Conocimientos situados: una antropología reflexiva desde el cine etnográfico En el presente trabajo, se busca reflejar una nueva forma de realizar antropología visual, extendiendo el enfoque metodológico del “conocimiento situado”, planteado por Haraway en la forma de hacer antropología. Dentro de este marco, se analiza la situación del cine etnográfico como técnica facilitadora para este objetivo, a la vez que se realiza un estudio preliminar de diagnóstico a decir de algunos enfoques utilizados hasta el momento en la antropología visual en el Ecuador. De esta manera, primero se hace un breve resumen de la forma en la que ha sido tratado el cine etnográfico en el país, para luego reflexionar acerca de la constitución del sujeto de estudio y las nuevas búsquedas y enfoques del cine etnográfico a decir de la antropología visual. Consideraciones preliminares del cine etnográfico Generalmente, “se entiende por antropología visual el uso de técnicas audiovisuales en la práctica antropológica, ya sea como instrumento de investigación o como forma de documentación e ilustración de la transmisión de conocimiento antropológico” (Ardévol Piera, pg. 11). Por otra parte, el cine etnográfico se constituye como una forma de llegar a representar a través de la cámara una determinada visión del mundo, y comparte con la antropología la diversidad de las miradas hacia lo que es próximo y lo que es desconocido. Históricamente, el cine etnográfico, ya sea como técnica de documentación o como forma de representación del mundo, ha sido invisibilizado como parte de la antropología visual en sus inicios. Sin embargo, el interés por documentar y preservar formas culturales se constituye como su principal interés, y es en este marco en el que resulta importante resaltar su importancia al momento de proponer una antropología reflexiva, no sin antes examinar la situación del cine etnográfico en el contexto ecuatoriano. Representaciones coloniales en el Cine Etnográfico Si desde un principio, el cine etnográfico, bajo formas colonialistas, buscaba la documentación del “otro diferente”, para el caso ecuatoriano, ese otro, visto como “objeto” fue el caso del indígena (León, 2005). Se da un intento de representación de la imagen del indio, a través de una actitud fílmica que se destaca por la distancia y por la folklorización de sus formas de vida. Así, en un primer momento, estos primeros intentos de cine etnográfico “dicen mucho sobre la mirada del hombre blanco y sobre el proyecto mestizo dentro del cual se inscribe. Dicen más sobre quién los filmó que sobre lo filmado” (2005; 2). De esta manera, la representación cinematográfica en un primer momento produce una distancia comunicativa, que separa al investigador mestizo o blanco del indígena visto como objeto de estudio. Las imágenes que se crean acerca del indígena son producidas como todo aquello que no es perteneciente al mundo moderno, y de esta forma se crea un alejamiento de la cultura “oficial” y la cultura indígena a través de la representación cinematográfica. Esto se enmarca en la llamada visión colonialista de las culturas, dentro de las cuales la cultura mestiza se logra definir y legitimar a partir de la folklorización y el distanciamiento del otro, diferente e inferior, que ha sido históricamente el indígena. Se constituye la noción mestiza ecuatoriana como una articulación de imaginarios coloniales que permiten la incorporación de las culturas subalternas en la matriz universal de las instituciones occidentales; pero eso sí, sin dejar de ser subalternas. Así, la autorepresentación del indígena como sujeto bajo esta primera forma de cine queda imposibilitada. Bajo un primer acercamiento no victimizante de la situación del indígena, este queda simplemente imposibilitado de dar su punto de vista acerca de su cultura y sus costumbres, debido a que es el otro quien lo construye como objeto. Cine etnográfico como método colonialista Bajo este primer acercamiento, la cámara se constituye como el objeto que es por excelencia utilizado en el proceso de “controlar al mundo”, como menciona Carlos Y. Flores. Entonces, lo que se busca en el cine etnográfico es documentar a los grupos que están por fuera de la llamada cultura occidental, y es el etnógrafo quien valida el conocimiento y las formas de documentación que son válidas a decir de la cultura investigada. En un primer momento, esto se da bajo la mecánica de la fotografía etnográfica, y luego, con la aparición del cine, el principal interés para el etnógrafo está en documentar los “otros” pueblos y costumbres. Se dice, de esta forma, que el principal problema para el cine etnográfico es la representación del llamado “otro”. Sin embargo, no se toma en cuenta la descontextualización de las nociones de tiempo y espacio importantes para la cultura documentada, y es de esta forma como se crea una crisis de representación, en la cual los pueblos indígenas son pensados y son documentados por otros ajenos a su contexto. Así, no sólo se pone en tela de duda la cuestión de la otredad, sino de la autoridad y de la llamada “objetividad” en la construcción del conocimiento. De esta forma, se puede evidenciar la importancia del cine etnográfico en la reproducción de postulados colonialistas y positivistas en la producción del conocimiento. Y, sin embargo, hoy en día se asegura que el cine etnográfico sigue teniendo un papel marginal en la representación propia de los pueblos a decir de su propia cultura. Con la reivindicación étnica hacia los años 80 en América Latina, se da el desarrollo de una nueva idea que deja de percibir de manera romántica a las comunidades, y se da un intento por dejar de estereotipar la producción cinematográfica indígena y de reforzar la concepción que se tiene del “buen salvaje”. Tanto los fundamentos antropológicos, como el cine etnográfico como técnica entran en una época de transición en la cual se cuestiona la manera de seguir documentando las costumbres y las tradiciones de los pueblos bajo una perspectiva distanciada. Nuevos Retos del Cine Etnográfico La antropología visual, vista como un lugar de reflexión que media entre la práctica y teoría cinematográfica, junto con la reflexión antropológica se constituye como una nueva forma de pensar la realidad de los pueblos desde “adentro”. Con el desarrollo de las teorías acerca del relativismo cultural, y también con la escuela malinowskiana, se da una primacía del punto de vista émico por encima del ético. Esto quiere decir, que es ahora el llamado “nativo” el que habla de su propia cultura. Bajo estos términos, el cine etnográfico no se queda atrás, y las propias poblaciones son las que empiezan a documentar sus propias prácticas y costumbres, sin que otros hablen por ellas. Existe, por lo tanto, un cuestionamiento fundamental a decir del cine etnográfico, y este es, cuál es la búsqueda de estos grupos llamados subalternos por la documentación de su propia cultura. Lo visual es, hoy por hoy, uno de los campos privilegiados por grupos y colectivos para disputar los sentidos del pasado. De hecho, “la producción de imágenes es constitutiva de las prácticas y de las identidades de los grupos que sostienen una lucha por la instalación de memorias” (Guarini 2010:139). En el caso de esta investigación, las luchas de las personas por construir sus representaciones entran en disputa con las imágenes y narrativas sobre el pasado producidas desde el patrimonio, pues estas tienden a la construcción de relatos historiográficos unívocos, fijos y al congelamiento del pasado y la institucionalización del olvido en tanto que las otras pueden encontrar puntos de fuga como los ensayados en el contexto de esta tesis.