FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES LICENCIATURA EN FILOSOFÍA Trabajo final La condición humana y la ceguera de poder: Revisión a partir del aporte de “La vida es sueño” Asignatura: Humanismo Cristiano Docente: Daniel López S.J. Estudiante: Diego Fabian Vera S.J. 30 de junio de 2022 1 “Te advierto, seas quien seas, tú que deseas sondear los arcanos de la Naturaleza: si no hallas dentro de ti mismo lo que buscas, tampoco podrás encontrarlo fuera. Si ignoras las maravillas de tu casa, ¿cómo pretendes encontrar otras maravillas? En ti se encuentra oculto el tesoro de los dioses. Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo de los dioses” (Γνῶθι σεαυτόν - Oráculo de Delfos) 2 La condición humana y la ceguera de poder: Revisión a partir del aporte de “La vida es sueño” Por Diego Fabian Vera S.J. 1. Introducción En el trabajo anterior, nos proponíamos reflexionar acerca de la condición humana en relación al poder, poniendo el acento en lo que podemos denominar “ceguera de poder”, entendiendo ésta, como la oscuridad que produce en el ser humano, el detentar una posición de autoridad que lo eleva por encima de los demás, y que termina sesgando su sabiduría, oponiéndolo con la verdad de la realidad, que muchas veces se impone. Habíamos tomado como eje la tragedia de Edipo rey1, según nos la presenta Sófocles, y el enfoque que sobre ella hace Michael Foucault en La verdad y las formas jurídicas2. Lo comparamos también con otros ejemplos, para ver cómo el poder va afectando en cada uno su relación con la verdad, la sabiduría y la justicia. Planteada la opinión propuesta por Foucault, esbozamos una conclusión personal en base a lo desarrollado, y a lo que a nos había revelado este estudio, basándonos también en la observación de las luchas de poder en la actualidad. En esta revisión sobre dicho trabajo, retomaremos algunos de los conceptos e ideas planteados allí, pero los pondremos en diálogo con la obra de Calderón de la Barca: La vida es sueño3, y el modo en que sus personajes se posicionan frente a las cuestiones antes abordadas. Principalmente abordaremos la novedad que el personaje de Segismundo le aporta a la cuestión planteada: ¿Puede haber poder político y sabiduría a la vez? Con este nuevo aporte, intentaremos esbozar una nueva conclusión que veremos si amplía o modifica la que habíamos realizado en el trabajo anterior. 2. La relación entre poder y saber. 1 SÓFOCLES, Edipo Rey, Tr. ASSELA ALAMILLO, Ed. Gredos, 1992, en: A. ALEGRE GORRI (DIR. ED.), Los clásicos de Grecia y Roma, Barcelona, Planeta DeAgostini, 1995 (en adelante ER). 2 M. FOUCAULT, La verdad y las formas jurídicas, Barcelona, Gedisa, 1996 (EN ADELANTE VFJ). 3 P. CALDERÓN DE LA BARCA, La Vida es Sueño, Madrid, Edimat libros, 1999 (en adelante VS). 3 Cuando planteábamos la cuestión de cómo llega al poder Edipo, decíamos que la respuesta a la esfinge sobre la condición humana, es lo que lo eleva y lo coloca por encima de todos los hombres. Sin embargo, ese saber era limitado, y la falta de conocimiento sobre sí mismo, será la causa de su caída. Sobre esto, mencionamos que Michael Foucault plantea varios puntos interesantes: Por un lado, la relación entre poder y saber. 4 Ya que Edipo llega al poder por saber, si quiere mantenerlo, es necesario que vuelva a hacer uso de esa sabiduría. Por otro lado, caracteriza ese saber de Edipo, como un “saber solitario, de conocimiento, saber del hombre que quiere ver con sus propios ojos, solo, sin apoyarse en lo que se dice ni oír a nadie: saber autocrático del tirano que por sí solo puede y es capaz de gobernar la ciudad.”5 A esto refiere cada vez que se defiende recordando cómo obtuvo el poder, liberando al pueblo de la esfinge sin ayuda de nadie. El gobierno propio del tyrannos. En definitiva, el cuestionamiento principal, y el que más le preocupa a Edipo, tiene que ver más con la legitimidad de su trono. Si no logra resolver esta nueva situación, puede perder su posición. Y esta es la característica que le asigna el filósofo francés al poder de Edipo tirano: “aquel que después de haber pasado por muchas aventuras y llegado a la cúspide del poder estaba siempre amenazado de perderlo”.6 También el rey Basilio en la obra de Calderón de la Barca, hace alarde de su sabiduría, resaltando su conocimiento científico y su capacidad de ver el futuro observando los astros, para justificar su accionar antes de contarle a todos lo que había hecho con su hijo: Ya sabéis que yo en el mundo por mi ciencia he merecido el sobrenombre de docto, (…) Ya sabéis que son las ciencias que más curso y más estimo matemáticas sutiles, por quien al tiempo le quito, por quien a la fama rompo la jurisdicción y oficio de enseñar más cada día; pues cuando en mis tablas miro presentes las novedades de los venideros siglos. 7 En esta obra, al igual que en Edipo Rey, vemos que también está en juego la cuestión de la legitimidad del poder. Basilio, encierra a Segismundo en la torre, por temor a la predicción según la cual sería un rey cruel, y lo sometería a él a sus plantas, luego deberá justificar su accionar para legitimar su decisión de que sus sobrinos lo 4 Cf. VFJ, 30. 5 VFJ, 48. 6 Ibíd., 45. 7 VS, 42-43. 4 sucedan en el trono. Sin embargo, con esta actitud, priva al heredero legítimo de lo que le corresponde, actuando así como un tirano. Dar crédito a ese conocimiento astrológico, es lo que genera lo que pretendía evitar. Así lo reconoce él mismo, cuando organiza el plan para probar la condición de Segismundo: La otra es considerar que si a mi sangre le quito el derecho que le dieron humano fuero y divino, no es cristiana caridad; pues ninguna ley ha dicho que por reservar a otro de tirano y atrevido, pueda yo serlo, supuesto que si tirano es mi hijo porque él delitos no haga, vengo yo a hacer sus delitos.8 Teniendo presente esta relación entre poder y saber, tomando en cuenta lo mencionado por Foucault, podríamos traducir el enunciado de Basilio de la siguiente manera: “Yo sé lo que es mejor para Polonia, por eso encerré a mi hijo y ahora les ofrezco estos buenos soberanos, y como sé, tengo el poder de decidirlo”. En ambos relatos, veremos como el pueblo termina destituyendo al tirano una vez que se revela toda la verdad. Por otro lado, también en Segismundo se puede analizar esa relación entre poder y saber. Encerrado en la torre durante toda su vida, no sólo es privado de la libertad, sino también del conocimiento sobre su identidad. Esa ignorancia es la que lo mantiene en la oscuridad, y le impide reclamar lo que por derecho, le corresponde. En la prueba a la que lo somete Basilio, el poder, la libertad y el conocimiento de sí, les son dados al mismo tiempo, y vemos que el resultado no es óptimo, porque aún no sabe cómo manejarse frente a esa realidad que le es extraña. Al final, cuando lo rescatan de prisión para coronarlo, ya es distinta la actitud. Nuevamente se hace presente el saber junto al poder, pero Segismundo no lo absolutiza, sino que lo pone en duda, y como sabe que puede ser efímero como un sueño, actúa con mayor prudencia y virtud. 3. Enfrentarse a la verdad Cuando analizábamos el modo de enfrentarse al problema en Edipo, veíamos que éste intenta mantener esa imagen de salvador del pueblo, aunque en esta oportunidad no podría resolver el enigma por sí sólo, va a necesitar de otros para llegar al conocimiento completo de la situación, que va a terminar llevándolo al descubrimiento de sí mismo y su realidad. Decíamos que Foucault lo menciona como un extraño juego de mitades que se comunican, φυμβολον, el símbolo griego, un juego de respuestas entre los pastores y los dioses, que necesitan encontrarse con lo que Edipo ya sabe, para completar la historia y 8 Ibíd., 47. 5 conocer la verdad. Aparecía aquí entonces, el tema de la verdad y de enfrentarse a ella. Tiresias, se presenta como el adivino ciego. “El ciego evoca la imagen de aquel que ve otra cosa, con otros ojos, de otro mundo”.9 Una de las partes de esas piezas simbólicas, que Foucault llama la mirada mágico-religiosa. Frente a éste, Edipo se cierra, cae preso de la ira y no quiere escucharlo. Su visión está puesta en otro lugar. No defiende su inocencia, “no le asusta la idea de que podría haber matado a su padre o al rey, teme solamente perder su propio poder”.10 Y aquí estaba el punto central del trabajo. Foucault manifiesta que Sófocles presenta el inicio de la desaparición de la unión entre poder y saber para garantizar la supervivencia de la sociedad. “Edipo funcionará como hombre de poder, ciego, que no sabía y no sabía porque podía demasiado”.11Aquí aparece la separación entre quien detenta el poder político y quienes conocen la verdad. Por un lado Edipo, y por el otro Tiresias (en lo que Foucault llama mirada mágico-religiosa) y el pastor (el pueblo que da testimonio de la verdad). Ahora veamos el tratamiento que hace Calderón de la Barca en el personaje de Basilio. A él también podríamos aplicarle lo que decía Foucault sobre Edipo: Basilio era el hombre de poder, ciego, que no sabía, porque podía demasiado; y a él podemos aplicarle la misma respuesta que nos dábamos al preguntarnos de dónde provenía la ceguera en Edipo: la que aparecía en el verso 873 de la tragedia griega: ὕβρις φυτεύει τύραννον (hybris fyteyei tyrannon).12 Como mencionamos en el punto anterior, el mismo Basilio reconoce que al encerrar a Segismundo sin que éste hubiera cometido delito alguno, está actuando como tirano. Sin embargo, en él podemos descubrir también la mirada mágico-religiosa que aparecía en Tiresias. Él es el vidente, el que pronostica lo que va a ocurrir con su hijo, pero no permite que la realidad muestre la verdad. También teme enfrentarse a ella, y por ello actúa con desmesura, encerrándolo en la torre. Luego vemos que mediante el experimento con Segismundo, pareciera buscar descubrirla, pero en realidad intenta 9 Voz “ciego”, en: J. CHEVALIER, A. GHEERBRANT. Diccionario de los símbolos. Tr. M. SILVAR & A. RODRIGUEZ, 1969, ePub base r1.2, Ed. en formato digital, Titivillus, 2018. Pos. 9483. 10 VFJ, 42. 11 Ibíd., 51. 12 En la traducción que estamos utilizando: “la insolencia produce al tirano” (ER, 114). 6 justificar lo que había decidido, provocando lo que había predicho. En este caso, poder y saber parecería que están unidos, pero no por eso a salvo de la ceguera. La hybris empaña la sabiduría de la que el mismo Basilio se jacta. En Edipo, veíamos presente la propensión a la soberbia, propia de quien se cree dueño de la verdad, rechazando cualquier argumento que ose enfrentarlo. En Basilio, la soberbia es la misma, pero más disimulada en las excusas que intenta dar en la corte, explicando sus acciones, pero en definitiva, es la misma característica propia del tirano que mencionábamos desde Foucault, cuando se ejerce el dominio solitario e implacable del poder, generando esta ceguera que impide acercarse a la verdad. 4. ¿Necesariamente el poder conlleva a la ceguera? En el trabajo anterior, ante esta cuestión, vimos que en Edipo parecería que sí. Y tratamos de ampliar la visión con otros ejemplos en los que se observara la condición humana frente al poder: mencionamos el de Creonte en Antígona,13 donde nuevamente los dioses y la gente sencilla: el pueblo, su hijo, Tiresias, le aconsejan con prudencia, pero su orgullo y testarudez, lo ciegan. También tomamos algunos ejemplos bíblicos. Partimos con la historia del rey David y Betsabé.14 Decíamos que la ceguera en el caso de David, proviene de la lujuria y la avaricia de poseer aún lo que no era suyo. Se vale de su poder para un beneficio particular, generando la muerte del justo. El profeta Natán, sería la figura del que sabe, como Tiresias, y abstrayéndolo de su realidad mediante una parábola, termina propiciando la auto condena de David. También allí aplicamos la figura del φυμβολον traída por Foucault: la visión de David se completa con la historia del profeta (mágicoreligiosa), que lo ayuda a ver la realidad de una manera más completa. Mencionamos la escena del juicio de Jesús ante Poncio Pilatos según el Evangelio de Juan.15 Por un lado veíamos que los acusadores, los Sumos Sacerdotes y fariseos, encuentran en Jesús, una amenaza a su poder y a su status. La envidia, la soberbia, la avaricia les impide encontrarse con la verdad, que los cuestiona, los amenaza.16 Por otro lado, Pilatos también se encuentra con una verdad nueva, otro tipo 13 Cf. SÓFOCLES, Antígona, Tr. ASSELA ALAMILLO, Ed. Gredos, 1992, en: A. ALEGRE GORRI (DIR. ED.), Los clásicos de Grecia y Roma, Barcelona, Planeta DeAgostini, 1995. 14 Cf. 2 Sam 11,1-12,19. 15 Cf. Jn 18,28-19,16. 16 Cf. Jn 11,45-57. 7 de realeza, pero no la entiende, porque su mayor ambición es justamente la realeza de este mundo. Ambos condenan al justo sabiendo que es inocente. A diferencia de Edipo y David, a ellos no se les puede justificar su inocencia o inconsciencia. Eligen poder por encima de la justicia. Actúan con verdadera tiranía. Por último nos deteníamos en el modo de posicionarse de Jesús ante el poder. Observando su conducta humana, podíamos ver que no estaba presente esa hybris, la ambición o el deseo de poder. Así, veíamos algunos momentos de su vida, en los que huye de la posibilidad del poder político.17 Al igual que en Edipo, la sabiduría que el pueblo veía, le daba autoridad, más allá de rehusar el gobierno mundano, tenía un cierto poder que reconocían en Él. Podríamos decir que en Cristo, está la totalidad de la sabiduría, la luz frente a la ceguera. Él sí parecía saberlo todo. Nos preguntábamos si esa sabiduría era la que le hacía huir del poder terrenal, por saber lo que éste le generaba a la naturaleza humana. Comparemos estos ejemplos con los que aparecen en La vida es sueño. La primera actitud de Basilio con su hijo, bien podría asemejarse a la de los fariseos y Pilatos. La condena del justo, del inocente. Encierra a su hijo en una torre desde niño, culpándolo por algo de lo que no es responsable, ni ha cometido aún. Aunque en discursos posteriores, vemos un razonamiento a favor del libre albedrío (“porque el hado más esquivo, la inclinación más violenta, el planeta más impío sólo el albedrío inclinan, no fuerzan el albedrío”18), decide creerle a las predicciones astrológicas, por encima de lo razonable. Podemos suponer, que en el fondo, semejante acción, también está motivada por el rechazo hacia el niño, que al nacer, provocó la muerte de su esposa. En este caso la ceguera puede provenir de la ira, del dolor, del rencor que puede haber sentido ante esta situación. Como dijimos, a diferencia de Edipo, parecería que al principio, no hay nadie que le haga ver su crueldad, ya que al parecer, confían en su sabiduría. No hay un Tiresías, porque el profeta es el mismo rey. Pero nadie se le opone porque hay un ocultamiento de la verdad. El pueblo no se entera de Segismundo hasta que el mismo rey descubre el secreto. Evidentemente el rey dudaba. Si el rey hubiera estado seguro de que su accionar era el correcto, no hubiera necesitado de la mentira. Y aquí aparece una tercera mirada que no tuvimos en cuenta en los ejemplos 17 Cf. Jn 6,14-15. 18 VS, 47. 8 mencionados antes, aquella mencionada por Foucault y que en Edipo se reúne con la mágico-religiosa para completar la verdad: “El verdadero saber es el que se posee cuando (…) recordamos las cosas, cuando (…) abrimos los ojos para observar lo que ha pasado”.19 El pueblo que se rebela contra la decisión del tirano, reclama la libertad y el derecho que le corresponde a Segismundo. El mismo que en Edipo, tiene la última palabra, y que en la obra de Calderón, termina ayudando al rey a reconocer su error. Hasta aquí, podemos también ver que estos razonamientos están en consonancia con la idea de Platón, planteada por Foucault al final del texto que seguimos: Con Platón se inicia un gran mito occidental: lo que de antinómico tiene la relación entre poder y saber, si se posee el saber es preciso renunciar al poder; allí donde están el saber y la ciencia en su pura verdad jamás puede haber poder político.20 Foucault no está de acuerdo con este gran mito platónico. Siguiendo a Nietzche, manifiesta que “por detrás de todo saber o conocimiento lo que está en juego es una lucha de poder. El poder político no está ausente del saber, por el contrario, está tramado con éste.”21 5. El aporte de Segismundo La novedad que introduce La vida es sueño en el modo de mostrar la condición humana con respecto al poder, podemos encontrarla en el personaje de Segismundo. En él están presentes las dos maneras de posicionarse frente al poder: la primera, la vemos en la segunda jornada por el experimento al que lo somete Basilio. Su actitud no dista de la teoría antes desarrollada. Se deja llevar por la desmesura y actúa como verdadero tirano. Sin reparar en las motivaciones que hubiera tenido, podemos decir que allí, todo lo instintivo y salvaje sale a relucir, la parte bestial: el desenfreno, el deseo de venganza, la prepotencia. La segunda es la que llama más la atención. En la tercera jornada, cuando es rescatado, toma una actitud totalmente opuesta a la anterior: procede con prudencia, sabiduría y virtud, hasta el punto de perdonar a su padre, a pesar de todo lo que le había hecho. Sale a relucir su lado plenamente humano. Aquí recuerda la actitud que tuvo Jesús, modelo de humanidad, ante el poder público, ya que respeta investiduras, tolera aún la injusticia, acepta su condena e incluso perdona mientras es ajusticiado. Esta segunda manera de Segismundo de relacionarse con el poder político, 19 VFJ, 52. 20 Ibíd. 21 Ibíd. 9 demuestra una transformación, que lo lleva a un mayor conocimiento sobre su identidad humana para actuar conforme a ella. ¿Qué sucedió? ¿Qué generó ese cambio? Es interesante la conclusión a la que llega Olga Velarde en su tesis magistral, al analizar la relación entre la teoría de poder de Foucault y este personaje de la obra calderoniana: Es precisamente esa “self subjection” o aplicación de poder sobre uno mismo en lo que Foucault se concentra al presentar las etapas de autoafirmación ética. Así, en La vida es sueño el personaje de Segismundo atraviesa cada una de estas etapas de formación ética que concluyen en un dominio sobre sí mismo. Al final del drama, Segismundo adquiere una nueva concepción de sí mismo. Los conflictos que enfrenta con aquellos que lo rodean y, aún de más importancia, consigo mismo lo llevan a entender, aceptar y afirmar su propia humanidad. De la misma manera acepta su situación no solo en el microcosmo político en el que se desenvuelve, sino también en la estructura de un macrocosmo del que también forma parte.22 Sin detenernos en esas etapas de autoafirmación ética, por la imposibilidad de desarrollar la teoría foucauldiana en la extensión de este trabajo, nos pareció acertada la conclusión a la que llega en cuanto a que Segismundo, a partir de lo vivido, logra un conocimiento profundo de sí mismo y de la realidad, que lo llevan a aceptarse y afirmarse en su identidad como ser humano, como hijo y como príncipe. Luego del fallido experimento que cree haber vivido como un sueño, cae en la comprensión de lo efímeros que son los roles en la vida: Sueña el rey que es rey, y vive con ese engaño mandando, disponiendo y gobernando; y este aplauso que recibe prestado, en el viento escribe; y en cenizas le convierte la muerte (…) Sueña el rico en su riqueza, que más cuidado le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza, sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende, y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende.23 Por creerse eternos en determinado rol, caen en ese sueño, en una visión sesgada de la realidad, como esa ceguera que impide ver la verdad: que todo es pasajero. Hay allí una sabiduría sobre la vida que lo invita a vivirla con más profundidad y con más prudencia, que reafirma en el discurso final de la obra, resaltando una actitud humilde ante el poder y las riquezas, que al igual que un sueño, en algún momento terminan: Pues así llegué a saber que toda la dicha humana, en fin, pasa como un sueño y quiero hoy aprovecharla el tiempo que me durare: pidiendo de nuestras faltas perdón, pues de pechos nobles es tan propio perdonarlas.24 22 O. A. VELARDE, La vida es sueño: entre Calderón y Foucault, Tesis Magister of Arts, Ontario, University of Western Ontario, 1998, 109. 23 VS, 88-89. 24 Ibíd., 123. 10 6. Conclusión ¿Puede haber poder político y sabiduría a la vez? Con esta pregunta de fondo, que trajimos del trabajo anterior, nos propusimos hacer esta revisión, en la que pusimos en diálogo la tragedia griega Edipo Rey de Sófocles, y la lectura que de ella hace Foucault con respecto a la cuestión del poder, ampliándolo con el aporte que le puede dar en este sentido, la obra La vida es sueño, de Calderón de la Barca, en cuanto al tratamiento que le hace de los dos personajes que allí, disputan el poder: Basilio y Segismundo. Al principio del desarrollo, planteamos la relación entre poder y saber. Cómo los soberanos de ambas obras, resaltaban su sabiduría como condición de legitimidad de su poder. Cuestionarla, implicaba cuestionar esa legitimidad, que en definitiva era el centro de la disputa. Concluíamos que ambos reyes se enmarcan en lo que Foucault caracteriza como el saber autocrático del tirano: el hombre que quiere ver con sus propios ojos, sin apoyarse en nadie. En el punto siguiente, analizábamos de qué manera se enfrentan estos personajes a la verdad. Con el método del símbolo griego, veíamos la separación entre el poder político ciego (Edipo), y quienes conoce la verdad: a través de la mirada mágicoreligiosa (Tiresías), y de la memoria del pueblo (el pastor). Si bien, descubrimos en Basilio, una unidad entre el poder y la mirada mágico-religiosa, concluíamos que la hybris en él, oscurece su sabiduría, y le impide ver la verdad. Nos preguntábamos desde allí, si necesariamente el poder conlleva a la ceguera, y lo intentábamos visualizar a partir de varios ejemplos. Allí aparecía la conclusión de la conferencia foucaldiana, que proponía dos posturas: la del mito platónico occidental, según la cual, si se posee el saber, es preciso renunciar al poder, y la suya personal, que siguiendo a Nietsche manifiesta que detrás de todo saber hay una lucha de poder. En la conclusión del trabajo anterior, manifestamos la dificultad de posicionarnos completamente en alguna de esas dos posturas: siendo propio de la condición humana el error, como consecuencia de la imposibilidad de tener una concentración total del saber, veíamos siempre necesario complementar y contrastar nuestra visión con la del otro/Otro. En ese sentido, nos parecía oportuna la teoría planteada del símbolo griego, que en definitiva es lo que nos ayudaría a lograr el mayor conocimiento de nosotros mismos, y nos acercaría a la visión que nos plantea la inscripción del oráculo de Delfos, mencionada en el epígrafe: “Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo de los dioses”. 11 Con el aporte que Calderón de la Barca, a través del personaje de Segismundo le brinda a este trabajo, reforzamos la idea del autoconocimiento como fundamental a la hora de buscar la verdad. A través de él, vemos que en el hombre, existe un deseo de vivir con mayor profundidad la vida, buscando descubrirse y dirigirse hacia lo que más lo conecta con su identidad. En sus dos maneras de posicionarse ante el poder, vemos reflejadas las dos posturas mencionadas por Foucault. En la primera, la del mito platónico, cuando se deja llevar por la desmesura y actúa como un tirano, resalta el lado bestial sobre el humano. La segunda nos permite inclinarnos más a la propuesta del autor, en la que vemos la sabiduría al servicio del poder, ejerciéndolo no sólo en la esfera pública, sino también sobre sí, a partir del autoconocimiento, como una forma de autocontrol, buscando darle a su vida, una dirección más humana. Descubrimos que la transformación obra en él a partir de una nueva sabiduría sobre la condición del hombre: la conciencia acerca de lo efímero, lo perecedero de la vida, que lo abre a una nueva manera de relacionarse con los demás y con las cosas que lo rodean, lo lleva a comportarse con mayor humildad ante aquello de lo que tarde o temprano despertará. Por ende, es posible un poder ejercido desde esta sabiduría, pero requiere un compromiso con la búsqueda del autoconocimiento, e implica emplear el poder también sobre uno mismo, buscando aquello que dirige la vida desde y hacia lo humano, por encima de lo instintivo o salvaje que sale a relucir muchas veces, cuando la conciencia es adormecida por esa hybris, que parece apoderarse de gobernantes y poderosos al punto de transformarse en verdaderos tyranos, imponiendo su verdad a como dé lugar y enfrentando cualquier cuestionamiento que amenace su posición. Ejemplos de sobra hay, de quienes viven desde un rol o posición de poder, buscando eternizarla, y de ello hacen su identidad, su vida, sin advertir que tarde o temprano todo se va, y lo único capaz de permanecer es el bien hecho: “Pues no se pierde el hacer bien, aún en sueños”.25 25 Ibíd., 97. 12 Bibliografía: P. CALDERÓN DE LA BARCA, La vida es sueño, Madrid, Edimat libros, 1999. J. CHEVALIER, A. GHEERBRANT, Diccionario de los símbolos, Tr. M. SILVAR & A. RODRIGUEZ, 1969, ePub base r1.2, Ed. en formato digital, Titivillus, 2018. J.L. LAZZARINI S.J., La literatura, epifanía de la condición humana, Buenos Aires, Editorial de la Palabra de Dios, 2017. LA BIBLIA, El libro del pueblo de Dios. Traducción argentina, Buenos Aires, Fundación Palabra de Vida, Paulinas, 19927. M. FOUCAULT, La verdad y las formas jurídicas, Barcelona, Gedisa, 1996 J.M. PABÓN DE URBINA. Barcelona, Vox, 2001 Diccionario manual Griego. Griego clásico-español, 18 SÓFOCLES, Edipo Rey, Tr. ASSELA ALAMILLO, Ed. Gredos, 1992, en: A. ALEGRE GORRI (DIR. ED.), Los clásicos de Grecia y Roma, Barcelona, Planeta DeAgostini, 1995. SÓFOCLES, Antígona, Tr. Assela Alamillo, Ed. Gredos, 1992, en: A. ALEGRE GORRI (DIR. ED.), Los clásicos de Grecia y Roma, Barcelona, Planeta DeAgostini, 1995. O. A. VELARDE, La vida es sueño: entre Calderón y Foucault, Tesis Magister of Arts, Ontario, University of Western Ontario, 1998.