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Universidad de Antioquia
Facultad de Educación
Pedagogía, inclusión y discapacidad 2016-1
Autores
Miguel López Melero
Año
2008
Título del
Artículo
¿Es posible construir una escuela sin exclusiones?
Objetivos
Discusión
Resultados
Conclusiones
-
Diferenciar “integración educativa” de “escuela inclusiva”, pues
esta confusión ha originado interpretaciones dispares, así
como una serie de barreras para la presencia, aprendizaje y
participación de las personas y culturas diferentes en el aula.
-
Identificar cuáles son las barreras didácticas que impiden la
presencia, el aprendizaje y la participación de las personas y
culturas diferentes en la escuela pública. Además proponer
alguna estrategias para dichas barreras.
El principio rector de este Marco de Acción es que las escuelas deben
acoger y ofrecer educación de calidad a todos los niños y niñas,
independientemente de sus condiciones físicas, intelectuales,
emocionales, lingüísticas, de su etnia, género, handicap, religión o
procedencia. En esto consiste la educación inclusiva.
Hablar de educación inclusiva requiere estar dispuestos a cambiar las
prácticas pedagógicas respecto a las competencias cognitivas y
culturales de las personas diferentes, así como los sistemas de
enseñanza, aprendizaje, el currículum, la organización y los sistemas
de evaluación. Se trata de una visión de escuela pública como lugar
para aprender a ser personas democráticas, libres, cultas y
respetuosas con la diversidad.
Se observan muchas privaciones en el mundo moderno, a pesar de
los ideales de libertad e igualdad democráticos: la persistencia de la
pobreza, necesidades básicas insatisfechas, el hambre, la limitada
participación de las mujeres, la segregación de culturas minoritarias,
la violación de libertades políticas, las amenazas medioambientales.
La ausencia del respeto en el mundo hace necesario el
reconocimiento de la normalidad de la diversidad que configura la
dignidad humana, en tanto género, etnia, religión o procedencia, y
sobre esa base debe construir un nuevo modelo educativo que se
fundamente en la comprensión de que todas las personas que
acuden a la escuela son competentes para aprender. Es una iniciativa
de toda la comunidad escolar.
Aún así, sólo es posible una escuela sin exclusiones cuando se
logran derribar las barreras que impiden la presencia, el aprendizaje y
la participación. Las barreras son culturales (conceptuales y
actitudinales), políticas (normativas contradictorias) y didácticas
(enseñanza-aprendizaje). Este artículo se enfoca en mencionar las
barreras didácticas y en señalar mecanismos para superarlas.
1. La permanente actitud de clasificar y establecer normas
discriminatorias. En imprescindible alejarse de la cultura
generalizada de que existan alumnos “normales” y
“especiales”, haciendo una apuesta por una cultura de la
confianza en el otro. Para ello es necesario repensar y
reconfigurar el concepto de inteligencia y diagnóstico, así
como subrayar las competencias cognitivas y culturales de las
personas diferentes para romper con el determinismo
biológico.
2. La competitividad frente al trabajo colaborativo y solidario. El
aula debe ser considerada como una comunidad de
convivencia y aprendizaje.
3. Del currículo basado en disciplinas y en el libro de esto a un
currículum basado en situaciones problemáticas. Ruptura con
las adaptaciones curriculares. Cambio de actitud y prácticas
sociales frente a la diversidad. El aula es un espacio no solo
para adquirir sino también para descubrir y/o construir
conocimientos de manera compartida, donde los estudiantes
aprenden los mecanismos para descubrir la cultura a través de
la indagación y la cooperación.
4. De la organización espacio-temporal clásica a una
organización de acuerdo a la actividad a realizar. Es necesaria
una nueva estructura organizativa del aula, donde se privilegie
la enseñanza interactiva y el trabajo cooperativo en grupos
heterogéneos. Esta construcción posibilitará introducirse en
nuevas preocupaciones tales como el pluralismo, la libertad, la
justicia, el respeto mutuo, la tolerancia, la solidaridad, la
democracia, y de ese modo una ciudadanía más dialogante,
solidaria y democrática.
5. Re-profesionalización del profesorado para la comprensión de
la diversidad. Del profesor técnico-racional al profesor como
investigador. El profesorado ha de dejar de ser un profesional
como mero aplicador de técnicas y procedimientos
(racionalista y técnico) y se ha de convertir en curioso
intelectual comprometido (investigador) que sepa abrir
espacios para que el aula se transforme en un lugar de
aprendizaje compartido y autónomo.
6. De las escuelas antidemocráticas a las escuelas
democráticas. Educación como una labor compartida entre
docentes, familia y demás agentes educativos.
La diversidad es una condición constitutiva de lo humano; así, el
sentido de lo humano se constituye desde el significado de adquiera
la diferencia y ésta sin duda alguna es lo normal, lo antinatural es lo
contrario: la homogeneización. El reconocimiento de la normalidad de
la diversidad es lo que configura la dignidad humana. La
desigualdades no están en los genes, sino en el contexto social.
En última instancia, se trata de un compromiso como intelectual
comprometido y como persona entusiasta que aspira, aunque sea
simbólicamente, por la construcción de una sociedad sin exclusiones.
Es decir, por una sociedad más culta, más libre, más solidaria, más
justa, más democrática… más humana, que nos ayude a proyectar un
mundo mejor.
Base
datos(DB)
de Scielo
http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S141365382008000100002
Elaborado por
-
Santiago Bustamante González
Faisned Koraima Cadavid Monsalve
Karol Dayana López Estrada.
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