Uploaded by Joxe Esnaola

LA CENA COMENTARIOS DE TEXTO

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LA CENA
Resumen
Protagonistas
Valoración
Temas
Comentario:
El autor se inspiró para escribir este libro en un suceso que
ocurrió en España: unos chicos prendieron fuego a una indigente que
dormía en un cajero automático.
El libro transcurre durante una cena en un restaurante de lujo.
Dos hermanos cenan con sus mujeres. Han quedado para discutir un
tema preocupante relacionado con el futuro de sus hijos.
En la primera parte del libro se nos presentan los distintos
personajes importantes para la historia. Está narrado en primera
persona por un padre preocupado por las acciones de su hijo
adolescente. A lo largo de la cena se van contando todos los
antecedentes de la historia siempre desde el punto de vista de este
padre al que vamos conociendo poco a poco. Se nos va desvelando su
personalidad al igual que la de los otros personajes de la historia, y este
descubrimiento implica muchas sorpresas.
Me ha parecido no sólo interesante sino revelador de los factores
que influyen en la personalidad de un individuo. La herencia genética,
las vivencias en la primera infancia, la educación, la permisividad, el
ejemplo, todo influye en la formación de un ser humano, en cómo
aprende a diferenciar el bien del mal, en cómo aprende a resolver los
conflictos y responsabilizarse de sus propios actos.
Trata además del tema del amor paterno-filial. De cómo este
amor mal entendido puede llevar a acciones desastrosas. Es una
historia en la que ningún personaje cae bien, no puedes identificarte
con ninguno.
Es un libro bien escrito, entretenido, un auténtico thriller de
misterio que me ha enganchado desde la primera página. Ni siquiera
se hace pesada la extensa parte del libro en la que el padre protagonista
aprovecha para criticar todo lo relacionado con los restaurantes de lujo
con todo detalle. Todo ayuda a entender la compleja personalidad de
quien está contando esta siniestra historia.
Un libro muy recomendable, original y ameno, con una
importante moraleja final.
Comentario:
La lectura de “La cena” ha sido para mí una de las más
destacadas de este año. No porque haya sido una de mis favoritas, que,
de hecho, no lo es y no la pienso incluir en mis preferidas de este año;
sino porque ha sido uno de los libros que más me han hecho
reflexionar. Podría decir que su lectura me ha “escandalizado” o
“provocado”, no sé muy bien cómo expresarme. Los planteamientos
expuestos chocan de una manera tan radical con mis principios y mi
modo de concebir las cosas que en ciertos momentos me “violentaba”.
En cualquier caso, esto es uno de los enriquecimientos que aportan los
libros: puntos de vista completamente opuestos al tuyo, de manera que
te dan la posibilidad de cambiar de opinión o afianzarte en la tuya
propia. En este caso con esta novela me he reafirmado en mis propios
valores.
La novela está estructurada en los diferentes momentos de una
cena formal con capítulos en cada uno de ellos (aperitivos, entrantes,
segundo, postres, digestivo y propina). Es un modo curioso de
compartimentar la acción, de justificar el título, pero vamos, en
principio nada se pierde a mi parecer si se prescinde de esta estructura.
La historia es narrada por Paul, quien en un primer momento se
nos muestra como un hombre sencillo, hastiado ante la perspectiva de
tener que compartir una cena de estas características. Estas cenas tan
“estiradas” le parecen ridículas y prefiere otras alternativas más
populares. Sus comentarios acerca del precio de los platos y sobre el
comportamiento del maître no pueden menos que hacernos escapar
una sonrisa.
En el restaurante, acompañado de su mujer Claire, va a
encontrarse con su hermano Serge, político de la oposición holandesa
con muchas posibilidades en las siguientes elecciones, y su mujer
Babette. Durante los primeros platos no hablan de nada interesante,
como la mayoría de las conversaciones reales comiezan con temas
banales. Hacen referencia a algunas películas (mencionan la última de
Woody Allen con Scarlett Johansson como protagonista) y destripan
alguna otra como “Adivina quién viene a cenar". En un momento
determinado Babette abandona la mesa y es seguida por Claire. Es
justo entonces cuando se nos descubre el verdadero motivo de esa
cena. Michel y Rick (los hijos de las parejas) han cometido un acto
atroz. Los padres se han reunido para decidir qué deben hacer.
La historia en sí es bastante dura, pero todavía más los
pensamientos plasmados en ella. Los padres no se cuestionan la
maldad de sus hijos, lo horrible del hecho cometido. Quieren que sus
vidas sigan adelante sin ningún tipo de consecuencias, lo que a mi
modo de ver no hace sino generar monstruos.
Los personajes sufren una evolución muy interesante. Paul y su
mujer Claire se nos presentan en un primer momento como una pareja
cercana y agradable, hartos de vivir a la sombra de Serge el ambicioso
hermano de Paul. Serge aparece inicialmente como un político
ambicioso, que trata de resolver su reputación a toda costa. Esta
primera impresión es sólo consecuencia de la redacción en primera
persona por Paul. A lo largo de la novela vamos descubriendo a través
de los hechos que los buenos no son tan buenos, y que los que parecían
malos resultan ser los únicos razonables.
Tengo que reconocer que el escritor me ha parecido un poco
cobarde, porque no se ha atrevido a desarrollar su tesis hasta el final,
a hablar de la maldad porque sí, sino que trata de justificar, al menos,
el comportamiento de Michel (en el que realmente se centra al estar
narrada la historia por su padre). A través de una serie de flashbacks se
nos muestran diversos momentos de violencia en la vida de Paul. Él
sufre algún tipo de trastorno social, por el que se ve obligado a dejar su
trabajo, y se deja entender que Michel también lo sufre. El autor no se
atrevió a hablar de que la maldad puede surgir en cualquier clase de
familia, hasta en las más normalizadas (de hecho, en una entrevista
dijo que la enfermedad de Paul se le ocurrió más tarde).
Es un modo de que los lectores se relajen Ah! Esto no
me puede ocurrir a mí, estas cosas sólo pasan en las
familias de tarados (a lo que abunda el comportamiento de Claire,
la madre, que tampoco es muy normal). No sé, puestos a provocar
hazlo bien, con seriedad, no te justifiques con excusas
genéticas o sociológicas. Sobre todo teniendo en cuenta que el
hecho real que inspiró esta novela (ocurrido en Barcelona hace algunos
años) no cuenta con estos antecedentes. Es decir, estas cosas pasan
hasta en las mejores familias.
En la novela se tratan de refilón muchísimos temas muy
polémicos, como el aborto. El trastorno de Paul, y presumiblemente
de Michel, es detectable mediante amniocentesis (desconozco si este
tipo de enfermedad es detectable de este modo y tan temprano, pero
bueno). Paul dice en un momento que menos mal que esa prueba no
existía cuando su madre se quedó embarazada, porque de lo contrario
puede que él no estuviera vivo. Otro de los temas mencionados es
el racismo y las consecuencias de las adopciones
internacionales. Ello sale a colación de Faso, hermano de Rick, y con
un papel muy importante al final de la novela. Se habla también de
la pena de muerte, a raíz de un trabajo que hace Michel, en el que
manifiesta unas opiniones bastante extremas.
Una cuestión que me ha planteado la novela es la
relativa erradicación de la culpa mediante el castigo (lectura
obligada del gran Dostoievsky con su “Crimen y Castigo” en este
aspecto). Rick ya no es el mismo y algo parecido le ocurre a Michel.
¿No necesitarán ellos una consecuencia, un castigo que les libre del
sentimiento de culpa? Al no enfrentarles a sus actos sus padres les
hacen un flaco favor.
Precisamente para mí el tema central es el amor paternofilial. ¿Hasta dónde llega, o debe llegar? ¿Debe cubrirse cualquier
hecho de un hijo a pesar de ser atroz? Nuestro ordenamiento jurídico
dispensa a los padres de la obligación de denunciar a sus hijos cuando
tengan conocimiento de que han cometido un acto delictivo, pero ¿es
esto realmente siempre lo mejor para ellos?
Una novela, por lo tanto, con planteamientos muy interesantes;
aunque, a mi gusto, el autor no haya sabido aprovechar la oportunidad
de desenvolverlas completamente, quitándole con esas "medias tintas"
bastante peso al libro. En cualquier caso, merece la pena su lectura,
sobre todo para plantearnos: ¿Qué habría hecho yo?
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