EVOLUCIÓN DEL SISTEMA ELECTRICO. ANALISIS DEL CASO ESPAÑOL RESUMEN: La visión histórica que exponemos comienza con lo que se ha dado en llamar usos inaugurales de la electricidad y finaliza en la actual etapa caracterizada por la liberalización del sector eléctrico. La evolución del sector ha estado y está ligada a los avances técnicos que se producen. Asimismo, está condicionado por la regulación jurídica a la que lo someten las Administraciones. Se pueden observar unas características generales que se reproducen en la mayoría de los países, pero también ciertas peculiaridades en cada país. En este artículo se trata de dar una visión general de la evolución del sector eléctrico. Se realiza un análisis de su progresión desde un punto de vista cronológico, haciendo referencia a la evolución de la economía y de la tecnología. Además, se realiza un análisis comparativo entre lo que ha sucedido en España y otros países del mismo ámbito geográfico y cultural. Palabras clave: Energía, Historia empresarial, Industrialización, Empresas eléctricas, Desarrollo Económico THE ELECTRICITY SECTOR EVOLUTION. SPANISH CASE ANALISYS ABSTRACT: The historical vision starts with the inaugural uses of electricity and ends at the current stage characterized by the liberalization of the electricity sectorThe sector has been and is linked to the technical advances that occur. Also, it is conditioned by the legal regulations to which it subjected Administrations. We can observe some general characteristics that are played in most countries, but also certain peculiarities in each country. This article give an overview of the evolution of the electricity sector. An analysis of the progression of the electricity sector is made from a chronological point of view, referring the evolution of the economy and technology. Also, a comparative analysis of what has happened in Spain and other countries in our own geographical and cultural context is performed. Keywords: Energy, Business History, Industrialization, Electric Utilities, Economic Development JEL Classification: O13, N90, O14, L94, O10 1 Introducción Desde tiempos remotos, conforme evolucionaba su capacidad intelectual y con ello la tecnología disponible, el hombre ha tratado de utilizar fuentes de energía, entre otros motivos, para: Evitar tener que realizar tareas con su propio esfuerzo físico. Iluminar sus viviendas y poblados cuando no contaba con iluminación natural. Realizar transmisiones de datos de forma rápida o instantánea. Transportar mercancías y personas, al menor coste posible. La utilización de la electricidad, tras el correspondiente periodo de estudio teórico y la consiguiente experimentación en el laboratorio, se inicia con espectáculos que sirven para la diversión del público. Posteriormente, se trata de buscar un aprovechamiento práctico. Se pasa, de esta forma, de la época de los científicos a la época de los ingenieros. Durante las décadas finales del siglo XIX se “domestica” la electricidad, lo cual permite sustituir a la máquina de vapor que era difícil de adaptar para usos domésticos y comerciales. En este periodo inicial la electricidad tiene dos aplicaciones fundamentales (Aracil 2010, p. 329): Transmisión de información: telégrafo, teléfono y radiodifusión. Transformación de la energía eléctrica: alumbrado, motor eléctrico,... Durante “Primera Revolución Industrial”, movimiento surgido en Inglaterra a finales del siglo XVIII, se utilizaba el vapor y el carbón como fuente de energía. Este proceso provocó el cambio de paradigma de una sociedad agrícola a otra industrial, suscitando importantes transformaciones sociales, económicas y tecnológicas. Se establece una diferenciación con la “Segunda Revolución Industrial”, proceso en que se sustituyó al vapor y al carbón por la electricidad y el petróleo como fuente de energía en los procesos industriales; estas nuevas fuentes de energía permitieron, con el paso del tiempo, su utilización en la vida cotidiana de los ciudadanos y provocaron cambios sociales de transcendental importancia. La propia industria de generación y distribución de energía eléctrica adquiriría unas 2 proporciones espectaculares, convirtiéndose en algunos países en el sector de actividad industrial más destacado (Maluquer 1990, p. 121). La aparición de la electricidad, su uso comercial, y su utilización en las funciones que hemos mencionado, supuso un cambio social, ya que permitió el empleo de energía tanto para aplicaciones domésticas como industriales, tanto en el sector público como privado. La electricidad aportaba flexibilidad, transmisibilidad y divisibilidad frente a la energía que originaba la máquina de vapor. Flexibilidad, porque se puede transformar en luz, calor o fuerza motriz. Transmisibilidad, porque se puede transportar a través de cables a cualquier lugar. Divisibilidad, porque se puede adaptar fácilmente a las necesidades del usuario. Por el contrario, la máquina de vapor era difícilmente adaptable porque el movimiento se trasladaba mediante transmisiones rígidas y poleas (Sudría 2013). En distintos países Europeos se han realizado extensas Historias de la Electricidad que ocupan varios volúmenes; en Francia la titulada Histoire Générale de l’électricité in France1 y en Italia Storia dell’industria elettrica in Italia2. Cabe destacar también los estudios sobre los aspectos tecnológicos que han influido en la configuración del sector eléctrico realizados por Hughes (Hughes 1983) y Gianetti (Gianetti 1985). Sin ánimo de ser exhaustivos, en España sobresalen especialmente los trabajos de Isabel Bartolomé Rodríguez (Bartolomé 2007), Jordi Maluquer de Motes (Maluquer 1992), Francesca Antolín (Antolín 1988), Gregorio Núñez Romero-Balmes (Núñez Romero-Balmas 1995), Anna María Aubanell (Audabell 1992), Carles Sudría (Sudría 1990a) y Pere Palacín Farré (Palacín 2007). Asimismo, se han realizado múltiples trabajos sobre la electrificación por sectores y por áreas geográficas. Sin embargo, falta un estudio en el cual se pueda compendiar, de una forma clara y sencilla, las diferentes etapas históricas de la evolución del sector y, especialmente, falta un estudio profundo del sector tras la Segunda Guerra Mundial, en el mundo occidental, y especialmente, tras Guerra Civil en España. 1 Caron (1991), Morsel (1995), Morsel (1996). Se citan los tres volúmenes, correspondientes a los autores anteriormente citados, en la bibliografía. 2 Volumen 1 (Tomo I y II: Le origini. 1882-1914). Volumen 2 (Il potenziamento técnico e finanziario. 1914-1925). Volumen 3 (Espansione e oligopolio. 1926-1945). Volumen 4 (Dal dopoguerra alla nazionalizzazione. 1945-1962). Volumen 5 (Gli sviluppi dell´Enel. 1963-1990). Editorial Laterza. Se hace mención a diferentes capítulos de esta Historia a lo largo del artículo y en la bibliografía. 3 En esta investigación el objetivo, por tanto, ha sido realizar un recorrido histórico por el desarrollo del sector eléctrico, recorrido que se pretende realizar de forma cronológica, siguiendo el fluir natural de los diferentes avances que van surgiendo en este sector industrial, comenzando, como se ha indicado, por la puesta en funcionamiento de los primeros sistemas eléctricos y finalizando en la situación actual del sector. A lo largo del artículo se realizará un análisis de la evolución del sector en el mundo occidental, efectuando una comparación con el progreso del sector en España y tratando de explicar, de este modo, como se ha llegado al estado actual. Este artículo abordará, principalmente, el apartado de la generación y distribución de electricidad. Para mostrar el estudio, tras la presente introducción, se exponen los usos iniciales de la electricidad, para después hablar de la tendencia a la concentración de empresa, ligada a la necesidad de grandes cantidades de capital para realizar infraestructuras hidroeléctricas. A continuación, se realiza un breve relato de la intervención estatal en el sector, que en algunos casos llevó a su nacionalización, pasando a ser gestionado directamente por los Estados. Más tarde, se hará referencia al panorama actual del sector eléctrico, con especial alusión a su tendencia a la liberalización y a los problemas que plantea, haciendo mención además a las expectativas que abren las energías renovables y las Smart Grid. Durante la exposición de las diferentes etapas se hace referencia a los diversos modelos regulatorios que se han empleado. Finalmente, se indican las principales conclusiones que se extraen de la investigación realizada en este trabajo. Metodología de desarrollo de la perspectiva histórica de la evolución del sector eléctrico a nivel internacional. Para el análisis histórico del sector eléctrico se utilizará el método analítico-sintético, evaluando los hechos históricos desde diversas perspectivas (tecnológicas, económicas, jurídicas,…). 4 Con base en este análisis se tratará de sintetizar una explicación del desarrollo histórico del sector. Se combinará está metodología, tal como se ha señalado en la introducción, con la ordenación cronológica en diferentes etapas. Hasta la Segunda Guerra Mundial, en el desarrollo de la industria eléctrica, se pueden distinguir varias etapas. Estas transcurren desde los usos inaugurales de la electricidad hasta la construcción de las grandes centrales hidráulicas, incluyendo el comienzo de la integración de mercado, con el tendido de redes de transporte de carácter regional (Segreto 1992 y 1993; Barquín 2004). Tras la Segunda Guerra Mundial, se pueden diferenciar, básicamente, dos fases: En primer lugar, intervención del Estado en el sector. En algunos casos, se procedió a la nacionalización del sector. Posteriormente, liberalización del sector. Se produce un movimiento de sentido contrario al de la primera etapa, con una tendencia significativa a la privatización. En los siguientes apartados se trata de hacer una descripción justificada de las fases, con el fin de comprender el panorama actual. Primeros pasos del sector eléctricos (1880-1914) Tras el inicio del uso comercial de la electricidad, las aplicaciones prácticas de la misma no pararon de crecer y extenderse. Sin embargo, podían distinguirse básicamente los siguientes usos: alumbrado, fuerza motriz (aplicando el motor eléctrico tanto en la industria como en la tracción en los medios de transporte), tracción y la química (en hornos eléctricos y en la electrolisis) (Audabell 1992 p. 148, Sudría 2013).. Evidentemente todas estas aplicaciones no surgieron al mismo tiempo. En los países occidentales, en el nacimiento del sector eléctrico, se observan una serie de rasgos globales comunes, ligados a la difusión de la tecnología. Fueron Estados Unidos, Alemania e Inglaterra los países que maduraron la tecnología para la electrificación y la comercializaron. A continuación, extendieron su uso a otros países mediante la financiación de proyectos en los mismos, haciendo de la 5 electrificación un proceso global en el mundo occidental (Hughes 1983). A pesar de esos rasgos globales comunes, se aprecian divergencias cuantitativas y cualitativas en los ritmos de desarrollo de la electrificación en los diferentes países. Esas diferencias vienen marcadas por la tecnología utilizada y por los recursos naturales disponibles, que pueden utilizarse como fuente primaria para obtener electricidad; estas cuestiones, afectan a la rentabilidad de los sistemas (Habbakuk 1969; Chandler 1972; Wrigley 1990). Cronológicamente, España siguió la evolución general de los países occidentales, aunque la intensidad de su desarrollo no fuera comparable (Cayón 2001, p. 119). a) Primeros modelos de generación eléctrica En estos comienzos, en relación con la tecnología utilizada, se produce lo que se ha dado en llamar la “guerra de sistemas” o “guerra de corrientes”. Tesla, aliado de Westinghouse, y Edison, representante de General Electric, se enzarzaron en disputas en defensa del empleo de la corriente alterna y continúa. Edison había construido la primera central eléctrica comercial en Pearl Street, Nueva York, en 1882, decantándose por la utilización de corriente continua3. En 1893, los responsables de la Feria Mundial de Chicago encargaron a la Westinghouse la iluminación de dicho evento; el coste de la iluminación era muy inferior al manejado en su proyecto por la General Electric de Edison. La corriente continua, que pretendía utilizar Edison presentaba una serie de inconvenientes, tales como la relación proporcional entre el aumento de la intensidad y el grosor de los conductores, la gran cantidad de energía que disipaba en forma de calor, así como por los problemas para realizar transporte a larga distancia4. 3 En 1881 se constituye la Sociedad Española de Electricidad en Barcelona; la empresa se encontrará con importantes trabas del ayuntamiento para realizar las tareas de tendido de cables y poner en marcha el suministro de electricidad (Véase Maluquer). Anteriores referencias sobre experimentos, pero sin implicación comercial, se relatan en periódicos y gacetas, como por ejemplo la iluminación del Claustro de la Universidad de Santiago y de la plaza del Obradoiro en 1851 y 1852 (Véase Carmona). 4 El problema del transporte a largas distancias de la energía eléctrica se presentó en un principio tanto para la corriente continua como para la alterna; posteriormente se descubrió que cuanto mayor era la tensión, menos perdidas se producían. Con la aparición del transformador permitió a la corriente alterna cobrar ventaja sobre la continua, ya que en tipo de corriente no existía la tecnología para realizar los cambios de tensión. Paradójicamente, en la actualidad, debido al desarrollo de la electrónica y de los convertidos las redes de transporte de larga distancia están utilizando la corriente continua. 6 Más tarde, Westinghouse recibió el encargo de la construcción de la planta hidroeléctrica de las cataratas Niágara, cuyo modelo (modelo Niágara) se tomó como referencia para la producción de energía hidroeléctrica y, de esta forma, la utilización de la corriente alterna se implantó como tecnología preponderante (Alayo y Sánchez 2011). La electricidad es una fuente de energía secundaria. Para obtenerla con fines comerciales ha de generarse utilizando otra fuente de energía primaria, como la fuerza del agua, los combustibles fósiles, las energías renovables (viento, sol,…) o la descomposición del átomo. Hay que tener en cuenta que hasta la construcción de la primera central nuclear, la electricidad se obtenía fundamentalmente utilizando el carbón o el agua. En esta etapa inicial, en los países pioneros que disponían de la tecnología necesaria, se puede distinguir, dependiendo de la abundancia de cursos fluviales aprovechable o grandes explotaciones carboníferas, entre dos modelos diferenciados de electrificación: el térmico y el hidráulico (Hughes 1983; Gianetti 1985 y 1992; Bartolomé 2005): El modelo hidráulico se implantó en los países nórdicos (Suecia, Noruega y Finlandia), Italia y Suiza. Estos países emplearon la fuerza del agua de los ríos como fuente para producir electricidad. La orografía de estas naciones, con ríos caudalosos, cauces con gran desnivel y caudal regular, permitió la obtención hidráulica de electricidad para usos industriales intensivos (electro-siderurgia y electroquímica). Se ha calificado su electrificación como de desarrollo precoz, consumos intensivos y con redes eléctricas poco integradas. La integración de los sistemas de suministro resultó escasa y tardía, salvo en el caso sueco y suizo; en Suiza la integración fue fomentada por la propia Administración. La poca disponibilidad de carbón hizo que los gobiernos de estos países tratasen de evitar su dependencia de carbón importado del exterior, y se volcasen en la producción hidráulica. La energía eléctrica (hulla blanca) era vista como el instrumento para implementar una nueva política energética, y eliminar la dependencia del carbón. Por ello, el cambio de modelo energético en estos países no está exento de connotaciones nacionalistas, basados en la búsqueda de la independencia energética (Segreto 1992, p. 705). 7 En la mayoría de estos países los rendimientos de los sistemas eran elevados y constituían islotes autosuficientes, con grandes infraestructuras de generación (Giannetti 1993). En un principio estas explotaciones, tenían un carácter aislado, aplicando la energía eléctrica exclusivamente a su utilización por las fábricas situadas en sus proximidades. Su explotación se circunscribía únicamente a esa zona geográfica, sin constituir redes que permitieran la comercialización de la electricidad en otras zonas geográficas (Giannetti 1991, pp. 354 y ss.; Thue 1992). En los países hidroeléctricos europeos se construyeron centrales hidráulicas para suministrar energía a la industria electrolítica y electrotérmica. Este tipo de industrias realizaban un consumo intensivo de electricidad y, como se mencionado anteriormente, se situaron en aquellas zonas geográficas más propicias para buenos aprovechamiento hidráulico, en localizaciones alpinas (Italia y Suiza) y escandinavas (Noruega, Suecia y, más tarde Finlandia) (Segreto 1992 y 1993b). Esta actividad contribuyó a fortalecer un sector exportador, a la vez que favorecieron la construcción de centrales hidroeléctricas, el desarrollo de algunas redes de interconexión eléctrica y la disponibilidad de energía barata. La aplicación de la electricidad y su utilización en algunos procedimientos químicos, posibilitó el desarrollo de estos sectores industriales claves para lo que se ha dado en llamar Segunda Revolución Industrial (Devine 1990). El modelo térmico se empleó en Alemania, Estados Unidos y Gran Bretaña, naciones que disponían de importantes recursos carboníferos, los cuales se utilizaron como fuente para obtener electricidad, quemando dicho carbón en centrales térmicas para generar electricidad. Se describe este modelo como de electrificación más lenta, menos intensivas en consumos y con mayor tendencia a la integración. La disponibilidad de carbón hizo que se postergase la electrificación, por ello se dice que son sistemas eléctricos de despertar tardío. La gran disponibilidad de combustibles sólidos a precio reducido en Alemania e Inglaterra, unida a una reducida riqueza hidrográfica, hizo que la producción eléctrica fuera básicamente de carácter termoeléctrico (Gianetti 1985; Hughes 1987). Mientras que los sistemas térmicos se construyeron en torno a grandes núcleos de generación y crecían abruptamente, los sistemas hidrodependientes aprovecharon recursos acuíferos dispersos y de 8 diverso tamaño y crecían de forma progresiva (Turvey, 1971). Antes de 1945, la inversión en construcción de redes de transporte se presentaba como alternativa a la construcción de grandes centrales de generación hidráulica. Esto habría llevado a optar por una u otra infraestructura, es decir, se debía elegir entre montar redes o construir presas. Donde se optó por subvencionar la construcción de presas, como en Italia y en algunas etapas en España, se dejó de lado la construcción de redes. En los países térmicos, por el contrario, se habría agilizado la construcción de esas redes (Ottolino, 1993). En Alemania, antes de la Primera Guerra Mundial, la producción hidroeléctrica se concentraba en la Baviera subalpina y en la Selva Negra (Ott 1987). En Inglaterra se situaba en la zona de los Highlands escoceses. En ambos casos eran regiones apartadas de los grandes centros industriales (Mortara 1934, pp.204 y ss.). En el caso de Suiza, Noruega o Italia la alternativa entre termoelectricidad e hidroelectricidad, si en algún momento llegó a plantearse, se vio rápidamente superada por la opción de utilización de la fuerza del agua. Suiza poseía una larga tradición de empleo de la fuerza hidráulica para usos industriales, lo que le sirvió para su transformación en industria electromecánica. La orografía suiza y la conciencia de que, para la independencia económica, no se debía depender de las importaciones de carbón, mineral escaso en el territorio helvético, impulsó la electrificación del país (Segreto 1992). En Noruega, se presenta un sistema dual a nivel productivo. Por una parte, las Administraciones Locales se implicaron en la producción y distribución de electricidad, tanto para uso público como privado. Por otra parte, se potenció la inversión, tanto nacional como extranjera, en la industria electroquímica y electrometalúrgica, con una legislación que permitía incluso la propiedad privada de ríos y lagos. Hubo un predominio de las redes locales y de la autogeneración (Thue 1992). A pesar de encasillar a España dentro del modelo de desarrollo hidráulico, existen notables diferencias con el patrón anteriormente mencionado (precocidad, uso intensivo e industrial). El caso español se caracteriza por su lento desarrollo y su escaso uso intensivo, utilizándose básicamente la electricidad generada para iluminación. La utilización de la electricidad para estos fines se vio favorecida por la poca extensión de la red de iluminación por gas, y el retraso del proceso urbanizador en España; 9 la poca extensión de la red de iluminación por gas supuso una débil competencia para la electricidad en el ámbito urbano (Antolín 1991). La falta de carbones baratos y aprovechamientos hidráulicos adecuados para su explotación obstaculizaron, en buena medida, la implantación de industrias que utilizaban procesos electrolíticos y electrotérmicos. La carencia de una industria que necesitase de un consumo eléctrico intensivo puede justificar el comienzo tardío de la electrificación, y el bajo rendimiento del sistema suministrador; incluso cuando se contó con energía barata, tras la puesta en funcionamiento de los Saltos del Duero (Nadal 1993). b) Primeros modelos de mercado eléctrico La inversión en infraestructuras eléctricas municipales atrajo gran cantidad de capital a partir de los años finales del siglo XIX. Compañías norteamericanas, británicas, suizas y sobre todo alemanas fabricaban los equipos eléctricos, pero también se introdujeron en el mercado de la generación (Sudría 2013). Algunas empresas europeas observando que sus mercados nacionales eran demasiados pequeños, extendieron sus negocios fuera de sus fronteras. Se constituyeron de esta forma numerosas empresas pequeñas, que generalmente eran de propiedad privada o municipal5. Inicialmente, la principal aplicación de la energía eléctrica fue la iluminación pública utilizando lámparas de incandescencia; se sustituyó, de esta forma, a la iluminación con gas. Una excepción es el caso de los mencionados países nórdicos, Suiza e norte de Italia en las que la aplicación más extendida fue la industria con consumos intensivos (electro-siderurgia y electro-química). Los usos también se extendieron al sector del transporte en las ciudades. En 1879 se presentó en Berlín el primer tranvía eléctrico y 1890 en Londres la primera línea de metro6. Se sustituía de esta forma la tracción animal en el transporte. 5 Una excepción en el mundo occidental fue la constitución en Irlanda, tras la proclamación su independencia, de una empresa nacional (Electricity Supply Board). 6 La electrificación de los ferrocarriles de larga distancia no se produciría hasta finalizada la Segunda Guerra Mundial. 10 La expansión de la utilización del motor eléctrico permitiría su utilización en la industria (talleres y fábricas) sustituyendo a la máquina del vapor. Una cuestión a tener en cuenta es que la propia industria eléctrica se convirtió en la mayoría de los países occidentales en un sector industrial fundamental, y sobresaliente en cuanto a la cuantía de las inversiones que recibía. No solo recibían inversiones los grandes proyectos de generación, sino la industria complementaria (fábricas de cables, bombillas, motores, generadores, contadores y demás instrumental eléctrico). En este período, en el mundo occidental, salvo en las mencionadas zonas de predominio hidroeléctrico, la mayoría de las instalaciones generaban corriente continua. No existía un sistema estandarizado y cada compañía utilizaba las variantes tecnológicas (los diversos tipos de corriente, diferentes voltajes y frecuencias,…) que estimaba más oportunas. El patrón más extendido era la generación de origen térmico, que utilizaba el vapor obtenido quemando carbón o gas del alumbrado7. Las instalaciones, de reducido tamaño, se localizaban próximas al lugar donde se pretendía realizar la distribución. Las redes de distribución tenían, por tanto, un carácter local y, generalmente, circunscritas al ámbito urbano. En muchas ocasiones, teatros y edificios industriales montaban sus propias instalaciones de generación y comercializaban el excedente que no utilizaban8. En España, la utilización de la electricidad estuvo asociada al desarrollo del alumbrado público, aunque posteriormente, y de forma gradual, se extendió su uso para iluminación privada. En 1905 se contabilizaban 792 “fábricas de electricidad”, pequeñas centrales térmicas, por lo general, ubicadas en el interior del casco urbano, que funcionaban utilizando como fuente de energía primaria el carbón o gas 7 En esta etapa el rendimiento de la generación térmica era mucho menor que la hidráulica. La térmica utilizaba básicamente la máquina de vapor; la fuerza del vapor empujaba un pistón cuyo movimiento se transmitía a un generador, comúnmente una dinamo; su rendimiento no aumentaría hasta el descubrimiento del ciclo de Rankine. En la hidráulica la fuerza del agua movía una turbina que se transmitía su movimiento directamente a un generador 8 No había un tipo de corriente estandarizado. Cada compañía utilizaba la tecnología que consideraba más óptima y accesible Los primeros sistemas de distribución de electricidad utilizaban corriente continua suministrada por una o dos dinamos según se utilizaran dos o tres conductores. Algunas compañías utilizaban corriente alterna, que permitía suministrar electricidad a un área de situada a mayor distancia del lugar de generación. En Madrid se presenta el curioso caso de la compañía conocida como la Inglesa, que, a diferencia de todas las empresas que comercializaban y distribuían electricidad, utilizaba corriente alterna monofásica; la ventaja inicial de poder distribuir electricidad a larga distancia se tornó en inconveniente cuando se trataba de captar clientes de otras compañía que utilizaban corriente continua; estos clientes no estaban dispuestos a cambiar sus instalaciones preparadas para utilizar corriente continua (Audabell). 11 de alumbrado (Núñez Romero-Balmas 1995, p 42). Se establecían, sobre todo en las pequeñas poblaciones con mercados de pequeñas dimensiones, monopolios de distribución en sus zonas de influencia. Estas circunstancias llevan a caracterizar las plantas de generación eléctrica de esta época como empresas de pequeñas dimensiones, dispersas y ubicadas, en la mayoría de los casos, en los entornos urbanos a los cuales suministraban electricidad. En las grandes ciudades, estas centrales se construyeron con la participación de filiales de empresas extranjeras, alemanas sobre todo (AEG, Siemens,..), que aportaban la financiación y los equipos técnicos. Las grandes ciudades resultaban atractivas al inversor porque podían suponer una importante fuente de negocio e ingresos (Bartolomé 2011, p. 22)9. En definitiva, esta etapa de inicios y poca madurez del sector se caracteriza por la descentralización y fragmentación de la producción. Solo en aquellas regiones, como el País Vasco o Galicia, con tradición de empleo de energía hidráulica para labores industriales (batanes, molinos,…), se desarrolló en esta etapa la hidroelectricidad (Bartolomé 2007, p. 51). Tras la guerra de 1898 y la pérdida de las últimas colonias, surgió un movimiento regenerador de la vida política y económica del país, que puso énfasis en la necesidad de transformar y modernizar España. Pero no fue hasta después de finalizar la Primera Guerra Mundial, tras la derrota alemana, cuando el capital de origen español se implicó en inversión en empresas eléctricas, hidroeléctricas sobre todo, sustituyendo a los grandes grupos extranjeros (Sudría 1990b). En cuanto a la financiación de las inversiones en el sector, a partir de 1880, los países de la periferia europea y de población reciente del mundo occidental, recibieron las inversiones de los países pioneros de la industria eléctrica. Los fabricantes de material electrotécnicos, con apoyo de la banca de inversión internacional, se posicionaron en otros países vendiendo, o fabricando los productos que habían patentado, y entrando en la industria de generación eléctrica directamente o a través de filiales. Se creaba, de esta forma, una industria dependiente de la casa matriz (Hausman, et al 2008, pp. 85 y 94). 12 A finales de década de los 90 del siglo XIX, los países de la periferia europea, como Portugal, España o Rusia, con escasa o nula capacidad tecnológica en el campo de la electrotécnica, recibieron las inversiones extranjeras, sobre todo alemanas (Nelles 2003). En cualquier caso, en España la inversión extranjera nunca llegó a superar el tercio de la inversión total en el sector y progresivamente fue cediendo paso a la inversión local. A diferencia de lo que había sucedido en el sector ferroviario y en la minería, en la electrificación española, el capital patrio fue preponderante (Bartolomé 2013, p. 11). Se tiene que destacar otro episodio de inversión extranjera, la constitución en 1911en Canadá de la Barcelona Traction, Light and Power Company, limited (conocida popularmente como la Canadiense) por el ingeniero norteamericano F. S. Pearson. Esta empresa creó en Barcelona, ese mismo año, Riegos y Fuerzas del Ebro. En años sucesivos, adquiriría gran número de empresas circunscritas al ámbito geográfico catalán Con el paso del tiempo acabaría unificando el mercado eléctrico catalán (Bartolomé 2011, pp. 25 y ss.). c) Marco regulatorio en la etapa de despegue del sector eléctrico El sector eléctrico no es ajeno a las corrientes del pensamiento económico, político, jurídico y al grado de madurez que presenta la tecnología que le sirve de soporte. En esta etapa, no se sometió al sector eléctrico a una intervención estatal, las normas generalmente tenían un carácter municipal. El sector se desarrolló, generalmente, en el ámbito del sector de la empresa privada. La iniciativa fue fundamentalmente privada y la gestión libre de monopolios (libertad para la creación de empresas, para la contratación del servicio y para la fijación de precios) ya que el Estatuto Municipal de 1877 prohibía la concesión de monopolios. Fundamentalmente se trataba de permisos concedidos por los Municipios para el tendido de las líneas de distribución y para la construcción de las plantas generadoras. En la mayoría de los casos, cuando existían varias compañías de suministro, caso de Madrid, cada compañía tendía su propio cableado. El sector eléctrico en esta etapa está solamente sometido a 13 reglamentación de “policía”, con la que las autoridades administrativas únicamente vigilan la existencia de unos requisitos mínimos de seguridad y calidad del suministro (Aubanell (1992), pp.144 y ss.). Crecimiento del sector. Consolidación de la generación hidráulica e integración de mercados (1914-1945). Una segunda etapa, de claro predominio hidroeléctrico, se generalizó a partir de la Primera Guerra Mundial. Asimismo, el sector comenzó a sobrepasar la esfera urbana y a crear redes de carácter regional; se tendieron redes de transporte eléctrico de larga distancia y se ampliaron las redes de distribución. El carbón y el gas alcanzaron durante la guerra precios demasiado elevados, lo que hizo rentable su sustitución por la hidroelectricidad, tipo de generación que permitía ofrecer precios más competitivos a los consumidores (Carreras 1983). Surgen en este sentido discrepancia en el alcance de la electrificación española. Se considera por algunos autores que España, antes de la Guerra Civil, había alcanzado el nivel de electrificación de los países más desarrollados de su entorno, gracias a la generación masiva de energía eléctrica de origen hidráulica (Sudría, 1990a). Otros autores, consideran que la electrificación fue lenta, si se establecen comparaciones con Estados Unidos (Antolín 1988). a) Modelo de generación hidráulico Desde aproximadamente 1905, el impulso electrificador cobra fuerza, debido a la utilización de la corriente alterna y del transformador. Estos dos avances técnicos permitieron llevar electricidad a las ciudades desde las lejanas centrales hidroeléctricas. Permitieron, en definitiva, realizar el transporte de esta energía a largas distancias, y a gran escala. Esta disponibilidad de electricidad favoreció su utilización en la industria manufacturera y la sustitución de la máquina de vapor y, por tanto, la sustitución del carbón como fuente de energía. De esta forma, se pudo proporcionar gran cantidad de energía, a un precio más barato, para su uso por los habitantes y las fábricas de los grandes núcleos 14 urbanos. Las centrales generadores ya no tenían que estar en la propia ciudad (Bartolomé 2007, pp. 75 y ss.). El paso de la electricidad de origen térmico a la electricidad de origen hidráulico se produjo entre 1910 y 1920, y este modelo se prolongaría hasta la década de los sesenta del siglo XX, década en que se pudieron utilizar otros tipos de energía primarias para la generación (nuclear y nuevas formas de generación de origen térmica) (Sudría, 1987). A principios del siglo XX, las explotaciones hidráulicas se caracterizaban por utilizar presas de poca altura, debido a que aún no se habían desarrollado los materiales, ni el cálculo de estructuras adecuados para realizar construcciones mayores. Esto hacía necesaria la construcción de largos canales o tuberías con elevados desniveles, para que el agua dispusiera de la energía necesaria para mover las paletas de las turbinas. Habría que distinguir tres elementos en este modelo: el embalse, los canales y la central. Este modelo permitía aprovechar la fuerza que almacena el agua en su caída para mover las turbinas (Chapa 2001). En el primer tercio del siglo XX, aparecieron nuevos materiales y se desarrollaron nuevos diseños de ingeniería que permitieron hacer presas de mayor altura y con más capacidad de almacenaje, lo que permitió situar las turbinas y las centrales eléctricas al pie de la propia presa, sin que fuese necesario utilizar la anterior técnica de los canales de derivación. La posibilidad de construir presas con capacidad para almacenar grandes masas de agua, permitió que el propio empuje provocado por la presión del agua almacenada al salir por un orificio, impulse el movimiento de las turbinas. El patrón a seguir para la generación hidráulica era el “modelo Niagara”. La central que se construyó allí, y que empezó a funcionar en 1896, fue una síntesis de los avances que en el campo de la electricidad se produjeron en América y Europa, y sirvió de modelo para posteriores procesos electrificadores. Contaba con 10 turbinas, que fueron montadas gradualmente. En principio, esta central hidroeléctrica alimentó a la cercana industria de Pittsburg. Posteriormente, se construyó una línea trifásica que suministró electricidad a la ciudad de Búfalo (Belsfield 1981). 15 Entre 1907 y 1913, en España, las grandes ciudades españolas comenzaron a recibir el suministro eléctrico de las centrales hidráulicas situadas a centenares de kilómetros. Se empezaron a construir grandes centrales hidráulicas y se tendieron redes de transporte de electricidad más extensas de carácter interregional. De esta forma, se ponía en contacto una amplia oferta, proporcionada por las nuevas centrales, y la demanda, situada en los grandes núcleos urbanos. Esta nueva oferta proporcionaba energía a unos costes menores (Chapa 2001). El mercado eléctrico español, uno de los grandes hitos de este avance hacia la electrificación fue la construcción en la frontera hispano portuguesa de los llamados “Saltos del Duero” o “Sistema Duero”, con capacidad para producir un tercio del total de la electricidad que circulaba por las redes españolas en 1933 (Díaz Morlán 1998). b) Necesidad de inversión y creación de oligopolios La producción eléctrica pasó a necesitar grandes inversiones para la construcción de presas y redes de transporte y fue necesario acudir a la solicitud de grandes préstamos o, simplemente, los grandes bancos entraron directamente en la constitución de sociedades para la explotación comercial de la electricidad (Chapa 2001). Se constituyeron grandes oligopolios que engulleron o hicieron desaparecer a las pequeñas compañías en aquellas zonas que tenían un mayor interés comercial. Se produce una nueva oleada de inversión extranjera en los países periféricos, a partir de la segunda mitad de la década de los veinte del siglo XX, debido a la necesidad de disponer de enormes recursos financieros para la construcción de presas hidráulicas y redes de transporte. Tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, los Estados Unidos lideraron está financiación a través de una red de estructuras corporativas internacionales (Hausman et al 2008, p. 175 y ss.). En la electrificación española, jugo un papel destacado la financiación de la banca vasca, especialmente el Banco de Vizcaya. A principios del siglo XX la banca vasca reinvirtió los beneficios obtenidos del desarrollo industrial previo y de la repatriación de patrimonios americanos. El banco de 16 Vizcaya tuvo un protagonismo destacado; estuvo presente, directa o indirectamente, en la financiación del conjunto de las Hidroeléctricas (Ibérica, Española y Viesgo) (Valdaliso 2006). Tampoco se puede olvidar la participación de otros bancos como el Urquijo, el Central o el Hispano-Colonial. La expansión de la hidroelectricidad es protagonizada por empresas de nuevo cuño, pero seguían perviviendo, sobre todo en Castilla, Extremadura y Andalucía, centrales aisladas que realizaban un papel relevante en el suministro de mercados que estaban al margen de los intereses de las grandes compañías (Garrués 2006). En 1925 los consumos urbanos seguían suponiendo el 30% de la demanda del consumo total, lo que es muestra de la pervivencia de consumos tradicionales, pero no se puede olvidar que desde 1916 el consumo industrial había comenzado a encabezar los consumos eléctricos, suponiendo en 1925 el 50% del consumo (Bartolomé 2007, p. 75). c) Marco regulatorio en la etapa de consolidación de la generación hidráulica En esta etapa se pasa a considerar el suministro de electricidad como servicio público. Dada la importancia que va adquiriendo el sector y la necesidad de garantizar dicho servicio a los ciudadanos, la intervención estatal se fue haciendo mayor y se comenzó a considerar el suministro eléctrico como un servicio público. Se impone la obligación de suministro, el control de los beneficios de las empresas y, con ello, la regulación del control de los precios que las compañías pueden cobrar a los abonados (Ariño 1998). En el caso de España, esta declaración de servicio público se establece en el Real Decreto de 19 de abril de 192410. Por otra parte, dada la importancia que adquirió la generación hidráulica, se procedió a regular el régimen de aprovechamiento del agua de los ríos, para favorecer a las grandes empresas eléctricas. En 10 R.D. de 12 de abril de 1924 sobre suministros de electricidad, agua y gas 17 el caso de España se aprobó el decreto de 1927, que permitía unificar concesiones de explotación y se extendió el periodo de concesiones11. También se favoreció la importación de maquinaria y material necesaria para el crecimiento del sector eléctrico12. Intervencionismo y nacionalización del Estado en el Sector eléctrico (1945-1980) a) Antecedentes En la década de los treinta del siglo XX, tras la crisis económica de 1929, se difunden las teorías económicas keynesianas, y la intervención del Estado en la economía alcanza un destacado papel. Se ponen en marcha programas de obras públicas. El sector eléctrico no fue ajeno a estos programas. En Estados Unidos, el programa del New Deal del presidente norteamericano Roosevelt incluía la realización de obras públicas hidráulicas, tales como las del programa de la Autoridad del Valle del Tennessee (Nye 1990, pp. 287 y ss.). Durante la Gran Depresión, las sociedades europeas que se habían empeñado en grandes inversiones en obras hidráulicas en el decenio anterior, comenzaron a encontrar dificultades para colocar la energía sobrante de las nuevas instalaciones. Esta circunstancia se agudizó a consecuencia de la crisis. Tanto en Francia, como en Inglaterra y Alemania, se propusieron políticas incentivadoras de los usos domésticos. Se producen, en este momento un mayor intervencionismo del Estado en los servicios públicos y las primeras discusiones sobre la nacionalización del gas, la electricidad y los transportes (Segreto 1993a, p. 387). 11 12 R.D.-Ley de 7 de enero de 1927 Ley de Protección de las industrias nacionales de 2 de marzo de 1917 18 Por otra parte, aparece en escena una nueva potencia a nivel mundial, la URSS, el primer estado en implantar un modelo comunista, con un programa de industrialización acelerada, en el cual la electrificación ocupaba un papel preponderante (Zaleski 1971, pp 36 y ss.). Tras la Segunda Guerra Mundial, y la derrota del fascismo, se abrió una nueva etapa en las democracias occidentales. Surgieron, sobre todo en Europa, nuevas políticas que dieron lugar a lo que se ha dado en llamar Estado de Bienestar. El Estado pasa a garantizar a los ciudadanos una serie de servicios (educación, sanidad,..). b) Intervención del Estado en el sector eléctrico Tras la Segunda Guerra Mundial y los destrozos causados por el conflicto bélico surge un nuevo panorama que afecta, como no podía ser de otra forma, al sector eléctrico. Debido a la escasez de fuentes de energía de origen primaria, sobre todo carbón, la cuestión energética se convierte en crucial. Una primera forma de intervención se centra en la construcción de interconexiones de las redes a nivel nacional, integrándose mercados más extensos que los de origen local o regional. Era necesario fomentar la coordinación de redes a nivel nacional. También se intensifica la electrificación rural y los usos domésticos de la electricidad, con la generalización del uso de los electrodomésticos. Además, se electrifica el transporte por ferrocarril13. De una parte, se extiende la consideración de la electricidad como un servicio público y se implanta a nivel económico una política de control sobre las tarifas. Se presenta, en esta etapa, una lucha entre la tendencia neoliberal, enmarcada en la concentración de las empresas en grandes grupos eléctricos, y la opción que defiende la intervención del Estado en la economía, en general, y en el sector eléctrico, en particular (Segreto 1993ª, p.385). 13 Anteriormente se había electrificado el transporte urbano, tranvía y metro. 19 España se ve afectada por los efectos de su Guerra Civil y, al igual que en Europa, los efectos de la guerra provocaron que se tuvieran que reponer equipos y reparar instalaciones. En el caso español, el déficit de generación provocó que hasta aproximadamente 1957 se impusieran restricciones al consumo, cortes de suministro eléctrico. La primera etapa del franquismo, de carácter autárquico, impidió que se pudieran comprar equipos y repuestos en el exterior (Bartolomé y Lanciotti (2011) pag 6). Durante los primeros años de la postguerra, la escasez de hidrocarburos y estricta regulación del sector del carbón convirtieron a la electricidad en la energía que más creció en consumo (entre 1940 y 1943 se duplicó el consumo de electricidad en relación con el quinquenio anterior al comienzo de la Guerra Civil) (Sudría 1987 y 1997). Esta circunstancia incentivó que las grandes empresas eléctricas trataran de poner en servicio los recursos hidráulicos que todavía no se habían explotado, pese a las mencionadas dificultades (Carmona 1999). Se producen en Europa y en América una marcada intervención del Estado en el sector eléctrico en diferentes grados y formas. El sector tenía la consideración de monopolio natural con regulación pública. Las actividades que realizaba se desarrollaban en torno a una red y se consideran que se organizan mejor constituyendo un monopolio, que evitará duplicidades, ya que instalar varias redes multiplicaba el coste (Garfield y Lovejoy 1964; Crew y Kleindorfer 1986). Países como Francia con Electricité de France (EdF), creada en 1946, Gran Bretaña con Central Electicity Generation Board (CEGB) creada en 1947, Italiacon Ente Nazionale per l´Energia Electica (ENEL) constituida en 1962 o Portugal con Electricidade de Portugal (EdP), formada en 1976, nacionalizaron su sector eléctrico (Palacín 2006). Aparecen, en estos y otros muchos países, monopolios nacionales con empresa única, que puede tener titularidad pública o privada y que realizan una planificación centralizada, efectuando la explotación única del sistema y realizando la fijación de las tarifas. En los países en los que no se llevó a cabo la nacionalización del sector, caso de la Alemania, Estados Unidos o España, la industria eléctrica se convirtió en una de las industrias más reguladas por el Estado. 20 El caso español tiene similitud con el caso estadounidense. El sistema se caracteriza por la existencia de múltiples empresas privadas, integradas verticalmente, que tienen obligación de suministrar electricidad a una determinada zona (Breyer 1974). Por otra parte, en España durante la dictadura del general Franco se subvencionó la construcción de embalses y se regularon las tarifas eléctricas. Incluso el Estado llegó a entrar en el campo de la generación eléctrica, en este caso de origen térmico, a través de la creación de Endesa, empresa adscrita al Instituto Nacional de Industria (INI), pero no se llegó a constituir ningún monopolio estatal (Gómez Mendoza 2007). Se podría decir que las empresas eléctricas se autorregulaban tras la fundación de UNESA (Unidad Eléctrica, S.A.) en 1944; esta asociación fue creada por 18 empresas eléctricas españolas para la gestión unificada y autónoma de la red (Pueyo 2007). Asimismo, el Estado español intervino para que las empresas que continuaban en manos extranjeras (caso de la Sevillana y la Canadiense14) pasaran a ser controladas por capital nacional. c) Aparición de nuevas fuentes primarias de energía Esta etapa se caracteriza por la aparición de nuevas fuentes primarias para la producción de energía eléctrica, entre las que cabe destacar la energía nuclear. Esta energía, que inicialmente se empleó para fines militares, comenzó a utilizarse para la producción de energía eléctrica, no sin la polémica derivada de los riesgos de su aplicación. En Inglaterra y Estados Unidos se hicieron las primeras aproximaciones para la aplicación de la energía nuclear para usos civiles. En el país norteamericano, la amplia disponibilidad de combustible hizo que, en un principio, no hubiera excesivo interés en el uso civil de la energía nuclear, pero se trató de desarrollar la tecnología para su aplicación en la propulsión de barcos y submarinos. Así se desarrolló la tecnología del reactor que utilizaba agua caliente o presurizada. En Inglaterra desarrollaron el sistema Magnox, que empleaba uranio junto con un moderador de grafito 14 La Canadiense pasó a manos del grupo March, grupo que había financiado el levantamiento franquista durante la Guerra Civil. Esta expropiación dio lugar a un largo proceso judicial conocido como caso Barcelona Traction, ampliamente analizado en los estudios de Derecho Internacional. 21 refrigerado por CO2; de este tipo fue el primer reactor nuclear de uso comercial, puesto a funcionar en 1956 en Calder Hall. Año y medio más tarde comenzó a funcionar la primera central nuclear americana en Shippingport (Vasta 1994, p. 371) . En España, la primera central nuclear fue inaugurada el 12 de diciembre de 1968; se trata de la central José Cabrera (conocida como Zorita). El Plan Energético Nacional de 1975 pretendía potenciar la energía nuclear, pero España que carecía de tecnología nuclear propia, tuvo que importarla; uno de los errores cometidos en la construcción de las centrales nucleares nacionales, además de la falta de idoneidad de algunas localizaciones geográficas, fue que cada compañía eligió una tecnología diferente, lo cual alargó los plazos de ejecución de las obras e incrementó los costes de construcción y mantenimiento. La implantación de las centrales nucleares fue suspendida en lo que se ha denominado parón nuclear (Sudría 1997). También se produjeron progresos significativos en el ámbito de la generación térmica. Los combustibles utilizados en estas centrales pueden ser sólidos, líquidos o gaseosos. Las instalaciones de este tipo más usuales en el año 1960 eran las de turbina de vapor a condensación total, alimentadas con combustible de tipo tradicional (carbón fósil); representaban el 90% de las instalaciones termoeléctricas del mundo. Pero se producen en el campo de la generación térmica una serie de mejoras centradas en (Sabugal y Gómez 2006): El empleo del ciclo de recalentamiento (un recorrido con doble calentamiento del vapor para una mayor efectividad complesiva), mejorando el ciclo de Rankine, El uso materiales con aleaciones más resistentes al calor y la presión, El desarrollo de maquinaria de potencia unitaria más elevada, La aplicación de la electrónica para la regulación y el control de la planta. Aparecen centrales térmicas de ciclo combinado que generan electricidad mediante la combinación de dos ciclos termodinámicos: el correspondiente a una turbina de gas (ciclo Brayton) y el convencional de agua/turbina de vapor (Ciclo Rankine). 22 En el ámbito de la producción hidráulica, que había ya alcanzado madurez antes del conflicto mundial, también se producen avances en esta etapa, sobre todo en la técnica constructiva de la maquinaria y en el aumento de potencia unitaria, reduciendo el coste de funcionamiento de la planta (Vasta 1994, p 370). Antes de la crisis del petroleo de 1973, se producen incrementos anuales constantes y significativos en el consumo de electricidad. Se puede considerar la época de mayor madurez y properidad de la industria eléctrica (Barquín 2004, p. 203). d) La crisis energética de 1973 Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y hasta 1973, se produce un aumento espectacular del papel del petróleo como fuente de energía primaria; esto tuvo su reflejo en la generación eléctrica. Se introduce de forma masiva el petróleo como fuente primaria en la producción térmica de electricidad debido al bajo precio de este combustible. A nivel mundial el carbón paso de aportar el 61% del consumo energético total en 1950 a 30% en 1973, el petróleo pasó del 27 % al 46% en el mismo periodo (32). Uno de los motivos fue la caída del precio del petróleo en relación con otras combustibles y, en particular, en relación con carbón. Hacia 1973, en España sólo el 39 % de la electricidad se generaba por la fuerza hidráulica, un 33% con petróleo, un 19% con carbón y 9% en centrales nucleares (Sudría 1997, p. 178 y 179). En 1973 el precio del petróleo se incrementó de forma considerable, pasó de 3 a 34 dólares el barril. Esto afectó de manera considerable a los países del mundo occidental, especialmente aquellos países que no eran productores y dependían de las importaciones de dicho combustible y de sus derivados. Se produjo un encarecimiento de todas las actividades, que de una u otra forma estaban relacionadas con el petróleo. La crisis causó una desaceleración de la demanda de electricidad, y el inicio de la búsqueda de nuevas opciones tecnológicas para la generación de electricidad, procurando disminuir la utilización de 23 derivados del petróleo para producir electricidad y sustituyéndolos, inicialmente, por carbón y energía de origen nuclear y, posteriormente, por energía de origen renovable. En Francia, por ejemplo, se impulsó el plan Meesmer, que convirtió la energía nuclear en la principal fuente generadora de electricidad. En España se aprobó un primer Plan Energético Nacional en 1973 para paliar los efectos de la crisis, estimulando la utilización de otras energías (térmicas y, sobre todo, nucleares). Con el Plan Energético Nacional de 1979 se repercutió directamente el precio del petróleo a los ciudadanos y se consolidó la política favorable al consumo del carbón nacional. El Plan Energético Nacional de 1983 paralizó la construcción de nuevas centrales y frenó la finalización de algunas de las que estaban en construcción; también, implementó una política de racionalización de la generación y del consumo. En 1984 se nacionalizó la red de alta tensión española (Sudría 1997, p. 182). e) Marco regulatorio en la etapa de intervencionismo del Estado Como se ha explicado, tras la Segunda Guerra Mundial, aparece una etapa de intervención estatal, que, en algunos países, llevo a la nacionalización del sector. Hasta época reciente, con amplio consenso, se ha considerado que el sector eléctrico, como industria estratégica, debería ser ampliamente controlado y regulado por el Estado (Benavides 2007, p.12). Las empresas que integraban este sector, fueran públicas o privadas, solían tener una estructura monopolística, o en algunos casos oligopolística, funcionando en torno a una red que extendía su explotación a un geográfica concreta, aunque, con el paso del tiempo, extendieran sus servicios a nuevas áreas. Estas empresas monopolísticas se encontraban verticalmente integradas, prestando servicios de generación, transporte, distribución y comercialización (Palacín 2006). La electricidad era considerada “capital estratégico” o “precondición para el desarrollo”, es decir, un factor previo para el desarrollo económico de un país, calando la doctrina del interés público y 24 organizando las empresas eléctricas como monopolios naturales, ideal para obtener economías de escala necesarias para este tipo de sector (Cipolla 1978). Desregulación del sector eléctrico. Tras la anterior etapa de intervención del Estado, en la década de los noventa del siglo XX surge una nueva etapa de liberalización de la economía, en general, y de sectores ligados al transporte, las telecomunicaciones y a la energía en particular. El sector eléctrico se encuentra entre esos sectores. Esta tendencia se extendió tanto en América Latina (siendo Chile, en década de los ochenta, el pionero en esta desregulación del sector), como en América del Norte, Europa, Australia o Nueva Zelanda. Se han indicado como principales motivos que han llevado a la liberalización del mercado eléctrico (Barquín 2004, p. 204): La aparición de nuevas tecnologías de generación, especialmente los ciclos combinados de turbinas de gas, los cuales han reducido el tamaño óptimo de un generador de electricidad. La globalización de la economía requiere reducciones en los costes de la energía y la energía que alimenta la mayoría de las industrias es la electricidad. La idea de que el Estado no responde tan rápidamente como la iniciativa privada a los cambios en la economía y en la tecnología, lo cual ha incitado a las privatizaciones. La aparición de nuevas tecnologías de la información y de sistemas de comunicación, que hacen posible el intercambio de grandes volúmenes de información necesarias para gestionar los mercados eléctricos. La creación de un mercado único en Europa, permitiendo que las empresas de los países miembros de la Unión Europea compitan entre sí. Un giro político conservador en la década de los 80 del siglo XX con los gobiernos de Reagan y Thatcher. 25 En Latinoamérica, el deseo de atraer capital privado, argumentando que la financiación estatal debía utilizarse para sufragar gastos de educación, infraestructuras,… La aparición de nuevas tecnologías (ciclos combinados, energías renovables,…), y de nuevas estrategias de gestión, hacen innecesario contar con economías de escala y, por tanto, deja de ser un argumento para mantener los monopolios. Incluso, se hace accesible la posibilidad de establecer unidades de autoconsumo y de crear Smart Grid (Knieps 2013). A partir de la década de los 60 del siglo XX, se empieza a cuestionar, primero en Estados Unidos y, posteriormente, en el resto de los países, la eficacia de la estructura monopolística de las empresas eléctricas. Se pasó a considerar que los monopolios de las empresas eléctricas tenían una tendencia a sobreinvertir y, por tanto, incrementar el coste de la electricidad, ya que la empresa recuperaba en todo caso, su inversión al tratarse de un mercado con empresa única y sin competencia (Averch y Johnson 1962). Según esta corriente, las inversiones en los sectores públicos no se orientan a la máxima eficacia. Las tarifas, que, a menudo, eran fijadas por el Estado, no reflejan los verdaderos costes porque, con frecuencia, se utilizan como armas electorales para atraer votantes (Benavides 2007, p.12). A menudo, la liberalización va pareja a la privatización de sectores industriales que anteriormente se mantenían en propiedad del Estado o estaban controlados por los Gobiernos. Sin embargo, estos procesos liberalizadores chocan con las características específicas de los mercados eléctricos. Las más destacadas (Fabra y Fabra 2010, p.19): La no almacenabilidad de la energía eléctrica. La necesidad de casar en todo momento la oferta y la demanda de generación. Estacionalidad en la demanda y volatilidad en la producción de las energías renovables. Coexistencia de diversas tecnologías de generación. La consideración de la electricidad como un bien homogéneo, en el que no se puede distinguir el origen y la procedencia de cada kilovatio. Utilización de una red de distribución, red que impone restricciones cuando se ve saturada. 26 Estas características dificultan que la electricidad se pueda regir como el resto de los productos de una economía de mercado. En especial, conlleva que sea difícil establecer mecanismos para determinar los precios y establecer una regulación estable. La crisis del mercado eléctrico en California en el año 2000 ha hecho que se replantearan los mecanismos de apertura del mercado eléctrico. Entre las causas de esta crisis se han de destacar las siguientes (Joskow 2001): Un aumento constante de la demanda, principalmente por la actividad económica de Silicon Valley. Una oferta que no crecía debido sobre todo a las restricciones medioambientales, especialmente severas en el estado de California, y a la obligación impuesta a las empresas eléctricas californianas de sanearse antes de realizar nuevas inversiones. La falta de desarrollo de la red de transporte. Un verano especialmente caluroso, que incrementó la demanda. Una previsión errónea de pluviosidad, que había propiciado desembalses de agua. El encarecimiento del precio del gas, combustible más usado en California para la generación eléctrica. La inexperiencia y falta de coordinación de las autoridades encargadas de gestionar el sistema eléctrico californiano15. a) Importancia de la legislación de ámbito comunitario en Europa Tras finalizar la Segunda Guerra Mundial se constituye en Europa una organización de carácter supranacional denominada inicialmente Comunidad Económica. Esta organización, que actualmente ha pasado a denominarse Unión Europea, ha cobrado especial fuerza por el número de miembros y por 15 A todo esto se debe añadir las manipulaciones que realizó la empresa energética ENRON. Cuando los precios de la electricidad se elevaban de forma exagerada, y mientras se producían a consumo, ENRON creaba excesos de demanda o congestiones que le aportaban grandes beneficios. Compraba electricidad que se vendía en el exterior del Estado, para revenderla a California a precios que superaban el tope fijado por la electricidad producida en el Estado 27 haber implantado una serie de nomas para armonizar sus legislaciones. Fruto de estas políticas ha surgido una legislación europea sobre el sector energético. Se trata de diferentes Reglamentos y Directivas, que son de aplicación directa en los Estados miembros, o que estos tienen que transponer a sus respectivas legislaciones. Se suele hablar de tres sucesivos paquetes legislativos en el sector energético europeo; de entre la legislación de estos paquetes debemos destacar, por su relación con el sector eléctrico, las siguientes normas: La Directiva 96/92/CE que recoge el principio de libertad de establecimiento de generación, el despacho de grupos de generación por criterios de precedencia económica, el libre acceso de terceros a las redes de transporte y distribución, la separación contable de las actividades eléctricas y la libertad de elección de suministrador para los consumidores16. La Directiva 2003/54/CE adelanta las fechas para la libertad de elección de suministrador, profundiza en la separación jurídica entre actividades eléctricas, marca claramente las obligaciones de servicio público y se hace mención a la protección del medio ambiente, a la eficiencia energética y la seguridad en el suministro17. La Directiva 2009/72/CE, sobre normas comunes para el mercado interior de la electricidad, por la que se deroga la Directiva 2003/54/CE, forma parte del denominado tercer paquete legislativo en el sector energético relativo a los sectores gasistas y eléctrico18. Esta directiva profundiza en la liberalización del mercado; en particular en los siguientes aspectos: 1. Combatir el cambio climático, con el objetivo de que en 2020 el 20% de la energía comunitaria proceda de fuentes renovables. Esto hace necesario mejorar la competitividad y liberalización del mercado. 16 DIRECTIVA 96/92/CE DEL PARLAMENTO EUROPEO Y DEL CONSEJO de 19 de diciembre de 1996 sobre normas comunes para el mercado interior de la electricidad 17 DIRECTIVA 2003/54/CE DEL PARLAMENTO EUROPEO Y DEL CONSEJO de 26 de junio de 2003 sobre normas comunes para el mercado interior de la electricidad y por la que se deroga la Directiva 96/92/CE 18 DIRECTIVA 2009/72/CE DEL PARLAMENTO EUROPEO Y DEL CONSEJO de 13 de julio de 2009 sobre normas comunes para el mercado interior de la electricidad y por la que se deroga la Directiva 2003/54/CE 28 2. Desarrollar mercados auténticamente competitivos en lo referente a la organización de la actividad de transporte y operación del sistema. Se considera que son insuficientes las normas que se han implantado en los Estados, estableciendo la separación de la explotación de la red de las actividades de suministro y producción o generación. Se cree imprescindible llevar a cabo una separación de actividades. Para ello, los Estados deben garantizar que la misma entidad no pueda ejercer un control sobre una empresa de suministro y, al mismo tiempo, tener intereses o ejercer derechos de cualquier tipo sobre el gestor de una red. 3. Se incide en avanzar en el modelo de separación de las funciones de operación de sistema y de transporte hacia el denominado "gestor de red independiente", aunque se permitan dos modelos alternativos: la separación total de la propiedad y el "gestor de transporte independiente”. 4. Se promueve la integración de los distintos mercados internos de los estados miembros, la coordinación de las operaciones de transporte a nivel transfronterizo y refuerza el papel de los órganos reguladores y su independencia19. Se trata con esta regulación de impulsar, no sin reticencias, un auténtico mercado eléctrico, potenciando las conexiones intracomunitarias, separando la propiedad de las redes de transporte de las actividades de producción y suministro y cediendo el control a reguladores teóricamente independientes del poder político20. Perspectivas de futuro En los últimos tiempos, han surgido nuevos retos, como combatir el cambio climático, esquivar la volatilidad del precio de los combustibles fósiles o integrar en el sistema la producción procedente de 19 Así, por ejemplo, se ha creado el MIBEL (Mercado Ibérico de la Electricidad constituido por España y Portugal) y se han creado interconexiones entre diferentes países. Un precedente a este mercado es el Mercado Nord Pool de los Países Nórdicos (Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Estonia, Lituania y Letonia) 20 Alemania y Francia manifestaron su oposición a la separación vertical de actividades. Estos dos países tenían grandes empresas integradas verticalmente (E.ON y Électricité de France) que eran propietarias de la red. De hecho, la Comisión permitió un segundo modelo alternativo, que permitía a las empresas integradas verticalmente mantener la propiedad de su red si esta se gestiona por un operador independiente. 29 las energías renovables. También, se han detectado problemas para establecer el modelo regulatorio estable. En este sentido, la configuración del sector se puede entender como una cuestión permanentemente inacabada, con dificultades para encontrar una regulación adecuada. Situaciones como la crisis de California, en los años 2000 y 2001, han hecho, en muchos casos, replantear los presupuestos iniciales del proceso liberalizador. En cualquier caso, se ha considerado que el modelo a seguir es el inglés y el de los países nórdicos, aunque siempre habría que considerar las peculiaridades de cada país, como se ha visto en los anteriores epígrafes, en los que se podían observar unas características generales de evolución, con rasgos propios para cada país o zona geográfica. Asimismo, hay que tener en cuenta la obligación de cumplir las normas comunitarias por parte de los países miembros de la Unión Europea. En España, en los últimos años, se ha asistido a constantes cambios legislativos en el sector, lo cual ha provocado incertidumbre entre los inversores y entre los consumidores, que se han visto presionados por los constantes incrementos de las tarifas. La rápida evolución tecnológica puede en el futuro dar solución a varias de las cuestiones planteadas. Los nuevos sistemas de almacenaje de electricidad (baterías, supercondensadores, hidrogeno,…) pueden hacer más eficientes y baratas las operaciones de producción y distribución de energía. Las Smart Grid o redes eléctricas inteligentes, que integran los desarrollos en ingeniería eléctrica y los avances de las tecnologías de la información y comunicación, pueden ayudar a una mejor gestión dentro del negocio de la generación, transmisión, distribución y comercialización eléctrica, facilitando la integración de las energías renovables. Conclusiones La evolución del sector eléctrico está condicionada por los avances tecnológicos, pero, también, por consideraciones políticas y por las corrientes económicas. 30 Una de las primeras decisiones técnicas que se tomaron, y se aceptaron, luego a nivel mundial, fue la utilización de la corriente alterna, no sin asistir a una confrontación con los defensores de la corriente continua. Presenciamos, también, una constante búsqueda de nuevas fuentes primarias para generar electricidad, empezando por la generación hidráulica y térmica, para añadir posteriormente la energía nuclear y más recientemente las energías renovables, que se obtiene de fuentes naturales inagotables. El auge de estas fuentes de energía está relacionado con la necesidad de reducir el impacto en el medioambiente y por la necesidad de encontrar alternativa a las fuentes de energía agotables: los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) y la energía nuclear. La llamada “economía del hidrogeno” está alcanzando cierta madurez; quizás el sector en mayor impacto puede tener la utilización del hidrógeno como fuente de energía, es en el sector del transporte, sin olvidar su aplicación en la generación de electricidad. En el sector del transporte en Islandia se ha planificado, para la década 2030-2040, usar pilas de hidrógeno para mover todos los medios de transporte del país. Una de las eternas dudas en la política energética de los diferentes países es encontrar la combinación perfecta entre las diferentes modalidades de energía primaria utilizadas para producir electricidad (el llamado mix energético). Por otra parte, desde el punto de vista de la normativa que regula el sector, se puede observar una evolución desde la total libertad de instalación de empresa, pasando por la declaración de servicio pública, con la posterior intervención del Estado en el sector eléctrico, llegando en algunos países a su nacionalización. Actualmente asistimos a la liberalización del sector; sin embargo, hechos recientes han puesto en cuestión la forma en que se ha tratado de implementar la regulación estos modelos. Esta política liberalizadora ha producido resultados contradictorios; mientras que Chile se puede presentar como paradigma del éxito, con aumento constante de la demanda y rebaja de los precios, la crisis energética de California, en el año 2000, representa un monumental fracaso que ha influido en las propuestas de liberalización del sector eléctrico, frenándolas o cuestionando la forma de llevarla a cabo. 31 En el caso de los países miembros de la Unión Europea ha cobrado especial relevancia las pautas marcadas por regulación comunitaria, a la cual se supedita la regulación de los países que son miembros de esta organización supranacional, caso de España. BIBLIOGRAFÍA ALAYO I MANUBENS, J. C. y SÁNCHEZ MIÑANA, J (2011), "La introducción de la técnica eléctrica", pp. 649-696 en Técnica e ingeniería en España: El Ochocientos: de los lenguajes al patrimonio Prensas Univ./Real Academia Ingeniería/IFC Zaragoza 2011. 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