Notación «In Campo Aperto» Hasta la tardía aparición de la notación, la música se aprendía por transmisión oral y era enseñada por especialistas en memorización. La escritura se inicia a mediados del S.IX, cuando el repertorio había crecido tanto que las melodías de uso poco frecuente corrían peligro de ser olvidadas; nace como un recurso mnemotécnico para ayudar a la memoria del cantor. Los primeros signos de la notación musical se llaman NEUMAS (gesto, respiración). Procedían de los acentos de altura, de entonación, que se aplicaban a la declamación poética y a los discursos, y que hacían que la altura de la voz variase hasta un intervalo de quinta (distintos de nuestros acentos actuales, de intensidad): agudo, grave y circunflejo. Los Neumas eran signos apuntados IN CAMPO APERTO, o sea, sin ningún tipo de pautado, lo que se conoce como escritura adiastemática, porque no indica los intervalos dado que el cantor los conoce: sólo tiene que recordarlos. En principio, no eran signos sino indicaciones de quironimia. Era un recurso mnemotécnico para cantantes: indicaban elevación o descenso de la melodía. En un sistema quironómico de indicación se realizan gestos con las manos para orientar a los cantores en el ascenso o descenso de las melodías. No puede ser descifrado musicalmente si no se conoce previamente la melodía. Existían gran variedad de interpretaciones según lugar, época y habilidad y cuidado del monje cantor. Notación adiestemática: trazos, puntos y razas (neumas) colocadas sobre el texto, no indican sonidos determinado. Variedad de interpretaciones dependiendo del monasterio en el que se encuentran los libros. Notación diastemática: Expresión gráfica de los sonidos en la que figura con precisión la altura. A finales del siglo X a los manuscritos se les trazaba una línea de color rojo que representaba la nota final del primer tetracordo (fa) Después, se le añadió otra de color amarillo que representaba el final del segundo tetracordo (do). Las claves musicales Surge consecuencia de primeras anotaciones diastemáticas, cuando la línea bien en seco (notación aquitana) o en color, servía como punto de referencia de lectura de neumas (S.XI). Los neumas a distinta altura indicaban por su situación la amplitud y la dirección de los intervalos. El monje benedictino Guido de Arezzo (995-1050) le dio nombre a los sonidos musicales basándose en la entonación y la letra del himno a San Juan. Con base en esto añadió otras dos líneas más, creando el tetragrama o pauta de cuatro líneas. Estableciendo así, la forma de anotar con precisión la altura relativa de las notas de la melodía, liberando así a la música de su dependencia de transmisión oral. Debido al tetagrama, los neumas modifican su dibujo apareciendo el punto cuadrado o romboidal. Los valores de la duración seguían basándose en los valores prosódicos del texto.