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LO INSPORTABLE DE SER UNO MISMO

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LO INSPORTABLE DE SER UNO MISMO
-Darwin Gonzales
Es inevitable no sensibilizarse en estas condiciones.
Pero sensibilizarse a qué, sería la pregunta, o a quién.
Estamos suministrándonos de hábitos nefastos y sin
retorno. Y no, no me refiero a la reivindicación de las
paupérrimas formas de salubridad que carecíamos y a
las que ahora estamos sometidos a implementar, sino a
algo con más potencia: lidiar con nosotros mismos. Son
varios los intelectuales que han ensayado propuestas en
relación al hombre y el enfrentamiento con su soledad.
Estos son los apocalípticos días del hombre moderno, el
que rehúye a la laboriosidad del solipsismo para marcar
pasos
por
el
efímero
facilismo
que
propicia
la
tecnociencia. No es nueva la concepción de este ismo, es
una evidencia de la cual no estamos exentos, y de la que
inextricablemente, somos cómplices.
Las tecnologías son el principal dispositivo para
difundir información de todo calibre y con una velocidad
espantosa. Al día de hoy conocemos lo que a cada
segundo acontece en el mundo respecto al problema que
nos convoca. No tenemos otro material de distracción, las
redes sociales y aplicaciones para Android que simulan
cierta
recreación
son
lo
único
que
nos
queda,
resignadamente. Tiktokers, videos en vivo en Facebook
watch, los inquietantes “challenge” y toda una larga lista
que
componen
las
horas
de
recreo
infinitas.
El
ordenamiento y dinámica del día olvidó el calendario y el
reloj.
Todas estas cuestiones postizas aplazaron una tarea
que ni siquiera alguien se atrevió a emprender en algún
momento. Y no tenemos la culpa, el mundo así lo exige,
el tiempo que nos presta la cotidianidad se invierten en
el trabajo, el estudio, o a intentar “ser productivos”; todas
las formas que se está inventando el hombre encerrado
solo es un derivado de estas actividades, pues ahora las
clases son virtuales, el trabajo es hogareño, y la
productividad está en realizar los vídeos, challange, etc.
Pero… ¿dónde quedaste tú, querido hermano? ¿Dónde el
estado genuino de tu persona? ¿Dónde el llano lenguaje
de las circunstancias, de la vida, de la memoria? ¿Dónde
el enfrentamiento con tus llagas, tus miedos, tus
fantasmas…? Cuando termine la cuarentena no te
aliviará el hecho de que vuelvas a la vida “normal”, sino
el hecho de no haberte topado contigo mismo, pues
¿quién quiere encarar su verdad?… nadie.
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