Daniel H. Valsecchi Malvinas: una investigación interdisciplinaria Buenos Aires 1992 Este libro está dedicado a todos los que lucharon y cayeron el la guerra del Atlántico Sur (2 IV - 14 VI 1982) PROPÓSITO ‘La independencia americana habría sido obra de monentos, si la educación española no hubiera enervadado la mayor parte de nuestro genio. Las poblaciones del Nuevo Mundo son susceptibles de las mejores luces. El destino de preceptor de primera letras que usted ocupa le obliga íntimamente a sumistrar estas ideas a sus alumnos. Recuerde que usted que esos tiernos renuevos, dirigidos por manos maestras, formarán algún día una nación culta, libre y gloriosa. El gobierno le impone el mayor esmero y vigilancia en inspirarles el patriotismo y las virtudes cívicas, haciéndole entender en lo posible que ya no pertenecen al suelo de una colonia miserable, sino a un pueblo libre y virtuoso’. General José de San Martín (Circular a los maestros, 1815, Mendoza) ‘La batalla está perdida; nos queda aún tiempo para ganar otra’ General Dessaix El 2 de abril de 1982 no fué una fecha más en la historia Argentina. Todos nos sorprendimos con la increíble noticia. Los titulares de los diarios informaban: ‘Inician la reconquista de las Islas Malvinas’ ‘Tropas argentinas desembarcan en Malvinas’ ‘Se inician las operaciones en el sur para respaldar la soberanía nacional’ ‘Las Malvinas en manos Argentinas. Hoy es un día de gloria’ Han transcurrido diez años desde aquel 2 de abril. Tal vez algo haya cambiado desde aquel entonces. Tal vez todo sigue igual. El tiempo pasa rápido. ¡Diez años! Parece una obra de ficción. Ayer gritábamos eufóricos: Argentinos, ¡a vencer! Malvinas, ¡venceremos!. Hoy… es diferente. Nuevos vientos soplan. La guerra del Atlántico Sur ya es historia. Debe ser historia; aunque algunos pretendan que desparezca de nuestra memoria, como si nunca hubiese existido o, mejor aún, que se transfigure en algo totalmemte diverso a lo que que fue en realidad, para que sea, precisamente, ‘una fecha más’. Por eso es necesario efectuar un profundo análisis de nosotros mismos y de nuestro Estado – Nación; la Argentina (a pesar del promocionado mundo – uno). Debemos mirar hacia atrás, hacia el pasado, críticamente, para poder proyectarnos hacia el futuro sustentados por bases sólidas. Pero no es tarea sencilla parcializar el devenir histórico, con el fin de realizar un estudio sobre un fragmento de dicha totalidad – en este caso, el tema Malvinas. La raíz de esta dificultad se basa en dos argumentos: En primer lugar, es doloroso tener que escribir y refelexionar sobre una guerra perdida, en la cual nuestros compatriotas dejaron su vida heroicamente, otros volvieron heridos o mutliados. El dolor de los heridos, la humillación de la derrota, nos agobia. Es necesario realizar un gran esfuerzo para sobreponerse. En segundo lugar, la historia es un contínuo, un desarrollo. Dicho desarrollo, al ser parcelado, transforma al todo en una suma de partes, las cuales corren el riesgo de adquirir autonomía, disociándose de la estructura que les dio origen y coherencia. En otras palabras, se produciría una abtracción impropia, desdibujándose los acontecimientos anteriores y posteriores al segmento temporal considerado. En este caso, se define al ‘Conflicto del Atlántico Sur’ como un segmento acotado a los fines de esta investigación, entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982. No pretendo hacer un relato pormenorizado de la guerra desde ninguno de su múltiples puntos de vista, ya sean políticos, diplomáticos, estratégicos, tácticos, etc. Mi intención es hacer algunas reflexiones sobre este acontecimiento, considerado en sí mismo y con respecto a otros, anteriores y posteriores – segmento acotado. A diez años de la guerra, frente a esta hoja de papel, con recuerdos de aquél tiempo resurgiendo de mi conciencia a pesar de la desmalvinización compulsiva, me pregunto: ¿Qué fue Malvinas? En efecto, muchas cosas han pasado desde que el último soldado hubo abandonado las islas y, sobre todo, muchas cosas sucedieron antes de haberse iniciado las operaciones. Creo que la respuesta al interrogante planteado no es tan sencilla y evidente como a primera vista podría parecer. Más arriba hablé de un ‘todo’ como ‘suma de partes’ y también la palabra ‘coherencia’. Lo que quise decir es lo siguiente: debe entenderse a la historia como un totalidad articulada, donde los hechos no son absolutamente autónomos sino que tienen antecedentes y consecuentes. Desde luego, que esta cadena causal no es tan simple o, mejor dicho, no es tan lineal como una progresión aritmética. Dentro de la problemática histórica de cada acontecimiento tiene una base, uno o varios presupuestos. A partir de ellos puede surgir una previsión. Si existen puntos de contacto entre los antecedentes y los consecuentes, entonces hay coherencia. A su vez, determinados antecedentes pueden crear las condiciones para que el consecuente sea previsible en grado, aunque mas no sea, razonable. Tambiém en este caso habrá coherencia. Una posible respuesta a la pregunta: ¿qué fue Malvinas?, puede ser la mención de algunos hitos esenciales, significativos, que a modo de soporte – y constituyen antecedentes otorgando unidad de sentido al evento considerado. Pero los hitos no deben ser simples citas de sucesos más o menos importantes. Es mejor y más útil hallar el hilo conductor a través del cual la concatenación de dichos hitos sea bosquejada claramente. El hilo conductor será la síntesis, denominador común el cual se abroquelará con mayor o menor fuerza frente al transcurso del tiempo. Hegel usaba mucho el vocablo Aufheben, que en alemán significa simultáneamente conservar, suprimir y elevar. Transladado al campo de la historia, puede inferirese que hay ‘algo’ que se conserva, que permanece allí en el mundo; ‘algo’ que se suprime, que desaparace o al menos queda neutralizado y por último ‘algo’ que se eleva, es decir que cambia, superando un nivel, una etapa anterior. Ese ‘algo’ que se mantiene es nuestro hilo conductor. Sin embargo, no hay que sobredimensionar los conceptos. En este caso el hilo conductor no es un edificio con complejas abstracciones – como en el caso de la filosofía de Hegel – sino algo mas sencillo. Unas pocas ideas, unos conceptos rectores con la entidad suficiente para polarizar fuerzas sociales en direcciones predeterminadas. Regreso a la pregunta inicial: ¿Qué fue Malvinas? Y agrego esta otra: ¿Fué Malvinas un fenómeno coherente? Este último interrogante es muy desagradable y seguramente irritará a muchos. Sobre todo porque detrás de los razonamientos y las elaboraciones teóricas están los muertos y los heridos en combate. Soy plenamente consciente de esto. Pero si queremos que la historia, según la antiquísima y feliz aserción de Cicerón, sea ‘la maestra de la vida’, la cual nos brinda esperanzas y puntos de apoyo para vencer las dificultades del presente y enfrentar las del futuro, debemos formular esa desagradable pregunta y reponder con la mayor objetividad y exactitud posibles. Caso contrario, repetiremos con Hegel: ‘Lo único que enseña la historia es que la gente jamás aprendió nada’ Pero vayamos por partes. En primer lugar, debe diferenciarse la ‘historia’ de la ‘historia escrita por los hombres’ y de la ‘historia como abstracción conceptual’. Efectivamente, la historia real pertenece al mundo del ‘ser’, independientemente de la cosmovisión del historiador que describe el hecho. No interesa el molde ni la categoría en este caso. El molde lo pone el hombre que no se contenta con decribir, sino que además ‘interpreta’. Esta es la ‘historia escrita por los hombres’. Mientras la interpretación no falsee el hecho, no hay nada que objetar. El problema aparece cuando esa historia – abstracción conceptual, esto es la ‘historia escrita por los hombres’, modifica deliberadamente la realidad (el hecho) para conseguir ciertos y bien definidos resultados. En otros términos, la modificación no es una función de una heurística deficiente. Antes al contrario. Dicha modificación es intencional, dolosa, para expresarlo en términos jurídicos. Toda historia es ‘escrita por los hombres’, pero en este caso, existe una tergiversación de la realidad. Ya no es hisoria sino ideología. No es preciso ser marxista para coincidir con la afirmación sustentada por dicha Weltanschauung de que es esa ‘historia hecha por hombres’ (en el sentido de abstracción, terrgiversación e ideología) es en realidad una herramienta y una expresión de intereses. Estos intereses pueden ser de ‘clase’ , ‘casta’, ‘estamento’, ‘corporación’, etc. Son los intereses de un grupo; intereses que no suelen coincidir con los del Estado – Nación. De un hecho histórico se pueden hacer muchas lecturas. Cada historiador posee un conjunto de categorías, que son como ‘anteojos mentales’, con los cuales se enfoca el evento. No pretendo incursionar en la teoría del conocimiento. Sí en la teoría de la historia argentina, es decir el conjunto de categorías y conceptos rectores que configuran el hilo conductor que mencioné anteriormente. Dejarse atrapar por los conceptos rectores implica brindar una versión ideolgizada de la historia. Por supuesto, que esta versión falsificada es muy conveniente para defender ciertos intereses – de ‘casta’, ‘clase’, etc. La ‘historia escrita por los hombres’, entendida en el sentido precedentemente explicitado, permite la reinterpretación redefinición de conceptos, valores y hechos. Puede transformar a la derrota en victoria y viceversa. Puede hacer que la relación entre el esclavo y su amo, se tranforme en una dulce imagen de cooperación mutua. En otras palabras, el camino hacia las ficciones y los mitos o, al decir de Arturo Jauretche, de las ‘zonceras”. La construcción y desconstrucción de los hechos es el arma más poderosa para consumar nuestro extravío; la increíble falacia de inteligir a nuestros peores enemigos como ‘aliados naturales’ y a los modelos político – económicos – paradigmas de la hiperdependencia del milagro de la recuperación o la ‘revolución productiva’. Lo peor de todo es que los apóstoles de estas interpretaciones equivocadas están entre nosotros. Y con su prédica pretenden convencernos de que existe un determinado estado de cosas. Martillan pautas frases hechas en forma sistemática con la poco disimulada pretensión de hacernos dudar hasta de lo que percibimos por medio de nuestros sentidos. Diariamente nos hundimos en la miseria de un subdesarrollo de nuevo cuño: el subdesarrollo cubierto con una caparazón de esperanza. El anhelo de entar al ‘Primer Mundo’ cual peregrinos a través de un largo calvario de pauperismos superpuestos. Los arquitectos de esta farsa son siempre los mismos. Son los que remiten las causas de nuestros fracasos a las famosas taras étnico – culturales. Son los sempiternos epígonos de lo foráneo, no en el sentido de aprender del más experto, sino en la forma de querer ser como los otros, en especial como los idolatrados anglosajones. Pero para ser como ellos, es condición necesaria para dejar – de ser como nosotros, con todos los defectos, vulnerabilidades y, si se quiere, serias taras que los amantes del ideal anglosajón suelen achacarnos. Debemos, según ellos, transfundir nuestra esencia, nuestra identidad – palabra ésta abominada hasta la histeria más risible en los actuales tiempos de ‘cambios estructurales’ es arrojada a la alcantarilla de las pautas perimidas y por ende superadas para quedar de esa forma vacíos, pura materialidad incandescente con la mayor aptitud para los demiurgos bastardos de un presunto ‘Nuevo Orden’ eluciden en nosotros la forma del ‘hombre nuevo’ para la promisoria ‘Nueva Era’. Frente a este estado de cosas, es fácil entender el hecho de un evento como la Guerra del Atlántico Sur motive en nuestros simios vernáculos sentimientos mezclados de indignación y escarnio. En efecto, lo de Malvinas fue quizás el mayor acto de transgresión de la historia argentina reciente. Hoy la palabra ‘transgresión’ está de moda. Cualquier grosería, impudicia, etc., es obviamente un transgresor. De esto resulta que en la Argentina contemporánea es muy fácil ser transgresor . Basta con vestirse en forma ridícula y caminar por la calle, palabrotear de la manera más burda – rozando a veces la coprolalia – en los medios masivos de comunicación, o en casos extremos, exhibicionismo u onanismo (como Diógenes el ‘cínico’) en la vía pública. Y listo. Requisito cumplido para ingresar al club de los trangresores. Sin embargo, la verdadera y genuina trangresión fue la Guerra de Malvinas, a pesar de las incoherencias subyacentes las cuales seran uno de los temas clave de esta investigación. ¿Dónde se ha visto que unos ‘coloniales’, hijos de las taras hispano – católicas, osen desafiar al orden impuesto? Máxime cuando los desafiados son nada menos que los pulcros y anglosajones. Malvinas fue la verdadera transgresión. La violación de las reglas internacionales. Reglas que nos encasillaron en la más injusta dependencia, aunque la misma fue aderezada por nuestros colonizados vernáculos, haciéndola comestible y sabrosa como único alimento para nuestro crecimiento. Nuestros colonizados son los mismos de siempre. Son los que en 1806 estuvieron del lado del invasor inglés, considerándolo portador de las ideas progresistas; los que opusieron los limitados intereses de la ciudad – puerto Buenos Aires a la posibilidad de un desarrollo integral de la Nación; los que se aliaron con los anglo – franceses para combatir contra el Brigadier General D Juan Manuel de Rosas; los que aplaudieron la decapitación del ‘Chacho’ Peñaloza y de tantos humildes paisanos; los que apoyaron el fratricidio de la Guerra del Paraguay y calificaron de ‘antipatriotas’ a los que se opusieron a ese verdadero genocidio al servicio de los mercados europeos; los que execraron a Hipólito Yrigoyen como sinónimo de ineptitud senil; los que trocaron la expresión ‘década infame’ por los ‘tiempos de la república’; los que no vacilaron en calumniar en todas las formas posibles al 17 de octubre de 1945; los que vivaron entusiasmados el bombardeo criminal del 16 de junio de 1955 y los fusilamientos que tuvieron lugar entre los días 8 y 12 de junio de 1956; los que siempre adularon a las Fuerzas Armadas convertidas en defensoras de cualquier interés, excepto los nacionlaes; los que siempre aborrecieron al hombre humilde, al hombre de la calle, como sinónimo de barbarie… … Y hoy son los que prometen y creen en las bondades del Nuevo Orden Internacional. Justamente ellos, que como dijera en su momento Hernández Arregui, ensangrentaron el país y están dispuestos a ensangrentarlo nuevamente – inclusive hoy – si no pueden lograr sus objetivos. Porque ellos no son el país. Ellos son una (puta) oligarquía – transfigurada su esencia y periclitado en parte el significado primigenio del vocablo – presta a incluirse en ‘el’ mundo, aunque para ello tengan que diezmar a los habitantes de su propio país. Pero, claro, ellos no se consideraban parte integrante de él. Ellos son los desterrados del topos incierto del continente de las virtudes. Por eso los habitantes reales del país no son sus compatriotas. Antes al contrario. Son el enemigo potencial. Ayer, cuando ese enemigo potencial se actualizó merced a sus justas reivindicaciones, el método para mantenerlo a raya fue la lanza y el puñal en los campamentos de Sandes y Paunero, los sicarios de Sarmiento. Años después, la ley de residencia, lo mismo que las bombas aeronavales y las mazmorras en las cuales estaban encerrados todos aquellos que se atrevieran a disentir con el orden coactivo que se intentaba implantar. En la actualidad los métodos han cambiado, aunque la forma permanece inalterada. Hoy de lo que se trata es destruír al hombre argentino, vaciándolo de contenido y de esencia. El hambre, la subalimentación, si bien fueron utlizados anteriormente, revitalizan su vigencia como metodología de sojuzgamiento. La decrepitud del sistema educativo y sanitario, el aislamiento y la humillación permanente, son los ingredientes restantes de esta metodología. La consigna es: aplastar al hombre concreto para convertirlo en un animal superviviente y en movimiento inducido hacia una felicidad que siempre queda un poquito más allá; el espejismo del nuevo orden de consumo y bienestar. La defensa, por su parte, no podía estar ausente en este procedimiento de desconstrucción. La defensa nacional entendida rectamente, estructurada en profundidad (la relación íntima pueblo – ejército) debe ser desmantelada. Es así que esa relación armónica pueblo – ejército, propia de las articulaciones dables en los países civilizados (¡los anglosajones del Primer Mundo!), debe ser obturada en todas las formas posibles. Este es el punto de tangencia con el evento con el evento histórico Malvinas. La Guerra del Atlántico Sur quiso ser la vertebración de las Fuerzas Armadas con su pueblo en pos de un objetivo común: la defensa de la Soberanía Nacional. Desde luego, los componentes que operaban en detrimento de dicha vertebración eran muchos y significativos. Sin embargo, hubo un sustrato de intencionalidad sana y valiosa, independientemente de la factibilidad sana y valiosa como asimismo la factibilidad del emprendimiento en sentido amplio: la unificación de la totalidad desarticulada con respecto a un único conglomerado. El Estado – Nación en pie de guerra. No fue una casualidad que la Guerra del Atlántico Sur había sido para algunos simios vernáculos la modélica de ‘barbarie’ en todos los sentidos posibles. Desde el antecedente de inteligir a la Nación como un todo hasta el aspecto decisional de emplear la fuerza. Entiéndase bien: no se criticó la oportunidad o la carencia de presupuestos sólidos, sino que atacó ensañadamente a la conducta en sí, abstrayéndola de sus circunstancias. No fuera cosa que los ‘bárbaros’ tomaran conciencia de sus relaciones como así también de su situación de coloniales – periféricos, de un modo definitivo. Por esta razón tuvo lugar la negación fóbica de la guerra – el intenso deseo de que el fenómeno despapareciera cual olvido multitudinario. Todo lo expuesto es la causa primordial según la cual, Malvinas debe actualizarse como problema, como punto de inflexión en la historia argentina y como diagnóstico del conjunto de males que nos aquejan. Por este motivo, recapitulando, las dos preguntas que formulé antes: ¿Qué fue Malvinas? Y ¿fue Malvinas un fenómeno coherente? Deben ser contestadas con la mayor objetividad y exactitud posible si se quieren crear las bases de un nuevo Estado – Nación. Debemos ser autocríticos, pero no autocompasivos ni mucho menos, autodenigrados. Implacables solamente con la intención de desbrozar el que nos lleve a la reconstrucción. Caso contrario, si seguimos sumergidos en las posturas autodenigratorias o facilistas, estaremos legitimados para repetir a viva voz los versos del genial Leonardo Castellani SJ, que rezan lo siguiente: ‘un país sin jefe, un país sin poeta, un país que se divierte, un país que no se respeta, un país corajudo y bravo para jugar a la ruleta’, …………………………………………. ‘Un país que no sabe bien adonde tira. un país que mira bizco cuando mira, un país que ha consentido que lo nutran de mentira’ Buenos Aires, 24 de diciembre de 1982. PRIMERA PARTE SI QUIEREN VENIR QUE VENGAN ‘Lo mejor que puede hacer un niño con sus juguetes es romperlos’ Georg Wilhelm Friedrich Hegel ‘ La existencia es absolutamente insoportable… todo es vano... todo merece ser destruído’ Friedrich Nietszche Capítulo 1 ¿Qué se necesita para ir a una guerra? ‘La guerra nunca es un acto aislado’ Carl von Clausewitz Sin intención de enfeudarme en la totalidad de su teoría, el concepto marxista de ideología me será de utilidad. Los marxistas cuando hablan de ‘ideología’ lo hacen en sentido peyorativo, diciendo que es una superestructura, una caparazón que envuelve a la realidad (no tocaré aquí la cuestión de si el marxismo es también una ideología). Hilando un poco más fino se puede dividir el concepto en dos aspectos: por un lado, los sistemas de ideas – representaciones sociales. Dicho de otro modo, la ideología en sentido restringido. Por otro lado, los sistemas de actitudes – las costumbres, es decir los comportamientos sociales. Con referencia al primer aspecto: ‘Los sistemas de ideas – representaciones sociales, abarcan las ideas poíliticas, jurídicas, morales, religiosas, estéticas y filosóficas de los hombres en una sociedad determinada...las ideologías no son representantaciones llenas de elementos imaginarios… expresan deseos, nostalgias , … tienen una función de adapatación a la realidad’1 Y con respecto al segundo: ‘Los sistemas de actitudes – comportamientos están constituidos por el conjunto de hábitos, costumbres y tendencias a reaccionar de determinada manera’2 Estos conceptos pueden ser adaptados a los fines de esta innvestigación. Por un lado, de acuerdo con la primera definición, la ideología no es descriptiva sino adaptativa, es decir puede modificar la realidad saturándola con ‘elementos imaginarios’, en el sentido de configurar un simulacro al servicio de los más variados fines. Con respecto a la segunda definición, ‘reaccionar de una manera determinada’ (frente a un deterninado estímulo, claro está) presupone un proceso de socialización. Enfocando el tema Malvinas como acontecimiento histórico, debemos evaluar los presupuestos. En primer lugar la manipulación de información – el álgebra de significantes – como metodología de investigación histórica. Como segundo presupuesto el proceso de socialización en la Argentina, Para el primer presupuesto, utilzaré un concepto del derecho procesal; el instituto de la ‘cosa juzgada’. Esto es algo sobre lo que ya no quedan dudas. Hay sentencia definitiva. Pues bien, el instituto de la cosa juzgada parace no tener vigencia en la historia argentina – hablo en sentido figurado. Los acontecimientos no precluyen, las causas siguen abiertas. No pretendo decir que el 1 2 M. Harnecker, Los conceptos elementales del materialismo histórico, México 1986, pág. 103. Op. Cit., pág. 103. pasado no es, o mejor dicho, no debería ser susceptible de estudios diversos. Lo que en general quiero expresar es que la ‘litispendencia’ se refiere a cuestiones esenciales al estilo de: la conquista española fue un genocidio llevado a cabo contra la masa indígena; la conquista española significó la llegada del mensaje evangelizador a América; Rivadavia fue el más grande hombre civil de los argentinos (Bartolomé Mitre); Rivadavia fue un agente inglés; Rosas fue un gran patriota y un gobernante honesto; Rosas fue un tirano sangriento; la campaña del desierto fue llevada a cabo en función de los más genuinos intereses nacionales; la campaña del desierto llevada a cabo en función de los intereses de la clase ganadera; Argentina sufrió pérdidas territoriales a lo largo de la historia; Argentina nunca sufrió pérdidas territoriales; Hipólito Yrigoyen fue un gran presidente pionero en materia de reivindicaciones populares; Hipólito Yrigoyen fue un caudillo incompetente inaugurando la decadencia argentina; Juan Perón fue el líder que inició el proceso de recuperación nacional; Juan Perón fue un gobernante amoral, el segundo tirano sangriento; la guerra de Malvinas fue el acontecimiento que permitió llegar a la toma de conciencia nacional; Malvinas fue un sacrificio inútil… La lista de afirmaciones antitéticas podría prolongarse mucho más. Basta decir que todavía se suscitan dudas acerca de si habitamos en ‘Sudamérica’, ‘Latinoamérica’ – o si somos ‘hispanoparlantes’. Las preguntas surgidas de las oposiciones anteriores deben ser contestadas. De lo contrario, seguiremos viviendo en un Estado – Nación escindido en dos países. Dicho de otra forma: un simulacro. Puede afirmarse lo siguiente: la historia argentina es un conflicto de intensidad variable entre ‘país real’ y ‘país ficticio’. Creo que esta es una cuestión muy importante. En la Argentina hay dos cosmovisiones opuestas. Una mira hacia afuera permanentemente, es hiperdependiente y limita voluntariamente su espacio vital, tomando todos sus modelos de las potencias extranjeras para de este modo todo lo propio (considerado como ‘barbarie’), es un país, al decir de Alejandro Korn, provocó el ‘naufragio étnico’. El otro país es el ‘país’ real, que tembién mira hacia afuera, para aprender, para incorporar otras experiencias que lo puedan enriquecer. Este país no desea perder su esencia, tiene base cultural y no reniega de ella. Adelanto la siguiente conclusión: Esta oposición (‘pais real’ vs. ‘pais ficticio’) es la piedra de toque de la hisoria argentina. Es el conflicto que subyace en forma permanente, en aparente letargo, para reanimarse en cada evento de importancia. Resulta obvio que dicha oposición no podía estar ausente durante el conflicto de Malvinas porque, insisto, cada situación límite que experimente el Estado – Nación revitalizará la oposición. Este es un problema sociocultural antes que político. En su tiempo, Scalabrini Ortiz hablaba de la necesidad de conservar la virginidad mental a toda costa. No fue escuchado. Aún hoy no hemos despertado de ese largo sueño; mejor dicho, esa larga y oscura noche de bodas donde la ideología ultrajó nuestro origen más recóndito, cortando aquéllas raíces que nos daban el significado profundo de nuestra historia. No hemos nacido. Somos solamente un eco, un espejismo de sucesos lejanos. La propia historia, el pasado verdadero, se convirtió en una especie de paramnesia, en un recuerdo de lo no vivido; creemos que nuestro origen está en alguna tierra lejana – y sobre todo exótica. Lo cotidiano nos es ajeno, extraño, diferente de nuestros valores aparentes y nuestros abstrusos paradigmas. ¿Acaso Manuel Gálvez, como tantos otros, no se sentía un desterrado, un extranjero en su propia tierra? ¡Y cómo no sentirlo así!, si todo era un vasto transplante de hitos ideocráticos disfrazados de noesis modernista – un resplandor que ocultaba dogmatismos estériles. El presente capìtulo se titula: ¿Qué se necesita para ir a una guerra? Convengamos, en primer lugar, que la evolución de las concepciones, a pesar de los transplantes, era – y es – asincrónica con respecto a los referentes – grandes potencias. En otras palabras, entre nuestra Weltanschauung y la del resto del mundo referente. Nuestra Weltanschauung durante el período 1960 – 1980 puede sintetizarse de la siguiente manera: mundo bipolar. Dos super – potencias (o sie prefiere ‘macroestados siderocráticos cfr. Rizzo Romano); la Unión Soviética y los Estados Unidos. El primero era ‘malo’ (el enemigo, el imperio del mal). El segundo era ‘bueno’ (aliado natural, occidental y cristiano – incluyendo al ideal WASP). Y nosostros, los argentinos, éramos, nos considerábamos ‘parte de occidente’. Estados Unidos era, repito, nuestro aliado natural y nuestro gran referente y proveedor. Entre otras cosas, nos proveyó la Doctrina de Seguridad Nacional, que tantas calamidades nos trajo y sobre la cual hablaré después. Por su parte, Gran Bretaña era para nosotros referente, eclipsado por los Estados Unidos a partir de 1930. Podríamos decir que era nuestro referente tradicional. Nosotros éramos ‘occidentales y cristianos’. Nos vanagloriábamos de nuestras potencialidades (sin actualizar), de nuestras tradiciones (apócrifas o transfiguradas) y de nuestra moral cristiana (corrompida hasta la médula). Mucho orgullo que ocultaba inseguridad. ¿Antecedentes? En la historia oficial, especialmente en el período que empieza en la mitad del siglo XX, cuando nos encastramos perfectamente en el modelo de la división internacional del trabajo. Bien sabido es el hecho de que a partir de la batalla de Caseros (1852) se produce una tranformación sustancial de la Argentina. Además de los aspectos económicos, las pautas culturales sufrieron un vuelco. Los ideólogos proscriptos durante el gobierno de Rosas, la generación de 1837, enamorados de lo que conocieron en Europa, personalmente o a través de relatos de terceros, quisieron transplantar con urgencia todas aquellas maravillas allende los mares. Encandilados por la brillante luz de la ‘cultura’ europea, arrasaron con todo lo que tuviera olor nacional. Produjeron en forma paulatina el ya consignado ‘naufragio étnico’, confundiendo además cultura con erudición. Creyeron, en su ceguera, que la creación literaria superior consistía en citar a Byron, Hugo o Lamartine, los románticos europeos. Las ‘palabras sinmbólicas’ del Dogma Socialista de Esteban Echeverría, por citar sólo un ejemplo, estaban sustentadas en objetividades desligadas en importante medida de la realidad nacional. Demasiado ensoberbecidos con su cultura exclusivamente libresca, no alcanzaron a descubrir como así tampoco re – definir el tesoro que ante sus ojos se desplegaba: la infraestructura cultural del país. Esta podía ser catalogada de rudimentaria, asistemática o poco elaborada, pero indudablemente era punto de partida. Cultura autóctona en la cual podría haberse basado en los conocimientos, las experiencias y los adelantos europeos, es decir: mirar hacia afuera para aprender. ¿Qué fue lo que sucedió?. Así lo explica Arturo Jauretche: ‘La idea no fue desarrollar América según América, incorporando los elementos de la civilización moderna; enriquecer la cultura propia con el aporte externo asimilado… La incomprensión de lo nuestro preexistente como hecho cultural o mejor dicho, al entenderlo como hecho anticultural, llevó al inevitable dilema: todo hecho propio, por serlo, era bárbaro, y todo hecho ajeno, importado, por serlo era civilizado. Civilizar, pues, consistió en desnacionalizar – si nación y realidad son inseparables’3 No es necesario aclarar que esto fue nefasto para la Nación. Fue un corte tajante entre dos argentinas. Una que era conciente de sus potencialidades y amiga de la tierra y de sus enseñanzas , que tenía un punto de apoyo en su pasado y una esperanza en el futuro. La otra era la Argentina recortada, mutilada; gobernada por una fuerza centrípeta producto de las ideas rectoras de achicar los espacios y transfigurar el pasado. Esa Argentina sólo tenía futuro y la aparente bonanza de la ciuidad – puerto Buenos Aires, guía del progreso interminable. Estas oposiciones pueden representrarse simbólicamente a través de tipos humanos extractados de la literatura. La Argentina real de Martín Fierro, cual es el espírtu épico, el gaucho dueño de las pampas infinitas. Martín Fierro es el símbolo del hombre concreto que se subleva contra el modelo que pretenden imponerle. La otra Argentina, la transfigurada, la ficticia, está representada por Segundo Sombra, el cual no es gaucho, ni centauro, ni señor de las llanuras. Es un peón víctima de la división internacional del trabajo. Todo esto esto está articulado con un concepto que Jauretche entiende como ‘típica expresión del pensamiento colonial’: la autodenigración. En la autodenigración fincó el desprecio por nuestras tradiciones (es decir nuestra cultura) y la preferencia por todo aquello que fuese extranjero, ya sea una teoría económica, una obra literaria o tan solo un cepillo de dientes. Las presuciones de superioridad fueron y son – iuris et de iure, sin admitir prueba en contrario. Siempre fue neceario contar con la aprobación foránea para aceptar y valorar cualquier manifestación de la cultura argentina. El Martín Fierro tuvo que ser ponderado por escritores como Azorín o Unamuno, para que nuestros ‘intelctuales’ se percataran de la excepcional capacidad literaria de José Hernández. El tango obtuvo su consagración en Paris. A partir de ese momento, y no antes, nuestra distinguida ‘sociedad’ - y a remolque los tilingos varios, se atrevió a bailarlo en lujosos salones. Y ejemplos como éstos… hay muchos más. La autodenigración es algo así como un mecanismo fijado a la conciencia; un mecanismo muy difícil de modificar. Tiene la autodenigración un punto de tangencia con el síndrome de la ‘indefensión aprendida’. Este tema fue estudiado por los psicólogos en relación al tema de la violencia familiar. Con referencia al síndrome, suelen mencionarse experiencias – perros enjaulados son sometidos a descargas elécricas. A pesar de las descargas y del hecho de tener la puerta de la jaula abierta, los perros no escapaban. Esta curiosa conducta fue explicada como adaptación al medio, a la situación, a través de una especie de obnubilación que impedía a los animales escapar4. Algo parecido ocurre con lo que estoy tratando. Existe una doctrina, un mandato inyectado durante largos años de socialización – y deformación, que dice más o menos así; las cosas estan dadas de determinada manera y nada ni nadie las puede cambiar. Como un fatal determinismo que nos arrastra con su causalismo sin desviarse ni un milímetro. Y como corolario de esto muchas veces suele creerse que en realidad de verdad ‘merecemos lo que nos pasa’ - y racionalizamos este 3 4 A. Jauretche, Manual de zonceras argentinas, Buenos Aires 1985, pág. 25. Cfr. G. Ferreira, La mujer maltratada, Buenos Aires, pág. 140 y sig. prejuicio de las más variadas maneras. Por ejemplo, la célebre ‘herencia hispánica’ o la ‘inferioridad nativa’. En lo que concierne a la indefensión, he aquí el análisis de Arturo Jauretche del concepto pergueñado por Domingo Faustino Sarmiento – ‘la victoria no da derechos’: ‘¿Qué mejor manera de esterilizar una victoria privada de sus frutos? Es más. Es una forma pedagógica de impedir siquiera la lucha: ¿Para qué luchar si el vencer es infructuoso? Esto lleva a aceptar la derrota de antemano y generar la indefensión. El que tiene esta posción está de antemano vencido, dispuesto a ceder, a entregar, a cualquier cosa, pero no combatir… ¿Qué digo combatir? ¡Ni siquiera a discutir! Porque… ¿para qué vencer si la victoria no da derechos’5. Otro ejemplo: el que cita Scalabrini Ortíz, para criticarlo a continuación. Se trata del libro del Teniente Coronel Beverina acerca de la guerra del Paraguay. ‘Según este oficial, la República Oriental del Uruguay es libre porque… ¡se cansó de defenderla! (sic!)’6. Indefensión + cansancio. He aquí una ecuación nefasta. Los adelantos precedentes no resultan en realidad de verdad muy promisorios, como presupuesto para llevar a cabo un emprendimiento tan grande y peligroso como una guerra. Digo ‘adelantos’ porque hay otros aspectos que tienen que ver con la autodenigración. A esta altura, puedo ensayar una respuesta formulada al principio (Propósito) sobre la coherencia de la guerra. Tenemos clara la idea de que nuestra Weltanschauung era asincrónica con respecto a la de nuestros referentes. Sabemos además acerca de la existencia de la autodenigración. No es difícil deducir que la autodenigración conlleva la no valoración de las propias creencias, generando así una personalidad insegura y simiesca, dispuesta a imitar todo aquello transcendente a lo propio, sin mayores análisis. Ahora bien, si este presupuesto es correcto se deduce la necesidad intensa de tener un referente. Intensa y permanente. En 1982, ¿quiénes eran nuestros principales referentes? Europa en general y los Estados Unidos en particular, sin obviar desde luego, a Gran Bretaña como ‘referente tradicional’. ¿Es coherente combatir contra aquellos que son muestros referentes, padres culturales, povedores de cultura? No debe escapar a nuestro análisis, que las categorías que manejábamos en ese momento (durante el conflicto y, obviamente, con anterioridad a él) eran las típicas de la guerra de la era ‘manufacturera’: guerra nacional, Nación en Armas (Colmar Freiherr von der Goltz), fortalecimiento del frente interno, etc. No digo que fuesen sentidas o que estuviesen absolutamente internalizadas, pero sí formaban parte de nuestro discurso. Vale la pena recordar que uno de los argumentos que la prensa utilizó con mayor frecuencia en aquel tiempo, fue el de que los Británicos peleaban ‘por dinero’ mientras que nosotros lo hacíamos ‘por la Patria’. Con estas categorías, ¿fué coherente luchar? Peronalmente, creo que no. Porque no tenía sentido combatir contra aquellos que eran nuestros padres culturales, nuestros provedores de cultura. Contra aquellos que dictaminaban cómo debíamos hablar, qué libros debíamos leer y hasta qué valores debíamos sustentar. Los ingleses y los estadounidenses fueron y siguen siendo nuestros 5 6 A. Jauretche, op. cit., pág. 82. el subrayado es mío. R Scalabrini Ortíz, Política británica en el Río de la Plata, Buenos Aires 1981, pág. 61. referentes. ¿Acaso no hay argerntinos que ‘piensan en inglés’ (expresión acuñada por Norberto Galasso)? Siempre los hubo. Son los que añoran los ‘tiempos de la república’, cuando los teléfonos funcionaban y los trenes llegaban a horario porque eran ingleses, los que hablan del gentleman como arquetipo a imitar, los que educan a sus hijos en colegios ingleses, los que se desviven por ‘hablar en inglés’ aún siendo ignorantes del idioma castellano, los que se jactan de cabalgar usando montura inglesa (émulos de Sarmiento que también las prefería). Si quisera, podría prolongar mucho más la lista de extranjerismo y alienación cultural. El mecanismo interno de estas conductas puede resumirse así; pensar con cabeza ajena. Tenemos en la Argentina a nuestro hombre medio, incapaz de seguir dentro de este ambiente transfigurado ideales propios y auténticos. Hipnotizado, sigue la evolución de su estrella británica, francesa, italiana o alemana (dependiendo de la elección de la cabeza ajena que se adapte mejor a su temperamento). Así se inicia la cognición de la autodenigración. Es evidente que la persona que se autodenigra no se quiere a sí misma y, lógicamente, tampoco puede querer a los que considera como sus semejantes. Para poder estructurar su personalidad social debe servirse de aquellos elementos que lo puedan definir e integrar satisfactoriamente. Sin estos elementos su existencia carecería de todo sentido. Pero como todas las pautas genuinamente nacionales fueron aniquiladas, desfiguradas o degradadas, nuestro hombre medio no pudo elegir otra cosa que no fueran los motivos provistos por el vencedor cual fue – en sentido lato – el europeo. El hombre medio tuvo que recorrer miles de kilómetros para encontrar sus puntos de anclaje, a partir de los cuales elaboró su sistema de valores y relaciones. Sistema que fue artificial por cuanto el factor continuidad histórica y el sentido de la nacionalidad como ‘ius soli’ quedaron relegadas a un puesto más que secundario. La nacionalidad fue solamente una categoría jurídica delineada por una super – ley fundamentalmente de tipo racional normativo, bajo la cual se subordinaron los componentes decisionistas, sociológicos e historicistas. El resultado fue la creación de una atmófera de fantasía y realidad, donde lo concreto fue reemplazado por una creencia a la cual había que aferrarse ya que que quedar separado de ella significaba la desaparición – capitis diminutio – la muerte en sentido sociocultural. A partir de esta ideología fue dable esperar una vertiginosa pérdida de la autoestima. Para decirlo de otro modo: cuanto más autodenogración menos autoestima. Esta ecuación explica el deseo de aprobación de los referentes (Europa en general, Inglaterra y los Esrados Unidos en particular) para con los relatos (Argentina). Toda personalidad (individual o social) que no valora sus creencias necesita que le den el ‘visto bueno’. Así se fortalece la débil autoestima. En un país como el nuestro que creció en forma anormal y desproporcionada, talando las raíces de lo propio para plantar los árboles importados del continente de la civilización y la cultura, el deseo de aprobación no tardó en manifestarse: ‘Anatole France llegó a nuestro país en el año 1909, invitado por el Conservatorio Lavardén para dar conferencias en el Odeón. El tema que había elegido para desarrolar en ese ciclo – Rabelais – no interesaba al distinguido auditorio. ¿Qué es lo que interesa a los argentinos? – preguntaba el maestro con el alma atribulada. Un conocedor del ambiente le constestó, sencillamente: los argentinos. Bien… ¿Qué les causaría mayor placer oír? Y respondió el informante: ¡Qué somos el primer pueblo del mundo; que el porvenir es nuestro; que no hay mujeres más bellas que las argentinas… que somos ricos...’7 7 D.F. Casadevall, Esquema del carácter porteño, Buenos Aires 1981, págs. 35 y 36. ‘Treinta años más tarde – 1941 – John Gunther declaró en sus ilustrativas reflexiones de viaje, que la Argentina había sido el único país de Hispanoamérica en donde había encontrado personas tan ardientemente ansiosas de saber qué se pensaba de ellas y qué se escribiría a su respecto’8 Estos presupuestos tampoco son promisorios, teniendo en cuenta a las categorías vigentes en 1982. Y desde el punto de vista estrictamente militar la cosa no era diferente. Las Fuerzas Armadas Argentinas fueron al teatro de operaciones impregnadas de anacronismos diversos, derivados de las enseñanzas de la segunda guerra mundial. El pensamiento, la doctrina de Clausewitz, en su versión unilateral – circunscripta a lo táctico inferior, en la mentalidad de casi todos los oficiales. Otro ejemplo de asincronocidad con respecto a la Weltanschauung. Una idea de Clausewitz, vigente en la mentalidad en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial y luego, a partir de allí, en proceso de transformación, fue la del ‘odio nacional’: ‘Por su origen el combate es la expresión de un sentimiento hostil, pero en nuestros grandes combates, que llamamos guerras, el sentimiento hostil, se convierte a menudo en una intención hostil y al menos generalmente no existe sentimiento hostil de un individuo contra otro. Sin embargo, el combate no se produce sino que actúan tales sentimientos. El odio nacional, que falta rara vez en nuestras guerras, se convierte en un sustituto más o menos poderoso de la hostilidad de un individuo contra el otro. Pero cuando éste también falta y la animosidad no existe al principio, el combate mismo en el que enciende el sentimiento hostil. Si por orden de un superior alguien realizara un acto de violencia hacia nosotros, excitaría nuestro deseo de desquitarnos y de vengarnos más pronto de él que del poder superior bajo cuyo mando ese acto fue realizado. Esto es humano – animal, si ustedes quieren – pero es un hecho’9. En 1982, ¿odiábamos al ingleses? Pienso que no. Es más, creo que ni siquiera lo considerábamos como al enemigo. ¿Por qué? Porque era referente y padre cultural. En el mejor de los casos existiría una animadversión sustentada en bases racionales, pero sin el contenido emocional necesario para la ejecución de la clase de guerra que se tenía como esquema – teoría de base. En su manual de Historia Militar el General Juan Domingo Perón trata, entre otros tópicos, el tema de los factores que favorecían o perjudicaba el desarrollo de la guerra. Conviene destacar que los apuntes de esta materia que circulaban en el Colegio Militar de la Nación en los años 80 estaban basados en las enseñanzas contenidas en este manual. Dichos factores eran morales y materiales. Entre los primeros: las características del pueblo, la política, el índice patriótico y la influencia personal del conductor. Y dentro de los factores materiales: el personal, el material, el terreno, el objetivo que se persigue, los medios económicos y la capacidad guerrera. Citaré algunos fragmentos. Sobre las características del pueblo: ‘El concepto de la nación en armas ha dado a este factor una importancia tal, que puede afirmarse que el ejército es hoy más que nunca el reflejo del pueblo que lo produce’ 10. 8 D.F. Casadevall, op.cit., pág. 85 citando a John Gunther: ‘El drama de América Latina’. Trad, española, Buenos Aires, 1942, pág. 279. 9 K. von Clausewitz, De la Guerra, Buenos Aires 1983, pág. 77 y 78. 10 J.D. Perón. Apuntes de Historia Militar, Buenos Aires 1982, pág. 113. ‘Será también este factor el que imponga la necesidad de preparar la guerra en el campo espiritual, llevando al pueblo mismo al convencimiento de las necesidades que la motivam e inspirando en él, que será el ejército del mañana, el sentimiento del deber colectivo o individual más conveniente a las necesidades de la defensa nacional’11. Sobre la política: ‘La (política interior) tiene fundamental importancia en la preparación moral, física y material del pueblo, en forma de preparar su espíritu para intervenir ventajosamente en una contienda de carácter guerrero’ 12. Sobre el índice patriótico: ‘El índice patriótico debe perdurar no sólo hata el primer choque, sino hasta aniquilar al enemigo; por ello es necesario que el pueblo sienta su patriotismo con la mayor intensidad y que no sean explosiones momentáneas que lejos de ser beneficiosas sean perjudiciales...Esta alta finalidad sólo puede conseguírsela con un trabajo intenso de los hombres de gobierno y una educación e instrucción moral elevadas en todos los órdenes, en el hogar, en la escuela, en el cuartel y en las agrupaciones de todo carácter’ 13. Sobre la influencia personal del conductor: (citando a Federico el Grande) ‘aunque el efectivo de las tropas sea inferior al del enemigo, no se debe desesperar en vencerlo, pero entonces es menester que las disposiciones del general valgan e doble de lo que numéricamente falta’ 14 Sobre el personal: ‘La densidad de población supone siempre una mayor facilidad para la movilización, concentración y transporte en general así como la campaña y centros poblados dificultan grandemente la movilización’ 15. Sobre el material: ‘Es el factor qie sigue la evolución técnica e impone al país la necesidad de mantenerse al día en tal evolución, para no llegar a la guerra en condiciones inferiores a un enemigo más previsor’16. Sobre el terreno: ‘… llega a imponer el material y tiene marcada preponderancia sobre la selección del personal”17. 11 12 13 14 15 16 17 Op.Cit., pág. 113. Idem, pág. 114. Idem, pág. 115. Idem, págs. 115 y 116. Idem, pág. 117. Idem, pág. 118. Idem, pág. 118. Los subrayados son míos. Sobre el objetivo que persigue: ‘El objetivo perseguido da como resultado la posibilidad de una mejor apreciación de la situación y como consecuencia una mayor facilidad para la preparación para la guerra y de ello se deduce la importancia que para las operaciones mismas tiene el objetivo que se persigue’18. Sobre los medios económicos: ‘La forma de disponer de ellos es, sin duda alguna, poseyendo todos los medios y llegando en tal concepto a «barstarse a sí mismos», condición a la que aún no se puede aspirar los pueblos nuevos como el nuestro, que seguiremos muchos años dependiendo del exterior’19 Y sobre la capacidad guerrera: ‘depende en alto grado la política exterior del Estado, pues sería ridículo tener ambiciones que no pudieran sustenstarse con las armas, cuando llegue el momento de cambiar la diplomacia por la guerra’20 ‘Debe considerarse como capacidad guerrera, en el concepto moderno, no sólo el ejército de que se dispone, sino al cúmulo de sus fuerzas vivas, teniendo en cuenta que la guerra moderna pone en juego las actividades integrales del país. Sin embargo, es conveniente someter esas fuerzas vivas al juicio de apreciación hecho de acuerdo a la preparación que se tenga, pues los elementos dispersos o empleados en forma defectuosa o divergente, poco suman a la balanza de los valores posistivos para la guerra’21 Estimo ocioso realizar una confrontación minuciosa entre la realidad de 1982 y estos prinicipios, los cuales, palabras más, palabras menos, eran ‘doctrina’ en nuestro país. Y es solamente un muestrario que no tiene en cuenta la contaminación del la Doctrina de Seguridad Nacional, la cual afectó a toda la organización militar y nacional. Hay, repito, más ejemplos del mismo tenor. Por ejemplo, ¿cuántas veces habíamos hablado sobre la preparación para ‘la’ guerra así, en abstracto, en grande. ‘La’ guerra: suena totalizador en tiempo y espacio. ‘La’ guerra quedaba en la situación de algo transcendente a nosotros. Basándonos en este presupuesto, toda planificación debía ser omnicomprensiva. En otras palabras un pasaporte al fracaso, ya que como reza un viejo principio de la conducción: no se puede ser fuerte en todas partes. Pero todo fue diferente: ‘Estamos entrenados para defender la soberanía sin tener en cuenta la procedencia del agresor’22 Los términos ‘hipótesis de conflicto’ e ‘hipótesis de guerra’ eran casi tan abstractos como ‘la’ guerra hacia donde teóricamente se ordenaba. Tuvimos que sufrir una derrota para que sesudos analistas hablaran de que lo correcto era prepararse para ‘una’ guerra, es decir un conflicto definido en tiempo y espacio, menos totalizador, menos ambicioso, sin pretensiones de omnicomprensión 18 19 20 21 22 Idem, pág. 119. Idem, págs. 120 y 121. Idem, pág. 121. Idem, pág. 121. Revista GENTE (29/4/1982). Reportaje al Secretario de Planeamiento de la Nación, Brigadier Mayor José Miret. El subrayado es mío. para lograr la superiordad ‘en todas partes’, pero más concreto, anclado en la realidad. Fue demasiado tarde. No obstante, creo que se debería ir más lejos y utilizar la expresión ‘su’ guerra. De esta manera se acentuaría el sentido de pertenencia de una nación con respecto a un conflicto determinado, vinculado funcionalmente con factores políticos, económicos, sociocultutales, etc. En Malvinas combatimos en abstracto. Quiero destacar que el concepto de preparación para ‘una’ guerra ya lo había utilzado en general Perón en consignado manual. Capítulo 2 El Frente Interno ‘la guerra no consite sólo en el campo de batalla’ Thomas Hobbes ‘Dignifiquemos la palabra patria. Dejémosla que en el reposo se empape nuevamente el espìritu de la tierra. El que enuncie para disimulo de sus intereses personales, el que pronuncia como tapujo de sus conveniencias de gremio, de querella económicas o en simples discordias entre el capital y el trabajo deber ser condenado a cien tundas en las nalgas’ Raúl Scalabrini Ortiz Para comenzar, recapitularé algunos conceptos: Con respecto a las características del pueblo – la necesidad de preparar la guerra en el campo espirtual… Con respecto a la política interna – tiene fundamental importancia en la preparación moral, física y material del pueblo… Con respecto al índice patriótico – es necesario que el pueblo sienta su patriotismo con la mayor intensidad.. esta alta finalidad, sólo puede conseguírsela con… una educación e instrucción moral elevadas… Todas estas ideas tienen un denominador común: la educación o, para ser más amplio, la socialización, entendida como un proceso de aprendizaje de las pautas de una sociedad para que sus intergrantes puedan desenvolverse en ella satisfactoriamente. Lo dicho se articula con los ‘sistemas de actitudes y comportamientos sociales. Estamos en 1982. ¿Cómo se socializa en la Argentina? Son varios los factores: la famila, la escuela, los medios de comunicación de masas. Ahora me detendré en la escuela como factor de socialización. Históricamente, al punto de partida lo voy a situar en la ley de Educación Común (1884). Esta ley dio su impronta a un siglo de la educación argentina. El único intento para superarla fue tuvo lugar en el Congreso Pedagógico Nacional (1984), cuyas itenciones, alcances y resultados no discutiré aquí. Con respecto a la ley 1420, Arturo Jauretche nos da una excelente síntesis de sus cimientos ideológicos, de sus criterios ordenadores: ‘El pueblo en que nací, en el oeste de Buenos Aires, era treinta años antes territorio ranqueliano, pero la escuela a la que concurrí ignoraba oficialmente a los ranqueles. Debo a Búffalo Bill y a las primera pelícuas de cow-boys mi primera noticia de los indios americanos. ¡Esos eran indios!, y no esos ranqueles indignos de la enseñanza normalista… la escuela nos enseñó una botánica y una zoología técnica con criptógamas y fanerógamas, vertebrados e invertebrados, pero nada nos dijo de la botánica y la zoología que tenìamos adelante… conocíamos el Yang-Tse-Kiang y el Danubio, pero la escuela ignoraba el Salado de Buenos Aires, que nace allí en las lagunas donde buscábamos las nidadas del juncal… ¡Qué decir de una historia a base de héroes de cerería – tan absurdos como los niños modelos propuestos por los libros escolares – y que nos obligó a buscar nuestros héroes con valores humanos en la literatura de ficción o en la historia de otros países’23. Jauretche escribió esto en 1957. En 1982 la cosa poco había cambiado. Otro autor, Norberto Galasso, en su libro sonre la influencia foránea en la Argentina, hace un exhaustivo análisis de la superestructura cultrural opresora. Se refiere a la ‘sabia organización de la ignorancia’, es decir a la estrategia y la técnica utilizada por los controladores de los instrumentos de formación – de-formación de la inteligencia. Menciona el importante tema – por esta razón deliberadamente descuidado – de la enseñanza de la historia, además del papel de los cuentos, mitos y leyendas. También trata de las ideas rectoras de la geografía, la demografía, la geografía económica, la geopolítica, las artes, en fin; todo aquello que constituye a la cultura de la Nación. De su lectura se puede deducir: la cultura nacional ha sido desnaturalizada. Nos arrebataron casi todo. Nos quitaron la tradición, la mitología. Ya nada se sabe de basiliscos, zahorías, mulánimas o salamancas. Nos robaron la historia, la verdadera; no la catarata de nombres y fechas sin sentido alguno, con los cuales han castrado el interés por nuestro pasado en tantísimas generaciones de argentinos. Igual pasó con la geografía, la cual se convirtió en un vasto cadáver de estadísticas, en un contrasentido de una geografía sin espacios ni distancias. Nada de lo dicho es novedad. He ahí la verdadera gravedad del asunto. La oposición entre país real y país ficticio sigue en pie. En 1982 y hoy, diez años despúes, también. Ahora centraré el análisis en el ciudadano de la Capital Federal y de todos aquellos lugares del país los cuales desde el punto de vista sociocultural están polarizados hacia la ciudad – puerto y sus coordenadas ideológicas. Bosquejaré el tema por medio de un ejemplo tomado de Norbertos Galasso. Pensemos en un joven, un adolescente que… ‘... Nutrido de tantos elementos desarraigadores, cuando viajó solo, por primera vez, lo hizo en un «tranway» de la Cía Anglo, y se sintió más seguro cuando pudo «pitiar» un Lucky Strike, un Philip Morris o un Camel, importados. Es ese mismo argentino cuyo primer traje tan soñado fue confeccionado con un casimir inglés, su revista preferida las «Selecciones del Reader Digest», su noticiero radial «El reporter Esso» y su primera cita amorosa la hizo a través de los cables de la «Unión Telefónica»… ¿Cómo extrañar entonces, que sus ídolos musicales fueran Frank Sinatra o 23 A. Jauretche, La yapa – la colonización pedagógica, Buenos Aires 1985, pág. 165 y sig. Bing Crosby? ¿Qué de insólito si aún hoy, un director de orquesta argentino, ve facilirado su éxito utlizando el seudónimo de Allen Debray’24. Este adolescente, que sale de paseo con su novia y… ‘...cuando camina por la Avenida Santa Fe, ningún hecho insólito despierta su asombro, aún cuando los hombres de negocios, los artículos, los afiches publicitarios, es decir, el mundo de los letreros que pone a marco a la vida comercial de esa arteria, signa claramente la naturaleza antinacional del comercio deBuenos Aires, respondiendo no sólo al origen de la mercadería y el capital, sino también a aquella mentalidad según la cual lo importado es mejor’25. Las conclusiones son inquietantes. Deseo aclarar dos cuestiones. En primer lugar, a los fines de esta investigación, debe necesariamente actualizarse el ejemplo, tarea fácil porque el tranway o el repoter Esso, tienen hoy sus remplazos. En segundo lugar, el esquema presentado por Galasso es más teórico que real y además bastante exagerado. No obstante, el fondo del asunto no tiene ni una pizca de exageración. Detengámonos un instante y meditemos sobre el conflicto interior de ese adolescente ‘nutrido de tantos elementos desarraigadores’ que de ese modo, con esas ideas, esas ‘pautas’ presionando en su conciencia, fue a las islas a combatir. Mejor dicho: lo tomamos, lo introdujimos dentro de un cuartel – imperativo constutucional y ley nacional mediante – le impartimos una instrucción militar en forma menos que adecuada, lo vestimos con uniforme, le dimos un casco y un fusil y lo enviamos a Malvinas a pelear. ¿Es coherente esta conducta? Pienso que no. La guerra, esa necesidad terrible, evento sangriento y apasionado, requiere para sobrellevarla mucho más que un adiestramiento puramente militar. Requiere un cabal conocimiento del por qué de la lucha y de los inmensos sacrificios que esperan a la Nación. Los elementos irracionales – el odio nacional – por su parte, juegan un papel destacado. La guerra como fenómeno político es la última razón – ultima ratio – el camino a seguir cuando todas las demás posiblidades se agotaron. Es un proceso más o menos extenso donde se concatenan tensiones y antagonismos. Existe una escalada, un enrarecimiento paulatino de las circunstancias que progresivamente empujan al grupo humano – tradicionalmente una Nación – hacia el momento decisivo, catastrófico pero previsible. Así, el impacto es mejor tolerado. Entre nosotros las cosas sucedieron al revés. El 1º de abril de 1982 nos acostamos poseyendo el sustrato – mito de la Argentina ‘país de paz’, ‘la victoria no da derechos’. A la mañana siguiente, la inesperada noticia y una semana después estuvimos en pie de guerra con la aparentemente firme convicción de ‘presentar a las ofensas mayores ofensas’ y ‘escarmentar a quien se atreviera a tocar un metro cuadrado del territorio argentino (discurso del general Galtieri en la Plaza de Mayo, 10/04/1982), mientras los diarios extranjeros hablaban del ‘canto de guerra’ (Sunday People), de los argentinos que braman por la guerra’ (Sunday Expres) y de los gritos de ‘muerte a la marina real’ proferidos por las ‘muchedumbres de Evita’ (sic!)(Sunday People). Me parece que la articulación entre antecedentes y consecuentes no tuvo en este caso coherencia alguna. Pasamos de la paz a la guerra sin solución de continuidad, sin crisis, sin ‘enrarecimientno paulatino de las circunstancias’. 24 N. Galasso, Imperialismo y pensamiento colonial en la Argentina, Buenos Aires 1985, pág. 58. 25 Op. Cit., pág. 59. Otro tema: ¿cómo podemos definir a la educación sistemática argentina? Yo la definiría, diciendo que es una ‘larga espera’. No me refiero a aquello de ‘educación para la muerte’ contrapuesta al ‘fin es interno a la acción’ de Dewey. No, esto es otra cosa. Insisto: estamos en 1982. La educación argentina socializa para la burocracia, para el papeleo. Es casi un lugar común decir ‘lo que aprendimos en la escuela después no sirve para nada’ o que ‘se aprenden las profesiones trabajando porque la realidad laboral no tiene nada que ver con lo que se enseña en las aulas’, además de otras expresiones por el estilo. Afirmar conceptos de este calibre significa lo siguiente: estamos perdiendo el tiempo en forma lamentable. Concurrir a la escuela es perder el tiempo en forma lamentable. Si lo poco o mucho que aprendemos en el aula después, según parece, no nos es útil. ¿para qué concurrir a la escuela? Este es un razonamiento simple pero terrible. Desde el punto de vista estrictamente lógico es inatacable. Solamente puede ser rebatido con el auxilio de la ideología (patología) burocrática. El sistema funciona de la siguiente manera: debemos ir a la escuela no con la finalidad principal de aprender y capacitarnos sino para obtener un certificado de estudios, que es la llave para acceder al nivel se educación – socialización inmediato superior. Nivel que debemos superar para obtener a su vez otro certificado que nos habilite para cursar en otro nivel más alto...y asì sucesivamente. Esta es la esencia de la burocracia en materia de educación; la resignación y la espera. El tiempo corre, se pierde irremediablemente mientras esperamos el certificado que nos abrirá las puertas hacia el ‘mundo laboral’. Y si se puede aprender algo, mejor. Pero eso no es lo más importante. Así la historia, la geografía, la matemática, la física, la biología, la lieratura, entre otras tantas ‘materias’ (como académicamente se las denomina), son simples obstáculos que debemos sortear. Aquí estamos nosotros. Allá, a lo lejos, vislumbramos el certificado de estudios. En el medio de esos puntos extremos, alumno y título, están las materias, trabajos prácticos y exámenes, que debemos sobrepasar. Por eso lo único que la escuela enseña bien es el cumplimiento de reglamentos y directivas. Ha inculcado hábitos de disciplina, subordinación y, sobre todo, resignación. Con fina ironía Roberto Gache describe las peculiares características de la educación argentina, al criticar el mito de ‘los días felices de la escuela’, que merecería estar en la lista de ‘zonceras’ de Arturo Jauretche: ‘Los niños son felices: Todos lo saben. Hay que creer en las cosas en que todos creen: el mundo es nada más que una ficción aceptada. Este niño es, pues, feliz.¡Cuánto le ha costado, en verdad, dejar la cama tibia para salir a desafiar, a horas absurdamente tempranas, el frío de las calles! (le ha costado mucho abandonarla, que ha salido de ella colgado del brazo enérgico de la mamá). A pesar de ser pequeño y a pesar de ser feliz, este niño siente el frío de las mañanas frías. Ahora en la escuela, le harán sentar inmóvil en un duro banco de madera. La inmovilidad – sabedlo bien tiene un gran valor educativo. Por eso, con la más terrible amenaza, el maestro ha prohibido todo movimiento a su pequeña y levantisca gente feliz. Las horas, sin embargo, son largas; los bancos son duros; flota en la estancia el olor denso de la mugre colectiva. Diez años de edad...¿Por qué no dejarnos inquietos y libres! Aquella fue también – sin el alivio de la rebelión – una vida de penoso sacrificio. ¿Es posible creer en la felicidad de esas horas, de esas horas silenciosas, quietas, terribles, en que nos fue enseñado, lejos del sol, el misterio inútil de los cuerpos sólidos y de los cuerpos líquidos, de las perpendiculares y de las tangentes’ 26. Congruente con esta línea de pensamiento, Florencio Escardó vierte los siguientes conceptos en su magnífico ensayo sobre la ciudad de Buenos Aires y su gente: 26 R. Gache, Glosario de la farsa urbana, Buenos Aires 1968. Págs. 74 y 75. ‘Existe entre nosotros la viciosa costumbre de usar a los escolares como decoración. No hay fiesta, recordación o aniversario en que no se los haga defilar, muertos de frío y con las manos moradas, al viento o al sol, en hileras regulares y monótonas, sirviendo de telón de fondo a una fiesta que no comprenden, de la que no disfrutan y a la que no pertenecen. Vuelven a sus casas fatigados, roncos, a menudo febriles; si faltan a la fiesta hay penas disciplinarias, pero después tienem que estar ausentes, con certificado médico… En pocas partes hay menos respeto respecto al niño como en Buenos Aires’ 27. Sí, esta es la esencia de la educación en nuestro país. Lo que decide no es el fondo y el contenido sino la apariencia y la superestructura. El contenido se diluye pereciendo bajo la formidable presión del sistema burocrático. Contrariamente al conocido dicho popular: todo aquello que sea tocado por la mano de la educación argentina se convierte en barro. Temas apasionantes que le interesarían a cualquiera, para este sistema no son más que ‘materia prima’ la cual, a través de una línea de montaje, penetra a la fábrica. Ya adentro, los burócratas se encargarán de tergiversar dicha materia prima. Despúes de este proceso los temas ya no son temas. Son ‘programas’ de estudio convenientemente descuartizados en ‘unidades temáticas’ y su correspondiente ‘bibliografía obligatoria’. Estos programas sirven sólo para crear hábitos de estudio regulado por recetas memorísticas, repetición de ‘puntos fundamentales’ ante una voz de orden impartida por el maestro o el profesor. Antes dije algunas cosas acerca de la escisión que la educación provoca: realidad de la escuela vs. realidad de la vida. ¿Y qué sucede hoy en 1992? ¿Qué sucedió, qué cambios se operaron sobre este particular de 1982 a esta parte? Nada. El sistema se mantiene incólume. Por más que se discuta o se realicen debates. El sistema puede cambiar, agitarse. Pero termina siempre en el mismo sitio, igual que siempre...o peor. Las discusiones se centran en lo meramente disciplinario. Nuestro sistema educativo tiene tal poder que orienta toda iniciativa y deseo de cambio hacia la disciplina, el reglamento. Lo único que se ha logrado fue una distorsión mayor: ‘Sentadas; de los alumnos en las calles, profesores golpeados y desmanes varios. Siempre la conducta. El tema del contenido, del medio para llegar a la ‘toma de conciencia nacional’ no se resuelve todavía. ¿Existía conciencia de usurpación en el grueso de la población, con la consiguiente afrenta al honor nacional? Fuera de las disertaciones de los internacionalistas, los libros publicados sobre el tema, el desparejo adoctrinamiento escolar (estéril como todo aquello donde la escuela pone su mano) y en las convicciones de grupos minoritarios, no existía tal conciencia. Para muchos el concepto de ‘invasión’ o ‘usurpación’ solamente adquiría tal conciencia. Por eso sonaba ridículo hablar sobre un ‘espacio vital’ (Lebensraum) a secas, sin adaptarlo a nuestras necesidades. Mezclar a Ratzel, que midió la fuerza del Estado a través de la capacidad de expansión de sus fronteras, com los temas de nuestros ideólogos – el mal que aqueja a la Argentina es la extensión28 fue (¡otra vez!) incoherente. Porque aquí se predicaba el achicamiento. Resultado: una importante porción de nuestras fronteras estaba en estado de descomposición avanzada. 27 F. Escardó, Geografía de Buenos Aires. Buenos Aires 1966. Pág. 62. 28 D.F. Sarmiento, Facundo – Civilización y barbarie, conseguible on line pdf. En la Argentina el espacio vital estaba reducido, o en el mejor de los casos, a la medida de mezquinos intereses individuales, y en el peor, lo que las decisiones macropolíticas indicaran. Sapper Hill, Mullet Creek, Mount Tumbledown, Mount Longdon, Mount Harriet, Two Sisters, Mount Kent, etc. Todos estos lugares (geografía de las Islas Malvinas) se hicieron familiares recién en 1982. Antes, sencillamente no existían para nosotros. Las Islas Malvinas eran un pedazo de tierra en el inhóspito sur. Sobre las mismas, sobre su geografía y su toponimia, reinaba la casi total ignorancia. Recién después de la guerra hubo una cartografía disponible y de relativamente fácil acceso. Y como no podía ser de otro modo, la ignorancia acerca de la geografía de nuestro país tenía antecedentes remotos. Es sabido que Bernardino Rivadavia, que para la ‘historia oficial’ es aún el ‘estadista genial’, el más grande hombre civil de la tierra de los argentinos (cfr. Mitre) y ‘el hombre que se adelantó a su tiempo’, también se adelantó a nosotros en el desconocimiento del país que gobernó en 1826. El espacio vital de Rivadavia estaba configurado por un insugnificante territorio comparado con el tamaño total del país. Territorio limitado al norte por el Arroyo del Medio, al este por el Río de la Plata, al sur por el Río Salado y al oeste por la fluctuante frontera forcejeada con los indios. Todo lo demás, el resto del territorio, para Rivadavia era Trapalanda. Prueba de ello, su famoso ‘canal’ que iba a unir los ríos Desaguadero y Colorado; empresa inejecutable en aquella época, en función de la tecnología primitiva y la circunstancia de la guerra que el país libraba contra Brasil. En la fantasía del ‘estadista genial’, evidentemente se acortaban en función a sus afiebrados deseos. Era el acomodamiento antinatural de las cosas y circunstancias (la realidad) a las ideas (ideologías). Además, conviene destacarlo, cuando ‘el más grande hombre civil de la tierra de los argentinos’, tenía que transitar más allá de la Plaza de Miserere, sufría irreprimibles náuseas (sic!). Otro de nuestros baluartes, Esteban Echeverría, coniserado ‘el autor del primer cuento argentino, el ideólogo de la generación de 1837, el más importante poeta del primer romanticismo en el Río de la Plata, el introductor del tema del desierto y del indio en la literatura argentina y uno de los mayores autores del movimiento romántico en Hispanoamérica’ 29. Dicho sea de paso, el autor del ‘El Matadero’ desconocía la geografía argentina: ‘Era la tarde, y la hora en que el sol la cresta dora De los Andes. El desierto inconmensurable, abierto y misterioso a sus pies...’ El acercamiento forzado a los pies de la Cordillera se comenta por sí sólo. Cincuenta años después (1887), durante la época de la especulación desenfrenada que constituiría el prolegómeno de la gran crisis de 1890, ocurrió el denominado ‘escánadalo de Tartagal’. Ese año el congreso había votado una concesión para construir un ferrocarril. El mismo tendría su punto inicial en Corrientes para pasar por el Chaco y por Salta para terminar su recorrido en Bolivia… ¡En el pueblo denominado Tartagal! Estos ejemplos no son anecdóticos. Porque al no saber el sentido de pertenencia y de posesión sobre el territorio nacional, pelear y combatir por él, se convierte en algo peligrosamente abstracto. 29 C.A. Loprete, Literatura Hispanoamericna y Argentina, Buenos Aires 1979. Pág. 144. Sobre este particular, se ha realizado una interpretación. Me refiero a Carlos Escudé, en su libro sobre el nacionalismo argentino. En dicho trabajo, el autor toca, entre otros el tema de la educación y el nacionalismo territorial durante el período 1876 – 1986. Luego de analizar textos de historia y geografía publicados en el lapso considerado, expone la idea central: el dogmatismo característico en la educación argentina. Dice Escudé: ‘… si hay una constante a lo largo de estos cien años de enseñanza de la geografía es que, sobre estas y otras cuestiones, se sienta doctrina, se inculca un dogma, pero jamás se alienta el pensamiento, la reflexión objetiva y la duda sistemática’ 30 Más adelante agrega, refiriéndose a la actitud de los profesores: ,… no hay una intención de ocultamiento por parte del autor de los textos o del profesor; ellos mismos han adherido al dogma automáticamente y sin cuestionamiento, mucho tiempo antes...el dogmatismo mismo como modalidad de la enseñanza adquiere una dinámica perpetuante. La antítesis del método de pensamiento científico o de la duda sistemática como actitud vital frente a los problemas intelectuales, ese dogmatismo y su correlativo, el enciclopedismo, podrían marcar el mayor fracaso del sistema educativo argentino, en caso de constatarse su vigencia en otras áreas de la enseñanza, especialmente en el contexto de estudios comparativos internacionales’ 31 Es erróneo decir que el sistema educativo ha fracasado porque en realidad sucedió todo lo contario. La situación de la Argentina ya sea en sí misma o con respecto a la comunidad internacional (y desde luego el tema Malvinas) constituye la más clara comprobación del triunfo del sistema porque el enciclopedismo y el dognmatismo no fueron casuales, sino deliberados. Tenían una finalidad. Por esta razón Escudé yerra cuando analiza lo que él llama ‘métodos de adoctrinamiento infantil’, citando textos y lecturas de la escuela primaria y secundaria. La causa de tal equivocación es la elección de una óptica inadecuada. ¿Por qué? Porque la educación argentina no es apta para generar ‘adhesiones’ sino más bien ‘rechazos’. La educación argentina es proveedora de pautas, actitudes y esquemas de reacción de menor prestigio y efectividad. Los resultados del ‘adoctrinamiento infantil por esa vía son muy relativos, careciendo de la efectividad que Escudé le otorga: ‘Estas imágenes proprorcionadas por dictados, lecturas y trabajos prácticos quedan grabados en la mente infantil. Cabe preguntarse cuál será la reacción de muchas mentes cuando llegue el día de la internacionalización de la Antártida sea un hecho consumado a nivel incluso jurídico. Por lo menos producirá una intensa frustración. Una pregunta para investigadores en psicología social es cuál es el efecto, desde un punto de vista del nacionalismo territorial, de continuamente ver y calcar mapas como el que ya he desctipto, que nos brinda la imagen de un imperio argentino que es bicontinental y marítimo, desde el trópico hasta el Polo Sur, desde los Andes hasta las islas Sandwich, para luego, como resultado de la evolución del régimen antártico respecto de las islas oceánicas, verlo reducido a nuestro más modesto territorio real. Tengo la impresión de que estos métodos tienen un fuerte impacto psicológico’32 En la mente infantil son muy pocas las ‘imágenes’ de este tipo que quedan grabadas. Los elementos que perduran son pocos y de carácter fragmentario y preferentemente vinculados con las vivencias del sistema (disciplina, comportamiento) que con los conocimientos diseminados. A través de 30 C. Escudé, Patología del nacionalismo – el caso argentino. Buenos Aires 1987. Pág. 127. 31 Op. Cit. Pág. 131. 32 Idem. Pág. 134 y 135. largos años de pensamiento en las aulas la conciencia se adormece y los contenidos escapan. El mapa de Argentina que se dibuja en las escuelas es solamente eso: un mapa, un pedazo de papel, tan abstracto como el teorema de Pitágoras. Es un obstáculo a superar. Nos ordenan dibujarlo, nos obligan a memorizar superficies, puntos extremos, límites, latitudes y longitudes, accidentes geográficos, ciudades, pueblos, producciones mineras y agropecuarias y otras tantas estadísticas. Y todo esto sucede en el país de las abstracciones; lo estudiamos ayer, lo vomitamos hoy en forma de lección y lo olvidamos por completo mañana. La frustración que insinúa Escudé no puede existir. Las frustraciones pertenecen a la realidad y no al mundo teórico. Cada habitante del país ficticio (que son mayoría) posee su propio y exclusivo ‘espacio vital’; exclusivo e independiente. Allí se encuentra la raíz del asunto dado que es esa es la falla terrible; la realidad de no ser una Naciónm en el sentido ortodoxo de la palabra sino una ‘Nación multinacional’, donde los proyectos son diversos pero no independientes ya que los mismos se encuentran disociados. Desde esta perspectiva, el espacio vital de Rivadavia, ¿era congruente con el de Bolívar o el de San Martín? El de Sarmiento, ¿era congruente con respecto al de Felipe Varela? El de Mitre, ¿coincidía con el de Luis Piedrabuena? Finalmente: el espacio vital de los que promovieron el modeldo de la Argentina como ‘granero del mundo’, ¿coincidía con el modelo de los que pretendieron un desarrollo integral? Las respuestas son negativas. De un lado están los que acomodan la realidad a sus ideas (ideología) y se quejan de la gran extensión geográfica calificándola como ‘mal del país’, pretendiendo en síntesis un repliegue hacia el centro de irradiación – núcleo vital, es decir hacia la ciudad – puerto Buenos Aires. Del otro lado están los que, apoyados en bases realistas, condicionan su entendimiento a la realidad, intentando una impulsión centrífuga, es decir la integración de todas las regiones en un proyecto de crecimiento equilibrado e integral. Demás está decir que triunfó el primer grupo. Sin embargo, a esta altura de los acontecimientos se ha operado una atomización de las concepciones. Y cuando digo ‘a esta altura’ digo de 1982 hasta el presente. Se ha fragmentado, en efecto, el espíritu y el intelecto. La ‘soberanía nacional’, por caso, es una frase más del montón de expresiones inútiles que tenemos arrumbadas en algún lugar de nuestra mente, confundida con el ‘ser nacional’, la ‘institucionalización’, la ‘democratización’, el ‘Estado de derecho’ y la ‘defensa de la patria’, entre otras. No son otra cosa que palabras que pronunciamos como respuesta a una señal dada… nada más. Ese, y no otro, es el verdadero peligro de los dogmatismos y doctrinarismos en materia de educación: la esterilidad y la tranformación de la realidad en palabras huecas y papel. Contrariamente a lo que afirma Escudé, no existe un peligro en el ‘nacionalismo patológico’. Lo verdaderamente peligroso es la indiferencia que aniquila toda iniciativa y cada proyecto. Según este autor, las ‘imágenes proporcionadas por dictados, lecturas y mapas quedan grabadas en la mente infantil’. Esto es apenas cierto porque las imágenes están desconectadas de lo real, de lo ‘vivo’. Para la mayoría de los niños argentinos (y de los adultos también) las islas Orcadas del Sur o el cerro Zapaleri son sitios tan distantes y ajenos como cualquier otro lugar al que no conocemos más que por una fotografía. Escudé sugiere la realización de entrevistas profundas para indagar sobre lo que siente un niño o un adulto cuando ve un mapa sin Tierra del Fuego o sin Misiones. Si bien el estudio puede arrojar datos interesantes, en base a lo expuesto hasta ahora, aventuraré una respuesta: el niño o el adulto sentirán lo mismo que siente cuando la Municipalidad decide cambiar el sentido de circulación de una calle o un avenida. Sorpresa y alboroto al principio; acostumbramiento al final. Nadie se desespera ni se indigna por una representación gráfica o una estadística. El mapa de Escudé es sólo eso: una representación a escala de la realidad. La única frustración sería la ocasionada por una mutilación real y solamente desde el punto de vista de los habitantes del territorio cercenado. Mas los gráficos y mapas por sí solos poco valen. Otro aspecto señalado por este politólogo es el de el ya citado ‘nacionalismo patológico’ y su articulación con el ‘nacionalismo latinoamericano’. Escudé desarrolla este tema utilizando conceptos tomados de la zoología y la antropología: ‘Durante miles de años, las guerras territoriales fueron muy comunes porque el territorio estaba vinculado al poder e incluso a la supervivencia en forma directa. El nacionalismo territorial fue hasta el siglo XIX inclusive un fenómeno relevantísimo en Europa. La revolución tecnológica producida desde entonces sin embargo, ha ampliado enormemente la diferencia entre el poder generado por la inversión de un esfuerzo y capital equivalente a la expansión del ámbito territorial de un estado, a no ser que esté de por medio un territorio inusualmente rico y estratégico. Es por ello que la incidencia de las guerras meramente territoriales disminuyó enormemente, al punto que hasta la guerra de Malvinas, una guerra sin motivaciones económicas ni vinculada a conflictos culturales o a la competencia global Este – Oeste, no parecía una posibilidad digna de estudios para politólogos o especialistas en relaciones internacionales, particularmente si la disparidad de fuerza era tan grande que la parte que se había iniciado estaba destinada irremediablemente a perder’ 33. Debe decirse que no existen guerras meramente territoriales. Las motivaciones de una guerra pueden no tener en cuenta al territorio, pero si éste está presente es por la utilidad que trasciende a la simple posesión. Es decir que no es una guerra ‘por ningún motivo salvo un territorio inútil e innecesario para sus necesidades’ como afirma Escudé tomando como ejemplo una investigación sociológica sobre macacos. ¿Qué es el territorio? Es un elemento del Estado, que le sirve de marco y de sustento. Allí es donde se produce el fenómeno de interacción y convivencia. De acuerdo con la exposición de Escudé parecería que el territorio es el suelo o tierra firme exclusivamente. Cualquier manual de Derecho Político34 explica que además de la tierra firme debe incluirse al subsuelo, al espacio aéreo y el mar adyacente (para el caso de los Estados con litoral marítimo) que incluye asimismo al mar territorial propiamente dicho, el mar jurisdiccional y la plataforma submarina. Resulta obvio que el asunto es más complejo que lo expuesto por Escudé, el cual limita el problema al suelo (tierra firme) dejando de lado los otros sub-elementos. Ahora, antes de efectuar algunas consideraciones, citaré otros conceptos de este politólogo: Con respecto a los litigios territoriales dice Escudé que América Latina está ‘plagada’de ellos: el territorio de Esequibo (Venezuela), el litigio argentino – chileno por tres insignificantes (sic!) islas en el canal de Beagle. A renglón seguido, vincula estos problemas con el experimento apuntado más arriba: el de los monos, los macacos que defienden un territorio en forma verbal, profiriendo aullidos: 33 Op. Cit. Págs. 134 y 135. Los subrayados son míos. 34 G. Bidart Campos, Lecciones elementales de política, Buenos Aires 1984. Pág, 204. ‘Después de 30 minutos de aullidos y saltos, rabia e indignación, amnbos grupos se retiran gloriosamente’35 La conducta del ‘aullido’ es relacionada con el prealistamiento de las Fuerzas Armadas Argentinas en 1986 y con la expresiones agresivas de algunos legisladores, vinculados con el tena de los ‘pesqueros que incursionaron en la zona de exclusión’. Para Escudé esto es ‘un paralelo humano de nuestros aulladores’36. Siguen otras ideas: ‘Si la Argentina hubiera ganado la guerra de las Malvinas, con las islas no habría adquirido nada que incrementara su poder o bienestar ni siquiera mínimamente; sólo habría adquirido un territorio prácticamete inútil e infinitos problemas diplomáticos de grave repercusión sobre otros problemas externos que el país enfrenta’ ‘Los macacos de Carpenter (nombre del investigador que observó su comportamuiento; N. del A.), recordaremos, también hacían la guerra por ningún motivo salvo un territorio inútil e innecesario para sus necesidades’37 ‘La conquista o reconquista de las Malvinas no aportaba nada a nuestra supervivencia y poder...’38 ‘A los argentinos se nos ha adoctrinado desde hace décadas para un proyecto expansionista, en tiempos en que no sólo es irrealizable el proyecto sino además la expansión territorial es lo que menos necesita el país’ 39 El error de siempre: la elección de una óptica equivocada que consiste en señalar únicamente un aspecto del hecho analizado. Escudé aprecia que Malvinas para la Argentina es un ‘territorio inútil’. La idea formulada de este modo es incompleta. Falta el fundamento, el presupuesto. La afirmación, tal como Escudé la hizo es inconexa i gratuita. Otra cosa hubiera sido decir: ‘territorio inútil como consecuencia de la cosmovisión argentina que no prevé el aprovechamiento integral de sus potencialidades; una Argentina que no considera a Malvinas como parte de su espacio vital (Lebensraum). ¿Cuál es el proyecto de Escudé? Puede inferirse en la clásica expresión: el mal que aqueja al país es la extensión. Este autor la moderniza y dice: ‘La expansión territorial es lo que menos necesita el país. La tesis de la coexistencia de dos países (dos cosmovisiones) se abona con los pensamientos de esta clase. Otro dato: para Escudé las las Malvinas son un territorio ‘prácticamente inútil’. Es más, para él el conflicto Malvinas tuvo motivaciones exclusivamente territoriales. Pero, lo que es inadmisible es la afirmación ‘inutilidad de las islas’. Dicho de otra manera, sin valor económico ni estratégico. Esta tesis no resiste el menor análisis. Hasta la inefable revista GENTE en su número del 15 de abril de 1982 posee mayor realismo: 35 36 37 38 39 Idem. Pág, 97. Idem. Pág. 97. Idem. Pág. 97. Idem. Pág. 100. Idem. Pág. 102. ‘Para Gran Bretaña la Islas Mavinas constituían un enclave estratégico de importancia vital, y por sus riquezas, una fuente inagotable de recursos. Porque las Malvinas son petróleo, minerales, pasturas naturales y proteínas de distintas variedades de peces, algas y krill’ Algo similar ocurre con las ‘tres insignificantes islas’ del canal de Beagle. Consideradas en sí mismas, aisladamente, quizás sea la expresión anterior sea válida, pero como razonamiento es absolutamente equivocado. Escudé describe algo que en resumidas cuentas es coherente pero patológico. Para un país que ha perdido su conciencia territorial es claro, clarísimo, que Malvinas tierne que ser un territorio inútil. Insertas en una realidad desintegrada las palabras de Escudé son absolutamente coherentes. Aclaro que una conducta o actitud ‘coherente, no implica necesariamente que las mismas sean valiosas, como así tampoco lo incoherente en principio necesariamente debe ser disvalioso. Lo de Escudé es una forma de ‘inconciencia territorial’. Para clarificar la afirmación debe definirse el término contrario; la ‘conciencia territorial’. Como primera aproximación puede decirse que el espacio que nos rodea, sintiendo que el mismo nos pertenece. El concepto de ‘pertenencia’ va mucho más lejos de la simple categoría territorio – objeto bajo una determinada jurisdicción. Al respecto dice un especialista sobre el tema: ‘… el sujeto va tomando conciencia de sí por el choque con el mundo es decir, que el contenido del yo (el contenido representativo del yo) se va formando por la incorporación que hacemos del noyo – vivido como tal. En otros términos, el yo se recorta en su intersección con el mundo, un ‘mundo’ hasta cierto punto ‘consituido por el yo’40 Los Argentinos, ¿hemos tomado conciencia de nosotros? La respuesta a este interrogante proveerá la clave: ‘La expansión territorial es lo que menos necesita el país’ ¿A qué clase de expansión se refiere Escudé? No me parece qu se trate de la conquista de otras naciones por parte de Argentina, cual debellatio. Sí creo que se refiere a la expansión territorial, aún dentro de su propia jurisdicción. Voy a explicar la ida por medio de un sencillísimo ejemplo: supogamos que una persona es propietaria de un departamento de cuatro ambientes (espacio – objeto – jurisdicción). Vive en uno de esos cuatro ambientes. El resto es zona muerta. Ahora bien, un día contrae matrimonio y además decide instalar una oficina en el departamento. Ocupa, en consecuencia, todos los ambientes. Incrementa de este modo su ‘espacio vital’. Traslado el ejemplo al territorio argentino. ¿Existe una relación de equipolencia entre lo que entendemos por ‘espacio vital’ y lo que efectivamente poseemos como potencialidad? Aprecio que no. Análogamente con el departamento de cuatro ambientes – solamente habitamos uno. El resto es zona muerta, no es parte de nosotros. No existe sentido de pertenencia. No es más ‘nuestro mundo’: ‘El ámbito vital en que nos movemos nos va constituyendo. De ahí la importancia de que ese ámbito sea vivido como «mío», personal, intangible o inviolable. Mi territorio (en sentido amplio) debe pertenecerme como lo familiar y doméstico, lo propio mío. No podrá ser de otro modo, pues 40 A. Pithod, Las bases biopsíquicas de la conciencia terrirorial y su déficit en la Argentina actual, Buenos Aires, 1978. Pág. 39. mi mundo es también mi yo, su contenido (representativo) al menos. De ahí su entrañabilidad, de ahí que yo sólo pueda ‘reconocerme’ a mí mismo en él’ 41 Más arriba hablé de la desubicación histórico – geográfica y de la alienación cultural. Consecuentemente con aquellas afirmaciones, nuestro ‘reconocimiento’ es muy deficiente o simplemente se traslada a cualquier otra región del mundo donde se hallen los referentes. Esto es gravísimo. Por eso la expansión territorial – entendida rectamente – es lo que más necesita el país. Escudé piensa exactamente todo lo contrario porque sus categorías no le permiten generar propuestas creadoras y positivas. Su lógica es la del achicamiento y la subordinación. Su pensamiento es, finalmente, coherente, aunque disvalioso y pernicioso. Es perfectamente coherente que alguien que considera a las islas Malvinas como ‘territorio inútil’, también sentirá fastidio a ver esos mapas de los países de Europa (otra observación de Escudé). Dicho mapa encierra un peligro potencial ya que ayuda a ‘tomar conciencia’. Dentro de este orden de cosas es también coherente proponer investigaciones para indagar que siente el argentino medio al ver el mapa del país sin Tierra del Fuego o sin Misiones (y nañana, ¿por que no? sin la Patagonia entera), total todo eso puede recortarse: todo aquello que no encaje en el proyecto de autolimitación. En conclusión, el planteo de Escudé es equivocado porque al mismo tiempo le faltan elementos, cuales son: la problemática de la carencia de conciencia territorial y del sentido del espacio (Raumgefühl) y consecuentemente la desistegración nacional. Si este politólogo hubiese considerado estos aspectos, sus conceptos tendrían validez. Un concepto de la psicología conductista nos puede ayudar a comprender mejor esta cuestión: con forme al conductismo, una conducta puede ser entendida como una totalidad, como un producto terminado. Por ejemplo, la conducta de ‘cruzar una calle’ - conducta molar. La misma puede ser descompuesta en partes – vgr. Los movimientos de las piernas, las órdenes impartidas por el cerebro – conducta molecular. Puede decirse, aunque parezca simplista, que una conducta ‘molar’ es la resultante de la sumatoria de varias conductas ‘molecuares’. Escudé posee una visión ‘molecular’ uniforme y aislada. Pero la realidad es mucho más compleja. Las afirmaciones de este autor están artificialemte separadas de sus antecedentes. La conducta de ocupar militarmente las islas – molecular – dentro del contexto ‘molar’ de la política exterior en sí misma pocos datos para el análisis nos ofrece. Unicamente en relación con sus antecedentes y presupuestos (también ‘moleculares’) puede ser clasificada y valorada como acertada o equivocada. Si Escudé hubiese planteado el tema de este modo, su teoría tendría un buen punto de partida para cambiar una situación negativa. Los antecedentes señalados convenientemente podrían haber explicado el problema y sus causas, permitiendo operar sobre ellos. En lugar, al tratar sólo consecuentes moleculares como si fuesen de naturaleza ‘molar’, simplifica el tema falsamente, reduciendo el problema a una cuestión antropológica, zoológica o de patologías diversas, impregnado todo con un sutil determinismo que impide todo atisbo de transformación. En suma, un discurso cerrado apto para la perpetuación de un estado de cosas. 41Op.Cit. Pág 40. Capítulo 3 La seriedad informativa ‘Otra vez estáis de nuevo junto a mí Recuerdo de mis compañeros muertos en la guerra El olivo del tiempo Recuerdos que no hacéis más que uno Como cien pieles no hacen más que un abrigo Como esos millarres de heridas no hacen más Que un artículo periodístico’ Gillaume Apollinaire Otro aspecto de la preparación moral para la guerra es el manejo de la información. El tema puede dividirse de la siguiente manera: la información efectivamente difundida y los comentarios y apreciaciones efectuados sobre la misma. No pretendo realizar un análisis detallado de toda la información producida durante el conflicto. Solamente la revista GENTE – para el gran público. En 1982 era considerada como seria. Lo que sigue es el resultado de examinar varios números de esta revista durante las semanas desde el mes de abril hasta junio de 1982. Mi intención es indagar si esta revista contribuyó a preparar la moral de la población y a sobrellevar la guerra. También rememorar algunos sucesos, pensamientos, apreciaciones y reportajes periodísticos realizados por este semanario a personajes que tuvieron en sus manos la responsabilidad directa o indirecta de conducir las operaciones (en el más amplio sentido). Estimo que GENTE estaba encuadrada en las coordenadas mentales de aquel tiempo y sobre las cuales ya he dicho algo: bipolaridad, civilización ‘occidental y cristiana’. Una de las características de esta revista era la utilización de un discurso de orden racional, que otorgaba a los temas tratados algo así como la fuerza del derecho. Durante 1982 recrudeció el tema de la soberanía, expresión que venía cobrando impulso desde 1978 a raíz del conato de guerra con Chile. En el número 15 de abril, GENTE utiliza el término ‘soberanía varias veces, en epígrafes y subtítulos: (epígrafe) ‘Hacia el sur. Bahía Blanca. La espera y el entrenamiento de combate. Los soldados, sus armas y una unívoca convicción: la defensa de la soberanía’. (epífrafe) ‘Ese pedazo de patria llamado Malvinas. Durante las 58 horas que duró el viaje no hubo tiempo para bromas. Cumplían con una misión: la defensa de la soberanía. (subtítulo) ‘Sábado 10, Plaza de Mayo. Doscientas mil personas. Un acto, en el cual los argentinos consolidaron su sentido de soberanía. Todo esto suena académico, científico, aséptico. Como una campaña ejecutada por soldados de bronce, soldados teóricos. Este era uno de los varios discursos de la revista GENTE. Lo llamaré así: el discurso académico. Lógicamente el semanario se manejó con distintos discursos además del mencionado. Tenemos entonces: El discurso triunafalista – retórico Título: ‘en Malvinas (15 de abril); la historia grande ya se está escribiendo. Y es la que va a quedar en los libros después, porque ahora la estamos acomodando en nuestras Memorias..’ periodista: Jorge Palomar). Título: ‘Hasta el último hombre defenderá esta tierra’ (28 de abril). Título: “Rechazaremos a todos los intrusos’ (13 de mayo); nuestros soldados, a cielo abierto o bajo las trincheras, hacen la ‘V’ de la victoria, como un contudente ejemplo de que están bien preparados para resistir y vencer. Estas fotos fueron tomadas después del ataque inglés del 1º de mayo, cuando tuvieron que alejar precipitadamente ante el fracaso de todos sus intentos de invasión’ Título de tapa: ‘Vamos a atacar’ (20 de mayo). Título: ‘una sola consigna: la victoria’ (20 de mayo); las costas defendidas. Los ataques aéreos rechazados. Una indeclinable moral entre los soldados; las virtudes de la defensa de una causa justa. Esta imagen, y lo que encierra de gloria y valor, se repite a lo largo y a lo ancho de la Patria. Estos soldados esperan a los gurkhas’ Título de tapa: ‘¡Seguimos ganando! (27 de mayo); 6 buques hundidos, 12 averiados. 21 aviones y 16 helicópteros derribados. Estamos destruyendo a la folta británica’ Título: ‘Así destruimos a la flota enemiga’ (27 de mayo). Título: ‘Estos vinieron. Estos quedan’ (27 de mayo). Título: ‘Ahora están acorralados’ (27 de mayo); ‘la niebla amparó los primeros desmbarcos (San Carlos), pero, la mañana avanzó y los invasores quedaron al descubierto. Nunca llegaron a establecer una auténtica cabecera de playa, sólo conformaron ‘bolsones’ de resistencia que las tropas argentinas tienen bajo su control...’ Título: ‘Los nuevos héroes de mayo’ (27 de mayo). Título: ‘A la caza del enemigo’ (27 de mayo). Título: ‘Ellos destruyeron a la flota’ (27 de mayo). Título: ‘La gran batalla’ (3 de junio); ‘una mesa. Un mapa de las islas. Una bala como indicador. Esto sucede en Puerto Argentino. La mano guía el proyectil sobre el mapa. Precisa lugares. Distribuye fuerzas. Revela accidentes geográficos. Ubica al enemigo. Esta mano es la mano de un soldado argentino. Esa mano se prepara para la gran batalla. Para el momento en que el general Mario Benjamín Menéndez vuelva a repetir: ¡A las armas! ¡A pelear! El discurso maternal El mismo busca conmover la fibra íntima del lector o tal vez de las lectoras. No ahorra lloraduelos y golpes bajos. Título: ‘llanto y dolor por un soldado muerto: Mario Almonacid’(15 de abril). Título: ‘Desde Malvinas el soldado Sergio le escribe a su familia y GENTE fue al correo; se transcribe a continuación la simpática misiva que refleja el animus de aquellos días: el general Videla todavía era considerado el ‘salvador de la Patria’(15 de abril). Título de tapa: ‘Historias de 18 años (22 de abril); cada soldado relata sus vivencias. Título: ‘El ya no está más solo (13 de mayo); es la historia del soldado Claudio Ferreyra, huérfano y voluntario destinado en el sur. GENTE comentó en este artículo que ‘muchas madres querían tenerlo como hijo’. Título: ‘Como pelean esta guerra un padre y un hijo’ (3 de junio) El discurso autocompasivo Saturado de ingenuidad, tanta, que si no fuese por los muertos y heridos, movería a risa. Como estos chicos que juegan al ‘policía y al ladrón’ y se ponen a llorar cuando el contrincante. La ingenuidad de los que creen que la guerra es como la regula la Convención Internacional de Ginebra. Título: ‘El ataque inglés’ (29 de abril); ‘Ellos hablaban de paz. De negociaciones. Ellos hablaban de palabras. Sin embargo, en la madrugada del domingo, ellos hicieron hablar a sus cañones, a su pólvora, a la muerte. Ahora nos toca a nosotros: defenderemos, contraatacaremos, pelearemos. Y que no quede duda: venceremos’. Aquí cuatro títulos del número del 13 de mayo. Todos con este subtítulo: ‘ Gran Bretaña Asesina’. ‘El primer crimen inglés’; referencia al hundimiento del crucero General Belgrano. ‘El segundo crimen inglés’; lo que cometieron contra el indefenso Aviso Alférez Sobral, que marchaba en búsqueda de un piloto argentino eyectado. Un helicóptero lo alcanzó con un misil asesinando a 8 tripulantes, incluido el comandante. Sabían que el Sobral no tenía con qué defenderse’. ‘El tercer crimen inglés’; referencia al hundimiento de un pesquero argentino (Narwal) y luego sus balsas de salvamento’. ‘El cuarto crimen inglés’: bomba Beluga, prohibida por la Convención Internacional de Ginebra. Los británicos la arrojaron sobre Malvinas y mataron 11 kelpers’. Título: ‘Gran dolor para los argentinos. Siempre propaganda para los ingleses’ (20 de mayo); referencia al entierro con honores militares del suboficial de ma marina argentina Félix Artuso: ‘… ¿Por qué no publicaron la foto del crucero General Belgrano y la de las balsas con los sobrevivientes que con desperación trataban de aferrarse a la vida? ¿Por qué no la foto del Aviso Sobral, que llevaba visible la bandera de la Cruz Roja?...¿Por qué no registraron con la misma pulcritud – ya que tenían posibilidades – las condiciones infrahumanas y la promiscuidad a que fueron sometidos los prisioneros de las Georgias? Acaso porque los ingleses temen que el mundo sepa que las reglas de la guerra y la Convención de Ginebra es aplicada cuando a ellos los beneficia...’ Estos son sólo algunos ejemplos de los discursos utilizados. Un examen más pormenorizado podría hallar combinaciones y variaciones diversas entre ellos. No obstante, creo que esta reseña es ejemplificadora del nivel, calidad y veracida de la información con la cual bombardeaban al pueblo. Otra faceta, muy interesante por cierto, la constituye las declaraciones de los protagonistas, sus apreciaciones, comentarios, como asimismo algunos análisis y reflexiones efecutuadas por comunicadores. Aquí también hay argurmentos esclarecedores: Declaraciones del Canciller Costa Méndez, extractadas del reportaje realizado por la periodista María Avignolo el 15 de abril. Título: ‘Ellos nunca se atreverían’ (sic!): Periodista: ‘¿Usted cree posible una confrontación entre Argentina e Inglaterra?’ Canciller: ‘Me parece muy difícil. Sobre todo me parece absurda y absolutamente desproporcionada con los intereses que Gran Bretaña puede tener en las islas’. Periodista: ¿Cuáles son los intereses que ellos tienen en las islas?’ Canciller: yo no los encuentro (sic!) tendría que preguntárselo a ellos porque yo no los entiendo’ Periodista: ‘¿Cómo se programó diplomáticamente esta invasión? ¿Argentina tuvo en cuenta los riesgos diplomáticas que esta invasión significaba?’ Notabene: siempre se habló de reconquista. Llama la atención, que el Canciller no «corrigió» a la periodista. Canciller: ‘Argentina midió los riesgos y estudió las con las consecuencias posibles’(sic!). Algunos han resultado en la forma prevista, otros han sido mejores de lo previsto, otros han sido peores de lo previsto. Como ocurre en toda acción humana, diplomática, militar o individual’. Periodista: ‘¿Qué es lo que sucedió y que Argentina no tenía en sus planes diplomáticamente hablando? Canciller: ‘Argentina no pensó que Gran Bretaña se iba a colocar en una posición tan anacrónica como es la de enviar una especie de «armada invencible» surcando los mares (sic!), para tratar un asunto minúsculo como es la suerte, para el imperio inglés, de una situación colonial que debieran haber arreglado hace muchos años. La desproporción entre la importancia de las Malvinas para Gran Bretaña y el despliegue que ha hecho, es obvio’. Periodista: ‘¿A usted le extraña esa actitud en una potencia colonialista y con las reservas petroleras en la zona?’ Canciller: ‘No me extraña esa actitud en una potencia imperialista pero divido la segunda parte. No me consta que lo haga hecho por el petróleo. Si lo hiciera por el petróleo, las posibilidades de acuerdo serían muy grandes’ Periodista: ¿Por qué cree entonces que Gran Bretaña adoptó esa actitud belicosa con respecto a las Malvinas? Canciller: ‘Creo y casi diría que en buena medida ha sido por razones de orden interno’. Periodista: ‘¿Cuáles serían esas razones?’ Canciller: ‘No quiero intervenir en asuntos internos de otra potencia, de manera que no puedo constestar a esa pregunta plenamente’. Periodista: ‘¿Y usted como Canciller? ¿Cree que los argentinos estamos moralmente preparados para una guerra con los ingleses? Canciller: ‘No tengo la menor duda, siempre que sea una guerra justa (sic!). Y si usted es medio poeta, como pienso que debe ser, recordará unos versos de Peguy que decían más o menos así: Felices de aquellos que tienen la suerte de luchar/en una guerra justa/felices aquellos que pueden luchar por cuatro palmos de tierra propia’ Periodista: ‘Es un poema muy hermoso pero… los argentinos estamos en obvia desigualad de condiciones frente a los ingleses. Ellos tienen una fuerza naval más poderosa’. Canciller: ‘No me parece en absoluto que sea así. Creo que Gran Bretaña tiene más dificultades que Argentina (sic!) Apreciaciones del General Héctor Iglesias (Secretario General de la Presidencia) y del Brigadier Mayor José Miret (Secretario de Planeamiento) reporteados por la periodista María Laura Avignolo el 29 de abril. Título: Hablan dos militares argentinos. Reportaje al General Iglesias: Periodista: ‘¿Los militares argentinos quieren realmente la paz en este conflicto?’ Iglesias: ‘Yo no creo que nadie quiera ir a la guerra. Lo que el pueblo quiere es recuperar lo que considera propio (sic!) y también tienen su honor y su orgullo nacional. Periodista: ‘Quisiera que usted hiciera un análisis de los efectos y repercusiones que este conflicto podría generar en el mundo' Iglesias: 'Ha sido calificado como grave por algunos y de gravísimo por otros. Y es porque pone en peligro, no sólo la paz entre dos países, sino también la paz de la región. Y la paz del mundo. En el Atlántico Sur puede suceder un conflicto que termine, en última instancia, en una confrontación Norte – Sur. Periodista: '¿Hemos hecho una exacta evaluación del peligro que esto significa?' Iglesias: '¿Y usted? Los aregentinos debemos asumir todas las responsabilidades, no sólo para vivir de los placeres y de las buenas horas. Todo lo que cuesta vale' Reportaje al Brigadier Miret: Periodista: '¿Ustedes estaban preparados para enfrentarlas? (se refiere a la acción británica contra las Islas Georgias)' Miret: 'Siempre estamos para enfrentar reacciones. Si así no fuera, no seríamos miltares' Periodista: 'Estratégicamente hablando, ¿qué posibilidades tenemos de perder o ganar en un enfrentamiento con los ingleses nuevamente? Miret: 'Estratégicamente, nos ayuda nuestra posición geográfica. Pero tanto estratégicamente como tácticamente, no hablaría en términos de ganar o perder, sino que afirmaría que tenemos la seguridad de ganar porque nos acompaña la razón, la convicción de una causa justa y el valor de nuestro pueblo, que durante 150 años, han sentido la humillación del despojo de algo propio. Además, recuerde que en 1806 y 1807, resistimos con agua y aceite hirviendo... ahora tenemos más que eso para defender lo nuestro (sic!)' Periodista: '¿Con qué fuerza podemos desestabilizar a la flota inglesa?' Miret: 'Con nuestras Fuerzas Armadas y con nuestro pueblo detrás, acompañándolas en este momento histórico...' Periodista: '¿Cuál es la ventaja que tiene la flota inglesa es esta situación?' Miret: 'Contesto su pregunta a la inversa; tienen la desventaja de carecer de convicción de lucha (sic!), que propia sólo de aquellos que van a pelear por lo suyo' Periodista: ¿Y su experiencia guerrera? Miret: 'Su experiencia colonialista es del siglo pasado y su experiencia de gerra – concretamente en la Segunda Guerra Mundial – corresponde a una generación que no es la que está embarcada en la flota (sic!) Periodista: 'Pero la experiencia de un arma, no de los hombres' Miret: 'Sí, pero los que comandan la flota y los comandos son hombres. No es lo mismo la experiencia propia que la transmitida (Sic!) Ahora, una evlauación sobre las posibilidades de desembarco de los ingleses (28 de abril): 'Sería casi imposible que los ingleses se atrevan a desembarcar en estas islas: y si lo hicieran serían aplastados de inmediato – aseguró un alto oficial del Ejército. 'Aquí no entran ni teniendo alas – dijo el Comandante de la Fuerza Aérea. Un «análisis político». ¿Motivo? Las palabras del Canciller Costa Méndez pronunciadas el domingo 9 de mayo, para la cadena de televisión de CBS de los Estados Unidos. Este fue el fragmento citado: 'No colocamos la soberanía como una condición para la negociación. No estamos diciendo que ellos deben adoptar desde el principio nuestra soberanía. Estamos diciendo que estamos dispuestos a iniciar las negociaciones, pero estas negociaciones deben inexorablemente conducir a la soberanía, aún si no se inician con el reconocimiento. Estamos buscando nuestro objetivo: soberanía. Aquí no hay otro objetivo más que la soberanía. Todo lo demás se puede negociar con Gran Bretaña' Y he aquí el «análisis» de la revista GENTE hizo de estas expresiones el 13 de mayo: 'Una vez más, la Argentina está dando al mundo muestras de su lucidez, su madurez y su sabiduría. La declaración de nuestro Canciller no sólo revela un excelente conocimiento de la realidad internacional, con sus más y sus menos, sigue un buen manejo de los intrincados vericuetos diplomáticos. Una lectura atenta y objetiva de estas declaraciones revelará que la Argentina está en el buen camino, timoneada por una diplomacia inteligente e identificada con todos los argentinos en un mismo propósito: llegar a la mesa de negociaciones – las de ahora y las del futuro – con seguridad, y en un mismo pie de igualdad. No es escaso el aporte. Los poderosos sabrán de ahora en más que no es nada fácil torcer la voluntad de un país, cuando lo asiste el derecho y la justicia. Sólo los países muy seguros pueden hacer estas declaraciones en medio de una crisis' Un escrito verdaderamente miserable es esta 'carta abierta a un soldado en el sur' (22 de abril). Su autora: la periodista Renee Salas. El estilo... mejor lo transcribo: 'A todos, a cada uno de los chicos que hoy velan armas en las islas del sur; podrán llamarse Pedro, José, Mario, Alberto, quizás Juan, tal vez Claudio. Tendrán 18, 19, 20 años. Vendrán de Catamarca, o Santa Cruz, o Formosa o de la Capital Federal. No importan esos datos, esas precisiones, esas contingencias, hoy. Importan esas caras, esos gestos, esa madurez. Importa el símbolo: esas caras, esos gestos, esa madurez nos obliga hoy sin más palabras, a ser mejores. Pero uno puede adivinar que detrás de cada una de esas caras no hay un óptimo ejemplo de patria. La patria deber ser para ellos una imagen borrosa y confusa. No hemos acertado a mostrarles caminos ciertos, verdades irrefutables, conductas dignas de emulacíon. Ni siquiera jamás han tenido oportunidad de elegir un estilo de vida, de borrar con su voto tantos fracasos y frustraciones. Y es lícito pensar que detrás de cada una de esas caras hay hastío por las muchas palabras grandilocuentes, desprecio por el repetido manoseo de los valores más sagrados, rechazo por la mentira, la deshonestidad, las falsas promesas, las democracias que traicionan su verdadera esencia, las componendas y los ideales que jamás llegan a cumplirse. No, no hay muchas imágenes dignas de respeto detrás de esas caras adolescentes. Imágenes que nos empujan a defender un valor tan importante como la patria, o perder un valor tan importante como la vida. Sin embargo y a pesar de todo, están ahí, en el Sur, velando armas. Cuidando de todos nosotros, y de todas las cosas que nosotros no supimos darles, pero saben que existen. Están ahí, si, sin discursos, sin demagogias, sin actiudes heroicas, nos están diciendo a todos los argentinos que las cosas que uno quiere se defienden de una sola manera: con el ejemplo. Esas caras, esa madurez, deberían hoy avergonzarnos. O deberían obligarnos a ser mejores, lo cual sería el exacto homenaje. Pedro, José, Mario, Carlos, quizás Juan, tal vez Claudio: gracias por el país mejor – cualquiera sea el resultado del conflicto – ustedes nos mostraron hoy con su limpieza' Mala literatura (mejor dicho pretensiones literarias) y una descripción del frente interno que hace que todo sea muy «coherente». Tan coherente que los soldados (esas caras adolescentes) son propuestos casi como un sacrificio propiciatorio para poder lavar las culpas de la grandilocuencia, de las mentiras, de la deshonestidad... Me pregunto qué habrán pensado los soldados, los conscriptos (Pedro, Mario, Alberto, Carlos, quizás Juan, tal vez Claudio...) cuando regresaron al continente y leyeron esta peculiar misiva. La desilusión, el desengaño son golpes mucho más duros que la misma derrota. … Y cuando el gobierno entró en tratativas con Cuba y Costa Méndez se reunió con Fidel Castro, GENTE se estremeció. Porque GENTE era 'occidental i cristiana'. Por otro lado, el sordo ruido ruido de la memoria. Las palabras hablan de Rusia, de armas, de Cuba, de apoyo irrestricto, de alianzas... de hermandad. 'La memoria mientras tanto evoca la sangre, el dolor y el estrépito de otra guerra sorda que sufrimos hace muy poco. Por eso el desconcierto'. 'Nadie ha dicho con claridad debida cuáles son los límites de estas aparentes alianzas. Las palabras se pierden en su propia selva. Nadie a dicho con suficiente claridad que esas asociaciones son circunstanciales, transacciones limitadas dictadas por la necesidad. Nadie aclara, de un vez y para siempre, la imposibilidad de sociedades definitivas de hermandad para toda la vida, con países que abjuran de la libertad del hombre como sistema de vida. La abundancia de conceptos demasiado genéricos, el encendido tono en que se deslizan, conspira contra el entendimiento y la comprensión. Nos parece imprescindible poner todo el rigor crítico con quienes – siendo aliados naturales – en esta hora nos dan la espalda' 'Pero también creemos imprescindible marcar otra realidad. Que la emoción no nos haga perder el equilibrio y que el mensaje, en esta hora de decisiones transcendentales, afine el tono y borre las dudas' Resulta evidente que en aquella época, la guerra revolucionaria ('sorda' o sucia) era un hecho históricamente aceptado por todos, o por lo menos por GENTE. Por cierto, es lamentable que la editorial no precise los alcances e implicaciones de la expresión 'aliados naturales' (Estados Unidos). En fin, son cosas de GENTE. Pero ya para mediados de junio de 1982 la situación había variado sustancialmente. Como dice el refrán: «la mentira tiene patas cortas», así que los titulares al estilo: ¡Estamos ganando! ¡Seguimos ganando!, fueron reemplazados por los menos entusiastas de 'La gran batalla', el papa Juan Pablo II ahora viene por nosotros, 'las dramáticas fotos de la batalla final' o 'la guerra guerra que no vimos'. Y de las editoriales «literarias», pródigas en frases altisonantes y patrioteras, se saltó a los epitafios retorcidos y obsecuentes como éste, del 24 de junio, titulado 'ejemplo y compromiso'. 'Tenemos los ejemplos heroicos de nuestros soldados en la guerra. Tenemos gestos conmovedores de argentinos de toda condición que no vacilaron en entregar sus hijos, sus bienes, en aras de un país soberano (…) tenemos la promesa de las Fuerzas Armadas, de sus gobiernos de 6 años, la grandilocuencia (sic!) de sus palabras, el compromiso de sus máximas jerarquías. Tenemos el recuerdo imborrable de los que lucharon contra la subversión, que dieron sus vidas para liberarnos de un destino infernal. Tenemos la esperanza de muchos que, el 2 de abril, la expresaron y se jugaron por un país distinto, más adulto, más sensato, más justo y más coherente. ¿De nada sirven estos gestos? ¿De nada sirven estos compromisos? ¿De nada sirven estas muertes? Se puede peder una batalla. ¿Debemos perder el país? Los argentinos miran atónitos lo que pasa en el gobierno. Parecería que de golpe se ha perdido el rumbo, se ha perdido toda sensatez. ¿Es que no se advierte desde el poder lo que está en juego? Ahora, más que nunca, es la hora del compromiso patriótico, en la hora de la grandeza, en la hora de la templanza. Y el ejemplo debe venir desde arriba. ¿Se da cuenta el gobierno? ¿Perciben esta realidad las Fuerzas Armadas? Quiera Dios que sea así. Si no es así, deben tomar conciencia de que el país puede llegar al borde del abismo, el mismo del cual nos rescataron en marzo de 1976' En ese mismo número (24 de junio) GENTE publicó un 'informe especial' titulado: 'Historia secreta de la guerra (según Buenos Aires). Del mismo transcribiré algunos fragmentos. Y que el lector los confronte con las informaciones, apreciaciones y comentarios precedentes: 'Hoy la guerra ha finalizado. Después de una lucha heroica y desigual las tropas argentinas se rindieron ante los ingleses imposibilitadas de seguir resistiendo frente a la sofisticación tecnológica de su armamento y sus recursos' 'Muchos querían que la Argentina después de esta invasión (sic!) perfecta, sin heridos ni muertos ingleses, y una vez que hubiera mandado a todos los marinos a Londres, se plegara a la 502 y retirara sus tropas para entablar negociaciones' 'Era la mejor manera de demostrar al mundo nuestra tradición pacífica, ya se habría logrado presionar a los ingleses. Con esto habríamos logrado algo muy importante: que un tema que los ingleses conideraban de última prioridad pasara a ocupar la vidriera de todo el mundo. Pero a esta tesis se opusieron el Canciller y otros personajes claves ligados al operativo. En ese momento se subestimó al enemigo y en vez de explicar a la opinión pública que se había obtenido un triunfo muy importante frente a un enemigo que era nada menos que la tercera potencia del mundo, elegimos el estilo del triunfalismo, dice un influyente militar retirado. Deberíamos haberles dicho que ganar a Gran Bretaña era miltarmente imposible y que perder era lo más lógico. Retirarnos era retroceder un poco pero el avance habría sido tan grande que bien valía la pena. Pero cuando Galtieri habló al pueblo desde el balcón, los desafió e hizo creer que derrotar a los ingleses era una cuestión de días' 'Cuando se produce el desembarco en la Bahía San Carlos – un lugar atípico – se sabe que la batalla está perdida. Sólo queda esperar. El grupo establecido en el centro de la isla regresa a Puerto Argentino para reforzar las posiciones de defensa. El teniente 1º Esteban resiste heroicamente y logra replegarse, pero nada se puede hacer frente a un enemigo que lo supera en tecnología. En Darwin se lucha hasta que se acaban las municiones y no queda luego otro remedio que entregarse. Después de esto, hay que esperar el final' 'Los comunicados del Estado Mayor Conjunto continúan utilizando un lenguaje técnico. Nadie ha preparado al pueblo para la derrota. Los argentinos creen que están venciendo. La información oficial así lo da a enteder, mientras los ingleses se sorpreden de la adolescencia de los prisioneros argentinos' Podría efectuar varias consideraciones acerca de las 'apreciaciones' de algunos de los protagonistas de la guerra, como asimismo sobre la 'seriedad periodística' de la revista GENTE. No lo haré. Simplemente creo que es provechoso reflexionar sobre estos temas, dado el daño que todas las contradicciones y mentiras en forma sintética que expuse en este capítulo ha ocasionado a la población. Un tema para meditar. Y para terminar transcribiré la pregunta formulada por el Teniente Coronel (R) Italo Piaggi – defensor de Ganso Verde – cuando tuvo oportunidad de hojear diarios y revistas (entre ellas GENTE sin dudas) publicadas durante el conflicto: '¿Qué guerra vivieron ustedes en el continente?' Capítulo 4 En el seno del Ejército ‘la misión del Ejército es salvaguardar los más altos intereses de la Nación. Para ello, debe estar siempre presto a defender su honor, la integridad del territorio, la Constutución de la Nación Argentina y sus leyes, garantizando el mantenimiento de la paz interior y asegurando el normal desenvolvimiento de las instituciones’ Reglamento de Servicio Interno del Ejército (Conceptos Fundamentales) ‘Cuando se leen las campañas militares, no debe limitarse a cargar en la memoria con sucesos guerreros; se tratará de profundizar las ideas determinantes del conductor...’ Federico el Grande La preparación moral y material de las Fuerzas Armadas que combatieron en Malvinas, estuvo signada en importante medida, por la denominada Doctrina de Seguridad Nacional – DSN. Dicha doctrina fue una de las causas de la derrota. Para comprender este problema es necesario retrotraerse hacia fines de la Segunda Guerra Mundial, época en la cual cobra vigor el fenómeno de la ‘guerra revolucionaria’; guerra que es sustancialmente diferente a lo que comúnmente se entiende por ‘guerra’, ‘guerra clásica’. Efectivamente, en este tipo de confrontación lo que cuenta es lo político, lo económico, lo psicológico. Lo militar en sentido estricto queda relegado a segundo plano. El objetivo de esta clase de guerra no es el ‘aniquilamiento del ejército enemigo’, sino la toma del poder, la substitución de un gobierno por otro y el trastrocamiento de la escala de valores sustentada por la ‘sociedad – blanco’ de dicho accionar. Mas la ‘guerra revolucionaria’ no surgió porque sí, por el capricho de un estratega ávido de innovaciones. La ‘guerra revolucionaria’ nació como la única respuesta efectiva y con posibilidades de éxito frente a la hipertrofia del aparato militar de la era ‘científico – técnica, o también guerra de la ‘era capitalista’; guerra de máquinas contra máquinas, producción en serie de armamentos y logística superabundante. Esto no quiere decir, empero, que la guerra revolucionaria se originó precisamente en dicho período ‘capitalista’. Esto es así, porque sobrevino luego de finalizada la Segunda Guera Mundial más que descubrimiento o innovación, fue adecuación. En efecto, una de las características más notorias dentro del preceso evolutivo del hombre como ser social es la preponderancia cada vez mayor de la independencia entre las diversas actividades y conceptos manejados por la humanidad. Interdependencia clara, clarísima, entre la paz y la guerra, la estrategia y la política, el frente y la retaguardia de una unidad militar en operaciones, etc. Después de la Segunda Guerra Mundial se produjo una paulatina fusión de factores que transformaron la conducción de la guerra en un asunto extremadamente complicado. Esta complejización es, nada más y nada menos, que un acercamiento a la realidad, a la vez una adaptación. Lo que es necesario destacar es que siempre existió la interdependencia, sólo que antes no era tan notoria debido a su falta de intensidad, físicamente hablando. Por ejemplo, en 1929 Lidell Hart desarrolló su estrategia indirecta. A pesar de la origunalidad de la tesis este autor encontró, al estudiar la historia militar, varios casos de estrategia indirecta: Alejandro en la campaña de Persia, la campaña de Escipión en Cartago, la campaña de Serbia en 1918, etc. Frente a estas observaciones es lícito preguntar: - Lidell Hart, ¿Fue un creador o un descubridor – adaptador? Alguien definió al ‘genio’ como al que ve luz donde los demás solamente ven tinieblas. Con este criterio, Lidell Hart fue un genio. No pretendo menoscabar el talento del estratega inglés, pero seré más reservado. Lidell Hart fue el recreador y el sistematizador de la estrategia indirecta. Esta concepción de la estrategia existía (por lo menos en forma intuitiva) en la mente de muchos conductores y pensadores anteriores a él, así como existía la ley de gravedad antes de Newton la descubriera (esta comparación es válida únicamente como medio para aclarar el concepto expuesto). Lidell Hart jugó, por decirlo de alguna manera, el papel de Newton y elaboró una teoría encuadrada en una dimensión espacio – temporal, propicia para que su aplicación sea exitosa. La aproximación indirecta hubiera tenido una eficacia muy limitada en los tiempos de las hordas primitivas, por caso. Otro ejemplo, directamente relacionado con el tema que tiene la clave para explicar el fracaso de Malvinas: quien lea ‘Gerra de Guerillas’ de Mao Tse-Tung o algún escrito de Ho Chi Minh creerá estar en condiciones de afirmar que ambos pensadores establecieron un hito, generando una verdadera revolición en el campo del pensamiento estratégico por la originaldad de sus concepciones. No obstante, si entusiasmado lector ojease ‘El Arte de la Guerra’ del general Sun Tzu (siglo V A.C.) experimentaría tal vez un brusco enfriamiemto de su euforia. Porque Mao TseTung y Cho Chi Minh fueron en cierto modo ‘hijos espirituales’ de Sun Tzu, deudores de varias de sus innovaciones. Tanto Mao como Cho fueron recreadores. Y al igual que Liddel Hart tuvieron, desde el punto de vista psicológico, una personalidad con orientación explotadora. Recalcaré estos conceptos utilizando una analogía: la elipse se estudió varios siglos antes de que Kepler la asociara con la órbta de los planetas. De modo similar, la estrategia indirecta, la guerra de guerrillas, existían en estado embrionario en la mente de los conductores anteriores a los teóricos que posteriormente hicieron un proceso de descrubrimiento – explotación y sistematización (recreación). Por último, creo que este pensamiento de Miguel de Unamuno acabará de redondear la idea básica: ‘La originalidad no consiste precisamente en decir algo que antes no haya dicho otro, sino en combinar y relacionar de una manera personal y propia de los pensamientos del común acervo… y así un pensamiento es más de quien supo colocarlo en su sitio de quien primero lo formuló aislado’ Aclaradas estas cuestiones, acaso a primera vista digresiva, continuaré con el tema específico. La guerra revolucionaria era un fenómeno nuevo. Era casi incontenible porque ‘le había llegado su hora’. Los ejércitos convencionales no estaban capacitados para enfrentarla. ¿Por falta de medios materiales? No. Por falta de comprensión del problema. Así lo entendía un especialista en este tipo de conflictos, el Coronel Trinquier: ‘Nuestro ejército en Argelia pasa de los 300.000 hombres, equipados con los más modernos armamentos. Nuestro adversario no tiene más de 30.000, equipados por lo general con armas casi en desuso. Si tuviéramos oportunidad de enfrentarlo a este enemigo en el campo tradicional de batalla, un sueño que todavía controla la mente de algunos generales, la victoria se obtendría en cuestión de horas. Pero el problema es mucho más complejo. Por eso la lucha ya tiene más de seis años sin que se vislumbre todavía la posibilidad de la victoria’42 En pocas palabras: los conceptos de la guerra convencional eran inútiles para resolver la problemática de la guerra revolucionaria. Esto fue así porque la guerra tiene su propia gramática (Cfr. Clausewitz) y la ‘gramática convencional’ es distinta a la ‘gramática de la guerra revolucionaria. Todos sabemos que Francia fracasó en la Indochina y en Argelia y los Estados Unidos corrieron la misma suerte en Vietnam. Nosotros no fuimos la excepción. Las Fuerzas Armadas Argentinas – especialmente el ejército – fracasaron en la resolución del conflicto de lo años ‘70 y de la manera mas estrepitosa. Ahora intentaré definir las causas de nuestro fracaso. Si abrimos cualquiera de los libros publicados sobre el tema ‘guerra revolucionaria’ que circulaban y circulan todavía en el ámbito militar veremos que, además del predominio de autores franceses (a mediados de la década del ‘50 una misión francesa inició en nuestro país la penetración de la ‘doctrina de guerra contrarevolucionaria’) dichos textos no interpretan correctamente este tipo de conflicto. La razón finca en que hacen una lectura puramente militar, táctica del tema. Los elementos políticos, sociales, económicos, etc., quedan relegados a un punto secundario. Esto es relativamente fácil de comprender en lo que respecta a Francia o Estados Unidos, ya que dichos países ‘pensaron’ la doctrina para aplicarla fuera de sus respectivos ‘centros’, es decir que diseñaron los procedimientos para llevarlos a cabo en regiones ‘periféricas’ habitadas por ciudadanos de segunda o, si se prefiere, por ‘coloniales’. De este modo la relación pueblo – ejército se transforma sustancialmente porque no es el propio pueblo, los propios compatriotas, sino que son los coloniales los que hallan afectados al conflicto. Son coloniales aliados, pero de segunda. El citado Coronel Trinquier se ocupó de comparar los recursos movilizados por la guerrilla con los que podía efectivizar el ejército tradicional. Es significativo el concepto ‘apoyo de la población’ tal como lo expone el autor de la guerra moderna. Parte de la base de señalar las limitaciones del ejército tradicional: ‘No tiene casi ayuda de la población, aún cuando, en muchos casos, ésta no le es hostil’43 Y sobre la guerrilla afirma: ‘Tiene el apoyo de la población (espontáneamente o por temor) y se encuentra bien ligada a muchos de sus habitantes’44 La relación pueblo – ejército queda simplificada de la siguiente manera: Ejército de ocupación en un territorio ‘colonial’. Actores tácticos: coloniales leales, neutrales y hostiles. Creo que no es 42 Cnl R. Trinquier, La guerra moderna, Buenos Aires 1981. Pág. 24. 43 Op.Cit. Pág.75. 44 Idem. Pág.75. necesario expedirse detalladamente sobre el concepto que los ‘países centrales’ tienen de los coloniales, mejor dicho ‘coloniales periféricos’. Mucho menos si estos osan empuñar las armas contra los ‘centrales’. En tal caso, surge una fuerte tendencia a considerar a los de ‘segunda’ como no – humanos o, en terminología nazi: Untermensch (infrahumanos). Con relación al tema de Vietnam y considerando las diferencias raciales entre los integrantes del ejército yanqui y el Vietcong, el psicólogo Fromm comenta: ‘En la guerra de Vietnam hubo bastantes ejemplos que indicaban cómo muchos soldados norteamericanos tenían escaso sentido de endopatía respecto de los vietnamitas, a los que llamaban gooks (chales). Se elimina incluso la palabra «matar» y se dice eliminar o desechar (wasting). El teniente Calley, acusado y convicto de asesinar a muchos civiles vietnamitas, hombres, mujeres y niños en My Lai, empleó como argumento para su defensa la consideración de que no le habían enseñado a ver en los del FNL (Vietcongs) a seres humanos’45 La no distinción del teniente Calley, como asimismo la metodología empleada en Argelia podrían considerarse como conductas convenientes desde el punto de vista político – estratégico. Hasta se las podría justificar. Porque son metodologías ‘fronteras afuera’ para ser aplicadas contra ciudadanos ‘de segunda’ en el mejor de los casos y gooks en el peor. El tema adquiere dramatismo cuando estas técnicas se aplican ‘fronteras adentro’ esto es, donde hay nacionales “de primera”. Es este uno de los extremos de la cuestión. Estas doctrinas, estos cursos de acción, fueron transplantados a nuestro país sin ninguna adaptación previa a la propia realidad. ‘Compramos’ doctrina como quien compra un fondo de comercio. Se la adquirió en bloque. También compramos las ‘organizaciones pentómicas”, el fuego de apoyo nuclear a disposición de los Jefes de Batallón y lo peor de todo, el descuido de la logística (imprescindible para mantener la aptitud combativa de la tropa) ya que nuestra supuesta posición ‘central’ y ‘occidental’, nos aliaba con los Estados Unidos – aliado natural. Nos convertimos así en los reyes de la maniobra en abstracto con una logística que estaba ‘allá’ en una retaguardia… imaginaria. Porque las Fuerzas Armadas Argentinas seguían el postulado de entender que en caso de guerra, el generoso Tío Sam financiaría la logística. Dentro de este ‘paquete’ estaba la DSN, que puede ser definida como ‘el instrumento doctrinario – militar mediante el cual los Estados Unidos han tomado las riendas castrenses en Latinoamérica y en el Caribe, respondiendo a las nuevas técnicas que exige el neo – colonalismo instaurado desde la mitad del siglo XX’46. No hay que perder de vista el hecho de que hubo transferencia sin adaptación. Las consecuencias de esa ‘adopción automática’ fueron catastróficas. Desde esta perspectiva, ¿Cómo fue la relación ‘población – ejército? Se interpretó equivocadamente el principio válido de que en la guerra revolucionaria ‘el enemigo está en todas partes. Al interpretar en forma dogmática y unilateral se llegó a concluir: todos son enemigos, aunque más no sea en forma potencial. Así fue como se cometieron muchas torpezas (bajas de inocentes, destrucciones innecesarias) que generaron un efecto inverso al buscado: 45 E. Fromm, Anatomía de la destructividad humana, México 1987. Pág. 132. 46 Coroneles (RR) J.L. García, R.P. Ballester, A.B. Rattembach y C.M. Gascón, Fuerzas Armadas Argentinas – el cambio necesario, Buenos Aires 1987. Pág. 45. ‘Un inocente torturado o muerto innecesariamente es un triunfo subversivo que ganará la simpatía de los familiares, y su odio para con los militares’47 ‘Un militar o policía sádico, y más un gobernante corrompido, es el mejor aliado de la subversión’48 Además, y esto es muy importante, fue el Ejército (en realidad de verdad las Fuerzas Armadas) contra la subversión. La población fue la ‘mayoría silenciosa’, apática y carente de iniciativa, aunque luciera el los parabrisas de sus automóviles la famosa calcomanía: Los argentinos somos derechos y humanos. La situación se puede graficar así: de un lado las Fuerzas Armadas (como endogrupo) y del otro los subversivos (como otro endogrupo); ambos batiéndose a duelo. En el medio la masa de la población como sie fuese un botín viviente. En cuanto a los procedimientos empleados, dado que las Fuerzas Armadas eran un endogrupo que no mantenía contacto pleno con la población, además, huelga decirlo, gobernaban de facto (produciendo una identificación impropia entre ellas y el Estado) y carecían de instrumentos sociopolíticos y jurídicos idóneos para apoyar sus operaciones, optaron por la clandestinidad. Este fue uno de los peores yerros cometidos. Operar ‘por la izquierda’ implicó luchar de noche. En consecuencia, se incrementó la confusión de la población, aunque mayoría silenciosa, percibía el conflicto. De civil y en la noche, militares y subversivos fueron iguales. Esto fue un factor de falsa atribución de delitos – cuyas consecuencias aún padecemos. Estos procedimientos ‘encubiertos’ incidieron también sobre la capacitación de las tropas en forma negativa, porque al operar ‘de civil’, los errores se notan menos. Y sin considerar las equivocaciones, la instrucción fue obviamente orientada hacia la ejecución de operaciones de baja intensidad y de muy larga duración. Lo más grave fue que las Fuerzas Armadas no comprendieron la naturaleza intrínseca de esta lucha. Debido a uma mala gramática y una mala lógica, hicieron una lectura exclusivamente militar de los hechos, subordinándose culturalmente al oponente. Con respecto a la rotulación de los conceptos: ¿subversivo, gerrillero, delincuente, combatiente, guerra subversiva, guerra revolucionaria? Es palmaria la confusión terminológica. En realidad de verdad, la subversión es un fenómeno intelectual y es causa. El terrorismo o la guerrilla son efectos y se manifiestan como consecuencia de la causa, es decir la subversión. Dicho sea de paso, hay un principio acerca de la subversión y la táctica según el cual: en la guerra convencional hay que ocupar las alturas . En la guerra subversiva conquistar la mente del hombre. No es lo mismo un terrorista que un subversivo, aunque en la práctica son sinónimos. Al efectuar una lectura ‘puramente militar’ las Fuerzas Armadas combatieron sólo a los efectos: la guerrilla, el terrorismo. La subversión quedó al margen, intacta, con total libertad para operar. No quiero decir que las Fuerzas Armadas debieron proceder militarmente contra la subversión. Esto es una tarea para los elementos idóneos de la mayoría silenciosa debido al el hecho de que el campo de batalla para derrotar a la subversión. Esa mayoría en lugar de silenciosa debería haber sido mas ‘participativa’. 47 M.C, Castillo, Fuerzas Armadas – Ética y represión. Buenos Aires 1979. Pág. 91. 48 Op.Cit. Pág. 92. Tampoco debe olvidarse que desde el punto de vista de la ‘causalidad profunda’, para decirlo de algún modo, el fenomeno subversión necesita para su desarrollo un conjunto de ‘condiciones objetivas’ propicias: marginalidad, pobreza, injusticias, etc. Las Fuerzas Armadas hicieron poco para eliminar o por lo menos minimalizar esas condiciones. En síntesis: combatieron contra la acción violenta (actitud lógica) pero dejaron de lado a los fundamentos de dicha acción. Esto último contrasta vivamente con los suguientes conceptos extractados de un apunte: ‘Lucha contra la subversión’ - bibliografía utilizada en el Colegio Militar de la Nación en el año 1984. (la subversión) ‘es una forma de reacción de esencia político – ideológica, dirigida a trastrocar, destruir, derribar el orden político – administrativo existente y se apoya en la explotación de insatisfacciones e injusticias (reales o figuradas) (sic!) que se plantean en lo político, social, ecomómico, etc. ‘Por ello, la subversión afectará todos los campos del quehacer nacional, por lo que su neutralización o eliminación muy lejos está de ser responsabilidad exclusiva de las Fuerzas Armadas, ya que la misma compete a la Nación y a la sociedad toda, a través de todas sus insituciones’ Primera conclusión: la ‘sociedad toda’ no tuvo activa participación en la neutralización de la subversión. Las Fuerzas Armadas ya sea como ‘Estado dentro del Estado’, ‘isla sociológica’ o endogupo, tuvieron la ‘responsabilidad exclusiva’ en la ejecución de las operaciones’. He aquí otro fragmento del apunte en el cual se ve con toda nitidez el trasplante automático de la doctrina contrarrevolucionaria (DSN) y las contradicciones entre tal doctrina y la práctica, entre lo escrito y la realidad. ‘Conservar o recuperar el apoyo de la población no significa que ésta se mantenga al margen de las Fuerzas legales o no interfiera las operaciones en desarrollo, sino que participe activamente en la acción, proporcionando el apoyo que por su ubicación social o por sus tareas específicas le compete’ ‘Este modo de obrar de la población se logra cuando se ha alcanzado un elevado grado de conocimiento y vivencia del problema subversivo, lo que significa mantener una corriente exacta y fluída desde las autoridades hacia el pueblo, de igual forma que una adecuada capacitación de la población para afrontar la lucha’ Segunda conclusión: las Fuerzas Armadas se contentaron con la ‘no interferencia’ de la población. El pueblo era objeto y medio del accionar contrasubversivo, en otras palabras: no era ‘sujeto’ de la lucha, porque en su versión original esta doctrina estaba diseñada para ser aplicada en las periferias coloniales – allí viven los ciudadanos ‘de segunda”. A esta altura de la exposición, quiero agregar algo que considero fundamental: contrariamente a lo que algunos delirantes afirman hoy en día (1992), efectivamente se libró una GUERRA SUBLIMITADA, lo cual no quiere decir que la estrategia y los procedimientos adoptados hayan sido siempre los adecuados. Pero, ¿qué es una ‘gerra sublimitada’? Transcribiré la siguiente definición: ‘Es la agresión externa clandestina o abierta, insidiosa o violenta, con actores internos o externos, que busca a través del empleo de medios políticos, económicos, financieros, psicosociales, culturales y/o militares la alteración de la escala de valores morales, del orden y de la estructura que conforman la vida de la Nación… es una guerra no declarada, donde sus autores conviven en la superficie con sus agredidos, mientras que los actores o procuradores la ejecutan (los agresores)bajo la cobertura que le dan estas características’ 49 Ahora bien, además de las actitudes delirantes, están las opiniones de otros que dudan de buena fe de que haya existido una verdadera guerra – aunque sublimitada. ¿Por qué ocurre una cosa así? Pueden ensayarse varias respuestas: Una puede ser la siguiente: el problema terminológico. La expresión ‘delincuente subversivo’ además de ilógica, considerando lo que más arriba expuse sobre el término ‘subversivo’, transforma lo bélico en un asunto policial. Regreso nuevamente al apunte del Colegio Militar: ‘Para conservar o recuperar el apoyo de la población también es necesaria la detención de los elementos subversivos que actúan violentamente sobre la población, reduciéndolos ante la opinón pública a su condición de delincuentes comunes’ La afirmación precedente es absurda. Los ‘delincuentes comunes’ no suelen tener por objetivo ‘derribar el orden político’ o ‘modificar la escala de valores de una sociedad. Se los quiso descalificar y en realidad de verdad se desvirtuó su esencia, su realidad fáctica de beligerantes (actores o procuradores). A pesar de su metodología artera, los elemetos ‘subversivos’ eran beligerantes. Otra respuesta: la insuficiencia de datos que permitiesen vivenciar a toda la población (no sólo) las Fuerzas Armadas) la ‘imagen del enemigo’. Las Fuerzas Armadas, además de las operaciones clandestinas, había una zona luminosa. Eran identificables. Estaban allí, combatiendo en Tucuman, realizando allanamientos (de uniforme) o efectuando un control de personas y vehículos – también de unforme – en Callao y Santa Fe. Estaban mejor definidos. No así el enemigo. El era ‘la’ subversión, ‘los’ guerrilleros, ‘los’ apátridas. Igual que la guerra; un concepto omnicomprensivo, abstracto, bajo un cono de sombra. El enemigo no tenía nombre ni rostro. El probable odio de la ‘mayoría silenciosa’ hacia los atentados, acciones armadas, secuestros y otras ‘violaciones de los derechos humanos’ no tenía un enemigo bien definido para canalizar su odio. Solamente había referencias vagas. Su odio giraba en el vacío. Era pura disponibilidad. Una guerra requiere, por lo menos, dos contrincantes. En nuestro caso había uno sólo bien definido: las Fuerzas Armadas. El otro, los revolucionarios (actores o procuradores), estaba desdibujado, desiquilibrando de esa forma el binomio. Quedó una visión unilateral del conflicto. Además, dicha visión fue acentuada por algunas interpreteciones posteriores que presentaron a ‘la’ guerrilla en forma amplia, sin acotaciones ni definiciones precisas de sus integrantes, sus actividades, su metodología. Tampoco se emitieron juicios de valor. Hubo otros casos en lo cuales se presentó al guerrillero como el arquetipo del justiciero, como una suerte de moderno Robin Hood. Prácticamente no hubo ninguna apreciación objetiva de los hechos. Todas fueron descripciones y valoraciones parciales como ésta de Simón Lázara: 49 V. Gamba y S. Ricci (compiladoras), Ensayos de Estrategia, cap. VII: Mayor J.S. Bettoli, Guerra sublimitada y terrorismo internacional. Círculo Militar, vol. 725. Buenos Aires 1986. Pág. 90. ‘Las acciones guerrilleras – ataques aislados – fueron contestadas con enérgica brutalidad, en operaciones desarolladas sistemáticamente. El secuestro se convirtió en el método de detención, la tortura en en forma habitual de interrogación...’50 ‘En los combates que se llevaron a cabo en el monte Tucumano la situación también dramáticas:las listas publicadas nunca indicaron guerrilleros prisioneros o heridos...’51 Así, los ataques de la guerrilla quedaron reducidos a la categoría de ‘aislados’. Y el secuestro y la tortura como metodología exclusiva de las Fuerzas Armadas. El mayor Argentino del Valle Larrabure (secuestrado, torturado y asesinado) y los asesinatos del doctor Mor Roig, del doctor Oberdan Salustro, de los generales Sánchez, Cáceres Monié y su esposa, del capitán Viola y su hijita Cristina de 3 años, del almirante Hermes Quijada, de Paula Lambruschini de 15 años (a causa de la explosión de una bomba (25 kg de TNT) puesta por un terrorista – no son situaciones dramáticas para el señor Lázara. Estas apreciaciones parciales de la realidad no contribuyen para nada a la clarificación de los hechos. Si bien es cierto que a partir de deterrminados presupuestos, de una pésima aplicación doctrinaria y de la subordinación, en última instancia, a directivas deliberadamente antinacionales por parte de los responsables de la conducción suprema de las operaciones se interpretó en muchos casos cualquier tipo de disidencia (inclusive legítima) como sinónimo de accionar subversivo, estos no nos brinda funadamentos sólidos para decir que no hubo realmente un accionar sublimitado por parte de los guerrilleros (actores o procuradores) con el objetivo de conquistar el poder con fines también antinacionales. Las conductas de los individuos por censurables o ‘aberrantes’ que hubiesen sido, no deben ocultarnos el problema real. Los relatos parciales solamente opacan la verdad y alimentan a los mediocres y resentidos. Por ejemplo, esta afirmación hecha por el CEMIDA (Centro de los Militares para la Democracia Argentina), destacable por lo insólito de su contenido: ‘Lo que nunca comprendió o no quiso comprender el gobierno militar fue que los derechos humanos son violados únicamente por el Estado. Un particular, o varios organizados en banda, que cometan cualquier acto ilegal – por cruel e inhumano que sea – están cometiendo algún delito tipificado y castigado por el Código Penal. Deben pues, ser sometidos a la justicia’52 Por lo visto los autores desconocen o ignoran lo que significa un ‘derecho humano’. Es aquel derecho que todo hombre posee por ser tal. El Papa Juan XXIII en su encíclica Pacem in Terris los enumera. A los fines de lo que estoy tratando, transcribiré solamente dos de esos derechos: 1. Derecho a la conservación de la vida; 2. Derecho a la integridad física y a la salud; Por otra parte, los 'tipos' legales tienen por función tutelar bienes jurídicos. Dichos bienes descansan en valoraciones hechas en la legislación. El fundamento último: la naturaleza de las cosas. Por eso la 'vida humana' es un bien jurídico, la 'integridad física también. Los derechos humanos transcienden el ordenamiento jurídico porque son funadementos de éste, son su criterio rector. En nuestro caso 'sujeto activo' de la violación de un derecho humano puede ser cualquiera y no sólo el 50 S. Lázara, Poder militar – origen, apogeo y transición. Buenos Aires 1988. Pág. 221. 51 Op.Cit. Pág. 221. 52 Coroneles (RR). Op. Cit. Págs. 37 y 38. Estado. Lo que sucede es que la concepción es unilateral, también en el caso del CEMIDA. Así, los guerrilleros tienen derechos humanos, pero sus víctimas, no. Ergo, los muertos por los guerrilleros no valen nada... No quiero extenderme más sobre estos tópicos. Por este motivo y para concluir este capítulo, efectuaré un resumen sobre la influencia de la DSN en la instrucción, preparación y mentalidad de las Fuerzas Armadas en general y del Ejército en particular: 1. Colocación del centro de gravedad de la instrucción en la ejecución de operaciones directamente con una situación de 'guerra revolucionaria' o situación CONINTES – conmoción interna del Estado; patrullajes de localidades, allamientos, control de vehículos y personas, control de grupos de personas (muchedumbres y turbas), etc. El general Benjamín Menéndez (Gobernador de las Islas Malvinas) dijo: 'esto ha tenido sus limitaciones (refiriéndose a la capacitación del Ejército) debido a cuestiones presupestarias, tiempo disponible y una serie de factores producto del tipo de guerra que se prevé puede ser necesario afrontar, que en el caso del Ejército, ciertamente no era Malvinas'53 Consecuentemente la eficiencia para ejecutar 'operaciones convencionales' quedó afectada. 2. Como consecuencia de la hipótesis de guerra del enemigo 'interno' y de la carencia de un adecuado control operacional sobre el personal de las fuerzas legales a cargo de las acciones contrasubversivas, se cometieron abusos, además de identificar todo tipo de disidencia como 'accionar subversivo' y mantener la metodología de ejecución aún después de haber neutralizado al subversivo real. De esta manera se fortaleció la antinomia 'Civiles vs. Militares ' será explotada por la subversión real (sus autores) posteriormente con gran habilidad. 3. La profundización de la falta del 'sentido del espacio' en los integrantes de las Fuerzas Armadas, como corolario lógico de un tipo de conflicto en el cual lo más importante no era la conquista del terreno sino el apoderamiento de 'la mente del hombre'. 4. El incremento de la visión 'atomizada' de la guerra conllevando la falta de mentalidad y acción cojunta de las tres fuerzas. 5. La desubicación psicosocial del soldado profesional, que reforzó en grado desmedido los vínculos endogrupales que lo ligaban con la institución (esto es válido para las tres fuerzas). De este modo terminó la creencia de por el solo hecho de llevar y portar armas – la última aristocracia. Y por su función, 'defensor de la causa de occidente'. Y como resultante de la combinatoria de los 5 puntos precedentes se consolidó el mito de la invencibilidad de las Fuerzas Armadas Argentinas. Al carecer de una clara comprensión de la naturaleza íntima del conflicto, las Fuerzas Armadas (particularmente el Ejército) creyeron haber vencido 'militarmente' a la subversión. Este concepto fue sustentado incluso años después de finalizados los enfrentamientos: 53 C.M. Túrolo (h.), Malvinas – testimonio de su gobernador. Buenos Aires 1986. Pág. 55. 'En la lucha contra la subversión ambos bandos resultaron derrotados: la subversión lo fue en el terreno de las armas y la institución militar lo fue en el terreno político'54 La comprensión de la guerra... esa es la clave que invalida la afirmación anterior. La guerra es un acto eminentemente político (Cfr. von Clausewitz) y dicho axioma no ha perdido vigencia todavía. La victoria militar sin consenso, carece de eficacia, es la derrota, por las dolorosas secuelas que siempre dejó en la sociedad. 54 Cnl [R] L. Gazoli, El dilema militar argentino. Buenos Aires 1986. Pág. 30. Capítulo 5 El Caballo de Troya ‘La situación del soldado es altamente honrosa para el ciudadano. Desde el momento en que vista el uniforme militar deberá sentirse guardian de las glorias y tradiciones del Ejército Argentino y concurrirá en la esfera de su acción, a dignificarlo y prestigiarlo ante militares y civiles por su subordinación y moralidad, celoso desempeño, respeto hacia los superiores y a cuanto emane de ellos y por su espíritu de compañerismo. Para honor del Ejército, su presencia en cualquier parte deberá ser considerada como garantía de orden’ Reglamento de Servicio Interno del Ejército (Art. 5001) ‘… uno puede acostumbrarse a todo, en situaciones, encontrar placer al convertirse en un animal sin voluntad, odediente, que solamente responde a las órdenes de su amo, órdenes cuyo sentido y finalidad se le escapan, pero que alguna lógica deben de tener porque todos, alrededor en manada, bajan la cabeza y, sin voluntad, sin vacilación, al oír el grito, al oír el silbato, parecen reaccionar de un letargo y, frenéticos, salvajes, cobran una energía turbulenta. No, ése no no sos vos, te decís. Y te ponés a pensar que vos sos otro. Eras otro, te acordás. Y cuando esta noche y todas las noches que te esperan, noches insondables, noches fatales, noches siniestras, noches de muerte, noches siempre más largas que su tiempo real, medido entre entre la ‘compañía, buenas noches’ y el silbato de ‘la compañía, arriba’, noches recorridas por una desesperación amordazada, y entonces, cuando todas esas noches sean un sarcófago de la memoria, te prometés, vas a ser otro’ Guillermo Saccommano: ‘Bajo Bandera’ (Aquí se aprende a defender a la Patria) En una realidad distorsionada las instituciones también se distorsionan. El Servicio Obligatorio no fue la exepción. El mismo en nuestro país era considerado como rito iniciático, algo así como dejar la toga pretexta para vestir la virilis. Primera distorsión: el servicio militar cumplía la función de certificar la virilidad, la hombría del ciudadano. El aspecto de la instrucción militar se esfumaba. En cierto modo, el servicio como tal era un obstáculo a superar. Y nuestro hombre medio debía, aquí también, en el ejército, superara un obstáculo. El servicio militar era una etapa en su vida; se cumplía con el mismo entusiasmo como cuando hace uno hace un trámite burocrático. En forma parecida a lo que dije acerca de la educación, las Fuerzas Armadas son un agente de socialización. Además una larga espera. Punto inicial: la incorporación de los soldados. Punto final: la baja de las filas. En el medio, en lugar de exámenes, determinadas pruebas a satisfacer: el mes de instrucción en el terreno, la entrega de los uniformes, la jura de la bandera – con la correspodiente entrega del diploma (paradigma de pompierismo) que así lo acreditaba, el desfile del 9 de julio (con el tradicional chocolate), acaso una ejercitación al final del ‘año militar’ - por lo general más extenso que el año común – y ... la interminable espera de la baja. ¿Por qué, para qué todos estos esfuerzos y sacrificios? Para aprender a defender a la Patria. ¿Defender a la Patria? ¿Guerra? Las incoherencias se multiplicaban al intentar dar una respuesta a estas preguntas. La historia es conocida. El ciudadano medio desde que nacía hasta que cumplía los 18 lo los 20 años (la diferencia de dos años tiene razón de ser en función a la reforma de 1977) recibía el mensaje de la Argentina ‘país de paz’ y cosas por el estilo sin olvidar, por supuesto, la inconciencia territorial, la desintegración nacional y la provisión de cultura foránea paralela al desmatelamiento de la propia. Anímicamente más cerca de las opulentas estatuas que circundan al monumento de los españoles que de las figuras de nuestros guerreros ecuestres. Cuando ese ciudadano ingresaba, ley mediante, es decir coactivamente, al Ejército, a las Fuerzas Armadas, era bombardeado con mensajes que eran disonantes con respecto a lo que ese individuo había aprendido anteriormente. Era una suerte de esquizofrenia, de desdoblamiento. La vida espartana de los cuarteles, poco tenía que ver con la holgura del medio civil. La expresión ‘preparación para la guerra’ carecía de contenido para ese ciudadano oriundo de un cosmos transfigurado. Más es necesario obrar con cautela al tratar estas cuestiones. Lo de ‘ciudadano medio’ puede confundir. Tal vez sea más apropiado ensayar la siguiente clasificación, que divide a los ciudadanos incorporados en tres grandes grupos: Por un lado estarían aquellos jóvenes para los cuales el Ejército (en realidad de verdad las Fuerzas Armadas, aunque la masa de incorporaciones se realiza en las fuerzas de tierra) significaba la primera oportunidad para vestirse y comer en forma más o menos decente y, muchas veces, para aprender a leer y escribir. En este grupo la conveniencia – en el buen sentido de esta palabra – prevalecía sobre el patriotismo. Un segundo grupo estaría constituido por ciudadanos para los cuales la ‘defensa de la Patria’ era bastante más que una simple frase hecha. Son los que se tomaban ‘en serio’ el asunto de la preparación para la defensa. Demás esta decir, que esta actitud estaba driectamente relacionada con la preocupación que el personal de cuadros manifestaba por ellos. Por último, tendríamos al grupo de soldados que adherían en forma entusiasta al esquema del ‘obstáculo a superar. Esta clasificación, quizás arbitraria y por ello plausible de impugnaciones, posee la siguiente ventaja: muestra el problema subyacente cual es la ‘conciencia de defensa’. Ahora me limitaré al componente militar de la defensa. ¿Existía la conciencia de defensa en nuestro país? En base a los presupuestos señalados en los capítulos anteriores, no. No existía conciencia de defensa porque no era clara la imagen del enemigo y tampoco había, obviamente, teoría alguna sobre él. Acalararé la idea con la siguiente comparación: Un soldado, por caso, del Ejército israelí, difícilmente crea que el servicio militar que debe cumplir constituye un simple obstáculo a superar, una pérdida de tiempo o la interrupción gratuita de sus estudios o trabsjo. Ese soldado sabe, es conciente de que debe cumplir con su servicio militar porque de ello depende su supervivencia y la de su Estado – Nación. Allí en Israel, hay teoría del enemigo y las cosas son bien concretas. Este soldado se prepara para ‘su’ guerra. Todo lo que haga, bien o mal, a conciencia o despreocupadamente durante su período de instrucción, posteriormente estará a su favor o en su contra en el momento del combate. Es el mismo caso que el de un esquimal que construye su vivienda (iglu) en el Ártico, mientras una feroz tormente se avecina. Si no procede con eficiencia y rapidez, a conciencia, morirá congelado. En cambio, unos chicos excursionistas que juegan con la nieve en un cerro de Bariloche no ponen en riesgo su supervivencia (individual o grupal). Se fotografían calzando esquíes, pero no saben esquiar. Sencillamente se disfrazan, se adaptan superficialmente y los imitan pero jugando. Ciertamente un simulacro. En unas Fuerzas Armadas como las nuestras, en especial en un Ejército como el nuestro (allí es donde se incorpora la masa de los ciudadanos) los comportamientos de sus integrantes son más parecido a los de los chicos excursionistas que al del esquimal o el soldado israelí. En nuestros esquemas de reacción no contaba la supervivencia. ¿Acaso no éramos el país de los ganados y las mieses? No sería descabellado hacer un paralelo entre los excursionistas que calzan esquíes por primera vez, pero ponen cara de experimetados montañeses, y nuestros conscriptos, que se fotografían con casco y fusil poniendo ‘cara de guerra’. Ni unos ni otros toman en serio la realidad. Sólo se adaptan al paisaje en forma superficial. Otro aspecto: la instrucción militar apuntaba preferentemente a lo exterior. El orden cerrado, las formaciones, los desfiles. En otras palabras, la creación de la imagen del soldado, cristalización del principio: la forma hace al fondo. Lo que se ve es lo que cuenta. El observador no avisado sobre la esencia última del orden militar tal vez cree que entre la forma (lo exterior) y el fondo había una relación de equipolencia. El meridiano de la instrucción pasaba por el orden cerrado. Cuando el recluta aprendía a presentarse al superior, a saludar con y sin armamento, a ejecutar el paso redoblado, en síntesis: cuando aprendía todo el reglamento de orden cerrado se lo consideraba ‘soldado instruido’ y, lo que era peor, apto para el combate. Se dejaba de lado lo siguiente: que el orden cerrado era la base, el punto de partida; era necesario pero no excluyente de todo lo demás. Por el contrario, por sí solo era apto únicamente para crear la fachada del soldado, en cierto modo su continente. Pero así, exclusivo y primordial, sin otros conocimientos que superaran las tres o cuatro condiciones de tiro y las casi nulas ejercitaciones de combate que solían realizarse como sinónimo pleno de la instrucción militar. Era quedarse en el origen. Así lo explica Norman Dixon: ‘Así fue como empezó la instrucción militar. Se trataba de mecanismo que podían soldar firmemente una amalgama de campesinos sin educación hasta convertirla en una máquina homogénea que hacía lo que se le decía’ 55 “Era algo muy útil, de no haber sido por la ritualización a que esos ejercicios se vieran sometidos: ritualización que viene de la tendencia a convertir los medios en fines’56 El desfile era la imagen del poder militar del Estado – Nación. ¿Real o virtual? He aquí la pregunta decisiva. Por lo pronto la psicología demuestra que los desfiles de masas (en esencia eso es un desfile 55 N. Dixon, Sobre la psicología de la incompetencia militar. Barcelona 1977. Pág. 226. 56 Op. Cit. Pág. 226. militar) tienen gran atracción sobre los expectadores, al punto que los estímulos exteriores al desfile en sí, prácticamente desaparecen. Es la denominada ley del ‘contagio psíquico’. ‘El simple desfile de un regimiento, con la banda a la cabeza, ya es bastante para alterar a los bobos.Un grupo de hombres disciplinados, de uniforme, que marchan ordenadamente y con aire de resolución, produce siempre un gran efecto en la muchedumbre… durante las jornadas de Leningrado, a principios de la revolución bolchevique, cuando el pánico habíase apoderado de la multitud, se estableció el orden por el efecto casi inmediato de «desinhibición» que produjo el desfile de una sección militar con máscaras antigas’57 El desfile en sí mismo tiene una utilidad: reducir la tensión del expectador. Pero, ¿Qué sucede si el desfile es solamente eso – una cáscara hueca? La reducción de tensión estaría sustentada sobre bases ficticias. Si la imagen es real no habría inconvenientes. Si, por el contrario, es virtual, estaríamos frente a un simulacro, una mentira. En la Argentina siempre hubo (todavía perdura aunque al ralentí) una especie de obsesión por el desfile del 9 de julio. El desfile considerado en forma aislada no es malo, opuestamente es bueno. Lo malo es que esa uniformidad impecable, los costos que tuvieron que pagarse y los objetivos que se debieron sacrificar o posponer, son desconocidos por el común de la gente: ‘...por desgracia, los desfiles ceremoniales, al igual que otras formas de trabajos rutinarios militares, crean adicción y, por ello, son tiempo y energía que podrían ser dedicados a pasatiempos más adecuados. Llegan a convertirse en ciertos hábitos son difíciles de desterrar’58 La fiera marcialidad suele engañar. Después de Malvinas, ¿aprendimos esta lección? No debe olvidarse que ciertos hábitos son difíciles de desterrar… La DSN proveyó una hipótesis de conflicto real y concreta, independientemente de las valoraciones que podamos hacer sobre dicha hipótesis. Con la guerrilla y el terrorismo – situaciones que provocaron que el combate transcendiera la mesa de arena y el campo de instrucción y que la muerte fuese una cruel realidad – se crearon las condiciones para modificar el estado de cosas descripto anteriormente cambiando la mentalidad. Sin embargo, la DSN acarreó consigo más desventajas que aspectos positivos. En efecto, como expresé en el capítulo anterior, dicha doctrina en su forma original estaba diseñada para ser aplicada en las colonias. La DSN motivó que se considerase al soldado conscripto, al ciudadano incorporado en las Fuerzas Armadas, como ajeno al endogrupo del personal de cuadros. El endogrupo ‘personal de cuadros’ era el ‘Estado dentro del Estado’. Consecuentemente y conforme a lo dicho antes, los conscriptos eran parte de la población (mayoría silenciosa), alienada de las Fuerzas Armadas. El soldado fue consiederado, en virtud a esta dialéctica, como un miembro infiltrado en el endogrupo profesional (exogrupo infiltrado para ser más preciso) es decir un peligro latente. ¿Fundamentos? Los había y bien reales. Basta mencionar a soldados de la calaña de Mayol (entregador del Regimiento de Infantería de Monte 29, en Formosa) o Invernizzi (entregador del Comando de Sanidad, en la Capital Federal) para dar razón a las presunciones de inflitración. 57 J. – M. Domenach, La propaganda política. Buenos Aires 1986. Págs. 71 y 72. 58 N. Dixon, Op.Cit. Págs. 226 y 227. No obstante, puede decirse que el servicio militar como tal entó en la fase de crisis terminal cuando se desató la guerra sublimitada en la del 70. Crisis que trajo aparejada su perversión . Fue el principio del fin. Cada soldado se transformó en una especie de ‘Caballo de Troya’, introducido, ley mediante, en el seno del endogrupo profesional. Hubo oficiales que a partir del enrarecimiento ocasionado por la DSN se mostraron reacios a impartir instrucción militar intensiva (más allá del orden cerrado) a los conscriptos porque era ‘instruir al enemigo’, ni más ni menos. Los manuales de contrainteligencia señalaban indicios para detectar soldados viculados con organizaciones guerrilleras. El conscripto, pues, fue más que parte orgánico – temporaria de las Fuerzas Armadas, en relación plena con ellas, era un puente, un nexo de unión entre el endogrupo profesional y la mayoría silenciosa. Y siempre había motivos para generar desconfianza, erosionar el ambiente de mando y resentir la instrucción. Además, para empeorar las cosas, los sistemas de valores cohesivos de ambos endogrupos eran divergentes, aspecto éste vinculado con la ya mencionada esquizofrenia o desdoblamiento. Por eso en este clima distorsionado perversamente, cobraron vigencia y relevancia estos conceptos vertidos por el General Perón en 1950: ‘...en el sentido de la unidd nacional, si hay algo que indivisible es esa unidad absoluta entre el pueblo y las Fuerzas Armadas… Esa unión con el pueblo debe ser un profundo cariño que debe existir entre las Fuerzas Armadas y el pueblo, o sea, sus reservas. No hemos seguido a lo largo de nuestra historia el mejor camino para que esto no se produzca. Me he propuesto que cuando el pueblo tenga un conflicto, jamás tenga que ser reprimido por las Fuerzas Armadas, porque esa no es la función de las mismas. Para reprimir los conflictos internos con las Fuerzas Armadas, habíamos distanciado al pueblo de estas últimas y habíamos formado algo así como el enemigo común de todos los que reclaman o tenían algo que reclamar por medio de la lucha. No había conflicto o huelga en que no salieran las Fuerzas Armadas a pegar culatazos y tratar mal a la gente. Creo que eso nos separó extraordinariamente del pueblo. Y el día en que fuera necesario sería ese pueblo al que nosotros tendríamos que conducir, ¿y cómo podríamos conducirlo bien si esas fuerzas fueran enemigas de nosotros’ 59 Fue así que la guerra sublimitada demostró la obsolescencia del servicio militar obligatorio. Malvinas fue la prueba fallida... Para finalizar con este capítulo, puede decirse que tanto la población como las Fuerzas Armadas no estaban preparadas para un asunto tan peligroso como la guerra (Cfr. Karl von Clausewitz). Al respecto es valioso por su veracidad y contundencia, el ‘Informe Rattenabach’, que apunta coclusiones esclarecedoras: ‘… Es necesario señalar que el estado general del país, en el momento de tomar la decisión de ocupar las islas, no era el más adecuado para enfrentar un hecho político internacional de tal naturaleza’ 60 (causas concurrentes) ‘La crisis socioeconómica, con un país postrado por problemas acuciantesde este orden’ 61 59 Discursos del General Perón a los militares argentinos – discurso al recibir a los integrantes del Círculo de Oficiales de la Reserva en la Casa de Gobierno. Parte IV (1950). Buenos Aires 1984. Págs. 125 y 126. 60 Informe Rattenbach – el drama de Malvinas. Buenos Aires 1988. Pág. 253. 61 Op.Cit. Pág. 253. ‘La situación política interna que, como consecuencia de lo expresado…,se hallaba altamente sensiblizada, con movimientos políticos y sindicales internos que alteraban la paz social y ejercían una considerable oposición al gobierno’ 62 ‘Las autoridades eran duramente atacadas, particularmemte por el problema de los derechos humanos, lo cual debilitaba sensiblemente el frentre interno’ 63 ‘El equipamiento de las FF.AA. No se había completado aún… No se dio tiempo… para preparar y adiestrar sus medios en forma adecuada. El Ejército no había concluído la baja de la clase 1962 y acababa de incorporar a la clase 1963.. Se eligió el peor momento del año en cuanto a sus condiciones climáticas...’ 64 (responsabilidad de la Junta Militar) ‘Conducir las FF.AA., como consecuencia de un planeamiento apresurado, incompleto y defectuoso, a un enfrentamiento al cual no se hallaban preparadas ni equipadas, contribuyendo con ello a la derrota miltar’ 65 Argentina no estaba capacitada para ir a la guerra. Esa es la historia. No se la debe ocultar, no se la debe negar. Por el contrario, debe ser interpretada a fondo, provistos de un agudo sentido de la autocrítica. Sin piedad alguna. Esa es la única manera, dolorosa por cierto, de extraer conclusiones y enseñanzas válidas que nos permitan modificar el lamentable estado de cosas que hoy nos agobia, diez años después de la derrota, donde los vicios y taras se manienen casi intactos, como si nunca hubiera pasado nada... 62 63 64 65 Idem. Pág. 253. Idem. Pág. 253. Idem. Pág. 254. Idem. Pág. 356. SEGUNDA PARTE LA CASA ESTÁ EN ORDEN ‘… Había una vez un niño pobre y no tenía padre y no tenía madre, y todo estaba muerto y no había nadie en el mundo. Todo estaba muerto y entonces fue y buscó día y noche. Y porque no había nadie en la tierra, quiso ir al Cielo. Y la luna lo miraba con tanto cariño. Y cuando finalmente llegó a la Luna, ésta no era más que un pedazo de madera podrida. Y entones fue al Sol, éste no era más que un girasol marchito. Y cuando llegó a las estrellas, no eran más que pequeños mosquitos que estaban pegados allí, así como la urraca los pone sobre las acacias. Y cuando quiso volver a la Tierra, la Tierra era un jarrón volcado. Y el niño estaba muy sólo, y se sentó y lloró, y todavía está sentado allí y está muy, muy solo’ Georg Büchner (Woyzeck) Capítulo 6 Y el sueño se quebró como el cristal ‘Mientras, estoy maldito, siento horror por la patria. Lo mejor es dormir, completamente borracho, sobre la playa’ Arthur Rimbaud (Temporada en el infierno) Luego de aquel 14 de junio, fue lícito pensar que la realidad no era más que un conjunto de esferitas de vidrio multicolor. Primero chocaban en al aire y con gran ruido, para luego desparramarse y más tarde volver a unirse disciplinadamente. De la indiferencia y la frustración endémica – entralazadas con el mítico paraíso perdido de la comarca de los ganados y de las mieses – al furor, el éxtasis patriótico y belicista. La autodenigración había quedado pues, muy lejos. A partir del 2 de abril, una ensoñación, un veriginoso trancurrir de comunicados, partes victoriosos coloreados con imágenes de una guerra apta para la digestión de aburridos escolares, el General Manuel Belgrano con su bracito de juguete apuntando hacia las barrancas del Río Paraná. Su espada (que también parecía de juguete) y la infantería argentina tomando posiciones en los alrededores de Puerto Argentino (para hacer las defensa con criterio de punto fuerte); la situación ‘estaba controlada’, igual que la sucesión cronológica de la iconografía patriótica. Batallas estáticas. El momento congelado por la mano del artista para la admiración de las generaciones venideras. Se desarrollaba de ese modo una guerra muy especial: mitad de papel y mitad de imágnes escurridizas, sugestivamente similar a lo sucedido en 1991 en el Golfo Pérsico, es decir una guerra exhaustivamente mediatizada – en nuestro caso lo mismo, pero con la apoyo de una tecnología infinitamente más precaria. Esa guerra, la de los medios periodísticos obsecuentes, controlados, capitaneados por comunicadores poseídos por una verborragia vesánica, se filtraba a través de todos los televisores y todos los diarios y revistas. Era una guerra sin sangre ni dolor, con soldados adolescentes (o adolescentes soldados) que con su ejemplo y su madurez impartían una genial lección de historia y de conducta al mundo. Hasta el día anterior al desembarco, simplemente habían sido unos ‘mocosos de mierda’, sucios borregos, a lo que había que proteger paternalmente de las garras del comunismo sin olvidar, desde luego, el peligro de la drogadependencia y los narcotraficantes acechando en la puerta de cada escuela… … y el 2 de abril todo el libreto fue cambiado. Ahora las ’caras adolescentes’ eran curtidos soldados, veteranos de guerra y, total, las domésicas vejaciones anteriores, no dejarlos ver una película pornográfica en el cine o controlar sus idas y venidas con precisión de relojería, podían olvidarse. La gran catarsis había llegado por fin al Río de la Plata. La guerra sería el evento que posibilitaría parir la nueva Argentina, más adulta y más madura. Argentinos: ¡A vencer! Fue la consigna, acompañada por una sonrisa franca y el dedo pulgar en alto. Con increíble rapidez se cristalizó una superstructura configurada por elementos tomados al azar, se crearon tantas guerras, como espectadores había, guerras a medida, colmando los deseos de cada cual. ¿Por qué esta plasticidad? Porque la guerra quedaba muy lejos, allá en el sur, nuestra periferia, reducto oscuro de nuestros íntimos destierros. El conflicto fue imagen, conocimiento derivado, maleable como un gigantesco y subrepticiamente sangriento rompecabezas, hediondo jardín encristalado por la mágica luz de los comunicados oficiales: ‘Una fragata destruída, otra incendiándose y hundiéndose..’ etc., etc. En Buenos Aires lo festejábamos arrojando papelitos, igual que durante el Mundial de Fútbol, porque tanto el deporte como la guerra eran causas ‘verdaderamente nacionales’. Y los bombos retumbaron, las masas estrecharon filas – niños grandes con manos enormes y cerebros entumecidos – para entonar los cánticos análogos a los que se escuchan en las canchas de fútbol. O en el potrero, porque el ‘honor nacional’ estaba en juego, los colores del equipo, del campeón, de la Patria, la selección y la nación… La guerra nos había dado una oportunidad para estar juntos otra vez, para diluirnos en una existencia pastosa y manifestarnos sin temor a través de un ruidoso anonimato. Aquello fue una concentración más, un amontonamiento de individuos sin clara conciencia de su personalidad, pero a los gritos. Quizás un terrón de azúcar, un caramelo arrojado para apaciguar a la fiera multiforme. ¡Alegría para el pueblo! ¡Las Malvinas son Argentinas! Los militares ya no fueron los tradicionales ‘milicos hijos de puta’, sino los herederos de San Martín, los hacedores de una nueva gesta; ¡los nuevos heroes de mayo! Y eso pudo tener lugar – no los perdamos de de vista ni un solo instante – porque la guerra real quedaba tan lejos, tan remota, que la artillería británica reventando nuestras posiciones o los misiles impactando en sus respectivos blancos, no se oían. Esta sí que fue una guerra sorda. Y encima la superposición del Mundial de Fútbol 1982: dos causas verdaderamente nacionales al precio de una; dos motivos yuxtapuestos para poder vivir y sacudir los bombos. Empero, a pesar de la euforia y el patriotismo (¿patrioterismo?) descontrolado, alimentados por datos originados en la confrontación de los potenciales en pugna, para luego, casi inmediatamente, como en esas películas estilo bodrio Hollywoodense, donde el protagonista resuelve sus gravísimos problemas, obviando las tediosas etapas burocráticas previas, descender por el tobogan de la reralidad más cruda. Y del cerco ejecutado por los británicos en San Carlos (sin olvidar que los ingleses no entrarían ‘ni teniendo alas’) a un parco documento de rendición: ‘Yo, el que suscribe, Comandante de todas las Fuerzas Terrestres, Aéreas y Navales argentinas en las islas «Falkland» presento mi rendición ante el General de División J.J. Moore, presento mi rendición al Gobierno de su Majestad Británica...’ Esto ocurrió el 14 de junio de1982. El día 15, el día despúes, muchos no se resignaron a la realidad de los hechos. No querían que la ensoñación finalizara: ‘¡Cobardes! ¡Queremos fusiles! ¡No se rindan!’ Angustiosa reacción que la ‘occidental y cristiana’ revista GENTE se apresuró a denostar el hecho, diciendo que se trataba de un acto en el cual había ‘extremistas’ infiltrados que pretendían retrotraernos al infierno de 1973 – 1976. Sin embargo, a pesar de la indignación, brutalmente reprimida, el sueño se quebró como el cristal para así, de golpe, sin anestesia y sin aviso, la guerra de los comunicados oficiales, la guerra de ATC, dejaran paso a la guerra de verdad. Dos catástrofes se insinuaron: la de la derrota bélica en sí misma y la desilusión. Quizás ésta última más profunda y dolorosa que la primera. Capítulo 7 Rompecabezas de post-guerra '26 de agosto de 1914. Jugé en el jardín con Falk. Mil rusos capturados por nuestras tropas al este del Vístula. Avance de los austríacos. En la tarde trabajé en el jardín. Toqué el piano. Después del café visitamos a los Kissenbarths. Nos permiten coger ciruelas. Han caído a montones. Ahora tenemos cañones de 42 cm' Heinrich Himmler (diario) 'Yo no quiero justificarme de nada. No quiero que las Malvinas tapen el desastre de la selección' César Luis Menotti al periodidista Esteban Peicovich (revista GENTE, 15 de Julio de 1982) Había una vez una familia muy correcta y pulcra. En ella estaba todo previsto. Cada conducta, cada situación, tenía su correspondiente solución materializada en una prescripción reglamentaria. Pero un día la realidad superó a los reglamentos y el caos sobrevino. ... La gran familia Argentina pasó por el mismo trance. Como si una mano invisible hubiese arrojado hacia el cielo un denso puñado de dados blancos, negros, rojos, verde oliva, y éstos al caer se hubieran dispuesto en caprichosas figuras. Había que ordenar ese pandemonio, y si los anglosajones tenían a su coronel Blimp, campeón del bullshit, siempre presuroso a minimalizar desgracias imponiendo su obtuso reglamentarismo, su figura grotesca, gorda y fofa, nosotros descubrimos y reconocimos a nuestro perseguidor - el general Baquetón66. Entonces, como primera medida, escondió a los ex-combatientes, como un niño que rompe un florero hace lo propio. Y a mantener al pie al orden interno. ¡A lustrar los bronces! ¡Coser las matrículas en todos los uniformes, tres puntadas punto gusanito! Que lo de Malvinas fue una victoria. La guerra no se perdió. Y la sangre del combate - hermosa sangre - es fecunda. Sin embargo, el general Baquetón, corría de un lado a otro de los cuarteles del país, franela en mano, controlando todos los detalles más pequeños igual que una celadora de un colegio primario, todos presentimos que el fin estaba cerca y que la obsesión por lo nimio agonizaba. Había que abrir los ojos y aprender (¿o desaprender?). La primera lección decía lo siguiente: 'la reiteración de análogos errores en diferentes guerras se explica, en gran parte, por la humana tendencia a subestimar y aún a menospreciar ciertas enseñanzas producto de la experiencia ajena que suelen calificarse como perogrulladas'67 66 Baquetón, apodo que le dieron al general Martín Balza - cadete de 4º año del Colegio Militar de la Nación - arma de artillería. 67 Coronel M. Suárez, Para la formación del jefe, Círculo Militar, vol 697. Pág. 228. ¡Pero si el general Baquetón se las sabía todas! 'A la guerra se debe ir con las tropas debidamente instruídas' 68 Por esa razón, dieciocho era la edad más apropiada para enseñarle a un civil, el oficio de ser un combatiente. Apenas superó la niñez, la masturbación, la primera novia, el potrero y cosas semejantes. Precisamente, si bien a los dieciocho años ya no es un niño, especialmente desde el punto de vista sexual y físico; presenta atributos de adulto, pero aún no lo es por completo. La ventaja radica en que es un elemento moldeable, para lograr de él un buen soldado y un buen ciudadano con los valores nacionales y cristianos sustentados por la institución. Tropas estupendas con cinco o seis condiciones de tiro aprobadas. ¡A vencer! El general Baquetón tenía todo previsto: inexpertos, pero bien limpitos. Carlitos Balá: ¡Idiota pero limpito! Aptos para decorar desfiles y paradas... … y la catástrofe del 14 de junio lo desbordó. ¡Pobre general Baquetón! Igual que lo esquizofrénicos perdió la capacidad de sistematizar el pasado y el presente. ¡Debe mantenerse a la topa perfectamente ocupada! Lustrar borceguíes, limpiar sanitarios y letrinas, reducirían la ansiedad. El cuartel se pudre, mi general. Se destaparon las cloacas que usted celosamente mantuvo selladas, con la complicidad directa o indirecta de todos nosotros. Porque el cajón de munición para los fusiles Fal Nato, subía y bajaba, transitaba por todas las compañias porque no había fora para reemplazar al faltante. ¿Lo sabía usted? ¡Claro que sí! Pero igual daba su visto bueno. Revista cumplida. Lo mismo pintar las vainas de los sables bayonetas con pintura latex. De lejos, lucen bien. Felicitaciones. ¡Lástima grande que ahora la mentira esté por descubrirse! La virtualidad de un ejército preñado con falsedades, fatuidades formadas en columna doble de gupo. Esconda los cadáveres, mi general. Sí, general Baquetón. Tire los miembros amputados a la basura. ¡Que nadie se entere de nada! Era tan lindo soñar con la victoria sin sangre y con mucho limpiametal. Que lo de Malvinas fue una victoria, porque nosotros estábamos asistidos por la razón y el derecho. Además, para colmo de males, la catástrofe del mundial ‘82. Otra causa nacional. Partió el corazón escuchar las refelexiones apesadumbradas del comandante César Luis Menotti acerca del holocausto deportivo – desgarrador: fue así, que cuando el periodista Esteban Peicovich (en revista GENTE del 15 de juio de 1982) le preguntó hasta qué punto el fútbol era un deporte, Menotti respondió: ‘Yo creo que este mundial ha mostrado más que nunca hasta qué punto los intereses han hecho que se pierda el respeto por el espectáculo. Me soprende ver hasta qué punto existió la especulación’ Realmente notable. Como confrontar el antes y el después de la derrota bélica ya que se podría haber vencido pero… siempre aparecen obstáculos. Los adolescentes soldados ya no fueron más los guerreros de la patria; simplemente bajararon a la categoría de ‘chicos’, arrojando fusiles para hacer una pirámide de metal. El fin de la ilusión. La última desilusión. ¡Pero la moral está muy alta! De otro modo no podía ser, si el general Baquetón cuidaba todos los detalles como un ama de casa solícita y obsesiva en día de visitas. La culpa de todo lo tuvo el apoyo norteamericano. ¡Traicionero el Tío Sam! El apoyo norteamericano ya que la Argentina mostró falencias. El pie de 68 Op.Cit. Pág. 228. instrucción excelente. Fue el apoyo yanqui el culpable, la injerencia extranjera, las instituciones foráneas. Lo mismo que le pasó a Menotti: ‘¿Cuando se estaban poniendo los árbitros sabés donde estaba Lacoste? En las Malvinas. ¿Sabés cuándo llegó aquí? Ayer, cuando la Argentina estaba descalificada. El árbitro ya estaba contra Italia nos mandó al pozo. El fútbol tiene un reglamento y si ese fútbol cuenta con la complicidad del árbitro ya no hay nada que hacer’ Con el agravante, que la injerencia de nuestro ‘padre’ sociocultural, la gran potencia del norte, la gran proveedora. Afortunadamente eran anglosajones, ¡potencias mundiales!; la derrota pareció amortiguarse. Caso análogo al de enfrentarse con un boxeador profesional, nosostros que no éramos más que pobres advenedizos, país joven, Argentina, país de paz. Sin embargo, para algunos la guerra fue nuestro paso a la adultez, nuestra desfloración cual conspícuas, acicaladas y malolientes vírgenes. Todas las taras quedarían sepultadas en la turba malvinera. Cada miembro tronchado, cada cadáver congelado sería un sufragio para la salvación del ‘ser nacional’. Y para cerrar el círculo: ¡Todo el drama quedaba tan, tan lejos! Así los gritos de dolor, el fragor de la batalla, el ruido y el olor a muerte, no perturbaría los delicados oídos de nuestros patriotas de día de desfile. La guerra sería una recreación de la gesta de la independencia y con el respectivo toque enternecedor: ‘Buenos Aires 24/4/1982 Que este chocolate te endulce un poquito en los días fríos en las Malvinas’. ‘Te saluda un futuro soldado de 7 años. Gracia por defender mi patria’ Gustavo Gabriel Vidal Cuando nos enteramos de que esta cartita apareció en un chocolate vendido en un quiosco de Comodoro Rivadavia, recibimos un toque de antención. ¿Y la madurez? ¿Y la ‘Argentina adulta’? Acaso pretendimos ser como los centauros, hacedores de la victoria pendiente, y nos quedamos con la pobre performance de los marcianitos de Ray Bradbury, atacando a los terrestres y muriendo como moscas, intoxicados con salchichas y mostaza. La pedagogía del rigor no había dado buenos resultados, todo lo contrario. El 14 de junio significó, entre otras cosas, el nacimiento del complejo 1982, del cual, al decir del general Beaufre, surgieron frutos venenosos pero, a diferencia del estratega francés, fueron frutos de la derrota amplificada por el mounstruo de la autodenigración que supusimos aniquilado el 2 de abril y que se enseñeoró en todas las conciencias. La hidra se agigantó por la sencilla razón de que la derrota puede lastimar menos al ser descentrada respecto de sus justas proporciones. Anonadarse uno mismo y paralelamente magnificar las capacidadades del oponente, deaequilibran la ecuación a nuestro favor, minimizando la angustia y la frustración. Minimización poco efectiva porque si bien se mira la tranquilidad, se apoya en bases endebles. En efecto, la minimización de lo propio, de uno mismo, descalifica por completo al componente decisional. Como tirarse al río sin saber nadar. Pero los hechos fueron así. La autodenigración fue uno de los mecanismos puestos en funcionamiento para defender la cohesión interior, a pesar de que muchos siguieron alimentando el anhelo: ‘¡Malvinas, volveremos! Y otros demostraron seriedad en sus procederes: ‘Yo este juego lo quiero de verdad, lo quiero en serio. Los que me conocen saben que yo me agarro a trompadas en un entrenamiento… esto para mí es más importante que la Revolución Francesa’ Mas el general Baquetón, además de proseguir con la limpieza a fondo (una forma de aislarse del medio), exteriorizó la voluntad tardía (¿o tarada?) de intentar modificar a la doctrina. Por ese motivo, en el reglamento de conducción para las Fuerzas Terrestres, se agregó, después de la derrota, un nuevo principio rector: la voluntad de vencer, entendida como ‘la facultad imprescindible en el combtiente, para empeñar todos sus recursos en la búsqueda permanente de la victoria, cualesquiera sean los esfuerzos y sacrificios que exija’ 69. Lástima, que la expereiencia propia llega tarde… y cueste caro. Pero eso para el general Baquetón era una nimiedad. ¡Todo tiene que ser modificado! Para empezar, el estudio. Dado que en la época actual se encuentra dominada por el desarrollo tecnológico y en Malvinas se perdió la guerra debido a la inferioridad tecnológica. ¡A estudiar se ha dicho! Sonó entonce la hora del titulismo. Compréndase bien: titulismo, es decir otra mentira. Fué común, cosa de todos los días de la inmediata post-guerra, oír decir que el oficial de infantería (en algunos casos fue el talón de Aquiles) debe ser ingeniero en transporte; lo mismo el oficial de caballería (los blindados Panhard, un buen desempeño); los artilleros (dicho sea de paso el desempeño de la artillería argentina fue sobresaliente, a pesar de las diferencias tecnológicas) deben ser ingenieros en balística; los ingenieros (también tuvieron un buen desempeño) especialistas en construcciones – esto es una perogrullada. El oficial de comunicaciones debe ser ingeniero electrónico (buen desempeño). Fue el camino más cómodo: la proposición de un imposible. Pero de este modo la conciencia quedaba tranquila. ¡Por qué el titulismo! Porque ‘cuando el barco se hunde las ratas huyen’. El barco fue herido mortalmente en 1982. el prestigio se hundió junto con el crucero A.R.A. General Belgrano y explotó junto con las bombas de 600 libras. El cursus honorum de las Fuerzas Armadas (en particular el Ejército) perdió vigencia y efectividad. El pomposo título de ingeniero sería la tabla de salvación para llegar al medio civil en condiciones de sobrevivir, y como se dice en la Argentina según la sabiduría popular: cualquiera es un señor… (el tango Cambalache de Alberto Santos Discépolo – Discepolín), el camino se allanaba con relativa facilidad. Y hasta un imbécil como el general Baquetón se dio cuenta de la coartada. La inferioridad tecnológica con su orfandad de botoneras luminosas y chips, las famosas smart weapons, ocultaría la abulia de tantos años de rutina cuartelera. Y no importaba la obesidad – porque para apertar botones no hay que tener un cuerpo atlético. Así, la siesta vespertina de tres horas, sin ningún complejo de culpa. La tecnología no estaba a nuestro alcance. En la Argentina de post-guerra no había botones para oprimir. Entonces a dormir y a parapetarse para defender todos los privilegios de las ‘última aristocracia’ defensora de la ‘causa de occidente’. ¡Despierte, mi general! Las cosas no son tan simples como parecen. Por caso, cuando Peicovich interrogó a Menotti acerca de la reacción de la gente a su regreso (el día después de la derrota futbolística) en el sentido de decirle: ‘usted nos defraudó’, el director técnico contestó: ‘Esta bien. Es un problema de tiempo. Yo les voy a demostrar quién soy. Trataría de entenderlo, a lo mejor tiene razón’ 69 Ejército Argentino, Conducción para las Fuerzas Terrestres. Buenos Aires 1983. Pág. 11. Suerte notable la de un director técnico porque los mundiales son previsibles: uno cada cuatro años. Pero, ¿y las guerras? La culpa fue de la inderioridad tecnológica. Además el ejército estaba preparado para otro tipo de conflicto. Malvinas fue un imprevisto, hijo de cálculos políticos equivocados. El prestigio del ejército a salvo. ¡Mentira! El ejército recibió su golpe de muerte en Malvinas. A partir del 14 de junio fue liquidado como una sociedad de comercio quebrada. Lo que siguió fue una desbandada disfrazada de autocrítica, el principio de la desconstrucción de la realidad. Aquella no fue una, sino muchas. Fue un caótico amontonamiento de fracasos y desdichas. Fue la brusca interrupción de un sueño. La victoria podría haber sido de todos. Casi pudo tocársela con la mano. Íbamos a salir todos a la calle a golpear bombos y arrojar papelitos de colores. Un día de gloria, a festejar con sidra y champagne. Todos mezclados, confundidos, perdiéndonos en el anonimato, festejando, atudiéndonos, sepultando nuestras frustraciones anteriores. ¡Vecimos! ¡A dar la vuelta olímpica! ¡Día de gloria! ¡El honor nacional integralmente recuperado…! … y que sigan los festejos. Emborracharse hasta decir basta, arrojarse en brazos de la euforia con un ímpetu de energúmenos… … ¿y cómo es eso que nos roban la oportunidad de festejar y de soñar? ¡Desleales, cobardes y traidores! Entonces, ¡la situación no estaba controlada! Hubiera sido tan lindo de otro modo. Abrazar a los ex-combatientes como suele ocurrir en las películas; las chicas se arrojan a los brazos de cualquier soldado para besarlo como apasionadas amantes, además de papelitos, muchas flores para los héroes, arquetipos de virilidad, todos son valientes; he aquí, a la raza de América. Y ahora, los generales, con Baquetón a la cabeza, tienen una victoria para poder aburrir a sus parientes con relatos de sobremesa… …. de repente, se acerca el soldado más joven del ejército. Es muy joven, casi un niño, rubio de ojos azules, lo mejor de la sociedad, el ciudadano – soldado, ¡Qué hijo de familia bien burguesa! Ese soldado en su niñez, agitó una banderita en un desfile, como tantos otros, inflamados de ingenuo y puro patriotismo. Y hoy le dicen que es un héroe. Soñó con la camiseta de la selección nacional en la época de gloria del fútbol argentino, el día que obtuvo su primer campeonato mundial, cuando las mamis decían que querían que sus hijos fueran como Menotti, el ‘prototipo del hombre argentino’. El soldado avanza, resuelto. De lejos es una primorosa escultura verde oliva, los cercenados cabellos rutilantes. Pero el ojo atento se percata de que la gloria no es eterna y de que el joven guerrero es un mutilado, un herido de guerra con delicados muñones en lugar de manos y, según dijeron por ahí las jovencísimas amantes recientemente conocidas, un castrado por esquirlas o quizás por ablación a causa del congelamiento. Ya lo habían dicho los más viejos: demasiado joven para ser soldado. Pero igual la platea femenina de rubias señoritas con ojos de color esmeralda, dulces como ángeles cristalinos y sucias como cloacas, aturdió al nuevo héroe, llenando la Plaza de Mayo de ayes agudísimos y gemidos desesperados – un verdadero orgasmo patrióticoinstitucional. Entonces el general inmaculado, con los borceguíes reflejando el sol de julio - ¡Hay que amar los detalles!, se acercó al joven soldado con actitud hierática. Uno de los comunicadores apostado estratégicamente en la Casa Rosada – relató el suceso: En estos momentos el general Baquetón felicitará a este niño soldado, hermoso y digno ejemplo de lo más excelso de la juventud de nuestra maravillosa patria, a cada uno de los ex-combatientes, los nuevos héroes de mayo, conquistadores de un nuevo y rutilante laurel para embellecer la frente de la efigie de la gloria, nutriendo las más caras tradiciones de nuestro acervo nacional’ El general Baquetón tendió su mano con displicencia. El soldafo apenas se movió. Sólo adoptó la posición miltar de firmes (¡fir-mes!) y allí nomás empezó a pudrirse. ¿Y el festejo, la alegría sin igual? Primero se le cayó una oreja, luego la otra. Lentamente, inexorablemente se fue desarmando como un juguete de mala calidad, amontonamiento insensato de carne podrida. Esto nadie lo esperaba. Alguno de los presentes comentó, citando a Perón: ‘los que mueren en la lucha no son los generales… estos mueren siempre en los sanatorios...’ El soldado ya no era sino una sucia mancha de líquido cadavérico en el piso. Menotti presientió ese final: ‘… yo me sentí antes del partido en un clima igual. Lo habitual es que yo pase esa noche estudiando jugadas, viendo las maneras… ¿De hacer un contracerco? - preguntó el general Baquetón a la par que impregnaba sus borceguíes con betún. Era linda la vida cuartelera, las fiestas, paradas, desfiles… - No me iterrumpa – lo detuvo Menotti – esa noche estaba como loco. Yo presentí que se acercaba el final… - ¡Pero había unidades en condiciones de contraatacar y además somos parte de occidente – exclamó en general Baquetón. - No interrumpa mi discurso autocompasivo ¿quiere? - se irritó el director técnico – yo presentí que se acercaba un final. Que no podía vivir toda la vida gozando de algo. Que había un final y que ese final había que asumirlo. Y fue un final. En efecto, fue un final y el soldado, mísero chraco de líquidos deleznables, en medio de la calle y su medalla al valor se perdió en la alcantarilla, confundiéndose con los papelitos de colores. Entonces las niñas bien vestidas, expectante público de aquella colosal mascarada, ya no gritaron ni gemían sino que corrieron presurosas a buscar refugio en sus hogares escondididos. La Plaza de Mayo quedó vacía. Ya no más bombos ni cánticos de guerra. Los soldados, cosecuentemente regresaron abatidos de la sangrienta gesta. La sangre coagulada, las cuencas vacías y la muletas quebradas. El fresco de Hollywood se esfumó. No más fiesta ni bienvenida a los guerreros. De nada había servido que pocas semanas antes los más viejos vieran a los soldados partir hacia el combate, donde las princesitas, las maestras, las amas de casa y las prostitutas, regalaban flores a los héroes, flores que fueron arrojadas a la zanja y pisoteadas por le grueso de la tropa, que avanzaba a la gloria a paso redoblado. ¿Y la ilusión, los ideales, el honor nacional recuperado? Menotti nos brindó la pista: - yo no quiero ser Quijote, nunca quise ser Napoleón. Con Napoleón ocurre una cosa muy importante en los específico; que el mundo se vuelve loco buscando razonamientos estratégcos y tácticos para el fútbol y Napoleón, que fue un filóslofo de la estrategia, no fue un estratega, fue un filósofo. Definía con frases lo que otros tipos necesitaban un pizarrón y cuatro horas de charla. ¿Refrescar los principios de la conducción, tal vez? Esteban Peicovich citó un pensamiento de Bonaparte: ‘No hay que dar la vida por la patria sino hacer que el soldado enemigo dé la suya’. A continuación manifestó su propia inquietud: - ¿También sirve para el gol? Menotti no se hizo rogar para expresar su punto de vista: - claro, un filósofo. Cosas que te dejan loco. Filosofía de la estrategia aplicada al fútbol… ‘La experiencia propia llega tarde y cuesta caro. No obstante, obviando la catástrofe, la gerra fue, para muchos, ocasión para soñar y evadirse de la realidad, como en un partido de fútbol. Días de euforia y golpear el bombo. Además la guerra quedaba muy lejos y mis hijos (tal era el argumento) no participan de ella. ¡A gozar de los beneficios de la victoria! Y si la cosa se desquicia, a endilgarle la derrota al más incauto porque como dijo dijo Menotti, guerrero ecuestre de otra causa nacional: ‘… ¡qué lindo es morir noble y gil. Nosotros nacemos giles, pero ¿sabés que lindo es ser gil? Capítulo 8 Las posibles causas de una guerra ‘Entonces ofrecerá Aarón un becerro por el pecado, para hacer expiación por sí mismo y por su casa, e inmolará un becerro por el pecado’ Levítico 16, 11 ‘… y repetimos que la lucha armada, muchas veces es conveniente, y hasta necesaria, tanto en el plano internacional, como en el plano nacional. Es una especie de catarsis o purificación de los Estados. Las naciones que permanecen en paz durante muchos años prosperan a veces materialmente, pero se deterioran en lo espiritual o en lo intelectual. La guerra no tiene solamente efectos negativos, sino produce también efectos negativos, sino produce también muchos positivos: unifica a los pueblos, y hace despertar en ellos dormidos impulsos creadores. Alfredo Rizzo Romano ‘Si dejase de haber guerras las naciones se afeminarían’ General Adna Chafee Ante todo quiero aclarar que lo de de ‘causa de una guerra’ debe ser entendido no desde el punto de vista de las motivaciones político – económicas, militares o de prestigio, sino de la perspectiva de la aparente aquiescencia demostrada por un sector amplio de la sociedad. Esto quiere decir que no se trata de la causalidad específica de esta guerra en particular. Quiero reflexionar sobre la causalidad de una guerra, de ‘la’ guerra, en el sentido de determinar qué es lo que impulsa a un grupo organizado, un endogrupo, un pueblo, a lanzarse a la consecución de este tipo de eventos. El psicólogo Erich Fromm dice que la guerra es una forma de agresión instrumental, el caso más importante70, y que su función es biológicamente adaptativa; tiene por objeto lograr aquello que es necesario o deseable. Es sólo un instrumento para lograr el fin verdadero. Empero, hay un factor importante que no puede soslayarse: la percepción de la guerra como posibilidad concreta. Estamos todos de acuerdo, me parece, en que al principio nadie o casi nadie pensó en la guerra como posibilidad real y palpable. Solamente decodificamos el mensaje inmediato: la recuperación de las islas y la reafirmación de la soberanía (penetrados ambos sucesos por las coordenadas de los dicursos racionles y patriótico – retóricos). El factor proxémica (la distancia entre Argentina y Gran Bretaña) contribuyó en importante medida a la no consideración de un potencial enfrentamiento. 70 Idem. Págs. 212 y sig. Luego de la noticia innesperada de las sucesivas concetraciones populares, pródigas en festejos, igual que una respuesta previsible frente a una conducta totalmente ejecutada. La reconquista del 2 de abril era una conducta completa, un hecho consumado. No hubo, insisto, conciencia plena de los riesgos asumidos, empezando por lo respondables de la conducción política, quienes desde el principio ejercieron una férrea dominación sobre las masas, cual ávidos seguidores de Tarde y Le Bon, negando su esesncia de sentido moral y definiéndola contrariamente como ‘un fenómeno natural anterior a todo orden, obtuso y amorfo, lleno de pasión y sin metas, opuesto a la creatividad y carente de todo significado71. ¿Fue la reconquista y su envoltorio belicista un acto – una válvula de escape de una tensión largamente contenida? Fromm, generalizando sobre el tópico, opina que no, ‘que las grandes guerras de nuestros tiempos y la mayoría de las guerras entre los estados de la antigüedad no se debieron a la agresión acumulada sino a la agersión instrumental de la élite militar y los políticos 72. Sin embargo, podemos conjeturar – centrando la visión en nuestro caso particular – que la guerra sublimitada, aún imperfectamente vivenciada por la ‘mayoría silenciosa’ (vinculando este aspecto con el problema lingüístico de la denominación de los objetos), cumplió el papel de creadora de un clima, si ser quiere, pre – bélico, que motivó una violenta descarga volitiva, encuadrada dentro de un discurso patriótico, moral y simbólico con ribetes belicisistas subyacentes, debido al hecho de recibir la insólita e imprevisble noticia. En otras palabras, acaso haya existido una sobredosis de odio en estado de disponibilidad, enlazado con la concepción del ‘giro en el vacío’ - como se vio en la articulación de la guerra sublimitada, con la capacidad de actualizar toda una batería de mecanismos de adhesión. Otro aspecto, que quizás tenga peso, es la necesidad de ‘vivir aventuras’ por parte del hombre común. Dice Fromm: ‘La guerra es excitante, aunque entrañe el riesgo de la vida propia y muchos sufrimientos físicos. Considerando que la vida de la persona corriente es tediosa, rutinaria y sin aventuras, la disposición a ir a la guerra debe entenderse como el deseo de poner fin al aburrido hábito cotidiano… y de lanzarse a una aventura, en verdad la única aventura que puede esperar la persona media en su vida’73 No obstante, pienso que no debemos avanzar demasiado por este camino, porque no se puede pensar en ‘aventuras’ cuando la guerra (inteligida precisamente como ‘aventura’) no era sino remotísima posibilidad. Aunque tal vez habría que relacionar dicha ansia con una suerte de atracción hacia la muerte – y hacia adelante – que nos habría compelido a buscar, plenos de ansiedad, la satisfacción de nuestras inquietudes, frustraciones y castraciones cotidianas, en los eventos novedosos. Asimismo, conviene conglobar lo expresado con este concepto por el mencionado psicólogo: ‘Para decirlo de un modo hiperbolizado, la guerra es una rebelión indirecta contra la injusticia, la desigualdad y el aburrimiento que rigen la vida social en tiempos de paz, y no debe subestimarse el hecho de que mientras el soldado comabate con el enemigo en defensa de sus propia vida not 71 C. Lindholm. Carisma – análisis del fenómeno carismático y su relación con la conducta humana y los cambios sociales. Barcelona 1992. Pág. 22. 72 E. Fromm, Idem. Pág 219. 73 Idem. Págs. 218 y 219. tiene que combatir con los mismos de su propio grupo, los cuidados médicos, el techo, la vestimenta; todo eso se le proporciona una suerte de sistema perversamente socializado’ 74 Es preciso recordar la clasificación tripartita que ensayé de nuestros conscriptos en el capítulo 5 y, desde luego, adaptar la afirmación precedente a nuestro caso. También debe tomarse en cuenta que el mismo Fromm aconsejaba no subestimar este factor. Un tema que dio bastante que hablar, fue el del filicidio como ingrediente íncito a toda guerra. Dejando de lado el bíblico ejemplo del intento de sacrificio de Issac por su padre Abraham, veamos la sigiente afirmación de Fromm: ‘El hecho de que en el caso del sacrificio infantil el padre mate directamente a su hijo mientras que en el caso de la guerra haya un entendimiento entre ambos bandos para matar cada quien a los hijos del otro bando no es una diferencia muy grande’75 La comparación que hacd Fromm es harto discutible y además, para no alejarse demasiado del tema, recalco nuevamente que aquí no exstió vivencia plena de la guerra como posibilidad concreta. Ahora bien, ¿existió algún elemento filicida, actuando insidiosamente sobre el devenir de los acontecimientos? Por ejemplo, la ‘carta abierta a un soldado en el sur (Cfr. capítulo 3), ¿otorga asidero a afirmaciones de tal calibre en el sentido de una concepción generalizada? Evidentemente es muy aventurado decir que la misiva resume nada menos que toda una cosmovisión filicida. Sin embargo habría, quizás, un contenido de filicidio en forma de ínfima partícula en alguna concepción vulgar sobre la función del servicio militar obligatorio. En el capítulo 5 mencioné la función iniciática de la conscripción. Profundizando un poco sobre esta problemática puede descubrirse una idea. El servicio militar como correctivo. Efectivamente, el servicio militar enseña a través de privaciones y sufrimientos, a valorar las bondades del ‘medio civil’, además de tener incorporada la mágica virtud de lograr una drástica reducción de la soberbia e irrespetuosidad de los adolescentes. Es preciso avanzar con cuidado. Reducción no solamente merced a las condiciones espartanas existentes en los cuarteles sino también por medio de las humillaciones. Es así, que la relación padre – hijo, cuando del primero no puede obtener la misma obediencia cuasi automática de la etapa de la niñez, sueña y muchas veces exclama: ¡En el servicio militar te van a enseñar a respetar la autoridad! Nótese la existencia de una visión militarizada de la familia, al estilo de una ‘institución pater’. En otras ocasiones suele aflorar el conflicto étnico. Así se dice: vas a ver cuando seas mandoneado por un cabo negro de mierda. Así vas a aprender a valorarme y respetarás a la familia. Con todo esto no quiero decir que la concepción esbozada sea netamente filicida. Como mucho una ligera tendencia, pero con la suficiente intensidad como para que la mayoría la acepte de buen grado – a veces a regañadientes y dentro de ciertos límites – un conjunto significativamente amplio de propuestas insólitas (siempre dentro de nuestra Weltanschauung). Después de todo, la concepción de algunos institutos, como método de castigo no es nueva. Expresiones tradicionales en boca de muchos padres y docentes (hoy en proceso de reducción), como por ejemplo: ‘te voy a meter en un barco de guerra’, te voy a encerrar en un colegio pupilo’ o ‘vas a ver cuando vuelva tu papá y le cuente lo que hiciste’, pertenecen a la misma línea de parentesco: la educación por el miedo y el castigo. 74 Idem. Pág. 219. 75 Idem. Pág. 186. Adrede dejé para el final de este capítulo, el fatcor que Fromm denomina ‘respeto y devoción a la autoridad’. Al respecto, estimo conveniente articular el mismo con lo que señalé en el capítulo 2. La educación, el nacionalismo territorial y la falta de sentido del espacio. Dije en aquel lugar, que según el politólogo Carlos Escudé, el caso argentino era un caso de ‘nacionalismo patológico’ el cual estaba alimentado por una ideología de corte autoritario insuflada a través del sistema educativo. Todos, conforme a la visión de este autor, habíamos adherido a un conjunto de determinados dogmas, lo cuales obstruyen nuestro desarrollo. En el mismo capítulo me referí someramente a las investigaciones antropológicas y zoológicas qu Escudé toma como punto de partida para indagar sobre nuestro nacionalismo terrirorial. Sobre estos temas efectué algunas reflexiones y no volveré otra vez sobre el mismo tema. En lugar, citaré el siguiente párrafo, en el cual este politólogo, cree percibir determinados rasgos en los participantes de las manifestaciones belicistas de 1982: ‘… siempre intuí que cierto tipo esencial de placer subyacía a las expresiones extremas del nacionalismo. Ahora creo entender por qué: implica la liberación irrestricta de una fuerza instintiva, ante la presencia de un estímulo apropiado. Esto ayuda a explicar porqué es tan difícil de dominar e incluso comprender. Ayuda a explicar porqué ocurre con frecuencia que los pueblos con una educación deficiente tienen una tendencia a consumir su autonomía con gestos retóricos e inefectivos. Ayuda a explicar porqué hasta los intelectuales latinoamericanos les ha resultado tan difícil comprender la diferencia entre consumo e inversión de autonomía… Y por supuesto, ayuda a comprender el fanatismo nacionalista, segregaciones de adrenalina tan intensas por cuestionar a veces insignificantes e incluso deportivas’76 ¿Es este un nacionalismo conciente, aunque determinado por fuerzas instintivas? ¿O es una manera de ‘ser con otros’, una de las manifestaciones de la vida en la modernidad? Tal vez los transtornos narcisistas que analizó Christopher Lash77, concibiendo una personalidad cuya característica era la fragmentación y que día a día se consagraba a una ‘convulsiva búsqueda de pacer y estímulo para compensar la pérdida de vitalidad y sentido’, pueden darnos una mejor respuesta al interrogante. Acaso clarifiquen el punto de las ideas de Simcox-Reiner cuando dice que ‘la ausencia de redes da respaldo en la sociedad moderna provoca angustia sobre la identidad y personalidades limítrofes y narcicistas que buscan la salvación en las realidades de fusión’ 78. Por su parte Fromm menciona el ‘respeto y la devoción a la autoridad’ ¿Es esta una forma de obediencia ciega, automática, cadavérica? La problemática nos lleva a pensar que la conducta es siempre la misma, independiente del estímulo. El motivo puede ser cualquiera mas las relaciones se homologan. Es lo mismo un partido de fútbol, una elección presidencial o una virtual declaración de guerra. ¿Son conductas perfectamente individualistas o tan sólo el canal que permite la exteriorización del placer? Quizás – y simplificando el tema – la Plaza de Mayo colmada fue un fenómeno grupal más, un amontonamiento de individuos sin clara conciencia de su personalidad, hombres de ‘existencia pastosa’, configurando un Mitwelt – una existencia inauténtica, el ‘se’ de los existencialistas con sus notas de irresponsabilidad, neutralidad, dispuestos a seguirla corriente más fuerte 79. Como ingrediente primordial, un tipo de dominación que podríamos encuadrar dentro de lo carismático (sin pretender sumergirme de lleno en la clasificación weberiana de dominación) en el sentido que señala Lindholm cuando glosa a Max Weber: 76 77 78 79 C. Escudé. Idem. Págs. 107 y 108. C. Lindholm. Idem. Pág. 118. Idem. Pág. 118 y 119. J. Maisonneuve, Psicología social. Buenos 1988. Págs. 30 y 31. 'Una forma es el carisma institucional, que no se puede heredar, transmitir mediante el acceso de una función o invertir en una insitución. Este carisma brinda un aura de poder sagrado a cualquier individuo que tenga derecho a usar la túnica del obispo o sentarse en el trono del rey, al margen de las características personales. En este caso, el carisma es una fuerza destinada a legitimar instituciones e individuos poderosos' 80 Soy de opinión que en la Argentina del 'proceso' era dable incluir entre los carismáticos a los militares, poseedores de un conjunto de cualidades por el solo hecho de llevar puesto un uniforme, como indiqué en las conclusiones del capítulo 4. Resumiendo: una conducta que no permite decir de ella en forma apodíctica que fue completamente conciente. En forma de pregunta: Argentina, en sentido amplio, como Estado Nación y, sobre todo, en el sentido vivencial, ¿fue a la guerra? 80 C. Lindholm. Idem. Pág. 44. Capítulo 9 En busca de la guerra perdida 'Logré que se desvaneciera de mi espíritu toda la esperanza humana. Salté sobre toda alegría, para estrangularla, con el silencioso salto de la bestia feroz' Arthur Rimbaud (Temporada en el Infierno) 'Dejamos el cementerio, atravesamos la ciudad, y a menudo encontramos padres amigos que se unían a la pequeña tropa de los muertos recientes, tan agradables, tan saludables que hubiera sido bien despierto, quien distinguiera muertos de vivos' Gillaume Apolinaire (La casa de los muertos) Argentina no fue a la guerra, en el sentido de ser ella misma, como Estado – Nación, como globalidad, sujeto activo de la conducta (dejo de lado los conducionamientos externos de diverso tipo que relativizan el grado de autonomía en la toma de decisión de ser sujetos activos). Las Fuerzas Armadas, como endogrupo, fueron a enfrentar una situación que poseía en su seno el germen de la guerra como consecuencia previsible. Pero la Argentina como globalidad, fue objeto pasivo (mayoría silenciosa) aunque quizás sea mejor decir sujeto observador, ajeno en cierto modo al desarrollo de los acontecimientos. La ajenidad cobró forma a través del extrañamiento del conflicto con respecto a nuestro sistema de significaciones. Solamente tuvimos en nuestras manos – en un primer momento – imágenes parciales. La tendencia a la irracionalidad, percibida entre otros por Carlos Escudé, a partir del 2 de abril y, sobre todo, en la concetración popular en La Plaza de Mayo, ocho días después del desembarco, no fue total: fue la aquiescencia frente a un suceso que fue percibido como realidad fragmentada y aderezada con los típicos ingredientes simbólico – morales, oscureciendo por esa vía la probabilidad (la guerra). A medida que las fitraciones de información fueron corriendo al velo que ocultaba dicha posibilidad, además de la difusión oficial de noticias (por caso el bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina el 1º de mayo o el hudimiento del Crucero A.R.A. General Belgrano) ocurrió el siguiente el siguiente fenómeno: una minoría (vinculada parentalmente con los combatientes) parte integrante de la globalidad troca rápidamente su estado de sujeto observador ajeno por el del sujeto activo. Aquí se produjo una fractura. De un lado, el endogrupo 'soldados conscriptos', representados en el continente por sus relaciones parentales, quienes entendieron la situación como una suerte de 'secuestro': el endogrupo absorbiendo al exogrupo o mejor dicho; el endogrupo civil (conscriptos) perdiéndose en el endogrupo militar profesional. Es evidente, que la idea del 'secuestro' no fue el denminador de este endogrupo. Empero, la tendencia predominante fue la desesperación sin remedio. Por otro lado, el endogrupo militar profesional, representado también en el continente por sus relaciones parentales que captaron sus respectivas relaciones parentales que captaron la situación ora como gaje del oficio, ora con similar desesperación a la del exogrupo civil. Tal vez parezca exageradamente esquemática y hasta pueril la división que he ensayado con referencia a los parentescos. Sin embargo, esta división existe y los miembros de un exogrupo poseen relaciones parentales como es obvio, sólo que en el caso de las Fuerzas Armadas, dichas relaciones son atraídas por la fuerza centrípeta que aquéllas emanan. No me detendré para detallar la causa de dicha atracción porque tendría que indagar sobre las relaciones entre el sistema laboral y sociedad, la percepción de la profesión militar en Sudamérica, etc. Pero que quede claro que hay homogeneidad, una unión íntima entre los militares profesionales propiamente dichos y sus lazos parentales, que es el reforzamiento excesivo de los vínculos. La unión casi hipostática entre lo militar en sentido estricto y sus familias – la familia militar – es más intensa que en cualquier otra profesión, aún en aquellas en donde existe una continuidad lineal vocacional entre sus miembros (piénsese en las familias 'médicas' o 'abogadas'. La diferencia estriba en la carencia de reforzamiento desmedido en las profesiones liberales. La frase trivial: 'la mujer del soldado debe ser más soldado que el soldado mismo', denota no solamente la solidez del vínculo endogrupal sino también en ciertas y particulares ocasiones enfermiza tendencia a considerar a los parientes de los militares profesionales (sobre todo las esposas) como si también fuesen soldados. Me ocuparé ahora de los representantes de los conscriptos. Como los soldados no eran parte integrante del endogrupo profesional sino, al contrario, y como expresé anteriormente 'caballos de Troya' (y esa visión, aunque muy atemperada, subyacía en 1982), consecuentemente sus relaciones parentales eran ajenas a la célebre 'familia militar'. Antes bien, y en el mejor de los casos, eran una especie de 'familia militar provisional' en imperfecta vinculación de adopción respecto de los profesionales. A duras penas podían comprender la escala de valores de aquéllos y mucho menos incorporarla a su modo de vida (recordar el tema del desdoblamiento). Sintetizando: los profesionales y sus familias (un endogrupo a veces enfermizo, pero endogrupo al fin) y los conscriptos y sus familias (un endogrupo en estado de cohesión circunstancial). ¿Qué relación había entre esta dicotomía y la preparación para la guerra como base para su futura intelección como experiencia aprovechable? Acaso la guerra era 'cosa de ellos', de los profesionales. ¿Por qué fastidiar a los civiles con un problema tan engorroso?¿Por qué romper la continuidad previsible de un servicio militar obligatorio, escollo obligado e inútil, rito iniciático y oportunidad para conocer nuevos amigos? ¡Todo estaba tan bien antes del 2 de abril! Y ahora estos milicos hijos de puta vienen a estropear todo. Así, de la mano de estos y otros razonamientos similares, la puerta del aprendizaje se cerraba herméticamente. La guerra no integraba el conjunto de posibles del Estado – Nación. En consecuencia, fue un fenómeno marginal y periférico, un punto de discontinuidad si entedemos la historia argentina como el desarrollo de una función matemática. Al no formar parte de las variables esperadas, la interpretación del evento se anegó en dificultades, siendo uno de los factores decisivos y la desconcentración de las imagen tradicional provista y la realidad presumida. Y lo digo de este modo, ya que como la guerra no fue dentro de nuestro sistema de significaciones, sólo tuvimos en nuestras manos – durante y despúes del conflicto, importándome ahora el después – imágenes incompletas y testimonios contrapuestos; elementos que dejaron expedita la vía para la construcción y descostrucción del fenómeno. Cada cual podía fabricar una guerra a su medida según el interés creado o la formación ideológica. Fue el punto de partida para otra guerra: la guerra de conceptos, la guerra de textos, casi una logomaquia. El ejemplo paradigmático lo constituyó el libro de Daniel Kon, Los chicos de la guerra. El libro, según mi parecer, es una reconstrucción subjetiva y emocional del suceso bélico. Carga las tintas en los aspectos negativos, la degradación del individuo víctima de la tensión de la guerra, la animalización de sus actitudes, la relación con los superiores jerárquicos marcada por el odio, la desconfianza y el servilismo, y en general todo aquello que destacara la penosa situación de un adolescente soldado. Da una versión parcial, aentuando lo individual, la relación hombre soldado; soldado guerra. Pero la historia transcurre en un terreno incierto, apenas limitado por una somera toponimia, en una tierra de pesadillas sin límites precisos, circular, caótica, absurda. Salpicado por apreciaciones autocompasivas, el relato requiere del lector un esfuerzo considerable para extraer una conclusión que vaya más allá del dogma consensuado: la atrocidad de la guerra. Efectivamente, todo texto es plausible de múltiples lecturas, sólo que algunas son más fáciles que otras en razón de la dinámica y el estilo. En la obra considerada lo más sencillo es dejarse arrastrar por lo caótico, intentando – memoria emotiva activada de por medio – reconstruir las vivencias individuales y compadecerse del cúmulo insensato de sufrimientos. Empero, hay otra lectura menos sentimental, pero más pragmática que de la autocompasión retórica: traducir en las propuestas las falencias estructurales que surgen de los testimonios. Así, el hambre deviene carencia de logística. El soldado que instruye a otro, en deficiencias operacionales y en el campo de personal. De esta manera puede confeccionarse un listado de yerros cometidos. La catástrofe no pierde magnitud pero no se hace experiencia aprovechable. El procedimiento parece sencillo. ¿Por qué no se lo puso en práctica de inmediato? Tomando como modelo de comparación un sistema comunicacional, tal vez exista una incapacidad para decodificar ciertos mensajes. Probablemente, la autodenigración influya en dicha capacidad, lo mismo que la potencialización de la división endogrupal articulada con la idea del 'secuestro', es decir la pérdida de un endogupo en el seno de otro. Los chicos de la guerra fue el libro que rompió el fuego en esa nueva batalla; la primera de la larga serie por la reconstrucción del fenómeno: la guerra del Atlántico Sur. El contragolpe fue dado por la obra de M. Túrolo: Así lucharon, que fue la antítesis. A la cobardía opuso el heroísmo; al descontento el entusiasmo; al pacifismo el belicismo. Surgió así una complicada composición de fuerzas directrices del pensamiento. Como colineales todo un conjunto de información escrita y no escrita, sistemática y asistemática, que denostaba todo lo hecho por las Fuerzas Armadas en general y el Ejército en particular (relacionar esta desproporción en función del quantum de incorporaciones en cada una de las fuerzas). Como colineales en sentido opuesto la defensa frente a esta acusación. Lo peor de todo fue el terreno de la discusión, de la composición de directrices, no fue el pragmatismo sino el universo circular y autístico. A casi nadie se le ocurrió decir en aquel momento: enviamos a combatir a soldados sin instrucción. El tema se repitió hasta el cansancio fue:¡Mandamos a combatir a chicos de 18 años! Adviértase la variación del centro de gravedad en ambas expresiones. Primeramente existe una relación analógica entre ellas, una equivalencia porque, efectivamente, los soldados sin instrucción eran chicos (aceptemos el término) de 18 años. No obstante, la similitud presentada, los horizontes que alcanzan ambas expresiones difieren notablemente. Decir 'chicos de 18 años produce la expulsión automática del factor nivel de instrucción. Son chicos y punto. En lugar, decir 'soldados sin instrucción' acentúa precisamente la preparación para el combate, dato eminentemente objetivo y verificable. Además, y esto es fundamental, es permeable a la modificación ulterior. Circunscribir el análisis a la edad (incluyendo los componentes de un nuevo discurso 'maternal' ) impide percibir la naturaleza real de la falencia porque ella queda desfocalizada. En realidad lo que expresa no es otra cosa que un juego lingüístico porque resulta palpable que la realidad, los objetos descriptos, son idénticos . Lo que sucede es que a partir de del 14 de junio sólo nos quedamos con el conocimiento derivado. La relevancia adquirida por los usos del lenguaje, fundamentalmente en su faceta agonística, fue enorme. Solamente pudimos hacer esgrima discursiva. Las palabras reemplazaron a los hechos por completo. Las imágenes mínimas, fijas, estáticas, palidecieron frente a los testimonios que fueron justamente discurso. ¿Hubo una actitud unificadora en lo que a disursos se refiere? (con esta pregunta quiero destacar la imprescindibilidad de una versión unificada del suceso, sin que ello impida la multiplicidad de divergencias). No, en un principio no hubo unificación sino, contrariamente, fragmentación amarrada a la idea fija de derrota vergonzosa y filicidio. Pocas cosas son tan nefastas para la psiquis humana como la recepción simultánea de mensajes divergentes. Precisamente, esa divergentes. Precisamente esta divergencia nació casi inmediatamente después de la rendición, tímidamente pero en un constante proceso de crecimiento. La divergencia, cuando no oposición, relacionada con la fragmentación del suceso y la esgrima discursiva, permitió la invención del hecho en el más amplio de los sentidos. Así fue posible construir una guerra acorde con las expectativas, deseos y resentimientos de cada cual. Asimismo, la imposibilidad (en rigor de verdad gran dificultad) de recoger la totalidad de testimonios y en base a ellos, racionalmente, es decir expurgándolos de subjetividades diversas, reconstruir con la mayor exactitud posible el fenómeno, facilitó de diferentes versiones, unilateralismos acaparadores de las voliciones del conjunto de endogrupos disociados. Forzando la lógica, para así señalar la libertad obtenida en el ámbito de las determinaciones (inclusive pensada como forma de legitimación de los discursos), puede afirmarse que la guerra de Malvinas no tuvo lugar. Suena absurdo – indignante para los excombatientes – pero perfectamente posible dentro del contextualismo surgido a partir de la derrota. Efectivamente, se dio por este canal de interpretación un caso curioso: durante el período 1969 – 1979 se produjo en la Argentina un evento intramundano, pero manifestado con una lógica diferente, un procedimiento diverso, además de una ambientación deliberadamente empañada por la conducción política, a través de la homologación con la fenomenología de los actos delictivos. Despúes, en 1982, tiene lugar una guerra – por lo menos hubo acuerdo en lo nominal – provista en apariencia, de una lógica universalmente aceptada, pero como evento de naturaleza extramundana (fuera de nuestro sistema de significaciones). En el primer caso, todavía hoy se discute si hubo o no una verdadera guerra. En el tema Malvinas, discutimos si fue combate o rendición pura o, utilizando el título del libro de Sergio Cerón, 'gesta heroica o derrota vergonzosa'. Me atrevo a decir que quizás dentro de algunos años se llegue a dudar de que haya existido verdaderamente una guerra. Y con la misma técnica de forzar los razonamientos podríamos afirmar que la guerra por la reconquista no se perdió. En síntesis, es posible armar y desarmar el hecho histórico, situarlo en cualquier parte, modificar las posiciones de combate, inventar de la nada una nueva toponimia. Todo esto es consecuencia de la no vivencia de la guerra, de una guerra determinada por las coordenadas idelógicas de von Clausewitz: una guerra clásica. Los muertos, heridos y mutilados en combate serán negatividad en un espacio incierto y, si se quiere, imaginario. Sólo masa inerte (mansa bestia carne de cañón)al estilo del ganado vacuno amontonado frente al brete y al igual que éste conciente sólo de su destino inmediato – el matadero – pero ignorante de su verdadero papel: tranformarse en materia prima de exportación. Utilicé esta fea alegoría para destacar con nitidez la disociación entre conductas individuales y sociales o, para retomar nuevamente la terminología conductista, conductas moleculares y molares. La guerra, como evento eminentemente molar, el de mayor capacidad de globalización, apareció en función dependiente de las peculiaridades que bosquejé, como un conglomerado difuso de conductas moleculares inconexas. No hubo muertos en combate sino muertos a secas. No fue la derrota de la Nación sino la derrota de un subconjunto, un endogrupo configurado ad hoc. La afirmación precedente se consolidó mediante la proyección del fracaso en las Fuerzas Armadas exclusivamente. El conglomerado de endogrupos (observadores pasivos) remitió la derrota junto con sus componentes accesorios: vergüenza, humillación, etc., colaborando ciegamente con la negación del hecho. El componente fóbico vulgarizado en la expresión 'aquí no ha pasado nada', terminó por integrar el fenómeno resultante de la no-vivencia. La tremenda gravedad que encierra este doble mecanismo de proyección y negación fóbica palidece frente al posible haz de significaciones de lo que fue realmente Malvinas como conflicto. Porque a pesar de las negaciones y las construcciones y desconstrucciones, la guerra fue, en efecto, punto de discontinuidad. Pero también fue un punto de inflexión. El fin y el principio de algo, de un sistema nuevo o un conjunto de parámetros para conseguir una imagen de nosotros mismos en sentido absoluto y en relación con el mundo. Ya sea en forma medianamente natural, por los canales habituales, a través de la recolección sistemática y asistemática de información, o por medio de interpretaciones arbitrarias, impresoras de determinadas categorías en el objeto de estudio, hubo un cambio. Tal vez el misno no tuvo lugar en la esfera de la conciencia, para usar una expresión psicoanalítica, a la manera de inteligir la experiencia como algo aprovechable. Pero los muuertos (aunque a secas) y la noticia de la rendición (aunque proyectada) necesariamente tuvieron que modificar en algo nuestra cosmovisión. Malvinas fue la última desilusión, esto es: el narcótico que transfiguró la apariencia, haciéndola pasar por realidad. A pesar de la connotación negativa del vocablo – en ocasiones como ésta – tragedia. La desilusión es un mecanismo de pensamiento que lleva dentro de sí un componente altamente valioso: el descubrimiento del error, sea en los sentidos o en el entendimiento. Desilusionarse es purificarse, expulsar todos los remanentes de la droga de la mentira, de la no correspondencia entre sujeto y objeto. Las apariencias cobran una textura evanescente hasta desaparecer por completo. La realidad, durísima pero triunfante, permite (al principio) la calibración conveniente entre el conocimiento y su objeto. ¿Por qué la última desilusión? Porque no hay un evento tan trágico como la guerra, máxime si los participantes, conciente o inconcientemente, pertenecen a un mudo signado por las coordenadas mentales de un combate armado. En el salto virtual a lo real crudamente aprehendido. Y la Argentina de preguerra era una sumatoria de objetos virtuales, una compleja acumulación de mentiras, una cultura de simulacros permanentes: No leíamos en nuestro particular mapa cognitivo como parte integrante de occidente, extendiendo de esa manera, en forma caprichosa, nuestra frontera topológica en la diección que más conviniera a nuestros anhelados referentes. Inflábamos nuestro narcisismo a través de los caminos más insólitos para amplificar una imagen ficticia de soberbia solitaria en el contienente de niguna parte. Nos vanagloriábamos de un listado de capacidades y potencialidades que en rigor de verdad solamente mitigaban la angustia provocada por la confrontación con el significado antinómico de la realidad cotidiana. Hablábamos sobre el occidente cristiano y convertíamos a lo geográfico en deseos crasamente individuales y divorciados de cualquier circunstancia concreta, y lo religioso en otra virtualidad rayana en la superstición y sepultada en el convencionalismo social. Parloteábamos sobre el nacionalismo y no éramos más que un montón de patrioteros de día de desfile, más aptos para agitar banderitas o tomar el tradicional chocolate del 9 de julio, que para poseer una sincera vocación por lo nacional. Y todo este gigantesco tacho de podredumbre, sellado cuidadosamente como una olla de presión, reventó el 14 de junio.visto en perspectiva, el hecho de la derrota puede ser considerado como un violentísimo despertar y como una descomunal trepanación. Comenzó a funcionar un mecanismo en forma de coartada, de medio para justificar las trangresiones de los delicuentes. La 'coartada Malvinas' permitió liberar con fuerza casi orgásmica los poderosos deseos de dejarse llevar por el curso de los acontecimientos. Los más lúcidos pudieron comprender la naturaleza esencialmente mentirosa del sistema que integraban. En situaciones normales, de tranquilidad, las conductas navegaban por los canales prefijados sin demasiados sobresaltos. Había que mentir y se mentía. El orden cerrado era el indicio preponderante para mensurar la aptitud combativa de una tropa; se aceptaba en bloque como pétreo dogma. Había que ejecutar un ejercicio de combate en el terreno y todos éramos concientes de que el enemigo era una abstracción y que la guerra (en su variante convencional) no era posible dentro de nuestro mundo. No obstante todos – subordinación y valor – partíamos a cumplir con las directivas y órdenes impartidas. Aquellos ejercicios eran verdaderos war games en el más literal de los sentidos: la descarga de un impulso lúdico racionalizado como defensa de la Patria. La derrota bélica y sus secuelas aniquiaron la farsa y mostraron sus fragmentos en toda la dimensión de su sinsentido. Los canales de circulación se secaron. El enemigo como construcción apócrifa dejó de convencer y ya no permitió el escape del impulso lúdico, porque el fantasma de un enemigo real, de carne y hueso, acosó a las conciencias. Negado, desconstruido o reconstruido, a ese enemigo podia ser intuido. Además, el testimonio de los integrantes del endogrupo militar profesional excombatiente fue bastante bien recibido por la mayoría de nosotros, sus camaradas. El testimonio otorgó carta de ciudadanía a la catalogación de toda la vida cuartelera – el cosmos castrense – en el concepto ergástulo de lo absurdo. Nació el sentido del sinsentido. La ironía constante (una extraña anticipación del pensamiento postmoderno en la versión de Baudrillard) retroalimentada por la autodenigración – imposible de erradicar hasta para este endogrupo reforzado – fue el rostro de la sorda venganza de los hombres contra la perversidad del sistema. Lo que hasta el día anterior había sido poco menos que sagrado, hoy es objeto de burla desacarada. Los prinicipios inconmovibles, las máximas de la conducción de la guerra fueron pulverizadas bajo la presión del escarnio permanente. No había objeto por el cual guardar una apariencia . El viejo slogan 'la forma hace al fondo' se partió en dos: la forma por un lado y el fondo frustado, sucio, desilusionado, por el otro. Antes del sacudimiento del 14 de junio era imprescindible el consenso. Lustrar la suela de los zapatos o la obligación de cortar una medialuna con un cuchilllo – 8 días de arresto, eran órdenes absurdas, aún contextuadas dentro de una pedagogía. Pero se cumplían y si se cuestionaban, era en el fuero interno de la conciencia. No había traumas al impartir y cumplir órdenes estúpidas. Pero el fracaso bélico alentó la rebelión. Ya no quedaba nada por lo que demostrar sometimiento al rígido sistema de covencionalismos militares. El grito fue:¡Venganza! Vengar la conciencia vulnerada y la autoestima ulrajada por tantos formalismos inconducentes. La trepanación del 14 de junio horadó hasta lo más profundo de nuestras conciencias, haciéndonos ver la entidad del universo ficticio que habitábamos. Todo había sido para nada. En vano todas las minucias aprendidas y los sacrificios rutinarios realizados. El dolor fue moral y a gran escala. Como una larguísima caminata desde algún punto inicial incierto hacia ninguna parte; una poligonal de pesadilla. Movimiento puro. Convencerse de una situación, de un pie de instrucción adquirido, de una posición en el mundo para, de la noche a la mañana, quedar desnudo en medio de una plaza de armas infinita, ateridos de frío, asfixiados por la incomprensión de lo circundante. Por esa razón, la única salida fue ironizar, lo cual fue una manera de terminar con todas esas cosas, que la propia guerra no había podido aniquilar. Y como esa actitud fue más bien una salida desesperada que una defensiva racional, no tuvo en cuenta ningún tipo de matiz. Todo fue una catarata de indiscriminación. Lo que se derritió como la cera fue la totalidad del sistema. Fue la consagración de la anomia en sentido estricto: la ausencia de toda norma. Cumplíamos con el ritual pero simultáneamente lo socavábamos. Ocurió así una inversión del sistema y nosotros, sus víctimas, ya nos hicimos verdugos de los residuos. Antes de la guerra aceptábamos el dogma y el cuestionamiento casi siempre convergía en la certeza de la utilidad futura del principio enseñado. La maquinaria era muy complicada y niguno de nosotros tenía la capacidad como para discurrir sobre la ubicación de cada uno de los engranajes. Después del fracaso, en general seguimos aceptando los dogmas, pero con la diferencia de que nos convertimos en peritos ingenieros de la maquinaria, con autoridad suficiente para descubrir la función de cada una de las piezas del sistema. De soldados ingenuos (autoconvencidos) nos convertimos en soldados cínicos (autoconcientes). Si el soldado ingenuo, creía a ciegas, el cínico abjuró de todo. Ese fue el impacto primitivo del resultado del combate. Detrás de todo el movimiento contínuo y aparentemente bajo control – se perfiló un oscuro rirual, incluso los que éramos todavía cadetes y tuvimos la recepción mediatizada de la guerra. Con la ironía y el cinismo como guías, cada acto nimio de la rutina militar tuvo como contracara su ridiculización. Hablando metafóricamente, tuvo lugar un proceso sistemático de defecación sobre lo que hasta ese momento había sido incuestionable. Totalmente disociados, cumplíamos con el papel asignado, declamábamos un libreto; pero como cínicos autoconcientes en que nos habíamos convertido, compredimos que todo no había sido más que un simulacro monumental. Nació así el 'ejército de la parodia'. El ejército se hizo parodia de sí mismo. Y la autoconciencia empezaría a operar el ingrediente relictual hasta desembocar en las reacciones de Semana Santa. Capítulo 10 El rostro del enemigo y el concepto de la guerra 'Oye – dice el charlatán al niño; óyeme tú, que vivirás cuando yo no esté: de ahora en más todo será distinto. Napoleón – expresa con tono y aire de conspirador. Napoleón, sábelo bien, Napoleón acaba de morir' Augusto Mario Delfino (Fin de Siglo) 'Para defender la Patria es conveniente saber tirar, pero imprescindible saber quién es el enemigo, lo que empieza sabiendo qué es Patria y esa no es tarea del Tiro Federal. Esta es la tarea de la escuela, el libro, de la prensa oral y escrita, en una palabra, de los medios tendientes a la formación del pensamiento de los argentinos. Mientras todo eso en lugar de identificar al enemigo se preocupe de camuflarlo, sólo aprenderemos en el Tiro Federal a tirar. Y lo de «Aquí se aprende a defender a la Patria» seguirá siendo sólo una de las zonceras argentinas. De pie, con o sin apoyo, de rodilla, con o sin apoyo, y cuerpo a tierra' Arturo Jauretche (Manual de zonceras argentinas) Habría una relación entre la 'vivencia del enemigo' y la continuidad de conductas medianamente coherentes. La proxémica juega aquí un papel decisivo. Una cosa es la imagen, la idea, la representación del enemigo (en todas las variantes de su problemática) y otra muy diferente en su percepción directa , su vivencia como dato inmediato. Este último tiene mayor entidad que lo primero. Conforme al manido ejemplo de García Morente (quien a su vez se basa en Bergson) entre el Erlebnis y el concepto hay una separación tajante, un verdadero abismo. En la cuestión de la Guerra del Atlántico Sur, para la mayoría de nosotros el problema estaba sustentado en conceptos. Antecedentes históricos, geográficos, económicos, políticos, etc. Mucha teoría, y la realidad ¿donde está?, esto es percibir, concebir al inglés como tal, verle la cara, ¿dónde quedaba ese enemigo? En ninguna parte… … y otro tanto podríamos decir sobre las tensiones limítrofes con Chile. Un habitante de Santa Cruz o de Chubut, por ejemplo, tienen una vivencia del asunto. Ve (en el más amplio sentido) el límite, la frontera y ve el rostro del chileno, nutriéndolo de connotaaciones que tienen arraigo en datos y circunstancias de la realidad. Por esa razón Malvinas fue un fenómeno periférico. En efecto, geográficamente hablando, las islas estaban más allá de nuestro reducido espacio vital. En lugar de espacio físico apetecible concretamente, eran un motivo, un concepto. En los planes de desarrollo, en los documentos oficiales, Malvinas era un territorio usurpado, no estaba incluido en la sumatoria de los factores de desarrollo nacional. Podía existir o desaparecer. Eso pasaba como consecuencia de la combinación que había entre nuestra enorme extensión geográfica y nuestra falta del sentido del espacio, además de las dificultades en las comunicaciones y el no aprovechamiento de nuestras potencialidades. Malvinas no contaba para nuestro sistema de significaciones, estaban más allá de la frontera topológica impuesta. Las islas como tales, es decir concretamente y debe desde este punto de vista del significado (sentidos geopolíticos y geoeconómicos), se difuminaban en un confuso conglomerado de reivindicaciones teóricas. Es más, si hiciéramos un ejercicio de abstracción y suprimiéramos hipotéticamente hoy (1992) a toda la minoría que combatió en sur (podríamos suprimir a sus familiares para que la supresión sea completa), la guerra desaparecería de nuestra realidad, solamente sería una idea, una obra de imaginación. ¿Por qué? Porque las islas estaban situadas fuera del límite de nuestro espacio vital, de nuestro mundo. Y muchas porcionnes del teritorio nacional se encontraban (y se encuentran) en idéntica situación. ¿O vamos a olvidar de que hasta 1978 , la Patagonia era para el Ejército, en lo que a destinos y pasesse referíam un lugar de castigo? No fue una casualidad que la unidad disciplinaria para sancionar con el confinamiento a suboficiales y soldados se situara en San Julián (provincia de Santa Cruz). Lo mismo podríamos decir del penal de Usuahia en Tierra del Fuego. En aquellos confines estaba nuestras islas del diablo y nuestros destierros: ultima thule, hinterland. Consecuentemente teníamos incorporada la no vivencia el territorio. Solamente poseíamos lo teórico abstracto; el mapa, la estadística, la referencia, el conocimiento derivado. Algo parecido puede decirse acerca de la vivencia de la guerra. También la guerra para nosotros era un concepto, una imagen. Un conjunto de notas estructuradas a partir de un largo adoctrinamiento sistemático. Dicho de otro modo, un vasto conglomerado provisto provisto por relaciones diversas, películas, libros y revistas. El resultado final: la imagen de la guerra. Mas lo que interesa tratar ahora es lo primero: el concepto de la guerra. En realidad el concepto que manejaban las Fuerzas Armadas. Aquí es necesario lograr una ubicación en el tiempo, considerar el tiempo histórico que nos interesa. Podemos establecer, con mucha amplitud, la siguiente división: Fuerzas Armadas antes y después de su profesionalización. El hito puede situarse en los años 1869 y 1872, fechas de creación del Colegio Militar de la Nación y de la Escuela Naval Militar respectivamente. A partir de la creación de los institutos de reclutamiento, la profesionalización es un hecho que llegaría a la perfección a principios del siglo XX. Los modelos fueron: para el Ejército, el francés y después el alemán sucesivamente. Para la Armada el inglés. Sobre este particular a nadie debe soprender la verificación del vicio de adecuación automática de la realidad de las ideas como así tampoco la ideología del transplante. Efectivamente, pasando por alto los aspectos particulares; la idiosincracia de nuestro pueblo, en las pampas argentinas se creó un ejército prusiano – esa fue la influencia más fuerte. El quepís francés fue reemplazado por el pickelhaube. Ahora bien, como dijo Miguel Angel Scenna en su ensayo sobre los militares argentinos, ¿era el prusianismo una «planta fuera de clima» en la Argentina?. No es sencillo responder a esta pregunta, porque teniendo en cuenta que el Capitán General D Juan José de San Martin en la batalla de Chacabuco ejecuta una maniobra basada en el orden oblicuo: la táctica de Federico el Grande (Leuthen). La adaptación fue exitosa. Pero una cosa es Federico el Grande de Prusia y otra muy distinta al prusinanismo posterior – la era de la ‘guerra manufacturera’. El modelo rígido, militarista teñido de ambiciones imperialistas, conducido por los Junkers, ¿era consecuente con una Argentina que como lo señala Scalabrini Ortiz, comenzaba a vivir en la confianza del progreso indefinido, de la ilimitada magnitud material de su porvenir, que medía la riqueza por las deudas que la banca extranjera le permitía contraer? 81 Tal vez no. quizás ese ejército híbrido, cruza prusiano – criolla, haya sido una máquina demasiado aceitada y demasiado a punto para lo que Argentina, parte integrante del modelo de la división internacional del trabajo, necesitaba realmente. Dicho modelo era dependiente. Un Ejército perteneciente a un país que es dependiente por haberse hipostasiado a un sistema de tal naturaleza, necesariamente tendrá una visión distorsionada de sí mismo y de su entorno. El salto trágico a la función policiala estará acechando detrás de cada conflicto. El dilema es de hierro. Dentro de una estructura semicolonial, una fuerza armada tiene dos posiblidades: o defiende a sangre y fuego a los grupos dominantes o no defiende a nadie, deviniendo de ese modo figura decorativa. Una de las cosecuencias de la profesionalización fue, para muchos oficiales, el vislumbramiento de la carrera mlitar como medio de ascenso social. Era reemplazar a los títulos nobiliarios (inexistentes pero anhelados) por los grados y jerarquías. Pero lo más importante fue la separación entre el antes y el después. Entre los militares que repelieron las invasiones inglesas de 1806 y 1807, que combatieron en las guerras de la independencia, las guerras civiles y contra el bloqueo Anglo – Francés, y el nuevo ejército ‘profesional’, había un cerco, una línea divisoria, otra frontera topológica, zona de divergencias en lo que respecta al significado. Dos grupos humanos con diferentes expectativas, estilo y escala de valores. El viejo Ejército contra el Nuevo Ejército. El prototipo integrante del primer grupo, el Ejército anterior al proceso de profesionalización, el Viejo Ejército fue caracterizado por Alain Rouquié del siguiente modo: ‘Por mucho tiempo, la mayoría no fueron más que solados de fortuna, sin instrucción, ni educación, ni haberes, cuyo único mérito era su audacia contra los indios’82 Este prototipo ‘bárbaro’, pero que sabía por qué peleaba y tenía además una razón de ser, una misión y una hipotesis de guerra clara y sin distosiones, fue suplantado por el nuevo soldado profesional: ‘...hijos de las mejores familias comienzan a seguir la carrera de las armas y se reciben en las academias, jóvenes oficiales instruidos y atractivos’83 Estos conflictos intergrupales se reiterarían a lo largo de nuestra historia. En esta segunda parte me referiré esencialmente a una de dichas oposiciones: la que surgió a partir de 1987 (en rigor de verdad, allí emergió el problema) y que denominaré provisoriamente «Ejército real vs. Ejército formal». En la tercera parte de esta investigación efectuaré algunas precisiones sobre la oposición que hoy (1992) se está gestando. Sin embargo, más que las aristas psicosociales del tema, ahora me interesaría tratar los aspectos teóricos doctrinarios, para ser más exacto el conjunto de principios que informaron al Ejército, en especial durante el siglo XX – con los cuales llegó a Malvinas. 81 R. Scalabrini Ortiz, Op.Cit. Págs. 17 y 20. 82 A. Rouquié, Poder militar y sociedad política en la Argentina. Buenos Aires 1988. T 1, pág. 119. 83 Op.Cit. Pág. 119. Un excelente ejemplo de desubicación psicosocial fue el libelo titulado ‘Reflexiones sobre lo militar’, que circuló clandestinamente – fue prohibido – entre los cadetes del Colegio Militar de la Nación. De su lectura puede inferirse que la distorsión de la profesión militar en la Argentina 19701985 alcanzó un nivel decididamente demencial. Veamos ahora el siguiente concepto: ‘El mero hecho de que un soldado se pregunte sobre el significado de lo «militar» implica una diferencia con la gente del común (sic!). Porque la mayor parte completa su vida sin haber pensado nunca sobre el sentido verdadero de su existencia y, por ende, sin tener sino superficiales razones de por qué haber tomado una u otra senda’ A todas luces se destaca la división, la visión endogrupal perversa. De un lado, la gente del común (¿la plebe, tal vez?). Del otro lado los ‘soldados’, los únicos con la capacidad para reflexionar sobre los problemas éticos y metafísicos de la existencia humana. Sin embargo, en nuestro país, en nuestra Argentina del siglo XX, con la vigencia del servicio militar obligatorio (vigencia legal), esos ‘soldados’ tienen que conducir, tanto en la paz como en la guerra, a esa gente del común. Pero, ¿conducir es el término adecuado? ¿No era un principio establecido en nuestro reglamento de ‘Ejercicio del Mando’, que las responsabilidades primeras del Jefe eran, en primer lugar el cumplimiento de la misión y luego el bienestar de sus hombres. ¿Acaso no se enseñaba a los cadetes, futuros oficiales, que ‘el conductor militar debe saber mirar al interior del corazón de sus soldados, a fin de apreciar acertadamente lo que puede esperarse de ellos en un momento dado 84, que ningún jefe puede llegar a ser un estratega si antes no conoce a sus hombres 85y que los grandes conductores militares de todas las épocas se ha caracterizado por la extraordinaria virtud saber llegar al corazón de los subordinados86. Este era el discurso. El otro era el discurso de las ‘reflexiones’, que partía de la base consistente en dividir a la sociedad. Entiéndase bien: dividir y no distinguir. Es palpable la deformación de la profesión militar en la Argentina. Profesión que sobredimensionó sus funciones y transfiguró su íntima naturaleza de un modo tal, que a la larga resultó grotesco. Las raíces de esta enfermedad hay que las en el comienzo del siglo XX, cuando el flamante mecanismo del servicio militar obligatorio comenzaba a lubrificarse . El ‘granero del mundo’ requería para su funcionamiento peones disciplinados, máxime teniendo en cuenta a la masa inmigratoria, idiferente de la Argentina e inclusive preñada con anarquistas. Manuel Carlés, profesor del Colegio Militar en 1915, dijo que la Nación confiaba al oficial ‘la redención del conscripto, inculto, ignorante y perverso’, grupo social que incluía no sólo extranjeros inmigrantes sino también a ‘argentinos de nacimiento y bárbaros de condición, los cuales son un peligro para la estabilidad social y una amenaza a nuestra cultura’. Al respecto, vale la pena citar un fragmento del discurso pronunciado por el director del Colegio Militar, coronel Agustín P. Justo (futuro héroe de la década infame) con motivo de la entrega de diplomas a los nuevos subtenientes en diciembre de 1920: ‘Entrando a formar parte del cuerpo de oficiales, es decir, de un conujunto de hombres de bien que, guiados por un ideal superior (sic!), tienen mayores responsabildades y cumplen funciones más trscendentales que la mayoría de sus conciudadanos (sic!), «porque deben amalgamar» hombres de todas las procedencias... moldear en (nuestros) soldados el alma argentina’87 84 85 86 87 Coronel Suárez, Idem. Pág. 62 – citando al Marical von der Goltz. Idem. Pág. 63 – citando al General Omar Bradley. Idem. Pág. 65. A. Rouquié, Idem. Pág. 84. No hay que realizar demasiados esfuerzos para descubrir la paternidad espiritual de las ‘Reflexiones...’ El mal argentino es de larga data. Hablando claro: todo lo que no es aristocratismo ficticio y nobleza apócrifa, además de una total perversión de la genuina vocación militar. El enemigo era el extranjero emigrante – anarquista en potencia – y el nativo era ‘bárbaro’ (a la larga enemigo también, y más encarnizado). Allí fincaban las ‘hipótesis de conflicto’ principales que podrían sintetizarse como la pedagoía de inculcar la argentinidad a palos. Volviendo al libelo clandestino, una vez establecida la división entre ‘militar’ y la ‘gente del común, el autor del mismo (que dicho sea de paso es anónimo)rotula a dicha gente común como ‘hombres modernos’, subconjunto que englobaremos conforme al texto de un abigarrado grupo de idelogías de todos los colores y matices. Ese subconjunto de ‘hombres modernos’ tiene algo en común: su visión del mundo degradada: ‘Tal hombre se conforma habitualmente con la sola subsistencia en este mundo, empañada de logros funamentalmente económicos y – aunque pueda parecer paradójico – tiene un enorme apego por su vida, un gran temor de perderla, en el sentido más pobremente biológico’ Y como si esto no fuera suficiente, este hombre moderno tiene grandes lagunas doctrinarias: ‘Ignora cuál es el sentido transcendente de su actividad y cuáles los deberes y derechos, que en función de ella, adquiere respecto a los demás’ Más adelante el autor hace una revelación sorprendente. Efectivamente, dentro del grupo selecto de ‘soldados’ hay también ‘hombres modernos’. Esto significa que el endogrupo está infiltrado, contaminado por la degradada cosmovisión: ‘… para mal de la Patria, gran número de los militares argentinos pertenece al género de hombres (hombres por debajo de su condición de tales) que acabo de describir (es decir ‘modernos’)’ Y la desproporción llega a su punto cenital en el siguiente párrafo: ‘Un verdadero militar, es alguien cuyo lugar está naturalmente por encima del común de las categorías de los hombres(sic!). Es alguien cuyo deber está mucho más allá deser un buen profesional. Es alguien que, lo sepa o no (y debe saberlo) aspira a convertirse en uno de los prototipos clásicos de la humanidad’(sic!)’ ¿Cómo se traducen estas ideas en la práctica? En primer lugar, todo aquel miiltar que piense que es nada más (y nada menos) que un profesional que ejerce el monopolio de la violencia como integtrante de un órgano de Estado (es decir el Ejército); que dicho órgano presta un servicio público indivisible e indelegable, que es como militar profesional simplemente por ser un ‘experto con conocimientos especializados sobre un campo significativo de la actividad humana 88, sin otras connotaciones de carácter nobiliarias o mesiánicas, y que como soladado profesional no es superior al resto de sus conciudadanos sino que ejerce una profesión diferente por sus particulares características sería, según el auton del panfleto, un militar de mentira, ya que los ‘verdaderos’, conforme al texto, están por encima del común de las categorías de los hombres’. 88 S.P. Huntington, El Soldado y el Estado. Círculo Militar. Vol. 547. Buenos Aires 1964. Pág. 20. Segundo, como consecuencia de esta ‘superioridad’, se desarrollaría en la mentalidad del soldado – empezando como cadetes (recordemos que el libelo circulaba en el Colegio Militar) – un complejo de ‘misión sagrada’ teñida de soberbia inaudita. Bastaría con incorporarse al endogrupo, vestir el uniforme y aprender las consignas impartidas. Mas la incorporación también también sus deformaciones. Según el panfletista el problema radicaba en la dificultad que había en la selección de los aspirantes: ‘… es presisa una cuidadosa elección de los aspirantes a la carrera militar. Porque hay elementos que la carrera puede brindarlos, pero otros que deben venir con la sangre (sic!). Entonces naturalmente, quien surja de una selección rigurosa y sea luego capaz de soportar una formación exigente, sabrá que pertenece a una minoría (sic!) y no tendrá el falso complejo de ‘elitismo’ tan difundido por las altas jerarquías de una buena parte de las Fuerzas Armadas’ Los elementos que deben venir ‘con la sangre’ poseen un peligroso parentesco con las rigurosas selecciones de los cadetes SS de la Alemania de Hitler, ‘los sumos sacerdotes del culto nazi’ y la obsesiva preocupación de Heinrich Himmler por las características físicas y raciales (léase ‘pureza de sangre’) de los aspirantes a ingresar a la Orden Negra’ 89. En lo que respecta al ‘elitismo’ el libelista efectúa una extensa aclaración: ‘Porque se siente ‘elitista’ en este sentido proyectivo que ha querido darse el término el que, sin haberse impuesto las obligaciones que le corresponden, usufructúa una posición de privilegio. En cambio, no tiene temor de sentirse minoría quien se sabe perteneciente a una cuya principal ventaja es tener más y más duros deberes que el común de sus compatriotas, para beneficio del conjunto de la Nación (sic!) El primero de esos deberes es el de tener la vida a disposición, de no poderla guardar en la congeladora de la burguesía. Como no es la mayor parte la que está dispuesta concreta y realmente a eso, tal es una condoción de minorías, de élie. Y de ahí, sin temor a equivocarse, se pueda afirmar que se ocupa en declararse contra las élites oculta, de ese modo, el secreto de su cobardía’ Errores y contradicciones salen a la luz. El término adecuado es ‘particularidad’ y no ‘minoría’. En efecto, la profesión militar es ‘particular’, diferente de las demás. Pero eso no significa que deba estar por encima de todos los estamentos. La profesión militar debe estar al lado de las demás profesiones y, simultánemente, separada de las mismas en el sentido de que lo militar, cuanto más se segrega o, para emplear una expresión de moda, realiza su inserción. La segregación tiene dimensión horizontal y no vertical, de élites. Este es el error garrafal del libelista. La división, rectamente entendida, es funcional. Indudablemente, un militar profesional en el ejercicio de su función específica es superior a cualquier otro profesional. Pero solamente en el ejercicio de dicha función. El uniforme, el sable, la jerarquía, pos sí solos, no otorgan ni adscriben otra cosa que una deternminada posición en la sociedad o, utilizando la terminología de Durkheim, en la división del trabajo social. Más grave y peligrosa es la interpretación parcial y anticuada de lo concerniente a ‘tener la vida disposición’. Parcial, porque deja de lado a la masa de conscriptos, es decir a la reserva incorporada. El libelista la excluye porque las directrices ideológicas pasan por la ‘barbarie’y la ‘ignorancia perversa’ - como pontificaba Manuel Carlés: la concepción del ciudadano incorporado 89 C. Lindholm. Idem. Pág. 155. como ‘masa a moldear’ - como decía Agustín P. Justo. Y el título del capítulo 5 (El caballo de Troya). De acuerdo con esta línea de apreciaciones, al soldado conscripto no estaría preparado para ‘tener la vida a disposición’, por cuanto es parte la ‘gente del común’, lo que quiere decir que carece de aquellos elementos que vienen ‘con la sangre’. Para decirlo en forma menos alambicada, el soldado conscripto, conforme a la dialéctica presentada por el libelista sería, en conclusión, mansa bestia carne de cañón. Y la interpretación analizada, peca además de anacronismo, porque las coordenadas mentales de las ‘minorías’ portadoras de virtudes contenidas ‘en la sangre’, no encajan en la ideología formadora del servicio militar obligatorio, esto es: el industrialismo y la formación de ejércitos masivos. Aquél concepto del general Von der Goltz (La Nación en Armas), donde la guerra adquiere carácter de total y tridimensional, un orden profundo, choca frontalmente con la concepción cerrada de élite combatiente que pretende por sí sola cumplir con su misión. Ysobre esta soledad más propia de una orden monástica, que de un soldado moderno – lo cual no quiere decir que deba abjurar de sus tradiciones y de sus elementos ‘simbólico – morales’, nuestro anónimo autor dice: ‘Para el militar argentino la guerra justa, la guerra puede dar sentido a su vida, puede tener dos vertientes que – a la vez – podrían lleígar a confluir. Una es la guerra exterior ante la agresión de países vecinos (particularmente Brasil y Chile) o alejados. Otra la guerra interna, docrtinaria, contra el agresor materialista’ Dejando de lado las interpretaciones diversas y las variadas derivaciones que puede tener la expresión ‘agresor materialista’ y obviando la vaguedad demostrada al hablar de ‘países alejados’ como posibles enemigos, queda al desnudo la soledad, producto de la distorsión, materializada en el término ‘guerra doctrinaria’. Evidentemente, existe una guerra doctrinaria: ‘la guerra de las ideas’. Pero esa guerra se libra no el campo de batalla convencional sino en el escenario cultural. Y no es tarea del soldado profesional librar batalla en ese ámbito. El militar no debe hacer la guerra doctrinaria. Esa es tarea para el político, el profesor y para todos aquellos que no se resignen a representar el triste papel de ‘mayoría silenciosa’. Además del contrasentido, esta idea vulnera el principio de masa: principio rector: uno de los principios más importantes de la conducción, el cual puede ser ejemplificado de la siguiente forma: ‘nunca se es suficientemente fuerte en el lugar y momento oportuno’. Dejando de lado las distorsiones, puede afirmarse que uno de los conceptos que informaba al Ejército, la guerra justa (Bellum iustum). Fue utilizado por el marxismo. Gerra Justa era sinónimo de guerra de liberación nacional que es aquella que ‘favorece al establecimiento de la dictadura del proletariado o busca la idependencia de un país sometido a un régimen colonialista u opresor’ 90. En similar orden de ideas, Mao Tse-Tung dice: ‘la historia conoce sólo do tipos de guerra: las justas y las injustas. Todas la guerras revolucionarias son justas; todas las guerras contrarrevolucionarias son injustas… se cierne sobre nosostros la más grande y cruel de todas las guerras contarrevolucionarias. Si no levantamos la bandera de la guerra justam, la gran mayoría de la humanidad será devastada. La bandera de la guerra justa de la humanidad es la bandera de la salvación de la humanidad’91. 90 Capitán de Navío (Armada española) M. de Bordajes Morenco, Diccionario militar, estratégico y político – guía para el lector. Madrid 1981. Pág. 210. voz: ‘guerra de liberación nacional’ 91 Mao Tse -Tung. Selección de escritos miltares. Buenos Aires 1972. Pág. 87. A esta alura conviene preguntar: la Bellum iustum en sentido amplio – es decir, en su versión tomista o neotomista – en nuestros tiempos (1982) ¿Sigue vigente como concepción rectora en el mundo ‘occidental y cristiano’, al cual creíamos pertenecer? Como antedecedente significativo puedo citar a Clausewitz: ‘la guerra no es otra cosa que un duelo a una escala más amplia’. La Bellum iustum se parece a la legítima defensa del código penal. El duelo, como tipo legal en nuestro código, es un caso de co-delincuencia, donde ambos contrincantes – retador y desafiado – están a la misma altura. Debe decirse, que la moral de la guerra moderna, la guerra del siglo XX, es la moral del éxito, divorciada de todo presupuesto ético. Un mundo de cual nos creíamos parte integrante, que se conducía en los términos de la moral del vencedor: el gran garrote de los Estados Unidos , nuesro ‘aliado natural’. Y nosotros con una teoría de raíz cristiana, con fundamentos iusnaturalistas, sumada a una realidad periférica y dependiente. Bellum iustum – concepto disonante con respecto a la realidad mundial – un simulacro, una herramienta inútil. Capítulo 11 Descubriendo hipótesis de conflicto ‘El mayor ignora, en la oficina de Operaciones, las posiciones enemigas cambian cada vez que alguien abre o cierra con violencia la puerta en la que se apoya el mapa. cada ves que el mapa salta al carajo hay que juntar las chinches de colores y volverlas a clavar a las disparadas, según nuestro criterio. Total – dice el Topo, nosotros nunca vamos a tener una guerra. Este es el ejército argentino, loco. Gillermo Saccomanno ‘Bajo Bandera” (Acción Nocturna) ¿Qué pasaba con las otras ideas, aquellas que por lógica se subordinaban al Bellum iustum? Por caso, ¿Qué entendíamos por ‘hipotesis de conflicto’? Nuestros manuales castrenses decían que era ‘la suposición de un probable conflicto en el ambiente internacional o interno, originado por la fricción de la política nacional con las de otros países o de sectores internos 92 y cuando esta hipotesis de conflicto precisaba para su solución de la intervención activa del ‘poder militar’, se transformaba en ‘hipotesis de guerra’. También podemos agregar la definición de conflicto diciendo que es un ‘concepto que abarca desde simples desacuerdos internos de un país, entre naciones o bloques de naciones (y que pueden resolverse mediante negociaciones pacíficas), hasta diferencias inconciliables de intereses, ideologías u objetivos nacionales que, tarde o temprano, habrán de resolverse por la violencia. En este último caso, es la guerra, en sus diversas manifestaciones, la que puede dar al conflicto’93. Hay un aspecto que no puede obviarse: la confrontación entre teoría y práctica es decir, entre realidad del sistema y realidad de la vida. En 1982 decíamos ‘conflicto’. ‘hipótesis de guerra’ y hasta exclamábamos:¡guerra! Me interesa principalmente el concepto de ‘hipótesis de conflicto’ la cual, conviene recordarlo, se hizo popular a partir de 1978 – el conato de guerra con Chile. Para comenzar, quisiera efectuar un análisis lógico – gramatical del mencionado concepto. En primer lugar, el término ‘hipótesis’, además de denotar suposición, planteo problemático de algo con la finalidad de inferir una consecuencia, un resultado teórico, es decir la elaboración intelectual. Inclusive, si extendemos los alcances de esta interpretación, encontraremos asimismo un elemento psicológico subyacente, cual es el desapasionamiento del sujeto actuante (sea en 92 Ejército Argentino. Terminología castrense de uso en las fuerzas terrestres. IGM. Buenos Aires 1969. Pág. 210. voz: hipótesis de conflicto. 93 Op.Cit. Pág. 97. voz: hipótesis de conflicto. función de elaborador o de analista receptor de las propuestas). En conclusión, una sumatoria – no en forma matemática estricta de teoría y desapasionamiento que otorgan a ese concepto – ‘hipótesis de conflicto’ una sonoridad contundente. Parecería que el conecepto analizado posse una relación de pertenencia más próxima a los trabajos y planeamientos de los Estados Mayores , los estrategas, los geopolíticos, etc., que al común de la gente, sin pretender con esta afirmación menospreciar al conjunto de la sociedad. Sin embargo, estimo que hay en las personas alejadas de la comprensión intelectual del tema, uná sustrato emocional, es decir el antónimo del que poseen los elaboradores del concepto, o sus estudiosos, o sea el apasionamiento y también aquellos elementos de irracionalidad los cuales, a no dudarlo, simpre están presentes en esta clase de cuestiones. Lo expuesto hasta aquí, es un esbozo de análisis del término considerado en su totalidad y en relación funcional con sus usuarios potenciales. Ahora es preciso considerar su ‘lógica interna’. Esto significa que debemos señalar la conexiones que hay entre el conflicto, su suposición y el o los objetivos que integran y dan coherencia a dicha conexión . Ante todo , digamos que una ‘hipotesis de conflicto’ existe en función de un presupuesto, cual es uno o varios objetivos. Es ilógico hablar sobre la ‘hipotesis’ sin tener en claro los objetivos. Efectivamente, para que exista un conflicto debe haber intereses en pugna, dialéctica entre dos o más naciones (o ‘bloques’ de naciones) como establece la definición del diccionario de terminología castrense. No se puede hablar en abstracto. En otras palabras, cuando los objetivos colisionan con otros que se le oponen, surge el conflicto que es el problema que deberá resolverse. Para ello se elabora una hipótesis. Una de la muchas soluciones posibles será la guerra, no es la única, desde luego, pero es la que se encuentra en la cúspide, con el mayor grado de tensión. Que quede claro que ‘hipotesis de conflicto’ e ‘hipotesis de guerra’ no son sinónimos de conflicto o guerra respectivamente. El término ‘hipótesis’ brinda la clave de la correcta intelección. El hilo conductor pasa por la elaboración teórica a través del trabajo intelectual. La hipotesis de conflicto es un documento de trabajo donde se materializa la probable solución a una dialéctica de voluntades. Lo que trasciende, lo que está más allá, es el o los objetivos que se tengan (dadores de sentido y coherencia a la elaboración). Por ejemplo, sea una nación que posee ciertos objetivos: la Nación A que posee ciertos objetivos (intereses): a, b, c…. etc. Supongamos ahora, que una nación B posee a su vez determinados objetivos: a’ , b’, c’… etc. Como consecuencia de un factor particular (limes, frontera, frontera cultural, posición geopolítica determinada) la nación A y la Nación B estan en situación para vincularse generando una dialéctica. Si los objetivos de la Nación A se oponen a los de la nación B. Este es el caso de una dialéctica de oposición. La Nación A puede disponer de un amplio espectro de posibles soluciones las cuales podrá utilizar para la resolución de un conflicto. Análogamente (pero no como simetría) la nación B dispone de un espectro similar. Ahora bien, ¿Qué sucede cuando no hay colisión entre los objetivos de ambas naciones? Este es el caso de hipotesis de confluencia, en la cual no hay dialéctica de oposición sino, por el contario, una maniobra de convergencia en pos de un objetivo común. Quiero aclarar que el modelo bilateral puro no se da en la práctica. Pero hay una cosa que es indudable: la necesidad de objetivos. Sin objetivos no hay presupuestos para elaborar la hipotesis. Si se las pergeña en forma abstracta, dejando de lado a los intereses a los cuales debe subordinarse, sólo habrá ejercitación, actitud hiperkinética pura, pedagogía de lápiz en afilamiento permanente, pero sin tener nada que escribir. La hipotesis de conflicto no es un ingrediente suelto, una suerte de requisito para la existencia dela Nación. Antes al contrario. Es una consecuencia, el producto de una Nación que se ha propuesto un número determinado de objetivos, de metas a alcanzar, las cuales en algunas ocasiones derivarán en ‘confluencia’, motivando la maniobra convergente, y otras veces en ‘oposición’, requiriendo la proposición de soluciones. Hablar de la tenencia o no de las ‘hipotesis de conflicto’así, a secas, en forma acircunstacializada, equivale a caer en una dinámica actitudinal omnicomprensiva; como el hecho de hablar sobre ‘la’ guerra. Primero debemos preguntar: ¿Tiene la Argentina objetivos propuestos? Si la respuesta es afirmativa, hay que analizar si dichos objetivos están en oposición con los de otra u otras Naciones. Aquí entra en escena el factor condicionamiento (‘su’ guerra). Si existen una o más oposiciones dependientes de los objetivos previamente supuestos, entonces la elaboración de la hipotesis es un hacer concreto. Que la guerra figure como probable solución es otro tema. Cabe preguntar, ¿qué sucedería si la Argentina tiene objetivos propuestos, pero los mismos no colisionan con los objetivos de otras Naciones, promviendo entonces la ‘confluencia’ y dando de esta forma pábulo a afirmaciones que tienen denominador común: las hipotesis de conflicto son innecesarias. Esto lleva a la alineación automática lo cual implica devaluar al máximo los objetivos (intereses) propuestos, ya que es bastante improbable desde una postura de realismo suponer que no existan rozamientos en las relaciones bilaterales (ni que decir en las multilaterales). ¿Y si la Argentina carece de objetivos concretos? En este caso, la hipotesis de conflicto es pura gimnasia intelectual, un derroche de tiempo, esfuerzo e inteligencia. ¿Chile, Brasil, Inglaterra, Croacia o el Congo? Es absurdo exclamar, rasgándose las vestiduras: ¡Argentina carece de hipotesis de conflicto!, como si la misma fuera autosuficiente. La hipotesis (de conflicto o de guerra) existe sólo en vinculación funcional con los objetivos que le brindan fundamento. Y esos objetivos, como señalé en el Capítulo 1, citando al general Perón, deben ser claros, coherentes y obtenibles. Si una Nación carece de hipotesis de conflicto hay dos posibilidades: la Nación es huérfana en lo que respecta a objetivos y en consecuencia navega al garete en el mundo de las relaciones internacionales. O se propone metas, pero con un grado de devaluación cualitativa de tal magnitud, que carecen de la entidad necesaria como para ser aptas para integrar un nivel de confrontación con otra u otras Naciones. En pocas palabras, una Nación en estado de claudicación permanente. Hasta ahora temas teóricos. Desde el punto de vista pragmático: ¿Qué sucede cuando se produce la translación desde la realidad del sistema hasta la realidad de la vida? Porque todas estas ideas, afirmaciones, hipotesis de conflicto, hipotesis de guerra, objetivos propuestos, confrontación, etc. se dan en el mundo. Y son llevadas a cabo por hombres, sujetos activos o pasivos, pero hombres al fin. En otras palabras, el apasionamiento y la irracionalidad, mejor dicho el resto de los elementos irracionales, operando dentro del contexto global. El hombre de la calle está ávido de palabras – fuerza. Está hambriento de vocablos con contenido emocional – en el mas totalizador de los sentidos: desde el más elemental fonema hasta las construcciones más elaboradas a cargo de los comunicadores especializados. La hipotesis de conflicto es fría, aséptica, un documento donde cristaliza la respuesta a la confrontación, a la dialéctica de voluntades. Para nuestro hombre de la calle, todo esto poco significa. No se puede tomar al hombre de la calle y decirle a boca de jarro: ‘A partir de hoy tu enemigo odiarás a B. A partir de hoy será tu enemigo’. Durante los años ‘60 y ‘70 para el endogrupo Fuerzas Armadasy para algunos intelectuales y grupos de civiles, el enemigo era ‘el comunismo internacional’. El resto de la población recibió la noticia en forma sorpresiva. En 1978 al comunismo se sumó otro enemigo: Chile. ¿esto significa que Chile no era, al menos, enemigo potencial? En absoluto. Estaba dormido, latente. Para los habitantes de la Patagonia era una vivencia. A la pregunta: ¿Es usted Chileno? La repuesta de un habitante, por ejemplo, de la provincia de Santa Cruz: ¡No me insulte! El hombre de la calle estaba más preocupado por la peripecias del mundial de fútbol y sus consecuencias que podían afectar el ‘prestigio nacional’. De pronto se produjo el enrarecimiento. Cabe destacar que fue mas seria y hubo cierta compenetración en 1978 que en 1982. Notabene: el general Augusto Pinochet Ugarte (dictador en Chile) dijo, en ocasión de la Guerra de Malvinas dijo: la Argentina tiene las espaldas bien cuidadas. Prestó pistas de aterrizaje a la aviones de la Fuerza Aérea Británica. Un traidor. Sin la mediación papal, Argentina podría haber ganado la guerra contra Chile. Nuestra Weltanschauung del siglo XX se basaba en inportante medida en la estructura ideológica de a guerra clásica. La educación era narcisista. Se inflaba a sí misma contemplándose en el espejo de sus preconceptos. Cuando se refería al otro, al alter, lo hacía en abstracto, cuantificando en forma universal. En el capítulo 2 brindé algunos precisiones sobre el tema. Dije, comentando un trabajo de Carlos Escudé, que el adoctrinamiento que daba la educación argentina era más apto para generar rechazos que adhesiones. Escudé en un libro reciente vuelve sobre el mismo tema, diciendo que la educación argentina es un ‘obstáculo cultural’, que impediría nuestra aadecuada inserción en el mundo: ‘el aluvión inmigratorio que la Argentina recibió desde la década de 1880 pronto generó una reacción nacionalista y xenófoba’94. Así surgió una política para ‘argentinizar’ a los hijos de emigrantes. Pero la xenofobia, el odio, el horror a lo extranjeros, no se manifestaba en forma directa. Sí se destacaba una actitud narcisista de exagerada autoestima (que necesariamente debe ser articulada con su otra cara: la autodenigración). Dicha infación de conceptos y poderaciones se patentizaba en muchos textos y directivas escolares, desde principio de siglo, que el mismo Escudése encarga de trancribir en su ensayo. Es así que las instrucciones a los maestros de 1908, entre otras cosas prescribían ‘resaltar bien cuán rico es nuestro es nuestro país, cómo se provee,gracias a ello, hasta a sus habitantes más pobres, de alimentos, comodidades, placeres de que se hallan privados, o tienen que pagar muy caro, sinúmero de otros pueblos de la tierra’ 95. Como es fácil de apreciar, la exaltación de ‘los otros pueblos de la tierra’, sólo puede tener una actitud xenofóbica muy indirecta. No se dice: ‘nosotros somos muy grandes y los demás son inferiores a nosotros’. Simplemente se afirma: ‘somos muy grandes’. No hay, entonces, una actitud clara y directamente denotativa para con los demás pueblos. A lo sumo, la misma podrá inferirse , pero nada más. Asimismo, este tipo de narcisismo posee intencionalidad pantónoma, porque se habla ‘de otros pueblos de la tierra’ , que es una manera, también indirecta, de englobar al mundo entero. En igual sentido, ¿qué eficacia pudo haber tenido el hecho de estudiar de memoria un ‘catecismo patriótico’, que enseñaba que el máximo deber era ‘amar a la patria antes que a todo?’ 96. El propio Escudé reconoce la ineptitud del sistema educativo cuando afirma que esa clase de patriotismo ‘buscaba tanto enaltecer la virtud cívica y forjar el sentido del deber, cuanto generar emociones artificiales que en un gran número de casos eran fingidas’ 97. Allí esta el meollo de la cuestión: en ‘generar emociones artificiales’. Una forma de mentir decorada con un lenguaje recargado y rimbombante. Esto no argentiniza ni genera patriotismo. Sólo provoca hastío en los estudiantes… y 94 C. Escudé. Realismo periférico – fundamentos para la nueva política exterior argentina. Buenos Aires 1992. Págs. 188 y 189. 95 Op.Cit. Pág. 191, citando la revista ‘Monitor’ (1908). 96 Idem. Pág. 192, citando a M.B. Plotkin: Política, educación y nacionalismo en el centenario. Revista ‘Todo es historia’; septiembre de 1985. 97 Idem. Pág. 193. hasta en los maestros y profesores. Aburrimiento supremo el de tener que escuchar la ‘Oración de Mayo’ - que Escudé acertadamente califica como ‘retórica religiosa’ - en boca de un almidonado escolar, pobre alumno víctima del sistema (de la patología burocrática, la línea de montaje, etc.). con voz trémula de emoción (casi siempre fingida como bien dice Escudé) exclamando: ‘San Martín, Moreno, Rivadavia, padres ilustres de la República Argentina que moraís en las regiones excelsas de la inmortalidad en la historia: fundadores de la libertad y de la independencia de la Patria, ¡glorificada sea vuestra memoria por las presentes y futuras generaciones!’ 98. Pura vanilocuencia. Que el Consejo Nacional de Educación haya realizado una encuesta (1911) para determinar los efectos de la música patriótica (himnos y marchas) sobre las emociones de los niños poco aporta además de lo expresado: mentira decorada, palabras vacías, soledad orgullosa del cosmos. Concluir que la música patriótica es un ‘potentísimo generador de amor patrio’ 99, que en ‘el soldado el niño ve la encarnación de la Patria’100, o que los sonidos ejecutados por una banda militar llegan al niño como un lenguaje fantástico y fascinador 101, siempre dejan a un lado al otro miembro de la ecuación, el alter, el enemigo potencial. La idea de que ‘no hay nada más respetable que el ejército y la marina de un pueblo’ 102, descontando ahora su influencia sobre el sobredimensionamiento de los vínculos grupales que vició la genuiuna misión de las Fuerzas Armadas como asimismo las ideas de Manuel Carlés, y así rozan la actitud xenofóbica pero en forma restringida (precisamente dentro del endogrupo sobredimensionado), posee validez interna (teniendo en cuenta la ajenación del canal de diseminación con respecto al endogrupo considerado) porque deja de lado – por lo menos en forma explícita e inequívoca, en el sentido, si se quiere, propagandístico del odio nacional al estilo del mecanismo, y aquí lo tomo no sin algunos reparos, de la función de la excesiva esquematización del ejemplo: denuncia- revelación-voz de orden de la metodología soviética de propaganda política, a través de la cual la generalidad de las personas suele aprender las pautas. Y si esto lo relacionamos con la pedagogía del período peronista, que acentuaba el ‘adoctrinamiento respecto del carácter virtuoso, altruísta y pacifista de la política exterior argentina’ 103, señalando asimismo nuestra tradición ‘de pueblo generoso, sin resentimientos ni agravios, amigo de la paz’ 104, nos damos cuenta de que el enemigo no tiene imagen y de la xenofobia en sentido global es indirecta y por contraste. En lo que respecta a los discursos esgrimidos por la educación argentina poco importaban dado que divergían de la realidad, resaltando por esta vía la otra faceta integradora cual es la autodenigración como condicionante cognitivo. Se produce de esta forma la opsición de dos polos. Por un lado, la exacerbación incontrolada de un conjunto heterogéneo de potencialidades (no todas actualizadas, aunque sí consignadas exageradamente en la enumeración) tendientes a provocar la ‘emoción artificial. Por otro lado, la autodenigración como creadora de un camino circular y rígido, que esteriliza todo intento de modificación o ruptura del ‘estado de cosas’. Del enfrentamiento se desprende lo artificioso. Como dijo Arturo Jauretche, utilizando un lenguaje simple, pero no por ello desprovisto de contundencia y veracidad: ‘la escuela a contrapelo de la vida’. No es casual la articulación entre ‘patriotismo’, xenofobia e ‘hipotesis de conflicto’. En forma muy esquemática y simplista podemos decir que si el patriotismo pone en marcha los mecanismos de 98 Idem. Pág. 195, citando a la revista ‘Monitor’ (junio de 1910). 99 Idem. Pág. 192. 100 Idem. Pág. 192. 101 Idem. Pág. 192. 102 Idem. Pág. 192. 103 Idem. Pág. 193. 104 Idem. Pág. 214. promoción de objetivos. Alguno de ellos colisionará con los de otro grupo organizado (y cuando digo grupo organizado, adrede opto en este caso particular las posturas contrarias al realismo político que rechazab de plano la posibilidad de dialécticas de oposición), la xenofobia jugará el papel de catalizador, acelerador de los antagonismos (conexión con la irracionalidad, el sustrato emocional) proveyendo el odio nacional (lugar lógico de la irracionalidad, aunque la puerta de entrada halla sus puntos de apoyo en la xenofobia y en la versión primitiva, es decir asistemática, del patriotismo – inserto todo el conjunto en las coordenadas de von Clausewitz), necesario para que la hipotesis de conflicto trascienda el marco exclusivamente teórico. Pregunto:¿Experimentó la Argentina, en lo que va del siglo, un geniuno odio nacional, con su correlato de xenofobia, dirigido hacia un grupo organizado particular? No, no hubo odio nacional. hubo un conflicto endogrupal: civilización y barbarie. Muchos de los que combatieron en Malvinas eran oriundos del interior. Personas, que en general no tenían un nivel socioeconómico alto. Pero, a diferencia de nuestra decadente clase urbana, configuraban un grupo social definido. Es sabido que 'burguesía y proletariado son clases más que masas, mientras que las clases medias serían más masas que clases, su solidaridad, sin ser nula, sus miembros, de acuerdo a la revolución económica, se convierten en pequeños burgueses o se proletarizan' 105. Sin perder de vista el periclitado de los sgnificados primigenios de las categorías de de individualización señaladas – burguesía y proletariado - resultante de las transformaciones que han sufrido los objetos designados por ambos términos, pero obviando en este caso la amplitud y variaciones de las zonas de referencia semántica y sobre todo, el movimiento y percepción asincrónica, motivadores de la distorsión de nuestra Weltanschauung esa 'masa media' es aquella famosa del 'quiero y no puedo', forma popular de señalar su falsa conciencia, la eterna disociación de su fluctuante status de pertenencia con respecto a sus referentes. Disociación incrementada por medio de la diseminación de pautas a través de la televisión, ese prostituido vehículo de cultura, los diarios de la 'prensa libre' y las revistas que están – modélica de epigonismo servil – a la altura de las 'revistas internacionales'. Ese aparato comunicacional se encarga de imponer como bio-tipo: europeo, cabellos rubios y ojos claros – algo así como escaparate de la parte mejor y más sana de nuestra corrompida sociedad. La masa media se aterroriza ante la sola mención de la posibilidad de su proletarización. El ensanchamiento de la distancia entre ella y su grupo de referencia, el declive de la clase baja, es lo más horrible que podría sucederle. Demasiado horrible hasta para pensarlo. Mas se equivoca el que cree que el terror finca únicamente en el lucro cesante, el brusco descenso del ingreso per cápita. La verdadera causa del temor es el orgullo, la soberbia, esa vanidad construída sobre un conjunto de apariencias, integrantes de un todo ficticio, porque como dice Hernández Arregui 'la clase media ama por sobre todo las vestiduras. Que son las de la oligarquía' 106. Con las variantes del caso (los factores relacionados con la textura abierta del lenguaje, etc.) el término 'oligarquía' mantiene su vigencia y fuerza, entendido especialmente como propietario (detentador) de una coordenada de valoraciones cohesivas, a cuyo alrededor giran otros sectores sociales. Este sistema de valoraciones servido por la prensa imperialista, con periódicas notas sobre las recepciones aristocráticas, la vida de la nobleza europea, las ceremonias de la realeza, de los artistas de cine en sus mansiones, tiene por objeto la formación de fantasías de parangón y distinción. Todos estos fragmentos de aristocratismo, linaje y opulencia, servidos semanalmente con cuentagotas, estructuran la psiquis del objetivo (audiencia blanco), en la psiquis de la masa media, un simulacro, la ilusión de pertenecer a un status, que en rigor de verdad, en lo fáctico (¡y los 105 J. Maisoneuve. Idem. Pág. 32. 106 J.J. Hernández Arregui, Nacionalimo y liberación – metrópolis y colonialismo en la era del imperalismo. Buenos Aires 1987. Pág. 193 y sigs. hechos son los hechos!), no les corresponde. Y el sistema – con 'su' realidad – funciona así porque la oligarquía (grupo dominante) es la que realmente – en el sentido de 'su' realidad, la vida que puede dominar – detenta los privilegios y manipula los intereses y mezquinas ambiciones de la masa media en su provecho. Para poder cumplir con ese cometido utiliza el arma poderosa de la fluctuación del estado de la 'falsa clase'. El mismo Hernández Arregui dice en otro de sus libros que la masa o 'clase media' muy sugestionada y formada en el sistema de costumbres y valoraaciones de la burguesía, es fácilmente orientada por los grupos interesados en modificar una situación política dada. Explica este autor que 'la técnica utilizada es siempre la exaltación de la moral, la necesidad de restaurar los cimientos del orden amenazado, la familia, la religión, la propiedad' y que el motivo del éxito que suele obtenerse de la aplicación de esta clase de técnicas estriba en que 'presionan en la conciencia colectiva de los grupos que no han esclarecido su propia situación dentro de los cuadros de la sociedad. La causa es pues, el aislamiento de la pequeña burguesía' -léase masa media- 'el temor de ser desplazada de su posición por los agudos conflictos de la sociedad capitalista que de recuerdan de contínuo su inseguridad'107. El procedmiento es lógico. Quien se encuentra en una posición social cuya nota social es la fluctuación, el equilibrio inestable, necesita apoyarse en estructuras más sólidas. Religión, familia, Patria vienen de antes, dan la sensación de permanencia en el tiempo. Precisamente, una de las maneras de definir la palabra institución es decir que es un sistema de vigencias, una decantación estabilizada (equilibrio estable). Para nuestro hombre medio de la masa media la religión, la familia o la patria poseen valor instrumental como puntos de anclaje para componer el lazo social. Es difícil encontrar en él una sincera devoción religiosa, un auténtico patriotismo o un sincero amor por la comunidad familiar. La moral del hombre masa es doble. Usa todos los puntos de anclaje para minimalizar su inestabilidad, los utiliza como coraza. Detrás de ella se atrinchera y siente miedo de que un vuelco inesperado lo arroje al cieno de la despreciada clase baja, tan cercana a su propia situación aunque su miopía intelectual le impida ser autoconciente; esa clase de despreciables 'cabecitas negras'. No fue un hecho fortuito la preponderancia de los elementos 'morales' en casi todas las proclamas de los golpes militares: 'La defensa de las instutuciones', la 'preservación de los valores tradicionales, fueron las reiteradas jaculatorias del catecismo de los militares de turno, instrumento de las clases dominantes. Y la letanía tenía su público: la masa media, que además de fortalcer su debilitada posición, elaboraba su propia 'teoría del enemigo' sin necesidad de hipotesis ni de trabajos de investigación. El enemigo se encontraba muy cerca de ella, en el lugar lógico de la proletarización; casi un problema de física, de composición de fuerzas. La masa media balancéanose entre dos polos, lábil, indefinida, pastosa. Un golpe de timón y el sueño, la falacia, se hacían añicos. Tampoco fue azar, que el más encarnizado enemigo del peronismo (en algunos casos hasta el autismo más hermético) haya sido siempre la masa media. En efecto, si la clase baja (los despreciables 'cabecitas negra' para la falsa clase) asciende, la clase social se acorta y el sistema social empieza a funcionar como si la masa media se hubiera proletarizado. Es una apariencia. En realidad, la masa media con el ascenso de los gupos inferiores pierde su los parámetros de diferenciación. Pierde el escalón inferior, el sector que 'ella' cree por debajo de sí misma. Entonces la fatuidad cede. ¿Ante quién vanaglorirse del status (ficticio)?. No ante la clase alta, porque ella está muy por encima de sus enclenques capacidades, sin olvidar los fenómenos de identificación con el poderoso, al estilo de los prisioneros de los campos de concentración, o como señala el escritor Roberto Arlt en un de sus incisivos frescos descriptivos al disecar a esta ficción de clase hace medio siglo: 107 J.J. Hernández Arregui, Imperialismo y cultura. Buenos Aires 1973. Pág. 246. '… aprobaban la riqueza y astucia de los patronos que los explotaban y se envanecían del poderío de las compañías anónimas que en substitución del, les giraban una circular; el remoto Directorio de Londres, New York o Amsterdam, agradecía los servicios prestados por la excelente y disciplinada cooperación del personal'108 ¿Y donde exahalaría la masa media el hedor de su petulancia, si el espejo abominado de la clase baja se desproletarizaba. En esas circunstancias, a la masa media, al Mitwelt, sólo le resta la realidad, la ruptura drástica del espejismo. Esta dinámica social puede verse con mayor nitidez en la ciudad – puerto Buenos Aires. Muchos de sus habitantes se sienten desterrados de una Europa imaginaria, del lejano país de ninguna parte inventado por las afiebradas cabecitas de la falsa clase. En 1945 esos 'desterrados' execraron a las 'turbamultas fecales' que osaron invadir el apócrifo bastión de las ilusiones. Durante aquella época se repotenció y se aggiornó un sentimiento – que todavía hoy perdura, aunque mucha de esa masa media parlotee permanentemente sobre los 'derechos humanos', de profundo odio racista, un acentuado desprecio por el hombre de piel morena, que fue calificado como 'vivillo' 'vago' y 'poco emprendedor'. Y las más de las veces se los rotuló como 'negros de mierda...' ¡Qué mezquindad! Lo que puede cobrar la mediocridad intelectual y la bajeza espiritual. Sin embargo, algunos reaccionaron de otro modo, superando los estrechos moldes de esa cruel discriminación. Por ejemplo, Ernesto Sábato: 'Y en 1945 volvimos a equivocarnos, nosotros, precisamente el sector más iluminado del país. Dijimos 'cabecitas negras', hablamos de 'chusma' y 'alpargatas', olvidándonos de que esos 'cabecitas negras' habían constituido el 90% de los que habían llevado a cabo la liberación de América...¡Qué facil es despreciarlos ahora desde nuestras aulas!'109. Pero para la masa media, ese mediopelaje que con tanta habilidad examinó Arturo Jauretche, no eran otra cosa que 'negros' preferentemente 'negros de mierda...' Chusma que no servía ni pare ser obrero, conforme a los obtusos criterios de valoración esgrimido por los habitantes de los status fingidos. Porque el obrero 'es un ente imaginario de piel blanca y apellido preferentemente italiano, más concretamente, ocupado en los servicios públicos, y con esa cultura media que lo pone al margen de los movimientos multitudinarios'110. Como objeto artificial y decorativo. Una abstracción impropia por ser forzadamente generalizada. No solamente la oligarquía, utilizando a la masa media como idiotas útiles a su servicio, fustigó a esta clase que, para horror de las 'señoras gordas', irrumpía decisivamente en la historia argentina. Por caso 'el progresista' Partido Comunista decía a través de su órgano oficial el 24 de octubre de 1945, refieriéndose a los acontecimientos que habían conmocionado al país una semana atrás: 'Pero también se ha visto otro espectáculo, el de las hordas descamisados haciendo la vanguardia del presunto orden peronista. Los pequeños clanes con aspecto de murga no respresentan a ninguna clase aregentina (sic!)'111 108 R. Arlt, El amor brujo, Buenos Aires 1968. Pág. 82. 109 J. Hernández Arregui, La formación de la conciencia nacional. Buenos Aires 1973. Pág. 462, citando a Ernesto Sábato. 110 A. Jauretche, El medio pelo en la sociedad argentina – apuntes para una sociología nacional. Buenos Aires 1985. Pág. 356. 111 A. Jauretche, Op.Cit., s. 357. No es difícil encontrar la relación parental del fragmento transcripto. Utilizar expresiones como 'hordas de desclasados' o 'clanes con aspecto de murga', denotan la separación tajante entre dos mundos. Y afirmar que dichos clanes no representan a 'ninguna clase', equivale a decir que todo aquello que no pertenece al endogupo privilegiado ahora, puede ser recortado, separado de la realidad. ¿Cuál realidad? Estimo que la del sistema. Desde la óptica del materialismo histórico, la ideología funciona como materia cohesiva de la totalidad, o como dice Marta Harnecker – 'el cemento que asegura la cohesión del edificio'112. Para esta autora la ideología es 'mentirosa' – el ingrediente básico de la superstructura que ecncubre la realidad de con su caparazón – y dicha mentira 'se ejerce sobre la conciencia de los explotados para hacerles aceptar como natural su condición de explotados; se ejerce sobre los miembros de la clase dominante para permitirles como natural su explotación y dominación'113. Esto es lo que se llama doble uso de la ideología. Otro aspecto fundamental lo constituye la división en clases. Los marxistas definen las clases como los 'grupos sociales antagónicos, en que uno se apropia del trabajo de otro a causa del lugar diferente que ocupan en la estructura económica de un modo de producción determinado...' 114; y esta apropiación no podría llevarse a cabo sin la presencia del Estado, entendido como el instrumento para llevar a cabo la la dominación de clase y como 'el producto y la manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase115. Este es el pensamiento de Lenin, parte del credo de los comunistas ortodoxos (y debo creer que los de 1945 lo eran), sobre el mismo, quiero extenderme un poco. Dice Lenin, citando a Marx: 'Según Marx, el Estado es un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra, amortiguando los choques entre las clases'116. A pesar de la complejidad del problema, el partido comunista argentino veía el problema en una forma muy limitada. Sólo pensaba en la ciudad de Buenos Aires y alrededores. ¿Por qué esa limitación? Porque los comunistas argentinos tampoco escaparon del mecanismo de la dominación colonialista. A pesar de la 'lucha de clases' y de la 'conciencia de clase', la visión de los comunistas vernáculos, era la resultante de analizar los acontecimientos con la ayuda de categorías prestadas y sin adaptación previa. Por este motivo, para este partido los habitantes del interior del país, no sólo no formaban parte de un modo de producción supuestamente 'capitalista' sino que tampoco erab 'clase' – ni siquiera lo eran en la acepción peyorativa, al modo del Kulak y el Podkulachnik de la Rusia Soviética. Sencillamente eran la 'horda de desclasados', a la que catalogaron livianamente 'la parte más atrasada políticamente'117. Si hubieran podido, estos 'progresistas' comunistas hubiesen infiltrado a miles de Pávliks Morozovs para destruyan con sus delaciones a esas hordas despreciables. Desde luego no fue el único caso de sometimiento al sistema, porque era ese un esquema de reacción: el transplante automático de una ideología. 112 M. Harnecker, Op.Cit. Pág. 102. 113 Idem. Pág. 103. 114 Idem. Pág. 104. 115 Idem. Pág. 223. 116 V.I. Lenin, El Estado y La Revolución en 'Obras Escogidas', t. IV. Págs. 314 y 315. 117 J.J. Hernández Arregui, La formación... Op.Cit. Pág. 99. Fue célebre la polémica entre Enrico Ferri, positivista italiano, y el socialista Juan B. Justo. El socialista argentino con sus terorizaciones obviaba las condiciones objetivas de nuestra realidad. Ferri le contesta, diciendo que nuestro grado de desarrollo está atrasado, con respecto a lo que propone Justo. No indagaré la validez de la teoría (la dialéctica de los modos de produción). Este ejemplo muestra el típico caso de adopción automática de ideas, muchas veces devienen dogmas, hacedoras del simulacro. Capítulo 12 Cuidando el orden interno del establo 'Haced pasa el roto, el gaucho, el cholo, unidad elemental de nuestras masas populares, por todas las transformaciones del mejor sistema de instrucción: no haréis de él un obrero inglés que trabaja, cosume, vive digna y confortablemente' Juan Bautista Alberdi '¡Limpia las escupideras, muchacho! Detroit, Atlantic City, Palm Beach, ¡Limpia las escupideras! Langston Hughes Con relación al positivismo, éste tiene estrecha vinculación con la ideología racista. Partiendo del la base de que el positivismo es una corriente de pensamiento que fundamenta su lectura e interpretación del mundo en la experiencia, nutriéndose de una identificación de las ciencias, se deduce que la inmovilidad – en sentido filosófico – es una de sus características primordiales. Por un lado, lo experimental agota todo el conocimiento. Por el otro, como dice Alejandro Korn. ‘la ciencia ha de considerar como real el objeto de sus investigaciones y abstraerlo de toda arbitrariedad subjetiva. Al operar con el concepto de evolución… este no puede conecebirse sino como la manifestación obligada de un principio físico, aclarando a renglón seguido que ‘toda filosofía positivista es implícitamente determinista, realista y mecanicista’ 118. Huelga decir que dicho determinismo oblitera todo intento de cambio social. Estas fueron las argumentaciones que justificaron – amparadas en su pseudobilogismo – la dominación de las razas ‘inferiores’ por parte de las etnias ‘superiores’. Dentro del campo de lo jurídico y para completar la caracterización, este tipo de idelogías sirvieron para ‘justificar el desprecio al indio, al negro, el mestizo y el mulato, visualizados como habitantes habitulales de las cárceles’119. Ahora , superando los límites de los estrictamente jurídico, es posible afirmar que el positivismo como sistema de pensamiento es de naturaleza cerrada y circular, dado que impide todo atisbo de transfomación. Su función fue y sigue siendo la de perpetuar el el statu quo de los grupos dominantes mediante la argumentación pseudocientífica. Veamos un ejemplo, un caso norteamericano: la obra de Gobieneau - Ensayo sobre la desigualdad de las razas – fue muy apreciada en el Sur de los Estados Unidos pero no en Francia, país de origen del citado autor. es 118 A. Korn, Influencias filosóficas en la evolución nacional. Buenos Aires 1983. Pág. 202. 119 E. Zaffaroni, Manual de Derecho Penal – parte general. Buenos Aires 1987. Pág. 241. así, que en sus cartas a Tocqeville, se queja de que los franceses silencien su libro y de que éste no haya alcanzado verdadera influencia más que en los Estados Unidos… (esa influencia) se debe, a que el libro favorece los intereses de los esclavistas del sur120. Limitémonos ahora al siguiente ejemplo: José Ingenieros con su positivismo y su racismo evidenciados en una de sus obras, La Sociología Argerntina, publicada en 1908. El lector podrá apreciar la vigencia de muchass de sus concepciones en la actualidad. Ingenieros parte de un presupuesto inamovible, cual es la superioridad de la raza blanca: 'La superioridad de la raza blanca hasta por lo que niegan la existencia de la lucha de razas. La selección natural, inviolable a la larga para el hombre como para las demás especies, tiende a extinguir las razas de color, toda vez que se encuentren frente a frente con la blanca en las regiones habitables por ésta'121 Desde luego que Ingenieros se cuida muy bien de analizar la metodología real de esta singular 'selección natural', es decir los procedimientos utilizados para domesticar (léase explotar) a las demás especies (mita, yanaconazgo, encomienda. Conviene recordar el tratamiento dispensado por las tropas coloniales británicas en la India). Una cuestión capital en la exposición de este procer del positivismo es la presentación de una dialéctica de oposición la cual es una versión modificada de la clásica diatriba sanmiertina – civilización y barbarie – mundo anglosajón y mundo hispánico. He aquí un primer esbozo de este antagonismo : '… la zona templada del Norte se llenó de laboriosos y esforzados colonos que deseaban formarse una patria nueva, mientras que la tropical fue invadida por aventureros, frailes y funcionarios que venían a hacer fortuna para volver a ella a su país'122 Con respecto a las diferencias que existieron en las 'formas de conquista' llevadas a cabo por Inglaterra y España, dice este autor: '...fue de resultados desastrosos para el porvenir de la América del Sur: el sistema dejó hondos rastros en la mentalidad de la clase gobernante que heredó sus funciones, continuádose hasta nuestros días y revistiendo la forma de caciquismo o caudillaje – régimen semejante al feudalismo medieval europeo – que aún persiste en varios países sudamericanos'123. Retengamos la expresión 'hondo rastros', que insinúa una suerte de pecado original indeleble, imposible de modificar a juzgar por la persistencia 'hasta nuestros días' (desde 1492 hasta 1908). ¿De allí, tal vez, la necesidad, propuesta por nuestros colonizados mentales, del agua bautismal de las pautas extranjeras? Veamos algo más sobre la comparación entre ingleses y españoles: 'Mientras los ingleses tuvieron en Norte América hombres anglosajones, conservando pura su psicología al conservar la pureza de su sangre, los españoles se cruzaron con mujeres indígenas, combinando sus taras psicológicas con las de la raza inferior conquistada...'124 120 G. Lukács. El asalto a la razón – la trayectoria del irracionalismo desde Schelling hasta Hitler. México 1987. Pág. 541. 121 J. Ingenieros, Sociología argentina. Buenos Aires 1957. Pág. 29. 122 Op.Cit. Pág. 30. 123 Idem. Pág. 32. 124 Idem. Pág. 96. Esta particularísima visión deja al margen al exterminio de las masa indígenas norteamericanas. Es lógico. La inferioridad de las razas indígenas del norte. La inferioridad de las razas argentinas del norte (a menos que existan indios de primera y de segunda) justificó su asesinato. Dicho sea de paso, nótese la terminología empleada, común a todos los positivistas, más adecuada para un informe de autopsia que para el tema delicado que tratan. Y ahora le toca el turno a la 'psicología de los hispano – americanos' . Ingenieros expone sus características fundamentales de la mano de otro positivista, Carlos Bunge: en primer término el decorum, esto es la gravedad formulista explicable a través del antecedente romano (el procedimiento per sacramentum del derecho quiritario). Luego la uniformidad extendida a las ideas, los sentimientos, las costumbres, el vestido (así encuentan la causa profunda del Index y la Inquisición). Le sigue la arrogancia, resultante de una combinación entre el orgullo germánico, el gracejo árabe y la verbosidad latina. Finalmente la indolencia hacia el trabajo manual (de origen latino). Pero no todo es tan esquemático como aparenta la precedente caracterización, más cercana a una receta de cocina que a una tipología. Y esto es así, porque existiría una discordancia en los rasgos mencionados y tal desfasaje sería el 'resultado natural de una complejísima promiscuación étnica que caracteriza al pueblo español'. A través de esta vía le toca el turno ahora a la raza indígena. De su análisis y vivisección, siempre siguiendo a Bunge, Ingenieros extrae la conclusión de que sus caracteres son iguales a los de los pueblos asiáticos: 'resignación, pasividad y venganza' 125. Con respecto a la 'psicología de los mulatos', Ingenieros se basa en Sarmiento y dice que la naturaleza de los mismos es 'servil y trepadora' 126, agregando después la opinión de Bunge, que establece como rasgos esenciales de esta etnia, el servilismo, la maleabilidad, la hiperestesia de la aspiribilidad (que comprendería como nota principal, el enamorarse de la 'última palabra de los blancos', para convertirse en 'secuaces ardientes', manifestando dicha adhesión 'con ardor tropical, tórrido') y como si todo esto fuera poco, se suma a este diagnóstico, 'la falta de probidad' 127. Como remate de esta diversidad surgirían, en audaz síntesis, 'los rasgos comunes' del carácter de los hispano – americanos: la tristeza, la arrogancia y la pereza, esta última con la jerarquía de 'mal de la raza'128, mal que conforme a esta línea de pensamiento es de carácter universal, afectando a todos los hispánicos, hasta el nivel de cambiar el criterio de valoración de la mentira. Efectivamente, para nuestros positivistas, había una 'mentira europea' valiosa, dado que servía para 'estimular la acción' y una 'mentira criolla', que únicamente era útil como medio para 'huir del trabajo'. Frente a este desalentador dictamen, Bunge ensaya una solución, perfectamente comprensible dentro de estas coordenadas ideológicas: Bunge propone 'europeizarnos por el trabajo' y a continuación agrega; no se arguya que la europeización ha de violentar nuestro carácter, pues la indolencia no da ni quita carácter, pues la indolencia no da ni quita carácter. Si el carácter de los hispanos – americanos es no tener carácter, ¡hagamos un carácter!129 Vaya si lo hicieron. Piénsese en la figura del mensú, en el trabajo a destajo, en la ley de vagos o en las condiciones laborales de los peones empleados en las estancias de la Patagonia, para 125 Idem. Pág. 97. 126 Idem. Pág. 97. 127 Idem. Pág. 97 y 98. 128 Idem. Pág. 98. 129 Idem. Pág. 100. comprender las bases fácticas que eliminaron la 'indolencia' de nuestros 'nativos'. Los peones, arrieros y esquiladores de la Patagonia, para detallar sólo un caso de 'europeización por el trabajo': 'dormían en número de 8, en cuartuchos de 4x4 y sin calefacción; sin considerar que la temperatura media en invierno es de 18º bajo cero, por lecho, cueros de oveja, de los más inservibles; no se les pasaba luz; comida pésima; por lo general carne cocida con algunas cebollas; botiquín no existía; pagos con vale; moneda argentina y chilena. Cheques a plazo, obligándolos a vender crédito; no tenían sábado inglés; desde o cualquier punto del contrato, no se les daba pasajes; nadie se responsabilizaba de sus accidentes de trabajo; los víveres que necesitaban los que arreaban hacienda, debía pagárselos; en cada puesto, segregados del mundo durante las largas nevadas, se destinaba a un solo hombre, el que debía costearse los víveres... los famosos cuartuchos de 4x4 no tenían ventanas... para que cupieran 8 y más peones, se hacían estantes o tarimas superpuestas, por lo que se los llamba camarotes... por la noche se acostumbraba a cerrar a los peones, asegurando la puerta desde afuera'130. Esta es una simple muestra – de los años 1920 – 1921 – de la metodología de trabajo aplicada para morigerar los efectos del 'mal de la raza', es decir la pereza criolla, la cual inclusive dio origen, según Ingenieros, a un peculiar 'derecho a la pereza': 'La riqueza del ambiente natural determina una capacidad de producción tal, que basta 'poco' trabajo para obtener 'muchas' subsistencias'131 En consecuencia, teniendo en cuenta dicha 'riqueza', las actividades se reducían a 'vivir, sin tener las que podríamos titular «necesidades superfluas», fruto de la civilización y patrimonio de las razas superiores'132. Ergo, nuestros nativos eran la 'raza inferior' y por lo tanto quedaba la vía expedita para 'civilizarlos' es decir 'crearles un carácter', siguiendo aquella pedagogía que dice: 'la letra con sangre entra'. Y cuanta más sangre mejor... El racismo de Ingenieros roza los extremos de la demencia. Todo aquello que pertenezca a lo nativo, cualquier características o peculiaridad, es vicio, perversión, inferioridad. Pero las mismas características que los nativos – las razas inferiores – son causa de abominación, en las razas 'superiores' se tranforman en valiosas: '… la pereza europea es preferible a la hispano – americana; la primera es propia de pueblos evolucionados y la segunda característica de los atrasados, que tienen pocas superfluidades necesarias'133 La dialéctica 'inferior – superior' lo justificó todo, hasta el aniquilamiento de las etnias degradadas, en nombre del 'progreso' y de la mentada jerarquización de la raza blanca: '… en las zonas templadas se efectúa una progresiva sustitución de las razas blancas inmigradas, engendrando nuevas sociedades en reemplazo de las autóctonas'134 130 Historia Integral Argentina, t. IV 'la clase media al poder'. S. Fiorito, Un drama olvidado: las huelgas patagónicas de 1920-1921. Buenos Aires 1974. Pág. 101. 131 J. Ingenieros, Idem. Pág. 103. 132 Idem. Pág. 103. 133 Idem. Pág. 105. 134 Idem. Pág. 306. Este párrafo sintetiza según Ingenieros, la Historia Natural es el continente americano a partir del siglo XVI. Pero para entender a fondo la cuestión, hay que leer con cuidado. Y sobre todo, reemplazar eufemismos tales como 'sustitución' con los términos adecuados, esto es: segregación y exterminio. El sueño de Ingenieros era una construcción teórica, desencaminada y grotesca: el nacimiento de la Nueva Raza Argentina, compuesta por veinte o cien millones de blancos familiarizados con el baño y la lectura, símbolos de la civilización. Asimismo, el positivista vaticinaba sobre los blancos 'superiores': '… en sus horas de recreo leerán las leyendas de las extinguidas razas indígenas y la historia de la mestizada raza colonial...'135 Se equivocó Ingenieros con el pronóstico, porque si bien las razas 'inferiores' fueron diezmadas, en la actualidad, los blancos que se bañan leen cualquier cosa menos las leyendas de sus predecesores. No puedo concluir esta reseña sobre el pensamiento de uno de los 'maestros de las juventudes argentinas' – curioso, desproporcionado e inmerecido título con el cual fue calificado este grafómano – sin citar el siguiente párrafo que sintetiza el centro de toda esta construcción ideológica: 'El hombre no es libre en sus actos, ni lo es ningun raza o nación. Somos como somos, actuamos como actuamos, y por nada ni nadie podríamos ser, actuar o pensar de distinta manera(sic!). Un complicadísimo engranaje de causas determinantes que no podemos eludir ni modificar(sic!), pues preexisten, animan la evoluciónd de los agregados sociales. La «europeización»... es un hecho inevitable en las zonas templadas, habitables por las razas blancas, que se producirá aunque todos los hispano – americanos quisieran impedirlo(sic!). Nace de causas determinantes que ya existen, ajenas a nuestro deseo: los agregados sociales más evolucionados se sobreponen a los menos evolucionados se sobreponen a los menos evolucionados, toda vez que consiguen adaptarse al ambiente en que se plantea la lucha entre ambos'136 Resulta evidente que el determinismo positivista como posición es inedependiente de todo cambio. El último párrafo citado es una buena síntesis del pensamiento positivista en general. Es posible que el lector se pregunte acerca de la relación existente entre estas elaboraciones y nuestra situación reciente y, sobre todo, acerca de la vigencia de aquéllas, dado que un elemental sentido común nos dice que las mismas han sido superadas con amplitud, en el sentido de inteligir a ciertos grupos humanos como 'superiores' respecto de otros, basándose únicamente en una supuesta 'ley natural'. Ahora intentaré mostrar como una corriente positivista se ha infiltrado en las formas de peribir la realidad, distorsión que dura hasta nuestros días y que tiene por finalidad legitimar detterminados sistemas de relaciones sociales, fundadoras de comportamiento uniforme, mecánicos en importante medida y, principalmente, perpetuos. Como preliminar, citaré otra opinión del 17 de octubre de 1945, también de fuente comunista. En este caso, el diario La Vanguardia en su edición del 23 de octubre: 135 Idem. Pág. 327. 136 Idem. Pág. 105. 'En los bajíos y entresijos de la sociedad, hay acumulada miseria, dolor, ignorancia, indigencia, más mental que física (sic!), inferioridad y resentimiento... En todas las sociedades quedan precipitado en la miseria que se ramifican como pólipos en las partes más recónditas'137 Adviértase la similitud terminológica que existe entre éste artículo y los fragmentos de Ingenieros que he comentado. El lenguaje científico, aséptico, el idioma de laboratorio transido por el odio. Pero más importante es el tema de la 'indigencia mental', que será el puente que me conducirá a lo que quiero mostrar. Parece que el autor del artículo sigue a Ingenieros al pie de la letra. Entiende que hay dos clases de indigencia: una que es mental y otra que es de naturaleza física, dando por sentado que la indigencia de los 'cabecitas negras' es principalmente mental. ¿Qué es lo que se pretende con esta sutil distinción? Eclipsar el gravísimo problema de la subalimentación que existía en el interior del país. De esta manera el centro de la discusión queda situado en lo mental, que bien puede ser derivado de los 'hondos rastros' dejados por la conquista española, o mejor aún, de los 'complicadísimos engranajes de causas determinantes', lo cual no significa absolutamente nada. En la remisión de un problema presente hacia una época remota – casi ahistórica – en la cual el conjunto de causas reales se confunden con los mitos y las fantasías. En cambio, la indigencia física, sí tenía causas bien visibles y verificables: nuestra inserción en el modelo de la división internacional del trabajo y las condiciones laborales, las cuales se basaban en la más cruel explotación (o europeización), donde los términos del intercambio se deterioraban a favor de Gran Bretaña y donde había una translación de riqueza al extranjero (como una manguera que 'chorreaba' hacia afuera, la alegoría del general Perón), que se fundamentaba en las privaciones de los 'nativos'. Esto no es una ficción. No es un problema étnico. Antes al contrario, es un problema alimentario. Sí hay problemas físicos y hasta psíquicos, pero son socialmente determinados. La teoría racista oculta la realidad, le da un tinte científico, responsabilizando a la naturaleza o a los orígenes arcaicos, para así incriminar a los verdaderos culpables. Es así, que por vía de estos razonamientos no habría subalimentación, sino que existiría un atraso debido a los 'hondos rastros' dejados por la conquista. Gran mentira. La inferioridad es consecuencia de la subalimentación, hija de las paupérrimas condiciones de vida y de trabajo. Eso es ciencia de verdad. En la realidad, lo mismo que la situación previa a 1945: 'Los salarios bajos explican que la subalimentación sea la regla en más del tercio del país y explica también nuestras características biológicas, tan inferiores a la de los grandes pueblos civilizados, la elevada mortalidad infantil, el bajo promedio de la vida en general, el menor vigor que el nativo tiene comparado con el extranjero que convive con él... son la consecuencia de una alimentación insuficiente e incompleta'138 Los bajos salarios no tienen su origen en los eventos reales sino en condiciones obejetivas más cercanas. De esa manera es más sencillo encontrar a los verdaderos culpables. Por eso la conclusión es fácilmente previsible: ¿Qué mejor que ocultar esa realidad tras la máscara de una teoría 'científica'. En 1936 un diputado socialista, Alfredo Palacios, luego que hiciera un viaje por el norte de nuestro país, percibió el problema en toda su dimensión: 'Las generaciones actuales de los nativos actuales de esas provincias vegetan en condiciones extremas de pobreza e ignorancia. Un criterio equivocado e inhumano y una política extraviada de 137 A. Jauretche, El medio pelo...Op.Cit. Pág. 357. 138 R. Scalabrini Ortiz, Op.Cit. Pág 235, citando a Pedro Escudero. los verdaderos intereses nacionales, han conducido al país a una inflación ostentosa de la grandes urbes a costa del olvido de las condiciones de existencia de las provincias del interior'139 ¿No es esta otra forma de decir que en la Argentina coexistían dos paises? La siguiente reflexión parece confirmar el interrogante: 'El refinamiento de nuestros ganados contrasta con el empobrecimiento progresivo de la raza humana que ha poblado nuestro suelo y que con su sacrificio ha cimentado y nutrido la grandeza de nuestro país'140 Palacios no puede dejar de preocuparse por el 'porvenir de innumerables pequeños argentinos, tarados por la enfermedad que engendra la miseria, y condenados a una existencia tan estéril como deleznable y dolorosa'141, como así tampoco por las funestas consecuencias que ello ocasionaría a la defensa nacional: 'Los niños débiles, hambrientos y andrajosos, que vimos en las escuelas, serán pronto llamados al servicio militar. Si no tuviera sobre mi pupitre la planilla firmada por el mayor Alfredo Borghi, creería que estos datos son inexactos... de mil quinientos treinta y cinco. ¡Más de mil inútiles!'142 Y casi contemporáneos a estos datos, son estos otros, también referidos a las causales de rechazo de ciudadanos inaptos para realizar el servicio militar: 'Del estudio de una estadística confeccionada por la Sanidad del Ejército se obtienen conclusiones de valor probatorio indiscutible. De ellas se deduce que el 30% de todos los conscriptos militares del país son defectuosos físicamente. De ese enorme grupo de enfermos el 34% presenta signos de degenración física como consecuencia de la subalimentación de padres y abuelos'143 Acaso sea conveniente, para favorecer la comprensión de la idea directriz de lo que quiero señalar, recalcar los caracteres esenciales de la cosmovisión que permitió la peremnidad de un determinado statu quo favorable a los intereses de los grupos dominantes (y por ende al servicio de sus puntos de anclaje), precisamente por estar preñada de componentes positivistas. Lo que busco es un conjunto de notas comunes independientes de los tiempos históricos y sus determinaciones particulares. Persigo características que transciendan el devenir de los acontecimientos, es decir que se conviertan en variable dependiente del juego entre sincronicidad y a-sincronicidad. Existe una forma de interpretación: calificación de la conducta por el sujeto, explicación por construcción interpretativa pura y experiencia traumática arcaica, articuladas entre sí, configuran una ideología. Condicionado por ella, quizás el pensamiento – como medio para trasformar la realidad, no se detenga ante las dificultades, los problemas concretos. Al decir de Lukács, esta detención tal vez devenga una fusión hipostática 'entre la incapacidad de cierto sistema de ideas y la capacidad del pensamiento en general'144. Al no poder dominar la realidad por estar la misma distorsionada por las categorías defectuosas empleadas, se domina una imagen, una superestructura que es ficticia. De allí que la realidad se imponga sobre las soluciones propuestas y se obtenga por 139 R. Columba, El congreso que yo he visto. Buenos Aires 1983. T. 1. Pág. 150. 140 Op.Cit. Pág. 150. 141 Idem. Pág. 150. 142 Idem. Págs. 153 y 154. 143 Idem. R. Scalabrini Ortiz. Op.Cit. Pág. 234. 144 G. Lukács, Idem. Pág. 79. resultado la perpetuidad del inmovilismo o, lo que es equivalente, el imperio de los modelos y los razonamientos circulares. Pensemos en la calificación de la conducta por el sujeto. Hemos visto como Ingenieros. Hemos visto como Ingenieros y Bunge califican a la pereza europea como valiosa y evolucionada para después denostarla cuando es patrimonio de los hispanos – americanos. Es la misma pereza la que está en juego. Únicamente cambian los sujetos y con ellos la valoración. Una situación análoga se da en el caso de la de la mentira – europea y criolla. Una conducta como la reconquista de las Islas Malvinas, entendida en sentido material puro (el acto de ocupar la isla militarmente), en función de los sujetos, recibió de parte de Escudé, dos valoraciones antagónicas. 'Desde la óptica británica, la conducta de reconquistar las islas, persiguió objetivos simbólicos, principalmente de prestigio... lujo caro, por cierto, pero enteramente alcanzable para su poder adquisitivo, y con réditos políticos internos de corto plazo' 145. Desde la perspectiva argentina, un acto suicida, autodestructivo y en su último libro un 'acto de barbarie'. La misma metodología es empleada en la valoración de conductas 'accesorias'. Así, cuando Argentina, luego de la guerra, incluía el pronóstico del tiempo de las Islas Malvinas entre sus infornaciones meteorológicas, según Escudé 'negaba la realidad'. '¿Creerán que es un acto de soberanía? En la mayor parte del mundo civilizado, la información meteorológica tiene la prosaica y utilitaria finalidad de que la ciudadanía sepa si debe salir a la calle, o de viaje, con o sin paraguas'146 Esta apreciación no es más que una ironía barata, que muestra el desprecio que Carlos Escudé siente por la Argentina. Podríamos inferir, en base al sistema de ideas presentado, cuál sería la reacción de este politólogo, ante una actitud como la de Winston Churchill, que en plena Segunda Guerra Mundial (y en las peores circunstancias estratégicas) hizo traer el tambor de Francis Drake para transmitir su redoble por la radio en los momentos de mayor crisis, las bombas alemanas – ¿un aullido de macaco? Me atrevo a decir, que para Escudé seguramente, una conducta valiosa y digna de un anglosajón. Cuestión de sangre y de raza... Para mí la guerra de Malvinas fue una comprobación práctica de la enfermedad del sistema. Y dicha enfermedad puede ser curada. No se puede operar sobre el pasado. La única operación es sobre el presente. El conocimiento cabal de los antecedentes nos brindará certezas que facilitarán el tratamiento adecuado. 145 C. Escudé, La Argentina: ¿paria internacional? Buenos Aires, 1984. Pág. 124. 146 Idem. Pág. 127. Capítulo 13 Y el cáncer hizo metástasis 'Una vez tomada la decisión, cerrar los oídos incluso el mejor de los argumentos en contra: señal de carácter enérgico. Tambíen, voluntad ocasional de estupidez' Friedrich Nietszche Las crisis militares de Semana Santa (1987) en adelante fueron, esencialmente, la reacción a la errónea política de desmilitarización llevada a cabo por el alfonsinismo. Errónea porque no intentó desbrozar en ningún momento cada uno de los aspectos, complejos por cierto, que obraron como antecedentes dentro de la Fuerzas Armadas y el Ejército en particular. Me refieroc a dos temas básicos: guerra sublimitada y Malvinas. Con respecto al primer problema, el procedimiento adoptado por el alfonsinismo, lejos de clarificar la realidad, diferenciando a los individuos de la institución (quiere decir los excesos cometidos en la ejecución de las operaciones, las extralimitaciones en la ejecución de las operaciones antisubversivas), incrementó la antinomia 'Civiles vs. Militares', apoyado fundamentalmente en una campaña antimilitar indiscriminada. Esto significa que la perversión de las Fuerzas Armadas, estructuradas como 'endogrupo reforzado' o Estado dentro del Estado, nunca fue considerada com falla a remediar. Antes al contrario: se acentuó el criterio de visualización de las mismas en sentido global. La 'desmilitarización' fue, en consecuencia, tan perversa y malintencionada como la 'militarización' previa. Se conjugaron varios factores. Por un lado, los intereses corporativos de aquellos que estaban convencidos de la licitud del Estado dentro del Estado, en todos sus matices: desde la simple autodefensa hasta la protección de privilegios anteriores. Por otro lado, aquellos que combatieron al guerrillero real (en muchos casos inconcientes de los hilos conductores del conflicto, sus vinculaciones con los intereses antinacionales, etc.) y creyeron, equivocadamente, que habían vencido 'militarmente'. Tampoco hay que dejar de lado, y esto es muy importante, a la masa de oficiales y suboficiales, que por motivos cronológicos no tuvieron participación activa en las acciones sublimitadas, pero igualmente fueron blanco de la campaña antimilitar. Repito, dicha campaña fue indiscriminada. Además no se tuvo en cuenta el problema de la defensa, visto desde la perspectiva de su componente militar. No se buscó transformar a las Fuerzas Armadas en un instrumento útil al servicio del estado, purificándola, eliminando sus depravaciones doctrinarias. No, se colocó a todos los integrantes de la instituciones integrantes de las instituciones castrenses. El discurso esgrimido fue: las Fuerzas Armadas son intrísecamente malas. Lo militar, per se, es malo y perverso. Indudablemente, la interrelación y la realimentación que tuvo lugar entre la guerra sublimitada y Malvinas fueron un factor de fermentación que provocó dos consecuencias: primero, la entronización del patriotismo a ultranza como idea rectora. Segundo: la victimización de las Fuerzas Armadas, a través del prejuicio y la agresión propagandística. Con respecto a la primera consecuencia, opina Norberto Ceresole: (la ideología del pacifismo) '… se entroncó muy bien en una cultura post – Malvinas, la cual estaba imbricada con un real y auténtico militarismo. En otras palabras, el pacifismo como ideología, cayó en terreno abonado, por decirlo de alguna manera... todo lo que hablaba en contra de lo militar en un sentido amplio, era bueno, esto generó enormes dosis de de aceptación del pacifismo como ideología y como concepción de la política internacional argentina. Además, todo proyecto que implicase hablar sobre proyectos de defensa era considerado malo y demoníaco'147 Con respecto a la segunda consecuencia, creo que debe hacerse una digresión. Dejaré de lado la faz jurídica (es decir el juicio a los Comandantes de las Juntas Militares y de otros oficiales, acusados de excederse en la ejecución de operaciones antisubversivas) para tratar lo concerniente a lo 'militar' en general, Las Fuerzas Armadas percibidas como totalidad que congloba enjuiciados, partícipes en los conflictos citados y personal, que como ya especifiqué, no tuvo relación, por cuestiones cronológicas, con dichos eventos. En el capítulo 4 me referí al tema de la desubicación psicosocial del soldado profesional. Hablé sobre el reforzamiento desmedido o de los vínculos endogrupales y de la sobrevaloración que de sí mismo el endogrupo adquirió. De esto se desprende que el vínculo en sí mismo y, obviamente, el endogrupo (también en sí mismo) no eran perniciosos. Los sociólogos generalmente definen a los grupos, diciendo que tienen 'un hacer común', apuntalado por actitudes y conductas también comunes. Lo 'común' cumple la función de aglutinar a los hombres: 'Quizás lo mejor será decir que todos los miembros de un endogrupo usan el término 'nosotros' con un significado idéntico'148 Esto es lo que Allport denomina we – organization (organización nosística). Si trasladamos al ámbito militar este concepto, llegamos al 'espíritu de cuerpo': 'estado mental y emocional de la organización que se logra cuando la totalidad o la mayoría de los individuos que lo integran están identificados con sus valores, intereses y objetivos, y los adoptan como si fueran propios, de tal manera que siente orgullo y satisfacción por sus éxitos y fracasos'149 Lo nosístico se percibe claramente en el hecho de 'adoptar' como si fuesen propios: valores, intereses y objetivos al extremo de identificarse sensiblemente com los éxitos. No obstante, el período post-proceso yuxtapuesto al período post-malvinas, estuvo caracterizado por una contrapropaganda destinada a denostar el conflicto y sus motivaciones (V.gr.El camión atmosférico de Malvinas) para así implantar la ideología pacifista y también, en forma congruente con lo primero, se apoyó en tres ingredientes que todavía perduran, destilando su veneno disolvente en la sociedad. Estos sentimientos son: resentimiento, prejuicio y estereotipia. Huelga decir, que dichos elementos fueron creados ex nihilo durante la administración alfonsinista. Efectivemente, durante el Proceso de Reorganización Nacional (1976 – 1983) se terminó de cristalizar el estereotipo del 'subversivo' (zurdo de mierda). Cabe decir, que los elementos de este nefasto trinomio se encuentran intrínsecamente concatenados, lo que equivale a decir que los prejuicios existieron durante el proceso frente a conductas y personas determinadas y, desde luego, antes también. Lo que ocurrió fue que en este caso hubo una situación subyacente, cual fue la realidad destorsionada. 147 N. Ceresole, Tecnología militar y Estrategia Nacional. Buenos Aires 1991. Pág. 99. 148 G.W. Allport, La naturaleza del prejuicio. Buenos Aires 1977. Pág. 48. 149 Ejército Argentino. Manual para el ejercicio del mando. IGM, Buenos Aires. Pág. VI. Insisto: el alfonsinismo no inventó el resentimiento o el prejuicio. Solamente los potenció. ¿Qué es un estereotipo? 'Ya sea favorable o desfavorable, un estereotipo es una creencia exagerada que está asociada a una categoría. Su función es justificar (racionalizar) nuestra conducta en relación a esta categoría'150 Lo verdaderamente grave es que las cualidades que se atribuyen no son ni todas reales ni todas falsas. Existe un desequilibrio entre la verdad y el error, la realidad y la fantasía. Hay confusión, un denso conglomerado de conceptos y de ideas que adqieren vida propia. Los estereotipos arbitrariamente – en realidad de verdad poseen algunos elementos ciertos, los cuales son adscriptos al grupo blanco. El prejuicio es la actitud que los ubica en dicho blanco. El pensamiento racional se termina aquí. El mismo es reemplazado por el antipensamiento prejuicioso – causalidad y autismo. Quiere decir que cuando la realidad es percibida en estas condiciones, no es captada directamente (dato inmediato). En términos de Allport, una 'luz interna' condiciona la decodificación del mensaje, captado a través de la luz 'externa'. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando los prejuicios connotan en forma negativa? Y además, ¿qué ocurre cuando el grupo cuya mentalidad está informada por el prejuicio y posee la capacidad de decisión, arbitrio, poder. Es claro que se producirá un salto hacia lo real y lo concreto en forma trágica. Porque el estereotipo suele ser rígido (y el autismo consiste básicamente en ver las cosas desde uno mismo y en forma unilateral). Por este motivo no oye razones. Los datos de la sociedad son decodificados previa contaminación. Frente a cualquier conducta la mentalidad prejuiciosa selecciona las notas esenciales, las pistas que le son previstas a través del condicionamiento previo de las categorías estereotipadas. Luego acentúa dichas notas, para finalmente interpretar la conducta con la lente de sus prejuicios. Expresado de otro modo: la persona prejuiciosa está provista de un juego de lentes a través de los cuales percibe la realidad, que será de acuerdo al 'color' de la lente que utlice – o que le obliguen a utilizar. ¿Acaso tener libros de Marx o de Lenin en la biblioteca, no eran 'indicios' potencialmente aptos para ser seleccionados e interpretados como evidencia de 'delincuencia subversiva'? Y entre las conductas ridículas puede citarse la censura o la mirada de reojo – las películas soviéticas (Eisenstein) o las sinfonías de Shostakovich. Además estas expresiones: 'lucha por la paz', 'imperialismo yanqui', 'vendido al capitalismo', 'traidores a la clase obrera', 'traficantes populares', 'democracias populares', 'reacción oligárquicoclerical,etc.'151 Todos estos antecedentes eran válidos para 'etiquetar' y confundir la realidad con la fantasía paranoica. Un especialista en subversión, Roger Muchielli, ensaya una clasificación de las reacciones que pueden desencadenarse frente al fenómeno subversivo: 'Toda una gama de intensidades existe entre los convencidos y aquellos que podríamos llamar los «obsesionados». Estos tienen «subversionitis»... todo se vuelve expansivo y significativo de una 150 G.W. Allport, Op.Cit. Pág. 215. 151 A.E.Volpi, Radiografía del comunismo. Buenos Aires 1958. Págs. 157 y 158. acción subversiva. La debilidad de carácter de tal ministro, incrédulo y amorfo, lo señala como agente subversivo. Todo alumno que arme jaleo está teledirigido por los grupos maoístas (sic!)'152 Y he aquí otra afirmación significativa: 'Estamos aquí en el límite de la psicosis, peligrosa en sí misma que puede conducir a reacciones ciegas (sic!). Tampoco sirve de consuelo saber que la psicosis es general, que las organizaciones izquierdistas ven la mano de la CIA en cualquier operativo policial'153 Adviértanse los peligros de estas interpretaciones. Es evidente que esta ambientación favorece la persecución de cualquier disidencia, a la que se disfraza de 'accionar subversivo'. Empero, este argumento no invalida la realidad de que hubo un verdadero accionar subversivo que había que necesariamente contrarrestar. Lo censurable es la extensión hacia campos ajenos que de esta metodología se llevó acabo (en rigor de verdad, la propia metodología, por la fuerza interna de su lógica, se extendía de ese modo). Y se usó, ademas, la herramienta de los prejuicios y estereotipos. Desde la óptica del prejuicio, puede afirmarse que para clarificar dicha imagen es necesario rotular, 'etiquetar' al miembro del endogrupo – blanco (exogrupo). Esto debe ser así para polarizar el 'odio disponible' que gira en el vació hacia el o los integrantes de un exogrupo determinado. Así tenemos, por fin, un enemigo etiquetado para poder asaltarlo con prejuicios. ¿Quiénes estaban expuestos al 'etiquetado'?. Aquellos que de cualquier modo y por cualquier motivo se oponían a los sujetos activos del prejuicio, sus hacedores, quienes en el caso argentino tuvieron además arbitrio y poder. Allport responde a la pregunta en igual sentido: '… todo aquél que favorece alguna forma de cambio social es llamado comunista. La gente teme al cambio social es la que manifiesta una tendencia más acertada a colgar el rótulo a todas aquellas personas o prácticas que les parezcan amenazadoras'154 Para entender mejor la cuestión es necesario situarse en la escala de valores, en la Weltanschauung de los años '70. la bipolaridad, el 'imperio del mal' (URSS) vs. 'alidado natural' (USA), Argentina 'parte de occidente', la infección de la DSN en las Fuerzas Armadas y, de rebote, en toda la Nación, etc. Empero, hay un aspecto que subyace en esta somera reseña de pautas; la casi absoluta subestimación de la población por parte de las élites gobernantes. El hombre concreto era considerado como una cosa inerte, fácil de manipular, moldeable, siempre bien dispuesto a ser informado con fragmentos de doctrinas y recetas ad hoc. En nuestro caso específico la DSN es una causal fundamental. No hay que perder de vista lo que ya he señalado: el diseño de la doctrina para su efectivización en regiones periféricas habitadas por coloniales, ciudadanos 'de segunda'. Precisamente esa subestimación transformó a los habitantes de la Argentina en ciudadanos de segunda; en un montón de coloniales inconcientes dispuestos a correr en la dirección que se les ordenara. Alguien comparó a nuestro país con una gigantesca estancia conducida con mano de hierro por capataces oligárquicos. Yo diría que a partir del injerto de la DSN, la Argentina se convirtió en una extensa plaza de armas en la que nosotros, los ciudadanos reducidos al status de coloniales inconcientes, practicábamos orden cerrado todo el día. La intrincada constelación del poder: gobierno, comunicadores, intelectuales varios, impartían las voces de mando. Y nosotros obedecemos. 152 R. Muchielli, La subversión. Buenos Aires 1981. Págs. 128 y 129. 153 Op.Cit. Pág. 129. 154 G.W. Allport, Idem. Pág. 209. Mas este 'nosotros' es amplísimo, cuantifica en forma descomunal. Incluye al endogrupo Fuerzas Armadas, quien creyó servir a una causa justa (en principio lo hizo), pero terminó al servicio de los intereses macropolíticos. Lo verdaderamente grave, acaso peor que la violencia material en el período 1970 – 1980, fue la desubicación ideológica, la carencia de conciencia cabal de los intereses en juego. La voz de mando ordenó: A la derecha... ¡Carrera Mar! Sin saber a ciencia cierta, por qué la (generalmente una tropa de reclutas no tiene una idea muy clara que digamos, del porqué la práctica del orden cerrado), todos corrimos en aquella dirección. Pusimos la calcomanía – los Argentinos somos derechos y humanos – y aquella otra: Usted tiene derecho a vivir en libertad. Y las monsergas anti – URSS que publicaba, entre otros semanarios, la 'occidental y cristiana, revista GENTE ( ¡Cuándo no!). Esto implica una disociación: obrar de una manera y pensar de otra. El sujeto se ve compelido a transitar un camino designado que lo lleva a regiones del pensamiento que son francamente periféricas. Debe eludir respuestas comprometedoras. Así, con su espacio semiótico cercenado, se convierte en partícipe de una cultura prefabricada. La hora de la cultura estúpida había llegado. Una cultura de calesita, giratoria en su insignificancia, pedazos de realidad. Como armar un libro con fragmentos de otros textos, tomados al azar. En síntesis: una suma de 'algos'. La clave del éxito consistía en encontrar la llave de acceso para poder interpretar el mensaje diseminado – la voz de mando en la plaza de armas). Entonces, una concepción cuadriculada y mezquina de la moral bastaba para activar el sortilegio. Era punto de partida. Sólo importaban las meras caracterizaciones que aplastaban lo interno, lo profundo y sus condicionamientos, bajo una gruesa capa de convencialismos inducidos. Había que amoldarse al estricto autorizado y lucir una imagen ficticia. Lo 'moral' así entendida, invadió todo, incluso el arte. Por eso la ópera Bomarzo de Alberto Ginastera fue prohibida durante el gobierno dictatorial del general Onganía (caño: duro por fuera y vació por dentro) por 'aludir al sexo en forma excesiva'. Pero años después, con el general Videla en el poder, la ópera fue rehabilitada. Como es sabido, Alberto Ginastera fue un compositor de renombre internacional. Mas lo importante aquí, es el aspecto actitudinal. Porque las dos conductas – prohibición y rehabilitacón – constituyen las dos caras de una misma moneda: la imposibilidad y la adhesión automática. La prohibición de Bomarzo soslayó el hecho de la naturaleza inmoral de los argumentos de otras óperas o dramas musicales: por ejemplo, el incesto de Siegmund y Sieglinde en Die Walküre (Richard Wagner, 1856), el adulterio en Tristan und Isolde (Richard Wagner, 1859), las conductas equívocas de Alfredo Germont en La Traviata (Giuseppe Verdi, 1853), la pornográfica aria cantada en una bañera en Neues von Tage (Paul Hindemith, 1935) y Lulu (Alban Berg, 1935) ejerciendo la prostitución en la vieja Europa. En síntesis, la rehabilitación, la concesión de la indulgencia por decreto. De este modo, lo 'inmoral' deviene 'moral' en forma casi automática. No es un orden transcendente el que rige los cambios, sino las caprichosas evoluciones de los estereotipos – los cuales tienen la palabra – a los que nosotros, coloniales inconcientes practicando orden cerrado en la plaza de armas. Era necesario esperar las señales (voces de mando) para hallar los estereotipos y las pautas aprobadas. Si las mismas eran inocentes y asépticas, buen indicio. Si eran decididamente estúpidas, ¡tanto mejor! La cuestión era minimalizar las fluctuaciones, buscar la seguridad a través de la eliminación de la sospecha. A cualquier precio, inclusive imitando al personaje del humorista Landrú: Rogelio, el hombre que razonaba demasiado y concatenaba en forma delirante. La consigna fue: antipensamiento como condición de proteción. Comportarse en una forma absurdamente 'esperada' según las pautas, adoptando una postura artificiosa al estilo del 'juego de las visitas', significó finalmente el triumfo de la cultura estúpida. Fue moneda corriente escuchar a profesores de la escuela secundaria decir que era muy bueno practicar deportes con asiduidad, porque de este modo los jóvenes se cansarían, agotarían el físico y …¡no les quedaría tiempo para pensar! Como colocar una prótesis para evitar el dislocamiento del sistema. Desde esa óptica arrojar papelitos en la cancha durante el Campeonato de Fútbol de 1978 y salir después a la calle a golpear bombos y cacerolas y tocar la bocina de los autos como enajenados, fueron conductas apropiadas, 'valiosas' porque 'impedían pensar'. Cabe aclarar que este aspecto puntualizable no estamos demasiado lejos de la bufonería (Cfr. Allport): los coloniales inconcientes son felices. Salen a la calle y se aturden para no pensar. ¡Esas eran las conductas esperadas! El director técnico de la selección nacional, César Luis Menotti, dijo que el principal obejetivo del mundial era 'llevar alegría al pueblo'. En rigor de verdad, aquello no fue más que una prótesis, un miserable sustituto para paliar las frustraciones (entre ellas la guerra sublimitada), que a pesar de los hechos, la gimnasia y todo el arsenal de la cultura estúpida, podía ser percibida por la mayoría. Frente a estas reflexiones tengo la impresión de que el problema de la guerra sublimitada fue muy complejo para los 'cerebros' conductores del Proceso de Organización Nacional. Se toparon con un oponente que hablaba un idioma diferente y usaba una lógica diferente. Y para colmo de males, la herramienta de la DSN era un injerto y la influencia de los grupos dominantes era grande. Por estas razones, entre muchas otras, ante el fenómeno cultural de la subversión, sólo pudieron oponer las recetas anodinas del antipensamiento y la represión policial: en pocas palabras, cultura estúpida. A esta altura, creo que es lícito preguntar cuáles eran dables de esperar de aquellos que no se resignaron a ser parte de esa cultura, es decir bufones de circo. Ya he mencionado la adulación y el servilismo; el apartamiento y la pasividad. Pero, ¿y más allá? Dentro del contexto esbozado, ¿fueron posibles los desajustes psicológicos severos? ¿Qué pudo haber ocurrido con aquellos 'rótulos' en forma desfavorable, los que no encajaron en el molde impuesto de perfecto imbécil? 'Si puede hacerse alguna generalización, sería la de que las víctimas del prejuicio aprenden a vivir en una condición de parcial disociación. En tanto puedan moverse libremente y actuar con naturalidad dentro de su propio endogrupo, se las arreglan para soportar (y quitar importancia) a los desdenes que sufren de afuera y se habitúan a esta escisión en su forma de vida'155 Esto es solamente una hipótesis que debe ser corroborada por especialistas. Pero, cualquiera que fuese el resultado de las investigaciones, el solo hecho de lograr legitimación para formular el interrogante, habida cuenta de los antecedentes y circunstancias subyacentes, indicativo del daño ocasionado. 155 GW. Allport. Idem. Pág. 209. Capítulo 14 Muchas Tropas riendo en las calles I 'Nadie busca la guerra. Nadie debe buscar la guerra. Pero los hombres de armas tienen el deber de hacer planes de guerra, de manera que la guerra no los tome desprevenidos, por ningún lado y en ninguna circunstancia. Y por esto preparan planes. Son los planes de guerra, en que dentro de lo humanamente posible, todo está previsto. ¿Qué dirían los hombres de armas a quienes se les aconseja destruir sus planificaciones y no sustituirlas por otras, y por muy especiosas y verbalmente convincentes que fuesen las razones? ¿Y qué pensarían de quienes, además de destruir sus planes, recomendaran desorganizar voluntariamente a sus ejércitos, anarquizar sus cuadros, para volver a combatir en hordas' Raúl Scalabrini Ortiz (Bases para la reconstrución nacional) ¿Qué fue lo que hizo el alfonsnismo con respecto a las cuestiones con respecto a las cuestiones señaladas en capítulo anterior? En primer lugar invirtió los sentidos de circulación. Utilizaré nuevamente la metáfora de la plaza de armas: lo que hizo el gobierno surgido en 1983 fue impartir una voz de mando. Pero las categorías se mantuvieron intactas. El alfonsinismo a partir de su triumfo electoral tuvo decisión, arbitrio y poder. Y los utilizó con las variante de modificar los estereotipos, las pautas y los métodos de selección, acentuación e interpretación. Además, como dije anteriormente, repotenció el resentimiento y el prejuicio, apuntando al nuevo grupo blanco cual fue las Fuerzas Armadas en general y el Ejército en particular. La oportunidad psicológica la ofreció la derrota de la guerra del Atlántico Sur, lo cual significó la ruptura de la cadena de mandos y la desmoralización masiva del personal. Tal desmoralización estuvo incrementada por la mala con conciencia de muchos de los oficiales y suboficiales – en especial de la fuerza ejército – referida al conflicto sublimitado. Asimismo, muchas de las fisuras que se mostraron durante la ejecución de las operaciones antisubversivas, las que actualizaron aquella oposición entre la 'guerra de papel' y la 'guerra en la realidad' de la que ya hablaba Clausewitz. En otras palabras, las fricciones pueden ser conceptualizadas como: '...los rozamientos o disensiones producto del choque de personalidades en la solución de los problemas militares, que ocurren en tiempo de paz y de guerra, en cualquiera de los niveles del mando'156, sin olvidar tampoco que 'en la guerra son 156 Coronel Suárez. Op.Cit. Pág 174. relativamente frecuentes las fricciones entre quien manda y quien ejecuta, así como en los integrantes de los órganos de comando'157. Reitero: el alfonsinismo no diferenció a los individuos de la institución (con respecto a la 'guerra sucia'). Instrumentó una campaña antimilitar indiscriminada, sin buscar en ningún momento ni la verdad como así tampoco la justicia. El objetivo, hablando claro, fue la destrucción de las Fuerzas Armadas. Y para conseguirlo utilizó el mismo arsenal de aquéllas; una variación de la DSN (lo que quedaba de ella) dirigida en sentido inverso. ¿Las Fuerzas Armadas utilizaron una doctrina que involucraba a toda la población como 'enemigo probable'? Pues el alfonsinismo creó una teoría del enemigo que fue el molde para contener a las Fuerzas Armadas como tales. ¿El 'proceso' subestimó a la población catalogándola como coloniales inconcientes? El alfonsinismo hizo lo propio. Para decirlo de otra forma: en lugar de plantear la compleja problemática desde una perspectiva nacional, se enfocó el asunto desde el punto de vista meramente endogrupal: una riña entre endogrupos. Curiosamente, a pesar de la naciente democracia y la democratización conjugada en todos los tiempos verbales, la población seguía en estado de 'mayoría silenciosa' aunque aturdiera con sus cantos en las manifestaciones callejeras. Mientras el 'proceso' calificaba cualquier disidencia como 'accionar subversivo', el alfonsinismo tildaba de 'desestabilizador' a cualquiera que osara criticar a su gestión. La plaza de armas estaba muy concurrida. La plaza de armas seguía vigente. La voz de mando ordenó: ¡Atención!... Resultó entonces que los argentinos no habíamos sido tan 'derecho' ni tan 'humanos' como adoctrinaba la famosa calcomanía; que en rigor de verdad no habíamos 'vivido' en libertad, como adoctrinaba la famosa calcomanía; que en rigor de verdad, no habíamos 'vivido en libertad' y que la URSS, como todo lo comunista, no había sido tan mala y perversa después de todo. En otras palabras, otro cambio de frente... Conviene repetirlo: los cambios de frente fueron ejecutados sin que nos diéramos cuenta – en un primer momento – de su por qué. Igual que los pacientes de un oftalmólogo que se prueban las diversas lentes que éste le ofrece. Luego de varios ajustes y ensayos, el paciente consigue el par de anteojos que le permitan ver bien la realidad, es decir la realidad del cosmos. La única pequeña gran diferencia consiste en que nosotros los argentinos no eligimos los anteojos. Nos los colocan y listo. Los adoptamos obedientemente y sin discutir. Desde luego que la inversión de papeles no debe ser entendida como algo simétrico. La realidad es compleja y los grupos se hacen y deshacen de maneras no siempre acordes con lo que sería previsible esperar. Una manera de enfocar el problema consiste en pasar revista a los actores, a los grupos que intervinieron en el proceso post-malvinas: Por un lado las Fuerzas Armadas del 'proceso' portadores de un conjunto de categorías y valores que ahora (1983) chocaban frontalmente alrededor de la convicción de ser defensores de la 'causa de occidente', una concepción cuasi aristocrática de algunos de sus miembros en el sentido social vinculado con el reforzamiento desmedido del lazo endogrupal y como remate de ello una visión elitista y, aspecto muy importante, el mito de la invencibilidad actualizado y reforzado merced a la lectura unilateral de la guerra sublimitada (1969 – 1980). 157 Idem. Pág. 174, Claro está que estos valores – ejes cohesivos de la institución se hicieron jirones luego de la derrota de Malvinas (advierto que durante mi exposición centraré el análisis en el problema del Ejército). Primero la ruptura de la cadena de mandos, la puesta en evidencia del personal que en las islas no estuvo a la altura de los acontecimientos y la desmoralización generalizada. Malvinas posibilitó que surgiera la 'mala conciencia' (por concatenación) sobre lo actuado durante la guerra sublimitada. Cabe destacar que la conducción superior poco hizo para asimilar mejor este rudo golpe (¡nuevamente la zarpa del general Baquetón!). Antes bien, inició ella misma la campaña de desmalvinización y la falsa autocrítica de la guerra sublimitada. Un aspecto a considerar: la recepción de los ex-combatientes en el continente. El recibimiento fue una especie de 'negación inicial' del problema. A modo de ejemplo transcribiré algunos testimonios: '… el recibimiento previsto no contribuyó a levantar la moral. Un oficial de Comandos comparaba un detalle significativo en tales circunstancias: «lo primero que hicieron los ingleses en San Carlos fue darnos un vaso grande con jugo de tomate y un pan»: En cambio, en Madryn no nos dieron ni un café' 'Amargamente sintetiza otro: ' me despidió mejor el enemigo que la propia tropa'158 'Hierve mi sangre, inmersa en una rabia feroz; me siento con derecho a inferir que, siendos vencidos, la superioridad entiende que sólo merecemos el más absoluto desprecio, falta de consideración y total indiferencia y, lo más grave, demuestra una irreverente irrespetuosidad por sus muertos y heridos en una batalla en la que debieron enfrentar al enemigo sin tener «con qué» por falencias que son responsabilidad exclusiva de quienes condujeron la guerra, no de sus combatientes. Entramos por la puerta «de servicio y de atrás» al país, a escondidas, como si fuéramos una vergüenza para la Nación'159 Estimo que los testimonios consignados alcanzan para brindar una idea de lo que significó esa 'negación inicial'. Malvinas fue el golpe que desarticuló a las Fuerzas Armadas y las convirtió en objeto para ser destruídas. Claro está que esa destrucción no fue instantánea. Fue un proceso que se desarrolló en el tiempo y que utilizó en su provecho las contradicciones (entendidas como elementos con aptitud de disolución) que había en su seno. Tal es el caso de aquello de efectuar 'vigilancia discreta' sobre el personal de soldados conscriptos y, en percepción extensiva del 'Caballo de Troya' que bosquejaba a la masa de ciudadanos incorporados a las filas: el Estado dentro del Estado, la falta de contacto pleno con la población además del 'enemigo está en todas partes', las actitudes de algunos oficiales y suboficiales con respecto a la cuestión civil- militar; todos estos factores fueron como semillas que al ser plantadas no fueron consideradas, por los responsables de la conducción superior de la guerra sublimitada, como poseedoras de la entidad suficiente como para promover en el futuro la destrucción de la totalidad que les había dado origen. Esa totalidad, en términos hegelianos, podría ser entendida como afirmación (TESIS),es decir posición a ser negada. Partamos de la base de que en el período post-Malvinas, había en forma actual e inmediata, dos presupuestos cuales eran la guerra sublimitada (guerra sucia) portando sus gérmenes disolventes, sumada a la problemática de los 'desaparecidos' (corolario de la DSN) y la derrota convencional de Malvinas. Estos presupuestos estaban relacionados mediante el hecho de la 158 I.J. Ruiz Moreno, Comandos en acción – el Ejército en Malvinas. Buenos Aires 1989. Pág. 437. 159 Tte Cnl (R) I. Piaggi. Ganso Verde. Buenos Aires 1989. Pág. 159. ruptura de la cadena de mandos (insinuada en la guerra sublimitada) y el conflicto era entre victoria militar y derrota política. Ahora bien, a partir de 1982 empezó a potencializarse la antinomia 'civiles y militares' la cual, destaco, existía desde el período anterior (guerra sublimitada) aunque en forma críptica. Por otra parte, el alfonsinismo pretendió hacer una distinción entre los hombres y la institución, es decir personal de cuadros y Fuerzas Armadas. En realidad una división de responsabilidades. Para ello ensayó una estratificación en tres niveles: primero los oficiales que impartieron las órdenes (nivel estratégico operacional), luego el personal de cuadros - oficiales y suboficiales - que ejecutaron dichas órdenes (nivel táctico) y, por último, aquel personal que se hubiese exedido en la ejecución de las órdenes impartidas. Este proyecto (eximición de la responsabilidad por la 'obediencia debida') fue rechazado por el Congreso en 1983. La ley de 'obediencia debida' fue sancionada despues de las crisis de Semana Santa (1987). En la presente exposición dejaré de lado los aspectos políticos coyunturales porque quiero profundizar el análisis de lo que fue el proceso de destrucción de las Fuerzas Armadas. De lo expuesto hasta ahora surge la siguiente conclusión: en un primer momento se intentó (se manifestó) distinguir a lo hombres de la institución. Más aún: el blanco principal lo constituyó las sucesivas juntas militares. Esta distinción pretendida provocó una estratificación amplia. De un lado, las sucesivas juntas (generalato). Del otro al resto del personal de cuadros (personal y subalterno). Y es en este preciso momento, cuando la ruptura de la cadena de mandos adquiere relevancia. Dicha ruptura facilitó la estratificación en el sentido que ese 'resto' amplio percibió por lo menos por un grado de insinuación - la posibilidad del autosaneamiento de la institución. No hay que olvidar tampoco, que importantes sectores del ejército votaron a Alfonsín. Esta afirmación debe ser confrontada con aquella otra de que la victoria del alfonsinismo fue una sorpresa para los militares, en relación con la ley de autoamnistía que iba a ser convalidada por Italo Lúder. La confrontación no anula la validez de la primera afirmación. Para su abono puede decirse que el antiperonismo es tradición en una buena parte de la oficialidad del Ejército. En efecto, el general Perón concedió muchos beneficios a la suboficialidad durante sus dos primeros gobiernos. Estos beneficios licuaron la rígida estratificación que había entre el personal superior (oficiales) y el personal subalterno (suboficiales). Por ende la concepción elitista quedó resentida en la cosmovisión castrense. Porque lo deseable era lo anterior, lo rígido. El analista Alain Rouquié interpreta la cuestión de la siguiente manera: 'La barrera infranqueable colocada entre oficiales y suboficiales puede engendrar en éstos un sentimiento de frustración muy fuerte y, en aquellos, la conciencia de pertenecer a una élite que lleva gérmenes de un verdadero espíritu de casta'160 Y en nota a pie de página, Rouquié agrega la siguiente apreciación, que si bien la considero exagerada y no plausible de ser aplicada a la mayoría de la mayoría de la oficialidad, es adecuada para calificar las actitudes de algunos miembros del 'personal superior': 'Un pequeño hecho nos parece simbolizar las relaciones entre oficiales y suboficiales tales como los como los desean. La escuela para los suboficiales, fundada en 1904 como una especie de subColegio Militar, toma, algunos años después, el nombre de la Escuela Sargento Cabral. Ahora bien, si le creemos a Mitre... el Sargento Cabral, humilde mestizo de la provincia de Corrientes, sólo quedó en la historia por haberse hecho matar salvando la vida de su jefe, el General San Martín'161 160 A. Rouquié, Idem. Pág. 87. 161 Idem. Pág. 87. Y en este sentido Perón efectuó una serie de reformas importantes. Por ejemplo, en 1948 el personal de suboficiales fue autorizado por ley, a votar. También obtuvieron beneficios en materia de vivienda. Desde el punto de vista externo, se introdujeron cambios. Así los suboficiales superiores tuvieron un aspecto bastante similar al de los oficiales. Asimismo, un ley de 1950 implementó un procedimiento para que un suboficial pudiera ser promovido a la jerarquía de oficial. Con referencia a estos tópicos, debemos tener presente el siguiente aspecto divisible en dos facetas: por una parte la relativa homogeneidad social de los suboficiales (clase media, media alta y media baja) que los situaba en el plano similar al del común de las clases trabajadoras, esa clase que a partir del 17 de octubre de 1945 recibió de las clases 'superiores' (en especial la masa media) epítetos tales como 'aluvión zoológico', 'turbamultas fecales', 'cabecitas negras', 'turba resentida', 'analfabetos juramentados', 'bajo pueblo', 'miserable pueblo', 'horda silenciosa', 'hez de nuestra sociedad', etc. Para expresar en forma sintética, todo este catálogo no fue más que un signo de la rabiosa impotencia que exteriorizaron aquellas clases sociales que temieron la pulverización de su frágil statu quo, ante el avance de los grupos 'marginales'. En otras palabras, una apuesta al inmovilismo. Y, por otra parte, debe mensurarse el conocimiento que Perón tenía sobre los suboficiales: 'Puesto que al comienzo de su propia carrera había servido en la Escuela de Suboficiales, Perón tenía muchas relaciones con los sargentos del Ejército y conocía de cerca sus intereses profesionales y personales'162 Todos estos factores constituyeron el punto inicial de una serie de conflictos que incubaron un germen: la división del endogrupo ejército (caso particular) en dos sub-endogrupos (oficiales y suboficiales). Por caso, la intentona del general Menéndez contra Perón en 1951 fracasó, entre otras causas, por lo que Potash explica de siguiente modo: 'Las demoras ocasionadas por el aprovisionamiento de los vehículos a un oficial y a varios suboficiales entorpecer los planes y alterar los tiempos calculados'163 Y refiriéndose a la situación de muchos suboficiales luego de la caída de Perón en 1955, Potash apunta: 'Los suboficiales, cuya lealtad se había demostrado en el pasado, también debieron abandonar el servicio en grandes cantidades'164 Situaciones parecidas se produjeron durante los alzamientos de 1956. No relataré los pormenores de aquél evento. Solamente diré que profundizó la brecha entre los dos sub-endogrupos. Pero hay otro factor que tuvo mayor incidencia en lo que respecta al por qué del antiperonismo en la oficialidad del Ejército. Sus antecedentes hay que buscarlos justamente en los levantamientos de 1956. Como consecuencia de la asonada fueron fusiladas 27 personas entre civiles y militares. En muchos casos ni siquiera hubo juicio sumarísimo. En otros sí los hubo, resolviendo los tribunales 162 R.A. Potash, El ejército y la política en la Argentina - 1945-1962 de Perón a Frondizi. Buenos Aires 1984. Pág. 168. 163 Op.Cit. Pág. 187. 164 Idem. Pág. 293. militares no aplicar la pena de muerte. Sin embrago, un decreto, el Nº 10.364 de junio de 1956, derogó aquella resolución, ejecutando en consecuencia a los procesados. Sobre la actuación de algunos miembros del partido peronista luego del golpe de Estado de 1955 (el partido peronista proscripto de tal modo, que el decreto 4161 había prohibido mencionar la palabra 'Perón') existen diversos comentarios y apreciaciones, por ejemplo: 'A partir de setiembre de 1955, un grupo de activistas que se denominó «Resistencia Peronista» produjo numerosos actos de terrorismo. Desde de aquella fecha hasta el llamado a elecciones en 1957 se hicieron estallar 7000 artefactos explosivos, más que en todo el conflicto colonial de Francia en Argelia'165 Un punto de vista similar, aunque de estilo más virulento, es el efectuado por los autores de un libro de historia política y constitucional integrante de la denominada 'historia oficial': (con referencia al alzamiento de 1956): 'El 9 de junio de 1956 se produjo un levantamiento militar con el objeto de deponer al gobierno provisional y permitir la restauración del peronismo... el 12, el general Juan José Valle, jefe militar de la insurreción, fue ejecutado, luego de ser juzgado por un Consejo de Guerra. Ese mismo día se hizo conocer los detalles de la sublevación y de los actos vandálicos que proyectaban realizar los insurrectos, puntualizándose que se trataba de una alianza entre peronistas y coumunistas que operaba a través de una organización de tipo celular'166 (sobre las ideas de Perón): '... reflejaron una mentalidad y estilo de gobernar encaminado a destruir la convivencia pacífica. No fue por tanto, casualidad, que, desplazado de su gobierno, Perón haya sido promotor del terrorismo...'167 '... el gobierno militar debió enfrentar la acción disolvente desplegada desde Madrid, a través de diversas agrupaciones guerrilleras...'168 '... El peronismo que siempre había exhibido un gran vacío doctrinario, se orientaba ahora, a través de las manifestaciones de su líder, hacia el marxismo'169 'En cumplimiento de las instrucciones de Perón, se desató en la Argentina la guerrilla y el terrorismo. Se produjo el intento inicial de Taco Ralo, en septiembre de 1968, y se organizaron el Movimiento Revolucionario Peronista y el Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara'170 Por último, para finalizar con esta sintética enumeración, transcribiré fragmentos de un artículo publicado en la revista EXTRA (Nº 55 - Febrero de 1970) titulado: 'La rebelión de los Tenientes'. Dicho artículo es, en mi opinión, significativo, porque revela las posturas antagónicas en el seno del Ejército y sirve para sostener la tesis de la concatenación «Peronismo Subversión» que 165 General de División (R) R.G. Díaz Bessone, Guerra revolucionaria en la Argentina (1959-1978). Pág. 81. 166 R. Carranza, A Rodríguez Varela, E. Ventura, Manual de Historia Argentina y Constitucional Argentina (1776 -1976. Buenos Aires 1986. Pág. 348. 167 Op.Cit. Págs. 337 y 338. 168 Idem. Pág. 372 y 373. 169 Idem. Pág. 373. 170 Idem. Pág. 374. sustentaría una franja mayoritaria de la oficialidad del Ejército. El tema principal se centra en un proceso de justicia militar iniciado en aquél año contra los Tenientes Francisco Licastro, José María Valoni, Julio César Vergara y Carlos Pastoriza. El delito imputado: 'actividades marxistas'. Entre otros temas: señala el artículo - las acusaciones se fundamentaban en que estos oficiales (de los que Licastro sería el elemento más peligroso), estarían conectados con el escritor Hernández Arregi, de confesada ideología marxista; ello por cuanto habían concurrido a mediados de 1969 a una conferencia dictada por aquél en la Franco Argentina, titulada: ¿Qué es el Nacionalismo? El hecho es noticia, máxime por tratarse de oficiales de excelente trayectoria profesional. El basamento ideológico de estos Tenientes podría sintetizarse con los siguientes postulados: Un contenido histórico nacional y popular expresado por la línea San Martín - Rosas - Perón; la necesidad de un Ejército que no sea policía de represión sino que esté del lado del pueblo, ya que los problemas sociales y económicos deben ser solucionados mediante resortes económicos y sociales y no a tiros (para tirarle al pueblo hay que tener la conciencia muy limpia y estar seguros de qu se ha hecho todo lo posible para mejorarlo y dignificarlo); los verdaderos enemigos son los grandes monopolios capitalistas y apátridas'. El mismo caso fue tratado por la revista INEDITO (Nº 68 - Octubre de 1969" '...lo único que se ha comentado con perplejidad es que, por primera vez, el Ejército, por primera vez admite que puedan existir oficiales de ideología comunista. Por cierto, la calificación no es exacta; a lo sumo documenta a lo sumo en el plano militar a la reiterada costumbre de la oligarquía argentina de motejar ideológicamente a cualquier tendencia que se le oponga' No me detendré demasiado sobre estas cuestiones. Lo que sí quiero destacar es que ya existía (y existe hoy: 1982) una suerte de 'tradición antiperonista' dentro de las Fuerzas Armadas, en especial en el cuadro de oficiales de las mismas. Digo Fuerzas Armadas aunque me haya referido a los problemas del Ejército. La generalización en este caso es válida. Basta recordar la actuación de la Aviación Naval el 16 de junio de 1956 para corroborar lo aseverado. Sintetizando: importantes sectores de las Fuerzas Armadas votaron al alfonsinismo. Una de las causas de esta polarización hunde sus raíces en la mencionada 'tradición antiperonista'. Mas hay otra causa que tiene estrecha vinculación con la primera: la identificación entre 'peronismo' y 'barbarie'. Esto debe ser articulado con el status de referencia de las Fuerzas Armadas. Dicho status, reforzado por la concepción elitista (espíritu de casta), anhelaba la instauración de un sistema estático, bien definido y estratificado, que pudiera ofrecer a los uniformados una dimensión absoltutamente desproporcionada (los defensores de la 'causa de occidente') y aderezada con un aristocratismo apócrifo, reemplazo de los títulos nobiliarios. Una Weltanschauung de tales características no podía permitir que nadie la desetabilizara. Esta fue una finalidad, un desideratum, compartido con los grupos domimantes. Civilización es igual a 'orden impuesto'. Hernández Arregui captó la quintaesencia del problema al comentar un artículo de La Nación: '... si Mitre - la oligarquía porteña - fundador del diario, no está muerto en espíritu; tampoco están muertos los que en vida se opusieron al predominio de Buenos Aires sobre el resto del país. Y entre las montoneras vencidas del siglo XIX, y sus herederos, los obreros argentino de hoy, en gran parte de origen provinciano, hay un tejido histórico, cuyas hebras rojas no escapan a la percepción óptica, reflexiva y atenta de esa oligarquía de espaldas al país. El odio al pasado se mantiene encendido hasta el presente. La oligarquía portuaria sigue viendo en las provincias la imagen irredenta de la «barbarie». Y al mismo tiempo, el peligro latente de la Revolución Nacional. El diario La Nación, el 1º de setiembre publicó un meditado y calumnioso editorial titulado PATRIA GRANDE Y PATRIAS CHICAS... El motivo del mismo es anudar el pasado al presente, a las montoneras con las masas obreras peronistas'171 Dos concatenaciones de ideas y hechos, pasado y presente, informaron una concepción en la cual las ideas - la ideología - se divorciaron de la realidad para dar lugar a aquello de 'dos cosmovisiones', dos países. En suma: un primer momento con una institución fragmentada en 'cúpula' y 'resto'. Ese resto subconjunto amplio - vislumbrando la posibilidad de autosaneamiento y de remitir el papel de 'chivo expiatorio' a dicha cúpula exclusivsmente. Es decir, fortalecer la idea de distinguir a los hombres de la institución. Justamente aquí fue donde se produjo el grave error de apreciación de los que creyeron sinceramente en las intenciones declamadas por el alfonsinismo de transformar a las instituciones castrenses en un instrumento útil al servicio del Estado. Una conducta pragmática hubiera sido, en efecto, adscribir a las 'cúpulas' el papel de chivos expiatorios de todo lo llevado a cabo por el 'proceso'. De ese modo las Nuevas Fuerzas Armadas habrían nacido de los mandos medios y del personal subalterno, o sea el amplio 'resto'. ¿Acaso la Bundeswehr (el nuevo Ejército Alemán) no fue estructurado sobre la base de la participación de muchos efectivos pertenecientes a la vieja y desprestigiada Wehrmacht (El Ejército de Hitler)? Ciertamente, tuvieron lugar marchas y contramarchas. Pero hubo algo muy claro: la necesidad de un nuevo Ejército. Ahora me referiré al tema de las contramarchas que operaron como vectores inconducentes en dicha reestructuración. Por ejemplo, el conflicto 'Ejército vs. Democracia'. Un especialista, Jorge Vigón, al tratar el tema de la formación del nuevo Ejército Alemán, comenta la actitud inicial de los organizadores de ese cambio: '... parece que no tuvieron los organizadores otro cuidado que el de asegurar a todos que no va a ofrecerles el menor peligro de amenaza ofensiva. Y como siempre los neófitos aspiran a ser los más celosos observantes del culto, estos demócratas que declaran no tener aún adaptada la vida de la comunidad a las exigencias del sistema, se esfuerzan en un empeño teórico y desmedido para compaginar ejército y democracia'172 La analogía entre estos conceptos y la 'ideología del pacifismo' ya comentada, posiblemente era bastante más que una simple coincidencia. Tampoco fue casualidad el hecho de que algunos autores efectuaron comparaciones entre la Argentina del 'proceso' y la Alemania nazi. Esta comparación constituye el segundo momento del proceso de destrucción de las Fuerzas Armadas Argentinas. Efectivamente, la clave debe ser buscada - otra vez - en el concepto de estereotipo. Había un molde, una pauta de lo que era el 'autoritarismo', palabra que fue empleada hasta el cansancio a partir de la admistración alfonsinista para definir y catalogar un conjunto por demás extenso y heterogéneo de conductas y situaciones. Pero si el autoritarismo tenía una modélica, un paradigma y referente histórico: la Alemania nazi (también la Rusia Soviética, aunque sin la abundantísima difusión y propaganda de aquella, y sin olvidar, claro está, que para 1983 la voz de mando había ordenado que la URSS no era ya tan mala y perversa). 171 J.J. Hernández Arregui, Nacionalismo y liberación, Op.Cit. Págs. 151 y 152. Los subrayados son míos. 172 Departamento Blank. El nuevo ejército alemán. Madrid 1956. Pág. 10. Un buen ejemplo de este procedimiento es el prólogo del libro "Fuerzas Armdas y Democracia" escrito por el general Graf von Baudissin. Dicho prólogo sirve para bosquejar la metodología que estoy comentando. Es conveniente destacar que el general von Baudissin es uno de los nunca bien ponderados 'generales de la paz', es decir pertenece al grupo de hombres que por un motivo u otro renegaron de sus primogenias lealtades para ponerse a tono con los nuevos tiempos. Un antecedente de esta clase de actitudes es la del mariscal von Paulus, comandante del Sexto Ejército Alemán, luego aniquilado en Stalingrado durante la Segunda Guerra Mundial, el cual integró, luego de haber sido hecho prisionero, el 'Comité de los Oficiales Libres', de tendencia antinazi. Además, es bueno rememorarlo, tal fue el grado de identificación de von Paulus con el nuevo régimen (Soviético) y despues de finalizada la contienda prefirió vivir en el sector oriental de la dividida Alemania. Es así que algunas de las apreciaciones del general Baudissin conforman una especie de analogía entre la Argentina del 'proceso' y la Alemania Nazi. Decía este alto oficial, que el renacimiento de la República Alemana estuvo subordinada a la condición de recrear en forma integral a sus Fuerzas Armada. A renglón seguido expresaba que la situación argentina requeriría una recreación semejante. Esta analogía es impropia. La imbricación entre lo que había sido la Wehrmacht y las formaciones especiales SS y la vida alemana durante el reinado nacionalsocialista, fue mucho más profunda que la que pudo existir en la vinculación entre las Fuerzas Armadas Argentinas y el resto de la población, grupos de tareas incluídos. El fenómeno de la Alemania Nazi, la experiencia totalitaria germana, fue una concepción del mundo, una Welstanschauung, al decir de Lukács, 'la síntesis demagógica de la filosofía del imperialismo alemán...'173 Fue la gran apelación a los peores instintos del pueblo alemán...'174. Además fue un proyecto expansionista de vastos alcances y con otros puntos de apoyo en argumentaciones pseudobiológicas y racistas, las cuales no fueron otra cosa que 'el pretexto ideológico para hacer a los ojos de las masas la conquista y el sojuzgamiento de toda Europa, la destrucción nacional de los pueblos eruopeos'175. Estos hechos no pueden compararse con nuestro 'proceso'. Primero, porque las comparaciones por analogía dejan de lado las circunstancias particulares. Segundo, a pesar de la subestimación de la población (me refiero al caso argentino) por parte de las élites gobernantes, aquellos aspectos de la doctrina diseñada para coloniales, a pesar de la cultura estúpida, jamás estas actitudes tuvieron una entidad como en el caso de la Alemania de Hitler. Lo que ocurre es que dicho régimen (inclusive en la versión corregida y aumentada para concientizar a través de los medios de comunicación), en su papel de referencia de comparación, el referente histórico, fué útil para denigrar a las Fuerzas Armadas Argentinas. Es decir, otra faceta de la campaña antimilitar. Un discurso con aristas diversas y caprichosas: nazismo, autoritarismo, proceso de reorganización nacional. Todo bajo un denominador común, conglobante y disvalioso, monstruoso como una hidra. Esa hidra, para ser extirpada, requiere, según Baudissin, la recreación integral de las Fuerzas Armadas. Uno de los métodos propuestos por este general parte de la base de tres prototipos a superar. El primer prototipo era el 'soldado de independencia corporativa', caracterizado por un conjunto de valores absolutamente incompatibles con los del mundo civil. El segundo prototipo era el oficial para quien el ejército suponía la sustitución de un estado aborrecido, llegando 173 Lukács, G. Idem. Pág. 581. 174 Idem, Pág. 586. 175 Departamento Blank, Idem. Pág. 95. consecuentemente a evadirse a un mundo ideal, esencialmente antidemocrático. Por último, el prototipo del oficial mercenario, sin preocupaciones de índole moral, básicamente un tecnócrata de uniforme. ¿Cuál era la síntesis superadora que propuso Baudissin? La del ciudadano con uniforme que rechazaría de plano las concepciones estrechas y elitistas del oficial militar. Para ello, ese ciudadano tiene que aprender nuevas pautas, lo que Baudissin denomina 'conducción interior'. Asimismo, dicha conducción interior tenía que ser controlada por una comisión que estaría obligada a informar al Congreso acerca de la evolución acerca de la evolución y marcha del aprendizaje.Y como sustrato, la protección de todos los soldados cualquiera fuera su graduación. En su momento algunos dijeron, y con mucha razón, que el hecho de que una comisión con las características expresadas supra, pudiera actuar de manera tan decisiva, atentaría seriamente contra la disciplina. Sobre este punto cabe destacar el caso alemán y el nuestro. El derecho germano sufrió profundas modificaciones a partir de la creación de la Bundeswehr. No entraré en detalles técnicos. Sólo diré algunas palabras acerca de un instituto de características muy especiales cual es el 'hombre de confianza o delegado'. Según sus creadores 'el fundamento de la obediencia en la vida del soldado es la confianza entre superiores y subordinados... los hombres de confianza deben cooperar al fortalecimiento de la misma sobre la tropa'176 ¿Cómo se lo elige? 'Por la tropa y los suboficiales, igual y en secreta elección, se elegirá en cada compañía y unidad análoga un hombre de confianza y un sustituto. Los oficiales del batallón, regimiento y grupo de combate, etc., deben asimismo elegir un hombre de confianza, el cual debe cuidar y fomentar con camaradería la autoeducación de los oficiales'177 Resulta bastante claro el parentesco de este 'delegado' y los 'comisarios' que tuvo el Ejército Rojo de la URSS en sus inicios. Obviamente, que son institutos diferentes, pero en lo accidental. Porque en lo sustancial apuntan a lo mismo: la creación de una jerarquía paralela, que realice un control político de los integrantes de la organización. El 'hombre de confianza' vela por la autoeducación de los oficiales. El 'comisario militar" vigila la lealtad política de los ex-oficiales del Ejército Imperial, que ocupan puestos de importancia en el Ejército Rojo. La intención es idéntica en ambos casos: el control paralelo. Pero, considerando ahora el proceso de destrucción sufrido por las Fuerzas Armadas Argentinas, ¿qué factores se conjugaron es este segundo momento (de incremento de la antinomia 'civiles vs militares')? Como punto de partida, la mencionada analogía entre la Alemania Nazi y el 'proceso' expuesta por personajes que, como en el caso del general Baudissin, primero fueron parte del sistema execrado, para luego 'arrepentirse' (autocrítica mediante) y tranformarse en 'soldados de la paz'. Huelga decir que estos conversos no eran otra cosa que instrumentos de políticas que buscaban objetivos bien claros y definidos. En nuestro caso: desarticular mediante la acción ideológica externa nuestras Fuerzas Armadas. Volviendo al tema de la necesidad de una Fuerza Armada. Alemania y los Estados Unidos de América tenían una conciencia misional. Incluso en la Unión Soviética, la necesidad de un ejército trascendió las confrontaciones. Por ejemplo este fragmento de León Trotsky: 176 Idem. Pág. 95. 177 Idem. Págs. 95 y 96. 'Estamos seleccionando entre los viejos generales a los mejores y más honestos. Algunos preguntan: ¿Cómo, no es eso peligroso? Peligro hay en todas partes y nosotros necesitamos maestros que sepan algo de la ciencia de la guerra... debemos tener una fuerza armada basada en esa ciencia, de ahí que la participación activa y sistemática de los militares especializados (ex zaristas) en todos nuestros trabajos, es un asunto de vital importancia'178 Para el alfonsinismo no hubo ninguna necesidad. Antes al contrario. Sólo una suerte de acrobacias ideológicas. Con respecto a la cuestión del Atlántico Sur - había que denostar a las Fuerzas Armadas, ensalzar a los 'chicos de la guerra'. La campaña anti-militar, la denominada 'batalla jurídica'. las reacciones de Semana Santa. Raúl Alfonsín salió al balcón de la Casa Rosada y entre otras cosas dijo: 'muchos de los que se sublevaron son héroes de Malvinas'. La respuesta fue una chiflatina. Este hecho no cambió el curso de los acontecimientos. Hubo un tercer momento del proceso de destrucción de las Fuerzas Armadas. Tuvo lugar el 3 de diciembre de 1990. Ese d ía fue consagrado al aplastamiento: la amputación definitiva del componente militar de la defensa nacional. Es necesario ir por partes. Como primer paso conviene analizar la reacción del Ejército contra la acción del alfonsinismo, para así comprender el proceso de destrucción. En segundo lugar, quisiera efectuar una lectura sobre las reacciones desde la perspectiva de los espectadores (mayoría silenciosa) en lo que respecta a la codificación y decodificación de mensajes. En cuanto a la tercera destrucción, la misma será tema de la tercera parte de esta investigación. 178 R. Garthoff, Doctrina Militar Soviética. Círculo Militar. vol. 489. Pág. 83. Capítulo 15 Muchas tropas riendo en las calles II 'Un asesinato magnífico, un asesinato genuino, un hermoso asesinato. Más hermoso no pudimos haberlo deseado. Hace rato que no tuvimos un asesinato así' Georg Büchner (Wojzeck) Para captar la realidad de la situación imperante en el ejército en la víspera de la sucesión de reacciones, es conveniente recordar algunos temas que mencioné en el capítulo 9: de soldados ingenuos a soldados cínicos. Y sobre todo, el ejército de la parodia. Para ejemplificae el ánimo, la novela de Erich María Remarque, Sin novedad en el frente occidental, en el pasaje donde los soldados alemanes sienten tambalear sus creencias, sus valores, sus pautas, en síntesis su cosmovisión, al ver el primer cadáver de un camarada es una buena aproximación. Del mundo de pautas, de conceptos, discursos sistematizados y estereotipados. El universo feroz de la realidad. ¡Una cosa es hablar de la muerte y otra, muy distinta, es morir de verdad! El Ejército argentino después de 14 de junio de 1982 tuvo su propia visión de un cadáver; el cuerpo de la doctrina y los valores putrefactos. Solamente una cáscara vacía. Había llegado la hora de la representación escénica, del aferramiento, en algunos casos, desaprensivo en la mayoría, a la manifestaciones exteriores que encuadraban al grupo golpeado mortalmente, dándole aspecto de totalidad saludable. Pero faltaba el convencimiento. Y la disciplina y confianza recíprocas severamente afectadas. Empezó así la atomización en el sentido de descentrar la realidad. En el ejército la conservación de los rituales, las conductas reglamentariamente esperadas, fueron el debilísimo punto de contacto con la realidad del mundo, la necesidad de depender de otros, de definirse, de ponerse límites en la sociedad. El ejército estaba dejando de ser, pero conservaba su estructura anterior y exterior; el funcionamiento de un cadáver sacudido por descargas eléctricas, una acumulación de actos refelejos constitutivos. Este fenómeno no fue vivenciado de inmediato, ni siquiera por los integrantes de la fuerza. Estos seguían repitiendo conductas anteriores aprendidas y devenían autoconcientes. ¿Cuáles miembros? Todos no, desde luego. Porque la autoconciencia, consecuencia del hachazo de la desilusión es de por sí muy doloroso. Para muchos fue más fácil repetir los momentos, adhiriendo a una intransigencia que no era otra cosa que una negación fóbica. Para otros, especialmente los excombatientes, viajeros entre el discurso y lo concreto, sintieron el impacto de la realidad e iniciaron la agonía de la desilusión. Fue para ellos como contemplar fotografías tomadas en tiempos remotos. Fue decir: 'ese no soy yo, yo es otro'. Épocas remotas y felices (épocas de ilusión) en las que un sentido impulsaba a la acción, la cognición precisa de amigos y enemigos, la posición en la sociedad, el uniforme, la simbología, el reglamento de orden cerrado y el Código de Justicia Militar... La época que siguió a Malvinas se caracterizó por la pérdida de sentido... ... extravío diario de puntos de anclaje. Ningún parámetro a la vista. ¿Cargar la mochila y tirar para adelante?¿Abandonarlo todo? Nadie sabía hacia dónde apuntar. Nadie sabía dónde había quedado la guerra y el enemigo. Las respuestas escaseaban. Los generales (Baquetón siempre a la cabeza) intentaban salvarse del naufragio, cuidando no ensuciar sus inmaculados uniformes; las palmas y el bastón de general ya no impresionaban. Los subalternos perdían el respeto, el temor reverencial a las jerarquías. Sin embargo, los generales todavía se empecinaban en lograr la obediencia ciega y el pintado de los árboles con cal. Los juegos anteriores eran buenos y desables y, sobre todo, previsibles a causa de la aquiesencia previa de los participantes. Hablar a los gritos en la plaza de armas, como personas normales en el casino de oficiale: grotesca escena de niños grandes jugando a los soldados, un fatal determinismo verde oliva y que siga la función. Sucedió que después de la derrota la situación interna del ejército fue parecida a la de un denso puñado de electrones jugando al rango entre orbitales. La célebre 'cadena de mandos' se retorcía como una víbora de cascabel entrampada en su propia ponzoña. Los cuadros medios y subalternos hervían en ese caldo, intentando esquivar la ortodoxa disciplina. Y los que eran cadetes o aspirantes se replegaron a sus respectivos microclimas, campanas de cristal, institutos de reclutamiento, para proseguir - directivas mediante - la farsa anterior a la rendición. y digo farsa, porque no hubo asimilación de las degeneraciones doctrinarias de antaño, como así tampoco de la derrota, por aquello de la imagen escurridiza y también por el mutismo de los veteranos. ¡Que siga el baile! En síntesis: un estado de anomia, una bomba de tiempo oculta y a punto de estallar. Por eso hoy, a la distancia, la acción del alfonsinismo, la intención de destruir al Ejército, separar al mismo del resto de la sociedad en forma completa, incrementar las antinomias existentes. En rigor de verdad, ocasionó resultados opuestos a los esperados. En efecto, el blanco de la acción alfonsinista no fue una institución, sino un residuo; el personal de cuadros en proceso de atomización resultado de la autoconciencia y de la conducta de rematar precisamente a dichos residuos. El resto de la sociedad visualizaba a la insutución como un totalidad saludable, digamos que percibía históricamente. Entonces, el alfonsinismo ataca, impone estereotipos, potencia el resentimiento y los prejuicios, partiendo del supuesto de considerar a la fuerza como incólume. De esa manera equivocada de apreciar la situación, nacieron las reacciones que explotaron en Semana Santa. La campaña antimilitar obtuvo en importante medida efectos opuestos a los esperados. En lugar de disgregar por completo (reducir a nada los residuos) consigue aglutinar a esos átomos saltarines, los cuales conformaron ínsulas de resistencia que esbozaron un primer intento de discriminar los objetivos de la ridiculización disfrazada de autocrítica, calibrar la visión de sí mismos y consecuentemente rediseñar la institución en función primaria de la autoconciencia de los integrantes más lúcidos de la misma. Lo primario se deduce de la carencia de vinculación plena con el resto de la sociedad en función directa con la DSN, e indirecta de la campaña alfonsinista. De esto se desprende la precariedad de la iniciativa porque, repito, la institución no mantenía canales de comunicación abiertos con el resto de los endogupos , los juegos lingüísticos en lo que respecta a los contratos explícitos sobre las reglas de juego. Existían factores de ruido, de interferencia, que impedían una adecuada codificación y decodificación de los mensajes en ambos sentidos. Con todo, y aunque parezca paradójico, la acción antimilitar del alfonsinismo, sin proponérselo, creó para el ejército una oportunidad para la reconstrucción (nacida de la reacción) que el propio 'proceso' en su decrepitud moral no supo darle. Dicha oportunidad nació de la negatividad, del enfrentamiento endogrupal. Sin la campaña antimilitar, quizás la autocrítica desbocada hubiera absorbido todos los residuos, obturando totalmente con su omnicomprensión, toda tentativa de cortar el círculo de razonamientos nihilistas propios de un ejército de la parodia. Vale decir que, aunque parezca mentira, el alfonsismo detiene el proceso de autodestrucción del Ejército. Sin embargo, el resultado final fue el abroquelamiento y en consecuencia la involución hacia actitudes permidas.Textos y libelos al estilo Refexiones sobre lo Militar, fueron las anfetaminas apropiadas para sobrellevar la asfixia existencial ocasionada por el aluvión de la multiforme de propaganda antiejército. Y esa droga intelectual afectó especialmente a los más jóvenes, a los cadetes que absorbieron toda esa literatura con el afán de parapetarse, de hallar un sentido que sus atribulados superiores asustados como gallinas, no podían, no sabían o no querían darles. En otras palabras, otra guerra de textos, incrementando la mutua intransigencia. En el caso de los cadetes y aspirantes y, de rebote, para sus pares civiles, son válidas estas apreciaciones: 'Los militares más jóvenes, a veces ya desde cadetes, reciben los coletazos del esquema maniqueo con que se visualiza su profesión en la sociedad argentina. Con escasa diferencia de tiempo; son destinatarios de aplausos o abucheos, según la circunstancia de tiempo y lugar que les toca vivir, sin saber a ciencia cierta si merecen unos u otros'179 '... al viajar de uniforme en algún medio de transporte público recibían una mirada despectiva, un insulto o algún golpe. Todos ellos tan inmerecidos como los abrazos y vítores anteriores. Cuando se tiene menos de 20 años, y quizás después también, estas vivencias marcan la personalidad fuertemente'180 De esa manera se perfiló otra situación patológica: la cristalización de principios que en gran medida aportaron su cuota de responsabilidad en la derrota y en la pervertida relación cívico militar. Ahora bien, ¿Cuál fue el mensaje implícito codificado en la reacción de Semana Santa? Un ejército de combate, contrapartida de la tradicional estructura de burócratas cagatintas. ¿Qué decodificó la sociedad? Por un lado un golpe de estado, teoría que fue diseminada y bastante aceptada, aunque olvidando la cinemática tradicional de los cuartelazos en la Argentina. Por otro lado indiferencia. Debe recordarse que el fenómeno (Semana Santa) se transformó, merced a cierta prensa y a la prédica de cierto nacionalismo propenso a lamer el primer borceguí que se pusiera enfrente, en un tren. La consigna fue: aquello que no es 'carapintada', es ineficiencia y corrupción, la cloaca del ejército. ¡Y quién iba a querer perder ese viaje! Ergo, muchos ineficientes, que utilizaban la cabeza sólo para ponerse el casco, se prendieron como garrapatas al tren de las virtudes. El tren redujo la velocidad debido al peso en él colocado, para terminar el viaje en la vía muerta del cuartelazo disfrazado de reacción desesperada. Y para completar el cuadro, a posteriori de los alzamientos, el mayor Aldo Rico, uno de los principales conductores o cabecillas (el lector tiene el derecho para 179 Tte Cnl (R) N. Cruces, Hacia otro ejército posible - invitación al debate sobre temas íntimos de la profesión militar. Buenos Aires 1988. Pág. 74. 180 Op.Cit. Pág. 75. elegir), se metió en la política. Y dijeron por ahí, que Aldo Rico aprendió la lección: llegar al poder en forma legal... Mientras tanto, la defensa nacional en el tacho de la basura... TERCERA PARTE Estamos mal, pero vamos bien 'Considerad una cosa, señores. En el mundo antiguo la tiranía fue feroz y asoladora; y sin embargo, esa tiranía estaba limitada físicamente, porque los Estado eran peqeños y las relaciones universales imposibles a todo punto. Señores, las están preparadas para un tirano gigantesco, colosal, universal, inmenso... Ya no hay resistencias ni físicas, ni morales. Físicas, porque son los buques y las vías férreas no hay fronteras, con el telégrafo no hay distancia... y no hay resistencias morales, porque todos los ánimos están divididos y todos los patriotismos están muertos' Donoso Cortés Capítulo 16 La condición miserable 'Dios ha muerto, las grandes finalidades se apagan, pero a nadie le importa un bledo, ésta es la alegre novedad' Gilles Lipovetsky (La era del vacío) Un torrente de palabras inundó nuestros espacios: racionalización del mundo moderno, postmodernidad como lógica cultural del capitalismo tardío, proceso de saturación de lo social, exceso de información, hiperregulación, hiperfactualismo, quantofrenia, Jean Baudrillard 181 expone la fábula de Jorge Luis Borges (Historia Universal de la Infamia: del rigor de la ciencia: '... En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el Mapa de una sola Provincia ocupaba toda una ciudad, y el mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era inútil y no sin piedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y de los Inviernos. En los Desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas' Y agrega que dicho mapa, entendido como simulación, es decir como representación a escala de la realidad (1:1), no corresponde a una referencia sino que es la generación por los modelos de algo real. En la elaboración de una cultura de simulacros, una estética de la mentira donde lo artificial supere a lo real. Donde ya no tenga sentido moverse para ver un objeto allá, porque ese mismo objeto hecho imagen - o falsificación - puede estar ahí cuando lo desee. Todo esto requiere de un aprendizaje, porque el bien, al decir de Goethe, los acontecimientos venideros proyectan su sombra, lo que quedó detrás de nuestra loca carrera hacia la muerte subayace y convive en torpe concubinato con las nuevas pautas propuestas. El sujeto postmoderno debe aprender a caminar en un espacio que no es el mismo en el cual se crió como borrego inmaculado cargando una gigantesca bolsa de ilusiones. Debe aprender a soslayar la diferencia entre realidad y virtualidad, debe aprender a ser conciente, como dice Lyotard, de la falta de valor de casi todo lo que hace. Su vida no tiene que ser lineal sino circular, en forma de espiral. 181 J. Baudrillard, Cultura y simulacro. Barcelona 1978. Passim. Debe perder la casi totalidad de puntitos de referencia que le ordenaban, le burocratizaban la existencia. Debe abjurar de las significaciones que los pequeños hitos del sistema le otorgaban generosamente. Nada de fechas patrias o commemoraciones religiosas. Todo esto re-liga, permite la cognición más o menos ordenada del pasado y del presente, y ahora de lo que se trata es de romper lo más que se pueda la cadena de significantes. Deben fragmentarse los eslabones. El sujeto postmoderno debe aprender a devenir por las escaleras mecánicas que no lo conduciran, en rigor de verdad, a ninguna parte. Debe hacer de cada Shopping Center una Ciudad del Sol, al mejor estilo Campanella y adquirir las pautas diseminadas a través de los escaparates luminosos, las palmeras sintéticas, los globos sostenidos por hilos invisibles; debe consumir y no pensar. No debe ser inteligente en el sentido del intus-legere (leer hacia adentro), no debe reflexionar, debe comprar y moverse o, si no puede adquirir ningún producto, solamente movimiento puro confirmando la visión de Tocqueville: la inmensa multitud de hombres similares carentes de privilegios y girando a la búsqueda de pequeños y vulgares placeres para contentar el alma, pero sin moverse de su sitio. El sujeto postmoderno debe moverse y no leer hacia adentro. Debe hipnotizarse, deslumbrarse con los negocios multicolores para integrar por esa vía el simulacro: debe sufrir el trance hipnagógico182como primer paso. Los compradores y especialmente las compradoras (otra faceta de esta miseria decorada) deben soñar ser reyes y reinas y sentir como los productos le susurran al oído: «comprame, comprame». Asimismo debe aprender la nueva estética, acostumbrarse a mirarento cien pantallas de televisión al mismo tiempo y no concetrarse en una solamente. Debe percibir fragmentos de cada uno de ellas al mismo tiempo, debe fragmentar la percepción. Los Shopping Centers son las nuevas escuelas para el nuevo mundo. Por extraña paradoja en Buenos Aires construyeron un Shopping dentro de la estructura de un colegio. ¿Qué debemos aprender? A movernos para consumir, a vivir cada pedacito de tiempo como independiente: aquí y ahora. Además tenemos que iniciar nuestro propio y personal proceso de aniquilamiento de todas las religaciones que nos encuadraban. Es así que, etimológicamente hablando, no debemos ser religiosos: religare (armar los significantes precedentes en la forma más coherente y ordenada posible) y re-legere (reflexionar, detenerse, no dejarse seducir por el gigantismo rutilante de las esculturas cinéticas creadoras de la dinámica del nuevo hombre). Entonces la más fuerte religación, la religión misma, debe ser acorralada en el fuero interno de la conciencia. Mas como eso ofrece sus peligros, lo mejor sería transformarla en pura imagen de una redención que ya nadie puede esperar. Solamente otro punto referencial, oportunidad para vestir a la deliciosa jovencita con un refulgente traje de novia, acción insustituible de ser una princesa por un rato, y nada más: el resto de las significaciones, empezando por lo sacramental deben archivarse en el basurero de los conceptos y parámetros perimidos. El Shopping Center es la nueva escuela para el nuevo orden. Así como Jameson183 describe y analiza el 'Hotel Buenaventura', obra del arquitecto John Portman, y llega a la conclusión de que dicha edificación posee la aspiración de ser un espacio total, un mundo completo en sí mismo, una ciudad en miniatura, los Shoppings a su manera pretenden lo propio, como gigantescos sustitutos de pérdidas irreparables. Acabar de una maldita vez por todas con todas las fronteras topológicas. Ya se puede equiparar al original a la copia y si el hotel Buenaventura posee un nuevo modo de moverse y congregarse, los individuos, el Shopping, a su manera, enseña comportamientos de la forma indolora y placentera de un paseo el domingo por la tarde. Los sujetos postmodernos son 182 V. Packard, Las formas ocultas de la propaganda. Buenos Aires 1989. Pág. 121 y sigs. 183 F. Jameson, Ensayos sobre el postmodernismo, Buenos Aires 1991. Págs. 66 y sigs. felices, son coloniales de un nuevo orden que se insinua detrás de cada máscara que cae y de cada negación encubierta. La consigna weberiana del paso de las cosas sin tener sentido alguno va cobrando forma a través de una nueva forma de recibir lo circundante. El simulacro es el nuevo espacio propuesto. Allí los individuos deben saber que la diferanciación es ahora un anatema y que la ciudad, el ámbito por ser más amplio, es alienación, '... un espacio en el que la persona es incapaz de representarse (mentalmente) su propia posición o la totalidad urbana en que se encuentra...'184 Es la entrada al 'milenarismo de signo inverso' 185. En nuestro caso el el movimiento es más forzado que en el resto de las sociedades, es más coactivo que otras regiones del mundo, debido al hecho de que nos aferramos a los maltrechos sistemas referenciales. Además, conviene tenerlo presente, el asincronismo de nuestras concepciones refuerzan el deseo incontenible de petrificar la realidad, de impedir que estalle y salgan desperdidos los pedazos de la misma hacia todos lados. La política de los 'cambios de frente' la sentimos como algo tolerable porque siempre creímos saber que detrás de cada voz de mando había un padre corpulento y muy sesudo, indicando los lineamientos de la nueva situación propuesta: el nuevo enemigo y el nuevo sentido. Todo esto, claro está, independientemente de la parodia porque en ella existe aún el lazo de unión con la norma. Es 'parodia de algo' y ese 'algo' es lo que posteriormente se reafirmará. Así, el 'Ejército de la parodia' fue fruto de la constante ridiculización de pretendidas normas disfrazadas de dogmas inconmovibles. Había, pues, un 'algo' transcendente (aunque pudiera ser ficticio) y especialmente una certeza de la existencia de ese 'algo'. Por el contrario, el sujeto postmoderno es testigo de lo que Jameson llama 'eclipse de la parodia por el pastiche', esto es: la parodia vacía, la nadificación del 'algo' primitivo y la pérdida de 'la convicción de que junto a la lengua normal, de la que se ha echado mano momentáneamente, aún existe una saludable moralidad lingüística'186 Por otra parte, los significantes ya no deben ser ordenados en forma coherente. El sujeto postmoderno debe perder por completo la capacidad organizativa pasado-presente-futuro en el sentido de ser esa organización una experiencia coherente. Desde el punto de vista de la cultura, las producciones serán 'fragmentos de fragmentos' y una incesante 'práctica de lo heterogéneo y lo fragmentario al azar, así como de lo aleatorio'187. Conforme a las ideas de Lacan, precisamente la ruptura de la cadena de significaciones es la nota saliente del esquizofrénico que 'se ve reducido a una experiencia de significantes puramente materiales... una serie de presentes puros y desconectados del tiempo'188. Si la 'normalidad' era la identidad personal y ésta 'el efecto de una cierta unificación temporal del pasado y el futuro con el presente...'189, la 'anormalidad' o conforme con la nueva Weltanschauung, 'nueva normalidad', será la homologación de lo real cotidiano con la esquizofrenia, por ejemplo este caso clínico: 'Recuedo muy bien el día en que sucedió. Estábamos pasando una temporada en el campo y yo había salido a dar una caminata sola, como hacía de vez en cuando. De repente, al pasar junto a la escuela, oí una canción alemana; los niños recibían su lección de canto. Me detuve a escuchar y en ese instante me sobrecogió un extraño sentimiento, un sentimiento difícil de analizar, pero semejante a algo que posteriormente llegaría a conocer muy bien: una inquietante sensación de irrealidad. Me parecía que ya no reconocía la escuela, que esta había crecido hasta hacerse del 184 Op.Cit. Pág. 82, citando a Kewin Lynch: The image of the city. 185 Idem. Pág. 17. 186 Idem. Págs. 36 y 37. 187 Idem. Pág. 47. 188 Idem. Pág. 49. 189 Idem. Pág. 47. tamaño de una barraca; los niños que cantaban eran prisioneros a los que obligaban a cantar. Era como si la escuela y el canto de los niños hubieran sido cortados del resto del mundo. Al mismo tiempo, mis ojos tropezaron con un campo de trigo cuyos límites no podía percibir. La vastedad amarilla, refulgente bajo el sol, unida al canto de los niños prisioneros en la escuela-barraca, me llenaban de tal ansiedad que rompí en sollozos. Regresé corriendo a nuestro jardín y empecé a jugar «para que las cosas tomaran su apariencia usual», o sea para regresar a la realidad. Fue la primera aparición de esos elementos que estuvieron siempre presentes en posteriores sensaciones de irrealidad: vastedad ilimitada, luz brillante, y el lustre de las cosas materiales'190 ¿Tampoco podremos diferenciar la locura de la 'normalidad'? Esto es una pregunta y la clase de orden nuevo orden puede sintetizarse así: ¡No hay que preguntar, no hay que preguntar! El movimiento no permite las detenciones y la duda es una detención. Es mirar al objeto, definirlo, para después reflexionar. Y eso no se puede permitir. La vida a partir de ahora tiene que transcurrir tal como lo hace a través de las pantallas de televisión. Una yuxtaposición de informaciones diversas diseminadas a gran velocidad, la suficiente para permitir únicamente su decodificación, pero no su relectura. He aquí la clave de la 'transparencia comunicacional': la eliminacióm de todos los factores de ruido191. Ruido es la interferencia, todo aquello que resta velocidad a la transmisión de informaciones. Por eso, el objetivo consiste en debilitar la admistración para llegar así al 'Estado mínimo'192. Según Lyotard, lo Estados -Naciones se han peleado hasta ahora por la dominación de territorios y la dominación de la disposición y explotación de la materia prima y mano de obra barata. Llegó pues, la hora de pelear por el dominio de las informaciones. La premisa de partida estipula que 'la sociedad no existe y no progresa más que si los mensajes que circulan son ricos en informaciones y fáciles de decodificar'193. Efectivamente, estamos dejando atrás la condición trágica. Así 'en un informativo de televisión pasamos de asistir a una matanza en Israel, a un anuncio de una perrita Ciruja que se le extravió a su dueño; de un primer plano de la cara desesperada de un individuo al que le asesinaron a su hijo al último lanzamiento de un cepillo de dientes...'194 Todo esto requiere un aprendizaje nuevo, máxime en un caso como el nuestro, donde las religaciones son obstinadas. La cultura de los Shopping Centers, el acantonamiento de información indigerible, acaso sea una buena pedagogía de reeducación. Estos son los nuevos tiempos de la nueva condición. Estimo que hemos abandonado (o estamos a punto de hacerlo) una suerte de 'condición trágica'. ¿Qué es una tragedia? El más elemental de los diccionarios nos dirá que es 'un poema dramático que representa una acción importante sucedida entre personajes ilustres y capaz de excitar el terror o la compasión'195. A su vez, lo 'trágico' es aquello 'sangriento, terrible y apasionante'196 La verdadera miseria se vislumbra en la indiferencia, en el pasaje sin mayor sentido, en la experiencia cotidiana sin antes ni después, en llenar el estómago y especialmente... no pensar. En 190 Idem, Págs. 49 y 50 citando a Marguerite Séchehaye: 'Autobiography of a schizofrenic girl'. Los subrayados son míos, 191 J-F Lyotard, La condición postmoderna, BuenosAires 1991. Pág. 18. 192 Op.Cit. Pág. 18. 193 Op.Cit, Pág. 19. 194 F. Aracena, La modenidad y su desencanto - modernos, posmodernos y neoconservadores en el discurso sociológico. Buenos Aires 1991. Pág. 93. 195 Pequeño Larousse Ilustrado, Buenos Aires 1972. Pág. 1014. Voz: 'tragedia'. 196 Op.Cit. Voz 'trágico'. este nuebo mundo carente de religaciones, pero no de pulsiones básicas, todo debe tener su respectiva imagen reemplazante de la incertidumbre. La guerra también. La guerra como crisol de religaciones heterogéneas, la clase de conflictos que nos precedió, con su carga patriótica, religiosa, etc., deberá ceder a la novísima confrontación : la guerra como onanismo catalizador del último vestigio de nuestra condición miserable. Malvinas fue un guerra de museo. Crisol de religaciones, ficticias, ilusorias, hipócritas, pero religaciones al fin. Malvinas debe ser abominada como el paradigma de lo intransigente. La nueva confrontación es la guerra al estilo del Golfo Pérsico, operación político-social a gran escala. como dice Baudrillard en forma contudente: 'Así pues, nuestras guerras resultan meno del enfrentamiento guerrero que de que la domesticación de las fuerzas refractarias del planeta, de los elementos incontrolables, como se dice en términos policiales, y a los cuales no sólo pertenecen al Islam en su conjunto, sino también las etnias salvajes, las lenguas minoritarias, etc.'197 Y agrega a continuación: 'Todo lo que es singular e irreductible tiene que ser reducido y remozado. Es la ley de la democracia y del Nuevo Orden Intenacional198 Justamente Malvinas está en la antípoda, porque es subjetivizada por lo refractario del planeta (etnia salvaje) en todos los sentidos: desde los procedimientos, pasando por la motivaciones, el discurso, hasta llegar a la finalidad trascendente de la pretendida guerra justa (Bellum iustum). Mucho más de lo tolerable para el Nuevo Orden Mundial y para los colonizados vernáculos siempre presurosos para subordinarse automáticamente a los amos. Malvinas desde la óptica de lo refractario fue la intransigencia y desde la perspectiva del movimiento acelerado y el Nuevo Orden Mundial, fue la posibilidad más seria de la toma de conciencia. La situación es clara dentro y fuera del orden impuesto: la transparencia comunicacional legitima la intelección del planeta como una totalidad homogénea. De allí el axioma que afirma que la noción de frontera pierde relevancia. Hay desde luego, homogeneidad en el conflicto, el cual tiene que reducirse a su mínima expresión. Los enfrentamientos al estilo Este-Oeste pierden asidero. El mundo es Todo-Uno y la solidaridad preñada de un vago humanitarismo racional adquiere preeminencia. Los epónimos anteriores perecen (o los asesinan por la espalda, como ha sucedido en nuestro país con el peronismo histórico). Llegó la hora de la globalización y de el entierro de todos los prejuicios. Nacionalidad , religión, ideología, fueron las rémoras de una historia dolosa en su perversidad. Ahora los enemigos son 'otros', porque a pesar de todo la enemistad sigue siendo necesaria. Aquí entran en juego las fuerzas refractarias del planeta y los nuevos antagonismos. Según Alvin Toffler: 'democracia del siglo XX vs. oscurantismo del siglo XI'199. Oscurantismo que comprendería todo aquello que se oponga al concepto moderno de 'democracia'. Cualquier tipo de oposición, por ejemplo la acción de algunos grupos que 'están determinados a hacerse con el poder sobre la vida y la muerte de países y de continentes enteros, de todo el mudo en sí. Decididos a imponer su propia autoridad sobre todos los aspectos de la vida humana. Decididos a hacerse con el poder estatal, dondequiera que puedan, y a aplastar las libertades que la democracia posibilita. Son los agentes de la nueva Edad Bárbara'200. 197 J. Baudrillard, La guerra del Golfo no tuvo lugar. Barcelona 1991. Pág. 101. 198 Op.Cit. Pág. 101. 199 A. Toffler, El cambio del poder. Barcelona 1990. Pág. 447. 200 Op.Cit. Pág. 436. Pero también (y esto Toffler lo insinua con delicadeza) están incluídos todos los que pretendan establecer parámetros trascendentes. Así, a pesar que Toffler entiende que el Papa Juan Pablo II, no está imbuído de fanatismo, estima que su Santidad al hablar de una Europa Cristiana reaviva 'los ecos de un pasado presecular, y sus repetidas críticas a la democracia de Europa Occidental por su carencia de «referencia moral trascendental», una referencia que el Vaticano estaría harto dispuesto a facilitar'201 Tampoco faltan las referencias a la 'Ecoteocracia' integrada por aquellos 'que desean sumergir a la sociedad en el ascetismo y atraso pretecnológicos'202 No debe perderse de vista la afirmación básica de que la postmodernidad (que Alvin Toffler con su libro convierte a la misma en un producto vendible y fácil de digerir) es la racionalidad. Y lo que a ella no se subordina es el fanatismo, el oscurantismo medieval, el fundamentalismo, la religión. Mas la nueva racionalidad es unidimensional porque según ella la noción de frontera pierde relevancia. Y el mundo es Todo-Uno. Es la paradoja del movimiento contínuo. Es la libertad de enjaulados; la libertad unidimensional: 'Esta libertad unidimensional elimina de raíz la libertad política, porque destierra toda posibilidad de cambio. Todo el discurso encierra una misma semática básica y una misma lógica económica; aumentar los execedentes empresariales, la solidaridad, la justicia, quedan fuera de la estructura del discurso; devienen elementos «morales», asintóticos al sistema'203 Las bases del simulacro empiezan a verse desde esta óptica. Y la mentira Mundo-Uno también se descubre. Mundialismo fue la palabra clave, la palabra, la palabra fuerza que intentó vender el paraíso en la tierra, obviando el mundialismo de las relaciones de producción, expresables y verificables por medio de la 'Teoría de la dependencia', esquematizada por Lenin y que hoy (1992) irrita a Francis Fukuyama y sus acólitos vernáculos. En Avellaneda está el Shopping Sur. Fue construido sobre la base del viejo frigorífico 'La Negra', que como sabemos fue un elemento primordial dentro del esquema semicolonial de la división del trabajo, parte constitutiva del modo de producción precapitalista. Recorrer hoy ese lugar, después del reciclado, es una experiencia única por lo estremecedora. Con el espíritu sensible, receptivo a lo circundante , puede 'verse' el dolor. Y se lo puede percibir porque el frigoríco fue eficientemente reciclado. La primitiva estructura eclipsa a la nueva y no a la inversa. Desde afuera, a no ser por los carteles indicadores, casi nadie diría que esa mole con aspecto de fortaleza sitiada es un Shopping Center. Porque las paredes del antiguo frigorífico, exudando el sufrimiento de miles de obreros que por allí pasaron. Ningún negocio, ninguna luz de neón, puede opacar la realidad subyacente: lo mismo que edificar un parque de diversiones encima de un osario. Dentro del inmenso local, un corredor extenso enmarcado por lo que fue un engranaje de la economía argentina, dependiente y periférica. A la derecha, una larguísima rampa ascendente nos lleva a un primer nivel. Miramos para arriba. A diferencia de otras estructuras, aquí no hay superficies de vidrio rechazando a la ciudad, haciéndola mera imagen. Tampoco es plausible 201 Idem. Pág. 536. 202 Idem. Pág. 437. 203 F. Aracena, Op.Cit. Pág. 197. efectuar una lectura al estilo de decir: más allá está el cielo (o la realidad). El motivo de dichas imposibilidades radica en que no hay gigantescas superficies de cristal en el Shopping Sur. Antes al contrario: sólo hay reducidas mamparas de fibra de vidrio traslúcido. La luz del exterior (del cielo, de la realidad escamoteada) llega al interior del Shopping con dificultad. Es así que no hay rechazo, sino subordinación. El Schopping está en posición desventajosa, sumisa. Su situación es extrañamente parecida a las habitaciones de la servidumbre de los suntuosos palacios de Barrio Norte; Memorias del Subsuelo (Fiódor Dostojevski). Los sirvientes del palacio miraban la realidad a través de ventanas que estababan a ras del piso. Miraban hacia arriba. En el Shopping Sur, los cientos de proles (palabra acuñada por George Orwell) están abajo de la luz. Reciben de ella muy poco. El Shopping Sur es nada más que un submundo, una fábrica, frigorífico (con todas las analogías dacon lo carcelario quieran efectuarse), mal encubierto por su intento de pseudofastuosidad (¡una mentira que proviene de otra mentira, aunque en grado de tentativa!) impregnada de actitud consumista. En rigor de verdad, apenas un sucedáneo de una realidad pauperizada y marginal. Incluso todavía pueden verse las cañerías del viejo frigorífico porque las mismas están a la vista. Quizás los arquitectos de esta obra hayan querido darle el toque rústico-realista. Pero confrontado con otros elementos: la deficiente iluminación, los juegos infantiles sombríos, tenebrosos y deteriorados. La ausencia de escaleras mecánicas (¡orfandad de gigantescas estructuras cinéticas!). Antes que rústico, patético, el alejamiento vertiginoso de la pretendida opulencia (optimización del valor del cambio) y la proximidad sobrecogedora de las ensoñaciones necrófilas: ' Me acerco despacio a la entrada de una caverna y alcanzo a ver en ella algo que me impresiona grandemente; dentro hay dos puercos humanizados que manipulan una vagoneta vieja, de las que se usan en la minas, la ponen en los carriles que van al interior de la caverna. Dentro de la vagoneta alcanzo a ver seres hunanos normales; parecen muertos pero sé que están dormidos'204 'Vagonetas viejas' de una fábrica vieja, frigorífico que cumplía la matemática función de recibir lo vivo (el ganado) para transformarlo en producto apto para el consumo; procesamiento (primitivos inputs y outputs ) similar a nuestro sistema educativo. El ganado vacuno amontonado frente al brete, presintiendo el final: '... otra vez me estoy acercando a la boca de la caverna. Dejo atrás el sol, el cielo azul. Me adentro y veo en el fondo un resplandor muy intenso; cuando llego allí me maravillo al ver una ciudad extraordinariamente moderna; todo está lleno de luz que sé que es artificial: eléctrica. Es una ciudad totalmente de acero y vidrio: el futuro. Sigo caminando y de pronto comprendo que no he visto un solo animal ni una sola persona. Ahora me hallo ante una gran máquina, una suerte de transformador eléctrico, muy moderno, conectado con muchos y gruesos cables, como cables de alta tensión. Parecen mangueras negras. Se me ocurre pensar que esos cables están conteniendo sangre... me acerco a la máquina y corto el cable con una navajita... súbitamente salta algo y me empapa. Es sangre...'205 Alegorías al margen, nuestra condición miserable es un hecho; edificando el cosmos isonómico aunque algunos, los marginales periféricos, tengan que contentarse con sólo un pedazo putrefacto de la gloria prometida... 204 E. Fromm, Op.Cit. Págs. 333 y 334. 205 Idem. Pág.334. Capítulo 17 El beso de Judas 'Yo solamente sé una cosa: que la soberanía de una nación es como la honra de una mujer, que su precio no se discute y que una vez entregada no se recobra' Leonardo Castellani '... todavía quedan algunas heridas sin cerrar y yo, presidente de los argentinos, me comprometo ante Dios y ante mi pueblo suturar definitivamente esas heridas, para que a partir de la unidad nacional marchemos hacia la patria que soñaron Juan Manuel de Rosas, los grandes hombres y caudillos que nacieron en esta tierra de promisión' Carlos Saúl Menem (fragmento de su discurso con motivo de la repatriación de los restos de Juan Manuel de Rosas El Cronista 2/10/89 Según Carlos Escudé '... hay naciones donde el hombre medio tiene una actitud más emotiva (y menos racional) hacia la política que en otras. En la Argentina en 1989, por ejemplo, la población eligió un presidente que no les dijo qué era lo que iba a ser cuando fuese presidente...'206 No les dijo... es una manera de decir. Había un mensaje implícito: la recuperación de un conjunto de religaciones que durante la administración alfonsinista amenazaron desaprecer.Todos lo elementos paternalistas, tradicionalistas y autoritarios resurgieron tras la campaña instrumentada por el menemisno. Una victoria pendiente, un recuerdo actualizado mezcla de montonera con asador criollo, la Patria real de a caballo recorriendo las pampas infinitas. El retorno eterno del caudillo custodio de la totalidad de las tradiciones. Era la voz de la historia hecha bronce que llamaba a empuñar la tacuara para hacer de cada día una patriada. La omnipresencia del caudillo (uno más de nosotros), la comprensión de lo circundante y el uso de un lenguaje asequible a las amplias mayorías: ese era el mensaje que subliminalmente se desparramaba por todos los intersticios de una sociedad cansada de utopía y las alocadas propuestas revolucionarias. El caudillo era todos los caudillos: era la lanza de Peñaloza, el sable de Felipe Varela, la garra de Facundo y el puño amenazante de Juan Manuel de Rosas. Era también la actitud esquiva de Hipólito Yrigoyen observando a través de las cortinas de su humilde casa. Asimismo, los brazos de Perón cobijando a los hijos de la Patria abandonados a su suerte. 206 C. Escudé, Realismo...Op.Cit. Pág. 180. Este fue el mensaje implícito: el regreso de los muertos vivos. La recuperación de las tradiciones,valores, cualidades, sepultadas desde largo tiempo.¡El caudillo viene a salvar a la Argentina! Ningún proyecto concreto a la vista, es verdad. ¡Pero si eran los mismos proyectos, que martillados en las conciencias resignadas y humildes, daban vueltas y más vueltaa en las diarias frustraciones! La promesa cumplida, la victoria pendiente: esas eran las propuestas... Y que Dios nos bendiga a nosotros, sus amados niños. ¡Por otro 17 de octubre! El hombre de tierra adentro, el caudillo, venía a cumplir con la misión sagrada: salvar a la patria... ... fenómeno curioso en una época donde el motivo fundamental era, por el contrario, era el aniquilamiento de todas las religaciones. El mensaje implícito del caudillo disonaba profundamente con el nuevo orden de cosaa que inexorablemente, día a día, cobraba vigor. Nada más antinómico respecto de la idea de optimizar la transparencia comunicacional que una apuesta a los viejos modelos de caudillos, modélicas de tradicionalismo. Pero la tacuara, las montoneras y el mate amargo, fueron los consuelos adecuados para pescar a una masa (mayoría silenciosa) ávida de milagros salvadores. La apelación a lo que no cambia, a lo premne, fue la llave de la victoria electoral. En el Primer Mundo rompían los epónimos a martillazos, pero aquí se los ensalzaba componiendo con ellos una cadena de apariencia indestructible.¡Todos un sólo corazón! El país real resurgiendo de las cenizas enlazado con la emersión del 'subsuelo de la Patria' y la Vuelta de Obligado, además del 17 de octubre y ¡Viva la Unión Americana!, fueron los ingredientes propagandísticos que posibilitaron una de las maniobras políticas más grandes de nuestra historia. ¡Y qué mejor para integrar el discurso 'patriótico tradicional' que repatriar los restos del campeón del nacionalismo argentino! Y Juan Manuel de Rosas regresó a su Patria. Motivo de festejos sin igual, el restaurador, por fin desagraviado, el elemento sentimental materializado en los Colorados del Monte, todo el gauchaje cabalgando por la Plaza de Mayo, la emoción del retorno. La disonancia no duró mas de lo indispensabe para otra maniobra: el monumento a los Caídos en Malvinas. El mejor ex-combatiente es el ex-combatiente muerto. Flores en el cenotafio. No son como los ex-combatientes de carne y hueso, que cada vez que los comunicadores prestigiosos de turno realizan denodados esfuerzos para que la Nación adquiera aspecto de un Shopping Center en vísperas de Año Nuevo, muestran su desagradable presencia de 'cabecitas negras' de uniforme, parloteando anacronismos y fanatismos bárbaros. Además: ¿Qué más quieren? ¡Tienen un monumento! Y en la Argentina las deudas históricas se saldan con monumentos o rebautizado de calles y avenidas. Y la conciencia en paz. Ahora, con premura, a desmantelar los factores retardatarios del progreso. Todo el mundo debe quitarse la careta. No más poesía épica ni nacionalismo de entrecasa. Mucho menos hablar sobre la soberanía. Hay que treparse el tren del Primer Mundo. Hay que asociarse al 'Club de Occidente'. Como primer paso la adhesión automática a las propuestas ganadoras. Se acabaron las diferencias ideológicas, mejor dicho: la ideología ha muerto. Eso vino de la mano de la Perestroika soviética, que agitó el mundillo de ideólogos y comunicadores. La apertura soviética, la Glasnost de un sistema en crisis terminal, sacudieron nuestros cimientos mentales, perfilándose un nuevo cambio de frente. Nosotros, los coloniales inconcientes, de uniforme y de civil, estábamos corriendo en la plaza de armas en la dirección equivocada. Porque la Unión Soviética agonizaba. Por un lado, la izquierda argentina tenía que abjurar de su referente tradicional y por el otro, el grupo de recalcitrantes que no se había convencido de que la URSS no había sido tan mala despúes de todo, se quedó de repente manoteando en el vacío.¡No hay más peligro rojo! ¿Y ahora? ¿Qué hacemos? Todo esto agravado por los parámetros rectores de la izquierda vernácula, poco propensa a licuar ideas y adoptar sinceramente un concepción dinámica del cosmos. Prefería, por el contrario mantenerse dentro de un espacio bastante limitado, de clara diferenciación entre la verdad y el error, el blanco y el negro, el bien y el mal. No los seducía la propuesta novedosa del cambio perpetuo y vertiginoso, el intercambio entre estrategia y táctica. Por lo que parece nuestra izquierda no simpatizaba con el salto por encima de los límites de dicho espacio limitado y unilateral, superando las categorías del entendimiento. La izquierda vernácula se daba en el mundo en su versión tradicional, utilizando un lenguaje y un conjunto de esquemas de reacción obsoletos. Sus dirigentes suelen expresarse con una terminología más cercana a la de la Tercera Internacional que a la de la problemática contemporánea. Y conste que siempre se tuvieron por progresistas. Utilizando la terminología de Hegel, quizás se preocupaban por los 'algos' a superar a conservar y mantener que por los 'algos' a suprimir y a elevar. El Aufheben perdía así completividad. Consecuentemente su Umschlagen languidecía. Esto contradice las ideas de su máximo referente, Lenin: 'No consideramos en absoluto, la teoría de Marx como algo perfecto e intangible; estamos convencidos, por el contrario, que no se hecho sino colocar la piedra angular de la ciencia que los socialistas deben desarrollar en todas sus direcciones, si es que no quieren quedar rezagados en la vida' 207 Por su parte, los sectores que se decían 'nacionalistas' se quedaron sin su enemigo tradicional. Pero igual siguieron leyendo y releyendo (con criterio actual) los libros de Bruno Genta y fortaleciendo su tradicional elitismo, su propio reforzamiento del vínculo endogrupal... ... y mientras tanto la situación devenía como en la novela de Georges Orwell: '1984'. En dicha obra, Oceanía estaba en guerra contra Eurasia. En nuestra realidad bipolar, a pesar de todo. En la novela, de repente y sin preparación ni advertencia previa, Oceanía le declara la guerra al Asia Oriental. Ergo, Eurasia se transformó ipso facto en aliada de aquélla, su vieja enemiga. En la realidad la Perestroika desplazó a la biopolaridad y terminó con el 'imperio del mal'. Lo verdaderamente notable fue el vertiginoso cambio de discurso igual que en la ficción donde '...el orador dio el cambiazo exactamente en la mitad de la frase'208. Otra voz de mando impartida en la plaza de armas: ¡Atención! Deben aprender las nuevas pautas. Deben sincronizar 'su' mundo con 'el' mundo. Esa fue la orden que nos impartieron: de lo asincrónico a lo sincrónico por decreto. ¿Qué nos recuerda esta metodología? Asimismo, muchos aspectos quedaron en el tintero. Se parloteó hasta el cansancio sobre la 'muerte de las ideologías', vendiendo ese producto como novedad en el 'mundo', Club de Occidente (el mismo cliché flotaba en los ambientes académicos hasta fines de la década del '50: ' El hecho de que las diferencias entre la izquierda y la derecha en la democracia occidental no son ya profundas, no significa que no exista un margen para la controversia política. Pero... la 207 M. Harnecker, Idem. Pág. 13. 208 G. Orwell, 1984, Barcelona 1981. Pág. 182. política es actualmente aburrida. Las únicas cuestiones consisten en si los obreros deben obtener 5 céntimos más por hora, si se debe elevar el precio de la leche o si deben extenderse el alcance de las jubilaciones. Son estos temas importantes, la propia sustancia de las luchas ineternas dentro de las demovracias estables, pero es difícil que exciten a los intelectuales, o que estimulen a los jóvenes que buscan en la políticas de un medio para expresar sus ideales'209 Pero aquí de lo que se trató fue de sincronizar a garrotazos, romper los viejos clichés y cambiarlos por otros en forma instantánea. La cuestión se redujo a un marketing de paquetes de información. Cada paquete contenía en su interior determinadas palabras-fuerza: integración, globalización, independencia, mundialismo, etc. Nunca definidas por completo, fueron lanzadas sobre nosotros, la audiencia-blanco, para polarizarnos en la dirección correcta según el criterio infalible e inapelable de nuestros 'Hermanos Mayores'. ¡Al frente carrera mar! Puede decirse que lo que siguió a la Perestroika y al recambio de gobierno en la Argentina (desde 1989 hasta hoy, 1992), fue un curso de acción bifronte: por un lado, un proceso contínuo de replanteamentos de conceptos. Por el otro, un proceso de humillación sistemática del hombre concreto. Lo primero se apoya en lo segundo. El hombre humillado aceptaría los nuevos conceptos con mucha mayor facilidad. Receptarían la desconstrucción con calma. En efecto, lo que se ejecutó, y todavía sigue en marcha, fue una suerte de lavado de cerebro global. Para la perpetración del mismo fue de mucha utilidad la pervivencia de los viejos esquemas de la reacción hijos de la DSN, a la manera de un particular de 'histéresis ideológica' (alegóricamente: el orden cerrado en la plaza de armas). Para entender mejor este punto, estimo adecuado hacer un paralelo entre nuestra situación de hombres concretos preñados de una mentalidad 'inconciente-colonial' y la de los prisioneros de un campo de concentración: 'Con diversas humillaciones se logra la debilidad física y psíquica del prisionero. Se lo mantiene sucio. Come con las manos. Debe soportar sus propios excrementos. Se lo insulta y castiga hasta reducirlo a un estado primitivo y animal en el cual su única preocupación es sobrevivir como sea. Se lo mantiene en un espacio muy reducido' 210 El conjunto de humillaciones instrumentadas a nivel social consisten básicamente en subestimar en forma absoluta al hombre concreto, al hombre de la calle, reduciéndolo al estado de 'niño idiota' al cual debe indicársele todo lo que tiene que hacer o dejar de hacer. Articúlese esto con la concepción de entender a los 'subdesarrollados' como sepultados eternamente en el estadio de la niñez. Asimismo, cualquier crítica que dicho 'niño idiota' haga al orden de cosas es descalificada en la forma más grosera. Las situaciones penosas que se deben padecer son minimalizadas casi con sorna. A los detentad ores del poder, timoneles que nos guían, según dicen, hacia tiempos maravillosos, no les basta con tener la riqueza y el poder, el quantum total del arbitrio. Además tienen que señalarle al otro, al hombre de la calle, que no tiene nada, no vale nada y es nada: anonadamiento cotidiano de saberse un hombre disminuido, un hombre precedido por un signo menos, un pequeño hombre discapacitado. Los detentadores del poder muestran su riqueza con total desparpajo y la empuñan como un látigo o, mejor aún, un falo maniobrable para estigmatizar y abusar deshonestamente del humilde. Los detentadores del poder agobian y someten al hombre humilde (mostración impúdica de por medio) a un sucio coito cotidiano. En términos hegelianos: el 209 S.M. Lipset, El hombre político - las bases sociales de la política. Buenos Aires 1977. Pág. 398. 210 G. Ferreira, Op.Cit., Pág. 149. detentador del poder es el amo que se hace reconocer como tal, por el esclavo, es decir el hombre del común. 'Se cortan todos del contactos del prisionero con el mundo, con los compañeros, con las informaciones. Se lo deja sin ningún tipo de estímulos, en un lugar de prueba de sonidos y sin luz. Su único vínculo con el exterior es el guardia, del cual pasa a depender totalmente, pues lo necesita para mantenerse cuerdo'211 En la técnica de las 'infotácticas', término éste utilizado por Alvin Toffler. Dichas infotácticas son esencialmente las manipulaciones de información para permitir construir y desconstruir los sucesos. No es este el sitio apropiado para hacer una relación detallada de las formas de utilización de la información. Sólo diré que es este otro de los extremos de la cuestión: la estructuración de un universo ficticio 'El prisionero depende totalmente de su captor y de los manejos de éste para asegurarse la obediencia ciega. Demuestra su omnipotencia, todas las decisiones pasan por él. Introduce momentos de buen trato que refuerzan el sometimiento del preso, quien desea conservar la amabilidad del captor. Cuando éste cambia de humor, culpa al prisionero, lo hace responsable de todo punto de que el otro duda de sus propias percepciones. Luego de ser indulgente lo amenaza o lo extorsiona con la vuelta de la degradación previa' 212 Es este un aspecto altamente significativo en el proceso contínuo de humillación y degradación. Por un lado, la solidificación de la articulación amo-esclavo. El amo tiene conciencia de su realidad, de su dignidad humana. El esclavo no puede superarse, 'no supera el nivel del simple entendimiento de sí'213; es como un animal. Ha sido vencido por el amo, pero no fue muerto. Así lo explica Kojeve: 'Para la realidad humana pueda constitiuirse en tanto que realidad «reconocida» hace falta que ambos adversarios queden con vida después de la lucha... Uno de ellos, sin estar de ningún modo «predestinado», debe tener miedo del otro, debe ceder al otro, debe negar el riesgo de su vida con miras a la satisfacción de su deseo de «reconocimiento». Debe abandonar su deseo y satisfacer el deseo de otro: debe «reconocerlo» sin ser «reconocido» por él. Pero «reconocer» así implica «reconocerlo» como Amo y reconocerse y hacerse reconocer como Esclavo del Amo'214 En la práctica (en nuestro caso particular), el amo exige no solamente la subordinación absoluta del esclavo sino - al estilo de la paradoja de Orwell - que dicha obediencia sea prestada con pleno convencimiento. El esclavo debe obedecer por su libre voluntad, una suerte de presciencia bastarda lo que tiene que llevar a esa relación. Sumergirse en la basura de la máxima humillación, exteriorizar el servilismo más abyecto, para el nuevo orden de cosas es condición necesaria mas no suficiente. Lo era en los estadios precedentes, por caso nuestro 'proceso' o en cualquier régimen de dominación autoritario: la obediencia forzada del esclavo. Este cumplía las óredenes impartidas, pero una partícula de su ser no se dejaba reconocer por el amo. Ahora bien, en este nuevo sistema totalitario del nuevo orden, el esclavo se anonada convencido, no hay en él partículas rebeldes. Es un animal. Aquí, es donde entra en escena el factor 'duda de la percepción'. Antes de que este nuevo 211 Idem. Pág. 150. 212 Idem. Pág. 152. 213 A. Kojeve, La dialéctica del amo y el esclavo en Hegel. Buenos Aires 1987. Pág.11. 214 Op.Cit. Pág. 16. orden, el esclavo poseía un conjunto de pautas que lo informaban, lo definían en la sociedad. Creía pertenecer a un determinado bloque (endogrupo), entendía las relaciones sociales de determinado modo, cual era en función de las categorías cognitivas que le habían brindado con anterioridad. En las dos primeras partes de esta investigación intenté exponer parte de estas relaciones sociales, las referencias endogrupales y los sistemas de ideas en circulación. El nuevo orden, este estado de cosas, apéndice de una visión del mundo excluyente, cual es la globalización (nueva denominación del totalitarismo), comandado por los incluídos dentro del contexto excluídos (los capataces de la estancia)215, pretende una modificación profunda de nuestra Weltanschaunng. Y todavía hay más: la reclusión en el estercolero de la inteligencia de todas las decanataciones estabilizadas, todo lo que inteligíamos en forma más o menos consensuada. Un ejemplo paradigmático de reclusión forzada es la 'Teoría de la dependencia'. Según los voceros del nuevo orden (tanto de los miembros incluídos, como los capataces en el topos excluído. Esta teoría es poco menos que un disparate y la causa de nuestros males no es la dependencia (perversa) sino la teoría misma, culpable de nuestras lecturas desfocalizadas de la realidad. De entre los enemigos más acérrimos de dicha interpretación puede citarse a Francis Fukuyama, quien critica la teoría de la dependencia diciendo que la misma 'adquiere una influencia mayor de los que sus méritos intelectuales justificaban y durante casi una generación, tuvo un efecto corrosivo es los presupuestos de desarrollo económico en muchos lugares del Tercer Mundo'216 Luego de exponer la teoría en forma incompleta (de la mano de Lenin) para su refutación contrapone a la misma los datos de un fenomenal crecimiento económico de países como Corea del Sur, Taiwan, Homg-Kong, Singapur, Malasyia y Tailandia. Antes de proseguir con el tema del replaenteamiento propuesto, quisiera detenerme muy brevemente en la interpretación que hizo Lenin del fenómeno de la dependencia. Este expuso sus ideas en un folleto (al cual Fukuyama llama despectivamente pamfleto) titulado: 'El Imperialismo etapa superior del Capitalismo'. En su prólogo, Lenin señala, con acierto que 'la guerra de 1914918 fue por ambas partes, una guerra imperialista (esto es, una guerra de conquista pillaje y rapiña), una guerra por el reparto del mundo, por la distribución y redistribución de colonias, esferas de influencia del capital financiero, etc.'217. La expresión 'reparto del mundo' es importante porque permite deducir que si el publicitado mundalismo no es de ningún modo un fenómeno inédito. El Mundo-Uno no es una elaboración novísima. Existe en realidad desde que los modos de producción se complejizaron. Las relaciones sociales de producción, como dice Oskar Lange, pueden ser concientes o inconcientes. Concientes cuando los sujetos actuantes perciben claramente el nexo. El ejemplo típico es la relación esclavista. Las relaciones inconcientes, contrariamente, no son percibidas con tanta claridad a causa de su carácter complejo: 'Un obrero de una fábrica textil de Manchester y un negro que trabaja en una planatación de algodón de África, no tienen conciencia de la relación social que tienen entre ellos. Tampoco son concientes de esta relación social entre ellos. Tampoco son concientes de esta relación al obrero de la fábrica textil de Manchester y el obrero de la acería de Sheffield que produce el acero necesario para la fabricación de máquinas textiles'218 215 F. Fukuyama, El fin de la historia y el último hombre. Buenos Aires 1992. Pág. 151. 216 Op.Cit. Págs. 155 y sigs. 217 V.I. Lenin, Op.Cit. t III, pág. 377. 218 O. Lange, Economía Política. México 1974. Pág. 30. Situación análoga para clarificar el tema, es la del esquilador de la Patagonia con relación a la industria textil británica y el papel de los ferrocarriles, tal como lo expone Lenin: 'Los ferrocarriles son el resumen de las industrias capitalistas fundamentales, el carbón, el hierro y el acero; el resumen y el índice más notorio del comercio mundial... La distribución desigual de los ferrocarriles, su desarrollo desigual, constituyen una síntesis, por así decirlo, del moderno capitalismo monopolista en escala mundial' 219 Inmediatamente después agrega: 'La construcción de ferrocarriles es en apariencia una empresa simple, democrática, cultural, civilizadora, esa es la opinión de los profesores burgueses, a quienes se les paga para que embellezcan la esclavitud capitalista... En realidad, los hilos capitalistas, que mediante miles de diferentes entrelazamientos atan a esas empresas a la propiedad privada sobre los medios de producción en general, han transformado esta construcción de ferrocarriles en instrumento de opresión de mil millones de seres (en las colonias y semicolonias), es decir, de más de la mitad de la tierra que habita los países dependientes, así como de los esclavos asalariados del capital de los países civilizados'220 Quiero detener la exposición de la teoría de la dependencia en este punto. Asimismo, quiero recalcar la falacia de presentar al 'mundialismo' como novedad absoluta cuando el fenómeno (que también puede denominarse complejización de las relaciones de producción, existe desde antiguo). Algunos autores lo encuentran en el siglo XVI; un sistema dividido en centro y periferia. Ese mundialismo es una estructura de larga data. Y para llegar a ese estadio el procedimiento lógico es el de la integración (otra expresión de moda). Por lo general, cuando se habla de integración o de inserción, se dejan de lado aspectos concretos y problemas coyunturales. En la plaza de armas una de las voces de mando exclamó con vehemencia: ¡Argentina debe integrarse al mundo! Pero aclaró la finalidad de esta integración. Lo que voy a citar a continuación es una reflexión adecuada para el caso: 'La integración, en sí misma, no es nada más que un instrumento, una herramienta, un medio. Así como un bisturí puede segar o salvar la vida de un hombre, aquéllo puede remachar las cadenas de los pueblos o romperlas'221 Según el nuevo sentido de cosas, no se debe abjurar de la teoría de la dependencia, como así tampoco de muchos otros conceptos lastre, retardatarios de la era del progreso indefinido que dicen que nos espera. El procedimiento consiste en señalar los problemas para adjudicárselos a sus víctimas destinatarios en calidad de responsables. La culpa es de cualquiera menos de los verdaderos culpables. Es necesario romper la cadena de significantes y volcar las voliciones hacia adentro, reeditar la riña endogrupal. Volviendo a las interpretciones de Fukuyama, cuando éste menciona las posibles causas del estancamiento de América Latina, lo hace desde diversos ángulos, proponiendo explicaciones. Así como la explicación cultural dice que 'los hábitos, costumbres, religiones y estructuras sociales y estructuras sociales en los pueblos de regiones como América Latina obstruyen, de alguna manera, al logro de altos niveles de crecimiento económico'222 219 V.I. Lenin, Idem. Pág. 377. 220 Idem. Págs. 377 y 378. 221 V. Trías, Imperialimo y Geopolítica en América Latina. Buenos Aires 1973. Págs. 275 y 276. 222 F. Fukuyama, Idem. Pág. 158. ¿A qué le hace acordar al lector estas apreciaciones? ¿A los hondos rastros dejados por la conquista española? ¿A los obstáculos culturales impedientes del desarrollo como dice Carlos Escudé? De nuevo las traslación de responsabilidades como técnica hace acto de presencia. Hay que aislar al prisionero, hacerlo culpable de todo lo que le sucede, inducirlo a que piense que en verdad merece encontrarse en tal lamentable situación. Scalabrini Ortiz expuso muchos años atrás, las enseñanzas tendenciosas de la 'historia oficial': 'Todo lo malo que sucede entre nostros mismos se engendra, y en el orden internacional extraamericano solamente tenemos amigos'223 La frontera también es un concepto lastre, teniendo en cuenta a la globalización. La frontera no es una línea. Es un area. Marshall Mc Luhan, cuando habla del fenómeno naciente del 'robotismo global' preveía que la proximidad físicas debería dar a una aproximación electrónica. También el concepto de 'espacio acústico', cuyo centro está en todas partes al mismo tiempo, una cualiadad de 360º224 Más allá de las especulaciones teóricas, tenemos los 23 puntos litigiosos con Chile y la gran longitud de nuestra extensa frontera muerta. Esto en general no ha tenido verdadera relevancia. Lo que sucede es que había que utilizar un doble discurso. Existía la parodia (la ridiculización del modelo); fachada y fondo. Con el Nuevo Orden revoloteando cerca, el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, con referencia al tratado de los límites de los hielos continentales, pudo decir públicamente (diario El Cronista: 19 de agosto de 1982): '...discutir por unos pedazos de hielo no me parece criterioso, máxime si estamos al borde del tercer milenio y están desapareciendo las fronteras... yo no creo en los temas de fronteras...no es importante pelear por unos peñascos o unos hielos' Para finalizar este capítulo (sin haber agotado desde luego los conceptos lastre) una reflexión: el Nuevo Orden da la impresión de que en la Argentina está funcionando como una coartada para legitimar todos nuestros serios desaciertos. Es dable abjurar de todo porque las cosas día a día pierden su sentido. Simbólicamente, es el mismo caso de una adolescente burguesa, recatada durante el día, prostituta consumada por las noches. ... nosotros éramos recatados durante el día, en los comunicados oficiales y en los discursos patrioteros y demagógicos: la defensa de la soberanía nacional, de la Patria, la familia, los valores de occidente. Sólo vanilocuencia pura: noches de prostitución... El Nuevo Orden como legitimación de las taras pretéritas permite ejercer la prostitución a plena luz del día. A ser lo que siempre fuimos (o quizás peor) pero sin remordimientos dolorosos... 223 R. Scalabrini Ortiz, Idem. Pág. 61 y 62. 224 M.McLuhan y B.R. Powers, La aldea global. Barcelona 1990. Pág. 93. Capítulo 18 La muerte del soldado 'Luego del «ya está» de la partera, el golpe de lástima al contemplar un cuerpo de color pizarra y sangre, el afán de cuervo de la comadrona, introduciendo el brazo hasta el codo en la vagina de la paciente, desjarretada como una res, y la medianoche, esa terrible noche en que suenan todos los pitos de todos los vigilantes mientras la patera examina pedacitos de tejido parecido al hígado podrido y deja correr el agua del irrigador, que arrastra hasta la palangana un lodo de sangre negruzca, de filamentos de tejidos y telarañas de glóbulos rojos' Roberto Arlt (Los Lanzallamas) El pozo es húmedo y el soldado tiembla al escuchar el zumbido de las balas enemigas. No sólo las balas sino también el tronar del cañon lo aterroriza. El espectáculo es espantoso y fascinante al mismo tiempo. Porque la intrincada red de trincheras configuran una geografía de caminos, ora rectilíneo, ora circular; caminos de muerte y la posibilidad de retornar seguros a la retaguardia. Además, cada pisada es hacer del terreno un lodazal impresionante. Nos elevamos un poco y desde el aire (vista aérea) el campo de batalla tiene la extraña apariencia de un descomunal hormiguero. Algunas lucecitas titilan aquí y allá. ¿Serán las linternas de los jefes de patrulla? ¿Los pequeños fuegos de las marmitas en las cuales los soldados calientan su ración. Acaso sean luciérnagas de verdad, toque mágico, en ese amontonamiento insenstato de barro y cadáveres. Los soldados están allí, apoyando el fusil en el borde de sus respectivas trincheras, tiesos como estacas, esperando... la hora del asalto. Lejos estaban las épocas felices, el proyecto de la modernidad a toda máquina, aunque el soldado poco ilustrado, ignora dicho proyecto y solamente repite lo que dijeron: que estamos caminando... Papá es muy alto y corpulento y lleva de la mano a su pequeño hijo. Papá busca, con aire lejano de olfateador necrófilo, la ruta que los llevará a la tierra de promisión. Repite, pues, la sentencia del Kaiser: Os llevo hacia tiempos maravillosos. El niño pregunta: ¿falta mucho papá? El niño ha crecido, hoy es todo un soldado. El soldado Woyzeck transfiguradoo. Es más, allí está el hormiguero cruzado por alambres de púas, trincheras que se superponían haciendo una pequeña barriada (¡los arrabales del averno!). Todos son Woyzeck. Todos, sin excepción. Y todos sufrieron, asimismo, la golpiza del Tambor Mayor, el mismo que fornicó con sus esposas, las esposas de los transfigurados soldados, las miles de Marías afiebradas por la musculatura del brutal suboficial que las abrazaba, mientras los Woyczeks, trampeados asquerosamente, sucios, desaliñados, lustraban las botas de sus estrictos jefes. Por esta razón Wojzeck sabe que no puede estar en otra parte. Que ese es su mundo, su destino.Que los tiempos maravillosos prmetidos quedaron enterrados en el barro del campo de batalla. Tiempos rutilantes sepultados debajo de todas y cada una de las fortalezas... Una explosión. Una granada disparada por un desproporcionado mortero de 60 cm, impacta sobre la mitad de uno de los fuertes. Toda la estructura tambalea. Wojzeck también. Otra explosión. ¿Y los tiempos maravillosos? Todo fue una mentira, una ilusión. Lejos de allí estaban esos espejismos disfrazados de promesas revolucionarias. Ahora sólo existe la concreta posibilidad de ser reventado por una granada, pieza muestra de una etapa más perfecta de la industrialización del mundo. Tercera y última explosión. La estructura de la fortaleza cede y un buril atraviesa de lado a lado el cráneo de Wojzeck. Pero el no se cuenta, porque es el mismo y todos los demás al mismo tiempo salta para enterrarse en la peor y más peligrosa de las trincheras. Wojzeck observa: ve con los ojos de la vivencia hecha llaga doliente el disparo del obús, y el impacto del poderoso proyectil volando gran parte del hormiguero, arrancando y despedazando innumerables miembros (manos, piernas y pies) que sus dueños nunca podrían recuperarlos. ¡Las explosiones! Martillazos que caían desde el mismo infierno, aplastando a los cráneos; masas encefálicas que riegan sin fertilidad el campo estéril. Wojzeck se da cuenta de la mentira precedente, las causas profundas de ese Hades a medida; sabe que no hay tiempos maravillosos a la vista, sino todo lo contrario; suena el silbato. ¡Al asalto! Los músculos entumecidos, acalambrados, retorcidos, se estiran en un doloroso escalofrío. Se lanzan contra un emenigo que los espera con angustia y metralla contenida. Wojzeck avanza, avanza, avanza... ve caer a sus amigos acribillados, pero ese detalle ya no le interesa en lo más mínimo, porque sabe que no podrá estar en ninguna otra parte. Que todo no es más que una orgía sangrienta y despiadada y si el asalto fracasa, hay que replegarse hacia las posiciones de retaguardia para empezar otra vez. Y aunque los cadáveres se amontonan, eso a Wojzeck tampoco le preocupa, dado que los mismos serán enterrados en una simétrica fosa (nueva forma de la gloria). Los ayes de dolor se mezclan con los gemidos de María, la esposa de Wojzeck, manoseada por el Tambor Mayor. Wojzeck piensa en su actual impotencia y en el camino prefijado de atacar y replegarse, atacar y replegarse, atacar y replegarse... La modernidad está fracasando. En cada noche de tragedia, de heridos evacuados y esquelas mortuorias, el proyecto se deshace como el excremento en la cloaca. La sucesión ininterrumpida de bombardeos, 144 horas de granadas sobre el mismo blanco inmóvil, permiten la contemplación de todas las fortalezas. La Gran Guerra estaba descubriendo y destruyendo simultáneamente los basamentos de la civilización occidental. La realidad se hizo un pozo muy hondo, con cada soldado anotado en la lista de los muertos en combate. Los obuses eran cada vez más grandes, las maquinarias cada vez más perfectas. Todo era grande, muy grande. Un formidable cristal convexo magnificaba la tragedia. Los obuses y morteros tenían algo de maquinaria Diesel, de motoniveladora, de precisión industrial. Mientras tanto, todos los lemas aprendidos en la niñez, todas las fantasías de libertad, igualdad y fraternidad, toda la racionalidad envasada en gruesos tomos de filosofía, se pudrían, constituyendo el basamento de la necrópolis más grande jamás construida. Wojzeck no podía más del dolor de sentirse amplificado en su más íntima miseria, dibujando imaginativamente una línea que partía de su ojo derecho, pasaba por el alza y el guión de su fusil, para proyectarse en algún blanco. Cada línea un blanco y una trayectoria, la travesía de un proyectil. Cada línea un blanco y una trayectoria. Muchos zumbidos, muchos blancos que son el ojo derecho; la combinatoria más mortífera que pudo pudo haberse pergeñado. Y allí estaban todos los Wojzecks buscando sus blancos respectivos... y el Tambor Mayor preñando a María, dejándola exhausta luego de una íntima batalla nocturna. Wojzeck debe tener paciencia (o beber aguardiente para calmar con pólvora para calmar su fiebre) para seguir disparando y apuntando, y trata de olvidar a su María acostada con singular despatarro en una cama del cuartel com tufo a esperma y orín evaporado, ardiendo su carne y ya la semilla ha sido fecundada, sus pechos tiemblan, goza con todas esa sucesión de sometimientos viriles. En el dolor está su placer. Wojzeck sueña con el final de la batalla, porque tiene que ir a la ferretería a comprar el puñal (la pistola es demasiado cara) para asesinar a María, para enterrar el hierro entre sus pechos turgentes, una y otra vez, acto sucedáneo de un orgasmo imposible. En Malvinas los pozos son húmedos y el soldado tiembla y escucha el zumbido de las balas y el fragor del viento austral. El soldado sabe que no puede estar en niguna otra parte. El peso de la historia que otros le escribieron lo sepulta. Lo entierra del mismo modo que cuando le ordenaron hace poco tiempo, cuando era un recluta, ciudadano recién incorporado al ejército, descender del camión en Campo de Mayo: ¡echar pie a tierra! El recluta obedeció presuroso. De pie, al lado del camión, contempló a la masa de consciptos aquí y allá. Nada podía entender, sólo sabía que de allí no podría salir hasta quién sabe cuándo... ... lo mismo en Puerto Argentino. Otra historia, también escritas por otros, y la desagradable sensación de que el tiempo se estiraba y los meses tenían más de treinta días, y el día tiene más de veinticuatro horas: sabe que no podrá estar en ninguna otra parte. En Malvinas no hay luciérnagas, pero sí hay pozos anegados y metralla que destroza todo lo que encuentra a su camino. Lo más importante: si Wojzeck en la Gran Guerra supo (tarde pero seguro) que el proyecto (que otros le escribieron) racional, la pulcra hoja de ruta guía hacia los tiempos maravillosos, había fracasado y todo no fue otra cosa que parloteo docto, el soldado argentino supo que 'su' proyecto, que otros le vendieron, quedó sepultado bajo la turba malvinera, encerrado en una bolsa necrológica. Sí, soldado argentino. Te mintieron. Lo que te enseñaron en el hogar dulce hogar, lo que te inculcaron en la escuela, ya no sirve para nada. Ya no sos parte de occidente; Estados Unidos no es tu aliado natural y los ingleses son cualquier cosa menos que los gentlemen, que te enseñaron a idolatrar desde la cuna. Y si Wojczek se retorció de impotencia cuando supo que María fornicaba con el Tambor Mayor, vos supiste abruptamente, que nunca pudiste fornicar con María, y que tu propio Tambor Mayor te la arrebató de las manos para humillarla y humillarte, y hacerla cabalgar enloquecida por los bosques del placer que a vos te negaron en nombre de los valores de occidente. La gran duda: ¿Qué parirá María? Tal vez un tamborcito, una mola informe... o perderá el embarazo como la prostituta Nana. La guerra, como un feto destrozado, descenderá por las cloacas del olvido... Capítulo 19 Muchas Tropas riendo en las calles III '¿Podemos nosotros entablar una guerra con un país vecino? ¡No! Estados Unidos no lo permitiría. Y si con un estado límitrofe es imposible toda guerra, ¿Quiere explicarme usted para qué necesitamos este ejército? Roberto Arlt (Los lanzallamas) Una tenue luz de esperzanza pareció vislumbrarse más allá de lo disvalioso que toda una seguidilla da reacciones millitares arrastra consigo. No hay que caer en la ingenuidad de creer de suponer que la flor y nata del Ejército fue protagonista de la asonada múltiple. Esto es tan falso como la afirmación de entender los levantamientos de Semana Santa, como tentativas de golpe de estado, algo así como una operación dividida en etapas, fraccionadas en cómodas cuotas. Las reacciones fueron mas del músculo que del cerebro. Napoleón Bonaparte dijo que un revolución es una idea que ha encontrado sus bayonetas. Efectivamente, el tema el gran 'tema' de la defensa, entre nosotros los argentinos nunca fue considerado en su dimensión adecuada. En primer lugar, desde la creación de las fuerzas armadas profesionales en el siglo pasado y teniendo en cuenta el injerto de la DSN, la articulacón puebloejército fue pésima. La Argentina 'país de paz' expulsaba las posibilidades de conflictos con otros países hacia el reino de la utopía. En consecuencia, todo lo malo y pernicioso se originaba entre nosotros (cfr. Scalabrini Ortiz). El aislamiento más fantástico nutría nuestro entendimiento y nos compelía a esgrimir las banderas de un patriotismo suicida. La simple mención verbal del enemigo esxterior (el verdadero enemigo) se hacía a hurtadillas, como pidiendo disculpas; las hipotesis de conflicto eran pura teoría. Por ese motivo los problemas de la defensa nacional nunca contaron seriamente y en forma global en el paraíso de una Argentina amiga de todos los pueblos del mundo. Y para mejor, el mundo estaba tan lejos... En la Argentina lo que siempre tuvo peso fue la 'seguridad nacional' definida como el control de las disidencias internas. Era el reflejo condicionado de la incapacidad de vislumbrar las amenazas que estaban 'más allá' de nuestras fronteras límites. No hay enemigos a la vista, Argentina nunca tendrá una guerra... eran los dogmas repetidos incesantemente. La paz nunca fue la resultante de un determinado estado de cosas; paz relativa, como toda paz, que se cambia por el conflicto armado cuando los intereses se ven afectados. No, aquí la paz siempre fue un dogma de granito, un decreto, una admonición. La paz en estado de rigidez cadavérica. Era la paz... de los sepulcros. En segundo lugar, el problema de los objetivos, los cuales crean la hipótesis de conflicto. Nuestros objetivos siempre apuntaron al 'orden interno'. La cuestión exterior se desdibujaba en reivindicaciones y notas de cancillería. Conviene explicar este punto: el objetivo está en el vértice de la pirámide. De él surgen las las hipótesis y después los enemigos. Porque un enemigo no es otra cosa que que alguien que está en capacidad de impedir nuestros emprendimientos. El enemigo cobra vida en el momento en que promovemos un objetivo y el mismo colisiona con el de otra potencia. El enemigo es resultado de la confrontación, es la subjetivación de la hipótesis resultante, es su base sociopolítica, su soporte material. Esquemáticamente: la Nación A desea algo que posee la Nación B y recíprocamente. O la Nación A y la Nación B, desean un 'algo' determinado. No obstante, para los arentinos esto fue una fantasía. El país de los ganados y las mieses no tenía motivos verdaderos para embarcarse en asuntos tan engorrosos, máxime si al final del recorrido se encontraba la guerra como la última posibilidad para la resolución. Nos taladraron la cabeza para poder introducirnos el concepto de la concordia internacional a toda costa y la ausencia total de antagonismos y enemistades para con nuestra Nación. Los únicos conflictos concebibles eran los de naturaleza interna. Los enemigos siempre estaban fronteras adentro: los 'cabecitas negras', los subersivos o tan sólo los 'delicuentes comunes'. El resto era utopía, fantasía propia de alocadas mentes belicistas. La guerra del Atlántico Sur se perfiló como el punto asintótico para esta clase de razonamientos. Malvinas fue la posibilidad más concreta para actualizar un serie de conceptos y presupuestos que siempre estuvieron sepultados en nuestro inconciente colectivo. En primer lugar, la cognición de un enemigo exterior, fronteras afuera. Asimismo, el fin del mito de la existencia de 'aliados naturales'. También la priorización de los problemas que conciernen a la defensa: el conflicto, los objetivos, las hipótesis, la guerra... Antes de lo de Malvinas, una Weltanschaunng nos informaba de determinada manera y en función de ellas actuábamos... Después de la rendición del 14 de junio la lógica y los hechos demostraron que nuestra visión era equivocada. Sin embargo, se optó por el peor camino: la senda de persistir en los vicios anteriores y segregar en consecuancia a Malvinas como modélica de un fenómeno periférico y patológico. La farsa de una institución dependiente y subdesarrollada, pero con los suficientes resquicios como para entonar fáciles bravatas exaltando las potencialidades mentirosas que alimentan hasta la indigestión el orgullo de las cabezas simples; las mentiras patrioteras rezumando la virilidad renga de un amante de mujeres fáciles, en boca de soldados fariseos aprovechadores de la imposibilidad de una confrontación bélica real. Era la mentira de dar patadas en el piso en nombre del honor nacional, pero a fin de mes, hacer la cola para cobrar el aguinaldo.... Ese era el mundo de las mentiras fáciles e imposibles de refutar. El paraíso de los inservibles. Mas todo cambió después del 14 de junio. Porque detrás de cada cadáver y cada mutilado, detrás de cada ex-combatiente, apareció un molesto dedo acusador, que como un cilicio hostigó las frágiles cabecitas de los idiotas almidonados. ¡Cuidado con las mentiras! Las bravatas se desarticuaron. Las palabras, otrora fáciles, adquirieron su verdadera dimensión y riesgo. ¡Maldita guerra y malditos ex-combatientes! Los veteranos de guerra con su autoconciencia, vinieron a estropear la fiesta de la acumulación de mentiras. Dos caminos se insinuaron: asimilar el golpe para ingresar de lleno en el el universo de las certidumbres dolorosas, o aislar el tumor maligno, o mejor aún, convertirse en un filoso bisturí, para cercenar un por una, las fastidiosas cabezas de los ex-combatientes, instrumentando una gigantesca amnesia, borrar para siempre el recuerdo de tan desagradable suceso. Desde luego, se eligió el segundo camino: la regresión, el aferramiento desesperado a nuestros enemigos, los mismos que nos avasallaron. Igual que un niño abrazado a su padre feroz, látigo en mano, disciplina diariamente. Fue el amor sumiso y simbiótico del esclavo, el decreto de la impotencia irremediable, para sentir un verdadera enenistad ante el amo. Fue tomar el bisturí para castrarse voluntariamente.... ... empero, Malvinas fue muy útil para algunos, los que utilizaron el status de ex-combatiente en beneficio propio. Aprovecharon la situación irreal de la Argentina 'país de paz' y 'virtud original': la oportunidad insustituible para ser un veterano en el despojo del granero del mundo. Esta categoría de mecenarios, pues no merecen por más medallas que luzcan en sus pechos enhiestos, hicieron de Malvinas un estropajo para poder refregárselo en la cara de todos los incrédulos, empezando por los camaradas que no tuvieron la suerte de participar en el conflicto. Fue el orgullo insensato de los vencedores en la derrota y el fracaso; superar el estigma del soldado argentino impedido de participar en un conflicto exterior. Vencer el complejo de no ser un soldado como todos los demás, los que pueden pasar con rapidez del campo de instrucción hacia la batalla de verdad. Casi un problema existencial. Para el soldado perteneciente a 'otros' ejércitos la guerra era una contingencia pero con un grado significativamente alto de ser llevada a cabo. ¿Y en la Argentina? La guerra era una cuestión infinitesimal. No faltaron los que dijeron que la Argentina había peleado la guerra por pura casualidad. En cierto sentido tenían razón. La guerra no era para nosotros un posible. Nuestro ejército estaba diseñado para hacer otra cosa. Pero, si se mira bien, debajo de esa afirmación hay un gravísimo problema de fundamentación profesional. En efecto, si la Argentina fue a la guerra por casualidad, entonces el soldado argentino es una casualidad, una contingencia, una figura decorativa en los desfiles y un porcentaje en el presupuesto nacional. La lógica es de hierro. Si no hay objetivos concretos, ¿Qué ocurre con la funamentación y la razón de ser de las Fuerzas Armadas? El problema de la defensa se transformó en una cuestión pedestre de beneficencia y atavismo. La beneficiencia, porque a la larga la porción del presupuesto asignada como fuente de ingreso de la inefable familia militar. El atavismo, brota de saber que toda Nación posee fuerzas armadas. No obstante, parafraseando a Saint-Simon, ¿qué sudería en nuestro país si se suprimieran por completo las instuticiones armadas? Estimo que la respuesta a esta pregunta es altamente comprometedora y tal vez el mejor diagnóstico de nuestra depravada situación. Asimismo, es palpable el desinterés acerca de la defensa nacional: ¿Qué hacer con en el ejército? (Diario Clarín: 13/11/1991) Los últimos vestigios de una fuerza armada distorsionada... se estrellaron contra los muros del Regimiento de Patricios. El cadáver dejó se sacudirse. El 3 de diciembre de 1990 fue la tercera y decisiva destrucción del ejército, a pesar de los pulmotores encendidos por la mano rápida del general Baquetón, funcionando a toda máquina, intentaban mantener vivo el cadáver doctrinario. Si antes de la catástrofe del Regimiento de Patricios, la situación era agonística, de anomia, luego de esa infausta asonada,í el ejército no fue ni siquiera una muchedumbre. Fue sólo masa crítica, desquiciada mola apta para elucidar de ella cualquier forma. Tarde pero seguro, se supo que al final de la contienda, con defectos estructurales, fallas garrafales y deficiencias imperdonables, los combatientes en las Islas, opusieron una dura resistencia difícil de superar. La destrucción del ejército alegró a algunos polticastros de una izquierda out of date, contentos con su pretendido 'pequeña victoria' consistente en haber neutralizado a una banda de genocidas. Los verderos beneficiados de este descalabro mayúsculo, fueron los ingleses que nos derrotaron en el Atlántico Sur y su aliado, la USA (el cowboy Ronald Reagan). La oposición que nació y murió instantáneamente el 3 de diciembre 1990 puede ser sintetizarse de esta forma: el no-ejército, que como un fantasma está en todos los cuarteles... Capítulo 20 Mendigando victorias ajenas 'La guerra del Golfo es la primera guerra la primera emprendida legalmente, mundialmente, con el fin de eliminar cualquier enfrentamiento susceptible de representar una amenaza para el sistema del control mundial, unificado a partir de ahora' Jean Baudrillard (La Guerra del Golfo no ha tenido lugar) 'Un cuerpo expedicionario resulta normalmente exterminado. Carne barata, es preferible para las operaciones de sacrificio que ordenan los altos comandos que tienen la dirección de esas guerras. La discriminación es lógica, tanto desde el punto de vista militar como desde el punto humano: reservar las propias tropas para las operaciones terminales' Arturo Jauretche (Ejército y Política) Determinadas ideas necesitan el apoyo de un evento extraordinario para que las catapulte hacia la celebridad. Un suceso generalmente violento, con profusión de simbolismos relativamente fáciles de decodificar, es la mejor pedagogía para impartir nuevas pautas. En algunas ocasiones la idea precede al evento y éste adquiere la jerarquía de un epónimo o poco menos. Por ejemplo, la toma de la Bastilla durante la Revolución Francesa (1789). Bien sabido es que desde el punto de vista estrictamente instrumental, esto es: factor decisivo para el éxito de la revolución, la Bastilla fue irrelevante. No obstante, su importancia fincaba en el simbolismo adscripto o, mejor dicho, contenido en ellas: la opresión monárquica, las mazmorras de Luis XVI. Destruir la fortaleza fue destruir el absolutismo más allá de lo estrictamente material. La destrucción del símbolo es tan importante como la destrucción de la cosa en sí. Otro ejemplo: la toma del Palacio de Invierno de San Petersburgo durante la Revolución Rusa (1917). Puden hacerse en este caso consideraciones similares. La irrelevancia del palacio en sí como factor de éxito del alzamiento. Dicho palacio era el símbolo de la opulencia de régimen zarista, y ocupación fue el golpe de muerte, el epónimo de un período histórico. Ahora bien, lo dicho hasta ahora no implica el carácter de imprescindible de un objetivo simbólico. Simplemente es la coveniencia de contar con un elemento de ese tipo: Fácilmente aprehensibles por todos aquellos, que están alejados de la dinámica de los acontecimientos; los que desconocen los objetivos propuestos y las múltiples concatenaciones entre los sucesos. Esto quiere decir que el símbolo puede no existir en forma natural, que no pueda encontrarse algún objeto que condense en sí mismo un conjunto de notas determinadas, que son precisamente las que el nuevo régimen pretende aniquilar. De esto puede inferirse la conveniencia de prefabricar tal objeto, ya sea adscribiendo cualidades y estereotipos en forma arbitraria o calificando a posteriori el suceso elegido, el cual funcionará a partir de dicha tipificación como piedra de toque, punto de inflexión. Por caso, la Primera Guerra Mundial fue definida como 'fin de todas las guerras' contemporáneamente a su desarrollo. En otros casos, un suceso es un vehículo adecuado para lanzar una nueva idea al mundo. Aquí entramos de lleno en tema de este capítulo: La Guerra del Golfo Pérsico (1991). Me ocuparé sintéticamente de los aspectos político propagandísticos de este conflicto como asimismo de la recepción que se hizo en nuestro país de este singular fenómeno, incluyendo, desde luego, la decisión argentina de participar en esta confrontación. La expresión 'Nuevo Orden' antes de la Guerra del Golfo, no era otra cosa que el delirio de algunos nacionalistas trasnochados, los cuales eran sistemáticamente ridiculizados por quienes pretendían estar al día en materia de vaivenes ideológicos en 'el' mundo. Sin embargo, a partir de las operaciones militares en Golfo, el 'Nuevo Orden' fue presentado en sociedad de la mano de comunicadores que anunciaban alegremente un futuro venturoso pródigo de unificaciones y asociaciones económco-comerciales muy ventajosas. Además, en cierta medida, homologaron la Tormenta del Desierto como la Primera Guerra Mundial, en el sentido de una guerra que acabaría con todas las demás. Tuvieron razón. La nueva guerra sera policial (Globocop). Última confrontación, por cuanto no habrá nada por que pelear, excepto por los aspectos vinculados con lo esencialmente económico. La 'nueva guerra' será prepoderantemente imagen, en lo posible estática y desvinculada totalmente de todo lo que signifique emoción humana. Será una guerra exhaustiva, mediatizada al máximo a través de los medios de comunicación. En síntesis, una guerra hiperreal. Un conflicto apto para hecer babear de placer a los amantes de la divulgación científica barata, generosa de posters de las más precisas máquinas de destrucción jamás inventadas. Conflicto luminoso en su cientificismo, donde las muertes ya no contarán, sino la precisión de los instrumentos (Notabene: Stalin dijo: un muerto es una tragedia. Un millón una estadística), guerra narcotizante, especialmente adecuada para generar identificaciones con el poderoso, admiración incondicional y masturbación mental derivada de la contemplación escoptofílica del formidable binomio tecnología-poder militar. La 'nueva guerra' será una guerra sin culpas, porque la realidad sólo tendrá, aunque transfigurada, y el enemigo no será tal, sino un 'elemento refractario' (cfr. Baudrillard), molesto insecto plausible de ser sometido proceso de pulverización. Será la guerra en estado de movimiento acelerado, residuo hiperracionalizado de la barbarie nunca superada por completo, Globocop en búsqueda de plagas perniciosas para el bienestar de 'la' humanidad; una descomunal fumigación. Guerra sin enemigo, más monstruosa que todo lo abyecto que le ha precedido. Baudrillard señala esta contradicción: 'Guerra limpia, guerra blanca, guerra programática, más mortífera que la que sacrifica vidas humanas' 225 225 J. Baudrillard, Idem. Pág. 58. ' ... una guerra sin víctimas no parece una guerra de de verdad, sino más bien una especie de prefiguración de una guerra de prueba, experimental, de una guerra más inhumana aún, puesto que sin pérdidas humanas' 226 Y entre nosostros, un especialista definió adecuadamente la intrínseca monstruosidad de la 'nueva guerra', al referirse al apoyo informativo del conflicto: 'Las opacas opiniones que se emiten en casi todos los programas contrastan con las bombas que caen en Bagdad, que más que instrumentos de muerte aparecen sobre la pantalla como fuegos artificiales destinados a divertir al espectador227 Cabe decir que la Guerra del Golfo fue martillada como imagen desde el mismo momento en el cual se inició la operación Tormenta del Desierto, cinematográfico nombre clave para un no menos cinematográfico evento. La primera fase del conflicto consistió en un ataque aéreo demoledor sobre Irak. Fue el 16 de enero de 1991. El general Norman Schwarzkopf, comandante de la coalición internacional (en rigor de verdad, Estados Unidos contra Irak, dado que aquél poseía las tres cuartas partres de la fuerza empeñada), arenga a sus tropas utilizando un estilo mezcla al estilo del Antiguo Testamento con una bravata de un mediocre western de Hollywood: 'Nuestra causa es justa. Ahora debéis ser el trueno y de la Tormenta del desierto' Y en la Argentina los medios de comunicación pasan a transmitir en cadena y a depender de la cadena CNN. Esto sí que fue una novedad; ver al Big Brother Bush anunciando el comienzo de la ofensiva a través de las telepantallas; situación que algún comunicador calificó certeramente como Orwelliana. Bush fue mucho más que el presidente de los Estados Unidos; fue el presidente del mundo. Nosotros, leales súbditos, comenzamos a seguir las alternativas del evento, marcializado con los compases de 'Júpiter' de la suite 'Los Planetas' de Gustav Holst y ornamentando con rutilantes letras de oro que escupían a los cuatro vientos: ¡WAR IN THE GULF! Paralelamente al despliegue tecnológico, el aburrimiento de tener que soportar las periódicas interrupciones en la programación habitual de los canales de televisión: que un misil Patriot interceptó a un Scud, que no lo pudo interceptar, que sí, etc. Sumado a esta cobertura informativa más apropiada para un partido de tenis que para una acción presuntamente bélica, las cámaras estáticas contribuían a crear la imagen de una 'nueva guerra' que para los que no están habituados a su cinemática nos daba apoyo para pensar que la misma transcurría en una sala de video y no en un campo de batalla real. Asimismo, como expresé anteriormente, las glándulas salivales de los tontos vernáculos se activaron con la contemplación del despliegue multicolor de la tecnología homicida. Niños grandes con cabezas pequeñas gozando subrepticiamente con precisión milimétrica de los bombardeos a gran escala. Embriaga a cualquiera que sea propenso a la inducción del mismo a través de las pantallas de televisión. Es el paliativo de la propia impotencia atragantarse con los más sofisticados adelantos técnicos. Participar, aunque más no sea, con la imaginación afiebrada, del status del otro, del detentador del poder. Sin embargo, dicha actitud de identificación no superó los límites de la contemplación hipnótica. La Guerra del Golfo transcurría en el mundo, 'el' mundo, que afortunadamente quedaba my lejos. 226 Idem. Pág. 83. 227 P. Brieger, Medio Oriente y la Guerra del Golfo - El conflicto Arabe-Israelí. Buenos Aires 1991. Pág. 190. Por ese motivo, la decisión del presidente Menem de enviar tropas para apoyar a la operación, desconcertó y preocupó a algunos. Ante todo es preciso aclarar que las motivaciones de esta confrontación (no conviene a su especificación el vocablo guerra stricto sensu) fueron preponderantemente económicas: la obtención de precios convenientes del petróleo, controlando por esa vía la economía mundial. Como se puede apreciar, la causa justa se agota en el precio del barril de crudo. Pero aún este tipo de apelaciones a la moral tienen capacidad para convencer a los ingenuos de la licitud de esta clase de intervenciones. Esto confirmaría la decadencia de la Guerra Justa (Bellum iustum). Empero, una suerte de división, de dialéctica de oposición 'civilización y barbarie' en una dimensión global, se configura cada vez que los Estados Unidos intervienen en defensa de sus intereses en cualquier parte del mundo. ¿Saddam es un déspota? Desde luego que sí. Mas lo esencial aquí es la idea subyacente: la interrelación de todos los sistemas, sociedades, pueblos, ideologías e individuos que se oponen a la fuerza irresistible de las pautas norteamericanas como simple irracionalidad y barbarie. Saddam es una persona. Lo que importa es la actitud, el desafío a las directivas globales autodefnidas como 'la' racionalidad. El presidente de Irán, Hashemi Rafsanjani, sintetizó la actitud de con la expresión : arrogancia global. Sin embargo, la mentalidad racional, paradójicamente se apoya en la contradicción entre los hechos y los conceptos. En efecto, el Big Brother Bush se arengó a sus fuerzas armadas: 'Hoy en la tradición de dos siglos detrás de ustedes, están en la línea del frente contra la agresión y la ilegalidad internacional' (diario La Nación: 30/8/90). 'Agresión e ilegalidad internacional...' Es dable citar a Jorge Luis Borges: 'El tiempo se bifurca perpetuamente hacia innumerables futuros' En el caso de los Estados Unidos, denodados defensores del derecho, luchadores contra la agresión e ilegalidad internacional. Tal expresión permite como primera aproximación, dos significaciones. La primera, el cinismo supremo de la gran potencia del norte. El palabrerío vacuo del poderoso, dirigido a concientizar a los esclavos a la perfección. He aquí, una sobresaliente interpretación del fragmento del discurso del Big Brother Bush: '... si las naciones constituyen un todo un orden, un corpus vivo, que como tal, no pueden tener una identidad, estas palabras carecen por completo de autoridad moral proviniendo del mismo país que anexó Texas en 1783, que agredió en las Malvinas en la Confederación Argentina en 1852, que en 1846 se anexó Oregón, en 1848 California y Nuevo México; que después de proclamar que una agresión de potencias intercontinentales sería considerada como un ataque a los Estados Unidos (Monroe) nada hizo al ser atacada la Argentina por Francia en 1828 y por Inglaterra y Francia en 1845; es la misma nación que en 1898 no quería la independencia de Cuba sino que fuera un nuevo estado de la Unión, que en 1803 produjo la segregación de Panamá, que en 1908 apoyó militarmente la agresión de Alemania e Inglaterra contra Venezuela, que intervino militarmente en Santo Domingo en 1905, que en 1914 y 1916 presionó sin medida para obligar a la Argentina a entrar en la primera guerra nundial; que hizo lo mismo más tarde en 1939, que respaldó a Inglaterra en la guerra de las Malvinas en 1982; que inmediatamente después intentó obligar al país a incorporarse al embargo de granos a Rusia, que intervino a apenas ayer en Panamá (sin que la UN nada hiciera), que después de la humillación de la Argentina subsidia el trigo que vende a Brasil, quebrando el resultado de nuestras cosechas...'228 Una segunda significación puede tipificarse como 'ingenua'; creer por convencimiento, conveniencia o estupidez en los discursos de corte humanitario-racional de los Estados Unidos. Consignaré un buen ejemplo de esta clase de significados vertidos por Jorge Bosch acerca de las características e intenciones de los norteamaericanos. En primer término veamos como este autor el problema del imperialismo: 'Lo que se ha llamado «imperialismo» americano, invento también de europeos y soviéticos, es una esencia de una política de adquisición de supremacía por medios económicos-financieros, pero no (salvo una esporádica excepción) por los medios violentos que emplearon en su carrera expansiva los soviéticos y japoneses'229 Según Bosch, la única forma de 'violencia' es el ataque armado. Los otros 'medios de adquisición de supremacía por medios económicos-financieros - eufemismos de la teoría de la dependencia - no son violentos. La DSN con su correlato de misiones militares norteamericanas, interviniendo activamente en los Ejércitos de América del Sur para convertirlos en en satélites, tampoco fue violencia. A menos que Bosch los incluya dentro del rubro de 'esporádicas excepciomes', con las cuales y teniendo en cuenta la enumeración de Caturelli, son tantas (y conste que son sólo ejemplos de adquisición de supremacía) que la apreciación de Bosch se transforma en un cuento de hadas para adormecer a los niños. Dicho sea de paso, para las naciones desarrolladas, los habitantes de los países subdesarrollados son como niños. Y entre las apreciaciones de este autor sobre estos temas se destaca la siguiente por su pintoresquismo: 'Estados Unidos no es una potencia colonialista. Ha quedado como única superpotencia en el mundo, pero mo utiliza su fuerza para avasallar pueblos ni para conquistar pueblos'230 Por lo visto los Estados Unidos no avasallaron ningún pueblo ni conquistaron territorio alguno. La presencia militar de Estados Unidos es esa región busca únicamente reguardar la paz mundial. Notabene: hay fotos de autopistas en el desierto, y hay una gran número de auos quemados. ¿Dónde están los pasajeros? El mismo Bosch reconoce la intencionalidad real de norteamérica: 'Era obvio que occidente en general y Estados Unidos en particular no podían permitir la anexión de Kuwait e Irak: Dejo de lado las cuestiones sentimentales y principios abstractos de justicia universal'231 Es posible deducir que para Bosch las víctimas civiles de Irak (más de 3000) como consecuencia de la Tormenta del Desierto son mera cuestión sentimental, ya que según este analista las fuerzas occidentales se mantuvieron 'dentro de las normas del derecho'232. Después de todo los civiles muertos no eran otra cosa que 'fundamentalistas fanáticos... Mas lo importante era el petróleo y no los 'derechos humanos' violados en Kuwait: 228 A. Caturelli, El principio de Inmanencia y el Nuevo Orden del mundo. Revista 'Glaudius', nº 22. Buenos Aires 1991. Págs. 126 y 127. 229 J. Bosch, Cultura y Contracultura. Buenos Aires 1992. Pág. 440. 230 Op.Cit. Pág. 441. 231 Idem. Pág. 141. 232 Idem. Pág. 142. '... estaba en juego el petróleo, elemento necesario para la industria de los países desarrollados'233 Por último, el siguiente aspecto. la finalidad mediata de la operación: (El) 'deseo de sentar precedentes confiables, advertencias para otros países y puntos de referencia para el futuro'234 He aquí el meollo de la cuestión que resume todo el palabrerío moralizante de Jorge Bosch: Estados Unidos cumple y cumplirá el papel de gendarme global (Globocop), guiado exclusivamente por sus intereses económicos que será el altar donde se sacrifiquen todos los intentos de desviación de los cánones dictados por la superpotencia. En idéntico sentido, pero con mucha mayor sinceridad, es decir; sin hipocresías melifluas, el general Collin Powell, otro de los jefes de la coalición internacional en el Golfo, expresó los fines subyacentes de la intervención: 'Deseo que todos tengan un miedo mortal de nosotros. No lo digo con espíritu belicoso. Lo digo con espíritu de paz' (Diario La Nación: 5/2/92) Ya se sabe cuál es la veracidad del 'espíritu de paz' de los norteamericanos, repetidamente evidenciado en todas sus intervenciones en el mundo, donde se destacaron siempre por el estricto respeto por los derechos humanos y las leyes de guerra. Dicho sea de paso, los norteamericanos se consideraron como un pueblo elegido. Creo que quedó claro el tema de la motivación real de los Estados Unidos. Trataré el problema desde la perspectiva de la participación de la Argentina en el conflicto del Golfo. El ejército luego de su total destrucción se transformó en una masa crítica para modelar en ella cualquier forma. Un conjunto de hombres sin destino, parias uniformados con el peso del desprecio y la indiferencia de gran parte de la sociedad sobre sus hombros, soldados sin entusiasmo profesional, resentidos, sin ningún lugar adonde dirigirse, desesperados para lograr una migaja de aceptación, una razón de ser para morigerar la mala conciencia resultante de saberse prescindibles en la 'Nueva Argentina', soldados hambrientos de misiones concretas. Tal era la mola desquiciada, caldo de cultivo ideal, metal maleble para crear una forma diferente. La mola desquiciada es ahora 'fuerza de paz' al servicio de los Estados Unidos. Algunos autores, por ejemplo Antonio Caponnetto, califican adecuadamente a lo nuevos ejércitos: 'Ejércitos dóciles a las necesidades tácticas del Nuevo Orden: ésto es lo que se pretende. Siempre prontos para acudir aquí y allá a resolver sus incovenientes y apañar sus intereses; convertidos en apéndices de la ONU o la Casa Blanca, sin guerras contra los enemigos reales o históricos o invaden su suelo, pero listos a encuadrarse como meercenarios en las eufemísticamente llamadas «fuerzas de paz»'235 Personalmente no comparto el término 'mercenario' aplicado a los integrantes de nuestras Fuerzas Armadas. No debe olvidarse que un mercenario es un buen comerciante y en ocasiones posse cierto idealismo, que lo coloca bastante por encima de nuestros nuevos soldados, ineptos para el comercio 233 Idem. Pág. 442. 234 Idem. Pág. 443. 235 A. Caponnetto, El deber cristiano de la lucha. Buenos Aires 1992. Pág. 15. y sin otro ideal que el de satisfacer una pulsión akrásica fermentada en la inacción y en la impotencia. Luego de la aplastante victoria norteamericana en el Golfo Pérsico, una comparsa de fantoches con apariencia de desfile militar llevada a cabo en New York, presentó a los Estados Unidos como la potencia vencedora y al mismo tiempo ofreció la oportunidad de reflotar el prestigio de sus fuerzas armadas severamente erosionadas desde la finalización de la guerra de Vietnam. Estados Unidos aprovechó la ocasión y organizó una comparsa majestuosa, presentando al general Schwarzkopf como un nuevo césar. La guerra del Golfo, en lo que respecta al prestigio y la autoestima, la purificación de la profunda mácula de Vietnam, la aporía de la derrota a manos de despreciables Vietcongs. Ahora lo que conviene es amalgarse lo máximo posible con el vencedor (aliado natural) y desfilar con él, arrastrando la Bandera Nacional Argentina por las sucias calles de Broadway, para recibir el aplauso de los yanquis simplotes. Quisera finalizar este capítulo efectuando algunas apreciaciones sobre un fenómeno que nuestra el estado de la moral en la Argentina. La visita del Portaaviones Kitty Hawk que nos hizo en el mes de noviembre de 1992. Digno de destacar es el aspecto detectivesco acerca de las posibilidades laborales de las prositutas presuntamente contratadas para satisfecer las urgencias sexuales de los marines. Un perfil de adulación y servilismo, fue el frenesí evidenciado por nuestras chicas, niñas bien, ante los marines de los Estados Unidos. ¡Cómo nos gustan los negros! (Diario Clarín: 13/11/91) fue el grito de guerra lanzado por nuestras ninfómanas advenedizas propensas al despatarro, prestas a hacerse desflorar (si todavía conservan la virgnidad) por los heraldos del Primer Mundo. Es comprensible. Todo lo importado es mejor. Entiéndase bien: todo. Y desde luego no es lo mismo fornicar con despreciable 'cabecita negra' que con un apolíneo negro made in USA. La entrega incondicional, las equimosis eventuales, el avasallamiento del macho son iguales pero ¡Con un prospecto del Primer Mundo la fornicación simple adquiere otro nivel! Estuvo asimismo presente el componente festivo-familiar, al mejor estilo Segunda Guerra Mundial, versión Hollywood: ' ... las familias llevaban sus bebés para que los besaran...(Diario Clarín: 13/11/91) El portaaviones Kitty Hawk fue un falo artillado y erecto que horadó nuestra dignidad, terminando por romper el himen de autoestima que todavía nos quedaba. Diego Andrade (enviado especial La Nación) ¡política de aproximación al Primer Mundo (sic!)! Relaciones carnales. Aquello fue un rompecabezas mal armado. Fuga: las impresiones de un ex-combatiente, el soldado Francisco Montenegro, a su regreso al continente: '¡Somos los heridos de guerra! La gente sólo miraba las ambulancias y no entendía un cuerno. ¡Si la guerra terminó!, gritó alguien desde la vereda. Eso fue un golpe muy duro para Esparza, que me dijo: Che Monte, ¿vos te acordás cuando los yanquis vuelven de la guerra en la TV, que las mujeres los abrazaban, bailaban en la calle y se tomaban hasta el agua de las fuentes y todo era joda y alegría porque vuelven los hijos que ahora son los padres de la patria? Bueno, ahora no te lo creas así, porque creo que estamos en otro mundo y no en el nuestro. No nos dimos cuenta, pero ese sería el verdadero principio para los que ya éramos Veteranos de Guerra' 236 Toccata: remarcar la bajeza moral de nuestras simpáticas hetairas (que asumieron plenamente la política de 'relaciones carnales') y nuestros sensatos admiradores del Primer Mundo. Entiendo que se dejaron reconocer como esclavos con excesiva docilidad. Aunque para muchos no fue una humillación sino una nueva forma para defender a la Patria (recordar las zonceras de Arturo Jauretche) aprendiendo los secretos íntimos del tiro en todas las posiciones.... 236 L. Morelli, Malvinas - los héroes olvidados. Buenos Aires 1990. Págs. 154 y 155. Epílogo 'A la claridad terrible era difícil discernir los rostros femeninos de los masculinos. Todos aparecían igualados y ensombrecidos por la angustia del esfuerzo que realizaban, con los maxilares apretados y los párpados entrecerrados, pues los afiebraba la sed. Otros con gestos de sonámbulos pegaban la boca al frío cilindro de los buzones, o el rectangular respiradero de los transformadores de las canalizaciones elécricas, y el sudor corrí en gotas gruesas por todas las frentes' Roberto Arlt (La Luna Roja) 'Y la primavera me trajo la horrible risa del idiota' Arthur Rimbaud (Una temporada en infierno) En los tiempos del marketing ideológico, ua dulce y desaforada esperanza corroe los cerebros de gran parte de la humanidad: el promocionado 'fin de la historia', lugar lógico del bienestar indefinido. Dicho final no será metahistórico (en un sentido trascendente). Antes al contrario. Será intratemporal; fin de la historia dentro de la historia misma. A continuación trataré de sintetizar las principales ideas del funcionario Fukuyama, divulgador de esta nueva ideología. Para este integrante del club de demiurgos del Mundo-Uno la finalización de la historia tuvo lugar en 1806, con el triunfo de las tropas napoleónicas portadoras de los ideales de la Revolución Francesa. Según Fukuyama, ese 'ideal' (El Estado Liberal Democrático) no puede ser mejorado: 'La democracia liberal podría consistir en el punto final de la evolución ideológica de la humanidad, la forma final de gobierno y como tal marcaría el fin de la historia'237 Desde luego que la intelección que hace este autor hace de la historia pasa por el proceso 'único, evolutivo y coherente'238 porque 'tanto Hegel como Marx creían que la evolución de las sociedades humanas no era infinita, sino que acabaría cuando la humanidad hubiese alcanzado una forma de sociedad que satisfaciera sus anhelos más profundos y fundamentales'239 237 Idem. Pág. 11. 238 Idem. Pág. 12. 239 Idem. Pág. 12. No me detendré a señalar la inconsecuencia de dicha 'detención' en función de los presupuestos informadores de las cosmovisiones de Hegel y Marx. Sólo deseo mostrar la manera en que Fukuyama conduce sus razonamientos, dirigiendo la historia (la historia orientada). Si bien el funcionario del Mundo-Uno está convencido de que el fin de la historia ocurrió en 1806, finalización en el mundo de las ideas, aunque todavía no en el mundo material. También aquí obviaré el problema, criticado por Caturelli240, de la impropiedad de identificar lo real con lo material. A lo largo del despliegue temporal se sucedieron diversas lacras. Las dos peores fueron el comunismo y el fascismo, aforunadamente aniquiladas. El comunismo en su versión ortodoxa con la Perestroika y el fascismo con la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Por supuesto, Fuykuyama se cuida muy bien de mencionar la causa interna (lógica) y la externa (praxis) del comunismo y el fascismo: el liberalismo. A continuación un excelente ejemplo de cómo se pueden manipular las ideas y cómo las conductas cambian de entidad en función de los sujetos actuantes. Refiriéndose a los totalitarismos del siglo XX, dice el burócrata de Washington: 'Las guerras emprendidas por estas ideologías eran también de un tipo nuevo, pues entrañaban la destrucción de la población civil y los recursos económicos, lo que explica la guerra total. Para defenderse de esa amenaza, las democracias liberales se vieron inducidas a adoptar estrategias militares, como los bombardeos de Dresden y Hiroshima, que en épocas anteriores habría recibido el calificativo de genocidios'241 Fukuyama no pudo haber elegido peores ejemplos: dos poblaciones civiles e indefensas. Bajo ningún pretexto su destrucción puede ser legitimada. Pero ya conocemos el concepto de 'moral' que suele enarbolar la Gran Nación del Norte. En lo que respecta a la caracterización de esa ideología como sistema, Fukuyama expresa que el deseo de esa cosmovisión comsiste en 'controlar totalmente la vida de sus ciudadanos'242. Como buen norteamericano, este autor no puede dejar de vertir una opinión sobre el peronismo, al cual cataloga como 'despotismo tradicional' en busca del 'control de la sociedad civil'243. Conviene retener estas ideas ya que las mismas, conforme al penamiento del teórico del Mundo-Uno, encuentran su superación en la democracia liberal. Este sistema sería la síntesis, la relización plena del Aufheben hegeliano, un estadio superior definitivo e inmejorable. Ahora, unas palabras sobre el totalitarismo en su variente soviética: 'El Estado totalitario esparaba rehacer al hombre soviético cambiando la estructura misma de sus creencias y valores...'244 ¿Por qué fracasó el totalitarismo? Porque falló en controlar el pensamiento. La solición de todos los problemas es la democracia liberal poblada de 'últimos hombres'. Si el totalitarismo soviético efectuaba álgebra de creencias y valores, esta peculiar 'democracia liberal' opta por la nivelación y el sacrificio de todas las discriminaciones en el altar de la tolerancia. Un vagar insípido en la imposibilidad de afirmar algo, de situarse, de definirse. Conforme a este estado de cosas, ¿qué certidumbres apoyan al 'último hombre'? 240 Op.Cit. Pág. 120. 241 F. Fukuyama. Idem. Pág. 32 y sigs. 242 Idem. Pág. 55 y 56. 243 Idem. Pág. 56. 244 Idem. Pág. 56. 'y si los hombres no pueden afirmar que algún modo de vida concreto es superior a otro, entonces recaen en la afirmación de la misma vida misma, es decir el cuerpo, sus necesiades y sus miedos'245 Nótese el burdo unidimensionalismo evidenciado al identificar a la 'vida', exclusivamente con el 'cuerpo'. La antropología (¿metafísica?) de Fukuyama obvia por completo las otras formalidades que no sean la de cosa y la de animal. En lo que respecta a los móviles impulsores de 'último hombre', Fukuyama dice: 'El último hombre, al final de la historia, sabe que es mejor no arriesgar su vida por una causa, porque se da cuenta de que la historia está llena de fútiles en los cuales los hombres lucharon por si debían ser cristianos, protestantes o católicos, alemanes o franceses. Las lealtades que han empujado a los hombres a desesperados actos de valor y sacrificio resultaron ser, a la luz de la historia subsiguiente, estúpidos prejuicios'246 Esto es un relativismo elevado a su máxima expresión. Un mero devenir sin nada por lo que luchar. Sugiere la gestación de un totalitarismo de nuevo cuño, aparentemente indoloro y cómodo pero aberrante y monstruoso como todos los totalitarismos. El Padre Sáenz lo explica del siguiente modo: 'Un superestado, una sóla religión, un totalitarismo de nuevo es estilo, quizás con guantes blancos. Lo profetizaron no sólo Orwell, sino también Benson, Soloviev y más recientemente Del Noce... Frente a este nuevo totalitarismo, el enemigo ya no será el fascista, ni el burgués, ni el comunista, sino el hombre de la trascendencia, es decir, todos aquellos que piensen que este mundo no es el definitivo, que el ser humano no es la realidad suprema, que la historia no es la metahistoria. A ese hombre - aguafiestas en el festín de la inmanencia - quizás no se lo mande a ningún nuevo Gulag. Pero será marginado, o internado en un hospital psiquiátrico'247 Convengamos que para muchos argentinos, propuestas como las de Fukuyama poseen un encanto irresistible: la posiblidad de adbjurar de todas las creencias, religaciones y lealtades sin culpas. La tontería de Malvinas es el trauma más urticante que gracias a la cosmovisión del final intratemporal de la historia, puede ser desechado sin el más mínimo cargo de coniencia, porque la misma ya no existirá. Solo animalidad insaciable. Fukuyama dice que 'el hombre difiere fundamentalmente de los animales, el deseo de otros hombres, es decir, quiere que se la reconozca'248. Este reconocimiento se refiere a la propia valía. Basándose en Platón, Fukuyama afirma que la inclinación a buscar 'el reconocimento de la propia valía (autoestima) surge del alma, thymos (ánimo, coraje)'249. Vale decir que el ser humano posee un impulso thymótico que puede adoptar dos variantes: o bien es un deseo de reconocimiento desigual (megalothymia) o es un deseo de reconocimiento como igual (isothymia). Por lo que parece, en la sociedad post-histórica prevalecerá la iguladad, la isonomía, la anonimía, en buen criollo: la animalización: 245 Idem. Pág. 408. 246 Idem. Pág. 410 y 411. 247 A. Sáenz SJ, La cristiandad y su cosmovisión. Buenos Aires 1992. Pág. 384. 248 F. Fukuyama, Idem. Pág. 415. 249 Idem. Pág. 17 y 18. 'Un perro se siente satisfecho con dormir todo el día al sol con tal que lo calienten, porque no está satisfecho de lo que es. No le preocupa que otros la pasen mejor de él, o que en su carrera se haya estancado, o de que en distantes lugares del mundo se oprima a los perros'250 'Si el hombre vuelve a ser de nuevo un animal, sus artes, sus amores, su juego tienen también que volverse naturales. Por lo tanto, tendría que admitirse que después del final de la historia, los hombres construirán sus edificios y sus obras de arte como los pájaros construyen sus nidos y las arañas; darían conciertos musicales al modo de las ranas y las cigarras; jugarían como jóvenes animales y entregarán al amor como bestias salvajes (sic!)'251 No resulta descabellado aseverar que entre nosotros, en esta Argentina sometida y humillada, estas particulares concepciones encontrarán adeptos fervorosos. Gozar del bienestar material, las delicias del consumo, no pensar ni cuestionar, sólo engordar. Las perritas alzadas en la ciudad de Mar del Plata. Muchos creen en las promesas coloreadas. El vivalapepa de la inmanencia. 'El hecho de que un mundo histórico coexista con el posthistórico significa que el primero seguirá siendo atractivo para ciertas personas precisamente porque continua siendo un terreno de lucha, guerra, injusticia y pobreza'252 Recordemos que el Tercer Mundo está todavía en la historia. Asimila a los individuos infectados con el virus de la megalomanía. 'Regis Debray encontró satisfacción para sus anhelos thymoticos, totalmente ausentes en la próspera Francia de clase media, luchando en las selvas de Bolivia con el Che Guevara. Probablemente sea saludable para las democracias liberales que exista el Tercer Mundo, pues absorbe las energías y ambiciones de gentes así; que sea también bueno para el Tercer Mundo, es otra cuestión'253 Verdaderamente inquietante, en efecto, no es muy atinado que digamos, atribuir esta audaz apreciación a un rapto de buen humor del 'filósofo' Fukuyama. No tiene, además, categoría de chiste. Aunque tal vez sí lo sea. La ambigüedad existe y nos da la pauta de que tal vez estemos ante los portales de otro espejismo, otra estafa monumental... 1992. Diez años de la Guerra del Atlántico Sur; en la plaza de armas está la tropa cansada, andrajosa y sucia. Las flores se pudren en el cenotafio de la Plaza San Martín y los soldados se turnan en su tarea: los que todavía tienen fuerza meten los cadáveres en las bolsas necrológicas. Los cuerpos hinchados, drenando pestilencias por los poros. Mientras realizan la hórrida labor, esperando el milagro de la salvación perpetua. El hedor del orín de los fantasmas vigilantes es insoportable. De pronto, apareció Megafón y gritando exclamó: ¿Nadie se da cuenta de que los ex-combatientes necesitan contención? Sabemos muy bien que fueron rechazados... y se habla que muchos no soportaron la indiferencia y en consecuencia se suicidaron... ¿Cómo podemos detener esto? Ayuda, comprensión... ¿quién le da pelota a este tema ? 250 Idem. Pág. 415. 251 Idem. Pág. 415 y 416. 252 Idem. Pág. 424. 253 Idem. Pág. 424. ¡Yo se la doy! Lo único que puedo hacer es decirle a un ex-combatiente: te felicito pibe... y Megafón, mirando hacia el horizonte dijo: Tarde o temprano va a llegar la reinvindicación...