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La Ciudad Del Sirirí

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La Ciudad Del Sirirí
Un día estábamos realizando un viaje turístico por las islas del río
Paraná. Todo iba bien hasta que de la nada el cielo se nubló y los
vientos empezaron a ponerse muy fuertes. El viento era tan fuerte que
volcó el barco y todos nos desmayamos del golpe.
Al despertar nos dimos cuenta de que estábamos en una isla rara,
estaba con muchos restos de basura y los pastos eran muy altos. A lo
lejos se lograba ver el
barco, que estaba
encallado en una roca.
Entre las siete personas
que estábamos
decidimos ir a explorar el
barco para ver si había
alguna forma de pedir
ayuda o suministros.
Cuando llegamos vimos
que faltaba el capitán y la mayoría de los tripulantes había fallecido, por
el choque o por ahogamiento. Encontramos varias latas de comida pero
no había ni bengalas ni señal para comunicarnos por la radio.
Dije que la mejor opción era prender fuego para llamar la atención con
el humo, entonces nos pusimos a buscar ramas y hojas secas, fue un
poco complicado ya que la mayoría estaban húmedas por la tormenta
que había tumbado el barco, pero lo conseguimos. Hicimos el fuego
pero a medida que pasaban las horas no había ninguna señal de ayuda.
Ya estaba oscureciendo entonces decidimos que íbamos a buscar
cosas para pasar la noche.Nos dividimos en dos grupos, unos buscaban
cosas para hacer la choza y los demás buscaban ramas y hojas secas
para hacer una fogata. Mientras buscábamos las cosas, con mi grupo,
encontramos un cartel que decía “Ciudad Del Sirirí”. Volvimos corriendo
a donde estaban haciendo la choza, emocionados por enseñarles
nuestro descubrimiento, Cuando les contamos dijeron que la mejor ideaera ir a explorar, así quizás encontrábamos ayuda.
Nos adentramos en la ciudad y
mientras íbamos adentrándonos nos
dabamos cuenta que la ciudad estaba
como abandonada, había mucho
musgo, paredes y ventanas rotas,
casas derrumbadas y en el medio un
monumento de algo parecido a un
pato, que cuando nos acercamos decía “monumento en homenaje a
siriri”. En ese mismo lugar había un cartel diciendo “nuestro dios Sirirí,
gracias por ayudarnos en tanto. Ofrecemos esta estatua en forma de
agradecimiento”.
Un amigo se burló de eso, pero luego de eso vimos que debajo había
un graffiti que decía “no meterse con él o estarán en problemas”. No le
dimos importancia y seguimos nuestro camino, era complicado caminar,
ya que los pastos eran muy altos, pero seguimos de todas formas.
En un momento quería decirle algo al grupo entonces como yo iba
primero me di vuelta, pero noté algo raro. Solo estábamos seis, faltaba
uno de mis amigos, en ese momento les dije a todos que faltaba
Augusto. Lo llamamos y lo buscamos por todos lados (cuando pensé
que justo se había burlado del monumento, pero pensé que era una
idea bastante rara como para ser verdad). Cuando oscureció decidimos
pegar la vuelta porque ya nos daba miedo. Mientras volvíamos pasamos
por donde estaba el monumento y nos dimos cuenta de que ya no
estaba la estatua, en su lugar había solamente huesos. En ese
momento nos dio mucha angustia y empezamos a correr hacia la choza.
Cuando llegamos, comimos y nos acostamos a dormir, pero con mucho
terror por lo de Augusto.
Ya en la mañana me desperté primero y al ver cuántas personas había
vi que faltaba una, faltaba Juan. Pensé que se había levantado antes
que yo y había salido a tomar aire. Entonces salí a buscarlo, pero por
más que lo busque no estaba en ningún lado.
Desperté a los demás y les conté la situación llorando de temor. Ellos
me consolaron y me dijeron que iban a aparecer, eso me tranquilizó,
pero de todas formas seguí aterrorizado. Pensé en que él también se
había burlado, pero de nuevo lo descarte.
Fuimos a explorar porque necesitábamos pedir ayuda, pero con mucho
miedo.
El monumento estaba en su lugar original, pero tenía algo raro, tenía
los ojos rojos. Seguimos nuestro camino y a medida que íbamos
avanzando nos íbamos dando cuenta de que el lugar estaba cada vez
peor, pero había un detalle raro, las paredes tenían escrito con letra
chica, mensajes que decían: “Los voy a encontrar”, “No tienen forma de
esconderse”, “Ahora voy por ustedes”, “Esto les pasa por meterse
conmigo”. Pensamos que era alguna broma de alguien así que no le
dimos importancia. En un momento nos dimos cuenta que ya habíamos
llegado al final de la isla, entonces decidimos dar la vuelta. Mientras
volvíamos nos estaba dando mucha sed porque no teníamos agua
potable, entonces decidimos que cuando llegaramos haríamos agua
potable.
Estábamos hablando cuando de la nada se escuchó un ruido muy raro
que nos puso los pelos de punta, era como un grito muy desgarrador.
apenas escuchamos ese ruido vimos algo que se movió entre los
pastos, era algo muy alto, como una figura humanoide y que se movía a
cuatro patas. De la nada el cielo se nubló y cuando voltee faltaba otro
de mis compañeros, faltaba Santi. El cielo se nubló y vino una niebla
muy fuerte que no nos dejaba ver casi nada. Pude ver a la criatura y era
de color amarilla y trenia varios collares raros. Él nos decía “yo soy el
que los anda buscando, los voy a agarrar y voy a hacer lo mismo que
hice con sus amigos, ¡LOS VOY A OFRECER A SIRIRI!”. en ese
momento nos dimos cuenta de que había pasado con Augusto y Juan,
pero no era momento de pensar,
había que huir de ahí. La criatura
era muy rápida, entonces
sabíamos que no servía de nada
correr, entonces decidimos luchar.
Apenas lo enfrentamos vimos la
fuerza que tenía, podía levantar
rocas gigantes y lanzarnos las.
Obviamente él tenía más fuerza que nosotros, así que, ideamos un plan
para vencerlo. El plan era despistarlo entre yo y marcos para que agus
le pegue. Comenzó el plan y cuando se despertó agus le fue a pegar
pero adivino su movimiento y lo esquivo, entonces le fui a pegar yo,
pero también lo adivino. Lo único que quedaba era pegarle entre los
tres, y así fue, le pegamos y el golpe fue tan fuerte que causó una
explosion que lo derrotó.
Nosotros quedamos heridos pero con las pocas fuerzas que teníamos
logramos volver al refugio y allí alimentarnos, sanar nuestras heridas y
hacer agua potable. La explosion llamo la atencion de ciudades
cercanas y con ella logramos que nos rescataran. Vino un helicóptero y
nos salvó de esa isla que nos trae tantos malos recuerdos. Ahora
vivimos una buena vida en Paraná, pero extrañamos mucho a nuestros
amigos.
Fin.
Valentin Monzón, Augusto González, Santino González y Agustín Pulido.
Foto elegida:
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