Ghi A veces, al pensar en los grandes conquistadores, nombres como Atila, Julio César, Genghis Kan o Napoleón nos revolotean en la mente. Fue en una zona perdida del sur de México donde conocí la historia de la mayor conquistadora que (no) se ha conocido. Entre los habitantes del perdido poblado tan sólo la llamaban Ghi, fuego. Kabil me contó que él vio el imperio crecer desde niño, al ver una hormiga volar solitaria y tomar refugio en un maguey muerto que aún mantenía sus raíces firmes en intricados laberintos del subsuelo. Meses después hordas y hordas de hormigas comenzaron a aparecer en los huertos y parcelas, no atacaban a las plantas, sino otras plagas como termitas y cucarachas. Los pueblerinos soltaban bendiciones y prendían veladoras, mientras que Ghi, en su caverna solitaria en el interior del maguey pensaba en expandir su imperio. Los habitantes del pueblo descubrieron aquel palacio subterráneo años después de la muerte de Ghi, laberintos de tierra que se extendían más allá de donde se atrevían a ver. Fue Kabil quien encontró a la última hija de Ghi muerta bajo las pezuñas de una tonta vaca que había ido a parar a lo más profundo de una caverna acabando con su pánico de salir con el imperio de Ghi. Íbice Al Doctor Alberto Fernández Arias la idea le vino un martes con poco sol; años después, ésta misma idea la conoceríamos con el nombre “des extinción”. Fernández Arias comprendía el funcionamiento del ADN de forma que se sentía satisfecho de sí, podía ver los vagones de información conectarse entre ellos transportando las instrucciones para el correcto funcionamiento de cada célula. El íbice ibérico, primo extraño de la cabra montés, llevaba pocos años extinto, y los restos de su último ejemplar se encontraban en buen estado refrigerados en un laboratorio al sur de España. La idea era simple, insertar el núcleo celular que se encuentra en las frías muestras de piel del congelado íbice e introducirlo en el cigoto de su pariente más cercano aún en existencia vaciado de su propio ADN. Después de hacer el proceso 57 veces, cada una con la idea de poder traer de vuelta al mundo una especie arrebatada de su existencia, una de ellas, una extraña combinación entre íbice y cabra, pequeña, con un pelaje café grisáceo y una mirada bastante conmovedora, gestó un satisfactorio clon, por extraño que parezca llamarlo de esa manera. Alberto Fernández-Arias se quedó mirando esa pequeña resurrección durante minutos, al séptimo en un silencio palpable, escuchó cómo su corazón paró de latir. Fotosíntesis La luz enviada por el incansable movimiento del sol, debe viajar una distancia de 149 600 000 kilómetros en poco más de 8 minutos para alcanzar la superficie terrestre, los rayos se extienden más allá de la órbita de Pluto, perdiéndose en los misterios del universo. Antes llegar a este inevitable vacío la luz solar cumple diferentes funciones, una de ellas tan fantástica como real. Son los cloroplastos los encargados de llevar a cabo dicha función, pequeñas estructuras de tantas formas y colores, donde en medio de dos membranas concéntricas se esconde una cavidad que se encuentra llena en su interior de tilacoides, pigmentos, vesículas y demás alquimias necesarias para convertir la luz solar, en sustancias químicas suficientes para dar alimento a las plantas, algas y bacterias. Fotones viajeros, onda de longitudes inimaginables, que quedan atrapadas en las cavidades laberínticas de tu planta favorita. Ahora es diferente al ver los árboles en silencio, quietos o bailando al son del viento, sintiéndolos tan pasivos, pues sabemos que en su interior se lleva a cabo la alquimia más misteriosa, suficiente para mantener vida en la Tierra. Microscopio Pensar los átomos parece algo bastante fácil, mira tu mano, y ahora imagina los trillones y trillones de átomos bailando en la constante fiesta que la componen. Si un átomo fuera del tamaño de una canica regular, nuestra mano sería entonces del tamaño del planeta tierra. En su centro se encuentran los quark y los gluones, que en realidad nadie ha logrado ver y mejor los imaginan como partículas adimensionales en el centro de los átomos. Gerd Binning y Heinrich Röhrer fueron quienes decidieron, como tantos otros, dejar de imaginarse los átomos y hasta su invento fueron los únicos en lograrlo. Al tipo de microscopio desarrollado por Heinrich y Gerd le llamaron de efecto túnel, ya que no sólo se trata de poder observar cosas minúsculas, sino casi de bajar la mirada en el espacio hasta aquellas irreconocibles dimensiones donde se mueven los átomos. Para poder imaginar esto hay que pensar en una excavación tan profunda como puedas imaginarla donde hay que atravesar cúmulos de microorganismos, células, duros y frágiles como montañas y cristales, hasta llegar al punto justo y descubrir el átomo. Slvalbard, Noruega En el círculo ártico, a escasas 600 millas del polo norte, hay un lugar llamado “Svalbard Global Seed Vault”, que en su traducción al español significa “La Bóveda Global de Semillas de Svalbard”. Cary Fowler fue la conservadora que decidió llevar a cabo este proyecto, el cual tiene como objetivo crear una reserva de semillas y duplicados de los especímenes existentes para su investigación así como su preservación en caso de una crisis global donde los alimentos sean escasos y la biodiversidad vaya disminuyendo debido a las condiciones deterioradas del entorno. El proyecto comenzó en 1984, y para el año 2012 la reserva se extendía a 740,000 especímenes buscando poder recolectar todas las semillas que ha usado el ser humano a lo largo de su historia. Lo que se busca es proveer de un robusto y seguro conservatorio a la diversidad agricultural que nos queda.