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Análisis de La Odisea - Diego Fabian VERA

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La Odisea: ¿Sólo una aventura épica?
Análisis sobre “La Odisea”1 de Homero
Por Diego Fabian Vera S.J.
UCC Formación Literaria I
Prof. Gloria Franchisena de Lezama
25 de Abril de 2022
“Caminante, son tus huellas el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar.
Al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino sino estelas en la mar…”
(Antonio Machado)
1.
Introducción
Luego de leer esta epopeya clásica universal, y de consultar algunos autores que sobre ella
comentan, nos proponemos hacer un análisis acerca de la misma, deteniéndonos brevemente en los
aspectos Sintácticos y Semánticos, para abordar el nivel Pragmático teniendo como centro la pregunta:
¿Es la Odisea sólo un poema sobre las aventuras de un héroe mítico, o en el fondo, Homero quiere
enseñarnos a través de esta historia la realidad propia del ser humano en cuanto caminante y forjador
de su propio destino?
Para esto abordaremos por un lado la simbología detrás de tres grandes espacios protagónicos
en la obra: El mar, la isla, el navegar, y por otro nos detendremos en un episodio que nos llamó
especialmente la atención: ¿Por qué el autor introduce el viaje de Odiseo al hades?
Al final, intentaremos esbozar una conclusión, que en función de la brevedad del trabajo, no
nos es posible alargar, aunque sin dudas quede muchísimo jugo para sacarle a este magnífico relato.
2.
¿Por qué “La Odisea”?
Cuando nos proponemos analizar el título de esta obra descubrimos que es uno de los pocos
casos en los que la palabra se relaciona directamente con ella. Y es que el término “odisea” no existía
antes de este poema homérico el cual refiere a su protagonista Odiseo, pero a partir de allí comenzó a
utilizarse coloquialmente. Según el Diccionario de la RAE, refiere a un “viaje largo, en el que abundan
las aventuras adversas y favorables al viajero” o en otra acepción es una “sucesión de peripecias, por
lo general desagradables, que le ocurren a alguien”.2 De esta manera, cada vez que decimos que una
situación complicada o extenuante que tuvimos que atravesar fue una odisea, nos remitimos a esta
historia en la que el héroe Odiseo tuvo que sortear muchos obstáculos para regresar a su ansiada tierra
de Ítaca.
Más allá de esta acepción del título, podemos asegurar que no es una “odisea” la lectura de
este poema, que nos sumerge en un mundo épico de aventuras y mitología que tan fantástico como real
1
HOMERO, La Odisea, Tr. LUIS SEGALÁ Y ESTALELLA, Buenos Aires, Losada, 199914 (en adelante LO).
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.5 en línea],
https://dle.rae.es [consulta: 20 de abril de 2022].
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2
se puede sentir, tan de otra época como actual, tan lejano como cercano, y tan ajeno como propio, al
punto que no sabemos si somos lectores o protagonistas de esta historia, que habla de un héroe, pero
también de un hombre… O tal vez podemos decir del hombre.
3.
“Háblame, Musa…”
Esta obra es un poema organizado por capítulos denominados cantos. En total veinticuatro
cantos en los que el narrador (omnisciente), va contando la historia del regreso de Odiseo, pero no de
manera lineal ni cronológica, ya que va alternando entre el presente de Telémaco, el de Odiseo, e
incluso entre los cantos IX y XII le cede su lugar al propio Odiseo que contará su historia desde el
final de la guerra de Troya hasta su llegada a la tierra de los feacios, en la corte del Rey Antinoo.
El narrador es el aedo3, que inicia el relato, luego de la invocación a la Musa, con la reunión
de los dioses en el Olimpo para decidir sobre la suerte de Odiseo, e inmediatamente se dirige a la tierra
de Ítaca en un supuesto tiempo presente en el que Odiseo está aún prisionero de Calipso y su familia
es asediada por los saqueadores pretendientes.
Se centra en las acciones que Telémaco, hijo de Odiseo, comienza a realizar por consejo de
Palas Atenea hasta el canto IV. Sin embargo, en el canto V, vuelve al momento inicial, con Odiseo en
la isla, y la intervención de Hermes para que ésta decida liberarlo.
A partir allí seguirá con la historia de Odiseo hasta su llegada a Ítaca y su encuentro con el
porquerizo en el canto XIV, aunque como mencionamos, durante los cantos IX a XII, es el mismo
Odiseo quien realiza un viaje al pasado (flashback), recordando los infortunios de su viaje.
En el canto XV continúa la historia de Telémaco desde donde había quedado, hasta que recién
en el canto XVI se unen ambas historias con el encuentro de ambos personajes, y continúa un tiempo
presente hasta el final.
4.
“…de aquél varón de multiforme ingenio”. Odiseo, Penélope, Telémaco.
Como mencionamos anteriormente, Odiseo es el protagonista y quien le da título a esta obra.
Personaje secundario heroico de una obra anterior, “la Ilíada”, a cuyas hazañas se hacen referencia
constantemente a lo largo de la obra, y cuyo final da comienzo a ésta, aunque recién a partir del canto
V se hace presente con voz propia.
Odiseo, al igual que otros personajes, es caracterizado continuamente por el autor a lo largo
del relato mediante epítetos: cada vez que va a tomar la palabra Odiseo o se va a hacer referencia a él,
el mismo autor o algún personaje, suma un calificativo descriptivo de alguna virtud o característica de
éste: magnánimo, paciente, astuto, invencionero, fecundo en recursos, divinal, ingenioso, desdichado,
etc.
También hay muchas referencias acerca de su aspecto físico y descripciones, aunque van
tomando diversas características según la circunstancias y quien lo describe. Así, varias veces aparece
3
Del gr. ἀοιδός (aoidós) 'cantor'. Cantor épico de la antigua Grecia. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA.
Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.5 en línea], https://dle.rae.es [consulta: 20 de abril de
2022].
3
con el aspecto semejante a un dios, con figura atlética, cabellos rizados, esplendoroso, etc. y otras
aparece arruinado, semejante a un mendigo, suplicante, e incluso para el cíclope, “un hombre pequeño,
despreciable y menguado”.4 Esto también es propio del personaje y de su astucia, capaz de camuflarse
y pasar inadvertido entre los hombres, y a la vez, llamar la atención e incluso enamorar y atraer a las
más insignes damas, diosas y ninfas, o ganarse el favor de hombres poderosos.
Sin embargo, algo muy recurrente durante los diversos acontecimientos, es verlo doblegado,
llorando, lamentando, sufriendo, con nostalgia de su tierra, recordando con tristeza acontecimientos
pasados. Creo que ésta característica especial es la que más humaniza al héroe. Capaz de engañar y
enfrentar ejércitos, pero incapaz de contener o camuflar emociones genuinas.
Otra característica que nos presenta el relato son sus dones de aedo al relatar sus peripecias,
aunque resaltando su capacidad de engaño e inventiva, también podemos hasta llegar a cuestionarnos
qué de todo lo que cuenta pasó realmente. ¿Son ciertos sus relatos? Lo cierto es que por inverosímiles
que nos puedan parecer, lograron convencer a la corte del Rey Alcinoo y posteriormente, a su propia
esposa Penélope.
Y ya que la mencionamos, nos vamos a detener un momento en ella, quien se niega a aceptar
su desaparición y lo llorará durante veinte años hasta su regreso, el que también se niega a aceptar. Es
caracterizada como sagaz, prudente. Tan sagaz que por muchos años engañó a sus pretendientes con el
truco del tejido que hilaba y deshilaba por las noches, y tan prudente que desconfió hasta el último
minuto aún del mismo Odiseo y de todos los que le rodeaban y le aseguraban la vuelta del héroe, hasta
que con astucia lo pone a prueba.
Su figura quedará para siempre como símbolo de fidelidad, y reproducida en muchas obras,
poemas y canciones, tal es la célebre de Joan Manuel Serrat, trayendo el personaje a la actualidad,
“con su bolso de piel marrón y sus zapatitos de tacón, sentada en la estación” esperando el regreso
del “caminante”.
Por último observemos la figura de Telémaco, hijo de Odiseo y Penélope, quien sufre la
ausencia de su padre, y la depresión de su madre, sumado al hecho de tener que soportar los
pretendientes de su madre que consumen sus bienes. Es caracterizado al igual que su madre como
prudente, pero también hay varias referencias al parecido físico con su padre, y al final lo vemos
desarrollar también su capacidad de engaño y astucia, así como su fuerza guerrera, que vuelven
orgulloso a su abuelo Laertes, resaltando la valentía de padre e hijo.5 Telémaco tiene su propia historia
dentro de la Odisea, a decir de muchos autores, su Telemaquia: la breve aventura en la que sale de su
casa para buscar información sobre su padre, es decir, poder encontrarse con su origen, para crecer,
madurar. Pasar de ser un hijo sometido al infortunio de su madre, para transformarse en un hombre
capaz de hacerse cargo del gobierno de Ítaca.
4
5
Cf. LO, 138, canto IX.
Cf. Ibíd., 344-345, canto XXIV.
4
5.
Navegar, vivir…
En la Odisea, vemos constantes alusiones a una geografía griega y mediterránea en las
descripciones de las islas y los lugares que pueden parecernos reales aunque no necesariamente lo
sean. El mar cobra un especial protagonismo, así como la necesidad de naves para embarcarse a la
aventura o regresar de ella. En el mar está la indefensión, están al arbitrio de los dioses y las bestias
marinas que pueden cambiar el rumbo de la historia. Allí los vientos deciden la suerte si nos dejamos
llevar, o el esfuerzo de los remos nos pueden conducir a un mejor puerto. Las decisiones son
determinantes. De vida o muerte. Según afirma Paul Diel, “el mar simboliza la inmensidad misteriosa
de la que todo surge y a la que todo torna”.6 Por otro lado, “la isla sería el refugio donde la conciencia
y la voluntad se unen para escapar a los asaltos de lo inconsciente: contra las olas del océano se busca
el socorro de la roca”.7
Cirlot, menciona que “el sentido más profundo de la navegación nos es dado por Pompeyo el
Grande al decir: «Vivir no es necesario; navegar, sí»”, distinguiendo “la existencia en dos estructuras
fundamentales: por vivir entendía vivir para sí y en sí; por navegar, vivir para trascender”. La Odisea
es “la epopeya mítica de la navegación, como victoria sobre los dos peligros esenciales de todo
navegar, la destrucción (triunfo del océano, inconsciente) o el retroceso (regresión, estancamiento)”.8
Vemos como en el “oscuro ponto” los compañeros de Odiseo son devorados por esas aguas
turbulentas por su imprudencia, su desconfianza, o por ser presa de sus instintos básicos y no decidir
con sensatez. Aquí triunfa el inconsciente sobre la razón.
También vemos como Odiseo muchas veces puede quedarse en el confort, disfrutando del
momento, sin preocuparse, ya sea en algún reino favorable, en la comodidad de Circe o Calipso, que
incluso le prometía la inmortalidad en esa condición. Estamos frente a ese proceso de estancamiento o
de “vida sin vivir” a la que se refería Pompeyo. Una vida que no vale la pena, sumida en la
comodidad, pero encerrada en sí mismo, sin la posibilidad de vivir el verdadero amor, de salir de sí
para trascender en el otro.
Ese trascender podemos verlo en lo últimos cantos, al transmitirle a Telémaco su sabiduría y
valentía, para permitirle a éste tener la confianza y madurez suficiente para superar las dificultades y
curiosamente ya no tener que depender de su padre para ser el soberano de Ítaca.
A lo largo de la epopeya, vemos que ambos tendrán que salir al mar. Uno para emprender ese
retorno hacia el final de su historia, y otro para comenzar a ser protagonista de su propia vida.
Este navegar puede significar enfrentar monstruos, peligros, miedos. Sobre todo los propios,
los que intentan sumergirnos en el estancamiento de preferir una vida desdichada y cómoda, antes que
6
P. DIEL, Le Symbolisme dans la mythologie grecque, París, 1952. en J. E. CIRLOT. Diccionario de
símbolos. Labor, Barcelona, 1969; Ed. en formato digital, Siruela, 2018. Pos. 950.
7
Cf. voz “Isla” en: J. CHEVALIER; A. GHEERBRANT, Diccionario de los símbolos. Tr. M. SILVAR & A.
RODRIGUEZ, 1969; ePub base r1.2, Ed. en formato digital, Titivillus, 2018. Pos. 19504.
8
Cf. voz “Nave” en: J. E. CIRLOT, Diccionario de símbolos. Labor, Barcelona, 1969, Ed. en formato
digital, Siruela, 2018. Pos. 6759.
5
enfrentar el desafío del viaje que nos conducirá a la verdadera vida. Aquí vemos el quid del homo
viator y podemos preguntarnos: ¿Estaba predeterminado por los dioses el destino de Odiseo y
Telémaco, o realmente fueron ellos quienes fueron abriéndose su propio camino? ¿En qué consistió
realmente este viaje de Odiseo en el que tuvo que descender incluso hasta el territorio del hades para
descubrir su camino?
6.
¿Libertad o destino?
Para responder a la primera pregunta de las planteadas anteriormente, nos vamos a detener en
una de las cuestiones que puede inquietarnos al leer la Odisea: cómo los dioses parecen hacerle la vida
posible o imposible a los seres humanos, o como éstos parecen ser títeres de sus divinos caprichos.
Tal parece ser la creencia de sus personajes, sin embargo, es muy interesante notar que en el
primer diálogo del texto, el “primero en usar la palabra” sea Zeus, “el padre de los hombres y de los
dioses”, haciendo una afirmación clave sobre la pregunta que estamos abordando: “¡Oh dioses! ¡De
qué modo culpan los mortales a los númenes! Dicen que todos los males les vienen de nosotros, y son
ellos quienes se atraen con sus locuras infortunios no decretados por el destino…”.9
Tampoco parece azaroso que la intervención del mismo Zeus sea la que dé final a esta historia,
frenando el instinto guerrero de nuestro héroe, quien esta vez, parece haber aprendido algo de todo el
camino recorrido, y ha madurado su sabiduría lo suficiente como para sosegar su instinto y “alegre en
su ánimo” cumplir la orden de paz.10
Si bien vemos como parece que muchas veces el dios Poseidón “el destructor de tierras”
interfiere en el destino del héroe y sus compañeros, también vemos como varias decisiones
imprudentes o desafiantes son las que determinan el curso de las desgracias. Así, al salir de Troya,
siguen con el ánimo guerrero, podría decirse, la soberbia de los triunfadores, la omnipotencia de
someter a quien sea, y con ese ánimo entran a saquear la tierra de los Cícones, y por su imprudencia,
sufren el contraataque de éstos. Algunos mueren y tienen que huir. Allí el autor dice que “pierden el
rumbo”. ¿Qué les hace perder el rumbo? ¿Zeus o su propia ambición?
Comienzan a tomar conciencia de sus propios límites, la propia realidad de la infinitud, la
vulnerabilidad. Tendrán que decidir si enfrentan esta realidad (esta verdad) para avanzar, o si buscan
la evasión prefiriendo el dulce néctar del olvido y la inconsciencia (lotófagos), a luchar contra oscuras
tempestades y monstruos viviendo en la conciencia de la vulnerabilidad.
Sin embargo, vemos como a pesar de ir ganando en prudencia, Odiseo vuelve a ser superado
por la arrogancia, y tras haberse convertido en “nadie” para vencer al Cíclope, vuelve a ponerse en el
pedestal del orgullo por su victoria, dándole a conocer su nombre, aumentando su enojo y provocando
la ira de Poseidón, quien no le perdonará este hecho. Tal vez, si hubiese seguido en el anonimato sin
develarse, hubiera podido culminar su aventura sin más.
9
Cf. LO, 22, canto I.
Cf. Ibíd., 345, canto XXIV.
10
6
De este hecho parece haber aprendido nuestro héroe, ya que desde entonces, ya no vemos esa
arrogancia en él y empezará a primar la prudencia, aún en contra de sus compañeros. Cada “desgracia”
se convierte en un aprendizaje en el que va descubriendo cuáles son las barreras que debe enfrentar
para el retorno deseado. Y la mayoría de esas barreras terminan siendo más internas que externas. Es
un vencerse a sí mismo, a su orgullo y engrandecimiento iniciales, hasta llegar a su patria como un
mendigo, soportando humillaciones y desprecios, mediando la razón sobre el instinto, logrando así
sacar lo mejor de sí. E incluso, siendo capaz de “alegre en su ánimo” bajar las armas y hacer la paz.
7.
Descendió a los infiernos.
La segunda de las cuestiones planteadas, además reasalta por un pasaje que nos llama mucho
la atención, y es lo acontecido en el canto XI: el descenso de Odiseo al hades, el lugar de los muertos,
que notamos además, se encuentra justo en el centro del poema.
Tal como menciona el padre José Luis Lazzarini SJ, “se inaugura lo que en la literatura
occidental serán las katábasis o descensos infernales”, aunque “en este caso, más que un
descendimiento se trata de una nekuia11”.12
Quizás podemos hacernos las mismas preguntas que se hicieron sus compañeros: ¿por qué
Circe le propone este viaje antes del regreso? ¿Qué sentido tiene semejante aventura en tan compleja
situación? ¿Qué nos revelan estos fantasmas?
Aparece en este horizonte nuevamente el tema de la verdad y de enfrentarse con la verdad.
Luego de la estadía con Circe, Odiseo había aprendido mucho, y ya no se dejará dominar por sus
necedades instintivas. Ahora sí está dispuesto a ir al fondo de su verdad. Que no es otra que la verdad
del hombre. Vemos aparecer a un personaje conocido por otra gran obra: Tiresías, el adivino ciego que
le dice su verdad a Edipo Rey en la tragedia de Sófocles, pero él se niega a escucharlo, preso de su
ceguera por el poder.13 “El ciego evoca la imagen de aquel que ve otra cosa, con otros ojos, de otro
mundo”.14
Odiseo descenderá al lugar de los muertos para ver las cosas de otra manera, desde otra
perspectiva, para encontrarse con la conciencia plena, con la sabiduría necesaria para poder sortear las
dificultades que aún le sobrevendrán, emprendiendo el retorno. Pero este retorno ya no significará sólo
regresar con su familia, sino emprender posteriormente un nuevo y misterioso viaje hasta su muerte.
Tanto la profecía de Tiresías como las distintas visiones y diálogos que Odiseo tiene en el
inframundo, le dan una visión distinta de la vida. Las figuras fantasmales de Aquiles y Agamenón, le
hacen desmoronar los ideales de héroe con los que había partido a luchar en Troya: “preferiría ser
labrador y servir a otro, a un hombre indigente que tuviera pocos recursos para mantenerse, a reinar
11
Νέκυια, evocación de los muertos. J.M. PABÓN DE URBINA. Diccionario manual Griego. Griego
clásico-español, Barcelona, Vox, 200118, pág. 407.
12
J.L. LAZZARINI S.J. La literatura, epifanía de la condición humana, Buenos Aires, Editorial de la
Palabra de Dios, 2017, pág. 22.
13
Cf. SÓFOCLES, Edipo Rey, Tr. ASSELA ALAMILLO, Barcelona, Gredos, 1992.
14
Cf. voz “ciego” en: J. CHEVALIER, A. GHEERBRANT. Diccionario de los símbolos. Tr. M. SILVAR & A.
RODRIGUEZ, 1969, ePub base r1.2, Ed. en formato digital, Titivillus, 2018. Pos. 9483.
7
sobre todos los muertos”.15 Esta dura revelación del venerado Aquiles es quizás el reflejo del destino
que escogerá Odiseo para el final de su vida: con aquellos hombres que confundirán el remo con un
instrumento de labranza, lejos del mar, haciendo dichosos a los ciudadanos a su alrededor.
Al pensar en estas figuras fantasmales, lamentándose de sus decisiones en vida, rememoramos
lo relatado por ese narrador fantasma en la obra de Javier Marías, que nos presentaba lo difícil de ese
estado sin tiempo ni espacio, en el que la plena conciencia, le devolvía la sombra de lo que ya no
puede cambiar, por no estar más en el mundo donde se mantuvo contento por “vivir” cómodamente en
la propia inconsciencia cuando fue mortal.16 Odiseo en cambio, tiene aún la posibilidad de cambiar esa
suerte, y toda esta “odisea” le servirá para no terminar después de su muerte como sus antiguos
compañeros, lamentándose por perseguir la gloria y el bienestar mundanos, y en definitiva, no
trascender más que al cumplimiento de sus propios y primitivos instintos, lejos de lo verdadero.
También en este sentido, la visión de Titio, Tántalo y Sísifo ayudan al protagonista a entender
el espiral sin fin al que conducen la ambición y los deseos terrenales, que hacen perder la vida
intentando alcanzar algo que nunca será suficiente.
8.
Conclusión
La Odisea es mucho más que una historia fantástica de aventuras y seres mitológicos, es
mucho más que un canto sobre dioses y guerreros. Uno puede reflejarse en la historia de Odiseo
buscando su propio camino de trascendencia, teniendo que “cegar” sus propios polifemos para tener
otra visión de la realidad, atreverse a ahondar en las cavernas de lo desconocido y lanzarse al mar, por
peligroso que sea, para sacar a flote lo esencial de la conciencia y de esa manera navegar por la vida
“haciéndose el camino”, de lo contrario corremos el riesgo de ceder ante los instintos básicos que nos
venden la fama, el honor, las riquezas, la comodidad como el deseo de lo inalcanzable, porque lo que
se consigue deja de desearse y se busca algo más, y así nos sumimos en la desdicha de conseguir
muchas cosas, pero no lo esencial. Y es que “lo esencial es invisible a los ojos” le decía el zorro al
Principito. Quizás por eso Tiresías era ciego, al igual que nuestro aedo, según las tradiciones.
Probablemente Homero, en su ceguera, supo ver lo esencial para enseñarle a su época y a todas las
épocas cuan torpe puede ser el ser humano, pero también cuán capaz es de redención.
Para concluir este análisis, voy a transcribir una reflexión de M. Denevi, que forma parte del
epígrafe del anteriormente citado libro del Padre Lazzarini y resume mi sensación luego de haber leído
esta epopeya: “Se sabe del mundo de la realidad por dos medios diferentes: por experiencias
personales o por revelaciones ajenas. Si todo se supiera sólo por lo que le pasa a uno, los
conocimientos serían muy pobres, Gracias a la literatura, que es la revelación ajena, sabemos mucho
de la humanidad”.17
15
Cf. LO, 168, canto XI.
Cf. J. MARÍAS, Cuando fui mortal, Ed. Digital Titivilus, 1996.
17
J.L. LAZZARINI S.J. La literatura, epifanía de la condición humana, Buenos Aires, Editorial de la
Palabra de Dios, 2017, contratapa.
16
8
Bibliografía:
HOMERO, La Odisea, Tr. LUIS SEGALÁ Y ESTALELLA, Buenos Aires, Losada, 199914.
J. CHEVALIER, A. GHEERBRANT. Diccionario de los símbolos. Tr. M. SILVAR & A. RODRIGUEZ,
1969, ePub base r1.2, Ed. en formato digital, Titivillus, 2018.
J.L. LAZZARINI S.J., La literatura, epifanía de la condición humana, Buenos Aires, Editorial de la
Palabra de Dios, 2017.
J. MARÍAS, Cuando fui mortal, Ed. Digital Titivilus, 1996.
J.M. PABÓN DE URBINA, Diccionario manual Griego. Griego clásico-español, Barcelona, Vox,
200118.
J.E. CIRLOT. Diccionario de símbolos. Barcelona, Labor, 1969; Ed. Siruela, edición en formato
digital: marzo de 2018.
P. VIDAL-NAQUET, El mundo de Homero, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 20062.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.5 en
línea], https://dle.rae.es [consulta: 20 de abril de 2022].
SÓFOCLES, Edipo Rey, Tr. ASSELA ALAMILLO, Barcelona, Gredos, 1992
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