EL OCIO Y LA RECREACIÓN EN LOS ADULTOS MAYORES: MÁS QUE TIEMPO LIBRE Escrito por: Paola Rubí Mendoza Aguilera. Hoy en día, se habla constantemente del tiempo libre y la importancia de su distribución adecuada como una fuente de salud mental. De esta forma, resulta importante comenzar definiendo qué es el tiempo. El tiempo, según la Real Academia Española de la lengua, se define como una “época durante la cual vive alguien o sucede algo”. Un espacio. Un periodo que acompaña a los acontecimientos. No obstante, en el argot común, suele entendérsele como una fuerza, una materia preciosa que debe evitar consumirse o bien, un victimario. Ninguna de estas afirmaciones es cierta. Y es que si bien el tiempo es una dimensión en la que cambian las cosas, no se le puede conceder la cualidad de fuerza, pues no crea ni destruye nada. Los metales se desgastan y el hombre envejece, pero no a causa del tiempo. Es normalmente escuchado que “el tiempo es oro y debe utilizarse con prudencia”; sin embargo, al mencionarlo, tiende a ignorarse el hecho de que no se tiene la opción de no gastarlo. El tiempo avanza de forma inexorable y no se puede controlar su paso. De esta forma, se entiende que el tiempo no es un tesoro que pueda poseerse. Finalmente, no puede calificársele como un victimario, pues no es el tiempo quien dicta qué es lo que cada individuo hace con él. No determina qué tiempo es medido y qué tiempo es vivido. De esa forma, nadie es víctima del tiempo. Henry Dobson, en su paradoja sobre el tiempo, ilustra la confusión y los conceptos erróneos que suelen tenerse con respecto a él: “El tiempo se va, ¿tú qué dices? Ah, ¡no! ¡Ay! El tiempo se queda, quien se va soy yo”. Con respecto al tiempo libre, este se entiende como aquel que no está vinculado a un trabajo profesional, una obligación o una necesidad. La vejez ha sido considerada tradicionalmente como una de las etapas en las que se cuenta con mayor tiempo libre, pues con la jubilación y el cese en la formación académica, no existe la necesidad de realizar una actividad obligatoria. Aunque no debe olvidarse que, debido a que los cambios en indicadores de desarrollo como la esperanza de vida son recientes, el grupo de los adultos mayores es uno relativamente nuevo. Y es por ello que se conoce poco sobre él. Suele entenderse al tiempo libre como un sinónimo del ocio, sin embargo, estos conceptos son distintos. Y su confusión refleja tan solo costumbres que se han ido arraigando con el paso del tiempo sobre las formas de vivir el ocio. El ocio no se contrapone al tiempo de trabajo, pues su definición no implica forzosamente pasividad. Descansar, “no hacer nada” o simplemente “matar el tiempo” son ideas erróneas que se han ligado al concepto de ocio. La palabra ocio deriva etimológicamente del latín “otium”, al que se le han atribuido diferentes significados, aunque quizá el más interesante sea el de “tiempo de oír y de aprender. Quietud, paz y reposo”. Desde la antigüedad, el concepto de ocio se encontraba polarizado, desde una perspectiva positiva y activa, hasta una negativa y pasiva. Cicerón consideraba al ocio como “las actividades voluntarias, creadoras y gratas para el hombre”. Mientras que Aristóteles afirmaba que “trabajamos a causa del ocio”, refiriéndose al afán creciente de que toda acción en el mundo debe tener un sentido práctico y utilitario, reduciendo así el concepto de ocio a descanso, tedio y aturdimiento. Pereza y vagabundería. No obstante, el ocio va más allá del binomio trabajo-descanso, pues también podría entenderse desde el contraste entre aburrimiento y diversión; y, de esa forma, comprender al ocio como aquello que nos aleja de lo que nos es indiferente, de lo trivial y de la anodinia. Y es que, si bien es cierto que el ocio no pretende una utilidad práctica, es el disfrute de la actividad misma lo que le brinda significado. El ocio promueve la satisfacción y el gozo del individuo, la capacidad creadora y la convivencia social. Según el filósofo alemán, J. Pieper, el ocio es aquello que “protege y salva lo verdaderamente humano”. Conviene subrayar que en los adultos mayores no existe una adecuada educación acerca del ocio, incluso cuando este representa un aspecto vital en esta etapa de la vida; donde el ser humano, como un ser social, tiene que adaptarse a vivir sin trabajo y buscar nuevos roles. Un nuevo estilo de vida. Porque si bien envejecer es un proceso natural de carácter universal, no es igual para todos. El adulto mayor jubilado enfrenta el reto de encontrar un nuevo orden en su vida, su manera de relacionarse e incluso en el concepto que tiene de sí mismo. Todo esto se ve reflejado en la forma en que los viejos viven el ocio. Para algunos adultos mayores, la jubilación puede significar liberación. El final de una etapa en que se ocupaba el tiempo para realizar actividades que requerían esfuerzo, sacrificio y responsabilidad, no siempre queridas por la persona. El fin del tiempo de trabajo y el inicio del tiempo libre. Sin embargo, para muchos otros jubilados, tener más tiempo libre no es un don, sino un problema que surge del aburrimiento y del no saber qué hacer. Los viejos que no han experimentado plenamente el ocio comienzan a aspirar a realizar cualquier actividad buscando “matar el tiempo”. Pero ya se mencionó anteriormente que el ocio es algo distinto. El ocio no sólo fomenta el hedonismo, sino también la realización personal. Se trata de ocupar el tiempo en algo que funja como medio para la expresión y el desarrollo en cada persona. Aquel que tiene claro su ocio y lo pone en práctica abandona el deseo de “matar el tiempo” y lo sustituye por el deseo de “vivirlo”. En los últimos años, se ha ido confirmando la teoría de que existe una relación directa entre la satisfacción de la vida en los adultos mayores y su actividad de ocio. Así mismo, es importante resaltar que cuando se enfoca al ocio como un ámbito positivo en el desarrollo humano, se hace notorio que este implica fundamentalmente acción. Desde como yo lo veo, el ocio no debería limitarse al descanso y al consumo, sino debería también responder a las necesidades de bienestar y crecimiento en los adultos mayores. Cuando las acciones que hacemos con nuestro tiempo libre tienen significado, nos enriquecemos como personas y obtenemos satisfacción. De la misma forma, diversos estudios han demostrado que es el ocio participativo y no el pasivo el que influye de forma positiva en el bienestar. Esta expresión activa del ocio se conoce como recreación. La recreación es una fuente de motivación. Más aún, las personas mayores con una participación más significativa en actividades recreativas tienen menor riesgo de enfermedad, una mayor apertura y capacidad se servicio, así como menos probabilidad de conflictos y mejor salud mental. Esta última cobra especial importancia al recordar vejez puede ser la época de mayor fragilidad afectiva en el ser humano y que la depresión es uno de los dos trastornos neuropsiquiátricos más comunes en ese grupo de edad. Aprender el papel del ocio en la vida resulta, entonces, esencial para vivir con plenitud. Y ya que el ocio depende de cada persona, las actividades que involucra el mismo pueden ser infinitas. En gran parte de ellas se ven involucradas las relaciones interpersonales y la sociabilidad, como “pasar tiempo con los seres queridos” o “charlar y tratar a los amigos”. Incluso las actividades individuales suponen una interacción social y a menudo contactos e intercambios con otros miembros de la comunidad. La influencia del ocio sobre la sociedad es positiva. Es por ello que resulta necesaria una forma de educar que promueva la recreación, así como el desarrollo de instancias y asociaciones que cambien la idea de que el hogar debe ser el único centro de la actividad de ocio y recreación de los adultos mayores. En la Ciudad de México, existen 144 Centros de Formación Integral para Personas Mayores, en los que se ofrecen actividades educativas, culturales, recreativas y deportivas; además de fomentar la participación de los adultos mayores mediante la creación de comedores comunitarios atendidos por ellos mismos. También se han implementado estancias diurnas, como una alternativa a los asilos, en los que los adultos mayores realizan actividades recreativas en compañía durante el día. Así mismo, existe desde 1986 el “Jardín del adulto mayor” en paseo de la reforma, donde sólo pueden ingresar personas mayores de 60 años. La UNAM ha implementado por varios años su curso para la formación de “Abuelos lectores”, en el que, tras enseñarles por cinco meses, los viejos son llamados para asistir a orfanatos, asilos u otras instituciones de ayuda social para hacer de cuentacuentos. Otra invitación a la recreación está en la Plaza de la Ciudadela, donde se organizan tardes de baile cada fin de semana, en la “Fuente del Son”. También existen clubes del INAPAM y 123 Escuelas para Adultos Mayores creadas por la Sedeso a través del Instituto para la Atención de los Adultos Mayores-IAAM. Pese a que las opciones existen, es clara la necesidad de educar a las personas mayores al respecto e integrarlas en actividades recreativas y de ocio. Finalmente, resulta importante resaltar la función del ocio en la calidad de vida. Kalish considera que la calidad de vida de los adultos mayores corresponde con “una manera de vivir socialmente deseable, con el mantenimiento de las actividades desarrolladas durante la mediana edad; el sentimiento de satisfacción respecto al estatus que se tiene; y el sentimiento de felicidad y satisfacción general de la vida de uno mismo”. Si la persona sustenta esto en el trabajo, sufrirá una crisis durante la jubilación. La práctica satisfactoria del ocio y la educación que se tenga al respecto, así, contribuirá a mejorar la calidad de vida de los adultos mayores. El ejercicio del ocio ayuda a los adultos mayores a redescubrir el mundo y el entorno de modo más pacífico, pues además de que encuentra diversión en las cosas, desarrolla la creatividad y el encuentro consigo mismo y con los otros. Referencias: Actividades Recreativas para Adultos Mayores en la CDMX. (2019, 16 abril). Dónde Ir. https://www.dondeir.com/ciudad/actividades-recreativas-para-adultos-mayores-encdmx/2017/07/ Alomoto, M., Calero, S., & Vaca, M. (2018). Intervención con actividad físico-recreativa para la ansiedad y la depresión en el adulto mayor. Revista Cubana de Investigaciones Biomédicas, 37(1), 47–56. http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S086403002018000100005 Casas, G. (todavía no publicado). La Salud Mental, El Tiempo, El Tiempo Libre, El Ocio, La Diversión y La Recreación. Trabajador Social del Hospital Nacional Psiquiátrico. Cuenca Cabeza, M. (2000). Ocio humanista (Vol. 16). Universidad de Deusto. Lazcano, M. (2018). Impacto de las actividades físicas y recreativas para disminuir la depresión en el adulto mayor. Educación y Salud Boletín Científico de Ciencias de la Salud del ICSa, 13(1), 82–85. https://doi.org/10.29057/icsa.v7i13.3470 Mencías, X., Ortega, D., Zuleta, C., & Morales, C. (2016). Mejoramiento del estado de ánimo del adulto mayor a través de actividades recreativas. EF Deportes, 212(1), 1–16. https://www.efdeportes.com/efd212/estado-de-animo-del-adulto-mayor.htm