Apuntes UNED – Elaborados por Francisco Rubio Cuenca Prehistoria II TEMA 7: EL HORIZONTE CAMPANIFORME 7 1. INTRODUCCIÓN El complejo cultural conocido por fenómeno campaniforme se extendió por dos terceras partes de Europa y norte de África hacia el 2500 B.C., avanzada la Edad del Cobre (EC). La denominación “campaniforme” le viene dada por un elemento arqueológico característico: un vaso cerámico de forma acampanada y esmerada decoración. Este vaso es el común denominador en todos los lugares en los que se ha documentado este fenómeno. Los inicios del fenómeno campaniforme se remontan al 2750 BC, para ir desapareciendo hacia los primeros siglos del II milenio. El equipamiento campaniforme se ha recuperado preferentemente en contextos funerarios, en enterramientos excepcionalmente ricos, con objetos ausentes en la mayoría de las tumbas de la época, lo que da idea de que está dedicado a una minoría social. Esta circunstancia, enterramientos con o sin campaniforme, impide catalogar a este fenómeno arqueológico en términos de cultura. Sin embargo, el fenómeno campaniforme tiene hondas implicaciones sociales, económicas, políticas, ideológicas y simbólicas. De aquí que constituya uno de los temas estrella de la Prehistoria reciente europea. 2. EL EQUIPAMIENTO CAMPANIFORME Los vasos campaniformes iban acompañados en los enterramientos de una variedad de elementos de ajuar, como armas, joyas, complementos de vestido, para dar cuenta del prestigio de los inhumados: sofisticados objetos de cobre, adornos de un metal bello y escaso como el oro; o manufacturas de materias primas como el marfil o el ámbar, traídos de lugares lejanos. 2.1. El vaso campaniforme estándar La pieza más representativa del equipamiento campaniforme es una vasija cerámica, modelada a mano, de color rojizo o anaranjado, con forma de campana invertida y una minuciosa decoración en bandas horizontales que recorren toda su superficie exterior. Las bandas se rellenan de trazos oblicuos realizados mediante impresiones de instrumentos dentados o de conchas, cuya dirección se va alternando en cada franja (fig. 1, p. 257). Algunos ejemplares presentan incrustaciones de pasta blanca (de polvo de calizas o de talco) con objeto de hacer más visible la decoración. Tiene una capacidad de aproximadamente un litro, resultando muy útiles para el consumo individual de líquidos, de ahí que se les catalogara como vasos o cálices. Al haber aparecido en todas las regiones donde se documenta el fenómeno campaniforme, desde el sur de Escandinavia (prácticamente toda Europa) hasta el norte de África, reciben la denominación de Vasos Internacionales; Marítimos, por la elevada concentración de ejemplares en zonas costeras, y de puntillado de bandas, si se alude a su estilo decorativo (Mapa: fig.2, p.258). 2.2. Otras formas y estilos decorativos de la cerámica campaniforme Bajo la aparente unidad formal y ornamental de la cerámica campaniforme subyacen no pocas variedades, con multitud de diseños: recipientes metopados con asas en los territorios orientales, “jarras de cerveza” de paredes rectas y fondos planos en las Islas Británicas, los pintados de Sicilia, cuencos de Centroeuropa, etc. A pesar de la diferencia de tamaño y morfología respecto de la estándar, estas vasijas son tildadas de campaniformes por su abigarrada decoración y asociación a otras piezas (fig.3, p.259). Más escasos son los vasos cordados de los Países Bajos, con una decoración impresa de líneas de cuerda muy finas. Esta misma técnica aplicada a otro tipo de recipientes se constata en el Calcolítico europeo de la Cerámica Cordada o de Cuerdas (Corded Ware Culture, CWC). A mitad de camino entre los vasos marítimos y los cordados se reconoce el estilo mixto o Marítimo-Cordado, en el que las improntas de cuerda actúan como límites de las bandas puntilladas. Parece ser que poco a poco se irán imponiendo otros estilos regionales. En la península ibérica, destacan los grupos de Palmela, Ciempozuelos, Carmona-El Acebuchal y Salamó. Palmela Los primeros hallazgos campaniformes de la península ibérica se constatan en 1876 en la necrópolis de Casal do Pardo, en la Quinta do Anjo, Palmela (Portugal). Se identifica un estilo particular en las penínsulas de Lisboa y Setúbal. E. Cartailhac (1886) se apercibió de la similitud formal y decorativa de algunos recipientes de este yacimiento con los caliciformes de Centroeuropa y Bretaña, lo que sirvió para que en su obra incluyera a la península ibérica entre los territorios campaniformes. Las piezas más distintivas de la vajilla campaniforme de Palmela son unos cuencos de gran tamaño y bordes anchos, decorados con retículas y zig-zags. Cuesta de la Reina (Ciempozuelos) Desde 1894 en que se iniciaron las excavaciones en la necrópolis de la Cuesta de la Reina, Ciempozuelos identifica al grupo campaniforme del interior de la península. Además del vaso campaniforme, se encontraron un cuenco hemisférico y una cazuela baja, para conformar una tríada o servicio estandarizado (fig.5, p. 260). Las tres vasijas aparecen profusamente decoradas con motivos geométricos incisos e impresos, en bandas horizontales, por la superficie exterior, con incrustación de pasta blanca. Los fondos también aparecen decorados. En el Bajo Guadalquivir, en 1896 (J. Bonsor), pudo definirse el grupo El Acebuchal-Carmona. Su cerámica tiene una decoración muy abigarrada. Se citan como distintivos de este grupo los carretes o soportes, aunque sólo existe un ejemplar. El grupo de Salamó sólo existe en el noreste peninsular. Se caracteriza por la vasija de cuerpo achaparrado y cuello ligeramente desarrollado, que se documenta también en el sur de Francia. La PI se revela, así, como un espacio de gran dinamismo y personalidad respecto al fenómeno campaniforme, en el que confluyen estilos decorativos internacionales y locales, con una gran variedad formal, como la tríada formada por vaso, cuenco y cazuela, como la de Ciempozuelos. 2.3. Armas de cobre El cobre es un material que en los inicios de la Edad de los Metales estuvo solo al alcance de los poderosos, estando la primera metalurgia al servicio de la ostentación (C.Renfrew). Se destina a la producción de puñales, puntas de jabalina y alabardas. Los puñales aparecen en toda Europa junto con pequeñas espadas. Su enmangue se aprovecharía de la lengüeta del extremo opuesto a la hoja. Exclusivas de la PI son ciertas jabalinas romboidales y con pedúnculo, conocidas como puntas Palmela. Muy excepcionalmente, la panoplia campaniforme incluía también alabardas, que se enmangarían transversalmente a largos vástagos de madera. El uso de tales armas se testifica en las representaciones de grandes hombres armados de las estelas de piedra (ej.: Longroiva, Portugal; Tabuyo del Monte, León) (fig.7, p. 262). 2.4. Joyas de oro En oro se confeccionaron joyas y apliques, de tamaño reducido, siendo las piezas grandes especialmente espectaculares, como la cinta de la cista portuguesa de la Quinta de Agua Branca. Los adornos se obtenían a partir del martillado de pepitas o de pequeños lingotes, aunque también había joyas macizas. Los elementos de chapa con motivos geométricos repujados son las diademas, los torques, los aretes espiraliformes, etc. También aparecen cosidos sobre la ropa. Estos objetos se confeccionan a partir de oros muy puros con pequeñas aportaciones de estaño. 2.5 Equipamientos de arquería La fabricación de arcos campaniformes se constata por la presencia en las tumbas de puntas de sílex que remataban las flechas. En el campaniforme, las puntas se dotan de aletas y pedúnculos. Además, ciertas placas rectangulares con orificios, denominadas brazales, se usarían para proteger los antebrazos del impacto de la cuerda tras el disparo. El brazal de la tumba escocesa de Culduthel fue confeccionado sobre toba volcánica, y dotado de remaches de cobre forrado de oro (fig.8, p.263). Ejemplo muy conocido es la tumba del “Arquero de Amesbury” (fig. 9, p. 263), acompañado de piezas de arquería. En Centroeuropa existen pequeños colgantes labrados en hueso de jabalí con forma de arco, decorados con líneas incisas. Se trataría de representaciones de arcos en miniatura. Representaciones más explícitas aparecen grabadas en estelas de piedra de sitios funerarios, siendo muy célebres las de Petit Chasseur (Suiza), o las de Saint Martin de Corléans, en el Valle de Aosta (Alpes). 2.6. Otros elementos del atuendo campaniforme El patrón geométrico que cubre el tronco de las figuras representadas en las estelas alpinas se ha interpretado como una plasmación de tejidos de lana, como una nueva moda en el vestir, que vendría acompañado de botones de hueso o marfil por los que se ensartaría la fibra textil. El marfil sería procedente de los depósitos de elefantes fósiles de las terrazas fluviales, pero también de elefantes africanos y asiáticos, e incluso de cachalotes. Estas gentes adornarían su atuendo con bermellón de cinabrio, pigmento de color rojo vivo, proporcionado por Almadén, Ciudad Real. Se trata de un bien de prestigio, reservado a las ceremonias de enterramiento. Se constata en las líneas rojas del cráneo de Humanejos (Madrid), restos de este producto. 3. LOS CONTEXTOS: LAS TUMBAS DE LA ÉLITE El equipamiento campaniforme está principalmente asociado a contextos funerarios y a las inhumaciones en posición fetal, aunque también se han dado casos de cremaciones (Europa Central). La mayoría de las tumbas son espacios excavados, bien fosas simples o modelos más complejos, como hipogeos y cuevas artificiales con varios cubículos. En las regiones más orientales del fenómeno campaniforme se conocen casas mortuorias, con una estructura de madera. Sólo a través de los ajuares se puede determinar la vinculación o no de los inhumados al fenómeno campaniforme. Se conocen varias necrópolis de finales del Calcolítico (ej.: Budakalász, Hungría) en las que alternan tumbas coetáneas correspondientes a grupos sociales diferenciados, que se deduce principalmente de la riqueza de los ajuares. En este sentido, destacan últimamente los yacimientos de la Comunidad de Madrid, como Camino de Yeseras o La Magdalena. Un ejemplo muy expresivo es la sepultura nº1 de Humanejos, en Parla, de un hombre al que siguió una mujer joven, con una importante colección de cerámica campaniforme y valiosos objetos de marfil, y una excepcional equipación de guerrero: puñal, jabalinas y alabarda, todos de cobre. Todo ello da cuenta de la elevada posición social del personaje. 3.1. El poder heredado En la mayoría de los territorios campaniformes, las sepulturas suelen ser de varones adultos, fiel reflejo de una sociedad patriarcal en la que el poder reside en los hombres. No obstante, también aparecen enterramientos femeninos, profusamente acompañados de valiosas ofrendas, como la “dama de oro” de Humanejos. Estas mujeres serían familiares de los jefes campaniformes, miembros, pues, del mismo aristocrático linaje. Esta observación también es válida para sus hijos, que aparecen normalmente en tumbas exclusivas. En el túmulo de Aldeagordillo (Ávila), por ejemplo, tenemos la inhumación de una niña de 10 años a la que acompaña un vaso campaniforme y un cuenco liso. Más rico es el ajuar del joven de Fuente Olmedo (Valladolid), que consta de la tríada similar a la de Ciempozuelos, una diadema o cinta de oro, una docena de armas de cobre, un brazal de arquero y una punta de flecha de sílex. Por su corta edad (17 años), este individuo es heredero del estatus privilegiado de los jefes campaniformes (fig.13, p. 267). 3.2. El transcurso de las ceremonias funerarias y el consumo de alcohol Al tratarse de vasos de cerámica, nos preguntamos qué tipo de líquidos albergarían los recipientes campaniformes. Los arqueólogos británicos fueron los primeros en relacionar los vasos campaniformes con el consumo de bebidas alcohólicas, en concreto para el consumo de cerveza (V.G. Childe). En la década de los 70 se confirmó esta hipótesis gracias al hallazgo de resto de hidromiel en el vaso campaniforme depositado den la tumba escocesa de Ashgrove. Además, A. Sherratt apuntó que el estilo cordado, hecho con impresiones de fibra de cannabis, sería evidencia de la importancia de esta planta y sus propiedades estupefacientes entre las gentes campaniformes del norte de Europa. En los últimos años, gracias a las nuevas técnicas arqueométricas, se han detectado residuos de cerveza, hidromiel y bebidas fermentadas de frutas en algunos recipientes campaniformes (Túmulo de la Sima y Peña de la Abuela, en Soria; La Calzadilla, en Valladolid; valle de las Higueras, en Toledo). Por su parte, la tríada de Ciempozuelos parece constituir una vajilla al servicio de una liturgia, debido al paralelismo con ciertas formas de la vajilla griega clásica que constituían la mensa vinaria. Entre cazuela y cuenco existen una relación volumétrica proporcional, lo que indica que cada recipiente tenía unas medidas supeditadas al papel que cada vasija desempeñaba en el ritual, siendo el cuenco el elemento distribuidor de los contenidos de las cazuelas, y el vaso campaniforme se destinaría al oficiante o a una libación. Como ejemplo, encontramos las vasijas del Valle de las Higueras (Toledo), que aparecieron en disposición funcional, unas dentro de otras, tal y como las dejaron al acabar la ceremonia. 4. LAS ESTRATEGIAS DE PODER DE LAS ÉLITES CAMPANIFORMES ¿Cómo lograron las gentes campaniformes destacar socialmente? Para alcanzar su estatus estas gentes emplearon fórmulas muy variadas, como el control sobre ciertas actividades destinadas a producir bienes estratégicos. 4.1. Los campaniformes en espacios minero-metalúrgicos El hallazgo de vajilla campaniforme en minas de cobre se interpreta como un intento de los jefes de fiscalizar la extracción y aprovisionamiento de minerales cupríferos. En la PI, con el campaniforme y el desarrollo de la metalurgia, comienza a producirse a mayor escala y se elaboran nuevos tipos metálicos: puñales de lengüeta o espigo, puntas Palmela y alabardas. La potestad sobre los derechos de explotación de recursos minero-metalúrgicos se habría reivindicado no sólo por medio de la exhibición de la vajilla campaniforme, sino también mediante rituales exclusivos en el empeño de sacralizar la actividad (Ejemplo: campamento minero-m de La Loma de la Tejería, Teruel). Hay evidencias de la presencia de cerámicas decoradas en espacios donde se llevaban a cabo labores de reducción (Ejemplo: casa V del poblado calcolítico de Zambujal, Lisboa). En ocasiones se emplearon incluso crisoles con decoración campaniforme (Ejemplo: Chibanes, Setúbal; El Ventorro, Madrid; El Acebuchal, Sevilla; Serrat del Pont, Girona, etc.), lo que vendría indicado por escorificaciones en la cara interna de estas piezas. Evidencias del control de la metalurgia se encuentran en ajuares de enterramientos con herramientas propias de dicha actividad y corresponden a varones. Son más numerosas en el centro de Europa y en las Islas Británicas, e incluyen entre los elementos del ajuar campaniforme (vajilla, adornos, etc.) instrumentos relacionados con el trabajo del cobre. La mayoría de ellos son de piedra –yunques, martillos, machacaderas, etc.- y están asociados a las labores de acabado de la cadena metalúrgica. Fueron utilizados indistintamente para el trabajo del cobre y del oro (ejemplo: análisis microscópicos de martillos en sepulturas de Baviera y Moravia). 4.2. Los campaniformes y el monopolio sobre la sal En los últimos años, la explotación de la sal se está revelando también como una actividad controlada por las élites campaniformes, ya que se han encontrado restos de vajilla en factorías salineras, como se observa en Sigüenza (Guadalajara), Loja (Granada), etc. Pero la prueba definitiva viene de yacimientos como Espartinas (Madrid) y Molino Sanchón II (Zamora), donde se aprecian las distintas fases de la cadena operativa de la producción de sal. El proceso se inicia con la excavación de pozos para dejar entrar el agua salada, pasando por la cocción de mueras en grandes ollas y por su moldeado y secado en cestillos hasta obtener lingotes o panes de sal cristalizada. Para esta actividad se utilizaron muchos recipientes cerámicos, lisos y toscos, pero junto a éstas también encontramos lujosas cerámicas Ciempozuelos. Estos hallazgos, junto a indicios de consumo de carne, puede ser evidencia de cierto ceremonial religioso a fin de sacralizar la actividad. 4.3. La reutilización de las tumbas megalíticas Las élites campaniformes también recurrieron para legitimarse a mecanismos de carácter simbólico. La reutilización en los territorios megalíticos de Europa de muchas de las tumbas colectivas del Neolítico, en muchos casos abandonadas siglos atrás, demuestra el empeño de los campaniformes por vincularse con los ancestros. Como ejemplo, el Túmulo de la Sima, en Soria. Esta sepultura fue clausurada intencionadamente mediante un incendio controlado (Sima I). Sobre la costra calcárea resultante se levantó posteriormente un tholos hacia el 3600 BC (Sima II), que sirvió de enterramiento colectivo hasta su abandono, un siglo después. Pasados mil años (2400 BC), la tumba fue reacondicionada por gentes campaniformes, que realizaron modificaciones en su trazado y crearon un área funeraria con suelo de losas. En ella se depositaron los cuerpos de 4-5 individuos. El ajuar lo componían una veintena de recipientes campaniformes, puntas de flecha y brazales de arquero, además de útiles de cobre (fig.18, p.273). El objetivo era aprovechar los monumentos en los que reposaban viejos antepasados, para acoger las inhumaciones individuales de las gentes campaniformes. Los jefes campaniformes creyeron encontrar en este proceder una vía de legitimación, reivindicando interesadamente un vínculo con el linaje sagrado. 4.4. La apropiación de los símbolos del pasado En el caso de la PI, la plasmación en la cerámica de ciertos motivos del arte esquemático del VI milenio BC, revela la apropiación de una iconografía simbólica del pasado. El arte esquemático se representa en las paredes de megalitos, abrigos y cuevas, sin una funcionalidad evidente en el caso de las piezas mobiliares, lo que hace que se las vincule con la esfera ritual. Muy excepcionalmente algunos recipientes de la clásica tríada cerámica campaniforme incluyen representaciones esquemáticas de ciervos y soles. 5. UN RÁPIDO RECORRIDO HISTORIOGRÁFICO: LA EVOLUCIÓN DE LAS INTERPRETACIONES SOBRE EL FENÓMENO CAMPANIFORME Siglo XIX: arqueólogos europeos reparan en la personalidad de ciertas vasijas de forma acampanada. Se les denomina “vaso campaniforme” a finales de siglo. Siglo XX: Investigadores de principios de siglo: Montelius, Cartailhac, Bosch Gimpera, etc. En 1928 Alberto del Castillo publica la primera obra de conjunto del fenómeno campaniforme. Se hizo constar el desplazamiento masivo de las gentes campaniformes por los territorios europeos. Regiones europeas que se han disputado la cuna del campaniforme: 1) La península ibérica, protagonista en el origen y la expansión del fenómeno campaniforme. Se da una gran densidad de materiales campaniformes en el estuario del Tajo, con evidencias de una continuidad cultural a lo largo del Calcolítico, y una mayor antigüedad en Portugal que en el resto de Europa. P. Bosch Gimpera también propuso la Cultura de las Cuevas Andaluzas como cuna del campaniforme, pero con mucha menos densidad de restos que Portugal. 2) La desembocadura del Rin, en los Países Bajos. En estos territorios se observa una evolución morfológica y decorativa desde los vasos de pie saliente (PFB) de los grupos cordados hacia los vasos campaniformes propiamente dichos, entre los que comparecen los All Over Corded (AOC) junto a vasos completamente decorados (All Over Ornamented, AOO), que darían paso a los vasos marítimos. 3) Europa central y oriental: Hungría, Bohemia y Moravia. Destaca la vasija doméstica o de acompañamiento: pequeñas jarras con asa y vajillas polípodas, al igual que la decoración metopada, que entronca con el calcolítico de Vucedol. Influjos culturales: Modelo de Reflujo (Rückstrom) de E. Sangmeister, que establece el origen del campaniforme marítimo en el estuario del Tajo, de ahí hasta la Bretaña francesa y los Países Bajos. Ahí se incorporaría las impresiones de cuerda local, dando lugar al estilo mixto que, junto al internacional, se expandiría por Europa. En las regiones orientales se sumarían nuevos elementos, y se produciría un proceso inverso, de reflujo hacia la península ibérica. Teoría de las redes de A. Gallay. El fenómeno campaniforme representa la materialización de las relaciones sociales, económicas y políticas entre las élites de gran parte de Europa a finales de la Edad del Cobre.