TSH. Una T4 total baja o
T4 libre para la edad o un valor elevado TSH generalmente es indicativo de hipotiroidismo congénito; los valores reales difieren según el estado y el laboratorio. Una T4 baja total sólo puede ser asociada con circulación baja de globulina unida a la tiroxina (TBG),
pero la TSH significativamente elevada es un diagnóstico de hipotiroidismo primario. El diagnóstico puede ir acompañado de evidencia radiológica de retraso en la edad ósea o disgenesia epifisaria
en hipotiroidismo congénito.
En niños mayores, la TSH sérica es la prueba más confiable del
diagnóstico. La TSH elevada con T4 libre disminuida puede eliminar la confusión potencial resultante del uso de T4 total, que puede
variar con el nivel de TBG u otras proteínas de unión a tiroxina.
Una prueba positiva para anticuerpos de tiroglobulina sérica o anticuerpos tiroperoxidasa conducirían al diagnóstico de enfermedad
tumoral autoinmune (tiroiditis de Hashimoto) como una explicación del desarrollo de hipotiroidismo (véase el capítulo 7). Si ambas
FT4 y la TSH son bajas, la posibilidad de hipotiroidismo central
(insuficiencia hipofisaria o hipotalámica) debe considerarse (esto
no debía ser revelado en los programas de detección de recién na-
168
CAPÍTULO 6
Crecimiento
+3
Estatura
56 55 54 53 52 51 50 49 48 47 46 45 44 43 42 41 40 39 38 37 36 35 34 33 32 31 30 29 28 27 pulg
+2
+1
0
–1
140
–2
135
130
–3
125
–4
120
115
–5
110
105
100
95
90
85
80
75
Crecimiento físico (NCHS)
Chicos de 2 a 12 años
70
cm
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
Edad (años)
FIGURA 6-12
Fotografía y tabla de crecimiento de un niño de 9½ años con enanismo psicosocial. Tenía una larga historia de deficiente crecimiento (<3 cm/año). La historia social reveló que recibió menos atención y fue castigado con más frecuencia que sus siete
hermanos. Él comió de los botes de basura y suplicaba comida, aunque al parecer no estaba privado de comida en casa. Cuando se tomó la fotografía, tenía 99 cm de alto (–7 SD) y pesaba 14.7 kg (–3 SD). Su edad ósea fue de 5 años, con líneas de detención de crecimiento visibles. La tiroxina sérica fue de 7.8 μg/dL. La GH sérica varió de no detectable a 8 ng/mL en diferentes pruebas de provocación entre
los 6 años y los 8.5 años. Fue colocado en un hospital de atención crónica (flecha) durante un periodo de 6 meses y creció 9 cm, que se
proyecta a una velocidad de crecimiento anual de 18 cm. En las pruebas repetidas, el pico de GH en suero fue de 28 ng/mL.
cidos que usan detección de TSH primaria). Esto debería conducir
a una búsqueda de otros tipos de deficiencias endocrinas hipotalámicas en la hipófisis como la deficiencia de GH y enfermedad del
CNS (véase capítulo 4).
El tratamiento se logra mediante el reemplazo de tiroxina. La
dosis varía de un rango de 10 a 15 μg/kg en la infancia a 2 a 3 μg/
kg en niños mayores y adolescentes. La supresión de TSH a los
valores de la normalidad para la edad es un método útil para evaluar la adecuación de reemplazo en hipotiroidismo primario adquirido. Sin embargo, existen consideraciones adicionales en el tratamiento de neonatos; la supresión de TSH no es apropiada en todos
los recién nacidos afectados, y la consulta con un endocrinólogo
pediátrico es esencial en este grupo de edad para asegurar la dosificación óptima y el adecuado desarrollo del CNS.
4. SÍNDROME DE CUSHING
El exceso de glucocorticoides (ya sean exógenos o endógenos) conduce a la disminución del crecimiento antes de la obesidad y otros
signos de desarrollo del síndrome de Cushing. La enfermedad sub-
yacente puede ser hiperplasia adrenal bilateral debido a una regulación anormal de ACTH-cortisol en la enfermedad de Cushing,
adenomas suprarrenales autónomos o carcinoma suprarrenal. Los
diagnósticos apropiados pueden pasar por alto si el cortisol urinario y las determinaciones de 17-hidroxicorticosteroides no se interpretan con base en el tamaño corporal del niño o si las dosis inadecuadas de la dexametasona se usan para las pruebas de supresión
(las dosis apropiadas son 20 μg/kg/d para la dosis baja y 80 μg/kg/d
para la dosis alta en la prueba de supresión con dexametasona)
(véase el capítulo 9). Además, variaciones diarias en la producción
de cortisol requieren varias determinaciones urinarias o determinaciones del cortisol en plasma antes de la enfermedad de Cushing
que pueden ser apropiadas para el diagnóstico o descarte de la enfermedad. La prueba con dosis alta de dexametasona fue positiva
en el 68% en una serie reciente de niños con enfermedad de Cushing. La prueba de la hormona liberadora de corticotropina fue
positiva en 80% de los pacientes afectados, mientras que la MRI de
la hipófisis fue positiva en sólo el 52%. El muestreo petroso inferior
(véanse los capítulos 4 y 9) fue 100% exacto en el diagnóstico de la
enfermedad de Cushing, aunque técnicamente difícil en los niños.
Corta estatura ocasionada por trastornos endocrinos
El desarrollo de los ensayos de cortisol salival hace que el muestreo
de cortisol salival a primera hora de la mañana siguiendo una dosis de dexametasona a medianoche es un método más fácil de diagnosticar la enfermedad de Cushing en niños. La microadenomectomía transesfenoidal es el tratamiento de elección para la enfermedad de Cushing.
Los glucocorticoides exógenos se usan para tratar el asma o incluso el uso de sobredosis de ungüentos o cremas tópicas con corticosteroides que puede suprimir el crecimiento. Estas causas iatrogénicas del síndrome de Cushing, si se resuelven tempranamente,
pueden permitir el crecimiento de recuperación y por tanto no pueden afectar la altura adulta. Por tanto, un historial preciso de medicamentos previos es importante en el diagnóstico. El tratamiento
del trastorno subyacente (p. ej., microadenomectomía transesfenoidal para enfermedad de Cushing) restaurará la tasa de crecimiento a la normalidad (el crecimiento de recuperación puede ocurrir inicialmente) si la fusión epifisaria no se ha producido, pero la
altura adulta depende de la duración del periodo de supresión del
crecimiento.
5. PSEUDOHIPOPARATIROIDISMO
El pseudohipoparatiroidismo tipo 1A (OMIM #103580) es un raro
trastorno que consiste en un fenotipo característico y signos bioquímicos de hipoparatiroidismo (bajo nivel de calcio sérico y alto
fosfato sérico) en su forma clásica. El fosfato se eleva en estados de
deficiencia de la hormona paratiroidea (PTH), en comparación con
la deficiencia de vitamina D donde los niveles de fosfato se reducen, mientras que la PTH es elevada. Los niveles circulantes de
PTH son elevados en el pseudohipoparatiroidismo, pero los tejidos
de la hipófisis no responden a la administración exógena de PTH.
Los niños con pseudohipoparatiroidismo clásico son cortos y con
sobrepeso, con características de facies redondas y cuarto y quinto
metacarpianos cortos. Esta constelación de hallazgos físicos se llama osteodistrofia hereditaria de Albright, que puede ser expresada
por separado de los trastornos bioquímicos (véase más adelante).
La demora en el desarrollo es común. La condición se debe a
pérdida heterocigótica de función de mutación en la subunidad de
proteínas transductora alfa del Gs (gen GNAS1). Cuando se imprime paternalmente, esto da como resultado un defecto en la proteína G que une los receptores de PTH a la adenililciclasa debido a la
herencia del alelo materno defectuoso. Por tanto, los pacientes con
pseudohipoparatiroidismo tipo 1A tienen un aumento franco del
cAMP urinario en respuesta a la administración de PTH. Sorprendentemente, se produce un defecto en la misma proteína reguladora del sistema afectado en el síndrome de McCune-Albright, que
resulta en eventos de hiperactividad endocrina (véanse capítulos 1
y 8). Una variante más rara de este trastorno (pseudohipoparatiroidismo tipo 1B; OMIM #603233) parece deberse a mutaciones en
regiones no codificantes del gen GNAS1. El tratamiento con altas
dosis de vitamina D o 1,25-dihidroxivitamina D (calcitriol) y calcio
exógeno, así como los agentes que se unen al fosfato (si es necesario) ayudarán a corregir los defectos bioquímicos y controlar las
convulsiones hipocalcémicas en pacientes con pseudohipoparatiroidismo.
Dos primos notables son reportados con pseudohipoparatiroidismo y la maduración prematura de las células de Leydig, ambos
debidos a anormalidades en la misma proteína G. La proteína defectuosa mostró estar inactiva a la temperatura corporal normal, lo
que da lugar a defectos de la actividad de PTH a nivel de riñón y
hueso. Sin embargo, fue hiperactiva a las temperaturas más frías en
169
el escroto, lo que lleva a activación independiente del ligando de la
función de la célula de Leydig.
Niños con el fenotipo de osteodistrofia hereditaria de Albright,
pero con niveles circulantes normales de calcio, fosfato y la PTH
tienen pseudopseudohipoparatiroidismo (OMIM #612463). Ellos
no requieren terapia de calcio o vitamina D (véase el capítulo 8).
6. TRASTORNOS DEL METABOLISMO
DE LA VITAMINA D
La estatura baja y el crecimiento deficiente son características obvias del raquitismo en sus formas más sutiles. La causa puede ser la
deficiencia de vitamina D debido a la ingesta oral inadecuada, malabsorción de grasa, exposición a la luz solar inadecuada, terapia
anticonvulsiva y/o enfermedad renal o hepática. Los hallazgos clásicos de raquitismo deficiente en vitamina D incluyen arqueamiento de las piernas, deformidades en el pecho (rosario raquítico) y
característicos hallazgos radiográficos de las extremidades asociados con disminución de los niveles séricos de calcio y fosfato y elevados niveles de fosfatasa alcalina en el suero. Hay dos formas de
raquitismo hereditario dependiente de vitamina de D. Autosómica
recesiva tipo 1 raquitismo hipofosfatémico (OMIM #241520) implica una deficiencia de vitamina D renal 25 OH de 1-hidroxilasa, y la
tipo 2 (OMIM #613312) que implica una ausencia o receptor defectuoso de vitamina D. Sin embargo, el tipo más común de raquitismo en Estados Unidos es el raquitismo hipofosfatémico ligado a X
(OMIM #307800), un trastorno genético dominante que afecta la
reabsorción renal de fosfato. Se asocia con baja estatura, inclinación grave y progresiva de las piernas (pero no cambios en las muñecas o tórax), calcio sérico normal o ligeramente elevado, fosfato
sérico muy bajo y pérdida de fosfato urinario. La baja estatura es
relacionada con el raquitismo en otros trastornos renales asociados
con pérdida de fosfato renal. Los ejemplos incluyen el síndrome de
Fanconi (incluidos cistinosis y otros errores congénitos del metabolismo) y RTA.
Cuando el tratamiento es efectivo en estos trastornos (p. ej., vitamina D para la deficiencia de vitamina D o la terapia alcalina
para los tipos apropiados de RTA), las tasas de crecimiento mejorarán. El reemplazo de vitamina D y el fosfato es una terapia apropiada para el raquitismo resistente a la vitamina D. Eso mejora la inclinación de las piernas y conduce a un crecimiento mejorado,
aunque existe un riesgo de nefrocalcinosis con tratamiento de vitamina D. Esto requiere exámenes anuales de ultrasonido renal
cuando los pacientes están recibiendo terapia con vitamina D.
En el síndrome de Williams-Bureun de facies de duende, estenosis aórtica supravalvular y retraso mental con personalidad gregaria los pacientes tienen SGA y la altura muy reducida en la infancia
y en la etapa de adultos; este trastorno puede incluir hipercalcemia
infantil, pero no fue considerado a largo plazo un trastorno del
metabolismo de la vitamina D porque ocurre un defecto genético
en el gen elastina en 7q11.23 en la mayoría de los pacientes afectados (#194050).
7. DIABETES MELLITUS
El crecimiento en la diabetes mellitus tipo 1 depende de la eficacia
de la terapia. La diabetes mellitus bien controlada es compatible
con crecimiento normal, mientras que la diabetes mal controlada a
menudo causa lentitud del crecimiento. Agrandamiento del hígado
y del bazo escasamente controlado, en el niño pequeño y diabético,
170
CAPÍTULO 6
Crecimiento
se conoce como síndrome de Mauriac, rara vez visto ahora debido
a un mejor cuidado de la diabetes. Otro factor que puede disminuir
la tasa de crecimiento en niños con diabetes mellitus tipo 1 es la
mayor incidencia de tiroiditis de Hashimoto en esta población. Se
recomienda la detección anual de la función tiroidea, especialmente cuando el periodo peripuberal se acerca. Las concentraciones de
GH son más altas en niños con diabetes, y este factor puede desempeñar un papel en el desarrollo de complicaciones diabéticas.
Concentraciones de IGF-I tienden a ser normales o bajas, dependiendo del control de la glucosa, pero a juzgar por la elevación de
GH notada anteriormente, la estimulación de IGF-I por la producción de GH parece estar parcialmente bloqueada en estos niños. La
enfermedad celiaca puede ocurrir en 10% de los niños con diabetes
tipo 1 y puede conducir a la falla del crecimiento.
8. DIABETES INSÍPIDA
La poliuria y polidipsia originadas por vasopresina inadecuada
(diabetes insípida central o neurogénica) o la incapacidad del riñón
para responder a la vasopresina (diabetes insípida nefrogénica) lleva a poca ingesta calórica y disminución del crecimiento. Con el
tratamiento apropiado (véase capítulo 5), la tasa de crecimiento
debería volver a la normalidad. La diabetes insípida neurogénica o
central adquirida puede indicar el desarrollo de un tumor hipotalámico hipofisario y la falla del crecimiento puede deberse a una deficiencia asociada de GH.
DIAGNÓSTICO DE ESTATURA BAJA
(TABLAS 6-3, 6-4, Y 6-5)
Evaluación de baja estatura
Una decisión inicial debe determinar si un niño es patológicamente corto o simplemente angustiado porque la altura no es tan cercana al percentil 50 según lo deseado por el paciente o los padres. La
realización de pruebas innecesarias es costosa y puede ser una
fuente de preocupación a largo plazo para los padres, una preocupación que podría ser evitada por la seguridad adecuada. Alternativamente, la falta de un diagnóstico de crecimiento patológico
deficiente puede causar que el paciente pierda centímetros de altura final o permitir la progresión de una enfermedad grave.
TABLA 6-3 Diagnóstico básico de baja estatura
Historial médico
Peso al nacer y edad gestacional
Abuso de sustancias prenatales
Trauma al nacimiento o complicaciones
Altura familiar
Edad de la pubertad o menarquia en la familia
Historia familiar de síntomas de enfermedades crónicas
Historia dietética
Examen físico
Altura medida y graficada
Peso medido y trazado e BMI
Signos de síndromes
Defectos en la línea media
Examen neurológico
Hallazgos de enfermedades crónicas
TABLA 6-4 Evaluación de laboratorio de corta estatura
Test
Justificación
CBC
Anemia: nutricional, enfermedad crónica, malignidad
Leucocitosis: inflamación, infección
Leucopenia: síndromes de falla
de la médula ósea
Trombocitopenia: malignidad,
infección
ESR, CRP
Inflamación de infección, enfermedades inflamatorias, malignidad
Panel de química (electrolitos,
enzimas hepáticas, BUN)
Signos de hígado agudo o crónico, disfunción suprarrenal
renal; hidratación y estado
ácido-base
Caroteno, folato, anticuerpo
transglutaminasa tisular, o
panel de reflejo celiaco
Evaluar malabsorción; detectar
enfermedad celiaca
Análisis de orina
Signos de disfunción renal, hidratación; acidosis tubular
renal
Cariotipo, análisis de gen
candidato, análisis SNP
usando microensayo en
chips de DNA, ensayo-comparativo hibridación (ensayo-CGH) u otras técnicas
genómicas
Evaluar por síndromes genéticos
Imagen de resonancia magnética craneal
Evalúa tumores hipotalamohipofisarios (craneofaringioma,
glioma, germinoma) o defectos congénitos en la línea
media
Edad ósea
Determine la maduración fisiológica, y evalúe el potencial
de altura
IGF-I, IGF BP3
Refleja el estado de la hormona
del crecimiento o nutrición
Tiroxina libre y TSH
Detecta hipotiroidismo
Prolactina
Elevada en disfunción hipotalámica o destrucción, suprimida en enfermedad hipofisaria
Abreviaturas: BUN (blood urea nitrogen): nitrógeno ureico en sangre; CBC
(complete blood count): conteo sanguíneo completo; CRP (C-reactive protein):
proteína C-reactiva; ESR (erythrocyte sedimentation rate): velocidad de sedimentación de eritrocitos; IGF (insulin like growth factor-binding protein 3): unión
al factor de crecimiento similar a la insulina proteína 3; TSH (thyroid-stimulating
hormone): hormona estimulante de la tiroides.
Si la estatura, la tasa de crecimiento o la altura de un paciente
se ajustaron para la altura media parentales y está suficientemente
disminuida para garantizar la evaluación, el enfoque ordenado del
diagnóstico eliminará las innecesarias pruebas de laboratorio. El
historial médico proporcionará información invaluable sobre el
curso intrauterino y la exposición a toxinas y la posibilidad de trauma al nacer, así como una indicación de otras enfermedades agu-
Diagnóstico de estatura baja
TABLA 6-5 Prueba de la hormona del crecimiento
La prueba de la hormona del crecimiento es la última y sólo se
realiza si no se encuentra otra para el diagnóstico
¡Nunca obtenga suero basal de la GH a menos que sospeche
gigantismo!
Pruebas estimuladas:
L-Dopa
Clonidina
Arginina
Glucagón
Hipoglicemia inducida por insulina (muy peligrosa)
GHRH
Péptidos liberadores de hormona del crecimiento (GRP)
das o crónicas e ingesta dietética. Peso al nacer y edad gestacional
determinan si el niño es SGA o AGA. La evaluación para las deficiencias dietéticas y para los síntomas de cualquier enfermedad
crónica es importante ya que casi cualquier enfermedad sistémica
o nutricional puede comprometer la tasa de crecimiento (véase la
tabla 6-1). La revisión de las tablas de crecimiento del pasado es
importante, pero en esta era moderna, los niños a menudo cambian de doctores con frecuencia, y estos datos pueden no estar disponibles. Preguntar si el niño ha cambiado el tamaño de la ropa o
del calzado es útil a falta de otros datos que puedan permitir determinar la tasa de crecimiento. Las alturas de los padres y la edad de
la pubertad de los padres se registran, aunque generalmente sólo
una madre recordará la edad de la menarquia, mientras que el padre probablemente no recuerde cosas sobre su desarrollo puberal
(a menos que el padre continuara creciendo después de dejar la
escuela secundaria, lo que podría indicar una demora constitucional tardía en la pubertad). La altura de los hermanos y específicamente su percentil de altura y si entraron en la pubertad en el tiempo apropiado es importante. La presencia de una enfermedad
crónica en la familia también se nota en la historia. La evaluación
de factores psicosociales que afectan a la familia y la relación de los
padres y el niño puede llevarse a cabo durante el encuentro de toma de historia. A menudo, el diagnóstico se puede hacer en este
punto.
No hace falta decir que la medición precisa del crecimiento es
esencial. El examen físico requiere la determinación de altura como se describió anteriormente, y la comparación se lleva a cabo
con cualquiera de los datos previos disponibles. Medición del peso
y el cálculo del BMI se realizan para que ni la obesidad ni la desnutrición se omitan. Si las alturas pasadas no están disponibles, una
historia de falta de cambio en la ropa y el tamaño del calzado o la
falta de alargamiento de las faldas o los pantalones pueden reflejar
un crecimiento pobre. Preguntas sobre cómo la estatura del niño se
compara con la de sus compañeros y si la estatura del niño siempre
ha tenido la misma relación con la altura de los compañeros de
clase son útiles. Una de las características más importantes de la
evaluación del proceso es determinar la velocidad de altura y comparar la tasa de crecimiento del niño con la tasa de crecimiento
normal para la edad. Calcular la tasa ajustada a la altura de los padres y el estado nutricional determinado. El alcance del brazo, la
circunferencia de la cabeza y la relación US-LS son mesurados. El
examen físico está dirigido a descubrir signos de enfermedad crónica, condición del sistema nervioso central o un defecto en la línea
media del CNS que puede estar relacionado con la disfunción hipotalámica de la hipófisis. Se evalúan estigmas físicos de enfermedades sistémicas. El examen neurológico es esencial.
171
Alguna pista para un diagnóstico en la historia o el examen físico son perseguidos. Sin embargo, si no hay características históricas o físicas que conducen a una etiología, se realizan exámenes de
laboratorio (véase tabla 6-4). Se presenta una lista de enfermedades
crónicas que causan baja estatura en la tabla 6-1. Hemograma completo y examen de química sérica con mediciones de electrolitos
puede revelar anemia, anomalías de la enfermedad hepática o renal, intolerancia a la glucosa, acidosis, trastorno de calcio u otras
alteraciones electrolíticas. Se deben usar valores ajustados a la edad
(p. ej., los rangos normales de suero; los valores de fosfatasa alcalina y fósforo son más altos en niños que en adultos). Una tasa de
sedimentación elevada, caroteno sérico bajo, o una determinación
de anticuerpos antinucleares positiva, o de tejidos de transglutaminasa (si la determinación de IgA elimina primero posibilidad de
deficiencia de IgA que proporciona una prueba falso negativo) puede indicar enfermedad del tejido conectivo, enfermedad de Crohn,
enfermedad celiaca, o síndrome de malabsorción. La TSH sérica y
la T4 libre son importantes para excluir la enfermedad tiroidea existente. Análisis de orina está hecho, con atención a la gravedad específica (para descartar diabetes insípida) y la capacidad de acidificar la orina (para evaluar posible RTA). La evaluación de la edad del
esqueleto no sólo proporciona un diagnóstico; sin embargo, si el
estudio muestra una edad ósea retrasada, la posibilidad de retraso
constitucional en el crecimiento, hipotiroidismo o deficiencia de
GH debe ser considerada. Las pruebas utilizadas para el diagnóstico de la deficiencia de GH se detallan anteriormente (véase tabla
6-5). Si el suero IGF-I es normal para la edad, la deficiencia clásica
de GH o desnutrición es poco probable; si el nivel sérico de IGF-I
es bajo, debe considerarse en relación con la edad ósea, estado nutricional y estado general de salud antes de la interpretación de
esos valores. Dado que los valores de IGF-I son bajos por debajo
de los 2 o 3 años de edad, la medición simultánea de IGFBP-3 es útil
en infantes. Si uno o ambos IGF-I y IGFBP-3 son bajos, el diagnóstico puede ser deficiencia de GH si se descarta una nutrición deficiente. Si se encuentra una deficiencia o deterioro de la GH o si hay
otro defecto hipotalámico y de la hipofisaria, una MRI está indicada
con gran atención al área hipotalámico hipófisis para descartar un
defecto congénito o neoplasia en el área. La apariencia de una localización ectópica de la hipófisis posterior en la MRI es relativamente frecuente en la deficiencia congénita de GH, ya que es una disminución del volumen de la hipófisis o interrupción aparente del
tallo hipofisario. La gonadotropina del suero y las determinaciones
de esteroides sexuales se realizan en análisis pediátricos si la pubertad está retrasada (véase capítulo 15). La prolactina en el suero puede estar elevada en presencia de un trastorno del hipotálamo.
La enfermedad celiaca es bastante común como causa de enfermedades de aflicción gastrointestinal y/o baja estatura. Las mediciones de los niveles de anticuerpos tisulares y séricos de IgA y
transglutaminasa están indicadas en la evaluación de estos trastornos del crecimiento. Un cariotipo se obtiene en cualquier chica pequeña sin otro diagnóstico para descartar que el síndrome de Turner, especialmente si la pubertad se retrasa o las gonadotropinas
están elevadas. Si se diagnostica el síndrome de Turner la evaluación de la función tiroidea y la determinación de anticuerpos tiroideos también son importantes.
Cortisol libre urinario elevado (normal: <60 μg/m2/24 h [<18.7
μmol/m2/24 h]), cortisol salival elevado en la noche, o la prueba
anormal de supresión con dexametasona significa síndrome de
Cushing.
Si no hay un diagnóstico aparente después que todo lo anterior
ha sido considerado y evaluado, procedimientos más detallados,
172
CAPÍTULO 6
Crecimiento
como pruebas provocativas para la deficiencia de GH, están indicados. Debe enfatizarse que una evaluación larga y costosa no es
apropiada hasta que la evaluación de los factores psicológicos o
nutricionales sea llevada a cabo. Igualmente, si un niño con apariencia saludable presenta una estatura baja en el límite, una tasa
de crecimiento normal y corta estatura familiar, un periodo de observación puede ser más apropiado que las pruebas de laboratorio.
[el síndrome de Sotos (OMIM #117550)] es causado por una mutación en el gen de la proteína del dominio SET 1 (NSD1) que se une al
receptor nuclear y no está asociado con exceso de GH. La actividad
mental generalmente está alterada. La tasa de crecimiento disminuye a la normalidad en la infancia posterior, pero la estatura permanece alta.
Síndrome de Marfan
ESTATURA ALTA DEBIDA A CAUSAS
NO ENDOCRINAS
1. ESTATURA ALTA CONSTITUCIONAL
Un sujeto que ha sido más alto que sus compañeros a través de la
mayoría de la infancia está creciendo a una velocidad dentro del
rango normal con una edad ósea moderadamente avanzada, y no
tiene signos de los trastornos enumerados más adelante, pueden
considerarse constitucionalmente avanzados. La altura final prevista generalmente estará en el rango normal de adultos para la
familia. La obesidad en un niño, a menudo saludable, por lo general conduce, especialmente en la presencia de una mutación del
receptor de melanocortina 4 (MC4R), a avance moderado de la
edad ósea, tasa de crecimiento ligeramente mayor, y alta estatura
en la infancia. La edad de la pubertad comenzará en el rango temprano normal y la estatura adulta se ajustará a la influencia genética. Por tanto, un niño obeso sin enfermedad endocrina debería ser
alto; la baja estatura y la obesidad son preocupantes.
2. ESTATURA ALTA FAMILIAR/
GENÉTICA
Los niños con padres excepcionalmente altos tienen una tendencia
genética a alcanzar una altura por encima del rango normal. El niño
será alto para la edad y crecerá a una velocidad normal a alta normal. La edad del hueso estará cerca de la edad cronológica, lo que
lleva a una predicción de altura alta. Desde el punto de vista emocional, los niños estarán preocupados por ser demasiado altos como
los adultos. Estas preocupaciones son más comunes en las niñas y a
menudo serán de mayor preocupación por los padres que por el paciente. La altura adulta fue limitada en el pasado al promover el
cierre epifisario temprano con estrógenos en niñas o testosterona
en niños, pero tal terapia ya no se considera apropiada. La terapia
de testosterona disminuye los niveles de colesterol HDL. El acné
fulminante puede ser causado por la terapia de testosterona y la
progresión puede ocurrir, incluso después de que la terapia ha sido
retirada. El estrógeno conlleva el riesgo teórico de trombosis, quistes ováricos y galactorrea e informes recientes señalan disminución
de la fertilidad. La terapia con altas dosis de estrógenos se estima
disminuirá la altura final predicha como 4.5 a 7 cm, pero sólo si
comenzó de 3 a 4 años antes de la fusión epifisaria. Tal terapia que
limita la altura es extremadamente rara en la era actual, aunque recientemente, los agonistas de la somatostatina de acción prolongada se han utilizado en un intento de limitar la altura en sujetos seleccionados. La consejería y la seguridad son más apropiadas.
El síndrome de Marfan (OMIM #154700) es una anormalidad autosómica dominante del tejido conectivo que exhibe penetrancia variable. El trastorno se debe a la mutación del gen de fibrilina 1 localizado en 15q21.1. Esta condición puede ser diagnosticada por
manifestaciones físicas características de estatura alta, dedos largos
y delgados (aracnodactilia), hiperextensión de las articulaciones y
subluxación superior de la lente. Se pueden observar pectus excavatum y escoliosis. Además, regurgitación aórtica o mitral o dilatación de la raíz aórtica, y la disección aórtica o la ruptura pueden
ocurrir en última instancia. En pacientes con este síndrome, el alcance del brazo excede la altura, y la relación US-LS es bastante
baja debido a las piernas largas. Están indicados ultrasonido de raíz
aórtica y exámenes oftalmológicos con lámpara de hendidura.
Homocistinuria
Los pacientes con homocistinuria (OMIM #236200) tienen una deficiencia recesiva autosómica de cistationina betasintasa (locus genético 21q22.3) y fenotipos similares a los de pacientes con síndrome de Marfan. Las características adicionales de la homocistinuria
incluyen desarrollo de retraso mental, aumento de la incidencia de
convulsiones, osteoporosis, dislocación inferior de la lente y aumento de la excreción urinaria de homocistina con aumento de
homocistina y metionina en plasma, pero baja cistina plasmática.
Los fenómenos tromboembólicos pueden precipitar una complicación fatal. Esta enfermedad se trata restringiendo la metionina de
la dieta y, en pacientes receptivos, administración de piridoxina.
Síndrome de Beckwith-Wiedemann
Pacientes con síndrome de Beckwith-Wiedemann (OMIM #130650)
demuestran macrosomía (peso al nacer mayor al percentil 90) en el
88% de los casos, aumento del crecimiento posnatal, onfalocele en
el 80%, macroglosia en el 97% e hipoglicemia debido al hiperinsulinismo de hiperplasia pancreática en el 63%. Otras características
informadas incluyen citomegalia adrenocortical fetal y riñones
grandes con displasia medular. La mayoría de los pacientes ocurre
en un patrón esporádico debido a una mutación a 11p15.5, pero el
análisis de algunos pedigríes sugiere la posibilidad de patrones familiares. En esta enfermedad existe un riesgo de tumor de Wilms,
hepatoblastoma, carcinoma suprarrenal y gonadoblastoma.
Síndrome XYY
Pacientes con un cromosoma Y adicional (47,XYY) o más (48,XYYY)
alcanzan alturas mayores que el promedio de los adultos. Ellos tienen longitudes normales al nacimiento, pero mayores tasas de crecimiento que las normales. Exceso de la secreción de GH no ha sido documentada (véase capítulo 14).
3. SÍNDROMES DE LA ESTATURA ALTA
Gigantismo cerebral
El síndrome esporádico de crecimiento rápido en la infancia, frente
prominente, arco del paladar alto, mentón afilado e hipertelorismo
Síndrome de Klinefelter
Los pacientes con síndrome de Klinefelter (véanse los capítulos 12
y 14) tienden hacia la estatura alta, pero ésta no es una característica constante.
Referencias
ALTA ESTATURA DEBIDA A TRASTORNOS
ENDOCRINOS
1. GIGANTISMO HIPOFISARIO
El gigantismo hipofisario es causado por un exceso de secreción de
GH antes de la edad de fusión epifisaria. El aumento de la secreción de GH puede deberse a tumores secretores de somatotrofo o
activación constitutiva de la secreción de GH como se encuentra a
veces en el síndrome de McCune-Albright. Alternativamente, puede resultar del exceso de secreción de GHRH. Los pacientes, además de crecer de forma excesivamente rápida, tienen características gruesas, manos y pies grandes con dedos gruesos y a menudo
mandíbulas prominentes y grandes.
Aunque esta condición es bastante rara, los hallazgos parecen
ser similares a los observados en la acromegalia diagnosticada con
más frecuencia (que ocurre con el exceso de GH después de la fusión epifisaria). Así, la intolerancia a la glucosa o diabetes mellitus
franca, hipogonadismo y la tiromegalia están previstos. El tratamiento se logra mediante cirugía (el abordaje transesfenoidal se
usa si el tumor es suficientemente pequeño), radioterapia o terapia
médica con un análogo de la somatostatina.
2. PRECOCIDAD SEXUAL
El comienzo temprano de la secreción de estrógenos o andrógenos
conduce a anormalidades en el aumento de la velocidad de altura.
Debido a que la edad ósea está avanzada, hay una paradoja del niño alto que, debido a un cierre temprano epifisario, es corto como
en un adulto. Las condiciones incluyen completa e incompleta precocidad sexual (incluida la hiperplasia suprarrenal congénita virilizante) (véase el capítulo 14).
3. TIROTOXICOSIS
Exceso de hormona tiroidea, debido a la sobreproducción endógena o sobretratamiento con tiroxina exógena, conduce a un aumento del crecimiento, edad ósea avanzada y, si ocurre en la vida temprana, craneosinostosis. Si la enfermedad no se trata, la altura del
adulto será reducida debido al cierre epifisario temprano.
4. LACTANTES DE MADRES DIABÉTICAS
El peso al nacer y el tamaño en bebés de madres diabéticas son
bastante altos usualmente, aunque madres gravemente afectadas,
mal controladas con diabetes tipo 1 pueden tener bebés con IUGR
debido a insuficiencia vascular en la placenta. La hipoglicemia grave y la hipocalcemia son evidentes en los bebés afectados poco después del nacimiento. La apariencia y el tamaño de esos bebés son
tan llamativos que las mujeres han sido diagnosticadas con diabetes gestacional como resultado de dar a luz a grandes niños afectados. A los 10 años de edad, bebés de madres diabéticas deben tener
una mayor prevalencia de obesidad y resistencia a la insulina y todas las comorbilidades propias de esta enfermedad.
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C A P Í T U L O
La glándula tiroides
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7
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(Recombinant human TSH), TSH humana recombinante
rT3
(Reverse triiodothyronine), Triyodotironina reversa
(Fine-needle aspiration biopsy), Biopsia de aspiración con aguja fina
RTH
(Resistance to thyroid hormones), Resistencia
a la hormona tiroidea
FSH
(Follicle-stimulating hormone), Hormona foliculoestimulante
RXR
(Retinoid X receptor), Receptor retinoide X
GRTH
(Generalized resistance to thyroid hormone),
Resistencia generalizada a la hormona tiroidea
SMRT
(Silencing mediator for retinoic and thyroid
hormone receptors), Mediador silenciador para los receptores de ácido retinoico y hormona tiroidea
hCG
(Human chorionic gonadotropin), Gonadotropina coriónica humana
T4
(Thyroxine), Tiroxina
LH
(Luteinizing hormone), Hormona luteinizante
T3
(Triiodothyronine), Triyodotironina
MCT
(Monocarboxylate transporter), Transportador
de monocarboxilato
TBG
(Thyroxine-binding globulin), Globulina enlazada a tiroxina
TBPA
MIT
(Monoiodotyrosine), Monoyodotiroxina
NADPH
(Nicotinamide adenine dinucleotide phosphate), Nicotinamida adenina dinucleótido fosfato
(Transthyretin or thyroxine-binding prealbumin), Transtiretina o prealbúmina fijadora de la
tiroxina
TG
(Thyroglobulin), Tiroglobulina
NCoR
(Nuclear receptor corepressor), Correpresor
de receptor nuclear
TPO
(Thyroid peroxidase), Peroxidasa tiroidea
TR
NIS
(Sodium-iodide symporter), Simportador de
yoduro de sodio
(Thyroid hormone receptor), Receptor de la
hormona tiroidea
TRH
OATP1C1
(Organic anion transporting polypeptide), Polipéptido transportador de aniones orgánicos
(Thyrotropin-releasing hormone), Hormona liberadora de tirotropina
TSH
PTU
(Propylthiouracil), Propiltiouracilo
(Thyroid-stimulating hormone [thyrotropin]),
Hormona estimulante de la tiroides (tirotropina)
RAIU
(Radioactive iodine uptake), Consumo de yodo radiactivo
WHO
(World Health Organization), OMS Organización Mundial de la Salud
Ab
(Antibody), Anticuerpo
ClO4–
(Perchlorate ion), Ion de perclorato
DIT
(Diiodotyrosine), Diyodotiroxina
FNAB
La glándula tiroides es el órgano más grande del cuerpo especializado en la producción de hormonas endocrinas. Su función es secretar una cantidad apropiada de las hormonas tiroideas, principalmente 3,5,3′,5′-l-tetrayodotironina (tiroxina, T4), y una cantidad
menor de 3,5,3′-l-triyodotironina (T3), que se debe principalmente
a la posterior desyodación extratiroidea de T4. En los tejidos blanco, T3 interactúa con los receptores nucleares T3 que, a su vez, se
unen a secuencias de nucleótidos especiales en las regiones promotoras de genes que están regulados positiva o negativamente por la
hormona tiroidea. Las hormonas tiroideas promueven el crecimiento normal del feto y la niñez y el desarrollo del sistema nervioso central; regulan la frecuencia cardiaca y la contracción y relajación del miocardio; afectan la motilidad gastrointestinal y el
aclaramiento de agua renal, y modulan el gasto de energía, la generación de calor, el peso y el metabolismo lipídico del cuerpo. Además, la tiroides contiene células parafoliculares o C que producen
calcitonina, un polipéptido de 32 aminoácidos que inhibe la resorción ósea, pero que aparentemente no tiene un papel fisiológico en
176
CAPÍTULO 7
La glándula tiroides
Hueso hioides
Músculo omohioideo
Cartílago tiroides
Músculo esternohioideo
Lóbulo piramidal
Músculo cricotiroideo
Músculo esternocleidomastoideo
Glándula tiroides
Tráquea
Músculo esternotiroideo
FIGURA 7-1
Anatomía macroscópica de la glándula tiroides humana (vista anterior).
los humanos. Sin embargo, la calcitonina es clínicamente importante como un marcador tumoral producido por cánceres de tiroides medulares que surgen de estas células (véase capítulo 8).
EMBRIOLOGÍA, ANATOMÍA
E HISTOLOGÍA
La glándula tiroides se origina en el embrión como una invaginación mesodérmica en el piso faríngeo en el foramen ciego, desde
que desciende por delante de la tráquea y se bifurca, formando dos
lóbulos laterales, cada uno de aproximadamente 4 cm de largo,
2 cm de ancho y 1 cm de espesor en la edad adulta. El tejido tiroideo
ectópico puede estar presente en cualquier lugar a lo largo o más
allá de este conducto tirogloso, desde la base de la lengua (tiroides
lingual) hasta el mediastino. El conducto tirogloso puede también
originar quistes en la línea media con epitelio escamoso, que puede
permanecer asintomático o infectarse o dar lugar a tumores tiroideos. El extremo caudal del conducto tirogloso forma el lóbulo piramidal de la tiroides, que puede volverse palpable en condiciones
que causen inflamación o estimulación tiroidea difusa (figura 7-1).
Debido a que la cápsula tiroidea posterior está unida a la fascia
pretraqueal, la glándula normalmente sube y baja con la deglución,
lo que facilita su inspección y palpación. Cuando la tiroides se
agranda, el crecimiento posterior y descendente del bocio puede
extenderse al mediastino superior (bocio subesternal), mientras
que la extensión hacia arriba de la glándula tiroides está limitada
por la unión del músculo esternotiroideo al cartílago tiroideo. La
glándula tiroides también tiene relaciones anatómicas clínicamente importantes con los nervios laríngeos recurrentes, que se encuentran detrás de la glándula, y con dos pares de glándulas paratiroides que generalmente se encuentran detrás de las porciones
superior y media de los lóbulos tiroideos. La tiroides también está
envuelta alrededor de la tráquea, y los márgenes posteriores de sus
lóbulos lindan con el esófago. Todas estas estructuras pueden comprimirse por agrandamiento de las glándulas, invadidas por tumo-
res malignos tiroideos, o lesionarse durante la cirugía de tiroides
(figura 7-2).
La glándula tiroides tiene un suministro abundante de sangre
(figura 7-3), que puede aumentar en el hipertiroidismo,1 lo que da
lugar a un sonido audible (soplo) o incluso a una vibración palpable
(emoción). Microscópicamente, los tirocitos forman esferas huecas
(folículos) que rodean un lumen central que contiene una agregación de tiroglobulina (TG) yodada (coloide) que representa las reservas de hormonas de la glándula (figura 7-4).
FISIOLOGÍA
ESTRUCTURA Y SÍNTESIS DE HORMONAS
TIROIDEAS
Las hormonas tiroideas son tironinas yodadas, que consisten en
dos extremos de tiroxina unidos por un enlace de éter (figura 7-5).
Las células foliculares de la glándula tiroides están especializadas
en su capacidad de sintetizar la gran proteína precursora hormonal
TG, concentrar el yoduro intracelularmente de la circulación y expresar un receptor que se une a la hormona estimulante de la tiroides (tirotropina, TSH), que promueve el crecimiento de los tirocitos y funciones biosintéticas.
METABOLISMO DEL YODO
El yodo2 es un componente estructural clave de las hormonas tiroideas. En consecuencia, es un micronutriente esencial que se con1
En este capítulo, el término “hipertiroidismo”, que estrictamente hablando se
refiere únicamente al exceso de hormona tiroidea debido a su sobreproducción
por la glándula, a veces se usa indistintamente con “tirotoxicosis”, que indica
todos los estados de exceso de hormona tiroidea.
2
En este capítulo, las palabras “yodo”, que se refiere al elemento sin carga, y
“yoduro”, en referencia a su forma de anión con carga negativa, se usan indistintamente.
Estructura y síntesis de hormonas tiroideas
177
Istmo de la glándula tiroides
Esófago
Lóbulo izquierdo
de la glándula tiroides
Arteria carótida común
Nervio vago
Vena yugular
interna
Tráquea
Nervio laríngeo
recurrente
Lóbulo derecho
de la glándula tiroides
Músculo largo del cuello
Fascia prevertebral
Glándula paratiroidea
FIGURA 7-2 Sección transversal del cuello en el nivel de T1, que muestra las relaciones tiroideas. (Reproducido con permiso de
Lindner HH. Clinical Anatomy. New York: McGraw-Hill Education; 1989).
sume en los alimentos o el agua como yoduro o yodato, los cuales
se convierten en yoduro en el estómago. La Organización Mundial
de la Salud (OMS) recomienda una ingesta dietética diaria de yodo de 150 μg para adultos, 200 μg para mujeres embarazadas y
lactantes, y 90 μg para niños. Debido a que la mayor parte del yoduro se excreta por los riñones, la excreción de yoduro urinario es
un excelente índice de ingesta dietética.
Durante milenios, el yodo se ha lixiviado del suelo en muchas
regiones montañosas e interiores del mundo. Por consiguiente, según la OMS, la deficiencia de yodo en la dieta, definida como una
ingesta diaria de yodo inferior a 100 μg/d, afecta a aproximadamente dos mil millones de personas, que es en aproximación un
tercio de la población mundial. Cuando la ingesta de yoduro es
inferior a 50 μg/d, una tiroides de tamaño normal no puede mantener una producción hormonal adecuada, con agrandamiento de
la glándula resultante (bocio) y, en última instancia, hipotiroidismo. Las consecuencias de la deficiencia endémica de yodo en la
dieta son especialmente devastadoras para el desarrollo del feto y
los niños, que requieren la hormona tiroidea para el desarrollo
neurológico normal y el crecimiento. En la dieta norteamericana,
Vena yugular interna
Vena tiroidea superior
Arteria tiroidea superior
Vena tiroidea media
Arteria tiroidea inferior
Arteria carótida común
Arteria y vena
subclavia
Nervio vago
Vena tiroidea inferior
Arteria ima de la tiroides
FIGURA 7-3
Arterias y venas relacionadas con la glándula tiroides. (Reproducido con permiso de Lindner HH. Clinical Anatomy.
New York: McGraw-Hill Education; 1989).
178
CAPÍTULO 7
La glándula tiroides
F
I
A
C
B
FIGURA 7-4
A. Tiroides de rata normal. Una sola capa de células epiteliales cuboidales rodea material PAS-positivo en el espacio
folicular (coloide). Las células más grandes y más claras que indican las flechas (I) son células C que producen calcitonina. Las células foliculares forman una capa epitelial que rodea el coloide (F). B. Tiroides de rata inactiva varias semanas después de la hipofisectomía. Los lúmenes foliculares son más grandes y las células foliculares son más planas. C. Tiroides de rata bajo estimulación intensiva
de TSH. El animal se alimentó con una dieta deficiente en yodo y se le inyectó propiltiouracilo durante varias semanas. Se observa poco coloide. Las células foliculares son altas y columnares. Varias mitosis (m) son visibles. (Reproducido con permiso de Greep RO, Weiss
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I
HO
CH2CH
COOH
NH2
3-Monoyodotirosina (MIT)
I
HO
CH2CH
COOH
NH2
I
3,5-diyodotirosina (DIT)
I
HO
I
O
CH2CH
I
I
3,5,3′,5′-Tetrayodotironina (tiroxina [T4])
I
HO
NH2
SÍNTESIS Y SECRECIÓN DE LA HORMONA
TIROIDES
I
O
CH2CH
I
3,5,3′-Triyodotironina (T3)
I
HO
COOH
COOH
NH2
I
O
CH2CH
COOH
NH2
I
3,3′,5′-Triyodotironina (inversa T3 [rT3])
FIGURA 7-5
el yodo se deriva principalmente de la sal yodada, los conservantes
de yodato en productos horneados, los productos lácteos que contienen trazas de agentes antibacterianos yodóforos utilizados en la
recolección de leche, colorante de alimentos y mariscos.
Los tirocitos expresan abundantemente el simportador de yoduro de sodio (Na-I– simportador; NIS), que abarca las membranas
basales de las células y transporta activamente el yoduro de la sangre. La glándula tiroides se concentra y usa sólo una fracción del
yoduro suministrado para la síntesis de hormonas, y el resto regresa al grupo de fluidos extracelulares. En consecuencia, la absorción
fraccional normal de yoduro, que puede cuantificarse con un trazador de yodo radiactivo, es de aproximadamente 10 a 30% después
de 24 horas. Debido a este mecanismo activo de concentración y la
posterior organización del yoduro intracelular, el conjunto intratiroideo de yodo, de 8 a 10 mg en forma de hormonas tiroideas almacenadas y tiroxinas yodadas, proporciona un tampón en caso de
deficiencia dietética temporal de yodo.
Estructura de las hormonas tiroideas y compuestos relacionados. (Reproducido con permiso de Murray RK,
Granner DK, Mayes PA, et al. Harper’s Biochemistry. 24a. ed.
New York: McGraw-Hil Education; 1996).
La síntesis de T4 y T3 por la glándula tiroides involucra seis pasos
principales: 1) transporte activo de yoduro a través de la membrana
basal hacia la célula tiroidea (atrapamiento); 2) oxidación de yoduro y yodación de residuos de tirosilo en TG (organificación); 3) unir
pares de moléculas de yodotirosina dentro de TG para formar las
yodotironinas T3 y T4 (acoplamiento); 4) pinocitosis y luego proteólisis de TG con liberación de yodotironinas y yodotirosinas libres a
la circulación; 5) desyodación de yodotirosinas dentro de la célula
tiroidea, con conservación y reutilización del yoduro liberado, y 6)
5′-desyodación intratiroidea de T4 a T3.
La síntesis de la hormona tiroidea requiere que NIS, TG y la
enzima tiroidea peroxidasa (TPO, thyroid peroxidase) estén presentes, funcionales y no inhibidas. Este proceso se resume en las figuras 7-6 y 7-7.
Síntesis y secreción de la hormona tiroides
CIO4–, SCN– bloquean
el transporte activo de I–
Na+
I–
Na+
K+
Suero
I–
TPO
Organización:
síntesis T3 + T4
y almacenamiento
en tiroglobulina
Coloide
Célula tiroidea
Membrana basal
(Na+/I– simportador)
subunidades, cada una contiene 5 496 aminoácidos. TG incluye
aproximadamente 140 residuos de tirosilo, pero sólo cuatro sitios de
tirosilo en cada molécula están orientados estéricamente para la
hormonogénesis efectiva. El contenido de yodo de TG puede variar
de 0.1 a 1% en peso. En TG que contiene 0.5% de yodo, por ejemplo,
hay aproximadamente tres moléculas de T4 y una molécula de T3.
El gen TG, que reside en el brazo largo del cromosoma 8, contiene aproximadamente 8 500 nucleótidos, que codifican el monómero de proteína de pretiroglobulina, que incluye la señal péptida
de 19 aminoácidos. La TSH regula la expresión del gen TG. Después, el mRNA de la TG se traduce en el retículo endoplasmático
rugoso (RER, rough endoplasmic reticulum), la proteína está glicosilada durante el transporte a través del aparato de Golgi (véase figura 7-7), donde los dímeros de TG se incorporan en las vesículas
exocíticas. Estas vesículas luego se fusionan con la membrana basal
apical de la célula, desde la cual se liberan en la luz folicular. Allí,
en el borde apical-coloide, los residuos de tiroxina en TG están
yodados.
Los medicamentos antitiroideos
bloquean la yodación de la tiroglobulina
Na+
I–
Na+
K+
179
Microvellosidades apicales
(Pendrin I–, Cl– transportador)
FIGURA 7-6 El transportador de yoduro en la célula tiroidea.
El círculo sólido rosado representa el simportador Na+/I– transportando activamente I– a la célula; el círculo azul sólido representa
Na+-K+ ATPasa que suministra el gradiente iónico que impulsa la
reacción. I– es transportado a través de la membrana apical por
pendrina. La síntesis hormonal tiene lugar en el coloide en la
membrana coloidal-apical, catalizada por la tiroperoxidasa (TPO).
Transporte de yoduros
Los yoduros (I–) son transportados a través de la membrana basal
de los tirocitos por el NIS. El NIS unido a la membrana, que deriva
su energía de una Na+-K+ ATPasa, permite a la glándula tiroides
humana mantener una concentración de yoduro libre, de 30 a 40
veces mayor que la del plasma. La acción de NIS es estimulada fisiológicamente por TSH y fisiopatológicamente por el anticuerpo
estimulante del receptor de TSH (Ab) de la enfermedad de Graves.
Tiroglobulina
La tiroglobulina es una gran molécula de glucoproteína (peso molecular [molecular weight, MW] 660 000 kD), compuesta de dos
Coloide
Yodación de tiroglobulina
Reabsorción de tiroglobulina
Oxidación
de yoduro
Incorporación
de galactosa
Lisosomas
Digestión
por enzimas
lisosómicas
T3, T4
Incorporación
de manosa
Síntesis
de proteínas
Síntesis
de enzimas
lisosómicas
Transportador
de yoduro
Aminoácidos
Yoduro
Luz capilar
T3
T4
FIGURA 7-7 Procesos de síntesis y yodación de tiroglobulina (izquierda) y su reabsorción y digestión (derecha). Estos eventos ocurren en la misma celda. (Reproducido con permiso de Junqueira LC, Carneiro J, Kelley R, et al. Basic Histology. 7a. ed. New York: McGraw-Hill Education; 1992).
180
CAPÍTULO 7
La glándula tiroides
La saliva, los tejidos gástricos y de mama también expresan NIS y
concentran yoduro a un menor grado que la tiroides, pero estos
otros tejidos no organifican o almacenan yoduro, y sus actividades
NIS no son estimuladas por TSH. Sin embargo, estos tejidos pueden concentrar suficiente yodo para ser visualizados en radiografías de yodo radiactivo e irradiados con altas dosis de 131I, causando
sialoadenitis y gastritis por radiación.
Grandes cantidades de yoduro suprimen la actividad de NIS y
la expresión del gen NIS, lo que representa mecanismos de autorregulación del yodo (véase más adelante). El ion perclorato (ClO4–)
compite con el yoduro por NIS; el perclorato se ha usado para tratar el hipertiroidismo y tiene el potencial de ser un inhibidor ambiental de la función tiroidea. NIS también puede concentrar pertecnetato (TcO4–) en células tiroideas, facilitando el uso del
radionúclido sodio pertecnetato (99mTcO4–) para la visualización de
la glándula tiroides y la cuantificación de su actividad de captura.
En el borde apical del tirocito, una segunda proteína transportadora de yoduro, pendrina, transporta yoduro a la interfaz membrana-coloide, donde se convierte en un sustrato para la hormonogénesis tiroidea (véanse figuras 7-6 y 7-7). Las mutaciones en el gen
pendrin (PDS o SLC26A4) que deterioran su función, causan un
síndrome de pérdida de bocio y pérdida de audición en la infancia
o la niñez temprana (síndrome de Pendred).
vos de la TPO. Su capacidad resultante para bloquear la síntesis de
la hormona tiroidea (figura 7-9) los hace útiles en el tratamiento del
hipertiroidismo.
Proteólisis de tiroglobulina y secreción
de hormona tiroidea
Los procesos de proteólisis y secreción de TG en la hormonogénesis tiroidea se ilustran en la figura 7-7. En la membrana apical de los
tirocitos, el coloide se ve envuelto en vesículas por pinocitosis y es
I
CH2
Tg
HO
CH2
CH
CO NH
NH2
1. TPO + H2O2
I
NH CO
CH
CH2
Tg
O
COOH
I
O
I
I
CH2
CH
CO NH
NH2
2. NO ENZIMÁTICO
I
NH CO
C H
CH2
Tg
O
COOH
Quinol éter
intermedio
I
O
I
I
CH2
CH
CO NH
NH2
3. REORDENAMIENTO
Acoplamiento de residuos de yodotirosilo
en tiroglobulina
El acoplamiento de residuos de yodotirosilo en TG también está
catalizado por TPO. Se cree que esto es un proceso intramolecular
que implica la oxidación de dos residuos de yodotirosilo puestos en
proximidad por las estructuras terciaria y cuaternaria de TG, su
vinculación como un intermediario del éter de quinol, y la división
del mismo para formar una yodotironina (figura 7-8). Dentro de la
molécula de TG, dos moléculas de diyodotirosina (DIT, diiodotyrosine) se unen para formar T4, y las moléculas de monoyodotirosina
(MIT, monoiodotyrosine) y DIT se juntan para formar T3. Los medicamentos de tiocarbamida, que incluyen metimazol, carbimazol y
propiltiouracilo (PTU, propylthiouracil), son inhibidores competiti-
I
I
Yodación de tiroglobulina
Dentro de la célula tiroidea, en la interfaz apical-coloide, el yoduro
es rápidamente oxidado por peróxido de hidrógeno producido localmente en una reacción catalizada por TPO; el intermedio de
yoduro activo resultante está unido a residuos de tirosilo en TG. El
peróxido de hidrógeno requerido es probablemente generado por
una nicotinamida adenina dinucleótido fosfato (NADPH) oxidasa
en presencia de cationes de calcio, un proceso que también es estimulado por la TSH.
COOH
HO
I
Peroxidasa tiroidea
La TPO, una glucoproteína unida a la membrana (MW 102 kD) que
contiene un resto hemo, cataliza la oxidación de yoduro y el enlace
covalente de yodo a los residuos de tiroxina de TG. La expresión
del gen TPO es estimulada por TSH. Después de sintetizar TPO en
el RER, se inserta en las membranas cisternas del RER, desde donde se transfiere a la superficie apical de la célula a través de elementos de Golgi y vesículas exocíticas. Aquí, en la interfaz célula coloide, la TPO facilita la yodación y el acoplamiento de los residuos de
tiroxina dentro de TG.
NH CO
CH
I
Tg
HO
NH CO
C
Dehidroalanina
CH2
I
O
I
T4
I
COOH
CH2
CH
CO NH
NH2
FIGURA 7-8 Esquema de acoplamiento hipotético para la
formación intramolecular de T4 dentro de la molécula de tiroglobulina. El principal sitio hormonogénico en el residuo de tirosilo 5
está indicado. (Reproducido con permiso de Braverman LE, Utiger RD. Werner and Ingbar’s The Thyroid. 7a. ed. Philadelfia: Lippincott Williams & Wilkin; 1996).
Anomalías en la síntesis y liberación de hormonas tiroideas
H
N
H
S
CH3CH2CH2
NH
N
S
NH
O
CH3
S
NH
N
S
N COOC2H5
O
Tiouracilo
FIGURA 7-9
CH3
N
181
Propiltiouracilo
Metimazol
Carbimazol
Inhibidores de la tiocarbamida de la organización del yoduro tiroideo.
absorbido por la célula. Los lisosomas que contienen enzimas proteolíticas se fusionan con la vesícula coloide. Esto libera T4 y T3, así
como yodotirosinas inactivas, péptidos y aminoácidos individuales. Las hormonas tiroideas biológicamente activas T4 y T3 entran a
la circulación; DIT y MIT son desyodadas y su yoduro se conserva.
La secreción de la hormona tiroidea es estimulada por la TSH e
inhibida por el exceso de yoduro (véase más adelante) y el litio. Las
TG intactas también se liberan normalmente de la célula tiroidea y
circulan en la sangre. La concentración sérica de TG está marcadamente aumentada en una serie de condiciones tiroideas, que incluyen tiroiditis, bocio nodular y enfermedad de Graves. Debido a que
la TG también se sintetiza en la mayoría de los tumores malignos
que surgen del epitelio tiroideo, como el cáncer de tiroides papilar
y folicular, es un marcador tumoral circulante útil.
de hormonas, y sólo una pequeña cantidad normalmente se escapa de la glándula tiroides (figura 7-10).
La 5′-deiodinasa que convierte T4 a T3 en tejidos periféricos
también se encuentra en la glándula tiroides. Cuando hay deficiencia de yoduro y en diversos estados hipertiroideos, la actividad de
esta enzima aumenta la cantidad de T3 secretada por la glándula, lo
que aumenta la eficiencia metabólica de la síntesis de hormonas.
Desyodación intratiroidea
Una dieta con muy bajo yodo y defectos hereditarios en los genes
que codifican las proteínas requeridas para la biosíntesis de la hormona tiroidea (dishormonogénesis) pueden dar como resultado
una producción hormonal insuficiente. En respuesta al contenido
de yodo intratiroideo limitado o la producción de hormonas, la
glándula aumenta las proporciones de MIT a DIT dentro de TG, así
como la proporción de T3 secretada con respecto a T4. El eje hipo-
Las MIT y DIT formadas durante la síntesis de la hormona tiroidea
son desyodadas por deiodinasa intratiroidea, una flavoproteína dependiente de NADPH encontrada en las mitocondrias y microsomas que actúa sobre las yodotirosinas MIT y DIT, pero no sobre T3
y T4. La mayor parte del yoduro liberado se reutiliza para la síntesis
ANOMALÍAS EN LA SÍNTESIS Y LIBERACIÓN
DE HORMONAS TIROIDEAS
Deficiencia de yodo en la dieta y defectos
hereditarios
500 μg I
Grupo yodado
(ECF)
(150 μg I)
115 μg I
500 μg I
60 μg I
40 μg I
Tracto
GI
Tejidos
(hígado, músculo, etc.)
Grupo tiroideo
(8 000 μg I)
15 μg I
(bilis)
75 μg I
(T4 + T3)
75 μg I
(T4 + T3)
Grupo
de hormonas
(T3 + T4)
(600 μg I)
485 μg I
(Orina)
15 μg I
(Heces)
FIGURA 7-10 Metabolismo del yodo. Los valores indicados son representativos de los que se pueden encontrar en un sujeto saludable que ingiere 500 μg de yodo por día. La ingesta de yodo real varía considerablemente entre las diferentes personas.
182
CAPÍTULO 7
La glándula tiroides
talámico-pituitario-tiroideo también responde a la deficiencia de
hormona tiroidea al aumentar la secreción de TSH. En consecuencia, las personas afectadas suelen presentar agrandamiento de la
glándula tiroides (bocio), que puede ser suficiente para compensar
la producción ineficiente de hormona tiroidea; pero si no, desarrollan hipotiroidismo. Los neonatos y lactantes gravemente afectados pueden sufrir los efectos irreversibles de la deficiencia de la
hormona tiroidea en el desarrollo, lo cual resulta en cretinismo.
Los trastornos hereditarios específicos se describen con más detalle en la sección Bocio no tóxico, más adelante.
Control de
retroalimentación
Secreción
tiroidea
TRANSPORTE DE LA HORMONA
TIROIDEA
Ambas hormonas tiroideas circulan en la sangre unidas a proteínas
plasmáticas; sólo el 0.04% de T4 y el 0.4% de T3 están libres o no
enlazadas, y, en consecuencia, están disponibles para la entrada y
la acción en los tejidos blanco (figura 7-11). Hay tres proteínas principales de transporte de hormona tiroidea: globulina enlazada a
tiroxina (TBG, thyroxine-binding globulin); transtiretina, anteriormente llamada prealbúmina fijadora de tiroxina (TBPA, thyroxinebinding prealbumin) y albúmina (figura 7-12). El enlace con proteínas plasmáticas permite la administración a la sangre de las
yodotironinas, que de otro modo son poco solubles en agua. También crea un gran conjunto circulante de hormonas tiroideas con
una vida media plasmática estable de siete días y asegura la distribución homogénea de las hormonas tiroideas en los tejidos blanco.
3
Jod es yodo en alemán; Carl Adolph von Basedow fue uno de los primeros
médicos en describir el hipertiroidismo.
T4 liberada
Metabolismo
hormonal
Excreción fecal
Efectos del exceso de yodo en la biosíntesis
de hormonas
Aunque el yoduro es un sustrato esencial para la producción de
hormona tiroidea, el exceso de yoduro en realidad inhibe tres etapas en la producción de hormona tiroidea: atrapamiento de yoduro, yodación de TG (llamado efecto Wolff-Chaikoff) y liberación de
hormona tiroidea de la glándula. Estas acciones inhibitorias son
transitorias, y la glándula tiroides normal escapa después de 10 a
14 días de estos efectos del exceso de yoduro. Estos efectos autorreguladores del yoduro aíslan la función tiroidea fisiológica de las
fluctuaciones a corto plazo en la ingesta de yodo.
Estas acciones de exceso de yoduro también tienen importantes
implicaciones clínicas, a veces causan la disfunción tiroidea inducida por yodo. Si la tiroides se ve afectada por la tiroiditis autoinmune o ciertas formas hereditarias de dishormonogénesis, puede ser
incapaz de escapar de la inhibición sostenida inducida por yoduro
de la función de la glándula y puede desarrollarse hipotiroidismo.
Por el contrario, una carga de yoduro puede inducir hipertiroidismo (efecto Jod-Basedow3) en algunos pacientes con bocio multinodular, enfermedad de Graves latente y, raramente, en individuos
con glándulas tiroideas que, por lo demás, parecen normales. Los
efectos inhibidores de las dosis de yoduro farmacológico hacen que
el yoduro sea un tratamiento útil para el control a corto plazo del
hipertiroidismo, como antes de la cirugía. El yoduro también puede prevenir la exposición de la glándula tiroides a la lesión por radiación cuando las poblaciones están expuestas al yodo radiactivo
ambiental, como ocurre después de accidentes en plantas de energía nuclear.
Acción tisular
Proteína
ligada
a T4
(99.96%)
FIGURA 7-11
Representación de T4 libre (y T3 libre) como las
hormonas biológicamente activas a nivel de la hipófisis y los tejidos periféricos. La mayoría de las hormonas tiroideas que circulan en el plasma están ligadas a proteínas y no tienen actividad
biológica. Este conjunto de hormonas enlazadas está en equilibrio con el conjunto de hormonas libres. (Reproducido con permiso de DeGroot LJ, Stanbury JB. The Thyroid and Its Diseases.
4a ed. Philadelphia: Elsevier; 1975).
Globulina enlazada a la tiroxina
TBG es un miembro de glucoproteína derivado de hígado de la familia SERPIN de serina antiproteasas compuesta por una sola cadena polipeptídica de 54 kD, a la que están unidas cuatro cadenas
de carbohidratos que por lo regular contienen aproximadamente
10 residuos de ácido siálico. Cada molécula de TBG tiene un único
sitio de enlace para T4 o T3. La concentración sérica de TBG es de
15 a 30 μg/mL (280 a 560 nmol/L), y su alta afinidad de enlace por
T4 y T3 le permite transportar alrededor del 70% de las hormonas
tiroideas circulantes.
TBG y su unión a las hormonas tiroideas se pueden alterar por
trastornos congénitos de TBG, ciertas circunstancias fisiológicas y
fisiopatológicas, y varias drogas. La deficiencia de TBG ocurre con
una frecuencia de 1:5 000 nacidos vivos, con una serie de variantes
descritas en varios grupos étnicos y raciales. Es un rasgo recesivo
ligado a X que, en consecuencia, se expresa mucho más comúnmente en varones. A pesar de los bajos niveles circulantes totales
de T4 y T3 en individuos afectados, los niveles de hormonas libres
son normales y estos pacientes permanecen eutiroideos. La deficiencia congénita de TBG a menudo se asocia con deficiencia congénita de globulina fijadora de corticosteroides (véase capítulo 9).
Por el contrario, el exceso congénito de TBG, que es raro, se caracteriza por elevadas concentraciones totales de T4 y T3 en sangre,
pero niveles normales de hormonas libres y un estado clínico eutiroideo. El embarazo, los tumores que secretan estrógenos y la terapia de estrógenos aumentan el contenido de ácido siálico de la
molécula TBG, lo que resulta en una disminución del aclaramiento
metabólico y niveles elevados de TBG en suero. Los niveles de TBG
pueden disminuir con la eliminación acelerada en el síndrome nefrótico y la enteropatía perdedora de proteínas. La TBG puede dis-
Transporte de la hormona tiroidea
183
TABLA 7-1 Causas de determinaciones anormales
de tiroxina sérica en individuos eutiroideos
Hipertiroxinemia eutiroidea
↑ Unión a proteínas plasmáticas
↑ Globulina enlazada a tiroxina (TBG)
Heredado
Efecto de estrógeno (embarazo, terapia de estrógenos)
Hepatitis
Fármacos: tamoxifeno, 5-fluorouracilo, clofibrato, metadona,
heroína
↑ Unión a la transtiretina
Heredado
Producción paraneoplásica por tumores hepáticos y pancreáticos
↑ Conexión de albúmina
Heredado (hipertiroxinemia disalbuminémica familiar)
↓ Conversióna de T4 a T3
Enfermedad sistémica
Medicamentos: amiodarona, agentes de radiocontraste, glucocorticoides, propranolol
Terapia de tiroxina en hipotiroidismoa
Resistencia generalizada a la hormonaa tiroidea
T4 anticuerpos
Biotina (interferencia del ensayo)
Proteína sérica
–
+
γ
β
α2
α1 Albúmina
70-75
T4
% ligado
15-20
5-10
–
+
TBG Albúmina TBPA
70 -75
T3
25-30
% ligado
–
Hipotiroxinemia eutiroidea
↓ Globulina enlazada a tiroxina
↓ Producción TBG
Heredado
Andrógenos
Fármacos: danazol, L-asparaginasa
↑ Autorización TBG
Síndrome nefrótico
Enfermedad hepática extensa
Gastroenteropatía con pérdida de proteínas
Enfermedad sistémicab
Medicamentos
Compuestos tiromiméticos exógenos (T3 [Citomel])b
Fenitoína y carbamazepinab
Deficiencia de yodo (con suero normal T3)b
+
TBG
Albúmina
FIGURA 7-12
Representación esquemática de la distribución
de T4 y T3 radiactivas entre las proteínas séricas de enlace a la
hormona tiroidea. Arriba: patrón electroforético de papel de las
proteínas séricas. Enmedio: se añadió T4 radiactiva al suero y luego se sometió a electroforesis en papel. Los picos representan la
movilidad de la T4 radiactiva unida a diferentes proteínas séricas.
(TBG, globulina fijadora de hormona tiroidea; TBPA, prealbúmina
fijadora de tiroxina; transtiretina). Abajo: se añadió T3 radiactiva al
suero y se sometió a electroforesis en papel. Los picos indican la
distribución relativa de T3 radiactiva enlazada a proteínas. Las cifras sobre cada pico indican la distribución relativa de la hormona
entre las proteínas de unión en un adulto normal. (Reproducido
con permiso de James AE, Wagner HN, Cooke RE, et al. Pediatric
Nuclear Medicine. Philadelphia: Saunders; 1974).
minuir en enfermedades sistémicas importantes debido a la segmentación por proteasas de leucocitos y la reducción en la afinidad
de unión de TBG por las hormonas tiroideas. Ambos efectos reducen las concentraciones séricas totales de hormona tiroidea en pacientes enfermos (tabla 7-1). Los niveles de TBG también pueden
disminuir la tirotoxicosis crónica, el hipercortisolismo y la acromegalia. Ciertos medicamentos pueden disminuir (esteroides androgénicos, glucocorticoides, danazol, L-asparaginasa) o aumentar
(estrógenos, 5-fluorouracilo) la concentración plasmática de TBG.
Otros fármacos (p. ej., salicilatos, dosis altas de fenitoína y furosemida intravenosa) pueden unirse a TBG, desplazando a T4 y T3. En
esta circunstancia, el eje hipotálamo-hipófisis-tiroides (discutido
más adelante) preserva las concentraciones normales de hormonas
libres al disminuir los niveles séricos totales de hormona tiroidea.
De forma similar, la estimulación con heparina de la lipoproteína
lipasa libera ácidos grasos libres que desplazan a las hormonas tiroideas de la TBG. In vivo, esto puede dar como resultado concen-
a
Ambos T4 total y libre elevado.
b
Ambos T4 total y libre bajo.
traciones de hormona tiroidea totales más bajas, mientras que in
vitro (p. ej., en sangre extraída a través de un bloqueo de heparina),
la heparina aumenta los niveles medidos de T4 y T3 libres.
Transtiretina (prealbúmina vinculante a tiroxina)
La transtiretina, un polipéptido globular de 55 kD compuesto de
cuatro subunidades idénticas de 127 aminoácidos, se une al 10%
de la T4 circulante. Su afinidad por T4 es 10 veces mayor que para
T3. La disociación de T4 y T3 de la transtiretina es rápida, por lo que
es una fuente de T4 fácilmente disponible. El aumento de la afinidad de enlace a transtiretina para T4 puede ocurrir como una condición hereditaria. Las personas afectadas tienen una T4 total elevada pero una T4 libre normal. La producción ectópica de transtiretina,
que se ha notificado que ocurre en pacientes con tumores pancreáticos y hepáticos, también causa hipertiroxinemia eutiroidea.
Albúmina
La albúmina se une a T4 y T3 con menor afinidad que TBG o transtiretina, pero su alta concentración plasmática da como resultado
184
CAPÍTULO 7
La glándula tiroides
el transporte del 15% de T4 y T3 circulantes. Las tasas de disociación rápida de la hormona tiroidea a partir de la albúmina, la convierten en una fuente adicional de hormonas libres para los tejidos.
La hipoalbuminemia, como ocurre en la nefrosis o la cirrosis, se
asocia con un bajo total de T4 y T3, pero los niveles de hormonas
libres son normales.
La hipertiroxinemia disalbuminémica familiar es un trastorno
hereditario autosómico dominante, en el cual el 25% de la albúmina exhibe una afinidad de unión a T4 más alta de lo normal. Esto
da como resultado un nivel total de T4 elevada, pero una concentración de T4 libre normal y eutiroidismo. En la mayoría de las familias afectadas, la afinidad de unión a T3 es normal. Debido a que
estas variantes de albúmina no se unen a los análogos de T4 utilizados en muchos inmunoensayos de T4 libres, éstos pueden informar
falsamente la elevación de la T4 libre en individuos afectados.
<5 nmol
5 nmol
100 nmol/d
rT3
T4
45
nmol
35
nmol
T3
20 nmol
(TETRAC, etc.)
FIGURA 7-13
METABOLISMO DE LAS HORMONAS TIROIDEAS
La glándula tiroides normal secreta alrededor de 100 nmol de T4 y
sólo 5 nmol de T3 diariamente; se producen menos de 5 nmol de T3
inversa metabólicamente inactiva (rT3) (figura 7-13). La mayoría
del grupo de plasma de T3 (80%) se deriva del anillo externo periférico o 5′-monodeiodinación de T4 en tejidos fuera de la glándula
tiroides, particularmente el hígado, el riñón y el músculo esquelético (tabla 7-2). Debido a que T3 tiene una mayor afinidad de unión
por los receptores nucleares T3 que afectan la acción de la hormona
tiroidea, esta 5′-monodeiodinación genera una yodotironina más
activa desde el punto de vista biológico. Por otro lado, la desyodación del anillo interno de T4 (5-desyodación) produce 3,3′,5′-triyodotironina o T3 inversa (rT3), que es metabólicamente inerte.
Las tres enzimas deiodinasas que catalizan estas reacciones difieren en la localización del tejido, la especificidad del sustrato y la
modulación fisiológica y fisiopatológica, tal como se resume en
la tabla 7-2. El tipo 1 5′-deiodinasa, la forma más abundante, se
encuentra predominantemente en el hígado y el riñón, y en cantidades menores en la glándula tiroides, los músculos esquelético y
cardiaco y otros tejidos. El tipo 1 5′-deiodinasa contiene un resto de
selenocisteína que probablemente esté en el sitio activo de desyodación. La principal función del tipo 1 5′-deiodinasa es proporcionar T3 a la circulación. Su actividad aumenta en hipertiroidismo y
disminuye en el hipotiroidismo. Esto explica parcialmente los niveles de T3 circulante relativamente más altos en comparación con los
niveles de T4 observados en pacientes con hipertiroidismo. La enzima es inhibida por el fármaco antitiroideo PTU, pero no por el
metimazol, y por el fármaco antiarrítmico amiodarona y los colorantes de radiocontraste yodados, como el ipodato sódico. La defi-
Principales vías del metabolismo de la tiroxina
en humanos adultos normales. Las tasas se expresan en nmol/
24 h y son aproximaciones basadas en los datos disponibles. 100
nmol de T4 es equivalente a aproximadamente 75 μg (rT3, T3 inverso, TETRAC, ácido tetrayodotiroacético). (Reproducido con
permiso de Cavalieri RR, Rapoport B. Impaired peripheral conversion of thyroxine to triiodothyronine. Rev Med. Anual. 1977;
28:57-65).
ciencia de selenio en la dieta también puede afectar la conversión
de T4 a T3.
La 5′-deiodinasa tipo 2 se expresa predominantemente en el
cerebro y la glándula hipófisis, donde mantiene un nivel constante
de T3 intracelular en el sistema nervioso central. Estudios recientes
también tienen deiodinasa de tipo 2 localizada en el músculo esquelético, pero la contribución relativa de T3 derivada de la deiodinasa tipo 2 al conjunto circulante total de T3 es controvertida. Esta
deiodinasa es muy sensible a la T4 circulante, por lo que una T4
circulante más baja aumenta rápidamente la concentración de esta
enzima en el cerebro y la hipófisis, manteniendo el nivel de T3 intracelular y sus funciones celulares neuronales. Por el contrario, la
elevación de T4 en plasma reduce el nivel de 5′-deiodinasa tipo 2,
protegiendo las células cerebrales del exceso de T3. En consecuencia, esta deiodinasa representa un mecanismo por el cual el hipotálamo y la hipófisis pueden amortiguarse en cierta medida a partir
de los cambios en el nivel circulante de T4. El rT3 también puede
modificar la actividad del tipo 2 5′-deiodinasa en el cerebro y la
glándula hipófisis; y los compuestos α-adrenérgicos estimulan
la 5′-deiodinasa tipo 2 en la grasa parda, pero la importancia fisiológica de estos efectos no está clara.
TABLA 7-2 Tipos y características de yodotironina deiodinasa
Tipo de deiodinasa
D1
D2
D3
Sustratos
rT3 > T4 > T3
T4 > rT3
T3 > T4
Distribución en tejidos
Hígado, riñón, tiroides
Cerebro, hipófisis, músculo esquelético
Cerebro, placenta, tejidos fetales
Función
Producción de plasma de T3
Producción de T3 local y de plasma
Degradación de T3
Inhibición de PTU (IC50, μM)
5
>1 000
>1 000
Hipotiroidismo
Disminuye
Aumenta
Disminuye
Hipertiroidismo
Aumenta
Disminuye
Aumenta
Control de la función tiroidea y acción hormonal
I
I
HO
I
HO
O
“Paso arriba” I
I
O
R
I
T4
R
“Paso abajo”
I
I
HO
O
HO
O
I
R
R
I
I
T3
I
185
T3 reversa
I
HO
O
R
I
HO
O
R
I
I
I
3,5-T2
HO
I
3,3'-T2
O
R
HO
3',5'-T2
O
3-T1
R
3'-T1
HO
O
R
NH2
T0
R = CH2 CH COOH
FIGURA 7-14 La vía de desintoxicación del metabolismo de la tiroxina. La monodesyodación de T4 a T3 representa un aumento en
la potencia biológica, mientras que la monodesyodación de T4 para revertir T3 tiene el efecto opuesto. La desyodación adicional de T3
suprime esencialmente la actividad hormonal.
La 5′-deiodinasa tipo 3 se encuentra en las membranas coriónicas de la placenta y las células gliales en el sistema nervioso central,
donde inactiva T4 convirtiéndola en Rt3 e inactiva T3 convirtiéndola en 3,3′-diyodotironina (3,3′-T2) (figura 7-14). Los niveles de deiodinasa tipo 3 son elevados en el hipertiroidismo y disminuyen en el
hipotiroidismo y, por tanto, pueden ayudar a aislar al feto y al cerebro del exceso o la deficiencia de T4. La deiodinasa placentaria tipo
3 acelera la eliminación de T4 en mujeres embarazadas, lo que explica en parte el aumento de los requerimientos de dosis de T4 en
mujeres hipotiroideas tratadas. Los hemangiomas congénitos y
adquiridos pueden expresar altos niveles de deiodinasa tipo 3
y causar una forma rara de hipotiroidismo por consumo.
En general, las funciones de las deiodinasas son fisiológicamente importantes de tres maneras. En primer lugar, permiten la modulación celular y tisular local de las acciones de la hormona tiroidea. En segundo lugar, ayudan al organismo a adaptarse a los
estados cambiantes, incluida la deficiencia de yodo o la enfermedad crónica. En tercer lugar, regulan las acciones de la hormona
tiroidea en el desarrollo temprano de muchos vertebrados, incluidos anfibios y mamíferos.
Aproximadamente 80% de T4 se metaboliza por desyodación,
35% a T3 y 45% a Rt3 (véase figura 7-13). El resto se inactiva principalmente por glucuronidación en el hígado y secreción biliar y, en
menor medida, por sulfatación en el hígado o el riñón. Otras reacciones metabólicas incluyen la desaminación de la cadena lateral
de alanina, formando derivados de ácido tiroacético de baja actividad biológica; o descarboxilación o escisión del enlace de éter, formando compuestos inactivos.
Como resultado de estas vías metabólicas, aproximadamente el
10% del conjunto total de T4 extratiroideo de 1 000 nmol se elimina
cada día, y la vida media plasmática de T4 es de siete días. Debido
a la menor afinidad de unión de las proteínas plasmáticas por T3, el
recambio de su grupo extratiroideo más pequeño es más rápido,
con una vida media plasmática de 1 día. El conjunto corporal total
de rT3 es aproximadamente del mismo tamaño que el de T3, pero
rT3 tiene una renovación aún más rápida, con una vida media plasmática de sólo 0.2 días.
CONTROL DE LA FUNCIÓN TIROIDEA
Y ACCIÓN HORMONAL
El crecimiento y la función de la glándula tiroides están controlados por el eje hipotalámico hipofisario tiroideo (figura 7-15) y, como se discutió previamente, por el yoduro a través de los elementos de autorregulación. La hormona liberadora de tirotropina
hipotalámica (TRH) estimula las células tirotróficas en la hipófisis
anterior para producir TSH, que a su vez promueve el crecimiento
de la glándula tiroides y la secreción de la hormona. Además, las
desyodinasas en la hipófisis y los tejidos periféricos modulan los
efectos de la hormona tiroidea por su conversión específica de tejido de T4 a la yodotironina T3 más activa. Finalmente, los efectos
moleculares de T3 en tejidos individuales están modulados por el
subtipo de receptor T3 con el que interactúa; la activación de genes
específicos o la respuesta de represión que induce; y en un ámbito
que ahora se revela, la interacción del receptor T3 con otros ligandos, receptores estrechamente relacionados (p. ej., receptor retinoide X, RXR) y coactivadores y correpresores que interactúan con
él en la modulación de la expresión génica. Las mutaciones en las
isoformas del receptor T3 causan síndromes de resistencia a la hormona tiroidea (véase la sección “Síndromes de resistencia a la hormona tiroidea” [RTH, Resistance to Thyroid Hormone]).
Hormona liberadora de tirotropina
La TRH es un tripéptido, piroglutamil histidil prolina amida (piroGlu-His-Pro-NH2), sintetizado por neuronas en los núcleos su-
186
CAPÍTULO 7
La glándula tiroides
Hipotálamo
TRH
T3 –
Sistema portal
I
Hipófisis
anterior
+
T4
T4
T3 – TSH
“Liberada”
T3
Tejido
+
I
Tiroides
T4
FIGURA 7-15
Eje hipotalámico-hipofisario-tiroideo. La TRH
producida en el hipotálamo alcanza los tirotropos en la adenohipófisis por el sistema portal hipotalámico-hipofisario y estimula la
síntesis y liberación de TSH. Tanto en el hipotálamo como en la
hipófisis, es principalmente T3 la que inhibe la secreción de TRH
y TSH, respectivamente. T4 se somete a monodesyodación a T3
en los tejidos neurales e hipofisarios, así como en los tejidos periféricos.
praóptico y supraventricular del hipotálamo (figura 7-16). La TRH
se almacena en la altura media del hipotálamo y luego se transporta a través del sistema venoso portal hipofisario por el tallo hipofisario hacia la parte anterior de la hipófisis, donde controla la síntesis y la liberación de TSH. La TRH también se encuentra en otras
partes del hipotálamo, el cerebro y la médula espinal, donde puede
tener distintas funciones como neurotransmisor. El gen preproTRH, que codifica una molécula grande con cinco copias de la secuencia progenitora de TRH Glu-His-Pro-Gly, se encuentra en el
cromosoma 3. La expresión del gen TRH está regulada negativamente por la hormona tiroidea; la circulación y la derivada de la
desyodación de T4 en las propias neuronas peptidérgicas (véase
tabla 7-2).
N
N
En la hipófisis anterior, la TRH se une a un receptor de membrana específico localizado en las células secretoras de TSH y de
prolactina, estimulando la síntesis y la liberación de sus hormonas
respectivas. El receptor de TRH es un miembro de la familia de
receptores acoplados a proteínas G, que abarcan 7 transmembranales (tabla 1-1, figura 1-4). TRH se une a la tercera hélice transmembrana del receptor, activando tanto su complejo cíclico de
guanosina monofosfato como la cascada de señalización de inositol
1,4,5-trifosfato (IP3) que libera Ca2+ intracelular y genera 1,2-diacilglicerol, activando de ese modo la proteína quinasa C. Estas vías
son responsables de estimular la liberación de TSH. Coordinan la
transcripción de los genes que codifican las subunidades de TSH y
la glucosilación postraduccional de la TSH, que es necesaria para la
actividad biológica completa.
La secreción de TSH estimulada por TRH es pulsátil (figura
7-17), con una amplitud media de pulso de TSH de 0.6 mU/L cada
2 horas. Las personas normales tienen un ritmo circadiano en la
liberación de TSH, con un nivel máximo de circulación entre
la medianoche y las 4:00 am, que es presumiblemente controlado
por un generador de impulsos neuronales hipotalámico que conduce la síntesis de TRH.
Las hormonas tiroideas ejercen una retroalimentación negativa
adicional sobre la producción de TSH a nivel de la hipófisis al regular negativamente el número de receptores de TRH en los tirotropos de la hipófisis. En consecuencia, en pacientes con hipertiroidismo, ambos pulsos de TSH y su sobrecarga nocturna están
marcadamente reprimidos; mientras que, en pacientes con hipotiroidismo, la amplitud del pulso de TSH y el aumento nocturno son
mucho mayores. En animales de experimentación y humanos recién nacidos, la exposición a temperaturas frías aumenta la secreción de TRH y TSH. Ciertas otras hormonas y fármacos (p. ej., vasopresina y agonistas α-adrenérgicos) estimulan la síntesis y la
liberación de TRH. La leptina también modula la secreción de TRH
y TSH y puede ser responsable del aumento reversible de TSH observado en algunos pacientes obesos.
Cuando la TRH sintética se administra por vía intravenosa a
humanos como un bolo de 200 a 500 μg, genera un aumento de
tres a cinco veces en la concentración sérica de TSH, alcanzando
un máximo de aproximadamente 30 minutos y dura de 2 a 3 horas
(consúltese figura 4-14). En pacientes con hipotiroidismo primario,
en quienes la TSH basal es elevada, hay una respuesta exagerada
de TSH a la TRH exógena; y esta respuesta está suprimida en pacientes con hipertiroidismo, tratamiento con dosis altas de T4 e hipotiroidismo central.
La TRH también se encuentra en las células de los islotes del
páncreas, el tracto gastrointestinal, la placenta, el corazón, la próstata, los testículos y los ovarios. La producción de TRH en estos
tejidos periféricos no es inhibida por la T3; el papel de TRH en estos tejidos sigue siendo desconocido.
H
Tirotropina (hormona estimulante de tiroides)
O
O
C
NH
CH2
O
CH
C
O
N
C
NH2
N
H
(pyro)Glu-His-Pro-(NH2)
FIGURA 7-16
Estructura química de la liberación de hormona tirotropina (TRH).
La TSH es una glucoproteína de 28 kD compuesta de subunidades
α y β que no están covalentemente unidas. La subunidad α es común a las otras dos glucoproteínas de la hipófisis, la hormona foliculoestimulante (FSH, follicle-stimulating hormone) y la hormona
luteinizante (LH, luteinizing hormone), y la hormona placentaria
gonadotropina coriónica humana (hCG, human chorionic gonadotropin), mientras que la subunidad β es única para cada hormona glucoproteica, lo que confiere propiedades de unión y actividad biológica. Los genes para las subunidades TSH α y β se encuentran en
Control de la función tiroidea y acción hormonal
187
TSH (mU/mL)
4
3
2
1
0
0
240
480
720
960
1 200
1 440
960
1 200
1 440
Tiempo (minutos)
6
TSH (mU/mL)
5
4
3
2
1
0
0
240
= Periodos de sueño
480
720
Tiempo (minutos)
FIGURA 7-17 TSH sérica en dos sujetos normales que demuestran pulsos espontáneos y el ritmo circadiano de la secreción de
TSH. (0 tiempo es 0900, las estrellas indican pulsos significativos). (Reproducido con permiso de Greenspan SL, Klibanski A, Schoenfeld D, et al. Pulsatile secretion of thyrotropin in man. J Clin Endocrinol Metab 1986 Sep.; 63(3):661-668).
los cromosomas 6 y 1, respectivamente. La subunidad α humana
tiene un núcleo de apoproteína de 92 aminoácidos y contiene dos
cadenas de oligosacáridos; la subunidad β de TSH tiene un núcleo
de apoproteína de 112 aminoácidos y contiene una cadena de oligosacáridos. Las cadenas de aminoácidos de la subunidad α y β de
la TSH forman tres bucles que se entrelazan en un nudo de cistina
(figura 7-18). La glucosilación tiene lugar en el RER y el Golgi, donde los residuos de glucosa, manosa y fucosa y los residuos de sulfato terminales o ácido siálico se encuentran ligados al núcleo de la
apoproteína. Estos residuos de carbohidratos prolongan su vida
media plasmática y aumentan su capacidad para inducir la activación del receptor de TSH.
La TSH controla el crecimiento de células tiroideas y la producción de hormonas al unirse a un receptor de TSH específico, uno
de aproximadamente 1 000 ubicado en la membrana celular basolateral de cada célula tiroidea. La unión de TSH activa tanto el adenosín monofosfato cíclico (cAMP, cyclic adenosine monophosphate)
como las vías del fosfoinositol para la transducción de señales. El
gen del receptor de TSH se encuentra en el cromosoma 14; el producto es una glucoproteína de cadena única compuesta por 764
aminoácidos. El receptor de TSH es un miembro de la familia de
receptores acoplados a proteínas G, con un ectodominio involucrado en la unión del ligando y una porción intracelular e intracelular
responsable de la activación de las vías de señalización que promueven el crecimiento de células tiroideas y la síntesis y liberación
de hormonas (figura 7-19).
El receptor de TSH está involucrado en la patogénesis de numerosas formas congénitas y adquiridas de hipotiroidismo e hiperti-
roidismo. Se han descrito defectos hereditarios que producen una
alteración de la síntesis o acción de TSH, incluidos genes mutantes
para factores de transcripción necesarios en la diferenciación tirotrópica de la hipófisis (POU1F1, PROP1, LHX3, HESX1), receptor
TRH, cadena β de TSH, receptor de TSH y Gsα, que transduce el
receptor de TSH enlazado a la activación de adenilato ciclasa. Los
anticuerpos bloqueadores del receptor de TSH adquirido también
pueden causar hipotiroidismo.
El trastorno relacionado con el receptor de TSH más común que
causa hipertiroidismo es la enfermedad de Graves, en la que los
autoanticuerpos se unen y estimulan el receptor de TSH. Sin embargo, el receptor de TSH está involucrado en la etiología de otras
formas de hipertiroidismo. Las mutaciones en la línea germinal
que activan el receptor de TSH pueden causar hipertiroidismo familiar, y las mutaciones activadoras somáticas dan como resultado
adenomas tóxicos. Otras mutaciones pueden conducir a la activación aberrante del receptor de TSH por la hCG, la hormona placentaria glucoproteica que es estructuralmente similar a la TSH, en el
hipertiroidismo gestacional familiar.
Efectos de la TSH en la célula tiroidea
La TSH realiza muchas acciones en la célula tiroidea. La mayoría
de sus acciones están mediadas por el sistema de proteína G-adenilil ciclasa-cAMP, pero también está involucrada la activación del
sistema de fosfatidilinositol (PI) con un aumento resultante del calcio intracelular. Las principales acciones de TSH incluyen lo siguiente:
188
CAPÍTULO 7
La glándula tiroides
FIGURA 7-18 Configuración esquemática del complejo TSH-TSHR. La porción central de la figura representa igual estructura sin el
receptor TSH. La línea rosada representa la subunidad de β y la línea amarilla la subunidad de α. Observe la figura 7-19. (Reproducido
de Kajava AV, Vassart G, Wodak SJ, et al. Modeling of the three-dimensional structure of proteins with the typical leucine-rich repeats.
Structure 1995 Sep 15; 3(9):867-877).
A. Cambios en la morfología de las células tiroideas
La
TSH induce rápidamente pseudópodos en el borde de la célula folicular coloide, acelerando la resorción de TG. El contenido de coloide disminuye a medida que se forman gotas coloidales intracelulares y se estimula la formación de lisosomas, lo que aumenta la
hidrólisis de los TG y la liberación de la hormona tiroidea.
B. Crecimiento celular
Las células tiroideas individuales aumentan de tamaño; la vascularidad aumenta; y, durante un periodo, se desarrolla agrandamiento de la tiroides o bocio.
C. Metabolismo del yodo La TSH estimula todas las fases del
metabolismo del yoduro, desde el aumento de la absorción y el
transporte de yoduro hasta la mayor yodación de TG y el aumento
de la secreción de hormonas tiroideas y TG en sí. El aumento de la
expresión de NIS y la estimulación de la producción de cAMP median un mayor transporte de yoduro y la hidrólisis de fosfatidilino-
sitol-4,5-bisfosfato (PIP2), y el aumento de Ca2+ intracelular estimula la yodación de TG. El efecto de TSH sobre el contenido de
yoduro de tirocito es bifásico: inicialmente, está disminuido (flujo
de salida de yoduro) debido al rápido aumento de la hidrólisis de
TG con liberación de hormona y filtración de yoduro fuera de la
glándula; y entonces después de un retraso de varias horas, la absorción de yoduro aumenta. La estimulación mediada por TSH de
la captación de yodo tiroideo y la secreción de TG también se produce después de la administración de TSH recombinante para el
tratamiento con yodo radiactivo y la monitorización de pacientes
con cánceres de tiroides bien diferenciados.
D. Otros efectos de TSH Incluyen aumento de la transcripción de los mRNA para TG y TPO; mayor incorporación de yoduro
en MIT, DIT, T3 y T4; y acrecentamiento de la actividad lisosómica,
con elevación de la secreción de T4 y T3 desde la glándula. También
hay una mayor actividad de tipo 1 5′-deiodinasa, que ayuda a conservar el yodo intratiroideo.
Control de la función tiroidea y acción hormonal
Subunidad A
189
Nueve repeticiones ricas en leucina
(AA 58-277)
c
Hélice α
Capa β
1
c
N glicano
c
c
c
c
c
c
Péptidos C
2
c
NH7
Sitios
de escisión
c
c
c
c
“Péptidos inmunogénicos”
(AA 352-366)
Subunidad B
COOH
704
FIGURA 7-19
Representación esquemática del receptor de TSH. La subunidad A es la porción de unión al ligando del receptor y la
subunidad B es la porción de activación. Los ligandos que se unen al receptor incluyen TSH, anticuerpo estimulante de TSH y anticuerpo bloqueador de TSH. Hay dos sitios de escisión que permiten la rotura del receptor y la pérdida de la subunidad A en el suero. (Reproducido con permiso de Rapoport B, Chazenbalk GD, Jaume JC, et al. The thyrotropin (TSH) receptor: interaction with TSH and autoantibodies. Endocr Rev 1998 dic.; 19(6):673-716).
La TSH tiene efectos adicionales sobre la glándula tiroides, que
incluyen la estimulación de la absorción de glucosa, el consumo de
oxígeno y los efectos de oxidación de la glucosa que pueden mejorar la detección de metástasis del cáncer de tiroides mediante la
exploración por tomografía de emisión de positrones con fluorodesoxiglucosa (FDG PET). Se produce una renovación acelerada de
los fosfolípidos y la estimulación de la síntesis de los precursores
de purina y pirimidina, con una mayor síntesis de DNA y RNA.
TSH sérica
La TSH intacta y la subunidad α aislada están presentes en la sangre circulante y son detectables mediante inmunoensayo en concentraciones que normalmente son de 0.5 a 4.0 mU/L y de 0.5 a
2 μg/L, respectivamente. El nivel sérico de TSH aumenta en el hipotiroidismo primario y disminuye en la tirotoxicosis, ya sea endógena o por una ingesta oral excesiva de hormonas tiroideas. La vida media plasmática de TSH está estimada hacia los 30 minutos, y
la tasa de producción diaria es de aproximadamente 40 a 150 mU/
día.
La subunidad α de glicoproteína a menudo está desproporcionadamente elevada en pacientes con tumores hipofisarios secretores de TSH (véase más adelante); también se incrementa en mujeres posmenopáusicas normales debido a una mayor síntesis y
secreción relacionada con el aumento de la producción de gonadotropinas.
na; y 2) TRH, que controla la glucosilación postraduccional y también la liberación.
La síntesis y liberación de TSH son inhibidas por niveles elevados de T4 y T3 (tirotoxicosis) y estimulados por niveles bajos de
hormona tiroidea (hipotiroidismo). La tirotoxicosis puede suprimir
los niveles séricos de TSH por debajo de los límites de detección
del ensayo, y la recuperación de la secreción normal de TSH puede
requerir semanas o meses después de la restauración de los niveles
normales de la hormona tiroidea. Ciertas otras hormonas y drogas
también pueden inhibir la secreción de TSH. Éstas incluyen somatostatina, dopamina, agonistas dopaminérgicos como la bromocriptina y altas dosis de glucocorticoides, todos los cuales típicamente reducen el nivel circulante de TSH, pero no lo suprimen por
completo. Las enfermedades sistémicas graves pueden inhibir la
secreción de TSH y puede haber un aumento de rebote en la TSH
a medida que el paciente se recupera. Por el contrario, el hipertiroidismo manifiesto puede suprimir la concentración de TSH por debajo de los límites de detección incluso de los inmunoensayos de
TSH más sensibles.
Los tumores y otros trastornos del hipotálamo o de la glándula
hipófisis anterior pueden alterar la secreción de TRH y TSH, respectivamente. Los trastornos de la hipófisis que causan hipotiroidismo se denominan secundarios, mientras que la enfermedad hipotalámica que resulta en hipotiroidismo se llama terciaria. El
diagnóstico diferencial de estas lesiones se discute más adelante
(véase “Pruebas tiroideas”).
Control de la secreción de TSH hipófisis
Dos factores principales controlan la síntesis y liberación de TSH:
1) nivel de T3 dentro de las células tirotropas, que regula la expresión del mRNA, la traducción de TSH y la liberación de la hormo-
Otros estimuladores e inhibidores de la tiroides
Factores de crecimiento como insulina, factor de crecimiento tipo
insulina-1, proteínas de unión al factor de crecimiento similar a in-
190
CAPÍTULO 7
La glándula tiroides
Receptor
TR α1 (aa 1-410)
Ubicación de sección
con unión a ADN (aa)
Unión a T3
Unión a ADN
52-120
+
++
52-120
–
+
TR β1 (aa 1-461)
106-174
+
++
TR β2 (aa 1-514)
159-227
+
++
TR α2 (aa 1-490)
FIGURA 7-20 Estructura de proteína deducida de los productos del gen del receptor α y β de
la hormona tiroidea. La proteína receptora tiene tres dominios: un dominio de unión al DNA con un
alto grado de similitud entre los diferentes tipos de receptores, un dominio de unión a triyodotironina carboxilo terminal (T3) y un dominio amino terminal que no se requiere para una función completa. Los números sobre las estructuras representan números de aminoácidos (aa). Las propiedades
de los receptores con respecto a su capacidad para unirse a T3 y unirse a un elemento de respuesta T3 del DNA se muestran a la derecha. El sombreado idéntico de los dominios del receptor indica
secuencias de aminoácidos idénticas. (TR, receptor de la hormona tiroidea).
sulina, factor de crecimiento epidérmico, factor de crecimiento
transformante β1 y factores de crecimiento de fibroblastos y sus
receptores, así como factores autocrinos tales como prostaglandinas y citoquinas, modifican el crecimiento de células tiroideas y la
producción de hormonas. Algunos de éstos pueden estar involucrados en la patogénesis del bocio nodular benigno. El folículo tiroideo tiene una gran cantidad de capilares que se acompañan de
fibras nerviosas noradrenérgicas del ganglio cervical superior y fibras nerviosas esterasa-activadoras de acetilcolina derivadas del
nervio vago y los ganglios tiroideos. Sin embargo, no se conoce que
desempeñen ningún papel en la regulación de la glándula tiroides.
Las células C parafoliculares secretan péptido relacionado con el
gen de calcitonina y calcitonina (CGRP). En animales experimentales, estos y otros neuropéptidos modifican el flujo sanguíneo tiroideo y la secreción de hormonas.
Las acciones de las hormonas tiroideas
1. LOS RECEPTORES DE HORMONA TIROIDEA
Y SUS MECANISMOS DE ACCIÓN
Las hormonas tiroideas ejercen sus acciones a través de dos mecanismos generales: 1) acciones genómicas efectuadas a través de
interacciones T3 con sus receptores nucleares, que regulan la actividad de los genes; y 2) acciones no genómicas mediadas por interacciones T3 y T4 con ciertas enzimas (p. ej., ATPasa cálcica, adenilato ciclasa y piruvato quinasa monomérica), transportadores de
glucosa, proteínas mitocondriales y de membrana.
Las hormonas tiroideas, que no se encuentran unidas en el
plasma, se transportan intracelularmente, ya sea por portadores
específicos que incluyen el transportador de monocarboxilat
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