EL EXAMEN MEDICO TEXTO DE ENSEÑANZA ERRNVPHGLFRVRUJ SEMIOTECNIA INTEGRADA GENERAL Y ESPECIAL CARLOS GUARDERAS R. WILSON PEÑ A FIEL R. VICTOR ALBERTO ARIAS CASTILLO + HERNAN DAVALOS VALDIVIESO GAVINO A. VASQUEZ VILLEGAS PLIEGO: 1 PRIMERA PRIMER EDICION PREMIO UNIVERSIDAD DEL CENTRAL ECUADOR 1982 TEXTO BASICO DE ENSEÑANZA DE LA SEMIOLOGIA H. Consejo Directivo de ia F acultad de M edicina de la Universidad Central. (7 E nero 1983). ♦****** TEXTO DE CONSULTA PARA LOS ESTUDIANTES DE LA CATEDRA DÉ SEMIOLOGIA H. Consejo D irectivo de la F acultad de M edicina de la Universidad E statal de G uayaquil (25 O ctubre 1982). $ %jjejjc* $ PRIMERA EDICION PRIMERA REIMPRESION SEGUNDA EDICION PRIMERA REIMPRESION TERCERA EDICION 1982 1983 1988 1990 1995 Dr. CARLOS GUARDERAS F;. D irector de la O bra Profesor Principa! de Semiología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Central del Ecuador. Director del Departamento de Clínica del Hospital Pablo Arturo Suárez, de Quito. Ex Director del Departamento de Medicina Interna de la Facultad de Ciencias Médicas. Ex Presidente de la So­ ciedad Ecuatoriana de Medicina Interna, Núcleo de Quito. Miembro del Nú­ cleo de Ciencias Biológicas y Naturales de la Casa de Cultura Ecuatoriana. Ex Subdecano de la Facultad de Ciencias Médicas de Quito. Años de docen­ cia universitaria : 32. Dr. WILSON PEÑ A FIEL R. Profesor Principal de Neumología (Area de Clínica Médica) de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Central del Ecuador; ex-Director del Area de Clínica Médica de la misma Facultad; médico de Escuela Politéc­ nica Nacional; Miembro Titular de la Asociación de Medicina Interna de México; Miembro de las Sociedades Ecuatorianas de Medicina Interna y Neumología. Años de docencia universitaria: 29. Dr. VICTOR A LBERTO ARIA S CASTILLO + , Profesor Principal del Areai de Medicina Interna de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Central del Ecuador. Jefe del Servicio de Cardio­ logía del Hospital Eugenio Espejo, Quito. Presidente de la Sociedad Ecuato­ riana de Cardiología: 1.979 — 1.981. Miembro de la Sociedad Ecuatoriana de Reumatología. Miembro del H. Consejo Directivo de la Facultad de Cien­ cias Médicas de la Universidad Central del Ecuador: 1.980 — 1.983. Años de docencia Universitaria: 23. Dr. HERNAN DAVALOS VALDIVIESO Profesor Agregado de Ginecología y Obstetricia en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Central delfEcuador. Médico G¡neco—Obstetra del Hospital Pablo Arturo Suárez, Quito. Vocal del Directorio de la Sociedad Ecuatoriana de Ginecología y Obstetricia. Años de docencia universitaria:!7. Dr. GAVINO A. VASQUEZ VILLEGAS Profesor Auxiliar de Medicina Interna de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Central del Ecuador. Médico Tratante del Hospital Eugenio Espejo y de! Hospital Vozandes. Miembro de ¡as Sociedades Ecuatorianas de Medicina Interna y de Ateroesdefosis. Años de docencia universitaria: 4. Q uito — Ecuador DERECHOS DE AUTOR N o.001575 1982 - 1990 © Copyright: Guarderas, Peñafiel, Arias, Dávalos, 1982 -1990 -1995 PROLOGO DE LA TERCERA EDICIO N El continuo adelanto científico de la medicina nos estimula a mantener actua­ lizado "EL EXAMEN MEDICO". Aunque todo el libro ha sido revisado, sin embargo, destacamos los capítulos relacionados con la patología digestiva, cardiológica, hematológica, renal y neurológica, con lo cual esperamos poner en ma­ nos de los estudiantes los contenidos que les permitan, mantenerse al día compren­ diéndolos mejor. Sin embargo, gracias a nuestra propia técnica de corrección y con el fin de no encarecer los costos, he­ mos mantenido el mismo formato. Deseamos resaltar el hecho relacionado con la incorporación a este texto de los múltiples consejos y recomendaciones que nos han hecho profesores y estudiantes del país y del extranjero, reconociendo en ellos su buen deseo de unirse a noso­ tros en nuestra intención primaria, es decir, la de servir a los estudiantes ecuatoria­ nos, para lo cual no hemos escatimado esfuerzo algupo. . De igual manera, a la vez que lamenta­ mos con profundo dolor la definitiva au­ sencia de nuestro amigo Víctor A. Arias, damos la bien venida al distinguido pro­ fesor Dr. Gavino Vásquez. Los Autores. PROLOGO DE LA PRIMERA EDICION Desde hace muchos años, quizás desde que éramos estudiantes, comprendimos la ne­ cesidad de disponer de un libro que prolongue las horas de docencia, especialmente las de contenido práctico, indispensables, pero siempre escasas para un aprendizaje completo. Más tarde, ya profesores universitarios, comprobamos que ni multiplicando las horas de trabajo del profesor, era posible dejar en los alumnos una formación integral que garan­ tice su éxito en el examen de un enfermo. La primera idea fue, por tanto, encontrar la forma de que la acción del profesor se extienda más allá de la hora de clase, y acompañe al estudiante en todos los momen­ tos de su esfuerzo privado. Por otra parte, la lectura de las opiniones de algunos autores y profesores de medi­ cina de diversos países, y nuestra propia experiencia como médicos y como profesores, nos llevaron a constatar que la mayoría de los estudiantes de medicina eran capaces de razo­ nar bien y obtener conclusiones acertadas cuando partían de una historia clínica de archivo o dictada por el profesor o leída en cualquier revista; pero, cuando ellos mismos tenían que tomar los datos del paciente y luego analizarlos, los resultados eran significativamen­ te menos halagadores. Esto nos llevó a concluir que era necesario hacer énfasis en la reco­ lección de los datos. La segunda idea fue, por tanto, encontrar una forma ágil para que el estudiante pueda tener la información útil y oportuna sobre cómo actuar a la hora de examinar a un paciente. A l fusionar estas ideas básicas, nos vimos ante el gran desafio de proporcionar a los alumnos un instrumento de aprendizaje que les sirva de consejero al preguntarse cómo aprender; de fuente de información al averiguar qué es ésto o qué es aquello; y de punto de referencia y de comparación, al preguntarse también: estoy haciendo bien o estoy'fiaciendo mal?. Es decir, era necesario escribir un texto de enseñanza acerca del examen médico. Concebida la idea, el siguiente paso fue llevarla a la práctica, y rápidamente nos di­ mos cuenta que la tarea demandaba un conjunto de conocimientos pedagógicos comple­ mentarios que nos obligaron, por un buen tiempo, a dilatar la misión; hasta que finalmen­ te nos decidimos realizarla, basados en los siguientes criterios que caracterizan a esta obra: Uso de un lenguaje sencillo que permita al estudiante comprender con facilidad los diversos problemas médicos, a los cuales debe hacerles frente cotidianamente. Altamente científica, es decir, no solamente poseedora de los conocimienos científicos actualizados, sino además, y sobre todo, orientadora en la acción del estudiante, para qu« istt aprenda a asumir una actitud científica, no solamente repetitiva, frente a luí divinos tomas de la medicina. Integradora de los conocimientos científicos que sobre los diversos sistemas y apara­ tos se dan, hasta el nivel que este libro pretende, con el fin de formar en el alumno la idea de que el organismo humano es uno solo tanto en la salud como en la enferme­ dad; y al mismo tiempo, de que también el procesó del conocimiento es uno solo, de que todo antecedente tiene su consecuente y de que ía medicina, igual que cual­ quier otra ciencia, tiene sus normas y sus reglas, a las cuales debemos sujetamos sino queremos dar paso a ¡a subjetividad, a la intuición, al sofisma o a la anarquía de pensamiento, que sólo dan como fruto el acertijo y no la conclusión como resultado de un proceso analítico y deductivo. Liberadora, tanto en cuanto le permite al estudiante formarse sus propios criterios científicos, cotejarlos con los de las personas que más saben y sacar sus propias con­ clusiones. Unica, a pesar de ser escrita por varios autores. Su unidad interior ha merecido un es­ pecial cuidado. Los conocimientos científicos han sido expuestos dentro de un mismo criterio pedagógico, de manera tal que el estudiante, al leer cualquier parte del libro y al ponerlo en práctica, siempre tenga por delante los mismos puntos de referencia y las mismas reglas de acción. Todo ésto con el fin, de que al término del proceso de en­ señanza-aprendizaje, el alumno se haya formado con buenos hábitos de examen médico. Profusamente ilustrada. Es verdad que gran parte del conocimiento se lo obtiene de las expresiones orales o escritas, pero también es cierto que una fotografía o un esquema bien logrados, facilitan la adquisición de esos conocimientos. No hemos escatimado es­ fuerzo en ello, y además hemos procurado que la correlación entre la literatura y la ilustración sea tan estrecha, que no rompa la continuidad de la lectura que tantos in­ convenientes acarrea. Con este fin, no reparamos en armar nosotros mismos cada pá­ gina del libro. Ampliamente bibliografíada, pero con aquellas referencias que, a la vez que garantizan la veracidad de los conocimientos científicos, están al alcance de los estudiantes en sus libros de consulta o en las revistas que pueden leerlas para profundizar los conocimien­ tos. Y, finalmente, Rica en Planes de Aprendizaje. Su intención es orientar a los estudiantes en la forma de cómo elaborar su propio plan de estudio. A l comienzo del libro son más frecuentes, pa-o ■ ra luego disminuir, en la seguridad de que por si solos, los alumnos ya podrán hacerlos. ' para cualquier tema. .c ' , 6 O En fin, las metas han sido altas, y nosotros hemos hecho todo el esfuerzo para alcanzarlas; sólo el tiempo nos dirá si lo hemos logrado. En todo caso, estamos abiertos a ¡a crítica inteligente de los colegas médicos, profesores y estudiantes. Nuestro afán solo ha sido servir, y confiamos que nuestros años de sacrificio sean útiles para el progreso de los estu­ diantes universitarios, y se conviertan en un grano de arena en el adelanto de nuestras facul­ tades de medicina ecuatorianas. _ Finalmente, deseamos expresar nuestra admiración y respeto a quienes han sido nues­ tro permanente ejemplo, los maestros doctores Arsenio de la Torre, Juan Francisco Orellana y Guillermo Azanza,y a sus obras de Semiología, que sirvieron para la formación de muchas generaciones de médicos. LOS AUTORES C O M E N T A R I O He leído con todo detenimiento “EL EXAMEN MEDICO", Texto de Enseñanza, escrito por los Profesores Doctores: Carlos Guarderas R., Médico Internista, Víctor Alber­ to Arias Castillo, Internista-Cardiólogo, Wilson Peñafiel R., Médico-Internista y Hernán Dónalos Valdivieso, Médico Ginecólogo. Los tres primeros con una larga, entusiasta, efi­ ciente y convencida carrera docente universitaria; y el último, joven médico con clara vocación para la enseñanza médica. Este distinguido grupo de médicos ha llevado a tér­ mino una obra digna de todo elogio: han escrito un Texto de Enseñanza Médica con la mente y el corazón saturado de un ideal: la formación científica médica a los jóvenes estudiantes de medicina. Con este libro desean convertirse en el permanente compañero y en el irremplazable maestro del estudiante. Desean que este libro sea revisado, leído y teleido por los estudiantes que inician el aprendizaje de Semiología y también por todos ¡os jóvenes médicos para mantener en ellos siempre viviente y revitalizada una gran ver­ dad, a menudo oculta por negligencia: “ningún diagnóstico clínico es posible ni verdade­ ro sin una Historia Clínica auténtica y veraz"y ninguna historia clínica llenará estas cua­ lidades sin una práctica seria y constante. Y este Texto de Enseñanza, que debemos abrir con cariño y con el ánimo constante de perfeccionarnos, recordando aquello casi olvidado y aprendiendo lo que pasó desapercibido. En la actualidad se escriben muy pocos textos de Enseñanza Médica y de manera especial de Semiología Médica y de Técnica de Examen Clínico. La inmensa fenomenolo­ gía acumulada, las maravillosas técnicas instrumentales sobre diagnóstico y tratamiento, nos han hecho perder la justa perspectiva humana sobre lo pequeño y humilde, pero muy veraz e inmutable. La investigación avanza, se salvan más vidas humanas, pero a costa de una esclavización, de una forma de dependencia, de gastos cuantiosos, y siempre con algo de temor a lo imprevisto. La eterna e invariable técnica de examen médico, interroga­ torio (anamnesis o entrevista), el uso de nuestros propios sentidos para la Inspección, la Palpación, la Percusión y la Auscultación no han podido ser reemplazados. Cada día se valoran más los clásicos métodos del examen médico. De allí la necesidad deliaprendizaje y enseñanza del Examen Clínico para obtener los signos y los síntomas, que son verdades que nos esperan para ofrecemos el sendero auténtico que nos conduce al diagnóstico. El libro que comento llena un gran vacio en la enseñanza médica. En un futuro próximo deberá ser completado. La Semiología y Propedéutica Médica, Cátedra fundada en el año 1936 por el que ésto escribe, va a cumplir después de 4 años sus bodas de oro de existencia. Un grupo de jóvenes médicos de ese entonces guiados por un ideal y un amor, dirigidos por mí. organizamos y planificamos ¡a enseñanza de Semiología. Escribimos un libro - texto allá por los años 1950: “Lecciones de Semiología”. Mis compañeros en tan ardua labor fueron, el Dr. Juan Francisco Orellana, ya fallecido y el Dr. Guillermo Azanza que con­ tinua de Profesor en la Facultad de Medicina. La obra constaba de 4 tomos, y todavía no ha sido olvidada. Ahora, después de tantos años, otro grupo de médicos, profesores de la Facultad de Medicina, madurados por la experiencia, escriben otro texto de Semiología, fruto de una vida compartida con alumnos junto al enfermo sintiendo ¡a imperiosa necesidad de enseñar constantemente y enseñar bien, prefiriendo siempre la práctica a la teoría. El libro que comento cumple el anhelo de sus autores. En sus páginas están depositadas largas horas de estudio, horas de amoroso sacrificio; y para todo lo que significa y ex­ presa amor y ciencia al servicio de nuestros semejantes, cabe un solo humano y noble sentimiento: Gratitud. f) Dr. Arsenio de la Torre. Profesor Honorario de la Facultad de Medicina. Fundador de la Cátedra de Sem iología y Clínica Propedéutica de la Facultad de Medicina de la Universidad Central C O M E N T A R I O La edición de un libro nuevo sobre todo si se trata de un texto, no sólo de enseñan­ za sino de formación médica, constituye, sobre todo entre nosotros los ecuatorianos, un fenómeno poco frecuente que suscita la necesidad de juzgarlo no sólo enfocando sus va­ lores intrínsecos sino ubicándolo en el contexto de la tradición cultural médica, tanto universal como nacional y local. Tres de los cuatro autores del texto de Semiología, los Doctores Carlos Guarderas R., Víctor Alberto Arias Castillo y Hernán Dávalos Valdivieso en gentil actitud deferen­ te que me honra y agradezco, tuvieron la bondad de visitarme en mi consulta y solicitar mi modesta opinión sobre su obra próxima a editarse. Ellos son profesores de Semiología de nuestra Universidad Central de Quito y ade­ más ejercen la profesión de la Medicina con éxito reconocido, como internista, cardió­ logo y gineco-obstetra, respectivamente, el otro coautor de la obra, el Dr. Wilson Peñafiel, también profesor universitario, es un internista. Les ha tocado a los mencionados colegas tomar la antorcha (no olímpica sino cul­ tural y pedagógica) que llevara con capacidad, integridad y total entrega el Maestro Arsenio de la Torre quien no solo organizó la cátedra de Semiología rodeándose de magní­ ficos colaboradores sino que legó a sus alumnos y a la posteridad los textos de Semiología cuyo Tomo I: “Lecciones de Semiología ”(General), se editó en la Imprenta de la Univer­ sidad en Quito el 26 de Enero de 1950, es decir, hace más de 32 años (consta de 244 páginas). El Tomo II, 319 páginas, fue editado en la misma imprenta, saliendo a circulación el 22 de Marzo del mismo año 1950 (Semiología Especial). Estos dos volúmenes fueron escritos en colaboración con el Dr. Guillermo Azanza, entonces profesor agregado ad-honorem de Semiología, y actualmente profesor titular de la Clínica Cardiológica de la Escuela de'Medicina de la Universidad Central. Luego apareció el Tomo III el año de 1952, editado en la Imprenta de la Casa de la Cultura de Quito, (488 páginas) que se llamó “Manual de Semiología del Aparato Diges­ tivo", escrito íntegramente por el siempre recordado Maestro, Dr. Juan Francisco Orellana. La segunda edición apareció en 1955. El Tomo I V tuvo como autor único al Profesor Arsenio de la Torre y se tituló “Lec­ ciones de Semiología Renal y Urinaria”. Su primera edición fue del mismo año de 1952 y la segunda en 1955. También editado por la Casa de la Cultura de Quito, y consta de 324 páginas. Sin lugar a duda, desde el año de 1950 hasta el presente, han sido las obras del Dr. Arsenio de la Torre y sus colaboradores los textos semiológicos de consulta de los es­ tudiantes de nuestra Facultad, aunque cada vez menos accesibles a sus manos, porque se han ido agotando las ediciones mencionadas. El Profesor de la Torre escribió su obra a los dieciocho años de iniciarse en la cá­ tedra. Estudioso, observador y trabajador tenaz, acumuló conocimientos y experien­ cias que las vierte en sus obras. No hay lugar a duda que su formación es de fuente emi­ nente europea (Métodos de Exploración Clínica del Profesor Sahli de Berna, Suiza). El cita a Jiménez Díaz, el gran clínico español y a los profesores argentinos Antonio Navarro de la Universidad de Córdova, autor de una obra de Semiología, lo mismo que al Nefrólogo Varela Fuentes. Desde luego estaba al tanto de las publicaciones de Hans Seyle, Autor de las teorías del STRESS y la teoría general de adaptación. Su biblioteca médica posiblemente era una de las mejores y más actualizadas de la República. De to­ das maneras.es una lástima que sus publicaciones no tengan la bibliografía que nos demos­ traría su conocida y extraordinaria erudición y cultura médica. Oportuno era que a los 32 años de la publicación de los textos de Semiología del Profesor Arsenio de la Torre se emprendiera en la publicación de una obra Semiológica de envergadura. Debemos recibir alborozados la publicación de un texto ecuatoriano de Semiolo­ gía por varias razones: la primera porque se han agotado las ediciones de la obra del Maestro Arsenio de la Torre y sus asociados, la segunda porque los textos extranjeros tie­ nen un muy alto costo lo cual no permite el acceso de los estudiantes a los mismos y nuestras bibliotecas no mantienen un suficiente número de ejemplares de sus ediciones recientes renovadas -o como se suele decir- actualizadas, revisadas y corregidas y, ade­ más, hay que tener en cuenta que siendo editados algunos textos en idioma extranjeros, particularmente en inglés, no pueden ser debidamente aprovechados por la gran masa de estudiantes que no dominan dicho idioma, que se ha constituido en idioma univer­ sal de la ciencia y la tecnología, pues a él se vierten aún publicaciones escandinavas, ale­ manas, francesas, italianas, suizas, japonesas y rusas y aún las españolas cuando aspiran a ser tomadas en cuenta por la comunidad científica internacional Cuando ésto no sucede, las traducciones de las ediciones originales al idioma caste­ llano toman mucho tiempo, no menos de uno o dos años, en la generalidad de los casos. Pero la razón mayor de alborozo es que el texto sea ecuatoriano, es decir proyec­ tado, programado y realizado por cuatro colegas ecuatorianos que demuestran, con su logrado esfuerzo, conocimientos teóricos, la sabiduría que da la experiencia aprovecha­ da y, sobre todo, una gran vocación de servicio: su gran anhelo de contribuir a la docen­ cia, enseñando a sus alumnos a aprender la talvez más importante disciplina médica, cual es la Semiología, base y fundamento de la Clínica que constituye la parte utilitaria de la Medicina, ya que permite al Médico diagnosticar las dolencias para poder orientar el manejo y tratamiento de sus pacientes en orden a la, en lo posible completa,recupe­ ración de su salud y bienestar personal, sin las cuales se quebranta el equilibrio familiar y comunitario o social. La Semiología (interrogatorio y examen físico) fueron las armas suficientes para que diagnosticaran acertadamente clínicos de ¡a talla de Trousseau y Dieulafoy y Sir Wüliam Osler. Fundamentalmente los mismos medios utilizaban médicos famosos de nuestra tierra como Enrique Gallegos Anda y Aurelio Mosquera Narváez así como Izquieta Pérez y Valenzuela para no citar sino pocos ejemplos. Una vez sentada la base de la Medicina Moderna con el conocimiento que del cuerpo humano y de sus funciones nos diera Vesalio y con los aportes de Morgagni, Bichat, Virchow, Auenbrugger, Corvisart, Laennec, y Skoda, se siguieron una serie de descubrimientos y maniobras diagnósticas, desde la intubación gástrica realizada por Kussmaul y Rosenbach (1867 y 1869Jmasta la tomografía axial computarizada, la ultrasonografía, el scanning ¿sotópicd'Éfñ doppler, la termografía y las endoscopios, pasando por los fundamentales inventomle la radiografía, (Roentgen, 1895), la electrocardio­ grafía (Einthoven, 1924), los descubrimientos de Madame Curie, la fonocardiografía así como los fabulosos y variados aportes que ayudan al diagnóstico y que son propor­ cionados por el laboratorio y la anatomía patológica. Pero ni la más sofisticada de las computadoras puede sustituir al médico, al clí­ nico, que interrogando y examinando al paciente fundamentan el diagnóstico clínico. Y éste es el propósito de los autores de este tratado de Semiología: enseñar a alumnos, futuros médicos, a aprender a interrogar y a examinar bien a los pacientes. El esfuerzo es bien logrado. La obra tiene unidad. Hay un adecuado equilibrio entre lo que constituye la Semiología General y la Especial. Las ilustraciones son nume­ rosas y demostrativas y la bibliografía adecuada. Los estudiantes van a reconocer en sus páginas los familiares rostros de los héroes ignotos de su formación profesional: a nuestros pacientes propios de los hospitales que ofrendan sus cuerpos, su intimidad y su dolor, para que los que van a ser médicos apren­ dan a reconocer en ellos las huellas profundas, aunque a veces esquivas y silenciosas, que marcan en sus cuerpos y en sus almas las enfermedades causadas por la miseria, la ignorancia, la desnutrición, la privación económica y emocional y las carencias de todo género ¡hasta de la Justicia! y también las provocadas por las bacterias, parásitos, hongos, y vims que tan a gusto disfrutan de nuestro primitivo saneamiento ambiental Las sucesivas ediciones de la obra de los cuatro autores irán mejorándola cada vez más. Creo que tendrán una semiología especial dedicada al niño, que no es un adulto pe­ queño sino una biología peculiar con procesos especiales y tal vez una semiología propia del adolescente que no es adulto ni niño. Esto se impone porque en la pirámide poblacional de nuestro país hay un importante predominio de niños y adolescentes. Merece destacar los resúmenes o cuadros sinópticos y aquellos dedicados a racio­ nalizar y guiar los esfuerzos de autoaprendizaje. Esta obra puede ser la base de una de más atiento dé Medicina írñé^ádq có0o.la de Passmore y Robson (Editorial Científica Médica, Barcelona, 1971-Í9W ~ en cuatro tomos o como la de don Pedro Cossio y colaboradores. Medicina, Semwógia, fywtogia Médica, Qinicay Tratamiento (Editor Medicina, B.A. 1970}. -v'1Bien por ios autores y que las próximas ediciones continúen lletámgftos Jqjfabres de los gestores de la obra que comentamos, que significa una gran contribución a h for­ mación de nuestros alumnos. v^ •'•¿ütv "'5? , Dr. Eduardo Luna Yepes \ PROFESOR PRINCIPAL DE CLINICA MÉDICA . . " UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR * Extracto del original con la aprobación del Autor PRIMERA PARTE: ANAMNESIS Y EXAMEN FISICO GENERAL Dr. Carlos Guarderas R. LA HISTORIA CLINICA CAPITULO I : GENERALIDADES Introducción Nomenclatura preliminar Semiología Síntomas Signos Semiotecnia Síndrome Fisiopatología Enfermedad Diagnóstico Partes de la Historia Clínica CAPITULO %: ANAMNESIS Anamnesis Plan para el aprendizaje de la anam­ nesis Partes de la anamnesis: Datos de filiación Motivo de consulta CAPITULO 3: ENFERMEDAD ACTUAL Y DOLOR Enfermedad actual El dolor Algunas consideraciones sobre la anamnesis del dolor Fecha aparente de comienzo Fecha real de comienzo Pág. 1 1 1 2 2 2 2 2 2 2 2 2 3 3 3 4 5 5 5 8 8 8 8 8 9 Intensidad Causa aparente Sitio del dolor - Regionalización del tórax y ab­ domen Irradiación Dolor localizado Dolor irradiado Dolor referido Tipo de dolor - Dolor cólico — Dolor continuo Síntomas acompañantes Relación con el tipo de alimen­ tos Horario Periodicidad Relación con el vómito Relación con la deposición Relación con las actitudes y decúbitos Relación con los medicamentos Evolución Estado actual Algunos ejemplos de los resultados de la anamnesis del dolor. Ejerci­ cios Recomendaciones para analizar el dolor visceral Los dolores viscerales más frecuen­ tes de acuerdo con el sitio - n r APITULO 4: REVISION DE ‘SISTEMAS Revisión de sistemas Preguntas generales 1Aparatos respiratorio y circu­ latorio Aparato digestivo Aparato uro-genital. Urinario Genital masculino y femenino Mamas Sistema endocrino, nervioso y locomotor Organos de los sentidos CAPITULO 5. HISTORIA PASA­ DA Historia pasada Historia pasada patológica ,i Historia pasada no patológica. ¡ Hábitos * [CAPITULO 6: HISTORIA FAMI\ LIAR Y SOCIAL ¡Historia familiar y social i. Antecedentes patológicos fami¡j liares > Historia Social {Consideraciones finales sobre la | . anamnesis ‘EXAMEN FISICO GENERAL ¡Principios Generales í [CAPITULO 7. EL PULSO “Definición |Qué examinar: ? La frecuencia Í_E1 ritmo |;¡U amplitud I |as características de la pared |C6mo examinar [Variaciones más frecuentes 27 27 28 29 30 32 33 34 34 36 37 37 37 37 42 42 44 45 46 48 49 50 50 50 50 50 50 50 50 51 CAPITULO 8: LA TENSION AR­ TERIAL (T ,A.) Definición Factores que determinan la T.A. Qué examinar Cómo examinar Método auscultarorio Método palpatorio Método visual Otros métodos: Método directo Medida de la T.A. en las arritmias Fibrilación auricular Insuficiencia aórtica Pulso alternante Bigeminismo Para qué examinar la T.A. 53 53 53 55 56 58 59 59 59 60 60 60 60 60 60 CAPITULO 9: LA TEMPERATU­ RA, LA FIEBRE, LA FRECUEN­ CIA RESPIRATORIA Recuento fisiológico Producción Eliminación Regulación Qué examinar Temperatura normal Hipertermia Fiebre Hipertermia simple j7 61 61 61 61 63 63 63 64 64 64 Síntomas y signos de la fiebre Período de escalofrío Período febril Período de defervescencia Hipotermia Cómo examinar la temperatura Anamnesis Técnica Curvas de temperatura: Curvas normales Fiebre continua Fiebre intermitente Fiebre remitente 1 64 64 65 66 66 66 66 66 68 68 68 69 69 -IIIFrecuencia respiratoria CAPITULO 10: EL PESO CORPO­ RAL Y LA TALLA Cómo examinar Para qué examinar Obesidad Cómo examinar Qué examinar Obesidad endócrina Delgadez Cómo examinar la delgadez La Talla Técnica del examan CAPITULO 11: EL BIOTEPO MORFOLOGICO O ESTADO CONSTITUCIONAL Atlético Pícnico Displásico Asténico o leptosomático CAPITULO 12: LOS TIEMPOS CLASICOS DEL EXAMEN FI­ SICO Inspección Qué ver y cómo ver Palpación Qué palpar y cómo palpar Percusión Características de los sonidos Intensidad Tono Timbre Duración Qué percutir Sonido mate Sonido claro Sonido timpánico Cómo percutir 69 Percusión dígito-digital Percusión directa Auscultación Qué auscultar Cómo auscultar 70 71 71 CAPITULO 13: ACTITUDES Y :7i DECUBITOS 72 74 . Actitudes Decúbitos 74 Decúbito dorsal 75 77 Decúbito lateral 77 Decúbito ventral 77 CAPITULO 14: EXAMEN DE LA PIEL Color 79 Palidez 79 Rubicundez 79 Cianosis 80 Ictericia 80 Melanosis Despigmentaciones Temperatura Humedad Qué examinar y cómo examinar 81 Hiperhidrosis 81 Anhidrosis 81 Bromhidrosis 82 Elasticidad 84 Lesiones cutáneas de causas inter­ 84 nas 84 Mácula 84 Pápulas 84 Vesículas 85 Pústulas 85 Nódulos 85 Estrías 8f Ulceras 87 87 Pelo 87 lirias -IV - SEGUNDA PARTE: EXAMEN DE LA CABEZA Y CUELLO. LA CEFALALGIA Dr. Carlos Guardaras R. CAPITULO 15; LA CEFALALGIA Introducción Definición Estructuras dolorosas Fisiopatología general Examen de la cefalalgia Anamnesis Qué preguntar y cómo preguntar: - Fecha de comienzo - Intensidad ! - Causa aparente - Sitio del dolor - Irradiación — Tipo de dolor - Síntomas acompañantes - Relación con los alimentos Horario " - Periodicidad Relación con el vómito y la micción J - Relación con la deposición - Relación con las actitudes, . decúbitos y ejercicios físico Relación con los medicamentos Evolución Tiempo de duración m- Forma de presentación ►£7 Síntomas prodrómicos Edad filtesis sobre las cefalalgias más ^¿cuentes '^ u eca ill Pág. 102 102 102 102 103 103 104 104 104 104 104 104 105 105 105 105 106 106 106 106 106 106 106 106 106 106 107 107 107 Cefalalgias vasculares Cefalalgia periódica acumulada o de Horton Tumor intracraneal Glaucoma aguda y esfuerzos vi­ suales Sinusitis Contracción muscular y espondilosis cervical Cefalalgias psicógenas CAPITULO 16: EXAMEN FISI­ CO DE LA CABEZA, EXAMEN EN CONJUNTO, EL CUERO CA­ BELLUDO, LA FRENTE Examen de la cabeza en conjunto Posición Volumen y forma Movimientos Examen de la cabeza por regiones El cuero cabelludo La frente CAPITULO 17: EXAMEN DE LOS OJOS Ojos Anamnesis Algunas consideraciones sobre la anamnesis - Dolor - Agudeza o acuidad visual - Escotomas - Visión de colores o cromatopsias - Nictalopía 107 108 108 108 108 108 109 110 110 110 111 112 112 112 112 113 113 113 113 113 114 115 115 115 ixamen físico — Párpados Qué-examinar y cómo examinar — Posición — Volumen — Color — Movilidad — Pestañas La Conjuntiva Qué examinar — El color — La humedad — La lisura 21 globo ocular en conjunto Tensión ocular Situación: Exoftalmus, Enoftal­ mía Estrabismos Movimientos oculares La esclerótica La córnea El iris y la pupila ^a pupila ~ El color — Forma — Tamaño — Situación — Número — Hippus fisiológico — Reflejos a la luz El cristalino El fondo del ojo Qué examinar: La papila óptica Las arterias y venas La mácula La retina La periferie del fondo del ojo Examen funcional Agudeza visual Sentido cromático Campo visual 115 115 115 116 116 116 116 117 117 118 118 118 119 119 119 120 121 121 122 122 123 124 124 124 126 126 126 126 126 127 127 128 128 128 129 129 129 129 129 129 130 CAPITULO 18: LA NARIZ Y LOS SENOS PARANASALES Anamnesis — El dolor — Obstrucción — Secreciones — Epistaxis — Trastornos de la olfación Examen físico: — La nariz — Las fosas nasales — Los senos paranasales Exámenes complementarios CAPITULO 19: EXAMEN DE LA BOCA Labios — Color — Forma — Tamaño Queilitis Mucosa de los carrillos y encías: Cómo examinar — Estomatitis catarral o simple — La estomatitis aftosa o aftas — La estomatitis ulcerosa — El noma de la boca o estoma­ titis gangrenosa — El muget . o estomatitis ófri­ ca — La Blastomicosis sudamericana — Gingivitis hipertrófica Dientes: Lengua: — Humedad — Tamaño — Color — Aspecto — Movilidad El aliento Paladar: — Cómo examinar — Qué examinar Glándulas salivales -V ICAPITULO 20: EXAMEN DE LA FARINGE Y LARINGE Anamnesis - Dolor - Trastornos fonatorios - Trastornos respiratorios - Hemorragias locales Examen físico: -Velo del paladar - Amígdalas - Pared posterior Examenes complementarios Laringe - La anamnesiS 140 - Examen físico 140 - Exámenes complementarios 140 140 141 CAPITULO 21: EXAMEN DEL 141 APARATO AUDITIVO Aparato auditivo 141 - Anamnesis: - Dolor 142 143 — Secreciones 143 - Trastornos de la audición — Zumbidos de oído 143 - Vértigo y mareo Examen físico: 143 - Examen de la oreja 143 - Examen del conducto auditi­ 144 vo externo y de la membra­ 144 na timpánica 144 - Examen de la mastoides 145 - Examen de los ganglios pe* 145 riauriculares 132 132 132 132 134 134 136 136 136 136 138 138 145 145 146 147 147 147 148 149 151 151 151 152 152 152 152 152 153 153 154 154 154 156 156 157 157 157 157 157 159 159 159 160 160 160 163 163 CAPITULO 22: EXAMEN DE LA FACIES EN CONJUNTO La facies en conjunto - Facies febril — Facies renal - Facies acromegálica - Facies hipertiroidea — Facies mixedematosa — Facies del Síndrome de Cu­ shing — Facies alcohólica - Facies leonina — Facies tetánica - Facies gravídica — Facies mongoloide - Facies parkinsoniana CAPITULO 23: EXAMEN DEL CUELLO Examen del cuello en conjunto — Forma — Movimientos - Fosas supraclaviculares y supraestemales - Piel Examen del cuello por estructuras — Músculos — El cartílago tiroides - Ganglios cervicales — Las venas cervicales - Latidos - Glándula tiroides - Inspección - Palpación - Percusión « - Auscultación 164 164 164 164 164 164 164 166 166 166 166 166 167 167 167 168 168 168 168 169 169 169 169 170 171 173 174 174 175 177 177 —vía TERCERA PARTE: EXAMEN DEL TORAX: APARATO RESPIRATORIO y GLANDULAS MAMARIAS APARATO CARDIOVASCULAR Pág. CAPITULO 24: APARATO RES­ PIRATORIO Introducción CAPITULO 25: ANAMNESIS DE SINTOMAS Y SIGNOS Tos: -Intensidad — Frecuencia — Horario — Humedad — Fecha aparente y real de co­ mienzo - Forma de comienzo - Causa aparente - Síntomas acompañantes - Evolución y relación con los medicamentos - Estado actual Expectoración - Cantidad - Color ~ Olor — Viscosidad — Horario Dolor torácico: — Fecha aparente y real de co­ mienzo — Intensidad — Causa aparente - Sitio del dolor — Irradiación - Tipo de dolor — Síntomas acompañantes 179 179 179 179 180 180 181 181 181 181 181 181 182 182 182 182 182 183 183 183 183 184 184 184 184 184 185 185 Dr. Wilson Peñafiel Dr. Víctor Alberto Arias Castillo Dr. Gavino A . Vdsquez Villegas — Relación con las actitudes y decúbitos — Relación con los medicamen­ tos - Evolución y estado actual Disnea: — Disnea de esfuerzo — Disnea de decúbito - Ortopnea — Disnea paroxística — Disnea inspiratoria — Disnea espiratoria Hemoptisis: - Franca hemoptisis — Cantidad — Frecuencia - Color — Aspecto - Síntomas acompañantes Esputo hemoptoico Cianosis: — Fecha aparente y real de co­ mienzo — Fecha de comienzo — Causa aparente — Síntomas acompañantes — Evolución - Relación con los medicamen­ tos — Estado actual Vómica: - Origen broncopulmonar - Origen pleural — Origen mediastínico - Extratorácico 185 185 185 185 18? 187 187 187 187 188 188 189 189 190 190 190 190 190 190 191 191 191 191 191 191 191 191 192 193 193 193 -V IH _ Cantidad — Color - Olor _ Horario CAPITULO 26: EXAMEN FISI­ CO DEL TORAX: Topografía torácica _ Tórax anterior - Tórax posterior Líneas convencionales Regiones topográficas Recuento antómico y fisiológico Segmentos pulmonares CAPITULO 27: INSPECCION DEL TORAX Exploración general del paciente en relación con signos del apa­ rato respiratorio. - Actitud — Estado de nutrición - Tegumentos — Facies - Extremidades Pared torácica - Piel - Tejido celular subcutáneo y músculos Forma, volumen y tamaño del tó­ rax — Tórax normal - Tórax anormal. Tipos más ca­ racterísticos — Deformaciones unilaterales - Deformaciones regionales Amplitud, ritmo y frecuencia de los movimientos respiratorios - Respiración superficial - Respiración profunda — Respiración de Cheine Stockes - Respiración de Biot 193 193 193 193 194 194 194 195 195 195 197 198 200 200 200 200 200 200 200 200 200 201 202 202 203 204 205 205 205 205 206 206 - Respiración acelerada o taquipnea - Respiración lenta o bradipnea , Tipos respiratorios Expansión torácica respiratoria Retracciones torácicas inspiratorias. Tiraje CAPITULO 28: PALPACION DEL TORAX — Examen de partes blandas - Atrofia de la piel y disminu­ ción del tejido celular sub­ cutáneo - Edema de pared — Enfisema subcutáneo — Exploración de cadenas ganglionares Expansión respiratoria: — Expansión de los vértices pul­ monares — Expansión de las bases pul­ monares — Alteraciones de la expansión torácica Sensibilidad torácica Vibraciones vocales o frémito - Origen y transmisión - Técnica — Vibraciones vocales norma­ les — Variaciones patológicas CAPITULO 29: PERCUSION DEL TORAX Definición Sonidos obtenidos al percutir el tórax Normas generales sobre percusión del tórax Sonoridad pulmonar normal Matidez y Submatidez Sonido timpánico o timpanismo 206 206 206 207 207 20? 208 208 208 208 208 209 209 210 210 210 210 211 211 213 213 213 216 216 217 218 -X ICAPITULO 52: EXAMENES COMPLEMENTARIOS Laboratorio Rayos X: — Fluoroscopia — Teleradiografía — Cuadros radiológicos de carác­ ter diagnósticos por sí mis mos — Secuencia de lectura de las te­ leradiografías — Otros métodos radiológicos: — Angiografías selectivas — Angiocárdiografías — Coronariografías Fonomecanocardiografía Flebograma Ecocardiograma Radioisótopos Ecocardiograma -Doppler en imágenes CAPITULO 53: COMO TOMAR UN ELECTROCARDIOGRAMA Normas para tomar un electrocar­ diograma basal Generalidades previas a la lectura del E.C.G. CAPITULO 54: NOMENCLATURA DEL ELECTROCARDIO— GRAMA Correlación entre la electrofisiología y la nomenclatura del E.C.G. CAPITULO 55: VECTORES ELECTRICOS ORIGINADOS EN EL CORAZON Generalidades Secuencia de la actitud eléctrica de las aurículas y ventrículos Triángulo de Einthoveo 322 322 325 325 325 326 328 330 330 330 330 332 332 333 334 334 335 336 336 339 341 342 346 346 348 349 Ejemplos de extracción del eje de P y del eje de QRS {gemplos de extracción del eje de T Teoría vectorial CAPITULO 56: SECUENCIA DE LA LECTURA DEL E.C.G. Ritmo-Frecuencia—Intervalossegmentos—ejes—conducción Repolarización ventricular Reconocimiento de la onda de necrosis Sobrecargas ventriculares CAPITULO 57: SINDROMES: ARRITMIAS ACTIVAS Clasificación de las arritmias Electrocardiograma en las arritmias activas CAPITULO 58: ARRITMIAS PA­ SIVAS Bradicardia Sinusal—Parada sinusal Ritmos pasivos Bloqueos A.V. Bloqueos de rama CAPITULO 59: SINDROMES CARDIACOS MAS FRECUENTES Síndromes coronarios Insuficiencia Coronaria Crónica Insuficiencia Coronaria Aguda Hernia Diafragmática Insuficiencia cardíaca Teoría retrógrada Teoría anterógrada Diagnóstico diferencial sindrómatico Clasificación funcional del de teñó­ ro progresivo de la Insuficiencia Cardíaca 353 354 353 357 358 359 360 361 361 362 362 366 367 368 369 371 371 371 372 373 373 375 376 378 380 -xn CAPITÜLO 60: DESTREZAS ÜSADAS EN LA PATOLOGIA CARDIACA presión venosa Punción de ven? femoral punción de la arteria femoral Flebotomía Punción subclavia y yugular Punción pericárdica Respiración boca a boca Masaje cardíaco CAPITULO 61: SINTOMATOLOGIA VASCULAR PERIFERICA Factores predisponentes Insuficiencia arterial aguda Angiodinografía Angiografía por Resonancia Magnética CAPITULO 62: INSUFICIENCIA ARTERIAL CRONICA Exámenes complementarios para las enfermedades arteriales — Pruebas a la cabecera del paciente — Prueba para descubrir el sín­ drome de Raynaud — Termografía — Angiodinografía 380 380 382 383 384 385 386 388 389 391 391 392 394 394 395 395 395 395 397 397 — Angiografía por Resonancia Magnética — Arteriografía CAPITULO 63: INSUFICIENCIA VENOSA PERIFERICA Sintomatología de la insuficiencia venosa crónica Insuficiencia circulatoria linfática Exámenes complementarios para las enfermedades venosas — Prueba de Ochsner Mahomer — Prueba para investigar trom­ bosis profunda — Signo de Homans 397 398 398 399 399 400 400 400 401 CAPITULO 64: SINDROMES Y ENFERMEDADES VASCU­ LARES 401 CAPITULO 65: EXAMEN DE LA GLANDULA MAMARIA Interrogatorio Inpección de la glándula mamaria — Aspecto general de la mama — Piel — Pezón Palpación de la glándula mamaria Examenes complementarios Síndromes: — Síndrome inflamatorio — Síndrome tumoral 405 405 406 406 406 406 406 408 409 409 409 -X IIICUARTA PARTE: EXAMEN DEL ABDOMEN Y PELVIS Dr. Cortos Guarderas R. Pág. EXAMEN DEL ABDOMEN EN CONJUNTO CAPITULO 66: CONSIDERACIO­ NES GENERALES Topografía abdominal Proyección de las visceras abdomi­ nales en la pared CAPITULO 67: INSPECCION DEL ABDOMEN Qué examinar El abdomen normal Abombamientos difusos Abombamientos circunscritos Excavaciones Trastornos de la piel Redes venosas Movimientos de reptación Cambios respiratorios CAPITULO 68: LA PALPACION DEL ABDOMEN Qué examinar y cómo examinar Tensión abdominal: Normal ''Hipertonía abdominal Hipotonía abdominal Sensibilidad Espesor de la pared Abovedamientos Soluciones de continuidad: Hernias epigástricas Hernias umbilicales Hernias inguinales. Examen del Conducto inguinal Bernias ciurales CSastasis Eventractones Jé ta le s «táforosos 411 411 411 412 414 414 414 416 417 418 41& 420 421 421 421 422 422 423 423 424 424 424 425 426 427 427 427 428 429 429 430 Solar Vesicular Apendiculaies Renales y ureterales Vesical De Centeno Oválicos CAPITULO 69: LA PERCUSION Y LA AUSCULTACION DEL ABDOMEN Percusión del abdomen Meteorismo La ascitis libre La matitez en media luna El signo del desnivel La onda ascítica Auscultación del abdomen Borborigmos Silencio abdominal Chapoteo en ayunas La onda ascítica CAPITULO 70: EXAMENES COMPLEMENTAROS DEL ABDOMEN EN CONJUNTO Radiografías simples de abdomen Paracentesis | Cómo hacer Valor diagnóstico del líquido ascítico CAPITULO 71: EXAMEN FISICO DEL CONTENIDO ABDOMINAL Generalidades Examen físico del estómago y duo­ deno Inspección 430 431 432 432 432 432 432 434 434 435 435 435 436 436 437 437 438 438 439 440 440 443 443 445 445 445 446 446 -X IV Palpación Auscultación Examen físico del yeyuno-ileon Examen físico del apéndice Examen físico del ciego Examen físico del colon Examen físico del recto y ano Inspección Palpación. Tacto rectal Endoscopia rectal Examen físico del mesenterio 446 447 448 448 449 451 453 453 455 458 459 CAPITULO 72: EXAMEN FISICO DEL HIGADO Y LA VESICULA BILIAR Examen físico del hígado Inspección Palpación: Método de Brugsch Método de Mathieu Método de Devoto Método de Chauffard Percusión Examen físico de la vesícula biliar 460 460 460 460 461 641 462 462 463 465 CAPITULO 73: EXAMEN FISICO DEL BAZO Y PANCREAS Examen físico del bazo Inspección Palpación Percusión Examen físico del páncreas Inspección Palpación 466 466 466 467 469 469 469 469 CAPITULO 74: EXAMEN FISICO DE: APARATO URINARIO, MUSCULO PSOAS Y AORTA ABDOMINAL Examen físico del aparato urinario Inspección Palpación Percusión y auscultación Ureteres 472 472 472 472 475 477 Vejiga Examen físico de los músculos psoas Examen físico de la aorta abdo­ minal 477 477 478 SEMIOTECNIA DEL APARATO DIGESTIVO CAPITULO 75: ESOFAGO Anamnesis: Disfagia Odinofagia Pirosis Regurgitación Tialismo Examen físico Exámenes complementarios Principales síndromes esofágicos CAPITULO 76: ESTOMAGO Y DUODENO Anamnesis El dolor gástrico Náusea y vómito Hematemesis Acidismo Trastornos del apetito Aerofagia Eructos Hipo Mericismo y rumiación Examen físico, ver página 446 Exámenes complementarios Examen radiológico Examen del jugo gástrico Sondaje nasogástrico: Procedi­ miento Gastroscopia y biopsia Síndromes gastroduodenales más importantes Síndrome ulceroso Síndrome neoplásico Síndrome pilórico Estómago irritable 480 480 480 483 483 484 484 484 485 485 487 487 487 491 493 495 495 496 4?6 496 496 496 496 497 498 500 500 500 503 503 504 - AV — CAPITULO 77: YEYUNO-ILEON, COLON, APENDICE Yeyuno-ileon y Colon Dolor Diarrea Estreñimiento Meteorismo Examen físico, ver pág. 448 y siguientes Apéndice vermicular: Anamnesis. Dolor Examen físico. Ver también pág. 448 Exámenes complementarios CAPITULO 78: SIGMA, RECTO Y ANO Tenesmo Pujo Dolor ano-rectal Prurito anal Melenas: Cómo actuar frente a un sangrado digestivo Exámenes complementarios para intestino, recto y ano Examen coprológico Examen radiológico Examen endoscópico Síntesis, de algunos síndromes in­ testinales frecuentes Síndrome obstructivo crónico Síndrome obstructivo agudo íleo paralítico Síndrome disentérico Apendicitis aguda Síndrome tumoral CAPITULO 79: HIGADO, VE­ SICULA Y VIAS BILIARES Hígado Dolor hepático Ictericia Prurito Hemorragias 506 506 506 508 510 512 512 512 514 516 516 616 517 517 517 520 523 523 525 526 527 527 528 529 529 529 530 531 531 531 532 532 532 Trastornos mentales y neurológicos Halitosis Fiebre Examen físico.Ver página 462 Exámenes complementarios Examen químico de sangre Otras pruebas sanguíneas Exámenes radiológicos. Radiogra­ fía simple Esplenoportografía Arteriografía hepática Gammagrafía hepática Ecograma Biopsia hepática Laparoscopia Vesícula y vías biliares Dolor Dispepsia gástrica Ardor epigástrico Ictericia: Anamnesis Examen físico. Ver pág. 465 Exámenes complementarios Exámenes radiológicos Síntesis de los principales síndro­ mes hepato-biliares Insuficiencia hepatocelular Encefalopatía hepática Hepatitis viral aguda Cirrosis hepática Hipertensión portal Colestasis Colecistitis aguda Colelitiasis 548 548 549 549 549 550 551 552 552 CAPITULO 80: PANCREAS Anamnesis Dolor Diarrea Hemorragias Pérdida de peso Ictericia 554 554 554 557 557 557 557 532 532 533 533 533 534 535 537 537 537 537 537 539 539 539 542 542 542 543 546 546 - XVI Examen físico. Ver también pág. 469 Exámenes complementarios: Sangre Orina Heces Electrocardiograma Estudios radiológicos 557 558 558 558 558 558 Otros exámenes Síntesis de los principales síndro­ mes pancreáticos Pancreatitis aguda Pancreatitis crónica Tumor pancreático. Ga. Quiste, pseudo quiste de pán­ creas 560 560 560 561 561 562 APARATO URINARIO Y GENITAL MASCULINO Dr. Víctor Alberto Arias Castillo Dr. Gavmo A. Vdsquez Villegas Prueba de los 3 vasos Prueba de la concentración CAPITULO 81: ANATOMIA Y FI­ SIOLOGIA íDEL RIÑON Y VIAS URINARIAS Anatomía Visión interior de los riñones Revisión fisiológica 564 564 566 568 CAPITULO 82: SINTOMAS DEL APARATO URINARIO Patología y sintomatoiogía Síntomas: Dolor Dolor lumbar Cólico ureteral Doíor perineal e hipogástrico Síntomas nefrourinarios altos Síntomas vésico- uretrales 570 570 570 570 571 572 574 575 CAPITULO 83: SIGNOS DEL APARATO URINARIO Recuento de los signos de la pato­ logía renal y urinaria Examen macroscópico de la orina CAPITULO 84: EXAMENES COM­ PLEMENTARIOS AL ALCANCE DEL MEDICO GENERAL Prueba de la dilución 576 576 578 579 579 CAPITULO 85: EXAMENES DE LABORATORIO Examen de orina Examen elemental Datos químicos fundamentales Examen microscópico del sedi­ mento CAPITULO 86: PRUEBAS FUN­ CIONALES Prueba del Addis El examen de sangre en las pruebas renales Pruebas funcionales De la creatinina endógena Reacción xantoproteica Prueba de la fenolsulfonftaleina Urografía descendente Arteriografía renal Renograma isotópico Tomografía axial computarizada Eco renal Biopsia renal Cistoscopia 580 581 582 582 583 584 586 587 587 589 589 590 590 590 591 592 593 593 593 593 594 f -X V I I CAPITULO 87: SINDROMES Y DESTREZAS Insuficiencia renal Insuficiencia aguda prerrenal Insuficiencia aguda renal Insuficiencia aguda postrenal Insuficiencia renal crónica Resumen de la sintomatología renal y de las vías urinarias Destrezas Sondaje vesical CAPITULO 88: APARATO GENI­ TAL MASCULINO Introducción Caracteres sexuales masculinos 595 595 595 595 596 596 597 598 598 600 600 602 CAPITULO 89: SINTOMATOLOGIA SEXUAL Síntomas dependientes de la fisio­ patología sexual 605 CAPITULO 90: SIGNOS DEL APARATO SEXUAL MASCULI­ NO 606 604 CAPITULO 91: EXAMENES ES­ PECIALES DEL SEXO MASCU­ LINO Cariotipo Prueba de la cromatina de Barr Determinación de los 17 cetosteroides Biopsia testicular Espermatograma Otros exámenes relacionados con el estudio de la esperma Examen de la próstata Masaje prostático CAPITULO 92: SINDROMES GE­ NITALES MASCULINOS Síndrome de Klinefelter Supermacho (XYY) Síndrome de testículos feminizantes Hipogonadismo secundario Precocidad sexual Climaterio masculino Síndromes tumorales Neoplasias 611 611 612 612 612 612 612 612 .613 614 614 614 614 615 615 615 615 616 APARATO GENITAL FEMENINO Dr. Hernán Davalas. Valdivieso CAPITULO 93: INTRODUCCION 617 CAPITULO 94: ANAMNESIS Y DOLOR GINECOLOGICO Menstruación Menarquía Ritmo menstrual Volumen Duración 618 618 618 618 620 620 Fecha de la última menstruación 620 Color Fluidez Síntomas acompañantes Hemorragia intermenstrual Cambios inesperados en la mens­ truación Leucorrea Fecha real y aparente de comien­ zo Forma de comienzo Causa aparente 620 620 620 621 621 621 621 622 622 - XVIII 622 622 622 623 623 624 624 624 624 624 625 625 625 625 Prurito Evolución Aspecto físico Prurito vulvar Dolor Ginecológico Fecha aparente de comienzo Fecha real de comienzo Intensidad Causa aparente Sitio del dolor Irradiación Tipo de dolor Síntomas acompañantes Relación con la micción Relación con. las actitudes y decú­ bitos Relación con los medicamentos Evolución Estado actual Relación con el ciclo menstrual Historia Obstétrica 625 625 625 625 625 626 Síntomas Urinarios Síntomas Digestivos Trastornos del acto sexual Vaginismo y Dispareunia Frigidez Nerviosidad Postcoito Frecuencia 627 627 627 628 628 629 629 CAPITULO 95: EXAMEN FISICO Introducción Posición del examen ginecológico Examen de los genitales externos Examen en conjunto Examen del vello Anomalías anatómicas Lesiones de la piel o mucosa vul­ var Examen del clítoris Examen del himen Examen de la uretra Examen de las glándulas de Bartholin Exploración funcional 630 630 630 630 631 631 631 631 632 632 633 634 634 Exploración con espejo Tacto Vaginal 635 638 CAPITULO 96: PROCEDIMIEN­ TOS AUXILIARES DE DIAG­ NOSTICO EN GINECOLOGIA Exploración del ¡contenido vaginal Examen en fresco Investigación del pH Frotis del exudado 642 642 642 642 642 Cultivos Colpocitología Funcional Neoplásica Investigación del moco cervical Filancia Cristalización Colposcopia y Colpomicroscopía Biopsia de Cérvix Biopsia de En dome trio Curva de Temperatura basal Punción del Douglas Laparoscopia Insuflación tubaria Hísterosalpingografía Urografía Determinaciones hormonales Punción abdominal Histerometría 643 643 643 643 643 644 644 644 645 645 645 645 646 646 646 646 647 647 647 CAPITULO 97: AMENORREA Introducción 649 649 CAPITULO 98: MENOPAUSIA Introducción Alteraciones premenopáusicas Alteraciones postmenopáusicas 652 652 652 652 CAPITULO 99: EXAMEN OBSTE­ TRICO Procedimientos y Exámenes de uso común en Obstetricia Estudios radiológicos 654 660 660 -XIXQ U INTA PA R TE SISTEMA MUSCULO - ESQUELETICO SISTEM A ENDOCRINO SISTEMA HEM ATOPOYETICO Y LINFATICO Dr. Wilson Peñafiel R. Pág. CAPITULO 100: SISTEMA MUSCULO 663 ESQUELETICO 663 Síntomas y signos generales: 663 Dolor 663 Calor 663 Rubor 663 Edema Deformación e impotencia funcio­ 664 nal CAPITULO 101: COLUMNA VERTEBRAL Columna vertebral en conjunto: Alteraciones en la forma Alteraciones en la movilidad Alteraciones de la estructura Columna vertebral por segmentos: Columna cervical Columna dorso-lumbar Puntos dolorosos vertebrales 667 667 667 668 668 668 670 671 672 CAPITULO 102: EXAMEN DEL MIEMBRO SUPERIOR Articulación del hombro Articulación del codo Articulación de la muñeca Examen de la mano: Posición Movimientos 672 672 675 677 678 679 679 CAPITULO 103: EXAMEN DEL MIEMBRO INFERIOR Articulación de la cadera Articulación de la rodilla 681 681 684 Articulación del tobillo y pie 688 CAPITULO 104: EXAMEN DE LOS MUSCULOS Forma y tamaño Volumen Tono Fuerza Sensibilidad 690 690 690 691 691 692 CAPITULO 105: EXAMENES COMPLEMENTARIOS Exámenes complementarios más útiles: Sangre: Entróse dimentación Factor reumatoide Antiestreptolisinas P.C.R. Anticuerpos antinucleares Células L.E. Complemento sérico Enzimas séricas Rayos X Líquido sinovial Electromiografía 692 692 692 692 693 693 693 693 693 693 693. 694 694 CAPITULO 106: SINDROMES ARTICULARES Síndrome traumático: Esguince Luxación Fractura Síndrome inflamatorio: Artritis Osteoartritis 695 695 695 696 696 697 697 697 692 CAPnULO 107: SISTEMA EN­ DOCRINO introducción CAPITULO 108: GLANDULA TI­ ROIDES Síntomas Signos Exámenes complementarios Pruebas funcionales: Laboratorio Gabinete Clasificación del bocio Características de los bocios Síndromes CAPITULO 109: PARATIROIDES Síntomas Signos Exámenes complementarios Pruebas de laboratorio Pruebas de gabinete Síndromes CAPITULO 110: LAS SUPRA­ RRENALES Resumen anatomo-fisiológico Anomalías de la secreción córtico— suprarrenal Enfermedad de Addison: Síntomas y signos Enfermedad de Cushing: Síntomas,y signos Hipersecreción de hormonas aisla­ das: .Aldosteronismo primario Diabetes suprarrenal Síndrome suprarrenogenital Médula suprarrenal Signos del feocromocitoma Exámenes complementarios: Exploración funcional de la cor­ teza 698 698 698 699 702 703 704 704 704 704 705 707 -708 710 711 711 712 712 713 713 716 716 717 718 718 719 719 720 720 720 720 721 721 Exploración funcional de la mé­ dula Síndromes CAPITULO 111: HIPOFISIS Recuento anatomo-fisiológico Insuficiencia de hipófisis anterior Síntomas y signos Insuficiencia pre-hipofisaria en la infancia Exámenes complementarios útiles Hiperfunción antehipofisaria: Acromegalia Síntomas y signos Exámenes complementarios úti­ les Posthipófisis Insuficiencia posthipofisarias: dia­ bes insípida Síntomas Exámenes complementarios útiles CAPITULO 112: PANCREAS ENDOCRINO Recuento anatomo-fisiológico ' Síntomas de la diabetes sacarina Síndrome hipoglucémico: síntomas y signos Síndromes CAPITULO 113: GONADAS Testículos Recuento anatomo-fisiológico Hipogonadismo Signos del eunucoidismo Hipergonadismo y tumores testiculares Ovarios: Recuento anatomo-fisiológico Hipogonadismo oválico Hipergonadismo oválico 722 722 725 725 727 728 729 729 729 730 731 732 732 732 732 733 733 73 S 735 736 737 737 737 738 739 739 739 739 740 741 CAPITULO 114: EXAMEN DE LOS SISTEMAS HEMATOPOYETICO Y LINFATICO Hematopoyesis medular Origen de los elementos sanguí­ neos Leucopoyesis Los linfocitos El sistema reticuloendotelial CAPITULO 115: SEMIOLOGIA DE LOS ELEMENTOS CELU­ LARES Serie roja o eritrocítica Síndrome anémico Grados de anemia i Síntomas y signos de la anemia CAPITULO 116: CLASIFICA­ CION ETIOLOGICA Y MORFO­ LOGICA DE LAS ANEMIAS Volumen globular medio Concentración media de hemoglo­ bina globular Anemias macrocíticas Diagnóstico diferencial de las ane­ mias macrocíticas Anemias hipocrómicas Anemia hipocrómica ferropriva Anemias normocíticas normocrómicas CAPITULO 117: ANEMIAS H E MOLITICAS Causas de los estados hemolíticos Sintomatología de los estados hemolíticos CAPITULO 118: ANEMIAS APLASTICAS O PANCITOPENICAS Sintomatología 742 742 743 745 745 745 746 746 747 747 748 749 749 749 752 753 754 755 756 7S6 758 759 759 760 CAPITULO 119: POLIGLOBULIASOPOUCITEMIAS Caracteres diferenciales de las polidtemias 763 CAPITULO 120: SERIE BLANCA O LEUCOCITARIA Fórmula leucocitaria Granulocitopenia y agranulocitosis Reacciones leucemoides 764 765 766 768 CAPITULO 121: LEUCEMIAS Concepto Clasificación Leucemias agudas Leucemias crónicas CAPITULO 122: NEOPLASIAS DEL SISTEMA INMUNITARIO Clasificación Síntomas y signos Clasificación de los Linfomas no Hodgkin Enfermedad de Hodgkin CAPITULO 123: TRASTORNOS HEMORRAGIC OS Sintomatología Diferencias entre trastornos purpúricos y trastornos de la coagula­ ción Clasificación de las enfermedades hemorrágicas más frecuentes: Hemorragias de causa vascular Anomalías cuantitativas de plaquetas.Trombocitopenias Púrpura trombocitopénica idiopática Enfermedades hemorrágicas de­ bidas a alteraciones de la coa­ gulación Nomenclatura, origen y natura­ leza de los factores que inter­ vienen en la coagulación Hemofilia clásica Valores hematológicos normales (adultos) 762 768 768 769 769 770 772 772 773 773 775 ; 776 777 778 779 779 780 781 781 782 783 785 •XXIISEXTA PA RTE: EXAM EN D E L SISTEM A NERVIOSO Dr. Carlos Guarieras R. Pág. CAPITÜLO 124: GENERALIDA­ DES, FACIES, ACTITUD, MAR­ CHA Facies: En la parálisis facial periférica En la corea menor En la hemorragia cerebral En la enfermedad de Parkinson En el tétanos En los tumores cerebrales En la hidrocefalia congénita Actitud: En las meningitis En el tétanos En la córea En las hemiplejías En la enfermedad de Parkinson En la tabes En la paraplejía espástica La actitud vestibular En las intoxicaciones satumínicas Mano de simio Mano en gana Lesión del ciático poplíteo ex­ terno Marcha: En la enfermedad de Parkinson En la corea menor y en la mayor En el cerebeloso Marcha tabética En la paraplejía espástica En la hemiplejía capsular En|la parálisis del ciático poplíteo externo MOTILIDAD: GENERALIDADES 787 788 788 788 788 788 789 789 789 789 789 789 790 790 790 790 790 792 792 792 792 793 793 794 794 794 794 796 796 796 797 CAPITULO 125: MOTILIDAD VOLUNTARIA Vía piramidal Semiotecnia de la motilidad volun­ taria Anamnesis Examen de la motilidad voluntaria Cabeza y cara Hombro y codo Muñeca Mano y dedos Cadera Rodilla Pie Tórax, abdomen y músculos paravertebrales Examen de las paresias La corteza motora y las parálisis segmentarias La neurona motora periférica y las parálisis flácidas Nomenclatura de los trasttímos de la motilidad voluntaria CAPITULO 126. MOTILIDAD IN­ VOLUNTARIA. EL SISTEMA EXJTRAPIRAMIDAL Anatomía: La corteza cerebral extrapiraxnidal Los centros extrapiramidales Vías extrapiramidales Funciones extrapiramidales Trastornos funcionales del sistema extrapiramidal en conjunto Trastornos funcionales del sistema extrapiramidal por estructuras 798 798 799 800 801 801 802 804 805 807 809 910 812 813 813 814 815 815 815 815 816 817 817 818 819 XXIII Algunas consideraciones sobre los sistemas piramidal y extrapiramidal 821 CAPITULO 127: MOVIMIENTOS EWOLUNTARIOS Templor Tics Movimientos coreicos Balismo Atetosis Mioclonías Espasmos musculares y calambres Convulsiones Clasificación de las Epilepsias Examen de las Epilepsias examen físico Epilepsia Jacksoniana Crisis mioclónicas Crisis parciales con sintomatología elemental Crisis parciales con sintomatología compleja Crisis con sintomatología predomi­ nantemente síquica Etiología 833 833 CAPITULO 128: TONO MUSCU­ LAR Recuento anatomo-fisiológico Nomenclatura Semiotecnia del tono Hipertonía Hipotonía Distonía 833 834 835 835 836 838 838 CAPITULO 129: MOTILIDAD REFLEJA Recuento anatomo-fisiológico Examen de los reflejos Reflejos de la cabeza Reflejo del orbicular de los párpa­ dos Reflejo corneal Reflejo conjuntival 823 823 825 825 826 826 826 826 827 828 829 832 832 833 833 833 838 839 840 841 841 841 841 Reflejos pupilares Reflejo maseterino Reflejo del velo palatino p farín­ geo Reflejos deí tronco Reflejo medio esternal Reflejos cutáneo-abdominales Reflejo medio pubiano o de los aductores Región ano perineal Reflejo cremasteriano Reflejo bulbocavemoso Reflejo anal Reflejos de los miembros superiores Reflejo bicipital Reflejo tricipital Reflejo | olecraneano Reflejo estiloradial Reflejo cubitopronador Reflejo palmomentoneano Reflejos de los miembros inferiores Reflejo rotuliano o patelar Reflejo Aquíleo Reflejo contralateral de los aduc­ tores Reflejo del flexor plantar Reflejo cuboideo Reflejo medio plantar Reflejo cutáneo plantar Signo de Babinsky Sucedáneos de Babinsky Los reflejos y sus centros Clonus Sincinesias Valor semiológico de los reflejos Arreflexia osteotendinosa La arreflexia superficial o cutáneomucosa Hiperreflexia osteotendinosa La hiperreflexia superficial Inversión de los reflejos CAPITULO 130: LA NEURONA MOTRIZ PERIFERICA Lesión de la neurona motriz perifé­ rica: 84 J¡ 843Í 843 843 843 843 844 844 844 844 844 844 844 844 845 845 845 845 846 846 846 846 847 847 847 847 848 848 849 850 851 853 853 854 854 854 854 855 856 -XXIV- Desde el punto de vista motriz - Desde el punto de vista trófico lis, atrofias por'lesión de la vía pi­ ramidal Las atrofias por lesión de las neuro­ na; periféricas Las atrofias por lesión de los múscu­ los Hipertrofias musculares Trastornos tróficos por lesión de los nervios sensitivos: La úlcera de decúbito La úlcera perforante Las lesiones ampollosas El panadizo ánalgésico En los huesos CAPITULO 131: COORDINACION OTAXIA Recuento anatomo funcional Las vías aferentes ,¡La vía eferente Funcionalmente hablando Semiotecnia de la Taxia Prueba del talón-rodilla Prueba del dedo-nariz Prueba de los dedos índices Marcha La coordinación estática: Posición firmes Signo de Romberg Sitio de origen de la ataxia Lesión de la corteza cerebral. Ataxia cortical Lesión en el tálamo. Ataxia talámica Lesión en el tronco cerebral. Ataxia bulbo-ponto(-peduncular Lesión del laberinto. Ataxia labe­ ríntica Lesión del cerebelo. Ataxia cerebelosa: Actitud de pie i.'/, Marcha 856 856 857 857 857 857 857 857 858 858 858 858 859 860 860 861 861 861 862 862 862 862 863 863 863 864 864 864 684 864 864 865 865 Hipermetría o dismetría: Prueba de la prehensión del vaso Prueba de la línea horizontal Prueba de la inversión de la mano Asinergia: Prueba de la flexión del tronco Prueba de sentarse en una silla Prueba del arrodillamiento Adiadococinesia: Pmeba de las marionetas Catalepsia cerebelosa o pseudocatalepsia Hipotonía muscular: Pruebas de pasividad muscular de André Thomas Prueba de las pesas Nistagmus Temblor estático y cinético. Otros síntomas Lesión medular. Ataxia medular Lesión de los nervios periféricos. Ataxia periférica CAPITULO 132: PRAXIA Cómo examinar 865 865 865 866 866 866 866 867 867 867 867 867 867 867 868 868 868 868 869 870 RESUMEN DEL EXAMEN DE LA MOTILIDAD 871 CAPITULO 133: SENSIBILIDAD Vías de la sensibilidad superficial o de la piel Vías de la sensibilidad profunda o muscular y ósea Centros sensitivos de la corteza La sensibilidad superficial consciente o de la piel: La sensibilidad protopática La sensibilidad epicrítica La sensibilidad profunda consciente o muscular y ósea: Barestesia, barognosia, palestesia, batiestesia, estereognosia 871 872 873 873 874 874 874 875 -X X V sensibilidad visceraT CAPITULO 134: TECNICA DE EXAMEN DE LA SENSIBILIDAD Examen de la sensibilidad objetiva La sensibilidad dolorosa: Parestesias o disestesias Neuralgias: Intercostales, cérvicobraquiales, del ciático Radiculalgia Raquialgia La sensibilidad térmica La sensibilidad táctil Disociación) de la sensibilidad. Diagnóstico de la altura de la lesión: Lesión periférica Lesión de las raíces posteriores Lesiones medulares: Lesión del cono medular y de la cola de caballo Lesión de los cordones posteriores Lesión de los cordones anterolaterales Lesión de un solo lado de la mé­ dula. Síndrome de BrownSéquard Lesión por sección medular com­ pleta Hemianestesias: Hemianestesia bulbar Hemianestesia protuberancial Hemianestesia peduncular Hemianestesia talámica CAPITULO 135:1 PAR U OLFATO­ RIO, II PAR U OFTALMICO I Par u olfatorio: cómo examinar Anosmia, hiposmia, parosmia, cacosmia: causas frecuentes II Par u oftálmico: Qué examinar CAPITULO 136: III, IV, V PARES El III Par o Motor Ocular Común 875 . 875 876 878 878 879 881 881 882 S82 882 882 882 883 883 883 883 883 883 884 884 884 884 885 885 886 886 886 887 887 • 888 888 Correlación entre la fisiología y la parálisis del MOC El IV Par o Patético El VI Par o Motor Ocular Externo Oftalmoplejía Nistagmus Examen pupilar: Reflejo foto-motor Reflejo a la acomodación Signo de Argyll Robertson Reflejo conserisual Hippus patológico Miosis Midriasis Anisocoria CAPITULO 137: V PAR 0 TRI­ GEMINO La rama oftálmica La rama maxilar superior La rama maxilar inferior La neuralgia del trigémino Técnica de examen del nervio trigé­ mino CAPITULO 138: VII PAR 0 FACIAL Recuento anatómico y fisiolófico Parálisis facial periférica CAPITULO 139: VIII PAR 0 AUDITIVO Rama coclear o auditiva: Técnica de examen: Anamnesis Examen físico Examen de la acuidad auditiva: Pruebas al alcance del m,édico general Sordera nerviosa Sordera por pérdida de la conduc­ ción Sordera senil. Simulación de sor­ dera -XX VI y $ L a vestibular ''Anamnesis ""Examen físico: Nistagmus; Pruebas del equilibrio estático y dinámico Vértigo de Meniere 903 903 903 CAPITULO 140: IX, X, XI, XII PAR ¿¡¿Par o Glosofaríngeo Técnica de examen del IX Par X Par o Neumogástrico: E x a m e n d e l nervio neumogástrico XI Par o Espinal XII Par o Hipogloso Mayor 904 904 905 905 906 907 908 CAPITULO 141: ELtOMA 908 909 909 Conciencia del coma Técnica de examen de un enfermo en coma: Anamnesis Examen de los ojos: Párpadeo Las pupilas El reflejo corneal El reflejo óculo-cefálico El reflejo óculo-vestibular Movimientos oculares El f o n d o de ojo La respiración Los exámenes de la sensibilidad y la motilidad La punción lumbar Los exámenes de laboratorio Los comas más frecuentes Causas orgánicas Trastornos metabólicos P ro fu n d id a d CAPITULO 142: EXAMENES COM­ PLEMENTARIOS EN EL SISTE­ MA NERVIOSO El líquido cefaloraquídeo y la pun­ ción lumbar Recuento anatomo-fisiológico 903 904 909 910 911 911 912 912 914 914 915 915 915 915 918 918 919 919 919 921 921 921 El líquido cefaloraquídeo La Punción lumbar Equipo Procedimiento Examen del líquido cefaloraquí­ deo: Tensión, aspecto, recuen­ to citológico Examen qmmico. Examen bacteriológico Reacciones serológicas Estudios radiológicos: Radiografías de cráneo Radiografía de la columna vertebral Mielografía Neumoencéfalografía, Angiografía Centellografía cerebral Electroencefalograma Electromiograma Ecoencefalograma Tomografía computarizada CAPITULO 143: OTROS SINDRO­ MES NEUROLOGICOS FRECUETES Síndrome de hipertensión endocraneal Síndrome meníngeo Síndromes cerebrovasculares: Trombosis y embolia cerebral: Isquemia cerebrovascular inter­ mitente Isquemia de todo un hemisferio; isquemia del territorio de la ce­ rebral anterior, por estenosis de carótida interna Isquemia por insuficiencia vertebro-basilar Síndrome del robo de la subclavia Ataque de apoplejía en evolución Ataque apoplético completado. In­ farto cerebral Embolia cerebral Hemorragias intracraneales: 921 921 923 923 927 928 929 929 929 931 933 934 935 935 937 937 937 938 939 939 940 940 940 942 942 942 943 943 943 944 Hemorragia intracerebral Hemorragia subaracnoidea Hematoma extradural Hematoma subdural Algunos síndromes motores Hemiplejía capsular Paraplejías flácidas Paraplejías espásticas Cuadriplejía Monoplejías Síndromes extrapiramidales: 944 944 944 944 944 944 946 946 947 947 947 Enfermedad de Parkinson Síndromes sensitivos Hemíanestesias Trastornos medulares de la sensibi­ lidad: Sección completa Hemisección medular Síndrome de los cordones poste­ riores Síndrome del cono medular Síndrome de la cola de caballo INDICE DE PLA NES DE A PREN DIZAJE No. Plan para el aprendizaje de la anamnesis I Plan para el aprendizaje del dolor II Plan para el aprendizaje del examen físico general III Plan para el aprendizaje del examen del pulso IV Plan para el aprendizaje de la tensión arterial V Plan para el aprendizaje del examen de la temperatura VI Plan para el aprendizaje del examen físico específico VII Plan para el aprendizaje de la percusión del tórax VIII Plan para el aprendizaje de la auscultación pulmonar IX Plan para el aprendizaje de la Toracentesis IX Plan para el aprendizaje de la auscultación del corazón X Plan |para el aprendizaje de la paracentesis XI Plan para el aprendizaje del examen ginecológico XII Plan para el aprendizaje del examen del líquido céfalorragufdeo___________ XIII Pág. 4 12 48 50 54 62 82 214 221 235 298 442 648 . 922 PRIMERA PARTE ANAMNESIS Y EXAMEN FISICO GENERAL Dr. Carlos Guarderas R. - 1í*f LA HISTORIA CLINICA CAPITULO 1: GENERALIDADES P R O D U C C IO N : En un ambiente cómo­ do y agradable, tanto para el médico como ara el enfermo, la entrevista médico-paciente debe hacerse guardando las normas no só­ lo de la buena educación sino también del afectó y la comprensión para quien se en­ cuentra en ese momento sufriendo una en­ fermedad. El ambiente físico no tiene que ser necesariamente lujoso, pero sí debe ser siempre aseado, -bien iluminado, preferible­ mente con luz natural, abrigado y con una atmósfera de serenidad, de manera tal que el paciente se sienta siempre tratado con dig­ nidad y afecto. Si la consulta se hace en el domicilio del enfermo se debe tener buen cuidado de no herir su dignidad, y las re­ comendaciones que pudiera o debiera hacer­ se para mejorar el ambiente deben decirse cuidando las proporciones que la percep­ ción del nivel económico le sean factibles de realizar. Cuando las condiciones domicilia­ rias no permiten una buena atención, es mejor recomendar el traslado del enfermo a una casa de salud. Si la visita se hace en el hospital las condiciones técnicas pueden ser mejores, pero hay la tendencia a no dar a este paciente una atención personal y, especial­ mente el principiante, corre el riesgo de des­ personalizar su atención para convertir al se­ ñor o señora pacientes en el “caso” tal o cual. Téngase presente, que especialmente la prime­ ra consulta sienta las bases para el estableci­ miento de buenas relaciones médico-paciente, y, si el médico no brinda una buena acogida, ese paciente puede sentirse incómodo y re­ sistente a las recomendaciones del médico. Por otra parte, obsérvese que muchas per­ sonas ven en el médico al único profesional con capacidad para aliviar su dolor y llegan a él con la firme esperanza de que verán satisfecho su anhelo. Tan buena disposición no debe ser defraudada jamás? y, aun hacien­ do mucfio sacrificio personal,'.el médico ^de­ be procurar brindar a sus enfermos no sola­ mente toda su sabiduría sino también todo su buen ánimo y afecto, en forma tal, que el enfermo sienta que la Ciencia de “su” mé­ dico, le llega bañada con el perfume del amor. Es seguro que con las palabras de Gregorio Marañón, podemos decir a nues­ tros alumnos todo lo que en este momento nuestros recursos literarios no nos permiten hacerlo: “Sólo se es dignamente médico con la idea clavada en el corazón de que trabajamos con instrumentos imperfectoá y con medios de utilidad insegura, pero con la conciencia cierta de que hasta donde no puede llegar el saber llega siempre el amor”. Por otra parte, la Historia Clínica ;es el documento fundamental para el estable­ cimiento del diagnóstico médico; su técnica nos permite extraer del paciente toda la ga­ ma de síntomas y signos que son necesa­ rios para el diagnóstico. Pero adquirir esa técnica demanda del estudiante la más fir­ me paciencia y constancia hasta que su ejer­ cicio pase a ser del dominio de los campos cognositivo, psicomotriz y afectivo, y pue­ dan luego convertirse en buenos hábitos de examen médico. Nosotros compartimos con la opinión de que “la mayoría de los errores del mé­ dico se deben, no a un mal razonamiento sobre los síntomas bien recogidos, sino a un buen razonamiento sobre los síntomas mal recogidos”. (Pascal). En consecuencia, el estudiante debe saber desde ya, que el apren­ der a hacer la Historia Clínica debe ser mo­ tivo de su más sincera preocupación,y que el tiempo que hoy gastoserá compensado con el éxito diagnóstico. También debe súber P[ue la única forma de aprender es hacién­ d o la, es decir, entrando en contacto con el "nferm o y poniendo en práctica todos los Jtansejos que tanto este texto como el de ^>s profesores le irán dando oportunamente. _ Nosotros, y como un recurso pedagógi­ c o adicional, iremos señalando en cada parte fee la Historia Clínica, los objetivos, conte­ nidos, métodos, actividades, recursos, medios de evaluación y posibilidades de aplicación, ™on el fin de que el estudiante sea capaz de p edirse a sí mismo si ha alcanzado ya la ca­ pacidad necesaria para hacer una buena His^>ria Clínica. Sepa desde ya el estudiante, Que esto no puede alcanzarse ni después de g^ia clase teórica ni después de una sola nráctica. Tiene que repetir y repetir hasta ^ u e se haya logrado un alto índice de efi0 icia. N o m e n c l a t u r a p r e l im in a r .- JpMIOLOGIA: Procede de las palabras grie­ dimientos utilizados para reconocer la sinto­ matología del paciente para con ella formu­ lar un diagnóstico. SINDROME: Es el conjunto de síntomas y signos que proceden de la misma Fisiopato­ logía. Por ejemplo: El síndrome de obstruc­ ción de las vías biliares está compuesto por: Ictericia, acolia, coluria e hipocondralgia derecha. F1SIOLOPATOLOGIA: Es la ciencia que es­ tudia las alteraciones funcionales en el esta­ do de enfermedad, y explica la razón de ser de todos los síntomas y signos. CUADRO No. 1.1 PARTES DE LA HISTORIA CLINICA 1 .- gas: Semeion, que significa síntoma; y de ™ogos”, que significa tratado. Es decir, es ^ ciencia que estudia la sintomatología de ^ s enfermedades. La sintomatología está rompuesta por síntomas y por signos. ^NTOMAS: Son las manifestaciones subjeífcras sentidas únicamente poT el paciente y ^ los cuales el médico sólo puede tener onocimiento a través de la información que f da el paciente o de algunas manifestacio£ s indirectas; por ejemplo, el dolor. Í 2 .- ^pNOS: Son las expresiones objetivas, tan'bles y aún medibles de la enfermedad; por emplo: un tumor; la deformación que ^oduce una luxación; el color amarillo de la p e ric ia etc. « ^ Desde luego que múltiples datos de la mstoria Clínica, comparten por igual las ^tecterísticas de los síntomas y los signos, ^ r ejemplo, la disnea, el vértigo. ||MIOTECNIA: Es el conjunto de proce­ 3 .- ANAMNESIS 1.1 Datos de Filiación 1.2 Motivo de Consulta 1.3 Enfermedad Actual 1.4 Revisión de Sistemas 1.5 Historia Pasada 1.6 Historia Familiar 1.7 Historia Social EXAMEN FISICO 2.1 Examen general 2.2 Examen regional 2.3 Examen especial EXAMENES COMPLEMENTARIOS ENFERMEDAD: Es el conjunto de signos y síntomas que tienen la misma evolución y proceden de una causa específica de origen no siempre conocido. DIAGNOSTICO: Es la determinación de la naturaleza de una enfermedad o de un caso. PARTES DE LA HISTORIA CLINICA: No existe un acuerdo general ni sobre la forma de dividir a la Historia Clínica ni sobre el or­ den en que debe ser obtenida; depende mu­ cho de las escuelas o de las costumbres insti­ tucionales y aun individuales. Sin embargo, nosotros nos atendremos al orden más usado. El cuadro No. 1.1, señala las partes de la Historia Clínica. CAPITULO 2 ANAMNESIS - PRINCIPIOS GENERALES - DATOS DE FILIACION - MOTIVO DE CONSULTA ANAMNESIS: Rist, señala que “nunca se aprecia mejor la experiencia clínica, la cien­ cia, la penetración psicológica y la autoridad moral de un médico que cuando se le es­ cucha mientras interroga a un enfermo”. Algunos consideran que la anamnesis por si sola puede dar el diagnóstico del 50 por ciento de las enfermedades de la clínica interna; (3) otros consideran que sin la anam­ nesis ningún diagnóstico es posible. Noso­ tros, luego de estos comentarios, sólo quere­ mos añadir que para adquirir un alto nivel de eficacia anamnéstica se necesita: saber qué debe interrogarse, cómo debe hacerse, y añadirse una alta dosis de paciencia y cons­ tancia. La mayoría de veces el interrogatorio se puede hacer directamente al paciente, sin embargo, en los niños esto no es posible y debe hacerse a la madre; en las personas inconscientes, a los familiares o amigos más íntimos. Muchas veces acuden a la consulta a más del enfermo, uno o más acompañantes, especialmente cuando el paciente es indíge­ na, y son ellos, los acompañantes, los que toman la iniciativa para exponer al médico los males del enfermo. Aunque esta cos­ tumbre alguna vez sirve de ayuda, la mayo­ ría estorba al interrogatorio, y con tino hay que frenarlo. Hay enfermos con una tendencia des­ proporcionada para hablar, y otros a los que es muy difícil extraerles unas pocas palabras. Aunque en términos generales es convenien­ te dejarle hablar libremente al paciente has­ ta que agote su deseo de informar, sin em­ bargo, en los muy “expresivos” hay que diri­ gir la exposición con el objeto de que las ideas que se viertan sean ordenadas y con­ duzcan a un fin concreto. En los enfermos “callados”, no queda más remedio que acu­ dir a la fuente de los conocimientos sobre lo que hay que' preguntar para que así logremos extraer de ellos un conjunto de informes útiles para el diagnóstico. La anamnesis es un segmento de la Historia Clínica que demanda tiempo; el es­ tudiante puede demorarse tina hora o más. Requiere por tanto, por parte del médico la mayor atención, orden y paciencia; y por parte del paciente el mejor estado de ánimo posible para responder con claridad y con verdad a las preguntas del médico. Un requisito fundamental de la buena anamnesis es la correcta comunicación con el enfenno. Téngase en cuenta que ningún enfermo, por culto que sea, interpreta co­ rrectamente los términos médicos (salvo que esté ligado a la medicina de alguna manera), - 4- CUADRO No. I PLAN PARA EL APRENDIZAJE DE LA ANAMNESIS: 1.— Objetivos: Al término del proceso de enseñanza-aprendizaje, el alumno debe­ rá ser capaz de: 1.1: Enumerar lo que hay que preguntar y cómo hay que preguntar. 1.2: Preguntar correctamente a los pacientes. 1.3: Tradudr la terminología popular a la terminología médica. 1.4: Anotar correctamente los datos positivos de la anamnesis. 2 — Contenidos: Corresponden al qué y cómo preguntar. Claro que un elemento altamente motivador es el para qué preguntar, pero ésto supone el conocimiento de la Fisiopatología y de la Semiología com­ pletas de cada síntoma, lo cual no es el objetivo de este texto, y además, constituye justamente el motivo de estudio de todo el curso de Semiología. 3 .- Metodología y Actividades: Se recomienda: 3.1.: 3.2: 3.3: 3.4: 3.5: 3.6: Frecuente repetición individual del qué y cómo preguntar. Trabajando en grupos, que todos y cada uno de los miembros del grupo repitan el qué y cómo preguntar. Preguntar a compañeros que pueden simularse enfermos. Preguntar, a los enfermos. Anotar en un papel en blanco las preguntas y las respuestas obtenidas. Anotar, en términos médicos, sólo las respuestas positivas. 4.— Recursos: Pacientes. Personas dispuestas a simular ser pacientes. Papel y lápiz. 5 — Evaluación: Cada alumno puede evaluarse continuadamente y demostrarse a si mismo si ya ha conquistado o no los objetivos propuestos, contando el núme­ ro de aciertos que ha tenido en el ejercicio del qué y cómo preguntar. Para el efecto, los cuadros correspondientes que se marcan, enumeran ordinalmente los contenidos. y que el médico no siempre conoce el ver­ dadero significado de la terminología popu­ lar que usa el enfermo. Es por tanto indis­ p e n sa b le que el médico formule sus pregun­ tas en forma clara y empleando el léxico más sencillo posible, de manera tal, que el enfer­ mo comprenda con precisión la pregunta. Por otra parte, el médico no debe contentar­ se con la respuesta que le da el enfermo si ella no satisface plenamente el objetivo que persigue la pregunta. Mil veces sucede que el estudiante pregunta una cosa y el enfermo contesta otra, y así, equivocadamente, se anota en el formulario de la Historia. El cuadro No. 1, recomienda una for­ ma de aprender a interrogar. I PARTES DE LA ANAMNESIS: 1 .- Datos de filiación del enfermo. 2.— Motivo de consulta. 3.— Enfermedad actual. 4 .- Re­ visión de Sistemas. 5.— Historia Pasada. 6. - Historia Familiar. 7.— Historia Social. Como ya hemos dicho antes, el orden propuesto es sólo una sugerencia. No impor­ ta tanto el orden, cuanto que la anamnesis sea completa. Con el objeto de facilitar el aprendiza­ je, nosotros, a más de enumerar lo que hay que preguntar, señalaremos el cómo hay que hacerlo, usando la terminología popular más usada en el Ecuador. Con este motivo, reco­ mendamos a los alumnos aprender mejor el significado del léxico popular, las frases idiomáticas que se usan, las costumbres locales que para comunicarse se acostumbran típica­ mente en nuestro pueblo. 1.- DATOS DE FILIACION.El cuadro No. 2-1, señala lo que hay que’ preguntar y cómo hacerlo. Pretende, a más de identificar al paciente, recoger información que ya pue­ de tener significativo valor para el diagnósti­ -5 co, según le enseñará la Semiología y la Clí­ nica. Sin embargo, a manera de ejemplo, nosotros resaltaremos algunos detalles: La edad permite oriental la atención hacia las enfermedades más propias de la niñez y juventud (Sarampión, Varicela, Paperas, He­ patitis, etc.); de la edad adulta (Litiasis bi­ liar, Litiasis Renal, Artritis reumatoidea, etc.); de la vejez (La Arterioesclerosis, los tu­ mores malignos, etc.}. El sexo masculi­ no adolece más frecuentemente de Dia­ betes Mellitus, de la enfermedad úlcerapéptica, (1, 6, 8, 9) de las enfermeda­ des coronarias; ( 10, 11) el sexo femenino es más frecuentemente afectado de Hiperten­ sión Arterial Esencial, Hipertiroidismo, (4) Infecciones de las vías Urinarias. (2, 5,7,9). La profesión es causa frecuente de enferme­ dad: el calambre del telegrafista; el cólico saturnino de los pintores y obreros que ma­ nejan plomo; los dolores de la columna dorso lumbar de los choferes; las enfermedades de las vías respiratorias, de las personas que tra­ bajan a la intemperie; los desgarres muscula­ res o rotura de los meniscos, de los futbolis­ tas; las afecciones coronarias en los médicos por la tensión emocional, etc. El lugar de na­ cimiento. Dero sobre todo el de residencia, nos orienta hacia algunas afecciones: los pa­ cientes que viven en la costa y oriente están expuestos a las parasitosis intestinales (Ascaridiasis, Anquilostomiasis, amebiasis, paludis­ mo); los que viven en zonas donde los alimen­ tos no contienen suficiente yodo, sufren más frecuentemente de Bocio; los que viven sobre los 3.000 metros del nivel del mar están más propensos a las enfermedades Cardiopulmonares. El estado civil puede definir la pre­ sentación de trastornos psicosomáticos como en las solteronas y en la viudez masculina o femenina; las enfermedades venéreas en los solteros, etc. CUADRO No. 2-1 ANAMNESIS DE LOS DATOS DE FILIACION Qué preguntar Cómo Preguntar 1.1: Nombre 1.1: Cómo se llama Ud. nombre? 12: Edad 1.2: Cuántos años tiene? 13: Sexo 1.3: 1.4: Raza 1.4: 1.5: Estado Civil 1.5: Es Ud. casado, soltero, viudo, divorciado, unión libre? (3) 1.6: Profesión 1.6: En qué se ocupa. En qué traba­ Cuál es su W (2) jé 1.7: Lugar de Nacimiento 1.7: En dónde nació? 1.8 : Residencias ocasionales 1.8: En qué lugares ha vivido antes? 1.9: Residencia habitual (4) 1.9: En dónde vive habitualmente? 1.10: Dirección, Teléfono 1.10: Cuál es su dirección y su teléfono? 1.11: Instrucción 1.11: Hasta qué grado o hasta qué cur­ so estudió? (O Es de observación. (2) Es de observación. (3) En el caso de las mujeres es preferible hacer esta pregunta refiriéndose a los hijos: Cuántos hijos tiene? , porque si antes nos hubiera contestado que es soltera, ahora nos resulta más difícil preguntarle cuántos hijos tiene. (4) Se puede complementar con residencia actual. l 2 _ MOTIVO DE CONSULTA- Es el mo­ mento en que el paciente explica la razón que tuvo para acudir al médico. Es conve­ niente dejarle que se exprese libremente y sin interrumpirle mayormente. Mientras el en­ ferm o habla, acompañando a sus palabras una mímica muy expresiva, el médico obser­ va y escucha atentamente y toma nota de las quejas del paciente, usando para ello las propias palabras del enfenno o dándoles de una vez la traducción técnica. La pregunta que suele desencadenar la respuesta del pacientes es: Cuáles son sus molestias? ; o. .. qué molestias tiene? ; o . .. por qué vino al hospital? . La respuesta que más frecuentemente se escucha está ligada con el dolor y suele ser de este estilo: “Vengo porque me duele la cabeza”. “Vengo porque me duele la boca del estómago y tengo vómito” . “Vengo porque me duele el pecho y se me pasa a la espalda, pero también estoy encendido en calentura, sudo mucho y tengo tos” . “Ven­ go porque anoche tuve un terrible cólico en este costado derecho, que me obligó a acos­ tarme, y se me iba hasta la paleta y el hom­ bro, me dió escalofrío y vomité verde va­ rias veces, y hoy de mañana me doy cuenta que he amanecido con los ojos amarillos y estoy orinando como agua de canela” . En fin, los ejemplos pueden multipli­ carse, pero la mejor manera de que el estu­ diante adquiera su propia experiencia es ha­ ciendo él mismo la pregunta a varios pacien­ tes; y como a partir de este momento empie­ za a escuchar términos populares que deman­ dan la traducción técnica, remitimos al estu­ diante a los cuadros de la Revisión de Siste­ -7 mas, y si además desea conocer la defini­ ción de dichos términos, la encontrará en la sección correspondiente al aparato o sistema en cuestión. BIBLIOGRAFIA 1.— Bonnevie, O.: The incidence o í gastzic ul­ cer in Copenhagen. Scand. J. G astroenteroL, 10: 386—393, 1975 2.— B ukley, R.M .: V rine bacterial counts o fte r sexual intercourse. New Eng. J. Med., 298: 321—3 2 4 ,1 9 7 8 3.— E ngle, R .L ., J r y Davis, R J .: M edical diag­ nosis: present, pást, and fu tu re. A ch. In t. M ed., 112: 512—5 4 4 ,1 9 6 3 4.— GravesrDisease —1972. Second F . R aym ond, K eatin, Jr., M em orial Sym posiun, A pril 14 a n d 15, 1972. 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Circulatiion, 1: 6 4 5 ,1 9 5 0 CAPITULO 3 dolor, éste suele ser el que más interesa al enfermo, entonces se puede empezar por él.. o? EN FERM ED AD ACTUAL Y D O LO R EL DOLOR.— Nos decidimos estudiar la anamnesis del dolor en este momento por va- ' rías razones: 1 Porque es el síntoma más consultado; (6) 2 .- Porque el dominio de su técnica es más laborioso; y 3.—Porque de su análisis se puede obtener conclusiones muy valiosas para el diagnóstico de muchas enfer­ medades. Además nos parece muy conve­ niente que desde muy temprano el estudian­ te encuentre elementos motivadores para se­ guir adelante. Por esta razón es que en rela­ ción a este síntoma vamos a estudiar no sola­ mente el qué y el cómo preguntar, sino tam­ bién el para qué preguntar relacionado con los dolores más frecuentes. 3 .- ENFERMEDAD ACTUAL.- Es la par­ te de la Historia Clínica que efectivamente recoge las molestias del paciente desde el inicio de la enfermedad hasta este instante, pero con un criterio técnico y con la inter­ vención directa del médico. Es decir: si en el Motivo de Consulta dejábamos que el pa­ ciente hablará todo lo que quisiera, ahora es el médico el que dirige el interrogatorio. Se necesita por tanto el conocimiento correcto de la Fisiopatología y de la Semiología de todos los síntomas o signos que se hubieran presentado en el Motivo de Consulta. Como al inicio del proceso de aprendizaje de la anamnesis esto es imposible, puesto que se re­ quiere cursar todo el ciclo de Semiología, es conveniente hacer sólo unas pocas preguntas que son iguales para casi todos los síntomas. (Preguntas aplicables a todos los síntomas). Cuadro No. 3-1. Pero como el síntoma más consultado es el dolor, haremos inmediata­ mente después un estudio especial sobre este, con el objeto de que el estudiante se familia­ rice desde ahora con él. La anamnesis espe­ cial de los demás síntomas se la estudiará en los capítulos correspondientes a cada aparato o Sistema. Cuando en el Motivo de Consulta, son varios los síntomas y signos enunciados, el es­ tudiante se ve en el dilema de no saber por cual de ellos empezar la anamnesis de la enfermedad actual. La recomendación es hacerlo por el más importante, pero, para discernir cual es, se necesita más conocimien­ tos y más experiencia que ya los adquirirá un poco más tarde. Hasta tanto es bueno saber, que se puede empezar por el que más impor­ tancia le da el paciente. Como cuando hay El cuadro No. 3-2,nos señala el qué y cómo preguntar, pero desde ya es necesario advertir que no siempre se encuentra mucho sentido al uso de algunas preguntas en el es­ tudio de un dolor determinado; sin embargo, como antes de analizar, primero hay que pre­ guntar, es que hay que estar capacitado para hacerlo de cualquier dolor. El Cuadro II, le recomienda como aprender sobre el dolor. ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA ANAMNESIS DEL DOLOR.PARA QUE PREGUNTAR.— Seguiremos para el efecto el mismo orden propuesto en el cua­ dro. En términos generales diremos que si la pregunta no está dirigida a obtener datos úti­ les para el diagnóstico no debe hacerse pues­ to que más bien confunde. Por esto es, que sólo la experiencia le permitirá al estudiante seleccionar adecuadamente las preguntas de acuerdo con el caso. 1 .FECHA APARENTE DE COM IENZO.- Ca­ si todos los pacientes se refieren al dolor que están sufriendo en el momento de la consulta o que les molestó poco tiempo atrás. Esto es - 9 - CUADRO No. 3-1 ANAMNESIS APLICABLE A CUALQUIER SINTOMA Qué preguntar 3.1: Fecha aparente de comienzo 3.1: Cuándo empezó? (el dolor, el vómito de sangre, etc.). 3.2: Fecha real de comienzo 3.2: Nunca antes tuvo esta molestia? 3.3: Forma de comienzo 3.3: Cónio empezó? 3.4: Causa aparente 3.4: Cuál cree que fue la causa para que apareciera esta molestia? 3.5: Síntomas acompañantes 3.5: Y junto con ésta, qué otras mo­ lestias se presentaron? 3.6: Evolución 3.6: Y en las horas (o días) que si­ guieron, cambio' la forma de ser de la molestia? 3.7: Relación con los medicamentos 3.7: Qué medicamentos ha tomado para aliviarse? 3.8: Estado actual 3.8: En este momento, cómo se sien­ te? bueno para el diagnóstico puesto que, al es­ tar fresco en la memoria el recuerdo doloro­ so, permite confiar más en los datos obteni­ dos. De ahí que se recomienda en los dolo­ res de larga fecha de duración, iniciar la anamnesis con el último período doloroso. 2 .- FECHA REAL DE COMIENZO: Sin em­ bargo de lo anterior, es absolutamente nece­ sario definir la fecha real de comienzo del dolor, puesto que esto permite el estableci­ miento de la duración del mismo, que casi siempre corre paralelo con el tiempo de duración de la enfermedad. | Cómo preguntar Muchas enfermedades, por evolucionar en accesos dolorosos, tienen una fecha real de comienzo muy anterior; así: la Enferme­ dad ulcero péptica, puede haber iniciado su epigastralgia muchos meses y aún años atrás (28); igual que la hipocondralgia derecha de la Litiasis vesicular, la poliartralgia de la Artritis reumatoidea (5); la cefalea de la Hi­ pertensión arterial esencial; (1,13,22,26,29) la precordialgia de la Angina de pecho, (7); la epigastralgia de la Pancreatitis crónica (15); etc. Claro que hay muchas excepciones, y no siempre la aparición del dolor indica inicio de la enfermedad. Por ejemplo, el cán­ cer (Ca.) del estómago y el de otras visceral pueden dar dolor sólo muy tardíamente, (3) cuando el tumor ya ha invadido amplias re­ giones. - 10 - CUADRO No. 3-2 ANAMNESIS GENERAL DEL DOLOR Qué preguntar Cómo preguntar 1.— Fecha aparente de comienzo 1.— Cuándo empezó el Dolor? 2.— Fecha real de comienzo 2.— Nunca antes tuvo este dolor? 3 .- 3.— Es muy intenso? . Le duele mu­ cho? Intensidad 4.— Causa aparente 4.— Cuál cree que fue la causa para que apareciera este dolor': 5 .- Sitio del dolor 5 .- 6 .- Irradiación 6.— Hacia donde se le va el dolor? Dónde nace el dolor? 7.— Tipo de dolor 7 .- Cómo es el dolor? 8.— Síntomas acompañantes 8 .- Junto con el dolor, qué otras molestias se presentaron? 9 .- 9.— Ha notado si algún aümento en particular le alivia o le aumenta el dolor, o no cambia el dolor? Relación con el tipo de alimentos 10.—Horario 10.— Qué le pasa al dolor antes o des­ pués de la comida? A qué hora del día aparece el dolor? 11.- Periodicidad 11.— El dolor le ha venido a días se­ guidos? .......... Cuántos días se­ guidos ha tenido el dolor?........ Cuántos días o meses o años ha permanecido sin dolor? 12.— Relación con el vómito 12.— Cuando vomita, qué le pasa al do­ lor? 13.- Relación con la orina 13.— Cuando orina, qué le pasa al do­ lor? continúa.. -1 1 - ..viene 14.— Relación con la deposición 14.— Cuando hace la deposición qué le pasa al dolor? 15.— Relación con las actitudes o de­ cúbitos 15.— Hay alguna posición en que le alivie o aumente el dolor? 16.— Relación con los medicamentos 16.— Qué medicamentos ha tomado para este dolor? . Y qué le suce­ dió al dolor? 17.— Evolución 17.— En las horas (o días) que siguie­ ron al inicio, cambió la forma de ser del dolor? 18.— Estado actual 18.— Actualmente, cómo se encuentra el dolor? Talvez éste sea el momento para hacer notar, que muchos pacientes no se conside­ ran enfermos mientras no sienten algún do­ lor. Este es un grave defecto de la rudimen­ taria educación para la salud del pueblo ecua­ toriano, y que el estudiante desde ya debe contribuir a corregirla. 3 .- INTENSIDAD: Aunque el grado de per­ cepción dolorosa es muy variable con las per­ sonas, sin embargo, muchos autores están de acuerdo en que ante un mismo dolor los pa­ cientes reaccionan de manera diferente, de acuerdo con su edad, sexo, grado de educa­ ción, etc; siendo más sensibles a los estímu­ los dolorosos los niños, mujeres, personas de cultura superior; pero esto admite muchas excepciones. No es posible hasta este momento me­ dir la intensidad dolorosa. El médico sólo puede percibirlo a través de las reacciones que demuestra el enfermo frente a un estí­ mulo doloroso. De todas maneras, hay un acuerdo ge­ neral en aceptar que los dolores más inten­ sos son los que se ven en la neuralgia del trigémino, Infarto de Miocardio, Pancreati­ tis Aguda, Cólico nefrítico, Perforación de una úlcera gástrica, Neumotorax valvulado, etc. Sin embargo, en muchos de estos mis­ mos casos las excepciones son frecuentes. En otras ocasiones los dolores pueden ser poco intensos, tolerables y no llaman la atención del paciente. Todo lo que antecede no tiene tanto interés diagnóstico cuanto terapéutico. El escaso valor diagnóstico se debe a que la in­ tensidad por si sola no orienta mucho hacia la causa que lo motiva ni nos dice mucho de la gravedad del caso, puesto que hay muchas enfermedades graves que evolucionan duran­ te un largo tiempo sin dolor o con dolor muy escaso. Por ejemplo, el Ca. de muchas vis­ ceras, la Hipertensión Arterial Esencial; la cirrosis hepática, etc.; pero ofrece la ventaja de que obliga al paciente a buscar rápida­ mente la atención médica para que el profe­ sional lo alivie. En cambio, cuando su inten­ sidad es escasa o la enfermedad evoluciona -12C U A D R O N o. II PLAN PARA EL APRENDIZAJE DEL DOLOR 1.— OBJETIVOS: 1. - Al término del proceso de enseñanza-aprendizaje, el estu­ diante debe ser capaz de: Hacer una anamnesis completa del dolor; y 2. — Analizar la anamnesis obtenida y plantear hipótesis diagnósticas sobre el origen del dolor. 2 — CONTENIDOS: Corresponde al qué, cómo y para qué preguntar, que cons­ tan en este texto. 3.— METODOLOGIA: A más de lo recomendado en el Cuadro I, se debe: - Analizar los datos obtenidos a la luz de los contenidos. 4.— RECURSOS: 5 .- Los mismos que los del Cuadro I EVALUACION: A más de lo recomendado en el Cuadro I, debe comparar su análisis con el de su Profesor, o el de este texto o el de sus compañeros de cursos más avanzados. sin dolor, el paciente se descuida (y alguna vez el médico también), y deja que su enfer­ medad progrese hasta que quizá ya no sea tratable. Creemos oportuno mencionar aquí que no es recomendable, y alguna vez puede ser un grave error, aliviar el dolor rápidamente sin antes haberse formado una idea orienta­ dora sobre la causa, especialmente cuando se trata de los dolores abdominales, pues su alivio precoz puede esconder una evolución grave de la enfermedad, razón por la cual el médico se ve más exigido para plantear una hipótesis diagnóstica en un tiempo más corto. 4 . - CAUSA APARENTE: Las personas tie­ nen una tendencia natural a acusar a uno de sus últimos incidentes como el causante de su dolor o enfermedad. Algunas ocasiones tienen razón, pero otras no. El análisis de esto le compete al médico, pero en todo ca­ so, esta información es conveniente obtener­ la. Así por ejemplo: la ingesta de comidas grasas, unas horas antes de la hipocondralgia derecha, orienta hacia una colecistopatía; (19) la epigastralgia del ulcus gástrico, puede desencadenarse después de la ingesta de comidas muy condimentadas (ají, pimienta, ajo), o de frutas cítricas (limón, naranja, mandarina, piña, etc), o de bebidas alcohó­ licas, o de café o té (10) o de simples sobre­ cargas emocionales; el dolor precordial de la angina de pecho suele aparecer luego de es­ fuerzos físicos, o comidas abundantes, o emociones intensas; (7) la lumbalgia del có- - 13 jico renal (cólico nefrítico) puede presentar­ se después de ejercicios físicos violentos co­ mo saltar, correr, o de viajar a caballo o en bicicleta; (21) es muy frecuente que la ja­ queca o Hemicránea aparezca en los días de la menstruación o se desencadene después de emociones violentas; (8, 14,31) muchos do­ lores de cabeza son atribuidos por el pa­ ciente al trabajo intelectual excesivo o a los desajustes emocionales; el dolor de las arti­ culaciones frecuentemente es atribuido al frío. En muchos de los casos anotados hay una justificación fisiopatológica muy clara que el estudiante la conocerá más tarde, pero en otros no la hay puesto que son sim­ ples creencias de los enfermos. También es necesario saber que en muchos casos no hay una causa aparente claramente relacionada por el enfermo. -HIPOCONDRIO Fig. 3-1A 1.— L ínea m edio esternal. 2.— L í­ nea esternal o paraesternal. 3 —L í­ nea clavicular. 5.— Línea de la sexta costilla. Fig. 3-1B 1.— Línea vertebral. 2.— Lín«> escapular. 3.— Línea escapulo*»teraal. 4.— Línea infraescapulu. 5.— Línea de la duodécima aoatl11a. A.— Región supramen-'il»», B —Región escapular. C .~ Región IntraescapulovertebraL 5.— SITIO DEL DOLOR: La mayoría de ve­ ces, empleando una expresión oral y mímica muy típicas el paciente suele decir: “ me duele aquí”, señalando con sus manos el si­ tio del dolor. Unas veces precisa áreas muy concretas, y otras veces señala amplias regio­ nes añadiendo que el dolor le “invade” o le “corresponde” a otras zonas. En todo caso es muy conveniente tratar de precisar el sitio en el cual, según el paciente nace el dolor, puesto que este es un dato básico para fundamentar un análisis sobre el origen real del dolor y localizar la probable viscera o estructura enferma. Como para esto es ne­ cesario tener algunos conocimientos pre­ vios, vamos a revisarlos: Regionalización del tórax y abdomen: En los capítulos correspondientes encontrará una descripción al respecto, y las Fig. 3-1 y 3-2, le darán una clara idea de las regiones. Cuando nos referimos al dolor de una re­ gión debemos utilizar la contracción de su nombre añadido la terminación algia; así: - 1 4 - epigastralgia, iliacalgia derecha, precordialgia, hipocondralgia derecha; o simplemente: dolor epigástrico, dolor de la región escapular; etc. En los mismos capítulos antes anotados encontrará la traducción técnica del lengua­ je popular que usa el enfermo al referirse a las regiones; por ejemplo: “boca del estó­ mago” = epigastrio; “bajo vientre” = hipo­ gastrio; “los vacíos” = flancos; etc. Cuando el área dolorosa es muy amplia casi siempre hay un sitio de mayor intensi dad que ayuda a definir el sitio del dolor. Al gunas veces, refiriéndose al dolor abdominal el paciente suele decir que “le camina” porque unas veces nace en el flanco derecho otras en el epigastrio, otras en el mesogastrio etc. La mayoría de veces este singular como frecuente dolor nace en el intestino. (18) F ig . 3-2 A vista an terio r. Pero el análisis se suele hacer en uni­ dad de acción con la irradiación del dolor, razón por la cual lo estudiamos inmediata­ mente. 6 . - IRRADIACION: Probablemente el da­ to más importante para identificar la visce­ ra o estructura en la cual se origina el dolor es la irradiación, y como ésta se hace siguien­ do algunos principios de la inervación es necesario que anotemos lo que tiene inme­ diata aplicación para el efecto: 1.— H ip o co n d rio derecho. 2.— F lan co d erech o . 3.— F osa ilíaca derecha. 4 .— E pigastrio. 5.— M esogastrio. 6.— H ipogastrio. 7.— H ip o co n d rio izquierdo. 8.— F lan co izq u ierd o . 9 .— F o ­ sa ilíaca izquierda. D ivisión reg io n al d el ab d o m en . Dolor localizado: Suele ser superficial y se manifiesta exactamente en el sitio donde se origina el estímulo doloroso. Calma con anestésicos locales. Este tipo de dolor suele originarse en las estructuras superficiales como la piel, músculos, articulaciones, hue­ sos (Periostio). Dolor irradiado: Cuando la causa del dolor asienta en una raíz o tronco nervioso, suele producirse una sensación dolorosa superficial y profunda, más o menos intensa que recorre el camino del nervio en cuestión. Fig. 3-3; Fig. 3-2 B: vista p o ste rio r - 15 - Fi*. 3-3 Irra d ia c ió n d el d o lo r en la neuralgia in te rc o sta l y del ciático: A y B res­ p ectiv am en te son las llamadas neuralgias, como las inter­ costales, del ciático, del trigémino, etc. Dolor referido: es aquel que el enfermo lo siente superficial o profundamente, pero a distancia de su lugar de origen. Generalmenteínace en órganos profundos y se mani­ fiesta en la superficie del cuerpo inervada por el mismo dermatoma, es decir, que ha seguido las vías de la organización segmen­ taria (Zonas de Head, Fig. 34). En el estudio especial de la Semiotec­ nia de cada aparato o sistema, el lector encontrará un pormenorizado análisis de la inervación de dicho órgano y las zonas del dolor referido que le corresponde. Sin em­ bargo, y a manera de ejemplo, por el momen­ to, véase la Fig. 3-5, que señala las áreas del dolor referido de algunos órganos. Cabe ano­ tar eso sí, que el sitio del dolor que locali- Fig. 3 ’4 Z onas de H ead. A: V ista an te­ rior. B: V ista posterior* -16- Fig. 3-5 D olores refe rid o s. A: d el in far­ to d e m io card io , B: d el cólico vesicular. C: de la p an creatitis aguda. za el paciente suele corresponder en la ma­ yoría de casos, a la zona de proyección del órgano en la superficie del cuerpo el cual se extiende al área referida. Por ejemplo: El corazón produce una precordialgia que se refiere al hombro y cara interna del brazo iz­ quierdos. La vesícula produce una Hipocondralgia derecha que se refiere a la parte baja del hemitórax y región interescápulo verte­ bral del mismo lado. Los riñones producen lumbalgia de su lado que se refiere a la parte baja de la espalda, y si hay compromiso de los ureteres se refiere además hacia el flanco, región inguinal y genitales del mismo lado. El estómago produce una epigastralgia que se refiere a la parte baja de la columna dor­ sal. Sin embargo de lo antes anotado, mu­ chas ocasiones el dolor se localiza y refiere a regiones muy distantes que pueden hacer­ nos confundir, por ejemplo: algunos dolo­ res de la neumonía apical, el paciente lo sien­ te en el hipocondrio correspondiente; o los dolores de la pleura basal que pueden refe­ rirse al hombro y cuello del mismo lado . Fig. 3-6. La apendicitis aguda puede ini­ ciarse como una epigastralgia. Las particularidades de los dolores vis­ cerales los encontrará en la parte especial de cada órgano. Un defecto de uso muy difundido es emplear las palabras “doloi irradiado”, para referirse indistintamente al dolor irradiado propiamente dicho como a las proyecciones del dolor referido. Como ya conocemos la diferencia no creemos que ésto tenga mayor importancia. - 17 - rebral, (“Siento que se me abre la cabeza”); pulsante o en latidos, como en algunas cefa­ leas vasculares; lanzinante, como en las neu­ ralgias; urente, o sea quemante, como en algunas neuralgias, traumatismos o lesiones de algunas mucosas, como en las faringitis, traqueitis, (“Me duele como si estuviera una llaga” ; (“al momento que desgarro, me duele como que me quemara”). Desde un punto de vista práctico, y para efectos del análisis, conviene, resaltar el significado de dolor continuo y dolor tipo cólico. Fig. 3-6 D o lo r refe rid o a distancia. A: N e u m o n ía apical. B: N eu m o ­ n ía b asal en los n iños. C: P leu­ re s ía basal. 7 .- TIPO DE DOLOR: Se refiere a la forma como siente el paciente el dolor. Es una sensación personal que algunas veces está ligado a la causa que lo origina. Puede ser en puñalada o punzada, como el de la Neumo­ nía; con sensación de pesantez, como en al­ gunas dispepsias gástricas o intestinales (“co­ mo, que le siento al estómago pesado”); tipo ardor, como en las gastritis hipersecretantes, (“me arde la boca del estómago”); en forma de opresión o gravativo, como en las cefaleas emocionales o en algunas precordialgias de origen coronario. (“Me duele la cabeza co­ mo que me aplastan^), (“Me duele el pecho como que me ajustan con la mano”); expan­ sivo, ,como en algunas cefaleas por edema ce­ Dolor cólico: También conocido como re­ tortijón. El enfermo suele decir que “siente como que se le retuerce dentro de la barriga”. Se caracteriza por iniciarse de una manera más o menos violenta e ir intensificándose hasta llegar a un climax que puede ser brutal, para luego ir disminuyendo paulatinamente hasta desaparecer y hacer pensar al enfermo que ya pasó todo, pero a los pocos segundos o minutos después, vuelve a aparecer, y así sucesivamente. Fig. 3-7. AAAAf Fig. 3-7 D o lo r cólico Este dolor que se llama así porque es muy característico del colon, debido a las contracciones violentas de sus fibras con dila: taciones supraestenóticas de sus paredes, (Mackensie — Jones) Fig. 3-8, puede ori­ ginarse no solamente en él, sino además en cualquier otra viscera hueca: vesícula y vías biliares (cólico hepático o biliar); pelvis renal y ureteres (cólico nefrítico); útero (cólico menstrual); intestino (cólico intesti­ nal); etc. Suele aliviarse con los antiespasmódicos. Pero, un'detalle que debemos tener -18- SINTOMAS ACOMPAÑANTES: Mu­ chas veces son inespecíficos debido a la fre­ cuencia con que se presentan en dolores de diversa etiología. Sin embargo, en varias oca­ siones ayudan a establecer verdaderos síndro­ mes útiles a la hora del análisis. Por ejemplo: En el cólico biliar, a más de la náusea y vómi­ to que casi no suelen faltar, se encuentra, luego de varias horas y si el colédoco se ha obstruido, ictericia, acolia y coluria; es decir, pigmentación amarilla de las escleróticas, piel y mucosas, despigmentación de las heces fecales, y orinas de color amarillo obscuro, como de agua de canela. 8 .- A /W V F ig. 3-8 D o lo r cólico que n ace e n el in te stin o p o r d ilatació n su p ra e ste n ó tic a muy. en cuenta es, que, cuando la causa que está produciendo el dolor cólico invade a las capas musculares o serosas, se vuelve de tipo continuo. Por esto es, que un dolor que pue­ de iniciarse como cólico puede seguir como continuo, aunque esta sucesión no es obli­ gatoria y el dolor puede empezar como con­ tinuo. Por ejemplo: el cólico apendicular puede iniciarse como tal y terminar como continuo; igual que el vesicular. Dolor continuo: Se caracteriza por iniciarse en forma más o menos violenta, y una vez que llega al climax se mantiene en él con pequeñas oscilaciones que no llegan a la cal­ ma total.' Fig. 3-9. La mayoría de veces na­ ce en las visceras macizas o, como hemos di­ cho antes, en las visceras huecas cuando la enfermedad invade sus paredes o envolturas. También suele nacer en las estructuras su­ perficiales. Al estudiar específicamente el dolor de cada órgano veremos cuáles son los elemen­ tos que en él causan dolor, pero desde ya po­ demos afirmar que, en términos generales, los parénquimas no duelen, sino sus envol­ turas serosas cuando se distienden o se in­ flaman, y sus vasos arteriales, incluyendo en este criterio general a las estructuras intra­ craneales. (23) En las cefalalgias por hemorragia sub­ aracnoidea, se suma vómito, somnolencia, rigidez de la nuca y aun convulsiones. El dolor de la úlcera de estómago se acompaña frecuentemente de ardor epigástrico y retroestérnal, anorexia (falta de apetito); náusea y vómito. La precordialgia de la angina de pecho puede acompañarse de espasmo mus­ cular del brazo izquierdo, de sensación de muerte inminente (17). El dolor toráíico de las pleuritis, puede ir acompañado de difi­ cultad respiratoria, tos seca y fiebre. 9 - RELACION CON EL TIPO DE ALI­ MENTOS.- Aunque esta relación puede ha­ cernos pensar que su interés está acorde so­ lamente con el aparato digestivo, sin embar­ go, pondremos también algunos ejemplos relacionados con otros aparatos. Tiene por objeto saber si algún alimento en particular es factor desencadenante o de alivio del do­ lor, y su conocimiento tiene valor también terapéutico. La acidez de algunos alimentos desen­ cadenan los ardores y dolores de las gastritis hipersecretantes y de la úlcera péptica. El ají y las bebidas alcohólicas pueden desenca­ denar los síndromes disentéricos, en los que el dolor del sigma y recto son importantes. Los alimentos que contienen Tiramina (ami­ na presora), puede desencadenar los dolores de la jaqueca. (25) El aumento de la sal en un hipertenso puede agravar las cefaleas. (2) Las comidas ricas en grasas pueden desenca­ denar los cólicos biliares. Las comidas abun­ dantes y ricas en bebidas alcohólicas pueden ser la causa que desencadene un dolor pan­ creático (4,16) (Pancreatitis aguda). La ingesta de leche o de otros alimentos, puede ser motivo para la aparición de dolores intes­ tinales, en personas con alergia intestinal a ellos. (9) pués de la ingesta de comidas grasas, es decir, después de que el estómago ha iniciado su vaciamiento en el duodeno y ellas han esti­ mulado la contracción de la vesícula. En la úlcera del estómago suele producirse el llama­ do dolor en “cuatro tiempos”, Fig. 3-10; se inicia con la ingesta que calma el dolor, tardíamente reaparece el dolor, pero vuelve a aliviarse espontáneamente. En la úlcera duodenal en cambio suele producirse el do­ lor a “tres tiempos”, Fig. 3-11; se inicia con la ingesta que calma el dolor, pero vuelve a aparecer tardíamente. Claro que las excepciones son múlti­ ples, pero en todo caso, cuando existe es un dato muy orientador. El dolor puede ser en cambio post-prandial precoz, en las gastritis y en el ulcus de la porción alta del estómago. Las dietas alcalinas utilizadas en el tra­ tamiento de la úlcera de estómago pueden propender .a la nefropatia por hipercalcemia (Síndrome de Burnett) o síndrome de lechealcalino. Al contrario, algunos alimentos pueden ser causa de alivio de un dolor, como típi­ camente sucede con el de la úlcera de estó­ mago ante la ingesta de leche. Por razones muy ligadas a su Fisiopatología, algunos dolores suelen presentarse a determinadas horas del día o de la noche. Por ejemplo: En la hiperten­ sión arterial esencial, la cefalea es más bien matutina y traduce aumento de la tensión intracraneal; lá que se presenta al final del día, sugiere más bien tensión emocional o tensión muscular en el cuello. (32) 10.— HORARIO— El establecimiento de una relación en­ tre la hora de presentación del dolor y la ingesta de alimentos tiene particular interés para algunas enfermedades del aparato diges­ tivo. Así: En las colecistopatías, el dolor suele presentarse unas dos o tres horas des­ Fig. 3-10 D olor a c u a tro tie m p o s e n la úlcera de estóm ago (D IN G E STA < D d> Fig. 3-11 (D (D D o lo r a tre s tie m p o s en la úlcera d u o d en al 11.— PERIODICIDAD.Es probablemente uno de los detalles más valiosos para el diag­ nóstico del ulcus gastroduodenal. Se carac­ teriza porque el dolor se presenta a días se­ - 2 0 - guidos, durante no menos de 8, y va seguido de una calma que dura por lo menos un mes, pero puede durar uno o más años. (28) Fig. 3-12. Otros dolores también pueden presentarse por períodos, pero varían mu­ cho en la duración del período doloroso o de calma; por ejemplo, en las Litiasis vesicu­ lares, los dolores pueden presentarse durante dos o tres días y la calma durar pocos días, meses o años. En algunas gastritis, el perío­ do de calma no suele ser total como en la úlcera, pues siempre el enfermo suele quejar­ se de algunas molestias- frente a la ingesta de algunos alimentos. ENE MAR. MAV. Fig. 3-12 WL SSfi UOY. D o lo r p eriód ico 12 - RELACION CON EL VOMITO.- El vó­ mito es de tan frecuente presentación en ca­ que las de origen neuro-musculo-esqueletico, si todos los dolores dependientes del aparato no se relacionan con la micción. digestivo que casi pierdé su valor semiológico 14.- RELACION CON LA DEPOSICION.para el análisis del dolor. Sin embargo, es Obviamente también en este caso será fácil útil para el reconocimiento del origen gástri­ relacionar los dolores intestinales con la eva­ co del dolor, puesto que la mayoría de veces suele aliviarlo. Por esto es que suele decirse», cuación intestinal. En efecto, muchos dolo­ que “vómito que alivia la epigastralgia, es res del colon o del intestino delgado, como los que se ven en las enteritis y colitis suelen porque e'sta es de origen gástrico” (27). aliviarse luego de la deposición. En los cuaObviamente que el estudio del vómito como tal es de mucho significado para el diagnósti­ , dros semi-oclusivos, el climax del dolor va seguido de la producción de ruidos hidroaeco, pero éste no es el momento. reos y a veces de expulsión de gases y heces que alivian el dolor intestinal, aunque el epi­ 1 3 .- RELACION CON LA MICCION- Con to­ sodio pueda repetirse una y otra vez tradu­ da seguridad que al llegar aquí, el estudiante ciendo simplemente el esfuerzo que el intes­ ya intuirá que si el dolor se modifica con la micción, será porque su origen está en el apa­ tino hace para vencer el obstáculo. Otras rato urinario. En efecto, muchos cólicjDs ne­ ocasiones el acto de la defecación más bien desencadena el dolor, como en el caso de las fríticos suelen terminar con las llamadas afecciones anales (fisuras,1hemorroides in­ “crisis de Deiter” , es decir, con la micción de flamadas), que al dilatar el esfínter desenca­ abundante cantidad de orina. En cambio en el síndrome de reflujo ureteral, el dolor lum­ denan intensos dolores que vuelven al Enfer­ mo muy temeroso de la deposición. bar se presenta o intensifica en el momento de la micción. (11, 12) Muchas cistitis y 1 5 - RE1ACION CON LAS ACTITUDES Y tumores vesicales duelen al momento tjs la DECUBITOS: Prácticamente todos los dolo­ micción. res del sistema! músculo-esquelético, especialUn detalle útil desde ahora es, que las ■mente l¡ps que provienen de los músculos y articulaciones, suelen aliviarse con el reposo lumbalgias de origen renal se acompañan e intensificarse con, el' ejercicio mientras muchas veces de síntomas urinarios, mientras -21 hay un proceso inflamatorio activo; de ahí que el enfermo tienda de manera instintiva ^inmovilizar el miembro o región afectados. Pero lo interesante es que también en mu­ chas afecciones de los órganos internos el enfermo opta por posiciones antiálgicas que pueden ayudar al diagnóstico. Algunos ejem­ plos nos demostrarán lo anotado: En las afecciones pleurales que cursan con dolor, el enfermo prefiere el medio de­ cúbito lateral del lado afectado, con el ob­ jeto de impedir que se distienda en el mo­ mento de la inspiración. También en las afec­ ciones de la pared costal, el paciente prefiere presionarla un poco con el brazo con el mis­ mo fin. Fig. 3-13. El decúbito dorsal suele aliviar el dolor gástrico dependiente del ulcus péptico, pero lo más característico es el alivio en el decúbito ventral, cuando la úlcera asienta en la cara posterior de la viscera. En los cólicos abdominales son típicas las actitudes del enfermo, Fig. 3-14, que trata de comprimirse la. zona adolo­ rida, y acompaña a esta actitud de gran agitación psicomotriz. Algunas personas con vesícula péndula, enferma; con cál­ culos, al pasar del decúbito dorsal al la­ teral izquierdo, se quejan de una sensación de peso que “cae” desde el hipocondrio de­ recho hacia la izquierda. Durante el cólico vesicular, el enfermo busca el decúbito, y procura no moverse (cólico apático). En cambio, en el cólico nefrítico el paciente pre­ fiere el decúbito dorsal, pero se mantiene en constante movimiento (cólico frenético). Una forma útil de reconocer el origen de las lumbalgias es analizando su comportamien­ to con los movimientos y decúbito; así: las de origen neuro músculo-esquelético, se in­ tensifican con los movimientos de flexión y extensión del tronco y calman con el reposo en cama dura, mientras que los que se origi­ nan en el aparato renal no se modifican ni con el reposo ni con los movimientos. Fig. 3-13 F ig. 3-14 P osición an tiálg ica e n las afecciones de la p a re d co stal P osición antiálgica e n los cólicos ab­ d om inales 1 6 .- RELACION CON LOS MEDICAMENTOS.- E1 reconocimiento de esta relación ayuda sig­ nificativamente para establecer la naturaleza del dolor y es un auxiliar para precisar la vis­ cera enferma. En efecto, la mayoría de ve­ ces, los dolores originados en las visceras hue­ cas calman con los antiespasmódicos, mien­ tras que los que hacen en estructuras macizas calman con los analgésicos. Sin embargo, mu­ chas veces también, para aliviar el dolor que nace en una viscera hueca se requiere de la asociación de un antiespasmódico con un analgésico. Los dolores leves requieren para su alivio de analgésicos suaves, mientras que los dolores intensos sólo ceden a los analgé­ sicos potentes. Los dolores emocionales (cefaleas, por ejemplo), calman con sedantes y psicoterapia. Las cefaleas por defectos en la acuidad visual, sólo se alivian con el uso de los lentes adecuados. Los dolores dependien­ tes de espasmos musculares, calman con re­ - 2 2 - lajantes. Los de origen vascular, se alivian con medicamentos vasoactivos. La angina de pecho calma con coronariodilatadores. El dolor del ulcus gástrico calma con los antiá­ cidos y los anticolinérgicos. 17.- EVOLUCION.- La mayoría de veces la evolución de la enfermedad corre paralela con la del dolor, es decir, si la enfermedad se agra­ va, el dolor se alarga y se intensifica;mientras que si la enfermedad mejora, el dolor se acor­ ta y disminuye de intensidad. Sin em­ bargo, el alivio del dolor no siempre signi­ fica mejoría de la enfermedad, por ejemplo, en la apendicitis aguda perforada, el dolor espontáneo puede aliviarse y aún desapare­ cer, (24) pero la enfermedad es ahora una peritonitis. El cambio que puede sufrir un dolor cólico a continuo, ya hemos dicho antes, significa que la causa de la enfermedad está invadiendo a las paredes del órgano en­ fermo: En la úlcera gastroduo denal los cam­ bios en el tipo de dolor o en el horario o en la periodicidad, casi siempre traducen una complicación en la evolución, (28) (perfora­ ción, hemorragias, estenosis, instalación de un Ca.); claro que en un buen porcentaje la hemorragia, por ejemplo, puede presentarse aún sin dolor ninguno. (20) 1 8 . - ESTADO ACTUAL.- Interesa por de­ más al enfermo y al médico, pero si su análisis no es correcto puede ser motivo de equivocaciones. Ante todo, téngase presente oíra vez, que la ausencia de dolor no siempre significa mejoría de la enfermedad. Así: en el estado de peritonitis secun­ daria a la perforación de una viscera hueca, el dolor abdominal espontáneo puede ya no existir. En el Infarto de miocardio, el dolor precordial puede haberse ya aliviado y, sin embargo, los trastornos hemodinámicos o arrítmicos continuar hasta el fallecimiento del paciente. En la embolia pulmonar puede su­ ceder algo semejante. En las roturas viscera­ les post-traumáticas,el dolor inicial puede ya haber desaparecido y, sin embargo, la hemo­ rragia interna puede poner en peligro la vida del paciente. Por otra parte, si al momento de la en­ trevista el dolor se ha vuelto más intenso, puede significar que la enfermedad que lo causa se agrava. En todo caso, es el estado actual del do­ lor, el que define la conducta terapéutica correspondiente, en la cual, el médico debe ser ágil, pero prudente. ALGUNOS EJEMPLOS DE LOS RESULTA­ DOS DE LA ANAMNESIS DEL DCLOR.EJERCICIOS.— Al término de la anamnesis del dolor, el estudiante puede encontrarse con unos resultados como los que a continua­ ción se indican: EJEMPLO No. 1.— Una mujer de 30 años, casada, con dos hijos, dice: “En la noche de ayer me dió un terrible dolor aquí, en el costado derecho, debajo de las costillas; que me correspondía a la boca del estómago, a la parte baja de la espalda y a la paleta derecha; sumamente intenso, y, aunque ya parecía que me pasaba, sin embargo, otra vez me venía con más fuerza. Claro que hace tres años cuan­ do estuve embarazada de mi primer hijo, ya me dió el cólico por primera vez, y otra vez cuan­ do estuve de vacaciones, hace unos 8 meses. Siempre me ha venido después que he comi­ do fritada, pero esta vez no comí nada, o só­ lo que sea una taza de chocolate que tomé en la merienda. Vomité verde toda la no­ che, pero me siguió el dolor hasta que una “enfermera” que vive en la casa, me puso una inyección en la vena que no se como se lla­ maba; con eso me alivié, pero todavía le tengo “tiernito” a este costado. Hoy de mañana que fui al baño vi que la orina esta­ ba como agua de canela, y mi marido me di­ ce que mis ojos están medio amarillos, aun­ que yo no les noto nada. Pero fue terrible -23 Dr., y hasta me parecía que, cuando me acos­ taba del lado izquierdo, algo como pesado se me venía del un costado al otro” No. 1 . - Ahora, trate de probarse a sí mismo contestando el siguiente cuestio­ E je rc ic io nario: me recetó unos jarabes blancos, como leche, y otros medicamentos, con los cuales, des­ pués de unas dos semanas de tratamiento, me alivié y no me volvió más hasta hace quince días. Creo que fue a raíz de unas “copas” que tuve que beber. Hoy día ya me decidí a consultarle porque ya no le soporto” . 1.1: Están las respuestas a todas las pre­ guntas de la anamnesis del dolor? Si faltan, cuáles son? Ejercicio No. 2.— Ahora conteste a las si­ guientes preguntas: 1.2: Ud. hubiera hecho otras preguntas más? Cuáles? 2.1: Se ha hecho toda la anamnesis del do­ lor? Falta algo? 1.3: Puede traducir toda la terminología po­ pular usada, a la terminología técnica? Si ya puede, escríbala'. 2.2: Puede traducir a la terminología técni­ ca? Hágalo. 1.4: Aventúrese con una o más hipótesis sobre el origen del dolor. Si aun no puede, pase a las secciones especiales, donde se es­ tudia el dolor y luego vuelva aquí nueva­ mente. Un hombre de 35 años, empresario, dé educación superior, nos cuen­ ta lo siguiente: EJEMPLO No. 2 . - “Vengo Dr., porque desde hace unos 15 días, tengo un dolor en la boca del es­ tómago, que, aunque no es muy intenso, sin embargo, me preocupa porque se presenta todos los días en la mañana, cuando ya estoy en mi trabajo que es duro y lleno de preocu­ paciones. Algunas ocasiones me parece que se me paga a la espalda, pero a la columna, cerca de la cintura. Al mismo tiempo me da un ardor y a veces siento como que me sube una bola de fuego, por el pecho ha­ cia la boca. Unas veces que puedo to­ mar leche, me alivia, y sijno, tengo que co­ mer algo; pero el otro día que, no teniendo otra cosa, tuve que tomar un vaso de jugo de naranja, fue peor, porque me ardió y me do­ lió más, y hasta me hizo vomitar con lo que me alivié. Hace diez años, cuando estaba para graduarme en la Universidad, ya me dió algo parecido, y el médico que me atendió 2.3: Qué hipótesis sobre el origen del dolor tiene? RECOMENDACIONES PARA ANALIZAR EL DOLOR VISCERAL.- Si Ud. ya se ha probado que es capaz de hacer una buena anamnesis, y ya ha estudiado la descripción de los dolores viscerales en los respectivos capítulos, entonces ya está en condiciones de analizar la anamnesis que ha hecho. Para esto, es muy conveniente empezar con el sitio del dolor, pero en unidad de acto se debe tomar en cuenta también a la irra­ diación y al tipo de dolor. El cuadro No. 3-3, se, refieré a la clasificación de los dolores viscerales más frecuentes, de acuerdo con el sitio. Para el estudio de las cefaleas dedica­ mos un capítulo aparte. ALGUNAS CONSIDERACIONES AL CUA­ DRO No. 3-3 1.— De ninguna manera es un cuadro com­ pleto, pero sí es práctico puesto que ayuda a una orientación rápida. 2.— Se habrá notado que algunos dolores están constando en diversos sitios. Es que así lo hacen según el momento de su evo­ lución. Lo más típico es lo de la apendicitis que empieza siendo una epigastralgia y luego se convierte en una iliacalgia derecha. (24) -243.— Nótese una vez más, que el sitio del dolor corresponde en la mayoría de casos, a la proyección que la viscera hace en la pared. 4.— Sin embargo de lo anterior, debe to­ marse muy en cuenta, que algunas veces el sitio de mayor intensidad corresponde al lu­ gar de la irradiación o referencia del dolor. Por ejemplo, los antes mencionados dolores pleurales; ios cólicos menstruales que duelen más en la región sacra; las colecistopatías que duelen más en el epigastrio. 5 .- Las epigastralgias por tener que ver con tantas visceras, según nos demuestra la cons­ titución del plexo solar, pág. No. 555 , son muy inespecíficas puesto que sólo nos ha­ blan de que un órgano que tiene contacto directo o indirecto con él, está enfermo. De todas maneras, las señaladas en el cuadro son muy frecuentes. Desde un punto de vista práctico, la regla de Ortner sigue siendo útil, y dice lo siguiente: “La epigastralgia en mujer vir­ gen, debe hacer sospechar en apendicitis aguda; si es en mujer con hijos, debe hacer pensar en colecistopatía o en anexopatía; si se produce en mujer no virgen, pero sin hi­ jos, debe hacer pensar en anexopatía; si afec­ ta a un hombre, hay que pensar primero en ulcus gastroduodenal y luego en colecisto­ patía”. 6 .- Si luego de haber localizado el sitio del dolor, Ud., analiza la irradiación del mismo, observará como el círculo de las posibilidades sobre el origen del dolor se estrecha; y si ahora analiza el tipo de dolor verá que se estrecha más aún. Luego debe tomar en cuen­ ta todos los demás elementos encontrados en la anamnesis y al final comprobará que Ud. sí ha podido llegar a conclusiones útiles. 7.— Anótese que, alguna vez, el paciente puede sufrir de dos dolores a la vez; enton­ ces hay que tener más cuidado para diferen­ ciar el uno del otro, respecto de todas y cada una de sus características. En estos casos es necesario solicitar al paciente el máximo de colaboración para poder hacerlo bien. CUADRO No. 3-3 LOS DOLORES VISCERALES MAS FRE< :UENTES DE ACUERDO CON EL SITIO 1.— Dolor torácico de cualquier lado — Angina de pecho — Neuralgias intercostales — Infarto de miocardio — Condritis y artritis — Neumonías — Pleuresías — Embolia pulmonar — Mastalgias 2 .- Precordialgias. (A más de las an­ teriores) — Psicógenas 3.— Hipocondralgia derecha — Cólico biliar o hepático — Hepatalgias — Dolor del ángulo hepático del colon — Neumonías y pleuresías hasales continúa... -25 .4 .- Hipocondralgia izquierda ‘ ' — Dolor esplénico - Dolor del ángulo esplénico del colon 5.— Iliacalgia derecha - Apendicitis - Afecciones del ciego y ascen­ dente - Ileitis terminal 8 .- Hipogastralgias — Vejiga: cistitis. Tumores — Utero: Cólicos menstruales. Tumores — Pelviperitonitis — Próstata: Infecciones. Tumo­ res 9 — Dolor de los flancos: — Dolor del segmento colónico correspondiente — Tumores ganglionares de la re­ gión — Pielo-ureterales — En el lado derecho un apéndi­ ce ascendente 10.— Abdominalgias difusas: — Afecciones del ovario derecho (quiste) — Ileo mecánico (oclusiones in­ testinales) - Afecciones de la trompa (Rup­ tura), y demás anexos derechos (Anexitis) — Ileo Paralítico — Peritonitis difusa — Adenitis mesentérica. — Afecciones pielo-ureterales de­ rechas 6.— Iliacalgia izquierda - Afecciones del colon descen­ dente y sigma. - Afecciones del ovario izquier­ do (Quiste) — Afecciones de la trompa (Rup­ tura), demás anexos (anexitis) — Afecciones pielo-ureterales iz­ quierdas — Perforaciones viscerales — Vólvulos del mesenterio ~ — Afecciones vasculares: Trom­ bosis de la mesentérica. Aneu­ rismas de la aorta — Cólicos saturninos 11.- Lumbalgias: — Neuro-músculo-esqueléticas — Nefrógenas. (Riñón, Cólico ne­ frítico) 12.— Ep ¡gastralgias: — Hernias umbilicales y de la línea alba — Cualquiera de las causas antes anotadas, incluso algunas naci­ das en visceras torá deas (Co­ razón, bases pulmonares y pleurales, diafragmáticas) — Dolor del colon transverso — Apendicitis aguda. - Afecciones del intestino delga­ do — Colecistopatías — Dolores mesentéricos — Ulcus gastro-duodenal - Aorta abdominal (Aneurismas) — Anexo pa tías__________ 7.— Mesogastralgias — Pancreatitis aguda ,t - 26 1 4 .— K o lb , L .C .: P s y c h ia tric a s p e e ts o f th e tre a tm en t o f headache. N e u ro lo g y , 1 3 (N o. BIBLIOGRAFIA 3 , P t. 2 ): 3 4 , 1 9 6 3 1 5 .— K o w le ss a r, O .D .: P a n c re titis c ró n ic a y re c id iv a n te , e n C é c il y L o e b . T r a ta d o de M e d ic in a I n te r n a . In te r a m e r ic a n a , M éxico. 1 4 a . e d ., c a p . 6 4 6 , pág. 1 4 8 9 , 1 9 7 7 . 1 .— A l B a rd a n , R .H ., W eir, R .J ., a n d M e. G u in n e ss , J .B .: H y p e r te n s io n a n d H e a d a c h e . S c o ttis h M ed . J ., 1 5 : 4 8 , 1 9 7 0 2 .— B irchalL, R.„ T u th ill, S.W . y c o l: tio n , 7 : 2 5 8 , 1 9 5 3 . C irc u la — K o w le ssa r, O .D .: P a n c re a tis A g u d a . C éc il y L o e b . T r a ta d o d e M e d ic in a I n te r n a . ín te ra m e ric a n a , M é x ic o . 1 4 a . e d ., c a p . 6 4 5 , p .p . 1482, 1977 3 .— B ra n d b o rg , L l.L .: N e o p la s ia s m a lig n a s d e l e s tó m a g o . E n C éc il y L o e b , T r a t a d o d e M e­ d ic in a I n te r n a . I n te r a m e r ic a n a , M é x ic o . 1 4 a . e d ., c a p . 6 6 6 , p .p . 1 5 3 9 , 1 9 7 7 1 7 .— L a th a m , P .M .: C o lle c te d W o rk s, L o n d o n , N e w S y d e n h a m S O C ., V oL 1. 1 8 7 6 4 .— 5 .— C re u tz f e ld t, W ., a n d S c h m id t, H .: E tio lo g y a n d p a th o g e n e s is o f p a n c r e a titi s (C u r r e n t c o n c e p ts ). S c a n d . J . G a s tr o e n te r o l. (S u p p L ). 6: 4 7 . 1970 C h ris tia n , C .L .: A r tr itis R e u m a to id e . E n C éc il y L o e b . T r a ta d o d e M e d ic in a I n te r n a . I n te r a m e r ic a n a , M éx ic o . 1 4 a . e d ., c a p . 8 7 , p .p . 1 7 1 , 1 9 7 7 6 .— D e lp , M .H .: E s tu d io d e l P a c ie n te . E n M a­ y o r. P r o p e d é u tic a M éd ic a . I n te r a m e r ic a n a , M é x ic o . 7 a . e d ., p .p . 1 3 , 1 9 7 0 7 .— F r ie d b e rg , C .K . E n f e r m e d a d e s d e l c o ra z ó n . E d i to r ia l In te r a m e r ic a n a S .A ., M é x ic o 3a. e d ., c a p . 1 8 , 1 9 6 9 8 .— F r ie d m a n , A .P ., a n d F r a z ie r, S .H .: P re lim in a ry o b s e r v a tio n s o f th e p s iq u ia tr ic e v alu at i o n o f t r e a te d c h ro n ic h e a d a c h e p a tie n ts . I n F r ie d m a n , A .P ., e d ., R e s e a r c h e a n d C lin ic a l S tu d ie s in H e a d a c h e : a n I n te r n a tio n a l R e v ie w . B ase l, S. K a rg e r A .G ., V o l. 3 , p . 3 7 8 .1 9 7 2 9 .— G re e n b e rg e r, N „ a n d G ry b o s k i, J .D .: A U ergic d is o rd e rs o f th e in te s tin e a n d e o s in o p h ilic g a s tr o e n te r itis . í n S le is e n g e r, M .H . a n d F o r d tr a m , J .S . (e d s ),: G a s tr o in te s tin a l d isease. P h ila d e lp h ia , W .B . S a u d e rs C o m p a n y , p .p . 1 0 6 6 —1 0 8 2 , 1 9 7 3 1 0 .—- G ro s sm a n , M .I.: U lc e ra p é p tic a . E n C é c il y L o e b . T r a ta d o d e M e d ic in a I n te r n a . In te ra m e ric a n a , M éx ic o , 1 4 a . e d ., c a p . 6 4 0 , p .p . 1 4 2 6 -1 4 3 2 , 1977 1 1 .— H o d s o n , C .J ., a n d E d w a rd s , D .: C h ro n ic p y e lo n e p h r itis a n d v e s ic o -U re te r r e f lu x . C lin . R a d io i-, 1 1 : 2 1 9 —2 3 1 , 1 9 6 0 . 1 2 .— H o d s o n , C .J ., M alin g , T .M .J ., M e. M a n a m o n , P .J ., e t al.: T h e p a th o g e n e s is o f r e f le x n e p h r o p a th y . B rit J . R a d io i., S u p p L 1 3 , 1 9 7 5 . 1 3 .— H e a d a c h e a n d B lo o d p re s s u re , L a n c e n t, 1 : 8 9 6 —8 9 7 , 1 9 7 6 . E d ito ria l. 1 6 .— 1 8 .— M a th é , G ., R ic h e t, G . S e m io lo g ía M é d ic a y P r o p e d é u tic a C lín ic a . J IM S , B a r c e lo n a , la , e d ., c a p . I I I , p a r te V II, p á g . 4 1 3 , 1 9 6 9 1 9 .— W av. L .W .: E n f e r m e d a d e s d e la v e síc u la b ilia r y lo s c o n d u c to s b ilia re s . E n C éc il y L o e b . T r a ta d o d e M e d ic in a in te r n a . In te ia m e ric a n a , M é x ic o , 1 4 a . e d ., c a p . 6 8 3 , págT 1 5 6 1 —1 5 6 3 . 1 9 7 7 2 0 .— M e y e r, J .H .: C o m p lic a c io n e s y tra ta m ie n to q u irú r g ic o d e la ú lc e ra p é p tic a . E n C éc il y L o e b . T r a ta d o d e M e d ic in a I n te r n a . In te ra m e ric a n a , M é x ic o . 1 4 a . e d ., c a p . 6 4 3 ., p .p . 1 4 4 1 —1 4 4 7 , 1 9 7 7 2 1 .— P a d illa T .: S e m io lo g ía d e l R iñ ó n , d e l b a z o y d e la S a n g re . E d i to r ia l E l A te n e o , B u en o s A ire s. 6 a . e d ., C a p . X I, p á g . 2 9 , 1 9 5 6 2 2 .— P ic k e rin g . G .: H ig h B lo o d P re s su re . d o n , C h u rc h ill, 1 9 6 8 Lon­ 2 3 .— R a y , B .S ., a n d W o lff, H .G .: E x p e rim e n ta l S tu d ie s o n H e a d a c h e . P a in - s e n s itiv e stru c tu r e s o f t h e h e a d a n d t h e i r s ig n ific a n c e in h e a d a c h e . A c h , S u rg ., 4 1 : 8 1 3 , 1 9 4 0 2 4 .— S le ise n g e r, M .H .: A p e n d ic itis a g u d a (I n c lu ­ y e n d o e l A b d o m e n a g u d o ). C é c il y L o e b . T r a ta d o d e M e d ic in a I n te r n a . In te ra m é ric a n a , M éx ic o . 1 4 a . e d ., c a p . 6 5 3 , p .p . 1 5 1 6 — 1521, 1977 2 5 .— S m ith , I., K e llo w , A .H ., H a m in g to n , E .A .: C lin ic a l a n d B io c h e m ic a l c o r r e la tio n B e tw e e n ty r a m in e a n d m ig ra in e h e a d a c h e . H e a d a c h e , 10: 4 3 ,1 9 7 0 2 6 .— S te w a r t, I.: H e a d a c h e a n d b lo o d p re ssu re . L e tte r . L a n c e t, 1: 1 0 2 4 , 1 9 7 6 2 7 .— S u ro s , J .: S e m io lo g ía m é d ic a y té c n ic a e x ­ p lo ra to r ia . S a lv a t E d ito re s . S .A . B a rc e lo n a . 5 a . e d ., p. 4 4 2 . 1 9 7 3 2 8 .— W alsh, J .H .: A s p e c to s c lín ic o s y e n d ó c rin c s d e la Cdcera p é p tic a . E n C é c il L o e b . T ra ta d o d e M e d ic in a I n te r n a . I n te r a m e r ic a n a , M éx i­ co. 1 4 a . e d ., p .p . 1 4 3 9 , 1 9 7 7 '29 — W aters, W .E .: H e a d a c h e a n d b lo o d p re s s u re in th e c o m m u n ity . B rit. M ed ., J ., 1 : 1 4 2 , l: rv 1971 m ¿ O -- W o lff, H .G .: H e a d a c h e a n d o th e r P a in . ** N ew Y o rk , O x f o r d U n iv e rs ity P ress, 1 9 6 3 31 — W o lff, H .C .: P e rs o n a lity f a c to r s a n d re a c tio n s o f s u b je c ts w ith m ig ra in e . A rc h . N e u roL P s y c h ia t., 3 7 : 8 9 5 , 1 9 3 7 32 — Ziegler, D .K .: C e fa la lg ia de tensión. C lín ic a s M ed. d e N o r te A m é ric a , V o l 3 /1 9 7 8 , p .p . 5 1 0 —5 2 0 , 1 9 7 8 CAPITULO 4 REVISION DE SISTEMAS y - REVISION DE SISTEMAS.- Tiene como finalidad reconocer en el enfermo una patología adicional que no afloró, ni en el Motivo de Consulta ni en la Enfermedad Actual. i Varias son las causas por las cuales mu­ cha sintomatología puede quedar oculta: ya sea porque el paciente no le da importan­ cia o lo olvida o simplemente no desea decir­ lo espontáneamente. Pero si se toma en cuenta que el enfermo es uno solo y que mientras no haya sido aliviado de todos sus males, sigue enfermo, entonces se compren­ de por qué el médico tiene la obligación de tratar de extraer de su paciente toda la información posible. Algunas ocasiones es útil para comple­ tar los datos de la propia enfermedad actual. Dentro de la historia del enfermo abar­ ca un período de tiempo variable; pero, sin que haya para ésto un acuerdo general, es recomendable limitarse al tiempo de dura­ ción de la enfermedad actual. Es decir, si la fecha real de comienzo es de hace ocho días, entonces la Revisión de Sistemas se limita a ese tiempo; si es de tres meses, entonces será de tres meses; etc. .Es importante tener presente que en este momento de la Historia se debe recoger nueva sintomatología y no los nombres de enfermedades sufridas anteriormente, puesto que ellas pertenecen a la Historia Pasada. Por todo lo que antecede es que se recomienda empezar esta larga lista de pre­ guntas, con una muy general, como la si­ guiente: “Durante el tiempo de esta enfer­ medad, qué otras molestias ha tenido? Si la respuesta es positiva, es decir, si se informa de nueva sintomatología, entonces debe ha­ cerse la anamnesis propia de ese síntoma; pero, si la respuesta es negativa, entonces el médico debe preguntar ordenadamente sobre la posible existencia de molestias que afec­ ten a todos y cada uno de los órganos o sis­ temas, deteniéndose a precisar la anamnesis del síntoma que hubiere sido descubierto. Cuando el estudiante no tiene una idea clara sobre lo que hay qué preguntar ni sobre cómo calificar la calidad de la respues­ ta obtenida, entonces es fácilmente con­ fundido por el enfermo y llevado de re­ greso a la Enfermedad Actual o trasla­ dado a la Historia Pasada o Familiar o a donde el paciente guste. Claro que ésto lo hace sin querer, pero si el estudiante no conduce delicada y ordenadamente el in­ terrogatorio, al final tendrá una increíble mezcla de información, difícil de analizar. Se puede empezar por cualquier apara­ to o sistema, pero más importante que em­ pezar por uno u otro aparato es saber que la Revisión de Sistemas tiene que ser completa. No vaya a suceder que hoy diagnosticamos bien una Neumonía, pero dejamos en el ca­ mino sin reconocerlo, a un Ca. de estómago que al mismo paciente aún no le ha dolido. Aun^que en todo momento, según ya hemos dicho, debemos utilizar el lenguaje del enfermo, sin embargo, este es el momento en que el estudiante se ve exigido a traducir con -28precisión todo el lenguaje técnico al popular y viceversa, con el fin de que exista una cla­ ra comprensión entre el médico y el paciente. Por ésto es que nosotros, una vez más, pasa­ mos a describir lo que hay que' preguntar y cómo hay que hacerlo, en los cuadros siguien­ tes. Hay unos pocos síntomas generales que pueden presentarse no importa cual sea el órgano afectado, por eso los señalamos en un cuadro aparte, No. 4-1. No se olvide que la anamnesis especial de cada síntoma la encon­ trará en cada capítulo. C U A D R O N o. 4-1 REVISION DE SISTEMAS PR EG U N TA S G EN ER A LES 1 .- Durante el tiempo de esta enfermedad, qué otras molestias ha tenido? Qué preguntar Cómo preguntar 2 .- Dolor 2.— Ha tenido algún dolor? 3 .- Fiebre 3.— Ha tenido calentura? 4 .- Astenia 4.— Se cansa con facilidad? 5 .- Anorexia —Apetito 5.— Su apetito es normal? 6 .- Peso 6.— Ha perdido o ganado peso? (Se ha enflaquecido o se ha engorda­ do)? CUADRO No. 4-2 REVISION DE SISTEMAS APARATOS RESPIRATORIO Y CIRCULATORIO lo. RESPIRATORIO Cómo preguntar Qué preguntar 1.1: Disnea . 1.1 Tiene dificultad para respirar? Tiene sed de aire? 1.2: Cianosis 1.2 Se han puesto morados los labios o las uñas? 1.3: Tos 1.3 Ha tosido? 1.4: Expectoración 1.4 Ha escupido? 1.5: Hemoptisis 1.5 Ha escupido con sangre? 2o. CIRCULATORIO Ha sentido latir su corazón? Como que se le sale? 2.1: Palpitaciones 2.1 2.2: Edema—Ascitis 2.2. Se le han hinchado los pies? Se le ha hinchado la barriga? 2.3: Síncopes y Lipotimias 2.3 Se ha desmayado? ; Ha perdido d conocimiento? 2.4: Palidez o rubicundez segmentarias 2.4 Ha cambiado el color de su piel en alguna parte del cuerpo? 2.5: Dolor de esfuerzo en las piernas 2.5 Al caminar, siente dolor en las piernas? C U A D R O N o. 4-3 REVISION DE SISTEMAS 3o. APARATO DIGESTIVO 3.1: BOCA Cómo preguntar Qué preguntar 3.1.4: Trastornos de la masticación 3.1.1: Tiene alguna dificultad para masticar? 3.1.2: Secreción salival 3.1.2: Es normal la cantidad de saliva? 3.1.3: Halitosis 3.1.3: Tiene mal aliento? 3.2: ESOFAGO 3.2.1: Disfagia 3.2.1: Siente alguna dificultad al paso de los alimentos de la boca al estómago? 3.2.2: Odinofagia 3.2.2: Le duele a lo que pasan los alimentos? Le duele al tragar? 3.2.3: Pirosis 3.2.3: Siente ardor en el pecho? 3.2.4: Regurgitación 3.2.4: Se le regresan los ali­ mentos a la boca? * Ya estaban descompues­ tos? * 3.2.4: Es importante hacer notar que, para ser calificado de regurgitación, el alimento no debe haber llegado al estómago; es decir, se regresó a la bo­ ca desde el esófago. continúa. ..viene 3.3: ESTOMAGO Y DUODENO 3.3.1: Náusea 3.3.1: Ha tenido deseos de vo­ mitar? 3.3.2: Vómito 3.3.2:; Ha vomitado? 3.3.3: Hematemesis 3.3.3: Ha vomitado con sangre o como concho de café? 3.3.4: Acidismo 3.3.4: Ha tenido la sensación de que está acida (amar­ ga), la boca y por el pe­ cho? 3.3.5: Aerofagia 3.3.5: Le ha dado deseos de tragar aire o saliva a ca­ da momento? 3.3.6: Eructos 3.3.6: Eructa Ud.? 3.3.7: Hipo 3.3.7: Tiene hipo? 3.4: YEYUNO, ILEON Y COLON 3.4.1: Diarrea 3.4.1: Cómo han sido las depo­ siciones (orinas mayo­ res-campo grande). Y cuántas veces al día ha hecho? 3.4.2: Estreñimiento 3.4.2: Idem. 3.4.3: Melenas 3.4.3: Ha hecho deposiciones con sangre? o negras co­ mo el carbón o la brea? 3.4.4: Meteorismo (Distensión abdo­ minal) 3.4.4: Se le ha hinchado el es­ tómago? Ha tenido mu­ chos gases? 3.4.5: Características físicas de las heces 3.4.5; Las deposiciones, de qué color han sido? ; y el olor? ; y la cantidad? 3.5: 3.5.1: Tenesmo SIGMA, RECTO Y ANO 3.5.1: A pesar de que ya ter­ mina de hacer la deposi­ ción, sigue con deseos de volver a hacer? continúa. -32...viene 3.6: HIGADO Y VIAS BILIARES 3.6.1: Ictericia 3.6.1: Se han puesto lo ojos o la piel amarillos? Como qué? 3.6.2: Acolia 3.6.2: La defecación ha perdi­ do el color? Se ha he — cho blanca? 3.6.3: Coluria 3.6.3: De qué color se ha he­ cho la orina? Como qué? 3.7.1: Alguna molestia en el costado izquierdo? 3.7: 3.7.1: BAZO Pesantez en Hipocondrio iz­ quierdo CUADRO No. 4-4 REVISION DE SISTEMAS 4 .- APARATO UROGENITAL 4.1: URINARIO Cómo preguntar Qué preguntar 4.1.1: Volumen urinario 4.4.1: Cuánto ha orinado en las 24 horas? 4.1.2: Ritmo y Frecuencia urinarios 4.1.2: Cuántas veces orina durante el día? y durante la noche? 4.1.3: Disuria 4.1.3: Tiene alguna dificultad para orinar? Tiene ardor? 4.1.4: Tenesmo vesical 4.1.4: Después que ha orinado le que­ da todavía el deseo de seguir orinando? 4.1.5: Incontinencia 4.1.5: Se le va la orina? 4.1.6: Enuresis 4.1.6: Se le va la orina estando dor­ mido? continúa... -33 ¡ne 4.1.7 Características del chorro 4.1.7: El chorro es normal?, grueso?; fuerte? y continuo? 4.1.8 Características físicas de la orina 4.1.8: La orina es normal?. El color?. Es transparente? . El olor ? . Deja sedimento (concho)? Man­ cha el recipiente o la ropa? 4.2: GENITAL MASCULINO La libido 4.2.1: El apetito sexual es normal? 4.2.2 La potencia 4.2.2: La erección es normal? 4.2.3 Trastornos del acto sexual 4.2.3: Durante el acto sexual hay al­ guna molestia? 4.2.4 Eyaculación 4.2.4: La eyaculación es normal? 4.2.1 4.3: GENITAL FEMENINO * 4.3.1 Menarquia 4.3.1: A qué edad se “enfermó” la lera. vez?. 4.3.2 Ritmo menstrual 4.3.2: Cada cuántos días se “enfer. ma”? Cuántos ,días Je dura? 4.3.3 Volumen 4.3.3: Qué cantidad se “enferma”. Cuántos paños moja? 4.3.4 Otros caracteres físicos de la menstruación 4.3.4: De qué color es la sangre?Tiene coágulos? 4.3.5 Secreciones 4.3.5: Le baja alguna secreción? 4.3.6 Plurito Vulvar 4.3.6: Tiene comezón en las partes? 4.3.7 Dismenorrea 4.3.7: Tiene dolores durante la regla? 4.3.8 Trastornos en el acto sexual 4.3.8: Durante el acto sexual, hay al­ guna molestia? El orgasmo es normal? 4.3.9 Embarazos 4.3.9: Cuántos embarazos ha tenido? 4.3.10: Abortos 4.3.10: Ha tenido abortos (arrojos) ? Cuántos? 4.3.11: Número de hijos 4.3.11: Cuántos hijos tiene? Hijos muertos? 4.3.12: Menopausia 4.3.12: Menopausia (A qué edad dejó de enfermarse)? continúa, -34..viene 4.4: MAMAS 4.4.1: Nudosidades 4.4.1: Le han salido bolas en los senos? 4.4.2: Secreciones 4.4.2: Ha notado si le sale alguna se­ creción por los pezones? * La historia gineco-obstétrica es de difícil separación entre la Revisión de Sistemas y la Historia Pasada, razón por la cual, se la puede incluir en uno u otro acápite. Nosotros lo hemos hecho en la Revisión de Sistemas. CUADRO Nó. 4-5 REVISION DE SISTEMAS 5 .- SISTEMAS ENDOCRINO, NERVIOSO Y LOCOMOTOR 5.1: ENDOCRINO Cómo preguntar Qué preguntar 5.1.1: Cambios en el aspecto de la cara y cuerpo. 5.1.1: Ha notado algún cambio en su cara o cuerpo? 5.1.2: Cambios en el color de la piel y mucosas 5.1.2: Ha notado si su piel o su boca han cambiado de color o si se han presentado manchas? 5.1.3: Pelo: Cantidad y disposición 5.1.3: Ha notado algún cambio en el pelo o barba o vellos del cuer­ po? 5.1.4: Sudor 5.1.4: Ha notado algún cambio en la cantidad de sudor? 5.1.5: Percepción de la temperatura ambiental 5.1.5: Siente mucho frío o mucho calor? Tolera bien el calor o el frío continúa.. -3 5 .viene 5.1.6: Temblores 5.1.6: Ha sentido temblor de alguna parte de su cuerpo? 5.1.7: Contracturas musculares 5.1.7: Ha notado si algunos músculos se le contraen? 5.1.8: Fuerza muscular 5.1.8: La fuerza de sus músculos si­ gue siendo normal? 5.1.9: Sed 5.1.9: Tiene mucha sed? 5.1.10: Cambios cualitativos y cuan­ titativos en la dieta 5.2: 5.1.10: Está comiendo igual que siem­ pre? NERVIOSO 5.2.1: Disestesias o Parestesias 5.2.1: En alguna parte de su cuerpo ha sentido hormigueos o amor­ tiguamiento o como que le que­ mara o como que le cogiera la corriente o como que se que­ dara “dormido”? 5.2.2: Convulsiones 5.2.2: Ha tenido ataques? 5.2.3: Parálisis (Paresias) 5.2.3: Se ha paralizado alguna parte de su cuerpo? 5.2.4: Trastornos de la conciencia 5.2.4: Ha perdido el conocimiento? 5.2.5: Sueño. 5.2.5: Duerme bien? 5.2.6: Memoria 5.2.6: Su memoria es normal? Se acuerda bien de las cosas? 5.2.7: Cambios de Carácter (Temperamento) 5.2.7: Cómo es su temperamento? Ha cambiado su manera de ser? 5.3: LOCOMOTOR 5.3.1: Tumefacción articular 5.3.1: Se le han hinchado las coyun­ turas? 5.3.2: Motilidad articular 5.3.2: Mueve bien todas las coyun­ turas? 5.3.3: Ruidos articulares 5.3.3: Ha notado que al mover algu­ na coyuntura le suena? 36 - CUADRO No. 4-6 REVISION DE SISTEMAS 6 .- ORGANOS DE LOS SENTIDOS 6.1: APARATO OCULAR Cóm o preguntar Qué preguntar 6.1.1: Acuidad visual 6.1.1: Ve bien? Tanto de cerca co­ mo de lejos? 6.1.2: Escotomas 6.1.2: En algún momento ve man­ chas o luces? 6.1.3: Visión de colores 6.1.3: Distingue bien los colores? 6.1.4: Nictalopía 6.1.4: A qné hora del día ve mejor? Qué tan bien ve ai atardecer o al amanecer? ■ 6.1.5: Ardor ocular 6.1.5: Le arde los ojos? Lagrimeo 6.1.6: Le lagrimean mucho los ojos? 6.1.6: 6.2: FARINGE 6.2.1: Ardor 6.2.1: Le arde la garganta? 6.2.2: Respiración bucal. 6.2.2: Ud. respira bien por la nariz? 6.3: LARINGE 6.3.1: Cambios en la voz-Disfonía 6.3.1: Ha cambiado su voz? 6.3.2: Carraspeo 6.3.2: Carraspea? Tiene alguna difi­ cultad al hablar? 6.4: FOSAS NASALES Y SENOS PARANASALES Obstrucción 6.4.1: Respira bien por la nariz? 6.4.2: Secreciones 6.4.2: Le sale algo por la nariz? 6.4.3: Epistaxis 6.4.3: Le. sale síngre por la nariz? Olfación 6.4.4: Percibe bien los olores? 6.4.1: 6.4.4: 6.5: APARATO AUDITIVO 6.5.1: Secreciones 6.5.1: Le sale alguna secreción por los oídos? 6.5.2: Audición 6.5.2: Oye bien? 6.5.3: Acúfenos 6.5.3: Tiene zumbido de oídos o al­ gún otro ruido? 6.5.4: Vértigo 6.5.4: Tiene mareos? -3 7 pero su causa sólo se puede intuir. CAPITULO 5 HISTORIA PASADA 1 5.- HISTORIA PASADA.- Se llama tam­ bién Antecedentes personales, e incluye un período de tiempo que va desde el naci­ miento hasta la presente fecha; y en el caso de los niños se extiende más aun, es decir, a las condiciones de vida desde la concepción. Pretende obtener una visión completa de toda la vida del paciente, tanto de sus en­ fermedades, cuanto de sus condiciones de vida normal; por eso se le suele dividir en Historia Pasada Patológica y en Historia Pasada no Patológica. 5.1: HISTORIA PASADA PATOLOGICA: Pre­ tende extraer toda la información relaciona­ da con las enfermedades del paciente. Pro­ bablemente la mayoría de ellas no tengan na­ da que ver con la enfermedad actual, pero un buen número talvez sí. Por ejemplo: una tosferina, sufrida a los dos años de edad, qui­ zá nada tenga que ver en el joven que ahora tiene 15 años; pero un período de Fiebre Reumática sufrido a los 12 años, tal vez sea la causa primera que explica la Insuficiencia Mitral que hoy, a los 22 años, aqueja al pa­ ciente en el cual está ya determinando una Insuficiencia Cardíaca. Se debe preguntar en ella los nombres de las enfermedades y no los nombres de los síntomas. Claro que algunas veces el pa­ ciente recuerda más los síntomas o signos que caracterizaron a la enfermedad, que el nombre de ella; por ejemplo: recuerda bien que estuvo amarillo (ictericia), pero ni si­ quiera sabe que lo que tuvo fue una Hepa­ titis viral; recuerda bien que orinó con san­ gre, pero no sabe que fue por Glomérulo , Nefritis Aguda; etc. En estos casos no queda : -más remedio que aceptar el dato signológico, Como en todos los casos anteriores, la anamnesis debe ser completa y ordenada. Muchas ocasiones, el paciente nó puede identificar el nombre de la enfermedad y pregunta ¿Qué es eso? . Entonces el Médico se ve tentado a explicar los síntomas de esa enfermedad con el objeto de obtener una información adecuada, pero esto, creemos, es un esfuerzo inútil, pues dado el tiempo transcurrido el resultado no es confiable. Por otra parte, al preguntar si ha tenido tal o cual enfermedad no siempre se encuentra un sinónimo de uso popular, razón por la cual hay que emplear el propio nombre técnico de la enfermedad. Por esta razón es que, en esta parte de la Historia, no vamos a usar en los cuadros la parte relacionada al cómo preguntar, sino que al haber un sinó­ nimo popular, lo pondremos entre paréntesis. El cuadro No. 5^ 2, nos indica qué preguntar. 5.2: HISTORIA PASADA NO PATOLOGICA.— Se refiere más bien a datos relacionados con algunos hábitos que si bien pueden no ser causa de enfermedad inmediata, sin embargo, por su uso prolongado pueden llegar a serlo. El cuadro No. 5-1, nos señala el qué y cómo preguntar. ALGUNAS CONSIDERACIONES A LOS CUADROS Nros. 5-1 y 5-2. 1.— Aunque hemos anotado las más im­ portantes preguntas que hacer, sin embargo, no están todas. De acuerdo con el caso, habrá que ahondar en uno u otro aspecto. 2 .- Es probable que el enfermo, sobre to­ do adolorido, no colabore bien, porque no encuentra mucha relación entre lo que ya pasó y su situación actual. El estudiante debe en estos casos explicar al paciente la razón de ser de dichas preguntas. 3.— Los ejemplos que a continuación va­ mos a anotar, le permitirán comprender CUADRO No. 5- 5.2.- \ HISTORIA PASADA NO PATOLOGICA-HABITOS Qué preguntar Cómo preguntar 5.2.1: Alimentos. 5.2.1: Cómo es su comida ordinaria? Descríbala. A qué horas co— me? Qué cantidad? Come ají, muchos condimentos, cuánto de café o té? . 5.2.2: Alcohol. 5.2.2: Bebe?. Cuánto? Cada qué tiempo? . Qué tipo de bebida toma más? . Desde hace qué tiempo. 5.2.3: Tabaco. 5.2.3: Fuma?. Cuántos cigarrillos diarios? . Cigarros? . Pipa?. Desde hace qué tiempo? 5.2.4: Sedantes y otros medicamen­ tos. 5.2.4: Toma medicamentos para los nervios? . Para dormir? . Qué tipo de sedantes? Cuán­ to diariamente? Toma algún otro tipo de medicamentos? 5.2.5: Drogas. 5.2.5: Consume alguna droga? Qué tipo? Cuánto? Cada qué tiem­ po? 5.2.6: Sueño. 5.2.6: Duerme bien? Cuántas horas?. desde ahora la razón que existe para recoger dicha información: La rubéola sufrida por una mujer du­ rante los dos primeros meses de embarazo, puede dar origen a la “embriopatia rubeolar” , (7,12, 23) que tiene diversas manifesta­ ciones, desde el aborto hasta las malforma­ ciones congénitas como la catarata congénita, la sordera, algunas malformaciones cardía­ cas, retraso en el desarrollo funcional y or­ gánico del feto. La difteria, puede ser ori­ gen de cardiopatías. (2, 18, 37). Las pape­ ras, en el púber o adulto, puede originar una orquitis con raros casos de esterilidad. (15, 25) Una hepatitis viral sufrida hace años y no bien curada, puede ser la causa de una cirrosis hepática actual. (4, 35, 36). Una ulcera péptica anterior, puede ex­ plicar la obstrucción gástrica actual. Una di­ sentería amebiana de hace varios meses pue­ de explicar el abceso hepático de hoy. (5,17) La glomérulo nefritis sufrida a los 8 años de edad, puede explicar la Insuficiencia renal a los 15 años. La administración de CUADRO No. 5-1 5.1: HISTORIA PASADA PATOLOGICA QUE PREGUNTAR 5.1.1: Qué enfermedades ha tenido antes? a) b) c) d) 5.1.2: 5.1.3: 5.1.4: 5.1.6: Urinario a) Glomérulo Nefritis. b) Pielonefritis. c) Litiasis (cólico renal). d) Cistitis. e) Hematuria. f) Infecciones agudas focales. g) Ha tomado medicamentos para los riñones? (Fenacetina, sulfas, Nitrofuranos). 5.1.7: Genital Masculino a) Sífilis (Chancro). b) Blenorragia. c) Tricomoniasis. Genital Femenino a) Sífilis. b) Blenorragia. c) Tricomoniasis. d) Micosis (Hongos) f) Medicamentos en Embarazo. g) Anticonceptivos. En la infancia. En la escuela. En el colegio. En el trabajo. Infancia a) Sarampión. b) >Viruela. c) Varicela. d) Escarlatina. e) Rubéola. f) Tosferina. g) Difteria. h) Paperas. i) Hepatitis. j) Fiebre tifoidea, k) Fiebre Reumática. 1) Vacunas recibidas. Respiratorio a) Gripes frecuentes. b) Epistaxis repetidas. c) Amigdalitis aguda. d) Bronquitis. e) Neumonías. (Pulmonías) f) Tuberculosis. g) Hemoptisis. h) Asma Bronquial. Circulatorio a) Angina de Pecho. b) Infarto de Miocardio. (Ataque al corazón). c) Hipertensión Arterial. (Tensión arterial alta). d) Sífilis, e) Tomó alguna vez medica- 5.1.8: 5.1.9: Sistema Nervioso a) Embarazos accidentados. b) Corea. c) Meningitis. d) Encefalitis. e) Convulsiones. f) Pérdidas del conocimiento. 5.1.10: Aparato Locomotor y Metabo­ lismo a) Focos sépticos. b) Enfermedad de las coyun­ turas. c) Colitis crónica. d) Gota. e) Diabetes Mellitus. continúa.. -40- ...viene mentos para el corazón, (coronario dilatadores, Digitálicos, diuréticos, etc.). 5.1.5: Digestivo a) Gastritis. b) Ulcera péptica. c) Hematemesis —Melenas. d) Entero-colitis (Disenterías Diarreas). e) Parasitosis (Bichos) f) Alergias a alimentos o me­ dicamentos. g) Ictericia. Fenacetina para calmar los dolores padecidos hace un mes, explican el daño renal de hoy. La sífilis adquirida a los 18 años, es la causa de la tabes dorsal del paciente a los 45 años de edad. Los medicamentos tomados durante los primeros meses de embarazo taivez son la causa de las malformaciones congénitas del niño. La tuberculosis pulmonar de hace diez años, puede ser la causa del cor pulmonale crónico actual. El asma bronquial sufrido du­ rante muchos años es la causa del enfisema pulmonar actual. La hipertensión arterial que ya dura años, puede determinar la cardiopa— tía hipertensiva y la insuficiencia cardíaca de este momento. Las convulsiones actuales son la con­ secuencia del traumatismo craneal de hace varios meses. La fiebre reumática de hoy, es la consecuencia de la amigdalitis aguda sufrida hace 4 semanas. Los dolores neurál­ gicos actuales son la consecuencia de la dia­ betes mellitus que viene sufriendo desde ha­ ce varios años. (30) Un tomador cró­ f) g) h) j) k) Hipertiroidismo. Climaterio. Neuropatías, Hemofilia. Traumatismos: Fracturas. Luxaciones. 5.1.11: Sangre y Organos Hemato Poyéticos a) Ingesta de Medicamentos. b) Administración de produc­ tos radioactivos. c) Tumores malignos. 5.1.12: Ha sido Ud. operado alguna vez? De qué? Cuándo? nico de aspirina puede adolecer hoy de san­ grado del estómago. (6, 10) Al paciente que se le trató su hipertiroidismo con yodo radioactivo, puede producirle al cabo de un tiempo, hipotiroidismo. (19, 24) El enfer­ mo que, intervenido quirúrgicamente en el abdomen, hace varios años, puede hoy pre­ sentar una oclusión intestinal. (29). Los hábitos de una persona pueden causar mucho daño en determinado momen­ to; por ejemplo: Una dieta rica en grasas animales, facilita el aumento del coleste­ rol sanguíneo, y éste la ateroesclerosis. El exceso de aporte calórico conduce a la obesidad. (1,28) El café, bebidas de cola y cigarrillo aumentan la frecuencia de la úlcera duodenal. (9,11) Es muy conocido que el alcoholismo crónico puede conducir a la cirrosis (22, 26, 31); y el alcoholismo agu­ do a un estado de coma. El tabaco, cada vez más es acusado de ser causante del Ca. broncógeno (13), pero también de ser un coadyuvante importante para la presenta­ ción de la cardiopatía coronaria ateroesclerótica. (14, 20, 32, 33) Los sedantes pueden producir estados depresivos severos, (21) y casi todos los medicamentos produ­ cen efectos secundarios desagradables, más o menos importantes; todo el mundo sabe que los anticonceptivos pueden causar náu­ seas, vómitos, desarreglos intestinales, tenden­ cia a engordar, importantes cambios de ca­ rácter, cloasma, trastornos vasculares y de la coagulación de la sangre. (3, 8,16,27, 34). En fin, los ejemplos pueden mul­ tiplicarse mucho más, pero, por el momen­ to, basta para que el alumno encuentre al­ gún significado a este acápite de la anamne­ sis. Ya llegará el instante, en la clínica, cuando al estudiar las enfermedades encon­ trará más razones de útil aplicación. 4.— Claro que cuando ya tenga una im­ presión diagnóstica, el interrogatorio de es­ ta parte debe centrarse más en los aparatos o sistemas que más interesen al caso. BIBLIOGRAFIA 1.— Albrink, M.J.: Ovemutrition and the fat Cell. In Bondy, P.K., and Rosenberg, L. (eds): Duncan’s Diseases of Metabolxsm. 7 tb. ed. Philadelphia, W.B. Saunders Company, 1974. 2.— Altshuler, S.S., Hoffman, K.M. y Fitzgerolri, P.J.: Ann. Int, Med., 29: 294,1948. 3.— Beck., Effects of gonadal hormones and contraceptive steroids on flucosa and insu­ lta metabolism. In Saihanick, H.A., Kipnis, D.M., and Vande Wiele, R.L., (eds): Metabolic Effects of Gonodal Hormones and Contraceptive steroids. New York, Plenum Press, P., 97,1969. 4.— Boyer, J.L., and Kiatskin, G.: Pattem of ne­ crosis in acute viral hepatitis. New Eng. J. 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Esta es una parte del interrogatorio en el que la intención del médico puede estar muy dirigida a extraer del paciente sólo la información necesaria para el caso concreto que tiene entre manos, es decir, se supone que ya ha habido un proceso de análisis previo sobre los datos anterior­ mente obtenidos y ha. elaborado alguna hipótesis, aunque sea muy preliminar, so­ bre la enfermedad; por eso es que una pregunta general muy valiosa puede ser: Algún familiar suyo ha tenido la enferme­ dad que Ud. tiene?. Sin embargo, en -4 3 muchos casos no es posible establecer es­ to tan directamente y el médico tiene que preguntar concretamente sobre algunas enfermedades. Por otra parte, cierto es que interesan más las enfermedades de los familiares en primero y segundo grado de c o n sa n g u in id a d , pero para muchas enfer­ m ed a d es hereditarias quizás sea necesario extenderse a varias generaciones atrás. En todo caso, para el estudiante que empieza a conocer la anamnesis, creemos que le es útil tener desde ya una idea clara y más o menos completa sobre lo que hay que' preguntar y el cómo hacerlo. A dem ás nos parece muy conveniente se­ parar esta parte de la Historia Clínica en dos subtemas, a saber: 6.1: Historia o Antecedentes Patológicos Familiares; y ^6.2: Historia Social, que buscará especí­ ficamente datos sobre las condiciones so­ cio-económicas del paciente. Como en el primero la mayoría de veces tendremos que usar los nombres técnicos, haremos un listado sólo de lo que hay que' pregun­ tar, y, cuando sea necesario, el cómo preguntar. ALGUNAS CONSIDERACIONES A LOS CUADROS No. 6-1 y 6-2 1.- Insistimos en que los Antecedentes Patológicos Familiares pueden no pregun­ tarse todos, sino los dirigidos al caso. 2.— El cuadro sólo reúne los anteceden­ tes que se usan más frecuentemente. De hecho, la clínica le enseñará muchas otras cosas que preguntar. 3.— Hemos señalado casos en que la trans­ misión hereditaria es reconocida, como: La ceguera a los colores (2), la diabetes meliitus (6, 9), la epilepsia esencial (15,16), la jaqueca (5, 8). Otras en las cua­ les la herencia no es un hecho compro­ bado, pero se demuestra cierta disposi­ ción familiar, como: la hipertensión ar­ terial (10, 17), la cardiopatía isquémica (19, 20) (angina de pecho, infarto de mio­ cardio), el Ca. y el ulcus gástrico (5, 12 , 14), la litiasis biliar (4, 11), los acciden­ tes cerebrovasculares (hemorragia cerebral , trombosis cerebral) , la gota (18) y la fiebre reumática (13). Hemos menciona­ do otras que aunque son congénitas, sin embargo, no son hereditarias, como: las producidas por infecciones maternas; to­ ma de drogas, uso de hormonas sexuales (3, 22) o exposición a las radiaciones ioni­ zantes de la madre durante el embarazo que explican muchas malformaciones con­ génitas (21). Cuenta mucho también la edad de la madre al nacimiento del hijo, para explicar dichas malformaciones. En otros casos cuenta el antecedente pato­ lógico familiar para explicar algunas infec­ ciones directas, como la Tb. pulmonar. 4.— En relación a la Historia Social es con­ veniente tener presente que siendo una eta­ pa que analiza datos que suelen ser consi­ derados como personales para el enfermo y de poco uso para la medicina, el paciente puede mostrarse un tanto renuente, razón por la cual es conveniente ser delicado y tal vez diferir para otro momento más oportuno. 5.— En todo caso, téngase .en cuenta que todos los datos son importantes, por ejem­ plo: Las relaciones íntrafamiliares pueden explicar la patología psicosomática (neuro­ sis, depresiones, cefaleas, algunas disneas o trastornos circulatorios o cuadros diarreicos, etc.). Igual sucede con los desajustes eco­ nómicos o en el trabajo o con las amista­ des. Los trastornos económicos que pro­ duce la enfermedad puede afectar incluso al tratamiento de la misma enfermedad; hecho muy frecuente que explica que mu­ chos pacientes se agraven y aun fallezcan -44- CUADRO No. 6 - 1 6 - HISTORIA FAMILIAR Y SOCIAL 6.1: ANTECEDENTES PATOLOGICOS FAMILIARES Qué preguntar 6.1.1: Son sanos sus padres, herma­ nos, abuelos, tíos, primos, es­ posa (> hijos? . Si alguno de ellos ha fallecido, hay que preguntar de qué murió? . 6.1.2: . Alguno de sus familiares ha tenido la enfermedad que Ud. tiene?. 6.1.3: Alguno de sus familiares ha estado enfermo de: 6.1.3.1 Respiratorio a) Tuberculosis (Tratado en ex. LEA? ). b) Ca. Broncógeno. c) Asma-Alergias. 6.1.3.2: Circulatorio a) Infecciones maternas: (Rubéola, Gripe). b) Drogas durante el emba­ razo o lactancia. c) Hormonas sexuales o foliculínicas. d) Rx. Durante el 1er. tri­ mestre de embarazo. e) Cardiopatía isquémica (Angina de pecho Infarto de Miocardio). 0 Hipertensión Arterial. 6.1.3.3: Digestivo a) Ca. b) Ulcus. c) Litiasis biliar. 6.1.3.4: Urinario a) Glomérulonefritis. b) Pielonefritis. c) Litiasis Urinaria. d) Rifíón Poliquístico. 6.1.3.5: Aparato Genital a) Sífilis de los padres. b) Fibromas uterinos enla madre. 6.1.3.6: Aparato Ocular a) Miopía —Presbicia. b) Ceguera a colores. c) Embriopías. d) Colobomas. e) Queratocono. 6.1.3.7: Endocrino a) Diabetes Mellitus. b) Ca. de Tiroides. c) Edad de la madre al na­ cer el hijo. 6.1.3.8: Nervioso a) Accidentes cerebrovasculares: (Trombosis, embolia ce­ rebral). b) Ateroesclerosis Cerebral. c) Epilepsia esencial. d) Ataxia cerebelosa here­ ditaria. e) Jaqueca. f) Afecciones psiquiátricas hereditarias. 6.1.3.9: Aparato Locomotor a) Gota. b) Poliartritis Crónica. c) Fiebre Reumática. -45 - CUADRO No. 6-2 6 .- HISTORIA FAMILIAR Y SOCIAL 6.2: HISTORIA SOCIAL Cómo preguntar Qué preguntar 6.2.1: Años de matrimonio. 6.2.1: Cuántos años de casado? 6.2.2: Número de hijos. 6.2.2: Cuántos hijos tiene? 6.2.3: Relaciones intrafamiliares. 6.2.3: Se lleva bien con su esposo/a, hijos, parientes políticos? 6.2.4: Habitación. 6.2.4: Cuénteme de la casa en que vive. a) Es suya? b) Pe qué está hecha? Adobe?, cemento arma­ do? c) Cuántos cuartos ocu­ pa y cuantas personas vi­ ven allí. d) Tiene cuarto de baño? luz, agua, alcantarillado? e) Tiene animales que vi­ ven en la casa? a) b) Propiedad. Tipo de construcción. c) Número de habitaciones. d) Servicios básicos. e) Animales domésticos. 6.2.5: Ingresos económicos familiares. 6.2.5: Con cuánto de dinero se man­ tiene la familia? Cuánto gana Ud. y su familia. Estando Ud. enfermo qué su­ cede con los ingresos de la familia? 6.2.6: Trabajo u ocupación, Tipo de trabajo. a) 6.2.6: Ahora cuénteme de su trabajo. Descríbalo como es, que' a) hace? Se lleva bien con sus com­ b) pañeros de trabajo? Le gusta su trabajo? c) b) c) d) Relaciones con los com­ pañeros. Grado de adaptación al trabajo. Trabajos anteriores. d) Ha trabajado en otras partes? -46- al no poder disponer de los recursos ne­ cesarios para satisfacer las exigencias te­ rapéuticas. Esto en muchos casos obli­ ga al médico a replantear sus conductas diagnósticas y de tratamiento. en acción de práctica de la Educació|¿-' para la Salud que todo médico debe reald zarla, y para muchos otros fines que el coní tacto directo con el paciente le irá ofre.; ciendo al estudiante. Por estas razones debe conocer el es­ tado económico de su paciente para saber si su receta va a surtir el efecto deseado o sólo se va a quedar como papel escri­ to, aunque su contendio fuera muy sabio. CONSIDERACIONES FINALES SOBRELA ANAMNESIS: La existencia de servicios higiénicos básicos salta a la vista: es fundamen­ tal para el mantenimiento de su buena salud, y su falta puede explicar mucho del estado patológico del paciente, y por sencillo no vamos a insistir en ello. Las piezas de la habitación pueden tener espe­ cial significado en cuanto se refiere, por ejemplo: a la humedad, temperatura, aire ambiental, corrientes de viento, etc. que son los factores que inciden en la presenta­ ción y evolución de muchas enfermedades respiratorias (bronquitis, asma bronquial, neumonías, gripes frecuentes, sinusitis, etc.), o de las articulaciones, como la artritis reumatoidea, osteoartritis, etc. La presencia de animales domésticos, aparte de que pueden dar una idea del nivel higiénico en que vive el enfermo, puede explicar la presencia de muchas afecciones parasitarias como las pediculosis capitis y corporis, o hasta las infestacio­ nes intestinales por toxocara canis; y otras de otro tipo como las reacciones alérgicas a la lana de algunos animales. En fin, el conocimiento de la Historia Social del enfermo nos da mucho margen para conocerle mejor y para ofrecerle un trato más humano, para considerarle una persona y no un “caso” ; para procurarle me­ dios terapéuticos y diagnósticos ajustados a su realidad; para consejos especiales rela­ cionados con su enfermedad, y generales 1.— Luego de la lectura de toda esta parte del libro es muy probable que en Ud. haya quedado la inquietud de si todavía hay algo más qué preguntar. En efecto, nosotros le contestamos que sí; que hay mucho más. Por esto es que todos los semiólogos están de acuerdo en que la imam, nesis no se acaba de aprender nunca y que cada día pueden aparecer nuevas cosas que preguntar a los pacientes. Pero no se preo­ cupe mucho por ello, ya irá aprendiendo mu­ cho más, pero poco a poco; y si Ud. ya es capaz de hacer una anamnesis como la que le ha recomendado este texto, entonces ya puede estar seguro de que lo que falta le será mucho más accesible. f *i 2.— No se olvide, insistimos otra vez, que I la anamnesis especial de cada síntoma o sig- j no lo encuentra en el capítulo correspon- > diente. j 3.— Hasta ahora no hemos dicho que’ hay j que anotar en el expediente clínico, ni ¡ como hay que hacerlo. \ Pues bien, en primer lugar, Ud. sólo debe anotar los datos positivos. Es una lástima que las Historias Clínicas de los alum­ nos estén cuajadas de datos inútiles que lo único que hacen es quitar el tiempo y dificultar el análisis. En segundo lugar, el lenguaje que usa debe ser técnico-médico y el menos abundante posible, es decir, Ud. debe reportar mucha información en pocas palabras. 4.— Es muy conveniente, para facilitar el análisis, terminar con un resumen en el que -47 - w sólo constarán los datos útiles para el diag­ nóstico. Per° est0 supone ya una selección a luz de la Fisiopatologia y de la Semiolo­ gía, lo cual irá aprendiendo a lo largo del p erío d o lectivo correspondiente. 5 _ Es Ud. ya capaz de hacer una buena anamnesis en base a los objetivos propues­ tos en el “Plan para el aprendizaje de la Anamnesis”, de la pág. No. 4 ?. Si aun no es capaz, entonces regrese a la parte que le hace falta y perfecciónela ; y cada vez que quiera evaluarse así mismo, hágalo en relación a los objetivos. BIBLIOGRAFIA 1 — Bearn, A.G.: Errores innatos del m etabolis­ m o y enferm edades moleculares. E n Cé­ cil y Loeb. T ratado de Medicina Interna. Interam ericana, México 14a. ed., cap. 7. p.p. 25—3 0 ,1 9 7 7 . 2.— Bearn, A.G.: Análisis Genealógico de las enfermedades heredadas. E n Cécil y Loeb. Tratado de Medicina Interna. Inter america­ na, México, 14a. ed., cap. 6. p.p. 20—25, 1977. 3 .— Beutler, E.: Abnorm alities of the hexose m onophosfhate shunt. Semin. HematoL, 8: 311, 1971. 4.— Dixon, C.F., and Owen, H.W.: Cholelithiasis: Famillal disposition. Surg. Clin. N. Amer. 34: 1177—1183, 1952. 5.— Dolí, R., and Kellokk, T.D.: The separate inheritanee of gastric and duodenal ülcers. Ann. Eugen. (London), 18: 231—240, 1951. 6.— 7.— Falconer, S.D.: The inheritanee of liability to diseases w ith variable age of onset, w ith particular reference to diabetes mellitus. Ann. Hum. Genet. (Lond.), 31: 1—20, 1967. Friedm an, A.P., and M erritt, H.N.: Headche: Diagnosis and T reatm ent. Philadelphia, F.A. Davis, p. 717, 1962. 8.—' Friedm an, A.P.: Jaqueca. Clínicas Médicas de Norteam érica, Vol 3/1978, p.p. 497—509. 1978. 9.— Goldstein. S., Podolsky, S.: Factores ge­ néticos en la diabetes sacarina» Clínicas Mé­ dicas de Norteam érica, Vol. 4/1978, p.p. 6 5 5 -6 7 1 , 1978. 10.— Ham ilton, M., Pickering, G.W. y CoL: Clin. Se., 13: 273, 1954. 11.— Jackson, C.E., and Gay, B.C.: Inheritanee of gallblaadder disease. Surgery, 46: 85 3 857, 1959. 12.—• Jensen, K.G.: Peptic ulcer: Genetic and epidemiological aspeets based on tw in studies. Copeahagen, Munksgkard Forlog, 1972 13.— Krause, R.M.: Fiebre Reumática. Cécil y Loeb. T ratado de Medicina Interna. Interamericana, México, 14a. ed., cap. 191, p.p. 353—3 6 2 ,1 9 7 7 . 14.— Me. Connel, R.B.: The Genetics of Gastroin­ testinal Disocders. L oad on, Oxford XJniversity Press, 1966. 15.— Newmark, M.E., and Penry, J.K.: Photosensitivity and Epilepsy: A Review. New York, Raven Press, 1979. 16.— Penry, J.K ,. Poster, R .J.: Epilepsia: Meca­ nismos y tratam iento. Clínicas Médicas de Norteam érica. Vol 4/1979, p.p. 803—814, 1979. 17.— Pickering, G.W.: 4 6 7 ,1 1 5 3 ,1 9 5 5 . Ann, Int. Med., 43: 18.— SeegmiUer, J.E.: Diseases o f puriñe and pyrimidine metaholism. In Bondy, P.K., and Rosenberg, L.E. (eds.): D uncan'S Diseases y Metabolismo, 7 th. ed. Philadelphia, W.B. Saunders Company, 1974. 19.— Thomas, C.B. y Cohén, B.H.: Ann. Int. Med., 42: 90, 1955. 20.— Thomas, C.B.: Familial and epidemiological aspeets of coronary disease and hypertensión J. Chron. Dis. 7: 198, 1958. 21.— Wald, N.: Lesiones causadas por radiación. En Cécil y Loeb. T ratado de Medicina Interna. Interam ericana, México, 14a. ed., cap. 40. p.p. 79—86, 1971. 22.— Warkany. J.: Congenital Malformations. Chicago. Year Book Medical Publishers. 1971 -48- EXAMEN FISICO GENERAL 3 CUADRO n i PLAN GENERAL PARA EL APRENDIZAJE DEL EXAMEN FISICO 1.— Objetivos: Al término del proceso de enseñanza aprendizaje, el alumno de­ berá' ser capaz de: 1.1: Enumerar lo que hay qué examinar y describir cómo hacerlo, en rela­ ción a todos y cada uno de los sistemas, aparatos y órganos y refiriéndose a los cuatro tiempos clásicos del examen físico. 1.2: Examinar correctamente al paciente, de acuerdo con las técnicas acep­ tadas para cada uno de los cuatro tiempos clásicos. 1.3: Describir correctamente, usando terminología técnica, lo percibido en los tiempos clásicos del examen físico. 2.— Contenidos.— Corresponden al qué examinar y cómo examinar (Semiotecnia) Claro que también aquí, igual que en la anamnesis, el para qué examinar es la razón de ser de todo el estudio, pero para ésto se necesita el conocimiento de la Fisiopatología y la Semiología lo cual rebasa las intenciones de esta obra. Obviamente que para aclarar los conceptos, abundaremos en ejemplos en los cuales las disciplinas médicas antes anotadas se dejarán "entrever". 3 .- Metodología y Actividades.- Se recomienda: 3.1: Repetición individual del qué examinar y del cómo examinar (Soporte teórico) 3.2: Trabajando en gruposvolver a hacer lo de 3.1. 3.3: Practicar el cómo examinar, (La técnica del examen), en personas sanas; por ejemplo, en los propios compañeros, naturalmente lo que es posible. 3.4: Examinar a los enfermos. 3.5: Anotar en términos técnicos, sólo los datos positivos. 4.— Recursos: 4.1: Personas sanas dispuestas a dejarse examinar. 4.2: Enfermos portadores de la patología en cuestión. 4.3: Equipo médico necesario para cada caso. 4.4: Elementos audiovisuales. 4.5: Bibliografía. continúa.. - 4 9 - ..viene 5 .- Evaluación: Proponemos únicamente sugerencias para la Autoevaluadón del alumno, puesto que el respectivo profesor diseñará las pruebas que considere necesarias para evaluar a sus discípulos. El estudiante puede evaluarse a si mismo a la luz de los objetivos propuestos y ajustándose a las técnicas descritas en los contenidos. Si luego de autoevaluarse considera que aun no es capaz de realizar lo que los objetivos le han señala­ do, el único camino que le queda es repetir la experiencia de aprendizaje, pero tomando conciencia de todos y cada uno de los pasos que 1a técnica le ha da­ do. Tenga presente que para muchos aspectos del examen físico es necesario, que junto al conocimiento teórico, se desarróllen aptitudes psicomotrices y afectivas que le permitirán perfeccionar el método; pero esto no lo va a conse­ guir de la noche a la mañana, necesitará repetir varias veces y matizar el nuevo intentp con paciencia y constancia. Al final, Ud. podrá hacerlo, igual que ha podido cualquier otro médico. Sólo le pedimos tomar en cuenta que debe llegar a desarrollar BUENOS HABITOS de examen, para lo cual es indispen­ sable repetir las experiencias de aprendizaje una y otra vez y sin defectos. Nota: A lo largo de la descripción del examen físico, iremos precisando detalles del Plan para el Aprendizaje, adaptado a cada ckcunstancia. PRINCIPIOS G E N E R A L E S.- Una vez que hemos realizado la anamnesis debemos pasar a hacer*, el Examen Físico total del enfermo, para lo cual es recomendable ha­ cerlo región por región (cabeza, cuello, tórax, abdomen y miembros). Pero, como las visceras de muchos sistemas se encuen­ tran ubicados en diferentes regiones, es con­ veniente luego hacer el examen físico es­ pecial de todos los sistemas, deteniéndose 3 más en el que se supone es el afectado. Por esto es que nosotros describimos el examen físico de un sistema cuando llega­ mos a la región más representativa de dicho sistema. Por ejemplo: En el examen de tórax lo haremos también de los aparatos res­ piratorio y circulatorio; en el abdomen, lo haremos del aparato digestivo; etc. Por otra parte, creemos muy útil re­ cordar en cada sistema y aparato, la anam­ nesis especial de cada síntoma, y así lo ha­ remos según hemos venido anunciándolo antes. Con lo cual habremos integrado en una unidad funcional a los dos grandes tiempos del Examen Médico, es decir: la anamnesis y el examen físico. En relación al examen físico, nos atendremos a los cuatro tiempos clásicos, es decir: Inspección, Palpación, Percusión y Auscultación. J Pero antes de realizar el examen regio­ nal es indispensable tomar conciencia del Estado General del enfermo, examinando el Pulso, la Tensión Arterial, la Temperatura y el número de respiraciones, que son partes fundamentales de un examen completo, más todavía si se trata de un caso de urgencia en el cual, lo más importante, es la vida del paciente. Además debe determinar­ se también la Talla, el Peso, el Estado Cons­ titucional, que junto con lo anteriormente anotado entra en el Examen Físico General. -50- CAPITULO 7 EL PULSO Fig. DEFINICION: Es la sensación de expan­ sión de la arteria que se siente al presionarla ligeramente con los pulpejos de los dedos. QUE EXAMINAR: El médico debe ir más allá de la frecuencia y poner atención además en el ritmo, amplitud y en las ca­ racterísticas de la pared arterial. La frecuencia, es decir, el.número de latidos que- percibe en un minuto, y que normal­ mente varía entre 60 y 100. El ritmo, o sea, el espacio de tiempo que separa un latido de otro. Normalmente es regular. Fig. 7-1. La amplitud, es la magnitud y fuerza con que se expande la pared arterial. Si bien gráficamente es fácil identificar muchas va­ riaciones de lo normal, sin embargo, la 7-1 Pulso de ritm o regular amplitud normal sólo se la reconoce después de palpar a varias personas normales, y su apreciación es subjetiva. Las características de la pared arterial, es decir, su consistencia y regularidad. Normal­ mente son de consistencia elástica y sin irre­ gularidades ni en su forma ni consistencia, en las personas jóvenes y en los niños. COMO EXAMINAR.— La técnica clásica puede observarse en la Fig. 7-2. Sin embargo, debe tomarse en cuenta que la palpación adecuada es suave y con los tres dedos me­ dios simultáneamente; esto permite además reconocer como recorre el pulso desde el dedo que está en situación proximal y el distal, es decir, sirve para detectar la velo­ cidad del pulso. CUADRO IV PLAN PARA EL APRENDIZAJE DEL PULSO 1.— Objetivos: Luego del estudio, el alumno deberá ser capaz de: 1.1: Enumerar lo que hay qué examinar en el pulso. 1.2: Palpar los latidos en las arterias superficiales del cuerpo. 1.3: Describir las características encontradas. 1.4: Interpretar los datos obtenidos. 2.— Contenidos: Corresponde a lo que hay que examinar y al cómo hacerlo. Para interpretar los datos acudiremos a las variaciones más frecuentes. 3 .- Actividades: Examinar el pulso en personas sanas y enfermas, aplicando las técnicas adecuadas. 4.— Recursos: Personas sanas y enfermas. -5 1 - Aunque el sitio más usado es el de la arteria radial (Pulso radial), sin embargo, se debe examinar también el pulso carotideo, femoral, poplíteo, tibial posterior y pedio, de acuerdo a lo que nos enseña la Fig. 7-3. Claro que si Ud. quiere puede buscarlos tam­ bién en la temporal, facial, subclavia, hu­ meral, etc., pero los más estudiados son los anotados en primer lugar. Además siempre debe examinarse el pulso en las arterias si­ métricas con el objeto de establecer si hay o no diferencias que a la hora del análisis pueden ser muy valiosas. Desde ahora queremos hacer notar que alguna vez el examinador puede percibir sus propios latidos y atribuirlos al paciente; pa­ ra diferenciarlos debe, con la otra mano, examinar su propio latido radial. Este fenó­ meno puede observarse cuando el latido del examinado no es muy accesible por el gro­ sor de las paredes que cubren a la arteria, o porque es muy débil, según veremos más adelante. Si se tie­ ne en cuenta que el pulso se debe a las on­ das sonoras producidas por el choque de la sangre que sale del ventrículo izquierdo con­ tra la que ya estaba antes en la aorta y trans­ mitidas por ésta a lo largo de sus paredes, (13) se comprenderá que en el pulso intervienen varios factores, a saber: el corazón, e | vo­ lumen sanguíneo y las condiciones de la paVARIACIONES MAS FRECUENTES.- Fig. 7-3 Toma del pulso: A )'C arotideo. B) Poplíteo. C) Pedio -52red arterial.' Cualquier variación en la fisio­ logía de estos factores es capaz de modificar las características del pulso. Frecuencia.— Depende de la contracción ventricular y casi siempre es igual a la del corazón, excepto en aquellos casos de arrit­ mia con contracciones ventriculares debiles que no alcanzan a expulsar su contenido, como en la Fibrilación Auricular. (6). Su aumento, cuando es más de 100 se llama taquiesfigmia, y su disminución, bradiesfigmia. Las causas que las determinan están íntimamente ligadas a la taquicardia y a la bradicardia respectivamente, y a ellas nos referiremos en el capítulo correspon­ diente al corazón. Sin embargo, desde hoy anotaremos algunos ejemplos clásicos causan­ tes de taquiesfigmia, como las emociones, el ejercicio y en general todas las hipersimpaticotonías; en la mayoría de las fiebres, en las anemias agudas y durante la inspiración. Suelen ser causa de bradiesfigmia (7): el re­ poso, los bloqueos cardíacos, la hiperestimulación del Vago, la Hipertensión endocraneal, la espiración. Ritmo.— Igual que la frecuencia, depende totalmente del corazón, al cual suele seguir en sus variaciones, y por eso lo estudiaremos con detalle en el capítulo de las arritmias. Sin embargo, hoy señalaremos que el pulso irregular más frecuente-es el de Fibrilación Auricular (8) en la que es completamente arrítmico, Fig. 74, y que el estudiante lo puede reconocer fácilmente. Otra arritmia frecuente es la producida por los extrasístoles, o contracciones prematuras, Fig. 7-5, en las que a un latido normal le sigue luego de breve pausa, un latido, prematuro, luego una pausa más prolongada (pausa compensa­ dora) y por último un latido^eijéraco. La figura nos demuestra que laLsúifl4 de las dos pausas es igual & 405 pausas normales, es decir, que entre^M t*> w 0tt§pr latidos existe la misma diferencia de tiempo que entre el primero y tercer latidos normales. Otra arritmia frecuente en los enfermos que están tomando demasiado digital es el del pulso bigeminado (10, 14), Fig. 7-6, en el cual se suceden dos latidos seguidos, luego una pausa larga y otra vez dos latidos segui­ dos. Amplitud.— Depende de la magnitud de la tensión arterial diferencial (9). Por esto es que en la insuficiencia aórtica suele ser muy amplio (2), Fig. 7-7, mientras que en la estenosis aórtica es de amplitud reducida Fig. Fig. 7-7 7-6 Pulso bigeminado Pulso amplio o de Corrigan en la Insu­ ficiencia Aórtica -53 - (3 11, 15); igual que en la estenosis mitral T a m b ié n se palpan pulsos amplios en todos los casos de eretismo cardiovascular, com o en la hipertensión arterial sistólica, en el hipertiroidismo, en la anemia y en las em o cio n es. Disminuciones notables se obser­ van en el shock, en las hipovolemias. Características de la pared arterial: lo más frecuente dentro de la patología es observar una pared arterial dura, sinuosa e irregular en la arterioesclerosis (12) y en la hipertensión arterial esencial, que muchas veces van asociadas; en algunas ocasiones, la dureza del pulso depende más del aumento de la T.A. que de las características de la pared. (1,4). Muchos otros cambios de las caracte­ rísticas del pulso, iremos conociéndoles a lo largo del texto. ( 5). B IB L IO G R A F IA 1.— Bello, C.T., Sevy, R.W., y Harakal, C.: Verying hem odynam ic pattem s in esentia] hypertension. Am. J.M. Se. 250: 2 4 ,1 9 6 5 . 2.— Corrigan, D.J.: 1832. 3.— Epstein, E.J., Oriley, J.M., Raferty, E.B., Humphries, J.O . y Ross, R.S.: Cineradiographic studies of the early sistolic click in aortic valve stenosis. Circulation, 31: 842, 1965. 4.— Finkielm an, S-, Worcei, M. y Agrest, A.: Hem odynam ic pattem s in esential hiperten­ sión. Circulation, 31: 356, 1965. 5.— Friedberg, Ch.K.: Enferm edades del cora­ zón. Interam ericana, México 3a. ed. cap. 27, p.p. 949, 1969. 6.— Friedberg, Ch.K.: Enferm edades del cora­ zón. Interam ericana, México. Tercera ed. p.p. 494, 1969. 7.— Friedberg, Ch.K.: Enferm edades del cora­ zón. Interam ericana, México. Tercera ed., p.p. 4 4 3 ,1 9 6 9 . 8.— Friedberg, Ch.K.: Enfermedades del cora­ zón. Interam ericana, México. Tercera ed. p.p. 448, 1969. 9.— G uyton, A.C.: T ratado de Fisiología Médica. Interam ericana, Madrid. 5a. ed. cap. 19, p.p. 240, 1977. 10.— Moe, G.K. y Méndez, R .: 729, 1951. Circulation, 4: 11.— Robinson, B.: The carotid pulse. I. Diag­ nosis of aorticstenosis by extem al recording. Brit. H eart J „ 25: 5 1 ,1 9 6 3 . 12.— Robins, S.L.: Patología estructural y fun­ cional. Interamericana, México la . Ed. 3a. reim presión, cap. 15, p.p. 568, 1977. 13.— Segatore, L., y Poli Gianangelo. Diccio­ nario m édico Teide. p.p. 1 0 4 6 ,1 9 7 6 . 14.— Vassalle, M., Karis, J., y Hoffm an, B.F.: Xoxic effects of ouabain on Purkinje fibers and ventriculare muscle fibers. Am.J. Physiol, 203: 4 3 3 ,1 9 6 2 . 15.— Weissler, A.M., Peeler, R.G., y Roehl, W B., Jr.: Relationships betw een left ventricular ejection tim e, stroke volume, and heart rate in norm al individuáis and patiens with Cardiovascualr disease. Am. Heart J „ 62: 367, 1961. CAPITULO 8 LA T E N SIO N A R T E R IA L (T .A .) Edinburgh M.J., 37: 225, DEFINICION: La Fisiología nos dice que la Tensión Arterial es la consecuencia de la fuerza ejercida por la sangre contra cualquier área de la pared vascular. Cuando .decimos que la presión en un vaso es de 50 mm. de Hg., ello significa que la fuerza ejercida bastaría para elevar una columna standar de mercurio a 50 mm.; si la presión fuera de 100 m.m. Hg., bastaría para elevar la colum­ na de mercurio a 100 m.m. (Guyton). FACTORES QUE DETERMINAN LA T.A.: Es indispensable tenerlos presentes para poder explicar su comportamiento fisiológi­ co y sus modificaciones fisiopatológicas. Sabemos por la Fisiología, que la T. A. es el producto del Gasto Cardíaco por la Re­ sistencia Periférica: -5 4 - CUADRO V PLAN PARA EL APRENDIZAJE DE LA T.A. 1.— Objetivos: Al término del proceso de enseñanza-aprendizaje, el estudiante deberá ser capaz de: 1.1: Definir lo que es la T.A. 1.2: Enumerar los factores que determinan la T.A. 1.3: Describk las técnicas más usadas en clínica, para tomar la T.A 1.4: Tomar la T.A. en miembros superiores e inferiores. 1.5: Reconocer si las cifras encontradas corresponden a un estado de Normotensión, Hipertensión o Hipotensión Arterial. 2.— Contenidos: Corresponden al qué examinar y al cómo examinar. Sobre el para qué examinar (Variaciones patológicas de la T.A.), daremos por el mo­ mento sólo unos ejemplos, luego, en el capítulo del aparato Cardiovascular se completará el estudio. 3.— Metodologíay Actividades.— 3.1.: Repetir varias veces la definición, los factores que la determinan y ¡as téc­ nicas para tomar la Tensión Arterial. 3.2: Tomar la T.A. en personas sanas de diferente edad, en los miembros su­ periores e inferiores, en reposo y en ejercicio, acostadas, sentadas y de pie. 3.3: Tomar la T.A. en personas con patología de la T.A. y del ritmo cardiaco 3.4: Interpretar las cifras encontradas. 4.— Recursos: 4.1: Tensiómetro. 4.2: Fonendoscopio. 4.3: Personas sanas y enfermas. 4.4: Bibliografía. T. A. = GC x R.P. Pues bien, todo lo que haga variar cualquiera de los factores del segundo miem­ bro de la ecuación, modificará las cifras de la T.A. Si se tiene en cuenta que el gasto cardíaco es el producto del volumen sistólico por la frecuencia cardíaca (GC — VS x FC), entonces se comprenderá que el corazón es uno de los responsables fundamentales. Por otra parte, en la resistencia periférica inter- -55- vienen diversos factores, como: el estado de constricción o dilatación de los vasos arte­ riales y el grosor y elasticidad de sus paredes; el volumen sanguíneo circulante y la visco­ sidad de la sangre. En consecuencia, cuan­ do tomamos la T.A., estamos efectuando un examen que se constituye en una especie de síntesis del estado funcional del aparato cardiovascular, puesto que la T.A. máxima nos habla de la intervención del corazón, y la T.A. mínima nos refleja el estado de la resistencia periférica. QUE EXAMINAR: Para tomar la T.A., el médico debe tener la suficiente información teórica sobre ef significado de las cifras de la T.A. y de sus variaciones fisiológicas y pa­ tológicas, con el objeto de que pueda dife­ renciarlas unas de otras y evitar de esta ma­ nera falsas interpretaciones que puedan lle­ var a conclusiones equivocadas. La T.A. normal: no existe un acuerdo general sobre las cifras normales de la T.A. en el adulto, pero desde un punto de vista práctico es bueno tener las cifras de 110/70 como normales, y que todo lo que está encima de 140/90 ya es patológico, en los niños suele encontrarse tensiones arterialesmás bajas, pero ya a los 12 años alcanzan las del adulto. La regla antigua de que la T.A. normal de una persona es igual a 100 + su edad, debe desecharse, pues muchas personas normales, aún de más de 70 años, tienen tensiones inferiores a 140/90. Las tensiones registradas en los dos brazos o las dos piernas suelen ser iguales entre los miembros simétricos o las diferen­ cias no deben sobrepasar de 20 m.m. Hg., para la sistólica y 10 m.m. Hg., para la diastólica (3). En los miembros inferiores suelen ser ligeramente más alta que en los superiores, pero debido al grosor de las partes blandas. Las emociones y el esfuerzo físico ha­ cen subir especialmente la sistólica. (2) Es más baja en la mañana, antes de levantarse; en el decúbito dorsal y en el reposo en gene­ ral. Sube de 10 a 20 m.m. Hg., en la po­ sición sentada y de pie. Las variaciones fi­ siológicas de la diastólica suelen seguir de manera más o menos proporcional a la sistó­ lica, de manera que la T.A. diferencial mantiene también variaciones escasas. Moos (6), sostiene que mientras el frío hace bajar la T. A. el calor la hace subir. Una forma de demostrar la influencia de las cargas emocionales sobre la tensión arterial es sometiéndole al examinado a un estimulo psicógeno, por ejemplo, anuncián­ dole de pronto que se le va a poner una inyección. Naturalmente, el control de la T.A. se hará ajites y después del estímulo, incluso 3 - 5 y 10 minutos después. El re­ sultado constatable es que luego del estí­ mulo la cifra sube más o menos unos 30 mm de Hg., y si se demora más de 10 minutos en volver a la cifra basal, se puede conside­ rar que el paciente es un hiperreactor (9). Los estudios de Naugthton, han per­ mitido establecer una relación directa'entre el esfuerzo físico y elaumento de la T.A.; en efecto, afirma que por cada unidad metabólica (MET), en la prueba de esfuerzo graduada, debe subir la sistólica en 15 mm. de Hg., pero que no debe subir la diastólica. En caso de que la sistólica subiera más de lo anotado o subiera la diastólica se trataría de un hipertenso reactivo, es decir, de un can­ didato a ser un hipertenso definitivo. Debe tenerse presente que luego de unos 10 mi­ nutos de realizado el esfuerzo, la T.A., pue­ de bajar a cifras inferiores a las registradas antes de él; por ejemplo: Presión basal: 120/90; Presión después de 4 Mets. de carga: 180/90; Presión después de 10 minutos de reposo: 110/70. -56En todo caso, se debe establecer que la T.A., de una persona jamás es fija y que está variando en todo momento. De hecho, en el momento del examen médico, por efecto de la emoción, puede ser más alta, por lo que debe registrarse al comienzo y fin de la Consulta Médica. Las causas que modifican patológica­ mente la T.A., serán estudiadas en el aparato Cardiovascular. COMO EXAMINAR: Según las recomenda­ ciones de la American Heart Association, la T.A. debe ser examinada preferiblemente en condiciones basales, es decir: en ayunas, antes de levantarse y, naturalmente, en de­ cúbito dorsal. Si este no es el caso, se pue­ de tomar en posición sentada y de pie, pero siempre luego de un período de reposo emocional y físico. Las Figs. Nros. 8-1, nos relevan de describir verbalmente la po­ sición del paciente y del médico para tomar la T.A. Los tensiómetros de mercurio y los aneroides vienen acoplados a un brazalete de dimensiones standarizadas para el uso en á adultos y niños; mientras que para la toma | en los miembros inferiores de los adultos se recomiendan que sean de dimensiones ma­ yores. (Ver cuadro No. 8-1). Antes había­ mos anotado que el grosor de las partes blandas que cubren a la arteria pueden ha­ cer subir falsamente la cifra de la T A ., por esto es que en las personas obesas debe usar­ se un brazalete más ancho y largo (5, 7, 8). Los miembros superiores e inferiores infiltrados con edema dan cifras más altas. El brazalete se colocará de tal manera que la porción que se infla cubra perfecta­ mente a la arteria sobre la que se va a rea­ lizar la medición y luego debe ser bien sujeto por la porción de tela que no se infla. El acoplamiento al miembro del paciente debe ser correcto, sin prendas de vestir in­ termedias, y no debe hacer arrugas. Cuando se va a tomar en el brazo se debe colocar so­ bre la arteria humeral, pero a unos cuatro centímetros por encima del pliegue del codo. Para el miembro inferior se puede co­ locar sobre el tercio inferior del muslo o de la pierna Fig. No. 8-2. CUADRO No. 8-1 DIMENSIONES RECOMENDADAS DEL BRAZALETE (*) Edad en aftos Largo Ancho Menor de 5 años 5 centímetros Mitad de la circunferen­ cia del miembro en que se toma. 5 — 8 años 7 centímetros Idem. 8 -1 4 años 9,5 centímetros Idem. Adultos normales 12 centímetros. 23 centímetros Obesos 14 centímetros 35 centímetros (*) De acuerdo con la American Heart Association. -57 - Fig. 8-2 Toma de la tensión arterial en los miembros inferiores. Un requisito indispensable,, que el es­ tudiante suele descuidarlo, es el de palpar previamente la arteria sobre la cual se va a colocar la membrana del estetoscopio que permitirá oír los latidos arteriales cuando se usa el método ausculatorio o, por lo me­ nos, determinar la T.A. sistólica por el mé­ todo palpatorio. Fig. 8-1 Diferentes posiciones del paciente pa­ ra la toma de la tensión arterial. METODO AUSCULTATORIO: Una vez cum­ plidos los pasos anteriores, se colocará el estetoscopio sobre la arteria palpada y lue­ go se insuflará el brazalete hasta que la columna de mercurio o la aguja del tensiómetro aneroide hayan llegado lo más alto posible; también es recomendable insuflar hasta cuando desaparece el pulso que se palpa simultáneamente; se deja entonces escapar el aire poco a poco, de manera que el descenso de la columna de mercurio no sea Más de 5 m.m. por vez, mientras se -5 8 - pone atención en los ruidos que pudieran escucharse. Los verdaderos latidos arteriales no aparecerán sino en el momento en que la Tensión Arterial logre vencer a la presión del brazalete, momento en que se marcará la T.A. sistólica. Antes es muy probable que escu­ che ruidos parásitos producidos por el afloja­ miento del brazalete o del roce del estetos­ copio con la piel o los vestidos. Korotkoff, 1905, describió los ruidos que se auscultan mientras se descomprime la arteria, y los dividió en cinco fases, Fig. No. 8-3: Luego del silencio inicial o de los ruidos parásitos, se inicia la fase 1, en la que se oye francos, pero débiles latidos arte­ riales; en la fase 2, los ruidos son más inten­ sos; en la fase 3, los ruidos pueden semejarse a soplos o estar substituidos por un silencio; en la fase 4, los ruidos de latido vuelven a ser intensos; y finalmente la fase 5 se inicia cuando los ruidos disminuyen francamente de intensidad, pero se puede seguir oyéndo­ los durante un corto tiempo en que desapa­ recen. La T.A. sistólica se marca al comienzo de la fase 1, y la diastólica al final de la quinta. (Steele). En la insuficiencia aórtica, en que los latidos pueden oirse hasta cero, es convenien­ te marcar la diastólica al momento en que se inicia y termina la quinta fase, por ejem­ plo 160/60 — 0. Algo semejante puede ser necesario en la Persistencia del Conducto Arterioso (PCA), Hipertiroidismo, fiebre y embarazo en que aumenta la velocidad cir­ culatoria y la volemia. En algunas personas la tercera fase puede no presentarse como soplos sino como latidos, lo cual no es motivo de dificultad para la interpretación correcta; mas otras ocasiones puede no oirse absolutamente ningún ruido, es decir, hay un silencio, para luego de él reaparecer los latidos que ya UOi lid------------------------------------------K t jUU» ?0N0£ DEBILES HlillÉll tonos fuertes ;ílij!;l;l soplos Fig. 8-3 Escala de Korotkoff corresponden a la cuarta fase. Este cambio se lo debe tener en cuenta puesto que mu­ chos estudiantes suelen confundirlo con el silencio final de la escala de Korotkoff, y marcar la T.A. diastólica muy arriba. Con el objeto de volver más audibles los fenómenos acústicos de la escala de Korotkoff, se aconseja realizar las siguientes maniobras: 1.— Elevar el brazo en el que se va a tomar la presión arterial. Poner el brazalete del tensiómetro. 2 .que que jeto Insuflar rápidamente (lo más pronto se pueda) hasta una cifra que se estime es superior a la presión arterial del su­ en estudi-o. 3.— Una vez insuflado el mango, se ordena al paciente que abra y cierre los dedos de la mano del miembro examinado. Debe hacer los movimientos haciendo un poco de fuerza. 4 .- Se baja el brazo a nivel del corazón y se toma la presión arterial con el método auscultatorio, desinsuflando el mango con lenti­ tud. Se puede aumentar la velocidad de la descompresión, si la frecuencia es elevada (taquicardia). Se desinsuflará con mayor len­ titud, si la frecuencia es baja (bradicardia) o si hay arritmias con déficit del pulso. METODO PALPATORIO: Sirve únicamente pa­ ra el registro de la T.A. sistólica. Es muy útil en los casos en que por cualquier razón no es posible utilizar el estetoscopio, pero no es posible con ella determinar la T.A. diastólica. La técnica de colocación del brazalete del tensiómetro es la misma que para el método auscultatorio, y una vez palpada la arteria, se insufla lo más posible, de tal ma­ nera que desaparece el latido arterial; luego se va dejando escapar el aire lentamente, has­ ta que en un momento determinado se vuel­ ve a sentir los latidos; en este instante se re­ gistra la TA. sistólica. Ordinariamente el método auscultato­ rio permite la detección de la T.A. sistólica unos 10 a 15 m.m. Hg., antes que el palpatorio; sin embargo, cuando el caso es inverso, se debe marcar la cifra de la T.A. sistólica en lo que determina el método palpatorio. De paso recordemos que la T.A. dife­ rencial es aquella que se encuentra restando la mínima de la máxima. Aumenta porque sube sólo la máxima o porque baja sólo la mínima o porque sucede ambas cosas a la vez. Se acorta cuando baja solo la máxima, cuando sube sólo la mínima, y cuando suce­ de ambas cosas, según veremos más adelante. METODO VISUAL.- (Del cambio de color). Este es un método que tiene vigencia para tomar la presión en lactantes y en general en niños de corta edad en los que se dificulta la toma de presión por otros métodos: 1.— Se pone el manguito en una de las extremidades, cerca de la muñeca, si es el miembro superior; cerca del tobillo, si es el miembro inferior. 2 .- Se vacía de sangre la extremidad que queda libre por debajo del manguito, desde la punta de los dedos hacia arriba, mediante una venda elástica. 3.— Se insufla el mango por sobre la cifra de presión que se estima. 4 .- Se libera el vendaje de la extremidad, la cual queda pálida por estar exangüe. 5.— Se va soltando la presión y se observa el cambio de color. Cuando hay un cambio neto del pálido al rosado o rojo, se trata de la cifra que hay que tomar en cuenta como Presión Media. La velocidad a la que se debe desinsuflar el manguito es de 5 mm. por se­ gundo. Este método exige por lo menos dos observadores: uno para ejecutar las manio­ bras, el otro para observar el cambio de coloración. OTROS METODOS.- El método directo que se realiza puncionando una arteria y conec­ tando la aguja o el cate'ter que la substituye al manómetro de Hamilton, o al Estrain Gauge, permite la medición exacta de la T.A., pero su uso no es para la clínica si­ no para los estudios hemodinámicos especia­ les, razón por la que nosotros sólo lo men­ cionamos. Pero sí nos detenemos para decir que, aparte de permitir la medición de la T.A. sistólica, diastólica y diferencial, sirve fundamentalmente para el control de la T.A. media, que no debe ser confundida con la anterior. Sucede, que durante un ciclo car­ díaco, la T.A. está variando permanentemen­ te; pues bien, la T.A. media, es justamente la media de todas las tensiones arteriales habidas durante un ciclo cardíaco. La Fig. No. 8-4, nos muestra las curvas de la T.A. media. Depende del grado de la resistencia periférica y ésta a su vez del estado de lasarterias especialmente, razón por la cual al producirse un estado de constricción arte­ rial sube la T.A. Me,, y la diferencial, mien- -60que tomar en cuenta que en esta lesión valvu­ lar la T.A. diferencial siempre es amplia, ma­ yor que la normal. (4) Fig. 8-4 Curva de la Tensión Arterial Media tras que la vasodilatación las hace disminuir. Por último, los modernos equipos de monitoreo permanente de la T.A., substitu­ yen el estetoscopio por señales acústicas u ópticas y son utilizados en las unidades de terapia intensiva, en salas de operaciones, etc. En el pulso alternante, Fig. No. 8-5, o sea cuando el latido fuerte alterna con uno débil, es posible que se oigan sólo los latidos fuertes, lo que hace que se reduzcan a la mitad la cantidad de latidos auscultables (3). En todo caso, cuando ya se llega a la 4ta. fa­ se de la escala de Korotkoff, pueden aparecer auscultatoriamente los latidos débiles y facili­ tar el control de la T.A. En el bigeminismo, o sea cuando un la­ tido normal va seguido de un extrasístole, puede suceder lo- mismo que en el pul­ so alternante, correspondiendo el iatido fuer­ te al normal post. extrasistólico (3). MEDIDA DE LA T.A. EN LAS ARRITMIAS.— Aunque las arritmias serán estudiadas en el capítulo de la Cardiología, sin embargo, hoy señalaremos algunas particularidades que pue­ den constituir para el principiante un moti­ vo de dificultad para precisar las cifras, así: En la fibrilación auricular, en la que el pulso arterial es completamente arrítmico, es posible que antes de entrar directamente en la primera fase de la escala de Korotkoff, ya se escuche algún latido, pero éste debe ser desechado y se debe esperar que los latidos sean continuos para fijar la T.A. sistólica. Un fenómeno semejante puede dar­ se al llegar a la diastólica, por lo que debe esperarse a escuchar varios ruidos disminui­ dos de intensidad para registrarla. En la insuficiencia aórtica, alguna vez puede ser difícil precisar la T.A. mínima, porque los latidos arteriales pueden con­ tinuar oyéndose hasta cero. Sin embargo, en estos casos hay que poner más atención para distinguir el momento en que la inten­ sidad del latido disminuye. En todo caso hay Fig. 8-5 Pulso alternante PARA QUE EXAMINAR LA T.Á..- Una vez to­ mada la T.A. queda por determinar si se trata de una hipertensión o de una hipoten­ sión o de una Normotensión. Para esto tene­ mos que comparar las cifras del paciente con las reconocidas como anormales que hemos anotado antes. Pero luego viene necesaria­ mente la pregunta, por qué este cambio pato­ lógico? , es decir, entramos en el campo de la Fisiopatología, la Semiología y la Etiología. Nos referiremos a algo de esto en el capítulo de Cardiología. BIBLIOGRAFIA 1.— Bordley, J., III, Conor, C.A.R. y Col.: Circulation, 4: 503, 1951. -6 1 - " __ *’ 3 __ 4_ 5_ Boskis, B., Lerman, J., Perosio A., Scattini, M.— Manuel de Ergometría y Rehabilita­ ción en Cardiología. E.C.T.A., Buenos Aires, 1974. Carral, R.: Semiología Cardiovascular. Interamericana, México. 5a. ed., cap. 7. p.p. 195. 1964. F r ie d b e rg , Ch. F.— Enfermedades del cora­ zón. Interamericana, México 3a. Ed., cap. 28 p.p. 1005, 1969. Karvonen, M.J., Teliovuo, L.J. y Jarvinen, Sphygmomanometer cuff size and the accuracy of indirect measurement of blood pressure. Am. J. Cardiol., 13: 688, 1964. E .J .K .: 6— Moss, A.: Métodos indirectos para medir la presión arterial. Clínicas Pediátricas de Nor­ teamérica. 1, 3, 1978. Ragan, C., y Bordley, J.; Bull. John Hopkins Hosp. 60.: 504, 1941. 8.— 9.— Simpson, J.A., Jamieson, G., Dickhaus, D.W. y Grover, R.F.: Effeet of size of cuff bladder on accuracy of measurement of indirect bood pressure. Am. Heart J., 70: 208,1965. Zelenin.- El temple del corazón. Ediciones en lengua extranjera, Moscú. 1969. CAPITULO 9 - LA TEMPERATURA - LA FIEBRE - LA FRECUENCIA RESPIRATORIA La temperatura se refiere al calor del cuerpo humano medible por diferentes ti­ pos de termómetros clínicos, y de enorme aplicación en la práctica de la medicina. RECUENTO FISIOLOGICO.- 1 .- PRO­ DUCCION: El calor del cuerpo humano es el producto del que se genera en su interior por efecto del metabolismo de los Hidratos de Carbono, Grasas y Proteínas, pero especial­ mente de los dos primeros que producen 4 y 9 calorías, respectivamente. Las reacciones exotérmicas que le dan origen se hacen en todas las células del organismo, a nivel de sus mitocondrias, pero especialmente en el hígado y en los músculos. (9, 12)ES en definitiva producto de la respiración celular en la que toman parte el 02 como “combu­ rente” y los alimentos energéticos como “combustibles”, dando como resultado ener­ gía, y parte de ella manifestada como ca­ lor. Pero el calor se genera permanente­ mente puesto que las reacciones quími­ cas que le dan origen también son per­ manentes ya que son inherentes a la propia vida; y si el calor producido no se despren­ diera al exterior del organismo, entonces se acumularía en el interior del cuerpo y su temperatura subiría hasta niveles incompati­ bles con la vida. 2.— ELIMINACION: Pero el ser humano mantiene una temperatura casi estable y sus variaciones son poco significativas en condi­ ciones normales, lo cual garantiza una tem­ peratura óptima para el funcionamiento de todas sus células. Esto lo hace gracias a un conjunto de factores que intervienen en la dispersión del calor producido y que los va­ mos a enumerar a continuación: 2.1: La sangre, que permite la difusión del calor, distribuyéndole por todo el cuerpo, sin embargo de lo cual, la temperatura no es uniforme en todos los órganos. De hecho son más calientes el hígado, los músculos, y las estructuras internas en general, en rela­ ción a los tejidos superficiales (7). 2.2: La piel, que es probablemente el emuntorio más importante del calor, al permitir que éste se pierda en el exterior por irra­ diación, conducción, convección, transpira­ ción y sudoración. (2). 2.3: Pulmones, que durante la espiración permiten la expulsión de vapor de agua, 2.4: Riñones, que eliminan calor con la orina, y i -62 - CUADRO VI PLAN PARA EL APRENDIZAJE DE LA TEMPERATURA 1.— Objetivos.— Al término del proceso de enseñanza-aprendizaje, el estudian­ te deberá ser capaz de: 1.1: Repetir lo que es la temperatura corporal. 1.2: Enumerar los factores que intervienen en la determinación de la temperatura-normal. 1.3: Enumerar los factores que pueden modificar patológicamente la tem­ peratura corporal. 1.4: Hacer una buena anamnesis de la Fiebre y de la Hipotermia. 1.5: Tomar la temperatura usando los métodos clásicos. 1.6: Interpretar los resultados de la temperatura encontrada. 1.7: Reconocer algunas curvas térmicas. 2.— Contenidos.— Corresponden al qué examinar, cómo examinar y para qué examinar, en base a un pequeño recuento fisiológico y fisiopatológico. 3 .- Metodología y Actividades.— 3.1: Repetir varias veces lo que es y cuáles son los factores que intervienen en la temperatura corporal. 3.2: Repetir varias veces los factores que intervienen en la producción de la Hipertermia. 3.3: Hacer la anamnesis de la fiebre a los pacientes. 3.4: Tomar la temperatura a varias personas sanas y enfermas. 3.5: Anotar la temperatura en Jas hojas correspondientes del expediente clínico. 3.6: Analizar e interpretar diferentes curvas térmicas. 4.— Recursos.— 4.1: Personas sanas. 4.2: Enfermos febriles. 4.3: Termómetros bucales y rectales, y medios de desinfección. 4.4: Bibliografía. 2.5: Intestino, que elimina calor con las heces fecales. 3. - REGULACION.- Pero el equilibrio en­ tre la producción y la eliminación se hace gracias a diversos mecanismos que también los vamos a enumerar. Ante todo tengamos en cuenta que si la producción superara a la eliminación, la temperatura subiría por encima de lo nor­ mal; si la eliminación fuera mayor que la producción, la temperatura corporal descen­ dería. Ambas circunstancias son capaces de producir trastornos funcionales y orgánicos. 3.1: Sistema Nervioso Central: (8) A ni­ vel del Hipotálajmo, según Myers, se encuen­ tra el termostato del organismo, compuesto por el centro del calor y el centro del frío. El centro del calor, estimula la genera­ ción del calor, se activa al disminuir el calor corporal, y restringe la acción de los factores termodifusores. El centro del frío, que esti­ mula la pérdida del calor, se activa al aumen­ tar la cantidad de calor corporal y deprime la termogénesis. 3.2: Sistema Nervioso Neurovegetativo: (7) Las órdenes impartidas por los centros son transmitidas a los órganos efectores por el Sistema Nervioso Neurovegetativo, que ac­ tuando sobre los mecanismos difusores de­ termina el comportamiento regulador, así: Cuando hay exceso de calor, produce vasodilatación periférica lo cual permite que llegue mayor cantidad de sangre a la piel y ésta determine eliminación de calor por los mecanismos antes anotados. De allí que en estas circunstancias, la piel se muestra calien­ te, rubicunda, húmeda y sudorosa. Los pulmones aumentan la ventilación que hace que se pierda mayor cantidad de agua. Cuando hay disminución de calor o exposición al frío, (14) se produce en cam­ bio, vasoconstricción periférica intensa lo que hace disminuir el flujo sanguíneo por la piel para evitar la pérdida. Esto explica que en estas circunstancias, la piel esté fría, pálida seca, y aun pueda presentar por la acción simpática erección de los vellos corporales. Además disminuye la ventilación pulmonar. QUE EXAMINAR.- Obviamente, la tempe­ ratura corporal en los lugares accesibles co­ mo son: la boca, el recto y las axilas más frecuentemente; ocasionalmente en la vagina, el conducto auditivo externo, el pliegue in­ guinal y la piel. De este examen se .podrá determinar si se trata de una temperatura normal o anormal. TEMPERATURA NORMAL.- El cuadro No. 9-1, nos señala las cifras medias de las tempe­ raturas más usadas. Como puede observarse, las tempera­ turas normales más altas suelen registrarse a la tarde, pero también después del ejercicio CUADRO No. 9-1 TEMPERATURAS MEDIAS NORMALES °C. HORA 8 h 18 h AXILA BOCA RECTO 36,6 36,8 37,2 37 37,3 37,5 - 6 4 - físico,(5, 12) de la digestión, de las emocio­ nes intensas, del trabajo de parto, durante la segunda mitad del ciclo menstrual. En los niños es algo más alta que en los adultos, y en éstos que en los viejos. Nótese además que, entre la axila y el recto hay 0,5°C.de diferencia aproximadamente y que en la bo­ ca es mayor que en la axila, pero menos que en el recto. La temperatura en el pliegue inguinal es más o menos igual que en la axila; la de la vagina suele ser de 38°C, es decir, más alta que en el recto. Se considera que la del fon­ do del conducto auditivo externo es la más estable. La de la piel varía de acuerdo con la región. En todo caso, como ninguna de és­ tas es de frecuente aplicación, nosotros sola­ mente las nombramos. HIPERTERMIA.— Se llama Hipertermia a to­ do aumento de la temperatura corporal que supera las cifras normales, y puede ser pro­ ducida por la Fiebre o por causas externas que determinan la Hipertermia Simple. FIEBRE.- Cuando el termostato que nor­ malmente permanece regulado a 37°C, como término medio, es estimulado anormalmente, desplaza su punto de regulación a un nivel más alto, produciéndose la fiebre, (4, 7). Es decir, la fiebre propiamente dicha es la con­ secuencia de una agresión sufrida por el Sis­ tema Nervioso Central a nivel hipotalámico, actuando como agresores diversos agentes piretogenos físicos, químicos y bacterianos que a continuación vamos a enumerar (13); Agentes físicos: Cualquier cuerpo que sea capaz de comprimir el hipotálamo a ni­ vel de los centros termorreguladores es ca­ paz de producir fiebre, por ejemplo, las he­ morragias o los tumores. Agentes químicos: por ejemplo, subs­ tancias producidas en los tejidos quemados como polipéptidos, aminobases; el CI Na; al­ gunos antibióticos y otras substancias ( 11), y naturalmente las producidas por las bacte­ rias en las fiebres sépticas; algunos alergenos de naturaleza proteica. Agentes bacterianos: producen la fiebre séptica. Actúan de dos maneras: la una consiste en la liberación de un pirógeno exógeno, de naturaleza lipopolisacárida, termostable, produce fiebre poco tiempo des­ pués de inyectado y estimula directamente el termostato, elevándolo. La segunda for­ ma de actuar consiste en que el mismo piretógeno actúa sobre los leucocitos polinuclea­ res y las células agredidas por las bacterias y libera de ellos el piretógeno endogeno que es termolábií y que también estimula al termostato, pero más tardíamente que lo que hace el piretógeno exogeno. (1) HIPERTERMIA SIMPLE: No se debe a unahi- perestimulación de los centros hipotalámicos, sino a la acción de agentes externos, como el calor y la humedad, que impiden que se pon­ gan enjuego los factores dispersores de la piel especialmente. El exceso de humedad par­ ticularmente impide la sudoración y determi­ na el aumento del calor en el interior del cuerpo (7). SINTOMAS Y SIGNOS DE LA FIEBRE.- En el proceso evolutivo de la fiebre suele descu­ brirse tres períodos: 1.— El del escalofrío; 2 .- el febril propiamente dicho; y 3 .- el de defervescencia. Estos detalles son dignos de tomarlos muy en cuenta, porque el estudian­ te suele pensar equivocadamente que la fiebre es sólo el aumento de la temperatura registra­ da por el termómetro, pero vamos a ver a continuación cómo es capaz de producir por sí misma abundante sintomatología que se superpone a la de la enfermedad causal. 1.— Período de escalofrío: Al elevarse el termostato por cualquier causa se produce una falsa necesidad de guardar calor, con lo cual el centro del calor envía sus órdenes por vía simpática, produciendo marcada vaso­ - 6 5 - constricción de las arteriolas periféricas, lo que impide dispersión del calor, paraliza la sudoración, la piel se vuelve fría, seca, erec­ ción de los pelos del cuerpo, intensa sensa­ ción de frío y temblor muscular, todo lo cual pretende aumentar la producción y rete­ ner el calor, con lo que se consigue aumen­ tar la temperatura corporal. El ejemplo más típico de estas mani­ festaciones lo vemos en el Paludismo, lo cual ha permitido que, popularmente, se le conoz­ ca como “los fríos”. En este primer período, la fiebre pue­ de subir bruscamente o lentamente de acuer­ do a la etiología de la misma, según veremos al estudiar algunas curvas térmicas. 2 .- Período Febril Propiamente Dicho.Una vez que el ascenso ha terminado, la fie­ bre se mantiene en un acmé que puede du­ rar días, semanas o meses de acuerdo con la causa que además determina el nivel al que puede subir. • Cuando la fiebre es leve, 38°C — 38,5°C, los síntomas pueden ser escasos; pero si sube a 39°C (Fiebre mo­ derada), o más, entonces pueden ser nu­ merosos y graves. A la fiebre de 39°C40°C, se llama “alta” ; e hiperpirexia a la de más de 41 °C (6). La sintomatología de este período se la puede encontrar en casi todos los sistemas o aparatos del cuerpo, así: la piel suele estar seca, caliente, algunas veces rubicunda es­ pecialmente en las mejillas. Las mucosas están secas y el enfermo suele quejarse de sed. Algunas ocasiones se presenta Herpes labial, como en las fiebres por la neumonía neumocócica. En el aparato cardiovascular se cons­ tata un aumento de los latidos cardíacos y del pulso en una proporción de más o me­ nos 10 latidos por cada grado de tempera­ tura que aumenta. Fig. No. 9-1. Sin embargo, en la Fiebre. Tifoidea, tan frecuente en nues­ tro medio, los latidos que aumentan son menos numerosos, lo que produce una bradicardia relativa, por ejemplo, a una tempera­ tura de 39°C, puede corresponder una fre­ cuencia de 80 latidos por minuto. Como aU­ —66 — menta la velocidad circulatoria y por tanto la turbulencia dentro del corazón, pueden aparecer soplos que, en todo caso, no indican daño del corazón. En el aparato respiratorio se observa aumento de la frecuencia respiratoria; y el digestivo suele producir anorexia. En el Sistema Nervioso pueden pro­ ducirse los síntomas más espectaculares, sobre todo en los niños y en los ancianos y cuando la fiebre es alta. Así, pueden presen­ tar estados de delirio, sueño intranquilo, ce­ falea, obnubilación (3) o exitación mental y convulsiones. ( 10). En las fiebres prolongadas, debido al aumento del catabolismo, de la anorexia, y de la mala digestión de los alimentos, puede haber notables bajas de peso. Los riñones producen poca cantidad de orina, muy concentrada y de densidad elevada si están sanos, y aun en algunos casos el examen elemental y microscópico puede revelar ligeras albuminuria y hematuria. 3. — Período de Defervescencia o Diaforesis.La caída de la fiebre puede hacerse brusca­ mente, en crisis, es decir, en pocas horas; de la mañana a la tarde puede bajar a niveles nor­ males o subnormales, pero a costa de una gran sudoración que puede empapar hasta la ropa de cama. En el Paludismo, eñ las supuraciones, en la Tb. pulmonar y en el uso de los antitérmicos suele ser característico. Aunque al bajar la fiebre la mayoría de los enfermos suele sentirse bien, sin embargo, muchos se sienten asténicos, sedientos y pue­ den emitir abundante orina. Otras ocasiones, la fiebre cae lentamen­ te, en lisis, que dura varios días, mientras el paciente va sintiéndose progresivamente me­ jor. HIPOTERMIA.- En los estados de choque, en el Mixedema, en las hipoglicemias, en las exposiciones al frío y congelamientos, en al­ gunas hemorragias, en algunas intoxicaciones alcohólicas puede haber hipotermia, ya sea por la mala producción o exceso de elimina­ ción. Se considera hipotermia cuando la temperatura baja de 36°C, y de acuerdo con el nivel de descenso puede ser moderada o profunda. En todo caso, cualquier descenso menor que 28°C, debe ser considerado críti­ co y demanda cuidados especiales. COMO EXAMINAR: El control simple de la temperatura exige la colocación adecuada del termómetro; pero la fiebre y la hipo­ termia demandan además la anamnesis.. ANAMNESIS: Por ser un hecho constatable, la anamnesis puede ocupar un segundo plano, pero cuando la fiebre es el motivo de consul­ ta o el único síntoma que describe el pacien­ te, entonces es indispensable recoger su his­ toria por el interrogatorio. La mayoría de veces basta para el efecto la anamnesis aplicable a cualquier síntoma. Tal vez convendría añadir una pregunta rela­ cionada con el comportamiento horario de la fiebre: ¿A qué hora del día es más alta la temperatura? . TECNICA: Se describirá únicamente para la toma en la boca, la axila y el recto, para las que se emplea el termómetro clínico de mer­ curio, Fig. No. 9-2, en el cual el calor dilata el metal liquido y permite que la columna ascienda, lo cual es medido gracias a la esca­ la graduada que se encuentra señalada en las paredes de cristal. Como sólo son termóme­ tros de máxima, la graduación va desde los 35°C, hasta los 42°C., en la mayoría de los modelos que se encuentra en el comercio. La columna de mercurio suele ser visi­ ble como una fina cinta que se dibuja en la arista que constituyen, por un lado, lá pared que tiene marcados los números; y por otro, -67 quisitos antes anotados hace que los resulta­ dos sean poco confiables. El defecto más frecuente que observamos es que el pa­ ciente habla mientras está con el termóme­ tro. No debe hacerlo, y debe permanecer con la boca cerrada un tiempo mínimo de 2 minutos, pero no más de cinco, porque no es necesario. La boca es un buen sitio para los controles frecuentes en pacientes que cola­ boran conscientemente; pero no debe usarse en los niños muy pequeños ni en las personas inconscientes ni en los deshidratados ni en ningún enfermo que no colabore. Fig. 9-2 Termómetros de mercurio. A: Bucal. B: rectal la pared que señala la escala dividida en gra­ dos centígrados y en milímetros. Antes de usar el termómetro debe ser bien desinfectado, para lo cual recomenda­ mos cualquiera de las siguientes medidas: lavado con agua fría y jabón; desinfección cuidadosa con alcohol; y desinfección con solución de yodo en agua al 1 — 0,5°/o. En los hospitales o el consultorio es aconse­ jable mantenerlos, luego de haberlos lavado con agua y jabón, en la solución antes men­ cionada o en alcohol. Debe tenerse presen­ te, que el riesgo de contagio de una infec­ ción siempre es probable si no se ha tenido cuidado de desinfectar bien los termómetros. Un requisito indispensable, previo a la colocación del termómetro, es la constata­ ción de que su columna de mercurio se encuentre por debajo de 35°C., de lo con­ trario los resultados pueden ser falsos. Para tomar la temperatura bucal se de­ be asegurar previamente que el paciente pue­ de respirar por la nariz, que tiene la lengua y mucosas húmedas y que puede mantener la boca cerrada sosteniendo al termómetro en el sitio que lo deja el médico, es decir, deba­ jo de la lengua. Cualquier falta en los re­ La axila es un buen lugar para tomar la temperatura en los niños, pero exige que la madre o persona que lo cuida mantenga el brazo bien adosado al tórax, Fig. No. 9-3, con el objeto de que impida la penetración de aire en el hueco axilar. En las personas mayores exige además alguna humedad para que el calor se distribuya uniformemente. En los niños y adultos muy delgados es poco confiable porque el hueco axilar no es her­ mético. El recto es el mejor lugar para los niños y todos aquellas personas en que ni la boca ni la axila permiten un buen control; sin em­ bargo, requiere la lubricación previa del termómetro con vaselina o una crema, y la penetración suave por el ano, previa apertura del surco interglúteo de manera tal que el ano quede perfectamente visible. Fig. 9-4. Una vez introducido el termómetro, la madre de­ be sujetarlo, cerrando el pliegue interglúteo como demuestra la Fig. 9-5, y manteniéndo­ lo así por 2 — 5 minutos. Luego se lo extrae cuidadosamente, se lo limpia bien y se procede a la lectura. Las personas mayores pueden introducirse ellas mismas, pero, en las que por cualquier razón no lo pueden hacer, entonces debe hacerlo el médico o la enfermera, de acuerdo con la técnica arriba descrita. El descuido en la técnica para colocar el termómetro puede producir dolor y even­ tualmente lesiones ano-rectales muy moles­ tosas. Fig. 9-3 Toma, de la Temperatura axilar en los niños Se utiliza frecuentemente el control simultáneo de las temperaturas bucal y rectal. Ya sabemos que la rectal suele ser más alta con 0,5°C., por término medio. Pero en los procesos infecciosos o inflamatorios de la pelvis o de la cavidad intraperitoneal sube más, hasta un grado, lo cual le hace de mu­ cho valor para el diagnóstico. Un ejemplo típico de esta diferencia bucorrectal se ve en la apendicitis aguda y en las pelviperitonitis. Una vez que se ha tomado la tempera­ tura, se la debe anotar en los cuadros que para el efecto tiene todo expediente clínico. Á1 cabo de unos días se obtiene una “curva” de temperatura, cuya forma y comportamien­ to también tiene valor para el diagnóstico y para el control de la evolución de la enferme­ dad causal. Fig. 9-4 Toma de la Temperatura rectal en los niños. CURVAS DE TEMPERATURA- Sólo nos re­ feriremos a las más frecuentes y típicas, pero haciendo previamente una consideración im­ portante: El uso de antibióticos y antitér­ micos puede modificar profundamente la curva de temperatura, lo cual ha limitado su uso actual para diagnóstico aun que no para la evolución. Curva Normal.- Fig. No. 9-6. Sigue un trazo horizontal, con oscilaciones entre la mañana y tarde de no más de 0,5°C., y siem­ pre al rededor de 37°C. Ya sabemos que durante la segunda mitad del ciclo menstrual puede ser 0,5°C., más alta. Fig. 9-5 Sujeción del termómetro colocado en el recto Fiebre continua.- Fig. No. 9-7. Propia de la fiebre tifoidea no tratada y sin compli­ caciones, del sarampión, de la neumonía, de la tosferina. - 6 9 - Se caracteriza porque tanto en su etapa de ascenso, como de acmé y de descen­ so, las oscilaciones diarias no son de más de un grado. Cae, por tanto, en lisis. Fig. 9-6 Curva normal de la temperatura grado como la anterior, pero no descienden ni a lo normal. Varias otras .curvas se han descrito, como las de la fiebre ondulante y del linfogranuloma de Hodkin, que se le parece, pero nosotros no las hemos registrado. FRECUENCIA RESPIRATORIA Fiebre Intermitente.— Fig. No. 9-8. En nuestro medio es típica del paludismo, pero también se ve en los procesos abscedados, 3S decir, que contienen pus, no importa el ;1 sitio en que asienten. Se caracteriza por­ gue luego de que ün intenso escalofrío hace ¡ubir bruscamente la temperatura, cae tam­ bién a las pocas horas por debajo de lo normal y se mantiene en cifras que bordean lo normal por uno, dos o más días, de icuerdo con la causa. El descenso es en :risis y acompañado de gran sudoración. Fiebre Remitente.— Fig. No. 9-9. Tam­ bién se encuentra en los procesos supurados / abscesos. Se caracteriza porque sus oscilaáones diarias son también de más de un De simple constatación, lo anotamos aquí por ser parte del examen del Estado Ge­ neral del enfermo. Colocando la mano sobre el epigastrio del paciente se cuenta el número de Ciclos respiratorios que se suceden en un minuto. Fig. No. 9-10. La' frecuencia normal oscila.entre 12 y 16 respiraciones por minuto. Se llama Taquipnea a todo lo que pasa de 16, y Bradipnea a todo lo que es menos de 12. Su significado lo estudiaremos en el aparato respiratorio, pero aquí indicaremos que, para que la frecuencia sea bien recogida, la atención del paciente debe estar en otra cosa porque de lo contrario controla la res­ piración y la modifica. -707.— Guyton, A.C. Tratado de Fisiología Médica. Interamericana. Madrid. 5a. ed., cap. 72, p.p, 949,1977. 8.— HenseL, H.: Neural processes in thermo regulation. Physiol Rev. 53 (4): 948—1017 Oct. 73. 9.— Himmg—Hagen, J.: Cellular Termogénesis . Annu, Rev. Physiol. 38: 315—51. 1976. 10.— Leimos—Buchthal, M.A.: Febrile convulsions. A. ReappraisaL Ámsterdam. Elseviar Scientific Publishing Company, 1973. Fig. 9-10 Técnica para determinar la frecuencia respiratoria. Una vez que se ha terminado el exa­ men del pulso, la tensión arterial, la tempe­ ratura y la frecuencia respiratoria, debe ano­ tarse los resultados en la hoja del expedien­ te clínico, hecho básico que sirve de con­ trol no sólo para establecer el estado actual sino también la evolución del estado general del paciente. 11-— Newsholme, E.A., Crabtree, B.: Substrate Oyeles in metabolic regulation -and in heat generation. Biochem Soc. Symp. (41): 61— 109, 1976, 12.— Nielsen, B.: Physical effort and thermoreguiation in man. IS R.J. Med SCI. 12 (9): 97 4 -8 1 ., Sept. 76. 13.— Physiopathogenetic mechanis¿3s of ferver. Medicina (B. Aires) 37 (3) 309—15, May— Jun 77. 14.— Thompsom, G.E.: Phisiological effeets of coid expasure. Int. Rev. Pysiol 15¿ 29—69, 1977. CAPITULO 10 BIBLIOGRAFIA L.— Blatteis, Cim.: Comparison of endotoxin and leukocytio Pyrogen pyrogenecity in newbom Guinea pigs, J. Appl Pysiol 42 (3) 355—61, Mar 77. 2.— Cabanac, M.: Temperature Regulation. Annu Rev Physiol 37: 415—39, 1975. 3.— Cabral, L„ Prior, P.F., Scott, D.F., Brierley, J.B.: reversible profound depression of cerebral electrical activity in hipertemia. Electroencephalography and Clinical Neurophysiology. 42: 697—701, 1977. i.— DinareUo, C.A., Woff, S.M.: Pathogenesis of fever in man. N. EngL J. Med. 298 (11) 607—12, 16 Mar. 18. 5.— Energy producción during excercise. Nutr. Rev., 31: 11, 1973. 6.— Extreme Pyrexia (Letter). Jama 237 (16) 1691-2, 18 Apr 77. EL PESO CORPORAL Y LA TALLA Varios son los factores que inciden en el peso corporal de una persona nor­ mal: la edad, el sexo, la raza, la estatura, el estado constitucional; por tanto es difícil ' establecer patrones que sirvan de claros pun­ tos de referencia para compararlos. Sin embargo, para el hombre adulto, la más usa­ da es la fórmula de BROCA-QUETELET, que dice que “él peso es igual a la talla en centímetros, menos 100, en Kilogramos”, o sea: P = T —100 lo que significa que si una persona mide 160 centímetros, su peso teórico sería de 60 ki­ logramos, con una variante de - 3 kg. Para -71 - las mujeres no hay fórmula segura indicándo­ se que el peso de ellas es un poco menor que el del hombre de igual talla. En los niños, la fórmula antes anotada no es apli­ cable. Existen diversas tablas del peso de las personas que correlacionan el peso core la talla (15), o el peso con la edad, o los tres factores a la vez; el peso con la superficie corporal. A ellas nos remitimos para los efectos consiguientes. COMO EXAMINAR.— (Técnica). La única manera segura de precisar el peso corporal de una persona es en la báscula. Se recomienda que sea en ayunas, después de la micción y deposición, y desnudo o sólo con la ropa in­ terior. Como esto muchas veces no es posi­ ble, entonces se puede hacer por lo menos en la misma balanza y si es posible con la mis­ ma ropa, cuyo peso debe ser descontado na­ turalmente. Este control debe hacerse fre­ cuentemente y, cuando se hace todos los días, se encuentra con la notable sorpresa de que el peso puede variar en ± 1 kg. en 24 horas. Como puede verse, el peso no nos da una cifra fija sino que varía, por ejemplo, a lo largo del día, o después de ejercicios in­ tensos en que puede bajar varios kilos. Es importante tener en cuenta estos detalles a la hora de la interpretación para evitar erro­ res, especialmente con aquellas personas in­ tensamente preocupadas por su peso. PARA QUE EXAMINAR: Aparte de permitir­ nos conocer las variaciones fisiológicas, el control del peso es muy útil en la práctica médica para muchos casos como: plo, de los cardíacos y renales que son los más frecuentes. Si se toma en cuenta que un c.c. de agua pura a 4°C de temperatura, a nivel del mar pesa un gramo, se comprenderá que 1000 c.c. de pérdida harán bajar 1000 gramos de peso. Claro que 1 c.c. de líquido de edema pesa un poco más de 1 g. por las substancias disueltas que con­ tiene, pero para la práctica es suficiente tener en cuenta el dato antes referido. Por otra parte, si se tiene en cuenta que la pér­ dida de un litro de líquido por el sudor o la orina por ejemplo, no es perceptible a sim­ ple vista ni tampoco con mediciones de otro orden, se comprenderá que sólo el control del peso permitirá objetivar variaciones aun muy reducidas. Cuando los edemas son muy notables, al término de su absorción y eliminación las diferencias de peso pueden ser grandes, su­ mando Mncluso varios kilos, pero en el con­ trol diario pueden encontrarse descensos pro­ gresivos de unos gramos hasta 1-2 kilos, lo cual permite además, medir la eficacia de la terapéutica. Cuando los edemas empiezan a hacerse, es decir, cuando se inicia la retención de líquidos, el peso es el único capaz de reco­ nocerlo, pues el edema suh-clínico no es cuantificable; por otros medios clínicos. En es­ tas condiciones, el peso sube progresivamen­ te todos los días. 3.— Para el conocimiento y control de la obesidad y delgadez. 1.— El cálculo adecuado de las dosis de los medicamentos cuando éstos se los adminis­ tra por kilo de peso. OBESIDAD: Es el aumento de peso por en­ cima de lo normal, debido a la acumulación de grasa en los sitios normales o en otros anormales que confieren a las personas obe­ sas un aspecto característico. Fig. 10-1. 2 .- Para el control clínico de la evolución de los edemas de cualquier origen; por ejem­ Ante todo conviene tener en cuenta que la distribución de la grasa es una carac­ -72 - Fig. 10-1 Persona Obesa terística propia de cada sexo. En efecto, en el hombre se acumula más en la extremidad cefalotoracica, es decir, en la cara, cuello, hombros, espalda, parte superior del tórax, y conforme se avanza en edad en todo el abdomen. En la mujer en cambio se encuentra más en el hipogastrio , caderas, nalgas, mus­ los y región retromamaria; pero luego de la menopausia lo hace también en el cuello, ca­ ra (barbilla), epigastrio y nalgas más aún. No es sólo cuestión del examen físico, demanda también de una anamnesis cuidadosa, en la cual, aparte de las preguntas generales de cualquier síntoma, es conveniente hacer énfasis en los aspectos relacionados con la alimentación, el ejercicio físico, el estado emocional y los anteceden­ tes familiares como nos señala el Cuadro No. 10-1, cuando se trata de la obesidad exogena que es la más frecuente, o sea de la que pro­ viene del aumento de la ingesta de alimentos. COMO EXAMINAR: Cuando se sospecha que la obesidad es endógena, o sea, dependiente de trastornos Fig. 10-1 glandulares endocrinos, entonces hay que ha­ cer la anamnesis relacionada con esas glándu­ las, lo cual veremos en la endocrinología. El examen físico: Por la inspección ya po­ demos intuir que se trata de una obesidad debido al aumento del volumen de las regio­ nes del cuerpo en los que normalmente se - 7 3 - C U A D R O N o . 10-1 ANAMNESIS DE LA OBESIDAD EXOGENA Cómo preguntar Qué preguntar 1. - Preguntas generales de los sínto­ mas 1. - Cuadro No. 3-1 2 .- Tipo de alimentos 2 .- Qué alimentos come en un día cualquiera? 3 .- Cantidad de alimentos 3 .- Cuánto come en el día, de los alimentos que ha enumerado? 4 .- Número de veces que ingiere ali­ mentos en el día. 4 .- Cuántas veces y a qué hora ingie­ re alimentos? 5- Actividad física 5 .- Cómo es su actividad en el día? Practica algún deporte? 6. - Relación con el estado emocional 6. - Cuando está nervioso o deprimi­ do, come más? 7 .- Obesidad en los padres o parien­ tes cercanos. 7 .- Sus padres u otros parientes, son gordos? acumulan las grasas y en regiones anormales. Pero, con la intención de cuantificar la can­ tidad de grasa subcutánea que tiene el indivi­ duo, se puede proceder de diversas maneras a saber: 1.— Midiendo el pliegue subcutáneo con un compás especial o pinzando entre los dedos de la mano y luego midiendo, Fig. 10-2. Los sitios más adecuados para el efecto son el abdomen, el tórax y la región escapular. Todavía no se han establecido stándares del tamaño normal del pliegue de piel, pero el que se encuentra a los 25 años de edad sobre la escápula, parece ser el más es­ table y corresponde a 12,5 m.m. (16). 2.— Midiendo el tamaño de las partes blandas con Rx. Fig. 10-3. Fig. 10-2 Medida del pliegue subcutáneo 3.— Comparando el peso real del individuo con el peso ideal que se encuentra en las tablas a las que hemos hecho referencia, y -74En el aparato cardiovascular es frecuen­ te encontrar hipertensión arterial (2, 3, 14); crecimiento del ventrículo izquierdo como consecuencia del aumento del gasto cardíaco ( 11), y probable aumento del volumen total circulante. Fig. 10-3 Medida de las partes blandas con radiografías empleando el criterio de que ya pesa dema­ siado si sobrepasa el límite superior estable­ cido en la tabla; y si pesa de 8 - 10 Kg. más que el máximo ideal, ya es obeso. 4 .- Con la intención de medir el peso de la cantidad de grasa de todo el cuerpo se utiliza el Potasio radioactivo, (1) procedi­ miento que nosotros sólo lo mencionamos. 5 .- Midiendo el número y el tamaño de las células adiposas conforme lo han hecho Hirsch, Salans y Knittle y Col., previa biopsia con aguja del tejido adiposo. Ellos, han comprobado que hasta los 20 años, au­ menta el número de células adiposas; más tarde sólo se expanden al dar cabida a una mayor cantidad de grasa. En todo caso, la medida del pliegue cutáneo y la comparación con las tablas del peso, son las más sencillas y suficientes. QUE EXAMINAR: Obviamente el peso cor­ poral y la cantidad de grasa subcutánea que constituyen la base para el diagnóstico de la Obesidad. Pero, para desgracia del paciente, este problema no es solamente cuestión de exceso de peso y de falta de estética, sino que prácticamente todos los sistemas se ven afectados de una u otra manera, hasta el punto que puede sumarse una florida y mo­ lesta sintomatología, así: En el aparato respiratorio, debido al aumento de la masa de las paredes torácicas, disminuye la expansión y ventilación pulmo­ nar, lo que puede determinar una retención de C02 e hipoxia. Hay disminución del volumen de reserva espiratorio, de la capa­ cidad respiratoria máxima y de la intensidad máxima de flujo (4, 8). El sistema óseo, debido al exceso de pe­ so que debe soportar, puede presentar osteoartritis y pie plano. En los miembros inferiores pueden encontrarse várices; en el abdomen, hernias; en la piel, intertrigo. El sistema endocrino responde en for­ ma múltiple: hay disminución de la sensi­ bilidad a la insulina (17,19), con aumento de la insulinemia en ayunas. (9, 10). Bray, (6) ha demostrado un aumento de las cifras basales de triyodotironina que pretende corregir la disminución de la oxi­ dación mitocondrial del glicerefosfato del que adolecen los obesos. Disminuye la ele­ vación nocturna y la provocada por la hipoglicemia de la hormona de crecimiento (1). Además son personas muy propensas a los accidentes cerebro-vasculares ( 12) y las coronariopatías cuando está asociada a la hipertensión arterial (18,13) o a la diabetes Mellitus (7). OBESIDAD ENDOCRINA: Se refiere a aque­ lla que es producida por alteraciones glan­ dulares, así: En el mixedematoso, por hipotiroidismo, el aumento de peso se debe al acumulo de grasa, pero también a la reten­ ción del líquido del mixedema, Fig. 10-4. Fig. 10-4 Obesidad hipotiroidea. Nótese el mixedema pretíbial. En la enfermedad de Cushing, la obesidad discreta afecta especialmente ala cara, cuello, tórax, abdomen y parte alta de la espalda, dando la giba de bufalo,Fig..lO-5. En el síndrome de Stein—Leventhal, en el que la obesidad está acompañada de insuficiencia ovárica, con ovarios con quistes grandes, esterilidad e hirsutismo. Fig. 10-6. Existen otras endocrinopatías más,ca­ paces de producir obesidad, pero las vere­ mos en el capítulo correspondiente, igual que las razones que motivan la obesidad en los casos antes descritos. DELGADEZ.— Debe tenerse cuidado de no confundir una baja de peso por reabsorción de los edemas, según hemos anotado antes, con una delgadez verdadera que no es sino una escasez de músculos y tejidos blandos en general. Se llama delgadez constitucional a aquella que puede verse en algunas personas delgadas, pero sanas e incluso con buen ape­ tito, que comen bien, pero no suben de peso. Sin embargo, según Pende, estos individuos serían ligeramente hipertiroideos e hiperhipofísarios, a la vez que hiposuprarrenales e hiposexuales. Fig. 10-7. Una forma de delgadez frecuente es la Fig. 10-5 Cushing iatrogénico. A: Giba de búfalo. B: Facies de luna lle­ na. producida por alimentación incorrecta, en la cual se destaca un desequilibrio entre la in­ gesta y la pérdida calórica. Ante una ac­ tividad física standar, la disminución de la ingesta hace bajar de peso y puede llevar a la delgadez. De la misma manera opera e! aumento de la actividad física frente a una dieta standar. Fig. 10-6 Síndrome de Stein — Leventhal Cortesía del Dr. Gustavo Paz. Fig. 10-8 Fig. 10-7 Delgadez Constitucional. Delgadez por anorexia nerviosa Pero lo que más incide en la delgadez patológica es la anorexia. Muchos procesos orgánicos como: el Cáncer, la Tb. las en­ fermedades febriles, las intoxicaciones, las que cursan con náuseas y vómitos; las que dependen de trastornos psíquicos, especial­ mente las que se acompañan de depresión, y la Anorexia Nerviosa (5) propiamente dicha, son capaces de producir importantes pér­ didas de peso. Fig. 10-8. Fig. 10-8A Delgadez por desnutrición. En algunas de ellas, como en el Cáncer y los procesos febriles, a la anorexia se suma un aumento del consumo, con metabo­ lismo basal alto, lo cual determina que la ba­ ja de peso sea aún de muchos kilos en pocas semanas. Las causas endocrinas más frecuentes, capaces de producir enflaquecimiento son las del hipertiroidismo, de la insuficiencia supra­ rrenal, de la Diabetes juvenil, del Hipogonadismo, del Sheehan - Simmonds, que hoy sdlo nos limitamos a enumerarlas, por­ que en el capítulo de endocrinología las volveremos a encontrar. TALLA TECNICA DE EXAMEN: Fig. 10-9. El exa­ minado debe estar descalzo, de pie sobre un piso plano, de espaldas a una cinta métrica, con la barbilla horizontal o como recomien­ da Broca, de manera tal que el “oído esté en la misma horizontal que las ventanas de ía nariz”, y sobre la cabeza descansa una regla que hace escuadra con la cinta métrica. COMO EXAMINAR LA DELGADEZ.- Igual que para la obesidad debemos hacer la anamnesis y el examen físico. Para la anamnesis po­ demos utilizar las mismas preguntas que las del cuadro 10-1, de este mismo capítulo, por lo que no volveremos a insistir. Para el examen físico también usamos semejantes procedimientos como: el control de peso, el examen del pliegue cutáneo, que en este caso es insignificante, y la comparación con las tablas de peso teórico, en relación a las que se encontrará una cifra por debajo del mínimo normal. Fig. 10-9 Examen de la Talla Contrariamente a lo que podría creer­ se, la talla no es estable, en efecto, a la no­ che puede ser hasta dos centímetros menos que en la mañana, especialmente en las per­ sonas que pasan mucho tiempo de pie, y más si son jóvenes y longilíneas. También suele disminuir con la vejez. Se denomina gigantismo cuando los hombres miden más de 190 centímetros, y las mujeres más de 178. En cambio se llama enanismo cuando los hombres miden menos de 130 centíme­ tros, y las mujeres menos de 120. En la talla normal de las personas inci­ den varios factores como son: la raza, el sexo, el estado nutricional, la herencia; siendo más altos los de raza blanca que los amarillos y negros,- los hombres que las mujeres; los bien nutridos que los desnutridos y los hijos de padres de talla alta que los de baja, respectivamente. Sobre las causas de gigantismo y ena­ nismo hablaremos en la endocrinología. 6.— Bray, G. (ed): Fogarty International Cen ter Conference on Obesity. U.S. Gover ment Printing Office, in press. 7.— Cahill, G.F., Jr.: Enfermedades del Metabo­ lismo de los Hidratos de Carbono. En Cécil y Loeb. Tratado de Medicina Interna. 14a. ed., cap. 806, p.p. 1899,1977. ' ; 8.— Cullen, J.H. y Formel, P.F.: The respiratory defects in extreme obesity. Am. J. Med. 32: 525, 1962. 9.— Chiles, R. and Tzgourinis, M.: Excessive serum Insuün response to oral glucose in obesity and mild diabetes. Study of 501 pa. tients. 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Corresponde al indi­ viduo alto, con desarrollo armónico y pro­ porcional de todas sus partes, en las que el tófax se destaca por el desarrollo de la cintura escapular, mientras que la pélvica es más bien estrecha; la cabeza y la cara son alargadas con rasgos faciales bien definidos; el desarrollo óseo impresiona como muy sólido, y el muscular muy bien desarrollado lo cual permite que los diferentes grupos mus­ culares se dibujen claramente bajo la piel pues, además, tienen escasa grasa subcutá­ nea. Psicológicamente responden al tem­ peramento viscoso es decir, son constantes, tenaces, y minuciosos; pero fisiológicamente son más lentos aunque más vigorosos. Fig. 11-2. El diámetro anteroposterior es superior al transverso. Facies re­ donda con papada, cuello corto, tórax ancho, miembros superiores cortos y piernas delga­ das. Se parecen a Sancho Panza. En los hom- PICNICO: PLIEGO: 4 Fig. 11-2 Estado constitucional Pícnico Fig. 11-3 Estado constitucional Asténico -80bres, hay buen desarrollo genital y piloso. En las mujeres la menstruación es precoz. Psicológicamente son ciclotímicos, muy afectivos y alternan entre la alegría fácil y la depresión; son realistas, viven más y mejor el presente, sin mucha preocupación por el futuro, y son grandes comedores. Destacan en algunos deportes como la lucha y alza­ miento de pesas. Son propensos a la diabetes mellitus, a la gota; a la hipertensión arterial, la cardioesclerosis y sus consecuencias; a algunas enfer­ medades crónicas pulmonares. ASTENICO O LEPTQSOMATICO: Fig. 11-3Altos, muy delgados, cuello largo, tórax es­ trecho, abdomen y pelvis también estrechos, brazos y piernas largas; facies alargada y pá­ lida, corazón en gota, músculos delgados. Su arquetipo es don Quijote. Psicoló­ gicamente son esquizotímicos, asténicos; son idealistas, menos apegados a las cosas mate­ riales, tienen tendencia a la depresión, pero pueden ser también impulsivos. . Son propensos a las viscero-ptosis, las hernias, la tuberculosis pulmonar. DISPLASICO: Fig. 114. Son aquellos que no pertenecen a ninguno de los anteriores. Su morfología sale completamente de lo normal. Kretschmer, mismo reconoce a las siguientes variedades; 1.— Hipoplásicos o infantiles; 2.— Gigantes Eunucoides; y 3.—Eunucoides obesos. Fig. 11-4 Fig. 11*4 Estado constitucional displásico Manos de la misma paciente. -81 - CAPITULO 12 LOS TIEM POS C LASICO S EXAM EN FISICO DEL Con el objeto de ubicar al estudiante dentro del marco de referencia que la Medi­ cina tiene para examinar a los enfermos, y evitar posteriormente repeticiones inútiles so­ bre las generalidades de las técnicas del examen físico, vamos a describirlas hoy, de­ jando para cada órgano o región del cuerpo la descripción de la aplicación específica de la técnica. Ante todo conviene tener en cuenta que se trata de desarrollar un conjunto de habilidades que, teniendo como medios re­ ceptores de información a los sentidos, pre­ tenden extraer del paciente el mayor número de datos que nos permitan usarlos en el análisis para el diagnóstico. En consecuencia, su aprendizaje y dominio, luego de su cono­ cimiento y comprensión teóricos, tiene que ser eminentemente práctico y repetido las veces que sean necesarias, hasta que el estu­ diante se sienta seguro de haber conquistado los objetivos propuestos para cada tiempo del examen físico. Por tanto, pensar que esto se puede alcanzar leyendo un texto o escu­ chando la descripción en una clase teórica es cometer una grave equivocación. Tampoco es algo que se puede alcanzar con realizar una vez, la víspera del examen; supone un verdadero proceso educativo de todos los sentidos, y esto sólo se puede adquirir luego de un tiempo más o menos largo empleado sistemáticamente. Sin embargo de lo dicho, de ninguna manera es algo imposible y ni siquiera difí­ cil. Como comprobará el estudiante, sólo re­ quiere del conocimiento teórico,más constan­ cia y paciencia. Es verdad que muchos procedimientos de gabinete completan muy bien el examen de un paciente, pero pensar que ellos son capaces de substituir ai examen que realiza el médico con sus sentidos es otra grave equi­ vocación; y si esto es verdad para un medio en el cual se puede disponer de todos los equipos, que' se puede decir de un país como el Ecuador, en el que aun en las grandes ciu­ dades se padece de un déficit notable de equipamiento técnico? . De hecho, en las áreas rurales, el médico sólo dispone de las técnicas clásicas que, aunque sencillas, bien utilizadas son altamente eficaces. y Las técnicas clásicas son: Inspección, Palpación, Percusión y Auscultación. IN SPE C C IO N : Es la parte del examen mé­ dico que usando el sentido de la vista extrae del paciente un gran número de datos. Es un tiempo esencialmente activo que demanda una gran concentración por parte del médico, pues debe tener un esquema mental claro y completo de qué es lo que hay que ver, de cómo ver bien, e ir al mismo tiempo asociando los hallazgos de la inspección con la anamnesis que precedió. Si no cumple con estos requisitos previos, la inspección se­ rá deficiente y dejará pasar por alto muchos datos que, aunque estén “frente a sus ojos” no los verá. QUE VER Y COMO VER: A lo largo del texto iremos señalando lo que hay que ver en todds y cada und de las estructuras del cuerpo, pero hoy vamos a enumerar los da­ tos generales en los cuales encajan todas las descripciones de la observación, a las cuales debe añadirse algunos detalles más propios de la estructura examinada o de la fisiopatología del signo. El cuadro No. 12-1, resume lo que hay qué ver y cómo verlo. Es conveniente anotar que la inspec­ ción del enfermo debe ser total aunque más tarde nos detengamos en la región u órgano CUADRO No. VII PLAN PARA EL APRENDIZAJE DEL EXAMEN FISICO 1.— Objetivos: Al término del proceso de enseñanza-aprendizaje, el estudiante de­ be ser capaz de: 1.1: Enumerar lo que hay que examinar. 1.2: Describir la técnica para descubrir, con el sentido adecuado, los signes susceptibles de ello. 1.3: Describir los signos encontrados. 1.4: Anotar correctamente ¡os datos positivos en el expediente clínico. 2 .- Contenidos: Corresponden al qué examinar y al cómo examinar, usando todas y cada una de las técnicas clásicas. 3.— Metodología y Actividades. 3.1: Frecuente repetición individual y en grupo de lo que hay que examinar. 3.2: Frecuente repetición de como hay que examinar un signo determinado. 3.3: Examinar a personas sanas. 3.4: Examinar a personas enfermas. 3.5: Describir los signos encontrados y anotarlos. 4.— Recursos: Personas sanas. Pacientes de la patología a estudiarse. Instrumen­ tal mínimo e indispensable. Papel y lápiz. 5.— Evaluación: El propio alumno puede evaluarse a si mismo a la luz de los objetivos propuestos. Si Ud., aun no es capaz de demostrar que ya ha alcan­ zado los objetivos, debe repetir una y otra vez ¡as actividades hasta lograrlo. que más nos interese por la guía que ya he­ mos recibido de la anamnesis; respetando el natural recelo de las personas, se leís debe des­ cubrir totalmente, aunque por partes; pero para esto es indispensable que la temperatura ambiental sea agradable y. la luz natural incida claramente sobre el enfermo, evi­ tando sombras que pudieran encubrir algu­ nos detalles; claro que en algunos casos es preferible la luz tangencial, por ejemplo, para descubir los movimientos peristálticos en el abdomen. Además, la inspección debe empezar en el momento mismo en que se co­ noce al enfermo, debe continuar durante el interrogatorio y entrar al detalle durante el examen físico. PALPACION: Tiene por objeto reconocer los signos sirviéndose del tacto. Confirma lo encontrado en la inspección, pero no la substituye, y puede descubrir otros datos. - 8 3 - CUADRO No. 12-1 EXAMEN FISICO - GENERALIDADES INSPECCION Cómo ver Qué ver 1.— Forma 1.— Comparándolo con objetos co­ nocidos o la anatomía normal. 2 .- Tamaño 2 .- 3 .- Situación 3.— Reparando en la región en la cual se sitúa el problema. Midiéndolo en cada una de sus dimensiones. 4 .- Posición espacial 4 .- 5.— Distribución 5.— Buscando si se encuentra tam­ bién en otras regiones a más de la descubierta en primer lugar. 6. - Color 6. - Con la luz natural o artificial,; con rayos laterales, oblicuos o directos; con transiluminación, se­ gún el caso. 7 .- Movimientos: 7.1: Propios de la estructura (Respiratorios, latidos, peristálti­ cos, voluntarios). 7.2: Transmitidos de estructu­ ras vecinas. 7.3: Patológicos Simetría de todo lo antes anota­ do. 7 .- Procurando que no estén impedi­ dos por la posición del enfermo, es decir, hay que poner al pacien­ te en la posición correcta. Esti­ mulándolos intencionalmente. 8. - Comparando conellado opuesto. 8. - Comparándola con la región afectada o sus estructuras vecinas. (Delante, detrás, junto a, encima, debajo); o con los ejes del cuerpo (Dirigido hacía adentro, afuera, abajo, arriba, atrás, adelante). - 8 4 - Con ella se puede estudiar la superficie del cuerpo, muchas estructuras internas y las cavidades bucal, anal y vaginal. A la pal­ pación de estas cavidades se la llama tacto. En términos generales debe señalarse que, para palpar bien, el enfermo debe estar en la posición adecuada, reposado física y mentalmente y con una actitud colaboradora, mientras el médico le va dirigiendo, tinosa­ mente en la toma de las posiciones necesa­ rias; debe descubrirle la región a examinarse. También el médico debe estar absolutamen­ te cómodo para realizar las maniobras sin obstáculos que puedan impedir una buena percepción; debe estar con las uñas cortadas y con las manos calientes. El enfermo se siente muy incómodo cuando se le palpa con las manos frías, y además el frío estimula la contracción muscular que dificulta la palpa­ ción de los órganos internos, especialmente abdominospelvianos. Por otra parte, la maniobra propiamen­ te dicha debe hacerse en forma suave, pero sostenida, de tal manera que no vaya a des­ pertar dolor o contracturas musculares que motiven el rechazo de la mano del médico, y en cambio dure todo el tiempo que sea ne­ cesario para que la percepción sea total. Es preferible palpar una vez bien, aunque sea demorándose un poco, antes que palpar muchas veces en forma incompleta y causan­ do las consiguientes molestias. QUE PALPAR Y COMO PALPAR: Cual­ quiera que sea la estructura normal o pato­ lógica que se palpe, al hacerlo, el médico de­ be estar pensando en qué detalles buscar in,tencionalmente, con el objeto de no dejar es­ capar nada; es decir, debe tener un esquema mental de que debe buscar con la palpación. Claro que cuando lleguemos al capítulo co­ rrespondiente, haremos una descripción deta­ llada de qué palpar y como palpar en esa es­ tructura, pero desde hoy es necesario que el estudiante se adapte a los principios generalef de la palpación que, además, son aplicable! para la palpación de cualquier estructura. Ef Cuadro No. 12-2, nos señala los datos adicionales que descubre la palpación, a más de' confirmar los de la inspección. La colocación de las manos para palpar correctamente las visceras internas y las maniobras que deben hacerse para el efecto se describirán en los capítulos correspon­ dientes; y aunque para las estructuras su­ perficiales también existen maniobras espe­ ciales, sin embargo, todas están basadas en el sentido común y en la Fisiopatología-Fig. 12 - 1. -,£?• PERCUSION: Es el procedimiento médi­ co que permite reconocer diferentes tipos de sonidos al dar pequeños golpecitos con la punta de los dedos en diferentes partes del cuerpo. CARACTERISTICAS DE LOS SONIDOS: Como tanto la percusión como la auscultación tie­ nen que ver con los sonidos o ruidos, vamos a hacer un pequeño paréntesis para recordar hoy, y tenerhs presente siempre, las carac­ terísticas de los sonidos en general, que son los elementos que nos servirán para estudiar los ruidos del cuerpo. Estas características son: Intensidad, Tono, Timbre y Duración. Intensidad: Tiene que ver con la amplitud de la onda producida. Fig. 12-2. Los ruidos más intensos producen ondas más amplias; mientras que los menos intensos, producen ondas menos amplias. Para el caso de la percusión depende directamente de la fuerza con. que produce el golpe percutor. Tono: Depende del número de veces que por segundo vibra el instrumento que pro­ duce el sonido, es decir, del número de on­ das sonoras que se dan en un segundo. Los tonos bajos vibran con una frecuencia más baja, y los altos con frecuencias altas, Fig. 12-3. -85- Fig. A Fig. 12-1 Algunos ejemplos de palpación Timbre: Depende directamente del material instrumental que vibra. Así, se puede dis­ tinguir si lo que produce un sonido es un piano o un violín, a pesar de que ambos es­ tuvieran dando un sonido de igual intensidad y de igual tono. 12*2 Intensidad del sonido B Fig. 12-3. Sonidos de diverso tono: A, Soni­ do bajo, B, Tono alto Fig. 12-4 Sonidos de diferente duración: A, Sonido Largo. B, Sonido cor­ to Duración: es el tiempo que efectivamente dura el sonido, lo cual es medible a través del oído humano o de instrumentos que grafican las ondas sonoras. Fig. No. 12-4. QUE PERCUTIR: En realidad se puede per­ cutir cualquier parte del cuerpo, pero en la práctica se lo hace más en el tórax y el ab­ domen, que es en donde se puede describir la mayor gama de sonidos, dependiendo esto de la diversidad de órganos que en ellos se encuentran. Así, los pulmones, el corazón, 86- CUADRO No. 12-2 EXAMEN FISICO - GENERALIDADES PALPACION Cómo Palpar Qué Palpar 1.- Los datos de la Inspección. 2.— Consistencia. 1- Haciendo con el tacto lo mismo que hicimos con la vista. 2.- Presionando suavemente entre los dedos y comparándola con ele­ mentos conocidos: Hepática, carnosa, ósea, leñosa; normal; blanda, renitente. 3 .- Presionando para ver si cambia de forma o volumen y luego se recobra. 4.— Regularidad de su superficie o bordes. 4 .- Reparando en la lisura o irregula­ ridad. 5.— Sensibilidad. 5 .- Ligeras presiones o . la suave pal­ pación pueden despertar dolor. Si hay dolor espontáneo, lo con­ firma. 6. - 6. - Tratando de moverle de su sitio y comparando su desplazamiento con lo normal. 7.— Relación con los decúbitos. 7 .- Cambiando de posición al pacien­ te para ver si se desplaza o no. 8.— Relación con la respiración. 8.- Haciéndole inspirar y espirar pro­ fundamente y midiendo el des­ plazamiento. 9 .- 9 .- Al tocar la estructura se compro­ bará si el latido nace de ella o es trasmitido por una vecina. 3 .- Elasticidad. Adherencia a las superficies ve­ cinas. Relación con los latidos. f »l hígad0» el traube y el intestino producen Unidos tan distintos que hacen fácil su iden­ tificación. P f Los sonidos básicos son: El mate, •l claro y el timpánico. jbNIDO MATE: ' Es el que se encuentra al lírcutir los músculos o sobre una viscera ma¡¡2a o hueca, pero llena de líquido; El ejem­ plo más típico es el que se da en-plena masa hepática, y se caracteriza por ser de intensi­ dad débil, tono alto y duración breve. SONIDO CLARO: Se lo llama también s o n o ro y es el que caracteriza a los pulmones, lo que ha servido para hablar de la s o n o r id a d p ulm o n a r normal. Se trata de un ruido de intensidad fuerte, resonante, de tono bajo y de duración larga. Percútase en un am­ biente cerrado y de buena acústica y se apre­ ciará aun a distancia las características ano­ tadas. Nótese que este ruido se ha pro­ ducido en una viscera de gran masa, pero que también contiene aire. Es el sonido típico de la cavidad abdominal, se origina en las visceras huecas que están llenas de aire, como el intestino y la cámara aérea del estómago. Se caracteriza por ser muy intenso, de tono más alto que el claro y de duración larga. SONIDO TIMPANICO: En el área de superposición de las visceras puede encontrarse ruidos de ca­ racterísticas intermedias como son: el so n i­ do sub-mate, que se observa en el tórax, en los sitios de interposición del pulmón con el hígado. Sus características son una mezcla de la sonoridad pulmonar y de la matitez hepática. Igual sonido se encuentra en las áreas de superposición entre el corazón y las lengüetas pulmonares. Se habla también de la hipersonoridad, es decir, de un ruido fuerte, de tono más ba­ jo, y de mayor duración que el sonido claro de los pulmones, y que puede encontrarse -87 cuando ellos contienen más aire que lo nor­ mal, como en el Enfisema Pulmonar. Nosotros creemos que la única forma de identificar a todos y cada uñó de estos sonidos es oyéndolos, antes que leyendo cualquier descripción; de manera que, vaya el estudiante a percutir en las zonas indica­ das y se satisfará; pero tenga en cuenta que sólo podrá sentirse plenamente satisfecho, cuando reconozca dichos ruidos como lo ha­ ce con la voz de una persona conocida, de quien sabe que está en un lugar determinado con sólo oírla. COMO PERCUTIR: Aunque desde que Auenbrugger, en 1761, aplicó la percu­ sión para el examen médico se han ido su­ cediendo diversos métodos percutorios, sin embargo, en la actualidad sólo se usan dos: el dígito — digital de Gerhardt, (1, 3) y el directo del propio Auenbrugger. Pero antes de describir estos métodos conviene que anotemos que para obtener buenos resultados debe percutirse en un am-. biente de silencio, poniendo al paciente en la . posición adecuada para cada viscera, (La per­ cusión de cada viscera se describe- en el ca­ pítulo correspondiente); empleando correcta­ mente las técnicas generales que vamos a des­ cribir y tomando en cuenta que la percusión tiene que hacerse con golpes suaves que provoquen la vibración solamente de las es­ tructuras cercanas al sitio de la percusión; de lo contrario, si la percusión es demasiado fuerte, las vibraciones pueden provenir de órganos lejanos que podrían dar sonidos pa­ rásitos y deformar el sonido que debe ob­ tenerse. Fig. 12-5. Percusión Dígito-Digital- Fig. 12-6. Es la más usada y se procede de la siguiente ma­ nera: El dedo medio de la mano izquierda (dedo plesímetro) se aplica suavemente sobre la zona que se va a percutir, mientras que el dedo medio de la mano derecha, flexionado -88- Fig. Fig. 12-5 12-6 Percusión dígito—digital Vibraciones originadas a diferen­ te profundidad de acuerdo con la intensidad de la percusión parcialmente, (dedo martillo), golpea sobre el plesímetro por detrás de la uña. Los golpes deben ser suaves y pueden sucederse varias veces hasta lograr identificar con clari­ dad el sonido que produce antes de pasar a otro sitio. Los errores más frecuentes que detec­ tamos en los estudiantes son: el primero, que asientan a la vez varios dedos, con lo cual ahogan el sonido que se produce y la percusión se dificulta; y el segundo, que gol­ pean con el pulpejo del dedo martillo con lo cual la dirección del golpe es oblicua y la calidad del sonido es deficiente; lo correcto es que la última falange caiga perpendicular­ mente, para lo cual es requisito indispensable que la uña esté perfectamente cortada. Además es conveniente que el movi­ miento percutor nazca en la muñeca o en la articulación metacarpo —falángica del dedo martillo, y no en el codo ni en el hombro, para evitar que el golpe sea demasiado fuerte. Cuando la técnica es conecta, aparte de obtener sonidos de buena calidad, el dedo plesímetro puede percibir una vibración que hace de la percusión una técnica también pal- patoria, es decir, se puede aprovechar al ¿i mismo tiempo el sentido del oído y del tac-, to. jj Percusión Directa.— Fig. 12-7. Se emplead para percutir sobre las clavículas, el esternón-; y en general sobre los huesos, pero también? para la búsqueda de la Onda Ascítica. Fig.' 12-7, según veremos más tarde. Consiste en' la aplicación directa sobre la piel de la zona escogida, del golpe percutor. AUSCULTACION: Es el procedimiento médico que también utiliza el sentido del oído para el descubrimiento de algunos signos muy valiosos. Como debe reconocer sonidos, su análisis debe hacerse también basándose en las características generales de los mismos, es decir, en la intensidad, el to­ no, el timbre y la duración que ya fueron antes descritos. QUE AUSCULTAR: En general sirve para oír los ruidos que se pueden producir nor­ mal o patológicamente en cualquier parte del cuerpo; pero en la práctica sirve para oír los ruidos que se producen en los pulmones, el corazón, el intestino y los vasos arteriales —89 — Fig. Fig. 12-7 , Percusión dilecta.— A: Sobre los huesos. B:- Para buscar la onda ascítica Fig. 12-8 12*9 Estetoscopia biauricular Campana monoauricular y venosos de cualquier parte del cuerpo. Se­ gún veremos a su tiempo, el reconocimiento de los ruidos patológicos o los cambios de características de los ruidos normales tienen inigualable valor para el diagnóstico. COMO AUSCULTAR: Desde que Laennec, (2) en el siglo XVIII, inventó el estetoscopio para mejorar la auscultación que ya la emjpleaba Hipócrates, los procedimientos bá­ sicos no han cambiado mucho. En la actuali­ dad lo que más se usa es la auscultación con ,el fonendoscopio o estetoscopio biauricular, Fig. 12-8; pero también se usa mucho en la obstetricia, la campana mono aurícula*, Fig. Fig. 12-10 Auscultación directa 12-9. La auscultación directa, aplicando la oreja al cuerpo del paciente, se usa poco o nada, Fig. 12-10. -90Los fonendoscopios del comercio co­ mún, en su mayoría, están fabricados de acuerdo con las normas internacionales y no es necesario aquí que entremos en detalles, pero sí queremos aconsejar a los estudiantes que inician su aprendizaje, que lo hagan con un buen aparato, que transmita con fidelidad los sonidos, y no con uno que más bien los amortigüe. Es conveniente que el extremo que se aplica al paciente tenga acoplados la campana y la membrana, (Dúplex) y que los extremos auriculares que se acoplan al médi­ co, sean movibles con el objeto de que las olivas que entran en el orificio auricular ex­ terno sigan la dirección del conducto auditi­ vo y permitan la llegada, sin interrupciones, de las vibraciones sonoras, a la membrana del tímpano. Fig. No. 12-11. El ambiente en que se ausculta debe ser de silencio, lo que no siempre es posible conseguir; el fonendoscopio, especialmente la campana, debe estar perfectamente acopla­ do al cuerpo del paciente, puesto que lo con­ trario permite el ingreso de ruidos parásitos y no recoge bien las ondas sonoras produci­ das en el órgano que estamos auscultando. Esto sucede con frecuencia en los tora* del­ gados en los que los arcos costales sobresa­ lientes impiden que la circunferencia de la campana se aplique totalmente a la piel. En éstos, es mejor usar la membrana. Pero, cualquier instrumento que se utilice, la cam­ pana o la membrana, debe aplicarse muy sua­ vemente, porque lo contrario impide una buena transmisión de las vibraciones porque las amortigua, salvo en contados casos que serán expresamente indicados en su opor­ tunidad, la aplicación suave del fonendosco­ pio es una norma obligatoria. Por otra parte, mientras se ausculta, el médico debe concentrar su atención y man­ tener presente un esquema mental de que' es lo que hay que oír, pues si no lo piensa no lo Fig. 12*11 Correcta colocación del fonendos­ copio en relación al conducto au­ ditivo externo. oirá. Por tanto durante el proceso de apren­ dizaje, el estudiante debe hacer incapié en practicar hasta dominar lo que hay que aus­ cultar, y hasta educar su oído para percibir sonidos cuya intensidad bordea los límites de la audibilidad. Cuando alguna vez se tenga que auscultar directamente, debe interponer» se entre la piel del enfermo y la oreja del médico, un paño fino; esto, por obvias razo­ nes. BIBLIOGRAFIA X.— Gerhard, W.W.: Lectures on the Diagnosis, Pathology and Treatment of the Diseases of the Chest. Philadelphia, Haswella y Barrington, 1842. 2.— Laennec, R.T.H.: De V Auscultation Mediate. París, Brosson et Chaudé, 1819. 3.— Skoda, J.: Abhandlung über Perkussíon und Auskultation. Vienna, Mosle y Braumüller, 1839. & íc a p itu lo 13 ACTITUDES y DECUBITOS Se refiere a las diferentes posiciones que puede adoptar el individuo sa­ no o enfermo. Como todos sabemos, fisiológi­ camente, una persona puede estar en posición de pie, sentada o acostada. La posición acos­ tada toma también el nombre genérico de decúbito. Como estas actitudes son por de­ más conocidas sólo las revisaremos ligera­ mente, dejando más bien la posibilidad de hacer incapié eri la patología. ACTITUDES: Actitud de pie: Supone una absoluta 'coordinación de funciones entre los sistemas nervioso , muscular y óseo; cualquier altera­ ción en uno de ellos puede suponer impor­ tantes cambios en relación a lo normal. Se reconocen tres formas básicas de esta actitud, £ig. No. 13-1: Normal, de descanso y firmes, siendo la más estable y reposada la de des­ canso pues aumenta la base de sustentación. La más inestable es la de firmes ya que la línea de gravedad del cuerpo pasa muy por delante de las rodillas y maléolos debido ál necesario desplazamiento que hacia adelan­ te hace el tórax. La actitud normal permite que la línea de gravedad pase por la mitad de la cabeza, el hombro, la rodilla y el ma­ leólo externo. Fig. 13-1 Actitudes normales Sobre la descripción de la posición sentada no insistiremos, sólo anotaremos que al asumírtela presión intraafodominal au­ menta significativamente, lo cual determina importantes posibilidades de alteraciones fi­ siológicas que las iremos conociendo poco a poco ¿n cada capítulo. molesta su dolencia. Son pasivos, los decú­ bitos en que quedan los enfermos comatosos que se dejan dominar totalmente por la gra­ vedad. Algunoi autores llaman decúbitos forzados a los que toman los pacientes obli­ gados por su enfermedad. DECUBITOS: Se los clasifica en Activos y Pasivos. Son decúbitos activos los que to­ man las personas sanas o los enfermos que se acuestan de la manera que les hace menos Los decúbitos normales w n: dorsal, laterales derecho e izquierdo, y ventral; estos mismos decúbitos pueden ser activos, forza­ dos y pasivos. -92 Decúbito dorsal: Es la posición en la que la persona se encuentra acostada sobre su espal­ da. Voluntariamente no es tolerado por mucho tiempo ni siquiera durante el sueño. Las personas con hernias del hiato rápida­ mente sufren de molestias esofágicas por el reflujo del contenido gástrico (-1), debido a que aumenta el ángulo gastro>esofagico y se transmite más la presión intraabdominal Fig. No. 13-2. Decúbito lateral: El del lado derecho es el mejor tolerado , pues permite que el peso del hígado descanse directamente sobre la cama y que el estómago se vacíe más fácil­ mente en el duodeno, Fig. 13-3; sin em­ bargo, en la hernia del hiato no puede tole­ rarse pues también abre el ángulo gastro-esofágico y facilita el reflujo. El lateral izquier­ do es el menos fisiológico porque debe soportar tanto el peso del hígado como el del estómago y más aún si está lleno. En las ocupaciones pleurales, los pa­ cientes prefieren estar semLsentados y ade­ más inclinados sobre el lado afectado, puesto que así permiten que el lado opuesto, sano, realice una respiración vicariante, Fig. No. 13-4. Los enfermos con cardiomegalia en cambio, si bien prefieren la posición semisentada, sin embargo, no toleran los decúbi­ tos laterales, sobre todo el izquierdo, pues al favorecer el contacto del corazón con la pa­ red costal, lo sienten más y pueden sufrir de sensaciones desagradables como palpitaciones, ahogos y dolores opresivos, aparte de que pueden oirse sus propios latidos cardíacos, lo cual les impide el sueño. Los enfermos con crecimiento de las cámaras derechas, pueden no tolerar el decúbito lateral derecho. Decúbito ventral: Es aquel en el que se en­ cuentra una persona cuando se acuesta boca abajo. Puede ser considerado fisiológico por las mismas razones que se dieron para el la­ teral derecho. Los enfermos cardíacos no lo Fig. 13-2 Acción de la presión intraabdominal sobre las hernias del hiato Fig. 13-3 Vaciamiento del estómago en el duo­ deno en el decúbito lateral derecho toleran, pero sí en cambio los enfisematosos, a los que la presión intraabdominal les ayuda en la espiración. Varios ejemplos más pondremos sobre los decúbitos en los capí­ tulos que lo ameriten, pero haciendo notar su correlación fisiopatológica con la Semiológjca. -93 - Fig. 13-4 Actitud del paciente con derrame pleural B IB L IO G R A F IA 1— Johnson, L.F., and Demeester, T.R.: Twenty—four hour pH monitoring oí the distal esophagus—a cuantitative measuie of gastroecophageal reflux. Amer. J. Gastroenterol. 62: 325—332, 1974. CAPITULO 14 EXAM EN D E L A PIEL Es un tiempo importante del examen médico en el cual juega papel preponderante la inspección, pero también la palpación. Son muchos los detalles que debemos tomar en cuenta en el examen de la piel, y nosotros lo vamos a hacer, pero sin entrar en los deta­ lles de la Dermatología, sino más bien en los que tienen que ver con los procesos genera­ les, como son: lo. color, 2o. temperatura, 3o. humedad, 4o. elasticidad, 5o. lesiones cutáneas de causas internas, 6o. el pelo y 7o. las uñas. 1.— COLOR: Sabemos por la fisiología, que el color de la piel depende de la con­ fluencia de varios, factores como son: el grosor de la epidermis y dermis, del grado de vasodilatación o constricción de los vasos, la cantidad de sangre que circula por ellos, igual que de la cantidad y calidad de hemo­ globina que contienen los glóbulos rojos, y de la cantidad de pigmento melánico que contienen los melanocitos y melanóforos. Cualquier variación en uno de estos factores es capaz de producir cambios generalizados o localizados del color de la piel. El cuadro No. 14-1, nos señala que examinar y como examinar, pero teniendo en cuenta que para hacerlo, es requisito básico el disponer de luz natural. CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 14-1 1.1: LA PALIDEZ se presenta siempre que haya modificaciones en los vasos dérmicos o en la sangre. En efecto, todo lo que sea capaz de producir vasoconstricción pariférica pro­ duce palidez generalizada o localizada. Así vemos por ejemplo en el frío, en el miedo, en el shock, en algunos dolores intensos, en las crisis hipertensivas de algunos pacientes. La mayoría de éstas tienen como causa una descarga adrenalínica que, actuando sobre los receptores alfa adrenérgicos, producen vaso­ constricción (2, 3,4) casi todos son de dura­ ción transitoria. La calidad y cantidad de sangre tam­ bién son factores que pueden dar palidez. Así: en las anemias, causa más frecuente de palidez duradera, se debe a la disminución de glóbulos rojos y del pigmento hemoglobina. En las hemorragias abundantes, sobre todo en las internas, la palidez progresiva es uno de los signos valiosos para el diagnóstico de hemorragia interna. En los pacientes con Ca., a la palidez generalizada por la anemia se suma un color amarillo terroso. La Fiebre reumática, la Endocarditis bacteriana subaguda, la insuficiencia aórtica, son causas frecuentes. -94- CÜADRO No. 14-1' EXAMEN DEL COLOR DE LA PIEL Qué examinar 1.1: Palidez. Fig. 14-1 1.2: Rubicundez (Rojizo) Fig. 14-2 1.3: Cianosis (Morado) Fig. 14-3 1.4: Ictericia (Amarillo) Fig. 14-5 1.5: Melanosis (Hiperpigmentación raelánica). Fig. 14-6 1.6: Despigmentación(Leucodermias). Fig. 14-7 Cómo examinar 1.1: Suficiente con la inspección, pe­ ro con la luz natural. Debe bus­ carse en toda la piel y además en las conjuntivas palpebrales, cavi­ dad bucal, palmas de las manos y plantas de los pies. 1.2: Observación. 1.3: Observando los labios, lengua, mucosa bucal, lóbulos de la nariz, orejas, uñas de las manos y pies, pulpejos de los dedos, resto de to­ da la piel. Transiluminando las uñas o len­ gua, u oreja. (Fig. 14-4) 1.4: Observando: La esclerótica, piel de todo el cuerpo, especialmente tórax, abdomen y cara interna, de los brazos, y la mucosa bucal. — Comprimiendo la piel con una placa de vidrio, con lo cual, al vaciarse la sangre, se nota más el color amarillo. — Inyectando subdérmicamente una gota de suero fisiológico, con lo que se observa una ampolla ama­ rillenta por la disolución de la bilirrubina que produce la icte­ ricia. 1.5: Simple observación de toda la piel, y mucosas de la cavidad bu­ cal y vaginal, si es necesario. Se pondrá especial atención en los sitios expuestos a los roces y a la luz. 1.6: Simple observación de toda la piel y mucosas. Cuando es cir­ cunscrita hay que buscar en sitios simétricos. Fig. 14-1, 2, 3, 4: Lám. II. Fig. 14-5A, B y C: Lám . II. Fig. 14-6A y B: Lám. II. Fig. 14-7 Lám. III -95La palidez segmentaria debe ser motivo de especial análisis: en esencia significa di­ ficultad segmentaria de la circulación pe­ riférica, como se ve en las obstrucciones arteriales (Trombosis) de las piernas por ejem­ plo. En estos casos, a la palidez se suma la frialdad del miembro y la ausencia del pulso arterial de la arteria comprometida. En la enfermedad de Raynaud, se presen­ ta una palidez de dedos de manos y pies que va seguida de cianosis. 1.2: LA RUBICUNDEZ. También es un fenó­ meno vascular o hemático que puede ser localizado o generalizado. La vasodilatación periférica que permite mayor aflujo de sangre a la piel explica el fenómeno. El excesivo calor ambiental, la fiebre, el ejerci­ cio, los “colores que suben a la cara” por reac­ ciones emocionales, las “llamaradas de ca­ lor” de la menopausia, son unas pocas de las causas más frecuentes de rubicundez transito­ ria. Muchas intoxicaciones o reacciones alérgicas producen rubicundez generalizada o segmentaria. En las poliglobulinas, como en la primaria de Vaquez — Osler, es lo más típico. 1.3: LA CIANOSIS, supone un aumento de la cantidad de hemoglobina reducida de la sangre, y por tener que ver con el funcio­ namiento de los aparatos Cardiovascular y pulmonar especialmente, la estudiaremos en ellos. de roce (cuello, cintura, codos, rodillas); en la boca, la lengua y los carrillos en los que se presenta como manchas de colorcafé obs­ curo; los pezones, la línea alba y los geni­ tales externos; las líneas de la palma de las manos. Por hoy sólo mencionaremos además a las hiperpigmentaciones en la cara, como el cloasma del embarazo y de algunas hepatopatías e insuficiencia ováricas. Otras hiper­ pigmentaciones por metales son muy raras en nuestro medio. Las manchas azuladas en los sitios de la inyección de hierro adminis­ trado parenteralmente son en cambio fre­ cuentes. 1.6: DESPIGMENTACIONESNo deben ser confundidos con la palidez. El albinismo es la despigmentación total de la piel, cabello, cejas, pestañas y vellos del cuerpo, del iris y de la coroides de los ojos. El vitÍligo, demuestra manchas leucodérmicas dispues­ tas simétricamente, que pueden progresar has­ ta despigmentar amplias extensiones. 2.— TEMPERATURA.— Se examina con el dorso de los dedos de la mano, Fig. 14-8, comparando siempre en los lados simétricos del enfermo. También "pueden usarse los termómetros dérmicos, pero e n . la clínica basta lo antes anotado. Con este procedi­ miento se pueden apreciar variaciones cuali­ tativas del calor, es decir"!os aumentos y dis­ minuciones. 1.4: ICTERICIA.- Su estudio muy deteni­ do del qué y cómo examinarla lo haremos en el capítulo que se refiere al hígado y vías biliares, aunque su causa no dependa sólo de ellos. . 1.5: MELANOSIS- La Hiperpigmentación generalizada más característica es la de la Enfermedad de Addison, que afecta a toda la piel, pero especialmente a la cara, sitios Fig. 14-8 Examen de la Temperatura de la piel -96Cuando no son producto de la fiebre, los aumentos locales obedecen a procesos inflamatorios de cualquier etiología: trau­ máticos, infecciosos, alérgicos,etc. La frialdad de la piel que no es pro­ ducto de la temperatura ambienta] ni de las hipotermias generalizadas, casi siempre traducen trastornos vasculares funcionales u orgánicos. De estos, el más grave es la oclu­ sión arterial que puede conducir a la gan­ grena de los tejidos afectados, y que se acom­ paña de la desaparición del pulso corres­ pondiente, según hemos dicho antes. 3.— HUMEDAD.— La humedad de la piel depende de la perspiración insensible y del sudor. La primera es la que se hace por los poros de la piel y que sirve para eliminar va­ por de agua, C02 y calor. Se debe a la eva­ poración del líquido intersticial que aflora hacia la periferie ( 1). El sudor es la perspiración sensible, objetivada por las gotitas características que se depositan sobre la piel. .x Como sabemos por la fisiología, el sudor interviene en los mecanismos termoreguladores ya que al expulsar agua está tam­ bién expulsando calor; pero también sirve como emuntório accesorio del cloruro de so­ dio, urea,' creatinina, ácido láctico y otras. En su regulación intervienen varios factores como son: Las glándulas sudoríparas ecrinas y apocrinas, que son las encargadas de secretar el sudor; el centro del sudor y de la termoregulación situados en el hipotálamo; el sistema nervioso neurovegetativo que transmite las órdenes centrales a las glándulas sudoríparas para estimular o frenar su secre­ ción. Por tanto, cualquier causa que sea ca­ paz de estimular o inhibir a estos factores producirá aumento o disminución del sudor, pero obviamente, el estimulante más frecuen­ te del sudor es el calor ya sea producido en el cuerpo o el proveniente del medio ambien­ te. QUE EXAMINAR Y COMO EXAMINAR: Se de­ be examinar la cantidad, el olor y la distri­ bución. Como puede deducirse, sólo se requiere de la inspección, ocasionalmente de la palpación para confirmar un sudor muy fino, y del olfato. Pero, una auténtica cuantificación de la cantidad de sudor es muy difícil, sin embargo de lo cual, cuando es muy abundante, puede registrarse aproxima­ damente, pesando al paciente. También tie­ nen valor, pero clínico, los síntomas de aste­ nia notable y aup de deshidratación con desequilibrio electrolítico que puede pre­ sentar una persona después de grandes sudoraciones. Se llama Hiperhidrosis al aumento del sudor; Anhidrosis a su disminución notable o desaparición; Bromhidrosis, al mal olor; se cita además la Cromhidrosis, sudor de co­ lor, que nosotros no hemos visto. Hiperhidrosis: Sus causas son múltiples y todas 'relacionadas con los trastornos de al­ guno de los factores que regulan el sudor, así: El calor del medio ambiente, como'en los climas cálidos, habitaciones muy calien­ tes, baños turcos etc. La fiebre, producto del calor interno del cuerpo, al momento de la 'defervescencia produce intensa sudoración generalizada. Algunas afecciones nerviosas, como: el histerismo, en el que la sudoración puede ser generalizada o localizada a uñ si­ tio determinado del cuerpo; en las lesiones que exitan al simpático cervical, la sudoración puede ser localizada al lado afectado; las náuseas' y el dolor de cualquier origen y elvértigo pueden producir intenso sudor; de­ cimos lo mismo de las endocrinopatías, co­ mo: el hipertiroidismo, la menopausia, la hipoglicerníale los trastornos de la nutrición, como: los mal alimentados, anémicos, los convalecientes. (En nuestro medio, al convaleciente que suda inmediatamente des­ pués de la ingesta, le suelen decir, popular­ - 9 7 - mente que “le ha cogido el alimento”). En al­ gunos trastornos circulatorios como: en el shock, en el que suele ser frío y en la in­ suficiencia cardíaca. En algunas afecciones como la fiebre reumática y la Tb. pulmonar, en las que suele ser nocturno; y no pode­ mos dejar de indicar a las causas psiccígenas o emocionales, de las cuales, las que afectan a las manos y pies pueden convertirse en autén­ ticos problemas de timidez y desajuste social. La causa más frecuente de piel seca es la deshidratación; pero además al­ gunas dermatopatías como la esclerodermia y la ictiosis. El mixedema 'se acompaña de piel seca, igual que algunas colagenopatías como las Dermatomiositis y el síndrome de A n h id ro s » : Fig. 14-9 Examen de la elasticidad de la piel Sjógren. El sudor proveniente de las glándulas ecrinas no aportan para el olor. Las apocrinas pueden ser emuntorios de algu­ nos condimentos alimenticios y de algunos medicamentos. Las variaciones raciales del olor del sudor deben ser tomados como normales; la; dependiente, de la contamina­ ción bacteriana produce mal olor, igual que la que es producto del desaseo. En la clínica importa el olor urémico del sudor de los en­ fermos con uremia, que suele acompañar al aliento de igual característica. B ro m h ld ro s is .— 4 .- ELASTICIDAD.- Se examina pinzando entre dos dedos un pliegue de piel Fig. 14-9. Normalmente, gn los niños y jó­ venes es sumamente elástica pues, luego del pinzamiento, vuelve inmediatamente a su condición normal.' Conforme se avanza en edad va perdiendo poco a poco su elastici­ dad hasta que en los viejos pierde su grosor, se hace más transparente, especialmente en las zonas descubiertas, se pliega fácilmente y su poca elasticidad determina que se des­ pliegue lentamente. En las mujeres que han tenido hijos, la piel del abdomen demuestra, a más de los viviceps, una piel poco elástica F ig . 1 4 -1 y laxa. Algo semejante puede verse en per­ sonas que han sufrido de grandes ascitis o tumores abdominales. También es muy laxa en los emaciados. Suele ser tensa la piel infiltrada por edema o enfisema subcutáneo, además pue­ de tener una apariencia fina y brillante. Es gruesa y rígida en el mixedema, en el Cushing y la acromegalia. 5 - LESIONES CUTANEAS DE CAUSAS INTERNAS: 5.1 MACULA, es una mancha de la piel que ni se eleva ni se deprime del nivel de la piel. Entre éstas tenemos a: El eritema, que puede ser generalizado o circunscrito y que se caracteriza por ser de color rojizo, producto de la congestión vas­ cular y que desaparece al presionarlo, lo cual se evidencia más al hacerlo con una placa de vidrio. Podemos destacar al eritema de las emociones; de los rozamientos y pre­ siones sobre la piel; al dermografismo rojo que se ve en el hipertiroidismo, Fig. 14-10, y que se lo busca haciendo unas rayas sobre la espalda con un objeto romo, se espera unos l, Lám. III -98 segundos y entonces aparecen las líneas tra. zadas de un color rojo que demora mucho en desaparecer; también se las ve en algunas neuropatías. Los eritemas de muchas enfer­ medades que afectan a la niñez, como el sa­ rampión, la escarlatina, la rubéola, la varice­ la, y otras que afectan también a los adultos como la fiebre tifoidea y la erisipela. Fig. 14-11. Mencionamos también a los de las alergias e intoxicaciones. Muchos otros eritemas los conoceremos en otros capítulos. Manchas hemorrágicas: Equimosis y Petequias: Las primeras, que pueden ser secun­ darias a traumatismos o a trastornos de la coagulación, suponen ruptura vascular y fuga de la sangre al intersticio; su color varía de acuerdo con el paso de los días y la degrada­ ción de la hemoglobina, desde el azul-morado hasta el amarillento; ocupan una superficie amplia y pueden distribuirse en variadas zo-. ñas del cuerpo Fig. 14-12. Las petequias, Fig. 14-13, propias de las púrpuras, son manchitas rojizas, de forma redondeada que, igual que las equimosis, no desaparecen con la presión, son del tamaño de lentejas o más pequeñas como de la cabeza de un alfiler, sue­ len presentarse en grupos a veces muy nume­ rosos y asientan en diversas partes del cuerpo, pero se las ve con más frecuencia en el abdo­ men y miembros inferiores; son microhemorragias, producto de trastornos capilares y plaquetarios, pero también de los trastornos de la coagulación. 5.2: PAPULAS: Son sólidas, del tamaño de una lenteja o arveja, sobresalen en la piel y son patológicas. Pueden verse en la sífilis, lepra, tuberculosis. Fig. 14-14.0, B.jC. Debe diferenciarse de los nodulos que son elevaciones de tejido duro loca­ lizado en la dermis o en el tejido celular subcutáneo. Pueden estar provocados por procesos inflamatorios o tumorales. Fig. 14D - Fig. 14E. Fig. 14-14E Nodulos. Enfermedad de Von S<> cklighousen 5.3: VESICULAS: bolsitas que asientan en la: epidermis, llenas de líquido seroso que cuando se infecta se convierte en pus y da a la formación el nombre de pústula. Fig. 14-15. En la medicina general interesa las de la varicela, que son el siguiente paso de las manchas eritematosas con las que se inicia la erupción cutánea de la enfermedad. En la vacuna de la viruela es típico que el eritema del sitio de la vacuna, se convierta luego en vesícula, más tarde en pústula y por fin en costra, que al caer deja una cicatriz indele­ ble. Mencionaremos también a las vesículas del herpes simple, que asientan sobre todo al rededor de la boca, en los labios y comisuras, pero alguna vez también al rededor del ano y genitales. Fig. 19-4 . El herpes de las enfermedades febriles también asienta al re­ dedor de la boca. El más característico es el de la neumonía neumocócica. El herpes zoster, en cambio, produce vesículas que asientan a lo largo- de los nervios periféricos, evolucionan a pústulas, luego a costras que cuando caen dejan cicatrices indelebles; son infecciosas, producen fiebre e intensos dolo­ res de la zona afectada. Fig. 14-17. Sólo por su frecuencia mencionamos alas vesículas de las quemaduras de la piel y de los roces frecuentes de la misma. Fig. 14-11, 12, 13: Lám. III. Fig. 14-14A, B ,C ,D y E: Lám . IV . Fig. 14-5: Lám. V. Fig, 14-17A y B: Lám. V. -99- 5 4 : PUSTULAS- Llamamos la atención las del acné que asientan sobre todo en la cara y espalda y pueden ser responsa­ bles d e importantes cambios psicológicos, sobre todo en los jóvenes. 5 5: NODULOS: Son formaciones patológi­ cas de la piel, de consistencia sólida y de un tamaño variable entre 0,3 y 3 centímetros de diámetro, son redondeados u ovalados y binariam ente lisos. Por hoy sólo mencio­ naremos a los de la fiebre reumática, que son raros, subcutáneos, duros, inconstantes y que asientan en las superficies de extensión de las articulaciones y sobre los huesos pla­ nos. También mencionaremos a los nodulos del eritema nudoso, que asientan bajo el eri­ tema correspondiente, son duros, muy dolo­ rosos, de tamaño variable, asientan sobre to­ da la cresta tibial, dorso del pie y cara exter­ na de los antebrazos, pero puede encontrarse también sobre los muslos; su etiología es múltiple, y no nos corresponde revisarla aquí. sob re piel o a las capas más profundas. Una de las más frecuentes es la úlcera varicosa. Fig. 14-19, que asienta en la mitad inferior déla pierna, única o varias, la mayoría de veces unilateral, de bordes festoneados, y rojizos y que pueden estar rodeados de una zona más amplia de piel cianótica. Se ve en las piernas con várices muy evidentes o no, pero que en todo caso, en el examen, demuestran severo daño en el retorno venoso. Otras úlceras frecuentes son las de decúbito o escaras, Fig. 14-20, que asientan en la región sacro-coxígea, glútea, y rara vez en la escapular y en los talones. Se ve en los enfermos muy debilitados y encamados largo tiempo en decúbitos más o menos fijos. Muchas otras causas, como las infeccio­ nes, traumatismos, trastornos neurológicos, y el cáncer de la piel pueden producir úlceras, pero las enunciadas más arriba son las más frecuentes. Las lesiones hasta aquí descritas, es de­ cir, a las máculas, pápulas, vesículas, pús­ tulas y nodulos pertenecen al grupo de las llamadas lesiones primarias de la piel; tam­ bién pertenecen a éstas los tumores dérmicos. 5.6: ESTRIAS: Fig. 14-18. Son el produc­ to de la hiperdistensión de la piel con ruptu­ ra de sus fibras elásticas. Las más típicas son las del embarazo que asientan en la parte ba­ ja del abdomen. Muy semejantes son las de la ascitis y de los quistes gigantes de ovarios. En el síndrome de Cushing, asientan en la parte baja del abdomen y muslos, y son de color amoratado. En los anasarcas pueden verse además en el abdomen y miembros in­ feriores, en las regiones glúteas, lumbar y aun en los senos. Los obesos también pue­ den presentarlas en las zonas más distendidas. 5.7: ULCERAS.- Son pérdidas circunscrip­ tas de substancia que puede afectar sólo a la Fig. 14-18: Lám. V. . Fig. 14-20 Ulceras de decúbito 6. - PELO: Como todos* "iobservamos,7 los niños, sin relación con su sexo, tienen el pelo del cuero cabelludo, pestañas y cejas. En la pubertad, también en ambos sexos, se presentan los pelos de las axilas, del pubis en su disposición triangular, y un poco en las extremidades superiores e inferiores. Pero en el hombre, conforme van subiendo los niveles androgénicos, van también aparecien­ do los pelos de la barba, bigote, de la pro­ longación umbilical del pelo pubiano y perineal hasta cubrir los bordes del ano, y los ?. 14-19: Lám. V y VII. — 100 — de otras regiones como los del pecho, espal­ da y de los miembros, aumentando los que antes ya existían. Estas observaciones lleva­ ron a Gam y Rook, a clasificar el pelo en: “no sexuado”, al de la infancia; “ambisexuado”, al que es común para el hombre y la mujer; y “sexuado”, al que es exclusivamente del hombre. Cabe notar que la implatación frontal del pelo en el hombre es convexa ha­ cia adelante, y en la mujer es cóncava (Maraflón). Fig. No. 14-21. Se llama hipertricosis al exceso de pelo. Algunos autores usan la palabra hirsutismo para describir a la aparición de pelo en sitios anormales, por ejemplo, barba y pelo en el pecho de la mujer. Fig. 14-22. En la patología de las enfermedades in­ ternas, sobre todo endocrinas, tiene interés el estudio del pelo, pues, en forma relativa­ mente pronta se afecta y aporta con algunos signos; así: los acromegálicos pueden ser hipertricdsicos; en el hipercorticalismo masculino hay aumento del pelo, pero en la mujer, ade­ más, si hay hipersecreción androgénica supra­ rrenal puede haber una distribución masculi­ na, con caída del cabello e implantación frontal convexa, prolongación umbilical del vello pubiano, barba, etc. Esto puede verse también en la virilización climatérica. La caída del cabello en el' hombre es una característica propia de su sexo y está relacionada con la testosterona; pero en los mixedematosos de ambos sexos puede ser precoz. La disposición femenina del vello pubiano en el hombre está relacionada con las lúpofunciones gonadales e hipofisarias. La caída del pelo axilar suele verse en el hipotiroidismo, además de los hipogonadismos testiculares o hipofisarios. En nuestra raza indígena, la escasez del pelo pubiano y axilar es frecuente. Fig. No. 14-23. Fig. 14-22 Hirsutismo -101 - Fig. Fig. 14*23. Distribución feminoide del pelo pubiano. 7._ UÑAS: Las uñas en vidrio de reloj, Fig. No. 14-24, son convexas en todas las direcciones, suelen acompañar a los dedos en palillo de tambor, que se presentan en las m a n o s y ocasionalmente en los pies; son pro­ pias de las enfermedades cianóticas cróni— cas y por esto es que tienen un color morado. En la endocarditis bacteriana subaguda pue­ den verse hemorragias puntiformes que se ha­ cen más evidentes al presionar suavemente la punta de la uña. En las anemias son pálidas, sin brillo y quebradizas. 14*24 Uñas en vidrio de reloj BIB L IO G R A FIA 1-' Guytoa, A.C.: Temperatura corporal, regu­ lación térmica y fiebre. Tratado de F ito ­ patología médica, Interamericana, México. 5a. ed.. Cap. 72, p.p. 952,1977. 2.- Jenkinson, D.H.: Classification and properties o í peiipheral adrenergíc receptora. Brit. Med Bull., 29: 142, 1973. Morán, N:C.: Adrenetgic receptors within the Cardiovascular System. Circulation, 28: 987,1963. 4-. Nikerson, M.: Adrenergic receptors: Cire. Res., 32 (SuppL 1): 53,1973. SEGUNDA PARTE EXAMEN DE CABEZA Y CUELLO LA CEFALALGIA í Dr. Carlos Guarderas R. - 102 CAPITULO 15 LA C E F A L A L G IA INTRODUCCION.- Injertamos, el estudio de este síntoma en medio del estudio del examen físico de la cabeza, porque mil veces la cefalalgia es la consecuencia de un tras­ torno funcional u orgánico de cualquiera de las estructuras de esta región del cuerpo hu­ mano, y porque para la precisión diagnóstica no es posible separar ia anamnesis de su exa­ men físico. Si se tiene en cuenta además que, como Motivo de Consulta, es uno de los síntomas más frecuentes, y que su anam­ nesis rinde el más alto porcentaje para el éxi­ to en su diagnóstico, creemos prudente que el alumno se introduzca precozmente en el estudio de este síntoma, cuyo dominio ade­ más le producirá muchas satisfacciones a cor­ to plazo. Fig . 15-1 Zona de referencia, del dolor de las estructuras situadas encima de la tien­ da del cerebelo. DEFINICION.- Es el dolor de cabeza conoci­ do más comunmente como cefalea. ESTRUCTURAS DOLOROSAS: Como sabemos desde 1940, por los estudios de Ray y Wolff (20), las estructuras capaces de pro­ ducir dolor son: todos los tejidos pericraneales; las arterias extracraneales y las cere­ brales de la base del encéfalo; las venas de la superficie cerebral y los grandes senos veno­ sos en los que van a desembocar; las partes de la dura madre que rodean a la base de las arterias durales. Las estructuras que no son sensibles al dolor son: el cráneo; el parénquima encefá­ lico, casi toda la. superficie de las membranas que cubren al sistema Nervioso Central, las cubiertas ependimarias de los ventrículos, los plexos coroideos, y las venas diploicas y emisarias de las superficie del cráneo. Las estructuras situadas encima de la tienda del cerebelo producen dolor referido Fig. 15-2 Zonas de referencia del dolor de las estructuras situadas debajo de la tien­ da del cerebelo. a la frente y regiones parietal y temporal del cráneo, Fig. 5-1, siendo que los estímulos dolorosos viajan por el trigémino. Las estructuras situadas debajo de la tienda del cerebelo refieren su dolor a la re­ gión occipital, y las vías conductoras de los estímulos dolorosos viajan por el glosofaríngeo, vago y raíces raquídeas cervicales (5). Fig. 5-2. — 103 _ FISIOPATOLOGIA GENERAL.- Los meca­ nismos básicos a través de los cuales puede producirse dolor son: lo .X a distensión, tor­ sión o dilatación de los vasos intra y extracraneales; 2o._la inflamación de cualquiera de las estructuras capaces de percibir los estímulos dolorosos; y 3o..la contracción muscular exagerada y sostenida. Las causas capaces de determinar estas alteraciones son múltiples, y aunque en este texto no nos toca analizarlas, sin embargo, a lo largo del estudio de la técnica de examen de la cefalea, iremos apuntando las más frecuentes. Algunos ejemplos nos aclaran el pro­ blema: en la hemorragia subaracnoidea, la cefalea se produce por ruptura y distensión de los vasos de la aracnoides o de la piamadre 'as zonas sensibles al dolor. En la jaqueca, un período de vasocons­ tricción inicial determina hipoxia de los teji­ dos correspondientes al vaso, lo cual explica los síntomas prodrómicos; pero más tarde hay una vasodilatación intensa de las arterias intra y extraeraneales, Fig. 15-3, que deter­ mina el dolor característico. Los investiga­ dores señalan que la arteria estaría afectada por un proceso de inflamación estéril (6), en la que tendrían que ver mediadores vasoactivos (3), y trastornos en la síntesis de Tiramina por razones genéticas (21). La cefalalgia periódica acumulada o de Horton, se debería a la vasodilatación de la carótida externa, cuando el dolor se irradia hacia las regiones supraorbitarias; y cuando lo hace hacia abajo, o sea, hacia las zonas infraorbitarias, la dilatación sería de la carótida interna (9); además, se asocia intensa vasodilatición de las arterias intraoculares. La cefalalgia por contracción muscular, se presenta cuando los tejidos periféricos de la cabeza, cara y cuello, especialmente los músculos, se contraen intensa y persistente­ mente, los cuales además estarían con un Fig. 15*3 Comportamiento de las arterias afec­ tadas diarante la jaqueca. flujo sanguíneo aumentado. De esta manera se tendría los elementos que, operando en círculo vicioso , (espasmo muscular, doloi; ansiedad), explicarían la persistencia de esta cefalalgia (7). Los tumores producen cefalalgia por la tracción que ejercen sobre los vasos intra­ craneales; mientras que los procesos inflama­ torios lo hacen estimulando directamente a las zonas sensibles al dolor. La inflamación directa de los vasos arteriales produce cefalalgia, como en la arteritis de células gigantes y en la periarteritis nudosa; mientras que algunos procesos inmunológicos también pueden producir dolor, como en la arteritis temporal (19). La neuralgia del trigémino parece de­ berse a una excitación por sumadón tempo­ ral de impulsos aferentes. EXAMEN DE LA CEFALALGIA: Incluye la anamnesis, el examen físico y los exáme­ nes complementarios. Pero, para su co­ rrecta comprensión e interpretación es in­ dispensable tener en cuenta que, a pe­ sar de que se trata de un síntoma, sin embargo, el examen médico debe ser com­ pleto, considerando al paciente como un todo y no como algo que depende exclusiva­ mente de la cabeza. Por esto es que, aunque nosotros vamos, en este momento a analizar el síntoma, sin embargo, para obtener conclu­ siones definitivas y llegar a plantear un diag­ nóstico etiológico, es indispensable hacer to­ da la anamnesis y examen físico del paciente. ANAMNESIS.— Para la mayoría de las cefa­ leas es el tiempo de examen más importante, no solamente porque en muchas de ellas el examen físico puede ser negativo, sino ade­ más porque, para todas, si el interrogatorio no orienta definitivamente sobre su etiología, es muy difícil que después con sólo los otros tiempos del examen médico podamos estable­ cer sus características completas. Llamamos la atención sobre el hecho de que, como casi todo el mundo alguna vez ha sufrido de dolor de cabeza banal que ha desaparecido con un simple analgésico, mu­ chos pacientes y desgraciadamente también algunos médicos enfocan con cierta ligereza este síntoma y dejan pasar casos cuya natu­ raleza puede ser muy grave y aun fatal. Pero nosotros, con el objeto de habituar desde el comienzo al estudiante a hacer frente a este síntoma, vamos a ser un tanto minuciosos en el interrogatorio. QUE PREGUNTAR Y COMO PREGUNTAR: Ventajosamente para el estudiante, la técni­ ca de la anamnesis de la cefalea es la misma de cualquier dolor, que ya fue estudiada en el cuadro No. 3-2, más algunas preguntas que le son propias, como: 1.— Síntomas prodrómicos: ¿Tiene alguna molestia, antes de que se presente el dolor de cabeza? 2.— Forma de presentación: Cómo empe­ zó el dolor? CONSIDERACIONES A LA ANAMNESIS DE LA CEFALEA: De las preguntas hechas casi todas tienen una buena razón para hacer­ la?,en efecto: 1.- y 2.— Fecha de comienzo: En la jaque­ ca es frecuente encontrar que el motivo de consulta es el último acceso que se inició ha­ ce pocas horas, pero en realidad es una afección que puede haberse iniciado meses o años atrás. En cambio, en la carcinomatosis meníngea, el dolor es siempre de reciente aparición, igual que en la meningitis. 3 .- Intensidad.— No tiene mucho valor pa­ ra el establecimiento de la causa, pero sí es conveniente reconocer que, por su intensidad, el paciente acude más pronto al médico. Son dolores muy intensos los de las neuralgias, del glaucoma agudo y de las hemorragias subaracnoideas. 4 .- Causa aparente: En la jaqueca, cual­ quier tipo de estímulo físico, psíquico o bio­ lógico es capaz de desencadenar el dolor, y es frecuente su asociación con la menstrua­ ción y la menopausia. Los trastornos emo­ cionales y los vicios de posición desencade­ nan las cefalalgias por contracción muscular. Las neuralgias del trigémino pueden iniciarse por pequeños roces en la cara o ligeras pre­ siones en los puntos de emergencia a la su­ perficie de sus ramas. Fig. 154. El ejercicio físico y el coito (8) pueden desencadenar cefalalgias de tipo vascular; también pueden hacerlo las infecciones, intoxicaciones, la fiebre, la hipoxia de altura, la ingesta de al­ cohol y algunos alimentos que producen vasodilatación parecida a la de la inyección de Histamina. Los cambios de presión baro­ métrica aumentan las de la sinusitis. Los mo­ vimientos del cuello desencadenan o intensi­ fican los de las espondilosis cervical. Los es­ fuerzos de la vista (lectura, cine, T.V., etc.) producen cefalalgias frecuentes. La que se origina por la tos, sugiere tumor intracra­ neal. 5 .- Sitio del dolor.- Occipital, en la he­ morragia subaracnoidea ( 10) y en la hiper­ tensión arterial. En la jaqueca, puede ser ocular, frontal o de todo un lado de la cabe­ za y además puede alternar un lado con otro; fraorbitarias (9). Los tumores cerebrales lo ha­ cen hacia las zonas vecinas en el 30 por cien­ to de casos. Las de las enfermedades de los ojos, senos paranasales, oídos, vértebras cer­ vicales superiores, se refieren a una zona contigua. @ N. MAXILAR SUPERIOR M. MAXILAR INFERIOR tag. X5-4 Puntos de emergencia del trigémino. mientras que en la cefalalgia periódica acu­ mulada, asienta, siempre en el mismo lado y puede afectar al ojo, frente y sien. Los tu­ mores que se encuentran por encima de la tienda del cerebelo, producen dolor en la frente y vértice de la cabeza; cuando se en­ cuentran debajo de la tienda del cerebelo, el dolor es occipital y puede acompañarse de espamo de los músculos del cuello. Cuando el tumor es de un hemisferio, el dolor es del mismo lado de la cabeza; si procede del quias­ ma, se refleja al vértice. Bn las sinusitis se localiza en la zona correspondiente, igual que en las oculares, nasales, dentales, del oído y de la mastoides. En los adolescentes, la cefalea frontal procede más frecuentemen­ te de la depresión y ansiedad. Las malforma­ ciones arterio-venosas producen dolor en el mismo lado de la lesión. El glaucoma da do­ lor en la profundidad de la órbita. El aneu­ risma de la carótida interna o de la comuni­ cante posterior produce compresión en el 3er. par craneal y produce un dolor ocular o frontal. 6.- Irradiación.- En la cefalalgia acumula­ da lo hace hacia las regiones supraorbitarias, frente y sien, pero también a las regiones inPLIEGO: 5 7.~ Tipo de dolor.- En forma de latido en las cefalalgias vasculares y en la jaqueca. En banda o en forma de casco en las debidas a contracción muscular. En la insuficiencia de la arteria basilar dura meses y suele ser constante. En las agrupadas es uniforme, intenso, taladrante y profundo. Es lanzinante en las neuralgias. Continuo o intermiten­ te en los tumores. En la arteritis temporal es de tipo quemadura. 8. - Síntomas acompañantes.—En la hemo­ rragia subaracnoidea: vómito, somnolencia y rigidez de la nuca. Náusea y vómito en la ja­ queca. La cefalalgia agrupada se acompaña de congestión nasal, inyección conjuntival, lagrimeo y síndrome de Horner. Dolor y contracción muscular junto con limitación de los movimientos, en la que es por con­ tracción muscular. Dolor a la palpación de la arteria temporal, en la arteritis del mismo nombre. En las lesiones intracraneales hay trastornos neurológicos, convulsiones, desa­ rreglos intelectuales, confusión mental, co­ ma, aunque a veces primero aparecen éstos y luego la Cefalalgia. En las malformaciones arteriovenosas, pueden producirse hemorra­ gias, convulsiones, alteraciones neurológicas (10). El dolor del glaucoma se acompaña de pérdida del campo visual, visión de halos coloreados al rededor de luces, aumento del tono ocular. La cefalea orbitaria o frontal del aneurisma de la carótida interna o de la comunicante anterior, puede acompañarse de paresia extraocular por compresión en el ter­ cer par craneal. Pérdida de la visión en el aneurisma subaracnoideo hipofisario. 9.— Relación con los alimentos: El alcohol puede desencadenar las cefaleas agrupadas. - 106 — Los quesos que contienen tiramina (17), los nitritos, el glutamato monosódico y el cho­ colate, pueden provocar la jaqueca. La ce­ falea post-ingesta puede ser por hipoglicemia do la cefalea es previa a un ejercicio y ésta persiste o progresa luego de él, de­ be hacer pensar en una masa ocupativa intracraneal. ( 11). 16.- Relación con los medicamentos.- La jaqueca puede aliviarse con la presión exter­ na de la arteria extracraneal afectada, y desa­ parecer con los antagonistas de la serotonina e histamina (2). La cefalea de Horton, desa­ parece con la sección del nervio petroso (16); y puede aliviarse con los vasoconstrictores y antagonistas de los aminas. La cefalalgia por contracción muscular calma con los rela­ jantes musculares, los masajes, el caior local, los analgésicos, los anestésicos locales, los sedantes y antidepresores. La de la neural­ gia del trigémino calma con la carbamacepina o la Difenilhidantoina (14), o la clorofenacina. Los anticonceptivos pueden ser causa de cefalalgia y aliviarse con su supresión (18), en cambio en las cefalalgias de la menopausia precoz, los estrógenos las alivian (4). 17.— Evolución.— En general debe recono­ cerse que un dolor que dura mucho tiempo debe ser objeto del más cuidadoso estudio y ya que puede tener como causa un daño or­ gánico o un trastorno funcional, como la ja­ queca crónica, ser causa de una alteración estructural. En efecto, la jaqueca puede pro­ ducir atrofia de la zona afectada. 10.— Horario.- La cefalalgia de la hiper­ tensión arterial suele ser matutina. Los tu­ mores y en general los procesos ocupativos intracraneales, producen dolor a la madruga­ da y en la mañana. Las agrupadas son noc­ turnas. Las de las sinusitis frontal son por la mañana, las de los senos maxilares son ves­ pertinas. Las cefaleas por tensión emocional no tienen horario y aparecen en cualquier momento del día (12). 11.— Periodicidad.- La cefalalgia acumu­ lada se presenta en períodos que duran sema­ nas o meses alternando con temporadas de calma de hasta varios años. El dolor que recurre regularmente, sugiere cefalalgia de origen vascular. 1 2 .- y 13.- Relación con el vómito y la micción: no tiene importancia. 14.- Relación con la deposición.— El es­ fuerzo defecatorio puede desencadenar las cefaleas vasculares intracraneales y las causa­ das por la fiebre, tumor e ingesta de alcohol. 15.- Relación con las actitudes, decúbitos y ejercicio físico .- Los movimientos de la ca­ beza, el ejercicio y el Coito aumentan las cefalalgias vasculares, la jaqueca y la que si­ gue a la Ingesta de alcohol. La de la hiper­ tensión urterlal calma en la actitud de pie. La dificultad de la flexión de la nuca acom­ paña a las cefalalgia* de la hemorragia suboccipital, tumores de la fosa posterior y me­ ningitis. Si al pasar de la posición acostada a la actitud sentada o de pie, se presenta cefalalgia acompañada de paresias de las extremidades, se debe sospechar bloqueo del líquido cefalorraquídeo por quisto» co­ loidales del tercer ventrículo (15). Cuan­ 18.- Tiempo de duración.- La hemorragia subaracnoidea puede durar pocos días. La de la periódica acumulada es muy breve. Largo tiempo, la de la contracción muscular; pero de meses a un año las de tumor cerebral, absceso y hematoma subdural. 19.- Forma de presentación.— Precedida de aura, la jaqueca. Súbitamente, la de la he­ morragia subaracnoidea. Insidiosamente la del tumor cerebral. 20. - Síntomas Prodrómicos.— La jaqueca va precedida, típicamente, de aura, caracte­ rizada por trastornos visuales como escoto- - maS) visión borrosa; rara vez paresias y pa­ restesias casi siempre unilaterales (1); cam­ bios de carácter. Cuando en una persona de mediana edad el aura visual va seguida de ce­ falalgia, no debe descartarse la posibilidad de un tumor cerebral Si los síntomas del aura persisten aun después de haberse inicia­ do el dolor debe sospecharse en una malfor­ mación arteriovenosa. .— Edad.— Cuando la cefalalgia dura va­ rios días en una persona de edad avanzada debe pensarse en arteritis temporal, sin em­ bargo, si es el primer acceso doloroso debe pensarse antes en insuficiencia vascular o en­ fermedad de la arteria basilar, y en el glauco­ ma. El adolescente suele sufrir de cefaleas frontales diarias, por ansiedad. El adulto con cefalalgia durante el día debe hacer pensaren depresión e hipocondría (13). 21 Como puede verse por todo lo-que an­ tecede, ía anamnesis es capaz de orientamos definitivamente sobre la causa de la cefalal­ gia, sin embargo de lo cual, y a pesar de que taíyez pudiera no encontrarse nada, debe continuarse con un examen físico completo, poniendo especial atención a los sistemas cardiovasculares, renal, ojos, senos paranasales, sistema nervioso central y pares craneales, y acudiendo a los exámenes complementarios que se consideren más adecuados para el caso, sin olvidar las radiografías anteroposterior y lateral de cráneo, funcionales de columna cervical; Electroencefalograma, termogramas para las cefalalgias agrupadas (22); tomagrafía axial computarizada, examen del lí­ quido Cefaloraquídeo y otros exámenes que competen ya al campo de la neurología. Pero téngase en cuenta que nada es capaz de reemplazar a una historia clínica bien he­ cha y a un juicio clínico bien constituido. Finalmente, haremos una síntesis sobre las características de las cefalalgias más frecuentes. 107 - SINTESIS SOPRE LAS CEFALALGIAS MAS FRECUENTES.- JAQUECA: Si bien el paciente puede consultar por su último acceso iniciado hace pocos minutos u horas, sin embargo, el dolor puede venir presentán­ dose desde hace mucho tiempo, aun años atrás. A veces es muy intenso y puede ser desencadenado por cualquier tipo de estí­ mulo físico, psíquico o biológico, y aun asociarse a la menstruación y menopausia. Clásicamente es unilateral, asentando en to­ da la mitad de la cabeza o sólo en un ojo o en la mitad de la frente; pero ocasional­ mente puede alternar el un lado con el otro. Puede tener una sensación de latido y estar acompañado de náusea y vómito. Al­ gunos alimentos como el chocolate, los qué contienen nitritos, glutamato monosódico, y los quesos con tiramina pueden desencade­ narlo, igual que el ejercicio físico, algunos movimientos de la cabeza y el coito. Puede aliviarse con la presión externa de la cabeza sobre la arteria comprometida y con la ad­ ministración de los antagonistas de la histaniina y de la serotonina. La mayoría de veces evoluciona sin dejar secuelas, peto la forma crónica puede terminar causando daños es­ tructurales en la zona afectada. Queremos resaltar el hecho de que es­ tá precedida de aura cuyas expresiones más frecuentes son los trastornos visuales o audi­ tivos; las paresias o parestesis unilaterales; los cambios de carácter; la náusea y vómito. CEFALALGIAS VASCULARES- Pueden apa­ recer en cualquier época de la vida, y el pa­ ciente suele acusarlas al ejercicio físico, al coito, al alcohol, a algunos alimentos espe­ cialmente a los que producen vasodilatación parecida a la de la histamina, y también a la fiebre, infecciones o intoxicaciones, _ la defecación. Tienen alguna periodicidad si se toma en cuenta que recurren con alguna frecuencia. - 108 - Las malfonnaciones arteriovenosas producen un dolor que asienta en el mismo lado y sue­ len ser la causa de hemorragias, convulsiones y alteraciones neurológicas; constantemente están precedidas de aura que no desaparece aun mientras dura el dolor. En el aneurisma de la carótida interna o de la comunicante posterior que comprime el ter­ cer par, el dolor puede asentar en el ojo y la frente del mismo lado y además puede causar paresias extraoculares. En la arteritis temporal hay dolor a la palpa­ ción de la arteria, y puede durar varios días en las personas de edad avanzada. En la insuficiencia de la arteria basilar, el do­ lor es de tipo latido, pero constante y puede durar varios días seguidos. CEFALALGIA PERIODICA ACUMULADA O DE HORTON.— Se localiza en el ojo, frente o sien, siempre en el mismo lado y puede irra­ diarse a las regiones supra e infraorbitarias. El dolor suele ser intenso, taladrante y pro­ fundo; se acompaña de síndrome de Homer, congestión nasa2, lagrimeo e inyección conjuntival; puede presentarse luego de la ingesta de alcohol en accesos típicamente nocíamos; dura poco tiempo y luego puede desaparecer por largos períodos que alternan con otros menos largos de calma. Se alivia coa vaso­ constrictores y antagonistas de las aminas, y desaparece con la sección del nervio petroso. El dolor puede haberse iniciado dentro del último año en forma insidiosa; es desencadenado por la tos y los esfuerzos defecatorios. Los tumores originados sobre la tienda del cerebelo pro­ ducen dolor en la frente y el vértice de la ca­ beza, mientras que los que nacen debajo due­ len en el cuello; si asientan en un hemisferio, el dolor es en el mismo lado; y en el vértice de la cabeza si proceden del quiasma. Es de tipo continuo o intermitente y se irradian a TUMOR INTRACRANEAL- las zonas vecinas. Se acompaña de tras, tornos neurológicos, convulsiones, desarre: glos intelecutales, confusión mental o coma5 puede haber pérdida de la visión si el tumor se localiza en la zona subaracnoidea hipo; fisaria; los de la fosa posterior pueden di­ ficultar la flexión de la nuca. Puede estn precedida de aura visual y presentarse especialmente en las primeras horas de la ma­ drugada o de la mañana. GLAUCOMA AGUDO Y ESFUERZOS VISUALES. En el primer caso el dolor suele ser muy intenso, localizado en el ojo correspondien­ te e irradiado a las zonas vecinas y a la pro­ fundidad de la órbita; se acompaña de aumentó del tono ocular, visión de halos colo­ reados cuando el paciente mira a las luces,y de pérdida progresiva del campo visual: dura varios días y afecta más a personas de edad avanzada. La cefalalgia de los esfuerzos visuales suele presentarse luego de lecturas prolon­ gadas, del cine o la T.V.; localizarse en la región occipital y ocasionalmente irradiarse a toda la cabeza. Típicamente se acompaña de trastornos de la acuidad visual y se alivia con el uso de los lentes correctivos corres­ pondientes. SINUSITIS.- El dolor puede haberse origi­ nado hace mucho tiempo si el proceso es crónico; puede desencadenarse o intensificar­ se con el frío y el aumento de la presión barométrica; se localiza en la frente si son los senos frontales los afectados, y en los pómu­ los si se origina en los maxilares, pero si se produce en los etmoidales'o esfenoidales. puede localizarse en el vértice de la cabeza se irradia a las zonas contiguas, se acompaña de catarro constante y puede ser más intense en la mañana si procede de los frontales, y en la tarde si es de los maxilares. CONTRACCION MUSCULAR Y ESPONDILOSIS CERVICAL.- Puede tener un inicio reciente :'o antiguo; es más o menos intenso y suele desencadenarse por vicios de posición o mo­ vimientos bruscos de la cabeza; se localiza en et cuello y región occipital y puede irradiarse ¡¡¿cia los hombros, brazos y parte alta de la espalda; es continuo, intensificado por los movimientos del cuello a los cuales al mismo tiempo los dificulta; calma con el calor local, los analgésicos, los relajantes musculares y con la gimnasia del cuello, la cual a la vez previene que vuelva a presentarse muy se­ guido. En la actuali­ dad es una de las más frecuentes. Es fron­ tal y diaria en los adolescentes que sufren de depresión y ansiedad; en los adultos también puede ser frontal o global y con sensación de opresión, como que se hubieran puesto un casco; se presenta en cualquier momento del día, pero suele coincidir con los momentos de mayor tensión psicógena; en los adultos los síntomas de la depresión e hipocondría son los acompañantes más frecuentes. CEFALALGIA PSICOGENA.- BIBLIOGRAFIA vasoactive substances: th e ir relatio n sh ip to m igraine, A dv. N euroL , 4: 3 9 5 ,1 9 7 4 . 7.— D alessio, D .J.: M echanism s an d b io ch em istry o f head ach e. P ostgrad. M ed., 56: 5 5 ,1 9 7 4 . 8.— D alessio, D J . : E ffo rt m igraine. E d ito r ia l H ead ach e, 14: 5 3 ,1 9 7 4 . 9.— E k b o m , K .: S tu d ies o n C lauster Headacb& S to c k h o lm , 1 9 7 0 . 10.— F ish er, C.M .: H eadache i n cerebrovascular disea®. In V inken, P .J., an d B ryn, G.W., eds,: H a n d b o o k o f C linical N eurology. 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S tu d , H eadache, 4: 107—1 1 ,1 9 7 6 . - 110 — CAPrruLO 16 EXAMEN FISICO DE LA CABEZA EXAMEN EN CONJUNTO - EL CUERO CABELLUDO - LA FRENTE Demanda de todos los tiempos clásicos del examen médico, es decir, de la inspección, palpación, percusión y auscultación, aunque estas dos últimas tengan un uso restringido a determinados hechos que los anotaremos a su tiempo. F ig. 16-1 P osición de la cabeza en la m enin­ gitis. Para su estudio dividiremos el examen de la cabeza en dos tiempos: Uno para el examen en conjunto, y otro para el examen por regiones. EXAMEN DE LA CABEZA EN CONJUNTO.Tomaremos en cuenta a los siguientes fac­ tores: lo..Posición; 2o..Volumen y forma; y 3o..Movimientos. El pelo de la cabeza y cara ya fue estudiado anteriormente. 1.— POSICION: La cabeza puede estar in­ clinada hacia atrás como en las meningitis, Fig. 16-1. En estos casos, típicamente, se acompaña de rigidez de la nuca, lo cual impide la flexión de la cabeza hacia adelante, de manera tal que, cuando la mano del examinador colocada en la nuca del paciente intenta flexionar la cabeza del enfermo, éste no lo hace y se puede casi sentar al paciente como en una sola pieza. Fig. 16-2; si ésto se acompaña al mismo tiempo de flexión de las dos piernas, constituye en conjunto el signo de Brudzindki, propio de las meningitis. En el tétanos, la rigidez de la nuca puede ser parte de la posición de opistdtonos, Fig. 16-3, que por contracción notable de los músculos paravertebrales puede determinar que la columna vertebral haga una curva de concavidad posterior. Fig. 16-2 Fig. R igidez de la nuca. Paciente con m eningitis T b. 16-3 Q p istó to n o s Las inclinaciones estables hacia adelan­ te tienen que ver más con las afecciones de la columna cervical en las que puede ha­ ber disminución de los espacios intervertebra­ les y aun fusión de las vértebras. Fig. 164. Las cicatrices viciosas de las quemaduras de la piel del cuello pueden fijar la cabeza en ufia inclinación hacía adelante. Las inclinaciones hacia los costados son típicas de las tortícolis por contractura ¿olorosa de los músculos de un lado del cue­ llo especialmente del estemocleidomastoideo. 2 - VOLUMEN y FORMA.- El aumento del volumen suele verse en la hidrocefalia, Fig. 16-5, en la cual la cantidad de líquido cefaloraquídeo intracraneal aumenta debido a una hipersecreción, obstáculo a la circulación o déficit de absorción. La cabeza es despro­ porcionadamente más grande, la cara es rela­ tivamente pequeña, la frente ampÜa (olím­ pica), y como afecta a los niños tiernos, las uniones óseas de los huesos del cráneo tar­ dan, mientras que las fontanelas no se cierran y se vuelven hipertensas y prominentes, lo cual se puede comprobar simplemente ejer­ ciendo una ligera presión sobre ellas con los pulpejos de los dedos. Fig. 16*4 -1 1 1 En el raquitismo, la megalocefalia tie­ ne una forma cuadrada, Fig. 16-8, por ensanchamiento de los huesos frontal y pa­ rietales. Cuando se fusionan precozmente los huesos craneales (Sinostosis), especial­ mente los parietales entre sí, se produce un cráneo deformado como una torre (Pirgocefalia). Fig. 16-9. D esviación lateral del cuello p o r la m ala fo rm ació n de la co lu m n a FU* 16*5 H idrocefalia C o rtesía d el P ro f. D r. C arlos V alencia. Fig. 16-9 Pixgocefaüa = -4 1 2 - Puede haber deformaciones localiza­ das con aumento de volumen segmentario en los hematonas del cuero cabelludo o fren­ te, en los quistes sebáceos y otros tumores. Fig. 16-10. Fig. 16-10 D efo rm ació n lo calizad a de la fre n ­ te . P aciente co n m ielo m a m ú ltip le La microcefalia idiotas. puede verse en los 3 - MOVIMIENTOS: En la corea, puede verse movimientos desproporcionados de la cabeza, sin que cumplan ningún papel in­ tencional, por tanto son involuntarios y arrít­ micos. Los tics, que pueden afectar a toda la cabeza o sólo a un segmento de ella, se ca­ racterizan por ser más o menos rítmicos estereotipados, de muy corta duración e in­ voluntarios. En la enfermedad de Parkinson, hay un ligero temblor de toda la cabeza. Ra­ ra vez, en la insuficiencia aórtica, puede ver­ se un movimiento de la cabeza como si el paciente estuviera diciendo sí, rítmicamente con el pulso (signo de Musset); se debe a la gran presión arterial diferencial que suele producirse en estos casos. EXAMEN DE LA CABEZA POR REGIONES.— Examinaremos progresiva­ mente: 1.— El cuero cabelludo. 2.— La frente. 3 . - Los ojos. 4.—La nariz. 5.— La boca. 6. - La faringe y laringe. 7.—El apara­ to Auditivo. 8. - La Facies en conjunto. Naturalmente que todo lo haremos con» miras a la aplicación en la medicina general,^ sin entrar en los detalles especializados, que el alumno tal vez los conozca en otras cátedras. I - EL CUERO CABELLUDO: Aparte de los hematomas y quistes sebáceos de los que ya hemos hablado antes, conviene tener presen­ te que el cuero cabelludo puede presentar en condiciones patológicas las alopecias, es decir, la falta de cabello. La más frecuente es la calvicie de la que también ya hemos hablado antes. Pero ahora añadiremos que también las cicatrices, la acción de los rayos X, las infecciones por hongos como las tiñas, pueden causar caídas circunscritas del cabello. No dejaremos de mencionar a las der­ matitis seborreicas y a la caspa, Fig. 16-12,. que tantos problemas sociales y emocionales pueden traer a los que la sufren. Por otra parte, es sumamente frecuente la ectoparasitosis por pediculis capitis (Piojos), en las personas desaseadas. F ig. 16-12 Caspa 2.— LA FRENTE: Las “arrugas de la fren­ te”, son parte de la expresión psicológica de la facies y son muy propias de cada persona, Fig. 16-13.Cuando la altura y la convexidad de la frente aumentan suele hablarse de la frente olímpica, propia de la hidrocefalia y la heredolues. En la parálisis facial peri­ férica o de Bell, el enfermo no puede arru­ gar la frente del lado afectado, ei cual per­ manece. más bien liso. Fjg. 16-14. s Fig. 16-13 L as arrugas de la fre n te q u e de­ m u e stra n diversas exp resio n es psi­ cológicas. CAPITULO 17 EXAMEN DE LOSOJOS 3.— OJOS: Su examen incluye natural­ Fig. 1 6 -1 4 P a rá lisis d e B ell: Im p o s ib ilid a d p a ra a r r u g a r la ír e n t e e n e l a fe c ta ­ do. Las cejas limitan la frente en su extre­ mo inferior y son parte importante de la es­ tética facial. En la lepra y en el hipotiroidismo pueden amputarse sus colas. Es frecuen­ te la presencia de heridas traumáticas y cica­ trices debido a que el reborde supraorbitario es muy filo. Normalmente las cejas pueden elevarse, pero en la parálisis de Bell, la del lado afectado no puede hacerlo. Fig. 16-15. Fig. 16-5 Parálisis d e Bell: El p acien te no p u ed e elevar la ceja del lad o enfer- mente la anamnesis y el examen físico. ANAMNESIS: Debe hacerse sobre los si­ guientes síntomas: 1: Dolor; 2: Acuidad visual; 3: Escotomas; 4: Visión de colores; y 5: Nictalopía. Sobre el cómo pregun­ tar i¡io insistiremos, puesto que ya sabemos que a la anamnesis general de todo síntoma debe sumarse lo que es especial para cada uno de ellos,pero que, en relación a los sín­ tomas oculares no hace falta añadir más a lo dicho en el cuadro No. 3-1. ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA ANAMNESIS.— 1.— DOLOR: Al hablar de las cefalalgias ya ños hemos referido suficientemente al dolor ocular. Ahora sólo queremos recalcar que suele desencadenarse por el trabajo ocular; se localiza en las regiones periorbitarias y puede irradiarse hacia la profundidad del crá­ neo ; se acompaña de trastornos de la visión como falta de nitidez, visión de colores, y alguna vez de mareo, náusea y vómito; calma durante el sueño excepto si se trata de glaucoma, puesto que la dilatación de la pu­ pila puede agravarlo. —114 — Las causas que más frecuentemente producen dolor ocular son: los trastornos de la visión, la queratitis, iritis e iridociclitis, el glaucoma y las neuritis ópticas. Otras ocasiones el dolor es referido a los ojos como en la jaqueca, la arteritis temporal, las afecciones de los senos paranasales y la neuralgia del trigémino. 2 .- AGUDEZA O ACUIDAD VISUAL: Las causas más frecuentes de falta de nitidez en la visión son la miopía, la hipermetropía, la presbicia y el astigmatismo. El ojo normal es eme'trope, Fig. 17-1; es de­ cir, permite que los rayos luminosos, para­ lelos, que llegan a la córnea, confluyan luego en un solo punto de la superficie posterior de la retina llamado foco retiniano. O sea que el fenómeno de la refracción es normal. La miopía es un defecto de la refracción que determina que la confluencia de los rayos se haga en un foco situado delante de la retina Fig. 17-2, lo cual impide la visión nítida de los objetos situados a la distancia. Para ver con claridad, estas personas se acercan dema­ siado a los objetos y aun arrugan la frente, los párpados y la nariz. Su forma congénita afecta desde la niñez; la adquirida puede presentarse a cualquier edad. Se debe a un alargamiento del globo ocular en sentido antero-posterior, o al de la curvatura de la cór­ nea o el cristalino. La hipermetropía es un defecto de 1¿ refrac­ ción que determina que la confluencia de los rayos se haga en un foco situado detrás de la retina. Fig. 17-3, lo cual impide la visión de los objetos situados cerca del observador. Es típica la actitud dei hipermétrope cuando para leer coloca el escrito a distancia. Se de­ be a que el diámetro anteroposterior del ojo es demasiado corto. Se corrige con lentes convexos. La presbicia también es un defecto de re­ fracción que produce dificultad para la visión cercana de los objetos, es decir, permite la visión buena de los objetos situados a distan­ cia como la hipermetropía, pero no debe ser confundida con ésta, puesto que la causa de la presbicia es la pérdida de la elasticidad del cristalino que impide la función de acomoda­ ción a la visión cercana. Es un defecto propió de los ancianos y suele iniciarse después de los 45 años. También se corrige con len­ tes convexos. El astigmatismo en cambio es un defecto de la refracción que depende de la mala conformación de la córnea. En efecto, si su superficie no es perfectamente esférica la conver- j ¡ ¡ j j ! ! íí { gencia de los rayos será irregular; es decir, que en los segmentos corneales en los que la curvatura sea mayor también será la con­ vergencia, mientras que en los sitios en que la córnea sea aplánada o presente cicatrices, la convergencia será menor, lo que en conse­ cuencia producirá una visión defectuosa caracterizada porque los objetos Se ven alargados. Esta alteración además puede es. tar acompañada de miopía o hipermétropía. 3 - ESCOTOMAS: Son espacios ciegos per­ fectamente circunscritos, situados unas veces en el centro y otras en la periferie del campo visual ; a veces son fijos y otras móvi­ les que pasan por delante del ojo como moscas volantes puesto que son de color ne­ gro. Se deben, unas veces a la presencia de cuerpos extraños (11, 3) (Cristales de colesterol o jabones de calcio) en el humor vitreo visibles en el examen de fondo de ojo; y otras neuritis ópticas o' al glaucoma en el que to­ ma el nombre de escotoma de Bjerrum. Al­ gunas ocasiones en lugar de ser negros tienen el aspecto de luces, entonces se llaman es-, cotomás centellantes, y. pueden verse en la jaqueca oftálmica y otras cefalalgias vascula­ res. ' } 4 .- . VISI.ON DE COLORES O CROMATOPSIAS: -1 1 5 cotomas. En el glaucoma agudo, por edema de la córnea, puede presentarse intermiten­ temente la visión como de un arco iris que rodea a las luces. 5 . - NICTALOPIA: Es la dificultad para ver con la luz crepuscular y en la obscuridad. Se debe a defectos en las estructuras refringeñtes del ojo, a déficit de Vitamina A y a trastor­ nos de la retina (13,16). EXAMEN FISICOSistem áticam ente exa­ minaremos: 1.— Los párpados y las pes­ tañas. 2 .- La conjuntiva. 3 .- El globo ocular en conjunto. 4 .- La esclerótica. 5 .- La córnea. 6.— La pupila y el iris. 7.— El cristalino. 8 .- El fondo de ojo, y 9.—El examen funcional. 1.— PARPADOS: Normalmente los párpa­ dos son de color que guarda armonía con el resto de la piel de la cara; cuando se cierran cubren completamente el globo ocular, sin dejar espacios éntre los bordes del párpado superior e inferior, y, cuando están abiertos dejan un espacio llamado hendidura palpebral, que deja ver parcialmente el globo ocu­ lar. Esta hendidura palpebral está limitada por el borde del párpado superior que cubre el polo superior de la córnea, por el borde, del párpado inferior que limita casi exactamente al polo inferior de la córnea; y por los ángulos externo e interno que for­ man los párpados al unirse en sus extremos externo e interno respectivamente. La visión de los objetos matizados dé un co­ lor rojo (eritropsia), puede verse luego de la acción prolongada de luces cegadoras o de la exposición a la nieve sin la debida protección de gafas (12); también puede verse en hemo­ El ángulo externo es agudo, mientras rragias infraoculares.- Si él color que matiza que el interno es redondeado. Los párpados el campo visual es amarillo, se llama xantopsia, y puede vers$ en los escotomas centellan­ se encuentran activados por un movimiento rítmico bilateral y sincrónico que es el parpates de la jaqueca, -.alguna vez en la ictericia y en las intoxicaciones por CO (14). La in­ ' deo, el cual se produce con una frecuencia toxicación digitálica puede producir la visión variable entre 2 - 4 veces por minuto. Las de bordes blancos en los objetos obscuros, y pestañas asientan en el extremo anterior del la dificultad para la percepción de los colo­ borde palpebral, y éste se presenta liso y res amarillo y verde (2, 4, 7, 15, 20). Estas rosado. cromatopsias de la digital pueden estar acom- QUE EXAMINAR Y COMO EXAMINAR: Debe páñadas de visión borrosa, diplopia y es- pensarse siempre en la posición, volumen, — 116 — color, movilidad y pestañas. Para ésto basta la inspección y ocasionalmente la palpación. La patología produce por tanto, cambios en una o más de las características anotadas. Por ejemplo? Posición: Si el párpado está invertido, de modo que las pestañas rozan con la conjun­ tiva, se llama entropion, y puede deberse a sínfisis entre las conjuntivas palpebrales y oculares. Si el párpado está evertido, Fig. 17-4, de modo que la conjuntiva queda des­ cubierta, se llama ectropion, y puede ver­ se en la hipotonía o parálisis del orbicular de los párpados, y en las cicatrices de la piel correspondiente. Volumen: La piel laxa y fina de los párpa­ dos permite fácilmente la infiltración ede­ matosa, Fig. 17-5; o enfisematosa, que los deforman hinchándolos. Los edemas más frecuentes son los pro­ ducidos por el sueño prolongado; la gripe y resfriados* comunes cuando inflaman toda la zona; los traumáticos de la frente, párpa­ dos o cara; y los renales que suelen presen­ tarse especialmente en las mañanas y desapa­ recer a lo largo del día, pero hay que tener en cuenta que sólo son una manifestación ocu­ lar de los edemas generalizados que acompa­ ñan a muchas afecciones renales. Se com­ prueba la existencia del edema presionando ligeramente sobre los párpados y constatando que deja fóbea. También puede verse ede­ ma palpebral en algunas reacciones alérgicas como en el edema angioneurótico de Quinke, en la enfermedad de Chagas/ en que puede ser unilateral y bipalpebral. De­ más está decir que muchas afecciones propias de los ojos se acompañan de edema palpe­ bral, como las conjuntivitis agudas y orzuelos. El enfisema palpebral, producto de la infiltración de aire en el tejido celular subpalpebral es raro, y es la consecuencia de una fractura ósea de los senos paranasales vecinos. Fig. 17-4 A : E n tro p io n . B: E c tro p io n O bservación del P rof. D r. Jorge C alderón. Fig. 17-5 E d em a p alp eb ral Al presionar suavemente sobre los parpados se constata la crepitación típica producto de la ruptura de las burbujas de aire,Fig- 17-6. Color: El más conocido es el morado por equimosis posUtraumática. directa sobre el ojo, Fig. 17-7; pero debe tenerse en cuenta que algunas veces el sitio de la hemorragia puede situarse a distancia, y la sangre ex­ travasada sólo emigra hacia los párpados. Es­ te hecho tiene singular significado en las fracturas de la base del cráneo. La rubicun­ dez de los párpados puede verse después del llanto prolongado, de las afecciones inflama­ torias, infecciosas o alérgicas de la piel o de las conjuntivas. Movilidad: El parpadeo es un acto reflejo que en condiciones patológicas puede es­ tar aumentado o disminuido en su frecuencia, así: aumenta siempre que hay la sensación de cuerpo extraño o inflamación de la con­ juntiva y la córnea; también lo hace en los tics y por trastornos emotivos. Disminuye y aun desaparece en los pacientes que estando Fig. 17-6 y 17-7: L á m . V I. -1 1 7 en schock o en cama permanecen con los ojos abiertos; en la anestesia general y en la local de la córnea; cuando hay sínfisis conjuntival; en la parálisis de Bell. En este úl­ timo caso se ve además que el párpado in­ ferior del lado afectado, está caído, lo cual deforma el ángulo interno del ojo e impide que las lágrimas continúen su circulación normal por los conductos lacrimales, lo cual produce a su vez un lagrimeo constante y molestoso (epífora). Otra consecuencia de la parálisis pal­ pebral en la parálisis de Bell, es que, al cerrar los ojos, en el lado enfermo no se produce la oclusión total de los párpados, dejando ver una franja de esclerótica, signo de Bell, Fig. 17-8. En la parálisis del motor ocular común, el párpado superior está completa­ mente caído, sin que sea posible la apertura voluntaria del ojo afectado; más, al elevar el párpado se descubre el ojo desviado hacia afuera por el predominio del recto externo. Fig. 17-9. Los edemas de los párpados, por el peso de los mismos, pueden impedir el par­ padeo y mantener los ojos cerrados dando una falsa idea de parálisis. Los párpados pue­ den ofrecer movimientos lentos y perezosos en los estados de somnolencia, mixedema y miastenia. Pestañas: Pueden estar implantadas muy atrás en el borde palpebral e introducirse en el ojo, causando las molestias de cuerpo extraño y aun ulceraciones de la córnea. Se llama triquiasis, al cambio de dirección de las pestañas. Pueden disminuir de número en todos los casos de blefaritis crónica, y en las mujeres por el uso de pinturas. El tracoma es una conjuntivitis crónica granulosa que produce caída de las pestañas y es la conse­ cuencia de una infección viral (1,6). 2 .- LA CONJUNTIVA: La Fig. 17-10, nos ilustra como examinar la conjuntiva y sus fondos de saco. Para descubrir la conjun­ tiva inferior, basta con que el médico trac- F ig . 1 7 -8 P a rá lisis fa c ia l: S ig n o d e B ell. F r a n ja d e e s c le ró tic a v isib le 17-9 Parálisis d e l M o to r o cu lar com ún. 3 Fig. A: P á rp a d o s u p e r io r c a í d o . B : D e sv ia c ió n d e l o jo h a d a a fu e rra . cione hacia abajo el párpado correspondien­ te con el pulpejo de su dedo pulgar, mien­ tras pide al enfermo que permanezca miran­ do hacia arriba. Para descubrir la conjuntiva superior la maniobra es un tanto más com­ pleja y debe seguirse sistemáticamente, así: 1.—Se pide al paciente que mire hacia abajo, mientras el médico, tomando de las pesta­ ñas del párpado superior con los dedos de la una mano, tracciona suavemente el párpado hacia abajo y adelante; 2.—Con la otra ma­ no, coloca un aplicador sobre el párpado, por encima del cartílago tarso, con el cual ejerce una ligera presión para que sirva de punto de apoyo, y al mismo tiempo el párpado que estaba traccionado es evertido con un rápido, pero delicado movimiento hacia arriba; 3.— Se lo mantiene en esa - 118 — F ig . 1 7 -1 0 E x a m e n d e la c o n ju n tiv a . A : D e l p á r p a d o in fe rio r. B : D e l p á r p a d o s u p e r io r. posición presionando con el pulgar las pes­ tañas contra la piel que queda detrás de ellas. QUE EXAMINAR: Pondremos atención en el color, la humedad y la lisura. Normalmente, sabemos, es de color rosado la que cubre a la cara interna de los párpados; está hu­ medecida por las lágrimas lo que facilita tam­ bién su desplazamiento sobre la conjuntiva que cubre a la esclerótica; ambas son lisas y brillantes. La patología modifica estas características; así: i El color: Se vuelven rojas en las conjuntivitis, Fig. 17-11, es decir, en las inflamaciones de la conjuntiva, que pueden ser motivo además de escosor conjuntival, ardor, eventualmente dolor, sensación de cuerpo extraño, parpa­ deo, lagrimeo y aun presencia de secreciones , purulentas, dependiendo de la etiología. Mu­ chas ocasiones el enrojecimiento sólo se pro­ duce por congestión vascular, Fig. 17-12, de­ bido a la acción local de irritantes como el polvo, la luz intensa, pequeños cuerpos ex­ traños, esfuerzos visuales de la lectura, la falta de sueño, la ingesta de alcohol, A veces es una manifestación de las infecciones generales, especialmente del sarampión, vari­ cela, escarlatina y rubéola. Algunas ocasio­ nes, como en las iridociclitis, puede observar­ se el enrojecimiento de los vasos que rodean a la córnea, pero que no son de la conjuntiva sino de la esclerótica y proceden de los vasos que riegan el iris y músculo ciliar. El color rojo también puede deberse a he­ morragias subconjuntivales que a veces se hacen espontáneamente tras un esfuerzo físi­ co o un golpe de tos, y otras por traumatis­ mos directos. Cuando hay acumulo sanguíneo o ede­ matoso subconjuntival, puede producirse pro­ lapso de la conjuntiva a través de los párpa­ dos. Fig. 17-14. Sobre las conjuntivas páli­ das de las anemias ya hemos hablado en otra parte y no volveremos a repetir. La humedad: Normalmente las conjuntivas están lubricadas por las lágrimas que circulan desde el ángulo superoextemo del ojo, en donde se encuentra la glándula lagrimal, hasta el ángulo interno en donde se encuentran los orificios y conductos lacrimonasales que con­ ducen las lágrimas a las fosas nasales para su expulsión. El exceso de lágrimas se ve en el llanto y en muchas inflamaciones conjuntivales y corneales, pero su aparente exceso de producción se ve en las obstruc­ ciones del conducto lacrimonasal, que impi­ de” la salida a las fosas nasales, y se fuga por los ángulos de la hendidura palpebral. La hiposecreción o la falta total de lágrimas, puede verse en el síndrome de Sjógren, lo cual determina la sequedad de las con­ juntivas; la xeroftalmia que también pro- Fig, 17-11,1 7-12: Lám. VI. Fig. 17-14: Lám. V il. - 119 — ¿uce sequedad puede determinar ulceraciones íe la córnea (19); lo que puede observarse también en la parálisis de Bell, por evapora­ ción y pérdida excesiva de lágrimas que im­ pide la lubricación adecuada de la córnea. Las conjuntivitis producen hipersecreción de líquidos patológicos; por ejemplo, jas que son de etiología bacteriana producen secreción purulenta, en la cual por cultivo o tinción pueden ser reconocidas las bacterias causantes; las afecciones virales o alérgicas sólo producen una secreción serosa y casi nunca se acompañan de adenomegalia satéli­ te, en cambio sí las bacterianas, atacando especialmente a los ganglios preauriculares del lado afectado. La lisura: Es requisito indispensable para el normal desplazamiento palpebral. En las conjuntivitis pueden haber, como secuela, adherencias conjuntivales que deforman los párpados, impiden sus movimientos y oclu­ yen los conductos lagrimales. En las per­ sonas mayores y de edad avanzada, suele presentarse un repliegue membranoso, de forma triangular, de base hacia el ángulo in­ terno del ojo, que asienta sobre la conjuntiva bulbar, y con vértice que se exitende hacia la córnea y que puede invadirla hasta cubrirla totalmente, se llama ptérigion, Fig. 17-15; es de color amarillento, vascularizado, y cuando se inflama puede volverse rojo. 3.- EL GLOBO OCULAR EN CON­ JUNTO.— Reconoceremos la tensión ocular, la situación y los movimientos oculares. TENSION OCULAR: Depende fundamental­ mente de la cantidad de humor acuoso que se encuentra en el ojo. Como sabemos, este líquido se secreta a través de los vasos de la superficie interna de los procesos ciliares; pasa bañando al cristalino y cara posterior del iris; y, por la pupila, pasa a la cámara anterior del ojo; sale luego por el ángulo iridocomeaU por los espacios de Fontana, para ir.a desaguar en las venas de la escleróti­ ca, en la unión en que los espacios de Fon­ tana, se unen al conducto de Schlemm. La presión intraocular producida normalmente varía entre 12 y 25 mm de mercurio; consi­ derándose como hipotenso al ojo que registra menos de 10 mm Hg.; e hipertenso o glaucomatoso al que registra presiones de más de 30 mm. Hg. Cómo Examinar: Varios son los métodos especializados para medir la tensión ocular, como la tonometría por depresión, que usa el tonómetro de Schiotz; la tonometría por aplanamiento, que usa el tonómetro dé Goldmann; y actualmente la tonometría sin contacto, que aplana la córnea mediante una corriente de aire (9,18). Todos son procedi­ mientos al alcance de los especialistas en of­ talmología, pero en la clínica general el procedimiento manual, que aunque no es cuantitativo, por lo menos permite el re­ conocimiento cualitativo suficiente para las aplicaciones clínicas que más tarde anotare­ mos. El procedimiento consiste en hacer cerrar los ojos al enfermo, luego con los pul­ pejos de los dedos índice y medio se ejerce una ligera presión con uno y otro dedo alter­ nadamente; de esta manera, el examinador sentirá en sus dedos una sensación de Peni­ tencia que refleja la tensión ocular. Luego de examinar a varias personas normales,, el estudiante se quedará con una sensación palpatona propia de dicha condición y le será fácil reconocer los cambios cualitativos de hipertensión o hipotensión ocular. Obvia­ mente que el reconocimiento de la hiperten­ sión debe ser motivo de una inmediata refe­ rencia al oftalmólogo para que precise ía me­ dida y la causa. En la práctica general de la m edirla, la causa más frecuente de hipertensión ocu­ lar suele ser el glaucoma crónico y primario con ángulo abierto que, evolucionando sin tratamiento, puede conducir a la ceguera de- Fig. i 7-5.* Lám. Vil. - 120 — finitiva. Todo trastornó de la visión, espe­ cialmente el relacionado con la disminu­ ción del campo visual, dolor ocular y aumen­ to de la tensión del ojo, debe hacer pensar en glaucoma, y, el médico general debe remitir inmediatamente al especialista. La hipotonía es menos grave por si mis­ ma y suele ser signo que acompaña al shock, al coma diabético, a diversos cuadros de deshidratación importante, al uso de diu­ réticos especialmente a los bloqueantes de la anhidrasa carbónica, y a los que contie­ nen acetazolamida. SITUACION: Tiene que ver con el lugar que ocupa el ojo en relación con la cavidad orbitaria y con sus propios ejes; vertical, hori­ zontal y oblicuos. Por la simple inspección puede examinarse el exoftalmus, enoftalmus, y los estrabismos. Exoftalmus: Fig. 17-16. Significa que el ojo está proyectado hacia adelante, “tiene los ojos saltones”, suele afumar el neófito. La inspección de frente deja ver unos ojos -grandes, con la hendidura palpebral muy abierta, de modo que, tanto el párpado su­ perior como el inferior dejan al descubier­ to una franja de esclerótica (Signos de Dalyrimple y de Von Koller, respectivamente), debido a que los párpados están retraídos. Una visión de perfil de la cara del paciente deja ver que el polo anterior de la córnea su­ pera la mitad de la altura del dorso de la nariz en su porción ósea. La causa más frecuente de esta altera­ ción suele ser el Hipertiroidismo, en su varie­ dad de Basedow,en el cual puede presentarse la substancia “SPO” (Substancia productora de exoftalmus), causante de la afección. Otras causas menos frecuentes para producir exoftalmus uni o bilateral son los tumores o procesos infecciosos o inflamatorios retrooculares que empujan el ojo hacia adelante. No debe confundirse con la buftalmia, ojos F ig . 1 7 -1 6 E x o f ta lm u s de buey, producto de un aumento notable de la tensión ocular que puede verse en el glaucoma congénito. Enoftalmia: Fig. 17-18. Significa que los ojos están situados muy dentro de la órbita, “tiene los ojos hundidos”. Suele verse en los pacientes muy deshidratados y en aque­ llos que han sufrido fracturas de los huesos de la órbita con desplazamiento posterior del ojo. Se puede tener una falsa impresión de enoftalmus en los casos que la hendidura palpebral se estrecha, por ejemplo, en la ptosis palpebral de la miastenia, y en la con­ tracción voluntaria de los párpados por inflamación conjuntival y luz muy intensa. El epicanto, que es un repliegue membranoso que, cubriendo el ángulo interno del ojo cae desde el párpado superior al inferior, Fig. 17-19, puede estrechar la hendidura palpebral y dar la impresión de enoftalmía. - 121 MOVIMIENTOS OCULARES- Cómo exami­ nar: Se pide al paciente que mantenga la ca­ beza fija, o el médico puede sostener del F ig . ' F ig . F ig . 1 7 -1 8 1 7 -1 9 1 7 -2 0 E n o f ta lm ía E p ic a n to E s tra b is m o Estrabismos: Uno o ambos ojos pueden es­ tar desviados hacia adentro, afuera, arriba, abajo. Fig. 17-20. La inspección inicia el examen que en1un buen número de veces es suficiente, y el examen de los movimientos oculares confirma la asimetría de los mismos y aun la imposibilidad de un movimiento normal al lado opuesto de la desviación. Aparte del profundo trastorno estéti­ co que produce , puede haber dolores ocula­ res, cefalalgias y trastornos de la visión co­ mo la diplopia (Visión doble). mentón la cabeza del paciente, Fig. 17-21, impidiendo que la mueva mientras se realiza el examen; luego se coloca frente a la mira­ da del paciente, pero por lo menos a 30 cen­ tímetros de distancia de sus ojos, un objeto que' le sea fácilmente visible, por ejemplo, un lápiz; se le ordena entonces que le siga con la mirada, mientras el médico desplaza el objeto hacia un lado, después a otro; luego hacia arriba y abajo; y por último obli­ cuamente. 'Fig. 17-22. Mientras se realiza esto, el médico va observando cuidadosamen­ te si los movimientos son simétricos, con­ tinuos, completos hasta los respectivos ex­ tremos, y deteniendo en ellos el objeto que mira el paciente, observa si los ojos son capa­ ces'de detenerce por unos instantes o tienden a regresar a su sitio natural. Se-te rm in a *1 examen, acercando el objeto hacia la región interciliar del paciente, para observar el grado de convergencia de los ojos. Los trastornos más frecuentes de la mótilidad ocular tienen que ver con las afec­ ciones de los músculos externos del ojo y los nervios correspondientes, por ejemplo, los estrabismos y las parálisis o paresias. Así: en la parálisis del motor ocular común, ya he­ mos dicho, el ojo está desviado hacia afuera y no podrá realizar prácticamente ningún movimiento; en la parálisis del motor ocular externo, el ojo está desviado hacia adentro y no podrá moverse hacia afuera. Cuando después de haber llegado con el movimiento a uno de los extremos y soste­ niendo ahí la mirada, se observa que los ojos hacen movimientos de temblor como que quieren regresar a su sitio natural, se habla de nistagmus, cuyo valor semiológico lo mencionaremos en el examen del Sis­ tema nervioso Central. - 122— 4,— 1LA ESCLEROTICA: Desde el punto de vista clínico nos interesa el color amarillo que, como antes hemos anotado, depende de la impregnación de bilirrubina (ictericia)^ los individuos de raza negra y ■los anciano? pueden también tener una coloración ama­ rillenta, pero es por acumulo graso. En la enfermedad de Lobstein y Eddoves, las escle­ róticas son de color azul debido a .que son sus capas muy delgadas y transparentan el color de la uvea; suele, acompañarse de fragilidad de los huesos y sordera; es de ori­ gen congénito. F ig . 1 7 -2 1 P o s ic ió n d e l m é d ic o y p a c ie n te p a r a e l e x a m e n d e lo s m o v im ie n ­ to s o c u la re s. La* esclerótica normal es una capa muy poco elástica que resiste la tensión infraocular y permite la conservación de la morfología del ojo, pero cuando se adelgaza mucho o la tensión ocular sube demasiado, puede permitir la hernia de la coroides dando lugar al estafiloma. La inflamación de esta capa se llama escleritis; afecta a ambos ojos y se mani­ fiesta como manchas rojo-violáceas que asientan cerca de la córnea o en otras regio­ nes; pueden curar sin dejar huellas o producir cicatrices que suponen un debilitamiento fo­ cal de la esclerótica, lo cual favorece las hernias antes mencionadas. La artritis reumatoidea y la poliarteritis nodosa (8,10), pue­ den producir escleritis. Cuando la inflama­ ción afecta sólo a las capas superficiales se habla de episcleritis, cuya variedad caracte­ rizada por nodulos circunscritos, acompaña a la arteritis craneal, causa de cefalalgias. 5.— LA CORNEA: Redondeada, lisa, bri­ llante y transparente, constituye el extremo anterior del ojo y está unida a la esclerótica en el limbo esclerocorneal. F ig . 1 7 -2 2 ‘ D ife re n te s d e s p la z a m ie n to s d e lo s o jo s e n «1 • x a m e n d e l o i m o v i­ m ie n to s o c u la re s . Su inflamación se llama queratitis y suele producir un cortejo sintomático carac­ terizado por intenso dolor, lagrimeo, cierre espasmódico de los ojos, dificultades para la visión normal e intolerancia a la luz. Ade- -123 - fflás origina un proceso de vascularización superficial o profunda que inicialmente pro­ duce enrojecimiento y edema de la córnea lo que le hace perder transparencia, apare­ ciendo más bien opaca. Fig. 17-24. Si la vascularización depende de los vasos ciliares, puede verse un anillo de finos vasos rojizos que rodean profundamente a la córnea Fig. 17-25. Si la vascularización depende de los vasos de la conjuntiva entonces ésta también se presenta enrojecida y vascularizada, demostrando la queratoconjuntivitis. F ig. Fig. 1 7-26 O pacidades d e la có rn ea. “ N u b es” F ig . 1 7 -2 7 O p a c id a d t o t a l d e la c ó r n e a p o r q u e m a d u ra 17-25A . Por traumatismos o secundariamente a las queratitis, pueden presentarse úlceras corneales que suponen pérdidas de substan­ cia superficial que al cicatrizar pueden pro­ ducir opacidades o “nubes”, que de estar colocadas delante de la pupila pueden im­ pedir la visión. Fig. 17-26. Una causa im­ portante de ulceración de la córnea es la desecación de la misma por falta de lubrica­ ción lagrimal como ya hemos dicho antes. Las opacidades totales de la córnea producen ceguera. Hemos visto casos de queratitis con opacidad total debido a que­ maduras con cal, en niños y en trabajadores de la construcción. Fig. 17-27. También la sífilis produce la llamada queratitis intersti­ cial con ceguera total. La Tb. también pro­ duce queratitis y ulceraciones. La deformación de la córnea que au­ menta la convexidad anterior de la misma, se llama queratocono. Fig. 17-28. Se lo reco­ noce observando al enfermo tangencialmen­ te. Produce trastornos en la visión y suele acompañar al astigmatismo avanzado. En un buen número de personas de edad avanzada se observa un anillo muy fino, de 1 m.m. de ancho que rodea a la córnea, de color grisáceo. Se llama arco senil, Fig. 17-29, y se debe al acúmulo de grasa en dicha zona. F ig . 1 7 -2 8 Q u e ra to c o n o 6.— EL IRIS Y LA PUPILA.— Como sabe­ mos por la Anatomía, el iris es un músculo circular que, como un telón cae delante del cristalino, pero detrás de la córnea. Está pigmentado, lo que da el color de los ojos, y perforado en el centro por un orificio circular Fig. 17-24: Lám. VIL Fig. 1 7-25: Lám. V II y V III. Fig. 1 7-28 y 29: L ám . V III. llamado pupila, que permite el paso dé la luz a las estructuras posteriores del ojo re­ gulando su cantidad, es decir, haciendo las veces de un diafragma. Está inervado por fibras del vago y del motor ocular común que cierran las pupilas, y por el simpáti­ co que las dilatan. La circunferencia exter­ na del iris está unida al cuerpo ciliar. La inflamación del iris se llama iritis, pero como casi siempre se compromete el cuerpo ciliar, entonces se habla de iridociclitis. En estas condiciones suele ser causa de intenso dolor ocular, profundo, irradia­ do a la frente y regiones infraorbitarias, lo cúal puede hacer confundir con una odontal­ gia superior; se acompaña de fotofobia, lagrimeo y visión borrosa; el iris suele estar rubicundo y puede haber vascularización del anillo pericomeal profundo dependiente de los vasos ciliares; la reacción a la luz pue­ de provocar dolor, mientras que la pupila puede estar miótica (cerrada) o deformada si ya se han hecho adherencias entre sus fi­ bras musculares o a las estructuras vecinas, por ejemplo, a la cara anterior del cristalino. Fig. 17-13 Si la inflamación es de origen bacteriano puede formarse pus (Hipopión), que se deposita en el extremo inferior de la cámara anterior a manera de grumos, visibles con una simple lámpara de bolsillo. Algunas ocasiones la iritis puede acompañar algunas enfermedades del colágeno (5,17) como el lupus eritematoso, o de las articu­ laciones como la enfermedad de Still y la espondiloartritis anquilopoyética. CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 17-1 1 .- El color: Normalmente la pupila es negra, pero puede verse blanquecina —grisá­ cea en las cataratas; Fig. 17-31; rosadas en los albinos, pues la falta de pigmento permite ver el color de las estructuras internas del ojo. F ig . 1 7 -3 1 C a t a r a ta 2.— Forma: Los procesos infecciosos o in­ flamatorios, iridociclitis, producen deforma­ ciones de la pupila con angulaciones agudas. Fig. 17-32; mientras que en las afecciones del sistema nervioso las angulaciones son redondeadas. Fig. 17-33. F ig . 1 7 -3 2 D e fo rm a c io n e s d e la p u p ila p o r irid o c ic litis F ig . 1 7 -3 3 A n g u la c io n e s re d o n d e a d a s d e la p u p ila e n la s a fe c c io n e s d e l S is te ­ m a N e rv io s o Alguna vez, por razones congénitas, los iris pueden ser de distinto color entre ambos ojos; también pueden serlo por atrofia neuropática de uno de ellos. LA PUPILA: El cuadro No. 17-1, nos señala el qué examinar y el cómo examinar. Fig, 17-31: Lám . VIH. 125 — CUADRO No. 17-1 E X A M E N D E L A P U P IL A Qué examinar Cóm o exam inar 1.- Color 1.— Inspección, haciendo incidir un haz de luz en la pupila. 2 .- Forma 2.— Inspección. 3.— Tamaño 3.— Inspección con la luz de mediana intensidad e igual para ambos ojos 4 .- Situación 4.— Inspección. 5.— Número 5.— Inspección. 6.- Hippus fisiológico 6.- Iluminando tangencialmente el ojo con una lámpara, se observa como la pupila se contrae y se di­ lata tenuemente como si latiera. 7.- Reflejo a la luz 7.— Se pide al paciente que cierre los ojos, luego de unos instantes se le ordena que los abra e inme­ diatamente se hace incidir una luz sobre la pupila. Se observará como se contrae enérgicamente. 8.— Al iluminar el ojo como en 7, se observa que la pupila del otro ojo también se contrae aunque más lentamente. 8 .- Reflejo consensual 9.- Reflejo a la acomodación 9.— Se coloca un lápiz a 30 centíme­ tros de distancia para que lo vea el paciente y se observa el tama­ ño de las pupilas, luego se le pide que mire a la distancia mínima de 5 metros; se observará que las pupilas se dilatan. Se coloca nue­ vamente el lápiz a 30 centímetros y se observará como se contraen nuevamente las pupilas. 10.— Acomodación — convergencia. 10.- Haciendo la maniobra para exa­ minar la convergencia ocular, se observará como, simultáneamen­ te, las pupilas se contraen. -1 2 6 3.— Tamaño: Por cuanto el músculo iris actúa como un diafragma que regula la canti­ dad de luz que debe ingresar al ojo, el tamaño de la pupila normal es variable: pe­ queña cuando la luz es intensa y grande cuan­ do es tenue o hay obscuridad. Según Temen, el tamaño varía entre 2 y 5 m.m. de diáme­ tro. Cuando la pupila se mantiene de mane­ ra más o menos estable y por un período más o menos largo, con diámetro menor que 2 m.m. se habla de miosis, Fig. 17-34; si es mayor que 5 m.m. se habla de midiiasis, Fig. 17-35; y, si la una es pequeña y la otra grande, se habla de anisocoria, Fig. 17-36. Sobre el valor semiológico de estas al­ teraciones hacemos un detenido relato en el capítulo que se refiere al Sistema Ner­ vioso Central, debido a que sus alteraciones más frecuentes están ligadas a la patología de este sistema. Claro que también pueden deberse a afecciones locales de los ojos y generales del organismo, pero en todo caso preferimos estudiarlas en conjunto. F ig. 17-36 A nisocoria 4 .- Situación: Normalmente están en el centro del iris. Algunas ocasiones por ra­ zones congémtas o quirúrgicas, pueden estar en situación exéntrica. Fig. 17-37. 5 .- Número: Algunas ocasiones puede verse más de una pupila en el mismo iris , fenómeno que se llama policom. Fig. 17-38; puede producir algún trastorno en relación a la luz y la acomodación. 6 .- Hippus fisiológico: Se debe a la acción constante de la luz y al antagonismo perma­ nente entre las funciones constrictoras y dilatadoras. Cuando se exagera se habla de Hippus patológico que puede verse en las meningitis y paresias del III Par. En cambio la desaparición de estos movimien­ tos del iris puede verse en la Sf. del Sistema nervioso central. 7 .- Reflejos a la luz: 8 .- consensual; Fig. 17-37 Fig. P upilas exéntricas 17-38 P olicoria 9 .- a la acomodación, y 10.- Acomodación —Convergencia, serán analizados en el sístema nervioso por las mismas consideraciones hechas para la miosis y midriasis. (Capítulo 136). j j I I -1 2 7 7a-¿t"EL CRISTALINO.— N o s referimos a él sólo para decir, de acuerdo con Santer, q u e “toda falta de homogenidad del crista­ lino es llamada Catarata” . Muchas veces el médico general es consultado por visión borrosa especialmente para ver de cerca. C u a n d o se trata de un adulto, lo más pro­ bable es que se trate de una catarata senil o de una catarata diabética. En los niños, lo más frecuente es que sea congénita. Se examina el cristalino haciendo in­ cidir un haz de rayos luminosos con una linterna simple o con el oftalmoscopio, y cuando se trata de una catarata se verá a través de la pupila, una zona de color grisá­ ceo que corresponde al cristalino opaco. Fig. 17-31. Todos los casos de catarata deben ser remitidos al especialista para su tra­ tamiento. 8.— EL FONDO DEL OJO: Cómo exami­ nar: Se utiliza para el efecto el oftalmosco­ pio, Fig. 17-40, que debe figurar en el con­ tenido del equipo médico básico. Es conve­ niente realizarlo en un cuarto obscuro de modo que la pupila se dilate espontánea­ mente, pero también puede hacerse previa la dilatación de ella con fármacos. Se uti­ liza soluciones de simpáticomimeticos, por ejemplo, la Neosynefrina, al 2,5 por 100. en gotas que se aplican en el fondo de saco conjuntiva!, y al cabo de unos 30 minutos la pupila ya está dilatada. El paciente debe estar cómodamente sentado, el médico puede estar de pie frente a él, y con su ojo derecho debe examinar el ojo derecho del paciente, mientras que con su ojo izquierdo, debe hacerlo el izquierdo del examinado. Fig. 1741. (Se supone que el médico ve bien con ambos ojos, de lo contrario lo hará coa el ojo norma1). Es útil que el ojo examinado esté dirigido hacia adentro y arriba, todo el tiempo que sea necesario; además se recomendará al pacien- Fig. F ig. 17-41 17-40 O ftalm oscopio P osición ad ecu a d a p ara el exam en del fo n d o del ojo te que procure pestañar lo menos posible. El médico debe acostumbrarse a examinar con ambos ojos abiertos, de tal manera que, mientras el uno mira a través del lente del oftalmoscopio, el otro controla que la luz incida correctamente en la pupila y no fuera de ella. La distancia a la que debe estar el paciente es variable, pero en general es reco­ mendable no acercarse mucho y peor contac­ tar el oftalmoscopio con el ojo del enfermo. - 128 Para corregir la falta de nitidez de la imagen observada se debe interponer el lente que sea más conveniente; para el efecto, los aparatos traen un juego de lentes que corrigen peque­ ños defectos de hipermetropía y miopía. La luz que sale del aparato debe ser relativamen­ te intensa y se usa la que da la forma de un círculo lleno. Así preparados el enfermo, el médico y el equipo, se inicia el examen. En este mo­ mento vale la pena un consejo para el prin­ cipiante: “ármese de mucha paciencia y ten­ ga en su mente un esquema claro de qué es lo que debe examinar”. Al comienzo, aun con personás que colaboran muy bien, puede no descubrirse la imagen que debe verse oya enfocada se la puede perder con facilidad, debido a que pequeños movimientos de los Ojos o el parpadeo desacomodan la imagen y ■hay que volver a empezar; otras veces, cuan­ do el examinador no se ha preparado pre­ viamente para reconocer el fondo del ojo, puede ho identificarlo completamente y de* jar vacíos que pueden ser importantes para el diagnóstico. Lo primero que suele reconocerse a través de la pupila negra es una zona de co­ lor rosado-rojizo; ya estamos en el fondo del ojo; es el momento de buscar el lente que mejor nos permita ver con nitidez;cuando ya lo hemos conseguido, entonces iniciamos un examen sistemático de.todas las estructuras. QUE EXAMINAR: Puede seguirse el siguiente orden: 1.— La papila óptica. 2 .- Las arterias y venas. 3.— La mácula. 4.— La retina, y ^5 .- La periferie del fondo del ojo. Fig. 17-42. 1.— La papila óptica: Una forma cómoda ■de localizar la papila es la de seguir a los vasos en dirección hacia donde van hacién­ dose más gruesos; de pronto se nota que, rodeando al sitio en el que ellos confluyen, se presenta una zona redondeada o ligeramente ARTERIA. CENTRAL PAPILA [l a m in a ) [ cribosa J £3 MACULA LADO E X T E R M O Fifi. 17-42 H jL _ fe j^ p A V E N A CENTRAL '^ J P ^ E .X T . A U ASTERIA) F o n d o de ojo n o rm al ovalada, de color rosado pálido que se dife­ rencia claramente del resto de ia superficie observada porque está además separad?, de ella por un círculo bien nítido que la bordea. Corresponde a la entrada del nervio óptico. Está situada un poco hacia el extremo na­ sal de la retina y no en el polo posterior del globo ocular. La Fig. 17-42, nos enseña además que su centro está excavado, lo que en la visión frontal se presenta como una concavidad de color blanquecino, llamada depresión fisiológica, y corresponde al sitio en que las fibras del nervio óptico se separan. 2 .- Las arterias y venas: Al poner atención sobre los vasos lo primero que debemos ha­ cer es diferenciar las arterias de las venas; el cuadro No. 17-2, nos facilita la tarea. Cuando se entrecruzan los vasos, las arterias pasan por encima de las venas, pero lo hacen de tal manera que ni la vena ni la arteria modifican su calibre ni su forma ni su dirección, y el ángulo que forman entre sí es más bien agudo. Luego de salir de la papila los vasos pa­ san exéntricamente, por el segmento interno de la misma, para repartirse en la retina en tres bloques ramificados: uno superior, otro inferior, y un tercero interno compuesto por ramificaciones menos numerosas. Por tanto, las regiones anotadas son mucho más vascularizadas que la zona temporal o externa, especialmente en la región macular. -Fig. 17 42: L ám . I X . - 129 CUADRO No. 17-2 CARACTERISTICAS DE LOS VASOS DEL FONDO DEL OJO Arterias Venas 1.- Más delgadas, relación 2:1. 1.- Más gruesas, relación 2.1. 2- Rojo más claro y brillante. 2 .- Rojo obscuro. 3- Trayecto más rectilíneo. 3 .- Trayecto más sinuoso. 4- Se dividen después de salir de la lámina cribosa de la esclerótica. 4 .- Se dividen antes de salir de la lámina cribosa de la esclerótica. 5 .- Pasan por encima de las venas. 5 .- Pasan por debajo de las arterias. f 3 .- La mácula: Siguiendo horizontalmente hacia afuera, a unos dos diámetros papilares de distancia de la papila, se descubre una zo­ na obscura, ovalada, sin vasos, que correspon­ de a la mancha amarilla o mácula. Es la parte más sensible de la retina a la acción de la luz. 4.— La retina.— Normalmente es transpa­ rente y el color rosado se debe a los vasos coroides. No se la ve roja debido a que la capa pigmentosa de la retina y el pigmento coroideo la vuelven rosada. Algunas ocasio­ nes y sin significado patológico, puede obser­ varse manchas melánicas distribuidas en di­ versas regiones de la retina. 5.— La periferie del fondo del ojo: Sólo se puede ver después de que se ha dila­ tado la pupila, para lo cual, repetimos, se deberá estar seguros de que el paciente no sufre de glaucoma. Tiene interés la observación de esta zona porque en ella sue­ len aparecer las primeras manifestaciones de las retinopatías causadas por varias enferme­ dades generales. La patología observable en la retina la conoceremos en los capítulos correspon­ dientes. Por el momento es conveniente que el alumno se dedique a observar varios fondos de ojos, hasta que se familiarice con la técnica y la anatomía normalxámina xx 9 - EXAMEN FUNCIONAL: Nos referi­ remos, 1 .- A la agudeza visual; 2 .- Al sen­ tido cromático; y 3.—Al campo visual. Cla­ ro que lo haremos con un criterio general, puesto que las precisiones especializadas son para los oftalmólogos. 1 AGUDEZA VISUAL: Tiene por objeto identificar el grado de nitidez que cada ojo tiene para ver un objeto de lejos y de cerca. Para el examen que se realiza rutinariamente se usa, por ejemplo, el optotipo deSnellen, Fig. 17-43, cuyo modelo original debe ser colocado a 5 metros de distancia. Una per­ sona normal debe ser capaz de leer todas las letras. Para la visión de cerca puede usarse el optotipo de Casanovas. Fig. 17-44. En todo caso, si una medición inicial demuestra algún trastorno, conviene reportar al oftal­ mólogo para un examen más completo. A nosotros nos interesa más por el momento de­ bido a las cefalalgias que puede producir. 2 .- SENTIDO CROMATICO: Se lo hace per- - 130 titfa i chajct tcm 10 w ' ' CII1LC3 ,»v¡q : •HEAJ??0?Jíf"!?$?••• tgcrrpípiíJti'j H N P T X Z F Z D T N T X H Z N F» P M * t . * U N T D H R X T r H m <£ W «P ‘I «T ' ffi * ’í «- . iv m m i «NMcr f o t » m r I U É a iu m 3 m UJ 3 e E 3 ut m e m ut 171 3 B U! 3 01 ffl 3 S Ul Fig. 1 7-43 O p to tip o d e S nellen. A ) P a ia al­ fab eto s. B) P ara an alfab eto s. mitiendo que el paciente escoja papeles de diferente color y tonalidad. CAMPO VISUAL: Para el examen clíni­ co general basta el procedimiento llamado Perimetría por confrontación, que consiste en comparar la visión periférica del paciente con la del médico, supuesto que éste la ten­ ga normal. 3 .- F ig. 17-44 O p to tip o de C asanovas Nido* El procedimiento es el siguiente: Fig. 17-45. Colocados frente a frente el médico y el paciente a una distancia de 50 — 70 centímetros, se ordena al paciente que tape su ojo derecho con su mano homónima, mientras que el médico tapará su ojo iz­ quierdo con su mano correspondiente. Pe­ dirá entonces al paciente que mire perma­ nentemente el ojo del médico. En estas condiciones, con un lápiz colocado equidistantemente entre los dos, desde la periferie hacia el centro' del campo lo iraltcercando, primero siguiendo un plano horizontal, luego vertical y por fin oblicuo, y cada vez preguntará al enfermo en que momento ve el lápiz; si lo hace al mismo tiempo que el médico, entonces se considerará normal. Existen otros procedimientos como la Perimetría de Contomo de Kestenbaum, y la Autoperimetría Especular de Palomar— Petit, que también pueden utilizarse, pero para un examen clínico general nos parece suficiente el antes descrito. En todo caso, la visión periférica avan- Fig. 17-45 P o sició n d e l m éd ico y e l paciente p ara el ex am en del cam p o visual za hacia afuera hasta 110°, hacia arriba y adentro, hasta 60°, y hacia abajo hasta 75°. La disminución del campo visual que progresa desde la periferie hacia el centro, de manera que parecería que estuviera vien­ do a través de un tubo, Fig. 17-46, es uno de los signos precoces de glaucoma. Existen también cegueras que pueden afectar a la mitad del campo visual de cada ojo, dando lugar a las hemianopsias, las que estudiaremos en el capítulo de neurología por tener mucho que ver con afecciones del Sistema Nervioso Central, cuando no son dependientes de enfermedades locales de los ojos, que el estudiante las aprenderá en la cátedra de oftalmología. Fig. 17-46 V isió n tu b u la r en el glaucom a Fig. 17-47 T o n o m e tría ocular en u n caso de glaucom a. BIBLIO G R A FIA 1.— B ietti, G .B .,'an d o th ers: R esu lts o f largescale vaccination against tra c h o m a in E ast A fri­ ca (E th io p ia), 1 9 6 0 — 6 5. A m J. O p h th 61: 1 0 1 0 — 2 9 ,1 9 6 6 . 2.— B urw ell, W. B .fa n d H endrix, J.P .: Digitalis poisoning. A m . J . M ed. S., 6 4 0 — 657. 1950. 3.— C ogan, D .G .: O cular coxrelates of in b o ro m e ta b o lic defects. C anad M .A .J. 9 5 : 1 0 5 5 - 6 5 , 1966. 4 .— C ohén, B.M.: D igitalis p o iso n in g a n d its tre a tm e n t. N ew E ngland J . M ed., 2 4 6 , 225 — 2 3 0 ; 2 5 4 — 2 5 9 . 1 9 52, 5.— Coles, R .S .: U veitis associated w ith System ic disease. S urvey O p h th , P a rt I, 8: 33 7 — 9 2 , an d P art II, 8 : 47 9 — 5 0 6 ,1 9 6 3 . 6.— C ollier, L .H ., D uke — E ider, S M a n d Jo n es, B.B.: E x p e rim e n ta l tra c h o m a p ro d u c e d by cu ltu red virus. P art II. B rit J. O p h th 4 4: 65 — 8 8, 1 960. 7.— De G rraff, A.C.: C linical conferences. Digitaiis in ío x í catión. 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M ed., 6: 3 4 4 , 1 952. 4.~ NARIZ Y SENOS PARANASALES: Como en todos los casos, su examen médico incluye la anamnesis y el examen Físico. 1 5 .— R o b e rtso n , D.M ., H o llen h o rst, R.W ., an d C allaham , J.A .: O cular M an ifestatio n s o f digitalis to x ic ity . A rch O p h th 76: 6 4 0 — 5 , 1966. 4.1: ANAMNESIS: Sólo haremos incapié en los síntomas, puesto que la técnica para interrogar los otros datos de la Historia Clínica ya fue expuesta en la primera períe de este libro. Por otra parte aosotros consi­ deramos a la nariz y fosas nasales como un todo. 1 6 .— Scrixnshaw, W .S., T ay lo r, C .E ., a n d G o rd o n , J.E .: In te ra c tio n s o í N u tritio n a n d Infectio n . W orld Health. O R g aiú zatio n . Mono* grap h Series N o. 5 7, Ge nevé, W orld H ealth O rganization, 1968. 17.— Schlaegel, T .F ., J r.: T h e Uvea. A n n u a l review. A r d í O p h th 8 5 : 5 2 4 — 3 5 ,1 9 7 1 . 18.— S o ren se, P.N .: A cta O p h th alin o l, 54: 1975. 513, 19.— V au g h an , D .G ., J r.: C o rn eal ulcers. S urvey O p h th 3: 2 03 — 1 5 ,1 9 5 8 2 0 .— W ithering, W.: W ith practica! rem arles on d ro p sy a n d o th e r diseases, C .G .J. y S. R o ­ b la s e n . L o n d res, 1 785. R eim preso e n M edi­ cal Classics, 2, 3 0 5 — 4 4 3 . 1937 LIBROS CONSULTADOS 1.— B ull, T .R .: A tlas de D iagnóstico O to rrin o laringológieo. E d ito rial C ien tífico —M edica. B arcelona, E spaña 1975. 2.— H ollw ich, F ritz .: O ftalm ología. S alvat E di­ to res. S.A . B arcelona, E spaña. 1978 3.— R uggeri, C.A.- M anual P ráctico de O to rrin o ­ laringología. E d ito ria l M édica P an am erican a. B uenos A ires. 1976. 4.— V alen tin m T ., B ertelli, J „ Z u b iz arreta, C am ­ pos, J .R . C o m p endio d e O to rrin o larin g o lo ­ g ía.— E l A ten eo , B uenos A ires. 1 9 7 9 . 5.— V aughan, D „ C ook, R „ A sb u ry , T .: O ftal­ m o lo g ía G eneral. 3o. edc. E l M anual M oder­ n o , M ejdco 1973. Siempre debe tomarse en cuenta al dolor, la obstrucción de las fosas nasales, las secreciones, la epistaxis y los trastornos de la olfación. El cuadro No. 18-1 resume el qué y el cómo preguntar. ALGUNAS CONSIDERACIONES AL CUA­ DRO No. 18-1 1. - EL DOLOR: Tiene que ver con el origi­ nado en los senos paranasales y ya ha sido su­ ficientemente estudiado a propósito de la anamnesis general del dolor y de las cefalal­ gias, de manera que no insistiremos más. 2.— OBSTRUCCION: Frecuentemente es el motivo de consulta: “Dr., tengo tapada la nariz” . La técnica de la anamnesis es la general para cualquier síntoma, debiendo quizás añadirse una pregunta para averiguar cuál de las dos o si ambas fosas nasales están obstruidas: ¿Cuál de las dos ternillas está tapada? ; y otra relacionada con la actitud y decúbito: Sentado o acostado, qué pasa con la obstrucción. Este síntoma, caracterizado por la difi­ cultad ai paso del aire, obliga, cuando es bi­ - 133 CUADRO No. 18-1 ANAMNESIS ESPECIAL DE LA NARIZ Y SENOS PARANASALES 4 Qué preguntar Cómo preguntar 1 - Dolor 1 Corresponde a la anamnesis gene­ ral del dolor, ya estudiado. 2 .- Obstrucción 2.— Cuál de las dos ternillas está tapa­ da? Sentado o acostado, qué . pasa con la obstrucción? 3 .- Secreciones — Cantidad - Color - Olor — Viscosidad — Horario 3.~ 4 .- Epistaxis — Cantidad - Deglución - Otros lugares de sangrado 4.— Le sale sangre por la nariz? - Cuánto? - Se ha tragado la sangre? - Por dónde más le ha salido sangre? 5 .- Trastornos de la olfación 5.— Percibe bien los olores? Recono­ ce bien los olores. Le sale mucosidad por la nariz? — Cuánto? — De qué color? — Tiene algún olor? — Es fluida, viscosa, costrosa? A qué hora del día es más abun­ dante? NOTA: Se supone que para cada uno de estos síntomas debe añadirse todo lo correspondiente a la anamnesis aplicable a cualquier síntoma: Cuadro No. 3-1. lateral, a la respiración bucal, evitando así el calentamiento y el filtrado del aire que las fosas nasales realizan fisiológicamente; ade­ más impide el reconocimiento de los olores y dificulta la identificación adecuada de los sabores, aparte de modificar las caracterís­ ticas de la voz. Muchas son las causas de la obstrucción, perc nosotros, a manera de ejemplo, sólo . mencionaremos a las más frecuentes: en los niños, la flogosis de las vegetaciones adenoi­ des; la introducción de cuerpos extraños: es P L IE G O : 6 increíble la cantidad y variedad de objetos que puede extraerse de los niños: bolas de cristal, trozos de ladrillo, granos vegetales, tiras de madera,etc. Cuando no se los extrae pronto dan origen a la reacción inflamatoria con edema que obstruye más y a la produc­ ción de secreciones purulentas. En los jóve­ nes, son causa frecuente las deformaciones postraumáticas que se producen por fractu­ ra de los huesos nasales y desviaciones uel tabique. En cualquier edad pueden descu­ brirse tumoraciones; pólipos que producen - 134 obstrucción unilateral. Pero tal vez la causa más frecuente sea la obstrucción inflátnatoria, o sea las rinitis de origen viral y alérgicas que producen además secreciones abundan­ tes de aspecto seroso. A propósito de las cefalalgias hemos mencionado que algunas de ellas, de origen vascular, producen obstruc­ ción del lado afectado y rinorrea. Las sinu­ sitis, al determinar inflamación secundaria de los cornetes también producen obstruc­ ción del lado afectado. En general pode­ mos afirmar que las afecciones inflamatorias producen obstrucción bilateral, pero que con el decúbito lateral mientras permanece obs­ truida la del lado afectado, la del opuesto se despeja. La obstrucción producida por cuer­ pos extraños o tumores, en cualquier decúbi­ to son permanentes y del mismo lado. 3.— SECRECIONES: Normalmente es esca­ sa y acuosa, pero patológicámente puede mo­ dificarse en relación a su cantidad, color, vis­ cosidad y horario. Así: Cantidad: lo más frecuente es que aumente hasta obligar al uso constante del pañuelo en todo caso de rinitis común, gripe, acción de alergenos, gases irritantes de la mucosa nasal y trastornos vasculares. Casi siempre se acompaña de estornudos frecuentes. Dis­ minuye en las rinitis atróficas. Color: Casi todas las afecciones se inician produciendo una secreción serosa e incolora, especialmente las producidas por el resfriado común, por los alergenos y los irritantes loca­ les; pero más tarde pueden tomar un color amarillo o amarillo verdoso, purulento. En las sinusitis ésta suele ser también la evolu­ ción del color de las secreciones. En las frac­ turas de la base del cráneo que afecta a la pared correspondiente de uno de los senos paranasales, puede observarse la fuga de lí­ quido cefaloraquídeo, es decir, de un líqui­ do muy fluido, incoloro y transparente (1) como agua de roca. Viscosidad: Las secreciones serosas suelen ser muy fluidas, algo menos las purulentas, pero cuando el proceso que las originó va ce­ diendo, pueden convertirse en muy viscosas, costrosas y aun adherentes, lo cual puede producir obstrucción de las fosas nasales. Estas secreciones al desprenderse pueden lastimar a la mucosa nasal y determinar un li­ gero sangrado en forma de-puntos que man­ chan la secreción. Estas secreciones pueden ser de mal olor. La ocena, enfermedad de etiología desconocida, sfe caracteriza por pro­ ducir secreciones costrosas, de muy mal olor, originadas por la destrucción de la mucosa y aún ósea de la fosa nasal que afecta. Horario: Casi‘todos los procesos inflamato­ rios o tumorales o de cuerpo extraño pro­ ducen secreción permanente, pero en las sinusitis frontales suele ser más abundante en la mañana, después cjue el enfermo se le­ vanta de su cama; esto se debe a que durante la noche se acumulan las secreciones en los senos, pero al levantarse, debido a que el orificio de desagüe está situado en la pared inferior, Fig. 18-1, las secreciones fluyen hacia el meato medio con más facilidad. En las sinusitis maxilares en cambio, la secreción aumenta durante la noche, en el decúbito contralateral al del lado afectado, puesto que el orificio de desagüe está situado en la cara interna del seno maxilar, por encima de su eara inferior, Fig. 18-2,10 cual determina que durante él día se recojan las secreciones, mientras que en el decúbito, por acción de la gravedad se facilita el vaciado. 4 .- EPISTAXIS: Es la pérdida de sangre por las fosas nasales. Signo frecuente y de se­ miología compleja, obliga al médico a que la estudie con bastante más cuidado del que le suele poner. Lastimosamente, la mayoría de los pacientes no suelen darle mayor im­ portancia, salvo cuando la cantidad es abun­ dante, y muchas veces pueden‘dejar evolu­ cionar causas graves, de las cuales la epis- - 135 — taxis sólo es una manifestación visible. La cantidad puede ser desde unas gotas hasta un gran volumen que puede poner en peligro la vida del paciente. En este último caso, a la sintomatología propia de la enfer­ medad causal, se suma la del síndrome hemorrágico, es decir, palidez de la piel, pulso rápido y filiforme, baja de la tensión arterial, hematocrito y hemoglobina bajos, y otros. Son particularmente abundantes las epistaxis de los viejos hipertensos y arterioesclerosos (2), las de las discracias sanguíneas (2) y las de las malformaciones de las paredes vascula­ res de los vasos locales (3). Sin embargo, la cantidad no es un dato que nos hable mucho de la etiología. En todo caso, siempre que sea posible, su volumen debe ser medido. La sangre procedenté de las fosas nasa­ les, en lugar de fluir hacia adelante y ser ex­ pulsada al exterior, puede dirigirse hacia atrás y ser más bien deglutida. En este caso pue­ de ser más tarde vomitada y ser confundida con una hematemesis o expulsada en la de­ posición como si fuera una melena. Fig. 18-1 D esagüe m a tu tin o de los senos fro n tales. A: E n ferm o aco stad o . B: E n ferm o d e pie. SENO MAXILAR Fig. 18-2 D esagüe d el seno m ax ilar e n el d e c ú b ito co n tralatera l Cuando a la epistaxis se acompaña de hemorragias por otras partes, (hematemesis, melenas, hematurias, hematomas, equimosis), hay que pensar en trastornos de la coagula­ ción de cualquier etiología. Las causas ae las epistaxis pueden ser divididas en locales y generales. En las locales cuentan los traumatismos directos y lesio­ nes de lá mucosa nasal por urgarse la nariz con los dedos o cuerpos extraños; los estor­ nudos y esfuerzos físicos intensos; los tumo­ res como los pólipos, las telangiectasias (3) y otras afecciones locales. En todos es­ tos casos tanto la anamnesis como el examen físico local son suficientes para diagnosticar la causa y localizar el sitio del sangrado. Entre las causas generales están las más variadas, y la epistaxis es en estos casos sólo un signo más de la enfermedad. Menciona- - 136 remos algunas: Infecciones, como la gripe, fiebre tifoidea, fiebre reumática; vasculares, como la hipertensión arterial; sanguíneas, como trastornos de la coagulación de la san­ gre y leucemias. En estos casos, la anamne­ sis tiene que ser total, igual que el examen físico, puesto que el examen local lo único que proporcionará es el sitio del sangrado. 5 .- TRASTORNOS DE LA OLFACION: Se llama anosmia a la pérdida del sentido del olfato; hiposmia a la disminución de la capa­ cidad de percibir los olores; e hiperosmia al aumento de la capacidad de percepción. Se llama parosmia a la percepción errónea de los olores. Cacosmia es la sensibilidad para percibir mejor-los malos olores. Un dato curioso es el que puede verse en la ocena, en la cual el paciente no percibe el mal olor que produce su propia enfermedad, el cual es reconocido aun a distancia por las personas sanas, lo que hace que esta enfer­ medad sea socialmente mal tolerada: las per­ sonas huyen del enfermo. Prácticamente todas ellas tienen que ver con afecciones de la mucosa olfatoria, de las terminaciones nerviosas perceptoras de los estímulos, de las vías olfatorias o de los centros receptores o analizadores de los olores, y su estudio sobre­ pasa las intenciones de éste texto. Sin em­ bargo, algunas mujeres, durante los primeros meses de embarazo pueden sufrir de parosmia y cacosmias sin que se demuestre ningún daño orgánico. EXAMEN FISICO: LA NARIZ.- Se lo realiza mediante la ins­ pección. Sobre la variedad racial de la forma y tamaño de la nariz no insistiremos, sólo nos referiremos a algunas variaciones patológicas que tienen interés, Así: Los traumatismos suelen deformarla desviando el tabique o los huesos propios de la nariz. Fig. 18-3, como en los boxeadores. La sífilis puede producir la nariz en silla de montar, en la cual se observa un hundimiento del dorso. En los alcoholices crónicos la nariz suele ser roja y con un lóbulo abultado. Fig. 18-4,lla­ mada rmofima. Es frecuente la observación en ella de acné, lo que en los jóvenes puede ser motivo de molestias psicógenas. En el Lupus eritematoso, el dorso suele estar ro­ jizo como el cuerpo de una mariposa que además extiende sus alas sobre los pómulos, Fig. 18-5. Las deformaciones que acompañan a algunas alteraciones congénitas son de fá­ cil observación, Fig. 18-6. Las ventanas na­ sales pueden estar agitadas por el “aleteo na­ sal”, en las taquipneas o disneas de cualquier etiología. Las fosas nasales se examinan por la inspe^ ción, mediante el procedimiento llamado rinoscopia que puede ser anterior o poste­ rior. La rinoscopia anterior se hace expo­ niendo las ventanas nasales como nos de­ muestra la Fig. 18-7, y luego introduciendo el espejo o rinoscopio, Fig. 18-8, lo cual de­ be hacerse con las valvas cerradas y cuidando que no se tope el tabique nasal puesto que despierta, de manera refleja, movimientos bruscos de la cabeza que impiden el examen y puede lastimar la mucosa. Una vez que se ha colocado el espejo se abre sus valvas, se ilumina bien y luego se procede a inspec­ cionar la mucosa, los cornetes, el tabique, la luz nasal y las secreciones. La mucosa puede verse roja, congestio­ nada y edematosa en'todos los procesos in­ flamatorios agudos; puede ser pálida en la anemia, rinitis crónica y en las de etiología alérgica. Los cometes pueden verse agrandados por edema o verdadera hiperplasia. En el pri­ mer caso la causa puede ser una rinitis cróni­ ca. El tabique puede verse deformado por hematomas o pequeñas tumoracíones. Las desviaciones determinan que del lado de la Fig. 18-3, 4, 5: Lám. IX . Fig. Fig- 18-3 18-7 E x p o sició n de las ventanas nasa­ les para la rinoscopia anterior. D efo rm a ció n d e la n ariz p o r des­ viación d e los hu esos p ro p io s. Hendidura Facial o b licu a Labio Leporino Bilateral Fig. 18-8 R inoscopio convexidad obstruya la luz. La hipervascularización de la zona de Kiesselbach, puede volverla sangrante. Labio Leporino m edio y nariz h en d id a Fig. 18-6 M acrostom ia u n ila tera l A lgunas d efo rm aciones congénitas d e la nariz La luz de las fosas nasales puede estar obstruida por edema de la mucosa como en las rinitis, por hiperplasia de los cornetes, por desviaciones del tabique, por tumores, por cuerpos extraños y por secreciones costrosas. Sobre el examen de las secrecio­ nes no vamos a insistir. La rinoscopia posterior se hace median­ te la introducción por la boca de un espejo, - 138 Fig. 18-9, que se coloca profundamente de­ tras del velo del paladar mientras se mantiene deprimida la lengua con un baja lenguas. Es­ to permite la visualización de las coanas, los cornetes, y meatos medios y el tabique. LOS SENOS PARANASALES se examinan me­ diante la inspección y la palpación. La ins­ pección permite ocasionalmente observar rubicundez y ligeros abombamientos por edema sobre los senos frontales y maxilares, cuando éstos adolecen de sinusitis; tumores de los senos también pueden deformar la re­ gión. Por la palpación puede descubrir­ se enfisema regional si ha habido frac­ tura de una de sus paredes óseas; pe­ ro lo más importante es el reconocimien­ to del dolor despertado por la presión ejercida con el pulpejo del dedo pulgar sobre determinados puntos que son: Fig. 18-10, para el seno frontal, el ángulo súpero interno de la órbita; para el etmoidal, la zo­ na del ungüis situado en el ángulo interno del ojo; y para el maxilar, un punto situado por encima de la raíz de los caninos. Si recordamos que los senos frontales, maxilares y las celdillas etmoidales anterio­ res desaguan en el meato medio, se compren­ derá que en las sinusitis de estos senos, tan­ to el cornete como el-meato correspondien­ tes presenten signos de inflamación y aun presencia de secreciones purulentas. 4.3 EXAMENES COMPLEMENTARIOS: Para el estudio de la nariz basta con solicitar radiografías anteroposterior y lateral de los huesos propios, cuyas imágenes normales pueden verse en la Fig. 18-11. Para el estudio de las fosas nasales pue­ de solicitarse: el cultivo y antibiograma de las secreciones nasales. Para los senos, aparte del anterior, es útil el estudio radiológico que debe solicitar­ se en las siguientes posiciones: fronto-nasoplaca, para los senos frontales; mento-naso- - 139placa, para los maxilares; y submentóa-vertex, para los senos etmoidales y esfenoidales. La Fig. 18-12, nos deja ver las radiogra­ fías normales. - Al analizar las radiografías debe poner­ se atención en la forma, tamaño, caracterís­ ticas de las paredes y del contenido de los senos. Recuérdese que su forma y tamaño corresponden casi exactamente a lo aprendi­ do en la Anatomía; las paredes suelen verse como líneas muy finas, continuas y de gro­ sor uniforme; mientras que, como el conteni­ do normal es de aire, se observa una zona uniformemente clara que ocupa toda la ca­ vidad del seno. La Fig. 18-13, nos demues­ tra algunos casos patológicos. También puede solicitarse radiografías contrastadas y tomografías. Fig. 18-6A N ariz en silla de m o n ta r. E n ferm a lep rosa. C o rtesía del P ro f, D r. H olguer G arzón. Fig. Fig. 18-11 H uesos p ro p io s de la nariz: frac tu ra 18-12 R adiografías norm ales de los se­ nos paranasales,— A : S enos fro n ­ tales. B: S enos m axilares. C: Se­ nos etm oidales y esfenoidales -1 4 0 CAPITULO 19 EX A M EN D E L A BOCA 5 .- EX A M EN D E LA BOCA: Lo ha- remos sistemáticamente de los labios; la mu­ cosa de los carrillos y encías; los dientes; la lengua; el paladar; y las glándulas salivales. LABIOS: La técnica de examen es simple pues se reduce a la inspección; la palpación se usa sólo ocasionalmente. Cuando se desea examinar la cara posterior del labio inferioi; se everciona pinzando su borde entre dos dedos, igual se hace el labio superior. Fio 19-1. En estas condiciones se repara en el color, forma, tamaño, y en los procesos in­ flamatorios llamados Queilitis. F ig. 18-13 D iversas R a d io g rafías d e sinusitis. B IB L IO G R A FIA 1.-— D rayer, B. P., W ilkins, R . H ., B o ehnke, M., et. a l : C e re b ro sp in a lflu id rh in o rre a dem ostra te d b y m etrizam id e CT ciste m o g rap h y , A m er. J. R o en tg en !., 129: 1 4 9 -1 5 1 ,1 9 7 7 . 2.— H ark er, L . A. (ed ). T h e h em ostasis m anual. 2da. ed. P hiladelphia, F . A. Davis C om pany, 1974. 3.— Osler, W.: O n a fam ily fo rm o f recurring epistaxis, asso ciated w ith m ú ltip le telangiectasis o f th e skin an d m u co u s m em brane. B u ll J o h n H op k in s H ospital., 12: 3 3 3 ,1 9 0 1 . 4.— Salar, G ., C arteri, A ., an d Z am pieri, P,: T he diagnosis of CSF fístu las w ith rin o rrh ea b y iso to p e ciste m o g rap h y . N euroradiology. 15: 1 8 5 -1 8 7 , 1 978. Color: Lo más llamativo es el color morado propio de la cianosis, sobre la que ya hemos ■ hablado en otras ocasiones. Pueden estar enrojecidos por procesos inflamatorios de cualquier etiología. Forma: Se modifica profundamente en el la­ bio leporino, Fig. 19-2, producto de la falta de una fusión completa de los pliegues nasolabiales durante la formación del feto. Pue­ de estar acompañada de fisura palatina. En la parálisis facial, Fig. 19-3, la comisura del lado enfermo se desvía hacia el lado sano, lo cual deja ver que toda la boca toma una posición lateralizada; además por la comisura enferma se puede escapar la saliva; si se so­ licita que .abra la boca, ésta formará un óvalo desviado de la línea media; si se le pide que silbe, no puede hacerlo; y si se le ordena que sople, lo hace inflando la mejilla del lado enfermo. Todo esto se debe a la pará­ lisis del orbicular de los labios y del buccinador del lado afectado que permite el pre­ dominio del lado sano. Si además se le indica que saque la lengua, ésta se desviar hacia el lado paralizado. - 141 - F ig. Fig. 19-1 T écn ica de ex am en de los labios Tamaño: En la raza negra es frecuente que los labios sean grandes (Macroqueilia); pero pueden estar patológicamente aumentados de volumen en el edema generalizado, y es­ pecíficamente en el edema angioneurótico. Queilitis: Como dijimos antes, son los pro­ cesos inflamatorios de los labios de diversa etiología. La forma simple es una descama­ ción epitelial como puede verse en las fiebres, deshidratación, en las personas que se muer­ den los labios frecuentemente. El Herpes simple, vulgarmente llamado “fuegos”, Fig. 194, es una erupción vesicular que se ins­ tala en los labios y sus alrededores, duele y en pocos días evoluciona a costras que luego de caer no dejan cicatriz; se lo ve acompañan­ do a procesos febriles de diversa etiología. Fig. 19*3 19-2 L abio lep o rin o Parálisis facial: P osición laterali— zada d e la b o ca El cáncer de labio suele afectar a personas ancianas, Fig. 19-5, en las que se manifiesta como una úlcera indolora, dura, de creci­ miento lento. La Sf. del labio en su primera manifestación en forma de chancro, pue­ de verse también como una úlcera, poco o nada dolorosa, dura, localizada especial­ mente en el labio superior, que demora en corar, pero afectando especialmente a perso­ nas jóvenes. MUCOSA DE LOS CARRILLOS Y ENCIAS.COMO EXAMINAR: El procedimiento es sen­ cillo, sólo se requiere de un baja lenguas y una lámpara de bolsillo par» proceder a la inspección. Solicitando al paciente que man­ tenga la boca abierta, se descubre bien los carrillos ayudados por el baja lenguas, de Fig. 19-4 y S: Lám. X. - 142 — acuerdo a como señala la Fig. 19-7. Cuando alguna vez se desee palpar, hay que hacerlo con guantes estériles para mutua protección del médico y del. paciente. Primero puede examinarse los carrillos y luego las encías. Si se quiere examinar la cara posterior de las en­ cías se puede hacer ayudado con un espejo, Fig. 19-8, o directamente. Cuando se desea examinar solamente la cara anterior de las encías, puede hacerse con la boca cerrada, pero separando las mejillas o a su turno los labios, como señala la Fig. 19-9. Fig. 19-7 T écnica d e ex am en de los carrillos Fig. 19-8 E x a m e n de la cara p o ste rio r de 1 encías. Fig. 19*9 E x am en de la cara a n te r io r d e las encías. Normalmente la mucosa de los carrillos es rosada, lisa, brillante, y deslizable sobre los planos en que se apoya, y deja ver con clari­ dad, a la altura del segundo molar superior, el orificio de salida del conducto de Stenon, que resuma saliva. Patológicamente puede observarse al­ gunas alteraciones en el color y aspecto. Por ejemplo: Puede estar pálida en las anemias; amarilla en la ictericia; con manchas api­ zarradas en la enfermedad de Addison, Fig. 19-10; con manchas purpúricas so­ bre un fondo pálido en las discracias san­ guíneas. Además, en ellas pueden asen­ tar diversas erupciones como las manchas de Koplik, que preludian la erupción sarampionosa, y son de color blanco-azula­ das, rodeadas de un halo rojizo, agrupadas en número variable. De hecho, varias de las enfermedades de la infancia, como la Rubéo­ la, Varicela, Escarlatina, pueden presentar una erupción en las mucosas' antes que se demuestre el exantema propio de estas enfer­ medades. Las inflamaciones de la mucosa bucal toman el nombre genérico de estomatitis, y entre estas vamos a mencionar a sus formas catarral o simple, aftosa, ulcerosa, gangrenosa o Noma, y oídica o Muguet. y ardor locales, halitosis, sialorrea o dismi­ nución de la cantidad de saliva y modifica­ ciones en el sentido del gusto. La técnica de la anamnesis de estos síntomas ya la cono­ cemos y no vamos a insistir. , Prácticamente todas presentan una sintomatología común caracterizada por dolor La estomatitis catarral o simple se caracteri­ za por presentar una mucosa inflamada, roja, Win IQ .tn - L á m X . - 143 con áreas de descamación y alguna yez con raros puntos de pus. Las causas pueden ser banales como el fumar, hablar mucho, caries dentalfs/Jeshidrataciones, diabetes, uremia, etc. En todo caso, representa el primer esta­ dio de evolución de cualquier otra forma de estomatitis. La estomatitis aftosa o aftas, se caracteriza por representar un grado más avanzado que la anterior y de etiología viral, que se demues­ tra como un grupo de ulceraciones pequeñas, cubiertas de finas membranas blanquecinas y rodeadas de halos inflamatorios; asientan en cualquier parte de la mucosa bucal, pero lo hacen de preferencia en la cara posterior de los labios, mucosa de las mejillas, len­ gua y paladar. Al curar no dejan cica­ trices, pero pueden dejar manchas leucodérmicas. Las molestias locales pueden ser muy intensas y pueden acompañarse de in­ flamación ganglionar de la zona correspon­ diente, lo que puede hacer confundir con la mononucleosis. infecciosa. Hemos visto en niños durante el período de dentición; en mujeres durante el embarazo y la mens­ truación, en las cuales además pueden asen­ tar las aftas en la vulva; (7, 8) igual que en los hombres a las de la boca pueden acom­ pañar las que asientan en el surco b alanoprepucial; también puede verse en los pa­ cientes con afecciones gastrointestinales. La estomatitis ulcerosa, es producto de la infección bacteriana, existe por tanto inten­ sa reacción general con fiebre y adenomegalia regional, más intensas molestias locales que pueden volver penosa la masticación y deglución. Las úlceras de la mucosa pueden estar cubiertas de membranas blancoamariUentas y, como en la angina de Vincent, pue­ den asentar también en las amígdalas. EINoma de la boca o estomatitis gangrenosa, es una forma grave de estomatitis ulcerosa y, aunque en el estudio bacteriológico se puede descubrir diversos tipos de bacterias, sin em­ bargo, su etiología no está bien definida; lo que sí es verdad es que ataca a niños muy debilitados y que han sufrido de infecciones generales graves como sarampión, tuberculosis o tifoidea. Asienta en la mucosa del carri­ llo a la altura del primer molar, y como ori­ ginalmente puede no dar dolor, pasa inad­ vertida hasta que lo denuncia un mal olor casi nauseabundo. La reacción inflamato­ ria circundante es escasa aunque hay ligero edema, pero en cambio su carácter invasivo es extraordinario puesto que puede des­ truir todos los tejidos de la mejilla y aun los huesos de la región; contrasta la falta de fiebre hasta que el estado tóxico general puede terminar con la vida del niño. Venta­ josamente en la actualidad es muy rara. El Muguet o estomatitis oídica, es la produ­ cida por un hongo llamado Oidum o cándida albincans (5, 9),y se caracteriza por asentar en la lengua, encías, carrillos, labios y pala­ dar. Produce unas manchas eritematosas que se cubren de unas membranas blanquecinas que tienen el aspecto de leche coagulada. Fig. 19-15. Afecta más a niños desnutridos y desaseados o a mayores portadores de enfermedades crónicas, pero también a al­ gunas personas que han recibido tratamien­ to con ampicilina, cloranfenicol o terramicina. Las membranas que se desprenden fácilmente deben ser examinadas al micros­ copio para el descubrimiento del hongo. La Blastomicosis sudamericana, originaria del Brasil, se encuentra también en nuestro me­ dio. Es producida por un hongo llamado Blastomyces brasiliensis. Se caracteriza por producir úlceras en las mucosas de la boca y nariz, tienen fondo granuloso, y son capaces de producir gran reacción ganglionar zonal, que puede abrirse y fistulizarse. La inflamación de las encías se llama generalmente Gingivitis, y, aparte de que mu- Fig. 19-15: L i m . X. -1 4 4 - chas de las estomatitis producen también, como ya hemos visto, gingivitis, sin embargo, vamos a mencionar algunas afecciones pro­ pias de las encías: ciones dentarias pueden causar bacteriemia; y cuando el agente causal es el estreptococo viridans, puede causar endocarditis infeccio­ sa subaguda (1). Gingivitis hipertrófica, en la cual las en­ cías se muestran aumentadas de grosor por aumento de la estructura papilar y fibrosis de la mucosa; no duelen, pero sangran con facilidad. Suelen verse en el embarazo; en las leucemias mieloideas, (2,4) en las malas implantaciones dentarias y en los enfermos tratados con Hidantoina (6). La gingivitis Atrófica más frecuente es la que acompaña a la piorrea; se produce una disminución pro­ gresiva del alvéolo maxilar con su encía co­ rrespondiente, lo que determina la caída del diente, y, se acompaña de infección con pro­ ducción de pus y mal olor, entonces se com­ pleta el cuadro de la piorrea, llamada también Paradentosis y Polialveolitis. La disminución del número de piezas dentarias o los defectos de implantación que impiden una buena aposición y por tanto una buena masticación de los alimentos, pue­ de ser causa de trastornos digestivos. En la intoxicación plúmbica, acompa­ ñando al intenso dolor cólico abdominal, pue­ de observarse en las personas que están en contacto con este metal, una línea negra que bordea el sitio de salida de los dientes o sea el límite gingivodental. Una línea parecida, pero acompañada de manchas obs­ curas en la lengua y carrillos, puede verse en las intoxicaciones por bismuto, La heredolues puede producir los dientes de Hutchinson, que son peque­ ños, con una concavidad en su borde li­ bre. LENGUA: Su técnica de examen es sen­ cilla, basta con solicitar al paciente qce “saque la lengua” para descubrir el dorso de ella; si se desea examinar la cara inferior se le pedirá que “levante la lengua” mientras mantiene la boca abierta. Fig. 19-20. La inspección y ocasionalmente la palpación son suficientes. Examinaremos progresiva­ mente la humedad; el tamaño; el aspecto; la movilidad; el aliento; el sentido del gusto. DIENTES: El estudio de su patología y tra­ tamiento corresponde al odontólogo, con el cual el médico debe acostumbrarse a tra­ tar más frecuentemente, puesto que muchas enfermedades generales tienen pronta mani­ festación en la boca y particularmente en las encías y dientes. Sin embargo, a los médicos nos corresponde también examinar los dien­ tes en relación a la integridad de cada pieza y la función que todas desempeñan en con­ junto. Las caries dentales pueden ser la causa de gingivitis, estomatitis, faringitis, amigdali­ tis. Los abscesos dentoalveolares o las extrac­ Fig. 19-20 Fig. 19-20A : Lám. X . E x a m e n de !a cara in ferio r de la lengua - 145 - Humedad: Sabemos que normalmente es húmeda por la presencia de la saliva, lo que le da además un aspecto brillante; pero patológicamente, más que el exceso de hu­ medad lo que nos interesa es la sequedad de la lengua. En estas condiciones se presenta pequeña, opaca, áspera; al tocarla con el de­ do se constata su sequedad. Se presenta en las deshidrataciones de cualquier etiología, pero su valor suele ser hipertrofiado por el estudiante, puesto que califica de deshidratación a todo caso de lengua seca, sin tener en consideración que vasta la respiración bucal para resecarla. Tamaño: Se llama macroglosia, a la lengua aumentada de tamaño que aveces no cabe en la cavidad bucal. Puede verse en el ede­ ma angioneurótico, en los hematomas lin­ guales, en el mixedema y cretinismo; en los niños mongoloides, la lengua puede es­ tar permanentemente fuera de la boca. Los hemangiomas pueden ser a veces gigantes y dar el aspecto de macroglosia. Fig. 19-21. Se llama microglosia, a la disminución del tamaño de la lengua. Puede observarse en las glositis atróficas, en las parálisis del hipogloso y en la esclerodermia. Color: Normalmente es rosada, pero patoló­ gicamente puede ser roja, en la que la hiper­ trofia de las papilas le da un aspecto de fresa, Fig. 19-22; también es roja en la glositis agu­ da que acompaña a la angina de Ludwig, o sea a la inflamación del suelo de la boca. Es pálida en las anemias, con atrofia de las papilas lo que le da un aspecto liso y se vuelve hipersensible a la acción de los ali­ mentos calientes e irritantes que producen una sensación urente. Puede presentar un color blanco circunscrito como una mancha ligeramente sobresaliente, llamada mancha leucoplásica, observada en los grandes fuma­ dores, pero también sin causa aparente; debe ser considerada como precancerígena (13). F ig . 19~21 M acro g lo sia Alguna vez puede verse la lengua negra, en la cual una mancha de ese color cubre parcial­ mente el dorso de ella; se debe a la infección micótica por el Aspergillus niger, o es de etiología desconocida; en todo caso no tiene mayor importancia. En la enfermedad de Addison, las manchas melánicas pueden asen­ tar también en el dorso de la lengua. Fig. 19-23 Aspecto: Lo más frecuente es ver la lengua cubierta de saburra. Fig. 19-24. Cuando asienta en el tercio posterior del dorso puede considerarse normal. La saburra es una placa blanquecina que patológicamente se localiza también en el extremo anterior de la lengua y está compuesta sólo por epitelio descama­ do, saliva, restos alimenticios, moco, leuco­ citos y hongos. Acompaña a casi todas las enfermedades febriles, pero en la fiebre tifoi­ dea puede ser particularmente gruesa y de color pardo. La lengua saburral es frecuente en las gastritis, especialmente post-alcohólicas. Se llama lengua geográfica, a aquella que presenta un aspecto de mapa, Fig. 19-25. Sólo se debe a engrasamientos circunscritos de epitelio que le dan un color blanou^ino y que alternan con áreas de epitelio normal. No causa molestias. Fig. 1 9-22 y 2 3 : L á m . X I . Fig. Fig. 1 9 -2 4 19-25 L engua sab u rral L en g u a geográfica Lengua escrotal, es aquella que se pa­ rece al escroto, Fig. 19-26, porque presenta en el dorso profundas grietas que separan re­ pliegues epiteliales dispuestos a cada lado de la línea media, pero siguiendo una dirección oblicua de dentro a fuera y de atrás hacia adelante; es congénita. La lengua puede presentar lastimaduras que sangran por efecto de mordeduras pro­ ducidas durante un ataque epiléptico. Tam­ bién puede presentar ulceraciones que, cuan­ do no son dependientes de las estomatitis antes descritas, deben hacer pensar en el cáncer de la lengua.(11, 12); inicialmente puede no haber ulceraciones sino procesos Fig. 19-26 A: L engua escrotal. B: Lengua cerebriform e. infiltrativos situados en la extremidad pos­ terior de los bordes laterales a los cuales los vuelven rígidos, para más tarde ulcerarse y adherirse a los planos profundos. Movilidad: Un frenillo demasiado corto pue­ de impedir la movilidad hasta el punto de dificultar la correcta dicción. En la parálisis del hipogloso mayor periférico, al sacar la lengua, se desvía hacia el lado paralizado el cual se muestra además flácido, aíró;'ic-. y suave a la palpación. -1 4 7 - EL ALIENTO: Lo describimos aquí,. no por­ que las modificaciones de su olor dependan solamente de las afecciones de la lengua o de la boca, como suele creer el profano, sino porque precisamente esa interpretación po­ pular conduce a veces a conductas equivoca­ das. Se examina simplemente percibiendo el olor del aliento del paciente. Normal­ mente es inodoro, como el aire espirado. Se llama halitosis al aliento de mal olor. Socialmente mal tolerado, es de muy variada etiología aunque la inmensa mayoría de casos dependa de afecciones orales ubicadas en cualquiera de las estructuras de la boca y faringe. Las infecciones de los senos parana­ sales y nariz, las bronquiectaslas y abscesos pulmonares, también producen mal aliento. En el tracto digestivo alto también pueden en­ contrarse otras causas como los divertículos esofágicos, las hernias del hiato, las gastritis y obstrucciones del píloro. En algunos casos el aliento presenta un olor característico, así: en la uremia, es urinoso; en la acidosis de la diabetes mellittts, tiene olor a manzanas por la cetosis; en el coma hepático, el olor se parece a tierra mojada o algo rancio, por lo que se llama fetour hepático; el aliento al­ cohólico es característico. PALADAR: Como sabemos, el paladar tiene dos porciones perfectamente distintas: una anterior u ósea, (paladar duro) y otra posterios o blanda de estructura muscular, (paladar blando). Ambas están cubiertas de una mu­ cosa rosada, pero más palida que la del resto de la boca. En la porción ósea se adhiere intensamente a los huesos del paladar y for­ ma además una serie de elevaciones transver­ sales que parten de la línea media hacia afuera y que sirven para ofrecer a la lengua un plano de prehensión mejor de los alimen­ tos cuando se comprimen contra él. El velo del paladar, móvil, presenta en la línea me- Fig. 19-27 P aladar no rm al dia la úvula y hacia los lados los pilares anterior y posterior, dejando entré ellos a las amígdalas. Todo lo dicho puede versé en la Fig. 19-27. A COMO EXAMINAR: Para el examen del palada¿ óseo vasta mirarlo directamente ayuda­ dos de una buena iluminación; pero, para examinar el paladar blando es conveniente deprimir la lengua, con lo cual se despeja la región y permite la observación de todas las estructuras posteriores de la boca, es de­ cir, no sólo el paladar blando, sino también las amígdalas y la faringe. Para el efecto debe disponerse de un baja lenguas (mejor de madera por ser desechable, o de metal, pero bien esterilizado para cada paciente), y de una linterna que alumbre el campo de exa­ men. Fig. 19-28. Se procede de la siguiente manera: se pide al paciente que abra la boca, pero que mantenga la lengua dentro de ella; luego se deprime la lengua colocando el baja lenguas sólo en los dos tercios anteriores de ella y no en el tercio posterior para no des­ pertar el reflejo nauseoso, Fig. 19-29; asi se puede iniciar el examen sistemático de toda la región. Para examinar la movilidad del velo del paladar se solicita al paciente que Fig. 19-28 á élf In stru m e n ta l p ara el ex a m e n del velo d el p aladar Fig. 19-30 E x am en de la b o c a e n u n niño nica antes descrita. Es necesario tener en cuenta que el llanto y los amagos de náu^-a que produce el niño, facilitan el examen de los movimientos del velo del paladar, el cual al elevarse descubre la faringe ampliamente. Anótese también que niños y personas mayores muy sensibles pueden reaccionar con náusea y aun con vómito ante sólo la idea de que se le va a tocar con el baja lenguas. QUE EXAMINAR: En relación a la forma, hay Fig. 19-29 T écnica d e ex am en d e l p alad ar pronuncie la letra “A”, varias veces, con lo cual se observará como se eleva dirigién­ dose hacia atrás y arriba. En los niños, la maniobra para exami­ nar el interior de la boca es más compleja, puesto que se niega a abrirla. En estos casos el médico, mientras la madre sujeta bien al niño, Fig. 19-30, presiona los maseteros del enfermo entre los dos dedos índice y medio de la una mano, lo cual produce ligero dolor y obliga a que el niño abra la boca; inmedia­ tamente, mientras mantiene la presión in­ troduce con su otra mano el instrumento de examen, y procede de acuerdo con la téc- que pensar en el paladar ojival, Fig. 19-31, en el cual la curvatura de la cara inferior es más acentuada. Puede ser una alteración congénita o adquirida por raquitismo o por adenoiditis crónica, que obstruye la nariz. El paladar hendido o fisura palatina, es una complicación frecuente del labio le­ porino, Fig. 19-32. En estos casos hay una comunicación directa entre la nariz y la boca lo que dificulta la succión y la deglución permitiendo que los alimentos salgan por la nariz; la fonación también se altera dando origen a la voz nasal. Es congénito, pero su reparación quirúrgica y rehabilitadora permi­ ten una recuperación total. La Sf, puede producir un goma en el paladar, el cual puede ulcerarse y luego perforarse. rios, es decir, no se eleva como lo hace en el cumplimiento de dichas funciones. Por es­ ta razón el paciente puede adolecer de voz nasal y retorno de los alimentos por la nariz en el acto degluto rio. Se debe a la pa­ rálisis del espinal interno. Cuando la paráli­ sis es unilateral se produce la desviación de k úvula hacia el lado sano, y cuando se le pide que pronuncie la letra “A”, se eleva sólo el lado sano. Fig. Fig. 19-31 19-32 P aladar ojival GLANDULAS SALIVALES: Nos referimos a las glándulas parótidas, submaxilares y sublinguales, Fig. 19-33-, encargadas de la pro­ ducción de saliva. Al exceso de saliva se le llama tialismo, que produce una cialofagia o sea la deglución de la saliva producida en exceso, pero en cambio, si se derrama, por la boca se llama sialorrea. La fal­ ta de producción de saliva produce sequedad de la boca, llamada xerostomía, que dificulta la masticación, deglución y aun el habla. P aladar h en d id o No podemos olvidar a los abscesos paradentarios que pueden abrirse y fistulizarse. En el examen del paladar blando po­ demos comprobar la parálisis, aparte de las reacciones inflamatorias que acompañan a las amigdalitis y faringitis que las estudiaremos más adelante. Esta parálisis cuando es total determina que el velo caiga verticalmente co­ mo un telón y se muestre pálido e inerte a fes estímulos nausesos, fonatorios y degluto- Fig. 19-33 G lándulas salivales Como siempre, su examen incluye la anamnesis y el examen físico. Anamnesis: Casi siempre el paciente consulta por dolor, trastornos de la cantidad y aspecto de la sali­ va, y del volumen de las glándulas. Ninguno de estos síntomas requiere de una t¿cmca especial para el interrogatorio, a más del general ya conocido. - 150 — Respecto al dolor conviene tener pre­ sente que se vuelve particularmente molesto­ so en el momento de la masticación cuando debe aumentar el flujo de la saliva, por esto es que, tanto las obstrucciones calculosas de sus conductos cuanto los procesos inflama­ torios de las glándulas producen más dolor en este momento. Esto se hace muy evidente al instilar en la lengua unas gotas de limón o de cualquier fruta cítrica. La cantidad puede disminuir tanto que puede llevar a la xerostomía, como en el síndrome de Sjógren, pero también se ve de manera transitoria en las deshidrataciones, en las emociones y en los que toman atropi­ na o derivados. El tialismo y la sialorrea pueden obedecer a causas múltiples: de he­ cho acompañan a casi todas las estomatitis y glositis, afecciones esofágicas como en las esofagitis y procesos obstructivos, algunas gastritis hipersecretantes; embarazo, en los primeros meses; afecciones de la cuerda del tímpano y trastornos psicógenos. El aspecto de la saliva varía en los pro­ cesos inflamatorios volviéndose espesa y aun purulenta. El aumento del tamaño de las glándulas que se constata también en el examen físico puede ser progresivo e intermitente. El pri­ mero se ve en los tumores benignos o ma­ lignos, mientras que el segundo puede darse en las obstrucciones parciales de los conduc­ tos de excreción. El examen físico permite el reconoci­ miento de los aumentos de volumen, sensibi­ lidad, consistencia y relación con los tejidos vecinos. Del volumen ya hablamos. Sobre la sensibilidad podemos anotar que práctica­ mente todos los procesos inflamatorios de etiología infecciosa producen hipersensibilidad y aun dolor constatable al presionar entre los dedos o contra los planos más re- Fig. 19-34 E x a m e n de las glándulas submaxilares y sublinguales sistentes a las glándulas; pero lo notable es, en cambio, que los procesos tumorales be-’ nignos o malignos, pueden evolucionar sin producir dolor durante largo tiempo. La consistencia normal un tanto blan­ da, puede volverse fluctuante en los casos de abscesos; dura e irregular en los tumores. En relación a los tejidos vecinos debe­ mos destacar la vecindad de la parótida con el nervio facial, al cual, un proceso tumoral de esta glándula puede invadirlo y causar parálisis del lado correspondiente. La palpación no demanda ninguna téc­ nica especial y se la hace directamente sobre cada glándula, sin embargo, para las submaxilares y sublinguales puede necesitarse la in­ troducción de un dedo enguantado en la bo­ ca, Fig. 19-34, con el objeto de pinzar a la glándula desde afuera y adentro. Al conduc­ to de Stenon, se lo palpa con facilidad con esta técnica, pero también se lo puede tocar desde afuera, con los pulpejos de los dedos, sobre el borde anterior de la rama ascen­ dente del maxilar superior, inmediatamente debajo del pómulo. - 151 - P ^ C o m o exámenes complementarios de liierés debemos mencionar al químico de la sa liv a , para la identificación sobre todo del sodio,' qúe aumenta en la mucoviscidosis (3 ÍO), y a los Rx., que pueden descubrir cálculos en los conductos de excreción. 1 2.— R e n stru p , G ., et al.: E ffe c t o f ch ro n ic m ech an ical irrita tío n o n chem icaUy in d u ced carcinogenesis in th e h ám ste r check P ouch. J. A m e r, D e n t. A ss., 6 4: 7 7 0 , 1962. 1 3.— T u resk y , S ., e t aL: A h isto ch em ical stu d y o f th e k e ra to tic process in o ral lesiona dlagnosed d in ic a lly as leukoplakia — O ral S urg., 1 4: 4 4 2 , 1 961. C A PITULO 2 0 E X A M E N D E L A FA R IN G E Y B IB L IO G R A F IA L A R IN G E X— A ngrist, A .A .: P athogenesis o f b acterial e n d o c a r d it is . J .A .M .A ., 1 8 3 : 2 — ■■■" 3 ,— ; ¡i ai , 2 4 9 ,1 9 6 3 . C larkson, B .D .: A cu te m y elo cy tic leu k etn ia in ad u lts. C án cer, 3 0 : 1 5 7 2 ,1 9 7 2 D i S a n t A gnese, P .A ., an d T álam o, R.C.': P athogenesis an d p h y sio p a th o lo g y o f C ystic lib ro sis o f th e p an creas. N ew E ng. J . M ed., 277: 1 2 8 7 ,1 3 4 4 ,1 3 9 9 , 1967 '4 ',— Ellison, R .R .: A c u te m y e lo c y tic leukem ia. In H ollan d , J .F ., an d F reiré, E . III (eds): C áncer M edicine P hiladelphia, L ea y F abiger, p.p. 1 1 7 3 — 1 1 9 9 ,1 9 7 3 . 5.— Eras, P., G o lstein , M .J., a n d S h erlo ck , P.: C andida in fe c tio n o f th e g astro in testin al tract. M edicine, 5 1 : 3 6 7 , 1972. fK g.— G lickm an, 1., a n d L ew itus, M.: H iperplasia o f th e gingiva associated w ith D ilan tin (S o d iu n D ip h en il H y d an to in ate) te ra p y . 3. A m er. D e n t. A SS., 2 8 : 1 9 9 ,1 9 4 1 . 7.— H utsfield, D .C .: G en ital strain s o f herp es sim plex virus. B rit. J. V en er D is., 43: 4 8 , 1 967. S.— Jo sey , W.E., N ahm ias, A .J., N aib, Z.M. e t al.: G en ital h e rp e s sim p lex in fe c tio n in th e fem ale. A m er, J . O b s te t G y n ec., 9 6 : 4 9 3 ,1 9 6 6 . 9.— K irkpatzick, C .K ., R ich, R .R ., an d B en ett, J .E .: C h ro n ic m u c o c u ta n e o u s cancandidiasis. I n te rn , M ed., 74: 9 5 5 ,1 9 7 1 . 10.— M angos, J.A ., a n d Me S h erry , N .R .: S o dium tra n sp o rt: in h ib ito ry fa c to r in S w eat of p a tie n ts w ith cystic fibrosis. S cience, 158: 1 3 5 , 1 967. 11.— M ehta, F . e t a l : O ral cáncer a n d p re c a n c e ro u s c o n d itio n s in India. B o m bay, T a ta Press L im ited , 1 9 7 1 . 6 .- F A R IN G E Y LARING E: La fre­ cuencia y potencial gravedad de las enferme­ dades faríngeas nos obliga a que hagamos un cuidadoso estudio de esta región, cuyo exa­ men, recomendamos desde ya, no puede de­ jar de hacerse en ningún paciente, especial­ mente en niños y jóvenes. También debe ponerse hincapié en la anamnesis y en el exa­ men físico. ANAMNESIS: La patología faríngea suele presentar dolor, disfagia, trastornos fonatorios, trastornos respiratorios, tos y hemo­ rragias locales. La técnica de la anam­ nesis corresponde a la general propues­ ta para cualquier síntoma por lo que no insistiremos, pero sí nos quedaremos un tan­ to en hacer algunas consideraciones prácticas sobre ellos. DOLOR: Muchas veces constituye el motivo de consulta; la queja suele expresarse como: “tengo dolor de la garganta” ; sin embargo, el franco dolor espontáneo puede empezar sien­ do una sensación de sequedad o carraspeo o ardor o sensación de cuerpo extraño o de constricción, es decir, diferentes parestesias antes del dolor. Frecuentemente este dolor está acompañado de dificultad para la deglu­ ción de los sólidos y aun de los líquidos; pe­ ro otras veces el dolor sólo se manifiesta el momento de la deglución, es decir, hay una verdadera disfagia. Casi siempre traduce un proceso inflamatorio, de origen infeccioso que asienta en la faringe, en las amígdalas o en el velo del paladar o sus pilares. Cuando la causa asienta en una de las amígdalas, el dolor es sentido en el lado co­ rrespondiente y, si el proceso evoluciona a un absceso periamigdalino, puede invadir a todas las regiones vecinas. Si asienta en las vecin­ dades del orificio de la trompa de Eustaquio, puede causar dolor de oído especialmente en los niños. TRASTORNOS FONATORIOS: Son típicas las dificultades acusadas en la voz puesto que la obstrucción de los orificios de comunicación rinofaríngeos, impide una buena resonancia y origina la voz nasal. Anteriormente ya hemos mencionado que la comunicación di­ recta entre la boca y nariz a través del pala­ dar también produce voz nasal. TRASTORNOS RESPIRATORIOS: Se refieren a la dificultad para la respiración nasal obligan­ do a la respiración bucal. Se observa en las obstrucciones por crecimiento de las adenoi­ des como en los niños, y en los adultos por tumores grandes. TOS: Sólo la mencionamos puesto que su semiología será estudiada en el aparato res­ piratorio. En todo caso vale la pena indicar que se debe a estímulos irritativos locales que determinan una tos seca o ' con escasa secreción viscosa. Fig. 20-1 O rofaringe. 1.— V elo d el paladar. 2.— Uvula. 3.— P ilar a n te rio r del velo. 4 .— Pilar p o ste rio r. 5.— Amfgdala. 6.— P ared p o ste rio r de la faringe. EXAMEN FISICO: La técnica general de cómo examinar la faringe ya fue expuesta anteriormente a propósito del examen del paladar. Ahora nos vamos a concretar a ha­ cer una descripción de la patología más frecuente que afecta al paladar blando con sus pilares y úvula, a las amígdalas, y a la pa­ red posterior; ver antes Fig. 20-1. VELO DEL PALADAR,* Sobre las fisuras y su motilidad ya hablamos antes. Hoy sólo añadiremos que tanto la úvula como los pilares pueden participar de las afecciones HEMORRAGIAS LOCALES: La más frecuente amigdalofaringeas que los invaden. Pero es la postoperatoria por amigdalectomía. Al­ además, la úvula puede verse bífida; alarga­ gunas ocasiones puede ser tan abundante que da produciendo una sensación molesta de produce síntomas de anemia aguda. Otras cosquilleo constante que puede despertar tos; veces el paciente deglute la sangre y luego la edematosa en los procesos alérgicos; enroje­ expulsa como hematemesis, circunstancia^- cida en todas las inflamaciones. El pilar que debe ser conocida para evitar confusio­ anterior participa plenamente „de casi toda la nes. patología amigdalina, aun de los procesos- tumorales, por lo que conviene atenerse a patología. ^ dicha A M IG D A L A S : Las enfermedades de las amígdalas modifican su aspecto, volumen y color, que actuando simultáneamente, pro­ ducen una imagen más o menos típica de ¿cuerdo con la etiología, pero dejando para la apreciación general la idea de que si son grandes suponen una hipertrofia del tejido linfoide, y si son pequeñas suponen un pre­ dominio del tejido conjuntivo. Los casos más frecuentes de enferme­ dad amigdalina son las causadas por infec­ ción bacteriana o viral, y menos frecuente­ mente por leucosis o tumores. La reacción inicial más frecuente es la rubicundez de las amígdalas que puede inva­ dir a los pilares, velo del paladar y faringe. De hecho, muchas enfermedades generales pueden originar una reacción semejante, so­ bre todo las eruptivas de la infancia como la escarlatina, rubéola, sarampión, paperas, etc. Cuando la etiología es viral todo el cuadro local no pasa de lo descrito, pero cuando es bacteriano pueden aparecer a las pocas horas, puntos amarillos de pus que ocupan las criptas amigdalinas, Fig. 20-2. como en la amigdalitis pultácea ; si el agente es el estreptococo, los puntos de pus iniciales pueden volverse confluentes y seudomembranosos, que cubren a las amígdalas, pilares y úvula, lo que puede confundir con la angina diftérica, sólo qué en ésta, las mem­ branas son de un color grisáceo que al desprenderlas dejan una superficie sangran­ te. La angina de Vincent, es unilate­ ral, pero también produce membranas de un color amarillo sucio, producto de la necrosis y exudado superficial, que al quitarlas de­ jan una superficie sanguinolenta. Algunas amigdalitis bacterianas pueden producir un absceso periamigdalmo, caracterizado por una reacción general más severa y sintomática local también más intensa, mientras que la inspección revela una rubicundez y tume­ facción notables que afectan no sólo a las amígdalas sino también a las regiones vecinas; sin embargo, la palpación con un dedo en­ guantado es indispensable para descubrir la fluctuación; de hecho este puede ser el úni­ co signo demostrable, porque la inspección puede ser imposible, debido a que el paciente no puede abrir bien la boca por la contrac­ ción muscular refleja (Trismus). Junto a los signos locales, en todos los casos de infección amigdalina suele encontrarse adenomegalia dolorosa del ángulo submaxilar correspon­ diente. Cuando las amígdalas presentan úlceras hay que pensar en la tuberculosis, sífilis, leucosis aguda, Mononucleosis infecciosa, y otros. PARED POSTERIOR.- Sabemos que normal­ mente es rosada, húmeda y brillante, pero la patología puede mostrarla compartiendo la signología presentada en las amigdalitis. Lo más frecuente es encontrarla rubicunda; cubierta de secreciones mucosas, en las faringitis simples; con los folículos linfáticos hipertrofiados, como en lá faringitis fo­ licular, con granulaciones dispuestas indis­ tintamente o en columna, como en las faringitis granular y columnar, otras oca­ siones se muestra seca, deslustrada, sin bri­ llo, como en la faringitis seca, pero mu­ chas veces sólo se ve secreciones mucosas, sanguinolentas o purulentas que no se ori­ ginan en la faringe sino que descienden des­ de las fosas nasales o senos. Algunas ocasiones puede verse que la cara posterior de la faringe se presenta abombada, dando la sensación de fluctua­ ción a la palpación e impidiendo los mo­ vimientos de la cabeza que se mantiene in­ clinada hacia adelante, y produciendo ade­ más gran reacción general con fiebre intensa. Fig. 20-2A, B y C . Lám. XI. - 154 — Esta signología puede verse en los abscesos retrofaríngeos y en el adenoñemón; se cita también al absceso de origen Tb. de la colum­ na cervical. Conviene terminar el examen de la bo­ ca observando la región faringolaringea, para lo cual se utiliza el mismo espejo empleado para el examen de la región nasofaríngea, sólo que esta vez se lo dirigirá hacia abajo después de empujar hacia atrás el velo del paladar. Este procedimiento se llama laringoscopía indirecta, que en la clínica general es suficiente y que se distingue de la laringoscopia directa cuyo procedimiento lo conoce­ rá el estudiante en cursos más avanzados. Con la técnica indirecta se puede ver, Fig. 20-5, la base de la lengua, los canales que confluyen en el esófago, o sea, los senos piriformes, ia región retrofaríngea, y las cuerdas vocales. La laringe propiamente dicha la estu­ diaremos más tarde. Por último, cuando se desea palpar las vegetaciones adenoides, se introduce el dedo índice por detrás del velo del paladar hasta la parte alta de la faringe, Fig. 20-6; pero manteniendo la boca del enfermo abier­ ta con un abrebocas o presionando sobre los maseteros con la otra mano. Fig. 20-5 L aiin g o sco p la in d ire c ta EXAMENES COMPLEMENTARIOS: Los otorrinolaringologos usan las radiografías AP. y L., de la faringe para el estudio de tumor e s e r o en la medicina general, el examen más importante es el estudio bacteriológico de las secreciones de la región. Es casi obli­ gatorio que se realice este examen, puesto que la correcta identificación del germen y su tratamiento oportuno, impedirán la pre­ sentación de eventuales complicaciones gra­ ves a distancia. LARINGE.- LA ANAMNESIS: Permite dis­ tinguir síntomas propios de cada uno de los Fig. 20-6 P alpación d e las vegetaciones ade­ noides - 155segmentos laríngeos, Así: la región supraglótica produce especialmente parestesias, dis­ fagia y odinofagia; la glótica, dísfonía; la surgió tica, disnea; y en cualquier parte, la tos. Cuadro No. 20 1 CUADRO No. 20-1 SINTOMAS LARINGEOS SUPRAGLOTIS: Parestesias Disfagia Odinofagia ^ TOS GLOTIS: Disfonía SUBGLOTIS: Disnea La técnica de la anamnesis no tiene nada especial y por tanto es igual para la utilizada para cualquier síntoma. medades de- las otras regiones de la laringe. Puede ir desde la simple ronquera hasta la afonía o la voz bítonal. En todo caso, cual­ quier proceso patológico que afecte a las cuerdas vocales causará disfonía, especial­ mente las infecciones, ulceraciones y tumoraciones. Las parálisis unilaterales de las cuerdas vocales pueden causar la voz bitonal, igual que las irritaciones de los nervios re­ currentes que les son propios de ellas. Re­ cuérdese a propósito, que el recurrente iz­ quierdo regresa hacia arriba después de ro­ dear por debajo el cayado aórtico, Fig. 20-7, lo cual explica el que alguna .vez, en las afec­ ciones aórticas haya voz bitonal y hasta tos como en algunos aneurismas (1). Por otra parte, el hecho de toser y hablar puede cau­ sar dolor, cuando las cuerdas vocales están inflamadas. CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 20-1: Ante todo diremos que si bien estos síntomas tienen un sitio preferido de origen, sin em­ bargo, en una enfermedad que afecta impor­ tantemente a dicha región pueden aparecer síntomas de otro segmento de la laringe. Las parestesias pueden ser síntomas precoces y caracterizados por carraspeo, cosquilleo, sensación de cuerpo extraño que obstruye. Puede presentarse en cualquier tipo de afección supraglótica. La disfagia es más propia de las enfermedades infecciosas con gran inflamación, edema y eventualmen­ te absceso, pero también tumorales que asientan especialmente en los pliegues aritenoepigloticos. La odinofagia es el síntoma que suele acompañar a la disfagia, y por tanto se detecta en las mismas causas que ella. La dísfonía es el síntoma propio de las afecciones de la glotis, aunque también puede verse de manera menos intensa en las enfer­ F ig. 2C-7 R e co rrid o izquierdo del nervio recu rren te - 156 La disnea es un síntoma propio de las obstrucciones que afectan especialmente a la región subglótica. Suele ser de carácter obstructivo, inspiratorio y, cuando es pro­ ducto de un tumor que va creciendo, es pro­ gresivo; pero si se trata de un cuerpo extraño que ocluye o de un edema alérgico es de pre­ sentación brusca, paroxística y grave. La tos es un síntoma que puede acom­ pañar a cualquiera de los otros anotados y es seca o productiva, de secreciones serosas o purulentas o sanguinolentas de acuerdo con la etiología, y dolorosa si las cuerdas vocales especialmente están comprometidas en el proceso. A B Fig. 20-8 C uerdas vocales norm ales abierta y cerradas Fig. 20-9 T écnica de ex am en de los m ovi­ m ie n to s de la laringe EXAMEN FISICO: Del examen interno de la laringe mediante la laringoscopia indirecta ya hemos hablado antes. En todo caso hoy añadiremos que las cuerdas vocales normales, 'Fig. 20-8, aparecen de color blanquecino, y que, cuando se abren forman un espacio de forma triangular ya que sólo lo hacen por su extremo posterior, mientras que por el ante­ rior permanecen unidas. Para examinar la motilidad de las cuerdas el paciente debe pronunciar la letra “c” , que las hace abrir. Si por efecto del reflejo nauseoso no se pue­ de examinar esta zona, se puede anestesiar la región. El examen externo de la laringe se ha­ ce simultáneamente por la inspección y pal­ pación, y sirve para reconocer su movilidad y sensibilidad. La inspección demuestra que durante la deglución sube y luego baja, lo cual es comprobable por la palpación con los dedos índice y pulgar colocados en pinza so­ bre el cartílago tiroides, Fig. 20-9, que sien­ ten el desplazamiento ascendente y descen­ dente. Esta palpación es indolora, pero si despierta dolor hay que pensar en las con­ dritis. Si la laringe no se deplaza con la de­ glución quiere decir que está fija, lo cual es un signo de una neoplasia o proceso inflama- torio que la han adherido a los tejidos veci­ nos. Natural­ mente que la laringoscopia directa permitirá no sólo la observación más completa sino también la toma de muestras de secreciones para exámenes bacteriológicos y de biopsias para exámenes citológicos en caso de tumo­ res. Pero un examen de fácil realización es el de la. radiografía, simple lateral, Fig. 20-10., y la tomograñ'a, que permiten una buena visualización de las diferentes estructuras. EXAMENES COMPLEMENTARIOS.- Fig. 2 0 -1 0 T o m o g rafía de la laringe. B IB L IO G R A F IA F ried b erg , C .K .: E n ferm edades d e l cora­ zó n . In te ra m e ric a a , M éxico. 3a. ed . p .p . 1301. 1969 CAPITULO 21 EXAM EN D E L origina en cualquiera de las estructuras de la oreja, oído externo, membrana del tímpano y oído medio, pero no en el oído interno; es intenso y se irradia a las zonas vecinas; cuando es de etiología inflamatoria infec­ ciosa se acompaña de fiebre alta y notable quebrantamiento general. Pero no siempre el dolor de oído se origina en él, simplemen­ te se irradia a él desde regiones vecinas como de la mastoides, de la articulación temporomaxilar, piezas dentarias del maxilar superior, afecciones amigdalofaringeas, inserción supe­ rior del esternocleidomastoideo, parótidas, etc. En todo caso, para precisar el sitio de origen debe completarse con el examen físi­ co, el cual revelará que en los casos de dolor irradiado no hay patología demostrable en las estructuras auditivas. 2 — SECRECIONES: Muchas veces acom­ pañar al dolor, pero otras veces no. Ante to­ do recordemos la comunicación entre el oído medio, a través de la trompa de Eustaquio, con la faringe, lo cual explica que diversas enfermedades amigdalofaringeas virales o bacterianas, puedan contagiar a la caja del tímpano y originar en ella un proceso de otitis media que podría perforar la membra­ na del tímpano, Fig. 21-1, para permitir asi­ la salida de secreciones por el conducto auditivo externo. Cuando éste es el caso, A PA R A T O A U D I­ TIVO 7 .- A PA R A T O A U D IT IV O : anam ne­ Nos referimos a la siguiente sintomatología frecuente: dolor; secreciones, trastor­ nos de la audición; zumbidos de oídos; y vértigo. El cuadro No. 21-1, nos orienta có­ mo preguntar a cerca de estos síntomas. s is . - CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 21-1 1 .- DOLOR: Es un motivo frecuente de consulta, especialmente en los niños. Se Fig. 21.x Períoraclón de tímpano. membíaBa dei 58 CUADRO No. 21-1 APARATO AUDITIVO ANAMNESIS Qué preguntar 1- Dolor 2 .- Secreciones 2.1: Color 2.2: Aspecto 2.3: Cantidad 3.- Trastornos de la audición 3.1: Autofonía 3.2: Hiperacusia dolorosa 3.3: Paracusia de Wills 3.4: Paracusia de lugar Cómo preguntar 1.— Igual que la anamnesis general del dolor. 2.- Le sale algo por los oídos? 2.1: De qué color es? 2.2: Cómo es? Se parece al agua, al moco, al pus, a la sangre? 2.3: Qué cantidad es? 3.— Oye bien con ambos oídos? 3.1: Cuando Ud. habla, cómo se oye a sí mismo? 3.2: Siente alguna molestia al oír ruidos altos? 3.3: Cuando hay ruido, oye bien? ; y si hay silencio? 3.4: Reconoce bien el lugar de donde proceden los ruidos? 4 .- Zumbido de oídos 4.1: Tipo de zumbido 4.2: Sitio en que se oye 4.3: Procedencia ti objetividad 4.— Tiene zumbido de oídos? 4.1: Cómo son los zumbidos? 4.2: En dónde oye los zumbidos? 4.3: Efectivamente hay algún objeto que zumba o no hay nada? . 5.- Vértigo y mareo 5.1: Tipo 5.— Tiene mareo? 5.1: Cómo es? Es como que Ud. gira o como que giran las cosas o como que se va a desmayar o co­ mo que pierde el equilibrio o co- , mo atolondramiento? 5.2: Qué le pasa al mareo cuan­ do camina, cuando se sienta, cuando se agacha y vuelve a po­ nerse recto? 5.2: Relación con las actitudes y decúbitos. NOTA: No olvidarse de completar la anamnesis de cada síntoma, con las preguntas generales de cualquier síntoma, del Cuadro No. 3-1. -1 5 9 la secreción puede tener un aspecto puru­ lento; pero si la infección ha disminuido, pue­ de tener simplemente un aspecto mucoso; cuando la causa de la secreción asienta en el conducto auditivo las secreciones pueden tener un aspecto semejante, siendo el exa­ men físico de la región el único que per­ mitirá una diferenciación segura. Algunas ocasiones puede observarse la salida de sangre (otorragia), hecho que si no se debe a la lesión infecciosa o traumá­ tica de cualquiera de los elementos externos y medios del oído, y si tiene un anteceden­ te traumático, hace temer en una fractura de la base del cráneo a la altura del peñasco, lo cual determina además, la fuga de líquido cefalorraquídeo. (5) (Signo de Langier 1839) 3 .- TRASTORNOS DE LA AUDICION: En relación a la capacidad auditiva debemos considerar diversos trastornos, así: hipoacusia, o sea la disminución de la sensibilidad para la percepción de la palabra hablada; sordera, o sea, la pérdida total de dicha capa­ cidad. Si se tiene en cuenta que el sentido del oído debe, igual que los otros sentidos, percibir, conducir, analizar y luego interpre­ tar el significado de las vibraciones sonoras, se comprenderá que la interrupción de esta cadena en cualquiera de los eslabones, será capaz de producir hipoacusia o sordera. Al­ gunas de las causas son de fácil reconocimien­ to, como 'por ejemplo, los tapones de ceru­ men y cuerpos extraños que impiden una buena transmisión de los sonidos; la perfora­ ción importante de la membrana del tímpano que no le permite vibrar; pero la rigidez o destrucción de los huesecillos que no trans­ miten la vibración a la ventana oval, o las afecciones del oído interno, de la vía auditi­ va o del cerebro en las zonas relacionadas con este sentido, ya requieren de exámenes que competen a la Otología y Neurología. Se llama Autofonía, cuando la propia voz resuena más, y se la observa en las hipoacusías de conducción. Cuando la percepción del sonido causa molestias como mareos, náuseas y aún dolor, se llama hiperacusia dolorosa. En las personas mayores con otoesclerosis, puede darse el curioso fenómeno que consiste en que oyen mejor en un am­ biente de ruido que en el silencio; a esto se llama paracusia de Wills; mientras que se da el nombre de paracusia de lugar, a la que no puede reconocer en que dirección o a que distancia aproximada se origina un ruido. 4 - ZUMBIDOS DE OIDO: Se los llama tam­ bién tinitus, acúfenos. Los pacientes los describen como el ruido de cascada, de cam­ panillas, de sirena, de zumbidos, etc., y pueden ser percibidos como que nacen en el propio oído o en otro sitio de la cabeza; además pueden ser continuos o intermiten­ tes. Unos tienen un origen perfectamente determinable , pero otros son sólo produc­ to de excitaciones anormales del sentido del oído. Entre los primeros pueden encontrar­ se a los ruidos producidos en los vasos del territorio de la carótida interna; de los proce­ dentes de la articulación temporomaxilar al hablar o masticar, cuando padecen de artritis; en las contracturas de los músculos de los huesecillos o de las regiones vecinas como el masetero. Los ruidos que no tienen un ori­ gen definido pueden encontrarse en cualquie­ ra de las afecciones del oído, como tapón de cerumen, cuerpo extraño, exzemas y otitis externas; miringitis, otitis medias agudas o crónicas, otoesclerosis, laberentitis, hiper­ tensión arterial esencial; y aun en intoxica­ ciones exógenas o endógenas como la uremia. 5.— VERTIGO Y MAREO: Es increíble la can­ tidad de cosas que por los pacientes pueden ser llamadas Vértigo y Mareo, pero es que también en la práctica médica es difici! dis­ tinguir con claridad el significado de estos términos. - 160 — En todo caso, siguiendo a Drachman, (2) llamaremos vértigo a la sensación girato­ ria en la cual el paciente siente que él o el ambiente está girando; y mareo, al conjunto de síntomas y signos dentro de los cuales, el vértigo no es sino un síntoma más; sin embargo, cuando éste está acompañado de náusea, vómito, palidez y sensación de caída, entonces su diferenciación es imposi­ ble. De todas maneras, para nosotros la diferencia no es consistente, y lo más im­ portante nos parece, es poder relacionarlo con la patología de un órgano o sistema determinados. Así: En las lesiones del laberinto o sus co­ nexiones centrales, el mareo es más un vértigo intenso, con sensación de marcha va­ cilante y acompañado de náusea y vómito (3). El paciente suele afirmar que “las cosas giran a su alrededor”. En las afecciones del aparato Cardiovas­ cular, el mareo es descrito como una sensa­ ción de desmayo con caída o sin ella y con pérdida o no de la conciencia. Puede ini­ ciarse con sudoración, palidez, zumbido de oídos y obscurecimiento visual, pero si hubo caída, a los pocos segundos hay una recupe­ ración, de lo contrario, es decir, si no hubo caída, puede quedar simplemente como una sensación de debilidad general. Se debe a la hipotensión postural o a cualquier otra cau­ sa que determine una mala irrigación tran­ sitoria del cerebro (4). Algo semejante, pero de presentación más lenta puede verse en las hipoglicemias (1). En las afecciones de las estructuras del control motriz, el mareo se caracteriza por pérdida del equilibrio, por lo cual se observa sólo cuando el paciente camina, y desapare­ ce cuando se sienta o se acuesta. A una etiología variada puede obedecer la sensación de atolondramiento que no es por tanto ni vértigo ni desmayo ni pérdida del equilibrio. Puede verse por ejemplo, en 1¡ hiperventílación (7), en las emociones inten sas, en los estados de depresión, en las afee ciones de la columna cervical, y otras. El examen del vértigo y mareo incluyi una serie de pruebas que ayudan a diferen ciar el sitio de origen de los mismos, perc nosotros las veremos en el examen básicc del sistema nervioso central. EXAMEN FISICO: Siguiendo de afuera j dentro examinaremos: la oreja, el con ducto auditivo externo y la membrana de tímpano; pero además la masteides y lo< ganglios periauriculares. Con la inspecciór es suficiente aunque la palpación puede confirmar los datos. Debe examinarse su ca ra anterior y su cara posterior, para lo cual se debe doblar hacia adelante. Fig. 21-2. Oca sionalmente puede usarse la transiluminación, aplicando desde atrás una linterna, Fig. 21-3. EXAMEN DE LA OREJA: Aparte de las alteraciones congénita! que pueden relacionarse con su forma, tama ño, situación, número, que son raras y de fácil identificación, Fig. 21-4, podemos en contrar algunas alteraciones adquiridas, co mo: la oreja “en coliflor”, Fig. 21-5, pro pia de los boxeadores, debido a fibrosis se­ cundaria o infección o hemorragia subperi condral; los tofos de la gota, pueden encon trarse como abultamientos nodulares, duros, que no son sino una masa de microcristales de urato rodeada de una respuesta inflama toria (6), en el carcinoma de la oreja pue de descubrirse ulceraciones y deformado nes. EXAMEN DEL CONDUCTO AUDITIVO EXTER­ NO Y LA MEMBRANA TIMPANICA: La técni ca exige el uso del otoscopio, Fig. 21-8, o de espejo para oído, Fig. 21-9. Antes de la in traducción cuidadosa de la campana, el mé dico, colocado aliado del oído que va a exa -1 6 1 Fig. 21-2 E x am en d e ia cara p o ste rio r d e la oreja. Fig. Fig. 21-3 21-5 D eform ación tra u m á tic a d e la ore- E x am en d e la oreja p o r tran silu m i­ n ació n . F ig. -H 11-S O toacopio / Fig. 21-4 O rela d e im p lan tació n dem asiado b aja. Fig. 21-9 Espejo para el examen del oído. — 162 — minar, con la una mano tracciona la oreja hacia arriba, atrás y afuera, con el objeto de rectificar un tanto las curvaturas normales del conducto; luego introduce con su otra mano la campana y procede a la inspección cuidadosa del conducto propiamente dicho, y luego de la membrana timpánica. Normal­ mente, el conducto puede presentar peque­ ñas cantidades de cerumen que habrá que retirar con un aplicador. En estas condicio­ nes las paredes se muestran cubiertas por una piel fina, muy sensible, que al tocarla puede provocar movimientos bruscos de la cabeza en actitud defensiva, por lo cual ha­ brá que tener cuidado al manipular en el interior del conducto. Hacia la profundidad del mismo se descubre a la membrana tim­ pánica, de un color blanco nacarado, y de forma ovalada dispuesta frontalmente al ojo del examinador y cerrando completamente la luz del conducto. La Fig. 21-10, nos deta­ lla los elementos que debemos tener en cuen­ ta al examinar la membrana; en ella podemos reparar que, más o menos en el centro, se encuentra el ombligo, lugar que sefiala el sitio de inserción del mango del martillo y también el vértice superior del triángulo luminoso, de base anteroinferior, que no es sino el producto de la ilunfiii&ción que se hace incidir en el tímpano; en la parte supe­ rior se encuentra la membrana de Sharpnell, que corresponde directamente al ático, o sea al sitio en el que se disponen los huesecillos. Patológicamente es posible descubrir en un examen del conducto la presencia de tapones de cerumen que obstruyen total­ mente su luz, impidiendo no soj^mente el examen de la membrana, sino también la audición; produciendo tinitus y ptros tras­ tornos según hemos señalado antes. Tam­ bién podemos encontrar cuerpos extraños, especialmente en los niños; y se confirma la presencia de las secreciones antes estudiadas. La membrana puede sufrir importantes MEMBRAMA DE SHARfWETLL 0MBIIS0 TRIAN6UIÚ LUMINOSO Fig. 21-10 Im ag en o to sc ó p ic a de la m em bra­ n a d e l tím p a n o n o rm a l HIVEL UQU150 Fig. 21-11 O titis m e d ia co n nivel líq u id o . cambios en las otitis medias, en efecto: las secreciones acumuladas durante el proceso inflamatorio puede observarse a través de elk como un nivel líquido, Fig. 21-11; pero más tarde, cuando el cuadro ha evolucionado y se mantiene cenada la trompa de Eusta­ quio, al aumentar la cantidad de secreciones, pus por ejemplo, abomban la membrana que puede demostrarse además rojiza y muy vascularizada.' Si el cuadro progresa, al buscarse el pus una salida, puede perforar la membra­ na, y dejar un orificio más o menos grande - 163 que permite la comunicación directa entre el oído externo y medio, con todos los peli­ gros de nuevas infecciones que eso supone. En estas condiciones si se pide al enfermo que realice la maniobra de Valsalva, se podrá comprobar la salida de aire por la perfora­ ción. En las obstrucciones de la trompa, la membrana puede demostrar abombamientos o depresiones parciales, Fig. 21-12. A propósito recordemos que la caja del tímpano recibe aire de la boca a través de la trompa de Eustaquio, lo cual sirve para equilibrar las presiones de la caja con la atmosférica, para que la membrana pueda vi­ brar sin dificultad; esto se hace en forma más o menos insensible durante la deglución; pero cuando se cierra la trompa esta función no se cumple, y el paciente sufre de hipoacusia, sensación de presión timpánica y ocasional­ mente dolor. Para contrarrestar ésto es útil espirar fuertemente, pero manteniendo la nariz y la boca bien tapados, con lo cual se consigue que el aire penetre en la caja y equilibre la presión. Si la trompa no se abre puede requerir su cateterismo con la sonda de Itard, pero ésto requiere ya de manos más entrenadas. No podemos dejar de anotar, que la tracción de la oreja al momento del exa­ men del conducto puede causar dolor en los casos de otitis externa, igual que la pre­ sión con un dedo sobre el trago. En las otitis medias, la presión sobre la mastoides o el borde anterior del estemocleidomastoideo, en su inserción mastoidea, puede cau­ sar dolor. EXAMEN DE LA MASTOIDES: Normalmente, la presión de abajo hacia arriba del vértice de la mastoides puede causar dolor, y para algunos es un punto escogido para buscar la sensibilidad al dolor de una persona, el resto F ig . 2 1 -1 2 O b s tr u c c ió n d e la tr o m p a d e E u s ­ ta q u io : A b o m b a m ie n to s p a rc ia le s d e la m e m b ra n a . de ella sólo duele espontáneamente y a la presión cuando está inflamada o rota. En efecto, en las mastoiditis agudas, consecuen­ cia de una otitis media por ejemplo, puede producir dolor espontáneo y provocado, con enrojecimiento de la región, edema y aun adenomegalia de los gánglios retroauriculares. Griessinger, afirma que en la flebitis de la vena emisaria mastoidea, se despierta dolor al palpar el borde posterior de la mastoides. EXAMEN DE LOS GANGLIOS PERIAURICULARES: Puede encontrarse delante, debajo y detrás de la oreja, ganglios patológicos, pero de su valor semiológico hablaremos en el examen de los ganglios del cuello. El examen de la capacidad auditiva, aprenderá el estudiante en la cátedra de los órganos de los sentidos, pero también en es­ te texto en el examen del VIII Par. - 164- BIBLIOGRAFIA 1.— Ad Hoc Committee on Hypoglycemia: Statement on hypoglycemia. Arch. Intern. Med., 131: 591,1973. 2.— Drachman, D.A.: Episodio vértigo. InC onn, (ed.): Current therapy 1974. Philadelphia, W.B. Saunders Company, 1974, p.p. 684. 3.— Drachman, D.A.: Mareo y Vértigo. En Cécil—Loeb.: Tratado de Medicina Interna. Interamericana, México, 14a. ed., cap. 352, p.p. 732,1977. 4.— Fisher, C.M.: Vértigo in cerebrovascular disease. Arch. Otolaryngol. 85: 529, 1967. 5.— Forgue, E. y Mourgue — Molines, E.: Ma­ nual de Patología externa, Tomo II, Espasa Calpe. S.A., Madrid, 1952, p.p. 31. 6.— Robbins, S.L.: Patología estructural y fun­ cional. Nueva editorial Interamericana. Mé­ xico. la. ed., 3a. reimpresión, cap. 8, p.p. 289, 1977. 7.— Saltzman, H.A., Heyman, A., and Sieker, H.O.: Correiations of clinical and physiologic manifestations of sustained hyperventilation. N. Engl. J. Med., 268: 1431, 1963. Todos sabemos que los rasgos faciales; , revelan muchos estados psicológicos, por ejemplo: la ira, la alegría, la pena, la sorpresa, el miedo, el dolor, etc., y aunque la descripción de cada una de ellas es difícil, sin embargo, su reconocimiento es relativa­ mente sencillo. Algo semejante sucede con algunas enfermedades orgánicas que se ex­ presan con una facies más o menos caracte­ rística que conducen al médico a un rápido diagnóstico. Por el momento nosotros vamos a describir unas cuantas, pero en otros capítulos iremos señalando aquellas que se encuentren muy relacionadas. Facies febril, por efécto de la acción sim­ pática, presenta ojos brillantes, pómulos rubicundos, pero el resto de la piel de la cara es pálida. Facies Renal, Fig. 22-2: Piel pálida, pero li­ geramente amarillenta, con hinchazón de los párpados, con una expresión somnolienta. Se debe al edema, vasoconstricción y anemia. : Facies acromegálica, Fig. 22-3: El crecimien­ to en anchura de los huesos produce proci­ dencia de los arcos superciliares y pómulos; el maxilar inferior crece desproporcionada­ mente (Procnatismo); pelos de las cejas grue­ sos y enrarecidos; labios también gruesos. CAPITULO 22 EXAMEN DE LA FACIES EN CONJUNTO 8 - LA FACIES EN CONJUNTO: En algunas enfermedades la cara lo dice todo, pero en muchas otras sólo el médico que se ha habituado ha relacionar el aspecto de la cara con la enfermedad que adolece un pa­ ciente, puede descubrir rasgos que le hacen más fácil y útil su interpretación. Facies Hipertiroidea, Fig. 22-4: Es la cara de una persona que demuestra sorpresa o susto con los ojos saltones cuando hay exoftalmus. En los casos leves, Marañón, se­ ñala un aspecto de quien ha pasado la noche despierto. La piel suele estar brillante y cubierta de un fino sudor sobre todo en la frente. Facies Mixedematosa, Fig. 22-5: La cara es ancha, abultada, párpados caídos, con hendi­ duras palpebrales disminuidas, ojos profun­ dos y poco expresivos, piel gruesa y pálida. En conjunto la expresión es de torpeza. - ICO - Cortesía del Dr. uustavo raz. Fig. 22-3 Facies acromegáiica Fig. 22-5 Facies mixedematosa — 166 — Fig. 22-8 Facies Leonina Fig. 22-6 Facies de luna llena. Cushing iatrogénico. Observación del Prof. Dr. Edgar Rentería. Cortesía del Prof. Dr. Holguer Garzón. Fig. 22-9 Facies tetánica. Observación del Prof. Dr. Jorge Sánchez. Fig. 22-12 Facies parkinsoniana Observación del Prof. Dr. Luis Almeida. Facies del Síndrome de Cushing, Fig. 22-6: Es la cara de luna llena, redondeada, rubicun­ da con tinte cianótico; puede haber implanta­ ción masculinoide del cabello. nodulos que asientan en las cejas, pómulos y otras regiones de la cara. La cola de las cejas puede haber desaparecido. Facies alcohólica, ojos brillantes, con va­ sos pequeños dilatados sobre el dorso de la nariz y pómulos, piel rubicunda. Facies tetánica. Fig. 22-9': La contracción de los maseteros impiden la apertura de la boca, mientras que la de los risorios produ­ cen la risa sardónica. Facies Leonina, Fig. 22-8: Es propia de la Lepra. Se debe a la presencia de múltiples Facies Gravídica, Fig. 22-10: Como existe retención tisular de líquidos, la cara se abulta Fig. 22-6 y 1 : Lám. XII. — 167 — un poco, especialmente los labios; pero lo más característico es el cloasma gravídico, es decir, las manchas de color café con leche, que se distribuyen desde el dorso de la nariz hacia la periferie, abarcando los pómu­ los, las mejillas y la frente; alguna vez todo el rostro. En el caso del hijo esperado, la ex­ presión es de serena felicidad. Facies mongoloide, Fig. 22-11: Desde un cráneo pequeño se desprende una cara con bo­ ca pequeña, lengua saliente, ojos pocos expre­ sivos y epicanto en los párpados, lo que en conjunto le da un aspecto achinado. Se debe a la trisoinia del par 21. Facies paikinsoniana, Fig. 22-12: Es inexpre­ siva, con piel brillante y cremosa, y a veces con fuga de la saliva por las comisuras labia­ les. CAPITULO 23 EXAMEN DEL CUELLO Encrucijada de estructuras pertene­ cientes a múltiples sistemas o aparatos, es de vivo interés su examen prolijo. En efecto, como nos señala la Fig. 23-1, en él se encuen­ tran partes importantes de los aparatos car­ diovascular, respiratorio, digestivo, endocri­ no, linfático, muscular, óseo y nervioso»; por tanto su patología es muy variada, y e! médico para examinarlo, debe tener en cuen­ ta toda su composición para no dejar pasar detalles que pueden ser importantes. Nosotros enfocaremos su estudio (en dos tiempos: 1.— Su examen en conjunto, y 2.—Examen por separado de todas y cada CARTILAGO TIROIDES YUGULAR INT. YUGULAR INT. GLANDULA TIROIDES CAROTIDA INTERNA PNEUMOGAST CO IZQ. TRAQUEA. Fig. 23-1 Estructura esquemática dei cuello. - 168 una de sus estructuras. Las técnicas generales de examen son las clásicas, es decir, inspec­ ción, palpación, percusión y auscultación. EXAMEN DEL CUELLO EN CONJUNTO: 1.— Fornia: En los pícnicos suele ser grue­ so y corto, Fig. 23-2, mientras que en los longilíneos es más delgado y largo; Fig. 23-3; sin embargo, también puede ser corto en los raros casos de agenesia de una o más vérte­ bras cervicales. 2.— Movimientos: Cuando el médico orde­ na al paciente que flexione, extienda, gire ha­ cia la derecha o izquierda; incline hacia la iz­ quierda y derecha; y luego rote la cabeza co­ mo para describir una circunferencia, la sim­ ple inspección le estará indicando si estos mo­ vimientos son normales o están limitados, y si pueden realizarse con o sin dolor. Si exis­ te alguna limitación o dolor, su causa casi siempre está relacionada con afecciones de la columna cervical o músculos del cuello, razón por'la cual será mejor estudiado en el capí­ tulo relacionado con los músculos, huesos y articulaciones. Sin embargo, por el momen­ to indicaremos unas pocas causas que pue­ den limitar los movimientos, como son: el tortícolis y la meningitis; el primero pro­ ducido por una contractura espasmódica del músculo estemocleidomastoideo, que des­ vía la cabeza hacia el lado afectado, Fig. 23-4, produciendo además dolor al intentar cual­ quier movimiento de la cabeza; y la segunda, producida por una contractura de los múscu­ los paravertebrales cervicales, que impiden la flexión de la cabeza hacia adelante, hasta el punto que el médico puede levantar al enfer­ mo, “ como en una sola pieza” , colocando su mano en la región occipital del paciente y haciendo el esfuerzo para sentarle, Fig. 1*6-1. 3.— Fosas Supraclaviculares y supraestemal: Como sabemos, detrás de las clavículas y del mango del esternón se encuentran unas de­ presiones que la anatomía nos ha enseñado <■; ' Fig. 23-2 Cuello corto . Fig. Fig. 23-3 23-4 ■ vi Cuello largo T o rtíco lis - i6 y "3 reconocerlas con suma facilidad por la ins'pección. En los casos de tiraje respiratorio, Fig- 23-5, suelen estar hundidas, igual que en el tórax raquítico. Al contrario, pueden estar abombadas en los casos de enfise­ ma subcutáneo o mediastínico por rup­ tura pleural; también pueden abombarse por tumoraciones de las estructuras subya­ centes, pero a ellas nos referiremos más tarde. 4 _ Piel: Su color guarda relación con la del resto del cuerpo. En el síndrome de Turn e r , puede verse el cuello talado, Fig. 23-6, en el cual puede notarse unos pliegues de piel que se desprenden desde la parte alta del cuello hasta los hombros. EXAMEN DEL CUELLO POR ESTRUCTU­ R A S - 1 - MUSCULOS: En el tortíco­ lis el músculo esternocleidomastoideo se lo ve contraído, tenso, duro y doloroso a la palpación que se hace con los pulpejos de los dedos dispuestos en pinza, Fig. 23-7. Cuando la contractura afecta a los músculos paravertebrales del cuello o a los trapecios, entonces éstos son los que presentan dichos cambios obligando al paciente a tomar posi­ ciones antiálgicas. 2 .- EL CARTILAGO TIROIDES: Se lo ve y se lo palpa en la parte media del cuello. Asciende durante la deglución y luego des­ ciende a su situación normal. Los tumores vecinos pueden desviarlo de su sitio o im­ pedir sus movimientos si se adhieren a él. En los aneurismas del cayado aórtico, debi­ do al contacto que esta arteria tiene con la tráquea y bronquio izquierdo, se produce un latido especial, signo de Oliver, que se lo descubre cuando se pide al paciente que, en posición de pie, extienda la cabeza hacia atrás manteniendo la boca cerrada, entonces tomando el cartílago cricoides entre dos de­ dos, Fig. 23-8, se tracciona suavemente la tráquea hacia arriba, momento en el cual se siente un latido que corresponde al de la aorta que se transmite a la tráquea. PLIE G O : 7 Fig. 23-5 Fosas supraclaviculares hundidas en el tiraje respiratorio ‘ Fig. 23-6 Cuello alado en el síndrome de Tumer. Cortesía del Dr. Gustavo Paa. F ie . 3 3 *7 P a lp a c ió n d e l toideo w ta r o o d e id o m a a - - 170- Fig. 23-8 Técnica para buscar el signo de Oliver 3 - GANGLIOS CERVICALES: La Fig. 23-9, nos demuestra su situación en el cuello y su relación con los vasos linfáticos que proceden desde distintas regiones. Entonces desde ya tángase presente que la patología ganglionar puede tener su origen en los propios ganglios, en estructuras de la región o en órganos si­ tuados a distancia. Cómo examinar: Basta la inspección y palpación, pero pensando para su descrip­ ción y análisis, en la situación, forma, tama­ ño, número, sensibilidad, movilidad, consis­ tencia. La técnica propiamente dicha obliga a mantener la cabeza fija, colocando la una mano en la región occipital, mientras la otra busca los ganglios, Fig. 23-10. Es curioso que, para identificarlos con más facilidad, más que la palpación profunda sirva la palpación su­ perficial con los pulpejos de los dedos que realizan movimientos de rotación o desliza­ miento sobre las zonas de distribución de los ganglios. Normalmente muchos no son palpables o lo son difícilmente. En los niños y perso­ nas delgadas pueden reconocerse algunos de la porción alta de la cadena carotídea y otras regiones, sin que esto signifique nada pato­ lógico, más todavía si son suaves, indoloros, móviles, de tamaño pequeño. Pero, patológi­ camente, lo que más rápidamente manifiestan es su aumento de tamaño (adenomegalia), W G.LINFATICOS SUPERFICIAL#. @ G. UMFAT1C05 Fig. 23*9 PROFUWiOS Ganglios cervicales y vasos linfáti­ cos que se relacionan con ellos. aunque en otras ocasiones, lo primero pudie­ ran ser otras expresiones del proceso inflama­ torio, es decir, dolor, calor o rubor. Para su análisis es muy conveniente tener en cuenta su distribución, puesto que muchas veces su etiología u órganos inicial­ mente afectados están íntimamente relacio­ nados; Fig. 23-9, así: los ganglios situados cerca del ángulo del maxilar aumentan de tamaño en las afecciones amigdalofaringeas y de los dientes; los suboccipitales, en las dermatitis del cuero cabelludo y en las pedi­ culosis, pero también en la rubéola, lo que hace un signo diferencial de otras enfermeda­ des eruptivas de la infancia, como el saram­ pión, la varicela, que aunque dan adenomega­ lia cervical, sin embargo, lo hacen en otras regiones del cuello; los retroauriculares, au­ mentan de tamaño en las afecciones del oído y la mastoides y parótida; los submentonianos, en las afecciones de la lengua, labio inferior, encías y dientes. Las adeno- -171 - cervicales, éstos pueden estar crecidos, adhe­ ridos entre sí, presentar fluctuación y aun fístulas que se abren a la superficie ( 12). Aunque el diagnóstico de la etiología de una adenomegalia se hace con la biopsia de la misma y otros exámenes que los cono­ ceremos en el capítulo que se refiere al siste­ ma linfático, sin embargo, es útil que desde hoy sepamos que las adenomegalias de etio­ logía bacteriana o viral, evolucionan aguda­ mente, excepto la tuberculosa, causando ade­ más dolor, rubicundez de la región, fiebre y eventualmente fluctuación por su contenido purulento, y remitiendo casi paralelamente con la evolución de la estructura regional inicialmente afectada. En cambio las adeno­ megalias de naturaleza neoplásica evolucio­ nan más fríamente y hasta pueden no causar ningún dolor. Para más detalles remitirse al capítulo referente al sistema linfático, s Fig. 23*10 A: Técnica de examen de los ganglios del cuello. B: Adenomegalia cervical. megalias metastásicas de los cánceres de las Estructuras vecinas suelen ser unilateres, du­ ras, indoloras, adheridas o no a los planos ad­ juntos y afectan especialmente a los adultos; el Ca. de pulmón suele invadir a los ganglios preescalénicos (Daniels). El estómago y las mamas pueden hacerlo a los supraclaviculares. En la enfermedad de Hodkin, afectan más a los de la. cadena carotídea, en forma bila­ teral, y pueden crecer mucho y adherirse entre sí formando apelotonamientos (7, 11) en las leucosis, especialmente en la linfática, pueden crecer mucho, ser bilaterales y formar parte de la adenomegalia generalizada de la que adolecen estos pacientes. En los ahora raros casos de tuberculosis de los ganglios Las adenomegalias no deben ser con­ fundidas con otras tumoraciones del cuello, como los quistes sebáceos que asientan en la parte posterior del cuello, Fig. 23-11; los lipomas retroauriculares, la hipertrofia de las parótidas, Fig. No. 23-12; los forúnculos. LAS VENAS CERVICALES: Normalmen­ te las venas del cuello no se ven por perma­ necer colapsadas, sin embargo, el canto, el grito, el hacer algún esfuerzo muscular, el pu­ jo, pueden hacer visibles a las venas yugula­ res externas durante un corto período de tiempo. En estas condiciones, disminuye la presión negativa intratorácica y dificulta el vaciamiento de las venas dei cuello que permanecen ingurgitadas. Pero, patológica­ mente pueden permanecer dilatadas todo el tiempo y en cualquier posición del cuerpo, especialmente las yugulares. En efecto, eh la insuficiencia cardíaca, por ejemplo, pueden estar dilatadas aún en la posición de pie, Fig. 23-14; sin embargo, lo más frecuente 4 .- -172 - ir i Fig. Fig. Fig. 23-11 23-12 Quiste sebáceo del cuello Parótidas hipertróficas 23-14 Venas yugulares ingurgitadas es que en esta posición o sentado, las vanas estén apenas distendidas en el extremo infe­ rior; pero si se le pide al paciente que se acueste, se irá notando como, progresivamen­ te, se van dilatando más hasta que en pleno decúbito, se encuentran dilatadas en toda su extensión, Fig. 23-15 (Signo de Lancisi). Este hecho se debe al aumento de la presión de la sangre en el sistema venoso durante el decúbito. También pueden estar ingurgita­ das las venas del cuello por compresión medíastínica de la cava superior, pero en estos casos la dilatación no se acompaña de latidos como puede estarlo la de la insuficiencia cardíaca ( 1, 2). Una maniobra adicional permite con­ firmar que el llenado de las yugulares se hace por el retorno de la sangre que no puede va­ ciarse normalmente en la aurícula derecha, y consiste en lo siguiente: con el enfermo acostado o semisentado, se presiona sobre el tercio medio de la yugular con los dedos índices juntos de ambas manos; luego, sin dejar de presionar sobre la vena, se separa los dedos unos cuantos centímetros y se constata que la vena queda colapsada en ese segmento, Fig. 23-16; luego se retira el dedo del extremo inferior y se constata co­ mo inmediatamente se ingurgita la vena de de abajo hacia arriba. Fig. 23-15 Signo de Lancisi Cuando la ingurgitación venosa se debe a insuficiencia cardíaca se constata un he­ cho más: el llamado reflejo hepatoyugular, (4, 6, 13,16), que demuestra como las venas yugulares externas se distienden más al com­ primir el hígado de abajo hacia arriba, con una mano, Fig. 23-17. En este caso la pre­ sión venosa ya aumentada, crece más todavía. Abundaremos en otros razonamientos al hablar del aparato cardiovascular. Fig. 5 - LATIDOS: Normalmente no se obser­ va latidos cervicales en condiciones de repo­ so. Luego del ejercicio físico, las emociones, puede observarse discretos latidos en la fosa supraesternal, en la parte inferior del cuello; algo semejante puede observarse en las ane­ mias, la fiebre, el hipertiroidismo, la hiper­ tensión arterial, es decir, siempre que hay eretismo cardiovascular. (8). Estos latidos cervicales proceden de las arterias del cuello, o sea, de las carótidas y subclavias, y en los pícnicos de la aorta que asciende más que en los longilíneos. Se puede palpar estos latidos, pero el supraesternal es muy difícil puesto que la transmisión del latido aórtico es un fenómeno más visible que palpable. Patológicamente el latido supraester­ nal puede ser un fenómeno perfectamente visible y palpable, lo cual traduce un desenrrollamiento de la aorta que ahora asciende tanto que se la puede tocar, Fig. 23-18. Es­ to se puede reconocer tanto en la hiperten­ sión arterial como en la insuficiencia aórtica, (3), sólo que en este segundo caso, al latido supraesternal se suman los latidos exagerados de las subclavias y carótidas, danza arterial, que también están sufriendo, igual que todas las arterias del organismo, del aumento de la presión diferencial que se da.. en estos casos. 23-16 Técnica de examen para determi­ nar la dirección de la corriente san­ guínea - 174que demostrará además un ruido de latido muy intenso sobre los vasos del cuello. La inspección detenida de los latidos puede además revelar la presencia de arrit mías de fácil diagnóstico, como los extrasís toles y la Fibrilación Auricular. Fig. 23-17 Búsqueda del reflejo hepatoyugular El latido venoso normal ordinariamente nc es percibido a simple vista a pesar de que e flebograma descubre las ondas “v” y “a” Fig. 23-19, precediendo a los latidos de la punta del corazón. Sin embargo, patológica mente puede verse en la estenosis de k válvula tricúspide. (15). Un latido venoso sincrónico con el pulso, puede vsrse en ls insuficiencia tricúspide ( 1), en el ritmo no dal ( 10), en las extrasístoles ventriculares ( 10) y otras cardiopatías. Insistimos en que en el capítulo dedi cado al aparato cardiovascular, seremos mái completos en la descripción. Fig. Fig. 23-18 Palpación de la aorta desenrrollada que puede dar un latidosupraes* te mal. i: ' Algunas ocasiones la palpación de estas arterias cervicales revela la presencia de un frémito que puede ser el producto de la transmisión de los que patológicamente se originan en la sigmoidea aórtica, por ejem­ plo, en la estenosis y en la enfermedad vas­ cular local, (9) siendo sistólico. Este dato puede ser confirmado por la auscultación, 23-19 Flebograma normal 6 .GLANDULA TIROIDES: Por el-momen­ to sólo nos referirem os a su exam en físico, puesto que otros detalles relacionados con la semiotecnia tiroidea, lo harem os en el capítulo dedicado a las glándulas endocrinas. Por tan to , siguiendo los tiem pos clásicos del exam en físico, hablarem os de la inspección, palpación, percusión y auscultación. Inspección: com o sabemos, normalmente no es visible o lo es com o un discreto abultam iento situado por encima de la fosa supraesternal, y solam ente cuando el paciente m antiene la cabeza en hiperextensión; pato­ lógicam ente, de acuerdo con su tam año, pue- - 175 — de ser fácilmente reconocible, como una masa tumoral situada sobre la fosa supra'esternal, que se desplaza hacia arriba cuando el paciente deglute, pero si es muy grande puede no desplazarse. Fig. 23-20. Su forma es variable, pero puede presentar uno o más abultamientos que, dependiendo del lugar de la tiroides en que asientan, pueden aflorar más hacia la derecha, centro o la izquierda del cuello. Esta simple observación permite, en la mayoría de casos, afirmar la existencia de un bocio, es decir, de una tiroides agran­ dada, lo cual ya es patológico. Palpación: Es un tiempo de examen impres­ cindible, puesto que, aparte de confirmar los datos de la inspección, permite reconocer su forma y más detaEes: consistencia, sensibilidad, movilidad, presencia de nodulaciones, datos estos que, debidamente anali­ zados, permiten extraer conclusiones útiles para el diagnóstico y tratamiento. Cómo examinar: Cuando la glándula es muy voluminosa la palpación no ofrece jiinguna dificultad; pero cuando su tamaño es normal o está discretamente crecida, se requiere de una-técnica especial, pero senci­ lla. En efecto, basta con que el médico co­ loque los dedos de una mano, dispuestos en forma de gancho, sobre la glándula tiroides, Fig. 23-21, y solicite al enfermo que degluta un poco de saliva. En estas circunstancias, la glándula se desplaza entre los dedos del médico, hacia arriba; momento en el que se aprovecha para reparar sobre los detalles an­ tes anunciados. De hecho, en condiciones normales puede no palparse la glándula, especialmente si se trata de una persona de cuello grueso y corto, pero en muchas otras y en condiciones normales, sí se pue­ den reconocer las características de los lóbu­ los y del itsmo, especialmente su consisten­ cia carnosa y uniforme. Pero si esta primera palpación no es suficiente para formarse una 3 Fig. 23-20 A: Bocio gigante. B: Radiografía de un bocio luego de la captación d e l 131. -1 7 6 - Fig. Tig. 23-22 23-21 -A}Inspección de la glándula tiroides. B) Palpación de la glándula tiroi­ des con los dedos en forma de gan­ cho. I. Palpación de la glándula tiroides por detrás del enfermo. II. Palpación de la glándula tiroi. des separando el estemocleidomastoideo. III. Palpación mediante el despiazamiento de la tráquea hacia un lado con el pulgar. - 177 imagen completa, entonces se debe proceder de la siguiente manera, sígase la Fig. 23-22: Situado el médico detrás del paciente que permanece sentado, coloca los pulpejos de ambas manos por delante de los bordes anteriores del esternocleidomastoideo, so­ bre los lóbulos tiroideos a los cuales compri­ me ligeramente hacia atrás, y, mientras el pa­ ciente traga saliva, el médico examina los de­ talles de la glándula (I). En segundo lugar, si se quiere tener un detalle más minucioso de cada lóbulo, se puede palpar con los pul­ pejos de la una mano, mientras la otra separa el esternocleideomastoideo (E); por último, una útil maniobra consiste en examinar la tiroides por delante, mediante el desplaza­ miento de la tráquea hacia un lado con el pulgar de la mano, mientras que con los de­ dos de la otra se reconocen los detalles del lóbulo. Qh) Muy frecuentemente la palpación des­ cubre nodulos que deben ser descritos en re­ lación a su forma, tamaño, situación dentro de la glándula, consistencia, sensibilidad y re­ lación con los planos vecinos, es decir, guar­ dando los mismos parámetros de análisis que de los lóbulos. Ocasionalmente no es posible recono­ cer los límites inferiores de la tiroides, lo cual plantea la posibiÜdad de que haya creci­ do hacia el interior del tórax, es decir, se tra­ ta de un bocio retroesternal. Fig. 23-23. La palpación suave sobre la superficie de un bocio hipertiroideo puede demostrar la existencia de un thrill (14). Percusión: No tiene mucho significado prác­ tico, sin embargo, en el bocio retroesternal, la percusión sobre el mango del esternón pue­ de dar un sonido mate, lo que normalmente es sonoro. Auscultación: Normalmente no da ninguna sintomatología, pero en el hipertiroidismo, Fig. 23-23 Bocio retroesternal especialmente en la enfermedad de Graves Basedow, puede auscultarse un soplo sistólico, (16) producto del aumento de la velo­ cidad circulatoria que suele haber en estos casos. No debe confundirse con los soplos sistólicos que, originados en la sigmoidea aór­ tica especialmente, pueden irradiarse hacia el cuello. BIBLIOGRAFIA 1.— Bloomfield, R.A., Lauson, H.D. y col.; J, Clin. Investí., 25: 639, 1946. 2.— Brickner, P.W., Scudder, W.T. y Weinrib, M.: Pulsating varicose veins in functional tricuspid insufficiency. Case report and venous pressuie tracing. Circulation, 25: 126,1962, 3.— Corrigan, D.J. Edinburgh M.J., 37: 225,1832. 4.— Deane, N., Ziff, M. y Smith, H.W.: Clin, Invest., 31: 200,1952. 5.— De Groot, L.J.: Tiroides, In Cecil—Loeb: Tratado de Medicina Interna, 9a. Ed., Cap. 5.— De Groot, L.J.: Tiroides, In Cecil—Loeb: Tratado de Medicina Interna, 9a. Ed., Cap. 836, p.p. 2028, Interamericana, México, 1977 6.— Drury, D.R., Henry, J.P. y Goodnian, Clin, Invest., 26: 945, 1947 7.— Editorial: Furter in theHodgkin znaze. Lancet, 1: 1953, 1971. J* J.: - 178 8.— Friedberg, C.K.: Enfermedades del Corazón. Interamericana, México, 3a. ed., cap. 23, p.p. 1005,1069. Friedberg, C.K.: Enfermedades del Corazón. Interamericana, México, 3az. ed., cap. 29, p.p. 1030, 1969. 10. - Friedberg, C.K.: Enfermedades del Corazón. Interamericana, México, 3a. ed., cap. 29, p.p. 448, 1969. 1 1 .- International Symposium on Hodgkin 's Disease, N.C.I. Monograph No. 36, May, 197$. 12.- Kent, D.C.: Tuberculous lynphadenitis: Not a localized disease process. Am J. Med. StL, 254: 866, 1967. 13.— Lombardo, T.A., Eisenberg, S. y Col.: c¡jy culation, 3: 260,1951. 14.— Marañón, G.: Manual de Diagnóstico Etiológico. Espasa Calpe, Madrid, 7a. Ed., p p 497, 1962. 15.— Paddu, V.: Am. Heart J., 41: 708, 1951. 16.— Spann, J.F., Jr., Masón, D.T., and Zeliz, R,: Recent advances in the understanding of con­ gestiva heart failure. Modem Conc. Cardiovase. Dis., 39: 73, 1970. TERCERA PARTE EXAMEN DEL TORAX - APARATO RESPIRATORIO Dr. Wilsort Peñafiel - APARATO CARDIO - VASCULAR Dr. Víctor Alberto Arias Castillo - GLANDULAS MAMARIAS Dr. Wilson Peñafiel -179- f CAPITULO 24 APARATO RESPIRATORIO INTRODUCCION En Ja caja torácica, encontramos dos aparatos “básicos dentro de la economía: el Aparato Respiratorio y el Aparato Cardio­ vascular. En esta parte de nuestro texto ini­ ciamos el estudio del Aparato Respiratorio compuesto fundamentalmente por tres por­ ciones anatómicas: las vías aéreas, los pul­ mones y las pleuras, que fisiológicamente cumplen con el importante papel de la hematosis'a través de sus funciones ventilatorias y de difusión de los gises. La patología de este Aparato Respira­ torio, se expresa de una manera general por pocos síntomas y signos, considerándose por este motivo, de'fácil aprendizaje. Así por por ejemplo, la tos, la expectoración, el do­ lor torácico, y la disnea, son síntomas co­ munmente observables en la mayoría de en­ tidades respiratorias, de ahí la importancia de recogerlos correctamente a través de un buen interrogatorio, que nos servirá luego para conformar los síndromes y finalmente ser analizados por la clínica. tas variantes semiológicas propias. En cuan­ to a los signos, adquiere especial valor la aus­ cultación, sin restar valor a los datos (recogi­ dos en la inspección, palpación y percusión del área precordial. Como ha sido norma en nuestro texto, los síntomas y los signos se irán analizando a través de cuadros didácticos que señalan el qué y cómo interrogar de ios primeros y el qué y cómo examinar de los segundos, luego se expondrán los exámenes complementarios más útiles que se ponen en práctica en nuestro medio y finalmente los síndromes más frecuentes. CAPITULO 25 ANAMNESIS DE SINTOMAS Y SIG­ NOS Al Aparato Respiratorio se lo explora a través de síntomas y signos. Iniciaremos por los Síntomas y son los siguientes: tos, expectoración, dolor toráci­ co, disnea, hemoptisis, cianosis y vómica. En lo que a examen físico se refiere, El cuadro 25-1, expone el qué y cómo es en el tórax donde se pone,en práctica en preguntár de la tos y expectoración. forma perfecta los cuatro procedimientos <• CONSIDERACIONES AL CUADRO 2 5 -1 .clásicos de la exploración: inspección, pal­ 1.— T O S- La tos es un síntoma muy pación, percusión y auscultación. frecuente en las enfermedades del aparato Es generalmente en este segmento cor­ respiratorio; se caracteriza por la producción poral en donde el estudiante aprende princi­ de uno o varios movimientos espiratorios palmente a percutir y a auscultar. Debido a bruscos y violentos, con la glotis estrechada.. la proyección posterior de los pulmones es Esencialmente es un acto reflejo, aunque en que éstos métodos exploratorios se los cum­ ocasiones puede producirse voluntariamente ple con facilidad en tórax posterior. y cuya finalidad es la de eliminar secrecio­ En relación con el Aparato Cardio-vasnes y exudados bronco-alveolares hacia el cular, los síntomas son los mismos, con cier­ exterior. * 110 CUADRO No. 25-1 ANAMNESIS DE LA TOS Y EXPECTORACION Qué preguntar: I:- 2 .- Tos: Cómo preguntar: 1 .- Tos: 1.1: Intensidad. 1.1: Es fuerte la tos? 1.2: Frecuencia. 1.2: Tose mucho o poco? 1.3: Horario. 1.3: A qué hora del día tose más? 1.4: Humedad 1.4: Cuando tose, escupe? Expectoración 2.— Expectoración 2.1: Cantidad 2.1: La expectoración es escasa o abundante? 2.2: Color. 2.2: De qué color es la expec­ toración? 2.3: Olor. 2.3: Tiene mal olor? 2.4: 2.4: Desgarra con facilidad? Viscosidad. 2.5: Horario. Este reflejo tusígeno, tiene como pun­ to de partida zonas sensitivas de la mucosa respiratoria tales como: laringe, cuerdas vo­ cales, bifurcación de la tráquea, hoja parietal de la pleura, base de la lengua y partes latera­ les de la faringe. (3) De estas porciones, se transmite la excitación por vía del neu­ mogástrico hacia el bulbo, de donde el estí­ mulo parte por vía centrífuga a los músculos respiratorios que intervienen en el fenómeno de la tos ( P ) . La Fig. 25-1 grafica este arco reflejo. La tos puede presentarse bajo dos for­ mas: seca y húmeda. Se dice que la tos es 2.5: A qué hora del día expec­ tora más? seca, cuando falta la expulsión de las secre­ ciones o éstas son m uy viscosas que el pa­ ciente no puede movilizarlas. Cuando la tos es húmeda, va acompañada siempre de cier­ tos ruidos producto de la movilización de las secreciones que pueden o no ser expectora­ das. Cuando el paciente logra expulsarlas, denominamos tos productiva. 1.1.— Intensidad y 1 .2 .Frecuencia. En procesos respiratorios agudos, la tos suele ser un síntoma intenso y frecuente, que produce gran molestia al paciente hasta tal punto que le ocasiona dolor torácico de origen muscular. Ejemplos: traqueo— Fig. 25-1 Arco reflejo de la tos. bronquitis, neumonías, bronconeumoiuas, pleuresías; en estas últimas la tos siempre es seca, carácter semiológico importante que hay que tomarlo en cuenta. Otro ejemplo de tos frecuente e intensa, es la tos convul­ siva quintosa de la tosferina. 1.3.—Horario.— El bronquítico crónico pre­ senta accesos tusígenos en las primeras horas de la mañana y en las últimas de la tarde; este horario se cumple también en el enfisematoso, aunque con menos intensidad. ( 11) 1.4.—Humedad.— Dijimos ya que la tos es húmeda cuando se le escucha al paciente movilizar secreciones que las puede expulsar o no. Estás características las analizaremos mejor al hablar de la expectoración. Vamos a retom ar por un momento a lo expuesto en el Cuadro No. 3-1 referente a la anamnesis aplicable a cualquier síntoma, para ir analizando a propósito del síntoma tos. 1.- y 2.— Fecha aparente y fecha real de comienzo: Es importante conocer si el pa­ ciente es un tosedor de mucho tiempo o si este síntoma es de reciente aparición. Por lo general en los padecimientos crónicos broncopulmonares tales como la bronquitis crónica, el enfisema pulmonar obstructivo crónico, la tuberculosis pulmonar, etc. la tos tiene muchos años de evolución, con perío­ dos de remisión y exacerbación. En cambio, en padecimientos agudos, como las neumo­ nías, bronconeumonías, infarto pulm onar, etc. la tos es un acontecimiento de pocos días de evolución. 3.— Forma de comienzo: Difiere en los padecimientos broncopulmonares agudos y crónicos. En los primeros, la tos es de aparición brusca y en los segundos, es in­ sidiosa. „ 4 .— Causa aparente: En los procesos in­ fecciosas agudos de vías respiratorias altas o bajas, tales como laringitis, traqueitis, bron­ quitis, etc. la causa aparente de la aparición de la tos suele ser generalmente un cam­ bio brusco de temperatura o un enfriamien­ to; en cambio en los padecimientos crónicos como la bronquitis crónica y el enfisema, es la iniciación de ciertos hábitos como el ta­ baquismo. 5.— Síntomas acompañantes.— La tos por lo general, va acompañada de síntomas tales como: expectoración, dolor torácico, dis­ nea, hemoptisis, etc. que serán analizados en este mismo capítulo; sin embargo, vale la pena mencionar que en ocasiones la tos pue­ de llevar al vómito (tos emetizante), como se observa en la tosferina, en la que el niño después del acceso paroxístico termina vo­ mitando. Se explica por la compresión gás­ trica determinada por las contracciones brus­ cas del diafragma en cada acceso tusígeno. ( 16). 6.—y 7.— Evolución y relación con los me­ dicamentos: en los padecimientos crónicos, es necesario hacer hincapié en los cambios que presenta la tos por efecto de la medica­ ción utilizada. Es común encontrar que el pa­ ciente ha usado y abusado de los expecto­ rantes, por ejemplo; lo mismo ocurre con los antibióticos que en forma empírica el pa­ ciente se automedica con grave perjuicio para su salud. 8.— Estado actual: Después de haber hecho un análisis del síntoma tos desde su inicio, nos interesa conocer su estado actual, espe­ cialmente orientado a conocer cuál deberá ser la terapéutica a utilizarse. 2 .- EXPECTORACION.- Se denomina así a la .expulsión hacia el exterior, por medio de la tos, de secreciones contenidas en el apara­ to respiratorio. Los elementos, que contie­ nen este material son de distinta naturaleza y procedencia: secreciones de la mucosa del aparato respiratorio, como faringe, laringe, tráquea y bronquios; exudados y trasudados de origen alveolar; restos de tejidos inflama­ dos, líquidos provenientes de colecciones purulentas torácicas y extratorácicas que se abren a las vías respiratorias; sangre, proce­ dente de cualquier área bronco-pulmonar en la cual se ha producido lesión vascular. Cuando el paciente expectora, es ne­ cesario tomar en cuenta lo siguiente: 2.1.—Cantidad.— Es siempre importante recomendar que el paciente recoja el material expectorado en recipientes adecuados y si es posible graduados, con el objeto de conocer la cantidad en 24 horas. En los procesos agudos como en las bronquitis y neumonías, la expectoración es escasa al comienzo y lue­ go abundante en el período de remisión de la enfermedad ( 11, 1). En cambio en padecimientos crónicos como la tuberculosis, bronquitis crónica, enfisema, la expectoración es constante du­ rante la mayor parte del tiempo, en cantida­ des pequeñas o moderadas. Se observa abundante expectoración en caso de cavidades pulmonares y dilatacio­ nes bronquiales, tales como: cavernas tuber­ culosas, abscesos pulmonares, bronquiectasiaá; se observa también abundante expec­ toración en el edema agudo pulmonar, en ciertas bronconeumonías graves como la estafilocóccica y en la producida por el bacilo de Frienlander (8). 2.2: Color.— Macroscópicamente, por el color y aspecto de la expectoración, se dis­ tinguen cuatro principales tipos: mucosa, purulenta, serosa y sanguinolenta. La expectoración mucosa es transpa­ rente de aspecto blanquecino. Es por lo ge­ neral producto de las secreciones de las glán­ dulas mucosas del aparato bronquial, de cau­ sa inflamatoria. Es característico de las traqueobronquitis agudas en su fase inicial y también de la bronquitis crónica; se ob­ serva también en la fase final de la tosferina. La expectoración purulenta o muco pu­ rulenta, es opaca de color amarillo o amari­ llo-verdoso y está constituido esencialmente por elementos del pus. El esputo purulento se observa, en casos de colecciones supura­ das que se abren a los bronquios como: abscesos pulmonares, quistes pulmonares in­ - 183 fectados, cavernas tuberculosas etc. (9). '! La expectoración serosa, se presenta ^om„ un líquido de aspecto espumoso, lie color amarillo o rosado, m uy abundante ■y es característico del edema agudo de pulmón(5). La expectoración sanguinolenta será analizada cuando hablemos de hemoptisis. 2.3 : Olor: La expectoración puede adqui­ rir un olor particular muy desagradable, en casos de supuraciones pulmonares y bronquiectasias infectadas, especialmente cuando aparecen procesos de putrefacción debidos 4 gérmenes anaerobios (9, 10). En casos de gangrena pulmonar, la fetidez alcanza un gra­ do extraordinario. 2.4: Viscosidad.— La viscosidad aumen­ tada del esputo se lo reconoce porque se adhiere fuertemente a las paredes del reci­ piente y el paciente tiene siempre enorme dificultad en expulsarlo; es debido al alto contenido en albúmina y fibrina. Es carac­ terístico del bronquítico crónico. 2.5: Horario: El preguntar si el paciente expectora en mayor cantidad a determinadas horas, es siempre importante, ya que en pa­ decimientos como las bronquiectasias y los abscesos pulmonares, las secreciones se acu­ mulan durante el día y la expectoración aumenta en las,últim as horas de la tarde; lo propio sucede en la noche y el paciente expectora más en las- primeras horas de la mañana. 3 .- DOLOR.- Para el qué y cómo preguntar remitirse al Cuadro No. 3-2. CONSIDERACIONES SOBRE EL DOLOR TORACICO.Es conocido por todos que el pulmón y la pleura visceral, por tener una inervación exclusivamente vegetativa (simpá­ tico y neumogástrico) no produce dolor; en cambio, lá pleura parietal y la caja torácica que posee una inervación vegetativa y espi­ nal, dan origen al dolor torácico (4). En ocasiones, sin embargo, en procesos que no llegan a afectar la pleura parietal o las pa­ redes torácicas, se produce dolor, que se explica a través del reflejo viscerosensitivo o visceromotor (17). Mackensie explica de la siguiente manera este reflejo: “El estímu­ lo proveniente del pulmón afectado, es con­ ducido a través de las fibras simpáticas afe­ rentes hasta el segmento medular correspon­ diente. Las excitaciones producidas en estas células, son conducidas por las vías medula­ res comunes del dolor hasta los centros su­ periores, tálamo y corteza cerebral y de allí la sensación dolorosa será referida a la zona cutánea correspondiente” . Este tipo de do­ lor resultante del reflejo viscerosensitivo, por lo general no alcanzan la intensidád del do­ lor de pleura parietal o de pared torácica; son sordos, difusos, acompañados de sensa­ ción de hormigueo (17). De una manera general, podemos de­ cir que se distinguen tres tipos de dolor en las afecciones pleuropulmonares: 1.— El dolor somático, cuando participa la pleura parietal y el sistema de nervios espinales; 2 . - El dolor visceral, cuando el proceso se localiza en el pulmón y el dolor es resultado del reflejo viscerosensitivo y 3.—Dolor mix­ to o somatovisceral. En lo que se refiere al dolor localizado, referido e irradiado; no insistiremos por cuanto se explicó en el capítulo correspon­ diente a la semiología especial del síntoma dolor; sin embargo, es necesario manifestar que, tratándose del dolor referido del tórax, éste puede estar en el tórax o fuera de él. Así, en la pleuresía diafragmática, por ejemplo, aparece dolor referido en el cuello y hom­ bro correspondiente (Fig. 25-2) debido a que el estímulo proveniente de la porción del diafragma inervada por el frénico, es condu­ cido por éste a la médula (3er. y 4to. segmen- - 184Se lo denomina también “dolor en puñalada”! por lo expresivo del término. La localización » es variada, tanto en tórax anterior comcrl en tórax posterior. Este dolor es característico de los síndromes de condensación (neumonías, bronconeumonías, infarto pulmonar, etc.) y de las pleuresías, hasta tal punto, que con la sola descripción del paciente ya se piensa en dichas posibilidades. Tambiénise presenta en el neumotorax espontáneo. El dolor torácico sordo, poco intenso, es propio de los padecimientos agudos en remisión o crónicos de larga evolución. Fig. 25-2 Dolor referido ai cuello y hombro en pleuresía derecha. tos cervicales), manifestándose el dolor en el área cutánea correspondiente a los mismos segmentos medulares, es decir, cuello, hom ­ bro y parte superior del tórax (4). Aplicando ya la anamnesis del dolor torácico de acuerdo al Cuadro 3-2, podemos hacer las siguientes consideraciones: 1 y 2.— Fecha aparente y real de comienzo. Tiene importancia en los padecimientos agu­ dos, como por ejemplo las bronconeumonías, neumonías, infarto pulmonar, en los cuales este síntoma es el más llamativo y que casi siempre constituye el motivo de consulta; tienen por lo general pocos días de evolución y el paciente no tiene mayor dificultad en relatar su comienzo aparente o real. En los padecimientos crónicos, el dolor torácico es lento o insidioso, concediéndole poca im­ portancia el paciente. 3 . - Intensidad.Es necesario señalar el denominado “dolor en punta de costado” , que consiste en la aparición generalmente brusca de un dolor pungitivo bien localizado, intenso, que aumenta con los movimientos respiratorios, con la tos y la dígito-presión. 4 .— Causa aparente.— En padecimientos agudos como la neumonía y pleuresía, es ca­ racterístico encontrar como causa aparente los cambios bruscos de temperatura; tra­ tándose del neumotorax espontáneo, la causa puede ser un acceso tusígeno o un esfuerzo físico cualquiera. 5 . - Sitio del dolor.— Al señalamos el pa­ ciente con su mano el sitio del dolor, pen­ samos ya las estructuras torácicas afectadas; sin em bargóles necesario indicar que el do­ lor en hipocondrio derecho puede hacer confundir con patología hepato-biliar tales como una colecistopatía aguda o un absceso hepático. El dolor en hemitórax anterior iz­ quierdo, puede confundirse con un padeci­ miento coronario agudo. 6 .— Irradiación.— Valiéndonos de los mis­ mos ejemplos, diremos que la irradiación del dolor en casos de colecistopatías es muy característica: hacia la región interescápulo vertebral y hombro derechos; lo propio po­ demos decir de los padecimientos coronarios que se irradian hacia cuello, hombro y miembro superior izquierdo. En cambio , los padecimientos pulmonares son por lo ge­ neral de tipo transfictivo, es decir, que no se jradian sino que van de delante atrás o vice­ versa. - 185 — Tipo de dolor.— El dolor torácico de­ bido a padecimientos respiratorios es de tipo J o n tín u o , que aumenta con los movimientos respiratorios y los accesos de tos y por lo ge­ neral calma con los analgésicos comunes, yjuy diferente al dolor tipo cólico (por su­ frimientos de viscera hueca) que presenta remisiones y exacerbaciones periódicas. 8. - Síntomas acom pañantes.- El dolor torácico puede en ocasiones adquirir tal in­ tensidad que puede llevar al estado de shock como en el caso de la embolia pulmonar ( 12); en otras, puede producir vómito (dolor emetizante) muy frecuente en- niños con padeci­ mientos neumónicos o bronconeumónicos. La relación con los alimentos, el ho­ rario, la periodicidad, la relación con la ori­ na y deposición, no tienen importancia para el dolor torácico. 1 5 .- Relación con las actitudes y decúbitos. E1 dolor torácico producido por la pleuresía o neumonía, lo alivia el paciente tratando de inmovilizar el tórax, recostándose sobre el lado enfermo o comprimiendo el hemitórax enfermo con su brazo (Fig. 25-3). Lo pro­ pio ocurre en casos de neuritis intercostal, herpes zoster, fracturas costales, etc. 1 6 .- Relación con los m edicam entos.- Fren­ te a cualquier dolor, el paciente en forma instintiva busca calmarse con analgésicos; lo mismo podemos decir tratándose del dolor torácico. El conocer que tipo de medicación analgésica ha ingerido, tiene importancia por cuanto muchos cuadros clínicos se enmasca­ ran por esta medida. 17.— y 18.— Evolución y estado a c tu a l— La evolución del dolor torácico casi siempre está en relación a la medicación empleada; sin embargo, en casos de pleuresía, cuando se produce el derrame, el dolor cede, debido a que el roce entre las pleuras desaparece y el paciente, engañosamente dice sentirse mejor. (13). Fig. 25-3 Dolor torácico. Posición antiálgica. 4 .- DISNEA.— El cuadro 25-2 establece el qué y cómo interrogar de la Disnea. CONSIDERACIONES AL CUADRO 25-2 Se denomina disnea a la dificultad res­ piratoria. Es un síntoma frecuente y común para muchos sistemas y aparatos, pero ad­ quiere valor especial en la patología cardiopulmonar. Como es conocido, el centro respirato­ rio bulbar, funciona en forma automática y rítmica en virtud de una doble excitación: nerviosa y química (6). La excitación ner­ viosa procede del mismo pulmón y se lo explica a través del reflejo neumovagal de Hering—Breuer (6), que dice que la dilata­ ción alveolar determina una excitación de las fibras espiratorias del neumogástrico y y relajación excita las fibras inspiratorias, des­ cribiéndose una vía centrípeta que son los impulsos aferentes que llegan al centro res­ piratorio por el neumogástrico y una vía centrífuga que son los impulsos eferentes que salen del centro respiratorio a través del frénico y los otros nervios espinales respira­ torios. Los estímulos quí micos que actúan so­ bre el centro respiratorio, están representados - 186 — CUADRO No. 25-2 ANAMNESIS DE LA DISNEA Qué interrogar 1 Disnea de esfuerzo: Cómo interrogar 1.— Ha tenido sed de aire? 1.1: Grandes esfuerzos. 1.1: Ha sentido dificultad respi­ ratoria al subir gradas? Cuántos pisos alcanza antes de sentir esta dificultad. 1.2: Medianos esfuerzos. 1.2: Ha tenido dificultad respi­ ratoria al caminar en plano o una o dos cuadras? 1.3: Pequeños esfuerzos. 1.3: Ha tenido dificultad respi­ ratoria al vestirse, peinarse o co­ mer? 2.— Disnea de decúbito. 2 .- Ha tenido dificultad respiratoria estando acostado? Ha tenido que aumentar el número de almoha­ dones? 3.— O itopaea. 3 .- La dificultad respiratoria le ha - obligado a permanecer sentado? 4 .- 4.— Ha tenido que despertarse brus­ camente al sentir la dificultad respiratoria? Que ha hecho en­ tonces? Disnea paroxística nocturna 5.— Disnea inspiratoria. 5 .- Siente dificultad respiratoria al introducir el aire? 6 .— Disnea espiratoria. 6.- Siente dificultad respiratoria al sacar el aire? por las variaciones tensionales del CO2 , y el O2 de la sangre (6). El aumento delC 0 2 , de­ termina un aumento de hidrogeniones y por consiguiente una disminución del pH san­ guíneo (acidemia) que provoca una excita­ ción del centro respiratorio dando como resultado respiraciones más profundas y rápi­ das. Al contrario, cuando la tensión de - 187 — ¿0 2 baja, el pH sanguíneo se desvía hacia la alcalinidad, el centro respiratorio se esti­ mula menos y las respiraciones tienden a hacerse menos profundas y frecuentes, que pueden llegar al apnea. Otro factor químico, se refiere a la dis­ minución de la tensión de O2 a nivel del cen­ tro respiratorio, que determina un aumento de la excitabilidad de dicho centro. En condiciones normales, es decir, cuando existe un equilibrio entre la regulación.nerviosa y la química, la respiración re­ sulta un acto inconsciente. Por el contrario, cuando se establece el desequilibrio, los movimientos respiratorios se alteran en fre­ cuencia y profundidad, la respiración se vuel­ ve dificultosa, molesta, estableciéndose de es­ ta manera la disnea. 1.— Disnea de esfuerzo.— Es aquella por la cual el esfuerzo pone de manifiesto la in­ suficiencia respiratoria; constituye la pri­ mera manifestación habitual y es un síntoma de mucho valor en la patología torácica. De acuerdo al tipo de esfuerzo realizado, es muy didáctica la clasificación en disnea de grandes, medianos y pequeños esfuerzos. De una manera general, podemos de­ cir que, el tipo de disnea está en relación inversa a la superficie pulmonar funcional­ mente abatida (17); asi por ejemplo, la dis­ nea será de pequeños esfuerzos frente a una neumonía extensa o un proceso bronconeumónico difuso; una disnea de grandes es­ fuerzos aparece por ejemplo en neumonía segmentaria, atelectasias laminares, etc. 2.— Disnea de decúbito.— Es la que apare­ ce cuando el paciente descansa en su cama. Está en relación con padecimientos broncopulmonares agudos, graves, tales como neu­ monías difusas, derrames pleurales extensos, infarto pulmonar, bronquitis capilar, etc. 3.— Ortopnea.— Aparece en casos de dis- Fig. 25*4 Paciente en ortopnea. nea intensa; el paciente adopta una posición especial: sentado en su cama, inmoviliza la cabeza y fija los brazos para favorecer el movimiento de los músculos auxiliares de la respiración. (Fig. 25-4). Es característico más bien de los padecimientos cardíacos. 4 . - Disnea Paroxística.— a) Disnea paroxís­ tica nocturna.— Sobreviene en forma brusca, despertando al paciente y alcanzando rápida* mente gran intensidad; se levanta, abre las ventanas, con gran “ sed de aire” . Por lo general la crisis dura poco tiempo y el pa­ ciente se recupera totalmente. b) Disnea paroxística del asma bronquial.La instalación de la disnea también es súbita, la inspiración es brusca como en sacudidas, seguida de una espiración difícil, prolongada. La facies es angustiosa, observándose aleteo rítm ico de la nariz. El tórax aparece disten­ dido, rígido, casi inmóvil, apreciándose los ronquidos y sibilancias a distancia. 5 . - Disnea inspiratoria.— Esta disnea es propia de la estenosis de las vías aéreas su­ periores. La inspiración es difícil y prolon­ gada, poniendo en juego los músculos inspi­ radores auxiliares. Es propio de las laringotraqueitis agudas y muy especialmente del - 188 — denominado crup diftérico (17). La disnea inspiratoria, da lugar al fenómeno denomina­ do tiraje, que no es sino la depresión de las partes blandas a nivel de las fosas supraesternal, supraclavicular, espacios intercostales y hueco epigástrico, en cada inspiración, de­ bido a que el esfuerzo inspiratorio intenso provoca un gran vacío torácico que no se neutraliza con la entrada insuficiente de aire. (Fig. 25-5). Provoca además, un ruido caracte­ rístico denominado cornaje, por haberse comparado al ruido que produce soplando un cuerno. 6 . - Disnea espiratoria.— El paciente hace esfuerzos intensos por expulsar el aire con­ tenido en su tórax, que adopta la forma de un tonel, debido al sobreinflamiento pulmo­ nar. Su facies es característica y se la ha de­ nominado del “ soplador rosado” ; el ejemplo típico lo constituye el enfisema pulmonar . . í di' f .. ■ Fig. 25-5 vi Tiraje intercostal. obstructivo crónico ( 11). 5 - HEMOPTISIS.— El cuadro 25-3 establece el interrogato­ rio sobre la hemoptisis. CUADRO No. 25-3 ANAMNESIS DE LA HEMOPTISIS Qué preguntar: 1.— Franca hemoptisis: Cómo preguntar: 1.— Ha escupido sangre? 1.1: Cantidad 1.1: Cuánto aproximadamente? 1.2: Frecuencia 1.2: Fue una vez o varias veces al día; un sólo día o varios? 1.3: Color. 1.3: De qué color era la sangre? 1.4: Aspecto. 1.4: Era roja y espumosa? ; Roja clara? Roja obscura con resto de alimentos? 1.5: Síntomas acompañantes. 1.5: Antes de escupir la sangre hubo tos o hubo náusea? 2.— Esputo hemoptoico. 2.— Cuando expectora ha observado pintas de sangre en el esputo? - 189 — CONSIDERACIONES AL CUADRO 25-3 <¡e denomina hemoptisis, a la expul­ sión de sangre proveniente del aparato res­ piratorio. La hemoptisis, es suceptible de con­ fundirse con la hematemesis, razón por la CUal, es muy importante que se establezca en forma muy clara sus diferencias y que están expuestas en el cuadro 25-4. ' Una vez-que hemos conseguido que el estudiante esté seguro de que se trata de una hemoptisis, procedemos a realizar algunas consideraciones: Franca hemoptisis.— Es necesario averiguar los siguientes parámetros: . 1.1 : Cantidad.— Puede ser variable, depen­ diendo del proceso que lo origine. El primer padecimiento en que se piensa frente a una franca hemoptisis es la tuberculosis pulmo­ nar y este pensamiento todavía tiene plena vigencia, debido al alto índice de prevalencia e incidencia que tienen todavía en nues­ tro medio esta enfermedad. Es la forma cavitaria la que da origen en muchas ocasiones a graves episodios de hemoptisis que llevan a estados de anemia aguda y hasta la muerte del paciente. El absceso pulmonar' y las bronquiectasias, producen hemoptisis, por por lo menos en el 50°/o de ellas (2, 9). Otros padecimientos como: las neumonías, el infarto pulmonar, las micosis pulmonares y las parasitosis pulmonares, dan hemopti­ sis de menor grado (2). No hay que olvidar que procesos tumorales como el cáncer CUADRO No. 25-4 DIFERENCIAS ENTRE HEMOPTISIS Y HEMATEMESIS Hemoptisis: Hematemesis: 1.— Sangre procedente del A. Res­ piratorio. 1.— Sangre procedente del A. Digesti­ vo. 2.— Precedida de tos. 2 .- 3 .- 3.— Sangre obscura con resto de ali­ Sangre roja, aireada, espumosa. Precedida de náusea. mentos. 4 .- Episodios repetidos en. el día, por varios días (cola de la hemop­ tisis). 4 .— Por lo general el episodio es único. Presenta melenas (cola de la hematemesis). 5.— Generalmente no produce ane­ mias graves. 5.— Producen anemias graves y esta­ dos de shock hemorrágico. 6 .— Se acompañan de síntomas res­ piratorios. 6.— Se acompañan de síntomas diges­ tivos. 7.— Es útil la radiografía standar de tórax. 7.— Es útil la radiografía simple de abdomen. - 190 — broncogénico entre los malignos y el adeno­ ma bronquial entre los benignos, producen siempre hemoptisis importantes (2). Entre los padecimientos cardio-vasculares que dan hemoptisis están los siguientes: estenosis mitral, y aneurismas aórticos (que se abren al bronquio). 1.2: Frecuencia.— Es característico de la hemoptisis, como ya lo hemos explicado, el presentarse en episodios repetidos en un día o en varios días, constituyendo lo que se ha denominado la “cola de la hemoptisis” , caracter semiológico que siempre debe inte­ rrogarse. En raras ocasiones dura muchos días, puesto que el paciente se asusta y en forma instintiva guarda reposo, medida siem­ pre muy eficaz. 1.3: C o lo r.- La sangre proveniente del aparato respiratorio es siempre roja, muchas veces rutilante, aireada y de aspecto espumo­ so; en contraste con la sangre proveniente del aparato digestivo que es siempre oscura, con coágulos y con restos de alimentos. Es necesario señalar que en ocasiones el paciente pudo haber tenido epistaxis y deglutido la sangre, dando lugar, a una falsa hematemesis. 1.4: Aspecto.— Se ha insistido ya lo su­ ficiente en observar el aspecto de la sangre, con el objeto de diferenciar claramente entre hemoptisis y hematemesis y no lo vamos a repetir. 1.5: Síntomas acompañantes.— Está ya consignado dentro del cuadro diferencial de hemoptisis y hematemesis, que el anteceden­ te de tos o de náusea tiene importancia para; el uno y otro caso, respectivamente. 2.— Esputo hemoptoico.— Se denomina así cuando la sangre es eliminada en pequeña cantidad, generalmente en forma de estrías, y mezclada con los diferentes elementos del esputo (moco, serosidad, pus). Se observa de una manera general, cuando el padecimiento que produjo hemoptisis se encuentra en eta­ pa de remisión clínica, de tal modo, que la interpretación 'semiológica, es la misma. 6 . - CIANOSIS.- El interrogatorio de este síntoma-signo, se lo realizará tomando en cuenta los puntos planteados. en el Cua­ dro 3-1, referente a la anamnesis general para cualquier síntoma, razón por la cual referi­ mos al lector hacia ese cuadro. CONSIDERACIONES SOBRE LA CIANOSIS.— La cianosis es la coloración azulada o violácea de la piel y mucosas y constituye un signo muy frecuente en los padecimientos cardio-pulmonares. Aunque es un tanto difícil su clasifica­ ción, por tratarse de un signo muy subjetivo, es posible establecer de todos modos, tres grados de cianosis (18): 1) Cianosis discreta.Aquella en que el paciente presenta un ligero tinte azulado visible en ciertos sitios de la piel donde el desarrollo capilar es considerable como: , labios, mejilla, nariz, pabellones au-. riculares, uñas, etc. 2) Cianosis moderada.E1 tinte es francamente violáceo y se detecta en los mismos sitios. 3) Cianosis intensa. La coloración violácea se encuentra en casi toda la superficie cutánea y mucosas. L a cianosis, cualquiera que sea su ori­ gen se debe siempre al aumento de la hemo­ globina reducida¡. a nivel capilar y aparece cuando la tasa es mayor de 5 gm. por 100 cc* de sangre (umbral de cianosis) (7,18). Tratándose de padecimientos, respira­ torios, la cianosis se explica por el siguiente mecanismo: la sangre que sale de los pul­ mones contiene una cantidad elevada de Hb reducida (mayor del 5°/o) o dicho en otros términos, la saturación está por debajo del 85°/o (85°/o - 87°/o en la ciudad de Quito). Este déficit de saturación puede ser debido a las siguientes causas: - 191 - 1 _ Reducción importante de la superficie respiratoria pulmonar, como lo observamos , en aquellos padecimientos pulmonares res­ trictivos tales como las neumonías, atelectasias, infartos, etc. Se ha calculado que por lo menos debe existir un 35°/o de disminu­ ción de la superficie respiratoria para que el signo aparezca. (18). 1- Hipoventilación alveolar, como se ob­ serva en la obstrucción de las vías aéreas (laringe, tráquea, bronquios); en la disminu­ ción de la elasticidad pulmonar como en el enfisema pulmonar y esclerosis pulmonar. En estas circunstancias, la cantidad de aire de cada ciclo respiratorio disminuye a tal grado que no alcanza a cumplir con las funciones de hematosis resultando de ello una disminu­ ción de la tensión de O2 (hipoxemia) y un aumento de la tensión de CO2 (hipercapnea). Otra causa de hipoventilación alveolar, lo constituye la respiración superficial. Volviendo al cuadro 3-1 y relacionado con la anamnesis aplicable a cualquier sínto­ ma, podemos hacer las siguientes considera­ ciones: 1 y 2.— Fecha aparente y real de comien­ zo de la cianosis.— Los padecimientos pleuropulmonares agudos, que de una u otra ma­ nera llevan a diferentes estados de insuficien­ cia respiratoria, dan lugar a cianosis intensa de aparición súbita. Ejemplos: neumonías extensas, pleuresías con derrame hipertensivas, neumotorax grave, etc. En cambio en pade­ cimientos crónicos tales como la bronquitis crónica, el enfisema pulmonar, las bronquiectasias, la cianosis es un signo de larga evolu­ ción que se hace más aparente durante los períodos de agravamiento y muy especial­ mente si se acompaña de manifestaciones de insuficiencia cardíaca (Cor-Pulmonale Cró­ nico). 3 .- Forma de com ienzo.- Está explicado en los ejemplos anteriores. 4 .— Causa aparente.— Está supeditada a la etiopatogenia. Cuando se instala en forma brusca, la causa puede ser una obstrucción asimismo violenta de las vías respiratorias tales como el crup, el edema de laringe o en casos de aspiración de cuerpos extraños, que tratándose de niños es lo más frecuente. Du­ rante una crisis de asma bronquial, la ciano­ sis es un signo que siempre acompaña a la disnea espiratoria. 5.~ Síntomas acompañantes.— Es caracte­ rístico observar en el bronquítico crónico que la cianosis se agrava en cada crisis tusí­ gena convulsiva. En el paciente con partici­ pación cardíaca la.cianosis es más aparente cuando realiza algún esfuerzo físico. De una manera general podemos decir ijue la disnea y la cianosis son dos síntomas que van aparejados y que su presencia de alguna manera nos indica diferentes grados de insu­ ficiencia respiratoria o cardíaca. 6 .— Evolución.— En los padecimientos respiratorios agudps, la cianosis y el resto de signos y síntomas remiten juntamente con el cuadro, clínico hasta una recuperación total. En cambio, las enfermedades crónicas, cuyos ejemplos ya han sido repetidamente mencio­ nados, tienen siempre un curso evolutivo, progresivo que llevan al paciente a la incapa­ cidad total y a la muerte. 7 . - Relación con los medicamentos.— Siendo -la cianosis un signo que traduce hi­ poxia e hipoxemia, la aplicación de oxígeno constituye la medida ideal. 8. - Estado actual.— Depende del tipo de padecimiento y de la medicáción empleada hasta el momento. El paciente crónico por lo general se automedica, teniendo en espe­ cial mucha.importancia el uso indiscriminado de antibióticos, digitálicos y diuréticos. 7.— VOMICA.-. El cuadro 25-5, estable­ ce el qué y cómo preguntar sobre la vómica. - 192 - í CUADRO No. 25-5 INTERROGATORIO DE LA VOMICA Cómo preguntar: Qué preguntar: 1.— Cantidad. 1. - Ha expectorado abundante pus? 2 .- Color 2 .- Qué color tenía? 3 .- Olor 3.— Tenía mal olor? 4 .- Horario 4.— A qué horas del día es más abun­ dante? CONSIDERACIONES AL CUADRO 25-5 La vómica es la expulsión violenta ha­ cia el exterior de una cantidad grande de material purulento, proveniente de las vías respiratorias. Generalmente se produce en medio de accesos intensos de tos y disnea. La causa más frecuente es la irrupción brusca hacia los bronquios de una colección . purulenta y puede reconocerse los siguientes orígenes: 1 .- Broncopulmonar.r- Se las observa en los padecimientos denominados supurativos de pulmón, que fundamentalmente son dos: los abscesos pulmonares y las bronquiectasias. Fig. 25-6. Los abscesos pulmonares pueden reconocer variada etiología: piógenos, anaerobios y amebianos. En los absce­ sos pulmonares piógenos, el material puru­ lento es de aspecto verdoso y su cantidad depende del tamaño del absceso; el absceso pulmonar por gérmenes anaerobios, tiene intenso mal olor (9) y finalmente los absce­ sos de origen amebiano (secundarios a abs­ cesos hepáticos) tienen un aspecto achoco­ latado muy característico (14). En ocasio­ nes los quistes infectados tienen igual com­ portamiento que los abscesos. En las bron- Fig. 25-6 A.B.~ Absceso Pulmonar; Bronquietasias -1 9 3 - quiectasias, la vómica se instala poco a poco, aumentando en forma progresiva el volu­ men de la expectoración; cuando las bronquiectasias están infectadas, el material es francamente purulento y de mal olor ( 10). 2. - Pleural.— Los empiemas o colecciones purulentas de la cavidad pleural pueden dar lugar a vómica, cuando se abren hacia los bronquios a través de una fístula broncopleural. Fig. 25-7. 3. - Mediastíníca.— Son raras y obedecen a colecciones purulentas que pueden abrirse hacia bronquios. 4. - Extratorácica.— Pueden provenir del hígado, como en el ejemplo del absceso he­ pático ya mencionado de origen amebiano; los abscesos subfrénicos, secundarios a apendicitis, colecistitis o pielonefritis, que pue­ den también abrirse camino a través del dia­ fragma y eliminarse por las vías respiratorias. Refiriéndonos al Cuadro 25-5 sobre el qué preguntar y cómo preguntar de la vómi­ ca, haremos las siguientes consideraciones: 1 .- Cantidad.-Com o ha quedado expues­ to en los ejemplos anteriores, lo que caracte­ riza a la vómica, es justamente la cantidad abundante de material purulento expulsado; siendo mayor en casos de abscesos pulmona­ res y menos en casos de bronquiectasias. 2 .- Color.— Cuando el contenido es mu­ coso, el color es blanquecino; cuando el con­ tenido es purulento, el color es verdoso o verdoso-amarillento; en otras ocasiones es francamente hemorrágico (hemoptitis). Es necesario recalcar una vez más que tratándo­ se de abscesos pulmonares amebianos (secun darios hepáticos) el color del material puru­ lento es achocolatado. ’3.— Olor.— El mal olor de la vómica es algo muy característico que siempre mencio­ na el paciente y es debido al material puru- Fig. 25-7 Empiema pleural, con fístula broncopleural, lento expulsado; si este olor es muy intenso (olor a carroña) puede pensarse en la posibi­ lidad de infecciones por anaerobios (Bacteroides,clostridium, etc.). 4.— Horario.— La expulsión del material purulento obedeciendo cierto horario, tiene explicación en los padecimientos supurati­ vos de pulmón, tales como los abscesos, bronquiectasias o empiemas, puesto que du­ rante la noche, por ejemplo, las cavidades pulmonares o los sacos bronquiales dilatados, se llenan de material purulento que son expul­ sados en las primeras horas de la mañana, mediante accesos de tos; lo propio vuelve a ocurrir en las últimas horas de la tarde, des­ pués de haberse recolectado el material du­ rante el día. B IB L IO G R A F IA 1.— Briggs D.D. J t. Infecciones pulmonares. Clí­ nicas de NorteaméricaNov.1977, pág. 1171. 2. Cicero Raúl. Temas para el examen p r o ­ f e s io n a l de médico-cirujano, 7ma. edición. Ficha No. 18, Pág. 947, Editorial Oteo, México 1975. - 1943.— Comroe J.H.Jr. Reflejos provenientes de los pulmones. Fisiología^ de la Respiración, 2da, edición, Cap. 8, Pág. 78. Editorial Interamericana, México 1977. 16.— Morse S.I. Eníermedades microbianas: tosferina. De tratada de Medicina Interna de Cecil—Loeb, 14va. edición. Cap. 203, Pág. 400, Editorial Interamericana, México, 1977. 4.— Comroe J.H.Jr. Manifestaciones de enferme­ dad pulmonar. Fisiología de la Respiración, Cap. 20, Pág. 258. Editorial Interamericana, México 1977. 17.— Padilla T. y Cossio P. Semiología del Apara­ to Respiratorio. Síntomas. Cap. 3, Pág. 50, Editorial “ El Ateneo” , Buenos Aires, 1957. 5.— Ebert R.V. Causas de enfermedad alveolar difusas: edema pulmonar. De tratado de Medicina Interna de Cecü—Loeb, 14va. edi­ ción, Cap. 520, Pág. 1006, Editorial Interamericana, México, 1977. 6.— Guyton A.C. Regulación de la respiración. De tratado de Fisiología Médica, 5ta. edi­ ción, Cap. 42, Pág. 559, Editorial Interamericana, México, 1977. 7.— Guyton A.C. Insuficiencia respiratoria. De Tratado de Fisiología Médica, 5ta. edición. Cap. 43, Pág. 580. Editorial Interamericana, México 1977. 8.— Hinshaw H.C. Neumonías bacterianas. De Enfermedades del Tórax, 3era. edición, Cap. 7, Pág. 142, Editorial Interamericana, Méxicp, 1970. 9.— Hinshaw H.C. Absceso pulmonar. De En­ fermedades del Tórax, 3era. edición, Cáp. 10, Pág. 191, Editorial Interamericana, México, 1970. 10.— Hinshaw H.C. Enfermedades bronquiales. De Enfermedades del Tórax, 3era. edición Cap. 11, Pág. 207, EcÜtorial Interamericana, México, 1970. 11.— Hinshaw H.C. Enfermedad Pulmonar Obs­ tructiva Crónica. De Enfermedades del Tórax, 3era. edición, Cap. 13, pág. 244—258, Editorial Interamericana, México, 1970. 12.— Hinshaw H.C. Embolia pulmonar y otros trastornos vasculares. De Enfermedades del Tórax, 3era. edición, Cap. 24, Pág. 450, Editorial Interamericana, México 1970. 13.— Hinshaw H.C. Enfermedades del Tórax. Enfermedades pleurales. Cap. 31, pág. 618. Editorial Interamericana, México, 1970. 14.— Hinshaw H.C. Enfermedades del Tórax. Enfermedades pulmonares por parásitos y de tipo tropical. Cap. 36. Pág. 700. Editorial Interamericana, México, 1970. 15.— Howell J.B.L. Obstrucción de las vías aéreas: bronquitis crónica. De tratado de Medicina Interna de Cecü—Loeb, 14va. edición, Cap. 503 Pág. 972, Editorial Interamericana. México, 1977. 18.— Padilla T. y Cossio P. Semiología del Apara­ to Respiratorio, Examen general. Cap. 4, Pág. 75, Editorial “El Ateneo” , Buenos Aires, 1957.— CAPITULO 26 EXAMEN FISICO DEL TORAX TOPOGRAFIA TORACICA Antes de iniciar el examen físico del tórax, es importante recordar que por razo­ nes didácticas, se"han trazado en la superficie torácica una serie de líneas convencionales tanto horizontales como verticales que deli­ mitan zonas topográficas, cuya utilidad es la de conocer la proyección de los órganos intratorácicos hacia ella, así como la locali­ zación de cualquier patología a nivel de pa­ red torácica. Comenzaremos recordando algunos puntos de referencia anatómica: ( 1) Tórax anterior (Fig. 26-1) 1 .- Angulo de Louis, que es la unión del manubrio con el cuerpo del esternón y que corresponde a la segunda costilla y segundo espacio intercostal. Tiene inmensa utilidad este punto porque sirve de referencia para contar las costillas, cuya técnica se detalla en la Fig. 26-6. 2.— Mamelones, que corresponden al cuar­ to espacio intercostal en los hombres. - 195 - Fig. Fig. 26*1 26-2 Tórax posterior: puntos de referencia anatómica. Tórax anterior: puntos de referencia anatómica., Tórax posterior (Fig. 26-2) 1.— El borde superior de la espina de la es­ cápula, corresponde a la segunda costilla. CM 5 2 .- El ángulo inferior de la escápula, que corresponde a la séptima costilla. 3 .- Apófisis espinosa más prominente, co­ rresponde a la séptima cervical y se la identi­ fica haciéndole flexionar la cabeza del pacien­ te hacia adelante. Identificado este punto, se irán contando el resto de apófisis espino­ sas de las respectivas vértebras dorsales. LINEAS CONVENCIONALES: ( 1 ,2 ) Tórax anterior (Fig. 26-3) Verticales: 1 .- Medioesterrial: línea vertical que divi­ de en dos al esternón y que va desde~el centro de la orquilla esternal a la punta del apéndice xifoides. 2 - Esternales: Siguen el borde lateral del esternón. M i m • : _ i ■ ■JRÍ- - i' . Fig. 26-3 - Tórax anterior: líneas verticales y ho­ rizontales. Verticales: 1.* Medioesternal: 2.- Es­ ternales; 3.- Medioclavicular; 4.- Axi­ lar anterior. Horizontales: 5.- Cla­ vicular; 6.- Tercera costal; 7.- Sexta costal; 8.- Reborde costal. Horizontales: 5.— Clavicular: clavículas. Sigue el trayecto de las 6.— Tercera costal: la tercera costilla. horizontal que sigue 3 .- Medioclavicular o mamilar: Va des­ de el punto medio de la clavícula, pasando por el mamelón. 1 — Sexta costal: sexta costilla. 4.— Axilar anterior: es la vertical que pasa por la parte anterior del hueco axilar. 8 .— Reborde costal: reborde costal. horizontal que sigue la Línea que sigue el - 196 Tórax posterior (Fig. 26-4) Verticales: 1.— Vertebral: Vertical que sigue las apófisis espinosas de las vértebras. T órax posterior: (Fig. 26-4) En cada hem itórax, se identifican las siguientes regiones: — Supraescapular 2.— Escapular: Vertical que pasa por el borde interno de la escápula. - Escapulo vertebral Fig. 26-4 3 . - Axilar posterior: Vertical que pasa por la parte posterior del hueco axilar. Horizontales: 4.— Escápulo espinal: horizontal que sigue la espina de las escápulas. 5.— Infraescapular: Horizontal que pasa por debajo de la escápula. 6.— Duodécima dorsal: Horizontal traza­ da desde la apófisis espinosa de la duodécima vértebra dorsal y que corresponde al reborde costal del tórax anterior. Tórax lateral: (Fig. 26-5) Vertical: 1 .— Axilar anterior Tórax posterior: horizontales: líneas verticales y Verticales: 1.- Vertebral; 2.- Escapu­ lar; 3.- Axilar posterior. Horizontales 4.- Escápulo-espinal; 5.- Infraescapular; 6.* Duodécima dorsal. 2.— Axilar media. 3.— Axilar posterior. Horizontales: 1 .- Prolongación de la sexta costal. 2 . - Prolongación del reborde costal tórax anterior. de REGIONES TOPOGRAFICAS: (1, 2) Las líneas anteriormente descritas li­ mitan en tórax anterior, posterior y lateral, las siguientes zonas topográficas: Tórax anterior: (Fig. 26-3) En cada hemitórax, se identifican las siguientes regiones: — Supraclavicular — Infraclavicular — Mamaria H ipocondrio Esternal : Región media y única. Fig. 26-5 Tórax lateral: línea verticales y ho­ rizontales: Verticales: 1.- Axilar anterior; 2.- Axilar media; 3.- Axilar posterior. Horizontales: 4.- Prolongación de la 6ta. costal: 5.- Prolongación del reborde costal. - 197 - _ Escapular __ Infraescapular ferior. El pulmón izquierdo, más pequeño ( 20°/o menos que el derecho) tiene 8 seg­ mentos: cuatro para el lóbulo superior y cuatro para el inferior. Tórax lateral: (Fig. 26-5) _ Axilar _ Infraaxilar Recuento Anatómico.— El pulmón derecho está formado por un lóbulo superior, uno medio y uno inferior. El pulmón izquierdo está dividido en un lóbulo superior y uno in­ ferior. Cada lóbulo se divide en dos o más segmentos que reciben divisiones del árbol bronquial, de la arteria y de la vena pulmo­ nar. Así, el pulmón derecho se divide en 10 segmentos, tres de los cuales forman el lóbulo superior, dos el medio y cinco el in­ El cuadro 26-1 y la Fig. 26-7 estable­ cen la nomenclatura y numeración acepta­ das (2) de los diferentes segmentos pulmona­ res y su proyección topográfica en el tórax. En lo referente a las cisuras y a la pro­ yección de los fondos de saco, la Fig. 26-8 lo establece en forma gráfica. Recuento Fisiológico.— La función del pul­ m ón fundamentalmente se divide en cuatro etapas: 1) La ventilación pulmonar, que significa la entrada y salida de aire entre la CUADRO No. 26-1 SEGMENTOS PULMONARES Pulmón Izquierdo: Pulmón Derecho: Lóbulo superior: Lóbulo superior: 1 .- l.- y 2 .- Segmento apical Segmento apical posterior 2.— Segmentó anterior 3.— Segmento anterior 3 .- 4.— Subsegmento Ungular superior Segmento posterior 5 .- ~ Lóbulo medio: 4.— Segmento lateral 5 .- Segmento mediano Lóbulo inferior: 6 .- Segmento superior 7.— Segmento basal medial 8 .- Segmento basal anterior 9 .— Segmento basal lateral 1 0 .- Segmento basal posterior Subsegmento lingular inferior Lóbulo inferior: 6 .— Segmento superior 7.— y 8.— Segmento basal anterior me­ dial 9 .— Segmento basal lateral 10.— Segmento basal posterior. - 198 atmósfera y los alvéolos pulmonares; 2) La difusión del oxígeno y bioxido de carbono entre alvéolos y sangre; 3) Transporte de oxígeno y bioxido de carbono en la sangre y líquidos corporales a las células, y vicever­ sa; y 4) Regulación de la ventilación y de oíros aspectos de la respiración. El hablar sobre cada uno de estos aspec­ tos de la función pulmonar rebasa los pro­ pósitos de nuestro texto, razón por la cual remitimos al lector a los libros de Fisiología Respiratoria. Fig. 26-6 Técnica para contar costillas. ■ Fig. 26-7 Proyección sobre el tórax de los seg­ mentos pulmonares: A.- Tórax ante­ rior: pulmom - derecho e izquierdo. B.- Tórax Posterior: pulmón derecho e izquierdo. C.- Tórax lateral: Proyección derecha e izquierda. Fig. 26-8 Proyección de cisuras y fondos de sacos pleurales: A.-Vista anterior; B.-Vista posterior; C.- Lateral Derecha; D.- Lateral Iz­ quierda. B IB L IO G R A F IA 2.— Padilla T. y Cossio P.— Examen Físico del tórax. Semiología del Aparato Respiratorio. 6ta. edición, Cap. 5, Pág. 80—86. Editorial “El Ateneo”, Buenos Aires, 1957. R uth William E.— Examen de tórax, pulmo­ nes y sistema pulmonar. De propedéutica Médica de Major, Delp M.N., Manning R.T. 8va. edición Cap. 8, Pág. 136. Editorial Interamericana, México, 1977. - 200 - CAPITULO 27 INSPECCION DEL TORAX EXPLORACION GENERAL DEL PA­ CIENTE EN RELACION CON SIGNOS DEL APARATO RESPIRATORIO. Fig. 27-1 Antes de realizar el examen del tórax, es importante proceder a la exploración ge­ neral del paciente relacionado a una serie de signos dependientes del aparato respiratorio. 1 .- A c titu d .- Es frecuente el decúbito la­ teral en pacientes con padecimientos pleura­ les; al comienzo se acuestan sobre el lado saño y cuando se establece el derrame, sobre el lado enfermo, Fig. 27-1, para permitir una mejor expansión del lado sano. En cavi­ dades pulmonares, como en caso de abscesos, los? pacientes buscan actitudes que permiten la acumulación de secreciones en ellas, para evitar el reflejo tusígeno. (2). 2 — Estado de nutrición.— Estados de adel­ gazamiento notable y caquexia se observan en formas avanzadas de tuberculosis pulmo­ nar, supuraciones pleurales y cáncer pulmo­ nar y pleural. (Fig. 27-2). 3.— Tegumentos.— Principalmente se ob­ servará la presencia de cianosis y palidez. Observamos cianosis en todos los casos don­ de hay disminución de la superficie respira­ toria, como en los casos de síndromes de condensación pulmonar, síndromes pleurales con grandes derrames, en crisis de broncoespasmo, aspiraciones de cuerpos extraños, etc. Palidez, se observa en la mayor parte de procesos bronconeumónicos crónicos, supu­ rativos o degenerativos, debido a la anemia con la que cursan. 4 . - F acies.- (Fig. 27-3 A,B,C, y D ) .- En algunos padecimientos respiratorios, existen Fig. 27-4 Fig. Posición antiálgica en caso de pleuresía. 27-2 Tórax caquéctico. facies que son más o menos características, tales como la del tuberculoso avanzado: pálido, con rasgos perfilados, mirada brillan­ te; del asmático: facies de angustia y ansie­ dad respiratoria; la del bronquítico cróni­ co: “abotagado azul” ; del enfisematoso: “ soplador rosado” (4, 5). 5.— Extremidades.— Los dedos hipocráticos o en palillo de tambor (Fig. 2 7 4 ) se encuentran en pacientes cianóticos crónicos, tales como en el escleroenfisema pulmonar, supuraciones crónicas, cor-pulmonale-crónico, malformaciones cardíacas, etc. (3). La Inspección, tiene por objeto anali­ zar todas las características exteriores del tórax y que lo sintetizamos en el Cuadro 27-1: CONSIDERACIONES AL CUADRO 27-1 i- PARED TORACICA 1.— Piel.— En piel de tórax, se observará la presencia de: Lám, XII - Fig. 27-3 201 - Facies: A.- Tb. pulmonar; B.- As­ ma bronquial; C.- Bronquítico cró­ nico; D.- Enfisematoso. CUADRO No. 27-1 INSPECCION DEL TORAX Cómo ver: (Fig. 27-5) Qué ver: i.- Pared torácica. 1 .- Posición cómoda del paciente. 2. - Forma, volumen, tamaño, biotipo constitucional. 2. - Buena iluminación. 3 .- Amplitud, ritmo y frecuencia de los movimientos respiratorios. 3.— Temperatura adecuada. 4 .- Tórax desnudo. 5 .- Se examinará sucesivamente: tó­ rax anterior, posterior y lateral. Fístulas: Ej. empiemas pleurales fistulízados, en la actinomicosis pulmonar. Cicatrices: toracocentesis, pleurotomías, toracoplastías, etc. (Fig. 27-6); 2.— Tejido celular subcutáneo y músculos.Se observará: Fig. 27-5 Técnica de inspección. Atrofias.— En los padecimientos broneopulmonares crónicos, supurativos o degene­ rativos, se aprecia disminución notable del tejido celular subcutáneo y de los músculos, pero su reconocimiento:, se hace mejor por maniobras palpatoñas. íjWL- m i Fig. 27-6 Fístula torácicas, tórax. cicatrices de Circulación venosa colateral.— Aparece en los casos de dificultad intratorácica al retor­ no venoso a corazón derecho. (Síndrome de cava superior o cava inferior). Edemas.— Los grandes edemas se ven pero se aprecian mejor mediante maniobras palpatorias. Ej. en el síndrome mediastínico por compresión de la cava superior o de sus afluentes, con producción de edema de la parte superior del tórax, cuello, cabeza y extremidades superiores. II FORMA, VOLUMEN Y TAMAÑO DEL TORAX Tórax norm al.- Es importante señalar que durante el curso de la vida, el tórax sufre modificaciones de forma que le dan aspecto diferente en las distintas edades. En el lactante, el tórax es corto y casi cilindrico, con relieves poco visibles y rebor­ des costales apenas marcados. En la época de la pubertad, el tórax se alarga y se aplana, y comienza a adquirir la forma del tórax del adulto, con la diferenciación propia para ca­ da sexo. A partir de los 50 años, el tórax se redondea, el diámetro anteroposterior se aumenta, aparece xifosis fisiológica, la co­ lumna cervical se acorta y las costillas de aproximan (Figs. 27-8 A,B,C,D). Fig. 27-8 Tórax de: A.-Lactante; B»-Ado­ lescente; C.-Adulto; D.- Viejo. Es imposible fijar un tipo de tórax que pueda considerarse como normal y que sirva de criterio para estimar la existencia de va­ riaciones anormales (3). El tórax normal, es raramente simétri­ co: (3) la mitad derecha es algo más desa­ rrollada que la izquierda (en los zurdos puede observarse lo contrario). En tórax posterior se aprecia siempre una ligera escoliosis dere­ cha. Los hombros están en general a nivel; las clavículas, especialmente en el hombre, son más o menos prominentes; por debajo de las clavículas se aprecia la fosa infraclavicular y luego la pared del tórax es más prominente hasta la altura del mamelón, y tiende a deprimirse hasta la altura del apén­ dice xifoides; los espacios intercostales son más anchos adelante que atrás; el ángulo de Louis es casi siempre visible; la región del apéndice xifoides se presenta un poco depri­ mida; el ángulo epigástrico es de aproxima­ damente de 70° grados. - ¿U ó - Visto por detrás, aparecen los ángulos ¿e la escápula claramente visibles. El diáme­ tro transverso del tórax del adulto, excede en 1/4 aproximadamente al diámetro ánteroposterior (5). TORAX ANORMAL.- TIPOS MAS CARACTE­ RISTICOS- (3) Tórax paralítico.— Fig. 27-9. Denominado también tórax tísico, se caracteriza por alar­ gamiento del diámetro vertical y reducción del diámetro anteroposterior; las clavículas son prominentes, las costillas tienen una di­ rección muy oblicua, los espacios intercosta­ les anchos, el ángulo epigástrico más agudo, las fosas supra e infraescapulares m uy marca­ das, las escápulas salientes. El cuello es largo, los músculos esternocleidomastoideos muy salientes y la laringe prominente. Tórax enfisem atoso.- Fig. 27-10. Denomi­ nado también tórax en tonel o en espiración forzada, tiene una forma globulosa particular­ mente en la parte media y superior; sus diámetros están aumentados, sobre todo el anteroposterior, el cual puede exceder al tranversal. Las costillas son casi horizonta­ les y el ángulo epigástrico es obtuso. El cue­ llo es corto y las depresiones supra e infraclavicular están casi borradas. Fig. Fie. 27-9 27-10 Tórax tísico. T 6rax enfisematoso. Este tipo de tórax, es característico del enfisema pulmonar obstructivo. Tórax xifoescoliótico.— Fig. 27-11. Esta deformación toráxica está en relación con incurvaciones anormales de la columna verte­ bral. Se denomina xifosis a la curvatura de la columna vertebral con convexidad poste­ rior; lordosis, a la curvatura G on convexidad anterior y escoliosis a las incurvaduras late­ rales. Comunmente existen asociaciones de varios tipos de incurvación; con más frecuen­ cia se asocian la xifosis con la escoliosis (xifoescoliosis). Esta deformación ocasiona Fig. 27-11 Tórax xifo-escoliótico. modificaciones importantes en la forma del tórax; las costillas tom áir una disposición particular como consecuencia de la rotación de las vértebras. La xifoescoliosis puede ser constitucional o sintomática; esta última se observa en diversos procesos como el mal de -2 0 4 - Pott, osteomalacia. La deformación xifoescoliótica, ocasiona cambios posturales en el corazón y grandes vasos, perturbaciones fun­ cionales respiratorias, predisponiendo al enfi­ sema pulmonar y a la insuficiencia cardíaca. Deforrriaciones unilaterales.— Las deformaciones hemitorácicas o uni­ laterales pueden deberse a abombamientos o retracciones extendidas a una mitad del tórax. Abombamiento.— En este tipo de deformación, el perímetro hemitorácico está aumentado y los espacios intercostales son más anchos que los del lado opuesto; puede oscilar dentro de límites amplios y es más acentuada en los niños y jóvenes que en los viejos. ' El abombamiento unilateral puede ser causado por la presencia de líquido en la ca­ vidad pleural (pleuresía con derrame) o de gas (neumotorax) y más raramente por tu ­ mores o distensión pulmonar unilateral su­ pletoria. La distensión pulmonar unilateral supletoria o compensatoria, se produce cuan­ do el pulmón opuesto está considerablemen­ te reducido en sus funciones por diversos procesos como: atelectasia, fibrosis extensa, neumotorax, etc. En estos casos, el abom­ bamiento del hemitórax distendido es más aparente por la retracción que generalmente experimenta el hemitórax opuesto. Cuando el abombamiento es debido a derrame pleural, la deformación es más acen­ tuada en las partes inferiores del tórax. En derrames muy voluminosos, hipertensivos, el ángulo epigástrico se hace más obtuso y el esternón se desvía hacia el lado enfermo. Es­ ta desviación es fácil apreciar por la manio­ bra de Pitrés (Fig. 27-12) que consisten en tender un hilo desde la parte media de la orquilla esternal hasta la sínfisis del pubis; el apéndice xifoides se separa más o menos del hilo cuanto más acentuada esté la desviación Fig. 27-12 Fig. Abombamiento de tórax (Signo de Pitrés), 27-13 Retracción del tórax. del esternón. Este signo del cordel de Pitrés, puede ser observado también en el neumotorax y en el enfisema unilateral.R etracciones.- Fig. 27-13. En las retrac­ ciones unilaterales del tórax, los diámetros del lado afectado están disminuidos; los espacios intercostales más estrechos que en el lado sano; los bordes intercostales se yuxtaponen y en ocasiones las costillas in­ feriores se imbrican a manera de tejas; el hombro está más bajo, el mamelón más próximo a la línea media y la columna vertebral desviada, con la concavidad dirigi- -205- da hacia el lado de la retracción. Las causas más frecuentemente observadas son los co­ lapsos o retracciones que se presentan en la ateíectasia pulmonar, el esclero-enfisema pul­ monar, los fibrotórax (fibrosis extensa del pulmón), la sínfisis pleural (soldadura de pleuras), las paquipleuritis (engrasamiento pleural), etc. Deformaciones regionales.Abombamiento: (Fig. 27-14). Se presentan en los siguientes casos: formaciones tumorales dependientes de piel, tejido celular sub­ cutáneo, músculos, hueso, dilataciones aneurismáticas de grandes vasos, colecciones lí­ quidas enquistadas en pleura, empiemas de necesidad (colección purulenta en pleura que tiende a abrirse). Fig. 27*14 Abombamiento localizado. Retracciones: (Fig. 27-15). Las causas son las mismas que las señaladas en las re­ tracciones unilaterales; en casos de Tb pul­ monar, estas retracciones circunscritas son más notables en las regiones supra e infraclaviculares. DI AMPLITUD, RITMO Y FRECUENCIA DE LOS MOVIMIENTOS RESPIRATORIOS. A m plitud.- Se refiere a la mayor o menor variación de los movimientos de expansión torácicas dependientes de factores activos (músculos extratorácicos de la respiración) y de factores pasivos como la elasticidad pulmonar y torácica. La menor o mayor amplitud respiratoria se traduce por: 1) Respiración superficial: Se caracteriza por la disminución de la amplitud de los movimientos respiratorios. Se observa en casos de procesos dolorosos torácicos (neu­ ralgias, pleuritis, etc.) y aquellos en los cua­ les los movimientos respiratorios están acele­ rados (polipnea). 2) Respiración profunda: se caracteriza por un aumento en la amplitud de los mo­ vimientos respiratorios y se acompaña, por Fig. 27-15 Retracción localizada. lo general de bradipnea. El ejemplo más característico de una respiración profunda lo constituye la Respiración de Kussmaul (4) (Fig. 27-16) que consiste en una inspiración profunda y ruidosa seguida de una pausa, lue­ go una espiración breve y quejumbrosa, se­ guida de una nueva pausa. Se observa en los estados de acidosis, particularmente en el coma diabético, y tiene por finalidad au­ m entar la ventilación pulmonar, para desem­ barazarse así del CO2 acumulado. Fig. 27-16 Respiración de Kussmaul. R itm o .- Dentro de la mecánica respiratoria, la sucesión de movimientos inspiratorios y es­ piratorios periódicos, es lo que se denomina ritmo respiratorio. Este ritmo puede variar en condiciones fisiológicas durante el reposo y la actividad física, asi como en el sueño o en la vigilia. En los primeros, el ritmo respi­ ratorio es más lento y pausado y en los se­ gundos, es más rápido y sucesivo. Existen dos tipos de respiración en los cuales se altera el ritmo: la respiración de Cheyne-Stokes y la de Biot. Respiración de Cheyne-Stokes.— (Fig. 27-17). Los movimientos respiratorios se hacen progresivamente amplios hasta llegar a un máximo, luego disminuyen paulatina­ mente de amplitud hasta terminar en una fa­ se de apnea, para luego iniciar otro ciclo res­ piratorio igual. Se debe fundamentalmente a una hipoexitabiiidad del centro respiratorio y se encuentra en pacientes en coma urémico, insuficiencia cardíaca, hipertensión endocraneana, intoxicaciones por opiáceos, etc. Respiración de Biot.— (Fig. 27-18) La res­ piración periódica de Biot, se caracteriza por períodos de apnea de duración variable, pro­ ducidos con intervalos regulares o irregulares. Difiere del anterior, por la falta de aumento o disminución gradual de la amplitud de las respiraciones entre los períodos de apnea. Se observa en las meningitis y ocasionalmen­ te en hemorragias y tumores cerebrales. Causa: lesión del centro respiratorio. Frecuencia.— 1.— Respiración acelerada o polipnea: Su grado es variable, pudiendo. alcanzar en ocasiones 50 o 60 respiraciones por minuto (normal de 16 a 20 por minuto). La polip­ nea es uno de los signos principales de la disnea, y se produce en la m ayoría de pa­ decimientos de los aparatos respiratorio y cardiocirculatorió, en los síndromes febriles, Fig. 27-17 Respiración de Cheyne-Stokes. É\l .íW U Fig. 27-18 Respiración de Biot. en las anemias, intoxicaciones endógeru.3 (uremia) y exógenas (intoxicaciones por es­ tricnina, bioxido de carbono, etc.), en afécciones del sistema nervioso central (meñingoencefalitis, tumores y hemorragias cerebra­ les). 2 . - Respiración lenta o bradipnea.— Se observa en pacientes con obstrucciones de vías respiratorias altas, estados de coma, en pacientes con hipertensión endocraneana y en estados agónicos. Tipos respiratorios.- Existen dos tipos principales: el costal y el costoabdominal. En el primero, el movimiento del tórax pre­ domina sobre el del abdomen y la expansión inspiratoria se efectúa sobre todo en la parte' superior del tórax. El tipo costo-abdominal es debido a la. acción preponderante del diafragma, y la inspiración máxima se pró- duce en la parte baja del tórax y sobre todo en el abdomen superior. En el niño y en el adulto prevalece el tipo costoabdominal y en la mujer el ti­ po costal. Expansión torácica respiratoria. Las alteraciones en la expansión torá­ cica, pueden ser bilaterales, unilaterales y localizadas. - El reconocimiento de estas modificaciones se realiza mejor mediante ma­ niobras palpatorias, razón por la cual se de­ tallará en el capítulo correspondiente. 4.— R uth William E.— Examen del tórax, pul­ mones y sistema pulmonar. Propedéutica Médica de Major, Delp, Manning, 8va. edi­ ción, Cap. 8, Pág. 143, Editorial Interamericana, México 1977» 5.— Suros J.— Semiología Médica y Técnica Exploratoria, 3era* edición, Parte Especial: Aparato Respiratorio. Pág. 11, Editorial Salvat, Barcelona, 1964. Retracciones torácicas inspiratorias.— Tiraje. Al observar un tórax normal, se apre­ cia que en la parte inferior de la región axilar y en la infraaxilar, los espacios inter­ costales se deprimen durante la primera mi­ tad de la inspiración, haciéndose aplanados y ocupando el mismo plano de las costillas al final de la fase inspiratoria. Esta retrac­ ción fisiológica es más marcada en los indi­ viduos delgados y es debido a la contracción y al descenso del diafragma, que produce una disminución de la presión intratorácica con retracción de los últimos espacios inter­ costales, por efecto de la presión atmosférica ejercida sobre la superficie exterior del tórax. Cuando existe un obstáculo que se opone a la penetración del aire y el pulmón no puede expandirse libremente, se produce una depresión de las partes blandas durante la inspiración, por efecto de la presión at­ mosférica. A este fenómeno se le conoce con el nombre de tiraje intercostal y pueden sér bilaterales, unilaterales o localizadas, según el asiento del obstáculo y tiene como característica común el que se produce durante toda la fase inspiratoria. B IB L IO G R A F IA 1.— Comroe J.H.Jr.— Manifestaciones de enfer­ medad pulmonar. De Fisiología de la Res­ piración, Cap. 20, Pág. 527, Editorial Interamericana, México, 1976. 2.— Hinshaw H.C.— Absceso Pulmonar. Enfer­ medades del Tórax, 3era. edición, Cap. 10, Pág. 191, Editorial Interamericana, Méxi­ co, 1970. 3.— Padilla T. y Cossio P.— Examen físico del tórax. Semiología del Aparato Respiratorio, 6ta. edición. Cap. 5, Pág. 89, Editorial “El Ateneo, Buenos Aires, 1957. PLIEGO: 8 CA PITU LO 2 8 PA LPA C IO N D EL TO R A X La palpación del tórax, tiene objeto: por a) Completar los datos obtenidos en la inspección con respecto a pared torácica, configuración del tórax y expansión res' piratona. b) Investigación de la sensibilidad del tó­ rax; y c) Investigación de las vibraciones vocales o frémito. La palpación del tórax debe efectuarse con el paciente sentado o en posición de pie, el tórax descubierto, procurando obtener un relajamiento de su musculatura y cuidando de que las manos del examinador se encuen­ tren a una temperatura adecuada. EXAMEN DE PARTES BLANDAS.- 1 .- Atrofia de la piel y disminución del tejido celular subcutáneo: Se investiga tomando entre el pulgar y el índice un pliegue de la piel en regiones simétricas (Fig. 28-1), apreciándose por su espesor, el grado de atrofia de los tejidos. Es frecuente encontraren pacientes portado­ res de padecimientos pulmonares crónicos, degenerativos y malignos, como en la Tu­ berculosis Pulmonar, el Escleroenfisema Pul­ monar y el Cáncer Pulmonar. - 208 - 2.— Edema de Pared: Se reconoce reali­ zando dígito-presión en el área afectada y observando la huella que queda, fenómeno que recibe el nombre de “fovea”. Se observa en casos de compresión venosa intratorácica y en casos de edema generalizado o anasarca. 3.— Enfisema subcutáneo: Se aprecia rea­ lizando una palpación suave con los pul­ pejos de los dedos en el sitio afectado, dando la sensación de palpar trocitos de hielo. Es característico en casos de neum otorax trau mático, cuando el aire ha penetrado también al tejido celular subcutáneo, además de pro­ ducir colapso pulmonar. (Fig. 28-2). 4.— Exploración de cadenas gangHonares: Se las debe buscar en regiones supraclaviculares, en cuello, axilas y partes laterales del tó ­ rax. La presencia de adenopatías en estas regiones hacen pensar en la posibilidad de carcinoma pulm onar.il); en ocasiones puede encontrarse el denominado Ganglio de Virchow(Fig. 28-3), situado detrás del án­ gulo formado por la clavícula y el haz del músculo estemocleidomastoideo, en la región supraclavicular izquierda. Es generalmente un ganglio único, duro, muy doloroso y que se to relaciona con el cáncer gástrico. EXPANSION RESPIRATORIA.La expan­ sión torácica tiene variaciones en condicio­ nes normales; asi por ejemplo en los indivi­ duos entrenados la expansión es más amplia que en sujetos de vida sedentaria; asimismo, es más acentuado en individuos de respira*» Fig. 28-2 Fig. Enfisema subcutáneo. Neum0t¿ rax traumático. 28-3 Ganglio de Virchow ción costal que en los de respiración cos­ toabdominal. Alcanza siempre idéntica am­ plitud en regiones torácicas simétricas. La expansión torácica se investiga en los vértices y en las bases fundamentalmente; puede realizarse en tórax anterior y en tó­ rax posterior. Expansión de los vértices pulmonares: (Fig. 2 8 4 A y B). Tórax posterior: El pa­ ciente de pie o sentado en un taburete, pro­ curando mantener los hombros flácidos. El examinador se coloca por detrás colo­ cando las manos sobre los respectivos hom­ bros de tal suerte que los pulgares miren ha­ cia atrás sobre las fosas supraespinosas; Tórax anterior: los dedos juntos hacia adelante, pasando sobre las clavículas que la cruzan, con la punta de los dedos sobre la parte media del hueco infraclavicular. En es­ tas circunstancias solicitamos al paciente que Fig- 28-4 Expansión de vértices (maniobra de Rualt): A: Tórax posterior; B: Tórax anterior. respire hondo y observamos el desplaza­ miento de nuestras manos. Esta maniobra recibe el nombre de Rualt, en honor al investigador que lo describió. Expansión de las bases pulmonares: (Fig. 28-5 A y B). Puede hacerse en tórax posterior y en tórax anterior. Para el pri­ mer caso, se colocan las manos circunscri­ biendo las porciones posteriores y laterales de las bases, de modo que el extremo de los dedos alcance la línea axilar media y ambos pulgares se aproximen a la línea vertebral, a la altura del ángulo inferior de las es­ cápulas. Para investigar en tórax anterior, las manos se aplican horizontalmente a los lados del tórax, con los pulgares reunidos en la línea media a la altura de la 6ta. Fig. 28-5 Expansión de bases (maniobra de Rualt): A: Tórax posterior; B: Tó­ rax anterior. articulación condrocostal y la extremidad de los dedos restantes en la línea media axi­ lar. Para uno y otro caso, invitamos al pa­ ciente a respirar profundo. Alteraciones de la expansión torácica.Se refiere al aumento o disminución que pueden ser: bilaterales, unilaterales y localizadas.— De una manera general, el aumento de la expansión torácica, es debido a una acción compensadora o vicariante del lado no afec­ tado, (3). Las causas de disminución de la ex­ pansión, son las siguientes: a) Pleurales: ocupación del espacio pleu­ ral por líquido o aire (derrame pleural o neumotorax). — 210 — b) Pulmonares: condensaciones tales co­ mo neumonías, atelectasias. c) Obstrucción de vías aéreas superiores : tumores, cuerpos extraños, etc. d) Pared costal: neuritis intercostal, frac­ tura costal, etc. Si estas causas afectan ambos hemitó­ rax, la disminución de la expansión será bilateral; si afectan un sólo hemitórax, la disminución será unilateral y si afectan a una región, será localizadas.— SENSIBILIDAD TO R A C IC A .- Se realiza mediante maniobras de pal­ pación digital sobre partes blandas costillas, esternón, columna vertebral. En condiciones normales, la palpación no despierta ningún dolor. En estado pato­ lógico aparecen zonas y puntos dolorosos, que fueron explicados en la revisión del sistoma dolor torácico. VIBRACIONES VOCALES O FREM ITO.— Se denominan así a las vibraciones per­ cibidas en la palma de nuestras manos al palpar la superficie del tórax, durante la fo­ nación (vibraciones vocales) o también du­ rante la respiración (vibraciones brónquicas y pleurales). Origen y transmisión.— Las vibraciones ori­ ginadas en las cuerdas vocales se transmiten por la columna aérea traqueal y bronquial hasta el perénquima pulmonar, el cual vibra, propagándose esta vibración a través de la pleura y la pared hasta alcanzar la superficie del tórax (Fig. 28-6). Los principios físicos que rigen la conducción de los sonidos son aplicables il estudio de las vibraciones vocales (2). Un sonido se transmite mejor si su frecuencia se aproxima a la frecuencia es­ pecífica del cuerpo excitado; por el contra­ rio, la transmisión es pobre si su frecuencia Fig. 28-6 Frémito tactü. es superior a la específica del conductor. El pulmón tiene una frecuencia espe­ cífica baja, de alrededor de 100 vibraciones por segundo, por cuya razón transmite mejor los sonidos bajos. ( 2,4 ). La voz del hombre se ha calculado que tiene aproximadamente 130 vibraciones por segundo, cercana a la frecuencia propia del pulmón, razón por la cual la vibración vocal es relativamente intensa. La voz de la mujer por el contrario, tiene un término de 260 vibraciones por segundo, razón por la cual origina un estremecimiento vocal más débil (2,4 ). En el pulmón normal, los sonidos pro­ ducidos en la laringe llegan a la superficie del tórax debilitados en su intensidad original, como consecuencia de la reflexión, refrac­ ción y dispersión que experimentan al atra­ vesar medios de distinta densidad acústica (2 , 4). Técnica.— (Fig. 28-7). Con el paciente sen­ tado o de pie se irá colocando suavemente la palma de la mano, explorando de arriba abajo las superficies posterior, anterior y la­ teral del tórax, sucesivamente y comparando las zonas simétricas. Al mismo tiempo in­ vitamos al paciente a que pronuncie en voz - ¿11 - Fig. 28-7 Técnica frémito táctil. alta y con intensidad uniforme las palabras “Tres” o “Treinta y tres” , palabras con las que obtenemos vibraciones de gran amplitud. No es aconsejable la palpación bimanual, de­ bido a que la sensibilidad táctil no es siempre igual en ambas manos. Para explorar zonas pequeñas, utilizaremos las yemas de los de­ dos. Vibraciones vocales normales.— Las vibra­ ciones son ligeramente más fuerte en el la­ do derecho, debido al mayor calibre del bronquio derecho; son más intensas en la parte anterior del tórax, algo menos en las regiones laterales y menos aún en la región posterior. En tórax anterior (Fig. 28-8 A) las vi­ braciones tienen su máxima intensidad en la región infraclavicular, sobre todo en el lado derecho, debido a la proximidad de la trá­ quea y el bronquio; son más débiles en la región supraclavicular y a lo largo de la cla­ vícula. En la región mamaria, la intensidad es algo menor que en la infraclavicular y decrece progresivamente hacia abajo para desaparecer por completo más allá del borde pulmonar. En tórax posterior (Fig. 28-8 B) la ma­ yor intensidad se la encuentra en la región escápulo vertebral por la proximidad de la tráquea y de los gruesos bronquios, siendo menor en las regiones supraescapulares e ■I V- '' ' -- . «..7. - i _ ‘3 i*»* '* :*í Fig. 28-8 Zonas de mayor y menor vibración vocal del tórax: A.- Tórax anterior y B.- Tórax posterior. infraescapulares. En las regiones laterales, la intensidad de las vibraciones decrecen de arriba hacia abajo. Finalmente, diremos que el frémito se lo investiga mejor en sujetos delgados que en sujetos gordos con gran panículo adiposo o de gran desarrollo muscular. Variaciones patológicas.— De una manera general diremos que, si el medio conductor es más heterogéneo, la transmisión de las vibraciones vocales se hace más dificultosa y al contrario, es favorecida, si el conduc­ tor es un medio homogéneo, es decir, que las vibraciones se transmiten mejor poi los sólidos, menos por los líquidos y gaseosos. Las vibraciones vocales o frémito, pue- - 212 den estar aumentadas, disminuidas o aboli­ das. Aumento.— (Fig. 28-9) Se produce en dos estados: , a) condensaciones y b) cavidades pulmonares (4). En las condensaciones las vibraciones aumentan debido a que el teji­ do sólido transmite mucho mejor el sonido; se requiere sin embargo, de dos condiciones: que ía zona condensada sea relativamente grande y superficial y que tenga bronquio permeable. En el caso de cavidades pulmonares, es necesario que tengan cierto volumen, sea superficiales y tengan asimismo un bronquio permeable. Disminución: (Fig. 28-10). Depende funda­ mentalmente de dos condiciones: a) de­ ficiencia del órgano emisor de las vibraciones y b) defecto de transmisión (4). La primera condición ocurre en casos de disfonía o.afonía, es decir, por disminu­ ción o falta de vibraciones de las cuerdas vocales. La segunda condición, puede deberse a afecciones de las vías aéreas, afecciones pulmonares, afecciones de la pleura y de la pared torácica. 1.— El obstáculo de las vías aéreas puede Fig. 28-10 Fig. 28-9 Aumento del frémito densación y cavidades. con* comenzar en la laringe, seguir la tráquea y bronquios y el área de disminución depende­ rá de la superficie pulmonar afectada; así, si asienta en laringe o tráquea, la disminución será bilateral; unilateral, en caso asiente en un bronquio principal y regional cuando la obstrucción se produce en bronquios de me­ nor calibre. 2.— La disminución de las vibraciones por causas pulmonares, se observa en el enfisema pulmonar, debido a la menor capacidad vi­ bratoria del tejido pulmonar, por incremen­ to de su tensión (2, 4); también puede observarse en las colecciones líquidas intra- Disminución del frémito vocal: A.Obstrucción de vías aéreas: B.~ En­ fisema pulmonar; C.- Hldrotorax. — 213 — A.M., Johns R.J., Owens A.H. Ross R.S. Cap. 66, Sección 8, Pág. 676. Editorial Interamericana, México, 1978. pulmonares como en el caso de quistes y abscesos. 3 _ El obstáculo de la propagación de las vibraciones desde el pulmón a la pared se observa en casos de inflamaciones pleurales con derrame (hidrotórax, hemotórax) y en casos de colección gaseosa como en el neumotorax. (2,4 ). 4 _ Las causas debidas a alteraciones de la pared, observamos en la obesidad exagerada, en el anasarca (edema generalizado) y en el enfisema subcutáneo. 2.— Padilla T. y Cossio P.— Examen físico del tórax. Semiología del Aparato Respiratorio, 6ta. edición. Cap. 5, Pág. 109—112. Edito­ rial “El Ateneo”, Buenos Aires, 1957. 3.— Ruth William E.— Examen del tórax, pul­ mones y sistema pulmonar. De Propedéuti­ ca Médica de Major, Delp, Manning, 8va. edi­ ción, Cap. 8, Pág. 145. Editorial Interamericana, México, 1977. 4.— Suros J.— Semiología Médica y Técni­ ca Exploratoria, 3era. edición. Parte espe­ cial: Aparato Respiratorio, Pág. 136. falvat Editores Barcelona, 1964. BIBLIOGRAFIA 1— Owens A.H. Jr.— Enfermedades neoplásicas. De tratado de Medicina Interna de Harvey CAPITULO 29 PERCUSION DEL TORAX cas (3). Asimismo, sirve para delimitar los contornos dé los órganos y fijar límites entre regiones normales y patológicas. DEFINICION - La percusión del tórax, es un procedimiento de exploración que consiste en la aplicación de una serie de golpes sobre su superficie, con el objeto de obtener soni­ dos que tendrán diferente variación de acuer­ do al contenido torácico, tanto en condicio­ nes normales como en condiciones patológi­ SONIDOS OBTENIDOS AL PERCUTIR EL TORAX.- El cuadro 29-1 resume las carac­ terísticas acústicas de los sonidos obtenidos cuando se percute el tórax, tanto en condi- CUADRO No. 29-1 SONIDOS PERCUTO RIOS DEL TORAX . Caracteres del Sonoridad Sonido Sonido Sonido sonido pulmonar submate mate timpánico Intensidad + + i Tono Duración + + ; + 4- + T t + + + + + + 1' + + + CUADRO No. VIH PLAN DE APRENDIZAJE PARA LA PERCUSION DEL TORAX 1.— Objetivos:— A l término del proceso enseñanza-aprendizaje, el estudiante ' debe ser capaz de: 1.1: Enumerar lo que hay que percutir, dónde hay que percutk y cómo hacerlo. 1.2: Percutk en forma correcta, de acuerdo a la técnica clásica. 1.3: Reconocer correctamente los sonidos normales y patológicos. 1.4: Describk correctamente los sonidos encontrados: normales y patoló­ gicos. 1.5: Interpretar correctamente los sonidos obtenidos. 2.— Contenidos:— 2.1: Corresponde a qué percutk y cómo percutk. Ejemplos para cada caso. 3.— Metodología y Actividades:— 3.1: Repetición verbal del qué percutk y cómo percutk. 3.2: Percutk en personas sanas. 3.3: Percutk en enfermos con pa tologia respka toria. 3.4: Describk la patología encontrada. 3.5: Analizar los datos patológicos encontrados. 4 .- Recursos:— 4.1: Personas sanas. 4.2: Enfermos con patología adecuada. ciones normales como patológicas. Si se percute una área correspondiente a pulmón aereado, como por ejemplo en la región subclavicular o a nivel de las bases en tórax posterior, se obtiene un sonido de in­ tensidad alta, tono bajo y duración prolon­ gada, que se denomina Sonido Claro o Sono­ ridad Pulmonar. (1,2). Por efecto del gol­ pe percutorio, se pondrán en vibración en forma sucesiva: los dedos, la pared costal y el pulmón, cada uno dentro de su pro­ pia frecuencia; la zona puesta en vibración tiene la forma de una semiesfera (Fig. 29-1 A), y su profundidad depende de la intensidad del golpe, que en forma aproximada es de 6 centímetros a partir de la superficie torácica. Cuando se percute directamente sobre la su­ perficie osea (Fig. 29-1 B) la penetración de la vibración es menor. La vibración del pulmón, depende de - z n - Cuanto más denso es el tejido, es decir, cuanto menor sea su contenido de aire, el so­ nido será menos intenso, más agudo y más breve. A este sonido se lo denomina Submate. ( 1 ,2 ) . Ej.: zonas donde se superponen el pulmón y el hígado. Cuando el pulmón se halla privado totalm ente de aire, el sonido que se obtiene es de menor intensidad, tono más elevado y menor duración. A este sonido se llama Mate ( 1 ,2 ) (Fig. 29-2) y es el mismo sonido que se obtiene al percutir órganos macizos como el hígado, el corazón, etc. Fig. 29-1 Fenómeno de la percusión: A.Percusión dígito-dogital. B.Percusión directa sobre el hueso los siguientes factores: a) Volumen, b) Den­ sidad y c) Tensión. Cuanto mayor es la masa del pulmón que vibra, el sonido será más intenso, el tono más bajo y más largo el sonido percutorio; pero en la práctica no debe hacerse vibrar mucha masa pulmonar, por lo cual la percu­ sión debe ser suave. Cuanto más tenso es el tejido pulmo­ nar, es decir, cuanto más aire contiene el so­ nido es más fuerte, más grave y prolongado que el sonido claro. Ej. el enfisema pulmo­ nar. En determinadas circunstancias, el so­ nido percutorio del tórax puede tener un ca­ rácter particular “como el sonido de un tam ­ bor” , denominándose Sonido Timpánico , ( 1, 2) es de carácter musical y rico en sobretonos, de gran intensidad, tono bajo y lar­ ga duración. Ejemplo: el neumotorax. — 216 — NORMAS GENERALES SOBRE PERCUSION DEL TO RA X - Sobre la técnica de percusión en gene­ ral ya se habló en el capítulo correspondien­ te; ahora indicaremos ciertas normas gene­ rales sobre la percusión del tórax. El paciente puede estar sentado, de pie o acostado, siempre buscando la posición más cómoda; el tórax debe estar sin ropa y la musculatura en la mayor relajación posi­ ble. (Fig. 29-3). Fig. 29-3 Técnica de percusión. La posición del examinador es semejan­ te a la que se adopta para practicar la palpa­ ción. Se procede a percutir metódicamente de arriba abajo com enzando.por tórax pos­ terior, luego tórax anterior y lateral. En cada una de las regiones se percutirá primero un hemitórax y luego el otro y después en for­ ma comparativa en puntos simétricos. Tra­ dicionalmente se han establecido tres líneas percutorias tanto para tórax posterior como para tórax anterior que lo esquematiza la Fig. 29-4 A y B. No debe olvidarse de percutir la colum­ na vertebral de -arriba abajo, aplicando el dedo plesímetro en la línea de las apófisis espinosas y perpendicularmente a ella. La percusión del tórax, de una manera general, puede ser fuerte, mediana o lige­ ra, adaptándose al grosor de las partes blan­ das del paciente. A continuación vamos a realizar un análisis de los sonidos percutorios del tórax, en lo que a aparato respiratorio se refiere. Sonoridad Pulmonar Normal.— La sonori­ dad pulmonar tiene ciertas variaciones re­ gionales, así en las fosas subclaviculares a nivel del 1er, y 2do. espacios intercostales, presenta su máxima sonoridad, debido a la anchura de los mismos y a la delgadez rela­ tiva de la pared torácica a ese nivel; más ha­ cia abajo, el sonido es menos intenso y la to- Fig. 29-4 Líneas percutorias en tórax anterior y posterior. nalidad más elevada. En el lado derecho, a partir del 4to. espacio intercostal, debido a la presencia del hígado, el sonido se vuel­ ve submate (matidez relativa del hígado), hasta llegar a ser completamente mate, en el —217 — sitio en que el hígado está en contacto con la pared costal (matidez absoluta) (Fig. 29-5) Se establece en esta forma el denominado [imite hépato-pulmonar que en condiciones normales corresponde a los espacios 5to. 7mo. y 9no. en las líneas paraesternal, medionavicular y axilar anterior, respectivamente. En el hemitórax anterior izquierdo, por la presencia del corazón y los grandes rasos, el sonido percutorio es menos claro a partir de la 3era. costilla, haciéndose comple­ tamente mate en el área correspondiente a la región descubierta del corazón. Por debajo de esta zona, próxima al reborde costal, la percusión produce un sonido timpánico, debido a la presencia de la cámara aérea gástrica y que se lo ha denominado Espacio Semilunar de Traube (Fig. 29-6). En tórax posterior, la sonoridad pul­ monar es algo mayor a nivel de las regiones nterescapulo vertebrales; en las regiones es­ quiares y supraescapulares, debido al gro­ sor de la pared costal y a la presencia de la escápula, la sonoridad es menos intensa y finalmente en las regiones infraescapulares la percusión da un sonido claro e intenso hasta si 11vo. espacio. En el lado derecho, a veces, debido a una percusión profunda puede po­ nerse en vibración al hígado obteniéndose un sonido submate. Matidez y submatidez.— El sonido mate, se obtiene fundamentalmente en dos condicio­ nes: 1) cuando el pulmón se transforma en un medio denso privado de aire y 2) cuan­ do se interpone entre el pulmón y la pared torácica un medio líquido o sóüdo (1 - 2 - 3). Causas pulmonares: La transformación del pulmón normal en un medio privado de aire, se observa en el síndrome de condensación pulmonar, siendo el ejemplo más típico la neumonía; puede también resultar por la reabsorción del aire alveolar debido a obstrucción bronquial, Fig. 29-5 S onidos p ercu to rio s en tó ra x an terio r (norm al). Fig. 29-6 E spacio de T raube siendo el ejemplo más típico la atelectasia. Para que el sonido sea mate, es nece­ sario que la condensación sea voluminosa y avance en profundidad tal como indica la Fig. 29-2. Si la condensación pulmonar es superficial y de escaso espesor, el sonido será submate, debido a que se pone en vibración el pulmón subyacente sano (Fig. 29-2). Si la condensación pulmonar está sepa­ rada de la superficie costal por una zona de tejido pulmonar normal, el sonido también será submate. Causas pleurales:. Los procesos inflamatorios pleurales, especialmente cuando producen exudación líquida en la serosa (pleuresía con derrame) origina a la percusión un sonido mate unido a una sensación muy marcada de resistencia —2 1 8 — al dedo. Esta matidez, localizada en la parte inferior del tórax, mantiene un límite supe­ rior de forma y altura variables en relación con el volumen del derrame. En los derrames medianos (Fig. 29-7 A), el límite superior de la matidez, tiene su punto más bajo a nivel de la columna, hacia afuera hasta alcanzar la parte media de la escápula y luego desciende hasta la parte anterior del tórax, describiendo una línea parabólica que en honor a quienes la des­ cubrieron se la ha denominado Línea de Demoiseau o Línea de Ellis. En los derrames pleurales muy volumi­ nosos, el punto más alto de la matidez se encuentra por detrás junto a la. columna y el punto declive en la parte anterior, como lo grafica la Fig. 29-7 B, invadiendo parte del hemitórax opuesto. En los derrames pleurales izquierdos, el timpanismo del espacio-de Traube desa­ parece, debido a la ocupación del fondo de saco pleural. Sonido timpánico o timpanismo.— El soni­ do .timpánico se observa en dos condiciones: a) Cuando se .pone en vibración el aire con­ tenido en el espacio pleural (neumotorax); b) Cuando se pone en vibración el aire contenido en cavidades pulmonares (caver­ nas, abscesos, etc). (1-2-3). El caso del neumotorax, es el ejemplo más característico del sonido timpánico; pue­ de obtenerse sonido timpánico también en casos de enfisema pulmonar, especialmente cuando la pared costal es rígida, como se ob­ serva en pacientes seniles. Se cita también a las hernias diafragmáticas como causa, de timpanismo. Para que las cavidades pulmonares den sonido timpánico, tienen que tener un diá­ metro superior a 4 cmts., estar relativamente vacías y ser superficiales, tal como lo demues- Fig. 29*7 D erram e pleu ral m ed ian o y volum ino­ so. tra la Fig. 29-8 A. La interposición entre la cavidad y la superficie del pulmón de una capa de pulmón sano de 2 o 3 cmts. de espe­ sor es suficiente para que el timpanismo no se produzca, como se observa en la Fig. 29-8 B. Hipersonoridad.— Entre el sonido claro y el timpánico, existe un sonido caracterizado por ser más intenso, más grave y más pro­ longado, pero desprovisto del carácter musi­ cal que posee el sonido timpánico, es el de­ nominado sonido hipersonoro (1, 2, 3), que puede ser observado en el enfisema pul­ monar, crisis de asma bronquial, neumotorax, y cavernas pulmonares. Su reconocimiento con el sonido timpánico, no siempre es fácil. CAPITULO 30 AUSCULTACION DEL TORAX Definición.— La auscultación es un método exploratorio que consiste en escuchar los rui­ dos normales y patológicos que se producen en el aparato respiratorio. Como han sido ya descritos los méto­ dos de auscultación y las normas generales de la auscultación, pasaremos a revisar aque­ llos detalles especiales del aparato respirato­ rio, y a la descripción y reconocimiento de los ruidos normales y patológicos. 29*8 S o n id o tim p án ico en cavernas p u lm o ­ nares. BIBLIOGRAFIA El Cuadro 30-1 nos señala el que' aus­ cultar y cómo hacerlo. CONSIDERACIONES AL CUADRO 30-1 El paciente con el tórax desnudo pue­ de estar acostado en su cama o sentado en un taburete; la auscultación se realizará en forma sistemática: en tórax anterior, tórax posterior y tórax lateral. En tórax anterior, se auscultará del vértice a la base, primero en el un hemitórax y luego en el otro, es decir, fosas supraclaviculares, infraclaviculares y bases para luego realizar la auscultación en puntos simétricos, comparativamente. En tórax posterior, y lateral se recomienda se­ guir las mismas líneas de la percusión. (Fig. 30-1). R u th W .E.— E x am en físico d e l tó ra x , p u l­ m o n es y sistem a p u lm o n ar. P ro p e d éu tica M édica de M ajor, D elp, M anning, 8va. edi­ ción, C ap. 8, Pág. 14 8 . E d ito rial In te r am eri­ cana, M éxico, 1977. Se invita al paciente a respirar con la boca entreabierta y sin hacer ruido alguno por la boca o nariz; las respiraciones deben ser regulares, rítmicas y un poco rápidas, como si estuviera ligeramente agitado. En muchos casos, es conveniente que el estu­ diante imite la forma de respirar frente al paciente, para que éste lo haga correctamen­ te. S uros J .— S em io lo g ía M édica y T écnica E x p lo rato ria, 3era. edición. P arte especial: A p arato R e sp irato rio , Pág. 1 3 8 . S alvat E di­ to re s B arcelona, 1964. En cada lugar donde aplica el estetos­ copio, el estudiante debe prestar atención a las dos fases respiratorias durante varias res- Padilla T. y Cossio Pl— E x am en físic o del tó rax . S em io lo g ía d el A p arato R espira­ to rio , 6 ta. ed ició n , Cap. 5, Pág. 1 18-120, E d ito rial “ E l A te n e o ” , B uenos A ires, 1 9 5 7 , -2 2 0 - CUADRO No. 30-1 AUSCULTACION DEL TORAX: Cómo Auscultar (Técnica) Qué Auscultar: 1.— Ruidos Normales: 1.1: Murmullo vesicular 1.2: Respiración brónquica 1.3: Respiración bronco-vesicular. 1.4: Variaciones Patológicas de cada una de ellas. 2.— Ruidos Patológicos: 1 y 2.— Siguiendo las normas genera­ les de la auscultación y aplicando el estetoscopio a lo largo de las líneas de percusión del tórax. Es importante poner primero atención en los ruidos auscultatorios normales y sus variantes patológicas y luego en los ruidos agregados, relacionándolos siem­ pre con las dos fases del ciclo respiratorio. 2.1: Estertores bronquiales y pleu­ rales 2.1.1: Secos: roncus y sibilancias. 2.1.2: Húmedos: crepitantes, subcrepitantes y de burbujeo. 2.2: Frotes pleurales. 3.— Auscultación de la voz: 3 .- 3.1: Transmisión normal de la voz. Haciendo pronunciar al pacien­ te las palabras “tres”, “treinta y tres”, “cuarenta”, etc. Para la pectoriloquia áfona, se deberá hacer pronunciar las mis­ mas palabras pero en forma cu­ chicheada. 3.2: Broncofonía. 3.3: Pectoriloquía 3.4: Pectoriloquia áfona 3.5: Vozanfórica. 4.— Auscultación de la Tos: 4 .- Se invita a que el paciente tosa, debiendo poner atención a la ins­ piración que sigue al golpe de tos. -221 - CUADRO No. IX PLAN PARA EL APRENDIZAJE DE LA AUSCULTACION DEL TORAX Al término del proceso enseñanza-aprendizaje, el estudiante debe ser capaz de: 1.— OBJETIVOS: 1.1: Enumerar lo que hay que auscultar, dónde hay que auscultar y cómo hacerlo. 1.2: Auscultar en fopna correcta, de acuerdo a técnica clásica. 1.3: Reconocer perfectamente los sonidos o ruidos normales y patológicos. 1.4: Describir correctamente los ruidos auscultatorios pulmonares norma­ les y patológicos. 1.5: Interpretar correctamente los ruidos obtenidos.. 2 - CONTENIDOS: 2.1: Corresponde a qué auscultar y cómo hacerlo. Ejemplos para cada caso. 3 .- METODOLOGIA Y ACTIVIDADES: 3.1: Repetición verbal del qué auscultar y cómo hacerlo. 3.2: Auscultar en personas sanas. 3.3: Auscultar en enfermos con patología resptatoria. 3.4: Describir la patología encontrada. 3.5: Analizar los ágnos patológicos encontrados. 4 .- RECURSOS: 4.1: Personas sanas 4.2: Enfermos con patología adecuada. 4.3: Estetoscopio. Fig. 30-1 Técnica auscultatoria. -222- piraciones sucesivas, tratan i-j de precisar los caracteres de los ruidos respiratorios norma­ les y luego la apreciación de los ruidos agre­ gados o patológicos que pudieran existir. Es frecuente, especialmente en el principian­ te, que ponga su atención solo en los ruidos . agregados, lo cual es un defecto. Es útil también invitar a que el pacien­ te tosa, prestando especial atención en la inspiración que sigue al golpe de tos, puesto que algunos ruidos patológicos aparecen o se hacen más perceptibles en esta circunstan­ cia. Antes de terminar el examen se investi­ gará los caracteres de la voz auscultada (fré­ mito vocal), haciéndole pronunciar determi­ nadas palabras en voz alta y cuchicheada. RUIDOS RESPIRATORIOS NORMALES- 1 .- Murmullo vesicular.— Se le denomina también respiración vesicular. Es un ruido suave de tonalidad baja, parecido al rui­ do producido al inspirar suavemente con los labios entreabiertos, que se percibe única­ mente en la inspiración. Es debido al des­ pliegue alveolar por la entrada del aire (1). El murmullo vesicular tiene su máxima intensidad debajo de las clavículas en los dqs primeros espacios intercostales, disminuyen­ do por encima y por debajo de esta zona. En tórax posterior, su mayor intensidad corres­ ponde a las regiones infraescapulares. En tó­ rax lateral, es más intenso en la parte supe­ rior que en la inferior. (Fig. 30-2). El murmullo vesi­ cular presenta variaciones' relacionadas con la intensidad de los movimientos respirato­ rios, con la edad, sexo y constitución torá­ cica. (1). Fig. Cuando la respiración es amplia y rá­ pida, la intensidad del murmullo es mayor que cuando la respiración es lenta y superfi­ cial. Ej. cuando el individuo está agitado. En el niño, el murmullo vesicular es muy intenso y de tono más elevado que en el adulto; en la mujer, el murmullo vesicular ’ es por lo general más intenso y de tono Variaciones fisiológicas: 30-2 M urm ullo vesicular: sitios de au scu ltació n en tó ra x an te rio r (A), T ó ra x p o ste rio r (B) y tó ra x late­ ral (C). más elevado que en el hombre. Resumiendo, diremos que, en el niño y en la mujer, el murmullo vesicular se lo oye mejor. El grosor de las paredes torácicas y la elasticidad del tórax influyen también en la intensidad del murmullo. Es más intenso cuanto más elástico y expansíble es el tórax. El grosor exagerado de las partes blandas, como el caso de los pacientes obe­ sos y de personas con gran desarrollo muscu­ lar, ocasionan una disminución del murmullo vesicular. 2.— Respiración brónquica.— Es un ruido intenso, áspero, de tono alto, como el que se escucha al soplar por un tubo, que se percibe en las dos fases de la respiración, mejor en la inspiración que en la espiración, y que se lo oye cuando se aplica el estetoscopio a nivel de la tráquea o su bifurcación (7ma. vértebra cervical) (Fig. 30-3); además la espiración dura como 3 y la inspiración co­ mo 1 (2, 3). El oír este ruido fuera de estos sitios, es patológico y se denomina “Soplo Tubárico”, como lo describiremos ai hablar de la auscultación de las condensaciones pulmonares. 3.— Respiración bronco-vesicular.— En ciertas regiones del tórax anterior como de­ bajo de la clavícula derecha a nivel de la 2da. articulación condroesternal y articulaciones esternoclaviculares y en tórax posterior, en la xegión interescápulo vertebral, a nivel de la bifurcación traqueal, se ausculta un ruido que resulta de la superposición del murmu­ llo vesicular y del soplo brónquico. que ha recibido el nombre de respiración broncovesicular y que participa de las características acústicas de uno y otro, siendo lo más nota­ ble que la inspiración y espiración duran igual (2,3) Fig. 30-3 VARIACIONES PATOLOGICAS DEL MURMU­ LLO VESICULAR.— El murmullo vesicular puede variar £5f¿r B ro « co -ves¡cu tir\ Fig. 30-3 R esp iració n b ró n q u ic a y b roncovesicular: sitios de auscu ltació n en tó ia x posterior. por su intensidad y duración. Modificaciones de la intensidad.— El mur­ mullo vesicular puede estar: aumentado, disminuido o abolido. Aumento.— Se observa en caso;, de hiperdistensión alveolar, como en los casos en que estando un pulmón enfermo, al disminuir su expansión, el otro aumenta compensatoria­ mente, (respiración bicariante). Disminución y abolición.— La disminución y abolición del murmullo vesicular, obedece a dos mecanismos: a) trastorno en la pro­ ducción del murmullo vesicular y b) trastor­ no de la transmisión. (2). a) El murmullo vesicular puede verse afectado en su producción, en los siguientes casos: 1.- Alteraciones del parénquima pulmonar; 2.—Obstáculo en las vías aéreas y 3 .- Dificultad de los movimientos respi­ ratorios. 1.— Cuando la penetración del aire a los alvéolos se encuentra suprimida en zonas más o menos extensas, el murmullo vesicular disminuye de intensidad. Ejemplo: en las condensaciones pulmonares. Las causas de esta alteración pueden ser: exudación alveo­ lar, trasudación, proliferación celular o fibrosis, es decir, ocupación de los alvéolos. Un estado diferente que ocasiona disminución - 224- -Edema de glotis del murmullo, es el enfisema pulmonar, debi­ do a la débil distensión alveolar durante la fase inspiratoria que es corta y débil. 2.— Todos los obstáculos en las vi'as aéreas que se oponen al libre ingreso del aire, pue­ den determinar disminución o supresión del murmullo vesicular. Si la obstrucción se localiza en laringe o tráquea, la disminución será bilateral; si es de uno de los bronquios principales, la disminución o ausencia será del lado correspondiente, etc. Las causas son muy variadas, entre ellas citaremos: cuerpos extraños, afecciones de la laringe, como edema de glotis, tumores, lesiones in­ flamatorias y destructivas; afecciones de trá­ quea como tumores, lesiones inflamatorias estenosantes o cicatrizales, compresiones por aneurisma, bocio o tumor de mediastino y obstrucción de bronquios gruesos produjiida por: secreciones, procesos tumorales ex­ trínsecos o intrínsecos, etc. La Fig. 30-5 resume este grupo de causas por obstáculos a las vías aéreas. 3.— La perturbación unilateral o bilateral de los movimientos respiratorios, ocasiona disminución del murmullo vesicular. Ejem­ plos: neuralgia intercostal, pleuritis, fractu­ ras costales, etc. Igual cosa se observa en la rigidez torácica por escoliosis, deformaciones raquítica-s, etc. b) Las modificaciones de la pared, por edema, obesidad, tumores de pared, etc. dificultan la transmisión del sonido y deter­ minan un debilitamiento del murmullo ve­ sicular. Modificaciones de la duración.— Tiene im­ portancia, cuando se observa una pérdida de la relación entre las dos fases de la respira­ ción, particularmente cuando la espiración es prolongada, tal como sucede en los casos de las crisis asmáticas y en el enfisema pulmonar (2). C uerpos extraños B o cio in tra to ra cic o i A n e u ris m a a ó rtic o T u m o r de b r o n q u i o E s t e n o s i s - C ic a t r ic e s \ de bronquios Fig. 30-5 D ism inución del m u rm u llo vesi­ cular p o r o b stá cu lo de las vías RESPIRACION BRONQUICA PATOLOGICA.- La respiración brónquica, soplo brónquico o soplo tubárico, que normalmente escuchamos sobre la laringe o la tráquea, puede ser percibida en circunstancias pato­ lógicas en otras partes del tórax, donde normalmente se oye el murmullo vesicular. ' La transmisión del soplo brónquico a través del parénquima pulmonar sano, es muy defectuosa; en cambio, cuando el pul­ món pierde su contenido de aire y se hace más compacto, se transforma en un medio ideal para la transmisión de este ruido (4). Por consiguiente, la condensación pulmonar, constituye la causa patológica fundamental para la transmisión del soplo brónquico. Dicho en otros términos, el soplo tubárico o soplo brónquico, es el mismo rui­ do normalmente auscultable sobre la laringe y tráquea, transmitido hasta la superficie torácica merced a los medios aptos para su transmisión. Otra situación que permite la ausculta­ ción del ruido brónquico en la superficie torácica, es la presencia de cavidades intra­ pulmonares en comunicación con los bron­ quios. ' -225 - Sin embargo, es necesario aclarar que, para que una condensación pulmonar de lu­ gar a una respiración brónquica, debe cum­ plir las siguientes condiciones: a) La con­ densación debe ser superficial; b) Debe ser de volumen suficiente; c) Debe tener comu­ nicación con bronquios de por lo menos 3 mm de diámetro y encontrarse perfectamente permeables (4). La Fig. 30-6 grafica perfec­ tamente estas tres condiciones. A pesar de esto, el soplo puede tener dificultad en identificarse en los siguientes casos: a) Procesos inflamatorios de laringe; b) disminución de la .amplitud respiratoria; c) interposición entre el pulmón condensado y la pared torácica de un medio líquido o gaseoso (derrame pleural o neumotorax.) (2). El soplo brónquico que tiene su origen en una cavidad pulmonar, se denomina so­ plo Cavernoso (4), es de tonalidad grave, dotado de un timbre especial de oquedad y se lo oye mejor en la espiración. Sin em­ bargo, es necesario que esta cavidad cumpla con ciertos requisitos, a saber: a) un diáme­ tro mínimo de 4 cmts; b) que tenga paredes gruesas y que sea relativamente superficial; c) que tenga bronquio permeable y d) que íz. cavidad esté parcial o totalmente libre, tal como lo indica la Fig. 30-7. RUIDOS Fig. 30-6 R e q u isito s de u n a condensacióu p u lm o n a r p a ra p ro d u c ir soplo tub árico . Fig. 30-7 R e q u isito s de u n a cavidad p u lm o ­ n a r para p ro d u cir soplo tu b árico . AGREGADOS O PATOLOGICOS.- Pueden proceder de los bronquios .y del pulmón y se denominan Estertores o Ra­ les; si son de origen pleural, se denominan Frotes o Roces Pleurales. Estertores.- Clasificación.—El cuadro 30-2, expone en forma didáctica la clasificación de los estertores o rales: (2). CONSIDERACIONES AL CUADRO 30-2.Esta clasificación sencilla, tiene la ventaja de que lo hace en función al mecanismo fisiopatogénico de producción. Haremos el es­ tudio de cada uno de ellos. - 226 CUADRO No. 30-2 CLASIFICACION DE LOS ESTERTORES 0 RÁLES Roncus Secos: Sibilancias Crepitantes Húmedos: Subcrepitantes Estertores de burbujeo (grandes, medianos y pe­ queños). Fig. 30-8 F isio p ato g en ia de los ro n cu s y sibilancias. patológicos característicos de estos padeci­ mientos. La Fig. 30-8 grafica el origen de les roncus y sibilancias. Estertores húmedos.— Estertores crepitantes: son ruidos muy finos, homogéneos que se oyen al final de la inspi­ ración y que se ha comparado al ruido que produce una esponja húmeda que se la com­ prime cerca del oído (2,4). Estertores secos: roncus y sibilancias.— Los Roncus o ronquidos, sen estertores sono­ ros, que ocupan los dos tiempos de la res­ piración; tienen una tonalidad grave y como su nombre lo indica se asemejan a un “ron­ quido” . Son intensos y muchas veces se los oye a distancia, sin necesidad de estetos­ copio; el paciente los identifica con mucha facilidad al explicamos; “me ronca el pecho, doctor”. Se originan en bronquios grue­ sos (4). Se producen por el despegamiento de las paredes alveolares y la movilización de. pequeñas cantidades de exudados. Es carac­ terístico del primer período de la neumonía, es decir, de la fase de congestión, y en el inicio del edema agudo pulmonar. (2,4). Las Sibilancias, son ruidos de tonali­ dad alta, comparables a un silbido “ o al piar de los pájaros”. Igual que los roncus, se los identifica con facilidad. Se originan en bronquios de pequeño calibre y se oyen en los dos tiempos de la respiración (4). Este tipo de estertores, pueden escu­ charse en sujetos sin patología pulmonar que han permanecido en cama por mucho tiem­ po; se oye siempre en bases pulmonares y se deben probablemente al desplegamiento de áreas colapsadas. Tanto los roncus como las sibilancias, Estertores subcrepitantes.— Son semejantes traducen oustrucción parcial de la luz bron­ a los anteriores, pero más gruesos y de tono quial, provocada por la presencia de secre­ más bajo. Se oyen, mejor al final de la ins­ ciones adheridas a las paredes brooquiales o piración. Se los ha comparado a la crepita­ debido a un espasmo de la musculatura ción que produce la sal al ser calentada en un bronquial y edema de la mucosa, como su-, - recipiente (2, 4). Son debidos a la movili­ cede en el asma bronquial y en las bronqui­ zación de exudados en los bronquiolos. tis asmatiformes, considerados como ruidos Es característico de las bronquitis, perío- -227 do de resolución de la neumonía, bronconeumonía, edema agudo de pulmón, etc. Estertores de burbujeo.— Se denominan también estertores húmedos y son ruidos discontinuos, comparables a los ruidos de burbujeo del agua jabonosa (2, 4). Se oyen eñ las dos fases de la respiración, no son fi­ jos, es decir, que están constantemente modi­ ficándose de acuerdo a la amplitud res­ piratoria o a los golpes de tos. Los estertores húmedos, según el tama­ ño de la burbuja, se clasifican en gruesos, medianos y pequeños. Los estertores de gruesas burbujas nacen en los bronquios grue­ sos y en cavidades pulmonares de cierto volu­ men; los estertores de burbujas medianas, se originan en bronquios de mediano cali­ bre y los finos en bronquios de pequeño calibre. Indican la presencia de sustancias líquidas o semilíquidas de diversá naturale­ za en los bronquios o en cavidades anorma­ les del pulmón: cavernas, bronquiectasias. Suele ser muy intenso, áudible a veces 'a distancia. Se perciben en los dos tiempos respiratorios y no desaparecen con la tos. En ocasiones es difícil identificar, pudiendo confundirse con estertores húmedos o roncus. Siempre que se identifiquen frotes pleurales, significará procesos inflamatorios de pleura agudos o crónicos. Generalmente cuando se instala el derrame, el frote desa­ parece, debido a la separación de las dos ho­ jas pleurales y pueden reaparecer cuando el exudado se ha reabsorbido. La Fig. 30-9, grafica los simbolismos que se sugiere para representar los ruidos patológicos: estertores secos, húmedos y fro­ te pleural. El estertor traqueal, es un ruido inten­ so, audible a distancia, parecido a un ron­ quido, que es producido por secreciones acumuladas en bronquiqs gruesos, tráquea y laringe, que el paciente'es incapaz de elimi­ nar (2). Frotes Pleurales.— Las hojas pleurales al deslizarse la una sobre la otra durante la respiración, normal­ mente no producen ningún sonido, debido a que poseen una superficie perfectamente lisa y bien lubricada. Cuando se produce un proceso inflamatorio, las pleuras pierden su lisura y dan origen a ruidos denominados frotes o roces pleurales (2,4). El ruido en ocasiones es comparado al que se produce al délMr o arrugar un cuero nuevo, o al que se oye cuando se frota junto al oído un dedo sobre el dorso del otro. m e d ia n a s ’?,0? grandes Ocffo Fig. 30-9 soplo t u b a r io Simbolismos que se sugiere para graficar los ruidos sobreañadidos. AUSCULTACION DE LA VOZ.- ’ La técnica es la misma empleada en la investigación del frémito, nada más que en lugar de palpar las vibraciones sonoras, las -228vamos a oír con nuestro estetoscopio. Transmisión de la voz.— En sujetos norma­ les, los sonidos producidos al vibrar las cuerdas vocales, son modificados en su in­ tensidad, tono y timbre por los espacios aéreos situados a nivel de laringe, tráquea, bronquios, pulmón y caja torácica. Nues­ tro oído percibe un ruido indistinto en el que no puede identificarse en forma nítida las vocales, las consonantes, ni la palabra articulada (2). Esto es lo que constituye la transmisión normal de la voz, a la que el estudiante tiene que familiarizarse a fuerza de ejercitarse en personas sanas, para que pueda apreciar las diferencias cuando inves­ tigue las vibraciones vocales en sujetos con patología respiratoria. Pectoriloquia.— Es un aumento de la reso­ nancia vocal, con la característica de oírse la palabra articulada. Asimismo se observa en condensaciones pulmonares y en cavidades. Lás condensaciones tienen que ser profun­ das, alcanzando bronquios de grueso calibre, de por lo menos 6 mm de diámetro, tal co­ mo lo grafica la Fig. 30-10. Las cavidades deberán ser de volumen mediano, y cuando la pectoriloquia está presente, constituye un signo de valor diag­ nóstico importante. La transmisión de la voz tiene variacio­ nes fisiológicas. Es más intensa en el hom­ bre que en la mujer, y su explicación ha sido dada ya al hablar del frémito vocal. Las vibraciones vocales, se oyen mejor er- ciertas zonas del tórax, como por ejemplo ea las regiones escápulo vertébrales y manubrioesternales; asimismo, se escuchan mejor en sujetos con tórax delgado, menos en el viejo que en el adulto, debido a la rigidez del esqueleto óseo. Broncofonia.- Se denomina así al aumento de la resonancia vocal; es más intensa, pero aún no permite el reconocimiento de la pa­ labra articulada. Se produce en dos condiciones: con­ densaciones pulmonares y cavidades. En caso de condensaciones, éstas tie­ nen bronquio permeable y aparece la broncofonía, debido a que en estas condiciones el tejido se hace mejor conductor de los so­ nidos (2). La broncofonia cavitaria, se debe a la mejor conducción de las vibraciones sonoras a través de la condensación pericavitaria (2). Fig. 30-10. Pectoriloquia en condensaciones, y cavidades pulmonares. Pectoriloquia áfona.— Es la percepción vo­ cal nítida de la voz cuchicheada. En con­ diciones normales, al hacerle pronunciar al paciente con voz queda las palabras “tres” o “treinta y tres”, solo se oye un rumor indis­ tinto, sin poder apreciarse en ocasiones nin­ gún ruido. En cambio, en situaciones como cavi­ dades pulmonares extensas y profundas que tengan comunicación con bronquios gruesos, la voz cuchicheada puede apreciarse con cierta nitidez, distinguiéndose algunas síla­ bas (2, 4), dando la impresión como si se hablara en voz baja junto al oído. Este - 229 - mismo fenómeno puede escucharse en con­ densaciones pulmonares. Voz anfórica.— Consiste en el timbre mu­ sical de la voz o “eco metálico” que se per­ cibe durante la emisión de la palabra. Es característico del neumotorax y en ocasio­ nes de cavidades pulmonares muy volumino­ sas (2,4). ratorio, se sintetizan en el Cuadro 31-1 y vamos a realizar un análisis rápido de cada uno de ellos. CUADRO No. 31-1 EXAMENES COMPLEMENTARIOS APARATO RESPIRATORIO 1.- Examen radiológico. 2 .- Examen del esputo. 3 .- Toracentesis, y estudio del líqui­ do pleural. 4 .- Broncoscopia y broncografía. 5 .- Gammagrafía pulmonar. 6 .- Tomografía axilar computariza— da. Espirometría. Gasometría y pH. Auscultación de la Tos.— Durante la rutina auscultatoria del tórax, es siempre necesario invitar al pacien­ te a que tosa, observándose que la mayor parte de los ruidos agregados se hacen más abundantes o se los aprecia mejor. Es nece­ sario prestar atención a la inspiración que sigue al golpe de tos. En cavidades, el ruido de la tos ad­ quiere una resonancia cavernosa; en el neu­ motorax la tos tiene una resonancia anfórica. 7 .8 .- BIBLIOGRAFIA 1 .— M ath e G ., R ic h e t G.— S em io lo g ía M édica y P ro p e d é u tic a C lín ica, le r a , edición, P arte N ovena, Cap. II, Pág. 592. E d ito ria l JIMS, B arcelona, 1 9 6 9 . 2.— P adilla T. y Cossio E x p lo ra c ió n F ísica del T ó rax . S em io lo g ía d el A p arato R espirato rio , 6 ta . ed ició n . C ap. 5, Pág. 142, E d ito ­ rial “ El A T en eo ” , B uenos A ires, 1957.- 3.— R u th W.E.— E x am en físico d e l tó ra x , p ul­ m o n es y sistem a p u lm o n ar. P ro p e d éu tica M édica d e M ajor, D elp. M anning, C ap. 8 , Pág. 15 4 , E d ito ria l In teram erican a, M éxico , 1977. 4.— S u ro s J .— S em io lo g ía M édica y T écnica E x p lo rato ria, 3 era edición. P arte E special : A p a ra to R e sp ira to rio , Pág. 148, E d ito rial S alvat, B arcelona, 1 9 6 4 . EXAMEN RADIOLOGICO.— El examen radiológico del aparato res­ piratorio, es considerado un procedimiento de gran valor, del cual no puede prescindirse a riesgo de cometer muchos errores en el diagnóstico (3). Muchas veces es el único examen que da datos precisos sobre lesiones pulmonares que debido a su pequeño volu­ men o por su situación profunda, escapan a los otros procedimientos de exploración. Es­ to tampoco significa que el estudio radiológi­ co solucione por si solo los problemas diag­ nósticos del aparato respiratorio (3). CAPITULO 31 EXAMENES COMPLEMENTARIOS Los exámenes complementarios útiles y básicos en la exploración del aparato respi­ El estudio radiológico del tórax, putdl obtenerse por dos métodos: a) La radioscopia, o sea, la vllUllliMMlj mediante pantalla fluoroscópica, y b) La radiografía, o sea, mídlMtl ll fljMV ción de las imágenes en la película sensible. Ambos procedimientos tienen sus ven­ tajas y se complementan. La fluoroscopia permite observar los movimientos respirato­ rios y la actividad bronco-pulmonar, así co­ mo también los movimientos diafragmáticos. La radiografía, permite en cambio ver deta­ lles finos que escapan al examen radioscópico, y por otra parte, la película radiográfica constituye un valioso documento que permi­ te el análisis evolutivo de las lesiones. r,’VV, .. «Sj ‘v 4 - J 0, - El tórax puede ser explorado radioscópica o radiográficamente, en diversas posi­ ciones, es decir, utilizando los rayos desde diferentes incidencias. Las más utilizadas, son las siguientes: 1.- í j Postero-anterior (P-Á) 2.— Lateral (L) 3 .- Oblicua anterior derecha (O.A.D.) ‘ Ocasionales. 4.— Oblicua antérior izquier­ da (O.A.1.) A este tipo de radiografía se lo ha de­ nominado “Radiografía standar de tórax” y es como comunmente se solicita en los pedidos. Es importante señalar que en forma, rutinaria deben pedirse por lo menos en las dos incidencias: Postero-anterior (P.A.) y Lateral (L). Siempre que sea posible, la radiogra­ fía debe ser tomada en posición de pie, por cuanto en posición sentada ó acostada, el diafragma se eleva debido a la presión intraabdominal, reduciéndose así la amplitud de los campos pulmonares. Lo propio sucede cuando el sujeto ha estado en espiración. La posición de pie tiene la ventaja de que en casos de derrames pleurales éstos se obser­ van mejor por el hecho de coleccionarse en los sitios de declive como los senos costodiafragmáticos y cardiofrénicos. P ig . 31*1 R a d io g rafías no rm ales d e t ó r a x t v incidencias p o ste ro -a n te rio r (A) y latera] (B). Imagen del tórax normal. ~ Radiografía Standar de Tórax en inciden cia P—A.— (Fig. 31-1$. En ésta posición aparecen los pulmones en forma de dos es­ pacios claros de forma ojival, separados por una sombra triangular de base inferior, cons­ tituida por la columna vertebral, el esternón y los órganos del mediastino. En la parte superior, existe un espa­ cio claro en forma tubular, vertical, que co­ rresponde a la tráquea que en ocasiones se la observa hasta su bifurcación. El examen de una placa; radiográfica de tórax debe ser completo, ordenado y metódico. Se sugiere seguir el siguiente or­ den: 1 .- Partes blandas y esqueléticas; 2.— Campos pulmonares; 3.—Diafragma y 4.- Mediastino con su contenido: corazón y grandes vasos. 1.— Partes blandas y esqueléticas.— Las partes blandas del tórax co­ mo la piel, tejido celular y músculos se re­ conocen como sombras situadas fuera de los límites de-los campos pulmonares; las mamas muy desarrolladas son visibles en forma de sombras superpuestas en la parte inferior de los campos pulmonares, obser­ vándose en ocasiones los pezones como opacidades redondeadas situadas simétrica­ mente. Estos dos últimos elementos anató­ micos, constituyen muchas veces motivo de confusión y de falsas interpretaciones, espe­ cialmente en estudiantes poco entrenados. La imagen de las costillas pueden se­ guirse en todo su trayecto, especialmente los arcos posteriores que tienen una radioopacidad más acentuada (debido a la inci­ dencia P—A). La lera, costilla describe un arco de concavidad interna; son visibles las articulaciones costovertebrales de las 8 o 10 primeras costillas de la derecha y de las 6 primeras de la izquierda. Las extremidades anteriores de las costillas terminan libremen­ te sobre los campos pulmonares, debido a que los cartílagos costales son invisibles. Se hacen visibles cuando se calcifican. Pueden observarse también anomalías congénitas tales como costillas supernumera­ rias, hipotrofia de la lera, costilla, deformida­ des condrocostales, etc. El esternón solo se observa en la parte del manubrio, el resto apa­ rece superpuesto a la sombra mediastínica. Las clavículas se observan en la parte supe­ rior del campo pulmonar en posición hori­ zontal u oblicuas dependiendo de la posición —231 — de los brazos del paciente el momento.de to­ mar la placa.— Las costillas se cuentan to­ mando en cuenta los arcos costales anterio­ res, de arriba-abajo 2 .- Campos pulmonares.— Los campos pulmonares aparecen como dos espacios claros situados a uno y a otro lado de la sombra cardíaca, recorridos por som­ bras lineales que partiendo del hilio se extienden radialmente, ramificándose en for­ ma de arborizaciones. Esto es lo que se de­ nomina la Trama Pulmonar (4), y está dado por los vasos principalmente (ramificaciones de la arteria pulmonar). Los bronquios no intervienen normalmente en la formación de esta trama pulmonar. La radiotransparencia pulmonar en el sujeto sano, es característica (Fig. 31-1), diferente a lo que se observa por ejemplo en el paciente enfisematoso (Fig. 31-2), en donde la radiotransparencia está aumentada (pulmones negros). F ig . 31-*. E n f is e m a P u lm o n a r. Los hilios pulmonares se observa, co­ mo dos sombras difusas de forma semilumbar, situados a uno y otro lado de la línea -232media (Fig. 31-1A). El derecho es siempre más visible que el izquierdo (3). Los hilios están constituidos por una gran encruci­ jada de elementos anatómicos tales como: ramas principales de la arteria pulmonar, ve­ nas pulmonares, bronquios, ganglios, linfá­ ticos y tejido conjuntivo. El hilio derecho es más largo, pero más delgado; el izquierdo es grueso, pero más corto. Las cisuras en condiciones normales, no son visibles, observándose tan solo en las pleuresías intercisurales, mal denominadas cisuritis. (Fig. 31-3). 3 .- Diafragma.- El diafragma se presenta en forma de dos líneas curvas de concavidad inferior, separadas por la sombra cardíaca, formando con la pared del tórax el ángulo costodiafragmático y con el corazón el ángulo cardiodiafragmático o costofrénico. 4.— Mediastino.—Se observa en primer tér­ mino la silueta cardíaca, de contornos muy característicos en el sujeto normal; en la par­ te superior se observa el cayado aórtico y por debajo de él el cono de la arteria pulmonar. Es importante observar a nivel de mediasti­ no superior la presencia de masas tumorales que podrían corresponder a grandes adenomegalias o a la presencia de bocio intratorácico. (Fig. 314). Para mayor detalle con­ sultar capítulo de cardiovascular. Imágenes Patológicas.Cualquier lesión del aparato respirato­ rio puede originar un aumento de la densidad radiológica, apareciendo así imágenes radioopacas o radio-densas; y a la inversa, una disminución de dicha densidad, dan lugar a las imágenes radio-lúcidas o radiotransparentes. En ocasiones ambos aspectos pueden combinarse. La gran diversidad de imágenes radio­ lógicas hace difícil su clasificación, es por esto que vamos a exponer las más frecuentes con sus respectivos ejemplos. Conviene te- F ig . 3 1 -3 P le u re s ía in te rc is u ra ). F ig . 3 1 -4 T u m o r m e d ia s tin a l. ner presente que no existe tipo alguno de imagen que sea absolutamente característica y que permita por si sola establecer un diag­ nóstico concluyente (4). El cuadro 31-2, pretende exponer lo antedicho. 2 .- EXAMEN DE ESPUTOA todos nuestros estudiantes les in­ culcamos el siguiente principio: en todo pa­ ciente con tos y expectoración, es impres­ cindible realizar examen de esputo. Si el padecimiento es infeccioso, se debe solicitar el estudio bacteriológico; sí es parasitario o por hongos, el examen directo de esputo; si se sospecha malignidad, el estudio citológico. etc. -233CUADRO No. B1'2 IMAGENES PATOLOGICAS: PULMONARES 1.— Imágenes radioopacas o radio-densas: 1.1: Lineales, reticulares. Ej. Bronquitis, ñbrosis. (Fig. 31-5). 1.2: Condensaciones. Ej. neumonías, atelectasias, (Fig. 31-6). 1.3: Redondeadas: Ej. metástasis pulmonar. (Fig. 31-7) 1.4: Difusas o infiltrados. Ej. Bronconeumonías, Tb pulmonar (Fig. 31-8). 1.5: Nodulares. Ej. Tb miliar, silicosis. (Fig. 31-9) 1.6: Cavitarias. Ej. Abscesos, Tb pulmonar, Micosis, (Fig. 31-10) 1.7: Ocupación pleural por líquido. Ej. Derrames, empierras, (Fig. 31-11). 2.— Imágenes radiolúcidas o radio transparentes: 2.1: Enfisema pulmonar (Fig. 31 -2) 2.2: Neumotorax. (Fig. 31-12) F ig . 3 1 -5 F ib r o s is P u lm o n a r . Técnica para recoger la muestra: Para el examen directo, es necesario darle al pa­ ciente un recipiente adecuado de boca an­ cha para que en él recolecte la muestra; es conveniente que lo haga inmediatamente des­ pués de un acceso de tos; en muchas ocasio­ nes el paciente recoge saliva que no tiene va­ F ig . 3 1 -6 N e u m o n ía . lor para el estudio. En caso de requerir muestra para cultivo, el recipiente en que se recoja la muestra debe ser estéril. En otras ocasiones el paciente ha deja­ do de expectorar, dificultándose la recolec­ ción de la muestra. En estas circunstancias se recurre al lavado gástrico, ya que el pa- — Z J5 — cíente deglute las secreciones. Se emplea es­ te recurso principalmente en la investigación Je bacilo de Koch (2). En el Cuadro 31-3 se, expone los prin­ cipales exámenes que deben realizarse en el ssputo: CUADRO No. 31-3 EXAMEN DE ESPUTO: 1.— Estudio bacteriológico: 1.1.— Examen directo : 1.1.1.— Coloración Gram 1.1.2.— Coloración Ziehl 1.1.3.— Cultivo. 2.— Investigación de hongos: 2.1.— Examen diré cto. 2.2.- Cultivo. 3.— Investigación de parásitos: 3.1.— Examen directo. 4.— Examen citológico: 4.1.— Elementos globulares: glóbulos rojos, glóbulos blancos, células epiteliales. 4.2.— Cristales de Charcot— Leyden (asma bronquial). 4.3.— Células neoplásicas (Papanicolau de esputo). CUADRO No. IX' PLAN PARA EL APRENDIZAJE DE LA TORACENTESIS I.- II.- OBJETIVOS: Al término del proceso enseñanza-aprendizaje, el estudiante será capaz de: 1.1.— Enumerar las indicaciones de la punción pleural, señalar dónde hacer­ lo y repetir ordenadamente y en forma verbal los tiempos de la toracentesis de acuerdo a la técnica clásica. 1.2.— Realizar la toracentesis de acuerdo a 2a técnica descrita. 1.3.— Reconocer e interpretar las características del líquido pleural. CONTENIDO: Comprende el conocerlas indicaciones de la toracentesis, el dónde realizar y el cómo hacerlo. III.- 'METODOLOGIA Y ACTIVIDADES: 3.1.- Repetir verbalmente las indicaciones de la toracentesis. 3.2.- Reconocer y comprobar que el equipo esté completo y en perfecto estado de funcionamiento. 3.3.- Ejecutar la toracentesis. 3.4.— Formular correctamente el pedido de laboratorio. 3.5.- Analizar e interpretar los datos de laboratorio. IV.- RECURSOS: 1 4.1.— Pacientes con padecimientos pleurales. 4.2.- Equipo e instrumental necesario._____________ -236 3 .- TORACENTESIS.— La toracentesis, denominada también punción pleural o pleurotoracentesis, es el procedimiento clínico-quirúrgico por el cual se introduce en la cavidad pleural una aguja o una sonda para extraer contenido liquido o contenido gaseoso (derrame pleural o neumotorax, respectivamente). í , i h y 'é El procedimiento más corriente en una sala de clínica, es realizar la toracentesis con aguja para extraer líquido pleural. F ig . Equipo:— Un equipo completo de toracente­ sis, debe constar de los siguientes implemen­ tos, tal como lo demuestra la Fig. 31-13. 3 1 -1 3 E q u ip o d e to ra c e n te s is . 1.— Jeringa de 50 cc. 2 .- Aguja larga de lmm de diámetro. 3.— Llave de tres vías 4.— Manguera de polietileno o de caucho para el vaciamiento del líquido. 5.— Un frasco recolector. 6.— Un par de guantes estériles, campos es­ tériles, sustancias antisépticas, anestésico lo­ cal (xilocaína) y tubos de ensayo estériles, para la recolección de las muestras. F ig . 31-14-A .* P o s ic ió n d e l p a c ie n te y lo c a liza ­ c ió n d e l s itio d e p u n c ió n . b'ig. 3 1 -1 4 -B .- A se p s ia y a n tis e p s ia d e la zona a n e s te s ia lo c a l. Fig. 31-14-C.- Arm ar jeringa y llave de tres vías Técnica.— (Fig. 31-14). 1.— Posición del paciento: sentado en po­ sición cómoda, con el tórax descubierto y apoyando sus miembros superiores. (Fig. 31-14-A). 2 .- Localización del sitio de punción: debe realizarse en tórax posterior o lateral, en plena área de matidez. 3 .- Asepsia y antisepsia de la zona: desin­ fección por ejemplo con tintura de merthiolate, colocación de los guantes estériles y los campos estériles. 4 .- Realizar anestesia de todos los planos de la pared costal, en el punto ya escogido, mediante infiltración de 2 o 3 cc de novo­ caína o xilocaína. (Fig. 31-14-B). -237 - Constató' que todo el equipo e instruesté completo. Se procederá a armar ' aguja con la llave de tres vías y luego con jeringa, ta! como lo demuestra la ¡g. 31-14-C. ie n t a l E _ Introducción de la aguja en dirección v perpendicular, siguiendo el borde superior • de la costilla inferior, con el objeto de no herir el paquete vásculo-nervioso situado en par' te superior del espacio intercostal respectivo Fig. 31-14-D . 7.— El momento de atravesar la pleura pa­ rietal, se tiene una sensación de resistencia para luego pasar a plena cavidad pleural, pro­ cediendo a extraer 10 a 30 cc de líquido pleural para enviar a laboratorio. 8.- La llave de tres vías tiene por objeto evitar poner en comunicación la cavidad pleural con el aire atmosférico, cada vez que se necesite realizar el vaciamiento del líquido a través de la manguera al frasco recolector. Para esto, deberá cambiar la orientación de la llave cada vez que se quiera extraer el líquido de la cavidad pleurat y cada vez que se desee vaciarlo, tal como lo demuestra la Fig. 31 -14-E-F 9.— En derrames pleurales medianos o gran­ des, se procurará obtener la máxima cantidad de líquido posible. Para facilitar el drenaje es necesario cambios de posición y también invitar al paciente que tosa. Una vez extraído el líquido, se anota­ rán sus características macroscópicas, así co­ mo también su cantidad. 10.— Finalmente, retirará la aguja con un rá­ pido movimiento y se colocará un apósito. Se recomienda reposo absoluto en las siguien­ tes horas de la toracentesis. Líquido pleural.— Es necesario conocer, describir e interpretar las características macro y microscópicas. Las primeras se obtie­ nen por simple inspección, como ya lo he­ mos anotado y las segundas mediante el F ig . 3 1 -1 4 -D .- S itio d e p u n c ió n y p la n o s f»u<¿ a tra v ie sa la a g u ja . -238 correspondiente estudio laboratorial. Entre las características macroscópicas, deben anotarse: color, aspecto, turbidez, coagulabilidad, viscosidad. Asi por ejemplo, se describe el líquido pleural sero-fibrinoso, de procesos exudativos, tales como la Tuber­ culosis Pulmonar; el líquido puede ser franca­ mente purulento, como en los casos de piotórax o empiemas pleurales o ser de aspecto hemorrágico como en los procesos malignos y en el hemo tórax. De una manera general, en el estudio laboratorial, se solicitará: examen químico, citológico y bacteriológico. El Cuadro 31-4, establece en forma di­ dáctica el diagnóstico diferencial de los pa­ decimientos pleuro-pulmonares más frecuen­ tes, a través de las características macro y mi­ croscópicas del líquido pleural. 4 .- BRONCOSCOPIA Y BRONCOGRAFIA .— La broncoscopia, consiste en el examen vi­ sual de la tráquea y de los bronquios por medio de un instrumento especial: el broncoscopio. Se considera un examen de especia­ lidad que deben realizarlo siempre personas con amplia experiencia. Es un procedimien­ to diagnóstico que se recurre cuando los otros medios de exploración han sido insuficientes. Sus indicaciones más frecuentes son las siguientes: 1) Determinación del sitio de las estenosis bronquiales; 2) Determinación de la naturaleza de las mismas mediante aspiración de secreciones y toma de biopsia; 3) Visualización de cuerpos extraños y extracción de los mismos. La broncografía es una técnica contras­ tada que se emplea para explorar patología traqueo-bronquial. Las sustancias radiopacas empleadas son generalmente aceites yodados. La mejor técnica es aquella que emplea son­ da naso-traqueal para introducir el medio de Fig. 3 1-15 B roncografía. contraste hasta los bronquios. Un estudio comprende broncografía de ambos campos pulmonares; en diferentes incidencias y en di­ ferentes tiempos. (Fig. 31-15). Sus indicaciones, son las siguientes: 1) Bronquiectasias; 2) Obstrucciones bron­ quiales de origen tumoral o por cuerpos extraños. 5 .- GRAMMAGRAFIA PULMONAR.— (Fig. 31-16). Es un estudio valioso que se lleva a cabo a través de sustancias radioisotópicas como el Te 99 de fácil realización , no agresiva y que permite ver la falta de cap­ tación del material radioactivo en caso de masas tumorales, infartos pulmonares, etc. CU A D RO No. 31-4 DIAGNOSTICO DIFERENCIAL ESTUDIO LIQUIDO PLEURAL Macroscópico: Aspecto: Color: Viscosidad: Turbidez: Coagulabilidad: Normal Claro Cetrino Propia Transparente Propia Tuberculosis Sero-fibrinoso Cetrino + Transparente Rápida + 1 .000-10.000 leucocitos/mní Neg. Neg. Neg. Trasudado ( <3gm°/o) Normal Normal Neg. Linfocitosis 90 °/o Neg. B.K.Positivo Bacilo de Koch Exudado ( > 3gm°/o) Baja Normal Neg. Neumonía bacteriana Claro Cetrino + + Variable Empiema Purulento Variable + ++ +++ Variable Neoplasias Hemático Vino tinto + 4~. Variable Infarto P. Hemático Rojo + + + Variable Piocitos Glóbulos rojos Glóbulos rojos ++ + Neg. Bacterias Exudado ( > 3gm°/o) Normal Normal Neg. Variable Neg. Variable Exudado ( > 3gm°/o) N. o Baja Altas Positivo Variable Neg. Variable Exudado ( >3gm°/o) Normal Altas Neg. Microscópico: Celularidad: Coloración Gram: Coloración Ziehl: Cultivo: Proteínas: Glucosa: Enzimas: Células malignas: Polimorfonucleares: 90°/o +++ Neg. Bacterias Exudado ( > 3gm°/o) Normal Normal Neg. -2408 GASOMETRIA Y P H .- Se refiere al co. nocimiento de las tensiones de Pa02 y PaC02 expresadas en mm de Hg, muy útiles en los padecimientos cardiopulmonares agudos y crónicos. Estos datos se complementan con el índice de saturación y el pH sanguíneo * 9 ' te n e r BIBLIOGRAFIA 1.— Celis A.— A p a ra to R e sp ira to rio : Patología, C línica y T erap éu tica, 9 na. edición, Can. 8, Pág. 1 5 1-167, E d ito ria l M éndez O teo , Mé­ xico, 1 980. 2.— H inshaw H .C.— E n ferm ed ad es d e l Tórax, D iagnóstico de la T uberculosis, Cap. 27, Pág. 510, 3era. edición. E d ito ria l Interam ericana, M éxico, 1970. 3.— Padilla T. y Cossio P.— S em iología del Apa­ r a to R e sp irato rio . E x am en radiológico, 6ta. edición. C ap. 6, Pág. 161*164. E d ito rial “ El A te n e o ” , B uenos A ires, 1 9 57. 4.— S q u ire L ,F .— F u n d a m e n to s de R a d io lo g ía , le r a , ed ició n . C ap. 4, Pág. 46-63, E ditorial In teram erican a, M éxico, 1 972. -•fe?'--' ’ Fig. 3 1-16 G am m ag rafia P u lm o n ar. C o rtesía d el P ro f. D r. E d g ar R e n te ría . 6. - CAPITULO 32 TOMOGRAFIA AXIAL COMPUTARIZADA Un examen radiológico actual­ mente en boga, que permite ver las estructuras torácicas a través de cortes transversales. 7 - ESPIROMETRIA— Es el trazado grá­ fico de la actividad pulmonar respiratoria que permite además conocer los volúmenes y capacidades pulmonares. La Fig. 31-17 esquematiza un trazo espirométrico normal, SINDROMES RESPIRATORIOS 1.— Síndrome bronquial 2.— Síndromes pulmonares: 2.1.— Síndrome de condensación 2 .2 .- Síndrome cavitario 2 .3 .- Síndrome tumoral 2.4.— Síndrome vascular 3 — Síndrome pleural: PI*. 31-17 Espirometría normal. 3.1.— Ocupación hídrica 3 .2 .- Ocupación gaseosa SINDROME BRONQUIAL Signos: Síntomas:- Tos E x p e c to r a c ió n Estertores - secos y húmedos H e m o p t is is EXAMENES COMPLEMENTARIOS Disnea 1.— Bacteriológico de esputo: — Coloración Gram 'r * < — Coloración Ziehl — Cultivo S IN D R O M E B R O N Q U IA L »________ 2 .- Bronquitis aguda Standar de tórax 3.— Broncografía Bronquitis crónica Bronquiectasias Asma bronquial SINDROMES PULMONARES: 1. - llNDROME DE CONDENSACION: SINDROME CAVITARIO- Síntomas: Vómica Fiebre Dolor torácico Signos: Frémito t Matidez Soplo anfónco EXAMENES COMPLEMENTARIOS 1.— Bacteriológico de esputo 2.— Examen directo de esputo: — Hongos. - Parásitos. - Células malignas — Bacilo de Koch 1 S IN D R O M E C A V IT A R IO — Tb Pulmonar — Absceso Pulmonar — Micosis Pulmonar — Parasitosis Pulmonar 3 .4 .5 .- Standar de Tórax Tomografía Broncoscopia y broncografia. . SINDROME TUMORAL: Síntomas: Tos Expectoración Dolor torácico Hemoptisis Mal estado gnral. Signos de: Atelectasia Derrame pleural . Neumonía Absceso. EXAMENES COMPLEMENTARIOS: S IN D R O M E T U M O R A L •f Benignos: Adenoma bronq. Tuberculoma Histoplasmoma Teratoma Hamartoma, etc. r Malignos: Cáncer Broncogénico Linfomas. 1.2 .3— 4 .5 .6 .- Bacteriológico de esputo Estandar de tórax Tomografía Broncoscopia Broncografia Biopsia SINDROME PLEURAL 1 .- OCUPACION HIDRICA: -244 2 - OCUPACION GASEOSA: EXAMENES COMPLEMENTARIOS 1.- Standar de Tórax -245 SE M IO T E C N IA del apa ra to Vi ¿ C A R D IO V A S C U L A R DISNEA C A PIT U L O 33 IN T R O D U C C IO N En cardiología tenemos que considerar prioritariamente los síntomas y signos que conforman los síndromes de insuficiencia cardíaca izquierda e insuficiencia cardíaca derecha. Recordemos lo esencial de estos cri­ terios básicos: Insuficiencia cardíaca izquierda es la claudicación de las cámaras izquierdas. La falla circulatoria deja un remanente de flujo sanguíneo que se represa hacia atrás (pul­ mones). Los pulmones se ingurgitan y en­ durecen, restando espacio a la ventilación, cuya restricción produce sensación de ahogo, “sed de aire”, es decir, Disnea. Fig. 33-1. Fig. 33-1 Insuficiencia cardíaca izquierda (disnea) EDEMA ++ + + Insuficiencia cardíaca derecha es la claudicación de las cámaras derechas que impide la afluencia del flujo sanguíneo venoso sistémico y represa este hacia atrás, con lo cual, al sobrepasar la fuerza centrípe­ ta de la presión oncótica intravascular (25 a 35 mm. de Mercurio), (2, 3,4) desborda hacia los intersticios e inunda los tejidos adyacen­ tes, produciendo el Edema. Fig. 33-2. Así pues, la Disnea es el indicador de la Insuficiencia cardíaca izquierda y el Ede­ ma es el indicador de la Insuficiencia car­ díaca derecha. PLAN DE DESARROLLO DEL TEMA Trataremos en esta parte: de los sínto­ mas, de los signos, de los exámenes com­ plementarios y de los síndromes y destrezas. De esta manera abordaremos progresi- Fig. 33-2 Insuficiencia (edema) cardíaca derecha vamente el conocimiento de los siguientes síntomas: Disnea, tos, expectoración hemoptisis; cianosis, palpitaciones, edema, dolor precor­ dial; astenia, disfonía y disfagia. -2 4 6 - DISNEA Para la definición y cuadro de la anamnesis nos remitimos a lo dicho en la Semiotecnia del aparato respitatorio. 1 Tenemos que tomar en cuenta que la dis­ nea por causa cardiovascular es similar a la oca­ sionada por enfermedades del aparato respira­ torio y por lo tanto la recolección del síntoma está ya descrita. Sin embargo, el concepto fisiopatológico varía, y por ello recordare­ mos primero, los espacios estructurales que en conjunto hacen el pulmón: Fig. 33-3. BRONQUIOS - ALVEOLOS - VASOS - IN­ TERSTICIOS: (5). Pues bien, en las cardiopatías, la es­ tructura inicialmente afectada y que dará la disnea por repletamiento y ocupación par­ cial de otros espacios, es la Vascular. Este punto no podemos perder de vista, pues los diferentes grados de disnea estarán directa­ mente ligados a lo señalado y no a la can­ tidad parcelar de pulmón que ha enfermado. Ejemplo de causa vascular: Si al estrecharse la barrera mitral (vál­ vula mitral estenosada), la replesión venocapilar, al no poder desaguar, ocupa espacio y empuja a los bronquios y alveolos aledaños, restringiendo así la ventilación en una forma moderada; se producirá, consecuentemente: disnea moderada (de medianos esfuerzos), dependiente de la disminución del espacio funcionante a nivel de todo el pulmón. Ejemplo de causa respiratoria: Una neumonía lobular, restringe la función de una parte de pulmón y de' acuerdo a la mag­ nitud de esa restricción sobrevendrá la dis­ nea, la cual, en este caso, también podrá ser de medianos esfuerzos. 2 .- El síntoma Disnea, como expresión de cardiopatía, comunmente es de comienzo insidioso y siempre inestable, (6, 7 ,8) es de­ cir progresiva: de una cruz (+) a dos cruces \ J Fig. 33-3 E stru c tu ra s p u h n o u ’ res (+ +), a tres cruces (+ + -i), a cuatro cruces; o regresiva, si ha habido mejora­ miento de la función: de cuatro cruces (+ ++ ) a tres cruces (+++), o a dos cruces (*■+), a una cruz ( +). Por ello es valioso, no so­ lo cuantificar el síntoma sino determinar la evolución. (Ver cuadro general de la anam­ nesis, aplicable a cualquier síntoma). 3 .- Para insistir en el “cómo preguntar”, si el paciente no interpreta bien el síntoma o la magnitud del síntoma, se deberá pre­ guntar y establecer comparaciones adecua­ das. Así, si es escolar o adolescente, el en­ fermo, se le dirá: ¿Qué deportes practicas?; en qué puesto juegas? ; te cansas más que tus compañeros? ; te cansas más que antes? Si la confusión se establece entre Fa­ tiga muscular o Astenia (decaimiento) y dis­ nea, hay que insistir hasta que quede aclara­ da la dificultad. Así mismo, especialmente en neuróti­ cos (9) hay que establecer diferencia entre disnea y suspiro o la contención de la respi­ ración. Muchas veces ante el entredicho surgi­ do en la relación médico-paciente, es útil, simular la disnea y además, “acezar”, para -247demostrar si tiene o no tiene el síntoma. 4 — Es conveniente aclarar la acepción, si ja comprensión no es igual entre el interroga­ dor y el paciente. Nos referimos a los provincialismos o nacionalismos idiomáticos. Es así como para algunos el concepto de disnea es sinónimo de fatiga. Para otros, verbi gratia, los oriundos de la provincia de Loja y la parte serrana del Oro, Fatiga significa náusea. 5 - Cabe señalar en lo que respecta al gra­ do de disnea que se describe como Ortopnea, que hay, también, otros decúbitos obli­ gados que a veces son de carácter diagnósti­ co. Así: 5.1 Posición sentada, a la orilla de la cama, con los pies colgados, las manos en el borde y el tórax inclinado hacia adelante. Esta es la expresión de un grado máximo de Ortopnea. Fig. 33-4. 5.2 Posición de Plegaria Mahometana: pa­ ciente acostado, con el tórax inclinado hacia adelante, hasta reclinar la cabeza sobre los miembros inferiores, en los cuales comun­ mente ha puesto una almohada, mientras los miembros superiores están dirigidos hacia las piernas. Esta posición debe hacer pen­ saren Pericarditis con derrame (12). Fig.33-5. ASTENIA Varias son las cardiopatías que se acompañan de este síntoma como expresión dominante; así: Estenosis Mitral y Estenosis Aórtica, entre las principales. En éstas in­ clusive puede aparecer primero y ser mas importante que la disnea. Además, en la clasificación de la insu­ ficiencia cardiaca que incluimos mas ade­ lante, en el capítulo 59 y que nos servirá PLIEGO: 9 F ig . 33-4 P osición obligada: D isnea + •»■ + + Fig. 33-5 Plegaria m ah o m etan a para establecer el “Diagnóstico Funcional”, la Astenia tiene el mismo valor que la disnea, (13-14). Tiene relación con la disminución de la captación de oxígeno en la Í.C.C. Su similar es la fatiga muscular. -248 1 1 .— S u ro z J . y C ol.: A p a ra to C ircu lato rio : Se­ m io lo g ía M édica y T écnica E x p lo ra to ria , 2 0 5 -2 0 6 , salvat, S .A ., B arcelona, 1 9 7 8 . 1 2 .— W hite P.: E n ferm ed ad es d e l C o razó n , 49-52. E l A ten eo , B u en o s A ires. 1 9 5 4 . CAPITULO 34 TOS - EXPECTORACION - HEMOP­ TISIS. La tos ha sido considerada como sín­ toma aleatorio en cardiología. Sin embargo, cobra importancia en los procesos agudos, como veremos mas, en extenso al tratar el tema de Edema Agudo de Pulmón. Si el proceso es crónico, la tos puede aparecer con el carácter de seca y a veces, quintosa. (1,3,4, 9). Para el conocimiento semiotécnico de este síntoma, nos referimos al cuadro No. 25-1 de la Semiotecnia del aparato respira­ torio y a las consideraciones que de él se hacen. Añadiremos, el cuadro No. 34-1 so­ bre el mismo tema. CONSIDERACIONES AL CUADRO No.34.1Es conveniente considerar que uno de los mecanismos que explica la tos seca por' causa cardíaca, es por el fenómeno irritativo a nivel del bronquio izquierdo, pues está en contacto con la aurícula izquierda y cuando esta cámara crece o fibrila (arritmia total de origen auricular), golpea a su vecino, inician­ do así el reflejo tusígeno. Como hemos de ver posteriormente, parecida explicación te­ nemos para cuando, en iguales condiciones auriculares, se produce afonía (1,10) o disfagia. La tos húmeda de origen cardíaco se debe al aumento de la presión hidrostática venocapilar, así como a la iniciación de la difusión del plasma hacia el interior dt los alveolos. EXPECTORACION La expectoración en cuanto síntoma, netamente pulmonar, es decir, como expre­ sión de enfermedad primaria pulmonar, tiene CUADRO No. 34-1 SEMIOTECNIA DE LA TOS DEL CARDIACO Qué preguntar Cómo preguntar 1.— La tos en relación con el es­ fuerzo. 1.— Cuando realiza esfuerzos (meno­ res, medianos 0 mayores), le sobreviene tos? 2.— La tos en relación con otros síntomas: 2.1.— Con la Disnea 2.1. Al final del acceso de tos, tiene sensación de ahogo, y se ve obligado a reposar? 2.2.- 2.2.. Al final del acceso de tos, se pone de color morado? Con-la Cianosis -249- interés en las cardiopatías derechas (Corazón Pulmonar Crónico), por cuanto esta condi­ ción es el producto del incremento creciente y paulatino de las resistencias pulmonares, las cuales exigirán cada vez mayor trabajo al ventrículo derecho, el mismo que finalmente desfallecerá y producirá la insuficiencia car­ díaca derecha. Por otro lado, la expectoración como síntoma de cardiopatía, pertenece al sín­ drome de “Edema Agudo de Pulmón” y sus estadios inmediatamente precedentes, es de­ cir a expresiones más o menos avanzadas de insuficiencia cardíaca izquierda. Veremos luego como ubicamos estos importantes puntos de vista. Nos remitimos al cuadro de EXPECTORACION COMO SIN­ TOMA DEL APARATO RESPIRATORIO (cuadro No. 25-2) al cual agregamos el cuadro No. 34-2. CONSIDERACIONES SOBRE EL CUADRO No. 34-2 “ LA EXPECTORACION DEL CARDIACO”. 1.- Hacemos las repreguntas en lo que res­ pecta al color, porque en cuanto a cardio­ patía crónica se refiere, es muy importante la expectoración herrumbrosa (parda u ocre), ya que el acumulo. e inclusión intracelular de los elementos ferruginosos, provenientes de los glóbulos rojos destruidos (Hemosiderina), condiciona esta coloración. (4, 5). 2.— El aspecto espumoso, parecido a agua jabonosa, se debe a la mezcla de aire con plasma, en el interior de los alveolos. 3 .- En cuanto a la cantidad, si esta es abundante y de larga evolución, es más frecuente que se deba a enfermedad pulmo­ nar crónica, la cual a su vez, será causa de Corazón Pulmonar Crónico. Si la expecto­ ración es abundante y se presenta como episodio agudo, pudiera considerarse la posi­ bilidad de un edema agudo de pulmón, in­ terrogante que se aclarará con las otras ca­ racterísticas de la misma expectoración y del síndrome en particular. 4.— El hecho de que el ejercicio de la ex­ pectoración cause disnea, es de importancia y por tanto es buena práctica el establecer CUADRO No. 34-2 EXPECTORACION DEL CARDIACO Cómo preguntar Que' preguntar 1.- Color * 1.1 De qué color es la expectoración? 1.2 Es de color herrumbroso, pardo, ocre; es rosado, o es francamente rojo? 2 .- Es como polvo de hierro herrum­ brado? o como ladrillo molido? espumosa? o sanguinolenta? 2 .- Aspecto 3 .- Cantidad 3 .- Es abundante? 4 .- Relación con la disnea. 4 .- Cuando escupe siente ahogo? -2 5 0 si hay o no esta relación. Esto se ve, por ejemplo, al inicio de la insuficiencia cardía­ ca. 6.— G olden, J.: A spectos C línicos de la S íiu ^ de la C a rd io p a tía S ifilítica. Cardioang«oio ^ gía de L uisada, to m o III. 544, Sai atj^ B arcelona, 1960. HEMOPTISIS 7.— Nos remitimos al cuadro y considera­ ciones hechas en el capítulo del aparato res­ piratorio. (Cuadro No. 25-3). N ichols, H. y Bailey, Ch.: C irugía de Insuficiencia M itral: C ardioangiologfc de: Luisada, T om o III. 380. S alvat Barcelona ^ 1960. ^ 8.— O m berg, E .: E n ferm ed ad es Orgánicas de loV~ vasos: T ratad o de M edicina C línica de Eb£ tein. T om o II. 57. Jos'e E spasa, Barcelona 1891. ’< 9.— V illam ar,F .: T osferina: E nferm edades In­ fecciosas m ás frec u en tes en nu estro paí$ 2 0 6 -2 0 7 , “ J u n ta de P lanificación’% Segunda edición, Q u ito , 1979. Adicionamos la siguiente considera­ ción: La hipertensión venocap'ilar pulmonar es substracto fisiopatológico de la insuficien­ cia cardíaca izquierda. Esto nos explica co­ mo un vaso pletórico, absolutamente repleto de sangre, puede romperse, inundando al­ gunos o muchos alveolos. De la importancia del vaso roto dependerá si hay hemoptis y su “cola” ulterior: la expectoración hemoptoica, o solamente expectoración hemoptoica sin episodio de hemoptisis prece­ dente. Las causas más frecuentes de este síntoma son las valvulopatías nútrales (Es­ tenosis, Insuficiencia, Doble Lesión Mitral); aórticas (Estenosis, Insuficiencia, Doble Le­ sión); y la Hipertensión Arterial Sistémica. (2, 6, 7, 8) BIBLIOGRAFIA 1.— Cossio, P.: S em iología C ardiovascular, 86, E l A ten eo , B uenos A ires, 1 949. 2.— Zellis y S inow ay en M edicina In te rn a de K elley, II ed. 115-123. Ed. M édica Pana­ m ericana, B uenos A ires, 1993. 3.— B raunw ald E.: H eart Disease. F o u rth Editio n , 1-12. WB S aunders Co., Phiiadelplia, 1992. 4.— F ried b erg , C h.: C a racterísticas C línicas y A n ato m o p ato ló g icas de la Insuficiencia car­ díaca. E n ferm ed ades del co razó n , 146. Interam ericana, S.A. M éxico, 1963. 5.— F ried b erg , Ch.: E n ferm ed ad M itral: E n fer­ m ed ad es d el co razón, 6 6 6 . In teram erica— n a, M éxico, S.A ., 1963. 1 0.— W hite, P.D .: A nam nesis y S ín to m as: Enfer­ m edades del C orazón. 53, E l A teneo, Bue­ nos A ires, 1954. CAPITULO 35 CIANOSIS Remitimos a los lectores al síntoma estudiado desde el punto de vista neumológico (Capítulo No. 25), para agregar luego, a ese conocimiento, las apreciacio­ nes acerca de la cianosis cardiogénica, en el Cuadro No. 35-1. CONSIDERACIONES AL CUADRO 35-1. 1 — Es conveniente considerar que se puede tomar en cuenta, en este momento a un sig­ no que se refrenda principalmente por labo­ ratorio. Se trata de la Poliglobulia. (4, 5,17). Acontece que los transportadores de oxíge­ no, los glóbulos rojos, llevan, cada uno, menos cantidad, cuando avanza la enferme­ dad que causa cianosis; pero en cambio, au­ mentan el número de los mismos (glóbulos rojos), pues, la hipoxiá a nivel de médula ósea, (mediada por la eritropoyetina produ­ cida en el riñón) producirá ese efecto. Se constatará este hecho, conjuntamente con la T KCUADRO No. 35-1 CIANOSIS CARDIOGENICA Cómo Preguntar Qué Preguntar 1 Cianosis Central 2.— Cianosis periférica. 1 El color azulino o morado se pre­ senta en "todo el cuerpo, espe­ cialmente en los labios, punta de la nariz, lóbulos de las orejas • y punta de los dedos de manos y pies? 2.1 El color morado de la piel es lo­ calizado? 2:2 ¿Dónde se presenta esa colora — ción? '3.1 Se han engrosado las puntas de los dedos? 3.— -Sintomatología acompañante (co­ la de la cianosis): 3.1 Dedos en palillo de tambor 3.2 Uñas en vidrio de reloj. 3.2 Desde cuando, las uñas se han vuel­ to brillantes y encorvadas, como luna de reloj? 3.3 Posición “en cuclillas” 3.3 El paciente se pone frecuentemen te en cuclillas,.como cuando un - pollito se sienta a descansar? 4 .- Crisis íiipóxicas (colapsos cianó— ticos). 4.1 Después de esfuerzos (lactar, co­ rrer) o de llanto, suele quedarse, sin respiración? ; se pone mora— do y aún a veces negro? 4.2 Ha perdido el conocimiento a con secuencia de esas-crisis? 4.3 Ha tenido convulsiones conjunta­ mente con las crisis? 4.4 Con qué frecuencia se repiten? - 252 - presencia de cianosis central, por la facies vultuosa (5, 9). Fig. 35-1, el aspecto pletórico y por el aumento de hemoglobina, hematocrito y número de glóbulos rojos, me­ diante una simple biometría hemática. 2 .- La cianosis central (1) se origina por defectos a nivel de bomba cardiaca o a nivel del circuito menor (circulación pulmonar). Afecta a todo el organismo y aparece en don­ de la piel y mucosas son más transparentes. De allí que en orden a establecer el tiempo de aparecimiento, se anotan repre­ guntas cortas sobre los lugares donde pudie­ ra haberse notado el síntoma (labios, nariz, orejas, dedos). Ejemplo de cianosis central: cualquier enfermedad congénita cianótica, así: Fig. 35-2. La Atresia Tricuspídea. 3.— La cianosis se llama periférica (6) cuando es A localizada *y seccional;3 así, 1 en la Tromboflebitis de la Femoral derecha, apare­ cerá principalmente a nivel del miembro in­ ferior derecho. 4.— En la llamada “cola de la cianosis” esta pasa a ser más signo que síntoma, pero su conocimiento lo exponemos aquí por razo­ nes de unidad de criterio y porque en cuan­ to el paciente ha notado los dedos hipocráticos y la posición obligada, nos lo refiere, convirtiendo el signo en síntoma. 4.1. Los dedos en palillo de tambor y las uñas en vidrio de reloj reciben el nombre de dedos hipocráticos, (5, 14, 18) o también: acropaquias (14, 18) Fig. 35-3. Esta condi­ ción se establece en la cianosis crónica, aunque también existen las “acropaquias blancas” (5), es decir sin cianosis, en la Endocarditis Bacteriana (14, 15) y en el cáncer bronquial (14, 15). Fig. 354. 4.2. La posición en cuclillas (14) es prác­ ticamente el secuestro de sangre venosa, po­ co oxigenada, en los miembros inferiores, pues a nivel de las corvas y de las articula­ Fig. 35-5 P osición e n “ cuclillas” . ciones coxofemorales, se comprimen las ve­ nas y disminuye su aflujo hacia la Cava in­ ferior. Es un recurso espontáneo del cianótico para evitar la crisis hipóxica. El mé­ dico la imitará cuando se declare esta crisis y comprimirá los miembros inferiores sobre el abdomen del cianótico. Fig. No. 35-5. 4.3. Las crisis hipóxicas (2, 3, 19) son temibles porque pueden conducir a la decerebración o a esfacelos y su probable con­ secuencia, los abscesos cerebrales (27). Este temible acceso, en orden de posibilidad y facilidades, se combatirá con Oxígeno, respi­ ración boca a boca y presión de los miem­ bros inferiores sobre el abdomen. Se pre­ vendrán con sedantes para evitar sobrecar­ gas emocionales o de llanto, especialmente en la primera infancia. 5.— La cianosis puede originarse por: 5.1. Enfermedad congénita con cortocircui­ to venoarterial. Ejemplo: Tetralogía de Fallot, Atresia Tricuspídea; o en afección congénita pulmonar con mezcla de sangre arterial y venosa, como sucede en la fístula arteriovenosa pulmonar y Bronquiectasias Fig. 35-1 y 2: Lám. XII. Fig. 35-3 y 4: Lám. XIII. -253 - ingénitas. Figs. 35-6A, 35-6B, 35-6C. *52. Enfermedad cardíaca congénita con cortocircuito arterio venoso inicial, al que se agrega una hipertensión arterial pulmonar severa, que invierte el cortocircuito. Con esto queremos decir que el paciente primi­ tivamente no fue cianótico, pero que con el tiempo se va volviendo cianótico, por el in­ cremento paulatino de la presión pulmonar creada por el ventrículo derecho, la cual, con el tiempo llega a ser significativamente ma­ yor que la presión creada por el ventrículo izquierdo. El flujo sanguíneo siempre va desde el lugar de mayor al de menor presión. Ejemplo: comunicación interventricular que se vuelve hipertensa. Fig. 5.3. Enfermedad pulmonar aguda o crónica que condiciona un déficit tal de ventilación, difusión y perfusión de gases, que no se hace una hematosis satisfactoria, quedando hemo­ globina sin oxigenar y por lo tanto elevando la tasa de hemoglobina reducida en más de 5 gramos. (16). Ejemplos: Enfisema Pul­ monar y su consecuencia: Corpulmonale crónico; Neumonía bilateral y Corazón Pul­ monar Agudo. Fig. 35-6A T etralo g ía de F a llo t 3&-6B Atresia Tricúspides 5.4. Falta de ventilación en las cardiópa­ tas izquierdas crónicas por endurecimiento pulmonar y restricción del espacio funcio­ nante. Ejemplo: Estenosis Mitral. Fig. 35-7. 5.5. Aumento de la diferencia arterioveno­ sa de oxígeno en la periferia, por éxtasis capilar y disminución de la velocidad cir­ culatoria, en la Insuficiencia Cardíaca Con­ gestiva. Ejemplo: Los mitrotricúspideos. Fig. 6. - CONSIDERACIONES AL CUADRO DE LA “ANAMNESIS APLICABLE A CUALQUIER SINTOMA”. 6.1 y 6.2.- Fechas aparente y real de co­ mienzo: Importan mucho, especialmente esta última, puesto que hay ciertas afecciones que 35-6C F ístu la s p ulm onares m ú ltip le s C o rte sía del Dr. F e m a n d o N aranjo. producen cianosis de nacimiento, como la Transposición de los Grandes vasos, la Atresia Tricúspidea; otras, en las que la ciano­ sis se presenta andando el tiempo, en los primeros meses de vida, como en la Tetra- Fig. 35-7: L ám . x m . -254logía de Fallot; otras, en las que se hace visible a los años, como en la Trilogía (Comu­ nicación interauricular, Estenosis Pulmonar y crecimiento del ventrículo derecho); y fi­ nalmente, otras que sobrevienen más tarde o mucho más tarde. Entre las primeras, tenemos a las congénitas acianóticas que han creado hipertensión pulmonar (Comuni­ cación interventricular, Persistencia del Con­ ducto arteriovenoso). Entre las de mucho más tarde (40,'sO o más años), tenemos las que se producen por causa pulmonar crónica: Corpulmonar Crónico por Enfisema, Bron­ quitis Crónica, Fibrosis, etc. 6.3 y 6.4.— Forma de comienzo y causa aparente: Un esfuerzo, el llanto, un susto, el frío, pueden ser las causas desencadenan­ tes. 6.5. Síntomas acompañantes (Ya hablamos de la cola de la cianosis). 6.6. Evolución: Es indudable que mientras más pasa el tiempo, la enfermedad que se acompaña de cianosis se vuelve de peor pro­ nóstico, es decir, empeora, y aún pierde oportunidad de tratamiento. Es así, como la mayor parte de los portadores de Tetralo­ gía de Fallot, fallecen a consecuencia de crisis hipóxicas o de enfermedades intercurrentes. Así es como, también, las enferme­ dades congénitas acianóticas que se vuelven cianóticas a causa de la hipertensión pul­ monar, pierden la indicación quirúrgica, (12, 19, 20, 21) es decir, ya no son operables y por lo tanto están condenados a una muerte temprana. 6.7. Relación con los medicamentos: no hay medicamentos para la cianosis, a menos que se tome como tal al oxígeno en el mo­ mento de las crisis hipóxicas. El uso del oxígeno en los cianóticos crónicos puede ser peligroso, porque el centro respiratorio bulbar solo está respondiendo al estímulo de la hipoxia, ya que se ha acostumbrado a la hipercapnea (CO2 elevado); es decir que el cianótico crónico con oxígeno puro prolon­ gado, simplemente, puede dejar de respiran 6.8. Estado actual: Conviene establecerlo muy bien y pronto, ya que de la fijación de un buen criterio dependerán el pronósti­ co y el tratamiento. BIBLIOGRAFIA 1.— Aceves, S .: H istoria C línica: C ardioañito. lo g ia de L uisada. I edición. Tom o n 21-22, Im p re n ta H is p a n o -A m e n c ia , Barcelona, 1960. 2.— A lzam ora, V ., e t al: O n th e posible influence o í great a ltitu d e s o n th e determ ination o f h ip o x ia c e rtain cardiovascular anomalies. 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C a rd io p atías de la Infancia, 2 3 3 -2 4 4 , Salvat, B arcelona, 1 975. 17— K olm er, J.: D iagnóstico C línico. T ercera edición, 17. In teram erican a, M éxico, 1 963. 18.— R om berg, E .: E n ferm ed ades del C orazón: M edicina C lín ica y T erap éu tica. 8 7 9 , E d. J o ­ sé E spasa, B arcelona, 1891. 1 9 .— R u d o lp h , A .: C irculación F e ta l: card io ­ lo g ía P ed iátrica d e W atson, 58-59. S alvat Barcelona, 1970. 20.— V illacís, E ., G onzález, L ., A rcos, B. y Mald o n ad o , J.: V alo ració n H em odinám ica de la H ip erten sió n A rterial P ulm onar. R evista M édica d el Seguro S ocial E cu ato rian o , 1: 11, 1 974. 2 1.— B rau n w ald E .: H eart Disease. F o u rth E di­ tio n . WB S au n d ers Co., Philadelpia, 1 992. CAPITULO 36 EDEMA CARDIACO DEFINICION.- (11,10,12). Es la hincha­ zón fría e indolora, que deja fóvea y que aparece en los lugares más declives, para luego, en caso de progresar, invadir todo el cuerpo. Se produce cuando la presión hidrostática (5, 9) venosa ha sobrepasado la cifra de la presión oncótica, (5, 8,9) permi­ tiendo así el desborde de los líquidos hacia los espacios intersticiales. (5, 8). Fig. 36-1. CAPILARES Fig. 36-1 Presión o n có tica y p resió n h id ro stática. CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 3-1 Para su estudio .semiotécnico, nos re­ mitimos al cuadro No. 3-1 Anamnesis de cualquier síntoma. 1.—2.—3.— (Fecha de aparente comienzo, de comienzo real y forma de comienzo). Puede resultar difícil establecerlas, pero si to­ mamos en cuenta dónde comenzó, es posi­ ble rescatar la verdad. Por ejemplo, mucha gente se queja de hinchazón de las manos, siendo así que, para que el edema cardiogénico avance hasta las manos, debe haberse hecho presente mucho antes en otros lados declives del organismo. Tales hinchazones pueden corresponder a otro tipo de edemas: inflamatorios, con flogosis, con turgencia; por, esfuerzo muscular o posición, etc. Fig. 36-2 A y B. El edema de origen cardíaco se insi­ núa al comienzo en el tejido laxo de los párpados y los tobillos y guarda relación con la ley de la gravedad (1,6, 7). Por lo tanto, los decúbitos llevarán el exceso de líquido hacia el lado que está más bajo: en la posición de pie, irá a los tobillos y a las piernas. De allí que podría­ mos resumir el comienzo del edema así: Palpebral matutino y maleolar vespertino (1,7). Fig. 36-3 -256- í Fig. 36 -2 A M ano tu rg e n te hacia abajo. Fig. 36-2B M ano exangüe hacia arrib a F ig. 36-3A E d em a p alp eb ral m a tu tin o 4.— En la relación con otros síntomas tene­ mos que tomar en cuenta que dicha asocia­ ción nos va a servir para aclarar la causa real, ya que la iniciación del edema puede no ser reconocida fácilmente por el paciente. Así, si hubo disnea, fatiga muscular, tos con expectoración asalmonada, síntomas que mejoraron al aparecer el edema, resulta fácil para el médico, colegir que la causa del edema fue una I.C.I. (2). (Insuficiencia Cardíaca Izquierda), que comenzó a produ­ cir una insuficiencia cardíaca congestiva (I.C.C.). En igual forma, si antes del edema y concomitantemente con él, hay una enfer­ medad pulmonar crónica, facies pletórica, cianosis, es seguro que el edema reconoce una causa pulmonar cardíaca (Corazón Pul­ monar Crónico). (1,6). 5.— y 6 — Evolución y relación con los me-, dicamentos. El edema, como toda manifes-’ tación patológica, debe ser cuantificado po¡s la profundidad de la fovea, la extensión de las zonas edematosas (tobillos, piernas, mus­ los, etc.), el control del peso o simplemente calificándolo de una a cuatro cruces ( + a + + + + ) ; significando una cruz ( + ) el co­ mienzo del mismo, dos cruces ( + + ) el aumento del área afectada y del líquido re­ tenido, tres cruces ( + + + ) la progresión hacia grados mayores y, cuatro cruces ( + + + +), finalmente cuando se ha produ­ cido anasarca, es decir, cuando además de aparecer el edema en todas las partes visibles del cuerpo hay también trasudación hacia las cavidades serosas: abdominal (ascitis), pleural y pericárdica; es el mayor grado de edema. Fig. 36-4 A, B, C, D. Una vez instituida la medicación ade­ cuada (dieta hiposódica, diuréticos, digitálicos), el edema puede volverse progresi­ vamente decreciente (3). El balance hídrico y el control del peso nos darán una idea muy clara de qué es lo que está pasando en el ede­ ma; ya que si, por ejemplo, ha ingresado 1.500 mi y ha eliminado 3.000 mi. tenemos un balance negativo y podemos estar seguros que el edema va disminuyendo. Fig. 36-4A Edem a + -257 - Fig. 36-4D Edema H ! I r Es conveniente hacer bien el balance h íd r ic o ( ll) . Para tal menester es necesario llevar una hoja de ingesta y excreta. En la ingesta se anotará todo lo que tome, coma o se le ponga al paciente. Así, si ha tomado las tres comidas habituales, se anotará en ca­ da una, la cantidad de líquido y el cálculo de contenido en los sólidos (60°/o del peso más o menos); si se ha puesto una dextrosa de 500 c.c., también se anotará. Luego se su­ ma todas las cantidades referentes al ingreso’ contabilizando además la producción de agua endógena (aproximadamente 500 mi diarios) y se obtiene un gran total de los líquidos que ingresaron al organismo. En cuanto a la ex­ creta, se medirá todo líquido eliminado, o se hará su cálculo estimativo. Así se medirá la orina; se estimará el agua perdida por la res­ piración, por la sudoración, denominadas pérdidas insensibles; se estimará la cantidad de agua perdida en las deposiciones así éstas sean sólidas (60 o/o de su peso). Las pérdi­ das insensibles oscilan entre 600 y 1000 mi, éstas pueden ser mas elevadas en circunstan­ cias como por ejemplo la fiebre que produce un incremento de aproximadamente un -258 tas sean sólidas (60°/o de su peso). De es­ ta manera, se extraerá un gran total de eli­ minación. Una vez obtenidos los grandes totales de ingesta y eliminación, efectuare­ mos una resta y obtendremos el balance hídrico. Si hay más ingesta que excreta, el balance será negativo. Si hay más excreta que ingesta, el balance será positivo. Estos resultados últimos podríamos graficarlos en columnas medidas y a colores azul (elimi­ nación) y rojo (ingesta) que bien pueden ponerse en un sitio apropiado de la hoja de temperatura de la historia clínica. De es­ ta manera, de un sólo golpe de vista podría­ mos darnos cuenta de los signos vitales y del balance hídrico. Fig. No. 36-5B. Sin embargo de ser una medida muy útil pa­ ra el seguimiento del edema, creo que en nuestro medio latinoamericano el asun­ to se vuelve problemático por la falta de personal subalterno (4 auxiliares para 30 pacientes, por ejemplo). De allí que la segun­ da recomendación para este mismo objeto, resulte en la práctica más objetiva: peso diario. La relación es directa: si pierde peso, pierde edema; si gana peso gana líquidos corporales. Claro que llegará un momento de ajuste. Este será cuando se hayan elimina­ do totalmente los edemas. En ese entonces, el paciente ya no perderá peso y aún más, comenzará a ganarlo, pero ya no por edema, sino por mejoría, anabolismo, recuperación. De todo esto tendrá que darse cabal cuenta el practicante. 7 .- Estado Actual.- Luego de una cuida­ dosa conversación con el paciente, sobre el edema, hay que averiguar como se encuen­ tra en la actualidad. El parámetro se rela­ ciona directamente con la historia natural y la evolución particular del síntoma, que a su vez depende del tratamiento instituido. BIBLIOGRAFIA 1.— A ndral, P.: C linique M édicale. T om e 3e. 125-154, L israire de D eviüe Cavellin, París 1834. 2.— A ndral, P.: D iccionaire de M edicine et C hirurgie p ractiq u es, T o m e douzle. 121-124 M equignon-M arvis, P arís, 1 834. 3.— A rias V . 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A te n e o ” , B uenos A ires, 1 969. 9.— H oussay, B.: F isio lo g ía H um ana, 276-278, “ E l A te n e o ” , B uenos A ires, 1969. 5, “El 10.— H oussay, B.: F isio lo g ía H um ana. 572, El A ten eo , B uenos A ires, 1 9 6 9 . 1 1.— Ja c o u d , S .: T ra ta d o d e P ato lo g ía In tern a, S egundo T o m o . 80-81, D e Bailly BaUliere e hijos, M adrid, 1 897. 1 2.— S tarling, E .: T he fluids o f th e b o d y . Cons­ ta b le , L o n d o n , 1 908. CAPITULO 37 PALPITACIONES Se perciben como una sensación desa­ gradable que corresponde al latido cardíaco, el cual se vuelve consciente. Se describen de muchas maneras, algunas de ellas bastante subjetivas: brincos-vuelcos-frenadas, para­ das, etc. (1, 3, 10,11, 21). Al cuadro aplicable a cualquier sínto­ ma (No. 3-1) se agrega el cuadro No. 37-1. Fig. 36’5B: Lám. XIIL -259 CUADRO No. 37-1 PALPITACIONES Qué preguntar 1 2 .- Ritmo Frecuencia 3.— Periodicidad 4.— Relación entre el comienzo y el fin CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 37-1 Es importante establecer el ritmo, cuando las palpitaciones son reiteradas. Tal condición, frecuentemente no es descrita es­ pontáneamente y hay que recabar sobre ella, haciendo tamborilear un lápiz o simplemente con el pulpejo del dedo medio, sobre una su­ perficie dura, a fin de que se oiga la percu­ sión. Los sonidos acompasados y rápidos nos hablarán de una taquicardia; los acom­ pasados y lentos, nos dirán de una bradicardia. Si hay arritmia total, el sonido del tamborileo será como telégrafo con pausas diferentes y golpes a veces duros aveces sua- Cómo preguntar 1.1 Es regular (como un reloj?).Pa­ ra refrendar el dato, se puede tamborilear con el dedo sobre la mesa, en forma regular. 1.2 Es irregular, como telégrafo. Se puede tamborilear con el dedo so bre la mesa, simulando esa irregu­ laridad. 2.1 Es de frecuencia rápida? aumen­ ta el número de latidos por mi­ nuto? 2.2 Es lenta? Disminuye el número de latidos por minuto? 3 .- Con qué intervalo se repite? 3.1 3.2 3.3 Son reiteradas? (repetidas) Son permanentes? Son esporádicas? 4.— Son de comienzo y fin bruscos? V i i¡:: Fig. 37-1 F íb rü a c ió n auricular ves. Esto nos hará pensar en una fibrilación auricular (12,15,17). Fig. 37-1. 2. Las preguntas sobre la frecuencia, nos aclararán si se trata de una arritmia con fre­ cuencia rápida (arritmia activa, taquicardica), o si es de frecuencia lenta (pasiva, bradicárdica), sean regulares o no los latidos. Ejem- 260- Sinusal. Fig. 3T-3 E x tra s ísto le so litario y e x trasísto lia bigem inada. píos: Taquicardia sinusal por una emoción; fibrilación auricular con frecuencia rápida; o bradicardia sinusal de un deportista; (2,4,5, 20). Fibrilación auricular con frecuencia lenta (2,4, 20). Fig. 37-2. 3.— Si la sensación es esporádica, ocasional, puede tratarse de extrasístoles aislados, fre­ cuentemente de poca significación, puesto que pueden presentarse en personas sanas, (2, 4, 5, 13, 18, 20) aunque, naturalmente, también en los cardiópatas. Si es reiterada la palpitación, cobra mayor importancia para el paciente, aunque la significación clínica pue­ de no variar. Si es permanente, ya es más significativa y amerita un estudio cardioló­ gico completo. Fig. 37-3. Flg. 37-4 4.— Si el comienzo es brusco y el fin, igual­ mente brusco, en palpitaciones más o menos largas, se trata de Taquicardia Paroxística. (7, 9, 14). Este es un diagnóstico que usual­ mente se hace en base a la anamnesis, puesto que los episodios de taquicardia paroxística raramente son constatados por el médico, ya que cuando el paciente va por la consulta, frecuentemente el ritmo ya se ha normali­ zado. (Fig. 37-4). 5.— En relación a las preguntas generales de la anamnesis aplicable a cualquier sínto­ ma: Cuadro No. 3-1. 5.1. Las preguntas pertinentes a la. señalización de fechas y referentes a como el pa- T aq u icard ia p a ro x ístic a y su te r­ m in ació n p o r efecto de m a n io b ra vagal. -261 - sintió el síntoma dan comienzo al in­ terrogatorio. Hay que procurar transcribir con fidelidad y quizá tomar en cuenta alguna palabra que refleje tal condición. (1,3, 10, H 21)- Así: “siento como si se frenara el cíente corazón” . * 5.2. Causa aparente: La causa puede ser trivial y en realidad importa en cuanto nos puede hacer relación con el estado o no de enfermedad. Así, con frecuencia será el abu­ so del alcohol, del tabaco, el café o aún el uso de drogas, el motivo inmediato para el aparecimiento de la arritmia. (7,9). Por otro lado, el cardiópata compen­ sado que por alguna causa menor como una “mala noche” o una emoción cualquiera o un esfuerzo desacostumbrado, inicia su sintomatología con el aparecimiento de una arritmia, así como una gota de agua comien­ za a derramar un vaso lleno. Ej.: el por­ tador dé hipertensión arterial sistémica. (6, 15, 19). Así mismo y con mayor razón, el cardiópata sintomático, tendrá manifesta­ ciones de arritmia en forma de palpitaciones reiteradas, regulares, irregulares, ocasionales o permanentes. 5.5. Las indicaciones establecidas pueden tratar o modificar la arritmia. Así, la res­ tricción o anulación de las toxicomanías, la sedación del neurótico, el tratamiento del hipertiroideo, la iinalización de una sobrecar­ ga (ej.: el parto después de un embarazo tor­ mentoso), el uso de antiarrítmicos como los betabloqueadores, la Quinidina (7, 17), etc., incidirán en la modificación o desaparición de las palpitaciones. 5.6. El estado actual reviste interés, pues se establecerá el momento patológico y el es­ tado de evolución del síntoma. Hay que esclarecer especialmente, si existe o no cardiopatía orgánica subyacente. BIBLIOGRAFIA 1.— A le x a n d ro v a ^ L .I.: Análisis clínico-fisioló­ gico del sín d ro m e n eu ró tico de la fase ini­ cial de la E n ferm ed ad H ipertónica y la sig­ nificació n d e la in h ib ició n p o r el sueño en este análisis. 93 -1 0 6 , E d ito rial M ayo Callao 335, B uenos A ires, 1 9 5 4 . 2.— Boskls, B .; L erm an, J .; Perosio, A. y S cattín i, M.: M anual de E rg o m etría y R eh ab ilitació n E n C ardiología. 23-30, E.C .T.A .: Bue­ nos A ires, 1974. 3.— E spino V ela, J .: In tro d u c c ió n a la C ardio­ logía. T ercera edición. 92-96, M éndez O teo, M éxico, 1 969. 4 .— F ern án d ez, J.: M etabolism o Basal. 84-85, ed ito ria l C ientífico-M édica, B arcelona, 1953. 5.— F riedberg, C h.: E n ferm ed ad es d e l C orazón. S egunda edición. E d ito rial Interam erican a, M éxico, 1958. 6.— G oldberger, E .: U nipolar L ead E lectrocardiography. 1 0 9 -1 2 1 , L EA F ebiger, Phila­ delphia, 1 947. 7.— K atz, L .: E lectrocardiography. S eco n d ed. 62 5 -7 2 0 , L E A , F ebiger, P hiladelphia, 1 9 4 6 . 8.— L o n d e, S.: Causas de h ip erten sió n e n gente joven: C línicas P ediátricas de N .A ., 155-165, 1978. 9-— L ipm an, B. y Massie, E .: E lectrocardiogra­ fía Clínica., 3 2 7 -3 5 5 , E d ito rial In tex am en ca­ na, M éxico, 1967. i 5.3. Entre los síntomas acompañantes te­ nemos: vahídos, piquetes, punzadas, sudoración, palidez, pérdida de conocimiento y aún en raras veces, convulsiones. Por se­ parado o unidos algunos de ellos, constitu­ yen expresiones diversas de la disminución del flujo sanguíneo a. determinados órganos. Así el grupo de manifestaciones cerebrales será por disminución del aporte sanguíneo al cerebro. Este conjunto de síntomas de injuria cerebral que llega a veces a las con­ vulsiones de tipo epileptiforme, se encuadra dentro del síndrome de Stoks - Adams. (9, 19). 5.4. La evolución depende del curso de la enfermedad subyacente y de la terapéutica instituida. -262 1 0 .— M anrique Iz q u ie ta , J .: L a conciencia de las células, 55-60. Im p re n ta de la U niversidad, G uayaquil, 1954. 1 1 .— M anrique Izq u ieta, J.: C línica C ardiológica. 178-183. Im p re n ta de la U niversidad, G ua— yaq u il, 1949. 12.— M aster, A .; M oser, M.; Ja ffe , H .: C ardiac E m ergencias a n d H eart F ailure, 11-2 8 , LEAFebiger, P hiladelphia, 1 9 52. 1 3 .— M era, W.: T em as de E lectrocardiografía. 1 1 1 -1 3 0 , Talleres O ffygraba, Q uito, 1 980. 1 4 .— Palacios, A .: F ib rilació n A uricular P aroxís­ tica. C ardioversión co n m arcapaso intraesofágico; T rib u n a M édica. T o m o III, N o. 8, 1979. 15.— Pardee,- H .: C linical aspécts o f th e electrocárdogram . S eco nd p rin tig , T h ird ed. 2442 5 2 . Paúl B. H oeber, In c., L o n d o n , 1941. 1 6 .— P o lanco, J.: L a clínica y la electro card io ­ g rafía. S egunda edición. 104-126, E d ito rial C u ltu ral, H abana, C uba, 1944. 1 7 .— Salgado, M.: M anual de E lectrocardiografía. 127 -1 7 2 , Casa d e la C ultura E cu ato rian a, Q u ito , 1960. 1 8 .— S ánchez, S. e t al.: El tiem po de adm inis­ tra c ió n I.V . de Q u inidina com o fa c to r d e te r­ m in an te de sus acciones electrofisiológicas auriculares. A rch. In st. C ardiol, M éxi— co 5 0 -1 ,1 9 8 0 . 19.— S o d i Pallares, D.: E le ctro card io g rafía C líni­ ca. 322 -3 2 4 , In s titu to N acional de C ardio­ lo g ía, M éxico, 1968. 20.— W hite, P.: E n ferm ed ad es d e l C orazón. 1 .0 0 2 -1 .0 0 3 , “ E l A te n e o ” , B uenos Aires, 1954. 21.— Z elenin, V .: E l T em ple del C o razó n , 99-102, E d iciones en lenguas extranjeras, M oscú, 1959. CAPITULO 38 DOLOR CARDIOGENICO En principio, nos remitimos a lo dicho de este síntoma en el capítulo del aparato respiratorio, especialmente en lo que se refie­ re al dolor víscerosensitivo. (1,2,5,6,9,17,20). En cardiología, el dolor referido hace relación a los segmentos medulares D2 y D5; ( 2 , 9 , 20 ). ' La técnica de la anamnesis del dolor cardiogénico es la misma que la del cua­ dro No. 3-2. CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 3-2 DE ANAMNESIS GENERAL DEL DOLOR.1 y 2 .- Fecha aparente y real de comien­ zo.— Es importante fijarlas, puesto que de ellas dependerá la clasificación que vamos a hacer con prospección a pronóstico y trata­ miento (3, 4). (Parámetros que no vamos a ver aquí, pero que tenemos que intuidos). 3.— Intensidad.— Aunque hay variantes individuales, puesto que aún hay infartos sin dolor, esta calificación se procura cuantificar de una a cuatro cruces ( + a + + + + ). Las cuatro cruces ( + + + + ) significarán un do­ lor muy intenso, probablemente insopor­ table. (3 ,1 3 ,1 4 ,2 1 ). 4 .- Causa aparente.- En las crisis de angor se reconoce como causa, al esfuerzo, a la comida o a la emoción. En el infarto, mu­ chas veces, este antecedente puede faltar. (3, 7), En las pericarditis cuentan las infec­ ciones, (7, 14) los traumatismos; en el Aneurisma Disecante, (18) los traumatismos, la Sf. (16). 5.— Sitio.— El paciente, comunmente, se llevará la mano al pecho y señalará el Es­ ternón, o en general, el precordio. Fig. 38-2A Con frecuencia el dolor es retroesternal. En el Aneurisma disecante el dolor caminará, siguiendo el trayecto disecado (16,18). 6.— Irradiación.— Esta se hace comun­ mente 9 hombro, brazo antebrazo y borde cubital de los dedos izquierdos; a veces es a ambos hombros, a ambas muñecas, a Ja nuca, a la mandíbula, al cuello. Rara vez se hace al tórax posterior, hacia la región escapular izquierda. Así mismo es rara, pero no tanto, -2 6 3 - CUADRO No. 38-1 CLASIFICACION DE LAS CARDIOPATAS ISQUEMICAS DE BATLLE Y BERTOLASI Grado I / A) Estable grado II grado III Con infarto previo o sin in­ farto previo grado IV B) De reciente co­ mienzo. Con infarto previo Sin infarto previo I Angina de Pecho C) Tipo Prinzmetal D) Inestable Con capacidad física conserva­ da o con capa­ cidad física dis­ minuida. «* Progresiva Regresiva Síndrome intermedio Con Infarto previo o sin in­ farto previo. E) Postinfarto Agudo II Isquemia Aguda Persistente i III Infarto Agudo de Miocardio. la irradiación a epigastrio e hipocondrios, (13, 14), simulando una pancreatitis aguda o una colecístopatía, o una úlcera gastroduodenal o una hernia hiatal (3,10). Fig. 38-2B. El infarto pósteroinferior es el que tiene este tipo de irradiaciones abdominales. Además, tales condiciones pueden coexistir e inclu­ sive desencadenar un acceso de angor o aún un Infarto Agudo de Miocardio (I.A.M.). 7 .- Tipo de dolor.— Se ha definido mu­ chas veces como dolor continuo opresivo, lancinante, terebrante, desgarrante, queman­ te (13, 14, 21). Se procurará copiarla expresión propia con la cual define “su” dolor, el individuo que lo siente. 8.— Síntomas acompañantes.— Palidez, sudoración (sudor frío), angustia (ansias de -264- Fig. 3 8 -2 A E x p resió n y a c titu d de d o lo r an­ ginoso. muerte), astenia, desmayo, pérdida del cono­ cimiento, y aún, a veces, el cuadro completo de Shock. En raras veces (Infarto pósteroinferior), el dolor puede acompañarse de síntomas abdominales, tales como náusea y vómito. Hay que advertir que los síntomas acompañantes pueden ser todos los nombra­ dos, alguno o algunos de ellos. En el Infarto hay fiebre (febrícula), que sobreviene des­ pués del cuadro doloroso. En la precordial— gia de la Pericarditis, la fiebre, comunmente, antecede al dolor (7). En el Angor Pectoris no se presenta cuadro febril, pero pue­ den darse los síntomas indicados para el in­ farto (10). 9.— Relación con el tipo de alimentos.— No tiene relación directa con las causas que provocan precordialgia, aunque los excesos pueden constituirse en causa desencadenante. 10.— Horario.— En esta parte se diferencian nuevamente la angina de pecho del infarto; pues la primera, por su relación con el esfuer­ zo, casi siempre se presenta en las horas labo­ rables y no durante el reposo; en tanto que el Infarto puede presentarse durante el sueño, por la noche (3, 10). Ej.: Casos de infarto agudo de miocardio (IAM), viendo televisióa 11.— Periodicidad.- Muy importante para la clasificación de la Insuficiencia Coronaria. Cuadro No. 38-1. Hay que averiguar el apa­ recimiento de los episodios, su frecuencia, su duración en el tiempo. De ello dependerá si consideramos a una angina como progresi­ va regresiva o estacionaria. 12.—13.—14.—15.— No se relacionan con el dolor cardiogénico. 16.— Relación con los medicamentos.— El dolor anginoso cede con el reposo o con los vasodilatadores coronarios de acción inme­ diata (lingüetas de nitroglicerina, Dinitrato de Isosorbide). Estos medicamentos actúan en segundos al disolverse debajo de la len­ gua. (4, 19, 22). El hecho de la desapa­ rición del angor mediante vasodilatadores nos induce al diagnóstico terapéutico. Para el efecto se han indicado, también, manio­ bras vagales (11, 15) a fin de producir bradicardia y alargar la diástole, que es el mo­ mento del descanso del músculo cardíaco y la mejor oportunidad para la irrigación coronaria. Para aliviar su dolor, el paciente con Pericarditis, adopta la posición de “plegaria mahometana” ya descrita anteriormente con el síntoma: disnea (10). 17.— Evolución.— También es fundamental para la clasificación de la insuficiencia coro­ -265 naria en orden a situar pronóstico y trata­ miento. Así, el término básico es un mes en cuanto al tiempo. Es importante también saber si las crisis han permanecido iguales en frecuencia e intensidad, si han aumentado o disminui­ do, pues todo ello nos dará la pauta de la mayor o menor gravedad del proceso. 18.— El estado actual guiará toda la decisión Fig. 38-3 E stim u lació n del seno caro tíd eo . médica del momento. De esta manera, se insistirá en preguntar como están a la hora presente, todos los parámetros del dolor. del ST. Fisiopatológicamente se debe a un espasmo coronario habitualmente (no siem­ pre) sobreañadido a un proceso ateromatoso Insertamos el cuadro No. 38-1: Clasi­ coronario. (3, 8, 12, 23, 24). Fig. 38-4. ficación de las cardiopatías isquémicas. ANGINA INESTABLE - Llamada así cuan­ CONSIDERACIONES AL CUADRO 38-1- do ha habido cambios en su cuadro 'clíni­ co dentro del último mes. Es progresiva ANGINA ESTABLE: Es aquella que no se cuando hay aumento en el ritmo e intensi­ ha modificado en el lapso del último mes dad de las crisis. Es regresiva cuando hay dis­ (23). Se reconocen 4 grados: minución en el ritmo e intensidad de las crisis. Fowler, en 1971, introdujo el concep­ I producida por grandes esfuerzos to de angina Inestable y Estable basado en las diferentes características evolutivas. (25) II producida por las tareas habituales La angina Inestable incluye a la angina de esfuerzo de reciente, comienzo progresiva, III producida por pequeños esfuerzos IV De reposo la angina de esfuerzo progresiva, la angina variante, y la angina espontánea prolongada ANGINA DE RECIENTE COMIENZOSu aparecimiento es inferior a un mes. (23) ANGINA VARIANTE O DE PRENZMETAL.—Se presenta en reposo, tiene relación horaria y supradesnivelamientos transitorios severa. ANGINA DE ESFUERZO.- Se origina por isquemia miocardica transitoria por aumento del consumo miocárdico de oxígeno más allá de las posibilidades de aporte. Aparece con los esfuerzos u otras situaciones que incre­ menten el consumo de oxígeno. Se deno­ mina también angina secundaria. isquemia. Además el cuadro se completa y refrenda con la dosificación de enzimas, es­ pecialmente: transaminasas, deshidrogena láctica y fosfocreatinquinasa, cuyas cifras se elevan y marcan la evolución con la curva de retorno a la normalidad. Cuando se hable de los exámenes complementarios haremos un cuadro con las tasas normales y las patentes más demostrativas. Fig. 38-5; 38-6; 38-7. Fig. 38-5 R egistro n o rm a l an te s d e l in farto . esfuerzo; respuesta escasa o nula a los nitri­ tos; cambios electrocardiográficos acom paña­ dos de arritm ias; enzimas normales o lige­ ram ente subidas; tiem po de evolución m enos de un mes; ausencia de factores predisponen­ tes (anemia, tireotoxicosis). La angina postinfarto agudo aparece durante el prim er mes de evolución de un infarto de miocardio. Fig. 38-5 Fig. 38-6 S ecuencia de In fa rto A gudo de M iocardio: O nda e n bandera ISQUEMIA AGUDA PERSISTENTE.- (3). “Se caracteriza por dolor anginoso prolongado, cambios electrocardiográficos persistentes y enzimas normales o ligeramente elevadas” . INFARTO AGUDO DE MIOCARDIO.- (3, 7, 10) Dolor opresivo que dura más de diez m inu­ tos, acom pañado de m anifestaciones electrocardiográficas características, cuales son la onda Q como signo de necrosis, los desnivelamientos de ST como signos de lesión y las T simétricas y. picudas, como signos de S ecuencia de IA M : D ism inuye el desnivelam iento de ST, y aparece o n d a T co ro n aria , y Q. - ¿ t> t - C uadro No. 38-2 CLASIFICACION DE ANGINA DE PECHO DE SANTILLANA DEL MAR Fig. 38*7 T iem p o después, la o n d a q persis­ te y la o n d a T tie n d e a norm ali­ zarse. En la reunión de Santillana del Mar ce­ I Según su grado II funcional III lebrada por el grupo de trabajo de “ANGI­ IV NA DE PECHO” de la Sociedad Española de Cardiología, se consideró que si hay va­ riación de la sintomatología en el término INICIAL Por el esfuerzo de UN MES, la angina ya no es estable y vi­ ceversa. Este concepto lo consideramos váli­ do y por lo tanto, recomendable, en contra­ posición con el que pusimos en la página 265, subtítulo 17, que corresponde al cri­ terio de evolución de Batlle y Bertolasi. Otro de los puntos que interesa anali­ zar es el nombre sustitutivo de la Angina de Prinzmetal (1.959), pues la llaman: Angina Variante, cuyo substracto fisiopatológico es el espasmo coronario sobreañadido a un pro­ ceso ateromatoso coronario. (23—24). Cheng en 1.973 ideó el término VARIANTE DE LA VARIANTE significan­ do con ello que la causa de la angina en este caso es exclusivamente el espasmo, o prio­ ritariamente, el espasmo con una base arterioesclerótica coronaria incipiente. PROGRESIVA ESTABLE Prolongada De reposo Variante Mixta CAPITULO 39 SINTOMATOLOGIA MENOR ACOM­ PAÑANTE DE LAS CARDIOPATIAS._ -Hay una cantidad apreciabie de sín­ tomas que sin ser muy importantes ni fre­ cuentes, así como tampoco de carácter diagnóstico, acompañan a las cardiopatías, en algunas ocasiones. Esto acontece por contigüidad o cercanía, como es el caso de la ronquera o disfonía por compresión del ner­ vio Laríngeo inferior, entre el Ductus per­ -268- sistente y la Pulmonar proscidente, por ejem­ plo; (4,5,6) o por deterioro de la función, provocada por el éxtasis venoso de la in­ suficiencia cardíaca congestiva, como acon­ tece con las digestiones difíciles (3, 7, 8), las flatulencias, diarreas. Por igual proce­ so congestivo a nivel hepático, a más de un dolor más o menos sordo pueden sobrevenir otros síntomas dispépticos (8). Eventual­ mente puede haber un dolor abdominal lan­ cinante e insoportable dependiente de tromboembolia de alguna arteria importante, (7, 11, 13) como por ejemplo la Mesentérica. Estos émbolos pueden venir desde corazón por desprendimiento de coágulos recién for­ mados o trombos ya constituidos y despren­ didos a nivel de aurícula o de ventrículo izquierdos (7,13, 14). Toda esta síntomatología aleatoria nos servirá para redondear el conocimiento y so­ bre todo para atender las molestias que causan al paciente, tratando la etiología común de todas ellas, es decir, la cardiopatía de fondo. En lo que respecta al inte­ rrogatorio, cabe decir que es conveniente investigarlos al final de la anamnesis de la enfermedad actual. No es procedente darles una importancia mayor, sajvo el hecho de que se constituyan en un cuadro dominante. Tal es el caso, por ejemplo de un paciente que falleció con intenso dolor abdominal por una trombosis a caballo a nivel del nacimien­ to de las Ilíacas (9, 10). Este sujeto tenía el corazón más grande que hemos visto. Fig. No. 39-1. Fig. 39-1 C orazón gigante (F u e n te de em­ bolias). Fig. 39-2 R ech azo del E sófago c o n tra la co­ lu m n a, p o r crecim iento de la au­ rícu la izquierda. Para la anamnesis de cada uno de estos síntomas nos remitimos al: qué preguntar y cómo preguntar del cuadro No. 3-1 de la anamnesis aplicable a cualquier síntoma. DISFAGIA.- (4, 5, 6, 12). Es la dificultad para tragar. Se dificulta el paso del bolo alimenticio por el Esófago. Esto acontece cuando la aurícula izquierda crecida rechaza el Esófago hacia atrás y lo comprime contra la columna vertebral. Fig. 39-2. Nos vamos a referir brevemente a los principales o más cofnunes: Disfagia, Disfonía, Astenia, trastornos menstruales, dis­ pepsias, síntomas urinarios. Un aneurisma de la Aorta ascendente o torácica descendente, puede ocasionar igual condición. Además, cuando hay anillos vas­ culares que rodean al Esófago, como aconte­ -269 - ce con los vasos lusorios que dan nombre a la disfagia pues se llama Disfagia Lusoria (4) cuando hay la dificultad por la compresión de anillos vasculares anómalos que rodean por adelante y por detrás al Esófago. DISFONIA.— Es la dificultad para emitir el sonido vocal, comunmente esto se traduce por ronquera. Un aneurisma aórtico, una Pulmonar aneurismática. Una persistencia del conducto arteriovenoso ancho, puede comprimir entre sí al Laríngeo Inferior, ocasionando el síntoma. Los vasos anóma­ los que forman anillos vasculares por delan­ te y por detrás de la tráquea pueden obsta­ culizar el paso del aire y causar estridor. (4). ASTENIA NEUROCIRCULATORIA.- (5) Existe también la llamada Astenia Circulato­ ria, relacionada con cuadros de neurosis e hipocondría, donde el paciente acusa cansan­ cio, adinamia, “gana de no hacer nada” y el médico no encuentra causa orgánica definida. En todo caso este tipo de paciente tiene un menor promedio de vida. TRASTORNOS MENSTRUALES.(3) Cuando las mujeres jóvenes cursan insuficien­ cia cardíaca, muchas veces sufren de amenoriea secundaria; otras aquejan de trastor­ nos diverso: pomo polimenorreas, oligomenorreas. Cuando se compensa la función cardíaca, se normalizan espontáneamente los ciclos menstruales. DISPEPSIAS.— Son dispepsias sintomáticas dependientes de la congestión hepática y aún de la cirrosis cardíaca que en los casos de insuficiencia cardíaca congestiva crónica se produce. Así mismo, la hipertensión venosa, repleta las venas mesentéricas, gástricas, pan­ creáticas, etc. y obstaculiza la función di­ gestiva. De otro lado, la redistribución (2) de sangre arterial por disminución del gasto cardíaco en el corazón insuficiente, sacrifica el gasto propio de los órganos esplácnicos, los cuales sufren de isquemia relativa y fun­ cionan mal. SINTOMAS URINARIOS.- (3) El riñón es el órgano de choque ante Ja menor disminu­ ción del flujo sanguíneo. Normalmente pasa por los riñones el 25 °/o del gasto total. Cuando el corazón entra en insuficiencia, el gasto puede disminuir hasta un 5°/o. El síntoma urinario principal será la oliguria y aún a veces la anuria. CAPITULO 40 HIPERTENSION ARTERIAL Y SHOCK HIPERTENSION ARTERIAL En la Semiología General, Capítulo No. 8 se estudió la técnica para obtener el dato vital (1,9, 13) de la Presión Arterial Sistémica. Vista la técnica de la toma de la pre­ sión arterial conviene en este momento, a más de hacer una reafirmación de concep­ tos, señalar el para qué se toma este impor­ tante dato, así como también por qué esta fuerza incrementada, desgasta precozmen­ te los cauces arteriales. (6). 1.— El signo, de pronto, se convierte en síndrome, que encaja dentro de algunas en­ tidades nosológicas (2,7,10,12,14,15,16,17): dígase: Glomérulo Nefritis, Nefroesclerosis, Estenosis, Trombosis y oclusión de la arteria Renal o de una de sus ramas, Feocromocitoma. Enfermedad de Cushing, Enfermedad de Khon, Hiperaldosteronismo Primario, Coartación Aórtica, entre las principales. - '270 - 2 .- El síndrome pasa a ser enfermedad en cuanto conforma un cuadro clínico definido, y, en la práctica, cuando cobra el calificativo de Esencial, o de causa desconocida. 3 .- Sea cual fuere la causa inicial del pro­ ceso hipertensivo, fatal o indefectiblemente, aunque con variantes de tiempo y lugar, se van dañando las arterias del organismo, pudiendo llegar a la fase maligna, cualquier mo­ mento, con necrosis fibrinoide de la media (4). 3.1. El signo que inicialmente se convierte en una alarma orgánica, puede iniciar una serie de sucesos patológicos encadenados entre sí, que van inhabilitando progresiva­ mente los diferentes reguladores de presión que existen, así mismo, a diferentes niveles orgánicos (3, 6). Esta sucesión de momentos, constituyen el proceso que, en conjunto, va. a establecer definitivamente la enferme­ dad hipertensiva. Tenemos que recabar el hecho de que la hipertensión arterial va dañando las es­ tructuras vasculares, así como la presión hidráulica muy elevada, por error de cálculo, puede dañar y aún romper las tuberías de agua potable. Hay recodos y divisiones vasculares donde la corriente sanguínea choca causando desgaste, rigidez y endurecimiento. (4, 6). SINDROME DE HIPERTENSION ARTERIAL Sintetizamos el síndrome en el cuadro No. 40-1. Además de la sintomatolog’ía anterior se encontrará la de la enfermedad causal si esta es evidente; así: Glomerulonefritis, Pielonefritis, Nefroesclerosis diabética, Feocromocitoma, Enf. de Cushing,etc. También se podrá encontrar sintomatología depen­ diente de los órganos de choque (22,23,24, 25) a los cuales ataca de preferencia la H.A. Los daños severos ocasionados en alguno de CUADRO No. 40-1 SINDROME DE HIPERTENSION ARTERIAL 1 .2 .3.— 4 .5.— 6 .- Cefaleas Mareos Palpitaciones Fosfenos' Acúfenos Trastornos neurovegetativos. 7 .- Precordialgias 8 .- R2 aumentado el foco Ao. 9.— Presión arterial más elevada de 140/90 1 0 .- Tele RX: Hipertrofia concéntrica de V.l. 1 1 .- E.C.G.: Normal o con sobrecarga ___________ sistólica del V.l. los órganos afectados podrán ser la causa de muerte del hipertenso. De allí que hablemos de los cuatro caminos letales del paciente que adolece de H.A.: Fig. 40-1. Insuficiencia Cardiaca Insuficiencia Coronaria (18,19,20,21) Insuficiencia Renal Encefalopatía Trombosis Hipertensiva. Hemorragia Nótese que la implicación renal puede ser a la vez causa y efecto. No siempre la hipertensión arterial sigue un proceso evolutivo similar, pues mientras en unos se manifiesta con sin­ tomatología florida y con- consecuencias ominosas, en otras la historia natural es benigna y aún hay muchos casos en que la sintomatología puede estar subyacente, sin manifestarse, durante muchos años. Al­ guna vez comenzará a evidenciarse con cual­ quiera de las complicaciones o por las cri­ sis hipertensivas intercurrentes. No pocas veces será un hallazgo médico, pero siem­ pre habrá que tomarlas muy en cuenta, porque también pueden seguir un curso maligno, precipitándose violentamente los -271 - acontecimientos con necrosis arteriolar a diferentes niveles; manifestándose con im­ plicaciones severas en alguno de los órga­ nos de choque, aunque los otros perma­ nezcan mas o menos idemnes. Así es co­ mo un hipertenso hemiplégico, rara vez ten­ drá a la vez insuficiencia cardiaca o insu­ ficiencia renal. De allí también que un hipertenso con sintomatología de insuficien­ cia cardiaca pueda tener un fondo de ojo normal o ligeramente anormal. SHOCK todas participan y llevan el proceso a la «reversibilidad, si no se actúa oportuna y eficientemente. Las etapas del shock, casi impercepti­ bles, podrían dividirse en las siguientes: Inicial Compensación Descompensación Irrever&ibiÜdad “Es un proceso hemodinámico metabólico agudo, desencadenado por incom­ petencia de los mecanismos presoreguladores, que produce insuficiencia circulatoria periférica coi) hipotensión arterial y sínto­ mas dependientes del sistema neurovegetativo”. ( 26 Chávez Rivera I.). La síntesis del síndrome queda es­ puesta en el cuadro No. 40-2. F ig. 40-1 O rg a n o s da c h o q u * de U H ip er* t e n sió n A rtexial CUADRO No. 40-2 CUADRO CLINICO DEL SHOCK Astenia Adinamia Somnolencia Palidez Sudoración fría Temblor Polípnea Hipotensión arterial Taquicardia Pulso filiforme Oliguria Ileo paralítico Acidosis Gasto disminuido La causa productora del Shock puede ser: Fig. 40-2. 1) La bomba cardíaca, por disminución del gasto cardíaco. (20 - 21). 2) Hipovolemia por pérdida de sangre, plasma, agua y sales, o 3) Por atrapamiento de sangre en la microcirculación. Cualquiera de las causas (27,28,29,30) que fuere la que precipite el shock; al final, TO D E SA N G R E E N M IC R O C IR C U L A C IO N Fie. 40-2 O rig e n dei S h o c k CAPITULO 41 EXAMEN FISICO DEL APARATO CARDIOVASCULAR Una vez que se ha recogido la sintoma­ tología mediante conversación con el pacien­ te, tenemos que hacer el examen físico y pa­ ra ello, debemos llevarlo al cuarto de exáme­ nes, si hubiere, o, improvisar una separación -272 - de ambiente que sea aceptable, para salva­ guardar la intimidad y contrarrestar el temor. Consideramos este aspecto, de la mayor im­ portancia en el examen del cardiópata, pues si no se lo conceptúa así, devendrá un estado de angustia, que por sí solo producirá taqui­ cardia, elevará la presión arterial y aúnvse podrá auscultar, en personas lábiles, los “soplos accidentales” (soplo del recluta) (2, 10); o se oirá un R3 conformando un galope diastólico: Rl, R2, R3; en niños y jóvenes asustados, sin que a esa edad se con­ sidere netamente patológico. Así, pues, las condiciones para realizar el examen deben ser de lo más acogedoras y favorables. Seña­ lamiento particular merece el acondiciona­ miento de un ambiente discretamente separa­ do: Un ambiente tibio, sin ruido y con bue­ na iluminación, permitirá un examen tranqui­ lo con el paciente desnudo o en paños meno­ res,' cubierto por una sábana o bata de examen. El apresuramiento y la falta de condiciones propicias nos harán errar u omi­ tir detalles importantes. Es conveniente, desde la anamnesis, observar las actitudes (3, 11) del paciente y su estado de gravedad, pues ese detalle guia­ rá nuestra conducta..para el examen físico. Si el paciente no tolera la posición decúbito supino porque necesita estar sentado, no vamos a obligarle a estar en una posición qüe no le conviene sino en el momento es­ trictamente necesario. De igual manera he­ mos de evitarle movimientos, inútiles, así como procuraremos ser breves y oportunos. Esto que al parecer es trivial, economiza molestias al paciente y logra su colaboración. Se consigue lo anotado, trazando un plan de examen en el que sé puede alterar la secuencia usual y utilizar cada posición del examinado para extraer el máximo provecho. Por ejemplo: Si el paciente está con ortopnea, hemos de iniciar el examen en -posición sentada, donde agotaremos los mé­ todos de examen tanto en el tórax anterior como en el posterior (pulmones). Solamente para palpar el hígado le haremos acostar, dándole instrucciones previamente para que haga excursiones respiratorias más profundas. En el momento que se vaya a acostar, le hemos de ayudar activamente para que en el cambio de posición no haga esfuerzo y simul­ táneamente le observaremos la yugular exter­ na para notar el ángulo en el que aparece la ingurgitación. En general, afirmamos que el tanto y el cuanto de nuestro proceder lo dará la lógica propia del sentido común y el respe­ to incondicional al ser humano (9). El examen'debe ser minucioso, ordena­ do y completo. Comenzará desde luego, por los signos vitales, cuya descripción ya es­ tá hecha anteriormente. Así mismo, el examen de cabeza y cuello se ha descrito en semiología general; sin embargo -debemos hacer algunos seña­ lamientos importantes, enmarcados dentro del cuadro No. 41-1 CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 41-1 1.— El signo de Musset (1, 8) es llamado así, porque el poeta francés de ese nombre tenía Insuficiencia Aórtica y meneaba la cabeza al son de los latidos cardíacos. Estos movimientos sincrónicos se deben al podero­ so sístole del ventrículo izquierdo, que cuando está tónico, se “ve obligado” a expul­ sar la cuota normal de cada latido más la sobrecarga de volumen que soporta. 3.1 La facies Mitral (4, 5) tiene igual acep­ ción que la Mitroticuspídea. Hay que dife­ renciarlas de las chapetas normales de cier­ tas personas sonrosadas. La diferencia fun­ damental está en el componente cianótico ya descrito. Así mismo, el eritema en ma­ riposa del Lupus Eritematoso Sistémico debe ser tomado en cuenta para no confundirlo. - 273 - CUADRO No. 41-1 LOS SIGNOS DEL APARATO CARDIOVASCULAR EN LA CABEZA Cómo Examinar Qué Examinar 1) Signo de Musset 1) Observar si. hay movimiento del cabello o aún, de la cabeza, sin­ cronizados con el pulso. 2) Nodulos subcutáneos reumáticos (de Meynet) 2) Se palpa el cuero cabelludo con los pulpejos de los dedos hacien­ do maniobras de deslizamiento en busca de nodulos móviles e indoloros, del tamaño de arvejas o lentejas. 3) Facies 3.1 Mitrotricuspídea 3.1 La facies es perfilada, con ciano­ sis labial y de los lóbulos de las orejas; con “chapetas - malares” entre rosadas, amarillentas y cianóticas. Fig. No. 41-1. 3.2 Vultuosa 3.2 Facies pletórica, roja tendiendo a cianótica. Fig. No. 41-2 3.3 Aórtica 3.3 Pálida, cérea; a veces con movi­ miento sincrónico con el pulso. Fig. No. 41-3. 3.4 Cianótica 3.4 Morada, con labios y lóbulos au­ riculares marcadamente azulinos. Fig. No. 41-4 3.5 Hipertiroidea 3.5 Con Exoftalmus. (ojos - hermo­ sos). Fig. No. 41-5. 3.6 Mixedematosa 3.6 Cara fofa, de luna llena. Este eritema no sólo cubre la región malar sino que se une con el del otro lado, pasando por el dorso de la nariz. 3.3. La palidez del aórtico (4, 5) es llama­ tiva, aunque si hay otros componentes valvu­ lares, puede matizar su color. (Con chapetas malares por ejemplo). 3.4. La facies cianótica (4, 5) es inconfun­ dible y puede demostrarse con diferentes tonos azules; desde los menos visibles, hasta Fig. 41-1: Lám. X III. Fig. 41-2, 3 y 4: Lám . X IV. Fig. 41-5 Fig. 41-6 F acies d el M ongoloide. C o rte sía d e l P ro f. D r. A lfonso C astillo Facles con Exoftalmus. el color negro. De allí que se haya dado nom­ bres pintorezcos a ciertas enfermedades que la manifiestan: “Enfermedad Azul” “car­ díacos negros de Ayerza”, por ejemplo. El estudiante confunde frecuentemente los la­ bios cianóticos con los labios negruzcos de la raza cobriza. Se vuelve realmente difícil distinguir la cianosis en un sujeto negro. Habría que sospecharla y comprobarla con laboratorio y con la transiluminación, (es­ tudiada en otra parte). Miscelánea: Hay facies que denotan enferme­ dad congénita, como la mongoloide, (6, 7) donde se aprecia: epicanto, hipertelorismo y nariz en silla de montar. Fig. No. 41-6. Es frecuente que el mongoloide (trisomía 21) tenga C.I.V. Así mismo, en el síndrome de Marfán, se puede detectar miopía y luxación del cristalino, además de la Insuficia Aórtica. Fig. 41-7. B IB L IO G R A F IA 4. 5 41-7 S ín d ro m e de M arfán. Cossio, P.: B iblioteca de S em iología: Apa­ ra to circu lato rio . Q u in ta edición, 92-94, E l A ten eo , B uenos A ires, 1 9 4 9 . De la T o rre, A. y A sanza G.: L ecciones de S em iología. P rim era edición. T om o I. 34-36, Im p re n ta d e la universidad, Q uito, 1949. 1.— C orrigan, D. J.: 1832. 225, „ 2 .— C ossio, P.: B ib lio teca de S em iología: A p a­ ra to C ircu lato rio . Q u in ta edición, 1 9 1 -1 9 6 . E l A ten eo , B uenos A ires, 1949. D ow n, J.L .H .: O bservations o n an ethnic classification o f idiota. C lin. L ect. R ep. L ond, H osp., 3, 2 5 9 , 1 866. ^ Engle, M.A. y coL: M alform aciones car­ diovasculares asociadas c o n aberraciones cróm osóm icas: C ardiología P ed iátric a de Ham ish W atson. 7 5 6-767. S alvat, Barcelona, 1970. 3.— E d in b u ig h M .J., 3 7: Fig. C ossio, P.: B ib lio teca de S em iología: A pa­ ra to circu lato rio . Q u in ta edición, 91-9 2 . El A ten eo , B u en o s A ires, 1 9 4 9 , -2 7 5 g.— F ried b erg , Ch.: E n ferm ed ad es del C orazón. 698*704, In teram erican a, B uenos Aires 1 963. 9 .— G uarderas, C, y Col.: S ocialización de la M edicina e n el E cu ad o r. 3. Q u ito , 1979. 10.— L uisada, A .: R u id o s y p u lso s com o ay u ­ das e n el diag n ó stico c a rd ía d o . C línicas Mé­ dicas de N o rteam érica, Vol 1: 12. 3 0 ,1 9 8 0 . 11.— W hite, P.: E n ferm ed ad es d e l C o razó n . 57, E l A ten eo , B uenos A ires, 1 9 5 4 . CAPITULO 42 C U E L L O .- Es de mucha significación el examen de esta región, por lo que nos permitimos recalcar ciertos datos de importancia dirigi­ dos al paciente cardiovascular, en el cua­ dro No. 42-1 CUADRO No. 42-1 SIGNOS DEL APARATO CARDIOVASCULAR Qué Examinar - Cómo Examinar 1.- Eretismo cardíaco 1.— Se observan pulsaciones fuertes. 2 .- Danza arterial. 2.— Movimientos de sube y baja a nivel de las arterias del cuello. 3 .- Ingurgitación. 3 .- Se observa preferiblemente la ve­ na yugular derecha, en diferentes posiciones: acostado, semisentado y sentado. Lo que se trata de detectar es la replesión de la vena, desde nin­ guna angulación. Se considera signo cuando la ingurgitación se presenta a más de 45°. 4 .- Reflejo hépato yugular. 4.— Se presiona suave, pero firme­ mente con una mano, el hígado y se observa como la vena yugular se repleta de sangre. 5.— Palpación de frémito carotídeo. (Thrill). 5.— Se palpa con los pulpejos del índice y del medio y se trata de sentir ese estremecimiento pecu­ liar que se parece a la sensación de palpar el lomo de un gato cuando ronronea (estremecimien­ to catáreo). 6.— Soplos irradiados. 6.— Se ausculta con la campana y se procura oír si hay fenómeno acús____ tico soplante._______ -2 7 6 CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 42-1 í .— Hay que diferenciar muy bien entre eretismo cardíaco (8) y danza arterial, (2,8,9) pues estas manifestaciones se confunden muy fácilmente. El eretismo cardíaco es funcio­ nal y la danza arterial es netamente pato­ lógica. Para definir al eretismo cardíaco re­ cordemos al aforismo popular: “se le sale el corazón por la boca”. Esta manifestación se visualiza en el cuello cuando se aprecia un pulso magno a nivel de las Carótidas y hor­ quilla esternal en circunstancias de esfuerzo físico o de emociones fuertes. Fig. 42-1 Ingurgitación yugular a m ás de 45 ° grados. 2.— La “danza arterial” es la visualización del pulso en martillo de agua (de Corrigan o Céler). (1, 4, 5, 11). La columna sanguí­ nea sube y baja como si siguiera la batuta del director de una orquesta, a ritmo de dos tiempos. Estos movimientos vistos en todos los vasos del cuello, da la imagen de una danza. 3.— La ingurgitación yugular (3,10) corres­ ponde al aumento de la presión venosa central, producto del estancamiento del flujo venoso en la aurícula derecha. Al no poder vaciar su contenido, las venas cavas, en una aurícula a medio llenar; repletan los cauces de sus afluentes, uno de ellos, la Yugular externa, visible en el cuello volteado al lado contrario de donde se efectúa la observación. La condición para que esta connotación se transforme en signo de importancia clínicohemodinámica, es que siga manifestándose por igual a más de 45° de angulación entre los dos lados del ángulo formada por el cue­ llo y el tronco, en una línea; y el resto del cuerpo que sigue en posición horizontal, recostado en la cama. Fig. No. 42-1. Es un signo sumamente valioso para el diagnóstico de I.C. 4.— Reflejo hépato - yugular.— Las venas Fig* 42-2 R eflejo hépato-yugular. suprahepáticas, la aurícula derecha, la vena Cava Superior y la Yugular forman un siste­ ma de vasos comunicantes. Si hay dificultad en el vaciamiento de la sangre venosa en la aurícula derecha, la misma que está repleta, hay ingurgitación Yugular y hepatomegalia. Si se exprime el hígado mediante compre­ sión con la mano del observador, mediante “aplastamiento” hacia arriba, se forza el paso de sangre hacia un recipiente lleno, que es la aurícula derecha, la cual desborda su conte­ nido hacia la Yugular. Esta se repleta más. He aquí el signo. Fig. No. 42-2. 5.— Palpación de frémito.— Si hay frémito palpable (ya descrito en el cuadro) quiere de­ cir que hay soplo, y este, si es irradiado y -7 1 1 sistólico, seguramente depende de Estenosis Aórtica o de Ateroma Aórtico que de todas maneras funciona como estrechez. 6 .- Como decíamos anteriormente, el so­ plo de estenosis de los grandes vasos, pero especialmente el de origen aórtico, se escu­ cha muy bien en las arterias del cuello. Ahora bien, acontece que cuando hay cual­ quier otra estenosis arterial por ese sector, dígase paquete vásculonervioso, Carótida mis­ ma, o inmediatamente después del cayado, cuando hay coartación, puede haber irradia­ ción del soplo hacia el cuello. Igual sucede cuando en la Insuficiencia Aórtica pura, el gran sístole ventricular izquierdo con sobre­ carga de volumen, al chocar contra las pare­ des de la Aorta, las hace vibrar (1, 6, 7), produciendo con ello frémito y soplo, sin que haya necesariamente Estenosis Aórtica concominante. Miscelánea.— Aunque no está en el cuadro, pues consideramos que es de difícil diferen­ ciación, aquí nombramos al pulso venoso, refiriéndonos a aquel que aparece cuando ¡i hay Insuficiencia Tricuspídea y regurgita ha­ cia la yugular, desde el ventrículo derecho, una columna de sangre que pulsa sincrónica­ mente -"on la sístole ventricular. El pulso ve­ noso propiamente dicho es aquel cuyas cur­ vas se pueden recoger con un transductor especial acoplado al fonocardiógrafo y que se llama flebograma Fig. No. 42-3. El pulso venoso dependiente del latido ventricular derecho, tendríamos que diferen­ ciarlo del latido transmitido de la carótida, haciendo una observación prolija. BIB LIO G R A FIA Fig. 42-3 F lebogram a norm al. C o rte sía del Dr. W ilson Pancho. 3.— E spino V ela, J.: In tro d u c c ió n a la C ardio­ logía. N ovena edición. 63-115, M éndez O teo , M éxico, 1979. 4.— F ish led er, B.: E x p lo ració n Cardiovascular y F o n o m ecan o card io g rafía clínica. 72-73, Ed. F o u rn ie r, M éxico, 1966. 5.— F riedberg, C h.: E nferm edades del C orazón. 702, In teram erican a, B uenos A ires, 1963. 6.— F riedberg, C h.: E n ferm edades del C orazón. S egunda edición, 704, Interam ericana, Bue­ no s A ires, 1963. 7.— L uisada, A .: R u id o s y pulsos com o ayuda e n el diagnóstico cardíaco. 3-30, C línicas M édicas de N orteam érica, vol. 1, 1980. 8.— R o í C arballo, J.: P ato lo g ía P sicosom ática. 4 9 7 -5 0 6 , E d. Paz M ontalvo, M adrid, 1949. 9.— R o u tie r, D .: A spectos C línicos del reu m as tism o cardiaco: C ardioangiología de Luisada. P rim era edición. 295, Im p re n ta Hispa­ noam ericana, B arcelona, 1961. 1.— C orrigan, D. 2 2 5 , 1 832. 37: 1 0.— S eifert, O.: M üller, F . y V onK ress, H.: E x­ p lo ració n clínica y diagnóstico m édico, Edi­ to ria l M arín, B arcelona, 1968. 2.— Cossio, P.: B iblio teca de S em iología: A pa­ ra to C ircu lato rio . 145 -150, E l A ten eo , B uenos A ires, 1949. 1 1.— Wiggers, C. J.: Physiology in H ealth and disease, LEA C. F ebiger, F iladelfia, C uarta edición, 1944. J. - E d in burgh, M .J. - 278 - CAPITULO 43 EX A M EN D E L T O R A X INSPECCION Así mismo, nos remitimos a la Semiotecnia General y también recalcamos ciertos aspectos como los del cuadro No. 43-1. CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 43-1 1 El tipo constitucional es tan importan­ te que si lo tomamos en cuenta, nos puede hacer descartar cardiomegalias en los pícni­ cos, o no notarla en un enfisematoso, por el hecho de tener el “corazón en gota” , aparen­ temente pequeño (5, 7). Fig. No. 43-1. 2.— El tórax patológico nos da preciosa in­ formación de ciertas enfermedades y orien­ tan al clínico en la petición de exámenes complementarios, así como en el diagnóstico. Veamos algunos de ellos: 2.1 El tórax Grácil (5) dentro de un déficit pondoestatural, se encuentra frecuentemente en la Comunicación Interauricular (CIA). Fig. No. 43-2. 2.2 Un tórax en Quilla (4, 6) o en Pecho de Pollo es frecuente en la Comunicación Interventricular. Fig. No. 43-3. 2.3 Un tórax de Zapatero, Fig. No. 43-4 coa hundimiento esternal, nos hará buscar más sintomatología de la que habitualmente recogemos por primera intención y no pocas veces encontraremos cardiopatías congénitas, o pulmonares. 2.4 Un tórax en Tonel (4, 5) nos habla del pecho insuflado, con hombros cuadrados, espacios intercostales anchos, respiración su­ perficial, diafragmas bajos, de un enfisemato­ so, o mejor en general, de un corazón pulmo­ nar crónico. Fig. No. 43-5. Fig. 43-1 T ipos co n stitu cio n ales del tó rax . A : N orm osóm ico. B; A sténico. C: P ícnico. -2 7 9 - CUADRO No. 43-1 SIGNOS IMPORTANTES DEL APARATO CARDIOVASCULAR EN EL TORAX. INSPECCION Qué Examinar 1 2 .- Cómo Examinar Tipo constitucional (1, 2, 3,4). Tórax patológicos (1,2, 3,4,5,9) (deformados) I / 1 Observar y correlacionar el tórax con la conformación de todo el cuerpo. Comparar la longitud con la anchura. Observar la apertura del ángulo Xifocosial. 1.1 normo tipo 1.2 Pícnico 1.3 Asténico 2.— Observar el tórax desnudo, con el paciente sentado, dando una vuel­ ta alrededor del mismo. Fijarse especialmente en los vértices (hom­ bros), espacios intercostales, ester nón, escápulas, columna vertebral, tipo de respiración. 3 .- Piel 3 .- 4 .- Red venosa colateral. 4.— Si hay red venosa en esclavina por dificultad de vaciamiento en la ve­ na Cava superior. 5 .- Mamas 5 .- Su color, forma, turgencias, nos pueden orientar o reorientar sobre edad, estado de embarazo, lactan­ cia. 6 .- Pezón. 6 .- El pezón izquierdo elevado (Padi­ lla), puede indicamos dextrorotación del corazón con crecimiento del ventrículo derecho. Nos interesa descartar coloracio­ nes patológicas, presencia de acné, Eritema marginado, Roséola Sf. -280Signo de Broadbent: (10) se observa retracción sistólica dorsal en 11 y 12ava cos­ tillas izquierdas y a veces, también derechas. Significa que existen bridas pericardiodiafragmáticas (fig. 4 4 —5). Signo de Wenckebach (10): Se observa que en la inspiración forzada, el Esternón no se desplaza o mas bien, se deprime ligera­ mente. Significa que existe Pericarditis adhe­ siva o Paquipleuritis extensa (Fig. 44-5). Fi*. 43-3 Fig. Fig. T órax en quilla 2.5 Los tórax deformados por Xifoescoliosis, Xifosis, Escoliosis; cual más, cual menos, siempre tienen trastornos broncopulmonares con zonas de atelectasia y de enfisema com­ pensatorio; es decir, con parcelas de pulmón poco aereadas y otras, insufladas. Esto dará lugar a afecciones crónicas de origen toracógeno, tributarias del Corazón Pulmonar Cró­ nico. (4, 5). Además, los desnivelamientos del he- , mitórax izquierdo, sean totales o por sectores, insinuarán, crecimientos globales o solamen­ te del ventrículo derecho, si la elevación está cerca del Esternón, por ejemplo. Miscelánea.- El latido apexiano va a ser visto 43-4 T ó ra x de zap atero . 43-5 T ó ra x e n to n el. conjuntamente con la palpación, pero no po­ demos dejar de nombrarlo en la inspección, aunque en muchas personas, especialmente en los obesos, no es visible, sin que esto se tome como anormalidad. B IB L IO G R A FIA 1.— C arral, R .: S em io lo g ía C ardiovascular. 2 5 1 -2 5 5 , In teram erican a, 1 9 6 4 . 2.— C ossio, P.: B ib lio teca de S em iología: Apa­ ra to C ircu lato rio . Q u in ta edición. 124-150. E l A te n e o , B uenos A ires, 1 9 4 9 . 3.— D e la T o rre y A sanza, G.: L ecciones de Se­ m iología. T o m o I. P rim era edición. 69-72, I m p re n ta de la U niversidad, Q u ito , 1 950. —zsi — 4.— D e la T o rre, A. y A sanza, G.: L ecciones de S em io lo g ía. T o m o I. P rim era edición, 55-58, Im p re n ta de la U niversidad, Q uito, 1950. 5 .— E spino Vela, J.: In tro d u c c ió n a la C ardio­ logía. N ovena edición. 592-593, M éndez O teo , M éxico, 1 979. 6,— E sp in o V ela, J.: In tro d u c c ió n a la C ardio­ logía. N ovena edición, 113, M éndez O teo, M éxico, 1 9 7 9 . 7 ,— F ried b erg , C h.: E n ferm ed ad es del C orazón. 7, E l A ten eo , B u en o s A ires, 1963. 8.— F ried b erg , C h.: E n ferm edades del C orazón. 7 5 1 , E l A ten eo , B uenos A íres, 1963. 9,— Ja cco u d , S.: P ato lo g ía In te rn a , T om o II . 65-7 7 , Baiüy-Bailliere e hijos, M adrid, 1897. Fig. 44-1A P alp ació n de latid o s y frém ito s co n la cara palm ar de los dedos. Fig. 44-1B P alpación de latid o s y frém ito co n la región an terio r de la m u ­ ñeca. 6) Línea axilar media izquierda. CAPITULO 44 INSPECCION Y PALPACION D E L P R E C 0 R D I0 Hay algunas observaciones que requie­ ren de la inspección y la palpación a la vez, por cuya razón vamos a resumir este objeti­ vo en el cuadro No. 44-1 CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 44-1 1.1 Localización del ápex.— En más o me­ nos la mitad de los^ pacientes, se ve y se pal­ pa el ápex. Para señalar su localización seguiremos la nomenclatura de Eddleman (5) (Fishleder), que explicamos a continuación: Se trazan líneas imaginarias en sentido ver­ tical, que pasen por los puntos donde se to­ man las derivaciones precordiales del elec­ trocardiograma; es decir, por: Fig. 44-2A 1) Borde esternal derecho. 2) Borde esternal izquierdo. 3) Línea paraestemal izquierda. 4) Línea medioclavicular izquierda. 5) Línea axilar anterior izquierda. Luego se trazan, así mismo, en forma imaginaria, líneas horizontales que siguen por cada uno de los espacios intercostales, del 1 al 11. El cruzamiento de las líneas verticales y horizontales forma un cuadriculado en el precordio, si es que en realidad se pinta con lápiz demográfico estas señales. De esta ma­ nera se puede ubicar rápidamente y con pre­ cisión cualquier fenómeno localizado en el hemitórax izquierdo. Fig. No. 44-2B. Así, por ejemplo, si encontramos el -2 8 2 CUADRO No. 44-1 INSPECCION Y PALPACION DEL PRECORDIO Qué Examinar 1.- Cómo Examinar 1 Latido apexiano 1.1 1.1 • Localización Fig. 44-1A y 44-1B. « - . Inspección frontal y tangencial; palpación en decúbito dorsal y en la posición de Pachón, con la parte palmar de los dedos o con el talón de la mano. 1.2 Movilización 1.2 Palpando sucesivamente, la. re­ gión de la punta, en decúbito dorsal, en decúbito de Pachón y estimando la distancia que sepa­ ra los dos sitios. 1.3 Amplitud. 1.3 Estimando el impulso y palpán­ dolo. 2 .- Latidos en otras partes del precordio 2 .- Mediante la observación y palpa-. ción sistemáticas del mesocardio, endoápex, cerca del apéndice Xifoides y en los focos de la base. 3 .- Frémito (Estremecimiento o thrill). 3 .- Con la cara palmar de los dedos o con la cara anterior de la muñe ca, se palpa sobre los focos de aus cultación. 3.1 Localización del thrill en el ciclo cardíaco. 3.1 Palpando como en el numeral 3' y tocando el pulso al mismo tiem­ po. ' . .■\ ápex en la linea medioclavicular, a nivel ápex (1,’2, 6). En los casos en los que no se lo ve ni-se lo palpá, se insiste ordenando del 5to. espacio intercostal, anotaremos: al paciente que se ponga en decúbito lateral 4-5. izquierdo (de Pachón), posición en la cual, el Si adoptamos este método de loca- ■ corazón está más cerca de la pared costaj. lización, podemos describir la posición del 1.1.2 Cuando el ápex es invisible e impalpa­ ápex o de cualquier latido o estremecimien­ ble hay que detectarlo mediante la per­ to, muy rápida y fácilmente. cusión, tanto* en la posición dorsal como enia lateral izquierda. 1.1.1 A veces no se ve pero si palpa el -283 - Fig. 4 4 -2 A D ivisión del p reco rd io en cuadra­ dos. Fig. 44-2B U tilización de la n o m en clatu ra: ápex: C-5-4. 1.1.3 La amplitud hay que apreciarla ob­ servando la extensión, expansión y fuerza del latido. 1.1.4 Si no se ve ni se palpa, hay que buscar la probable causa, pues no necesariamente es­ ta ausencia de latido apexiano, es patológica. Asi', en los obesos (1, 2) y especialmente si la persona obesa es mujer con mamas prominentes, se dificultará o se volverá im­ posible la observación. Los enfisematosos (1,2,6) ocultan tam­ bién la presencia del ápex. Con mayor ra­ zón no se ve ni se palpa el ápex en las Pericarditis (1, 2, 3, 4) con derrame y en la Pericarditis constrictiva (corazón encarcela­ do). Si el ápex es extenso, amplio y ex­ pansivo, se trata del ápex en cúpula de Bard (2) descrito así porque produce la sensación del choque de una masa redondeada en la palma de la mano que palpa. Fig. 44-3,44-4. Fig. 44-3 P ericarditis c o n d erram e (R X ). Fig. 44-4 P ericarditis C o n strictiv a (R X ). Si hay retracción más bien que expan­ sión, es probable que haya bridas pericardiocostales que tiren de la parte del precordio donde se afianzan, en el momento de la contracción sistólica. Fig. No. 44-5. 2.— Siempre hay que (22) buscar otros latí- -284- Fig. 44-5 R e tra c c ió n d e l p reco rd io p o r b ri­ das pericardio-costales. SIGNO DE HARZER.- Se busca el latido del ventrículo derecho hipertrófico o dilata­ do a través del diafragma izquierdo. En realidad hay que efectuar una maniobra que se ejecuta entre el hipocondrio izquierdo y el epigastrio: Se utiliza el dedo pulgar de la mano derecha que se hunde en el epigastrio con dirección hacia arriba, por detrás del apéndice xifoides, en busca del ventrículo derecho. Fig. 44-6. dos además del ápex, puesto que de haberlos, nos dan información valiosa de la parte del corazón o de los grandes vasos que se con­ trae tan fuertemente. Si se palpa latido aórtico, en el 2do. espacio intercostal dere­ cho, Fig. No. 44-8, probablemente se deba a hipertensión arterial sistémica con cierre vio­ lento de las válvulas sigmoideas. (2,4). Si se palpa latido pulmonar; (2do. es­ pacio intercostal, línea paraesternal izquier­ da), significa que hay hipertensión arterial pulmonar con cierre violento de las sigmoi­ deas pulmonares, por cuyo motivo, el com­ ponente pulmonar del segundo ruido aumen­ ta de intensidad y se vuelve palpable (2, 4). Fig. No. 44-9. El latido en masa significa que hay una cardiomegalia de grado 3 o 4 con crecimien­ to global del corazón, mayor contacto del mismo con la pared precordial y probable­ mente, también, aumento de la fuerza de contracción por acción de tonicardíacos. SIGNO DE DRESSLER.—Latido en balacín o en báscula. Se observa desde los pies del enfermo en decúbito supino. Sucede que se añade al latido apexiano, la propulsión es­ ternal por la expansión sistólica del hígado en la Insuficiencia Tricúspide a. Fig. 44-6: M aniobra de H arzer - co rtesía del D r. W ashington B anda. 3.— Hay que buscar los estremecimientos catáreos (Thrill) en todo el precordio y ubicarlos en uno de los focos clásicos de auscultación: de base (Aórtico y Pulmonar); de punta (Mitral y Tricuspídeo) y Mesocardio. Este mapeo se guiará, persiguiendo las -2 8 5 Es conveniente localizarlos en: 1.— El precordio y 2 . - en el ciclo cardíaco. Para su ubicación en el precordio se recurrirá a los focos de auscultación; para determinar si son sistólicos o diastólicos se palpará simul­ táneamente el pulso. F ig . 4 4 -8 L a tid o a ó r tic o . Una vez que tenemos estas dos locali­ zaciones, las correlacionamos y elucubra­ mos sobre el PARA QUE hacemos esto, con al­ gunos ejemplos: Si palpamos un frémito sis­ tólico en el foco aórtico y aún, más clara­ mente, en el cuello y en horquilla esternal, es casi seguro que se trata de una Estenosis Aórtica, porque el flujo sanguíneo pasa por un orificio estrechado, desde el ventrículo izquierdo hacia la Aorta. Así mismo, si se palpa en sístole y en diástole, pero a nivel de foco pulmonar y aún un poco hacia fuera, es procedente pensar en Persistencia del Conducto Arteriovenoso. Si se palpa en Mesocardio, probable­ mente es sistólico y corresponde a una Co­ municación Interventricular. (2,4). Si el frémito es sistólico pero se apre­ cia solamente en el foco pulmonar, es lícito pensar en una Estenosis Pulmonar. (2). F ig . 4 4 -9 L a tid o P u lm o n a r . áreas de irradiación de los “soplos” pal­ pables, es decir, las áreas de auscultación. Así pues, los frémitos, se aprecian co­ mo vibraciones palpables y traducen la exis­ tencia de un soplo, que da la sensación táctil de cosquilleo, como cuando se pasa la mano por los lomos de un gato satisfecho que ron­ ronea (2). Esta sensación táctil y auditiva se produce cuando el flujo sanguíneo forma torbellinos al pasar por un orificio patológi­ co, generalmente más estrecho o cuando re­ fluye por una válvula insuficiente. En el foco Mitral es más raro el estre­ mecimiento en cualquiera de los dos momen­ tos del ciclo. Si se palpa en sístole, corres­ ponderá a una Insuficiencia Mitral;(l, 2,3,4); si es diastólico, dependerá de una Estenosis Mitral. Para ayudarnos en la apreciación, tendremos en cuenta que en la Insuficiencia Mitral, el ventrículo izquierdo está dilatado porque soporta una sobrecarga diastólica o de volumen. Por lo tanto tendremos 2 ele­ mentos de apoyo: 1) Apex desviado hacia abajo y afuera; 2) latido en cúpula. De igual manera, tomemos en cuenta que en la Este­ nosis Mitral, (1, 2, 3 4) el ventrículo iz­ quierdo no está crecido, pero el ventrículo derecho si está sobrecargado con sobrecarga sistólica, pues el obstáculo a nivel de válvula - 286 Mitral, aumenta las resistencias pulmonares que deberán ser vencidas por el ventrículo derecho. En consecuencia, se buscará el apoyo de dos elementos: 1) ápex poco visi­ ble por dentro de la línea medio clavicular; y 2) latido de ventrículo derecho. Es bueno saber que no siempre encon­ traremos todo lo que buscamos, pero el he­ cho de pensar en la fisiopatología y al hacerlo, buscar los signos con los que se expresa, nos volverá metódicos y probablemente, nos lle­ vará al encuentro de todas las manifestacio­ nes patológicas posibles. En el foco tricuspídeo es sumamente raro palpar frémito. Si los hubiere, y si son sistólicos, se tratará de Insuficiencia Tricuspídea. Si el estremecimiento es diastólico, se tratará de Estenosis Tricuspídea. Los FROTES PÜRICARDICOS (2 ,3 ) tam­ bién podrían ocasionar sensación palpable de frémito. Son sistólicos y diastólicos y se producen a nivel de las serosas deslustra­ das, mientras estén en contacto y se froten al compás de los movimientos cardíacos. Por estas condiciones enunciadas, ocuparán los dos momentos del ciclo y tienen además, el carácter de ser fugaces. Los frotes pleurales y pleuropericárdicos tendrán relación con las fases de la respiración y guardarán estrecha relación con el cuadro clínico. También son fugaces. Respecto a la palpación del tórax, en cuanto se refiere al aparato respiratorio, remitimos al lector a la parte pertinente de la semiotecnia del aparato respiratorio,, que por otro lado, da signos en el tórax posterior, principalmente. BIBLIOGRAFIA 1.— A sa n z a , G . y D e la T o r r e , A .— L e c c io n e s d e S e m io lo g ía , to rn o I I I , p r im e r a e d ic ió n . 1 2 -1 6 , I m p r e n t a d e la U n iv e rs id a d , Q u ito , E c u a d o r , 1950. 2 .— C a rra l, R .: S e m io lo g ía ' c a rd io v a s c u la r 5 ta . e d . 2 5 6 -2 6 2 , E d ito r ia l I n te r a m e r ic a n a , S . 17 M é x ic o , 1 9 6 3 . 3 .— C o ssio , P .: A p a r a to c ir c u la to r io : B ib lio te c a d e S e m io lo g ía 5 ta . e d . 1 3 0 -1 4 3 , “El A te n e o ” B u e n o s A ire s , 1 9 4 9 . 4 .— E s p in o V e la , J I n t r o d u c c i ó n a la c ard io lo ­ g ía 3 ra . é d . 1 0 8 -1 1 1 , M é n d e z O te o , M éxico, 1969. 5 .— F is h le d e r, B .: E x p lo r a c ió n c a rd io v a sc u la r y fe n o m e c a c a rd io g ra fía c lín ic a - 3 3 , L a P rensa M éd ic a M e x ic a n a , M é x ic o , 1 9 6 6 . 6 .— J a c c o u d , S .: T r a ta d o d e P a to lo g ía In te rn a . T o m o 2 d o . — IV e d ic ió n , X tir a d a . 8 5 , E d. D e B ailly B a illie re e h ijo s , M a d rid , 1 8 9 7 . CAPITULO 45 PERCUSION INTRODUCCION.En un país latino americano, precisamente como el nuestro, donde se ha concentrado la. prestación de sa­ lud en las grandes ciudades; es preciso no desaprovechar este método natural que nada cuesta, para extraerle el máximo provecho. El dicente aprenderá, contrastando sus pro­ pias apreciaciones mediante la percusión (1) y los exámenes radiológicos que pueda rea­ lizar con este objeto. Para efectuarla, es preferible seguir la técnica de amortiguamiento (I, 3, 4, 5), donde el dedo plexímetro es el índice de la mano izquierda, y el percutor es el índice derecho, que pega el golpe seco con la su­ perficie palmar y queda un ráto, amortiguan­ do el golpe, antes de levantarlo. Fig. No. 45-1. La percusión es radial y comienza de fuera a adentro, es decir desde el hemitórax derecho, de la sonoridad pulmonar a la submatitez de la aurícula derecha y la desembocadura de la$ venas Cavas; luego, en segunda instancia, se percute de dentro á afuera, es decir saliendo desde los grandes F ig . y Fig. 45 -1 P e rc u s ió n a m o rtig u a d a : c u e n c ia s . d o s se- vasos y de la masa ventricular, hacia la pe­ riferia. El contraste será entre la submatitez (en el centro casi es matitez) y la sonoridad pulmonar. Finalmente y como punto apar­ te, pero naturalmente >complementario, se señalará el ápex, cuya presencia si es visible y palpable, no admite discusión. Si no es vi­ sible ni palpable, tiene que ser percutido. Precisamente la demarcación de la silueta puede comenzar con la señalización de la punta. Se completará la.base con la prolon­ gación de la línea hepatopulmonar, previa­ mente señalada con percusión. Esta prolon­ gación irá hasta el ápex. Fig. No. 45-2. Ahora organizaremos en un cuadro los conceptos vertidos anteriormente: 45-1. 4 § -2 S e ñ a liz a c ió n d e la s ilu e ta e n el p re c o rd io . CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 45-1 Aparte del ápex, cuyo señalamiento por si solo nos da una pauta sobre el tamaño y proporciones del corazón proyec­ tado hacia el precordio, consideramos que es de mucha importancia establecer mediante la percusión si hay o no crecimiento del Cono de la Pulmonar. Así pues, la deli­ mitación de la silueta en la parte superior, determina la procidencia de la Pulmonar en más o menos. Si el examinador con­ catena algunos datos semiotécnicos sobre es­ te mismo punto, puede reunir los siguientes elementos: 1.— Latido a nivel del “foco pulmonar” . Puede palparse y aún ser visto en algunas ocasiones. Corresponde al cierre potente de las sigmoideas pulmonares cuando hay hiper­ tensión en el circuito menor (pulmonar). 2.— Aumento del área de matitez o sub­ matitez a nivel del cono de la arteria Pulmo­ nar. 3.— Aumento de intensidad del segundo ruido en foco Pulmonar. Si por medio de la inspección, palpa­ ción, percusión y auscultación obtenemos estos signos, estamos ante la “Triada de la la Pulmonar de Chávez”, (2, 5) que denota Hipertensión Pulmonar. (Espino Vela) 88 — CUADRO N o. 45-1 PERCUSION CARDIACA Qué Examinar 1 .- Apex: si no es visible ni palpable, se delimitará mediante percusión. 2.— Límite hepato pulmonar. Cómo Examinar 1 .- Se percute de fuera hacia dentro, comenzando desde la región Axi­ lar. Se señalará el punto de cam­ bio entre la sonoridad pulmonar y la submatitez cardíaca. Así mismo, en forma radial y de fue­ ra hacia dentro, pero también de abajo hacia arriba, se percutirá desde el timpanismo del espacio de Traube hasta la submatitez de la punta del corazón. De esta manera se refrendará el pun­ to anterior donde se entrecrucen las señales. 2 .- La percusión se hace en el hemitórax derecho, de acuerdo con la técnica ya conocida. La señal se pondrá en el punto de cambio entre la sonoridad pul­ monar y la matitez hepática. 3.— Delineación de la parte diafragmática de la silueta. 3 .- Se traza una línea que una el extremo izquierdo del límite hepato-pulmonar y el ápex. 4 .- Delimitación del borde derecho de la silueta cardíaca. 4.— Se percute desde la derecha del Esternón, por sobre él hacia la izquierda, comenzando en el se­ gundo espacio intercostal y seña­ lando los puntos de cambio en­ tre la sonoridad del pulmón dere­ cho y la submatitez de los gran­ des vasos y corazón. 5. - Delimitación del borde izquierdo de la silueta cardíaca. 5 — Se percute de dentro hacia fuera, es decir desde la submatitez hacia la sonoridad del pulmón izquier­ do. Así mismo, la secuencia de la percusión y el señalamiento de los puntos de cambio, se hace desde arriba, a nivel de 2do. espacio in­ tercostal y se termina en el ápex. 6. - Esquematizaron de la silueta car­ díaca total sobre el precordio. 6. - Se unen todos los puntos señala­ dos anteriormente, con una línea continua. BIBLIOGRAFIA 1.— A u e n b ru g g e r, L .: In v e n tu m N o v u m , P e rc u ss io n e T h o r a c is H u m a n i. V ie n n a , 1 7 6 1 . T r a d u c id o a l In g lé s p o r J o h n F o r b e s e n 1824. 2.— C a rra l, R .: S e m io lo g ía C a rd io v a sc u la r. Q u in ­ ta e d ic ió n . 2 5 6 -2 6 2 , E d i to r ia l In te ra m e ric a n a , M é x ic o , 1 9 6 4 . 3— C o ssio , P .: B ib lio te c a d e S e m io lo g ía : A p a ­ r a t o C irc u la to rio , 1 5 0 -1 5 7 , E l A te n e o , B u e ­ n o s A ire s, 1 9 4 9 . 4.— D e la T o r re , A . y A s a n z a G .: L e c c io n e s d e S e m io lo g ía . T o m o I. P rim e ra e d ic ió n . 7 5 -8 7 . I m p r e n t a d e la U n iv e rs id a d , Q u ito , 1950. 5.— E s p in o V e la , J .: I n tr o d u c c ió n a la C a rd io ­ lo g ía . N o v e n a e d ic ió n , 1 1 5 -1 1 6 , M én d e z O te o , M é x ic o , 1 9 7 9 . 6.— G u ttm a n : B e m e r k u n g e n U b e r H e rz p e rc u s s io n : B e rlin -K lin . W o c h e n ., 1 8 7 7 . - 289 una dirección que imita la del conducto audi­ tivo externo. Esto es para que se adapte bien el aparato a los pabellones auriculares del examinador. El extremo que entra en con­ tacto con el paciente tiene dós posibilidades de uso, generalmente: Uno, con la cápsula de membrana (más ancha y con frecuencia ex­ traplana; otro, con la campana o estetosco­ pio cuya parte final es redondeada y coapta directamente con la piel del sujeto examina­ do. Con la de membrana se escucha mejor los fenómenos acústicos de tono alto y de frecuencia elevada, (1, 3, 4) como por ejem­ plo, el soplo diastólico de la Insuficiencia Aórtica. Fig. No. 46-1. Con la campana se escucha mejor los ruidos de tono bajo y de baja frecuencia, (1, 3, 4) como los ruidos cardíacos (1, 5, 10) o el ritmo de Duroziez, por ejemplo. (Estenosis Mitral), Fig. No. 46-2 CAPITULO 46 AUSCULTACION CARDIACA GENERALIDADES: Este método de examen exige un implemento, que es el fonendosco­ pio, el cual desde su inventor: Laennec, sirve para la auscultación mediata (8, 9). Si no hubiere a la mano este instrumento, se puede efectuar la auscultación, directamente, acercando el oído al paciente, hasta la parte que va a ser examinada, pañuelo de por me­ dio para evitar el contacto de piel con piel, simplemente por razones de higiene. También hay el estetoscopio de tilo o de metal, que se utiliza para auscultar los rui­ dos fetales. El fonendoscopio ideal es aquel que no es ni largo ni corto (60 centímetros aproximadamente). Los auriculares tienen Fig. 4 6 -1 F o n o c a rd io g ra m a d e In s u fic ie n c ia A ó rtic a . Es conveniente tomar en cuenta algu­ nas recomendaciones para efectuar mejor la recolección de los signos auscultatorios. 1.— Tomar en cuenta las líneas de referen­ cia (6) en el precordio: Ver Fig. No. 44-2A y 44-2B. -2 9 0 - F ig . 4 6 -2 F o n o c a r d io g ra m a d e E s te n o s is M i­ tra !. 2.— Focos de auscultación y proyección (2, 6, 10) esquemática de las válvulas cardía­ cas en el precordio. Fig. No. 46-3 y 46-4. Aunque ya se habló del particular cuan­ do se trató de situar los latidos y frémitos, creemos conveniente detallar aquí los sitios de auscultación, no sin antes enfatizar que en la persecusión de los fenómenos acústicos tenemos que “mapear” sobre el precordio, es decir deslizar nuestro fonendoscopio por todas partes y volver a hacerlo cuantas veces sean necesarias hasta ubicar el foco de proce­ dencia y las irradiaciones. Precisamente, en este respecto, nos referiremos a las áreas de auscultación. (3,4,10). 2.1 F ig. 4 6 -3 F ig . 4 6 -4 F o c o s d e a u s c u lta c ió n in c lu id o s en e l p r e c o rd io FOCOS DE BASE: (2,3,5) 2.1.1 Foco Aórtico principal: 2do. espacio intercostal, línea paraesternal derecha. 2.1.2 Foco Aórtico accesorio: 3er. espacio intercostal, línea paraesternal izquierda. 2.1.3 Foco Pulmonar: 2do. espacio intercos­ tal, línea paraesternal izquierda. P r o y e c c ió n d e la s vá lv u la s e n el p re c o rd io y á re a s d e a u sc u lta c ió n . 2.2: Foco mesocárdico: 3o. y 4o. espacio intercostal, desde el Esternón hasta la línea medioclavicular. 3 .- MANIOBRAS SEMIOTECNICAS DE AUSCULTACION: 2 .3 : 3.1 FOCOS DE PUNTA: (2 ,3 ,5 ) 2.3.1 Foco Mitral: donde está el ápex o si este no se ve, en 5to. espacio intercostal, línea medioclavicular. En niños, el foco puede su­ bir al 4to. espacio intercostal. 2.3.2 Foco Tricuspídeo: 5to. espacio inter­ costal, línea paraesternal izquierda. PARA AUSCULTAR MEJOR LOS FOCOS DE BASE: (7) 3.1.1 Paciente en posición sentada, inclinado hacia adelante. En esta forma los grandes vasos se acercan al peto estemo costal. 3.1.2 Se ordena al paciente permanecer un momento en apnea postinspiratoria. El se­ -291 gundo ruido normalmente se desdobla, pues se trata del desdoblamiento fisiológico. Fig. No. 46-5. Tal cosa acontece porque durante la inspiración, la presión negativa intratorácica se incrementa y al hacerlo, absorbe la sangre que llega a aurícula derecha desde las venas Cavas, con lo cual aumenta el caudal que manejan las cámaras derechas. De ventrículo pasa este volumen incrementado a arteria pul­ monar, demorando un poco más su paso y por lo tanto, también, el cierre de las vál­ vulas sigmoideas pulmonares. Ahora bien, recordemos que las válvulas sigmoideas pul­ monares cierran normalmente luego de que lo han hecho las aórticas, pero el oído huma­ no percibe un solo ruido, precisamente, el se­ gundo ruido. En el apnea postinspiratoria, el componente pulmonar se separa del aórti­ co a tal punto que el oído humano los per­ cibe como dos ruidos separados. He allí la explicación fisiológica de lo que acontece normalmente al auscultar el foco pulmonar, especialmente en niños y en jóvenes. Debe­ mos agregar que si este fenómeno se auscul­ ta en otros sitios, además del foco pulmonar, la explicación es la misma. Fig. No. 46-6A. 3.1.3 En el momento de auscultar, se ordena al paciente permanecer en ápnea Postespiratoria, maniobra que se le ha enseñado pre­ viamente a realizar. Normalmente se debe escuchar el segundo ruido como un solo ele­ mento. Si se lo escucha desdoblado, es pa­ tológico. Significa que el componente aórti­ co se ha retrasado tanto que aparece no solo después del componente pulmonar, sino lo suficientemente alejado de él, como para que el oído humano los perciba por separado, es decir como desdoblamiento del 2o. ruido. Este desdoblamiento, por oposición al ante­ rior, se llama: desdoblamiento paradójico (10). Como, por ejemplo, en la Estenosis Aórtica, en el Bloqueo de rama izquierda. Fig. 46-6B. Fig. 46-5 A u scu ltació n de los focos de base F ig. 4 6 -6 A F o n o c a rd io g ra m a c o n A 2—P 2 , fi­ s io ló g ic a m e n te d e s d o b la d o . F ig . 4 6 -6 B F o n o c a rd io g ra m a c o n A 2 P 2 p a r a ­ d ó jic a m e n te d e s d o b la d o . 3.1.4 Si el desdoblamiento de R2 se escucha tanto en inspiración como en espiración, se trata de desdoblamiento fijo (10), el cual aparece cuando hay hiperflujo por cortocir­ cuito arteriovenoso, como sucede en la co­ municación interauricular (CIA) en la que la sangre pasa de aurícula izquierda a aurícula derecha, o en la Comunicación interventricular (CIV), en la que pasa la sangre de ven­ trículo izquierdo al ventrículo derecho. Tam­ bién se encuentra en el bloqueo avanzado de «. u *** F ig . 4 6 -6 C ESR F o n o c a r d io g r a m a c o n A 2 P 2 fija — m e n te d e s d o b la d o . rama derecha del haz de His, asi mismo por retardo del cierre de las sigmoideas pulmona­ res tanto en inspiración como en espira­ ción (10). Fig. 46-6C. 3.2 MANIOBRA PARA AUSCULTAR MEJOR LOS FOCOS DE PUNTA: 3.2.1 Foco Mitral: Se escuchan mejor los fenómenos acústicos en apnea postespiratoria y en decúbito lateral izquierdo (decúbito de Pachón). Cuando la duda persiste, como por ejemplo con un ritmo de Duroziez que se insinúa pero que no es evidente, se repi­ te la maniobra inmediatamente después de un corto ejercicio, que puede ser de 5 a 10 mo­ vimientos de sentarse y acostarse. Fig. No. 46-7. 32.2 Foco Tricúspideo: Hay algunas ma­ niobras para distinguir si los “soplos” que se oyen en punta son originarios de válvula Tricúspide o no. Vamos a describir dos de ellas: 3.2.2.1 Maniobra de Rivero Carvallo: (7) Luego de escuchar el “soplo”, problema, se ordena hacer una inspiración profunda y que­ darse en apnea por breves momentos. Hay que poner mucha atención en la ausculta­ ción de los primeros latidos y caer en cuenta si se incrementa la intensidad. Si se in­ crementa la intensidad, el foco de origen es el Tricúspideo, así el fenómeno acústico se oiga cerca del ápex. Esta maniobra se repetirá hasta que quede clara la verdadera auscultación. Fig. No. 46-8. F ig . 4 6 -7 A u s c u lta c ió n d e f o c o M itra ! e n de­ c ú b ito d e P a c h ó n . 3.2.2.2 Maniobra de Azoulay: (7) Con el mismo significado que la anterior, consiste en recostar al paciente en decúbito supino, en cuya posición se le ordena levantar los miem­ bros inferiores para lograr un mejor retomo venoso. El observador auscultará antes y después de la maniobra, la cual es positiva si se incrementa la intensidad después de ha­ cerla. Si el paciente no puede levantar los miembros inferiores, el médico lo hará, pasi­ vamente. Fig. No. 46-9. CONSIDERACIONES A LA MANIOBRA PARA OIR MEJOR LOS FOCOS DE PUNTA: 1.— La posición decúbito lateral izquierdo aproxima más el ápex hacia el precordio, pro­ curando con ello mayor cercanía del foco mitral con el oído del examinador. Si esta auscultación se la hace en apnea postesfuerzo y postespiración, se agregan condiciones de aumento de flujo y de fuerza de contracción al nivel del defecto, con lo cual crecen en - 293 - F ig . 4 6 -8 M a n io b ra d e R iv e ro C arv allo e n fo n o c a rd io g ra m a . C o r te s ía d e l D r. W ilso n P a n c h o , intensidad los ruidos sobreañadidos en el ci­ clo cardíaco. 2.— Las maniobras de Rivero Carvallo y de Azoulay tienden a incrementar el flujo en las cámaras derechas. Es natural que el aumento de flujo al pasar por una estrechez o regurgi­ tar de una cámara a otra, forme un torbellino mayor que el usual e incremente la intensi­ dad del sonido. Como con estas maniobras, el aumento de la intensidad es circunstancial y momentánea y afecta solamente a las cá­ maras derechas; cuando existe, denuncia que el fenómeno se produce a nivel de éstas. Ejemplo: La insuficiencia tricúspidea pro­ duce un soplo holosistólico Rivero Carvallo+. Establecidos así los hechos, conviene correlacionar el foco de auscultación y el momento del ciclo con la condición anatomopatológica que origina la auscultación anormal. (3) (Espino Vela). Soplos sistólicos en focos de base: ESTENOSIS Soplos diastólicos en focos de base: INSUFICIENCIA. Soplos sistólicos en “punta”: INSU­ FICIENCIA Soplos diastólicos en “punta”: ESTE­ NOSIS. Se habla de Estenosis cuando la válvula estrecha opone un obstáculo a la salida de la sangre de su cavidad natural. Se llama Insu­ ficiencia cuando las compuertas valvulares, F ig . 4 6 -9 M a n io b ra d e A z o u la y . al no cerrarse cuando deben estarlo, per­ miten el retorno de la sangre a su cavidad de origen. De allí que la secuencia de ausculta­ ción que proponemos a continuación, debe ser establecida como rutina, pues así no nos olvidaremos de nada esencial y llegaremos con facilidad al diagnóstico orgánico. BIBLIOGRAFIA 1 .— A lo sise , L .: T r a ta d o d e F is io lo g ía . S e g u n d a e d ic ió n . 1 2 5 -1 2 7 . E l A te n e o , B u e n o s A ires, 1942. 2 .— C a rra l, R .: S e m io lo g ía C a rd io v a sc u la r. Q u in ­ t a e d ic ió n , 2 6 4 -2 6 5 , I n te ra m e ric a n a , M éx ic o , 1964. 3 .— E s p in o V e la, i . : I n tr o d u c c ió n a la C a rd io ­ lo g ía . N o v e n a e d ic ió n . 1 1 6 -1 2 8 , M én d e z O te o , M é x ic o , 1 9 7 9 . -2 9 4 4 .— F is h le d e r, B .: E x p lo r a c ió n C a rd ió vas c u la z y F o n o m e c a n o c a r d io g r a f ía C lín ic a . 1 6 -1 9 , E d i to r ia l F o u r n ie r , M é x ic o , 1 9 6 6 . 5 .— F is h le d e r, B .: E x p lo r a c ió n c a r d io v a s c u la r y F o n o m e c a n o c a r d io g r a f ía C lín ic a . 1 3 6 - 1 4 8 , E d i to r ia l F o u r n ie r , M é x ic o , 1 9 6 6 . 6 .— F is h le d e r, B .: E x p lo r a c ió n C a r d io v a s c u la r y F o n o m e c a n o c a r d io g r a f ía C lín ic a . 3 3 -3 4 , E d i to r ia l F o u r n ie r , M é x ic o , 1 9 6 6 . 7 .— 8 .— F is h le d e r, B .: E x p lo r a c ió n C a r d io v a s c u la r y F o n o m e c a n o c a r d io g r a f ía C lín ic a . 3 5 -4 1 , E d i to r ia l F o u r n ie r , M é x ic o , 1 9 6 6 . L a e n n e c , R .T .H .: D e la a u s c u lta c ió n m e d ía ­ t e o u tr a íf é d u d ía g n o s tic d e s m a la d ie s d e p o u m o n s e t d u c o e u r, f o n d é p r in c ip a lm e n t s u r ce n o u v e a u m o y e n d e x p lo r a tio n . B ro s s o n e t c h a u d é , P a rís 2 n d . e d ., 1 8 2 6 . 9 .— L a e n n e c , R .: L a A u s c u lta c ió n M e d ia ta . D o ­ c u m e n to s in é d ito s , M asso n e t C ié E d ite u r s , 1926. 1 0 .— L u is a d a , A .: R u id o s y P u lso s c o m o a y u d a s p a r a e l d ia g n ó s tic o c a r d ía c o , C lín ic a s M éd icas d e N o rte a m é ric a , V o l. 1 . 4 -3 0 , 1 9 8 0 . coinciden, si no exactamente, con variantes de milisegundos, los movimientos valvulares y la graficación de los ruidos cardíacos. Ade­ más, hay autores como Fishleder, que, con abundante bibliografía sostienen el criterio de la génesis valvular. (1, 2, 5, 6, 7,9). Los elementos del ciclo cardíaco serán expuestos esquemáticamente a continuación: BREVE RECUENTO FISIOLOGICO. Vienen esquemas con sus respectivos pie de figura: 47-1 a 47-5. Establecido así el “esqueleto” de la auscultación cardíaca, ordenamos los con­ ceptos en el cuadro No. 47-1. CAPITULO 47 AUSCULTACION DEL CORAZON F ig . 4 7 -1 C ic lo c a r d ía c o c o n su s ru id o s y sile n c io s . F ig . 4 7 -2 A R u p t u r a d e l c ír c u lo p a ra p onez su s e le m e n to s e n p o s ic ió n lineaL NORMAL. Como este método es de importancia diagnóstica, recordemos antes de analizar la expresión patológica, como se escucha el corazón normal. Nos proponemos identificar los elementos del Fonocardiograma y extraer sus orígenes. Hay investigadores que niegan la génesis de los ruidos, dependiente de las oclusiones y las aperturas valvulares. Asig­ nan tal hecho a los cambios de presiones en las cámaras de los grandes vasos, a acelera­ ciones y desaceleraciones de la corriente sanguínea (8). Sin embargo, creemos que, con fines didácticos, de correlación entre las curvas de Fono- Mecano, Carótido y Yugulograma, vale la pena mantener los puntos de referencia clásicos, pues de todas maneras - R /,____ Rl R 2 ____ Ü3 íucñoSAencto < ¡x*m Rl F ie . 4 7 -2 B c/ o S iten 4 ----- f -4 ¡r 4 C ic lo c a r d ía c o e n p o s ic ió n lin e a l. / 'J S , C O M P O N E N T E AORTICO ''Ay C IE R R E 1 ; M ITRA L I | CIERRE T R IC U S P ID E O APERTURAS ^ V IB R A C IO N E S DE LOS / GRANDES VASOS / APERTURAS REMANEN T E AUR1 CULAR. g. 4 7 -3 A Fig. DE M IT R A L Y TRICUSPIDEA COMPONENTE PULMONAR DE PULMONAR DE AORTA F ig . 4 7 -4 A E le m e n to s d e l s e g u n d o r u id o , ( to ­ d o s ). E le m e n to s d e l p r im e r ru id o (to d o s). F ig . F ig . ¿V 5 - 4 7 -3 B F a c to r e s p rin c ip a le s d e R l 47-5 Correlación entre fono y E.C.G. 4 7 -4 B F a c to r e s p rin c ip a le s d e l R 2 . -2 9 6 CUADRO No. 47-1 ESTUDIO DE LOS ELEMENTOS DEL CICLO CARDIACO 1 .- Características de los ruidos. 2 .- Características de los silencios. 1.1 Intensidad 2.1 Duración 1.2 Tono 2.2 Pureza 1.3 Timbre 3 .- 1.4 Duración 4 .- CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 47-1 1.1 a 1.4 En forma general vamos a asumir que tanto Rl como R2 son únicos, es decir que normalmente se los oye como un solo golpe, cuya onotopeya es Lub-Dub (6). El primer ruido es un poco más largo que el segundo, por lo que proponemos que la onomatopeya quede así: Lubb-Dub. Sin embargo de lo anterior, anotamos que R2 puede oírse des­ doblado fisiológicamente durante el ápnea postinspiratoria, constituyendo así, el des­ doblamiento fisiológico del segundo ruido que se lo cataloga como normal, el cual frecuentemente es audible en niños y jóvenes. Más adelante, volveremos a tratar el tema, en capítulos posteriores. La identificación del primer ruido se puede hacer simplemente a la auscultación, por cuanto Rl y R2 están separados por el silencio menor, en tanto que R2 está separa­ do de Rl por el silencio más largo, llamado silencio mayor. La onomatopeya, utilizando dos ciclos cardíacos, para su mejor compren­ sión, queda como sigue: LUBB-DUB—LUBBDUB. Además si se torna difícil la identifi­ cación, se puede palpar el pulso al mismo tiempo que se ausculta, pues la sensación tác­ til del pulso, coincide con la sensación audi­ tiva del primer ruido. Si se toma simultánea­ mente el fonocardiograma, se identifica Rl Frecuencia normal Ritmo normal porque el complejo ventricular del electro­ cardiograma (QRS), precede a Rl con 0,07S. (6) de promedio normal, así como ei pago precede al trueno. El tercer ruido, que aparece en el protodiástole, más o menos a 0,15 del com­ ponente aórtico del segundo ruido, produce la sensación acústica del galope de un caballo en el contexto del ritmo a tres tiempos: R1-R2-R3. (2, 6, 8). Fig. No. 47-6. Para simular lo dicho, el profesor o el practi­ cante puede tamborilear con 3 dedos so­ bre una superficie dura, comenzando con el anular, siguiendo con el medio y ter­ minando con el índice, en secuencia rá­ pida. El R4 (cuarto ruido), prácticamente es inaudible y ocupa la parte final del si­ lencio diastólico, por lo cual ha recibido el nombre de galope telediastólico, tomando en cuenta el conjunto de ruidos: Rl R2 R4 Rl (2, 6, 8). Fig. No. 47-7. Si coexiste con R3 sobrevendrá un ritmo a 4 tiempos: R1-R2-R3-R4Fig. No. 47-8. 2.1 La duración del primer silencio, ya lo hemos dicho, es más corta; comparada con la del segundo silencio, que es más larga. El primero es sistólico; el segundo, diastólico. 2.2 El silencio tiene que ser “puro”. Si algún ruido lo ocupa parcial o totalmente, estamos ante “ruidos sobreañadidos”, cuya -2 9 7 Depende esta oscilación normal, del ré­ gimen neurovegetativo que gobierne al suje­ to. Sin embargo debemos anotar que si un vagotónico con una frecuencia usual de 60xM. tiene 90 x m., ya no es su frecuencia normal. La inversa, en los simpáticotonicos. Por lo tanto las cifras “normales” son relativas y hay que analizarlas dentro del cuadro clíni­ co general. 4.— El ritmo además de su relación con la frecuencia tiene el significado de cadencia, es decir de repetición regular de sonidos, así como el tic-tac de un reloj. Lo que sale fuera de este concepto, es arritmia, cuya clasifica­ ción y connotación clínica se verán más ade­ lante. BIB L IO G R A FIA Fig. Fig. 47-7 47-8 1.— Calo* A.: Les Bruits du Coeur et des Vaisseaux. Masson et cíe, Paris, 1950. 2.— Carral, R.: Semiología cardiovascular. 5ta. edición. 263-271, Editorial Interamericana S.A., México, 1963. 3.— Cossio, P.: Aparato Circulatorio: Bibliote­ ca de Semiología 5ta. edición: 332-334, £1 Ateneo, Buenos Aires, 1949. 4.— De la Torre, A. y Azanza, G.: Lecciones de Semiología, Ira. edc. 56*57, Imp. de Universidad, Quito, 1950. 5.— Facci* M.: I Torri del Coure, Capelli Ed. Bologna, 1959. 6.— Fishleder, B.: Exploración Cardiovascular y Fonomecanocardiografía clínica. 132-148, La Prensa Médica Mexicana, 1966. 7.— Holldak, K. y Wolf, D.: Atlas und Kurzgefasstes Leherbach der Phonokardiographie (6). Thieme Verlag, Stutgart, 2da. ed. ¿958. 8.— Luisada, A.A.: Ruidos y., pulsos como ayudas en el diagnóstico cardíaco. Clínicas Médicas de Norteamérica. Vol 1: 4-30,1980 9.— Welver, A.: Atlas der Phonokardiographíe. Verlag Von Dr. S. Steim-Keppff, Darmstadt, 1956. R4 en el íono Ritmo de 4 tiempos. significación se analizará en capítulos pos­ teriores. 3.— Se toma como frecuencia normal aque­ lla que va de 60 a 100. (3,4). - 29Ü CUADRO No. X PLAN PARA EL APRENDIZAJE DE LA AUSCULTACION DEL CORAZON 1 .- OBJETIVOS.— Al término del proceso de enseñanza-aprendizaje, el estudiante deberá ser capaz de: 1.1: Enumerar las características de los ruidos y silencios normales del corazón. 1.2: Identificar en el tórax del paciente, los focos y las áreas de ausculta­ ción 1.3: Reconocer las características de los ruidos y silencios. 1.4: Enumerar los cambios fisiológicos y patológicos de los ruidos cardiacos. 1.5: Reconocer los cambios fisiológicos y patológicos de los ruidos. 1.6: Describir los fenómenos acústicos sobreañadidos en los silencios. 1.7: Reconocer los fenómenos acústicos sobreañadidos que ocupan sístole y díástoJe. 1.8: Correlacionar la descripción de la auscultación con los trastornos fun­ cionales y orgánicos del corazón. 2 .- CONTENIDOS.— Corresponden al qué examinar, cómo examinar y para qué examinar, constan­ tes en este texto. 3.— METODOLOGIA Y ACTIVIDADES.— 3.1: Repetir varias veces las características de todos los ruidos y silencios normales del corazón. 3.2: Marcar en una persona, con lápiz demográfico, ¡os focos de ausculta­ ción. 3.3: Describir verbal y gráficamente ¡as características de los ruidos y silen­ cios escuchados. 3.4: Repmr varias veces los cambios fisiológicos y patológicos de los ruidos cardíacos. 3.5: Oír a personas sanas en diversas situaciones fisiológicas provocadas ya personas enfermas. continúa... -2 9 9 viene 3.6: Describk verbal y gráficamente los fenómenos acústicos sobreañadidos escuchados. 3.7: Describir la anatomía, Fisiología, Fisiopatologia valvular y comparar con la auscultación escuchada en los pacientes. 4 .- RECURSOS.- 1.— Humanos. 4.1 : Personas sanas, que pueden ser los mismos compañeros. 4.2: Personas enfermas. (Todos los casos posibles). 2 .- Materiales. 2.1: Fonendoscopio biauricular de campana y membrana. 2.2: Discos o cassets con las grabaciones pertinentes. 2.3: Bibliografía. 5- EVALUACION.— Volver a los objetivos y juzgar si se los satisface. CAPITULO 4 8 RITMO Y FR E C U E N C IA RITMO. INTRODUCCION.- Luego de es­ tudiar la auscultación del corazón normal, abordamos la recolección de los signos de­ pendientes de los trastornos del ritmo y la frecuencia, mediante el método auscultatorio. Veamos los cuadros No. 48-1,48-2 y 48-3. CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 48-1 1.— Recordemos que los primeros datos sobre el ritmo cardíaco, recoge el practican­ te en la anamnesis (Ver: “palpitación”) (2). Al tomar el pulso puede el practicante detec­ tar la mayor parte de las arritmias o sospe­ charlas. Al tomar la presión arterial (8, 9), sin que se tengan realmente la intención de investigar las arritmias, se puede caer en cuen­ ta de que existen y naturalmente, se las tiene que tomar en consideración para variar la velocidad de desinsuflación del mango. De esta manera, se recomienda revisar los cono­ cimientos precedentes. CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 48-2 Entre las arritmias pasivas, indudable­ mente, la más grave y de mayor significación ch'nica, es el bloqueo aurículo-ventricular. (1, 10, 12), Así pues, cuando haya una bradicardia notoria, es de rigor, pedir un E.C. G. CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 48-3 1 Los extrasístoles reiterados son de im- -300CUADRO No. 48-1 AUSCULTACION DEL CORA ZON: RITMO Y DISRITMIA Cómo Examinar Qué Examinar 1 Ritmo 1 .- Mediante la auscultación se escu­ cha el funcionamiento del cora­ zón y lo primero que se aprecia es la cadencia, el compás del lati­ do así como se escucha el tic-tac de un reloj. 1.1 Ritmo Normal 1.1 Se oyen ruidos acompasa­ dos e intercalados entre pausas o silencios.similares. 1.2 Arritmia 1.2 Los ruidos del ciclo cardía­ cos están desacompasados, las pau sas de cada ciclo son diferentes. CUADRO No. 48-2 ARRITMIAS PASIVAS Cómo Examinar Qué Examinar 1.— Bradicardia 1.1 Se conserva el ritmo, pero se cuentan menos de 60 ciclos por minuto. Fig. No. 48-1 y 48-3. 2.— Bloqueo aurículo ventricular com­ pleto. (Síndrome de Adams Stokes-Morgagni). ¡Cuidado! Arritmia de importancia vital. 1.2 Por lo común, la bradicardia es muy notoria y podría, eventual­ mente, acompañarse de pérdida del conocimiento y aún, de con­ vulsiones. Fig. No. 48-2 Fig. 48*1 Bradicardia Sinusal -3 0 1 CUADRO No. 48-3 ARRITMIAS ACTIVAS Qué Examinar Cómo Examinar 1.— Extrasístoles ocasionales. 1.— Se escuchan esporádicamente ci­ clos extras intercalados en perío­ dos de ritmo normal. Fig. No. 484 2.— Extrasístoles reiterados 2.— Se escuchan estos ciclos extras con más frecuencia. Fig. No. 48-5 4 .- 7 .- Extrasístoles en “salvas”. Fig. No. 48-6 ¡cuidado! peligro de taquicardia paroxística. 3.— Se escuchan varios ciclos extras Extrasístoles bigeminados. ¡cuidado! (intoxicación digitálica (3)). 4.— Cada ciclo normal se acompaña Taquicardia Paroxística, ya tra­ tada con más amplitud, en laanam nesis. 5.— Se aprecian ciclos muy juntos Fibrilación Auricular. (Arritmia Absoluta). También llamada: Co­ razón loco = delirium cordis. 6.— Simplemente no hay ritmo. Puede ser de frecuencia lenta o rápida. La auscultación puede semejarse al sonido que produce: un telegrafista al enviar un tele— grama, con sistema “Morse”. Fig. No. 48-8. Fibrilación ventricular. ¡cuidado! Más de tres minutos de duración de esta arritmia pro duce descerebración o muerte. 7.— No se oyen ruidos cardíacos en el pecho. No hay pulso. Fig. No.48-9 reunidos, uno tras otro, en núme­ ro mayor a dos, intercalados en períodos de ritmo normal. de un ciclo extra, separados de la siguiente pareja de ciclos por una pausa más larga. Fig. No. 48-7. con una frecuencia al rededor de 150 por minuto. -3 0 2 - Fig. Fig. 48-3 48-4 Taquicardia Sinusal Extrasístole ocasional Fig. 48-7 Extrasístoles bigeminados ÜBTr Fig. Fig. 48-5 48-8 Fibrilación Auricular Extrasístoles reiterados Fig. 48-9 S ecuencia de la generación de u n a F ibrilación ventricular. C o rtesía del P rofesor Dr. F e m a n d o H idalgo O. portancia clínica y el hecho de que se los encuentre, amerita reportar al especialista pa­ ra que realice un estudio más a fondo. 2 .- Particular relieve tienen los extrasísto­ les en salvas, (2, 11, 13) es decir cuando se oye como disparos en ráfaga. Tal condición siempre es de interés cardiológico. Se impo­ ne el E.C.G. 3 .- ! ' i- Los extrasístoles bigeminados (11. 13) constituyen signo de intoxicación digitálica; más aún, si existen otros puntos de apoyo, como: anorexia, náusea, vómito, xantopsia (visión amarilla). 4.— La taquicardia paroxística supraventricular (3, 6) puede ser inocua, presentarse en personas sanas o estar ligada a patología extracardíaca (hernia hiatal, úlcera duodenal, colecistopatía, por ejemplo). Conviene inves tigar también si hay síndrome de Wolf Parkiii' son White. Indudablemente se impone un estudio electrocardiográfíco. Las maniobras para tratar las taquicardias paroxísticas supraventriculares están descritas anteriormen­ te. 5.- La fibrilación auricular es muy fre­ cuente en las cardiopatías crónicas, especial­ mente en las reumáticas. De las valvulopatías reumáticas, las Estenosis Mitrales son las más proclives a manifestarla. Indudablemente es­ ta arritmia agrava cualquier proceso patoló­ gico preexistente, desencadena insuficiencia cardíaca en los corazones que están al borde de tenerla; favorece la formación de coágu­ los, su desprendimiento, las tromboembolias y sus tremendas secuelas. 6.- Ante la Fibrilación Ventricular (4, 7) y el Paro Cardíaco, (5) la conducta médica de­ be ser de acción inmediata en menos de tres minutos, puesto que puede sobrevenir la descerebración o la muerte. Como esta arritmia puede intercurrir el momento menos pensa­ do, las maniobras pertinentes deben ser de conocimiento y difusión popular. Su des­ cripción se hace al final de esta sección. FRECUENCIA: La toma de la frecuencia ya se ha he­ cho cuando se inició el examen físico con los “signos vitales” y el pulso entre ellos. Pero cuando hay arritmias activas, especial­ mente cuando hay Fibrilación Auricular, extrasistolia reiterada, por ejemplo; puede ha­ ber también Déficit del Pulso, (8,9) es decir que la frecuencia del pulso periférico sea menor que la frecuencia central, tomada con el fonendoscopio sobre el precordio. Tal con­ dición acontece porque no pasan todos los latidos cardíacos a las arterias periféricas y esto es así, porque si el extrasístole o algunos de los sístoles apresurados de la F.A. acortan el diástole precedente, el ventrículo izquier­ do ha recibido muy poco flujo o nada de flu­ jo, motivo por el cual, tampoco expulsa la cantidad suficiente o simplemente late in va­ cuo, es decir sin sangre. Por lo anteriormente expuesto, se in­ fiere que en los cardiópatas con arritmia hay que tomar el pulso central en un minuto com­ pleto. BIB L IO G R A FIA 1.— Srüler, S.A.: Arritmias Cardíacas: Tratado de Medicina Interna de Cécil-Loeb. 1. 115, Nueva Editorial Interamericana, 1972. 2.— Carral, R.: Semiología Cardiovascular. Q uin­ ta edición. 75. Editorial Interamericana. México, 1964. 3.— Cohn, A. E. and Fraser, F. R.: Paroxysmal Tachycardia and the effeet of stimulation of the vagus nerves by pressure, V. 93, Heart, 1913. 4.— Josephson, M. E. y Horowitz, L. N.: Ta­ quicardia ventricular recurrente: enfoque electro fisiológico. Clínica* Médicas de Nor­ teamérica, Vol 1, 51-68,1979. 5.— Kouwenhoven, W. B.: Jude, J. R, y Kuickerbocker: Closed chest cardiac massage, J.A.M.A., 173; 1.064, 1960. 6.— Lipman, B. y Massie, E.: Electrocardiogra­ fía Clínica. 327-355, Editorial Interamericana, México, 1967. 7.— Márquez, J.; Esteve, J.J.; Vera, A.; Longo, A. y de Artaza, M.: Fibrilación Ventricular: Revista Española de Cardiología. VoL 33: No. 5 475. 488, 1980. 8.— Rubín, A.: Significación clínica de los rui­ dos de la presión sanguínea. Medical services digest. VoL 1. No. 6: 17,1972. 9.— Ragan C. and Bordley, JL: The Accurancy of clinical meassurements of arterial blood pressure with a note the auscultatory. 69: 504, Bulletin Hopkins Hosp., 1941. 10.— Resnik, W. H. y Harrison, T. R.: Arritmias: Medicina Interna de Harrison, 1.404-1.406, La prensa Médica Mexicana, 1965. 11.— Sampson, J. J.; Alberion, E. C. and Kondo, B.: “The effeet on of Potassium administration in reiation to digttalw glycosides, with special reference to blood,serum pota­ ssium, the electrocardiogram an d «etopie beats. XXVI: 164, American H eart 1943. - 304 12.— Schamroth, L.: Principies goberning 2: 1 Ay biock with interference dissociation. British Heart J., 31: 980, 1069. I.C.I. — Insuficiencia cardíaca iz­ quierda. 13.— White, P. D.: Enfermedades del Corazón. Cuarta edición. 867, 938, 949, 962. El Ateneo, Buenos Aires, 1964. I.C.C. = Insuficiencia cardíaca con­ gestiva H.A. Hipertensión Arterial I.A.M. = = I.Cor.C. = Insuficiencia coronaria cró­ nica (angina de pecho) SIMBOLOGIA ESQUEMAS BASICOS E.M. = Estenosis Mitral Y ABREVIATURAS E.A. = = Estenosis aórtica CAPITULO 49 I.A. En este capítulo exponemos a la con­ sideración del lector, los símbolos y esque­ mas que consideramos básicos para com­ prender mejor y expresar con rapidez los recogidos desde la anamnesis hasta el examen físico. Se incluyen también algunos concep­ tos y cifras fisiopatológicas fundamentales; como, por ejemplo, las presiones y oximetrías intracavitarias (2, 8,9,12). En lo que respecta a la auscultación, nos permitimos ser reiterativos y aún, a manera de descripción analítica y progresiva, insinuamos pasar del esquema del ciclo cardíaco y de cada uno de sus elementos con sus variantes patológicas, a la simbología que utilizaremos más adelante para interpre­ tar gráficamente lo que hemos escuchado en el precordio del paciente examinado. Así es como del esquema fundamental podría­ mos llegar a la correcta imitación e interpre­ tación del Fonocardiograma. Se recomienda revisar desde el capítulo 46 y seguir hasta el 51 para conceptuar a cabalidad la ruta de aprendizaje que hemos utilizado. Infarto agudo de miocardio Insuficiencia aórtica Doble lesión mitral D.L.M. M.A. Mitro aórtico = Doble lesión aórtica = = Mitro tricúspidea M.T. Tricuspidización = Insuficiencia tricúspídea órgano-funcional (3, 4, 5, 6, 7, 10) que constituye la confirmación de una I.C.C. den­ tro de la historia natural de cualquier cardiopatía. D.L.A. Mitralización = Insuficiencia mitral ór­ gano funcional (3,4,5,6,7,10)que sobreviene como confirmación de la insuficiencia cardía­ ca izquierda (I.C.I.) en el curso de cualquier cardiopatía que afecte al V.l. V. I. = Ventrículo izquierdo A. I. = Aurícula izquierda V. D. = Ventrículo derecho A. D. = Aurícula derecha V. P. = Vena pulmonar C. P. V. = Capilar pulmonar venoso SIGNOS CONVENCIONALES A. P. = Arteria pulmonar 1- A. P. I. = Arteria pulmonar izquierda SIMBOLOGIA Fig. No. 49-1A y 49-1B. A. P. D.= 2 .- P . C. A. I.C. ABREVIATURAS = Insuficiencia cardíaca Arteria pulmonar derecha = Persistencia de conducto arteriovenoso -3 0 5 - Fig. o o ' - 9 = o o - __ 0 - - Secuencia de las Telerradiografías. Ver R x Pág. 3 2 9 . 4 9 -1 HOMBRE O O O O - ESTERTORES de ae + ¿ — MUJER O ” SOPLO RONCUS - = DERRAME SIBILANCIAS t - AUMENTO RONCUS Y SIBILANCIAS ; - Fig. 49-1B DISMINUCION S im bología + a *+ — CRECIMIENTO PROGRESIVO «s DECRECIENTE PROGRESIVO s - RESISTENCIAS % * LATIDO — 3U6 - C. I. A. Comunicación interauricu­ lar C. I. V. Comunicación intraventricular E.P. SOPLO PROTO SISTOLICO Estenosis pulmonar Co. Ao. - SOPLO MESO SISTOLICO Coartación aórtica 3 - ESTUDIO HEMODINAMICO, PRESIONES Y OXIMETRIAS (2 ,8 ,9 ,1 2 ). SOPLO TELE SISTOLICO Para englobar las presiones dentro del cuadro. (En Au­ rículas y CJ*.V., solamente se anotará la presión me­ dia). Para englobar la oximetría dentro del círculo, expresa­ das en volúmenes de 02. O Fig. No. 49-2. Esquema de presiones y oximetría en el interior de las cámaras cardíacas, grandes vasos y capilares pulmonares. 4 - ELEMENTOS FISIOLOGICOS Y PATOLO­ GICOS DEL CICLO CARDIACO (1,11) Fig. No. 49-3A 5 .- EJEMPLOS DE AUSCULTACION PATO­ LOGICA DEFINIDA Fig. 49-3B SOPLO HOLO SISTOLICO SOPLO HOLO SISTOLICO EN DIAM ANTE R, «a. SOPLO PROTO DIASTOLICO S0PLO MESO DIASTOLICO — SOPLO TELE _ DIASTOLICO O P R E S IS T O L IC O SOPLO HOLO DIASTOLICO — 0 _ SOPLO MESO TELE DIASTOLICO - SOPLO PROTO MESO DIASTOLICO . Fig. 49-3A — — -O — m \W m m r - Elementos Fisiológicos y Patológi­ cos del ciclo cardíaco. 6 .- DESCRIPCION DE OTRAS VARIANTES DE AUSCULTACION Fig. 49-2 Presiones y Osimetrías in traca vi­ tarías. Intensidad de 1 a 4. Se pondrá en números debajo del esquema o del fono. - P. C . A FOCO MESOCAROtCO Fig. 49-3B Ejemplos de auscultación patológi­ ca definida. irradiación horizontal -4 ■" ■■ ----------—~* Si hay duda, se expresará en números, así: Fig. 49-4A Tono: Alto o bajo o si se quiere singularizar, se comparará con las cuerdas de la guitarra. Así: Alto (primera) o sino, otro ejemplo: bajo (cuarta). Timbre: Se escribirá la comparación; así: En olla de vapor, si se oye como cuando se destapa una olla donde se ha hecho hervir agua. Otro ejem.: En Pío de Gaviota, (se oye así). Irradiación: Se señalará con flechas cuyo largo indicará las magnitud de la irradia­ ción y cuya punta señalará la dirección de la misma. Fig. No. 49-4B Las flechas señalan irradiación hori­ zontal, a izquierda y derecha (en barra). Fig. 49-4C. Las irradiaciones a mesocardio y F. tricúspideo son de menor intensidad que la irradiación hacia axila. Fig. 49-4D. ESQUEMAS FISIOPATOLOGICOS DE LAS VALVULOPATIAS Fig. 49-5 FOCO a mesocardio M ITRAL axila <¿'R a foco tricúspideo Fig. 49-4 Descripción de otras variantes de auscultación. VALVULOPATIAS: ESTENOSIS MITRAL La estenosis mitral, comunmente es consecuencia de la fiebre reumática. Es la lesión que más frecuentemente producé arrit­ mias (fibrilación auricular). En el esquema se anotan los principales signos y síntomas que se presentan en esta lesión valvular, así como también los signos electrocardiográficos y ra­ diológicos sobresalientes, se pueden agregar. -3 0 8 Fisiopatológicamente, en las Estenosis Mitral, la sangre de aurícula izquierda, en­ cuentra un obstáculo para poder llegar al ventrículo izquierdo, lo que produce un au­ mento de presión y dilatación de aurícula iz­ quierda. El aumento de presión es transmiti­ da a la circulación menor; ésta lo hace más hacia atrás, es decir al ventrículo derecho, ú cual al dilatarse, elonga el anillo de la vál­ vula tricúspide, la misma que se vuelve in­ suficiente, sobrecargando aurícula derecha y 3levando la presión venosa sistémica, con lo cual se declara la Insuficiencia Congestiva ^Ingurgitación Yugular, hepatomegalia, ede­ ma, etc.). Fig. No. 49-6. INSUFICIENCIA MITRAL En la Insuficiencia Mitral, refluye la sangre de ventrículo izquierdo a la aurícula zquierda, produciéndose aumento de volu­ men en esta aurícula, con repercusión hemoiinámica retrógrada similar a la que se pre;ente en la Estenosis Mitral. A lo anterior se agrega la dilatación de ventrículo izquierdo por la sobrecarga diastólica que establece el reflujo. Fig. No. 49-7. INSUFICIENCIA AORTICA En la Insuficiencia Aórtica la sangre refluye durante la diástole desde la arteria aorta al ventrículo izquierdo. Aumenta e] volumen en el ventrículo izquierdo, el mismo que se dilata y que aunque resiste bastante bien este tipo de lesión, cuando desfallece cede la sobrecarga a las cámaras que quedan por detrás, dando síntomas pulmonares pri­ mero y luego, los que dependen de la falla ventricular derecha (Insuficiencia Congesti­ va). El gran impulso ventricular izquierdo origina la mayor parte de los signos anterógrados. El flujo coronario disminuye, puesto que la presión diastólica es muy baja y es en la diástole cuando se nutre el corazón. Fig. 49-9. ESTENOSIS AORTICA En la Estenosis Aórtica, la sangre en­ cuentra un obstáculo a nivel de la válvula aórtica durante la sístole, lo que lleva al au­ mento de presión en el ventrículo izquierdo y al crecimiento concéntrico de esta estruc­ tura. Su falla repercute así mismo en forma retrógada hasta llegar a la insuficiencia cardíaca congestiva. Fig. No. 49-8. VALVULOPAT1AS: ESTENOSIS M1TRAL T ospnooucnvA ESPECTOfUOON HEMOTOtCA 04SN6A06 i. 01 Fig. 49*6 Estenosis Mitral -309 INSUFICIENCIA MITRAL TO S ESPEC TO R AC IO N DISN EA de +a++ TR IC U S P ID IZ A C iO N DELA LESIO N M ITR AL ESTENOSIS AORTICA INGUR. YU G U LAR HE P A T O M E G A U A D ISPEPSIAS AN O R EXIA II II y E D E M A d e +a++ G A S TO C A R D IA C O , TAQ U IC AR D IA Rx. E .C .G . OAI V, - V ^ v Fig. OAD V6 ^ - A 49-7 Fig INSUFICIENCIA AORTICA OISNEA D A N ZA H lü A R A V E C E S SO PLO DE AU STIN FU NT. (E stenosis M itral Relativa) \\ DAN ZA A R TER IAL P R E C O R D IA LG IA SIG. DE M U SSET PU LSO CELER DOBLE S O P LO C R U R A L RUIDO EN P IS TO LE TA Z O AU M EN TO P R E S IO N A R TE R IA L D IFER EN C IA (Td e diastóiica. 4 de sistólica) OAI Fig. 49-9 Mareo Pulso, Parvo Síncope por esfuerzo Precordialgi- In su ficien cia M itral OAD In su fic ie n c ia A ó r tic a 49-8 Estenosis Aórtica -3 1 0 - ; a p i t u l o 50 ¡ECUENCIA D E L A A U S C U L T A ­ CION C A R D IA C A INTRODUCCION. Desde el capítulo 46 hemos tratado de enseñar objetivamente el método auscultatorio y seguiremos haciéndolo hasta el capí­ tulo 51, tomando en consideración su trasceni dencia en el proceso del aprendizaje de la CUADRO No. 50-1 SECUENCIA DE LA AUSCULTACION DEL CORAZON ENFERMO 1 .- Localización en el precordio 2 .- Localización en el ciclo: 2.1: Primer Ruido -R12.2: Silencio Sistólico 2.3: Localización de los Ruidos Sobreañadidos en el silencio sis­ tólico. 2.3.1: “Soplos” sistólicos: 2.3.1.1: Protosistólicos 2.7: Localización de los Raidos So­ breañadidos en el silencio diastólico. 2.7.1: “Soplos” diastólicos 2.7.1.1: Protodiastólico 2.7.1.2: Mesodiastólico 2.7.1.3: Telediastólico 2.7.1.4: Holodiastólico 2.7.2: Ruidos diastólicos que no son “soplos”. 2.3.1.4: Holosistólico 2.7.2.1: CH M - Chasquido de apertu­ ra mitral 2.7.2.2: -R3-tercer ruido-Galope pro­ todiastólico. 2.3.2: Ruidos Sistólicos que no son soplos. 2.7.2.3: -R4- cuarto ruido galope tele­ diastólico. 2.4: Percepción de los Ruidos Sobreañadidos en el silencio sis­ tólico. 2.8: Percepción de los ruidos sobre­ añadidos en el silencio diastólico. 2.4.1: Intensidad 2.8.1: Intensidad 2.4.2: Tono 2.8.2: Tono 2.4.3: Timbre 2.8.3: Timbre 2.4.4-. Irradiación 2.8.4: Irradiación. 2.3.1.2: Mesosistólico 2.3.1.3: Telesistólico 2.5: Segundo Ruido -R22.6: Silencio diastólico medicina. Así es como, luego dei recuento fisiológico, el análisis del ciclo cardíaco, de cada uno de sus componentes en el corazón normal, hemos comenzado a ver la expre­ sión de la patología cardíaca por medio de la auscultación y para ello hemos recurrido a agrupar la simbología que nos ayudará a comprender y explicar mejor la sintomatología, la fisiopatología y aún la proyección clínica. En este capítulo tratamos de esta­ blecer un orden secuencial que proponemos como norma para el examen y su descrip­ ción. Con este propósito exponemos el cua­ dro No. 50-1. R, U n ic o (N ) Ri 2.1: El ciclo cardíaco comienza con el pri­ mer ruido (R l) Fig. 50-2A cuya normalidad o variante patológica hay que determinar. Así pues se dirá si Rl es normal, único, desdoblado, aumentado o disminuido. 2.2: Hay que oír la pureza del primer silen­ cio (sistólico o menor) Fig. 50-2B; pues lo normal es que se conserve “puro”. Lo con­ trario, significa que está ocupado por ruidos sobreañadidos, cuya fisiopatología estamos obligados a aclarar. 2.3: Según qué tercio ocupen los ruidos sobreañadidos, se les denominará: proto (un tercio inicial); meso (tercio medio);' tele (tercio final). Si está ocupado todo el silen­ cio, será “holo”. Además podrá haber otras variantes, si la duración se extiende en más de un tercio. Fig. 50-2C. (0 Desdoblado R, Disminufdo Fig. CONSIDERACIONES AL CUADRO 50-1 1.- Luego de “mapear” (5) todo el precor­ dio, se elige el foco donde se escucha con mayor intensidad el fenómeno acústico so­ breañadido, pues ese será el lugar de origen Por los otros sectores donde también se es­ cuche, determinaremos su irradiación. Fig. 46-3,46-4 y 49-4. R , A u m entado 50-2 A Fig. Ri R l único-desdoblad o-aumentado disminuido. 50-2B Silencio sistólico. R, ¿ Ri iMUMiumimHmumMimU M Fig. 50-2C Un I n HO o Soplos proto-meso-tele y holosistólicos. 2.3.2: Los ruidos sistólicos que no son “soplos” , pueden oírse como frotes (roce de cuero nuevo) o simplemente como un ruido intercalado en el sístole. 2.4: La calidad de los ruidos sobreañadidos tiene que ser descrita tomando en cuenta los parámetros: Intensidad (de 1 a 4); Fig. 50-2D, tono (alto o bajo), compara­ ble con el sonido de las cuerdas de una gui­ tarra, desde la primera hasta la sexta; timbre (la peculiaridad del sonido, expresada a veces con nombres típicos que singularizan ciertas patologías);,Irradiación (para circunscribirla se requiere perseguir el fenómeno acústico por todo el precordio y aún por todo el —312 — tórax, si fuera necesario). En la periferia de las áreas de irradiación (9), la intensidad es menor, pero el timbre, se conserva. 2.5: El segundo ruido (R2) igual que Rl, pero con mayor proyección clínica, se iden­ tificará si está normal, aumentado, disminui­ do, único, desdoblado. Fig. 50-2E. " J) 7 Intensidad: —7— R, ! J Fig. 50-2D 2.6: Hay que vigilar la pureza del silencio diástolico. 50-2F.: 2.7: Si encontramos el silencio ocupado con ruidos sobreañadidos, igual que en los fe­ nómenos sistólicos, estamos obligados a iden­ tificarlos dentro de los parámetros: inten­ sidad, tono, timbre e irradiación, además de haberlos ubicado en el o los tercios del diás­ tole que han ocupado. En el caso de que ocupen todo el silencio, serán holodiastólicos. Fig. 50-2G. 2.7.2: En cuanto a los ruidos que no son soplos y que se escuchan dentro del diástole, tenemos: El Chasquido Mitral (Ch M); R3 y R4. El Chasquido de abertura Mitral se oye dentro del contexto de] “Ritmo de Duroziez”, que define a la Estenosis Mitral, separado del componente aórtico del segundo ruido por 0,06 a 0,10 de segundo (3, 5, 7, 12), aun­ que puede ser un poco más, un poco menos, de acuerdo a la menor o mayor gravedad de la estrechez. Sirve mucho el Fonomecanocardiograma tomado simultáneamente, pues1 el punto 0 (M) del mecanocardiograma (5, 7, 10) coincide exactamente con el chas­ quido de abertura Mitral. Si se oye R2 des­ doblado en foco Mitral, probablemente se trata de CH M. Fig. 50-2H. El tercer ruido (R3) se encuentra den­ tro de los ritmos a tres tiempos. Coincide y corresponde con la fase de llenado rápido ventricular. El examinador debe señalar si es izquierdo o derecho, de acuerdo al foco donde se lo escuche. Puede no ser patológi­ co (2, 4, 6, 7, 13) en niños y jóvenes a la edad del servicio militar. — 1 ----------------------- Tono; alto 4 \ Ejemplo de intensidad ( ' A a 4/ 4 ) j tono (a lto o b a jo ) j e ¡rrad¡acíon(------►). (?) U n ico (N ) R 3 A u m en tad o “H” Desdoblado -------------------------- fl­ uí Disminuido R Rj, Fig. 50-2E R2 con sus variantes. ■f Fig. 50-2F Silencio diastólico R. -i Proto Fig. 50-2G j — m | Meso " Soplos proto-meso, tele y holo diastólicos. -3 1 3 - SIST O L E Fig. DI AS T O L E 50-2H Ch M — R3 —R4. En el fonocardio^anja-^3 aparece al rededor de los 0,15 componente aórti­ co del segundo-rtíldo, conformando el galope protodiastólico. El cuarto ruido (R4), puede invo­ lucrarse dentro del llamado galope telediastolico. Coincide con el sístole auricular. El oído humano, rara vez capta este ruido, pero el fonocardiograma lo identifica cuan­ do existe. COMENTARIOS FINALES. 1.- El practicante debe habituarse a hacer auscultaciones completas. Así se formará dentro de una misma escuela, hablará el mis­ mo idioma, corregirá sus errores, tendrá la satisfacción de volverse cada vez, más diestro, notará los cambios auscultatorios en la ¡evo­ lución del mismo paciente. Esta práctica no es patrimonio del especialista; todo lo con­ trario, debe ser uno de los objetivos en la formación clínica del médico general. En un país en desarrollo como el nuestro, esta destreza solo necesita práctica y un fonen­ doscopio. La auscultación es una destreza suscep­ tible de afinarse con la práctica y de irse per­ diendo con el ocio. De igual forma insisti­ mos en que es conveniente para el aprendi­ zaje, graficar todo lo que se auscultó, pa­ ra que esto se convierta en una acción ne­ cesaria y de rutina. Cuando los soplos son sistólicos y también diastólicos no escapan al análisis que se propone en la secuencia de ausculta­ ción. Cuando hay soplos simultáneos de di­ ferentes orígenes, será todo el coigunto de la auscultación lo que nos ayudará a iden­ tificarlos y describirlos. Así pues, ;serán los ruidos cardíacos; la intensidad, toflo, timbre e irradiación de los fenómenos acústicos pa­ tológicos los que definan nuestro criterio. Proponemos, también, que no hable­ mos de “soplo” sino de auscultación. Es importante conocer que no todo so­ plo significa que existe cardiopatía (2, 4, 6, 7, 13) y que existen cardiopatías que no se manifiestan con soplos. Bajo este respecto, manifestamos que hay soplos accidentales funcionales y orgánicos. Los soplos acci­ dentales (7) son soplos inocentes o “corazo­ nes sanos con soplo”. Son frecuentes las equivocaciones con los jóvenes que se califi­ can para la conscripción o que por cualquier circunstancia van a entrar en instituciones militares. Algunos de ellos presentan “el so­ plo del recluta”, que es netamente accidental. Quizá una de las características que hay que tomar muy en cuenta es de que aparecen y desaparecen. De allí que pueden presentar­ se situaciones de controversia ya que un pro­ fesional “oyó el soplo” y otro puede decir: ¿Qué soplo? . Ambos oyeron su verdad, pe­ ro jugó su papel truculento la fugacidad del soplo accidental. 2 .- Los soplos funcionales dependen gene­ ralmente de la disfunción que se establece en una válvula que no tiene daño orgánico, pero que sufrió la dilatación de su anillo, con lo cual quedó insuficiente. O puede ser que se incrementó tanto el flujo en una cámara, que al pasar el exceso de volumen por el orificio de una válvula normal, ésta presenta una es­ trechez relativa. Es lo que acontece con cual­ quiera de las causas que originan insuficien­ cia cardíaca izquierda y que primitivamente no dan “soplo”, pero que, cuando la elonga­ ción del anillo de la M itral, producida a su vez por la gran dilatación del ventrículo iz­ -3 1 4 quierdo, deja insuficiente el cierre de los velos valvulares, permite la regurgitación o reflujo hacia aurícula izquierda, originando el soplo sistólico órgano funcional. A este fe­ nómeno fisiopatológico lo llamamos Mitralización. Así es como la Hipertensión Arte­ rial se puede mitralizar; en igual forma, una miocardiopatía que afecte principalmente a ventrículo izquierdo. Se llamará Tricuspidización, cuando la válvula Tricúspide primitivamente suficien­ te se vuelve insuficiente por la dilatación del ventrículo derecho, el cual, al elongar el ani­ llo valvular lo deja tan amplio que los velos de la Tricúspide no cierran herméticamente durante el sístole y permiten la regurgitación hacia aurícula derecha, originando el soplo hólosistólico órgano-funcional. Este fenóme­ no fisiopatológico complica las lesiones pul­ monares e izquierdas que incrementan las resistencias pulmonares hasta tal punto que hacen claudicar el ventrículo derecho y así da inicio a la I. C. C. Por ejemplo, la Estenosis Mitral, la Insuficiencia Mi­ tral, la Insuficiencia Aórtica, están en ca­ pacidad. de tricuspidizarse. La hipertensión arterial sistémica primero se mitralizará y luego se tricuspidizará. Fig. No. 50-3. Como se habrá notado, estos términos se refieren al momento del proceso patoló­ gico en el cual una afección cardíaca inicial­ mente compensada, se descompensa. Cuan­ do la descompensación de lugar a la I.C.I., se puede calificar de mitralización cuando la válvula Mitral sin estar inicialmente enfer­ ma, queda insuficiente por efecto de la dila­ tación de su anillo. En parecida forma, se llamará tricuspidización al momento del pro­ ceso en el cual se instaure la I.C.C. dentro de la historia natural de una enfermedad en la que no estaba participando la válvula Tricúspide, pero que comienza a hacerlo, por haber quedado insuficiente al elongarse su anillo de implantación. R IVERO CARVALLO + *E N Fig. 50-3 FOCO TR IC U S P ÍD E O Corazón de Hiperténsión arterial: A: sin soplos, B: Mitralizado y C: tricuspidizado. Un ejemplo de soplo funcional por es­ trechez relativa condicionada por aumento de flujo o de volumen, es el de la Comuni­ cación Interauricular, donde el cortocircuito izquierda derecha que se establece a nivel auricular incrementa el volumen de sangre que manejan las cámaras derechas, con lo cual se forza el paso por las sigmoideas pul­ monares que resultan relativamente estre­ chas ante el aumento de flujo. Fig. No. 50-4. Nótese que el soplo no nace en el ori­ ficio de la C.I.A., sino en la pulmonar, por el torbellino formado a ese nivel. 3.- Respecto a la descripción de los fenó­ menos acústicos patológicos tanto en sístole como en diástole tenemos que referimos un poco más al timbre y a la irradiación. Hay ciertos timbres de soplos, que el uso les ha dado nombre; así: 3.1: Timbre “En olla de vapor” - “musical” - “ás­ pero” - “en pío de Gaviota” - “en diaman­ te” - “en banda” - “en maquinaria” o “en locomotora” - “aspirativo” - “rumor” o “retumbo” con “refuerzo presistólico” “creciente” - “decreciente” - “soplito mi­ serable” (Dr. Carlos Oleas) (11). Nótese que algunos timbres de soplos hacen “maliciar” de la existencia de ciertas lesiones; así: “en olla de vapor” nos hace pensar en una insuficiencia mitral, más aún si se agrega: “en banda”. “En maquinaria” nos hace pensar en una P.C.A. “Aspirativo”, nos inclina hacia los “soplos” diastólicos de insuficiencia de los grandes vasos. “En dia­ mante” y si además son “rudos” o ásperos, nos sugieren el contexto auscultatorio del “timbre expulsivo” (2,6,8) de los soplos sistólicos originados en las estenosis sigmoideas de los grandes vasos. “El rumor” o “retum­ bo” y aún más, si agrega: “refuerzo presis­ tólico” conforma con otros elementos auscultatorios, el ritmo de Duroziez, con el que se describe los fenómenos acústicos de la Estenosis Mitral. La descripción de “sopli­ to miserable” cabe muy bien al soplo suave, de baja intensidad, que ocupa parte del si­ lencio sistólico y que es poco irradiado, audible en Foco Pulmonar, que caracteriza a las Comunicaciones Interauriculares. R j. fj— J f ■ \ Fig. 50-4 II — | * EN FOCO PULMONAR CIA con hiper flujo pulmonar, pro­ duce Estenosis pulmonar relativa. Además hay ciertos acuerdos tácitos eá el léxico cardiológico. Así, cuando se descri­ be “soplo en barra”, prácticamente se está hablando del soplo sistólico, rudo intensidad (3,4), creciente-decreciente, irradiado en Ba­ rra (tanto a derecha como a izquierda), que caracteriza a la C.I.V. 3.2 Irradiación. Este parámetro en la descripción de la auscultación es muy importante para estable­ cer un criterio más firme sobre el origen del soplo en cuanto se refiere a su localización en el precordio. Así es como la irradiación se hace hacia donde va el flujo o reflujo pa­ tológico que origina el soplo. Por ejemplo en la Insuficiencia Mitral, el reflujo o regur­ gitación se hace desde ventrículo hacia au­ rícula izquierda, cavidad que queda arriba y atrás del ventrículo izquierdo, motivo por el cual el torbellino forjador del fenómeno acústico se va hacia arriba y hacia atrás, es decir a axila y espalda. Én la Estenosis Aór­ tica, el flujo que vence el obstáculo de la estrechez, cobra velocidad y fuerza y choca contra la pared de la Aorta haciéndola vibrar. Fig. No. 50-5. De allí que su principal irradiación sea hacia arriba, hada los vasos del cuello. Cier­ to es que, también en ocasiones, pero con Fig. 50-5 Estenosis valvular aórtica y su principal irradiación. Fig. 50-6 Estenosis Subaórtica y su principal irradiación. Fig. 50-8 Insuficiencia Aórtica: irradiación. menor intensidad se irradia hacia punta, Fig. 50-6 especialmente cuando la estenosis es subvalvular. En la Estenosis Pulmonar el torbellino se va hacia arriba y hacia la izquier­ da hacia el cono de la Pulmonar, es decir hacia la región subclavicular izquierda. Fig. 50-7. En la Insuficiencia Aórtica, la regurgi­ tación es desde aorta hacia ventrículo iz­ quierdo, es decir hacia punta. Por tal moti­ vo, el débil soplo de la insuficiencia se trans­ mite hacia abajo y afuera, apuntado hacia el ápex. Fig. 50-8 En la Estenosis Mitral, casi no hay irradiación, aunque se puede afirmar que se escucha mejor el ritmo de Duroziez en el endoápex, es decir por dentro y arriba del ápex (foco de Erb). Fig. 50-9. En la comunicación interventricular la irradiación se hace, siguiendo el trayecto del cortocircuito, es decir: transversalmente. Fig. 50-10. En la P.C.A. se irradia el soplo en maquinaria poco a sus alrededores y lige­ ramente más hacia fuera, en dirección al hom­ bro izquierdo. Fig. 50-11 La comunicación interauricular por tener el soplo tan suave casi no tiene irradiaciones. 4.— La localización en el precordio es materia de revisión cuantas veces haya duda y para establecerla hecharemos mano de to- dos los recursos semiotécnicos ya descritos. El comienzo de la auscultación puede ser en el foco que los datos de la historia clínica tomados previamente nos sugieran; pero en realidad podríamos comenzar en cualquier foco pues vamos a auscultarlos todos, y finalmente, vamos a mapear todo el precor- -3 1 7 - Fig. 50-11 PCA: irradiación. conocidas. Así por ejemplo: Si se oye en foco aórtico lo siguiente: Primer ruido nor­ mal, soplo que comienza ligeramente separa­ do, crece, tiene su climax en el mesosístole y decrece progresivamente, para terminar cerca del segundo ruido; intensidad (2, 3), tono grave (5a. de guitarra), timbre raspante, irradiado o cuello, a mesocardio y a punta. Segundo ruido normal, silencio diastólico. Lo que proponemos para abreviar es lo siguiente, referente a la misma auscultación: Fig. No. 50-12. dio y a perseguir las irradiaciones. La loca­ lización en el precordio generalmente es fá­ cil, aunque a veces, especialmente en niños, oiremos parecida auscultación en todas par­ tes, inclusive en- el tórax posterior. Natural­ mente la secuencia de la auscultación tal como la hemos planteado nos va a servir de mucha ayuda. 5.— Descripción esquemática.— La auscul­ tación debe escribirse y esquematizarse. Uti­ lizaremos las abreviaturas y simbología ya Donde el “rombo” ocupa el lugar preciso del soplo y señala su calidad de cre­ ciente-decreciente; las flechas apuntan hada las irradiaciones; debajo del soplo se anotan las características en su respectivo orden: in­ tensidad, tono, timbre. La intensidad siem­ pre se anotará en números de 1 a 4. Si hay duda, se la pondrá también en números. Así, si se duda si es 2 o 3, se pondrá: 2-3. Fig. 50-12 Fórmula esquemática completa con el diagrama de la Estenosis Aórtica. -3 1 8 B IB L IO G R A F IA 1.— 7.— Holldack, K. y Wolf, D.: Nociones de Fonocardiografía. 38-39, 42-52, La Prensa Mé­ dica Mexicana, México, 1965. Arias, V.A.: Normas Generales y diagra— mas para presentar un caso cardiológico. 1-22, Imprenta de la Facultad de Jurispru­ dencia, Universidad Central, 1972, 8.— Leatham, A.: Brit. Heart, J. 17: 574,1955. 9.— Luisada, A.: Ruidos y pulsos como ayudas en el diagnóstico cardíaco. Clínicas Médicas de Norteamérica. Vol. 1: 3-30,1980. 2.— Carral, R.: Semiología Cardiovascular. 5a. ed. 270-297, editorial Interamericana, S.A., México, 1964. 10.— Margolies, A. y Wofwerth, C. C.: Am. Heart J. 7: 443, 1932. 3.— Duroziez, P.L.: 385, 1862. 11.— Oleas, C.: Práctica Diaria en el hospital Car­ los Andrade Marín. Comunicación particular, Quito, 1972. 4.— Espino Vela, J.: Introducción a la Cardio­ logía. Tercera edición. 118, Méndez Oteo, 1969. 5.— FisMeder, B.: Exploración Cardiovascular y Fonomecanocardiografía Clínica. 134, 167-169, 533, 557-560, La Prensa Médica Mexicana, México, 1966. 6.— Arch. Gen. de Méd. 20: Friedberg, Ch.: Enfermedades del Corazón. Segunda edición. 70-71, 658-660, Editorial Interamericana, Buenos Aires, 1963. 12.— Ongley, P.A.: Sprague, H.B.; Rappaport, M. B. y Nadas, A. A.: Heart sound and mur­ mura. A. Clinical and Phonocardiographie study. Gruñe & Stration, Nueva YorkLondres, 1960. 13.— Withe, P.D.: Enfermedades del Corazón. Cuarta edición. 92-94. El Ateneo, buhaos Aires, 1954. CAPITULO 51 iT - i M 4 • ;t p £ ¿PA R A Q U E SE A U SC U L T A ? n l. y w jr í f r f í r M s? riíe ?' PROYECCIONES DE LA AUSCULTACION A LA NOSOLOGIA. (PARA QUE EXAMI­ NAR? ). A manera de descripción de la auscul­ tación correspondiente a las principales pa­ tologías cardíacas, ejemplificaremos cada ca­ so, procurando asimilar, comparar y ex­ poner su esquematización. Así, por ejemplo: con mayor intensi­ dad se oye en FOCO AORTICO: Fig. 51 -1. También se oye igual auscultación en mesocardio y en foco mitral. Surge la pre­ gunta: ¿dónde se origina el soplo? Respuesta: 1.— Donde está la mayor intensidad = Fo­ co Aórtico. Fig. 51-1 Estenosis Aórtica (E. Ao). -3 1 9 2.- Tono bajo, timbre “expulsivo” en dia­ mante, “raspante” . = Foco de base. 3.- Irradiación: a cuello y a punta princi­ palmente. = El hecho de que se oiga en cuello, (3,4, 5) dirige el criterio hacia el foco aórtico. Si fuera de origen Mitral o Mesocárdico , no se irradiaría a cueEo. En conclusión, la auscultación corres­ ponde al Foco Aórtico. Otro ejemplo: Se oye en FOCO MITRAL: Fig. 51-2 Insuficiencia M itr a l. C ortesía del D r. Miguel V eloz V on R eckow . Fig. 51-2. foco Mitral y foco Tricúspideo. Se oye igual, aunque cada vez con me­ nor intensidad, en foco Tricúspideo, en Mesocardio y aún en focos de base. En el esquema ya está señalado que la principal irradiación se hace hacia axila y espalda. 2 .- Tono y timbre similares a las caracte­ rísticas de insuficiencia Mitral y Tricuspídea. Aunque este soplo sistólico se oye en todo el precordio y aún en la espalda, corres­ ponde a foco Mitral, porque: 1.— La intensidad es mayor en ese foco. 2.- El timbre en “olla de vapor” (3, 6) y la forma en “banda” (3, 6) es típica de la in suficiencia de una válvula aurículo-ventricular. 3 - Irradiación: Si bien se irradia a todo el precordio, sin embargo más lo hace hacia axila izquierda, lo cual es así en la Insuficien­ cia Mitral, pues el torbellino de la regurgita­ ción se dirige hacia arriba y hacia atrás. Ade­ más R1 está disminuido o desaparecido, as­ pecto que es propio de la I.M. Otro ejemplo: Dónde se origina el soplo? En punta, en el llamado “Foco Mitral”, (2) oímos: R1 disminuido de intensidad, soplo holosistólico en banda, tono alto, tim­ bre en olla de vapor, irradiado a mesocardio por el borde esternal izquierdo. Se oye con igual intensidad en el apéndice Xifoides, se irradia poco a axila. La maniobra de Rive­ ra Carvallo es+. Analicemos la auscultación: 1— La intensidad, al parecer, es igual en 3.— Irradiación: poco irradiado a axila. Hasta aquí seguiremos con la duda de si se origina esta auscultación en F.M. o en F.T. Qué hacemos? : hacemos la maniobra *" de Rivero Carvallo (3), la cual se nos informa que es positiva. Por lo tanto el foco de ori­ gen es el FOCO TRICUSPIDEO y la irradia­ ción principal es el foco Mitral. Al comien­ zo dijimos: en punta, en el “llamado foco Mitral”. Esto se justifica porque cuando hay dextrorotación muy importante, el foco Mitral suele estar rechazado hacia atrás y su lugar ser ocupado por la proyección del foco Tricúspideo. Fig. 51-3. Más Ejemplos: En MESOCARDIO se escucha: Fig. 51-4 R1 s S s A2P2 ooo R1 a todo lo ancho de la franja de proyección del mesocardio. Inclusive se oye a la derecha del Esternón, (irradiado en barra) (3, 6). También se oye en punta y en los focos de la base. Por qué señalamos el origen en Meso­ cardio? Respuesta: 1.— La intensidad mayor está en 3o. y 4o. espacio intercostal, derecha e izquierda del Esternón. - 3 2 0 - Fig. í? 51-3 Cortesía del Dr. Wilson Pancho. Insuficiencia Tricúspides (I.T.) ' (?**■ t l U - ; j'w jf ¡! M j® r: a*- H í ?*■ ! •— ---- -- * Fig. 1 .Fig. 51-4 C.I.V. (Comunicación Interventricular) 2.— Tono mediano, timbre raspante, cre­ ciente decreciente. Si a lo anterior agregamos que el segun­ do ruido está fijamente desdoblado (no siem­ pre es demostrable) y a la palpación se ha encontrado estremecimiento sistólico a ese nivel, tendremos que pensar en primer térmi­ no que esa auscultación corresponde a una C.I.V. Otro ejemplo en FOCO PULMONAR: Fig. 51-5. Es decir, hay R1 normal, soplo crecien­ te-decreciente que ocupa casi todo el sístole, intensidad (3, 4), tono bajo, timbre raspante, R2, que en el fonocardiograma se encuentra desdoblado, fijamente, pero que el oído hu­ mano lo percibe como único y disminuido de intensidad, porque el componente pulmonar aunque retrasado, es pequeño. Se irradia a la región infraclavicular izquierda, mesocar­ dio y a veces, pero con intensidad disminui­ da, a horquilla esternal. Por qué situamos esta auscultación en F.P.? : 51-5 Estenosis Pulmonar (E.P.) En F.P. está la máxima intensidad. 2.— Las características del soplo son de ti­ po expulsivo. 3 - El segundo ruido se escucha disminui­ do y en el fono, además de disminuido el componente pulmonar, se aprecia desdobla­ do fijamente. 4.— Su principal irradiación es a región in­ fraclavicular izquierda. Esta auscultación corresponde a Este­ nosis Pulmonar. Otro ejemplo: CÍA En FOCO PULMONAR: R1 soplito mi­ serable (6) que no ocupa todo el sístole, intensidad 2, tono intermedio (ni bajo ni al­ to), timbre suave A2 P2 (con desdoblamien­ to) fijo, irradiado a mesocardio. Fig. 51-6. Estas características, muy parecidas a las del anterior, pero con menor intensidad, suave, poco irradiado, con R2 fijamente des­ doblado, bien audible, hacen pensar en una Estenosis Pulmonar relativa, por aumento de flujo y efectivamente esta auscultación es típica de C.I.A. -321 ¡VF* P. «1 7C íí1 . 4 1 Fig. 51-6 Nótese que en la Estenosis Pulmonar orgánica el R2 está desdoblado, pero este he­ cho es poco audible por la poca movilidad de la válvula defectuosa; en tanto que en la Este­ nosis Pulmonar Relativa, el fenómeno es au­ dible, puesto que el componente pulmonar del segundo ruido se produce con válvula sana. Además la intensidad del soplo en la Estenosis Pulmonar orgánica es mucho ma­ yor que en la Estenosis Pulmonar Relativa. EJEMPLOS DE RUIDOS SOBREAÑADI­ DOS EN EL “SILENCIO” DIASTOLICO. Fig. 51-7. FOCO AORTICO principal o accesorio: Rl, silencio sistólico R2 que se confunde con un soplo que comienza temprano en el diástole, intensidad (2, 3), tono alto, tim­ bre aspirativo irradiado hacia punta, donde a veces se lo oye muy bien. ; Fig. C.I.A. (Comunicación Xnterauricular) Consideraciones: 1.- La intensidad con la que se escucha el soplo puede ser (de hecho lo es) en la mayor parte de las veces, de grado más elevado en el foco accesorio aórtico, pero en contados ca­ sos suele oírse mejor en el foco principal. 2.- Las características de tono alto, tim­ bre aspirativo, a veces decreciente, al igual que la irradiación hacia punta, conforman la auscultación propia de la Insuficiencia Aór­ tica. Ayuda a la identificación de la entidad nosológica la florida sintomatología perifé­ rica (pulso céler, danza carotídea, elevación de la presión arterial diferencial por baja de Fig. 51-? 51*8 Insuficiencia Aórtica (I.Ao). Estenosis Mitral (E.M.). la diastólica, etc.). Ver el esquema fisiopatogico de la vulvulopatía. Otro ejemplo: Fig. 51 -8 FOCO MITRAL: Se oye mejor en Endoápex. Rl aumentado de intensidad, silen­ cio sistólico, A2 Ch M, retumbo y refuerzo presistólico, poco irradiado alrededor. Es todo un ritmo (Ritmo de Duroziez) (1, 3), cuya onomatopeya es: Tata Rrrufffut, don­ de la T representa el Rl aumentado (Brillan­ te), Tata, el desdoblamiento de R2 (ruido compuesto por el componente aórtico del segundo ruido y el chasquido de abertura Mitral; retumbo (sonido en RR-Rumor); auténtico soplo creciente, tono alto, al final del diástole, intimamente ligado aji primer ruido del siguiente ciclo. L El practicante identificará fácilmente el Primer ruido aumentado de intensidad. Llama la atención en el contexto del examen físico, que casi no se ve el ápex, por dentro del cual es donde se ausculta mejor el ritmo descrito. Esta auscultación corresponde a la Es­ tenosis Mitral. CONSEJOS FINALES: 1 .- Un R2 aumentado de intensidad, así se -3 2 2 - escuche con esta característica en todos los focos, lo situaremos en uno de los focos de base, pues allí es donde se escuchará mejor y aún en ocasiones, se palpará y se verá (latido), pues el componente que aumenta la intensidad de R2 es sigmoideo, sea aórtico o pulmonar y su causa será: hipertensión de uno de los circuitos. 2.— Si el primer ruido está aumentado de intensidad, debemos sospechar en principio, de Estenosis Mitral y debemos buscar el rit­ mo propio de la lesión. 3 Si el primer ruido está disminuido, bus­ caremos la auscultación de Insuficiencia Mi­ tral o Insuficiencia Tricuspídea o ambas. Si el segundo ruido está desdoblado Fijamente, busquemos algún fenómeno auscultatorio adicional en focos-de base y meso­ cardio, principalmente, en foco pulmonar. Nótese que un retardo en el cierre de las sigmoideas pulmonares puede deberse a un bloqueo de la rama derecha del haz de His o a demora de vaciamiento del ventrículo dere­ cho por aumento de flujo (C.I.A. —C.I.V.). Recordemos que si el segundo ruido está desdoblado solamente durante la fase inspiratoria, se trata de desdoblamiento fisiológico. Si el segundo ruido está desdoblado solamen­ te en la fase espiratoria, se trata de: “desdo­ blamiento paradógico” y corresponde a un retraso en el cierre de las válvulas sigmoideas aórticas, cosa que acontece en el bloqueo de la rama izquierda del haz de His y en Es­ tenosis Aórtica. B IB L IO G R A F IA 1.— Arias V.A.: Normas y diagramas para presentar un caso cardiológico. 9, Impren­ ta de la Facultad de Jurisprudencia, Univer­ sidad Central, Quito, 1972. 2.— Espino Vela, J.: Introducción a la Cardio­ logía. Novena edición. 116—128, Méndez Oteo, México, 1979. 3.— Fishleder, B.: Exploración cardiovascular y Fonomeeanocardiografía Clínica. 33—41, 132—148, La Prensa Médica Mexicana, Mé­ xico, 1966. 4.— Holldak, K. y Wolf, D.: Nociones de Fonocardiografía Clínica. 60—76, La Prensa Mexicana, México, 1965. 5.— Luisada, A.: Ruidos y pulsos como ayudas para el diagnóstico cardiaco: Clínicas Médi­ cas de Norteamérica. Vol 1: 3—10,1980. 6.— Oleas, C.: Referencia a su trabajo en el hos­ pital Carlos Andrade Marín, Quito, 1972. CAPITULO 5 2 E X A M EN ES COM PLEM ENTARIOS LABORATORIO Los exámenes de laboratorio llamados de rutina son indispensables en nuestro medio. Así: el examen coproparasitario nos podrá demostrar parasitosis. Especialmente' importante será la comprobación de parásitos hematófagos, singularmente, la ameba histolítica y el anquilostoma duodenal (25), pues, a más del deterioro nutricional en general, pueden ser los causantes de severas anemias, que en la historia clínica podrían haber dado sintomatología cardíaca, como soplos funcio­ nales y en las radiografías de tórax podrían demostrar cardiomegalia. El Hematocrito y la Hemoglobina esta­ rán aumentados en el Corazón pulmonar cró­ nico (8) En la Fiebre reumática encontraremos datos de anemia hipocrómica ligera: (12) 1 0-11 grms, de Hb.; leucocitosis con neutrofilia discretas;eritrosedimentación aumen­ tada. (Ej.: 9.000 leucocitos con 78°/o de neutrófilos — 30 mm de eritrosedimenta­ ción). Todos estos datos constituyen signos menores de F.R. Un elemental y microscópico de orina podrá damos datos preciosos sobre estados orgánicos importantes para el riflón, corazón, vasos arteriales. Así la hematuria, albumi­ nuria, cilindruria nos harán pensar en Glomerulomefritis, que a su vez es causa de Hiper­ tensión arterial, la cual sobrecarga sistólicamente al ventrículo izquierdo, constituyen­ do por tanto causa de cardiopatía. La piu­ ría y bacteriuria podrán integrar un cuadro hipertensivo. (3,4,35). -3 2 3 grosa la elevación de Colesterol y triglicéri­ dos en sangre si hay H.D.L. en cantidad su­ ficiente para asegurar el buen transporte. (Cuadro de clasificación de Fredrickson. (15) La I.C.C. se acompaña de albuminuria En el cursó de una cardiopatía des­ compensada se vuelven indispensables los controles periódicos de lós electrolitos, espe­ cialmente Na y K, pues la elevación del sodio (140 meq. °/o) es contraproducente y tanto el descenso como la elevación del Potasio (3 a 5 meq.) son peligrosos (ver valores nor­ males). La Diabetes (39) puede ser detectada por la glucosuria y cetonuria. Sabemos que tanto la Diabetes Mellitus como la hiperten­ sión arterial son factores de riesgo coronario y arterial en general. El monitoreo de las drogas cardioactivas es recomendable durante el tratamiento con digitálicos y bloqueadores Beta, puesto que puede ayudar a elegir la dosis terapéutica óptima y nunca llegar a la intoxicación. Por lo expuesto, para completar nues­ tra historia clínica del enfermo cardiovascular pediremos biometría hemática, eritrosedimentación, elemental y microscópico de orina y coproparasitarios seriados. Las reacciones serológicas son indispen­ sables ante una auscultación de Insuficiencia Aórtica (34), puesto que una de las etiologías, aunque no la más frecuente, es la Sf. leve. En personas que pasan de la cuarta dé­ cada de la vida, serán también exámenes de rutina los que se conocen como química san­ guínea, cuyo pedido se detallará: En sangre: glucosa, úrea, creatinina, ácido úrico, colesterol y triglicéridos. Resaltamos la impor­ tancia del perfil lipídico, cuya ejecución en nuestro medio es prohibitiva por lo costosa pero que en alguna forma podríamos suplir con los datos de colesterol y triglicéridos. La hipercoloresterolemia y la hipertriglicidemia son factores de riesgo arterial en general y coronario en especial. (3, 4, 5, 6, 15, 20, 34). Ultimamente se ha sostenido que la presencia de H.D.L. (proteínas de alta densi­ dad) en más de 30 mi. gms. °/o, protege por mejor transporte de los lípidos, a las arterias. De esta manera, se afirma que no es tan peli­ Entre las pruebas (13) que debemos pedir cuando se sospecha Estreptococia a Estreptoco Beta hemolítico tipo A, es el frotis faríngeo para cultivo de la bacteria (13). .Además, si sospechamos F.R. se pedirá: Asto (13) h asta (150U. Todd —es normal) PCR (debe ser negativa; la positividad se califica en cruces); Mucoproteínas (2,56 mg °/o a 4 mg °/o); antidesoxiribonucleasa B. Respecto a la antidesoxiribonucleasa sa­ bemos que permanece mucho más tiem­ po que las antiestreptolisinas 0, motivo por el que se pide esta prueba cuando existe sistomatología de Corea Menor o de Sidenham, puesto que esta es una mani­ festación tardía de F.R. Cuando se sospecha de IAM, se pedirá: (23) Fosfocreatinquinasa (15): normal hasta 50 mu/mi. (Fracción MB > 1 0 - U / L ) , Deshidrogenasa láctica (DHL) 120 a 240 mu / mi. Transaminasa glutámico Oxala- -3 2 4 cética: hasta 12 m.u./ml. Si se quiere vigilar la evolución de un I.A.M. se perseguirá los cambios con una so­ la prueba enzimática, por ejemplo con la C.P.K. con cuyos valores de grafica una cur­ va; y se realizarán ECG seriados. Si la historia clínica nos hace sospe­ char de una enfermedad del colágeno dife­ rentes de la Fiebre Reumática, de la cual ya hablamos, pediremos pruebas que nos auxi­ lien para afinar el diagnóstico. Así, tomare­ mos en cuenta: Látex, células LE, Anticuer­ pos antinucleares, dosificación de comple­ mento C3-C4. (27). Si la historia clínica nos hace sospechar de Endocarditis Bacteriana, se pedirá: Hemocultivos seriados (14, 40) (muestras cada 2 horas dentro de las primeras 24 horas). Si se sospecha de Enfermedad de Chagas (Tripanosomiasis Americana), se pe­ dirá la prueba serológica de Guerreiro Ma­ chado (11,17, 27, 30) en exámenes seriados, mínimo 3. Esta prueba tiene falsos positivos y falsos negativos. Actualmente, aquí necesi­ tamos remitir la muestra con una microhistoria que justifique el pedido, al laboratorio Izquieta Pérez, desde donde envían a Guaya­ quil, ciudad en la cual efectúan el examen una vez que han reunido la suficiente cantidad de pedidos que amerite el gasto del reactivo. Por este hecho creemos que no se ha popu­ larizado su uso en el medio médico, a pesar de que intuimos la frecuencia muy respetable de esta enfermedad en el país. Precisamente por ello creemos que a más de facilitar la prueba de Guerreiro Machado, también se de­ be utilizar y tener naturalmente medios para verificar la prueba del Xenodiagnóstico, que consiste en hacer picar con un chincho­ rro transmisor (Vinchuca) Fig. 52-1 (Triato- Fig. 52-2 Tripanosoma Cruzi Enumeramos las reacciones serológicas j otras pruebas diagnósticas con bibliografía para in teresar al lector en el tema: Reacción de fijaciót dal complemento (Guerreiro Machado). (11) R.p. C.— Reacción de inmunofluorescencia: R.I.F (11-17). Reacción de Hemoaglutinación: R.H.A (17). Anticuerpos Endocardio, vasos, intersticios EV.I. (17). ma Megista, Carrionis, etc.) nacido en el cria­ dero del laboratorio y por lo tanto sin con­ taminación, al paciente presuntamente enfer­ mo con enfermedad de Chagas. Después de un tiempo prudencial que cubra el ciclo evo­ lutivo del Tripanosoma Cruzi (Fig. 52-2) en el intestino del parásito, se lo sacrifica y se estudia el contenido intestinal del mismo pa­ ra investigar la presencia de esa forma de leishmania. Fig. No. 52-3. Si se sospecha de Toxoplasmosis (21), se medirá los anticuerpos antitoxoplasma IgG (infección anterior) e IgM (infección actual) por ELISA o RIA. Si se sospecha de miocardiopatía ca rencial por disminución de proteínas, es mandatorio pedir dosificación de proteínas en sangre (parciales y totales); igualmente pueden sospecharse carencias vitamínicas como por ejemplo de vitamina B1 en cuyo caso específico ptfcRfftüT observar los sig­ nos del Beriberi. Fig. 52-1 y 3: Lám. X IV. -325¿r a y o s X JVlUOROSCOPIA: ' Es un auxiliar valioso para el médico general y naturalmente también para el ; especialista, pues permite observar in vivo el 1tórax del paciente. En cuanto a corazón y grandes vasos se procurará observar lo siguiente: 1 _ Tamaño del corazón en relación con la amplitud del tórax. 2.- Diafragma, posición y movimientos. 3.- Campos pulmonares, movimientos res­ piratorios, aereación, circulación, e imáge­ nes sobreañadidas (condensaciones, fibrosis, atelectasias, bulas, ulceraciones, etc). 4.- Hilios: arteriales, venosos o arteriovenosos. Movimientos: aumentados’(danza hiliar, como por ejemplo cuando hay corto­ circuito arteriovenoso y por lo tanto, incre­ mento del flujo pulmonar); o disminuidos, como acontece cuando hay Estenosis Pulmo­ nar. 5.- Si nos fijamos detenidamente sector por sector (37), comenzando por la Aorta, observaremos su latido, tamaño, amplitud, calcificaciones, movimientos paradójicos co­ mo cuando hay aneurisma. Luego el cono de la pulmonar en movimiento; incisura o saliencia a nivel de la orejuela izquierda; ventrículo izquierdo hasta su inmersión en el diafragma; ventrículo derecho recostado en el diafragma y por la derecha: la sombra auricular que comunmente corresponde a la aurícula derecha, pero que cuando hay creci­ miento exagerado de la aurícula izquierda, es ésta la que sobresale en ese lado. Además hay que fijarse en el sitio donde desembocan las venas cavas en la Aurícula derecha: la vena Cava Superior engrasa por el lado dere­ cho la opacidad de la Aorta ascendente, en tanto que la inferior rellena levemente el án- gulo cardiofrénico En realidad lo más interesante en la fluoroscopia es el movimiento, el cual hay que correlacionarlo con la fisiología cardía­ ca. Así es como, mientras los ventrículos durante el sístole disminuyen de volumen por la contracción y consiguiente expulsión de sangre; los grandes vasos hacen un movi­ miento de expansión por la recepción del caudal por latido. Las aurículas también tienen su tiempo de llenado en este momen­ to. Cualquier condición que obre sobre flujo o contracción, se hará notar. Así: un aneurisma de la pared del ventrículo izquier­ do hará un movimiento paradojal, pues mientras el resto del ventrículo se contrae, es decir se achica, la parte aneurismática se expande. Así también, quien observa el corazón en fluoroscopia y fija su atención en el parámetro movilidad, puede notar que en las miocardiopatías, el corazón es bastante quie­ to, lo mismo que en las pericarditis con derrame o en las pericarditis constrictivas. El observador deberá inspeccionar cal­ cificaciones en pericardio, en los planos val­ vulares y cuando hay prótesis, los detalles de las mismas. Debemos hacer notar que los aparatos de fluoroscopia comunes y corrientes irradian mucho, pero que aquellos que disponen de intensificador (37) de imágenes y pantalla de televisión obvian ese problema y también el de la obscuridad, pues mientras con los primeros hay que hacer el examen a obscu­ ras, con los segundos no se necesita apagar la luz. Además con el intensificador de imá­ genes, como su nombre lo indica se ven más detalles. TELERADIOGRAílAS (1) CUADRO No. 52-1 Este importante examen radiológico debe estar al alcance del médico general y por - 326 lo tanto el estudiante debe capacitarse para hacer una buena lectura de las mismas. Por contraposición con la fluroscopia, en las telerradiografías no vemos el movi­ miento, pero vamos a poder apreciar con ma­ yor nitidez y claridad los detalles de los campos pulmonares, de los hilios y de la si­ lueta cardíaca. Las deformaciones torácicas se harán evidentes y algunas de ellas, especialmente las xifosis y escoliosis impedirán una mejor apreciación de los detalles. Fig. 52-5 RX P.A. de un enfisematoso CUADROS RADIOLOGICOS DE CARACTER DIAGNOSTICO POR SI MISMOS. 1.— Enfisema. Los espacios intercostales muy separados, las cúpulas ya no ojivales si­ no tendiendo a ser cuadradas, los diafragmas bajos y los pulmones distendidos, radiolúcidos, nos dan informe de un cuadro de En­ fisema, al que se agregarán los datos de la historia clínica. El corazón comunmente es en gota si aún no está en insuficiencia cardíaca derecha. Fig. 52-5. 2.— Bordes inferiores de las costillas con imágenes en “comido de ratón”; borde izquier­ do prominente (crecimiento concéntrico del ventrículo izquierdo). “Barriga del V.I.” . Fig. 52-6. Co. Ao. Fig. 52-7 RX P.A. de un paciente con Insu— fÍManHa A Á rtica. 3.— “Imagen en paloma sentada” Fig. 52-7 I. Ao. 4.- “Corazón de bolitas” o de los 4 arcos. Fig. 52-8. E.M. 5.— “Corazón de Buey”. Mitrotricuspídeos. Fig. 52-9. 7.— Pericarditis con derrame: RX P.A. de un paciente con Este- 8.— En zueco y con imagen en hachazo. T. de Fallot. Fig. 52-12. 9.— Ovalado con pedículo estrecho: Trans­ posición de los grandes vasos. Fig. 52-13. 7.1: Engarrafa. Fig. 52-11A. (cántaro). 52-8 nnsis MTtral. 6.— “Corazón de elefante o corazón del “Eugenio Espejo” Fig. 52-10. 7.2: En vasija de barro 52-1 IB. vía Fig. 7.3: En tienda de campaña. Fig. 52-11C. 10.- Arbol de otoño, (sin hojas) “con pla­ yas desiertas” Hipert. art. pulmonar. Fig* Fig. Fig. 52*6 52-9 52-10 PLIEGO: 11 RX P.A. de un paciente con coar- Fig. tación aórtica. RX P.A. de un paciente con “ Corazón de Buey”. RX P.A. de un paciente con wCorazón del hospital Eugenio Espejo” 52-11A RX P.A. de Pericarditis con fonna “de garrafa” . Fig 52. 11B R x p A de Perlcardltls c<Jn ^ gen de “vasija de barro” . Fig. 52-11C RX P.A. de Pericarditis con únagen «tienda de campaña” . - 3 2 8 - CUADRO No. 52-1 2 .- SECUENCIA DE LECTURA DE LAS TELERADIOGRAFIAS (1) 2.1: Con contraste esofágico 2.2: Aorta 1.— Póstero anterior (PA) Fig. 52-15 2.3: Pulmonar 1.1: Generalidades 2.4: Aurícula izquierda 1.2: Campos pulmonares 2.5: Aurícula derecha 1.3: Hilios 1.4: Tamaño del corazón (Cardiomegalia 0—4) Oblicua-anterior-derecha (OAD) Fig. 52-16. 2.6: Ventrículo derecho 1.5: Silueta: Oblicua-anterior-izquierda (OAI) Fig. 52-17. 1.5.1 Aorta 3.1: Bronquio-izquierdo 1.5.2 Pulmonar 3.2: Ventrículo izquierdo 1.5.3 Orejuela izquierda 3.3: Ventrículo derecho 1.5.4 Ventrículo izquierdo 1.5.5 Ventrículo derecho 4.1: Ventrículo izquierdo 1.5.6 1.5.7 Aurícula derecha 4.2: Ventrículo derecho Venas Cavas 4.3: Aorta 1.5.8 ¿Doble contorno? 3 .- 4 .- Lateral izquierda (LI) Fig. 52-18 CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 52-1 1 La historia clínica guiará al practicante para hacer el pedido de una, dos, tres o cua­ tro telerradiografías. En realidad si hay criterio clínico establecido se pide menos radiografías. Cuando el diagnóstico está dudoso, (debe ser excepcional) se pedirá to­ da la serie. Nótese cuanto se puede ahorrar si se plantea bien un caso clínico. 2 .- Si se quiere estudiar bien a la aurícula izquierda, las Tele Rx oblicuas anteriores son de mucho valor, pues en laO.A.I. rechaza ha­ cia arriba, elonga y adelgaza al bronquio iz­ quierdo, el cual normalmente debe apuntar al ángulo costodiafragmático izquierdo, de tal manera que su prolongación en línea recta de- Fig. 52-12 RX P.A. con imagen “en zueco”, de un caso con Tetralogía de Fallot. be llegar hasta allí. En la O.A.D., la aurícu­ la izquierda rechaza hacia atrás el esófago, el cual está opacificado con comida baritada. 3.— Si se quiere estudiar al ventrículo dere­ cho, debe saberse que éste se observa mejor Fig. 52-13 RX P.A. con imagen “ Ovalada con pedículo estrecho” de la Transpo­ sición de los Grandes Vasos. Fig. 52-15 L ectura de la teleradiografía P.A. Fig. Fig- 52-17 52-18 Lectura de la teleradiografía O.A.I. L ectura de la teleradiograíía L.I. y por debajo, hasta la sombra de la columna. (Triángulo retrocardíaco). Cuando crece, in­ vade este triángulo y aún lo borra. Fig. 52-16 L ectura de la teleradiografía O.A .D. en la O.A.D. donde se acerca a la parrilla costal y en la L.I. donde también, cuando crece se acerca al peto estemocostal. 4 .- Sí se quiere observar al ventrículo iz­ quierdo, este se ve individualizado en la par­ te posterior de la silueta en la O.A.I. y cuan­ do crece, invade y aún sobrepasa la columna. En la L.I. normalmente deja libre un triángu­ lo radiolúcido donde se ve pulmón por detrás 5.— Si se quiere estudiar el flujo pulmonar, a ver si está aumentado, disminuido o nor­ mal; una radiografía bien centrada y con factores adecuados es de carácter diagnósti­ co. Cuando el flujo arterial pulmonar está aumentado se ven los hilios pletóricos con vasos bien delineados y con un árbol arterial perfectamente visible aún en los vértices y en la periferia; los vasos cortados frontalmente muestran su luz opacificada y agran­ dada simulando grandes nodulos. Si el flujo pulmonar arterial está disminuído;los hilios serán pobres y los campos pulmonares hiperclaros, especialmente en la periferia (playas pulmonares) donde no se verá rastro de vasos arteriales. -330OTROS METODOS RADIOLOGICOS DE INTERES PARA EL RECONOCIMIENTO DEL CARDIOPATA. Angiografías selectivas en el caso de sospecha de trombosis cuando cursan enfer­ medades embolizantes como la Estenosis Mitral, las Miocardiopatías, las Endocarditis Bacteriana. Cobra especial importancia la Aortografía que nos permitirá refrendar diag­ nósticos importantes, como I. Ao. Fig. 52-19 . Ventanas Aortopulmonares, Fístulas Aorto Ventriculares, Coartación Aórtica, Fig. 52-20. La maniobra no es tan complicada y pudiera hacerse por medio de un catéter introducido en la arteria Femoral por medio de la técnica de Seldinger (2, 37) (Punción percutánea). Las Angiocardiografías significaron un adelanto importante en el diagnóstico de las afecciones cardíacas, pues permitieron obser­ varlas cavidades del corazón Fig. 52-21 en diás­ tole, en sístole Fig. 52-22; los planos valvula­ res, las regurgitaciones Fig. No. 52-23. Es un complemento del cateterismo cardíaco y aunque su realización resulta costosa y compleja, sin embargo su lectura y compren­ sión es de una objetividad impresionante. (2, 37). Fig. Fig. Fig. Fig. 52-19 A ortografía (I.A.). Coronariografías. Mediante la intro­ ducción de substancia de contraste, selec­ tivamente, en las coronarias se visualiza las mismas y pueden detectarse sus defectos, 52-20 52-21 52-22 Coartación Aórtica. Ventriculografia (diástole). Ventriculografía (Sístole). tales como la obstrucción o estrechamiento en el sitio exacto donde se producen. Así mismo se detectan tortuosidades, acodamientos y más signos de esclerosis. Fig. 52-24 Cineangiografías y cine coronar iografías. Curiosamente, fue un latino de ascendencia Fig. 52-23 Regurgitación de ventrículo bacía aurícula izquierda. Fig. 52-24 CoronariografLa: Estenosis cotonatía. china quien descubrió el método en la Ha­ bana, Cuba. Por tal motivo fue candidato para el premio Nobel. Como este no le fuera concedido, se le reconoció sus méritos en el congreso mundial de cardiología del 74, en Buenos Aires, donde recibió el premio “Cossio”, que por primera vez se discernía en aquella reunión. En un famoso mural de Rivera en México, está constando entre las principales glorias de la medicina mundial de todos los tiempos. Se trata de Agustín Castellanos. Fig. 52-25. . Pues bien, este método de diagnóstico nos muestra las cámaras del corazón en movimiento, se aprecia el volumen de su con­ tenido y por lo tanto su capacidad diastólica; su contracción y vaciamiento sistólico. Cuan­ do hay regurgitación (patológica) de ventrí­ culo a aurícula (I.M., por ejemplo) se vé co- Fig. 52-25 A gustín Castellanos en el de Rivera. mo el contraste pasa hacia su vía natural: Aorta en el caso del V.I. y regurgita hada A.I., rellenándola y dándole la característica forma redondeada, igual que la angio— cardiografía, solamente que aquí se ve el -332 movimiento y la secuencia del proceso expul­ sivo y de regurgitación. En el caso de la In­ suficiencia Aórtica, se observa como la subs­ tancia de contraste regurgita durante el diás­ tole hacia V.I. En los defectos septales: CIV, CIA, y fístulares como en la PCA, se ve como pasa un chorro contrastado y caracolea, yendo desde la cámara o vaso de mayor presión al de menor presión. Consideraciones a los exámenes radio­ lógicos especializados: 1.— Constituyen un importante comple­ mento del Estudio Hemodinámico, que es una técnica agresiva, cruenta, que requiere todos los pasos que se dan para cirugía (pre, per y postoperatorio); equipos de tensiometría y oximetría, además de RX, cine y video; equipó humano compuesto por hemodinamista y ayudante con ropa este­ rilizada, técnico de RX y ayudante séptico. Además, a veces se necesita anestesia general con todo lo que esto significa en equipo hu­ mano y en implementación. 2 . - Por lo expuesto anteriormente se caerá en cuenta que es un examen costoso en tiempo y dinero y que por lo tanto debe ser pedido por el especialista solamente en casos que ameriten. 3 .- Sin embargo, una vez hecho, la com­ prensión de los resultados está al alcance de la preparación del médico general y aún más, constituyen un precioso medio visual para la docencia, a fin de que el estudiante correla­ cione.la físiopatología de cada caso con la semiotecnia y la clínica. Posteriormente en su ejercicio profesional estará en capacidad de diagnosticar con una buena historia clíni­ ca, teleradiografías y electrocardiograma. Otros exámenes complementarios: Es una técnica no invasiva que debe ser utilizada mucho más en nuestro medio, tanto para la FONOMECANOCARDIOGRAFIA (1 9 ,2 4 ). práctica médica, cuanto para la docencia. Si la auscultación es un método que en car­ diología hace diagnóstico y muchas veces, pronóstico, cuando es refrendada o corregi­ da, nos confiere más seguridad y nos enseña. Esencialmente los dispositivos e imple­ mentos para hacer este estudio constan de: Aparato de tres canales o más. En el caso mínimo, considero que debe tomarse simultáneamente E.C.G. Fono y alternada­ mente otra curva que puede ser: Apexcardiograma, Carotidograma o Flebograma. El fonocardiograma nos dará el de­ talle milimétrico de la auscultación. El electrocardiograma será el hito eléc­ trico que nos servirá de referencia exacta pa­ ra correlacionar en función de tiempo el apa­ recimiento de los fenómenos acústicos, los cuales son dependientes de la mecánica cardíaca. Fig. 52-27A. El apexcardiograma grafica los movi­ mientos de expansión y retracción del mio­ cardio a nivel de punta, y sus curvas se co­ rrelacionan con exactitud cronométrica con las otras simultáneas. Fig. 52-27A. El carotidograma por si solo puede ser diagnóstico por la morfología y el retardo o la modificación de los accidentes de su curva. Así es como la Estenosis Aórtica tie­ ne una cresta o cúspide quebrada (Cresta de gallo) y sufre un retardo coincidente con el retardo de la expulsión del flujo sanguíneo a través de la estrechez. Fig. 52-27B y D. Así mismo, la Insuficiencia Aórtica tie­ ne su típica curva puntiforme, con su ex­ pulsión rápida y potente, fiel expresión del pulso Céler o en martillo de agua. Así mis­ mo su rama descendente no tiene la onda dícrota que corresponde al cierre de las sigmoideas. El flebograma o mejor el yugulograma grafica el pulso venoso y por si solo iden- - 333 1 [ É lll11 M J ] II 1 I 1 ■I J ■aa JBB ■■■ ■■■ ■■■ ■■■ ■■a ■■■ ■■■ :■ .J i ■■■■ «■■■ saaa ■aaa ■■■■ ■■■■ ■■■■ ana ■■■■ mmw* aa^a ana ■■■■ ■■■■ aaa ■■■ ■■■ ■■■ H M ■■■■ ■■■■ l'l' 1 1 1' 1 T P "' 3 x . í n t” í -H -f- X - - ± tt: ■ IIH v, nr aaa ■a a «aa ■■■ mmm ■aa ■■■ ■ar W'jU ■■■ ■■a ■■■ ■■■ 11 « i 11i l~i i i i11*1 1 .i i11 ■i» ji i i » i aaa. a i i ■aaaa a s a la a a a ■aa t a a a s «>■ ■■■ a t a s a ■■a ama t i a a a ■■a a a a ■aa a a a ■a «aa IM I« ■«a ■■a ■■a ■aa.’ i •■a aaa r a n a ■aa ■aa u t a . ■aa ■■■ ■■•■■ ■■a ■aaa ■■■aa ■■■ a a a ■■■aa a a a ■■■aa í : t « n ■ vara J«a i i u i 1 : 1 M i n ■aai a a a ■aa ■■■Sí ■■« ■■■■a u n í ■■■■■ ■■■■ a a » ■■aaa 4 'J Y . f r ~ i » i r v r ■■■■■■■na «!■ r a n a ■M B B ■■■ a a a a a 4 4 [ i " t .« i.-T ijffj- j T in F í r~H~fj ~| [ i i : í i :::± - jE í T n T - T Lj. + ---a m i ■■■■a SS S S t g | ata'. * •'« aaa aaa aaa aa a aa a aaa aan «99 asa ■aa ■■a •a a iv a aaa ■■■ p n M il n rn n -L m f i í í M I i ' i i i i l i i IBWV5 3 z r . '. IJ IM l ILUII* I J I i 1i 111 ■■■■■■■■■a ' M i l n - l i r t ■■■aa■■■•a T lT t.il f r -U + l F t 52-27C ^ lii ■99 ■xa **• as* aa* aaa S al ■u 5Sf ■■a «■■ aa a aa a ■oa ■aa ■«a asa BHV BB'j mi r raa «aa I tlll ... ■aaa «■•a ■aar ■■a 4 i# ' * ■r<* '.■aa ■■■■ ■BBS aaa aaa aaa ■ai «■■ ■aa a a a ■aa | aaa ■»»■ s: í | kaj ■aaa ■aa H-H | ■aaa aaa BBBB ■aa B S í ■aaa ■ai ■ara !.■ ■ai •■ai a a n BftJ ■ai aaa ttü 3 r ? | | n n R E aaS 1 11 i ! 1 rL im ji ■■r ' M- >• ■■a ia a a ■ Bbba MI f r r | f |1 ) ■■BBS • j a n l ililí tk b fj 1 1 t i 1t r a n a rr. T n t Ht ■aa ■■■ ■■na ■ana ■■a- É an ua tá a á í rrrm 1M ! 11 rrrm M rt i l m l ü t f s i Fono y Flebograma 52-27B Cortesía del Dr. Wilson Pancho. tifica algunas enfermedades orgánicas del corazón, además de su contribución al diag­ nóstico por la correlación con las demás curvas anteriormente nombradas. Fig. 52-27C. ECOCARDIOGRAMA (22,26,28,29,31,32,36) Esta técnica se sustenta en el Sonar, invento utilizado al final de la segunda gue­ rra mundial y actualmente utilizado para una diversidad de fines pacíficos. Consiste en el lanzamiento de ondas Fig. 52-27D Caxotidograma en Estenosis e In­ suficiencia Aórtica. ultrasónicas que penetran desde la pared an­ terior del tórax y transmiten el eco de cada una de las estructuras que encuentra en el camino. De esta manera se puede medir el grosor de las paredes ventriculares, del tabi­ que interventricular, los movimientos de los mismos, las valvas Mitrales, Tricuspídeas, ' Sigmoideas, etc. Para correlacionar los movimientos con el tiempo, se traza simultáneamente un - 3 3 4 .electro cardiograma. El eco tridimensional “ve” espacial­ mente las estructuras y ha permitido captar las imágenes en movimiento, de tal manera que el examen puede ser grabado en video­ tape y retransmitido cuantas veces sean ne­ cesarias para establecer un buen diagnóstico. La realización de la técnica está sujeta a adiestramiento y quien aprende a realizarla bien puede extraer diagnósticos realmente sensacionales. Fig. 52-28 Aunque los primeros ecosonogramas se realizaron en Suecia por los años cincuenta, actualmente se utilizan en todo el mundo y se perfeccionan cada vez, más. Actualmente se agregó el estudio Doppler y el Doppler a color (que indica la dirección de los flujos) conformando técnicas de imagenología que tienden a desplazar a la HEMODINAMIA, por su fidelidad, facilidad de repetición, amplio campo de aplicación y menor costo. En el servicio de cardiología del hospital Eugenio Espejo, se envía buena parte de los casos a cirugía con una buena historia clínica y estu­ dios complementarios no invasivos, evitando la hemodinamia, por su costo y por ser exa­ men invasivo. Incluimos algunas figuras que nos demuestran algunas de las principales aplicaciones diagnósticas de este examen. RADIOISOTOPOS (18,3 5 ). La implementación es costosa y el mé­ dico que la practica e interpreta, prácticamen­ te, hace una subespecialidad para mantener la cual, necesita un volumen de pedidos que amerite su dedicación. Se puede seguir la secuencia circulatoria de los radioisótopos marcados, en las cavidades cardíacas y perse­ guir su “viaje” por los defectos septales, for­ mando parte de los cortocircuitos arteriovenosos o venoarteriales. Mide el tamaño del infarto. Inclusive los cálculos de presiones con todas sus implicaciones diagnósticas se pueden establecer mediante computadora. Hay un nuevo método de Angiografí; por Resonancia Magnética (41) que consti­ tuye otro avance en Imagenología. Debemos mencionar también al monitoreo continuo del ECG y de la PA (HOLTER), al estudio ERGOMETRICO o pruebe de esfuerzo y al estudio electrofisiológico. de gran utilidad en algunas situaciones. OBSERVACIONES ACERCA DE LOí EXAMENES COMPLEMENTARIOS. Las universidades deben disponer de toda la implementación posible, precisamen­ te para poder realizar un proceso de apren­ dizaje objetivo y comprobatorio. El médico bien preparado deberá ser capaz de diagnos­ ticar con una buena historia clínica y el apo­ yo de los exámenes complementarios indis­ pensables. Si de elegir exámenes se trata, a más de establecer la necesidad absoluta de los mismos, debemos tender a afinar el criterio con las técnicas no agresivas. Fig. 52-28 A Ecocardiograma: Módulo M (Válvu­ la Mitral norm al) Cortesía de los D*es. René Bustamante y Femando Villavicencio. Fig. 52-28 B Fig. 52-28 C Estenosis M itral. Arriba en el tridi­ mensional se aprecian los bordes gruesos rodeando u n orificio estre~ Imagen bidimensional que m uestra una vegetación calcificada en las cúspides de las válvulas aórticas proscidiendo hacia el ventrículo izquierdo. En esta visión de 4 cámaras, nótese en la región apical del ventrículo izquierdo u n trom bo (T). Fig. 52-28 F Fig. 52-28 G chado (+ )• Fig. 52-28 E 4 cámaras salida de la Aorta: se ve una CIV Perímembranosa Subaórtica. Fig. 52-28 H Tetralogía de Fallot. Fig. 52-28 D Se ve una Persistencia del Conducto Hipertensión Arterial pulm onar: Véa­ Arteriovenoso (PCA) en su desembo­ se en el m odo M (Abajo) la horizontalización y la ausencia de onda A cadura aórtica. (auricular). Fig. 52-28 J Fig. 52-28 I Derrame Pericárdico (2.000 mi.) Im portante Doppler pulsado del flojo vtetico: Aumento de velocidad co n pieo en sístole m ih a y flo jo iMillUlll en diáitol* abajo, p o r e I n n fid e n c a Aórtica. El tianadnetor- eatá en m i t e Supzaestemal y el vdm nen de muestra en Aorta Ascendente. - 3 3 6 - La implementación con la que se debe contar para este examen consta principal­ mente de un electrocardiógrafo amplificador y de cables de conexión tanto hacia la red como al paciente; hilo para hacer tierra a fin de evitar interferencias eléctricas; electrodos y pasta o alcohol para limpiar la piel donde se van a aplicar los electrodos. Fig. 53-1. Fig. 52-28 K Registro apical con Doppler conti­ nuo en Insuficiencia Mitral; Sístole, negati­ vo (abajo) con velocidad de pico del flujo de 3.73 m/seg. El flujo positivo (arriba) corres­ ponde al llenado ventricular izquierdo. Las Figuras: B, C, D, E, F, G, H, son cortesía del Dr. Hugo Aucancela. Las Figuras: I, J, K, son cortesía del Dr. Iván Velasco CAPITULO 53 COMO TOMAR UN ELECTROCAR­ DIOGRAMA. ELECTROCARDIOGRAMA Waller (6) en 1.887 hizo el primer re­ gistro gráfico de las corrientes de acción del corazón. Sin embargo fue Einthoven, (2) en 1903 quien desarrolló la electrocardiografía clínica. (V. Fatorrusso) (3). El electrocardiograma es un examen gráfico mediante el cual se inscribe la co­ rriente eléctrica generada en el corazón, permitiendo analizar de dónde viene por dónde va y hacia dónde llega, así como tam ­ bién la integridad y funcionamiento de las células. Es decir que nos resulta importante pa­ ra estudiar el ritmo (formación y conducción del estímulo); crecimiento de las paredes musculares o dilatación de las mismas; trastornos metabólicos, sufrimiento de la fi­ bra miocárdica, trastornos coronarios, tras­ tornos iónicos (C a-N a-K -M g ); posición y rotaciones (5), (7). Actualmente se ha avanzado mucho en la técnica aplicada a este examen y así teñe-, mos la electrocardiografía telemétrica, (4) mediante la cual se puede tomar este examen a distancia. Solamente para darnos cuenta de las implicaciones prácticas citaremos los controles electrocardiográficos a los astro­ nautas, los electrocardiogramas transmitidos y consultados por teléfono (Fig. 53-2), los electrocardiógrafos telemétricos (Fig. 53-3) que permiten vigilar el corazón por horas mientras el individuo realiza sus actividades habituales, la prueba graduada de esfuerzo, que permite reproducir las condiciones de consumo de oxígeno por parte de la miofibrilla a fin de extraer el cálculo de su capa­ cidad funcional y de su capacidad funcional límite. El monítoreo constante durante los actos quirúrgicos y después de ellos en la sala de recuperación o en la sala de cuidados intensivos. NORMAS PARA TOMAR UN ELECTRO­ CARDIOGRAMA BASAL. 1 .- El paciente debe estar en decúbito su­ pino habitualmente; pero si tiene decúbito obligado, por ortopnea, por ejemplo, puede tomarse en la posición que más convenga, anotando el particular al reverso del E.C.G. 2 . - El aparato, colocado en una mesa u objeto donde esté seguro y a nivel, debe conectarse con la corriente de la red y para ello se coloca el cable apropiado tanto en el electrocardiógrafo como en el tomacorriente. Fig. 53-5. Se prende con el botón que hace de interruptor. -337- Tig. 53-1 Electrocardiógrafo de u n gana! fliC CAH&J OGHAFflr Fig. 53-2 Electrocardiogram a p o i teléfono. 3 .- Se colocan los electrodos en las partes musculadas de ambos antebrazos y ambas piernas. Para establecer un mejor contacto se limpia la piel con alcohol, presionando un poco al refregar la epidermis. También se hu­ medece el electrodo. Se aplica el elástico que mantendrá fijo el electrodo sin que quede flojo ni apretado. Fig. 53-6. 4 .- Se colocan los cables del aparato hacia el paciente, conectando el cabo distal en el aparato y cada uno de los hilos que salen de la central de Wilson a los respectivos electro­ dos que ya están colocados: RA = brazo de­ recho. LA = brazo izquierdo. RL = pier­ na derecha. LL = pierna izquierda. C = pa­ ra las precordiales (queda libre hasta ser uti­ lizado). Fig. 53-7. Fig. Fig. 53-5 53-3 Electrocardiógrafo telem étrico. Cortesía del Dr. Alfonso Cruz. Secuencia (1, 2) de la tom a del E. C. G. Fig. 53-6 Secuencia 3 de la toma del E.C.G. Fig. 53-7 Secuencia 4 de la toma del E.C.G. Fig. 53-9 Posiciones de los electrodos en las derivaciones precordiales. Se calibra la estandarización del apara­ to, valiéndose de un botón que al aplastarlo desplaza la aguja un centímetro hacia arriba. Si está en más o en menos el desplazamiento, se regula con un botón que en inglés se distin­ gue por la palabra “Sensitivity (11). Se hace correr el papel a la velocidad 25 mm. por segundo y se inscribe la estandarización algunas veces, una vez que se ha logrado que quede a un centím etro por milivoltio. Para esto ya se ha tenido previamente puesto el selector de derivaciones en la posición estandar. 5.— Luego se pasa a la derivación 1, rotando hacia la derecha el botón selector y cuidando de que la aguja esté en el centro del papel, se moviliza éste, mediante un movimiento del botón interruptor hacia la derecha donde queda ante la señal de 2.5, es decir a veloci­ dad de 25 mm. por segundo. No utilizaremos la velocidad de 50 x S. sino en ocasiones apropiadas, a solicitud médica. 6.— En la misma forma que se hizo con la primera derivación estándar, se procede, mediante el selector, con las otras derivacio­ nes, procurando siempre que no haya inter­ ferencia y que la aguja guarde el centro del papel. Si hubiera interferencias, habría que revisar una por una todas las conexiones y el contacto con el dispositivo que va a tierra, antes de continuar. Una vez que se han to­ mado las tres derivaciones estándares bipola­ res y las monopolares (V R .-V L-V F), se señalan los puntos de referencia de las precor­ diales, que son: Fig. 53-9. VI = 4o. espacio intercostal, línea paraestem al derecha. V2 = 4o. espacio intercostal, línea paraesternal izquierda. V4 = Donde late la punta del corazón (ápex). V3 = Intermedio entre V2 y V4. V5 = Siguiendo el espacio intercostal don- -339 - esto se vuelven los botones de mando a los puesto de reposo y se corta la patente, para su lectura posterior. CONSIDERACIONES GENERALES: 1 .- Se procura tomar por lo menos 5 com­ plejos. Si hay arritmias, se tomarán por lo menos 10 complejos. Es conveniente, tam ­ bién tomar, el doble de tiempo, la derivación D2 (Bipolar estándar 2). 2.— Cada una de las derivaciones se señala con una aguja que responde a un botón que se presiona para producir la inscripción. Fig. 53-10 A rtefactos del E. C. G. por movi­ m ientos respiratorios, por corrien­ te alterna y tem blor muscular. de se señaló la punta del corazón, cuando corta la línea axilar anterior. V6 = Siguiendo esta misma línea, cuando corta la axilar media. Hay que limpiar prefectamente la su­ perficie donde se va a poner el electrodo que se fija con un dispositivo de “ventosa”, el cual permite tomar sin ayudante. En caso de que la zona esté con vellos, hay que rasurarlos para luego hacer la limpieza con alcohol, porque en caso contrario, se desprende el electrodo, originando artefactos en el traza­ do. Así mismo, en algunos casos, los movi­ mientos respiratorios mueven la aguja inscriptora y la desplazan del centro del papel, ori­ ginando verdaderos neumogramas. Fig. 53-10 Ante esta contingencia hay que ordenar detener la respiración mientras se toma la derivación problema. Cuando se tom a la V6 , se prolonga la toma, hasta que salga comple­ ta. 7.— Se anota: Nombres completos, edad, ficha clínica, médico que pide el examen, día y hora. Esto es indispensable, especial­ mente en instituciones, donde se toman mu­ chos exámenes, pues una equivocación po­ dría ser de graves consecuencias. Luego de Cada derivación tiene señal que cree­ mos se debe mantener sin variación. DI - D2 - _ D 3 -------- VRVL--------- : VF— _ _ _ VI - V2 ---------V 5 ----------V 3 --------- V4 V6 ----------------Cuando se toma a un niño de tórax muy pequeño o a un recién nacido, se usarán electrodos más pequeños, dentro de lo posi­ ble y en las precordiales se tomará la deriva­ ción V4R, que es en el 4o. E. intercostal, línea medioclavicular derecha, y no se toma­ rán las otras derivaciones conocidas, sino so­ lamente: V2, V4 y V6 . Naturalmente hay que sedar al paciente y procurar tomarle dor­ mido. (Una o dos cucharaditas de Hidrato de Cloral en jarabe al 20°/o). 4.— Si es muy nerviosa la persona se la se­ dará previamente. 5.— El ambiente debe ser agradable y abri­ gado. GENERALIDADES INDISPENSABLES PREVIAS A LA LECTURA DEL E.C.G. El papel es milimetrado. Cada milímetro en sentido horizontal representa 0.04 de segundo. De esta manera 5 milímetros son 0,20 S. y 25 son un segun­ do. - 3 4 0 - E1 m inuto por tener 60 segundos se contiene en 1.500 mm. r QS Cada milímetro en sentido vertical vale 0,1 de milivoltio. De esta manera, 5 mm. hacia arriba o hacia abajo del trazado, valen 0,5 milivoltios y cada lOmm. en este sentido, valen 1 minivoltio. La unidad Ashman es un milímetro cuadrado o mejor un milímetro en sentido horizontal y un milímetro en sentido verti­ cal. Es decir: 4 microvoltios segundo (3 ). (F atto Russo). Fig. 53-11. RR q R S r ’s ’ - f f r — r ® r' Fig. Fig. Unidad Ashman 53-11 M A Y U S C U L A S * D E F L E X IO N E S M IN U S C U LA S = D EFLEXIO N ES M O R FO LO G IA D E LA GRANDES : P . P R . Q R S . P E Q U E Ñ A S : q r S , qR s. rS .etc. D IA FA S IC A S : A '\f (Mós.menos) 8 IF J D A S : QRS: SEGM ENTO S T : -f j{ ]\_ y JW T: (Mas, menos, menos ) /Desnivel 'V J \f y A A l/ positivo. \ Fig. 'o s itiv a a c u m inada 53-13 s D esnivel n e g a tiv o J \ ___ M R e d ondeada sin m uesca. ( Menos, mas) / \ A l m ism o nivel de la linea isoeléctrica. ON D A ' K (Más,más m e n o s) N E G A TIV A P IC U D A CO M PLEJO N om enclatura de los complejos ventiiculaies. ONOA P V P O S IT IV A 53-12 || N e g a tiv a a c u m inada. Variables de los complejos auricu­ lares, ventriculares y de repolari­ zación. A p ia n a d o -341 La Linea Isoeléctrica es la línea donde ge c e n t r ó la aguja inscriptoray es precisamen­ te la línea donde nace el trazado, sea para jiriba o para abajo de la misma (3). 4.— Hijashijima, I.: Referencia; a su carta Infor­ mativa sobre Telemetría: Comunicación eleetrocardiogrifica telefónica entre VUcabamba - Quito y Tokyo, 1981. 5.— Sodi Pallares, D.; Medrano, G.: Bisteni, A. y Ponce de León, J.: Eléctrocardioeraffa Clí­ nica. 12, 58, 69, 133. 206, 249, 274, 305, 378, Instituto Nacional de Cardiología, Mé­ xico, 1968. 6.— Waller, A. O.: On the electromotive changes connected with the beat of the mammalian heart, and of the h u m a n heart in particular. Phylosophical transadlos of the Royal Socie-íy, Series B, 180,169,194,1.889. Toda inscripción hacia arriba de la línea isoeléctrica es electropositiva. Toda inscripción por debajo de la línea isoeléctrica es electronegativa. La onda auricular es la onda P con la que se inicia el trazado normal y cuya ex­ plicación y lectura constan más adelante. Luego de la onda P y del segmento PR o PQ, se inicia el complejo ventricular, el cual si comienza con una deflexión negati­ va, se denomina q; la primera deflexión posi­ tiva que sigue a q se llama R; si hay una se­ gunda deflexión negativa se llama S. En caso de que después de la segunda deflexión ne­ gativa, haya otra positiva, esta se llama R’ (R prima) y si después de esta hay una poste­ rior negatividad, esta se llamará S’. Ejemplos: Fig. 53-12. Y así puede haber un sinnúmero de combinaciones, algunas de las cuales se ex­ ponen en el esquema que a continuación se inserta (1, 5). Fig. 53-13. BIBLIOGRAFIA 1.— Arias, V. A.: Normas Generales y Diagramas para presentar un caso cardiológico. 10—13, Imprenta de la Facultad de Jurisprudencia. Universidad Central, Quito, 1972. 2.— Einthoven, W.; Fahz, G. y De Waart, A.: über die Richtung und die manifesté Grósse der potentialschwankingen im menschlichen Herzen un über den M n fh m der Herzlagea auf die form des Elektrokardiogramms. Pfhigers archiv fur die cesante Phisiologie, ISO, 275, 315,1913. Fattorusso, V. y Ritter, D.: Atlas de Elec­ trocardiografía. Traducción de la tercera adlclón francesa. 12—13, 261, editorial unir versitaria. Buenos Aires, 1954. 3.— CAPITULO 54 NOMENCLATURA DEL ELECTROCARDIOGRAMA En este capítulo vamos a extractar el conocimiento de las bases eléctricas y la grafícactón de las ondas electrocardiográficas Cuadro No. 54-1. CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 54-1 1. Los términos despolarización y repo­ larización se refieren a los momentos eléc­ tricos que vive la célula cardiaca. El prime­ ro, despolarización es la respuesta de la cé­ lula viva al estímulo, con intercambio iónico, producción de energía, almacenamiento y gasto de la misma; generación de trabajo útil, entre otras cosas importantes. 2 - 5 El E.C.G. recoge e inscribe la corrien­ te de acción originada por este proceso. El segundo momento, la repolarización es el instante de la vuelta al equilibrio eléc­ trico, mediante recambios químicos apro­ piados. Será después, en la fase de recu­ peración cuando no solo se establezca el equilibrio electrofísico sino también el equi­ librio electroquímico, Figs. 54-3A y 54-3B, quedando la célula hábil para una nueva des- -342 - CUADRO No. 54-1 CORRELACION ENTRE LA ELECTROFISIOLOGIA Y LA NOMENCLATURA DEL E.C.G. (Esquema) m O ndaP Duración (hasta) 1 Despolarización auricular. 1 .- 2.— Repolarización auricular 2 .- Segmento PR + parte de lo que ocupa QRS. 0,18 S. 3.— Intervalo PR 3 . - Onda P + segmen to PR. 0,20 S. 4.— Despolarización ventricular. 4 .- 0,10 S. 5.— Segmento ST. 5. — Trazado ligeramen te convexo, isoeléctrico. 0,12 S. 6. - OndaT. 6.— Rama ascendente inclinada, de inscripción retardada, punta roma, rama descendente más rá pida, verticalizada. 0,14 S. 7.— Re polarización ventricular. 7.— Segmento ST 4-on daT . 0,26 S. 8. - Período refracta­ rio auricular. 8. - Midiendo durante la inscripción de P y de QRS. 0,30 S. 9.— Período refracta­ rio auricular absoluto. 9.— Midiendo de P a la inscripción de la parte QR del QRS. 0,27 S. 10.— Período refracta­ rio auricular relativo. 1 0 .- Midiendo durante la parte que corresponde a S del complejo QRS.o su equivalente en otras morfologías de QRS. 0,03 S. . iítóhíí Cómo examinar Qué examinar Complejo QRS. 0,10 S. continúa.. -343 ,.viene 11. - Período excitable auricular 11.— Midiendo desde el punto J o comienzo de St hasta el comienzo de la próxima P. 12.— Período refracta­ rio ventricular. 12.— Midiendo desde el comienzo de QRS has ta el comienzo de la rama descendente de la T. 0,38 en frecuen­ cia de 60 xm . 13.— Período refracta­ rio absoluto ventricular. 13.— Midiendo el co— mienzo de QRS hasta — 0,03 S antes de la cúspidedeT . 0,35 S. en frecuencia de60xm 14.— Período refracta­ rio relativo ventricular. 1 4 .- Midiendo 0,03 S. antes de la cúspide de T, hasta la cúspide. 0,03 S. 15.— Intervalo QT o sistole eléctrico ventricular 1 5 . - Midiendo desde el comienzo de QRS hasta el final de T. 0,40 en frecuencia de 60 x m. 1 6 .- Período excitable ventricular 1 6 .- Midiendo desde el final de T hasta él co­ mienzo del próximo eran piejo ventricular (QRS). Ü 3T W : ..... Se recomienda estudiar estas generali­ dades básicas en la parte correspondiente de un texto de Electrocardiofisiología para ampliar conocimientos. 2. El intervalo PR engloba a la onda P y al segmento PR que es isoeléctrico. Repre­ senta la conducción del estímulo por las aurículas y por el nodulo de la unión aurículo ventricular y el tronco del haz de His. polarización. Esta última fase es isoeléc­ trica y va del final de la onda T hasta el próximo complejo auricular (onda P). 3. El intervalo QT representa el sístole eléctrico ventricular y por lo tanto reviste una gran importancia. Tiene mucho que ver con los iones K y Ca. De esta manera, por ejemplo, se sabe que una hipocalcemia da un alargamiento del QT por alargamiento Fig. 54-3B E lectroquím ica y E.C.G. del segmento ST y no por la onda T. Lo contrario en la hipopotasemia, donde el alargamiento del QT se debe a una mayor amplitud y al aplanamiento de la onda T. Fig. 5 4 4 . 4. La medición de la duración de los complejos, segmentos e intervalos tiene mucho que ver con la frecuencia, es decir con el número de latidos en la unidad de tiempo. Especialmente los intervalos PR y QT deben ser valorados con relación a la frecuencia, y por ello sus cifras normales correlativas vienen en tablas que pueden ser consultadas. Fig. 54-5. 5. Cuando el corazón está en su período de trabajo no recibe estímulos y si los recibe, no responde a ellos en la fase refrac- tana absoluta; y en la fase refractaria relativa solamente responde a los estímulos supraumbrales, es decir a estímulos de magnitud m uy grande. Este es un punto que hay que tom arlo muy en cuenta para las arritmias, pUes un estímulo supraumbral que caiga en el período refractario relativo de las aurículas, produce Fibrilación Auricular y ese mismo estímulo de gran magnitud, si cae en la fase refractaria relativa de los ventriculos, produce Fibrilación Ventricular. Fig. 54-6A y B. 5 Las deducciones clínicas electrocardiográficas que corresponden al parámetro de lectura llamado: conducción, (3) se leen esencialmente en las deflecciones que van de P a QRS inclusive. En tanto que el parámetro: repolarización (2-3-5) se analiza -345- 1 0 = 150 11 = 136 12 = 125 13 = 115 14 = 107 1 5 = 100 16=93 17 = 88 18 = 83 19 = 78 20 = 75 21 = 7 1 22=68 23 = 65 24 = 62 25 = 60 26 = 58 27 = 55 28 = 53 29 = 51 > ig . ¿4-5 Tabla <le frecuencia ■i M5*IO»»IM.F«*£T*" aio Acuaivo T E$T»MUUO T-kfttO ABSOLUTO PEMOOO «&WKkC.TAftW> P £«U O O O * 6 F ttA C T A R 'O ^CLfeTlVO A M O kllT O . I I !§ J Fig. 54-6A W p E stím ulo en fase refractaria rela­ tiva auricular = F ibriladón auri­ cular. en ST y T, inscripciones que solamente ten­ drán manifestaciones secundarias de defec­ tos de conducción y que por lo tanto en la práctica nos sirven con exclusividad para el estudio-de lo que ya está dicho: repola­ rización. La proyección clínica de los de- Fig. 64-6B Estím ulo en fase refractaria rela­ tiva ventricular = FibrUación ventiicular. fectos de conducción está en la arritmias pasivas, La proyección clínica de los de­ fectos de re polarización está en los síndro­ mes de insuficiencia coronaria. La proyec­ ción clínica de la fase refractaria relativa sea auricular o ventricular y de la fase exci- -3 4 6 - table está en las “arritmias activas” , liste “Para Qué” de la electrocardiografía se verá claramente, más adelante, cuando hablemos de los síndromes. B IBL IO G R A FIA 1.— Espino Vela, J.: Introducción a la Cardio­ logía. Tercera edición, 255-280. Méndez Oteo, México, 1969. 2.— Lipman, B.S. y Massie, E.: E lectrocardio­ grafía Clínica, Q uinta edición. 8-9—, edi­ torial Interam ericana S.A., México, 1967. 3.— Mera, W.: Temas de E lectrocardiografía. Primera edición. 6-25,36,55. Talleres Ofygraba, Quito, 1980. s 4.— Salgado, M.: Manual de Electrocardiografía. Segunda edición, 212-213, E ditorial Uni­ versitaria, Quito, 1976. 5.— Sodi Pallares, D .; M edrano, G .; Bisteni, A. y Ponce de L eón J.: Electrocardiografía Clínica, 19-48, Institu to Nacional de Car­ diología, México, 1968. CAPITULO 55 VECTO R ES ELECTRICOS O R IG IN A D O S E N E L C O R A Z O N 1. GENERALIDADES S p sa u c M A Fig. 55-1 m o s n it u p V ector con en la cola. Vector de pequeña magnitud: Vector de gran magnitud: De arriba a abajo y derecha a izquierda: De abajo arriba y de izquierda a derecha: en la pu n ta y — Fig. 55-1A Fig. 55-1B Fig. 55-1-C Fig. 55-1D 2. Planos en donde se proyectan los vec­ tores: 1.1 (1-6-9-10) El vector se representa con una flecha, que lleva la positividad en la punta y la negatividad en la cola. Fig. 55-1. La longitud del vector es proporcional a su magnitud. La numeración (1-2-3) corres­ ponde al orden de aparecimiento en fun­ ción del tiempo. 2.1 Plano Frontal: Posibilidades de desviación del eje: 2.1.1. Horizontalización Fig. 55-2A 2.1.2. Verticalización Fig. 55-2B 2.1.3. Desviación a la izquierda Fig. 55-2C 2.1.4. Desviación a la derecha Fig. 55-2D Además de la magnitud y del orden de aparecimiento, la flecha vectorial nos indica dirección y sentido. Así las representacio­ nes de estas diversas calidades se compren­ den con facilidad: 2.2. Plano Horizontal. Posibilidades de rotación del eje: Dextrorotación Fig. 5 5-3 A donde la parte derecha del corazón invade los terrenos de la izquierda; la derecha se AVR- Fig. 55-2A AVR. - Fig. 4 AYL Verticalizacion queda delante con mas relación precordial y la izquierda se va hacia atrás, donde se oculta, a veces. Levorotación: + AYL Horizontaiización X 5&-ZB I Fig. 55-3B La izquierda invade los terrenos de la parte derecha, dando como resultado que la izquierda queda a la izquierda y hacia ade­ lante con mayor relación precordial y la derecha retrocede y se oculta a veces, si­ tuación en la cual hay que buscar sus vec­ tores en hemitórax derecho (V4R). 2.3. Plano Sagital: Posibilidades de rotación: 2.3.1. Punta hacia adelante Fig. 55-4A 2.3.2. Punta hacia atrás Fig. 55-4B N ÍK - f'ig. -L oo-’z u + A V L uesviacion a la aerecna De lo que antecede, se puede concluir: 1. En la nomenclatura usual se llama desviación del eje cuando esta se produce en el plano frontal y rotación, cuando se hace en el plano horizontal y Sagital (2-7-9). 2. La rotación “punta adelante” acom­ paña frecuentemente a la levorotación y la “punta atrás” , a la dextrorotadón. 3. La dextrorotadón es un signo aleato­ rio de predominio ventricular derecho. 4. La levorotadón es un signo aleatorio de predominio ventricular izquierdo. El profesor podrá indicar los planos y sus respectivos ejes sobre los cuales giran, con un esferográfíco y un papel, donde el -348- «Í.0 3 : $1^3 Di Fig. 55-3A Ds Di D extro rotación D* Fig. 55-3 B D3 Levorotación Ds ir 'U 3 Fig. 55-4A P unta adelante Fig. papel hará de plano y el esferográfico de eje. Fig. 55-5A -B yC . SECUENCIA DE LA ACTIVIDAD ELECTRICA DE LAS AURICULAS.- (1-6-8-10) La aurícu la derecha, situada anatómicamente en senti­ do vertical, corresponde al segmento ascen­ dente de la onda P en el electrocardiograma. La aurícula izquierda situada anatómica- 55-4B P unta atrás mente en sentido horizontal, corresponde al segmento descendente de la onda P en el E.C.G. Fig. 55-6 SECUENCIA DE LA ACTIVIDAD ELECTRICA DE LOS VENTRICULOS.- (1-6-8-10) El vector 1 corresponde al tercio medio del tabique interventricular. t > éJ s X s» P Fig. 55-5B Plano horizontal - eje vertical de arriba a abajo. Fig. 55-6 Secuencia de la actividad eléctrica en las aurículas. Fig. 55-7 Secuencias de las actividades eléc­ tricas en los ventrículos. El vector 2 corresponde a las paredes ventriculares y es una resultante que se diri­ ge normalmente hacia la punta del corazón. El vector 3 corresponde a las porciones pós­ tero basales de los ventrículos. Estos 3 vec­ tores dan forma al complejo QRS del electro­ cardiograma. Fig. No. 55-6, 55-7 y 55-8. Los vectores ventriculares se suman y dan un vector final único al que llama­ remos eje del corazón. Las derivaciones estándar, D I- D2 -D3 unidas entre si, conforman un triángulo equi­ látero, el que se llama TRIANGULO DE E1NTHOVEN. (3-4). Fig. 55*8 V ector de suma que representa el eje eléctrico del corazón, d entro de una circunferencia graduada. T Las derivaciones monopolares (VRVL-VF) se incluyen dentro de este triángulo yendo desde su ángulo respectivo hacia la mitad de la derivación estándar que les queda al frente. Ahora bien, cada una de las mi­ tades de estas seis derivaciones es electro­ positiva o electronegativa; es decir que ne­ cesariamente llevan un signo eléctrico, para cuyo detalle vamos a exponer la siguiente explicación: Si la mano derecha representa al V.D. y la izquierda, al V.I. y las unimos, de tal manera que representen la masa del cora­ zón, veremos que la unión de los dedos apunta hacia ef pubis (pierna izquierda), re­ presenta la “punta” y la parte hueca, que representa la “base”, apunta hacia el hom­ bro derecho. Es indudable que la mayor masa está en la “punta” y la nada o la menor está en la base. Fig. 55-9A y 55-9B. Si asumimos que la mayor masa es + y que la menor masa es - , tenemos que todo lo que se acerque a “punta” es 4- y todo lo que se acerque a la base es - . Por lo tanto: Brazo derecho es la máxima negatividad). — (Representa Fig. 55-9B Unidas 1.Pierna izquierda es + la máxima + Fig. 55-1OA. (Representa Todo lo que se acerque a brazo dere­ cho es — 2.- Todo lo que se acerque a pierna izquierda es + De esto se infiere que en el triángulo de Einthoven tenemos dos polaridades segu­ ras y que de ellas surgirán las demás. Si di­ vidimos a cada derivación estándar en mita­ des iguales y consideramos la polaridad de cada mitad, tendremos los signos eléctricos en la posición respectiva como se ve en las Figuras No. 55-10 A y B. — — T Fig. VR 55-1OA - Triángulo de Einthoven con máxi­ m a-)- y máxima — © I © + VL Fig. 55-10C Triángulo de Einthoven con las derivaciones estándares Bipolares y m onopolares y sus signos eléc­ tricos. Si un miembro no se compara con nada, lleva la ( + ) consigo mismo y por lo tan­ to es ( + ) lo que está cerca y.... ( - ) lo que se aleja. Como sabemos, las derivaciones monopolares, al partir de su propio ángulo y llegar a la mitad de la derivación estándar donde terminan, pasan por el centro del triángulo, que es precisamente donde se entrecruzan. Fig. 55-1OC. Fig. 55-10B Triángulo de E inthoven con las derivaciones Bipolares estándares y sus signos eléctricos. Las derivaciones estándares surgen de la comparación de dos miembros, de tal ma­ nera que en el triángulo de Einthoven, cada ángulo está representado por un miembro: la I es la comparación entre VR y VL. la II es la comparación entre VR y VF la III es la comparación entre VL y VF. Para explicar la polaridad de las monopolares, es decir de aquellas que son pro­ pias de cada miembro y no surgen de la comparación, tenemos que tomar en cuenta la siguiente afirmación: El triángulo se engloba dentro de una circunferencia, que como sabemos tiene 360°, distribuidos como indica la figura No. 55-8. De esta manera, el eje del cora­ zón o de cualquiera de sus momentos eléc­ tricos (E.C.G.) surge del centro del triángu­ lo de Einthoven y apunta hacia determinado sector de la esfera graduada, con lo cual tenemos que puede expresarse en grados, pues simplemente se prolongará la punta del vector hasta la circunferencia. Para proyectar el eje desde el centro del triángulo de Einthoven a cada una de las derivaciones se establecen las perpendi­ culares que van desde los extremos del eje hacia cada una de las mismas. Las figuras 55-11 nos demuestran las desviaciones del eje. -352- Jl -9o* VF Fig. Fig. 55-11A Eje semivertical R (Ejemplos de Eje semivertical, Fig. 55-11A desviado a la izquierda Fig. 55-1 IB y des­ viado a la derecha). Fig. 55-11C. 55-1 1C Eje desviado a la derecha. En igual forma, se puede proyectar el eje del complejo auricular (onda P) o el eje de la repolarización (T), o proyectarlos a los tres. A la inversa de lo anteriormente ex­ puesto, se puede extraer el eje de P de QRS o de T, (5-11) comparando el área (se suma las unidades Ashman) de cada de­ flexión en estudio, es decir, en la práctica, de la I y la III estándares. Habíamos dicho que las derivaciones estándares estaban divi­ didas en dos mitades: la una, electro positiva y la otra, electro negativa. Pues bien, ade­ más, cada una de estas mitades está frac­ cionada y medida en milímetros. Si bien es cierto que la medida estricta es la de las áreas, sin embargo en la práctica y con si­ milares resultados, hacemos la medición li­ neal en sentido vertical, es decir en décimas de milivoltio y si hay deflexiones» positivas y negativas en la misma derivación, hace­ mos la suma algebraica, cuyo resultado unas veces será negativo, otras será positivo, de acuerdo a cual sea la deflexión pre­ dominante. Este resultado se traslada a la línea milimitrada de la derivación en el triángulo de Einthoven. Pues bien, desde -353 el punto señalado en DI y en D3 se trazan perpendiculares, las cuales en un momento dado, se cruzan. El punto de cruce es la punta del vector. La cola siempre es el centro del triángulo. EJEMPLOS DE EXTRACCION DEL EJE DE P: 1) Semivertical Fig. 55-12A 2) Desviación a la izquierda. Esto sucede frecuentemente cuando hay creci­ miento de aurícula izquierda: Fig. 55-12B. 3) Desviado a la derecha Fig. 55-12C Esto sucede cuando: 1. Los cables están equivocados: VR en el brazo izquierdo y VL en el brazo derecho. Fig. 55-13 Origen del estím ulo en aurícula izquierda. Fig. 55-14 Origen del estím ulo auricular en-» la dextrocardia. 2. Cuando el estímulo nace en las partes posteroinferiores de la aurícula izquierda: Fig. 55-13. 3. En caso de dextrocardia, es decir cuan­ do la aurícula derecha está a la izquierda y la aurícula izquierda está a la derecha. Fig. 55-14. EJEMPLOS DE EXTRACCION DEL EJE DE QRS: 1. (Semivertical normal) Fig. 55-15A 2. Desviado a la izquierda: (dilatación de V.I). (I.M. - I.Ao.) Fig. 55-15B 3. Desviado a la derecha (Dilatación del V.D.) (C.P.C.) Fig. 55-15C - 354 - EJEMPLOS DE EXTRACCION DEL EJE DE T 1. + Fig. Semivertical (normal) Fig. 55-16A 55-16 A Semivertical 2. Desviado a la izquierda: (normal o patológica, dependiendo esto de la m orfo­ logía de la T y del ST. Fig. 55-16B 3. Desviación a la derecha: (isquemia subepicárdica o crecimiento de V.I., depen­ diendo la interpretación de la morfología) Fig. 55-16C REFLEXIONES CONCERNIENTES A LA EX­ TRACCION DE LOS EJES: 1. El eje ventricular normal puede oscilar entre + 90 y 0 llamándose vertical cuando se aproxima a + 90 y horizontal, cuando se aproxima a 0. (3-4-5-10). + Fig. 66-16B Desviado a la izquierda. -355 W PEM ^N O D U U O Sm uSAL V6m M> M v ^ O l l U E s &VlSU£ kAZttc h 'i S Fig. 55-16C Desviado a la derecha. 2. Si el eje apunta de 0 a —90, se dice que está desviado a la izquierda, considerán­ dose este hecho, netamente patológico. « in ik te o u w «M M 3. Si el eje apunta de + 90 a + 180, se dirá: desviado a la derecha, posición también patológica. TEORIA VECTORIAL El estímulo pasa de aurículas a ven­ trículos por el nodulo de la unión aurícoloventricular (Aschoff Tawara) y luego por el tronco del haz de His y sus ramas. Fig. 55-17. Acontece que el estímulo llega con 0,01 S. de anticipación, por la rama iz­ quierda al tercio medio del tabique interventricular, desde donde “viaja” hacia la derecha y hacia abajo, dependiendo esta dirección de la rotación del corazón, y llega al subendocardio derecho del septum, ori­ ginando el vector 1. Este vector es pequeño en magnitud, pero se deja ver porque en función de tiempo, es el primero en apare­ cer. Fig. 55-18 Vector 2.- Sigue el estímulo por las vías normales y activa de endocardio a epi­ cardio a ambas masas ventriculares. En esta parte recordemos que el ventrículo izquier­ do tiene unas 10 veces mayor masa que el Fig. 55-17 Aparatos, cardionector y tiem pos del viaje del estím ulo. V.D. Por lo expuesto se nota que se ori­ ginan dos vectores simultáneos y de sentido y dirección opuesta: 2D y 21. Como estos vectores se producen al mismo tiempo, “ganará” el de mayor mag­ nitud; es decir en casos normales, el vector 2 L al que simplemente se le restará la mag­ nitud del 2D, que obra en dirección con­ traria. Por lo tanto el vector 2 final será con dirección y sentido idéntico al 2 1. Vector 3.- Finalmente se estimularán las partes pósterobasales de ambos ventrí­ culos y el tercio superior del tabique interventricular, con lo cual se formará un ter- Fig. 55*18 Vector de suma 2D V, 21 Fig. Fig. Fig. 55-20 Graficación de los vectores ventricuiares desde el p unto de vista V 1, en función de tiem po. cero y último vector que también es pequeño como el vector I, pero con dirección hacia arriba y a la derecha (apuntando hacia el hombro derecho (VR). En conjunto, puestos los tres vecto­ res finales en su sitio quedarán como indica la Figura No. 55-19. Esta teoría vectorial nos sirve muy bien para interpretar la proyección electrocardiográfíca en el plano horizontal, el cual es visto claramente por las derivaciones pre­ cordiales: VI y V2; derechas; V3 y V4: de punta o de transición y V5 y V6 : deri­ vaciones izquierdas. Fig. 55-19. 55-19 55-21 V, v5 Vectores en conjunto y derivacio­ nes precordiales. Graficación desde el punto de vista V 6 De esto se infiere que de los vectores normales, saldrán las deflexiones normales en las derivaciones precordiales. Recordemos que: 1. El vector lleva la positividad en la punta y la negatividad en la cola. 2. Cada vector tiene una magnitud que se expresa en voltaje durante el trazado electrocariográfico. 3. La “derivación” es el punto de vista del observador, el cual verá la punta o la cola del vector, según el lugar en el cual se encuentre. Ejemplo de los momentos en la ins­ cripción del QRS desde V I : vistos por se­ parado. Fig. 55-20. -3 5 7 - Reunión de los momentos 1 - 2 y 3, vistos en continuidad, hasta que termine la excitación y vuelva al 0 eléctrico, es decir a la línea isoeléctrica. Punto de vista desde V6 . Momentos separados: Punto de vista desde V6. Reunión de los momentos 1—2 y 3. Fig. 55-21. B IB L IO G R A FIA 1.— Arias, V.A.: Normas generales y Diagramas para presentar u n caso cardiológico. 10-12, editado en la Im prenta de la facultad de Jurisprudencia de la U.C. Quito, 1972. 2.— Arias, V.A.: Motivación y norm as de fun­ cionam iento del D epartam ento de Cardio­ logía del Hospital Eugenio Espejo, 23-24, Facultad de Ciencias Médicas, 1980. 3.— Einthoven, W. Fahr, G. and de Waart, A.: On the Dúrection and m aniíestes size of the variations o f potential in the hum an heart and on influence of the position of the heart on the form of the electrocardiogram, Plüiger’s Arch. f - d - ges. Plysiol. 150: 275-315, 1913. 4.— 5.— Katz, L.: Electrocardiography. Second E dition 49-51, LEA & Feliger, Philadelphia, 1947. Lipman, B. y Massie, E.: Electrocardiogra­ fía Clínica 5ta. ed. 23-86-, Ed. Interamericana, 1965. 6.— Mera, W.: Temas de Electrocardiografía, ed. 7-38, Talleres Ofygraba, Q uito, 1980. 7.— Pardee, H.: Clinical Aspects of the Electrocardiogram. F o u rth E dition 77-106, Paul B. Holbier Inc. London, 1941. 8.— Salgado, M.: Manual de Electrocardiografía 2da. ed. 47-50. Editorial Universitaria, Qui4 to 1975. 9.— Salgado, M.: Manual de Electrocardiografía, 2 da. edición, 51-79, E ditorial Universitaria, Quito 1975. 10.— Sodi Pallares, D. Medrano, G. Bisteni, A., y Ponce de León, J.: Electrocardiografía Clínica. 10-12, 58-99, Inst. Nacional de Car­ diología de México, México, 1968. 11.— Sodi Pallares, D.: Nuevas Bases de la Elec­ trocardiografía, 3ra. Ed. 58-113, 313-340. Inst. Nacional de Cardiología, La Piensa Médica Mexicana, México, 1951. CAPITULO 56 SECUENCIA DE LA LECTURA DEL E.C.G. Antes de leer el trazado, insistimos en que es necesario enterarse de ciertos datos generales que son muy útiles no solo para la identificación sino también para la inter­ pretación. Por eso el pedido y también la contestación deben tener los siguientes ele­ mentos: 1. Nombres completos —Edad - Sexo. 2. Fecha (en ocasiones se anotará la hora) 3. Sintomatología que motiva el examen. 4. Diagnóstico presuntivo. Luego leemos el trazado en el or­ den que se anota en los cuadros No. 56-1, 56-2, 56-3, y 56-4. CONSIDERACIONES A LOS CUADROS 5 6 -1 -2 -3 -4 (1 -5 -6 -8 -1 0 -1 1 ) 1. Las derivaciones izquierdas, es decir aquellas que ven mejor los vectores izquier­ dos son: DI — VL — V5 y V6. Pero de entre estas, las mas representativas son V5 y V6. 2. El miocardio postero inferior (9) (cara diafragmática) es observado indirectamente por las derivaciones D3 y VF. 3. Las derivaciones que mejor “ven” el ventrículo derecho (1-5-6-7-8-9-10-11-12) son V I—V2. Las derivaciones V3 y V4 son las de transición entre miocardio derecho y miocardio izquierdo; (punta de corazón). 4. Las derivaciones V I—V2—V3 y V4 pueden expresar también la actividad del Septum ventricular. (7-12). 5. Las sobrecargas sistólicas (2-4-7-8-12) ventriculares demuestran su severidad en los trastornos de repolarización, pues cuanto mayores son, van adquiriendo signos de is- i 358 - CUADRO No. 56-1 SECUENCIA DE LECTURA DEL E.C.G. Cómo Examinar Qué Examinar 1 Ri t mo 1 .- Si hay onda P, el ritmo de base es sinusal. Si no hay onda P. hay que buscar la arritmia de acuerdo con la guía que daremos más adelante cuando tratemos el sín­ drome de arritmias. Fig. 56-lA y 56-1B. 2.— Frecuencia 2.— Se divide 1.500 para la distancia, R—R medida en milímetros. Si hay disociación entre aurículas y ventrículos (Bloqueo completo A.V.) se determinará, la frecuen­ cia auricular, dividiendo 1.500 para la distancia P—P y también, la frecuencia ventricular por el pro cedimiento ya señalado. 3.— Lectura de ondas intervalos y segmentos 3.— PR (preferiblemente en D2) donde tenga su mayor prolonga­ ción. QRS, preferiblemente en todas las derivaciones, igual que ST y T ; QT donde los extremos se vean mejor delimitados. Fig. 56-2 4.— Ejes de P —QRS y T 4.— Obteniendo la suma algebraica de las deflexiones respectivas en DI y D3 y traslación de los resulta­ dos al triángulo de Einthoven. 5.— Conducción. 5.— Con la base de la lectura de las deflexiones auriculares y ventri­ culares, así como del segmento PR, establecemos si hay o no defectos de conducción. Si los hay, se los definirá por su nom­ bre. (Ver arritmias pasivas). continúa.. — ..viene 6 .— Repolarización. 6 .— Hacer una síntesis de la lectura de ST y T y definir la normalidad o anormalidad del proceso. Si es anormal, ver el cuadro 56-2. 7.— Sobrecargas ventriculares. 7.— Tiene que ver con la lectura de QRS de ST y de T. Si se nota anormalídad, ver el cuadro No. 564 CUADRO No. 56-2 ‘REPOLARIZACION VENTRICULAR” Cómo Examinar Qué Examinar Isquemia Subendocárdica. 1.— T positiva, picuda y simétrica. Isquemia Subepicárdica. 2.— T. negativa, picuda y simétrica. Lesión Subendocárdica. 3 .- ST. infradesnivelado y convexo hacia arriba. Lesión subepicárdica. 4.— ST supradesnivelado, y convexo hacia a— rriba. CUADRO No. 56-3 ‘RECONOCIMIENTO DE LA ONDA DE NECROSIS” Figura 56-4 Cómo Examinar Qué Examinar 1.— Necrosis, cicatriz o tejido inactivable. 1 Buscando la onda Q cuya superficie sea mayor al 25°/o de la R que le sigue. Complejo QS. — -360CUADRO No. 56-4 ‘SOBRECARGAS VENTRICULARES’ Figura 56-5 Qué Examinar Diastólica de V.I. 2.— Sistólica de V.I. 4 .- Cómo Examinar 1.— Observando en V5 y V6 : qR ST supradesnivelado y cónca­ vo hacia arriba y T picuda y simé trica. 2.— Así mismo, en V5 y V6 : R soli­ taria, ST convexo hacia arriba, T — negativa sin características coronarias al comienzo. Diastólica de V.D. 3.— Observando en V I: QRS con imagen de bloqueo incompleto de rama derecha, es decir con rsR’ o ccrn rama ascendente de R astillada. Sistólica de V.D. 4.— Observando en V I, V2 y V3: Vector derecho im portante, es decir R relativamente elevada y ST convexo hacia arriba y T in­ vertida (negativa) en V2, V3 y a veces, V4. En V I, la T es negati­ va normalmente, de tal manera que no constituye signo. Fig. 56-6 Progresión de la sobrecarga sistdlica del V.I. quemia y lesión. Así, dada una evolución maligna de la sobrecarga sistólica del ventrículo izquierdo, veremos la historia natural del empeoramiento en la Fig. 56-6. L)e igual manera, la evolución de la sobrecarga sistólica del V D . (2-3-4-7-8-12) observaremos en la secuencia de la Fig. 56-7. -361 - Fig. 56*7 Progresión d e la sobrecarga sistólica del V.D. B ffiL IO G R A F IA 1.— Blok, P.: Interpretación básica del E.C.G. T ribuna Médica, Tom o II, No. 6, 9-11,1978 2.— Cabrera, E. y M onroy, J.R .: Sistolic and diastolic Loading of the H eart, Part, 1. Physiologic and clinical data— Am. H eart J. 4 3 :6 6 9 ,1 9 5 2 . 3.— 4.— Cabrera, E. Gaxiola, A. y Eisemberg, P.: El V ectocardiogram a en los crecim ientos ventriculares derechos del tipo sobrecarga— sistólica. Arch. Inst. CardoL Mex. 2 8 :4 6 9 , 1958. Cabrera, E. y Gaxiola, A.: Diagnostic, contribution o f the vectocardiogram in hem odyham yc overloading o f the Heart. A a H eart J. 6 0 :2 9 6 ,1 9 6 0 . 5.— Fattorusso, V. y R itter. O.: Atlas de Eleccardiografía. T raducción de la 3ra. ed. francesa, 132-135, E ditorial Universitaria, Buenos Aires, 1954. 6.— Goldberger, E.: Unipolar LEAD Electrocardiography, 81 -108, LEA & Febiger, PhUadelphla, 1948. 7.— Katz, L.: Electrocardiography, second ed. 51, LEA & Febiger, 1947. 8.— Lipman, B. Massie, E.: Electrocardiografía, clínica. 5ta. ed. 247-251, E ditorial Interam ericana, S.A., México, 1965. 9.— Lipman, B. y Massie, E.: E lectrocardiografía clínica, 5ta. ed. 188-204,216, 384-400. E ditorial Interam ericana, S.A., México, 1965. 10.— Mera, W.: Temas de E lectrocardiografía 105-108, talleres Ofygraba, Quito, 1980. 11.— Salgado, M.: M anual de Electrocardiografía, 2da. ed. 209, E ditorial Universitaria, Quito, 1975. 12. Sodi Pallares, D. et. Al.: Electrocardiogra­ fía ch'nica. 30-52, 69-99. Inst, Nacional de Cardiología, México, 1968. C A PITU LO 5 7 SIN D R O M ES: A R R ITM IA S A C TIV A S Veremos los síndromes mas impor­ tantes, de acuerdo a lo siguiente: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. Arritmias Coronariopatía crónica (angina de Pecho) Coronariopatía Aguda (IAM) Shock Hipertensión Arterial I.C.I. I.C.C. ARRITMIAS De las propiedades del corazón, la producción de estímulos (cronotropismo), la conducción (dromotropismo) y la exci­ tación (batmotropismo), constituyen la esen­ cia de lo que en Fisiología llamamos ritmo, y son sus alteraciones las que constituyen las arritmias. Dividimos a las arritmias en ACTIVAS y PASIVAS. En principio vamos a tratar sobre las ARRITMIAS ACTIVAS, con los cuadros 57-1 y 57-2. 362 - CUADRO No. 57-1 CLASIFICACION DE LAS ARRITMIAS 1.1: Taquicardia Sinusal 1.2.1 Supraventriculares 1.2.2 Ventriculares 1.2.3 Monotópicos-Politópicos 1.2: Extrasístoles 1.— Activas (usurpación) 1.2.4 Ocasionales - Rei­ terados 1.3.1 Auriculares 1.3.2 Ventriculares 1.3: Taquicardias Pa— roxísticas. s 1.4: Fibrilaciones s N 1.4.1 Auriculares 1.4.2 Ventriculares 2.1: Bradicardia Sinusal 2.2: Parada Sinusal / 2.— Pasivas (delegación) 2.3: Ritmos Pasivos 2.3.1 2.3.2 2.3.3 2.3.4 Auricular De la unión Hisiano Idioventriculares 2.4: Bloqueo A. V. 2.4. lo.,2o. y 3er. grado 2.5: Bloqueos de rama 1-2 y 3er. grado 2.5.1 Izquierdo 2.5.2 Derecho CUADRO No. 57-2 ‘ELECTROCARDIOGRAMA EN LAS ARRITMIAS ACTIVAS’ Figuras 57-1 Qué Examinar 1.— Taquicardia Sinusal Cómo Examinar 1.1: Las distancias RR se han acortado. 1.2: PR y QT correlativamen­ te se han acortado también. 1.3: La frecuencia pasa 100 x m. de continúa... -363-viene 2.— Extrasístoles 2.1: Supra-Ventriculares 2.1.1: Hay variación en la onda P, en el PR o no hay on­ da P. 2.1.2: Los complejos ven­ triculares son iguales a los com piejos de base. 2.1.3: Así como se presen­ ta antes de tiempo el extrasístole, el siguiente complejo lo hace después de una pausa más larga (a veces, pausa compensa­ dora). 2.2.1: No hay onda P, o si la hay, está es retrógrada y posterior al QRS. 2.2.2: Los complejos soh anchos, bizarros y muchas ve­ ces, astillados. 2.2.3: La repolarización es con signo eléctrico opuesto a la deflexión principal. continúa... Di- >3 = - L U X Fig. 57-4A E xtrasístole ventricular basal izquierdo Fig. 57-4B 1 Extrasístole ventricular basal derecho -3 6 4 - 3.1.1: cos. Comienzo y fin brus­ 3.1.2: Onda P, presente. Es­ pacio RR, acortados. Frecuencia: 150 x m . 3.1.3: Aunque no se identi­ fique la onda P, el QRS es de morfología normal. 3.1.4: Ceden a las manio­ bras vagales, aunque sea mo­ mentáneamente. 3.2.1: da. Distancia RR acorta­ 3.2.2: No hay onda P y los complejos son anchos, biza­ rros y astillados. 3.2.3: No ceden a las manió bras vagales. 4.1.1: No hay onda P. 4.1.2: Se ven las ondas de aleteo, en dientes de sierra, en dientes de tiburón o en oleaje, (ondas F); o f. 4.1.3: Las distancias R—R son anárquicas y no guardan ninguna relación. (Delirium cordis). 4.1.4: Ocasionalmente pue­ de haber aberrancias ventricu­ lares. 4.2.1: Las ondas son total­ mente amorfas, no se identifi­ can y son desiguales entre sí. -365 - Fig. 57-8 Fibrilación ventricular Cortesía del Prof. Dr. F em ando Hidalgo O. CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 57-2 ( i -24-5-7-11-12-14-16-17-20-23-24-25-2628) 1. En las arritmias activas se 'produce una usurpación del marcapaso normal. Es una verdadera “revolución” , donde el mio­ cardio es capturado por estímulos rebeldes nacidos en sitios hiperexcitados. 2. Los sístoles extras ( extrasístoles ) (15-21) se anticipan a lo que debe ser el aparecimiento normal de la deflexión, de acuerdo al ritmo de base. Por lo tanto, la distancia R-R entre el latido precedente (normal) y el extrasístole es mas corta que la distancia entre dos sístoles normales. Así mismo la distancia R-R entre el extrasístole y la deflexión que le sigue, es mas larga que la distancia R-R normal. Cuando esta pausa posterior al extrasístole sumada a Ja distancia R-R normal precedente resul­ ta el doble de la distancia R-R normal para el ritmo de base, se llama pausa compen­ sadora. Respecto a las arritmias, vimos en la anamnesis del aparato cardiocirculatorio,. que el paciente las refiere como palpita­ ciones. (1-9-18-22-25) Las palpitaciones de comienzo y fin bruscos son determinantes de la presunción de Taquicardia Paroxística. (18) El E.C.G. es invalorable para determi­ nar si está arritmia es supraventtricular o ventricular. Esta determinación tiene im­ portancia vital, pues el pronóstico de las taquicardias paroxísticas supraventriculares (3-18-19-22) es benigno, en tanto que el de las ventriculares es “ ominoso” . (3-6-8-21) ¡Mucho cuidado con ellas! 4 . - La Fibrilación Auricular puede existir entre los no cardiópatas genuinos (Simpaticotonía, Hipertiroidismo); (15) pero es muy frecuente entre las cardiopatías reumáticas crónicas, ateroesclerosas, miocardiopatías. 5.— La Fibrilación ventricular (3-10-13-27) es sinónimo funcional de paro cardiaco. Su atención emergente no es solo de competen­ cia del me'dico, pues el me'dico rara vez está junto al paciente que le va a sobrevenir el m omento menos pensado. Por lo tanto éste es un tema de cultura general que debe difun­ dirse. Su tratamiento se revisará brevemente al final de esta parte, cuando se hable sobre el tratamiento del paro cardiaco. Las derivaciones de Levine y Esofágica son buenas técnicas de estudio para arritmias auriculares, aunque lo ideal es la electrofisiología. B IBLIO G R A FIA 1.*~ Aloise, L.: Tratado de Fisiología, segunda edición. 186-195, El Ateneo, Buenos Aires, 1942. 2.— Büchner, Ch.; Steim, H., Dragert, W.: Tras­ tornos del R itm o Cardiaco. 48-61, Boehrínger Sohn, Ingelheim am Rhein, 1972. 3.— Corday, E.; Lang, T.; Bemstein, H. and Barbieri, F.F.: D iphenilhydantoin for the treatm ent of acute, recurrent and digitalis tuxic cardiac arrytmies, read before the sixty-fifth annual m eeting of the American Therapeutic Society, San Francisco, Califor­ nia, June 18-21, 1964. 4.— Espino Vela, J.: Introducción a la Cardio­ logía, Tercera Edición, 223-271, Méndez O teo, México, 1969. 5.— Fattorusso, V. y Ritfcer, O.: Atlas de Elec­ trocardiografía. 139-174, Editorial Univer­ sitaria, Buenos Aires, 1954. 3. = 366 — u~ k k ||— F k— Harris, A.S. and K okem ot, R.H.: E ffects of diphenyl H idantoin sodium and phenobarbital sodium upon- eotopic ventricular tachycardial infarction, Am. Physiol. 163: 1950. Hoffer, E.P.: Preguntas al com putador! Di­ gital, Toxicidad y Arritmias. Tribuna Médica. Tom o I. No. 3:45 -4 9 ,1 9 7 8 . 20.— Polanco Bellini, J.: La clínica y la Electro­ cardiografía. 65-130, editorial Cultural, Ha­ bana 1944. 21.— Puech, P.: Ectopic V entricular rhytma, V entricular tachycardia and his bundle recordings IN Naruba, O., ed.: His bundle electrocardiography and clinical electrophisiology. Philadelphia, F.A. Davis, 1975, p. 243. \ Horowitz, L.N.; Spear, J.F .; Moore, E.N.: Subendocardial Origin of ventricular arrhltznias in 24-hours oíd- experim ental m yocardial infarction. Circulation, 54: 56, 1976. 22.— Reale, A.: A cute effects of countershock conversión of atrial fibrilation u p o n right and left heart hemodynam ics. Circulation 32: 2 1 4 ,1 9 6 5 . I f ^ Jim énez Díaz, C. y De Rábago, P.: Tratado de la Práctica Médica. 40-41, 80-94, 95-97, Ed. Paz M ontalvo, Madrid, 1963. 23.— Salgado, M.: Manual de Electrocardiografía. 127-184, Casa de la C ultura Ecuatoriana, 1960. LO.— Josephson, M.E.: Taquicardia ventricular ) recurrente: E nfoque electrofisiológico. Clí­ nicas Médicas de N orteam érica, Vol. 1:51-68, | 1979. 24.— Sassé, H.: Localización del sitio de origen de la onda de preexcitación en el síndrom e de W.P.W, de tipo A, utilizando el ecocardiograma, Arch. Inst. Cardie). Mex. V ol 50, No. 5: 597-600, 1980. | 11.— Katz, L.: Electrocardiography. Second edi1 tion. 505-810, LEA Febiger, Philadelphia, 1947. i L2.— Lama, A. y col.: Los trastornos de la con­ ducción en la Endocarditis Infecciosa. Arch. Inst. Cardiol. Mex. Vol. 50, 4:439-443, 1980. L3.— Lang, T.; Bernstein, H.; Barbieri F .F .; Gold, H. and Corday, E.: Digitalis toxicity treatm ent w ith diphenyl hidantoin, Arch. Inst. Med. 116: 5 7 3 ,1 9 6 5 . L4.— Lipman, B., Massie, E.: E lectrocardiografía Ch'nica. 327-355. Editorial Interam ericana. S.A., 1967. L5.— Meltzer, L.E.: La ansiedad en las afeccio­ nes cardiovasculares. Actas del Simposio sobre la ansiedad en el tratam iento com ­ pleto del paciente, “Experta Médica” , 4-5. Wyeth International lim ited, Philadelphia, 1973. 25.— Sodi Pallares, D.; Medrano, G .; Bisteni, A. y Ponce de León, J.: Electrocardiografía Clínica, 305-354, Instituto Nacional de Car­ diología, México, 1968. 26.— Wilson, F.N ., Jhonston, F.D .; Macleod, A.G. and Barker, P.S.: Electrocardiogram th at represent the potential variations of a simple electrode, Am. H eart J „ 9: 477, 1934. 27.— Tedeschi, C.G.; W hite, C.W.t A m orphologic study of canine hearts subjected to fibrillation, electrical defibrillation and m annual compression. Circulation, 1954, 916. 28.— Zoneraich, S. y Zoneraich, O..- Arritmias que am enazan la vida. Clínicas Médicas de Norteam érica, Noviembre: 1.503-1.514, 1973. 16.— Mera, W.: Temas de Electrocardiografía. 111-154, Talleres de Ofygraba, Quito, 1980. 17.— Pardee, H.: Clinical Aspects of the Electrocardiogram. F ourth ed., 179-304, Paul B. Hoeber, Inc. L ondon, 1941. 18.— Palacio, A. y coL: Fibrilación Auricular Paroxística: Cardioversión con marcapaso esofágico. Tribuna Médica. Tom o III, No. 8: 25-27, 1979. 19.— Petera, R. y Scheiman, M.JJ T ratam iento de urgencia de la Taquicardia Supraventricular, Clínicas Médicas de Norteam érica, Vol. 1: 71-90,1979. C APITULO 58 A R R IT M IA S PA SIV A S Tratamos este tema con el cuadro No. 58-L CUADRO No. 58-1 “ARRITMIAS PASIVAS” Figuras 5 8 -lA y B Qué Examinar Cómo Examinar 1.— Bradicardia Sinusal. 1.— Frecuencia menor de 60 x m. 2.— Parada Sinusal 2.— Pausa isoeléctrica larga. 3.— Ritmos pasivos 3.1: Ritmo de unión 58-2 3.1. El estímulo nace en el nodu­ lo de la unión y su relación con el QRS depende de la velocidad con la que se conduzca el estímulo hacia arriba: aurículas, y hacia abajo: ventrículos. 58-2A 3.1.1. Onda P precediendo al QRS. 58-2B 3.1.2 Onda P oculta en el QRS. 58-2C 3.1.3 Onda P que se inscribe des­ pués del QRS. 3.2: Idioventricular 3.2.1: No hay onda P. 58-3 3.2.2: Los QRS son anchos, bizarros y anfractuosos. 58-3A 3.2.3: La T será opuesta a la deflexión ventricular. 58-3B 3.2.4: Cobra la imagen de bloqueo completo de rama izquierda, si nace en el V i), y de bloqueo completo de rama derecha, si nace en el V.I. continúa... Fig. 58-1-A Bradicardia Sinusal Fig. 58-1-B Parada Sinusal Fig. 58-2 Ritmos de la Unión .v ie n e 4:— Bloqueo A.V. 5 8-4 A 4.1: De primer grado 4.1: El intervalo PR es mayor de 0,20 S., aunque en las taquicardias hay que correlacionar con la frecuencia. 58-4B 4.2: De segundo gra­ do. 4.2.1: El PR va creciendo en. cada deflexión hasta que llega un m om eñia en que el estímulo sinusal no se con­ duce a ventrículos y aparece solo la onda P sin QRS. 4.2.1: TipoWenckebach o Mobitz 1. 58-4C 4.2.2: Tipo M obitz2 58-4D 4.3: Completo 4.2.2: N ohayP R aumentado ni cre­ ciente, pero en un momento dado el nodulo no conduce el estímulo y sale una onda P solitaria. 4.3: El estímulo sinusal no pasa a los ventrículos. Las aurículas y los ven­ trículos laten a su propio ritmo. continúa., -369...viene 5 .- Bloqueo de rama 58-6 5.1: Bloqueo de rama derecha. 5.1: Buscando la patente RSR en de­ rivación precordial V I. 58-7 5.2: Bloqueo de rama izquierda. 5.2: Buscando R anfractuosa y biza­ rra en derivaciones precordiales V5 y V6. CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 58-1 1. Así como las arrtimias activas signifi­ can una “revolución” , los ritmos pasivos (4-6-10-11-12-15-16-17-23-24-25-27-28) im­ plican una “delegación” de funciones, una renuncia por agotamiento o enfermedad del marcapaso normal o de parte del tejido conductor especializado. 2. Igual que cuando extraemos el eje normal, podemos también hacerlo en el caso de los ritmos pasivos, cuando el estímulo nace en centros de menor jerarquía. Tam­ bién del eje se puede proyectar la deflexión electrocardiográfica a cada una de las deri­ vaciones del triángulo de Einthoven. 3. En el ritmo de la Unión: Si la con­ ducción hacia ventrículos es lenta, la on­ da P, con su eje hacia arriba y hacia la izquierda aparecerá antes de QRS. Si es por igual, al mismo tiempo el avance del estímulo hacia aurículas y ventrículos, la onda P, se esconderá en el QRS y no se la verá. Si la conducción es m uy lenta hacia arriba y rápida hacia abajo, la onda P aparecerá después del QRS. 4.1 Los bloqueos A.V. de lo y 2o grado se ven frecuentemente en la F. R. y (2-11-13-18) se consideran reversibles. Se ven por lo tanto en niños y jóvenes con mas frecuencia. El bloqueo A.V. completo se considera una arritmia severa, de mal pronóstico y está unida no pocas veces al concepto de coronariopatía (10-21). Se verá con mas frecuencia en el adulto, es­ pecialmente en aquellos que han pasado de los 40 años. Es indicación de implanta­ ción de marcapaso. 4.2 Sea el bloqueo A.V. completo o cual­ quier otra arritmia bradicárdica (6-7-8-9) que disminuya a tal punto la frecuencia que provoque una hipoperfusión cerebral, se desencadenará el síndrome de Adams Stokes-Morgagni, (1-3-4-5-13-14-22) el cual esencialmente consiste en: Mareo, obnubi­ lación visual; pérdida, a veces sin pródro­ mos, del conocimiento; ocasionalmente, con­ vulsiones. Si persiste la hipoperfusión y por lo tanto la isquemia cerebral, podría algún sector esfacelarse. Así mismo, cons­ tituyen un riesgo de este estado: la descerebración y la muerte. De igual manera que se indicó la implantación de marcapaso (3-5-7) para el bloqueo A.V., tenga o no crisis de Adams Stokes, también se indicará en cualquier disfunción que se manifieste con este síndrome. 5. La imagen de vector de bloqueo en los esquemas expuestos, indica gráficamen­ te, la tortuosidad y la lentitud del “viaje” del estímulo. Se ha utilizado el mínimun comprensible y demostrable, sin las deter­ minaciones que hemos considerado prescin­ dibles. Lo elemental de la explicación nos libera de la exigencia de una mayor profundización de conceptos. — ó /u — — 5.1 Bloqueo de rama derecha: La deflexión se formará de acuerdo a los vectores anor­ males que se originan. Veamos: 5.2 Al vector 1 tiene la oportunidad de formarse normalmente, por cuanto el es­ tímulo que lo forma llega por la rama iz­ quierda, que está idemne. Fig. 58-5A. 5.3 Igual acontece con el vector 2 iz­ quierdo, el cual se deja ver en toda su magnitud pues no se le resta su oponente normal por cuanto no se ha producido el vector derecho dado el bloqueo de su vía de acceso. Fig. 58-5B. 5.4 Como la rama derecha no conduce, las fronteras eléctricas son vencidas, desde el tercio medio de tabique y desde punta, siempre de izquierda a derecha. Como ve­ mos, los estímulos viajan por sendas des­ conocidas y pasando de cada sitio donde han logrado trasponerla frontera eléctrica ha­ cia su objetivo: el ventrículo derecho. Se organizan por tal motivo 2 vectores fina­ les de bloqueo, desde punta (V 3) y 1/3 superior de tabique (V 4) que van de iz­ quierda a derecha. El vector 4 de bloqueo no solo recoge las fuerzas que van de iz­ quierda a derecha sino también aquellas que van hacia arriba. De esta manera nues­ tro vector 4 final queda con la dirección: izquierda derecha y de abajo a arriba. Fig. 58-5C. Fig. 58-5-C Bloqueo com pleto de ram a derecha J ! . 5.5 Ahora que lo vemos en el esquema, es el momento de explicar la simbología del vector de bloqueo: La cola lleva líneas en zig zag, significando con ello el reco­ rrido lento y anfractuoso que realiza el estímulo por caminos que recién se van abriendo. La punta sigue con signo po­ sitivo, dejando el negativo para el sitio donde se inició el proceso. Fig. 58-5D. Si tomamos a VI y V6 como deri­ vaciones distintas que miran a los vecto- Vectores 3 y 4 Fig. 58-5-0 Imagen explicativa del vector de bloqueo -371 qu#o («odo» hlO li la liqulerda), los ib io rvordn. Eatoi voutorei io n en lu'im orj do 4 en función de tiem po y aunque de dis­ tinta m agnitud, todos van de derecha u izquierda com o dirección principal. El re­ sultado es el de que el E.C.G. “ ve" sola­ m ente los vectores de bloqueo, todos ellos patológicos. Así mismo si vemos desde VI y V6, obtendremos las peculiares imágenes del bloqueo de rama izquierda, desde punto de vista opuestos, Fig. 58-7. CAPITULO 59 SINDROMES CARDIACOS MAS FRECUENTES (Hipertensión Arterial y Shock ■« describieron en «1 Capítulo 40). SINDROMES CORONARIOS INSUFICIENCIA CORONARIA CRONICA i :- Fig. 58-8 f j : Á Podríamos llamar a este síndrome An­ gina de Pecho (4,5,16,31) o con cualquiera de las acepciones que le corresponda de acuerdo a los criterios de la clasificación s* que expusimos en el Capítulo 38 cuando ha-. m! blamos de precordialgia en la anamnesis del l sistema circulatorio. Vectores de Bloqueo com pleto de rama Izquierda res desde ángulos diametralmente opuestos, se grabará bien el porqué de tan peculiares deflexiones en el bloqueo de rama derecha. Fig. 58-6. 6. Bloqueo de rama izquierda: Como la rama izquierda no conduce, el estímulo va solamente por la rama derecha, producien­ do en el corazón, pequeños vectores hacia la derecha, que no se verán en el ECG, porque la magnitud de los vectores de blo- Se afirma que el dolor “anginoso” es un lujo para, el que tiene enfermedad corona­ ria, puesto que la mayor parte de las veces, la insuficiente irrigación miocárdica se expre­ sa con muerte súbita o con I.A.M. (debutan con infarto). Así mismo, en otras veces el dolor puede no ser típico (tal como se des­ cribió anteriormente), sino con característi­ cas diferentes; pues en ocasiones puede no ser muy intenso, o irradiarse a epigastrio e hipocondrios. Otras veces, simplemente no -3 7 2 hay dolor; pero existen otras expresiones de malestar precordial, como opresión, angustia, ansias de muerte, disnea, palpitaciones, lipo­ timias. Sin embargo cualquiera que fuere la manifestación o el conjunto de manifestacio­ nes y naturalmente el dolor “anginoso” típico; encuadran dentro de este síndrome, si tienen relación con el esfuerzo, con emo­ ciones o con comida copiosa. El examen que se impone es el electrocardiograma, pero si no es turnado en el momento preciso, puede salir como patente normal. Sin embargo la Prueba de Esfuerzo Graduada (Ergometría), (7, 23, 25, 26, 28) puede reproducir las con­ diciones necesarias para que aparezca el do­ lor o para identificar mediante el electrocar­ diograma el déficit metabólico del miocardio (Desnivelamiento del ST). Puede ser últil el monitoreo electrocardiográfico continuo (HOLTER). Si se identifica el síndrome mediante E.C.G., el próximo paso puede ser la cinecoronariografía. (3,8, 11, 24, 30). Decimos “puede ser”, porque esta técnica tiene sus indicaciones y contraindicaciones que debe discernir el especialista. INSUFICIENCIA CORONARIA AGUDA (I.A.M.). Este es un cuadro comunmente dra­ mático, tanto por el dolor precordial “típi­ co” como por la brusquedad del episodio y las complicaciones que pueden sobrevenir. pocondrio derecho, planteando diagnóstico diferencial con un cólico de vías biliares. En contadas ocasiones el I.A.M. no se presenta con dolor, pero si con otras manifestaciones. Además del dolor, el cuadro sindromático puede complementarse con: (4,5,9,31) opresión precordial; angustia (ansias de muerte), astenia y adinamia; palidez; sudora­ ción fría; febrícula (aparece posteriormen­ te). Pueden aparecer otros síntomas depen­ dientes del cuadro de shock. Así mismo pueden aparecer cualquier tipo de arritmias que serán “sentidas” por el paciente en forma de palpitaciones, para­ das, frenadas, vuelcos, etc. Puede también sumarse, como compli­ cación, un cuadro de I.C.I., 1,C,C, o peri­ carditis. El practicante, ante la posibilidad de un diagnóstico de infarto debe conducir inmediatamente al paciente a un centro es­ pecializado en donde se buscará confirma­ ción con los exámenes complementarios y no se demorará el tratamiento. Idealmente ya durante el transporte en una unidad bien equipada se puede iniciar el tratamiento. El síndrome se complementa con los siguientes datos: Leucocitosis con neutrofilia Eritrosedimentadón aumentada Transaminasa Glutámico Oxalacética elevada El dolor típico suele aparecer sin rela­ ción con esfuerzo, emoción o comida. Fre­ cuentemente sobreviene de noche; a veces, durante el sueño, viendo la televisión, asis­ tiendo a un espectáculo. La duración es otro parámetro que lo diferencia; pues es induda­ blemente más largo que el dolor “anginoso” , aunque las características de intensidad, pue­ den ser las mismas. Deshidrogenasa láctica elevada (LDH* mayor que LDH^ = I.A.M.) (19). CP.K. elevada, (fracción MB t = I.A.M.) (19) El E.C.G. detecta el infarto y persigue su evolución siquiera en un 8 0 °/o de los casos, constituyéndose en un examen indispensable. El dolor puede no ser típico y simular un dolor pancreático con epigastralgia irradia­ da en cinturón, puede doler solamente en el hipocondrio izquierdo o solamente en el hi­ El seguimiento de la evolución del infarto se puede hacer además del E.C.G. con alguna de las enzimas o con algunas de ellas. (19) Cobra interés para la rehabilitación, la prueba graduada de esfuerzo (ergometría) y en orden a tratamiento quirúrgico: la cinecoronariografía. DIAGNOSTICO DIFERENCIA DE P&ÉCORDIALGIA: (46) 1 Angina de pecho 2 .- Infarto agudo de miocardio. 3.- Pericaditis. 4.— Pleuropulmonar y mediastínico: Em­ bolia pulmonar, Neumotorax Espontá­ neo, enfisema mediastínico, Pleuritis. 5.- Hepatalgia de esfuerzo por insufi­ ciencia ventricular derecha. 6.- Digestivo: Esofágico, Pancreatitis, Co­ lecistitis o colelitiasis. 7.- Rotura de aneurisma disecante de aorta torácica. 8.— Muscoloesquelético: Condrocostodinia, artritis costocondroesternal (S. de Tietze), artritis esternoclavicular, neu­ ritis intercostal, pleurodinia o mialgia epidémica de Bomholm, neuralgia pre o postherpética, S. radicular cervical o dorsal alto, dolor o hipersensíbilidad parietal poscirugía cardíaca o de causa desconocida. 9 .- Ansiedad y síndrome de hiperventila­ ción. 10.—Dolor simulado. Las posibilidades semiológicas en el exa­ men físico del paciente anginosa son muy va­ riadas, así: 1.- En reposo y sin crisis anginosa: Absolu­ ta normalidad, signos propios de la presencia de los factores de riesgo o de la presencia de ateroesclerosis en otros territorios, signos de otra cardiopatía, cuarto ruido, soplo sistólico mitral, signos de insuficiencia cardíaca. 2.- Durante una crisis anginosa: Diaforesis, frialdad y palidez, taquicardia y/o hiperten­ sión transitorias, palpación del latido apical o paraapical, cuarto ruidoso pío sistólico mi­ tral, desdobíamineto paradójico del segundo ruido, signos de insuficiencia ventricular iz­ quierda (pulso alterante, tercer ruido, ester­ tores pulmonares, hipotensión, etc.). INSUFICIENCA CARDIACA 3?3 Insuficiencia Cardíaca.- Es un síndrome que se caracteriza por la incapacidad del corazón para bombear un flujo de sangre adecuado para cubrir las necesidades del or­ ganismo. Se desarrolla cómo respuesta a una agresión al aparato cardiovascular. Esto ini­ cia mecanismos compensadores cardíacos y circulatorios; constituyen exageraciones de las respuestas normales al estress. (47,48,49). Las manifestaciones de la insuficiencia cardíaca crónica terminal son hipertrofia y dilatación ventriculares, presiones de llenado cardíaco aumentadas, retención de agua y sodio, activación de mecanismos vasocons­ trictores nerviosos y humorales y redistribu­ ción del volumen minuto reducido. Ultimamente han aparecido los con­ ceptos de disfunción sistólica y diastólica. (48,49,50). El primero sugiere que la ano­ malía primaria es la incapacidad del corazón para vaciarse normalmente y el segundo su­ giere que es la incapacidad del corazón para su lleno normal. Ambos componentes pue­ den coexistir. A continuación se expone los conceptos fisiopatológicos clásicos. CONSIDERACIONES GENERALES: 1.— En la explicación fisiopatológjca de las causas orgánicas o funcionales de la Insuficiencia Cardiaca debemos tomar en cuenta los parámetros de la fundón ventri­ cular: Contractilidad, Precarga, Postcarga, y Frecuencia Cardiaca. 2.— La Contractilidad se relaciona dilec­ tamente con la mecánica muscular y las condiciones geométricas instantáneas (36) de los ventrículos en cada momento de su trabajo. La mecánica muscular depende, a su vez, de la velocidad y el grado de acor­ tamiento de las fibras y su resultado: la Fuerza. 3._ La Precarga depende de: Volumen cir­ culante, Volumen diastólico final, presión telediastólica, longitud diastólica final del sarcómetro y radio de la cavidad ventricular. 4.— El radio de la cavidad ventricular, con­ diciona a su vez, el comienzo de la post­ carga. A mayor radio habrá mayor post­ carga. A menor radio, la postcarga será menor. 5 .- La Postcarga se inicia en la intimidad ventricular y su comienzo es de acuerdo a la ley de Laplace: el producto de la pre­ sión intraventricular por el radio de dicha cavidad. (37) La fuerza ventricular tiene que vencer la postcarga mediante el vigor del acor­ tamiento muscular, que es, el producto de la función contráctil, que primero pro­ duce contracción isométrica (tensión sin acortamiento), la cual, al igualar la presión arterial diastólica, abre las válvulas sigmoi­ deas de los grandes vasos y comienza la expulsión del volumen sistólico, cuyo flujo se hace hacia adelante debido a la presión sistólica mantenida para vencer la impedancia arterial, que a su vez es pro­ ducto de las características de todo el lecho arterial. 6 .- Cuando cesa el acortamiento, baja la presión ventricular y viene la dilatación (mecanismo de compensación) (43), al comienzo, ISOMETRICA, que al igualar cifras tensionales entre ventrículo y aurí­ cula; condiciona la apertura de las vál­ vulas aurículo — ventriculares,* el llenado rápido de la cámara ventricular (momen­ to de R3) (38), llenado rápido que culmina con la contracción auricular (momento de R4), que exprime su contenido durante el telediástole, o lo que es lo mismo, en el presístole, hasta comenzar un nuevo ciclo. Otro mecanismo de compensación es la hipertrofia (38) que puede ser concéntri­ ca (ominosa) o excéntrica. Esta tiene reíación con la dismunición de la compliance pues aumenta la rigidez de la cámara. 7 .- Del juego de presiones y volúmenes que produce y maneja la bomba cardia­ ca, nace una serie de parámetros que im­ porta tenerlos muy en cuenta: Volumen Diastólico Final, es la cantidad de sangre que llena la cavidad ventricular hasta el momento de terminar de recibir la cuota dependiente de la contracción auricular en el telediástole-. Si no hubiera contrac­ ción auricular (ej. Fibrilación Auricular), el volumen diastólico final se calculará tomando en cuenta el volumen de cada latido hasta el instante terminal del diástole. Volumen Sistólico Final es la canti­ dad de sangre que queda en la cavidad ven­ tricular, luego que la contracción bom­ bea hacia los grandes vasos el volumen de expulsión por latido. Fracción de Eyección es la parte del volumen diástolico final que ha sido expulsado durante la contrac­ ción sistólica y se expresa en la ecuación: Volumen Sistólico Expulsado Volumen Diastólico Final La fracción se enuncia en decimales. de la unidad o en porcentaje. La fracción de eyección normal es sobre 0.60 o lo que es lo mismo 60o/o. Volumen Minuto es la cantidad de sangre expulsada en un minuto, lo que es lo mis­ mo: Volumen —latido X frecuencia car­ diaca en la unidad de tiempo. Indice Car­ diaco es el volumen expulsado en un minu­ to por metro cuadrado de Superficie Corpo­ ral. La cifra normal deber ser alrededor de 2,6 x m2. 8.— Simpaticotonía.— El aumento de la frecuencia cardiaca como mecanismo prima- -3 7 5 río para satisfacer las necesidades circula­ torias, tiene relación con el aumento de la actividad simpática, a su vez, en dependen­ cia de la liberación de catecolaminas cardia­ cas y periféricas. En la Insuficiencia Car­ diaca Crónica, se produce una denervación con disminución de la Noradrenalina Intracardiaca y por lo tanto con abatimiento de la contractilidad, la velocidad y grado de relajación ventricular (44). No así la frecuen­ cia que se mantiene elevada a favor de las catecolaminas circulantes, provenientes de los nervios periféricos y de la médula supra­ rrenal. Recordamos que al efecto acelera­ dor se agrega el vasoconstrictor, que aumen­ ta la postcarga. Si se conocen los procesos de Precarga y los de la teoría Retrógrada, podemos inscribirlos en los sucesos de los mecanismos compensa­ torios de Dilatación e Hipertrofia Excéntri­ ca. De igual manera, los procesos de la Post­ carga y los de la teoría Anterógrada, inciden en los mecanismos compensatorios de Hiper­ trofia Concéntrica y aleatoriamente, de Dila­ tación. La Simpaticotonia es un mecanismo que actúa precozmente, cualquiera que fuere la causa; aunque fatalmente, al final se anula por “Denervación”. Andando el tiempo y por los nexos de correlación entre los meca­ nismos, éstos se mixtifican, se agotan y fracasan, si persiste la causa que originó el proceso. El médico en acción oportuna, podrá preve­ nir o eliminar la causa, trataüdo, así, en su cuna y de la mejor manera, la I.C. Si no se puede tratar la causa o ya no es oportuno ha­ cerlo, el médico deberá establecer cuales son los mecanismos compensatorios puestos en juego y de qué manera bajará las cargas exce­ sivas, sea la precarga o la postcarga o ambas; controlará la frecuencia y en general, el rit­ mo, en orden a lograr un régimen económico para el metabolismo cardiaco; eventualmente prescribirá tonicardiacos y siempre, medidas higiénico-dietéticas. Ejemplos: El hipertiroidismo, la hipertensión arterial, deberán ser tratados antes de que produzcan I.C. Si ya causaron descompensación cardia­ ca, también deberán tratarse. Si la Insuficien­ cia Cardiaca se debe a valvulopatía, habrá que tomar la decisión quirúrgica antes de que los mecanismos de compensación fraca­ sen y el miocardio se deteriore. El tratamien­ to sindromático de la I.C. deberá hacerlo el médico general y para ello podrá utilizar diuréticos y/o vasodilatador venoso para bajar principalmente la precarga; cardi&tónico para mejorar la función contráctil, antirrítmico apropiado para tratar las arrit­ mias que hubiere o lograr una frecuencia adecuada, por lo menos; si necesita bajar la postcarga utilizará también un vasodila­ tador arteriolar. QUE PASA CUANDO LAS ENFERMEDADES QUE TRASTORNAN EL EQUILIBRIO FUNCIO­ NAL DEL CORAZON CONSUMEN SU RESERVA? 1.— Si aumenta la Postcarga en forma aguda, como sucede, en la Estenosis Aórtica Congénita Severa (ventrículo izquierdo), luego de nacer, así como en la Tromboembolia Pulmonar Masiva (ventrículo dere­ cho), el corazón desfallece y no tiene tiempo de utilizar sus mecanismos de compensa­ ción. Cuando la afección que aumenta la postcarga es crónica, entran en juego los pro­ cesos de ayuda, aunque éstos llevarán a la fibra miocárdica a un deterioro progresivo. 2 — Teoría Retrógrada.—Ante una barrera cardiaca orgánica (ej. Estenosis Mitral), o funcional (ej. agotamiento de la función ventricular izquierda por Hipertensión Arte­ rial sistémica); se forma un mecanismo de Represa, al no poder expulsar la bomba la fracción de eyección adecuada, deja un volu­ -3 7 6 men sistólico final aumentado que incide a lo largo del diástole en un volumen diastólico aumentado y determina que la aurícu­ la no pueda vaciar todo su contenido en un ventrículo lleno, originando un remanso que seguirá “aguas arriba” por venas, vénulas y capilares venosos pulmonares, repletándolos, haciendo que ocupen espacios intersticiales y elevando la presión hidrostática a términos que igualan y después superan a la presión centrípeta, condicionando la salida de líquido y aún de elementos figurados intravasculares a intersticios y a los alveolos (Edema Agudo de Pulmón). Lo descrito explica el encharcamiento de los pulmones en la Insuficiencia Cardiaca Izquierda. Si la represa se forma sólo a nivel de corazón derecho, el encharcamiento repercute en todo el sistema, menos en los pulmones, por plétora en el territorio de las venas cavas y consiguiente elevación progresiva de la presión hidrostática sistémica. Igualmente si la I.C.I. elevó las resistencias pulmonares venosas y exigió del ventrículo derecho una mayor presión para vencerlas, este ventrículo puede desfallecer, volverse incompetente y entrar en I.C.C. He aquí una insuficiencia cardiaca derecha causada por insuficiencia cardiaca izquierda. Al abatirse la función ventricular derecha, disminuirá la sintomato­ iogía producida por la plétora pulmonar y comenzarán a aparecer los signos dependien­ tes de la plétora venosa sistémica. La misma represa que al aumentar el volumen de las cámaras cardiacas las dilata, elonga sus fibras y por las leyes de Starling, (39), fortifica su contracción, lleva finalmente a esta estructu­ ra al agotamiento de su reserva y al consi­ guiente fracaso, el mismo que determina disminución de la fracción de eyección e inicia el proceso Anterógrado. La falla contráctil que determina la disminución del volumen de expulsión, moviliza los meca­ nismos homeostáticos para redistribuir el flujo y utilizarlo mejor. 3.— Teoría Anterógrada.— Sea que el pro­ ceso se inicie en el ventrículo izquierdo o que éste sufra el deterioro de sus funciones sistólicas por bajo gasto, la disminución del volumen de expulsión y la caída de la pre­ sión es detectada por los sensores de las ar­ terias renales, ocasionando una vasocons­ tricción que disminuye el flujo renal desde un 25o/o (normal) hasta un 8 o aún un 5o/o y baja también la presión en los vasos re­ nales aferentes. Este cambio más o menos brusco, “despierta” a las células yux t agiómerulares productoras de Renina (42), substan­ cia que se vierte al torrente sanguíneo, donde se une al angiotensinógeno para for­ mar un decapéptido inerte, que es la Angiotensina I, la cual es degradada a dife­ rentes niveles, pero especialmente, en pul­ mones, por medio de la enzima Conveisora de la Angiotensina I, en Angiotensina II. Es­ ta misma enzima metaboliza y disminuye la vida útil de la Bradicinina, que es vasodi­ latadora. La Angiotensina II es el más pode­ roso vasoconstrictor que produce el organis­ mo humano, acción mediante la cual, aumenta las resistencias periféricas ( +Postcarga), eleva la presión arterial y exige un incremento de la Contractilidad. Además, la Angiotensina II estimula la producción de Aldosterona a nivel Suprarrenal, la misma que retiene Sodio, que es ávido de H20, motivo por el cual aumenta la Volemia (+ Precarga). Creo que al explicar suscintamente los mecanismos Retrógrado y Anterógrado de la I. C. y los principales parámetros de la función ventricular: Precarga, Postcarga y Contractilidad y Frecuencia, formamos un círculo secuencial, que más que un círculo repetitivo, constituye una curva voluta que forma espirales cada vez más alejadas de la función normal. Fig. No. 59-1 y 59-2. |r lev t>e ei^uN a RAMO b £ LA CA\H&AO VENTRICULAR- TEN&tON &E I A PAREO Volumen manduco R E SIST E N C IA S PERlTElUCAft PREStOH T&LETh&TOLICA &ADIO D& LA LEV 06 LA PLACE C M \ DAÜ YtNTmcUlAJt. FU&ftZA C O W T R A C T tU D A D FRECUENCIA FRACCION OC E V EC C IO N FRACCION t » ACORTP.NUe.NTO PRESIO N ARTERIAL Fig. 59-1 Mecanismos Com pensatorios de la Insuficiencia Cardiaca. L a Interpretación gráfica e t cortesía dei Dr. José Fiailos. jJrifj'ofiíUMa. Ia.1 t ía ií. el E.A.P f l é t e n V/tHocifiliw ^ Covíí*a.ch\tJoá ^ ‘Puttzí. 4 fvecttéJucia. Yugular <- ^évurvtLcicw Horfluevvd. ^ .4. A a - tt d m f tu C d . Ltiík'.cUwU\dS J5. )> A^jtfiííail'rta I- \ A*íj»eV¿tAíiüd JL y 'í AlioS'i'e.tfc'id. Fig. 59-2. >«1 O ¿e + 1+ +4V ^ ~ >\'©Uw¡d. « ’&VtUtMdl Cívailaiirid. t clr<La.tcvv CA 1VUb Tíáuciáa. Cia«esti PftfiifiWü. n —aurícula. \ / = \ílníVítulc Esquema Básico de la Insuficiencia Cardiaca Exponemos un cuadro comparativo de la Sintomatoiogía de los Síndromes: Insuficiencia Cardiaca Izquierda, Edema Agudo de Pulmón, Insuficiencia Cardiaca Congestiva y Peri­ carditis Constrictiva, para que el lector pueda diferenciarlos fácilmente. Cuadro 59-1 CUADRO No. 59-1 DIAGNOSTICO DIFERENCIAL SINDROMATICO Sintomatoiogía Disnea Ortopnea Disnea Paroxística Nocturna Asma Cardiaco Tos Seca Tos Productiva Espectoración Ocre Espectoración Espu­ mosa Asalmonada Hemoptisis Pulso Alternante Ingurgitación Yugular Hepatomegalia Edemas Periféricos Pulso de Kusmaul Astenia R3 Estertores Crepitantes I.C.I. Crónica E. A.P. I. C. C. + a + -H - ++ +a- +- + + + + + + i Antecedente +4-H- +++ +a++ + +- +a-H-H+a++++ 2Izquierdo + 4Basales "t~a++ Congestión Venocapilar (Cefalización) Edema Intersticial Edema Alveolar S. de pick (46) (Pericardi­ tis Cons­ trictiva) ++2 Izquierdo + 4Basales y As­ cendentes +-H 5Nuboso Algo­ donado + +++ + a -H — a+ ++++ +3Derecho + -+ + +- -379 - Leyenda: I.C.I. E.A.P. I.C.C. + Insuficiencia Cardiaca Izquierda Edema Agudo de Pulmón Insuficiencia Cardiaca Congestiva Positividad poco intensa Progresión en la intensidad Máxima intensidad Entre que sí y que no Negativo +a++++ ++++ + — - 1 Antecedente: Significamos que necesariamente el síntoma o signo antecede al cuadro agudo. 2 R3 Izquierdo: Dependiente del ventrículo izquierdo. Se oye sólo en el área mitral. 3 R3 Derecho: Dependiente del ventrículo derecho. Se oye en área tricuspídea. Estertores Basales: Se oye sólo en bases. 4 Basales y Ascendentes: Se oyen de acuerdo a la gravedad del proceso cada vez más hacia arriba. 5 Nuboso Algodonado: En la radiografía posteroanterior se aprecian los campos pulmo­ nares difuminados y consolidaciones no muy radio—opacas en forma de escarmenado de algodón. CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 59-1 - 1.- El Edema Agudo de Pulmón aunque puede reconocer, otras causas sin embargo en la mayoría de las veces es un proceso agudo que trasunta la máxima expre­ sión de Insuficiencia Cardiaca Izquierda (Fig. 594, 59-5). - J f 0R T 0 P N E A +-H + \e T / \ /• » \ D IS N E A +■(•++■ [■ / / / i ! ' Víf' T O S P R O D U C T IV A 2.— El R3 está considerado, cuando se lo encuentra en condiciones cardiacas patológicas como un factor predictivo ominoso y de gravedad en la Insuficien­ cia Cardiaca. Este mismo signo se lo puede encontrar en niños o jóvenes asustados, sin cardiopatía (4041). EX P E C TO R A C IO N ASALMONADA "Y E S P U M O S A ESTERTORES Fig. 59-4 Edema Agudo de pulmón 3.— El pulso alternante es raro, pero si existe es signo seguro de I.C. 4 — Hay otros exámenes complementarios que pueden certificar el grado de Insufi­ ciencia cardiaca pero que no los inclui­ mos aquí por cuanto sostenemos que en Fig. 59-5 R X d e E d em a A gudo de p u lm ó n -380nuestros países latinoamericanos tenemos que ser cicateros con el gasto y generosos con los exámenes que no cuestan o cues­ tan menos. CAPITULO 60 Incluimos el cuadro 59-2 para transcribir los criterios umversalmente aceptados para establecer el diagnóstico del grado funcio­ nal de la Insuficiencia Cardiaca. EN LA PATOLOGIA CUADRO No. 59-2 CLASIFICACION FUNCIONAL DEL DESTREZAS USADAS CARDIACA. Consideramos que hay algunas destre­ zas indispensables en la práctica médica general que tienen relación con este ca­ pítulo. Vamos a abordar brevemente su descripción. DETERIORO PROGRESIVO DE LA INSUFICIENCIA CARDIACA (45) I: La actividad física habitual no causa disnea ni astenia (*ni dolor precor­ dial) II: La actividad física habitual causa disnea, astenia (o dolor precordial*) sin síntomas en el reposo. III: La actividad física menor de la ordina­ ria causa disnea, astenia (o precordialgia*), sin síntomas en el reposo. IV: Disnea, astenia (o precordialgia*) en reposo, incrementadas por cual­ quier actividad física. Veremos en el siguiente orden: Pre­ sión Venosa—Punción de vena y arteria femorales-Punción Subclavia y Yugular- Pun­ ción pericárdica —Maniobras emergentes pa­ ra tratar crias hipóxicas; para efectuar: Res­ piración boca a boca y masaje cardíaco. PRESION VENOSA La sangre “venosa”, fluye hacia la au­ rícula derecha por un conjunto de fuerzas, que aunque de escasa eficacia, en conjunto resultan suficientes para vencer la presión auricular media (4mm. de HG.). Estas fuer­ zas son: vis a tergo, (14) contracciones musculares y aspiración torácica. La presión venosa normal oscila entre 80 y 120mm. (3, 5,6,11) de agua. Algunas son las condiciones que pue­ den elevar la presión venosa: 1.- Esfuerzo muscular: elevación momen­ tánea de 200 a 300mm. de agua. *NOTA: La precordialgia graduaría el dete­ rioro progresivo de la insuficiencia coro­ naria, no necesariamente acompañada de insuficiencia cardiaca. Por tal razón la in­ cluimos entre paréntesis. 2 .- Trombosis venosa: la elevación se ha­ ce por debajo del obstáculo. 3 - Elevación a nivel de la aurícula dere­ cha por I.C.C. ingurgitación o plétora venosa. Esta última es la que más nos interesa conocer en cuanto a elevación; pero en - 381 - . cuanto a disminución, resulta un paráme­ tro también importante para vigilar Shock y postoperatorios de enfermos del tórax. Debe ser efectuada por internos rotativos y por lo tanto, estar entre lo que puede y debe hacer el médico general. (10). METODO INCRUENTO: (16) Es de utilidad, aunque carece de pre­ cisión. Se refiere a la estimación más o menos grosera de la ingurgitación venosa en las ve­ nas del dorso de la mano y de la Yugular. Fig. 60-1 Estim ación de la presión venosa m ediante cambio de posiciones del m iem bro superior. Fig. 60-2 Estim ación de la presión venosa m ediante la observación d e la Yu­ gular en diferentes posiciones. La maniobra consiste en ordenar la posición de tal manera que cuando la vena observada, esté: 1.— Por debajo de la Aurícula: tenga más ingurgitación. 2.— A nivel de la aurícula: menos ingurgi­ tación que cuando está por debajo, y 3.— Sobre la aurícula: no haya ingurgita­ ción, sino más bien aplastamiento y colapsamiento. Fig. 60-1 Se comprende que si las venas obser­ vadas son las del dorso de la mano, los pasos anteriores resultan obvios. Para lograrlos se utilizará la cama de movi­ miento o un ayudante que activamente pon­ ga al paciente en la posición que se indique. METODO CRUENTO: (2,10,16,22). Fig. Si la observación se hace con la Yugular Externa, se debe inspeccionar al paciente en posición de cúbito supino y lue­ go con elevación del tronco hasta 45 grados. Se considera que si hay ingurgitación en esta primera posición es decir hasta los 45°, es normal. (2,16). Fig. 60-2. Instrumental: 1.— Aguja de venopuntura ajustada a una jeringuilla. Por sobre los 45°, la ingurgitación es patológica y corresponde a incremento de la presión venosa. Progresivamente, se va sen­ tando cada vez más al paciente hasta que llegue a los 90°. La presión venosa estará más elevada, cuando más se acerque al án­ gulo recto. 3.— Tubo de goma o de polietileno (adap­ tador), para conectar la aguja con el tubo milimetrado. Maniobra: 1.— Se escoge la vena, se desinfecta el sec­ tor de piel y se presiona por sobre el sitio de punción para hacerla resaltar. Los movimientos del paciente deben ser pasivos, es decir, deben ser sin esfuerzo. 2.— Se punciona y se introduce un catéter de polietileno, cuyo extremo distal tiene un 60-3 y 60-4. 2.— Tubo de plástico o J e vidrio con gra­ duación milimetrada. -3 8 2 S 'rX » ' WWW g fe* irtSp® sC e\ . Fig. 60*3 Sal ü Charol para m edir la presión ve­ nosa. 1.— Otras vías venosas más fácilmente ac­ cesibles ya no lo son, por el efecto inflama­ torio del uso o del abuso, o porque están ocupadas con venoclisis, o porque están colapsadas (shock). 2 .- Cuando se necesite esta vía para exá­ menes especializados como cateterismo dere­ cho con la técnica de Seldinger (15, 19), o con la misma técnica para extraer sangre en diferentes alturas de la vena Cava (dosifica­ ción de catecolaminas en el Feocromocitama, por ejem.). NORMAS PARA EFECTUAR LA PUNCION FEMORAL. Instrumental: 1.— Jeringuilla descartable con aguja larga de calibre mediano (18). Fig. 60*4 Medición instrum ental de la pre­ sión venosa. dispositivo para conectar con el tubo milimetrado, que tiene una llave de conexión. 3 .- Se introduce solución heparinada (5.000 unidades) en el catéter para evitar que se coagule la sangre. 4 .- Se conecta el tubo milimetrado, pro­ curando colocarlo a nivel de las aurículas. El tubo debe estar perpendicular al plano horizontal. 2 .- Torundas con alcohol yodado. 3 .- Tubo, de ensayo esterilizado y tapado. Técnica: 1 .- Se palpa la arteria Femoral por debajo del pliegue inguinal, a nivel del triángulo de Scarpa. Una vez que se la identifica y a sabiendas de que la vena se encuentra con­ tigua, pero más hacia dentro (22), se protege con un dedo la arteria, presionándola hacia fuera. Fig. No. 60-7. 2.— Con la otra mano se introduce la jerin­ guilla cargada con la aguja, tratando a la vez, que penetre perpendicularmente a la vena, de aspirar con un movimiento del pulgar, hacia arriba, o utilizando jeringuillas descartables, con presión negativa. 5 .- Se abre la vía de conexión y se mide hasta donde ha subido la columna, pues esa es la presión venosa. 3 .- A la vez que se siente la penetración en la vena Femoral, la jeringuilla comienza a llenarse de sangre negruzca (coloración de la sangre venosa). PUNCION DE VENA FEMORAL : (7, 15, 19, 24). No es habitual el uso de esta técnica, pero se vuelve indispen­ sable cuando: 4 .- Se utilizan las dos manos, para hacer una mejor y más rápida extracción de la sangre que se necesite. Se extrae la aguja y mientras eso se hace, simultáneamente se Fig. 60*7 ubicación de ]a vena y separación m anual de la arteria. presiona con la otra mano, el sitio de la punción y se mantiene esta presión por unos dos minutos. 5.- Si se ha utilizado jeringuilla al vacío, la sangre queda allí mismo. 6.— Se lleva la muestra al laboratorio con el respectivo pedido. PUNCION DE LA ARTERIA FEMORAL (19, 22). 1.— Esta destreza nos sirve para extraer sangre arterial en las ocasiones en las que se la necesite; como por ejemplo para efec­ tuar dosificación de gases, Ph, reserva alcali­ na, hemocultivos, además de los que se hacen con sangre venosa. 2.— Nos sirve también para efectuar estu­ dios hemodinámicos con cateterismo izquier­ do; para hacer ateriografías renales, hepá­ ticas, aortografías (19). Normas para la Punción de A. Femo­ ral. Instrumental: 1 .- Charol esterilizado con agujas de di­ verso calibre y longitud. Fig. 60-12. 2.— Jeringuillas descartables. Charol para punción de la arteria femoral. punción arterial, con mandriL Anestesia local y tubo de ensayo o jeringuilla con pre­ sión negativa. * K Fig. 60*12 Aguja de Maniobras: 1.— Se dará un sedante al paciente, una hora antes y si es necesario se utilizará otro sedante inyectable en el momento preciso. 2.— Limpieza y antisepsia de la zona. 3.— Palpar la arteria Femoral en el triángu­ lo de Scarpa, para ubicar el sitio de la pun­ ción. Se sentirá su latido con el pulpejo de los dedos índice y medio izquierdos. 4.— Habón anestésico. (Se puede prescin­ dir). Si se lo pone, habrá que hacerlo con aguja muy delgada, lenta y suavemente a fin de evitar el dolor. 5.— Se toma la jeringuilla con la mano de­ recha, o solamente la aguja con mandril y a la vez que se la introduce perpendiculannente, en busca de la arteria, con el pulgar se fracciona el émbolo. Cuando se traspasa la pared de la arteria se siente la sensación de haberlo hecho. Si solamente se ha utili­ zado la aguja sin la jéringuilla, esta tiene mandril. El momento en el que la aguja es­ tá en la luz de la arteria tiene movimientos al son de los latidos. Es entonces cuando se saca el mandril y se procura tapar Labase de la aguja, con el dedo, pues el chorro de sangre sale a presión. Es roja (coloración de sangre arterial). - 384 Inmediatamente se toma la muestra, se la pone en el tubo de ensayo, con las indicaciones que se dieron para la punción venosa. El punto de punción, una vez extraí­ da la aguja, se presiona fuertemente por un tiempo prudencial, a fin de evitar sangrado y hematoma. En caso necesario se puede de­ jar un apósito compresivo. Igual facilidad que en las otras punciones, da el uso de jeringuilla con presión negativa. FLEBOTOMIA: (4, 23). En algunas circunstancias el médico tratante ordena: sangría. Muchas veces ten­ drá que hacerla él mismo. Es una indicación pertinente al Edema Agudo de Pulmón, en algunas ocasiones y muy frecuente en el Corazón Pulmonar Cró­ nico. Instrumental: 1.— Charol con agujas de calibre mediano y grande (18-15), torundas, torniquete o tensiómetro, jeringuillas, (12) anestésico lo­ cal, esparadrapo. 2 .- Bolsas de plástico al vacío, con pre­ sión negativa en su interior. Son las bolsas que se utilizan en los bancos de sangre. Maniobras: 1 El paciente está recostado en posición cómoda o en decúbito obligado. 2.— Se escoge la vena que se va a puncionar, se aplica el torniquete sobre la misma y se ordena al paciente que tenga cerrado el puño de su mano. 3.— Una vez desinfectado el sitio de la venopuntura, se punciona la vena elegida con una jeringuilla cargada de una aguja No. 15. Previamente puede haberse puesto un habón anestésico. 4.— Una vez que sale la sangre se conecta ia aguja con la manguera de la bolsa, la cual se mantiene baja, fuera de la vista del pacien­ te. Fig. 60-15. Fig. 60-15 E xtracción de la sangre. C ortesía dei Prof. Dr. Luis Felipe Sánchez. 5 .- El practicante moverá la bolsa suave­ mente para mezclar la sangre con la substan­ cia anticoagulante que contiene y así evitar la coagulación. 6.— Una vez que se extrae la cantidad que se ha programado, se quita la aguja, cuidan­ do de comprimir con una gasa mojada en alcohol yodado el sitio de la punción. 7.— Se deja un pequeño apósito compresi­ vo, se ordena doblar el codo y mantener esa posición un tiempo prudencial para evitar el sangrado. Consideraciones a la técnica de flebotomía. 1.— Es conveniente que el paciente ignore las maniobras, es decir que no las vea, pues aumentará su nerviosidad y a más de no co­ laborar, pueden sobrevenir complicaciones molestas, como lipotimias; agravamiento del E.A. de P., por ejemplo. 2 .- Se debe rechazar la sangre extraída, por obvias razones. Por lo tanto no se la utilizará para transfusiones. 3 .- Si es posible, se debe preparar al pa­ ciente antes de las maniobras. Así en el Edema agudo de Pulmón se habrá puesto Morfina (un c.c.), con lo cual habremos ini­ ciado el tratamiento de esta emergencia y la sedación producida nos servirá también para efectuar la flebotomía sin complicaciones. PUNCION SUBCLAVIA Y YUGULAR (1,2,8,12,18). El interés de adquirir esta destreza se fundamenta en el hecho anatómico de la cercanía de estas venas a la desembocadura de la vena Cava Superior en la Aurícula De­ recha. Además, el gran flujo de sangre de la vena Cava acepta la presencia de la punta del catéter por un tiempo mucho mayor que el de cualquier vena sistémica. Así mismo, tolera la mezcla con substancias que provocan flebitis en las otras venas. Por estas razones su uso se vuelve indis­ pensable cuando: 1.— Se necesita prolongar las venoclisis por más de tres días (Hidratación, alimen­ tación parenteral). 2.— Cuando se necesita utilizar medicación intravenosa que produce dolor e inflama­ ción en las venas periféricas. Tal es el caso del uso a larga mano de Penicilina G Sódica en la Endocarditis Bacteriana, o el uso de K en las “Soluciones Polarizantes”. Como hemos hecho anteriormente va­ mos a exponer dentro de la técnica a seguir; el instrumental y las maniobras. Instrumental: Charol estéril con: guantes, agujas hipodérmicas, jeringuillas, torundas o gasas desinfectantes. Equipo descartable de venopuntura con catéter incluido. (1 ,2 ,8 ) Portaagujas, agujas cortantes e hilo, apósito y po mada antiséptica. Maniobra: 1.- Lavado de manos y antebrazos con jabón y cepillo (las cosas chicas como gran­ des y las grandes como chicas). Se pondrá una almohada debajo de los hombros para Fig. 60-17 Habón anestésico y apertura de la pieL Cortesía del Dr. Wilson Pancho. distender indirectamente la v. Subclavia. 2.— Embrocación con alcohol yodado en una superficie amplia de la piel sobre la cual se va a hacer la venopunción. 3 .- Ponerse los guantes estériles. Poner un habón anestésico. 4.— Abrir unos dos o tres milímetros de epidermis con la punta del bisturí o con el bisel de la punta de la aguja, en el segmento medio o proximal de la vena subclavia. Fig. 60-17. 5.— La dirección de la aguja es hacia la fosa supraesternal. El mandril debe estar puesto. El punto de referencia es el borde inferior de la parte media de la clavícula de­ recha. Una vez que se ha introducido unos dos cm. se saca el mandril y se aspira en busca de sangre venosa. En caso positivo, se introdu­ ce un centímetro más con el mandril nue­ vamente en su sitio, luego se retira nueva­ mente dicho mandril y se introduce un caté­ ter que debe ser blando y cuidando de que su punta sea redondeada y no en biseL Se debe avanzar con el catéter hasta la vena Ca­ va Superior y calcular que su punta queda un poco por sobre la desembocadura en la aurícula derecha. Para cumplir mejor este objetivo se puede utilizar catéter radiopaco -386y vigilar la maniobra en RX. Fig. 60-18. 6 :- No se forzará el paso dél catéter si hay resistencia. En ese caso, se retirará un poco y se intentará avanzar nuevamente. Pa­ ra evitar que la punta se introduzca en la Yugular interna, se doblará la cabeza del pa­ ciente hacia el lado de la punción. Entre los riesgos que existen se debe tomar en cuenta la perforación del miocar­ dio y la posibilidad de Flebitis. Para evitar tales complicaciones se hará toda maniobra con suavidad y con asepsia. Fig. 60-18 Punción Subclavia. Cortesía del Dr. Wilson Pancho. 7 — Una vez colocado el catéter en su si­ tio, se retira la aguja, se coloca pomada antibiótica y se fija el catéter con un punto de hilo fijo a la piel. Luego se pone un apó­ sito. Pued'én utilizarse dispositivos especia­ les o también otras técnicas, como la de la “punción venosa y arterial bajo control ultrasónico”. Fig. 60-21. La otra vena elegible para este tipo de venoclisis es la yugular Externa, para cuyo efecto utilizaremos la misma implementación indicada para la punción Subcla­ via. (Giesy J., Empleo de la vena Yugular Externa para medir con facilidad la presión venosa central. (8). Fig. 60-21 Punción Subclavia bajo control ultrasónico. Maniobras: 1.— Paciente en posición Trendelemburg. 2.— Rotación del cuello al lado contrario de la punción. Asepsia y antisepsia adecua­ das. Fig. 60-22. 3 .- Se ordena que el paciente haga la ma­ niobra de Valsalva para distender y repletar la vena Yugular Externa. 4 .- Venopunción y colocación del catéter a nivel de la desembocadura de la yena Cava en aurícula derecha. 5.— Se retira los dispositivos descartables, la aguja y se fija el catéter, procurando Fig. 60-22 Punción Yugular. Posición C ortesía del Dr. Wilson Pancho. que no haga ángulos que puedan dificultar el flujo. En ocasiones se puede tunelizar el cateter para llevarlo por detrás del pabellón auricular. Fig. 60-23. PUNCION PERICARDICA (9, 13,17). Instrumental: “Charol de curaciones” en el que se incluye jeringuillas con agujas hipodérmicas de diverso calibre y longitud; anestésico lo- -387- Fig. 60-24 Sitios pata la punción pericár­ dica. cal, solución desinfectante, gasas. Además se tendrá uno o dos tubos de ensayo-esterili­ zados y con tapa, o jeringuillas con presión negativa. Maniobras: 1.- Embrocación o limpieza adecuadas. 2.— Elección del sitio de punción: Fig. 60-25 Ejecución de la m aniobra desde posición A Fig. 60-26 Ejecución de la m aniobra desde posición B. 2.1: Ligeramente por fuera del ápex. 2.2: En el ángulo costoxifoideo. 3 .- Habón anestésico en el sitio en el que se hará la punción. Fig. 60-24. Puede prescindirse en caso de urgencia. 4.1: Si la vía es la 2.1 (fuera del ápex) se introduce la aguja en profundidad y hada dentro, cuidando de mantener “aspirado” el émbolo. En el momento en el que está la punta en la cavidad pericárdica, se extraerá una muestra del contenido. Si este es muy espeso, habrá que cambiar la aguja con una de mayor calibre o inclusive con un trocar, pues sino, se tapa.la luz y se imposibilitará el drenaje. Fig. 60-26. 4.2: Si la vía es la 2.2 (costoxifoidea), la aguja va directamente hacia arriba y con rela­ tiva poca profundidad. Fig. 60-6. 5.— Tanto con posición y técnica 4.1 o 4.2 se cuidará de ir por el borde superior de las costillas, pues por el borde inferior va el paquete vásculo-nervioso. Así mismo, por cualquiera de las vías se hará el drenaje o se extraerá la muestra para el laboratorio. -3 8 8 6.— No se hará el drenaje total, pues hay el riesgo de hemorragia exvacuo, a más de que se puede producir dolor por el roce de las superficies deslustradas de las dos hojas de la serosa. 7.— Se saca la aguja con una mano, com­ primiendo con el pulgar de la otra mano el sitio de la punción. Se deja un pequefio apósito. 8 .- Se envía la muestra al laboratorio para examen citobacteriológico o cualquier otro examen que el clínico crea necesario. Todo se hará constar en un pedido hecho por es­ crito. 9.— Si el contenido del derrame es muy espeso, grumoso o hemático, se impone la pericardiotomía para liberación del derrame y la consecuente instalación de un tubo de drenaje. Fig. 60-27. misma que actualmente está seriamente cues­ tionada. 2.— Si la aguja pasa el espacio de la cavi­ dad pericárdica y con el bisel roza el corazón se produce una sensación de “rascado” que sentirá el practicante y eso significará que debe retirar un poco la aguja, pues puede desgarrarse el miocardio. Menos peligroso que lo anterior es la introducción de la pun­ ta de la aguja en el músculo cardíaco, aun­ que, desde luego, hay que retirarla inmedia­ tamente. RESPIRACION BOCA A BOCA. (3b) En caso de paro respiratorio, cualquie­ ra que fuere su causa, debe ser atendido in­ mediatamente, pues si esta condición perma­ nece por más de 3 minutos, puede sobreve­ nir la descerebración o la muerte. En principio, se buscará la mayor lim­ pieza y permeabilidad de las vías respirato­ rias superiores, mediante: 1.— Posición adecuada: decúbito supino, cara volteada a un lado, mandíbula inferior ligeramente luxada. Halar leve y suavemente la lengua hacia afuera. 2.— Si hay secreciones hay que limpiarlas con torundas de gasa o succionarlas. Normas para la maniobra: una vez asegurada la permeabilidad de las vías respi­ ratorias: Fig. 60*27 Tubo de drenaje postpericardiotom ía. INDICACIONES 1.— Derrame pericárdico cuya naturaleza quiera determinarse. 2.— Taponamiento pericárdico. CONSIDERACIONES: 1.— Se utilizará la misma vía en caso de emergencia cuando esté indicada la inyec­ ción directa de adrenalina en miocardio, la 1.— Directamente boca a boca, o, gasa o pañuelo de por medio entre los labios del donante de aire y los del paciente en paro respiratorio. Así mismo se mantendrán cerradas las ternillas nasales del paciente. Fig. 60-29 1.1: El que auxilia, toma bastante aire, haciendo una inspiración profunda y lo sopla sobre los labios del paciente. 1.2: La maniobra se repite alrededor de 15 veces por minuto. -3 8 9 - Fig. 60-29 Respiración boca a boca. MASAJE CARDIACO (3b) (20, 21) Si no se constata pulso ni ruidos car­ diacos, hay que actuar de inmediato con el Masaje Externo, pues si no se lo efectúa dentro de los tres primeros minutos, el pa­ ciente puede descerebrarse. Las normas son: 1.— Se dará un golpe seco, con el puño, en el precordio. 2.— Si no reacciona, hay que poner al pa­ ciente sobre una superficie dura. (El suelo plano). 3.— Con los talones de las manos super­ puestos y cruzados sobre el precordio, el actor, a horcajadas sobre el paciente, compri mirá rítmicamente el tórax sobre 40 veces por minuto. Durante la compresión, los ventrículos exprimen, es decir, lanzan su contenido sanguíneo hacia el árbol circula­ torio. Durante el descanso, cuando se deja de aplastar el tórax, se produce la diástole ventricular. Fig. 60-32. EJERCICIO DE PREGUNTAS Y RES­ PUESTAS: P: 1.— Si hay paro cardíaco y respiratorio, qué se hace? : R: 1.1: Si sólo hay una persona, esta tiene que turnarse en el masaje cardíaco (40 ve­ ces por minuto) y la respiración boca a boca (15 veces por minuto). Esto significa que ca- Fig. 60-32 Maniobra del masaje. da tres o cuatro masajes cardiacos, se áatá una respiración. R: 1.2: Si hay dos personas disponibles, una dará el masaje y la otra dará la respira­ ción, pudiendo turnarse en sus funaonas cada cierto tiempo, si los paros se prolongan. Fig. 60-33. P: 2.— El masaje cardíaco eficaz rompe costillas? R: 2.1: Hay que evitar esta complicación, pero el masaje debe ser eficiente y por lo tanto la presión impuesta sobre el tórax, lo necesariamente fuerte. R: 2.2: Se ha calculado que cada masaje envía de 40 a 50 c.c. a ia circulación. Se puede palpar pulso. Tal cantidad por ma­ saje, asegura la nutrición de corazón y cere­ bro, que es lo que en esta emergencia, irn- -3 9 0 con paro cardíaco o respiratorio. 5.2: Si el sujeto está descerebrado. BIBLIOGRAFIA 1.— Anónim o: Cateterism o de la vena Subclavia como m edida de urgencia. “Inform a” . 76: 28—32. ed. Boehringer Sohn, Ingelheim Am Rheim, 1973. 2.— Anónim o: La punción de la vena subclavia como m edida de urgencia. “Inform a” 99: 26—32, ed. Boehringer S ohn, Ingelheim Am Rheim 1978. 3A.— Caceiro, A.: El pulso venoso normal. A m orrortu, Buenos Aires, 1942. 3B-— Chávez Rivera I.: Coma sincope y Shock. 223—320, Méndez Oteo, M éxico, 1970. Fig. 60-33 Masaje cardiaco y respiración bo­ ca a boca entre 2 personas. 4.— De Bakey M.: 137, 1973. J. trop. Med. (Hyg.) 40 : 5— F lik S .: 2. Kruslauff, 25, 504, 1934. porta. Por otro lado, la respiración boca a boca, da suficiente 02 para que se realice la hematosis. Está comprobada la eficacia de estos procedimientos para salvar vidas. 6.— F rem ont Sm ith F.: The role of elongation and contraction o f the inferior vena cava, coincident w ith respiratioa, in the re tu m of blood to the heart. R eport an observatio n on m an. 9, 432—434, J. Mt. Sinaí Hosp. 1942. P: 3.— Si no hay un médico, quien hace las maniobras? 7.— Grandjean, Th.: M icrom étodo para el cate­ terism o del corazón derecho. “Triángulo” revista Sandoz de Ciencias Médicas, vol. 9 No. 3: 82—90, 1970. 8.— Giesy, M.: Em pleo de la vena yugular ex­ terna para m edir con facilidad la presión ve­ nosa central. Recursos Prácticos Médico Quirúrgicos. 16—17, E ditorial para los mé­ dicos Ltda. Bogotá, 1977. 9.— Goldring D. Hernández A. Jr. y Hartm ann F . Jr.: Urgencias cardiovasculares en lactan­ tes y niños. T ribuna Médica. T om o IV, No. 5: 16—2 3 ,1 9 7 9 . R: Cualquier persona. Por esta razón, estos primeros auxilios vitales deben ser conocidos y practicados por estudiantes se­ cundarios, policías, bomberos y en general su conocimiento debe ser materia de educa­ ción popular. P: 4.— Entonces, qué papel hace el médico? R: Con mayor razón, el estudiante de me­ dicina y no se diga, el médico, deberá desem­ peñarse con soltura y eficacia. Además estos elementos, se transformarán en recursos so­ ciales y docentes para transmitir el conoci­ miento y la destreza a la comunidad. P: 5.— Hay contraindicaciones? R: Si las hay. A saber: 5.1: Enfermedad incurable que culmina 10.— Hitzig W. M.: M easurements of venous pressure: dynam ic m easurem ents; in Luisada, A. A.: Exam ination o f th e cardiac pa— tie n t 41 Me. Graw—Hill Book Co., New York 1965. 11.— Houssay B.: Fisiología Hum ana, 4ta. ed. 285—287, El A teneo, Buenos Aires 1960. 12.— Lalama M.: Alim entación Intravenosa. Te­ rapia 2 - 3 : 1 5 1 -1 7 1 ,1 9 7 3 . 1 3 — Lees M.H.: H eart Failure in the Newbom Infant J . Pediat, 75: 1 3 9 ,1 9 6 9 . M artorell F.: Angiología 2da. ed. 227, Sal­ vat, Mallorca, 1972. M artorell F .: Angiología 2da. ed. 28—30 Salvat, Mallorca, 1972. 16___ Ochsner A., and B urch R.: N orm al blood pressure tb e supine position, 3, 674 circu­ lation 1951. I l 4— Paul M.H. y Miller R.A .: E stern al electrical term ination o f supraventricular arrhytm ias in congenital heart desease. Circulation 25: 6 0 4 ,1 9 6 2 . 1 8 .— Petzoldt R .: Punciones venosa y arterial bajo control ultrasónico: “ Cardiología actual” vol. 7 No. 3: 8 ,1 9 7 9 . 1 9 .— Seldinger S.I.: Catheter replacem ent of the needle in percutaneus arteriography: A New technique, acta radiol. 39: 3 6 8 ,1 9 5 3 . 20.— Thaler M.M. y Krause V.M.: Serious Trau­ m a in children after extem al cardiac massage. New England J. Med. 267: 500 1962. 21.— Thaler M.M. y Stobie G.H.C.: A n improved technique of extem al cardiac compression in infant a n young children. New England J. Med. 269: 6 0 6 ,1 9 6 3 . 22.— T estut L. y Jacob O.: T ratado de A nato­ m ía Topográfica, 7ma. ed. 989—991, Salvat Barcelona 1942. 23.— Till A.: Transfusión de sangre, de Keynes G. y col. 359—391, Aguilar S.A- ediciones Madrid, 1953. 24.— Walker Ph. J.: F orm a de instaurar rápida­ m ente el goteo intravenoso cuando el pa­ ciente no tolera la posición de Trendelenburg: Recursos prácticos médico quirúrgi­ cos, fascículo 1: 14—15, E ditorial para los m édicos L tda., Bogotá 1977. Edad: La enfermedad de Buerger suele presentarse en gente joven al igual que el síntoma de “Raynaud”, en tanto que las várices lo hacen en .adultos jóvenes y va pro­ gresando la frecuencia con la edad. Las hemorroides afectan más a los cuarentones (enfermedad del siglo XX: Sodi Pallares) (9), más aún si son sedentarios. Es indudable que ía ateroescíerosis con cualquiera de sus manifestaciones se hace presente cada vez más floridamente cuanto más avanza la edad. ANTECEDENTES FAMILIARES: Resalta la importancia de las enferme­ dades genéticas, de la propensión individual, de la sensibilidad, de la alergia y de los facto­ res ambientales desencadenantes. Así es como la historia familiar de colagenopatías, especialmente de vasculitis, (1, 6, 10) de Diabetes (1, 4) o de gota (1), cobra interés en el criterio médico. Entre las enfermedades pasadas, la sí­ filis (2) tiene relieve, dadas las consecuencias vasculares sobrevinientes. La Filaría es un antecedente que puede dar la etiología de una linfadenopatía. En cuanto a los hábitos, nos volvemos a encontrar con el cigarrillo, cuyo número de unidades consumidas tiene relación directa con muchas enfermedades cardiovasculares. CAPrTULO 61 SINTOMATOLOGIA PERIFERICA Raza: Los judíos (5, 12) son propensos a la enfermedad de Buerger (Tromboangeítis obliterante). VASCULAR FACTORES PREDISPONENTES: Sexo: El varón (11) está más predispuesto para cierto tipo de enfermedades arteriales como la enfermedad de Buerger; la mujer múltípara, (12) a las várices y tromboflebitis. Las profesiones que obligan a estar de pie o sentados largas horas o que tienen re­ lación con movimientos trepidantes o hi­ pertrofian músculos cuya contracción trau­ matiza ciertos vasos, como es el caso de disminución del flujo de la arteria Subclavia en los pintores de brocha gorda. (Síndrome de Hiperabducción). En cuanto a las manifestaciones clíni- -392 cas que soa las que va a recoger la Semiotec­ < A * * 6 X T f t C f c « | A . X nia, vamos a procurar agruparlas de acuerdo A®O V£W T» <uXa la producción de cuadros agudos o cróni­ cos y desde luego con referencia al territorio afectado: arterial o venoso. Asimismo hay síndromes donde es evidente la causa orgá­ nica y otros donde no es demostrable. Tal situación nos hará dividirlos en afecciones or­ gánicas y funcionales, aunque bien sabemos que tanto en unas como en otras, habrá com­ ponentes mutuos. Las causas (1 ,2 ,3 ,4 , 6, 8,10,13) que provocan las enfermedades vasculares asenta­ rán primariamente en alguna de las estructu­ ras de la pared vascular o en la cobertura ner­ viosa de la misma o en su contenido, la san­ gre. Si tenemos en cuenta todas estas anota­ ciones, creemos que será fácil concebir el criterio con el que vamos a exponer los sín­ tomas y signos de estas enfermedades. 61-1. 6/V>A M fO t* O pMf(CUt.^A Fig. , 61-1 , E structura y contenido arterial. Agrupamos la sintomatoiogía en el cua­ dro 61-1. CUADRO No. 61-1 INSUFICIENCIA ARTERIAL AGUDA Qué Examinar Cómo Examinar 1 Dolor: 1. 1: Generalidades 1.1 1. 2: Enfriamiento. 1 . 2 : Es síntoma y signo,se pregun­ tará donde siente frío y se refrendará, utilizando el dorso de los dedos de la mano y estableciendo comparaciones con las regiones aledañas. Fig. 61-3. 1. 3: Cenestecias 1. 3 : Tiene la sensación de no sen­ tir (se nombrará el miembro afectado) o le parece “ajeno”? 1. 4: Parestesias 1. 4: Siente sensación de que le to­ can o rozan (en el sitio afectado)? Nos remitimos al cuadro No. 3-2 que trata el qué y cómo exa­ minar este síntoma. frío? • Tiene sensación de calor o de continúa.. -393 riene Siente debilidad en el sitio afectado? 1. 5: Astenia 1 . 5 : Ha perdido la fuerza en (sitio afectado)? 1. 6: Torpeza 1. 6: Realiza correctamente y con prontitud los movimientos con el (sitio afectado). Se golpea o tropieza fre­ cuentemente con el (sitio afectado). 1. 7: Impotencia funcional 1. 7: Puede mover, asentar (el pie) o coger (con la mano)? Se refrendará el síntoma, ordenando que mueva el miembro afectado, o se pare sobre él o dándole un objeto para que lo tome en sus manos. 1. 8: Eritromelalgia 1. 8: Cambia de coloración alguna de sus extremidades; se pone colorada y a la vez siente calor y aún dolor? Se modifica la molestia cuando intro­ duce la extremidad en agua fría? 1. 9: Palidez Fig. 61 -5 1. 9: Se ha puesto pálida alguna de sus extremidades? 1. 10: Cianosis distal Fig. 61-6 1. 10: Se ha puesto morada alguna de sus extremidades? 1. 11: Cambios tróficos Fig. 61-7 1. 11: La piel del sector afectado se ha vuelto gruesa? escamosa? , negra? . Se ha ulcerado? 1. 12: Sabañones 1. 12: Con el frío, el hielo (la helada) se han formado endurecimientos como costras que se resquebrajan y duelen? 1. 13: Gangrena Fig. 61-8 1. 13: La parte afectada o la extre­ midad de esa parte, se ha puesto negra, insensible y aún de mal olor: 1. 14: Lívedo reticularis Fig. 61-9 1. 14: La piel está con redes de pe­ queños vasos que dan una coloración rosado-violácea y forman un marmoreado? 1. 15: Examen del pulso 1. 15: Técnica ya conocida. 1. 16: Soplos 1. 16: Auscultando Fig. 61-5, 6, 7 y 8A y B: Lám. X V . Fig. Sl-9: Lám. X V I. -394CONSIDERACIONES AL CUADRO Na 61-1 1.— El dolor (3) puede ser muy intenso y si es en las extremidades inferiores, inclusive, impedir la deambulación. 2.— El enfriamiento (3) puede ser medido con termómetro de piel y podríamos, even­ tualmente, utilizar el examen termográfico que hemos de explicar posteriormente. Fig. 61-2. 8 .- Se deben auscultar, sistemáticamente, las regiones enfermas, en busca de soplos (aneurisma, estenosis, fístulas arte noven osas). La Angiodinografía es un nuevo examen de imagenería Doppler que da imágenes a color en tiempo real de la corriente sanguínea y de la anatomía del sector estudiado (14). Igual­ mente la Angiografía por resonancia Magné­ tica. (15). 3.— La pregunta inicial respecto a la loca­ lización de los síntomas, puede ser general, a fin de que el mismo paciente, señale los sectores afectados. Luego se harán preguntas más directas nombrando la parte afectada por su nombre. 4.— La vasodilatación (3) podrá producir enrojecimiento intenso y dolor. La vasocons­ tricción dará palidez y dolor. La escasa cir­ culación en extremidades y la disminución de la velocidad circulatoria aumentará el consu­ mo de oxígeno. La diferencia arteriovenosa de 02 aumentará a favor de una disminución de 02 en la sangre venosa. Esta condición producirá cianosis distal. 5.— La gangrena (13) será la consecuencia más temida de la falta de circulación arterial y se impondrá una acción médica emergente. La pérdida de tiempo puede significar la pérdida de un miembro. El reporte debe ser directamente al cirujano vascular. 6.— A excepción del dolor, cenestecias, parestesias, astenia, que son exclusivamente subjetivas, se deberá tomar en cuenta que todos los demás síntomas son también sig­ nos y deberán ser investigados y refrendados por el examinador, mediante los métodos tradicionales: inspección, palpación, auscul­ tación y exámenes complementarios que al final enumeraremos. 7.— Hacemos énfasis especial en el examen de los pulsos. Se recomienda revisar el capí­ tulo correspondiente. Fig. 61-3 Apreciación de la tem peratura con el dorso de la m ano. BIBLIOGRAFIA 1.— Batlle F . y Bertolassi C.: C ardiopatía Is­ quémica. 10, Ed. Interm édica, Buenos Aires, 1974. 2.— Becker, S.W. y Oberm ayer, M.E.: Derma­ tología y Sifilogía M odernas, 753, Im prenta Hispano — Americana, Barcelona 1945. 3.— Jim énez Díaz, C. y de Rábago P.: Tratado de la Práctica Médica, Tom o No. 1, 2da. par­ te, 421—437, Editorial Paz Montalvo, 1963. 4.— Lundback, K.: A ngiopatia Diabética: Con­ ceptos m odernos sobre enferm edades car­ diovasculares. Vol. XLIII, No. 8: 47—52, 1974. 5.— Me Kusik V.: Enferm edades de la Aorta, Medicina Interna de Harrison, 3ra. ed., 13 68—69, Ed. Foum ier, México 20, 1966. 6.— Martorell, F.: Angiología: Vasculitis Nodular Esencial. 2da. Ed. 118—119, Salvat, Mallorca, 1972. 7.— Martorell F.: Angiología 2da. éd. 587-590, Salvat, Mallorca, 1972. 8.— 9 .— Martorell F.: Mallorca, 1972. Angiología 1—7, Salvat, Sodi Pallares D.: Coronary Insufficiency The Slckness o t tbe 2 0 th Century. Diag­ nóstica, N o. 6: 10—1 1 ,1 9 6 7 . 10.— Sleisenger, M.H.: Enferm edades por mala absorción. Medicina Interna de Cécil, L. 1 3 ava ed., 1373, E ditorial Interam ericana, México, 1972. 11 .— Stead E. Jr.: E nferm edad Vascular Perifé­ rica: Medicina In tern a de Harrison, 3ra. ed. en español, 1372—73, E ditorial Fournier, M éxico.D.F. 1966. 12.— Stead E. Jr.: Enferm edad vascular periférica: Medicina Interna de Harrison, 3 era. ed. en español. 1.374—1.378, editorial Foum ier, México, 1966. 13.— Taylor, Ch. B.: Alteraciones Macroscópicas y m icroscópicas causadas por la ateroesclerosis: Cardioangiología de Luisada. Tomo IV. 218—225, Im prenta Hispano—America­ na, Barcelona, 1960. CAPITULO 62 INSUFICIENCIA ARTERIAL CRO­ NICA Y EX. COMPLEMENTARIOS. Resumimos la sintomatoiogía en el cuadro 62-1 CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 62-1 1.- La claudicación intermitente, (4 ,7 ,8 , 9., 10) esencialmente, se presenta con dolor de tipo isquémico y como tal, la anamnesis se procurará hacer no solo con las preguntas fundamentales que se anotan si no con todas aquellas que constan en el cuadro de anam­ nesis general del dolor. 2 .- La claudicación intermitente puede ser crecientemente progresiva y llegar aún a la incapacidad total. 3 .- El cambio de coloración, desde el epi­ sodio inicial, puede ser progresivo. En todo caso se establecerán comparaciones con las zonas vecinas. 4.— En ocasiones puede resultar necesario medir con cinta métrica el miembro afecta­ do. Quizá las mediciones sucesivas nos darán la certeza de la hipotrofia muscular. La claudicación intermitente puede ser reproducible y graduable mediante prueba de esfuerzo (3) y conjuntamente con los demás síntomas anotados, se convierte también en signo, pues su conocimiento y detalle no sólo se extraerán mediante la anamnesis sino también con el examen físico. EXAMENES COMPLEMENTARIOS PARA LAS ENFERMEDADES AR­ TERIALES. 1 - PRUEBAS A LA CABECERA DEL PACIENTE. 1.1: Se aplica un vendaje con venda elástica desde el extremo distal del miembro (dedos) hasta la articulación proximal más cercana (la rodilla, en el caso del miembro inferior). Para hacerlo, se levanta el miembro hada arriba, con lo cual también se ayuda a dificul­ tar la circulación arterial y se la mantiene durante cinco minutos. Finalmente se suel­ ta el vendaje y se observa la coloración del miembro, comparándola con la del otro (11). (Prueba de Moskowicz). Interpretación de la prueba: Si hay déficit de circulación arterial, el miembro observado está pálido y no recupe­ ra su coloración normal sino muy tardíamen­ te o parcialmente. Cuando cuelga el miem­ bro, puede ponerse “azulenco” (8), ei dtcir con tinte danótico. 1.2. PRUEBA PARA DESCUBRIR EL: Sty DROME DE RAYNAUD Es de suma importancia investigar la coloración, pues la palidez y la cianotil son signos de mala circulación arterial • tu* poxia tisular. Además recordemos lai cafM> terísticas principales del síndrome: ftUIdldi -396- CUADRO No. 62-1 “INSUFICIENCIA ARTERIAL CRONICA” Cómo Examinar Qué Examinar 1.— Claudicación Intermitente 1.1 Cuando hace esfuerzo; camina , trota, sube cuestas, le sobreviene tal dolor que le hace detener la actividad que estaba realizando?. 1.2 La cantidad de esfuerzo que desencadena el dolor sigue siendo igual? o le duele cada vez con . esfuerzo menor. 2.- Cambio segmentario de coloración. 2.— Ha notado cambio de colora­ ción en un segmento de sus miembros? 3.- Hipotrofia. muscular del sector is­ quémico. 3.— Ha disminuido el volumen de los músculos del (sector afecta­ do)? . Ha disminuido la fuerza muscular en ese sector? 4.- Trastornos tróficos dis— tales: 4.1: Esclerodermia 4.1: Ha notado endurecimiento, se le ha “templado” la piel en la par te afectada? 4.2: Ulceras cutá­ neas. Fig..62-2 4.2: Precisamente en la parte déla extremidad afectada ha sobreve­ nido ulceración. palidez, a veces cianosis distal, sudoración, en ocasiones, dedos duros, secos y aún ulce­ rados. Fig. 6 2 4 . Pues bien, cuando se sospecha de este síndrome y está la mano pálida, se la intro­ duce en agua callente, donde se puede apre­ ciar como va recobrando su color normal. (8, 10). En una ocasión vimos como, durante la consulta externa del antiguo Hospital San Juan de Dios, la mano de una niña de 9 años, se ponía progresivamente blanca, desde la punta de los dedos hasta la muñeca, como si alguien exprimiera la sangre de la mano, hasta dejarla sin ella. Recordemos que a la inversa del Raynaud, en la Eritromelalgia se produce dolor intenso por vasodilatación distal brusca y sostenida, motivo por el que el paciente se alivia metiendo la extremidad en agua fría. Fig. 82-2 y 4: Lám. X V I. 397- 2.— TERMOGRAFIA: (2,6,14) Es un método fotográfico con película sensible a los rayos infrarrojos, mediante el cual se pue­ de tomar una fotografía a colores, correspon­ diente a determinada emanación de calor, que está en directa relación con la circulación arterial. Como se puede caer en cuenta, la lec­ tura de una termografía es fácil e indica fiel­ mente cual es o son los vasos afectados. 3 .- ARTERIOGRAFIA: (1, 5,13) No. 62-5. Fig. Mediante punción arterial se puede canalizar un catéter cuya punta llegue al sitio problema, o antes de él. En el mo­ mento apropiado el técnico dispara la subs­ tancia de contraste. Mediante este recurso se pueden captar, así como también por medio de cine y video, el o los obstáculos que se oponen al progreso del flujo arterial; el o los trombos que están en la luz del vaso. 4 .- Otros métodos que constituyen parte importante del laboratorio vascular moderno (12,13) son: - f - Sistema Doppler, (auxiliar de auscul­ tación). Fonocardiografía. Angiodinografía. Angiografía por Resonancia Magnética. Carotidograma. Ergometría. BIBLIOGRAFIA Fig. 62-5. A rteriografía dem ostrando trom ­ bosis. C ortesía del Dr. Fernando Naranjo. 4.— Buerger L.: The circulatory Disturbances of th e extrem ities, W. B. Saunders Co., Phila­ delphia—London, 1924. 5.— Cedeño CabamUa F .: Angiografía: E stu­ dios angiográflcos abdominales y Periféricos realizados en el Departam ente de R adiolo­ gía del hospital “ Luis Vem aza” : Anales de Medicina y Cirugía 2: 313—315, 1979. Guayaquil. 6.— Franke, H.W.: Nuestro Mundo en la Termoimagen: “Inform a” . 103: 13—19, C.H. Boehringer Sonhn, Ingelheim am Rheim. 7.— Hom ans J.: Circulatory Diseases o f the extrem ites, the MacmUlen Com pany New York, 1939. 8.— Jim énez D íaz, C. y de Rábago, P.: T ratado de la Práctica Médica, tom o 1, II p a r te . 421—437, E ditorial Paz Montaivo, 1963. 9.— Leriche F.: Throm boses Artérielles. Physiológic Pathologique e t traitem ent Chirurgical, Masson & Cié., Editeurs. París, 1946. 10.— Martorell, F.: Angiología. 2da. ed. 20, 37, 39, 68, 69, Salvat, Mallorca, 1972. 11.— Martorell, F.: Angiología. Salvat, Mallorca, 1972. 2da. ed. 19, 1.— Arias V.A.: Tesis Doctoral: Cirugía del dolor. 67, Inst. G. Militar, Quito, 1953. 2.— Anónim o: “ Term ografía” : Gaceta Sanita­ ria, año XXVII, No. 4 ,1 8 7 -1 8 8 ,1 9 7 3 . 12.— Raines, J. y Traad, E.: Valoración no Invasora de las Enferm edades Vasculares Perifé­ ricas: Clínicas Médicas de Norteam érica. 2: 279—2 9 9 ,1 9 8 0 . 8.— Boskis, B.; L erm an J.; Perosio, A. y Scattini M.C.: M anual de E rgom etría y R ehabilita­ ción en cardiología. Pág. 89, ed. den tífico Técnicas americanas, Buenos Aires, 1974. 13.— Viam onte, M. Jr.: Imagenología: Rassegna. 2: 4 ,1 9 8 0 . 14.— Wood, H.E.: Radiology, 84: 270, 1966. Vamos a exponer la.sintomatología en los cuadros 63-1,63-2, y 63-3. CAPITULO 63 INSUFICIENCIA VENOSA PE R IFíP RICA. CUADRO No. 63-1 INSUFICIENCIA VENOSA AGUDA Qué Examinar Cómo Examinar 1.- Dolor localizado 1 .- Anamnesis ya conocida. Presio­ nando sobre el sitio de la moles­ tia. 2- Aumento del grosor del miem­ bros, por debajo del obstáculo. 2 .- Se observará y se comparará los miembros homólogos y se medi­ rá con cinta métrica el grosor de cada miembro. 3 .- Cambio de coloración: 3 .- Buscando palidez, cianosis, o am­ bas. 4 .- Aumento de la temperatura local 4- Palpando con el dorso de los de­ dos de la mano o refrendando con termómetro de piel. CONSIDERACIONES A LOS CUADROS 63-1,63-2, y 63-3. 1.— Estos síndromes de insuficiencia veno­ sa periférica y de insuficiencia circulatoria linfática afectan casi con exclusividad a los miembros inferiores (1,9). Fig. 2.— Los síndromes venosos agudos de Flebotrombosis y Trombobletis (1,4, 5, 6, 7, 8, 9, 11, 13), se diferencian únicamente por la inflamación. Si, •el trombo se originó por causas no inflamatorias y taponó una vena, se trata de Flebotrombosis. Si la causa fue la infección y consiguiente inflamación y luego de ella sobrevino el trombo, se deno­ mina: Tromboflebitis. Fig. 63-1. 3.— En cuanto a la coloración, si en un sín­ drome de Tromboflebitis la piel es pálida, la dolencia venosa se apellida Alba (10,14). Si la coloración de la piel es “azulenca”, es de­ cir, tendiendo a la cianosis, esta se llama Cerúlea (2, 3). Tal es el caso de las antigua­ mente llamadas “infecciones puerperales” con infección pelviana previa y organización 63-1 Trom boflebitis: Medición del gro­ sor de los m iem bros afectados. CUADRO No. 63-2 SINTOMATOLOGIA DE LA INSUFICIENCIA VENOSA CRONICA (VARICES) Cómo Examinar Qué Examinar 1.- Dolor muscular 1 .- Le duelen los músculos de las pan torrillas? 2 .- Calambres 2 .- Le vienen calambres; dánde? 3 .- Paquetes varicosos. 3 .- Se observa cuidadosamente, ha­ ciendo que el paciente descubier­ to, gire sobre si mismo. 4 .- Pigmentación 4 .- Se observa. 5 .- Engrasamiento de la piel. 5 .- Se observa. 6 .- Ulceras. 6 .- Se observa. 7 .- Eczemas 7 .- Se observa. 8 .- Edema blando 8 .- Se observa y luego se busca el sig­ no de la fóvea que sé impregna al comprimir con un dedo la piel edematosa. 9 .- Edema Duro. Poiquilodermia. 9 .- Se observa y se palpa (consisten­ cia de uña). CUADRO No. 63-3 INSUFICIENCIA CIRCULATORIA LINFATICA Qué Examinar 1 .- Aumento progresivo del volumen del miembro. 2.— Paquidermia. Cómo Examinar 1 .- El paciente refiere espontánea­ mente y se observa. 2.— Se observa y se palpa la piel dura y resquebrajada. -400- de trombos en las venas Ilíacas o Femorales. Comunmente solo están tomados los cau­ ces;venosos grandes, y por tanto el color de la piel más bien es pálido. No así cuando se toman los cauces menores a más de los grandes, en cuyo caso sobreviene el color azul. Se trata de la Flegmasía Alba Dolens y de la Flegmasia Cerúlea dolens (2, 3). rentes niveles a fin de controlar el funciona­ miento de las válvulas venosas en otros sec­ tores. 4.— Prácticamente la sintomatoiogía se compone de síntomas, que también son sig­ nos. Muchas veces, el paciente contará es­ pontáneamente su dolencia y el examinador tendrá poco trabajo en la anamnesis. A la vez, todos los síntomas podrán ser observa­ dos mediante inspección y palpación, con­ virtiéndose por tal hecho en signos, tam­ bién. 3.— Se ordena al paciente, caminar hacia adelante y hacia atrás. EXAMENES COMPLEMENTARIOS PARA LAS ENFERMEDADES VENOSAS. 1.— Pruebas que se pueden hacer en la con­ sulta o a la “cabecera del paciente”. 1.1: PRUEBA DE BRODIE TRENDELEMBURG (1,6,9). Secuencia: 1.1.1: Paciente en decúbito supino. 1.1.2: Se levanta el miembro examinado y se da un masaje desde el extremo distal (dedos) hasta la raíz del miembro, procu­ rando vaciar los cauces venosos, periféricos. 1.1.3: Se pone un torniquete a nivel de la desembocadura de la vena Safena Interna. 1.1.4: El paciente se pone de pie y el ob­ servador ve si las venas que quedaron va­ cías, se llenan o permanecen exangües. 1.1.5: Se retira el torniquete y se observa si los vasos se repletan en menos de 20 se­ gundos, en cuyo caso se infiere que el torni­ quete estaba haciendo de válvula y que al quitarlo la sangre retrocede | y repleta violen­ tamente las venas. 1.1.6: Esta prueba se puede repetir a dife­ PRUEBA DE OCHSNER MAHORNER (1, 6,9, 12). 1.— El paciente está de pie. 2.— El examinador, observa las venas va­ ricosas. 4.— Se aprecia si se reduce la plétora veno­ sa o aún si llega a desaparecer. 5.— Se repite la prueba, poniendo un torniqueta a nivel de la desembocadura de la Sr.fe'na Interna,)en la parte media y en el 1/3 in­ ferior. Interpretación: Si el vaciamiento de las várices se observa con el ejercicio cuando el torniquete está en su máxima altura, significa que la válvula comunicante entre la Safena Interna y la Femoral está insuficiente y así, consecuen­ temente, se infiere el nivel j de las válvulas in­ suficientes que quedan por debajo de la ante­ rior. PRUEBA PARA INVESTIGAR TROMBOSIS VENOSA PROFUNDA 1 El paciente está en decúbito supino. 2.— Se venda el miembro en observación desde los dedos hacia arriba, vaciando la sangre venosa. 3.— Se ordena caminar con el vendaje puesto. Interpretación: Si hay trombosis, sobreviene con el ejercicio un dolor muy fuerte a nivel del trombo, pues este impide el retomo venoso por la única vía que debería estar Ubre, pues las venas periféricas están colapsadas con el vendaje. MANIOBRA PARA BUSCAR EL SIGNO DE HOMANS EN LAS FLEBOTROMBOSIS: (1 ,6 , 9) 1 Se observa si el dolor se exacerba con el miembro péndulo estando el paciente en po­ sición sentada. 2.- Se ordena extender el miembro en es­ tudio. 3._ Se masajean los músculos de la región problema. Comunmente son los Sóleos. 4._ Se ordena la dorsiflexión del pie, con lo cual se reproduce o se exacerba el dolor. Fig. 63-2, B IB L IO G R A F IA 1 .— Carral R .: S em io lo g ía C ardiovascular, 5 ta. ed., 5 25—53 1 , E d ito ria l In teram erican a, Mé­ xico, 1 9 6 3 . 2.— Cywes, S. y L o n w , J.H .: Phlegm asia cerúlea doJens: successfu l tre a te d b y relieving fascio to m y , S u rg ery , 51: 1 6 9 , 1 9 6 2 . 3 .— De B akey, M. y Ochsner. A.: Phlegm asia C erúlea D olens an d gangrene associated w ith tro m b o p h le fitis, Surgery, 2 6: 16, 1949 Fig. 63-2 S igno de H om ans: M aniobra de d o rsiflex ió n d el pie. 1 2 .— O chsner, A. M ahom er, H.: V aricose veins, th e C.V. M osby C o m p an y , S t. L ouis, 1939. 13.— O chsner, A. y de B akey, M.: T hrom bopítfebitis: th e ro le o f vasoespasm in th e p ro d u c tio n o f th e clinical m an ifestatio n . Jam a, 114: 1 1 7 , 1940. 1 4 .— P érez, M .L.: T ra ta d o de o b stetricia 6 ta . ed., vol II 1 088—1 0 9 2 , L ópez & E tc h e g o y e n , S .R .L ., B uenos A ires, 1951. C A P IT U L O 6 4 4 .— Favre, M.: L a P h léb ita “ F il de F e r” . N otes de p ath o lo g ie veineuse, La Prensse M édicale, 61: 5 7 $ , 1 9 5 3 . 5.— F o g arty , T .J. y K rip p ach ne, W.: C a th e te r f o r venous th ro m b e c to m y , S urg. Fym . o b st., 1 2 1 : 3 6 2 ,1 9 6 5 . V ASCULARES 6.— Jim én e z D íaz, C. y de R ábago P.: T ra ta d o de la P ráctica M édica, to m o 1, IX par­ te. 4 3 7 —4 4 4 , E d ito ria l Paz M ontalvo, 1 9 63. Proponemos una clasificación clínica de las vasculopatías, en el cuadro 64-1. CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 64-1 7.— K rip p ch n e, W.: C a th e te r te c h n iq u e fo r ve­ n o u s th ro m b e c to m y , Surg. G yn. & obst., 12 1 : 3 6 2 . 1 9 6 5 . 8.— M aki, D.G .: T ro m b o fleb itis séptica. T rib u ­ n a M édica, to m o IV , N o. 6, 1—7, 1979. 9.— M artorell F.: A ngiología, 2da. ed. 2 3 0 , 282, 3 8 5 , 4 4 2 , S alvat M allorca, 1 972. 10.— M artorell F .: T ro m b o fleb itis puerperales. M edicina C línica, 5: 243, 1945. 11.— N eu h o f, H.: T ro m b o sis venosa y E m bolia P ulm onar, Publicaciones M édicas Janes, Bar­ celona. 1949. S IN D R O M E S Y ENFERM EDADES 1.— Si tomamos en cuenta que el sistema circulatorio está constituido por una red de distribución (arterias) y una red de recolec­ ción (venas), nos vemos obligados a dividir el estudio de su patología en dos grandes sectores. Así mismo, tenemos que convenir que el árbol distribuidor o arterial obedece a un juego de presiones y resistencias que siguen las leyes de la hidráulica (Hemodinamia). Este territorio está sujeto a comandos -402- : f CUADRO No. 64-1 Sistema 1- Sistema Estructura Arterial Pared Estructura 2.— Venoso Várices 1.1 Aneurisma 2.1 1.2 Ateroesclerosis 2.2 Angiomitas Enf. de Mockemberg. 2.3 Fragilidad vascular 2.4 Flebotrombosis 1.4 Vasculitis 2.5 Tromboflebitis 1.5 Enf. de Takayasu 2.6 Flebitis migrans 2.7 Trombosis de la Subclavia 3.1 Enfermedad de Buerger (Tromboangeítis Oblite­ rante). 3.2 Fístulas arteriovenosas (congénitastraumáticas). 3.3 Síndrome de Klippel Trenaunay. 1.3 Sangre 1.6 Trombosis 1.7 Embolias 1.8 Trombosis intravascular diseminada. 3.— Mixto 1.9: Sangrados. Nervios y Humores 1.10: Síndrome de Raynaud (o enferme­ dad). 1.11: Eritromelalgia 1.12: Sabañones 1.13: Ulceras criogenéticas 1.14: Lívedo Reticularis 1.15: Robo de la subclavia. nerviosos, humorales y factores químicos de autocontrol a nivel capilar (Substancias vasoactivas). En cambio el árbol recolector veno­ so es muy sensible a los estancamientos, pues no está hecho ni para vencer resistencias ni para crear o mantener presiones (7, 9). Fig. 64-1 y 64-2 2.— Las estructuras que conforman estos sistemas son esencialmente: paredes de los vasos y contenido sanguíneo (7). En las ar­ terias tenemos que tomar en cuenta al siste­ ma nervioso, que en determinados momentos o estados puede convertir a las arterias en ver­ daderos nervios (1, 8). (Síndrome de Ray- Fig. 64-2: Lám. X V I. festaciones se hacen cuando se “rompen” los vasos arteriales. Este estudio se hará en los capítulos de anemias, los cuales se reco­ mienda revisar. 5 .- Se puede afirmar que todas las enfer­ medades sin excepción son psicosomáticas y si ese terreno pisamos, tenemos que con­ venir en que las “afecciones mixtas” podrían ser mucho más de las que ponemos en el cua­ dro. Sin embargo, aunque tenemos que to­ mar muy en cuenta al componente nervioso, creemos que se pueden hacer las diferencia­ ciones que hemos propuesto, dando la ubica­ ción de la enfermedad de acuerdo al sector principalmente afectado. Fig. 64-1 Várices C o rtesía d e l D r. F e m a n d o N aranjo. naud). De esto se infiere que los agentes nocivos, llámense infecciones, traumatismos, disreacciones, colagenosis, hipertrombofilia, etc., afectan a una de estas estructuras en particular o a todas ellas. Así tenemos que hay afecciones exclusivamente arteriales, co­ mo la arteriosclerosis; exclusivamente veno­ sas, como las várices o mixtas, como la Tromboangeítis obliterante, que afecta a todo el paquete vásculonervioso (4, 5,10). 3.— En realidad las afecciones “funcionales” son patrimonio casi exclusivo de las enfer­ medades arteriales y si meditamos un poco, convendremos en que, en realidad son los nervios (vasanervorum) y en general el siste­ ma nervioso y en ocasiones, los “humores”, (catecolaminas, serotonina, histamina, acetil colina), los que intervienen directamente en las disfunciones que darán los síntomas y confirmarán los síndromes. Es notorio que las venas no tienen enfermedades netamente funcionales. 4 .- Hemos puesto los “sangrados”, así, en general, dentro de las enfermedades arteriales y bajo el contexto de las afecciones de la sangre, porque sus más significativas mani­ 6.— Realmente es preferible utilizar los nombres de las enfermedades que hacen men­ ción a su esencia fisiopatológica o al daño orgánico establecido, pero el uso nos obliga, a más de la historia, a nombrar ciertas afec­ ciones con el nombre de sus descubridores o descriptores. Por ello, hacemos una breve referencia a continuación: Enfermedad de Takayasu (2,3) (enfer­ medad sin pulsos). Es una Panarteritis que afecta más frecuentemente a mujeres jóvenes. Produce estenosis y aneurismas arteriales. Enfermedad de Mockemberg (6) (calci­ ficación de la media arterial). Afecta a las personas mayores. No tiene mayor signifi­ cación hemodinámica ni clínica. Fig. 64-3. Enfermedad de Buerger (1, 2) (Muy discutida, de etiología desconocida, afecta más a los judíos y fumadores). Compromete a arterias, venas y nervios de un miembro. Síndrome de Kljppel Trenaunay: (11, 13) Son fístulas mútiples de origen congénito, que comunmente afectan a un solo miembro, el cual, por motivo de la mayor irrigación crece más que el otro y adquiere Fig. 64-3 E n ferm ed ad d e M ockem berg C o rtesía del D r. F e m a n d o N aranjo. mayor diámetro. Se ausculta en diversos ni­ veles del miembro afectado el típico soplo en maquinaria de las fístulas arteriovenosas. Fig. 64-5. Fig. 64-6 (Fístulas pulmonares congénitas). Fig. 64-5 S ín d ro m e de K lip p el T renaunay F ig. 64-6 F ís tu la s arterio v en o sas P ulm ona- B IB L IO G R A F IA 1.— A rias V .A .: C irugía d e l D o lo r e n n u e stro m ed io h o sp italario . T esis D o c to ra l. 18—4 0 , In s titu to G eográfico M ilitar. 1 9 5 3 . 2.— A u sten , W.G. y S haw , R .S .: S urgical tre a tm en t o f pulseless (T ak ay a su ’s) D isease, th e N ew E n gland J o u rn a l o f M edicine, 2 7 0 : 1 2 2 8 ,1 9 6 4 . 3.— B ereterb íd e, J .J . y P ereira T o rres, R .A .: Al­ gunos asp ecto s d e la e n ferm e d ad sin pulso (S ín d ro m e d e T ak ay asu ), L a P rensa M édica A rg en tin a, 5 2 : 1 .8 1 3 ,1 0 6 5 . 9.— 4.— B uerger, L .: T h e C ircu lato ry d istu rb an ces o f th e ex trem itie s, W.B. S au n d ers C o. Phila d elp h ia—L o n d o n 1 9 2 4 . 1 0.— M artorell F .: T ro m b o a n g e ítis obligerante fam iliar. M edicina española. 1 5 6 ,1 9 5 2 . 5.— D iez, J .: L a T ro m b o a n g e ítis o b lite ra n te . E l A ten eo , B uenos A ires 1 934. 6.— G oldem berg J . y O lb d m an M .: E n ferm ed a­ des d e M onkeberg, L a S em an a M édica, 128: 3 5 9 ,1 9 6 6 . 7.— Jim é n e z D íaz, C. y de R ábago P.: T ra ta d o d e la P ráctica M édica. T o m o I . U P arte. 4 2 1 —4 4 4 , E d. P az M o n talv o , M adrid, 1963. 8.— L eriche, R .: L a ciru g ía del d o lo r 18 7 —1 9 1 , E d iciones M orata, M adrid, 1 9 4 2 . M arto rell F .: A ngiología 2 d a. e d . 225—229, S alvat M allorca 1 9 7 2 . 11.— M artorell F . y M onserrat, J:: A tresie Iliac vein a n d K lippel—T re n a u n a y S y n d ro m e , angiology, 13: 6: 2 6 5 , Ju n io , 1 962. 12.— O rb a n F .: N ew tre n d s in th e tre& tm ent ol tro m b o a n g eio sis (B uerger’s disease), annals o f th e R o y a l College o f S urgeons o f England, 28: 69, 1967. 13.— Zelli, G .P ., y M o n to ri, A .: L a S ín d ro m e de K lippel T ren au m ay , an n . ItaL d i chirurgia, 1, 1964. Fig. 64-6A : Lám . X V I. -405 - CAPITULO 65 EX A M EN D E LA GLANDULA m a m a r ia Dentro del examen general del tórax en la mujer, constituye parte importante el examen de la glándula mamaria. En muchas ocasiones, la paciente no manifiesta síntomas o signos dependientes de esta glándula ya sea por cierto recelo o porque no se ha dado cuenta, y sin embargo, un examen rutinario completo, puede ser muy beneficioso si se descubre, por ejemplo, una formación tumoral de tipo maligno, puesto que un diagnós­ tico temprano aumenta notablemente la oportunidad de curación. 2.— El dolor mamario, ya desde el punto de vista patológico, dépende fundamental­ mente de tres procesos: inflamatorio, infec­ cioso y tumoral, guardando diversas caracterísitcas en cuanto a intensidad, tipo, irradia­ ción, de acuerdo al proceso etiológico cau­ sante. Así, el dolor producido por inflama­ ción o infección como en los casos de masti­ tis o abscesos mamarios, son por lo general intensos, acompañados de calor y rubor. En cambio, en los procesos tumorales, especial­ mente si son de naturaleza maligna, el dolor suele ser de poca intensidad, identificándose más bien como un malestar o sensación de peso en la glándula; ocasionalmente puede ser agudo, intermitente como punzadas. 3.— Como causa aparente del dolor mama­ rio, las pacientes suelen atribuir a la lactan­ cia, especialmente por embarazos repetidos. Para proceder al interrogatorio y al examen físico, tanto el estudiante como el médico general, debe mantener una actitud muy respetuosa, para conseguir de la pacien­ te el máximo de colaboración, ya que su pudor natural muchas veces dificulta este ti­ po de exploración. 4.— En cuanto a irradiación el dolor ma­ mario puede hacerlo hada tórax lateral u hombro respectivo. Interrogatorio.— Vamos a proceder interro­ gando primero los síntomas y entre éstos el único realmente importante es aquel que se refiere al dolor, para lo cual referimos al Cuadro 3-2, en donde se establece el inte­ rrogatorio completo sobre este síntoma y que el estudiante deberá aplicarlo al dolor mamario. 6.— Referente a las actitudes y decúbitos, el dolor de la glándula mamaria aumenta con la presión, razón por la cual la padente prefiere el decúbito opuesto al lado enfermo. Sin embargo de esto, es necesario rea­ lizar las siguientes consideraciones: 1.— Fisiológicamente, el dolor mamario o mastodinia es frecuente en adolescentes y mujeres jóvenes en los días previos a la mens­ truación, acompañándose de un estado de tensión mamaria. También es observable du­ rante los primeros meses de embarazo. 5.— Como síntomas acompañantes, en los procesos infüamatorios-infecdosos, aparece siempre escalofrío, fiebre alta y mal estado general. 7.— El uso de analgésicos y antiinflama­ torios, producen remisión pardal del sínto­ ma dolor y en muchos casos de procesos le­ ves, pueden resolver el problema. Los otros plintos sobre la anamnesis del dolor del Cuadro 3-2, no tienen aplicadón al dolor mamario, razón por la cual no hacemos referencia. Examen físico.— Se lo hace fundamental­ mente en base a la inspecdón y palpadón. El Cuadro 65-1 sintetiza el qué examinar por medio de la inspecdón: CUADRO No. 65-1 INSPECCION DE LA GLANDULA MAMARIA 1 Aspecto general de la mama: 1.1.- Hipertrofia mamaria 1.2.- Hipotrofia mamaria 1 .3 - Simetría Piel: 2.1.- Edematosa 2 .2 - Congestiva 2.3.- Pigmentada 2.4.- Retracciones de la piel 2.5.- Presencia de máculas, pústulas, costras, eczema, etc. 2.6.- Presencia de tumor. Pezón: 3.1.ral. Retracción uni o bilate- 3.2.- Inversión uni o bilateral 3.3.- Presencia de secreción: 3.3.1.— Aspecto: sero­ so, serosanguinolento, hemático. 3.3.2.— Color: blan­ quecino, amarillento. 3.3.3.— Olor: inholoro, mal oliente. de el punto de vista patológico, aumentan de: tamaño en las mastitis, abscesos y tumores. La hipotrofia o atrofia mamaria las obser­ vamos en condiciones fisiológicas en la se­ nectud y patológicamente en estados de hipogonadismo primarios o secundarios. Ex­ cepcionalmente se describen agenesia de glándulas mamarias o glándulas supernume­ rarias. 2.— Piel.— En la celulitis, abscesos mama­ rios y en el inicio de un carcinoma inflama­ torio, la piel presenta el aspecto edematoso y congestivo. La hiperpigmentación espe­ cialmente del pezón y areola, fisiológicamen­ te se aprecia en el embarazo y patológica­ mente en la enfermedad de Adisson (Ver Capítulo de Endocrinología). Las retrac­ ciones de la piel con la formación de “hoyuelos” es un dato muy significativo a favor de un carcinoma mamario y se lo explica por la fibrosis de los ligamentos de Cooper (3). La presencia en la piel de prurito, sensación de quemadura, seguidos de eritema, erosión, mácula, pústula y ezcema, pueden tener la misma interpretación. 3 :- Pezón.— La retracción uni o bilateral asi como la inversión uni o bilateral del pezón, se describen como signos inequívocos de tumor maligno (carcinoma subareolar) (4). La presencia de secreción a través del pezón, hace pensar en infección secundaria, aconse­ jándose siempre realizar el estudio cito-bacteriológico. PALPACION DE LA GLANDULA MAMARIA. CONSIDERACIONES AL CUADRO 65-1.- La palpación de la glándula mamaria es un tiempo muy importante dentro de la exploración. Se requiere buena luz, manos tibias y un buen trato a la paciente. 1.— Aspecto general de la glándula.— Fi­ siológicamente consideradas las glándulas mamarias muy desarrolladas, constituyen un carácter heredofamiliar importante. Des­ Debe hacerse en posición sentada y en posición supina. Cuando está en posición sentada, se debe pedir que extienda los bra­ zos hacia adelante y después sobre la cabeza Fig. 65-1 E x p lo ra c ió n de m am a: A y B.— Po­ sic ió n se n tad a. C.— P osición aco sta­ da. D .—M aniobra p a ip ato ria. E P a l ­ p a c ió n p o r cuadrantes. (Fig. 65-1-A-B.). En posición acostada, es aconsejado levantar el hombro con una almohada en el lado que se va a examinar, tal como indica la Fig. 65-1 -Ci Se inicia entonces la palpación con la palma de la mano, ejerciendo cierta presión y acompañándose de movimientos rotatorios (Fig. 65-1-D). Esta palpación que debe ser suave, reconocerá en primer término el teji­ do mamario normal y luego la presencia o no de alguna masa tumoral. Se aconseja rea­ lizar también la exploración por cuadrantes PLIEGO: 13 (Fig. 65-1-E). El momento en que por estas maniobras se logre palpar una masa o tumor, se deberán reconocer las siguientes características: 1 Si es dolorosa o no la palpación. 2.— Su consistencia, que puede ser: blan­ da, suave, renitente, dura, leñosa. 3.- Bien delimitada o mal delimitada. 4 .- Grado de movilidad o fijeza al músculo pectoral. 5.— Fluctuación de la masa tumoral -408- Finalmente, deberá completarse la ex-’ ploración, ■examinando la cavidad axilar adyacente y la fosa supraclavicular, con el objeto de investigar adenopatías. cuadrante supero-externo de la mama y en laW zona subareolar. La masa tumoral es dura,! poco dolorosa.no tiene contornos netos, con 1 signos de fijación a la aponeurosis pectoral. S Como se podrá observar, la maniobra paipatoria de la glándula mamaria, tiene co­ mo objetivo primordial el encontrar masa palpable. Cuando la presencia de este tumor es evidente, es necesario distinguir las carac­ terísticas de benignidad o malignidad. Entre los primeros, uno de los más frecuentes es el fibroadenoma mamario que afecta predo­ minantemente a mujeres jóvenes; pueden encontrarse una o varias masas lisas, redon­ deadas, de consistencia semejante al caucho, de 1 a 5 cmts. de diámetro. Tienen límites precisos y no están fijas al tejido mamario circundante. Entre los tumores pequeños, potencialmente malignos, se describe al Papiloma | Intracanalicular (alcanzan de 2-4 mm). En \ forma característica producen secreción ama- í rillo-sanguinolenta;se sitúan en la región cen-v tral subareolar de la mama. Tanto la secie- \ ción como el tumor, tienen remisiones y ! exacerbaciones cíclicas, lo que constituye una característica del papiloma intracana­ licular. (2). Generalmente se descubren en forma “accidental” en chequeos médicos generales. Algunos fibroadenomas pueden alcanzar grandes tamaños como los denominados “cystosarcoma phyllodes” que aparecen en mujeres de mayor edad; son asimismo, mó­ viles, redondeados. No aparecen signos de retracción y a pesar de considerarse benignos, pueden dar metástasis en el 10-15 por ciento de casos (3). Otro tumor benigno un poco más fre­ cuente es el quiste mamario o enfermedad quística mamaria; aparecen entre los 30 y 40 afíos; los quistes pueden ser únicos o múlti­ ples y las características palpatorias son muy semejantes a lo descrito en los fibroadeno­ mas (3). Entre los malignos, el carcinoma ma­ mario, es el cáncer más común y las esta­ dísticas señalan que es la causa más común de muerte entre mujeres entre 35 y 50 años (4). Aparecen generalmente después de la menopausea; existe secreción del pezón, retracción, dolor y presencia de masa tumoral. Se presenta con más frecuencia en el Finalmente, dentro de los procesos infecciosos, tenemos a los abscesos mama­ rios que ocurren con frecuencia durante la lactancia y pueden ser subcutáneos, intramamarios o retromamarios. Los signos clá­ sicos son: dolor, calor, eritema y tumor. EXAMENES COMPLEMENTARIOS.- El cuadro 65-2, expone los exámenes comple­ mentarios más útiles: CUADRO No. 65-2 EXAMENES COMPLEMENTARIOS, GLANDULA MAMARIA 1 .- Mamografía (radiografía glándu­ la mamaria) 2- Tomografía y Xerografía. 3 .- Ecograma 4 .- Biopsia 5 .- Citología de secreciones 6 .- Cultivo de secreciones CONSIDERACIONES AL CUADRO 65-2.Como se puede observar, los estudios radiológicos son los más importantes, espe­ cialmente si nos encontramos frente a un ip ^ ^ ' -409 - •proceso tumoral de mama; el simple estudio ¿áe una placa de mama en incidencia lateral w(Fig. 65-2), ya nos puede revelar algunas ^características de un tumor en cuanto a ta­ maño, profundidad, límites, etc. El ultra­ sonido se emplea cada vez con mayor fre­ cuencia, por ser un estudio no agresivo y que en manos entrenadas, dan datos significati­ vos sobre las características de una masa tu­ moral. La biopsia transoperatoria es la que el cirujano prefiere para ser lo más radical posi­ ble, especialmente si tiene datos que le sugie­ ren malignidad. La biopsia de ganglios saté­ lites se lo emplea con más frecuencia y per­ mite conocer la estirpe histológica del tumor antes de la cirugía radical. Con este mismo objetivo se realiza el estudio citológico de las secreciones. El estudio bacteriológico a través de tinciones directas o de cultivo tienen mucha importancia en los procesos infecciosos pri­ mario o secundarios y no hace falta comen­ tarios. CUADRO No. 65-3 1 .- SINDROME INFLAMATORIO: SINTOMATOLOGIA: PRODUCIDOS POR: — Dolor — Mastitis — Tumor - Celulitis - Calor - Absceso mamario — Rubor 2 .- SINDRO ME TUMORAL: Benigno: Maligno: 1.— Piel de aspecto normal. 1 .- 2.— Pezón de aspecto normal 2.— Retracción del pezón, erosión y secreción. 3 .- 3.— Palpación: Palpación: Retracción de piel (hoyuelos) 3.1.- Tumor circunscrito 3,1.- Tumor difuso. 3.2.- Consistencia blanda 3.2.- Consistencia dura, leñosa. 3.3.- Muy doloroso 3.3.- Poco doloroso. 3.4.- Móvil 3.4.- Fija a los planos subya­ centes. 3.5.- Rx: caracteres benignos 3.5.- Caracteres de malignidad 3.6.- Biopsia: Fibroadenoma, enfermedad quística, abs­ ceso. 3.6.- Biopsia: carcinoma ma­ mario, o enfermedad de Paget. -410- 2. H am brick G.W. J r. D e rm ato lo g ía en ciña. D e tra ta d o de M edicina In tern as!! H arvey A .H ., Jo h n s R .J ., Owens A .H ./j3 |¡ R .S . 19ava ed ició n C ap. 1 6 4 , Pág. l i ^ P E d ito ria l In teram erican a, M éxico, 1978. iíffl -II K ittle C .F. E x am en d e la g lándula m a n a rá P ro p e d éu tica M édica d e M ajor 8va. edicjj ■ C ap. 1 0, Pág. 2 2 6 -2 4 2 . E d ito ria l Inteiam gj. cana, M éxico, 1 977. O w ens A .H .Jr. E jem p lo s d e enferm edad^ neoplásicas. D e tra ta d o d e M edicina Inteiói de H arvey A .H ., Jo h n s R .J ., O w ens A.H^ R o ss R .S . 19ava ed ició n . S ecció n 8 , Cap. gg Pág. 6 7 8 , E d ito ria l In teram erican a, México 1978. FJg. 65-2 M am ografía. B IB L IO G R A F IA 1 .— B a ra es H .V . M edicina de adolescentes. D e T ratad o d e M edicina In te rn a de H arvey A.H., Jo h n s R .J., O w ens A .H ., R oss R .S ., 19ava. edició n , S ección 1 9 , C ap. 1 6 2 , Pág. 15491 558. E d ito rial in teram erica n a, M éxico, 1978 M oschella S .L . M anifestaciones cutáneas de p ro ceso s m alignos in te rn o s. C línica de N o rteam érica, M arzo 1 9 7 5 , Pág. 471-477 E d ito ria l In teram erican a, M éxico. CUARTA PARTE EXAMEN DEL ABDOMEN Y PELVIS - EXAMEN DEL ABDOMEN Y PELVIS Dr. Carlos Guarderas R. - APARATO URINARIO Y GENITAL MASCULINO Dr. Víctor Alberto Arias Castillo - APARATO GENITAL FEMENINO Dr. Hernán Dávalos Valdivieso -411 - EX A M EN D E L ABDO M EN EN C O N JU N TO CAPITULO N o . 6 6 CONSID ER A C IO N ES G E N ER A L ES: Como sabemos, el abdomen es una gran cavi­ dad que contiene en su interior la más variada e n tidad de visceras pertenecientes a diver­ sos aparatos y sistemas: digestivo, renal, endocrino, vascular, etc. Se encuentra limi­ tado hacia arriba por el músculo diafragma que lo separa del tórax; por abajo, por el es­ trecho superior que lo separa artificialmente de la cavidad pélvica, con la cual en realidad se continúa para constituir una sola, la cavi­ dad abdominopelvica; por detrás está la columna lumbar y los músculos lumbares; por los lados y toda la porción anterior, se encuentran los músculos abdominales transversos, oblicuos y rectos anteriores. Estos límites internos no corresponden a los que desde la superficie se puede detec­ tar. En efecto, el límite superior está cons­ tituido por todo el reborde costal y el apén­ dice xifoides; mientras que el inferior está constituido por las crestas ilíacas, los plie­ gues inguinales y el borde superior del pubis. La proyección del límite interior y superior en la pared costal está dada por una línea que partiendo de la base del apéndice xifoi­ des termina a la altura de la séptima vérte­ bra dorsal Fig. 66-1. TOPOGRAFIA ABDOMINAL. Fig. 66-1, Con el objeto de facilitar el estudió del abdo­ men y su contenido, se acostumbra a dividir las paredes abdominales en regiones, por me­ dio de líneas convencionales horizontales y verticales. Así, en la pared anterior se descri­ ben dos líneas horizontales: una superior que bordea a la parte más inferior del arco Fig. 66-1 L ím ites externos de la cavidad abdominal. División topográfica del abdom en. Cara anterior. costal, y otra inferior que une las espinas ilíacas anterosuperiores. Las verticales son la continuación en el abdomen de las medioclaviculares que, bordeando el extremo ex­ terno de los rectos anteriores del abdomen, van a terminar en la parte media del pliegue inguinal correspondiente. De esta manera se dibujan, en la parte media, el epigastrio, el mesogastrio y el hipogastrio; a cada lado, el hipocondrio cubierto por las costillas, el flanco o vacío y la fosa ilíaca. La pared posterior, Fig. 66-3, suele dividirse en regiones mediante una línea superior que bordea el arco costal y otra in­ ferior que sigue las crestas ilíacas y borde superior del sacro. Las verticales son dos que parten del extremo libre de las 12as. costi­ llas y se extienden hasta las crestas ilíacas, y una que sigue a las apófisis espinosas de la columna lumbar. Así se obtiene cuatro re­ giones: dos lumbares internas o renales, y dos lumbares extemas que se continúan ha­ cia adelante con los flancos. -412 CUADRONo. 66-1 PROYECCION DE LAS VISCERAS ABDOMINALES EN LA PARED. Fig. 66-4 1. - 3 .- EPIGASTRIO: 2- 2.1: Estómago: del cuerpo. 1.2: Estómago: Parte del cuer­ po, antro y canal pilórico. 2.2: Duodeno: Parte de la 2a., 3a. y 4a. porciones. 1.3: Duodeno: Bulbo y parte de la segunda porción 2.3: Yeyuno Ileon: Muchas asas. 2.4: Transverso: 1/3 medio. 1.5: Páncreas: Parte de la cabe­ za y cuerpo. 2.5: Páncreas: Parte inferior de la cabeza. 1.6: Grandes vasos: Aorta y ca­ va inferior. 2.6: Pelvis renales y parte supe­ rior de ureteres. 1.7: Plexo celíaco. 2.7: Mesenterio. HIPOGASTRIO: 2.8: Aorta y cava inferior. 4 .- 4.2: Angulo hepático del colon. 4.3: Riñón derecho, parte supe­ rior. 3.3: Intestino delgado, parte in­ ferior 4.4: Cápsula suprarrenal derecha 3.4: Sigma. 6 .FLANCO DERECHO: 5.1: Colon ascendente 6.2: Apéndice. 6.3: Ileon terminal. 6.4: Psoas derecho. HIPOCONDRIO IZQUIERDO: 6.5: Ovario y anexos derechos. 7.1: Fondo del estómago. 8 .- Cola del páncreas. 7.5: Riñón y glándula suprarre­ nal izquierdos. FLANCO IZQUIERDO 8.1: Colon descendente 7.3: Bazo 7.4: FOSA ILIACA DERECHA: 6.1: Ciego 5.2: Rifión derecho, parte in­ ferior. 7.2: Angulo esplénico del colon. HIPOCONDRIO DERECHO: 4.1: Hígado: lóbulo derecho. 3.2: Utero crecido en las muje­ res. 7 .- Parte inferior 1.4: Vesícula biliar. 3.1: Vejiga y parte inferior de uré­ teres. 5 .- MESOGASTRIO: 1.1: Hígado: lóbulo izquierdo y parte del derecho. 9 .- FOSA ILIACA IZQUIERDA: 9.1: Sigma 9.2: Ovario y anexos izquierdos. - 413 - Fig. 66-4 Proyección de las -visceras en el abdomen. -414CAPITULO 67 IN SPECCIO N D E L A BD O M EN Flg. 66-3 División topográfica del abdom en. Caza posterior Se recomienda al estudiante dibujar estas líneas, con un esferográfico cualquiera o un lápiz dermográfico, en personas de dife­ rente biotipo morfológico, con el objeto de que se acostumbre a reconocer en el vivo las diferentes regiones descritas. La división topográfica del abdomen tiene significativo valor semiológico. Ya en la primera parte de este libro, al referimos al estudio del dolor en general, hemos hecho notar su significado. Pero su valor se desta­ ca más todavía cuando se trata de localizar la probable viscera enferma de un trastorno estructural macroscópico, que puede ser re­ conocido mediante el empleo de cualquiera de las técnicas clásicas del examen físico. Por todo lo que antecede enumerare­ mos en el cuadro No. 66-1, las visceras abdo­ minales que se proyectan en las distintas re­ giones. Luego de estas consideraciones genera­ les conviene anotar que el examen físico del abdomen en conjunto se debe hacer siguien­ do los tiempos clásicos del examen médico, es decir: inspección, palpación, percusión y auscultación. IN SPE C C IO N : Su técnica exige el cumplímiento de las normas generales propuestas para la inspección de cualquier parte del cuer­ po, anotadas en otra parte. Hoy sólo aña­ diremos, que la iluminación debe ser frontal y tangencial, lo mismo que la forma de mirar del médico, pues hay que recalcar que mu­ chas veces la observación tangencial permite reparar en detalles que no pudieron ser detectados en la visión de frente. Por otra parte, es recomendable hacer la inspección con el paciente acostado en decúbito dorsal y en la posición de pie. QUE EXAMINAR: El cuadro No. 67-1, nos resume que es lo que debemos tener en cuen­ ta al momento de realizar la inspección. CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 67-1.— El abdomen normal: Tanto en hom­ bres como en mujeres, el abdomen tiene la forma de una S itálica, cuando se lo mira de perfil, Fig. 67-1, un tanto deprimido en el epigastrio y ligeramente abombado del mesogastrio para abajo. Cuando se lo mira de frente, Fig. 67-2, se observa que los arcos costales forman en el medio un ángulo agudo abierto hacia abajo, en el cual hace de vérti­ ce el apéndice xifoides; la línea media corres­ ponde a la línea alba, interrumpida aproxi­ madamente en el centro del abdomen por el ombligo, cuya depresión es fácilmente reco­ nocible; a los lados de la línea media, en los hombres de musculatura bien conformada, hacen relieve los rectos anteriores del abdo­ men; hacia abajo se aprecian los pliegues inguinales que parten de las espinas ilíacas anterosuperiores y terminan en el pubis; so­ bre este último se encuentra el vello pubiano cuya distribución distinta en el hombre y la -415 CUADRO No. 67-1 QUE EXAMINAR EN LA INSPECCION ABDOMINAL 1 El abdomen normal: 1.1: Forma 1.2 : Puntos anatómicos de referencia 1.3: La piel 1.4: Movimientos respiratorios 2 .- Abombamientos difusos: 2 .1: Obeso o globuloso 2 .2 : En delantal 2.3: En alforja 2.4: Por meteorismo 2.5: Ascítico 2 .6 : Embarazo 3. - Abombamientos circunscritos 3.1: Meteorismo localizado por obs­ trucciones. 3.2: Visceromegalias 3.3: Tumores y quistes 3.4: Hernias 3.5: Eventraciones 4 .- Abdomen excavado 4.1: Meningitis 4.2: Caquéctico 5 .- Trastornos de la piel 5.1: Cambios de color 5.2: Exantemas 5.3: Púrpuras y equimosis 5.4: Edema 5.5: Estrías atróficas 5.6: Distribución del pelo 6. - Redes venosas 6 .1: Por obstrucciones de la cava 6.2 : Por obstrucción de la porta 7 .- Movimientos de reptación 7.1: Gástricos 7.2: Intestinales 8. - Cambios respiratorios 416mujer, hacen un carácter sexual diferenci a nótese además que los flancos son ligeramela te cóncavos hacia afuera. ! Fig. 67*1 A bdom en visto d e perfil La piel es de un color que guarda |j l monía con la del resto del cuerpo. En cotjj junto, la parte superior del abdomen, e s p j dalmente el epigastrio, se encuentra activad^ por movimientos respiratorios que lo aboitjj ban discretamente durante la inspiración y.' lo deprimen durante la espiración. Igual, mente, sobre el epigastrio, algunas ocasio-' nes puede descubrirse un discreto latido, que más se lo ve que se lo toca, y que correspon. de al transmitido por la aorta. 4 En los individuos pícnicos el abdomen normal puede ser un tanto abombado, con predominio del abdomen sobre el tórax y el ángulo epigástrico más abierto;mientras que el longilíneo presenta un abdomen excavado, con ángulo epigástrico más agudo y predo­ minio del tórax sobre el abdomen. Fig. 67-2 Abdom en visto de frente 2 . - Abombamientos difusos.— En hom­ bres y mujeres obesos, es decir, que han acumulado grandes cantidades de grasa sub­ cutánea abdominal, puede verse un abdomen globuloso, Fig. 10-1, que puede asociarse más tarde a una pérdida de la tonicidad de la musculatura de las paredes, lo cual hace que el abombamiento se haga preferentemente en la parte baja del abdomen, (Abdomen en alforja); pero cuando el depósito de grasa se acentúa, entonces cae como un enorme pliegue que puede llegar a cubrir los genita­ les, dando origen al llamado vientre en delan­ tal, Fig. 10-1. En los meteorismos acentua­ dos puede notarse un abombamiento difuso que algunas ocasiones puede dibujar en la pared el marco colónico; puede verse en las obstrucciones bajas del intestino grueso o cuando hay trastornos en la difusión, produc­ ción o absorción de los gases, ( 1) este abdo­ men es reconocido después por el timpanismo que produce a la percusión y porque i p sa parece con la apertura de la luz intestila expulsión de los gases o el mejorade la motilidad intestinal. Otro abombamiento que termina sien¡ K difuso es el del embarazo Fig. 67-5, %uya descripción la haremos en el capítulo "ée ia ginecología, pero que lo menciona­ mos aquí, porque sobre todo al estudiante puede serle motivo de confusión con abom­ bamientos de otra naturaleza. Un abomba­ miento difuso m uy frecuente suele ser el de la ascitis, es decir, el de la presencia de líquido en la cavidad abdominal que, cuan­ do es niuy abundante, puede ser tan notable como el de la Fig. 67-6. En las ascitis media­ nas el abombamiento es más discreto, con la circunstancia de que, en decúbito dorsal, al irse el líquido hacia los flancos por acción de la gravedad, los distiende y los transforma de cóncavos en convexos, Fig. 67-7; además la presión del líquido puede protruir el om­ bligo, que sumado a la observación de redes venosas dilatadas, completan el cuadro típico de la ascitis; claro que también puede obser­ varse cambios en el aspecto de la piel del abdomen, pero esto lo anotaremos más ade­ lante. Alguna vez, el abombamiento de un abdomen ascítico puede ser confundido con el que produce un quiste gigante de ovario, Fig. 67-8. Abombamientos circunscritos: Muchas veces se observa como las obstrucciones intestina­ les producen inicialmente abombamientos lo­ calizados por meteorismo en la porción supraestenótica que eleva la pared abdominal correspondiente a dicha zona: en estas cir­ cunstancias puede verse, durante la fase de lucha de la obstrucción, movimientos de reptación que corresponden a las intensas con­ tracciones peristálticas del segmento intesti­ nal supraestenótico que pretenden vencer el obstáculo (2,3). En la fase de distensión, es decir, en la cual el intestino ha dejado de Fig. 67-5 Fig. A bom bam iento difuso del emba­ razo. 67-6 Abdomen ascítico -418 - Fig. 67-8A A: A bom bam iento epigástrico por Ca. de estómago. B: A bom bam iento hipogastrico p or tu m o r ovárico (Quiste). también a las hernias y a las eventraciones, aunque su estudio más prolijo lo haremos a propósito de la palpación. Fig. 67-8 A bom bam iento difuso del abdo­ m en p o r quiste gigante del ovario. contraerse enérgicamente, el abombamiento puede invadir zonas más extensas. Cuando la obstrucción es alta, afectando al duodeno o al píloro, el fenómeno que acabamos de describir puede afectar sólo al epigastrio. Por otra parte, muchas visceromegalias pue­ den abombar la zona correspondiente; así lo hacen la hepatomegalia, la esplenomegalia, los quistes de ovario, etc., y los grandes tu ­ mores y quistes. Fig. 67-8A. Mencionamos 4 . - Excavaciones: Tienen menos impor­ tancia diagnóstica, pero mencionamos a las de las personas muy enflaquecidas, Fig. 67-9; y al abdomen excavado de las meningitis, produ­ cido por la contracción de los músculos abdominales (4). 5.— Trastornos de la piel: De manera muy sensible se manifiestan en la piel la pali­ dez de las anemias, el color amarillo de las ictericias, Fig. 14- 5; las manchas melánicas de la enfermedad de Addison, Fig. 14-6 ; las máculas características de varias enfermedades de la infancia como el saram­ pión, la rubéola, y la escarlatina; son carac­ terísticas en la parte baja del abdomen las manchas petequiales de la fiebre tifoidea. -419- Fig. 67-14 Estrías atrólioas muslos y son inicialménte de color violá­ ceo, Fig. 14-18 En las grandes distensiones del abdo­ men puede verse además una piel fina y bri­ llante, pero en muchas ascitis por insuficien­ cia cardíaca congestiva y síndromes nefróticos, la piel puede estar edematosa, de aspec­ to de cáscara de toronja, es decir, gruesa y con los poros distendidos, y que al presionar­ la con el dedo, deja fobea, Fig. 67-16. También puede descubrirse en la pared abdominal cicatrices operatorias, que son el recuerdo visible de pasadas intervenciones quirúrgicas. Fig. 67-17. Fig. 67-9 A: A bdom en excavado por enfla­ quecim iento. B: A bdom en exca­ vado en las meningitis. En los trastornos de la coagula­ ción pueden observarse las petequias y las equimosis. Al final del embarazo y luego del parto se ven las estrías atróficas, que son hueEas indelebles, por ruptura de las fibras elásticas de la piel debido a la distensión; también se producen en los abdómenes de los obesos y ascíticos, Fig. 67-14; en el Cushin, también se producen estas estrías, que pue­ den asentar además en la parte alta de los Fig. 67-16 Edema de la piel del abdomen -420- COLECISlECTOMIA APENfriCEC^ Fig. 67-17 Cicatrices abdominales m ás fre­ cuentes por intervenciones qui­ rúrgicas. 6.— Redes venosas: Siempre que haya hipertensión venosa en el territorio de la vena cava inferior o en la vena porta, pueden di­ latarse las venas subcutáneas del abdomen, lo cual traduce simplemente que el retomo venoso se encuentra dificultado, obligando a que la sangre se encharque en las venas, dilatándolas, o a que busque otras vías de retomo, sobrecargando dichas venas. Aunque a propósito de la ascitis hablaremos más ex­ tensamente de toda la circulación colateral que se presenta en estos casos, por el momen­ to sólo señalaremos la circulación venosa superficial. La Fig. 67-18, nos deja ver en A, la red de derivación porto-cava superior, escencialmente abdominal superior y en la que se comprueba que el flujo sanguíneo se hace de abajo hacia arriba; en B, se observa la derivación porto-cava inferior esencial­ mente abdominal inferior y cuyo flujo -se hace de arriba hacia abajo; en C, se aprecia una derivación mixta, en la cual la sangre fluye tanto hacia arriba como hacia abajo;t§ en D, vemos la derivación cava-cava, qug afecta especialmente a las venas laterales deí abdomen y cuyo flujo se hace de abajo hada arriba. i l CIRCULACION PÓRTOCAVA SUPERIOR A ¥ CIRCULACION "PORTOCAVA INFERIOR B CIRCULACION MIXTA - d j í- CIRCULACION CAVA-CAVA c Fig. 67-18 Circulación venosa superficial f —*¿l — R e c u é r d e s e con e s t e motivo, q u e la técnica para reconocer la dirección Ae la circulación sanguínea es la misma que em­ pleamos en la vena yugular externa, es de­ cir, presionando la vena con los dedos índi­ ces' y luego separándolos uno de otro, sin dejar de presionar la vena; luego se levanta un dedo y se observa si la vena se llena de sangre o no; si lo hace, se determina en que dirección lo hizo, Fig. 23-16. 7 — Movimientos de reptación.— Ya han sido mencionados como la percepción vi­ sual de los movimientos peristálticos del estómago o del intestino, aumentados de intensidad al querer vencep=-un obstáculo situado delante de ellos, es decir, pueden verse en las obstrucciones pilóricas (Síndro­ me pilórico), y en las intestinales respecti­ vamente. 8.- Cambios respiratorios.- Las ocupacio­ nes abdominales por ascitis o grandes tumo­ res pueden intensificar la respiración torácica, en las mujeres; y en los hombres invertirla, es decir, transformarla de tóraco-abdominal en torácica. - f BIBLIOGRAFIA 1.— Bond, J.H ., and Levitt, M.D.: Meterorismu y gases intestinales. Clínica Med. de Ñ or— t^TUlérlca, 1/1978: 1 6 1 -1 6 9 , 1978. 2.— Suros, J.: Sem iología m édica y técnica exploratorio. 5a. Ed. p.p. 384. Salvat, Barcelona, 1973. 3.— W atson, D.W.. Sodem an, W.A., Jr.: Intesti­ no delgado. E n Sodem an W .A.Jr.: Fisiopatología Clínica. 5a. E d„ cap. 26, p.p. 704. Interam ericana, México, 1978. .— Weinstein, L., Swartz, M.N.: Cambios fisiopatológicos dependientes de la localización de infecciones en órganos específicos. En Sodem an W.A., Jr.: Fisiopatología Clínica. 5a. Ed., cap. 21, p.p. 476 Interam ericana, México 1978. 4 CAPITULO 68 LA PALPACION DEL ABDOMEN PALPACION: Sobre la técnica general de la palpación ya hemos hablado en otra parte. Ahora sólo insistiremos en la necesidad de procurar que el paciente esté tranquilo, cómodamente acostado o sentado según el caso, de manera que sus músculos abdomina­ les se encuentren relajados. Las manos del médico deben estar calientes, y sus manio­ bras palpatorias deben ser como una caricia: suaves, pero sostenidas. La palpación es un tiempo del examen médico que en el abdomen rinde muchos be­ neficios cuando es correctamente realizada, pues con ella se puede reconocer no sola­ mente muchas alteraciones de la pared sino también del contenido abdominal, pudiendo llegar, en los abdómenes flácidos, hasta la columna lumbar y grandes vasos de la región. Sin embargo, su aprendizaje debe estar dirigido no sólo al reconocimiento del qué palpar sino también del cómo hacerlo, hasta que el desarrollo de sus habilidades manuales y la interpretación justa de los datos que está recogiendo se conviertan en un hábito que le permitan alcanzar el objetivo, ésto es, que al término del proceso de enseñanzaaprendizaje Ud. sea capaz de reconocer e in­ terpretar toda la información que la palpa­ ción puede proporcionarle. Por seguir un orden que nos parece práctico, primero describiremos el examen palpatorio del abdomen en general, para lue­ go hacerlo de su contenido, órgano por órga­ no, normal y patológico. El cuadro No. 68-1, nos resume que es lo que debemos examinar, palpatoriamente, del abdomen en general y de los cambios de sus paredes. El cómo hacerlo es objeto de 1 -422CUADRO No. 68-1 PALPACION DEL ABDOMEN EN CONJUNTO QUE EXAMINAR 1.— Tensión abdominal 1.1: Normal 1.2: Hipertonía 1.3: Hipotonía 2.— Sensibilidad 2.1: Hiperestesia cutánea 3.— Espesor de la pared 3.1: Depósito graso 3.2: Edema de la pared 4.— Abovedamientos 4.1: De la pared o del interior de la cavidad 5.— Soluciones de continuidad 5.1: Hernias 5.2: Diastasis 5.3: Eventraciones 6.— Puntos dolorosos • una descripción más detallada a lo largo del texto. CONSIDERACIONES AL CUADRO No. 6 8 -1 : COMO EXAMINAR.— Es la resisten­ cia que ofrece el abdomen a dejarse deprimir por la mano del examinador, y es la resultan­ te de la interacción de dos fuerzas que se oponen: una, interior, de tipo expansivo y que depende de las visceras; y otra, exterior, que mantiene a los órganos dentro de la ca­ vidad y que proviene de la pared abdominal. En consecuencia, las variaciones de la tensión abdominal dependerán de las que a su vez sufran las estructuras del continente o del contenido o de ambos al mismo tiempo. 1.— TENSION ABDOMINAL: Para su examen el enfenno debe estar en decúbito dorsal, sereno y con su mente dirigida hacia otra cosa que el médico deli­ beradamente le orienta con preguntas o conversaciones; esto tiene por objeto evitar que el paciente contraiga voluntariamente los músculos abdominales, lo cual da una falsa impresión de hipertonía patológica. Por su parte, el médico, debe colocar sus manos de plano sobre el abdomen, a cada lado de la línea media y con sus dedos dirigidos hacia arriba, Fig. 68-1. Una vez examinado un si­ tio debe hacerlo en otro, hasta tener la cer­ teza de haberlo hecho en toda la superficie de la pared abdominal. La maniobra propia­ mente dicha, que reconoce el grado de ten­ sión abdominal, es muy sencilla, pues consis- - 423 visceral que en forma refleja determinan contracturas localizadas en el área dermatómica que le corresponde. Suele ser perma­ nente, es decir, ya se encontraba antes del examen, persiste durante él y después del mismo. Ejemplos típicos de esta forma de hipertonía localizada son: la subcostal de­ recha en la colecistitis aguda; (6) la de la fosa ilíaca derecha, en la apendicitis aguda perforada (3), la del epigastrio, en la perfo­ ración de la úlcera del estómago; la de todo el abdomen en los casos de peritonitis difusa aguda (5). Fig. 68-1 E xam en de la tensión abdom inal te en presionar suavemente la pared con los pulpejos de los dedos que hoy se flexionan a la altura de la articulación metacarpo-falángica; primero se hace con la una mano y lue­ go con la otra alternativamente. Normalmente la tensión abdominal es dife­ rente según las regiones, así: sobre los rec­ tos es mayor que sobre los flancos; en la fosa ilíaca derecha, por el ciego dilatado, que en la izquierda. Aumenta durante la ins­ piración, pero disminuye en la espiración; es mayor en la actitud de pie que en el decúbito dorsal. Hipertonía abdominal: Voluntariamente, cualquier persona puede contraer los múscu­ los abdominales y motivar un notable aumen­ to de la tensión abdominal; otras ocasiones, las emociones y aun la simple inminencia del examen médico pueden contraer la mus­ culatura. Durante el decúbito, el simple he­ cho de levantar la cabeza de la almohada es suficiente para aumentar el tono muscular. Todas estas circunstancias deben ser conoci­ das con anterioridad, con el objeto de no con­ fundirlas con las de causa patológica. La hipertonía patológica que puede llegar a ser muy intensa hasta dar el abdo­ men de tabla, traduce, la mayoría de veces, una irritación peritoneal o una afección Es interesante anotar aquí que, cuan­ do el peritoneo parietal está inflamado, a la contractura muscular refleja de la zona correspondiente, suele sumarse un signo va­ lioso, llamado de Blumberg, que se caracte­ riza por presentar dolor el momento de la descompresión brusca de la pared que se halla sobre la zona afectada. Se lo busca comprimiendo la pared comprometida con el dedo medio que cae perpendicularmen­ te sobre ella en forma suave, pero sostenida, Fig. 68-2, para luego, en un momento de descuido del enfermo, soltar de golpe la presión, instante en el cual, el paciente suele quejarse de intenso dolor. Se debe a que el peritoneo inflamado no tolera la dis­ tensión de sus fibras en el momento de la descompresión. Pero otras ocasiones, la causa que mo­ tiva la hipertonía abdominal puede radicar fuera del abdomen, por ejemplo en el tó­ rax, como suelen demostrarlo ios pacientes que adolecen de neumonías o pleuresías basales, de pericarditis (2), infarto de miocar­ dio, embolia pulmonar importante (1,4), etc. Las neuritis intercostales bajas, el her­ pes zoster abdominal pueden causar el mis­ mo efecto, igual que muchos traumatismos directos sobre la pared. En las meningitis y en el tétanos, también hay contractura. -424- Fig. 68-2 Signo de Blumberg.— A: Prim er tiem po. B: Segundo tiem po Otras ocasiones la hipertonía se debe al contenido abdominal, así: en el meteoris­ mo, pero la contractura de los músculos de la pared no suele existir; en las ascitis, jun­ to a la hipertonía se percibe una sensación de renitencia. Las víscerómegalias y los tumores producen un aumento del tono en la sección de la pared que los cubre, dán­ dole a ella una cierta sensación de dureza. Hipotonía abdominal: Luego de que la mus­ culatura abdominal ha sufrido una gran dis­ tensión por cualquier causa (embarazo, asci­ tis, tumor gigante), el tono suele disminuir notablemente y la flacidez permite la fácil penetración de la mano del examinador que puede llegar hasta la columna dorsal. Los individuos asténicos y deshidratados tam­ bién suelen tener una pared abdominal hipotónica. 2.— SENSIBILIDAD: Se la busca estimu­ lando la piel del abdomen con un algodón o el borde de la uña que se desplazan sobre las zonas que interesan, o la punta de un alfiler que se aplica suavemente en diferentes sitios. Normalmente no despierta ninguna sensación molesta y apenas si se lo siente. Pero, en los casos de afecciones viscerales intraabdomina- « B les que comprometen a su peritoneo parie--JH tal vecino, se constata una hiperestesia dolo- f£ | rosa que puede impedir el examen palpatono. jf l Se explica por los mismos mecanismos 9 viscerosensitivos expuestos a propóstio del 9 dolor referido. jl 3 .- ESPESOR DE LA PARED: Cuando se '( acumula mucho tejido graso debajo de la j piel, el grosor de la pared puede ser notable. Se examina tomando un pliegue de la pared entre los dedos pulgar e índice que forman una pinza, Fig. 68-3. En las personas que han perdido mucho peso y se encuentran : muy delgadas, el espesor puede ser insignifi­ cante. : ;•! La pared puede verse engrosada por infiltración edematosa, pero en este caso la presión de los dedos deja fóbea, Fig. 68-4. Fig- 68-3 Exam en del espesor de la pared •. ■■■,•/# Fig. 68-4 í¥ ' : ■ Fóbea de la pared abdom inal ede­ m atosa -425: Al referimos a la ■fiispecdón mencionamos a los abombamien­ t o s difusos o generalizados del abdomen que hoy no merecen más comentarios después dé los que hemos hecho más arriba a propó­ sito de la tensión abdominal y del espesor de la pared. Ahora vamos a referimos a los abovedamientos circunscritos dependientes de la pared, porque de los originados en el interior del abdomen lo haremos en otra parte. A B O VEDAMIENTOS Precisamente, la primera cuestión a re­ solver que se nos plantea es la de diferenciar si el abovedamiento depende de la pared ab­ dominal solamente o si es intracavitario. Pa­ ra el efecto es conveniente solicitar al enfer­ mo que contraiga los músculos abdominales o, tomándole de la nuca, se le incorpora lige­ ramente sobre la cama, con lo cual se con­ sigue el mismo efecto. En estas circunstan­ cias puede provocarse lo siguiente: 1 .- Si el tumor dienta delante de los músculos, se ha­ ce más evidente y su reconocimiento es más fácil,Fig. 68-5; 2 .- Si asienta en los múscu­ los, no desaparece, pero se fija firmemente mientras dura la contracción. Fig. 68-6; 3 .- Si se origina detrás de los músculos, de­ saparece a la palpación, Fig. 68-7, la cual de hecho es imposible realizarla si los múscu­ los están contraidos; y 4 .- Si el abomba­ miento nace dentro de la cavidad, especial­ mente si procede de las estructuras que entran en contacto con el diafragma, enton­ ces se constata que, durante la inspiración se desplaza hacia abajo, mientras que si es de la pared puede desplazarse mas bien hacia arriba. Es curioso, que para formarse una ima­ gen más exacta de la tumoración superficial sea preferible realizar una palpación suave, con la palma de la mano posándose sobre la pared y realizando pequeños movimientos circulares que permiten definir sus límites. Fig. 68-5 R econocim iento de un tum or que asienta delante de los músculos ab­ dominales Fig. 68-6 Reconocim iento de un tum or de la pared abdom inal que asienta en los músculos. Fig. 68-7 Tum or retrom uscular de la pared abdominal En un segundo instante puede ya prehenderse la tumoración con los dedos, para estudiarla tomando en cuenta los siguientes datos útiles para su descripción y análisis: situación, for­ ma, tamaño, consistencia, sensibilidad, mo­ vilidad, sitio de origen y relación con los movimientos respiratorios. -426Los tumores de la pared más frecuentes tienen su origen en los tejidos que los confor­ man, así: de la piel, los quistes sebáceos y los epiteliomas, Fig. 68-8; del tejido ceíular subcutáneo, los lipomas, y los hematomas por ruptura vascular; de los músculos, los fibromas; de la grasa preperitoneal, los lipo­ mas. Los abscesos de la pared pueden asen­ tar en cualquier capa, o en varias capas a la vez (abscesos en botón de camisa), Fig. 68-9. 5 - SOLUCIONES DE CONTINUIDAD- Her­ nias: Las más frecuentes son las epigástricas, las umbilicales, las inguinales y las crurales. Todas son la consecuencia de la acción de la presión intraabdominal sobre las partes más débiles de la pared, a la cual vencen y de­ terminan así la salida al exterior del con­ tenido abdominal, especialmente de epiplon y de intestino, los cuales dibujan debajo de la piel un abombamiento circunscrito. Es­ tas hernias se encuentran contenidas en el in­ terior de un saco hemiario que no es sino una evaginación diverticular de la hoja parietal del peritoneo que emigra por un orificio de la pared. Fig. 68-10. Fig. 68-8 T um or de la pared abdominal: Lipom a muse, abdominales peritoneo Fig. 68-9 Absceso en b o tó n de camisa A la inspección, las hernias de tamaño pequeño sólo se hacen evidentes cuando el paciente puja o hace un esfuerzo o tose o se pone de pie, y vuelve a desaparecer cuan­ do se acuesta. Las de mediano y gran tama­ ño se hacen evidentes en cualquier momen­ to, y se presentan como tumores redondea­ dos, las del ombligo y las crurales; mien­ tras que las inguinales se presentan como cilindros alargados o globulosos y ovoi­ des según la variedad. Fig. 68-11. La palpación reconoce a la tumoración como una masa elástica, cuya consistencia aumenta con el esfuerzo y que tiene con­ tinuidad con el interior de la cavidad abdo­ minal. Es característica especial de las her­ nias, la sensación de choque o de expansión que percibe la mano que palpa en el momen­ saco Fig. 68-10 hem iario Hernia inguinal.— Saco hem iario to que el paciente hace el esfuerzo. Por otra parte, cuando la hernia no está adherida, es fácilmente reducible, es decir, vuelve a la cavidad abdominal con simples maniobras -427sitio de la hernia, con el pulpejo de un dedo, índice o meñique, el médico debe proceder a estudiar las características de la hernia, antes anotadas. Para el caso de las hernias umbilicales el procedimiento es el mismo, siendo incluso más sencillo porque ordinariamente son más grandes. Además en la posición de pie, se vuelven más evidentes a la inspección y pal­ pación. Fig. 68-12. A las hernias inguinales se las estudia desde la superficie del abdo­ men y en su recorrido por el conducto ingui­ nal. La palpación superficial, poniendo la mano como indica la- Fig. 68-13; según el procedimiento de Zimmerman, con el pacien­ te tanto acostado como de pie, sentirá como, al momento en que el enfermo puja o hace un esfuerzo, se presenta una masa globulosa y siente también el impulso expansivo. Fig. 68-11 Hernias inguinales compresivas, permitiendo en estas condicio­ nes el reconocimiento del anillo hemiario en relación a sus características de tamaño, resistencia y naturaleza de sus bordes. Fig. 68-12 Hernia umbilical Es frecuente apreciar que, cuando el contenido hemiario es de intestino, se pro­ duce, al momento de la reducción, una can­ tidad variable de ruidos hidroaeros, mientras que si sólo es de epiplón, la reducción es más lenta y más silenciosa, produciendo alguna ocasión solamente un ruido de frote. La técnica para el reconocimiento de las hernias epigástricas es sencilla: basta con poner al enfermo en decúbito dorsal y pedirle que puje, momento en el cual, los dedos del examinador recorren, de arriba abajo toda la extensión de la línea alba supraumbilical; en el instante en que se toca la hernia, a veces muy diminuta, el paciente puede sentir intenso dolor. Reconocido el Fig. 68*13 Exam en de las hernias inguinales: Palpación superficial de acuerdo con el procedim iento de Zimmer— man. -428Para el examen del conducto inguinal, el nédico debe colocarse frente al enfermo y ;on su dedo examinador, índice o meñique según el caso, procederá a invaginar el escro­ to del lado correspondiente, partiendo desde ;1 tercio medio de éste, Fig. 68-14, y llegará tiasta el orificio inguinal externo, al cual lo jstudiará; luego continuará introduciendo su iedo en el conducto inguinal, circunstancia que aprovechará para examinar el cordón jspermático, el cual estará engrosado si con­ tiene un saco hemiario oblicuo externo. Manteniendo el dedo en el interior del conducto, pedirá al enfermo que puje, con lo cual, el médico, sentirá la propulsión que ha­ ce la hernia, lo cual de paso servirá para reconocer si se trata de una hernia oblicua sxterna o directa. En efecto, cuando se tra­ ta de la primera, sé siente un choque, en la punta del dedo,de la formación hemiaria que viene de arriba y afuera,Fig. 68-15¡mientras que si se trata de la hernia directa, el impulso se sentirá en el lado del dedo examinador que está en contacto con el suelo del conducto, y el dedo se elevará en dirección a la super­ ficie de la pared, Fig. 68-16. Por último, el dedo reconocerá las características del orifi­ cio inguinal externo y de las paredes del con­ ducto,, tanto en reposo como en contracción por el esfuerzo. Las hernias crurales, Fig. 68-17, afectan más a las mujeres, son de menor tamaño que las inguinales (como una nuez), pero se compli­ can con más facilidad por estrangulación. Su diagnóstico no es difícil y muchas veces basta con la observación y fáciles maniobras de reducción; pero cuando son voluminosas pueden confundirse con las inguinales, en cuyo caso es aconsejable usar el signo de Amussat, que consiste, Fig. 68-18, en trazar una línea recta entre la espina ilíaca anterosuperior y la espina del pubis, previa la trac­ ción hacia arriba de la parte inferior de la pared abdominal; en estas condiciones se Fig. 68-14 Exam en del conducto inguinal usando el dedo m eñique a s a h e rn ia d a en Fig. 68-15 Hernia inguinal oblicua externa. Sensación táctil Fig. 68-18 Signo de Amussat, para la diferen­ ciación entre las bernias crurales e inguinales observa si la tumoración hemiaria queda, en su mayor parte, situada hacia arriba o ha­ cia abajo de la línea; si está hacia arriba es inguinal, si está hada abajo es crural. Fig. 68-16 H ernia inguinal directa; sensación táctil tea intestinal saco t [hemiario, arteria fe m o ra l. Fig. 68-17 Hernia crural: esquema de la vía hem iaria Diastasis: Como hemos dicho antes, la línea alba no tiene soludón de continuidad, pero, patológicamente, los rectos anteriores pueden separarse uno de otro a ese nivel, dejando en­ tre los dos un hiato, que es fádlmente reco­ nocible con sólo recorrer con los dedos el trayecto de la línea blanca, que ahora permi­ tirá que los dedos se hundan en el abdomen, los cuales además reconocerán las dimensio­ nes del hiato y sus límites superior e inferior. Eventraciones. Fig. 68-19. Constituyen una frecuente solución de continuidad de la pa­ red abdominal en las personas que han sido operadas; asientan precisamente en las heri­ das quirúrgicas y se debe a un debilitamiento de los planos profundos, los cuales no resis­ ten la presión intraabdominal y permiten la salida del epiplon e intestino, dibujando de­ bajo de la piel un abombamiento timpánico, más o menos bien reducible. Una vez que se ha introducido el contenido intestinal se puede reconocer las características del orifi­ cio de la pared. -430- 6.1: Ninguno de los puntos por si so.u, cona; fiexe un diagnóstico. J 6.2: Sólo tienen Valor dentro del contexto general de la sintomatoiogía del paciente. 6.3: Sus nombres si bien sugieren las probables visceras enfermas, sin embargo, mu­ chas veces dichos órganos propiamente dichos están sanos, mientras que la enfermedad está en su vecindad o a distancia. 6.4: En muchas enfermedades intestinales todos los puntos son dolorosos, restando va­ lor semioldgfco a su positividad. i 6.5: Algunas veces la viscera sugerida por su nombre está enferma y, sin embargo, él “punto doloroso” es negativo; y ¡ 6.6: Algunos de los puntos van perdiendo actualidad en vista de la eficacia de los nue­ vos procedimientos-diagnósticos. En consecuencia, si bien todo médico debe ser capaz de reconocerlos, sin embar­ go, su interpretación debe ser hecha con mu­ cha cautela. Fig. 68-19 A) y B) DUstasis de los rectos C) Eventración. 6 .- PUNTOS DOLOROSOS: Ante todo y con. el objeto de evitar falsas interpretaciones por parte de los estudiantes, es conveniente que anotemos algunos detalles generales previos: La técnica para su búsqueda es sencilla: En todos los casos, con el enfermo acostado, una vez precisado el sitio, se debe presionar, con el dedo medio que cae perpendicular­ mente, no oblicuamente, sobre la pared ab­ dominal. Fig. 68-20. La presión debe ser suave, pero sostenida y aprovechando el mo­ mento de la espiración. Cuando es positiva la respuesta, es decir, cuando provoca dolor, el enfermo se queja y hasta puede retirar con su mano la mano del examinador. Con el objeto de hacer más sensible la- búsqueda de los puntos vesicular y apendicular se em­ plea algunas maniobras complementarias que las veremos más adelante. Localización de los puntos dolorosos: Fig. 68-21.- Solar: Se llama también epigástrico o celíaco; se encuentra en la parte media de la línea que une el apéndice xifoides con el — 431 — Fig. 68-20 Técnica de exam en de los puntos dolorosos *■— *h ' V f c - " XJNTO COSTOVERTEBRAL !> u PU N TO Fig. 68-21 C O S TO luM BA K Puntos dolorosos del abdom en. La explicación en el texto. ombligo (1). Según Mathieu, tiene que ver con el plexo solar, y por tanto tiene poco valor específico puesto que su positividad sólo indica que alguna viscera , cuya inerva­ ción está relacionada con él, se encuentra enferma. Vesicular: Se señala en el sitio en el que el borde externo del recto anterior derecho se cruza con el reborde costal (2). Mucho más valor tiene para buscar la sensibilidad vesi­ cular, normalmente indolora, la maniobra de Murphy, que consiste en hacer chocar el de­ do pulgar del médico con la vesícula en el momento de la inspiración. El procedimiento es el siguiente: El enfermo está acostado en decúbito dorsal; el médico situado a la derecha del enfermo con su mano homónima de plano sobre el abdomen del paciente, pero de manera tal que su dedo pulgar corra paralelo al borde exter­ no del recto anterior apuntando con su falan­ ge distal hacia la vesícula. Fig. 68-22. Se recomienda iniciar el examen con la punta del dedo pulgar situada a la altura de la horizon­ tal que pasa por el ombligo, por si acaso la vesícula fuera péndula y hubiera descendido. Luego se presiona un poco la mano hacia la cavidad abdominal, de modo que el pulgar se hunda un tanto y quede colocado en un pla­ no tan profundo como está la vesícula. Así preparada la maniobra, se pide al enfer­ mo que inspire, momento en el cual, el médi­ co, sin disminuir la presión sobre la pared, impulsa su mano hacia arriba, al encuentro de la vesícula que está descendiendo por efecto de la inspiración. Si la respuesta es positiva, es decir, si se produce dolor o detención brusca de la respiración o náusea, o tos se da por terminado el examen. Pero si es negativa entonces se sube la mano un poco más para reiniciar todo el proceso, y así hasta llegar con el dedo pulgar hasta el reborde costal, en el punto en que se cruza con el bor- ^432- Fig. 68-22 Maniobra de M urphy P externo del recto anterior del abdomen. to lumbar. El primero, (5), se encuentra la intersección de la columna lumbar con ¿f borde inferior de la décima segunda costi „ lia. El segundo, (6), se encuentra en la inter-f sección del borde externo de los músculos.’ lumbares con el reborde costal. Ambos co­ rresponden a la salida del XII nervio intercos­ tal, del agujero de conjunción y la rama per­ forante posterior del mismo. Se los busca ' presionando sobre ellos, perpendicularmente a la pared posterior del abdomen. Suelen acompañarse de dolor a la puño percusión de Murphy, que se hace suavemente sobre la zona lumbar. Son positivos en diversos procesos inflamatorios e infecciosos de los riñones. Hay otros, pero son de menor valor semiológico. La mayoría de veces en que esta manioa da resultados positivos, la vesícula biliar Los puntos dolorosos ureterales, tam­ encuentra enferma; otras ocasiones son bién de un valor relativo, son: el ureteral ^lsos positivos o pueden corresponder a áfecsuperior o pelviureteral (7), situados en la dones que dependen más bien del hígado o horizontal que pasa por el ombligo, en el mo­ Secciones pleuropulmonares de base derecha. mento que corta el borde externo de los Obviamente, como para todos los casos rectos; el ureteral medio (8), se encuentra en ^ 1 examen de los puntos dolorosos, hay el punto en que se cortan las líneas biilíaca que descartar las afecciones dolorosas de con la perpendicular que parte de la unión } s tegumentos de la pared. del tercio interno con los dos terdos ex­ ^pendiculares.— Para los casos de sospecha ternos del arco inguinal; el ureteral inferior, e apendicitis aguda se debe examinar los punque corresponde al sitio de desembocadura )s de Me. Bumey y el de Lanz, que son los del uréter en la vejiga, se lo busca por tacto fásic o s y más utilizados. El primero se enrectal o vaginal, y al tocarlo puede despertar uentra según la descripción americana, en la el deseo de orinar. nión del tercio externo con el tercio medio { É « f ) e una línea que une la espina ilíaca antero- Vesical: Se lo encuentra en la línea media uperior con el ombligo (3); según los franceinmediatamente por encima del pubis y pue­ es, el punto queda exactamente en la mitad de despertar el deseo de orinar, (10). Fre­ |íe dicha línea. El punto de Lanz, se encuen­ cuentemente positivo en las cistitis. d a en la unión del tercio derecho con el tercio Punto de Centeno: Se encuentra situado a medio de una línea horizontal que une las unos dos centímetros por fuera y por deba­ )o s espinas ilíacas anterosuperiores entre sí jo del ombligo, en el lado derecho (11). Re­ M). El examen del apéndice requiere de quiere de una maniobra especial para su reco­ otros procedimientos complementarios que nocimiento, en efecto: el enfermo debe es­ |b estudian en el capítulo correspondiente. tar de pie frente al médico que permanece penales y Ureterales: En el abdomen postesentado y con sus manos colocadas como j^or se encuentran el costo vertebral y el cos­ indica la Fig. 68-23, pero cuidando que los da del signo del pinzamiento del flanco dere­ cho, (Piulachs), Fig. 68-24, que sólo se lo puede realizar en los casos de enfermedad del ovario, pero no del apéndice. También es útil para los casos de. anexitis la realiza­ ción de la maniobra de Honigmann, Fig. 68-25, que consiste en presionar el hipogas­ trio, con los dedos de la mano dispuestos en forma de gancho, por encima del pubis, circunstancia que provocará dolor irradiado hacia la cara interna de los muslos. Fi& 66-23 Técnica para buscar el p unto de Centeno pulgares queden simétricamente colocados, el izquierdo sobre el sitio arriba descrito. Acto seguido presiona con sus pulgares al­ ternativamente. Cuando es positivo, el en­ fermo se queja y realiza maniobras defensi­ vas e indica, según Rospide, la existencia de actividad ulcerosa duodenal o yuxtapilórica, en cambio, cuando duele en los dos lados, indica más bien hipersensibilidad del enfer­ mo. Existen descritos otros puntos o zonas paraumbilicales derechos cuya utilidad^ prác­ tica se va perdiendo frente a los nuevos pro­ cedimientos de examen. Fie. 68*24 Técnica para buscar el signo del pinzam iento dei flanco derecho (Piulachs) Oválicos: Son positivos en los procesos anexiales agudos o crónicos, y se encuentran localizados a 3 o 4 centímetros por encima del pliegue inguinal en el trayecto de una línea que parte de la parte media de dicho pliegue y se une con el ombligo (12). Por cuanto el área de la fosa ilíaca de­ recha presenta una serie de puntos muy ve­ cinos entre sí, pueden hacernos confundir en la determinación de la probable viscera enferma. Sin embargo, para diferenciar en­ tre el dolor que se origina en el apéndice y el ovario derecho, se recomienda la búsque­ i Fig. 68-25 M aniobra de Honigmann para los casos de anexitis -434- BEBLIOGRAFIA 1.— Case Records Massachusetts General Hospi­ tal. New England J. Med., 268: 371, 1963. 2.— Capps, J.A ., y Colem an, G.H.: A n Experi­ m ental and Clinical Study o f Peón in the Pleura, Pericardium and Peritoneum . The Macmillan Co., New York, 1932. 3.— Deal, R .J.: A cute appendicitis. In Sleisenger, M.H., and F ordtran, J.S. (eds): Gastro­ intestinal Disease. Philadelphia, W.B. Saunders Com pany, p.p. 1 4 9 4 ,1 9 7 3 . 4.— Israel, H.L. y Goldstein, F .: The varied clinical m anifestation o f pulm onary embolism. A nn. Int. Med., 47: 202, 1957. 5.— Meyer, J.H .: Complicaciones de la úlcera péptica. 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Sin embargo, hay variaciones según la región que se considere y el estado fisiológico de las visceras subya­ centes; por ejemplo: el hipogastrio puede ser timpánico, pero si la vejiga está llena o el útero crecido será mate; en el decúbito dor­ sal, las partes más cercanas a los planos de la cama varían a submate; el hipocondrio dere­ cho, ocupado por el hígado, según vimos en la percusión del tórax es mate, igual que la parte más alta del hueco epigástrico; en cambio, el hipocondrio izquierdo, en el espacio de Traube, Fig. 69-1, es timpánico ya que corresponde a la cámara aérSa del estómago, y fuera de él es sonoro ya que está 'ocupada por la base del pulmón izquier­ do y el ángulo esplénico del colon; curio­ samente, el bazo que está situado en este hipocondrio no influye mayormente en los sonidos de esta región. Nótese de paso que el espacio de Traube está limitado hacia afuera por la línea axilar anterior, hacia adentro por el extremo izquierdo del hí­ gado, hacia arriba por la punta del corazón y base pulmonar izquierda, y hacia abajo por el reborde costal. La técnica general de la percusión del abdomen es sencilla, y consiste en percutir en forma radiada, Fig. 69-2, en líneas rectas, pero divergentes, que parten desde el epi­ gastrio y luego se abren como en abanico. La percusión debe ser suave, y al estudiante le conviene ir marcando con un lápiz dermográfico, los sitios en los que constata cambios de sonido, para luego unir esos puntos con líneas continuas que al final dibujan la forma -435- ,f v Fig. 69-2 - X Percusión radiada del abdom en *• ........ del área que interesa, la percusión del Traube se hace en líneas concéntricas que parten desde su periferie y se dirigen a su centro. Con la técnica así utilizada se puede descubrir diversas alteraciones: METEORISMO, que produce un sonido timpánico o hipertimpánico, difusamente distribuido en todo el abdomen y que acom­ paña a los abombamientos también difusos, propios de las obstrucciones intestinales bajas. Cuando la obstrucción es alta, el meteorismo es más localizado. En el fleo paralítico, el timpanismo puede ser difuso. En los casos de perforación intraperitoneal del tubo digestivo, el aire que fu­ ga de él puede ir a ubicarse entre el híga­ do y el diafragma, haciendo desaparecer la matitez normal del hipocondrio derecho transformándolo en timpanismo, lo cual impide a su vez el reconocimiento del límite hepatopulmonar, signo de Jober, pero en cambio en la radiografía de la zona, {íermite ver como el aire se ha localizado Fig. 69-3 - - . A: Aire subdiafragmático p o r per­ foración de una viscera hueca. B: Aire subperitoneal en el mismo paciente acostado en decúbito dor­ sal. debajo del diafragma, rechazando hacia aba­ jo al hígado, Fig. 69-3. Lastimosamente este signo valioso de perforación de viscera hueca no siempre se presenta, puesto que, si ej si­ tio perforado es rápidamente cubierto por epiplon puede ya no dejar salir el aire. En algunas personas, el ángulo cólico derecho puede colocarse por encima del hígado y también hacer desaparecer la mati­ tez hepática, síndrome de Chiliaditi, Fig. 69-4. LA ASCITIS LIBRE da origen a una serie de signos percutorios que son valiosos para su reconocimiento. Así: 1.— La matitez en media luna, Fig. 69-5a; que se la busca cuando el paciente está semisentado, con lo cual se consigue que el líquido de la cavidad descienda a las partes más declives, mientras que las asas intestina- -436- Fig. 69-4 Síndrom e de Chiliaditi: Interposi— ción del ángulo hepático del colon en­ tre el diafragma y el hígado. C ortesía del Prof. Dr. Germ án A bdo. les son rechazadas hacia arriba, dejando entre las dos una clara línea de demarcación reco­ nocible por la percusión radiáda, que da un sonido timpánico en el área ocupada por el intestino, y mate en la zona ocupada por el líquido. 2.— El signo del desnivel, Fig. 69-5b; que se basa en el mismo principio que el anterior y que se lo encuentra de la siguiente manera: Al buscar la matitez en media luna, en las ascitis de mediano y gran volumen, se consta­ ta que los flancos son ordinariamente de so­ nido mate. Pues bien, si ahora pedimos al paciente que se acueste en medio decúbito lateral, se constatará que el flanco libre se convierte en timpánico, mientras que el que queda en contacto con la cama sigue mate. Al acostarse el paciente en el medio decúbito lateral contrario, los sonidos se invierten, es decir, el que estaba mate se vuelve timpánico, porque ahora está encima, mientras que el otro se toma mate, porque está debajo. To­ do esto se debe simplemente a que el líquido se deposita en los sitios de nivel bajo, por acción de la gravedad, mientras que el intes- Fig. 69-5b Ascitis: Signo del desnivel tino con aire se ubica en los niveles más altos. 3.— La onda ascítica.— Consiste en la per­ cepción palpatoria de una sensación de cho­ que producida por el líquido ascítico im­ pulsado por un golpe percutorio. Se procede de la siguiente manera: Paciente acostado o semisentado; el médico, a la derecha del en­ fermo, coloca su mano izquierda de plano, sobre el flanco derecho, más cerca de la fosa ilíaca correspondiente, mientras que con el dedo medio de su mano derecha, percute el flanco izquierdo del paciente en dirección hada su mano izquierda, Fig. 69-6, en ese momento sentirá en esa mano una sensación muy clara de choque que no es si­ no la masa líquida que llega impulsada por el golpe dado en el lado opuesto. Muchas veces, esta sensación táctil se acompaña, a la inspec­ ción simultánea del abdomen, de la observa- ¥ — 4J / - i^ción de unas ondas de reptación sobre la ■pared anterior del abdomen que parten desde el sitio de la percusión y se dirigen al lado opuesto. Se las compara a las que se pro­ ducen cuando se arroja una piedra a un charco de agua -estancada, que se originan en el sitio de la caída de la piedra y luego, des­ cribiendo círculos cada vez más grandes, se dirigen hacia la periferie. Cuando el abdo­ men es demasiado flácido es conveniente que un ayudante presione la pared abdominal, sobre la línea media, con el borde cubital de una de sus manos, Fig. 69-7. Cuando la cantidad de líquido es muy escasa, el reconocimiento de la ascitis por la percusión es más compleja porque los sig­ nos que produce son menos evidentes y de­ ben ser buscados en la posición de pie, lo cual produce una matitez horizontal en el hipo­ gastrio ,.(debe buscarse después de haber va­ ciado la vejiga); o en posición genupectoral, Fig. 69-8, la cual determina que el líquido se acumule al rededor del ombligo y produzca matitez. Todo lo que antecede es propio de las ascitis libres, pero, cuando se encuentra tabi­ cada por fibras adherenciales, muchos de estos signos se pierden y ía percusión puede dar zonas de timpanismo que alternan con otras de matitez (Matitez en tablero de da­ mas). Fig. 69-6 Técnica para bascar la onda aseítica Fig. 69-7 Técnica paca buscar la onda escítica en los abdómenes Qácidos Fig. 69-8 Percusión en posición genupectoral. M atitez al rededor del ombligo AUSCULTACION DEL ABDOMEN Es un examen útil si se sabe emplearlo: Con el enfermo acostado y aplicando el fonen­ doscopio con alguna presión sobre el abdo­ men, se puede escuchar ruidos hidroaereos llamados borborigmos, que traducen el movi­ miento del contenido intestinal impulsado por las contracciones peristálticas del intes­ tino. Muchas veces estos ruidos son tan in­ tensos que se oyen a distancia sin la ayuda de ningún instrumento. Su desaprición es altamente significa- -438tiva para la clínica: traduce casi siempre un fleo paralítico de cualquier etiología; semiológicamente se lo llama silencio abdominal y siempre es un signo de preocupación. Co­ mo suele ser consecuencia de la dilatación importante de segmentos o de la totalidad del tubo digestivo intraabdominal, permi­ te que pasivamente se situé en las partes ba­ jas el contenido líquido y en las altas el ga­ seoso. Fig. 69-9; ésto da origen a dos signos auscultatorios no muy constantes, pero sí definitorios de fleo, y que son: el primero, estudiado por Walsch, que se produce por el desprendimiento del gas disuelto en el líqui­ do intestinal y que se parece al ruido que se escucha cuando se desprende el gas del agua gaseosa; y el segundo, que se parece al caer de una gota de agua sobre una masa líquida y que se produce porque efectiva­ mente de la pared superior de una asa dilata­ da cualquiera, se desprenden una o más gotas de líquido intestinal que caen sobre el que se encuentra estancado en la pared inferior. El aumento de los ruidos o la apari­ ción patológica de los mismos se puede encontrar en diversos casos, por ejemplo: en todos los casos de enterocolitis que producen, entre otras Gosas, un tránsito in­ testinal acelerado; eñ las obstrucciones in­ completas, durante la fase de lucha del seg­ mento ubicado sobre la obstrucción que pretende vencerlo, y cuando de hecho lo hace, los gases y líquidos circulan con gran producción de ruidos; en los cólicos intesti­ nales de cualquier etiología, durante el acmé doloroso, lo cual de paso ayuda a di­ ferenciar el origen del cólico, puesto que los extraintestinales no producen ruidos; según Martínez Fornes, cuando hay una hemorragia digestiva, si hay aumento de los ruidos es que se ha hecho dentro del tubo digestivo, si hay disminución o desaparición, es extraintestinal. Fig. 69-9 A: Disposición del liquide y gases en una asa dilatada lo s El trabajo motriz gástrico no suele producir ruidos, salvo alguna ocasión en que está lleno de alimentos y es estimula­ do por pequeños golpes percutorios sobre el epigastrio; pero, patológicamente, puede pre­ sentarse el chapoteo en ayunas, signo valioso de éstasis gástrico, frecuente en la obstruc­ ción pilórica en la fase de distensión y que traduce la dificultad o imposibilidad de va­ ciamiento de su contenido en el duodeno. Se lo busca poniendo las manos de plano so­ bre el abdomen como indica la Fig. 69-10, presionando con movimientos rápidos, alter­ nadamente con la una mano y luego con la otra; el estómago normal, en ayunas no pro­ duce ruidos, pero el obstruido que contiene alimentos aún de la viscera, produce los rui­ dos de chapoteo. También se los puede buscar con el paciente de pie, al cual tomán­ dole desde las crestas ilíacas, Fig. 69-11, se le sacude transversalmente; en estas circuns­ tancias los líquidos, libres en el estómago flácido, se mueven de un lado a otro produ­ ciendo ruidos. Para la búsqueda del cha- Fig. 69-10 Técnica para buscar el chapoteo en ayunas con el paciente acostado. Fig. 69-11 Técnica para buscar el chapoteo en ayunas con el paciente de pie poteo en ayunas no es indispensable el uso del fonendoscopio, basta el examen directo, acercando el oído. Alguna vez, cuando hay ligeros derra­ mes ascíticos, poniendo el fonendoscopio en las fosas ilíacas, se puede oir los latidos aórticos y aún cardíacos. En la estenosis de la arteria renal, aplicando el fonendosco­ pio sobre la zona renal o sobre el flanco co­ rrespondiente a la altura de la zona de pro­ yección de la arteria, puede oirse un soplo sistólico. (1) En los casos de ascitis, la onda ascítica puede ser también auscultada, (Lian y Odinet); para ello, en lugar de poner la mano izquierda sobre el abdomen, se pone el fo­ nendoscopio, Fig. 69-12, que percibe dos rui­ dos producidos por la percusión: el primero que corresponde al golpe percutor, y el se­ gundo a la llegada de la onda ascítica. Con el objeto de hacer más sensible la diferen­ cia de los ruidos entre sí es recomendable percutir con la uña, con lo cual el primer rui­ do suele ser de intensidad mayor, de tono Fig. 69-12 Auscultación de la onda ascítica más alto y timbre casi metálico, mientras que el segundo es menos intenso, de tono bajo y timbre algodonado. Del examen del abdomen en conjunto se desprende que la ascitis presenta signos en todos y cada uno de los tiempos clásicos del examen físico, razón por la cual, y por la importancia que tiene, resumimos en el Cuadro No. 69-1, todos los signos de este síndrome. CUADRO No. 69-1 EXAMEN DEL ABDOMEN ASCITICO 1.— Inspección 1.1: Abombamiento difuso. 1.2: Ombligo prominente. 1.3: Flancos caídos (Abdomen de ba­ tracio). 1.4: Red venosa superficial. 2 .- Palpación. 2.1: Renitencia 3 .- Percusión. 3.1: Matitez en media luna. 3.2: Signo del desnivel. 3.3: Onda ascítica. '4 . - Auscultación 5.— Comprobación. 4.1: Percepción de los dos ruidos. 5.1: Paracentesis. CAPITULO 7 0 mos puesto que su práctica demanda un ni­ vel de entrenamiento superior al del princi­ piante, y diremos únicamente que es un pro­ cedimiento que permite ver, por medio de un tubo óptico, el peritoneoscopio, (laparoscopio) el interior de la cavidad abdominal, examinar su contenido, fotografiarlo, tomar biopsias para exámenes microscópicos y aun realizar ligeras intervenciones quirúrgicas co­ mo la ligadura de las trompas de Falopio. EX A M EN ES RADIOGRAFIAS SIMPLES DE ABDOMEN: De­ ben tomarse en las’posiciones de pie, anteroposterior y lateral y en decúbito dorsal. BIBLIO G R A FIA 1.— Moser, R .J. y Caldwell, J.R .: Abdom inal murmuxs, and ald In the diagnosis o f renal axtery distase in hypertensi6n. Ann. Int. Med„ 56: 4 7 6 ,1 9 6 2 . COM PLEM ENTARIOS D E L ABDO M EN E N CO NJUNTO Para el examen del abdomen en con­ junto son útiles las radiografías simples de abdomen, el ecograma, la tomografía axial computarizada (TAC), la paracentesis para los casos de ascitis y la peritoneoscopia o laparoscopia. A esta última sólo la menciona­ Normalmente se reconocen las sombras del hígado en el hipocondrio derecho y la del bazo en el hipocondrio izquierdo; las som­ bras renales pueden verse si no hay muchos gases en el intestino, igual que las sombras de los músculos psoas ilíacos; la cámara aérea del estómago es fácilmente reconocible, igual que las dilataciones gaseosas del intestino grueso. Fig. 70-1. Patológicamente son muy útiles para el diagnóstico de diversos casos, como: fleo paralítico, Fig. 70-2; abdomen agudo, Fig. 70-3; absceso subfrénico, Fig. 70-4; oclusión intestinal,Fig. 70-5; y otros. Fig. 70-1 Fig. 70-3 Abdom en agudo Fig. 70-5 Oclusión intestinal Radiografía simple de abdomen. Nor­ mal. Fig. 70-2 Ileo paralítico -442CUADRO No. XI PLAN PARA EL APRENDIZAJE DE LA PARACENTESIS 1.— Objetivos: Al término del proceso de enseñanza aprendizaje, el estudiante debe ser capaz de: 1.1: Repetir ordenadamente el qué hacer y el cómo hacer la paracentesis. 1.2: Hacer la paracentesis. 1.3: Hacer un análisis macroscópico del líquido ascítico. 1.4: Formular correctamente el pedido para el examen del líquido ascítico en el laboratorio. 1.5: Interpretar correctamente los resultados de laboratorio. Contenidos: Corresponden al qué hacer, al cómo hacer, y al para qué hacerlo o sea su valor diagnóstico, que constan en este texto. Actividades: 3.1: Repetir varias veces el qué hacer y el cómo hacerlo. 3.2: Reconocer el instrumental necesario. 3.3: Hacer la paracentesis a varios pacientes. — 3.4: Examinar macroscópicamente varios tipos diferentes de líquido ascítico. 3.5: Formular correctamente varios pedidos. 3.6: Analizar diversos informes de laboratorio sobre líquido ascítico. Recursos: 4.1: Humanos. 4.1.1: Enfermos ascíticos. 4.1.2: Un ayudante o auxiliar de enfermería. —— 4.2: Materiales: 4.2.1: Para punción diagnóstica: — Guantes estériles. — Desinfectante, gasa y pinza estériles. - Campos estériles. - Jeringuilla de 20cc. y aguja larga No. 18. — Tubos de ensayo o frasquitos para recolección de la muestra, marcados con esparadrapo que contienen todos los datos de identificación del paciente. - Formulario para el pedido de laboratorio. 4.2.2: Para punción terapéutica: — Todo lo anterior de 4.2.1 más - Anestésico local. — Bisturí. - Trocar de punción con mandryl. — Manguera de desagüe con llave de graduación del goteo. — Frasco recolector. El Eco y la TAC de abdomen, son dos nuevos procedimientos de mucha utilidad para el diagnóstico, sobre todo de procesos ocupativos líquidos o sólidos que afecten a la cavidad propiamente dicha o a cual­ quiera de las estructuras contenidas en él. Fig. 70.5a y 70.5b. -443 - Fig. 70.5 A TAC de Abdomen Fig. 70.5 B TAC de Abdomen PARACENTESIS: Es el procedimiento me­ diante el cual se extrae de la cavidad abdo' nünal el liquido ascítico, con fines diagnós­ ticos y terapéuticos. COMO HACER.— TECNICA.- 1.— Paciente en posición semisentada, con el abdomen descubierto. Se le explicará lo que se le va a hacer, para que permanezca sereno. 2 - Previo lavado de las manos, ponerse los guantes estériles. 3.- Comprobación de que el instrumental está completo y funcionando bien, Fig. 70-6. 4.- Localización del sitio de la punción: Para las ascitis libres, un punto situado en la unión del tercio externo con los dos tercios internos, de una línea que va de la espina ilíaca anterosuperior izquierda al ombligo, Fig. 70-7. Se escoge este sitio porque a su nivel sólo se encuentra el sigma, que es muy móvil y que por tanto puede huir de la aguja que se introduce en el abdomen. No es muy recomendable puncionar en otros sitios por el peligro de herir el intestino o vasos importantes; sin embargo, según Baker, antes de calificar de negativa a una punción, se de­ be picar en los cuatro cuadrantes del abdo­ men. Cuando la ascitis es tabicada se puede efectuar la punción en el centro de la matitez descubierta por la percusión. Fig. 70-6 Equipo de paracentesis y Fig. 70-7 Sitio de la punción en la paracentesis. -4445.— Desinfección de la piel con merthiolate o alcohol yodado, que impregna a una gasa estéril. Debe abarcar una extensión bastante más amplia que la del sitio de la punción. 6.— Colocación de los campos estériles ál rededor del lugar escogido. 7.— Punción con la aguja dirigida en senti­ do perpendicular a la pared abdominal, Fig. 70-7. Debe hacerse poco a poco y succio­ nando cada vez hasta constatar si sale o no líquido ascítico. Una vez en la cavidad abdo­ minal se extrae unos 20 cc. de líquido y luego se retírala aguja con un solo movimien­ to hacia atrás. 8 .- Ligera fricción con una gasa sobre el sitio de la punción y colocación de otra gasa sobre el mismo sitio, fijándola con un espara­ drapo. Luego, el enfermo debe quedar en reposo. l°/o), y además, alguna vez se debe ha<J| una pequeña incisión de un centímetro enjl piel, con un bisturí. Por otra parte, parjH punción se puede usar un trocar con n l l l dryl, Fig. 70-8, a través del cual se puede jar una sonda de polietileno o manguera ^ desagüe que va a dar a un frasco graduado^ recolección, Fig. 70-9. La velocidad de sápj da debe ser al goteo, y no debe olvida!!se de dejar bien sujeta la sonda a la piel d |f enfermo para evitar que se salga. 4* Cualquiera que haya sido la intención primera de la punción ascítica, siempre se de-' be enviar muestras al laboratorio para su aná­ lisis citológico, químico *y bacteriológico, según los casos. El no hacerlo es una gra­ ve omisión. Cuando alguna rara ocasión en que la ascitis es muy abundante de modo que im­ pide los movimientos respiratorios y la disnea es muy notable, puede realizarse la paracen­ tesis evacuadora, con el objeto de extraer va­ rios litros y así disminuir la tensión abdomi­ nal. En estos casos es necesario tomar algu­ nas precauciones adicionales, como: mante­ ner un control frecuente de la tensión ar­ terial y del pulso; mantener una vena canali­ zada con dextrosa al 5°/o en agua, que pase a diez gotas por minuto; y no extraer todo el líquido ascítico de una vez, sino mas bien, repetir el procedimiento las veces que sea necesario. Todo esto es así, porque alguna vez puede detectarse hipotensión arterial grave por hipovolemia, sobre todo cuando el líquido se extrae demasiado rápido. El procedimiento mismo es igual que la punción diagnóstica en los numerales que van del 1 al 6, pero antes de la punción se debe anestesiar la piel y planos profundos con anestésico local (2 cc. dé xilocaina al Fig. 70-8 Trrfcar con m andryl para la paracent* sis. Fig. 70-9 Recolección del liquido ascítico en la paracentesis evacuadora. -4 4 5 3.— Levine, H.: Needle biopsy o f the peritoneum in exudative ascites. Arch. Intem . Med., 120: 5 4 2 ,1 9 6 7 . 4.— Salvensen, H.A. y Linder, G.C.: 3. ,BioL Chem., 58: 617, 1923. 5.— SochóclCy, S.: Tuberculous peritonitis. Á revieiv of 100 cases. Amer'. Rev. Resp. Dis., 95: 3 9 8 ,1 9 6 7 CAPITULO 71 r Fig* 70*10 Ecografía de la ascitis. . i/S»Valor diagnóstico del líquido ascítico: Aun' qué no es la intención primera de este texto Hacer el análisis semiológico, sin embargo, por ser que en muchos casos su examen pue­ de ser muy orientador, vamos a poner algu­ nos ejemplos; ascitis tuberculosa: exuda­ do abundante en linfocitos y cultivo positivo para bacilo de Koch,en un 20°/o (1,5) de ca­ sos. Ascitis neoplásica: líquido exudativo, hemorrágico, con células malignas y aumento de las proteínas (3). Ascitis de la Insuficien­ cia Cardíaca: es un simple trasudado, con el ispecto y color de orina, proteínas menos de 3 gr. °/o (4). Ascitis quilosa: lechosa con gotas de grasa visibles, coagulan con facilidad y contenido graso de 3gr. °/o o más (2) . Ascitis quiliforme: lechosa, contiene coles­ terina y no coagula. BIBLIOGRAFIA 1.— Des Pies, R.M .: Tuberculosis extrapulm onar. In C é cil—Loeb: Tratado de Medicina Intenta. 14a. Ed., Cap. 229, p.p. 478. Interamericana. México, 1977. 2.— Faneras, P. y Rozman, C.: Medicina Inter­ na. 8a. Ed., p.p. 302, Tomo I. Editorial Marín. S.A., Barcelona, 1972. P T .IE fin : 1 i EXAMEN FISICO DEL CONTENIDO ABDOMINAL GENERALIDADES: Sin embargo de que en el interior de la cavidad abdominal se encuentran las visceras de los más variados aparatos y sistemas, es costumbre realizar su examen físico a continuación del torácico y abdominal en general por comodidad, y a pesar de que, en segundo tiempo, pudiera volverse sobre las visceras de un determinado sistema de manera más prolija. Para que los objetivos del examen vis­ ceral se cumplan, hoy más que nunca es ne­ cesario tener en cuenta las recomendaciones hechas en los capítulos que tratan de las ge­ neralidades del. examen físico y del abdomen en conjunto, especialmente aquellos que tie­ nen que ver con la palpación, puesto que es­ te es un tiempo de significativo valor. Si se tiene en cuenta además, que las estructuras interiores deben ser reconocidas a través de la pared abdominal, se comprenderá que, así como el sentido del tacto debe ser bien desarrollado, las técnicas recomendadas para el examen médico deben serj:Qrreetainente realizadas; de lo contrario, el examen puede ser molesíoso-pára el paciente e inútil para el diagnóstico. - 446 EXAMEN FISICO DEL CONTENIDO AB­ DOMINAL DEL TUBO DIGESTIVO.— EXAMEN FISICO DEL ESTOMAGO Y DUODENO: En general, los resultados que se obtienen son escasos, y de hecho, en condiciones nor­ males prácticamente son negativos los inten­ tos del examen físico. Patológicamente ofrece algunos datos, pero son los procedi­ mientos diagnósticos de gabinete, como la radiografía y la endoscopia, los que mejor in­ formación ofrecen. Sin embargo, siempre es indispensable tener una buena orientación clínica previa antes de pasar a realizar cual­ quier otro tipo de exámenes, para lo cual el examen físico también ayuda. Inspección: El estómago es capaz de causar abombamientos del epigastrio por tumoraciones de origen neoplásico maligno la mayo­ ría de ellos; y por meteorismo gástrico in­ tenso (3). En los casos de obstrucción pilórica, durante la fase de lucha, pueden verse los movimientos peristálticos que partiendo del epigastrio se dirigen hacia abajo y la dere­ cha, hasta el sitio en que se proyecta el piloro (Kussmaul). También puede ser causa de depresiones epigástricas, como en las per­ foraciones del estómago en que los músculos epigástricos se contraen intensamente, lo cual es confirmado por la palpación. Palpación: Aún suponiendo que las paredes del epigastrio no ofrecieran ninguna patolo­ gía, sus resultados también son pobres pues­ to que en condiciones normales prácticamen­ te es negativa, y patológicamente sus resulta­ dos son engañosos. En todo caso, siguiendo a quienes practican la palpación para el reco­ nocimiento de la curvatura mayor, se debe colocar las palmas de las manos sobre el epigastrio del enfermo acostado y tranquilo, como indica la Fig. 71-1; es decir, dirigidas oblicuamente la una contra la otra, de tal manera que los dedos medios se topen entre sí, y formen con los anulares y meñique Fig. 71-1 Palpación del estómago de las dos manos una sola línea horizontal. Nótese que en estas condiciones, los únicos dedos que palpan son los enunciados, míen-/, tras que los índices y pulgares permanecen! libres. Así preparada la maniobra y eier; ciendo ligera presión con todos los dedos" se deslizan hacia abajo, hasta llegar al hipo- . gastrio. Cuando la curvatura mayor es^ perceptible se siente entonces que los dedos descienden como de una grada que corres-l ponde a dicha curvatura. Con el objeto de facilitar la maniobra se recomienda: prime­ ro, que el deslizamiento se haga sobre la línea media puesto que la columna lumbar i hace como una base de sustentación aunque < sea lejana; y segundo, que dicho desliza­ miento se realice él momento de la espira^ , ción en que el estómago se encuentra subien­ do, después de haber descendido durante la inspiración. En un intento de palpar el pfloro puede hacerse la maniobra antes descrita, pero deslizando los dedos sobre una línea que desciende por la parte media del recto anterior derecho. Al encontrarse con el an- ; tro o el píloro se lo detecta como un cilindro, de consistencia que varía constantemente igual que su diámetro y que se encuentra« recostado en dirección transversa y dirigido hacia la derecha. Esta misma maniobra permite el reco- r ¿cimiento ocasional de los tumores gástrifespecialmente los de la cara anterior y ¡ S a t u r a mayor (13). La mayoría de veces palpables, y cuando ya lo son casi gpre han dado metástasis a otras parcuando son palpables se los puede re­ cocer como dolorosos o indoloros, duros, | s o móviles, lisos o abollados; cilindricos ¿regulares. í En los casos de ptosis gástrica, en los ei tironeamiento de los mesos vuelve feersensible al plexo solar, produciendo olor, se utiliza, para confirmar este hecho, t maniobra de Glénard, que consiste en lo ¡guíente: el médico se coloca detrás del enjrmo que permanece de pie, y lo abraza des"e atrás colocando las manos en la parte laja del mesogastrio, como nos indica la Fig. ü-2. En estas condiciones, manteniendo ¡na presión sobre el abdomen, se ejerce una ¡eción como para llevar hacia arriba a las rísceras del abdomen, con lo cual disminuye | tracción de los mesos y el dolor disminu­ ye; si ahora se suelta de golpe el abdomen, el iolor reaparece al volver el tironeamiento áe los mesos. « ? so n * De igual significado es la maniobra de Leven, que se realiza de manera semejante también a la anterior, con la variante de que mientras el dedo índice derecho del médico presiona sobre la línea xifoumbilical, en el punto más sensible, 1?. mano izquierda, colo­ cada con su borde cubital, debajo dei omjSígo, levanta el abdomen, Fig. 71-3, como queriendo llevar las visceras hacia arriba. En estas condiciones, al disminuir la tracción de tos mesos el dolor disminuye, pero al retirar ■^fuscamente la mano izquierda, vuelve a jeaparecer. Auscultación: Nos saltamos la percusión ^jorque no tiene importancia, y sobre la aus'íttftación volvemos a mencionar el chapoteo f e n ayunas, por tratarse de un fenómeno audi- Fig. Fig. 71-2 71-3 Maniobra ae Ulénard, para el exa­ m en de la ptosis gástrica Maniobra de Leven, para el exa­ m en de la ptosis gástrica ble ya estudiado antes. El examen físico dirigido al duodena prácticamente no tiene valor, y menos, si se compara con los métodos de laboratorio. -448- -:1 EXAMEN FISICO DEL YEYUNO - ILEON: Pro­ duce pocos signos, y de hecho muchos de ellos ya fueron estudiados a propósito del examen del abdomen en conjunto. Hoy sólo recordaremos que es capaz de dar a la inspección, abombamientos circunscritos, es­ pecialmente mesogástricos en casos de obs­ trucción de una asa, lo mismo que movimien­ tos de reptación durante la fase de lucha de la obstrucción. A la percusión, ya sabemos, da timpanismo, y a la auscultación los ruidos hidroaéreos son abundantes si hay hiperquinesia o procesos semiobstructivos. Fig. 71-4 Técnica de Haussman para la pal. poción del intestino Fig