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Los ritmos circadianos y la personalidad

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Los ritmos circadianos y la personalidad
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3 AUTHORS, INCLUDING:
Montserrat Gomà-i-Freixanet
Ana Adan
Autonomous University of Barcelona
University of Barcelona
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PSICOLOGÍA CLÍNICA
LOS RITMOS CIRCADIANOS Y LA PERSONALIDAD
Anna Muro Rodríguez. Departamento de Psicología Clínica y de la Salud,
Facultad de Psicología, Universitat Autònoma de Barcelona, España
Montserrat Gomà-i-Freixanet. Departamento de Psicología Clínica y de la Salud,
Facultad de Psicología, Universitat Autònoma de Barcelona, España
Ana Adan. Departamento de Psiquiatría y Psicobiología Clínica, Facultad
de Psicología, Universitat de Barcelona, España. Instituto de Investigación
en Cerebro, Cognición y Conducta (IR3C), Barcelona, España
Resumen
El estudio de la relación entre los ciclos de la naturaleza y el comportamiento humano se remonta a épocas muy
primitivas de la humanidad. Durante las últimas décadas, los estudios en el campo de la Cronopsicología, la rama
de la Psicología que incluye la dimensión temporal en el estudio científico de los comportamientos, han aumentado significativamente y se han constatado muchos de los supuestos de la antigüedad, evidenciando la relación entre
la conducta humana y los ritmos temporales marcados por las características cíclicas del planeta Tierra. Los ritmos
más estudiados son los circadianos, que son oscilaciones de las variables biológicas y conductuales en intervalos
regulares de aproximadamente 24 horas. Diferentes trabajos internacionales en el campo específico de la personalidad y las diferencias individuales sugieren que las personas matutinas son más activas, amables, responsables,
persistentes y disciplinadas, mientras que las personas vespertinas son más impulsivas, hostiles y buscadoras de
sensaciones. Aunque aún hay muchos interrogantes por responder, parece que el papel mediador de la personalidad
y su relación con los ritmos circadianos pueden ayudar a entender mejor la génesis y mantenimiento de algunos
trastornos psicológicos. Asimismo, los estudios apuntan hacia la necesidad de incluir las diferencias individuales
y los ritmos circadianos como factores importantes en el tratamiento y diseño de programas terapéuticos y de
prevención en salud mental.
Palabras clave: matutinidad, personalidad
Resum
ELS RITMES CIRCADIARIS I LA PERSONALITAT. L’estudi de la relació entre els cicles de la natura
i el comportament humà es remunta a l’època més primitiva de la humanitat. Durant les últimes dècades,
els estudis en el camp de la cronopsicologia, la branca de la psicologia que inclou la dimensió temporal en
l’estudi científic dels comportaments, han augmentat significativament, i s’han constatat molts dels supòsits
de l’antiguitat, que evidencien la relació entre la conducta humana i els ritmes temporals marcats per les característiques cícliques del planeta Terra. Els ritmes més estudiats són els circadiaris, que són oscil·lacions de les
variables biològiques i conductuals en intervals regulars d’aproximadament 24 hores. Diversos treballs internacionals en el camp específic de la personalitat i les diferències individuals suggereixen que les persones matutines
són més actives, amables, responsables, persistents i disciplinades, mentre que les persones vespertines són més
impulsives, hostils i buscadores de sensacions. Tot i que encara queden molts interrogants per respondre, sembla que el paper mediador de la personalitat i la seva relació amb els ritmes circadiaris poden ajudar a entendre
millor la gènesi i el manteniment d’alguns trastorns psicològics. Al mateix temps, els estudis apunten la necessitat d’incloure les diferències individuals i els ritmes circadiaris com a factors importants en el tractament i el
disseny de programes terapèutics i de prevenció en salut mental.
Paraules clau: matutinitat, personalitat
N-01/2011
Los ritmos circadianos y la personalidad
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Abstract
CIRCADIAN RHYTHMS AND PERSONALITY. Studying the relationship between nature cycles and
human behaviour dates back to humanity’s most primitive periods. In recent decades, studies in the field of
chronopsychology, the branch of psychology which factors time into the scientific approach to behaviour,
have increased substantially. A large number of ancient suppositions have thus been confirmed, illustrating
the relationship between human conduct and temporal rhythms marked by the Earth’s cyclical nature. The
most heavily studied rhythms are circadian rhythms, defined as oscillations in biological and conduct variables
in regular intervals of approximately 24 hours. Distinct international projects in the field of personality and
individual differences suggest that morning people are more active, amiable, responsible, persistent and disciplined, while evening people are more impulsive, hostile and more prone to search for sensations. While many
questions remain unanswered, it seems that the personality’s mediating role and its relationship with circadian
rhythms could provide insight into the origin and persistence of certain psychological conditions. Moreover,
studies indicate the need to include individual differences and circadian rhythms as significant factors in treatment and the design of therapeutic and preventative mental health programmes.
Key words: morningness, personality
Contacto autores: anna.muro@uab.cat; montserrat.goma@uab.cat
Introducción
¿Hasta qué punto nos influye el entorno natural?
¿Sus características cíclicas condicionan realmente
el comportamiento y desarrollo psicológico del ser
humano? El Sol y su incuestionable relevancia para
la vida en el planeta Tierra, ¿también influyen en la
mente y el desarrollo cerebral humano? Estas preguntas iniciaron, hace ya siglos, una larga tradición
de investigación en torno a los ritmos naturales y
su influencia en la salud animal y humana. La luz
y la temperatura externas, llamadas zeitgebers (del
alemán, «donante de tiempo»), son estímulos que
fluctúan a lo largo del día y del año, de forma diferente en función de la latitud y la longitud, y sincronizan todos los procesos nerviosos, hormonales
y conductuales de los seres vivos para facilitar su
adaptación y supervivencia (Nelson, 1996).
La tradición investigadora en torno a la relación
entre los ciclos de la naturaleza y el comportamiento humano se remonta a épocas muy primitivas de
la historia de la humanidad: los antiguos astrólogos de Caldea y Babilonia fueron los primeros en
realizar y sistematizar las observaciones sobre la
influencia de los ritmos de la naturaleza en la psicología humana; en su ecuación para estudiar el
comportamiento humano y animal, incluyeron los
factores del tiempo y el espacio, concluyendo que,
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para estudiar a un individuo, tal y como si fuera
un vino, hay que considerar el lugar y el tiempo
de su desarrollo (Eysenck y Nias, 1982). Constataron que muchos de los comportamientos animales
y humanos estaban sincronizados con fenómenos
relacionados con el ritmo de las estaciones y, por lo
tanto, con las variaciones lumínicas y de temperatura del ambiente. Fueron ellos quienes establecieron las primeras clasificaciones de la personalidad
en forma de horóscopo y describieron los primeros
patrones de conducta detalladamente en base a las
características cíclicas del entorno natural. Más tarde, en la cuna de la civilización occidental de la antigua Grecia, Hipócrates, el padre de la medicina,
Aristóteles y Galeno también afirmaron, según sus
observaciones sistemáticas del cuerpo y del comportamiento humano, que el entorno natural imponía rutinas rítmicas a las que las personas debían
adaptarse para poder sobrevivir adecuadamente y
no enfermar. Observaron que los movimientos de
rotación de la Tierra y de traslación alrededor del
Sol tenían efectos evidentes que se manifestaban
en todos los niveles de vida; observaron que las
estaciones, el día y la noche generaban cambios,
no solo en el entorno natural –incluyendo la flora
y la fauna–, sino también en la salud humana y,
por lo tanto, en su expresión física, conductual y
psicológica. Pero no fue hasta el siglo XVIII que
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A. Muro Rodríguez, M. Gomà-i-Freixanet y A. Adan
se describió por primera vez el fenómeno de los
ritmos naturales en el movimiento de las hojas de
las plantas gracias al científico francés Jean-Jacques
d’Ortous de Mairan, cuyo trabajo influyó un siglo después en la teoría evolucionista de Charles
Darwin. Dos siglos después, gracias al simposio de
1960 «Cold Spring Harbor Laboratory» en Laurel
Hollow (Nueva York), se consolidaron las bases de
la Cronobiología, una nueva rama de la Biología,
impulsando así el estudio empírico de los ritmos
naturales y biológicos en plantas, animales y humanos (Dunlap y DeCousey, 2004).
Desde entonces, las relaciones entre los ciclos de
luz y temperatura y la salud humana han despertado un interés creciente, especialmente en las tres
últimas décadas (Madrid y Rol de Lama, 2007),
y se están evidenciando empíricamente muchos
de los supuestos de la antigüedad sobre nuestra
necesaria e imprescindible conexión con el entorno natural. Se ha demostrado como la falta de
sincronización de los ritmos físicos externos y los
biológicos internos de los organismos es un factor
importante para explicar parte de la génesis y el
desarrollo de algunos trastornos cardiovasculares,
respiratorios, hormonales, inmunológicos, conductuales o afectivos, sugiriendo que la luz solar
es un potente estímulo externo que actúa como
un fármaco, mejorando los síntomas y manifestaciones de algunas enfermedades, tanto físicas
como mentales (Fleig y Randler, 2009; Madrid y
Rol de Lama, 2007; Prat y Adan, 2011).
Los ritmos biológicos en humanos
A lo largo de la evolución, todos los organismos
vivos han desarrollado una estructura biológica
específica para adaptarse a las características cíclicas del planeta Tierra. Esta estructura biológica
se halla en todas las especies, desde las unicelulares hasta los organismos más complejos, como los
humanos. En mamíferos, dicha estructura se halla en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo
(Levy y Schibler, 2007), que actúa como un reloj
interno, prediciendo los cambios externos de luz y
temperatura para regular los cambios biológicos
internos necesarios para la adaptación del organismo al ambiente. Es un sistema que cuenta con
unas 10.000 neuronas que se comportan de forma
cooperativa, y que reciben información de la retina y del resto de órganos sensoriales marcando
ritmos de actividad fisiológica y de conducta. Este
«reloj» multicelular proyecta señales a otras áreas
del cerebro, está genéticamente programado y su
función es sincronizar el organismo con los ciclos
diarios de luz y temperatura a través de las señales
externas, y, como un director de orquesta, dirige
y coordina los cambios necesarios en el organismo
para poder sobrevivir y adaptarse con éxito a las
demandas del ambiente (Adan, 2005).
Aunque existen muchos tipos de ritmos (mensuales, anuales, lunares –como la menstruación–), los
más estudiados son los llamados ritmos circadianos
(Adan, 2005). Del latín circa («alrededor de») y dia
(«día»), son ritmos biológicos que, como su nombre indica, duran un período de un día aproximadamente, es decir, 24 horas, y permiten la adaptación de los organismos vivos al movimiento de
rotación de la Tierra. Existen animales nocturnos
o activos durante la noche (el búho, el murciélago,
las serpientes, los ratones, los gatos, algunos depredadores como el puma, etc.) y animales diurnos
o activos durante el día (el gallo, los elefantes, las
jirafas, las ardillas, etc.). También existen animales
crepusculares, es decir, activos durante el atardecer
y el amanecer, como el ciervo de cola blanca. Esta
simple y conocida clasificación biológica revela la
íntima relación de los seres vivos con las características fotoperiódicas del entorno y sus implicaciones en la cadena evolutiva: cuando un animal
presenta desórdenes en sus ritmos circadianos, se
desencadena una serie de problemas que afectan
a su supervivencia y evolución. En mamíferos, se
han observado las siguientes conductas circadianas: actividad, agresión, conducta sexual, aparejamiento y cópula, conducta maternal, depredación,
ingesta de líquidos y comida, almacenamiento
de la comida, roer, dormir, inmovilidad tónicomuscular o vocalización (Nelson, 1996). Pero los
humanos, aunque son mayoritariamente animales
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Tabla. Tipos de ritmos biológicos
TIPO DE
RITMO
CICLO
MEDIOAMBIENTAL
Ultradiano
Circadiano
Día-noche
(rotación de la Tierra)
Infradiano
DURACIÓN DEL
PERIODO LIBRE
RITMO
SINCRONIZADO
PARÁMETROS
BIOLÓGICOS
30 minutos
a 20 horas
Frecuencia cardiaca
Volumen pulmonar
Tasa respiratoria
Electroencefalograma
25 a 33 horas
Vigilia-descanso
Temperatura corporal
Secreción de cortisol
Secreción de prolactina
Secreción de melatonina
Atención y memoria
Ejecución física
24 horas
Procesos metabólicos
Activación subjetiva
Variaciones en el humor
28 horas a 7 días
Circalunar
Fases de la Luna
26 a 32 días
29 días
Ciclo menstrual
Circanual
Estaciones del año
(translación de la Tierra)
330 a 400 días
365 días
Temperatura corporal
Peso corporal
Afectividad
Fuente: Adan, 2005.
diurnos, muestran diferencias individuales: hay
tipos matutinos, vespertinos e intermedios. Esta
tipología se origina en la dimensión matutinidadvespertinidad, según el momento óptimo del día
en que el individuo se siente más activo (Adan,
2005). El patrón de actividad diaria en humanos
se desarrolla de forma diferencial en base a diferentes parámetros fisiológicos en los que se ha
observado un rango de variabilidad de entre 2 y
12 horas: los matutinos se levantan y se activan
muy temprano por la mañana y se acuestan poco
después de anochecer; los vespertinos se levantan
y se acuestan tarde, pasada la medianoche, mientras que los intermedios no presentan tendencias
extremas y acostumbran a levantarse después que
los matutinos, pero se acuestan antes que los vespertinos. Estas variaciones en el comportamiento
responden a diferencias rítmicas en la secreción
diurna de cortisol y la secreción nocturna de melatonina (la hormona de la oscuridad, liberada
solamente en ausencia de señales lumínicas). La
distribución de los cronotipos en la población se
ajusta a la curva normal, de forma que la mayoría
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de individuos son intermedios (Muro, Gomà-iFreixanet y Adan, 2009; Tsaousis, 2010). En las
sociedades occidentales, aproximadamente un
60% son tipos intermedios, mientras que el resto
está distribuido en un 20% de vespertinos y un
20% de matutinos. Asimismo, se han encontrado diferencias en la matutinidad en función del
género: las mujeres son generalmente más matutinas que los hombres, entre los cuales existe una
frecuencia más alta de vespertinos (Adan y Natale, 2002; Tonetti, Fabri y Natale, 2008). También
se ha evidenciado la relación entre la matutinidad
y la edad: a más edad, más matutinidad (Adan,
Lachica, Caci y Natale, 2010; Di Milia y Bohle,
2009). Se sugiere que el sueño disminuye con la
edad y facilita un margen de actividad más amplio durante el día. Bien conocido es el fenómeno
de los bebés que duermen todo el día y el de los
abuelos que madrugan como los gallos, pasando
por la adolescencia, donde se observa una mayor tendencia a la vespertinidad (Díaz-Morales
y Gutiérrez, 2008). Recientemente, se han aportado evidencias sobre la herencia genética de los
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A. Muro Rodríguez, M. Gomà-i-Freixanet y A. Adan
ritmos circadianos (Hur, 2007) y se sugiere que
el gen responsable de todo el sistema circadiano
en humanos es el gen «reloj» 3111T/C (Mishima, Tozawa, Satoh, Saitoh y Mishima, 2005).
No obstante, también se sostiene que el ambiente
social y laboral, organizado de forma básicamente diurna en sociedades humanas, también es un
factor que determina la actividad diaria de los individuos (Randler y Díaz-Morales, 2007).
A pesar de que nuestros ritmos circadianos son
endógenos y están programados genéticamente,
en ausencia de una señal lumínica diaria potente
como la luz solar, estos ritmos se pueden alargar
entre 25 y 33 horas, de manera que se puede generar un desequilibrio fisiológico general en el organismo (Adan, 2005). Estos desequilibrios fisiológicos provocan problemas de salud física y mental
y podrían explicar el aumento de determinadas
psicopatologías en la sociedad moderna occidental, laboralmente organizada mayoritariamente
en entornos cerrados con luz artificial. El estudio
de esta asociación está ayudando a elaborar nuevos modelos explicativos y psicoterapéuticos y se
ha constatado su relevancia en el desarrollo de las
adicciones (Prat y Adan, 2011), de los trastornos
afectivos (Grandin, Alloy y Abramson, 2006), del
trastorno por déficit de atención e hiperactividad
(Caci, Bouchez y Baylé, 2009) o de los trastornos
alimentarios (Fleig y Randler, 2009; Natale, Ballardini, Schumann, Mencarelli y Magelli, 2008).
Ritmos circadianos y personalidad
Si entendemos la personalidad humana como una
«organización en parte heredada, más o menos estable y duradera del carácter, temperamento, intelecto y físico de una persona, que determina su adaptación única al ambiente» (Eysenck, 1967), surge
la cuestión ineludible sobre el papel de los ritmos
circadianos en la personalidad: ¿hasta qué punto
ser matutino o vespertino nos diferencia a los unos
de los otros? ¿Ser matutino o vespertino determina
una forma de ser? ¿Qué papel tiene la personalidad
en el desarrollo de psicopatologías y desórdenes de
la conducta relacionados con los ritmos circadianos?
Las respuestas apuntan hacia un papel mediador tanto de la personalidad como de la matutinidad. Los
ritmos circadianos regulan una notable variedad de
funciones metabólicas y fisiológicas que influyen en
la expresión y organización de la conducta. ¿Cómo
puede producirse esta influencia? Como hemos comentado anteriormente, el núcleo supraquiasmático
del hipotálamo es la estructura cerebral encargada de
la regulación de los ritmos circadianos en humanos.
El hipotálamo es una glándula endocrina que forma
parte del diencéfalo, y se sitúa por debajo del tálamo.
Libera al menos nueve hormonas que actúan como
inhibidoras o estimulantes en la secreción de otras
hormonas en la hipófisis y la glándula pineal, por lo
que trabaja coordinado con ellas. Suele considerarse
el centro integrador del sistema nervioso vegetativo
(o sistema nervioso autónomo, que protege y modera
el gasto de energía), el cual está formado por miles de
millones de largas neuronas, muchas agrupadas en
nervios que proyectan a otras áreas del cuerpo (Levy
y Schibler, 2007; Nelson, 1996). Junto con la hipófisis, el hipotálamo controla el equilibrio biológico del
organismo y regula el comportamiento esencial para
la supervivencia del individuo, incluyendo la nutrición, la sexualidad, el afrontamiento y la huida. Por
otro lado, también es uno de los centros anatómicos y fisiológicos que modulan intrínsecamente las
consecuencias de la recompensa y el castigo, por lo
que, junto con el sistema límbico, el hipotálamo es
una estructura fundamental para entender el sustrato biológico de la personalidad (Zuckerman, 2005).
Por lo tanto, se sugiere que es en esta estructura donde se encuentran y se enlazan los mecanismos de los
ritmos circadianos con los de la personalidad.
En 1994, en una primera revisión de la literatura científica, se concluyó que la gente vespertina
parece ser más sociable y gregaria que los matutinos, más introvertidos, estructurados y reservados
(Tankova, Adan y Buela-Casal, 1994). Estudios
posteriores aportaron nuevos datos, sugiriendo que
los matutinos presentan una personalidad más estable, más amable y más responsable, más persistente y disciplinada que la de los vespertinos (Adan,
Lachica et al., 2010; DeYoung, Hasher, Djikic,
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Los ritmos circadianos y la personalidad
Criger y Peterson, 2007; Hogben, Ellis, Archer y
Von Schantz, 2007; Tsaousis, 2010). Asimismo,
se ha observado que los vespertinos manifiestan
una tendencia acentuada a ser más impulsivos y
buscadores de sensaciones (Adan, Lachica et al.,
2010; Adan, Natale, Caci y Prat, 2010; Tonetti,
Adan, Caci, De Pascalis, Fabbri y Natale, 2010).
Finalmente, en un estudio reciente conducido
por investigadores de la Universidad Autónoma
de Barcelona y de la Universidad de Barcelona
(Muro et al., 2009; Muro, Gomà-i-Freixanet,
Adan y Cladellas, 2011), se han confirmado algunos de los datos anteriores y se han añadido otros
nuevos: los estudiantes matutinos de ambos sexos
son más activos que los vespertinos, mientras que
las mujeres vespertinas entre 18 y 55 años parecen ser más hostiles que las matutinas. En esos
dos últimos estudios, se señala la importancia de
elegir modelos teóricos biológicos que sustenten
la medida de la personalidad para llegar a conclusiones más sólidas en el estudio de su relación
con los ritmos circadianos. El modelo de personalidad elegido para los dos últimos estudios mencionados es el propuesto por Marvin Zuckerman,
de la Universidad de Delaware, y su Modelo Alternativo de los Cinco Factores de Personalidad
(Zuckerman, 2002); la relación entre este modelo
de personalidad con los ritmos circadianos no se
había explorado nunca antes a pesar de sus fundamentos biológicos y genéticos. Este modelo se
construyó a principios de la década de los 90 en
Estados Unidos, a raíz de otros modelos ampliamente utilizados en investigación psicobiológica
para evaluar la personalidad y el temperamento,
tiene fundamentos genéticos y estructura la personalidad en cinco grandes factores observables
en otras especies animales y en base a su función
de adaptación al entorno, de las exigencias evolutivas y de desarrollo biológico. Por estos motivos, el modelo de Zuckerman da respuesta a los
orígenes biológicos de la personalidad y ofrece la
posibilidad de entender sus causas, motivo por el
cual resulta un modelo científico completo que
no solo sirve para clasificar y predecir, sino también para explicar los orígenes biológicos de la
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personalidad (Zuckerman, 2005). La adaptación
y validación del cuestionario de personalidad de
Zuckerman Kuhlman al catalán y castellano se
ha llevado a cabo por un equipo de la Universidad Autónoma de Barcelona y recientemente se
han establecido los baremos de la población española (Gomà-i-Freixanet y Valero, 2008; Gomà-iFreixanet, Valero, Muro y Albiol, 2008; Gomài-Freixanet, Valero, Puntí y Zuckerman, 2004;
Gomà-i-Freixanet, Wismeijer y Valero, 2005). El
cuestionario consiste en 99 ítems y mide los siguientes cinco factores de personalidad: Actividad,
Neuroticismo-Ansiedad, Agresividad-Hostilidad,
Sociabilidad e Impulsividad-Búsqueda de Sensaciones. Todo el trabajo científico del equipo se
puede encontrar en la página web www.zkpq.com.
Los resultados obtenidos en este campo sugieren
que la tipología circadiana puede predecir un perfil diferencial de personalidad, con unos riesgos y
unas fortalezas psicológicas asociadas a cada uno:
los matutinos pueden ser muy activos y productivos, pero pueden ser un grupo de riesgo para trastornos relacionados con el estrés en función de sus
niveles de ansiedad, mientras que los vespertinos
pueden ser muy sociables y atrevidos, pero son un
grupo vulnerable a los trastornos del control de los
impulsos, en conductas de riesgo como el consumo
y abuso de substancias, y a la conducta antisocial.
Gracias a todas las aportaciones en el campo de la
Cronopsicología, se sugiere que las diferencias individuales en personalidad y su relación con los ritmos circadianos, los horarios de activación y la exposición a la luz solar, deben ser considerados tanto
en el diseño de programas de prevención como en
el diseño de programas terapéuticos, de horarios
escolares y de turnos laborales para facilitar una
mejor respuesta del individuo a las demandas del
ambiente. Como hemos comentado, la alteración
en la secuencia u orden de los ritmos circadianos
tiene un efecto negativo a corto y largo plazo en
múltiples sistemas biológicos y, por lo tanto, también a nivel conductual, desorganizando la conducta y, por lo tanto, llegando a alterar la funcionalidad básica de la personalidad en su adaptación
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A. Muro Rodríguez, M. Gomà-i-Freixanet y A. Adan
al ambiente. La periodicidad de algunos tratamientos, en coordinación con el reloj corporal, podría
aumentar la eficacia, mejorar la adherencia y disminuir las reacciones adversas de forma significativa a los programas terapéuticos. Por lo tanto, una
comprensión completa de los enlaces que conectan
el reloj circadiano con el metabolismo y el comportamiento puede proporcionar una aplicación y
beneficio terapéuticos relevantes en los programas
de prevención y tratamiento en salud mental.
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