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Magia celta d j conway - Wicca - 16

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Magia celta d j conway
Wicca • FPD
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Enviado por
Iury Alves
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formasen parte de las antiquísimas religiones de diosas.
En su libro The Underside of History, Elise Boulding afirma que algunas druidesas, como las que
formaban el grupo que servía a la diosa Brigit, se constituían en órdenes de clausura y jamás tenían
contacto
con hombres. Otras sacerdotisas estaban casadas y abandonaban sus obligaciones periódicamente
para
pasar algún tiempo con sus familias. Un tercer grupo, formado por, probablemente, mujeres
dedicadas a
trabajos más serviles, llevaban vidas normales con sus familias. Entra también dentro de lo posible
que la
brujería o Wicca empezara a formarse al ser los druidas obligados a ocultar sus ritos.
Tanto los druidas como las sacerdotisas eran los sanadores, jueces, astrónomos, maestros,
oráculos
y líderes religiosos de los clanes celtas.
El jefe de los druidas era el Archidruida, que tenía su contrapartida femenina probablemente en la
denominación Alta Sacerdotisa del Bosque. Existían escuelas especiales para quienes, con
independencia
de su sexo, deseasen iniciarse en su religión, aunque no era nada fácil llegar a forma parte de esta
elitista
comunidad religiosa. Según La Guerra de las Galias, de Julio Cesar, se necesitaban
aproximadamente unos
20 años de estudios, durante los que se iban superando lentamente los durísimos niveles de
órdenes. Toda
la educación formal consistía en recitados del maestro y memorización del alumno.
Los druidas tenían tres divisiones en su orden: los bardos (poetas), que vestían túnicas azules; los
ovatos (profetas y filósofos), que las vestían de color verde, y los sacerdotes druidas, que vestían de
blanco.
Su tonsura fue posteriormente copiada por los monjes cristianos.
En Irlanda, los ovatos y los bardos eran conocidos con el nombre común de Filid. Los druidas
eran los filósofos, jueces y asesores de los jefes tribales. Los ovatos recopilaban todo tipo de
conocimientos.
Los bardos alababan, ridiculizaban y enseñaban a través de la música y la poesía.
Todas estas enseñanzas sobrevivieron en Irlanda bajo el nombre de la Ley de Brehon. Cantaban
himnos parecidos a los Vedas, rendían sacrificios con plantas especiales y, en ocasiones, con
animales o
seres humanos, y hacían uso de fuegos sagrados. Sin embargo, la práctica de sacrificios humanos
no parece
haber sido cosa corriente en Irlanda ni en Inglaterra.
Los altos sacerdotes lucían a veces máscaras o coronas dotadas de cuernos durante algunas
ceremonias relacionadas con la fertilidad. Los cuernos eran en honor del dios celta Cernunnos (en
Inglaterra) o el Cornudo y simbolizaba la virilidad necesaria para la fertilidad. El Dios Cornudo era el
que
abría las Puertas de la Vida y de la Muerte, el macho, la parte activa de la Naturaleza, el Dios de los
Infiernos, y se trata de la forma de dios más antigua que conoce el mundo.
Su contrapartida femenina era la desnuda Diosa Blanca de la Luna. Esta diosa, la más antigua que
existe en la Tierra, es la Madre Primitiva, al que todo lo crea; el lado pasivo y femenino de la
Naturaleza.
Por lo general, los druidas eran sumamente poderosos. Podían pasar fácilmente de una tribu en
guerra a otra o ir a cualquier región que quisieran. De hecho, tenían tanto poder y estaban tan bien
preparados que, en épocas posteriores, les fue prohibido llevar o utilizar ningún género de arma
física. Se
dice que, sólo con sus palabras, podían vencer al enemigo y causar toda clase de males. Enseñaban
una
relación muy especial con la Naturaleza.
El alfabeto Ogham de los celtas –utilizado hasta aproximadamente el año 600 d.C- consistía
principalmente en una enseñanza religiosa. Cada letra representaba una gran profusión de
pensamientos e
ideas. Los iniciados en la ciencia druídica podían hacer uso también de un lenguaje secreto de
signos,
tocándose la nariz, las piernas o cualquier objeto rectilíneo. De esta forma podían trasmitirse
mensaje
silenciosos entre iniciaos mientras hablaban con un tercero de cualquier tema normal e inocente.
Esta
habilidad hacía de los druidas personajes tan formidables que, en un momento dado, tuvo que
prohibirse
este lenguaje de signos.
En la fe celta, las zonas del ser o de la existencia estaban representadas por tres círculos
concéntricos. Abred, el interior, es el lugar en que la vida brota de Annwn, y constituye la arena en
que el
alma humana debe perfeccionarse. El siguiente círculo es Gwynedd (la pureza), en el que la chispa
de la
vida triunfa finalmente sobre el mal y puede descansar para siempre de la reencarnación. El círculo
exterior
recibe el nombre de Ceugant (infinito) y constituye el lugar donde reside la fuerza esencial de la
creación.
Esta idea de universo trino se ve representada en el nudo de tres picos tan frecuente en la artesanía
céltica.
La sabiduría de los druidas enseñaba que el alma humana tenía que atravesar numerosas
encarnaciones en Abred, el Círculo de la Necesidad, antes de alcanzar Gwynedd, el Círculo de la
Bienaventuranza. Abred es la vida terrenal, a la que, una vez aprendidas las lecciones, el alma no
retorna.
Los druidas enseñaban que había tres cosas que podían entorpecer el progreso: el ego u orgullo, las
mentiras y la crueldad innecesaria.
Las sacerdotisas o druidesas eran altamente reverenciadas entre los celtas ya que poseían el don o
poder de las palabras, hierbas y piedras. Las sacerdotisas cantaban a los moribundos para que se
sumieses
en el sueño, hacían encantamientos, profetizaban, preparaban amuletos, llevaban a cabo
sanaciones y se
ocupaban de los partos. Uno de los objetos más característicos de las comunidades en que vivían
era un
caldero, tazón, fuente o charca, que probablemente utilizaban para leer el futuro. Las mujeres
pelirrojas
eran consagradas a las diosas de la guerra, ya que el color rojo era el color de la sangre vital y
menstrual.
Los herreros ocupaban una elevada posición en la escala social por estar iniciados en una magia
especial. Solían prepararse en la Isla de Scath (Syke, prosiblemente) durante un año y un día, donde
aprendían la magia de los metales y artes marciales. También podían sanar, profetizar y fabricar
armas con
poderes especiales. Los herreros estaban dedicados a la diosa Scathach o Scota. La mayoría de las
culturas
paganas reverenciaba en grado sumo a los herreros por la habilidad de éstos en crear mediante los
cuatro
Elementos, Tierra, Aire, Fuego y Agua. Mi abuela me contaba que, cuando era pequeña, fue, con
otras
niñas, a despedirse del herrero mientras éste se encontraba en pleno trabajo. Curiosa, se coló en el
interior
de la herrería y vio cómo el herrero susurraba algunas “cosas” sobre el metal, aunque ella no pudo
oír lo
que decía.
Algunas colinas, lagos, cuevas, fuentes, pozos, monolitos, calderos en el medio de bosquecillos y
antiguos círculos hechos con piedras eran lugares sagrados destinados al culto por estar
conectados con
líneas de antiguos prados e importante sucesos del pasado. Los pozos, fuentes, estanques y
surtidores eran
considerados símbolos femeninos, pasos acuíferos hacia el vientre subterráneo de la Gran Madre.
Sin
embargo, los druidas preferían los bosquecillos y bosques de robles, llegando incluso a levantar en
ellos
como templos grandes edificios de madera de forma rectangular o de herradura. La forma de
herradura
simbolizaba el vientre de la Gran Madre, la Gran Puerta de la Diosa o los conocimientos adquiridos
mediante el renacimiento ritual. Imágenes grabadas toscamente en troncos de árbol o en piedras y,
en
ocasiones, adornadas con planchas metálicas representaban la devoción a la deidad. Cada templo
celta
contaba con su propio caldero sagrado, símbolo del vientre cósmico de la reencarnación de la Gran
Madre.
Dado que el día celta comenzaba a medianoche, la mayoría de
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