Uploaded by lina maria sanchez

2.- JUSTIFICACIÃ N DEL PROYECTO

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Control automático de pozos para regadío del olivar
2.- JUSTIFICACIÓN DEL PROYECTO
2.1. El agua en la agricultura
Hay algo que puede afirmarse sin reservas: la existencia humana depende del agua.
Tanto la geosfera como la atmósfera y la biosfera están ligadas a ella. El agua
interactúa con la energía solar para determinar el clima, y transforma y transporta las
sustancias físicas y químicas necesarias para toda forma de vida en la Tierra. Aunque se
puede afirmar que el agua es uno de los recursos más abundantes de la Tierra, se sabe
que la proporción disponible con seguridad para el consumo humano no llega al 1% del
total.
Por lo tanto, el agua es un recurso indispensable pero cada vez más escaso y valioso.
La competencia entre la agricultura, la industria y las ciudades por los limitados
suministros de agua ya está restringiendo las actividades de desarrollo en muchos
países. A medida que las poblaciones se expandan y las economías crezcan, la
competencia por este escaso recurso se intensificará, y con ella, también los conflictos
entre los usuarios del agua.
El sector agrícola es, con mucho, el que absorbe la mayor cantidad de agua a nivel
mundial. Más de las dos terceras partes del agua extraída de los ríos, lagos y acuíferos
del mundo se utilizan para el riego. Ante el aumento de la competencia, los conflictos,
la escasez, el desperdicio, la utilización excesiva y la degradación de los recursos
hídricos, los responsables de las políticas están volviendo cada vez más la vista hacia la
agricultura como la válvula de seguridad del sistema. La agricultura no sólo es el sector
que consume más agua en el mundo en términos de volumen; también representa, en
comparación con los otros, un uso de bajo valor, poco eficiente y muy subvencionado.
Estos factores están forzando a los gobiernos a reconsiderar las repercusiones
económicas, sociales y ambientales de los grandes proyectos de riego financiados y
administrados por el sector público. En el pasado, el gasto interno en riego era la
principal partida de los presupuestos agrícolas en países de todo el mundo. No
obstante las ingentes inversiones y subvenciones, los indicadores de los resultados del
riego no alcanzan los niveles esperados en cuanto al aumento del rendimiento, la
superficie regada y la eficiencia técnica en el aprovechamiento del agua.
El riego es un componente fundamental del conjunto de medidas técnicas necesarias
para elevar la productividad. En el futuro, cuando las tierras de cultivo requieran altos
niveles de insumos caros para mantener los aumentos del rendimiento, la seguridad y
eficiencia de la producción de regadío se volverán aún más importantes para la
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agricultura mundial. El agua ya no será abundante y barata. Será escasa, cara de
obtener y de mantener, y valiosa. La perspectiva del alto costo del agua puede parecer,
en un principio, uno más de los problemas que se perfilan para las economías de bajos
ingresos. Sin embargo, el alto costo será un incentivo para que el agua se aproveche de
manera más eficiente. El factor que más limita la adopción de la tecnología de riego y
drenaje de valor comprobado es el bajo costo del agua. Además, si los agricultores
tienen oportunidad de destinar el agua a usos de mayor valor y de obtener beneficios,
tanto los gobiernos como ellos mismos invertirán en el riego.
2.2. El agua y su desigual distribución
2.2.1. Problemática mundial
Cada día, el ciclo hidrológico renueva los recursos mundiales de agua dulce por medio
de la evaporación y la precipitación. La pluviosidad mundial anual sobre la superficie
terrestre es de 110000 km3, pero alrededor de 70000 km3 se evaporan antes de llegar
al mar. Los restantes 40000 km3 están potencialmente disponibles para su
aprovechamiento humano. El consumo mundial de agua dulce se cifra actualmente en
4000 km3, o sea, tan sólo el 10% del suministro renovable anual.
Estas cifras parecen indicar una abundante disponibilidad de agua para el consumo
humano; sin embargo, un examen más detenido revela una situación más complicada.
Los 40000 km3 de agua disponible están distribuidos de manera muy desigual, y las dos
terceras partes de ellos se pierden en anegamientos. Esto deja un saldo de unos 14000
km3 como suministro relativamente estable. De esta cantidad disponible, una buena
parte ha de ser dejada seguir su curso natural a fin de salvaguardar los pantanos, los
deltas, los lagos y los ríos.
Las actividades humanas generan escasez de agua de tres maneras: por el crecimiento
de la población, por la utilización errónea del agua y por la falta de equidad en el
acceso a ellas. El crecimiento de la población contribuye a la escasez de agua
simplemente porque el suministro de agua disponible debe repartirse entre un
número cada vez mayor de personas. Cada país tiene una cantidad más o menos fija de
recursos hídricos internos, que se definen como el caudal medio anual de los ríos y
acuíferos generado por la precipitación. Con el tiempo, esta reserva interna renovable
va dividiéndose entre un número cada vez mayor de personas, hasta que sobreviene la
escasez de agua.
Los seres humanos provocan escasez de agua también al contaminar y sobreexplotar
los suministros existentes. Esta clase de escasez puede considerarse como el consumo
del «capital» del recurso. Por ejemplo, un acuífero representa el capital del recurso, y
proporciona generalmente una fuente de agua renovable (o «ingreso») que puede
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aprovecharse para el consumo humano. La explotación sostenible del acuífero deja el
capital intacto, de manera que las futuras generaciones puedan seguir utilizando la
parte renovable o ingreso. En cambio, si el bombeo es superior a la recarga, el acuífero
se agota y por consiguiente el capital se consume. El bombeo en exceso de los
acuíferos no sólo reduce las fuentes de agua hasta el punto que ya no es posible
abastecerse de ellas, sino que también puede causar el asentamiento o descenso de
las tierras situadas sobre el acuífero, lo que en casos extremos provoca un daño
estructural generalizado.
En el mundo actual, la agricultura sigue consumiendo la mayor parte del agua. A nivel
mundial, absorbe alrededor del 70% de la extracción total de agua. El restante 30%
corresponde a los usos domésticos e industriales. La Figura presenta las tendencias
registradas en la utilización mundial de agua a partir de 1950. En total, el consumo
mundial de agua se ha casi multiplicado por diez en un siglo. La proporción
correspondiente a la agricultura, que ascendía al 90% en el año 1900, disminuyó a un
62% en el año 2000. Durante el mismo período, el consumo industrial ha pasado de un
6 a un 25%, y el urbano del 2 a casi el 9%.
Pese a este descenso en las necesidades de agua en la agricultura, debemos recordar
que los requisitos de cantidad y calidad del agua también difieren mucho según el tipo
de uso y que las necesidades netas de la agricultura son especialmente grandes en
relación con las de otros sectores. Por ejemplo, 15000 m3 de agua bastan
normalmente para regar 1 hectárea de arroz. Esta misma cantidad permite cubrir las
necesidades de 100 nómadas y 450 cabezas de ganado durante tres años; o de 100
familias urbanas durante dos años.
Figura 1-Evolución mundial usos del agua
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2.2.2. La situación en España
España es el país europeo más árido y que más recursos hídricos dedica a la irrigación.
Según datos del Ministerio de Medio Ambiente el sector agrario usa cerca del 70% del
total de agua captada en España. Esto, en parte, se debe a que la agricultura española
goza de importantes ventajas comparativas como resultado de su localización respecto
a grandes mercados, la disponibilidad de suelo, las horas de sol y sus infraestructuras.
Estas ventajas se ven disminuidas por una gran desventaja: la agricultura española
debe hacer frente a una disponibilidad limitada de agua con un régimen irregular de
precipitaciones (estiaje, desacoplamiento del régimen anual con los calendarios de
riego, fenómenos torrenciales, etc.) y sequías recurrentes. En esas condiciones,
disponer de cantidades suficientes de agua se convierte en un elemento estratégico
que garantiza la viabilidad de muchas explotaciones agrícolas.
En España la precipitación media anual es de unos 670 mm, lo que supone un volumen
total de agua de 340 km3. De esa cantidad sólo un 35%, unos 117 km3, puede
considerarse como dotación real de agua aprovechable, ya que el resto se pierde por
evapotranspiración. Ello significa que los recursos naturales disponibles por habitante
y año están en torno a 3000 m3, valor superior a los 1100-1300 m3 mínimos necesarios.
El problema del agua en España se origina por la desigual distribución de las
precipitaciones tanto en el espacio como en el tiempo. La mayor parte de nuestro país
tiene clima mediterráneo y recibe precipitaciones inferiores a los 800 mm. Esto
permite diferenciar la denominada España seca de la España de clima atlántico o
España húmeda.
Por otro lado, en la zona norte, de clima atlántico, llueve durante todo el año; en
cambio, en el resto del país, de clima mediterráneo, el reparto anual e interanual de
las precipitaciones es muy irregular. Las lluvias se concentran en primavera y otoño,
generalmente, y son escasas en verano. Además los últimos años han sido algunos de
los más secos de este siglo. La irregularidad de la distribución de la lluvia en el espacio
es, tanto o más que en el tiempo, la verdadera raíz del problema del agua en España.
Los recursos hídricos se distribuyen de forma desigual en nuestro país. La red
hidrográfica española se organiza en tres vertientes: la vertiente cantábrica, la
vertiente atlántica y la vertiente mediterránea. La vertiente cantábrica comprende las
cuencas de los ríos que desembocan en el mar Cantábrico y ocupa el 6% del territorio
nacional. La vertiente atlántica engloba las cuencas de los ríos que desembocan en el
océano Atlántico, y representa en torno al 57% de la superficie. La vertiente
mediterránea incluye las cuencas de los ríos que desaguan en el mar Mediterráneo.
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En general, la precipitación media es mayor en las cuencas de las vertientes cantábrica
y atlántica que en las cuencas mediterráneas. La cuenca del Norte supera con creces el
promedio nacional, mientras que las menores lluvias se registran en la cuenca del
Segura. La menor aportación explica porqué en las vertientes cantábrica y atlántica se
concentra el 73% de los recursos hídricos naturales, frente al 27% de la vertiente
mediterránea, donde, además la cuenca del Ebro supone más de la mitad. Esta
desproporción se acentúa si se considera que la vertiente mediterránea es extensa y
que en ella se concentran gran parte de la población y de las actividades económicas,
por lo que su demanda de agua es grande.
La desigual distribución temporal y espacial de los recursos hídricos, junto con el
incremento de la demanda de agua de las últimas décadas, explica la necesidad de
regular artificialmente los ríos españoles. En condiciones de regulación natural, sólo se
podría aprovechar entre el 5 y el 10% de los recursos hídricos naturales. Los más de mil
embalses construidos permiten que hoy esté disponible casi el 50% de los recursos. En
la actualidad, el número de embalses en explotación en toda España es de 1033 con
una capacidad total cercana a los 50000 hm3.
Sin embargo, la construcción de obras hidráulicas no ha conseguido eliminar los
desequilibrios espaciales entre las cuencas de las vertientes cantábrica y atlántica, por
un lado, y la vertiente mediterránea, por otro. En las cuencas de las vertientes
cantábrica y atlántica, donde los recursos hídricos son mucho más abundantes, se
localizan el 60% de los embalses construidos y el 75% de la capacidad total de embalse.
En cambio, en las cuencas peninsulares de la vertiente mediterránea y en las islas,
donde los recursos son escasos y la demanda de agua muy elevada tanto los embalses
en explotación como su capacidad son bastantes menores.
Es por ello que en España, al igual que en otros muchos países en los que existe
escasez de agua pero el clima es muy apto para la agricultura, comienza a partir de los
años 50 la explotación de los acuíferos subterráneos, debido principalmente a los
avances tecnológicos en esta materia.
Hasta hace pocos años, en España se reconocían oficialmente como acuíferos a una
serie de formaciones geológicas de alta permeabilidad. Estos acuíferos oficialmente
reconocidos ocupan una superficie de 180000 km2, aproximadamente, lo que supone
un tercio del territorio español. Sin embargo, los trabajos de caracterización
hidrogeológica realizados en el marco de los requerimientos de la Directiva Marco del
Agua (DMA) reconocen la existencia de “masas” de agua subterránea en otro tipo de
formaciones geológicas tradicionalmente no contempladas, como son las rocas
plutónicas y metamórficas, de permeabilidad moderada, pero de gran importancia
estratégica para la vida de población rural dispersa por el territorio. Teniendo en
cuenta estos acuíferos menos permeables, la recarga anual a los acuíferos en España
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se estima en unos 30000 Mm3. Es decir, los recursos subterráneos renovables
anualmente en España constituyen aproximadamente un 30% del total de los recursos
hídricos del país. Es importante resaltar la diferencia entre dichos recursos
subterráneos renovables anualmente y la cantidad total de agua almacenada en los
acuíferos, o reservas subterráneas, que es como mínimo dos órdenes de magnitud
superior a los recursos anuales. Este dato es de importancia capital en países que
sufren habitualmente periodos de sequía intensos, puesto que las reservas de aguas
subterráneas se convierten en un recurso estratégico que permite mantener las
actividades consumidoras de agua (fundamentalmente el regadío) durante dichos
periodos secos.
Los datos oficiales estiman que el uso de aguas subterráneas en España se ha
incrementado desde 2000 Mm3/año en 1960 hasta 6500 Mm3/año en la actualidad.
Cabe llamar la atención sobre el hecho de que los usos del agua subterránea varían
muchísimo de unas regiones a otras. El agua subterránea es la principal fuente
disponible en las islas (Canarias y Baleares), en el sur del Mediterráneo (Júcar y Segura)
y en algunas regiones continentales del centro (La Mancha). A modo de ejemplo puede
resultar ilustrativo el dato de que los bombeos que se realizan en la cuenca
hidrográfica del Júcar representan aproximadamente el 25% del total de agua
subterránea explotada en España.
Entre el 70 y el 80% del agua subterránea que se bombea en España es usada para
regadío. Este dato es prácticamente idéntico en la mayor parte de los países
desarrollados en climas áridos y semiáridos. El espectacular aumento de los bombeos
de aguas subterráneas en España ha sido llevado a cabo, fundamentalmente, por la
iniciativa privada de miles de agricultores. Las aguas subterráneas bombeadas sirven
para regar aproximadamente un millón de hectáreas. Se estima que las aguas
subterráneas dedicadas a la agricultura representan el 20% del total del agua usada en
dicho sector. Sin embargo, ese 20% del agua da servicio al 30% de la superficie total de
regadío de España, lo que significa que los regadíos basados en aguas subterráneas son
más eficientes que los regadíos basados en aguas superficiales. Las razones para
explicar esta mayor eficiencia radica en el hecho de que los bombeos de aguas
subterráneas son operados y mantenidos de manera completamente privada por los
agricultores, con recuperación total de costes, mientras que los regadíos basados en
aguas subterráneas dependen de infraestructura pública altamente subvencionada por
el estado, lo cual desincentiva la eficiencia y la optimización del recurso.
Por otra parte, las aguas subterráneas son la fuente de abastecimiento del 35% de la
población española. Según datos de 1999, y con la excepción de Noruega cuyo
potencial hidrogeológico es muy limitado, España presenta el menor porcentaje de uso
de agua subterránea para el abastecimiento de grandes ciudades (19%), según datos
del Ministerio de Medio Ambiente. Sin embargo, la cantidad de agua subterránea
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usada para abastecer pequeñas ciudades y núcleos rurales es muy superior. El 70% de
los abastecimientos de núcleos de población menores a 20000 habitantes se alimentan
de aguas subterráneas. Más allá de las cifras medias globales, el uso doméstico de las
aguas subterráneas es crucial en algunas regiones (51% en las cuencas mediterráneas
de Andalucía, 49% en las islas Canarias y 43% en la cuenca del Júcar). Por otra parte,
los abastecimientos de la población rural dispersa, sobre todo en el noroeste húmedo
(Galicia, León, Asturias, Cantabria y País Vasco) dependen casi en exclusiva de las aguas
subterráneas aunque no existen datos oficiales fiables, dado que se trata de una
miríada de pozos y manantiales no inventariados. Cabe resaltar que dicha población
rural dispersa “olvidada” por los datos oficiales puede representar hasta el 30% de la
población total, como es el caso de Galicia.
Figura 2-Acuíferos en España
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2.2.3. Jaén y sus acuíferos
La provincia de Jaén presenta una gran riqueza de aguas subterráneas alojadas en los
acuíferos. En términos absolutos la provincia tiene más de 3100 km de materiales
permeables que pertenecen a alguna unidad hidrogeológica, lo que representa el 23%
de la superficie provincial. El conjunto de acuíferos dispone de unos recursos
renovables anualmente superiores a los 3730 hm /año. Es de destacar, que una parte
de los abastecimientos municipales se sustentan únicamente en la explotación de las
aguas subterráneas, siendo en la actualidad imposible plantear otra fuente de
abastecimiento alternativa.
Hay diferentes reseñas en relación con la dependencia de la población de las aguas
subterráneas, circunstancia que propició el emplazamiento de distintos núcleos desde
tiempos históricos. Esta dependencia, con el paso de los siglos, ha ido aumentando
hasta convertirse, en la actualidad, en una fuente de suministro fundamental para el
abastecimiento, con tendencia al alza.
La provincia de Jaén cuenta con una población próxima a 649000 habitantes; esta
población se reparte en 298 núcleos que se estructuran en 97 municipios. La
homogeneidad que se observa en los rasgos culturales, geográficos, económicos y
sociales en distintos ámbitos, permiten la agrupación de los municipios en una serie de
comarcas bien definidas: Alto Guadalquivir, Sierra Mágina, La Loma, Sierra de Segura,
Cazorla y Las Villas, Sierra Sur, La Campiña, El Condado y La Comarca Norte.
El volumen anual demandado para
abastecimiento a esta población se cifra
en unos 66 hm /año, que para el año
2016 podría elevarse hasta 73 hm /año, si
se tiene en cuenta una dotación media
entre 250 y 300 L/hab/día. Las aguas
subterráneas
constituyen,
en
la
actualidad, una fuente de abastecimiento
urbano fundamental, de hecho, el 93% de
las captaciones para este fin tienen un
origen subterráneo sobre un total de 340
captaciones. Del total de población, el Figura 3-Distribución de la población en Jaén por origen
de abastecimiento
32% se abastece únicamente con aguas
subterráneas, el 47% presenta un abastecimiento mixto superficial/subterráneo, y el
21% es de origen superficial, por tanto, el 79% de la población provincial presenta
dependencia de las aguas subterráneas para suministro urbano (Figura 3).
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Esta distribución de la población,
por origen del agua para
abastecimiento,
se
puede
completar con los porcentajes de
los núcleos abastecidos por origen
del agua (Figura 4) donde se puede
observar que el 67 % de los núcleos
se
abastecen
de
aguas
subterráneas. A la vista de estas
cifras, es claro que existe una
dependencia
de
las
aguas
subterráneas para abastecimiento
de una amplia población de la Figura 4-Distribución de núcleos según el origen de
abastecimiento urbano
provincia. De hecho, en las
comarcas de Martos, Jaén, Montes Orientales, Loma de Úbeda y Segura, los acuíferos
existentes constituyen una fuente de abastecimiento estratégica esencial, en algunos
casos única, para el abastecimiento, tanto en años con lluvias medias como en épocas
de sequía. En la figura 5 se pueden observar los municipios de la provincia que utilizan
las aguas subterráneas para abastecimiento.
En agricultura, el uso de las aguas subterráneas ha sufrido en las últimas décadas un
incremento considerable, centrado mayoritariamente en el riego del olivar, ya sea de
forma directa desde los manantiales, o bien como explotación mediante sondeos o
pozos. El 16% del total de la superficie regada (Figura 6) y de las producciones agrícolas
utilizan agua de esta procedencia, es decir algo más de 30819 ha de cultivos. La
comarca que más agua subterránea emplea para regadío es La Loma (11290 ha), le
sigue la Campiña Norte (7615 ha) y la Campiña Sur (5300 ha); también, presentan una
superficie importante El Condado, Mágina, Sierra Morena y Sierra de Cazorla; el resto
de comarcas presentan valores inferiores a las 1000 ha. El cultivo que más se riega con
aguas subterráneas es el olivo, con 30091 ha (Figura 7). Como se puede comprobar, las
cifras de superficie regada son importantes, estimándose que el consumo anual de
este recurso subterráneo es superior a 55 hm /año.
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Figura 5-Dependencia de los términos municipales de las aguas subterráneas
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Figura 6-Origen del agua de regadío en la provincia de Jaén
Figura 7-Regadío de olivar con aguas subterráneas en la provincia de Jaén
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2.2.4. Los acuíferos de la Loma de Úbeda
La Unidad Hidrogeológica de Úbeda (05.23) se sitúa en la comarca de la Loma de
Úbeda, dentro de la provincia de Jaén, a unos 60 km al noreste de la capital y se
extiende sobre unos 19 municipios de la misma con unos 900 Km2 de extensión. Se
encuentra dividida en dos subunidades con edad, geometría y características
hidrogeológicas netamente diferentes: el acuífero de Úbeda y el acuífero carbonatado
de la Depresión del Alto Guadalquivir.
Hasta hace unos pocos años el único acuífero explotado en la comarca de la Loma de
Úbeda era el denominado acuífero de Úbeda, de escasa extensión y baja
productividad, del que apenas se aprovechaban unos 3 hm3/año entre descargas
naturales y explotaciones por bombeo, siendo el principal cultivo de la zona el olivar
tradicional de secano.
La profusión de sondeos profundos realizados por la iniciativa privada desde 1995, en
su mayoría sobre el acuífero carbonatado de la Depresión del Alto Guadalquivir,
escasamente conocido hasta entonces y cuya primera definición hidrogeológica vio la
luz en el año 2000, ha permitido que actualmente existan unas 12000 ha de olivar en
regadío, con un consumo de agua de unos 23 hm3/año y cuya producción se estima
que puede superar 30 millones de euros/año.
El balance hídrico global de los acuíferos implicados aún sería excedentario
actualmente, si bien el importante incremento de explotaciones hace necesario
analizar con más profundidad el acuífero y su respuesta a la explotación, en previsión
de posibles problemas en el futuro.
Cabe destacar que las solicitudes de inscripción en el registro o catálogo de nuevas
concesiones superarían ya en la zona las 25000 ha, cuyo consumo superaría 46
hm3/año.
Las instalaciones que son objeto de este proyecto corresponden a la “Asociación de
Regantes de los Acuíferos de La Loma”, que pretende aglutinar a todos los usuarios de
estos acuíferos para la defensa de sus intereses y la colaboración en la mejor gestión
de los mismos y que, hasta la fecha, agrupa regantes que suponen unas 1700 ha.
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Figura 6-Acuíferos de la Loma de Úbeda y puntos más significativos
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2.3. El cultivo del olivar
2.3.1. El regadío en el cultivo del olivar
El olivar se ha cultivado tradicionalmente en condiciones de secano. Es un cultivo bien
adaptado a los secanos mediterráneos, con producciones aceptables y capaces de
sobrevivir a períodos de intensa sequía. Sin embargo, desde hace tiempo se ha
comprobado experimentalmente que la práctica del riego aumenta considerablemente
el rendimiento del olivar, incluso cuando las aportaciones de agua son muy reducidas.
A pesar de la resistencia del olivo a la sequía se comprueba que cuando el contenido
de agua del suelo no es suficiente para reponer las pérdidas por transpiración, el
cultivo sufre un déficit hídrico que altera toda una serie de procesos que finalmente se
traducen en una reducción de la producción. Por tanto, para alcanzar la máxima
producción, debemos asegurarnos de que el contenido de agua del suelo sea suficiente
para que el cultivo pueda extraer toda el agua que le demanda la atmósfera.
El regadío es la técnica de cultivo más rentable en olivar, por lo que en los últimos años
se ha producido un incremento notable del número de hectáreas regadas. Sin
embargo, las disponibilidades de agua para riego son muy limitadas, por lo que en la
mayoría de los casos no hay más remedio que aplicar riegos deficitarios, que exigen un
grado de tecnificación para conseguir la máxima rentabilidad del agua aportada.
La provincia de Jaén es una de las zonas más deprimidas económicamente de España.
La razón, una alta proporción de su población depende del olivar, cultivo tradicional de
secano cuya producción y rentabilidad están unidas a las precipitaciones de agua de
lluvia. Ante la falta de otras expectativas económicas, y como consecuencia de la gran
sequía que asoló estas tierras en los primeros años de la década de los noventa, los
olivareros plantearon la transformación en regadío de sus olivares como posible salida
del estancamiento económico. En la actualidad ya existen en Jaén más de 150000 ha
de olivar regadas por goteo.
En esta provincia el olivar es el cultivo que proporciona una máxima rentabilidad social
y económica por cada metro cúbico de agua empleada. La cuenca del Guadalquivir
sufre un importante déficit estructural, incrementado actualmente con la demanda del
olivar. En parte podría ser debido, al uso poco eficiente del agua en muchos de los
cultivos, instalaciones de riego obsoletas que no permiten optimizar el uso del agua, y
probablemente también a la falta de embalses de regulación y almacenamiento, ya
que en los años de lluvias abundantes, grandes volúmenes de agua van al océano
Atlántico.
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Control automático de pozos para regadío del olivar
El riego de olivar con aguas subterráneas, cada vez más extendido en la provincia (unas
60000 ha), puede paliar en parte este déficit, siempre que la gestión de los regantes
sea responsable y evite la sobreexplotación de los acuíferos.
Desde el año 1992 se ha venido trabajando en tres experimentos de riego de olivar en
localidades de la provincia de Jaén, para determinar las dosis óptimas de riego con las
que conseguir la máxima producción. Los resultados obtenidos indican que las dosis
requeridas por un olivar adulto oscilan entre 3000 y 6000 m3/ha, dependiendo del
marco de plantación, el desarrollo de los olivos y las condiciones climáticas.
El método de riego que mejor se adapta a los olivares es el sistema de riego por goteo
o gota a gota. Cada gota que sale del emisor se absorbe inmediatamente en el suelo,
para formar siempre, en el mismo lugar, un bulbo húmedo en el suelo del cual las
raíces del olivo pueden absorber agua para su desarrollo.
2.3.2. El riego por goteo
El riego por goteo o microaspersión se podría definir como la aplicación frecuente de
agua filtrada al suelo en pequeñas cantidades a través de una red de tuberías y
dispositivos especiales denominadas “emisores”, ubicadas a lo largo de la línea de
distribución. De esta manera el agua es conducida desde la fuente a cada planta,
eliminando totalmente las pérdidas por conducción y minimizando aquellas por
evaporación y percolación. Con este método se pretende además controlar, bajo
adecuadas condiciones de diseño, operación y manejo, el patrón con que el agua se
distribuye en el suelo generando en la zona radicular del cultivo un ambiente con
características físicas, químicas y biológicas que permitan mayores rendimientos,
productos de alta calidad que incrementen la rentabilidad de la empresa agrícola.
El diseño de los sistemas de riego por microaspersión y goteo, desde un punto de vista
ingenieril y agronómico, tiene como objetivo fundamental mantener un volumen de
dimensiones adecuadas de la zona radicular de las plantas bajo un nivel de humedad
cercano a Capacidad de Campo. La distribución y el nivel de humedad del suelo deben
adecuarse de tal forma que la relación entre los factores agua-suelo-planta optimice el
uso del recurso, el rendimiento de la planta en términos de producción y desarrollo, y
maximice el beneficio neto a la empresa agrícola considerando restricciones
medioambientales.
El riego por goteo y microaspersión presenta numerosas ventajas algunas de ellas son
comunes a otros métodos de riego, sin embargo existen algunas que le son exclusivas.
En general las pérdidas que presenta el método son mínimas. Las perdidas por
conducción en un sistema bien instalado son nulas ya que el agua se conduce por
tuberías. La evaporación desde el suelo es reducida ya que al estar el emisor sobre el
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Control automático de pozos para regadío del olivar
suelo, las fuerzas capilares tienden a absorber el agua muy rápidamente, además que
el área humedecida es pequeña como para producir altos niveles de evaporación bajo
un diseño adecuado que evite escurrimiento superficial. Finalmente los niveles de
percolación profunda son muy pequeños en un sistema bien diseñado, aunque bajo
ciertas condiciones se requiere para lixiviar sales.
Mediante el sistema de riego localizado se obtienen mayores producciones y un
incremento en la calidad del producto. Esto se asocia a que bajo riego por goteo y
microaspersión se aplican los niveles de agua requerido por el cultivo en forma más
precisa y se pueden controlar los niveles de agua en diferentes estados de desarrollo
para lograr los objetivos de calidad y producción esperados que es difícil, por ahora,
con otros sistemas de riego.
Diferentes estudios realizados en funciones de producción demuestran que se
requiere un adecuado diseño y manejo de los sistemas de riego por microaspersión y
goteo para lograr rendimientos potenciales para la zona en particular. Operación
inadecuada puede producir resultados que afectan seriamente la producción no
logrando los niveles que justifican la incorporación de estos sistemas.
2. 4.
El control automático como solución
Como hemos visto en el punto anterior, son reconocidas las ventajas que aporta la
instalación de un sistema de riego; más aún si dicho sistema es presurizado y de alta
tecnificación, como lo son los sistemas de goteo. Sin embargo, un costo muy
importante asociado a estos sistemas, lo constituyen las necesidades de mano de obra,
muchas veces especializada, necesarias para el manejo del sistema, lo cual adquiere
mayor preponderancia a medida que se aumenta la superficie a regar.
La automatización del proceso de extracción de agua permite la minimización de este
problema. El sistema solamente necesita la fijación de un caudal necesario para riego.
Más que una disminución de la mano de obra necesaria para la operación, el control
automático modifica en esencia sus características, haciéndola más cualificada y
reduciendo su fatiga.
En efecto se produce una mejora ergonómica del trabajo, introduciendo ahorro de
trabajo y mejorando la calidad de su aplicación mediante la automatización y la
telegestión. Además, se produce una revalorización de los terrenos gracias a los
equipamientos e infraestructuras modernizadas y se mejora la producción de los
cultivos mediante un adecuado control del agua necesaria, con la consiguiente mejora
de empleo y aumento de la renta en el entorno agrario.
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Control automático de pozos para regadío del olivar
La actuación contribuye al desarrollo sostenible de los recursos existentes ya que, al
mejorar el control de las infraestructuras, se produce una disminución del gasto de
agua incrementándose la disponibilidad y optimizando su regulación. La eficiencia del
recurso se verá aumentada y con menor dotación se podrá obtener igual o mayor
producción en los cultivos. Ahora el sistema actúa bajo demanda, evitando así pérdidas
por la existencia de agua sobrante.
Así mismo, el control de la extracción de las aguas subterráneas, permitirá reducir los
riegos de la sobreexplotación de los acuíferos, proporcionando en tiempo real
información fiable del estado de dichas reservas y permitiendo mantener tanto su
equilibrio, como el de las aguas continentales, cuyo consumo para agricultura quedará
reducido.
Debido a que el control del sistema de bombeo se efectúa por presión, la
compatibilidad con los riegos más eficientes como el goteo o la aspersión está
plenamente garantizada. De esta compatibilidad surge además la posibilidad de
expansión del control como línea futura y la incorporación al software de modelos de
predicción meteorológica de ayuda al proceso de decisión, herramientas de control de
la calidad del cultivo, etc.
Reducción mano
de obra
Dinamización de la
comarca
Protección
acuíferos
Aumento
cualificación mano
de obra
Mejora
ergonómica del
trabajo
Revalorización
terrenos
BENEFICIO
ECONÓMICO
BENEFICIO
SOCIAL
Protección aguas
continentales
Mejora producción
BENEFICIO
TÉCNICO
Compatibilidad
con sistemas
predicción
meteorológica
Compatibilidad
con riegos alto
rendimiento
Información en
tiempo real para
estudio del
proceso
Compatibilidad
sistemas control
calidad de cultivos
Figura 9-Ventajas automatización de pozos para regadío del olivar
19
Control automático de pozos para regadío del olivar
Porque no podemos obviar que, una de las mayores ventajas de la implementación de
un sistema automático, es la capacidad de obtención de información en tiempo real
sobre el proceso facilitando la aplicación de mejoras que aumenten la producción.
La viabilidad económica del proyecto se justifica mediante la firma de un Convenio de
colaboración entre la comunidad de regantes “Asociación de Regantes de los Acuíferos
de La Loma” y el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, para la
ejecución de las obras de modernización y consolidación de cultivos. Dicho Convenio
se enmarca dentro del programa “Plan Activa Jaén”, iniciativa formada por medidas
públicas y privadas e impulsada por el Gobierno Central, Junta de Andalucía y
Diputación Provincial de Jaén con el objetivo de dinamizar el desarrollo de la provincia,
tanto en el ámbito económico como en el social.
Los gastos de explotación y mantenimiento asociados al sistema quedarán cubiertos
mediante la aplicación de una tarifa al agua consumida por parte de la Comunidad de
Regantes.
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